Patrimonio hidraúlico
La ciudad y el entorno de Zaragoza poseen un excepcional patrimonio hidráulico, reflejo de su historia y de cómo sus acequias y canales han transformado la ciudad.
La red de acequias que se extiende por Zaragoza, aunque muchas de ellas lo hacen de forma soterrada, tiene su origen en cuatro ríos: Ebro, Huerva, Gállego y Jalón.
Es de destacar la acequia de la Almozara cuyos orígenes se remontan al año 87 a.C. y que toma sus aguas del río Jalón. Dicha acequia permitió el riego de una parte de la margen derecha del Ebro hasta la llegada del Canal Imperial de Aragón, que incrementó la superficie regable. El desarrollo del sistema de acequias en Zaragoza permitió la aparición y mantenimiento de una variada agricultura, que se convirtió en un importante recurso para la ciudad. No solo servían como aporte de agua para el regadío, sino que en torno a ellas giraba gran parte del día a día de sus habitantes que, tradicionalmente, realizaban muchas actividades domésticas. Así, las acequias servían como punto de encuentro, para lavar la ropa, o para obtener agua para el consumo, antes de que el agua corriente llegara a las viviendas de las familias.
La llegada a Zaragoza, a finales del siglo XVIII, del Canal Imperial de Aragón marca un antes y un después en el suministro de agua a través de canalizaciones, ya que su construcción permitió aumentar de forma muy importante el número de hectáreas de regadío y mejorar el abastecimiento de agua a la ciudad y sus alrededores.