11 razones contra las podas salvajes

Primero: ¿Es conveniente la poda para el arbolado en general o para el arbolado urbano? No. 

La poda debilita al árbol y produce cortes y heridas que son potenciales puntos de entrada de plagas y enfermedades.

Entonces, ¿por qué se podan los árboles urbanos? Básicamente, para reducir y controlar el volumen y tamaño de la copa en árboles que no crecen en parques ni espacios abiertos, sino en viales y espacios reducidos donde, en el pasado, por una mala planificación o falta de formación en arboricultura, no se ha elegido una especie con el tamaño adecuado al lugar.

Pero una cosa es remodelar la copa en casos verdaderamente justificados a manos de personal bien formado y nunca afectando a más del 25-30% de la masa foliar y otra tirar de motosierra y realizar una poda drástica, realmente salvaje, afectando hasta el 100% de esta masa.

Hay dos tipos de estas podas severas: el terciado, que consiste en cortar todas las ramas dejando aproximadamente un tercio de su longitud y el desmochado, más salvaje e injustificado todavía, ya que se trata de cortar las ramas a ras del tronco.

Las consecuencias de desmoches y terciados para el árbol son graves e irreversibles y afectan a todas las especies: a las que lo manifiestan de forma más clara (fresno, acacia del Japón, magnolio…) y a las que dan la falsa apariencia de soportarlas mejor (plátano). A continuación se exponen resumidas en once puntos.

1. Brotación precipitada, masiva y, sin orden alguno, de chupones, en vez de ramas jerarquizadas y sólidas.

Provoca que multitud de yemas de madera vieja se expresen para generar una masa foliar lo suficientemente grande para nutrir al ejemplar y sobrevivir (brotación o vegetación de emergencia).

Son “ramas vigorosas” o chupones que en muchas ocasiones tienen un mismo punto de inserción en el tronco por lo que son débiles y no deberían servir para montar sobre ellas la nueva estructura del árbol.   

2. Ramas inseguras y mal insertadas

El sólido anclaje de una rama natural y el incosistente anclaje de un chupón.
Chupones maduros en un olmo pumila reiteradamente desmochado y terciado. Siempre frágiles y predispuestos a troncharse.

Las nuevas “ramas” nacen ya con un anclaje superficial y débil, generador de riesgos, frente a las ramas naturales y jerarquizadas, con un anclaje más seguro. Al estar débilmente unidas son más vulnerables a romperse con el peso y menos fuertes frente a viento, nieve y tormentas.

En definitiva, el desmoche hará a un árbol más peligroso a largo plazo. El árbol ahora se ha convertido en un riesgo mayor de lo que era en un principio.  

3. Debilitamiento integral del árbol.  

Estos árboles han sufrido podas muy intensas y dañinas durante varios años, lo que les hace perder fuerza y ser vulnerables a enfermedades y plagas, acortando su esperanza de vida.

La brotación de emergencia le consume mucha energía, lo que produce un debilitamiento y un estrés innecesario que le hace estar más indefenso ante infecciones y pudriciones. Además, con las sucesivas podas drásticas el árbol intenta recuperarse y brotar a expensas de sus reservas. Esto genera un agotamiento de sus reservas limitando también la fotosíntesis, lo que significa menos alimento, y menos alimento se traduce en no poder mantener su copa, su tronco y sus raíces, con un estado de debilitamiento que le va haciendo cada vez más vulnerable al ataque de plagas y/o enfermedades sin ningún beneficio para la planta”.

En suma, que la práctica continuada de desmoches y terciados deriva en árboles estresados, y un árbol estresado está invirtiendo casi todos sus recursos en poder sobrevivir, volviendo a formar una copa funcional activa y por lo tanto durante estos procesos de reconstrucción son árboles muy débiles que no pueden invertir recursos en establecer mecanismos de defensa ante plagas o enfermedades.  

4. Desmoches y terciados son la primera causa de muerte de árboles urbanos

Ailanto de 70 años seco tras la poda salvaje del último invierno.
Hambriento, asfixiado, insolado…

 Ya no solo por los efectos irreversibles a medio y largo plazo, sino que, en algunos casos, el descabezado quita tanto de la copa frondosa, que reduce peligrosamente la capacidad del árbol para elaborar su alimento. Además, al quitar la cubierta protectora de la copa del árbol, el tejido de la corteza de las ramas sobreexpuestas queda expuesto a los rayos directos del sol. Las quemaduras resultantes pueden ocasionar la muerte del árbol. Y así mueren nuestros árboles, de hambre, de asfixia e insolados, después de haber sido mutilados.  

5. Pudriciones e infecciones en cortes

Pudrición de un árbol a partir de un corte de desmoche.
Detalle de poda de una rama demasiado grande y sin cicatrizar, que ha dejado hueco a insectos y hongos.
Pedazo de madera muerta proveniente de un corte de desmoche que descompuso el árbol y ya fue pasto fácil de polillas.

Los cortes en estas intervenciones son de gran diámetro (más de los 5-10 cm recomendables) y al árbol le cuesta cicatrizar. Esto sucede porque, a diferencia de los animales, el árbol no puede sanar sus heridas. El animal sana sus heridas reconstruyendo sus tejidos, poniendo nuevas células vivas en el lugar de las dañadas. El árbol no puede hacer eso. Cada parte muerta del árbol se pierde para siempre. El árbol puede sustituir partes perdidas, o incluso cerrar su heridas, pero no las puede curar.

Por esto se dan pudriciones y desecaciones en estas zonas de corte. Las partes recién cortadas son altamente vulnerables a la invasión por insectos o a la descomposición por hongos.   

6. Aceleración del proceso de envejecimiento

Olmo septuagenario seco tras reiterados años de desmoches y terciados.

Por todos los factores mencionados anteriormente, los árboles sometidos a desmoches y terciados viven menos años y tienen un apreciable acortamiento de su vida funcional.   

7. Copas enmarañadas y poco oxigenadas

Lo que crea las condiciones óptimas para más pudrición, plagas y enfermedades, a la vez que aumenta la resistencia al viento.   

8. Desfiguración de la forma natural de la copa

Cambio en la forma natural de la copa, al que difícilmente se podrá volver. La estructura de ramas que se creó con la poda de formación queda arrasada, desaparece, y es necesaria una re-formación posterior del árbol terciado o desmochado.

Se destruye la forma natural del árbol e incluso quedan desequilibrados lo que hace que con el tiempo se inclinen y puedan llegar a suponer un peligro.   

9. Difícil y costoso de recuperar

El gran contrasentido de las podas salvajes. Cuando en el agresivo entorno urbano alguien entiende que hay que “protegerse“ del árbol, hay quien hace una pequeña resubida y una poda suave que respeta la estructura del árbol. Y hay quien corta por lo sano. Y el resultado, a la vuelta de los años, queda a la vista: más volumen, más debilidad y más riesgo. ¿Y vuelta a empezar?

En ocasiones, las menos, el árbol se puede recuperar parcialmente mediante actuaciones progresivas que nos ocupan varias temporadas.

Para ello, en primer lugar, hay que contar con el hecho de que la poda drástica hace salir muchos rebrotes vigorosos justo debajo de los cortes. La unión de esos brotes y el tronco es débil y se pudre la rama que los sustenta. Será necesario seleccionar algunos y eliminar otros (re-formación).

Aunque esto luego no se hace, es decir, que se tercian o desmochan (mal) y a ello no le sigue una poda de re-formación (peor), dejando que el árbol emita libremente multitud de brotes sin hacerle nada hasta que al cabo de unos años se practica otro terciado o desmochado.

Al final, la mayoría de las veces, el daño es tal que llega el técnico de turno y termina dictaminando su apeo con el pretexto de la posibilidad de accidentes.  

10. Daños a la avifauna local

Eliminan el refugio de la avifauna local, con la muerte de aves y sus crías en el momento de la poda. Al reducir la presencia de aves insectívoras, llega el consiguiente aumento de las molestias generadas por mosquitos, hormigas, cucarachas, chinches, etc.  

11. El desmoche, junto al terciado, es la poda más costosa

El desmoche no resuelve los problemas de los árboles urbanos. Al contrario, los empeora. No es una técnica de poda. Es un desperdició de dinero, tiempo y espacio (especialmente con la disposición de los residuos).

Implica que aumente la probabilidad de fallos de ramas, lo que implica mayores costes de mantenimiento para atender incidencias.

Al repetirse de forma sistemática estas actuaciones, no se permite el desarrollo de copas naturalizadas poco alteradas, lo que también implica que los costes de mantenimiento aumenten exponencialmente.

Hay mayores costes en gestión de residuos e inversión de recursos

Obliga a revisar más intensamente los ejemplares que fueron podados drásticamente en su día y en el momento de que se pretenda que construyan nuevas copas para que sean árboles funcionales que aporten beneficios, se ve traducido en un aumento directo en los recursos destinados para su gestión.

Y por último, al provocar la muerte de árboles y reducir su esperanza de vida, implica un aumento en los costes de renovación/sustitución del bosque urbano.

Está claro que el más beneficiado por las podas drásticas no es el árbol ni la ciudadanía ni nadie; en todo caso, solo quienes aumentan sus balances a costa de podar, talar, leñar y reponer en un círculo siempre en movimiento que están muy interesados en no detener.  

Apéndice final

Comunicado técnico de parques y jardines. 2021. Ayuntamiento de Sevilla.

Sobre las perjuicios de podas drásticas. Aclaraciones sobre los motivos para NO EJECUCIÓN de podas drásticas sistemáticas en la ciudad de Sevilla.

Transición ecológica y Deportes.Dirección General de Medio Ambiente Parques y Jardines.Servicio de Parques y Jardines.

www.parquesyjardines.sevilla.org