José Carlos Mariátegui tiene un buen ensayo, en El artista y la época (creo), sobre Chaplin, en particular sobre La quimera de oro, analizando la crítica social que se hace con el personaje del Vagabundo al Capitalismo.
Según Mariátegui, la postura del Vagabundo -alejado de (o sin encajar en) cualquier forma de producción en el que el obrero no es dueño de las formas de producción-, revela una de las críticas más fuertes hacia el Capitalismo, y como opción, el personaje de Chaplin adopta distintas formas de evasión al sistema.
Desde la ética del Vagabundo, Mariátegui analiza que existían pocas opciones de tener un “éxito” económico. Por ejemplo, heredar una cuantiosa fortuna, tener suerte y hacerse amigo de un rico, o bien ir en busca del sueño dorado, es decir, participar en la fiebre del oro, tal y como ocurre en la trama de La quimera de oro.
Pienso en todo ello, ahora en épocas navideñas en que la gente se vuelca a las calles, no para comprar, sino para consumir. Me pregunto, también, en qué momento la música y la literatura se volvió un mercado publicitario, en que no se vende el arte, sino al artista. Pobre Caruso; moriste sin ser rock star.
¿Y qué opciones tenemos para evadir? ¿La lotería? Claro, es un sueño dorado, casi con las mismas posibilidades que volverse rico durante la fiebre del oro.
Y veo que, en el pleno centro de la ciudad de Guatemala, la respuesta de los que habitamos en este país es evadir esa fiebre consumista dándole la vuelta al sistema. La piratería y la falsificación campea en la Avenida Real, o Sexta Avenida de la zona 1, como se le conoce hoy día.
Sí, sí, ya sé que algunos de ustedes es enemigo de la piratería, y me critica por comprar películas pirata. Pero qué es peor: ¿caer en las garras del sistema, o darle la vuelta?
No todo lo que brilla es oro, claro está; pero en esta cultura de la falsificación y la piratería ¡nuestra quimera de oro!, al menos nuestro pueblo, los de abajo (como diría Azuela), sienten que se acortan las diferencias materiales entre una clase social y otra.
Con permiso. Yo, me voy a pasear (no a comprar ni a consumir) allá.