Gabriel Blanco - Asociación Albacetense de Amigos de la Ópera

Notas al programa 

Recital Lírico 

Gabriel Blanco 

Tenor Marta Pujol, piano 

Auditorio Municipal 

21 diciembre 2007 

20:30 h.

PROGRAMA 

I 

Marinero en tierra Op.27, Rodolfo Halffter (1900-1987) 

Poemas de Rafael albeRti 

I. Que altos los balcones… 

II. Casadita 

III. Siempre que sueño las playas… 

IV. Verano 

V. Gimiendo por ver el mar… 

Poema en forma de canciones Op.19. Joaquín Turina (1882-1949) 

Poemas de R. de CamPoamoR 

I. Dedicatoria 

II. Nunca olvida… 

III. Cantares 

IV. Los dos miedos 

V. Las locas por amor 

II 

Stefano Donaudy (1879-1925) 

O del mio amato ben 

Vaghissima sembiaza 

Jules Massenet (1842-1912 

Ouvre tes yeux bleus) 

Elégie 

Pourquoi me réveiller (de Werther) 

Giacomo Puccini (1858-1924) 

Intermezzo de Manon Lescaut

POETAS Y MÚSICOS 

En materia operística ha sido una cuestión a 

menudo discutida si en una obra de estas características 

era más importante el texto o 

la misma música. La inconclusa, irresoluble discusión 

llegó, incluso, a cristalizarse en dos títulos del 

mismo repertorio lírico destinatario de la propia 

discusión, óperas cuyo detalle ya el lector a estas 

alturas habrá adivinado: en el siglo XVIII, Prima la 

musica, poi le parole del tan vilipendiado Antonio 

Salieri con libreto de Giovanni Battista Casti, y en 

el XX a través de esa conversación en música que 

se llama Capriccio de Richard Strauss con texto del 

director de orquesta Clemens Krauss, marido por 

cierto de la primera protagonista femenina de la 

partitura, la soprano rumana Viorica Ursuleac. Sin 

embargo, en relación con la canción de cámara o 

de salón donde en pequeño intervienen los mismos 

factores que en una creación operística, es decir, la 

suma o unión de letras y notas, no se ha planteado 

similar dilema. De un plumazo se ha discernido o 

que el músico se ha inspirado en unos versos mediocres 

para hacer una canción perfecta; o que, 

viceversa, la inspiración del compositor no estuvo 

a la altura de la elevación poética. Sin dar cuenta 

que, a menudo, en este tipo de composiciones los 

resultados globales son de tal osmótica fusión que 

lo conseguido finalmente, por la afortunada y pura 

relación entre sí de sus elementos, aparece tan certera 

que parecería inútil, o se da espontáneamente 

sobreentendido, el plantearse tal valoración. 

Valgan estas palabras introductorias como preludio 

literario a este interesante recital donde su joven 

y prometedor intérprete se da un atractivo paseo 

idiomático y musical por tres repertorios can- 


cioneriles europeos, excluyendo el más manoseado 

de todos, el del Lied alemán, fiel sin duda a su formación 

y cultura ineluctablemente mediterráneas. 

Comienza el tenor entre extremos. Porque así 

pueden pensarse dos lirismos tan alejados en espacio 

y tiempo, aunque manejen un idioma común, 

como los del asturiano Ramón de Campoamor y 

Campoosorio y el del gaditano Rafael Alberti. Los 

dos poetas, además, con soportes vocales e instrumentales 

de estéticas tan distintas, como las del 

madrileño “amexicanado” Rodolfo Halffter y el 

sevillano “amadrileñado” Joaquín Turina. Ambos, 

llamémosles cómodamente “ciclos”, con el mismo 

número de composiciones, cinco, aunque la primera 

de Turina (Dedicatoria) sea únicamente instrumental, 

a manera de presentación o prólogo. 

Marinero en tierra está datada en 1960, pese a 

que Verano fue en realidad compuesta con fecha 

notoriamente anterior (1926). A la colección le 

presta su título el segundo verso de la última de las 

páginas, Gimiendo por ver el mar, resumen y meollo 

de la misma y de las otras cuatro: esa añoranza 

por el liquido elemento que emerge de continuo, 

impecablemente presente, en todas estas páginas, 

motivo conductor por lo demás a toda la obra albertiana 

casi dando al mar la categoría de una 

añoranza de la infancia o el paraíso perdido. En 

las cinco canciones, breves y directas, voz y piano 

caminan a la par casi siempre, con algún destaque 

del teclado refrendando de repente el discurso 

vocal, siendo éste el que da casi siempre salida y 

orientación al instrumento, quien a su vez se encarga 

normalmente del remate. Las melodías son, 

felizmente, de escritura tradicional (la más desple-

Gabriel Blanco 

gada, Siempre que sueño las playas) y aparecen cuidadosamente 

diseñadas y desarrolladas para que 

el contenido poético aparezca nítido y entendible, 

por tanto disfrutable. Con sus aires andalucistas, 

la ya citada Gimiendo por ver el mar, se distingue 

un poco de la estética común a sus compañeras de 

atril, dando inesperadamente un punto de partida 

a la siguiente página en programa. 

La unidad presente en las canciones de Alberti 

y Halffter se diluye un poco en la de Campoamor y 

Turina, pese a que en este Poema en forma de canciones, 

escrito en 1917, puede captarse un hilo conductor, 

el amor no realizado. Desde el moribundo 

que no perdona a quien tanto amó (¿hombre o 

mujer?, no está claro) hasta, en conveniente contraste 

dinámico, la invocación final —¿cómo no, si 

estamos tratando de amor?— a Venus. Todo ello 

envuelto en un ropaje sentimental en el que aflora 

casi involuntariamente, tiñéndolo de sugestivos reflejos, 

un sutil sentido del humor. 

Tras el exquisito preludio instrumental que Turina 

dedica a este miniciclo, el momento más inspirado 

es el de Cantares, donde la mejor marca de 

fábrica del compositor sevillano se expande en todo 

su generoso y sensual esplendor, que potencia rico y 

penetrante el piano. No en vano esta canción ha sido 

objeto de numerosísimas interpretaciones con independencia 

de las otras cuatro, entre las que sería curioso 

destacar las debidas a ¡Renata Tebaldi y Arleen 

Auger! Sopranos italiana y norteamericana, respectivamente: 

he ahí la universalidad de la música. 

Si el mar añorado pro Alberti puede ser un 

océano, el Atlántico, el sol y el mar mediterráneos 

han moldeado al pueblo italiano que, ante esos 

estímulos naturales, inevitables, no le queda otro 

remedio que ponerse espontáneamente a cantar: 

ópera o multitud de canciones que desde siem- 

pre han cicateado a los nativos artistas proclives 

a plasmar sus inspiraciones en pentagramas. Aunque 

a Stephano Donaudy, a falta de otras motivaciones, 

se le suele catalogar entre los compositores 

“de napolitanas”, no es exactamente su caso. 

Era de origen francés —de ahí ese Donaudy con el 

proverbial diptongo “au” en su apellido—, aunque 

nacido en Palermo en y muerto, eso sí en Nápoles, 

apenas cumplidos los cuarenta y seis años y de una 

enfermedad que no supo diagnosticarse entonces. 

Escribió alguna ópera, claro está, pero fueron 

sus composiciones para canto y piano las que se 

hicieron universalmente célebres, teniendo en 

cuenta que a la difusión de una de ellas, presente 

por cierto en el programa de esta velada, contribuyó 

la infalible garra vocal de Enrico Caruso en 

una de sus últimas grabaciones, realizada en 1920. 

Hablamos de Vaghissima sembianza. Pero no sólo 

Caruso, también Beniamino Gigli y Tito Schipa se 

encargaron de difundir su producción (unas 36 

canciones en total), animados por la belleza, simplicidad 

y espontaneidad de las melodías, así como 

la claridad y sencillez de los sentimentales textos, 

todos debidos a la pluma de su hermano Alberto. 

Con Tosti (treinta años mayor que él) fue Donaudy 

el compositor cancioneril más popular de su momento, 

cultivando una estética alejada un tanto del 

Verismo imperante en la época para adaptarse a 

un eclecticismo muy personal e intercambiable. 

De Italia a Francia. Massenet, aparte de sus numerosas 

partituras destinadas al teatro, entre las 

que por las sugerencias que conlleva es un placer recordar 

no sólo sus partituras más difundidas, Manon 

y Werther, sino también las extraordinarias Thais y 

Herodiade, tuvo tiempo de componer un buen número 

de canciones para voz y piano (parece ser que 

su número supera las doscientas), distribuidas en

colecciones y ciclos. Dos de ellas, las sin duda más 

frecuentadas, son las que figuran en el programa. 

Elégie, con texto de Louis Gallet (certero libretista 

también, entre otras, de la ya recordada Thais) 

y publicada en 1869, retoma una melodía ideada por 

Massenet en su época estudiantil y destinada originariamente 

al piano. Melodía luego aprovechada 

para la invocación de Electra en la música escénica 

de Les Erinnyes del poeta simbolista y autor dramático 

Leconte de Lisle, estrenada en el Théâtre de 

L’Odéon en 1973. El origen de tan aprovechado uso 

de esta melodía reiteradamente descendente puede 

deberse a que Massenet la consideraba como la más 

certera expresión de ese sentimiento que conocemos 

como tristeza. Esta palabra resume perfectamente 

el contenido de tan seductora página, donde 

se habla de la primavera de manera un tanto más pesimista 

que lo hace la página anteriormente desgranada 

por nuestro tenor en el recital. Otra canción 

de sensibilidad típicamente massenetiana: Ouvre tes 

yeux bleus, cuya fascinación melódica atrajo hasta el 

propio Alfredo Kraus, tan poco asociado a este tipo 

de manifestaciones, y quien del compositor francés 

fuera (y sigue siendo a través de sus discos) un impecable 

vocalmente hablando Werther. La canción 

pertenece a Poème d’amour (Poema de amor), un ciclo 

compuesto por Massenet entre 1878 y 1880 —o 

sea entre Le Roi de Lahore y Herodiade para relacionarlo 

con su más conocida producción operística—, 

y que en su conjunto presenta una tonalidad descendente 

bastante personal, pues va del la menor 

al mi bemol mayor. La número tres de este ciclo, la 

más conocida y dada su difusión luego orquestada 

por el músico, la aquí interpretada, destaca por sus 

arpegios sostenidos por acordes repetidos, capaces 

de sostener a su vez, de dar infalible cuenta de lo 

que el tierno texto de Paul Robiquet propone. Un 


poeta este Robinet que, como tantos otros muchos, 

debe su supervivencia a un músico que supo disfrutar 

o valorar sus versos. 

Y ya que se habló en dos ocasiones del Werther 

massenetiano helo aquí en su manifestación más difundida, 

el Pourquoi me réveiller. Se conoce bien la 

historia goetheana de este suicida por amor. Al reencontrarse 

con su amada imposible, Charlotte, en el 

acto III los dos evocan sus anteriores momentos disfrutados 

a la sombra poética de Ossian. Página de 

dos estrofas, con una melodía arrebatadora que va 

describiendo oportunamente el crescendo emotivo 

del inestable personaje, es instante áureo para el lucimiento 

de un cantante que ha de combinar entrega 

e intimidad para que el resultado global del fragmento 

adquiera su debido significado y proyección. 

Una de las características formales de las obras 

que catalogarse pueden dentro de la estética llamada 

verista es el intermezzo. Este intermedio, exclusivamente 

instrumental, se situaba una vez muy 

avanzada la obra, cuando la acción llevaba a sus 

personajes al momento de máxima tensión dramática. 

Servía, pues, de relax y al mismo tiempo de 

recapitulación de lo sucedido hasta entonces. El 

intermedio de Manon Lescaut, tercer título pucciniano 

estrenado en Turín en 1893, es conocido 

también con el subtítulo de “El viaje a El Havre”, 

pues tiene la función de evocarnos este recorrido 

de la protagonista, condenada a la deportación por 

prostituta, desde París a ese puerto de la ciudad 

atlántica donde ha de embarcar hacia el Nuevo 

Mundo. Nos imaginamos, pues, a Manon evocando 

su encuentro y amor por des Grieux, tal como 

pueden sugerirnos los temas musicales utilizados 

por Puccini para tan bellísima, densa y melancólica 

página. 

Fernando Fraga

Textos 

O del mio amato ben. Stefano Donaudy 

O del mio amato ben perduto incanto! ¡Oh perdido encanto de mi amado bien! 

Lungi è dagli occhi miei ¡Lejos está de mi vista 

chi m’era gloria e vanto! quien me era gloria y jactancia! 

Or per le mute stanze Ahora por los mudos aposentos 

sempre lo cerco e chiamo siempre lo busco y llamo 

con pieno il cor di speranze? ¿con el corazón llenos de esperanzas? 

Ma cerco invan, chiamo invan! ¡Pero busco en vano, llamo en vano! 

E il pianger m’è sì caro, Y el llorar me es tan querido, 

che di pianto sol nutro il cor. Que solo de llanto nutro el corazón. 

Mi sembra, senza lui, triste ogni loco. Me parece, sin él, triste todo lugar. 

Notte mi sembra il giorno; El día me parece noche; 

mi sembra gelo il foco. El fuego me parece hielo 

Se pur talvolta spero Si es que alguna vez espero 

di darmi ad altra cura, dedicarme a otro afecto, 

sol mi tormenta un pensiero: solo me atormenta un pensamiento: 

Ma, senza lui, che farò? Pero, sin él, ¿qué haré? 

Mi par così la vita vana cosa Me parece la vida cosa vana 

senza il mio ben. Sin mi bien. 

Vighisima sembianza. Stefano Donaudy 

Vaghissima sembianza d’antica donna amata, 

Vaguísima semblanza de antigua mujer amada 

chi, dunque, v’ha ritratta contanta simiglianza 

quien, aquí retratada con tanta semejanza, 

ch’io guardo, e parlo, e credo d’avervi a me 

que miro, y hablo, y creo tener aquí 

davanti come ai bei dì d’amor? 

¿ante mi como en los bellos días de amor? 

La cara rimembranza che in cor mi s’è destata 

El querido recuerdo que en el corazón se me ha despertado 

si ardente v’ha già fatta rinascer la speranza, 

tan ardiente que ya hizo renacer la esperanza, 

che un bacio, un voto, un grido d’amore 

que un beso, un voto, un grito de amor 

più non chiedo che a lei che muta è ognor. 

no pido más que a ella que siempre cambia. 

Ouvre tes yeux bleus. Jules Massenet 

Ouvre tes yeux bleus, ma mignonne: Abre tus ojos azules, pequeña mía, 

Voici le jour! ¡He aquí el día! 

Déjà la fauvette fredonne Ya la fierecita canturrea 

Un chant d’amour. Un canto amororo. 

L’aurore épanuit la rose: La aurora abre la rosa 

Viens avec moi Ven conmigo 

Cueillir la marguerite éclose. A recoger la naciente margarita. 

Réveille-toi! Réveille-toi! ¡Despierta! ¡Despierta! 

Ouvre tes yeux bleus, ma mignonne: Abre tus ojos zules, pequeña mía, 

Voici le ¡He aquí el día! 

A quoi bon contempler la terre ¿A que es bueno contemplar la tierra 

Et sa beauté? Y su belleza? 

L’amour est un plus doux mystère El amor es un misterio más dulce 

Qu’un jour d’été; Que un día de verano; 

C’est un moi que l’oiseau module Es un yo el que el pájaro modula, 

Un chant vainqueur, Un canto triunfante 

Et le grand soleil qui nous brûle Y el gran sol que nos quema 

Est dans mon coeur! ¡Está en mi corazón! 

Élégie. Jules Massenet 

Ô, doux printemps d’autre fois, Oh, dulce primavera de antaño, 

vertes saisons, estaciones verdes, 

Vous avez fui pour toujours! ¡Habéis huido para siempre! 

Je ne vois plus le ciel bleu; ¡Ya no veo azul el cielo; 

Je n’entends plus les chants joyeux ¡Ya no escucho el alegre canto 

des oiseaux! de los pájaros! 

En emportant mon bonheur, Llevándose mi dicha, 

mon bonheur... mi dicha... 

Ô bien-amé, tu t’en es allé! ¡Oh, amada mía, te has ido! 

Et c’est en vain que [le printemps E es en vano que 

revient!]1 (vuelva la primavera)! 

Oui, sans retour, Sí, sin retorno; 

avec toi, le gai soleil, ¡contigo, el alegre sol, 

Les jours riants sont partis! ¡Los días alegres se han ido! 

Comme en mon coeur tout est ¡Como en mi corazón todo está 

sombre et glacé! sombrío y helado! 

Tout est flétri ¡Todo se ha marchitado 

pour toujours! para siempre! 

Pourquoi me réveiller (de Werther). Jules Massenet 

Pourquoi me réveiller, “¿Por qué me despiertas, 

ô souffle du printemps?, oh viento de primavera? 

pourquoi me réveiller? ¿Por qué me despiertas? 

Sur mon front je sens tes caresses, En mi frente, siento tu caricia.... 

Et pourtant bien proche est le temps y ¡muy pronto llegará el tiempo

Des orages et des tristesses! de las tormentas y tristezas! 

Pourquoi me réveiller, ¿Por qué me despiertas, 

ô souffle du printemps? oh viento de primavera? 

Demain dans le vallon viendra Mañana en el valle vendrá 

le voyageur el viajero, 

Se souvenant de ma gloire première... recordando mi primera gloria. 

GABRIEL BLANCO, tenor 

Nació en Albacete donde inicia su 

formación musical a muy temprana 

edad en el conservatorio Tomás de 

Torrejón y Velasco. 

Es licenciado en Humanidades por 

la Universidad de Castilla La-Mancha. 

Estudió canto con el tenor catalán 

Francisco Lázaro.. Recibe consejos 

de Bonaldo Giaiotti, Ana Luisa 

Chova y Eduard Jiménez, con quien trabaja en la actualidad. 

Prepara repertorio con la pianista Marta Pujol. 

Ha sido galardonado con dos premios extraordinarios 

en la 44º edición del Concurso Internacional de 

Canto Francisco Viñas. 

En el ámbito del oratorio ha camtado la misa Nº 2 de 

Schuber, el Judas Macabeos de Händel, el Réquiem de Mozart 

y la Novena de Beethoven en L´Auditori de Barcelona. 

En escena ha interpretado: Luisa Fernanda (Javier), 

El Huésped del Sevillano (Juan Luis), La Tabernera del 

puerto (Leandro) Doña Francisquita (Fernando)... y la 

ópera Marina (Jorge). Ha intervenido en espectáculos 

escénicos sobre La Traviata (Alfredo), Carmen (Don 

José) y La Boheme (Rodolfo). 

Ha dado numerosos recitales de ópera, zarzuela y 

lied en diversos puntos de la geografía española: Murcia, 

Ávila, Pamplona, Córdoba, Barcelona... Destaca un concierto 

homenaje a Verdi junto a la Orquesta Sinfónica de 

las Islas Baleares interpretando el segundo acto de Aida 

(Radames) y el Auto de Fe de Don Carlo (Carlo). 

Participa en la grabación de la ópera El paradís de 

les muntanyes de Jesús Rodríguez Picó 

Debutó en la temporada 05-06 del Gran Teatro del 

Liceo con un recital en el Foyer. 

Biografías 

Et ses yeux vainement chercheront Y sus ojos en vano, 

ma splendeur, buscarán mi esplendor: 

Ils ne trouveront plus ¡no encontraran sino 

que deuil et que misère! luto y miseria! 

Hélas! Pourquoi me réveiller ¿Por qué me despiertas, 

ô souffle du printemps! oh viento de primavera?” 

Recientemente ha interpretado el rol de Ismaele en 

la ópera Nabucco en el Teatro Principal de Mahón. Este 

verano ha participado en los actos de la “Capitalidad Europea 

de la Cultura “de Sibiu (Rumanía). 

De entre sus próximos compromisos destacan una 

serie de funciones de La Travista (Alfredo) y un recital 

junto a Milagros Poblador. 

MARTA PUJOL, piano 

Trabaja habitualmente como pianista 

correpetidora en las Temporadas 

de Opera de “Amics de l’Ópera 

de Sabadell”, Gran Teatre del Liceu 

de Barcelona, Teatre Principal 

de Palma de Mallorca, “Amics de 

S’Ópera de Maó”, Taller d’Ópera 

del Gran Teatre del Liceu, “OCI” 

(Opera Clasica Internacional), y 

Òpera de Malta. También colabora como pianista repertorista 

en el “Curso Internacional de canto y dirección 

coral” (Universitat de les Illes Balears), Curso Internacional 

de Música de Tarragona, el Curso Internacional 

organizado por “Art et Musique en Méditerranée”, el 

Concurso Internacional de Canto “Francisca Cuart” y 

el Concurso Internacional de Canto “Francisco Viñas”. 

Actualmente, trabaja como Maestro de repertorio vocal 

en el Conservatorio Superior de Música del Liceu de 

Barcelona. Su amplia trayectoria la lleva a trabajar con 

las grandes figuras del mundo de la Lírica.

Diseño: Javier Hidalgo 

Textos 

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