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El infierno de Dante, de William Blake (1827)<br />
Año 8 | Número 51<br />
abril - mayo 2014<br />
CONSEJO EDITORIAL<br />
Adolfo de Vincenzi<br />
Jorge González<br />
Luz Henríquez<br />
Antonio Dalto<br />
DIRECCIÓN<br />
Jorge González<br />
EDICIÓN<br />
Carla Pandolfo<br />
COORDINACIÓN<br />
Hugo Cayssials<br />
Melina Dorfman<br />
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN<br />
Raúl Bruno | Preciada Imagen, Inc.<br />
FOTOGRAFÍA<br />
Silvana Sergio<br />
CORRECCIÓN<br />
Esteban Bertola<br />
COLABORAN EN ESTE NÚMERO<br />
Florencia Álvarez, Laura Berti, Juan Manuel Cibeira,<br />
Antonela de Alva, Horacio de Dios, Eduardo Dubains,<br />
María Inés Falconi, Carlos Dante García,<br />
Marina García, Martín Garrido, Nancy Giampaolo,<br />
Silvia Hopenhayn, Nadia Koval, Roger Alan Koza,<br />
Christian Kupchik, Mauro López Oyanarte,<br />
Felipe Pigna, Gabriel Rolón, Lucila Rolón,<br />
Emilia Simison, Damián Tabarovsky,<br />
Maximiliano Tomas, Mónica Tracey, Esteban Ulrich,<br />
Sergio Varela y Gonzalo Villamayor.<br />
PUBLICIDAD Y REDACCIÓN<br />
Tel.: 4943-8219/22<br />
Patagones 2463 | c1282aca | CABA<br />
Correo: revistaquid@ilhsa.com<br />
Web: yenny-elateneo.com / Sección <strong>Quid</strong><br />
REVISTA QUID<br />
Grupo Ilhsa S.A. es propietaria de <strong>Quid</strong>, publicación de<br />
Yenny y El Ateneo. Queda prohibida la reproducción<br />
del contenido de esta publicación, aun mencionando<br />
la fuente.<br />
Los editores no son responsables por las opiniones<br />
vertidas por los colaboradores, entrevistados, las notas<br />
firmadas y el contenido de los mensajes publicitarios.<br />
Registro Nacional de la Propiedad Intelectual<br />
Nº 506670. ISSN 1669738-3.<br />
Distribución en locales Yenny y El Ateneo de la Ciudad<br />
de Buenos Aires, GBA e interior del país.<br />
Fue el segundo de los cinco hijos de un lencero moderadamente próspero.<br />
A los nueve años comenzó a tener visiones: un árbol lleno de ángeles con sus<br />
brillantes alas resplandeciendo como estrellas en cada rama y figuras angélicas que<br />
se movían entre campesinos segando un campo.<br />
Sus padres accedieron al pedido del niño de no ser enviado a la escuela. En su<br />
lugar, asistió a una academia de dibujo. Tras siete años de aprendizaje montó su<br />
taller de grabado y a los 25 se casó con la hija analfabeta de un hortelano. Aunque<br />
su padre se opuso al enlace por considerar que la joven era de una clase más baja<br />
que la de su familia, el matrimonio fue feliz. A ella le enseñó a leer y a escribir y se<br />
convirtió en su compañera de trabajo, incluso aprendió a imprimir<br />
sus grabados.<br />
Más tarde tomó a su hermano menor como aprendiz en el taller, al cabo de dos<br />
años este murió y él vio cómo se separaba el Espíritu de su cuerpo dando palmas<br />
de alegría.<br />
Alguna vez escribió: “El hombre que nunca cambia de opinión es como el agua<br />
estancada: engendra reptiles de la mente”.<br />
A los 52 años expuso sus grabados y poemas y mereció sólo una reseña:<br />
“Un desgraciado lunático… unos pocos dibujos lamentables… un fárrago de<br />
sinsentido…”.<br />
William Blake murió a los 70 años, sentado en su cama, cantando sus propias<br />
canciones de dicha y alabanza.<br />
Disfruten este nuevo número de <strong>Quid</strong>.<br />
Adolfo de Vincenzi<br />
Director General<br />
Grupo Ilhsa
NUESTRA PORTADA<br />
Dalí, 1946.<br />
Philippe Halsman<br />
(1906-1979)<br />
Halsman nació en<br />
Letonia, en el seno de<br />
una familia judía. A los<br />
22 años fue acusado<br />
públicamente de haber<br />
asesinado a su padre,<br />
Morduch, quien había<br />
caído durante una excursión<br />
campestre en los alpes austríacos. Fue llevado a juicio y,<br />
aunque no había pruebas, fue condenado a cuatro años de cárcel.<br />
Gracias a la ayuda de Sigmund Freud, Thomas Mann y Albert<br />
Einstein, fue liberado a los dos años y emigró a París, donde trabajó<br />
como fotógrafo independiente para la revista Vogue. Cuando<br />
estalló la Segunda Guerra Mundial emigró a Estados Unidos<br />
con la ayuda de Einstein. Allí desarrolló su técnica de jumping<br />
style y fotografió a cientos de famosos además de realizar portadas<br />
para la revista Life. En un salto, decía “la máscara se cae. La<br />
persona real se hace visible”.<br />
Misceláneas<br />
Sobre ruedas<br />
Nuevo Extremo acaba de publicar Mi vida<br />
en bicicleta, una biografía de la astrofísica<br />
italiana Margherita Hack, quien fuera la<br />
directora del Observatorio astronómico<br />
de Trieste, colaboradora de la Agencia<br />
Espacial Europea. El asteroide 8558 Hack,<br />
descubierto en 1995, recibió ese nombre<br />
en su honor. En este libro, cuenta su amor<br />
por las bicicletas, desde su triciclo hasta su<br />
primera bicicleta de carreras, pasando por su resistencia al fascismo,<br />
la universidad, sus logros profesionales y sus eternos paseos<br />
por su Florencia natal.<br />
Travesías<br />
Para no perderse detalle, De Dios Editores,<br />
acaba de lanzar Europa. 20 ciudades<br />
imperdibles. Son ellas: Ámsterdam, Atenas,<br />
Barcelona, Berlín, Bilbao, Brujas, Budapest,<br />
Dublín, Edimburgo, Estambul, Florencia,<br />
Lisboa, Londres, Madrid, Milán,<br />
París, Praga, Roma, Venecia y Viena.<br />
Desde los rincones preferidos de Kafka en<br />
Praga hasta la tienda concepto más vanguardista<br />
de París. En cada destino, la información básica para<br />
conocer el doble gastando la mitad.
LA RECOMENDACIÓN DEL LIBRERO<br />
En Japón, durante los años sesenta, un hombre gordo de treinta<br />
y cuatro años, tras haber estado al borde de la muerte, se recupera<br />
del shock. Los sucesos lo impulsan a indagar un secreto<br />
familiar. Su progenitor proyectó en él la sombra de la locura,<br />
impidiéndole reconciliarse con el pasado y convulsionando su<br />
presente y futuro. Kenzaburo Oé titula a este cuento “Dinos<br />
cómo sobrevivir a nuestra locura” y da nombre uno de sus libros<br />
más importantes.<br />
Seguidor de Dante, Erasmo y Rabelais, de los grandes humanistas<br />
del Renacimiento, apasionado<br />
lector del Quijote, Oé manifestó<br />
siempre su adhesión al personaje<br />
de Sancho Panza: la locura se desdobla<br />
en su propio escudero, que<br />
lo secundará como una sombra<br />
para suplicarle desde el fondo de<br />
la propia alienación, igual que el<br />
hombre gordo del relato que encontramos<br />
aquí: “¡Oh, te lo suplico,<br />
dime cómo sobreviviremos todos a<br />
nuestra locura!”.<br />
Varios aspectos del cuento rozan lo<br />
autobiográfico: el hijo deficiente y<br />
condenado, el cáncer que avanza, la imposibilidad metafísica de<br />
producir un cambio y situarse en ese otro lugar que no es ahora.<br />
Se trata de un texto sórdido y crudo, aunque en él subyace un<br />
hilo finísimo que moviliza aspectos profundos de la sensibilidad<br />
del lector. Además de las referencias al Quijote, por ejemplo, el<br />
título contiene elementos que pueden ubicarse dentro del universo<br />
religioso japonés. La declamación “Dinos cómo sobrevivir<br />
a nuestra locura” puede leerse también como una expresión<br />
de deseo dirigida a un padre o sabio, por alguien que anhela el<br />
acceso a una sabiduría trascendental. Así, estas ansias surgidas<br />
ante lo ineludible, también reflejan una plegaria u oración. En<br />
este sentido, Oé plasma en la escritura su intento personal de<br />
enfrentar el destino. El personaje que rompe su propio karma<br />
consigue hacer emerger el coraje del humanismo. La muerte, la<br />
enfermedad, la descendencia, la frustración o la soledad, están<br />
presentes a lo largo de todo el cuento, pero tras el cinismo y la<br />
crudeza del narrador, se entrelee la mirada valiente y esperanzadora<br />
del escritor.<br />
Henry Miller lo elogió: “Kenzaburo Oé es un legítimo heredero<br />
de Dostoievski”. Tal como en las grandes obras del escritor<br />
ruso, el personaje central de este cuento vive un problema<br />
nodal de la cultura de su pueblo. Cuando el libro se publicó por<br />
primera vez en Japón (1969), el país se encontraba en un momento<br />
clave de la crisis posterior a la Segunda Guerra Mundial.<br />
La imagen paternalista del Emperador, derrocada y prohibida<br />
veinte años atrás, provocaba un vacío de sentido y una brecha<br />
generacional en el pueblo japonés, haciendo que el pasado, el<br />
presente y el futuro del pueblo cayeran en un abismo y necesitaran<br />
de escrituras urgentes como esta. El calibre de Oé le permitió,<br />
en el año 1994, recibir el Premio Nobel de Literatura.<br />
Mauro López Oyanarte<br />
30 AÑOS<br />
DE CENSURA<br />
DE NUESTRO<br />
CINE<br />
Un libro para entender<br />
las dificultades vividas por<br />
el cine argentino en la etapa<br />
que va desde 1946 a 1976.<br />
www.editorialcapin.com.ar
Nota<br />
de tapa<br />
El que lucha con monstruos<br />
debe tener cuidado de<br />
no convertirse a su vez<br />
en monstruo.<br />
Si miras durante mucho<br />
tiempo al fondo del abismo,<br />
el abismo terminará<br />
por entrar en ti.<br />
Friedrich Nietzsche<br />
El loco recuerda a cada uno<br />
su verdad.<br />
Michel Foucault<br />
o8<br />
La piedra<br />
DE LA LOCURA<br />
Por Christian Kupchik*<br />
I<br />
Secuencia 1. En un pueblito del norte de Francia, en octubre,<br />
1918, últimos días de la Primera Guerra Mundial, el soldado<br />
Charles Plumpick es comisionado por sus jefes para desactivar<br />
las supuestas bombas que dejaron regadas los alemanes durante<br />
su retirada. Plumpick llega a la ciudad y descubre que fue abandonada<br />
no sólo por los alemanes, sino también por sus propios<br />
habitantes, que sospechan la inminencia del desastre. Pero la<br />
desolación no es absoluta. Un puñado de pacientes del manicomio<br />
del pueblo, deambula con alegría y espíritu libertario<br />
por las calles desiertas y dan la bienvenida al soldado británico,<br />
nombrándolo con el título de “Rey de Corazones”. Pendiente<br />
de alcanzar su objetivo sin despertar el pánico, Plumpick jugará<br />
a contrarreloj el doble rol como rey de los locos y desactivador<br />
de bombas, buscando una en particular que los alemanes dejaron<br />
escondida y que puede estallar en cualquier momento.<br />
Secuencia 2. A finales del siglo XIX, un lord británico, Earl
de Gurney, muere accidentalmente en una ridícula sesión de<br />
asfixia autoerótica. Su puesto en el Parlamento así como su<br />
herencia pasa a las manos de su hijo, Jack Arnold Alexander<br />
Tancred Gurney. Todo parece ir bien, salvo por un pequeño<br />
detalle: Jack es un esquizo-paranoide convencido de ser Dios.<br />
Luce largos cabellos y barba, viste un traje blanco y duerme en<br />
una cruz. Mientras la familia intenta ocultar al mundo el mal<br />
y ver la manera de curar o destituir al heredero, el inestable<br />
Jack arrastra a su pequeño entorno hacia un estado de vodevil<br />
enloquecido. Jack se enamora de la Dama de las Camelias (en<br />
verdad, una prostituta a quien los familiares contrataron para<br />
intentar curarlo por medio del sexo), sigue dando rienda suelta<br />
a su personaje que, poco a poco, y a medida que vuelve a “la<br />
normalidad”, asume su responsabilidad en el poder confundido<br />
en otro rol: el de Jack the Ripper, el Destripador. Sus discursos<br />
públicos bajo esta piel tienen mucha más aceptación que los<br />
que declamaba como Dios.<br />
Secuencia 3. En los Estados Unidos de finales de los 60, Randle<br />
McMurphy, un espíritu libre que experimenta con todo<br />
tipo de drogas y vive a contracorriente, es condenado por asalto.<br />
Para eludir los rigores de la cárcel, se hace pasar por loco:<br />
según su versión, lo condenaron porque pelea y tiene demasiado<br />
sexo. De manera tal que es recluido en un rígido hospital<br />
psiquiátrico dirigido por Ratched, una sádica y todopoderosa<br />
enfermera. McMurphy, vital, generoso, amoral y rebelde, librará<br />
desde el instante mismo de su llegada una guerra sin cuartel<br />
contra la Gran Enfermera y su sistema represivo. Las batallas<br />
serán divertidas y cruentas; algunos internos perderán en ellas<br />
la vida, y otros descubrirán los encantos del sexo, la bebida, la<br />
libertad y la rebelión permanentes. La inevitable guerra entre<br />
los pacientes y el personal de la clínica, acabará con resultados<br />
catastróficos para todos.<br />
Estas tres secuencias presentan varios rasgos en común. Para<br />
comenzar, las tres se permiten presentar una historia sobre la<br />
locura, y las tres sirvieron de base a respectivas películas que en<br />
su momento trascendieron y abrieron un fuerte debate sobre<br />
el tema. La primera se llamó Le roi de coeur (Rey por inconveniencia,<br />
Francia, 1966), de Philippe de Brocca. La segunda<br />
se trata de The ruling class (La clase dirigente, Gran Bretaña,<br />
1972), de Peter Medak. Y la tercera, quizá la que aún más se<br />
recuerda, es One Flew Over the Cuckoo’s Nest (Alguien voló<br />
sobre el nido del cucú / Atrapado sin salida, Estados Unidos,<br />
1975), de Milos Forman basada en una novela de Ken Kesey.<br />
Es decir, los tres films confluyen en una misma línea de tiempo<br />
y en una mirada crítica de la locura enfrentada a los condicionantes<br />
sociales: Rey por inconveniencia muestra que la pequeña<br />
sociedad de enfermos mentales es mucho más lúcida que la<br />
locura bélica planteada por las grandes potencias. En el caso de<br />
la obra de Medak, el personaje de Jack (un inolvidable Peter<br />
O’Toole) componía desde su delirio una implacable denuncia<br />
contra la sociopatía rígida y represiva de la clase gobernante<br />
inglesa. Y por último, el film de Forman se rebela contra la<br />
institucionalización de la locura y todo lo que representan las<br />
prácticas tradicionales en los centros psiquiátricos.<br />
Es decir, a partir de estas obras estéticas se pretende, en un<br />
lapso de diez años, revisar a fondo cuál es la significación de la<br />
locura confrontada a un contexto social que, sólo a lo largo del<br />
siglo XX, abundó en todo tipo de conductas que condujeron a<br />
enormes genocidios, campañas de destrucción y aberraciones<br />
que degradaron al género humano. Y lo que es peor: esto se<br />
hizo en nombre de una supuesta racionalidad, de una lógica difícil<br />
de explicar. Estas películas dejaron muy en claro estas contradicciones<br />
y, cuanto menos, instaron a ver la “locura” desde<br />
otra óptica, más humanizada si se quiere. Una nueva corriente<br />
de simpatía intentó asimilar a “los desadaptados” como dueños<br />
de otra verdad.<br />
En nuestro país, Astor Piazzolla y Horacio Ferrer homenajearon<br />
a Rey por inconveniencia con su Balada para un loco<br />
(1969), que abriría un nuevo camino al tango canción. En 1973,<br />
Luis Alberto Spinetta, deja uno de sus más maravillosos legados<br />
(entre tantos) con su sexto álbum, un disco que ya desde<br />
su presentación sorprende al no responder la cubierta a la tradicional<br />
cuadratura que envuelve al círculo, sino que presenta<br />
aristas aladas. El título no es menos revelador: Artaud.<br />
Por entonces, a excepción de algunos pocos entendidos, no<br />
eran muchos quienes podían identificar el nombre del álbum<br />
con el de Antonin Artaud (1896-1948), poeta, actor, teórico del<br />
teatro, artista plástico y un genio absoluto del arte contemporáneo.<br />
Fue una figura central del surrealismo, aunque luego rompió<br />
con el movimiento. Tanto su propuesta artística como sus<br />
reflexiones en diversos campos se distinguieron por una fuerza<br />
expresiva singular, además de una implacable lucidez. Lo más<br />
extraño es que Artaud, quien en su búsqueda estética experimentó<br />
no sólo en diversos campos del conocimiento (desde las<br />
religiones indígenas en México a la numerología y la astrología),<br />
sino también con diversos alucinógenos –el peyote, entre los<br />
más conocidos–, a lo largo de su vida se vio perseguido por el<br />
dolor físico y ciertos rasgos paranoicos que lo obligaron a pasar<br />
largas estancias periódicas en diversas instituciones mentales,<br />
cuyo ejemplo más prolongado y trágico fueron los nueve años<br />
que vivió encerrado en El Havre, Villejuif y Rodez, de 1937 a<br />
1946, sometido a un tratamiento de terapia electro-convulsiva<br />
que acabará por hundirlo físicamente. Luego, sus amigos lograron<br />
sacarlo y volvió a París, donde vivió durante tres años. En<br />
1947 publicó el ensayo Van Gogh el suicidado de la sociedad,<br />
galardonado al año siguiente con el Prix Saint-Beuve de ensayo.<br />
En 1948 produjo el programa radial Para acabar con el Juicio<br />
de Dios, el cual fue censurado y sólo sería transmitido en la década<br />
del 70.<br />
La aparición del disco de Spinetta disparará una verdadera euforia<br />
en torno a Artaud. Sus libros serán traducidos y reimpresos,<br />
y comienza a extenderse, sobre todo en los ambientes jóvenes<br />
y artísticos, cierta visión romantizada en relación a la locura.<br />
Y aun cuando la crítica social respecto a la interpretación de “lo<br />
sano” y “lo enfermo” no admite muchas dudas, también se escuchan<br />
algunas voces que advierten acerca del peligro de banalizar<br />
la locura. Enrique Pichón Riviére, fundador de la Escuela de<br />
Psicología Social, quien se ocupó del tema en algunos artistas,<br />
como Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont, será taxativo al<br />
afirmar: “Artaud es grande pese a su locura, no por ella”.<br />
o9
1o<br />
II<br />
Una piedra en la cabeza, una condena del alma, una posesión<br />
diabólica, un encantamiento, un delito, una conducta antisocial,<br />
un vicio... Todas estas variables y muchas más aún han<br />
definido a la locura a lo largo de la historia e incluso, algo sorprendentemente,<br />
algunos de estos calificativos han perdurado<br />
hasta no hace mucho. Durante buena parte de la historia de la<br />
humanidad y en la mayoría de las civilizaciones, a los trastornos<br />
psíquicos se los ha considerado una condena; a los enfermos,<br />
culpables; y a los encargados de su atención, inquisidores, cuya<br />
misión era librar a la sociedad del Mal.<br />
La locura es definida y tratada en cada cultura y en cada época<br />
histórica de forma particular, de acuerdo con las ideas hegemónicas<br />
de su tiempo. La locura no es un dato objetivo, sino un<br />
dato histórico y social. En la Antigüedad, por ejemplo, se creía<br />
que la locura era sagrada, obra de los dioses o dáimones. Las<br />
divinidades enviaban la locura, como castigo o como venganza.<br />
En esta época, quienes sufrían el mal no eran culpabilizados<br />
por su trastorno, sino considerados como víctimas inocentes de<br />
fuerzas sobre las que no tenían control alguno.<br />
Con el advenimiento del cristianismo, la locura fue conceptualizada<br />
como sinónimo de pecado, de defecto moral. Se la<br />
consideró como el resultado de una posesión o un pacto con el<br />
diablo, como un efecto de la brujería, y por tanto el enfermo<br />
era considerado como alguien controlado por las fuerzas del<br />
Mal, para quien el único tratamiento posible era el exorcismo.<br />
En la Antigua Roma y luego en la Edad Media, el loco era un<br />
personaje singular, que se asociaba al mudo. Los locos extranjeros,<br />
sin sostén familiar, serán simplemente expulsados de la<br />
comunidad, muchas veces después de haber sido azotados o<br />
torturados de diversos modos.<br />
En la alta Edad Media, surge un enfoque “médico” de la locura.<br />
Se cree que los locos albergan una piedra en la cabeza –la piedra<br />
de la locura– responsable de su mal y se realizan operaciones<br />
quirúrgicas para extraerla, tal como lo inmortalizó Hyeronimus<br />
Bosch, el Bosco, en su famosa pintura. Lo absolutamente<br />
increíble es que este método salvaje se siguió implementando<br />
en pleno siglo XX: en 1935 el neurólogo portugués Egas Moniz<br />
instaló un procedimiento emparentado con el que se practicaba<br />
en la Edad Media: la lobotomía. Consistía en la destrucción de<br />
la conexión entre la corteza prefrontal con el resto del cerebro.<br />
Este método salvaje y por completo inútil, no sólo se reprodujo<br />
en muchos países sino que, insólitamente, Moniz obtuvo como<br />
recompensa el Premio Nobel de Medicina en el año 1949. Esta<br />
práctica bárbara se prolongó hasta 1965, fecha en que se practicó<br />
la última lobotomía.<br />
Con la llegada del Renacimiento los exorcismos y las trepanaciones<br />
se reemplazaron por un método más sencillo y práctico:<br />
se opta por erradicar a los locos, sacarlos de la ciudad, de las calles,<br />
del espacio público. Se los abandona en campos apartados<br />
o bien son librados a su suerte en un barco sin timón (stultifera<br />
navis). La locura que no se ve, no existe. Pero algo ocurre:<br />
los locos se multiplican o el espacio se achica, con lo cual la<br />
Edad Moderna trae una nueva modalidad de ocultamiento: el<br />
encierro en asilos y hospitales. En la actualidad, a los jóvenes<br />
afectados por una depresión profunda en Japón se los denomina<br />
hikikomori. Abrumados por las exigencias de la sociedad<br />
japonesa, se sienten incapaces de cumplir con el papel que se<br />
espera de ellos, se castigan con el autoaislamiento: pueden permanecer<br />
recluidos durante meses o incluso años.<br />
En el siglo XVIII comienza a darse un trato más humano a los<br />
enfermos mentales. En París, Philippe Pinel, director del asilo<br />
de La Salpêtrière, libera de sus cadenas a los enfermos allí<br />
confinados. Pinel explica el origen de las enfermedades mentales<br />
por la herencia y las influencias ambientales, a la vez que<br />
propone la creación de un cuerpo especializado de médicos,<br />
dedicados a la atención de los “alienados”. A partir de entonces<br />
–y se puede afirmar que hasta hoy– asistimos al desarrollo de<br />
toda una serie de terapias de diverso corte que atienden la enfermedad<br />
mental no sólo en lo que respecta a su subjetividad,<br />
sino también en relación a su entorno y las disfunciones a nivel<br />
social: el loco –más allá de las características que pueda asumir<br />
su patología– es estigmatizado como peligroso porque interpela,<br />
cuestiona, desafía la normatividad de una sociedad que muchas<br />
veces, encerrada en las contradicciones de su propia lógica,<br />
no acepta ser discutida. Pero todo cede por su propia fuerza y<br />
el efecto del tiempo. De allí que muchas conductas que hasta<br />
hace algunas décadas o incluso no muchos años atrás podían ser<br />
asumidas como síntomas de una anomalía, hoy han sido aceptadas<br />
y naturalizadas (en tanto se condena las anteriores).<br />
III<br />
Arcano XXII. La baraja del tarot muestra a un hombre que camina<br />
hacia el futuro, apoyándose en un bastón. También lleva<br />
un fardo colgado de un palo al hombro. Va vestido de bufón y<br />
un lobo intenta morderlo, quizá para frenar su camino. Lo más<br />
significativo es que la carta no lleva número, lo que significa<br />
que no pertenece a este mundo, que vive al margen de él. Su<br />
vestimenta nos dice que se ríen de él, ya sea a causa de su locura<br />
o de su cordura, sea lo que sea que cualquiera de estas dos<br />
categorías signifique. El fardo es un indicio de que ha roto con<br />
todo y se lanzó a lo desconocido o, en todo caso, que ha elegido<br />
un camino distinto al que tenía. En su bulto lleva el resumen de<br />
sus vivencias. Su bastón representa su voluntad, su interés. Su<br />
futuro está vacío y va sin rumbo: el Loco nos invita a explorar<br />
nuevos territorios y fronteras, desafía a explorar nuevos terrenos,<br />
a pasar a la acción, a buscar nuestra verdad y vivir la vida<br />
como una aventura. A su particular manera y no exento de sufrimientos,<br />
el Loco que todos escondemos también nos impulsa<br />
a un camino que incluye el conocimiento<br />
* ESCRITOR, TRADUCTOR y PERIODISTA, ha publicado varios libros de poesía y<br />
editó la colección Planeta Nómade sobre literatura de viajes. Aparecieron los<br />
títulos El camino de las damas, La ruta argentina, En busca de Cathay y Las huellas<br />
del río, todos en Editorial Planeta. También la antología En la vía - Relatos<br />
desde un tren y Relatos de París.
12<br />
El<br />
señalador<br />
Si nos ponemos estrictos, ninguna persona<br />
en sus cabales decidiría dedicarse a la<br />
literatura: la posibilidad de escribir algo<br />
que valga la pena es baja, la apuesta y el<br />
riesgo son altos, la recompensa no llega<br />
casi nunca. Lo que es lo mismo que decir<br />
que cierta dosis mínima de inconsciencia<br />
y hasta de locura es condición fundante<br />
de casi toda obra literaria. Después hay<br />
de todo, como en la vida: escritores que<br />
se hacen los locos, escritores que están<br />
locos, escritores que logran escribir en<br />
trance y canalizar cierta locura creativa,<br />
locos que se creen escritores. Hay libros,<br />
incluso grandes libros, que parecen escritos<br />
por locos. Buena parte de la novela El<br />
traductor, de Salvador Benesdra, parece<br />
la transcripción del discurso de un psicótico<br />
(después nos enteraríamos de que<br />
el autor, que se suicidó en 1996, sufría<br />
de brotes psicóticos). Pero digamos que<br />
lo de Benesdra es una excepción engendrada<br />
por su enorme talento y cultura. Y<br />
que en general, conviene estar sobrio y<br />
relativamente cuerdo a la hora de escribir.<br />
Abelardo Castillo lo dice de esta<br />
manera: “Podrás beber, fumar o drogarte.<br />
Podrás ser loco, homosexual, manco o<br />
epiléptico. Lo único que se precisa para<br />
escribir buenos libros es ser un buen<br />
escritor. Eso sí, te aconsejo no escribir<br />
drogado ni borracho ni haciendo el amor<br />
ni con la mano que te falta ni en mitad de<br />
un ataque de epilepsia o de locura”.<br />
Algo sabe Castillo, novelista, cuentista,<br />
dramaturgo, acerca de la locura. Antes de<br />
los treinta años ya había escrito el drama<br />
Israfel, una biografía teatral de su admirado<br />
Edgar Allan Poe: hacía falta por lo<br />
Borracho estaba,<br />
pero me acuerdo<br />
Por Maximiliano Tomas*<br />
menos imaginar un estado de locura para<br />
hacerlo. Años más tarde, en 1985, cuando<br />
cumplía los cincuenta, publicó la que<br />
tal vez sea su mejor novela, El que tiene<br />
sed. Para escribir la historia de Esteban<br />
Espósito, escritor al que el alcohol empuja<br />
al delirium tremens, ya no alcanzaba<br />
con imaginar: había que crear la locura<br />
y sus bordes astillados. Y para eso hace<br />
falta imaginación, claro, pero también<br />
sabiduría, experiencia y talento.<br />
El que tiene sed es, entre otras cosas, la<br />
novela de un cuerpo y una mente estragados<br />
por el alcohol (y por el amor,<br />
el dolor y la desesperanza). Una historia<br />
trágica contada con todo el humor<br />
posible. Unas memorias del subsuelo<br />
escritas siguiendo cierta tradición etílica<br />
(Nerval, Thomas, Lowry, el propio Poe)<br />
pero en una geografía bien porteña, que<br />
transcurre entre Villa Crespo y Boedo,<br />
y que culmina en un manicomio en el<br />
que está internado Jacobo Fiksler (álter<br />
ego del poeta Jacobo Fijman, quien tal<br />
vez constituya el paradigma del escritor<br />
loco en la Argentina: internado con un<br />
diagnóstico de psicosis delirante en 1942,<br />
Fijman permaneció<br />
casi<br />
tres décadas<br />
encerrado en<br />
hospicios hasta<br />
su muerte,<br />
en 1972).<br />
Y esta novela<br />
también es,<br />
por momentos,<br />
una suerte<br />
de ensayo<br />
sobre el alcoholismo y sus metáforas. “De<br />
las espectaculares formas psicóticas agudas<br />
y subagudas en que se estructuran<br />
las psicosis alcohólicas, la que goza de<br />
mayor prestigio, por decirlo así, la más<br />
misteriosa, la más augusta es el delirium<br />
tremens”, se dice a sí mismo o improvisa<br />
frente a un auditorio imaginario, en<br />
medio de una borrachera descomunal,<br />
el protagonista de El que tiene sed. Alcoholismo<br />
y locura como sinónimos: “El<br />
alcoholismo es la Hidra de las locuras,<br />
un Jano cuadricéfalo reproducido en los<br />
espejos deformantes de un parque de<br />
diversiones regenteado por el demonio,<br />
una quimera que fuera al mismo tiempo<br />
un unicornio, un hipogrifo, un minotauro”.<br />
O el alcoholismo como detonante de<br />
una enfermedad latente, como Castillo<br />
le hace decir a Espósito. ¿Cuál sería<br />
esa enfermedad “El alcohol despierta<br />
una anomalía absolutamente misteriosa,<br />
cuyo nombre científico ignoro, y a la que<br />
llamaré locura. La locura. Mi locura, tu<br />
locura. Locura que los antiguos veneraban<br />
en los bosques sagrados; que acaso<br />
poseyeron los chamanes. La que fulminó<br />
a Nietzsche, quien por algo no podía<br />
soportar siquiera un vaso de cerveza; la<br />
que ardió a Van Gogh, que no era esquizofrénico<br />
como se ha creído, sino pura y<br />
brutalmente alcohólico; la que extrañó en<br />
un universo de triángulos, transparentes<br />
rombos, fulgurantes figuras estrelladas al<br />
dueño de casi todas las palabras: Dylan<br />
Thomas; la que anudó la lengua de oro<br />
de Baudelaire, hasta reducirla al sí, al<br />
no, al no sé. Esa locura sin nombre que<br />
es la forma más personal de percibir, de<br />
sentir y hasta de conocer la realidad”.<br />
Castillo, un escritor cuyos mejores relatos<br />
forman parte de la mayor tradición<br />
argentina (esa en la que dominan Borges<br />
y Cortázar, pero también comparten<br />
Arlt, Bioy Casares, Saer, Fogwill y Di<br />
Benedetto), logra en El que tiene sed lo<br />
que Ernesto Sabato no pudo por torpeza<br />
de la prosa e impostura de la personalidad:<br />
trabajar el patetismo con dignidad<br />
y empatía. Castillo es el último avatar de<br />
una especie en extinción: la del escritor<br />
clásico. Una especie no muy de moda por<br />
estos tiempos. Pero los buenos lectores<br />
saben que toda literatura que se precie<br />
necesita de sus clásicos<br />
* Editor literario, crítico y periodista cultural.
Tema de tapa<br />
uno / cine<br />
Escena de Camille Claudel, 1915, de Bruno Dumont (2013)<br />
EL TIEMPO ROBADO<br />
Por Roger Koza*<br />
14<br />
Una cita angelical para el pasado y una afirmación delirante<br />
para el presente, quizás con razón. Dice el santo, uno de los<br />
primeros sospechados de herejía: “Hazte como un niño, / ¡hazte<br />
sordo y ciego! / Tu propio yo / ha de ser nonada, / ¡atraviesa<br />
todo ser y toda nada! / Abandona el lugar, abandona el tiempo<br />
/ ¡y también la imagen! / Si vas sin camino / por la senda estrecha,<br />
/ alcanzarás la huella del desierto”. Si la sentencia ascética<br />
no fuera del siglo XIII y de un teólogo alemán (el Maestro<br />
Eckhart), si fuera de un joven de hoy con melena larga, un<br />
tribunal de la razón psiquiátrica tendría elementos para dictaminar<br />
locura y un eventual encierro. Siglos atrás éramos otros,<br />
no menos crueles pero distintos a la hora de examinar nuestros<br />
vínculos con un presunto orden invisible: un alma feliz podía<br />
ver querubines y escuchar voces interiores sin temor al ridículo<br />
y sin riesgo de internación.<br />
¿Es una cuestión de perspectiva y época Probablemente no.<br />
Lo que nunca hay que olvidar al hablar de la locura, y menos<br />
aún al filmarla, es que quien la padece sufre en serio. El dicho<br />
popular “sufre como un loco” denota una sabiduría que nunca<br />
debiera perderse de vista en la representación cinematográfica<br />
de la locura. Lo insoportable es mirarla a los ojos y escuchar su<br />
discurso. Expurgarla del campo social, confinarla a una zona de<br />
invisibilidad es la respuesta inmediata: no es fácil absorber la<br />
sinrazón. La locura, para decirlo cinematográficamente, es el<br />
fuera de campo de la razón, su problema inmediato y correlativo.<br />
Por eso pocas veces se la filma como tal, como experiencia<br />
de un hueco de la razón, que no consigue dar con el silogismo<br />
que revele la falla y su genealogía. Se dirá que está en los genes,<br />
en algún circuito del órgano pensante, en la vida inconsciente.<br />
O se dirá con bastante razón que es una producción social que<br />
no puede explicarse solamente por un sucio secreto familiar o<br />
por una predisposición impredecible pero determinante a la<br />
psicosis en la estructura del psiquismo de un sujeto.<br />
La genealogía de la demencia no determina la forma de filmarla.<br />
La explicación no ahorra el sufrimiento. ¿Cómo filmarla<br />
entonces La imbecilidad más frecuente es tratar la locura<br />
como un pico de genialidad socialmente no reconocida. Un<br />
hombre o una mujer sensible y sumamente inteligente tiene la<br />
mala suerte de que su excelencia no encuentre reconocimiento<br />
social y por esa desavenencia entre una obsesión personal y<br />
una necesidad social el genio deviene en loco. Una mente brillante,<br />
de Ron Howard, es el modelo de esa mala lectura sobre<br />
la locura. En esa película ganadora del Oscar (un evento que<br />
siempre tiene algún apunte de demencia: ¿cómo interpretar si<br />
no el discurso delirante de Matthew McConaughey, premiado<br />
por su extraordinario papel en El club de los desahuciados, ante<br />
sus pares millonarios), la psicosis no sólo es el precio a pagar<br />
por haber vislumbrado el punto más alto de existencia: se insinúa<br />
que es un éxtasis (negativo). ¿Cuántas veces hemos visto la<br />
miserable vida de un genio musical incomprendido que pierde<br />
la razón y es condenado al anonimato Los ejemplos abundan.<br />
Por otro lado, el correlato inmediato del loco genial es el loco
maligno. Los psicópatas del cine hollywoodense suelen ser individuos<br />
aislados de un sistema, una anomalía que plantea una<br />
pregunta sociológica tan necesaria como lógica: ¿qué relación<br />
existe entre un psicópata y una sociedad ¿El psicópata es solamente<br />
un inadaptado, un otro de nosotros que tuvo la mala<br />
suerte de nacer en un hogar violento El señalamiento de Fritz<br />
Lang en M no fue nunca el modelo a seguir. El psicópata es una<br />
excepción del lógico malestar social y no una expresión acabada<br />
de cómo un sistema de producción general de valores espirituales<br />
y materiales determina la subjetividad.<br />
En los versos de Eckhart, propios de un misticismo no desprovisto<br />
de enajenación psíquica, hay una pista para ahondar en<br />
cómo filmar la locura: “Abandona el lugar, abandona el tiempo”.<br />
Si se trata de buscar una cualidad específica de la locura, su singularidad<br />
como experiencia, el loco es quien pierde su propio<br />
ordenamiento y administración del tiempo. El que pierde la razón<br />
también ha perdido la proyección de sus actos en un devenir<br />
posible. El pragmatismo de los actos cotidianos suele estar<br />
subordinado a una planificación secreta y a veces consciente de<br />
una agenda trascendente que pretende desobedecer al automatismo<br />
de la mera supervivencia. Quien sufre demencia se ve<br />
impedido de proyectar y en la sustracción del deseo el orden<br />
mecanicista del mundo se le impone como medida de todas las<br />
cosas. Como si esto fuera poco, al loco se lo encierra y se lo regula<br />
con un no deseo como forma de vida. La “curación”, a veces,<br />
pasa por conquistar un grado cero de deseo, un involuntario<br />
budismo sórdido en el que el loco prácticamente se sostiene<br />
en actos reflejos. Sin lugar, sin tiempo, el yo quebrado del loco<br />
no está tan lejos de la descripción arrebatada de Eckhart.<br />
Esta experiencia peculiar del tiempo robado al sujeto como<br />
experiencia fenomenológica de la locura es lo que se ve en<br />
Camille Claudel, 1915, de Bruno Dumont. ¿Por qué no se ha<br />
estrenado Un misterio y, en otros términos, una locura de la<br />
distribución.<br />
Un trabajo notable, probablemente el mejor de Juliette Binoche,<br />
aquí como la artista Camille Claudel, internada en el<br />
asilo de Montdevergues, no muy lejos de Aviñón, varios años<br />
después de su ruptura con el famoso pintor Rodin, aunque para<br />
ella la actualidad de su relación amorosa contradice la objetividad<br />
del paso del tiempo.<br />
Como indica el título, el film transcurre en 1915; el tiempo<br />
del relato se limita a unos días. La vida de Camille al lado de<br />
pacientes psiquiátricos de todo tipo se redobla en la puesta en<br />
escena: los intérpretes secundarios son efectivamente personas<br />
que padecen alguna enfermedad mental, lo que implica un<br />
impacto directo sobre la propia Binoche como intérprete. En la<br />
mirada de Dumont, por otra parte, la cotidianidad de una vida<br />
signada por el encierro involuntario no dista mucho de la de<br />
aquellos que han elegido una reclusión religiosa (en cierta medida,<br />
Dumont, un director materialista obsesionado por el fenómeno<br />
religioso, sugiere que la religión es una forma de locura<br />
diferida). El clímax se construye en torno a la demorada visita<br />
de Paul, hermano de Camille, un católico devoto cuya fragilidad<br />
psíquica no parece estar muy lejos de la de su hermana.<br />
Si bien la experiencia espacial del encierro no es menor en la<br />
concepción de puesta en escena, el tema del film es discretamente<br />
la experiencia del tiempo: para Camille, la espera por la<br />
visita de su hermano trastoca la repetición de su rutina diaria.<br />
El plano final, antes que nos enteremos que Camille vivió 29<br />
años más en ese asilo (hasta su muerte, a los 78 años), transmite<br />
magistralmente la locura como una experiencia de sustracción<br />
del propio tiempo, una forma de negación radical de cualquier<br />
principio de deseo.<br />
Si Dumont consigue detectar o más bien intuir la forma precisa<br />
de filmar la locura, Wang Bing en su monumental Til Madness<br />
Do Us Part logra captar el tiempo de la locura percibido en sus<br />
propios términos: la experiencia de la duración no sólo se corresponde<br />
con el metraje (casi 4 horas de unas 250 registradas<br />
en casi 70 días) sino que mediante la duración de los actos mínimos<br />
de la cotidianidad de un psiquiátrico se muestra una lógica<br />
de insubordinación. Wang se detiene en un momento particular<br />
en la experiencia diaria de distintos pacientes. Lo que registra<br />
nunca tiene un orden de continuidad. La puesta en escena se<br />
organiza en torno a seguir un evento determinado (correr desnudo<br />
por los pasillos, orinar, dormir, ir a comer, lavarse los pies)<br />
como si cada acto estuviera disociado de cualquier otra acción<br />
anterior o posterior. El tiempo del registro y la forma de registro<br />
materializan la experiencia misma de la locura: no hay tiempo,<br />
sólo duración de un instante cuyo objetivo es de mínimas.<br />
Wang elije un psiquiátrico en la provincia de Yunnan. El método<br />
del documentalista más importante de China y uno de los<br />
grandes maestros del cine contemporáneo consiste en registrar<br />
sin intervenir. El documental observacional alcanza aquí su<br />
mayor sofisticación. La cámara, literalmente, es un paciente<br />
más que divaga y camina alrededor de los reclusos. Wang y su<br />
director de fotografía (equipo de filmación completo) se pasean<br />
por los cuartos y los corredores como si también estuvieran internados.<br />
La única información que se da es el nombre de algunos<br />
pacientes y el tiempo que llevan en el lugar. A veces, resulta<br />
imposible saber dónde reside la locura de varios internos. Algunos<br />
hombres simplemente parecen desposeídos; otros sí actúan<br />
como dementes: la obsesión por matar insectos inexistentes o el<br />
deseo desenfrenado de desnudarse y correr por los pasillos no<br />
parecen acciones características de los hombres racionales.<br />
Wang establece un campo de visión restringido: solamente se<br />
ven los cuartos, la sala de televisión y los pasillos con rejas que<br />
dan a un patio central. Todo el film transcurre en el pabellón de<br />
los varones. Como un recluso tiene una enamorada en el piso<br />
de abajo, en ciertos momentos puede verse la interacción entre<br />
ellos. Un plano geométrico perfecto permite seguir la conversación<br />
entre los enamorados de un piso a otro. Es una excepción<br />
a la regla espacial del film, pues la forma de mostrar el espacio<br />
es fundamental. La inteligencia de Wang reside en encontrar<br />
un equivalente perfecto para el tiempo vivido en la institución<br />
y la relación entre espacio y tiempo. Si en el tiempo del loco no<br />
hay proyecto, la percepción del espacio carece de horizonte. La<br />
locura implica un confinamiento irrespirable en un ahora absoluto<br />
sin resolución.<br />
En un pasaje conmovedor, dos hombres se acuestan en una<br />
cama. Es el único momento en el que se formula un deseo directo.<br />
Uno de ellos dice: “Tan sólo porque la piel de un hombre<br />
esté arrugada y su barba canosa, no significa que la primavera<br />
se haya esfumado. Todavía hay flores que juntar y pájaros que<br />
atrapar”. El deseo insiste y la razón, poéticamente, se asoma<br />
cada tanto<br />
* CRÍTICO DE CINE de La voz del interior, Córdoba. Publicó El inconsciente de las<br />
películas, ed. Brujas. Programador del Festival de Cine de Hamburgo.<br />
15
Acerca de sufrimientos y<br />
de castigos divinos<br />
Opinión<br />
Por Lic. Gabriel Rolón<br />
16<br />
Según cuentan los mitos, Dionisos fue un<br />
hijo ilegítimo de Zeus y Sémele. Al enterarse<br />
de este embarazo, la diosa Hera<br />
–hermana y esposa de Zeus– enfureció<br />
y, mediante engaños, logró que Sémele<br />
le hiciera prometer al dios que, como<br />
prueba de su amor, le daría cualquier<br />
cosa que le pidiera. El dios enamorado<br />
aceptó y Sémele, por consejo de Hera,<br />
le solicitó que se mostrara sin disfraces,<br />
exponiendo toda su grandeza. Zeus intentó<br />
convencerla de que desistiera de<br />
este pedido pero no lo consiguió, razón<br />
por la cual tuvo que aparecer en toda su<br />
majestuosidad y los rayos que salían de<br />
su cuerpo devoraron a su amada. Pero el<br />
dios pudo, al menos, rescatar al feto y lo<br />
implantó en su pierna para que completara<br />
su gestación. Llegado el momento<br />
del nacimiento, lo extrajo y se lo entregó<br />
a Hermes para que este lo llevara con<br />
Atamante e Ino, hermana de Sémele. Les<br />
pidió asimismo que lo vistieran como una<br />
niña para evitar que Hera pudiera reconocerlo.<br />
Pero la diosa de los níveos brazos<br />
descubrió el engaño y, como castigo,<br />
enloqueció a Ino y Atamante y los impulsó<br />
a que asesinaran a sus propios hijos.<br />
Zeus, en un nuevo intento por proteger a<br />
su hijo lo llevó a Nisa y lo dejó al cuidado<br />
de unas ninfas, metamorfoseado en un<br />
cabrito. En esa estadía Dionisos descubre<br />
el vino. Pero Hera, nuevamente percatada<br />
del engaño, lo enloqueció obligándolo<br />
a un largo peregrinar en el cual el hijo<br />
bastardo armó un séquito de sátiros y<br />
ménades y se dedicó a enloquecer con el<br />
poder del vino a todo aquél que se cruzara<br />
en su camino. Nacieron así las orgías y<br />
los desmanes que aún hoy denominamos<br />
como excesos dionisíacos.<br />
Llevado por el descontrol de la locura,<br />
Dionisos se hace guerrero y esparce la<br />
muerte y el terror donde quiera que<br />
vaya. Hasta que Rea –la diosa Tierra– lo<br />
cura perdonando sus pecados. Pero no<br />
es sino hasta que Perseo –su antiguo<br />
enemigo– reconoce su linaje olímpico y<br />
le levanta un altar que ubica a la derecha<br />
del de su padre, Zeus, que Dionisos cura<br />
definitivamente su locura.<br />
También Heracles –Hércules para los<br />
romanos– fue castigado con la locura y<br />
cometió actos para cuya expiación fue<br />
necesario que realizara los famosos doce<br />
trabajos que pudo cumplir a pesar de su<br />
enorme dificultad.<br />
Este breve comentario mitológico tiene<br />
como única función la de mostrar cómo,<br />
desde la Antigüedad, la locura fue considerada<br />
como un castigo. Algo que obnubilaba<br />
el discernimiento y llevaba a actos<br />
fatalmente destructivos. Y no es menor<br />
recordar esto en tiempos en los que la<br />
locura es mencionada con una cierta simpatía<br />
y puesta como atributo del talento o<br />
la genialidad.<br />
Es cierto que algunas personas notables<br />
han sufrido esta enfermedad, pero no es<br />
menos cierto que esa genialidad fue conseguida<br />
a pesar de la locura y no por su<br />
causa. No fue la locura de Van Gogh la<br />
que pintó sus cuadros, sino la que lo llevó<br />
a la mutilación y al suicidio.<br />
Hoy sabemos que el “loco” es alguien<br />
que sufre más allá de lo soportable.<br />
Prueba de esto son las habitaciones con<br />
paredes acolchadas en las que a veces<br />
se los aloja para evitar que en esa desesperación<br />
se hagan aún más daño. Pero<br />
quienes trabajamos con la salud psíquica<br />
sabemos también que algo podemos intentar<br />
hacer por estos sujetos que no son<br />
víctimas de un castigo divino ni de una<br />
invasión demoníaca, sino que son personas<br />
que merecen todo nuestro esfuerzo<br />
para ayudarlos a sobrellevar su afección<br />
e integrarlos a una sociedad que, a pesar<br />
de no entenderlos, ha de encontrar para<br />
ellos, al menos, un lugar de respeto
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UNA NOVELA INÉDITA<br />
UNA OBRA MAESTRA<br />
© Ricardo Ceppi<br />
Escrita en 1981 y recuperada después de<br />
la muerte de su autor, cuenta la historia de<br />
Rita y Fernando, una pareja que vive en una<br />
suave prisión de irrealidad, más o menos<br />
confortable, más o menos amenazada, la<br />
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Tema de tapa<br />
dos<br />
Dos<br />
escrituras como ironías<br />
del ser y no<br />
ser nadie<br />
El psicoanalista Carlos García une dos lenguajes, el de la literatura y el del psicoanálisis,<br />
para relacionar la producción de dos escritores, Francisco Pessoa y Robert Walser.<br />
“Un artista hace con su obra un síntoma sin padecimiento”, dice.<br />
Por Carlos Dante García*<br />
18<br />
A finales del siglo XIX se originó una idea en los medios psiquiátricos<br />
y culturales de Europa: la idea de la obra como<br />
psicopatología. El efecto en los medios artísticos fue que<br />
la vanguardia literaria elogiaba la locura porque esta manifestaba<br />
una resistencia a la racionalidad, a la censura, a la<br />
lógica; la locura era una experiencia que alcanzaba algo de<br />
la verdad humana. Aún hoy persiste esa idea acompañada<br />
con cierta liviandad al abordar la locura prevalentemente del<br />
lado artístico y creativo dejando de lado el drama subjetivo<br />
del artista. Hay un prejuicio moderno sobre lo creativo: si se<br />
toma la dimensión de locura de una obra y de un autor, se<br />
deprecia a la obra misma, reduciendo su calidad y sus aportes<br />
a la llamada cultura. Se reintroduce en la modernidad bajo la<br />
forma de una interpretación errónea lo que la psiquiatría de<br />
aquel entonces sostuvo hasta la Segunda Guerra Mundial: los<br />
locos eran degenerados y como tales manifestaban todo tipo<br />
de déficits de las diversas funciones psíquicas. La locura y la<br />
creación del lado del déficit.<br />
Freud elaboró el concepto de la obra de arte como un síntoma,<br />
un sueño, una formación del inconsciente. ¿Qué significa<br />
esto; que una obra de arte puede ser analizada como un paciente.<br />
¿Qué significa analizada Significa que la obra quiere<br />
decir algo, que tiene su origen en conflictos infantiles, que se<br />
puede leer el retorno de lo reprimido en la obra o en el artista<br />
mismo. Que la obra tiene un sentido que hay que descubrir.<br />
Este método de lectura de la obra de arte condujo a poder<br />
tratar la obra de un artista como se trataba el material inconsciente<br />
de un paciente, estando en análisis. Esto dio lugar al llamado<br />
psicoanálisis aplicado a los procesos de creación y al psicoanálisis<br />
del artista. La desviación más conocida fue la llamada<br />
psicología del artista. Por un lado favoreció la extensión del<br />
psicoanálisis y al mismo tiempo produjo un efecto de temor<br />
por lo que pudiese ser interpretado del artista y de la obra. La<br />
objeción más evidente a este punto de vista es que una obra<br />
artística, sea escrita, sea una pintura o una escultura es que es<br />
muda. La obra no quiere decir nada porque no habla.
Convengamos que no todo loco (utilizamos el término como<br />
sinónimo de psicótico) crea ni contribuye con lo que hace a<br />
la civilización. Las formas más precarias de escritura, la de<br />
ciertos esquizofrénicos, son trazas sin forma, garabatos, tachaduras,<br />
escritura sin significación. Esa actividad frenética de escritura,<br />
en algunos pacientes contribuye a su curación sin que<br />
la misma llegue a ser una obra. Inventan pero no crean. Hay<br />
que distinguir invención de creación. En estos terrenos tan<br />
delicados hay que tratar de ser precisos. La característica principal<br />
de la creación es que surge a partir de nada: creación ex<br />
nihilo. Se crea lo que no está. La invención participa del descubrimiento<br />
porque se inventa a partir de lo que ya está ahí.<br />
La invención se hace a partir de materiales existentes.<br />
Freud localizó que el delirio y las alucinaciones, no todas,<br />
cumplían una función: la curación. Abrió así un campo retomado<br />
por Lacan en el que el interés en las producciones<br />
de los locos, no sólo las escritas, permite aprehender cómo<br />
alguien se relaciona en forma particular con su lengua y su<br />
escritura para inventar formas de autocuración.<br />
Los artistas escritores manipulan la lengua y en ese sentido<br />
disponen de recursos excepcionales de un material preexistente.<br />
La lectura lacaniana que propongo es una lectura que<br />
se define por no buscar el sentido de una obra e interpretarla<br />
como lo hacía Freud. El artista anticipa y precede al psicoanalista<br />
y a la época, captando en su obra recursos subjetivos<br />
inéditos. No considero al artista como un paciente, por dos<br />
razones: el paciente viene a hablarme y me pide que lo libere<br />
de su síntoma. El artista y su obra no, porque no pide ser<br />
liberado de algo que lo hace sufrir. A no ser que el artista<br />
se dirija a un analista porque padece de un síntoma. En un<br />
artista, hay un saber hacer muy particular. Un neurótico es lo<br />
contrario del artista porque padece de un síntoma. Un artista<br />
hace con su obra un síntoma sin padecimiento que en psicoanálisis<br />
llamamos sinthome.<br />
En esta oportunidad y de manera muy sumaria elegí dos escritores:<br />
Fernando Pessoa y Robert Walser en contrapunto.<br />
Trataremos de extraer sus trazos singulares para apreciar el<br />
valor del esfuerzo subjetivo de cada uno que nos presenta un<br />
quod, una existencia escrita sin su quid, su significado.<br />
¿Cómo llegar a ser alguien no siendo nadie:<br />
siendo muchos<br />
El conocido escritor Fernando Pessoa, quien murió en<br />
1935, es uno de los mayores poetas de la literatura europea<br />
y de la lengua portuguesa. Con su obra se convirtió en una<br />
figura enigmática, principalmente a partir de la creación<br />
de los llamados heterónimos. De los testimonios de su vida<br />
hay constancia que alucinó y deliró. Sobre él se han escrito<br />
muchos ensayos psicopatológicos pretendiendo convertirlo<br />
en un caso de esquizofrenia, de melancolía, de manía, de depresión,<br />
de parafrenia imaginativa. El mismo Pessoa apoyó y<br />
Fernando Pessoa<br />
difundió de sí la idea<br />
del poeta loco y de<br />
su propio diagnóstico<br />
autodenominándose<br />
histérico-neurasténico.<br />
Disponía un gran<br />
conocimiento del<br />
“discurso clínico” de<br />
la época y de parte<br />
de lo que le ocurría.<br />
Manifestó que existía<br />
una influencia<br />
psicopatológica en la<br />
génesis de sus heterónimos<br />
explicando:<br />
“En el origen de mis<br />
heterónimos está<br />
el profundo rasgo de histeria que existe en mí… el origen<br />
mental de mis heterónimos está en mi tendencia orgánica<br />
y constante a la despersonalización y a la simulación. Estos<br />
fenómenos, felizmente para mí y para los demás, se materializan<br />
en mí, quiero decir, no se manifiestan en mi vida<br />
práctica, exterior y de contacto con los otros; hacen explosión<br />
hacia adentro y los vivo yo a solas, conmigo mismo. Si fuese<br />
mujer, en la mujer los fenómenos histéricos se manifiestan en<br />
ataques y cosas parecidas, cada poema de Álvaro de Campos<br />
(el más histéricamente histérico de mí) sería alarmante para<br />
el vecindario. Pero soy hombre, y en los hombres la histeria<br />
asume principalmente aspectos mentales; y así todo se queda<br />
en silencio y poesía”. También: “El autor de estas líneas, no<br />
sé bien si el autor de estos libros, nunca tuvo una sola personalidad,<br />
ni pensó nunca, ni sintió dramáticamente, esto es, en<br />
una persona o personalidad, supuesta, que más propiamente<br />
que él mismo, pudiera tener esos sentimientos”. Se aprecia<br />
en estas breves líneas, hay muchas más, que lo que llama<br />
histeria es una histeria muy particular: es la de algunos de los<br />
personajes creados por los heterónimos y no la de él mismo.<br />
La histeria mencionada por Pessoa es la histeria construida a<br />
partir de un discurso de la época antes de Freud: despersonalización,<br />
simulación, fingimiento. Esos términos corresponden<br />
a sus personajes y no a su vida; corresponden al discurso<br />
descriptivo pseudocientífico de la época de la psiquiatría de<br />
Janet, Charcot, etc.<br />
¿De qué padeció Pessoa El diagnóstico es de “enfermedad<br />
de la mentalidad”. Término introducido por Lacan. Designa<br />
la particularidad que tienen algunos sujetos en los que su<br />
imaginario está disociado de su narcisismo. En los neuróticos,<br />
el imaginario está contenido en su narcisismo. La más representativa<br />
de ella es la histeria, que si bien es muy imaginativa,<br />
su imaginario forma parte de su narcisismo que se manifiesta<br />
en las fragmentaciones de sus síntomas corporales, sean<br />
hombres y/o mujeres. Los síntomas en la histeria están determinados<br />
por el inconsciente. El imaginario de Pessoa está<br />
19
2o<br />
por fuera del inconsciente, es múltiple y florido, articulado<br />
a su escritura, siendo él mismo su artífice. Pessoa afirma de<br />
él: “Puedo imaginarlo todo… puedo escribir, puedo esbozar<br />
ficciones convincentes para el lector y puedo hacerlo porque<br />
no soy nadie”. La histeria diría en contrapunto: “puedo llegar<br />
a representar a varios en mi vida porque no sé quién soy”. En<br />
Pessoa se trata de un narcisismo particular, del que se quejó<br />
gran parte de su vida pero que le dio la posibilidad de crear<br />
ficciones como nadie, pero ficciones escritas no padecidas en<br />
la vida como la histeria. Para apreciar aún más la distancia,<br />
padecía de angustia a las relaciones sexuales: “¿Poseerla<br />
(a una mujer) Yo no sé cómo se hace eso (…). Yo no sabría<br />
cómo preparar mi alma para llevar mi cuerpo a poseer el<br />
suyo (…). Ni siquiera me avengo a soñarme haciéndolo”. Se<br />
le conoció sólo un amor platónico por Ofelia Queiroz. En<br />
la base de su constitución subjetiva hay una vacuidad de su<br />
yo, un ser nadie, un narcisismo vaciado independiente de su<br />
imaginación. Su particular escritura que, no sé por qué no<br />
se la ha denominado “escritura imaginativa”, no se basa en<br />
el estilo de Joyce que disloca la lengua triturando el sonido<br />
en su relación al sentido. El rasgo de la escritura de Pessoa<br />
es un procedimiento muy novedoso: es una escritura en la<br />
que mediante múltiples poetas, hace y se hace de muchos<br />
nombres formando entre ellos una especie de “camarillas” de<br />
poetas: la heteronimia. Esta estuvo acompañada por la obra<br />
ortónima. Se llama así al nombre propio del escritor que crea<br />
heterónimos. Era su correspondencia. Su obra poética la divido<br />
en dos, porque implica dos modos de proceder distintos.<br />
Los heterónimos son los nombres con los que firmó muchos<br />
textos pero no se trata de una simple firma como es la de un<br />
pseudónimo que muchas veces cumple la función de disfrazar<br />
al autor firmando con otro nombre para protegerlo de alguna<br />
coyuntura las más de las veces social y política. El heterónimo<br />
en Pessoa cumple la función de la creación de una firma, la<br />
creación de otro autor con vida propia, de otra persona ficticia<br />
que tiene vida propia.<br />
Pessoa presenta la creación de la aparición de sus heterónimos<br />
en una carta de 1935 a Adolfo Salinas Monteiro en<br />
un éxtasis no sin rastros alucinatorios: “Era el 8 de marzo de<br />
1914; me acerqué a la cómoda alta, tomé un papel y empecé<br />
a escribir, como lo hacía todas las veces que podía. Escribí así<br />
treinta y tantos poemas de un tirón, en una especie de éxtasis<br />
cuya naturaleza no sería capaz de definir. Fue el día triunfal<br />
de mi vida y jamás conoceré otro semejante. Comencé con un<br />
título: El guardián del rebaño y lo que siguió fue la aparición<br />
en mí de alguien a quien di enseguida el nombre de Alberto<br />
Caeiro. Perdóneme lo absurdo de la frase: había surgido mi<br />
maestro. Esa fue la sensación inmediata. A tal punto que una<br />
vez escritos esos treinta y tantos poemas, me apoderé en el<br />
acto de otro papel en el que escribí, también de un tirón, los<br />
seis poemas que constituyen Lluvia oblicua de Fernando<br />
Pessoa. Inmediata e íntegra… Ese fue el retorno de Fernando<br />
Pessoa Alberto Caeiro a Fernando Pessoa solo. O mejor<br />
aún, fue la reacción de Fernando Pessoa contra su inexistencia<br />
en Alberto Caeiro”.<br />
Pessoa va a definir la heteronimia como “un drama en personas,<br />
no en actos” que posibilitan tratar su yo vaciado demostrándole<br />
que ese yo vaciado puede ser capaz de alteración,<br />
que él mismo denomina susceptibles de entrar en procesos<br />
conscientes de transformación en otro. Para él la pluralidad<br />
de sujetos escritos va a funcionar como, según sus propias<br />
palabras, “una terapéutica liberadora”. Hay que distinguir<br />
que los heterónimos no cumplen las mismas funciones que<br />
cumplen en otros escritores los personajes creados: desdoblar,<br />
desarrollar, proyectar las distintas facetas de su personalidad.<br />
Shakespeare creó personajes: Hamlet, Otelo, Macbeth, etc.<br />
En Pessoa habitan grandes poetas, no personajes. Cada heterónimo<br />
tiene características textuales propias, estilo literario,<br />
biografía. Efectos en su subjetividad únicos: “Nunca tuve<br />
amores tan reales, tan desbordantes de imaginación, de sangre<br />
y de vida como los que entablé con figuras que yo mismo<br />
creé”.<br />
Pessoa mismo inventó su diagnóstico que no sigue a ningún<br />
discurso de la época, ni el diagnóstico que propuse, en sus<br />
“Escritos sobre genio y locura”: “la inspiración poética del<br />
genio –aunque es siempre un delirio, según afirma el preheterónimo<br />
A. Search– es equilibrada. Su locura es una folie<br />
lucide, locura lúcida, una half madness, semilocura o locura<br />
a medias, capaz de esclarecer la más vaga de las ideas, pues<br />
la lucidez es lo propio del genio, no así del alienado”. Ante la<br />
desesperanza de existir, el desasosiego, aunque nunca consideró<br />
el suicidio como alternativa, al mismo tiempo que creó<br />
entidades inéditas en la lengua y la literatura, inventó un procedimiento<br />
de escritura que alivió su drama subjetivo: no ser<br />
nadie, contribuyendo a la riqueza de la literatura como pocos.<br />
El procedimiento de escritura a partir de los heterónimos le<br />
permitió inventar un imaginario único con su escritura y al<br />
mismo tiempo crear ficciones escritas en la literatura. Solución<br />
subjetiva y creación literaria.<br />
Una vida común en el más mínimo detalle:<br />
tratando de no ser nadie<br />
Robert Walser, el escritor suizo que acaparó elogios y reconocimientos<br />
de grandes escritores de su tiempo trató con<br />
su modo de vida y de escritura de minimizar su vida y su<br />
escritura, aislándose de casi todo lazo social [ver Dossier].<br />
Los diversos trabajos psicopatológicos sobre él consideran<br />
su padecimiento como una esquizofrenia. Si bien podemos<br />
acordar con el diagnóstico, debemos poder explicar tres cuestiones<br />
esenciales. ¿Por qué en gran parte de su vida su locura<br />
pasó desapercibida ¿Por qué, en gran parte de su escritura<br />
no se percibe en nada eso que caracteriza propiamente a la<br />
esquizofrenia que es la pérdida de la intención de decir, la<br />
pérdida de la cadena intencional del discurso, del texto ¿Qué
Robert Walser<br />
función cumplió su<br />
escritura En el psicoanálisis<br />
disponemos<br />
de una manera<br />
de nombrar a las<br />
psicosis moderadas,<br />
no estruendosas y<br />
muy poco evidentes<br />
hasta su desencadenamiento:<br />
las<br />
psicosis ordinarias.<br />
Locuras que pasan<br />
desapercibidas.<br />
También divido su<br />
recorrido de vida y<br />
su producción literaria<br />
en dos. Un primer<br />
período, la pluma hasta lo que él denomina su crisis de<br />
escritura. Un segundo período a partir de allí donde inventa<br />
“el procedimiento del lápiz”. Se dice que durante ese tiempo<br />
hizo uso de lo que aprendió en Berlín en su estadía en una<br />
escuela de formación de empleados domésticos. Trabajó de<br />
sirviente en muchas casas, como empleado, como secretario<br />
y esto ha dado lugar a que se diga de ello que había en él<br />
una pasión esclava y que en todo caso, su andar itinerante, su<br />
vagabundeo y sus paseos forman parte del estilo del escritor<br />
romántico. Había un rasgo esencial a su escritura: tenía que<br />
escribir el más mínimo detalle y traducirlo a su propia lengua,<br />
siempre con pluma. Esa imposición en relación con la lengua<br />
se debía a que las palabras se le imponían y su escritura se<br />
organizaba a partir de esto: “Las palabras que me dispongo a<br />
pronunciar aquí tienen su propia voluntad”. Padecía de alucinaciones.<br />
En dos novelas: Los hermanos Tanner y en Le Brigand<br />
manifiesta que “se escucha a sí mismo” y que escuchaba<br />
voces femeninas que dieron lugar a las mujeres de sus novelas.<br />
Las mujeres que escuchó eran voces que le permitieron<br />
crear los personajes ficticios. También decía de sí: “especialista<br />
de la escucha”, dado que experimentaba un gran sufrimiento<br />
psíquico cuando dirigía su palabra al otro: “Cuando quiero<br />
hablar me escucho a fin de contar con un auditorio”.<br />
Su posición subjetiva se caracterizaba por la de ser sirviente<br />
de su lengua particular y al mismo tiempo servirse de las<br />
palabras que se le imponían para obtener un bienestar: “Un<br />
hombre que no garrapatea ¿puede siquiera tomar su café por<br />
la mañana ¿Un hombre así, puede siquiera respirar”. Era un<br />
empleado, un viviente que encarnaba la ironía de la servidumbre<br />
al lenguaje, pero no al lenguaje universal, sino a la lengua<br />
por él mismo inventada: “Soy un tornero que escribe, que talla,<br />
que forja, que pule, que clava, ensamblando las frases”. Se<br />
puede decir que fue un sirviente (sirvienta) de su lengua.<br />
Su amigo Carl Seelig, quien recogió en un libro extraordinario,<br />
sus conversaciones en los años de silencio en Paseos con<br />
Robert Walser, no se equivocaba al decir que no había que<br />
descifrar sus escritos. Walser tenía un propósito para escribir<br />
de manera miniaturizada en cierto momento de su vida: curarse<br />
de la sonoridad de la lengua. El momento en que su locura<br />
se desencadena aparecen dos fenómenos: lo que él mismo<br />
denominó “mi crisis de escritura” y la caída de su cuerpo<br />
basado en lo que le ocurría en su mano. Las alucinaciones y<br />
depresiones venían de antes. Lo destacable era lo que el mismo<br />
Walser decía sobre la función del escribir para él. En una<br />
carta a Max Rychner en 1927 le dice: “Le puedo asegurar<br />
que con la pluma (esto ya había comenzado en Berlín), asistí<br />
a la quiebra de mi mano, un verdadero ahogo, una suerte de<br />
calambre, de dolor, del cual me fue liberando lentamente,<br />
con dificultades, este procedimiento del lápiz. Una impotencia,<br />
un calambre, es a la vez algo físico y mental. Yo pasé por<br />
una época de desamparo total, que de cierta manera se reflejó<br />
en mi escritura, en la disolución de esa escritura, y es el acto<br />
de copiar lo ya escrito a lápiz que pude reaprender a escribir,<br />
como un niño”. En estas líneas se aprecia que para el acto<br />
de escribir no hay un buen uso del cuerpo y de sus partes,<br />
en este caso la mano que la educación diga: con esta parte<br />
del cuerpo hay que hacer esto. Walser inventa no sólo un<br />
procedimiento de escritura, su método del crayón o del lápiz<br />
y al mismo tiempo un uso para su mano. El calambre de su<br />
mano era un fenómeno esquizofrénico. Su procedimiento del<br />
lápiz tenía un uso muy preciso: mantener su escritura en la<br />
ilegibilidad con el objetivo, dicho por él de: “hacer callar esta<br />
cosa incongruente que salía de su pluma”, que lo perseguía.<br />
Llamará “lago acústico” a un espacio de goce, un espacio de<br />
escritura reducida a letras sin significación.<br />
“Para mí, sin embargo, el procedimiento del lápiz tiene un<br />
significado. En lo que respecta al autor de estas líneas, hubo<br />
un cierto momento, en efecto, en el que se encontró presa<br />
de una terrible, de una espantosa aversión a la pluma, un<br />
momento en el que se cansó de ella a un punto imposible de<br />
describir, un momento en el que por poco que tomara una<br />
pluma para escribir, se volvía estúpido, y para liberarse del<br />
asco a la pluma, se puso a escribir con lápiz, a bocetar, a esbozar,<br />
a juguetear. Gracias al lápiz, yo podía permitirme jugar,<br />
componer, me parecía entonces que el placer de escribir,<br />
retomaba vida.” Este escritor nos da una lección con su escritura,<br />
a los escritores y a los psicoanalistas, una lección sobre<br />
el acto de escribir: hay dos modos de lo escrito: el significante<br />
y la letra; el significante que conlleva sonido y la letra que<br />
no habla más que para sí misma, el dibujo de la escritura en<br />
miniatura sin significación. ¿Qué dirán los que lo intentaron<br />
descifrar ¿Deliran Para él, el continuar creando era lo esencial<br />
pero a condición de reducir en el escrito toda sonoridad y<br />
significación<br />
* Analista Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (AME) y de la<br />
Asociación Mundial de Psicoanálisis. Docente del Icdeba y del Instituto Oscar<br />
Masotta (IOM). Co-responsable de Violencia Estudios Lacanianos (VEL). Departamento<br />
de Investigación sobre la Violencia. Director de la página Lectura<br />
Lacaniana / www.lecturalacaniana.com.ar<br />
21
Entrevista<br />
uno<br />
Luigi Zoja<br />
“La paranoia<br />
posee una cualidad<br />
pseudológica”<br />
Es el autor de Paranoia. La locura que hace la historia (Fondo de Cultura Económica, 2013), una obra<br />
fundamental, que obliga a un replanteo necesario respecto a lo que nos enfrentamos. En esta entrevista<br />
exclusiva con <strong>Quid</strong>, Zoja vierte conceptos provocadores y esenciales para comprender algunos aspectos<br />
de nuestra vida moderna<br />
Por Christian Kupchik<br />
22<br />
Si hay una forma clínica dentro de la psicopatología que<br />
tiene plena vigencia, no hay dudas de que esa es la paranoia.<br />
Aparecida en el discurso psiquiátrico alemán en el siglo XIX,<br />
pero retomando su uso griego propio de la Antigüedad (cuyo<br />
significado podría muy bien sintetizarse en la idea de un “ir<br />
más allá del pensamiento”, la demencia por exceso humano),<br />
no sólo se ha visto refrendada a lo largo del siglo XX en la figura<br />
de terribles personajes, como Hitler o Stalin, sino que<br />
hoy avanza no ya como una patología individual, sino como<br />
un síntoma moderno de la anomalía social: cada vez más<br />
miedos generalizados, más teorías conspirativas, más delirios<br />
persecutorios, parecen dominar el paisaje cotidiano.<br />
El italiano Luigi Zoja (1943), formado en el C. G. Jung-Institut<br />
de Zúrich luego de haber realizado estudios de economía<br />
y sociología, viene trabajando desde hace décadas la temática<br />
desde diversas perspectivas (adicción, consumo ilimitado, la<br />
ausencia del padre, las proyecciones de odio y paranoia en la<br />
política, etc.) y en contrapunto con sus concepciones clásicas.<br />
–Hasta finales del siglo XIX, la paranoia era considerada<br />
una patología individual, de orden subjetivo.<br />
¿En qué momento y qué elementos contribuyeron<br />
a convertirla en una sociopatía Bueno, en verdad yo<br />
tengo una perspectiva diferente de la cuestión. La paranoia<br />
siempre tuvo una dimensión colectiva, incluso considerada<br />
mucho más trágica que la manifestada a título individual. En<br />
los últimos siglos, masacres y genocidios como los producidos<br />
contra los pueblos nativos en Estados Unidos o el holocausto<br />
judío en Europa, contaban con los rasgos típicos que hacen<br />
a las dinámicas paranoicas, concretamente, la escisión y<br />
proyección de los males al exterior de la psique. Es más, incluso<br />
creo que la cuestión política o militar tuvieron menos<br />
relevancia que los aspectos engendrados por la paranoia. De
hecho, por ejemplo, esas acciones terminaron por dañar a los<br />
propios actores que llevaban adelante la agresión: si nos atenemos<br />
a los casos citados, en Estados Unidos hubo un conflicto<br />
social importante ya que el exterminio de los indios eliminó<br />
también a la mano de obra, y en el caso del genocidio<br />
judío, varios países se quedaron sin la estructura comercial<br />
y financiera que estaba a cargo de este pueblo. Pero claro,<br />
las clasificaciones psiquiátricas no existían por entonces. Comienzan,<br />
precisamente, en el siglo XIX. Y cada clasificación<br />
científica expresa indirectamente los valores –y también los<br />
prejuicios, los límites– de su sociedad. La psiquiatría ya nace<br />
individualista. De los grandes psiquiatras, solo Karl Jaspers<br />
(probablemente porque también fue uno de los mayores filósofos<br />
del siglo XX) habla de las psicosis colectivas, pero como<br />
acontecimientos del pasado. El “individualismo diagnóstico”<br />
(llamémoslo así) con el tiempo se vuelve aún más radical.<br />
Los trastornos mentales son clasificados en todo el mundo<br />
siguiendo el DSM (Diagnostic Statistical Manual). Si realizamos<br />
un test para comprobar si existen elementos paranoicos<br />
en las conductas de Hitler o Stalin, el resultado a cada pregunta<br />
nos terminará por dar un rotundo sí. No obstante, la<br />
conclusión final de este estudio, “Sí, el sujeto es paranoico”,<br />
se transformará en un no: y esto porque el DSM aclara que<br />
el pensamiento paranoico sólo se expresa como “parte de un<br />
delirio individual”. Si es compartido por un grupo, se vuelve<br />
en una idea, una creencia colectiva, pero no una enfermedad<br />
mental. Para ser concretos: la creencia nazi de que existía<br />
un complot mundial de los judíos para dominar el mundo,<br />
puede ser considerada una “idea política”. Pero seguramente<br />
es también una deformación paranoica.<br />
–En su obra habla de la paranoia como “locura lúcida”.<br />
¿Podría caracterizar este concepto El pensamiento<br />
paranoico no es expresión de una racionalidad<br />
completamente enferma. Por el contrario, posee una gran<br />
capacidad para disimularse en la lógica funcional. De hecho,<br />
sus diferentes fases pueden incluso estar muy bien argumentadas<br />
y pasarían desapercibidas para muchos. Sólo el núcleo<br />
central, originario, que en general aparece disimulado, está<br />
totalmente errado, como por ejemplo, cuando un sujeto tiene<br />
la firme convicción de que todos quienes le rodean estarían<br />
participando de una conspiración en su contra, complotando<br />
contra él. Es importante remarcar asimismo el hecho<br />
de que el paranoico tiene una tendencia a producir sus propia<br />
confirmaciones, a aportar las pruebas necesarias que le<br />
faltan para demostrar que su fantasía es real. En italiano tenemos<br />
un dicho popular que dice que mientras más fuerte se<br />
dé la voz de alarma que presume la llegada del lobo, lo único<br />
que se consigue es que tarde o temprano un lobo llegue. Hitler<br />
y Stalin produjeron sus propias Némesis. En mi libro, una<br />
anciana que tiene la firme sospecha de que le van a robar<br />
la cafetera, la esconde:<br />
luego, cosa<br />
normal en la tercera<br />
edad, olvida donde<br />
la ha escondido.<br />
Y cuando un día<br />
tiene ganas de un<br />
café, no la busca:<br />
está absolutamente<br />
persuadida de que<br />
su cafetera le fue<br />
robada. Volviendo<br />
a la Edad Media,<br />
Hitler encerró a los<br />
judíos polacos en<br />
guetos primitivos<br />
y estrechos. Luego<br />
inspeccionó Polonia.<br />
Y como lógicamente estaban dadas las condiciones para<br />
que se multiplicaran todo tipo de enfermedades, el resultado<br />
natural de su examen es la constatación de que los judíos<br />
son sucios y difunden enfermedades, lo cual, a la vez, parece<br />
justificar el hecho por el que habían sido encerrados, etc., en<br />
una suerte de círculo vicioso sin fin.<br />
–Hitler y Stalin, por citar dos personajes de la historia<br />
ya mencionados, fueron considerados grandes<br />
paranoicos (y la patología apoyaba en parte, tanto en<br />
ellos como en otros dictadores, muchos de sus actos<br />
criminales). ¿En qué medida puede asociarse la paranoia<br />
al poder, y no sólo el totalitario, sino en cualquier<br />
esfera Precisamente, esto es así por una razón constitutiva<br />
de la paranoia. La paranoia posee una cualidad pseudológica,<br />
y cuando digo “pseudo” estoy haciendo referencia a que el<br />
paranoico al primero que engaña es a sí mismo: la invencibilidad<br />
de Alemania sólo era una invención que estaba en la<br />
cabeza de Hitler, y que concluyó, como sabemos, con la destrucción<br />
de la propia Alemania. Entonces, la paranoia puede<br />
parecer lógica. Incluso convincente: hay “paranoicos exitosos”<br />
sumamente peligrosos, tanto para sí mismos como para<br />
el mundo. La psicología de masas nos dice que la inteligencia<br />
de la muchedumbre muestra una tendencia a nivelarse hacia<br />
abajo, hacia las formas de pensamiento más simples, lo cual<br />
no quiere decir que exprese el nivel de pensamiento de los<br />
sujetos que forman ese grupo a título individual.<br />
–¿La necesidad de un control absoluto puede verse<br />
como un reflejo o indicio de la sintomatología paranoica<br />
¿Qué otras características la constituyen y con<br />
frecuencia pasan desapercibidas En alguna medida,<br />
todos buscamos el poder y todos sospechamos. Pero, la<br />
cualidad absoluta es paranoica. El paranoico es el sujeto<br />
23
antipsicológico absoluto: no tiene ninguna capacidad de autocrítica,<br />
es incapaz de una reflexión introspectiva. Entonces,<br />
todo mal siempre proviene del exterior, está en los otros.<br />
Destructividad, falta de flexibilidad y de tolerancia, búsqueda<br />
de un poder cada vez más absoluto, son sólo algunas de las<br />
consecuencias de esta inseguridad existencial. He tratado de<br />
compilar una lista de rasgos paranoicos: megalomanía y envidia<br />
(que puede traducirse de manera algo simplista como:<br />
“los otros son inferiores y malos”); incapacidad autorreflexiva<br />
para identificar una amenaza o una anomalía como propia,<br />
personal; falta de paciencia para estudiar al “enemigo”;<br />
improvisación metodológica para destruirlo; como hemos<br />
observado, inversión de las causas; fobias de contaminación<br />
(el mal, en todo sentido, es percibido como muy cercano, lo<br />
cual en algún sentido es correcto, porque está alojado en el<br />
sujeto mismo). Y en el pensamiento colectivo la paranoia se<br />
manifiesta a través de las “voces” y las sustituciones fantásticas<br />
que suelen alimentar las creencias populares. La idea<br />
de que los judíos producían la peste era una construcción<br />
fantástica, pero tuvo como consecuencia real la muerte de<br />
muchas personas.<br />
–Usted tiene formación junguiana... ¿Qué rol juegan<br />
los arquetipos en la génesis paranoica ¿Puede interpretarse<br />
como parte del inconsciente colectivo<br />
Seguramente. Como hemos dicho, el arquetipo del chivo<br />
expiatorio responde a una construcción psíquica, pero puede<br />
tener consecuencias trágicas en el plano de lo real. Jung fue<br />
el primer antipsiquiatra, la oposición a la psiquiatría tradicional<br />
no empieza en los años 60 con Laing o Cooper, sino<br />
mucho antes, con él. Para Jung, todas las dinámicas psíquicas<br />
comienzan como movimientos naturales. Para mí esto es lo<br />
que ocurre con la paranoia: “sospechar” es un hecho psíquico,<br />
una necesidad natural. En la naturaleza encontramos un<br />
ejemplo concreto de esto: las criaturas no están mancomunadas<br />
en una comunidad fraternal. No podemos ser amigos de<br />
todos: hay lobos verdaderos. Pero aun aceptando este hecho,<br />
hay que distinguir la frontera que conduce a la patología. La<br />
paranoia empieza cuando perdemos el control de esta defensa<br />
natural: todos se vuelven enemigos, todo es conspiración.<br />
Ya sea en el inconsciente personal como en el colectivo, la<br />
función de la sospecha en sí misma resulta necesaria: como<br />
dijo Woody Allen, hasta los paranoicos también tienen enemigos<br />
–¿La paranoia tiene componentes que podrían considerarse<br />
hereditarios Es una pregunta de muy difícil<br />
respuesta. Por supuesto, de padres paranoicos es de esperar<br />
probabilidades mayores que en el promedio de encontrar<br />
hijos paranoicos. Pero lo que hay que tener muy en cuenta es<br />
que la paranoia, ante todo, implica un “estilo de pensamiento”<br />
caracterizado por la desconfianza, no por moléculas que<br />
circulan en el interior de nuestro organismo. En este sentido,<br />
se puede suponer que sea adquirida en buena medida a partir<br />
de una patología familiar, así como se aprende la lengua<br />
materna. Se supone que la proporción de componentes<br />
“adquiridos” sea, frente a los genéticos, mayor que en otras<br />
enfermedades mentales. Los dos, tanto Hitler como Stalin,<br />
tuvieron padres alcohólicos que les pegaban a sus madres:<br />
violencia, con escisión y proyección del mal sobre la pobre<br />
mujer, crean las condiciones necesarias en los hijos para el<br />
desarrollo de conductas paranoicas.<br />
–¿En qué medida pueden influir las nuevas tecnologías<br />
y, especialmente, los medios de comunicación en<br />
el desarrollo de la paranoia como enfermedad social<br />
Bueno, este es un punto esencial, que he estudiado a fondo<br />
y sobre el que me he explayado de manera extensa. Antes<br />
del advenimiento de la democracia, y mucho antes aún de<br />
las tecnologías mediáticas, la tarea de los reyes absolutos era<br />
bastante sencilla: sólo tenían que asegurarse el control, no<br />
necesitaban demostrar su legitimidad. Pero la democracia requiere<br />
justificaciones, argumentos: los gobiernos son elegidos<br />
para cumplir procurando el bien común de la población. La<br />
justificación moral requiere más manipulación. Y la justificación<br />
paranoica es la más sencilla, y también la más aceptable<br />
para los comunes: nosotros somos el bien, todo el mal está en<br />
otra parte; los problemas se solucionan con su eliminación.<br />
Cuando los medios se vuelven en medios de comunicación<br />
masiva, la paranoia se ve favorecida. La comunicación más<br />
simple se vende mejor en forma masiva: crear un enemigo<br />
común no es tan complicado como parece. La comunicación<br />
paranoica (los culpables son los burgueses, el gobierno que<br />
sea, los judíos, los inmigrantes...) requiere sólo de un minuto<br />
de televisión, una reconstrucción seria de las causas toma<br />
apenas una hora. Con eso alcanza para sembrar el miedo y la<br />
sospecha. Cada generación mediática vivió grandes progresos<br />
tecnológicos, pero que no siempre fueron acompañados por<br />
cambios cualitativos en lo que hace a contenidos. La primera<br />
en sufrir transformaciones sustanciales fue la prensa escrita.<br />
En Inglaterra y Estados Unidos se extendió con un éxito<br />
gradual y paulatino lo que conocemos como “prensa amarilla”,<br />
popular, chillona, barata y que no requiere demasiada<br />
reflexión: el mensaje llega digerido. La segunda generación<br />
mediática que tuvo gran influencia a partir de sus transformaciones<br />
fue la radio: los nazi-fascistas y los estalinistas pronto<br />
exageraron sus simplificaciones y sus gritos, con gran eficacia<br />
para las respectivas dictaduras. La tercera se apoyó en<br />
las pantallas: a lo largo de mi vida he sido testigo de la cuasi<br />
desaparición de la televisión de calidad por la intervención<br />
de genios de la simplificación, como Murdoch o Berlusconi.<br />
Ahora, por primera vez, Internet ofrece una comunicación<br />
en alguna medida bi- y hasta multilateral, no uniforme<br />
25
Ser<br />
editor<br />
Una forma subrepticia<br />
Por Damián Tabarovsky<br />
26<br />
Editar es una forma subrepticia de opinar<br />
sobre el estado de la literatura y la<br />
cultura contemporánea. Es allí, en esa<br />
palabra –contemporánea–, que reside,<br />
para mí, el interés de la edición. En<br />
mis viejos tiempos de Interzona, como<br />
ahora en los estimulantes años de Mardulce,<br />
siempre intenté que la edición<br />
se imbricara con una reflexión sobre<br />
el estatuto de lo contemporáneo. Eso<br />
implica publicar autores jóvenes, pero<br />
también textos de más de cien años que<br />
todavía mantienen vigente la pregunta<br />
por lo actual. Porque “el espíritu de la<br />
época” no reside en correr detrás de lo<br />
último que lanza el mercado (que en<br />
verdad siempre es lo anteúltimo) sino<br />
en intentar trazar caminos propios,<br />
interrogar a los textos como un modo<br />
de pensar críticamente nuestro tiempo,<br />
Subrayados,<br />
de María Moreno<br />
aspirar a devolverle al presente un rigor<br />
intelectual, una densidad conceptual<br />
y una ironía sofisticada, que por momentos<br />
parece estar ausente. Me gusta<br />
imaginar que los lectores que leen los<br />
libros de Mardulce concilian el placer<br />
hedonista de la lectura, con una actitud<br />
crítica.<br />
Hace un momento nombré a Mardulce,<br />
editorial en la que trabajo desde<br />
2011 como Director Editorial, cuando<br />
lanzamos los primeros títulos. Somos<br />
una editorial pequeña, que hace de su<br />
catálogo su principal activo en el tiempo.<br />
Nuestro fondo debe ser nuestra<br />
principal fortaleza, y creo que vamos
Inclúyanme afuera,<br />
de María Sonia Cristoff<br />
en esa dirección. Es también Mardulce<br />
un ámbito de reflexiones y discusiones<br />
internas –siempre bienvenidas–, y cada<br />
libro que publicamos está sujeto a esas<br />
discusiones, al debate sobre las preguntas<br />
básicas de la edición: ¿Qué significa<br />
editar ¿Qué libros son interesantes<br />
para nosotros y cuáles no ¿Qué es un<br />
buen libro ¿Qué aporta un libro a un<br />
catálogo ¿Qué implica apostar por un<br />
autor Quizás el entusiasmo de esas<br />
discusiones se deba a que todos en Mardulce<br />
amamos los libros, todos somos<br />
profundos lectores, y todos, o casi todos,<br />
también escribimos. Gabriela Massuh<br />
y Juan Zorraquín son los Directores<br />
Generales, María Zorraquín se encarga<br />
de la prensa y la comunicación, e Inés<br />
Petrocchi de la administración. Creo<br />
que hacemos un buen equipo.<br />
Publicamos unos doce libros por año,<br />
en tres colecciones: Ficción (novelas y<br />
cuentos), Ensayo (centrada en el ensayo<br />
literario y de estética) y Tiempo (de<br />
intervención sociopolítica y cultural).<br />
Estamos también trabajando en una<br />
cuarta colección, de nuevo ensayo<br />
filosófico. Publicamos autores argentinos,<br />
del resto de América Latina y<br />
La flor pisoteada,<br />
de Ronald Firbank<br />
traducciones (hasta ahora del francés,<br />
inglés, portugués y alemán). Publicamos<br />
autores jóvenes (como Selva Almada,<br />
Leonardo Sabbatella, Ariana Harwicz,<br />
Diego Sasturain, Marcelo Carnero,<br />
etc.) otros ya reconocidos (como María<br />
Moreno, Beatriz Sarlo, Jean Echenoz,<br />
Michael Hardt, Carlos Monsiváis,<br />
Elena Garro, etc.) y grandes autores<br />
clásicos –generalmente inéditos en<br />
castellano en caso de que sean traducciones–<br />
quizás no tan conocidos, a<br />
los que vale la pena descubrir (como<br />
Victor Segalen, Ronald Firbank, o los<br />
ensayos sobre las vanguardias europeas<br />
de José Carlos Mariátegui, nunca antes<br />
compilados en un libro). También,<br />
como parte de esa vocación por discutir<br />
lo contemporáneo, editamos una revista<br />
Letras hilvanadas,<br />
de Victoria Lescano<br />
Mecánica,<br />
de François Bon<br />
trimestral digital de ensayo crítico, llamada<br />
Mardulce Magazine, y todos los<br />
años en noviembre, organizamos en la<br />
terraza de la editorial (un lugar encantador)<br />
un ciclo de mesas redondas y debates<br />
intelectuales (el del año pasado fue<br />
sobre si es posible ser hoy cosmopolita).<br />
Desde un punto de vista estricto, editar<br />
consiste en convertir un texto en un<br />
libro. Pero a esa transformación acuden<br />
toda una serie de complejas operaciones<br />
intelectuales, batallas por el gusto, estrategias<br />
de convencimiento y plegarias<br />
comerciales. Pocos objetos menos banales<br />
que un libro. Quizás el trabajo de un<br />
editor de una editorial como Mardulce<br />
resida también en mantenerse firme,<br />
en no negociar con el creciente proceso<br />
de banalización de la industria editorial<br />
y de la propia literatura. Nos sentimos<br />
herederos de añejas y nobles tradiciones<br />
que intentan mantener la dignidad<br />
profesional y el riesgo intelectual como<br />
carta de presentación editorial. Y a la<br />
vez, esa larga tradición nos inspira a reformularla,<br />
a actualizarla, a darle nuevos<br />
sentidos.<br />
Hace poco, en una entrevista, Selma<br />
Almada (de quien estamos orgullosos de<br />
haber editado, hasta ahora, El viento que<br />
arrasa y Ladrilleros, sus dos primeras<br />
novelas) refiriéndose a Mardulce, dijo<br />
que se sentía cómoda porque “te juntás<br />
a charlar y tomás mate con el editor”.<br />
Más allá de la anécdota, se expresa allí<br />
parte de la clave de cómo pensamos la<br />
edición en Mardulce: como una forma<br />
de trato personal con los autores. El<br />
autor y su texto son el corazón de una<br />
editorial. Los editores, distribuidores,<br />
encargados de prensa, diseñadores,<br />
etc., hacemos también un trabajo muy<br />
importante. Pero el autor y su texto son<br />
lo más valioso. Preservar esa valía, ayudarlos<br />
y acompañarlos en el proceso de<br />
edición de un libro es para mí un placer<br />
cotidiano.<br />
Si yo no trabajara en Mardulce, creo que<br />
compraría todos los libros que publica<br />
Schroeter. Una autobiografía,<br />
Prólogo de Elfriede Jelinek<br />
27
The Song of Los, de William Blake (1795)<br />
Entrevista<br />
dos<br />
28
Los<br />
LOCOS<br />
DE<br />
dios<br />
Inexplicables como son, inefables incluso, los fenómenos o experiencias de locura mística<br />
fueron puestos en palabras por Francisco García Bazán, doctor en Filosofía e investigador<br />
superior del CONICET en el área de Filosofía e Historia de las Religiones, quien eligió<br />
un lenguaje despojado de academicismos para hablar de las vivencias extrasensoriales<br />
que experimentaron muchos místicos<br />
Por Mónica Tracey<br />
–¿Es correcto hablar de locura mística Si es así, ¿a<br />
qué refieren estos términos Es correcto, ya que se<br />
trata de un lenguaje figurado que señala hacia un objeto<br />
de significación y campo de la espiritualidad que rompe<br />
con todos los límites de la cordura para referirse a otro<br />
que comprende y supera los planos inferiores de la razonabilidad,<br />
el sentido común y los sentimientos ordenados.<br />
A San Francisco de Asís se lo ha llamado “loco de Dios”,<br />
y siempre en la misma orientación transignificativa se ha<br />
hablado también de los estados místicos con una paradoja,<br />
como “una embriaguez sobria”.<br />
–Palabras como “éxtasis”, “visión”, “alucinación”,<br />
que se relacionan con algunas experiencias místicas,<br />
entran también en la descripción de ciertas psicosis.<br />
¿Este lenguaje compartido habla de experiencias<br />
similares entre ciertos estados místicos y ciertos<br />
estados psicóticos Hay que recordar la etimología del<br />
término “mística” y del sujeto de la experiencia, “místico”,<br />
para poder orientarnos en la complejidad de la pregunta.<br />
“Místico”, de la raíz indoeuropea “my” –igual que “misterio”<br />
y “mito”– se refiere a lo que es “oculto” o “sellado” por<br />
su naturaleza inaccesible y que al decirse exige entrecerrar<br />
los labios. Se trata de una experiencia de lo que es por naturaleza<br />
no manifestable e inexpresable, ya que se refiere<br />
a una experiencia de lo que es oculto en sí mismo. Por lo<br />
tanto, cuando se trata de expresar esa vivencia es casi imposible<br />
hacerlo, por eso se utiliza también un lenguaje o<br />
instrumento que es impotente para manifestarlo y que es<br />
indirecto y alusivo, rico en imágenes, metáforas y alusiones,<br />
apto para sugerir, antes que significar. Por el mismo<br />
motivo en el conflicto entre la experiencia y su expresión<br />
hay una tensión que suele imponer la necesidad de crear<br />
medios expresivos convenientes y que genera grandes poetas<br />
líricos, hombres de Dios indómitos y oradores encendidos,<br />
ya que sus experiencias íntimas exceden largamente<br />
las posibilidades y recursos de comunicación comúnmente<br />
29
3o<br />
humanos. Por eso mismo, como usted me lo pregunta, en<br />
torno de la experiencia mística para tratar de determinarla<br />
conceptualmente aparecen términos como “éxtasis” (salida<br />
de sí: también se podría hablar de “énstasis” como estar<br />
interiormente en lo más firme de uno mismo); “visión”<br />
(porque las imágenes ópticas o sonoras producidas por la<br />
facultad humana de imaginar, de producir imágenes, en<br />
este caso no se toman de percepciones externas sino de la<br />
capacidad interior y productiva de imaginar libremente),<br />
“rapto” y “alucinación”, porque la experiencia del místico<br />
rompe la especificidad de las sensaciones de los sentidos,<br />
las supera y así las puede unir sinestésicamente y vivenciarlas<br />
como realidades que suceden en un plano de existencia<br />
superior al simple psiquismo. Estamos siempre en<br />
un plano que supera a la experiencia psíquica normal y por<br />
lo tanto a sus alteraciones, anormalidades o aberraciones.<br />
Se puede entender de este modo que otras manifestaciones<br />
místicas en relación con estados de alteración de la<br />
mente o la conciencia puedan comprenderse clínicamente<br />
y, por lo tanto, evitar las confusiones, no obstante el parecido.<br />
El místico no padece alteraciones de la conciencia<br />
–lo que le puede suceder por su elevada sensibilidad psíquica<br />
que incluso se manifiesta en modificaciones somáticas<br />
alteradas: estigmas, lenguaje balbuciente, experiencias<br />
de bilocación, levitaciones–, sino que sus experiencias<br />
amplían las percepciones de la realidad, pero esto impide<br />
confundir los planos: en apariencia se trata de fenómenos<br />
idénticos, pero son fenomenológicamente diferentes.<br />
–¿Qué los diferencia Esencialmente que los fenómenos<br />
de las alteraciones psíquicas y psiquiátricas con sus síntomas<br />
y cuadros clínicos particulares obedecen a causas y<br />
etiologías que pueden ser investigadas empírica, psíquica<br />
y psiquiátricamente y de este modo tratadas clínicamente,<br />
pues tienen un origen metapsíquico o psiquiátrico, mientras<br />
que los fenómenos místicos son esencialmente religiosos<br />
o metafísicos, pertenecen<br />
al campo de las religiones o<br />
de la metafísica, de la fe o de<br />
la intuición espiritual, y no a<br />
causas de naturaleza psíquica<br />
o somática en el sentido<br />
más amplio y analítico. La<br />
tricotomía antropológica<br />
tradicional de cuerpo, alma<br />
y espíritu como los estratos<br />
de la composición del ser<br />
humano en el tramo final de<br />
su evolución de homínido,<br />
que el apóstol Pablo de<br />
Tarso enseñara con cierta timidez<br />
y que la cultura griega<br />
(sôma, psykhé y noûs), judía<br />
(basar, nefesh y ruah) y cristiana<br />
(cuerpo, alma, espíritu)<br />
difundieran durante la Antigüedad<br />
tardía, sigue siendo<br />
lo suficientemente sutil para<br />
poder explicar fenómenos<br />
que son por naturaleza<br />
complejos y que no permiten<br />
para su examen preciso<br />
reducir unas realidades del<br />
compuesto ser humano a<br />
otras, simplificando su propia estructura humana.<br />
–Las voces que guiaron a Santa Juana de Arco, la<br />
visión extática y el enmudecimiento de Santo Tomás,<br />
la vida de renunciamiento extremo de Santa Catalina<br />
de Siena, los estados de éxtasis o arrobamiento<br />
de Santa Teresa… son experiencias que tocan un lugar<br />
más alto o fuera de la percepción diríamos “normal”<br />
que alcanza el ser humano. ¿El misticismo, esta<br />
búsqueda de experiencia de la presencia de Dios,<br />
de relación sobrenatural con la divinidad, sería en sí<br />
mismo una forma de la locura Las imágenes anímicas<br />
auditivas (voces y palabras), las imágenes ópticas (visiones)<br />
o las expresiones que las niegan por su pasividad: renuncia,<br />
arrobamiento, estado de fuera de sí, son experiencias<br />
eminentemente psíquicas que produce la capacidad pura<br />
de la facultad de imaginar que excede a las imágenes sensoperceptivas<br />
y de la memoria adquirida que tienen su<br />
fuente en la sensiblidad espacio temporal, mientras que<br />
en la imaginación pura aparecen los reflejos que son producidos<br />
por experiencias que tienen que ver con planos<br />
ontológicos más altos, puramente intelectivos, inteligibles<br />
o espirituales. Como en este momento se intersectan las<br />
diversas capacidades vitales, bien sean de la psique universal<br />
o de las almas individuales, se hacen presentes ese tipo<br />
de fenómenos. Pensadores de la Antigüedad tardía como<br />
Jámblico de Calcis o Proclo, que son filósofos hieráticos,<br />
analizaron estos hechos de manera minuciosa y contemporáneamente,<br />
Carl Gustav Jung se ha metido a fondo en<br />
esta problemática concibiendo que es universal y viendo<br />
su familiaridad con los fenómenos oníricos, ya que todos<br />
pertenecen a la misma familia dentro de la facultad activa<br />
de imaginar, la imaginación creadora que es antes cósmica<br />
que individual.<br />
–La locura mística, si podemos hablar así, no es<br />
sólo patrimonio de la religión católica, ¿no ¿Qué
The Sun at his Eastern Gate, de William Blake (1816-20)<br />
31
32<br />
otras manifestaciones ha tenido Ya hablamos antes<br />
de la legitimidad de la expresión “locura mística”, pero<br />
podemos avanzar más metiéndonos en el mismo ámbito<br />
de la cultura universal. Efectivamente la “mística” como<br />
una expresión de la experiencia inexpresable es universal,<br />
está en el fundamento del acatamiento y veneración de lo<br />
sagrado y esta base excede el universo de las religiones y<br />
la metafísica de Occidente. Lo sagrado tiene por correlato<br />
humano una experiencia de lo divino que atrae y rechaza<br />
simultáneamente, como el fuego que nos da vida y calor y<br />
así somos atraídos por él, pero sin podernos aproximar demasiado<br />
porque a cierta distancia vecina nos rechaza, de lo<br />
contrario su poder calorífero nos destruiría. Así es la imagen<br />
lingüística de la atracción y repulsión de lo sagrado y<br />
este es un fenómeno universal. Con la experiencia cristiana<br />
de lo sagrado, esta se redujo a experiencia religiosa bajo<br />
la forma de la fe, de una atadura fuerte entre Dios padre<br />
y el hombre, ligadura personal antes que ritual y la mística<br />
occidental adquirió estas características. Pero en Oriente<br />
la relación del hombre con lo divino siguió manteniendo<br />
sus rasgos míticos ancestrales y lo que interesa antes que<br />
la atadura personal es la veneración expresada en la experiencia<br />
del rito que conserva la unidad comunitaria. La<br />
mística es esencialmente cristiana y acaso quien le dio sus<br />
bases epistemológicas fue el brillante escritor eclesiástico<br />
Orígenes de Alejandría, pero previamente los cristianos<br />
investigaban los actos de aproximación íntima con Dios a<br />
partir de las asociaciones y prácticas esotéricas en las que<br />
la inspiración espiritual garantizaba la intimidad de las<br />
personas y la comunidad en el rito, de este modo cultivaban<br />
el secreto de la intimidad divina con sus ceremonias<br />
litúrgicas. Pero, por supuesto, que los usos, costumbres y<br />
doctrinas en relación con lo místico o inexpresable se han<br />
cultivado y se cultivan en todo el mundo, entre hindúes y<br />
taoístas y más próximos al occidente creyente, entre musulmanes<br />
(sufíes y shiitas)<br />
y judíos (cabalistas).<br />
–¿Hubo momentos<br />
históricos más propicios<br />
para estas<br />
experiencias o es<br />
algo que se sigue<br />
manifestando Nuestra<br />
cultura actual arraigadamente<br />
mecanicista<br />
(considera que todo<br />
fenómeno se explica<br />
como el efecto de una<br />
causa física inanimada)<br />
y materialista, no incluye<br />
entre sus consideraciones<br />
importantes los fenómenos<br />
místicos, a los que ha colocado<br />
–como al esoterismo y los<br />
fenómenos iniciáticos– en<br />
la bohardilla de la cultura,<br />
entre los trastos en desuso,<br />
o peor todavía, entre los objetos<br />
fraudulentos. Por más<br />
que ejemplos como los de la<br />
modesta campesina francesa<br />
Marta Robin o el del franciscano<br />
polaco Maximiliano<br />
Kolbe hayan tenido lugar en<br />
nuestro tiempo. Pero la realidad<br />
de la percepción es así, aunque los hechos sucedan,<br />
la falta de sensibilidad hacia su individualidad hace que no<br />
se los perciba. Desde luego que la visibilidad de los fenómenos<br />
místicos no es separable del momento histórico y<br />
de la declinación de la sensibilidad religiosa hacia la individualidad<br />
de los fenómenos personales cuando prima lo<br />
masivo. La misma mentalidad se refleja en los medios de<br />
comunicación de masas que difunden los acontecimientos.<br />
Ser un sujeto místico no es noticia, mientras que comprobar<br />
una actividad parapsicológica en un místico, lo que es<br />
común contra su voluntad, sí lo sería.<br />
–¿Aportan algún valor a la religión Las experiencias<br />
de los místicos son inseparables de las religiones y aportan<br />
los valores más altos en relación con las creencias y prácticas<br />
religiosas, que extralimitan la propia corriente espiritual<br />
para enriquecerla con una experiencia superior a ellas<br />
de carácter universal y trascendente a su credo particular.<br />
Los místicos observados desde este fondo son la flor y nata<br />
de las religiones particulares y son posibilidades para echar<br />
puentes con un diálogo sincero entre las religiones del<br />
mundo. Bastaría con recordar los nombres del griego Plotino,<br />
el gnóstico Valentín, los hindúes Shankarabhagavad<br />
o Ramanuja, el dominico Maestro Eckhart, el poeta San<br />
Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, Catalina de Siena,<br />
al-Ghazzali, Francisco de Asís para confirmarlo<br />
Lecturas recomendadas<br />
García Bazán, Francisco, Aspectos inusuales de lo sagrado, Madrid, Trotta,<br />
2000, particularmente el capítulo 3: “La mística y el lenguaje de la mística”.<br />
García Bazán, Francisco, Plotino y la mística de las tres hipóstasis, Buenos<br />
Aires, El Hilo de Ariadna, 2011.<br />
Martín Velasco, Juan, El fenómeno místico. Estudio comparado, Trotta, Madrid,<br />
2003.<br />
AA.VV., La mística en el siglo XXI, Madrid, Centro Internacional de Estudios<br />
Místicos, Ayuntamiento de Ávila-Trotta, 2002.
Tema de tapa<br />
tres<br />
Con la<br />
LENGUA SUELTA<br />
Por Silvia Hopenhayn<br />
34<br />
En la ficción, la locura no sólo es un mal menor, puede ser<br />
un don de pocos o incluso, un estado generalizado. Recuerden<br />
el diálogo que mantienen Alicia y el gato Cheshire<br />
cuando se encuentran por primera vez en el bosque:<br />
“–¿Qué clase de gente vive por aquí<br />
–En esa dirección –dijo el Gato haciendo un ademán con<br />
su pata derecha– vive un Sombrerero; y en esa dirección<br />
–haciendo un ademán con la otra pata– vive una Liebre de<br />
Marzo. Visita a quien prefieras: los dos están locos.<br />
–Pero yo no quiero andar entre locos –observó Alicia.<br />
–Oh, eso no puedes evitarlo –dijo el Gato–. Todos estamos<br />
locos aquí. Yo estoy loco. Tú estás loca.<br />
–¿Cómo sabe que estoy loca –dijo Alicia.<br />
–Tienes que estarlo –dijo el Gato–, o no habrías venido<br />
aquí.”<br />
El país de las maravillas no es otra cosa que la realidad del<br />
lenguaje. Allí la lengua está suelta, como los caballos en el<br />
campo, y el sentido se desliza, no está preestablecido. Hay<br />
permiso para convertirse en lo que sea, mientras las palabras<br />
lo permitan. Cuando Alicia le pregunta a la reina si<br />
ya se encuentra bien, luego de haberse pinchado el dedo,<br />
su Alteza le responde: “Mucho mejor, mucho meeejjj,<br />
meej…”, hasta que toda su boca es tomada por la primera<br />
sílaba y termina con un largo “meeeee”, balido que la convierte<br />
en una oveja. ¡La palabra se encarnó en ella!<br />
Pero así como en Alicia en el país de las maravillas hay<br />
un permiso –y un pase– para la transformación, en Sylvia<br />
y Bruno, la última novela de Lewis Carroll, la locura se<br />
satiriza, desde su tratamiento institucional. En el capítulo<br />
IX leemos:
Dossier<br />
Literatura<br />
o1<br />
Robert Walser<br />
El paseante<br />
Por Nancy Giampaolo<br />
“¡Qué hermosas son las ciudades cuando la gente se sienta a comer en sus casas! El silencio de<br />
las calles tiene algo de amable y misterioso. ¿Para qué buscar otras aventuras!”. Estas líneas<br />
se encuentran en el libro Paseos con Robert Walser, de Carl Seelig, donde se compilan una<br />
serie de entrevistas efectuadas al escritor suizo durante las dos últimas décadas de su vida. En<br />
cada una de las conversaciones registradas, el que es habitualmente juzgado como un escritor<br />
oculto, desarrolla un estilo que también se encuentra en su obra, celebrada, fundamentalmen-
o2<br />
te, por la observación del detalle, la improvisación narrativa y la sensación de estar ante un<br />
hombre que se entrega a sus divagues.<br />
Como muchos otros escritores, Robert Walser no conoció en vida las mieles del éxito, algo<br />
que, de todos modos, no pareció estar entre sus preocupaciones. Nació el 15 de abril de 1878,<br />
en un cantón de Berna, y fue el séptimo de ocho hermanos. Su padre tenía una papelería que<br />
no daba muchas ganancias y, cuando Robert cumplió 14 años, decidió sacarlo de la escuela<br />
para que fuera aprendiz en un banco y colaborara en la economía familiar. Se sabe que su madre<br />
estaba muy perturbada emocionalmente y murió en 1894, después de haber estado bajo<br />
tratamiento médico por un largo período. Poco después, Robert tuvo el brevísimo berretín de<br />
convertirse en actor y huyó a la localidad de Stuttgart, donde participó de un casting en el que<br />
fue juzgado de inexpresivo.<br />
Aunque llegó a ser anciano, escribió sólo durante las primeras décadas de su vida. Había podido<br />
hacerlo hasta que Berliner Tageblatt, quien solía encomendarle colaboraciones literarias,<br />
le sugirió que dejara de escribir durante seis meses porque lo notaba peligrosamente exhausto.<br />
Poco después, Walser fue internado en un sanatorio para enfermos mentales, a los 51 años,<br />
y no salió hasta su muerte. No se casó, no tuvo hijos y sus hábitos fueron de una peculiaridad<br />
que siempre pareció armonizar con sus escritos. Dromómano, creador de un método de escritura<br />
a mano en miniatura que suscitó el interés de muchos de sus pares y, más que nada, autor<br />
de valiosísimos textos es, además, una figura que bien puede expresar aquella trillada idea que<br />
enlaza la locura con la genialidad.<br />
En 1905, siguió a su hermano mayor, Karl Walser, ilustrador de libros, plástico y escenógrafo,<br />
a Berlín. Allí, se inscribió en una escuela para sirvientes y trabajó un tiempo como mayordomo<br />
en una casa de campo, perteneciente a una mujer rica (allí usaba uniforme y respondía<br />
al mote de Monsieur Robert). Después de aquello, siguió con una sucesión de cambios de trabajo,<br />
alternada con la producción de poemas, textos breves, obras de teatro en prosa y pequeños<br />
versos. Pronto descubrió que podía sostenerse económicamente con la escritura. Colaboró<br />
con prestigiosas revistas literarias y fue aceptado en círculos artísticos serios, pero nunca fue<br />
catalogado como notoriamente exitoso.<br />
Walser prefirió no mantenerse demasiado tiempo en un mismo lugar y las amistades o las posibilidades<br />
de reconocimiento no fueron motivo de peso para que abandone su nomadismo.<br />
Se cuenta que, además, tendía a ponerse agresivo cuando tomaba de más, y eso lo dejaba fuera<br />
de algunas reuniones o fiestas y, justificando acaso estas conductas, habló de la vida social<br />
como perniciosa para el verdadero artista. No fue una sentencia aislada: la sociedad fue tomada<br />
con ironía en su obra por ser vista como un enemigo, no tanto de la vida doméstica, como<br />
podía serlo de la vida literaria: “Cuando los artistas no mantienen una relación de tensión con<br />
la sociedad, se paralizan con rapidez. No pueden dejarse mimar por ella, porque entonces se<br />
sienten obligados a plegarse a las circunstancias dadas. Nunca, ni siquiera en los períodos de<br />
mayor pobreza, me dejé comprar por la sociedad. Siempre antepuse la libertad personal”, le<br />
dijo a Seelig en una de sus tantas charlas.<br />
Su escritura tuvo, entre otras cosas, personajes que son álter egos de sí mismo y despliegues<br />
Izq. Robert Walser en su pubertad.<br />
Por aquella época, su padre lo saca<br />
del colegio para que trabaje y ayude<br />
a su familia.<br />
Centro. Su hermano Karl, ilustrador,<br />
plástico y escenógrafo, a quien<br />
Robert siguió a Berlín en 1905,<br />
donde trabajaría de mayordomo.<br />
Der. Su hermana Lisa a quien<br />
Robert idolatraba, y tomó como<br />
modelo para construir el personaje<br />
de la institutriz, Hedwig, de Los<br />
hermanos Tanner.
Izq. Su hermana Fanny quien ayudó<br />
a Robert varias veces consiguiéndole<br />
empleos.<br />
Centro. Su hermano Hermann era<br />
profesor de geografía y se suicidó<br />
en 1919.<br />
Der. Su hermano Ernst, quien murió<br />
en 1916, luego de haber estado internado<br />
en el hospicio de Waldau.<br />
de un humorismo que tiene algo de místico: Jakob von Guten, el adolescente de la novela<br />
homónima que publicó en 1909, se jacta de “no poder descubrir nada digno de consideración<br />
o estima en mi persona” y de “ser humilde y seguir siéndolo”. En un texto breve titulado Discurso<br />
a un botón, el narrador que está cosiendo el botón que se ha desprendido de su chaqueta,<br />
le agradece los servicios prestados durante más de siete años por su “fidelidad, celo y perseverancia”.<br />
Walser no cultivó ninguna clase de épica, sus personajes solitarios, desinteresados<br />
por el éxito, la rutina, la comodidad burguesa y la opresión de lo cotidiano, están hechos, en<br />
muchos casos, para descubrir la belleza del paisaje que los rodea, sea este el parque de una<br />
ciudad o un espeso bosque.<br />
De Berlín, Walser terminó yéndose a los 35 años: “Cuando en 1913 regresé a Biel desde Berlín,<br />
con cien francos en el bolsillo, me pareció aconsejable pasar lo más inadvertido posible<br />
–contó muchos años más tarde a Seelig–. Realmente, no había nada de lo que presumir. Salía<br />
a pasear solo de día y de noche; entretanto, me dedicaba a escribir”. De modo que el hecho<br />
de deambular por las ciudades se muestra como un elemento fundamental de su obra, pero<br />
Biel, como “ciudad-musa” se extinguió pronto: “En aquella época yo era muy pobre. Además,<br />
los motivos y temas accesorios que sacaba de Biel y de su entorno se fueron agotando poco<br />
a poco. En esa situación me escribió mi hermana Fanny, diciendo que había encontrado un<br />
puesto para mí en Berna, en el archivo cantonal. No podía negarme. Por desgracia, al cabo de<br />
seis meses discutí con mi jefe cuya paciencia colmé con una observación descarada. Me despidió,<br />
y volví a dedicarme a escribir”.<br />
La influencia del contexto, o más específicamente del carácter de los lugares en los que vivía,<br />
marcaban a Walser de una forma cada vez más densa. Dijo sobre su estada en Berna: “Bajo<br />
la impresión de esa ciudad vital y violenta, empecé a escribir de manera menos bucólica, más<br />
varonil e internacional que en Biel, donde me servía de un estilo melindroso (…). En los últimos<br />
años en Berna me atormentaron desordenados sueños: truenos, gritos, manos que me<br />
estrangulaban, voces alucinadas, de tal modo que a menudo me despertaba gritando”. Entonces<br />
regresó a Suiza y vivió durante un breve período de tiempo con su hermana Lisa Walser<br />
y trabajó como profesor. Luego pasó unos días en Biel con su padre quien, al año siguiente,<br />
murió. La locura no fue un hecho aislado en su familia: a los desórdenes mentales de su madre,<br />
se sumaron los de su hermano Ernst Walser, quien murió después de estar internado en<br />
el manicomio de Waldau, a finales de 1916. En 1919, otro de sus hermanos Hermann Walser,<br />
profesor de geografía en Berna, se suicidó.<br />
Alan Pauls sintetizó estos años en los que Walser fue de una ciudad a otra, los años previos a<br />
su internación en el hospicio de Wandau en el que murió, haciendo foco en sus mentadas caminatas:<br />
“A fines de los años 20, despedido de un empleo por insolente, Walser sale de su madriguera,<br />
redescubre las luces de Berna y la escritura y empieza a recibir numerosos encargos<br />
de diarios y revistas extranjeras. Resultado: surménage intelectual. Lo acosan sueños poblados<br />
de truenos, voces con eco y manos que le buscan la garganta, de los que despierta aullando de<br />
terror. Se vuelve dromómano. Camina de día y de noche, sin parar. Una vez sale de Berna a<br />
las dos de la mañana y llega a Thonon a las seis; a primera hora de la tarde hace una parada a<br />
o3
o4<br />
orillas del Niesen, donde apura una lata de sardinas con un trozo de pan; vuelve a Thonon al<br />
anochecer; a medianoche está otra vez en Berna. “Todo a pie, por supuesto”, declara. Otra de<br />
sus hazañas peatonales es el tramo Berna-Ginebra de un tirón, con noche en Ginebra y regreso<br />
a Berna a la mañana siguiente.”<br />
Durante la Primera Guerra Mundial, Walser hizo el servicio militar. La vida de soldado no<br />
pareció afectarlo muy dramáticamente: “Siempre me llevé bien con mis compañeros, pero los<br />
oficiales solían decir: Walser es usted un vago. Cosa que no me preocupaba mucho”.<br />
Amén de sus textos en prosa y poemas, Walser tuvo con la escritura una relación física que se<br />
distinguió de las de sus pares, sobre la que el Nobel sudafricano J. M. Coetzee escribió: “Ser<br />
un escritor fue difícil para Walser en el más elemental de los niveles. No usaba una máquina<br />
de escribir, escribía a mano con una letra muy clara y bien formada de la que él se enorgullecía.<br />
Los manuscritos que han sobrevivido son modelos de caligrafía. La escritura a mano<br />
fue uno de los puntos en que los trastornos psiquiátricos se manifestaron primero. En algún<br />
momento durante sus treinta comenzó a sufrir calambres psicosomáticos en su mano derecha<br />
que él atribuyó a una animosidad inconsciente hacia la lapicera como herramienta. Fue capaz<br />
de superar esos trances sólo dejando la lapicera y cambiándola por un lápiz. El uso del lápiz<br />
fue lo suficientemente importante para Walser como para llamarlo ‘su sistema del lápiz’ o ‘su<br />
método del lápiz’. (…) Más interesante que la letra en sí misma, es la cuestión de lo que el<br />
‘método del lápiz’ hizo posible para Walser como escritor, algo que la lapicera no pudo proveerle<br />
(siguió usando lapicera para copias en limpio así como también para correspondencias).<br />
La respuesta parece ser que, tal como un artista con un palo de carbón entre sus dedos, Walser<br />
necesitaba tener un movimiento de mano rítmico y constante antes de que pudiera caer en<br />
un estado de ánimo en el que la ensoñación, la composición y el flujo de la propia herramienta<br />
de escritura se convirtiera en una misma cosa. En un artículo titulado ‘Boceto en lápiz’ de<br />
1926-1927, menciona la ‘felicidad excepcional’ que el método del lápiz le permitió tener. ‘Me<br />
calma y me alegra’, dijo en alguna parte. Los textos de Walser no están dirigidos ni por la lógica<br />
ni por la narrativa, sino por estados de ánimo, fantasías y asociaciones: en temperamento él<br />
es menos un pensador o un contador de historias que un ensayista. El lápiz y la autoinventada<br />
letra estenográfica permitieron el decisivo, ininterrumpido y todavía fantasioso movimiento de<br />
mano que se volvió indispensable para su ánimo creativo”.<br />
Este método tan personal de escritura que Walser explotó principalmente en los últimos años<br />
de su carrera literaria ha fascinado a muchos otros escritores, entre ellos a Juan José Saer que<br />
lo definió como una “escritura secreta, fuga tímida fuera del alcance del público, de uno de<br />
los grandes escritores en lengua alemana del siglo XX (…). En los microgramas de Walser,<br />
una motita, una anfractuosidad u otra casi invisible imperfección material del papel, perturba<br />
la lectura de una sílaba, de una palabra, mono o bisilábica, y puede ocultar el sentido de una<br />
frase y, si se repite varias veces, aún de un texto entero. Y justamente, es el papel que Walser<br />
acostumbraba utilizar, lo que ha suscitado entre sus críticos y sus biógrafos, las más perplejas<br />
reflexiones. Walser acostumbraba escribir en hojas de almanaque (que solía cortar por la mitad),<br />
en reversos de facturas, de volantes, de sobres ya utilizados. A menudo, nuevos textos<br />
Izq. Microgramas de Walser a los<br />
que Juan José Saer definió como<br />
“escritura secreta, fuga tímida fuera<br />
del alcance del público”.<br />
Der. Portada de Jacob Van Guten,<br />
escrita en 1909.
Izq. Ilustración que Karl Walser hizo<br />
para la primera edición de Las composiciones<br />
de Fritz Kocher (1904).<br />
Der. Walser a mediana edad,<br />
en Berlín.<br />
eran escritos en el dorso de alguna tarjeta postal e incluso en el de alguna circular impresa<br />
con la que tal o cual revista le comunicaba el rechazo de algún texto anterior enviado para la<br />
publicación”.<br />
Según Seelig, los períodos más fructíferos de Walser fueron los de Berlín y de Berna. Entre<br />
sus novelas y textos más conocidos se cuentan Los hermanos Tanner, de 1907; El ayudante, de<br />
1908; Jakob von Guten, que tuvo algunas muy poco conocidas adaptaciones cinematográficas,<br />
y El bandido, donde hay un narrador que habla sobre el bandido en cuestión; un ser difícil<br />
de encasillar, raro, que tiene una gran vocación por el sometimiento. El narrador actúa como<br />
intérprete y álter ego del bandido y, en la medida en que avanza la historia, lo va desplazando<br />
y sustituyendo como si el protagonista se hubiera venido desdoblando en dos: el que actúa y el<br />
que lo pone en palabras.<br />
Según Coetzee, “Como personaje literario, Jakob von Guten no tiene precedente. En el placer<br />
que él tiene en extraerse de sí mismo, tiene algo del Underground Man (Memorias del<br />
subsuelo) de Dostoievski y, detrás de él, de Confessions (Confesiones) de Jean-Jacques Rousseau.<br />
Pero, como señaló la primera traductora al francés de Walser, Marthe Robert, hay también<br />
en Jakob algo del héroe del cuento tradicional alemán, algo del muchacho que entra al<br />
castillo del gigante y triunfa a pesar de todos los obstáculos. Kafka, al principio de su carrera,<br />
admiraba el trabajo de Walser (Max Brod recuerda con qué deleite leía Kafka en voz alta los<br />
sketches humorísticos de Walser)”.<br />
Sobre sus novelas, tan alejadas de lo tradicional, Pauls proporcionó una visión que insiste en<br />
la relación entre la obra y el modo de ser de su autor: “Llamarlas novelas es necio y, sobre<br />
todo, un poco tosco; son libros sin corregir ni terminar, en los que nada añora, sin embargo,<br />
esas cláusulas del oficio narrativo; son documentos íntimos, informes autobiográficos apenas<br />
travestidos, pero lo que importa en ellos no es tanto la verdad que encierran como el modo<br />
raído y rutinario en que la impersonalizan. Lisa, la hermana que Walser idolatró, es sin duda<br />
el original de Hedwig, la institutriz abnegada de Los hermanos Tanner; es fácil reconocer en<br />
El dependiente rastros múltiples de la temporada que Walser pasó como empleado contable<br />
en Wädenswil, y el instituto que regentea el señor Benjamenta, dedicado a formar ‘ceros a la<br />
izquierda magníficos, redondos como una pelota’, calca la academia berlinesa donde el joven<br />
Walser aprendió a servir. Pero ¿qué valor pueden tener esas referencias, ancladas todas en una<br />
vida preexistente, comparadas con la extraña forma de vida que esas páginas hacen existir<br />
Como Kafka, Walser habló y escribió mucho sobre sí mismo, pero lo que anima esa verborragia<br />
es una voluntad encarnizada de extinción, el sueño –paradójico, tal vez imposible– de no<br />
ser nadie, de ser menos que nadie, de ser cero”.<br />
La mayor parte de sus biógrafos coinciden en señalar que dejó por completo de lado la escritura<br />
entre 1932 y 1933. A lo largo de los 23 años siguientes, Seelig lo visitó y registró aquellos<br />
encuentros con un tono muy acorde a la obra del entrevistado. El libro de Seelig –amigo y<br />
admirador entusiasta– tiene descripciones que, al modo de Walser, ofrecen detalles: la ropa,<br />
la comida, la cara o las caderas de una moza de taberna: ítems casi forzosos al momento de<br />
armar el clima necesario para aproximarse al autor de El paseo. La historia amorfa, hecha de<br />
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o6<br />
diálogos y recuerdos transcurre, precisamente, a lo largo de una sucesión de paseos en los<br />
que Seelig testimonia distintos estados de ánimo de Walser, da cuenta de cómo este va envejeciendo.<br />
“Gracias a Seelig –reconoce Pauls– sabemos hasta qué punto la vida de hospicio es,<br />
para Walser, un paraíso de la subordinación, el ecosistema ideal para llevar hasta las últimas<br />
consecuencias su política de aplazamientos y suspensiones. Por la mañana, Walser colabora<br />
con los empleados del asilo en las tareas de limpieza; por la tarde, durante las horas de trabajo<br />
reglamentarias, ordena lentejas, habas y castañas en tres montañitas separadas, o arma bolsas<br />
de papel. ‘Se esfuerza por trabajar lo más posible y refunfuña si lo molestan’, escribe Seelig,<br />
‘y en los ratos de ocio se sumerge en revistas amarillentas o en libros viejos’. Según el director<br />
del hospicio, el doctor Pfister, Walser jamás muestra el menor deseo de entregarse a alguna<br />
actividad artística. ‘¿Y la escritura’, pregunta Seelig, intrigado. Walser alega que ‘es absurdo y<br />
grosero, sabiendo que estoy en un hospicio, pedirme que siga escribiendo libros’. Sólo puede<br />
escribir en libertad, dice, y hasta tanto no se cumpla esa condición, ni siquiera podrá considerar<br />
la posibilidad de retomar la escritura. ‘Tengo la impresión de que usted no aspira en absoluto<br />
a esa libertad’, observa Seelig. ‘No hay nadie que me la ofrezca, así que hay que esperar’,<br />
contesta Walser. Pero Seelig insiste: ‘Una vez fuera del hospicio, ¿volvería usted a escribir’.<br />
Walser: ‘Ante esa pregunta sólo hay una reacción posible: no contestar’.<br />
Quizás no sea correcto hablar de un abandono total de la literatura por parte de Walser, ya<br />
que dejó de escribir pero no de leer y de reflexionar, a pesar de estar internado, sobre el panorama<br />
literario que le tocó vivir. Solía ser duro con las nuevas políticas literarias de su época,<br />
dijo, sobre el hecho de premiar a jóvenes escritores para incentivarlos: ‘Las sumas pequeñas<br />
mueven a burla y humillación. Personalmente prefiero hundirme en la mierda antes que tener<br />
que decir merci a mezquinos donantes. Hacer favores siempre es mejor que recibirlos’. Y fue<br />
humilde al momento de ser inscripto entre los grandes autores de todos los tiempos: cuando<br />
Seelig lo mencionó al lado de Charles Dickens en una misma oración, le espetó: ‘¡No, no! Le<br />
ruego encarecidamente que no vuelva a mencionar nunca más mi nombre junto al de tales<br />
maestros. Ni a susurrarlo siquiera. Ser mencionado en su compañía me impulsa a esconderme’.<br />
En el mismo sentido, cuando su amigo y entrevistador le preguntó por qué París no figuró<br />
entre las ciudades de su eterno vagabundeo, respondió: ‘¿A París ¡Jamás! Jamás me habría<br />
atrevido a ir donde Balzac, Flaubert, Maupassant y Stendhal trabajaron de forma tan inimitable’.<br />
Y en otra charla, pareció confesarse: ‘Nunca estuve celoso de los clásicos. En cambio sí<br />
lo estuve de escritores de segunda fila’.”<br />
Según Pauls, el diagnóstico que lo llevó a ser internado en una clínica para enfermos mentales<br />
y concluyó prácticamente con su obra escrita, pareciera ser precedente a la misma: “Según la<br />
secuencia cronológica, Walser escribió primero y ‘enloqueció’ después. Pero su literatura invierte<br />
ese orden radicalmente. Los suyos son textos que parecen escritos después de la locura,<br />
por alguien que asoma la cabeza entre escombros y, muy despacio, como si temiera astillarse<br />
los huesos, reanuda lo que la catástrofe había interrumpido. Opaca y aniñada, la prosa de Walser<br />
se abre paso en la lengua con cautela, delicadamente, como quien mueve un brazo alguna<br />
vez roto y que meses de yeso entumecieron. Sus frases tienen la corrección nítida, un poco<br />
Izq. Una de las ediciones de Diario<br />
de 1926.<br />
Der. Placa recordatoria en Berlín.
“Envuelto en la legitimidad artística,<br />
me dediqué simplemente a improvisar”,<br />
le dijo a Seelig, en uno de<br />
sus tantos encuentros a lo largo de<br />
23 años.<br />
Der. Robert Walser en su edad<br />
adulta.<br />
alucinatoria, de los ejemplos que aparecen en las gramáticas de las lenguas extranjeras: prosa<br />
de rehabilitado. En ese sentido, el cero al que Walser aspira es menos un descenso, una autodegradación,<br />
que una meseta laboriosamente conquistada, la zona neutral donde no hay nada<br />
todavía, pero donde todo, sin embargo, puede ser posible”.<br />
Walser propició la especulación acerca de su figura por parte de muchos escritores, Saer<br />
apuntó que “Los juicios que han suscitado sus primeros textos en sus confidenciales aunque<br />
conspicuos admiradores, confirman que el carácter contingente, ajeno a cualquier finalidad<br />
externa, es la virtud más exaltante de su literatura. Para Canetti, Walser es un escritor sin<br />
motivo, en tanto que Benjamin considera su prosa como una depravación de la lengua totalmente<br />
fortuita y sin embargo atrayente y fascinante. Y Robert Musil escribió que tal vez la<br />
prosa de Walser podría no ser más que un juego, pero no un juego literario, sino un juego humano,<br />
ágil y armonioso, desbordante de imaginación y de libertad, y que ofrece toda la riqueza<br />
moral de esas jornadas de ocio, inútiles en apariencia, en las que nuestras convicciones más<br />
firmes se deshacen en una agradable indiferencia”.<br />
La escritura microscópica es vista como uno de los primeros indicios de enfermedad mental<br />
en Walser por muchos autores y es claro que un aplastante agotamiento mental precedió a<br />
su internación: “Walser se queda literalmente seco, ‘como una estufa a la que se le acaba el<br />
combustible’ –se explaya Pauls–. Insiste, atormentando sus ‘meninges para no extraerles más<br />
que pavadas’. Intenta, por fin, suicidarse, pero es incapaz de hacer un nudo corredizo como la<br />
gente. Su hermana Lisa lo lleva al hospicio de Waldau”.<br />
Lisa fue quien tuvo que ocuparse de dejarlo en un manicomio. Sobre su ingreso a aquel lugar,<br />
escribió Coetzee: “Era claro que Walser ya no podía vivir solo. Su familia estaba contaminada:<br />
su madre había sido una depresiva crónica, uno de sus hermanos se había suicidado, otro<br />
había muerto en un hospital psiquiátrico. Se sugirió que su hermana lo había aceptado, pero<br />
ella no quiso. Entonces Walser aceptó ser internado en un sanatorio en Waldau. ‘Considerablemente<br />
deprimido y severamente inhibido’, decía el reporte médico inicial. ‘Respondió<br />
evasivamente a las preguntas sobre estar enfermo de la vida’. En evaluaciones posteriores, los<br />
doctores de Walser no se ponían de acuerdo acerca de qué, o si algo, estaba mal en él. Inclusive<br />
le insistieron para que tratara de vivir afuera nuevamente. Sin embargo, los cimientos de la<br />
rutina institucional se tornaron indispensables para él y eligió quedarse. En 1933 su familia lo<br />
transfirió a un asilo en Herisau, donde tenía derecho a asistencia social. Allí ocupó su tiempo<br />
en tareas como pegar bolsas de papel y clasificar frijoles. Permaneció en total dominio de sus<br />
facultades, seguía leyendo los diarios y revistas populares; pero, después de 1932, no escribió”.<br />
En uno de los encuentros con Seelig en los que los dos hombres alternaban caminatas con<br />
comidas en diversos restaurantes, reflexionó sobre sus primeros trabajos impiadosamente, y<br />
hasta justificándose: “Si volviera a tener 30 años, no volvería a escribir sin objeto, como un<br />
muchachuelo romántico, solitario y despreocupado. No se puede negar a la sociedad. Hay que<br />
vivir en ella y luchar por ella o contra ella. Ese es el defecto de mis novelas. Son demasiado<br />
extravagantes y demasiado reflexivas, y su composición es a menudo descuidada. Envuelto en<br />
la legitimidad artística me dediqué simplemente a improvisar”.<br />
o7
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Soñador, atormentado, Walser decía lo que pensaba a través de sus personajes: “Los verdaderos<br />
hombres, los seres humanos de verdad no son jamás visiblemente bellos –escribió en<br />
Jakob von Guten–. Un hombre que lleve una barba realmente hermosa o es un cantante de<br />
ópera o el jefe de sección, bien remunerado, de algún gran almacén. Los falsos hombres son,<br />
por regla general, hermosos”. Aunque fue cultor del detalle, la humanidad en conjunto también<br />
sacaba sentencias de su boca, le dijo a Seelig, otra vez con dejos místicos: “Creo que poco<br />
a poco las personas se convierten en ángeles o demonios”. Transitando los matices, Walser<br />
reconocía absolutos como lo son las Tinieblas y la Luz en términos religiosos: “¿Acaso la vida<br />
humana está siempre llena de sol ¿No son la luz y las sombras las que le dan sentido”.<br />
La muerte de Walser fue descripta por Coetzee como un hecho esencial en las lecturas posteriores<br />
que se hicieron de él como escritor: “El día de Navidad de 1956, la policía de la ciudad<br />
de Herisau, al este de Suiza, recibió un llamado: un grupo niños se había topado con el cadáver<br />
de un hombre, muerto por el frío, en un campo cubierto de nieve. Al llegar a la escena, la<br />
policía tomó fotografías y removió el cuerpo. El hombre muerto fue identificado fácilmente:<br />
era Robert Walser, de 78 años, extraviado de un hospital psiquiátrico. En sus tempranos años,<br />
Walser se había ganado cierta reputación en Suiza y en Alemania como escritor. Algunos de<br />
sus libros todavía estaban en la imprenta, entre ellos había una biografía de él. Pasar un cuarto<br />
de siglo en instituciones mentales, había secado su escritura. Las largas caminatas por el campo,<br />
como en la que murió, habían sido su principal esparcimiento. Las fotografías de la policía<br />
mostraban a un anciano en sobretodo y botas tirado en la nieve, sus ojos abiertos, su mandíbula<br />
floja. (…) La supuesta locura de Walser, su solitaria muerte y el descubrimiento post<br />
mortem de sus escritos secretos, fueron los pilares en los cuales se basó su legendaria leyenda<br />
como un genio escandalosamente descuidado”.<br />
Por su parte, el escritor español Enrique Vila-Matas, autor de Doctor Pasavento, una ficción<br />
centrada en la figura de Walser, no ocultó la admiración que la muerte del autor le produjo:<br />
“No sé explicar la página en blanco, pero sí me siento próximo a la nieve. Me fascina la muerte<br />
de Robert Walser. Ocurrió un día de Navidad que salió a caminar por los alrededores del<br />
sanatorio y murió sobre la nieve. No puede ser una muerte más metafórica sobre la pureza de<br />
su estilo y de su vida. Fue encontrado por dos niñas que pasaban por allí ese día de Navidad y<br />
colocaron una flor al lado del cadáver”.<br />
Sin embargo, hay otro escritor que relató esa muerte en la nieve, pero mucho antes de que<br />
aconteciera y diferenciándose en pocos detalles de lo que ocurrió fuera de la ficción. Ese<br />
escritor es el propio Walser, quien en un hecho de tintes premonitorios, casi fantásticos, (un<br />
hecho que hace aún más atractiva su biografía) adjudicó a uno de sus personajes una muerte<br />
romántica, una muerte que alcanza al caminante en un lugar más que apropiado para su<br />
temperamento, exactamente como lo alcanzó a él: Sebastián, el poeta un poco ridículo de Los<br />
hermanos Tanner, es hallado en la nieve por Simón: “En la mitad de la subida vio de pronto<br />
Simón a un hombre joven echado sobre la nieve, en medio del camino. (…) El hombre yacía<br />
inmóvil y la oscuridad empezaba a enseñorearse del bosque (...). Se había congelado allí, sin<br />
duda debía de llevar mucho rato junto a aquel camino. (…) La cara y las manos se habían<br />
congelado hacía rato, y la ropa estaba adherida al gélido cuerpo. Sebastián debió de haberse<br />
desplomado allí, víctima de un cansancio enorme que no podía soportar. (…) No tengo tiempo<br />
–dijo Simón para sus adentros– debo darme prisa para llegar siquiera a la próxima ciudad,<br />
de lo contrario no tendría ningún temor en quedarme un rato más junto a este pobre muerto,<br />
que era poeta y soñador. ¡Con qué nobleza ha elegido su tumba! Yacer en medio de espléndidos<br />
abetos verdes cubiertos de nieve”<br />
Fuentes<br />
Paseos con Robert Walser, Carl<br />
Seelig (Siruela).<br />
Los hermanos Tanner, Robert Walser<br />
(Siruela).<br />
El bandido, Robert Walser (Siruela).<br />
Diario El País (España).<br />
Agradecemos a Alan Pauls.<br />
http://enlenguapropia.wordpress.<br />
com/
“–Y ese número de lunáticos<br />
se está volviendo mayor<br />
año a año –dijo un hombre<br />
pomposo.<br />
–Así dicen –dijo Arthur– y<br />
cuando el 90 por ciento de<br />
nosotros sea lunático, a los<br />
asilos se les dará el uso que<br />
les es propio.<br />
–¿Y que consiste en…<br />
–preguntó solemnemente<br />
el hombre pomposo.<br />
–¡Resguardar a los cuerdos! –dijo Arthur–. ¡Nos confinaremos<br />
en ellos! Los lunáticos harán todo lo que quieran,<br />
afuera. Será un poco estrafalario, sin duda: habrá choques<br />
de trenes todo el tiempo; las máquinas de vapor estallarán<br />
siempre; la mayor parte de las ciudades se incendiará; la<br />
mayor parte de los barcos se hundirá…<br />
–¡Y la mayor parte de los hombres se matará! –murmuró el<br />
hombre pomposo que estaba desesperadamente confundido.<br />
–Por cierto –asintió Arthur–. Hasta que al final habrá menos<br />
lunáticos que hombres cuerdos. Entonces saldremos; y<br />
ellos entrarán: ¡y las cosas volverán a su estado normal!”<br />
Esta forma de ridiculizar las fronteras es propia de Carroll,<br />
como buen lógico que apostó a la poesía.<br />
forma de hallar una ficción donde existir. Por eso muere<br />
cuando la encuentra.<br />
Chesterton yuxtaponía destino con desatino. En su ensayo<br />
breve “Defensa del desatino”, donde compara a dos<br />
representantes del non-sens (o del absurdo) Edward Lear<br />
y Lewis Carroll, da cuenta de la “verdadera” realidad de<br />
la existencia humana: “Mientras consideremos a un árbol<br />
como cosa obvia, natural y razonablemente creada para<br />
alimentar a una jirafa, no podemos maravillarnos cabalmente<br />
de él. Cuando lo consideramos como prodigiosa ola<br />
de tierra viviente que se alarga hacia los cielos sin ninguna<br />
razón particular, sólo entonces nos quitamos el sombrero,<br />
para asombro del guardián del parque. Visto desde ese<br />
otro lado –la subjetividad– un pájaro es flor desprendida<br />
de la cadena de su tallo; un hombre es cuadrúpedo mendigando<br />
sobre sus patas traseras; una casa es sombrero<br />
gigantesco para prometer a un hombre del sol; una silla es<br />
aparato de cuatro piernas de madera para un tullido que<br />
sólo cuenta con dos. Esta es la faz de las cosas que tiende<br />
más realmente al asombro espiritual”.<br />
Defensa del desatino<br />
En la literatura estar loco no merece ninguna reclusión.<br />
Es un estado narrativo; la posibilidad de inventar una historia<br />
o convertirse en otra cosa. Los personajes llamados<br />
“locos” –me refiero a los habitantes de la ficción– suelen<br />
protagonizar aventuras desopilantes. Otro clásico y loco<br />
maravilloso, abonado a la imaginación como pocos, es Don<br />
Quijote. Toda la primera parte de sus aventuras se rige<br />
por la fantasía. La realidad es su invento, no sólo por los<br />
molinos de viento… Dulcinea, fundamentalmente, es la<br />
más perfecta de sus creaciones. Y contrasta bastante con<br />
el comentario realista –¿inconducente– de Sancho Panza,<br />
quien la considera “labradora tosca y fea…”. Sin embargo,<br />
en la segunda parte de la novela, Don Quijote ya no estará<br />
a salvo montado en el lenguaje; comienza a “sanchificar”<br />
la realidad y pierde toda razón de vivir. Hasta verá a su<br />
Dulcinea transformada en fea labradora a la que encima<br />
“le quitaron el buen olor”: “Olía –dice– a ajos crudos”. En<br />
su destino como personaje de ficción “perder la razón” se<br />
opone a “perder la razón de vivir”. Perder la razón era su<br />
Memorias de locos: Flaubert y Gogol<br />
Hay dos pequeños textos literarios, tan distintos como<br />
parecidos sus títulos. Memorias de un loco, de Flaubert<br />
y Diario de un loco, de Gogol. También coinciden en el<br />
tiempo. Ambos fueron escritos entre los años 30 y 40 del<br />
siglo XIX. La diferencia radica en sus narradores. Uno<br />
35
36<br />
está del lado de la locura<br />
permitida, el fervor del artista<br />
adolescente; el otro de la<br />
locura sancionada, la fantasía<br />
delirante. El de Flaubert es<br />
un personaje adorador, al<br />
tiempo que desafiante. Se<br />
trata de un diario en primera<br />
persona, donde el recuerdo<br />
de una atracción femenina<br />
en los primeros años de la<br />
adolescencia, fija la intensidad<br />
en un punto irreversible. Todo remite a ese contacto<br />
estremecedor. Como Laura en Petrarca, Beatrice para<br />
Dante o la prima Eleonora de Edgar Allan Poe. Es un<br />
eufórico in crescendo hacia una suerte de desafío verbal<br />
al propio verbo, a la creación. “Oh el infinito, oh la eternidad,<br />
oh inmensa locura. ¿Y cuando no haya nada Ah, el<br />
vacío se cansará también de existir. ¡Qué extraña toda esta<br />
diversidad de opiniones, creencias, sistemas, y de locuras!”<br />
Al tratarse de un primer Flaubert, todavía lejano del realismo<br />
de Madame Bovary, más próximo al romanticismo<br />
de Goethe, estamos ante un texto plagado de anhelos, preguntas<br />
y desesperación. Una reflexión hiperbólica sobre la<br />
nostalgia y el devenir, donde la libertad está condicionada<br />
por la avaricia de la satisfacción. “¿Eres libre de los principios<br />
según los cuales riges tu conducta” Finalmente, el<br />
loco flaubertiano se entrega a la “grandeza del polvo, y la<br />
majestad de la nada”.<br />
El loco de Gogol es más próximo al desatino, pero con<br />
trágicas consecuencias. Aksenti Ivanovich es un consejero<br />
titular que alucina con devenir rey. Al principio, las anotaciones<br />
en su diario son ordenadas, aparecen las fechas de<br />
cada día, desde el momento en que también fue preso de<br />
la mirada de una muchacha. Al verla, “sentí que mi corazón<br />
quedaba herido. Dios mío, estoy perdido, pensé”. A<br />
partir de entonces, el personaje nos ofrece paulatinamente<br />
su locura. Su primer descubrimiento es la conversación<br />
entre dos perros, que lo llevará a invadir la cucha de la<br />
hembra creyendo que allí esconde una correspondencia<br />
secreta. A través de estas cartas “perrunas”, Ivanovich<br />
busca descubrir el verdadero amor de Sofía, la hija del director.<br />
Como si los perros testimoniaran mejor la comedia<br />
humana. Nuestro descubrimiento, como lectores, es la<br />
falla en la inscripción de sus días. Veremos que de golpe<br />
pasa de un 8 de noviembre o un 10 de octubre al “Día 43<br />
de abril del año 2000” o “Día 86 de martubre” o “Día 34<br />
de febrero de 343”. Hasta que uno de esos “locos” días,<br />
Ivanovich deviene rey: “¡Hoy es un gran día! ¡En España<br />
hay un rey! ¡Por fin ha sido encontrado! Y este rey soy yo.<br />
Reconozco que al parecer me ha iluminado un rayo. No<br />
comprendo cómo pude pensar e imaginarme que era un<br />
consejero titular. ¿Cómo pudo ocurrírseme una idea tan<br />
loca Menos mal que entonces no se le antojó a nadie<br />
meterme en una casa de locos. Ahora me ha sido revelado<br />
todo, ahora lo veo todo con claridad. Antes no comprendía,<br />
antes diríase que todo lo que veía estaba sumido en<br />
la niebla. Todo esto sucede, creo yo, porque la gente se<br />
imagina que el cerebro de una persona está en su cabeza;<br />
pero no es así, es el viento quien lo trae del mar Caspio”.<br />
Lo que anota se desfasa de lo que ocurre realmente: “¡Qué<br />
país tan extraño es España! Al entrar en la primera habitación,<br />
vi a muchas personas con el pelo cortado al rape, y<br />
en seguida me figuré que debían de ser dominicos o capuchinos,<br />
pues tienen el hábito de afeitarse la cabeza”.<br />
Tanto en Flaubert como en Gogol, el personaje loco que<br />
escribe el diario o las memorias, modela la realidad según<br />
su anhelo o desesperación, haciendo malabarismo con las<br />
palabras para sostener su vida.<br />
Por suerte a los personajes no se los encierra más que el<br />
autor en su propio libro
INTERNET<br />
Pasan los siglos y el hombre sigue tratando<br />
de comprender cómo fueron hechas<br />
las pirámides egipcias. Esta animación<br />
en 3D explica una nueva teoría para estudiar.<br />
http://alt1040.com/2014/03/supermangopro<br />
El grupo Corredor Digital se preguntó<br />
cómo se verá el mundo en los ojos de los<br />
superhéroes. Entonces imaginaron que a<br />
cada uno les daban una GoPro, lo último<br />
en filmadoras portátiles. En este link vemos<br />
el resultado de un día en la vida de<br />
Superman.<br />
http://pijamasurf.com/2013/08/animacionen-3d-explica-nueva-teoria-sobre-la-construccion-de-las-piramides-de-egipto-video/<br />
http://www.victoriawill.com/TINTYPES<br />
Victoria Will es una fotógrafa que viene<br />
cubriendo el Sundance Film Festival<br />
desde hace cuatro años. Para la última<br />
edición, decidió hacerlo de un modo particular:<br />
retrató a 31 famosos hoy como si<br />
estuviéramos en 1850.<br />
http://www.imaginario.es/20-extranos-sedan-un-beso-por-primera-vez-estas-son-susreacciones/<br />
Otro experimento artístico es First Kiss,<br />
el registro de cómo vivieron veinte desconocidos<br />
la experiencia de darse un beso<br />
de novela por primera vez.<br />
@PunkandStuff<br />
En Twitter, además de gente que opina<br />
acerca de todo, también hay cuentas que<br />
comparten información interesante. Por<br />
ejemplo, @PunkandStuff , que es anónima,<br />
y se encarga de compilar fotos de la<br />
movida punk durante los 70. Material de<br />
colección.<br />
http://themetapicture.com/breaking-fiction/<br />
En la era de las series, vale la pena revisar<br />
qué influencias de películas históricas<br />
aparecen coladas en estos guiones que<br />
supieron destronar a las novelas. Breaking<br />
Bad es un buen ejemplo para desentrañar<br />
por qué algunas escenas resultan<br />
tan familiares.<br />
http://mashable.com/2014/03/10/38-nasaphotos-cosmos/utm_cid=mash-com-Twmain-link<br />
Mientras dormimos o vamos al trabajo,<br />
el universo sigue funcionando y la<br />
NASA, entre otros, le sigue el ritmo sin<br />
descanso. Es posible saber qué pasa allá<br />
arriba a través de este registro de fotos<br />
instantáneas que son parte de los mejores<br />
registros oficiales.<br />
http://hemingwayapp.com/<br />
Se sabe: a esta altura, hay aplicaciones<br />
para todo. Entre ellas, una especialmente<br />
diseñada para que los amantes de la literatura<br />
puedan escribir nada menos que<br />
como… ¡Hemingway! Da consejos sobre<br />
acortar oraciones, reemplazar adverbios<br />
por verbos y más.<br />
http://flavorwire.com/442727/wes-andersons-movies-crisply-summarized-instylish-charts/utm_source=twitter&utm_<br />
medium=socialflow&utm_campaign=Flavo<br />
rwireSocial<br />
De la larga lista de películas inolvidables<br />
hay que contabilizarle muchas a Wes<br />
Anderson. El artista gráfico Ben Biondo<br />
sumarió toda su obra en una serie digna<br />
para exponer incluso en las paredes de<br />
casa.<br />
37
Kurt Cobain<br />
Tema de tapa<br />
cuatro<br />
38<br />
Fuera de ESCALA<br />
Desde Syd Barret hasta Kurt Cobain, el rock ha dado figuras emblemáticas de colapsos varios y deterioro<br />
mental. Aquí, algunas de sus historias<br />
Por Juan Manuel Cibeira<br />
¿Genio y locura son sinónimos ¿La excentricidad es una<br />
característica de los creadores ¿Es posible ser un creativo<br />
sin rayar la locura Esta y otras preguntas suelen aparecer recurrentemente<br />
en busca de establecer si la genialidad suele ir<br />
acompañada de la locura. O, a la inversa si la locura esconde<br />
alguna forma de genialidad.<br />
Esa idea de que el artista es una especie distinta al resto de<br />
los humanos es un mito largamente sostenido desde la Anti-
güedad. El propio Aristóteles sostenía que el talento de un<br />
individuo podía reconocerse a través de sus manifestaciones<br />
de irracionalidad.<br />
El reconocido profesor en psiquiatría Arnold Ludwig, en<br />
su libro The Price of Greatness (El precio de la grandeza),<br />
de 1995, examina la relación entre los excepcionales logros<br />
creativos y las alteraciones mentales. A grosso modo puede<br />
decirse que Ludwig llega a la conclusión de que las personas<br />
involucradas en profesiones artísticas son más proclives<br />
a sufrir alteraciones mentales durante su vida que aquellas<br />
que tienen ocupaciones más convencionales. Sin embargo<br />
la enfermedad mental no es condición necesaria para que se<br />
exprese el talento creador.<br />
Indudablemente no puede ser ajeno a esta conclusión el<br />
contexto que impone la sociedad actual, ávida de consumir<br />
figuras que llegan a la popularidad a través de sus conquistas<br />
artísticas. Particularmente el mundo de la música, con su desmesurada<br />
fábrica de estrellas instantáneas que son devoradas<br />
por un público siempre sediento del próximo éxito.<br />
La música pop, devenida industria multimillonaria, es el caldo<br />
de cultivo para que las muchas veces frágiles personalidades<br />
de sus creadores, terminen arrasadas en un cóctel letal de hedonismo,<br />
intoxicación e inestabilidad emocional. El pop y el<br />
rock tienen sus bajas, la mayoría huéspedes del gran Olimpo<br />
musical. El éxito tiene su precio, y muchas veces es la salud<br />
mental de su portador.<br />
Hay muchas historias de personalidades bipolares, depresivas<br />
o directamente esquizofrénicas que han triunfado, aunque no<br />
precisamente por su trastorno sino a pesar de él. Otros no resistieron<br />
la presión y se perdieron en el consumo abusivo de<br />
sustancias, que potenciaron aún más su alteración. Tomemos<br />
por ejemplo tres artistas, tres personalidades intensas, complejas<br />
psicológicamente e igualmente talentosas. Repasemos<br />
lo que ocurrió con Syd Barrett, malogrado creador de Pink<br />
Floyd; Brian Wilson, genio de los Beach Boys que enloqueció<br />
en su momento de mayor suceso; y Kurt Cobain, el líder<br />
del rock alternativo que terminó suicidándose.<br />
La primera de estas emblemáticas historias tiene como protagonista<br />
al joven músico británico Syd Barrett, fundador del<br />
grupo Pink Floyd<br />
junto a Roger<br />
Waters, Nick Mason<br />
y Rick Wright,<br />
que le dio el nombre<br />
uniendo los de<br />
los bluseros Pink<br />
Anderson y Floyd<br />
Council. Pronto<br />
se impuso como el<br />
motor creativo de<br />
la banda que en<br />
1967 grabó su disco<br />
Syd Barret<br />
debut The Piper at the Gates of Dawn con casi todas las canciones<br />
compuestas por él excepto por una de Waters. El impacto<br />
en la crítica fue muy intenso, el álbum se convirtió en<br />
un ícono de la psicodelia británica. En medio de este proceso,<br />
Barrett consumía drogas psicoactivas –como el LSD– y cada<br />
vez pasaba más tiempo “colgado”. El abuso llegó al punto de<br />
alterar toda posibilidad de realizar una vida normal… y también<br />
la de la banda.<br />
Luego de algunos problemas en los shows y colapsos varios,<br />
39
4o<br />
Brian Wilson<br />
el deterioro mental de Barrett era demasiado evidente. Roger<br />
Waters se puso al frente del grupo y todos acordaron buscarle<br />
un reemplazo para los shows, limitando a Barrett a la composición.<br />
El elegido fue David Gilmour, pero el manager de la<br />
banda consideró que no resultaría rentable y Syd quedó fuera<br />
de la banda sin que nadie se opusiera… Para el segundo disco<br />
de Pink Floyd, A Saucerful of Secrets, Barrett compuso solamente<br />
la última canción del disco. Así, en apenas tres años,<br />
Syd Barrett terminó con el último resquicio de cordura de su<br />
cerebro y también con la banda que había fundado. Luego de<br />
realizar algunos álbumes elaborados con sus ex compañeros<br />
de Floyd, Barrett se recluyó en la casa de sus padres y permaneció<br />
allí sin tomar contacto con nadie ni nada relacionado<br />
con la música. Veinte años pasaron hasta que una publicación<br />
musical británica descubrió su refugio y consiguió arrancarle<br />
una entrevista, pese a la oposición de los padres. Dijeron que<br />
Barrett no recordaba a Pink Floyd ni a sus compañeros.<br />
No menos conmovedora es la historia de Brian Wilson, el<br />
líder de los legendarios Beach Boys. En 1966 y con apenas 24<br />
años, Wilson y su banda dieron a luz Pet Sounds, un álbum<br />
que los llevó a la cima del éxito superando incluso a la que<br />
era la banda del momento, conocida como The Beatles…Wilson<br />
ya había dado muestras de la precocidad de su talento,<br />
a pesar de ser víctima de un padre abusador y violento que<br />
además era su manager, y que lo dejó casi sordo de un oído a<br />
causa de las palizas que le propinaba.<br />
En medio del creciente hippismo californiano, sexo y drogas<br />
sin límites, Wilson también se refugió en distintas sustancias<br />
para enfrentar su creciente paranoia y síntomas de alteraciones<br />
mentales. Obsesionado con alcanzar la perfección sonora,<br />
Wilson se enclaustraba en los estudios y se proponía grabar<br />
una obra mayor, un clásico que lo eternizaría y al que bautizó<br />
Smile. Sin embargo, el abuso de drogas y su obsesión lo<br />
llevaron a terminar solamente una canción, Good Vibrations.<br />
Wilson colapsó y fue diagnosticado con esquizofrenia y bipolaridad.<br />
Médicos inescrupulosos y tratamientos inadecuados<br />
terminaron por arrasar el último vestigio de cordura y Brian<br />
Wilson desapareció. Los años siguientes los pasó recluido en<br />
su habitación, durmiendo, comiendo y consumiendo medicamentos<br />
y más drogas.<br />
Llegó a pesar<br />
más de 150 kilos.<br />
Luego de varios intentos,<br />
hallaron un<br />
tratamiento adecuado<br />
y Wilson pudo<br />
volver a ser algo<br />
bastante parecido a<br />
una persona normal.<br />
Tanto como para<br />
retomar su proyecto<br />
discográfico y terminarlo.<br />
Casi cuarenta años después, en 2004, Brian Wilson<br />
editó su gran obra Smile.<br />
Otro ¿genio malogrado fue Kurt Cobain. Compositor, guitarrista<br />
y cantante de Nirvana fue el símbolo del rock alternativo<br />
que explotó en los 90 conocido como grunge. Otro chico<br />
con capacidades diferentes que siendo muy pequeño fue<br />
medicado por ser “hiperactivo”. Durante años, Cobain arras-
tró una bronquitis<br />
crónica y fuertes<br />
dolores estomacales<br />
y de espalda,<br />
que nunca fueron<br />
bien diagnosticados<br />
y que le generaban<br />
profundas depresiones.<br />
Esos malestares<br />
y la inestabilidad<br />
emocional que<br />
le generaba ser una<br />
estrella de rock, lo<br />
llevaron al consumo de heroína. Cobain estaba casado con<br />
Courtney Love, también artista de rock y adicta a las drogas<br />
y emocionalmente inestable, que estaba lejos de ser un cable<br />
a tierra… Luego de varios episodios de sobredosis, algunos<br />
caracterizados como intentos de suicidios, Cobain se pegó<br />
un tiro con una escopeta en su propia casa. Murió el artista y<br />
creció la leyenda.<br />
Si algo caracterizó la vida profesional de estos tres creadores<br />
fue su talento y también historias de quebranto psicológico<br />
y enfermedades mentales. Todos tuvieron su momento de<br />
gloria y ese fue un peso insoportable que los llevó al delirio<br />
y hasta la muerte. Esos rasgos de locura, ¿formaron parte de<br />
su faceta creadora Hoy la ciencia nos dice que no necesariamente<br />
genio y locura van de la mano, aunque la realidad a<br />
veces lo desmienta<br />
The Beach Boys<br />
* Periodista. Fue integrante del staff de la mítica revista Pelo. Actualmente<br />
forma parte del Departamento de Promoción de Warner Music
Juana la Loca, de Francisco Pradilla Ortiz (1878)<br />
Tema de tapa<br />
cinco<br />
Y quizás, será el rey, quizás de ser<br />
rey sería el loco de su loco.<br />
La enfermedad del poder<br />
Denis Diderot,<br />
El sobrino de Rameau<br />
42<br />
Por Emilia Simison<br />
En Elogio de la Locura de Erasmo de<br />
Rotterdam, la Locura nos cuenta que<br />
se siente libre de hablar de reyes y príncipes<br />
ya que es por ellos venerada sin<br />
ambages y con entera naturalidad al ser<br />
la razón por la que pueden ser felices<br />
en una vida que, con tantas responsabilidades,<br />
sería de otro modo insoportable.<br />
Y, de hecho, la locura y el poder<br />
parecen ir de la mano desde los tiempos<br />
más antiguos. Como nos señala el historiador<br />
británico Roy Porter, las leyendas<br />
griegas y la historia están repletas<br />
desde la Antigüedad de gobernantes<br />
que se vuelven locos como resultado de<br />
buscar llegar más allá de sus posibilida-<br />
des. Y esta tendencia no pareciera haber<br />
desaparecido con el tiempo... Aún<br />
así, algunos podrían pensar que unos<br />
cuantos casos de locura entre tantos gobernantes<br />
y políticos no deberían ser un<br />
tema por el que el ciudadano de a pie<br />
(sí, manera elegante de decir “vos, tus<br />
papás, tu tía Rosa, yo”) se debiera preocupar.<br />
Sin embargo, una pregunta viene<br />
inevitablemente a nuestras cabezas:<br />
¿qué puede llegar a hacer un político en<br />
un ataque de locura Después de todo,<br />
con el poder viene una gran responsabilidad<br />
y qué sería de nosotros si quienes<br />
lo tienen no fueran responsables de sus<br />
actos… Tal vez algunas historias de locuras<br />
de gobernantes de varios tiempos<br />
y latitudes puedan ayudarnos a pensar<br />
las causas y consecuencias de cuando<br />
poder, política y locura se juntan.<br />
Los reyes locos abundan y parecieran<br />
estar en todos lados: en los libros de<br />
historia, en las obras de Shakespeare,<br />
en ficciones contemporáneas como<br />
Game of Thrones y hasta en películas<br />
infantiles. Y es que la realidad parece<br />
superar la ficción y entrecruzarse con<br />
ella en personajes tales como Juana I de<br />
Castilla, conocida ni más ni menos que<br />
como Juana la Loca y acusada de haber<br />
padecido melancolía, trastorno depresivo<br />
severo, psicosis y hasta esquizofrenia
heredada. O el rey francés Carlos VI<br />
de quien se multiplican anécdotas que<br />
no dejan muy bien parada a su cordura.<br />
Por ejemplo, se dice que una vez tuvo<br />
la impresión de haber oído el zumbido<br />
de una lanza y pensando estar rodeado<br />
de enemigos, asesinó a cinco de sus<br />
propios soldados. Encima, semejante<br />
arranque de locura parece haber sido<br />
sólo el comienzo ya que más adelante<br />
empezaría a delirar, tirar objetos en<br />
el fuego sin razón aparente e, incluso,<br />
orinarse en sus trajes. Además, algunos<br />
relatos cuentan que creía ser tan frágil<br />
como un cristal por lo que exigía no<br />
ser tocado por nadie y buscaba mil maneras<br />
de evitar una caída que pudiera<br />
matarlo. También la salud de Jorge III<br />
ha dado de qué hablar ya que habría<br />
sido víctima de desórdenes mentales y<br />
nerviosos que llevaron a los habitantes<br />
del reino, y sobre todo a los cortesanos,<br />
a preocuparse porque pudiera atentar<br />
contra su propia vida. Los historiadores<br />
actuales afirman que posiblemente sus<br />
desórdenes eran consecuencia de la<br />
enfermedad sanguínea llamada porfiria,<br />
que habría afectado a varios monarcas<br />
británicos. Parece que la sangre azul no<br />
era tan pura después de todo…<br />
Más espeluznantes son las historias<br />
de Iván el Terrible quien, al parecer,<br />
tenía tal gusto por la sangre que desde<br />
pequeño se entretenía arrojando perros<br />
y gatos desde el techo del palacio para<br />
ver cómo se estrellaban contra el piso<br />
(¡una divinura el nene!). Su gusto por<br />
la sangre, además, no parece haber disminuido<br />
con la edad dada la afición que<br />
más tarde lo caracterizaría por las ejecuciones<br />
y torturas luego de las cuales se<br />
cuenta que se golpeaba la cabeza contra<br />
las paredes y rezaba por sus víctimas…<br />
También parecen haber sido síntoma de<br />
locura las ejecuciones sistemáticas ordenadas<br />
por el emperador romano Nerón,<br />
que incluyeron las de su propia madre<br />
y hermanastro, y, especialmente, la<br />
creencia generalizada de que mientras<br />
Roma ardía él continuaba componiendo<br />
plácidamente con su lira. Calígula fue<br />
otro emperador cuyas acciones parecen<br />
haber sido muchas veces fruto de la<br />
demencia y que, según algunos historiadores,<br />
se habría vuelto loco como<br />
consecuencia de su ascenso al trono, las<br />
medicaciones que habría tomado para<br />
curar los ataques que sufría, que hoy se<br />
suponen síntoma de epilepsia, o por el<br />
padecimiento de hipertiroidismo.<br />
Tampoco estas tierras estarían libres<br />
de la locura. Es más, de ella parecen<br />
haber sido víctimas dos de nuestros más<br />
grandes próceres: Bernardo O’Higgins<br />
y José de San Martín. O’Higgins habría<br />
sido víctima de ataques de angustia y<br />
desesperación, agresividad repentina y<br />
una marcada ambivalencia entre la tristeza<br />
y la exaltación, que hoy podrían calificarse<br />
como síntomas de un trastorno<br />
bipolar. A su vez, las enfermedades que<br />
afectaban la salud de San Martín parecen<br />
haberlo llevado a un consumo de<br />
opio que algunos testigos e historiadores<br />
entendieron como abuso y hasta adicción<br />
que, junto con su estado ansioso y<br />
las crisis convulsivas que sufría posiblemente<br />
fruto de padecer epilepsia, llevaron<br />
a que su vejez estuviera repleta de<br />
lo que muchos de quienes lo rodeaban<br />
identificaron como ataques de locura.<br />
Podríamos pensar que esto es historia<br />
antigua pero, aunque nos gustaría creer<br />
lo contrario, la locura en el poder no parece<br />
haber desaparecido. De hecho, en<br />
los siglos XX y XXI seguimos encontrando<br />
casos que, además, se multiplican al<br />
entremezclarse con las acusaciones de<br />
locura de las que son objeto predilecto<br />
los gobernantes. Es más, incluso en las<br />
obras del padre del psicoanálisis, Sigmund<br />
Freud, el caso conocido como<br />
“El presidente Schreber” expone un<br />
ejemplo en que el poder asociado a la<br />
política puede desencadenar la locura.<br />
Se trata del ex presidente del Superior<br />
Tribunal de Sajonia y doctor en jurisprudencia<br />
Daniel Paul Schreber quien<br />
escribe en su libro Memorias de un<br />
enfermo nervioso, que había estado dos<br />
veces enfermo de los nervios, ambas “a<br />
consecuencia de un exceso de esfuerzo<br />
mental”, la primera vez cuando se<br />
candidateó para ocupar un puesto en el<br />
Reichstag (Cámara Baja del Parlamento<br />
Alemán) y la segunda al asumir el cargo<br />
de presidente del Superior Tribunal de<br />
Dresde. También las presiones del cargo<br />
parecen haber superado al presidente<br />
chileno Pedro Montt, quien hacia<br />
1910, en medio de un cuadro depresivo<br />
galopante, fue víctima de un acceso de<br />
llanto durante un discurso público dejando<br />
asombrada a la concurrencia.<br />
Y las asociaciones entre locura y poder<br />
se multiplican si tomamos en cuenta<br />
las acusaciones nunca comprobadas, o<br />
directamente falsas, que pusieron en la<br />
mira a importantes dirigentes en todo<br />
el mundo. El psiquiatra británico Allan<br />
Beveridge, recuerda lo recurrente que<br />
se había vuelto en la opinión pública<br />
británica hacia fines del gobierno de<br />
Margaret Thatcher la pregunta “¿está<br />
loca la Primera Ministro”, dada la extendida<br />
percepción de que había enloquecido<br />
volviéndose megalómana. Y no<br />
es la única, también la cordura de Tony<br />
Blair fue puesta en duda múltiples<br />
veces por la prensa como lo ha sido en<br />
nuestro continente la de la presidenta<br />
Cristina Fernández de Kirchner,<br />
acusada de bipolar, o la de Nicolás<br />
Maduro luego de su encuentro con el<br />
“pajarito chiquitico”.<br />
También en varias ocasiones las acusaciones<br />
buscaron servir a fines bien<br />
concretos como cuando se buscó la<br />
inhabilitación de Hugo Chávez por<br />
insania o cuando ciertos diputados chilenos<br />
acusaron de locura al presidente<br />
José Manuel Balmaceda con el objeto<br />
de removerlo de su cargo, hecho que<br />
sirvió como disparador de la guerra civil<br />
de 1891. Ojo que no siempre fue en su<br />
contra y varios políticos buscaron utilizar<br />
a la locura en su favor. El caso más<br />
emblemático, sin dudas, fue el sobreseimiento<br />
temporal, por razones de “demencia<br />
o locura” de Augusto Pinochet.<br />
Con tantos casos, posibles causas y<br />
consecuencias, pareciera que la locura,<br />
el poder y la política difícilmente vayan<br />
a separarse algún día por lo que parafraseando<br />
la famosa frase del muy querido<br />
Max Weber podríamos decir que<br />
“quien busque su cordura (y las ajenas)<br />
no la encontrará en los caminos de la<br />
política”<br />
43
Entrevista<br />
tres<br />
Federico Jeanmaire<br />
Una historia<br />
de amor<br />
que<br />
termina<br />
en guerra<br />
Acaba de publicar La guerra civil -Planeta- que comenzó a partir de una vaga sensación “de que puede<br />
pasar algo feo en cualquier momento”<br />
44<br />
Por Antonela de Alva<br />
–¿Qué es para usted una guerra civil Supongo que es la<br />
suspensión absoluta de las convenciones sociales. Me parece<br />
que lo más cercano que me tocó vivir fue el 2001. Estaba<br />
yendo a dar clases y llegué con el auto hasta Once. Muchas<br />
personas habían decidido cerrar sus locales porque decían<br />
que venía una horda de gente y salieron a la calle. Corrían<br />
de un lado para el otro y tres se cayeron en mi capot. El auto<br />
estaba parado. La gente estaba fuera de sí. Era imposible que<br />
entendiera algo. Se me ocurre que las guerras civiles que se<br />
están dando hoy en el mundo son así, sin cabeza. La cabeza<br />
funciona después porque siempre hay alguno que aprovecha<br />
eso para hacerse con el poder.<br />
–En este contexto, entonces, ¿cómo surgió la novela<br />
Hay un caso que recuerdo. Hace unos tres o cuatro años que<br />
una señora se suicidó en el tren pero la gente no sabía esto y<br />
empezó a enojarse. Terminaron quemando un par de vagones.<br />
También había una chica que es bióloga y me gustaba<br />
pero no me dio bola y quise hacer una novela con ella. Después,<br />
creo que la base de todo está en que me impresiona,<br />
cada vez más, el grado de locura que hay en la calle, el nerviosismo<br />
por cualquier cosa. La sensación de que puede pasar<br />
algo feo en cualquier momento. Quise escribir eso y busque<br />
la situación más loca que pude.<br />
–Ahí aparece la literatura entonces... La literatura es un<br />
lugar para explicitar las preguntas que uno tiene. No creo que<br />
en mis libros haya una respuesta a lo que escribo pero sí me
parece que la literatura es un lugar para interrogarme.<br />
–¿Le llegan las respuestas No creo que busque respuestas<br />
pero me parece que es una forma de preguntar no sistemática,<br />
de aclarar mis preguntas. Como lector me gusta construir<br />
el sentido pero cuando escribo espero del lector un trabajo<br />
con la significación muy fuerte. Un lector que quiera construir<br />
sentido. No me gusta la literatura cerrada.<br />
–¿Esto siempre fue así para usted Sí, eso no cambia.<br />
Para mí los autores que siempre me han gustado son, en el<br />
fondo, la madre de lo que hago. Uno no escribe solo ni es un<br />
genio. Uno escribe con un montón de libros al lado y no es<br />
extraño que si te guste una determinada literatura termines<br />
escribiendo algo que se emparente con ella.<br />
–¿Por qué ese título Me gustó el título por todo lo que<br />
involucraba en la sociedad y porque también se refiere a lo<br />
que hay en una pareja, tu estado civil es soltero o casado. Eso<br />
siempre me impresionó mucho.<br />
–¿Cuáles son sus autores de referencia El Quijote es el<br />
máximo ejemplo de que el sentido no es unívoco. Me gusta<br />
Sarmiento que quería escribir algo y se obligaba a hacerlo sin<br />
que tuviera terminado el sentido. También me gusta Di Benedetto<br />
que cambia la jerarquía del texto, me gustan muchos<br />
de los trabajos que Cortázar hizo con la lengua argentina y el<br />
primer Borges por cómo se instala frente a la lengua. Trabajo<br />
con muchos. Me gusta mucho la alegría de la escritura de<br />
Brice Echenique o la de Monterroso; o cierta velocidad de<br />
escritura de Nabokov. Y hay una mujer fundamental que es<br />
Virginia Woolf. No tengo muchas mujeres en mi biblioteca<br />
pero no creo que sea un problema personal sino de la historia<br />
de la humanidad, en la que el hombre se puso por encima de<br />
la mujer y era él que escribía. Pero de las mujeres actuales,<br />
hay muchas que me gustan.<br />
–¿A qué se refiere cuando dice que trabaja con otros<br />
autores Por ejemplo, tengo una construcción muy particular<br />
de los párrafos, pero eso, en realidad, no es mío. Sí es mío,<br />
el extremo al que ha llegado. Pero el camino es Sarmiento,<br />
Di Benedetto y Cortázar, las tres personas que trabajaron<br />
muchas cosas desde otro punto de vista. Y si hay personas que<br />
te gustan cómo escriben y lo pudieron hacer cuarenta años<br />
atrás, vos también lo podés hacer. Esos son los que te están<br />
habilitando. Uno no construye nada solo.<br />
–Con estas referencias, ¿cómo es la búsqueda de la voz<br />
personal No sé si la tengo del todo. Uno escribe pero nunca<br />
está seguro de nada. Es muy difícil conseguir lo que estás<br />
buscando, lo que querés y, finalmente, estás feliz con una sola<br />
oración que se te ocurrió. Es difícil que te guste lo que hacés,<br />
que llegues a una voz. Sí he intentado escribir novelas distintas<br />
y no quedarme en un lugar cómodo. Esto no quiere decir<br />
que escriba novelas distintas pero lo que hago son búsquedas,<br />
por lo general fallidas, pero búsquedas.<br />
–En este libro se aparta de sus últimos tres porque impera<br />
un narrador. ¿Este narrador estaba pensado antes<br />
de comenzar No, se me fue dando. El narrador es un principio<br />
de autoridad frente a la anarquía que veo desde el 2001<br />
pero cuando me largo a escribir una novela, por lo general,<br />
la terminan de escribir los personajes. El tema de escribir es<br />
que uno lo hace solo, muchas horas al día por lo que hay que<br />
divertirse, tener muchas ganas. Nadie está esperando tu novela.<br />
Mi forma de escribir es no saber demasiado sobre lo que<br />
estoy escribiendo. Creo que si tuviera toda la historia en mi<br />
cabeza, no podría escribirla.<br />
–¿Qué guerras atraviesa a la hora de escribir Uno tiene<br />
que tener en claro qué quiere hacer porque son palabras y<br />
una palabra sigue a la otra, y es en la elección de esas palabras<br />
y en la construcción como se va formando un libro. No imagino<br />
un texto donde haya algo demás. Cuando se me ocurre<br />
algo, me pregunto: ¿tiene un sentido para mí, ¿aporta algo<br />
A la hora de escribir, hay una cadena de preguntas que te<br />
aparecen y que te obligan a tomar decisiones. Un escritor es<br />
eso, un tipo que decide constantemente sobre un mundo de<br />
palabras. El estilo, la voz, son decisiones que uno toma y que<br />
a la larga van construyendo una obra porque las decisiones,<br />
en general, se encaminan. Eso es parte de las guerras.<br />
–¿Después de estas decisiones, llega la publicación El<br />
escritor tiene dos lugares antagónicos: el escribir y lo de afuera,<br />
que es conseguir editoriales, ganar premios que te ayuden<br />
a conseguir lectores, etc. Tenés que estar convencido para<br />
largarte a una guerra así porque hay muchos sinsabores. Ese<br />
camino que hacés hacia adentro después lo tenés que hacer<br />
para afuera y es muy raro. Ahí sí, hay una parte de suerte.<br />
–Y en su vida, ¿cuál es o fue la guerra civil ¡Uf! Cuando<br />
escribís, toda tu vida está impregnada de eso, es irremediable.<br />
Es muy complicado. Cuando empezás, una novela no ocupa<br />
un lugar central pero a medida que va avanzando, va importando<br />
cada vez más y a mí cada novela me lleva un año, un<br />
año y medio. Y si estás pensando en cómo es este personaje,<br />
qué hace y cómo seguís acá o allá, es muy difícil engancharte<br />
con otras cosas.<br />
Hay dos casos extremos que recuerdo: Soriano que se iba<br />
solo a escribir a París y García Márquez se encerraba a escribir<br />
y la mujer le dejaba la comida en la puerta. No llegué a<br />
esos extremos pero es muy difícil la sociabilidad cuando estás<br />
muy compenetrado con lo que querés hacer. La interna que<br />
he ganado es que, finalmente, puedo hacer lo que siempre<br />
quise hacer. Después, debo haber perdido muchas…<br />
–¿Cuándo tomó la decisión de escribir Escribo desde<br />
muy chiquito, cuentos, canciones, un diario familiar. Nunca<br />
me lo tomé en serio. Tenía en claro que quería una vida relacionada<br />
más con el arte que con otra cosa y entonces probé<br />
distintas cosas como teatro, pero era incapaz. Intentaba cosas<br />
en las que me iba mal y paralelamente seguía escribiendo.<br />
Pero nunca se me había ocurrido dedicarme a eso. Cuando<br />
me enamoré por primera vez a los 21, 22 años, se me aclararon<br />
muchas cosas y ahí decidí intentar. Sigo intentando.<br />
–¿Para quién escribe Para mí. No me imagino una vida sin<br />
escribir<br />
45
Reseña<br />
46<br />
Limónov, Emmanuel Carrère<br />
Historias del hombre que fue granada<br />
Por Eduardo Dubians<br />
Cuando Facebook nos consulta respecto<br />
a nuestra situación sentimental,<br />
además de las opciones convencionales,<br />
nos ofrece una no por auténtica<br />
menos utilizada: “es complicado”.<br />
Esta misma fórmula se repite en más<br />
de una ocasión en la novela de Emmanuel<br />
Carrère (París, 1957), Limónov.<br />
Y en verdad Carrère, erudito y refinado<br />
autor de obras paradigmáticas,<br />
como El adversario o De vidas ajenas<br />
(que la prensa francesa distinguió<br />
como mejor libro del año 2009), tiene<br />
motivos suficientes para confesarse<br />
“complicado” con Limónov. En principio<br />
porque su personaje, aunque<br />
tiene todos los elementos de una<br />
ficción desmesurada, existe en la vida<br />
real. Y no sólo existe, sino que carga<br />
sobre sí con todos los aditamentos de<br />
lo “políticamente incorrecto”, es más,<br />
en no pocas ocasiones se sumerge de<br />
modo turbulento en lo irritante.<br />
Hijo de un oficial de la KGB de bajo<br />
rango, crece en un pueblo gris de las<br />
profundidades de Ucrania. Decidido<br />
a no dejarse engullir por ese vacío que<br />
lo acecha como una boca impiadosa,<br />
resuelve salvar su existencia como<br />
poeta. Y aquí ya tenemos un primer<br />
gran síntoma de lo que el personaje<br />
promete: sólo a un ruso se le puede<br />
ocurrir “salvarse” (es decir, tener<br />
fama, dinero y admiradores) como…<br />
poeta. La literatura sólo será un medio,<br />
nunca un fin. Dice Carrère: “Para<br />
asombrar, que es su objetivo, apuesta<br />
más por el prosaísmo que por el preciosismo:<br />
nada de palabras raras ni de<br />
metáforas, sino llamar gato a un gato,<br />
y si hablas de personas que conoces<br />
mencionar su nombre y dirección. Así
se forja un estilo que no le convierte,<br />
a su juicio, en un gran poeta, pero sí<br />
al menos en un poeta identificable”<br />
(p. 69).<br />
Así las cosas, Limónov (un seudónimo<br />
inventado que sintetiza el concepto<br />
de limón con granada, nunca mejor<br />
aplicado), se cansará del provincialismo<br />
moscovita y emigra a Nueva York,<br />
donde luego de un breve esplendor<br />
pasará sin solución de continuidad<br />
a ser mendigo, yonki, cambiará las<br />
modelos rusas por chicos negros y<br />
pasará a ser sirviente de un millonario<br />
americano que le servirá de salvoconducto:<br />
escribirá una novela sobre su<br />
paso por esta actividad y junto con El<br />
poeta ruso prefiere a los negrazos y<br />
Diario de un fracasado se convertirá<br />
en una pequeña celebridad literaria<br />
en París. Por las páginas de Limónov<br />
desfilan, además de sus desventuras,<br />
envenenados dardos contra las figuras<br />
de la intelligentsia, sobre todo rusa<br />
(entre ellos los Nobeles Solyenitzin y<br />
muy en particular Joseph Brodsky, su<br />
verdadera “bestia negra”).<br />
Carrère conoce a Limónov de cuando<br />
este era un delirante animador de la<br />
contracultura parisina, pero la broma<br />
llegó demasiado lejos cuando, durante<br />
la guerra en los Balcanes, el ruso<br />
apareció en la televisión francesa disparando<br />
literalmente sobre una ciudad<br />
croata, al servicio de las fuerzas<br />
serbias que toda Europa rechazaba.<br />
“Es complicado”, repite una y otra vez<br />
Emmanuel Carrère cuando escucha<br />
las consabidas diatribas contra Limónov.<br />
Y no le falta razón.<br />
Muchos años después, sus caminos<br />
vuelven a unirse: Limónov ahora es<br />
una suerte de imposible Beppe Grillo<br />
(por el cómico italiano devenido<br />
en improvisado político) ruso, asociado<br />
con el antiguo campeón mundial<br />
de ajedrez, Gari Kaspárov. Ha creado<br />
el Partido Nacional Bolchevique, que<br />
se identifica con una bandera roja<br />
con un círculo blanco que encierra –y<br />
es la única diferencia con la insignia<br />
nazi– una hoz y un martillo. Tendrá<br />
aún otras vidas posibles: será capturado<br />
por un espíritu místico en el Asia<br />
central, encerrado en duras cárceles<br />
por opositor, para volver a resurgir. Ni<br />
héroe ni antihéroe, casi autoparódico,<br />
aparentemente filonazi y sin embargo<br />
amado por demócratas como Anna<br />
Politovskaya, quien fuera asesinada<br />
por el régimen democrático de Vladimir<br />
Putin. Es complicado. ¿Cómo es<br />
posible, se preguntará Carrère. De<br />
la pregunta nace el libro. La respuesta<br />
es que si la democracia invita a morir<br />
por las ideas del otro, el Limónov<br />
retratado en el libro ha sido un demócrata<br />
en su máxima expresión, sólo<br />
por pura oposición: es un test de pluralismo<br />
viviente.<br />
Lo más heroico que hay en él roza<br />
peligrosamente lo esperpéntico. Y<br />
aquí es donde cuenta la gran habilidad<br />
de Emmanuel Carrère, que<br />
consigue gracias a su escritura conjugar<br />
las contradicciones de la persona<br />
para conseguir un personaje de una<br />
humanidad y una ambigüedad muchas<br />
veces sobrecogedoras. Carrère<br />
nos enfrenta con personajes que no<br />
sólo varían, sino que son difíciles de<br />
definir en cualquier momento. En<br />
el caso de Limónov, desagradable e<br />
interesante, generoso y bárbaro,<br />
acomplejado y arrollador, el efecto es<br />
brutal. Dialoga, en un punto, con el<br />
Capote de A sangre fría, pero en este<br />
caso el propio autor no es tan frío y se<br />
permite presentar sus propias dudas<br />
como heridas de guerra. A menudo<br />
interroga a su círculo más cercano,<br />
incluyendo a los lectores, acerca de si<br />
debe seguir con el proyecto y, en todo<br />
caso, cómo hacerlo. Autor y personaje<br />
se distancian y se unen, por momentos<br />
son el día y la noche, y en otros un<br />
mismo y suave crepúsculo.<br />
¿Por qué eligió Carrère a Limónov<br />
como protagonista La respuesta,<br />
obviamente, sólo la puede tener el<br />
francés, pero puestos al riesgo de una<br />
sospecha, se presume un tinte casi<br />
religioso. Limónov se presenta como<br />
un fascista convencido: hay hombres<br />
superiores e inferiores, y el superior<br />
es el que está dispuesto a matar para<br />
sobrevivir. El resto de los humanos<br />
pasan por ser unos cobardes, unos<br />
hipócritas, unos canallas, que tampoco<br />
dudarán en matar a quien no está<br />
preparado para golpear primero, etc.<br />
Pero además, hay en Limónov algo<br />
peculiar, una decencia innata, una<br />
vocación por estar siempre del lado<br />
de las minorías, cueste lo que cueste.<br />
Es la utopía marxista o cristiana: la revuelta<br />
victoriosa de los desheredados,<br />
de los fracasados. Limónov y Carrère<br />
se convierten en un único personaje<br />
para superar esa visión fascista de la<br />
realidad. La respuesta es la reivindicación<br />
de Schopenhauer, del budismo:<br />
la aniquilación del yo.<br />
Al final de sus años Limónov alcanza<br />
esta sabiduría. Abandona la vida política<br />
de Moscú y se refugia en el Asia<br />
central. Sin historia, sin ataduras, sin<br />
bienes: es un mendigo y, al mismo<br />
tiempo, un rey. Es la utopía imposible<br />
que Carrère (y posiblemente no sólo<br />
él) desearía para sí mismo<br />
Limónov, de Emmanuel Carrère.<br />
Anagrama, Buenos Aires, 2013, 396 pp.<br />
Prix dês Prix 2011.<br />
Premio Reanudot.<br />
Premio de la Lengua Francesa.<br />
47
Entrevista<br />
cuatro<br />
48<br />
Canela, retrato de una artista<br />
Por Christian Kupchik
La sola mención de Canela no invoca tanto al cinamomo, el<br />
árbol procedente de Sri Lanka de donde se extrae la especia<br />
con su nombre, como a una infatigable mujer que llegó desde<br />
Italia en 1952 y ha trabajado en diversos ámbitos de la cultura:<br />
comunicadora, editora, periodista, traductora y, como escritora,<br />
tiene una bien ganada fama en el campo de la poesía y en la literatura<br />
infantil y juvenil. Sus libros Marisa que borra y La silla<br />
de imaginar fueron distinguidos con el premio White Ravens<br />
Internacional, en tanto que La piedra de la paciencia recibió el<br />
Destacado por ALIJA, una de las mayores distinciones en América<br />
Latina.<br />
Con este camino recorrido, Canela sorprende ahora con En<br />
brazos del enemigo (Edhasa, 2013), su primera novela para un<br />
público adulto. En ella se sigue el camino de Lucía, una chica<br />
llegada de Córdoba que siempre supo que su destino estaba en<br />
el arte. En ese derrotero, conocerá diversas experiencias que le<br />
darán (y también a los lectores) una composición sorprendente<br />
tanto de su capacidad individual como de la energía, excesos<br />
y arbitrariedades de la sociedad argentina actual. Una novela<br />
compleja, ambiciosa, rica en matices, que escapa a los estereotipos<br />
que se podrían plantear. Como afirma Canela, un desafío<br />
que vale la pena afrontar.<br />
–Al cabo de tantos años en la creación, ¿qué fue lo que<br />
la movilizó a escribir una novela para adultos Una de las<br />
cosas que siempre me han llamado la atención y que he vivido<br />
con cierto dolor, pasa por algo que parece ser constitutivo de la<br />
sociedad argentina: es el vínculo existente entre siervos y patrones,<br />
caseros y dueños de casa. Sentí la necesidad de poner de<br />
algún modo esta suerte de distancia en una historia. Es curioso,<br />
porque no lo había pensado a priori, cuando comencé a escribir,<br />
pero a medida que fui avanzando me interesó indagar qué es lo<br />
que pasa a lo largo del tiempo con una familia pudiente y otra<br />
más humilde, con la que estaba relacionada.<br />
–Lucía, la protagonista, es una chica de Córdoba que<br />
llega a Buenos Aires y vive el desarraigo, hasta que poco<br />
a poco va tejiendo su destino como artista plástica… ¿En<br />
qué medida influyó lo autobiográfico en la construcción<br />
del personaje Influyó muy relativamente… Quizá tenga<br />
más que ver con mi mudanza de Italia a la Argentina, porque<br />
cuando vine de Córdoba a Buenos Aires, que es el viaje que<br />
ella hace, yo ya venía de trabajar en la televisión. Tuve un golpe<br />
de suerte, la voluntad y la vocación por dedicarme a algo que,<br />
siendo muy joven, me dio fama y dinero, sin que lo imaginara<br />
siquiera. Acá es distinto: Lucía comienza de muy abajo y tiene<br />
que enfrentar sucesivas dificultades (se viste como puede, vive<br />
en un lugar muy modesto, etc.), mientras que en mi caso fue<br />
muy distinto, porque yo vine a casarme, a formar una familia,<br />
ya tenía mi casa. En ese sentido no hay un paralelo, pero sí me<br />
sirvió mucho haber conocido la vida de tantos artistas.<br />
–La novela también sorprende por su complejidad estructural,<br />
plena de disrupciones temporales, con saltos<br />
que van del pasado al presente sin solución de continuidad,<br />
o la ruptura dialógica para pasar de un narrador en<br />
primera persona a uno omnisciente y viceversa, etc. ¿En<br />
qué se basó esa elección narrativa frente a una trama<br />
más lineal En verdad, quise evitar la novela de iniciación.<br />
No es que me parezca un peligro, pero creo que ya ha sido<br />
muy transitada. Para que esto no sucediera, me pareció que<br />
era muy importante contar con esta superposición de voces y<br />
de tiempos. Además, creo que un lector que pudiera llegar a<br />
ser atrapado por esta primera parte del libro, necesariamente<br />
tendría que aceptar el desafío de ir colocando las piezas de este<br />
rompecabezas sobre todo en sus sentimientos. Para mí es una<br />
novela cargada de sentimientos, no son sólo datos, hay mucho<br />
afecto puesto en la escritura. Y yo siento que le planteo un reto<br />
al lector: si te gusta lo que escribo, vas a tener que poner toda<br />
tu atención, toda tu inteligencia. Intenté eludir una lectura fácil,<br />
pero no inspirado por un problema de vanidad, decir: “Ah,<br />
¿querés entenderlo Mirá cómo te complico la vida…”. No, no<br />
pasa por ahí. Me gusta que el lector supere cualquier escollo<br />
para alcanzar la médula de la historia.<br />
–Que está reflejado en los textos de “La libreta roja” que<br />
se intercalan a lo largo de la novela. En verdad, funciona<br />
como una suerte de paratexto nutrido de una cantidad<br />
de fuentes diversas (folletos, libros, apuntes, etc.), ¿cómo<br />
lo fue construyendo Sí, es todo lo que ella fue apartando<br />
porque le parecía importante. Algunos son textos extrapolados<br />
de otros libros y otros están construidos por mí a partir de la<br />
visita e interpretación que hice de ciertas lecturas. Me pareció<br />
que la incorporación de estos textos no sólo podía acompañar<br />
la historia e incluso enriquecerla, sino también darle al lector<br />
otra posibilidad de lectura. Y además me sorprendí a mí misma<br />
con algún que otro hallazgo. Una de las cosas que descubrí,<br />
por ejemplo, es que el año en que Colón descubrió América,<br />
Leonardo realizó El hombre de Vitruvio. Nunca lo había asociado…<br />
Me impresionó mucho la coincidencia, al punto de que<br />
por un momento pensé en llamar la novela La mujer de Vitruvio,<br />
pero finalmente prevaleció el concepto de que este título es<br />
más referencial.<br />
–Las obras e instalaciones de Lucía que se describen en<br />
la novela, como “La derrota de las Barbies” o “Las Barbies<br />
empetroladas”, entre otras, ¿son una creación suya<br />
o están tomadas de algún artista en particular Porque<br />
muchas son de una originalidad notable… Sí, gracias, son<br />
mías… Luis Chitarroni me dijo: “¡Lo que se perdió el Di Tella<br />
con vos…!”. No, yo nunca me dediqué al arte, pero fui editora<br />
mucho tiempo y en mi programa de televisión trabajé muchísimo<br />
con artistas plásticos. Tengo una sensibilidad particular<br />
con el arte y me siento muy cerca de los artistas. A más de uno<br />
incluso ayudé a darle una vuelta de tuerca. Se me ocurren cosas<br />
permanentemente… Por ejemplo, en un momento dado, Lucía<br />
imagina una instalación con maniquíes vestidos completamente<br />
de cuero y la cara cubierta por una burka musulmana. Entonces<br />
allí se mezclan la idea de la burka como castigo, que está<br />
invisibilizando algo que debiera estar en libertad, con la idea<br />
del cuero como representativo de la Argentina. Ahora bien, a<br />
esos maniquíes yo los encontré en la calle. Muchas cosas que<br />
cuento, yo las he visto, las he vivido. Luego Lucía se va a presentar<br />
a una muestra de arte religioso y se plantea un cuadro<br />
con hostias. Yo sé dónde se venden, cómo y con qué se hacen<br />
las hostias. Son conocimientos que ayudan a imaginar cómo se<br />
puede desarrollar una obra. Me fascina entrar en la cocina de<br />
mundos diferentes, muy diferentes a los míos, aprender de ellos<br />
y después contarlo. Allí está el secreto…<br />
49
RECOMENDADOS<br />
El malentendido<br />
Irène Némirovsky<br />
Salamandra<br />
Es la primera novela de la autora, publicada<br />
en 1930 y reeditada recientemente, en la<br />
que trata algunos de sus temas predilectos:<br />
la levedad de la pasión amorosa, el resentimiento<br />
social y la decadencia de la clase<br />
acomodada del París de los años 20. “Me<br />
pasaba las horas mimándolo, acariciándolo,<br />
cubriéndolo de besos. Un día (tenía dos años<br />
y medio, mi pobre angelito, y moriría tres<br />
meses después) me lo estaba comiendo a<br />
besos y de pronto me apartó las dos manitas<br />
y dijo: ‘Mamá, me quieres demasiado fuerte,<br />
me ahogo…’. Ya era un hombre, querida”.<br />
El arte de la cocina francesa<br />
Julia Child, Louisette Bertholle y Simone Beck<br />
Debate<br />
Un imperdible manual de cocina francesa<br />
que se divide en diez capítulos que explican<br />
detalladamente cómo preparar todo tipo de<br />
salsas, carnes, sopas, verduras y por supuesto,<br />
postres y tortas. “Las salsas constituyen el<br />
esplendor y la gloria de la cocina francesa, y,<br />
a pesar de ello, no guardan ningún secreto<br />
o misterio. Si bien cuentan con un extraordinario<br />
repertorio, uno no queda abrumado<br />
cuando se da cuenta de que esa multitud<br />
se divide en media docena de grupos perfectamente<br />
perfilados que, básicamente, se<br />
preparan de la misma forma”.<br />
Viaje al centro de la tierra<br />
Diego Manuel Ruiz<br />
Siglo XXI<br />
Una aventura que invita a conocer nuestro<br />
planeta desde la superficie hasta su mismísimo<br />
núcleo, pasando por todas sus capas<br />
como si viajáramos en ascensor al centro de<br />
la Tierra. “Los seres humanos hemos inventado<br />
un modo de simular las manifestaciones<br />
de una gran erupción volcánica para disminuir,<br />
y hasta revertir, el efecto invernadero.<br />
Se trata de una nueva rama de la ciencia,<br />
bautizada ‘geoingeniería’, que propone diferentes<br />
estrategias para enviar partículas<br />
lo más inocuas posibles hacia el exterior del<br />
planeta”.<br />
5o<br />
La mujer de Guatemala<br />
V. S. Pritchett<br />
La Bestia Equilátera<br />
Nueve relatos del reconocido cuentista<br />
inglés: “De hecho, Andrews tenía el andar<br />
mudo de un hombre para quien las calles están<br />
alfombradas y la sonrisa de un benefactor<br />
público que guarda una discreta sorpresa en<br />
el bolsillo. Estaba buscando esposa. (…) Enfiló<br />
hacia el domicilio de la señorita Louisa<br />
Browder, que había sido su secretaria durante<br />
años, antes de que su negocio encontrara<br />
un abrupto final. Mientras viajaba en el tren<br />
había pensado en ella como una posible candidata,<br />
en todo caso à faute de Vieux”. (Extracto<br />
de “Un viaje a la costa marítima”).<br />
Jean-Luc Godard: el pensamiento del cine<br />
David Oubiña (compilador)<br />
Paidós<br />
Histoire(s) du cinéma es el proyecto más<br />
ambicioso encarado por Jean-Luc Godard<br />
en los últimos tiempos. Este monumental<br />
conjunto de videos realizado a lo largo de<br />
diez años (entre 1988 y 1998) es un relato<br />
sobre el cine y la historia que pone a gravitar<br />
el campo de los estudios audiovisuales bajo<br />
una luz completamente nueva. Constituye un<br />
momento clave en la obra del escritor porque<br />
condensa todos sus intereses de las últimas<br />
décadas. El libro reúne cuatro conferencias<br />
organizadas por la New York University en<br />
Buenos Aires durante marzo y abril de 2001.<br />
Secretos de la Historia 3<br />
Stéphane Bern<br />
El Ateneo<br />
Un libro que se propone develar algunos de<br />
los misterios mejor guardados de la historia:<br />
¿Cuál es la verdad acerca del Santo Grial<br />
¿Cómo llegó Eva Braun a desposar a Hitler<br />
pocas horas antes de suicidarse, en una<br />
ceremonia tan macabra como surrealista<br />
Pancho Villa ¿fue un revolucionario o un<br />
bandido ¿Cuánto hay de cierto en la leyenda<br />
del emperador mongol que construyó el<br />
enorme Taj Mahal para honrar la memoria<br />
de su querida esposa, como símbolo de su<br />
amor eterno ¿El suicidio de Van Gogh<br />
pudo, en realidad, haber sido un homicidio
RANKING<br />
FICCIÓN NO FICCIÓN INFANTIL JUVENIL<br />
1. BAJO LA MISMA ESTRELLA<br />
John Green<br />
Nube de Tinta<br />
2. Cincuenta sombras de Grey<br />
E.L. James<br />
Grijalbo<br />
3. CONFESIÓn<br />
Jodi Ellen Malpas<br />
Planeta<br />
4. LA LADRONA DE LIBROS<br />
Markus Zusak<br />
Lumen<br />
5. El juego de ripper<br />
Isabel Allende<br />
Sudamericana<br />
1. usar el cerebro<br />
Facundo Manes<br />
Planeta<br />
2. NO QUIERO ENVEJECER<br />
Pilar Sordo<br />
Planeta<br />
3. Ágilmente<br />
Estanislao Bachrach<br />
Sudamericana<br />
4. La dueña<br />
Miguel y Nicolás Wiñazki<br />
Margen Izquierdo<br />
5. FUERZA PROPIA. LA CÁMPORA<br />
POR DENTRO<br />
Sandra Russo<br />
Debate<br />
1. Frozen<br />
N/A<br />
Guadal<br />
2. El principito<br />
Antoine de Saint-Exupéry<br />
Emecé<br />
3. Gaturro y el secreto de los<br />
inmortales<br />
Nik<br />
Sudamericana<br />
4. PRINCESITA SOFÍA<br />
N/D<br />
Guadal<br />
5. Gaturro 22<br />
Nik<br />
De La Flor<br />
1. SINSAJO<br />
Suzanne Collins<br />
Del Nuevo Extremo<br />
2. ASSASSIN’S CREED 1: RENAISSANCE<br />
Oliver Bowden<br />
El Ateneo<br />
3. Los juegos del hambre<br />
Suzanne Collins<br />
Del Nuevo Extremo<br />
4. Caídos del mapa<br />
María Inés Falconi<br />
Quipu<br />
5. LAS VENTAJAS DE SER INVISIBLE<br />
Stephen Chbosky<br />
Alfaguara<br />
51<br />
MÚSICA<br />
1. FÓRMULA - VOLUMEN 2<br />
Romeo Santos<br />
Sony<br />
2. BAILAR EN LA CUEVA<br />
Jorge Drexler<br />
Warner<br />
3. NO TE VA A GUSTAR EN VIVO EN BUENOS AIRES<br />
No te va a gustar<br />
Sony<br />
4. FROZEN - UNA AVENTURA CONGELADA<br />
Soundtrack<br />
Disney<br />
5. TU Y YO<br />
David Bisbal<br />
Universal<br />
PELÍCULAS<br />
1. FROZEN - UNA AVENTURA CONGELADA<br />
Chris Buck y Jennifer Lee<br />
Walt Disney<br />
2. VIOLETTA EN VIVO - EL SHOW<br />
N/D<br />
Walt Disney<br />
3. EN LLAMAS<br />
Francis Lawrence<br />
Transeuropa<br />
4. EL VERANO SIGUIENTE<br />
No te va a gustar<br />
Sony<br />
5. LLUVIA DE HAMBURGUESAS II<br />
Cody Cameron y Kris Pearn<br />
Sony<br />
Esta información comprende los libros (ficción/no ficción/infantiles/juveniles), CDs y películas más vendidos en todos los puntos de venta del Grupo ILHSA entre el 31/3/14 y el 6/4/14.
Jazz<br />
Locos de AMOR<br />
La banda de sonido de El gran Gatsby, en la reciente versión del australiano Baz Luhrman, propone un excéntrico<br />
juego de mezclas de épocas y estilos musicales para reflejar como nunca el espíritu de aquella novela desaforada<br />
Por Sergio Varela<br />
“La realidad es en colores, pero el blanco y negro es más realista”,<br />
definió alguna vez el cineasta alemán Wim Wenders, y<br />
estableció así una seductora zona gris de la percepción entre la<br />
vida cotidiana y la ficción del cine o la literatura en los tiemposmodernos.<br />
No es un error de tipeo, sino un juego de palabras,<br />
uniendo la palabra “tiempos” con la palabra “modernos” para<br />
enunciar la posmodernidad que nos cobija la mente y las emociones<br />
por estos días.<br />
El más posmoderno de los creadores es el cineasta australiano<br />
Baz Luhrman, autor de genialidades como la adaptación de<br />
Romeo y Julieta de Shakespeare, con el texto original isabelino<br />
aplicado sobre una puesta en escena entre edificios actuales,<br />
casas con pileta en Miami, autos convertibles y pistolas semiautomáticas<br />
de la marca Sword (“espada”) grabada en ellas. Un<br />
joven y debutante Leonardo Di Caprio expresaba en ese film el<br />
famoso monólogo de Romeo frente el balcón de su amada pero<br />
entre brazadas boca arriba en una piscina, tras haber caído allí<br />
desde la resbaladiza enredadera que conducía a ese mencionado<br />
balcón. Después vino la operística Moulin Rouge, una fascinante<br />
comedia musical donde los actores, en vez de cantar sus<br />
acciones y actividades como una especie de delirante Macaya<br />
Márquez que cuenta lo que sucede entre escalas exigentes, típico<br />
del género, se expresaban allí a través de un guión perfecto<br />
que delineaba la historia mediante la compaginación de canciones<br />
de rock y pop de independiente existencia previa. Así, la<br />
versión traspolada a tango de Roxanne, aquel legendario tema<br />
de Sting, para contar una situación prostibularia en el puerto<br />
de Buenos Aires a principios del siglo XX .<br />
Su más reciente opus fue la adaptación, también bastante fiel al<br />
texto original, de El gran Gatsby, una de las más extraordinarias<br />
piezas de Francis Scott Fitzgerald. “Era todo por ella: las<br />
fiestas, la casa, todo”, se puede sintetizar en una línea esa fabulosa<br />
novela sobre el millonario excéntrico (como eufemismo de<br />
loco) que invierte todo su poder adquisitivo en reconquistar a<br />
una mujer amada. Esta obra maestra de un escritor cuya esposa<br />
padeció esquizofrenia, tiene en la adaptación de Luhrman una<br />
de las interpretaciones más fieles a su espíritu. Y se refleja sobre<br />
todo en su sorprendente e imprevisible banda de sonido. Allí<br />
conviven clásicos del jazz como St. Louis Blues y Ain’t Misbehaving,<br />
interpretados por Louis Armstrong, y Rapsodia in Blue<br />
del genial Gershwin (la jazzística rapsodia, recordemos es “en<br />
tiempo de blues” o en “modo triste”, jamás “en azul”, he ahí la<br />
razón de la mayúscula en “Blue”), junto con espesas e impresionistas<br />
composiciones del rapero Jay Z y canciones en la voz de<br />
la lánguida neoyorquina pop Lana del Rey. Imprescindibles los<br />
standards “falso-antiguos” de la Brian Ferry Orchestra, donde<br />
el ex glam, en los 80 líder de Roxy Music, suena con aires dixieland<br />
como si hubiera sido grabado en 1915.<br />
La historia de Gatsby es tan triste como la de Scott y Zelda<br />
Fitzgerald, pero el disfrute de la remake de Baz Luhrman, y<br />
de su ecléctica e imprescindible banda de sonido, es un acto de<br />
absoluta sensatez estética<br />
53
Música<br />
clásica<br />
Mitsuko Uchida<br />
cuestión de actitud<br />
La gran pianista visitará nuestro país el mes entrante, acompañada por la Sinfónica de la Radio de Baviera,<br />
en el Teatro Colón<br />
54<br />
Por Nadia Koval<br />
Mitsuko Uchida tal vez nunca se hubiera convertido en una<br />
aclamada pianista si la carrera diplomática de su padre no la<br />
hubiese llevado a Viena. Allí, en la capital musical del mundo,<br />
comenzó sus estudios de piano. “Siempre soñé sentir más profundamente<br />
la música de Mozart. La atmósfera de Viena me<br />
ayudó a entender su arte mejor.” Por eso, no es nada sorprendente<br />
que al día de hoy Uchida es reconocida como una de las<br />
mejores intérpretes de Mozart. Ha grabado todas sus sonatas y<br />
conciertos para piano junto con la Orquesta Inglesa de Cámara<br />
dirigida por Jeffrey Tate. Por su primera grabación en vivo de<br />
los conciertos números 23 y 24 con la Orquesta de Cleveland,<br />
donde ella dirige desde el piano, obtuvo el Premio Grammy.<br />
“Dirigir y tocar a la vez”, dice Mitsuko, “es un trabajo muy<br />
duro, porque es necesario estar concentrado y alerta. Pero sé lo<br />
maravilloso que es comunicarse con los músicos de la orquesta.<br />
Interpretar a Mozart es como conversar con amigos”.<br />
Mitsuko Uchida nació en la localidad costera de Atami, cincuenta<br />
kilómetros al suroeste de Tokio, en 1948. Cuando su<br />
familia se trasladó de Japón a Viena, ella ingresó a la Academia<br />
Musical para estudiar con Wilhelm Kempff y Stefan Askenase.<br />
En 1969 ganó su primer premio en el Concurso de Piano<br />
Beethoven y en 1970, el segundo en el Concurso de Piano Frédéric<br />
Chopin. Durante los últimos 35 años la pianista ha estado<br />
viviendo en Londres. En 2009 Mitsuko Uchida fue nombrada<br />
Dama del Imperio Británico por su destacada carrera musical.<br />
“Me encanta Londres”, dice ella, “¿dónde más podría encontrar<br />
un estudio de ensayos ubicado en el centro de la ciudad”. Pero<br />
también le preocupan otros aspectos de la capital inglesa. Le<br />
molesta por ejemplo la ineficacia en el reciclaje de la basura<br />
en su municipio de Kensington y Chelsea. “Este es el único<br />
país donde el reciclaje no se hace por separado”, protesta ella.<br />
“¿Papel, vidrio y plástico juntos Estoy bastante segura de que<br />
después todo junto va a algún basural común”.<br />
Este enfoque escéptico se extiende también hacia el ámbito<br />
musical: Uchida prefiere trabajar con artistas que le ayuden a<br />
ejercer su talento con mayor eficacia y no con quien ni siquiera<br />
puede establecer una simple conversación. Ella ve como tarea<br />
principal de un intérprete transmitir las ideas del compositor y
no soporta cuando uno toma una postura egocéntrica. “Me gustan<br />
los músicos que leen las partituras con cuidado. Sin eso no<br />
se puede ir a ninguna parte”, dice. “No se puede simplemente<br />
insistir en que ‘toco así porque me siento inspirado’. No existe<br />
tal cosa. Si estás inspirado, entonces tenés que componer. Pero<br />
cuando estás interpretando una obra de otro, hay que tener<br />
por lo menos la decencia de descifrar lo que aquel, que era un<br />
millón de veces más importante que vos, había pensado al componer.<br />
Ese es mi principio básico en la vida”.<br />
Aunque el repertorio de Uchida se identifica principalmente<br />
con la música de Beethoven, Mozart y Schubert, las obras de<br />
Debussy y de Messiaen también están dentro de su interés.<br />
Los años vieneses no la dejaron indiferente a la música de<br />
los compositores de la Segunda Escuela Vienesa, tales como<br />
Schönberg, Berg y Webern. En la mayor parte de su tiempo,<br />
Uchida se dedica a ensayos y conciertos. Además, es la directora<br />
artística de la Escuela de Música y del Festival de Marlboro,<br />
y es miembro del consejo de la Fundación Borletti-Buitoni, una<br />
organización que ayuda a los jóvenes artistas a desarrollar su<br />
carrera y a fomentar su proyección internacional.<br />
Describir a Uchida sólo como una perfeccionista del piano sería<br />
insuficiente sin mencionar su apasionada personalidad y su<br />
devoción por la música. Disfruta estar en su estudio de ensayos<br />
donde reina el espíritu del arte de alta calidad. Cuando le es<br />
posible realiza sus giras con uno de sus propios Steinway, los<br />
cuales aprecia como si fueran su familia. Al primero de estos lo<br />
llama “el Viejito”, dado que data del año 1962. Este ya no viaja<br />
mucho con ella, pero lo usa para las grabaciones. “Los instrumentos<br />
que tienen más años necesitan más atención y cuidado,<br />
lo mismo que requieren los seres humanos cuando se ponen<br />
grandes”, subraya Uchida. El número dos se llama “Boy” y lo<br />
usa para la práctica diaria y para las grabaciones de música de<br />
cámara. El tercero es “el Niño de Múnich”. “Él nació alrededor<br />
de 1995, y si estuviera en una sala de conciertos ya sería un anciano,<br />
pero en mis manos sigue siendo un instrumento nuevo”,<br />
cuenta Mitsuko. “El piano número cuatro recién comienza a<br />
existir. Podría llevarlo a dar un paseo en la próxima primavera.”<br />
A la pregunta de por qué es tan importante tocar con su propio<br />
instrumento, contesta: “Un gran piloto de Fórmula Uno nunca<br />
competiría en un coche desconocido, ensamblado por algún<br />
hombre de garaje local, porque puede morir. Los concertistas de<br />
piano no morirían si tocaran un piano cualquiera, pero es mucho<br />
mejor cuando uno sabe las cualidades del instrumento”.<br />
Uchida también está molesta con la situación actual de los músicos<br />
que se preocupan más por aspectos como el marketing y las<br />
relaciones públicas en lugar de pensar en el crecimiento artístico<br />
propio. “Hasta las escuelas como Juilliard están enseñando a los<br />
estudiantes que las relaciones públicas son el tema más importante<br />
en la carrera musical”, expresa ella. “Para mí es un tema<br />
menor. Lo que realmente tiene valor es tener ese algo especial<br />
para decir musicalmente. Y si uno lo tiene, el mundo vendrá a<br />
uno. Me da mucha pena cuando veo a los músicos en carteles de<br />
publicidad promocionando relojes caros. Un verdadero músico<br />
no va a ocuparse de esto para atraer público a sus conciertos”.<br />
En mayo, Mitsuko Uchida por primera vez se presentará en el<br />
Teatro Colón acompañada por la Sinfónica de la Radio de Baviera<br />
dirigida por Mariss Jansons<br />
RECOMENDADOS<br />
RECOMENDADO DE NOTA PRINCIPAL<br />
Beethoven, Sonatas Nº 28 y Nº 29, Mitsuko Uchida<br />
La Sonata para piano Nº 28, 0p. 101 de Ludwig van<br />
Beethoven fue compuesta en 1816 y fue dedicada a<br />
la baronesa Dorotea Ertmann. Con esta obra se inicia<br />
el período de las sonatas tardías del compositor<br />
que se identifican por su carácter más íntimo, personal<br />
e introspectivo. La Sonata Nº 29, op. 106, subtitulada<br />
Hammerklavier, es una de las más largas<br />
que hayan sido compuestas. Beethoven al crearla<br />
dijo: “Ya sé componer”. Esta sonata representa muchas<br />
dificultades técnicas para los intérpretes.<br />
NOVEDAD<br />
Mahler, Sinfonía N° 8. DVD, Gustavo Dudamel<br />
Esta sinfonía de Gustav Mahler es una composición<br />
coral que requiere una enorme cantidad de instrumentistas<br />
y coristas. Con frecuencia se la denomina<br />
Sinfonía de los mil, aunque la obra a menudo<br />
se interpreta con menos de mil intérpretes, y el<br />
propio compositor no aprobó dicho sobrenombre.<br />
La pieza fue compuesta en Maierngg, en el sur de<br />
Austria, en el verano de 1906. Fue la última obra<br />
de Mahler estrenada en vida, teniendo un gran<br />
éxito en su estreno, en Múnich, en 1910. La grabación<br />
recomendada presenta a Gustavo Dudamel<br />
dirigiendo las fuerzas combinadas de la Orquesta<br />
Sinfónica Simón Bolívar y la Orquesta Filarmónica<br />
de Los Ángeles.<br />
PARA ARMAR SU COLECCIÓN DE MÚSICA CLÁSICA<br />
Vincenzo Bellini, “I Puritani”. DVD, Juan Diego<br />
Flórez, Nino Machaidze<br />
Una ópera en tres actos con la música de Bellini<br />
y con el libreto de Carlo Pepoli, estrenada en<br />
París en el Théatre Italien en 1835. En España su<br />
estreno tuvo lugar en Madrid, en el Teatro de la<br />
Cruz, en 1836. Fue la última obra del compositor,<br />
que murió poco después de su estreno. Narra el<br />
drama amoroso de Elvira y Arturo en plena guerra<br />
civil entre los puritanos, partidarios de Oliver<br />
Cromwell, y los realistas que apoyaban a la casa<br />
de los Estuardo. Para muchos el libreto es un poco<br />
confuso y poco creíble. Sin embargo, la música de<br />
Bellini es una de las más cuidadas y hermosas que<br />
ha compuesto.<br />
LIBRO RECOMENDADO<br />
Mito, ópera y vanguardia, Jean-Jacques Nattiez<br />
Este libro, lejos de ser un mero inventario de<br />
referencias musicales de los textos de Lévi-Strauss<br />
destinados a antropólogos expertos, propone una<br />
relectura de su obra que permite estimular ideas<br />
que exceden el tema específico de estudio. Según<br />
Nattiez, la música ocupa un lugar privilegiado en<br />
el pensamiento de quien fue, sin duda, uno de los<br />
grandes intelectuales del siglo XX. Su estructuralismo,<br />
considerado como método fundamental de<br />
análisis de las ciencias humanas, se funda en una<br />
concepción específica del arte sonoro y se basa en<br />
una comparación o analogía entre lenguaje, mito,<br />
pintura y música.<br />
55
Entrevista<br />
cinco<br />
56<br />
MIRANDO en el Espejo<br />
Iván Noble habla de Pistolas al amanecer, su nuevo disco, en el que el eje principal es la soledad.<br />
Además, reflexiona sobre la composición de canciones y explica por qué prefiere no definirse<br />
como un artista, sino, simplemente, como un hombre que hace canciones<br />
Por Nancy Giampaolo<br />
–Ofreció un show largo en el Gran Rex para la presentación<br />
de su nuevo disco… Sí, con todas las canciones del<br />
disco y un repaso de otras, fue largo.<br />
–¿Disfruta más los shows extensos No me gustan en general<br />
pero para bautizar un disco, sí.<br />
–¿Lo acompañan siempre los mismos músicos o van<br />
rotando Van rotando, pero desde hace cuatro o cinco años<br />
conservo la misma banda. Como solista traté, hasta ahora, de<br />
rodearme de gente más joven que yo, que sean muy buenos<br />
músicos y que tengan información que no tengo. Son gente de<br />
25 o 30 años que manejan alguna información digamos de índole<br />
estética que por ahí yo no conozco. Me interesa que sean<br />
entusiastas, además, porque no lo soy tanto. Ya tengo veinte<br />
años de escenario en el lomo y es lógico que me guste rodearme<br />
de gente que tenga más hambre de escenario que yo.<br />
–No todos los músicos hablan de lo que hacen utilizando,<br />
como usted, la palabra “oficio”. Algunos suelen<br />
definirse como “artistas”…¡Qué intrépidos! ¡Qué imprudentes!<br />
¡Qué autoestima elevada! (Risas)<br />
–¿Es un gesto de humildad de su parte eludir la palabra<br />
artista Sentido común más que humildad. Cuando era<br />
pendejo ni siquiera lo veía como un oficio. Al principio fue un<br />
hobby, luego un berretín y el anhelo de que terminara siendo<br />
un oficio. La palabra “profesión” tampoco la uso porque me<br />
da contador. Oficio es algo que te remite a una cosa más artesanal,<br />
y creo que es un oficio el de hacer canciones sin que
eso implique que no haya grandes artistas que también hacen<br />
canciones. De todos modos, por el uso cotidiano de los últimos<br />
tiempos, la palabra artista puede cobrar otro sentido: en<br />
la televisión, el lugar donde menos artistas suele haber todos<br />
se autodenominan artistas. El otro día leí una entrevista divina<br />
a Stephen King, el tipo decía: “Yo soy un hombre que escribe<br />
libros”, y el periodista le recordaba que vende millones<br />
de ejemplares en todo el mundo, le parecía que planteaba la<br />
cosa como tirándose abajo. Y Stephen King en todo momento<br />
insistió en que él tenía un oficio, que es el de escribir libros,<br />
un oficio que casualmente comparte con Joyce, Shakespeare,<br />
Hemingway. Y yo, que por supuesto que no soy Stephen King,<br />
entendí lo que decía, porque crecí escuchando canciones de<br />
gente muy talentosa, y aunque no me quede más remedio<br />
que considerarme colega de ellos, me siento en un rango<br />
inferior. Son tipos con los que yo crecí: que Charly García<br />
haga canciones nos convierte en colegas pero yo no dejo de<br />
entender la distancia que hay entre un artista como él y un<br />
tipo que ejerce su oficio de la manera más decente posible<br />
y queriendo hacerlo cada vez mejor. Jamás me escucharías<br />
decir “artistas como Charly y yo”. Y no es que mis canciones<br />
no me gusten, al contrario, ¡me gustan!, pero de ahí a considerarlas<br />
obras de arte hay un trecho. No tengo esa ambición<br />
tampoco, aunque no me ofendería que alguien decida que<br />
eso es así. (Risas)<br />
–¿Por qué tituló el disco Pistolas al amanecer Es una<br />
antigua expresión que se usaba para retar a duelo. Duelos del<br />
siglo XIX, de pistolones, es una expresión que escuché en una<br />
película, hablaban de “padrinos y pistolas al amanecer” y fue<br />
una imagen que me gustó.<br />
–Es una de las canciones del disco también… Sí, es una<br />
canción dedicada a mi soledad.<br />
–¿Cómo a su soledad A mi condición de hombre solo. Soy<br />
cada vez más solitario.<br />
–Aunque tiene a su hijo de ocho años que pasa un buen<br />
tiempo con usted… Sí, pero me refiero a relaciones amorosas.<br />
Hace seis años que vivo solo.<br />
–¿Le parece que la pareja es una institución burguesa<br />
Eso es algo que decía cuando tenía 20 años. Todas las instituciones<br />
son burguesas, en último caso. Y no es que tenga nada<br />
en contra de la pareja, pero salió así, todo bien, mientras no<br />
haya riesgo de misantropía… (Risas). Uno va afianzando neuras<br />
y manías y también territorios personales muy chiquititos<br />
de disfrute y libertad que después se complica compartir.<br />
–La reflexión sobre la soledad es una suerte de hilo<br />
conductor del disco… Sí, es el disco de un tipo que vive<br />
solo y empieza a mirarse más en el espejo. No es una queja,<br />
yo disfruto de la soledad, aunque a veces se ponga pesada…<br />
–¿Cuándo, por ejemplo Cuando tenés 39 grados de fiebre.<br />
Odio citarme pero voy a hacerlo (Risas) porque venimos hablando<br />
de mis canciones: se pone pesada la soledad cuando te<br />
visita su “prima” que es la tristeza.<br />
–¿Es un compositor disciplinado ¿la discográfica tiene<br />
que apurarlo En general mi tiempo “biológico-artístico”<br />
(Risas) coincide con el de la discográfica. Los discos suelen<br />
tener ciclos de dos años promedio. Y en general, al año y<br />
medio de estar tocando las mismas canciones te dan ganas de<br />
hacer canciones nuevas para tocarlas, y ahí van apareciendo.<br />
–¿Y cómo va trabajando esas canciones En general no<br />
me salen de un tirón casi nunca. La sensación es como la de<br />
tirar de la punta de un ovillo, tardo bastante en terminar una<br />
canción, pero cuando encontrás el tono ya estás tranquilo y<br />
decís “ya la terminaré”.<br />
–¿Es de andar con un cuaderno de notas Siempre. Por<br />
más que haga meses que no escriba nada siempre estoy con<br />
eso. Siempre digo que voy cartoneando ideas ahí: frases, posibles<br />
títulos, cosas que escucho en charlas de otras personas.<br />
Para cualquier forma de literatura necesitás antenas bien<br />
puestas y en las canciones posiblemente más.<br />
–¿Cree que sus lecturas han influido en su perfil de<br />
letrista de canciones No soy quién para decirlo, pero sí<br />
sé que le presto mucha atención a lo que escribo, y lo cuido,<br />
porque me parece una parte muy importante de mis canciones.<br />
Sé que hay músicos que no necesariamente le prestan<br />
atención a las letras y es una decisión estética válida pero<br />
no es mi caso, aunque entiendo que haya quien privilegia el<br />
pulso de una canción, o el virtuosismo musical con el que está<br />
tocada o lo que su sonido provoca a nivel físico, inclusive. A<br />
mí, que prefiero cada vez más el género canción, me interesa<br />
lo que se dice ahí. Siempre digo que las canciones son como<br />
gente que está pidiendo que le presten atención. Si vos escuchás<br />
cierto tipo de jazz o música clásica, el placer va a pasar<br />
por otro lado, pero si estás ante un tipo que decidió subirse a<br />
caballo de una música y decir algo, espero que lo que esté diciendo<br />
me emocione o al menos no moleste. Y por eso cuido<br />
las letras, corrijo bastante, trato de no repetir tics, igual nunca<br />
pierdo de vista que hago música popular, y me cuido de ser<br />
pretensioso o afectado, cosa que me parece absurda.<br />
–¿Siente que puede ir en esa dirección En algún momento<br />
puedo hacerlo, pero lo controlo, como te decía recién.<br />
Lo que pasa es que los tipos que leemos, que le damos cierta<br />
bola al lenguaje, tenemos que tener esa preocupación de no<br />
dejarnos caer en algo que pretenda ser mucho más que una<br />
canción.<br />
–Pero una canción está hecha de versos… Hay poesía…<br />
Puede ser, pero la poesía y las canciones son cosas vecinas, no<br />
son exactamente lo mismo. El lenguaje de un poema puede<br />
ser más críptico, más abstracto, puede tener más juegos en<br />
cuanto a métrica, extensión, musicalidad de las palabras, un<br />
tipo que hace canciones debe tener aspiración poética pero no<br />
necesariamente pensar que es un poema lo que está escribiendo.<br />
En el mejor de los casos podés leer la letra de una canción<br />
y que te parezca un poema, pero también puede suceder que<br />
una letra se vea acompañada de la música y genere una emoción<br />
distinta. La poesía y el hacer canciones cuelgan la ropa en<br />
el mismo tendedero, son vecinas del mismo edificio<br />
57
Entrevista<br />
seis<br />
58<br />
Carolina Peleritti<br />
Usina creativa<br />
Siempre bella y tranquila, la ex supermodelo de los años noventa, se reinventa y redescubre a sí misma<br />
en cada nuevo proyecto como actriz y cantante. Este mes estrena Inevitable, un trabajo cinematográfico<br />
realizado por el director español Jorge Algora, en el que comparte cartel con compañeros de lujo como<br />
Darío Grandinetti y Federico Luppi<br />
Por Esteban Ulrich
El film narra con rigurosa técnica la historia sombría de<br />
Fabián, un banquero abrumado por una vida que considera<br />
vacía, su esposa Mariela, una psicóloga demasiado cómoda en<br />
su lugar de analista, interpretada por Carolina Peleritti, y<br />
completa el triángulo amoroso la ambiciosa y despreocupada<br />
Alicia, encarnada por Antonella Costa. Entre un elenco<br />
con varios pesos pesados del cine y el teatro como Darío<br />
Grandinetti, Federico Luppi y la española Mabel Rivera<br />
(Mar adentro), Carolina logra con este personaje consolidarse<br />
como actriz de pantalla grande.<br />
Lo que sigue es el recorrido de una mujer que desde los huracanados<br />
años noventa hasta hoy ha sabido hacerse un lugar<br />
en cada una de las disciplinas que abordó, el modelaje, la<br />
actuación y el canto, a base de trabajo, paciencia y profundo<br />
respeto por el aprendizaje.<br />
“¿Cómo llegué a la peli Creo que como siempre se llega: el<br />
director Jorge Algora estaba buscando actores. No lo conocía<br />
pero me pusieron en contacto. Habiendo leído el guión<br />
tuve una charla con él, y la verdad que desde el inicio me pareció<br />
muy agradable, muy serio, muy respetuoso del trabajo<br />
del actor, muy abierto a lo que se puede aportar desde afuera,<br />
y también me gustó dirigiendo, sabe realmente lo que quiere...<br />
Se hizo muy grato el trabajo. Después trabajé mucho con<br />
Darío (Grandinetti), que hace el personaje de Fabián, que es<br />
mi marido. Aunque siempre se trabaja individualmente, luego<br />
el director es el que tiene una idea integral de los personajes<br />
y te va acompañando, pero también, al mismo tiempo, uno<br />
se va iluminando con el trabajo de los otros actores, viendo lo<br />
que cada uno le va aportando a sus personajes. El primer encuentro<br />
fue una cena informal con Antonella Costa y Darío,<br />
y después se sumó Mabel Rivera, más cerca de la filmación,<br />
que es una actriz española que siempre me pareció increíble<br />
y con ella el trabajo que tuve que hacer fue muy bueno. La<br />
verdad que tengo el mejor recuerdo del rodaje.”<br />
–Ya había trabajado con Grandinetti en El lado oscuro<br />
el corazón 2... Sí, fue buenísimo reencontrarme con Darío.<br />
Con él hice el Lado oscuro..., ahora Inevitable y también hicimos<br />
uno de los primeros capítulos de Santos y pecadores,<br />
televisión por la justicia, producido por Claudio Villarruel.<br />
–Pasarela, gráfica, televisión, cine, música... le sucedieron<br />
muchas cosas muy rápido... Muy rápido tal vez para<br />
quien lo ve desde afuera, para mí en realidad son, más bien,<br />
procesos internos. Haber trabajado o haber tenido diferentes<br />
espacios de trabajo bastante diferentes, con un hilo conductor<br />
que soy yo, tiene que ver con un trabajo personal interno que<br />
después se manifiesta en el resultado final. Hay todo un trabajo<br />
de estudio y de preparación que parte de uno.<br />
–¿Pensaba en llegar al cine ya cuando estaba en la pasarela<br />
Recuerdo que en la pasarela yo actuaba, me divertía;<br />
desfilar ropa, teniendo la posibilidad de cambiar de vestuario,<br />
me permitía jugar a diferentes personajes femeninos, realmente<br />
me lo tomaba así, como un juego y hasta lo teatralizaba,<br />
pero sin que nadie me lo impusiera, era mi manera<br />
de hacerlo. Y a raíz de eso me llamaron de algunos desfiles<br />
específicamente para eso, para darle una vuelta más. Por eso<br />
empecé a estudiar teatro, a ver muchas obras, hasta que en<br />
algún momento empecé a soñar con estar arriba del escenario,<br />
sobre todo el teatral, incluso porque la pasarela, salvando<br />
la distancia, tiene algo de escenario.<br />
–Desde la exposición... Sí, y desde la actitud. Después, la<br />
expresión es otra cosa, tiene que ver con hacer un personaje,<br />
con el ensayo previo para alcanzar ese personaje, y con<br />
la voz... De hecho tuve que estudiar técnica de voz, porque<br />
como que venía teniendo una inhibición. En este sentido,<br />
tanto el teatro como la técnica de voz, las tomé como herramientas<br />
para mí a nivel personal. El teatro tiene eso. Está<br />
la palabra, el cuerpo, hay una historia, un texto. Eso en la<br />
pasarela faltaba. Por eso en un momento tuve que tomar la<br />
decisión de no trabajar más como modelo. Así estuve unos<br />
tres años sin trabajar y los aproveché para prepararme: estudié,<br />
hice un montón de otras cosas que quería probar, incluso<br />
porque aún no estaba muy claro si realmente iba a ser actriz,<br />
había algo que debía desarrollarse internamente. Me ofrecieron<br />
cosas porque era fácil desde el lugar de mi personaje<br />
público ofrecerme trabajo de actriz. Pero no acepté ninguna.<br />
Luego llegó el momento en que me presenté a un casting<br />
para una obra de teatro que se llamó Confesiones de mujeres<br />
de treinta, y me tomaron.<br />
–Arrancó de abajo, yendo al casting... Sí, pero en ese<br />
punto ya sentía que había desarrollado algo que tenía que<br />
ver con el estudio, con el trabajo, que realmente me había<br />
nutrido, y cuando me presenté no tenía dudas, sentía como<br />
si hubiera crecido lo suficiente en ese tiempo y estuviera lista<br />
para encarar el desafío de hacer teatro como un trabajo. Y<br />
me fue bárbaro, a nivel críticas también. Son movimientos<br />
internos, trabajos personales que se desarrollan dentro de<br />
uno para que después se vean afuera. Lo mismo que me pasa<br />
ahora con la música.<br />
Carolina desde hace un tiempo viene desarrollando una carrera<br />
como cantante de folclore. Invitada por Jaime Torres<br />
a subir al escenario de Tantanakuy, un encuentro de músicos<br />
que se realiza en la Quebrada de Humahuaca y luego a formar<br />
parte del elenco del charanguista para un ciclo de música<br />
en el Centro Cultural Torcuato Tasso, Carolina sorprendió<br />
con su voz potente y su solvencia en el escenario, y fue muy<br />
bien recibida por el público del folclore.<br />
–Vista en conjunto, su evolución parece tener el sentido<br />
de ir recuperando una voz propia… ¡La expresión!<br />
Es muy loco porque creo que en un punto empecé a estudiar<br />
canto y actuación por una inhibición grande que tenía, pero<br />
una inhibición que no era muy visible. En ese momento yo<br />
trabajaba como modelo y el que me veía podía pensar que era<br />
extrovertida.<br />
–Recuerdo que manejaba cierto misterio, proyectaba<br />
una belleza casi intimidante... Sí, había armado una coraza.<br />
Cuando uno es muy chico, a menos que realmente haya<br />
59
6o<br />
mucho trabajo personal o que haya nacido con eso –con no<br />
haber tenido barreras–, a los 16 o 18 años todavía te estás<br />
formando y te vas llenando de cosas que creés que sos vos<br />
y después te das cuenta de que son cosas que tenés que desandar.<br />
La madurez te lleva a que te presentes desde un lugar<br />
en donde te despojás de todo eso y donde vas soltando todo,<br />
para realmente conocerte a vos mismo, y teniendo un contacto<br />
más profundo con lo más genuino, lo más vulnerable, con lo<br />
emocional. Es un poco lo que ha pasado en mi caso. En este<br />
momento, entre el cine y la música que es también algo que<br />
he desarrollado durante muchos años (arranqué a estudiar<br />
canto a los 18), con todos estos trabajos he ido encontrado una<br />
voz, una identidad. Y una voz que a medida que la trabajaba<br />
se iba volviendo cada vez más grande. Lo lindo de todo este<br />
momento es que esa expresión empieza a salir y acá no hay<br />
una necesidad de exposición por la exposición misma, sino que<br />
tiene que ver sobre todo con una necesidad de expresión, de<br />
sacar hacia afuera algo que tiene que ver con lo que uno es.<br />
–Muchos grandes fueron marcando su evolución. Norman<br />
Briski, Julio Chávez, Norma Aleandro... La verdad<br />
es que para mí siempre fue fundamental tener maestros, referentes,<br />
o actores en este caso con los que solamente mirarlos<br />
ya se aprende y uno se nutre mucho. En el caso de Norman,<br />
fue mi primer maestro, cuando tenía todavía un miedo tremendo<br />
a pasar y hacer escena, y conmigo fue una persona<br />
muy contenedora, además es un actor muy especial, con una<br />
impronta muy interesante. Tenerlo como referente cuando<br />
uno empieza a estudiar fue muy lindo y tengo una hermosa<br />
relación cuando me encuentro con él. Lo de Chávez es más<br />
actual. Es un actor que admiro mucho y tenerlo como maestro,<br />
siendo una persona tan potente, no solamente por cómo<br />
actúa sino también por cómo enseña es muy estimulante... Y<br />
con Norma tuve la suerte de que me dirigiera. Ella me llamó<br />
para una de las obras que escribió y dirigió, Estricta etiqueta...<br />
Me vino a ver a Confesiones... y al tiempo me llama y me<br />
dice que quería ofrecerme un papel, fue como tocar el cielo<br />
con las manos. Siempre me ha pasado eso, tengo esa suerte<br />
también, cuando comienzo con algo, siento que debo compartir<br />
espacios con gente que tiene mucha experiencia. Ahí<br />
también está la escuela. No solamente en la acción, haciendo<br />
una obra, sino observando a los que trabajan con uno. Como<br />
sucedió ahora en Inevitables con Darío y con Federico Luppi.<br />
Y después, cuando hice La señorita de Tacna, ni hablar...<br />
hacer esa escena con Norma... que eran cinco minutos de un<br />
“espadeo” muy intenso entre dos mujeres. Y ella siempre,<br />
también, me abrazó, con su trabajo, su mirada, con el humor<br />
que tiene, fue genial haber estado trabajando con ella. Todos<br />
son maestros, referentes, gente que uno admira. Y cada uno<br />
tiene una voz, un estilo particular y sobre todo, son todos muy<br />
consecuentes con lo que hacen.<br />
–¿Cómo se dio el paso al cine Cuando terminé La señorita<br />
de Tacna, tenía ganas de hacer cine y de alguna manera<br />
tuve que virar las velas para ese lado, porque a veces cuando<br />
uno hace teatro, la gente que<br />
ve teatro está muy enterada<br />
de que hacés teatro; cuando<br />
haces televisión, la gente que<br />
la ve está enterada... pero en<br />
cine hay que hacerse un espacio,<br />
tienen que conocerte<br />
los directores, para que un director<br />
te convoque, para que<br />
vea en vos la posibilidad para<br />
algún personaje, hay que estar<br />
cerca, como que es bastante<br />
artesanal, con una mística propia.<br />
Entonces realmente hice<br />
un viraje, me dije que si quería trabajar en cine de alguna<br />
manera tenía que hacerme conocer por los directores, así que<br />
empecé a ir a las invitaciones que me llegaban, a asistir a fiestas<br />
y eventos, hacer un poco ese trabajo para que no te tengan<br />
tan idealizada o focalizada en el teatro o la televisión. Así fue<br />
que arranqué con personajes pequeños. Después llegó XXY,<br />
de Lucía Puenzo, que hizo mi trabajo un poco más visible y<br />
ese mismo año ¿Quién dice que es fácil, de Juan Taratuto,<br />
que fue un coprotagónico importante junto a Diego Peretti.<br />
Un personaje que realmente quise mucho hacer. Después,<br />
la técnica con respecto a la cámara se trabaja bastante con el<br />
director, buscando entender lo que necesita y de a poco se va<br />
incorporando. Y ahora con Inevitable, que también fue un rodaje<br />
muy placentero, me di cuenta de que cada vez lo disfruto<br />
más, que me encanta filmar.<br />
–¿Y cómo llega a la música Siempre estuvo cerca, incluso<br />
desde su relación con Luis A. Spinetta en la época<br />
de Cheques en donde era una suerte de ícono rock...<br />
La música tiene que ver con algo inevitable, como el título<br />
de la película. Lo que escuchaba de chica era folclore, por<br />
mis padres. Hoy lo que hago tiene que ver con recuperar esa<br />
música, incluso para mí misma. Cuando estuve con Luis también<br />
lo hacía pero no me animaba a cantar, como siempre en<br />
todo lo que hice, sentía que necesitaba todavía tiempo para<br />
desarrollarme, absorbí mucha música con él, y no sólo rock.<br />
Pero si en esa época se me vinculaba al rock era más por él<br />
que por otra cosa. Ahora finalmente encontré qué es lo que<br />
quería cantar y me animé. Mucho tiene que ver Jaime Torres<br />
en esto. Supongo que gracias a él y a la manera en que encaré<br />
mi trabajo también, la gente del folclore me ha recibido, me<br />
ha abrazado de una manera muy cálida, con mucho respeto y<br />
con mucha alegría, y hasta sorpresa, por el hecho de que haya<br />
elegido cantar folclore. Por eso me da ganas de seguir. El<br />
secreto creo que está en el proceso, no es a ciegas, tenés que<br />
tener la paciencia, la constancia, el amor para dejar que las<br />
cosas florezcan. Ya transité ciertos viajes en mi vida y sé que<br />
mi proceso creativo tiene que ver con eso, con buscar hacia<br />
adentro y profundizar. En este sentido, cantar es lo que siento<br />
como lo más genuino, donde lo hago todo desde mí
Entrevista<br />
siete<br />
62<br />
Malena Pichot<br />
“Sufrir por amor es burgués”<br />
Se dio a conocer por Internet con La loca de mierda, uno de los primeros fenómenos masivos de<br />
YouTube a nivel nacional. Desde aquel momento, desarrolló una carrera que incluye trabajos detrás y<br />
delante de la cámara en televisión, y en radio. Actriz, guionista y comediante, erigió un sello personal<br />
que imprime a todos sus trabajos. En diálogo con <strong>Quid</strong>, habló, entre otros temas, de feminismo, de<br />
literatura y del enfoque que le da a cada una de sus producciones<br />
Por Nancy Giampaolo
–Sé que ya habló muchas veces sobre eso, pero ¿cuál fue<br />
la génesis de La loca de mierda Me dejó un chico, mi vida<br />
no era lo que yo quería que fuera y estaba muy deprimida, muy<br />
sacada y odiándome mucho por no animarme a hacer más. Esto<br />
lo puedo decir ahora, muchos años después de aquel momento.<br />
Cuando hice esos videos, YouTube no significaba lo que significa<br />
ahora, no estaba en los noticieros, no había tantos riesgos en<br />
subir un video. Comencé a parodiar mi depresión, porque en<br />
algún lugar sabía que esa tristeza era una pelotudez burguesa<br />
que no debía ser tomada en serio, la única manera que tuve de<br />
superarlo era riéndome de mí, sentía que ganaba dignidad y le<br />
sacaba drama a mi melodrama personal. Es cierto que también<br />
pensaba que quizás mi ex del momento los vería, creería entonces<br />
que era una persona genial y graciosa y volvería. No sucedió;<br />
hoy le agradezco, como a todos los dioses y musas, por eso.<br />
–¿Por qué le parece burgués sufrir por amor Sufrir tanto<br />
por amor es burgués, porque nadie con hambre tiene tiempo<br />
para preocuparse por eso. Sufrir tanto por amor es el mal de<br />
Madame Bovary, es bobera, es superficial, es no poder entender<br />
que alguien no te quiera. Es egocéntrico.<br />
–Suele destacarse la impronta feminista de su trabajo,<br />
¿qué piensa sobre eso Por supuesto que me considero feminista,<br />
pero no sé si lo que hago puede definirse o no como<br />
“feminista”. En principio no me planteo esta problemática,<br />
simplemente hago cosas. Sin lugar a dudas, mi ideología se vislumbra<br />
en la mayoría de mis producciones, pero desde un lugar<br />
inevitable, no desde un lugar programado. En general, parodio<br />
condiciones humanas que me avergüenzan, y como soy mujer,<br />
hablo desde esa perspectiva, no tengo otra. Por este hecho se<br />
suele tildar a lo que hago de “humor femenino” pero como digo<br />
siempre, nadie habla de “humor masculino” para referirse a un<br />
comediante. No creo que La loca de mierda sea feminista, creo<br />
que hay más feminismo en otras cosas que hago. También hice<br />
una serie, Jorge, cuyo protagonista era un hombre, y luego hice<br />
Por ahora, en donde hay cuestiones feministas más claras, pero<br />
porque es algo que me divierte tratar, porque nadie lo trata.<br />
–¿Piensa que el feminismo está mal entendido Sí, el<br />
denominador común es oponerlo al machismo, cosa que me<br />
parece aberrante, porque está claro que el feminismo es un movimiento<br />
que busca la igualdad y el machismo es una forma de<br />
discriminación, pero al tener ambos términos una morfología<br />
parecida, la gente cae en esta equivocación. No le doy muchas<br />
vueltas al concepto feminista, es estar al tanto de una desigualdad<br />
ancestral entre el hombre y la mujer en la sociedad.<br />
–Otro concepto que se suele asociar a su trabajo es el de<br />
“políticamente incorrecto”… No creo que lo que hago sea<br />
políticamente incorrecto, creo que lo que pasa es que la sociedad<br />
aún no está acostumbrada a ver a una mujer hablando de<br />
cierta manera, diciendo ciertas cosas, planteando otras.<br />
–Actuar supone una gran exposición, en tanto cuando<br />
trabaja como guionista como en el caso de Jorge, sucede<br />
todo lo contrario. ¿Cuál es el placer que supone la escritura<br />
para usted El placer de escribir para mí es muy simple,<br />
es la posibilidad de crear mundos, contar cuentos, entretener.<br />
–¿Alguna vez encaró, por ejemplo, la escritura de una<br />
novela A mis veinte soñaba con escribir una novela sobre mis<br />
amigos, como muchos supongo. Creo que encontré la manera de<br />
hablar sobre la amistad en mis producciones de todas maneras.<br />
–Cuando escribe, ¿es disciplinada, ¿tiene método No<br />
tengo idea cómo lo hago, a veces empieza con una imagen, a<br />
veces empieza con una frase. Pero sobre todo, siempre tengo<br />
un cuadernillo y una birome a mano y anoto todo lo que escucho<br />
que pueda servir para algo.<br />
–¿Era oyente de radio y televidente asidua antes de trabajar<br />
en esos ámbitos Por supuesto, miré mucha tele toda<br />
mi adolescencia, claro que todo lo que miraba estaba en el<br />
cable y por eso siempre me cuesta mucho hablar de referentes<br />
locales en el mundo del entretenimiento.<br />
–¿Le gustaría hacer cine ¿Si pudiera elegir un director<br />
argentino cuál sería Claro que me gustaría hacer cine, Juan<br />
José Campanella es un referente, creo que Ariel Winograd<br />
tiene una intención no pretensiosa del cine que me entusiasma<br />
mucho y admiro mucho que haga comedia un género que en el<br />
cine nacional pareciera no existir, me gustó mucho Una novia<br />
errante de Ana Katz y, en otro polo y ya sin ser posible trabajar<br />
con él, Leonardo Favio me vuela la cabeza.<br />
–Estudió Letras, cantaba jazz, ¿cuáles son los autores<br />
que más la interpelan dentro de la literatura y cuáles los<br />
músicos favoritos Manuel Puig, César Aira, Copi, Fogwill,<br />
Pedro Lemebel, Jack Kerouac, Truman Capote, Emily Brontë,<br />
Susan Sontag, Judith Butler, Roland Barthes y, entre los músicos,<br />
Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Dinah<br />
Washington, Os Mutantes, Tom Jobim y Roberto Goyeneche.<br />
–Hace un rato mencionó a Campanella, que fue muy<br />
importante para usted… Sí, fue el primero que confió en mí<br />
como guionista y eso se lo agradeceré por siempre. Yo estaba<br />
trabajando (como ahora también) en un programa de radio<br />
con Gillespi, Campanella fue de invitado y me reconoció,<br />
aparentemente había visto algunos de los videos de La loca de<br />
mierda, y me convocó para un casting y quedé. Luego terminé<br />
escribiendo algunos capítulos y eso fue maravilloso. Campanella<br />
tiene algo que muy pocos artistas tienen en la argentina que es<br />
bancar y confiar en gente nueva. En El hombre de tu vida tuve<br />
que hacer un personaje muy distinto a mí y eso me costó (y me<br />
cuesta mucho) pero aprendí a no tenerle miedo a las escenas<br />
románticas, cosa que odiaba porque odiaba lo cursi, pero la verdad<br />
es que uno odia lo que ama, me amigué con lo cursi.<br />
–Mencionó a Manuel Puig en su lista de favoritos y referentes…<br />
Es, en palabras de Susan Sontag, la “percepción<br />
camp” que Puig tiene de lo femenino. Además, es más específico<br />
en cuanto habló del mundo femenino argentino con tanta<br />
minuciosidad, una siente que las mujeres de Puig fueron sus<br />
tías o abuelas. Creo que La loca de mierda tiene esa idea de lo<br />
femenino, exagerado hasta lo kitsch, parodiado con honestidad<br />
y amor, por supuesto.<br />
–¿Está atenta a las modas literarias ¿Tiene gurúes que<br />
le recomienden lecturas No sigo las modas literarias, no<br />
digo esto desde un lugar esnob. No tengo gurúes que me recomiendan,<br />
la carrera de Letras creo que te enseña a eso, a leer,<br />
a tener un gusto preciso, a saber qué te gusta, y una vez que<br />
sabés que te gusta, te armás tu camino de lectura.<br />
–Fue nominada al Martín Fierro por su papel en una<br />
comedia. ¿Se ve haciendo un papel ciento por ciento dramático<br />
Ni idea, che. (Risas)<br />
63
Entrevista<br />
ocho<br />
64<br />
La perseguidora<br />
Mercedes Morán regresó a la pantalla grande como protagonista de Betibú, el film de Miguel Cohan, basado en<br />
la novela homónima de Claudia Piñeiro. Un policial ágil y de muy buena factura en el que se destaca el excelente<br />
trabajo de un elenco plagado de estrellas<br />
Por Esteban Ulrich<br />
Tal vez la elección más interesante del film esté en que muchos<br />
de los personajes secundarios están interpretados por<br />
grandes actores de nuestro cine. Junto al trío que lleva adelante<br />
la historia, cuya química crece a medida que pasan los<br />
minutos, desfilan nombres como Norman Briski, Lito Cruz,<br />
Mario Pasik, el español José Coronado, Osmar Núñez y<br />
Gerardo Romano. Esta decisión de preproducción le otorga<br />
al film un marco muy sólido para que los tres protagonistas<br />
desplieguen su talento de la manera más eficaz. En el centro<br />
brilla Mercedes, esa mujer de media sonrisa, voz cálida y esa<br />
inexplicable gracia terrenal que nos la hace tan familiar.<br />
–¿Qué la atrajo particularmente hacia este proyecto<br />
Cuando me contactaron, enseguida me pareció una buena<br />
idea, después leí la novela y me pareció fantástica, muy cinematográfica,<br />
pero todavía quedaba develar cómo iba a ser el<br />
guión. Porque siempre la adaptación al cine de una novela es
un trabajo muy difícil. Y cuando finalmente me encontré con<br />
la adaptación, me terminé de decidir porque era un excelente<br />
guión, que supo captar el espíritu de la novela, algo difícil de<br />
hacer. Luego me encontré con el director y todo un equipo<br />
fantástico: la producción, los actores... El proyecto desde el<br />
principio contó con una producción muy buena. La verdad es<br />
que desde el primer momento, cuando fui convocada, hasta<br />
los últimos días de rodaje, me sentí partícipe de un proyecto<br />
importante, para nosotros y para la industria.<br />
–¿Había leído a Claudia Piñeiro antes Sí, siempre fue<br />
una autora que me llamó la atención. Me fascinó el hecho de<br />
que una mujer se metiera desde la literatura en un género<br />
como el policial. Y que lo hiciera con cierta sensibilidad femenina...<br />
Y justo Betibú, de todas las novelas que leí de ella, fue<br />
la que más me gustó... También pasó algo raro: muchos me<br />
dijeron que cuando leyeron la novela se imaginaban a Nurit,<br />
la protagonista, encarnada por mí... Eso también fue un disparador<br />
que me hizo tomar el riesgo.<br />
–Nurit podría interpretarse como una suerte de álter<br />
ego de Claudia, ¿charlaron sobre esto con ella Sí, nos<br />
juntamos con Claudia, salimos... Pero no hablamos tanto en<br />
esos términos. En realidad el encuentro fue como para terminar<br />
de conocernos. Ya nos conocíamos por haber compartido<br />
algún evento y habernos manifestado nuestra admiración<br />
mutua, pero como ahora nos embarcamos las dos en este proyecto,<br />
aprovechamos para conocernos mejor. No hablamos<br />
concretamente de la película, pero sí le hice preguntas más<br />
objetivas como por qué se llamaba Nurit, por ejemplo, y otras<br />
más técnicas acerca del personaje.<br />
–Lo decía por un gesto muy puntual que hace el personaje<br />
con el pelo, tal vez remitía a algo de ella… (Risas)<br />
No, eso viene por una deformación profesional que tengo: me<br />
la paso observando comportamientos femeninos para crear<br />
a mis mujeres, y seguramente la fui observando un poco...<br />
Hablamos de lo que siente una mujer con una crisis amorosa<br />
a determinada edad, cómo la recibe, qué le pasa con el<br />
compromiso, eso tan femenino que es la manera en que algo<br />
afectivo también nos afecta en el ámbito laboral, de cómo a<br />
diferencia de los hombres no podemos separar tanto las cosas,<br />
no sé si es mejor o peor pero es así... Y también hablamos de<br />
nuestros hijos, esas cosas...<br />
–¿Conoce el ambiente de country o barrio cerrado que<br />
tan bien recrea la escritora en sus historias Sí, es un<br />
universo que me resulta familiar porque hice la experiencia<br />
algunos años atrás de vivir en un country. En su momento<br />
pensé que podía vivir en un lugar así, intentando no relacionarme<br />
tanto con la gente o la actividad social que se practica<br />
en esos lugares, pero después me di cuenta de que era una<br />
cosa medio extraña. Mi idea era simplemente alejarme de la<br />
ciudad y fui a un country porque nos daba un poco de seguridad,<br />
tenía en ese momento una hija muy chica, hacía teatro<br />
por la noche... pero finalmente me volví a la ciudad.<br />
–En esta película aborda decididamente una historia<br />
de género. Antes ha ido variando entre proyectos más<br />
independientes o de autor y otros más comerciales... Mi<br />
experiencia con el cine es parecida a la del teatro, en el sentido<br />
de que me parece limitante hacer solamente sólo un tipo<br />
de teatro. Cuando encaro un proyecto de teatro da lo mismo<br />
si lo hago en un escenario más off, más independiente, o más<br />
comercial, y con el cine me pasa lo mismo. Me gusta hacer<br />
películas de la industria, de autor, con directores muy experimentados<br />
y estar en las óperas primas, esto en mi carrera no<br />
ha sido tanto el producto de una estrategia como el resultado<br />
de ir respondiendo al deseo, me gusta esa variedad y sentirme<br />
fuera de cualquier tipo de encasillamiento.<br />
–Conformaron un trío muy sólido junto con los otros<br />
dos protagonistas, con una química que se va desarrollando<br />
delante del espectador... Sí, con el director y con<br />
ellos pudimos establecer bien los acuerdos de cómo era el<br />
arco de nuestro vínculo. Fue interesante porque, por ejemplo,<br />
en mi vínculo con Fanego yo empiezo tratando de olvidarme<br />
de otro tipo y cuando termina la película se me revela<br />
esta persona y empiezo a descubrir otra cosa..., o sea que de<br />
alguna manera esa historia empieza cuando la película termina.<br />
Hay algo que nosotros (los personajes) creemos que está<br />
comenzando cuando el espectador sabe que está terminando,<br />
está lleno de esa poética que me parece genial que acompañe<br />
a un policial, y creo que es lo rico de esta autoría femenina<br />
que se permite, a pesar de ser un policial que lleva siempre a<br />
cumplir lo contrario, elevar los pies de la tierra...<br />
–Fue también una oportunidad para encontrarse con<br />
Lito Cruz, su primer maestro... Me dio mucha emoción<br />
que mi primer maestro, que además ha sido muy genial y<br />
amoroso conmigo –porque siempre me ha ido a ver al teatro y<br />
ha seguido lo que hago–, viniera a trabajar en lo que yo consideraba<br />
mi película, y además está estupendo.<br />
–¿Para este rol recurrió a algo en particular Mi marido,<br />
que es un gran referente para mí, me invitó a ver una serie<br />
danesa, cuya versión americana es bastante mala, The Killing,<br />
también vi El puente (Bron/Broen) otra serie sueco-danesa<br />
que es brutal... Eso fue el material que vi, ambas series protagonizadas<br />
por mujeres investigadoras. Además de otras<br />
películas que me pasó el director. Pero en general, en estas<br />
historias el personaje es policía, en Betibú no es así: se trata<br />
de una escritora que hace avanzar la investigación por otros<br />
motivos, aplicando métodos que no son habituales, ella no<br />
hace una investigación deductiva como la que ejercitan los<br />
investigadores, sino que se maneja con su cuota de intuición,<br />
con su oficio de escritora, y sobre todo hay algo que se le revela<br />
al personaje, algo que la conmueve profundamente que<br />
es el abismo que encuentra entre la realidad y la ficción.<br />
También fue un riesgo interpretar un personaje que está<br />
mal cuando empieza, deprimido, y que muy lentamente va<br />
saliendo de esa depresión. Me gustó mucho esa paradoja que<br />
tiene la historia: cuando ella empieza a salir, cuando apenas<br />
comienza a sonreír, la vida le depara una sorpresa...<br />
65
66<br />
Entrevista<br />
diez
En el punto justo<br />
Alicia Dujovne Ortiz, autora de María Elena Walsh, Maradona soy yo, Eva Perón. La biografía, Mireya y Anita<br />
cubierta de arena, publicó su libro La Madama, basado en la historia de la amante de Francisco Solano López,<br />
Elisa Lynch<br />
Por Florencia Álvarez<br />
–¿Quién fue Elisa Lynch Una aventurera irlandesa excepcionalmente<br />
hermosa, refinada y astuta, que desempeñó un<br />
importante papel en el Paraguay de Francisco Solano López<br />
durante la Guerra de la Triple Alianza, cuando la Argentina,<br />
Brasil y el Uruguay eliminaron a toda la población masculina de<br />
aquel país.<br />
–¿Qué motivos la llevaron a escribir sobre ella Todo viene<br />
de un recuerdo infantil: mi madre, la escritora Alicia Ortiz,<br />
me contó la historia de su bisabuelo, el marino genovés Giuseppe<br />
Oderigo que navegaba entre Buenos Aires y Asunción y<br />
que conoció a la Madama Lynch. Más tarde, en París, conocí<br />
a don Augusto Roa Bastos y a su compatriota, el poeta Rubén<br />
Bareiro Saguier, que me hablaron de ella, este último con un<br />
tono idealizado que en su momento me sedujo. Pero una investigación<br />
minuciosa me permitió dejar de lado toda idealización,<br />
sin caer en el error opuesto que consiste, para muchos de sus<br />
biógrafos, en denigrarla sin matices.<br />
–¿Cuáles fueron los rasgos de la personalidad de “la<br />
Madama” que más llamaron su atención Su “voluntad de<br />
poder”. Ese modo tan altivo de enfrentar a las damas paraguayas<br />
“decentes” que la despreciaban por prostituta y la envidiaban<br />
por elegante. Esa tozuda decisión de ganar la partida que la<br />
llevó a convertirse en la dueña del Paraguay, antes de perderlo<br />
todo. Una mujer humillada que alza la cabeza merece mi simpatía,<br />
aunque su desorbitada codicia me guste menos.<br />
–¿Cuáles cree que fueron las mayores hazañas de esta<br />
mujer y cuáles sus errores Su mayor hazaña fue el haberse<br />
quedado en el Paraguay cuando la guerra estaba claramente<br />
perdida. Podría haberse fugado a Europa con sus hijos pequeños<br />
y sus inmensas riquezas, pero resolvió compartir, al menos<br />
hasta cierto punto, el destino de un pueblo condenado. Y su<br />
máximo error, haber dejado que el ansia de poder y de riquezas<br />
ahogara en ella a la jovencita que leía a George Sand y a Madame<br />
de Staël.<br />
–¿Por qué fue Elisa tan cuestionada y poco querida en<br />
su época, y tan reconocida después de su muerte Desde<br />
un punto de vista político, las razones por las que fue denostada<br />
y ensalzada en su época siguen en pie: entonces, como ahora, el<br />
Paraguay se divide en lopistas y antilopistas, tal como la Argentina<br />
se divide en peronistas y antiperonistas. La compañera de<br />
López no podía escapar a esa oposición tajante y visceral de odio<br />
y amor. Pero además, Elisa Lynch fue víctima de los prejuicios<br />
de su tiempo: se la cuestionó como adúltera, como concubina,<br />
como supuesta cortesana. Un cuestionamiento que no venía de<br />
las mujeres del pueblo, fascinadas por ella, sino de las damas de<br />
clase alta. La comparación con Evita surge por sí sola, inclusive<br />
por el hecho de que la figura de Elisa fue rescatada por la izquierda<br />
y, elocuente contradicción, por el dictador Stroessner.<br />
–¿Cómo fue el proceso de investigación previo a la escritura<br />
Comencé por leer todo lo que cayó entre mis manos<br />
sobre el tema, continué visitando las casas de París donde Elisa<br />
había vivido y proseguí viajando al Paraguay. Necesitaba ir a<br />
Cerro Cora donde murieron el mariscal López y Panchito, hijo<br />
suyo y de Elisa, para revivir la escena de la irlandesa vestida con<br />
un arrugado vestido de baile mientras cavaba las dos tumbas<br />
con sus manos. Pese a las recomendaciones de prudencia, fui.<br />
Se trata de un extraño lugar en la frontera con Brasil, hoy lleno<br />
de contrabandistas, de guerrilla y de piquetes de campesinos<br />
sin tierra, donde recibir una bala perdida no resulta nada difícil.<br />
–¿Cómo hace un escritor para discernir qué de lo que<br />
investiga es verdad y cuáles son mitos y chismes de situaciones<br />
que nunca sucedieron ¿De qué manera utiliza<br />
cada una de esas cosas al momento de construir la historia<br />
Depende de lo que se proponga hacer. Si es ficción, todo<br />
entra, aunque la honestidad obligue a aclarar que se han utilizado<br />
mitos existentes o inventado otros. Si es biografía, los mitos<br />
y los chismes pueden formar<br />
parte del relato, porque todos<br />
son la expresión parcial de<br />
una verdad, y todos reflejan<br />
actitudes de la época en que<br />
transcurre la historia, pero a<br />
condición de designarlos como<br />
lo que son, mitos o chismes.<br />
Como biógrafa, no me permito<br />
entrar en la cabeza de mi<br />
personaje sino que me limito<br />
a suponer sus pensamientos,<br />
sus sentimientos, mientras que<br />
como escritora que cuenta la<br />
vida de alguien que ha existido,<br />
puedo convertirme en él y<br />
tomar su voz. En ese sentido la biografía es el arte de la conjetura,<br />
y la novela, histórica o no, una zambullida en el interior de<br />
un personaje al que el autor encarna del mismo modo en que lo<br />
hacen los actores, metiéndose en su piel<br />
67
Entrevista<br />
diez<br />
El mundo según<br />
SERGIO CHEJFEC<br />
El escritor repasa su extensa obra: “Me interesa esa zona gris de conductas apenas desfasada<br />
que pueden interpretarse como actos de resistencia privados”<br />
Por Gonzalo Villamayor<br />
68<br />
El escritor argentino Sergio Chejfec es una de las voces más<br />
interesantes de la narrativa latinoamericana actual. Su estilo<br />
surfea entre la acción, concebida más como una excusa –un<br />
“Mc Guffin” diría Hitchcock, para definir a “los diamantes”,<br />
“la fórmula” o “el microfilm”– que hace avanzar una trama<br />
que a su vez envuelve otro hilo narrativo definido por la<br />
reflexión. Hay, en las novelas de este autor, dos avances paralelos<br />
a medida que el lector se interna en el relato, el del<br />
mundo visible o “exterior” y el progreso de una intriga que se<br />
relaciona con la evolución de los pensamientos y sentimientos<br />
de los personajes.<br />
Alejada deliberadamente de la pretensión de crónica o reflejo<br />
fiel de la realidad, su literatura envuelve al lector precisamente<br />
por su maestría para contar, donde la capacidad literaria<br />
logra fascinar como el monólogo de un mago experto. El<br />
aparente “hiperrealismo” de sus descripciones, tiende por el<br />
contrario a generar un distanciamiento brechtiano que termina<br />
contagiando el análisis que propone el autor. Chejfec ha<br />
vivido en Venezuela y actualmente dicta clases en la Universidad<br />
de Nueva York. Su experiencia académica y cosmopolita<br />
se percibe en sus diferentes trabajos, como por ejemplo La<br />
experiencia dramática, en el que un encuentro entre dos personajes<br />
se convierte en punto de partida para una detallada<br />
descripción de la vida urbana y sus preocupaciones. También<br />
es autor de Los incompletos, Baroni, un viaje y Lenta biografía,<br />
entre otros textos en los que la palabra “normal” es casi<br />
un exabrupto.<br />
–En La experiencia dramática, usted ubica a sus personajes<br />
cuestionando la realidad como una representación<br />
teatral en la que ellos se perciben como personajes:<br />
¿Cómo influye en la ficción actual este estado de las<br />
cosas en el que la interacción social cada vez se parece<br />
más a una impro teatral y quienes se apartan de cierto<br />
guión tácito quedan en un lugar emergente, asociado<br />
a la locura Lo que pasa es que la locura tampoco es una<br />
categoría clara ni estable. Incluso te diría que no me interesa<br />
tanto la “locura” como esa zona gris de conductas apenas desfasadas,<br />
que pueden interpretarse como actos de resistencia<br />
privados.<br />
–¿Cuál es su intención al proponer, en ese marco, una<br />
literatura que recupera y subraya la artificialidad de la<br />
creación de un relato, en vez de limitarse a una especie<br />
de reflejo o crónica de hechos reales La realidad está<br />
plagada de relatos, de distinto tipo y que circulan por vías integradas,<br />
alternativas, complementarias, etc. Inmerso en esa<br />
diversidad y complejidad, el relato literario puede defender
su “pureza” ofreciéndose como una forma de narrar para la<br />
que el tiempo no ha pasado, o puede buscar mostrar su misma<br />
artificiosidad como una manera de separarse de los otros<br />
formatos.<br />
–En Los incompletos, usted trabaja sobre las interrupciones<br />
o parcialidades de los mensajes casi telegráficos<br />
que un viajero envía a un amigo. ¿Cuál es su reflexión<br />
sobre esas fragmentaciones en la comunicación en<br />
estos días, en que es frecuente descubrir ausencia de<br />
discurso, eufemismos, sobrentendidos de protocolo<br />
social y sobre todo, silencio y falta de palabras En<br />
Los incompletos, alguien recibe postales o notas sumamente<br />
breves de un amigo viajero. Y a partir de ellas, aunque digan<br />
poco, edifica una especie de relato viajero alrededor de algunos<br />
hechos. Uno podría decir que siempre, aun frente a las<br />
informaciones más fragmentarias y parciales, se repone una<br />
historia o relato. Esa reposición va por cuenta de quien recibe<br />
las señales. Quiero decir, la misma operación de lectura repone<br />
lo que falta, lo cual demuestra que no es una operación<br />
pasiva ni inocente.<br />
–¿Qué le permitió descubrir su inmersión en el mundo<br />
multifacético del arte de Rafaela Baroni en Baroni, un<br />
viaje Sencillamente me permitió palpar algo que hasta ese<br />
momento sabía que existía pero carecía para mí de entidad<br />
tangible. Hay artistas cuya principal obra es su vida misma.<br />
Eso puede resultarnos claro ante figuras conocidas o vanguardistas.<br />
Pero no es tan claro, porque esas trayectorias son<br />
menos visibles, en los casos de artistas no consagrados, o sencillamente<br />
populares como es el caso de Baroni. Y sin embargo<br />
es una condición que se cumple de manera más notoria.<br />
Y cuando uno tiene la fortuna de asistir a ello ya se le cambia<br />
definitivamente la idea interior que tiene de “arte”.<br />
–¿Cómo influye la experiencia de la cultura judía, que<br />
usted expresó en Lenta biografía, en su enfoque sobre<br />
la realidad y la ficción, sobre lo socialmente aceptado y<br />
lo inaceptable Creo que básicamente influye como cierto<br />
sentido de la distancia frente a los hechos. No en términos de<br />
desvinculación o ausencia de compromiso, sino trasposición,<br />
como si uno tuviera la posibilidad de ser actor y testigo al mismo<br />
tiempo.<br />
–¿Cuáles son sus próximos proyectos Las cosas que estoy<br />
escribiendo ahora son relatos más o menos breves; alguno de<br />
los cuales quizá termine siendo una novela, probablemente<br />
también breve. Nunca me había pasado como ahora de estar<br />
escribiendo varias cosas al mismo tiempo. Por momentos parece<br />
un mismo relato que se despliega en universos distintos<br />
69
Entrevista<br />
once<br />
7o<br />
Reírse de todo también es<br />
Bellas Artes<br />
A diez años de su primera edición como libro, Planeta lanzó una nueva versión corregida y aumentada de Bellas<br />
Artes, un corpus de tiras que el humorista gráfico Rep (Miguel Repiso) publicó en el diario Página/12 durante los<br />
noventa y que aún sigue actualizando. Una síntesis dibujada de la historia del arte, desde la época de las cavernas<br />
hasta la actualidad, cuyo fin es demostrar que los artistas pueden ser homenajeados o cuestionados por sus<br />
vidas y obras… pero no necesariamente con seriedad<br />
Por Melina Dorfman
–¿Es verdad que no sabía nada sobre arte hasta que<br />
empezó a hacer las tiras que luego conformarían Bellas<br />
Artes Sabía mucho acerca de ese arte angelical que es<br />
la historieta y el humor, y la ilustración. La gráfica, en suma.<br />
Pero no estaba formado en las otras artes visuales: la pintura,<br />
la escultura, la instalación. Tampoco tenía un orden de<br />
escuelas, de tendencias, de vanguardias. Conocía de soslayo<br />
todas las imágenes que se propalan: las de los museos, las de<br />
los pintores de la historia oficial del arte. Imágenes fuera de<br />
contexto. Y entré a ese mundo tratando de traducirlo a dibujo,<br />
que es mi arma, y con el humor, claro, gran pasaporte.<br />
Para ello, hice cursos teóricos de historia del arte.<br />
–¿Cuál fue el objetivo primordial de ese trabajo<br />
Como menciona en el manifiesto que abre el libro,<br />
su idea era comprender el arte a la par que lo interpretaba<br />
desde sus dibujos pero viéndolos todos juntos<br />
puede vislumbrarse una meta mayor: la de quitarle<br />
solemnidad al asunto, achicar la distancia entre público<br />
y obra… La respuesta está en tu pregunta: desolemnizar<br />
las supuestas artes mayores, acercarlas a nosotros,<br />
pasando por mi aduana de dibujante y humorista, de comunicador,<br />
con mi curiosidad infinita sobre las manifestaciones<br />
artísticas. Metiendo todas las escenas con el mismo formato,<br />
emparejándolas, y con mucho amor por recrear las imágenes<br />
de los maestros. Aprendí mucho de dibujo gracias a este<br />
opus: composición, color, vidas, obras y pensamientos.<br />
–¿Cómo eligió los artistas y obras con los que haría<br />
humor Bellas Artes se basa en un seleccionado de<br />
grandes éxitos de la historia del arte y deja fuera<br />
muchísimas personalidades, tal vez menos famosas.<br />
¿Cree que para que funcione bien una tira de este<br />
tipo el lector debe reconocer fácilmente los personajes<br />
y trabajos que la componen ¿Qué tan importante<br />
es dicha complicidad Es un libro de decisiones caprichosas,<br />
de gusto de autor, de querer recrear obras, sin especulaciones<br />
de líneas de tiempo. Cuando las iba produciendo,<br />
una semana quizás hacía a Picasso, la siguiente al gótico tardío,<br />
después a Kuitca y así. Me gobernó el ojo, los ojos. La<br />
belleza ajena y su repercusión en mí. Y me puse a dibujar.<br />
Es verdad, quedan afuera Dalí, O’ Keeffe, Barceló, Orozco…<br />
Pero eso no significa que no los vaya a hacer alguna<br />
vez. Significa que no me cayeron al ojo por ahora. Creo<br />
que es importante esa complicidad, pero los dibujos buscan<br />
crear códigos con el lector, ya sean para un entendimiento<br />
en primera lectura, o para una segunda. Y si no, que genere<br />
ese misterio para que los lectores sigan por su cuenta.<br />
En algún sentido, también es un libro didáctico. De hecho,<br />
mi verdadera lucha es llegar a los niños, a la escuela, y que<br />
incorporen historia del arte en la primaria. Es un libro<br />
ambicioso. No es tranquilito. Es de amor pero con<br />
provocaciones.<br />
–Llegó hasta el arte de los ochenta, ¿se planteó para<br />
la nueva edición hacer humor con artistas argentinos<br />
e internacionales del presente orientados a la instalación<br />
¿Qué tan difícil es sintetizar en un cómic una<br />
obra conceptual Al mismo tiempo, ¿se requiere tomar<br />
distancia temporal para poder hacerlo Es mucho<br />
más fácil hacer humor sobre pintura y escultura pero la obra<br />
conceptual es muy interesante cuando es de verdad. A partir<br />
de Duchamp es insoslayable. Igualmente, el arte siempre<br />
fue conceptual, lo novedoso son las instalaciones y el cruce<br />
de tecnologías, el todo vale. Para hacer un trabajo sobre<br />
este tipo de arte, primero tendría que comprender la obra y<br />
luego tener una opinión personal, una lectura. No tomarlo<br />
frívolamente, como quien le pone un inodoro a La Gioconda…<br />
Nada de esas estupideces.<br />
–De todas maneras, incluye problemáticas del mundo<br />
del arte actual como la inclinación a la copia, la obsesión<br />
por vender, la incorporación de auspicios en<br />
obras y muestras. ¿Qué opinión le merece todo eso<br />
Yo me río de todo eso, a veces están buenas, como en Warhol,<br />
y en otras constituyen recursos fáciles de poca monta.<br />
Hay que reírse de todo. Eso también es Bellas Artes.<br />
–¿Por qué es tan crítico con los museos, galerías, curadores<br />
y periodistas Porque se lo merecen. Son los intermediarios.<br />
¿Quiénes son ellos para que yo no me les ría<br />
Forman parte de este mundillo del arte. Y lo manejan. El<br />
humor debe desnudar el poder.<br />
–Es interesante que incluya a grandes artistas del cómic<br />
en las tiras. Durante mucho tiempo, al igual que<br />
la fotografía, fue considerado un arte menor. ¿Cuáles<br />
son los hitos que considera contribuyeron a su consagración<br />
masiva A partir de los sesenta se acaba la edad<br />
de la inocencia en el noveno arte, es decir, el cómic o como<br />
se llame, gracias a los estudiosos, los académicos que empezaron<br />
a estudiarlo. Y al pop art. Hitos ya los hubo desde el<br />
inicio, a principios del siglo XX, con Krazy Kat, Little Nemo,<br />
siguiendo con Li’l Abner, Terry y los piratas, Corto Maltés,<br />
Mafalda, El Eternauta, Maus y Mort Cinder, muchas creaciones<br />
a la altura de obras de arte.<br />
–Finalmente también reeditarán Rep hizo los barrios.<br />
¿Tuvo que actualizar mucho los dibujos ¿Cómo lidió<br />
con los cambios urbanísticos de la última década Varios<br />
lugares que mencionó en la primera publicación<br />
ya no existen más y surgieron muchísimos otros que<br />
fueron cambiando la fisonomía de la ciudad… Hubo<br />
actualizaciones, sí, pero respeta mucho ese Buenos Aires<br />
que cambia pero queda, a modo de memoria. No es un<br />
libro de novedades. La gran novedad es el color, los textos<br />
acompañantes, mi prólogo explicativo. Es la tercera edición<br />
pues las de 1993 y 2005 están agotadas. Los barrios merecía<br />
esta oportunidad. Y esta bueno que salga con Bellas Artes.<br />
Los barrios cumple veinte años; Bellas Artes, diez. Son dos<br />
libros que amo. Estoy orgulloso de ellos<br />
71
Entrevista<br />
doce<br />
72<br />
Cine en casa<br />
El cine llegó nuevamente a El Ateneo Grand Splendid. De la mano de Pablo Echarri,<br />
Leticia Brédice y Mónica Antonopulos, que junto a la directora Sandra Gugliotta presentaron<br />
el film Arrebato. La librería se transformó, una vez más, en un set de filmación<br />
Por Esteban Ulrich<br />
La utilización de El Ateneo Grand Splendid como decorado<br />
se justifica porque el film narra la historia de un escritor de<br />
crónicas policiales que para lanzar su primera novela se embarca<br />
en una investigación que lo lleva a poner en riesgo su<br />
libertad y su matrimonio, por la intervención de una misteriosa<br />
mujer. Para seguir con el juego narrativo, la conferencia de<br />
prensa está organizada como si fuera en realidad la presentación<br />
del libro en la ficción. Sandra Gugliotta, la directora,<br />
es la autora de Las vidas posibles, un film muy bien recibido<br />
por la crítica pero que no llegó a ser muy visto por la masa de<br />
espectadores a los que podría haber seducido. En este caso<br />
redobla la apuesta, continuando con su camino de autora<br />
pero poniendo en pantalla a un ambicioso elenco y equipo<br />
de producción. Un cambio de estructura con el que aspira
a acceder decididamente al gran público. “¡Es todo nuevo!<br />
¡Cambió todo! No se repite nada, salvo por mí y el equipo de<br />
sonido. Es un proyecto diferente pero que conserva algunas<br />
líneas de continuidad con Las vidas posibles, como puede ser<br />
la fuerza de la historia de amor de la pareja, o más bien de<br />
celos y desamor, y también hay algo, que si bien todavía estamos<br />
en el rodaje, creo que va a quedar en el resultado final,<br />
que tiene que ver con una línea de ambigüedad en lo que se<br />
ve.” Es que la historia ya convoca a esa ambigüedad desde su<br />
personaje principal, un escritor que toma acontecimientos<br />
criminales reales para transformarlos en crónicas ficcionalizadas.<br />
“Sí, lo que sucede es que a él lo acusan de un crimen<br />
que él mismo relata en el libro, y una parte de la película es<br />
esa investigación policial, y la otra es la historia de amor y de<br />
celos del personaje”, explica Sandra. El otro punto fuerte a<br />
destacar de Arrebato es su elenco, el trío de protagonistas<br />
es el mismo que llevara adelante la exitosa serie televisiva El<br />
Elegido, producida por el mismo Echarri. A su lado, Pablo<br />
interviene: “Lo que me atrapó al leer el libro fue la solidez de<br />
la trama, construida en diversas capas, porque es una historia<br />
que se va construyendo escena por escena y cada una va aportando<br />
una visión nueva a lo que el espectador está viendo...<br />
Después había algo muy interesante que tenía que ver con<br />
el hilo tan delgado entre ficción y realidad, cómo están separadas<br />
por un pelito, aquí queda claro que depende mucho<br />
de quién lo relata, y cómo el punto de vista de quien expone<br />
puede transformarlo en una verdad absoluta, que me parece<br />
un tema que está bastante sobre la mesa hoy”.<br />
Para Leticia Brédice este reencuentro con sus compañeros<br />
de tira le trajo algunos pequeños problemas de aclimatación:<br />
“Cada vez que me equivocaba y hacía de Verónica San Martín,<br />
el personaje de El Elegido, los tenía Pablo y Sandra para<br />
volverme a poner en personaje… me costó mucho, todavía<br />
estoy con Andrés Bilbao en la cabeza”, señala con una sonrisa<br />
traviesa. Y en el caso de Mónica Antonopulos, este será su<br />
primer trabajo en pantalla grande, lo que significó un gran<br />
desafío: “a mí me costó también, porque este personaje me<br />
llevó a conectar con una vulnerabilidad nueva, en este caso<br />
requería trabajar con mucha exposición emocional y en el<br />
cine, que para mí es un terreno nuevo, por suerte estuve muy<br />
contenida por Sandra y todo el equipo”.<br />
Antes de rodar, la directora se tomó tres meses para trabajar<br />
con los actores: “El guión es mío y me llevó tres años de trabajo,<br />
se trató de un proceso en el que fui haciendo crecer a<br />
cada personaje y que se completó en la última etapa con el<br />
trabajo de los actores, incluso transformándose a partir del<br />
trabajo que aportaron ellos en la creación de los personajes”.<br />
El film será el resultado de esta nueva ambición de Gugliotta:<br />
“Para mí, la relación con mi película anterior tiene que ver<br />
con que mantiene el juego entre realidad y ficción, y el recurso<br />
al género policial, pero ahora es todo más, y más, y más...<br />
Muchos más diálogos, muchos más movimientos, más trama,<br />
más personajes, más situaciones”<br />
Aviso_quid_04-05-2014crv.pdf 1 11/03/14 11:56
en secreto en aquellos años de vigente<br />
absolutismo, Denis Diderot, uno de los<br />
redactores de la Enciclopedia; Laurence<br />
Sterne; el filósofo David Hume, el economista<br />
escocés Adam Smith, el ex sacerdote<br />
Historia<br />
y política<br />
El mundo hasta ayer<br />
Qué podemos aprender<br />
de las culturas<br />
tradicionales<br />
Jared Diamond<br />
Debate<br />
Jared Diamond es una celebridad en el<br />
mundo de la geografía y la antropología<br />
pero su trabajo no queda encerrado en<br />
anaqueles ni en papers que sólo leen sus<br />
colegas; él ha hecho de la divulgación<br />
científica una misión. Lo hace tan bien<br />
que ha ganado en 1997 el premio Pulitzer<br />
por su excelente libro Armas, gérmenes y<br />
acero. En este nuevo trabajo, al que tituló<br />
sugestivamente El mundo hasta ayer, el<br />
autor deja de lado los prejuicios todavía<br />
vigentes, no ya como evidencias científicas<br />
pero sí como “verdades” instaladas oportunamente<br />
por las academias del primer<br />
mundo y reinstaladas permanentemente<br />
por los medios hegemónicos. Según ellos<br />
las llamadas “sociedades tradicionales”,<br />
hasta hace poco rotuladas como “primitivas”,<br />
nada interesante tienen para ofrecer<br />
al todopoderoso mundo occidental. Diamond<br />
estudió particularmente las culturas<br />
de Nueva Guinea, los Inuit del Amazonas<br />
y los San del Kalahari y concluye que es<br />
mucho lo que Occidente debería aprender<br />
de estas culturas en el intento de recuperar<br />
valores que ha ido perdiendo como el<br />
goce y el intercambio mutuo en la crianza<br />
de los hijos, o el respeto y la atención a los<br />
ancianos, el cuidado del medio ambiente,<br />
El otro lado<br />
Por Felipe Pigna<br />
la armonía con el resto de los seres vivientes.<br />
Pero Diamond no hace una apología<br />
al estilo del “buen salvaje” roussoniano<br />
sino que señala, a través de un exhaustivo<br />
trabajo de campo, todos los aspectos de<br />
estas sociedades, concluyendo: “Cuando<br />
conocemos las características de la vida<br />
tradicional, nos sentimos aliviados por habernos<br />
deshecho de algunas y nos hacen<br />
apreciar mejor nuestras sociedades. Otras<br />
probablemente las envidiamos, veremos<br />
su pérdida con nostalgia o nos preguntaremos<br />
si podemos adoptarlas o adaptarlas<br />
selectivamente. Por ejemplo, no hay<br />
dudas de que envidiamos la ausencia tradicional<br />
de enfermedades no contagiosas<br />
asociadas al estilo de vida occidentalizado.<br />
Cuando conocemos la resolución de conflictos,<br />
la crianza, el trato a los ancianos,<br />
la atención a los peligros y el poliglotismo<br />
cotidiano de las sociedades tradicionales,<br />
también podemos llegar a la conclusión de<br />
que algunos de esos rasgos serían deseables<br />
y factibles para nosotros”.<br />
Gente peligrosa<br />
El radicalismo olvidado de<br />
la ilustración europea<br />
Philipp Blom<br />
Anagrama<br />
Hubo un Salón de París entre 1750 y 1770<br />
en el que se reunieron, muchas veces<br />
Guillaume-Thomas Raynal, Benjamin<br />
Franklin y el conde Beccaria. El lugar,<br />
un selecto palacete de París era la casa<br />
del barón Paul Thiry d’Holbach. El<br />
profesor de las universidades de Viena y<br />
Oxford, Philipp Blom rastrea las historias<br />
de cada uno, muchos de ellos maltratados<br />
por las historias oficiales, otros conocidos<br />
parcialmente, unidos por su radicalismo<br />
y, en muchos casos por su ateísmo. El autor<br />
desplaza del centro de la escena a los<br />
más renombrados pensadores, Voltaire<br />
y Rousseau, para destacar la importancia<br />
del pensamiento del anfitrión de estas<br />
reuniones, D’Holbach y su amigo Diderot.<br />
Blom, quien escribe magníficamente<br />
y nos hace olvidar que estamos leyendo un<br />
ensayo y nos traslada al límite de la novela<br />
histórica, se esfuerza porque sus lectores<br />
entendamos que aquella gente que se<br />
reunía en el salón del barón fomentaba las<br />
ideas revolucionarias pero creían en algo<br />
más que en una revolución política. Señala:<br />
“Escribieron y publicaron libros subversivos,<br />
sí, pero querían acabar con algo<br />
infinitamente más vasto que la monarquía<br />
o incluso, que la Iglesia católica. (…) Para<br />
los radicales de la ilustración era un deber<br />
convencer a sus contemporáneos de que<br />
no había vida después de la muerte, de<br />
que no había Dios ni providencia ni plan<br />
divino, sino sólo un mundo físico de vida<br />
y muerte y lucha por la supervivencia, un<br />
mundo de necesidad ignorante y sin significado<br />
superior, y al que la bondad y el<br />
deseo carnal pueden inocular una belleza<br />
efímera. Durante el siglo XVIII, cuando<br />
estos pensamientos se consideraban heréticos<br />
y punibles con la muerte, defender<br />
estas ideas era un desafío hercúleo”.<br />
Recomendados<br />
Cortázar por Buenos Aires, Buenos Aires por<br />
Cortázar, de Diego Tomasi, Seix Barral.<br />
Roma, una historia cultural, de Robert Hughes,<br />
Crítica.<br />
Lucha de clases en Brasil, 1960-2010, de Severo<br />
Salles, Peña Lillo.<br />
Stella Calloni íntima. Una cronista de la historia,<br />
de Julio Ferrer y Héctor Bernardo, Continente.<br />
Filosofía para armar, de Diana Sperling, Emecé.<br />
Pedagogía de la desmemoria, de Marcelo Valko,<br />
Peña Lillo.<br />
Diccionario de creencias y supersticiones<br />
argentinas y americanas, de Félix Coluccio,<br />
Corregidor.<br />
75
Entrevista<br />
trece<br />
Economía<br />
psíquica<br />
La economía está en tu mente, asegura el subtítulo de<br />
Psychonomics, del economista y académico platense<br />
Martín Tetaz. El autor explica la manera en que<br />
la percepción influye sobre la economía, y describe<br />
su libro como un texto “provocador”, alejado de los<br />
cánones aburridos y previsibles del homo economicus<br />
de los manuales<br />
Por Sergio Varela<br />
76<br />
–¿De qué manera influye el comportamiento humano en<br />
la economía ¿Y de qué forma esta lo hace en la psicología<br />
de las personas En tanto y en cuanto la economía es la<br />
ciencia que busca explicar las elecciones humanas en contextos<br />
de escasez, influye mucho. Ahora bien, antes de elegir hay que<br />
formarse una representación mental de las distintas alternativas<br />
(sobre todo cuando uno no está frente a ellas, como sí sucede<br />
en una elección trivial como la del gusto de helado, en una heladería)<br />
y esa representación depende de la memoria de cada<br />
persona (en particular de la memoria episódica) y del modo en<br />
que estén presentadas esas opciones (framing). Por ejemplo,<br />
supongamos que en una ciudad aislada aparece un virus mortal<br />
y usted tiene que decidir si se le aplica a la población una nueva<br />
vacuna. Su decisión sin dudas no será la misma si se le informa<br />
que esa vacuna matará al 10% de la población (por los efectos<br />
colaterales, por ejemplo), que si se le dice que esa vacuna salvará<br />
al 90%, y sin embargo en ambos casos la vacuna mata a 10<br />
y salva a 90, pero el modo en que procesamos mentalmente las<br />
opciones cambia en cada caso.<br />
Además, las principales variables económicas son el resultado<br />
de las acciones de los sujetos que antes de actuar tienen que<br />
haberse formado una representación mental de las consecuencias<br />
de sus actos, una expectativa. Sucede que esas expectativas<br />
condicionan el resultado de las variables generando fenómenos
de profecías autocumplidas, y comportamientos de demanda.<br />
En el otro sentido obviamente la economía impacta en la<br />
psicología, primero porque afecta el nivel de felicidad de las<br />
personas y su satisfacción con la vida, pero además porque los<br />
distintos precios condicionan nuestras decisiones económicas<br />
afectando luego nuestra manera de procesar la información.<br />
Si se produce inflación por caso, o sube el dólar, percibimos el<br />
contexto como más incierto y menos predecible, lo que aumenta<br />
nuestros niveles de ansiedad y nos genera comportamientos<br />
de corrida, tipo ataques de pánico.<br />
–En su libro usted analiza las políticas públicas en función<br />
de su apelación a diferentes memorias de los ciudadanos.<br />
¿Cuál es el aporte que su estudio hace para que<br />
estos puedan elegir plataformas que los representen y<br />
favorezcan Las personas prácticamente no eligen candidatos<br />
basándose en las plataformas, del mismo modo que no eligen<br />
los alimentos que comen leyendo las etiquetas de información<br />
nutricional. Resumimos buena parte de las percepciones que<br />
tenemos de un producto en la imagen de marca y lo mismo<br />
hacemos con los candidatos. Esa imagen de marca se construye<br />
a partir del posicionamiento de los productos, que depende<br />
más de la experiencia de los sujetos con los mismos (memoria<br />
episódica) que de la información conceptual que de ellos tienen<br />
(memoria semántica). En el terreno político, las investigaciones<br />
de Antonio Rangel muestran que somos muy emocionales<br />
al elegir un candidato y que luego utilizamos la deliberación<br />
consciente (la razón) para justificar nuestras elecciones. Probablemente,<br />
si queremos cambiar esa historia y que la gente se<br />
fije en las plataformas, la regulación de las campañas debería<br />
obligar a los partidos a difundir en una X porción de sus publicidades,<br />
propuestas concretas, al mismo tiempo que obligar a los<br />
partidos a un debate público también contribuiría a que pese<br />
más lo semántico, que lo emocional.<br />
–¿Cómo relaciona usted memoria, economía y política<br />
¿De qué manera esas categorías se han relacionado en<br />
la Argentina en las diferentes etapas de su historia No<br />
veo la memoria como el relato del pasado, sino como el insumo<br />
con el cual se construyen estimaciones de lo que esperamos<br />
que suceda a futuro, sobre todo basados en nuestros recuerdos<br />
episódicos, que son los que dejan marcas emocionales. Por esa<br />
razón buena parte del trabajo de la política, en su intento de<br />
modificar las representaciones mentales de los ciudadanos (que<br />
es básicamente su tarea), pasa por proponer una construcción<br />
de la historia, que sea convincente y que conduzca a que las<br />
proyecciones de esa historia favorezcan su propuesta política.<br />
En ese sentido las investigaciones de Elizabeth Loftus son<br />
muy interesantes porque demuestran que la memoria no es<br />
un registro perfecto de lo que nos sucedió, sino que puede ser<br />
adulterada para que creamos que pasaron cosas que en realidad<br />
no sucedieron. En ese sentido, el arte de la política es la construcción<br />
de un guión creíble que reemplace a la historia, que se<br />
convierta en la memoria del sujeto y condicione su proyección<br />
de futuro. Esto es patente, por ejemplo, en las bisagras que se<br />
producen en la memoria de los sujetos respecto de la historia<br />
política y económica asociada a un líder carismático que muere.<br />
Hay un antes (generalmente mucho más crítico) y un después<br />
(generalmente más benigno), que nos muestra la maleabilidad y<br />
plasticidad de nuestros recuerdos.<br />
–Usted enfatiza el problema de la emoción en un aspecto<br />
racional como es la economía. ¿Cómo afecta esa emoción<br />
la capacidad de cálculo y cuáles son las conclusiones sobre<br />
ese tópico a las que llega su libro Es que el problema<br />
se trata de que la economía no es la resultante de un proceso<br />
racional, sino que emerge como consecuencia de razón y emoción<br />
en distintas cuotas. Es cierto que en general uno puede<br />
seguir la distinción de Kahneman y suponer que existen dos<br />
sistemas de tomas de decisiones; un sistema 1 (automático)<br />
gobernado por las emociones y que se hace cargo de las elecciones<br />
económicas más triviales de todos los días, y otro sistema<br />
2 (deliberativo) que se impone cuando lo que está en juego<br />
es más importante, como por ejemplo a la hora de comprar<br />
un auto o una casa. Pero en la realidad lo que cambia son las<br />
proporciones en que el razonamiento deliberado y la emoción<br />
entran en la ecuación; no hay prácticamente ninguna decisión<br />
absolutamente racional, del mismo modo que no existe ninguna<br />
elección económica que resulte sólo de un impulso emocional,<br />
sin que el sujeto piense un segundo en su comportamiento.<br />
–¿En qué se diferencia la “emoción económica” en nuestro<br />
país de la de otras partes del mundo El modo en que<br />
las emociones se adjuntan a nuestras memorias es parecido al<br />
de aquel perro de Pavlov que recibía comida junto con el sonido<br />
de una campana, de manera sistemática, a punto tal que<br />
cuando se retiraba la comida el animal de todos modos salivaba<br />
(anticipando su alimento) si se hacía sonar la campana. La diferencia<br />
es que aquel reflejo condicionado exigía cierta repetición<br />
del estímulo hasta ser aprendido, pero en el caso de las emociones,<br />
estas funcionan como marcadores somáticos aunque sólo<br />
se hayan producido una vez, en oportunidad de cierto evento.<br />
Por supuesto, la naturaleza de cada evento cambia de lugar a<br />
lugar, y el modo de representarlo mentalmente, como así también<br />
las emociones que dispara, no son universales sino que<br />
dependen de la cultura en que se mueven los sujetos. Esto es<br />
particularmente cierto para las representaciones mentales que<br />
se anclan en la memoria semántica y que como no provienen<br />
de experiencias vividas por los individuos, a la fuerza se apoyan<br />
en el lenguaje. Entonces en la medida en que el lenguaje sea<br />
diferente en cada cultura, las representaciones mentales de un<br />
mismo evento serán distintas también. Tomemos, por ejemplo,<br />
el caso de las crisis. En chino mandarín, la palabra crisis está<br />
compuesta por dos signos, con distintas acepciones, pero una<br />
de ellas es peligro-oportunidad, mientras que para nosotros una<br />
crisis se representa como algo negativo y perjudicial.<br />
–¿Cuál fue su objetivo al escribir Psychonomics ¿Qué<br />
herramienta encontrará el lector para su economía y psicología<br />
cotidiana Este es un trabajo que busca resumir de<br />
manera coherente las investigaciones de Psicología Cognitiva<br />
y Neuroanatomía más importantes de los últimos años, para<br />
aplicarlas en la segunda parte del libro a las políticas públicas, la<br />
economía de la felicidad, el marketing, e incluso las relaciones<br />
sociales no monetizadas, como la elección de pareja. El lector<br />
se encontrará identificado con situaciones personales y verá un<br />
enfoque novedoso de los problemas económicos actuales como<br />
el cepo, la inflación y el aumento del dólar. Creo que es un<br />
texto provocador, que busca que el lector piense y y cuestione y<br />
para que modifique los mapas mentales con los que procesa la<br />
información a partir de la cual toma decisiones todos los días<br />
77
78<br />
Entrevista<br />
catorce
El deseo<br />
Imposible<br />
Si el otro cambiara, escrito por la psiquiatra Graciela Moreschi, apunta a mejorar los vínculos<br />
entre las personas. Ejercicios simples para dominar situaciones<br />
Por Florencia Álvarez<br />
–¿Cuál es el objetivo del libro y de qué manera apunta<br />
a fortalecer las relaciones La idea es hacernos cargo de<br />
lo que nos corresponde. Ser conscientes de lo que cada uno<br />
genera en el otro, de cuál es el juego que se establece entre<br />
los miembros de una relación, un juego que se repite de igual<br />
manera y del que muchas veces no podemos salir. Mejora el<br />
vínculo, en primer lugar, porque uno cambia lo único que<br />
puede cambiar que es su propia cabeza. Es decir, si el otro es<br />
así, puedo elegirlo o no, pero no cambiarlo.<br />
–Usted habla de la importancia de vivir en el aquí y el<br />
ahora, ¿por qué es importante mantener el foco en eso<br />
y cómo se logra No se pueden arrastrar frustraciones ni<br />
broncas pasadas si uno pretende tener una buena relación. Si<br />
el vínculo se repite es porque uno se ha quedado enganchado,<br />
y los cambios sólo se hacen en presente, debemos enfocarnos<br />
en el aquí y ahora ¿Qué siento ahora, qué pienso y cómo respondo<br />
en este momento<br />
–Las relaciones con los demás mutan constantemente,<br />
¿cómo nos adaptamos Todo lo vivo cambia, si no estamos<br />
plastificados. En general, el problema de los vínculos se da<br />
cuando quedan cristalizados en el mismo juego o cuando<br />
alguien reprocha el cambio o reclama por acuerdos pasados.<br />
Nadie puede prometer algo de por vida, pero sí tiene que<br />
cumplir con el compromiso que hizo en ese momento, comprometerse<br />
con todo en el aquí y el ahora.<br />
–¿Cuál es el ejercicio más rápido y efectivo para bajar<br />
a tierra en momentos de estrés La rapidez causa estrés.<br />
Quien pretenda dar una respuesta a esto con el “ya”, está engañando.<br />
Una práctica que ayuda mucho es el mindfulness o<br />
conciencia plena, sirve para volver al propio eje. Esto implica<br />
darnos cuenta de cuando estamos sobrepasándonos, aprender<br />
a poner límites, delegar lo posible y fundamentalmente tener<br />
la claridad para jerarquizar, diferenciar lo urgente de lo importante.<br />
–¿Cómo se logra el estado de conciencia plena Se puede<br />
hacer un entrenamiento formal de unas ocho semanas,<br />
pero lo que yo propongo son pequeños ejercicios diarios donde<br />
uno aprende a mirar hacia adentro, tanto lo que pasa en el<br />
cuerpo como en la mente. Ser conscientes de cómo determinados<br />
pensamientos nos tensan y en qué parte del cuerpo se<br />
asienta cada emoción, o al revés, observando la tensión descubrimos<br />
con qué estamos sintiéndonos incómodos. Los ejercicios<br />
comienzan tan sólo con cinco minutos de respiración y<br />
silencio, cinco minutos con la atención vuelta hacia uno.<br />
–¿Por qué las personas construimos vínculos que nos<br />
atrapan ¿Cómo se sale de ellos Muchas veces el otro<br />
representa lo que nosotros no podemos o no nos atrevemos a<br />
hacer. No estamos por casualidad con el otro, puede ser una<br />
pareja, una amiga con la que me peleo y siempre vuelvo, un<br />
progenitor con el que discuto por las mismas cosas una y otra<br />
vez. Una interacción que quizás, en un momento, fue oportuna<br />
o eficaz se cristalizó y terminó siendo la única respuesta.<br />
Porque no hay flexibilidad, porque en lugar de revisar lo<br />
propio queremos convencer al otro de que está equivocado,<br />
porque se establece una lucha de poder.<br />
–¿Qué son los “pensamientos disfuncionales” Son aquellas<br />
distorsiones del lenguaje y del pensamiento como la generalización,<br />
la parte por el todo, la anticipación, la demanda<br />
absolutista, la polarización que originan nuestras emociones e<br />
incluso las sostienen. Todas las emociones son originadas por<br />
pensamientos, tanto las buenas como las displacenteras. Para<br />
trabajar el pánico de un ataque se va al pensamiento que hay<br />
detrás, lo mismo ocurre con el temor a la pérdida, la violencia<br />
o la necesidad de control.<br />
–¿Cuál es la mejor forma de lidiar con las emociones<br />
Enfrentarlas. Yo propongo tomarse unos minutos de<br />
atención plena, no más de tres para ubicarla en el cuerpo y<br />
reconocer el pensamiento que la genera. Sólo eso sirve para<br />
desactivarla. Cuando uno es consciente del origen le da tiempo<br />
a que nos diga lo que debe decirnos<br />
79
INFANTIL Y JUVENIL<br />
En homenaje a la gran escritora<br />
Elsa Bornemann, Alfaguara<br />
ha editado Puro ojos, la<br />
historia de una nena que no<br />
le gustaba hablar. Con hermosas<br />
ilustraciones de Carolina<br />
Farías, es recomendable<br />
para niños mayores de 8 años.<br />
Sorpréndete<br />
con los maravillosos<br />
libros de<br />
Origami a la moda es<br />
ideal para chicas que<br />
quieran crear piezas<br />
para hacer sus tarjetas,<br />
decorar o vestir<br />
sus muñecas, ya que<br />
podrán crear blusas,<br />
faldas, zapatos y hasta<br />
un bolso de papel.<br />
Para jugar y armar,<br />
Catapulta presenta dos<br />
propuestas para chicas<br />
mayores de 8 años. Flores<br />
fabulosas, de Anne<br />
Akers Johnson es un<br />
libro con instrucciones<br />
muy simples para armar<br />
flores de papel, únicas<br />
y exquisitas (incluye<br />
piezas troqueladas, adhesivo,<br />
tallos de alambre<br />
y gemas de colores).<br />
La vida según Snoopy, un<br />
libro ideal para iniciarse<br />
en esta gran historieta de<br />
todos los tiempos. Basado<br />
en pensamientos del<br />
ingenioso Charles M.<br />
Schulz, para descubrirlo<br />
o volver a visitar su<br />
particular humor.<br />
SÚPER TÍTERE<br />
Estos libros interactivos<br />
con títere y ojos móviles<br />
harán de la hora del<br />
cuento un momento muy<br />
divertido.<br />
ESPÍO Y DESCUBRO<br />
Dos libros para que los<br />
más chicos se diviertan<br />
buscando objetos y<br />
personajes escondidos en<br />
modernas ilustraciones,<br />
mientras aprenden a contar y<br />
descubren nuevas palabras.<br />
VENTANAS MÁGICAS<br />
Con distintas imágenes<br />
lenticulares en las tapas, estos<br />
libros de Disney invitan a<br />
la lectura y divierten a los<br />
chicos.<br />
Av. Lacroze 1865 | C1426CPD | CABA<br />
Tel.: (54-11) 4899-0646 líneas rotativas<br />
www.editorialguadal.com.ar<br />
Hacete fan y enterate de nuestras novedades
Cómo<br />
lo hago<br />
La<br />
82<br />
dimensión desconocida<br />
Por María Inés Falconi<br />
Me preguntan cómo lo hago, cómo escribo mis historias y, la<br />
verdad, es que no lo sé. ¿Dónde están las historias ¿Adentro<br />
de uno y de pronto sucede algo que las despierta, que las<br />
trae a la luz y les da vida ¿O están alrededor y nosotros sólo<br />
somos hábiles cazadores que las pescamos al vuelo Otra<br />
vez, no lo sé. Tal vez sea una mezcla de ambas, tal vez algo<br />
totalmente distinto. ¿Dónde “están” las historias Porque<br />
no hay duda de quienes las escribimos (al menos yo) tanto<br />
como quienes las leemos estamos convencidos de que lo que<br />
la historia cuenta es verdad, está sucediendo en algún lado,<br />
las vemos, las sufrimos, las disfrutamos y nos sumimos en un<br />
espantoso vacío cuando se terminan. Sin embargo sabemos<br />
que no existen en la realidad. ¿Hay una dimensión que es la<br />
dimensión de las historias<br />
Claramente una pregunta no me lleva a una respuesta sino a<br />
otro montón de preguntas y me obliga a reflexionar sobre un<br />
proceso que, por espontáneo y necesario, no tiene ni lógica ni<br />
explicación.<br />
Tal vez, el hecho de inventar historias, en mi caso, también<br />
surja de una pregunta, de un intento de comprender lo que<br />
me rodea y sobre todo, de comprender cómo reaccionan los<br />
chicos frente a las situaciones que les toca vivir. Seguramente
por eso prefiero escribir historias “realistas”, para acercarme a<br />
través de los personajes, a su propia y particular comprensión<br />
del mundo en cada etapa.<br />
Cada libro, por otra parte, es una “criatura” diferente. Si me<br />
pongo a pensar en cómo surgieron, encuentro las más variadas<br />
motivaciones: desde entretenerme mirando una fila de<br />
hormigas en la plaza (La hormiga Agustina) hasta escuchar<br />
por la radio las noticias de la guerra de Iraq (Pedro y la guerra),<br />
pasando por el nacimiento de mi sobrina (Mi hermanita<br />
Malena), el gato perdido de mi nieto (A mi abuela no le gustan<br />
los gatos) o mis propias experiencias de vacaciones (Cartas<br />
para Julia).<br />
Otras veces, las historias aparecen como verdaderos desafíos.<br />
Tal fue el caso de Caídos del Mapa, una saga que hoy tiene<br />
once novelas, pero que empezó siendo una obra de teatro.<br />
En ese momento me había propuesto escribir teatro para<br />
preadolescentes, un género que era prácticamente inexistente<br />
y que aún hoy tiene poco desarrollo. No sabía cuál podía ser<br />
la historia, ni el tema, ni los personajes y la idea estuvo dando<br />
vueltas por bastante tiempo en mi cabeza hasta que tomó forma.<br />
En ese caso la motivación era poder llegar a un público<br />
alejado del teatro. Después, como siempre pasa, la historia<br />
cobró vida propia y me dio la posibilidad de incluir dentro de<br />
la saga situaciones de la realidad que me preocupaban y ver<br />
crecer a mis propios personajes.<br />
Creo que no podría escribir para chicos y/o jóvenes si no<br />
tuviera un contacto cotidiano y permanente con ellos. Los<br />
talleres de teatro que dicté durante mucho tiempo en la Universidad<br />
Popular de Belgrano y con los que aún hoy estoy involucrada<br />
me permitieron tener con ellos una comunicación<br />
intensa, entrar en su mundo, compartirlo, sufrirlo, asombrarme,<br />
divertirme, enojarme pero sobre todo conocer su lenguaje,<br />
sus puntos de vista, sus vínculos, sus vivencias.<br />
En definitiva, me parece que lo que hago, o cómo lo hago,<br />
es teniendo las orejas abiertas. Escuchar, conocer, compartir<br />
para poder devolverles después, algo de lo que les pasa transformado<br />
en una historia
INFANTIL Y JUVENIL<br />
Un niño y su gato, Facu y Café con<br />
leche, protagonizan otras de sus<br />
travesuras, divertidas y ocurrentes.<br />
Para niños a partir de los 5 años,<br />
llegó, Las aventuras de Facu y<br />
Café con Leche 3, de Chanti (Sudamericana).<br />
Para aprender jugando, Albatros<br />
presentó dos títulos muy interesantes<br />
y divertidos, ambos de<br />
Florencia Esses. El primero es<br />
Poesías con la historia, donde la<br />
propuesta es rimar hechos históricos<br />
importantes, la Revolución<br />
de Mayo, la confección de la<br />
bandera, la infancia de Sarmiento,<br />
etc. El segundo es Teatro con<br />
los cuentos clásicos. Para armar<br />
un teatro en casa y jugar a ser<br />
Blancanieves, Pulgarcito o el<br />
sastrecillo valiente (para niños<br />
mayores de 5 años).<br />
Dos grandes escritoras<br />
presentaron sus libros. El<br />
primero es Benjamino, de<br />
María Teresa Andruetto,<br />
con ilustraciones de Cynthia<br />
Orensztajn, un cuento<br />
hermoso que viene de lejos,<br />
de Italia. El segundo es<br />
La sorpresa de Brutilda, de<br />
Gabriela Keselman, con<br />
ilustraciones de mEy!<br />
Tres propuestas súper divertidas<br />
son las de Planeta. La primera<br />
de ellas es una invitación a lo<br />
creativo. De la mano de Danielle<br />
Lowy, llegó Artesanías creativas.<br />
Reciclaje. Para aprovechar<br />
todos los desechos de la casa.<br />
La segunda propuesta es Busca<br />
y encuentra sirenas, de Stella<br />
Maidment y Daniela Dogliani,<br />
un libro para jugar y resolver<br />
acertijos. La tercera propuesta<br />
es ¿Quién encuentra a la cebra<br />
en el zoo, juegos mentales,<br />
descubrimientos asombrosos y<br />
búsquedas exhaustivas.
Una nueva versión del clásico<br />
Caperucita roja. Esta, ilustrada<br />
bellamente por Adolfo Serra,<br />
ofrece la posibilidad de que<br />
cualquier lector pueda reinventar<br />
la historia, ya que en ella no<br />
hay textos. Así, el temible lobo<br />
parece inofensivo, persiguiendo<br />
una mariposa roja; y Caperucita,<br />
una vaquita de San Antonio en<br />
el medio del inmenso bosque.<br />
Un libro para mirar y contar,<br />
una y otra vez (Fondo de Cultura<br />
Económica).<br />
Laura vive en su castillo con<br />
su padre, en un lugar lejano<br />
de Austria. Sueña con tener<br />
una amiga y pronto su deseo se<br />
cumple, Carmilla se convierte<br />
en su mejor compañía, aunque<br />
es una joven extraña. Pronto<br />
advertiremos que se trata de<br />
una vampira. Las hermosas<br />
ilustraciones son de la española<br />
Ana Juan (Fondo de Cultura<br />
Económica).<br />
Griselda Gambaro llega con<br />
su investigador Giménez. Esta<br />
vez, le tocará resolver un misterio:<br />
muchos de los vecinos<br />
del pueblo son mordidos por<br />
¿Drácula Se trata de Giménez<br />
y el Drácula fingido, la tercera<br />
entrega de las aventuras de<br />
Giménez. Humor, misterio e<br />
inteligencia, con ilustraciones a<br />
cargo de Javier Joaquín (Alfaguara<br />
juvenil).<br />
Ninguna criatura de toda la Red<br />
Galáctica ha podido vencerlos, y<br />
apuntan sus fauces hacia la Tierra.<br />
Solo un nuevo ser, único en<br />
toda la galaxia podrá enfrentarlos,<br />
pero antes tendrá que descubrir<br />
su propia identidad.<br />
A la manera de La Fundación y<br />
La Guerra de las Galaxias nos<br />
encontramos con un universo<br />
cuyo orden se rompe, en este<br />
caso, por la intromisión de los<br />
Voraces, devoradores de cualquier<br />
ser viviente. Escrita por<br />
Beto Lorenzo, esta novela promete<br />
suspenso y mucha aventura<br />
(Nuevo Extremo).
INFANTIL Y JUVENIL<br />
V&R propone dos títulos para<br />
chicas adolescentes. El primero<br />
es ¡¿En serio, má!, de la famosa<br />
autora brasileña Thalita Rebouças.<br />
¡¿En serio, má! retrata<br />
la vida cotidiana de una madre y<br />
su hija, desde antes del nacimiento<br />
hasta los 21 años. La infancia<br />
está contada desde el punto de<br />
vista de la madre, y a partir de<br />
la adolescencia es la hija quien<br />
continúa el relato. Cada capítulo<br />
narra distintas situaciones de la<br />
vida diaria: las peleas, los novios,<br />
las amigas, los estudios, la vida<br />
familiar.<br />
La segunda propuesta es Finding<br />
Love, la primera de la saga juvenil<br />
paranormal, escrita por Joss<br />
Stirling (seudónimo de Julia<br />
Golding). Los personajes pertenecen<br />
al mundo de los “savants”,<br />
personas con habilidades extrasensoriales<br />
poderosas. Cada libro<br />
cuenta el encuentro de ellas, Sky,<br />
Phoenix y Crystal, con los hermanos<br />
Benedict, los atractivos chicos<br />
estadounidenses que cambiarán<br />
sus destinos para siempre.<br />
Marcelo Birmajer deleita<br />
con seis cuentos de terror y<br />
misterio, No corras que es peor<br />
(Alfaguara) donde, a través de<br />
diferentes situaciones (todas<br />
siniestras), los protagonistas se<br />
ven impelidos a… no correr.<br />
Jugando con fuego es el primer<br />
libro de la trilogía, donde conoceremos<br />
a Finn Maguire, poco más<br />
que un perdedor. A sus diecisiete<br />
años ha cambiado el colegio por<br />
un trabajo en un local de comida<br />
rápida, tiene antecedentes por un<br />
delito que no llegó a cometer y le<br />
cuesta mucho leer por culpa de la<br />
dislexia. Es la primera novela del<br />
guionista Niall Leonard, quien<br />
vive en Londres junto a su mujer,<br />
la exitosa E. L. James, la autora del<br />
fenómeno Cincuenta sombras y<br />
sus dos hijos (Random House).
Arte<br />
fotografía<br />
88<br />
TESTINO rojo shocking<br />
El fotógrafo que impuso un modo de ver la moda llegó al Malba con las impactantes e irreverentes<br />
imágenes de su primera muestra en nuestro país<br />
Por Mónica Tracey<br />
La que seguramente se constituyó en la<br />
primera reunión multitudinaria de celebridades<br />
internacionales en Buenos Aires<br />
llegó junto a Mario Testino, quien<br />
presentó en el Malba su muestra de<br />
fotografías In your face con imágenes<br />
de Kate Moss, Gisele Bündchen, Nicole<br />
Kidman, Gwyneth Paltrow, Mick<br />
Jagger, Madonna, Lady Gaga, Brad<br />
Pitt y David Beckham, entre otros,<br />
partícipes todos del mundo creativo de<br />
este fotógrafo peruano que ha logrado<br />
su propio cóctel de elegancia, glamour,<br />
desenfado y atrevimiento en tantísimas<br />
producciones para revistas como Vogue,<br />
Vanity Fair o GQ.<br />
Transformado ya desde hace años en<br />
la materia de su trabajo deviniendo<br />
él mismo una celebridad, quien está<br />
reconocido como uno de los grandes<br />
fotógrafos del mundo de la moda llegó a<br />
Buenos Aires acompañando la primera<br />
exposición de sus fotos en nuestro país<br />
que se inauguró en el Malba el 13 de<br />
marzo: 122 imágenes que van desde<br />
1993 hasta 2010 y de la moda y la publicidad<br />
a apuestas de intensa sexualidad,
que también incluyen la cercanía de lo<br />
autobiográfico o la divertida intimidad<br />
de los más top. Como esa foto en que<br />
Kate Moss se recuesta sobre el espejo<br />
de un baño y retoca su maquillaje mientras<br />
en el fondo se refleja a Testino a lo<br />
paparazzi tomando esa imagen casual<br />
y cómplice. “Las mejores fotos son las<br />
de tu camarita”, cuenta él que le suele<br />
decir Kate.<br />
Y luego de más de una década de<br />
exponer en importantes museos del<br />
mundo, ya casi ni tiene que responder<br />
a la pregunta que cuestiona la moda,<br />
la publicidad y a las celebridades como<br />
materia artística. Esta misma muestra<br />
que estará en el Malba hasta junio se<br />
colgó hace poco más de un año en el<br />
Fine Arts Museum de Boston. El libro<br />
de la exposición, Mario Testino: In your<br />
face, editado por Taschen, tiene dos<br />
prólogos, uno del director del museo de<br />
Boston y otro de la editora jefa de Vogue<br />
en Estados Unidos, Anna Wintour,<br />
extravagante personaje que atravesó la<br />
frontera del gran público en la interpretación<br />
de Meryl Streep en El diablo<br />
viste a la moda. Ella, que trabajó con<br />
Testino casi desde el comienzo de la<br />
carrera del fotógrafo, copartícipes en la<br />
tarea de transformar la moda en objeto<br />
de culto, sabe de lo que habla cuando<br />
pone el foco preguntándose: “¿Alguien<br />
luce más espléndido, majestuoso, sexy<br />
o subversivo o luminoso que cuando es<br />
capturado por la cámara de Mario”.<br />
Claro que su respuesta es “No”. Mario<br />
Testino lo explica a su modo: “Quiero<br />
que quien se ve en mis fotos se vea<br />
como no se ha visto nunca. En mi trabajo<br />
me gusta dar placer”.<br />
Todo eso que logra su cámara estuvo<br />
en él desde un principio pero tuvo que<br />
ir descubriéndolo y sacándolo a la luz<br />
en el transitar de una vida en la que<br />
hubo todo menos aburrimiento. Muy<br />
pronto, a los 22 años, supo que no era<br />
su Perú natal el lugar para abrir su camino.<br />
“En la forma en que iba vestido<br />
me era imposible tomar un transporte<br />
público. Me gastaba todo mi dinero en<br />
taxis. Imagínense a David Bowie caminando<br />
por Roma… Bueno, yo no era<br />
David Bowie pero mi look impactaba:<br />
afro, pantalones rosas.... Me gritaban<br />
‘marica’”, cuenta Testino recordando<br />
aquellos tiempos en que después de<br />
intentar estudiar Ciencias económicas<br />
y Derecho en Lima, dejó todo y se fue<br />
primero a California, a estudiar Relaciones<br />
Internacionales, y luego a Londres,<br />
finalmente, su lugar en el mundo. “Yo<br />
no encajaba en ese momento en mi<br />
país, mis gustos y mi punto de vista eran<br />
un poco extraños, y fue en Inglaterra<br />
donde encontré esa calma que te da el<br />
poder ser tú mismo”, explica. Fue allí<br />
donde pudo empezar a vivir como él<br />
quería y también donde se topó con la<br />
fotografía. No pasó mucho tiempo hasta<br />
que los books que realizaba a chicas que<br />
querían ser modelos llegaron hasta la<br />
mirada de algún editor de moda. Testino<br />
ya estaba en contacto con el que<br />
sería su camino.<br />
Seguro de sí mismo y de sus capacidades,<br />
no escatima reconocimiento a<br />
sus maestros, entre los que nombra<br />
tanto a los fotógrafos Richard Avedon,<br />
Helmut Newton, Irving Penn, Cecil<br />
Beaton o al también peruano Martin<br />
Chambi (“él me enseñó la honestidad de<br />
la imagen”, dirá), como a tres editoras<br />
de Vogue, la Wintour, Lucinda Chambers,<br />
de la edición inglesa, y Carine<br />
Roitfeld, de la francesa. “Fue Carine,<br />
con quien trabajé a lo largo de diez<br />
años, quien puso el ojo en el trabajo que<br />
yo hacía para practicar en mi estudio<br />
con desnudos masculinos, sin producción,<br />
porque no tenía dinero. Ella me<br />
dijo por qué no fotografiaba así la moda<br />
para la revista. Y ese fue el momento en<br />
que me encontré conmigo mismo, con<br />
mi propio estilo”.<br />
Entonces llegó la producción que hizo<br />
por encargo de Vanity Fair con una<br />
Lady Di completamente diferente.<br />
Sexy, fresca, divertida, más linda que<br />
nunca. “Luego que le mandé algunos de<br />
los retratos, la princesa Diana me contó<br />
que cuando sus hijos los vieron le dijeron<br />
que eran lo más ‘ella’ que habían<br />
visto”, cuenta. Esas imágenes tomadas<br />
cinco meses antes del accidente en que<br />
murió Diana Spencer, el 31 de agosto<br />
de 1997, fueron el pasaporte de Mario<br />
Testino al público que no estaba tan<br />
imbuido del mundo de la moda y a su<br />
trabajo como fotógrafo de la casa real<br />
inglesa.<br />
Y luego, todo lo demás: exposición<br />
de los retratos reales en la National<br />
Portrait Gallery de Londres, muestras<br />
en el Museo Thyssen-Bornemisza, de<br />
Madrid, o el Shanghai Art Museum.<br />
Fotografías suyas en las colecciones<br />
permanentes de la National Protrait<br />
Gallery, el Victoria & Albert Museum<br />
o la Universidad de Nueva York. Doce<br />
libros de fotografía. Y su propio museo,<br />
el MATE, en una antigua casona del bello<br />
barrio de Barranco, en Lima, donde<br />
además de su trabajo muestra a artistas<br />
contemporáneos con el objetivo de<br />
promover el arte de su país. Él asegura:<br />
“Tengo una vida bastante normal. Mis<br />
amigos son los mismos de la infancia,<br />
con los que me fui a vivir a Londres<br />
hace treinta años y los mismos que veo<br />
cuando vuelvo a Lima”.<br />
Así llegó a Buenos Aires, rodeado de celebridades,<br />
así cuelgan sus fotos en una<br />
muestra memorable en el Malba. Su explicación<br />
del éxito: “Así como estoy en<br />
lo nuevo, en la vanguardia, en lo under,<br />
también estoy muy en la tradición. Me<br />
gusta todo”, dice, con su porte elegante<br />
y la picardía de sus ojos sonrientes<br />
In your face<br />
Mario Testino<br />
Editorial Taschen<br />
89
TV<br />
SERIES<br />
Por LAURA BERTI<br />
El Superagente 86<br />
Su protagonista fue galardonado con<br />
tres premios EMMY consecutivos (1966,<br />
1967 y 1968) convirtiéndose en el primer<br />
actor que logra esa marca, mientras que<br />
la serie se llevó dos galardones a la mejor<br />
comedia.<br />
En 1965, James Bond ya era todo un<br />
fenómeno cinematográfico y social, y<br />
el mundo estaba en plena Guerra Fría,<br />
bajo la constante amenaza de una guerra<br />
nuclear. En ese clima de paranoia las<br />
películas de espías se pusieron de moda.<br />
Pero Mel Brooks dio un paso más y<br />
creó, junto con Buck Henry, una serie<br />
que se dedicaba a satirizar a Bond y los<br />
otros espías de ficción (algo que resultaba<br />
evidente en la secuencia de los créditos).<br />
El protagonista era Maxwell Smart, un<br />
agente en la línea del inspector Clouseau<br />
de La pantera rosa; torpe, no muy brillante,<br />
con dificultad para concentrarse,<br />
un poco ingenuo y, por supuesto, muy<br />
absurdo y divertido. Para interpretarlo,<br />
eligieron a Don Adams, cuya escasa<br />
apariencia de galán ya era una parodia<br />
en sí de James Bond. La impresionante<br />
capacidad de Adams para soltar los gags<br />
sin inmutarse y para la comedia física<br />
contribuyeron enormemente al éxito de<br />
la serie. A lo que se agregaba el perfeccionamiento<br />
de la sátira que llevaba adelante<br />
Mel Brooks, y el protagonismo de<br />
un Don Adams insuperable, bien acompañado<br />
por Barbara Feldon (la agente<br />
99), que era también una comediante<br />
con gran frescura y la virtud de no tomarse<br />
a sí misma demasiado en serio, y es<br />
justo ese humor a prueba de balas lo que<br />
mantiene la actualidad de esta comedia<br />
icónica incluso hoy en día.<br />
Maxwell Smart (cuyo apellido significa<br />
“inteligente”, lo que ya era de por sí el<br />
primer chiste) era un agente de la agencia<br />
CONTROL (que parodia a la CIA)<br />
con el nombre en código numérico, 86. A<br />
pesar de su torpeza, tiene mucha suerte,<br />
por lo que siempre cumple las misiones<br />
que le encargan contra KAOS (parodia<br />
de la KGB), la agencia rival. Su principal<br />
acompañante en esas misiones es la<br />
agente 99, un poco más competente que<br />
él, y con la que termina desarrollando<br />
una relación amorosa. Su jefe, llamado<br />
simplemente El Jefe, es un poco gruñón<br />
y aunque cansado de la inoperancia de 86<br />
protege a sus dos agentes.<br />
El Superagente 86 se convirtió en un clásico,<br />
pues con independencia del desenlace<br />
(todos sabíamos que iba a triunfar el<br />
Bien), lo más divertido era el desarrollo<br />
de cada episodio.<br />
a obrar bien”, son algunas de las frases<br />
que escribió Maquiavelo en su famoso<br />
tratado de doctrina política El príncipe,<br />
en 1513. Exactamente quinientos años<br />
después, estas parecen ser también las<br />
máximas que guían el comportamiento<br />
de los personajes de House of Cards,<br />
radiografía de las intrigas políticas que<br />
hacen de Washington DC un auténtico<br />
nido de víboras.<br />
La plataforma de streaming Netflix ha logrado<br />
un producto excelente con actores<br />
y directores de primera línea (Kevin Spacey,<br />
Robin Wright, David Fincher).<br />
La trama se centra en el congresista<br />
Frank Underwood (un impresionante<br />
Kevin Spacey) y sus retorcidas estratagemas<br />
para escalar políticamente. Junto<br />
a él, su fría y ambiciosa esposa Claire<br />
(magnífica Robin Wright) está también<br />
decidida a conseguir que las aspiraciones<br />
de ambos lleguen a buen puerto,<br />
sin importar los medios que tengan que<br />
utilizar para ello. Todo sazonado con<br />
una mirada cínica y una cierta dosis de<br />
comicidad, sobre todo en los apartes en<br />
los que Frank Underwood se dirige al<br />
espectador.<br />
Estamos ante una propuesta de brillante<br />
factura, muy bien interpretada, mordaz,<br />
que merece ser destacada como una de<br />
las series que se tienen que ver. Además<br />
ha sido ganadora en el 2013 de tres<br />
premios EMMY, por elenco, dirección y<br />
cinematografía. Ya se puede ver la segunda<br />
temporada y se confirmó una tercera<br />
para 2015.<br />
La primera temporada de la serie puede encontrarse<br />
en Netflix o comprarse en Tematika, Yenny<br />
y El Ateneo; la segunda temporada puede verse<br />
sólo por www.netflix.com<br />
91<br />
Las cinco temporadas de la serie se pueden<br />
encontrar en Tematika, Yenny y El Ateneo<br />
House of Cards<br />
“Los príncipes que han hecho grandes<br />
cosas son los que menos han mantenido<br />
su palabra” y “Los hombres obran el mal,<br />
a menos que la necesidad los obligue
VIDA GOURMET<br />
Pequeños detalles que hacen la diferenciA<br />
Por Mónica Tracey<br />
Delicioso batido de historias y alcoholes<br />
92<br />
Algo de todos sus derroteros, de todos sus oficios, aparece en el libro. Estudió Psicología y<br />
conocer a las personas que se cruzan en su camino es una de sus pasiones. Estudió Letras,<br />
trabajó en una librería –en Yenny, claro–, escribió poesía y su escritura se ha transformado<br />
en su modo de conocer. Fue bartender y representante y embajador de bebidas –ahora<br />
mismo de los aperitivos de Campari Argentina– y las barras son el escenario de buena<br />
parte de sus historias y las recetas de cócteles propios y ajenos quedan en las páginas<br />
como una promesa de futuras degustaciones. Y los viajes, siempre. En el abandono de<br />
una carrera y el inicio de otra, en la peregrinación al lugar de origen de una bebida, en el<br />
seguimiento de una historia familiar, en el reencuentro de amigos, en los amores, antes,<br />
durante y después. Así es Cócteles en el camino, el libro que Martin Auzmendi acaba de publicar en una preciosa edición de Editores<br />
Argentinos.<br />
Lo que tiene este libro, lo que más tiene, es onda, con la escritura, con las imágenes, con el viaje, con la gente, con las bebidas, con<br />
las mezclas. Una máxima curiosidad, una inagotable capacidad de disfrutar. Es una fantástica guía para saber qué tomar dónde y<br />
es un encantador libro de historias. Son momentos, hallazgos, poéticos, emocionales, apuntes. También las imágenes son apuntes,<br />
fotos, dibujos, billetes de viajes, carnet de una biblioteca de París, rostros de compañeros de recorridos, de personajes anónimos de<br />
una ciudad, de botellas, de servilletas escritas, de posavasos, de dos tipos pescando en un agujero en el hielo en San Petersburgo.<br />
Hay historias como la de París, que se entrelaza con Marsella, con Estambul, con el Noilly Prat –un aperitivo a base de vino–, con<br />
un amor, con un cóctel. Preciosa. En Río las historias y los personajes son muchos, pero se siente como medular el encuentro de<br />
recuerdos de una tía que vivió allí y ya no está. Auzmendi dice que lo autobiográfico no está ficcionalizado. Y uno tiene la impresión<br />
que el libro también tiene algo de constatación personal, de encuentro con los caminos que se abrieron a partir de su propia<br />
historia familiar, de las vivencias de su infancia, el Tigre, la navegación, el campo, su abuelo, su padre. Lo más personal espejando<br />
cada ciudad, espejándose. “Creo que esa es mi mirada poética, de mirar la historia para entender el armazón de las cosas, de mi<br />
vida y mis historias. Creo que uno con el tiempo va reconociendo cuáles fueron las personas o historias que fueron impulsoras o<br />
inspiradoras. Hay cocineras en mi familia, hay viajeros, y hay también un camino propio”, explica.<br />
En el epílogo, Martín hace un precioso recorrido por el viejo Buenos Aires y los bartenders que<br />
crearon una coctelería porteña. Un homenaje a los maestros y una linda fuente de historias.<br />
Aun en el caso de ciudades que uno conozca, tienta volver de la mano de Martín Auzmendi, con<br />
sus descubrimientos, con su mirada. Con esa curiosidad, esa intención de búsqueda, que él resume<br />
diciendo: “Con la esperanza que allí estuviera lo que mereciera ser vivido, lo que mereciera<br />
ser contado”.<br />
Recetas de cócteles<br />
Le Marais / Martín Auzmendi<br />
- 30 ml de Campari<br />
- 45 ml de Noilly Prat<br />
- 45 ml de jugo de mandarina<br />
1 cucharada de miel<br />
- Batido / Copa campanita<br />
Clarito / Santiago “Pichín” Policastro<br />
- 90 g London Dry Gin<br />
- 10 g Vermouth Dry<br />
- Piel de limón<br />
- Azúcar coronando<br />
Martín Auzmendi<br />
Cócteles en el camino<br />
Editores Argentinos
Más sabor, distintos saberes, sentir<br />
más, gustar mejor, tradición, novedad,<br />
catas, un camino para conocerse en<br />
las propias elecciones<br />
Después de más de veinte años en la Argentina, este periodista<br />
enogastronómico italiano habla con la seguridad de quien<br />
vino, vio y probó, y constituyó una mirada propia sobre nuestra<br />
forma de hacer y comer. Su guía es también una cruzada<br />
para rescatar esos lugares como patrimonio histórico y cultural<br />
de Buenos Aires.<br />
Vale la pena seguir sus pasos y sus consejos. La guía precisa<br />
ubicación, nivel de precios, horarios, tarjetas y un plato recomendado,<br />
además de algo de historia y detalles del menú.<br />
Comer en una tradición, un<br />
territorio, tantas historias<br />
Dos libros se agregaron a la colección que Pietro Sorba viene<br />
publicando como guía especializado del buen comer, Bodegones<br />
de Buenos Aires y Rutas gastronómicas de Chubut, corazón<br />
de la Patagonia, ambos en impecable edición bilingüe<br />
español-inglés.<br />
Bodegones… es una edición aumentada de la que publicó<br />
originalmente en 2008 y reeditó en 2013, recorriendo esos<br />
restaurantes que fueron formando la base y la identidad de<br />
la cocina de nuestro país, muy ligados a las colectividades,<br />
especialmente las italianas y españolas. Sorba marca la importancia<br />
del bodegón como constitutivo de nuestra historia<br />
gastronómica y precisa sus características: “Lo que define<br />
al bodegón es la sensación de pertenencia a la ciudad que<br />
se transmite a través de la abundancia y accesibilidad de su<br />
comida, de su ambiente y de la tipología de clientes que lo<br />
frecuenta. Es un lugar para todos. Sin excepciones”.<br />
Entre los que estaban en<br />
la guía original y los que<br />
se sumaron, Pietro recorre<br />
79 bodegones, algunos<br />
no tan tradicionales y<br />
siete en el Gran Buenos<br />
Aires. “Básicamente,<br />
todos ellos se ganaron un<br />
lugar en esta guía porque<br />
hacen bien lo que deben<br />
hacer: la buena comida<br />
porteña”.<br />
El corazón de la Patagonia<br />
“Elegí este título porque Chubut se merecía la palabra corazón.<br />
Esta provincia además de ser el centro de la Patagonia,<br />
tiene la enorme generosidad de productos y de sus habitantes<br />
que los caracteriza”, dice Pietro Sorba explicando algunos de<br />
los motivos de su acercamiento a esta bella provincia que recorrió<br />
de costa a cordillera, dando cuenta de su territorio, de<br />
las marcas de sus corrientes migratorias, de tradiciones e historia,<br />
y de la variada oferta gastronómica y de los productos<br />
que la constituyen. Porque en esta guía que está dividida en<br />
siete regiones, no sólo hay restaurantes. Los paisajes, los habitantes,<br />
sus tradiciones y los productores de alimentos tienen<br />
tanto peso como los lugares para ir a comer.<br />
Así, Rutas gastronómicas de Chubut, corazón de la Patagonia<br />
se constituye en un elemento imprescindible para quien<br />
decida viajar a Puerto Madryn, Península de Valdés, Playa<br />
Unión, Gaiman, Esquel, Trevelin, Parque Los Alerces, Cholila,<br />
Maitén, Lago Puelo, o tantos otros lugares inolvidables<br />
del inmenso paisaje patagónico. Y también para quien quiera<br />
probar sus enormes y sabrosísimos langostinos –únicos–, cualquiera<br />
y todos sus productos de mar, sus corderos, sus frutas<br />
finas o un té a lo galés. Preciosa guía para recorrer una de las<br />
provincias más bellas de<br />
nuestro país, adentrándose<br />
en sus secretos y, sobre<br />
todo, en su magnífica<br />
gastronomía.<br />
93<br />
Pietro Sorba<br />
Bodegones de Buenos Aires<br />
Planeta<br />
Pietro Sorba<br />
Rutas gastronómicas<br />
de Chubut,<br />
corazón de la Patagonia<br />
Planeta
Museos<br />
del mundo<br />
Como en un cuento de hadas<br />
Por Martín Garrido<br />
Ludwig II pasó su infancia entre montañas, lagos, cascadas y<br />
bosques, viviendo en los castillos familiares su propio cuento<br />
de hadas. Su padre Maximiliano II, que prefería ser profesor<br />
a príncipe, tuvo que convertirse en rey ante las revoluciones<br />
europeas de 1848. Su hijo, lo mismo que su prima Sisi,<br />
prefería también la soledad de sus sueños. Con una notable<br />
capacidad, que hoy asombra, diseñó tres castillos: Linderhof,<br />
Neuschwanstein y Herrenchiemsee que constituyen una de las<br />
mayores atracciones del turismo y un gran negocio por la venta<br />
de entradas. Contrariamente a lo que se piensa, el monarca<br />
gastó su fortuna familiar para la construcción de estos castillos,<br />
sin arruinar las arcas del Estado.<br />
La obra de Neuschwanstein duró 17 años y Ludwig vivió ahí<br />
para dirigirla, para él era una escenografía habitable, en homenaje<br />
a la amistad con Wagner quien nunca se alojó en el castillo.<br />
Dos de los puntos principales para recorrer es el “Cuarto<br />
de las Damas” (Kemenate) inspirado en la ópera Lohengrin, lo<br />
mismo el “Cuarto de los Caballeros”.<br />
Al recorrerlo estamos frente a continuas referencias a leyendas<br />
y personajes medievales como Tristán e Isolda. Al margen de<br />
estas evocaciones se anticipó a su época con una completa red<br />
de luz eléctrica y baños completos. Con el primer teléfono<br />
móvil de la historia con un alcance de seis metros y una cocina<br />
que seguía las ideas de Leonardo Da Vinci para usar mejor el<br />
calor. Dirigía todo personalmente y quería que se respetara la<br />
naturaleza y la seguridad de sus operarios que debían ser locales,<br />
lo mismo que todos los artesanos. Los materiales eran de<br />
Baviera: cristales, porcelanas (el oro blanco), textiles, tejidos,<br />
etc., eran locales, nada se importaba. El castillo es el más fotografiado<br />
de Alemania y su diseño inspiró a Walt Disney para<br />
castillo de la Bella Durmiente en Magic Kingdon que sigue<br />
siendo el parque temático más popular de Orlando.<br />
El castillo de Neuschwanstein está situado cerca del municipio<br />
de Schwangau y de la ciudad de Füssen. El punto de partida<br />
del camino hacia el castillo y el último aparcamiento están en<br />
Hohenschwangau único sitio en que pueden comprarse las entradas.<br />
Desde allí se puede llegar a pie caminando unos treinta<br />
minutos o usando un coche de caballos que se alquila desde el<br />
hotel para luego caminar unos cinco minutos más<br />
Información útil<br />
El camino no es apto para personas con discapacidades físicas para<br />
caminar.<br />
El autobús no circula en caso de carreteras heladas o nevadas.<br />
95
Turismo<br />
internacional<br />
Múnich bipolar,<br />
de la euforia a la melancolía<br />
96<br />
Por Horacio de Dios<br />
Basta nombrar la ciudad de Múnich para que se la asocie con<br />
la celebración de Oktoberfest. La idea, como tantas otras que<br />
siguen vigentes, surgió de la casa reinante Wittelbach para el<br />
casamiento de Ludwig I (1786-1868), bisabuelo de Ludwig II<br />
(1864-1886).<br />
La fiesta por los jardines de cerveza (biergarten) se multiplica<br />
desde el Marienplatz, a través de la arteria principal, Ludwigstraße,<br />
enlazada con fantásticas avenidas, incluyendo la zona<br />
comercial de Maximilianstraße donde me compré, hace veinte<br />
años, mi sobretodo-impermeable de Loden que está como<br />
nuevo.<br />
Múnich, sólo superada en población por Berlín y Hamburgo,<br />
está considerada por algunos la ciudad italiana más al norte<br />
por lo extravertida. Otros se deleitan con sus marcas de alta<br />
tecnología, la popularidad del Bayern en fútbol o su nutrida<br />
agenda de festivales. Para todos es la Costa Azul de los Alpes,<br />
un paraíso natural entre montañas y lagos con los castillos del<br />
extravagante o “loco” Ludwig II de Baviera.<br />
De los celtas a Lenin y Hitler<br />
Baviera es el mayor de los16 estados federados de Alemania,<br />
con el peso de sus 12 millones de habitantes y su industria. A<br />
pesar de su modernidad conserva la memoria de los celtas en<br />
su amor a la naturaleza y sus duendes. Muchas cosas han cambiado<br />
en Múnich desde su fundación en 1158, pero conserva<br />
huellas de su bipolaridad frecuente entre la euforia y la depresión,<br />
la melancolía o, abiertamente, la locura.<br />
En 1919, después de la Primera Guerra Mundial, se instaló en<br />
Múnich una república comunista. En esos años Lenin era un<br />
visitante habitual. Luego, en 1923, Hitler intentó un golpe<br />
de Estado pensando en una marcha hacia Berlín como la de<br />
Mussolini a Roma. Fracasó y fue a la cárcel. Por poco tiempo<br />
porque Múnich, con sus 800.000 habitantes, sería una referencia<br />
clave para los nazis.<br />
Una visita turística es la gigantesca cervecería Hofbräuhaus am<br />
Platzl de 1589, abierta al público en 1828 por decisión del rey
Luis I, abuelo de Ludwig II, un pródigo amante de la buena<br />
vida. Fue destruida por los bombardeos aliados en la guerra y<br />
reconstruida en 1958 para celebrar los 800 años de la ciudad.<br />
Es enorme y con capacidad para 2500 personas. Lo mismo que<br />
los grandes Biergarten que brotan por toda Múnich con un<br />
ambiente menos cargado de pesadillas en decenas de jardines<br />
de cerveza e infinitas terrazas con el estilo de vida muniqués en<br />
la alegría de la primavera y el otoño.<br />
Fútbol, Dachau y Olimpíadas<br />
El Bayern Munich siempre es nota, por la trayectoria de Franz<br />
Beckenbauer, llamado “el Káiser” y su equipo que no deja torneo<br />
por ganar. El nuevo estadio Allianz Munich inaugurado en<br />
2005 es una maravilla que cambia de color según los equipos<br />
que lo utilizan porque no pertenece al club sino a la ciudad.<br />
Tiene tres niveles techados envueltos en una forma de membrana<br />
que puede ser iluminada en tres colores (rojo, azul y blanco).<br />
El club fue creado en 1900 y luego fue atacado por el nazismo<br />
porque sus principales dirigentes eran judíos y sus autoridades<br />
perseguidas hasta la muerte en el campo de concentración cercano<br />
de Dachau, como el ex presidente Kurt Landauer que<br />
hoy tiene una calle con su nombre.<br />
En esta crónica terrible hay que incluir las Olimpíadas de<br />
1972. Múnich quería romper todo parecido con las nazis de<br />
Berlín en 1936. El espíritu del colosal nuevo estadio y su Villa<br />
Olímpica era una fiesta en paz. Y ocurrió la tragedia del ataque<br />
terrorista de “Septiembre Negro” con el asesinato de 17 personas<br />
(11 miembros de la delegación de Israel) y una sucesión de<br />
hechos que conmovieron al mundo.<br />
Nymphenborg donde Ludwig II se deslumbró a los 16 años<br />
con la obra de Richard Wagner. Fue la base de la fantasía<br />
para el diseño de sus tres castillos, en particular el de Neuschwanstein<br />
que es el edificio más fotografiado de Alemania y<br />
se encuentra a dos horas de Múnich.<br />
El lago es el punto central de interés porque en 1898, a los 40<br />
años, murió ahogado Ludwig junto a su psiquiatra cuando había<br />
salido a dar un paseo autorizado por quienes lo mantenían<br />
cautivo acusándolo de incapacidad para gobernar.<br />
Una cruz de madera en el medio del agua lo recuerda. Algunos<br />
aseguran que primero mató al médico que lo custodiaba y luego<br />
se suicidó, mientras otros hablan de asesinato.<br />
Uno de los argumentos para calificarlo de loco fue la construcción<br />
de los castillos, ya que en general fueron considerados<br />
como un despilfarro. Otros aseguran que fueron costeados por<br />
su propio dinero, lo mismo que su apoyo a Richard Wagner, a<br />
quien ayudó a financiar Bayreuth.<br />
Nunca vi en Múnich un monumento que lo recuerde pero<br />
tampoco ningún alemán que no lo conociera ni aceptara sin<br />
discutir ninguna de las versiones sobre su vida lo mismo que su<br />
divulgada homosexualidad. A 128 años se mantiene el enigma,<br />
como él deseaba ser recordado. Así se lo había dicho a su prima<br />
Sisi, un amor imposible y de una vida también trágica<br />
Horacio de Dios<br />
TESTIMONIO PERSONAL<br />
en modo prusiano<br />
De Lola Montez a Wagner y la cruz en el lago<br />
La pasión por la belleza y los palacios es una constante de los<br />
Wittelsbach. Y el castillo de Nymphenburg, con su paralelo a<br />
Versalles en tamaño, lujo y jardines, es un recorrido clave. Su<br />
construcción se inició en 1664 y fue incorporando cambios al<br />
compás de las épocas con el barroco italiano y el toque francés.<br />
Es gigantesco y una de sus mayores atracciones es la Galería de<br />
Bellezas del rey Ludwig I con los 36 cuadros de sus mujeres favoritas,<br />
en especial Lola Montez, la bailarina irlandesa, y otras<br />
amantes menos famosas.<br />
También es muy popular el museo de carruajes y trineos que<br />
pertenecieron a su nieto Ludwig II que en 1845 había nacido<br />
en ese palacio lo mismo que Sisi (la emperatriz Elizabeth de<br />
Austria) que pertenecía a la misma dinastía de Baviera.<br />
A corta distancia del centro está el lago Starnberg, cercano a<br />
La mudanza más espectacular que he visto en mi vida fue, en 1972, la<br />
del Aeropuerto de Múnich. En una noche el viejo aeropuerto fue reemplazado<br />
por el nuevo sin interrumpir el servicio en ningún momento.<br />
Por un lado aterrizaba el primer vuelo y por otro decolaba el último. Era<br />
un prodigio de organización donde no se perdió un solo minuto.<br />
Tuve la suerte de estar toda la noche siguiendo la mudanza y compartir<br />
el brindis de los que lo hicieron posible. Era nada menos que el traslado<br />
del segundo aeropuerto en importancia de Alemania, sólo superado por<br />
Frankfurt.<br />
Para tener una idea de magnitud, anotemos que el nuevo Aeropuerto<br />
Internacional de Múnich-Franz Josef Strauss, a 28 kilómetros de la ciudad,<br />
opera más de 34 millones de pasajeros por año. Lleva el nombre<br />
del político bávaro Strauss que fue presidente del estado de Baviera bajo<br />
cuyo gobierno se decidió la construcción y mudanza del nuevo aeropuerto.<br />
Además es piloto civil. A pesar de su largo nombre formal, en la<br />
sigla aeronáutica es simplemente MUC. En el año 2006 fue considerado<br />
el mejor aeropuerto de Europa.<br />
97
98<br />
Cocina<br />
Díscola y verde<br />
bohemia<br />
Pocas bebidas blancas tienen más misterio y<br />
magia que la absenta. Un simple licor de hierbas<br />
que sin embargo logró trascender su época gracias<br />
a la curiosa “mala prensa” de enloquecer a<br />
quienes lo bebían. El principio del marketing...<br />
en botella chica<br />
Por Marina García<br />
“Después del primer vaso, uno ve la cosas como le gustaría<br />
que fuesen. Después del segundo, uno ve cosas que no existen.<br />
Finalmente uno acaba viendo las cosas tal como son, y eso es lo<br />
más horrible que puede ocurrir”, dijo Oscar Wilde respecto de<br />
su experiencia bebiendo absenta. En estas palabras, el escritor<br />
irlandés resume lo que de algún modo desmiente toda capacidad<br />
inductiva de cualquier sustancia, es decir, uno será tan<br />
brillante o creativo con una copa de alcohol o una pastilla de éxtasis,<br />
como lo era antes de consumirla... incluso quizás menos.<br />
La mística de la absenta, se inicia en Francia, a fines del siglo<br />
XIX, en plena ebullición artística, cuando Manet, Picasso, Van<br />
Gogh, Degas, Lautrec, Baudelaire, Rimbaud y Verlaine frecuentaban<br />
los bares en busca de inspiración. Por aquellas trasnochadas<br />
mesas circulaba un muy amargo licor de hierbas creado<br />
varios años antes en Suiza y elaborado luego industrialmente<br />
bajo el nombre Maison Pernod Fils. Como muchas bebidas similares,<br />
el primer uso de este producto fue casi medicinal, vale<br />
mencionar que la Artemisia absinthium es un “yuyo” que se usó<br />
en la Antigüedad por sus componentes amargos como tónico<br />
estomacal y también como vermífugo. Pero el mito del “Hada<br />
Verde” (La Fee Verte) comienza con una inesperada situación<br />
ecológica que se produce cuando Francia ve afectada sus viñas<br />
por una devastadora epidemia de filoxera (un pulgón que arruina<br />
las vides). Esto produjo una notable merma en la producción<br />
del vino, la cual es suplantada por diferentes licores a base de<br />
alcohol de grano. En ese contexto, el “golazo” de la absenta, se<br />
basó en una altísima graduación alcohólica (entre 50% y 70%),<br />
un atractivo color verde esmeralda (se sospecha que era creado<br />
por colorantes ya que el destilado de ajenjo en realidad es incoloro<br />
o apenas ambarino) y el ritual que se creó para tomarla<br />
incluía copas y cucharillas especiales, terrones de azúcar e incluso<br />
flambeados. Para 1874 se bebían en Francia 700.000 litros<br />
de absenta, y para 1910 la cifra trepó a los 36 millones de litros<br />
anuales. Fue considerada la “nueva” bebida nacional lo cual<br />
desató, por parte de los productores de vino, una campaña de<br />
desprestigio a fin de volver a posicionar al “noble” vino francés.<br />
Los desmanes alucinógenos que se le atribuyen a la absenta<br />
fueron rumores publicitarios y, en todo caso, nunca superaban<br />
el efecto propio del consumo excesivo de alcohol ya que los ingredientes<br />
no tienen un efecto narcoléptico: anís verde, ajenjo<br />
e hinojo de Florencia. Su prohibición acabó por sumirla en un<br />
mito capaz de enloquecer a todo amante de las leyendas y acaso<br />
valga la tentación de una copa para descubrir, como decía Wilde<br />
que está en nosotros ser ordinarios o sobrenaturales<br />
Ajenjo<br />
Phil Baker<br />
Mito y figuras, un dúo que describe el alma<br />
misma de esta bebida, signo de una época en<br />
la que las musas del arte atendían en los bares<br />
de París. Con un enfoque histórico, este bello<br />
libro nos brinda una seductora mirada sobre la<br />
controvertida hada verde.<br />
El libro del bar y de los cócteles<br />
Andre Domine<br />
Un libro fantástico, repleto de datos y atractivas<br />
fotos que invitan a degustar el universo de los alcoholes<br />
adentrándose en su historia, aprendiendo<br />
a combinarlos y descubriendo sus principales<br />
exponentes en las barras del mundo.