Haría, un pueblo con mucha historia

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El pueblo de Haría, al norte de Lanzarote, es muy conocido por sus palmerales, por ser lugar de la morada de César Manrique y por su especial micro clima que lo convierte en lugar de muchos endemismos isleños. Lleva el sobre nombre de “Valle de las Mil palmeras”. Nombre que le viene dado por las innumerables palmeras que había en el pasado. Se sabe que durante la incursión en la isla del corsario otomano Morato Arráez,  destruyeron una gran cantidad de palmeras. Pero, ¿por qué había tantas palmeras? Antiguamente por cada niña que nacía se plantaba una y por cada niño se plantaban dos. Además, de la palma salen los dátiles, las esteras, las escobas, las cestas y tantas otras cosas. Incluso sus hojas se han utilizado como comida de animales. El cultivo de la palma creaba muchos puestos de trabajo. Pero no solo las palmeras son las protagonistas de Haría. Son muchos los datos curiosos que encontramos sobre su historia.

¿Sabías que Haría poseía la mejor biblioteca de Lanzarote?

En el siglo XIX el señor Enrique Luzardo Bethencourt, jefe del partido liberal, reunió una de las más completas colecciones de obras que había conocido la isla.

Otros datos curiosos

El alcalde Domingo López Fontes impulsó la creación de laa famosa plaza de Haría, que hoy es punto de reunión de jóvenes y mayores. Éste se preocupó por poner muros en los barrancos además de cercos en los pozos que él creyó más peligrosos. Unos años más tarde, en 1914, el vecino Antonio Ramírez del Castillo contribuyó con su dinero a la construcción de la torrecilla de la iglesia además de la compra del reloj de la misma. Esta iglesia fue arrasada en 1956 por un fuerte viento. La polémica se levantó cuando en su reconstrucción los responsables no hicieron caso de las peticiones del pueblo para mantenerla como la original, y acabaron construyendo una nueva que era muy diferente. Existen algunos datos y anécdotas curiosas de este pueblo. Entre ellas destacan las diferentes sociedades que dependían del poder adquisitivo de sus integrantes. El Casino de Arriba, que era el de los ricos, y el Casino de abajo, que era el de los pobres. Si hablamos de personajes destacados no podemos olvidarnos de señor Teófilo, cuyo oficio era la venta de lotería, pero era más conocido por su amor a los carnavales. En su época, los carnavales estaban prohibidos, todo aquel que se disfrazaba era multado con 25 pesetas. Él se adelantaba a esas multas y antes de disfrazaba iba directamente a la Guardia Civil. Pagaba 100 pesetas y decía: “esto por el domingo, el lunes, el martes y el miércoles…” y se disfrazaba los cuatro días. Podríamos escribir muchas más anécdotas de este rincón de Lanzarote. Prácticamente todas sus calles y callejones esconden alguna historia digna de ser contada.