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El escultor cordobés Juan de Mesa y la orden de la<br />

Merced. José Carlos Pérez Solemne procesión a la imagen<br />

de Nuestra Señora de Loreto. Luisa Elena Alcalá, Patricia<br />

Díaz y Gabriela Sánchez El maestro mayor de todas obras<br />

Antonio de Orbarán Jesús Pérez Una escultura<br />

guatemalteca en Cádiz, España Pablo Amador La técnica<br />

de una obra maestra. Margarita Rodríguez y Pablo Amador<br />

Revista Digital del Seminario de Escultura Instituto de Investigaciones de Estéticas Núm. 1<br />

1<br />

Encrucijada<br />

Encrucijada


Universidad<br />

Nacional<br />

Autónoma<br />

de México<br />

Instituto de<br />

Investigaciones<br />

Estéticas<br />

José Narro Robles<br />

Rector<br />

Estela Morales Campos<br />

Coordinadora de Humanidades<br />

Arturo Pascual Soto<br />

Director del Instituto de<br />

Investigaciones Estéticas<br />

Patricia Díaz Cayeros<br />

Titular del Proyecto Seminario de Escultura<br />

Pablo F. Amador Marrero<br />

Cotitular del Proyecto<br />

Leonor Labastida<br />

Secretaria del Seminario de Escultura<br />

Encrucijada<br />

Revista del Seminario de Escultura del Instituto de Investigaciones Estéticas<br />

Universidad Nacional Autónoma de México<br />

Año II, número 1, agosto 2009<br />

Editor<br />

Pablo F. Amador Marrero<br />

2<br />

Consejo editorial<br />

Elisa Vargaslugo<br />

Clara Bargellini<br />

Patricia Días Cayeros<br />

Luisa Elena Alcalá<br />

José Carlos Pérez Morales<br />

Hugo Arciniega<br />

Pablo F. Amador<br />

Gabriela García Lascurain<br />

Gabriela Siracusano<br />

Lorenzo Alonso de la Sierra<br />

Digitalización y diseño<br />

Tania Ixchel Pérez González. Laboratorio de Hipermedios IIEs UNAM<br />

Portada<br />

Detalle “Proseción de la imagen de Nuestra Señora de Loreto”, Iglesia de San Pedro<br />

Zacatenco. Foto; Pedros Ángeles, Archivo fotográfico Manuel Tussaint, 2009.<br />

Las opiniones expresadas en este boletín digital son responsabilidad exclusiva de sus<br />

autores.<br />

El Boletín Encrucijada es una publicación semestral del Seminario de Escultura<br />

del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de<br />

México, Circuito Mario de la Cueva, s/n, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, México,<br />

D. F.<br />

Certificado de reserva de derecho al uso exclusivo del título, Dirección General de<br />

Derechos de Autor, Secretaría de Educación Pública, número (en trámite). Certificados<br />

de licitud de título y de contenido, Comisión Certificadora de Publicaciones y Revistas<br />

Ilustradas, Secretaría de Gobernación, números, (en trámite). ISSN (en trámite).<br />

Para entrega de originales se siguen las normas de la revista Anales IIEs<br />

http://www.analesiie.unam.mx/revista/critedit.html<br />

Envíos a encrucijada@gmail.com<br />

Encrucijada


Sumario<br />

6<br />

22<br />

52<br />

120<br />

130<br />

El escultor cordobés Juan de Mesa y la orden de<br />

la Merced. Reflexiones y nuevas atribuciones. José Carlos Pérez Morales<br />

Solemne procesión a la imagen de Nuestra Señora<br />

de Loreto: la epidemia de sarampión en 1727. Luisa Elena<br />

Alcalá, Patricia Díaz Cayeros y Gabriela Sánchez Reyes<br />

El maestro mayor de todas obras Antonio<br />

de Orbarán. Puebla de los Ángeles 1603- Tenerife 1671. Jesús Pérez<br />

Morera<br />

Una escultura guatemalteca en Cádiz, España.<br />

El análisis polícromo como clave para su catalogación. Pablo Francisco<br />

Amador Marrero<br />

La técnica de una obra maestra. La imagen flamenca del<br />

Cristo de La Laguna, Tenerife. Margarita Rodríguez González y Pablo Francisco<br />

Amador Marrero<br />

3<br />

Encrucijada


Presentación<br />

La Revista digital Encrucijada vio su primera luz en noviembre del 2008 cuando bajo el mismo título nos congregamos<br />

en la ciudad de Oaxaca para celebrar el I Congreso Internacional sobre Escultura Virreinal. Mientras trabajamos arduamente<br />

en la publicación de las memorias de dicha reunión académica llega este nuevo numero con un cambio significativo<br />

en torno a su periodicidad. En un principio establecimos que sería una publicación cuatrimestral; sin embargo,<br />

se nos ha abierto la posibilidad de editarla también en formato impreso. Dado el costo que esto acarrea, hemos optado<br />

por trabajar en dos únicos números anuales que, como es posible apreciar ya desde ahora, serán mas extensos.<br />

Una vez mas deseamos hacer un llamado a la comunidad de interesados en temas que directa o indirectamente puedan<br />

ser vinculados con la escultura virreinal americana para que difundan sus investigaciones por este medio. Así damos de<br />

nuevo la bienvenida a una diversidad de formatos y categorías (hallazgos, noticias, artículos científicos, reseñas o historias<br />

puntuales sobre la restauración de alguna pieza relevante) con la finalidad de consolidar nuestra propuesta digital.<br />

4<br />

Finalmente, aprovechamos este espacio para hacer de su conocimiento que gracias al apoyo recibido por la Universidad<br />

Nacional Autónoma de México a través del PAPIIT (Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación<br />

Tecnológica de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico) también ha tomado cuerpo un Seminario de<br />

investigación interdisciplinaria en torno a la Escultura Novohispana con sede en el Instituto de Investigaciones Estéticas<br />

y que lleva por titulo Bajo el Signo de Proteo. Dicho seminario tiene el objetivo de sentar las bases para un estudio<br />

mas sistemático de la escultura virreinal a partir de reuniones periódicas en que se aborden temas puntuales así como<br />

del trabajo paralelo de investigadores y alumnos en archivos, bibliotecas y colecciones de escultura. Es nuestro deseo<br />

que las investigaciones de los miembros de este seminario también nutran esta joven publicación.<br />

Patricia Díaz Cayeros Pablo Francisco Amador Marrero<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

5


6<br />

Encrucijada


El escultor cordobés Juan de Mesa<br />

y la orden de la Merced<br />

Reflexiones y nuevas atribuciones<br />

A mi abuelo, recordando aquellos días en que<br />

deambulábamos juntos por los senderos del arte en la intimidad de un patio sevillano.<br />

A María, mi esposa y compañera, apoyo incondicional<br />

Y a ti, que vienes de camino, porque ya lo eres todo para mí<br />

José Carlos Pérez Morales Universidad de Sevilla<br />

La ambigüedad de Juan de Mesa<br />

7<br />

El término “desconocimiento” en relación con la vida y producción artística del cordobés Juan de Mesa<br />

y Velasco (1583-1627) ha sido recurrente en la historiografía tradicional. Éste se debe tanto a las lagunas<br />

documentales existentes como a la falta de un catálogo razonado de su obra. Sin embargo, en la actualidad,<br />

no hemos de seguir manteniéndolo. Realmente, el apelativo que más se ajusta a esta situación sería el de ambiguo.<br />

La “ambigüedad” hace referencia a los distintos modos de entender una situación así como admitir<br />

varias interpretaciones dando, por consiguiente, motivo a dudas, incertidumbre o confusión. En el caso del<br />

artista que nos ocupa, todos estos calificativos adquieren una nueva dimensión. La falta de noticias en cuanto<br />

a su biografía ha dado pie a elucubraciones, muchas de ellas forzadas e incluso llegando a darse interpretaciones<br />

erróneas.<br />

En el ámbito estilístico, la obra de Mesa es identificable por su acentuado dramatismo. No exentos de razón,<br />

los grandes investigadores han acudido al movimiento del alma 1 , el estado anímico como elemento diferenciador<br />

del arte de su maestro, Juan Martínez Montañés (1568 - 1649). Estos rasgos, relacionados por algunos<br />

con la escuela escultórica vallisoletana, encarnada en la figura de Gregorio Fernández, son definitorios<br />

a la hora de la identificación de la práctica mesina. No obstante, el cordobés no se desligó totalmente del<br />

arte de su mentor. Relata Bendala que “si Mesa aparta su arte de Montañés al separarse de los valores clásicos que<br />

predica el gran maestro, no lo hace de modo continuo, hay regresiones a la fuente clásica, como el excelente San Juan<br />

Bautista del Museo de Bellas Artes de Sevilla (1623-1624), cuya cabeza parece sacada de un modelo helenístico,<br />

se vuelve a un tratamiento anatómico a lo Montañés y a los gestos pausados. No es un volver a encontrarse con la<br />

“belleza antigua”, sin dramas ni tensiones, sino un buscar la pausa, decoro y valentía que la idea y bizarra ejecución<br />

dan” 2 . Sin embargo, lo equilibrado del maestro alcalaíno se torna patetismo expresionista y crispación 3 en sus<br />

tallas más personales.<br />

Encrucijada


8<br />

Estamos, por tanto, ante dos modos de plasmar una<br />

misma realidad; mesura e inquietud se alternan en<br />

sus creaciones produciendo, al igual que en el plano<br />

biográfico, cierta sensación de desconcierto. Es más,<br />

los “altibajos” estilísticos pueden traspolarse al terreno<br />

técnico; las diferencias de calidad entre algunas de sus<br />

obras es patente. Aún partiendo de la premisa que, en<br />

base a la importancia del encargo y de sus condiciones,<br />

así será el tiempo de dedicación de la obra, en Juan de<br />

Mesa, esta circunstancia, estará muy marcada.<br />

Sin embargo, no es este el momento de volver a plantear<br />

las mismas cuestiones que se vienen achacando en<br />

cuanto al estudio de este artífice sino el poner en la palestra<br />

una serie de recursos gracias a los cuales podrán<br />

paliarse muchas interpretaciones aventuradas en pos<br />

de hipótesis fundamentadas. Irremisiblemente, todo<br />

esto pasa por una nueva revisión; aunque no un simple<br />

compendio bibliográfico y documental a la usanza<br />

sino un “empezar de cero” con el fin de llegar a teorías<br />

sólidamente apoyadas en los textos, si se conservaran,<br />

o en datos paralelos coherentemente imbricados.<br />

En conclusión, todas las hipótesis e interpretaciones<br />

que de este estudio irán emanando han tenido dos<br />

puntos de referencia de capital importancia: 1.- los<br />

documentos: los corpus documentales de las primeras<br />

décadas del siglo XX son un apoyo fundamental;<br />

sin embargo, la lectura directa de la fuente histórica<br />

y su interpretación dentro de un contexto concreto<br />

nos ofrecerá toda la información en ella contenida; y,<br />

2.- catalogo de obras: la identificación de obras a las<br />

cuales nos remiten los textos completa en el plano físico<br />

los datos aportados. Una correcta reflexión de éstas,<br />

a la luz de nuevas atribuciones, respaldadas tanto en el<br />

plano organoléptico como el histórico en base a hipótesis<br />

coherentes, dará sentido completo.<br />

Si el catálogo se sistematiza en función del conocimiento<br />

de estas creaciones, tanto documentadas como<br />

atribuidas, es hoy el momento, apoyándonos en nuevas<br />

identificaciones y adscripciones a nuestro autor,<br />

de plantear otra categorización. El presente estudio<br />

esbozará solamente una parcela que puede aportarnos<br />

aún datos suficientes que permitan argumentar esta<br />

moderna visión que proponemos: la relación de Juan<br />

de Mesa con las órdenes religiosas.<br />

(Página 6) Detalle. ¿Juan de Mesa? San Ramón<br />

Nonnato, 1624. Palacio Ducal de Medina<br />

Sidonia. Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Fotografía:<br />

José Carlos Pérez Morales.<br />

Juan de Mesa, San Juan Bautista, 1623. Museo<br />

de Bellas Artes. Sevilla. Fotografía: Pedro<br />

Feria Fernández.<br />

Juan de Mesa. Cristo de la Buena Muerte.<br />

1620. Capilla Universitaria. Sevilla. Fotografía:<br />

Enrique Pareja López.<br />

Encrucijada


Los “mecenas” artísticos<br />

El término mecenas se refiere, en general, a un personaje<br />

con poder que patrocina las letras o las artes. No<br />

obstante, en este momento lo utilizaremos de manera<br />

muy personal y con un fin concreto. En múltiples ocasiones<br />

se ha incidido en la relevancia de las imágenes<br />

devocionales que el artífice cordobés ejecuta para las<br />

hermandades. No vamos a cuestionar este aspecto sino<br />

a realzar y reflexionar sobre otro: su relación con las órdenes<br />

religiosas, lo cual nos proporcionará una nueva<br />

perspectiva, esperamos novedosa y esclarecedora.<br />

Doña María Elena Gómez Moreno, docta investigadora<br />

en temas escultóricos, relataba, en referencia al imaginero<br />

cordobés, que sus realizaciones eran “imágenes<br />

sueltas, hechas por encargos de particulares o de cofradías,<br />

que exigían mucho y pagaban poco. Al no gustar Montañés<br />

esta clase de trabajos, pronto se convierte Mesa en el<br />

escultor de las cofradías” 4 . Sobre este parecer, reflexionaba<br />

Muro Orejón, Mesa “reunía […] las dos condiciones<br />

requeridas por las Cofradías sevillanas: una ejecución<br />

depurada, brillante, magníficamente emotiva, eminentemente<br />

asequible al pueblo y pocas exigencias monetarias.<br />

Estas son las razones… del gran número de imágenes que<br />

ejecuta para las Hermandades de nuestra ciudad” 5<br />

Ciertamente, algunas de las cofradías de la ciudad de<br />

Sevilla ostentan como imágenes titulares obras de primer<br />

orden en la producción de Juan de Mesa. Sirvan<br />

como ejemplo los magníficos crucificados advocados<br />

del Amor, de la Conversión o de la Veracruz, éste último<br />

en la localidad de Las Cabezas de San Juan. Del<br />

mismo modo, los Nazarenos del Gran Poder y el cordobés<br />

de La Rambla así como las férreas atribuciones<br />

del Cristo Yacente de la hermandad del Santo Entierro<br />

o la Virgen del Valle. El conocido grupo escultórico<br />

de Las Angustias, titular de la homónima hermandad<br />

cordobesa, a pesar de estar concertado por el agustino<br />

fray Pedro de Góngora Angulo, estaba destinado a la<br />

cofradía tal y como se desprende de las cuentas del licenciado<br />

Alonso de Guevara, visitador general, a fecha<br />

de 21 de noviembre de 1628: “…mas se le descargan<br />

al dicho hermano maior [Francisco García de Paredes]<br />

quatro mil y tres reales que tubo a costa una Ymagen de<br />

nuestra señora de las Angustias y un Xpto. Grande en los<br />

brazos que se hizo de bulto en la ciudad de Seuilla…” 6<br />

Con todo, la talla que marcó un hito dentro de su<br />

devenir artístico, el Cristo de la Buena Muerte, hoy<br />

titular de la hermandad de Los Estudiantes, fue realizada<br />

para una de las órdenes religiosas más pujantes<br />

del momento, la Compañía de Jesús. Pedro de Urteaga,<br />

prepósito de la Casa Profesa de la Compañía<br />

en Sevilla contrata “dos ymagenes de escultura la una<br />

con cristo crusificado y la otra una madalena abraçaza<br />

al pie de la crus de madera de cedro anbas a dos de la<br />

estatura ordinaria umana” 7 . Este inefable Cristo fue<br />

tomado como modelo para futuros encargos como<br />

el del que se ubica en la madrileña catedral de la<br />

Almudena 8 o el, aún sin identificar, rubricado con<br />

el pintor Antonio Pérez en mayo de 1627 9 . En cuanto<br />

a la Magdalena, Francisco Amores la relaciona con el<br />

simulacro conservado en el convento sevillano de la<br />

Encarnación 10 . No obstante creemos que la estética<br />

se ajustaría más con el busto mutilado que custodia<br />

la colección Lázaro Galdiano de Madrid 11 . Sobradamente<br />

conocidas son los santos Ignacio de Loyola<br />

y Francisco Javier que hoy están en la iglesia de San<br />

Francisco del Colegio de San Luis Gonzaga en El<br />

99<br />

Encrucijada


10<br />

Puerto de Santa María, precisamente las que sacaron<br />

a la luz el nombre del ilustre cordobés, discípulo de<br />

Martínez Montañés 12 .<br />

En líneas posteriores referiremos una serie de piezas<br />

destinadas a otras órdenes religiosas, algunas de<br />

reciente aparición y otras por vez primera, que<br />

son el reflejo de la continua revisión e imbricación de<br />

datos, fuentes y noticias; estamos de acuerdo que no<br />

ha de realizarse aquí una exhaustiva labor de investigación<br />

de cada una de ellas, la cual se está llevando<br />

a cabo para un estudio más detallado, pero es conveniente<br />

su mención con el fin de ampliar coherentemente<br />

la producción del artista que nos ocupa.<br />

Como otros muchos autores del momento, Mesa participó<br />

del comercio con el Nuevo Mundo. Este fenómeno,<br />

rico en matices, ha sido y es motivo de investigaciones<br />

muy variopintas que nos están otorgando<br />

valiosa información acerca de este tipo de transacciones<br />

comerciales. Éstas se encuentran documentadas<br />

desde comienzos del siglo XVI 13 y se desarrollarán<br />

durante todo el siglo XVII. Dentro de las actividades<br />

que se llevaban a cabo, paralelamente a la compraventa,<br />

se encontraba el encargo de efigies, a través de<br />

mercaderes, con las que ornar el interior de las iglesias<br />

y conventos que se estaban concluyendo. En esta línea,<br />

y presumiblemente para los agustinos de Tierra<br />

Firme, encarga el capitán Andrés Marín, en enero de<br />

1619, a través del pintor Vicente Perea, la hechura de<br />

un San Nicolás de Tolentino. Esta obra fue identificada<br />

recientemente con la que se encuentra en el Museo<br />

Arquidiocesano de Mérida en Venezuela, manejando<br />

los datos desde su embarque y distintos destinos por<br />

tierras venezolanas 14 .<br />

El padre fray Francisco de la Cruz, carmelita descalzo<br />

del convento del Santo Ángel de la Guarda concertaba<br />

con Mesa “una ymagen de sant Joseffe de madera de<br />

cedro de bara y media de alto con su peana en proporcion<br />

de borne y su diadema de madera y un niño Jesus<br />

de la mano en proporcion de la misma madera de cedro<br />

todo ello en la conformidad de otro santo con su niño<br />

questa en la yglesia de nuestra señora de los rremedios<br />

de triana de la dicha horden acabado e dorado y estofado<br />

y encarnado de mate en toda perfección” 15 . Aún sin<br />

identificar 16 parece ser que no fue la única imagen<br />

que el artista ejecutara para el Carmelo. El convento<br />

de Santa Ana de Sevilla es regentado por las carmelitas<br />

descalzas desde 1606 17 . Uno de los altares de la<br />

nave de la epístola está centrado por una Virgen con<br />

el Niño, advocada de la Estrella. La imagen en cuestión,<br />

fechada en el siglo XVII 18 , no ofrece dudas en<br />

cuanto a su relación con otras tallas marianas de Juan<br />

de Mesa 19 , tanto en los rasgos fisiológicos como en las<br />

características del atuendo y composición general.<br />

Sin lugar a dudas, el contrato con los Cartujos supuso<br />

un reto para él, no solo en el plano técnico sino en el<br />

personal ya que dicho acuerdo derivaba de un incumplimiento<br />

de su maestro Montañés. Las hechuras de<br />

la Virgen con el Niño y San Juan Bautista son prueba<br />

fehaciente de su habilidad y pericia.<br />

Conjuntamente con el San Nicolás, el fraile dominico<br />

Jorge de Acosta conviene con Mesa “una ymagen<br />

de nuestra señora del rrosario con un niño en los<br />

brazos eftofados de pulimento de bara y medio de alto<br />

fin la peana y con la peana de un codo de alto dorada y<br />

embarniçada y el niño que fe pueda quitar” 20 . La talla<br />

viajó, junto a San Nicolás, hasta Tierra Firme, pasando<br />

a los dominicos de Isla Margarita, en cuya iglesia<br />

parroquial existe una hechura que puede identificarse<br />

Encrucijada


con la comentada 21 . También para la orden de predicadores<br />

de la localidad sevillana de Marchena pudo<br />

colaborar pues el Santo Domingo que corona el retablo<br />

de la iglesia de San Pedro, pese a la altura que se<br />

encuentra y su regular estado de conservación, ostenta<br />

rasgos de cierta calidad 22 . Por otro lado, existen datos<br />

que interrelacionan a Mesa con Marchena como<br />

el contrato para la ejecución de un San Francisco en<br />

1620 con el vecino de la localidad Juan de Rueda,<br />

que pudiera ser el maestro albañil que levantara la sacristía<br />

de la iglesia de San Juan en 1627; o la presencia<br />

de su tutor, Luis de Figueroa como posible autor del<br />

retablo de la iglesia de San Pedro, el cual remata esta<br />

efigie dominica 23 .<br />

En la más reciente monografía del escultor, se señalaba<br />

una desaparecida imagen de San Francisco que se<br />

conservaba en la iglesia de Santa María de la Asunción<br />

de la localidad sevillana de Guadalcanal como posible<br />

identificación con el citado contrato que Mesa rubricaba<br />

con Juan de Rueda, sobre todo por afinidades<br />

iconográficas entre el documento y la talla: “una hechura<br />

de San Francisco que tenga dos baras de alto con<br />

la peana con sus llagas y un Xpo en la mano el qual a de<br />

ser de pino de sigura y el rostro manos y pies y la hechura<br />

del Xpo a de ser de sedro el qual me obligo a hazer en<br />

toda perfecion” 24 . Sin embargo, existe un concierto anterior<br />

entre Mesa y fray Pedro Meléndez, Vicario del<br />

convento de Nuestra Señora de la Consolación, de la<br />

Tercera Orden Franciscana en Sevilla, para ejecutar<br />

un Seráfico Padre que, aunque no cumple con los requisitos<br />

iconográficos, sí exigía “ansi mismo una caxa<br />

en que pueda yr metido” 25 . Con toda probabilidad<br />

la imagen se trasladará a otra ubicación.<br />

Conserva la iglesia de Santa Cruz de Sevilla un altar<br />

presidido por la imagen de San Eloy, patrón del gremio<br />

de los Plateros. Éste, que se nos presenta ataviado<br />

con ropajes de obispo, posee unas características que<br />

lo acercan a la órbita de Mesa. En cuanto a su cronología<br />

sabemos que, a fines del siglo XVI, el referido<br />

gremio lleva a cabo un cambio de sede al convento<br />

casa grande de San Francisco debido a la supresión<br />

del hospital de San Eloy 26 . Es más, hacia 1618, se<br />

pretendía hacer una imagen del santo patrón. La talla<br />

venerada en la parroquia sevillana puede corresponderse<br />

con la ejecutada en estos años. María Jesús Sanz<br />

no la identifica al no aparecer en los inventarios hasta<br />

1686 27 ; sin embargo, en su casulla presenta relieves<br />

de santos franciscanos lo que puede orientarnos a que<br />

se ejecutó en el lapso temporal en que el gremio adecentaba<br />

su capilla en el cenobio franciscano.<br />

También trabajó Mesa para congregaciones hospitalarias.<br />

El 11 de enero de 1618 contrataba fray Juan<br />

de Contreras, prior del hospital de Nuestra Señora<br />

de la Paz, un “san carlos borromeo con su peana de un<br />

codo de alto y el santo de bulto de dos varas de madera de<br />

cedro bueno bien fecho y acauado con un crucifijo en la<br />

mano yzquierda de la misma madera” 28 , conservándose<br />

el santo en el mismo recinto para el que fue acordado.<br />

En la misma iglesia existe una imagen de San Juan<br />

de Dios con caracteres muy cercanos al cordobés.<br />

¿Juan Martínez Montañés? San José con el<br />

Niño, 1609-10. Iglesia conventual de San José. Sevilla.<br />

Fotografía: Pedro Feria Fernández.<br />

¿Juan de Mesa? Virgen de la Estrella. Hacia<br />

1620. Iglesia conventual de Santa Ana. Sevilla.<br />

Fotografía: José Carlos Pérez Morales.<br />

11<br />

Encrucijada


Hernández Díaz desestimó la adscripción “por hallar<br />

ausentes de la misma los elementos que a mi modesto entender<br />

caracterizan su labor” 29 . Nosotros retomamos la<br />

atribución a Mesa lanzada por Muro Orejón, la cual<br />

asimismo puede avalarse por las fechas, ya que el 5 de<br />

julio de 1625 el ensamblador Simón Cosme contrata<br />

con Pedro Bravo, prior del monasterio y hospital de<br />

Nuestra Señora de la Paz, un retablo “para poner en<br />

el al padre Juan de dios fundador de la orden” 30 . Este<br />

dato nos confirma que en tal fecha, 1625, la imagen<br />

ya está ejecutada aunque no totalmente policromada<br />

pues el 5 de noviembre de 1626, el pintor y colaborador<br />

de Mesa, Juan de Uceda Castroverde contrata el<br />

dorado del retablo de San Juan de Dios obligándose a<br />

“acabar de estofar pintar y encarnar el dicho sancto Juan<br />

de dios que es de bulto que está en su altar” 31 .<br />

Con todo lo dicho, resta mencionar que el escultor trabajó<br />

proporcionalmente mucho más para congregaciones<br />

religiosas que para cofradías tanto así que su producción<br />

para las primeras se cuadriplica en cuanto a las<br />

segundas. Por otro lado, aún falta por citar el verdadero<br />

motivo del presente estudio: la relación entre Juan de<br />

Mesa y la orden de la Merced y, para dotar de coherencia<br />

el desarrollo futuro, recordaremos qué datos teníamos<br />

ya en nuestro conocimiento y aquellos que han<br />

visto ahora la luz debido a las labores de investigación.<br />

12<br />

Destacaremos a continuación, y para concluir, la exquisita<br />

talla de San Esteban que hoy se ubica en el retablo<br />

de la Concepción de la iglesia del hospital de los<br />

Venerables Sacerdotes de Sevilla. Arana de Varflora<br />

solamente ensalza del recinto las pinturas de Murillo<br />

y Valdés Leal 32 ; idéntica situación se da en la Noticia,<br />

de González de León 33 . Será Gestoso, agotándose el<br />

siglo XIX, quien la nombre, adjudicándosela a Montañés.<br />

En estudios recientes se fecha hacia 1660 centrando<br />

la autoría en algún discípulo del maestro de<br />

Alcalá la Real como Ribas. No obstante, a la espera de<br />

algún hallazgo documental que lo desmienta, vemos<br />

la talla más afín a Mesa y al primer cuarto del siglo<br />

XVII, advirtiendo unas semejanzas con otras imágenes,<br />

aún por estudiar, como la de San Lorenzo de la<br />

iglesia parroquial de la localidad de La Campana y,<br />

aunque más lejano, el San Esteban que corona un<br />

retablo lateral de la parroquia de El Pedroso, ambas<br />

en la provincia de Sevilla 34 .<br />

Juan de Mesa. San Ramón Nonnato, 1626. Museo<br />

de Bellas Artes. Sevilla. Fotografía: Pedro Feria<br />

Fernández.<br />

(Página siguiente) ¿Juan de Mesa? San Ramón<br />

Nonnato, 1624. Palacio Ducal de Medina Sidonia.<br />

Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Fotografía: José<br />

Carlos Pérez Morales.<br />

Encrucijada


La Merced y Mesa: testimonios<br />

La primera obra documentada del artista cordobés,<br />

rubricada el 9 de octubre de 1615, es, precisamente,<br />

un encargo de los mercedarios. En dicho concierto<br />

puede leerse “como yo Juan de mesa maestro escultor<br />

vezino desta ciudad en la collacion de onniun santorun<br />

en la peña horada otorgo e conosco que soy conbenido e<br />

concertado con el padre fray alonso de la concepcion de<br />

la horden de nuestra señora de las mercedes descalzos comendador<br />

del convento de san Josefe de la dicha horden<br />

de la billa de Fuentes en tal manera que e de ser obligado<br />

como por la presente me obligo de hazer un san josefe<br />

con un niño Jesus de la mano de escultura de madera de<br />

sedro que a der el santo de siete quartas y media de alto<br />

y el niño Jesus de una bara de largo poco mas o menos lo<br />

que ubiere menester conforme a la buena correspondencia<br />

encima de una peana el santo y el niño con su arbol<br />

y azucenas y con sus diademas todo bien hecho y acabado<br />

en toda perfecion… el cual dare acabado en la forma<br />

susodicha para que se pueda encarnar el ultimo dia del<br />

mes de noviembre que viene deste año de seiscientos e<br />

quinze y por el precio de la madera y manifatura y de las<br />

demas cosas se me a de dar e pagar setenta ducados” 35 .<br />

El 23 de mayo del año siguiente se cancelaba dicha<br />

escritura. Sin embargo, su relación con los mercedarios<br />

no iba a finalizar en la hechura de estas efigies.<br />

El fraile recoleto Domingo de los Santos acuerda, en<br />

enero de 1622, “una hechura de un xpo de cuerpo natural<br />

de un honbre para el dicho conbento de san josefe<br />

la qual dicha hechura yo tengo comenzada a hacer de<br />

madera de cedro con su cruz de borne y la tengo de dar<br />

fecha y acabada en toda perfecion y a contento y satisfacion<br />

del dicho padre frai domingo de los santos de oy<br />

dia de la fecha desta carta en tres meses primeros siguientes<br />

durante el qual dicho tiempo no e de poder alzar la<br />

mano del para con mas buena comodidad tenello acabado”<br />

36 . Veinte meses más tarde, en septiembre de 1623<br />

se otorgaba carta de pago.<br />

La restauración de la pieza, ejecutada por Enrique Gutiérrez<br />

Carrasquilla entre 1997 y 1998, aclaró ciertos<br />

aspectos: en primer lugar que, en origen, se trataba<br />

de un Cristo muerto, con llaga en su costado. El que<br />

hoy vemos se nos muestra vivo y todo apunta a que<br />

fue el propio Mesa quien modificó la iconografía al<br />

identificarse una pieza de madera ocultando la fístula<br />

costal; la policromía se corresponde con la originaria<br />

de la hechura. Es más, incluso se ha podido constatar<br />

el disimulo con pigmentos del reguero de sangre que<br />

brotaba desde la llaga y continuaba hasta el perizoma;<br />

y, en segundo lugar, que a pesar de la cancelación del<br />

contrato se firmara en 1623, en el interior de la figura<br />

se halló un documento en el cual se fijaba la conclusión<br />

del Crucificado el 7 de noviembre de 1622 37 . Se<br />

ha apuntado que, quizás, debido a ciertos encargos de<br />

13<br />

Encrucijada


14<br />

importancia como el Cristo de la Agonía de Bergara<br />

o las piezas para la Cartuja de las Cuevas, se retrasara<br />

esta rúbrica 38 ; esta tesis puede avalarse debido a la importancia<br />

de la trascendencia de quienes encargaban<br />

ya que es la propia Compañía de Jesús la que precisa<br />

de sus servicios en la ejecución de sus santos principales,<br />

San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier.<br />

Finalmente, la última obra documentada que Mesa<br />

ejecuta para la Merced data de 1626, un año antes de<br />

su óbito: “juan de mesa escultor otorgo que soy conbenido<br />

con el padre frai juan de san ramon rrecoleto descalzo<br />

de la horden de nuestra señora de las mercedes rredencion<br />

de cautibos probincial de la probincia de andalucia<br />

de la dicha horden rresidente en esta ciudad de seuilla en<br />

tal manera que yo e de ser obligado y me obligo de hazer<br />

un san rramon que tenga siete quartas y media de alto<br />

de cedro y la peana con sus agallones y el dicho santo a de<br />

tener en la mano yzquierda un libro y en la derecha que<br />

pueda tener un sol o una custodia y mas a de tener un<br />

candado en la boca y un capelo de carnal y encima del<br />

abito una como muceta de cardenal abierta por delante<br />

un poco que descubra el abito con sus botones y los pies<br />

descalzos con sus cendalias” 39 .<br />

Esta pieza, hoy conservada en el Museo de Bellas Artes<br />

de Sevilla, a la sazón antiguo cenobio mercedario,<br />

fue realizada, al igual que el mencionado crucifijo,<br />

para la iglesia de San José y es definitoria del estilo<br />

de Mesa, donde la pesadez de los paños ha derivado<br />

hacia una sensación de ligereza, dotándolos de cierto<br />

vuelo. Esto, además, otorga a la composición un<br />

garbo y arrogancia destacables, haciendo de la efigie<br />

un espectáculo visual que puede contemplarse desde<br />

multitud de ángulos.<br />

En conclusión, aunque son sólo tres los encargos documentados<br />

de la orden de la Merced a Juan de Mesa,<br />

puede constatarse la importancia de éstos, tanto en el<br />

plano artístico, siendo piezas de primera fila, como en<br />

el biográfico, marcando tres hitos en su devenir vital.<br />

La Casa Ducal de Medina<br />

Sidonia<br />

Resultaba extraño que, tras una fulgurante carrera<br />

artística, con una gran cantidad de obras de calidad<br />

en un período de nueve años, hacia 1624, desapareciera<br />

todo rastro de sus obras y su persona. Por ello,<br />

Hernández Díaz denominó esta época con el título<br />

de “paréntesis expectante”, que se prolongaría hasta<br />

1626, aludiendo a la débil salud del artífice cordobés<br />

40 . Esperemos que las siguientes líneas sirvan para<br />

aclarar, en cierta manera, esta pequeña parcela que<br />

constituía ese bienio.<br />

Recientemente, voces autorizadas como Juan y Lorenzo<br />

Alonso de la Sierra Fernández, al reseñar la<br />

imagen de Nazareno conservada en la iglesia parroquial<br />

del Divino Salvador de la localidad gaditana de<br />

Vejer de la Frontera, han intuido ciertos rasgos características<br />

que la acercan a Mesa. No obstante, como<br />

bien dicen, ésta fue intervenida en el siglo XVIII, sustituyendo<br />

la cabellera tallada que poseía por la peluca<br />

que hoy ostenta 41 .<br />

Existen testimonios documentales del encargo de esta<br />

talla. Fechado en Vejer a 16 de septiembre de 1624<br />

ante el escribano público Alonso Gómez Cueto, dice<br />

así: “Sepan quantos esta carta vieren como yo, Diego Rodriguez<br />

Quijada, dorador, morador en esta villa de Vejer<br />

de la Frontera, otorgo por la presente que soy conbenido<br />

a favor de la cofradía de Jesús nazareno situada en el<br />

convento de las Mercedes de esta villa con Don Juan de<br />

Encrucijada


Mesa, hermano mayor y Pero Gonzalez Baro, mayordomo<br />

della, de haser para la dicha cofradía e procepcion<br />

que se hasse los biernes de la Semana santa de cada un<br />

año una hechura de Jesús nazareno, en el tiempo, por el<br />

precio y en la forma y con las condiciones siguientes.<br />

Primeramente, tomo a mi cargo la dicha hechura y me obligo<br />

de la traer a mi costa de la ciudad de Sevilla para la dicha cofradía<br />

y entregarla a los dichos hermano mayor y mayordomo<br />

della en esta villa, para el miércoles de senissa del año primero<br />

que verna de mill y seiscientos y veinte y sinco, y a de ser de<br />

madera de sedro, de estatura de ocho quartas con su peana y<br />

cruz hueca, y todo lo demas necesario, para que luego después<br />

se empiece a obrar y encarnar y acabarla de mi mano para la<br />

procepcion del Biernes Santo del dicho año, sin que en ello aya<br />

falta alguna...”. El 24 de noviembre de 1625, Diego Rodríguez<br />

otorgaba carta de pago ante el mismo escribano 42 .<br />

A pesar de ello, existen dudas de que la imagen actual<br />

sea la citada en el texto pues parece ser que está<br />

ejecutada en pino y no cedro como se reflejaba; es<br />

más, aunque la capilla fue costeada por la cofradía,<br />

la talla no le debe pertenecer pues “hacia 1690, en el<br />

Libro de Protocolo del Convento de la Merced se dice<br />

que la imagen de Jesús es propiedad de la comunidad<br />

mercedaria” 43 .<br />

La estética de la efigie vejeriega nos emplaza directamente<br />

a la del Nazareno rambleño, ejecutado por Mesa en<br />

1622, no sólo por sus marcados rasgos faciales, de patente<br />

afinidad, sino en el modo de trabajar manos y pies,<br />

así como la parte inferior de las piernas. Esta relevante fisonomía<br />

y su posible propiedad mercedaria planteaban<br />

inquietantes cuestiones. ¿Qué relación podía tener Mesa<br />

con el ámbito provincial gaditano? Indagando un poco<br />

más, puede corroborarse la presencia de la Casa Ducal<br />

de Medina Sidonia en la fundación del convento mercedario<br />

de Vejer 44 y existen documentos que vinculan al<br />

artista cordobés con este linaje.<br />

En el Archivo de la Casa Ducal se conserva un documento<br />

que refleja el pago a Juan de Mesa, a 10 de julio de<br />

1619, de “quattrocientos reales que se los libro por la talla<br />

que ha hecho para los frascos de las escopetas que su Seño ría el<br />

Duque de Medina Sidonia ha mandado hazer para su Magestad<br />

y tome Vuestra Merced carta de pago del dicho Juan<br />

de Mesa que con ella y esta tendrá recaudo bastante” 45 .<br />

En este momento surge una duda, quizás aún sin una<br />

respuesta concreta. ¿Por qué encarga el duque de Medina<br />

Sidonia tal obra a Mesa siendo un escultor más<br />

en la Sevilla del valorado Montañés? Aunque todavía<br />

no podemos dar un dato preciso que lo esclarezca<br />

cabe pensar en la figura del pintor Juan de Uceda<br />

Castroverde como posible enlace ya que, por un lado,<br />

en 1599, se concierta para las pinturas y el dorado del<br />

Juan de Mesa? San Pedro Nolasco. Palacio Ducal<br />

de Medina Sidonia. Sanlúcar de Barrameda<br />

(Cádiz). Fotografía: José Carlos Pérez Morales.<br />

¿Juan de Mesa? Nazareno. 1624-25. Iglesia parroquial<br />

del Divino Salvador. Vejer de la Frontera<br />

(Cádiz). Fotografía: José Carlos Pérez Morales.<br />

(Página siguiente) Detalle. ¿Juan de Mesa? San<br />

Ramón Nonnato, 1624. Palacio Ducal de Medina<br />

Sidonia. Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Fotografía:<br />

José Carlos Pérez Morales.<br />

15<br />

Encrucijada


altar del claustro del convento de Santo Domingo de<br />

Sanlúcar de Barrameda con el clérigo Gerónimo de<br />

Herrera como albacea del maestro Alonso Oretano,<br />

a la sazón artista que trabajó para el duque de Medina<br />

Sidonia 46 ; por el otro, la relación profesional de<br />

Uceda y Mesa está documentada, por ejemplo, en el<br />

San Antonio para Francisco de Quintanilla 47 , hoy en<br />

la ermita de Setefilla de Lora del Río o la Inmaculada<br />

que el propio pintor le encarga 48 .<br />

16<br />

El Palacio de Medina Sidonia, sito en Sanlúcar de<br />

Barrameda, posee una interesante colección escultórica,<br />

heredada en gran parte del convento mercedario<br />

de la localidad. El Duque Manuel Alonso Pérez de<br />

Guzmán junto con su esposa Juana Lorenza Gómez<br />

de Sandoval y la Cerda fundaron este convento de religiosos<br />

descalzos de Nuestra Señora de la Merced.<br />

La iglesia se concluye junto con sus ornamentos a fines<br />

del año 1624, haciéndose “fiesta de su dedicación<br />

con más suntuosidad y pompa que la que hemos descrito<br />

de la fundación del convento, colocándose el Santísimo<br />

en ella el domingo infraoctavo de la Epifanía 12 de enero<br />

de 1625 a los 9 años de la erección del convento” 49 .<br />

Existen en la citada Casa Ducal dos efigies de una<br />

calidad indiscutible y que representan las iconografías<br />

más importantes de la Merced: San Pedro Nolasco y<br />

San Ramón Nonato. Al describir la iglesia, Fernando<br />

Guillamas incide en que “tiene el cuerpo de la Iglesia<br />

cuatro capillas por banda, las seis con hermosas rejas de<br />

hierro torneadas, excelentes retablos dorados y pinturas<br />

esquisitas [...] Las seis capillas referidas las dio el Sr.<br />

Duque D. Manuel a sus principales criados con la obligación<br />

de su adorno, a saber: la de san Pedro Nolasco<br />

que es la primera inmediata al púlpito, a D. Miguel<br />

Páez de la Cadena Ponce de León, caballero del orden<br />

de Calatrava, su caballerizo mayor: la que sigue de san<br />

Ramón Nonato, a D. Diego de Ormaza y Herrera del<br />

orden de Santiago, su mayordomo mayor [...] Ayudan a<br />

la decencia y decoro de la Iglesia la cantidad de Imágenes<br />

mayores y menores con que está enriquecida [...] las de<br />

los gloriosos San Pedro Nolasco y San Ramón Nonato,<br />

perfectas” 50<br />

Tales obras las creemos de mano de Juan de Mesa;<br />

incluso, la de San Ramón Nonnato ostenta tal grado<br />

de perfección técnica que debió ser el propio escultor<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

17


18<br />

quien la gubiara. Sin desmerecer, la restante de San<br />

Pedro Nolasco, también de menor proporción, en su<br />

ejecución pudo incidir la mano de algún oficial del<br />

taller.<br />

Años antes, el 19 de abril de 1605, Manuel Alonso<br />

Pérez de Guzmán y Juana de Sandoval, habían rubricado<br />

la escritura fundacional del convento mercedario<br />

de Huelva. Fueron comendadores fray Hernando<br />

de Santa María, quien también aparecerá más tarde<br />

en la fundación mercedaria de Sanlúcar, y fray Tomás<br />

de la Concepción. Estos personajes rubricarán en<br />

1622 el documento que se encontraría en el interior<br />

del Crucificado de la Misericordia que Mesa realizara<br />

para el convento de San José, ya comentado.<br />

El 2 de mayo de 1615, al hacendado Alonso Ramírez<br />

Cansino le es concedida la licencia de una capilla para<br />

el entierro de su familia en el convento mercedario<br />

onubense. Al tener que ornar el recinto en corto espacio<br />

de tiempo, pues el Conde de Niebla deseaba<br />

inaugurar solemnemente la iglesia en 1618, encargó<br />

retablo e imagen principal, la cual sería San Antonio<br />

Abad. El único documento que atestigua cronológicamente<br />

esta labor es el contrato del dorado de dicho<br />

altar, en marzo de 1617, con Alonso Bejarano 51 .<br />

La imagen, considerada una de las más antiguas, a<br />

tenor de los datos expuestos, ofrece una cronología<br />

muy concreta entre 1615 y 1617. Las relaciones paralelas<br />

que venimos argumentando entre la Casa Ducal<br />

de Medina Sidonia y sus fundaciones mercedarias,<br />

así como, el porte y características tan peculiares que<br />

posee, nos hace reflexionar sobre la posible autoría de<br />

Mesa. Sus semejanzas con otras obras de estos años,<br />

fundamentalmente el San José con el Niño, realizado<br />

para los mercedarios de Fuentes de Andalucía, y<br />

el San Blas, hoy en el convento sevillano de Santa<br />

Inés, apoyan esta tesis. Incluso otras tallas atribuidas,<br />

como el Nazareno del convento de Santa María de<br />

Jesús, pueden cercar tanto fechas, ambas entre 1615<br />

y 1617, como modos de ejecución pues las dos denotan<br />

todavía una falta de práctica pudiendo apreciarse<br />

ciertos “fallos compositivos”.<br />

Conclusión<br />

La revisión y reflexión acerca de este autor desde diversos<br />

planos y puntos de vista se hace aún muy necesaria.<br />

Las nuevas obras no hacen más que acrecentar<br />

la valía de un artista que no fue tan maltratado por<br />

su tiempo tanto como por la historia. Cada creación<br />

encierra en sí misma un universo de posibilidades por<br />

descubrir, entender y difundir.<br />

El presente estudio pretende, a la luz de nuevas atribuciones,<br />

aclarar dos aspectos: por un lado, enfatizar<br />

la importancia del conocimiento amplio del catálogo<br />

de obras del autor para emitir un juicio válido en<br />

cuanto a la categorización e interpretación tanto de su<br />

producción como de su biografía; y, por el otro, desmitificar<br />

la imagen de Juan de Mesa como escultor de<br />

cofradías, aceptando la relevancia que tuvieron este<br />

tipo de creaciones aunque proponiendo una puesta<br />

en valor de las que llevó a cabo para las congregaciones<br />

religiosas. Asimismo, supone un granito más de<br />

arena en una parcela, Mesa y los mercedarios, que nos<br />

esconde maravillosas sorpresas; sirvan de ejemplo el<br />

exquisito relieve que representa el Santo Rostro que<br />

se conserva en el referido Palacio de Medina Sidonia<br />

o el San Ramón de la iglesia conventual de la Asunción<br />

52 , ambos muy cercanos a la estética del que se ha<br />

convertido, por méritos propios, en el más valorado<br />

discípulo de Montañés.<br />

¿Juan de Mesa? Santo Rostro. Hacia 1624. Palacio<br />

Ducal de Medina Sidonia. Sanlúcar de Barrameda<br />

(Cádiz). Fotografía: José Carlos Pérez<br />

Morales.<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

19


20<br />

1 Florentino Pérez-Embid, Enciclopedia de la cultura española, v. IV, Madrid, Editora Nacional, 1963, p. 310.<br />

2 Manuel Bendala Galán, Manuel del arte español: introducción al arte español, Madrid, Silex Ediciones, 2003, p. 590.<br />

3 Rosario Anguita Herrador, El arte barroco español, Madrid, Encuentro, 2005, p. 89.<br />

4 María Elena Gómez Moreno, Breve historia de la escultura española, Madrid, Editorial Dossat, 1951, p. 130.<br />

5 José Hernández Díaz, Juan de Mesa, escultor de imaginería (1583-1627), Arte Hispalense 1, Sevilla, Diputación de Sevilla, 1972, p. 26.<br />

6 Archivo General del Obispado de Córdoba. Visitas generales. Córdoba, Parroquia de Santa Marina, 1628 (en Juan Aranda Doncel,<br />

La hermandad de las Angustias y la Semana Santa de Córdoba durante los siglos XVI al XX, Córdoba, Publicaciones obra social y<br />

cultural Cajasur, 2004, p. 99).<br />

7 Heliodoro Sancho Corbacho, Arte sevillano de los siglos XVI y XVII, Documentos para la Historia del Arte en Andalucía III, Sevilla,<br />

Universidad de Sevilla, Laboratorio de Arte, 1931, pp. 69-70.<br />

8 Celestino López Martínez, Desde Martínez Montañés hasta Pedro Roldán, Notas para la Historia del Arte, Sevilla, Rodríguez,<br />

Giménez y Cía, 1932, p. 76.<br />

9 Antonio Muro Orejón, Artífices sevillanos de los siglos XVI y XVII, Documentos para la Historia del Arte en Andalucía IV, Sevilla,<br />

Universidad de Sevilla, Laboratorio de Arte, 1932, pp. 89-90.<br />

10 Francisco Amores Martínez, “La Compañía de Jesús y las Hermandades de Sevilla. Noticias histórico-artísticas” en IV Simposio<br />

de Hermandades y Cofradía de Sevilla y su provincia, Sevilla, Fundación Cruzcampo, 2003, p. 95.<br />

11 Álvaro Dávila-Armero del Arenal y José Carlos Pérez Morales, “Nuevas aportaciones al catálogo del escultor Juan de Mesa” en<br />

Temas de Estética y Arte, nº XXI, Sevilla, Real Maestranza de Caballería de Sevilla, 2007, pp. 66-70.<br />

12 Para las obras encargadas por los Jesuitas ver Alfonso Rodríguez y Gutiérrez de Ceballos, “Juan de Mesa y la Compañía de Jesús:<br />

la religiosidad postridentina” en Juan de Mesa (1627-2002). Visiones y revisiones, Córdoba, Universidad de Córdoba, pp.227-246.<br />

13 Emilio Gómez Piñol, “Sentimiento religioso e imágenes del Crucificado en el arte hispanoamericano del siglo XVI”, Signos de<br />

evangelización: Sevilla y las hermandades en Hispanoamérica, Sevilla, Fundación El Monte, 1999, pp. 63-94.<br />

14 José Carlos Pérez Morales, “El comercio de escultura entre Sevilla e Indias en los siglos XVI y XVII: reflexiones y nuevas aportaciones”<br />

en Actas del I Congreso Internacional sobre Escultura Virreinal, México, Instituto de Investigaciones Estéticas, Universidad<br />

Nacional Autónoma de México, 2008 (en prensa).<br />

15 Miguel de Bago y Quintanilla, Documentos varios, Documentos para la Historia del Arte en Andalucía II, Sevilla, Universidad<br />

de Sevilla, Laboratorio de Arte, 1928, pp. 99-100.<br />

16 El investigador Miguel Bago y Quintanilla propuso la idea de una posible identificación de la imagen contratada con la que hoy<br />

se ubica en el convento sevillano de San José del Carmen (José Hernández Díaz, Comentarios en torno a la figura del escultor Juan de<br />

Mesa 1583-1627, Sevilla, Imprenta Gómez Hnos, 1933, p.45). No obstante, en base a los estudios que del recinto acometió María<br />

Luisa Cano Navas, cabría rechazar esta adscripción pues ya entre 1609 y 1610 se encontraba realizada la obra, no concordando<br />

tampoco ni tamaño ni condiciones de la misma (Álvaro Dávila-Armero del Arenal y José Carlos Pérez Morales, “San José con el<br />

Niño”, AA.VV., Juan de Mesa, Ediciones Tartessos, Sevilla, 2006, pp. 316-319).<br />

17 Fermín Arana de Varflora, Compendio histórico descriptivo de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, Metrópoli de Andalucía,<br />

Sevilla, Oficina de Vázquez, Hidalgo y Compañía, 1789, pp. 63-64.<br />

18 Manuel Serrano y Ortega, Noticia histórico-artística de la sagrada imagen de Jesús Nazareno que con el título del Gran poder se<br />

venera en su capilla del templo de San Lorenzo de esta ciudad, Sevilla, Imprenta de E. Rasco, 1898, p. 159.<br />

19 Compositivamente se emparenta con la Virgen de las Cuevas (1623) y con la atribuida de similar iconografía del hospital madrileño<br />

de Antezana. Los caracteres físicos la relacionan con el relieve de la Asunción de la iglesia sevillana de la Magdalena (1619).<br />

20 Celestino López Martínez, Retablos y esculturas de traza sevillana, Notas para la Historia del Arte, Sevilla Rodríguez, Giménez y<br />

Cía, 1928, pp. 63-64.<br />

21 Enrique Marco Dorta, “Esculturas sevillanas en Colombia y Venezuela”, Archivo Español de Arte, nº 206, Madrid, Consejo<br />

Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Historia, 1979, p., 174 y José Carlos Pérez Morales, “El comercio de escultura<br />

entre Sevilla e Indias en los siglos XVI y XVII: reflexiones y nuevas aportaciones”.<br />

22 José Carlos Pérez Morales, “Iconografía de la técnica escultórica. Las señas de identidad en la obra de Juan de Mesa” en ADDEN-<br />

DA. I Jornada Internacional sobre investigación en escultura, México, Instituto de Investigaciones Estéticas sede Oaxaca, Universidad<br />

Nacional Autónoma de México, 2008, sin publicar<br />

23 Ibídem.<br />

24 Antonio Muro Orejón, Artífices sevillanos de los siglos XVI y XVII, pp. 80-81.<br />

25 Miguel de Bago y Quintanilla, Documentos varios, pp. 98-99.<br />

26 María Jesús Sanz Serrano, Una hermandad gremial: San Eloy de los Plateros. 1341-1914, Sevilla, Universidad de Sevilla, Secretariado<br />

de Publicaciones, 1996, pp. 146 y ss.<br />

27 Ibídem, p.204.<br />

28 Celestino López Martínez, Arquitectos, escultores y pintores vecinos de Sevilla, Notas para la Historia del Arte, Sevilla, Rodríguez,<br />

Giménez y Cía, 1928, pp. 226-227.<br />

Encrucijada


29 José Hernández Díaz, Comentarios en torno a la figura del escultor Juan de Mesa 1583-1627, p.50.<br />

30 Antonio Muro Orejón, Artífices sevillanos de los siglos XVI y XVII, pp. 27-28.<br />

31 Ibídem, pp. 111-112.<br />

32 Fermín Arana de Varflora, Compendio histórico descriptivo de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, Metrópoli de Andalucía,<br />

pp.71-72.<br />

33 Félix González de León, Noticia artística, histórica y curiosa de todos los edificios públicos, sagrados y profanos de esta muy noble, muy<br />

leal, muy heroica, e invicta Cuidad de Sevilla, y de muchas casa particulares: con todo lo que les sirve de adorno artístico, antigüedades,<br />

inscripciones y curiosidades que contienen, Sevilla, José Hidalgo, 1844, pp. 161-162.<br />

34 José Carlos Pérez Morales, “Iconografía de la técnica escultórica. Las señas de identidad en la obra de Juan de Mesa”.<br />

35 Antonio Muro Orejón, Artífices sevillanos de los siglos XVI y XVII, pp. 74-75.<br />

36 Celestino López Martínez, Desde Martínez Montañés hasta Pedro Roldán, pp. 77-78.<br />

37 La colocación de documentos manuscritos en el interior de las tallas era una práctica habitual en Mesa. Recordemos que gracias<br />

al documento que se halló en el interior de la figura de San Francisco Javier, hoy en el Colegio de San Luis Gonzaga en El Puerto<br />

de Santa María salió a la palestra el nombre de “Juan de Mesa natural de Córdoba, discípulo de Montañés” (Carlos Gálvez, “Dos<br />

esculturas de Juan de Mesa en el Colegio de San Luís Gonzaga del Puerto de Santa María”, Documentos varios, Documentos para<br />

la Historia del Arte en Andalucía I, Sevilla, Universidad de Sevilla, Laboratorio de Arte, 1927, pp. 75). Del mismo modo, tras el<br />

paladar del Crucificado de la Buena Muerte, titular de la hermandad sevillana de Los Estudiantes, se encontró un pergamino que<br />

confirmaba autoría y fecha de ejecución. Destacar, avanzado el siglo XVII, el Crucificado de la Expiración que tallara Pedro Roldán<br />

para la localidad de Écija en cuyo interior se localizó una inscripción donde podía leerse “Pedro Roldan guarde dios como desee”<br />

(Juan Miguel González Gómez, “Restauración del Cristo de la Expiración de Écija, obra de Pedro Roldán”, Laboratorio de Arte,<br />

nº12, Sevilla, Universidad de Sevilla, Secretariado de Publicaciones, pp. 163-169).<br />

38 Álvaro Dávila-Armero del Arenal y José Carlos Pérez Morales, “Crucificado de la Misericordia”, AA.VV., Juan de Mesa, pp.<br />

229-230.<br />

39 Celestino López Martínez, Desde Martínez Montañés hasta Pedro Roldán, p. 79.<br />

40 José Hernández Díaz, Juan de Mesa. Escultor de imaginería (1583-1627), p.72.<br />

41 AA. VV., Guía artística de Cádiz y su provincia, v. II, Cádiz, Fundación José Manuel Lara, 2004, p. 277.<br />

42 Nuestro más sincero agradecimiento a doña Ana Gómez por facilitarnos los datos y trascripción del documento.<br />

43 Antonio Muñoz Rodríguez, “Dos inventarios de bienes muebles de la iglesia de la Merced en vísperas de la desamortización:<br />

1821 y 1825”, en Boletín de la Sociedad Vejeriega de Amigos del País, nº9, Vejer, 2003, pp. 8-9.<br />

44 El testamento de Manuel Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, VIII Duque de Medina Sidonia, firmado el 1 de junio de 1634<br />

ante el escribano público de Sanlúcar de Barrameda Luis Díaz Palomino, certifica en su cláusula nº 116, que “se declara junto con su<br />

mujer fundador del convento de mercedarios de Vejer dando 359 ducados para su fundación y otras cosas” (Juan Pedro Velásquez Gaztelu,<br />

Fundaciones de todas las iglesias, conventos y ermitas de Sanlúcar de Barrameda, Sanlúcar, Asociación sanluqueña de encuentros con<br />

la historia y el arte, 1995, p.370)<br />

45 Juan Miguel Serrera Contreras, “Juan de Mesa. Miscelánea con motivo del IV centenario de su nacimiento” en Revista de Arte<br />

Sevillano, nº 2, Sevilla, Caja de Ahorros Provincial de San Fernando, 1982, p. 70.<br />

46 Celestino López Martínez, Arquitectos, escultores y pintores vecinos de Sevilla, pp.193-194.<br />

47 Celestino López Martínez, Retablos y esculturas de traza sevillana, p. 64.<br />

48 Antonio Muro Orejón, Artífices sevillanos de los siglos XVI y XVII, pág. 80<br />

49 Fernando Guillamas y Galiano, Historia de Sanlúcar, Colegio de Sordo-Mudos y de Ciegos, Sanlúcar de Barrameda, 1858, p.99.<br />

50 Ibídem, pp. 100-101.<br />

51 Diego Díaz Hierro, Historia de la Merced de Huelva, hoy Catedral de su Diócesis, Huelva, Imprenta Guillermo Martín, 1975, pp.<br />

163-175.<br />

52 María del Carmen Gutiérrez Llamas, “Estudio histórico-artístico del monasterio de la Asunción de Sevilla, de Reverendas Madres<br />

Mercedarias”, Archivo hispalense: revista histórica, literaria y artística, nº202, Sevilla, Diputación de Sevilla, 1983, pp.166-167.<br />

21<br />

Encrucijada


Solemne procesión a la imagen<br />

de Nuestra Señora de Loreto: la epidemia<br />

de sarampión en 1727<br />

Luisa Elena Alcalá New York University en Madrid<br />

Patricia Díaz Cayeros Instituto de Investigaciones Estéticas-UNAM<br />

Gabriela Sánchez Reyes Coordinación Nacional de Monumentos Históricos-INAH<br />

Introducción<br />

22<br />

En el año 2001, el Instituto de Investigaciones Estéticas, en colaboración con el Instituto Nacional de<br />

Antropología e Historia y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes inició un proyecto de catalogación<br />

de escultura novohispana. Una de las entidades incluidas fue el Distrito Federal en donde, a diferencia de otros<br />

estados, existían múltiples catálogos de bienes muebles. Así, la catalogación inició en los templos clasificados<br />

como patrimonio cultural de uso religioso cuyos bienes muebles no habían sido incluidos en los registros<br />

previos. Fue en el marco de este proyecto que el año siguiente (2002) se visitó la parroquia de San Pedro<br />

Apóstol, dentro de la localidad de San Pedro Zacatenco, en la delegación Gustavo A. Madero y se llevó a cabo<br />

el reconocimiento de sus obras. Si bien la prioridad no estaba puesta en la obra pictórica, la relevancia del<br />

grupo de pinturas virreinales que se localizaron en la capilla del Rosario de dicho templo propició su registro<br />

básico. 2 De este notable grupo de óleos, uno llama especialmente la atención no sólo por su gran formato (2.90<br />

x 3.80 mts.) 3 y por su íntima vinculación con un tema escultórico, sino también por el detalle con el cual se<br />

registró -a modo de conmemoración- un acontecimiento preciso que tuvo lugar en la ciudad de México el 29<br />

octubre de 1727: la solemne procesión a la imagen de la Virgen de Loreto implorando su socorro para acabar<br />

con la peste que asolaba a la capital. (Foto pp. 26-27) En ella se observa como todos los participantes regresan<br />

la imagen al colegio de San Gregorio después de la novena celebrada en la catedral de México.<br />

Como sucede en muchos casos, el hallazgo permaneció inédito a pesar de la importancia que esta fuente tiene<br />

para diversos campos dentro del ámbito de los estudios de la cultura virreinal. Al igual que otras obras de su<br />

género, como el “Traslado de la imagen y dedicación del santuario de Guadalupe”, de colección particular,<br />

pintada por Arellano en 1709, la pintura de Zacatenco es una de esas escasas y ricas fuentes empapadas de<br />

un instante de vida cotidiana. 4 La obra permite apreciar ciertos aspectos del plano urbano. Por ejemplo,<br />

constituye un registro único de la fachada norte de la catedral, 5 que daba a la capilla de talabarteros, y de la<br />

manera en que las procesiones públicas hacían uso de las puertas pareadas de los templos de los conventos<br />

femeninos novohispanos. Además, es una pieza clave para profundizar en la historia o promoción del culto<br />

a la Virgen de Loreto en Nueva España. Recuérdese que fue en San Gregorio, el colegio dedicado a la<br />

cristianización y educación de los hijos de la nobleza indígena, y no en Tepotzotlán, en donde se conservaba<br />

la copia del icono que en el último cuarto del siglo XVII llegó de Italia bajo el patrocinio jesuita. La imagen<br />

de la Virgen, en el centro del cuadro, capta la atención del espectador a través de su mirada. En su gesto, con<br />

la cabeza ligeramente girada hacia la izquierda, la obra parece cobrar vida, una presentación que subraya la<br />

capacidad de la sociedad para ver en las imágenes escultóricas una presencia y potencial milagroso muy real.<br />

En la actualidad se desconoce el paradero de esta importante escultura, aunque -como veremos más adelanteexisten<br />

algunas pistas a seguir para su localización. Por ultimo, como retrato de la sociedad novohispana,<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

23


y sobre todo de su jerarquía eclesiástica, el cuadro<br />

ofrece una oportunidad para analizar la organización<br />

de las procesiones así como el proceso artístico en el<br />

marco de las negociaciones o pactos sociales. Es decir,<br />

al privilegiar ciertos personajes, grupos o momentos<br />

históricos, el cuadro construye un discurso paralelo al<br />

de la documentación escrita.<br />

la capilla de loreto en el colegio<br />

de san gregorio (1680-1774)<br />

El colegio-seminario de San Gregorio se estableció en<br />

1573 para enseñar doctrina cristiana, primeras letras,<br />

canto, y música a los hijos de los indígenas nobles.<br />

Inicialmente San Gregorio contó con el financiamiento<br />

de los indios del pueblo de Tacuba para una edificación<br />

modesta de techo pajizo hasta bien entrado el siglo XVII.<br />

jóvenes provenientes de Italia, Juan Bautista Zappa<br />

y Juan María Salvatierra, y su empeño por relanzar<br />

la devoción a la Virgen de Loreto en la iglesia de San<br />

Gregorio. Ambos habían embarcado para el Virreinato<br />

Novohispano hacia 1675 y Zappa tomó la iniciativa de<br />

hacer traer una copia de la escultura original en Italia<br />

para promover el culto en México. 9 La imagen que<br />

llegó consistía de una copia de las cabezas y las manos<br />

de la Virgen y del Niño Jesús. 10 En Nueva España, se<br />

completó la escultura y se exhibía como una imagen<br />

de vestir luciendo trajes y joyas donadas por las damas<br />

de la elite novohispana. 11 Su valor radicaba en que era<br />

una copia “tocada al original” y ésta se suponía una<br />

imagen realizada por san Lucas. Al mismo tiempo,<br />

Zappa introdujo la novedad de reproducir la Santa<br />

Casa de Loreto. Es decir, la misma donde ocurrió la<br />

Anunciación y el sitio donde vivió la Sagrada Familia<br />

24<br />

Durante casi toda la centuria, San Gregorio estuvo anexo<br />

al Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, del cual<br />

dependía institucionalmente. 6 Gracias a la intervención<br />

del jesuita Juan Antonio Núñez de Miranda, en los<br />

primeros años de la década de 1680 se consiguió el<br />

apoyo de uno de los vecinos más ilustres de la ciudad de<br />

México, el Capitán don Juan de Chavarría Valera. 7 Su<br />

donación permitió la reconstrucción de la vieja iglesia<br />

entre 1682 y junio de 1685. Para esta fecha ya había<br />

fallecido pero se calcula que benefició a San Gregorio<br />

con un total de treinta y cuatro mil pesos y la hacienda<br />

de San José de Acolman, estado de México, todo ello<br />

entregado de mano de su confesor y administrador,<br />

Núñez de Miranda. 8<br />

Esta época coincidió con la llegada de dos jesuitas<br />

tras su regreso de Egipto y que Jesús habitó hasta<br />

que comenzó su vida pública. Debido a que Zappa<br />

fue asignado a Tepotzotlán, dejó el proyecto de la<br />

Virgen de Loreto en San Gregorio en manos de su<br />

amigo y compañero, Juan María Salvatierra quien<br />

concluyó la construcción de la nueva casa-capilla el<br />

5 de enero de 1680. 12 Aunque la Casa de la Virgen<br />

ya no existe en la Iglesia de Loreto (antiguamente<br />

el templo del colegio de San Gregorio), se puede<br />

apreciar lo que debió ser su aspecto exterior a través<br />

de la réplica casi contemporánea que el Padre Zappa<br />

mandó construir en la iglesia de San Francisco Javier<br />

en Tepotzotlán. Otras localidades en donde también<br />

se construyeron casas de Loreto en iglesias jesuitas<br />

incluyen Guadalajara, San Luis Potosí, y la Habana. 13<br />

El culto a la Virgen de Loreto tenía un gran atractivo<br />

Encrucijada


puesto que juntas, la Virgen y su Casa, conllevaban<br />

una serie de asociaciones devotas e históricas de gran<br />

resonancia para el público novohispano; entre ellas,<br />

tuvo mucho éxito la devoción a la Sagrada Familia, y<br />

en especial a san José. 14<br />

En mayo de 1686, ésta primera casa-capilla novohispana<br />

de la Virgen de Loreto se reconstruyó, abriendo una<br />

época de crecimiento del culto y de actividad artística<br />

entorno a la imagen, la cual culminaría unas décadas<br />

más tarde. En 1715, se edificó un camarín gracias<br />

al patrocinio de Juan Clavería Villareales. 15 Los<br />

donativos a la imagen iban cada vez en aumento y<br />

en 1728 Juan Ignacio Castoreña y Ursúa, chantre de<br />

la catedral y obispo electo de Yucatán, la coronó con<br />

una tiara de oro y diamantes valuada en más de cuatro<br />

mil pesos. 16 Finalmente, una tercera reconstrucción<br />

de plata que se mostraba hacia la capilla y también<br />

hacia el camarín y en donde se colocaría la imagen<br />

escultórica de la Virgen, el cual estaba cubierto con<br />

vidrios azogados; 21 tenía además seis reliquias de<br />

santos, cinco ceras de Agnus Dei y 43 relicarios de plata<br />

de tamaño mediano y sobredorados. En las Gacetas de<br />

México se anotó que este nicho se estrenó en septiembre<br />

de 1730 y tuvo un costo de dos mil pesos. 22 El marco<br />

de la puerta que daba al camarín, y se cerraría cuando<br />

la imagen se exponía hacia el retablo de la Casa de<br />

la Virgen, estaba cubierto de plata y era liso con<br />

diez flores de plata sobredorada y cuatro vidrios. Esa<br />

misma puerta, pero hacia la capilla, tenía un marco<br />

de plata y en el medio punto una tarja de plata<br />

sobredorada y sobrepuestos cinco “votos o atributos<br />

de plata sobredorada” y al pie del marco, una tarjita<br />

de plata sobredorada. En la parte superior del nicho<br />

25<br />

de la casa-capilla, que se puede entender como un<br />

empeño votivo tras la epidemia de 1737, se dedicó el<br />

9 de diciembre de 1738 con sermones y procesiones. 17<br />

La novedad arquitectónica de la tercera capilla fue la<br />

elevación de un cimborrio que permitió iluminar el<br />

espacio mejor que nunca, aunque algunos devotos<br />

se quejaban que la mayor luz no les permitía ver bien<br />

a su preciada Virgen. 18 A pesar de que ciertas fuentes<br />

impresas, como el Escudo de Armas de Cayetano Cabrera<br />

y Quintero, ofrecen detalles sobre diversos aspectos de la<br />

capilla, el inventario -fechado 23 de marzo de 1774- que<br />

se realizó tras la expulsión de los jesuitas en 1767 permite<br />

visualizar el entorno donde se ostentaba la escultura de<br />

la Virgen de Loreto con mayor precisión. 19<br />

El primer elemento que se menciona 20 es un nicho<br />

un Espíritu Santo con resplandor y cuatro ángeles<br />

de madera dorada y estofada y varias flores.<br />

El nicho formaba parte de un retablo de dos cuerpos<br />

recubierto de plata. Dos imágenes, de san Joaquín<br />

y santa Ana, flanqueaban la figura central de la Virgen<br />

(Página 23) Anónimo, Solemne procesión que<br />

hizo la Ciudad de México a la imagen de Nuestra<br />

señora de Loreto (detalle de la escultura llevada<br />

en andas). Foto: Pedro Ángeles, Archivo Fotográfico<br />

Manuel Toussaint.<br />

Cartela con el título de la pintura. Foto: Pedro<br />

Ángeles, Archivo Fotográfico Manuel Toussaint.<br />

Encrucijada


26<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

27


28<br />

de Loreto. Encima, en el segundo cuerpo, había<br />

una imagen de san José, elevándose así un conjunto<br />

que representaba la devoción a la Sagrada Familia.<br />

Muchas de las imágenes suplementarias en la capilla<br />

y el camarín de la Virgen replicaban este tema. En la<br />

misma puerta de acceso al camarín colgaba una imagen<br />

de la Virgen de Loreto, otra de san José, y dos láminas<br />

de san Joaquín y santa Ana. Ya dentro del camarín, el<br />

inventario reseña un lienzo con la Virgen y el Niño<br />

y otro de san José además de dos de los nacimientos<br />

de Maria y Jesús, ampliando aún más la devoción a la<br />

Sagrada Familia con composiciones narrativas.<br />

Otro elemento interesante de la capilla de la Virgen<br />

es el altar portátil que el inventario menciona al pie<br />

del nicho donde se encontraba la imagen. Este altar es<br />

mencionado también por Cayetano Cabrera y Quintero<br />

en ocasión de la inauguración de la tercera casa-capilla<br />

de la Virgen un año después de la epidemia de 1737;<br />

cabe suponer que se usaría para sacar la imagen de su<br />

capilla en determinadas ocasiones. También hay que<br />

hacer mención de las reliquias que poseía la capilla<br />

y que sin duda contribuyeron al aura taumatúrgica<br />

de la imagen. La más importante que además se<br />

menciona en detalle en el inventario es “un pedazo<br />

de manto de seda encarnada, que según el Inventario<br />

antiguo, se dice ser del original.” 23 Se trataría de un<br />

trozo del manto de la Virgen que los jesuitas habrían<br />

procurado traer desde Europa. Esta reliquia estaba<br />

guardada en una urna de plata en el interior de una<br />

alacena rematada en forma de concha y empotrada en<br />

la pared de la capilla del lado del Evangelio.<br />

Además de un ajuar de plata muy considerable que<br />

incluía un frontal así como blandoncillos 24 con tres<br />

candeleros “cada uno que cargan sobre un angelito<br />

[…] todo de plata”, la capilla tenía diversos objetos que<br />

podríamos clasificar como “exóticos” aunque propios<br />

de la cultura material heterogénea de Nueva España.<br />

Estos incluían dos tiborcitos de China, otros dos de<br />

color café, dos leones de China, y cuatro frascos azules<br />

de China de los que típicamente aparecen en muchos<br />

cuadros que representan imágenes escultóricas sobre<br />

un altar.<br />

Finalmente, como cualquier otra capilla de su tiempo,<br />

la Virgen de Loreto estaba acompañada por una corte<br />

de imágenes adicionales, incluyendo otras devociones<br />

marianas. Así pues, en el inventario de la capilla y el<br />

camarín aparece una Virgen de los Dolores con marco<br />

de vidrio azogado, copete de madera dorado y dos<br />

angelitos; un lienzo de la Virgen de la Encarnación;<br />

y dos representaciones de la Virgen de Guadalupe.<br />

También se encontraban otras imágenes, como un<br />

Cristo de pasta, y un curioso san Miguel con peana<br />

“que todo parece de alabastro u otra piedra especial.”<br />

En conclusión, con sus ornamentos de plata, objetos<br />

de alabastro y porcelana, esculturas policromadas y<br />

estofadas, pinturas, agnus dei, reliquias, y espejos, la<br />

casa-capilla de la Virgen de Loreto en San Gregorio<br />

fue amasando un tesoro considerable. Entre finales del<br />

siglo XVII y las primeras décadas del XVIII, la Virgen<br />

de Loreto había logrado insertarse en el extenso tejido<br />

de devociones marianas que ofrecían los templos de la<br />

ciudad; el mejor ejemplo de ello es que en un momento<br />

crítico de la vida urbana, sus fieles seguidores buscaron<br />

consuelo en su imagen.<br />

Crisis, Orden, y Solemnidad en<br />

las Plegarias a la Virgen<br />

de Loreto en 1727<br />

Durante la primera mitad del siglo XVIII la sociedad<br />

novohispana vivió los efectos de algunas crisis agrícolas<br />

resultado de las bruscas variaciones en el precio de<br />

los productos que tenían efectos en la desocupación,<br />

emigración, bandolerismo y epidemias. En junio de<br />

1720 hubo una falta de lluvias por lo cual la ciudad<br />

de México tuvo una carestía de maíz. El año siguiente<br />

hubo escasez de éste debido más a la especulación que a<br />

la carencia del producto y los comerciantes prefirieron<br />

guardarlo, e incluso en 1724 se registraron trojes con<br />

grano agorgojado. Ese año se liberaron las reservas de<br />

la alhóndiga aunque fueron insuficientes. Entre 1724 y<br />

1726 la carestía de maíz también provocó escasez de carne.<br />

Lo sucedido se trató más de una crisis de abastecimiento<br />

provocada por la especulación lo que también causó<br />

ciertas enfermedades entre la población. 25 Estos son los<br />

hechos que de alguna forma desencadenaron el brote<br />

del sarampión y el origen de la pintura procesional.<br />

Prueba de que había una conciencia entre las<br />

autoridades locales de los problemas que achacaban<br />

a la ciudad se encuentra en el sermón del canónigo<br />

Encrucijada


magistral de la catedral de México, Bartolomé Felipe<br />

de Ita y Parra quien el día de la procesión representada<br />

en la pintura arremete contra la corrupción en la<br />

sociedad novohispana siguiendo un modelo centenario<br />

en el cual la Iglesia ofrece una critica social y atribuye<br />

el castigo divino de la epidemia a los vicios:<br />

O México! Y quan merecida tiene tu<br />

Codicia esta misma peste, te doto el<br />

cielo con los thesoros de su riqueza,<br />

o Nueva España! Haziendo que tu<br />

tierra produxesse, el oro y la plata; y tu<br />

Avantiento alla te metes en sus dentros<br />

para sacarla, y ponerla en tus corazones,<br />

por el Idolo de tus affectos.<br />

Los vicios criticados por Ita y Parra incluyen la<br />

prostitución, el juego de naipes, la asistencia a pulquerías,<br />

y –no podían faltar- los desmesurados precios:<br />

Que otra razón ay para estos exorbitantes<br />

precios a que se han subido algunos géneros<br />

necesarios para el uso de la vida, y aun para<br />

el culto de las Iglesias, sin que aya para ello<br />

motivo alguno, sino solo el interés.<br />

También se ataca a las mujeres:<br />

...hasta los Templos se profanan,<br />

viniéndole las mujeres a la Iglesia,<br />

(Páginas 26 y 27). Anónimo, Solemne procesión<br />

que hizo la Ciudad de México a la imagen<br />

de Nuestra señora de Loreto (Vista general). Foto:<br />

Pedro Ángeles, [AFMT /IIE]<br />

Anónimo, Solemne procesión que hizo la Ciudad<br />

de México a la imagen de Nuestra señora de<br />

Loreto (detalle de distintos grupos: mujeres sentadas<br />

viendo pasar la procesión o acompañando<br />

a la procesión en un carruaje, universitarios,<br />

miembros del Ayuntamiento y de la Real Audiencia).<br />

Foto: Pedro Ángeles, [AFMT /IIE]<br />

29<br />

Encrucijada


30<br />

con la misma desemboltura, que se<br />

puede ir a una Comedia, lo mismo es<br />

los hombres, tan afeminados, que ni<br />

hombres parecen, sino farsantes, moda<br />

en el andar, listones, y bolsas en los<br />

pelos, aguas de rostro con que bruñir la<br />

tez, las mujeres, diamantes, y joyas en<br />

los cabellos, flores en las cabezas, anillos<br />

en los pechos...Que dices México, si<br />

pintara de otra manera Roma gentil en<br />

los juegos de su Bacho, o Chipre en las<br />

diversiones de su Venus... 26<br />

Así, el sermón no sólo explica los supuestos orígenes<br />

de la epidemia, sino que también permite leer la<br />

pintura contemporánea como la representación de<br />

un acto de devoción y contrición por los pecados<br />

cometidos. La procesión ordenada, sobria, y solemne,<br />

como reza su inscripción 27 , sólo parece romperse en<br />

el sitio en que se encuentran los universitarios pero,<br />

al parecer, precisamente con el objetivo de hacer<br />

respetar su preeminencia; es decir, el orden, como se<br />

verá a continuación. En este sentido no se encuentra<br />

ningún detalle anecdótico o popular como estamos<br />

acostumbrados a apreciar en las representaciones<br />

de procesiones de índole más festivo, como la de el<br />

“Traslado de la imagen y dedicación del santuario de<br />

Guadalupe” mencionada antes o bien “El traslado de<br />

las monjas de Santa Catalina de Siena en Valladolid”<br />

(1738), óleo del Museo Regional de Morelia,<br />

Michoacán. En contraste, en esta procesión predomina<br />

un ambiente solemne, e incluso el característico<br />

detalle de una escena de mercado entremetida en<br />

alguna esquina de la obra, un trompetero o un niño<br />

juguetón ha desaparecido. De hecho, a principios<br />

del siglo XVIII una legislación municipal había<br />

prohibido los puestos de frutas y otros vendedores<br />

próximos a los recorridos de procesiones por el<br />

interés de garantizar una mayor solemnidad en las<br />

celebraciones religiosas. Como ha estudiado Molina,<br />

en éstas décadas se estaban dando unos cambios<br />

importantes “en el uso del espacio urbano” en relación<br />

a las fiestas y procesiones en la capital virreinal. 28 Por<br />

ello, en el cuadro vemos que en general las mujeres<br />

están apartadas en la esquina derecha inferior, y las<br />

únicas que cobran protagonismo son las dos que<br />

aparecen en el carruaje, una de ellas con un tocado<br />

blanco en la cabeza acompañada de un niño. (Foto<br />

p. 29) Del lado izquierdo del cuadro aparecen los<br />

toldos de otros dos carruajes en fila, sugiriendo que<br />

era así - sin mezclarse con la demás población ni con<br />

los hombres - que las mujeres de cierto estatus social<br />

podían participar de la procesión. (Foto p. 32)<br />

Una de las grandes ausencias en el cuadro son los indios.<br />

Según la biografía del Padre Juan María Salvatierra,<br />

escrita por el jesuita Miguel Venegas y editada por<br />

Juan Antonio de Oviedo, durante la procesión “movía<br />

a grande ternura, y devoción la de muchos Naturales<br />

Indios, que cargados de sacos de diversas flores iban<br />

regando con ellas las calles por donde havia de passar<br />

la Madona Lauretana.” 29 Si bien el desconocido pintor<br />

Anónimo americano: Virgen de Dolores, siglo<br />

XVIII. Parroquia de Ntra. Sra. de la Peña de<br />

Francia. Puerto de la Cruz, Tenerife. Foto: Juan<br />

A. Lorenzo.<br />

Encrucijada


autor del cuadro ha representado a un gran público,<br />

en toda la composición no se distingue este detalle. La<br />

decisión de no incluir a los indios de forma explícita sin<br />

duda fue deliberada y seguramente obedece a cuestiones<br />

de decoro y la percepción de la necesidad de respetar<br />

los estamentos de la sociedad en la presentación de la<br />

procesión. Ciertamente, años más tarde, en ocasión de<br />

otra procesión con la Virgen de Loreto para apaciguar<br />

la epidemia de 1737, a la que volveremos más adelante,<br />

una fuente contemporánea sugiere que para algunos la<br />

masiva presencia y mezcla de tanta gente diversa entorno<br />

a la plaza de San Gregorio era indecoroso. 30 Aunque<br />

no sabemos si se dio una situación similar en ocasión<br />

de la procesión de 1727, nuestro pintor anónimo se ha<br />

encargado de crear una imagen que luce por corresponder<br />

con el sentido del orden social más estricto que se tenía<br />

en el virreinato de la Nueva España.<br />

Como es bien sabido, en el Antiguo Régimen el<br />

orden de los asistentes a un acto público, en donde<br />

participaban instituciones eclesiásticas y civiles, estaba<br />

bien reglamentado. Al enfrentar situaciones adversas<br />

como la falta de lluvias o alguna epidemia, ambas<br />

instancias convocaban a la población para realizar las<br />

rogativas necesarias. La Iglesia se responsabilizaba de<br />

dirigir las plegarias en sus templos, ya fuera la catedral<br />

u otra iglesia, de igual forma se encargaban del adorno<br />

de sus inmuebles y podían contar con la ayuda de las<br />

cofradías. La tarea del Ayuntamiento de la ciudad era<br />

convocar al adorno de las calles por las cuales pasaría<br />

la comitiva y vigilaba su orden y buen desempeño. 31<br />

El camino procesional que es posible apreciar en la<br />

pintura inicia en la puerta poniente de la catedral<br />

y se dirige hacia la actual calle de Monte de Piedad<br />

(antiguamente, del Empedradillo), sigue por República<br />

de Brasil (antes, Santo Domingo) y da vuelta hacia<br />

la calle de Luis González Obregón y San Ildefonso<br />

(antes, Cordobanes, Monte Alegre y El Monte Pío).<br />

Sin embargo, antes de llegar a su destino el cortejo se<br />

desvía brevemente hacia la iglesia del convento de la<br />

Encarnación haciendo uso de sus puertas pareadas para<br />

el ingreso por una de ellas y su salida por la otra (Foto<br />

p. 26)). La pintura no deja ver las fachadas pareadas<br />

sino sólo la manera en que algunos participantes a la<br />

procesión dan vuelta a la izquierda y otros regresan<br />

por ese mismo sitio. Es a partir de la comparación<br />

entre los detalles arquitectónicos de la pintura (como<br />

las torres y las cuadras) con un mapa virreinal que se<br />

deduce su entrada al convento lo cual aún se puede<br />

confirmar repitiendo el recorrido. De este modo, y<br />

como se dijo en la introducción, éste sería el único<br />

testimonio pictórico del uso procesional de las dobles<br />

puertas en los conventos femeninos novohispanos.<br />

La idea de que la imagen parara y pasara por<br />

dentro de diversas iglesias en su camino es habitual<br />

Anónimo, Solemne procesión… (detalle de<br />

las azoteas de las casas frente a las que discurre<br />

la procesión). Foto: Pedro Ángeles, [AFMT /IIE]<br />

31<br />

Encrucijada


A/B<br />

C<br />

Torres de la Iglesia del Convento<br />

de la Encarnación<br />

Torre de la Iglesia de Santa Catalina<br />

32<br />

A<br />

B<br />

C<br />

Anónimo, Solemne procesión que hizo la Ciudad<br />

de México a la imagen de Nuestra señora de<br />

Loreto (detalle de los toldos de carruajes en fila<br />

y de los grupos de religiosos mercedarios, agustinos,<br />

franciscanos y dominicos, ordenados por<br />

antigüedad). Foto: Pedro Ángeles, [AFMT /IIE]<br />

(Página siguiente, arriba) Templo del convento<br />

de la Encarnación (portadas laterales pareadas).<br />

Foto: Gabriela Sánchez Reyes<br />

(Página siguiente, abajo) Troncoso (hizo) y<br />

Carlos López (delineó), “Planta y descripción<br />

de la Imperial Ciudad de México en la América.<br />

1760” en Memorias de las obras del sistema de<br />

drenaje profundo del Distrito Federal, DDF, Talleres<br />

Gráficos de la Nación, vol. 4, Atlas de planos<br />

técnicos e históricos, plano II.2, México, 1976.<br />

(detalle de la ruta seguida por la procesión)<br />

y corresponde al deseo de que el poder taumatúrgico de<br />

la imagen beneficie a la mayor superficie de la ciudad<br />

posible. Su recorrido, por lo tanto, es un acto de resacralización<br />

y significación pública de los espacios<br />

urbanos y religiosos más destacados en su entorno.<br />

El elemento arquitectónico religioso de mayor<br />

importancia en el cuadro, además de la catedral y<br />

el convento de la Encarnación, es la capilla de los<br />

talabarteros dedicada a la Santa Cruz y mencionada<br />

en la introducción. Esta se encontraba casi en el cruce<br />

de las actuales calles de Monte de Piedad y Tacuba.<br />

(Foto. p. 34) Los talabarteros (o guarnicioneros)<br />

tenían sus casas justo frente al lado norte de la catedral<br />

y formaron una hermandad. Si bien desde 1607<br />

iniciaron gestiones para colocar una cruz fue hacia<br />

1643 que lo consiguieron y en 1667 fue colocado un<br />

chapitel para cubrirla. Este aspecto (anterior al año<br />

de 1751 en que se reedificará la obra para rehacer la<br />

bóveda, las claraboyas y las puertas) es precisamente<br />

el que es posible apreciar en nuestra pintura. 32<br />

Encrucijada


A<br />

B<br />

C<br />

D<br />

E<br />

1<br />

2<br />

3<br />

4<br />

Catedral<br />

Convento de la encarnación<br />

Santa Catalina<br />

San Ildefonso<br />

Iglesia de San Gregorio<br />

Calle Talabarteros<br />

Calle Escalerillas (Guatemala)<br />

Calle Donceles<br />

Calle San Ildefonso/González Obregón<br />

Convento de la Encarnación<br />

con las dos torres<br />

1<br />

33<br />

A<br />

B<br />

D<br />

C<br />

2<br />

3 4<br />

E<br />

Encrucijada


En el lado derecho del lienzo, al final de la procesión,<br />

se ubican los maceros presidiendo al cuerpo de<br />

regidores y alcaldes (ayuntamiento de la ciudad) y a la<br />

Real Audiencia, todos con sus respectivas pelucas. Los<br />

primeros constituyen un grupo de aproximadamente<br />

diez o doce caballeros vestidos de civil atrás de los<br />

cuales se ubican dos señores con toga y varas que<br />

–quizá- sean los alguaciles de la sala del crimen de<br />

la Audiencia (que rondaban la ciudad de noche para<br />

evitar tropelías) tras los cuales -finalmente- marchan<br />

los ministros de la Real Audiencia. El siguiente grupo<br />

hacia el lado izquierdo, también presidido por un<br />

par de maceros, está constituido por señores doctores<br />

universitarios. (Foto p. 34) Aquí cuatro individuos<br />

traen dos mucetas, una azul abajo y una blanca<br />

sobrepuesta. Esta última corresponde a la facultad<br />

mayor de teología, en que están doctorados, mientras<br />

que la azul a la de filosofía o artes que, al ser facultad<br />

menor, sólo otorgaba como grado máximo el de<br />

maestro. Así, las mucetas y borlas de color blanco y<br />

34<br />

Atribuidos al obrador de los Cora. Puebla de los<br />

Ángeles (México): San José con el Niño, anterior a<br />

1794. Parroquia de Santo Domingo.Las Palmas de<br />

Gran Canaria, Gran Canaria. Foto: PFAM.<br />

(Página siguiente) Anónimo (México): Virgen de<br />

Las Angustias, c. 1741. Ermita de Las Angustias.<br />

Icod de Los Vinos, Tenerife. Foto: Juan Gómez<br />

Luis-Ravelo.<br />

Encrucijada


azul evidencian que se trata de doctores en teología<br />

y maestros de filosofía o artes. Algo curioso es que el<br />

pintor los ha representado en plena discusión. Dado<br />

que sus hábitos simultáneamente muestran que se trata<br />

de tres frailes (dominico, franciscano y mercedario)<br />

y un sacerdote secular, es posible aventurar que la<br />

controversia tiene que ver con su precedencia en la<br />

(Página anterior) Anónimo, Solemne procesión<br />

que hizo la Ciudad de México a la imagen<br />

de Nuestra señora de Loreto (detalle que muestra<br />

la capilla de Talabarteros). Foto: Pedro Ángeles,<br />

[AFMT /IIE].<br />

(Izquierda) Francisco Martínez, José de Lanciego<br />

y Eguilas, siglo XVIII, óleo sobre tela, 113 x<br />

84 cm., colección Museo Nacional del Virreinato.<br />

Foto: Museo Nacional del Virreinato.<br />

(Derecha) Anónimo, Antonio Villaseñor y<br />

Monroy, siglo XVIII, óleo sobre tela, colección<br />

Museo Nacional del Virreinato. Foto: Museo Nacional<br />

del Virreinato.<br />

procesión. 33 Esto no era un fenómeno infrecuente<br />

en los acontecimientos públicos novohispanos y,<br />

simultáneamente, sirve para activar la composición y<br />

dar cierto movimiento al cuadro. Dentro de este mismo<br />

grupo de universitarios la pluralidad es evidente.<br />

Vemos a algunos con muceta amarilla (de la facultad<br />

de medicina), otros con verde (en derecho canónico o<br />

cánones) y otros más con muceta y borla roja insignias<br />

que aluden a la facultad de Leyes o Jurisprudencia.<br />

Además, se han representado dos modelos distintos de<br />

bonetes; al parecer, para distinguir a los universitarios<br />

seglares o laicos de los eclesiásticos. Curiosamente, un<br />

canonista (de verde) ubicado entre unos y otros lleva<br />

su atención hacia la discusión que tiene lugar entre<br />

los doctores eclesiásticos. 34<br />

El grupo siguiente ocupa el lugar protagónico del<br />

cuadro y en él encontramos al arzobispo José de<br />

Lanciego y Eguilas (1655-1728) -mirando hacia<br />

fuera de la composición- acompañado de miembros<br />

de su cabildo y del clero de la catedral, los cuales<br />

portan velas – ya casi consumidas -, cargan las andas y<br />

horquillas o sostienen las varas del palio de la preciada<br />

35<br />

Encrucijada


36<br />

Anónimo (La Habana): San José con el Niño,<br />

anterior a 1773. Parroquia de San Juan Bautista.<br />

La Orotava, Tenerife. Foto: Alfonso Baute/Narciso<br />

Borges.<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

37


38<br />

imagen. 35 El máximo gobernante eclesiástico de la<br />

Iglesia indiana va presidido por dos capitulares uno<br />

con capa pluvial y otro con dalmática, y seguido por<br />

su caudatario que lleva la capa magna y, seguramente,<br />

también por su capellán o maestro de ceremonias.<br />

Asimismo, lo flanquean los capitulares que hicieron el<br />

oficio de diácono y subdiácono y que, al igual que el<br />

clero de la catedral, visten sotanas negras y sobrepelliz<br />

con sus respectivos espolones en las mangas. 36 Sin<br />

embargo, aquí, de la misma manera que el prelado,<br />

no portan sus bonetes en la cabeza sino que los llevan<br />

en las manos. El pintor ha tenido el cuidado de<br />

presentar con detalle el estricto protocolo que seguían<br />

estos acontecimientos. No sólo ha retratado al prelado<br />

sino también al deán Antonio Villaseñor y Monroy<br />

quien, como vemos, se colocó a su lado derecho y<br />

fungió como su diácono durante la procesión. 37 (Foto,<br />

páginas anteriores) Mucho más adelante, en la parte<br />

superior izquierda del cuadro, es posible distinguir<br />

a los grupos de religiosos mercedarios, agustinos,<br />

franciscanos y dominicos, ordenados por antigüedad<br />

y portando cruces y ciriales, que ya han abandonado<br />

el templo del convento de la Encarnación. (Foto p.<br />

26) Su identificación se ha realizado en parte con la<br />

ayuda de dos manuales de ceremonias de la catedral<br />

de México: el Diario Manual de 1751 y el Costumbrero<br />

de 1819. Estas fuentes nos permiten sugerir que quizá la<br />

procesión fue encabezada por todas las cofradías con sus<br />

respectivas insignias, tanto las de españoles como las de<br />

indios y portando luces así como por las terceras órdenes<br />

también con cruces y velas -que difícilmente se identifican<br />

en el cuadro- y que el virrey, de haber asistido, habría<br />

cerrado la comitiva. 38 Además de los personajes y grupos<br />

identificados, sobresale una multitud de individuos<br />

indiferenciados en todos los rincones posibles. Algunos<br />

ostentan desde sus ventanas o balcones (algunos con<br />

celosías de madera o rejas de metal) coloridas colgaduras<br />

vistiendo con ello al espacio público.<br />

Finalmente, en el marco (moderno) que circunda<br />

este monumental óleo sobre tela hay una cartela en<br />

donde se lee un texto que muy bien puede tratarse<br />

de la trascripción de un texto proveniente del marco<br />

original: Solemne procesión que hizo la Ciudad de<br />

México a la imagen de Ntra señora de Loreto implorando<br />

el socorro, por la peste desoladora del sarampión en el<br />

año de 1726. (Foto pp. 24-25)<br />

De acuerdo con la inscripción podría pensarse que la<br />

pintura registra una de las procesiones y rogativas<br />

organizadas en la ciudad de México para mitigar los<br />

efectos de la epidemia y sus primeros brotes ocurridos<br />

desde 1726. Sin embargo, ni el cabildo de la ciudad<br />

o de la catedral la menciona en sus actas en este año<br />

o en los siguientes. 39 Debido a la fuerza que cobró<br />

la enfermedad entre la población a partir de 1727<br />

hay más testimonios de lo ocurrido. Por parte del<br />

Ayuntamiento, el día 3 de octubre se presentaron los<br />

señores Gaspar Madrazo Escalera corregidor y don<br />

Luis Inocencio de Soria Velásquez alguacil mayor,<br />

conde del Fresno de la Fuente, Juan de la Peña y<br />

(Página anterior) Anónimo, Solemne procesión…<br />

(detalle que muestra José de Lanciego y<br />

Eguilas y Antonio Villaseñor y Monroy). Foto: Pedro<br />

Ángeles, [AFMT /IIE]<br />

Anónimo, Solemne procesión… (detalle). Foto:<br />

Pedro Ángeles, [AFMT /IIE]<br />

Encrucijada


José Vela regidores, para proponer que se hiciera un<br />

novenario a uno de sus santos patronos y que en el<br />

último día se realizara una procesión de penitencia.<br />

Para tal efecto, se prepararon distintos papelitos con<br />

los nombres de distintas devociones como la Virgen<br />

de los Remedios, san Antonio Abad, santa Teresa de<br />

Jesús, san Francisco Xavier, san Nicolás Tolentino, san<br />

Bernardo, san Hipólito, san Gregorio Taumaturgo,<br />

san Fernando, santo Domingo, santa Rosalía, san<br />

Roque, san Lázaro, san Marcial y santa Quiteria;<br />

incluso se incluyó un papelito con la palabra “suerte”.<br />

En el octavo sorteo salió el nombre de san Nicolás<br />

Tolentino. Por ello se determinó que el novenario<br />

empezaría el miércoles 8 de septiembre y terminaría<br />

el jueves 16, con un sermón y por la tarde saldría la<br />

procesión de penitencia con la imagen de san Nicolás<br />

Penitente y la del Cristo de Totolapa. También se<br />

acordó que se invitaran a los prelados de las sagradas<br />

religiones para que asistieran a la misa y sermón del<br />

último día, además de imprimir papeles para fijarse<br />

en todas las iglesias. 40<br />

En el caso del cabildo catedral, ese mismo día,<br />

también se reunió como era costumbre. 41 La sesión<br />

fue presidida en la sala capitular por el deán don<br />

Antonio de Villaseñor y Monroy 42 y a ella asistieron<br />

el maestrescuela Martín de Elizacochea, Tomás<br />

Montaño, el canónigo lectoral Juan de Aldave así<br />

como los capitulares José Llabres, Sebastián Salas,<br />

José Pasilla, Luis Urpierres, Pedro de los Ríos, Luis<br />

Torres, Juan de Castro, Juan de Gracia, Francisco<br />

de Meñaca, Francisco Navarijo, Joaquín Zorrilla,<br />

Bartolomé de Ita 43 , Miguel de Luna y Francisco de<br />

Fábregas. Entre los asuntos del día, se registró al<br />

margen “Sobre novena Santa Rosalía por la gravedad<br />

de la enfermedad del sarampión”. 44 La propuesta fue<br />

una iniciativa del deán, a quien le parecía conveniente<br />

se rezara un “novenario con letanías” para que “por<br />

su intercesión se aplaque la ira de Dios” puesto que<br />

la ciudad estaba “infestada de la enfermedad del<br />

sarampión”. Ésta debía empezar al día siguiente que<br />

era sábado “poniéndose la santa imagen en el altar<br />

mayor”. Lo cual fue aprobado por el resto del cabildo<br />

y se sugirió que fuera con plegaria para que asistiera<br />

“todo el pueblo a pedir la santa su ayuda y socorro en<br />

tanto conflicto”.<br />

Sorprendentemente, no existe un registro documental<br />

en las actas de los cabildos de la ciudad y la catedral<br />

sobre la procesión de la Virgen de Loreto de 1727.<br />

Aun así, sabemos por diversas fuentes, incluyendo<br />

el sermón mencionado antes, que el domingo 19<br />

de octubre a instancias del ilustrísimo señor don<br />

Carlos Bermúdez de Castro (1669-1729), arzobispo<br />

de Manila y antes canónigo doctoral de la iglesia<br />

metropolitana; la imagen de la Virgen de Loreto<br />

salió de su casa y que en la catedral se le celebró un<br />

novenario antes de regresar en solemne procesión el<br />

día miércoles 29 de octubre. 45 Dado el recorrido de<br />

la marcha en el cuadro, es evidente que representa<br />

el regreso de la imagen a su templo. A este respecto,<br />

Cayetano de Cabrera y Quintero registró que en 1727,<br />

gracias a la intercesión de la Virgen de Loreto, se curó<br />

a la ciudad de la epidemia disfrazada de sarampión 46<br />

y en enero de 1728 la Gaceta de México publicó que el<br />

mal ya había cesado “del todo” en la ciudad. 47<br />

La ausencia de un registro sobre la procesión en las<br />

actas de los cabildos eclesiástico y civil se explicaría<br />

por la inusual manera en que otra fuente sugiere<br />

que surgió dicho acontecimiento. 48 De acuerdo<br />

con la Historia de la Compañía de Jesús de Francisco<br />

Javier Alegre, en la epidemia de sarampión de 1727<br />

los jesuitas tuvieron que asistir a los enfermos y los<br />

moribundos. Además de las confesiones, repartieron<br />

alimentos, medicinas y ropa entre los pobres pero<br />

A pesar de todas las precauciones que el<br />

excelentísimo señor marqués de Casafuerte<br />

y todos los principales sujetos de la ciudad<br />

tomaban para apagar el incendio, no parece<br />

sino que le ministraban pábulo para nuevas<br />

creces. Agotados todos los remedios humanos,<br />

procuraron algunos devotos, por medio<br />

del excelentísimo señor Carlos Bermúdez<br />

de Castro se sacase en procesión por toda<br />

la ciudad la imagen de nuestra Señora de<br />

Loreto, que se venera en nuestra iglesia<br />

de San Gregorio. Salió efectivamente con<br />

extraordinario concurso y solemnidad. En el<br />

camino pasó el venerable deán y cabildo de la<br />

Santa Iglesia Metropolitana, un oficio al padre<br />

provincial pidiéndole su beneplácito para<br />

39<br />

Encrucijada


40<br />

conducir a la Catedral la Soberana imagen, y<br />

hacerle allí un solemne novenario. No pudo<br />

el padre Andrés Nieto dejar de condescender<br />

a la súplica del cabildo eclesiástico, que lo era<br />

de toda la ciudad, ni la piadosísima Madre de<br />

Dios dejar de manifestar cuanto se agradaba<br />

de aquel obsequio. 49<br />

La idea de que el novenario en la catedral fue<br />

improvisado también se menciona en uno de los<br />

prólogos (o pareceres) que aparecen en la publicación<br />

del sermón de Ita y Parra. 50 La anécdota, especialmente<br />

como la describe Alegre, ayudaría a entender el detalle<br />

que vemos en la esquina inferior izquierda del cuadro,<br />

la cual corresponde con la esquina en la que toda la<br />

procesión da vuelta a la calle. Un grupo de sacerdotes,<br />

quizá los jesuitas saludan a los miembros del clero<br />

secular que van pasando por ese sitio con venias y<br />

quitándose el bonete. De ser así, probablemente uno<br />

de ellos representaría a Andrés Nieto, 51 Provincial<br />

de la Compañía de Jesús entre 1726 y 1729 y, por<br />

ende, conmemoraría el mismo gesto ceremonial que<br />

marcó el pacto entre jesuitas y cabildo eclesiástico<br />

para permitir la entrada de la Virgen en catedral,<br />

una decisión que seguramente no fue tan espontánea<br />

como refiere Alegre.<br />

Como cronista de la Compañía de Jesús, Francisco<br />

Javier Alegre tenía a su disposición copiosa información<br />

para poder documentar su riquísima Historia. De<br />

hecho, sabemos que entre los jesuitas circulaba un<br />

manuscrito sobre la Virgen de Loreto entorno a 1728 y<br />

que querían publicar. 52 Dada su fecha tan próxima a la<br />

epidemia de 1727, es muy probable que describiese en<br />

mayor detalle la procesión de ese momento. Aunque<br />

su paradero nos es desconocido, una de las fuentes<br />

que sin duda debió conocer Alegre es la biografía del<br />

Padre Salvatierra escrita por Venegas y mencionada<br />

antes. Cotejar ambas versiones de la procesión es<br />

interesante en cuanto que Venegas privilegia al<br />

arzobispo por encima de Bermúdez de Castro como<br />

iniciador de la misma. Venegas dice:<br />

Y quando no bastaban los remedios humanos,<br />

acudió a los divinos el Ilmo. Señor D. Fr.<br />

Joseph Lanziego y Eguilaz Arzobispo que era<br />

de México, se determinó a que la Santissima<br />

Imagen Lauretana se llevasse en Processión<br />

desde la Iglesia de S. Gregorio a la Santa<br />

Iglesia Catedral. En ella se hizo un Novenario<br />

de Missas solemnes con assistencia de los<br />

dos Cabildos Eclesiásticos, y Secular. Y todas<br />

las Sagradas Religiones alternándose por su<br />

orden se ofrecieron a ir en Comunidad a<br />

cantarle en la Iglesia Cathedral la Salve, y las<br />

letanías de nuestra Señora. Y el ultimo día<br />

se celebró con sermón, que predico el Dr. Y<br />

Mro. D. Bartholomé de Yta, y Parra, entonces<br />

Canónigo Magistral de la Iglesia Cathedral.<br />

Acabado el Novenario se restituyó la Sagrada<br />

Imagen a la Iglesia de S. Gregorio con solmene<br />

Processión (…) quedándose por bien servida de<br />

tan fervorosos obsequios, purificó los ayres, y<br />

desterró los malignos influxos, que dominaban<br />

en México, y restituyo a la Ciudad la sanidad<br />

desseada. 53<br />

Como vemos, quienes dan cuenta de esta salida e<br />

insisten en que la iniciativa de la rogativa surgió del<br />

cabildo eclesiástico (ya sea el arzobispo Lanciego y<br />

Eguilas o Bermúdez de Castro) y no de la Compañía<br />

son -sobre todo- los jesuitas, aunque también Cabrera<br />

y Quintero y el canónigo de la catedral Bartolomé<br />

Felipe de Ita y Parra. En este aspecto las fuentes y la<br />

pintura coinciden y otorgan mayor protagonismo a<br />

miembros del cabildo y el entorno del arzobispo. De<br />

esta manera, la pintura contribuye a conmemorar el<br />

respaldo que las más altas autoridades eclesiásticas le<br />

dieron a la Virgen de Loreto en este momento. Los<br />

jesuitas, por contraste, se “marginan” aunque, como<br />

hemos visto, sólo aparentemente puesto que quizá<br />

aparecen en la esquina del primer plano, saludando<br />

al clero secular. 54 Este detalle nos hace pensar que<br />

el patrocinador del cuadro pudo haber sido un<br />

miembro del cabildo – quizás el propio Bermúdez de<br />

Castro (aunque su retrato en el cuadro todavía no se<br />

ha podido identificar) - pero también algún jesuita.<br />

Entre ambas posibilidades, está la idea de la fructífera<br />

colaboración que a menudo surgía de la extensa red<br />

de relaciones sociales y religiosas que manejaba la<br />

Compañía de Jesús y que en este caso, les pudo ayudar<br />

a promover una devoción que iba en aumento en las<br />

primeras décadas del siglo XVIII. Pasados unos años,<br />

Encrucijada


estos grandes lienzos eran los que construían historia<br />

y memoria para un público general. De haber estado<br />

colgada en alguna parte de la iglesia de San Gregorio,<br />

este cuadro celebraría un acto en el cual la ciudad de<br />

México buscó auxilio en la Virgen de Loreto y sus<br />

más altas autoridades religiosas y civiles le brindaron<br />

todo su apoyo.<br />

Diez años después: la epidemia de<br />

1727 frente a la de 1737<br />

Si se inserta la epidemia de 1727 dentro de una<br />

historia más amplia de la Virgen de Loreto en la ciudad<br />

de México, es evidente que fue a partir del éxito que<br />

tuvo la imagen en salvaguardarla en esta ocasión que<br />

su culto creció notablemente. Es más, el cambió más<br />

significativo en el culto fue la mayor participación de las<br />

autoridades civiles en sus sucesivas fiestas, en especial en<br />

Iglesia de San Pedro Apóstol de la localidad de<br />

San Pedro Zocatenco, en la delegación Gustavo A.<br />

Madero. D. F. Foto: Pedro Ángeles, [AFMT /IIE]<br />

el novenario que celebraba el nacimiento de la Virgen el<br />

8 de septiembre. Como recuerda Francisco Javier Alegre,<br />

a partir de su auxilio divino en 1727:<br />

En agradecimiento de tan señalado favor,<br />

determinó la ciudad asistir anualmente en<br />

cuerpo de cabildo a la fiesta que el día 8 de<br />

setiembre se le hace en dicho seminario. Las<br />

sagradas religiones tomaron a su cargo los<br />

nueve días antes, venir a hacer a su costa un<br />

día de la novena, como hasta ahora pocos<br />

años se ha practicado con edificación de toda<br />

la ciudad y grande aumento de la devoción<br />

para con la santa Casa de Nazaret .55<br />

Además, la Gaceta de México del mes de junio de 1734<br />

corrobora que en los siguientes años, el cabildo volvió<br />

a recurrir a la protección de la Virgen de Loreto en<br />

momentos de crisis. Esta vez, la Gaceta conmemoraba la<br />

asistencia del “Noble Ayuntamiento” para un novenario<br />

de la Virgen “a expensas de la Nobilissima Ciudad”<br />

con el fin de librar la población de un contagio de<br />

viruelas. 56 Cuando llegó la epidemia más devastadora<br />

41<br />

Encrucijada


42<br />

de esta época, el Matlazahuatl de 1736-39, una<br />

de las primeras imágenes a las que se recurrió para<br />

pedir auxilio fue la Virgen de Loreto precisamente<br />

porque había salvado a la ciudad recientemente.<br />

Según el cronista de la epidemia, Cayetano Cabrera<br />

y Quintero, el cabildo secular fue el que acudió al<br />

arzobispo-virrey para solicitar que se buscase el<br />

consuelo en la Virgen de Loreto dadas las buenas<br />

experiencias anteriores. El primer paso fue la decisión<br />

de celebrar un novenario en la iglesia, trasladando<br />

la imagen de su casa-capilla al altar mayor el día 17<br />

de diciembre de 1736. Unas semanas después ante<br />

“la devoción constante de algunos [que] porfiaba en<br />

sacar el remedio de Loreto,” 57 se decidió organizar<br />

una procesión. Sin embargo, en esta ocasión la Virgen<br />

de Loreto no fue a la catedral, donde ya se estaba<br />

planeando una procesión con una de las grandes<br />

imágenes protectoras de la ciudad y además una de<br />

las más antiguas, la Virgen de los Remedios. Dada<br />

esta competencia, la Virgen de Loreto salió de San<br />

Gregorio camino de la iglesia jesuítica de la Profesa. 58<br />

En su recorrido pasó primero por el convento Nuevo<br />

de Santa Teresa, después por Santa Inés y Santa<br />

Teresa la Antigua hasta llegar a la catedral donde fue<br />

recibida por el cabildo eclesiástico. En el interior de<br />

la catedral hizo un recorrido pasando por sus dos<br />

nuevos órganos hasta el altar mayor y de ahí a un altar<br />

portátil en la crujía hasta que salió otra vez, ya rumbo<br />

de la Profesa donde la esperaban los jesuitas en la<br />

calle. Al igual que la procesión que vemos en nuestro<br />

cuadro, la impresión es que los jesuitas dejaron que<br />

otras autoridades religiosas y civiles se encargaran<br />

de llevar la imagen, cediendo así el protagonismo.<br />

Cuando la imagen volvió a San Gregorio, el 29<br />

de enero de 1737, llevó otro rumbo; sin embargo,<br />

pasó por el Monasterio de la Encarnación, como<br />

en nuestro cuadro. 59 En esta ocasión, sabemos con<br />

certeza que los indios participaron en la procesión,<br />

especialmente los de las parcialidades de Santiago<br />

y San Juan, barrios indígenas de donde procedían<br />

muchos de los indios que eran miembros de la<br />

Congregación de la Buena Muerte fundada en la<br />

iglesia de San Gregorio en 1711. 60 Por eso, es de<br />

suponer que también participaron en las procesiones<br />

anteriores aunque no se vean en nuestro cuadro. A<br />

pesar del creciente apoyo que había experimentado<br />

el culto a la Virgen de Loreto en la década de 1720 y<br />

1730, al final, no fue ni la Virgen de Loreto ni la de los<br />

Remedios quienes salvaron a la ciudad en 1737 sino<br />

la Virgen de Guadalupe. 61 De no ser así, la historia<br />

devocional de México hubiera sido muy distinta a<br />

la que conocemos, y conociéndola, sabemos que no<br />

pudo ser de otra manera. Aún así, el contexto de la<br />

procesión de 1737 nos revela la excepcionalidad que<br />

supuso la epidemia del sarampión para la Virgen de<br />

Loreto en 1727. En esa ocasión, única en su historia,<br />

el recorrido de la imagen terminó en la catedral y<br />

tuvo todo el apoyo del arzobispo para ello. A partir<br />

de ese momento, el cabildo civil iría a la iglesia de San<br />

Gregorio para la fiesta de la Virgen. Así, la procesión<br />

que vemos en el cuadro abre una nueva etapa para<br />

esta devoción en Nueva España donde ha logrado<br />

trascender el ámbito jesuítico de San Gregorio.<br />

La procedencia del cuadro y el<br />

paradero de la imagen<br />

Al analizar las obras pictóricas que se enlistaron en el<br />

inventario del colegio y la iglesia de San Gregorio en<br />

1774, se ha podido comprobar que no está registrado<br />

el cuadro de la procesión por la epidemia de 1727. Para<br />

esas fechas, no se encontraba ni en la capilla ni en el<br />

camarín de la Virgen. Es posible que el inventario no<br />

lo registró por ser considerado como un exvoto puesto<br />

que dejaba constancia material de la intercesión de la<br />

Virgen sobre la ciudad al liberarla de la epidemia. En<br />

el inventario del colegio tampoco se asentó su presencia,<br />

ya que en el único lugar que se menciona una obra<br />

asociada a la Virgen de Loreto es la escalera principal<br />

donde se había colocado “un lienzo grande de la santa<br />

Casa con marco dorado” y dos retratos del padre Zappa y<br />

compañeros. 62 A pesar de estos silencios documentales,<br />

es importante tener en cuenta que entre la expulsión<br />

de los jesuitas en 1767 y el inventario de 1774, pasaron<br />

varios años y muchos objetos habían desaparecido de<br />

todas las instituciones jesuíticas mientras que otros<br />

no eran adecuadamente descritos por los inventarios.<br />

A parte de que parece su sitio natural, otra pista que<br />

sitúa la pintura como procedente de San Gregorio<br />

se encuentra en la reconstrucción de la historia de la<br />

iglesia de San Pedro Zacatenco de Horacio Sentíes.<br />

Este autor anota que el cuadro fue adquirido en la<br />

antigua iglesia de Loreto junto con un púlpito de<br />

cedro, dos piletas del tecali, cuatro imágenes de bulto<br />

Encrucijada


doradas, una puerta grande con reja, torneada de<br />

cedro, una mesa chica, un campanil, un óleo de la Casa<br />

de Loreto y cuatro lienzos de una vara de los Santos<br />

Doctores de la Iglesia. 63 Según Sentíes estas obras se<br />

compraron para la capilla de la Virgen del Rosario<br />

que a excepción de su cimborrio se había completado<br />

en 1804: 64 el cimborrio de 1827 marcaba una nueva<br />

etapa decorativa para la capilla que en conjunto<br />

gozó de una serie de importantes patrocinadores. 65<br />

Mientras tanto, la iglesia de San Gregorio vivía sus<br />

propias transformaciones. Tras la expulsión de los<br />

jesuitas, la iglesia estuvo cerrada varios años y la<br />

escultura de la Virgen fue trasladada temporalmente<br />

a la iglesia del convento de la Encarnación. 66 Para<br />

1777, la imagen volvía a la iglesia ya que ésta se<br />

reabrió por decisión de la Junta de Temporalidades. 67<br />

Años más tarde, en 1807 fue necesario trasladarla<br />

de nuevo, esta vez a Santa Teresa la Nueva debido<br />

al estado ruinoso del templo 68 que en 1809 iniciaría<br />

su completa reconstrucción. La nueva iglesia de<br />

Loreto fue construida por los arquitectos Ignacio de<br />

Castera y José Agustín Paz y se completó en 1816. La<br />

transacción de objetos, incluyendo nuestro cuadro,<br />

entre estas dos iglesias pudo tener lugar hacia 1809,<br />

cuando el inmueble se cerró para dar paso a la nueva<br />

construcción de la iglesia de Loreto en su sitio; o<br />

bien, alrededor de 1832 cuando el nuevo templo de<br />

Loreto se empezó a hundir y tuvo que volver a cerrar<br />

sus puertas. Como ya hemos visto, por esas mismas<br />

fechas, se estaba edificando la capilla de la Virgen del<br />

Rosario en la iglesia de San Pedro Zacatenco y, como<br />

sucedió con tantos otros templos, muy bien pudo<br />

aprovechar las ventas de obras antiguas de iglesias que<br />

se estaban remodelando o reedificando.<br />

Si bien se ha podido recuperar el cuadro de<br />

la procesión de la Virgen de Loreto que seguramente<br />

estuvo colgado en San Gregorio y representa una<br />

pieza clave para la historia del arte de este género<br />

artístico así como para el conocimiento de la historia<br />

religiosa de la ciudad de México en el siglo XVIII,<br />

el paradero de la imagen original de la Virgen de<br />

Loreto es todavía una incógnita. 69 Después de haber<br />

estado cerrada muchos años, la iglesia de Loreto<br />

reabrió en 1850, nuevamente trayendo la imagen<br />

desde San Pedro y San Pablo a donde había ido a<br />

parar después del cierre de 1832. Sin embargo, para<br />

esas fechas, el aspecto de la iglesia había cambiado<br />

considerablemente y según fuentes contemporáneas,<br />

ya no había una réplica de la Casa de la Virgen en<br />

su interior. 70 Los gustos artísticos y devocionales del<br />

siglo XIX impusieron cambios definitivos que bien<br />

pudieron afectar la imagen misma. Actualmente, el<br />

nicho central del retablo mayor de la iglesia de Loreto<br />

alberga una imagen de vestir de esta devoción y de<br />

difícil acceso. En el futuro, el proyecto Bajo el signo<br />

de Proteo que incluye un Seminario de investigación en<br />

torno a la escultura novohispana y tiene su sede en el<br />

Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM tiene<br />

previsto investigar un conjunto de esculturas de la Virgen<br />

de Loreto que se encuentran en diversas colecciones e<br />

iglesias de México con el fin de intentar aclarar la relación<br />

entre ellas y quizá localizar la original que vemos en el<br />

cuadro de la procesión o la reproducción novohispana de<br />

43<br />

Encrucijada


1615 que se realizó para la iglesia de la Profesa y sólo<br />

ha sido documentada por Clara Bargellini. 71 Mientras<br />

tanto, quedan otras incógnitas pendientes sobre esta<br />

obra pictórica, como son su autoría y datación 72 y la<br />

identificación de otros personajes que aparecen en el<br />

primer plano y que seguramente son retratos.<br />

del clero encabezaron una procesión alrededor de<br />

la catedral Metropolitana de México al Cristo de la<br />

Salud. Así, una vez más la ciudad solicitó el socorro<br />

divino a través de una escultura que, -según informó<br />

el periódico Reforma- salió por última vez en 1691,<br />

a raíz de una epidemia de viruela negra. 73<br />

Ca s i 300 a ñ o s d e s p u é s<br />

****<br />

Por coincidencia, este breve estudio se presenta<br />

el mismo año en que la ciudad de México sufrió<br />

una emergencia sanitaria sin precedente. Tal como<br />

sucedió en tiempos virreinales, aunque ahora con la<br />

precaución del cubrebocas, las imágenes cobraron<br />

vida en los momentos más álgidos. El pasado 26 de<br />

abril mientras algunos se recluían en sus hogares para<br />

frenar el contagio, otros recurrían a la efectividad<br />

de las imágenes como mediadoras entre lo terrenal<br />

y lo celestial. Fue con este espíritu que miembros<br />

(Página anterior). Anónimo, Solemne procesión…<br />

(detalle del engalanado de las ventanas con<br />

vistosas colchas). Foto: Pedro Ángeles, [AFMT /<br />

IIE]<br />

Imagen 12 Imelda García, “Realizan procesión<br />

por salud en Catedral” en Periódico Reforma, domingo<br />

26 de abril de 2009. http://busquedas.gruporeforma.com/reforma/Documentos/<br />

DocumentoArtCom.aspx<br />

44<br />

Encrucijada


APENDICE DOCUMENTAL*<br />

AGN, Temporalidades, vol. 173, exp. 5, fs. 18v-22.<br />

Marzo 23 de 1774<br />

Capilla de Nuestra Señora<br />

[f. 18v]<br />

El nicho forrado por dentro por la pared al<br />

camarín en plata con ancho de más de media vara<br />

y por la parte de la capilla con vidrios azogados<br />

de que falta una luna de las de a tercia, y en<br />

dicha plata sobrepuestos y encajados en unos como<br />

óvalos sobredorados, 11 relicarios grandes los<br />

seis reliquias de santos y los cinco ceras de Agnus<br />

y cuarenta y tres relicarios de plata medianos<br />

sobredorados sus círculos los 23 de ellos ceras<br />

de Agnus, que debiendo ser 24 falta uno<br />

de su sitio, y los veinte restantes de varias reliquias<br />

de santos.<br />

Ítem: La puerta del marco por parte del camarín<br />

se halló desarrajada, y dicho marco<br />

está cubierto de plata liso con 10 flores o<br />

sobrepuestos de lo mismo sobre dorados.<br />

Ítem: La vidriera por la parte del camarín<br />

se compone la de dicha puerta de cuatro vidrios<br />

2 y 2 chicos que hacen el medio<br />

punto y a los lados 13 vidrios finos y dos tiras.<br />

Ítem: El dicho nicho por la parte de la capilla<br />

tiene su marco de plata y en el medio punto<br />

una tarja de lo mismo sobredorada que hace<br />

[f. 19]<br />

como punta de tres dedos y sobrepuestos en<br />

el marco 5 votos o atributos de playa sobre<br />

dorada y al pie de dicho marco una tarjeta<br />

también de plata sobredorada en cuyo ovalito<br />

están pintadas unas armas, y aunque<br />

en el inventario del tiempo de la expatriación<br />

que dice que al pie del marco hay dos botecitos<br />

de plata con ramilletes de flores no son<br />

sino dos jarritas de madera plateada = Y en<br />

dicho nicho finca sobre pie o repisa de plata<br />

siendo de advertir que el alto de dicho nicho es<br />

de poco menos o tarja con un Espíritu Santo su<br />

resplandor y cuatro ángeles todo de madera<br />

dorada y pintada y varias flores de mano y<br />

buche [sic] = Ítem: El retablo o colateral en que<br />

dicho nicho está colocado es todo de plata que<br />

desde el pie o michinal [sic] de madera en que<br />

finca forma dos cuerpos en el primero cuatro<br />

pilastras un nicho en cada lado en que están<br />

colocados señor san Joaquín y señora santa Ana de<br />

más de vara con dos arbotantes de plata cada<br />

imagen y al pie de las repisas de ésta<br />

dos marquitos con medias cañas de plata, tres<br />

ceras grandes de Agnus y una mediana en<br />

cada lado del nicho y en el segundo cuerpo<br />

otro de señor san José con sus dos pilastras a los<br />

lados, dos ceras de Agnus grande embutidas, y<br />

[f.19v]<br />

dos retablos o lienzos embutidos donde<br />

comienza el medio punto del segundo cuerpo<br />

del retablo el que en ambos medios cuerpos<br />

del retablo hace el alto como de cuatro<br />

varas, y el ancho como de cuatro, y<br />

media: Ítem: Dos tiborcitos de tercia de<br />

China el uno quebrado: Dos más chicos<br />

Color de café: Dos leones de China: Cuatro<br />

frascos azules de lo mismo: Cuatro ponachos<br />

[sic] de vidrio pintados de azul por dentro.<br />

Ítem: Al pie del nicho está el altar<br />

portátil cuyo frontispicio forma un cuerpo con<br />

dos puertas todo forrado en plata y en lo que<br />

hace sima del banco del altar tiene doce nichos,<br />

dos en medio y diez a los lados con sus vidrieritas,<br />

las una quebradas, y varias reliquias<br />

guarnecidas de plata, las seis de abajo,<br />

y de plata las cuatro de arriba, y la de en<br />

medio de lo mismo sobredorada.<br />

Ítem: Sobre dicho cuerpo y nichos de reliquias del<br />

altar portátil se hallan dos blandoncillos con<br />

tres candeleros cada uno que cargan sobre un angelito<br />

como tres cuartas todo de plata<br />

Ítem: Un candelero en el medio de figura de flores<br />

de plata<br />

Ítem: Cuatro jarritas medianas con sus ramilletes<br />

todo de plata<br />

Ítem: En el banco del altar un frontal de<br />

Plata con una imagen de Nuestra Señora de Loreto<br />

[f. 20]<br />

Ítem: El ara forrada en cotense<br />

Ítem: Al lado del Evangelio está una alacena embebida<br />

en la pared con un marco de plata<br />

45<br />

Encrucijada


46<br />

ancho con su remate de concha, puerta de vidriera<br />

de un vidrio de a vara fino, dentro de cuya alacena<br />

se<br />

percibe por el vidrio una urnita de plata con un<br />

pedazo de manto de seda encarnada, que según el<br />

inventario antiguo se dice ser del original = Una<br />

taza guarnecida de plata con su pie de lo mismo=<br />

dos candeleros de cristal = Dos pichelitos de lo mismo<br />

= Dos platos y una bandejita de cristal = Un<br />

baulito de tecali chiquito = Dos aguilitas, y tres<br />

animalitos pintados = Una carita de plata.<br />

Ítem: Dos niños Jesuses sobre el relicario como de<br />

tres<br />

cuartas con sus túnicas de lustrina encarnada<br />

Ítem: Delante del altar, dos pedazos de barandilla de<br />

seis pilarejos cada uno con cuatro angelitos con sus<br />

candeleros, dos en cada lado, todo forrado en plata<br />

con alma de palo.<br />

Ítem: Un medio punto por dentro de la capilla<br />

encima<br />

de las rejas de cristal enjoyado con marco dorado<br />

Ítem: Dos ángeles de talla que están a los lados de la<br />

capilla<br />

con unas lamparitas de hoja de lata.<br />

Ítem: Una banca que forma tres sillas forradas en<br />

terciopelo carmesí = Dos blancas de atadora [sic] =<br />

Dos<br />

Sillas de brazos = Un farol de hoja de lata, y vidrios<br />

[Al margen: Camarín dicho día]<br />

Un retablo dorado y en él, seis ceras de Agnus<br />

grandes con la oquedad del nicho embutidas en<br />

la madera que les hace ovalitos a los lados de la vidriera,<br />

y encima de ésta en el mismo chaflán<br />

del hueco una laminita con marco de vidritos<br />

además<br />

[f.20v]<br />

de a tercia, donde remata por lo alto en<br />

el retablo, que en su medianía una<br />

imagen de Nuestra Señora de los Dolores con<br />

marco de vidrio azogado, copete de madera<br />

dorado como de una vara, teniéndolo<br />

dos angelitos de madera = Debajo de este<br />

marco está otro también de cristal y<br />

vidriera con sobrepuestos dorados como de media<br />

vara con una cera de Agnus grande, y a sus<br />

lados cuatro láminas de a tercia con marcos<br />

de espejitos y sobrepuestos dorados = Otros seis<br />

marquitos embebidos en el retablo, tres en cada<br />

lado entre sus pilastras las dos con ceras de Agnus<br />

y los cuatro estampas picadas = Bajo de la vidriera<br />

un santo Cristo de una cuarta de pastas<br />

con su vidrierita quebrada, y a su pie el nicho<br />

de sagrario con su vidriera de más de media vara<br />

de alto, y más de dos tercias de ancho con tres espejos<br />

dentro quebrados los dos de los lados y una cajita<br />

de a tercia de largo de vidrios azogados, y<br />

pintados quebrado el de encima = Cuatro láminas<br />

de menos de media vara con sus marcos<br />

de vidrio tachonados de metal dorado, los tres<br />

con remates de unos serafines de bronce dorados<br />

y la una sin él = Dos arbotantes de<br />

cristal en las pilastrillas del retablo uno<br />

en cada lado = Dos leones con sus peanas de chaquira<br />

de varios colores puestos al pie, y lados<br />

de la vidriera = un frontal blanco bordado<br />

[f.21]<br />

de seda de varios colores = Un guardapolvo de<br />

tripe azul viejo = Cuatro candeleros de palo plateados<br />

= un atril de madera muy viejo con el<br />

lavabo = Dos tablitas pintadas de encarnado con<br />

dichos<br />

salmos del lavabo y Evangelio de san Juan = Una<br />

ara de piedra negra de lustre = Un santo<br />

Niño y un san Juan Bautista también de<br />

Niño con sus arandelas de madera doradas<br />

Colgadas de las pilastras de mampostería que están<br />

A los lados del retablo.<br />

Ítem: sobre las dos puertas que entraron al camarín<br />

Hay unos huecos y en ellos dos lienzos de más de a<br />

media<br />

Vara con marcos anchos de talla dorados, el uno de<br />

Nuestra Señora y el otro de señor san José, y a los<br />

lados<br />

de cada uno, dos cuadritos esquinados de a cuarta<br />

de madera dorada.<br />

Ítem: en el país que hace frente al retablo del camarín,<br />

un espejo grande de más de vara con su marco<br />

ancho, de madera y talla dorado = Dos liencesitos<br />

de a cuarta en marquitos dorados antiguos =<br />

Dos marquitos esquinados de a cuarta de madera dorada<br />

= Dos láminas de señor san Joaquín y señora<br />

santa Ana<br />

con marcos negros de más de media vara = Dos<br />

del mismo tamaño de vidrio ahigados [sic] con la<br />

Encrucijada


falta<br />

de tres = Un lienzo como de vara y cuarta de<br />

ancho y vara de alto de nuestra señora con su santo<br />

Niño,<br />

y su marco dorado y negro.<br />

En el lado de la Epístola del camarín un óvalo<br />

como de dos varas y media de alto con marco<br />

dorado y once láminas y marquitos de media<br />

[f.21v]<br />

vara, y más chicos, uno con marcos negros<br />

y otros dorados, los dos de ellos ochavados están<br />

colgados en la pared de dicho lado.<br />

Ítem: Una santa Cruz de vidrio azogado de menos<br />

de media vara con uno como nicho con<br />

Su respaldo de espejo, y su vidriera marco<br />

negro tachonado y guarnecido de bronce<br />

dorado=<br />

Ítem: Dos espejos ochavados con sus marcos antiguos<br />

dorados de más de una tercia = Dos<br />

ovalitos de a cuarta con marquitos dorados<br />

de santos Jesuítas = Dos arandelas doradas<br />

de palo como de tres cuartas = Un lienzo de<br />

vara y media con marco dorado de Nuestra Señora<br />

de la Encarnación = Una lámina de más de tres<br />

cuartas de Nuestra Señora de Guadalupe con marco<br />

dorado antiguo y sus apariciones =<br />

Un lienzo de media vara de Nuestra Señora con su<br />

Niño, y marco dorado antiguo = Un lienzo<br />

de señor san José de más de vara y marco<br />

dorado antiguo.<br />

A el lado del Evangelio una lámina como<br />

De media vara en cuadro de Nuestra Señora de<br />

Guadalupe<br />

y sus cuatro apariciones son sobre<br />

puestos de círculo y flores bordado de seda<br />

su vidriera , marco de cristal azogado y<br />

de talla dorada en su circunferencia = Dos<br />

lienzos de más de vara de alto con marcos<br />

dorados, fondo negro de los santos Nacimientos<br />

de Jesús y María = Dos láminas = Dos cuadritos<br />

en tabla del mismo tamaño de media<br />

vara con marcos negros embutidos<br />

de hueso = Dos como óvalo de madera dorados<br />

y en su circunferencia seis como relicarios<br />

de santitos en cada uno y en medio sus láminas<br />

de señor san José y señor san Antonio = Siete<br />

cuadritos<br />

dorados chiquitos con sus vidrieritas = una cortina<br />

de seda encarnada con su gotera en la venta<br />

na muy vieja.<br />

Ítem: Una araña o mechero de cobre guarnecido<br />

de varias almendras, y cuentas de cristal<br />

con 12 arbotantes, el uno quebrado:<br />

Ítem: Dos candiles de cristal con cuatro arbotantes<br />

cada uno, el uno con dos quebrados, y el otro con<br />

uno<br />

quebrado, y una bola de aingado [sic] el uno.<br />

Ítem: En un nicho embutido en la pared del lado de<br />

la Epístola del camarín un san Miguel de más de<br />

media<br />

vara con peana y todo que parece ser de alabastro, u<br />

otra<br />

piedra especial con su puerta de vidriera de cristal, y<br />

marco<br />

dorado = Dos ángeles de talla de más de media<br />

vara.<br />

En los callejones o trancito catorce de los lados de la<br />

capilla que<br />

dando entrada al camarín catorce cuartos de semicírculo<br />

de pintura de la vida de Nuestra Señora que<br />

hacen mayor<br />

punto sobre las cornisas = Y dos cuadros con marcos<br />

anchos dorados de señor san Joaquín y señora santa<br />

Ana.<br />

47<br />

Encrucijada


48<br />

1 Muy especialmente, agradecemos al Director de la Comisión de Arte Sacro, el Pbro. José Raúl Hernández Schäfler por su apoyo<br />

constante a lo largo de esta investigación. De no ser por su ayuda y la de su asistente Blanca Medina las fotografías aquí presentadas<br />

no habrían sido posibles. Asimismo, agradecemos al coordinador del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, el maestro Pedro<br />

Ángeles, por tomar dichas fotografías. Finalmente, agradecemos al Pbro. Fernando José Gómez Mariño y al evangelizador Antonio<br />

García López por permitirnos el acceso a la capilla en junio del presente año; a Leonor Labastida por ayudarnos en la coordinación<br />

de esta visita y a Luz del Carmen Huerta por su ayuda después de esta sesión fotográfica.<br />

2 Al interior de la capilla se registraron siete óleos sobre tela; dos que representan a la Virgen de Loreto, tres de doctores de la Iglesia,<br />

un crucificado y una María Magdalena. El registro de las obras encontradas en esta capilla fue realizado por la alumna de maestría<br />

Gabriela Rivera quien en aquel momento contaba con una beca del proyecto Catálogo Nacional de Escultura Novohispana, coordinado<br />

por la Dra. Elisa Vargaslugo, a nivel nacional, y por la Dra. Patricia Díaz Cayeros, en el Distrito Federal, y dentro del cual<br />

también participaba la Mtra. Gabriela Sánchez Reyes como becaria. Lamentablemente, en junio del año 2009 durante la visita<br />

realizada para tomar las fotografías del presente estudio, fuimos informadas que el año pasado robaron cuatro pinturas dentro de<br />

las cuales, al parecer, se encuentra la Magdalena así como uno de los doctores.<br />

3 Estas medidas incluyen al marco (moderno) que mide 7 centímetros de ancho en cada uno de sus lados. En una foto tomada el 19<br />

de agosto de 1975 por el INAH, la pintura aparece sin marco pero acompañada de una cartela que ha sido sobrepuesta. (Fototeca<br />

Constantino Reyes-Valerio de la CNMH-INAH-CONACULTA, MXC-56). La coincidencia en su tamaño, hace suponer que es<br />

la misma inscripción que hoy se ubica sobre el marco moderno de la pintura y porta el título de la obra.<br />

4 Además de las pinturas que representan traslados, otras obras que vienen a la mente son aquellas que reflejan la manera en que<br />

la sociedad virreinal recurrió a las imágenes a través de procesiones como los óleos sobre tela anónimos: la Procesión franciscana<br />

de Tlatelolco al Tepeyac implorando la intercesión de la Virgen de Guadalupe para aplacar la peste del cocoliztli de 1544 (siglo XVII)<br />

del Museo de la Basílica de Guadalupe, la Procesión de san Juan Nepomuceno (siglo XVIII) de la colección del Banco Nacional de<br />

México, la Procesión de Santiago Apóstol en el barrio de Tlatelolco (siglo XVIII) de Galerías La Granja y la Procesión con imagen de la<br />

Virgen de la Merced (siglo XVIII) del templo de la Merced en Morelia, Michoacán.<br />

5 Agradecemos a la Dra. Clara Bargellini esta observación.<br />

6 Gerard Decorme, La obra de los jesuitas mexicanos durante la época colonial 1562-1767, México, Antigua Librería Robredo de José<br />

Porrúa e Hijos, 1941, vol. 1, pp. 250-253. Ver también Sonia Ruiz, La Plaza de Loreto, México, INAH, 1971.<br />

7 Juan de Chavarría (1614-1682) fue patrono del convento femenino de San Lorenzo y fue poseedor de una de las fortunas más<br />

grandes en el siglo XVII resultado de sus propiedades agrícolas y ganaderas. De los 36 mil pesos que costó la obra, él pagó 34<br />

mil. Alicia Bazarte, Las cofradías de españoles en la ciudad de México (1526-1869), México, Universidad Autónoma Metropolitana-<br />

Unidad Azcapotzalco, 1989, pp. 241-264. Sobre la vivienda del Capitán próxima a San Gregorio, ver Ruiz, Op. cit., pp. 10-13.<br />

8 Archivo Histórico de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, C.G., t. 120, rollo 2, fs. 112-117v. Copia del extracto de<br />

la creación y principios del Colegio de san Gregorio de esta Capital.<br />

9 Para la historia de la transformación que la imagen sufrió en Nueva España, véase: Luisa Elena Alcalá, “Blanqueando la Loreto<br />

mexicana. Prejuicios sociales y condicionantes materiales en la representación de vírgenes negras”, en María Cruz de Carlos, Pierre<br />

Civil, Felipe Pereda y Cécile Vincent-Cassy (eds.), La imagen religiosa en la Monarquía hispánica, Colección de la Casa de Velázquez<br />

(104), Madrid, 2008, pp. 171-193. En la actualidad, la autora escribe un libro sobre la Virgen de Loreto en la ciudad de México.<br />

10 Francisco de Florencia y Juan Antonio de Oviedo, Zodiaco Mariano (1755), Antonio Rubial (introd.), México, CNCA, 1995,<br />

p. 154.<br />

11 Se desconoce cual era el aspecto de la escultura sin la indumentaria: si al componer la imagen en México se le añadió un cuerpo<br />

esculpido o simplemente una estructura tipo armazón para sostener los vestidos. Cabe mencionar que Clara Bargellini ha encontrado<br />

documentación que refiere la existencia de otra escultura de Loreto copiada de la original en 1615. Sin embargo, todo parece<br />

indicar que esta otra pieza de factura más temprana no fue traída de Europa sino realizada en Nueva España en su totalidad. Véase:<br />

Clara Bargellini, “El arte en las misiones del norte de la Nueva España” en El Arte de las Misiones del Norte de la Nueva España 1600-<br />

1821, México, Antiguo Colegio de San Ildefonso, 2009, p. 71.<br />

12 Miguel Venegas, El apóstol mariano representado en la vida del V. P. Juan Maria de Salvatierra, México, Doña María de Ribera,<br />

1754, pp. 50-52; y Javier Cayetano de Cabrera y Quintero, Escudo de Armas de México, México, 1746, p. 100.<br />

13 Decorme, Op. cit., vol. 1, pp. 92-93.<br />

14 Sobre la relación entre san José y la virgen de Loreto, ver Gabriela Sánchez Reyes, “La fundación de cofradías de San José en la<br />

Nueva España” en Die Bedeutung des hl. Josef in der Hielgeschichte. Akten des IX. Internationalen Symposions über den reiligen Josef,<br />

Johannes Hattler y Germán Rovira, eds., Internationalen Mariologischen Arbeitskreis Kevelaer, Francfort del Meno, 2006, vol. II,<br />

pp. 739-756. También para la devoción a san José en Nueva España, ver Jaime Cuadriello, “San José en tierra de gentiles: Ministro<br />

de Egipto y virrey de las Indias” en Memoria: Revista del Museo Nacional de Arte, no. 1, 1989.<br />

15 Venegas, Op. Cit. p. 53.<br />

16 Gacetas de México. Castorena y Ursúa (enero-junio 1722) – Sahagún de Arevalo (1728-1742), ed. Francisco González de ossío,<br />

México, SEP, 1949, vol. 1, p. 123.<br />

Encrucijada


17 Ibid, vol. III, p. 148..<br />

18 Cayetano Cabrera y Quintero, Op. cit., p. 106.<br />

19 Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Temporalidades, vol. 173, exp. 5, f. 18v-22.<br />

20 Ver apéndice documental.<br />

21 Se azogaban los vidrios para hacer espejos.<br />

22 Gacetas de México, Op. Cit., vol. 1, p. 271.<br />

23 AGN, Temporalidades, vol. 173, f. 20.<br />

24 Candeleros para velas.<br />

25 Gacetas de México, Op. Cit., vol. 1, pp. 34-37.<br />

26 Bartolomé Felipe de Ita y Parra, Consejera de la salud María Santísima en su soberana imagen de Loreto, que venera esta corte mexicana<br />

en su colegio de san Gregorio de la sagrada Compañía de Jesús. Sermón moral, que predicó en esta santa metropolitana catedral iglesia<br />

de México el doctor y maestro, don Bartholomé Phelipe de Ytta, y Parra, catedrático que fue en sustitución de prima de sagrada teología de<br />

vísperas y actual propietario de prima de filosofía en la real Universidad de esta corte, calificador del Santo Oficio de esta Nueva España,<br />

medio racionero antes y al presente canónigo magistral de dicha santa iglesia, examinador sinodal de su arzobispado, etc. en el día miércoles<br />

29 de octubre año de 1727, último del novenario que por la epidemia que esta ciudad padecía, le celebró esta santa iglesia. Presente la<br />

Real Audiencia de esta corte. Su venerable señor deán, y cabildo con su ilustrísimo prelado, y demás tribunales, México, Imprenta real del<br />

superior gobierno de los herederos de Miguel de Rivera, 1728, pp. 9-11.<br />

27 “Solemne procesión que hizo la Ciudad de México a la imagen de Ntra señora de Loreto implorando el socorro, por la peste<br />

desoladora del sarampión en el año de 1726.”<br />

28 América Molina del Villar, Por voluntad divina: escasez, epidemias y otras calamidades en la Ciudad de México 1700-1762, Tlapan,<br />

Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social, 1996, p. 96.<br />

29 Venegas, Op. cit., p. 75.<br />

30 Estableciendo una comparación entre las cuentas de un rosario y el público que se reunió en San Gregorio, el autor dice “Pero a<br />

alguno pareció mucho menos, y Rosario, como dice el vulgo, de pobre: no tanto por lo largo, como por la variedad de sus granos:<br />

varios eran, y de varios colores los que o ya apretados con la tirante cuerda del temor, o lo que es más creíble, ensartados en el hilo<br />

de oro de una devoción fervorosa, componían indistintamente este Rosario: ….alli blancas, y negras: hombres de cuenta, y con ellos<br />

otros de ninguna…” Cayetano Cabrera y Quintero, Op. cit., p. 103.<br />

31 Molina, Op. cit., pp. 92-101.<br />

32 Guillermo Tovar de Teresa, La Ciudad de los Palacios: crónica de un patrimonio perdido, México, Vuelta, 1991, tomo I, p. 81.<br />

Guillermo Tovar de Teresa además informa que la capilla desapareció en 1824. Luis Leal, por su parte, ignora la fecha del acontecimiento<br />

pero añade que fue a causa de un incendio. Asimismo, retoma una descripción anterior a 1812 para describirla como<br />

una capilla elevada por siete escalones, de seis ángulos o lados (de 6 varas cada uno) que tenía 36 varas de circunferencia. Su acceso<br />

se encontraba orientado hacia el sur (es decir, hacia la puerta lateral de la catedral) y en el altar principal la imagen de la cruz se<br />

encontraba rematada por un lienzo de la Virgen de Guadalupe. En los otros cuatro lados se encontraban lienzos con los siguientes<br />

temas: la primera misa que se dijo en esta tierra, la Aparición de Nuestra Señora de Guadalupe a Zumárraga, el Primer bautismo<br />

celebrado solemnemente en Nueva España y Cortés haciéndose azotar delante de los indios fingiendo que era por haberse tardado<br />

en ir a oír misa. Luis Leal, “Dos cuentos olvidados de Vicente Riva Palacio”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, vol. 7,<br />

no. 27 (1958), pp. 65-66. Según informa Leal, la descripción proviene de Francisco Sedano, un mercader de libros de la ciudad<br />

de México que al morir en 1812 le dejó sus manuscritos a José Mariano Beristain de Souza. Sin embargo, la nota no fue publicada<br />

hasta 1880 por Joaquín García Icazblaceta. A pesar de la destrucción de la capilla, dichos lienzos, pintados por José Vivar y Valderrama<br />

sobrevivieron, véase: Jaime Cuadriello, Los pinceles de la historia. El origen del reino de la Nueva España 1680-1750, Museo<br />

Nacional de Arte, México, 1999, p. 161.<br />

33 Agradecemos al Dr. Iván Escamilla su asesoría en la descripción de los personajes universitarios, del cuerpo capitular y de la<br />

Audiencia. Asimismo, su aguda sugerencia en torno a que la discusión tiene que ver con la precedencia y que, por ello, también<br />

llama la atención del canonista.<br />

34 Un grupo que no se ha podido identificar en el cuadro pero que seguramente participó en la procesión sería el Real Tribunal<br />

del Protomedicato, organismo regulador de la sanidad publica que cobraba mayor protagonismo durante las epidemias. Molina,<br />

Op. cit., p. 62.<br />

35 Agradecemos que el Mtro. Pablo Amador nos hiciera notar que quienes cargan las andas de la Virgen también llevan una horquilla<br />

que permitía cargar el peso del conjunto cuando no estuvieran en movimiento.<br />

36 Se trata de una modalidad de la manga del sobrepelliz o roquete en donde el espolón o apéndice es largo y con dobladillos como<br />

es posible apreciar en la pintura. Agradecemos la información al padre Tomás de Híjar. El Dr. Iván Escamilla ha sugerido que esta<br />

modalidad de la manga desapareció en 1794 cuando una real cédula le dio al cabildo de la catedral de México el privilegio de emplear<br />

puños o bolillos en las bocamangas de sus vestidos talares.<br />

37 Agradecemos la identificación del retratado al Dr. Iván Escamilla.<br />

38 Deán y Cabildo de la catedral de México, Diario Manual de lo que en esta Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Ciudad de<br />

49<br />

Encrucijada


50<br />

México se practica, y observa en su Altar, Coro, y demás, que le es debido hacer en todos, y cada uno de los días del año. Arreglado en todo<br />

a su erección, estatutos, cartilla, costumbres, fundaciones, y rúbricas para su más puntual e inviolable observancia, 1751, ms. Archivo<br />

de la Catedral Metropolitana de México [En adelante, ACMM]. Vicente Gómez, El Costumbrero de la Catedral de México 1819,<br />

edición facsímil, Sociedad Mexicana de Historia Eclesiástica/ Diócesis de San Cristóbal de las Casas, 2004, p. 29. En ambos casos se<br />

consultó el orden de la procesión durante la fiesta del Corpus Christi que es la mejor descrita. La repetición de este orden entre 1751<br />

y 1819 y su concordancia con lo representado en el cuadro sugiere que el orden de muchas procesiones estaba bastante establecido.<br />

En el texto de 1819 se indica un orden similar para la procesión pública que se hacía con motivo de la visita de la Virgen de los<br />

Remedios a la catedral.<br />

39 ACMM, Actas de Cabildo, vol. 30, fs. 301- 381. Los asuntos que se trataron este año fueron los relativos a la fundación del<br />

colegio de infantes, rejas del coro, fundación del aniversario de la Preciosa Sangre de Cristo, y consultas al maestro de ceremonias.<br />

40 Archivo Histórico del Distrito Federal [En adelante, AHDF], Actas de Cabildo, vol. 53, fs. 85-86v.<br />

41 ACMM, Actas de Cabildo, vol. 31, fs. 43, 44v.<br />

42 Como se ha dicho, fue retratado en la pintura.<br />

43 Autor del sermón predicado al final del novenario a la Virgen y que en este momento, al parecer –por el lugar en el cual se le<br />

nombra- era todavía medio racionero.<br />

44 ACMM, Actas de Cabildo, vol. 31, f. 44v.<br />

45 Ver la dedicatoria en Ita y Parra, Op. cit. Bermúdez de Castro era criollo poblano y había sido consagrado arzobispo de Manila<br />

en 1725; embarcó para Filipinas en 1728 y murió poco después de llegar a su nuevo destino. Diccionario Porrúa de historia, biografía<br />

y geografía de México, México, Ed. Porrúa, 1976.<br />

46 Cayetano Cabrera y Quintero, Op. cit., p. 101.<br />

47 Gacetas de México, Op. cit., vol. 1, p. 73.<br />

48 En general, los cronistas novohispanos proporcionaron poca información sobre la epidemia de 1727, especialmente en contraste<br />

con la epidemia de sarampión ocurrida en 1737. Ésta no sólo surgió en la ciudad de México sino también en Querétaro, León,<br />

Tlaxcala, Toluca y Puebla; para su relación con la Virgen de Loreto véase el siguiente apartado.<br />

49 Francisco Javier Alegre, S.J., Historia de la Compañía de Jesús en Nueva España que estaba escribiendo el P. Francisco Javier Alegre<br />

al tiempo de su expulsión, México, J.M. Lara, 1842; y edición digital Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2006, Tomo II, pp.<br />

241-242. A pesar de la utilidad de la obra de Gerard Decorme (Op. cit.), hemos evitado emplearla en este apartado por encontrar<br />

muchos errores en su interpretación de los pasajes de la crónica de Alegre.<br />

50 Parecer de Juan Antonio Fabrega Rubio en Ita y Parra, Op. cit.<br />

51 También debería de estar representado el rector del colegio de San Gregorio en esos años. Según Zambrano, el P. Juan Cassati<br />

fue rector entre 1727 y 1732 y antes el puesto lo ocupaba el P. Juan Martínez: Francisco Zambrano y José Gutiérrez Casillas, Diccionario<br />

bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús en México, México, Editorial Tradición, S.A., 1977-1981, vols. 15 y 16.<br />

52 Cayetano Cabrera y Quintero, Op. cit. p. 99.<br />

53Venegas, Op. cit. pp. 74-75.<br />

54 Es posible que los jesuitas también participaran en la procesión, especialmente los del colegio de San Gregorio.<br />

55 Francisco Javier Alegre, Op. cit., p. 242.<br />

56 Archivo Histórico Nacional (Madrid). Gacetas de México. Diversos. Documentos de Indias, nº 537, p. 631.<br />

57 Cayetano Cabrera y Quintero, Op. cit., p. 102.<br />

58 Breves noticias sobre esta procesión en: Gacetas de México, Op. cit., Vol. 3, p. 5.<br />

59 Cayetano Cabrera y Quintero, Op. cit. p. 105.<br />

60 Ibid, p. 103. Sobre la congregación indígena de San Gregorio, ver Susan Schroeder, “Jesuits, Nahuas, and the Good Death<br />

Society in Mexico City, 1710-1767,” Hispanic American Historical Review 80/1 (2000): pp. 43-76.<br />

61 Sobre la relación de ambos cultos marianos, ver Luisa Elena Alcalá, “Loreto y Guadalupe. Los jesuitas y la compleja construcción<br />

del panteón mariano novohispano” XXV Coloquio de Antropología e Historia Regionales: Historia, Nación y Región (Zamora: Colegio<br />

de Michoacán, 2007) Vol. 1, pp. 281-314.<br />

62 Temporalidades, vol. 173, exp. 6, f. 4v.<br />

63 Horacio Sentíes R., La Villa de Guadalupe: historia, estampas y leyendas (México: Ciudad de México Librería y Editora, 1992),<br />

p. 101. En el año 2002 la capilla todavía tenía 2 esculturas estofadas y una pileta de tecali así como tres pinturas de doctores de la<br />

Iglesia y una pintura con la Virgen de Loreto intercediendo en una batalla. Véase nota 2.<br />

64 Las fechas dadas por Sentíes no coinciden con el texto que todavía en el año 2002 se encontraba pintado sobre el arco de ingreso<br />

a la capilla en donde 1809 es la fecha de inicio: “El día 4 de Mayo de 1809 se colocó la primer piedra de esta Capilla de N. Sa. del<br />

Rosario, y se concluyó sin el cimborrio, con su adorno el 5. de Marzo de 1827”.<br />

65 Uno de los grandes promotores de la nueva capilla fue José Mariano Ruiz Alarcón. Sobre su papel ver Sentíes, Op. cit. pp. 102-<br />

105. Dos exvotos con acontecimientos que tuvieron lugar en 1826 y 1837 (y que todavía en 2002 se encontraban en el templo y<br />

casa cural, respectivamente) se refieren en sus inscripciones al papel de este patrocinador. Uno de ellos (al parecer robado el año<br />

pasado) está ilustrado en Sentíes, Op. cit. p. 104. Para más información sobre otros patrocinadores, ver Sentíes, Op. Cit.p. 102.<br />

Encrucijada


66 Otro de los conventos interesados en la escultura y su ajuar fue el de Corpus Christi. En 1773 la Real Junta de Temporalidades<br />

acordó negar varias peticiones hechas al virrey para que la imagen pasara al convento de Corpus Christi. AGN, Real Junta de Temporalidades,<br />

6 de julio de 1773, vol. Único, fs. 184-187v.<br />

67 Manuel Orozco y Berra afirma que tras la expatriación de los jesuitas en 1767, la imagen de Loreto fue llevada a la Encarnación,<br />

donde permaneció hasta 1776. Véase: Memoria para el plano de la ciudad de México, México, Imprenta de Santiago White, 1867,<br />

pp. 116-117. El 27 de mayo de 1776 las religiosas informan que se les había concedió el permiso para transportar la sagrada imagen<br />

de Loreto y solicitaron el establecimiento y perpetuidad de esta divina virgen (AGN, Reales cedulas originales, vol. 236, exp.<br />

114.) En un documento sin fecha del volumen de la Real Junta de Temporalidades del Archivo General de la Nación se informa<br />

que dicha real Junta aprobó trasladar la imagen y su ajuar a la sacristía de algún convento de monjas para prevenir su robo y que la<br />

Encarnación solicitó al arzobispo colocar la escultura en el templo de su convento acatando ciertas condiciones. Acordaron restituir<br />

la imagen cuando se les pidiera, tenerla descubriera para celebrar misas y no recibir limosnas así como que todos los bienes que<br />

reunieran a favor de la Virgen tendrían que ser entregados y que los indios podrían llevar sus luces al altar. (AGN, Real Junta de<br />

Temporalidades, s/f, vol. único, 176v-181.)<br />

68 Archivo Histórico del Arzobispado de México, “Oficio del virrey Iturrigaray sobre el traslado de la imagen de Nuestra Señora<br />

de Loreto sita en el Real Colegio de san Gregorio al convento de carmelitas de Santa Teresa la Nueva”, Fondo episcopal, Caja 153,<br />

exp. 30.<br />

69 Agradecemos a la Mtra. Concepción Amerlinck por preguntar el paradero de esta escultura a las carmelitas de santa Teresa la<br />

Antigua y sugerirnos la consulta con las religiosas de santa Teresa la Nueva. Desafortunadamente, nos indicaron que no tienen<br />

información ni poseen esculturas de la Virgen de Loreto.<br />

70 Manuel Orozco y Berra en México en el “Diccionario Universal de historia y geografía”, coord. Antonia Pi-Suñer Llorens, México,<br />

UNAM, 2000, vol. 1, pp. 148-149.<br />

71 Asimismo, la alumna Luz del Carmen Huerta, en el marco de su tesis de maestría sobre la fachada del templo de Loreto, investiga<br />

la historia de la escultura que actualmente se ubica ahí.<br />

72 La datación de la obra se ve complicada por la presencia de ciertos elementos en la indumentaria y el vestido de los personajes<br />

que podrían sugerir fechas de producción algo más tardías a la epidemia de 1727.<br />

73 REFORMA en línea, domingo 26 de abril de 2009. http://busquedas.gruporeforma.com/reforma/Documentos/ DocumentoArtCom.aspx<br />

51<br />

Encrucijada


52<br />

Encrucijada


EL MAESTRO MAYOR DE TODAS OBRAS<br />

ANTONIO DE ORBARÁN<br />

[Puebla de los Ángeles 1603- Tenerife 1671]<br />

Jesús Pérez Morera Universidad de La Laguna, España<br />

Considerado como una personalidad decisiva para las artes en las Islas Canarias durante el siglo XVII, Antonio<br />

de Orbarán contribuyó —como escribe P. Tarquis— al adelanto de nuestras artes plásticas aportando las influencias<br />

del otro lado del Atlántico 1 . Nacido en Puebla de los Ángeles en 1603, su hijo, el isleño Andrés de Orbarán<br />

y Aguilar, maestro de arquitecto, escultor y pin tor, cerrará ese viaje artístico familiar de ida y vuelta y regresará<br />

a México en la última etapa de su vida, muriendo en Mérida de Yucatán en 1699. A Indias también pasaría su<br />

hermano mayor, el religioso dominico fray Antonio de Orbaranes, que profesó en la orden en 1651.<br />

53<br />

Maestro mayor de todas obras, el polifacético artista poblano llena con su actividad en la isla de La Palma todo<br />

el segundo cuarto del siglo XVII, desde 1625, fecha en la que se avecina en la ciudad capital, hasta 1654,<br />

cuando contrata su última obra conocida, la fábrica de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Luz en<br />

Garafía. A partir entonces, desde 1658 hasta su muerte en 1671, fijó su residencia casi permanentemente en<br />

la isla de Tenerife, escenario de la etapa final de su trayectoria.<br />

Orbarán ejerció asimismo un magisterio indiscutible a través de su obra y su equipo laboral, de modo que influirá<br />

decisivamente entre los artistas de mayor personalidad del retablo palmero y tinerfeño, oficiales y maestros<br />

que posible mente se formaron a su lado. No en vano, durante el siglo XVII, Orbarán dirigirá la compañía<br />

laboral más importan te de las Islas en el campo artístico; y tanto en La Palma como en Tenerife recibió los<br />

mejores encargos, caso del retablo mayor de la parroquia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma. Su actividad<br />

era tal que en su última época contrató obras simultá neamente, de manera que el 30 de diciembre de<br />

1661 firmó en La Laguna la hechura del retablo mayor de la iglesia de la Concep ción, ajustada en 11.000<br />

reales 2 , y con tan sólo tres días de diferencia, el 2 de enero de 1661, concertó en La Orotava con el capitán<br />

don Juan de Mesa y Lugo la fábrica de la capilla mayor del convento dominico de San Benito en la elevada<br />

suma de 28.000 reales 3 . En 1664-1665 también firmó en La Laguna numerosos compromisos de obras con<br />

escaso margen de diferencia: el 24 de enero, los tableros tallados para el segundo cuerpo del retablo mayor de<br />

la parroquia de la Concep ción 4 ; el 22 de febrero, un retablo para don Tomás de Nava 5 ; el 13 de agosto, el de<br />

la capilla de San Juan Evangelista de la iglesia de la Concep ción 6 ; el 24 de diciembre, el paso de la Santa Cena<br />

para la parroquia de los Remedios 7 ; y el 16 de junio de 1665, el retablo mayor del conven to de Santa Catalina<br />

8 . Con el licenciado don Luis Rodríguez convino en 1657 la termina ción de la parroquia de Garafía, cuya<br />

fábrica había iniciado en 1654. Por escritura otorgada el 26 de abril del mismo año ante el escribano Tomás<br />

Encrucijada


54<br />

González de Escobar se obligó a llevar consigo cuatro<br />

ayudantes, quando fuere a la dicha obra dos oficiales,<br />

y de ay a ocho días llevará otros dos oficiales, que son<br />

quatro, para que vayan travaxan do en la dicha obra y,<br />

si acaso tubiere alguna falta de materiales dentro deste<br />

dicho término en que puedan travaxar los oficiales y<br />

obreros, estos días que dexaren de travaxar por esta falta<br />

correrá por quenta del dicho licencia do Luis Rodrigues<br />

el pagarles el jornal... sin que tenga obligación el dicho<br />

(Página 52) Detalle de la traza presentada<br />

para la ejecución del retablo de San Nicolás de<br />

Tolentino (1664). Real Sociedad Económica de<br />

Amigos del País de Tenerife. Fotografía: Gobierno<br />

de Canarias.<br />

(Foto inferior) Anónimo: Vista parcial del<br />

Santa Cruz de LA Palma desde el mar. Siglo<br />

XVII. Sociedad “La Cosmológica”, Santa Cruz<br />

de La Palma. Foto: Eduardo L. Pérez Cáceres.<br />

SOCAEM.<br />

licenciado Luis Rodrigues de dar al otorgante ni a sus<br />

obreros bastimentos ni otra cosa alguna 9 .<br />

Establecida su residencia en Tenerife desde 1658, no<br />

paró de trabajar y dirigir obras para iglesias, conventos<br />

y casas nobles. Para la hermandad de San Juan Evangelista<br />

ejecutó en 1664 el retablo de la capilla, en la iglesia<br />

de la Concepción de La Laguna, haciendo constar<br />

que corría por cuenta del mayordomo de la cofradía<br />

el yr pagando a los oficiales que me ayudaren a los fines<br />

de cada semana 10 . Ese mismo año contrató la hechura<br />

del retablo mayor del conven to de Santa Catalina de<br />

La Laguna, con la condición de que los padres dominicos<br />

le entrega rían cien ducados de plata en cuatro<br />

meses para satisfa ser a los oficiales que a la continua se<br />

obliga este otorgante trabajen sienpre tres 11 . Tomó también<br />

aprendices a su servicio, como Francisco García,<br />

huérfano de padre y madre, a quien se obligó a enseñarle<br />

el oficio de entallador por tiempo de seis años en<br />

escritura otorgada en Garachico en 1658 12 .<br />

Entre sus ayudantes se encuentran los carpinteros<br />

Amaro Hernández de León (1607-1665); Luis de<br />

Encrucijada


Francia (1610-1679); Andrés del Rosario (1615-<br />

1693), continuador a la postre de su obra; su hijo<br />

Lorenzo de Campos (1634-1693) y el propio hijo del<br />

maestro, Andrés de Orbarán y Aguilar (1640-1699),<br />

formado en el taller paterno; todos ellos, con excepción<br />

de Luis de Francia, natural de Los Llanos de Aridane,<br />

nacidos en Santa Cruz de La Palma. Este último<br />

le acompañó a Villa de La Orotava, trabajando con él<br />

en la construcción de la capilla mayor del convento<br />

dominico de San Benito, como da a entender Orbarán<br />

en su testamen to; en cuyas últimas volunta des le<br />

nombrará además su albacea para pagar su funeral y<br />

entierro 13 . En Tenerife, P. Tarquis relacionó la obra<br />

y el estilo del escultor Lázaro González de Ocampo<br />

(1651-1714) con la de Antonio de Orbarán, acaso su<br />

maestro, con quien presenta claras semejanzas, sobre<br />

todo a la hora de ejecutar relieves para retablos 14 . Parecidas<br />

concomi tancias es posible advertir del mismo<br />

modo con el maestro de carpintero y escultor Antonio<br />

Álvarez, considera do por Trujillo Rodríguez como el<br />

continuador de la obra de Orbarán 15 . Fallecido Orbarán<br />

en 1671, se encargaría de acabar el retablo mayor<br />

del convento de Santa Catalina en 1676-1677 —contratado<br />

por Orbarán en 1665—, perfeccionando el<br />

primer cuerpo y realizando el segundo y el remate 16 .<br />

Con anterio ri dad, es probable que hubiese intervenido<br />

en el cuerpo inferior bajo las órdenes de Orbarán<br />

quien, en el concierto firmado en 1665 con la comunidad<br />

para su ejecución, se obligó a que trabaja rían a<br />

la continua tres oficiales 17 . Algunas de las soluciones<br />

empleadas por Antonio Álvarez en sus retablos, como<br />

los relieves tallados y los fustes con lengüetas imbricadas<br />

18 o recubiertos con rizada decora ción vege tal,<br />

también tienen sus antece dentes en Orbarán. Prueba<br />

de ello son las columnas que aún se conservan del<br />

antiguo retablo mayor de El Salvador de Santa Cruz<br />

de La Palma (1638-1642).<br />

Semblanza biográfica<br />

Como señaló P. Tarquis, su apellido aparece escrito<br />

con gran número de varian tes, Orbara, Orbar, Orbarán,<br />

Olbarán, Olvalán, Olbar, Orbal, Arbar, Alvar 19 …<br />

Para el profesor Alfonso Trujillo, la forma correcta<br />

—consagrada por la historiografía posterior— debía<br />

de ser la de Orbarán 20 . De ese modo lo encontramos<br />

en algunas escrituras públicas que otorgó en La Palma<br />

y en Tenerife desde mediados del siglo XVII, cuando<br />

su prestigio como artista y como maestro se hallaba ya<br />

firmemente consolidado, incluido su testamento, que<br />

firmó más exactamente como Antonio de Olbarán 21 .<br />

Hijo del guipuzcoano Martín de Orbara, natural de<br />

Vergara, con mucha más frecuencia y continuidad en<br />

el tiempo el maestro y artista consta como Antonio de<br />

Orbara, tal y como figura el apellido en México, así<br />

como en el País Vasco, de donde es oriundo, y en Navarra,<br />

en la que existe una localidad con ese nombre.<br />

Su lugar de nacimiento también ha sido contro vertido.<br />

Fernández García lo hacía natural de Puebla de los<br />

Ángeles 22 . P. Tarquis lo denomina maestro y artífice<br />

de México 23 . Este mismo autor sugirió la posibilidad<br />

de que hubiese nacido en la isla de La Palma 24 . Cierto<br />

es que en su asiento matrimo nial sólo se indica que<br />

sus padres eran vecinos de la Puebla de los Ángeles, en<br />

la Nueua Spaña, sin señalar que el contrayente fuese<br />

natural de aquella ciudad, al contrario de su esposa,<br />

de la que se dice que era natural desta isla 25 . Su padre<br />

era originario, como hemos dicho, de la villa de Vergara,<br />

en Guipúzcoa. Casado con Ana de Estrada, se<br />

avecindó desde finales del siglo XVI en Puebla de los<br />

Ángeles, ciudad en la que debieron de morir ambos<br />

en fecha que desconocemos. En ella constan todavía<br />

como vecinos —sin indicar su fallecimiento— en<br />

1651, cuando Antonio de Orbarán dio poder, desde<br />

Santa Cruz de La Palma, a Miguel de Aristigue ta y<br />

Antonio Zuluaga, para practicar, ante la justicia de la<br />

provincia de Guipúzcoa, informa ción de la legitimaçión<br />

de mi persona, padres, abuelos y bisabuelos... de<br />

como yo y los dichos mis padres son cristianos biexos 26 .<br />

Ello también ha dado pie para situar su naci mien to<br />

en Guipúzcoa.<br />

Nosotros hemos logrado finalmente localizar su partida<br />

de bautismo en la antigua parroquia del sagrario<br />

metropolitano de la catedral de Puebla de los Ángeles,<br />

México, el 17 de febrero de 1603 27 . Su familia<br />

vivía frente a la iglesia del hospital de San Pedro,<br />

de modo que en 1621 su padre, Martín de Orbara,<br />

arrendó a Isabel de Quiñones, mulata libre, una casa<br />

baja de vivienda que tenía en la calle de la Carnicería,<br />

frontero de aquella iglesia y pegadas a las suyas 28 .<br />

Su hermano, el bachiller Martín de Orbara, clérigo<br />

de menores órdenes, arrendó en 1622 a José Flores,<br />

55<br />

Encrucijada


56<br />

maestro de sastre, otra casa de vivienda en la calle<br />

de San Pedro, lindantes con casas de Juan Pérez de<br />

la Fuente, mayordomo de la ciudad, y por otra con<br />

casas que habían sido del regidor Valdés 29 . Enterado<br />

de la muerte de su hermano sacerdote —seguramente<br />

el citado bachiller—, Antonio de Orbarán mandó celebrar<br />

en 1640 un oficio de difuntos por el descanso<br />

de su alma en la parroquia de El Salvador de Santa<br />

Cruz de La Palma 30 . Debió de realizar su aprendizaje<br />

en Puebla y no descartamos que pueda aparecer algún<br />

día, en su rico archivo de notarías, la carta de aprendizaje<br />

con alguno de los maestros que trabajaron en<br />

aquella próspera ciudad.<br />

Desconocemos los motivos que le impulsaron a<br />

elegir la isla de La Palma para fijar su residencia y<br />

avecindarse. Por entonces, la isla vivía años de florecimiento<br />

económico y el comercio americano y la<br />

comercialización del vino y el azúcar todavía proporcionaban<br />

pingües benefi cios. Todo ello redundaba en<br />

buenas ofertas de trabajo y remunera ción. Sin embargo,<br />

conforme avanza el siglo, la situación empeorará<br />

sensiblemen te. De ese modo, a partir de 1636,<br />

Orbarán marchará a la isla de Tenerife para buscar<br />

trabajo, asentándose en ella definitivamente a partir<br />

de 1658. La primera referencia de su establecimiento<br />

en La Palma nos la da su casamiento con Ana de<br />

Aguilar, celebrado el primero de abril de 1625 en la<br />

parroquia matriz de El Salvador. En el acta matrimonial<br />

se hizo constar que el contrayente era entalla dor,<br />

nombre antiguo de los escultores decoradores. Casi<br />

simultáneamente, un mes más tarde, el 2 de mayo de<br />

1625, aparece como dorador y vezino que soy desta ysla<br />

de La Palma, obligándose a pagar a Mateo González<br />

Manos de Oro 144 reales nuevos de plata castellanos,<br />

valor de 12 fanegas de trigo de las islas Terceras que<br />

éste le había entregado 31 . Un año después, en 1626,<br />

se le cita como pagador de un tributo de 500 maravedíes<br />

anuales a favor de la casa hospital de Nuestra<br />

Señora de los Dolores 32 , en razón de unas casas y solares<br />

pertenecientes a las hijas de Miguel de Aguilar<br />

y Juana del Charco, sus suegros, conocidas como las<br />

casas de las mozas de Aguilar 33 . Esta vivienda, situada<br />

en la calle real de La Somada (actual Pérez de Brito,<br />

nº 77), era sobradada, es decir, de alto y bajo, y lindaba<br />

por detrás con el muro y salida a el llano o plaza<br />

del convento de San Francisco 34 . Sin duda, Antonio<br />

de Orbara vivió en ella desde su casamiento con Ana<br />

de Aguilar en 1625, en compañía de su mujer, de su<br />

suegra, Juana del Charco 35 y de sus cuñadas Catalina<br />

y Juana de Aguilar 36 . En esta casa nacieron todos sus<br />

hijos, de modo que uno de ellos, Antonio, fue apadrinado<br />

en su bautismo, en 1631, por Juan Gutiérrez<br />

Calderón y María de Alarcón, que vivían en la casa<br />

colindante (Pérez de Brito, nº 79), haciéndose constar<br />

que tanto padres como padrinos eran todos vecinos<br />

del barrio de La Somada 37 . Posteriormente, en<br />

1643, pasó a residir con su familia a su nueva casa, en<br />

la Calle Real de la Placeta de Borrero (actual Pérez de<br />

Brito, nº 16). La misma había pertenecido a doña Jerónima<br />

Morel, hija del escribano público Bartolomé<br />

Morel, fallecida en enero de ese año, y fue vendida<br />

por sus herederas, doña Ana y doña Isabel de Gorbalán,<br />

en 400 ducados a Antonio de Orbara, pintor, por<br />

escritura otorgada el 27 de junio de 1644 ante Tomás<br />

González de Escobar 38 . La vivienda, que se extendía<br />

desde la calle Real hasta la Trasera de la Carnicería,<br />

hoy Álvarez de Abreu, lindaba por un lado con el callejón<br />

conocido como de Santiago Fierro o simplemente<br />

de Santiago, que conducía de una calle a otra.<br />

La primitiva casa, sobrada da, con altos y bajos, lonjas<br />

y corrales, fue destruida por un incendio en 1827,<br />

siendo fabricadas de nuevo por don José María Carmona<br />

en 1831 39 .<br />

A lo largo de su vida, Orbarán desarrolló su labor en<br />

las islas de La Palma y Tenerife. Los periodos en las<br />

que trabajó entre una y otra nos permiten distinguir<br />

las siguientes etapas:<br />

1.- Una primera etapa en La Palma entre los<br />

años de 1625 a 1635.<br />

Encrucijada


2.- Primera estancia en Tenerife en 1636-<br />

1638.<br />

3.- Segundo período en La Palma entre 1638<br />

y 1658, con alguna breve estancia en Tenerife<br />

(1656).<br />

4.- Última etapa en Tenerife desde 1658 hasta<br />

su muerte en La Orotava en 1671.<br />

En los años de 1625 y 1635 figura casi constan temente<br />

en La Palma. Durante este tiempo trabajó no sólo<br />

en la ciudad, sino que también desarrolló una labor<br />

itinerante por diversos pueblos de la isla, de modo<br />

que se le cita en Mazo, Tijarafe, Puntagor da, Garafía<br />

y Barlovento. En julio de 1630, estando en Tijarafe,<br />

quiso vender a Gaspar Báez, vecino de aquel término,<br />

una suerte de sierra que tengo en las cavesadas del que<br />

había comprado al licencia do Juan Felipe de Lería,<br />

aunque la escri tura no llegó a otorgarse 40 . Pocos días<br />

después, el 12 de agosto de 1630, Antonio de Orval,<br />

carpintero, firma como testigo una escritura de poder<br />

otorgada en el término de la Puntagor da 41 . En 1633,<br />

Acta de bautismo de Antonio de Orbarán. 17<br />

de febrero de 1603. Archivo de la Parroquia de<br />

La Soledad. Puebla de los Ángeles. Fotografía:<br />

Jesús Pérez Morera, en adelante [JPM].<br />

lo volvemos a encontrar en Tijarafe, apadrinando<br />

junto con su mujer, el 3 de febrero de ese año, a un<br />

hijo de Melchor Martín y Ángela Francisca, vecinos<br />

de aquel lugar, circuns tancia que ha sido relacionada<br />

con el dorado del retablo mayor de la parroquia de<br />

Candelaria, que por entonces se estaba efectuando 42 .<br />

En la misma fecha, las cuentas de fábrica de las iglesias<br />

de Puntagorda y Garafía asientan varios pagos a<br />

Antonio de Orbarán por trabajos hechos en el baptisterio<br />

y coro del templo de San Amaro de Puntagorda<br />

43 y el aderezo de la imagen de Nuestra Señora de<br />

La Luz, patrona de la parroquia de Garafía 44 .<br />

La primera estancia en la isla de Tenerife de la que<br />

existen noticias es de 1636. El 04 de de junio de ese<br />

año contrató la hechura del retablo de obra corintia,<br />

de 20 palmos de alto, para la ermita del Malpaís de El<br />

Guincho, en Garachico, por encargo del capitán Luis<br />

Fernando Prieto; y el 30 de diciembre siguiente otro<br />

retablo para la capilla mayor del convento franciscano<br />

del Cristo de La Laguna. En la escritura de obligación<br />

de este último se hizo constar que, durante los seis<br />

meses siguientes, no podría abandonar la isla si no<br />

fuese por notable indipozi sión de su muger 45 . Anteriormente,<br />

al menos hasta septiem bre de 1635, fecha en<br />

que consta el pago de su trabajo en las andas de la<br />

Virgen del hospital, se encontraba en La Palma 46 .<br />

Durante este primer período en Tenerife contactó<br />

con el escultor sevillano Martín de Andújar, que,<br />

desde 1636, se hallaba en el puerto de Garachico. En<br />

la misma isla permanecía aún el 20 de junio de 1638.<br />

En esa fecha, Basilio de Acosta justificaba su pretensión<br />

de ser recibido como hermano de la cofradía del<br />

Santísimo de la parroquia de El Salvador de Santa<br />

Cruz de La Palma, en el lugar y plaza de Antonio de<br />

Orbarán, por hallarse éste auzente desta ysla a más de<br />

un año, y su mujer no acude a cossa ninguna, ni a pagar<br />

lo que le toca por los que fallesen 47 .<br />

Su regreso a La Palma debió de suceder entre junio<br />

y diciembre de 1638, ya que el 25 de diciembre del<br />

mismo año Antonio de Orbal, dorador, figura como<br />

testigo en la boda de Melchor Rodríguez y María<br />

Hernández 48 . Asimismo, el 7 de noviembre de aquel<br />

año la fábrica parro quial de El Salvador había vendido<br />

el principal y corridos del tributo de Gabriel del<br />

Valle para pagar con su producto la construc ción del<br />

retablo del altar mayor, contratado con Orbarán.<br />

A partir de esta fecha, su vida transcurre en La Palma<br />

durante las décadas de 1640 y 1650 y en este espacio<br />

de tiempo se sitúan los principales trabajos que ejecutó<br />

en la isla. Entre 1638 a 1658 aparece registrado<br />

documen tal mente en los archivos notariales, en los<br />

57<br />

Encrucijada


del antiguo cabildo de la isla y en los parroquia les,<br />

con excepción de 1641. En cualquier caso, es probable<br />

que haya hecho alguna salida de la isla, aunque<br />

por corto espacio de tiempo. Así, en 1649 en el contrato<br />

del retablo de la ermita de Nuestra Señora de las<br />

Nieves, se contemplaba el que si yo el dicho maestro<br />

Antonio de Orbara quisiere haser ausen cia para afuera<br />

destas yslas de Canaria me puedan obligar a que no me<br />

baya sin dejar acabado y entregado el dicho retablo y si<br />

la ausencia fuere para alguna destas yslas, como no sea<br />

más que por dos meses, no se me pueda ynpedir 49 . En<br />

los años de 1650 y 1652, el cabildo-ayuntamiento<br />

lo nombró, con su compañero Amaro Hernández de<br />

León, alcaide del oficio de carpintero, cargo que conllevaba<br />

la obliga ción de examinar a todos los aspirantes<br />

al oficio y evaluar y reconocer las obras y construcciones<br />

concer nientes a carpinte ría. El 18 de marzo de<br />

1655, Orbarán otorgó un poder a los procurado res<br />

de la Real Audiencia de Canaria para en todos mis<br />

pleytos, caussas y negosios ceviles y criminales... que al<br />

pre sente o en adelante pendan, en grado de apelación, en<br />

la Real Au diencia destas yslas. Actuaron como testigos<br />

Lorenzo de Campos, hijo de Andrés del Rosario, y<br />

Amaro Rodrigues Luján, carpintero 50 .<br />

Después de este último período en La Palma, Orbarán<br />

decide establecerse de forma permanente a Tenerife,<br />

donde, sin duda, se le brindaban mejores perspectivas<br />

de trabajo. En el puerto de Garachico aparece el 15<br />

de septiembre de 1656, otorgando carta de pago por<br />

18.750 reales, valor de los trabajos de carpintería, escultura,<br />

talla, pintura y dorado de la techumbre y tri-<br />

58<br />

Encrucijada


una que había hecho en la capilla mayor del colegio<br />

agustino de San Julián por encargo de su patrono, el<br />

capitán Melchor López Prieto de Sa 51 . Cuatro meses<br />

más tarde, en abril de 1657, se encuentra de nuevo<br />

en La Palma, preparando, quizás, su establecimien to<br />

definitivo en Tenerife, de modo que, antes de su partida,<br />

otorgó un amplio poder a su mujer, el día 16 de<br />

agosto de 1658 ante el escribano Juan Alarcón 52 . Ello<br />

no quiere decir que no regresase a La Palma en alguna<br />

ocasión, como el casamiento de su hija María de Estrada<br />

con el capitán Pedro Leonardo de Santa Cruz,<br />

en julio de 1668, tres años antes de su muerte. En esa<br />

misma fecha, el 18 de marzo anterior, se halló presente<br />

en la junta celebrada por los hermanos de la cofradía<br />

del Santísimo Sacramento de la parroquia de El Salvador<br />

junto con su futuro yerno Pedro Leonardo 53 .<br />

De esta manera, la etapa final de su obra se desarrolla<br />

en Tenerife, isla en la que ya se encontraba en 1659.<br />

Ese año adquiere en Icod de los Vinos una heredad<br />

de viña, con la tercia parte de un lagar, de la que se<br />

desprendió poco tiempo después, en 1662, fecha en<br />

la que figura como Antonio de Olbarán, maestro mayor<br />

de la alquitetura desta ysla 54 . El 30 de diciembre<br />

de 1660 suscribió una de sus obras de mayor importancia,<br />

la escritura para hacer el desaparecido retablo<br />

de la parroquia de la Concepción de La Laguna, que<br />

no finalizó hasta 1665 55 . Sin duda, el contrato venía<br />

precedi do por la fama del retablo principal de la iglesia<br />

de El Salvador de La Palma y el que había construido<br />

en 1637 para el Cristo de La Laguna en la<br />

iglesia del convento de San Miguel de las Victorias.<br />

Inmediatamente, el 2 de enero siguiente, se traslada a<br />

Villa de La Orotava, donde firma otra obra no menos<br />

importante con el regidor don Juan de Mesa y Lugo,<br />

la armadura de la capilla mayor del convento dominico<br />

de San Benito, lujosamente labrada en madera<br />

y yeserías, que, como panteón de enterramiento de<br />

su linaje, su patrono erigió con toda suntuosidad y<br />

esplendor 56 . El concierto obligaba al maestro a no alzar<br />

mano de la obra, ni ocuparse en otras, para que la<br />

acave dentro de el plasso señalado, porque tan solamente<br />

tengo obligación de hacer el retablo de la parrochial de<br />

la Concepción de la ciudad de La Laguna 57 . Así pues,<br />

Orbarán, alternó su estancia entre La Laguna y La<br />

Orotava, aunque siempre hará constar que es vesino<br />

de la ysla de La Palma y residente en esta de Theneri fe.<br />

1664 es otro año importante, contratando sucesivamente<br />

en La Laguna los relieves del segundo cuerpo<br />

del retablo mayor de la parroquia de la Concepción,<br />

el 24 de enero 58 ; un retablo para don Tomás de Nava,<br />

el 22 de febrero 59 ; el de la capilla de San Juan Evangelista<br />

de la iglesia de la Concepción, el 13 de agosto 60 ;<br />

el paso de la Santa Cena para la cofradía del Santísimo<br />

Sacramento de la parroquia de los Remedios, el<br />

24 de diciembre 61 ; y, ya en 1665, el retablo mayor del<br />

59<br />

Acta de matrimonio de Antonio de Orbarán<br />

con Ana de Aguilar. 1 de abril de 1625. Archivo<br />

parroquial del El Salvador. Santa Cruz de LA<br />

Palma. Islas Canarias. Fotografía: [JPM].<br />

Encrucijada


60<br />

Encrucijada


convento de Santa Catali na, el 16 de junio 62 . El 16<br />

de diciembre de ese año otorgó un poder en la misma<br />

ciudad ante Pedro de Higueras a favor de su mujer y<br />

de sus hijos, el licenciado Miguel de Orbarán, clérigo<br />

presbítero, y Andrés de Orbarán, clérigo de menores,<br />

proto colado en Santa Cruz de La Palma, en el registro<br />

del notario Juan Alarcón, a solicitud de Andrés de<br />

Orbarán, el 22 de noviembre de 1668 63 .<br />

Los últimos años de su existencia los vivió en La Orotava,<br />

ocupado en la terminación de la capilla mayor<br />

del convento de Santo Domingo y en otros encargos<br />

que recibió de su patrono, don Juan de Mesa, como<br />

la decoración de su orato rio privado y una andas para<br />

sacar el Santísimo Sacramento el día del Corpus 64 .<br />

Durante su permanencia en aquella villa fue visitado<br />

por su yerno, el platero Pedro Leonardo de Santa<br />

Cruz, a quien, según declaró en 1675, se le adeudaban<br />

50 reales que en La Orotava prestó a Antonio de<br />

Orbarán, su suegro, para mandar desta ysla a su muger<br />

y no se le pagaron 65 .<br />

Falleció por último en La Orotava en 1671. Como<br />

maestro mayor de todas obras, firmó su testamento,<br />

el 4 de marzo de 1671 ante el escribano José Hurtado<br />

de Mendoza, estando como de pressente estoy enfermo de<br />

el querpo en una cama 66 . Antes de morir, dispuso que<br />

se hiciese inventario de todas sus piezas y herramientas<br />

de trabajo, guardadas en un baúl, así como del resto de<br />

sus objetos persona les 67 . Su mujer Ana de Aguilar murió<br />

poco tiempo después. Falleció, sin haber testado,<br />

en Breña Alta, en casa de su yerno, Pedro Leonardo de<br />

Santa Cruz, que corrió con los gastos de su entierro y<br />

honras fúnebres 68 . Fue sepultada, el 6 de julio de 1671,<br />

en la iglesia de San Pedro del mismo término 69 .<br />

De su matrimonio con Ana de Aguilar, Antonio de<br />

Orbaran obtuvo cuatro hijos 70 : fray Antonio de Orbaranes<br />

(1631-1671...), su primogénito, que profesó en<br />

el convento dominico de San Miguel de la Palma; el<br />

licenciado don Miguel Casimiro de Orbarán, clérigo<br />

“Escritura de arrendamiento otorgada por<br />

Martín de Orbara, 1621”. Archivo de Notarias de<br />

Puebla de los Ángeles. Foto: [JPM].<br />

presbí tero (1636-1665); Andrés de Orbarán y Aguilar<br />

(1640...1700), escultor, pintor, dorador y arquitecto;<br />

y María de Estrada y Orbarán (1643-1673), esposa<br />

del platero Pedro Leonardo Escovar y Santa Cruz.<br />

De su primer hijo, fray Antonio de Orbaranes 71 , sabemos<br />

que en 1651, a la edad de 20 años, profesó en el<br />

convento dominico de San Miguel de La Palma, después<br />

de haber hecho, el 8 de septiembre de ese año,<br />

testamento y renuncia de sus bienes. En él declaró<br />

que sus padres, Antonio de Orbarán y Ana de Aguilar,<br />

durante su matrimo nio, an tenido quatro hixos,<br />

uno de los cuales soy yo, y los vienez que tienen no son<br />

equivalentes... para que nos pueda alimentar. El prior,<br />

fray Juan Román, y demás religiosos convinie ron, en<br />

razón a la imposibilidad económica de los padres del<br />

novicio, en que éstos entregarían al convento una hechura<br />

de Santo Domingo en el plazo de un año.<br />

En el mismo testamento, fray Antonio de Orbaranes<br />

renunció a su legítima en favor de sus padres, a los<br />

que dejó por herederos universales de sus bienes 72 . En<br />

1671, cuando Orbarán redactó sus últimas voluntades<br />

testamentarias en la Villa de La Orotava, declaró<br />

que su hijo Antonio de Orvarán, frayle de la orden de<br />

mi padre Santo Domingo, se encontraba ausente en Yndias<br />

de Su Magestad 73 . Probablemente, pasó a residir<br />

en algún convento mexicano, dado los lazos familiares<br />

que le unían con la Nueva España 74 . Ignoramos<br />

si siguió las enseñanzas artísticas de su padre, como<br />

si lo hicieron sus hermanos el licenciado Miguel de<br />

Orbarán, presbíte ro, y Andrés de Orbarán, pero es<br />

muy posible, dada las condiciones laborales de los artistas<br />

del Antiguo Régimen, cuya primera escuela era<br />

el taller familiar.<br />

Al igual que su hermano mayor, el licenciado don<br />

Miguel Casimiro de Orbarán 75 , abrazó la carrera<br />

eclesiásti ca, aunque nunca abandonó del todo el oficio<br />

familiar y su entorno. Heredó así las dotes artísticas<br />

de su padre, de modo que sabemos que en 1662<br />

pintó un escudo de armas para el túmulo de don<br />

Juan Massieu Vandale, caballero de Santiago 76 . Fue<br />

también amigo del escultor y arquitecto Lorenzo de<br />

Campos, apadrinando a uno de sus hijos en 1664 77 .<br />

Con anterioridad, en 1655, figura como testigo en<br />

la escritura de aprendizaje de Mateo, hijo de Manuel<br />

61<br />

Encrucijada


62<br />

Carballo y Francisca Salazar, difuntos, con Cristóbal<br />

Hernández, maestro de carpintero 78 . Murió el 7 de<br />

mayo de 1665 y fue sepultado en la parro quia de El<br />

Salvador. No otorgó testamento, seguramente por<br />

haber fallecido repentina mente 79 .<br />

Su hermana, María de Estrada y Orbarán 80 , casó<br />

en 1668 con el capitán Pedro Leonardo de Escovar<br />

y Santa Cruz (1635-1681), platero 81 , uniéndose así<br />

dos importantes familias de artistas, estimulando influencias<br />

e intercambios. Su marido fue, en efecto, el<br />

orfebre más destacado en La Palma durante el siglo<br />

XVII y reunió en su obra caracterís ticas que le distinguen<br />

del ambiente general dominante en la platería<br />

isleña, no sólo por la singularidad de la tipología<br />

utilizada sino por la presencia de un marcaje insólito<br />

en Canarias 82 . A él se le encarga ron la custodia<br />

procesio nal de El Salvador (1664 y 1669) y las andas<br />

de baldaquino de la patrona de la isla, que dejó sin<br />

concluir a su muerte. Gloria Rodríguez sospecha que<br />

su contacto con Antonio de Orbarán, experto ensamblador,<br />

pudo haberle facilitado estampas o libros con<br />

modelos arquitectóni cos que inspiraran al platero deseoso<br />

de renovarse 83 .<br />

Cuando contrajo matrimonio, Antonio de Orbarán<br />

prometió a su yerno la elevada dote de 17.470 reales,<br />

entrando en ella como pieza principal la morada familiar,<br />

que Orbarán se comprometió a soallar y travear<br />

de nuevo y le hemos de hacer una cocina y comedor con<br />

su escalera, zaguán y casa puesta 84 . Por esa fecha, Pedro<br />

Leonardo pasaría a residir con su mujer a la casa de<br />

sus suegros, al menos hasta el fallecimiento de su esposa<br />

en 1673 85 . A partir de entonces, se trasladó con<br />

sus tres hijos pequeños, Miguel, Pedro y Antonio, a la<br />

casa de su tía María Leonardo de Santa Cruz (1614-<br />

1695), en la calle del Tanquillo del Concejo, donde<br />

vivía al llegar su última enfermedad y muerte 86 .<br />

Por último, Andrés de Orbarán y Aguilar fue el único<br />

hijo de Antonio de Orbarán que siguió los pasos de su<br />

padre. Como sus hermanos, nació en Santa Cruz de<br />

la Palma, el 28 de noviembre de 1640, recibien do el<br />

bautismo el 10 de diciembre 87 . Durante su juven tud,<br />

y antes de dedicarse a las artes, fue clérigo de menores.<br />

En 1665, cuando contaba con 25 años, era capellán<br />

colado. Por entonces, el 9 de noviembre del mismo<br />

año, fue compelido por el vicario de la isla, don José<br />

Sánchez de Zurbarán, pena de excomunión mayor,<br />

para que pagase, en el plazo máximo de tres días, 48<br />

reales y seis cuartos que adeudaba a Alonso Rodríguez<br />

Triana, vecino de Mazo, pues aunque éste había hecho<br />

algunas diligen cias para cobrar tal débito de bos no le a<br />

ssido posible y que no tenía otro remedio que el valerse de<br />

la justicia 88 . Cinco años después, en 1670, fue nombrado<br />

por el capitán don Nicolás Vandale Massieu<br />

y Vélez capellán de la capellanía de 50 misas rezadas<br />

fundada por su tío don Pedro Massieu Van Dalle en la<br />

ermita de las Nieves 89 . Todavía en 1671 seguía siendo<br />

clérigo de menores, como consta del testamento de su<br />

padre, abandonando la carrera eclesiástica después del<br />

fallecimiento de Antonio de Orbarán.<br />

Ese año se trasladó a La Orotava para cobrar varias<br />

deudas y liquidar algunas de las obliga ciones contraídas<br />

por su padre antes de morir. Éste, en su testamen to,<br />

había encarga do a su hijo que terminase dos esculturas<br />

que tenía comenza das, un San Antonio de Padua para<br />

Juan Pérez Bento y un Niño Jesús para Juan Tabares,<br />

cerero, y viniendo dicho mi hijo y acavado dicho niño,<br />

consertándose con él, lo lleve 90 . Así debió ser, puesto que<br />

en la participación de bienes de Antonio de Orbarán<br />

en 1675 consta que Andrés de Orbarán cobró cien<br />

reales por cada una de ambas hechuras 91 .<br />

De regreso a La Palma, liquida todo lo relativo a su<br />

herencia, desprendiéndose de sus bienes en Santa<br />

Cruz de La Palma entre 1675-1676. Marcha seguidamente<br />

a Las Palmas de Gran Canaria, ciudad donde<br />

contrae matrimonio en la iglesia del sagrario catedral,<br />

el 23 de octubre de 1678, con Inés Carrillo del Castillo,<br />

titulándo se maestro arquitecto 92 . En noviembre y<br />

diciembre de 1679 figura trabajando para la catedral,<br />

haciendo los remates del órgano grande con la figura<br />

de la fama, concertada en 900 reales 93 . Adereza también<br />

la imagen de la Virgen de la Candelaria (1680),<br />

colocada en el altar del sagrario de la iglesia baja 94 .<br />

Por esos años bautiza a sus hijas Luisa Antonia (1679)<br />

y Ana Valentina (1681) 95 .<br />

Desde 1687 consta su presencia de nuevo en Santa<br />

Cruz de La Palma 96 . Interviene por entonces en el dorado<br />

del retablo mayor de la parroquia de El Salvador,<br />

obra que había rematado en 29.000 reales el escul-<br />

Encrucijada


tor y pintor don Pedro Álvarez de Lugo Usodemar,<br />

abogado de la real Audiencia, quien, según declaró<br />

en 1688 Andrés de Orbarán, había hecho concierto<br />

conmigo de la mitad de la obra de dicho retablo i a<br />

este efecto me hiço paçar de la ysla de Canaria con toda<br />

mi casa. En septiembre de 1688, el mayordomo de<br />

fábrica, licenciado don Gaspar Machado y Barros,<br />

beneficiado, inició un pleito contra Andrés de Orbarán,<br />

vesino de Canaria y residente en esta ysla, por causa<br />

del dorado de algunas piezas que formaban parte<br />

del segundo y tercer cuerpo del retablo. El licenciado<br />

Machado y Barros logró sus pretensiones y Andrés de<br />

Orbarán fue obligado a devolverlas, no sin antes herir<br />

el orgullo del artista, cuyo trabajo, según el mayordomo<br />

de fábrica, se había limitado únicamente a nueve<br />

piezas ya doradas del primer cuerpo, de 26 que lo<br />

formaban; las cuales el licenciado Álvarez de Lugo le<br />

Vista de la parroquia de Nuestra Señora de<br />

la Candelaria. Tijarafe. La Palma. Fotografía:<br />

[JPM].<br />

había permitido dorar sin aver para ello otra razón que<br />

la de la caridad y de la instancia apretante de los ruegos<br />

de dicho Andrés de Orbara, porque la sufi ciencia y habilidad<br />

notoria de quien se encargó del todo de la obra de<br />

dicho retablo en ninguna manera necessitaba de su ayuda.<br />

Por el contrario, había procurado, con ingratitud<br />

muy clara, obscure ser y denigrar el más asentado crédito<br />

del licenciado Álvarez de Lugo. En este litigio todavía<br />

seguía envuelto a principios de 1690 97 .<br />

Todas estas contrariedades movieron sin duda a Andrés<br />

de Orbarán a dejar definitiva mente las Islas y<br />

marchar al Nuevo Mundo, tierra en la que habían<br />

vivido sus abuelos Martín de Orbarán y Ana de Estrada,<br />

vecinos de Puebla de los Ángeles, en Nueva España.<br />

Hacia 1690 abandona La Palma y se estableció<br />

con su familia en la ciudad de Mérida del Yucatán, en<br />

México 98 . Allí fallecieron él, su esposa y su hija, doña<br />

Inés de Orbara, de diez años de edad, en septiem bre<br />

de 1699, víctimas, quizás, de alguna epidemia, pues<br />

murieron, de forma acelerada, con tan sólo seis días<br />

de diferen cia 99 . En su partida de defunción se hace<br />

constar su condi ción de isleño, así como el distintivo<br />

63<br />

Encrucijada


64<br />

honorífi co de don, lo que indica que gozó de buena<br />

con sideración social y es probable que viviese en<br />

el centro de la ciudad, pues todos ellos fueron enterrados<br />

en la iglesia catedral. Su hija Ana de Orbarán<br />

contrajo matrimonio en Mérida con el palmero Pedro<br />

Cabrera Calderón, natural de Buena vista, mientras<br />

que doña Luisa de Orbarán entró como religiosa en<br />

un convento de la misma ciudad 100 , en el de monjas<br />

concepcionistas.<br />

Un artista polifacético<br />

Maestro mayor de todas obras, como el mismo se autotitula<br />

en su testamento, resumiendo su amplia actividad<br />

artística, Antonio de Orbarán fue el artista<br />

más polifacético que trabajó en Canarias en el siglo<br />

XVII. Prueba de su versatilidad es su participación<br />

en algunas obras en el campo de la arquitectura militar,<br />

como la recientemente documentada en la fortaleza<br />

fabricada por orden del gobernador Gabriel de<br />

la Puebla en el Puerto de la Cruz, conocida primero<br />

como de San Juan de Ribera y después como castillo<br />

de San Felipe 101 . Junto a su nombre figuran los<br />

oficios de escultor, carpinte ro, entalla dor, ensam blador,<br />

pintor, dorador y también architeto y maestro de<br />

arquitetura. Como señala García Gainza, el arquitecto<br />

tenía como función específica el hacer las trazas de los<br />

retablos, labor que frecuentemente corría a cargo de<br />

los ensambla do res, que se llamaban también arquitectos.<br />

El cometido de estos últimos era de gran importancia<br />

para el resultado final de la obra, ya que debía<br />

juntar y ensamblar las piezas de madera de tal manera<br />

que las juntas y las esquinas quedaran perfecta mente<br />

encaja das. Al entalla dor le correspon día ejecutar las<br />

partes ornamentales del retablo, esto es, frisos, capiteles,<br />

pedestales, etc., gozando de gran iniciativa ya<br />

que la decoración no se programa ba de antemano<br />

como suele ocurrir con la iconografía. Y al escultor o<br />

imaginero, la ejecución de la escultura en bulto y las<br />

escenas de relieve... El pintor contrataba la policromía,<br />

aunque hay que distin guir entre los pintores de<br />

pincel, que a veces contratan también la policro mía<br />

de las esculturas, y los pintores doradores y estofadores<br />

propiamente dichos 102 .<br />

Era también frecuente que un artista reuniese varios<br />

oficios a la vez, como fue común en Canarias durante<br />

el siglo XVII —citemos al propio Antonio de Orbarán<br />

o a su colaborador Andrés del Rosario, a su<br />

hijo Lorenzo de Campos o a su nieto Bernabé Fernández—.<br />

Así, los ensambla dores —especialidad que<br />

como tal solo se constata en contadas ocasiones— eran<br />

al mismo tiempo entalladores, tracistas y carpinteros<br />

de lo blanco, a veces escultores, y también pintoresdoradores.<br />

Todas las especialidades relacionadas con<br />

las artes de la madera solían agruparse de ese modo<br />

bajo la denominación genérica de maestro carpintero,<br />

concepto que, además de sustituir al de ensamblador,<br />

abarca, con carácter polifacético y múltiple, el ámbito<br />

de trabajo de todas aquellas manifesta ciones relacionadas<br />

con las artes de la madera. Al contrario que<br />

en los centros artísticos peninsulares, donde existe un<br />

alto grado de especializa ción, en las Islas el maestro<br />

carpintero es, por lo común, ensam blador, entallador,<br />

ebanista y carpintero de armar o de lo blanco<br />

a la vez, de ahí los múltiples présta mos decora tivos,<br />

de estirpe barroca, que desde el campo del retablo<br />

se traspa san a techum bres construidas de acuerdo a<br />

las plantas mudéjares —festones de frutas y formas<br />

vegetales, mascaro nes, etc—, como ejemplifican espléndidamente<br />

las magníficas cubiertas del crucero y<br />

el presbiterio de la iglesia de San Juan Bautista de<br />

Puntallana (1717-1719), realizadas por el maestro<br />

carpintero Bernabé Fernández, autor, por otro lado,<br />

de los retablos de la cabecera del mismo templo. Del<br />

igual modo, el maestro carpinte ro realiza con normalidad<br />

no sólo retablos y techumbres, sino toda<br />

clase de obras de carpinte ría, desde puertas, ventanas<br />

y balcones a muebles domésticos y litúrgicos, como<br />

sillerías de coro y cajonerías de sacristía.<br />

Ello justifica la existencia de toda una serie de interrelaciones<br />

en las diversas artes de la madera, especialmente<br />

en cuanto a la decoración se refiere. Así, es posible advertir<br />

la presencia de un mismo lenguaje ornamental<br />

que traslada a estos ámbitos los temas y motivos comunes<br />

en el retablo, en general tomados del plateresco<br />

y del mundo del grutesco clásico: jarrones, gallones,<br />

Visión general del retablo mayor de la iglesia<br />

de N. S. de la Candelaria. Tijarafe, La Palma. C.<br />

1627. Fotografía: Taller de Restauración del Excmo.<br />

Cabildo Insular de La Palma, en adelante<br />

[TRCILP].<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

65


costillas, hojas de acanto, cuadrifolias, cabezas de aves,<br />

mascaro nes, cornuco pias y un largo etc...<br />

Retablos<br />

Antonio de Orbarán fue —como se ha dicho— un<br />

artista polifacé tico, aunque descolló, por encima de<br />

todo, como retablista. Como señala Alfonso Trujillo,<br />

el segundo tercio del siglo XVII representa un momento<br />

decisivo para el retablo en Canarias, momento<br />

en que aparece un nombre, Antonio de Orbarán,<br />

y un monumental retablo, el de la capilla mayor de<br />

la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de Candelaria, de<br />

Tijarafe, en La Palma 103 . Fue este profesor (1977), el<br />

primero que, con justa valoración, concedió al retablo<br />

de Tijarafe un lugar privilegiado en el conjunto<br />

del archi piélago canario 104 . Puede preciarse así de ser<br />

la primera gran obra del retablo isleño, singularidad<br />

que, a lo largo de las últimas décadas, ha sido resaltada<br />

no sólo en la historiogra fía local y regional (Fer nández<br />

García, 1963; Tarquis Rodríguez, 1965; Trujillo Rodríguez,<br />

1977, Fraga González, 1980; Hernández Perera,<br />

1984; Calero Ruiz, 1987; Gómez Luis-Ravelo,<br />

1999), sino también en conocidos manuales y obras<br />

generales sobre escultura y retablo barroco en España.<br />

El profesor Martín González no duda clasificarlo<br />

como incunable de la historia del retablo canario 105 .<br />

Fechada hacia 1628-1629, esta gran obra marca todo<br />

un hito. Su magnitud y monumenta lidad significó<br />

un nuevo paso, ya que hasta ese momento habían dominado<br />

los retablos de pintura y los pequeños tabernáculos-hornacinas.<br />

Por entonces, eran todavía desconocidas<br />

en las islas tales máquinas arquitectó ni cas<br />

de madera; y fue la monumentalidad de su trazado la<br />

que suscitó comenta rios de admiración entre los visitadores<br />

eclesiásticos, viajeros y demás visitantes que<br />

llegaron al lugar, apartado de los principa les núcleos<br />

66<br />

Encrucijada


de la isla. Así, el visitador general don Juan Pinto de<br />

Guisla ponderaba en 1678 el aspecto interior de la<br />

iglesia; y la hermosea mucho el retablo del altar maior<br />

que ocupa todo el testero de la pared, bien dorado y con<br />

diferentes esculturas y payneles de pintura 106 . Y en el<br />

mismo sentido, el prebendado don José de Tobar y<br />

Sotelo, en la visita de 1705, manifestaba que la capilla<br />

mayor era muy buena, proporsionada al cuerpo de la<br />

yglesia, y tiene su retablo que es el mejor que emos visto<br />

en estos lugares y muy rasonable, reite rando, años más<br />

tarde (1718), que era el mejor retablo que ay en los<br />

lugares de esta ysla 107 . Todavía a finales del siglo XIX el<br />

viajero inglés Charles Edwardes, que visitó la isla en<br />

1887, indicaba que la obra no tenía igual La Palma<br />

por lo florido de su adorno 108 .<br />

La construcción del retablo de Tijarafe representó la<br />

culmina ción de las obras de renovación y reedificación<br />

del templo parroquial y su capilla mayor, comenzadas<br />

hacia 1614. Recién terminadas las obras,<br />

se inició un segundo y más importan te proyecto, la<br />

renovación del altar mayor sustituyen do el pequeño<br />

tabernáculo de Nuestra Señora de Cande laria por un<br />

gran retablo que llenase todo el teste ro. Este antiguo<br />

retablo-hornacina, en el que recibió su primer culto<br />

la imagen de la patrona de Tijarafe, se conservaba<br />

aún en 1678, de modo que en el inventario levantado<br />

con ocasión de la visita de aquel año se consigna vn<br />

tabernáculo antiguo que era del altar maior que está en<br />

la sacristía 109 . El promotor de aquella empre sa fue el<br />

cura beneficiado de Tijarafe, el licenciado don Juan<br />

Felipe de Lería, nombrado mayordomo de fábrica en<br />

1625 por renun cia del anterior mayordo mo, el capitán<br />

Miguel Mar tín, cargo que desempeñó hasta su<br />

muerte en 1666 110 . El fue, posiblemente, el inspirador<br />

del programa iconográfico que sustenta el retablo,<br />

concebido para mostrar visualmente a los fieles<br />

los misterios más importantes del Rosario, así como<br />

el ciclo narrativo de la Purificación de la Virgen.<br />

Según la documenta ción aportada por Miguel Tarquis<br />

y publicada por el doctor Alfonso Trujillo, fue<br />

construido en torno al año de 1628 111 . Con motivo<br />

de la restauración y limpieza de esta gran obra por el<br />

equipo AB 57, encargado de llevarla a cabo, quedó<br />

al descubierto, en las molduras superiores que decoran<br />

los frentes de los seis pedestales adelantados del<br />

banco del primer cuerpo, una inscrip ción alusiva a<br />

su construc ción, que dice así: ESTA OBRA MAN-<br />

DARON HAZER A SV COSTA LA COFRA-<br />

DIA/ DEL SºS LA FABRICA I LOS VEZINOS<br />

LOS QVALES DIERON LA MAIOR PARTE/ DE<br />

ONZE MIL REALES QVE HIZO DE COSTO<br />

CVIA/ SOLICITVD PVSIERON FRANCISCO<br />

RODRIG VES/ I BALTAZAR I HERNANDEZ<br />

BARETO/ MAIORDOMOS DE LA DICHA/<br />

COFRADIA [...] NSVE SE EMPESO EL AÑO DE<br />

[...] 112 . Lamenta ble mente, ha desaparecido la fecha<br />

de terminación de la obra. Sin embargo, esta falta<br />

puede ser subsanada por libros parroquiales, que permiten<br />

conocer con bastante exactitud el momento y<br />

algunos pormeno res de su construc ción. Como indica<br />

la inscripción, fue realizado siendo mayordomos<br />

de la cofradía del Santísimo Francisco Rodríguez y<br />

Baltasar Hernández Barreto, que habían sido elegidos<br />

como tales en junta del 15 de noviembre de 1626 113 .<br />

Dos años después, el 4 de noviembre de 1628, los<br />

mismos mayordomos rindieron sus cuentas ante el<br />

beneficiado Juan Felipe de Lería. Por entonces, el retablo<br />

parece estar ya concluido en cuanto a madera,<br />

de modo que los mayordomos justifican el gasto de<br />

613 reales y medio del costo de la madera para el retablo<br />

hasta ponerla en la ygle sia, 59 reales de clavos y<br />

3.000 reales por la hechu ra del retablo de madera con<br />

todos los bultos que tiene 114 . Ese mismo día, se acuerda<br />

no hacer nueva elección de mayordomos hasta tanto<br />

que los actuales no acabasen la obra del retablo 115 .<br />

Una interpretación confusa de las notas del Archivo-legado<br />

Miguel Tarquis llevó al profesor Trujillo<br />

Rodríguez a suponer que el mayordomo de la iglesia<br />

no estuvo conforme con la forma de contratar al artista<br />

encargado de ejecutar el retablo, al no haberse<br />

hecho ellesión y añade: cómo iba a imaginar el mayor-<br />

Detalle del remate curvo del retablo mayor de<br />

la iglesia de N. S. de la Candelaria. Tijarafe, La<br />

Palma. Fotografía: Isabel Santos, Isabel Concepción.<br />

[TRCILP].<br />

(Página siguiente) Esquema de la distribución<br />

iconográfica del retablo de Tijarafe. Isabel<br />

Santos, Isabel Concepción. [TRCILP].<br />

67<br />

Encrucijada


68<br />

Encrucijada


domo asentante que precisamente la fama de este retablo<br />

en el Archipiélago partiría de una decisión unilate ral 116 .<br />

El 5 de octubre del año siguiente, 1629, el obispo<br />

don Cristóbal de la Cámara y Murga, en su visita<br />

pastoral a la parro quia de Tijarafe, halló al Santí simo<br />

Sacra mento en el altar mayor en el sagrario que está<br />

en el retablo 117 . Ese mismo año ya se habla del dorado,<br />

de modo que el mencionado obispo mandó<br />

que tanto la fábrica parro quial como la cofradía del<br />

Santísimo pagasen al dorador 400 reales cada una por<br />

su trabajo 118 . Y en las cuentas de fábrica rendidas por<br />

el licen ciado Juan Felipe de Lería, correspon dientes<br />

a los años de 1625-1629, consta el descargo de 50<br />

ducados al dorador a quenta de lo que se le da por dorar<br />

el retablo, que lo demás pagan los vezinos de limosna, y<br />

de 33 reales y medio que llevaron los offiçiales que hizieron<br />

los pretiles para asentar el retablo y en la comida<br />

que se les dio 119 . Por último, las siguientes cuentas<br />

(1629-1637) recogen el costo de fijarlo a la pared y la<br />

confección de un velo de bucarán para proteger todo<br />

el conjunto, acabado de dorar 120 . Las noticias documentales<br />

hacen suponer que el conjunto fue labrado<br />

—al menos en su mayor parte— en el lugar, como se<br />

deduce de la presencia reiterada de Antonio de Orbarán<br />

en Tijarafe en 1628-1629 y del libro de cuentas<br />

de la cofradía del Santísimo Sacramento, que recoge,<br />

como hemos dicho, el costo que hizo la madera para<br />

el retablo hasta ponerla en la iglesia.<br />

Atribuido desde los años sesenta del siglo XX a Antonio<br />

de Orbarán 121 , la autoría del retablo de Tijarafe<br />

ha planteado algunos problemas 122 . Por esta razón,<br />

emprendimos un rastreo exhaustivo en el archivo<br />

parro quial en busca de nuevos datos que pudiesen<br />

corrobo rar o desmentir su tradicional atribución a<br />

Orbarán. Nuestra investiga ción vino a confirmar su<br />

interven ción, de modo que pudimos comprobar la<br />

presencia reiterada de Antonio de Orbarán en la iglesia<br />

de Tijarafe, actuando como testigo de matrimo nio<br />

en cuatro diferentes ocasiones, desde mayo de 1628<br />

hasta mayo de 1629, es decir, justamente en el momento<br />

en que se estaba constru yendo el retablo 123 .<br />

Así lo hace el 3 de mayo de 1628 en el matri mo nio de<br />

Domingo Rodríguez y María Martín; el 19 de febrero<br />

de 1629 en el de Melchor Martín y Ángela Francisca,<br />

en la que figura como dorador; el 2 de mayo de<br />

1629, en el de Domingo Díaz y Juana de Ortega; y,<br />

por último, el 28 de mayo de 1629 en el de Baltasar<br />

Hernández y María Rodríguez 124 . Estas eviden cias<br />

documenta les relacionan de forma directa a Antonio<br />

de Orbarán con la hechura de la obra. Al mismo tiempo,<br />

la ornamentación de carácter fitomorfo, simétrica<br />

y geometrizada, de los relieves de los frisos del<br />

primer cuerpo, que incluye una característica forma<br />

floral ampliamente repetida en retablos posteriores,<br />

constituye un repertorio clásico en sus obras. Así lo<br />

respaldan los frisos, banquillos y sotaban cos del reta-<br />

69<br />

Encrucijada


70<br />

blo del Buen Jesús de Garafía (1654), el del convento<br />

de Santa Catalina de La Laguna (1665) o la traza<br />

del retablo de San Nicolás de Tolentino (1664). Esta<br />

misma decoración vegetal y floral que encontramos<br />

ya en Tijarafe tiene clara réplica en otras obras suyas o<br />

de su círculo. Muestra fehaciente es el respaldo del escaño<br />

concejil que conserva el ayunta miento de Santa<br />

Cruz de La Palma, verdadera joya de la ebanistería<br />

isleña que debe datar de mediados del siglo XVII o<br />

de la segunda mitad de la misma centuria. Ello viene<br />

a constatar que el autor del retablo de Tijarafe<br />

si hizo escuela —al menos en el caso del repertorio<br />

ornamental—, de modo que algunos de sus motivos<br />

decorati vos se repiten tanto en otros retablos como<br />

en el mobiliario civil y religioso, como evidencia también<br />

la cajonería de la sacristía del santuario de Nuestra<br />

Señora de las Nieves (1658).<br />

Soporte de un programa iconográfico abundantemente<br />

ilustrado con múltiples esculturas y pinturas,<br />

el conjunto, que el inventario de 1678 describe como<br />

vn retablo que ocupa el testero del altar maior, con el<br />

sagrario en medio, y doze esculturas de los doze apóstoles<br />

y doze payneles de pintura en lienso 125 , se adapta al<br />

modelo del retablo-rosario. Como si de las ilustraciones<br />

de un libro abierto se tratara, este tipo de retablo<br />

desarrolla los misterios en escenas indepen dien tes y<br />

por el mismo orden del rosario, de manera que los<br />

fieles podían seguir visualmen te las escenas al tiempo<br />

que rezaban las oracio nes. Según Martín González,<br />

su origen es medieval y de procedencia germana 126 . A<br />

grandes rasgos, el retablo de Tijarafe se ajusta a esta<br />

tipología, de modo que las pinturas aparecen ordenadas<br />

con un sentido ascensional por misterios y cuerpos:<br />

en el primero los gozosos —a nivel terrenal—,<br />

en el segundo los gloriosos —con una secuencia celestial—<br />

y el terce ro o ático, dolorosos. Existen algunas<br />

variantes y modificaciones con respecto a los temas<br />

seleccionados y su localiza ción en el ciclo narrativo<br />

de las pinturas, introducidas con el fin de mostrar no<br />

sólo los principales misterios marianos sino también<br />

la advocación precisa del templo, Nuestra Señora de<br />

Candela ria, que recibe culto en la hornacina central.<br />

Así, las pinturas de la Natividad —25 de diciembre—,<br />

la Circunci sión —1 de enero—, la Adoración<br />

de los Magos —6 de enero— y la Presenta ción en el<br />

Templo —2 de febrero— constitu yen un segundo ciclo<br />

alusivo a la Purifica ción de María después del parto,<br />

fiesta de las candelas. Narran la vida de la Virgen<br />

desde el nacimiento de Jesús hasta su presenta ción en<br />

el templo cuarenta días más tarde.<br />

Como precedente, cabe citar el anti guo retablo mayor<br />

de la iglesia de los Reme dios de La Laguna, encargado<br />

a Flandes por el mercader portu gués Pedro Afonso<br />

Mazue los en 1597 y cuyas tablas se adscriben a la<br />

escuela manierista de Ambe res. Según el testimonio<br />

del historiador Juan Núñez de la Peña, que lo pudo<br />

contemplar antes de ser desarmado para trasladar sus<br />

cuadros al nuevo reta blo mayor a principios del siglo<br />

XVIII, es su pintura hecha en el Norte y en tabla con<br />

los misterios desde la Encarnación hasta la subida a los<br />

Cielos 127 . Es probable que el inspirador del programa<br />

Lienzo de la Dolorosa. Remate lateral del Retablo<br />

de Tijarafe. Fotografía: Isabel Santos, Isabel<br />

Concepción. [TRCILP].<br />

(Página siguiente izquierda) Lienzo del Crucificado<br />

con la Magdalena a los pies de la cruz.<br />

Remate central. Fotografía: Isabel Santos, Isabel<br />

Concepción. [TRCILP].<br />

(Página siguiente derecha) Lienzo de San<br />

Juan Evangelista. Remate lateral. Fotografía:<br />

Isabel Santos, Isabel Concepción. [TRCILP].<br />

Encrucijada


iconográfico del reta blo mayor de Nuestra Señora de<br />

Candelaria de Tijara fe fuese el licenciado Juan Felipe<br />

de Lería, cura del lugar, y mayordomo de fábrica desde<br />

el 18 de junio de 1625 hasta su muerte, acaecida<br />

en 1666 128 . Se da la circuns tancia de que el licenciado<br />

Juan Felipe de Lería fue nombrado por las mismas<br />

fe chas, el 12 de marzo de 1625, y por el mismo visitador,<br />

don Diego Vázquez Romero Botello, mayordomo<br />

de la cofradía del Santísimo Rosario, hermandad<br />

que había sido funda da en la iglesia de Tijara fe por<br />

el reverendo padre prior del convento de San Miguel<br />

de La Palma, fray Juan Morera, pocos años antes, en<br />

1622 129 . La cofradía, además de difundir la devoción<br />

y el rezo del Santísi mo Rosario, celebraba processión<br />

con la ymagen de Nuestra Señora el primero Domingo<br />

de cada mes 130 .<br />

Este monumental retablo mayor de Tijarafe ofrece<br />

dis posición arquitec tónica en cinco calles y hornacina<br />

única. Cons tituye dentro del retablo palmero una<br />

excepción, puesto que, a nivel estructural, no hizo<br />

escuela en la isla. Su originalidad —como destaca el<br />

profesor Trujillo— estriba en la fórmula seguida por<br />

Orbarán de situar en los interco lumnios o entrecalles<br />

todo el muestrario escultórico de un extraordi nario<br />

apostolado, con el que adquiere prácticamente la apariencia<br />

de once calles. Resulta, por tanto, una solución<br />

mixta esculto-pictóri ca. Y así pudiera hablarse de tres<br />

cuerpos, ya que el Calvario del ático queda desglosado<br />

en tres lienzos individualizados: al centro, Cristo<br />

en la Cruz y la Magdalena a sus plantas, a la derecha<br />

la Dolorosa, y a la izquierda el Discípulo Amado 131 .<br />

La multiplicación de calles y entreca lles que lo singulariza<br />

es el resultado de la necesidad de adaptarse a la<br />

forma rectangu lar de la cabecera —mucho más ancha<br />

que alta—, de manera que, de este modo, se consigue<br />

contrarrestar el sentido marcadamente horizonta l del<br />

testero de la capilla mayor. Por otro lado, la desaparición<br />

del concepto de calle central y la presencia en<br />

su lugar de una banda corrida en el segundo cuerpo<br />

y ático hacen que, como señala Martín González- el<br />

retablo se acomode al carácter italiano de «pala» 132 .<br />

Llaman la atención los tres edículos que conforman<br />

el triple ático —coronados por frontones curvos partidos—,<br />

con orlas laterales con cabezas de mascarones<br />

de largas barbas en perfil —en el central— y querubines<br />

alados —en los laterales—. Un espléndido jarrón<br />

agallona do, rebosante de frutas un tanto exóticas<br />

—como escribe Trujillo—, remata el conjunto; mientras<br />

que los altorrelie ves de los apóstoles situados en las<br />

entrecalles descansan sobre repisas agallonadas vueltas<br />

hacia arriba a manera de conchas 133 , solución que se<br />

repite en algunos retablos manieristas tinerfeños 134 .<br />

Con sus casi once calles, el retablo de Tijarafe no<br />

71<br />

Encrucijada


guarda, sin embargo, ninguna conexión estructu ral<br />

con lo que hemos podido rastrear y conocer en sus<br />

otras obras de La Palma y Tenerife. Alfonso Trujillo<br />

advertía tal evolución, al comparar el primer cuerpo<br />

del retablo del convento de Santa Catalina de La Laguna<br />

con aquella primer obra suya de Tijarafe, porque<br />

los mismos capitales del primer cuerpo son de una perfección<br />

muy superior a la de aque llos 135 . En su última<br />

época adoptó, además, un nuevo tipo de retablo, el<br />

de relieves tallados 136 . La estructura de los numerosos<br />

que contrató a partir de 1636-1638 —santuario<br />

del Cristo de La Laguna y El Salvador de Santa Cruz<br />

de La Palma— presenta bastante similitud entre sí,<br />

de manera que se repite con ligeras variantes. Todos<br />

ellos poseen tres calles y dos cuerpos —retablo de San<br />

Nicolás de Tolentino, 1664; Concepción de La Laguna,<br />

1664; convento de Santa Catalina, 1665— y<br />

excepcio nalmente tres —santuario del Cristo de La<br />

Laguna; El Salvador—. El primer cuerpo suele contar<br />

con tres nichos para esculturas de bulto redondo (El<br />

Salvador; convento de Santa Clara de Santa Cruz de<br />

La Palma, 1648; capilla del Buen Jesús de Garafía,<br />

1654; convento de Santa Catalina de La Laguna),<br />

mientras que en los cuerpos superiores dispone tableros<br />

tallados o pinturas, a veces también en los laterales<br />

del inferior (retablo de San Nicolás de Tolentino).<br />

Especial interés ofrecía este último. Concertado en<br />

1664 por don Tomás de Nava, por fortuna de él se<br />

conserva su traza, publicada en 1987 por la profesora<br />

Calero Ruiz 137 . De dos cuerpos y tres calles, carece<br />

de ático. Ocupa su lugar una monumental concha,<br />

Pintura del primer cuerpo. Retablo de Tijarafe.<br />

La Palma. Fotografía: Isabel Santos, Isabel<br />

Concepción. [TRCILP].<br />

(Página siguiente) Relieve de San Pedro. Retablo<br />

de Tijarafe. La Palma. Fotografía: Isabel<br />

Santos, Isabel Concepción. [TRCILP].<br />

72<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

73


74<br />

rodeada de esferas flameantes y con un sol de rayos en<br />

su centro, todo sostenido por una media figura que<br />

surge de una tarja inferior y en medio de dos grandes<br />

volutas afrontadas. Este onírico remate sin duda sería<br />

parecido al que por entonces realizó para el desaparecido<br />

retablo mayor de la iglesia de la Concepción<br />

de La Laguna, que, según consta en el contrato que<br />

otorgó el mismo año de 1664, estaba formado por<br />

dos bolutas de aletones, dos muchacos y un querubín<br />

en la tarja debajo de Dios Padre 138 . Las columnas son<br />

anilladas, con tercios superiores con decoración helicoidal,<br />

que recuerdan las del primer cuerpo del retablo<br />

del convento de Santa Catalina de La Laguna,<br />

contratado por Orbarán un año después. La hornacina<br />

del primer cuerpo va provista de codillo y sobre<br />

ella se dispone una tarja para el escudo de armas de la<br />

familia Nava Grimón. Decoración de grueso relieve,<br />

a base de grandes hojas de acanto, tarjas, cartelas y espejos<br />

elípticos, ocupan los frentes de pedesta les, bancos<br />

y sotabancos. Guirnaldas de frutas engalanan las<br />

bandas laterales de las calles superiores y los aletones<br />

del remate, a los que se unen otros motivos vegetales<br />

y florales, en frisos, enjutas y laterales del banquillo<br />

central del primer cuerpo, que recuerdan a los que<br />

figuran en otros retablos palmeros del siglo XVII,<br />

relacio nados con maestros como Luis de Francia o<br />

Andrés del Rosario.<br />

El primer cuerpo del retablo del convento de Santa Catalina<br />

de La Laguna fue realizado por Antonio de Orbarán<br />

y su equipo de oficiales en 1665. Se repiten los<br />

motivos ya vistos: figuras tenantes, festones de frutas,<br />

hojas de acanto dispuestas en cruz, así como otros temas<br />

florales y ornatos, que, como las tarjas y decoración del<br />

banco, recuerdan al de San Nicolás de Tolentino.<br />

Como fuente de inspiración, Orbarán se sirvió de los<br />

tratados de arquitectura; y ninguno ejerció tanta influencia<br />

como el tercero y qvarto libro de architectura<br />

del boloñés Sebastián Serlio, traducido al castellano<br />

por Francisco de Villal pando en 1552 y cuyo éxito se<br />

debió fundamentalmente a su método pedagógi co de<br />

ense ñanza de la arquitec tura a través de dibujos. Con<br />

él los princi pios anticlási cos del manie rismo italiano<br />

adquirie ron carácter inter nacio nal. Su mayor influencia<br />

fue en lo ornamental de la arquitectu ra, de modo<br />

que su manual se convirtió en auténtico recetario de<br />

modelos decorativos tomados de la Roma Antigua 139 ,<br />

Encrucijada


que en América y Canarias se prolongan con pleno vigor<br />

durante los siglos del Barroco. Su influencia queda<br />

patente en la traza para el repetido retablo de San<br />

Nicolás de Tolentino (1664). En ella introduce siete<br />

esferas flamean tes en la gran concha que lo remata,<br />

tomadas claramente de las que aparecen en diversos<br />

grabados del libro cuarto de Serlio en fachadas de<br />

templos y chimeneas de la orden corinthia. Lo mismo<br />

cabe decir de los soportes antropo morfos, de carácter<br />

decidida mente manierista, difundidos por Serlio, que<br />

tuvieron notable trascendencia. Estípites o hermes de<br />

carácter monstruoso, mitad superior masculina o femenina<br />

y prolon gación inferior en hoja de acanto,<br />

aparecen en el primer cuerpo del retablo del convento<br />

de Santa Cata lina de La Laguna, contratado por<br />

Anto nio de Orbarán en 1665 e inspirados en los que<br />

figuran en la portada del famoso libro de Serlio.<br />

Algunas de las soluciones incorporadas por Orbarán<br />

han sido relacionadas con formas americani zantes,<br />

paralelismos o influencias que han justifi cado alegando<br />

sus vinculaciones familia res con América 140 .<br />

Orbarán parece ser el primero en utilizar tanto la<br />

columna con el primer tercio con acantos bulbosos<br />

—signo distintivo del retablo palmero— como con<br />

acanala duras ondulan tes con lengüetas imbrica das en<br />

los tercios superiores, la primera de ellas en el retablo<br />

de la capilla del Buen Jesús de Garafía (1654) y la<br />

segunda en el mayor de la parroquia de El Salvador<br />

de Santa Cruz de La Palma (1638-1642). Según el<br />

profesor Trujillo, una forma similar se da en los retablos<br />

colombianos, igualmente con acantos bulbosos.<br />

El mismo autor señaló a Antonio de Orbarán como<br />

posible introductor de los fustes con acanaladuras helicoidales<br />

u ondulantes con imbricaciones. Su paralelo<br />

en la arquitectura —escribe Trujillo— lo encontramos,<br />

por ejemplo, en las columnas de la capilla de San<br />

José en la iglesia de Santo Domingo de La Orotava, los<br />

planos de cuya construc ción fueron realizados por Antonio<br />

de Orbarán hacia 1633 o en los años siguien tes, se-<br />

75<br />

Traza presentada para la ejecución del retablo<br />

de San Nicolás de Tolentino (1664). Real Sociedad<br />

Económica de Amigos del País de Tenerife.<br />

Fotografía: Gobierno de Canarias.<br />

Encrucijada


gún declaración testamentaria en 1671 141 . Para Marco<br />

Dorta, esta clase de ornamentación no parecen tener<br />

precedentes en el arte español y guarda singular paralelismo<br />

con la arquitectura cuzqueña, aunque que los<br />

ejemplos canarios son anterio res a los americanos 142 .<br />

En la decoración arquitectónica se halla, por ejemplo,<br />

en la portada de la iglesia de Buenavista del Norte<br />

(1658), labrada por el cantero José Piñero, vecino de<br />

La Orotava 143 . En Tenerife, la incorporación de este<br />

tipo de columnas al repertorio del retablo se debe,<br />

según el mismo autor, al maestro Antonio Álvarez<br />

—miembro quizás de la compañía laboral de Antonio<br />

de Orbarán—, artista que trabaja en la zona de<br />

La Laguna-Tacoronte entre 1661 y 1681 y que, a pesar<br />

de no saber firmar, dio al retablo isleño elementos<br />

sumamente indivi dualizado res 144 . Orbarán las utilizó,<br />

sin embargo, con ante rio ri dad, como demuestran las<br />

columnas que se conservan del desapare cido retablo<br />

mayor de El Salvador.<br />

Entre 1638 y 1642, el maestro poblano realizó su<br />

obra más importante en La Palma, la construcción<br />

del desaparecido retablo mayor de la iglesia de El Salvador<br />

de Santa Cruz de La Palma. Adorno principal<br />

del templo mayor de la isla, fue la más monumental y<br />

costosa creación de su género proyectada durante los<br />

siglos del Barroco, cuya fama trascendió a las otras<br />

islas según el obispo García Ximénez. Su huella marcó,<br />

de un modo u otro, a la genera ción de artistas<br />

contemporáneos y a las siguientes, constituyéndose<br />

en cabeza de serie de una larga lista de retablos mayores<br />

que repetían su estructura, con un gran sagrariotabernáculo,<br />

tres calles con nichos para esculturas en<br />

el primer cuerpo y pinturas en los superiores, disposición<br />

alterada posteriormente en los paneles pictó-<br />

Detalle del primer tercio de las columnas talladas<br />

por Antonio de Orbarán para el retablo<br />

mayor del convento de Santa Catalina. 1665. Fotografía:<br />

[JPM].<br />

(Página siguiente) Portada del Tercer y Cuarto<br />

Libro de Arquitectura de Sebastián Serlio.<br />

76<br />

Encrucijada


icos. Deudores de este tipo de traza son los retablos<br />

mayores de los ex-conventos de Santa Clara (1679) y<br />

Santo Domingo (1703), en Santa Cruz de La Palma;<br />

así como los de las parroquias de Breña Baja (1702),<br />

Villa de San Andrés (c. 1705-1711), Mazo (c. 1709-<br />

1711), Breña Alta (c. 1711) y Puntalla na (1733).<br />

Vino a sustituir este retablo otro anterior de pincel<br />

con la representación de la Transfiguración, seguramente<br />

de origen flamenco. En 1648 se hallaba desarmado<br />

en tres piezas y arrimado en el baptisterio 145 .<br />

Posterior mente, el antiguo retablo de pintura en tabla<br />

con guarniciones que había sido del altar mayor fue<br />

colocado hacia 1672, por indicación del licenciado<br />

don Juan Pinto de Guisla, visitador general, en la capilla<br />

de Marcos Roberto, en la nave de la epístola, en<br />

sustitución de otro retablo de pintura con los Pasos<br />

de la Pasión, que por entonces se encontraba ya muy<br />

maltratado y antiguo 146 .<br />

En 1638 comenzó la construcción del nuevo retablo<br />

mayor. El 7 de noviembre de aquel año, en escritura<br />

ante Domingo Pérez, el mayordomo de la fábrica parroquial<br />

enajenaba, previa licencia del arzobispo don<br />

Francisco Sánchez de Villanueva y Vega, el principal<br />

y corridos del tributo de Gabriel del Valle para la obra<br />

y fábrica del retablo. Todo ello sumaba 19.204 reales<br />

y ocho maravedíes, cantidad que habían de pagar sus<br />

comprado res, los capitanes don Juan de Guisla y don<br />

Juan de Montever de 147 . Ese mismo año Antonio de<br />

Orbarán otorgó un finiquito y carta de pago a favor<br />

del capitán don Juan de Monteverde, en escritura<br />

firmada ante Cristóbal de Alarcón, que no se ha<br />

conservado. La obra duró al menos tres años; y en<br />

1642, en el correspondiente libro de fábrica, se anota<br />

que Antonio de Orbarán había de baxar a su costa el<br />

retablo questá en el altar maior donde ce a de acentar el<br />

nuebo 148 . Su termina ción se prolon gó algún años más,<br />

de modo que todavía en 1650 se asienta la retribución<br />

al maestro de mil reales por auto del señor obispo<br />

por las mexoras del retablo 149 . Décadas más tarde, el<br />

obispo Bartolomé García Ximénez, en la visita que<br />

hizo en 1675 a la parroquia de El Salvador, indicaba<br />

que, aunque algunos de los retablos de los altares del<br />

templo eran ya antiguos y no de grandeza, el retablo del<br />

altar mayor es famoso y nuebo, que llena todo el testero<br />

de la capilla mayor, pero aun todavía está en solo madera,<br />

y solo ay estofado y dorado el sagrario y las ymágenes<br />

de San Saluador, que está en el nicho del medio, y las<br />

de San Pedro y San Pablo, que están en los dos nichos<br />

colatera les 150 .<br />

Lamentablemente, aquel magno conjunto desapareció<br />

en el siglo XIX. Las nuevas ideas estéticas del<br />

párroco don Manuel Díaz, bajo cuya dirección se<br />

efectuaron las refor mas neoclási cas de la iglesia de El<br />

Salvador, transformaron radical mente el interior del<br />

templo y culmina ron en 1840 con la construcción<br />

del nuevo altar mayor, en susti tución del antiguo,<br />

víctima propiciatoria de aquella reacción neoclásica<br />

y antibarroca promovida por los sacer dotes liberales<br />

palmeros. Todos los retablos barrocos y de pintura<br />

flamenca, a excepción de los dos situados a los pies de<br />

las naves, dejaron paso a cinco nuevos altares clasicistas<br />

proyecta dos por el presbítero José Joaquín Martín<br />

de Justa con arreglo a los nuevos gustos. Desarmado<br />

poco antes de 1840, el antiguo retablo mayor fue el<br />

último en desaparecer. A partir de entonces, sus pie-<br />

77<br />

Encrucijada


78<br />

zas fueron repartidas por diferentes iglesias y parroquias<br />

de la isla; y todavía en 1871, el goberna dor del<br />

obispado autorizó que algunas de sus columnas fuesen<br />

aprovechadas para la construcción de un altar en<br />

la iglesia de Breña Alta 151 . Pese a todo, la documentación<br />

conservada permite imaginarnos como era: tres<br />

cuerpos y tres calles, divididas por columnas pareadas<br />

que se superpo nían según distintos órdenes 152 . Sobre<br />

el altar, en medio del primer cuerpo, un gran sagrariotaber<br />

nácu lo, posiblemente exento e indepen diente<br />

del conjunto. A sus lados, ocupaban las calles laterales<br />

dos hornacinas para las imágenes de San Pedro y San<br />

Pablo realizadas por el escultor Martín de Andujar;<br />

mientras que los laterales del segundo cuerpo fueron<br />

destina dos a pinturas en un primer momento. Esta<br />

disposición fue alterada más tarde, puesto que, según<br />

dice el licenciado Pinto de Guisla en su testamen to,<br />

después se hiso reparo que sería más conveniente que, en<br />

lugar de dos paineles de pintura que se habían de poner<br />

en el segundo cuerpo, se hisiesen dos nichos dorados en<br />

que se pudiessen acomodar a dos ymágenes de escultura<br />

153 . A principios de la centuria siguiente se hicieron<br />

de este modo dos nuevas esculturas para colocar en<br />

los nichos altos del retablo mayor, a ambos lados de<br />

la imagen de El Salvador, una de San José en 1701,<br />

hoy retirada del culto en la iglesia de Santo Domingo<br />

de Santa Cruz de La Palma; y otra de la Virgen en<br />

1708 154 . Dos años antes, en 1706, el sargento mayor<br />

don Diego de Guisla y Castilla había donado en su<br />

testamen to 400 reales en azúcar blanco para ayuda<br />

de haser una ymagen de talla de Nuestra Sseñora para<br />

que se ponga en el nicho que está basío en el retablo<br />

de su altar mayor 155 . Según enumeran los inventa rios<br />

de 1719 y 1782, existían en total en el retablo cinco<br />

esculturas de talla, doradas y estofadas, en sus respectivas<br />

hornacinas 156 . El sagrario o tabernáculo debió<br />

ser una obra de volumen e importancia, a juzgar por<br />

los 2.500 reales que entre 1642 y 1644 se pagaron<br />

a Orbarán por el más valor del sagrario 157 . Labrado<br />

y dorado en forma de torreón según el obispo García<br />

Ximénez 158 , lleva ba las esculturas de la Resurrección,<br />

San Juan Bautista y Santiago Apóstol, con San<br />

Miguel Arcángel y cuatro niños en el remate 159 , a las<br />

que se añadió posteriormente la de la Inmacula da<br />

Concep ción donada por el licenciado don Pinto de<br />

Guisla hacia 1686 160 . En su testa men to, otorgado en<br />

1693, disponía que, en la cele bra ción de la fiesta del<br />

nombre de María que dejaba dotada, se pusie sen dos<br />

velas menores en el nicho del sagrario en que está la<br />

ymagen de Nuestra Señora de la Concepción que yo puse<br />

en el sagra rio 161 .<br />

No todo se perdió con motivo de la reforma neoclásica.<br />

Afortunadamente, se han conservado algunas de<br />

las columnas de lo que fue este grandioso retablo. Las<br />

mismas sirvieron hasta 1950 para formar el templete<br />

donde se represen taba la Loa a Nuestra Señora de Las<br />

Nieves, patrona de la isla, antes de su entrada solemne<br />

en la iglesia mayor, durante las fiestas lustrales de la<br />

bajada de la Virgen 162 . Otras dos columnas fueron uti-<br />

Detalle de una de las cartelas que decoran el primer cuerp<br />

representa un árbol en referencia las Letanías Lauretanas e<br />

Santos, Isabel Concepción. [TRCILP].<br />

Encrucijada


lizadas en el altar de la capilla del cemente rio de Santa<br />

Cruz de La Palma, construida poco después de 1839<br />

bajo la dirección de los citados Manuel Díaz y José<br />

Martín de Justa, autor de su diseño 163 . En la actualidad,<br />

se conservan, además de esta pareja, otras dos<br />

más en la capilla de la Orden Tercera de San Francisco<br />

y una, en función de pie del sagrario, en la ermita de<br />

San Antonio de Breña Baja. Las de la capilla del cementerio<br />

son de mayor tamaño. Con capitel jónico,<br />

posiblemen te correspondían al primer cuerpo. Muestran,<br />

en los dos tercios superiores del fuste, estrías<br />

ondulantes con lengüetas imbricadas, mientras que el<br />

primer tercio presenta decoración vegetal centrada en<br />

o del retablo mayor de Tijarafe. En la pintura circular se<br />

n honor a la Virgen, titular del retablo. Fotografía: Isabel<br />

espejo. Las de capitel corintio de la capilla de la Orden<br />

Tercera, de menor tamaño, estarían colocadas en los<br />

cuerpos superiores y llevan en los tercios superio res de<br />

la caña ornamenta ción vegetal de sarmiento de vid,<br />

con sus correspon dientes racimos. Ambos modelos<br />

columnarios los encontramos, apenas sin variación,<br />

en la mayoría de de los retablos construi dos en La Palma<br />

en el primer tercio del siglo XVIII.<br />

Cabe señalar las posibles relaciones estructurales decorativas<br />

del antiguo retablo de la iglesia de El Salvador<br />

de Santa Cruz de La Palma con el desapare cido y<br />

monumental retablo mayor de la parroquia de Santa<br />

Ana de Garachico, contratado en marzo de 1637 por<br />

el escultor Martín de Andujar. Conocido discípulo<br />

de Martínez Montañés, permaneció en aquella villa y<br />

puerto, empleado en su construcción, hasta su partida<br />

hacia tierras americanas en 1641 164 . Como hemos<br />

dicho, Antonio de Orbarán debió de entrar en contacto<br />

con este artista durante su estancia en Tenerife<br />

en 1637; y a él se le encargarían las tres esculturas<br />

principales del retablo de El Salvador, con San Pedro<br />

y San Pablo, que no debían de diferir mucho de aquellas<br />

otras que Andújar había hecho por entonces para<br />

el de Santa Ana de Garachico 165 . En junio de 1636<br />

Orbarán había concertado la hechura del retablo de<br />

la ermita de El Guincho, en esa localidad; y por las<br />

mismas fechas (1636-1637) acababa de hacer otro<br />

para la capilla mayor del convento franciscano del<br />

Cristo de La Laguna, emparentado también con el de<br />

Santa Cruz de La Palma. Ambos eran de tres cuerpos,<br />

con tres calles y tres hornacinas. El de la parroquia de<br />

la Concep ción de La Laguna, contratado por Orbarán<br />

en 1661, contaba asimismo con tres calles y llevaba,<br />

como el de El Salvador, dos esculturas de tamaño<br />

natural de San Pedro y San Pablo, colocadas en los<br />

intercolum nios 166 .<br />

El 11 de julio de 1648, la abadesa y monjas del convento<br />

de Santa Clara de La Palma contrataron con<br />

Antonio de Orbarán, arquitec to, vezino que soy desta<br />

ysla de La Palma, un retablo para el altar mayor. De<br />

pared a pared, tendría nueve varas de alto, dos menos<br />

que el retablo que había hecho para el Cristo de La<br />

Laguna. Cinco meses más tarde, el 22 de noviembre<br />

de 1648, actuó como testigo en la escritura de dote y<br />

profesión religiosa de doña Margarita de San Esteban<br />

79<br />

Encrucijada


80<br />

Pinto de Guisla, otorgada en la reja del coro bajo. Debía<br />

de seguir entonces trabajando en su ejecución 167 .<br />

Según el ajuste, la obra se haría con arreglo a la traza<br />

firmada por el maestro y el escribano, con los guecos y<br />

vna benera de media bara de [roto] por partir. Remataría<br />

posiblemente con una concha, quizás en medio<br />

de un frontón partido o de sendos aletones o volutas<br />

laterales. Esta solución, caracte rística del retablo palmero,<br />

parece anti cipar obras posterio res del mismo<br />

Orbarán (retablo para don Tomás de Nava, 1664) y<br />

de Andrés del Rosario (retablo de la ermita de San<br />

Telmo, en Santa Cruz de La Palma). El precio convenido<br />

fue de ocho mil reales, con la obligación de<br />

poner el oro y entregarlo dorado de toda perfeción 168 .<br />

El encargo debió de quedar sin embargo incompleto<br />

o, en todo caso, no parece que fuese del agrado<br />

de las monjas, puesto que pocos años más tarde, en<br />

1679, las religiosas concertaron con el maestro Andrés<br />

del Rosario otro nuevo, por no ser decente el que<br />

tenían 169 . A su vez, Andrés del Rosario, que a cuenta<br />

del concierto obtuvo el retablo anterior, lo vendió a<br />

la parroquia de Los Sauces, tal y como recoge el licenciado<br />

don Juan Pinto de Guisla en su visita al lugar<br />

en 1686 170 . Poseía tres hornaci nas, dispuestas en tres<br />

calles, y un sagrario en medio 171 . Su traza, por tanto,<br />

no debía de diferir mucho de la del retablo mayor de<br />

la iglesia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma.<br />

A principios del siglo XVIII, se le añadió la pintura<br />

del Ecce Homo que todavía se conserva 172 . Por último,<br />

hacia 1760 fue sustituido por un nuevo retablo<br />

mayor —hoy también desapareci do—, de estípites,<br />

ejecutado por el maestro Antonio Luis de Paz 173 .<br />

Detalle vegetal tallado que se localiza en el<br />

primer tercio de las antiguas columnas del desaparecido<br />

retablo mayor de la parroquia de El<br />

Salvador. Santa Cruz de La Palma. Fotografía:<br />

[JPM].<br />

(Página siguiente). Reutilización de antiguas<br />

columnas. En la actualidad reubicadas en la capilla<br />

del Cementerio de Santa Cruz de La Palma.<br />

Fotografía: José Guillermo Rodríguez Escudero.<br />

Encrucijada


Un año después, recibió el encargo de hacer un retablo<br />

para el altar mayor del santuario de Nuestra Señora<br />

de las Nieves, donde recibía culto la patrona de<br />

la isla. La obra fue patrocinada por el licencia do don<br />

Blas Simón de Silva (1596-1680), regidor, con sultor<br />

del Santo Oficio de la Inquisición y teniente general<br />

de la isla en varias ocasiones. Firmado el 29 de julio<br />

de 1649 ante el escribano Blas González Ximénez, el<br />

contrato indica que el artista había enpesado a haser,<br />

por orden del licenciado Blas Simón de Silva un reta blo<br />

pa ra el altar de la ermita de la santa ymagen de Nuestra<br />

Señora de las Nieves, que está media legua de esta<br />

ciudad poco mas o manos, según la trasa que a de ser y<br />

dibujo con que se a de ajustar, que está firmado de mi<br />

el presente escrivano, y quedó en poder del dicho maestro<br />

Antonio de Orbara. El plazo para dar acabada la<br />

obra se ajustó en dos años y el precio en 2000 reales,<br />

además de un tributo de 50 doblas de prin cipal que<br />

Antonio de Orbarán pagaba al licencia do Blas Simón<br />

de Silva y por el que le debía 333 reales de corridos de<br />

cinco años 174 . Poco tiempo antes, hacia 1647, Orbarán<br />

figura haciendo diversos trabajos para el santuario<br />

de las Nieves 175 .<br />

Ignoramos si ejecutó la obra, puesto que carecemos<br />

de noticias documentales al respecto 176 . Si consta que<br />

el antiguo retablo de Nuestra Señora de las Nieves<br />

consis tía, según se desprende de distintos inventa rios<br />

anterio res a la construc ción del actual, en 1701-1707,<br />

en un nicho de madera dorado y estofado, es decir,<br />

un retablo-hornacina dentro del cual se veneraba a la<br />

imagen de la Virgen, colocada sobre un trono con diferentes<br />

escultu ras de niños, todo, en opinión del licenciado<br />

Pinto de Guisla en 1681, bien parecido y curioso.<br />

A sus lados, sobre dos tarimas con frontali tos, recibían<br />

cultos los bultos de San Bartolomé Apóstol y San Lorenzo<br />

177 . Esta hornacina de la patrona de La Palma debía<br />

de ser muy semejante a la del desaparecido retablo<br />

de Nuestra Señora de Candelaria, en Tenerife. Según<br />

el contrato suscrito en 1681 para la construcción del<br />

retablo mayor del convento dominico de Candelaria<br />

entre Lázaro González de Ocampo y Antonio Estévez,<br />

maestros ensambla dores, y el obispo García Ximénez,<br />

comitente de la obra, éste debía llevar encima del sagrario<br />

el nicho para la Virgen de Candela ria, capas<br />

para que dentro de él ayan de estar doze niños y otros dos<br />

ángeles de cuerpo entero con los atributos de Nuestra Señora<br />

rolando el nicho y otros dos ángeles de cuerpo entero<br />

algo mayorcitos que estén en forma de tener la corona de<br />

Nuestra Señora en las manos y dicho nicho a de coronarse<br />

por la parte de adentro en forma de concha... y la peana y<br />

trono a de formar en forma de cielo, con nubes entretexidas<br />

en ellas, imágenes de serafi nes... y todo de fábrica que<br />

los velos bajen y se corran del modo mismo con que están<br />

los del santo Xpto en el altar mayor del convento del San<br />

Francisco de esta ciudad 178 .<br />

Tras la construcción del nuevo retablo mayor, el antiguo<br />

nicho de Nuestra Señora de las Nieves fue vendido,<br />

poco después de 1719, a la capilla de Nuestra<br />

Señora del Carmen de la parroquia de El Salvador en<br />

Santa Cruz de La Palma, junto con un sagrario que<br />

se sacó del altar mayor y que fue a parar al convento<br />

de Nuestra Señora de la Piedad, en Los Sauces 179 . Su<br />

forma sirvió, al menos, de antece dente para el actual<br />

nicho principal, donde la Virgen de las Nieves continuó<br />

siendo venerada sobre un trono dorado y estofado<br />

compuesto por diferen tes escultu ras de niños,<br />

rodeada por las figuras de ángeles músicos y nubes<br />

81<br />

Encrucijada


82<br />

que recubren por completo las paredes de la hornacina,<br />

circunstancia que nos impide conocer hasta que<br />

punto se aprovecharon o no elementos del anterior.<br />

Las imágenes de San Bartolomé y San Lorenzo, que<br />

anteriormen te estaban colocadas a ambos lados del<br />

nicho de la Virgen, también pasaron a ocupar las<br />

hornacinas de las calles laterales del nuevo retablo,<br />

flanqueando el hueco central. Diseña do por el pintor<br />

y escultor Bernardo Manuel de Silva, el conjunto<br />

sigue manteniendo en esencia la tipología básica de<br />

un retablo-hornacina, como destacó el profesor Alfonso<br />

Trujillo 180 , concebido en función del nicho o<br />

tabernáculo donde recibía culto la patrona de la isla.<br />

De su precedente, vendido como hemos dicho a la<br />

parroquia de El Salvador, sólo sabemos, por los inventarios<br />

de 1719, 1733 y 1782 que consistía en un<br />

nicho dorado con velos que contenía la imagen de la<br />

Virgen del Carmen 181 .<br />

El último retablo que Antonio Orbarán realizó en La<br />

Palma antes de establecer su taller en la isla de Tenerife<br />

fue el de la capilla del Buen Jesús de la parroquia<br />

de Garafía, colateral del lado del evangelio, fundada<br />

por el licencia do don Luis Rodríguez, beneficiado y<br />

mayordomo de fábrica, quien en 1654 concertó su<br />

hechura con Orbarán. Para el mismo esculpió los<br />

bultos de San Luis, patrono del comiten te, y Santa<br />

Águeda. En 1657 ya estaba acabado, fecha en la<br />

que el licenciado Luis Rodríguez ajustó con Orbarán,<br />

en escritura otorgada el 26 de abril del mismo<br />

año, darle, en un plazo de 20 días una vez llegado<br />

a Garafía, el oro necesario para dorar los vivos del<br />

retablo, colum nas y la puerta del sagrario. En caso<br />

contrario, el maestro sólo quedaba obligado a pintar<br />

el retablo de colores vivos 182 . Constaba en origen<br />

de un único cuerpo, compartimen tado en tres calles<br />

con sus correspon dientes hornacinas para esculturas.<br />

Ignoramos cómo se remataba y si fue proyectado así<br />

desde un principio o, si por el contrario, quedó inacabado<br />

por causa de los problemas que surgieron entre<br />

maestro y comitente. Su segundo cuerpo, de líneas<br />

neoclási cas, fue realizado a princi pios del siglo XIX,<br />

con idéntica distribu ción que el inferior y en correspondencia<br />

con el retablo de la otra capilla colateral,<br />

dedi cado a la Virgen del Rosario. Las columnas del<br />

primero están dispuestas de manera que las de la calle<br />

central avanzan, fragmentado el trozo de entablamento<br />

que sostienen, mientras que en los extremos<br />

laterales se hallan re tranqueadas con respecto a las<br />

centrales. De esta solución —la eliminación del friso<br />

y arquitrabe en el entabla mento de la calle central<br />

bajo el empuje de la hornaci na— hará uso posterior<br />

Andrés del Rosario. Mayor trascendencia tiene la decoración<br />

de hojas de acanto, todavía sin configuración<br />

bulbosa, en el primer tercio de las columnas, de<br />

gran repercusión en el retablo palmero. En el frente<br />

de la sección de entabla mento, sobre las columnas,<br />

figuran cuadrifo lias, mientras que los frisos ostentan<br />

ornamentación vegetal geometrizada en relieve y las<br />

cornisas ovas y dardos. La decoración pintada de las<br />

enjutas y bancos, a base de motivos vegetales y rocallas<br />

que imitan talla en relieve, es muy posterior y fue<br />

realizada posible mente por pintor Domingo González<br />

Carmona, a quien se le pagaron 249 pesos por la<br />

obra que hizo en la iglesia en 1812 183 . Es probable<br />

que por entonces se acrecentase el retablo con el actual<br />

segundo cuerpo.<br />

Esculturas de bulto redondo<br />

Como se ha dicho, Antonio de Orbarán fue uno de<br />

los artistas más completos que trabajaron en Canarias<br />

a lo largo del siglo XVII 184 . Realizaba de esta manera<br />

no solo la traza, arquitectu ra y el ensamblaje de un retablo<br />

—razón por la que se denomina arquitec to—,<br />

sino que también se encargaba de las esculturas o bultos<br />

destinados a las hornacinas y los tableros tallados<br />

o relieves para las cajas que ocupaban las calles. Asimismo,<br />

doraba, estofaba y encarna ba las esculturas<br />

salidas de sus manos.<br />

Orbarán también retocó, doró y policromó de nuevo<br />

algunas esculturas y grupos flamencos existentes en<br />

La Palma desde el siglo anterior. La Virgen del Rosario<br />

de Barlovento fue así estofada por el artista 185 ; al<br />

igual que la de Nuestra Señora de los Dolores, titular<br />

de la iglesia del hospital, en 1657 186 . Para este último<br />

templo realizó otras repara ciones, entre ellas el arreglo<br />

del retablo de Santa Ana en 1650 187 , situado en uno<br />

de los altares del cuerpo de la iglesia 188 . Es posible<br />

que aderezase además, en 1643-1644, las imágenes<br />

del crucifi cado, escultura mexicana en caña de maíz<br />

conservada desde 1862 en la parroquia de los Remedios<br />

de Los Llanos de Aridane, y Nuestra Señora de la<br />

Encrucijada


Santo Domingo de Guzmán. Escultura de<br />

candelero. Iglesia de Santo Domingo. Santa<br />

Cruz de La Palma. Fotografía: José Guillermo<br />

Rodríguez Escudero.<br />

Concep ción, copatrona de la casa-hospital 189 . Como<br />

pintor de imagine ría, aderezó y encarnó la talla de<br />

vestir de la Virgen de la Luz, bajo cuya advocación<br />

se hallaba la iglesia del término de Garafía (c. 1629-<br />

1633) 190 , y acaso la de San Amaro (1641), patrono de<br />

la vecina parroquia de Puntagorda 191 .<br />

Por las mismas fechas, rehizo el tabernáculo o retablo-escenario<br />

de la Anuncia ción, en la ermita de la<br />

Encarnación de Santa Cruz de La Palma, a juzgar por<br />

los pagos que se le hacen 192 . Y poco después, se encargó<br />

de dorar y dar tinta de nueuo a el taber náculo<br />

de Nuestra Sseñora 193 . Finalmente, entre 1642-1658,<br />

doró y policromó la escultura de Nuestra Señora de<br />

la Encarna ción, a la que su compañero y colaborador<br />

Luis de Francia le hizo una nueva peana 194 . Colocada<br />

en el centro del conjunto, la imagen de la Virgen<br />

es obra salida de un taller de Amberes en el primer<br />

cuarto del siglo XVI 195 .<br />

La escena, que presidía ya desde 1532 el altar mayor<br />

196 , muestra al espectador, tal y como ha llegado<br />

hasta nosotros, la sacra representación de la Anunciación,<br />

de tal modo que éste se encontraba ante un<br />

autén tico retablo-escena rio, inspirado, sin duda, en<br />

el teatro litúrgico medieval. La Virgen, absor ta en la<br />

lectura del libro sagrado, recibe el saludo del arcángel,<br />

que irrumpe por una puerta lateral de su aposento, ofreciendo<br />

así una versión plástica de los numerosos cuadros<br />

de análogo asunto pinta dos por los primiti vos flamencos<br />

197 . A su derecha, una librería acoplada a la pared<br />

con diecisiete pequeños libritos de madera refleja la<br />

difusión entre la minoría culta del hábito de la lectura<br />

y la avidez por los libros. Bajo ella, una mesita semicircular<br />

sostiene un atril para la lectura; mientras que<br />

el centro del techo se abre para dejar paso a la paloma<br />

del Espíritu Santo envuelta por rayos rectos y flameantes<br />

y nimbada por una gloria de nubes y cabezas<br />

de querubines. Embutido —al igual que el retablo<br />

83<br />

Encrucijada


esculpido de la iglesia de San Juan de Telde, en Gran<br />

Canaria— hacia 1740 en el centro del nuevo retablo<br />

barroco 198 , el tabernáculo tiene forma de hornacina<br />

trilo bulada y abocinada, con un nicho semicilín dri co<br />

en la pared frontal para la imagen titular. Esta encantadora<br />

casa de muñecas, que recuerda las tablas de<br />

un esce nario, se cerraba teatralmente con dos puertas<br />

sobre las que aparecían pintadas Santa Catalina y<br />

Santa Bárbara. Como es bien conocido, la Virgen de<br />

la Encarnación fue adquirida en Flandes, entre 1522<br />

y 1525, por el caballero flamen co Jácome de Monteverde,<br />

que actuaba por encargo del mayor domo de la<br />

ermita, Rodrigo Alonso de la Higuera, a quien el obispo<br />

Vicen te Peraza había mandado traer, en 1522, vna<br />

ymagen de bulto de la Encar naçión de Flandes lo más<br />

presto que pudiere 199 . El arcángel San Gabriel llegó de<br />

los mismos talleres pocos años después, seguramente<br />

for mando parte del marco arquitectó nico con el que<br />

estaba integrado. A fines del siglo XVII, el conjunto<br />

probablemente volvió a ser interve ni do, como parece<br />

desprenderse de una cláusula del testamento que Jacinto<br />

Domenech y Benítez Valera otorgó en 1675 200 .<br />

84<br />

En La Palma, Orbarán fue el primero en titularse<br />

escultor o maestro de escultoría y el único que suscribió<br />

contratos formales en los que la escultura es<br />

la protago nista del encargo 201 . Como tal, compró en<br />

1629 al piloto de la carrera de Indias Simón Rodríguez<br />

40 libros de panes de oro de dorar 202 . Tras él<br />

aparecerán nuevos nombres —quién sabe si discípulos—<br />

como el escultor Lorenzo de Campos (1634-<br />

1693) y el licenciado don Pedro Álvarez de Lugo<br />

(1628-1706), pintor, dorador y escultor.<br />

Santo Domingo de Guzmán. Escultura de<br />

candelero. Iglesia de Santo Domingo. La Laguna,<br />

Tenerife. Fotografía: [JPM].<br />

Talla de San Luis y Santa Águeda. Iglesia de<br />

N. S. de la Luz. Grafía, La Palma. Fotografía:<br />

[JPM].<br />

Durante su primera estancia en Tenerife en los años<br />

de 1636-1637, entró en contacto con el escultor sevillano<br />

Martín de Andújar, a la sazón establecido en el<br />

puerto de Garachico desde 1636. De esta relación sin<br />

duda se derivarían influencias artísti cas y es probable<br />

que por mediación de Orbarán llegaran de Garachico<br />

las escul tu ras de San Salvador y San Pedro, realizadas<br />

por Andújar para el segundo tercio del retablo mayor<br />

de la parroquia de El Salvador 203 . Debe tomarse<br />

en cuenta que fue Orbarán quien policromó y estofó<br />

amabas imágenes, lo que deja patente la colaboración<br />

entre los dos artistas. Las cuentas de 1642 asientan<br />

el pago de 1.275 reales a Antonio de Orbara por do-<br />

Encrucijada


ar, grabar las tres escultu ras o bultos con sus peañas de<br />

San Salbador, San Pedro y San Pablo 204 . Esta última se<br />

conserva aún en la iglesia de la villa de San Andrés,<br />

transformada en la imagen del santo titular 205 .<br />

Ingenuo y convencional a la vez, Orbarán fue, como<br />

señala Trujillo, Orbarán, un gran maestro de arquitectura<br />

en los retablos, pero no tan afortunado escultor<br />

206 . Son sus obras de modelado hermético y duro,<br />

no exentas de hieratismo y cierto primitivismo arcaizante,<br />

a veces con evidentes despro por ciones o errores<br />

de perspectiva. Las escultu ras de bulto redondo son<br />

estáti cas y rígidas y están hechas para ser visualizadas<br />

desde un punto de vista frontal. Por detrás, sólo<br />

están meramente acabadas, lo impres cindible para<br />

poder ser contempla das en la procesión callejera. Los<br />

rostros son conven ciona les —cejas arqueadas, ojos<br />

almendra dos, nariz recta— y los volúmenes gravitan<br />

pesadamente. Estas caracte rís ticas se suavizan en algunas<br />

de sus esculturas, tales como el Santo Domingo<br />

del ex-convento dominico de Santa Cruz de La<br />

Palma. Practicó sobre todo la escultura de talla completa,<br />

aunque también hizo obras de candelero o de<br />

vestir (Santa Cena de la catedral de La Laguna; Santo<br />

Domingo de Santa Cruz de La Palma).<br />

Realizó especialmente esculturas de santos, desde<br />

evangelistas y apóstoles (San Juan Evangelis ta, San<br />

Pedro y San Pablo, Santiago) a toda clase de santos<br />

y mártires, sobre todo los de mayor populari dad y<br />

veneración (San Juan Bautista, Santo Domingo, San<br />

Buenaventura, San Antonio de Padua, San Miguel,<br />

San Luis Rey de Francia, Santa Catalina, Santa Águeda,<br />

San Nicolás de Tolentino). Como fiel reflejo del<br />

ambiente religioso de su época, trabajó con frecuencia<br />

el tema de la Inmaculada Concepción y del Niño<br />

Jesús —iconografías que experimentaron en el siglo<br />

XVII un auge extraordinario—, al igual que otras<br />

imágenes contrarre formis tas como la del Ángel de<br />

la Guarda. Del mismo modo, realizó al menos dos<br />

versiones de Cristo Resucita do. Sin embargo, la imaginería<br />

procesio nal sobre la Pasión de Cristo se halla<br />

escasamen te represen tada en su obra, a pesar del inusitado<br />

desarrollo que este género escultórico —típica-<br />

85<br />

Encrucijada


86<br />

mente hispano— alcanzó a lo largo del seiscien tos.<br />

Tan sólo conocemos de su mano el paso procesio nal<br />

de la Santa Cena de la actual catedral de La Laguna.<br />

En su testamento, Antonio de Orbarán cita numerosas<br />

esculturas que le habían encargado desde diversos<br />

puntos de Tenerife: La Laguna, La Orotava, Puerto<br />

de la Cruz, Icod y Garachico, entre ellas una imagen<br />

de Santa Catalina Mártir para el capitán Salvador<br />

Pérez Tábora, vecino de Icod; una Inmaculada Concepción,<br />

dorada y estofada, para doña Marina Ponte<br />

del Castillo; un San Antonio de Padua, con su peana<br />

dorada, para Juan Pérez Bento; un Niño Jesús para<br />

Juan Tabares, cerero; un Niño Jesús grande que está<br />

por hencarnar, con una peana que consta de dos piezas<br />

doradas y estofa das, para el capitán don Miguel de<br />

Franquis Alfaro y Lugo; una hechura de Jesús Resucitado<br />

para Vicente Ferrer, vecino del puerto desta villa,<br />

acabada en madera; una imagen de Nuestra Señora de<br />

la Concepción para Luis Tabares, vecino del mismo<br />

lugar, la qual tengo y dexo media jecha en madera clara;<br />

otra del Ángel de la Guarda para Juan Antonio de<br />

los Ángeles; y un San Juan Bautista para Salvador de<br />

Acosta, vecino del Puerto de la Cruz, la qual le hise,<br />

encarné y perfisioné 207 . De algunas de ellas sabemos su<br />

destino, como el Ángel Custodio, sin duda encargada<br />

para la capilla que, bajo la dedicación del Ángel de<br />

la Guarda, fabricaron Juan Antonio de los Ángeles<br />

Fort y su mujer Ana Álvarez de Rivera en la iglesia<br />

del convento de Santo Domingo de La Orotava 208 .<br />

Del mismo modo, la imagen de Santa Catalina hecha<br />

para el capitán Salvador Pérez Tábora debe ser la<br />

misma que figura inventariada en la parroquia de San<br />

Marcos de Icod en 1680 209 . Su donante fue escribano<br />

público entre 1655 y 1669, regidor perpetuo de<br />

Tenerife y cuarto patrono de la capilla de la Asunción<br />

y la Esperanza de la iglesia de San Marcos, fundada<br />

por su tío, el licenciado don Gaspar Pérez de Illada<br />

y Tábora 210 . En la misma isla aún existen otras obras<br />

suyas: el Cristo Resucitado de la parroquia de Santa<br />

Ana de Garachico, correcta escultura que se conserva,<br />

desafor tunadamente repintada, en el baptisterio<br />

de la iglesia 211 ; y los apóstoles del paso de la Santa<br />

Cena de la cate dral de La Laguna. Estos últimos fueron<br />

encargados por la hermandad sacramental de la<br />

antigua parroquia de los Remedios en 1664, fecha<br />

en la que Orbarán se obligó a hacer una messa de la<br />

cena de Nuestro Señor con los dose apóstoles y un santo<br />

cristo, todas las figuras acabadas de pies, manos y rostros<br />

encarna dos de barniz y con sus cuchillos, tasas y platos,<br />

pan y lo demás aderente a la mesa 212 . Posteriormente,<br />

fueron interve ni das por el escultor y pintor José<br />

Rodríguez de la Oliva (1695-1777), que retocó la<br />

imagen de Cristo e hizo de nuevo las cabezas de San<br />

Pedro y Santiago 213 .<br />

Como se ha dicho, entre 1638 y 1642, realizó el sagrario<br />

del antiguo retablo mayor de la parroquia de<br />

El Salvador de Santa Cruz de La Palma que, según el<br />

inventario de 1648, llevaba tres bultos, la Resuresión,<br />

San Juan y San Jacob, ynsima del remate San Miguel, y<br />

quatro niños que lo guarnesen 214 . Nada que sepamos se<br />

ha conservado del conjunto, salvo la imagen de San<br />

Miguel, que pudiera ser la que existe aún en la sacristía<br />

del mismo templo 215 . De talla completa, va vestida<br />

con faldellín, coraza ajustada a la anatomía y casco de<br />

guerrero. Apoya directamente sus dos pies sobre la<br />

figura de Lucifer, como es habitual en las esculturas<br />

del siglo XVII, en las que todavía no se ve al arcángel<br />

danzar inestablemente sobre una sola pierna. La<br />

cabeza, derecha y rígida, al igual que el cuello, acusa<br />

—como en otras tallas del escultor— cierta desproporción<br />

en relación al resto del cuerpo.<br />

Desde la isla de Gran Canaria Antonio de Orbarán<br />

recibió en 1645 un encargo de doña Juana de Sosa,<br />

hermana del licenciado Sebastián de Sosa, benefi ciado<br />

de la parro quia de El Salvador de Santa Cruz de La<br />

Palma. Se trataba de una escultura de San Buenaventu<br />

ra, destinaba posible mente a la iglesia del convento<br />

franciscano de Las Palmas 216 , donde fue sepultada<br />

en 1651 su donante 217 . La escritura de concierto fue<br />

otorgada el 22 de marzo de 1645 por el licenciado<br />

Simón Martín Guerra, presbítero, en nombre de la<br />

comitente 218 . En ella ajustó con el escultor la hechura<br />

(Página siguiente). Conjunto procesional de<br />

la Santa Cena ejecutada por Orbarán para la<br />

parroquia de N. S. de los Remedios. La Laguna,<br />

Tenerife. 1664. El Cristo fue renovado por José<br />

Rodríguez de la Oliva mientras que las tallas de<br />

San Pedro y San Santiago. Fotografía: Pablo F.<br />

Amador Marrero.<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

87


de una escultura de San Buenaven tu ra de madera de<br />

biñátigo serne, que a de tener de alto, y con la peana con<br />

la mitra, siete palmos y medio; con su mitra de madera<br />

fixa, una iglesia bien hecha asentada sobre un libro<br />

avierto y su capelo de cardenal y sonbrero atrás con su<br />

cordones a el pecho. Se previno asimismo que la capa<br />

no fuese muy lebantada por el arrimo del altar; y que<br />

entregaría el bulto dorado y estofado sobre el ávito y por<br />

ensima su roquete muy claro que se paresca el oro estofado<br />

y ávito y puntas por devaxo del dicho roquete. Además,<br />

haría una padiguela para lo sacar en proseciones, con<br />

dos tornillos largos y gruesos. Concertada en la elevada<br />

suma de 1.500 reales, mitad en metálico y el resto en<br />

géneros de ropa que los ubiere en la ysla, daría acabada la<br />

obra en un el plazo máximo de dos meses 219 .<br />

En 1651, con motivo de la profesión de su hijo fray<br />

Antonio de Orbaranes en el convento de San Miguel<br />

de La Palma, Antonio de Orbarán se comprometió a<br />

entregar a la comunidad una hechura de Sancto Domingo<br />

a lo romano, con su váculo dorado, yglesia y el<br />

mastín proporciona do 220 . La imagen debe ser la que aún<br />

se venera en la iglesia del ex convento, colocada en el<br />

retablo de la capilla de la Soledad, colateral del lado del<br />

evange lio. Como casi todas las esculturas del mismo<br />

santo existentes en Canarias, es de candelero o de vestir<br />

y sólo lleva talladas las partes visibles, cabeza y manos.<br />

La iglesia del antiguo convento dominico de La Laguna<br />

posee otra imagen de Santo Domingo que, por<br />

su semejanza con su homónima de Santa Cruz de La<br />

Palma, podría también haber salido de sus manos.<br />

De tamaño casi natural, perteneció a la cofra día del<br />

Rosario y en la actualidad recibe culto en el primer<br />

retablo de la nave colateral. Data de hacia 1637, año<br />

en el que el capi tán Lucas de la Guerra salió elegido<br />

hermano mayor, prometiendo dos ducados que se<br />

aplicaron, con la limosna que dieron los tres hermanos,<br />

para hechura de Nuestro Padre Santo Domingo 221 .<br />

Por aquel entonces, Orbarán se hallaba trabajando<br />

en La Laguna en la ejecución del retablo mayor del<br />

convento franciscano, concertado por el maestro en<br />

88<br />

Encrucijada


diciembre de 1636 222 , lo que vendría a apoyar esta<br />

atribución. El mastín que lleva a sus pies recuerda,<br />

asimismo, a los que aparecen en el primer cuerpo del<br />

retablo mayor del convento de Santa Catalina de Siena<br />

de La Laguna, contrata do en 1665 por Antonio<br />

de Orbarán.<br />

Posteriormente, en 1654, ajustó con el licenciado don<br />

Luis Rodríguez (1601-1673), beneficiado de Garafía,<br />

dos bultos de dos santos, San Luis y Sancta Águeda,<br />

acavados de oro y estofados, para el retablo de la capilla<br />

que había erigido a sus expensas, colateral del lado<br />

del evangelio de la parroquia del lugar 223 . Destinadas<br />

respectiva mente a las hornacinas del lado del evangelio<br />

y de la epístola del mismo altar, flanqueaban a la<br />

del Niño Jesús 224 , titular de la capilla, hoy en el nicho<br />

superior del retablo mayor. Antes de morir, el beneficiado<br />

hizo dotación de las fiestas de San Luis y Santa<br />

Águeda, con procesión en las andas que para ello dejó<br />

hechas 225 . Ambas tallas, doradas y estofadas y en clásico<br />

contraposto, adolecen de hieratismo y rigidez. En<br />

su condición de monarca y caudillo, San Luis, rey de<br />

Francia, patrono del comitente, viste ropajes regios y<br />

militares, con capa real, que cae ampliamente hacia<br />

atrás, corona, armadura y espada en alto en la mano<br />

derecha. Santa Águeda lleva túnica roja, ceñida con<br />

cíngulo, y manto azul, sujeto por delante a la cintura<br />

y ennu dado en torno al brazo izquierdo. En la mano<br />

derecha porta una salvilla de pie circular con sus pechos,<br />

símbolo de su martirio.<br />

Otra posible obra suya es el Ángel Custodio o Ángel<br />

de la Guarda de la parroquia de San Blas de Mazo,<br />

que recuerda otras esculturas suyas, en especial a la citada<br />

talla de Santa Águeda de la iglesia de Garafía 226 .<br />

Figura inventariada por primera vez en 1650 227 . Años<br />

antes, Orbarán había dorado el retablo mayor de la<br />

misma iglesia 228 y había ejecutado unas andas para<br />

la imagen del patrono 229 . El ángel señala al cielo con<br />

el brazo en alto, mientras con el otro protege a un<br />

infante que se acurruca a sus pies, símbolo del alma<br />

humana. Según declaró en su testamento en 1671,<br />

por encargo de Juan Antonio de los Ángeles, vecino<br />

Detalle de la talla de San Luis. Garafía. Fotografía:<br />

[JPM].<br />

de La Orotava, había esculpido una imagen similar<br />

del Ángel de la Guarda con la de un niño que aconstubra<br />

tener, la qual con el dicho niño tengo echa y formada<br />

en madera 230 ...<br />

Relieves tallados<br />

A partir de 1664 —si no antes—, Orbarán realizó<br />

una serie de retablos con tableros con relieves tallados<br />

en las calles. El contrato para hacer las tallas del segundo<br />

cuerpo del retablo mayor de la Concepción de<br />

La Laguna, cuya arquitectura había finalizado por entonces,<br />

especifi ca que había de quitar los tres paneles<br />

en tabla —ignoramos si se encontraban pintados— y<br />

poner en su lugar otros de talla y relieve con las escenas<br />

de la Visita ción, la Inmaculada Concepción y<br />

la Encarnación. En esa fecha se obligó a hacer para el<br />

segundo cuerpo del retablo de San Juan Evangelista<br />

de la misma iglesia otro relieve con Santiago puesto a<br />

caballo de talla y rreliebe y a sus pies de la misma talla y<br />

rreliebe la morisma y despojos de guerra 231 . Dos son los<br />

tableros de este tipo que conservamos de su mano: el<br />

de la imposición de la casulla a San Ildefonso de la<br />

ermita de San Sebastián de Santa Cruz de La Palma<br />

(c. 1642); y el de la Encarnación de la iglesia de la<br />

Concep ción de La Laguna (1664), hoy en el baptisterio<br />

parroquial 232 . En este último Orbarán siguió al pie<br />

de la letra la pintura con el mismo tema pertene ciente<br />

al retablo de Mazuelos de la actual catedral de La Laguna<br />

233 , obra de la escuela manierista de Amberes.<br />

Alfonso Trujillo considera al escultor sevillano Martín<br />

de Andújar como el introductor en el archipiélago<br />

de este tipo de retablos con relieves tallados. Sospecha,<br />

por razones de renombre y magisterio, que Andujar<br />

pudo servir de orientador al propio Orbarán 234 .<br />

Como hemos dicho, éste entró en contacto con el<br />

imaginero sevillano durante su primera estancia en<br />

Tenerife en 1636-1637.<br />

En madera dorada y policromada, el relieve de San Ildefonso<br />

de la ermita de San Sebastián de Santa Cruz<br />

de La Palma fue relacio nado con el arte de Antonio<br />

de Orbarán por el investigador palmero Alberto-José<br />

Fernández García 235 , atribu ción que recoge la profesora<br />

Calero Ruiz 236 . Técnicamente se halla emparentado<br />

89<br />

Encrucijada


con el de la Virgen de la Encarna ción de la Concepción<br />

de La Laguna, ambos con terminación superior<br />

redondeada o de medio punto. Colocado desde finales<br />

del siglo XIX en el nicho superior del retablo mayor,<br />

anteriormente, estuvo en uno de los dos altares<br />

colaterales, consagrado a San Ildefonso ya en 1589 237 .<br />

A principios de la década de 1640, el racionero don<br />

Lucas Fernán dez, hacedor de las rentas decimales<br />

y vecino de la ermita, por aver visto la pobreça que<br />

tenía, costeó la hechura de dos nuevos retablos para<br />

cada uno de los altares colaterales de la iglesia. Sendos<br />

retablos, dedicados a San Ildefonso y San Antonio<br />

Abad, fueron apreciados cada uno en 200 reales en<br />

el inventario de 1642 238 . Debieron ser realizados por<br />

Antonio de Orbarán que, además de pintarlos de limosna,<br />

mantuvo vínculos de amistad con don Lucas<br />

Fernández, padrino de su hija María en 1643 239 .<br />

Arquitectura efímera<br />

90<br />

Incluimos bajo este título los monumentos eucarísticos<br />

para la celebración del Jueves Santo, verdaderas<br />

máquinas escénicas construi das a base de piezas de<br />

madera, telones, pinturas y perspectivas. Como si de<br />

un auténtico retablo se tratase, su diseño arquitectónico<br />

constaba de cuerpos, entabla mentos y columnas.<br />

La poca perdura bi lidad de esta clase de obras,<br />

compuestas de diferentes elementos que se acoplaban<br />

para armar y desarmar, retiradas del culto durante el<br />

resto del año en lonjas y trasteros, explica el que no<br />

conservemos en la actualidad ninguno de los viejos<br />

monumentos del Jueves Santo.<br />

Por las mismas fechas que construía el retablo mayor,<br />

Orbarán realizó para la parroquia de El Salvador de<br />

Santa Cruz de La Palma un monumento en madera,<br />

de arquitec tura, pintado y sobredo rado, por el que<br />

llegó a cobrar 3.000 reales. La importancia de esta<br />

Relieve de la Encarnación perteneciente al<br />

desaparecido retablo mayor de la iglesia parroquial<br />

de N. S. de la Concepción. La Laguna,<br />

Tenerife, c. 1664. Fotografía: Fernando Cova<br />

del Pino. Gobierno de Canarias.<br />

Encrucijada


obra queda manifiesta no sólo por su costo sino también<br />

por el hecho de que fue contratada en escritu ra<br />

pública ante el escribano Domingo Pérez el 15 de octubre<br />

de 1639. El precio inicial del concierto fue de<br />

2800 reales, 2500 aportados por la fábrica parro quial<br />

y los otros 300 por la cofra día del Santísimo 240 . Anteriormente,<br />

había hecho un sagrario pintado para el<br />

Jueves Santo 241 . Ese mismo año se asienta el descargo<br />

de 346 reales gastados en 1500 panes de oro para dorar<br />

el monumento y cuatro varas de lienzo crudo para<br />

el sielo del segundo cuerpo 242 ; y poco más tarde se anotan<br />

578 reales y medio de los costos de su definitiva<br />

finaliza ción en oro, aceite para los dos cielos, hierros<br />

y clavos. Estrenado en la Semana Santa de 1640 243 , su<br />

disposición arquitectónica constaba, al menos, de dos<br />

cuerpos, aunque según las noticias escritas en el libro<br />

de la hermandad del Santísimo (1860) tenía tres cuerpos<br />

y se armaba en la capilla del Cristo 244 . Un siglo<br />

después, en 1740, se hizo un nuevo monumento de<br />

madera realizado por el carpintero Bernabé Fernández<br />

y el pintor Tomás Rexe, que llevaba lienzos, bastidores,<br />

cuadros, pinturas, cornisas y relieves dorados 245 .<br />

Tampoco se conserva e ignoramos hasta que punto<br />

pudo influir en él el diseñado por Orbarán o si se<br />

aprovecharon elementos del anterior. Las últimas noticias<br />

que tenemos de él son de 1874, cuando don José<br />

Massieu Rodríguez, vecino del pueblo de Los Sauces,<br />

solicitó autoriza ción del obispado para disponer en la<br />

parroquia de aquel lugar de los restos de un antiguo<br />

retablo que parece sirvió de monumento en la yglesia parroquial<br />

del Salvador y que ya no se usa en ella 246 .<br />

91<br />

Pintor y dorador<br />

Aunque no conocemos ninguna obra de Antonio de<br />

Orbarán como pintor, como tal es denominado en<br />

diversas ocasiones, sobre todo durante sus primeros<br />

años en la isla de La Palma: en una escritura de venta<br />

en Tijarafe fechada en 1630; como uno de los primeros<br />

hermanos de la Orden Tercera, estable cida en el<br />

convento franciscano en 1633, en la que figura como<br />

pintor, novicio 247 ; o cuando otorga escritura de compra<br />

de su casa en la calle Real en 1644 248 . Y como<br />

hemos dicho, Orbarán también se encargaba habitualmente<br />

de encarnar y estofar las esculturas salidas<br />

de sus manos.<br />

Encrucijada


92<br />

En su vivienda, según atestigua la partición de bienes<br />

celebrada entre sus herederos en 1675, existían<br />

numerosas pinturas con diferentes imágenes hagiográficas<br />

—San José, San Juan Bautista, San Antonio,<br />

San Jerónimo, Santo Domingo, San Pablo, San<br />

Diego, Santa Catalina y Santa Úrsula—; de Cristo<br />

—un Resucita do y San Salvador— y advocaciones<br />

de la Virgen —dos cuadros de Nuestra Señora del<br />

Rosario y otros dos de Nuestra Señora de las Nieves—,<br />

además de ocho cuadros al temple viejos 249 . Es<br />

probable que algunas de estas pinturas fueran de su<br />

mano, como las de la Virgen de las Nieves que, como<br />

patrona de la isla, posiblemente fue retratada por el<br />

propio Orbarán en una pintura de vera efigie. En su<br />

testamento se mencionan también algunas referencias<br />

a su labor como pintor y dibujante, de modo que los<br />

herederos de don Juan de Mesa y Lugo le debían cien<br />

reales por dibujar y pintar dos armas en dos cajones<br />

para los guessos que mudaron de la yglessia a el convento<br />

de mi padre Ssanto Domingo 250 . Estos restos mortales<br />

correspondían a los padres de don Juan de Mesa y<br />

Lugo de Ayala, don Lope de Mesa y doña María de<br />

Cabrera y Roxas, trasladados desde la parroquia de<br />

la Concepción de La Orotava a la capilla mayor del<br />

convento dominico de San Benito, panteón funerario<br />

de la familia Mesa. Por hacer otro escudo de armas<br />

para la tumba del maestre de campo don Pedro de<br />

Sotomayor Topete, enterrado en la capilla del capítulo<br />

en el claustro del convento dominico de San Miguel<br />

de La Palma en 1655, y levantar un túmulo para<br />

sus solemnes honras fúnebres recibió 157 reales 251 .<br />

Como dorador, Orbarán realizó diversos trabajos,<br />

en especial durante la década de 1630, poco tiempo<br />

después de su llegada a la isla de La Palma. Doró así<br />

desde grandes retablos hasta piezas de pequeño tamaño,<br />

como una cruz de guión para la hermandad del<br />

Rosario, en 1638 252 ; o el dorado y plateado del pie<br />

de una custodia procesional —segu ra mente de madera—<br />

para la cofradía del Santísimo Sacramento de<br />

la parroquia de matriz de El Salvador de Santa Cruz<br />

de La Palma, en 1635 253 .<br />

El dorado de un retablo suponía, por lo general, un<br />

costo superior al de la propia hechura. Prueba de ello<br />

fue el retablo principal de esta última iglesia, cuya labra<br />

importó 19.204 reales y su sobredorado 29.000 reales.<br />

Relieve de San Jacobo. Retablo mayor de Tijarafe.<br />

La Palma. Fotografía: Isabel Santos, Isabel<br />

Concepción. [TRCILP].<br />

Habitualmente, el conjunto solía estar asentado<br />

ya en bruto en el altar, de ahí el que se procediese<br />

a desmontarlo y volverlo a armar. Así, después<br />

de pregonar las condiciones, el dorado del mismo<br />

retablo se remató en 1686 en el licenciado don<br />

Pedro Álvarez de Lugo Usodemar, abogado de la<br />

Real Audiencia, poniendo el rematador el oro, tintes<br />

y colores y todo lo demás necesario, con el costo<br />

de quitar y uoluer a poner el retablo y aderesar lo que<br />

vbiere de faltas en la madera 254 .<br />

Comercializados en libros de oro, los panes de<br />

oro se pedían o importaban de España, Portu gal<br />

y de las Indias, en especial de México. En 1631,<br />

el merca der José Hernández Carnero, vecino de<br />

Encrucijada


Oporto, concertó con Antonio de Orbarán, el traer<br />

o remitir desde Lisboa a esta ysla, en el primer nauío<br />

o carauela que para esta ysla partiere, después de auer<br />

llegado a la dicha ciudad de Lisuoa o de Setúbal, la<br />

cantidad de diez mill panes de oro de dorar y cuatro<br />

mill panes de plata para lo missmo. La liquidación de<br />

los panes de oro era a razón de 150 reales cada millar<br />

y los de plata y demás menudencias de colores y<br />

tintas con un sesenta por ciento de ganancia sobre su<br />

principal 255 . De España procedían los libros y panes<br />

de oro adquiridos en realidad en Sevilla, cuyo puerto<br />

monopolizaba entonces el tráfico comercial con<br />

América. Así, el dorado del ya citado retablo de la<br />

iglesia de El Salvador fue hecho con los libros de oro<br />

que el licenciado Pinto de Guisla, adminis trador de la<br />

obra, hizo traer d’España 256 . Del Nuevo Mundo llegó<br />

también buena parte del oro empleado en los retablos<br />

isleños. Por mano del piloto de la carrera de Indias,<br />

Simón Rodríguez, adquirió Antonio de Orbarán, en<br />

1629, quarenta libros de panes de oro de dorar, que<br />

éste le vendió a razón de catorce reales y medio cada<br />

libro 257 . En combinación con el oro, y para destacar<br />

el efecto áureo del retablo, se usaban tintes y colores.<br />

En el concierto firmado en 1631 entre Orbarán y el<br />

mercader portugués José Hernández Carnero consta<br />

que el primero había de traer de la ciudad de Lisboa,<br />

además de libros de oro y plata, otras menuden cias de<br />

colores y tintas, en conformi dad de una memoria que<br />

para ello me a de dar el dicho Antonio de Oluar 258 .<br />

En 1631, el guardián del convento franciscano de<br />

Santa Cruz de La Palma, fray Francisco Canino, consultor<br />

del Santo Oficio y más tarde provincial de la<br />

orden (1638-1641), solicitó los servicios de Antonio<br />

de Orbarán, ensanbrador, para que efectuara el dorado<br />

del retablo mayor, construido pocos años antes,<br />

hacia 1622 259 . En el ajuste se acordó que los guecos<br />

del retablo irían sin dorar, tan solamente estre lla dos, y<br />

que Orbarán enmendaría todas las faltas que tubiere<br />

la madera del dicho retablo, que se entiende lo que se a<br />

de dorar. En la labor emplearía 22.000 panes de oro,<br />

traídos al efecto de Lisboa, recibien do por su trabaxo<br />

de manos y materiales, eseto el oro, 2000 reales de plata<br />

nuevos castellanos 260 . Una década después, en una información<br />

practica en 1643, consta que los franciscanos<br />

habían hecho en su iglesia un retablo dorado muy<br />

bueno y suntuoso e como requiere en la capi lla mayor e<br />

todo con muy grande costo, de más cantidad de dos mil<br />

ducados 261 .<br />

En fecha no precisada, pero entre los años de 1629<br />

y 1637, Orbarán se ocupó de dorar el antiguo retablo<br />

mayor de la parroquia de San Blas de Mazo. Las<br />

cuentas de fábrica asientan el descargo de 400 reales<br />

que recibió Antonio de Orbara, ensambla dor, por dorar<br />

el retablo del altar mayor de dicha iglesia y dorar el<br />

sagrario y aderesarlo, así como 50 reales del sustento<br />

de los oficiales que doraron el retablo y le aiudaron<br />

al dicho Orbarán 262 . A pesar del tiempo transcurrido,<br />

aún se conserva en la ermita de San Juan Bautista de<br />

Belmaco este pequeño retablo, donde fue colocado<br />

hacia 1709 con motivo de la construcción del nuevo<br />

retablo principal a principios del siglo XVIII 263 . Nada<br />

ha quedado de la labor de Orba rán, desapare cida bajo<br />

espesas capas de yeso y repintes bastos. Con un sólo<br />

cuerpo tripartito y ático, presentaba originaria mente<br />

una hornacina central y paneles con pinturas en las calles<br />

laterales y en el ático que, como prolonga ción de<br />

la calle central, rompe el frontón del remate superior.<br />

Entallador, ebanista y cantero<br />

Orbarán realizó además otros trabajos propios de<br />

entallado res y ebanistas. Su labor como tallista o carpintero<br />

artístico se extendió tanto al mobiliario civil<br />

y doméstico —escaños, camas, bufetes— como<br />

al litúrgico y religioso, desde tribunas, coros o sillerías<br />

a atriles de altar y blandones de madera pintada<br />

—candelabros grandes para hachas de cera—, como<br />

los que regaló a la cofradía del Santísimo de la parroquia<br />

de El Salvador de Santa Cruz de La Palma en<br />

1635 264 ; o los que hizo de limosna para el santuario<br />

de Nuestra Señora de las Nieves en 1646-1648 en<br />

colabora ción con Amaro Hernández de León 265 . Por<br />

las mismas fechas, consta que en su poder se encontra<br />

ba un atril propiedad de la iglesia del hospital 266 .<br />

Las cuentas de fábrica de la mencionada parroquial<br />

de El Salvador, rendidas en 1637, recogen el pago<br />

a Antonio de Orbarán de 110 reales por la hechura<br />

de una cruz de madera dorada con su peana y parihuela,<br />

seguramente para la festividad de la exaltación<br />

de la Santa Cruz 267 . Para la iglesia de San Amaro de<br />

Puntagorda realizó entre los años de 1629-1633 la<br />

llamada taca del baptisterio —alacena embutida en<br />

93<br />

Encrucijada


94<br />

la pared— para guardar los santos óleos, así como<br />

el coro, obras por las que recibió 314 reales 268 . Por<br />

encargo de don Melchor López Prieto de Sa, patrono<br />

del colegio de San Agustín de Garachico, labró en<br />

1656 una tribuna de madera, dorada y policromada,<br />

coronada con un escudo de armas con su orla 269 .<br />

A su imitación, se fabricaron después —quizás por<br />

Antonio de Orbarán y su equipo de oficiales— sendas<br />

tribunas para el convento agustino de Tacoronte<br />

(c. 1662) 270 . Como pervivencia mudéjar, la tribuna<br />

permitía a los patronos de iglesias, ermitas y conventos<br />

asistir velada mente a los oficios religiosos. Se trata<br />

de un ajimez de interior y como tal tiene forma de<br />

caja volada con enrejados de madera organizados en<br />

recua dros. En los ejemplares conservados en Canarias,<br />

las celosías se adaptan a los gustos renacentista y<br />

barroco, abandonando las trazas hispanomu sulmanas<br />

como advierte la doctora Fraga 271 . Aunque se mantiene<br />

la organización en recuadros, las formas moriscas<br />

se sustituyen habitualmente por labores de madera<br />

calada y afiligranada de tipo barroco. A esta clase de<br />

tribunas pertenecen las ya mencionadas del convento<br />

San Agustín de Tacaronte, ricamente talladas, doradas<br />

y policromadas; así como la de los Arce y Rojas<br />

(c. 1677), conservada hoy en la Sociedad «La Cosmológica»;<br />

y la de los Vélez de Ontanilla en la ermita de<br />

la Encarna ción (c. 1705), ambas en Santa Cruz de La<br />

Palma. Apoyan estas dos últimas en grandes ménsulas<br />

que, por influencia de la decoración propia del retablo,<br />

tienen forma de mascarón o llevan en sus frentes<br />

amplias hojas de acanto.<br />

Realizó también varias andas procesio na les tanto para<br />

la festividad del Corpus como para diferentes imágenes<br />

de la Virgen. Por encargo de don Juan de Mesa y Lugo<br />

hizo en la Villa de La Orotava una custodia procesional,<br />

que adoptaba posiblemente a la disposición tradicional<br />

de templete. En su testamento (1671) declaró al<br />

respecto que los herederos de Mesa aún le debían 1500<br />

reales por el aderezo y perfesión de las andas en que sacan<br />

el día de Corpus el Santísimo Sacramento 272 .<br />

Más numerosas son las diferen tes andas que cofradías<br />

y particulares le solicitaron para diversas devo-<br />

Encrucijada


95<br />

ciones marianas, especialmente la del Rosario, cuya<br />

culto alcanzó su grado máximo de popularidad en<br />

el siglo XVII. La forma más común de este tipo de<br />

andas es la de templete o balda quino, modelo que,<br />

según Hernández Perera, resulta una creación original<br />

de la platería isleña 273 . Las primeras documentadas<br />

en plata son las de la Virgen del Pino en Gran<br />

Cana ria (1659) y las más antiguas conservadas las de<br />

Nuestra Señora de las Nieves en La Palma (1683),<br />

iniciadas por Pedro Leonardo de Santa Cruz, yerno<br />

de Antonio de Orbarán, que falleció sin haberlas<br />

terminado. Anteriores a ellas exis tieron sin embargo<br />

otros ejemplares de madera, que más tarde serían<br />

enriquecidos con revesti mientos de plancha de plata<br />

repujada. Cabe destacar su coincidencia en estructura<br />

y elementos con muebles tales como las camas de<br />

colgadu ras, comunes desde el siglo XVI. Compuestas<br />

por pilares o columnas —abalaus tradas, entorchadas<br />

y salomónicas sucesiva mente—, sostenían doseles o<br />

cielos de ricas telas. Algunos inventarios, como el de<br />

la iglesia del hospital de Santa Cruz de La Palma de<br />

1603, citan diferentes aderezos de raso y tafetán azul<br />

para las andas de la Virgen, que incluían cielo y pilares,<br />

lo que indica que se ajustaban al tipo de templete<br />

o, más bien, de palio textil 274 . Para este último templo,<br />

Orbarán aderezó en 1635 las andas de Nuestra<br />

Señora de los Dolores 275 ; y años después, en 1643,<br />

recibió el encargo de hacer unas similares siguiendo el<br />

mismo modelo. Mediante contrato notarial, el capitán<br />

Miguel de Abreu, en nombre de su hermana doña<br />

María de la O Abreu, vecina de la Villa de San Andrés,<br />

ajustó con él, en precio de 290 reales, la hechura<br />

de unas andas doradas fechas en madera de uinático<br />

serne con sus remates dorados y brasos de la padiguela<br />

(Página anterior) Tarja decorada con hojas de<br />

acanto del arco de la capilla del Buen Jesús de<br />

la Iglesia de N. S. de la Luz. Garafía. Fotografía:<br />

[JPM].<br />

Detalle del sotobanco del retablo de la iglesia<br />

conventual de Santa Catalina. La Laguna, Tenerife.<br />

Fotografía: [JPM].<br />

Encrucijada


96<br />

con su barnís... en la conformidad de las que tiene la<br />

ymagen de Nuestra Señora de los Dolores desta siudad y<br />

por las medidas que le an dado 276 . Destina das a la Virgen<br />

del Rosario, debían de ser del tipo de templete o<br />

baldaqui no, según se deduce del inventario de la cofradía<br />

de 1658, en el que se citan un cielo de damasco<br />

colorado y 14 campanillas pendientes de plata 277 . En<br />

1652, realizó unas nuevas andas para la Virgen del<br />

Rosario venerada en el convento dominico de Santa<br />

Cruz de La Palma. Por el trabajo de sus manos percibió<br />

550 reales 278 ; y en su ejecu ción colaboró Lorenzo<br />

de Campos, que invirtió en ellas cinco días 279 . Sirvieron<br />

probablemente de precedente a las actuales,<br />

ejecutadas en 1694 por el platero Silvestre Viñoly 280<br />

y cabeza de serie de un buen número de andas de<br />

baldaquino salomónicas, en madera dorada y policromada,<br />

labradas casi todas ellas en el primer tercio<br />

del siglo XVIII. Las de la cofradía del Rosario de Los<br />

Llanos de Aridane fueron hechas por Bernardo Manuel<br />

de Silva entre 1711-1714 281 , mientras que las de<br />

la Virgen de la Encar na ción de Santa Cruz de La Palma,<br />

donadas por la familia Vélez de Ontanilla, datan<br />

de poco antes de 1711 282 . Sin fecha, pero de la misma<br />

época, son las de Nuestra Señora de los Remedios de<br />

Los Llanos de Aridane, las del Niño Jesús de la misma<br />

iglesia; las de la Virgen de Candelaria de Tijarafe y las<br />

de Nuestra Señora de Montserrat de Los Sauces.<br />

Complemento de las andas de baldaquino o independientes<br />

de ellas, los cercos en forma de sol que envuelven<br />

a las imágenes de la Virgen, al igual que la media<br />

luna colocada a sus pies, se inspiran en la visión de<br />

la Mujer del Apocalipsis. Su formulación, con rayos<br />

flameados y rectos en un primer momento, va en paralelo<br />

al de las custodias de sol isle ñas. En plata, el más<br />

antiguo documentado es el de la Virgen del Rosario de<br />

Santo Domingo de La Laguna (1696) 283 . Como sucede<br />

con las andas de baldaquino, ya se hacían en madera<br />

con anterioridad; y prueba de ello es de nuevo el testamento<br />

de Antonio de Orbarán (1671). En él declaró<br />

que había hecho un sol plateado y dorado para la imagen<br />

de Nuestra Señora de la Soledad por encargo de<br />

Vicente Ferrer, vecino del Puerto de La Orotava. En la<br />

isla de La Palma, la escultura de vestir de la titular de la<br />

ermita de la Concepción de Buenavista, en Breña Alta,<br />

poseía ya en 1672 vn cerco de rayos dorados en forma de<br />

sol que tiene la imagen de Nuestra Señora 284 .<br />

Como señala Aguiló Alonso, hasta el momento se ha<br />

venido conside rando que el ensambla dor únicamente<br />

se dedicaba a la fabrica ción y posterior ensamblaje de<br />

retablos y sillerías, mientras que para el mobiliario se<br />

empleaba la denomina ción genérica de carpintero y,<br />

a partir de finales del siglo XVII, la de ebanista. Sin<br />

embargo, la realidad ha demostrado que un mismo<br />

tipo de mueble podía ser obra tanto de un maestro<br />

ensamblador, como de un entalla dor o de un ebanista<br />

285 . Autotitula do escultor, ensambla dor, entallador<br />

y carpinte ro entre otras cosas, Orbarán realizó<br />

buen número de muebles. En su testamento (1671)<br />

menciona una echura de un escaparate, un catre, un<br />

bufetillo y una varra de cama que había labrado para<br />

Fernando de la Huerta, vecino de Garachico, en precio<br />

de 400 reales 286 . La construc ción de armaduras de<br />

camas estaba reservada a los torneros en la capital del<br />

reino, mientras que en Sevilla y Málaga eran atribución<br />

de los ensamblado res, de modo que la hechura<br />

de una cama melcochada era considerada como pieza<br />

de examen 287 . Antonio de Orbarán hizo varias de<br />

ellas. Además del catre y barra de cama que realizó<br />

para el mencionado Fernando de la Huerta, en 1634<br />

se había obligado a hacer, al mismo tiempo que un<br />

almizate y un escudo de armas, otro catre de cacharondao<br />

en el precio que baliere, por el que el capitán<br />

don Antonio de Lugo y Peña le entregó un anticipo<br />

de 88 reales 288 .<br />

Y no sólo trabajó la madera, sino también la piedra.<br />

Como cantero o labrante efectuó diversos trabajos,<br />

como el aguamanil que hizo entre 1655 y 1658 para<br />

la sacristía de la iglesia de El Salvador 289 ; o las pilas de<br />

agua bendita que, con su asisten cia, ejecutó el cantero<br />

Juan de Zamora para la ermita de San Sebastián de<br />

la misma ciudad por encargo de don Lucas Andrés<br />

Fernández, hacedor de las rentas decima les 290 . De su<br />

mano subsiste aún la decoración de los dos arcos de la<br />

cabecera de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de<br />

la Luz en Garafía, uno de los cuales —el de la capilla<br />

del Buen Jesús— ostenta en la clave una tarja decorada<br />

con cuatro hojas de acanto en cruz, motivo que repetirá<br />

más tarde en el sotabanco del retablo mayor del<br />

convento de Santa Catalina de La Laguna (1665).<br />

Encrucijada


Arquitecto, tracista<br />

y carpintero de lo blanco<br />

Hasta el siglo XVIII el dibujo fue patrimonio casi exclusivo<br />

de ensamblado res y retablis tas, que por esta<br />

razón, eran conoci dos asimismo como arquitec tos.<br />

Por la denominación de arquitecto se entendía también<br />

al tracis ta. Como señala el carmelita fray Andrés<br />

de San Miguel, teórico del mudéjar america no,<br />

el maestro carpintero debía de ser un experto en toda<br />

buena arquitec tura, entendiendo, con perfección, de la<br />

planta, perfil y techo, con todo su adorno, en que se encierra<br />

todo arte de edificar, y está obligado a saber el<br />

perfecto albañil y cantero 291 . Durante los siglos XVII<br />

y XVIII, la mayor parte de los ensambla do res y retablistas<br />

fueron además hábiles técnicos y construc tores<br />

de techumbres de madera, trazadas según las reglas<br />

de la carpintería mudéjar. Para la elabora ción de una<br />

cubierta de lazo se exigía también la entrega de una<br />

planta. Como maeso de arquite to y escul tor, Orbarán<br />

contrató en 1661 la obra de la techumbre de madera<br />

y yese rías de la capilla mayor del convento de San<br />

Benito de La Orotava, según las plantas o dibujos que<br />

entregó al prior del convento; que a de ser los treinta<br />

y cuatro pies hacia el cuerpo de la yglecia, de madera de<br />

tea, en la forma que tengo dibujado un papel que tiene<br />

numero uno y A.; y lo restante, que son dies y siette pies, en<br />

que se a de ocupar el altar mayor y gradas, de la obra que<br />

en otro papel esta dibujado con nº dos y B.; que esta obra<br />

a de ser de yeso y madera a mi eleción, los quales dos papeles<br />

de dibujos quedan rubricados de ambas partes y de<br />

el presente scribano, en poder del reverendo padre maestro<br />

fray Estevan Lorenço, prior de este dicho conven to 292 .<br />

El punto de partida tanto para la construcción de un<br />

retablo como de una techumbre mudéjar era la elaboración<br />

de la planta o traza, requisito indispen sable<br />

para la aprobación de la obra por parte del cliente.<br />

Se trataba de un documento visual que garanti zaba<br />

que no se cometiese fraude ni engaño en lo que mira<br />

al valor de lo que muestra su dibujo 293 . Tenía así el<br />

mismo valor que el contrato escrito, puesto que las<br />

dos partes, comitente y artista, además del escribano<br />

público, rubricaban el dibujo con su firma, al pie o<br />

al reverso de la planta o diseño. La traza del retablo<br />

conservada en el Archivo de la Real Sociedad Económica<br />

de Amigos del País de Tenerife, lleva las firmas<br />

de don Tomás de Nava, comitente, y de Antonio de<br />

Orbarán, encargado de su hechura; y en el reverso:<br />

planta del rretablo que a consertado el maestro Orbara<br />

con Don Thomás de Nava mi Señor= Philippe Hernández<br />

Sidrón y la siguiente nota: Ajustose esta obra, el precio<br />

de ella, con lo que se añadido a ella más, en onçe mill<br />

y docientos y sinquenta reales y para que conste se tomó<br />

esta raçón y firmamos, Laguna y ffº 24 de 1664 años=<br />

Antonio de Olbarán 294 . Como es habitual, el artista<br />

sólo ha dibujado la mitad de la obra a partir del eje<br />

central de simetría. Ello era debido —según Martín<br />

González— a que una mitad de la traza quedaba en<br />

poder del comi tente y la otra en poder del artífice 295 .<br />

Orbarán confeccionó no sólo plantas y trazas para retablos<br />

y techumbres sino también para escultu ras y<br />

relieves tallados. En 1664 el hermano mayor de la hermandad<br />

sacramental de la parroquia de los Remedios<br />

de La Laguna le encargó la hechura del grupo escultórico<br />

de la Santa Cena conforme a un dibujo que tiene<br />

entregado, que queda en su poder firmado de todos los<br />

referi dos. Los relieves de la Inmacula da, la Visitación y<br />

la Encarnación del segundo cuerpo del retablo principal<br />

de la iglesia de la Concepción de la misma ciudad<br />

se ejecutaron igualmente conforme a un dibujo que<br />

tiene entregado al dicho licenciado Gaspar Álbarez de<br />

Castro, beneficiado y mayordomo de fábrica 296 .<br />

Tracista y labrante de techumbres de lazo, Orbarán<br />

recibió importan tes encargos en este campo, como<br />

la techumbre de la nave central de la parroquia de<br />

El Salvador de Santa Cruz de La Palma o la capilla<br />

mayor del convento dominico de San Benito de<br />

La Orotava. De gran riqueza ornamental, en estas<br />

cubiertas los elementos mudéjares se combinan con<br />

formas renacen tistas y barrocas talladas y policromadas:<br />

florones, imbrica ciones, hojas de acanto, roleos,<br />

follajes y festones de frutas —como los que decoran<br />

las pechinas de la techumbre de la capilla del Buen<br />

Jesús de Garafía—, motivos también vistos en sus retablos,<br />

caso del jarrón que corona el ático del retablo<br />

mayor de Tijarafe. Su efecto se acrecenta ba, además,<br />

con la aplica ción de brillante colorido y dorado. Ólio,<br />

tinta y oro consta que empleó en la cubierta de la capilla<br />

mayor del colegio de San Agustín de Garachico,<br />

según carta de pago que otorgó en 1656 297 . No debe<br />

extrañar que estos techos mudéjares incluyan en sus<br />

97<br />

Encrucijada


98<br />

Encrucijada


almizates relieves figurativos tallados, semejantes a los<br />

que se hacían para las calles de un retablo, como se<br />

ven en la isla de Tenerife —panel con San Francisco y<br />

Santa Clara de la capilla mayor del convento de Santa<br />

Clara de La Laguna—. En La Orotava se conservan<br />

sendos altorrelie ves que representan a Nuestra Señora<br />

de Gracia, en el crucero del templo de San Agustín,<br />

y a Santo Domingo, dentro de una cartela o tarja, en<br />

la cubierta de la capilla colateral del evangelio de la<br />

iglesia de Santo Domingo; este último quizás labrado<br />

por el propio Antonio de Orbarán, que construyó la<br />

techumbre de la capilla mayor de la misma iglesia.<br />

Su comitente, don Juan de Mesa y Lugo, le encargó<br />

también la hechura de un Santo Domingo para el almizate<br />

del oratorio de su casa, según declaró Orbarán<br />

en 1671. Más tarde cambió de parecer, de modo que<br />

pidió al artista que le tallase una Virgen con el Niño,<br />

San José y San Juan Bautista, cuyo importe, en madera,<br />

doradura y perfisión, ascendió a 300 ducados que<br />

le debían sus herederos. La mencionada carta de pago<br />

por la hechura de la techumbre de la capilla mayor<br />

del convento agustino de Garachico (1656), decorada<br />

con lacerías, menciona florones tallados —cuatro<br />

en las pechinas y otros cuatro en el harneruelo— y<br />

un medallón o tarja con un relieve de la Virgen de los<br />

Reyes en centro del almizate.<br />

Orbarán se ocupó en diversas ocasiones de pintar y<br />

policromar cubiertas y techumbres. En 1647 trabajó<br />

28 días en guarneser el almisate y pintar toda la obra<br />

de la nueva capilla mayor del santuario de Nuestra<br />

Señora de las Nieves, ensanchada y reconstrui da ese<br />

mismo año. Se le abonaron 308 reales, a razón de<br />

11 reales cada día de salario, y contó con la ayuda<br />

de Sebastián Bravo. En el trabajo de carpintería de<br />

la cubierta trabajaron algunos conocidos compañeros<br />

y colaboradores suyos, como Amaro Hernández de<br />

León o Luis de Francia, además de otros maestros y<br />

oficiales como Baltasar de los Reyes, su hijo Andrés<br />

de los Reyes y Cristóbal Hernández y su mozo 298 .<br />

(Página anterior). Techumbre mudéjar de la<br />

capilla del Buen Jesús de la Iglesia de Garafía. La<br />

Palma. Fotografía: [JPM].<br />

En calidad de carpintero y dorador, se obligó en 1632<br />

a hacer de nuevo dos paños en la armadura de la nave<br />

principal de la parro quia de El Salvador de Santa Cruz<br />

de La Palma, con las guarnesiones, lassos y pinturas y<br />

de la manera y forma que están hechos los demás paños<br />

de la dicha yglecia. Por cada uno de ellos recibiría cien<br />

reales, por mis manos y trabajo de los oficiales que para<br />

ello llevare y por las tintas que fueren nesesa rias para<br />

pintar la dicha obra en la forma que está 299 . En 1655,<br />

el mayordomo y benefi cia dos de la misma iglesia contrataron<br />

de nuevo con Orbarán la recons truc ción de<br />

la armadura de la nave central, aprovechando los paños<br />

de la antigua que fueren a propósito para la dicha<br />

obra o parte della. Las condiciones fueron similares a<br />

las de 1632 y por cada paño, compuesto por quatro<br />

tiseras enlasadas, se le abonarían cien reales, una vez<br />

fijados y texada la dicha yglecia. Mientras que Orbarán<br />

pondría las tintas y colores para la policro mía,<br />

el mayordomo de fábrica suministraría la madera,<br />

andamios y clavazón 300 . Considerada como la mejor<br />

cubierta de su género en Canarias, tal y como ha señalado<br />

la doctora Fraga destaca en ella el harneruelo,<br />

ataujerado, donde los temas del «encintado» se suceden<br />

sin descanso, enlazados unos con otros en una gran variedad:<br />

ruedas directas de doce alfardones y racimos<br />

estalactíticos que recubren el almizate por completo.<br />

Los tableros del fondo y las caras laterales de los tirantes<br />

constan de ornamentación pictórica, de efecto<br />

deslumbrador, hasta no quedar un solo espacio vacío 301 .<br />

Su fecha de construcción se viene fijando a mediados<br />

del siglo XVI 302 ; y aunque se desconoce el nombre de<br />

su primer autor, quizás sea obra del carpinte ro —sin<br />

duda portu gués— Gaspar Núñez. Avecindado en la<br />

isla ya en 1554, cuando contrajo primer matrimonio<br />

con Catalina de Arteaga 303 , techó la nave de la epístola<br />

entre 1602 y 1610. Son evidentes también las similitudes<br />

de la cubierta del templo mayor de La Palma<br />

con la de la Seo de Funchal, en la cercana isla de Madeira.<br />

Por amenaza de ruina, fue reparada de nuevo<br />

en 1710, ahora por los maestros Claudio de Acosta,<br />

Bernabé Fernández y Carlos de Abreu, quienes destecharon<br />

media nave y reconstruyeron las partes dañadas,<br />

hasiendo a toda la nave falsos de madera por no<br />

bolver a echar entullo de tierra. El pintor don José de<br />

Sosa, vecino de la ciudad de La Laguna, se encargó de<br />

retocar y ornamentar la madera que se entró de nuebo<br />

para ygualarla con la otra pintura que tenía la nave 304 .<br />

99<br />

Encrucijada


100<br />

Un año antes de firmar el contrato para hacer el techo<br />

de El Salvador, Orbarán se había obligado, como<br />

maestro de arquite tura, a gaser y fabricar la obra de<br />

la yglecia de Nuestra Señora de la Luz en el término<br />

de Garafía, cuyo concierto pasó ante el escribano<br />

Tomás González de Escobar el 18 de septiembre de<br />

1654. En junio de 1653, Orbarán había sido elegido<br />

para tasar y valorar lo realizado hasta el momento<br />

por el albañil Manuel de Párraga quien, después de<br />

contratar en 1651 la hechura de cinco arcos en aquel<br />

templo, había desistido de su obliga ción, aviendo enpesado<br />

a labrar la cantería 305 . En la escritura firmada<br />

en 1654 el mayordomo de fábrica, el licencia do don<br />

Luis Rodríguez, cura beneficia do de Garafía, y el arquitecto<br />

ajustaron la fábrica de tres arcos envasados y<br />

moldados —dos para la capilla mayor y otro para la<br />

capilla del Buen Jesús, fundada por el licenciado don<br />

Luis Rodríguez— y otros tres llanos, sin molduras,<br />

para la separación de las naves. El precio de cada uno<br />

sería de 400 reales. Orbarán tomó además a su cargo<br />

la construcción de la armadura de la capilla del beneficiado<br />

junto con el retablo de la misma y dos esculturas,<br />

todo ello en precio de 4000 reales, cantidad que<br />

habría de pagar de su caudal el licenciado don Luis<br />

Rodríguez. En la capilla mayor se comprometía a llevar<br />

a cabo la cubierta con la madera viexa que estava<br />

en ella por precio de treynta ducados. El contrato fijó<br />

también el precio del pedaso de nave que se acresentó en<br />

el cuerpo de la iglesia, a 30 reales por pie.<br />

En 1657, si no antes, se produjo una nueva interrupción<br />

de la fábrica y, como había sucedido en 1653, se<br />

travó pleyto sobre algunos particulares y rreparos e ynconbinientes<br />

entre el licenciado Rodríguez y Orbarán.<br />

El arreglo del litigio vino por mano de terceras personas,<br />

en vista del peligro que corría la obra sin su pronta<br />

finalización: y estándose siguiéndose por anbas partes,<br />

considerando los daños que se podían seguir a la dicha<br />

fábrica e no feneserse la obra por dilasión del pleyto y los<br />

costos que del podían causar, algunas personas honrradas<br />

y prensipales se entraron de por medio a conponer les,<br />

como con efecto se an conpuesto… Como resultado de<br />

ello, Antonio de Orbarán y el mayordomo de fábrica<br />

volvieron a firmar una segunda escritura ante el mismo<br />

notario el 26 de abril de 1657. Para entonces, los<br />

tres arcos envasados y moldados de la capilla mayor<br />

y del Buen Jesús ya estaban construidos, al igual que<br />

otro llano, que debe ser el de la capilla del Rosario 306 .<br />

Por estos tres arcos y parte del otro, se llegó al acuerdo<br />

de elevar su precio a 1500 reales, por ser de más obra<br />

que los restantes llanos correspondientes a la arquería<br />

de la nave, no construidos aún. Orbarán quedó además<br />

libre de la obligación de fenecer y acabar estos<br />

últimos. Con sus quatro pechinas y entavla mentos, la<br />

armadura de la capilla de don Luis Rodríguez o del<br />

Buen Jesús se hallaba comensada. Como la madera de<br />

la cubierta anterior había resultado inservible, tranzaron<br />

que la acabaría de madera nueba, enlasado el<br />

almisate de la obra questá comensado tan solamente, sin<br />

enlasar los paños de cayda. Percibiría por cada pie realizado<br />

35 reales. El maestro se comprometió a finalizar<br />

la fábrica en el año en curso y quedó establecido que<br />

llevaría al comienzo de la obra dos oficiales y otros<br />

dos más de aquella fecha en ocho días 307 . Las cuentas<br />

de fábrica de 1658 anotan que Orbarán cobró del<br />

caudal de la fábrica 4762 reales y medio por la obra<br />

de carpintería y architetura que hiso en la yglessia como<br />

consta de recibo; 450 reales de los cuales había de pagar<br />

don Luis Rodríguez por el arco de su capilla, que<br />

aunque tiene dos el otro toca a la nabe de la yglessia 308 .<br />

Comprendidos entre finales de 1654 y 1658, los mismos<br />

registros contables citan, además de Antonio de<br />

Orbarán, a otros colaboradores. Los hermanos Francisco<br />

y Juan Sánchez Carmona, canteros, labraron las<br />

dos puertas principales de las naves, las seis ventanas<br />

que las iluminan y dos claraboyas. Probablemente,<br />

fueron ellos quienes también construyeron las arquerías<br />

y columnas que separan a ambas naves, obra<br />

de la que, como hemos dicho, desistió Orbarán en<br />

1657. Asimismo, los carpinteros Baltasar de los Reyes<br />

y Agustín Álvarez realizaron las cubiertas de la capilla<br />

del Rosario y de la sacristía309.<br />

De lo realizado en Garafía por Orbarán sobresalen el<br />

arco del presbiterio y el de la capilla del Buen Jesús, la<br />

techum bre de ésta última y el almizate de la cubierta<br />

la capilla mayor, del que penden doce pinjantes que<br />

finalizan en mocárabes, origina ria mente pintados de<br />

vivos colores —azul, blanco y rojo— y finos roleos.<br />

Al igual que en el resto de las cubiertas, la policromía<br />

ha sido lamentablemente barrida durante la última y<br />

salvaje restauración que ha sufrido el templo. El arco<br />

del presbiterio posee capiteles decorados con ovas y<br />

dardos. Más notable es el colateral de la capilla del<br />

Encrucijada


101<br />

Buen Jesús, con capiteles seudo-jónicos. Si bien llevan<br />

las volutas del jónico y el equino decorado con ovas y<br />

dardos —que recuerdan los capiteles de las columnas<br />

que Antonio Orbarán realizó para el antiguo retablo<br />

mayor de El Salvador—, introdu cen una corona vegetal<br />

de hojas de acanto entre el collarino y el equino.<br />

La clave del arco está labrada en forma de cartela o<br />

tarja con una cuadrifolia en forma de cuatro de hojas<br />

de acanto en cruz que surgen de un botón central.<br />

Hacia la nave, ostenta una pequeña concha o venera.<br />

La techumbre de la capilla, realizada también por<br />

Orbarán, es la más relevante del templo. De estructura<br />

ochavada y paños iguales, se halla enteramente<br />

cubierta de lacería mudéjar. Presenta harneruelo<br />

ataujera do, con cuatro pinjantes —con bandeja de<br />

frutas en el centro— en las pechinas y otros cuatro alrededor<br />

del gran pinjante central del almizate, todos<br />

ellos adornados con volutas y hojas de acanto talladas<br />

o recortadas. Antes de su desafortunada «restauración»,<br />

la cubierta se hallaba enrique cida con pinturas<br />

—similares a la de los pinjantes del almizate de la<br />

capilla mayor— con acantos y estiliza dos roleos.<br />

Finalizado su trabajo en Garafía, Antonio de Orbarán<br />

llevó a cabo pocos años después, durante sus últimos<br />

años de vida en la Villa de La Orotava, una<br />

de sus obras más importantes, costosas y que más<br />

tiempo le mantendrían ocupado, la construcción de<br />

la capilla mayor de la iglesia de Santo Domingo de La<br />

Orotava, realizada por encargo de la poderosa familia<br />

Mesa, patrona del convento dominico. Alfonso Trujillo,<br />

siguiendo la opinión de P. Tarquis, considera que<br />

Orbarán realizó los planos del convento de San Benito<br />

310 . Tarquis, que le atribuye tales planos 311 , llegó<br />

a afirmar que Orbarán quiso romper normas con los<br />

anterio res templos de Canarias, atisbando incluso recuerdos<br />

de las grandes catedrales de Nueva España 312 .<br />

La inter ven ción de Orbarán se ciñó en realidad a la<br />

capilla mayor y a su cubierta de lazos y yeserías, como<br />

Detalle del almizate de la techumbre mudéjar<br />

de la capilla del Buen Jesús. Garafía. La Palma.<br />

Fotografía: [JPM].<br />

Encrucijada


102<br />

queda claro de la lectura de su testamento. Sin dejar<br />

lugar a dudas, en el declaró su obligación de armar,<br />

formar y labrar de madera la capilla mayor de la yglessia<br />

del señor Santo Domingo. Es cierto que en esas últimas<br />

voluntades alude a las plantas que estaban en poder<br />

del padre presentado fray Luis Hurtado de Mendoza,<br />

prior del convento. Se refería de este modo a los diseños<br />

o dibujos con las trazas de las techumbres del<br />

presbiterio y antepresbiterio que había presentado en<br />

1661 en el momento de firmar la escritura de compromiso,<br />

en ningún caso de los planos para edificar<br />

la iglesia conventual. Aún más, las condiciones del<br />

mismo contrato, firmado entre Orbarán y don Juan<br />

de Mesa y Lugo, patrono de la capilla, disipan toda<br />

duda al respecto. Otorgado el 2 de enero de 1661<br />

ante el escribano Lorenzo de la Cruz 313 , en él Orbarán,<br />

maeso de arquiteto y escultor, se obligó a construir<br />

una armadura de yeso y madera en el antepresbi te rio,<br />

de 34 pies de largo hacia el cuerpo de la iglesia, en la<br />

forma que tengo dibujado un papel que tiene número<br />

uno y A; y otra cubierta similar en el presbiterio,<br />

sobre el altar mayor y sus gradas, que en otro papel<br />

está dibujado con número dos y B. Rubrica das con las<br />

firmas de las dos partes y del escribano, ambas plantas<br />

quedaron en poder del padre prior fray Esteban<br />

Lorenzo. Llama la atención el empleo del yeso como<br />

material decorativo, algo insólito en Canarias pero<br />

corriente en Andalucía y en Nueva España (Puebla<br />

de los Ángeles). Conocemos así otra faceta artística<br />

más de Antonio de Orbarán, el de las yeserías doradas<br />

y policromadas.<br />

El precio las dos techumbres se ajustó en la considerable<br />

suma de 28.000 reales y el plazo para finalizarlas<br />

en nueve meses, tiempo que se prolongaría en casi diez<br />

años. Además, se acordó que tanto el arco de cantería<br />

de la capilla mayor como sus paredes corriesen por<br />

cuenta de don Juan de Mesa, de modo que Orbarán<br />

pudiese armar sobre ellas ambas cubiertas. El 2 de<br />

mayo siguiente, los cabuqueros Salvador de Ébora y<br />

Techumbre de la capilla mayor de la iglesia de<br />

Santo Domingo de Guzmán. La Orotava. Tenerife.<br />

Fotografía: [JPM].<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

103


104<br />

Bernardo González, en escritura ante el mismo notario,<br />

se comprometieron a facilitar a Francisco Rodríguez,<br />

maestro de albañil, toda la piedra, tierra y arena<br />

que fuese necesaria para la construcción de la capilla.<br />

El costo total de la obra fue de 31.300 reales y se<br />

acabó de fabricar en 1670, siendo la primera función<br />

a la que sirvió el entierro de su patrono, el señor don<br />

Juan de Mesa y Lugo 314 . El testamento de Antonio de<br />

Orbarán también proporciona otras noticias sobre el<br />

curso de las obras y las modificaciones introducidas.<br />

Por él sabemos que el arco de separación entre las<br />

techumbres de la capilla mayor y el antepres biterio,<br />

que originariamente había de ser de yeso, fue realizado<br />

de madera de medio relieve, adornado con figuras<br />

angelica les 315 . El trabajo de labrarlo fue valorado por<br />

Orbarán en 500 ducados que, unidos a otros 200 por<br />

hacer los diez pies que se aumentaron en la armadura<br />

después que los oficiales de albañilería fundaran las<br />

paredes y el arco segundo de la capilla, aún le debían<br />

los herederos de don Juan de Mesa y Lugo, así como<br />

el costo de la madera de las gradas del altar316.<br />

La actual cubierta de la capilla mayor de la iglesia<br />

de Santo Domingo de La Orotava es ochavada, sobre<br />

pechinas y estructura cupuliforme con artesón<br />

de cinco paños. Ignoramos si se corresponde con la<br />

estructura realizada por Orbarán. En cualquier caso,<br />

ha llegado hasta nosotros desprovis ta de la espléndida<br />

decoración de lazos y yeserías que debió de recubrirla<br />

por completo. En cambio, cabe sospechar su<br />

intervención en la techumbre de la sacristía y en la<br />

de la capilla del Rosario, primera colateral del lado<br />

del evangelio, ambas decoradas con motivos afines al<br />

repertorio ornamental de Orbarán. La primera posee<br />

tirantes delicadamente tallados con cartelas y espejos,<br />

imbricacio nes y labores caladas, mientras que la<br />

segunda, policromada a base de rojos, blancos, azules,<br />

verdes y oros, presenta en el almizate una tarja o<br />

cartela, de recortada decoración apergami nada, con<br />

un medallón elíptico y en él un relieve tallado con la<br />

figura de Santo Domingo acompañado del mastín.<br />

Completan la ornamentación hojas de acanto y temas<br />

florales, bordeando el almizate y en las calles de<br />

limas y pechinas.<br />

Orbarán no sólo trabajó para iglesias parroquiales y<br />

conventos, sino que también construyó techumbres<br />

domésticas. Por escritura otorgada en abril de 1634,<br />

el regidor don Antonio de Lugo y Peña (1609-1655)<br />

le encargó un almizate para la entrada principal de su<br />

casa 317 , situada en la plaza principal 318 . Concertado en<br />

300 reales, el encargo llevaba parejo la hechura de un<br />

escudo con las armas del comitente, que iría destinado<br />

probablemente al centro de la composición dentro de<br />

una tarja, como se ve, por ejemplo, en la antes citada<br />

capilla del Rosario de la iglesia de Santo Domingo<br />

de La Orotava. La cubierta no dejaría de parecerse<br />

así a la de la escalera principal de la casa Nava, en La<br />

Laguna, que ostenta el escudo de los Nava y Grimón<br />

en medio del almizate 319 . Su decoración, a base de las<br />

conocidas tarjas, acantos cuadrifoliados unidos por<br />

un botón central, mascarones y hojarascas, recuerda<br />

también las formas de Orbarán, que trabajó —recordemos—<br />

para don Tomás de Nava Grimón (1615-<br />

1670), primer marqués de Villanueva del Prado, que<br />

le encargó un retablo en 1664.<br />

De este tipo de techumbre, cuajada de elementos barrocos<br />

y fitomorfos tallados, es la de la capilla de la<br />

hacienda de San Simón, en el Sauzal, hoy casa del<br />

Museo Insular de la Vid y el Vino, perteneciente a la<br />

familia Herrera Leyva y edificada también en la segunda<br />

mitad del siglo XVII; así como la de la capilla<br />

del capítulo, en el claustro del convento dominico de<br />

San Miguel de La Palma. Según una certificación expedida<br />

por el escribano Pedro de Mendoza Alvarado<br />

de 1686, se hallaba dorada y adornada con diferentes<br />

floreones y escultu ras, y, en medio, una tarxa de relieve<br />

con dos escudos de armas con diferen tes blazones, de<br />

los quales el de la mano derecha contiene las armas de<br />

la familia Sotomayor... Fundada en 1649 por don<br />

Pedro de Sotomayor Topete y su esposa doña Jerónima<br />

Vandale, la capilla podía preciar se de ser el mejor<br />

capítulo que tienen las Islas, muy aseado de escultoría y<br />

dorado, con una capilla rica que es entierro de la casa de<br />

Sotomayor Topete 320 . No descartamos una posible intervención<br />

de Orbarán y sus oficiales en su construcción,<br />

avalada por las relaciones que unieron al artista<br />

con la familia Sotomayor, tal y como se desprende del<br />

bautismo de sus hijos Miguel (1635) y José (1636),<br />

apadrinados por don Juan, doña Ana y don Pedro de<br />

Sotomayor Topete, hijos del maestre de campo don<br />

Pedro de Sotomayor Topete y doña Jerónima Vandale<br />

321 . Para la tumba del mismo caballero hizo un<br />

Encrucijada


escudo de armas, además de levantar un túmulo para<br />

sus honras fúnebres (1655) 322 .<br />

Con Orbarán —o al menos con su círculo artístico—<br />

cabe también relacionar las magníficas carpinte rías de<br />

la casa Salazar, en la calle Real de Santa Cruz de La<br />

Palma. Reedifi cada a partir de 1631 323 por el maestre<br />

de campo y regidor don Ventura Salazar y Frías<br />

(1601-1664), su promotor apadrinó en 1640 al hijo<br />

tercero de Antonio de Orbarán, Andrés de Orbarán y<br />

Aguilar. Las techumbres de la escalera y el salón principal<br />

están adornadas con pinjantes —formados por<br />

seis eses que confluyen en una piña central—, hojas<br />

de acanto, cabezas de querubi nes, rosetas y espejos,<br />

molduras de ovas y dardos... De 1649 es la puerta del<br />

salón principal, una de las obras más espléndidas creaciones<br />

de la carpintería decorati va isleña 324 . Presenta<br />

dos hojas, cada una de ellas con ocho caseto nes decorados<br />

interior mente con rica ornamentación tallada.<br />

La mitad superior ostenta los escudos de los propietarios:<br />

las trece estrellas de Salazar, pertene cientes a don<br />

Ventura Salazar y Frías, y las fajas jaqueladas de Sotomayor,<br />

correspon dientes a su esposa, doña Leonor<br />

de Sotomayor Topete Vandale (1613-1667). El año<br />

y la fecha figuran dentro de sendas cartelas, una en<br />

cada hoja, en cuyos espejos puede leerse: «AÑO» y<br />

«1649». La talla es fina y delicada y los temas decorativos<br />

son los acostum brados: flores y cuadrifo lias,<br />

hojas de acanto, gallones y motivos del grutesco clásico,<br />

como jarrones de los que surgen flores y tallos<br />

vegetales, siempre dispuestos con simetría. Junto a<br />

ellos, aparecen cartelas y costillas de sabor manierista.<br />

A ambos lados de los blasones se disponen verticalmente<br />

costillas acanaladas y alargadas hojas de acanto<br />

contrapues tas. Los cuarterones rectangu lares situados<br />

bajo los escudos llevan sendas cartelas apergaminadas<br />

con espejo circular bordeado por baquetón. De<br />

ellas nacen dos cornucopias simétricas terminadas en<br />

penacho vegetal. El tema del jarrón clásico llena los<br />

cuatro casetones verticales inferiores, mientras en los<br />

cuadrangula res de la zona superior aparecen cuadrifolias<br />

formadas por hojas de acanto.<br />

105<br />

Encrucijada


106<br />

1 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, Cabildo Insular de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1977, t. I, p.<br />

41.<br />

2 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), Instituto de Estudios<br />

Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 1977, p. 88.<br />

3 Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife [en adelante AHPT], protocolo notarial [en adelante pn] 3129, Lorenzo<br />

de la Cruz, f 1. Cit. por Alfonso Trujillo Rodríguez, Visión artística de La Orotava, La Orotava, 1978, p. 46; y María del Carmen Fraga<br />

González, «Encargos artísticos de las Doce Casas de La Orotava en el siglo XVII», en IV Coloquio de Historia Canario-Americana<br />

(1980), Las Palmas de Gran Canaria, 1982, t. II, p. 358.<br />

4 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 90.<br />

5 Clementina Calero Ruiz, Escultura barroca en Canarias (1600-1750), Santa Cruz de Tenerife, 1987, p. 148.<br />

6 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 91.<br />

7 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 38.<br />

8 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 126.<br />

9 Archivo General de La Palma, Protocolos Notariales [en adelante APNP], Tomás González de Escobar, caja nº 16, 26/04/1657,<br />

f. 99v.<br />

10 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 91.<br />

11 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 126.<br />

12 AHPT, pn 2309-A, Juan del Hoyo, 26/11/1658. Agradecemos este dato a la gentileza del investigador Lorenzo Santana<br />

Rodríguez.<br />

13 AHPT, pn 1668, José Hurtado de Mendoza, testamento de Antonio de Orbarán, 4/03/1671, f. 43v y ss:<br />

Yten digo y declaro que yo e tenido quentas con Luis de Fransia; quiero que por mis herederos se axuste con el sobredicho y si se le deuiere<br />

se le pague o si me deuiere lo cobren lo que se liquidare del sobredicho [...]<br />

Yten nombro por albaseas testamentarias [roto] Luis de Fransia y a Don Antonio de Prestrossa, a los qualez ruego y pido lo aseten y hagan<br />

por mi ánima todo el vien que puedan para que Dios Nuestro Señor les depare quien otro tanto haga por las suias, a quienes doy poder...<br />

para que, de los uienes que dexo declarado en este testamento y en los que quedan en dicha arca, baul y escriptorio, bendan lo mejor de<br />

elloz y paguen mi funeral y entierro y mandas en el contenidas en este testamento y les diere este poder, aunque sea pasado el año del aluaseasgo.<br />

14 Pedro Tarquis Rodríguez, «Antonio de Orbarán. Su retablo mayor en la Concepción», en El Día, Santa Cruz de Tenerife, 11/08/1954;<br />

y Clementina Calero Ruiz, Escultura barroca en Canarias (1600-1750), pp. 207 y 216.<br />

15 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 74.<br />

16 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 76 y II, p. 88; y Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos<br />

para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), pp. 127-128.<br />

17 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 127.<br />

18 Alfonso Trujillo Rodríguez, «Elementos decorativos indianos en el retablo canario», en II Coloquio de Historia canario-americana<br />

(1977), Las Palmas de Gran Canaria, 1979, pp. 459-460.<br />

19 Pedro Tarquis Rodríguez, «Diccionario de Arquitectos, Alarifes y Canteros que han trabajado en las Islas Canarias», en Anuario<br />

de Estudios Atlánticos, nº 11, Madrid-Las Palmas, 1965, p. 217.<br />

20 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 57.<br />

21 En diversos documentos fechados en la década de 1660 firmó como Antonio de Olbarán.<br />

22 Alberto-José Fernández García, «Apuntes históricos: San Sebastián», en Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, 29/04/1968.<br />

23 Pedro Tarquis Rodríguez, «Antonio de Olbarán, alarife del siglo XVII. Santo Domingo de La Orotava», en La Tarde, Santa Cruz<br />

de Tenerife, 22/10/1957.<br />

24 Al respecto escribía Pedro Tarquis: Este imaginero, que estuvo establecido primero en la isla de San Miguel de la Palma y se trasladó<br />

después a Tenerife, debió nacer en los últimos años del siglo XVI o en los primeros del XVII. Ignórase si era natural del Archipiélago o de la<br />

Península. La opinión pública más generalizada se inclina a creerlo nacido en Canarias, muy probablemente en la citada isla de la Palma. Allí<br />

debía buscarse su partida de nacimiento en la Parroquia de “El Salvador” y en la de Llanos de Aridane, principalmente. P. Tarquis, «Antonio<br />

de Olbarán. Imaginero del XVII», La Tarde, Santa Cruz de Tenerife, 4/08/1954. Cfr. Clementina Calero Ruiz, Escultura barroca en<br />

Canarias (1600-1750), p. 131.<br />

25 Archivo Parroquial de El Salvador, Santa Cruz de La Palma [en adelante APSP], Libro I de matrimonios, 1/04/1625, f. 135v.<br />

26 APNP, Cristóbal de Alarcón, 3/08/1651, archivado por error en la caja nº 2 de Juan Alarcón, f. 176.<br />

27 Dice así: En 17 de febrero de 1603 baptizé a Antonio, hijo de Martín de Olbar y de Anna d`Estrada, su muger; fue su padrino Juan<br />

de Cartaja. Archivo de la Parroquia del Sagrario Metropolitano, Puebla de los Ángeles, Libro II bautismos (1592-1608), f. 165v.<br />

28 Colindantes por el otro lado con casas de Andrés Fernández, el contrato se suscribió por tiempo de un año y precio de 60 pesos<br />

de oro. Archivo de Notarías, Puebla de los Ángeles [en adelante ANPA], notaría 4, Alonso Corona, caja nº 107, 15/12/1621, f.<br />

3015.<br />

Encrucijada


29 ANPA, notaría 4, Alonso Corona, caja nº 102, 30/02/1620.<br />

30 APSP, Libro I de defunciones, f. 25v:<br />

En 19 de mayo de 1640 años, se hiso en esta parrochial un ofiçio cantado con bijilia por un hermano de Antonio de Olbara sacerdote. Dixo la<br />

misa el señor benefficiado Palasios, bistiéronse Barrios y Escobar.<br />

31 APNP, Andrés de Chaves, caja nº 2, f. 76v.<br />

32 Archivo Histórico Municipal de Santa Cruz de La Palma [en adelante AHMP], 35-629, Libro de mandatos de la casa hospital<br />

de Nuestra Señora de los Dolores, tributo de Gaspar Díaz, calderero, nº 78, f. 175, nota al pie: Estas casas e solar posee oi Antonio<br />

Orbad, escultor. Paga este tributo Antonio de Orbara por las de Aguilar, por 1 de junio, 10 reales 3/8, 2 maravedíes.<br />

AHMP, 36-631, Libro I de cuentas de la casa hospital de Nuestra Señora de los Dolores, f. 257:<br />

Yten se le hase cargo de 500 maravedís por una paga del tributo contra Gaspar Días, calderero, de que al presente es pagador Antonio de Orbara,<br />

cumplida a primero de junio de 1626 años.<br />

33 Jaime Pérez García, Casas y Familias de una ciudad histórica: La Calle Real de Santa Cruz de La Palma, Santa Cruz de La Palma,<br />

1995, p. 441.<br />

34 APNP, Cristóbal de Alarcón, caja nº 14, 14/06/1643, f. 118v.<br />

35 Viuda de Miguel Martín de Aguilar, Juana del Charco falleció en 1630, después de haber otorgado su testamento ante el escribano<br />

Pedro de Brito Fleitas el 27/01/1630. Dejó por heredera de todos sus bienes a su hija Ana de Aguilar, en especial de la mitad de un<br />

término de ganado en Fuenca liente, de mar a cumbre, y unas casas terreras en el barrio de San Telmo en el camino de la calle de abaxo.<br />

Esta última fue vendida en 1675 por Pedro Leonardo de Santa Cruz, yerno de Antonio de Orbarán, con poder de su cuñado Andrés<br />

de Orbarán, al maestre de albañilería Matías Rodríguez en 440 reales, cantidad que, con excepción de 101 reales que ya había cobrado<br />

Andrés de Orbarán, recibió Pedro Leonardo en contado para con ellos pagar el funeral y entierro de su suegra Ana de Aguilar. APNP,<br />

Juan Alarcón, caja nº 22, 24/08/1675, f. 182.<br />

36 Fallecido Antonio de Orbarán, la casa, con su corral y lonjas, fue vendida en 1681 por su yerno Pedro Leonardo de Santa Cruz, con<br />

poder de Andrés de Orbarán, residente en Gran Cana ria, al maestro de albañilería Francisco Sánchez Carmona en precio de 1050 reales.<br />

Archivo Histórico Nacional, Madrid [en adelante AHN], Sección «Clero», sig. 2566, Protocolo segundo del convento francisca no de la<br />

Concepción, f. 57; copia de la escritura de venta, otorgada el 27/02/1681 ante el escribano Pedro Dávila Marroquí.<br />

37 APSP, Libro III de bautismos, 7/12/1631, f. 198.<br />

38 Doña Isabel de Gorbalán y Ana de Aguilar, esposa de Antonio de Orbarán, no firmaron porque dixeron no savían. APNP, Tomás<br />

González de Escobar, caja nº 2, f. 232v. El 2/06/1645, el capitán Diego García Gorbalán, como albacea testamen tario de doña Jerónima<br />

Morel y padre de doña Isabel y doña Ana Gorbalán, otorgó carta de pago ante Tomás González de Escobar, a favor de Antonio de Orbarán,<br />

de 4.119 reales nuevos de plata castella nos por quenta del presio en que remató las casas de la dicha doña Jerónima Morel. APNP,<br />

Tomás González, caja nº 5, f. 157. Después de la muerte de Antonio de Orbarán y su mujer, su hijo Andrés de Orbarán y su yerno Pedro<br />

Leonardo de Santa Cruz, acordaron vender la casa de su padre y suegro en la participación de bienes del mismo, celebrada el 23/11/1675.<br />

APNP, Pedro de Escobar, caja nº 4, f. 443. La venta fue verifica da pocos días después a favor de Juan de Zacarías, natural de Ámsterdam,<br />

en 3.300 reales nuevos de plata castellanos, 1.150 de los cuales en un tributo que Andrés de Orbarán vendió posterior mente al capitán<br />

Antonio Pinto de Guisla. APNP, Pedro de Escobar, caja nº 5, 6/12/1675, f. 456v; y marzo de 1676, f. 52.<br />

39 Jaime Pérez García, Casas y Familias de una ciudad histórica: La Calle Real de Santa Cruz de La Palma, pp. 321-324. En la actualidad,<br />

constan de planta baja, entresuelo y piso noble.<br />

40 APNP, Baltasar Rodríguez de Febles, caja nº 1, 20/07/1630.<br />

41 APNP, Cristóbal de Alarcón, caja nº 8, f. 176.<br />

42 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. II, p. 34.<br />

43 Archivo Parroquial de San Amaro de Puntagorda [en adelante APAP], Libro I de cuentas de fábrica, cuentas dadas en 1637, desde<br />

5/10/1629.<br />

44 Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Luz, Garafía [en adelante APLG], Libro I de fábrica, cuentas dadas el 15/06/1633 por el<br />

licencia do Sebastián Pérez de Medina, mayordomo, desde 2/10/1629.<br />

45 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. II, pp. 34, 69 y 70.<br />

46 AHMP, 36-631, Libro I de cuentas de la casa hospital de Nuestra Señora de los Dolores, septiem bre de 1635, f. 373v:<br />

Yten 250 reales dados Antonio de Olbar por aderessar las andas de Nuestra Señora.<br />

47 APSP, Libro de constitucio nes y acuerdos de la hermandad del Santísimo Sacramen to, legajo «Hermandad del Santísimo», nº 4, f. 68.<br />

48 APSP, Libro I de matrimonios, f. 172v.<br />

49 APNP, Blas González Ximénez, caja nº 1, 29/07/1649, f. 122.<br />

50 APNP, Andrés Bermúdez Manso, caja nº 3, f. 75v.<br />

51 Domingo Martínez de la Peña, «El colegio de los agustinos de Garachico», en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 33, Madrid-Las<br />

Palmas, 1987, pp. 531 y 573.<br />

52 APNP, Juan Alarcón, caja nº 7, f. 210v.<br />

53 Gloria Rodríguez, La Iglesia de El Salvador de Santa Cruz de la Palma, Madrid, 1985, p. 355.<br />

54 Clementina Calero Ruiz, Escultura barroca en Canarias (1600-1750), p. 136; y AHPT, pn 1081, Cristóbal Guillén del Castillo,<br />

107<br />

Encrucijada


108<br />

11/09/1662, f. 189v.<br />

55 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 45.<br />

56 El costo de la capilla fue de 31.300 reales y se acabó de fabricar en 1670. La primera función a la que sirvió fue el entierro de don Juan<br />

de Mesa y Lugo. Pedro Tarquis Rodríguez, «Diccio nario de Arquitectos, Alarifes y Canteros que han trabajado en las Islas Canarias», p.<br />

217; y AHPT, C-138-2, Protocolo de los señores Mesas, f. 278.<br />

57 AHPT, pn 3129, Lorenzo de la Cruz, f. 1.<br />

58 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 90.<br />

59 Clementina Calero Ruiz, Escultura barroca en Canarias (1600-1750), p. 148.<br />

60 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 91.<br />

61 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 38.<br />

62 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 126.<br />

63 APNP, Juan Alarcón, caja nº 14, f. 340.<br />

64 Sobre su alojamiento en La Orotava declaró en su testamento:<br />

Ytem declaro que yo e vivido en la cassa en que de pressente estoy algunos años de alquiler, cuio pressio en cada año y lo que e dado en quenta de<br />

ella constará de miss papeles y los del ama de dicha cassa.<br />

AHPT, pn 1668, José Hurtado de Mendoza, 4/03/1671, f. 43v y ss.<br />

65 APNP, Pedro de Escobar, caja nº 14, 23/11/1675, f. 443.<br />

66 Descubierto por Alejandro Cioranescu, da noticia de este documento Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t.<br />

II, p. 35.<br />

67 AHPT, pn 1668, José Hurtado de Mendoza, f. 43v y ss.<br />

68 En la partición de bienes de Antonio de Orbarán se bajaron 344 reales que el capitán Pedro Leonardo de Santa Cruz había pagado<br />

a los Beneficiados desta ciudad y al cura de San Pedro, donde se enterró la dicha Ana de Aguilar, y los religiosos que fueron al yntierro y cargar<br />

[roto] y los ofisios que se hisieron en esta ciudad. APNP, Pedro de Escobar, caja nº 4, 23/11/1675, f. 443.<br />

69 Archivo Parroquial de San Pedro de Breña Alta, Libro II de defunciones, ff. 71 y 74:<br />

Ana de Aguilar, viuda de Antonio de Orbar. En seis de jullio de mil y seissientos setenta y uno años se enterró a la dicha en esta yglesia;<br />

ubo dos officios y quatro misas resadas por quatro religiosos de Santo Domingo y dos de San francisco; no testó y era vezina de la ciudad;<br />

en ciete de dicho mes se hisieron las onrras; ubo officio y dos misas resadas por dos religiosos de Santo Domingo.<br />

70 Antonio de Orbarán y Ana de Aguilar tuvieron, además, dos hijos que fallecieron en edad pupilar: José, nacido el 18/03/1635, apadrinado<br />

en su bautismo por don Pedro de Sotoma yor, hijo del maestre de campo don Pedro de Sotoma yor Topete y doña Jerónima<br />

Vandale; y Francisco, que nació el 4/07/1642 y recibió las aguas del bautismo el 12/07/1642, siendo su padrino el capitán Juan Riveros,<br />

estante en esta ysla. APSP, Libro III de bautismos, 29/031635, f. 286v; y Libro IV de bautismos, f. 150v.<br />

71 Nació en Santa Cruz de La Palma el 22/11/1631. APSP, Libro III de bautismos, f. 198.<br />

72 APNP, Tomás González de Escobar, caja nº 11, 8/09/1651.<br />

73 AHPT, pn 1668, José Hurtado de Mendoza, 4/03/1671, f. 43v y ss.<br />

74 Sus abuelos paternos eran vecinos de Puebla de los Ángeles y su hermano menor, Andrés de Orbarán, murió en Mérida del Yucatán.<br />

75 Nació el 4/03/1636 y fue bautizado el 13 del mismo mes. Como sus hermanos José y Andrés, fue apadrinado por los hijos de don<br />

Pedro de Sotomayor Topete (1595-1655). APSP, Libro IV de bautis mos, f. 8.<br />

76 APNP, Juan Alarcón, caja nº 20, Partición de bienes entre los hijos y herederos de don Juan Massieu Vandale y doña María Vélez de<br />

Ontanilla, 13/07/1673, f. 226v, partida 109, descargo de dinero de don Nicolás Vandale Massieu y Vélez:<br />

Yten sesenta y ocho reales, que hazen tres mil docientos y sesenta y quatro maravediz, pagados en contado al lizenciado Miguel de Orbarán por<br />

la hechura del escudo de armas para el túmulo de don Juan Massieu de Vandale, su padre, consta de reciuo.<br />

77 APSP, Libro VI de bautismos, 17/11/1664, f. 15v.<br />

78 APNP, Juan Alarcón, caja nº 5, 24/04/1655, f. 109.<br />

79 APSP, Libro I de defunciones, f. 125v.<br />

80 Nació en Santa Cruz de La Palma el 4/08/1643 y fue bautizada en la parroquia de El Salvador ocho días más tarde, apadrinada por<br />

el licencia do don Lucas Fernández, canónigo de la catedral de Canarias. APSP, Libro IV de bautismos, f. 177v.<br />

81 APSP, Libro II de matrimonios, 28/07/1668, f. 95v.<br />

82 Gloria Rodríguez, «Los Leonardos, una familia de plateros canarios. 1570-1681», en Homenaje al profesor Hernández Perera,<br />

Madrid, 1992, p. 711.<br />

83 Gloria Rodríguez, «Los Leonardos, una familia de plateros canarios. 1570-1681», pp. 716-720.<br />

84 Jaime Pérez García, Casas y Familias de una ciudad histórica: La Calle Real de Santa Cruz de La Palma, p. 322.<br />

85 Vecina en la calle Real de La Placeta, María de Estrada falleció el 16/09/1673. Fue sepultada en el convento de San Francisco. APSP,<br />

Libro II de defunciones, f. 49.<br />

86 Gloria Rodríguez, «Los Leonardos, una familia de plateros canarios. 1570-1681», p. 717.<br />

87 Fueron sus padrinos don Ventura de Frías Salazar, caballero de la orden de Calatrava y doña Jerónima de Sotomayor la moza. APSP,<br />

Encrucijada


Libro IV de bautismos, f. 114.<br />

88 APSP, Legajo «Autos II», nº 42.<br />

89 El 23/12/1670, el vicario Brier y Monteverde hizo colación de dicha capellanía a Andrés de Orbarán, clérigo de menores órdenes y<br />

capellán desta parroquial... por imposeçión de un bonete que, in forma juris, sobre su cabessa pusso. Tomó posesión en la parroquia de Nuestra<br />

Señora de las Nieves el 29 del mismo mes. APN, legajo nº 1, capellanía de don Pedro Massieu de Vandale, nº 22.<br />

90 En La Orotava otorgó un poder ante el escribano Sebastián de Betancurt, el 18/05/1672, a favor de su cuñado Pedro Leonardo y<br />

Santa Cruz con facultad para poder vender cualquiera de los bienes dejados por su padre Antonio de Orbarán en Santa Cruz de la Palma.<br />

APNP, Juan Alarcón, caja nº 22, f. 182.<br />

91 APNP, Pedro de Escobar, caja nº 4, 23/11/1675, f. 443.<br />

92 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. II, p. 33.<br />

93 Archivo de Música del Museo Canario, papeles de Lola de la Torre, extractos de los libros de actas capitulares de la catedral de Las<br />

Palmas, 6, 10 y 22/11/1679; y Archivo de la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria [en adelante ACLPG], Libro de cuentas particulares<br />

(1678-1704), f. 2v; libranza de 400 reales a favor de Andrés de Orbara del resto de la obra de la bola de la fama del órgano grande,<br />

22/06/1680.<br />

94 Por tal aderezo se le libraron 250 reales el 7/02/1680. Santiago Cazorla León, Historia de la Catedral de Canarias, Real Sociedad<br />

Económica de Amigos del País, Las Palmas de Gran Canaria, 1992, pp. 508 y 510; y ACLPG, Libro de cuentas particulares (1678-<br />

1704), f. 3.<br />

95 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. II, p. 33.<br />

96 El 22/04/1687, Andrés de Orbarán y doña Inés Carrillo del Castillo bautizaron en la iglesia de El Salvador a una hija llamada Josefa<br />

María, nacida en Santa Cruz de La Palma el 16 del mismo año. APS P, Libro VII de bautismos, f. 230v. Posteriormente, el 3/12/1688,<br />

Miguel de Orbara y Santa Cruz, Pedro Leonardo y Santa Cruz y Antonio Mauricio de Santa Cruz, hijos del capitán Pedro Leonardo de<br />

Escovar y Santa Cruz y de María Estada y Orbarán, difuntos, nombraron a su tío Andrés de Orbarán como su tutor y curador. Como<br />

tal, actuó en enero de 1689 para que el licencia do don Jacinto Martínez Puntalla na, beneficiado de Mazo, hiciese dejación de unas casas<br />

que el doctor Bartolomé de Abreu Santa Cruz había donado en su testamen to, en 1676, a su primo el capitán Pedro Leonardo de Escovar<br />

y Santa Cruz, que las habitaba.<br />

97 APSP, Autos por unas piezas de retablo encerradas en una lonja del capitán Noé Méndez, legajo «Varios II», nº 89.<br />

98 APSP, Litigio por un asiento y sepultura inmediato a Nuestra Señora de la Regla en el convento de San Francisco, legajo «francis canos»,<br />

declaración de Domingo Pinto, 14/01/1701, f. 17v:<br />

Dixo que, estando el testigo avrá un año en el puerto de Campeche, oió desir a Agustín Hernandes Socarrás como de Andrés de Orvara y su<br />

muger, que fallesieron en Indias de Su Magestad, avían quedado dos hijas, que una de ellas era casada en la ciudad de Mérida y la otra la entró<br />

el señor obispo de dicha ciudad relixio sa en un convento, no save de que relixión...<br />

99 Archivo de la Catedral de Mérida del Yucatán, Libro II de entierros de la parroquia del Sagrario Catedral, ff. 14 y 14v:<br />

Año del Señor de mil seiscientos y nouenta y nueue. En quinse de septiembre falleció Dª Ynés Carrillo, muger de D. Andrés de Urbara, con<br />

los Santos Sacramentos de penitensia y extremaunción, por la aselerasión de su muerte y no testó. Se enterró en la Santa Iglesia Chatedral<br />

[...]<br />

Año del Señor de mil seiscientos y nouenta y nueue. En 21 de septiem bre falleció Dn Andrés Orbara, isleño, con todos los sacramentos. Fue<br />

enterrado en la Santa Yglesia Cathedral [...]<br />

Año del Señor de 1699. En 21 de septiembre falleció vna niña de edad de dies años llamada Ynez de Orbara, hija legítima de d. Andrés Orbara,<br />

con los sacramentos de penitensia y extremaunción. Fue enterrada en la Santa Yglesia Cathedral.<br />

100 El 22/02/1703, en la ciudad de Mérida del Yucatán, Pedro Cabrera Calderón, doña Ana de Orbara y Aguilar, su mujer, y doña<br />

Luisa de Orbara de Aguilar, como hijas y herederas de Andrés de Orbara y Aguilar y doña Inés Carrillo, vezinos que fueron de la ysla de La<br />

Palma, ysla de las Canarias, que fallesieron en esta ciudad, otorgaron poder a favor de su cuñada María Nicolasa de Melo, vecina de Santa<br />

Cruz de La Palma, para que entendiese en el pleito que se seguía sobre el derecho de un asiento y sepultura al lado del altar de la Virgen<br />

de Regla, en la iglesia del convento franciscano, pertene ciente a los herederos de Antonio de Orbarán y Ana de Aguilar. APSP, Litigio<br />

por un asiento y sepultura inmediato a Nuestra Señora de la Regla en el convento de San Francisco, legajo «Francis ca nos», declaración<br />

de Domingo Pinto, 14/01/1701, f. 27v.<br />

101 Como arquitecto, en 1638 reconoció ante escribano haber recibido 660 reales del maestro de campo Lorenzo Pereira de Ponte y<br />

Lugo por su asistencia a la fortaleza que se hizo en el Puerto Viejo del Valle de La Orotava. Cfr. Carlos. Rodríguez Morales, «Arquitectura<br />

militar en el Puerto de la Cruz. Próspero Casola, Manuel Penedo y el fuerte de San Juan de Ribera», La torre. Homenaje a Emilio Alfaro<br />

Hardisson, La Laguna, 2005, p. 521.<br />

102 María Concepción García Gainza, «Escultura», en Historia del Arte Hispánico III. El Renacimiento, Editorial Alhambra, Madrid,<br />

1988, p. 95.<br />

103 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 41.<br />

104 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, pp. 41-44.<br />

105 Juan José Martín González, El retablo barroco en España, Madrid, 1993, p. 85-86.<br />

106 Archivo Parroquial de Nuestra Señora de Candelaria de Tijarafe [en adelante APCT], Libro de Visitas, 11/08/1678, f. 2v.<br />

109<br />

Encrucijada


110<br />

107 APCT, Libro de Visitas, 7/11/1705, f. 41v; y 22/05/1718, f. 48.<br />

108 Charles Edwardes, Excursiones y estudios de las Islas Canarias, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria,<br />

1998, p. 277.<br />

109 APCT, Libro de Visitas, inventario, 17/07/1678, f. 21.<br />

110 APCT, Libro I de cuentas de fábrica, 18/06/1625, f. 134v; y Libro II de cuentas de fábrica, f. 2, cuentas dadas el 27/05/1667 por<br />

el alférez Pedro Martín, como tutor y curador de sus hijos, herederos del licenciado Juan Felipe de Lería, desde el 28/09/1664 hasta<br />

16/09/1666 que falleçio dicho beneficiado.<br />

111 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias Rodríguez, t. II, pp. 68-69.<br />

112 Agradecemos esta información a la gentileza de Isabel Santos Gómez e Isabel Concepción Rodrí guez, restauradoras del Excmo.<br />

Cabildo Insular de La Palma.<br />

113 APCT, Libro de escrituras y cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento, f. 61v.<br />

114 Idem, f. 62v.<br />

115 Francisco Rodríguez y Baltasar Hernández Barreto permanecieron en su cargo hasta el 22/02/1633, fecha en la que fueron elegidos<br />

como nuevos mayordomos de la cofradía del Santísimo Sacramento Sebastián Martín, de Aguatavar, y Gaspar Álvarez, del Gánigo.<br />

Idem, ff. 63v y 66.<br />

116 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, 1977, p. 41.<br />

117 APCT, Libro I de cuentas de fábrica, f. 135.<br />

118 APCT, Libro I de escrituras y cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento, f. 67 y libro I de cuentas de fábrica, f. 143.<br />

119 APCT, Libro I de cuentas de fábrica, cuentas dadas el 4/10/1629 desde 18/06/1625, ff. 138 y 138v.<br />

120 Idem, cuentas dadas el 21/05/1637, desde 4/10/1629, f. 143.<br />

121 Alberto-José Fernández García, «La Esclavitud y Hermandad del Santísimo Rosario», en Diario de Avisos, Santa Cruz de La<br />

Palma, 24/10/1963; y Tarquis Rodríguez, «Diccio nario de Arquitectos, Alarifes y Canteros que han trabajado en las Islas Canarias»,<br />

p. 216.<br />

122 Al respecto escribe el profesor Alfonso Trujillo: De 1626 a 1628 es su primer gran retablo conocido y único conserva do: el mayor<br />

de la iglesia de Tijarafe, en La Palma. Todavía en Febrero de 1633, se halla residiendo en aquella isla, pues apadrina a un niño en esta<br />

misma iglesia. Este dato es interesantísimo, porque no dándose jamás en las cuentas de Fábrica el nombre del autor del retablo, y anotándose<br />

17 días más tarde cierta cantidad pagada al dorador, término que igualmente acompaña al nombre del padrino, no cabe la menor<br />

duda de que no solamente realizó Orbarán el retablo, sino que también lo doró. Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias,<br />

t. II, p. 34.<br />

123 En una de ellas, el 2/05/1629, lo hizo en compañía de Baltasar Hernández Barreto, que, como mayordomo de la cofradía del<br />

Santísi mo, le encargó la obra del retablo.<br />

124 APCT, Libro I de matrimonios, ff. 150v y 151.<br />

125 APCT, Libro de Visitas, inventario, 17/07/1678, f. 21.<br />

126 Juan José Martín González, «Tipología e iconogra fía del retablo español del Renacimiento», en Boletín del Seminario de Estudios<br />

de Arte y Arqueología, Universidad de Valladolid, 1964, p. 7.<br />

127 Juan Núñez de la Peña, Conqvista y antigvedades de las Islas de la Gran Canaria y su descripción, Madrid, 1676, p. 328.<br />

128 APCT, Libro II de cuentas de fábrica, 2, cuentas dadas el 27/05/1667 por el alférez Pedro Martín, como tutor y curador de sus hijos,<br />

herederos del licenciado Juan Felipe de Lería.<br />

129 APCT, Libro de la cofradía del Sanctíssimo Rosario. Fundola en este lugar de Tixarafe el Rdo P. fray Joan Morera, siendo prior del convento<br />

de San Migel de la ciudad de La Palma en el año de 1622. El 9/08/1625 fue nombrado mayordomo de la cofradía el licenciado Juan Felipe<br />

de Lería, beneficiado.<br />

130 APCT, Libro de Visitas, visita del licenciado don Juan Pinto de Guisla, 17/07/1678, f. 7v.<br />

131 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 42.<br />

132 Juan José Martín González, El retablo barroco en España, pp. 85-86.<br />

133 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, 1977, p. 42.<br />

134 Juan Gómez Luis-Ravelo, «Modelos de pervivencia contrarre formista en la retablísti ca tinerfeña del siglo XVII. El retablo de<br />

Tábora de la iglesia de San Marcos de Ycod», en Ycoden, nº 3, 1999, p. 106.<br />

135 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 46.<br />

136 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 45.<br />

137 Clementina Calero Ruiz, Escultura barroca en Canarias (1600-1750), pp. 148-149.<br />

138 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 45; y Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia<br />

del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 91.<br />

139 Santiago Sebastián, «Arquitectura», Historia del Arte Hispánico III. El Renacimiento, Editorial Alhambra, Madrid, 1988, pp.<br />

39-40.<br />

140 Trujillo Rodríguez, «Elementos decorativos indianos en el retablo canario», p. 458.<br />

141 Trujillo Rodríguez, «Elementos decorativos indianos en el retablo canario», p. 459.<br />

Encrucijada


142 Enrique Marco Dorta, «Las Canarias y el Arte Hispanoa mericano», en El Día, Santa Cruz de Tenerife, 11/12/1960; y Trujillo<br />

Rodríguez, «Elementos decorativos indianos en el retablo canario», p. 459.<br />

143 Domingo Martínez de la Peña, «Buenavista: Sobre la iglesia de los Remedios y la ermita de San Sebastián», en Homenaje a<br />

Ulpiano Pérez Barrios, La Laguna, 1996, 9.<br />

144 Trujillo Rodríguez, «Elementos decorativos indianos en el retablo canario», pp. 459-460.<br />

145 APSP, Libro I de relaciones, inventario 19/05/1648, f. 470.<br />

146 APSP, Libro de Visitas, inventario, 1676, f. 13. En 1675, don Fernando de Castilla, vecino de Puerto Rico y patrono de la capilla,<br />

traspasó por él a favor de la fábrica un tributo de 10 doblas. APNP, Juan Alarcón, caja nº 22, 10/06/1675, f. 116v.<br />

147 APSP, Libro I de cuentas de fábrica, cuentas dadas el 15/12/1639, desde 17/11/1637, partida 19 del cargo, f. 225:<br />

Yten se le hace cargo de diesinuebe mill y dosientos y quatro reales y ocho marave dís, los onse mill reales del principal del tributo de Gabriel<br />

de Ualle y los ocho mill y dosientos y quatro reales y ocho maravedíes de corridos hasta siete de nobiembre del año pasado de treinta y ocho<br />

que se bendió para la obra y fábrica del retablo con lisensia de su sseñoría yllustrísima del señor arzobispo desta yslas, mi señor, a los cappitanes<br />

don Juan de Gisla y don Juan de Monteber de, ante Domingo Peres, escribano público [...]<br />

Descargo, partidas 6 y 8, f. 227v:<br />

Yten se le descargan seis mill reales que constó aber librado a Antonio de Orbara para el primer tersio del retablo, en libransa sobre los<br />

compradores del prinsipal y corridos del tributo de Gabriel de Ualle [...]<br />

Yten se le descargan onse mill y dosientos y quatro reales y ocho maravedíes de los dies y nuebe mill y dosientos y quatro reales y ocho maravedíes<br />

del principal y corridos del tributo de Gabriel de Ualle, que le ban cargados en la partida onse del cargo, porque los ocho mill los libró a Orbara,<br />

como consta de las dos partidas antes desta, y están los dichos onse mill y dosientos y quatro reales y ocho maravedís en poder de los dichos<br />

compradores.<br />

148 Idem, cuentas dadas el 17/02/1642, desde 15/12/1639, f. 242.<br />

149 Idem, cuentas dadas el 27/04/1648, desde 22/07/1644, partida 12 del cargo, f. 252:<br />

150 Idem, Libro de Visitas, f. 3.<br />

151 El 19/05/1871, doña Josefa Guerra Hernández, vecina de Breña Alta, solicitó licencia para erigir un altar en el que colocar a la imagen<br />

de la Virgen de Gracia que existía en la iglesia de San Pedro aprove chando los fragmentos de un retablo antiguo que se encontraban<br />

abandonados en una de las piezas anexas a la iglesia del suprimido convento de Santo Domingo de la ciudad capital. El 9/06/1871, el<br />

arcipreste de La Palma informó favorablemente la petición, manifes tando que en las piesas bajas de la casa rectoral de esta parroquia del<br />

Salvador, la cual está contigua a la sacristía del exconven to dominico de esta población, se encuentran algunas columnas del antiguo retablo<br />

del altar mayor de la referida parroquia y además un retablo, de poco mérito al pareser, y que se cree está completo, prosedente de la iglesia<br />

suprimida (hoy teatro) del hospital de esta mencionada ciudad. A la vista de ello, el gobernador eclesiástico del obispado dio su autorización<br />

el 21/06/1871. Archivo Histórico Diocesano de Tenerife [en adelante AHDT], Legajos «La Palma», sin clasificar.<br />

152 En el pleito seguido en 1688 por el mayordomo de fábrica de la iglesia de El Salvador contra Andrés de Orbarán sobre el dorado del<br />

retablo mayor se dice que el segundo y tercer cuerpo constaba de 47 ó 48 piezas. APSP, legajo «Varios», nº 89.<br />

153 Archivo Parroquial del Santuario de Nuestra Señora de las Nieves, Santa Cruz de La Palma [en adelante APSNP], testamento del<br />

licenciado don Juan Pinto de Guisla, 15/09/1693, copia autorizada por el escribano Felipe Rodríguez de León, 14/11/1821, f. 31v.<br />

154 APSP, Libro II de cuentas de fábrica, 1701, f. 65v:<br />

Item ochosientos reales que costó la escultura de Señor San Joseph para uno de los nichos del retablo del altar mayor.<br />

Idem, 1708, f. 91:<br />

Iten septecientos cinquenta y seis reales y dos quartos que hiço de costo vna imagen de escultura de Nuestra Señora para poner en vno de los nichos<br />

altos del retablo del altar mayor.<br />

155 APNP, Antonio Vázquez, caja nº 15, testamento de don Diego de Guisla y Castilla, 5/08/1706, f. 409.<br />

156 APSP, Libro de inventarios, 1782, f. 1; y Libro de visitas, inventario, 1719, f. 195:<br />

Primeramente vna imagen de talla dorada y estofada de Nuestro Señor San Saluador, con peana, en el nicho principal del retablo del altar<br />

maior.<br />

Item una imagen de talla, dorada y estofada, de Nuestra Señora, en otro nicho del dicho retablo.<br />

Item otra imagen de talla, dorada y estofada, del Patriarcha Señor San Joseph, en otro nicho de dicho retablo.<br />

Item otra imagen de talla, dorada y estofada, de Señor San Pedro, en otro nicho de dicho retablo.<br />

Item otra imagen de talla, dorada y estofada, del Señor San Pablo, en otro nicho del dicho retablo.<br />

157 APSP, Libro I de cuentas de fábrica, cuentas dadas el 22/07/1644, desde 17/02/1642, partida 39 del descargo, f. 249v:<br />

Yten dos mil y quinientos y sinquenta reales constó aber pagado a Antonio de Orbara por el más balor del sagrario, con acuerdo del señor Arsobispo<br />

y informe de los benerables benefficiados.<br />

158 APSP, Libro de Visitas, visita del obispo Bartolomé García Ximénez, 1675, f. 2v.<br />

159 APSP, Libro I de relaciones, inventario, 19/05/1648, f. 470:<br />

Primeramente el retablo que está en el altar mayor nuebo con San Salbador, San Pedro y San Pablo con sus peanas y el sagrario con tres bultos,<br />

la Resuresión, San Juan y San Jacob, ynsima del remate San Miguel y quatro niños que lo guarnesen.<br />

160 APSP, Libro de Visitas, inventario 1686, f. 122.<br />

111<br />

Encrucijada


112<br />

Vna imagen de talla dorada y estofada de Nuestra Señora de la Concepción que dio el Ldo. D. Juan Pinto de Guisla, visitador de esta isla, en<br />

dicho sagrario del altar maior.<br />

161 APSNP, testamen to del licenciado don Juan Pinto de Guisla, 15/09/1693, copia autorizada por el escribano Felipe Rodríguez de<br />

León, 14/11/1821.<br />

162 El investigador palmero Alberto-José Fernández García, que se ocupó del tema, describe aquel escenario efímero que se levantaba<br />

para tal ocasión delante de la fuente pública. Con ese fin se aprovecharon, desde 1895, seis columnas que habían pertenecido al antiguo<br />

retablo de estilo barroco de la capilla mayor de la Parroquia de El Salvador. Con las cuatro columnas mayores, con capiteles jónicos, formaron<br />

la parte inferior, colocando entre ambas tres paneles en los que el pintor madrileño Ubaldo Bordanova Moreno pintó tres ángeles; en la parte<br />

superior se utilizaron las otras dos columnas más pequeñas, con capiteles corintios, y sostenían un frontispicio que remataba la obra, entre ambas<br />

columnas era colocado un óvalo donde aparecía una pintura alusiva a la Bajada de la Virgen. Alberto-José Fernández García, «La Loa», en<br />

Diario de Avisos, Santa Cruz de Tenerife, 13/07/1980.<br />

163 Jaime Pérez García, «Martín de Justa, sacerdote y arquitecto. El neoclásico en La Palma», en Serta Gratvlatoria in honorem Juan<br />

Régulo, La Laguna, 1988, t. III, p. 720.<br />

164 Domingo Martínez de la Peña, «El escultor Martín de Andújar Cantos», en Archivo Español de Arte, nº 135, 1961, pp. 215-<br />

240.<br />

165 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. II, p. 79.<br />

166 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 45.<br />

167 APNP, Andrés de Chávez, caja nº 21, 22/11/1648, f. 392.<br />

168 APNP, Cristóbal Alarcón, caja nº 18, 11/07/1648, f. 226.<br />

169 APNP, Antonio Ximénez, caja nº 4, 26/07/1679, f. 271v.<br />

170 Archivo Parroquial de Nuestra Señora de Montserrat de Los Sauces [en adelante APMS], Libro de Visitas, visita del licenciado don<br />

Juan Pinto de Guisla, 1686, f. 20v:<br />

... hallose de nuevo en esta visita levantada la capilla y el arco toral y asentado en el altar maior vn retablo de madera que se conpró hecho con<br />

tres nichos, dorado el del medio, en que está el sagrario y la ymagen de nuestra Señora de Monserrate, su titular, y lo demás del retablo dado de<br />

yeso en blanco... Ase de poner nuevo sagrario, que tanbién se conpró con el retablo, y no se a puesto porque nesesita de aderesarse= Era el retablo<br />

del conuento de monjas de Sancta Clara de la ciudad, que lo dieron en pagamento al oficial que les ha hecho otro maior para su ygleçia, con que<br />

pudo conprarse con alguna convenien cia...<br />

171 Idem, inventario, 1686, f. 28:<br />

Y se añaden: el retablo del altar mayor con tres nichos el del medio dorado y lo demás del retablo dado de yeso blanco.<br />

172 APMS, Libro II de fábrica, cuentas dadas el 9/09/1711, f. 26v:<br />

Yten sesenta reales que costó la pinctura de vn Esse Homo que está en el retablo del altar mayor.<br />

173 Idem, cuentas de la obra del retablo mayor, 26/02/1765, f. 66. En 1757, el visitador don Estanislao de Lugo ordenó su construcción<br />

en atención al deterioro del antiguo retablo. APMS, Libro de Visitas, f. 62.<br />

174 APNP, Blas González Ximénez, caja nº 1, f. 122.<br />

175 Consta que realizó cuatro blandones de limosna con Amaro Hernández de León e invirtió 28 días en guarneser el almisate y pintar<br />

toda la capilla, que fue reconstruida en 1647. APSNP, Libro II de fábrica, cuentas dadas el 30/08/1648, desde 1/04/1646, ff. 13 y 14.<br />

176 El inventario del 1/12/1658 indica que se trataba de un nicho estofado y dorado y el de 3/09/1672 un nicho sobre un trono de<br />

madera dorado y estofado. APSNP, Libro II de cuentas de fábrica, ff. 51 y 67.<br />

177 APSNP, Libro de Visitas, visita del licenciado don Juan Pinto de Guisla, 1681, f. 10:<br />

La fábrica material de esta yglesia es un cañón con su capilla y quatro altares, en el maior y prinsipal de la capi lla está la santa ymagen de<br />

Nuestra Señora de las Nieues dentro de vn nicho de madera dorado y estofado, en un trono de lo mismo, bien parecido y curioso y cubierta<br />

la ymagen con quatro belos y a los lados, en dos tarimas con frontalitos, están dos ymágines de talla, una del apóstol San Bartolomé y otra<br />

de San Lorenço; está siempre este altar con mucho aseo y con todo lo necesario para celebrar en él.<br />

Idem, inventario, 20/04/1681, f. 1:<br />

Primeramente la santa ymagen de Nuestra Señora de las Nieues de talla en piedra de vestir con vn niño Jesus en los braços, colocada en el altar<br />

mayor dentro de vn nicho sobre vn trono de madera, todo dorado y estofado con diferentes esculturas de niños.<br />

178 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. II, p. 97.<br />

179 APSNP, Libro II de cuentas de fábrica, cuentas dadas el 16/07/1733 por don Juan de Guisla y Pinto, desde 1719 hasta 1732, f.<br />

154:<br />

Ytem 1205 reales en que se uendió el nicho de Nuestra Señora que oy está en el altar de la Virgen del Carmen, vna rocita de esmeraldas que no<br />

seruía para Nuestra Señora, quatro varas y medio de raço de China; vn sagrario que se sacó del altar mayor para el conuento de la Piedad.<br />

180 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 68.<br />

181 Gloria Rodríguez, La Iglesia de El Salvador de Santa Cruz de la Palma, pp. 322, 424 y 333.<br />

182 APNP, Tomás González de Escobar, caja nº 16, 26/04/1657, f. 99v.<br />

183 APLG, Libro II de fábrica, cuentas dadas en la visita de 1831, f. 131:<br />

Ytten dos mil quinientos quarenta y dos reales seis maravedíes para satisfacer al pintor Don Domingo Gonzáles Carmona su trabajo en la obra<br />

Encrucijada


de 1811, pues aunque de la cuenta que se ha presentado a la visita resulta dicho trabajo doscientos quarenta y nuebe pesos corrientes se le han<br />

satisfecho al dicho mil ciento noventa y dos reales y veinte y ocho maravedíes en grano y dinero, como aparese en los descargos de las cuentas<br />

pertenecientes a los años de 1811 y 12.<br />

184 Clementina Calero Ruiz, Escultura barroca en Canarias (1600-1750), p. 136.<br />

185 Alberto-José Fernández García y Jaime Pérez García, memoria históri co-artística sobre la «Iglesia de Nuestra Señora del Rosario<br />

(Barlo vento)», s.f.<br />

186 AHMP, 36-632, Libro II de cuentas del hospital de Nuestra Señora de los Dolores, cuentas dadas por el licenciado Antonio Gutiérrez<br />

Calderón, mayordomo, 27/03/1657, f. 59:<br />

En 27 ochenta y ocho reales a Antonio de Orbara por aderesar la ymagen de Nuestra Señora de los Dolores y un atril grande.<br />

187 Idem, cuentas de 1650, f. 33v:<br />

En 25 treinta reales, que son mil quatrosientos y quarenta maravedíes, a Antonio de Orbara que aderesó el retablo de Sancta Ana, que está en<br />

un altar de los de abaxo, que lo quebró una losa.<br />

188 Se trataba de un retablo de pintura en tabla, con sus puertas, con las imágenes de San Joaquín y Santa Ana, existente ya en<br />

1554. Jesús Pérez Morera, Arte y Sociedad en La Palma durante el Antiguo Régimen (1600-1773), Universidad de La Laguna [Tesis<br />

Doctoral inédita], 1993, t. II, pp. 348-349.<br />

189 Jesús Pérez Morera, «Esculturas americanas en La Palma», en IX Coloquio de Historia-Canario Americana (1990), Las Palmas de<br />

Gran Canaria, 1993, t. II, p. 1292.<br />

190 APLG, Libro I de fábrica, cuentas dadas el 15/06/1633, desde 2/10/1629:<br />

Yten se le descargan sinquenta reales por tantos parese por la dicha memoria pagó a Antonio de Orbar, de aderesar y encarnar la imagen de la<br />

dicha yglesia...<br />

191 APAP, Libro I de cuentas de fábrica, descargos de 1641:<br />

Yten se le descargan nobenta y quatro reales que costó aderesar a Señor San Amaro todo de nuebo.<br />

192 Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación, Santa Cruz de La Palma [en adelante APEP], Libro I de fábrica, cuentas<br />

dadas por el licenciado Francisco Arias Benavides el 23/06/1637, desde 1629, f. 141:<br />

Yten se le pasan en quenta al dicho mayordomo de beinte y ocho mill y ochocientos marabedís que parese aber costado de la hechura que llebó<br />

Antonio de Orbar y todo lo demás de madera, clabos, el tabernáculo en que está la Birgen.<br />

193 Idem, cuentas dadas el 24/01/1642 por Bartolomé García Vélez, mayordomo, desde 1640, f. 152.<br />

194 Idem, cuentas dadas el 11/03/1665, desde 1642 a 1658, ff. 159 y 160:<br />

Yten siento y veynte reales del costo de la peana nueba que se hiso para Nuestra Señora dorada que la hizo Luys de Francia [...]<br />

Yten se gastó en el adereso de Nuestra Señora en oro, tintas y manos a Antonio de Orbarán ochenta y nuebe reales.<br />

195 Constanza Negrín Delgado, «Escultura», en Arte flamenco en La Palma, Conseje ría de Cultura y Deportes del Gobierno de<br />

Canarias, 1985, nº 1.<br />

196 En aquella lejana fecha aparece inventariado por primera vez el conjunto formado por la Virgen de la Encarnación y el arcángel San<br />

Gabriel bajo el título de la salutación de Nuestra Señora:<br />

Vn retablo en el dicho altar de bulto, todo dorado, de la salutación de Nuestra Señora de la ymagen de Nuestra Señora y el arcángel San Grabiel,<br />

el qual retablo se cierra con dos puertas, y la vna dellas pintada la ymagen de santa Catalina y la otra la ymagen de Santa Bárbola.<br />

APEP, Libro I de cuentas de fábrica, inventario, 26/07/1532, f. 6v.<br />

197 Constanza Negrín Delgado, «Escultura», nº 1.<br />

198 APEP, Libro III de cuentas de fábrica, inventario hecho por el mayordomo don Miguel Monteverde y Benítez, 25/03/1855, f. 49:<br />

Un retablo de madera de viñátigo y tea, pintado y dorado por el maestro Tomás Rege, que cubre el testero de la capilla mayor, el cual costeó en<br />

1740 el mayordomo, teniente coronel Don Juan Antonio Vélez y Guisla. Tiene cuatro nichos, en el del medio están las ymágenes del misterio<br />

de la Anunciación y una librería con 17 libros de palo, debajo de la cual hay una mesita o reclinatorio y sobre ésta un atril pequeño. La Virgen<br />

está dentro de su vidriera.<br />

199 APEP, Libro I de fábrica, visita de don Vicente Peraza, 11/12/1522, f. 2.<br />

200 APNP, Andrés de Chaves, caja nº 37, testamento de don Jacinto Domenech y Benítez Valera, 7/08/1675, f. 66:<br />

Mando se den a la hermita de Nuestra Señora de la Encarnaçión de esta ciudad sien reales, los quales se gasten en adereçar el retablo o nicho<br />

en que está la ymagen y si suçediere mi muerte de aderesarlo de mi quenta dicho retablo o que yo aya dado algo para ello se estingue esta manda<br />

y por si llegare a tener efecto y no se dilate el adereço se den con la mayor breuedad que pudiere esta limosna para que esté con desencia dicho<br />

retablo y este dinero lo aya de lleuar el maestro de la obra después de hecha y no otra persona ni para otro efecto.<br />

201 Contrato para hacer un bulto y hechura de San Buenaventura para doña Juana de Sosa, vecina de la ciudad de Las Palmas de Gran<br />

Canaria. APNP, Cristóbal de Alarcón, caja nº 15, 22/03/1645, f. 92.<br />

202 APNP, Manuel Martínez de Acosta, caja nº 1, 18/09/1629, f. 212v.<br />

203 APSP, Libro I de fábrica, cuentas dadas el 15/12/1639, desde 17/11/1637, partida 7 del descargo, f. 227v:<br />

Yten se le descargan dos mil reales que constó aber librado a Orbara para pagar a Martín de Andúxar la echura de S. Salbador y S. Pedro del<br />

segundo tersio del retablo, en libransa sobre los compradores del dicho principal y corridos de Gabriel de Ualle.<br />

204 Idem, cuentas dadas el 17/02/1642, desde 15/12/1639, partida 38 del descargo, f. 241.<br />

113<br />

Encrucijada


114<br />

205 Jesús Pérez Morera, Bernardo Manuel de Silva, Biblioteca de Artistas Canarios, nº 27, Santa Cruz de Tenerife, 1994, p. 106.<br />

206 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 45.<br />

207 AHPT, pn 1668, José Hurtado de Mendoza, testamento de Antonio de Orbarán, 4/03/1671, f. 43v y ss. Cit. por Alfonso Trujillo<br />

Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. II, p. 35; y Clementina Calero Ruiz, Escultura barroca en Canarias (1600-1750), pp.<br />

136-137.<br />

208 El convento les cedió sitio para construir la capilla en escritura otorgada el 22/12/1668. Más tarde pasó a denominarse de San<br />

Lázaro. AHPT, C-138-8, Libro de hacienda del convento de San Benito de La Orotava, 1729, f. 74.<br />

209 Agradecemos esta información a la gentileza del investigador Juan Gómez Luis-Ravelo.<br />

210 Eduardo Espinosa de los Monteros y Moas, «La capilla de la Asunción de la Virgen», en El Día, Santa Cruz de Tenerife,<br />

15/01/1975. Hijo del capitán Francisco Pérez de Illada y Tábora y de Isabel Domínguez Moreno, casó en la iglesia parroquial de<br />

San Marcos de Icod el 5/08/1658 con doña Isabel de Molina. Archivo Parroquial de San Marcos, Icod de los Vinos, Libro I de<br />

matrimonios, f. 140v.<br />

211 Clementina Calero Ruiz, Escultura barroca en Canarias (1600-1750), p. 152.<br />

212 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), pp. 38-39 y Clementina<br />

Calero Ruiz, Escultura barroca en Canarias (1600-1750), pp. 146-147.<br />

213 María del Carmen Fraga González, Escultura y pintura de José Rodríguez de la Oliva (1695-1777), La Laguna., 1983, p. 85. Sobre<br />

llas imágenes de San Pedro y Santiago de este conjunto escultórico, ya se han señalado sus hipotéticos vínculos con el escultor José Luján<br />

Pérez. Al respecto véase: Juan Alejandro Lorenzo LIma, “Dolorosas de Luján Pérez en la Semana Santa de La Laguna” en Una Espada<br />

atravesará tu alma. La Virgen Dolorosa. Arte y tradición en La Laguna, La Laguna, Tenerife, 2006, p. 76.<br />

214 APSP, Libro de relaciones e inventarios, 19/05/1648, p. 470.<br />

215 Jesús Pérez Morera, Antonio de Orbarán y Andrés del Rosario. Arte mudéjar y retablo Barroco en La Palma, primer premio de Investigación<br />

«Juan Bautista Lorenzo Rodríguez (1985)», patronato municipal de la Bajada de la Virgen, Ayuntamiento de Santa Cruz de La<br />

Palma [trabajo de investigación inédito]; Gloria Rodríguez, La Iglesia de El Salvador de Santa Cruz de la Palma, 1985, pp. 53-54; y<br />

Miguel Ángel Martín Sánchez, Miguel, el Arcángel de Dios en Canarias. Aspectos socio-culturales y artísticos, Santa Cruz de Tenerife, 1991,<br />

p. 390.<br />

216 Según Alzola, en dicha iglesia se veneraba una efigie de San Buenaventura, hermosísi ma, con altar consagrado a su culto. Desapare ció<br />

sin dejar rastro después de la desamor ti zación. José Miguel Alzola, La iglesia de San Francisco de Las Palmas, Madrid, 1986, p. 67.<br />

217 Viuda de don Pedro Ortiz Navarro, doña Juan de Sosa falleció el 7/09/1651. Otorgó testamento cerrado ante el escribano Juan<br />

Báez Golfos. Archivo Antonino Pestana, Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria, legajo 17, n. Dejó de limosna 2000 reales<br />

para pagar con sus réditos la procesión de la Oración del Huerto, que se hacía en el mencionado convento el lunes Santo por la<br />

mañana. José Miguel Alzola, La iglesia de San Francisco de Las Palmas, pp. 113-114.<br />

218 El 13/05/1644 doña Juana de Sosa nombró como su apoderado al licencia do Simón Martín Guerra en escritura otorgada en la<br />

ciudad de Las Palmas ante el escribano Francisco Carrillo. APNP, Cristóbal de Alarcón, caja nº 15, 249v.<br />

219 APNP, Cristóbal de Alarcón, caja nº 15, f. 92.<br />

220 APNP, Tomás González de Escobar, caja nº 11, 8/09/1651.<br />

221 Archivo Parroquial de Santo Domingo de La Laguna [AHDT], Legajo nº 1, libro de las constituciones y acuerdos de la hermandad<br />

del Santísimo Rosario, f. 6.<br />

222 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. II, p. 69.<br />

223 APNP, Tomás González de Escobar, caja nº 16, 26/04/1657, f. 99v.<br />

224 APLG, Libro del patronato de la capilla fundada por el licenciado don Luis Rodríguez, inventario, 17/07/1679.<br />

225 APLG, Libro de Visitas, visita del licenciado don Juan Pinto de Guisla, 1679, f. 3v.<br />

226 Jesús Pérez Morera, Ángeles y arcángeles. Cinco siglos de arte en La Palma, Cabildo Insular de La Palma, Madrid, 1995.<br />

227 Archivo Parroquial de San Blas de Mazo [en adelante APBM], Libro I de fábrica, inventa rio, 18/07/1650, s.f.<br />

228 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. II, p. 70.<br />

229 APBM, Libro I de fábrica, cuentas dadas el 27/04/1642:<br />

Yten sesenta y seys reales que costaron unas andas para San Blas que hizo Antonio de Orbara.<br />

230 AHPT, pn 1668, José Hurtado de Mendoza, f. 43v y ss.<br />

231 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), p. 92.<br />

232 Pedro Tarquis, «Antonio de Orbarán. Su retablo mayor en la Concepción», en El Día, Santa Cruz de Tenerife, 11/07/1954;<br />

y Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 45. Una última aproximación a esta pieza la encontramos en;<br />

Teresa Villalmanzo de Arma, “Virgen de la Encarnación” en Vestida de Sol. Iconografía y Memora de Nuestra Señora de la Candelaria.<br />

Tenerife, 2009, pp. 145-146.<br />

233 Clementina Calero Ruiz, Escultura barroca en Canarias (1600-1750), p. 145.<br />

234 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 45.<br />

235 Alberto-José Fernández García, «Apuntes históri cos: San Sebas tián».<br />

236 Clementina Calero Ruiz, Escultura barroca en Canarias (1600-1750), p. 142.<br />

Encrucijada


237 AHN, Libro I de la ermita de San Sebastián, Sección «Clero», sig. 2574, inventario, 20/11/1589:<br />

Primeramente está en el dicho altar vn retablo de San Yldefonso de lienço con su marco de madera.<br />

238 Idem, inventario, 27/02/1642:<br />

Yten un retablo de Señor San Ildefonso que mandó hacer el señor racionero Lucas Andrés Fernandes, hacedor de esta ysla, y para el dio todo<br />

lo que fue necessario como vecino de dicha ermita, por aver visto la pobreça que tenía, el qual pintó de limosna Antonio de Orbara y por<br />

la devoción que tiene a la dicha ermita que se apreció en ducientos reales.<br />

Al margen: Retablo nuevo de Señor San Ildefonso.<br />

Item otro retablo de San Antonio Abad que el de arriba y éste están en los dos altares colaterales, el qual assimesmo mandó hacer el dicho<br />

señor racionero y para el dio todo lo necessario de limosna y lo pintó el dicho Antonio de Orbara de limosna por su devoción y se apreció<br />

en 200 reales.<br />

Item dos pilas para agua bendita, que mandó el dicho señor racionero que se labrassen para cada una de las puertas de la yglessia la suya, y las<br />

labró Juan de Çamora, cantero, con assistencia de Antonio de Orbara que todo se hiço de limosna que entre los dichos dieron.<br />

239 APSP, Libro IV de bautismos, f. 177v.<br />

240 APSP, Libro I de cuentas de fábrica, cuentas dadas el 15/12/1639, desde 17/11/1637, partida 49 del descargo, f. 232:<br />

Yten se le descargan dos mill y quinientos reales que se dieron Antonio de Orbara, por lo que le toca a la fábrica, por un monumento nuebo que<br />

se consertó, con lisensia de su merced del señor visitador, en dos mill y ochosientos con que la cofradía del Santísimo Sacramento diese tresientos<br />

que hacen los dichos dos mill y ochosien tos, como consta de la escriptura ante Domingo Peres en quinse de octubre deste presente año.<br />

241 APSP, Libro I de fábrica, cuentas dadas el 8/05/1637, desde principios de 1632 hasta fin de abril de 1637, partida 53 del descargo,<br />

f. 215v.<br />

Yten beynte y tres reales de un sagrario que hizo Antonio de Orbara para el Jueues Santo pintado con su llaue; son mill siento y cuatro maravedíes.<br />

242 Idem, cuentas dadas el 15/12/1639, desde 17/11/1637, partida 50 del descargo, f. 232:<br />

Yten se le descargan tresientos y quarenta y seis reales que constó finiquito y su memorial que compró de oro en mill y quinientos panes de oro<br />

para dorar el monumento y quatro baras de lienso crudo para el sielo del segundo cuerpo.<br />

243 Idem, cuentas dadas el 17/02/1642, desde 15/12/1639, partida 14 del descargo, f. 239:<br />

Yten se le descargan quinientos y setenta y ocho reales y medio que constó aber gastado en oro que faltó para acabar el monumento y aceite<br />

de olo para los dos sielos y alfineles y púas de fierro, clavos y desarmarlo y guardar, a los negros, el primer año de quarenta y almarlo y<br />

desarmarlo el año de quarenta y uno y tablas.<br />

Partida 44, f. 242:<br />

Yten se le descargan docientos reales que se dieron a Antonio de Orbara por las mexoras que hiso en el monumento con aquerdo de su merced el<br />

señor visitador y los tres benefficiados y maiordomo y que lo a de perfisionar y asistir quando se arme este presente año y baxar a su costa el retablo<br />

questá en el altar maior donde ce a de acentar el nuebo.<br />

244 Rodríguez, La Iglesia de El Salvador de Santa Cruz de la Palma, p. 361.<br />

245 Rodríguez, La Iglesia de El Salvador de Santa Cruz de la Palma, pp. 192 y 257.<br />

246 AHDT, Legajos «La Palma», solicitud de don José Massieu Rodríguez para erigir una capilla colateral en la parroquia de Los Sauces,<br />

1/01/1874.<br />

247 Archivo de la Venerable Orden Tercera, Santa Cruz de La Palma, Libro I de estatutos y decretos, f. 13.<br />

248 APNP, Tomás González de Escobar, caja nº 2, 27/06/1644, f. 232v [nota al margen].<br />

249 APNP, Pedro de Escobar, caja nº 14, 23/11/1675, f. 443.<br />

250 AHPT, pn 1668, José Hurtado de Mendoza, testamento de Antonio de Orbarán, 4/03/1671, f. 43v y ss.<br />

251 APNP, Andrés de Chaves, caja 30, f. 116.<br />

252 Archivo de la Hermandad del Rosario, Santa Cruz de La Palma [en adelante AHRP], Libro de gastos y descargos, año de 1638, f.<br />

10v:<br />

8 reales con que compré la echura de una cruz de palo em blanco para el gión con que se entierran los ermanos difuntos.<br />

El hermano Antonio de Orvar doró esta cruz de limosna a la santa cofradía y aderesó la haste también.<br />

253 APSP, Libro I de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento, cuentas dadas el 28/02/1635, desde 14/03/1634 hasta 25/02/1635,<br />

f. 78v:<br />

Yten se le descargan setenta y seys reales que pagó a Antonio de Orbara, dorador, por platear y dorar el pie de la custodia.<br />

254 APSP, Libro de visitas, respuesta del licenciado don Juan Pinto de Guisla al obispo García Ximénez sobre el dorado del retablo<br />

mayor, 2/06/1689, f. 153.<br />

255 APNP, Cristóbal Alarcón, caja nº 8, 20/11/1631, f. 349.<br />

256 APEP, Libro I de cuentas, cuentas dadas el 12/12/1672 ante el licenciado don Juan Pinto de Guisla, f. 168.<br />

257 APNP, Manuel Martínez de Acosta, caja nº 1, 18/111629, f. 212v.<br />

258 APNP, Cristóbal de Alarcón, caja nº 8, 20/11/1631, f. 349.<br />

259 APNP, Bartolomé González de Herrera, caja nº 8, testamen to de Luis Alarcón, hijo de Luis Alarcón y doña Beatriz de Miranda,<br />

19/01/1622.<br />

115<br />

Encrucijada


116<br />

260 APNP, Cristóbal de Alarcón, caja nº 8, 20/11/1631, f. 349.<br />

261 APSP, legajo «Franciscanos», información practicada a pedimento del deán y cabildo de Canaria sobre el subsidio a los frailes franciscanos,<br />

declaraciones de Diego Méndez Villaverde, 21/02/1643; Francisco Cardoso de Almeida, vecino de Mazo, 13/02/1643; y Gaspar<br />

Fernández Camillón, presbítero, 9/03/1643.<br />

262 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 45 y t. II, p. 70. APBM, Libro I de cuentas de fábrica, cuentas<br />

dadas por Blas Martín, mayordomo, el 19/06/1637, desde 25/10/1629, s.f.<br />

263 Jesús Pérez Morera, «Los retablos de los extinguidos conventos de Santa Águeda y Santo Domingo en Santa Cruz de La Palma», en<br />

Revista de Historia Canaria (1984-1986), nº 175, vol. II, Universidad de La Laguna, 1986, p. 642.<br />

264 APSP, Libro I de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento, inventario, 26/02/1635, f. 74v:<br />

Yten seis blandones nuebos que dio Antonio de Orbara.<br />

Idem, cuentas dadas el 13/02/1636, desde 25/02/1635 hasta 10/02/1636, f. 87:<br />

Yten se le descargan ueinte reales que se dieron a Antonio de Orbara por el adereso y renovar unos quatro blandones de madera para el servicio<br />

de dicha cofradía.<br />

265 APSNP, Libro II de cuentas de fábrica, cuentas dadas el 30/08/1648, desde 1646:<br />

Por quatro blandones para poner las hachas que los hisieron Antonio de Orvara y Amaro Hernández de limosna; costaron 28 reales, los dies para<br />

los hierros del encaxe y ocho de madera, dies de tintas para pintarlos y uno de clavos, son 29 reales.<br />

266 AHMP, 35-629, Libro de mandatos e inventarios de la iglesia del hospital de Dolores, inventario, 17/06/1648, f. 271:<br />

Yten dos atriles que están en los dos altares y otro que tiene Antonio de Oruara.<br />

267 APSP, Libro I de cuentas de fábrica, cuentas dadas el 8/05/1637, desde 1632 hasta finales de abril de 1637, f. 215v:<br />

Yten siento y dies reales que pagó a Antonio de Orbara por hazer la crus de madera con su peana y dorarla y padiguela; son sinco mill ducientos<br />

y ochenta marauedíes.<br />

268 APAP, Libro I de cuentas de fábrica, cuentas dadas en 1637, desde 5/10/1629:<br />

Yten se dio Antonio de Orbar por la hechura y madera que se gastó en una cajilla enbutida en la pare para los olios, questá junto a la pila<br />

del batisterio, cien reales.<br />

Yten llebó el dicho oficial, por la hechura de haser el coro, ducientos y catorse reales y quartillo como consta de su resibo...<br />

269 Domingo Martínez de la Peña, «El colegio de los agustinos de Garachico», pp. 531 y 573.<br />

270 Jesús Casas Otero, Estudio Histórico-Artístico de Tacoronte, Santa Cruz de Tenerife, 1987, p. 135.<br />

271 María del Carmen Fraga González, La Arquitec tura mudéjar en Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1977, pp. 81-88.<br />

272 AHPT, pn 1668, José Hurtado de Mendoza, testamen to de Antonio de Orbarán, 4/03/1671, f. 43v y ss.<br />

273 Jesús Hernández Perera, Orfebrería de Canarias, Madrid, 1955, pp. 259-260.<br />

274 AHMP, 35-629, Libro de mandatos del hospital de Nuestra Señora de los Dolores, inventario, 5/01/1603, f. 249:<br />

Yten todo el adereso de las andas de la imagen de tafetán asul, ques sielo, pilares y brasos [...]<br />

Yten un adereso de rraso azul para las andas, que lo dio Garsía de las Muñecas, la mayor parte del sielo, pilares y mangueras y frontale ras.<br />

275 AHMP, 36-631, Libro I de cuentas del hospital de Nuestra Señora de los Dolores, descargos, septiem bre de 1635:<br />

Yten 250 reales dados Antonio de Olbar por aderessar las andas de Nuestra Señora.<br />

276 APNP, Cristóbal Alarcón, caja nº 14, 14/06/1643, f. 118.<br />

277 APSA, Libro I de la cofradía del Rosario, inventario, 2/11/1658:<br />

Primeramente unas andas doradas estoffadas y su sielo de damasco colorado... con catorse canpanillas de plata...<br />

278 AHRP, Libro de cargo de la cofradía del Rosario, ff. 28 y 28v, año de 1652:<br />

Memoria de la cantidad y limosna que han prometido los hermanos y afectos de Nuestra Señora del Rosario para unas andas suyas, las<br />

quales tomó a su cargo el padre fray Balthazar Enrriques y han dado para ellas las personas siguientes...<br />

Andrés del Rosario, un tostón…<br />

Luis de Francia, quatro reales...<br />

Matheos Peres, dos días que trauajó en ellas que ymporta ocho reales…<br />

El licenciado Blas Simón de Silva doze libros de oro que ynportaron ocho ducados...<br />

las andas viejas se le dieron al Maestro Orbar en 120 reales a quenta de las nuevas que costaron 550 reales...<br />

Destos 853 reales que inporta todo lo referido se dieron al maeso Orbara 550 reales que llebó de sus manos por dichas andas.<br />

279 Idem, cargos, f. 18v.<br />

280 Negrín Delgado, «Las andas de baldaquino de Nuestra Señora del Rosario de la iglesia de Santo Domingo, Santa Cruz de la Palma»,<br />

en XI Coloquio de Historia Canario-Americana (1994), Las Palmas de Gran Canaria, t. II, pp. 167-189.<br />

281 Jesús Pérez Morera, Bernardo Manuel de Silva, pp. 52 y 55.<br />

282 Jesús Pérez Morera, «El patronazgo de los señores», en La cultura del azúcar: los ingenios de Argual y Tazacorte, La Laguna,<br />

p. 86.<br />

283 Jesús Hernández Perera, Orfebrería de Canarias, pp. 264-265.<br />

284 Jesús Pérez Morera, Bernardo Manuel de Silva, p. 96.<br />

285 María Paz Aguiló Alonso, El mueble en España. Siglos XVI-XVII, Madrid, 1993, p. 37.<br />

Encrucijada


286 AHPT, pn 1668, José Hurtado de Mendoza, testamento de Antonio de Orbarán, 4/03/1671, f. 43v y ss.<br />

287 María Paz Aguiló Alonso, El mueble en España. Siglos XVI-XVII, p. 142.<br />

288 APNP, Cristóbal Alarcón, caja nº 9, 1/04/1631, f. 55.<br />

289 APSP, Libro II de cuentas de fábrica, cuentas dadas el 24/10/1658, desde enero de 1655 hasta septiembre de 1658, f. 271v:<br />

Yten noventa y tres rreales que hiço de costo la pileta que está en la sacristía a Orbara y hieros.<br />

290 AHN, Libro I de la ermita de San Sebastián, sección «Clero», sig. 2574, inventario, 27/02/1642, f. 67:<br />

Item dos pilas para la agua bendita (que mandó) el dicho racionero (don Lucas Andrés Fernández) que se labrassen para cada vna de las puertas<br />

de la yglessia la suya y las labró Juan de Çamora, cantero, con assistencia de Antonio de Orbara, que todo se hiço de limosna que entre los dichos<br />

dieron.<br />

291 Santiago Sebastián López y otros, Arte Iberoamericano desde la colonización a la independencia, Summa Artis, t. XXVIII, Madrid,<br />

1985, p. 44.<br />

292 AHPT, pn 3129, Lorenzo de la Cruz, 2/01/1661, f. 1. Cit. por Alfonso Trujillo Rodríguez, Visión artística de La Orotava, La Orotava,<br />

p. 46; y María del Carmen Fraga González, «Encargos artísticos de las Doce Casas de La Orotava en el siglo XVII», p. 358. En 1634<br />

se obligó a hacer para don Antonio de Lugo y Peña un almizate para la entrada principal de sus casas, con su escudo de armas en el centro,<br />

en la forma questá puesto en un papel que se entregó al presente escribano. APNP, Cristóbal de Alarcón, caja nº 9, 1/04/1643, f. 55.<br />

293 APNP, Antonio Ximénez, caja nº 4, 26/07/1679, f. 271v.<br />

294 Archivo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, sig. 9-545, Libro 4º de la casa de Nava, patronato de la<br />

provincia de San Agustín; y Calero Ruiz, 1987, p. 148.<br />

295 Juan José Martín González, Escultura barroca en España, Manuales Arte Cátedra, Madrid, 1983, p. 17.<br />

296 Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya, Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias. I (La Laguna), pp. 38 y 91.<br />

297 Domingo Martínez de la Peña, «El colegio de los agustinos de Garachico», pp. 531 y 573.<br />

298 APSNP, Libro II de cuentas de fábrica, cuentas dadas el 30/08/1648, desde 1/04/1646, ff. 8v-14:<br />

En veinte y tres de abril de mill y seiçientos y quarenta y siete se pidió limosna en esta ciudad para acresentar la capilla por ser muy corta<br />

y el enmaderamiento estar muy biexo y lo hisso el lizenciado don Juan de la Hoya, theniente general desta ysla, y el dicho mayordomo por<br />

ante Xpotóval Alarcón, escribano ppúblico [f. 8v]<br />

Yten se le descargan novecientos y dies y nueue reales por el costo que hisso en desvaratar el arco de la capilla y volverlo a hazer de nuebo,<br />

ensanchándolo y levantándolo más por estar muy baxo [f. 11v]<br />

Yten se le descargan al dicho mayordomo el costo de hazer la capilla, ensanchándola con lo que antes era sacristía y la sacristía que se hizo<br />

nueua [f. 12]<br />

Por 30 días y medio que trabaxó Amaro Hernández y su criado a 10 reales [f. 12v]<br />

Por 36 días y medio que trabaxó Baltazar de los Reyes y su hijo a 12 reales anbos y vn día más su hijo.<br />

Por quatro días que trabaxó Xpoval Hernández con su moço a 8 reales y dio el vno de limosna.<br />

Por dos días que trabaxó Luis de Françia a dos tostones [f. 13]<br />

Por ueinte y ocho días que travaxó Antonio de Orvara en guarneser el almisate y pintar toda la obra de la capilla a 11 reales por día.<br />

Por ocho días que ayudó a pintar Sebastián Vrauo a tres reales.<br />

Por quatro tablas de viñátigo para el almisate a tostón.<br />

Por 108 reales de tintas para pintar toda la capilla y sacar azeite 24 de linaza [...]<br />

Por 15 tablas de pinavete de Flandes para guarnición del almisate, altar mayor y el de sacristía, dos escaños y vn banco a tres reales.<br />

299 APNP, Andrés de Chávez, caja nº 9, 12/07/1632, f. 179v.<br />

300 APNP, Juan Alarcón, caja nº 5, 13/08/1655, f. 239.<br />

301 María del Carmen Fraga González, La Arquitec tura mudéjar en Canarias, p. 101.<br />

302 Gloria Rodríguez, La Iglesia de El Salvador de Santa Cruz de la Palma, pp. 33-34.<br />

303 APNP, Domingo Pérez, caja nº 4, 12/10/1554.<br />

304 APSP, Legajo fábrica parroquial I, pleito entre la cofradía del Santísimo y la fábrica por el pago de la cera del monumento del Jueves<br />

Santo, 1712, ff. 94v. y 159v.<br />

305 APNP, Tomás González de Escobar, caja nº 11, 11/05/1651, f. 88; y APLG, Libro I de cuentas de fábrica, cuentas dadas el<br />

11/11/1658 por el licenciado don Luis Rodríguez, mayordomo de fábrica, desde 6/12/1654:<br />

Yten se le descargan ochoscientos y veynte y çinco reales que pagó a Manuel de Párraga, alvañil, por la cantería que cortó y labró para la obra de<br />

la dicha yglessia, que aunque ymportaba ochocientos y sesenta y nuebe reales lo que abía de aver conforme a la transsación que tubieron, como<br />

consta del pleyto que siguió dicho mayordomo contra dicho Párraga, se an de rebatir de los ochocientos y sesenta y nuebe quarenta y quatro reales<br />

de unas piedras que tomó el dicho mayordomo para la puerta de la sacristía de su capilla.<br />

306 Según dice licenciado Pinto de Guisla en la visita de 1679, la capilla del Rosario había sido edificada quando se fabricó la yglesia de<br />

nuebo a costa de fábrica y vesinos. APLG, Libro de Visitas, f. 3v.<br />

307 APNP, Tomás González de Escobar, caja nº 16, 26/04/1657, f. 99v.<br />

308 APLG, Libro I de cuentas de fábrica, cuentas dadas el 11/11/1658 por el licenciado don Luis Rodríguez, mayordomo de fábrica,<br />

desde 6/12/1654:<br />

117<br />

Encrucijada


118<br />

Yten se le descargan quatro mill treçientos y dose reales y medio que pagó a Antonio de Olvarán por la obra de carpintería y architetura que hiso<br />

en la yglesia, como consta del recibo que se presentó, que aunque lo dio el dicho Olvarán de quatro mill seteçientos y sesenta y dos reales y medio<br />

desta cantidad se an de bajar quatroçientos y cinquenta reales que es el valor del arco que le toca pagar por su capilla, que aunque tiene dos el<br />

otro toca a la nabe de la yglessia.<br />

309 Idem:<br />

Yten se le descargan nobecientos y treynta y seis reales que pagó a Francisco Sanches y a su hermano Joan Sanches Carmona por dos puertas<br />

prinçipales para las dos naves, seis fenestras y dos claraboyas y consta de los reçibos que presentó.<br />

Yten se le descargan quinientos y catorse reales que pagó a Balthasar de los Reyes y Augustín Álvares, como consta de los recibos que presentó, por<br />

la obra de carpintería que hisieron en la sacristía y capilla del Rosario.<br />

310 Alfonso Trujillo Rodríguez, El retablo barroco en Canarias, t. I, p. 44; y «Elementos decorativos indianos en el retablo canario», p.<br />

459.<br />

311 Pedro Tarquis Rodríguez, «Antonio de Olbarán, alarife del siglo XVII. Santo Domingo de La Orotava».<br />

312 Pedro Tarquis Rodríguez, «Diccio nario de Arquitectos, Alarifes y Canteros que han trabajado en las Islas Canarias», p. 218.<br />

313 AHPT, pn 3129, Lorenzo de la Cruz, 2/01/1661, f. 1. Cit. por Alfonso Trujillo Rodríguez, Visión artística de La Orotava, p. 46; y<br />

María del Carmen Fraga González, «Encargos artísticos de las Doce Casas de La Orotava en el siglo XVII», p. 358.<br />

314 Pedro Tarquis Rodríguez, «Diccio nario de Arquitectos, Alarifes y Canteros que han trabajado en las Islas Canarias», p. 217. AHPT,<br />

C-136-8, Libro de hacienda del convento dominico de San Benito, f. 71:<br />

La capilla mayor la hizieron los señores don Juan y don Lope de Messa y su costo fue 31.300 reales, la qual se acabó de fabricar el año de<br />

1670 y la primera función a que sirvió fue el entierro de dicho señor don Juan de Messa... En esta capilla hay dos bóuedas propiedad de<br />

los señores Mesas.<br />

En su testamento, otorgado ante Domingo Romero el 14/11/1670, don Juan de Mesa y Lugo declaró lo siguiente:<br />

Yten digo y declaro que yo e corrido con todo el costo que se a hecho hasta oy en la fábrica de la capilla mayor del convento de Nuestro Padre Santo<br />

Domingo desta villa y por probisión de la Real Audiencia destas yslas se mandó apresiar este costo y como consta de la scritura deste patronasgo<br />

tiene obligasión de haser la mitad della doña Marina Fonte, mi sobrina y, quando yo conserté su fábrica con Orbara y los demás oficiales<br />

que la an hecho, le escriví, dándole quenta de todo a la dicha doña Marina y me respondió que yo lo hisiese en la conformidad que me<br />

paresiere, que ella bendría en todo ello, cuya carta tengo guardada y aunque después destar ya en estado de poder pasar los guesos de mis<br />

mayores y de los suyos a las bóvedas de la dicha capilla a faltado a no quererlo haser y la yntensión que yo tengo es que si no me pagare<br />

la mitad de su costo sea sólo el dueño absoluto de la dicha capilla yo y los que de mi desendieren; declaro aver suplido todo de mi caudal<br />

y tan solamente del suyo se dio una désima. AHPT, C-138-2, Protocolo de los señores Mesas, f. 278.<br />

315 AHPT, pn 1668, José Hurtado de Mendoza, testamento de Antonio de Orbarán, 4/03/1671, f. 43v y ss.<br />

Yten declaro que siendo consierto que tube con el dicho don Juan de Messa el que la obra que se avía de xaser del arco segundo de la capilla mayor,<br />

junto a el altar mayor de ella, avía de ser fabricado y formado de yesso; y después se acordó fuesse de madera de medio reliebo, como atualmente<br />

está, y tan solamente le faltan las mangas, que se entienden los pies derechoz que faltan en los dos lados, cuia manifatura ynporta quinientos<br />

ducadoz; rrespeto a la mas ocupassión y travajo que tube en formarlo de madera en la forma questá, que se me pidió, a la que avía de ser en la<br />

formadura de yesso, además de que no avía de yr con tanto primor, como está obrado de madera, ni llevar los anjeles que tiene, y para que se<br />

conosca el pressio en que fue consertada para formarlo de yesso se vea la escriptura que passó ante Domingo Romero, digo Lorenzo de la Cruss,<br />

escrivano público, que fue desta ysla, cuio ofisio exerse de pressente Domingo Romero, mando se cobre por mis herederos.<br />

316 Idem:<br />

Yten digo y declaro que conforme a la obligasión que io tenia de armar, formar, fabricar y labrar de madera la capilla mayor de la yglessia<br />

del señor Ssanto Domingo, conforme a la escriptura que passó ante el dicho Lorensso de la Crus, se tassó y limitó los pies que avía de tener<br />

en quadra; y despuéss que los ofisiales de albañería sacaron y fundaron dichas paredes, sacando el arco segundo, se acresentaron sinco pies<br />

más de cada lado, que son dies por todos, los quales conforme a el consierto ynportan dusientos ducadoz, mando se cobren de los vienes<br />

herederos del dicho don Juan de Messa.<br />

Yten declaro que la grada de la capilla mayor tenía obligassión de dar la madera dicho don Juan de Messa y el padre provinsial fray Alonsso<br />

Talarico y no la dieron y yo la conpré y me costó dicha madera, como la clavasión, tresientos rrealez, mando se cobren.<br />

317 APNP, Cristóbal Alarcón, caja nº 9, f. 55.<br />

318 Jaime Pérez García, Casas y Familias de una ciudad histórica: La Calle Real de Santa Cruz de La Palma, pp. 213-214.<br />

319 Fernando Gabriel Martín Rodríguez, Arquitectura doméstica canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1978, p. 218.<br />

320 Jesús Pérez Morera, Arte y Sociedad en La Palma durante el Antiguo Régimen (1600-1773), t. II, pp. 105-109.<br />

321 Archivo Lugo-Viña y Massieu, Archivo General de La Palma, Calidad y nobleza notoria de las cuatro casas de Sotomayor, Massieu,<br />

Vandale y Monteverde y legitimación de las personas de don Pedro, don Antonio, don Juan, doña Jerónima y doña Ana de Sotomayor<br />

Topete, hermanos, y de don Nicolás Vandale Massieu y Vélez, 6/09/1686, f. 36v.<br />

322 APNP, Andrés de Chaves, caja 30, f. 116.<br />

323 El 10/04/1631, el carpintero Cristóbal de León y el albañil Pedro Alvarez concertaron con don Ventura de Frías la fábrica de un<br />

cuarto de aposento con su corredor de balaustres delantero. APNP , Francisco García Briñes, caja nº 1, ff. 385v-388.<br />

Encrucijada


324 La puerta del salón se conserva en la actuali dad en La Laguna (Tenerife), en poder de los herederos de don Leoncio de Buergo y<br />

Fernández de la Hoz. En su lugar, se colocó una reproduc ción fiel de la original, realizada durante la última restaura ción del inmueble.<br />

Jaime Pérez García, Casas y Familias de una ciudad histórica: La Calle Real de Santa Cruz de La Palma, p. 158.<br />

119<br />

Encrucijada


Una escultura guatemalteca en<br />

Cádiz, España. El análisis polícromo como clave<br />

para su catalogación.<br />

Pablo F. Amador Marrero<br />

Instituto de Investigaciones Estéticas. UNAM.<br />

120<br />

A raíz de una reciente estancia de investigación en España y nuestro paso por la ciudad de Cádiz, visitando<br />

con el reconocido historiador Lorenzo Alonso de la Sierra Fernández la sacristía de la iglesia de San Juan de<br />

Dios, reparamos en una pequeña talla 30 x 12 x 11 cm. que hasta el momento había pasado desapercibida<br />

para la historiografía local. Gracias a la gentilidad de los encargados del templo, y el poder observarla con<br />

detenimiento, llamándonos la atención sus decoraciones polícromas, establecimos que sin duda debía tratarse<br />

de una escultura colonial de origen guatemalteco, siendo la primera –en aquel momento- según el anterior<br />

investigador, que se cataloga en la provincia. Este tipo de adscripción por medio del análisis estilístico de la<br />

ornamentación escultórica no nos es ajeno en nuestra trayectoria, ya que como hemos defendido en otras<br />

publicaciones 1 , muchos de los diferentes obradores de escultura, tanto españoles como hispanoamericanos,<br />

al evolucionar desarrollando sus propias señas de identidad, en las que la policromía es, sin duda, uno de los<br />

referentes más singulares 2 .<br />

Antes de introducirnos en el detallado estudio y peculiaridades de la pieza en cuestión, queremos detenernos<br />

en una reciente noticia, a nuestro parecer de gran relevancia, que abre la vía para la catalogación de piezas<br />

escultóricas guatemaltecas en Cádiz, amén del lógico contacto que se estableciera entre ambas costas debido<br />

a la importancia indiscutible del puerto peninsular. Se trata de la imagen del Jesús de los Afligidos de la<br />

localidad gaditana de El Puerto de Santa María, cuyas acertadas comparaciones estilísticas y formales con el<br />

renombrado Nazareno de la Merced de aquel país, realizadas por los investigadores Francisco González Luque<br />

y José Manuel Moreno Aranda, proponen filiar la talla española a las gubias del célebre escultor guatemalteco<br />

Mateo de Zúñiga 3 . Nos encontramos ante una propuesta de gran importancia, que próximos estudios deben<br />

argumentar con posibles avales documentales, cuya líneas ya están marcada por los referidos autores.<br />

Volviendo a la imagen protagonista de nuestro texto, se trata de una Virgen Dolorosa que de pie, sobre una<br />

pequeña peana rocosa y juntando las manos con los dedos entrelazados a la altura del estómago, alza su vista<br />

con semblante contemplativo y lloroso, visible por el gesto y las pequeñas lágrimas policromadas que le discurren<br />

por el rostro. Como es habitual en esta iconografía en la imaginería guatemalteca, además del traje y<br />

manto, va tocada con un velo blanco que le cubre a su vez parte de los hombros, aunque lo común es que<br />

sea el propio manto el que arrope la cabeza. En el tallado y pese al reducido tamaño de la figura, se pone de<br />

manifiesto el alarde y destreza que siempre han sido destacados al estudiar la producción de escultores de ese<br />

país, y que ya desde Florencia en 1755, se aludía como: “Guatemala, ciudad en que siempre ha florecido el<br />

arte de la escultura, y en que se ven muchísimas estatuas que pueden competir en perfección y hermosura con<br />

las más celebradas de Nápoles y Roma” 4 . No en vano y en alusión con la talla que tratamos, de no ser por sus<br />

particulares decoraciones, esta podría pasar por obra genovesa o napolitana caso de otras magníficas efigies<br />

conservadas en el mismo templo.<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

121


122<br />

En cuanto al modelo, tanto por el tamaño como por<br />

su disposición, se nos antoja pueda corresponder con<br />

una obra de conjunto, quizás perteneciente a uno de<br />

los tantos Calvarios, hoy perdido, a los que fueron<br />

proclives los talleres de aquella Capitanía General,<br />

encontrando magníficos ejemplos tanto en su país de<br />

origen, como en México o España, además de otros<br />

conservados en diferentes museos y colecciones particulares<br />

de distintos países. Respecto del diseño o<br />

trazado ha de indicarse ciertas reminiscencias de raíz<br />

nórdica, concretamente flamencas, tamizadas por la<br />

impronta hispana, lo que no es de extrañarnos a tenor<br />

de otros casos ya conocidos y cuyo origen puede<br />

situarse en la evolución de modelos importados en<br />

escultura, o como en su momento apuntara Pál Kélemen,<br />

de fuentes grabadas. En su defensa cabe indicarse<br />

el tan recurrido del San Jerónimo penitente,<br />

Catedral Metropolitana de Guatemala, que el citado<br />

investigador relacionó con el grabado homónimo de<br />

Sadeler 5 . Otro ejemplo de esa reiteración de antiguos<br />

modelos nórdicos, en este caso también vinculado<br />

con grabados o pinturas, pero de igual manera con<br />

pequeñas piezas escultóricas de importación, es la bella<br />

“Piedad” que conservada en su momento en una<br />

colección particular de la ciudad de Guatemala, reprodujera<br />

Antonio Gallo 6 .<br />

Siguiendo las apreciaciones que nos ha indicado el investigador<br />

guatemalteco y gran conocedor en la materia,<br />

Johann Melchor, y antes de desarrollar el apartado<br />

correspondiente a la manufactur, trazado de la talla y<br />

sus decoraciones, hemos de indicar la dificultad que<br />

este tipo de obras tiene es cuanto su cronología. No<br />

hemos de olvidar que los obradores guatemaltecos fueron<br />

fieles a ciertos modelos, tanto en talla como en su<br />

ornamentación, vigentes a lo largo de centurias donde<br />

sólo es la apreciación de ciertos detalles lo que nos puede<br />

ofrecer algunas pistas en su adscripción cronológica.<br />

Así, no podemos descartar en este caso gaditanos<br />

que su suavidad y tersura pueda corresponder a una<br />

fase un tanto “romántica” que asoma en la talla alrededor<br />

de1840-50. A ello añadiríamos la forma muy oval del<br />

rostro, cuyo mentón pierde ya la característica “manzanita”<br />

que se nota en la escultura de finales del siglo XVII<br />

y se acrecienta en buena parte del siglo XIX. Con todo<br />

ello, quizás nos encontramos con una pieza de cierta<br />

Encrucijada


modernidad con elementos retardatarios, producto de<br />

la reiteración casi artesanal de tipos y estereotipos, que<br />

vienen a incidir en la pervivencia de modelos para los<br />

cuales siempre existió un mercado que acarreó su lenta<br />

o mínima evolución artística.<br />

El soporte y proceso polícromo<br />

Centrándonos en las particulares técnicas de la pieza<br />

en cuestión, y comenzando por su soporte, hemos<br />

podido observar a través de algunas pérdidas localizadas<br />

en las manos, que la madera se asemeja -a la<br />

espera de futuros análisis-, con el cedro, soporte que<br />

junto a la caoba fueron por los que los artífices de<br />

la Capitanía General sentían mayor predilección. Al<br />

respecto hemos de citar lo aludido por Álvarez Arévalo,<br />

quien en relación a la primera nos dice, es “la más<br />

frecuente, los propios escultores la llamaban madera<br />

para santos. En quiché se le conoce como teoxché,<br />

que significa Madera para hacer dioses” 7 . La elección<br />

del cedro se debe además de por su abundancia en los<br />

bosques locales, a sus cualidades idóneas para el tallado,<br />

al poseer ventajas como su “suavidad, porosidad<br />

fina, no tiene nudos duros, ni fibras, no es astillosa,<br />

tiene un color parejo” 8 y presentar cierta resistencia al<br />

ataque de insectos xilófagos. Como es común en este<br />

tipo de obras de pequeño formato, su autor no requirió<br />

de grandes alardes en la composición del bloque<br />

primigenio de madera, tallándola directamente en lo<br />

que parece un solo fragmento al que luego añadió<br />

ambas manos.<br />

Antes de introducirnos en el estudio de las policromías,<br />

hemos de hacer una serie de puntualizaciones<br />

al respecto de su conocimiento intrínseco, ya que si<br />

bien las labores de patrones ornamentales han sido<br />

analizadas en diversas ocasiones -y a ellas acudiremos<br />

para la pieza gaditana-, hasta el momento muy poco<br />

sabemos de sus detallados procesos materiales, siendo<br />

la bibliografía tradicional el referente continuo para<br />

su explicación. No obstante, con motivo del reciente<br />

Ier Congreso Internacional sobre escultura Virreinal<br />

(Oaxaca, noviembre de 2008), hemos comenzado a<br />

presentar a la comunidad académica un proyecto interdisciplinario<br />

donde aplicando tecnología de última<br />

generación, desarrollamos la identificación de los<br />

componentes polícromos –en tallas coloniales guatemaltecas-<br />

con una metodología no destructiva, y cuyos<br />

primeros resultados usaremos como referentes al<br />

describir la obra en estudio 9 .<br />

Por lo que pudimos deducir al escrudiñar en detalle<br />

la imagen -debido a su tamaño y calidad de la madera,<br />

conservada en perfecto estado y sin presentar<br />

deterioros intrínsecos que destacar-, el proceso polícromo<br />

no requirió previamente resanes de soporte ni<br />

aplicaciones textiles, comenzando directamente por<br />

un fino aparejo con la finalidad de preparar la talla<br />

para el color. La regularidad que se evidencia en su<br />

123<br />

(página 123) Detalle de la decoración polícroma<br />

en realce. Dolorosa. Guatemala. S. XVIII-XIX.<br />

Sacristía de la iglesia de San Juan de Dios. Cádiz.<br />

Fotografía: Pablo F. Amador Marrero.<br />

Dolorosa. Guatemala. S. XVIII-XIX. Sacristía<br />

de la iglesia de San Juan de Dios. Cádiz. Fotografía:<br />

Pablo F. Amador Marrero.<br />

Encrucijada


aplicación denota el esmero puesto por su autor en<br />

estos trabajos previos, lo cual, por la documentación<br />

consultada, sabemos llegaba a ser más costoso incluso<br />

que los propios trabajos escultóricos. Sirvan como<br />

ejemplos los señalados por H. Berlín donde en 1805<br />

y al respecto de los costos de una imagen de la Purísima<br />

Concepción, se pagaba por la talla 28 pesos,<br />

casi la mitad de su estofado, 50 pesos. Casi igual que<br />

ocurría con una efigie de Nuestra Señora de Loreto<br />

con su Niño 10 , o lo documentado por Moyssen de las<br />

piezas de un Belén, encargadas en octubre de 1790<br />

para el Marqués de Sierranevada, donde el trabajo de<br />

talla de las tres imágenes alcanzó 80 pesos, por los<br />

100 de su encarnado y estofado 11 .<br />

124<br />

Al respecto de la composición del aparejo y aclarando<br />

que en ningún momento plateamos la obtención<br />

de muestras polícromas, queremos aprovechar para<br />

hacer un llamado sobre la importancia del estudio<br />

particular de sus componentes, ya que en otras ocasiones<br />

su identificación ha sido de singular relevancia<br />

en la catalogación indiana de otras piezas. Esto aconteció<br />

con el denominado “Pelotito”, talla de un Niño<br />

Jesús en su trono con rica hornacina de sobremesa,<br />

conservado en la clausura de las madres Clarisas de<br />

La Laguna, Tenerife, España. Recogidas nuestras sospechas<br />

en un estudio previo de la talla 12 , gracias a la<br />

identificación de carbonatos como parte de la carga,<br />

y sabedores de que en la imaginería española es infrecuente<br />

su aparición en este estrato, propusimos<br />

su catalogación como obra guatemalteca, lo cual se<br />

complementaba con la propia estética de la pieza o su<br />

innegable diadema de ráfagas guatemalteca en plata,<br />

como así también estableció el especialista canario Jesús<br />

Pérez Morera 13 .<br />

No obstante, y aunque dicho análisis puede ser argumentativo<br />

para la talla insular, no por ello debe ser entendido<br />

como norma y concluyente, ya que en otros<br />

casos también se da la identificación de sulfatos. Ello<br />

acarrea que sean otras líneas argumentales las que se<br />

deban seguir para la adscripción. A modo de apunte<br />

y como mero testigo de lo que es un trabajo en curso,<br />

referir la identificación de yeso en capas de preparación<br />

en piezas guatemaltecas como así identificamos<br />

en un reciente análisis aplicando la tecnología de vanguardia<br />

que nos ofrece el PELETRON 14 .<br />

Encrucijada


La ornamentación<br />

y su catalogación<br />

Nos centramos ahora en los motivos que decoran las<br />

diferentes prendas que viste la imagen y donde, como<br />

se verá, hallamos los argumentos inequívocos para establecer<br />

su origen. Comenzando por el tocado, está<br />

realizado en temple blanco sobre lo que parece corresponder<br />

con pan de plata, muy alterado y oscuro<br />

debido a la oxidación típica del metal. Su decoración<br />

es a base de un esgrafiado sencillo en paralelo, interrumpido<br />

por medallones de contorno ondulante<br />

con flores en el interior, también esgrafiados. Frente<br />

a otros centros productores ya sean españoles como<br />

hispanoamericanos, más reacios al empleo de la plata,<br />

debido quizás a lo caduco de su brillo, los pintores<br />

guatemaltecos no dudaban en su empleo en búsqueda<br />

de contrastes y juegos lumínicos, ya sea en esgrafiados<br />

como este caso o formando parte de los tan<br />

usuales acharolados o corlas. Es relativamente común<br />

encontrarnos imágenes que mantienen este tipo de<br />

soluciones como así se aprecian en la magnífica pieza<br />

de Santa Ana sedente con la Virgen niña, de la iglesia<br />

de la Merced, Guatemala, o la Santa Ana que custodia<br />

el palacio arzobispal de la misma ciudad, mientras<br />

que de los testigos mexicanos vale señalar la Dolorosa<br />

que se exhibe en el Museo Franz Mayer del Distrito<br />

Federal, o el soberbio ejemplo del Santo Patriarca de<br />

los fondos del Colegio de las Vizcaínas de la misma<br />

ciudad.<br />

125<br />

En el traje por su parte lo que prevalece es la luminosidad<br />

del dorado que lo recubre, aunque no está<br />

exento de los frecuentes contrastes producidos por<br />

las diferentes técnicas y acabados. En primer lugar<br />

sobresalen los grandes rameados de terminados dispares<br />

donde encontramos aquellos de clara impronta<br />

vegetal y perímetro a base de sucesión de ondas a imi-<br />

Niño Jesús entronizado con hornacina<br />

de sobremesa. Madera policromada. Guatemala,<br />

S. XVIII. Sala Abacial del Convento<br />

de San Juan Bautista de Madres Clarisas<br />

Franciscanas. La Laguna, Tenerife. Fotografía.<br />

Gobierno de Canarias.<br />

Encrucijada


tación de hojas largas y lobulares. Tanto su contorno<br />

como la parte central están ejecutado en relieve de un<br />

tipo de aparejo –que no tiene que ser el mismo aplicado<br />

al resto de la superficie 15 -, lo que nos recuerda a<br />

la técnica denominada en Europa como barbotina 16<br />

y llevada a efecto a partir del pastillage 17 , lo cual se<br />

repite en la multitud de puntos que rellenan el interior<br />

de la hoja. Este tipo de motivo, y en especial el<br />

recurso del relieve, es efectivamente una de las señas<br />

de identidad de los pintores guatemaltecos de imaginería,<br />

dando fe de ellos un sin fin de piezas de su catálogo.<br />

Como complemento y para destacarla sobre el<br />

resto de la superficie de la prenda, el interior de estas<br />

hojas se recubre con un barniz ambarino a modo de<br />

corla, aunque a nuestro parecer está más cerca de los<br />

conocidos como bronceados, recurso cuyo uso en la<br />

escultura por ejemplo novohispana podemos calificar<br />

de circunstancial y puntual.<br />

126<br />

Intercaladas con el rameado anterior se relacionan<br />

otros similares y también con realce de líneas, pero<br />

de contornos más simples y sin decoración interior,<br />

tanto de relieve como color. Ambos juegos ornamentales<br />

son a su vez rebordeados en sus exteriores por<br />

una gruesa línea de color café, ligeramente traslúcida,<br />

que les provoca un mayor protagonismo a las decoraciones<br />

y que encontramos de forma reiterativa en<br />

muchas de las piezas de estos obradores.<br />

El resto de la superficie dorada de esta prenda se<br />

complementa con una profusa labor de picado<br />

de lustre donde intuimos, en base a la regularidad<br />

del punteado, el posible uso de troqueles<br />

de cabezas cuadradas. Por su parte,<br />

en las cenefas de las mangas, al igual que<br />

en la de la capa en la que luego nos detendremos,<br />

el picado sí debió ser realzado con<br />

un buril o embutidor de cabeza circular,<br />

requiriendo para cada punto el suave golpe<br />

correspondiente. En estas franjas nuevamente<br />

se recurrió al empleo de troqueles<br />

para el relleno de las flores y hojas trazadas<br />

por el punzonado, dejando el<br />

resto en oro liso, jugando con ello a<br />

imitar texturas y brillos tan comunes<br />

en los ricos brocados y bordados<br />

que pretenden imitar.<br />

Encrucijada


Para concluir la decoración del traje y como demostración<br />

del conocimiento y desarrollo técnico, se usaron<br />

otros recursos plásticos. Así, las pequeñas ramas y hojas<br />

verdes con capullos de flores rojas que lo salpican, se<br />

ejecutaron con unas primeras pinceladas de los tonos<br />

rojizos de las flores y fino golpe de luz, quedando de<br />

manifiesto el quehacer y práctica a través del gesto en<br />

el que pese a su tamaño se realizaron. Su conclusión se<br />

efectuó con un espeso resinato verde aplicado en una<br />

suave línea ondulada y algunos toques de pincel para<br />

las hojas. Este mismo material, pero más diluido, y<br />

con ello favorecerse de la luminosidad del oro subyacente,<br />

sirvió para los característicos acharolados de las<br />

bocamangas, tan usuales en las policromías guatemaltecas.<br />

En cuanto al cinto que ciñe la prenda, ahora<br />

el medio es temple en una larga pincelada azul claro,<br />

rajado con pequeñas líneas oblicuas.<br />

los peninsulares donde la “moda” queda referida en<br />

los trabajos polícromos de las esculturas, es el mero<br />

concepto de lo textil, eso sí, con los modelos estereotipados<br />

pero aún vigentes para el momento de la<br />

plástica guatemalteca.<br />

Técnicamente su elaboración es mucho más simple<br />

que en el traje con el cual comparte el mismo galón.<br />

En cuanto al resto, otra vez se opta por la decoración<br />

en realce, sencilla para ramas, hojas y flores, y más<br />

trabajadas en las hojas largas que a su vez son las que<br />

producen la sensación de repetición a modo de patrón.<br />

En esta últimas se aprecia trabajo de picado de<br />

lustre para marcar las líneas interiores sobre la superficie<br />

dorada interior, dando un efecto de mayor vistosidad<br />

a la prenda.<br />

De nuevo muchos son los ejemplos datados como<br />

imágenes de segura procedencia guatemalteca, a los<br />

que podríamos aludir para establecer las pertinentes<br />

comparaciones, aunque son, como es lógico, las piezas<br />

conservadas en aquel país los mejores exponentes.<br />

Basta un repaso a los trabajos similares desplegados en<br />

obras de pequeño formato como las pertenecientes a<br />

diferentes colecciones particulares y reproducidas en<br />

el magnífico tomo de Imágenes de Oro 18 , para dejar<br />

claro que estas decoraciones son signo inequívoco y<br />

señas ineludible de identidad de sus obradores.<br />

127<br />

El otro elemento de la ornamentación que nos queda<br />

por estudiar y que de nuevo relaciona directamente<br />

su quehacer plástico con la producción guatemalteca<br />

es el manto. Frente a otros modelos mucho más<br />

ricos en cuanto a técnicas y elementos que podemos<br />

encontrarnos con frecuencia en imágenes de este<br />

centro productor, en la pieza gaditana estos pueden<br />

ser tildados de simples, quizás por la tardía cronología<br />

propuesta para la obra. Sobre fondo azul oscuro,<br />

surgen en relieve las decoraciones de alargadas hojas<br />

que se alternan con ramas cortadas también con hojas,<br />

pero más simples y flores. Como queda patente<br />

por las imágenes gráficas, el anónimo autor trazo a<br />

mano alzada los motivos que se repiten siguiendo un<br />

patrón a imitación textil, sin que por ello debamos<br />

relacionarlo directamente con algún tejido concreto.<br />

Lo que prevale aquí, frente a otros obradores como<br />

(Página 126 - 127) Detalles del rostro y decoraciones.<br />

Dolorosa. Guatemala. S. XVIII-XIX.<br />

Sacristía de la iglesia de San Juan de Dios. Cádiz.<br />

Fotografía: Pablo F. Amador Marrero.<br />

Encrucijada


Conclusiones<br />

Como ha quedado de manifiesto, el análisis y evaluación<br />

de las labores polícromas que nos encontramos<br />

en muchas esculturas son, sin duda, uno de los argumentos<br />

a tener en cuenta para su catalogación. Este<br />

tipo de estudios, aún incipientes en México, comienzan<br />

a tener cierto eco en la labor tanto de investigadores<br />

como alumnos, aunque aún se no ha llegado a<br />

la necesaria estandarización. Con este breve estudio,<br />

hemos incidido nuevamente en las tipologías concretas<br />

de los obrados guatemaltecos, uno de los centros<br />

productores que gozaron de mayor fama durante la<br />

época colonial y como ha quedado de manifiesto, fue-<br />

ron asiduos a unos modelos y técnicas perfectamente<br />

identificables. Queda ahora por realizar el necesario<br />

catálogo base de referencia, el cual será un instrumento<br />

definitorio para sacar del anonimato muchas otras<br />

piezas que vienen reclamando nuestra atención.<br />

Detalle de la decoración polícroma en realce.<br />

Dolorosa. Guatemala. S. XVIII-XIX. Sacristía de<br />

la iglesia de San Juan de Dios. Cádiz. Fotografía:<br />

Pablo F. Amador Marrero.<br />

128<br />

Encrucijada


1 Véase al respecto: Pablo F. Amador Marrero, “El estudio de los estofados en la catalogación de las esculturas novohispanas: la<br />

imagen de Santa Bárbara, Máguez, (Lanzarote)”, en XV Coloquio de Historia canario-americana, Gran Canaria, Islas Canarias, 2004,<br />

pp. 1466-1474. El ajuar del cielo. Relaciones canario-americanas a través de sus procesos polícromos. Gran Canaria, 2007, (en prensa).<br />

“Dos nuevas atribuciones a Bernardo Manuel de Silva en Tenerife. Las tallas de San Bartolomé de la Concepción de La Laguna y<br />

San Bernardo de La Cruz Santa, Los Realejos”, en Anuario del Instituto de Estudios Canarios, v. I, Canarias, 2008, pp. 93-101.<br />

2 En relación a la posible filiación de piezas guatemaltecas en referencia al análisis de sus decoraciones aunque varios han insinuado<br />

las particularidades, ha de citarse a… quien en su momento argumentó<br />

3 Francisco González Luque y José Manuel Moreno Aranda, “Jesús de los Afligidos podría proceder de Guatemala” en Diario de<br />

Cádiz, 4 de junio de 2009. También en; “Posible procedencia guatemalteca de Jesús de los Afligidos. Una talla sacra en el Puerto de<br />

Santa María (Cádiz)”, en La Hornacina. http://www.lahornacina.com/articuloscadiz8.htm [5/junio/09].<br />

4 Francisco de Florencia, Zodiaco Mariano, México, 1755, p. 2.<br />

5 Pál Kelemen, Barroque and Rococo in Latin America. Nueva York, 1951, pp. 108 y 114. Para una síntesis sobre el tema véase:<br />

“Grabados y esculturas”, en Imágenes de Oro, Galería Guatemala II, Guatemala, 1993, pp. 17-33.<br />

6 Antonio Gallo, Escultura Colonial en Guatemala. Evolución estilística de los siglos XVI-XVII-XVII. Ediciones de la Dirección General<br />

de Cultura y Bellas Artes, Cuadernos de Arte 3, Guatemala, 1979, p. 133. Aunque muy alterado por intervenciones históricas<br />

una pieza cercana en su trazado lo encontramos presidiendo desde principios la segunda década del siglo XVI en la iglesia del<br />

Hospital de Dolores, La Laguna, Tenerife. Al respecto de esta imagen su filiación nórdica que compartimos ya fue apuntada por<br />

Constanza Negrín Delgado, La Huella y la Senda, Islas Canarias, 2004, pp. 357-360.<br />

7 Miguel Álvarez Arévalo, Iconografía aplicada a la escultura colonial de Guatemala, Fondo Editorial “La Luz”, Guatemala, 1990,<br />

p.52.<br />

8 Ibidem.<br />

9 Eumelia Hernández, José Luis Ruvalcaba y Pablo F. Amador Marrero, “Análisis científicos no destructivos aplicados al estudio de<br />

la escultura virreinal guatemalteca”, en Actas del I Congreso Internacional de Escultura Virreinal, Encrucijada, 2009, en prensa.<br />

10 Heinrich Berlín, Historia de la Imaginería Colonial en Guatemala. Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, Guatemala,<br />

1952, pp. 121-213.<br />

11 Xavier Moyssén, Estofados en la Nueva España, Ediciones de Arte, Comermex. México, 1978, pp. 22-23.<br />

12 Gerardo Fuentes Pérez, “El Pelotito”, en Arte en Canarias siglos XV-XIX. Una mirada retrospectiva. T. II. Islas Canarias, 2001,<br />

pp. 140-142.<br />

13 Pablo F. Amador Marrero, “El ajuar…”, op. cit. pp. 64 y 94. También en: “San Crsitóbal” en Vestida de Sol, Obra Social y Cultural<br />

de CajaCanarias, Tenerife, 2009, p. 205.<br />

14 Este análisis no destructivo con el PELETRON (Acelerador de Partículas Tándem) fue llevado a cabo en los Laboratorios Científicos<br />

del Instituto de Física de la UNAM, Para una mayor información al respecto del sistema véase; http://www.fisica.unam.mx/<br />

peletron/ Sobre su aplicación en el análisis no destructivo de escultura guatemalteca véase; Eumelia Hernández, José Luis Ruvalcaba<br />

y Pablo F. Amador Marrero, “Análisis científicos…”, op. cit.<br />

15 En el caso de una de las imágenes analizadas para nuestra ponencia en el referido congreso oaxaqueño, San Luis Gonzaga; los<br />

primero análisis arrojan que estos trabajos en relieve pueden estar realizados mediante el aglutinada de albayalde en una pasta fina<br />

y moldeable a la vez que fácil de aplicar. Eumelia Hernández, José Luis Ruvalcaba y Pablo F. Amador Marrero, “Análisis científicos…”,<br />

op. cit.<br />

16 “Técnica empleada en la imaginería para imitar distintos brocados”. Fernando Bartolomé García, La policromía barroca en Álava.<br />

Álava, 2001, p. 360.<br />

17 “Técnica que consiste en la superpoción de capas de yeso-cola en caliente hasta conseguir el relieve necesario. Suele realizarse<br />

mediante la llamada manguera de pastelero…”. Idem, p. 362.<br />

18 Luis Luján Muñoz y Miguel Álvarez Arévalo, Imágenes de Oro, Galería Guatemala II, Guatemala, 1993, pp. 114-115.<br />

129<br />

Encrucijada


La técnica de una obra maestra. La imagen<br />

flamenca del Cristo de La Laguna, Tenerife.<br />

130<br />

Margarita Rodríguez González Catedrática en Historia del Arte. Universidad de La Laguna, Tenerife<br />

Pablo F. Amador Marrero Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas. UNAM<br />

Una de las esculturas que en las últimas décadas se ha venido destacando dentro del panorama de la historiografía<br />

internacional es el Cristo de La Laguna, Tenerife, Islas Canarias. De innegable calidad plástica y referente<br />

de la piedad popular en el Archipiélago, el estudio que ahora presentamos resume, lo que podríamos llamar<br />

su trayectoria vital a través de la revisión historiográfica, y por primera vez, la reveladora técnica escultórica y<br />

polícroma en la que fue realizado hace casi quinientos años por algún destacado artífice u obrador del norte<br />

europeo, posiblemente -según como señaló la especialista Constanza Negrín Delgado-, en la región flamenca<br />

de La Brabanza. Nuestra intención no es entrar en la problemática que siempre ha levantado cualquier noticias<br />

al respecto de la pieza, menos aún ahora, cuando nuevos estudios evalúan su estado de conservación. Por<br />

el contrario, pretendemos aportar rigurosos datos, siempre vigentes debido a que tratan la materia original<br />

y por lo tanto nunca obsoletos, que en aquel momento sirvieron para dictaminar su “aceptable” estado de<br />

conservación y dar salida a una documentación que creemos enriquecerá de forma notable el conocimiento<br />

intrínseco de obras de este origen, el mismo que las últimas tendencias historiográficas han destacado por su<br />

importancia para la historia de la escultura.<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

131


132<br />

Reseña histórica<br />

Durante los casi cinco siglos que ha permanecido la<br />

talla del Cristo de La Laguna en el templo franciscano<br />

de esa ciudad tinerfeña, han sido numerosas y heterogéneas<br />

las fuentes que se han hecho eco de sus valores<br />

pero, por encima de cualquiera, los aspectos devocionales<br />

han marcado su historiografía hasta bien entrado<br />

el siglo XX 1 . Sin embargo, como en no pocas ocasiones<br />

ocurre cuando se trata de reconstruir la historia de<br />

(Página 131) Cristo de La Laguna en su retablo<br />

hornacina. Santuario del Cristo de La Laguna, Tenerife.<br />

Fotografía anónima, 1949. Archivo Fotográfico<br />

Manuel Tussaint, IIEs. UNAM. 2009.<br />

Cristo de La Laguna. Cristóbal Hernández de<br />

Quintana, óleo sobre lienzo, posterior a 1713.<br />

Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción. La<br />

Laguna. Fotografía: Fernando Cova del Pino.<br />

(Página siguiente) Procesión del Cristo de La<br />

Laguna. Semana Santa, 2009. Fotografía: Pablo F.<br />

Amador Marrero.<br />

imágenes que despiertan tanto fervor, resulta casi imposible<br />

llegar a conclusiones que esclarezcan el cómo y<br />

el porqué de su devenir, o, como bien expresó el profesor<br />

Yarza, es una “obra espléndida de talla y de historia<br />

donde está demasiado mezclada la leyenda” 2 .<br />

Varias décadas tuvieron que transcurrir desde su llegada<br />

a la Isla para que empezaran a aflorar testimonios<br />

que intentasen avalar las circunstancias que rodearon<br />

su adquisición así como sus milagros. Del primero de<br />

ellos sólo se conoce su existencia por textos posteriores<br />

3 ; se trata de las informaciones que habría recabado<br />

al respecto fray Bartolomé de Casanova (1590) 4 , undécimo<br />

provincial franciscano en Canarias durante la<br />

década de los años ochenta, y donde relataría la intervención<br />

divina que propició su adquisición por parte<br />

del Adelantado de Canarias Alonso Fernández de Lugo<br />

y su pariente y también conquistador Juan Benítez.<br />

Hasta 1612 no se publicará el primer libro dedicado<br />

al Crucificado lagunero, obra del también provincial<br />

franciscano Luis de Quirós (1606-09) 5 . Aunque<br />

precedido de una relación de los hechos más importantes<br />

que significaron la estancia de la Orden en el<br />

Archipiélago durante las dos centurias precedentes,<br />

gran parte del mismo va dirigido a dar testimonio<br />

de la intercesión de la imagen a la hora de salvar situaciones<br />

personales así como ante hechos que tanto<br />

preocupaban entonces, la defensa, las plagas o la sequía.<br />

Precisa al respecto que la falta de agua fue la que<br />

determinó al gobierno de la Isla el sacar en procesión<br />

la imagen y traer a la ciudad la Virgen de Candelaria<br />

en 1562 6 . Esto significaría el primer reconocimiento<br />

público de la general devoción hacia Él, y cuyo origen<br />

habría estado, según sus palabras, en la acción de<br />

una monja clarisa Sor Almerina de la Cruz, quien,<br />

por intervención celestial, rescató al Santo Cristo del<br />

lugar secundario que ocupaba en el templo tras haber<br />

decaído el fervor 7 .<br />

Por lo que se refiere a la llegada de la talla a la Isla,<br />

el padre Quirós, apoyándose en varios testigos, recupera<br />

parcialmente la narración de fray Bartolomé<br />

de Casanova al vincular su compra al Adelantado y<br />

a episodios milagrosos, aunque el relato se desarrolla<br />

en el puerto de Santa Cruz de Tenerife y no en el de<br />

Barcelona, como afirmaba aquél.<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

133


134<br />

Durante el siglo XVII, y mientras la devoción era<br />

creciente y la antigua cofradía 8 quedaba integrada en<br />

la Venerable Esclavitud, fundada en 1659, cronistas<br />

como Juan Núñez de la Peña 9 (1676) o Tomás Marín<br />

de Cubas (1694) volvieron a referirse puntualmente<br />

al Cristo, bien para narrar la última versión o para<br />

añadir, como en el caso del segundo, dos nuevos relatos<br />

que se contaban entonces; el primero presenta<br />

ciertas concomitancias con el de fray Bartolomé de<br />

Casanova en cuanto que sitúa el escenario en Barcelona,<br />

después de participar el Adelantado y los suyos<br />

en la defensa contra los franceses, y Marín lo hace sirviendo<br />

en el Rosellón o Salça 10 ; sin ninguna relación<br />

con lo anterior éste se hace eco de otra en la que el<br />

protagonista sería el duque de Medina Sidonia, vinculado<br />

a la conquista de la Isla, pues la habría remitido<br />

desde Sanlúcar de Barrameda a los franciscanos<br />

de La Laguna 11 .<br />

Llegados a este punto, quizá cabe preguntarse qué<br />

presencia tuvo Alonso Fernández de Lugo, su familia<br />

y descendientes en la historia del Señor de La Laguna.<br />

Hoy por hoy debemos considerarla escasa; por<br />

línea directa, la rama de Alonso Fernández de Lugo<br />

se extinguió en Canarias a principios del siglo XVII;<br />

además, cuando el tercer Adelantado, Alonso Luis<br />

Fernández de Lugo, dictó su testamento en 1542 12<br />

expresó su deseo, no cumplido, de enterrarse en la<br />

capilla mayor del también lagunero cenobio dominico,<br />

a donde deberían trasladarse los restos de sus<br />

familiares, incluidos los del Adelantado, que se encontraban<br />

en aquel convento. Por otra parte, la primera<br />

noticia que se tiene de un miembro de la familia<br />

del ya mentado Juan Benítez data de 1630, cuando el<br />

maestre de campo Francisco Bautista Pereyra de Lugo<br />

fue proveedor de la santa fiesta, y además habría regaló<br />

la cruz y clavos de plata del Señor 13 . Sin embargo,<br />

cuando la importancia socio-religiosa del Señor estaba<br />

fuera de dudas (1627), por encargo de este mismo<br />

personaje, se había hecho información de nobleza de<br />

la casa Benítez de Lugo; en ella hay referencias a su<br />

relación con los cenobios franciscanos de La Orotava<br />

y Garachico y con el hospital de la Concepción de<br />

este último lugar, sin citar el de La Laguna, a pesar de<br />

que las testificaciones se efectuaron allí y participaron<br />

cuatro frailes 14 . Todo lo contrario a lo que sucedió<br />

décadas después, cuando en 1683 otro pariente,<br />

Jacinto Domenech Benítez y Valera, protocolizó su<br />

filiación y convertirá la imagen en emblema familiar<br />

15 , recogiendo el relato más antiguo. Ya a finales<br />

del siglo XVIII, Bartolomé Benítez de Ponte y Lugo,<br />

repetirá la misma versión, aunque en este caso precisa<br />

que responde a “la más antigua tradición” 16 . Asumía<br />

así parcialmente otras opiniones más críticas, propias<br />

de la época, como las vertidas por Viera y Clavijo o<br />

Quesada y Cháves, quien llegó a afirmar que “sólo ai<br />

tradición y nada auténtico” 17 .<br />

Grabado del Cristo de La Laguna. Gregorio<br />

Fosman, c. 1677. Archivo Histórico Provincial de<br />

Las Palmas. Gran Canaria.<br />

Cristo de La Laguna durante el proceso de<br />

realización de las placas radiográficas. Centro<br />

radiológico. CEDITE. La Laguna. Fotografía:<br />

Pablo F. Amador Marrero.<br />

Encrucijada


Hemos de esperar hasta 1867 18 para encontrar una<br />

segunda publicación dedicada al Cristo, nuevamente<br />

religiosa y redactada por otro franciscano, mayordomo<br />

de la imagen, fray José María Argibay; pese a indicar<br />

en el título que está basado en Núñez de la Peña<br />

y Viera, lo cierto es que se hace eco de los sucesos que<br />

habían referido los provinciales Casanova y Quirós.<br />

Además, hay que tener en cuenta que su intención<br />

no era otra que avivar “entre nosotros la fe de los antepasados<br />

y vuelva la tierra y fervorosa devoción para con<br />

el Señor de La Laguna” 19 .<br />

En 1906 se da a conocer la primera edición que el presbítero<br />

José Rodríguez Moure dedicó a valorar la historia<br />

y devoción del Crucificado de La Laguna, decantándose<br />

por concatenar la estancia del Adelantado y Juan Benítez<br />

en Salça y Barcelona y, a pesar de que acepta la intervención<br />

divina de San Miguel Arcángel de quien era tan<br />

devoto aquél conquistador, también añade “la informada<br />

tradición comenzóse a corromper con las leyendas populares”<br />

a finales del siglo XVI y principios del XVII 20 .<br />

Tendrían que pasar poco más de cincuenta años para<br />

conocer la primera publicación que se planteó un estudio<br />

más global sobre el Señor de La Laguna, obra de<br />

Buenaventura Bonnet y Reverón, miembro fundador<br />

del Instituto de Estudios Canarios. Aunque recoge<br />

una gran parte de lo aquí mencionado, tradiciones,<br />

leyendas, milagros, promotores, etc., los trata desde<br />

un punto de vista más histórico, no faltando capítulos<br />

dedicados a los avatares del convento, el culto,<br />

la Cofradía y la Esclavitud 21 ; además se hará eco de<br />

alguna de las primeras opiniones sobre la escultura<br />

que en el orden artístico se había vertido la década<br />

anterior, como fue la del Marqués de Lozoya, vinculando<br />

la obra al arte sevillano 22 .<br />

Durante las últimas décadas del siglo XX otros nombres<br />

singulares de la Historia del Arte Español han<br />

mentado y propuesto su catalogación, profesores<br />

como Martín González, Yarza Luaces, Azcárate Ristori,<br />

Hernández Perera, contribuyendo no sólo a la<br />

investigación sino a la difusión de esta talla singular 23 .<br />

135<br />

Encrucijada


Pero desde que el profesor Yarza propusiera, en 1980,<br />

una filiación nórdica, los estudios se han decantado y<br />

avanzado en ese sentido. Así, la profesora Negrín Delgado,<br />

especialista en el arte de los Países Bajos, finalmente<br />

concluyó en su origen brabanzón, advirtiendo su cercanía<br />

con alguna obra atribuida a Jacob van Cothem 24 .<br />

Finalmente, en 1999, el profesor Galante Gómez<br />

fue el autor del último texto monográfico tras haber<br />

publicado la documentación genealógica de un<br />

miembro de la familia Benítez de Lugo, ya citada más<br />

arriba. Aunque centrado en el análisis de la talla y su<br />

historiografía, el libro aborda además el arte flamenco<br />

y su difusión por Europa, dedicando especial interés<br />

a Canarias, y el estudio de dicho manuscrito y el grabado<br />

del Señor que se incluye. Hemos de señalar que<br />

tras analizar las letras que orlan su paño de pureza y<br />

que ya preocuparon desde el siglo XVII en el orden<br />

religioso, identifica el nombre de Louis Der Vule y el<br />

año de ejecución 25 .<br />

136<br />

Hasta aquí, la trayectoria vital a través de la bibliografía<br />

de una obra, el Cristo de La Laguna que aún, y pese a<br />

lo tintado en el papel, se resiste a desvelarnos con nitidez<br />

su origen histórico, que no artístico, ya que como<br />

ahora planteamos en las próximas líneas, no queda lugar<br />

a dudas de su magistral ejecución flamenca.<br />

El trabajo escultórico<br />

Uno de los condicionantes que definen los trabajos<br />

de los artistas nórdicos fue su esmero a la hora de<br />

elegir materiales y llevar a cabo lo diferentes procesos<br />

que conlleva la ejecución de una escultura; construc-<br />

Placa radiográfica correspondiente a la cabeza<br />

del Cristo de La Laguna. Se observa además<br />

del sistema constructivo de la misma y la aplicación<br />

de una rama exenta para la corona, un<br />

“arreglo” a base de la colocación de un alambre<br />

para la fijación del bucle. Fotografía: Pablo F.<br />

Amador Marrero.<br />

(Página siguiente) Desplegado de radiografías.<br />

Cristo de La Laguna. Fotografías: Pablo F. Amador<br />

Marrero. Diseño. Patricia Chávez. IIEs. UNAM.<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

137


138<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

139


ción primigenia del soporte, tallado de los volúmenes<br />

y policromado. Este hecho fundamental es responsable<br />

de la perdurabilidad de la obra como el caso que<br />

tratamos, el cual ha mantenido su carácter votivo a lo<br />

largo de las centurias, siendo digno de destacar al ser<br />

una pieza que procesiona varias veces al año con la<br />

consiguiente manipulación y constante movimiento,<br />

más aún cuando ha estado expuesto en multitud de<br />

ocasiones a las inclemencias del tiempo u otros atenuantes<br />

como incendios y aluviones. Pese a todo ello,<br />

la talla ha mantenido dignamente su integridad, quedando<br />

de manifiesto su inmejorable condición técnica<br />

y material. En este sentido comenzamos ahora<br />

por desarrollar un estudio detallado de su ejecución<br />

e interrelación de técnicas y materiales, siguiendo su<br />

proceso constructivo natural e incidiendo en sus diferentes<br />

particularidades, siempre desde el punto de<br />

vista de la interdisciplina.<br />

140<br />

Encrucijada


Como es lógico el primero de los puntos a tratar es la<br />

identificación de la madera elegida como soporte, recordando<br />

el cuidado y estricto control que el gremio<br />

flamenco establecía en la calidad tanto de los materiales<br />

como procesos, lo que en el caso de la madera quedaba<br />

aprobado por el correspondiente marcaje. Dos<br />

eran las maderas más frecuentes a las que recurrían<br />

los artistas flamencos a la hora de realizar escultura,<br />

el nogal y sobre todo el roble, siendo con este último<br />

con el que parece corresponder el soporte de la talla<br />

canaria. Nos basamos para ello en el estudio de un<br />

casi imperceptible fragmento obtenido junto a una<br />

de las muestras polícromas correspondiente al costado<br />

derecho, y donde se intuye por su morfología que<br />

debe corresponder a una madera algo dura de angiosperma<br />

y hoja caduca, como así ocurre con el roble. A<br />

esta primera referencia se añade la apreciación de los<br />

característicos espejuelos y veteado del roble, visibles<br />

en el desgaste que presenta la policromía próxima a la<br />

lanzada del costado.<br />

Obtenido la materia prima el paso siguiente fue la<br />

construcción del volumen general que requería la<br />

obra. Gracias al amplio y minucioso estudio radiológico<br />

realizado, a la par de un cuidado análisis visual detallado,<br />

podemos establecer el proceso constructivo que<br />

el autor o autores siguieron en su elaboración. En este<br />

caso, se realizó un estudio radiográfico de toda su topografía,<br />

haciendo especial hincapié en diferentes zonas,<br />

caso de ambos hombros y cabeza. Para ello se recurrió a<br />

placas médicas de uso comercial aplicando la potencia,<br />

distancia y duración que aconsejan los diferentes estudios<br />

publicados al respecto de obras de arte, a lo que se<br />

añade la experiencia de los reconocidos profesionales<br />

que realizaron el presente apartado analítico.<br />

Del estudio de dichas placas se desprende que la imagen<br />

es maciza 26 y fue realizada mediante el tallado<br />

de una pieza de madera, posiblemente del corazón<br />

del tronco del roble, lo que explicaría el contraste de<br />

la zona media interior donde se observa un canal de<br />

finas líneas verticales más claras y que siguen la forma<br />

141<br />

Encrucijada


142<br />

Página anterior. Radiografía correspondiente al antebrazo y mano derecha.<br />

Detalle de la inserción de un fragmento de soporte. Fotografía: Jordy V.<br />

Visión posterior del hombro izquierdo donde se observa la inserción del perno de fijación.<br />

Fotografía: Jordy V.<br />

Página siguiente. Decoración de letras y franjas doradas en el perizoma. Fotografía: Jordy V.<br />

Encrucijada


ligeramente arqueada de la pieza. Ello puede interpretarse<br />

como su artífice condicionó el movimiento<br />

de la obra a la morfología del vástago en el que fue tallada.<br />

Este tablón central debió medir como mínimo<br />

en uno de sus lados la misma distancia que abarca la<br />

imagen de hombro a hombro, siendo la profundidad<br />

sustancialmente menor por lo que como en el caso del<br />

rostro –la parte más externa de la imagen-, requirió de<br />

la aplicación de otro fragmento de la misma madera<br />

para completar el volumen 27 , lo cual no descartamos<br />

también ocurrió con el bucle que se desgaja en el lado<br />

izquierdo 28 . Sobre este primer bloque, y ya avanzado<br />

los trabajos de talla, insertó posteriormente ambos<br />

brazos -igualmente ya muy desbastados en la madera-,<br />

para los que se valió de dos nuevo vástagos que<br />

abarcan no sólo los brazos sino también manos, dedos<br />

y los pernos que se insertan en las cavidades talladas<br />

en los hombros y que penetran profundamente en el<br />

torso 29 . Para afianzar la unión de los pernos interiores<br />

y evitar posibles separaciones y rotaciones, el escultor,<br />

valiéndose del trépano, atravesó ambos deltoides, pasando<br />

por el perno interior y aplicando un pasador de<br />

madera encolado, que con el tiempo se ha ido marcando<br />

en la parte frontal y posterior de la obra 30 .<br />

En pleno proceso del volumen y debido quizás a defectos<br />

en el soporte, ramas, nudos, fendas u otros,<br />

sabedor de los deterioros que estos ocasionan en la<br />

policromía, el artífice recurrió a su eliminación y<br />

aplicar pequeños injertos de madera como los que se<br />

localizan en la parte posterior de uno de los costados<br />

y en el lateral exterior del gemelo de la pierna izquierda;<br />

en ambos casos volvió a afianzar el injerto con<br />

pernos cilíndricos. Prácticamente terminada la talla,<br />

colocó la corona de espinas, valiéndose para ello de<br />

una gruesa rama, anclada en este caso con largos y<br />

finos clavos de forja de cabezas anchas y planas 31 .<br />

Para concluir con el trabajo de talla, podemos afirmar<br />

la diligencia de la que hizo gala su artífice, no<br />

sólo por lo ya comentado respecto a la selección y<br />

construcción de la pieza, sino en general al detenido<br />

trabajo anatómico, el trazado de venas y otros detalles<br />

que como veremos serán muy valorados a la hora de<br />

los procesos polícromo. También es oportuno señalar<br />

que pese a lo cuidadoso del trabajo escultórico, éste<br />

no difiere sustancialmente de otras piezas que hemos<br />

podidos estudiar de igual procedencia. Estos son los<br />

casos del magnífico “Cristo en la roca”, perteneciente<br />

a los Museos Reales de Arte e Historia de Bruselas<br />

(número de inventario 5967), donde, además de la<br />

semejanza formal y estilística, se repiten algunos de<br />

las fórmulas descritas para el crucificado canario 32 , o<br />

aquel otro de igual iconografía, aunque denominado<br />

como “Cristo sobre la piedra fría”, que, atribuido a<br />

la Escuela de Lovaina 33 , vuelve a poner de manifiesto<br />

la calidad de la factura escultórica y material de los<br />

talleres nórdicos.<br />

El proceso polícromo<br />

Como no podía ser de otra forma y más aún tratándose<br />

de obradores flamencos, a la aludida calidad de<br />

la talla se suma el cuidado de su policromía, lo cual<br />

en este caso tiene como valor añadido el conservase<br />

-pese a los barnices y betunes que la enmascaran parcialmente-,<br />

en casi su totalidad, dato este que añade<br />

aún más valor a la obra en vista de la relativa escasee<br />

de imágenes de este origen que conserven sus cromatismos<br />

originales.<br />

Descritos los procesos del soporte, nos adentramos<br />

ahora en la estratificación de los trabajos polícromos<br />

siguiendo su proceso natural, valiéndonos principalmente<br />

para ello de la amplia documentación aportada<br />

por los análisis físicos-químicos de varias de las<br />

muestras obtenidas. No identificada la capa aislante<br />

de cola que usualmente debe aplicársele a la madera<br />

antes del aparejo para evitar con ello la absorción del<br />

aglutinante de este primer estrato, esta función es asumida<br />

por una primera mano del propio aparejo muy<br />

143<br />

Encrucijada


ica en cola animal y con cargas de creta y tierras de<br />

tonalidad ocre, lo que le da una apariencia parda clara.<br />

De destacar es la aparición de la creta, carbonato cálcico<br />

de origen animal, frente a otros materiales como<br />

sulfatos o diferentes carbonatos más usuales en las escuelas<br />

escultóricas española o americana. Esta singularidad<br />

que distingue parte de la producción flamenca<br />

de los siglos XV y XVI, se ha convertido en un punto<br />

de referencia a la hora de abordar el análisis y catalogación<br />

de obras de este origen, más aún cuando en<br />

muchas ocasiones las piezas nórdicas fueron referente<br />

para los escultores españoles, planteándose en diversas<br />

ocasiones problemas en su catalogación. En este sentido<br />

hemos de mencionar el riguroso estudio que centrado<br />

en la escultura de origen flamenco se conserva<br />

en la isla de La Palma, Canarias, abordó como uno de<br />

los argumentos para su catalogación la identificación<br />

de creta en el aparejo de muchas de las esculturas estudiadas<br />

34 , descartando con ello su posible origen en un<br />

temprano taller insular hispano-flamenco, siguiendo<br />

las maneras de las obras de importación 35 .<br />

144<br />

Sobre aquella primera mano y como parte del aparejo,<br />

se aplicó otro nuevo estrato con menor cantidad<br />

de cola animal y mayor protagonismo de la creta con<br />

algunas trazas de tierras y negro carbón, lo que no<br />

interfiere en la luminosidad y su consiguiente reflejo<br />

en los cromatismos superiores. Es interesante apuntar<br />

-en relación a lo que señalábamos anteriormente<br />

respecto de la importancia que se dio al trabajo de la<br />

talla-, como en varias ocasiones no aparece, o ha sido<br />

casi eliminado, este primer estrato formado por dos<br />

capas, lo que no debe interpretarse como un excesivo<br />

lijado, sino por el contrario, la valoración y cuidado<br />

que el policromador confirió a los volúmenes y sus<br />

detalles, lo cual tangencialmente nos indica la perfecta<br />

compenetración entre el trabajo de ambos artífices,<br />

escultor y pintor 36 . Concluido este primer estamento<br />

y sabedores de los problemas que acarrea la<br />

aplicación del color directamente sobre el aparejo sin<br />

aislarlo o el soporte que ha quedado a la vista por el<br />

Diferentes estratigrafías de correspondencias polícromas y de soporte, gracias a las cuales se ha<br />

podido constatar el proceso polícromo de la imagen y confirmar mediante la identificación de creta<br />

el origen flamenco de la obra.<br />

Encrucijada


eferido lijado, ya que la naturaleza de los materiales<br />

de esta última tienden a absorber los aglutinantes de<br />

la superior, con el consiguiente pérdida de adhesión y<br />

posterior desprendimiento, su artífice aplicó en toda<br />

la superficie un sellante a base de una generosa capa<br />

de cola animal que sirve tanto de aislante como de<br />

agarre para los estratos polícromos.<br />

fue progresivamente diluyéndose hacia una tonalidad<br />

verdosa, en este caso no por la degeneración natural<br />

del pigmento que al hidrolizarse se trasforma en malaquita<br />

(verde), sino por la penetración y oxidación de<br />

Acondicionada la imagen para recibir su color naturalista<br />

-alejado de la actual visión general donde prevalen<br />

las tonalidades muy oscuras producto de añadidos<br />

posteriores-, este presenta según las distintas partes de<br />

la obra un tratamiento diferente. Así, el primer estrato<br />

que se extiende sobre la capa aislante, aunque no<br />

de forma generalizada, posiblemente debido a que<br />

debió ser un recurso para matizar zonas de la anatomía,<br />

es una imprimación anaranjada, no regular en<br />

su cromatismo en busca de matices y efectos superiores,<br />

realizada al temple graso, ósea, aglutinado en una<br />

mezcla de huevo y aceite de linaza y donde las cargas<br />

identificadas son albayalde (blanco), minio (rojizo) y<br />

negro carbón. Ya entrados en el color final, en éste<br />

se mantuvo la misma emulsión anterior como aglutinante,<br />

aunque ahora el cromatismo de las carnaciones<br />

blanquecinas del cuerpo, que no blancas, se pintaron<br />

a partir de albayalde con cantidades variables de laca<br />

roja para insinuar lo sonrosado de la piel, y finalmente<br />

azurita en cantidades variables, para matizar veladuras<br />

y el efecto mortecino natural de un cuerpo ya sin vida<br />

como así representa el crucificado.<br />

145<br />

Frente al mayor cuidado en la policromía que corresponde<br />

a las carnaciones, en el paño de pureza su tecnología<br />

puede ser calificada como de simple, habida<br />

cuenta de que el propio tejido a imitar no requirió<br />

de un excesivo trabajo. Así, su color blanco se ejecutó<br />

valiéndose de la capa de aparejo, siendo suficiente<br />

la propia tonalidad de la creta. Aunque hoy en día<br />

es casi imperceptible la decoración que muestra esta<br />

prenda, en origen debió ser, pese a su sencillez, muy<br />

vistosa; compuesta por un galón de diferentes letras<br />

y símbolos, habituales es las decoraciones de las vestimentas<br />

flamencas, con sendas franjas de dorado al<br />

mixtión. Estas tipografías compuestas se pintaron<br />

directamente sobre el aparejo, mezclando azurita y<br />

albayalde con temple huevo como aglutinante. El color<br />

azul intenso que debieron tener dichos caracteres,<br />

Estratigrafía donde se observa con toda claridad<br />

la penetración de betunes a través de los<br />

estratos polícromos con el riesgo de desprendimiento<br />

de los mismos.<br />

Aplicación de diferentes métodos de análisis<br />

para la identificación de materiales constitutivos<br />

y añadidos.<br />

Encrucijada


146<br />

barnices superpuestos (amarillento) lo que acarreó el<br />

consiguiente cambio en su percepción cromática.<br />

Otro elemento aún si cabe más llamativo por su actual<br />

e imperceptible visión debido a los gruesos estratos<br />

de barnices y betunes, es el color original de<br />

la corona de espinas. Aunque si bien la visión actual<br />

es totalmente negra de aspecto butilaminoso, la realidad<br />

difiere sustancialmente de cómo fue concebida,<br />

ya que en origen es dorada con un estrato superpuesto<br />

ligeramente traslúcido de color grisáceo oscuro,<br />

que se nos asemeja a los habituales corlados. Para su<br />

ejecución se partió de un primer estrato anaranjado<br />

oscuro a base de minio de plomo con negro carbón<br />

mezclado en aceite de linaza, al que se le superpuso<br />

otra capa de la misma naturaleza y grosor, pero sin<br />

carbón, lo que le confiere una tonalidad más naranja<br />

y cuyo aglutinante actúa a su vez como mordiente<br />

para la fina lámina de oro posterior, la cual tanto por<br />

técnica –mixtión- como por su uso, no requirió de<br />

pulimentado. Sobre el dorado y aprovechando su luminosidad<br />

y refracción del metal, se extendió el referido<br />

color, compuesto de calcita (blanco) y gran<br />

cantidad de negro carbón, lo que le debe producir<br />

una apariencia, aunque oscura, no exenta de cierto<br />

contraste y brillo. Al respecto de este tipo de ejecución<br />

polícroma particular en la gruesa corona, ha de<br />

señalarse una hipotética y tangencial influencia en<br />

otra pieza local, caso de aquella que porta la imagen<br />

de Cristo de la Humildad y Paciencia de la iglesia de<br />

Santo Domingo. En este caso y gracias a su restauración,<br />

se descubrió que igualmente ésta policromada<br />

sobre dorado y con una luminosa corla verde, semejando<br />

el color natural de la rama.<br />

Antes de concluir es importante señalar por su carácter<br />

ilustrativo en cuanto a la percepción de colores<br />

e interacción de materiales añadidos, como, pese a<br />

tener una capa antigua de barniz 37 , lo cierto es que la<br />

tonalidad oscura y casi negra que se capta, más pronunciada<br />

según las zonas, caso del rostro, es resultado<br />

de una intervención. Si bien se ha llegado a defender<br />

este cromatismo como pátina y por lo tanto un efecto<br />

ya fuera de la degeneración natural del los materiales<br />

originales o un supuesto efecto buscado por el autor,<br />

la realidad a nuestro parecer está muy alejada de ambas<br />

propuesta. Podemos afirmar que este cromatismo<br />

de aspecto butilaminoso es, sin riesgo a equivocarnos<br />

y en base al resultado de los incontestables análisis físicos<br />

químicos, efecto de una intervención histórica,<br />

posiblemente debido al intento de enmascarar pérdidas<br />

de policromía y desgastes, tal vez del momento<br />

en que se repusieron los dedos faltantes a los que<br />

aludíamos. Ello queda confirmado al localizarse este<br />

oscuro estrato tanto directamente sobre el color original,<br />

como sobre restos del antiguo barniz e incluso<br />

adherido a la propia madera que ha quedado a la vista<br />

después de perder su policromado. Frente a lo que<br />

normalmente se evalúa como barnizados, en esta ocasión<br />

tanto por su grosor, hasta ochenta y cinco migras<br />

en algunas partes, como por composición, aceite de<br />

linaza más resina de conífera, y principalmente por la<br />

adición de pigmentos a base de tierras y betún, hace<br />

de esta capa un verdadero repinte, aunque como se<br />

puede observar con toda claridad sobre la obra, éste<br />

no es homogéneo ya que las continuas abrasiones y<br />

desgastes han dejado a la vista algunas zonas con el<br />

cromatismo original de la efigie. Al respecto y por<br />

su carácter demostrativo hemos de subrayar como<br />

en algunas muestras se distingue con toda claridad<br />

que esta oscura capa no debe ser tan antigua, ya que<br />

encontramos en los estratos originales los habituales<br />

craquelados penetrando por ellos este añadido. Añadir,<br />

como del mismo modo ha quedado constatado<br />

en la analítica, el hecho de que al presentar el referido<br />

barniz altas cantidades de betún, que es un material<br />

que siempre se mantiene fluido y penetrar, éste provoca<br />

desplazamientos de los estratos pictóricos que desembocan<br />

en su desprendimiento final.<br />

Para finalizar, queremos subrayar nuevamente el carácter<br />

científico de este estudio, cuya pretensión no<br />

es en ningún momento ni condicionar hipotéticas intervenciones<br />

ni entrar en polémicas, Su fin es, además<br />

de dar salida, como ya dijimos, a una documentación<br />

de primera mano y estrictamente rigurosa que corría<br />

el riesgo de quedar en el olvido, el aportar nuevos argumentos<br />

para aquellos interesados sobre la obra o el<br />

tema de la escultura flamenca, indistintamente de sus<br />

puntos de aproximación, un conocimiento pormenorizado<br />

de lo que es sin duda una obra de primera fila<br />

dentro del panorama escultórico ya no sólo insular,<br />

sino internacional.<br />

Encrucijada


Encrucijada<br />

147


148<br />

1 Una pormenorizada relación de la misma hace Constanza Negrín Delgado, “El Cristo de la Laguna y su probable origen brabanzón”,<br />

en Archivo Español de Arte, nº 267 (1994), pp. 292-294.<br />

2 Joaquín Yarza, Historia del Arte Hispánico. II. La Edad Media. Ed. Alhambra, 1978, p. 403.<br />

3 Fray Alonso de Espinosa, Del origen y milagros de N.S. de Candelaria que apareció en la isla de Tenerife, con la descripción de esta isla<br />

(1594). Imprenta y librería Isleña, Santa Cruz de Tenerife, 1984.<br />

4 Quizá convendría tener en cuenta al respecto que fray Bartolomé de Casanova redactó una Crónica de la provincia de San Diego<br />

de Canarias por mandato del padre Gonzaga, general de la Orden, conservada parcialmente en la Real Sociedad Económica<br />

de Amigos del País de Tenerife; vid. Diego Inchaurbe Aldape, Historia de los Conventos de Sta. Clara de La Laguna y de San Pedro<br />

Apóstol y San Cristóbal de Garachico. Imp. San Antonio, Sevilla, 1940, pp. 11-15.<br />

5 Fray Luis de Quirós, Milagros del Stmo. Cristo de La Laguna (1612), La Laguna, 1988.<br />

6 Atrás habría quedado entonces el puntual protagonismo que al menos en 1532 se otorgó por parte Concejo cuando, con motivo<br />

de la victoria sobre los turcos, se ordenó hacer una procesión con las cruces desde la iglesia de los Remedios hasta el convento franciscano<br />

de San Miguel de las Victorias, pero incorporando a la misma el Crucifijo que se encontraba en el convento agustino de la<br />

misma ciudad. Convendría asimismo tener en cuenta que, como era lógico entonces, el propio edifico concejil disponía, al menos<br />

desde 1515, de un Crucifijo ante el que se efectuaban los juramentos. Vid. Acuerdos del Cabildo de Tenerife (1497-1507). Edición<br />

y estudio de E. Serra Rafols, Instituto de Estudios Canarios, 1996, 8 de junio de 1515.- En 1549 el Cabildo acordó adquirir en<br />

Sevilla una serie de ornamentos y “un dosel de guademeçil, que tenga un crucifijo en medio e la imagen de Ntra. Sra. e de San Juan a<br />

los lados, que sea de la medida que se enviare”. Seguramente no habría llegado a buen fin el encargo que se hizo a Flandes en 1540<br />

para las nuevas edificio consistorial de “una imagen con sus dos puertas, que en medio tenga el crucifijo y el Señor San Miguel a la mano<br />

derecha y el Señor San Cristóbal a la mano izquierda, e que sea suntuoso e bueno e de muy buena mano, que cueste hasta doce o quince<br />

ducados”. Vid. Acuerdos del Cabildo de Tenerife (1525-33). Edición y estudio de L. de la Rosa y M. Marrero, Instituto de Estudios<br />

Canarios, 1986, 31 de enero de 1549 y 21 de mayo de 1540.<br />

7 Parece ser que entró en el convento franciscano, temporalmente cedido a las MM. Clarisas, en torno a 1550; vid. Diego Inchaurbe<br />

Aldape, op. cit., pp. 188-189.<br />

8 Pocos son los datos que avalan la antigüedad de la Cofradía; en las constituciones de la Venerable Esclavitud se afirma que fue<br />

fundada “antes del concilio de Trento”, pero no es hasta 1608 cuando hay noticia de su prioste, el regidor Cristóbal Trujillo de la<br />

Coba. Vid. Buenaventura Bonnet y Reverón, El Santísimo Cristo de La Laguna y su culto. Pontificia, Real y Venerable Esclavitud<br />

del Santísimo Cristo de La Laguna, 1985 (2ª ed.), pp. 136-137. Señala este autor que la Cofradía fue absorbida por la Esclavitud<br />

y que le convenía estar vinculada a ella porque así quedaba “exenta de las visitas de los Obispos, ya que fue creada con anterioridad al<br />

concilio de Trento” (Ibídem, p. 139).<br />

9 Juan Núñez de la Peña, Conquista y antigüedades de las islas de la Gran Canaria, y su descripción. Universidad de Las Palmas de<br />

Gran Canaria, 1994, pp. 498-501.<br />

10 Recuérdese que en 1503 se produjo el asedio del castillo de Salça por las tropas francesas.<br />

11 Tomás Marín y Cubas, Historia de las Siete Islas de Canaria. Real Sociedad Económica de Amigos del País, Las Palmas de Gran<br />

Canaria, 1986, pp. 250-251.<br />

12 Falleció en Flandes en 1556 y nunca se llevó a efecto aquella capilla mayor, que había querido convertir en el panteón de su<br />

familia donde, hubiese cuatro bultos de alabastro que representasen a los Adelantados que le precedieron, a su esposa y a él mismo,<br />

así como las armas de su linaje. Vid. Carlos Gaviño de Franchy, “El retrato y las artes gráficas en Canarias”, en Catálogo de la<br />

Exposición Arte en Canarias. Siglos XV-XIX. Una mirada retrospectiva. Gobierno de Canarias, 2001, p. 323.-<br />

13 Buenaventura Bonnet y Reverón, op. cit., p. 150.- Carlos Rodríguez Morales, Introducción y notas al libro recopilatorio de los<br />

artículos que Pedro Tarquis dedicó a El Cristo de la Laguna y su Santuario. Real, Pontificia y Venerable Esclavitud del Santísimo<br />

Cristo de La Laguna, 2008, p. 206.<br />

14 Archivo Municipal de La Laguna, O.139.6.<br />

15 Francisco J. Galante Gómez, El Cristo de La Laguna. Un asesinato, una escultura y un grabado. Ayuntamiento de La Laguna,<br />

Cabildo de Tenerife, Gobierno de Canarias, Pontificia, Real y Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna, 1999.<br />

16 Universidad de La Laguna, Biblioteca de Humanidades, Fondos Especiales, P.V.96 , p. 10. Se trata de una relación de méritos<br />

propios y familiares para acceder al cargo de Juez de Indias. El hecho lo destaca al hablar de su tercer, Bartolomé Benítez de las Cuevas,<br />

añadiendo que fue uno de los treinta cuatro “sujetos de los más nobles autorizados y hacendados” que erigieron la Esclavitud.<br />

17 Francisco J. Galante Gómez, op. cit., p.77.<br />

18 José María Argibay, Librito Que contiene una sucinta noticia del origen de la antigua, respetable y prodigiosa Imagen del Santísimo<br />

Cristo, TITULADO DE LA LAGUNA, según consta de los Sres. Historiadores de estas Yslas, Núñez de la Peña y Viera, como así mismo de la<br />

piadosa significación de las misteriosas letras gravadas en el paño que envuelve su cintura. Imprenta Isleña, Santa Cruz de Tenerife, 1867.-<br />

Vid. Asimismo Dámaso Quesada y Chaves, Canaria ilustrada y puente americano. Instituto de Estudios Canarios, 2007, p. 251.<br />

19 Ibídem, p. 17.- Hemos de indicar aquí la propuesta que hizo Lorenzo Santana Rodríguez en relación a otro posible patrocinador<br />

de la imagen, el flamenco Juan de Wilte, en sendos artículos que bajo el título “El origen del Santísimo Cristo de La Laguna y de<br />

su devoción”, en Fiestas del Cristo de La Laguna, 2000 y 2001.<br />

Encrucijada


20 José Rodríguez Moure, Datos históricos y novena del SSMO. Cristo de La Laguna. Imprenta Curbelo, La Laguna, 1930 (2ª ed.),<br />

pp. 9-12.<br />

21 Buenaventura Bonnet y Reverón, op. cit.- Hemos de indicar que los aspectos históricos y artísticos no dejarán de interesar a<br />

partir de entonces; buena prueba de ello es la serie de artículos publicados en la prensa local en los años sesenta por Pedro Tarquis y<br />

que, recientemente han sido recopilados en una edición anotada por Carlos Rodríguez Morales y patrocinada por la Esclavitud del<br />

Santísimo Cristo de La Laguna, op. cit.<br />

22 Mª Rosa Alonso, “El Marqués de Lozoya en Tenerife. En torno a su visita”, en Revista de Historia, nº 63 (1943).- El primero que<br />

se manifestó con respecto a su posible datación fue José Rodríguez Moure, quien afirmó “que examinada la imagen se le ven señales<br />

que demuestran haber sido ejecutada mucho antes de los comienzos del siglo XVI, ápoca en la que fue traída a Tenerife”, op. cit., 8.<br />

23 Constanza Negrín Delgado, op. cit.<br />

24 Ibídem.<br />

25 Francisco J. Galante Gómez, op. cit.<br />

26 En nuestros estudios de otras piezas de similar morfología hemos podido comprobar que es habitual el tallado de estas obras a<br />

partir de un bloque macizo, sin que podamos considerarlo una generalidad, ya que otras obras de igual origen, caso del Cristo del<br />

Amparo, Real Santuario de Nuestra Señora de las Nieves, La Palma, Islas Canarias, muestran el característico ahuecado interior,<br />

tanto de la cabeza como del torso, común en la imaginería española. Aún así, es fácilmente deducible que los escultores flamencos<br />

no eran excesivamente prolíficos a la hora de construir complicados embones, lo cual en su caso es factible gracias a la cuidada<br />

selección y calidad de la madera. Como se puede constatar en infinidad de obras de la misma procedencia, cuando la pieza era<br />

para retablo se tallaba únicamente por la parte que sería visible, dejando la zona posterior ahuecada, eliminándole gran parte del<br />

soporte, evitando con ello un excesivo peso y posteriores deterioros ocasionados por los movimientos naturales del soporte y su<br />

repercusión en la visión general de la imagen. Una imagen en la misma localidad canaria que vendría a corroborar lo dicho es la de<br />

Nuestra Señora de los Dolores, titular de su templo hospitalario, a la cual en una intervención posterior debió añadírsele la tapa de<br />

cerramiento que en la actualidad presenta.<br />

27 Comparando el tipo de veta de la madera con respecto al resto del cuerpo, podemos apreciar una diferencia que corresponde<br />

a distintas partes de la madera, por lo que es de suponer que el rostro fuese realizado con el añadido de otro fragmento, siendo<br />

ensamblado a artista viva, y usándose la corona como cinchado.<br />

28 Como se puede observar con toda nitidez en las placas correspondientes, en algún momento de la historia de la obra, y posiblemente<br />

debido tanto a la fragilidad del mismo como a la constante manipulación de la obra, este bucle se fracturó, no estando<br />

pegado y anclado correctamente, encontrándose sujeto por un burdo cable metálico lo que no impide que se mueva, aunque sin<br />

correr riesgo de desprenderse.<br />

29 Esta afirmación se constata al no encontrar uniones ni remarcadas en el soporte como es habitual, ni en el minucioso estudio<br />

visual ni en las placas radiográficas, lo que si ocurre con los dedos pulgar, índice y anular de la mano izquierda, los cuales se deben<br />

a una intervención de restauración histórica, no presentando ni el mismo contraste ni resto alguno de policromía.<br />

30 Al respecto de estos pasadores, no se descarta su posible rotura interna lo que explicaría que se marque y sobresalga ligeramente<br />

por ambos lados.<br />

31 Esta es la única ocasión donde creemos los elementos metálicos deben ser originales, al contrario de otros, también localizados<br />

en la corona o en los pies, y cuya forma los delata industriales. En relación a los sistemas de ancle tanto del propio Cristo a la Cruz<br />

como del sóleo a la cabeza, no descartamos que sean originales, realizados en metal a modo de orquilla.<br />

32 Esta imagen la pudimos apreciar detalladamente con motivo de la exposición; El esplendor de Flandes. Arte de Bruselas, Amberes<br />

y Malinas en los siglos XV-XVI. Auspiciada por la Fundación “La Caixa” que recorrió entre abril de 1999 y enero de 2000 varias<br />

ciudades españolas. La obra figura en el catálogo homónimo con el número 29, p. 76.<br />

33 Expuesta en la muestra; Lumen Canariense. El Cristo de La Laguna y su tiempo. Celebrada en San Cristóbal de La Laguna, Tenerife,<br />

del 4 de noviembre de 2003 al 15 de enero de 2004. La pieza figura en el tomo II del catálogo homónimo con el número<br />

82, p. 182.<br />

34 AAVV, El frutos de la Fe: el legado artístico de Flandes en la isla de La Palma, Cabildo de La Palma, Fundación Carlos de Amberes,<br />

Madrid, 2005.<br />

35 Estas atribuciones, basadas principalmente en estudios formalistas, fueron planteada como apartado “Los inicios en Canarias de<br />

una reflexión crítica sobre modelos foráneos” en el catálogo de la exposición homónima; AAVV, Lumen Canariense. El Cristo de La<br />

Laguna y su tiempo, tomo II, La Laguna Tenerife, noviembre de 2003, enero de 2004, pp. 274-290.<br />

36 Como se puede observar en la propia superficie de la obra, concretamente en su parte posterior, la textura, casi sin ligar, nos<br />

indica como su autor no reparó tanto en esta zona, entendiendo que lo que prevalece es la visión frontal de la pieza.<br />

37 Éste quizás no corresponda al original ya que está documentado al menos un rebarnizado de la obra, y cuya oxidación ya en<br />

su tiempo debió iniciar quizás la leyenda del Cristo moreno, identificado mediante las cromatografías como aceite puro de linaza.<br />

Al respecto de la intervención de barnizado histórico se tiene documentado en 1608. Recogido por Francisco J. Galante Gómez,<br />

citando a Núñez de la Peña, “El Cristo de La Laguna. Un asesinato…”, op. cit. p. 118.<br />

149<br />

Encrucijada

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