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Revista Quid N°51

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El infierno de Dante, de William Blake (1827)<br />

Año 8 | Número 51<br />

abril - mayo 2014<br />

CONSEJO EDITORIAL<br />

Adolfo de Vincenzi<br />

Jorge González<br />

Luz Henríquez<br />

Antonio Dalto<br />

DIRECCIÓN<br />

Jorge González<br />

EDICIÓN<br />

Carla Pandolfo<br />

COORDINACIÓN<br />

Hugo Cayssials<br />

Melina Dorfman<br />

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN<br />

Raúl Bruno | Preciada Imagen, Inc.<br />

FOTOGRAFÍA<br />

Silvana Sergio<br />

CORRECCIÓN<br />

Esteban Bertola<br />

COLABORAN EN ESTE NÚMERO<br />

Florencia Álvarez, Laura Berti, Juan Manuel Cibeira,<br />

Antonela de Alva, Horacio de Dios, Eduardo Dubains,<br />

María Inés Falconi, Carlos Dante García,<br />

Marina García, Martín Garrido, Nancy Giampaolo,<br />

Silvia Hopenhayn, Nadia Koval, Roger Alan Koza,<br />

Christian Kupchik, Mauro López Oyanarte,<br />

Felipe Pigna, Gabriel Rolón, Lucila Rolón,<br />

Emilia Simison, Damián Tabarovsky,<br />

Maximiliano Tomas, Mónica Tracey, Esteban Ulrich,<br />

Sergio Varela y Gonzalo Villamayor.<br />

PUBLICIDAD Y REDACCIÓN<br />

Tel.: 4943-8219/22<br />

Patagones 2463 | c1282aca | CABA<br />

Correo: revistaquid@ilhsa.com<br />

Web: yenny-elateneo.com / Sección <strong>Quid</strong><br />

REVISTA QUID<br />

Grupo Ilhsa S.A. es propietaria de <strong>Quid</strong>, publicación de<br />

Yenny y El Ateneo. Queda prohibida la reproducción<br />

del contenido de esta publicación, aun mencionando<br />

la fuente.<br />

Los editores no son responsables por las opiniones<br />

vertidas por los colaboradores, entrevistados, las notas<br />

firmadas y el contenido de los mensajes publicitarios.<br />

Registro Nacional de la Propiedad Intelectual<br />

Nº 506670. ISSN 1669738-3.<br />

Distribución en locales Yenny y El Ateneo de la Ciudad<br />

de Buenos Aires, GBA e interior del país.<br />

Fue el segundo de los cinco hijos de un lencero moderadamente próspero.<br />

A los nueve años comenzó a tener visiones: un árbol lleno de ángeles con sus<br />

brillantes alas resplandeciendo como estrellas en cada rama y figuras angélicas que<br />

se movían entre campesinos segando un campo.<br />

Sus padres accedieron al pedido del niño de no ser enviado a la escuela. En su<br />

lugar, asistió a una academia de dibujo. Tras siete años de aprendizaje montó su<br />

taller de grabado y a los 25 se casó con la hija analfabeta de un hortelano. Aunque<br />

su padre se opuso al enlace por considerar que la joven era de una clase más baja<br />

que la de su familia, el matrimonio fue feliz. A ella le enseñó a leer y a escribir y se<br />

convirtió en su compañera de trabajo, incluso aprendió a imprimir<br />

sus grabados.<br />

Más tarde tomó a su hermano menor como aprendiz en el taller, al cabo de dos<br />

años este murió y él vio cómo se separaba el Espíritu de su cuerpo dando palmas<br />

de alegría.<br />

Alguna vez escribió: “El hombre que nunca cambia de opinión es como el agua<br />

estancada: engendra reptiles de la mente”.<br />

A los 52 años expuso sus grabados y poemas y mereció sólo una reseña:<br />

“Un desgraciado lunático… unos pocos dibujos lamentables… un fárrago de<br />

sinsentido…”.<br />

William Blake murió a los 70 años, sentado en su cama, cantando sus propias<br />

canciones de dicha y alabanza.<br />

Disfruten este nuevo número de <strong>Quid</strong>.<br />

Adolfo de Vincenzi<br />

Director General<br />

Grupo Ilhsa


NUESTRA PORTADA<br />

Dalí, 1946.<br />

Philippe Halsman<br />

(1906-1979)<br />

Halsman nació en<br />

Letonia, en el seno de<br />

una familia judía. A los<br />

22 años fue acusado<br />

públicamente de haber<br />

asesinado a su padre,<br />

Morduch, quien había<br />

caído durante una excursión<br />

campestre en los alpes austríacos. Fue llevado a juicio y,<br />

aunque no había pruebas, fue condenado a cuatro años de cárcel.<br />

Gracias a la ayuda de Sigmund Freud, Thomas Mann y Albert<br />

Einstein, fue liberado a los dos años y emigró a París, donde trabajó<br />

como fotógrafo independiente para la revista Vogue. Cuando<br />

estalló la Segunda Guerra Mundial emigró a Estados Unidos<br />

con la ayuda de Einstein. Allí desarrolló su técnica de jumping<br />

style y fotografió a cientos de famosos además de realizar portadas<br />

para la revista Life. En un salto, decía “la máscara se cae. La<br />

persona real se hace visible”.<br />

Misceláneas<br />

Sobre ruedas<br />

Nuevo Extremo acaba de publicar Mi vida<br />

en bicicleta, una biografía de la astrofísica<br />

italiana Margherita Hack, quien fuera la<br />

directora del Observatorio astronómico<br />

de Trieste, colaboradora de la Agencia<br />

Espacial Europea. El asteroide 8558 Hack,<br />

descubierto en 1995, recibió ese nombre<br />

en su honor. En este libro, cuenta su amor<br />

por las bicicletas, desde su triciclo hasta su<br />

primera bicicleta de carreras, pasando por su resistencia al fascismo,<br />

la universidad, sus logros profesionales y sus eternos paseos<br />

por su Florencia natal.<br />

Travesías<br />

Para no perderse detalle, De Dios Editores,<br />

acaba de lanzar Europa. 20 ciudades<br />

imperdibles. Son ellas: Ámsterdam, Atenas,<br />

Barcelona, Berlín, Bilbao, Brujas, Budapest,<br />

Dublín, Edimburgo, Estambul, Florencia,<br />

Lisboa, Londres, Madrid, Milán,<br />

París, Praga, Roma, Venecia y Viena.<br />

Desde los rincones preferidos de Kafka en<br />

Praga hasta la tienda concepto más vanguardista<br />

de París. En cada destino, la información básica para<br />

conocer el doble gastando la mitad.


LA RECOMENDACIÓN DEL LIBRERO<br />

En Japón, durante los años sesenta, un hombre gordo de treinta<br />

y cuatro años, tras haber estado al borde de la muerte, se recupera<br />

del shock. Los sucesos lo impulsan a indagar un secreto<br />

familiar. Su progenitor proyectó en él la sombra de la locura,<br />

impidiéndole reconciliarse con el pasado y convulsionando su<br />

presente y futuro. Kenzaburo Oé titula a este cuento “Dinos<br />

cómo sobrevivir a nuestra locura” y da nombre uno de sus libros<br />

más importantes.<br />

Seguidor de Dante, Erasmo y Rabelais, de los grandes humanistas<br />

del Renacimiento, apasionado<br />

lector del Quijote, Oé manifestó<br />

siempre su adhesión al personaje<br />

de Sancho Panza: la locura se desdobla<br />

en su propio escudero, que<br />

lo secundará como una sombra<br />

para suplicarle desde el fondo de<br />

la propia alienación, igual que el<br />

hombre gordo del relato que encontramos<br />

aquí: “¡Oh, te lo suplico,<br />

dime cómo sobreviviremos todos a<br />

nuestra locura!”.<br />

Varios aspectos del cuento rozan lo<br />

autobiográfico: el hijo deficiente y<br />

condenado, el cáncer que avanza, la imposibilidad metafísica de<br />

producir un cambio y situarse en ese otro lugar que no es ahora.<br />

Se trata de un texto sórdido y crudo, aunque en él subyace un<br />

hilo finísimo que moviliza aspectos profundos de la sensibilidad<br />

del lector. Además de las referencias al Quijote, por ejemplo, el<br />

título contiene elementos que pueden ubicarse dentro del universo<br />

religioso japonés. La declamación “Dinos cómo sobrevivir<br />

a nuestra locura” puede leerse también como una expresión<br />

de deseo dirigida a un padre o sabio, por alguien que anhela el<br />

acceso a una sabiduría trascendental. Así, estas ansias surgidas<br />

ante lo ineludible, también reflejan una plegaria u oración. En<br />

este sentido, Oé plasma en la escritura su intento personal de<br />

enfrentar el destino. El personaje que rompe su propio karma<br />

consigue hacer emerger el coraje del humanismo. La muerte, la<br />

enfermedad, la descendencia, la frustración o la soledad, están<br />

presentes a lo largo de todo el cuento, pero tras el cinismo y la<br />

crudeza del narrador, se entrelee la mirada valiente y esperanzadora<br />

del escritor.<br />

Henry Miller lo elogió: “Kenzaburo Oé es un legítimo heredero<br />

de Dostoievski”. Tal como en las grandes obras del escritor<br />

ruso, el personaje central de este cuento vive un problema<br />

nodal de la cultura de su pueblo. Cuando el libro se publicó por<br />

primera vez en Japón (1969), el país se encontraba en un momento<br />

clave de la crisis posterior a la Segunda Guerra Mundial.<br />

La imagen paternalista del Emperador, derrocada y prohibida<br />

veinte años atrás, provocaba un vacío de sentido y una brecha<br />

generacional en el pueblo japonés, haciendo que el pasado, el<br />

presente y el futuro del pueblo cayeran en un abismo y necesitaran<br />

de escrituras urgentes como esta. El calibre de Oé le permitió,<br />

en el año 1994, recibir el Premio Nobel de Literatura.<br />

Mauro López Oyanarte<br />

30 AÑOS<br />

DE CENSURA<br />

DE NUESTRO<br />

CINE<br />

Un libro para entender<br />

las dificultades vividas por<br />

el cine argentino en la etapa<br />

que va desde 1946 a 1976.<br />

www.editorialcapin.com.ar


Nota<br />

de tapa<br />

El que lucha con monstruos<br />

debe tener cuidado de<br />

no convertirse a su vez<br />

en monstruo.<br />

Si miras durante mucho<br />

tiempo al fondo del abismo,<br />

el abismo terminará<br />

por entrar en ti.<br />

Friedrich Nietzsche<br />

El loco recuerda a cada uno<br />

su verdad.<br />

Michel Foucault<br />

o8<br />

La piedra<br />

DE LA LOCURA<br />

Por Christian Kupchik*<br />

I<br />

Secuencia 1. En un pueblito del norte de Francia, en octubre,<br />

1918, últimos días de la Primera Guerra Mundial, el soldado<br />

Charles Plumpick es comisionado por sus jefes para desactivar<br />

las supuestas bombas que dejaron regadas los alemanes durante<br />

su retirada. Plumpick llega a la ciudad y descubre que fue abandonada<br />

no sólo por los alemanes, sino también por sus propios<br />

habitantes, que sospechan la inminencia del desastre. Pero la<br />

desolación no es absoluta. Un puñado de pacientes del manicomio<br />

del pueblo, deambula con alegría y espíritu libertario<br />

por las calles desiertas y dan la bienvenida al soldado británico,<br />

nombrándolo con el título de “Rey de Corazones”. Pendiente<br />

de alcanzar su objetivo sin despertar el pánico, Plumpick jugará<br />

a contrarreloj el doble rol como rey de los locos y desactivador<br />

de bombas, buscando una en particular que los alemanes dejaron<br />

escondida y que puede estallar en cualquier momento.<br />

Secuencia 2. A finales del siglo XIX, un lord británico, Earl


de Gurney, muere accidentalmente en una ridícula sesión de<br />

asfixia autoerótica. Su puesto en el Parlamento así como su<br />

herencia pasa a las manos de su hijo, Jack Arnold Alexander<br />

Tancred Gurney. Todo parece ir bien, salvo por un pequeño<br />

detalle: Jack es un esquizo-paranoide convencido de ser Dios.<br />

Luce largos cabellos y barba, viste un traje blanco y duerme en<br />

una cruz. Mientras la familia intenta ocultar al mundo el mal<br />

y ver la manera de curar o destituir al heredero, el inestable<br />

Jack arrastra a su pequeño entorno hacia un estado de vodevil<br />

enloquecido. Jack se enamora de la Dama de las Camelias (en<br />

verdad, una prostituta a quien los familiares contrataron para<br />

intentar curarlo por medio del sexo), sigue dando rienda suelta<br />

a su personaje que, poco a poco, y a medida que vuelve a “la<br />

normalidad”, asume su responsabilidad en el poder confundido<br />

en otro rol: el de Jack the Ripper, el Destripador. Sus discursos<br />

públicos bajo esta piel tienen mucha más aceptación que los<br />

que declamaba como Dios.<br />

Secuencia 3. En los Estados Unidos de finales de los 60, Randle<br />

McMurphy, un espíritu libre que experimenta con todo<br />

tipo de drogas y vive a contracorriente, es condenado por asalto.<br />

Para eludir los rigores de la cárcel, se hace pasar por loco:<br />

según su versión, lo condenaron porque pelea y tiene demasiado<br />

sexo. De manera tal que es recluido en un rígido hospital<br />

psiquiátrico dirigido por Ratched, una sádica y todopoderosa<br />

enfermera. McMurphy, vital, generoso, amoral y rebelde, librará<br />

desde el instante mismo de su llegada una guerra sin cuartel<br />

contra la Gran Enfermera y su sistema represivo. Las batallas<br />

serán divertidas y cruentas; algunos internos perderán en ellas<br />

la vida, y otros descubrirán los encantos del sexo, la bebida, la<br />

libertad y la rebelión permanentes. La inevitable guerra entre<br />

los pacientes y el personal de la clínica, acabará con resultados<br />

catastróficos para todos.<br />

Estas tres secuencias presentan varios rasgos en común. Para<br />

comenzar, las tres se permiten presentar una historia sobre la<br />

locura, y las tres sirvieron de base a respectivas películas que en<br />

su momento trascendieron y abrieron un fuerte debate sobre<br />

el tema. La primera se llamó Le roi de coeur (Rey por inconveniencia,<br />

Francia, 1966), de Philippe de Brocca. La segunda<br />

se trata de The ruling class (La clase dirigente, Gran Bretaña,<br />

1972), de Peter Medak. Y la tercera, quizá la que aún más se<br />

recuerda, es One Flew Over the Cuckoo’s Nest (Alguien voló<br />

sobre el nido del cucú / Atrapado sin salida, Estados Unidos,<br />

1975), de Milos Forman basada en una novela de Ken Kesey.<br />

Es decir, los tres films confluyen en una misma línea de tiempo<br />

y en una mirada crítica de la locura enfrentada a los condicionantes<br />

sociales: Rey por inconveniencia muestra que la pequeña<br />

sociedad de enfermos mentales es mucho más lúcida que la<br />

locura bélica planteada por las grandes potencias. En el caso de<br />

la obra de Medak, el personaje de Jack (un inolvidable Peter<br />

O’Toole) componía desde su delirio una implacable denuncia<br />

contra la sociopatía rígida y represiva de la clase gobernante<br />

inglesa. Y por último, el film de Forman se rebela contra la<br />

institucionalización de la locura y todo lo que representan las<br />

prácticas tradicionales en los centros psiquiátricos.<br />

Es decir, a partir de estas obras estéticas se pretende, en un<br />

lapso de diez años, revisar a fondo cuál es la significación de la<br />

locura confrontada a un contexto social que, sólo a lo largo del<br />

siglo XX, abundó en todo tipo de conductas que condujeron a<br />

enormes genocidios, campañas de destrucción y aberraciones<br />

que degradaron al género humano. Y lo que es peor: esto se<br />

hizo en nombre de una supuesta racionalidad, de una lógica difícil<br />

de explicar. Estas películas dejaron muy en claro estas contradicciones<br />

y, cuanto menos, instaron a ver la “locura” desde<br />

otra óptica, más humanizada si se quiere. Una nueva corriente<br />

de simpatía intentó asimilar a “los desadaptados” como dueños<br />

de otra verdad.<br />

En nuestro país, Astor Piazzolla y Horacio Ferrer homenajearon<br />

a Rey por inconveniencia con su Balada para un loco<br />

(1969), que abriría un nuevo camino al tango canción. En 1973,<br />

Luis Alberto Spinetta, deja uno de sus más maravillosos legados<br />

(entre tantos) con su sexto álbum, un disco que ya desde<br />

su presentación sorprende al no responder la cubierta a la tradicional<br />

cuadratura que envuelve al círculo, sino que presenta<br />

aristas aladas. El título no es menos revelador: Artaud.<br />

Por entonces, a excepción de algunos pocos entendidos, no<br />

eran muchos quienes podían identificar el nombre del álbum<br />

con el de Antonin Artaud (1896-1948), poeta, actor, teórico del<br />

teatro, artista plástico y un genio absoluto del arte contemporáneo.<br />

Fue una figura central del surrealismo, aunque luego rompió<br />

con el movimiento. Tanto su propuesta artística como sus<br />

reflexiones en diversos campos se distinguieron por una fuerza<br />

expresiva singular, además de una implacable lucidez. Lo más<br />

extraño es que Artaud, quien en su búsqueda estética experimentó<br />

no sólo en diversos campos del conocimiento (desde las<br />

religiones indígenas en México a la numerología y la astrología),<br />

sino también con diversos alucinógenos –el peyote, entre los<br />

más conocidos–, a lo largo de su vida se vio perseguido por el<br />

dolor físico y ciertos rasgos paranoicos que lo obligaron a pasar<br />

largas estancias periódicas en diversas instituciones mentales,<br />

cuyo ejemplo más prolongado y trágico fueron los nueve años<br />

que vivió encerrado en El Havre, Villejuif y Rodez, de 1937 a<br />

1946, sometido a un tratamiento de terapia electro-convulsiva<br />

que acabará por hundirlo físicamente. Luego, sus amigos lograron<br />

sacarlo y volvió a París, donde vivió durante tres años. En<br />

1947 publicó el ensayo Van Gogh el suicidado de la sociedad,<br />

galardonado al año siguiente con el Prix Saint-Beuve de ensayo.<br />

En 1948 produjo el programa radial Para acabar con el Juicio<br />

de Dios, el cual fue censurado y sólo sería transmitido en la década<br />

del 70.<br />

La aparición del disco de Spinetta disparará una verdadera euforia<br />

en torno a Artaud. Sus libros serán traducidos y reimpresos,<br />

y comienza a extenderse, sobre todo en los ambientes jóvenes<br />

y artísticos, cierta visión romantizada en relación a la locura.<br />

Y aun cuando la crítica social respecto a la interpretación de “lo<br />

sano” y “lo enfermo” no admite muchas dudas, también se escuchan<br />

algunas voces que advierten acerca del peligro de banalizar<br />

la locura. Enrique Pichón Riviére, fundador de la Escuela de<br />

Psicología Social, quien se ocupó del tema en algunos artistas,<br />

como Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont, será taxativo al<br />

afirmar: “Artaud es grande pese a su locura, no por ella”.<br />

o9


1o<br />

II<br />

Una piedra en la cabeza, una condena del alma, una posesión<br />

diabólica, un encantamiento, un delito, una conducta antisocial,<br />

un vicio... Todas estas variables y muchas más aún han<br />

definido a la locura a lo largo de la historia e incluso, algo sorprendentemente,<br />

algunos de estos calificativos han perdurado<br />

hasta no hace mucho. Durante buena parte de la historia de la<br />

humanidad y en la mayoría de las civilizaciones, a los trastornos<br />

psíquicos se los ha considerado una condena; a los enfermos,<br />

culpables; y a los encargados de su atención, inquisidores, cuya<br />

misión era librar a la sociedad del Mal.<br />

La locura es definida y tratada en cada cultura y en cada época<br />

histórica de forma particular, de acuerdo con las ideas hegemónicas<br />

de su tiempo. La locura no es un dato objetivo, sino un<br />

dato histórico y social. En la Antigüedad, por ejemplo, se creía<br />

que la locura era sagrada, obra de los dioses o dáimones. Las<br />

divinidades enviaban la locura, como castigo o como venganza.<br />

En esta época, quienes sufrían el mal no eran culpabilizados<br />

por su trastorno, sino considerados como víctimas inocentes de<br />

fuerzas sobre las que no tenían control alguno.<br />

Con el advenimiento del cristianismo, la locura fue conceptualizada<br />

como sinónimo de pecado, de defecto moral. Se la<br />

consideró como el resultado de una posesión o un pacto con el<br />

diablo, como un efecto de la brujería, y por tanto el enfermo<br />

era considerado como alguien controlado por las fuerzas del<br />

Mal, para quien el único tratamiento posible era el exorcismo.<br />

En la Antigua Roma y luego en la Edad Media, el loco era un<br />

personaje singular, que se asociaba al mudo. Los locos extranjeros,<br />

sin sostén familiar, serán simplemente expulsados de la<br />

comunidad, muchas veces después de haber sido azotados o<br />

torturados de diversos modos.<br />

En la alta Edad Media, surge un enfoque “médico” de la locura.<br />

Se cree que los locos albergan una piedra en la cabeza –la piedra<br />

de la locura– responsable de su mal y se realizan operaciones<br />

quirúrgicas para extraerla, tal como lo inmortalizó Hyeronimus<br />

Bosch, el Bosco, en su famosa pintura. Lo absolutamente<br />

increíble es que este método salvaje se siguió implementando<br />

en pleno siglo XX: en 1935 el neurólogo portugués Egas Moniz<br />

instaló un procedimiento emparentado con el que se practicaba<br />

en la Edad Media: la lobotomía. Consistía en la destrucción de<br />

la conexión entre la corteza prefrontal con el resto del cerebro.<br />

Este método salvaje y por completo inútil, no sólo se reprodujo<br />

en muchos países sino que, insólitamente, Moniz obtuvo como<br />

recompensa el Premio Nobel de Medicina en el año 1949. Esta<br />

práctica bárbara se prolongó hasta 1965, fecha en que se practicó<br />

la última lobotomía.<br />

Con la llegada del Renacimiento los exorcismos y las trepanaciones<br />

se reemplazaron por un método más sencillo y práctico:<br />

se opta por erradicar a los locos, sacarlos de la ciudad, de las calles,<br />

del espacio público. Se los abandona en campos apartados<br />

o bien son librados a su suerte en un barco sin timón (stultifera<br />

navis). La locura que no se ve, no existe. Pero algo ocurre:<br />

los locos se multiplican o el espacio se achica, con lo cual la<br />

Edad Moderna trae una nueva modalidad de ocultamiento: el<br />

encierro en asilos y hospitales. En la actualidad, a los jóvenes<br />

afectados por una depresión profunda en Japón se los denomina<br />

hikikomori. Abrumados por las exigencias de la sociedad<br />

japonesa, se sienten incapaces de cumplir con el papel que se<br />

espera de ellos, se castigan con el autoaislamiento: pueden permanecer<br />

recluidos durante meses o incluso años.<br />

En el siglo XVIII comienza a darse un trato más humano a los<br />

enfermos mentales. En París, Philippe Pinel, director del asilo<br />

de La Salpêtrière, libera de sus cadenas a los enfermos allí<br />

confinados. Pinel explica el origen de las enfermedades mentales<br />

por la herencia y las influencias ambientales, a la vez que<br />

propone la creación de un cuerpo especializado de médicos,<br />

dedicados a la atención de los “alienados”. A partir de entonces<br />

–y se puede afirmar que hasta hoy– asistimos al desarrollo de<br />

toda una serie de terapias de diverso corte que atienden la enfermedad<br />

mental no sólo en lo que respecta a su subjetividad,<br />

sino también en relación a su entorno y las disfunciones a nivel<br />

social: el loco –más allá de las características que pueda asumir<br />

su patología– es estigmatizado como peligroso porque interpela,<br />

cuestiona, desafía la normatividad de una sociedad que muchas<br />

veces, encerrada en las contradicciones de su propia lógica,<br />

no acepta ser discutida. Pero todo cede por su propia fuerza y<br />

el efecto del tiempo. De allí que muchas conductas que hasta<br />

hace algunas décadas o incluso no muchos años atrás podían ser<br />

asumidas como síntomas de una anomalía, hoy han sido aceptadas<br />

y naturalizadas (en tanto se condena las anteriores).<br />

III<br />

Arcano XXII. La baraja del tarot muestra a un hombre que camina<br />

hacia el futuro, apoyándose en un bastón. También lleva<br />

un fardo colgado de un palo al hombro. Va vestido de bufón y<br />

un lobo intenta morderlo, quizá para frenar su camino. Lo más<br />

significativo es que la carta no lleva número, lo que significa<br />

que no pertenece a este mundo, que vive al margen de él. Su<br />

vestimenta nos dice que se ríen de él, ya sea a causa de su locura<br />

o de su cordura, sea lo que sea que cualquiera de estas dos<br />

categorías signifique. El fardo es un indicio de que ha roto con<br />

todo y se lanzó a lo desconocido o, en todo caso, que ha elegido<br />

un camino distinto al que tenía. En su bulto lleva el resumen de<br />

sus vivencias. Su bastón representa su voluntad, su interés. Su<br />

futuro está vacío y va sin rumbo: el Loco nos invita a explorar<br />

nuevos territorios y fronteras, desafía a explorar nuevos terrenos,<br />

a pasar a la acción, a buscar nuestra verdad y vivir la vida<br />

como una aventura. A su particular manera y no exento de sufrimientos,<br />

el Loco que todos escondemos también nos impulsa<br />

a un camino que incluye el conocimiento<br />

* ESCRITOR, TRADUCTOR y PERIODISTA, ha publicado varios libros de poesía y<br />

editó la colección Planeta Nómade sobre literatura de viajes. Aparecieron los<br />

títulos El camino de las damas, La ruta argentina, En busca de Cathay y Las huellas<br />

del río, todos en Editorial Planeta. También la antología En la vía - Relatos<br />

desde un tren y Relatos de París.


12<br />

El<br />

señalador<br />

Si nos ponemos estrictos, ninguna persona<br />

en sus cabales decidiría dedicarse a la<br />

literatura: la posibilidad de escribir algo<br />

que valga la pena es baja, la apuesta y el<br />

riesgo son altos, la recompensa no llega<br />

casi nunca. Lo que es lo mismo que decir<br />

que cierta dosis mínima de inconsciencia<br />

y hasta de locura es condición fundante<br />

de casi toda obra literaria. Después hay<br />

de todo, como en la vida: escritores que<br />

se hacen los locos, escritores que están<br />

locos, escritores que logran escribir en<br />

trance y canalizar cierta locura creativa,<br />

locos que se creen escritores. Hay libros,<br />

incluso grandes libros, que parecen escritos<br />

por locos. Buena parte de la novela El<br />

traductor, de Salvador Benesdra, parece<br />

la transcripción del discurso de un psicótico<br />

(después nos enteraríamos de que<br />

el autor, que se suicidó en 1996, sufría<br />

de brotes psicóticos). Pero digamos que<br />

lo de Benesdra es una excepción engendrada<br />

por su enorme talento y cultura. Y<br />

que en general, conviene estar sobrio y<br />

relativamente cuerdo a la hora de escribir.<br />

Abelardo Castillo lo dice de esta<br />

manera: “Podrás beber, fumar o drogarte.<br />

Podrás ser loco, homosexual, manco o<br />

epiléptico. Lo único que se precisa para<br />

escribir buenos libros es ser un buen<br />

escritor. Eso sí, te aconsejo no escribir<br />

drogado ni borracho ni haciendo el amor<br />

ni con la mano que te falta ni en mitad de<br />

un ataque de epilepsia o de locura”.<br />

Algo sabe Castillo, novelista, cuentista,<br />

dramaturgo, acerca de la locura. Antes de<br />

los treinta años ya había escrito el drama<br />

Israfel, una biografía teatral de su admirado<br />

Edgar Allan Poe: hacía falta por lo<br />

Borracho estaba,<br />

pero me acuerdo<br />

Por Maximiliano Tomas*<br />

menos imaginar un estado de locura para<br />

hacerlo. Años más tarde, en 1985, cuando<br />

cumplía los cincuenta, publicó la que<br />

tal vez sea su mejor novela, El que tiene<br />

sed. Para escribir la historia de Esteban<br />

Espósito, escritor al que el alcohol empuja<br />

al delirium tremens, ya no alcanzaba<br />

con imaginar: había que crear la locura<br />

y sus bordes astillados. Y para eso hace<br />

falta imaginación, claro, pero también<br />

sabiduría, experiencia y talento.<br />

El que tiene sed es, entre otras cosas, la<br />

novela de un cuerpo y una mente estragados<br />

por el alcohol (y por el amor,<br />

el dolor y la desesperanza). Una historia<br />

trágica contada con todo el humor<br />

posible. Unas memorias del subsuelo<br />

escritas siguiendo cierta tradición etílica<br />

(Nerval, Thomas, Lowry, el propio Poe)<br />

pero en una geografía bien porteña, que<br />

transcurre entre Villa Crespo y Boedo,<br />

y que culmina en un manicomio en el<br />

que está internado Jacobo Fiksler (álter<br />

ego del poeta Jacobo Fijman, quien tal<br />

vez constituya el paradigma del escritor<br />

loco en la Argentina: internado con un<br />

diagnóstico de psicosis delirante en 1942,<br />

Fijman permaneció<br />

casi<br />

tres décadas<br />

encerrado en<br />

hospicios hasta<br />

su muerte,<br />

en 1972).<br />

Y esta novela<br />

también es,<br />

por momentos,<br />

una suerte<br />

de ensayo<br />

sobre el alcoholismo y sus metáforas. “De<br />

las espectaculares formas psicóticas agudas<br />

y subagudas en que se estructuran<br />

las psicosis alcohólicas, la que goza de<br />

mayor prestigio, por decirlo así, la más<br />

misteriosa, la más augusta es el delirium<br />

tremens”, se dice a sí mismo o improvisa<br />

frente a un auditorio imaginario, en<br />

medio de una borrachera descomunal,<br />

el protagonista de El que tiene sed. Alcoholismo<br />

y locura como sinónimos: “El<br />

alcoholismo es la Hidra de las locuras,<br />

un Jano cuadricéfalo reproducido en los<br />

espejos deformantes de un parque de<br />

diversiones regenteado por el demonio,<br />

una quimera que fuera al mismo tiempo<br />

un unicornio, un hipogrifo, un minotauro”.<br />

O el alcoholismo como detonante de<br />

una enfermedad latente, como Castillo<br />

le hace decir a Espósito. ¿Cuál sería<br />

esa enfermedad “El alcohol despierta<br />

una anomalía absolutamente misteriosa,<br />

cuyo nombre científico ignoro, y a la que<br />

llamaré locura. La locura. Mi locura, tu<br />

locura. Locura que los antiguos veneraban<br />

en los bosques sagrados; que acaso<br />

poseyeron los chamanes. La que fulminó<br />

a Nietzsche, quien por algo no podía<br />

soportar siquiera un vaso de cerveza; la<br />

que ardió a Van Gogh, que no era esquizofrénico<br />

como se ha creído, sino pura y<br />

brutalmente alcohólico; la que extrañó en<br />

un universo de triángulos, transparentes<br />

rombos, fulgurantes figuras estrelladas al<br />

dueño de casi todas las palabras: Dylan<br />

Thomas; la que anudó la lengua de oro<br />

de Baudelaire, hasta reducirla al sí, al<br />

no, al no sé. Esa locura sin nombre que<br />

es la forma más personal de percibir, de<br />

sentir y hasta de conocer la realidad”.<br />

Castillo, un escritor cuyos mejores relatos<br />

forman parte de la mayor tradición<br />

argentina (esa en la que dominan Borges<br />

y Cortázar, pero también comparten<br />

Arlt, Bioy Casares, Saer, Fogwill y Di<br />

Benedetto), logra en El que tiene sed lo<br />

que Ernesto Sabato no pudo por torpeza<br />

de la prosa e impostura de la personalidad:<br />

trabajar el patetismo con dignidad<br />

y empatía. Castillo es el último avatar de<br />

una especie en extinción: la del escritor<br />

clásico. Una especie no muy de moda por<br />

estos tiempos. Pero los buenos lectores<br />

saben que toda literatura que se precie<br />

necesita de sus clásicos<br />

* Editor literario, crítico y periodista cultural.


Tema de tapa<br />

uno / cine<br />

Escena de Camille Claudel, 1915, de Bruno Dumont (2013)<br />

EL TIEMPO ROBADO<br />

Por Roger Koza*<br />

14<br />

Una cita angelical para el pasado y una afirmación delirante<br />

para el presente, quizás con razón. Dice el santo, uno de los<br />

primeros sospechados de herejía: “Hazte como un niño, / ¡hazte<br />

sordo y ciego! / Tu propio yo / ha de ser nonada, / ¡atraviesa<br />

todo ser y toda nada! / Abandona el lugar, abandona el tiempo<br />

/ ¡y también la imagen! / Si vas sin camino / por la senda estrecha,<br />

/ alcanzarás la huella del desierto”. Si la sentencia ascética<br />

no fuera del siglo XIII y de un teólogo alemán (el Maestro<br />

Eckhart), si fuera de un joven de hoy con melena larga, un<br />

tribunal de la razón psiquiátrica tendría elementos para dictaminar<br />

locura y un eventual encierro. Siglos atrás éramos otros,<br />

no menos crueles pero distintos a la hora de examinar nuestros<br />

vínculos con un presunto orden invisible: un alma feliz podía<br />

ver querubines y escuchar voces interiores sin temor al ridículo<br />

y sin riesgo de internación.<br />

¿Es una cuestión de perspectiva y época Probablemente no.<br />

Lo que nunca hay que olvidar al hablar de la locura, y menos<br />

aún al filmarla, es que quien la padece sufre en serio. El dicho<br />

popular “sufre como un loco” denota una sabiduría que nunca<br />

debiera perderse de vista en la representación cinematográfica<br />

de la locura. Lo insoportable es mirarla a los ojos y escuchar su<br />

discurso. Expurgarla del campo social, confinarla a una zona de<br />

invisibilidad es la respuesta inmediata: no es fácil absorber la<br />

sinrazón. La locura, para decirlo cinematográficamente, es el<br />

fuera de campo de la razón, su problema inmediato y correlativo.<br />

Por eso pocas veces se la filma como tal, como experiencia<br />

de un hueco de la razón, que no consigue dar con el silogismo<br />

que revele la falla y su genealogía. Se dirá que está en los genes,<br />

en algún circuito del órgano pensante, en la vida inconsciente.<br />

O se dirá con bastante razón que es una producción social que<br />

no puede explicarse solamente por un sucio secreto familiar o<br />

por una predisposición impredecible pero determinante a la<br />

psicosis en la estructura del psiquismo de un sujeto.<br />

La genealogía de la demencia no determina la forma de filmarla.<br />

La explicación no ahorra el sufrimiento. ¿Cómo filmarla<br />

entonces La imbecilidad más frecuente es tratar la locura<br />

como un pico de genialidad socialmente no reconocida. Un<br />

hombre o una mujer sensible y sumamente inteligente tiene la<br />

mala suerte de que su excelencia no encuentre reconocimiento<br />

social y por esa desavenencia entre una obsesión personal y<br />

una necesidad social el genio deviene en loco. Una mente brillante,<br />

de Ron Howard, es el modelo de esa mala lectura sobre<br />

la locura. En esa película ganadora del Oscar (un evento que<br />

siempre tiene algún apunte de demencia: ¿cómo interpretar si<br />

no el discurso delirante de Matthew McConaughey, premiado<br />

por su extraordinario papel en El club de los desahuciados, ante<br />

sus pares millonarios), la psicosis no sólo es el precio a pagar<br />

por haber vislumbrado el punto más alto de existencia: se insinúa<br />

que es un éxtasis (negativo). ¿Cuántas veces hemos visto la<br />

miserable vida de un genio musical incomprendido que pierde<br />

la razón y es condenado al anonimato Los ejemplos abundan.<br />

Por otro lado, el correlato inmediato del loco genial es el loco


maligno. Los psicópatas del cine hollywoodense suelen ser individuos<br />

aislados de un sistema, una anomalía que plantea una<br />

pregunta sociológica tan necesaria como lógica: ¿qué relación<br />

existe entre un psicópata y una sociedad ¿El psicópata es solamente<br />

un inadaptado, un otro de nosotros que tuvo la mala<br />

suerte de nacer en un hogar violento El señalamiento de Fritz<br />

Lang en M no fue nunca el modelo a seguir. El psicópata es una<br />

excepción del lógico malestar social y no una expresión acabada<br />

de cómo un sistema de producción general de valores espirituales<br />

y materiales determina la subjetividad.<br />

En los versos de Eckhart, propios de un misticismo no desprovisto<br />

de enajenación psíquica, hay una pista para ahondar en<br />

cómo filmar la locura: “Abandona el lugar, abandona el tiempo”.<br />

Si se trata de buscar una cualidad específica de la locura, su singularidad<br />

como experiencia, el loco es quien pierde su propio<br />

ordenamiento y administración del tiempo. El que pierde la razón<br />

también ha perdido la proyección de sus actos en un devenir<br />

posible. El pragmatismo de los actos cotidianos suele estar<br />

subordinado a una planificación secreta y a veces consciente de<br />

una agenda trascendente que pretende desobedecer al automatismo<br />

de la mera supervivencia. Quien sufre demencia se ve<br />

impedido de proyectar y en la sustracción del deseo el orden<br />

mecanicista del mundo se le impone como medida de todas las<br />

cosas. Como si esto fuera poco, al loco se lo encierra y se lo regula<br />

con un no deseo como forma de vida. La “curación”, a veces,<br />

pasa por conquistar un grado cero de deseo, un involuntario<br />

budismo sórdido en el que el loco prácticamente se sostiene<br />

en actos reflejos. Sin lugar, sin tiempo, el yo quebrado del loco<br />

no está tan lejos de la descripción arrebatada de Eckhart.<br />

Esta experiencia peculiar del tiempo robado al sujeto como<br />

experiencia fenomenológica de la locura es lo que se ve en<br />

Camille Claudel, 1915, de Bruno Dumont. ¿Por qué no se ha<br />

estrenado Un misterio y, en otros términos, una locura de la<br />

distribución.<br />

Un trabajo notable, probablemente el mejor de Juliette Binoche,<br />

aquí como la artista Camille Claudel, internada en el<br />

asilo de Montdevergues, no muy lejos de Aviñón, varios años<br />

después de su ruptura con el famoso pintor Rodin, aunque para<br />

ella la actualidad de su relación amorosa contradice la objetividad<br />

del paso del tiempo.<br />

Como indica el título, el film transcurre en 1915; el tiempo<br />

del relato se limita a unos días. La vida de Camille al lado de<br />

pacientes psiquiátricos de todo tipo se redobla en la puesta en<br />

escena: los intérpretes secundarios son efectivamente personas<br />

que padecen alguna enfermedad mental, lo que implica un<br />

impacto directo sobre la propia Binoche como intérprete. En la<br />

mirada de Dumont, por otra parte, la cotidianidad de una vida<br />

signada por el encierro involuntario no dista mucho de la de<br />

aquellos que han elegido una reclusión religiosa (en cierta medida,<br />

Dumont, un director materialista obsesionado por el fenómeno<br />

religioso, sugiere que la religión es una forma de locura<br />

diferida). El clímax se construye en torno a la demorada visita<br />

de Paul, hermano de Camille, un católico devoto cuya fragilidad<br />

psíquica no parece estar muy lejos de la de su hermana.<br />

Si bien la experiencia espacial del encierro no es menor en la<br />

concepción de puesta en escena, el tema del film es discretamente<br />

la experiencia del tiempo: para Camille, la espera por la<br />

visita de su hermano trastoca la repetición de su rutina diaria.<br />

El plano final, antes que nos enteremos que Camille vivió 29<br />

años más en ese asilo (hasta su muerte, a los 78 años), transmite<br />

magistralmente la locura como una experiencia de sustracción<br />

del propio tiempo, una forma de negación radical de cualquier<br />

principio de deseo.<br />

Si Dumont consigue detectar o más bien intuir la forma precisa<br />

de filmar la locura, Wang Bing en su monumental Til Madness<br />

Do Us Part logra captar el tiempo de la locura percibido en sus<br />

propios términos: la experiencia de la duración no sólo se corresponde<br />

con el metraje (casi 4 horas de unas 250 registradas<br />

en casi 70 días) sino que mediante la duración de los actos mínimos<br />

de la cotidianidad de un psiquiátrico se muestra una lógica<br />

de insubordinación. Wang se detiene en un momento particular<br />

en la experiencia diaria de distintos pacientes. Lo que registra<br />

nunca tiene un orden de continuidad. La puesta en escena se<br />

organiza en torno a seguir un evento determinado (correr desnudo<br />

por los pasillos, orinar, dormir, ir a comer, lavarse los pies)<br />

como si cada acto estuviera disociado de cualquier otra acción<br />

anterior o posterior. El tiempo del registro y la forma de registro<br />

materializan la experiencia misma de la locura: no hay tiempo,<br />

sólo duración de un instante cuyo objetivo es de mínimas.<br />

Wang elije un psiquiátrico en la provincia de Yunnan. El método<br />

del documentalista más importante de China y uno de los<br />

grandes maestros del cine contemporáneo consiste en registrar<br />

sin intervenir. El documental observacional alcanza aquí su<br />

mayor sofisticación. La cámara, literalmente, es un paciente<br />

más que divaga y camina alrededor de los reclusos. Wang y su<br />

director de fotografía (equipo de filmación completo) se pasean<br />

por los cuartos y los corredores como si también estuvieran internados.<br />

La única información que se da es el nombre de algunos<br />

pacientes y el tiempo que llevan en el lugar. A veces, resulta<br />

imposible saber dónde reside la locura de varios internos. Algunos<br />

hombres simplemente parecen desposeídos; otros sí actúan<br />

como dementes: la obsesión por matar insectos inexistentes o el<br />

deseo desenfrenado de desnudarse y correr por los pasillos no<br />

parecen acciones características de los hombres racionales.<br />

Wang establece un campo de visión restringido: solamente se<br />

ven los cuartos, la sala de televisión y los pasillos con rejas que<br />

dan a un patio central. Todo el film transcurre en el pabellón de<br />

los varones. Como un recluso tiene una enamorada en el piso<br />

de abajo, en ciertos momentos puede verse la interacción entre<br />

ellos. Un plano geométrico perfecto permite seguir la conversación<br />

entre los enamorados de un piso a otro. Es una excepción<br />

a la regla espacial del film, pues la forma de mostrar el espacio<br />

es fundamental. La inteligencia de Wang reside en encontrar<br />

un equivalente perfecto para el tiempo vivido en la institución<br />

y la relación entre espacio y tiempo. Si en el tiempo del loco no<br />

hay proyecto, la percepción del espacio carece de horizonte. La<br />

locura implica un confinamiento irrespirable en un ahora absoluto<br />

sin resolución.<br />

En un pasaje conmovedor, dos hombres se acuestan en una<br />

cama. Es el único momento en el que se formula un deseo directo.<br />

Uno de ellos dice: “Tan sólo porque la piel de un hombre<br />

esté arrugada y su barba canosa, no significa que la primavera<br />

se haya esfumado. Todavía hay flores que juntar y pájaros que<br />

atrapar”. El deseo insiste y la razón, poéticamente, se asoma<br />

cada tanto<br />

* CRÍTICO DE CINE de La voz del interior, Córdoba. Publicó El inconsciente de las<br />

películas, ed. Brujas. Programador del Festival de Cine de Hamburgo.<br />

15


Acerca de sufrimientos y<br />

de castigos divinos<br />

Opinión<br />

Por Lic. Gabriel Rolón<br />

16<br />

Según cuentan los mitos, Dionisos fue un<br />

hijo ilegítimo de Zeus y Sémele. Al enterarse<br />

de este embarazo, la diosa Hera<br />

–hermana y esposa de Zeus– enfureció<br />

y, mediante engaños, logró que Sémele<br />

le hiciera prometer al dios que, como<br />

prueba de su amor, le daría cualquier<br />

cosa que le pidiera. El dios enamorado<br />

aceptó y Sémele, por consejo de Hera,<br />

le solicitó que se mostrara sin disfraces,<br />

exponiendo toda su grandeza. Zeus intentó<br />

convencerla de que desistiera de<br />

este pedido pero no lo consiguió, razón<br />

por la cual tuvo que aparecer en toda su<br />

majestuosidad y los rayos que salían de<br />

su cuerpo devoraron a su amada. Pero el<br />

dios pudo, al menos, rescatar al feto y lo<br />

implantó en su pierna para que completara<br />

su gestación. Llegado el momento<br />

del nacimiento, lo extrajo y se lo entregó<br />

a Hermes para que este lo llevara con<br />

Atamante e Ino, hermana de Sémele. Les<br />

pidió asimismo que lo vistieran como una<br />

niña para evitar que Hera pudiera reconocerlo.<br />

Pero la diosa de los níveos brazos<br />

descubrió el engaño y, como castigo,<br />

enloqueció a Ino y Atamante y los impulsó<br />

a que asesinaran a sus propios hijos.<br />

Zeus, en un nuevo intento por proteger a<br />

su hijo lo llevó a Nisa y lo dejó al cuidado<br />

de unas ninfas, metamorfoseado en un<br />

cabrito. En esa estadía Dionisos descubre<br />

el vino. Pero Hera, nuevamente percatada<br />

del engaño, lo enloqueció obligándolo<br />

a un largo peregrinar en el cual el hijo<br />

bastardo armó un séquito de sátiros y<br />

ménades y se dedicó a enloquecer con el<br />

poder del vino a todo aquél que se cruzara<br />

en su camino. Nacieron así las orgías y<br />

los desmanes que aún hoy denominamos<br />

como excesos dionisíacos.<br />

Llevado por el descontrol de la locura,<br />

Dionisos se hace guerrero y esparce la<br />

muerte y el terror donde quiera que<br />

vaya. Hasta que Rea –la diosa Tierra– lo<br />

cura perdonando sus pecados. Pero no<br />

es sino hasta que Perseo –su antiguo<br />

enemigo– reconoce su linaje olímpico y<br />

le levanta un altar que ubica a la derecha<br />

del de su padre, Zeus, que Dionisos cura<br />

definitivamente su locura.<br />

También Heracles –Hércules para los<br />

romanos– fue castigado con la locura y<br />

cometió actos para cuya expiación fue<br />

necesario que realizara los famosos doce<br />

trabajos que pudo cumplir a pesar de su<br />

enorme dificultad.<br />

Este breve comentario mitológico tiene<br />

como única función la de mostrar cómo,<br />

desde la Antigüedad, la locura fue considerada<br />

como un castigo. Algo que obnubilaba<br />

el discernimiento y llevaba a actos<br />

fatalmente destructivos. Y no es menor<br />

recordar esto en tiempos en los que la<br />

locura es mencionada con una cierta simpatía<br />

y puesta como atributo del talento o<br />

la genialidad.<br />

Es cierto que algunas personas notables<br />

han sufrido esta enfermedad, pero no es<br />

menos cierto que esa genialidad fue conseguida<br />

a pesar de la locura y no por su<br />

causa. No fue la locura de Van Gogh la<br />

que pintó sus cuadros, sino la que lo llevó<br />

a la mutilación y al suicidio.<br />

Hoy sabemos que el “loco” es alguien<br />

que sufre más allá de lo soportable.<br />

Prueba de esto son las habitaciones con<br />

paredes acolchadas en las que a veces<br />

se los aloja para evitar que en esa desesperación<br />

se hagan aún más daño. Pero<br />

quienes trabajamos con la salud psíquica<br />

sabemos también que algo podemos intentar<br />

hacer por estos sujetos que no son<br />

víctimas de un castigo divino ni de una<br />

invasión demoníaca, sino que son personas<br />

que merecen todo nuestro esfuerzo<br />

para ayudarlos a sobrellevar su afección<br />

e integrarlos a una sociedad que, a pesar<br />

de no entenderlos, ha de encontrar para<br />

ellos, al menos, un lugar de respeto


NUESTRO MODO DE VIDA<br />

FOGWILL<br />

UNA NOVELA INÉDITA<br />

UNA OBRA MAESTRA<br />

© Ricardo Ceppi<br />

Escrita en 1981 y recuperada después de<br />

la muerte de su autor, cuenta la historia de<br />

Rita y Fernando, una pareja que vive en una<br />

suave prisión de irrealidad, más o menos<br />

confortable, más o menos amenazada, la<br />

misma que protege o que oprime al lector.<br />

www.alfaguara.com.ar<br />

@alfaguara_ar<br />

/AlfaguaraArgentina<br />

LAS EXTRANJERAS<br />

la nueva novela de<br />

SERGIO OLGUÍN<br />

Dos jóvenes extranjeras aparecen asesinadas tras una fiesta<br />

de la alta sociedad tucumana. La periodista Verónica<br />

Rosenthal, involucrada en más de una forma en la historia,<br />

no descansará hasta encontrar a los culpables. Un policial<br />

de ritmo alucinante y también una historia romántica<br />

cargada de erotismo y la crónica de costumbres de un<br />

pueblo donde reina la impunidad.<br />

www.sumadeletras.com.ar<br />

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Av. L. N. Alem 720, (C1001AAP) Ciudad de Buenos Aires


Tema de tapa<br />

dos<br />

Dos<br />

escrituras como ironías<br />

del ser y no<br />

ser nadie<br />

El psicoanalista Carlos García une dos lenguajes, el de la literatura y el del psicoanálisis,<br />

para relacionar la producción de dos escritores, Francisco Pessoa y Robert Walser.<br />

“Un artista hace con su obra un síntoma sin padecimiento”, dice.<br />

Por Carlos Dante García*<br />

18<br />

A finales del siglo XIX se originó una idea en los medios psiquiátricos<br />

y culturales de Europa: la idea de la obra como<br />

psicopatología. El efecto en los medios artísticos fue que<br />

la vanguardia literaria elogiaba la locura porque esta manifestaba<br />

una resistencia a la racionalidad, a la censura, a la<br />

lógica; la locura era una experiencia que alcanzaba algo de<br />

la verdad humana. Aún hoy persiste esa idea acompañada<br />

con cierta liviandad al abordar la locura prevalentemente del<br />

lado artístico y creativo dejando de lado el drama subjetivo<br />

del artista. Hay un prejuicio moderno sobre lo creativo: si se<br />

toma la dimensión de locura de una obra y de un autor, se<br />

deprecia a la obra misma, reduciendo su calidad y sus aportes<br />

a la llamada cultura. Se reintroduce en la modernidad bajo la<br />

forma de una interpretación errónea lo que la psiquiatría de<br />

aquel entonces sostuvo hasta la Segunda Guerra Mundial: los<br />

locos eran degenerados y como tales manifestaban todo tipo<br />

de déficits de las diversas funciones psíquicas. La locura y la<br />

creación del lado del déficit.<br />

Freud elaboró el concepto de la obra de arte como un síntoma,<br />

un sueño, una formación del inconsciente. ¿Qué significa<br />

esto; que una obra de arte puede ser analizada como un paciente.<br />

¿Qué significa analizada Significa que la obra quiere<br />

decir algo, que tiene su origen en conflictos infantiles, que se<br />

puede leer el retorno de lo reprimido en la obra o en el artista<br />

mismo. Que la obra tiene un sentido que hay que descubrir.<br />

Este método de lectura de la obra de arte condujo a poder<br />

tratar la obra de un artista como se trataba el material inconsciente<br />

de un paciente, estando en análisis. Esto dio lugar al llamado<br />

psicoanálisis aplicado a los procesos de creación y al psicoanálisis<br />

del artista. La desviación más conocida fue la llamada<br />

psicología del artista. Por un lado favoreció la extensión del<br />

psicoanálisis y al mismo tiempo produjo un efecto de temor<br />

por lo que pudiese ser interpretado del artista y de la obra. La<br />

objeción más evidente a este punto de vista es que una obra<br />

artística, sea escrita, sea una pintura o una escultura es que es<br />

muda. La obra no quiere decir nada porque no habla.


Convengamos que no todo loco (utilizamos el término como<br />

sinónimo de psicótico) crea ni contribuye con lo que hace a<br />

la civilización. Las formas más precarias de escritura, la de<br />

ciertos esquizofrénicos, son trazas sin forma, garabatos, tachaduras,<br />

escritura sin significación. Esa actividad frenética de escritura,<br />

en algunos pacientes contribuye a su curación sin que<br />

la misma llegue a ser una obra. Inventan pero no crean. Hay<br />

que distinguir invención de creación. En estos terrenos tan<br />

delicados hay que tratar de ser precisos. La característica principal<br />

de la creación es que surge a partir de nada: creación ex<br />

nihilo. Se crea lo que no está. La invención participa del descubrimiento<br />

porque se inventa a partir de lo que ya está ahí.<br />

La invención se hace a partir de materiales existentes.<br />

Freud localizó que el delirio y las alucinaciones, no todas,<br />

cumplían una función: la curación. Abrió así un campo retomado<br />

por Lacan en el que el interés en las producciones<br />

de los locos, no sólo las escritas, permite aprehender cómo<br />

alguien se relaciona en forma particular con su lengua y su<br />

escritura para inventar formas de autocuración.<br />

Los artistas escritores manipulan la lengua y en ese sentido<br />

disponen de recursos excepcionales de un material preexistente.<br />

La lectura lacaniana que propongo es una lectura que<br />

se define por no buscar el sentido de una obra e interpretarla<br />

como lo hacía Freud. El artista anticipa y precede al psicoanalista<br />

y a la época, captando en su obra recursos subjetivos<br />

inéditos. No considero al artista como un paciente, por dos<br />

razones: el paciente viene a hablarme y me pide que lo libere<br />

de su síntoma. El artista y su obra no, porque no pide ser<br />

liberado de algo que lo hace sufrir. A no ser que el artista<br />

se dirija a un analista porque padece de un síntoma. En un<br />

artista, hay un saber hacer muy particular. Un neurótico es lo<br />

contrario del artista porque padece de un síntoma. Un artista<br />

hace con su obra un síntoma sin padecimiento que en psicoanálisis<br />

llamamos sinthome.<br />

En esta oportunidad y de manera muy sumaria elegí dos escritores:<br />

Fernando Pessoa y Robert Walser en contrapunto.<br />

Trataremos de extraer sus trazos singulares para apreciar el<br />

valor del esfuerzo subjetivo de cada uno que nos presenta un<br />

quod, una existencia escrita sin su quid, su significado.<br />

¿Cómo llegar a ser alguien no siendo nadie:<br />

siendo muchos<br />

El conocido escritor Fernando Pessoa, quien murió en<br />

1935, es uno de los mayores poetas de la literatura europea<br />

y de la lengua portuguesa. Con su obra se convirtió en una<br />

figura enigmática, principalmente a partir de la creación<br />

de los llamados heterónimos. De los testimonios de su vida<br />

hay constancia que alucinó y deliró. Sobre él se han escrito<br />

muchos ensayos psicopatológicos pretendiendo convertirlo<br />

en un caso de esquizofrenia, de melancolía, de manía, de depresión,<br />

de parafrenia imaginativa. El mismo Pessoa apoyó y<br />

Fernando Pessoa<br />

difundió de sí la idea<br />

del poeta loco y de<br />

su propio diagnóstico<br />

autodenominándose<br />

histérico-neurasténico.<br />

Disponía un gran<br />

conocimiento del<br />

“discurso clínico” de<br />

la época y de parte<br />

de lo que le ocurría.<br />

Manifestó que existía<br />

una influencia<br />

psicopatológica en la<br />

génesis de sus heterónimos<br />

explicando:<br />

“En el origen de mis<br />

heterónimos está<br />

el profundo rasgo de histeria que existe en mí… el origen<br />

mental de mis heterónimos está en mi tendencia orgánica<br />

y constante a la despersonalización y a la simulación. Estos<br />

fenómenos, felizmente para mí y para los demás, se materializan<br />

en mí, quiero decir, no se manifiestan en mi vida<br />

práctica, exterior y de contacto con los otros; hacen explosión<br />

hacia adentro y los vivo yo a solas, conmigo mismo. Si fuese<br />

mujer, en la mujer los fenómenos histéricos se manifiestan en<br />

ataques y cosas parecidas, cada poema de Álvaro de Campos<br />

(el más histéricamente histérico de mí) sería alarmante para<br />

el vecindario. Pero soy hombre, y en los hombres la histeria<br />

asume principalmente aspectos mentales; y así todo se queda<br />

en silencio y poesía”. También: “El autor de estas líneas, no<br />

sé bien si el autor de estos libros, nunca tuvo una sola personalidad,<br />

ni pensó nunca, ni sintió dramáticamente, esto es, en<br />

una persona o personalidad, supuesta, que más propiamente<br />

que él mismo, pudiera tener esos sentimientos”. Se aprecia<br />

en estas breves líneas, hay muchas más, que lo que llama<br />

histeria es una histeria muy particular: es la de algunos de los<br />

personajes creados por los heterónimos y no la de él mismo.<br />

La histeria mencionada por Pessoa es la histeria construida a<br />

partir de un discurso de la época antes de Freud: despersonalización,<br />

simulación, fingimiento. Esos términos corresponden<br />

a sus personajes y no a su vida; corresponden al discurso<br />

descriptivo pseudocientífico de la época de la psiquiatría de<br />

Janet, Charcot, etc.<br />

¿De qué padeció Pessoa El diagnóstico es de “enfermedad<br />

de la mentalidad”. Término introducido por Lacan. Designa<br />

la particularidad que tienen algunos sujetos en los que su<br />

imaginario está disociado de su narcisismo. En los neuróticos,<br />

el imaginario está contenido en su narcisismo. La más representativa<br />

de ella es la histeria, que si bien es muy imaginativa,<br />

su imaginario forma parte de su narcisismo que se manifiesta<br />

en las fragmentaciones de sus síntomas corporales, sean<br />

hombres y/o mujeres. Los síntomas en la histeria están determinados<br />

por el inconsciente. El imaginario de Pessoa está<br />

19


2o<br />

por fuera del inconsciente, es múltiple y florido, articulado<br />

a su escritura, siendo él mismo su artífice. Pessoa afirma de<br />

él: “Puedo imaginarlo todo… puedo escribir, puedo esbozar<br />

ficciones convincentes para el lector y puedo hacerlo porque<br />

no soy nadie”. La histeria diría en contrapunto: “puedo llegar<br />

a representar a varios en mi vida porque no sé quién soy”. En<br />

Pessoa se trata de un narcisismo particular, del que se quejó<br />

gran parte de su vida pero que le dio la posibilidad de crear<br />

ficciones como nadie, pero ficciones escritas no padecidas en<br />

la vida como la histeria. Para apreciar aún más la distancia,<br />

padecía de angustia a las relaciones sexuales: “¿Poseerla<br />

(a una mujer) Yo no sé cómo se hace eso (…). Yo no sabría<br />

cómo preparar mi alma para llevar mi cuerpo a poseer el<br />

suyo (…). Ni siquiera me avengo a soñarme haciéndolo”. Se<br />

le conoció sólo un amor platónico por Ofelia Queiroz. En<br />

la base de su constitución subjetiva hay una vacuidad de su<br />

yo, un ser nadie, un narcisismo vaciado independiente de su<br />

imaginación. Su particular escritura que, no sé por qué no<br />

se la ha denominado “escritura imaginativa”, no se basa en<br />

el estilo de Joyce que disloca la lengua triturando el sonido<br />

en su relación al sentido. El rasgo de la escritura de Pessoa<br />

es un procedimiento muy novedoso: es una escritura en la<br />

que mediante múltiples poetas, hace y se hace de muchos<br />

nombres formando entre ellos una especie de “camarillas” de<br />

poetas: la heteronimia. Esta estuvo acompañada por la obra<br />

ortónima. Se llama así al nombre propio del escritor que crea<br />

heterónimos. Era su correspondencia. Su obra poética la divido<br />

en dos, porque implica dos modos de proceder distintos.<br />

Los heterónimos son los nombres con los que firmó muchos<br />

textos pero no se trata de una simple firma como es la de un<br />

pseudónimo que muchas veces cumple la función de disfrazar<br />

al autor firmando con otro nombre para protegerlo de alguna<br />

coyuntura las más de las veces social y política. El heterónimo<br />

en Pessoa cumple la función de la creación de una firma, la<br />

creación de otro autor con vida propia, de otra persona ficticia<br />

que tiene vida propia.<br />

Pessoa presenta la creación de la aparición de sus heterónimos<br />

en una carta de 1935 a Adolfo Salinas Monteiro en<br />

un éxtasis no sin rastros alucinatorios: “Era el 8 de marzo de<br />

1914; me acerqué a la cómoda alta, tomé un papel y empecé<br />

a escribir, como lo hacía todas las veces que podía. Escribí así<br />

treinta y tantos poemas de un tirón, en una especie de éxtasis<br />

cuya naturaleza no sería capaz de definir. Fue el día triunfal<br />

de mi vida y jamás conoceré otro semejante. Comencé con un<br />

título: El guardián del rebaño y lo que siguió fue la aparición<br />

en mí de alguien a quien di enseguida el nombre de Alberto<br />

Caeiro. Perdóneme lo absurdo de la frase: había surgido mi<br />

maestro. Esa fue la sensación inmediata. A tal punto que una<br />

vez escritos esos treinta y tantos poemas, me apoderé en el<br />

acto de otro papel en el que escribí, también de un tirón, los<br />

seis poemas que constituyen Lluvia oblicua de Fernando<br />

Pessoa. Inmediata e íntegra… Ese fue el retorno de Fernando<br />

Pessoa Alberto Caeiro a Fernando Pessoa solo. O mejor<br />

aún, fue la reacción de Fernando Pessoa contra su inexistencia<br />

en Alberto Caeiro”.<br />

Pessoa va a definir la heteronimia como “un drama en personas,<br />

no en actos” que posibilitan tratar su yo vaciado demostrándole<br />

que ese yo vaciado puede ser capaz de alteración,<br />

que él mismo denomina susceptibles de entrar en procesos<br />

conscientes de transformación en otro. Para él la pluralidad<br />

de sujetos escritos va a funcionar como, según sus propias<br />

palabras, “una terapéutica liberadora”. Hay que distinguir<br />

que los heterónimos no cumplen las mismas funciones que<br />

cumplen en otros escritores los personajes creados: desdoblar,<br />

desarrollar, proyectar las distintas facetas de su personalidad.<br />

Shakespeare creó personajes: Hamlet, Otelo, Macbeth, etc.<br />

En Pessoa habitan grandes poetas, no personajes. Cada heterónimo<br />

tiene características textuales propias, estilo literario,<br />

biografía. Efectos en su subjetividad únicos: “Nunca tuve<br />

amores tan reales, tan desbordantes de imaginación, de sangre<br />

y de vida como los que entablé con figuras que yo mismo<br />

creé”.<br />

Pessoa mismo inventó su diagnóstico que no sigue a ningún<br />

discurso de la época, ni el diagnóstico que propuse, en sus<br />

“Escritos sobre genio y locura”: “la inspiración poética del<br />

genio –aunque es siempre un delirio, según afirma el preheterónimo<br />

A. Search– es equilibrada. Su locura es una folie<br />

lucide, locura lúcida, una half madness, semilocura o locura<br />

a medias, capaz de esclarecer la más vaga de las ideas, pues<br />

la lucidez es lo propio del genio, no así del alienado”. Ante la<br />

desesperanza de existir, el desasosiego, aunque nunca consideró<br />

el suicidio como alternativa, al mismo tiempo que creó<br />

entidades inéditas en la lengua y la literatura, inventó un procedimiento<br />

de escritura que alivió su drama subjetivo: no ser<br />

nadie, contribuyendo a la riqueza de la literatura como pocos.<br />

El procedimiento de escritura a partir de los heterónimos le<br />

permitió inventar un imaginario único con su escritura y al<br />

mismo tiempo crear ficciones escritas en la literatura. Solución<br />

subjetiva y creación literaria.<br />

Una vida común en el más mínimo detalle:<br />

tratando de no ser nadie<br />

Robert Walser, el escritor suizo que acaparó elogios y reconocimientos<br />

de grandes escritores de su tiempo trató con<br />

su modo de vida y de escritura de minimizar su vida y su<br />

escritura, aislándose de casi todo lazo social [ver Dossier].<br />

Los diversos trabajos psicopatológicos sobre él consideran<br />

su padecimiento como una esquizofrenia. Si bien podemos<br />

acordar con el diagnóstico, debemos poder explicar tres cuestiones<br />

esenciales. ¿Por qué en gran parte de su vida su locura<br />

pasó desapercibida ¿Por qué, en gran parte de su escritura<br />

no se percibe en nada eso que caracteriza propiamente a la<br />

esquizofrenia que es la pérdida de la intención de decir, la<br />

pérdida de la cadena intencional del discurso, del texto ¿Qué


Robert Walser<br />

función cumplió su<br />

escritura En el psicoanálisis<br />

disponemos<br />

de una manera<br />

de nombrar a las<br />

psicosis moderadas,<br />

no estruendosas y<br />

muy poco evidentes<br />

hasta su desencadenamiento:<br />

las<br />

psicosis ordinarias.<br />

Locuras que pasan<br />

desapercibidas.<br />

También divido su<br />

recorrido de vida y<br />

su producción literaria<br />

en dos. Un primer<br />

período, la pluma hasta lo que él denomina su crisis de<br />

escritura. Un segundo período a partir de allí donde inventa<br />

“el procedimiento del lápiz”. Se dice que durante ese tiempo<br />

hizo uso de lo que aprendió en Berlín en su estadía en una<br />

escuela de formación de empleados domésticos. Trabajó de<br />

sirviente en muchas casas, como empleado, como secretario<br />

y esto ha dado lugar a que se diga de ello que había en él<br />

una pasión esclava y que en todo caso, su andar itinerante, su<br />

vagabundeo y sus paseos forman parte del estilo del escritor<br />

romántico. Había un rasgo esencial a su escritura: tenía que<br />

escribir el más mínimo detalle y traducirlo a su propia lengua,<br />

siempre con pluma. Esa imposición en relación con la lengua<br />

se debía a que las palabras se le imponían y su escritura se<br />

organizaba a partir de esto: “Las palabras que me dispongo a<br />

pronunciar aquí tienen su propia voluntad”. Padecía de alucinaciones.<br />

En dos novelas: Los hermanos Tanner y en Le Brigand<br />

manifiesta que “se escucha a sí mismo” y que escuchaba<br />

voces femeninas que dieron lugar a las mujeres de sus novelas.<br />

Las mujeres que escuchó eran voces que le permitieron<br />

crear los personajes ficticios. También decía de sí: “especialista<br />

de la escucha”, dado que experimentaba un gran sufrimiento<br />

psíquico cuando dirigía su palabra al otro: “Cuando quiero<br />

hablar me escucho a fin de contar con un auditorio”.<br />

Su posición subjetiva se caracterizaba por la de ser sirviente<br />

de su lengua particular y al mismo tiempo servirse de las<br />

palabras que se le imponían para obtener un bienestar: “Un<br />

hombre que no garrapatea ¿puede siquiera tomar su café por<br />

la mañana ¿Un hombre así, puede siquiera respirar”. Era un<br />

empleado, un viviente que encarnaba la ironía de la servidumbre<br />

al lenguaje, pero no al lenguaje universal, sino a la lengua<br />

por él mismo inventada: “Soy un tornero que escribe, que talla,<br />

que forja, que pule, que clava, ensamblando las frases”. Se<br />

puede decir que fue un sirviente (sirvienta) de su lengua.<br />

Su amigo Carl Seelig, quien recogió en un libro extraordinario,<br />

sus conversaciones en los años de silencio en Paseos con<br />

Robert Walser, no se equivocaba al decir que no había que<br />

descifrar sus escritos. Walser tenía un propósito para escribir<br />

de manera miniaturizada en cierto momento de su vida: curarse<br />

de la sonoridad de la lengua. El momento en que su locura<br />

se desencadena aparecen dos fenómenos: lo que él mismo<br />

denominó “mi crisis de escritura” y la caída de su cuerpo<br />

basado en lo que le ocurría en su mano. Las alucinaciones y<br />

depresiones venían de antes. Lo destacable era lo que el mismo<br />

Walser decía sobre la función del escribir para él. En una<br />

carta a Max Rychner en 1927 le dice: “Le puedo asegurar<br />

que con la pluma (esto ya había comenzado en Berlín), asistí<br />

a la quiebra de mi mano, un verdadero ahogo, una suerte de<br />

calambre, de dolor, del cual me fue liberando lentamente,<br />

con dificultades, este procedimiento del lápiz. Una impotencia,<br />

un calambre, es a la vez algo físico y mental. Yo pasé por<br />

una época de desamparo total, que de cierta manera se reflejó<br />

en mi escritura, en la disolución de esa escritura, y es el acto<br />

de copiar lo ya escrito a lápiz que pude reaprender a escribir,<br />

como un niño”. En estas líneas se aprecia que para el acto<br />

de escribir no hay un buen uso del cuerpo y de sus partes,<br />

en este caso la mano que la educación diga: con esta parte<br />

del cuerpo hay que hacer esto. Walser inventa no sólo un<br />

procedimiento de escritura, su método del crayón o del lápiz<br />

y al mismo tiempo un uso para su mano. El calambre de su<br />

mano era un fenómeno esquizofrénico. Su procedimiento del<br />

lápiz tenía un uso muy preciso: mantener su escritura en la<br />

ilegibilidad con el objetivo, dicho por él de: “hacer callar esta<br />

cosa incongruente que salía de su pluma”, que lo perseguía.<br />

Llamará “lago acústico” a un espacio de goce, un espacio de<br />

escritura reducida a letras sin significación.<br />

“Para mí, sin embargo, el procedimiento del lápiz tiene un<br />

significado. En lo que respecta al autor de estas líneas, hubo<br />

un cierto momento, en efecto, en el que se encontró presa<br />

de una terrible, de una espantosa aversión a la pluma, un<br />

momento en el que se cansó de ella a un punto imposible de<br />

describir, un momento en el que por poco que tomara una<br />

pluma para escribir, se volvía estúpido, y para liberarse del<br />

asco a la pluma, se puso a escribir con lápiz, a bocetar, a esbozar,<br />

a juguetear. Gracias al lápiz, yo podía permitirme jugar,<br />

componer, me parecía entonces que el placer de escribir,<br />

retomaba vida.” Este escritor nos da una lección con su escritura,<br />

a los escritores y a los psicoanalistas, una lección sobre<br />

el acto de escribir: hay dos modos de lo escrito: el significante<br />

y la letra; el significante que conlleva sonido y la letra que<br />

no habla más que para sí misma, el dibujo de la escritura en<br />

miniatura sin significación. ¿Qué dirán los que lo intentaron<br />

descifrar ¿Deliran Para él, el continuar creando era lo esencial<br />

pero a condición de reducir en el escrito toda sonoridad y<br />

significación<br />

* Analista Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (AME) y de la<br />

Asociación Mundial de Psicoanálisis. Docente del Icdeba y del Instituto Oscar<br />

Masotta (IOM). Co-responsable de Violencia Estudios Lacanianos (VEL). Departamento<br />

de Investigación sobre la Violencia. Director de la página Lectura<br />

Lacaniana / www.lecturalacaniana.com.ar<br />

21


Entrevista<br />

uno<br />

Luigi Zoja<br />

“La paranoia<br />

posee una cualidad<br />

pseudológica”<br />

Es el autor de Paranoia. La locura que hace la historia (Fondo de Cultura Económica, 2013), una obra<br />

fundamental, que obliga a un replanteo necesario respecto a lo que nos enfrentamos. En esta entrevista<br />

exclusiva con <strong>Quid</strong>, Zoja vierte conceptos provocadores y esenciales para comprender algunos aspectos<br />

de nuestra vida moderna<br />

Por Christian Kupchik<br />

22<br />

Si hay una forma clínica dentro de la psicopatología que<br />

tiene plena vigencia, no hay dudas de que esa es la paranoia.<br />

Aparecida en el discurso psiquiátrico alemán en el siglo XIX,<br />

pero retomando su uso griego propio de la Antigüedad (cuyo<br />

significado podría muy bien sintetizarse en la idea de un “ir<br />

más allá del pensamiento”, la demencia por exceso humano),<br />

no sólo se ha visto refrendada a lo largo del siglo XX en la figura<br />

de terribles personajes, como Hitler o Stalin, sino que<br />

hoy avanza no ya como una patología individual, sino como<br />

un síntoma moderno de la anomalía social: cada vez más<br />

miedos generalizados, más teorías conspirativas, más delirios<br />

persecutorios, parecen dominar el paisaje cotidiano.<br />

El italiano Luigi Zoja (1943), formado en el C. G. Jung-Institut<br />

de Zúrich luego de haber realizado estudios de economía<br />

y sociología, viene trabajando desde hace décadas la temática<br />

desde diversas perspectivas (adicción, consumo ilimitado, la<br />

ausencia del padre, las proyecciones de odio y paranoia en la<br />

política, etc.) y en contrapunto con sus concepciones clásicas.<br />

–Hasta finales del siglo XIX, la paranoia era considerada<br />

una patología individual, de orden subjetivo.<br />

¿En qué momento y qué elementos contribuyeron<br />

a convertirla en una sociopatía Bueno, en verdad yo<br />

tengo una perspectiva diferente de la cuestión. La paranoia<br />

siempre tuvo una dimensión colectiva, incluso considerada<br />

mucho más trágica que la manifestada a título individual. En<br />

los últimos siglos, masacres y genocidios como los producidos<br />

contra los pueblos nativos en Estados Unidos o el holocausto<br />

judío en Europa, contaban con los rasgos típicos que hacen<br />

a las dinámicas paranoicas, concretamente, la escisión y<br />

proyección de los males al exterior de la psique. Es más, incluso<br />

creo que la cuestión política o militar tuvieron menos<br />

relevancia que los aspectos engendrados por la paranoia. De


hecho, por ejemplo, esas acciones terminaron por dañar a los<br />

propios actores que llevaban adelante la agresión: si nos atenemos<br />

a los casos citados, en Estados Unidos hubo un conflicto<br />

social importante ya que el exterminio de los indios eliminó<br />

también a la mano de obra, y en el caso del genocidio<br />

judío, varios países se quedaron sin la estructura comercial<br />

y financiera que estaba a cargo de este pueblo. Pero claro,<br />

las clasificaciones psiquiátricas no existían por entonces. Comienzan,<br />

precisamente, en el siglo XIX. Y cada clasificación<br />

científica expresa indirectamente los valores –y también los<br />

prejuicios, los límites– de su sociedad. La psiquiatría ya nace<br />

individualista. De los grandes psiquiatras, solo Karl Jaspers<br />

(probablemente porque también fue uno de los mayores filósofos<br />

del siglo XX) habla de las psicosis colectivas, pero como<br />

acontecimientos del pasado. El “individualismo diagnóstico”<br />

(llamémoslo así) con el tiempo se vuelve aún más radical.<br />

Los trastornos mentales son clasificados en todo el mundo<br />

siguiendo el DSM (Diagnostic Statistical Manual). Si realizamos<br />

un test para comprobar si existen elementos paranoicos<br />

en las conductas de Hitler o Stalin, el resultado a cada pregunta<br />

nos terminará por dar un rotundo sí. No obstante, la<br />

conclusión final de este estudio, “Sí, el sujeto es paranoico”,<br />

se transformará en un no: y esto porque el DSM aclara que<br />

el pensamiento paranoico sólo se expresa como “parte de un<br />

delirio individual”. Si es compartido por un grupo, se vuelve<br />

en una idea, una creencia colectiva, pero no una enfermedad<br />

mental. Para ser concretos: la creencia nazi de que existía<br />

un complot mundial de los judíos para dominar el mundo,<br />

puede ser considerada una “idea política”. Pero seguramente<br />

es también una deformación paranoica.<br />

–En su obra habla de la paranoia como “locura lúcida”.<br />

¿Podría caracterizar este concepto El pensamiento<br />

paranoico no es expresión de una racionalidad<br />

completamente enferma. Por el contrario, posee una gran<br />

capacidad para disimularse en la lógica funcional. De hecho,<br />

sus diferentes fases pueden incluso estar muy bien argumentadas<br />

y pasarían desapercibidas para muchos. Sólo el núcleo<br />

central, originario, que en general aparece disimulado, está<br />

totalmente errado, como por ejemplo, cuando un sujeto tiene<br />

la firme convicción de que todos quienes le rodean estarían<br />

participando de una conspiración en su contra, complotando<br />

contra él. Es importante remarcar asimismo el hecho<br />

de que el paranoico tiene una tendencia a producir sus propia<br />

confirmaciones, a aportar las pruebas necesarias que le<br />

faltan para demostrar que su fantasía es real. En italiano tenemos<br />

un dicho popular que dice que mientras más fuerte se<br />

dé la voz de alarma que presume la llegada del lobo, lo único<br />

que se consigue es que tarde o temprano un lobo llegue. Hitler<br />

y Stalin produjeron sus propias Némesis. En mi libro, una<br />

anciana que tiene la firme sospecha de que le van a robar<br />

la cafetera, la esconde:<br />

luego, cosa<br />

normal en la tercera<br />

edad, olvida donde<br />

la ha escondido.<br />

Y cuando un día<br />

tiene ganas de un<br />

café, no la busca:<br />

está absolutamente<br />

persuadida de que<br />

su cafetera le fue<br />

robada. Volviendo<br />

a la Edad Media,<br />

Hitler encerró a los<br />

judíos polacos en<br />

guetos primitivos<br />

y estrechos. Luego<br />

inspeccionó Polonia.<br />

Y como lógicamente estaban dadas las condiciones para<br />

que se multiplicaran todo tipo de enfermedades, el resultado<br />

natural de su examen es la constatación de que los judíos<br />

son sucios y difunden enfermedades, lo cual, a la vez, parece<br />

justificar el hecho por el que habían sido encerrados, etc., en<br />

una suerte de círculo vicioso sin fin.<br />

–Hitler y Stalin, por citar dos personajes de la historia<br />

ya mencionados, fueron considerados grandes<br />

paranoicos (y la patología apoyaba en parte, tanto en<br />

ellos como en otros dictadores, muchos de sus actos<br />

criminales). ¿En qué medida puede asociarse la paranoia<br />

al poder, y no sólo el totalitario, sino en cualquier<br />

esfera Precisamente, esto es así por una razón constitutiva<br />

de la paranoia. La paranoia posee una cualidad pseudológica,<br />

y cuando digo “pseudo” estoy haciendo referencia a que el<br />

paranoico al primero que engaña es a sí mismo: la invencibilidad<br />

de Alemania sólo era una invención que estaba en la<br />

cabeza de Hitler, y que concluyó, como sabemos, con la destrucción<br />

de la propia Alemania. Entonces, la paranoia puede<br />

parecer lógica. Incluso convincente: hay “paranoicos exitosos”<br />

sumamente peligrosos, tanto para sí mismos como para<br />

el mundo. La psicología de masas nos dice que la inteligencia<br />

de la muchedumbre muestra una tendencia a nivelarse hacia<br />

abajo, hacia las formas de pensamiento más simples, lo cual<br />

no quiere decir que exprese el nivel de pensamiento de los<br />

sujetos que forman ese grupo a título individual.<br />

–¿La necesidad de un control absoluto puede verse<br />

como un reflejo o indicio de la sintomatología paranoica<br />

¿Qué otras características la constituyen y con<br />

frecuencia pasan desapercibidas En alguna medida,<br />

todos buscamos el poder y todos sospechamos. Pero, la<br />

cualidad absoluta es paranoica. El paranoico es el sujeto<br />

23


antipsicológico absoluto: no tiene ninguna capacidad de autocrítica,<br />

es incapaz de una reflexión introspectiva. Entonces,<br />

todo mal siempre proviene del exterior, está en los otros.<br />

Destructividad, falta de flexibilidad y de tolerancia, búsqueda<br />

de un poder cada vez más absoluto, son sólo algunas de las<br />

consecuencias de esta inseguridad existencial. He tratado de<br />

compilar una lista de rasgos paranoicos: megalomanía y envidia<br />

(que puede traducirse de manera algo simplista como:<br />

“los otros son inferiores y malos”); incapacidad autorreflexiva<br />

para identificar una amenaza o una anomalía como propia,<br />

personal; falta de paciencia para estudiar al “enemigo”;<br />

improvisación metodológica para destruirlo; como hemos<br />

observado, inversión de las causas; fobias de contaminación<br />

(el mal, en todo sentido, es percibido como muy cercano, lo<br />

cual en algún sentido es correcto, porque está alojado en el<br />

sujeto mismo). Y en el pensamiento colectivo la paranoia se<br />

manifiesta a través de las “voces” y las sustituciones fantásticas<br />

que suelen alimentar las creencias populares. La idea<br />

de que los judíos producían la peste era una construcción<br />

fantástica, pero tuvo como consecuencia real la muerte de<br />

muchas personas.<br />

–Usted tiene formación junguiana... ¿Qué rol juegan<br />

los arquetipos en la génesis paranoica ¿Puede interpretarse<br />

como parte del inconsciente colectivo<br />

Seguramente. Como hemos dicho, el arquetipo del chivo<br />

expiatorio responde a una construcción psíquica, pero puede<br />

tener consecuencias trágicas en el plano de lo real. Jung fue<br />

el primer antipsiquiatra, la oposición a la psiquiatría tradicional<br />

no empieza en los años 60 con Laing o Cooper, sino<br />

mucho antes, con él. Para Jung, todas las dinámicas psíquicas<br />

comienzan como movimientos naturales. Para mí esto es lo<br />

que ocurre con la paranoia: “sospechar” es un hecho psíquico,<br />

una necesidad natural. En la naturaleza encontramos un<br />

ejemplo concreto de esto: las criaturas no están mancomunadas<br />

en una comunidad fraternal. No podemos ser amigos de<br />

todos: hay lobos verdaderos. Pero aun aceptando este hecho,<br />

hay que distinguir la frontera que conduce a la patología. La<br />

paranoia empieza cuando perdemos el control de esta defensa<br />

natural: todos se vuelven enemigos, todo es conspiración.<br />

Ya sea en el inconsciente personal como en el colectivo, la<br />

función de la sospecha en sí misma resulta necesaria: como<br />

dijo Woody Allen, hasta los paranoicos también tienen enemigos<br />

–¿La paranoia tiene componentes que podrían considerarse<br />

hereditarios Es una pregunta de muy difícil<br />

respuesta. Por supuesto, de padres paranoicos es de esperar<br />

probabilidades mayores que en el promedio de encontrar<br />

hijos paranoicos. Pero lo que hay que tener muy en cuenta es<br />

que la paranoia, ante todo, implica un “estilo de pensamiento”<br />

caracterizado por la desconfianza, no por moléculas que<br />

circulan en el interior de nuestro organismo. En este sentido,<br />

se puede suponer que sea adquirida en buena medida a partir<br />

de una patología familiar, así como se aprende la lengua<br />

materna. Se supone que la proporción de componentes<br />

“adquiridos” sea, frente a los genéticos, mayor que en otras<br />

enfermedades mentales. Los dos, tanto Hitler como Stalin,<br />

tuvieron padres alcohólicos que les pegaban a sus madres:<br />

violencia, con escisión y proyección del mal sobre la pobre<br />

mujer, crean las condiciones necesarias en los hijos para el<br />

desarrollo de conductas paranoicas.<br />

–¿En qué medida pueden influir las nuevas tecnologías<br />

y, especialmente, los medios de comunicación en<br />

el desarrollo de la paranoia como enfermedad social<br />

Bueno, este es un punto esencial, que he estudiado a fondo<br />

y sobre el que me he explayado de manera extensa. Antes<br />

del advenimiento de la democracia, y mucho antes aún de<br />

las tecnologías mediáticas, la tarea de los reyes absolutos era<br />

bastante sencilla: sólo tenían que asegurarse el control, no<br />

necesitaban demostrar su legitimidad. Pero la democracia requiere<br />

justificaciones, argumentos: los gobiernos son elegidos<br />

para cumplir procurando el bien común de la población. La<br />

justificación moral requiere más manipulación. Y la justificación<br />

paranoica es la más sencilla, y también la más aceptable<br />

para los comunes: nosotros somos el bien, todo el mal está en<br />

otra parte; los problemas se solucionan con su eliminación.<br />

Cuando los medios se vuelven en medios de comunicación<br />

masiva, la paranoia se ve favorecida. La comunicación más<br />

simple se vende mejor en forma masiva: crear un enemigo<br />

común no es tan complicado como parece. La comunicación<br />

paranoica (los culpables son los burgueses, el gobierno que<br />

sea, los judíos, los inmigrantes...) requiere sólo de un minuto<br />

de televisión, una reconstrucción seria de las causas toma<br />

apenas una hora. Con eso alcanza para sembrar el miedo y la<br />

sospecha. Cada generación mediática vivió grandes progresos<br />

tecnológicos, pero que no siempre fueron acompañados por<br />

cambios cualitativos en lo que hace a contenidos. La primera<br />

en sufrir transformaciones sustanciales fue la prensa escrita.<br />

En Inglaterra y Estados Unidos se extendió con un éxito<br />

gradual y paulatino lo que conocemos como “prensa amarilla”,<br />

popular, chillona, barata y que no requiere demasiada<br />

reflexión: el mensaje llega digerido. La segunda generación<br />

mediática que tuvo gran influencia a partir de sus transformaciones<br />

fue la radio: los nazi-fascistas y los estalinistas pronto<br />

exageraron sus simplificaciones y sus gritos, con gran eficacia<br />

para las respectivas dictaduras. La tercera se apoyó en<br />

las pantallas: a lo largo de mi vida he sido testigo de la cuasi<br />

desaparición de la televisión de calidad por la intervención<br />

de genios de la simplificación, como Murdoch o Berlusconi.<br />

Ahora, por primera vez, Internet ofrece una comunicación<br />

en alguna medida bi- y hasta multilateral, no uniforme<br />

25


Ser<br />

editor<br />

Una forma subrepticia<br />

Por Damián Tabarovsky<br />

26<br />

Editar es una forma subrepticia de opinar<br />

sobre el estado de la literatura y la<br />

cultura contemporánea. Es allí, en esa<br />

palabra –contemporánea–, que reside,<br />

para mí, el interés de la edición. En<br />

mis viejos tiempos de Interzona, como<br />

ahora en los estimulantes años de Mardulce,<br />

siempre intenté que la edición<br />

se imbricara con una reflexión sobre<br />

el estatuto de lo contemporáneo. Eso<br />

implica publicar autores jóvenes, pero<br />

también textos de más de cien años que<br />

todavía mantienen vigente la pregunta<br />

por lo actual. Porque “el espíritu de la<br />

época” no reside en correr detrás de lo<br />

último que lanza el mercado (que en<br />

verdad siempre es lo anteúltimo) sino<br />

en intentar trazar caminos propios,<br />

interrogar a los textos como un modo<br />

de pensar críticamente nuestro tiempo,<br />

Subrayados,<br />

de María Moreno<br />

aspirar a devolverle al presente un rigor<br />

intelectual, una densidad conceptual<br />

y una ironía sofisticada, que por momentos<br />

parece estar ausente. Me gusta<br />

imaginar que los lectores que leen los<br />

libros de Mardulce concilian el placer<br />

hedonista de la lectura, con una actitud<br />

crítica.<br />

Hace un momento nombré a Mardulce,<br />

editorial en la que trabajo desde<br />

2011 como Director Editorial, cuando<br />

lanzamos los primeros títulos. Somos<br />

una editorial pequeña, que hace de su<br />

catálogo su principal activo en el tiempo.<br />

Nuestro fondo debe ser nuestra<br />

principal fortaleza, y creo que vamos


Inclúyanme afuera,<br />

de María Sonia Cristoff<br />

en esa dirección. Es también Mardulce<br />

un ámbito de reflexiones y discusiones<br />

internas –siempre bienvenidas–, y cada<br />

libro que publicamos está sujeto a esas<br />

discusiones, al debate sobre las preguntas<br />

básicas de la edición: ¿Qué significa<br />

editar ¿Qué libros son interesantes<br />

para nosotros y cuáles no ¿Qué es un<br />

buen libro ¿Qué aporta un libro a un<br />

catálogo ¿Qué implica apostar por un<br />

autor Quizás el entusiasmo de esas<br />

discusiones se deba a que todos en Mardulce<br />

amamos los libros, todos somos<br />

profundos lectores, y todos, o casi todos,<br />

también escribimos. Gabriela Massuh<br />

y Juan Zorraquín son los Directores<br />

Generales, María Zorraquín se encarga<br />

de la prensa y la comunicación, e Inés<br />

Petrocchi de la administración. Creo<br />

que hacemos un buen equipo.<br />

Publicamos unos doce libros por año,<br />

en tres colecciones: Ficción (novelas y<br />

cuentos), Ensayo (centrada en el ensayo<br />

literario y de estética) y Tiempo (de<br />

intervención sociopolítica y cultural).<br />

Estamos también trabajando en una<br />

cuarta colección, de nuevo ensayo<br />

filosófico. Publicamos autores argentinos,<br />

del resto de América Latina y<br />

La flor pisoteada,<br />

de Ronald Firbank<br />

traducciones (hasta ahora del francés,<br />

inglés, portugués y alemán). Publicamos<br />

autores jóvenes (como Selva Almada,<br />

Leonardo Sabbatella, Ariana Harwicz,<br />

Diego Sasturain, Marcelo Carnero,<br />

etc.) otros ya reconocidos (como María<br />

Moreno, Beatriz Sarlo, Jean Echenoz,<br />

Michael Hardt, Carlos Monsiváis,<br />

Elena Garro, etc.) y grandes autores<br />

clásicos –generalmente inéditos en<br />

castellano en caso de que sean traducciones–<br />

quizás no tan conocidos, a<br />

los que vale la pena descubrir (como<br />

Victor Segalen, Ronald Firbank, o los<br />

ensayos sobre las vanguardias europeas<br />

de José Carlos Mariátegui, nunca antes<br />

compilados en un libro). También,<br />

como parte de esa vocación por discutir<br />

lo contemporáneo, editamos una revista<br />

Letras hilvanadas,<br />

de Victoria Lescano<br />

Mecánica,<br />

de François Bon<br />

trimestral digital de ensayo crítico, llamada<br />

Mardulce Magazine, y todos los<br />

años en noviembre, organizamos en la<br />

terraza de la editorial (un lugar encantador)<br />

un ciclo de mesas redondas y debates<br />

intelectuales (el del año pasado fue<br />

sobre si es posible ser hoy cosmopolita).<br />

Desde un punto de vista estricto, editar<br />

consiste en convertir un texto en un<br />

libro. Pero a esa transformación acuden<br />

toda una serie de complejas operaciones<br />

intelectuales, batallas por el gusto, estrategias<br />

de convencimiento y plegarias<br />

comerciales. Pocos objetos menos banales<br />

que un libro. Quizás el trabajo de un<br />

editor de una editorial como Mardulce<br />

resida también en mantenerse firme,<br />

en no negociar con el creciente proceso<br />

de banalización de la industria editorial<br />

y de la propia literatura. Nos sentimos<br />

herederos de añejas y nobles tradiciones<br />

que intentan mantener la dignidad<br />

profesional y el riesgo intelectual como<br />

carta de presentación editorial. Y a la<br />

vez, esa larga tradición nos inspira a reformularla,<br />

a actualizarla, a darle nuevos<br />

sentidos.<br />

Hace poco, en una entrevista, Selma<br />

Almada (de quien estamos orgullosos de<br />

haber editado, hasta ahora, El viento que<br />

arrasa y Ladrilleros, sus dos primeras<br />

novelas) refiriéndose a Mardulce, dijo<br />

que se sentía cómoda porque “te juntás<br />

a charlar y tomás mate con el editor”.<br />

Más allá de la anécdota, se expresa allí<br />

parte de la clave de cómo pensamos la<br />

edición en Mardulce: como una forma<br />

de trato personal con los autores. El<br />

autor y su texto son el corazón de una<br />

editorial. Los editores, distribuidores,<br />

encargados de prensa, diseñadores,<br />

etc., hacemos también un trabajo muy<br />

importante. Pero el autor y su texto son<br />

lo más valioso. Preservar esa valía, ayudarlos<br />

y acompañarlos en el proceso de<br />

edición de un libro es para mí un placer<br />

cotidiano.<br />

Si yo no trabajara en Mardulce, creo que<br />

compraría todos los libros que publica<br />

Schroeter. Una autobiografía,<br />

Prólogo de Elfriede Jelinek<br />

27


The Song of Los, de William Blake (1795)<br />

Entrevista<br />

dos<br />

28


Los<br />

LOCOS<br />

DE<br />

dios<br />

Inexplicables como son, inefables incluso, los fenómenos o experiencias de locura mística<br />

fueron puestos en palabras por Francisco García Bazán, doctor en Filosofía e investigador<br />

superior del CONICET en el área de Filosofía e Historia de las Religiones, quien eligió<br />

un lenguaje despojado de academicismos para hablar de las vivencias extrasensoriales<br />

que experimentaron muchos místicos<br />

Por Mónica Tracey<br />

–¿Es correcto hablar de locura mística Si es así, ¿a<br />

qué refieren estos términos Es correcto, ya que se<br />

trata de un lenguaje figurado que señala hacia un objeto<br />

de significación y campo de la espiritualidad que rompe<br />

con todos los límites de la cordura para referirse a otro<br />

que comprende y supera los planos inferiores de la razonabilidad,<br />

el sentido común y los sentimientos ordenados.<br />

A San Francisco de Asís se lo ha llamado “loco de Dios”,<br />

y siempre en la misma orientación transignificativa se ha<br />

hablado también de los estados místicos con una paradoja,<br />

como “una embriaguez sobria”.<br />

–Palabras como “éxtasis”, “visión”, “alucinación”,<br />

que se relacionan con algunas experiencias místicas,<br />

entran también en la descripción de ciertas psicosis.<br />

¿Este lenguaje compartido habla de experiencias<br />

similares entre ciertos estados místicos y ciertos<br />

estados psicóticos Hay que recordar la etimología del<br />

término “mística” y del sujeto de la experiencia, “místico”,<br />

para poder orientarnos en la complejidad de la pregunta.<br />

“Místico”, de la raíz indoeuropea “my” –igual que “misterio”<br />

y “mito”– se refiere a lo que es “oculto” o “sellado” por<br />

su naturaleza inaccesible y que al decirse exige entrecerrar<br />

los labios. Se trata de una experiencia de lo que es por naturaleza<br />

no manifestable e inexpresable, ya que se refiere<br />

a una experiencia de lo que es oculto en sí mismo. Por lo<br />

tanto, cuando se trata de expresar esa vivencia es casi imposible<br />

hacerlo, por eso se utiliza también un lenguaje o<br />

instrumento que es impotente para manifestarlo y que es<br />

indirecto y alusivo, rico en imágenes, metáforas y alusiones,<br />

apto para sugerir, antes que significar. Por el mismo<br />

motivo en el conflicto entre la experiencia y su expresión<br />

hay una tensión que suele imponer la necesidad de crear<br />

medios expresivos convenientes y que genera grandes poetas<br />

líricos, hombres de Dios indómitos y oradores encendidos,<br />

ya que sus experiencias íntimas exceden largamente<br />

las posibilidades y recursos de comunicación comúnmente<br />

29


3o<br />

humanos. Por eso mismo, como usted me lo pregunta, en<br />

torno de la experiencia mística para tratar de determinarla<br />

conceptualmente aparecen términos como “éxtasis” (salida<br />

de sí: también se podría hablar de “énstasis” como estar<br />

interiormente en lo más firme de uno mismo); “visión”<br />

(porque las imágenes ópticas o sonoras producidas por la<br />

facultad humana de imaginar, de producir imágenes, en<br />

este caso no se toman de percepciones externas sino de la<br />

capacidad interior y productiva de imaginar libremente),<br />

“rapto” y “alucinación”, porque la experiencia del místico<br />

rompe la especificidad de las sensaciones de los sentidos,<br />

las supera y así las puede unir sinestésicamente y vivenciarlas<br />

como realidades que suceden en un plano de existencia<br />

superior al simple psiquismo. Estamos siempre en<br />

un plano que supera a la experiencia psíquica normal y por<br />

lo tanto a sus alteraciones, anormalidades o aberraciones.<br />

Se puede entender de este modo que otras manifestaciones<br />

místicas en relación con estados de alteración de la<br />

mente o la conciencia puedan comprenderse clínicamente<br />

y, por lo tanto, evitar las confusiones, no obstante el parecido.<br />

El místico no padece alteraciones de la conciencia<br />

–lo que le puede suceder por su elevada sensibilidad psíquica<br />

que incluso se manifiesta en modificaciones somáticas<br />

alteradas: estigmas, lenguaje balbuciente, experiencias<br />

de bilocación, levitaciones–, sino que sus experiencias<br />

amplían las percepciones de la realidad, pero esto impide<br />

confundir los planos: en apariencia se trata de fenómenos<br />

idénticos, pero son fenomenológicamente diferentes.<br />

–¿Qué los diferencia Esencialmente que los fenómenos<br />

de las alteraciones psíquicas y psiquiátricas con sus síntomas<br />

y cuadros clínicos particulares obedecen a causas y<br />

etiologías que pueden ser investigadas empírica, psíquica<br />

y psiquiátricamente y de este modo tratadas clínicamente,<br />

pues tienen un origen metapsíquico o psiquiátrico, mientras<br />

que los fenómenos místicos son esencialmente religiosos<br />

o metafísicos, pertenecen<br />

al campo de las religiones o<br />

de la metafísica, de la fe o de<br />

la intuición espiritual, y no a<br />

causas de naturaleza psíquica<br />

o somática en el sentido<br />

más amplio y analítico. La<br />

tricotomía antropológica<br />

tradicional de cuerpo, alma<br />

y espíritu como los estratos<br />

de la composición del ser<br />

humano en el tramo final de<br />

su evolución de homínido,<br />

que el apóstol Pablo de<br />

Tarso enseñara con cierta timidez<br />

y que la cultura griega<br />

(sôma, psykhé y noûs), judía<br />

(basar, nefesh y ruah) y cristiana<br />

(cuerpo, alma, espíritu)<br />

difundieran durante la Antigüedad<br />

tardía, sigue siendo<br />

lo suficientemente sutil para<br />

poder explicar fenómenos<br />

que son por naturaleza<br />

complejos y que no permiten<br />

para su examen preciso<br />

reducir unas realidades del<br />

compuesto ser humano a<br />

otras, simplificando su propia estructura humana.<br />

–Las voces que guiaron a Santa Juana de Arco, la<br />

visión extática y el enmudecimiento de Santo Tomás,<br />

la vida de renunciamiento extremo de Santa Catalina<br />

de Siena, los estados de éxtasis o arrobamiento<br />

de Santa Teresa… son experiencias que tocan un lugar<br />

más alto o fuera de la percepción diríamos “normal”<br />

que alcanza el ser humano. ¿El misticismo, esta<br />

búsqueda de experiencia de la presencia de Dios,<br />

de relación sobrenatural con la divinidad, sería en sí<br />

mismo una forma de la locura Las imágenes anímicas<br />

auditivas (voces y palabras), las imágenes ópticas (visiones)<br />

o las expresiones que las niegan por su pasividad: renuncia,<br />

arrobamiento, estado de fuera de sí, son experiencias<br />

eminentemente psíquicas que produce la capacidad pura<br />

de la facultad de imaginar que excede a las imágenes sensoperceptivas<br />

y de la memoria adquirida que tienen su<br />

fuente en la sensiblidad espacio temporal, mientras que<br />

en la imaginación pura aparecen los reflejos que son producidos<br />

por experiencias que tienen que ver con planos<br />

ontológicos más altos, puramente intelectivos, inteligibles<br />

o espirituales. Como en este momento se intersectan las<br />

diversas capacidades vitales, bien sean de la psique universal<br />

o de las almas individuales, se hacen presentes ese tipo<br />

de fenómenos. Pensadores de la Antigüedad tardía como<br />

Jámblico de Calcis o Proclo, que son filósofos hieráticos,<br />

analizaron estos hechos de manera minuciosa y contemporáneamente,<br />

Carl Gustav Jung se ha metido a fondo en<br />

esta problemática concibiendo que es universal y viendo<br />

su familiaridad con los fenómenos oníricos, ya que todos<br />

pertenecen a la misma familia dentro de la facultad activa<br />

de imaginar, la imaginación creadora que es antes cósmica<br />

que individual.<br />

–La locura mística, si podemos hablar así, no es<br />

sólo patrimonio de la religión católica, ¿no ¿Qué


The Sun at his Eastern Gate, de William Blake (1816-20)<br />

31


32<br />

otras manifestaciones ha tenido Ya hablamos antes<br />

de la legitimidad de la expresión “locura mística”, pero<br />

podemos avanzar más metiéndonos en el mismo ámbito<br />

de la cultura universal. Efectivamente la “mística” como<br />

una expresión de la experiencia inexpresable es universal,<br />

está en el fundamento del acatamiento y veneración de lo<br />

sagrado y esta base excede el universo de las religiones y<br />

la metafísica de Occidente. Lo sagrado tiene por correlato<br />

humano una experiencia de lo divino que atrae y rechaza<br />

simultáneamente, como el fuego que nos da vida y calor y<br />

así somos atraídos por él, pero sin podernos aproximar demasiado<br />

porque a cierta distancia vecina nos rechaza, de lo<br />

contrario su poder calorífero nos destruiría. Así es la imagen<br />

lingüística de la atracción y repulsión de lo sagrado y<br />

este es un fenómeno universal. Con la experiencia cristiana<br />

de lo sagrado, esta se redujo a experiencia religiosa bajo<br />

la forma de la fe, de una atadura fuerte entre Dios padre<br />

y el hombre, ligadura personal antes que ritual y la mística<br />

occidental adquirió estas características. Pero en Oriente<br />

la relación del hombre con lo divino siguió manteniendo<br />

sus rasgos míticos ancestrales y lo que interesa antes que<br />

la atadura personal es la veneración expresada en la experiencia<br />

del rito que conserva la unidad comunitaria. La<br />

mística es esencialmente cristiana y acaso quien le dio sus<br />

bases epistemológicas fue el brillante escritor eclesiástico<br />

Orígenes de Alejandría, pero previamente los cristianos<br />

investigaban los actos de aproximación íntima con Dios a<br />

partir de las asociaciones y prácticas esotéricas en las que<br />

la inspiración espiritual garantizaba la intimidad de las<br />

personas y la comunidad en el rito, de este modo cultivaban<br />

el secreto de la intimidad divina con sus ceremonias<br />

litúrgicas. Pero, por supuesto, que los usos, costumbres y<br />

doctrinas en relación con lo místico o inexpresable se han<br />

cultivado y se cultivan en todo el mundo, entre hindúes y<br />

taoístas y más próximos al occidente creyente, entre musulmanes<br />

(sufíes y shiitas)<br />

y judíos (cabalistas).<br />

–¿Hubo momentos<br />

históricos más propicios<br />

para estas<br />

experiencias o es<br />

algo que se sigue<br />

manifestando Nuestra<br />

cultura actual arraigadamente<br />

mecanicista<br />

(considera que todo<br />

fenómeno se explica<br />

como el efecto de una<br />

causa física inanimada)<br />

y materialista, no incluye<br />

entre sus consideraciones<br />

importantes los fenómenos<br />

místicos, a los que ha colocado<br />

–como al esoterismo y los<br />

fenómenos iniciáticos– en<br />

la bohardilla de la cultura,<br />

entre los trastos en desuso,<br />

o peor todavía, entre los objetos<br />

fraudulentos. Por más<br />

que ejemplos como los de la<br />

modesta campesina francesa<br />

Marta Robin o el del franciscano<br />

polaco Maximiliano<br />

Kolbe hayan tenido lugar en<br />

nuestro tiempo. Pero la realidad<br />

de la percepción es así, aunque los hechos sucedan,<br />

la falta de sensibilidad hacia su individualidad hace que no<br />

se los perciba. Desde luego que la visibilidad de los fenómenos<br />

místicos no es separable del momento histórico y<br />

de la declinación de la sensibilidad religiosa hacia la individualidad<br />

de los fenómenos personales cuando prima lo<br />

masivo. La misma mentalidad se refleja en los medios de<br />

comunicación de masas que difunden los acontecimientos.<br />

Ser un sujeto místico no es noticia, mientras que comprobar<br />

una actividad parapsicológica en un místico, lo que es<br />

común contra su voluntad, sí lo sería.<br />

–¿Aportan algún valor a la religión Las experiencias<br />

de los místicos son inseparables de las religiones y aportan<br />

los valores más altos en relación con las creencias y prácticas<br />

religiosas, que extralimitan la propia corriente espiritual<br />

para enriquecerla con una experiencia superior a ellas<br />

de carácter universal y trascendente a su credo particular.<br />

Los místicos observados desde este fondo son la flor y nata<br />

de las religiones particulares y son posibilidades para echar<br />

puentes con un diálogo sincero entre las religiones del<br />

mundo. Bastaría con recordar los nombres del griego Plotino,<br />

el gnóstico Valentín, los hindúes Shankarabhagavad<br />

o Ramanuja, el dominico Maestro Eckhart, el poeta San<br />

Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, Catalina de Siena,<br />

al-Ghazzali, Francisco de Asís para confirmarlo<br />

Lecturas recomendadas<br />

García Bazán, Francisco, Aspectos inusuales de lo sagrado, Madrid, Trotta,<br />

2000, particularmente el capítulo 3: “La mística y el lenguaje de la mística”.<br />

García Bazán, Francisco, Plotino y la mística de las tres hipóstasis, Buenos<br />

Aires, El Hilo de Ariadna, 2011.<br />

Martín Velasco, Juan, El fenómeno místico. Estudio comparado, Trotta, Madrid,<br />

2003.<br />

AA.VV., La mística en el siglo XXI, Madrid, Centro Internacional de Estudios<br />

Místicos, Ayuntamiento de Ávila-Trotta, 2002.


Tema de tapa<br />

tres<br />

Con la<br />

LENGUA SUELTA<br />

Por Silvia Hopenhayn<br />

34<br />

En la ficción, la locura no sólo es un mal menor, puede ser<br />

un don de pocos o incluso, un estado generalizado. Recuerden<br />

el diálogo que mantienen Alicia y el gato Cheshire<br />

cuando se encuentran por primera vez en el bosque:<br />

“–¿Qué clase de gente vive por aquí<br />

–En esa dirección –dijo el Gato haciendo un ademán con<br />

su pata derecha– vive un Sombrerero; y en esa dirección<br />

–haciendo un ademán con la otra pata– vive una Liebre de<br />

Marzo. Visita a quien prefieras: los dos están locos.<br />

–Pero yo no quiero andar entre locos –observó Alicia.<br />

–Oh, eso no puedes evitarlo –dijo el Gato–. Todos estamos<br />

locos aquí. Yo estoy loco. Tú estás loca.<br />

–¿Cómo sabe que estoy loca –dijo Alicia.<br />

–Tienes que estarlo –dijo el Gato–, o no habrías venido<br />

aquí.”<br />

El país de las maravillas no es otra cosa que la realidad del<br />

lenguaje. Allí la lengua está suelta, como los caballos en el<br />

campo, y el sentido se desliza, no está preestablecido. Hay<br />

permiso para convertirse en lo que sea, mientras las palabras<br />

lo permitan. Cuando Alicia le pregunta a la reina si<br />

ya se encuentra bien, luego de haberse pinchado el dedo,<br />

su Alteza le responde: “Mucho mejor, mucho meeejjj,<br />

meej…”, hasta que toda su boca es tomada por la primera<br />

sílaba y termina con un largo “meeeee”, balido que la convierte<br />

en una oveja. ¡La palabra se encarnó en ella!<br />

Pero así como en Alicia en el país de las maravillas hay<br />

un permiso –y un pase– para la transformación, en Sylvia<br />

y Bruno, la última novela de Lewis Carroll, la locura se<br />

satiriza, desde su tratamiento institucional. En el capítulo<br />

IX leemos:


Dossier<br />

Literatura<br />

o1<br />

Robert Walser<br />

El paseante<br />

Por Nancy Giampaolo<br />

“¡Qué hermosas son las ciudades cuando la gente se sienta a comer en sus casas! El silencio de<br />

las calles tiene algo de amable y misterioso. ¿Para qué buscar otras aventuras!”. Estas líneas<br />

se encuentran en el libro Paseos con Robert Walser, de Carl Seelig, donde se compilan una<br />

serie de entrevistas efectuadas al escritor suizo durante las dos últimas décadas de su vida. En<br />

cada una de las conversaciones registradas, el que es habitualmente juzgado como un escritor<br />

oculto, desarrolla un estilo que también se encuentra en su obra, celebrada, fundamentalmen-


o2<br />

te, por la observación del detalle, la improvisación narrativa y la sensación de estar ante un<br />

hombre que se entrega a sus divagues.<br />

Como muchos otros escritores, Robert Walser no conoció en vida las mieles del éxito, algo<br />

que, de todos modos, no pareció estar entre sus preocupaciones. Nació el 15 de abril de 1878,<br />

en un cantón de Berna, y fue el séptimo de ocho hermanos. Su padre tenía una papelería que<br />

no daba muchas ganancias y, cuando Robert cumplió 14 años, decidió sacarlo de la escuela<br />

para que fuera aprendiz en un banco y colaborara en la economía familiar. Se sabe que su madre<br />

estaba muy perturbada emocionalmente y murió en 1894, después de haber estado bajo<br />

tratamiento médico por un largo período. Poco después, Robert tuvo el brevísimo berretín de<br />

convertirse en actor y huyó a la localidad de Stuttgart, donde participó de un casting en el que<br />

fue juzgado de inexpresivo.<br />

Aunque llegó a ser anciano, escribió sólo durante las primeras décadas de su vida. Había podido<br />

hacerlo hasta que Berliner Tageblatt, quien solía encomendarle colaboraciones literarias,<br />

le sugirió que dejara de escribir durante seis meses porque lo notaba peligrosamente exhausto.<br />

Poco después, Walser fue internado en un sanatorio para enfermos mentales, a los 51 años,<br />

y no salió hasta su muerte. No se casó, no tuvo hijos y sus hábitos fueron de una peculiaridad<br />

que siempre pareció armonizar con sus escritos. Dromómano, creador de un método de escritura<br />

a mano en miniatura que suscitó el interés de muchos de sus pares y, más que nada, autor<br />

de valiosísimos textos es, además, una figura que bien puede expresar aquella trillada idea que<br />

enlaza la locura con la genialidad.<br />

En 1905, siguió a su hermano mayor, Karl Walser, ilustrador de libros, plástico y escenógrafo,<br />

a Berlín. Allí, se inscribió en una escuela para sirvientes y trabajó un tiempo como mayordomo<br />

en una casa de campo, perteneciente a una mujer rica (allí usaba uniforme y respondía<br />

al mote de Monsieur Robert). Después de aquello, siguió con una sucesión de cambios de trabajo,<br />

alternada con la producción de poemas, textos breves, obras de teatro en prosa y pequeños<br />

versos. Pronto descubrió que podía sostenerse económicamente con la escritura. Colaboró<br />

con prestigiosas revistas literarias y fue aceptado en círculos artísticos serios, pero nunca fue<br />

catalogado como notoriamente exitoso.<br />

Walser prefirió no mantenerse demasiado tiempo en un mismo lugar y las amistades o las posibilidades<br />

de reconocimiento no fueron motivo de peso para que abandone su nomadismo.<br />

Se cuenta que, además, tendía a ponerse agresivo cuando tomaba de más, y eso lo dejaba fuera<br />

de algunas reuniones o fiestas y, justificando acaso estas conductas, habló de la vida social<br />

como perniciosa para el verdadero artista. No fue una sentencia aislada: la sociedad fue tomada<br />

con ironía en su obra por ser vista como un enemigo, no tanto de la vida doméstica, como<br />

podía serlo de la vida literaria: “Cuando los artistas no mantienen una relación de tensión con<br />

la sociedad, se paralizan con rapidez. No pueden dejarse mimar por ella, porque entonces se<br />

sienten obligados a plegarse a las circunstancias dadas. Nunca, ni siquiera en los períodos de<br />

mayor pobreza, me dejé comprar por la sociedad. Siempre antepuse la libertad personal”, le<br />

dijo a Seelig en una de sus tantas charlas.<br />

Su escritura tuvo, entre otras cosas, personajes que son álter egos de sí mismo y despliegues<br />

Izq. Robert Walser en su pubertad.<br />

Por aquella época, su padre lo saca<br />

del colegio para que trabaje y ayude<br />

a su familia.<br />

Centro. Su hermano Karl, ilustrador,<br />

plástico y escenógrafo, a quien<br />

Robert siguió a Berlín en 1905,<br />

donde trabajaría de mayordomo.<br />

Der. Su hermana Lisa a quien<br />

Robert idolatraba, y tomó como<br />

modelo para construir el personaje<br />

de la institutriz, Hedwig, de Los<br />

hermanos Tanner.


Izq. Su hermana Fanny quien ayudó<br />

a Robert varias veces consiguiéndole<br />

empleos.<br />

Centro. Su hermano Hermann era<br />

profesor de geografía y se suicidó<br />

en 1919.<br />

Der. Su hermano Ernst, quien murió<br />

en 1916, luego de haber estado internado<br />

en el hospicio de Waldau.<br />

de un humorismo que tiene algo de místico: Jakob von Guten, el adolescente de la novela<br />

homónima que publicó en 1909, se jacta de “no poder descubrir nada digno de consideración<br />

o estima en mi persona” y de “ser humilde y seguir siéndolo”. En un texto breve titulado Discurso<br />

a un botón, el narrador que está cosiendo el botón que se ha desprendido de su chaqueta,<br />

le agradece los servicios prestados durante más de siete años por su “fidelidad, celo y perseverancia”.<br />

Walser no cultivó ninguna clase de épica, sus personajes solitarios, desinteresados<br />

por el éxito, la rutina, la comodidad burguesa y la opresión de lo cotidiano, están hechos, en<br />

muchos casos, para descubrir la belleza del paisaje que los rodea, sea este el parque de una<br />

ciudad o un espeso bosque.<br />

De Berlín, Walser terminó yéndose a los 35 años: “Cuando en 1913 regresé a Biel desde Berlín,<br />

con cien francos en el bolsillo, me pareció aconsejable pasar lo más inadvertido posible<br />

–contó muchos años más tarde a Seelig–. Realmente, no había nada de lo que presumir. Salía<br />

a pasear solo de día y de noche; entretanto, me dedicaba a escribir”. De modo que el hecho<br />

de deambular por las ciudades se muestra como un elemento fundamental de su obra, pero<br />

Biel, como “ciudad-musa” se extinguió pronto: “En aquella época yo era muy pobre. Además,<br />

los motivos y temas accesorios que sacaba de Biel y de su entorno se fueron agotando poco<br />

a poco. En esa situación me escribió mi hermana Fanny, diciendo que había encontrado un<br />

puesto para mí en Berna, en el archivo cantonal. No podía negarme. Por desgracia, al cabo de<br />

seis meses discutí con mi jefe cuya paciencia colmé con una observación descarada. Me despidió,<br />

y volví a dedicarme a escribir”.<br />

La influencia del contexto, o más específicamente del carácter de los lugares en los que vivía,<br />

marcaban a Walser de una forma cada vez más densa. Dijo sobre su estada en Berna: “Bajo<br />

la impresión de esa ciudad vital y violenta, empecé a escribir de manera menos bucólica, más<br />

varonil e internacional que en Biel, donde me servía de un estilo melindroso (…). En los últimos<br />

años en Berna me atormentaron desordenados sueños: truenos, gritos, manos que me<br />

estrangulaban, voces alucinadas, de tal modo que a menudo me despertaba gritando”. Entonces<br />

regresó a Suiza y vivió durante un breve período de tiempo con su hermana Lisa Walser<br />

y trabajó como profesor. Luego pasó unos días en Biel con su padre quien, al año siguiente,<br />

murió. La locura no fue un hecho aislado en su familia: a los desórdenes mentales de su madre,<br />

se sumaron los de su hermano Ernst Walser, quien murió después de estar internado en<br />

el manicomio de Waldau, a finales de 1916. En 1919, otro de sus hermanos Hermann Walser,<br />

profesor de geografía en Berna, se suicidó.<br />

Alan Pauls sintetizó estos años en los que Walser fue de una ciudad a otra, los años previos a<br />

su internación en el hospicio de Wandau en el que murió, haciendo foco en sus mentadas caminatas:<br />

“A fines de los años 20, despedido de un empleo por insolente, Walser sale de su madriguera,<br />

redescubre las luces de Berna y la escritura y empieza a recibir numerosos encargos<br />

de diarios y revistas extranjeras. Resultado: surménage intelectual. Lo acosan sueños poblados<br />

de truenos, voces con eco y manos que le buscan la garganta, de los que despierta aullando de<br />

terror. Se vuelve dromómano. Camina de día y de noche, sin parar. Una vez sale de Berna a<br />

las dos de la mañana y llega a Thonon a las seis; a primera hora de la tarde hace una parada a<br />

o3


o4<br />

orillas del Niesen, donde apura una lata de sardinas con un trozo de pan; vuelve a Thonon al<br />

anochecer; a medianoche está otra vez en Berna. “Todo a pie, por supuesto”, declara. Otra de<br />

sus hazañas peatonales es el tramo Berna-Ginebra de un tirón, con noche en Ginebra y regreso<br />

a Berna a la mañana siguiente.”<br />

Durante la Primera Guerra Mundial, Walser hizo el servicio militar. La vida de soldado no<br />

pareció afectarlo muy dramáticamente: “Siempre me llevé bien con mis compañeros, pero los<br />

oficiales solían decir: Walser es usted un vago. Cosa que no me preocupaba mucho”.<br />

Amén de sus textos en prosa y poemas, Walser tuvo con la escritura una relación física que se<br />

distinguió de las de sus pares, sobre la que el Nobel sudafricano J. M. Coetzee escribió: “Ser<br />

un escritor fue difícil para Walser en el más elemental de los niveles. No usaba una máquina<br />

de escribir, escribía a mano con una letra muy clara y bien formada de la que él se enorgullecía.<br />

Los manuscritos que han sobrevivido son modelos de caligrafía. La escritura a mano<br />

fue uno de los puntos en que los trastornos psiquiátricos se manifestaron primero. En algún<br />

momento durante sus treinta comenzó a sufrir calambres psicosomáticos en su mano derecha<br />

que él atribuyó a una animosidad inconsciente hacia la lapicera como herramienta. Fue capaz<br />

de superar esos trances sólo dejando la lapicera y cambiándola por un lápiz. El uso del lápiz<br />

fue lo suficientemente importante para Walser como para llamarlo ‘su sistema del lápiz’ o ‘su<br />

método del lápiz’. (…) Más interesante que la letra en sí misma, es la cuestión de lo que el<br />

‘método del lápiz’ hizo posible para Walser como escritor, algo que la lapicera no pudo proveerle<br />

(siguió usando lapicera para copias en limpio así como también para correspondencias).<br />

La respuesta parece ser que, tal como un artista con un palo de carbón entre sus dedos, Walser<br />

necesitaba tener un movimiento de mano rítmico y constante antes de que pudiera caer en<br />

un estado de ánimo en el que la ensoñación, la composición y el flujo de la propia herramienta<br />

de escritura se convirtiera en una misma cosa. En un artículo titulado ‘Boceto en lápiz’ de<br />

1926-1927, menciona la ‘felicidad excepcional’ que el método del lápiz le permitió tener. ‘Me<br />

calma y me alegra’, dijo en alguna parte. Los textos de Walser no están dirigidos ni por la lógica<br />

ni por la narrativa, sino por estados de ánimo, fantasías y asociaciones: en temperamento él<br />

es menos un pensador o un contador de historias que un ensayista. El lápiz y la autoinventada<br />

letra estenográfica permitieron el decisivo, ininterrumpido y todavía fantasioso movimiento de<br />

mano que se volvió indispensable para su ánimo creativo”.<br />

Este método tan personal de escritura que Walser explotó principalmente en los últimos años<br />

de su carrera literaria ha fascinado a muchos otros escritores, entre ellos a Juan José Saer que<br />

lo definió como una “escritura secreta, fuga tímida fuera del alcance del público, de uno de<br />

los grandes escritores en lengua alemana del siglo XX (…). En los microgramas de Walser,<br />

una motita, una anfractuosidad u otra casi invisible imperfección material del papel, perturba<br />

la lectura de una sílaba, de una palabra, mono o bisilábica, y puede ocultar el sentido de una<br />

frase y, si se repite varias veces, aún de un texto entero. Y justamente, es el papel que Walser<br />

acostumbraba utilizar, lo que ha suscitado entre sus críticos y sus biógrafos, las más perplejas<br />

reflexiones. Walser acostumbraba escribir en hojas de almanaque (que solía cortar por la mitad),<br />

en reversos de facturas, de volantes, de sobres ya utilizados. A menudo, nuevos textos<br />

Izq. Microgramas de Walser a los<br />

que Juan José Saer definió como<br />

“escritura secreta, fuga tímida fuera<br />

del alcance del público”.<br />

Der. Portada de Jacob Van Guten,<br />

escrita en 1909.


Izq. Ilustración que Karl Walser hizo<br />

para la primera edición de Las composiciones<br />

de Fritz Kocher (1904).<br />

Der. Walser a mediana edad,<br />

en Berlín.<br />

eran escritos en el dorso de alguna tarjeta postal e incluso en el de alguna circular impresa<br />

con la que tal o cual revista le comunicaba el rechazo de algún texto anterior enviado para la<br />

publicación”.<br />

Según Seelig, los períodos más fructíferos de Walser fueron los de Berlín y de Berna. Entre<br />

sus novelas y textos más conocidos se cuentan Los hermanos Tanner, de 1907; El ayudante, de<br />

1908; Jakob von Guten, que tuvo algunas muy poco conocidas adaptaciones cinematográficas,<br />

y El bandido, donde hay un narrador que habla sobre el bandido en cuestión; un ser difícil<br />

de encasillar, raro, que tiene una gran vocación por el sometimiento. El narrador actúa como<br />

intérprete y álter ego del bandido y, en la medida en que avanza la historia, lo va desplazando<br />

y sustituyendo como si el protagonista se hubiera venido desdoblando en dos: el que actúa y el<br />

que lo pone en palabras.<br />

Según Coetzee, “Como personaje literario, Jakob von Guten no tiene precedente. En el placer<br />

que él tiene en extraerse de sí mismo, tiene algo del Underground Man (Memorias del<br />

subsuelo) de Dostoievski y, detrás de él, de Confessions (Confesiones) de Jean-Jacques Rousseau.<br />

Pero, como señaló la primera traductora al francés de Walser, Marthe Robert, hay también<br />

en Jakob algo del héroe del cuento tradicional alemán, algo del muchacho que entra al<br />

castillo del gigante y triunfa a pesar de todos los obstáculos. Kafka, al principio de su carrera,<br />

admiraba el trabajo de Walser (Max Brod recuerda con qué deleite leía Kafka en voz alta los<br />

sketches humorísticos de Walser)”.<br />

Sobre sus novelas, tan alejadas de lo tradicional, Pauls proporcionó una visión que insiste en<br />

la relación entre la obra y el modo de ser de su autor: “Llamarlas novelas es necio y, sobre<br />

todo, un poco tosco; son libros sin corregir ni terminar, en los que nada añora, sin embargo,<br />

esas cláusulas del oficio narrativo; son documentos íntimos, informes autobiográficos apenas<br />

travestidos, pero lo que importa en ellos no es tanto la verdad que encierran como el modo<br />

raído y rutinario en que la impersonalizan. Lisa, la hermana que Walser idolatró, es sin duda<br />

el original de Hedwig, la institutriz abnegada de Los hermanos Tanner; es fácil reconocer en<br />

El dependiente rastros múltiples de la temporada que Walser pasó como empleado contable<br />

en Wädenswil, y el instituto que regentea el señor Benjamenta, dedicado a formar ‘ceros a la<br />

izquierda magníficos, redondos como una pelota’, calca la academia berlinesa donde el joven<br />

Walser aprendió a servir. Pero ¿qué valor pueden tener esas referencias, ancladas todas en una<br />

vida preexistente, comparadas con la extraña forma de vida que esas páginas hacen existir<br />

Como Kafka, Walser habló y escribió mucho sobre sí mismo, pero lo que anima esa verborragia<br />

es una voluntad encarnizada de extinción, el sueño –paradójico, tal vez imposible– de no<br />

ser nadie, de ser menos que nadie, de ser cero”.<br />

La mayor parte de sus biógrafos coinciden en señalar que dejó por completo de lado la escritura<br />

entre 1932 y 1933. A lo largo de los 23 años siguientes, Seelig lo visitó y registró aquellos<br />

encuentros con un tono muy acorde a la obra del entrevistado. El libro de Seelig –amigo y<br />

admirador entusiasta– tiene descripciones que, al modo de Walser, ofrecen detalles: la ropa,<br />

la comida, la cara o las caderas de una moza de taberna: ítems casi forzosos al momento de<br />

armar el clima necesario para aproximarse al autor de El paseo. La historia amorfa, hecha de<br />

o5


o6<br />

diálogos y recuerdos transcurre, precisamente, a lo largo de una sucesión de paseos en los<br />

que Seelig testimonia distintos estados de ánimo de Walser, da cuenta de cómo este va envejeciendo.<br />

“Gracias a Seelig –reconoce Pauls– sabemos hasta qué punto la vida de hospicio es,<br />

para Walser, un paraíso de la subordinación, el ecosistema ideal para llevar hasta las últimas<br />

consecuencias su política de aplazamientos y suspensiones. Por la mañana, Walser colabora<br />

con los empleados del asilo en las tareas de limpieza; por la tarde, durante las horas de trabajo<br />

reglamentarias, ordena lentejas, habas y castañas en tres montañitas separadas, o arma bolsas<br />

de papel. ‘Se esfuerza por trabajar lo más posible y refunfuña si lo molestan’, escribe Seelig,<br />

‘y en los ratos de ocio se sumerge en revistas amarillentas o en libros viejos’. Según el director<br />

del hospicio, el doctor Pfister, Walser jamás muestra el menor deseo de entregarse a alguna<br />

actividad artística. ‘¿Y la escritura’, pregunta Seelig, intrigado. Walser alega que ‘es absurdo y<br />

grosero, sabiendo que estoy en un hospicio, pedirme que siga escribiendo libros’. Sólo puede<br />

escribir en libertad, dice, y hasta tanto no se cumpla esa condición, ni siquiera podrá considerar<br />

la posibilidad de retomar la escritura. ‘Tengo la impresión de que usted no aspira en absoluto<br />

a esa libertad’, observa Seelig. ‘No hay nadie que me la ofrezca, así que hay que esperar’,<br />

contesta Walser. Pero Seelig insiste: ‘Una vez fuera del hospicio, ¿volvería usted a escribir’.<br />

Walser: ‘Ante esa pregunta sólo hay una reacción posible: no contestar’.<br />

Quizás no sea correcto hablar de un abandono total de la literatura por parte de Walser, ya<br />

que dejó de escribir pero no de leer y de reflexionar, a pesar de estar internado, sobre el panorama<br />

literario que le tocó vivir. Solía ser duro con las nuevas políticas literarias de su época,<br />

dijo, sobre el hecho de premiar a jóvenes escritores para incentivarlos: ‘Las sumas pequeñas<br />

mueven a burla y humillación. Personalmente prefiero hundirme en la mierda antes que tener<br />

que decir merci a mezquinos donantes. Hacer favores siempre es mejor que recibirlos’. Y fue<br />

humilde al momento de ser inscripto entre los grandes autores de todos los tiempos: cuando<br />

Seelig lo mencionó al lado de Charles Dickens en una misma oración, le espetó: ‘¡No, no! Le<br />

ruego encarecidamente que no vuelva a mencionar nunca más mi nombre junto al de tales<br />

maestros. Ni a susurrarlo siquiera. Ser mencionado en su compañía me impulsa a esconderme’.<br />

En el mismo sentido, cuando su amigo y entrevistador le preguntó por qué París no figuró<br />

entre las ciudades de su eterno vagabundeo, respondió: ‘¿A París ¡Jamás! Jamás me habría<br />

atrevido a ir donde Balzac, Flaubert, Maupassant y Stendhal trabajaron de forma tan inimitable’.<br />

Y en otra charla, pareció confesarse: ‘Nunca estuve celoso de los clásicos. En cambio sí<br />

lo estuve de escritores de segunda fila’.”<br />

Según Pauls, el diagnóstico que lo llevó a ser internado en una clínica para enfermos mentales<br />

y concluyó prácticamente con su obra escrita, pareciera ser precedente a la misma: “Según la<br />

secuencia cronológica, Walser escribió primero y ‘enloqueció’ después. Pero su literatura invierte<br />

ese orden radicalmente. Los suyos son textos que parecen escritos después de la locura,<br />

por alguien que asoma la cabeza entre escombros y, muy despacio, como si temiera astillarse<br />

los huesos, reanuda lo que la catástrofe había interrumpido. Opaca y aniñada, la prosa de Walser<br />

se abre paso en la lengua con cautela, delicadamente, como quien mueve un brazo alguna<br />

vez roto y que meses de yeso entumecieron. Sus frases tienen la corrección nítida, un poco<br />

Izq. Una de las ediciones de Diario<br />

de 1926.<br />

Der. Placa recordatoria en Berlín.


“Envuelto en la legitimidad artística,<br />

me dediqué simplemente a improvisar”,<br />

le dijo a Seelig, en uno de<br />

sus tantos encuentros a lo largo de<br />

23 años.<br />

Der. Robert Walser en su edad<br />

adulta.<br />

alucinatoria, de los ejemplos que aparecen en las gramáticas de las lenguas extranjeras: prosa<br />

de rehabilitado. En ese sentido, el cero al que Walser aspira es menos un descenso, una autodegradación,<br />

que una meseta laboriosamente conquistada, la zona neutral donde no hay nada<br />

todavía, pero donde todo, sin embargo, puede ser posible”.<br />

Walser propició la especulación acerca de su figura por parte de muchos escritores, Saer<br />

apuntó que “Los juicios que han suscitado sus primeros textos en sus confidenciales aunque<br />

conspicuos admiradores, confirman que el carácter contingente, ajeno a cualquier finalidad<br />

externa, es la virtud más exaltante de su literatura. Para Canetti, Walser es un escritor sin<br />

motivo, en tanto que Benjamin considera su prosa como una depravación de la lengua totalmente<br />

fortuita y sin embargo atrayente y fascinante. Y Robert Musil escribió que tal vez la<br />

prosa de Walser podría no ser más que un juego, pero no un juego literario, sino un juego humano,<br />

ágil y armonioso, desbordante de imaginación y de libertad, y que ofrece toda la riqueza<br />

moral de esas jornadas de ocio, inútiles en apariencia, en las que nuestras convicciones más<br />

firmes se deshacen en una agradable indiferencia”.<br />

La escritura microscópica es vista como uno de los primeros indicios de enfermedad mental<br />

en Walser por muchos autores y es claro que un aplastante agotamiento mental precedió a<br />

su internación: “Walser se queda literalmente seco, ‘como una estufa a la que se le acaba el<br />

combustible’ –se explaya Pauls–. Insiste, atormentando sus ‘meninges para no extraerles más<br />

que pavadas’. Intenta, por fin, suicidarse, pero es incapaz de hacer un nudo corredizo como la<br />

gente. Su hermana Lisa lo lleva al hospicio de Waldau”.<br />

Lisa fue quien tuvo que ocuparse de dejarlo en un manicomio. Sobre su ingreso a aquel lugar,<br />

escribió Coetzee: “Era claro que Walser ya no podía vivir solo. Su familia estaba contaminada:<br />

su madre había sido una depresiva crónica, uno de sus hermanos se había suicidado, otro<br />

había muerto en un hospital psiquiátrico. Se sugirió que su hermana lo había aceptado, pero<br />

ella no quiso. Entonces Walser aceptó ser internado en un sanatorio en Waldau. ‘Considerablemente<br />

deprimido y severamente inhibido’, decía el reporte médico inicial. ‘Respondió<br />

evasivamente a las preguntas sobre estar enfermo de la vida’. En evaluaciones posteriores, los<br />

doctores de Walser no se ponían de acuerdo acerca de qué, o si algo, estaba mal en él. Inclusive<br />

le insistieron para que tratara de vivir afuera nuevamente. Sin embargo, los cimientos de la<br />

rutina institucional se tornaron indispensables para él y eligió quedarse. En 1933 su familia lo<br />

transfirió a un asilo en Herisau, donde tenía derecho a asistencia social. Allí ocupó su tiempo<br />

en tareas como pegar bolsas de papel y clasificar frijoles. Permaneció en total dominio de sus<br />

facultades, seguía leyendo los diarios y revistas populares; pero, después de 1932, no escribió”.<br />

En uno de los encuentros con Seelig en los que los dos hombres alternaban caminatas con<br />

comidas en diversos restaurantes, reflexionó sobre sus primeros trabajos impiadosamente, y<br />

hasta justificándose: “Si volviera a tener 30 años, no volvería a escribir sin objeto, como un<br />

muchachuelo romántico, solitario y despreocupado. No se puede negar a la sociedad. Hay que<br />

vivir en ella y luchar por ella o contra ella. Ese es el defecto de mis novelas. Son demasiado<br />

extravagantes y demasiado reflexivas, y su composición es a menudo descuidada. Envuelto en<br />

la legitimidad artística me dediqué simplemente a improvisar”.<br />

o7


o8<br />

Soñador, atormentado, Walser decía lo que pensaba a través de sus personajes: “Los verdaderos<br />

hombres, los seres humanos de verdad no son jamás visiblemente bellos –escribió en<br />

Jakob von Guten–. Un hombre que lleve una barba realmente hermosa o es un cantante de<br />

ópera o el jefe de sección, bien remunerado, de algún gran almacén. Los falsos hombres son,<br />

por regla general, hermosos”. Aunque fue cultor del detalle, la humanidad en conjunto también<br />

sacaba sentencias de su boca, le dijo a Seelig, otra vez con dejos místicos: “Creo que poco<br />

a poco las personas se convierten en ángeles o demonios”. Transitando los matices, Walser<br />

reconocía absolutos como lo son las Tinieblas y la Luz en términos religiosos: “¿Acaso la vida<br />

humana está siempre llena de sol ¿No son la luz y las sombras las que le dan sentido”.<br />

La muerte de Walser fue descripta por Coetzee como un hecho esencial en las lecturas posteriores<br />

que se hicieron de él como escritor: “El día de Navidad de 1956, la policía de la ciudad<br />

de Herisau, al este de Suiza, recibió un llamado: un grupo niños se había topado con el cadáver<br />

de un hombre, muerto por el frío, en un campo cubierto de nieve. Al llegar a la escena, la<br />

policía tomó fotografías y removió el cuerpo. El hombre muerto fue identificado fácilmente:<br />

era Robert Walser, de 78 años, extraviado de un hospital psiquiátrico. En sus tempranos años,<br />

Walser se había ganado cierta reputación en Suiza y en Alemania como escritor. Algunos de<br />

sus libros todavía estaban en la imprenta, entre ellos había una biografía de él. Pasar un cuarto<br />

de siglo en instituciones mentales, había secado su escritura. Las largas caminatas por el campo,<br />

como en la que murió, habían sido su principal esparcimiento. Las fotografías de la policía<br />

mostraban a un anciano en sobretodo y botas tirado en la nieve, sus ojos abiertos, su mandíbula<br />

floja. (…) La supuesta locura de Walser, su solitaria muerte y el descubrimiento post<br />

mortem de sus escritos secretos, fueron los pilares en los cuales se basó su legendaria leyenda<br />

como un genio escandalosamente descuidado”.<br />

Por su parte, el escritor español Enrique Vila-Matas, autor de Doctor Pasavento, una ficción<br />

centrada en la figura de Walser, no ocultó la admiración que la muerte del autor le produjo:<br />

“No sé explicar la página en blanco, pero sí me siento próximo a la nieve. Me fascina la muerte<br />

de Robert Walser. Ocurrió un día de Navidad que salió a caminar por los alrededores del<br />

sanatorio y murió sobre la nieve. No puede ser una muerte más metafórica sobre la pureza de<br />

su estilo y de su vida. Fue encontrado por dos niñas que pasaban por allí ese día de Navidad y<br />

colocaron una flor al lado del cadáver”.<br />

Sin embargo, hay otro escritor que relató esa muerte en la nieve, pero mucho antes de que<br />

aconteciera y diferenciándose en pocos detalles de lo que ocurrió fuera de la ficción. Ese<br />

escritor es el propio Walser, quien en un hecho de tintes premonitorios, casi fantásticos, (un<br />

hecho que hace aún más atractiva su biografía) adjudicó a uno de sus personajes una muerte<br />

romántica, una muerte que alcanza al caminante en un lugar más que apropiado para su<br />

temperamento, exactamente como lo alcanzó a él: Sebastián, el poeta un poco ridículo de Los<br />

hermanos Tanner, es hallado en la nieve por Simón: “En la mitad de la subida vio de pronto<br />

Simón a un hombre joven echado sobre la nieve, en medio del camino. (…) El hombre yacía<br />

inmóvil y la oscuridad empezaba a enseñorearse del bosque (...). Se había congelado allí, sin<br />

duda debía de llevar mucho rato junto a aquel camino. (…) La cara y las manos se habían<br />

congelado hacía rato, y la ropa estaba adherida al gélido cuerpo. Sebastián debió de haberse<br />

desplomado allí, víctima de un cansancio enorme que no podía soportar. (…) No tengo tiempo<br />

–dijo Simón para sus adentros– debo darme prisa para llegar siquiera a la próxima ciudad,<br />

de lo contrario no tendría ningún temor en quedarme un rato más junto a este pobre muerto,<br />

que era poeta y soñador. ¡Con qué nobleza ha elegido su tumba! Yacer en medio de espléndidos<br />

abetos verdes cubiertos de nieve”<br />

Fuentes<br />

Paseos con Robert Walser, Carl<br />

Seelig (Siruela).<br />

Los hermanos Tanner, Robert Walser<br />

(Siruela).<br />

El bandido, Robert Walser (Siruela).<br />

Diario El País (España).<br />

Agradecemos a Alan Pauls.<br />

http://enlenguapropia.wordpress.<br />

com/


“–Y ese número de lunáticos<br />

se está volviendo mayor<br />

año a año –dijo un hombre<br />

pomposo.<br />

–Así dicen –dijo Arthur– y<br />

cuando el 90 por ciento de<br />

nosotros sea lunático, a los<br />

asilos se les dará el uso que<br />

les es propio.<br />

–¿Y que consiste en…<br />

–preguntó solemnemente<br />

el hombre pomposo.<br />

–¡Resguardar a los cuerdos! –dijo Arthur–. ¡Nos confinaremos<br />

en ellos! Los lunáticos harán todo lo que quieran,<br />

afuera. Será un poco estrafalario, sin duda: habrá choques<br />

de trenes todo el tiempo; las máquinas de vapor estallarán<br />

siempre; la mayor parte de las ciudades se incendiará; la<br />

mayor parte de los barcos se hundirá…<br />

–¡Y la mayor parte de los hombres se matará! –murmuró el<br />

hombre pomposo que estaba desesperadamente confundido.<br />

–Por cierto –asintió Arthur–. Hasta que al final habrá menos<br />

lunáticos que hombres cuerdos. Entonces saldremos; y<br />

ellos entrarán: ¡y las cosas volverán a su estado normal!”<br />

Esta forma de ridiculizar las fronteras es propia de Carroll,<br />

como buen lógico que apostó a la poesía.<br />

forma de hallar una ficción donde existir. Por eso muere<br />

cuando la encuentra.<br />

Chesterton yuxtaponía destino con desatino. En su ensayo<br />

breve “Defensa del desatino”, donde compara a dos<br />

representantes del non-sens (o del absurdo) Edward Lear<br />

y Lewis Carroll, da cuenta de la “verdadera” realidad de<br />

la existencia humana: “Mientras consideremos a un árbol<br />

como cosa obvia, natural y razonablemente creada para<br />

alimentar a una jirafa, no podemos maravillarnos cabalmente<br />

de él. Cuando lo consideramos como prodigiosa ola<br />

de tierra viviente que se alarga hacia los cielos sin ninguna<br />

razón particular, sólo entonces nos quitamos el sombrero,<br />

para asombro del guardián del parque. Visto desde ese<br />

otro lado –la subjetividad– un pájaro es flor desprendida<br />

de la cadena de su tallo; un hombre es cuadrúpedo mendigando<br />

sobre sus patas traseras; una casa es sombrero<br />

gigantesco para prometer a un hombre del sol; una silla es<br />

aparato de cuatro piernas de madera para un tullido que<br />

sólo cuenta con dos. Esta es la faz de las cosas que tiende<br />

más realmente al asombro espiritual”.<br />

Defensa del desatino<br />

En la literatura estar loco no merece ninguna reclusión.<br />

Es un estado narrativo; la posibilidad de inventar una historia<br />

o convertirse en otra cosa. Los personajes llamados<br />

“locos” –me refiero a los habitantes de la ficción– suelen<br />

protagonizar aventuras desopilantes. Otro clásico y loco<br />

maravilloso, abonado a la imaginación como pocos, es Don<br />

Quijote. Toda la primera parte de sus aventuras se rige<br />

por la fantasía. La realidad es su invento, no sólo por los<br />

molinos de viento… Dulcinea, fundamentalmente, es la<br />

más perfecta de sus creaciones. Y contrasta bastante con<br />

el comentario realista –¿inconducente– de Sancho Panza,<br />

quien la considera “labradora tosca y fea…”. Sin embargo,<br />

en la segunda parte de la novela, Don Quijote ya no estará<br />

a salvo montado en el lenguaje; comienza a “sanchificar”<br />

la realidad y pierde toda razón de vivir. Hasta verá a su<br />

Dulcinea transformada en fea labradora a la que encima<br />

“le quitaron el buen olor”: “Olía –dice– a ajos crudos”. En<br />

su destino como personaje de ficción “perder la razón” se<br />

opone a “perder la razón de vivir”. Perder la razón era su<br />

Memorias de locos: Flaubert y Gogol<br />

Hay dos pequeños textos literarios, tan distintos como<br />

parecidos sus títulos. Memorias de un loco, de Flaubert<br />

y Diario de un loco, de Gogol. También coinciden en el<br />

tiempo. Ambos fueron escritos entre los años 30 y 40 del<br />

siglo XIX. La diferencia radica en sus narradores. Uno<br />

35


36<br />

está del lado de la locura<br />

permitida, el fervor del artista<br />

adolescente; el otro de la<br />

locura sancionada, la fantasía<br />

delirante. El de Flaubert es<br />

un personaje adorador, al<br />

tiempo que desafiante. Se<br />

trata de un diario en primera<br />

persona, donde el recuerdo<br />

de una atracción femenina<br />

en los primeros años de la<br />

adolescencia, fija la intensidad<br />

en un punto irreversible. Todo remite a ese contacto<br />

estremecedor. Como Laura en Petrarca, Beatrice para<br />

Dante o la prima Eleonora de Edgar Allan Poe. Es un<br />

eufórico in crescendo hacia una suerte de desafío verbal<br />

al propio verbo, a la creación. “Oh el infinito, oh la eternidad,<br />

oh inmensa locura. ¿Y cuando no haya nada Ah, el<br />

vacío se cansará también de existir. ¡Qué extraña toda esta<br />

diversidad de opiniones, creencias, sistemas, y de locuras!”<br />

Al tratarse de un primer Flaubert, todavía lejano del realismo<br />

de Madame Bovary, más próximo al romanticismo<br />

de Goethe, estamos ante un texto plagado de anhelos, preguntas<br />

y desesperación. Una reflexión hiperbólica sobre la<br />

nostalgia y el devenir, donde la libertad está condicionada<br />

por la avaricia de la satisfacción. “¿Eres libre de los principios<br />

según los cuales riges tu conducta” Finalmente, el<br />

loco flaubertiano se entrega a la “grandeza del polvo, y la<br />

majestad de la nada”.<br />

El loco de Gogol es más próximo al desatino, pero con<br />

trágicas consecuencias. Aksenti Ivanovich es un consejero<br />

titular que alucina con devenir rey. Al principio, las anotaciones<br />

en su diario son ordenadas, aparecen las fechas de<br />

cada día, desde el momento en que también fue preso de<br />

la mirada de una muchacha. Al verla, “sentí que mi corazón<br />

quedaba herido. Dios mío, estoy perdido, pensé”. A<br />

partir de entonces, el personaje nos ofrece paulatinamente<br />

su locura. Su primer descubrimiento es la conversación<br />

entre dos perros, que lo llevará a invadir la cucha de la<br />

hembra creyendo que allí esconde una correspondencia<br />

secreta. A través de estas cartas “perrunas”, Ivanovich<br />

busca descubrir el verdadero amor de Sofía, la hija del director.<br />

Como si los perros testimoniaran mejor la comedia<br />

humana. Nuestro descubrimiento, como lectores, es la<br />

falla en la inscripción de sus días. Veremos que de golpe<br />

pasa de un 8 de noviembre o un 10 de octubre al “Día 43<br />

de abril del año 2000” o “Día 86 de martubre” o “Día 34<br />

de febrero de 343”. Hasta que uno de esos “locos” días,<br />

Ivanovich deviene rey: “¡Hoy es un gran día! ¡En España<br />

hay un rey! ¡Por fin ha sido encontrado! Y este rey soy yo.<br />

Reconozco que al parecer me ha iluminado un rayo. No<br />

comprendo cómo pude pensar e imaginarme que era un<br />

consejero titular. ¿Cómo pudo ocurrírseme una idea tan<br />

loca Menos mal que entonces no se le antojó a nadie<br />

meterme en una casa de locos. Ahora me ha sido revelado<br />

todo, ahora lo veo todo con claridad. Antes no comprendía,<br />

antes diríase que todo lo que veía estaba sumido en<br />

la niebla. Todo esto sucede, creo yo, porque la gente se<br />

imagina que el cerebro de una persona está en su cabeza;<br />

pero no es así, es el viento quien lo trae del mar Caspio”.<br />

Lo que anota se desfasa de lo que ocurre realmente: “¡Qué<br />

país tan extraño es España! Al entrar en la primera habitación,<br />

vi a muchas personas con el pelo cortado al rape, y<br />

en seguida me figuré que debían de ser dominicos o capuchinos,<br />

pues tienen el hábito de afeitarse la cabeza”.<br />

Tanto en Flaubert como en Gogol, el personaje loco que<br />

escribe el diario o las memorias, modela la realidad según<br />

su anhelo o desesperación, haciendo malabarismo con las<br />

palabras para sostener su vida.<br />

Por suerte a los personajes no se los encierra más que el<br />

autor en su propio libro


INTERNET<br />

Pasan los siglos y el hombre sigue tratando<br />

de comprender cómo fueron hechas<br />

las pirámides egipcias. Esta animación<br />

en 3D explica una nueva teoría para estudiar.<br />

http://alt1040.com/2014/03/supermangopro<br />

El grupo Corredor Digital se preguntó<br />

cómo se verá el mundo en los ojos de los<br />

superhéroes. Entonces imaginaron que a<br />

cada uno les daban una GoPro, lo último<br />

en filmadoras portátiles. En este link vemos<br />

el resultado de un día en la vida de<br />

Superman.<br />

http://pijamasurf.com/2013/08/animacionen-3d-explica-nueva-teoria-sobre-la-construccion-de-las-piramides-de-egipto-video/<br />

http://www.victoriawill.com/TINTYPES<br />

Victoria Will es una fotógrafa que viene<br />

cubriendo el Sundance Film Festival<br />

desde hace cuatro años. Para la última<br />

edición, decidió hacerlo de un modo particular:<br />

retrató a 31 famosos hoy como si<br />

estuviéramos en 1850.<br />

http://www.imaginario.es/20-extranos-sedan-un-beso-por-primera-vez-estas-son-susreacciones/<br />

Otro experimento artístico es First Kiss,<br />

el registro de cómo vivieron veinte desconocidos<br />

la experiencia de darse un beso<br />

de novela por primera vez.<br />

@PunkandStuff<br />

En Twitter, además de gente que opina<br />

acerca de todo, también hay cuentas que<br />

comparten información interesante. Por<br />

ejemplo, @PunkandStuff , que es anónima,<br />

y se encarga de compilar fotos de la<br />

movida punk durante los 70. Material de<br />

colección.<br />

http://themetapicture.com/breaking-fiction/<br />

En la era de las series, vale la pena revisar<br />

qué influencias de películas históricas<br />

aparecen coladas en estos guiones que<br />

supieron destronar a las novelas. Breaking<br />

Bad es un buen ejemplo para desentrañar<br />

por qué algunas escenas resultan<br />

tan familiares.<br />

http://mashable.com/2014/03/10/38-nasaphotos-cosmos/utm_cid=mash-com-Twmain-link<br />

Mientras dormimos o vamos al trabajo,<br />

el universo sigue funcionando y la<br />

NASA, entre otros, le sigue el ritmo sin<br />

descanso. Es posible saber qué pasa allá<br />

arriba a través de este registro de fotos<br />

instantáneas que son parte de los mejores<br />

registros oficiales.<br />

http://hemingwayapp.com/<br />

Se sabe: a esta altura, hay aplicaciones<br />

para todo. Entre ellas, una especialmente<br />

diseñada para que los amantes de la literatura<br />

puedan escribir nada menos que<br />

como… ¡Hemingway! Da consejos sobre<br />

acortar oraciones, reemplazar adverbios<br />

por verbos y más.<br />

http://flavorwire.com/442727/wes-andersons-movies-crisply-summarized-instylish-charts/utm_source=twitter&utm_<br />

medium=socialflow&utm_campaign=Flavo<br />

rwireSocial<br />

De la larga lista de películas inolvidables<br />

hay que contabilizarle muchas a Wes<br />

Anderson. El artista gráfico Ben Biondo<br />

sumarió toda su obra en una serie digna<br />

para exponer incluso en las paredes de<br />

casa.<br />

37


Kurt Cobain<br />

Tema de tapa<br />

cuatro<br />

38<br />

Fuera de ESCALA<br />

Desde Syd Barret hasta Kurt Cobain, el rock ha dado figuras emblemáticas de colapsos varios y deterioro<br />

mental. Aquí, algunas de sus historias<br />

Por Juan Manuel Cibeira<br />

¿Genio y locura son sinónimos ¿La excentricidad es una<br />

característica de los creadores ¿Es posible ser un creativo<br />

sin rayar la locura Esta y otras preguntas suelen aparecer recurrentemente<br />

en busca de establecer si la genialidad suele ir<br />

acompañada de la locura. O, a la inversa si la locura esconde<br />

alguna forma de genialidad.<br />

Esa idea de que el artista es una especie distinta al resto de<br />

los humanos es un mito largamente sostenido desde la Anti-


güedad. El propio Aristóteles sostenía que el talento de un<br />

individuo podía reconocerse a través de sus manifestaciones<br />

de irracionalidad.<br />

El reconocido profesor en psiquiatría Arnold Ludwig, en<br />

su libro The Price of Greatness (El precio de la grandeza),<br />

de 1995, examina la relación entre los excepcionales logros<br />

creativos y las alteraciones mentales. A grosso modo puede<br />

decirse que Ludwig llega a la conclusión de que las personas<br />

involucradas en profesiones artísticas son más proclives<br />

a sufrir alteraciones mentales durante su vida que aquellas<br />

que tienen ocupaciones más convencionales. Sin embargo<br />

la enfermedad mental no es condición necesaria para que se<br />

exprese el talento creador.<br />

Indudablemente no puede ser ajeno a esta conclusión el<br />

contexto que impone la sociedad actual, ávida de consumir<br />

figuras que llegan a la popularidad a través de sus conquistas<br />

artísticas. Particularmente el mundo de la música, con su desmesurada<br />

fábrica de estrellas instantáneas que son devoradas<br />

por un público siempre sediento del próximo éxito.<br />

La música pop, devenida industria multimillonaria, es el caldo<br />

de cultivo para que las muchas veces frágiles personalidades<br />

de sus creadores, terminen arrasadas en un cóctel letal de hedonismo,<br />

intoxicación e inestabilidad emocional. El pop y el<br />

rock tienen sus bajas, la mayoría huéspedes del gran Olimpo<br />

musical. El éxito tiene su precio, y muchas veces es la salud<br />

mental de su portador.<br />

Hay muchas historias de personalidades bipolares, depresivas<br />

o directamente esquizofrénicas que han triunfado, aunque no<br />

precisamente por su trastorno sino a pesar de él. Otros no resistieron<br />

la presión y se perdieron en el consumo abusivo de<br />

sustancias, que potenciaron aún más su alteración. Tomemos<br />

por ejemplo tres artistas, tres personalidades intensas, complejas<br />

psicológicamente e igualmente talentosas. Repasemos<br />

lo que ocurrió con Syd Barrett, malogrado creador de Pink<br />

Floyd; Brian Wilson, genio de los Beach Boys que enloqueció<br />

en su momento de mayor suceso; y Kurt Cobain, el líder<br />

del rock alternativo que terminó suicidándose.<br />

La primera de estas emblemáticas historias tiene como protagonista<br />

al joven músico británico Syd Barrett, fundador del<br />

grupo Pink Floyd<br />

junto a Roger<br />

Waters, Nick Mason<br />

y Rick Wright,<br />

que le dio el nombre<br />

uniendo los de<br />

los bluseros Pink<br />

Anderson y Floyd<br />

Council. Pronto<br />

se impuso como el<br />

motor creativo de<br />

la banda que en<br />

1967 grabó su disco<br />

Syd Barret<br />

debut The Piper at the Gates of Dawn con casi todas las canciones<br />

compuestas por él excepto por una de Waters. El impacto<br />

en la crítica fue muy intenso, el álbum se convirtió en<br />

un ícono de la psicodelia británica. En medio de este proceso,<br />

Barrett consumía drogas psicoactivas –como el LSD– y cada<br />

vez pasaba más tiempo “colgado”. El abuso llegó al punto de<br />

alterar toda posibilidad de realizar una vida normal… y también<br />

la de la banda.<br />

Luego de algunos problemas en los shows y colapsos varios,<br />

39


4o<br />

Brian Wilson<br />

el deterioro mental de Barrett era demasiado evidente. Roger<br />

Waters se puso al frente del grupo y todos acordaron buscarle<br />

un reemplazo para los shows, limitando a Barrett a la composición.<br />

El elegido fue David Gilmour, pero el manager de la<br />

banda consideró que no resultaría rentable y Syd quedó fuera<br />

de la banda sin que nadie se opusiera… Para el segundo disco<br />

de Pink Floyd, A Saucerful of Secrets, Barrett compuso solamente<br />

la última canción del disco. Así, en apenas tres años,<br />

Syd Barrett terminó con el último resquicio de cordura de su<br />

cerebro y también con la banda que había fundado. Luego de<br />

realizar algunos álbumes elaborados con sus ex compañeros<br />

de Floyd, Barrett se recluyó en la casa de sus padres y permaneció<br />

allí sin tomar contacto con nadie ni nada relacionado<br />

con la música. Veinte años pasaron hasta que una publicación<br />

musical británica descubrió su refugio y consiguió arrancarle<br />

una entrevista, pese a la oposición de los padres. Dijeron que<br />

Barrett no recordaba a Pink Floyd ni a sus compañeros.<br />

No menos conmovedora es la historia de Brian Wilson, el<br />

líder de los legendarios Beach Boys. En 1966 y con apenas 24<br />

años, Wilson y su banda dieron a luz Pet Sounds, un álbum<br />

que los llevó a la cima del éxito superando incluso a la que<br />

era la banda del momento, conocida como The Beatles…Wilson<br />

ya había dado muestras de la precocidad de su talento,<br />

a pesar de ser víctima de un padre abusador y violento que<br />

además era su manager, y que lo dejó casi sordo de un oído a<br />

causa de las palizas que le propinaba.<br />

En medio del creciente hippismo californiano, sexo y drogas<br />

sin límites, Wilson también se refugió en distintas sustancias<br />

para enfrentar su creciente paranoia y síntomas de alteraciones<br />

mentales. Obsesionado con alcanzar la perfección sonora,<br />

Wilson se enclaustraba en los estudios y se proponía grabar<br />

una obra mayor, un clásico que lo eternizaría y al que bautizó<br />

Smile. Sin embargo, el abuso de drogas y su obsesión lo<br />

llevaron a terminar solamente una canción, Good Vibrations.<br />

Wilson colapsó y fue diagnosticado con esquizofrenia y bipolaridad.<br />

Médicos inescrupulosos y tratamientos inadecuados<br />

terminaron por arrasar el último vestigio de cordura y Brian<br />

Wilson desapareció. Los años siguientes los pasó recluido en<br />

su habitación, durmiendo, comiendo y consumiendo medicamentos<br />

y más drogas.<br />

Llegó a pesar<br />

más de 150 kilos.<br />

Luego de varios intentos,<br />

hallaron un<br />

tratamiento adecuado<br />

y Wilson pudo<br />

volver a ser algo<br />

bastante parecido a<br />

una persona normal.<br />

Tanto como para<br />

retomar su proyecto<br />

discográfico y terminarlo.<br />

Casi cuarenta años después, en 2004, Brian Wilson<br />

editó su gran obra Smile.<br />

Otro ¿genio malogrado fue Kurt Cobain. Compositor, guitarrista<br />

y cantante de Nirvana fue el símbolo del rock alternativo<br />

que explotó en los 90 conocido como grunge. Otro chico<br />

con capacidades diferentes que siendo muy pequeño fue<br />

medicado por ser “hiperactivo”. Durante años, Cobain arras-


tró una bronquitis<br />

crónica y fuertes<br />

dolores estomacales<br />

y de espalda,<br />

que nunca fueron<br />

bien diagnosticados<br />

y que le generaban<br />

profundas depresiones.<br />

Esos malestares<br />

y la inestabilidad<br />

emocional que<br />

le generaba ser una<br />

estrella de rock, lo<br />

llevaron al consumo de heroína. Cobain estaba casado con<br />

Courtney Love, también artista de rock y adicta a las drogas<br />

y emocionalmente inestable, que estaba lejos de ser un cable<br />

a tierra… Luego de varios episodios de sobredosis, algunos<br />

caracterizados como intentos de suicidios, Cobain se pegó<br />

un tiro con una escopeta en su propia casa. Murió el artista y<br />

creció la leyenda.<br />

Si algo caracterizó la vida profesional de estos tres creadores<br />

fue su talento y también historias de quebranto psicológico<br />

y enfermedades mentales. Todos tuvieron su momento de<br />

gloria y ese fue un peso insoportable que los llevó al delirio<br />

y hasta la muerte. Esos rasgos de locura, ¿formaron parte de<br />

su faceta creadora Hoy la ciencia nos dice que no necesariamente<br />

genio y locura van de la mano, aunque la realidad a<br />

veces lo desmienta<br />

The Beach Boys<br />

* Periodista. Fue integrante del staff de la mítica revista Pelo. Actualmente<br />

forma parte del Departamento de Promoción de Warner Music


Juana la Loca, de Francisco Pradilla Ortiz (1878)<br />

Tema de tapa<br />

cinco<br />

Y quizás, será el rey, quizás de ser<br />

rey sería el loco de su loco.<br />

La enfermedad del poder<br />

Denis Diderot,<br />

El sobrino de Rameau<br />

42<br />

Por Emilia Simison<br />

En Elogio de la Locura de Erasmo de<br />

Rotterdam, la Locura nos cuenta que<br />

se siente libre de hablar de reyes y príncipes<br />

ya que es por ellos venerada sin<br />

ambages y con entera naturalidad al ser<br />

la razón por la que pueden ser felices<br />

en una vida que, con tantas responsabilidades,<br />

sería de otro modo insoportable.<br />

Y, de hecho, la locura y el poder<br />

parecen ir de la mano desde los tiempos<br />

más antiguos. Como nos señala el historiador<br />

británico Roy Porter, las leyendas<br />

griegas y la historia están repletas<br />

desde la Antigüedad de gobernantes<br />

que se vuelven locos como resultado de<br />

buscar llegar más allá de sus posibilida-<br />

des. Y esta tendencia no pareciera haber<br />

desaparecido con el tiempo... Aún<br />

así, algunos podrían pensar que unos<br />

cuantos casos de locura entre tantos gobernantes<br />

y políticos no deberían ser un<br />

tema por el que el ciudadano de a pie<br />

(sí, manera elegante de decir “vos, tus<br />

papás, tu tía Rosa, yo”) se debiera preocupar.<br />

Sin embargo, una pregunta viene<br />

inevitablemente a nuestras cabezas:<br />

¿qué puede llegar a hacer un político en<br />

un ataque de locura Después de todo,<br />

con el poder viene una gran responsabilidad<br />

y qué sería de nosotros si quienes<br />

lo tienen no fueran responsables de sus<br />

actos… Tal vez algunas historias de locuras<br />

de gobernantes de varios tiempos<br />

y latitudes puedan ayudarnos a pensar<br />

las causas y consecuencias de cuando<br />

poder, política y locura se juntan.<br />

Los reyes locos abundan y parecieran<br />

estar en todos lados: en los libros de<br />

historia, en las obras de Shakespeare,<br />

en ficciones contemporáneas como<br />

Game of Thrones y hasta en películas<br />

infantiles. Y es que la realidad parece<br />

superar la ficción y entrecruzarse con<br />

ella en personajes tales como Juana I de<br />

Castilla, conocida ni más ni menos que<br />

como Juana la Loca y acusada de haber<br />

padecido melancolía, trastorno depresivo<br />

severo, psicosis y hasta esquizofrenia


heredada. O el rey francés Carlos VI<br />

de quien se multiplican anécdotas que<br />

no dejan muy bien parada a su cordura.<br />

Por ejemplo, se dice que una vez tuvo<br />

la impresión de haber oído el zumbido<br />

de una lanza y pensando estar rodeado<br />

de enemigos, asesinó a cinco de sus<br />

propios soldados. Encima, semejante<br />

arranque de locura parece haber sido<br />

sólo el comienzo ya que más adelante<br />

empezaría a delirar, tirar objetos en<br />

el fuego sin razón aparente e, incluso,<br />

orinarse en sus trajes. Además, algunos<br />

relatos cuentan que creía ser tan frágil<br />

como un cristal por lo que exigía no<br />

ser tocado por nadie y buscaba mil maneras<br />

de evitar una caída que pudiera<br />

matarlo. También la salud de Jorge III<br />

ha dado de qué hablar ya que habría<br />

sido víctima de desórdenes mentales y<br />

nerviosos que llevaron a los habitantes<br />

del reino, y sobre todo a los cortesanos,<br />

a preocuparse porque pudiera atentar<br />

contra su propia vida. Los historiadores<br />

actuales afirman que posiblemente sus<br />

desórdenes eran consecuencia de la<br />

enfermedad sanguínea llamada porfiria,<br />

que habría afectado a varios monarcas<br />

británicos. Parece que la sangre azul no<br />

era tan pura después de todo…<br />

Más espeluznantes son las historias<br />

de Iván el Terrible quien, al parecer,<br />

tenía tal gusto por la sangre que desde<br />

pequeño se entretenía arrojando perros<br />

y gatos desde el techo del palacio para<br />

ver cómo se estrellaban contra el piso<br />

(¡una divinura el nene!). Su gusto por<br />

la sangre, además, no parece haber disminuido<br />

con la edad dada la afición que<br />

más tarde lo caracterizaría por las ejecuciones<br />

y torturas luego de las cuales se<br />

cuenta que se golpeaba la cabeza contra<br />

las paredes y rezaba por sus víctimas…<br />

También parecen haber sido síntoma de<br />

locura las ejecuciones sistemáticas ordenadas<br />

por el emperador romano Nerón,<br />

que incluyeron las de su propia madre<br />

y hermanastro, y, especialmente, la<br />

creencia generalizada de que mientras<br />

Roma ardía él continuaba componiendo<br />

plácidamente con su lira. Calígula fue<br />

otro emperador cuyas acciones parecen<br />

haber sido muchas veces fruto de la<br />

demencia y que, según algunos historiadores,<br />

se habría vuelto loco como<br />

consecuencia de su ascenso al trono, las<br />

medicaciones que habría tomado para<br />

curar los ataques que sufría, que hoy se<br />

suponen síntoma de epilepsia, o por el<br />

padecimiento de hipertiroidismo.<br />

Tampoco estas tierras estarían libres<br />

de la locura. Es más, de ella parecen<br />

haber sido víctimas dos de nuestros más<br />

grandes próceres: Bernardo O’Higgins<br />

y José de San Martín. O’Higgins habría<br />

sido víctima de ataques de angustia y<br />

desesperación, agresividad repentina y<br />

una marcada ambivalencia entre la tristeza<br />

y la exaltación, que hoy podrían calificarse<br />

como síntomas de un trastorno<br />

bipolar. A su vez, las enfermedades que<br />

afectaban la salud de San Martín parecen<br />

haberlo llevado a un consumo de<br />

opio que algunos testigos e historiadores<br />

entendieron como abuso y hasta adicción<br />

que, junto con su estado ansioso y<br />

las crisis convulsivas que sufría posiblemente<br />

fruto de padecer epilepsia, llevaron<br />

a que su vejez estuviera repleta de<br />

lo que muchos de quienes lo rodeaban<br />

identificaron como ataques de locura.<br />

Podríamos pensar que esto es historia<br />

antigua pero, aunque nos gustaría creer<br />

lo contrario, la locura en el poder no parece<br />

haber desaparecido. De hecho, en<br />

los siglos XX y XXI seguimos encontrando<br />

casos que, además, se multiplican al<br />

entremezclarse con las acusaciones de<br />

locura de las que son objeto predilecto<br />

los gobernantes. Es más, incluso en las<br />

obras del padre del psicoanálisis, Sigmund<br />

Freud, el caso conocido como<br />

“El presidente Schreber” expone un<br />

ejemplo en que el poder asociado a la<br />

política puede desencadenar la locura.<br />

Se trata del ex presidente del Superior<br />

Tribunal de Sajonia y doctor en jurisprudencia<br />

Daniel Paul Schreber quien<br />

escribe en su libro Memorias de un<br />

enfermo nervioso, que había estado dos<br />

veces enfermo de los nervios, ambas “a<br />

consecuencia de un exceso de esfuerzo<br />

mental”, la primera vez cuando se<br />

candidateó para ocupar un puesto en el<br />

Reichstag (Cámara Baja del Parlamento<br />

Alemán) y la segunda al asumir el cargo<br />

de presidente del Superior Tribunal de<br />

Dresde. También las presiones del cargo<br />

parecen haber superado al presidente<br />

chileno Pedro Montt, quien hacia<br />

1910, en medio de un cuadro depresivo<br />

galopante, fue víctima de un acceso de<br />

llanto durante un discurso público dejando<br />

asombrada a la concurrencia.<br />

Y las asociaciones entre locura y poder<br />

se multiplican si tomamos en cuenta<br />

las acusaciones nunca comprobadas, o<br />

directamente falsas, que pusieron en la<br />

mira a importantes dirigentes en todo<br />

el mundo. El psiquiatra británico Allan<br />

Beveridge, recuerda lo recurrente que<br />

se había vuelto en la opinión pública<br />

británica hacia fines del gobierno de<br />

Margaret Thatcher la pregunta “¿está<br />

loca la Primera Ministro”, dada la extendida<br />

percepción de que había enloquecido<br />

volviéndose megalómana. Y no<br />

es la única, también la cordura de Tony<br />

Blair fue puesta en duda múltiples<br />

veces por la prensa como lo ha sido en<br />

nuestro continente la de la presidenta<br />

Cristina Fernández de Kirchner,<br />

acusada de bipolar, o la de Nicolás<br />

Maduro luego de su encuentro con el<br />

“pajarito chiquitico”.<br />

También en varias ocasiones las acusaciones<br />

buscaron servir a fines bien<br />

concretos como cuando se buscó la<br />

inhabilitación de Hugo Chávez por<br />

insania o cuando ciertos diputados chilenos<br />

acusaron de locura al presidente<br />

José Manuel Balmaceda con el objeto<br />

de removerlo de su cargo, hecho que<br />

sirvió como disparador de la guerra civil<br />

de 1891. Ojo que no siempre fue en su<br />

contra y varios políticos buscaron utilizar<br />

a la locura en su favor. El caso más<br />

emblemático, sin dudas, fue el sobreseimiento<br />

temporal, por razones de “demencia<br />

o locura” de Augusto Pinochet.<br />

Con tantos casos, posibles causas y<br />

consecuencias, pareciera que la locura,<br />

el poder y la política difícilmente vayan<br />

a separarse algún día por lo que parafraseando<br />

la famosa frase del muy querido<br />

Max Weber podríamos decir que<br />

“quien busque su cordura (y las ajenas)<br />

no la encontrará en los caminos de la<br />

política”<br />

43


Entrevista<br />

tres<br />

Federico Jeanmaire<br />

Una historia<br />

de amor<br />

que<br />

termina<br />

en guerra<br />

Acaba de publicar La guerra civil -Planeta- que comenzó a partir de una vaga sensación “de que puede<br />

pasar algo feo en cualquier momento”<br />

44<br />

Por Antonela de Alva<br />

–¿Qué es para usted una guerra civil Supongo que es la<br />

suspensión absoluta de las convenciones sociales. Me parece<br />

que lo más cercano que me tocó vivir fue el 2001. Estaba<br />

yendo a dar clases y llegué con el auto hasta Once. Muchas<br />

personas habían decidido cerrar sus locales porque decían<br />

que venía una horda de gente y salieron a la calle. Corrían<br />

de un lado para el otro y tres se cayeron en mi capot. El auto<br />

estaba parado. La gente estaba fuera de sí. Era imposible que<br />

entendiera algo. Se me ocurre que las guerras civiles que se<br />

están dando hoy en el mundo son así, sin cabeza. La cabeza<br />

funciona después porque siempre hay alguno que aprovecha<br />

eso para hacerse con el poder.<br />

–En este contexto, entonces, ¿cómo surgió la novela<br />

Hay un caso que recuerdo. Hace unos tres o cuatro años que<br />

una señora se suicidó en el tren pero la gente no sabía esto y<br />

empezó a enojarse. Terminaron quemando un par de vagones.<br />

También había una chica que es bióloga y me gustaba<br />

pero no me dio bola y quise hacer una novela con ella. Después,<br />

creo que la base de todo está en que me impresiona,<br />

cada vez más, el grado de locura que hay en la calle, el nerviosismo<br />

por cualquier cosa. La sensación de que puede pasar<br />

algo feo en cualquier momento. Quise escribir eso y busque<br />

la situación más loca que pude.<br />

–Ahí aparece la literatura entonces... La literatura es un<br />

lugar para explicitar las preguntas que uno tiene. No creo que<br />

en mis libros haya una respuesta a lo que escribo pero sí me


parece que la literatura es un lugar para interrogarme.<br />

–¿Le llegan las respuestas No creo que busque respuestas<br />

pero me parece que es una forma de preguntar no sistemática,<br />

de aclarar mis preguntas. Como lector me gusta construir<br />

el sentido pero cuando escribo espero del lector un trabajo<br />

con la significación muy fuerte. Un lector que quiera construir<br />

sentido. No me gusta la literatura cerrada.<br />

–¿Esto siempre fue así para usted Sí, eso no cambia.<br />

Para mí los autores que siempre me han gustado son, en el<br />

fondo, la madre de lo que hago. Uno no escribe solo ni es un<br />

genio. Uno escribe con un montón de libros al lado y no es<br />

extraño que si te guste una determinada literatura termines<br />

escribiendo algo que se emparente con ella.<br />

–¿Por qué ese título Me gustó el título por todo lo que<br />

involucraba en la sociedad y porque también se refiere a lo<br />

que hay en una pareja, tu estado civil es soltero o casado. Eso<br />

siempre me impresionó mucho.<br />

–¿Cuáles son sus autores de referencia El Quijote es el<br />

máximo ejemplo de que el sentido no es unívoco. Me gusta<br />

Sarmiento que quería escribir algo y se obligaba a hacerlo sin<br />

que tuviera terminado el sentido. También me gusta Di Benedetto<br />

que cambia la jerarquía del texto, me gustan muchos<br />

de los trabajos que Cortázar hizo con la lengua argentina y el<br />

primer Borges por cómo se instala frente a la lengua. Trabajo<br />

con muchos. Me gusta mucho la alegría de la escritura de<br />

Brice Echenique o la de Monterroso; o cierta velocidad de<br />

escritura de Nabokov. Y hay una mujer fundamental que es<br />

Virginia Woolf. No tengo muchas mujeres en mi biblioteca<br />

pero no creo que sea un problema personal sino de la historia<br />

de la humanidad, en la que el hombre se puso por encima de<br />

la mujer y era él que escribía. Pero de las mujeres actuales,<br />

hay muchas que me gustan.<br />

–¿A qué se refiere cuando dice que trabaja con otros<br />

autores Por ejemplo, tengo una construcción muy particular<br />

de los párrafos, pero eso, en realidad, no es mío. Sí es mío,<br />

el extremo al que ha llegado. Pero el camino es Sarmiento,<br />

Di Benedetto y Cortázar, las tres personas que trabajaron<br />

muchas cosas desde otro punto de vista. Y si hay personas que<br />

te gustan cómo escriben y lo pudieron hacer cuarenta años<br />

atrás, vos también lo podés hacer. Esos son los que te están<br />

habilitando. Uno no construye nada solo.<br />

–Con estas referencias, ¿cómo es la búsqueda de la voz<br />

personal No sé si la tengo del todo. Uno escribe pero nunca<br />

está seguro de nada. Es muy difícil conseguir lo que estás<br />

buscando, lo que querés y, finalmente, estás feliz con una sola<br />

oración que se te ocurrió. Es difícil que te guste lo que hacés,<br />

que llegues a una voz. Sí he intentado escribir novelas distintas<br />

y no quedarme en un lugar cómodo. Esto no quiere decir<br />

que escriba novelas distintas pero lo que hago son búsquedas,<br />

por lo general fallidas, pero búsquedas.<br />

–En este libro se aparta de sus últimos tres porque impera<br />

un narrador. ¿Este narrador estaba pensado antes<br />

de comenzar No, se me fue dando. El narrador es un principio<br />

de autoridad frente a la anarquía que veo desde el 2001<br />

pero cuando me largo a escribir una novela, por lo general,<br />

la terminan de escribir los personajes. El tema de escribir es<br />

que uno lo hace solo, muchas horas al día por lo que hay que<br />

divertirse, tener muchas ganas. Nadie está esperando tu novela.<br />

Mi forma de escribir es no saber demasiado sobre lo que<br />

estoy escribiendo. Creo que si tuviera toda la historia en mi<br />

cabeza, no podría escribirla.<br />

–¿Qué guerras atraviesa a la hora de escribir Uno tiene<br />

que tener en claro qué quiere hacer porque son palabras y<br />

una palabra sigue a la otra, y es en la elección de esas palabras<br />

y en la construcción como se va formando un libro. No imagino<br />

un texto donde haya algo demás. Cuando se me ocurre<br />

algo, me pregunto: ¿tiene un sentido para mí, ¿aporta algo<br />

A la hora de escribir, hay una cadena de preguntas que te<br />

aparecen y que te obligan a tomar decisiones. Un escritor es<br />

eso, un tipo que decide constantemente sobre un mundo de<br />

palabras. El estilo, la voz, son decisiones que uno toma y que<br />

a la larga van construyendo una obra porque las decisiones,<br />

en general, se encaminan. Eso es parte de las guerras.<br />

–¿Después de estas decisiones, llega la publicación El<br />

escritor tiene dos lugares antagónicos: el escribir y lo de afuera,<br />

que es conseguir editoriales, ganar premios que te ayuden<br />

a conseguir lectores, etc. Tenés que estar convencido para<br />

largarte a una guerra así porque hay muchos sinsabores. Ese<br />

camino que hacés hacia adentro después lo tenés que hacer<br />

para afuera y es muy raro. Ahí sí, hay una parte de suerte.<br />

–Y en su vida, ¿cuál es o fue la guerra civil ¡Uf! Cuando<br />

escribís, toda tu vida está impregnada de eso, es irremediable.<br />

Es muy complicado. Cuando empezás, una novela no ocupa<br />

un lugar central pero a medida que va avanzando, va importando<br />

cada vez más y a mí cada novela me lleva un año, un<br />

año y medio. Y si estás pensando en cómo es este personaje,<br />

qué hace y cómo seguís acá o allá, es muy difícil engancharte<br />

con otras cosas.<br />

Hay dos casos extremos que recuerdo: Soriano que se iba<br />

solo a escribir a París y García Márquez se encerraba a escribir<br />

y la mujer le dejaba la comida en la puerta. No llegué a<br />

esos extremos pero es muy difícil la sociabilidad cuando estás<br />

muy compenetrado con lo que querés hacer. La interna que<br />

he ganado es que, finalmente, puedo hacer lo que siempre<br />

quise hacer. Después, debo haber perdido muchas…<br />

–¿Cuándo tomó la decisión de escribir Escribo desde<br />

muy chiquito, cuentos, canciones, un diario familiar. Nunca<br />

me lo tomé en serio. Tenía en claro que quería una vida relacionada<br />

más con el arte que con otra cosa y entonces probé<br />

distintas cosas como teatro, pero era incapaz. Intentaba cosas<br />

en las que me iba mal y paralelamente seguía escribiendo.<br />

Pero nunca se me había ocurrido dedicarme a eso. Cuando<br />

me enamoré por primera vez a los 21, 22 años, se me aclararon<br />

muchas cosas y ahí decidí intentar. Sigo intentando.<br />

–¿Para quién escribe Para mí. No me imagino una vida sin<br />

escribir<br />

45


Reseña<br />

46<br />

Limónov, Emmanuel Carrère<br />

Historias del hombre que fue granada<br />

Por Eduardo Dubians<br />

Cuando Facebook nos consulta respecto<br />

a nuestra situación sentimental,<br />

además de las opciones convencionales,<br />

nos ofrece una no por auténtica<br />

menos utilizada: “es complicado”.<br />

Esta misma fórmula se repite en más<br />

de una ocasión en la novela de Emmanuel<br />

Carrère (París, 1957), Limónov.<br />

Y en verdad Carrère, erudito y refinado<br />

autor de obras paradigmáticas,<br />

como El adversario o De vidas ajenas<br />

(que la prensa francesa distinguió<br />

como mejor libro del año 2009), tiene<br />

motivos suficientes para confesarse<br />

“complicado” con Limónov. En principio<br />

porque su personaje, aunque<br />

tiene todos los elementos de una<br />

ficción desmesurada, existe en la vida<br />

real. Y no sólo existe, sino que carga<br />

sobre sí con todos los aditamentos de<br />

lo “políticamente incorrecto”, es más,<br />

en no pocas ocasiones se sumerge de<br />

modo turbulento en lo irritante.<br />

Hijo de un oficial de la KGB de bajo<br />

rango, crece en un pueblo gris de las<br />

profundidades de Ucrania. Decidido<br />

a no dejarse engullir por ese vacío que<br />

lo acecha como una boca impiadosa,<br />

resuelve salvar su existencia como<br />

poeta. Y aquí ya tenemos un primer<br />

gran síntoma de lo que el personaje<br />

promete: sólo a un ruso se le puede<br />

ocurrir “salvarse” (es decir, tener<br />

fama, dinero y admiradores) como…<br />

poeta. La literatura sólo será un medio,<br />

nunca un fin. Dice Carrère: “Para<br />

asombrar, que es su objetivo, apuesta<br />

más por el prosaísmo que por el preciosismo:<br />

nada de palabras raras ni de<br />

metáforas, sino llamar gato a un gato,<br />

y si hablas de personas que conoces<br />

mencionar su nombre y dirección. Así


se forja un estilo que no le convierte,<br />

a su juicio, en un gran poeta, pero sí<br />

al menos en un poeta identificable”<br />

(p. 69).<br />

Así las cosas, Limónov (un seudónimo<br />

inventado que sintetiza el concepto<br />

de limón con granada, nunca mejor<br />

aplicado), se cansará del provincialismo<br />

moscovita y emigra a Nueva York,<br />

donde luego de un breve esplendor<br />

pasará sin solución de continuidad<br />

a ser mendigo, yonki, cambiará las<br />

modelos rusas por chicos negros y<br />

pasará a ser sirviente de un millonario<br />

americano que le servirá de salvoconducto:<br />

escribirá una novela sobre su<br />

paso por esta actividad y junto con El<br />

poeta ruso prefiere a los negrazos y<br />

Diario de un fracasado se convertirá<br />

en una pequeña celebridad literaria<br />

en París. Por las páginas de Limónov<br />

desfilan, además de sus desventuras,<br />

envenenados dardos contra las figuras<br />

de la intelligentsia, sobre todo rusa<br />

(entre ellos los Nobeles Solyenitzin y<br />

muy en particular Joseph Brodsky, su<br />

verdadera “bestia negra”).<br />

Carrère conoce a Limónov de cuando<br />

este era un delirante animador de la<br />

contracultura parisina, pero la broma<br />

llegó demasiado lejos cuando, durante<br />

la guerra en los Balcanes, el ruso<br />

apareció en la televisión francesa disparando<br />

literalmente sobre una ciudad<br />

croata, al servicio de las fuerzas<br />

serbias que toda Europa rechazaba.<br />

“Es complicado”, repite una y otra vez<br />

Emmanuel Carrère cuando escucha<br />

las consabidas diatribas contra Limónov.<br />

Y no le falta razón.<br />

Muchos años después, sus caminos<br />

vuelven a unirse: Limónov ahora es<br />

una suerte de imposible Beppe Grillo<br />

(por el cómico italiano devenido<br />

en improvisado político) ruso, asociado<br />

con el antiguo campeón mundial<br />

de ajedrez, Gari Kaspárov. Ha creado<br />

el Partido Nacional Bolchevique, que<br />

se identifica con una bandera roja<br />

con un círculo blanco que encierra –y<br />

es la única diferencia con la insignia<br />

nazi– una hoz y un martillo. Tendrá<br />

aún otras vidas posibles: será capturado<br />

por un espíritu místico en el Asia<br />

central, encerrado en duras cárceles<br />

por opositor, para volver a resurgir. Ni<br />

héroe ni antihéroe, casi autoparódico,<br />

aparentemente filonazi y sin embargo<br />

amado por demócratas como Anna<br />

Politovskaya, quien fuera asesinada<br />

por el régimen democrático de Vladimir<br />

Putin. Es complicado. ¿Cómo es<br />

posible, se preguntará Carrère. De<br />

la pregunta nace el libro. La respuesta<br />

es que si la democracia invita a morir<br />

por las ideas del otro, el Limónov<br />

retratado en el libro ha sido un demócrata<br />

en su máxima expresión, sólo<br />

por pura oposición: es un test de pluralismo<br />

viviente.<br />

Lo más heroico que hay en él roza<br />

peligrosamente lo esperpéntico. Y<br />

aquí es donde cuenta la gran habilidad<br />

de Emmanuel Carrère, que<br />

consigue gracias a su escritura conjugar<br />

las contradicciones de la persona<br />

para conseguir un personaje de una<br />

humanidad y una ambigüedad muchas<br />

veces sobrecogedoras. Carrère<br />

nos enfrenta con personajes que no<br />

sólo varían, sino que son difíciles de<br />

definir en cualquier momento. En<br />

el caso de Limónov, desagradable e<br />

interesante, generoso y bárbaro,<br />

acomplejado y arrollador, el efecto es<br />

brutal. Dialoga, en un punto, con el<br />

Capote de A sangre fría, pero en este<br />

caso el propio autor no es tan frío y se<br />

permite presentar sus propias dudas<br />

como heridas de guerra. A menudo<br />

interroga a su círculo más cercano,<br />

incluyendo a los lectores, acerca de si<br />

debe seguir con el proyecto y, en todo<br />

caso, cómo hacerlo. Autor y personaje<br />

se distancian y se unen, por momentos<br />

son el día y la noche, y en otros un<br />

mismo y suave crepúsculo.<br />

¿Por qué eligió Carrère a Limónov<br />

como protagonista La respuesta,<br />

obviamente, sólo la puede tener el<br />

francés, pero puestos al riesgo de una<br />

sospecha, se presume un tinte casi<br />

religioso. Limónov se presenta como<br />

un fascista convencido: hay hombres<br />

superiores e inferiores, y el superior<br />

es el que está dispuesto a matar para<br />

sobrevivir. El resto de los humanos<br />

pasan por ser unos cobardes, unos<br />

hipócritas, unos canallas, que tampoco<br />

dudarán en matar a quien no está<br />

preparado para golpear primero, etc.<br />

Pero además, hay en Limónov algo<br />

peculiar, una decencia innata, una<br />

vocación por estar siempre del lado<br />

de las minorías, cueste lo que cueste.<br />

Es la utopía marxista o cristiana: la revuelta<br />

victoriosa de los desheredados,<br />

de los fracasados. Limónov y Carrère<br />

se convierten en un único personaje<br />

para superar esa visión fascista de la<br />

realidad. La respuesta es la reivindicación<br />

de Schopenhauer, del budismo:<br />

la aniquilación del yo.<br />

Al final de sus años Limónov alcanza<br />

esta sabiduría. Abandona la vida política<br />

de Moscú y se refugia en el Asia<br />

central. Sin historia, sin ataduras, sin<br />

bienes: es un mendigo y, al mismo<br />

tiempo, un rey. Es la utopía imposible<br />

que Carrère (y posiblemente no sólo<br />

él) desearía para sí mismo<br />

Limónov, de Emmanuel Carrère.<br />

Anagrama, Buenos Aires, 2013, 396 pp.<br />

Prix dês Prix 2011.<br />

Premio Reanudot.<br />

Premio de la Lengua Francesa.<br />

47


Entrevista<br />

cuatro<br />

48<br />

Canela, retrato de una artista<br />

Por Christian Kupchik


La sola mención de Canela no invoca tanto al cinamomo, el<br />

árbol procedente de Sri Lanka de donde se extrae la especia<br />

con su nombre, como a una infatigable mujer que llegó desde<br />

Italia en 1952 y ha trabajado en diversos ámbitos de la cultura:<br />

comunicadora, editora, periodista, traductora y, como escritora,<br />

tiene una bien ganada fama en el campo de la poesía y en la literatura<br />

infantil y juvenil. Sus libros Marisa que borra y La silla<br />

de imaginar fueron distinguidos con el premio White Ravens<br />

Internacional, en tanto que La piedra de la paciencia recibió el<br />

Destacado por ALIJA, una de las mayores distinciones en América<br />

Latina.<br />

Con este camino recorrido, Canela sorprende ahora con En<br />

brazos del enemigo (Edhasa, 2013), su primera novela para un<br />

público adulto. En ella se sigue el camino de Lucía, una chica<br />

llegada de Córdoba que siempre supo que su destino estaba en<br />

el arte. En ese derrotero, conocerá diversas experiencias que le<br />

darán (y también a los lectores) una composición sorprendente<br />

tanto de su capacidad individual como de la energía, excesos<br />

y arbitrariedades de la sociedad argentina actual. Una novela<br />

compleja, ambiciosa, rica en matices, que escapa a los estereotipos<br />

que se podrían plantear. Como afirma Canela, un desafío<br />

que vale la pena afrontar.<br />

–Al cabo de tantos años en la creación, ¿qué fue lo que<br />

la movilizó a escribir una novela para adultos Una de las<br />

cosas que siempre me han llamado la atención y que he vivido<br />

con cierto dolor, pasa por algo que parece ser constitutivo de la<br />

sociedad argentina: es el vínculo existente entre siervos y patrones,<br />

caseros y dueños de casa. Sentí la necesidad de poner de<br />

algún modo esta suerte de distancia en una historia. Es curioso,<br />

porque no lo había pensado a priori, cuando comencé a escribir,<br />

pero a medida que fui avanzando me interesó indagar qué es lo<br />

que pasa a lo largo del tiempo con una familia pudiente y otra<br />

más humilde, con la que estaba relacionada.<br />

–Lucía, la protagonista, es una chica de Córdoba que<br />

llega a Buenos Aires y vive el desarraigo, hasta que poco<br />

a poco va tejiendo su destino como artista plástica… ¿En<br />

qué medida influyó lo autobiográfico en la construcción<br />

del personaje Influyó muy relativamente… Quizá tenga<br />

más que ver con mi mudanza de Italia a la Argentina, porque<br />

cuando vine de Córdoba a Buenos Aires, que es el viaje que<br />

ella hace, yo ya venía de trabajar en la televisión. Tuve un golpe<br />

de suerte, la voluntad y la vocación por dedicarme a algo que,<br />

siendo muy joven, me dio fama y dinero, sin que lo imaginara<br />

siquiera. Acá es distinto: Lucía comienza de muy abajo y tiene<br />

que enfrentar sucesivas dificultades (se viste como puede, vive<br />

en un lugar muy modesto, etc.), mientras que en mi caso fue<br />

muy distinto, porque yo vine a casarme, a formar una familia,<br />

ya tenía mi casa. En ese sentido no hay un paralelo, pero sí me<br />

sirvió mucho haber conocido la vida de tantos artistas.<br />

–La novela también sorprende por su complejidad estructural,<br />

plena de disrupciones temporales, con saltos<br />

que van del pasado al presente sin solución de continuidad,<br />

o la ruptura dialógica para pasar de un narrador en<br />

primera persona a uno omnisciente y viceversa, etc. ¿En<br />

qué se basó esa elección narrativa frente a una trama<br />

más lineal En verdad, quise evitar la novela de iniciación.<br />

No es que me parezca un peligro, pero creo que ya ha sido<br />

muy transitada. Para que esto no sucediera, me pareció que<br />

era muy importante contar con esta superposición de voces y<br />

de tiempos. Además, creo que un lector que pudiera llegar a<br />

ser atrapado por esta primera parte del libro, necesariamente<br />

tendría que aceptar el desafío de ir colocando las piezas de este<br />

rompecabezas sobre todo en sus sentimientos. Para mí es una<br />

novela cargada de sentimientos, no son sólo datos, hay mucho<br />

afecto puesto en la escritura. Y yo siento que le planteo un reto<br />

al lector: si te gusta lo que escribo, vas a tener que poner toda<br />

tu atención, toda tu inteligencia. Intenté eludir una lectura fácil,<br />

pero no inspirado por un problema de vanidad, decir: “Ah,<br />

¿querés entenderlo Mirá cómo te complico la vida…”. No, no<br />

pasa por ahí. Me gusta que el lector supere cualquier escollo<br />

para alcanzar la médula de la historia.<br />

–Que está reflejado en los textos de “La libreta roja” que<br />

se intercalan a lo largo de la novela. En verdad, funciona<br />

como una suerte de paratexto nutrido de una cantidad<br />

de fuentes diversas (folletos, libros, apuntes, etc.), ¿cómo<br />

lo fue construyendo Sí, es todo lo que ella fue apartando<br />

porque le parecía importante. Algunos son textos extrapolados<br />

de otros libros y otros están construidos por mí a partir de la<br />

visita e interpretación que hice de ciertas lecturas. Me pareció<br />

que la incorporación de estos textos no sólo podía acompañar<br />

la historia e incluso enriquecerla, sino también darle al lector<br />

otra posibilidad de lectura. Y además me sorprendí a mí misma<br />

con algún que otro hallazgo. Una de las cosas que descubrí,<br />

por ejemplo, es que el año en que Colón descubrió América,<br />

Leonardo realizó El hombre de Vitruvio. Nunca lo había asociado…<br />

Me impresionó mucho la coincidencia, al punto de que<br />

por un momento pensé en llamar la novela La mujer de Vitruvio,<br />

pero finalmente prevaleció el concepto de que este título es<br />

más referencial.<br />

–Las obras e instalaciones de Lucía que se describen en<br />

la novela, como “La derrota de las Barbies” o “Las Barbies<br />

empetroladas”, entre otras, ¿son una creación suya<br />

o están tomadas de algún artista en particular Porque<br />

muchas son de una originalidad notable… Sí, gracias, son<br />

mías… Luis Chitarroni me dijo: “¡Lo que se perdió el Di Tella<br />

con vos…!”. No, yo nunca me dediqué al arte, pero fui editora<br />

mucho tiempo y en mi programa de televisión trabajé muchísimo<br />

con artistas plásticos. Tengo una sensibilidad particular<br />

con el arte y me siento muy cerca de los artistas. A más de uno<br />

incluso ayudé a darle una vuelta de tuerca. Se me ocurren cosas<br />

permanentemente… Por ejemplo, en un momento dado, Lucía<br />

imagina una instalación con maniquíes vestidos completamente<br />

de cuero y la cara cubierta por una burka musulmana. Entonces<br />

allí se mezclan la idea de la burka como castigo, que está<br />

invisibilizando algo que debiera estar en libertad, con la idea<br />

del cuero como representativo de la Argentina. Ahora bien, a<br />

esos maniquíes yo los encontré en la calle. Muchas cosas que<br />

cuento, yo las he visto, las he vivido. Luego Lucía se va a presentar<br />

a una muestra de arte religioso y se plantea un cuadro<br />

con hostias. Yo sé dónde se venden, cómo y con qué se hacen<br />

las hostias. Son conocimientos que ayudan a imaginar cómo se<br />

puede desarrollar una obra. Me fascina entrar en la cocina de<br />

mundos diferentes, muy diferentes a los míos, aprender de ellos<br />

y después contarlo. Allí está el secreto…<br />

49


RECOMENDADOS<br />

El malentendido<br />

Irène Némirovsky<br />

Salamandra<br />

Es la primera novela de la autora, publicada<br />

en 1930 y reeditada recientemente, en la<br />

que trata algunos de sus temas predilectos:<br />

la levedad de la pasión amorosa, el resentimiento<br />

social y la decadencia de la clase<br />

acomodada del París de los años 20. “Me<br />

pasaba las horas mimándolo, acariciándolo,<br />

cubriéndolo de besos. Un día (tenía dos años<br />

y medio, mi pobre angelito, y moriría tres<br />

meses después) me lo estaba comiendo a<br />

besos y de pronto me apartó las dos manitas<br />

y dijo: ‘Mamá, me quieres demasiado fuerte,<br />

me ahogo…’. Ya era un hombre, querida”.<br />

El arte de la cocina francesa<br />

Julia Child, Louisette Bertholle y Simone Beck<br />

Debate<br />

Un imperdible manual de cocina francesa<br />

que se divide en diez capítulos que explican<br />

detalladamente cómo preparar todo tipo de<br />

salsas, carnes, sopas, verduras y por supuesto,<br />

postres y tortas. “Las salsas constituyen el<br />

esplendor y la gloria de la cocina francesa, y,<br />

a pesar de ello, no guardan ningún secreto<br />

o misterio. Si bien cuentan con un extraordinario<br />

repertorio, uno no queda abrumado<br />

cuando se da cuenta de que esa multitud<br />

se divide en media docena de grupos perfectamente<br />

perfilados que, básicamente, se<br />

preparan de la misma forma”.<br />

Viaje al centro de la tierra<br />

Diego Manuel Ruiz<br />

Siglo XXI<br />

Una aventura que invita a conocer nuestro<br />

planeta desde la superficie hasta su mismísimo<br />

núcleo, pasando por todas sus capas<br />

como si viajáramos en ascensor al centro de<br />

la Tierra. “Los seres humanos hemos inventado<br />

un modo de simular las manifestaciones<br />

de una gran erupción volcánica para disminuir,<br />

y hasta revertir, el efecto invernadero.<br />

Se trata de una nueva rama de la ciencia,<br />

bautizada ‘geoingeniería’, que propone diferentes<br />

estrategias para enviar partículas<br />

lo más inocuas posibles hacia el exterior del<br />

planeta”.<br />

5o<br />

La mujer de Guatemala<br />

V. S. Pritchett<br />

La Bestia Equilátera<br />

Nueve relatos del reconocido cuentista<br />

inglés: “De hecho, Andrews tenía el andar<br />

mudo de un hombre para quien las calles están<br />

alfombradas y la sonrisa de un benefactor<br />

público que guarda una discreta sorpresa en<br />

el bolsillo. Estaba buscando esposa. (…) Enfiló<br />

hacia el domicilio de la señorita Louisa<br />

Browder, que había sido su secretaria durante<br />

años, antes de que su negocio encontrara<br />

un abrupto final. Mientras viajaba en el tren<br />

había pensado en ella como una posible candidata,<br />

en todo caso à faute de Vieux”. (Extracto<br />

de “Un viaje a la costa marítima”).<br />

Jean-Luc Godard: el pensamiento del cine<br />

David Oubiña (compilador)<br />

Paidós<br />

Histoire(s) du cinéma es el proyecto más<br />

ambicioso encarado por Jean-Luc Godard<br />

en los últimos tiempos. Este monumental<br />

conjunto de videos realizado a lo largo de<br />

diez años (entre 1988 y 1998) es un relato<br />

sobre el cine y la historia que pone a gravitar<br />

el campo de los estudios audiovisuales bajo<br />

una luz completamente nueva. Constituye un<br />

momento clave en la obra del escritor porque<br />

condensa todos sus intereses de las últimas<br />

décadas. El libro reúne cuatro conferencias<br />

organizadas por la New York University en<br />

Buenos Aires durante marzo y abril de 2001.<br />

Secretos de la Historia 3<br />

Stéphane Bern<br />

El Ateneo<br />

Un libro que se propone develar algunos de<br />

los misterios mejor guardados de la historia:<br />

¿Cuál es la verdad acerca del Santo Grial<br />

¿Cómo llegó Eva Braun a desposar a Hitler<br />

pocas horas antes de suicidarse, en una<br />

ceremonia tan macabra como surrealista<br />

Pancho Villa ¿fue un revolucionario o un<br />

bandido ¿Cuánto hay de cierto en la leyenda<br />

del emperador mongol que construyó el<br />

enorme Taj Mahal para honrar la memoria<br />

de su querida esposa, como símbolo de su<br />

amor eterno ¿El suicidio de Van Gogh<br />

pudo, en realidad, haber sido un homicidio


RANKING<br />

FICCIÓN NO FICCIÓN INFANTIL JUVENIL<br />

1. BAJO LA MISMA ESTRELLA<br />

John Green<br />

Nube de Tinta<br />

2. Cincuenta sombras de Grey<br />

E.L. James<br />

Grijalbo<br />

3. CONFESIÓn<br />

Jodi Ellen Malpas<br />

Planeta<br />

4. LA LADRONA DE LIBROS<br />

Markus Zusak<br />

Lumen<br />

5. El juego de ripper<br />

Isabel Allende<br />

Sudamericana<br />

1. usar el cerebro<br />

Facundo Manes<br />

Planeta<br />

2. NO QUIERO ENVEJECER<br />

Pilar Sordo<br />

Planeta<br />

3. Ágilmente<br />

Estanislao Bachrach<br />

Sudamericana<br />

4. La dueña<br />

Miguel y Nicolás Wiñazki<br />

Margen Izquierdo<br />

5. FUERZA PROPIA. LA CÁMPORA<br />

POR DENTRO<br />

Sandra Russo<br />

Debate<br />

1. Frozen<br />

N/A<br />

Guadal<br />

2. El principito<br />

Antoine de Saint-Exupéry<br />

Emecé<br />

3. Gaturro y el secreto de los<br />

inmortales<br />

Nik<br />

Sudamericana<br />

4. PRINCESITA SOFÍA<br />

N/D<br />

Guadal<br />

5. Gaturro 22<br />

Nik<br />

De La Flor<br />

1. SINSAJO<br />

Suzanne Collins<br />

Del Nuevo Extremo<br />

2. ASSASSIN’S CREED 1: RENAISSANCE<br />

Oliver Bowden<br />

El Ateneo<br />

3. Los juegos del hambre<br />

Suzanne Collins<br />

Del Nuevo Extremo<br />

4. Caídos del mapa<br />

María Inés Falconi<br />

Quipu<br />

5. LAS VENTAJAS DE SER INVISIBLE<br />

Stephen Chbosky<br />

Alfaguara<br />

51<br />

MÚSICA<br />

1. FÓRMULA - VOLUMEN 2<br />

Romeo Santos<br />

Sony<br />

2. BAILAR EN LA CUEVA<br />

Jorge Drexler<br />

Warner<br />

3. NO TE VA A GUSTAR EN VIVO EN BUENOS AIRES<br />

No te va a gustar<br />

Sony<br />

4. FROZEN - UNA AVENTURA CONGELADA<br />

Soundtrack<br />

Disney<br />

5. TU Y YO<br />

David Bisbal<br />

Universal<br />

PELÍCULAS<br />

1. FROZEN - UNA AVENTURA CONGELADA<br />

Chris Buck y Jennifer Lee<br />

Walt Disney<br />

2. VIOLETTA EN VIVO - EL SHOW<br />

N/D<br />

Walt Disney<br />

3. EN LLAMAS<br />

Francis Lawrence<br />

Transeuropa<br />

4. EL VERANO SIGUIENTE<br />

No te va a gustar<br />

Sony<br />

5. LLUVIA DE HAMBURGUESAS II<br />

Cody Cameron y Kris Pearn<br />

Sony<br />

Esta información comprende los libros (ficción/no ficción/infantiles/juveniles), CDs y películas más vendidos en todos los puntos de venta del Grupo ILHSA entre el 31/3/14 y el 6/4/14.


Jazz<br />

Locos de AMOR<br />

La banda de sonido de El gran Gatsby, en la reciente versión del australiano Baz Luhrman, propone un excéntrico<br />

juego de mezclas de épocas y estilos musicales para reflejar como nunca el espíritu de aquella novela desaforada<br />

Por Sergio Varela<br />

“La realidad es en colores, pero el blanco y negro es más realista”,<br />

definió alguna vez el cineasta alemán Wim Wenders, y<br />

estableció así una seductora zona gris de la percepción entre la<br />

vida cotidiana y la ficción del cine o la literatura en los tiemposmodernos.<br />

No es un error de tipeo, sino un juego de palabras,<br />

uniendo la palabra “tiempos” con la palabra “modernos” para<br />

enunciar la posmodernidad que nos cobija la mente y las emociones<br />

por estos días.<br />

El más posmoderno de los creadores es el cineasta australiano<br />

Baz Luhrman, autor de genialidades como la adaptación de<br />

Romeo y Julieta de Shakespeare, con el texto original isabelino<br />

aplicado sobre una puesta en escena entre edificios actuales,<br />

casas con pileta en Miami, autos convertibles y pistolas semiautomáticas<br />

de la marca Sword (“espada”) grabada en ellas. Un<br />

joven y debutante Leonardo Di Caprio expresaba en ese film el<br />

famoso monólogo de Romeo frente el balcón de su amada pero<br />

entre brazadas boca arriba en una piscina, tras haber caído allí<br />

desde la resbaladiza enredadera que conducía a ese mencionado<br />

balcón. Después vino la operística Moulin Rouge, una fascinante<br />

comedia musical donde los actores, en vez de cantar sus<br />

acciones y actividades como una especie de delirante Macaya<br />

Márquez que cuenta lo que sucede entre escalas exigentes, típico<br />

del género, se expresaban allí a través de un guión perfecto<br />

que delineaba la historia mediante la compaginación de canciones<br />

de rock y pop de independiente existencia previa. Así, la<br />

versión traspolada a tango de Roxanne, aquel legendario tema<br />

de Sting, para contar una situación prostibularia en el puerto<br />

de Buenos Aires a principios del siglo XX .<br />

Su más reciente opus fue la adaptación, también bastante fiel al<br />

texto original, de El gran Gatsby, una de las más extraordinarias<br />

piezas de Francis Scott Fitzgerald. “Era todo por ella: las<br />

fiestas, la casa, todo”, se puede sintetizar en una línea esa fabulosa<br />

novela sobre el millonario excéntrico (como eufemismo de<br />

loco) que invierte todo su poder adquisitivo en reconquistar a<br />

una mujer amada. Esta obra maestra de un escritor cuya esposa<br />

padeció esquizofrenia, tiene en la adaptación de Luhrman una<br />

de las interpretaciones más fieles a su espíritu. Y se refleja sobre<br />

todo en su sorprendente e imprevisible banda de sonido. Allí<br />

conviven clásicos del jazz como St. Louis Blues y Ain’t Misbehaving,<br />

interpretados por Louis Armstrong, y Rapsodia in Blue<br />

del genial Gershwin (la jazzística rapsodia, recordemos es “en<br />

tiempo de blues” o en “modo triste”, jamás “en azul”, he ahí la<br />

razón de la mayúscula en “Blue”), junto con espesas e impresionistas<br />

composiciones del rapero Jay Z y canciones en la voz de<br />

la lánguida neoyorquina pop Lana del Rey. Imprescindibles los<br />

standards “falso-antiguos” de la Brian Ferry Orchestra, donde<br />

el ex glam, en los 80 líder de Roxy Music, suena con aires dixieland<br />

como si hubiera sido grabado en 1915.<br />

La historia de Gatsby es tan triste como la de Scott y Zelda<br />

Fitzgerald, pero el disfrute de la remake de Baz Luhrman, y<br />

de su ecléctica e imprescindible banda de sonido, es un acto de<br />

absoluta sensatez estética<br />

53


Música<br />

clásica<br />

Mitsuko Uchida<br />

cuestión de actitud<br />

La gran pianista visitará nuestro país el mes entrante, acompañada por la Sinfónica de la Radio de Baviera,<br />

en el Teatro Colón<br />

54<br />

Por Nadia Koval<br />

Mitsuko Uchida tal vez nunca se hubiera convertido en una<br />

aclamada pianista si la carrera diplomática de su padre no la<br />

hubiese llevado a Viena. Allí, en la capital musical del mundo,<br />

comenzó sus estudios de piano. “Siempre soñé sentir más profundamente<br />

la música de Mozart. La atmósfera de Viena me<br />

ayudó a entender su arte mejor.” Por eso, no es nada sorprendente<br />

que al día de hoy Uchida es reconocida como una de las<br />

mejores intérpretes de Mozart. Ha grabado todas sus sonatas y<br />

conciertos para piano junto con la Orquesta Inglesa de Cámara<br />

dirigida por Jeffrey Tate. Por su primera grabación en vivo de<br />

los conciertos números 23 y 24 con la Orquesta de Cleveland,<br />

donde ella dirige desde el piano, obtuvo el Premio Grammy.<br />

“Dirigir y tocar a la vez”, dice Mitsuko, “es un trabajo muy<br />

duro, porque es necesario estar concentrado y alerta. Pero sé lo<br />

maravilloso que es comunicarse con los músicos de la orquesta.<br />

Interpretar a Mozart es como conversar con amigos”.<br />

Mitsuko Uchida nació en la localidad costera de Atami, cincuenta<br />

kilómetros al suroeste de Tokio, en 1948. Cuando su<br />

familia se trasladó de Japón a Viena, ella ingresó a la Academia<br />

Musical para estudiar con Wilhelm Kempff y Stefan Askenase.<br />

En 1969 ganó su primer premio en el Concurso de Piano<br />

Beethoven y en 1970, el segundo en el Concurso de Piano Frédéric<br />

Chopin. Durante los últimos 35 años la pianista ha estado<br />

viviendo en Londres. En 2009 Mitsuko Uchida fue nombrada<br />

Dama del Imperio Británico por su destacada carrera musical.<br />

“Me encanta Londres”, dice ella, “¿dónde más podría encontrar<br />

un estudio de ensayos ubicado en el centro de la ciudad”. Pero<br />

también le preocupan otros aspectos de la capital inglesa. Le<br />

molesta por ejemplo la ineficacia en el reciclaje de la basura<br />

en su municipio de Kensington y Chelsea. “Este es el único<br />

país donde el reciclaje no se hace por separado”, protesta ella.<br />

“¿Papel, vidrio y plástico juntos Estoy bastante segura de que<br />

después todo junto va a algún basural común”.<br />

Este enfoque escéptico se extiende también hacia el ámbito<br />

musical: Uchida prefiere trabajar con artistas que le ayuden a<br />

ejercer su talento con mayor eficacia y no con quien ni siquiera<br />

puede establecer una simple conversación. Ella ve como tarea<br />

principal de un intérprete transmitir las ideas del compositor y


no soporta cuando uno toma una postura egocéntrica. “Me gustan<br />

los músicos que leen las partituras con cuidado. Sin eso no<br />

se puede ir a ninguna parte”, dice. “No se puede simplemente<br />

insistir en que ‘toco así porque me siento inspirado’. No existe<br />

tal cosa. Si estás inspirado, entonces tenés que componer. Pero<br />

cuando estás interpretando una obra de otro, hay que tener<br />

por lo menos la decencia de descifrar lo que aquel, que era un<br />

millón de veces más importante que vos, había pensado al componer.<br />

Ese es mi principio básico en la vida”.<br />

Aunque el repertorio de Uchida se identifica principalmente<br />

con la música de Beethoven, Mozart y Schubert, las obras de<br />

Debussy y de Messiaen también están dentro de su interés.<br />

Los años vieneses no la dejaron indiferente a la música de<br />

los compositores de la Segunda Escuela Vienesa, tales como<br />

Schönberg, Berg y Webern. En la mayor parte de su tiempo,<br />

Uchida se dedica a ensayos y conciertos. Además, es la directora<br />

artística de la Escuela de Música y del Festival de Marlboro,<br />

y es miembro del consejo de la Fundación Borletti-Buitoni, una<br />

organización que ayuda a los jóvenes artistas a desarrollar su<br />

carrera y a fomentar su proyección internacional.<br />

Describir a Uchida sólo como una perfeccionista del piano sería<br />

insuficiente sin mencionar su apasionada personalidad y su<br />

devoción por la música. Disfruta estar en su estudio de ensayos<br />

donde reina el espíritu del arte de alta calidad. Cuando le es<br />

posible realiza sus giras con uno de sus propios Steinway, los<br />

cuales aprecia como si fueran su familia. Al primero de estos lo<br />

llama “el Viejito”, dado que data del año 1962. Este ya no viaja<br />

mucho con ella, pero lo usa para las grabaciones. “Los instrumentos<br />

que tienen más años necesitan más atención y cuidado,<br />

lo mismo que requieren los seres humanos cuando se ponen<br />

grandes”, subraya Uchida. El número dos se llama “Boy” y lo<br />

usa para la práctica diaria y para las grabaciones de música de<br />

cámara. El tercero es “el Niño de Múnich”. “Él nació alrededor<br />

de 1995, y si estuviera en una sala de conciertos ya sería un anciano,<br />

pero en mis manos sigue siendo un instrumento nuevo”,<br />

cuenta Mitsuko. “El piano número cuatro recién comienza a<br />

existir. Podría llevarlo a dar un paseo en la próxima primavera.”<br />

A la pregunta de por qué es tan importante tocar con su propio<br />

instrumento, contesta: “Un gran piloto de Fórmula Uno nunca<br />

competiría en un coche desconocido, ensamblado por algún<br />

hombre de garaje local, porque puede morir. Los concertistas de<br />

piano no morirían si tocaran un piano cualquiera, pero es mucho<br />

mejor cuando uno sabe las cualidades del instrumento”.<br />

Uchida también está molesta con la situación actual de los músicos<br />

que se preocupan más por aspectos como el marketing y las<br />

relaciones públicas en lugar de pensar en el crecimiento artístico<br />

propio. “Hasta las escuelas como Juilliard están enseñando a los<br />

estudiantes que las relaciones públicas son el tema más importante<br />

en la carrera musical”, expresa ella. “Para mí es un tema<br />

menor. Lo que realmente tiene valor es tener ese algo especial<br />

para decir musicalmente. Y si uno lo tiene, el mundo vendrá a<br />

uno. Me da mucha pena cuando veo a los músicos en carteles de<br />

publicidad promocionando relojes caros. Un verdadero músico<br />

no va a ocuparse de esto para atraer público a sus conciertos”.<br />

En mayo, Mitsuko Uchida por primera vez se presentará en el<br />

Teatro Colón acompañada por la Sinfónica de la Radio de Baviera<br />

dirigida por Mariss Jansons<br />

RECOMENDADOS<br />

RECOMENDADO DE NOTA PRINCIPAL<br />

Beethoven, Sonatas Nº 28 y Nº 29, Mitsuko Uchida<br />

La Sonata para piano Nº 28, 0p. 101 de Ludwig van<br />

Beethoven fue compuesta en 1816 y fue dedicada a<br />

la baronesa Dorotea Ertmann. Con esta obra se inicia<br />

el período de las sonatas tardías del compositor<br />

que se identifican por su carácter más íntimo, personal<br />

e introspectivo. La Sonata Nº 29, op. 106, subtitulada<br />

Hammerklavier, es una de las más largas<br />

que hayan sido compuestas. Beethoven al crearla<br />

dijo: “Ya sé componer”. Esta sonata representa muchas<br />

dificultades técnicas para los intérpretes.<br />

NOVEDAD<br />

Mahler, Sinfonía N° 8. DVD, Gustavo Dudamel<br />

Esta sinfonía de Gustav Mahler es una composición<br />

coral que requiere una enorme cantidad de instrumentistas<br />

y coristas. Con frecuencia se la denomina<br />

Sinfonía de los mil, aunque la obra a menudo<br />

se interpreta con menos de mil intérpretes, y el<br />

propio compositor no aprobó dicho sobrenombre.<br />

La pieza fue compuesta en Maierngg, en el sur de<br />

Austria, en el verano de 1906. Fue la última obra<br />

de Mahler estrenada en vida, teniendo un gran<br />

éxito en su estreno, en Múnich, en 1910. La grabación<br />

recomendada presenta a Gustavo Dudamel<br />

dirigiendo las fuerzas combinadas de la Orquesta<br />

Sinfónica Simón Bolívar y la Orquesta Filarmónica<br />

de Los Ángeles.<br />

PARA ARMAR SU COLECCIÓN DE MÚSICA CLÁSICA<br />

Vincenzo Bellini, “I Puritani”. DVD, Juan Diego<br />

Flórez, Nino Machaidze<br />

Una ópera en tres actos con la música de Bellini<br />

y con el libreto de Carlo Pepoli, estrenada en<br />

París en el Théatre Italien en 1835. En España su<br />

estreno tuvo lugar en Madrid, en el Teatro de la<br />

Cruz, en 1836. Fue la última obra del compositor,<br />

que murió poco después de su estreno. Narra el<br />

drama amoroso de Elvira y Arturo en plena guerra<br />

civil entre los puritanos, partidarios de Oliver<br />

Cromwell, y los realistas que apoyaban a la casa<br />

de los Estuardo. Para muchos el libreto es un poco<br />

confuso y poco creíble. Sin embargo, la música de<br />

Bellini es una de las más cuidadas y hermosas que<br />

ha compuesto.<br />

LIBRO RECOMENDADO<br />

Mito, ópera y vanguardia, Jean-Jacques Nattiez<br />

Este libro, lejos de ser un mero inventario de<br />

referencias musicales de los textos de Lévi-Strauss<br />

destinados a antropólogos expertos, propone una<br />

relectura de su obra que permite estimular ideas<br />

que exceden el tema específico de estudio. Según<br />

Nattiez, la música ocupa un lugar privilegiado en<br />

el pensamiento de quien fue, sin duda, uno de los<br />

grandes intelectuales del siglo XX. Su estructuralismo,<br />

considerado como método fundamental de<br />

análisis de las ciencias humanas, se funda en una<br />

concepción específica del arte sonoro y se basa en<br />

una comparación o analogía entre lenguaje, mito,<br />

pintura y música.<br />

55


Entrevista<br />

cinco<br />

56<br />

MIRANDO en el Espejo<br />

Iván Noble habla de Pistolas al amanecer, su nuevo disco, en el que el eje principal es la soledad.<br />

Además, reflexiona sobre la composición de canciones y explica por qué prefiere no definirse<br />

como un artista, sino, simplemente, como un hombre que hace canciones<br />

Por Nancy Giampaolo<br />

–Ofreció un show largo en el Gran Rex para la presentación<br />

de su nuevo disco… Sí, con todas las canciones del<br />

disco y un repaso de otras, fue largo.<br />

–¿Disfruta más los shows extensos No me gustan en general<br />

pero para bautizar un disco, sí.<br />

–¿Lo acompañan siempre los mismos músicos o van<br />

rotando Van rotando, pero desde hace cuatro o cinco años<br />

conservo la misma banda. Como solista traté, hasta ahora, de<br />

rodearme de gente más joven que yo, que sean muy buenos<br />

músicos y que tengan información que no tengo. Son gente de<br />

25 o 30 años que manejan alguna información digamos de índole<br />

estética que por ahí yo no conozco. Me interesa que sean<br />

entusiastas, además, porque no lo soy tanto. Ya tengo veinte<br />

años de escenario en el lomo y es lógico que me guste rodearme<br />

de gente que tenga más hambre de escenario que yo.<br />

–No todos los músicos hablan de lo que hacen utilizando,<br />

como usted, la palabra “oficio”. Algunos suelen<br />

definirse como “artistas”…¡Qué intrépidos! ¡Qué imprudentes!<br />

¡Qué autoestima elevada! (Risas)<br />

–¿Es un gesto de humildad de su parte eludir la palabra<br />

artista Sentido común más que humildad. Cuando era<br />

pendejo ni siquiera lo veía como un oficio. Al principio fue un<br />

hobby, luego un berretín y el anhelo de que terminara siendo<br />

un oficio. La palabra “profesión” tampoco la uso porque me<br />

da contador. Oficio es algo que te remite a una cosa más artesanal,<br />

y creo que es un oficio el de hacer canciones sin que


eso implique que no haya grandes artistas que también hacen<br />

canciones. De todos modos, por el uso cotidiano de los últimos<br />

tiempos, la palabra artista puede cobrar otro sentido: en<br />

la televisión, el lugar donde menos artistas suele haber todos<br />

se autodenominan artistas. El otro día leí una entrevista divina<br />

a Stephen King, el tipo decía: “Yo soy un hombre que escribe<br />

libros”, y el periodista le recordaba que vende millones<br />

de ejemplares en todo el mundo, le parecía que planteaba la<br />

cosa como tirándose abajo. Y Stephen King en todo momento<br />

insistió en que él tenía un oficio, que es el de escribir libros,<br />

un oficio que casualmente comparte con Joyce, Shakespeare,<br />

Hemingway. Y yo, que por supuesto que no soy Stephen King,<br />

entendí lo que decía, porque crecí escuchando canciones de<br />

gente muy talentosa, y aunque no me quede más remedio<br />

que considerarme colega de ellos, me siento en un rango<br />

inferior. Son tipos con los que yo crecí: que Charly García<br />

haga canciones nos convierte en colegas pero yo no dejo de<br />

entender la distancia que hay entre un artista como él y un<br />

tipo que ejerce su oficio de la manera más decente posible<br />

y queriendo hacerlo cada vez mejor. Jamás me escucharías<br />

decir “artistas como Charly y yo”. Y no es que mis canciones<br />

no me gusten, al contrario, ¡me gustan!, pero de ahí a considerarlas<br />

obras de arte hay un trecho. No tengo esa ambición<br />

tampoco, aunque no me ofendería que alguien decida que<br />

eso es así. (Risas)<br />

–¿Por qué tituló el disco Pistolas al amanecer Es una<br />

antigua expresión que se usaba para retar a duelo. Duelos del<br />

siglo XIX, de pistolones, es una expresión que escuché en una<br />

película, hablaban de “padrinos y pistolas al amanecer” y fue<br />

una imagen que me gustó.<br />

–Es una de las canciones del disco también… Sí, es una<br />

canción dedicada a mi soledad.<br />

–¿Cómo a su soledad A mi condición de hombre solo. Soy<br />

cada vez más solitario.<br />

–Aunque tiene a su hijo de ocho años que pasa un buen<br />

tiempo con usted… Sí, pero me refiero a relaciones amorosas.<br />

Hace seis años que vivo solo.<br />

–¿Le parece que la pareja es una institución burguesa<br />

Eso es algo que decía cuando tenía 20 años. Todas las instituciones<br />

son burguesas, en último caso. Y no es que tenga nada<br />

en contra de la pareja, pero salió así, todo bien, mientras no<br />

haya riesgo de misantropía… (Risas). Uno va afianzando neuras<br />

y manías y también territorios personales muy chiquititos<br />

de disfrute y libertad que después se complica compartir.<br />

–La reflexión sobre la soledad es una suerte de hilo<br />

conductor del disco… Sí, es el disco de un tipo que vive<br />

solo y empieza a mirarse más en el espejo. No es una queja,<br />

yo disfruto de la soledad, aunque a veces se ponga pesada…<br />

–¿Cuándo, por ejemplo Cuando tenés 39 grados de fiebre.<br />

Odio citarme pero voy a hacerlo (Risas) porque venimos hablando<br />

de mis canciones: se pone pesada la soledad cuando te<br />

visita su “prima” que es la tristeza.<br />

–¿Es un compositor disciplinado ¿la discográfica tiene<br />

que apurarlo En general mi tiempo “biológico-artístico”<br />

(Risas) coincide con el de la discográfica. Los discos suelen<br />

tener ciclos de dos años promedio. Y en general, al año y<br />

medio de estar tocando las mismas canciones te dan ganas de<br />

hacer canciones nuevas para tocarlas, y ahí van apareciendo.<br />

–¿Y cómo va trabajando esas canciones En general no<br />

me salen de un tirón casi nunca. La sensación es como la de<br />

tirar de la punta de un ovillo, tardo bastante en terminar una<br />

canción, pero cuando encontrás el tono ya estás tranquilo y<br />

decís “ya la terminaré”.<br />

–¿Es de andar con un cuaderno de notas Siempre. Por<br />

más que haga meses que no escriba nada siempre estoy con<br />

eso. Siempre digo que voy cartoneando ideas ahí: frases, posibles<br />

títulos, cosas que escucho en charlas de otras personas.<br />

Para cualquier forma de literatura necesitás antenas bien<br />

puestas y en las canciones posiblemente más.<br />

–¿Cree que sus lecturas han influido en su perfil de<br />

letrista de canciones No soy quién para decirlo, pero sí<br />

sé que le presto mucha atención a lo que escribo, y lo cuido,<br />

porque me parece una parte muy importante de mis canciones.<br />

Sé que hay músicos que no necesariamente le prestan<br />

atención a las letras y es una decisión estética válida pero<br />

no es mi caso, aunque entiendo que haya quien privilegia el<br />

pulso de una canción, o el virtuosismo musical con el que está<br />

tocada o lo que su sonido provoca a nivel físico, inclusive. A<br />

mí, que prefiero cada vez más el género canción, me interesa<br />

lo que se dice ahí. Siempre digo que las canciones son como<br />

gente que está pidiendo que le presten atención. Si vos escuchás<br />

cierto tipo de jazz o música clásica, el placer va a pasar<br />

por otro lado, pero si estás ante un tipo que decidió subirse a<br />

caballo de una música y decir algo, espero que lo que esté diciendo<br />

me emocione o al menos no moleste. Y por eso cuido<br />

las letras, corrijo bastante, trato de no repetir tics, igual nunca<br />

pierdo de vista que hago música popular, y me cuido de ser<br />

pretensioso o afectado, cosa que me parece absurda.<br />

–¿Siente que puede ir en esa dirección En algún momento<br />

puedo hacerlo, pero lo controlo, como te decía recién.<br />

Lo que pasa es que los tipos que leemos, que le damos cierta<br />

bola al lenguaje, tenemos que tener esa preocupación de no<br />

dejarnos caer en algo que pretenda ser mucho más que una<br />

canción.<br />

–Pero una canción está hecha de versos… Hay poesía…<br />

Puede ser, pero la poesía y las canciones son cosas vecinas, no<br />

son exactamente lo mismo. El lenguaje de un poema puede<br />

ser más críptico, más abstracto, puede tener más juegos en<br />

cuanto a métrica, extensión, musicalidad de las palabras, un<br />

tipo que hace canciones debe tener aspiración poética pero no<br />

necesariamente pensar que es un poema lo que está escribiendo.<br />

En el mejor de los casos podés leer la letra de una canción<br />

y que te parezca un poema, pero también puede suceder que<br />

una letra se vea acompañada de la música y genere una emoción<br />

distinta. La poesía y el hacer canciones cuelgan la ropa en<br />

el mismo tendedero, son vecinas del mismo edificio<br />

57


Entrevista<br />

seis<br />

58<br />

Carolina Peleritti<br />

Usina creativa<br />

Siempre bella y tranquila, la ex supermodelo de los años noventa, se reinventa y redescubre a sí misma<br />

en cada nuevo proyecto como actriz y cantante. Este mes estrena Inevitable, un trabajo cinematográfico<br />

realizado por el director español Jorge Algora, en el que comparte cartel con compañeros de lujo como<br />

Darío Grandinetti y Federico Luppi<br />

Por Esteban Ulrich


El film narra con rigurosa técnica la historia sombría de<br />

Fabián, un banquero abrumado por una vida que considera<br />

vacía, su esposa Mariela, una psicóloga demasiado cómoda en<br />

su lugar de analista, interpretada por Carolina Peleritti, y<br />

completa el triángulo amoroso la ambiciosa y despreocupada<br />

Alicia, encarnada por Antonella Costa. Entre un elenco<br />

con varios pesos pesados del cine y el teatro como Darío<br />

Grandinetti, Federico Luppi y la española Mabel Rivera<br />

(Mar adentro), Carolina logra con este personaje consolidarse<br />

como actriz de pantalla grande.<br />

Lo que sigue es el recorrido de una mujer que desde los huracanados<br />

años noventa hasta hoy ha sabido hacerse un lugar<br />

en cada una de las disciplinas que abordó, el modelaje, la<br />

actuación y el canto, a base de trabajo, paciencia y profundo<br />

respeto por el aprendizaje.<br />

“¿Cómo llegué a la peli Creo que como siempre se llega: el<br />

director Jorge Algora estaba buscando actores. No lo conocía<br />

pero me pusieron en contacto. Habiendo leído el guión<br />

tuve una charla con él, y la verdad que desde el inicio me pareció<br />

muy agradable, muy serio, muy respetuoso del trabajo<br />

del actor, muy abierto a lo que se puede aportar desde afuera,<br />

y también me gustó dirigiendo, sabe realmente lo que quiere...<br />

Se hizo muy grato el trabajo. Después trabajé mucho con<br />

Darío (Grandinetti), que hace el personaje de Fabián, que es<br />

mi marido. Aunque siempre se trabaja individualmente, luego<br />

el director es el que tiene una idea integral de los personajes<br />

y te va acompañando, pero también, al mismo tiempo, uno<br />

se va iluminando con el trabajo de los otros actores, viendo lo<br />

que cada uno le va aportando a sus personajes. El primer encuentro<br />

fue una cena informal con Antonella Costa y Darío,<br />

y después se sumó Mabel Rivera, más cerca de la filmación,<br />

que es una actriz española que siempre me pareció increíble<br />

y con ella el trabajo que tuve que hacer fue muy bueno. La<br />

verdad que tengo el mejor recuerdo del rodaje.”<br />

–Ya había trabajado con Grandinetti en El lado oscuro<br />

el corazón 2... Sí, fue buenísimo reencontrarme con Darío.<br />

Con él hice el Lado oscuro..., ahora Inevitable y también hicimos<br />

uno de los primeros capítulos de Santos y pecadores,<br />

televisión por la justicia, producido por Claudio Villarruel.<br />

–Pasarela, gráfica, televisión, cine, música... le sucedieron<br />

muchas cosas muy rápido... Muy rápido tal vez para<br />

quien lo ve desde afuera, para mí en realidad son, más bien,<br />

procesos internos. Haber trabajado o haber tenido diferentes<br />

espacios de trabajo bastante diferentes, con un hilo conductor<br />

que soy yo, tiene que ver con un trabajo personal interno que<br />

después se manifiesta en el resultado final. Hay todo un trabajo<br />

de estudio y de preparación que parte de uno.<br />

–¿Pensaba en llegar al cine ya cuando estaba en la pasarela<br />

Recuerdo que en la pasarela yo actuaba, me divertía;<br />

desfilar ropa, teniendo la posibilidad de cambiar de vestuario,<br />

me permitía jugar a diferentes personajes femeninos, realmente<br />

me lo tomaba así, como un juego y hasta lo teatralizaba,<br />

pero sin que nadie me lo impusiera, era mi manera<br />

de hacerlo. Y a raíz de eso me llamaron de algunos desfiles<br />

específicamente para eso, para darle una vuelta más. Por eso<br />

empecé a estudiar teatro, a ver muchas obras, hasta que en<br />

algún momento empecé a soñar con estar arriba del escenario,<br />

sobre todo el teatral, incluso porque la pasarela, salvando<br />

la distancia, tiene algo de escenario.<br />

–Desde la exposición... Sí, y desde la actitud. Después, la<br />

expresión es otra cosa, tiene que ver con hacer un personaje,<br />

con el ensayo previo para alcanzar ese personaje, y con<br />

la voz... De hecho tuve que estudiar técnica de voz, porque<br />

como que venía teniendo una inhibición. En este sentido,<br />

tanto el teatro como la técnica de voz, las tomé como herramientas<br />

para mí a nivel personal. El teatro tiene eso. Está<br />

la palabra, el cuerpo, hay una historia, un texto. Eso en la<br />

pasarela faltaba. Por eso en un momento tuve que tomar la<br />

decisión de no trabajar más como modelo. Así estuve unos<br />

tres años sin trabajar y los aproveché para prepararme: estudié,<br />

hice un montón de otras cosas que quería probar, incluso<br />

porque aún no estaba muy claro si realmente iba a ser actriz,<br />

había algo que debía desarrollarse internamente. Me ofrecieron<br />

cosas porque era fácil desde el lugar de mi personaje<br />

público ofrecerme trabajo de actriz. Pero no acepté ninguna.<br />

Luego llegó el momento en que me presenté a un casting<br />

para una obra de teatro que se llamó Confesiones de mujeres<br />

de treinta, y me tomaron.<br />

–Arrancó de abajo, yendo al casting... Sí, pero en ese<br />

punto ya sentía que había desarrollado algo que tenía que<br />

ver con el estudio, con el trabajo, que realmente me había<br />

nutrido, y cuando me presenté no tenía dudas, sentía como<br />

si hubiera crecido lo suficiente en ese tiempo y estuviera lista<br />

para encarar el desafío de hacer teatro como un trabajo. Y<br />

me fue bárbaro, a nivel críticas también. Son movimientos<br />

internos, trabajos personales que se desarrollan dentro de<br />

uno para que después se vean afuera. Lo mismo que me pasa<br />

ahora con la música.<br />

Carolina desde hace un tiempo viene desarrollando una carrera<br />

como cantante de folclore. Invitada por Jaime Torres<br />

a subir al escenario de Tantanakuy, un encuentro de músicos<br />

que se realiza en la Quebrada de Humahuaca y luego a formar<br />

parte del elenco del charanguista para un ciclo de música<br />

en el Centro Cultural Torcuato Tasso, Carolina sorprendió<br />

con su voz potente y su solvencia en el escenario, y fue muy<br />

bien recibida por el público del folclore.<br />

–Vista en conjunto, su evolución parece tener el sentido<br />

de ir recuperando una voz propia… ¡La expresión!<br />

Es muy loco porque creo que en un punto empecé a estudiar<br />

canto y actuación por una inhibición grande que tenía, pero<br />

una inhibición que no era muy visible. En ese momento yo<br />

trabajaba como modelo y el que me veía podía pensar que era<br />

extrovertida.<br />

–Recuerdo que manejaba cierto misterio, proyectaba<br />

una belleza casi intimidante... Sí, había armado una coraza.<br />

Cuando uno es muy chico, a menos que realmente haya<br />

59


6o<br />

mucho trabajo personal o que haya nacido con eso –con no<br />

haber tenido barreras–, a los 16 o 18 años todavía te estás<br />

formando y te vas llenando de cosas que creés que sos vos<br />

y después te das cuenta de que son cosas que tenés que desandar.<br />

La madurez te lleva a que te presentes desde un lugar<br />

en donde te despojás de todo eso y donde vas soltando todo,<br />

para realmente conocerte a vos mismo, y teniendo un contacto<br />

más profundo con lo más genuino, lo más vulnerable, con lo<br />

emocional. Es un poco lo que ha pasado en mi caso. En este<br />

momento, entre el cine y la música que es también algo que<br />

he desarrollado durante muchos años (arranqué a estudiar<br />

canto a los 18), con todos estos trabajos he ido encontrado una<br />

voz, una identidad. Y una voz que a medida que la trabajaba<br />

se iba volviendo cada vez más grande. Lo lindo de todo este<br />

momento es que esa expresión empieza a salir y acá no hay<br />

una necesidad de exposición por la exposición misma, sino que<br />

tiene que ver sobre todo con una necesidad de expresión, de<br />

sacar hacia afuera algo que tiene que ver con lo que uno es.<br />

–Muchos grandes fueron marcando su evolución. Norman<br />

Briski, Julio Chávez, Norma Aleandro... La verdad<br />

es que para mí siempre fue fundamental tener maestros, referentes,<br />

o actores en este caso con los que solamente mirarlos<br />

ya se aprende y uno se nutre mucho. En el caso de Norman,<br />

fue mi primer maestro, cuando tenía todavía un miedo tremendo<br />

a pasar y hacer escena, y conmigo fue una persona<br />

muy contenedora, además es un actor muy especial, con una<br />

impronta muy interesante. Tenerlo como referente cuando<br />

uno empieza a estudiar fue muy lindo y tengo una hermosa<br />

relación cuando me encuentro con él. Lo de Chávez es más<br />

actual. Es un actor que admiro mucho y tenerlo como maestro,<br />

siendo una persona tan potente, no solamente por cómo<br />

actúa sino también por cómo enseña es muy estimulante... Y<br />

con Norma tuve la suerte de que me dirigiera. Ella me llamó<br />

para una de las obras que escribió y dirigió, Estricta etiqueta...<br />

Me vino a ver a Confesiones... y al tiempo me llama y me<br />

dice que quería ofrecerme un papel, fue como tocar el cielo<br />

con las manos. Siempre me ha pasado eso, tengo esa suerte<br />

también, cuando comienzo con algo, siento que debo compartir<br />

espacios con gente que tiene mucha experiencia. Ahí<br />

también está la escuela. No solamente en la acción, haciendo<br />

una obra, sino observando a los que trabajan con uno. Como<br />

sucedió ahora en Inevitables con Darío y con Federico Luppi.<br />

Y después, cuando hice La señorita de Tacna, ni hablar...<br />

hacer esa escena con Norma... que eran cinco minutos de un<br />

“espadeo” muy intenso entre dos mujeres. Y ella siempre,<br />

también, me abrazó, con su trabajo, su mirada, con el humor<br />

que tiene, fue genial haber estado trabajando con ella. Todos<br />

son maestros, referentes, gente que uno admira. Y cada uno<br />

tiene una voz, un estilo particular y sobre todo, son todos muy<br />

consecuentes con lo que hacen.<br />

–¿Cómo se dio el paso al cine Cuando terminé La señorita<br />

de Tacna, tenía ganas de hacer cine y de alguna manera<br />

tuve que virar las velas para ese lado, porque a veces cuando<br />

uno hace teatro, la gente que<br />

ve teatro está muy enterada<br />

de que hacés teatro; cuando<br />

haces televisión, la gente que<br />

la ve está enterada... pero en<br />

cine hay que hacerse un espacio,<br />

tienen que conocerte<br />

los directores, para que un director<br />

te convoque, para que<br />

vea en vos la posibilidad para<br />

algún personaje, hay que estar<br />

cerca, como que es bastante<br />

artesanal, con una mística propia.<br />

Entonces realmente hice<br />

un viraje, me dije que si quería trabajar en cine de alguna<br />

manera tenía que hacerme conocer por los directores, así que<br />

empecé a ir a las invitaciones que me llegaban, a asistir a fiestas<br />

y eventos, hacer un poco ese trabajo para que no te tengan<br />

tan idealizada o focalizada en el teatro o la televisión. Así fue<br />

que arranqué con personajes pequeños. Después llegó XXY,<br />

de Lucía Puenzo, que hizo mi trabajo un poco más visible y<br />

ese mismo año ¿Quién dice que es fácil, de Juan Taratuto,<br />

que fue un coprotagónico importante junto a Diego Peretti.<br />

Un personaje que realmente quise mucho hacer. Después,<br />

la técnica con respecto a la cámara se trabaja bastante con el<br />

director, buscando entender lo que necesita y de a poco se va<br />

incorporando. Y ahora con Inevitable, que también fue un rodaje<br />

muy placentero, me di cuenta de que cada vez lo disfruto<br />

más, que me encanta filmar.<br />

–¿Y cómo llega a la música Siempre estuvo cerca, incluso<br />

desde su relación con Luis A. Spinetta en la época<br />

de Cheques en donde era una suerte de ícono rock...<br />

La música tiene que ver con algo inevitable, como el título<br />

de la película. Lo que escuchaba de chica era folclore, por<br />

mis padres. Hoy lo que hago tiene que ver con recuperar esa<br />

música, incluso para mí misma. Cuando estuve con Luis también<br />

lo hacía pero no me animaba a cantar, como siempre en<br />

todo lo que hice, sentía que necesitaba todavía tiempo para<br />

desarrollarme, absorbí mucha música con él, y no sólo rock.<br />

Pero si en esa época se me vinculaba al rock era más por él<br />

que por otra cosa. Ahora finalmente encontré qué es lo que<br />

quería cantar y me animé. Mucho tiene que ver Jaime Torres<br />

en esto. Supongo que gracias a él y a la manera en que encaré<br />

mi trabajo también, la gente del folclore me ha recibido, me<br />

ha abrazado de una manera muy cálida, con mucho respeto y<br />

con mucha alegría, y hasta sorpresa, por el hecho de que haya<br />

elegido cantar folclore. Por eso me da ganas de seguir. El<br />

secreto creo que está en el proceso, no es a ciegas, tenés que<br />

tener la paciencia, la constancia, el amor para dejar que las<br />

cosas florezcan. Ya transité ciertos viajes en mi vida y sé que<br />

mi proceso creativo tiene que ver con eso, con buscar hacia<br />

adentro y profundizar. En este sentido, cantar es lo que siento<br />

como lo más genuino, donde lo hago todo desde mí


Entrevista<br />

siete<br />

62<br />

Malena Pichot<br />

“Sufrir por amor es burgués”<br />

Se dio a conocer por Internet con La loca de mierda, uno de los primeros fenómenos masivos de<br />

YouTube a nivel nacional. Desde aquel momento, desarrolló una carrera que incluye trabajos detrás y<br />

delante de la cámara en televisión, y en radio. Actriz, guionista y comediante, erigió un sello personal<br />

que imprime a todos sus trabajos. En diálogo con <strong>Quid</strong>, habló, entre otros temas, de feminismo, de<br />

literatura y del enfoque que le da a cada una de sus producciones<br />

Por Nancy Giampaolo


–Sé que ya habló muchas veces sobre eso, pero ¿cuál fue<br />

la génesis de La loca de mierda Me dejó un chico, mi vida<br />

no era lo que yo quería que fuera y estaba muy deprimida, muy<br />

sacada y odiándome mucho por no animarme a hacer más. Esto<br />

lo puedo decir ahora, muchos años después de aquel momento.<br />

Cuando hice esos videos, YouTube no significaba lo que significa<br />

ahora, no estaba en los noticieros, no había tantos riesgos en<br />

subir un video. Comencé a parodiar mi depresión, porque en<br />

algún lugar sabía que esa tristeza era una pelotudez burguesa<br />

que no debía ser tomada en serio, la única manera que tuve de<br />

superarlo era riéndome de mí, sentía que ganaba dignidad y le<br />

sacaba drama a mi melodrama personal. Es cierto que también<br />

pensaba que quizás mi ex del momento los vería, creería entonces<br />

que era una persona genial y graciosa y volvería. No sucedió;<br />

hoy le agradezco, como a todos los dioses y musas, por eso.<br />

–¿Por qué le parece burgués sufrir por amor Sufrir tanto<br />

por amor es burgués, porque nadie con hambre tiene tiempo<br />

para preocuparse por eso. Sufrir tanto por amor es el mal de<br />

Madame Bovary, es bobera, es superficial, es no poder entender<br />

que alguien no te quiera. Es egocéntrico.<br />

–Suele destacarse la impronta feminista de su trabajo,<br />

¿qué piensa sobre eso Por supuesto que me considero feminista,<br />

pero no sé si lo que hago puede definirse o no como<br />

“feminista”. En principio no me planteo esta problemática,<br />

simplemente hago cosas. Sin lugar a dudas, mi ideología se vislumbra<br />

en la mayoría de mis producciones, pero desde un lugar<br />

inevitable, no desde un lugar programado. En general, parodio<br />

condiciones humanas que me avergüenzan, y como soy mujer,<br />

hablo desde esa perspectiva, no tengo otra. Por este hecho se<br />

suele tildar a lo que hago de “humor femenino” pero como digo<br />

siempre, nadie habla de “humor masculino” para referirse a un<br />

comediante. No creo que La loca de mierda sea feminista, creo<br />

que hay más feminismo en otras cosas que hago. También hice<br />

una serie, Jorge, cuyo protagonista era un hombre, y luego hice<br />

Por ahora, en donde hay cuestiones feministas más claras, pero<br />

porque es algo que me divierte tratar, porque nadie lo trata.<br />

–¿Piensa que el feminismo está mal entendido Sí, el<br />

denominador común es oponerlo al machismo, cosa que me<br />

parece aberrante, porque está claro que el feminismo es un movimiento<br />

que busca la igualdad y el machismo es una forma de<br />

discriminación, pero al tener ambos términos una morfología<br />

parecida, la gente cae en esta equivocación. No le doy muchas<br />

vueltas al concepto feminista, es estar al tanto de una desigualdad<br />

ancestral entre el hombre y la mujer en la sociedad.<br />

–Otro concepto que se suele asociar a su trabajo es el de<br />

“políticamente incorrecto”… No creo que lo que hago sea<br />

políticamente incorrecto, creo que lo que pasa es que la sociedad<br />

aún no está acostumbrada a ver a una mujer hablando de<br />

cierta manera, diciendo ciertas cosas, planteando otras.<br />

–Actuar supone una gran exposición, en tanto cuando<br />

trabaja como guionista como en el caso de Jorge, sucede<br />

todo lo contrario. ¿Cuál es el placer que supone la escritura<br />

para usted El placer de escribir para mí es muy simple,<br />

es la posibilidad de crear mundos, contar cuentos, entretener.<br />

–¿Alguna vez encaró, por ejemplo, la escritura de una<br />

novela A mis veinte soñaba con escribir una novela sobre mis<br />

amigos, como muchos supongo. Creo que encontré la manera de<br />

hablar sobre la amistad en mis producciones de todas maneras.<br />

–Cuando escribe, ¿es disciplinada, ¿tiene método No<br />

tengo idea cómo lo hago, a veces empieza con una imagen, a<br />

veces empieza con una frase. Pero sobre todo, siempre tengo<br />

un cuadernillo y una birome a mano y anoto todo lo que escucho<br />

que pueda servir para algo.<br />

–¿Era oyente de radio y televidente asidua antes de trabajar<br />

en esos ámbitos Por supuesto, miré mucha tele toda<br />

mi adolescencia, claro que todo lo que miraba estaba en el<br />

cable y por eso siempre me cuesta mucho hablar de referentes<br />

locales en el mundo del entretenimiento.<br />

–¿Le gustaría hacer cine ¿Si pudiera elegir un director<br />

argentino cuál sería Claro que me gustaría hacer cine, Juan<br />

José Campanella es un referente, creo que Ariel Winograd<br />

tiene una intención no pretensiosa del cine que me entusiasma<br />

mucho y admiro mucho que haga comedia un género que en el<br />

cine nacional pareciera no existir, me gustó mucho Una novia<br />

errante de Ana Katz y, en otro polo y ya sin ser posible trabajar<br />

con él, Leonardo Favio me vuela la cabeza.<br />

–Estudió Letras, cantaba jazz, ¿cuáles son los autores<br />

que más la interpelan dentro de la literatura y cuáles los<br />

músicos favoritos Manuel Puig, César Aira, Copi, Fogwill,<br />

Pedro Lemebel, Jack Kerouac, Truman Capote, Emily Brontë,<br />

Susan Sontag, Judith Butler, Roland Barthes y, entre los músicos,<br />

Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Dinah<br />

Washington, Os Mutantes, Tom Jobim y Roberto Goyeneche.<br />

–Hace un rato mencionó a Campanella, que fue muy<br />

importante para usted… Sí, fue el primero que confió en mí<br />

como guionista y eso se lo agradeceré por siempre. Yo estaba<br />

trabajando (como ahora también) en un programa de radio<br />

con Gillespi, Campanella fue de invitado y me reconoció,<br />

aparentemente había visto algunos de los videos de La loca de<br />

mierda, y me convocó para un casting y quedé. Luego terminé<br />

escribiendo algunos capítulos y eso fue maravilloso. Campanella<br />

tiene algo que muy pocos artistas tienen en la argentina que es<br />

bancar y confiar en gente nueva. En El hombre de tu vida tuve<br />

que hacer un personaje muy distinto a mí y eso me costó (y me<br />

cuesta mucho) pero aprendí a no tenerle miedo a las escenas<br />

románticas, cosa que odiaba porque odiaba lo cursi, pero la verdad<br />

es que uno odia lo que ama, me amigué con lo cursi.<br />

–Mencionó a Manuel Puig en su lista de favoritos y referentes…<br />

Es, en palabras de Susan Sontag, la “percepción<br />

camp” que Puig tiene de lo femenino. Además, es más específico<br />

en cuanto habló del mundo femenino argentino con tanta<br />

minuciosidad, una siente que las mujeres de Puig fueron sus<br />

tías o abuelas. Creo que La loca de mierda tiene esa idea de lo<br />

femenino, exagerado hasta lo kitsch, parodiado con honestidad<br />

y amor, por supuesto.<br />

–¿Está atenta a las modas literarias ¿Tiene gurúes que<br />

le recomienden lecturas No sigo las modas literarias, no<br />

digo esto desde un lugar esnob. No tengo gurúes que me recomiendan,<br />

la carrera de Letras creo que te enseña a eso, a leer,<br />

a tener un gusto preciso, a saber qué te gusta, y una vez que<br />

sabés que te gusta, te armás tu camino de lectura.<br />

–Fue nominada al Martín Fierro por su papel en una<br />

comedia. ¿Se ve haciendo un papel ciento por ciento dramático<br />

Ni idea, che. (Risas)<br />

63


Entrevista<br />

ocho<br />

64<br />

La perseguidora<br />

Mercedes Morán regresó a la pantalla grande como protagonista de Betibú, el film de Miguel Cohan, basado en<br />

la novela homónima de Claudia Piñeiro. Un policial ágil y de muy buena factura en el que se destaca el excelente<br />

trabajo de un elenco plagado de estrellas<br />

Por Esteban Ulrich<br />

Tal vez la elección más interesante del film esté en que muchos<br />

de los personajes secundarios están interpretados por<br />

grandes actores de nuestro cine. Junto al trío que lleva adelante<br />

la historia, cuya química crece a medida que pasan los<br />

minutos, desfilan nombres como Norman Briski, Lito Cruz,<br />

Mario Pasik, el español José Coronado, Osmar Núñez y<br />

Gerardo Romano. Esta decisión de preproducción le otorga<br />

al film un marco muy sólido para que los tres protagonistas<br />

desplieguen su talento de la manera más eficaz. En el centro<br />

brilla Mercedes, esa mujer de media sonrisa, voz cálida y esa<br />

inexplicable gracia terrenal que nos la hace tan familiar.<br />

–¿Qué la atrajo particularmente hacia este proyecto<br />

Cuando me contactaron, enseguida me pareció una buena<br />

idea, después leí la novela y me pareció fantástica, muy cinematográfica,<br />

pero todavía quedaba develar cómo iba a ser el<br />

guión. Porque siempre la adaptación al cine de una novela es


un trabajo muy difícil. Y cuando finalmente me encontré con<br />

la adaptación, me terminé de decidir porque era un excelente<br />

guión, que supo captar el espíritu de la novela, algo difícil de<br />

hacer. Luego me encontré con el director y todo un equipo<br />

fantástico: la producción, los actores... El proyecto desde el<br />

principio contó con una producción muy buena. La verdad es<br />

que desde el primer momento, cuando fui convocada, hasta<br />

los últimos días de rodaje, me sentí partícipe de un proyecto<br />

importante, para nosotros y para la industria.<br />

–¿Había leído a Claudia Piñeiro antes Sí, siempre fue<br />

una autora que me llamó la atención. Me fascinó el hecho de<br />

que una mujer se metiera desde la literatura en un género<br />

como el policial. Y que lo hiciera con cierta sensibilidad femenina...<br />

Y justo Betibú, de todas las novelas que leí de ella, fue<br />

la que más me gustó... También pasó algo raro: muchos me<br />

dijeron que cuando leyeron la novela se imaginaban a Nurit,<br />

la protagonista, encarnada por mí... Eso también fue un disparador<br />

que me hizo tomar el riesgo.<br />

–Nurit podría interpretarse como una suerte de álter<br />

ego de Claudia, ¿charlaron sobre esto con ella Sí, nos<br />

juntamos con Claudia, salimos... Pero no hablamos tanto en<br />

esos términos. En realidad el encuentro fue como para terminar<br />

de conocernos. Ya nos conocíamos por haber compartido<br />

algún evento y habernos manifestado nuestra admiración<br />

mutua, pero como ahora nos embarcamos las dos en este proyecto,<br />

aprovechamos para conocernos mejor. No hablamos<br />

concretamente de la película, pero sí le hice preguntas más<br />

objetivas como por qué se llamaba Nurit, por ejemplo, y otras<br />

más técnicas acerca del personaje.<br />

–Lo decía por un gesto muy puntual que hace el personaje<br />

con el pelo, tal vez remitía a algo de ella… (Risas)<br />

No, eso viene por una deformación profesional que tengo: me<br />

la paso observando comportamientos femeninos para crear<br />

a mis mujeres, y seguramente la fui observando un poco...<br />

Hablamos de lo que siente una mujer con una crisis amorosa<br />

a determinada edad, cómo la recibe, qué le pasa con el<br />

compromiso, eso tan femenino que es la manera en que algo<br />

afectivo también nos afecta en el ámbito laboral, de cómo a<br />

diferencia de los hombres no podemos separar tanto las cosas,<br />

no sé si es mejor o peor pero es así... Y también hablamos de<br />

nuestros hijos, esas cosas...<br />

–¿Conoce el ambiente de country o barrio cerrado que<br />

tan bien recrea la escritora en sus historias Sí, es un<br />

universo que me resulta familiar porque hice la experiencia<br />

algunos años atrás de vivir en un country. En su momento<br />

pensé que podía vivir en un lugar así, intentando no relacionarme<br />

tanto con la gente o la actividad social que se practica<br />

en esos lugares, pero después me di cuenta de que era una<br />

cosa medio extraña. Mi idea era simplemente alejarme de la<br />

ciudad y fui a un country porque nos daba un poco de seguridad,<br />

tenía en ese momento una hija muy chica, hacía teatro<br />

por la noche... pero finalmente me volví a la ciudad.<br />

–En esta película aborda decididamente una historia<br />

de género. Antes ha ido variando entre proyectos más<br />

independientes o de autor y otros más comerciales... Mi<br />

experiencia con el cine es parecida a la del teatro, en el sentido<br />

de que me parece limitante hacer solamente sólo un tipo<br />

de teatro. Cuando encaro un proyecto de teatro da lo mismo<br />

si lo hago en un escenario más off, más independiente, o más<br />

comercial, y con el cine me pasa lo mismo. Me gusta hacer<br />

películas de la industria, de autor, con directores muy experimentados<br />

y estar en las óperas primas, esto en mi carrera no<br />

ha sido tanto el producto de una estrategia como el resultado<br />

de ir respondiendo al deseo, me gusta esa variedad y sentirme<br />

fuera de cualquier tipo de encasillamiento.<br />

–Conformaron un trío muy sólido junto con los otros<br />

dos protagonistas, con una química que se va desarrollando<br />

delante del espectador... Sí, con el director y con<br />

ellos pudimos establecer bien los acuerdos de cómo era el<br />

arco de nuestro vínculo. Fue interesante porque, por ejemplo,<br />

en mi vínculo con Fanego yo empiezo tratando de olvidarme<br />

de otro tipo y cuando termina la película se me revela<br />

esta persona y empiezo a descubrir otra cosa..., o sea que de<br />

alguna manera esa historia empieza cuando la película termina.<br />

Hay algo que nosotros (los personajes) creemos que está<br />

comenzando cuando el espectador sabe que está terminando,<br />

está lleno de esa poética que me parece genial que acompañe<br />

a un policial, y creo que es lo rico de esta autoría femenina<br />

que se permite, a pesar de ser un policial que lleva siempre a<br />

cumplir lo contrario, elevar los pies de la tierra...<br />

–Fue también una oportunidad para encontrarse con<br />

Lito Cruz, su primer maestro... Me dio mucha emoción<br />

que mi primer maestro, que además ha sido muy genial y<br />

amoroso conmigo –porque siempre me ha ido a ver al teatro y<br />

ha seguido lo que hago–, viniera a trabajar en lo que yo consideraba<br />

mi película, y además está estupendo.<br />

–¿Para este rol recurrió a algo en particular Mi marido,<br />

que es un gran referente para mí, me invitó a ver una serie<br />

danesa, cuya versión americana es bastante mala, The Killing,<br />

también vi El puente (Bron/Broen) otra serie sueco-danesa<br />

que es brutal... Eso fue el material que vi, ambas series protagonizadas<br />

por mujeres investigadoras. Además de otras<br />

películas que me pasó el director. Pero en general, en estas<br />

historias el personaje es policía, en Betibú no es así: se trata<br />

de una escritora que hace avanzar la investigación por otros<br />

motivos, aplicando métodos que no son habituales, ella no<br />

hace una investigación deductiva como la que ejercitan los<br />

investigadores, sino que se maneja con su cuota de intuición,<br />

con su oficio de escritora, y sobre todo hay algo que se le revela<br />

al personaje, algo que la conmueve profundamente que<br />

es el abismo que encuentra entre la realidad y la ficción.<br />

También fue un riesgo interpretar un personaje que está<br />

mal cuando empieza, deprimido, y que muy lentamente va<br />

saliendo de esa depresión. Me gustó mucho esa paradoja que<br />

tiene la historia: cuando ella empieza a salir, cuando apenas<br />

comienza a sonreír, la vida le depara una sorpresa...<br />

65


66<br />

Entrevista<br />

diez


En el punto justo<br />

Alicia Dujovne Ortiz, autora de María Elena Walsh, Maradona soy yo, Eva Perón. La biografía, Mireya y Anita<br />

cubierta de arena, publicó su libro La Madama, basado en la historia de la amante de Francisco Solano López,<br />

Elisa Lynch<br />

Por Florencia Álvarez<br />

–¿Quién fue Elisa Lynch Una aventurera irlandesa excepcionalmente<br />

hermosa, refinada y astuta, que desempeñó un<br />

importante papel en el Paraguay de Francisco Solano López<br />

durante la Guerra de la Triple Alianza, cuando la Argentina,<br />

Brasil y el Uruguay eliminaron a toda la población masculina de<br />

aquel país.<br />

–¿Qué motivos la llevaron a escribir sobre ella Todo viene<br />

de un recuerdo infantil: mi madre, la escritora Alicia Ortiz,<br />

me contó la historia de su bisabuelo, el marino genovés Giuseppe<br />

Oderigo que navegaba entre Buenos Aires y Asunción y<br />

que conoció a la Madama Lynch. Más tarde, en París, conocí<br />

a don Augusto Roa Bastos y a su compatriota, el poeta Rubén<br />

Bareiro Saguier, que me hablaron de ella, este último con un<br />

tono idealizado que en su momento me sedujo. Pero una investigación<br />

minuciosa me permitió dejar de lado toda idealización,<br />

sin caer en el error opuesto que consiste, para muchos de sus<br />

biógrafos, en denigrarla sin matices.<br />

–¿Cuáles fueron los rasgos de la personalidad de “la<br />

Madama” que más llamaron su atención Su “voluntad de<br />

poder”. Ese modo tan altivo de enfrentar a las damas paraguayas<br />

“decentes” que la despreciaban por prostituta y la envidiaban<br />

por elegante. Esa tozuda decisión de ganar la partida que la<br />

llevó a convertirse en la dueña del Paraguay, antes de perderlo<br />

todo. Una mujer humillada que alza la cabeza merece mi simpatía,<br />

aunque su desorbitada codicia me guste menos.<br />

–¿Cuáles cree que fueron las mayores hazañas de esta<br />

mujer y cuáles sus errores Su mayor hazaña fue el haberse<br />

quedado en el Paraguay cuando la guerra estaba claramente<br />

perdida. Podría haberse fugado a Europa con sus hijos pequeños<br />

y sus inmensas riquezas, pero resolvió compartir, al menos<br />

hasta cierto punto, el destino de un pueblo condenado. Y su<br />

máximo error, haber dejado que el ansia de poder y de riquezas<br />

ahogara en ella a la jovencita que leía a George Sand y a Madame<br />

de Staël.<br />

–¿Por qué fue Elisa tan cuestionada y poco querida en<br />

su época, y tan reconocida después de su muerte Desde<br />

un punto de vista político, las razones por las que fue denostada<br />

y ensalzada en su época siguen en pie: entonces, como ahora, el<br />

Paraguay se divide en lopistas y antilopistas, tal como la Argentina<br />

se divide en peronistas y antiperonistas. La compañera de<br />

López no podía escapar a esa oposición tajante y visceral de odio<br />

y amor. Pero además, Elisa Lynch fue víctima de los prejuicios<br />

de su tiempo: se la cuestionó como adúltera, como concubina,<br />

como supuesta cortesana. Un cuestionamiento que no venía de<br />

las mujeres del pueblo, fascinadas por ella, sino de las damas de<br />

clase alta. La comparación con Evita surge por sí sola, inclusive<br />

por el hecho de que la figura de Elisa fue rescatada por la izquierda<br />

y, elocuente contradicción, por el dictador Stroessner.<br />

–¿Cómo fue el proceso de investigación previo a la escritura<br />

Comencé por leer todo lo que cayó entre mis manos<br />

sobre el tema, continué visitando las casas de París donde Elisa<br />

había vivido y proseguí viajando al Paraguay. Necesitaba ir a<br />

Cerro Cora donde murieron el mariscal López y Panchito, hijo<br />

suyo y de Elisa, para revivir la escena de la irlandesa vestida con<br />

un arrugado vestido de baile mientras cavaba las dos tumbas<br />

con sus manos. Pese a las recomendaciones de prudencia, fui.<br />

Se trata de un extraño lugar en la frontera con Brasil, hoy lleno<br />

de contrabandistas, de guerrilla y de piquetes de campesinos<br />

sin tierra, donde recibir una bala perdida no resulta nada difícil.<br />

–¿Cómo hace un escritor para discernir qué de lo que<br />

investiga es verdad y cuáles son mitos y chismes de situaciones<br />

que nunca sucedieron ¿De qué manera utiliza<br />

cada una de esas cosas al momento de construir la historia<br />

Depende de lo que se proponga hacer. Si es ficción, todo<br />

entra, aunque la honestidad obligue a aclarar que se han utilizado<br />

mitos existentes o inventado otros. Si es biografía, los mitos<br />

y los chismes pueden formar<br />

parte del relato, porque todos<br />

son la expresión parcial de<br />

una verdad, y todos reflejan<br />

actitudes de la época en que<br />

transcurre la historia, pero a<br />

condición de designarlos como<br />

lo que son, mitos o chismes.<br />

Como biógrafa, no me permito<br />

entrar en la cabeza de mi<br />

personaje sino que me limito<br />

a suponer sus pensamientos,<br />

sus sentimientos, mientras que<br />

como escritora que cuenta la<br />

vida de alguien que ha existido,<br />

puedo convertirme en él y<br />

tomar su voz. En ese sentido la biografía es el arte de la conjetura,<br />

y la novela, histórica o no, una zambullida en el interior de<br />

un personaje al que el autor encarna del mismo modo en que lo<br />

hacen los actores, metiéndose en su piel<br />

67


Entrevista<br />

diez<br />

El mundo según<br />

SERGIO CHEJFEC<br />

El escritor repasa su extensa obra: “Me interesa esa zona gris de conductas apenas desfasada<br />

que pueden interpretarse como actos de resistencia privados”<br />

Por Gonzalo Villamayor<br />

68<br />

El escritor argentino Sergio Chejfec es una de las voces más<br />

interesantes de la narrativa latinoamericana actual. Su estilo<br />

surfea entre la acción, concebida más como una excusa –un<br />

“Mc Guffin” diría Hitchcock, para definir a “los diamantes”,<br />

“la fórmula” o “el microfilm”– que hace avanzar una trama<br />

que a su vez envuelve otro hilo narrativo definido por la<br />

reflexión. Hay, en las novelas de este autor, dos avances paralelos<br />

a medida que el lector se interna en el relato, el del<br />

mundo visible o “exterior” y el progreso de una intriga que se<br />

relaciona con la evolución de los pensamientos y sentimientos<br />

de los personajes.<br />

Alejada deliberadamente de la pretensión de crónica o reflejo<br />

fiel de la realidad, su literatura envuelve al lector precisamente<br />

por su maestría para contar, donde la capacidad literaria<br />

logra fascinar como el monólogo de un mago experto. El<br />

aparente “hiperrealismo” de sus descripciones, tiende por el<br />

contrario a generar un distanciamiento brechtiano que termina<br />

contagiando el análisis que propone el autor. Chejfec ha<br />

vivido en Venezuela y actualmente dicta clases en la Universidad<br />

de Nueva York. Su experiencia académica y cosmopolita<br />

se percibe en sus diferentes trabajos, como por ejemplo La<br />

experiencia dramática, en el que un encuentro entre dos personajes<br />

se convierte en punto de partida para una detallada<br />

descripción de la vida urbana y sus preocupaciones. También<br />

es autor de Los incompletos, Baroni, un viaje y Lenta biografía,<br />

entre otros textos en los que la palabra “normal” es casi<br />

un exabrupto.<br />

–En La experiencia dramática, usted ubica a sus personajes<br />

cuestionando la realidad como una representación<br />

teatral en la que ellos se perciben como personajes:<br />

¿Cómo influye en la ficción actual este estado de las<br />

cosas en el que la interacción social cada vez se parece<br />

más a una impro teatral y quienes se apartan de cierto<br />

guión tácito quedan en un lugar emergente, asociado<br />

a la locura Lo que pasa es que la locura tampoco es una<br />

categoría clara ni estable. Incluso te diría que no me interesa<br />

tanto la “locura” como esa zona gris de conductas apenas desfasadas,<br />

que pueden interpretarse como actos de resistencia<br />

privados.<br />

–¿Cuál es su intención al proponer, en ese marco, una<br />

literatura que recupera y subraya la artificialidad de la<br />

creación de un relato, en vez de limitarse a una especie<br />

de reflejo o crónica de hechos reales La realidad está<br />

plagada de relatos, de distinto tipo y que circulan por vías integradas,<br />

alternativas, complementarias, etc. Inmerso en esa<br />

diversidad y complejidad, el relato literario puede defender


su “pureza” ofreciéndose como una forma de narrar para la<br />

que el tiempo no ha pasado, o puede buscar mostrar su misma<br />

artificiosidad como una manera de separarse de los otros<br />

formatos.<br />

–En Los incompletos, usted trabaja sobre las interrupciones<br />

o parcialidades de los mensajes casi telegráficos<br />

que un viajero envía a un amigo. ¿Cuál es su reflexión<br />

sobre esas fragmentaciones en la comunicación en<br />

estos días, en que es frecuente descubrir ausencia de<br />

discurso, eufemismos, sobrentendidos de protocolo<br />

social y sobre todo, silencio y falta de palabras En<br />

Los incompletos, alguien recibe postales o notas sumamente<br />

breves de un amigo viajero. Y a partir de ellas, aunque digan<br />

poco, edifica una especie de relato viajero alrededor de algunos<br />

hechos. Uno podría decir que siempre, aun frente a las<br />

informaciones más fragmentarias y parciales, se repone una<br />

historia o relato. Esa reposición va por cuenta de quien recibe<br />

las señales. Quiero decir, la misma operación de lectura repone<br />

lo que falta, lo cual demuestra que no es una operación<br />

pasiva ni inocente.<br />

–¿Qué le permitió descubrir su inmersión en el mundo<br />

multifacético del arte de Rafaela Baroni en Baroni, un<br />

viaje Sencillamente me permitió palpar algo que hasta ese<br />

momento sabía que existía pero carecía para mí de entidad<br />

tangible. Hay artistas cuya principal obra es su vida misma.<br />

Eso puede resultarnos claro ante figuras conocidas o vanguardistas.<br />

Pero no es tan claro, porque esas trayectorias son<br />

menos visibles, en los casos de artistas no consagrados, o sencillamente<br />

populares como es el caso de Baroni. Y sin embargo<br />

es una condición que se cumple de manera más notoria.<br />

Y cuando uno tiene la fortuna de asistir a ello ya se le cambia<br />

definitivamente la idea interior que tiene de “arte”.<br />

–¿Cómo influye la experiencia de la cultura judía, que<br />

usted expresó en Lenta biografía, en su enfoque sobre<br />

la realidad y la ficción, sobre lo socialmente aceptado y<br />

lo inaceptable Creo que básicamente influye como cierto<br />

sentido de la distancia frente a los hechos. No en términos de<br />

desvinculación o ausencia de compromiso, sino trasposición,<br />

como si uno tuviera la posibilidad de ser actor y testigo al mismo<br />

tiempo.<br />

–¿Cuáles son sus próximos proyectos Las cosas que estoy<br />

escribiendo ahora son relatos más o menos breves; alguno de<br />

los cuales quizá termine siendo una novela, probablemente<br />

también breve. Nunca me había pasado como ahora de estar<br />

escribiendo varias cosas al mismo tiempo. Por momentos parece<br />

un mismo relato que se despliega en universos distintos<br />

69


Entrevista<br />

once<br />

7o<br />

Reírse de todo también es<br />

Bellas Artes<br />

A diez años de su primera edición como libro, Planeta lanzó una nueva versión corregida y aumentada de Bellas<br />

Artes, un corpus de tiras que el humorista gráfico Rep (Miguel Repiso) publicó en el diario Página/12 durante los<br />

noventa y que aún sigue actualizando. Una síntesis dibujada de la historia del arte, desde la época de las cavernas<br />

hasta la actualidad, cuyo fin es demostrar que los artistas pueden ser homenajeados o cuestionados por sus<br />

vidas y obras… pero no necesariamente con seriedad<br />

Por Melina Dorfman


–¿Es verdad que no sabía nada sobre arte hasta que<br />

empezó a hacer las tiras que luego conformarían Bellas<br />

Artes Sabía mucho acerca de ese arte angelical que es<br />

la historieta y el humor, y la ilustración. La gráfica, en suma.<br />

Pero no estaba formado en las otras artes visuales: la pintura,<br />

la escultura, la instalación. Tampoco tenía un orden de<br />

escuelas, de tendencias, de vanguardias. Conocía de soslayo<br />

todas las imágenes que se propalan: las de los museos, las de<br />

los pintores de la historia oficial del arte. Imágenes fuera de<br />

contexto. Y entré a ese mundo tratando de traducirlo a dibujo,<br />

que es mi arma, y con el humor, claro, gran pasaporte.<br />

Para ello, hice cursos teóricos de historia del arte.<br />

–¿Cuál fue el objetivo primordial de ese trabajo<br />

Como menciona en el manifiesto que abre el libro,<br />

su idea era comprender el arte a la par que lo interpretaba<br />

desde sus dibujos pero viéndolos todos juntos<br />

puede vislumbrarse una meta mayor: la de quitarle<br />

solemnidad al asunto, achicar la distancia entre público<br />

y obra… La respuesta está en tu pregunta: desolemnizar<br />

las supuestas artes mayores, acercarlas a nosotros,<br />

pasando por mi aduana de dibujante y humorista, de comunicador,<br />

con mi curiosidad infinita sobre las manifestaciones<br />

artísticas. Metiendo todas las escenas con el mismo formato,<br />

emparejándolas, y con mucho amor por recrear las imágenes<br />

de los maestros. Aprendí mucho de dibujo gracias a este<br />

opus: composición, color, vidas, obras y pensamientos.<br />

–¿Cómo eligió los artistas y obras con los que haría<br />

humor Bellas Artes se basa en un seleccionado de<br />

grandes éxitos de la historia del arte y deja fuera<br />

muchísimas personalidades, tal vez menos famosas.<br />

¿Cree que para que funcione bien una tira de este<br />

tipo el lector debe reconocer fácilmente los personajes<br />

y trabajos que la componen ¿Qué tan importante<br />

es dicha complicidad Es un libro de decisiones caprichosas,<br />

de gusto de autor, de querer recrear obras, sin especulaciones<br />

de líneas de tiempo. Cuando las iba produciendo,<br />

una semana quizás hacía a Picasso, la siguiente al gótico tardío,<br />

después a Kuitca y así. Me gobernó el ojo, los ojos. La<br />

belleza ajena y su repercusión en mí. Y me puse a dibujar.<br />

Es verdad, quedan afuera Dalí, O’ Keeffe, Barceló, Orozco…<br />

Pero eso no significa que no los vaya a hacer alguna<br />

vez. Significa que no me cayeron al ojo por ahora. Creo<br />

que es importante esa complicidad, pero los dibujos buscan<br />

crear códigos con el lector, ya sean para un entendimiento<br />

en primera lectura, o para una segunda. Y si no, que genere<br />

ese misterio para que los lectores sigan por su cuenta.<br />

En algún sentido, también es un libro didáctico. De hecho,<br />

mi verdadera lucha es llegar a los niños, a la escuela, y que<br />

incorporen historia del arte en la primaria. Es un libro<br />

ambicioso. No es tranquilito. Es de amor pero con<br />

provocaciones.<br />

–Llegó hasta el arte de los ochenta, ¿se planteó para<br />

la nueva edición hacer humor con artistas argentinos<br />

e internacionales del presente orientados a la instalación<br />

¿Qué tan difícil es sintetizar en un cómic una<br />

obra conceptual Al mismo tiempo, ¿se requiere tomar<br />

distancia temporal para poder hacerlo Es mucho<br />

más fácil hacer humor sobre pintura y escultura pero la obra<br />

conceptual es muy interesante cuando es de verdad. A partir<br />

de Duchamp es insoslayable. Igualmente, el arte siempre<br />

fue conceptual, lo novedoso son las instalaciones y el cruce<br />

de tecnologías, el todo vale. Para hacer un trabajo sobre<br />

este tipo de arte, primero tendría que comprender la obra y<br />

luego tener una opinión personal, una lectura. No tomarlo<br />

frívolamente, como quien le pone un inodoro a La Gioconda…<br />

Nada de esas estupideces.<br />

–De todas maneras, incluye problemáticas del mundo<br />

del arte actual como la inclinación a la copia, la obsesión<br />

por vender, la incorporación de auspicios en<br />

obras y muestras. ¿Qué opinión le merece todo eso<br />

Yo me río de todo eso, a veces están buenas, como en Warhol,<br />

y en otras constituyen recursos fáciles de poca monta.<br />

Hay que reírse de todo. Eso también es Bellas Artes.<br />

–¿Por qué es tan crítico con los museos, galerías, curadores<br />

y periodistas Porque se lo merecen. Son los intermediarios.<br />

¿Quiénes son ellos para que yo no me les ría<br />

Forman parte de este mundillo del arte. Y lo manejan. El<br />

humor debe desnudar el poder.<br />

–Es interesante que incluya a grandes artistas del cómic<br />

en las tiras. Durante mucho tiempo, al igual que<br />

la fotografía, fue considerado un arte menor. ¿Cuáles<br />

son los hitos que considera contribuyeron a su consagración<br />

masiva A partir de los sesenta se acaba la edad<br />

de la inocencia en el noveno arte, es decir, el cómic o como<br />

se llame, gracias a los estudiosos, los académicos que empezaron<br />

a estudiarlo. Y al pop art. Hitos ya los hubo desde el<br />

inicio, a principios del siglo XX, con Krazy Kat, Little Nemo,<br />

siguiendo con Li’l Abner, Terry y los piratas, Corto Maltés,<br />

Mafalda, El Eternauta, Maus y Mort Cinder, muchas creaciones<br />

a la altura de obras de arte.<br />

–Finalmente también reeditarán Rep hizo los barrios.<br />

¿Tuvo que actualizar mucho los dibujos ¿Cómo lidió<br />

con los cambios urbanísticos de la última década Varios<br />

lugares que mencionó en la primera publicación<br />

ya no existen más y surgieron muchísimos otros que<br />

fueron cambiando la fisonomía de la ciudad… Hubo<br />

actualizaciones, sí, pero respeta mucho ese Buenos Aires<br />

que cambia pero queda, a modo de memoria. No es un<br />

libro de novedades. La gran novedad es el color, los textos<br />

acompañantes, mi prólogo explicativo. Es la tercera edición<br />

pues las de 1993 y 2005 están agotadas. Los barrios merecía<br />

esta oportunidad. Y esta bueno que salga con Bellas Artes.<br />

Los barrios cumple veinte años; Bellas Artes, diez. Son dos<br />

libros que amo. Estoy orgulloso de ellos<br />

71


Entrevista<br />

doce<br />

72<br />

Cine en casa<br />

El cine llegó nuevamente a El Ateneo Grand Splendid. De la mano de Pablo Echarri,<br />

Leticia Brédice y Mónica Antonopulos, que junto a la directora Sandra Gugliotta presentaron<br />

el film Arrebato. La librería se transformó, una vez más, en un set de filmación<br />

Por Esteban Ulrich<br />

La utilización de El Ateneo Grand Splendid como decorado<br />

se justifica porque el film narra la historia de un escritor de<br />

crónicas policiales que para lanzar su primera novela se embarca<br />

en una investigación que lo lleva a poner en riesgo su<br />

libertad y su matrimonio, por la intervención de una misteriosa<br />

mujer. Para seguir con el juego narrativo, la conferencia de<br />

prensa está organizada como si fuera en realidad la presentación<br />

del libro en la ficción. Sandra Gugliotta, la directora,<br />

es la autora de Las vidas posibles, un film muy bien recibido<br />

por la crítica pero que no llegó a ser muy visto por la masa de<br />

espectadores a los que podría haber seducido. En este caso<br />

redobla la apuesta, continuando con su camino de autora<br />

pero poniendo en pantalla a un ambicioso elenco y equipo<br />

de producción. Un cambio de estructura con el que aspira


a acceder decididamente al gran público. “¡Es todo nuevo!<br />

¡Cambió todo! No se repite nada, salvo por mí y el equipo de<br />

sonido. Es un proyecto diferente pero que conserva algunas<br />

líneas de continuidad con Las vidas posibles, como puede ser<br />

la fuerza de la historia de amor de la pareja, o más bien de<br />

celos y desamor, y también hay algo, que si bien todavía estamos<br />

en el rodaje, creo que va a quedar en el resultado final,<br />

que tiene que ver con una línea de ambigüedad en lo que se<br />

ve.” Es que la historia ya convoca a esa ambigüedad desde su<br />

personaje principal, un escritor que toma acontecimientos<br />

criminales reales para transformarlos en crónicas ficcionalizadas.<br />

“Sí, lo que sucede es que a él lo acusan de un crimen<br />

que él mismo relata en el libro, y una parte de la película es<br />

esa investigación policial, y la otra es la historia de amor y de<br />

celos del personaje”, explica Sandra. El otro punto fuerte a<br />

destacar de Arrebato es su elenco, el trío de protagonistas<br />

es el mismo que llevara adelante la exitosa serie televisiva El<br />

Elegido, producida por el mismo Echarri. A su lado, Pablo<br />

interviene: “Lo que me atrapó al leer el libro fue la solidez de<br />

la trama, construida en diversas capas, porque es una historia<br />

que se va construyendo escena por escena y cada una va aportando<br />

una visión nueva a lo que el espectador está viendo...<br />

Después había algo muy interesante que tenía que ver con<br />

el hilo tan delgado entre ficción y realidad, cómo están separadas<br />

por un pelito, aquí queda claro que depende mucho<br />

de quién lo relata, y cómo el punto de vista de quien expone<br />

puede transformarlo en una verdad absoluta, que me parece<br />

un tema que está bastante sobre la mesa hoy”.<br />

Para Leticia Brédice este reencuentro con sus compañeros<br />

de tira le trajo algunos pequeños problemas de aclimatación:<br />

“Cada vez que me equivocaba y hacía de Verónica San Martín,<br />

el personaje de El Elegido, los tenía Pablo y Sandra para<br />

volverme a poner en personaje… me costó mucho, todavía<br />

estoy con Andrés Bilbao en la cabeza”, señala con una sonrisa<br />

traviesa. Y en el caso de Mónica Antonopulos, este será su<br />

primer trabajo en pantalla grande, lo que significó un gran<br />

desafío: “a mí me costó también, porque este personaje me<br />

llevó a conectar con una vulnerabilidad nueva, en este caso<br />

requería trabajar con mucha exposición emocional y en el<br />

cine, que para mí es un terreno nuevo, por suerte estuve muy<br />

contenida por Sandra y todo el equipo”.<br />

Antes de rodar, la directora se tomó tres meses para trabajar<br />

con los actores: “El guión es mío y me llevó tres años de trabajo,<br />

se trató de un proceso en el que fui haciendo crecer a<br />

cada personaje y que se completó en la última etapa con el<br />

trabajo de los actores, incluso transformándose a partir del<br />

trabajo que aportaron ellos en la creación de los personajes”.<br />

El film será el resultado de esta nueva ambición de Gugliotta:<br />

“Para mí, la relación con mi película anterior tiene que ver<br />

con que mantiene el juego entre realidad y ficción, y el recurso<br />

al género policial, pero ahora es todo más, y más, y más...<br />

Muchos más diálogos, muchos más movimientos, más trama,<br />

más personajes, más situaciones”<br />

Aviso_quid_04-05-2014crv.pdf 1 11/03/14 11:56


en secreto en aquellos años de vigente<br />

absolutismo, Denis Diderot, uno de los<br />

redactores de la Enciclopedia; Laurence<br />

Sterne; el filósofo David Hume, el economista<br />

escocés Adam Smith, el ex sacerdote<br />

Historia<br />

y política<br />

El mundo hasta ayer<br />

Qué podemos aprender<br />

de las culturas<br />

tradicionales<br />

Jared Diamond<br />

Debate<br />

Jared Diamond es una celebridad en el<br />

mundo de la geografía y la antropología<br />

pero su trabajo no queda encerrado en<br />

anaqueles ni en papers que sólo leen sus<br />

colegas; él ha hecho de la divulgación<br />

científica una misión. Lo hace tan bien<br />

que ha ganado en 1997 el premio Pulitzer<br />

por su excelente libro Armas, gérmenes y<br />

acero. En este nuevo trabajo, al que tituló<br />

sugestivamente El mundo hasta ayer, el<br />

autor deja de lado los prejuicios todavía<br />

vigentes, no ya como evidencias científicas<br />

pero sí como “verdades” instaladas oportunamente<br />

por las academias del primer<br />

mundo y reinstaladas permanentemente<br />

por los medios hegemónicos. Según ellos<br />

las llamadas “sociedades tradicionales”,<br />

hasta hace poco rotuladas como “primitivas”,<br />

nada interesante tienen para ofrecer<br />

al todopoderoso mundo occidental. Diamond<br />

estudió particularmente las culturas<br />

de Nueva Guinea, los Inuit del Amazonas<br />

y los San del Kalahari y concluye que es<br />

mucho lo que Occidente debería aprender<br />

de estas culturas en el intento de recuperar<br />

valores que ha ido perdiendo como el<br />

goce y el intercambio mutuo en la crianza<br />

de los hijos, o el respeto y la atención a los<br />

ancianos, el cuidado del medio ambiente,<br />

El otro lado<br />

Por Felipe Pigna<br />

la armonía con el resto de los seres vivientes.<br />

Pero Diamond no hace una apología<br />

al estilo del “buen salvaje” roussoniano<br />

sino que señala, a través de un exhaustivo<br />

trabajo de campo, todos los aspectos de<br />

estas sociedades, concluyendo: “Cuando<br />

conocemos las características de la vida<br />

tradicional, nos sentimos aliviados por habernos<br />

deshecho de algunas y nos hacen<br />

apreciar mejor nuestras sociedades. Otras<br />

probablemente las envidiamos, veremos<br />

su pérdida con nostalgia o nos preguntaremos<br />

si podemos adoptarlas o adaptarlas<br />

selectivamente. Por ejemplo, no hay<br />

dudas de que envidiamos la ausencia tradicional<br />

de enfermedades no contagiosas<br />

asociadas al estilo de vida occidentalizado.<br />

Cuando conocemos la resolución de conflictos,<br />

la crianza, el trato a los ancianos,<br />

la atención a los peligros y el poliglotismo<br />

cotidiano de las sociedades tradicionales,<br />

también podemos llegar a la conclusión de<br />

que algunos de esos rasgos serían deseables<br />

y factibles para nosotros”.<br />

Gente peligrosa<br />

El radicalismo olvidado de<br />

la ilustración europea<br />

Philipp Blom<br />

Anagrama<br />

Hubo un Salón de París entre 1750 y 1770<br />

en el que se reunieron, muchas veces<br />

Guillaume-Thomas Raynal, Benjamin<br />

Franklin y el conde Beccaria. El lugar,<br />

un selecto palacete de París era la casa<br />

del barón Paul Thiry d’Holbach. El<br />

profesor de las universidades de Viena y<br />

Oxford, Philipp Blom rastrea las historias<br />

de cada uno, muchos de ellos maltratados<br />

por las historias oficiales, otros conocidos<br />

parcialmente, unidos por su radicalismo<br />

y, en muchos casos por su ateísmo. El autor<br />

desplaza del centro de la escena a los<br />

más renombrados pensadores, Voltaire<br />

y Rousseau, para destacar la importancia<br />

del pensamiento del anfitrión de estas<br />

reuniones, D’Holbach y su amigo Diderot.<br />

Blom, quien escribe magníficamente<br />

y nos hace olvidar que estamos leyendo un<br />

ensayo y nos traslada al límite de la novela<br />

histórica, se esfuerza porque sus lectores<br />

entendamos que aquella gente que se<br />

reunía en el salón del barón fomentaba las<br />

ideas revolucionarias pero creían en algo<br />

más que en una revolución política. Señala:<br />

“Escribieron y publicaron libros subversivos,<br />

sí, pero querían acabar con algo<br />

infinitamente más vasto que la monarquía<br />

o incluso, que la Iglesia católica. (…) Para<br />

los radicales de la ilustración era un deber<br />

convencer a sus contemporáneos de que<br />

no había vida después de la muerte, de<br />

que no había Dios ni providencia ni plan<br />

divino, sino sólo un mundo físico de vida<br />

y muerte y lucha por la supervivencia, un<br />

mundo de necesidad ignorante y sin significado<br />

superior, y al que la bondad y el<br />

deseo carnal pueden inocular una belleza<br />

efímera. Durante el siglo XVIII, cuando<br />

estos pensamientos se consideraban heréticos<br />

y punibles con la muerte, defender<br />

estas ideas era un desafío hercúleo”.<br />

Recomendados<br />

Cortázar por Buenos Aires, Buenos Aires por<br />

Cortázar, de Diego Tomasi, Seix Barral.<br />

Roma, una historia cultural, de Robert Hughes,<br />

Crítica.<br />

Lucha de clases en Brasil, 1960-2010, de Severo<br />

Salles, Peña Lillo.<br />

Stella Calloni íntima. Una cronista de la historia,<br />

de Julio Ferrer y Héctor Bernardo, Continente.<br />

Filosofía para armar, de Diana Sperling, Emecé.<br />

Pedagogía de la desmemoria, de Marcelo Valko,<br />

Peña Lillo.<br />

Diccionario de creencias y supersticiones<br />

argentinas y americanas, de Félix Coluccio,<br />

Corregidor.<br />

75


Entrevista<br />

trece<br />

Economía<br />

psíquica<br />

La economía está en tu mente, asegura el subtítulo de<br />

Psychonomics, del economista y académico platense<br />

Martín Tetaz. El autor explica la manera en que<br />

la percepción influye sobre la economía, y describe<br />

su libro como un texto “provocador”, alejado de los<br />

cánones aburridos y previsibles del homo economicus<br />

de los manuales<br />

Por Sergio Varela<br />

76<br />

–¿De qué manera influye el comportamiento humano en<br />

la economía ¿Y de qué forma esta lo hace en la psicología<br />

de las personas En tanto y en cuanto la economía es la<br />

ciencia que busca explicar las elecciones humanas en contextos<br />

de escasez, influye mucho. Ahora bien, antes de elegir hay que<br />

formarse una representación mental de las distintas alternativas<br />

(sobre todo cuando uno no está frente a ellas, como sí sucede<br />

en una elección trivial como la del gusto de helado, en una heladería)<br />

y esa representación depende de la memoria de cada<br />

persona (en particular de la memoria episódica) y del modo en<br />

que estén presentadas esas opciones (framing). Por ejemplo,<br />

supongamos que en una ciudad aislada aparece un virus mortal<br />

y usted tiene que decidir si se le aplica a la población una nueva<br />

vacuna. Su decisión sin dudas no será la misma si se le informa<br />

que esa vacuna matará al 10% de la población (por los efectos<br />

colaterales, por ejemplo), que si se le dice que esa vacuna salvará<br />

al 90%, y sin embargo en ambos casos la vacuna mata a 10<br />

y salva a 90, pero el modo en que procesamos mentalmente las<br />

opciones cambia en cada caso.<br />

Además, las principales variables económicas son el resultado<br />

de las acciones de los sujetos que antes de actuar tienen que<br />

haberse formado una representación mental de las consecuencias<br />

de sus actos, una expectativa. Sucede que esas expectativas<br />

condicionan el resultado de las variables generando fenómenos


de profecías autocumplidas, y comportamientos de demanda.<br />

En el otro sentido obviamente la economía impacta en la<br />

psicología, primero porque afecta el nivel de felicidad de las<br />

personas y su satisfacción con la vida, pero además porque los<br />

distintos precios condicionan nuestras decisiones económicas<br />

afectando luego nuestra manera de procesar la información.<br />

Si se produce inflación por caso, o sube el dólar, percibimos el<br />

contexto como más incierto y menos predecible, lo que aumenta<br />

nuestros niveles de ansiedad y nos genera comportamientos<br />

de corrida, tipo ataques de pánico.<br />

–En su libro usted analiza las políticas públicas en función<br />

de su apelación a diferentes memorias de los ciudadanos.<br />

¿Cuál es el aporte que su estudio hace para que<br />

estos puedan elegir plataformas que los representen y<br />

favorezcan Las personas prácticamente no eligen candidatos<br />

basándose en las plataformas, del mismo modo que no eligen<br />

los alimentos que comen leyendo las etiquetas de información<br />

nutricional. Resumimos buena parte de las percepciones que<br />

tenemos de un producto en la imagen de marca y lo mismo<br />

hacemos con los candidatos. Esa imagen de marca se construye<br />

a partir del posicionamiento de los productos, que depende<br />

más de la experiencia de los sujetos con los mismos (memoria<br />

episódica) que de la información conceptual que de ellos tienen<br />

(memoria semántica). En el terreno político, las investigaciones<br />

de Antonio Rangel muestran que somos muy emocionales<br />

al elegir un candidato y que luego utilizamos la deliberación<br />

consciente (la razón) para justificar nuestras elecciones. Probablemente,<br />

si queremos cambiar esa historia y que la gente se<br />

fije en las plataformas, la regulación de las campañas debería<br />

obligar a los partidos a difundir en una X porción de sus publicidades,<br />

propuestas concretas, al mismo tiempo que obligar a los<br />

partidos a un debate público también contribuiría a que pese<br />

más lo semántico, que lo emocional.<br />

–¿Cómo relaciona usted memoria, economía y política<br />

¿De qué manera esas categorías se han relacionado en<br />

la Argentina en las diferentes etapas de su historia No<br />

veo la memoria como el relato del pasado, sino como el insumo<br />

con el cual se construyen estimaciones de lo que esperamos<br />

que suceda a futuro, sobre todo basados en nuestros recuerdos<br />

episódicos, que son los que dejan marcas emocionales. Por esa<br />

razón buena parte del trabajo de la política, en su intento de<br />

modificar las representaciones mentales de los ciudadanos (que<br />

es básicamente su tarea), pasa por proponer una construcción<br />

de la historia, que sea convincente y que conduzca a que las<br />

proyecciones de esa historia favorezcan su propuesta política.<br />

En ese sentido las investigaciones de Elizabeth Loftus son<br />

muy interesantes porque demuestran que la memoria no es<br />

un registro perfecto de lo que nos sucedió, sino que puede ser<br />

adulterada para que creamos que pasaron cosas que en realidad<br />

no sucedieron. En ese sentido, el arte de la política es la construcción<br />

de un guión creíble que reemplace a la historia, que se<br />

convierta en la memoria del sujeto y condicione su proyección<br />

de futuro. Esto es patente, por ejemplo, en las bisagras que se<br />

producen en la memoria de los sujetos respecto de la historia<br />

política y económica asociada a un líder carismático que muere.<br />

Hay un antes (generalmente mucho más crítico) y un después<br />

(generalmente más benigno), que nos muestra la maleabilidad y<br />

plasticidad de nuestros recuerdos.<br />

–Usted enfatiza el problema de la emoción en un aspecto<br />

racional como es la economía. ¿Cómo afecta esa emoción<br />

la capacidad de cálculo y cuáles son las conclusiones sobre<br />

ese tópico a las que llega su libro Es que el problema<br />

se trata de que la economía no es la resultante de un proceso<br />

racional, sino que emerge como consecuencia de razón y emoción<br />

en distintas cuotas. Es cierto que en general uno puede<br />

seguir la distinción de Kahneman y suponer que existen dos<br />

sistemas de tomas de decisiones; un sistema 1 (automático)<br />

gobernado por las emociones y que se hace cargo de las elecciones<br />

económicas más triviales de todos los días, y otro sistema<br />

2 (deliberativo) que se impone cuando lo que está en juego<br />

es más importante, como por ejemplo a la hora de comprar<br />

un auto o una casa. Pero en la realidad lo que cambia son las<br />

proporciones en que el razonamiento deliberado y la emoción<br />

entran en la ecuación; no hay prácticamente ninguna decisión<br />

absolutamente racional, del mismo modo que no existe ninguna<br />

elección económica que resulte sólo de un impulso emocional,<br />

sin que el sujeto piense un segundo en su comportamiento.<br />

–¿En qué se diferencia la “emoción económica” en nuestro<br />

país de la de otras partes del mundo El modo en que<br />

las emociones se adjuntan a nuestras memorias es parecido al<br />

de aquel perro de Pavlov que recibía comida junto con el sonido<br />

de una campana, de manera sistemática, a punto tal que<br />

cuando se retiraba la comida el animal de todos modos salivaba<br />

(anticipando su alimento) si se hacía sonar la campana. La diferencia<br />

es que aquel reflejo condicionado exigía cierta repetición<br />

del estímulo hasta ser aprendido, pero en el caso de las emociones,<br />

estas funcionan como marcadores somáticos aunque sólo<br />

se hayan producido una vez, en oportunidad de cierto evento.<br />

Por supuesto, la naturaleza de cada evento cambia de lugar a<br />

lugar, y el modo de representarlo mentalmente, como así también<br />

las emociones que dispara, no son universales sino que<br />

dependen de la cultura en que se mueven los sujetos. Esto es<br />

particularmente cierto para las representaciones mentales que<br />

se anclan en la memoria semántica y que como no provienen<br />

de experiencias vividas por los individuos, a la fuerza se apoyan<br />

en el lenguaje. Entonces en la medida en que el lenguaje sea<br />

diferente en cada cultura, las representaciones mentales de un<br />

mismo evento serán distintas también. Tomemos, por ejemplo,<br />

el caso de las crisis. En chino mandarín, la palabra crisis está<br />

compuesta por dos signos, con distintas acepciones, pero una<br />

de ellas es peligro-oportunidad, mientras que para nosotros una<br />

crisis se representa como algo negativo y perjudicial.<br />

–¿Cuál fue su objetivo al escribir Psychonomics ¿Qué<br />

herramienta encontrará el lector para su economía y psicología<br />

cotidiana Este es un trabajo que busca resumir de<br />

manera coherente las investigaciones de Psicología Cognitiva<br />

y Neuroanatomía más importantes de los últimos años, para<br />

aplicarlas en la segunda parte del libro a las políticas públicas, la<br />

economía de la felicidad, el marketing, e incluso las relaciones<br />

sociales no monetizadas, como la elección de pareja. El lector<br />

se encontrará identificado con situaciones personales y verá un<br />

enfoque novedoso de los problemas económicos actuales como<br />

el cepo, la inflación y el aumento del dólar. Creo que es un<br />

texto provocador, que busca que el lector piense y y cuestione y<br />

para que modifique los mapas mentales con los que procesa la<br />

información a partir de la cual toma decisiones todos los días<br />

77


78<br />

Entrevista<br />

catorce


El deseo<br />

Imposible<br />

Si el otro cambiara, escrito por la psiquiatra Graciela Moreschi, apunta a mejorar los vínculos<br />

entre las personas. Ejercicios simples para dominar situaciones<br />

Por Florencia Álvarez<br />

–¿Cuál es el objetivo del libro y de qué manera apunta<br />

a fortalecer las relaciones La idea es hacernos cargo de<br />

lo que nos corresponde. Ser conscientes de lo que cada uno<br />

genera en el otro, de cuál es el juego que se establece entre<br />

los miembros de una relación, un juego que se repite de igual<br />

manera y del que muchas veces no podemos salir. Mejora el<br />

vínculo, en primer lugar, porque uno cambia lo único que<br />

puede cambiar que es su propia cabeza. Es decir, si el otro es<br />

así, puedo elegirlo o no, pero no cambiarlo.<br />

–Usted habla de la importancia de vivir en el aquí y el<br />

ahora, ¿por qué es importante mantener el foco en eso<br />

y cómo se logra No se pueden arrastrar frustraciones ni<br />

broncas pasadas si uno pretende tener una buena relación. Si<br />

el vínculo se repite es porque uno se ha quedado enganchado,<br />

y los cambios sólo se hacen en presente, debemos enfocarnos<br />

en el aquí y ahora ¿Qué siento ahora, qué pienso y cómo respondo<br />

en este momento<br />

–Las relaciones con los demás mutan constantemente,<br />

¿cómo nos adaptamos Todo lo vivo cambia, si no estamos<br />

plastificados. En general, el problema de los vínculos se da<br />

cuando quedan cristalizados en el mismo juego o cuando<br />

alguien reprocha el cambio o reclama por acuerdos pasados.<br />

Nadie puede prometer algo de por vida, pero sí tiene que<br />

cumplir con el compromiso que hizo en ese momento, comprometerse<br />

con todo en el aquí y el ahora.<br />

–¿Cuál es el ejercicio más rápido y efectivo para bajar<br />

a tierra en momentos de estrés La rapidez causa estrés.<br />

Quien pretenda dar una respuesta a esto con el “ya”, está engañando.<br />

Una práctica que ayuda mucho es el mindfulness o<br />

conciencia plena, sirve para volver al propio eje. Esto implica<br />

darnos cuenta de cuando estamos sobrepasándonos, aprender<br />

a poner límites, delegar lo posible y fundamentalmente tener<br />

la claridad para jerarquizar, diferenciar lo urgente de lo importante.<br />

–¿Cómo se logra el estado de conciencia plena Se puede<br />

hacer un entrenamiento formal de unas ocho semanas,<br />

pero lo que yo propongo son pequeños ejercicios diarios donde<br />

uno aprende a mirar hacia adentro, tanto lo que pasa en el<br />

cuerpo como en la mente. Ser conscientes de cómo determinados<br />

pensamientos nos tensan y en qué parte del cuerpo se<br />

asienta cada emoción, o al revés, observando la tensión descubrimos<br />

con qué estamos sintiéndonos incómodos. Los ejercicios<br />

comienzan tan sólo con cinco minutos de respiración y<br />

silencio, cinco minutos con la atención vuelta hacia uno.<br />

–¿Por qué las personas construimos vínculos que nos<br />

atrapan ¿Cómo se sale de ellos Muchas veces el otro<br />

representa lo que nosotros no podemos o no nos atrevemos a<br />

hacer. No estamos por casualidad con el otro, puede ser una<br />

pareja, una amiga con la que me peleo y siempre vuelvo, un<br />

progenitor con el que discuto por las mismas cosas una y otra<br />

vez. Una interacción que quizás, en un momento, fue oportuna<br />

o eficaz se cristalizó y terminó siendo la única respuesta.<br />

Porque no hay flexibilidad, porque en lugar de revisar lo<br />

propio queremos convencer al otro de que está equivocado,<br />

porque se establece una lucha de poder.<br />

–¿Qué son los “pensamientos disfuncionales” Son aquellas<br />

distorsiones del lenguaje y del pensamiento como la generalización,<br />

la parte por el todo, la anticipación, la demanda<br />

absolutista, la polarización que originan nuestras emociones e<br />

incluso las sostienen. Todas las emociones son originadas por<br />

pensamientos, tanto las buenas como las displacenteras. Para<br />

trabajar el pánico de un ataque se va al pensamiento que hay<br />

detrás, lo mismo ocurre con el temor a la pérdida, la violencia<br />

o la necesidad de control.<br />

–¿Cuál es la mejor forma de lidiar con las emociones<br />

Enfrentarlas. Yo propongo tomarse unos minutos de<br />

atención plena, no más de tres para ubicarla en el cuerpo y<br />

reconocer el pensamiento que la genera. Sólo eso sirve para<br />

desactivarla. Cuando uno es consciente del origen le da tiempo<br />

a que nos diga lo que debe decirnos<br />

79


INFANTIL Y JUVENIL<br />

En homenaje a la gran escritora<br />

Elsa Bornemann, Alfaguara<br />

ha editado Puro ojos, la<br />

historia de una nena que no<br />

le gustaba hablar. Con hermosas<br />

ilustraciones de Carolina<br />

Farías, es recomendable<br />

para niños mayores de 8 años.<br />

Sorpréndete<br />

con los maravillosos<br />

libros de<br />

Origami a la moda es<br />

ideal para chicas que<br />

quieran crear piezas<br />

para hacer sus tarjetas,<br />

decorar o vestir<br />

sus muñecas, ya que<br />

podrán crear blusas,<br />

faldas, zapatos y hasta<br />

un bolso de papel.<br />

Para jugar y armar,<br />

Catapulta presenta dos<br />

propuestas para chicas<br />

mayores de 8 años. Flores<br />

fabulosas, de Anne<br />

Akers Johnson es un<br />

libro con instrucciones<br />

muy simples para armar<br />

flores de papel, únicas<br />

y exquisitas (incluye<br />

piezas troqueladas, adhesivo,<br />

tallos de alambre<br />

y gemas de colores).<br />

La vida según Snoopy, un<br />

libro ideal para iniciarse<br />

en esta gran historieta de<br />

todos los tiempos. Basado<br />

en pensamientos del<br />

ingenioso Charles M.<br />

Schulz, para descubrirlo<br />

o volver a visitar su<br />

particular humor.<br />

SÚPER TÍTERE<br />

Estos libros interactivos<br />

con títere y ojos móviles<br />

harán de la hora del<br />

cuento un momento muy<br />

divertido.<br />

ESPÍO Y DESCUBRO<br />

Dos libros para que los<br />

más chicos se diviertan<br />

buscando objetos y<br />

personajes escondidos en<br />

modernas ilustraciones,<br />

mientras aprenden a contar y<br />

descubren nuevas palabras.<br />

VENTANAS MÁGICAS<br />

Con distintas imágenes<br />

lenticulares en las tapas, estos<br />

libros de Disney invitan a<br />

la lectura y divierten a los<br />

chicos.<br />

Av. Lacroze 1865 | C1426CPD | CABA<br />

Tel.: (54-11) 4899-0646 líneas rotativas<br />

www.editorialguadal.com.ar<br />

Hacete fan y enterate de nuestras novedades


Cómo<br />

lo hago<br />

La<br />

82<br />

dimensión desconocida<br />

Por María Inés Falconi<br />

Me preguntan cómo lo hago, cómo escribo mis historias y, la<br />

verdad, es que no lo sé. ¿Dónde están las historias ¿Adentro<br />

de uno y de pronto sucede algo que las despierta, que las<br />

trae a la luz y les da vida ¿O están alrededor y nosotros sólo<br />

somos hábiles cazadores que las pescamos al vuelo Otra<br />

vez, no lo sé. Tal vez sea una mezcla de ambas, tal vez algo<br />

totalmente distinto. ¿Dónde “están” las historias Porque<br />

no hay duda de quienes las escribimos (al menos yo) tanto<br />

como quienes las leemos estamos convencidos de que lo que<br />

la historia cuenta es verdad, está sucediendo en algún lado,<br />

las vemos, las sufrimos, las disfrutamos y nos sumimos en un<br />

espantoso vacío cuando se terminan. Sin embargo sabemos<br />

que no existen en la realidad. ¿Hay una dimensión que es la<br />

dimensión de las historias<br />

Claramente una pregunta no me lleva a una respuesta sino a<br />

otro montón de preguntas y me obliga a reflexionar sobre un<br />

proceso que, por espontáneo y necesario, no tiene ni lógica ni<br />

explicación.<br />

Tal vez, el hecho de inventar historias, en mi caso, también<br />

surja de una pregunta, de un intento de comprender lo que<br />

me rodea y sobre todo, de comprender cómo reaccionan los<br />

chicos frente a las situaciones que les toca vivir. Seguramente


por eso prefiero escribir historias “realistas”, para acercarme a<br />

través de los personajes, a su propia y particular comprensión<br />

del mundo en cada etapa.<br />

Cada libro, por otra parte, es una “criatura” diferente. Si me<br />

pongo a pensar en cómo surgieron, encuentro las más variadas<br />

motivaciones: desde entretenerme mirando una fila de<br />

hormigas en la plaza (La hormiga Agustina) hasta escuchar<br />

por la radio las noticias de la guerra de Iraq (Pedro y la guerra),<br />

pasando por el nacimiento de mi sobrina (Mi hermanita<br />

Malena), el gato perdido de mi nieto (A mi abuela no le gustan<br />

los gatos) o mis propias experiencias de vacaciones (Cartas<br />

para Julia).<br />

Otras veces, las historias aparecen como verdaderos desafíos.<br />

Tal fue el caso de Caídos del Mapa, una saga que hoy tiene<br />

once novelas, pero que empezó siendo una obra de teatro.<br />

En ese momento me había propuesto escribir teatro para<br />

preadolescentes, un género que era prácticamente inexistente<br />

y que aún hoy tiene poco desarrollo. No sabía cuál podía ser<br />

la historia, ni el tema, ni los personajes y la idea estuvo dando<br />

vueltas por bastante tiempo en mi cabeza hasta que tomó forma.<br />

En ese caso la motivación era poder llegar a un público<br />

alejado del teatro. Después, como siempre pasa, la historia<br />

cobró vida propia y me dio la posibilidad de incluir dentro de<br />

la saga situaciones de la realidad que me preocupaban y ver<br />

crecer a mis propios personajes.<br />

Creo que no podría escribir para chicos y/o jóvenes si no<br />

tuviera un contacto cotidiano y permanente con ellos. Los<br />

talleres de teatro que dicté durante mucho tiempo en la Universidad<br />

Popular de Belgrano y con los que aún hoy estoy involucrada<br />

me permitieron tener con ellos una comunicación<br />

intensa, entrar en su mundo, compartirlo, sufrirlo, asombrarme,<br />

divertirme, enojarme pero sobre todo conocer su lenguaje,<br />

sus puntos de vista, sus vínculos, sus vivencias.<br />

En definitiva, me parece que lo que hago, o cómo lo hago,<br />

es teniendo las orejas abiertas. Escuchar, conocer, compartir<br />

para poder devolverles después, algo de lo que les pasa transformado<br />

en una historia


INFANTIL Y JUVENIL<br />

Un niño y su gato, Facu y Café con<br />

leche, protagonizan otras de sus<br />

travesuras, divertidas y ocurrentes.<br />

Para niños a partir de los 5 años,<br />

llegó, Las aventuras de Facu y<br />

Café con Leche 3, de Chanti (Sudamericana).<br />

Para aprender jugando, Albatros<br />

presentó dos títulos muy interesantes<br />

y divertidos, ambos de<br />

Florencia Esses. El primero es<br />

Poesías con la historia, donde la<br />

propuesta es rimar hechos históricos<br />

importantes, la Revolución<br />

de Mayo, la confección de la<br />

bandera, la infancia de Sarmiento,<br />

etc. El segundo es Teatro con<br />

los cuentos clásicos. Para armar<br />

un teatro en casa y jugar a ser<br />

Blancanieves, Pulgarcito o el<br />

sastrecillo valiente (para niños<br />

mayores de 5 años).<br />

Dos grandes escritoras<br />

presentaron sus libros. El<br />

primero es Benjamino, de<br />

María Teresa Andruetto,<br />

con ilustraciones de Cynthia<br />

Orensztajn, un cuento<br />

hermoso que viene de lejos,<br />

de Italia. El segundo es<br />

La sorpresa de Brutilda, de<br />

Gabriela Keselman, con<br />

ilustraciones de mEy!<br />

Tres propuestas súper divertidas<br />

son las de Planeta. La primera<br />

de ellas es una invitación a lo<br />

creativo. De la mano de Danielle<br />

Lowy, llegó Artesanías creativas.<br />

Reciclaje. Para aprovechar<br />

todos los desechos de la casa.<br />

La segunda propuesta es Busca<br />

y encuentra sirenas, de Stella<br />

Maidment y Daniela Dogliani,<br />

un libro para jugar y resolver<br />

acertijos. La tercera propuesta<br />

es ¿Quién encuentra a la cebra<br />

en el zoo, juegos mentales,<br />

descubrimientos asombrosos y<br />

búsquedas exhaustivas.


Una nueva versión del clásico<br />

Caperucita roja. Esta, ilustrada<br />

bellamente por Adolfo Serra,<br />

ofrece la posibilidad de que<br />

cualquier lector pueda reinventar<br />

la historia, ya que en ella no<br />

hay textos. Así, el temible lobo<br />

parece inofensivo, persiguiendo<br />

una mariposa roja; y Caperucita,<br />

una vaquita de San Antonio en<br />

el medio del inmenso bosque.<br />

Un libro para mirar y contar,<br />

una y otra vez (Fondo de Cultura<br />

Económica).<br />

Laura vive en su castillo con<br />

su padre, en un lugar lejano<br />

de Austria. Sueña con tener<br />

una amiga y pronto su deseo se<br />

cumple, Carmilla se convierte<br />

en su mejor compañía, aunque<br />

es una joven extraña. Pronto<br />

advertiremos que se trata de<br />

una vampira. Las hermosas<br />

ilustraciones son de la española<br />

Ana Juan (Fondo de Cultura<br />

Económica).<br />

Griselda Gambaro llega con<br />

su investigador Giménez. Esta<br />

vez, le tocará resolver un misterio:<br />

muchos de los vecinos<br />

del pueblo son mordidos por<br />

¿Drácula Se trata de Giménez<br />

y el Drácula fingido, la tercera<br />

entrega de las aventuras de<br />

Giménez. Humor, misterio e<br />

inteligencia, con ilustraciones a<br />

cargo de Javier Joaquín (Alfaguara<br />

juvenil).<br />

Ninguna criatura de toda la Red<br />

Galáctica ha podido vencerlos, y<br />

apuntan sus fauces hacia la Tierra.<br />

Solo un nuevo ser, único en<br />

toda la galaxia podrá enfrentarlos,<br />

pero antes tendrá que descubrir<br />

su propia identidad.<br />

A la manera de La Fundación y<br />

La Guerra de las Galaxias nos<br />

encontramos con un universo<br />

cuyo orden se rompe, en este<br />

caso, por la intromisión de los<br />

Voraces, devoradores de cualquier<br />

ser viviente. Escrita por<br />

Beto Lorenzo, esta novela promete<br />

suspenso y mucha aventura<br />

(Nuevo Extremo).


INFANTIL Y JUVENIL<br />

V&R propone dos títulos para<br />

chicas adolescentes. El primero<br />

es ¡¿En serio, má!, de la famosa<br />

autora brasileña Thalita Rebouças.<br />

¡¿En serio, má! retrata<br />

la vida cotidiana de una madre y<br />

su hija, desde antes del nacimiento<br />

hasta los 21 años. La infancia<br />

está contada desde el punto de<br />

vista de la madre, y a partir de<br />

la adolescencia es la hija quien<br />

continúa el relato. Cada capítulo<br />

narra distintas situaciones de la<br />

vida diaria: las peleas, los novios,<br />

las amigas, los estudios, la vida<br />

familiar.<br />

La segunda propuesta es Finding<br />

Love, la primera de la saga juvenil<br />

paranormal, escrita por Joss<br />

Stirling (seudónimo de Julia<br />

Golding). Los personajes pertenecen<br />

al mundo de los “savants”,<br />

personas con habilidades extrasensoriales<br />

poderosas. Cada libro<br />

cuenta el encuentro de ellas, Sky,<br />

Phoenix y Crystal, con los hermanos<br />

Benedict, los atractivos chicos<br />

estadounidenses que cambiarán<br />

sus destinos para siempre.<br />

Marcelo Birmajer deleita<br />

con seis cuentos de terror y<br />

misterio, No corras que es peor<br />

(Alfaguara) donde, a través de<br />

diferentes situaciones (todas<br />

siniestras), los protagonistas se<br />

ven impelidos a… no correr.<br />

Jugando con fuego es el primer<br />

libro de la trilogía, donde conoceremos<br />

a Finn Maguire, poco más<br />

que un perdedor. A sus diecisiete<br />

años ha cambiado el colegio por<br />

un trabajo en un local de comida<br />

rápida, tiene antecedentes por un<br />

delito que no llegó a cometer y le<br />

cuesta mucho leer por culpa de la<br />

dislexia. Es la primera novela del<br />

guionista Niall Leonard, quien<br />

vive en Londres junto a su mujer,<br />

la exitosa E. L. James, la autora del<br />

fenómeno Cincuenta sombras y<br />

sus dos hijos (Random House).


Arte<br />

fotografía<br />

88<br />

TESTINO rojo shocking<br />

El fotógrafo que impuso un modo de ver la moda llegó al Malba con las impactantes e irreverentes<br />

imágenes de su primera muestra en nuestro país<br />

Por Mónica Tracey<br />

La que seguramente se constituyó en la<br />

primera reunión multitudinaria de celebridades<br />

internacionales en Buenos Aires<br />

llegó junto a Mario Testino, quien<br />

presentó en el Malba su muestra de<br />

fotografías In your face con imágenes<br />

de Kate Moss, Gisele Bündchen, Nicole<br />

Kidman, Gwyneth Paltrow, Mick<br />

Jagger, Madonna, Lady Gaga, Brad<br />

Pitt y David Beckham, entre otros,<br />

partícipes todos del mundo creativo de<br />

este fotógrafo peruano que ha logrado<br />

su propio cóctel de elegancia, glamour,<br />

desenfado y atrevimiento en tantísimas<br />

producciones para revistas como Vogue,<br />

Vanity Fair o GQ.<br />

Transformado ya desde hace años en<br />

la materia de su trabajo deviniendo<br />

él mismo una celebridad, quien está<br />

reconocido como uno de los grandes<br />

fotógrafos del mundo de la moda llegó a<br />

Buenos Aires acompañando la primera<br />

exposición de sus fotos en nuestro país<br />

que se inauguró en el Malba el 13 de<br />

marzo: 122 imágenes que van desde<br />

1993 hasta 2010 y de la moda y la publicidad<br />

a apuestas de intensa sexualidad,


que también incluyen la cercanía de lo<br />

autobiográfico o la divertida intimidad<br />

de los más top. Como esa foto en que<br />

Kate Moss se recuesta sobre el espejo<br />

de un baño y retoca su maquillaje mientras<br />

en el fondo se refleja a Testino a lo<br />

paparazzi tomando esa imagen casual<br />

y cómplice. “Las mejores fotos son las<br />

de tu camarita”, cuenta él que le suele<br />

decir Kate.<br />

Y luego de más de una década de<br />

exponer en importantes museos del<br />

mundo, ya casi ni tiene que responder<br />

a la pregunta que cuestiona la moda,<br />

la publicidad y a las celebridades como<br />

materia artística. Esta misma muestra<br />

que estará en el Malba hasta junio se<br />

colgó hace poco más de un año en el<br />

Fine Arts Museum de Boston. El libro<br />

de la exposición, Mario Testino: In your<br />

face, editado por Taschen, tiene dos<br />

prólogos, uno del director del museo de<br />

Boston y otro de la editora jefa de Vogue<br />

en Estados Unidos, Anna Wintour,<br />

extravagante personaje que atravesó la<br />

frontera del gran público en la interpretación<br />

de Meryl Streep en El diablo<br />

viste a la moda. Ella, que trabajó con<br />

Testino casi desde el comienzo de la<br />

carrera del fotógrafo, copartícipes en la<br />

tarea de transformar la moda en objeto<br />

de culto, sabe de lo que habla cuando<br />

pone el foco preguntándose: “¿Alguien<br />

luce más espléndido, majestuoso, sexy<br />

o subversivo o luminoso que cuando es<br />

capturado por la cámara de Mario”.<br />

Claro que su respuesta es “No”. Mario<br />

Testino lo explica a su modo: “Quiero<br />

que quien se ve en mis fotos se vea<br />

como no se ha visto nunca. En mi trabajo<br />

me gusta dar placer”.<br />

Todo eso que logra su cámara estuvo<br />

en él desde un principio pero tuvo que<br />

ir descubriéndolo y sacándolo a la luz<br />

en el transitar de una vida en la que<br />

hubo todo menos aburrimiento. Muy<br />

pronto, a los 22 años, supo que no era<br />

su Perú natal el lugar para abrir su camino.<br />

“En la forma en que iba vestido<br />

me era imposible tomar un transporte<br />

público. Me gastaba todo mi dinero en<br />

taxis. Imagínense a David Bowie caminando<br />

por Roma… Bueno, yo no era<br />

David Bowie pero mi look impactaba:<br />

afro, pantalones rosas.... Me gritaban<br />

‘marica’”, cuenta Testino recordando<br />

aquellos tiempos en que después de<br />

intentar estudiar Ciencias económicas<br />

y Derecho en Lima, dejó todo y se fue<br />

primero a California, a estudiar Relaciones<br />

Internacionales, y luego a Londres,<br />

finalmente, su lugar en el mundo. “Yo<br />

no encajaba en ese momento en mi<br />

país, mis gustos y mi punto de vista eran<br />

un poco extraños, y fue en Inglaterra<br />

donde encontré esa calma que te da el<br />

poder ser tú mismo”, explica. Fue allí<br />

donde pudo empezar a vivir como él<br />

quería y también donde se topó con la<br />

fotografía. No pasó mucho tiempo hasta<br />

que los books que realizaba a chicas que<br />

querían ser modelos llegaron hasta la<br />

mirada de algún editor de moda. Testino<br />

ya estaba en contacto con el que<br />

sería su camino.<br />

Seguro de sí mismo y de sus capacidades,<br />

no escatima reconocimiento a<br />

sus maestros, entre los que nombra<br />

tanto a los fotógrafos Richard Avedon,<br />

Helmut Newton, Irving Penn, Cecil<br />

Beaton o al también peruano Martin<br />

Chambi (“él me enseñó la honestidad de<br />

la imagen”, dirá), como a tres editoras<br />

de Vogue, la Wintour, Lucinda Chambers,<br />

de la edición inglesa, y Carine<br />

Roitfeld, de la francesa. “Fue Carine,<br />

con quien trabajé a lo largo de diez<br />

años, quien puso el ojo en el trabajo que<br />

yo hacía para practicar en mi estudio<br />

con desnudos masculinos, sin producción,<br />

porque no tenía dinero. Ella me<br />

dijo por qué no fotografiaba así la moda<br />

para la revista. Y ese fue el momento en<br />

que me encontré conmigo mismo, con<br />

mi propio estilo”.<br />

Entonces llegó la producción que hizo<br />

por encargo de Vanity Fair con una<br />

Lady Di completamente diferente.<br />

Sexy, fresca, divertida, más linda que<br />

nunca. “Luego que le mandé algunos de<br />

los retratos, la princesa Diana me contó<br />

que cuando sus hijos los vieron le dijeron<br />

que eran lo más ‘ella’ que habían<br />

visto”, cuenta. Esas imágenes tomadas<br />

cinco meses antes del accidente en que<br />

murió Diana Spencer, el 31 de agosto<br />

de 1997, fueron el pasaporte de Mario<br />

Testino al público que no estaba tan<br />

imbuido del mundo de la moda y a su<br />

trabajo como fotógrafo de la casa real<br />

inglesa.<br />

Y luego, todo lo demás: exposición<br />

de los retratos reales en la National<br />

Portrait Gallery de Londres, muestras<br />

en el Museo Thyssen-Bornemisza, de<br />

Madrid, o el Shanghai Art Museum.<br />

Fotografías suyas en las colecciones<br />

permanentes de la National Protrait<br />

Gallery, el Victoria & Albert Museum<br />

o la Universidad de Nueva York. Doce<br />

libros de fotografía. Y su propio museo,<br />

el MATE, en una antigua casona del bello<br />

barrio de Barranco, en Lima, donde<br />

además de su trabajo muestra a artistas<br />

contemporáneos con el objetivo de<br />

promover el arte de su país. Él asegura:<br />

“Tengo una vida bastante normal. Mis<br />

amigos son los mismos de la infancia,<br />

con los que me fui a vivir a Londres<br />

hace treinta años y los mismos que veo<br />

cuando vuelvo a Lima”.<br />

Así llegó a Buenos Aires, rodeado de celebridades,<br />

así cuelgan sus fotos en una<br />

muestra memorable en el Malba. Su explicación<br />

del éxito: “Así como estoy en<br />

lo nuevo, en la vanguardia, en lo under,<br />

también estoy muy en la tradición. Me<br />

gusta todo”, dice, con su porte elegante<br />

y la picardía de sus ojos sonrientes<br />

In your face<br />

Mario Testino<br />

Editorial Taschen<br />

89


TV<br />

SERIES<br />

Por LAURA BERTI<br />

El Superagente 86<br />

Su protagonista fue galardonado con<br />

tres premios EMMY consecutivos (1966,<br />

1967 y 1968) convirtiéndose en el primer<br />

actor que logra esa marca, mientras que<br />

la serie se llevó dos galardones a la mejor<br />

comedia.<br />

En 1965, James Bond ya era todo un<br />

fenómeno cinematográfico y social, y<br />

el mundo estaba en plena Guerra Fría,<br />

bajo la constante amenaza de una guerra<br />

nuclear. En ese clima de paranoia las<br />

películas de espías se pusieron de moda.<br />

Pero Mel Brooks dio un paso más y<br />

creó, junto con Buck Henry, una serie<br />

que se dedicaba a satirizar a Bond y los<br />

otros espías de ficción (algo que resultaba<br />

evidente en la secuencia de los créditos).<br />

El protagonista era Maxwell Smart, un<br />

agente en la línea del inspector Clouseau<br />

de La pantera rosa; torpe, no muy brillante,<br />

con dificultad para concentrarse,<br />

un poco ingenuo y, por supuesto, muy<br />

absurdo y divertido. Para interpretarlo,<br />

eligieron a Don Adams, cuya escasa<br />

apariencia de galán ya era una parodia<br />

en sí de James Bond. La impresionante<br />

capacidad de Adams para soltar los gags<br />

sin inmutarse y para la comedia física<br />

contribuyeron enormemente al éxito de<br />

la serie. A lo que se agregaba el perfeccionamiento<br />

de la sátira que llevaba adelante<br />

Mel Brooks, y el protagonismo de<br />

un Don Adams insuperable, bien acompañado<br />

por Barbara Feldon (la agente<br />

99), que era también una comediante<br />

con gran frescura y la virtud de no tomarse<br />

a sí misma demasiado en serio, y es<br />

justo ese humor a prueba de balas lo que<br />

mantiene la actualidad de esta comedia<br />

icónica incluso hoy en día.<br />

Maxwell Smart (cuyo apellido significa<br />

“inteligente”, lo que ya era de por sí el<br />

primer chiste) era un agente de la agencia<br />

CONTROL (que parodia a la CIA)<br />

con el nombre en código numérico, 86. A<br />

pesar de su torpeza, tiene mucha suerte,<br />

por lo que siempre cumple las misiones<br />

que le encargan contra KAOS (parodia<br />

de la KGB), la agencia rival. Su principal<br />

acompañante en esas misiones es la<br />

agente 99, un poco más competente que<br />

él, y con la que termina desarrollando<br />

una relación amorosa. Su jefe, llamado<br />

simplemente El Jefe, es un poco gruñón<br />

y aunque cansado de la inoperancia de 86<br />

protege a sus dos agentes.<br />

El Superagente 86 se convirtió en un clásico,<br />

pues con independencia del desenlace<br />

(todos sabíamos que iba a triunfar el<br />

Bien), lo más divertido era el desarrollo<br />

de cada episodio.<br />

a obrar bien”, son algunas de las frases<br />

que escribió Maquiavelo en su famoso<br />

tratado de doctrina política El príncipe,<br />

en 1513. Exactamente quinientos años<br />

después, estas parecen ser también las<br />

máximas que guían el comportamiento<br />

de los personajes de House of Cards,<br />

radiografía de las intrigas políticas que<br />

hacen de Washington DC un auténtico<br />

nido de víboras.<br />

La plataforma de streaming Netflix ha logrado<br />

un producto excelente con actores<br />

y directores de primera línea (Kevin Spacey,<br />

Robin Wright, David Fincher).<br />

La trama se centra en el congresista<br />

Frank Underwood (un impresionante<br />

Kevin Spacey) y sus retorcidas estratagemas<br />

para escalar políticamente. Junto<br />

a él, su fría y ambiciosa esposa Claire<br />

(magnífica Robin Wright) está también<br />

decidida a conseguir que las aspiraciones<br />

de ambos lleguen a buen puerto,<br />

sin importar los medios que tengan que<br />

utilizar para ello. Todo sazonado con<br />

una mirada cínica y una cierta dosis de<br />

comicidad, sobre todo en los apartes en<br />

los que Frank Underwood se dirige al<br />

espectador.<br />

Estamos ante una propuesta de brillante<br />

factura, muy bien interpretada, mordaz,<br />

que merece ser destacada como una de<br />

las series que se tienen que ver. Además<br />

ha sido ganadora en el 2013 de tres<br />

premios EMMY, por elenco, dirección y<br />

cinematografía. Ya se puede ver la segunda<br />

temporada y se confirmó una tercera<br />

para 2015.<br />

La primera temporada de la serie puede encontrarse<br />

en Netflix o comprarse en Tematika, Yenny<br />

y El Ateneo; la segunda temporada puede verse<br />

sólo por www.netflix.com<br />

91<br />

Las cinco temporadas de la serie se pueden<br />

encontrar en Tematika, Yenny y El Ateneo<br />

House of Cards<br />

“Los príncipes que han hecho grandes<br />

cosas son los que menos han mantenido<br />

su palabra” y “Los hombres obran el mal,<br />

a menos que la necesidad los obligue


VIDA GOURMET<br />

Pequeños detalles que hacen la diferenciA<br />

Por Mónica Tracey<br />

Delicioso batido de historias y alcoholes<br />

92<br />

Algo de todos sus derroteros, de todos sus oficios, aparece en el libro. Estudió Psicología y<br />

conocer a las personas que se cruzan en su camino es una de sus pasiones. Estudió Letras,<br />

trabajó en una librería –en Yenny, claro–, escribió poesía y su escritura se ha transformado<br />

en su modo de conocer. Fue bartender y representante y embajador de bebidas –ahora<br />

mismo de los aperitivos de Campari Argentina– y las barras son el escenario de buena<br />

parte de sus historias y las recetas de cócteles propios y ajenos quedan en las páginas<br />

como una promesa de futuras degustaciones. Y los viajes, siempre. En el abandono de<br />

una carrera y el inicio de otra, en la peregrinación al lugar de origen de una bebida, en el<br />

seguimiento de una historia familiar, en el reencuentro de amigos, en los amores, antes,<br />

durante y después. Así es Cócteles en el camino, el libro que Martin Auzmendi acaba de publicar en una preciosa edición de Editores<br />

Argentinos.<br />

Lo que tiene este libro, lo que más tiene, es onda, con la escritura, con las imágenes, con el viaje, con la gente, con las bebidas, con<br />

las mezclas. Una máxima curiosidad, una inagotable capacidad de disfrutar. Es una fantástica guía para saber qué tomar dónde y<br />

es un encantador libro de historias. Son momentos, hallazgos, poéticos, emocionales, apuntes. También las imágenes son apuntes,<br />

fotos, dibujos, billetes de viajes, carnet de una biblioteca de París, rostros de compañeros de recorridos, de personajes anónimos de<br />

una ciudad, de botellas, de servilletas escritas, de posavasos, de dos tipos pescando en un agujero en el hielo en San Petersburgo.<br />

Hay historias como la de París, que se entrelaza con Marsella, con Estambul, con el Noilly Prat –un aperitivo a base de vino–, con<br />

un amor, con un cóctel. Preciosa. En Río las historias y los personajes son muchos, pero se siente como medular el encuentro de<br />

recuerdos de una tía que vivió allí y ya no está. Auzmendi dice que lo autobiográfico no está ficcionalizado. Y uno tiene la impresión<br />

que el libro también tiene algo de constatación personal, de encuentro con los caminos que se abrieron a partir de su propia<br />

historia familiar, de las vivencias de su infancia, el Tigre, la navegación, el campo, su abuelo, su padre. Lo más personal espejando<br />

cada ciudad, espejándose. “Creo que esa es mi mirada poética, de mirar la historia para entender el armazón de las cosas, de mi<br />

vida y mis historias. Creo que uno con el tiempo va reconociendo cuáles fueron las personas o historias que fueron impulsoras o<br />

inspiradoras. Hay cocineras en mi familia, hay viajeros, y hay también un camino propio”, explica.<br />

En el epílogo, Martín hace un precioso recorrido por el viejo Buenos Aires y los bartenders que<br />

crearon una coctelería porteña. Un homenaje a los maestros y una linda fuente de historias.<br />

Aun en el caso de ciudades que uno conozca, tienta volver de la mano de Martín Auzmendi, con<br />

sus descubrimientos, con su mirada. Con esa curiosidad, esa intención de búsqueda, que él resume<br />

diciendo: “Con la esperanza que allí estuviera lo que mereciera ser vivido, lo que mereciera<br />

ser contado”.<br />

Recetas de cócteles<br />

Le Marais / Martín Auzmendi<br />

- 30 ml de Campari<br />

- 45 ml de Noilly Prat<br />

- 45 ml de jugo de mandarina<br />

1 cucharada de miel<br />

- Batido / Copa campanita<br />

Clarito / Santiago “Pichín” Policastro<br />

- 90 g London Dry Gin<br />

- 10 g Vermouth Dry<br />

- Piel de limón<br />

- Azúcar coronando<br />

Martín Auzmendi<br />

Cócteles en el camino<br />

Editores Argentinos


Más sabor, distintos saberes, sentir<br />

más, gustar mejor, tradición, novedad,<br />

catas, un camino para conocerse en<br />

las propias elecciones<br />

Después de más de veinte años en la Argentina, este periodista<br />

enogastronómico italiano habla con la seguridad de quien<br />

vino, vio y probó, y constituyó una mirada propia sobre nuestra<br />

forma de hacer y comer. Su guía es también una cruzada<br />

para rescatar esos lugares como patrimonio histórico y cultural<br />

de Buenos Aires.<br />

Vale la pena seguir sus pasos y sus consejos. La guía precisa<br />

ubicación, nivel de precios, horarios, tarjetas y un plato recomendado,<br />

además de algo de historia y detalles del menú.<br />

Comer en una tradición, un<br />

territorio, tantas historias<br />

Dos libros se agregaron a la colección que Pietro Sorba viene<br />

publicando como guía especializado del buen comer, Bodegones<br />

de Buenos Aires y Rutas gastronómicas de Chubut, corazón<br />

de la Patagonia, ambos en impecable edición bilingüe<br />

español-inglés.<br />

Bodegones… es una edición aumentada de la que publicó<br />

originalmente en 2008 y reeditó en 2013, recorriendo esos<br />

restaurantes que fueron formando la base y la identidad de<br />

la cocina de nuestro país, muy ligados a las colectividades,<br />

especialmente las italianas y españolas. Sorba marca la importancia<br />

del bodegón como constitutivo de nuestra historia<br />

gastronómica y precisa sus características: “Lo que define<br />

al bodegón es la sensación de pertenencia a la ciudad que<br />

se transmite a través de la abundancia y accesibilidad de su<br />

comida, de su ambiente y de la tipología de clientes que lo<br />

frecuenta. Es un lugar para todos. Sin excepciones”.<br />

Entre los que estaban en<br />

la guía original y los que<br />

se sumaron, Pietro recorre<br />

79 bodegones, algunos<br />

no tan tradicionales y<br />

siete en el Gran Buenos<br />

Aires. “Básicamente,<br />

todos ellos se ganaron un<br />

lugar en esta guía porque<br />

hacen bien lo que deben<br />

hacer: la buena comida<br />

porteña”.<br />

El corazón de la Patagonia<br />

“Elegí este título porque Chubut se merecía la palabra corazón.<br />

Esta provincia además de ser el centro de la Patagonia,<br />

tiene la enorme generosidad de productos y de sus habitantes<br />

que los caracteriza”, dice Pietro Sorba explicando algunos de<br />

los motivos de su acercamiento a esta bella provincia que recorrió<br />

de costa a cordillera, dando cuenta de su territorio, de<br />

las marcas de sus corrientes migratorias, de tradiciones e historia,<br />

y de la variada oferta gastronómica y de los productos<br />

que la constituyen. Porque en esta guía que está dividida en<br />

siete regiones, no sólo hay restaurantes. Los paisajes, los habitantes,<br />

sus tradiciones y los productores de alimentos tienen<br />

tanto peso como los lugares para ir a comer.<br />

Así, Rutas gastronómicas de Chubut, corazón de la Patagonia<br />

se constituye en un elemento imprescindible para quien<br />

decida viajar a Puerto Madryn, Península de Valdés, Playa<br />

Unión, Gaiman, Esquel, Trevelin, Parque Los Alerces, Cholila,<br />

Maitén, Lago Puelo, o tantos otros lugares inolvidables<br />

del inmenso paisaje patagónico. Y también para quien quiera<br />

probar sus enormes y sabrosísimos langostinos –únicos–, cualquiera<br />

y todos sus productos de mar, sus corderos, sus frutas<br />

finas o un té a lo galés. Preciosa guía para recorrer una de las<br />

provincias más bellas de<br />

nuestro país, adentrándose<br />

en sus secretos y, sobre<br />

todo, en su magnífica<br />

gastronomía.<br />

93<br />

Pietro Sorba<br />

Bodegones de Buenos Aires<br />

Planeta<br />

Pietro Sorba<br />

Rutas gastronómicas<br />

de Chubut,<br />

corazón de la Patagonia<br />

Planeta


Museos<br />

del mundo<br />

Como en un cuento de hadas<br />

Por Martín Garrido<br />

Ludwig II pasó su infancia entre montañas, lagos, cascadas y<br />

bosques, viviendo en los castillos familiares su propio cuento<br />

de hadas. Su padre Maximiliano II, que prefería ser profesor<br />

a príncipe, tuvo que convertirse en rey ante las revoluciones<br />

europeas de 1848. Su hijo, lo mismo que su prima Sisi,<br />

prefería también la soledad de sus sueños. Con una notable<br />

capacidad, que hoy asombra, diseñó tres castillos: Linderhof,<br />

Neuschwanstein y Herrenchiemsee que constituyen una de las<br />

mayores atracciones del turismo y un gran negocio por la venta<br />

de entradas. Contrariamente a lo que se piensa, el monarca<br />

gastó su fortuna familiar para la construcción de estos castillos,<br />

sin arruinar las arcas del Estado.<br />

La obra de Neuschwanstein duró 17 años y Ludwig vivió ahí<br />

para dirigirla, para él era una escenografía habitable, en homenaje<br />

a la amistad con Wagner quien nunca se alojó en el castillo.<br />

Dos de los puntos principales para recorrer es el “Cuarto<br />

de las Damas” (Kemenate) inspirado en la ópera Lohengrin, lo<br />

mismo el “Cuarto de los Caballeros”.<br />

Al recorrerlo estamos frente a continuas referencias a leyendas<br />

y personajes medievales como Tristán e Isolda. Al margen de<br />

estas evocaciones se anticipó a su época con una completa red<br />

de luz eléctrica y baños completos. Con el primer teléfono<br />

móvil de la historia con un alcance de seis metros y una cocina<br />

que seguía las ideas de Leonardo Da Vinci para usar mejor el<br />

calor. Dirigía todo personalmente y quería que se respetara la<br />

naturaleza y la seguridad de sus operarios que debían ser locales,<br />

lo mismo que todos los artesanos. Los materiales eran de<br />

Baviera: cristales, porcelanas (el oro blanco), textiles, tejidos,<br />

etc., eran locales, nada se importaba. El castillo es el más fotografiado<br />

de Alemania y su diseño inspiró a Walt Disney para<br />

castillo de la Bella Durmiente en Magic Kingdon que sigue<br />

siendo el parque temático más popular de Orlando.<br />

El castillo de Neuschwanstein está situado cerca del municipio<br />

de Schwangau y de la ciudad de Füssen. El punto de partida<br />

del camino hacia el castillo y el último aparcamiento están en<br />

Hohenschwangau único sitio en que pueden comprarse las entradas.<br />

Desde allí se puede llegar a pie caminando unos treinta<br />

minutos o usando un coche de caballos que se alquila desde el<br />

hotel para luego caminar unos cinco minutos más<br />

Información útil<br />

El camino no es apto para personas con discapacidades físicas para<br />

caminar.<br />

El autobús no circula en caso de carreteras heladas o nevadas.<br />

95


Turismo<br />

internacional<br />

Múnich bipolar,<br />

de la euforia a la melancolía<br />

96<br />

Por Horacio de Dios<br />

Basta nombrar la ciudad de Múnich para que se la asocie con<br />

la celebración de Oktoberfest. La idea, como tantas otras que<br />

siguen vigentes, surgió de la casa reinante Wittelbach para el<br />

casamiento de Ludwig I (1786-1868), bisabuelo de Ludwig II<br />

(1864-1886).<br />

La fiesta por los jardines de cerveza (biergarten) se multiplica<br />

desde el Marienplatz, a través de la arteria principal, Ludwigstraße,<br />

enlazada con fantásticas avenidas, incluyendo la zona<br />

comercial de Maximilianstraße donde me compré, hace veinte<br />

años, mi sobretodo-impermeable de Loden que está como<br />

nuevo.<br />

Múnich, sólo superada en población por Berlín y Hamburgo,<br />

está considerada por algunos la ciudad italiana más al norte<br />

por lo extravertida. Otros se deleitan con sus marcas de alta<br />

tecnología, la popularidad del Bayern en fútbol o su nutrida<br />

agenda de festivales. Para todos es la Costa Azul de los Alpes,<br />

un paraíso natural entre montañas y lagos con los castillos del<br />

extravagante o “loco” Ludwig II de Baviera.<br />

De los celtas a Lenin y Hitler<br />

Baviera es el mayor de los16 estados federados de Alemania,<br />

con el peso de sus 12 millones de habitantes y su industria. A<br />

pesar de su modernidad conserva la memoria de los celtas en<br />

su amor a la naturaleza y sus duendes. Muchas cosas han cambiado<br />

en Múnich desde su fundación en 1158, pero conserva<br />

huellas de su bipolaridad frecuente entre la euforia y la depresión,<br />

la melancolía o, abiertamente, la locura.<br />

En 1919, después de la Primera Guerra Mundial, se instaló en<br />

Múnich una república comunista. En esos años Lenin era un<br />

visitante habitual. Luego, en 1923, Hitler intentó un golpe<br />

de Estado pensando en una marcha hacia Berlín como la de<br />

Mussolini a Roma. Fracasó y fue a la cárcel. Por poco tiempo<br />

porque Múnich, con sus 800.000 habitantes, sería una referencia<br />

clave para los nazis.<br />

Una visita turística es la gigantesca cervecería Hofbräuhaus am<br />

Platzl de 1589, abierta al público en 1828 por decisión del rey


Luis I, abuelo de Ludwig II, un pródigo amante de la buena<br />

vida. Fue destruida por los bombardeos aliados en la guerra y<br />

reconstruida en 1958 para celebrar los 800 años de la ciudad.<br />

Es enorme y con capacidad para 2500 personas. Lo mismo que<br />

los grandes Biergarten que brotan por toda Múnich con un<br />

ambiente menos cargado de pesadillas en decenas de jardines<br />

de cerveza e infinitas terrazas con el estilo de vida muniqués en<br />

la alegría de la primavera y el otoño.<br />

Fútbol, Dachau y Olimpíadas<br />

El Bayern Munich siempre es nota, por la trayectoria de Franz<br />

Beckenbauer, llamado “el Káiser” y su equipo que no deja torneo<br />

por ganar. El nuevo estadio Allianz Munich inaugurado en<br />

2005 es una maravilla que cambia de color según los equipos<br />

que lo utilizan porque no pertenece al club sino a la ciudad.<br />

Tiene tres niveles techados envueltos en una forma de membrana<br />

que puede ser iluminada en tres colores (rojo, azul y blanco).<br />

El club fue creado en 1900 y luego fue atacado por el nazismo<br />

porque sus principales dirigentes eran judíos y sus autoridades<br />

perseguidas hasta la muerte en el campo de concentración cercano<br />

de Dachau, como el ex presidente Kurt Landauer que<br />

hoy tiene una calle con su nombre.<br />

En esta crónica terrible hay que incluir las Olimpíadas de<br />

1972. Múnich quería romper todo parecido con las nazis de<br />

Berlín en 1936. El espíritu del colosal nuevo estadio y su Villa<br />

Olímpica era una fiesta en paz. Y ocurrió la tragedia del ataque<br />

terrorista de “Septiembre Negro” con el asesinato de 17 personas<br />

(11 miembros de la delegación de Israel) y una sucesión de<br />

hechos que conmovieron al mundo.<br />

Nymphenborg donde Ludwig II se deslumbró a los 16 años<br />

con la obra de Richard Wagner. Fue la base de la fantasía<br />

para el diseño de sus tres castillos, en particular el de Neuschwanstein<br />

que es el edificio más fotografiado de Alemania y<br />

se encuentra a dos horas de Múnich.<br />

El lago es el punto central de interés porque en 1898, a los 40<br />

años, murió ahogado Ludwig junto a su psiquiatra cuando había<br />

salido a dar un paseo autorizado por quienes lo mantenían<br />

cautivo acusándolo de incapacidad para gobernar.<br />

Una cruz de madera en el medio del agua lo recuerda. Algunos<br />

aseguran que primero mató al médico que lo custodiaba y luego<br />

se suicidó, mientras otros hablan de asesinato.<br />

Uno de los argumentos para calificarlo de loco fue la construcción<br />

de los castillos, ya que en general fueron considerados<br />

como un despilfarro. Otros aseguran que fueron costeados por<br />

su propio dinero, lo mismo que su apoyo a Richard Wagner, a<br />

quien ayudó a financiar Bayreuth.<br />

Nunca vi en Múnich un monumento que lo recuerde pero<br />

tampoco ningún alemán que no lo conociera ni aceptara sin<br />

discutir ninguna de las versiones sobre su vida lo mismo que su<br />

divulgada homosexualidad. A 128 años se mantiene el enigma,<br />

como él deseaba ser recordado. Así se lo había dicho a su prima<br />

Sisi, un amor imposible y de una vida también trágica<br />

Horacio de Dios<br />

TESTIMONIO PERSONAL<br />

en modo prusiano<br />

De Lola Montez a Wagner y la cruz en el lago<br />

La pasión por la belleza y los palacios es una constante de los<br />

Wittelsbach. Y el castillo de Nymphenburg, con su paralelo a<br />

Versalles en tamaño, lujo y jardines, es un recorrido clave. Su<br />

construcción se inició en 1664 y fue incorporando cambios al<br />

compás de las épocas con el barroco italiano y el toque francés.<br />

Es gigantesco y una de sus mayores atracciones es la Galería de<br />

Bellezas del rey Ludwig I con los 36 cuadros de sus mujeres favoritas,<br />

en especial Lola Montez, la bailarina irlandesa, y otras<br />

amantes menos famosas.<br />

También es muy popular el museo de carruajes y trineos que<br />

pertenecieron a su nieto Ludwig II que en 1845 había nacido<br />

en ese palacio lo mismo que Sisi (la emperatriz Elizabeth de<br />

Austria) que pertenecía a la misma dinastía de Baviera.<br />

A corta distancia del centro está el lago Starnberg, cercano a<br />

La mudanza más espectacular que he visto en mi vida fue, en 1972, la<br />

del Aeropuerto de Múnich. En una noche el viejo aeropuerto fue reemplazado<br />

por el nuevo sin interrumpir el servicio en ningún momento.<br />

Por un lado aterrizaba el primer vuelo y por otro decolaba el último. Era<br />

un prodigio de organización donde no se perdió un solo minuto.<br />

Tuve la suerte de estar toda la noche siguiendo la mudanza y compartir<br />

el brindis de los que lo hicieron posible. Era nada menos que el traslado<br />

del segundo aeropuerto en importancia de Alemania, sólo superado por<br />

Frankfurt.<br />

Para tener una idea de magnitud, anotemos que el nuevo Aeropuerto<br />

Internacional de Múnich-Franz Josef Strauss, a 28 kilómetros de la ciudad,<br />

opera más de 34 millones de pasajeros por año. Lleva el nombre<br />

del político bávaro Strauss que fue presidente del estado de Baviera bajo<br />

cuyo gobierno se decidió la construcción y mudanza del nuevo aeropuerto.<br />

Además es piloto civil. A pesar de su largo nombre formal, en la<br />

sigla aeronáutica es simplemente MUC. En el año 2006 fue considerado<br />

el mejor aeropuerto de Europa.<br />

97


98<br />

Cocina<br />

Díscola y verde<br />

bohemia<br />

Pocas bebidas blancas tienen más misterio y<br />

magia que la absenta. Un simple licor de hierbas<br />

que sin embargo logró trascender su época gracias<br />

a la curiosa “mala prensa” de enloquecer a<br />

quienes lo bebían. El principio del marketing...<br />

en botella chica<br />

Por Marina García<br />

“Después del primer vaso, uno ve la cosas como le gustaría<br />

que fuesen. Después del segundo, uno ve cosas que no existen.<br />

Finalmente uno acaba viendo las cosas tal como son, y eso es lo<br />

más horrible que puede ocurrir”, dijo Oscar Wilde respecto de<br />

su experiencia bebiendo absenta. En estas palabras, el escritor<br />

irlandés resume lo que de algún modo desmiente toda capacidad<br />

inductiva de cualquier sustancia, es decir, uno será tan<br />

brillante o creativo con una copa de alcohol o una pastilla de éxtasis,<br />

como lo era antes de consumirla... incluso quizás menos.<br />

La mística de la absenta, se inicia en Francia, a fines del siglo<br />

XIX, en plena ebullición artística, cuando Manet, Picasso, Van<br />

Gogh, Degas, Lautrec, Baudelaire, Rimbaud y Verlaine frecuentaban<br />

los bares en busca de inspiración. Por aquellas trasnochadas<br />

mesas circulaba un muy amargo licor de hierbas creado<br />

varios años antes en Suiza y elaborado luego industrialmente<br />

bajo el nombre Maison Pernod Fils. Como muchas bebidas similares,<br />

el primer uso de este producto fue casi medicinal, vale<br />

mencionar que la Artemisia absinthium es un “yuyo” que se usó<br />

en la Antigüedad por sus componentes amargos como tónico<br />

estomacal y también como vermífugo. Pero el mito del “Hada<br />

Verde” (La Fee Verte) comienza con una inesperada situación<br />

ecológica que se produce cuando Francia ve afectada sus viñas<br />

por una devastadora epidemia de filoxera (un pulgón que arruina<br />

las vides). Esto produjo una notable merma en la producción<br />

del vino, la cual es suplantada por diferentes licores a base de<br />

alcohol de grano. En ese contexto, el “golazo” de la absenta, se<br />

basó en una altísima graduación alcohólica (entre 50% y 70%),<br />

un atractivo color verde esmeralda (se sospecha que era creado<br />

por colorantes ya que el destilado de ajenjo en realidad es incoloro<br />

o apenas ambarino) y el ritual que se creó para tomarla<br />

incluía copas y cucharillas especiales, terrones de azúcar e incluso<br />

flambeados. Para 1874 se bebían en Francia 700.000 litros<br />

de absenta, y para 1910 la cifra trepó a los 36 millones de litros<br />

anuales. Fue considerada la “nueva” bebida nacional lo cual<br />

desató, por parte de los productores de vino, una campaña de<br />

desprestigio a fin de volver a posicionar al “noble” vino francés.<br />

Los desmanes alucinógenos que se le atribuyen a la absenta<br />

fueron rumores publicitarios y, en todo caso, nunca superaban<br />

el efecto propio del consumo excesivo de alcohol ya que los ingredientes<br />

no tienen un efecto narcoléptico: anís verde, ajenjo<br />

e hinojo de Florencia. Su prohibición acabó por sumirla en un<br />

mito capaz de enloquecer a todo amante de las leyendas y acaso<br />

valga la tentación de una copa para descubrir, como decía Wilde<br />

que está en nosotros ser ordinarios o sobrenaturales<br />

Ajenjo<br />

Phil Baker<br />

Mito y figuras, un dúo que describe el alma<br />

misma de esta bebida, signo de una época en<br />

la que las musas del arte atendían en los bares<br />

de París. Con un enfoque histórico, este bello<br />

libro nos brinda una seductora mirada sobre la<br />

controvertida hada verde.<br />

El libro del bar y de los cócteles<br />

Andre Domine<br />

Un libro fantástico, repleto de datos y atractivas<br />

fotos que invitan a degustar el universo de los alcoholes<br />

adentrándose en su historia, aprendiendo<br />

a combinarlos y descubriendo sus principales<br />

exponentes en las barras del mundo.

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