21/22-La teoría económica de John Maynard Keynes (por Jan Doxrud)

21) La teoría económica de John Maynard Keynes (por Jan Doxrud)

Otras observaciones críticas a Keynes proviene del economista liberal Juan Ramón Rallo, también influenciado por la Escuela Austriaca de Economía Rallo sigue el mismo camino de Hazlitt, es decir, emprende una constructiva crítica de las ideas de Keynes pasmadas en su “TG”. El autor escribió un libro (dedicado a los keynesianos de todas las Escuelas) que emprende una critica contra la Teoría de General siendo su título (parafraseando el de Henry Hazlitt):  “Los errores de la Vieja Economía. Una refutación de la Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero de John Maynard Keynes” (2011). 

Ahora bien, este libro de Rallo no constituye una puesta al día del libro de Hazlitt, puesto que el economista español lleva acabo una crítica económica original contra la teoría de Keynes que no está desarrollada en el de Hazlitt.  Sin entrar en el detalle del libro, Rallo revisa los conceptos económicos que utiliza Keynes y cómo este, de acuerdo a Rallo, los tergiversa o incluso los utiliza sin comprenderlos a cabalidad. Por ejemplo, tenemos el tema de las expectativas y la idea de que el sistema económico se encontraba gobernado (las oleadas de optimismo y pesimismo). 

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Si bien Rallo concuerda con el papel fundamental que juegan las expectativa, lo que no acepta es la descripción arbitraria que Keynes hace de estas en su “TG”, en otras palabras, son explicadas de manera superficial sin que se expliquen razones de fondo que den cuenta de sus cambios. Sumado a esto, Keynes no da cuenta de los mecanismos que tienden a favorecer la formación de expectativas consistentes entre sí y con la realidad, escribe Rallo. Frente a esto, el economista español destaca el papel de lo precios como señales y como punto de partida para la formación de expectativas. En palabras del autor:

“Lógicamente, como decíamos, los precios no son un punto de llegada para desarrollar expectativas consistentes y realistas, sino un punto de partida. Nada impide que los precios transmitan una información irrelevante (información que no incita ningún cambio de acción) ni tampoco que incluso los individuos interpreten erróneamente la información relevante que sí puede transmitir”.

El punto de Rallo es  que se han desarrollado un serie de mecanismos para corregir estos errores. Los primeros son  de carácter preventivo,  como es el caso del mercado de futuros que, si bien no siempre aciertan (en anticipar los precios en el futuro), sí permiten que se conozcan los precios que los agentes esperan que sean en el futuro. Otro mecanismo que previene las descoordinaciones entre los agentes es la bolsa de valores, donde se transan acciones o títulos de propiedad de las empresas. El precio de estos títulos, en el largo plazo, tienden a reflejan el valor presente de flujos futuros que los inversores esperan, de manera que que las cotizaciones también proporcionan información a este respecto. 

Fuente: https://napkinfinance.com/es/

Fuente: https://napkinfinance.com/es/

En lo que respecta a los mecanismo correctivos,  Rallo destaca, en primer lugar, la quiebra. Así, por ejemplo, si el promotor que construye viviendas ya no las puede enajenar en el corto o mediano plazo a precios que cubran sus costes, entonces terminará quebrando y es aquí cuando entra el segundo mecanismo correctivo: la rebaja de precios. Con esto, Rallo quiere dar a entender que los activos malinvertidos, así como también los recursos mal utilizados, lo cual tendrá como consecuencia el que sean redirigidos hacia nuevos usos. Otras críticas del autor apuntan a que Keynes es el uso que Keynes hace de renta, puesto que usa el concepto de renta bruta para referirse a lo que, en realidad, es la renta neta. 

También critica a Keynes por afirmar que la renta del empresario es su beneficio bruto. El beneficio bruto es = Ingresos por ventas – Gasto por Ventas, mientras que e l Beneficio Neto se obtiene restando a lo anterior: Gastos comerciales y administrativos, amortizaciones, provisiones e intereses.  Otra critica, más general,  apunta a la idea de que por medio de un estímulo de la demanda agregada (C + I + G + X- I) se puede alcanzar el pleno empleo (¿acaso es posible alcanzar algo así como el “pleno empleo”?). Como explicó en un articulo del 2011 titulado “Refutación express de Keynes”, Rallo escribió:

“Y lo esencial es que cuando, despojamos al inglés de toda su pomposa retórica, lo que nos queda es lo siguiente: las crisis se deben a que la gente deja de gastar, por consiguiente la misión de la política económica es estabilizar el nivel de gasto; si el gasto es insuficiente como para absorber toda la producción a los precios actuales, entonces se cerrarán empresas y se despedirá a trabajadores; si el gasto es superior al necesario para absorber toda la producción, se generará inflación”.

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Continúa explicando el economista español que estas políticas de estímulo de la demanda agregada significa que debemos preservar las empresas que peligran con quebrar, lo que significa que hay que forzar a que alguien se coma sus productos, lo que se traduce en estímulos fiscales y una reducción (artificial) de los tipos de interés. Si tal medida no funciona, entonces habrá que mirar hacia el extranjero y buscar que los productos se vendan al exterior por medio de la devaluación monetaria y el consecuente estímulo de las exportaciones. Por último, podría ser el gobierno el que pueda gastar como le plazca los impuestos recaudados. 

El punto de Rallo es que inversores y consumidores son forzados a pagar por cosas que no desean, puesto que el objetivo “social” del gobierno es que el desempleo no aumente. Pero toda esta “lógica keynesiana” obedece a la separación artificial que hace Keynes de la oferta y demanda agregada, por un lado la capacidad productiva y, por el otro, el deseo de absorber esa capacidad productiva (recordemos que Keynes rechaza la “Ley de Say” y como señala Rallo, la sustituye por la “Ley de Keynes”, en donde la demanda crea su propia oferta) 

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En este contexto, es la demanda agregada la que constituye el “auriga”, aquella que tira del carro de la economía. Así, y como señala Rallo, la riqueza de una nación no radicaría en la cantidad de bienes y servicios que produce. Por el contrario, para Keynes  la sociedad más rica es la que quiere gastar más, de manera que la política económica pasa al lado de la demanda (y no de la oferta). La crisis petrolera de la década de 1970 dejó en evidencia los límites de esta política centrada en la demanda (pero no terminó con la influencia del keynesianismo)

Rallo también se refiere a otros temas que examinamos con Rothbard, me refiero a la  demanda especulativa de dinero (atesoramiento). Para Keynes, es la incertidumbre respecto a los tipos de interés futuros la causa de que los agentes económicos prefieren mantener saldos de tesorería en lugar de invertir en bonos. Esto se explica a la oportunidad de comprar bonos a precios más bajos, pero tal situación se dará cuando los tipos de interés vuelvan a subir.

Fuente: https://napkinfinance.com/es/

Fuente: https://napkinfinance.com/es/

Para entender lo anterior, se debe tener en consideración de que existe una relación negativa entre el precios del bono y el interés de este mismo. Por ejemplo, el lector puede comprar un bono a 30 años, cuyas características son:

 -VN: $100 (lo que te devolverán al final de los 30 años)

-Cupón:  $5

-Interés: 5% anual

Imagine que el año siguiente se lleva a cabo la emisión de nuevo bono con las siguientes características:

VN:  $100

-Cupón: $6

-Interés: 6% anual

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Ahora imagine que el lector necesita “liquidez” y, por ende, debe vender su bono. Pero ante la nueva situación deberá preguntarse: ¿Acaso alguien querrá comprarlo tras la emisión del nuevo bono? Recordemos que la rentabilidad del suyo (con un VN de 100) es de 5% mientras que del nuevo bono emitido (con VN 100) es de 6%. De acuerdo a lo anterior, para equiparar la rentabilidad y atraer compradores, deber disminuir el precio a $83.33 puesto que: 5/83.33 = 6% (de rendimiento). Así, y como veremos a continuación, las personas no necesitan atesorar para esperar a que el interés suba puesto que pueden utilizar instrumentos financieros que los pueden proteger del riesgo.

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