Mitos y realidades de la adolescencia

Mitos y realidades de la adolescencia

*Judith Alí Rojas Arizmendi

Mucho se dice de la adolescencia, pareciera que los adultos ya no recuerdan esa época en sus vidas. Tú, Lector ¿añoras tu adolescencia? ¿qué pensabas cuando tu cuerpo de niño o niña comenzó a cambiar?.  Hay cambios y más cambios: físicos, mentales y hormonales, lo complicado es la rapidez con la que suceden. Muchas veces, en el cuerpo de una mujer o de un hombre aun existe una mente de niño o niña, que no es capaz de reconocerse frente al espejo o de tomar las decisiones maduras que los demás esperan.  

En esta etapa hay duelos que implican: negación, enfado, negociación, dolor emocional  y aceptación. Los duelos son por la niñez perdida, al adolescente le exigimos que se comporte como adulto, aunque tal vez le gustaría jugar con sus juguetes; sin embargo, cobra importancia lo que puedan pensar sus pares.

También existe un duelo por la forma en que veía y se relacionaba con sus  padres. Dejaron de ser los héroes que resolvían todo y  lo hacían sentir tan protegido, ahora solo ponen reglas y más reglas, ante las cuales surge un deseo casi incontrolable de desafío. 

Algunos padres piensan que en la adolescencia hay que ser más estrictos, porque es la etapa “difícil”, de “rebeldía”, lo que hace que hijos e hijas se alejen o tengan una actitud de confrontación. 

¿En alguna etapa de tu vida has pensado que no encajas en ningún  lugar? pues esa sensación suele tener el adolescente, y pareciera que solo los amigos de su edad pueden comprenderlo, por eso se alejan un poco del núcleo familiar, entonces la compañía y opinión de los amigos toman mayor relevancia. 

Es un tiempo donde el o la adolescente, se aisla, prefiere estar a solas, buscándose, cuestionando lo que pasa a su alrededor, termina el mundo de fantasía para darle paso al pensamiento utópico, muestra cambios de  ánimo a veces rápidos, puede estar eufórico, triste y enojado en un día.

A veces, la comunicación es complicada porque no entendemos qué les pasa, y difícilmente buscan a sus padres para hablar, pero si desarrollamos empatía, nos informamos de los cambios en esa etapa de la vida, como papás podemos ser un soporte que dé estructura a la personalidad adulta de hijos e hijas adolescentes. Asegurarnos que los hijos e hijas se sepan amados, que estamos ahí cuando nos necesiten, que nuestro trabajo es guiarlos, protegerlos, y eso implica poner reglas con las que pueden no estar de acuerdo.

Es importante que cuando la familia esté en calma, los padres y el o la adolescente se sienten a la mesa para crear el reglamento donde se tome en cuenta la opinión de los hijos, acerca de las consecuencias de incumplir una regla y de cuáles son  sus  obligaciones. 

La fórmula mágica no la hemos encontrado los psicólogos, pero tal vez sí una sugerencia, si  los papás dan una libertad, quitan un privilegio, porque así es la vida adulta y el mundo al que entrarán, donde cada libertad conlleva una responsabilidad. Es una forma equilibrada de conocer paulatinamente el mundo adulto, de igual forma es importante que hijos e hijas opinen y puedan negociar esta parte.  

¿Cómo saber si los cambios que presenta mi hijo o hija son propios de la adolescencia y no está ocurriendo algo más? A continuación te hablaré de las señales de alarma en el comportamiento adolescente que como padres debemos observar y  estar alerta: 

Uso o abuso de drogas o  sexo.Si bien es cierto que hijos e hijas muestran cambios conductuales, el estar cerca de ellos permitirá darnos cuenta de su aspecto físico. Si están más pálidos, cómo están sus ojos (opacos, rojos, etc.), quiénes son sus amistades, de qué hablan. Si muestra inquietudes sobre la sexualidad o es un tema recurrente, tal vez tenga algunas dudas que no se atreve a platicar. De los 13 a los 19 años, se debe permitir que nuestro hijo o hija tenga un momento a solas con el médico, durante sus visitas regulares, expresarle que puede consultar con el doctor las dudas que tal vez a ti como padre o madre no se atreve a preguntar. Hablar con nuestros hijos e hijas sobre las relaciones sanas, tanto románticas, como sexuales y las señales de advertencia que debe considerar en una relación, sobre todo ejercer su derecho a decir “no”, y que deben respetar las personas con las que se relacione.  

Hábitos alimenticios. Come en exceso o ha dejado de comer. Si hay cambios extremos en su alimentación es un indicador de ansiedad, si come de más, es decir, compulsivamente,  entonces intenta protegerse de algo que no puede manejar o deja de comer,  no se siente aceptado por los demás ni se acepta a sí mismo. 

Descuidos en la higiene. Si hijos o hijas adolescentes, ya no se bañan con frecuencia, no se cambian la ropa, no quiere lavarse los dientes, viven con su habitación sumamente desordenada o llena de basura, pueden indicar rasgos depresivos.

Problemas escolares. Cuando se desploman las calificaciones de las y los adolescentes o comienzan los reportes por mala conducta, es otra señal de alarma de que algo está pasando que no permite su concentración en las tareas escolares. 

Aislamiento extremo y pérdida de interés por todo lo que rodea al o la adolescente, ya no le interesan los amigos, los lugares que frecuentaba, las series de televisión.

Autolesiones o comportamiento autodestructivo. Cuando los adolescentes se realizan pequeños cortes ocultos en los brazos o las piernas, es una conducta llamada “cutting”,  golpear sus puños contra la pared, intentos suicidas como tomar pastillas. Ante estas situaciones, los padres de manera inmediata tienen que buscar ayuda profesional en psicología y psiquiatría, pues estos comportamientos descritos como señales de alarma, requieren de un trabajo multidisciplinario. 

Los papás suelen ser muy severos con ellos mismos, se culpan cuando ven que los adolescentes no son felices. Es necesario asegurarse que los hijos escuchen frases como: “Confío en ti”,  “Estoy aquí para lo que necesites” “No te preocupes podemos buscar una solución juntos” “Me siento muy orgulloso de ti” “Te creo” “Te respeto” “Te acepto tal cual eres” “Me gusta estar contigo” “Vas a lograr lo que te propongas” “Vamos a salir de esta”. 

No se debe perder de vista que perder de vista que los hijos e hijas adolescentes, no han dejado de necesitar a sus padres, ahora más como una guía, resolviendo de manera directa sus necesidades, como cuando eran niños, respetando su individualidad, pero siempre con un profundo amor.   

*Perito en materia de Psicología.

Yo por la Justicia

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