UNA ACECHANZA CONSTANTE: CAMBIAR EL FIN DE LAS INSTITUCIONES
UNA ACECHANZA CONSTANTE: CAMBIAR EL FIN DE LAS INSTITUCIONES
La fundación de una nueva comunidad o institución obedece
siempre a un propósito que abone al
bienestar de la mayoría de la gente y su vocación a la trascendencia. Los ideales que se intentan hacer realidad
en la vida de la comunidad es la prioridad que
debe imperar, a pesar de todas las adversidades y de los intereses personales que acechan constantemente a las comunidades e instituciones. El Evangelio de San Mateo nos presenta la fundación, por parte de Jesucristo, de la comunidad apostólica con fines y
criterios evaluables clarísimos para evitar cualquier tiempo de desviación del ser y quehacer de la comunidad: “Jesús llamó a los doce discípulos y les dio poder sobre los espíritus impuros para expulsarlos y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. A estos doce los envió a misionar, con las
instrucciones siguientes: No vayan a
tierra de paganos ni entren en pueblo de samaritanos. Diríjanse más bien a las ovejas perdidas de Israel. A lo largo del camino proclamen: El Reino de los Cielos está ahora cerca”. (Mt 10, 1.5-7). Cristo
deja en claro lo que es la fundación de la comunidad apostólica desde aquel tiempo hasta el día de hoy.
Las instituciones de todo tipo deben cumplir la naturaleza para la que fueron creadas. No se debe permitir que nada ni nadie las pervierta, es decir,
cambiarles su finalidad. Ante la situación que estamos viviendo en México, Veracruz y Xalapa, somos testigos de la amenaza constante y sonante de
querer cambiar y utilizar las instituciones de toda índole para otros fines que no corresponde a su ser y quehacer.
Para poder colaborar a que cada institución logre y alcance
su ser y quehacer es necesario
generar fuentes de trabajo digno y trabajar con una finalidad más allá de satisfacer las propias necesidades físicas. ¡Cuánta razón tienen los obispos mexicanos que, en su Carta llamada Del
Encuentro con Cristo a la solidaridad con todos, han aceptado y promovido la actividad laboral
como un espacio para el desarrollo real de cada persona y de la
patria!: “El trabajo es el fundamento sobre el que se edifica la vida familiar, pues allega los medios de subsistencia que se necesitan para vivir y desarrollarse como familia. En la familia, además, se aprende a trabajar y
a crecer en humanidad. Esto repercute en provecho de la comunidad, de modo que la Nación viene a ser “la gran encarnación
histórica y social del trabajo de todas las generaciones”. Por ello, las personas al trabajar colaboramos con nuestros compatriotas al bien cultural de nuestra Nación” (Número 318) Es creando fuentes de trabajo y trabajando cada
día, como tendremos el desarrollo integral de todos y para todos.