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SÍMBOLOS Y PALABRAS EN EL SETENARIO DE ALFONSO X

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<strong>SÍMBOLOS</strong> Y <strong>PALABRAS</strong> <strong>EN</strong> <strong>EL</strong> SET<strong>EN</strong>ARIO<br />

<strong>DE</strong> <strong>ALFONSO</strong> X<br />

El Setenario alfonsí, cuyo texto fue dado a conocer por Kenneth<br />

H. Vanderford 1<br />

con estudio preliminar traducido por Raimundo<br />

Lida 2<br />

, desconcierta a quien por primera vez se acerca a sus páginas.<br />

Todo contribuye a producir extrañeza. La falta de los primeros<br />

folios, una importante laguna al final de la ley XI y el haber<br />

quedado, al parecer, inacabado hacen que sea difícil reconocerle<br />

un plan. Hay aparente desconexión entre las partes conservadas: los<br />

prolegómenos se ocupan de los nombres de Dios, incluyen un panegírico<br />

de Fernando III y terminan con una alabanza de Sevilla;<br />

entrando ya en materia, encontramos consideraciones sobre el<br />

entendimiento y la naturaleza, las edades del hombre, la sabiduría<br />

y las artes liberales, los metales y su elaboración, las diversas formas<br />

de religiosidad, el paganismo y la fe verdadera, los artículos<br />

del Credo y finalmente, con mayor extensión, los sacramentos.<br />

Temas tan varios se tratan distribuyendo la exposición según un<br />

módulo septenario que, mantenido implacablemente, llega a hacerse<br />

obsesivo. El lector se siente perdido en una maraña de similitudes<br />

que en muchos casos están consagradas por la tradición<br />

eclesiástica, pero con frecuencia son insólitas y parecen, al menos<br />

en el primer momento, caprichosas o descabelladas. El jurista califica<br />

de farragosa la sucesión de capítulos que se llaman leyes sin<br />

que en ellos se legisle. El filólogo que se haya asomado alguna vez<br />

a las Etimologías isidorianas no se sorprenderá ante las filiaciones y<br />

exégesis que se dan en el Setenario a multitud de palabras; pero<br />

sufrirá la tentación de juzgarlas precientíficas y pueriles.<br />

A pesar de todo ello, esta obra temprana de la producción<br />

alfonsí ofrece singular interés: destaca por su carácter personal,<br />

como tributo del rey a la memoria de su padre don Fernando y como<br />

1<br />

Instituto de Filología, Buenos Aires, 1945.<br />

3<br />

"Bibliografía de Raimundo Lida", NRFH, 24 (1975), ix (con referencia<br />

a la versión publicada como artículo en la RFH, 3 (1941), 233-262.


248 RAFA<strong>EL</strong> LAPESA NRFH, XXIX<br />

ejecución de un mandato de él recibido; anticipa propósitos, leyes<br />

y pasajes de las Partidas, especialmente de la Primera; sus definiciones<br />

y equivalencias léxicas manifiestan ya la constante preocupación<br />

de don Alfonso por el origen y contenido de las palabras; y<br />

la agrupación de éstas apunta a alguna cuestión que sólo la semántica<br />

estructural de nuestros días ha planteado a fondo. Además, el<br />

problema semántico-interpretativo se enmarca en otro más amplio,<br />

referente a la significación trascendental del universo, con lo que<br />

se ofrece un panorama de la cosmovisión que había de presidir la<br />

obra entera del monarca. El presente artículo sólo versará sobre<br />

algunos aspectos poco estudiados por Vanderford o ajenos a su<br />

atención.<br />

ORGANIZACIÓN EXPOSITIVA D<strong>EL</strong> "SET<strong>EN</strong>ARIO"<br />

Formalmente, lo primero que salta a la vista en el Setenario es<br />

la aplicación sistemática de ciertos procedimientos expositivos. En<br />

primer lugar, la disposición septenaria que da nombre al libro;<br />

Vanderford hizo hincapié en ella y la relacionó acertadamente con<br />

el valor especial conferido al número siete en uno de los prólogos<br />

de las Partidas 3<br />

. En segundo término, otros esquemas complementarios<br />

que afianzan la unidad estilística de la obra; veámoslos: a<br />

continuación de cada serie enumerativa o de cada división, los siete<br />

términos que las constituyen son objeto de sendas glosas portadoras<br />

de explicaciones o de argumentos probatorios; si se nos dice<br />

que la letra A "muestra [. . .] ssiete nombres de Dios en latín, que<br />

sson estos: A u r or a, Artife x, Aura, Auxilium, Agnus,<br />

Ángelus, A11 a r e" 4<br />

, se añade inmediatamente:<br />

Onde el nonbre de Aurora, que quiere dezir 5<br />

la lunbre que<br />

viene quando aluorege ante que ssalga el ssol, esto sse entiende que<br />

él alumbra el mundo, assí commo el ssol ffaz el alúa, con la ssu<br />

mer^et et escalienta el ssol con la ssu piedat. Artiffex quiere dezir<br />

maestro conplido, e esto con grant rrazón; ca él ffizo las cosas e las<br />

ssopo ffazer de tal manera que por otro maestro non pueden sser<br />

asmadas nin ffechas. Aura quiere otrossí dezir oríella. Esto sse<br />

entiende por Dios; ca él es oriella buena e tenprada e ssana con<br />

que guarescen las enffermedades e rressugitan los muertos e sse<br />

3<br />

Introducción a la ed. cit., pp. xxviii-xxxi. Como dice Vanderford, ese<br />

prólogo de la Primera Partida tiene que proceder del Setenario, cuyos manuscritos<br />

conservados carecen de los folios iniciales y de los correspondientes al<br />

final de la ley XI.<br />

4<br />

Cada nombre figura en el manuscrito dentro de un óvalo, que la ed. de<br />

Vanderford sustituye con un recuadro.<br />

5<br />

En el ms. T, "que quiere dezir por la lunbre", "esto sse entiende que".


NRFH, XXIX <strong>SÍMBOLOS</strong> V <strong>PALABRAS</strong> <strong>EN</strong> <strong>EL</strong> ''SET<strong>EN</strong>ARIO*' 249<br />

perdonan los peccados. Auxilium es tatito commo ayuda e defendedor<br />

de todas las cosas que con él sse tienen.. . 6<br />

Y así sucesivamente. Si en este y otros lugares la interpretación<br />

parece al autor lo bastante sólida para no requerir pruebas,<br />

en muchas ocasiones va respaldada por la autoridad de testimonios<br />

bíblicos, citados de ordinario textualmente. No es preciso<br />

que las glosas tengan igual extensión: junto a las simples y breves<br />

hay otras complejas, divididas en miembros que primero se enumeran<br />

y después motivan nuevas explicaciones, nuevos paralelos<br />

interpretativos y nuevos testimonios corroboradores. Ejemplos de<br />

ambos tipos se dan en la ley XLIII, "De cómo los que aorauan<br />

la tierra, a Santa María querían aorar ssi bien lo entendiessen" 7<br />

:<br />

Doze ffueron los apostólos, segunt que de ssuso oyestes, de qui<br />

rrecibiestes la mandadería de Ihesu Cristo en cómmo auemos a<br />

creer e a obrar. Et por esta mandadería entendemos que las crencias<br />

que los otros creyen, de que ffablamos en las leyes ante désta,<br />

non eran ciertas, porque las non entendien los omnes así commo<br />

deuyen. Mas eran a ssemeianca desta ssanta ley que Dios auye a<br />

dar en el mundo. Ca los que aorauan a la tierra queríen tanto<br />

mostrar commo que orassen a Ssanta María; ca ella ouo en sí<br />

siete cosas a ssemeianca de la tierra.<br />

La situación y sentido de esta "ley", expresos en sus primeras<br />

líneas, merecen comentario. Tras el lema, el texto comienza con<br />

una referencia de enlace con el capítulo precedente, la ley XLII,<br />

"De las palabras que dixieron los apostólos en cómmo creyen",<br />

esto es, lo que cada uno aportó a la composición del Credo,<br />

fórmula definitiva de la Fe cristiana. A continuación se enuncia<br />

una de las ideas capitales del Setenario: el paganismo idólatra<br />

era falso, pero vislumbraba de manera inconsciente algo de la<br />

creencia verdadera. Antes (leyes XIX-XXXV) se han descrito<br />

las distintas "antoiancas e setas e opiniones" de los gentiles y se<br />

ha resumido (leyes XXXVI-XLII) la doctrina evangélica; ahora<br />

se va a puntualizar cómo cada forma de idolatría anunciaba sin<br />

saberlo ciertos aspectos del Cristianismo. La serie de paralelos,<br />

como la anterior de errores, comienza por la adoración a la tierra,<br />

el más pesado e inerte de los cuatro elementos; sigue con<br />

la deificación del agua, el aire y el fuego, cada cual más leve y activo<br />

que los que le anteceden; y culmina con el culto a hombres<br />

vivos y muertos, convertidos en dioses-planetas, y en el tributado a<br />

las constelaciones del ochavo cielo. El capítulo que nos ocupa se<br />

6<br />

Setenario, ed. cit., pp. 3-4.<br />

? Ibid., pp. 73-76.


250 RAFA<strong>EL</strong> LAPESA NRFH, XXIX<br />

refiere, pues, al grado más primitivo de esta creciente elevación;<br />

sin embargo, los parangones que el Rey Sabio establece entre la tierra,<br />

"la más baxa cosa e la más vil que [Dios] ífiziera" 8<br />

, y Santa<br />

María no han de entenderse como agravio para ésta, cuyo culto<br />

aparece prefigurado también por el que otros gentiles rindieron a<br />

la Luna (ley XLVIII) y al signo zodiacal de Virgo (ley LX) : según<br />

don Alfonso la devoción mariana se hallaba latente en todos los<br />

niveles del paganismo, desde su manifestación más rastrera hasta<br />

las que se alzaban a contemplar alturas estelares.<br />

Contra lo usual en otros capítulos, las siete semejanzas tratadas<br />

en el XLIII no se ensartan en una enumeración inicial, quizá por<br />

la dificultad de condensar cada una en un solo vocablo o en un<br />

sintagma breve. Se omiten aquí por consabidos casi todos 9<br />

los<br />

términos que en cada paralelo se refieren a realidades naturales<br />

(bajeza, sequedad y fertilidad de la tierra; tiempos señalados para<br />

fructificar; sabrosía y provecho de los frutos); en cambio se explicitan<br />

los términos que corresponden a aquéllos en el orden espiritual<br />

(humildad de María; su hermosura ajena a toda mancha de<br />

pecado; oportunidad con que fructificó en Jesucristo; belleza, virtudes<br />

y beneficio de este supremo Fruto). Las tres primeras similitudes<br />

no llevan ordinal 10<br />

que las introduzca; enlazan directamente<br />

con el anuncio, hecho hacia el final del preámbulo, de "siete cosas"<br />

comunes a la tierra y a Santa María:<br />

[1] Que ffué más baxa en sser homillosa que otra mugier, assí<br />

commo sse muestra por las palabras que dixo al Ángel; que allí ol<br />

dixo que ssería bienauenturada entre todas las mugieres porque<br />

ssería madre del rrey del cielo e de la tierra, allí rrespondió ella<br />

que era ssu ssierua e que ffiziese della lo que quisiese ssegunt ssu<br />

uoluntad. [2] Et ffué sseca e enxuta de todo peccado, ssegunt dixo<br />

Ssalamón, que ffué rrey e propheta, por Spíritu Ssanto en boz de<br />

Dios: Toda eres fermosa, la mi amiga, e ninguna manziella non<br />

ha en ti. [3] Que obró en ella el Spíritu Ssanto e la labró por<br />

que diesse buen ffructo, ssegunt dixo el Ángel mismo: El Spíritu<br />

Ssanto verná en ti e la uertud de Dios te cobrirá. Et esto sse<br />

entiende por tres rrazones que ffazían en la tierra leuar buen<br />

ffructo: la vna, labrarla; la otra, estercolarla; la tercera, rregarla.<br />

Labrarla ffué apartamiento que ffizo el Spíritu Santo en el cuerpo<br />

della en que descendiese Ihesu Cristo para sser omne e Dios. Et<br />

el estercolamiento ffué la vida lazrada que ffizo en este mundo e la<br />

crúa muerte que ssuffrió por nos, en que ffué despreciado e dese-<br />

« Ibid., p. 5026. 9<br />

Sólo se mencionan expresamente las tareas materiales de la labranza,<br />

relacionadas con las maravillas de Dios en María, y el sabor del buen fruto,<br />

comparado con los salutíferos efectos de las palabras y obras de Cristo.<br />

1 0<br />

Lo suplo, entre corchetes, en la cita que sigue.


NRFH, XXIX <strong>SÍMBOLOS</strong> Y <strong>PALABRAS</strong> <strong>EN</strong> <strong>EL</strong> "SET<strong>EN</strong>ARIO ' 251<br />

diado, bien assí commo el estiércol que desecha omne de ssu casa,<br />

ssegunt dixo el propheta Dauid: Yo so gusano e non omne,<br />

denuesto de los omnes e desechamiento de las gentes. Ca bien<br />

commo el estiércol ffaze podreger el grano de trigo, que ssi non<br />

podreciesse non leuaría ffructo, bien assí Nuestro Ssennor Ihesu<br />

Cristo non pudiera llegar aquella onrra que deuye ssi ante non<br />

passasse por aquel pudrimiento de todos los males e de las penas<br />

quel ffizieron, ssegunt él mismo dixo, que quanto el grano de trigo<br />

ssouyese en tierra e non sse dannasse, que non leuaría ffructo;<br />

mas a la ora que ffuese muerto, que sse entendíe por dannado,<br />

que leuaríe mucho ffructo. La tercera, rregar, que non se podía<br />

ffazer ssin agua, muestra la virginidat de Ssanta María, que ouo<br />

ante que ffuese prennada e en sseyéndolo; e después que parió,<br />

ffincó más clara e más linpia que agua. Et con esta agua ffué<br />

rregada la lauor que ffizo el Spíritu Ssanto en ella, por que esta<br />

tierra Ieuó buen ffructo en el tiempo que conuyníe.<br />

Las semejanzas [1] y [2] son muy concisas: se limitan a exaltar<br />

sendas excelencias de María probándolas con palabras de la Anunciación<br />

y del Cantar de los Cantares. No obstante, hay en la primera<br />

un germen de desarrollo sabio con las correspondencias antitéticas<br />

allí/allí, dixo/rrespondió, sería/era, bienauenturadajssierua.<br />

La segunda, más escueta, cifra su elocuencia en la cita del versículo<br />

de Salomón, sin más que recordar su carácter profético y su inspiración<br />

divina. En marcado contraste con tal parquedad, el tercer<br />

parangón se extiende y ramifica profusamente: tras enunciar el término<br />

sobrenatural de la correspondencia ("Que obró en ella el<br />

Spíritu Ssanto e la labró por que diesse buen ffructo") y la autoridad<br />

evangélica de apoyo, la interpretación se organiza mediante la división<br />

tripartita labrar / estercolar / rregar, a la que siguen tres paralelos<br />

exegéticos: uno de ellos, el que relaciona el estercolamiento<br />

de la tierra con los padecimientos de Jesús, genera a su vez dos<br />

comparaciones, sustentadas con textos del Salmo XXI y del Evangelio<br />

de San Juan. Las cuatro semejanzas restantes llevan glosas de<br />

estructura binaria, breves en la cuarta y quinta, pero muy extensa<br />

en la sexta, cuya dicotomía ffizo e dixo se expande en las de en<br />

obra/en palabra, sanar los enfermos ¡sanar los quebrantados de co~<br />

ragón, con sus respectivas citas de la Escritura acompañadas de<br />

comentario:<br />

La quarta, que dio buen ffructo en el tienpo que deuye. Et esto<br />

ffué quando nasció Ihesu Cristo; que era perdido el mundo por<br />

desconnosgengia. Et esto sse proeua por dos rrazones: la vna, por los<br />

malos ffechos que y ffazíen; la otra, que los prophetas e otros santos<br />

omnes le pidíen a Dios que abaxase los gielos e les enbiase su ffijo,<br />

que les auya a ssaluar. Et otros dizíen que por la ssu voluntad rronpería<br />

los cielos e uerníe. La quinta, que nos dio ffructo ffermoso;


252 RAFA<strong>EL</strong> LAPESA NRFH, XXIX<br />

que ouo en ssí todas las ffermosuras que sser podíen: la primera,<br />

de Dios, que ssobra todas las cosas; la ssegunda, ffermosura de<br />

omne lo más que puede sser, ssegunt el propheta Dauid dixo:<br />

Ffermoso de fforma ssobre todos los ffíjos de los omnes. La sesta,<br />

que nos dio ffructo ssabroso; ca assí commo el ffructo sabroso e<br />

bueno ssabe bien a los que an gusto conplido e cierto, assí lo que<br />

Nuestro Ssennor Ihesu Cristo ffizo e dixo ssopo bien a todos los omnes<br />

buenos e entendidos. Et este ssabor ffué en dos maneras: la vna,<br />

en obra; la otra, en palabra. En obra f£uó quando ssanó los enffermos<br />

e los peccadores, ssegunt dizen ios Euangelios, que la uertud<br />

ssalíe del para ssanar los enffermos. Et Dauid el propheta otrosí<br />

dixo que ssana los quebrantados de coracón, que sse entiende por<br />

los peccadores. E ata los ssus quebrantamientos, tolliéndoles los<br />

peccados, ssegunt él mismo dixo quadol preguntaron los judíos,<br />

que ninguno non podíe perdonar los pecados ssinon Dios solo.<br />

Et díxoles él que quál era mayor cosa, de perdonar los peccados<br />

o dezir al contrecho: Leuántate e anda. Et en esto les dio<br />

a entender que lo podría ffazer todo; que tan ligero le era lo<br />

vno commo lo ál. Et las palabras otrossí ffueron muy ffermosas e<br />

muy ssabrosas; que lo que él dixo non ffué ál ssinon mostrarnos<br />

cómmo ganásemos el rregno de los cielos e nos guardássemos de<br />

ffazer cosas por que ouyésemos de yr a las penas del inffierno. Et<br />

más, que nunca ffablaua ssinon dando buen conseio e buen castigo<br />

e buen ensienplo por que deuan los omnes dexar el mal e<br />

ffazer el bien. Et esto sse proeua por lo que dixo Dauid el propheta<br />

por Ihesu Cristo: Es esparzida la gragia de bien ffablar en los tus<br />

labios, e por esso te bendixo Dios para ssienpre.<br />

Por último la setena se estructura también en disposición binaria<br />

mediante referencias al Pan y Vino eucarísticos y contrapesando<br />

miembros simétricos del discurso; la reiteración de elementos comunes<br />

(ssaqué/ssacó, que sse entiende por ¡que sse entiende por,<br />

alegra/alegría) pone de relieve la divergencia de los que se contraponen:<br />

La vii, que nos dio grant pro; ca el pan ssanto que nos rrecebimos<br />

es el ssu cuerpo, comiendo cadal día por ssamfficio, et el<br />

vino que beuemos es la ssu ssangre, que nos aprouecha de guisa que<br />

nos abonda en este mundo por que podamos bien beuir e ganar el<br />

otro que dura ssienpre, ssegunt dixo el propheta Dauid: Ssaque pan<br />

de la tierra —que sse entiende por el cuerpo de Nuestro Ssennor Ihesu<br />

Cristo, que ssacó de Ssanta María — et el vino alegra el coracón<br />

de los omnes— que sse entiende por la ssangre de Ihesu Cristo,<br />

que nos dará alegría por ssienpre en parayso.<br />

Pese a las diferencias de extensión y complejidad, el procedimiento<br />

expositivo no varía. La cohesión interna del discurso se<br />

refuerza con repeticiones de fórmulas introductoras: sse entiende


NRFH, XXIX <strong>SÍMBOLOS</strong> Y <strong>PALABRAS</strong> <strong>EN</strong> <strong>EL</strong> ''SET<strong>EN</strong>ARIO " 253<br />

por, quiere dezir, et esto sse proeua por, ssegunt dite o dixo, bien<br />

commo. . . bien assi, etc. Esta sólida contextura no es perceptible<br />

sólo en la ley XLIII, sino general en todo el Setenario, obra dispuesta<br />

como organismo, ejecutada con arreglo a un sistema y conformada<br />

en un estilo peculiar. A esta unidad formal corresponde<br />

una concepción unitaria del mundo. Intentemos adentrarnos en ella.<br />

<strong>EL</strong> UNIVERSO COMO REFLEJO, METÁFORA Y PRESAGIO <strong>DE</strong> DlOS<br />

Todas las semejanzas, paralelos y prefiguraciones que se entretejen<br />

en el Setenario giran en torno a la idea axial de que el ser<br />

y el acaecer del universo entero son simbólicos. Por absurdo que a<br />

primera vista parezca, hacen pensar en los versos de Baudelaire:<br />

La Nature est un temple où de vivants piliers<br />

Laissent parfois sortir de confuses paroles;<br />

L'homme y passe à travers des forêts de symboles<br />

Qui l'observent avec des regards familiers...<br />

Pero, a diferencia de Baudelaire, Alfonso el Sabio no indaga<br />

los símbolos de la naturaleza para encontrar sutiles o profundas<br />

correspondencias de sensaciones, sino para descubrir en la Creación<br />

ocultos reflejos del Creador. También para el rey de Castilla hay,<br />

como para el autor de Les fleurs du mal, faros que transmiten<br />

señales a lo largo de la historia de la humanidad; ahora bien, el<br />

poeta francés detecta, en el mensaje emitido por los genios de la<br />

pintura, un angustiado sollozo de protesta, "cet ardent sanglot qui<br />

roule d'âge en âge" y que —testimonio supremo de la dignidad<br />

humana— muere bordeando la eternidad divina; en cambio don<br />

Alfonso ve en los hombres y hechos del Antiguo Testamento y del<br />

paganismo el anhelo y premonición de la acción salvadora que Dios<br />

había de llevar a cabo.<br />

El monarca seguía una tradición largamente consagrada. Jesús,<br />

refiriéndose a su propia muerte y resurrección recuerda el milagro<br />

de Jonás y se identifica con el Siervo de Yahvé cantado por Isaías.<br />

Los evangelistas señalan numerosos pasajes de la Escritura como<br />

anuncio de lo que actos o padecimientos de Cristo cumplieron: las<br />

persecuciones y tormentos de que son objeto el Justo de los Salmos<br />

o Jeremías se entendieron como profecías de los sufridos por el<br />

Salvador. La mentalidad cristiana creó una liturgia cuyo ritual<br />

y vestiduras tienen sentido simbólico, y empezó muy pronto a interpretar<br />

espiritualmente fenómenos de la naturaleza y del vivir<br />

diario. Según Prudencio, el canto del gallo significa la llamada<br />

de Cristo a los pecadores para que salgan de su letargo, la salida del


254 RAFA<strong>EL</strong> LAPESA NRFH, XXIX<br />

sol representa la gracia divina que alumbra a las almas, y hasta los<br />

alimentos poseen valor simbólico. Ocho siglos después, alabando al<br />

Señor con todas sus creaturas, San Francisco de Asís afirmaba que<br />

"messor lo frate Solé [. ..] de Te, Altissimo, porta significatione".<br />

Con menos unción y más razonamientos la ley LI del Setenario habla<br />

"de cómmo errauan los que orauan el ssol, cuydando que la<br />

nobleza que él auye en ssí era de ssuyo, e non entendíen cómmo<br />

lo auya de Dios", pues Dios "es luz conplida que alumbra a todos,<br />

et esto en siete maneras: que es luz clara e resplandeciente que es<br />

ssotil, ayuntada, fermosa, temerosa, ssabrosa". Cada uno de los siete<br />

adjetivos se justifica a continuación con autoridades bíblicas u otros<br />

argumentos u<br />

.<br />

El mundo está, pues, concebido como un inmenso libro escrito<br />

en clave por su Hacedor. Hay que esforzarse por descifrarlo, por<br />

desentrañar su gran metáfora, preñada de metáforas parciales, cuyo<br />

sentido último ha de coincidir con la verdad revelada. Si, como<br />

hemos visto, las cualidades físicas de la tierra apuntan a las virtudes<br />

de Santa María y a las maravillas que el Señor obró en ella,<br />

las cualidades del agua predicen el bautismo; las del aire anuncian<br />

la limpia vida de Cristo, y las del fuego, la acción del Espíritu<br />

Santo ia<br />

. Don Alfonso no ceja en su empeño de establecer más<br />

y más relaciones entre la corteza cósmica y el meollo espiritual. No<br />

le importa que varios significantes se liguen por diversas razones a<br />

un mismo significado, ni que haya plurivalencia para un solo<br />

significante. Muchos son los que representan a Cristo: "Escriuano<br />

affigurauan a Mercurio los antigos quel aorauan [. . .] Et á ssemeianca<br />

de Ihesu Cristo, que ffue escriuano uerdadero, ca el su<br />

ssaber escriue todas las cosas"; "Fortaleza dauan los antigos a la<br />

planeta Mars, e poder de destruyr los enemigos. Et esto era a semeianga<br />

de Ihesu Cristo", fuerte en sufrir y vencedor del mundo<br />

y del diablo; "Honestad e derecho e uerdat dauan los antigos a<br />

Júpiter", pero "Júpiter es uerdadero Ihesu Cristo"; "Aries llamauan<br />

al primero ssigno, e este nonbre quier dezir tanto commo<br />

ffigura de carnero [. . .] Et esto ffue a ssemeianca de Nuestro<br />

Sseñor Ihesu Cristo, que ffue cordero de Dios Padre". También<br />

significan a Cristo, cada cual por sus propios motivos, Tauro, Cancro<br />

o "el Cangreio", "el León", Libra, "el Escurpión", Sagitario,<br />

Capricornio, Acuario y Piscis; Géminis alude a la unión hipostática;<br />

y todas estas correspondencias particulares no son obstáculo<br />

para que los doce signos del zodíaco representen corporativamente<br />

al colegio apostólico 13<br />

. Además de la tierra, presagian a Santa Ma-<br />

n Ed. cit., pp. 84-86.<br />

12 ibid.y pp. 76-80.<br />

13 Ibid., pp. 82-83, 86-88, 91-113 y 115-116.


NRFH, XXIX <strong>SÍMBOLOS</strong> Y <strong>PALABRAS</strong> <strong>EN</strong> <strong>EL</strong> "SET<strong>EN</strong>ARIO'' 255<br />

ría la Luna y Virgo, símbolos de la castidad 14<br />

. No podía hacerlo<br />

Venus, planeta-diosa a quien los gentiles habían atribuido influjo<br />

para "mouer los cobdiciosos amores et aduzírlos a conplido acabamiento<br />

de ssabor" 15<br />

; pero el Rey Sabio encuentra manera de incorporarla<br />

a la red de significaciones espirituales convirtiéndola en<br />

símbolo del amor más puro, la misericordia de Dios:<br />

Amorosa dizíen los gentiles que era la tercera planeta, a que<br />

llaman Venus. E porque ha nonbre ffeminino, por esso le ffazian<br />

ffigura de duenna fíermosa. Et esto sse entiende por grant piadat<br />

de Dios que ouo contra nos [...] La i figura quel dauan de donzella<br />

que tenie en la cabera corona de violetas e tenía en la vna<br />

mano vn espejo e en la otra peynde, ésta es la piadat de Dios;<br />

que veyendo los que la han mester, acórrelos con ella e láualos e<br />

péynalos commo el peynde ffaze los cabellos, poniendo entre nos<br />

paz e amor. Et los pannos de color de viólete que ssemeian ssanguino,<br />

que sse entiende por el ssu cuerpo, que ffué todo cubierto de ssangre<br />

por el martirio quel dieron ante quel pusiessen en la cruz e estando<br />

en ella después que ffué crucificado, et la corona quel pusieron en<br />

la cabeca de espinas, con que ge la ssangrentaron toda. Et por ende<br />

todas las vertudes e las amiztades que dieron a Uenus, a la piadat<br />

de Dios las deuyeran dar: ca en él yazen más que omne non puede<br />

asmar 16<br />

.<br />

1 7<br />

Estudiando la. General Estorta, María Rosa Lida de Malkiel<br />

1 8<br />

y Francisco Rico han escrito páginas inigualables sobre la interpretación<br />

alegórica que permitió a la cristiandad medieval rescatar<br />

a su modo el mundo pagano. A los pasajes alfonsíes que ambos<br />

investigadores citan merecen agregarse con justicia la inesperada<br />

santificación de Venus y otro paralelo no menos sorprendente del<br />

Setenario también, el que se establece entre Tolomeo y San Juan<br />

Evangelista: aquél, el "omne que entendió e punnó en saber más<br />

las poridades de los cielos; éste, tan sabedor "de las poridades [de la<br />

Revelación] que ouo de ffazer libro que llaman Apocalissi, que<br />

quier dezir en griego visiones marauillosas de los secretos de<br />

1 9<br />

Dios"<br />

. Dejemos la sorpresa, porque don Alfonso razona aquí con<br />

perfecta congruencia dentro de su plan, relacionando y contraponiendo<br />

al máximo conocer del significante —la física astral— y a<br />

quien con vista de águila penetró más hondo en el significado —el<br />

deslumbrante luminar de los arcanos divinos.<br />

14 ibid., pp. 81-82 y 100-101.<br />

15 Ibid., p. 59.<br />

Ibid., pp. 83-84.<br />

1 7<br />

"La General Esioria: notas literarias y filológicas", I, RPh, 12 (1958),<br />

111-142; especialmente pp. 113-115 y 131-133.<br />

Alfonso el Sabio y la "General Estoria'', Barcelona, 1972, pp. 67-84.<br />

» Ed. cit., p. 113.


256 RAFA<strong>EL</strong> LAPESA NRFH, XXIX<br />

De Dios, Alfa y Omega de la Creación, proceden los saberes<br />

y a Él tornan la mirada: el trivium "muestra que Dios es Trinidat<br />

conplida" 20<br />

; por medio de siete conceptos fundamentales de la<br />

geometría "sse muestran ssiete cosas que ha en Dios": "Derechurero<br />

es, commo linna derecha que non tuerce a ninguna parte, e por<br />

essol llaman justo juez. Coruo es, ca esta ffigura muestra que sse<br />

abaxó con humillat [. . .] Qerco rredondo e egual es otrossí, ca Él<br />

tiene encerradas en ssí todas las cosas e ninguna non puede ende<br />

ssalir. Sobreffaz es, que cubre e mantiene todas las cosas [. . .] Longueza<br />

e ladeza ha muy grande [. . .] Cuerpo es otrossí spiritual, de<br />

que sson ffechos e fforinados todos los otros" 21<br />

. De igual manera<br />

las realidades y conceptos estudiados por la música, la "astrología",<br />

la "física" o medicina y la metafísica hallan correspondencia en<br />

cualidades, operaciones o facultades de la Divinidad 22<br />

. Los saberes<br />

son moneda que lleva el nombre y señal de Dios; quien los desprecia,<br />

malbarata o envilece desprecia a Dios mismo 23<br />

. El elogio<br />

del saber que don Alfonso hace en el Setenario se adelanta en un<br />

siglo al que había de hacer don Sem Tob, el gran panegirista<br />

de la inteligencia.<br />

NÚMERO Y PALABRA, FU<strong>EN</strong>TE <strong>DE</strong> SEMEJANZAS<br />

No pocas de las relaciones establecidas en el Setenario se basan<br />

en coincidencias numéricas o verbales; a veces, en unas y otras. La<br />

mentalidad medieval atribuía al número multitud de valores significativos.<br />

Recordemos las elucubraciones de Dante sobre el número<br />

nueve, correspondiente, según diversos calendarios, al día<br />

y mes en que Beatriz partió de este mundo; fundándose en que la raíz<br />

de nueve es tres, Dante infiere que su amada "era un nove, ció é<br />

uno miracolo, la cui radice, ció é del miracolo, é solamente la mirabile<br />

Trinitade" 24<br />

. Ya se ha dicho que las excelencias reconocidas<br />

por don Alfonso al número siete son el punto de partida para la<br />

organización a que sujetó su libro; ésta, a su vez, fomentó la busca<br />

de abundantes correspondencias. La comunidad de número sugirió<br />

la relación entre los siete cielos planetarios y los siete dones del<br />

Espíritu Santo 25<br />

, las ya mencionadas del trivium con la Trinidad<br />

y de los doce signos del zodíaco con los doce apóstoles, etc., etc.<br />

Combinación de igualdad numérica y parentesco verbal se da en la<br />

ley XL, "De los artícolos de la Fe":<br />

20 Ib id., p. 31.<br />

21 Ib id., pp. 33-34.<br />

22 Ibid., pp. 34-39.<br />

^ Ibid., pp. 42-46.<br />

24 vita nova, § 29.<br />

25 Ed. cit., pp. 80-81.


NRFH, XXIX <strong>SÍMBOLOS</strong> Y <strong>PALABRAS</strong> <strong>EN</strong> <strong>EL</strong> "SET<strong>EN</strong>ARIO'' 257<br />

Artículos quiere dezir tanto como artejos, e palabra es en latín<br />

[qu]e quiere dezir cosa que se tiene en vno, pero que se manda e<br />

se mueue en dos maneras: la vna, cada artejo por sy; la otra, todos<br />

en vno. E esto se muestra en la mano e en el brago, en que ha siete<br />

partes que se mueuen: los ginco son los dedos [que se mueuen] por<br />

la mano; la sesta es la mano fasta el codo, e la setena es del cobdo<br />

fasta el onbro. [...] Muestran los artejos con la mano por la virtud<br />

de Dios; e el brago por la fuerga del [su] poder [...] Demás, quien<br />

bien [parare] mientes fallará en la mano catorze artejos que cada<br />

uno es más luengo que ella, pero cada vna mano e el brago e ellos<br />

fazen vna fuerga. E por ende la virtud del poder de los sacramentos,<br />

commo quier que sean departidos, vn poder e vna virtud han 26<br />

.<br />

La ecuación articulo = artejo ha reclamado correspondientes espirituales<br />

para las extremidades corporales superiores. Las siete<br />

partes distinguidas en cada una de éstas se convierten en figura<br />

de los siete sacramentos, sin que por ello los catorce artejos dejen de<br />

simbolizar implícitamente los catorce artículos de la Fe, mencionados<br />

en el epígrafe de la ley y repartidos luego en siete relativos a la<br />

divinidad de Cristo y siete pertenecientes a su humanidad.<br />

<strong>DE</strong>FINICIONES Y ETIMOLOGÍAS<br />

Si la naturaleza, la historia y los saberes están poblados de símbolos<br />

que el Rey Sabio escudriña con afán, es perfectamente explicable<br />

que se interesara con pasión por la etimología de las palabras,<br />

en el doble sentido de 'significación verídica' y 'procedencia' de<br />

ellas. En el Setenario abundan ya definiciones cuidadosamente acuñadas<br />

que pueden competir en maestría con las que pululan en las<br />

grandes obras historiales y jurídicas 27<br />

. Repetidamente habla don<br />

Alfonso de nombres que fueron impuestos a las cosas, prueba de<br />

que para él la palabra no era vox naturális, sino vox significativa<br />

ad placitum; pero, dentro de su convencionalidad, no era signo<br />

arbitrario, sino motivado. Para desentrañar su motivación el rey<br />

puso en juego los procedimientos usuales entonces, muy distintos<br />

en su teoría y en su técnica de los que hoy rigen la investigación<br />

etimológica: Hans-Joseí Niederehe ha delineado sabiamente los<br />

tipos a que respondían aquéllos 2S<br />

. Con diferente perspectiva María<br />

2<br />

Ibiá. 3 pp. 70-71.<br />

27 Véanse H. A. VAN SCOY, "Alfonso X as a lexicographer", HR, 8 (1940),<br />

277-284, y J, ROUDIL, "Alphonse le Savant, rédacteur de définitions lexicographiques",<br />

Mélanges P. Fouché, Paris, 1970, pp. 153-175.<br />

2<br />

« Die Sprachauffassung Alfons des Weisen, Tübingen, 1975, pp. 169-179;<br />

para la relación entre palabra y cosa y para el carácter del signo en el ideario<br />

lingüístico alfonsí, pp. 32 y 54-56.


25« RAFA<strong>EL</strong> LAPESA NRFH, XXIX<br />

Rosa Lida de Malkiel señaló con agudeza en las etimologías alfonsíes<br />

"otro aspecto del trascendentalismo, poco atento a la realidad<br />

histórica concreta e inclinado por eso a la alegoría [.. .] Alfonso<br />

(y su época), para quien la alegoría por excelencia es la que ve<br />

en el Antiguo Testamento la "figura" del Nuevo, encuentra natural<br />

que un vocablo hebreo o griego revele su verdadera significa­<br />

2 9<br />

ción dentro del latín" . Habrá que ensanchar esta certera observación,<br />

ya que para Alfonso el Sabio la magna alegoría no se limitaba<br />

al Antiguo Testamento y la gentilidad, sino que comprendía<br />

el universo entero, tanto en el espacio como en el tiempo. Para él<br />

a los símbolos verbales les sucedía lo mismo que a los existentes<br />

en la naturaleza o en la historia: podían pasar inadvertidos hasta<br />

que alguien sorprendiera su sentido profundo. Una secuencia de<br />

fonemas ligada a un cierto significado en una lengua podía guardar<br />

oculto, como sentido simbólico en potencia, el significado que<br />

por designio divino había tenido o fuera a tener en otra lengua:<br />

entre los siete nombres de Dios que empiezan por e y don Alfonso<br />

toma del hebreo el primero es El, "que le cae muy derechamiente<br />

[...], ca atanto quiere dezir que él es en ssí mismo Dios en deidat"<br />

30<br />

; la propiedad del nombre hebreo "El" no se descubre sino<br />

después de inyectarle la función deíctica del pronombre personal<br />

castellano "él", donde estaba escondido el sentido auténtico de la<br />

secuencia fonemática fe-\~l/. A veces el símbolo así descubierto<br />

no alcanza sólo al nombre, sino también a la cosa nombrada: el<br />

pan es imprescindible para la eucaristía por tres razones, "la primera<br />

por el nonbre del, ca segúnt palabra griega [rcav], tanto quiere<br />

dezir en nuestro lenguaje commo 'todo'. Et por ende ffazen dello<br />

la hostia, que muestra que por ella rrecibimos cunplimiento de<br />

todo bien" 31<br />

. El cristiano del siglo XIII, de igual modo que creía en<br />

la comunión de los santos, creía también en la comunión de las<br />

lenguas, pues admitía la posibilidad de transferir significaciones<br />

de unas a otras sin coexistencia ni tradición entre ellas, y aun de<br />

explicar así el uso de las cosas designadas. Desde su punto de vista<br />

no eran tampoco frivolas ocurrencias, sino hallazgos, la relación de<br />

Mars con amargo^, la de penitencia con pena y tener, ni que se<br />

defina conffessión como "palabra griega que quiere tanto dezir<br />

commo taiar el peccador los peccados que tiene ayuntados e endurescidos<br />

en ssí" 33<br />

; tal definición presupone haber identificado<br />

29 "La General Estoria: notas literarias y filológicas", II, RPh, 13 (1956),<br />

1344.<br />

so Ed. cit., p. 4.<br />

si Ibid., p. 232.<br />

32 ibid., p. 88.<br />

33 Ibid,, pp. 182483.


NRFH, XXIX <strong>SÍMBOLOS</strong> Y <strong>PALABRAS</strong> <strong>EN</strong> <strong>EL</strong> "SET<strong>EN</strong>ARIO" 259<br />

confessio y *c o n f i s s i o, potencial nombre de acción<br />

de confindere 'hender, dividir, separar, abrir*, aparte de entender<br />

esta acción como cosa propia de físicos o médicos, lo que<br />

explica el supuesto grecismo.<br />

LÉXICO Y CAMPOS SEMÁNTICOS )<br />

El interés léxico del Setenario no se reduce a sus definiciones<br />

y etimologías: en este libro primerizo se registra él vocabulario<br />

disponible en castellano para la exposición doctrinal al iniciarse<br />

la aventura intelectual y lingüística de las grandes empresas alfonsíes.<br />

El caudal léxico utilizable incluía ya multitud de cultismos, en<br />

su gran mayoría atestiguados antes (por ej., spíritu, justicia, misericordia,<br />

sacrificio, ydolo, ymagen; acucia, memoria, voluntad, ffantasia,<br />

opinión; officio, dignidat, ffama; física, natura, elementos,<br />

metal; philósopho, metafísica, materia, forma, causa, sustancia, entre<br />

muchos más M<br />

); pero no pocos tienen aquí su primera aparición<br />

conocida (libertad, mineral, "mar medioterránea iS<br />

, húmido, [letra]<br />

vocal, assumar 'sumar', centenario 'centena', quantidad, planeta,<br />

grado, punto, dieta, composición [farmacológica], los calcos natura<br />

naturador, natura naturada, en sí, etc. 85<br />

). No se habían incorporado<br />

aún al uso romance, pues se dan como latinos o griegos, requieren<br />

definición no se traducen con equivalentes castellanos, a n g u 1 u s<br />

"rencón", artifex "maestro conplido", aura "oriella", aurora,<br />

a u x i 1 i u m "ayuda", clima, fecundus "abastado",<br />

intelligencia "entendimiento", intellectus [agens]<br />

"entendimiento obrador", typus, "figura", etc. 36<br />

Aunque acídente<br />

y accidental, acidental constan en catecismos político-morales<br />

algo anteriores, don Alfonso se cree en la necesidad de explicar<br />

accidentes como "acaescimientos de auentura que acaescen después<br />

que la cosa es fecha"; a las pocas líneas emplea acaesgimiento y<br />

evita acgidente. Sorprende la gran masa de voces que, pertenecientes<br />

al patrimonio oral, estaban ya habilitadas para la exposición<br />

culta e incluso para la nomenclatura científica (voz, letra, muchi-<br />

3 4<br />

Todos ellos y muchos otros del Setenario figuran en textos romances del<br />

Centro peninsular entre 1140 y 1252. Véase JOSÉ JESÚS <strong>DE</strong> BUSTOS TOVAR, Contribución<br />

al estudio del cultismo léxico medieval, Madrid, 1974. (BRAE,<br />

anejo 28).<br />

3 5<br />

Libertad, ed. cit., p. 35; minerales, p. 289; medioterrónea, p. 207; húmida,<br />

p. 519; vocal, p. 420; assumar, p. 315; quantidad, p. 4322; planeta,<br />

p. 352 ; grado, p. 3523; punto, p. 348 y 1 6; p. 35^3; dieta, p. 3712; composición,<br />

p. 3723; natura naturador y natura naturada, p. 27 L Y 4; en ssi, p. 398. 3 6<br />

Angulus, artiffer aura, aurora, auxilium, ib id., pp. 328-414; clima, p. 409; ffecundus, p, 3 9 Y L 5; intelligencia, intellectu (s), pp. 38 1 8 Y 2 7, 393; tipus, p. 6 R


260 RAFA<strong>EL</strong> LAPESA NRFH, XXIX<br />

guar, 'multiplicar', partir 'dividir', raíz [numérica], Urina línea',<br />

cerco 'círculo', ssobreffaz 'superficie', cuento 'cálculo', 'número',<br />

etc.), así como la abundancia de derivados sobre base popular<br />

(longueza, ladeza o ancheza, establedat, entendimiento, sabiduría,<br />

ssintimiento, derechurero, sobejanía 'exceso', etc. 37<br />

).<br />

Este léxico tan nutrido y jugoso aparece frecuentemente en el<br />

Setenario distribuido según campos semánticos, a veces con muy<br />

fina percepción de las oposiciones y diferencias significativas entre<br />

los términos de un mismo campo: así los relativos a la edad humana<br />

(ninnez, mogedat, mangebia, omne con sseso, veiedat y fallesgimiento<br />

'decrepitud') 38<br />

; a las unidades lingüísticas (boz, letra, síllaua,<br />

parte, dicho y rrazón^; a las operaciones matemáticas {contando,<br />

doblando, muchiguando, partiendo, ordenando, sacando la rraíz del<br />

cuento, assumando) 4i)<br />

; a conceptos geométricos (linna derecha,<br />

corúa, cerco, ssobreffaz, longueza, ancheza, cuerpo conplido) 41<br />

; a<br />

formas y fundamentos del culto religioso (creengia o crengia, secta,<br />

opinión, autoianga, ffantasía, suenno, visión) 42<br />

, etc. Rica mies, granada<br />

ya, para que el lexicólogo la coseche gozosamente.<br />

<strong>EL</strong> Setenario D<strong>EN</strong>TRO <strong>DE</strong> LA OBRA ALFONSÍ<br />

El Setenario fue concebido por Fernando III y, según su mandato,<br />

compuesto por Alfonso X para que fuese guía de la propia<br />

conducta, dechado para sus sucesores en el trono y lección moral<br />

para sus subditos. El móvil inicial fue el deseo de que "el entendimiento<br />

los aduxiesse a connos^er las cosas ssegunt que eran, primeramiente<br />

a Dios, dessí a ssí mismos, desí a todo lo ál que ouyesen<br />

a dezir o a ffazer" 4S<br />

. Los dos soberanos abrigaban el propósito y la<br />

esperanza de que sus gentes tuviesen "por fuero e ley conplida e<br />

4 4<br />

cierta"<br />

un conjunto de nociones que las orientara sobre la insta­<br />

lación del hombre en el cosmos y de reflexiones para que se apartaran<br />

de los males que cometían por "desentendimiento" o "des-<br />

" ibid., p. 39 U v 2 5.<br />

38 Ibid., pp. 28-29.<br />

so Ibid., p. 30.<br />

40 Ibid., p. 31.<br />

41 Ibid., p. 33.<br />

42 ibid., pp. 47-49.<br />

43 Ibid., p. 9.<br />

44 Ibid., p. 23 24; antes, línea .19: "Et esta escriptura, que la fiziessen e la<br />

touyesen así como heredamiento de padre e bienffecho de sennor e commo<br />

conseio de buen amigo"; después, líneas 24-25: "por que ouyesse a toller de los<br />

coracones siete cosas en que errauan los que eran entonce por desentendimiento";<br />

p. 24 15: "Et éstas desconnoceneias los ffazían desconnoscer a Dios".


NRFH, XXIX <strong>SÍMBOLOS</strong> Y <strong>PALABRAS</strong> <strong>EN</strong> <strong>EL</strong> "SET<strong>EN</strong>ARIO " 261<br />

connoscencia". Don Alfonso puso la introducción que creyó más<br />

eficaz para esta finalidad ética: una visión teocéntrica del universo<br />

en la que todo cuanto habitaba el espacio o había acaecido en el<br />

tiempo aparecía como coro de ecos y suma de indicios de la Verdad<br />

suprema. Pasó después a exponer los dogmas capitales del cristianismo,<br />

así como las virtudes y práctica de los sacramentos, temas<br />

que exigían aleccionamiento más preceptivo. Comprendió entonces<br />

la necesidad de regular conductas mediante un planteamiento jurídico,<br />

no meramente religioso y moral; consecuentemente, parece<br />

haber dejado sin acabar ei libro comenzado con gran amor y gran<br />

despliegue de la imaginación. Pero no lo desechó: no abandonó<br />

la técnica definitoria y etimológica empleadas en él, ni tampoco<br />

sus ideas rectoras. Lo tuvo presente en las Partidas: a la Primera<br />

se incorporaron pasajes del Setenario más o menos extensos y numerosos<br />

según las distintas redacciones de aquélla 45<br />

; el carácter<br />

ético domina en amplias secciones de la Partida II. El simbolismo<br />

de la historia y la asunción de la antigüedad grecolatina, mediante la<br />

alegoría, al plan salvífico de Dios, son dos de los pilares en que<br />

descansa la General Estoria. Menos todavía abandonó el personalismo:<br />

si en el Setenario apuntan ya aspiraciones al Imperio 46<br />

y<br />

don Alfonso descubre que las siete letras de su nombre, providencialmente,<br />

empiezan con alfa y terminan con omega, "ssegunt el<br />

lenguaie de Espanna", a semejanza del nombre de Dios 47<br />

, en la<br />

General Estoria se presentará como heredero de la serie de dinastías<br />

que inaugurada por Júpiter, había llegado hasta los sucesores<br />

de Federico Barbarroja 48<br />

.<br />

Madrid.<br />

RAFA<strong>EL</strong> LAPESA<br />

4 5<br />

Vanderford, introducción ed. cit., pp. xxviii-xl; J. A. ARIAS BONET,<br />

"La Primera Partida y el problema de sus diferentes versiones a la luz del<br />

manuscrito del British Museum", en los estudios preliminares a su ed. de la<br />

Primera Partida, Universidad de Valladolid, 1975.<br />

4 6<br />

Setenario, ed. cit., p. 22.<br />

4* ibid., p. 7.<br />

4<br />

» FRANCISCO RICO, op. cit., pp. 97-120.

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