1
No soy alérgico a las fiestas de navidad y fin de año, pero hace ya unos cuantos años que prefiero pasarlas solo. En otras épocas de mi vida las pasaba con la familia y eso estaba bien. Hace cuatro años, fui por primera vez en mucho, mucho tiempo a casa de mis padres, en El Paso, y las pasé ahí. Fue un alivio. De repente, estaba cómodo de nuevo y no sentía que me tenía que aguantar la respiración. Eso viene bien de vez en cuando; el resto del tiempo defiendo la completitud de mi soledad.
Uno no puede elegir lo que quiere y esperar a que los demás lo banquen. Si lo hacen, genial, y hay que agradecerlo. Pero si no, uno tiene que seguir su camino y eso implica, en muchos casos, algún tipo de soledad. Hay que aprender a amarla.
Así que estas fiestas estaré solo, y ya estoy pensando en cocinar algo interesante, algo que lleve tiempo y atención. Creo que me llama más lo de cocinar que lo de comer, aunque haga calor. Es una actividad, un tiempo que le dedico a algo que está fuera de mí, como trabajar en la BiPA. Escribir, sin embargo, es distinto. Ahí tengo que estar al tanto de lo que pasa adentro y lo que pasa afuera de forma simultánea.
2
Ayer, mi cuñado me envió dos mensajes. Uno era para informarme de que hablaría él en el funeral de mi padre, que murió la semana pasada, y preguntarme si quería que dijera algo en mi nombre. El otro mensaje contenía una parte del manifiesto de pasajeros del buque Sinaia, en el que viajaron mis abuelos y mi padre (niño de tres años) a México. Al lado del nombre de mi abuelo ponía la edad, el estado civil, la filiación política y la sindical: todo de una izquierda bastante tradicional. Mis abuelos siempre me contaron que para poder subir al barco habían tenido que mentir, no podían decir que eran anarquistas o los hubieran dejado en Francia, en manos, como se vio después con muchos ex combatientes republicanos, de los nazis. O a lo mejor los hubieran fusilado en España, como ocurrió con el abuelo de mi amigo JIG, o a mi abuela la hubieran mandado a la cárcel, como ocurrió con la abuela de CCG, mi compañera durante 14 años.
Estos dos mensajes que son los de un amigo y familiar por el que siento mucho cariño (y estoy seguro de qué él algún cariño siente por mí) me remarcaron la distancia, el río de lejanía que desemboca en mi soledad. Nunca debo olvidar lo que implica esa distancia auto impuesta. Sin ella, la BiPA no existiría, y la BiPA es mi gran proyecto.
3
Mi abuela, la Yaya, la Ruquita de Hierro, no tenía paciencia ni con los comunistas ni con los curas. Creo que era anarquista hasta la médula. Uno de los problemas psicológicos que atribuyo al anarquismo es que uno se vuelve duro, impaciente, con los demás. El color del anarquismo es la intransigencia. Lo noto en mí mismo, estaba claro en mi abuela.
Ella tenía un pequeño edificio en el centro de Juárez en el que alquilaba oficinas. No recuerdo si había estado de viaje o enferma, pero mi padre se había encargado del edificio, y había alquilado una de las oficinas al partido comunista local. Un día, meses después, mi abuela subió a cobrar el alquiler, y no sé qué le habrán dicho acerca de la justicia social, y ella se desató en una perorata que, al parecer, los dejó boquiabiertos. Me la puedo imaginar, con su español juarense de la calle y su acento catalán, vaciando toda su ira anarquista sobre esos tipos. Y luego cometieron un error: la invitaron a unirse al partido. Ya dije que la Yaya no soportaba a los comunistas. Bueno, eso la encabronó todavía más y terminó echándolos. Mi padre no lo podía creer, si eran buenos inquilinos. No podía creer que la ideología matará el negocio.
En otra ocasión, cuando a una de mis hermanas la habían puesto en un colegio católico, la Ruquita de Hierro estaba tan encabronada que amenazó con desheredarnos a todos si la niña salía monja. De esa fui testigo. Habrán pasado cuarenta años y todavía me cago de risa.
4
Los ríos siempre implican lejanía. Una ribera y otra. Crecí junto a un río que dividía dos países, dos culturas, dos lenguas, y siempre fui consciente de eso. Para mí, la lejanía se mide en palabras, en lenguas, no sólo en kilómetros y silencio: vivía a caballo de esa lejanía entre el español y el inglés, y tenía otra, la del catalán que se hablaba en casa y marcaba la distancia entre nosotros y la gente a nuestro alrededor, además de la distancia física, muy real, entre nosotros y nuestro país y nuestra familia.
Así que ahora, estando lejos de manera voluntaria, soy consciente de que no hay palabras que hagan puente sobre esta distancia. Y creo que la BiPA, de alguna manera siendo un poema conceptual de muchos libros y pocas palabras, alude a esa distancia, como una incomunicabilidad lingüística que se comunica por otros medios.
5
Aunque me he leído la Biblia entera dos veces (y el Quijote tres), y he leído fragmentos muchas veces, no soy cristiano, así que la navidad tiene poco significado para mí, en un sentido religioso. Lo tiene en un sentido de reunión familiar, de acortamiento de distancias. Y este año no se dará.
Por lo que veo, la biblia de la élite artística y cultural del presente en Argentina es Mil Mesetas, el libro del dúo dinámico Deleuze y Guattari. Ese lo he leído entero cuatro veces, y en fragmentos muchas más. Lo que escucho y leo en la katharévousa presente, siempre me remite a ese libro, a ese gran compendio de pensamiento mágico-religioso. Si ésta es la Biblia del siglo XXI, me pongo medio protestante, y exijo que la lean. No es suficiente con que la clerecía del momento te la cuente. O con que pinten murales con las historias principales, dirigidos al personal iletrado: Aquí está la máquina de guerra, ¿cuál?, la que decimos nosotros, la clerecía, la que nosotros, como élite con ciertos intereses, nos conviene. Y aquí está el devenir-animal, el que a nosotros nos viene bien por ahora. Y así hasta que se lo hayan apropiado todo, y no quede nada de ese manual del anarquista contemporáneo. (Por si hace falta decirlo, lo digo: el anarquismo en sí es pensamiento mágico, como lo es cualquier otra fe ideológica, aunque no sea el mismo pensamiento ni la misma magia.)
Ya lo dije: me pongo protestante y prefiero leer en soledad, que es precisamente lo que las autoridades encuentran insoportable. El lector solitario es lo más peligroso que hay (y es que podría inventar su propia magia). Si no, todas esas matanzas e inquisiciones, las del pasado y las que pueda haber a partir de ya, no tendrían sentido. Nadie se acuerda, por ejemplo, del anomal, el solitario, el nómada intergrupal, el que trae otros puntos de vista, otras noticias, otras ideas–porque no conviene.
6
Muchas culturas alrededor del mundo tienen un dios anomal, un trickster. Hermes/Mercurio/Thot (Grecia/Roma/Egipto), son los de la nuestra. Son distintas versiones del mismo bicho. Dios de los cruces de caminos (donde te puede pasar cualquier cosa), de los juegos de azar (donde puede pasar cualquier cosa), de la escritura (que siempre se puede malinterpretar), el dios que guía a los muertos a cruzar al otro lado, dios de los ladrones y del comercio, de las ciencias y la comunicación, no hay nada más corrosivo. Es el dios que, al inventar la escritura, le quita la Voz al Dios Padre, la subvierte, la saca del presente absoluto, de la presencia absoluta, y la manda al futuro, donde siempre pertenecerá pasado: confunde los tiempos de la presencia sin la cual un dios no puede existir. La escritura, ese gran invento del dios anomal, bromista y jugador, es lo que Derrida, siguiendo a Platón, llama un pharmakon. El fármaco te puede salvar la vida, o envenenarte y matarte, puede ser adictivo, puede dar igual que quitar, puede ser una poción mágica o un filtro de amor o lo que te saque del medio para que otro asuma el poder.
En el cristianismo el anomal es Judas, o el Diablo, porque debía ser el malo, debía quedar siempre afuera. Y aunque la Biblia esté escrita, lo estaba en latín, en griego y en hebreo, lenguas que no eran las del poblacho en general. Había que evitar a toda costa que las Escrituras llegaran al pueblo. Había que sacar del medio a cualquier amenaza al Padre, al Papa, al Monarca, sacando del medio el poder de lectura e interpretación, demonizándolo. Casiodoro de Reina fue perseguido toda su vida por haber traducido la Biblia al español, por haber abierto el tarro de las esencias, la lámpara de Aladino, la botella que contenía el fármaco que durante siglos había pertenecido a los clérigos, la clerecía, los intelectuales, la burocracia. Jesús mismo fue un anomal y hubo que domesticarlo. Cuando el personal pudo leer por sí mismo, y descubrió a Jesús por su cuenta, ¡se armó la de dios!
(Coleridge inventó la palabra clerecía para referirse a los intelectuales, fue él quien le dio ese sentido a una palabra que ya existía. Luego Clemenceau, el socialdemócrata francés, inventó la palabra intelectual, o la pasó de adjetivo a sustantivo, para referirse a los miembros de esa clerecía. En cualquier caso, se refiere a una élite dueña de la palabra y del prestigio, la autoridad, para proyectarla.)
7
El trickster, el anomal, es mi modelo. Es el dios al que venero. No me comparo, sino que soy un seguidor. La BiPA es tricksterista porque le resta autoridad a la escritura, a la Ley, a lo que consideramos conocimiento. Se ríe de la autoridad (el libro) que autoriza a hablar. Es el mismo juego pero en otra dirección, y traído a nuestros territorio y circunstancia.
La BiPA es ambulante, como un vendedor, como los gitanos que traen el hielo que rompe el hielo al principio de Cien años de soledad. Se mueve entre grupos, entre niveles sociales y culturales. Conversa con las élites y se caga de risa con el resto del personal. Se ríe con y no de el personal, aunque a veces también de él.
8
Y la BiPA es la razón de mi soledad. Sin esa soledad, no existe el tiempo que lleva pensarla y hacerla. (El pensat i fet como ideología trickster fallera, ¿no? Bueno, eso, pero alargado en el tiempo.)
Todo tiempo, además de transcurrir como transcurre en este planeta, además de gastar las baterías de los relojes, tiene un lado simbólico. No sólo pasa el tiempo que le dedicamos al trabajo, a la familia, a boludear, a la política o a lo que sea, sino que ese tiempo es la cifra de nuestras vidas, un emblema hecho con todos los tiempos entreverados (los de la familia, el trabajo, etc.), que se convierte en el símbolo de cada uno de nosotros. Uno es aquello a lo que dedica su tiempo.
9
Hay cosas más importantes en la vida (que cada quien haga su propia lista, o acepte la heredada, o como sea), hay cosas más serias que entregarse a pegar objetos encontrados entre la basura en hojas de papel escolar. Pero a mí me tocó, o yo elegí, esta línea de fuga, y mantener la distancia en el espacio y en el tiempo, y a veces en el silencio, es lo que se requiere. Debo cruzar el río, cuando el personal está de un lado, y situarme del otro, haciendo caras y gestos ridículos, incluso diciendo lo que no toca, incluso callándome. Sigo a Nietzsche en su idea del amor fati, amor al propio destino. Y a mí me tocó el papel del trickster (una estampita pegada en el papel escolar de El libro de las religiones encontradas en la calle), uno menor, quizá, pero trickster y anomal igualmente.
Por eso estas fiestas cocinaré cantando, diciendo boludeces en voz alta y cagándome de risa solo, birra en mano, cigarrillo colgando del labio. Suena a estar loco, y a lo mejor lo es. Lo que tengo claro es que significa estar afuera, y ese es el lugar del anomal, el que me tocó y acepto y amo.
NOTICIAS
1. Ifi, la gata del IF, me sorprende una vez más. Antes, cuando le daba comida de sobrecito, no hacía más que pedir. Era una pesada. Ahora que le cambié la comida seca, y no le doy más la de sobrecito, sigue pidiendo, pero ya no todo el tiempo, dejó de ser la pesada de antes. Lo único que ha cambiado en realidad, es que tengo que acariciarla y hablarle para que coma: ¡Mmm, qué rico, Ifi, qué manjar, qué delicia! Y va y le entra al plato como si fuera cierto.
2. Por cierto, ¡felices fiestas!
3. De aquí en adelante, todas las niusléters tendrán versión en papel. Las pasadas se pueden hacer a pedido. La semana que viene estaré entregando la anterior, la de la “Edición de guerrillas”.
4. Hay muchas formas de echar una mano a la Niusléter. Pueden pinchar el corazoncito, dejar un comentario, comprar la niusléter que les interese tener en papel y/o suscribirse por Mercado Pago.