Últimos caminos en la isla de las mil colinas

Llegó nuestro último día en Santo Antão, y en Porto Novo alquilamos un coche para recorrer alguna de las carreteras que nos causaban curiosidad. Esta isla tiene numerosos destinos, caminatas y aldeas escondidas, por lo que podríamos haber pasado meses explorando cada rincón. Como el tiempo apremia, nos decantamos por el camino que lleva hasta Ribeira da Cruz con una parada intermedia en la villa de Alto Mira.

Iniciamos el recorrido sin prisas, discurriendo despacio y tranquilos a lo largo de una carretera que al inicio pasa por unos paisajes bastante secos y agrestes, característicos de la parte oeste de esta isla. Parece que para llegar a la punta oeste, en Tarrafal de Monte Trigo, hay que recorrer bastantes horas entre rocas y llanuras inhóspitas. Poco a poco, la carretera va tomando dirección norte y va aumentando en altura. Gradualmente los paisajes se tornan verdosos y escarpados, pasando por diferentes aldeas de personas amables que te saludan al pasar.

A la altura de Cha da Morto, unas mujeres hacían harina de maíz de manera tradicional: manualmente con un tronco y machacándolo dentro de un pilón. Nos permitieron fotografiarles y grabarles sin ningún problema; pasamos un buen rato a su lado tratando de entablar una conversación, que entre el chapurreo suyo del portugués y la apertura de nuestros oídos para entender su criollo, nos sacó unas risas.

Más adelante comenzamos a serpentear por un camino adoquinado para acabar en Alto mira, una aldea ubicada entre montañas, rodeada por campos de cultivo muy frondosos, que después de las lluvias, estaban repletos, y sus habitantes trabajaban como locos para lograr una buena cosecha. Allí nos sentamos en la Marceria del pueblo y pasamos un rato viendo a los habitantes transitar y mirarnos con caras curiosas.

Después, en el camino hasta Ribeira da Cruz, tuvimos que hacer múltiples paradas. Los paisajes son tan bonitos y diversos que la cámara de fotos te pide que la utilices. Estos paisajes verdes llenos de terrazas de cultivos, de antiguos acueductos de piedra y con unas montañas rocosas con las formas más extraordinarias del mundo, te dejan boquiabierto e hipnotizado.

Y así, como hipnotizados, regresamos hasta Porto Novo, donde tomamos el ferry de vuelta hasta Mindelo, en São Vicente, donde al día siguiente nos esperaría un recorrido circular por los distintos pueblos de la isla. La belleza abrumadora de estos paisajes y la amabilidad de sus gentes se nos quedarán en la memoria para siempre.


Fecha: del 4 al 25 de septiembre de 2020

Ruta: Isla de Santiago – Isla de Fogo – Isla de São Vicente – Isla de Santo Antão – Isla de São Vicente – Isla de Santiago


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *