Perinola IV.book
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El neologismo parasintético en Quevedo y<br />
Dante<br />
Rodrigo Cacho Casal<br />
Universidad de Santiago de Compostela<br />
Quevedo ha sido uno de los autores castellanos que con más profundidad<br />
y riqueza ha sabido aprovechar los recursos expresivos que<br />
le ofrecía su lengua. En sus escritos festivos el idioma se moldea y manipula<br />
para generar asociaciones ingeniosas e inesperadas, juegos conceptuosos<br />
y palabras inventadas por él mismo para producir sorpresa y<br />
risa.<br />
Desde este punto de vista, uno de los rasgos más destacados de su<br />
obra satírico-burlesca es la creación de neologismos jocosos: términos<br />
que se forman a partir de diferentes procedimientos lingüísticos, como<br />
la composición y derivación, y que representan una de las muestras<br />
más acabadas de la habilidad verbal de Quevedo y de su capacidad<br />
para condensar y enlazar conceptos.<br />
Por ejemplo, sobre la base de las palabras «mariposa», «poso» y «vino»<br />
crea «marivinos» para denominar a los mosquitos, muy aficionados<br />
a esta bebida. Jugando con la enfermedad de la «hidropesía»<br />
forma la voz «libropesía» para burlarse de los ignorantes que se dedican<br />
a comprar libros sólo para hacer gala de ellos y no para leerlos.<br />
También podemos encontrar verbos como «embodarse» por «casarse»,<br />
o «calvar» por «quedarse calvo».<br />
Este recurso tan llamativo del arte verbal quevedesco ha sido estudiado<br />
con detenimiento en un artículo de Emilio Alarcos García<br />
(1955), que denominó este aspecto de la obra de Quevedo como «parodia<br />
idiomática» 1 : sus neologismos tienen siempre como referencia<br />
una palabra o un procedimiento de formación de palabras normativos<br />
1 Siguen los planteamientos del artículo de Alarcos: Bleznick, 1972, pp. 114-16; Snell,<br />
1981, pp. 31-33; y Llano Gago, 1984. Por otro lado, aportan datos y matizaciones interesantes:<br />
Durán, 1955 y 1978, pp. 56-73; Lázaro Carreter, 1981; Arellano, 1984, pp.<br />
201-207, y 1984b; y Gariano, 1984. Para una visión de conjunto sobre el neologismo literario<br />
en general puede consultarse Romero Gualda, 1978-79.<br />
La <strong>Perinola</strong>, 4, 2000.
418 RODRIGO CACHO CASAL<br />
que son empleados en clave burlesca, «parodiando» el uso recto del<br />
idioma.<br />
Sin embargo, tanto en el trabajo de Alarcos como en otros posteriores,<br />
el estudio de estos neologismos no se ha abordado casi nunca<br />
desde una perspectiva histórica.<br />
«La obra quevediana no surge de la nada» 2 , muchas de sus agudezas<br />
y floreos verbales se basan en diversas tradiciones que el escritor<br />
aprovechó y reelaboró. ¿Podemos afirmar lo mismo por lo que respecta<br />
a los neologismos?, ¿Quevedo se inspiró en algún modelo anterior o<br />
nacieron exclusivamente de su ingenio? Para poder dilucidar estas<br />
cuestiones será necesaria una tarea doble: por una parte rastrear posibles<br />
antecedentes literarios, y por otra distinguir tipos de neologismos.<br />
Objeto principal de nuestro análisis van a ser las neoformaciones de<br />
tipo parasintético.<br />
El concepto de parasíntesis ha pasado por muchas revisiones y discusiones<br />
en los últimos años. Las posturas teóricas y las definiciones<br />
que pretenden describirlo no siempre son unánimes y homogéneas.<br />
En nuestro caso no nos incumbe profundizar sobre estos aspectos. No<br />
nos interesa la justificación teórica de la parasíntesis, sino su uso para<br />
fines literarios. Por ello aceptamos la definición que ofrece Blanco Rodríguez,<br />
por parecernos la más clara y operativa 3 :<br />
consideramos que las palabras parasintéticas son una especie de derivados<br />
«dobles», formados por la aglutinación simultánea de un prefijo y un<br />
sufijo a una misma base y que esto se debe a su gran capacidad condensadora,<br />
puesto que en un único vocablo —que es percibido sintácticamente<br />
como una unidad— se resume el significado de un sintagma completo, y<br />
así, por ejemplo, ennegrecer es «poner todo / algo negro».<br />
La parasíntesis es, pues, un procedimiento de formación de vocablos<br />
en el que intervienen tres elementos simultáneamente: PREFIJO<br />
+ BASE + SUFIJO (En + negro + (ec) er = Ennegrecer). A través de<br />
él Quevedo crea fundamentalmente verbos o adjetivos deverbales. Los<br />
prefijos empleados por Quevedo son tres: A-, EN- y DES-. A continuación<br />
ofrecemos el corpus seleccionado 4 :<br />
2 Chevalier, 1992, p. 113.<br />
3 Blanco Rodríguez,1993, p. 431. Para más detalles sobre la parasíntesis ver Lázaro<br />
Mora, 1986; Lang, 1992, pp. 241-44; y Serrano Dolader, 1995.<br />
4 Considero neologismos todos los términos que no he encontrado recogidos ni en<br />
el Tesoro de la lengua castellana de Covarrubias, ni en el Diccionario de Autoridades, ni en<br />
el Diccionario crítico etimológico de Corominas y Pascual. Muchas de las creaciones léxicas<br />
de Quevedo aparecen en Autoridades, donde se especifica que se trata de voces jocosas<br />
inventadas por él. En todos estos casos, evidentemente, considero que se trata de neoformaciones<br />
quevedianas. Todos los neologismos que irán apareciendo a continuación,<br />
tanto de Quevedo como de otros autores, se señalan en cursiva. Para los poemas de<br />
Quevedo, salvo que se indique lo contrario, sigo la edición de Blecua (Quevedo, Poesía<br />
original completa) y su numeración. Por lo que respecta a los poemas de otros autores citados<br />
en estas páginas, sigo la numeración (siempre que la haya) de las ediciones manejadas,<br />
cuya relación se incluye al final del trabajo.
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 419<br />
1. A-<br />
Amostachado, apesamado 5 , abernardarse 6 , azurronado, afrisonado,<br />
amohecido, aseñorarse, atarascar, atraidorado, azumbrado 7 , abigotado,<br />
agrillado, ahigadado 8 y avisionarse 9 .<br />
2. EN-<br />
Entigrecido, enserpentado, endragonido, enviperado 10 , enaguacilado 11 ,<br />
encabellarse, encaballerado, empobrar, ensuegrado, encalvar, engravedar,<br />
empapagayar, enagüelar, encarroñar 12 y embodarse 13 .<br />
3. DES-<br />
Desasnar (-ado) 14 , despiernar, desantañarse 15 , despiedrar 16 , desmuelo,<br />
desmujerar 17 , desfranciar, despicarar, desmoñar, descapar, desmancebar,<br />
desnoviar, desbudelar, desitinerar, desporqueronar 18 , desgalalonar y<br />
desviñar 19 .<br />
Los adjetivos neológicos creados sobre los prefijos A- y EN- sirven,<br />
generalmente, para indicar que un determinado personaje posee unas<br />
cualidades o características físicas. Por ejemplo, amostachado quiere decir<br />
que dicho personaje tiene mostachos (supuestamente muy largos y<br />
llamativos), y lo mismo vale para abigotado. Otros como atraidorado<br />
5 Memorial a una academia y Culta latiniparla (Prosa festiva completa, pp. 321 y 457).<br />
6 La Hora de todos y la Fortuna con seso, p. 275.<br />
7 En los poemas núms. 702, v. 27; 750, v. 166; 752, v. 103; 753, v. 101; 858, v. 135 y<br />
866, vv. 60 y 71. Amohecido se recoge en Corominas, pero se usa a Quevedo como fuente<br />
para documentarlo. Creo que se trata de un neologismo quevediano.<br />
8 La vida del Buscón, pp. 173, 175 y 225 . Quevedo emplea ahigadado también en el<br />
poema 866, v. 34.<br />
9 El chitón de las tarabillas, p. 74.<br />
10 La Hora de todos, pp. 191 y 369.<br />
11 Alguacil endemoniado, p. 144 (en Quevedo, Los sueños).<br />
12 Poemas núms. 527, rótulo; 634, v. 21; 682, v. 2; 699, v. 61; 703, v. 95; 753, v. 102;<br />
757, v. 48 y 762, vv. 63-64.<br />
13 Discurso de todos los diablos, p. 236 (en Quevedo, Obras completas. Obras en prosa,<br />
vol. I).<br />
14 Sueño de la muerte (Los sueños, p. 372) y poema 855, v. 90. Creo que se trata de un<br />
neologismo semántico. Quevedo usa desasnar con el sentido de ‘quitar el asno’, sin embargo,<br />
Autoridades recoge también otra acepción: «desbastar y hacer perder la rudeza y<br />
torpeza de alguno»; que es la que se sigue empleando hoy en día. Cfr. Rojas Zorrilla,<br />
Donde hay agravios no hay celos, y amo criado, p. 158: «Yo me quiero desasnar, / que no<br />
han de ser vizcaínas / las novias». Probablemente, pues, Quevedo está utilizando una<br />
palabra que ya existía con un significado nuevo.<br />
15 La Hora de todos, pp. 179 y 188.<br />
16 Chitón de las tarabillas, p. 107.<br />
17 En los entremeses de la Ropavejera y el Marido fantasma, pp. 571 y 577 (en Quevedo,<br />
Obras completas. Obras en verso). Desmuelo es sustantivo deducido del verbo inventado<br />
desmuelar.<br />
18 En los poemas 689, v. 44; 693, v. 109; 754, v. 78; 761, vv. 25 y 27; 772, vv. 41 y<br />
42; 834, v. 1; 838, v. 8 y 856, v. 31. Quevedo emplea el verbo desporqueronar también en<br />
la jácara inicial de su obra conservada de forma incompleta Pero Vázquez de Escamilla (v.<br />
166) (Quevedo, Un Heráclito cristiano, Canta sola a Lisi y otros poemas, p. 626).<br />
19 Poema heroico de las necedades y locuras de Orlando el enamorado, vv. 370 y 380 (canto<br />
I).
420 RODRIGO CACHO CASAL<br />
(que es traidor), ahigadado (que tiene valor) o los que aparecen en la<br />
Hora de todos (entigrecido, enserpentado, endragonido, enviperado) indican<br />
un estado de ánimo o cualidad moral: estar enfurecido como un<br />
tigre, como una serpiente, como un dragón o una víbora. Atraidorado<br />
indica también hipocresía: se emplea para calificar la barba de un «valentón»<br />
(«zaino viene de bigotes / y atraidorado de barba»), con lo<br />
cual se le atribuyen metonímicamente a la barba y a los bigotes cualidades<br />
que pertenecen a su dueño. Apesamado se usa como sinónimo<br />
de «viudo», ya que vale por «el que recibe los pésames». Se asemeja a<br />
otros que sirven para indicar una situación particular en la que se encuentra<br />
un individuo: azumbrado (está borracho), agrillado (lleva grillos<br />
puestos), azurronado (tiene los ojos cerrados), o encaballerado<br />
(que ha sido hecho caballero y presume de ello). Dos neologismos<br />
que están bastante relacionados son enaguacilado y ensuegrado: ambos<br />
se construyen sobre la base del adjetivo «endemoniado», con lo cual<br />
Quevedo está estableciendo una comparación burlesca de los alguaciles<br />
y las suegras con los diablos, para degradar a los primeros.<br />
Los verbos formados sobre los prefijos A- y EN- funcionan de forma<br />
paralela a los adjetivos. Indican que un individuo adopta una determinada<br />
actitud o postura: abernardarse (actuar como Bernardo del<br />
Carpio, héroe que derrotó las tropas francesas en Roncesvalles; para<br />
indicar rechazo hacia los franceses), aseñorarse (actuar como una señora,<br />
ponerse seria), engravedar (ponerse «grave», seria), atarascar (comportarse<br />
como una tarasca, morder, herir), avisionarse (parecerse a una<br />
visión o fantasma). También señalan la condición en la que se encuentra<br />
alguien: empobrar (hacerse pobre), encalvar (volverse calvo), encarroñarse<br />
(envejecer), embodarse (casarse) 20 . El verbo enagüelar guarda<br />
cierto paralelismo con los adjetivos enaguacilado y ensuegrado, quiere<br />
decir, según el contexto del poema donde se recoge, ‘meter a una vieja<br />
tercera en casa’. Aquí también el recuerdo del verbo «endemoniar»<br />
está presente y permite la asociación negativa de la celestina con los<br />
diablos.<br />
Las voces creadas sobre el prefijo DES- son el reverso exacto de<br />
los casos que acabamos de ver. Implican que alguien renuncia a algo o<br />
es privado de algo: despiernar (dama a quien le quitan las pantorrillas<br />
postizas), desantañarse (dama que encubre su edad), desmujerar (perder<br />
la mujer), desfranciar (cortarse el cabello; por la moda francesa de<br />
llevar el pelo largo), descapar (robar la capa), desgalalonar (dejar a los<br />
paladines sin Galalón)... También significan que alguien carece de algo,<br />
como el caso del sustantivo desmuelo (sin muelas) o del adjetivo<br />
desasnado (sin asno, sin cabalgadura).<br />
20 En embodarse es posible que Quevedo juegue también con la palabra «bode» ‘macho<br />
cabrío’ (voz documentada por Corominas desde 1582), asociando de forma burlesca<br />
el matrimonio a los cuernos. Agradezco al profesor Juan José Moralejo esta<br />
sugerencia.
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 421<br />
Junto con estos tres grandes grupos de neologismos parasintéticos<br />
cabe destacar otros que combinan los dos prefijos DES- y EN-. Se trata<br />
de unos pocos ejemplos, pero son sin duda de una gran fuerza expresiva:<br />
desempadrar 21 , desendueñar 22 y desengongorar 23 .<br />
El paso siguiente es intentar averiguar el posible origen de dichos<br />
neologismos parasintéticos. Hasta ahora la postura más aceptada ha<br />
sido la de considerarlos como partos del ingenio quevediano. El primero<br />
en plantearse la cuestión en otros términos ha sido Maxime Chevalier<br />
(1992), que ha trazado en su libro una breve historia de la<br />
agudeza verbal en la España de los siglos XVI y XVII 24 . En su trabajo<br />
se estudia el marco social y cultural en el que se desarrolló este tipo de<br />
literatura satírico-burlesca y sus juegos de ingenio. Algunas de sus<br />
aportaciones nos van a ser muy útiles para el estudio de las neoformaciones<br />
quevedianas, como veremos a continuación.<br />
El problema sigue en pie: ¿tienen algún antecedente los neologismos<br />
de Quevedo y, en particular, los parasintéticos? No se puede descartar<br />
la posibilidad de que estos deriven de alguna fuente oral, de<br />
ciertos tipos de chistes al uso en las reuniones cortesanas de la época<br />
25 . Sin embargo, se nos hace muy difícil poder averiguarlo. Además,<br />
el arte de Quevedo, por mucha importancia que puedan tener las<br />
fuentes orales en él, se alimenta fundamentalmente de literatura. Una<br />
buena parte de las bromas, juegos, anécdotas y cuentecillos populares<br />
que hallamos en su obra ya habían sido recogidos en textos impresos<br />
en la época de nuestro escritor. Recordemos la Floresta española de<br />
Melchor de Santa Cruz y sus sucedáneos, por ejemplo 26 .<br />
Nuestra búsqueda de posibles antecedentes para los neologismos<br />
quevedianos empezará por la literatura clásica greco-latina, luego tendremos<br />
en cuenta algunos ejemplos de la literatura española satíricoburlesca<br />
de los siglos XV, XVI y XVII, y por último estudiaremos la relación<br />
entre las neoformaciones de Quevedo y las de Dante.<br />
Quevedo conoció más que suficientemente la lengua griega y su literatura.<br />
Pues bien, una de las características morfológicas más llamativas<br />
de este idioma es la extremada facilidad que tiene para la<br />
21 Discurso de todos los diablos, p. 225.<br />
22 Poema heroico de las necedades y locuras de Orlando, v. 704 (canto I).<br />
23 Poema 841, v. 131. Alarcos García, 1955, p. 22; y Llano Gago, 1984, p. 62, consideran<br />
desendiablar (Poema de Orlando, vv. 704, canto I, y 555, canto II) como neologismo<br />
formado por la combinación de DES- más EN- simultáneamente, sin embargo no tienen<br />
en cuenta que el término endiablado ya está atestiguado en Covarrubias. En realidad no<br />
se trata de un caso de parasíntesis, sino de una derivación a través del prefijo DES-.<br />
24 Ver también Chevalier, 1994.<br />
25 Según Chevalier, 1992, p. 115, se trata de «un procedimiento familiar corrientemente<br />
practicado en el habla coloquial, y verosímilmente practicado con tanta frecuencia<br />
en el Siglo de Oro como en el nuestro».<br />
26 La letrilla «Que pida a un galán Minguilla» (vv. 67-72) de Góngora apunta justamente<br />
a que muchas de las agudezas que se prodigaban en las reuniones cortesanas se<br />
tomaban de fuentes escritas: «Que acuda a tiempo un galán / con un dicho y un refrán,<br />
/ bien puede ser; / mas que entendamos por eso / que en Floresta no está impreso, / no<br />
puede ser».
422 RODRIGO CACHO CASAL<br />
formación de palabras nuevas a través de la composición 27 . Recordemos,<br />
por ejemplo, las Tablas poéticas (1617) de Cascales:<br />
Los latinos, y más los griegos, fueron muy licenciosos en nombres compuestos.<br />
Nosotros no tenemos en eso tanta felicidad, y assí nos escusaremos<br />
dellos como de cosa que ilustra poco nuestra lengua (p. 101).<br />
El griego se presenta frente al castellano como una lengua mucho<br />
más rica en cuanto a la formación de nuevos vocablos por composición.<br />
Esta riqueza se refleja en su literatura y especialmente —aspecto<br />
que nos interesa más ahora— en su literatura burlesca. Desde otro<br />
punto de vista, González de Salas hablaba en su ilustración a la Musa<br />
V del Parnaso de Quevedo, dedicada a las poesías «que se cantan y<br />
bailan», de las muchas posibilidades que ofrecía el griego para los<br />
juegos burlescos basados en equívocos, silepsis, retruécanos... Además,<br />
señalaba la deuda de nuestro escritor con esta tradición:<br />
De los latinos, no hallo poesía con quién éstas correspondan en la forma<br />
de su estructura, aunque en el sabor consuenan algo con algunos mimos y<br />
muchos agudos epigramas. De los griegos, empero, observo yo semejanzas<br />
satíricas, conviene a saber, de fragmentos muy agudos, referidos de Ateneo,<br />
y bien con amargor más ofensivo, pues eran señalando descubiertamente<br />
el sujeto a quien herían, como en aquella nación docta era ese<br />
horror de costumbre recibida. Desapacible fuera aquí la comprobación por<br />
la disparidad de las lenguas. A los doctos son los testimonios familiares<br />
esparcidos por los más de sus libros; pero en el X<strong>IV</strong>, con mayor abundancia;<br />
y excelentes son algunos con particularidad, si bien muy deshonestos,<br />
allí contenidos, de Sotades Maronita 28 , maldicientísimo poeta griego, vario.<br />
Donde se podrán observar del que fuere ingenioso no desiguales equivocaciones<br />
(según las llaman vulgarmente) en su helenismo. La lengua latina<br />
es muy pobre de iguales juegos en las palabras [...] Pero de otros donaires<br />
fue aquel emendado lenguaje muy capaz, que proprios le eran con singularidad,<br />
como todos tienen sus ciertos idiotismos, que yo llamo afecciones<br />
de cada lengua, en que rarísima vez una se corresponde con otra; y ansí no<br />
sólo dificultosos de comunicarse, sino, moralmente hablando, imposibles<br />
29 .<br />
Salas insiste sobre las muchas posibilidades del griego para la formación<br />
de juegos de ingenio, aspecto en el que supera al latín. El<br />
autor griego que mayor uso hizo de los neologismos y de todo tipo de<br />
agudezas de ingenio basadas en juegos verbales, fue Aristófanes.<br />
Pero antes de ver sus posibles relaciones con Quevedo debemos<br />
valorar cuál era la difusión de su obra en la España del XVII. De he-<br />
27 Para la discusión del marco teórico de la composición nominal en griego, ver<br />
Amado Rodríguez, 1998. Las pp. 116-19 se dedican de forma más específica a la composición<br />
en las obras literarias.<br />
28 Sotades Maronita, poeta griego del siglo <strong>IV</strong> a.C. Los escasos fragmentos conservados<br />
de sus composiciones nos han llegado fundamentalmente a través de la obra El banquete<br />
de los sofistas de Ateneo, mencionado unas líneas antes por González de Salas.<br />
29 Quevedo, Obra poética, vol. I, p. 125.
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 423<br />
cho, sus comedias no parecen haber circulado demasiado en aquella<br />
época. Sólo se acercaba a él una minoría de intelectuales, grupo que se<br />
restringía aún más si consideramos el número real de lectores de sus<br />
piezas en su lengua original, ya que lo más común fue acceder a ellas a<br />
través de traducciones latinas 30 . Sabemos que Quevedo poseyó el<br />
ejemplar de una edición traducida al latín de las comedias de Aristófanes,<br />
texto que hoy se conserva en la Biblioteca de Menéndez Pelayo<br />
de Santander 31 . Nos es difícil, pues, asegurar que Quevedo tuviera un<br />
conocimiento profundo de la obra del autor griego en su lengua original.<br />
Don Francisco leyó seguramente su obra en latín, aunque eso quizás<br />
no baste para poder garantizar la correcta asimilación de los<br />
recursos lingüísticos de Aristófanes por su parte. Pero veamos ya en<br />
qué consisten 32 .<br />
El comediógrafo griego se sirve de los varios recursos de formación<br />
de palabras que le ponía a disposición su lengua, y los lleva a extremos<br />
inusitados. Tenemos compuestos burlescos como el apelativo<br />
metewrofevnaka~ (‘engañadores aéreos’, donde “aéreo” vale por ‘palabrería<br />
sin sustancia’; Nubes, 332) formado sobre metevoro~ (‘levantado<br />
del suelo, en el aire’) y fevnax (‘embustero’), y ejrebodifw`sin (‘escudriñar<br />
las tinieblas’; Nubes, 192) construido a partir de ejvrebo~<br />
(‘tinieblas,<br />
infierno’) y el verbo difavw (‘buscar’). El compuesto más llamativo de<br />
toda la obra aristofánica es seguramente el menú de las Asambleístas<br />
(1164-79) en 67 sílabas 33 .<br />
Además de la composición, el autor griego echa mano también de<br />
la derivación para la creación de voces cómicas. Por ejemplo, el frontisthvrion<br />
(‘pensadero’; Nubes, 94) de Sócrates, formado a partir del<br />
sufijo -thvrion que se emplea para los nombres de lugar. Dentro de este<br />
grupo encontramos bastantes casos de superlativos burlescos que pueden<br />
recordar a los varios naricísimo o barbadísimo de Quevedo: sofwvtaton<br />
(‘sapientísimo’; Avispas, 1277), o qumosofikwvtato~<br />
(“sabiotiquísimo”; id., 1280) donde se juega también con el sufijo -<br />
ikov~ muy propio de la terminología sofista. Otro sufijo usado en clave<br />
30 En el siglo XVII español «Aristófanes fue un perfecto desconocido», de quien «jamás<br />
un sólo pasaje de sus obras fue leído en las aulas», según Gil Fernández, 1996, p.<br />
206. 31 Aristophanis, Comicorum principis, Comoediae undecim, è Graeco in Latinum, ad uerbum<br />
translatae, Andrea Divo Iustino politano interprete, Basilea, Herederos de Cratandri,<br />
1542. Muy posiblemente sea de este libro de donde haya tomado el pasaje en latín de<br />
las Ranas que cita en su dedicatoria a Olivares en su edición de las obras de Fr. Luis de<br />
León (Quevedo, Obras en prosa, vol. I, p. 529).<br />
32 Todos los ejemplos tomados de Aristófanes y de Plauto no se pueden siempre<br />
trasponer al castellano. Entre paréntesis coloco la traducción del vocablo, cuando esta<br />
es posible, o una paráfrasis explicativa del mismo. Para las creaciones léxicas en Aristófanes<br />
me baso fundamentalmente en el trabajo de Rodríguez Monescillo, 1968. Quiero<br />
expresar mi agradecimiento a la profesora Amado Rodríguez por su ayuda en el rastreo<br />
e interpretación de los neologismos aristofánicos. Por lo que respecta a Plauto, deseo<br />
también agradecer al profesor Fernando Domènech sus sugerencias y generosa ayuda<br />
con las creaciones léxicas plautinas.<br />
33 Ver Amado Rodríguez, 1998, p. 118.
424 RODRIGO CACHO CASAL<br />
burlesca es el gentilicio -ivdh~, que se empleaba en antropónimos de<br />
corte aristocrático, en los casos de spoudarcivdh~ (‘buscacargos’, Acarnienses,<br />
595) y misqarcivdh~ (‘cobracargos’; id., 597) 34 .<br />
La derivación y la composición son, pues, los recursos básicos de la<br />
creación verbal de Aristófanes. Sin embargo, no le es ajena tampoco la<br />
formación de voces a través de la parasíntesis. Por ejemplo, el término<br />
ejgkekoisurwmevnhn (“encesirada”; Nubes, 48) aplicado a una mujer,<br />
que se crea a partir del nombre propio Koisuvra (“Cesira”), prototipo<br />
de mujer refinada y esnob. La semejanza con ciertos neologismos quevedianos<br />
como enaguacilado o ensuegrado es muy llamativa.<br />
Con todo lo que llevamos visto parece evidente concluir que Quevedo<br />
pudo encontrar en el modelo aristofánico un caudal muy rico<br />
para la creación léxica, incluida la parasintética. Ahora bien, es también<br />
muy probable que el conocimiento de las comedias del autor<br />
griego por parte del español fuera parcial y que, además, se diera a través<br />
de textos traducidos al latín. Con lo cual, nos resulta algo complicado<br />
poder afirmar con seguridad que Quevedo se haya inspirado en<br />
Aristófanes para la formación de sus neologismos. De todos modos, el<br />
campo queda abierto para futuras investigaciones sobre esta posible<br />
relación que, hasta ahora, ha sido descuidada.<br />
Pasando a los autores latinos, resulta más difícil hallar algún ejemplo<br />
donde el ingenio verbal se oriente hacia la creación de vocablos<br />
jocosos. Como ya habían apuntado Cascales y González de Salas, la literatura<br />
latina no ofrece tanta versatilidad como la griega en este aspecto.<br />
Los grandes satíricos Horacio, Persio, Juvenal, han influido<br />
mucho en Quevedo, pero no emplean este tipo de artilugios lingüísticos.<br />
La única gran excepción que cabe mencionar es la de Plauto, que<br />
destaca en sus comedias por la abundancia de neologismos burlescos<br />
35 .<br />
A diferencia de Aristófanes, Plauto gozó de relativa fama en el Siglo<br />
de Oro y algunas de sus obras fueron traducidas al castellano 36 .<br />
Formaba parte de diferentes florilegios escolares expurgados con los<br />
que se les enseñaba latín a los estudiantes 37 . Por su parte, Quevedo debió<br />
de conocer bastante bien las comedias del dramaturgo romano ya<br />
desde época temprana. En su España defendida (1609) lo cita varias<br />
veces y discute con buen acierto el sentido que tiene en el Pénulo el<br />
empleo del latín mezclado con el cartaginés 38 .<br />
Los recursos empleados por el escritor romano no se alejan demasiado<br />
de los de Aristófanes, aunque la lengua latina no le permite<br />
34 Para la traducción de estos últimos dos términos he seguido la que ofrece Rodríguez<br />
Monescillo, 1985, en su edición y traducción de las comedias de Aristófanes.<br />
35 Ver Duckworth, 1952, p. 345. Para la exposición sobre el arte verbal de Plauto seguimos<br />
fundamentalmente este trabajo y los ejemplos de creaciones léxicas plautinas<br />
que aporta.<br />
36 Ver Lida de Malkiel, 1951, p. 210; y Simón Díaz, 1980, p. 46.<br />
37 Ver López Poza, 1995, pp. 79-80.<br />
38 Quevedo, España defendida, pp. 152-54 y 526-27.
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 425<br />
construcciones tan extensas como las suyas. En sus comedias encontramos<br />
voces griegas mezcladas con otras latinas que forman nuevas<br />
palabras en clave cómica.<br />
Hay casos de composición: ferritribax (‘gasta-hierro’; Mostellaria,<br />
356, aplicado a los esclavos encadenados), flagritriba (‘gasta-látigos’;<br />
Pseudolus, 137), inanilogista (‘que hace discursos sin sustancia’; id.,<br />
255), pultifagus (‘come-gachas’; Mostellaria, 828), o plagipatida<br />
(‘aguanta-palos’; Captivi, 472; Mostellaria, 356).<br />
También aparecen ejemplos de derivación, donde Plauto parte de<br />
una palabra griega y le añade un sufijo latino creando adjetivos burlescos:<br />
elleborosus («eleboroso»; Mostellaria, 952), hepatiarius («higadoso»;<br />
Curculio, 239), o thensaurarius («tesoroso»; Aulularia, 395). Sobre<br />
voces griegas construye también adverbios como: basilice («reinamente»;<br />
Epidicus, 56; Persa, 29; etc.), pugilice («púgilmente»; Epidicus, 20).<br />
O verbos: apolactizare («repeler a patadas»; Epidicus, 678), atticissare<br />
(«aticizar»; Menaechmi, 12), sicilicissitare («sicilianizar»; id.), o patrissare<br />
(«padrecer»; Mostellaria, 639; Pseudolus, 442).<br />
Recordemos que también Quevedo emplea la sufijación para crear<br />
neologismos. Ya sean adjetivos: putaril, quitanos (amantes que no pagan,<br />
en oposición a «paganos»), mesonífera, monjoso 39 . Adverbios: adredemente<br />
y cíclopemente 40 . Verbos: cabellar, labrusquear (de «labrusca»,<br />
‘viña silvestre’), crepuscular, reptilizar, microcosmar, o mondonguizar 41 . O<br />
sustantivos: cornería, neotericidades, cornudería, o cabellería 42 .<br />
Además de la mezcla del latín y del griego, Plauto forma palabras<br />
también sirviéndose exclusivamente del latín. Hay casos de compuestos:<br />
turpilucricupidus (‘el que desea o procura ganancias deshonestas’;<br />
Trinummus, 100), tintinnaculi (‘los que hacen sonar las cadenas’; Truculentus,<br />
782)...<br />
Como en Aristófanes (y en Quevedo), también en las comedias del<br />
escritor latino encontramos superlativos jocosos: perditissumus («perdidísimo»;<br />
Aulularia, 722), occisissumus («matadísimo»; Casina, 694), o<br />
geminissumus («gemelísimo»; Persa, 830).<br />
Quevedo conocía bien las obras de Plauto, y tras haber visto todos<br />
estos ejemplos y parecidos entre los dos autores podemos concluir<br />
que el comediógrafo fue uno de los probables modelos quevedianos<br />
para la creación de neologismos.<br />
Ahora bien, en el escritor latino no se dan casos de neologismos<br />
parasintéticos, que en cambio aparecían en Aristófanes. Por lo tanto,<br />
sus piezas teatrales no nos sirven como antecedente para este tipo de<br />
creaciones léxicas del satírico español.<br />
Tras este sucinto repaso por los dos grandes modelos del mundo<br />
clásico en lo que atañe a la acuñación de vocablos jocosos, hemos po-<br />
39 En los poemas 600, v. 6; 722, v. 30; 792, v. 27 y Poema de Orlando, v. 49 (canto II).<br />
40 En los poemas 708, v. 19 y 840, v. 18.<br />
41 En los poemas 528, v. 12; 834, v. 14; 838, vv. 2, 4 y 5 y 868, v. 82.<br />
42 En los poemas: 601, v. 10; 834, v. 7; 641, v. 69 y 651, v. 27.
426 RODRIGO CACHO CASAL<br />
dido apreciar como muchos de los mecanismos empleados por Quevedo<br />
para la creación de neologismos burlescos parten de una tradición<br />
muy antigua 43 . Sin embargo, seguimos sin poder hallar un origen preciso<br />
para sus neoformaciones parasintéticas. El siguiente paso en el<br />
rastreo de fuentes es el de analizar los posibles antecedentes dentro<br />
de la literatura castellana.<br />
El desarrollo de la literatura satírico-burlesca y, por consiguiente,<br />
de todos los juegos de ingenio a ella asociados, encuentra su eclosión<br />
en España sobre todo a partir de 1580 44 . Antes de esta fecha se observa<br />
un claro predominio de composiciones donde prima la sátira —con<br />
su carácter tanto moralizador como de invectiva— sobre lo pura y gratuitamente<br />
risible. Será a finales del siglo XVI, con la relajación cada<br />
vez más notable de los moldes satíricos hacia esferas más distendidas<br />
y jocosas, cuando el ingenio de los escritores empezará a perfeccionar<br />
los recursos de lo que damos en llamar literatura satírico-burlesca 45 .<br />
Existen, sin embargo, unos precedentes que justifican el desarrollo<br />
de este tipo de literatura festiva. El Cancionero General de 1511 cumple<br />
un papel muy importante. A partir de él empezaremos a rastrear posibles<br />
antecedentes de los neologismos quevedianos.<br />
En la última sección del Cancionero se recogen las «obras de burlas»<br />
46 , que en 1519 fueron publicadas separadamente con adiciones en<br />
el Cancionero de obras de burlas provocantes a risa. Entre sus versos es<br />
posible hallar algún caso aislado de neologismo parasintético. El primero<br />
en un poema de Guevara donde se ataca a una mujer que se<br />
quiere hacer pasar por joven: «creyendo que os enmoçays» (núm. 973,<br />
v. 44). En otro de Antón de Montoro (el Ropero) leemos: «vime del<br />
todo perdida / desombrada como troya» (núm. 977, vv. 135-36). Este<br />
mismo término emplea Quevedo en la Culta latiniparla (p. 455): «A las<br />
dueñas llame “funestas”, y si al epíteto pusieren pleito los cipreses, en<br />
tanto que lo juzgan las lentejas, llamarálas “deshombradas”». En este<br />
caso no se trata, pues, stricto sensu, de un neologismo inventado por el<br />
escritor español 47 .<br />
43 Es evidente que la nómina de antecedentes resulta muy limitada y que podría<br />
ampliarse. Por ejemplo, otro modelo que se puede tener en cuenta es Luciano de Samosata.<br />
En algunas obras suyas (como en El maestro de retórica y la Podagra) aparecen llamativas<br />
creaciones léxicas, aunque no he encontrado ninguna de tipo parasintético.<br />
Junto con la tradición clásica, Durán, 1978, pp. 61 y ss., ha apuntado la posible huella de<br />
la literatura en latín macarrónico en los neologismos quevedianos. Quede, pues, para<br />
otra ocasión la ampliación del campo de influencias en las neoformaciones del escritor<br />
español.<br />
44 Jammes, 1987, p. 74; Pérez Lasheras, 1994, pp. 150-52, y 1995, p. 22.<br />
45 La frontera entre la modalidad burlesca y la satírica no es siempre demasiado<br />
sencilla de delimitar y las posturas de la crítica oscilan entre diversas propuestas. Ver al<br />
respecto, Arellano, 1984, pp. 22-41; Jammes, 1987, pp. 31-38; Schwartz Lerner, 1987 y<br />
1990; y Pérez Lasheras, 1994, pp. 141 y ss., y 1995, pp. 13-35.<br />
46 Ocupan las pp. 506-38 en la edición de B. Dutton del Cancionero general compilado<br />
por Hernando del Castillo, que es la que manejo y de donde extraigo todos los ejemplos<br />
citados. A partir de ahora indicaré sólo el número del poema y el verso.<br />
47 Ello justifica que no lo incluyera en el corpus de neologismos parasintéticos quevedianos<br />
que he dado al principio del trabajo.
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 427<br />
Más voces parasintéticas que aparecen y que, a primera vista, podrían<br />
pasar por neologismos no lo son. Un caso muy claro es el del<br />
verbo encornudar que se recoge en un poema del Conde de Paredes<br />
(núm. 979, v. 79) y que era de uso corriente en la época. De hecho, sigue<br />
apareciendo en autores posteriores como Diego Hurtado de Mendoza<br />
y el mismo Quevedo.<br />
El texto cancioneril donde más ejemplos de neologismos he encontrado<br />
es la Carajicomedia 48 , recogida en el Cancionero de obras de burlas<br />
de 1519. Esta composición, por su lenguaje desbocado y por la obscenidad<br />
de sus temas, representa desde luego un caso excepcional dentro<br />
del ámbito poético de la poesía de cancionero. Veamos algunos<br />
casos de neoformaciones jocosas. Hay voces que juegan con la derivación<br />
paródica, como «linaje coñativo» (comentario a la copla X<strong>IV</strong>, p.<br />
50), «carne coñina» (C<strong>IV</strong>, v. 6), «gran cañatío» (XXIX, v. 2; «caño» ‘vagina’),<br />
o tragonitas (XLVIII, v. 6; juega con el sentido obsceno de «tragar»<br />
y construye el término sobre la base de «trogloditas»). También<br />
encontramos nombres propios burlescos como Manseolo (LIX, v. 1),<br />
creado sobre el de «Mausolo» y el término «manso», que indica al marido<br />
cornudo consentido. Hay, a su vez, algún ejemplo de «latinajo»,<br />
como cornifator (LXXXVI, v. 6). O, inclusive, casos de composición<br />
burlesca, como cabezmordidos (XLVI, v. 6) con el significado de ‘fraile,<br />
tonsurado’, y que recuerda al cabixpacido del poema «¿Quál diablo me<br />
topó...» (v. 2) de Mena. Sin embargo, pese a haber tantos neologismos,<br />
hemos sido capaces de encontrar sólo uno formado por parasíntesis:<br />
destotanados (CXV, v. 4; «tota» ‘vagina’).<br />
Un último ejemplo de neologismo parasintético que he hallado<br />
dentro de la literatura cancioneril se encuentra en otro poema de Juan<br />
de Mena: «La cara se vos cangreja» (vv. 7-8): «el papo se vos enmona, /<br />
el talle se os enconeja». La voz «enmonar» no es una neoformación, y<br />
puede ser emparejada a otras como «arrocinar» o «emperrar» de las<br />
que se encuentran varios ejemplos dentro de la literatura castellana 49 .<br />
Enconejar, sin embargo, no lo he encontrado ni en Covarrubias, ni en<br />
Autoridades. Corominas recoge sólo «conejar».<br />
Pasando ya a las obras del Siglo de Oro, son varios los autores que<br />
practicaron la literatura satírico-burlesca y que pueden mencionarse<br />
como antecedentes de Quevedo. Sin embargo, un repaso por los grandes<br />
cultivadores de esta modalidad anteriores a nuestro escritor nos<br />
revela escasos ejemplos de neologismos en general, y ninguno creado<br />
por parasíntesis. Ni en Cristóbal de Castillejo (1492?-1550), ni en Diego<br />
Hurtado de Mendoza (1503/1504-1575), ni en Gutierre de Cetina<br />
(¿1510-1554?), ni en Baltasar del Alcázar (1530-1606) he hallado ningún<br />
neologismo parasintético. En realidad, los casos de neoformacio-<br />
48 Cito indicando el número de copla y verso correspondiente.<br />
49 Ver el romance «Triste pisa, y afligido» (v. 7) de Góngora, arrocinado, y emperrado<br />
en el Poema heroico de Orlando de Quevedo (canto II, v. 564), por ejemplo.
428 RODRIGO CACHO CASAL<br />
nes son muy pocos. Sólo en Alcázar y en Cetina encontramos algunos<br />
ejemplos significativos. El primero forja el verbo marcelar formado sobre<br />
el nombre Marcelo-a: «Pues cuando el mundo admiraba / Tanto<br />
marcelar, criaba / A una Marcela un Marcelo» (vv. 2-4 del poema «Nada<br />
hace acaso el cielo»). O también el sustantivo burlesco doncellura<br />
(rótulo del poema «Ó fuese criba ó harnero»). Cetina, por su parte,<br />
crea el neologismo desparlar (del verbo «parlar») empleado en su alabanza<br />
de la pulga (que suele atribuirse también a Hurtado de Mendoza),<br />
escrita a imitación de Ludovico Dolce , «Señor compadre, el vulgo,<br />
de invidioso»: «Allí era el desparlar la parlería» (v. 148).<br />
Chevalier 50 menciona a algunos autores más que en sus obras cultivaron<br />
el uso de los neologismos jocosos: Sebastián de Horozco , Eugenio<br />
de Salazar y Mateo Alemán. Pero un análisis detenido de sus<br />
obras no revela un número significativo de neoformaciones. En el caso<br />
del Guzmán de Alfarache aparecen sólo unos pocos casos para cuyo comentario<br />
me remito a las palabras de Francisco Rico 51 :<br />
Las creaciones léxicas son escasas: protopobre (I, iii, 2), archibribón (ib.,<br />
3), a lo Quevedo, nos arrancan una sonrisa por su imitación del esquema<br />
imponente de protomédico o archiduque; muchachismo (II, i, 6) nos divierte<br />
más, al recordar el barbarismo que Alemán escarnecía «al discreto lector».<br />
En las Cartas de Eugenio de Salazar he dado con tres neologismos<br />
burlescos, ninguno de ellos parasintético: bellaquiarcas, conde-establo y<br />
barberimédico (pp. 22, 58 y 62). Los parecidos con algunas voces del<br />
léxico quevediano son evidentes 52 , aunque nuevamente se trate sólo<br />
de unos pocos ejemplos.<br />
De estos tres escritores es, sin duda, Sebastián de Horozco el que<br />
emplea con mayor frecuencia creaciones léxicas de tipo festivo. En su<br />
Cancionero aparecen formas compuestas: perribota (núm. 2), picavientos<br />
(núm. 4), estiracuellos (núm. 6) y rabicalientes (núm. 312, rótulo). Junto<br />
con estos, llaman la atención también algunos términos formados<br />
por sufijación: buxática (núm. 82) 53 , locaria (núm. 96) y bobaria (id.).<br />
O la voz haldrapa creada por similitud fónica con gualdrapa: «se podrá<br />
dezir mejor / no gualdrapa, mas haldrapa» (núm. 187). No olvidemos<br />
que, según indica Weiner en sus notas, existía el adjetivo «haldraposo»<br />
que tenía el significado de «andrajoso». En el único caso en el que Horozco<br />
usa un neologismo parasintético se trata de uno semántico y no<br />
léxico. «Endonar», tal y como señalan Covarrubias y Autoridades, era<br />
50 Chevalier, 1992, p. 115.<br />
51 Rico, 1987, p. 64.<br />
52 Compárese: «los llamaríamos bellaquiarcas, como llamamos heresiarcas» de Salazar,<br />
con: «aquella hambre mitrina, como canina, con que a mí me escandalizaba» (Quevedo,<br />
Epistolario completo, p. 500). He manejado también una carta inédita de Salazar<br />
dada recientemente a conocer por Fradejas Lebrero, 1998, pero se trata de un texto<br />
eminentemente serio, y no he dado con ningún neologismo burlesco.<br />
53 El poema habla de una «buxática ley» con la que, probablemente, Horozco está<br />
acusando de homosexualidad («bujarrón») al destinatario de estos versos.
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 429<br />
un verbo ya arcaico en el Siglo de Oro que significaba lo mismo que<br />
«regalar», «hacer un regalo, un don». Horozco lo emplea siempre con<br />
el sentido de «ponerse el don», de «hacerse pasar por noble», para criticar<br />
el florecimiento desmedido de las capas bajas de la clase nobiliaria<br />
en el siglo XVI y del apelativo «don», de lo que tantos textos de la<br />
época se burlaban. En su Cancionero aparece en varias ocasiones: «Y<br />
con esto se han alçado / las putas con presunçión, / y todas se han endonado,<br />
/ que ninguna no ha quedado / que no se haya puesto don»<br />
(núm. 296) 54 , «Y a venido a tal baxeza / este quererse endonar, / que<br />
las personas de alteza / de autoridad y grandeza / no se lo quieren llamar»<br />
(núm. 349), «la muger del escudero / para limpiar el trasero / no<br />
pasa sin endonada» (id.; el poema ofrece más ejemplos). En resumidas<br />
cuentas, Horozco ha tomado un verbo ya existente y le ha atribuido<br />
una nueva acepción en clave cómica.<br />
Como se puede apreciar las creaciones léxicas son escasas y aisladas<br />
en la literatura satírico-burlesca anterior a Quevedo. Ni siquiera fijándonos<br />
en autores inmediatamente anteriores a él es posible<br />
detectar este tipo de juegos verbales. En Juan de Salinas (1562?-<br />
1643), poeta de vivo y jocoso ingenio, he encontrado tan sólo dos<br />
neologismos burlescos: culicantor (núm. 21, v. 24) y metebuches (núm.<br />
42, v. 136). El «poeta de la sal» prefiere, desde luego, los juegos fónico-sintácticos<br />
(calambur, paronomasia, retruécano...) y las dilogías<br />
para obtener efectos cómicos en su versos.<br />
En este sentido, el caso de Lope de Vega ofrece un punto de comparación<br />
más interesante. Lope sí hizo uso de neologismos burlescos<br />
en sus obras poéticas y teatrales: embufetado, perrigalgo, enducada, doncellidama,<br />
doncelliventera... 55 En El caballero de Illescas aparece el adjetivo<br />
parasintético ensuegrado. Pues bien, según Chevalier esta comedia<br />
fue escrita hacia 1602, lo cual nos plantea una disyuntiva importante:<br />
¿Lope pudo estar imitando a Quevedo ya desde fechas tan tempranas,<br />
o debemos considerarla como una creación nacida al margen del modelo<br />
quevediano y, por lo tanto, anterior a este? El profesor francés parece<br />
decantarse por la primera posibilidad: Lope habría sentido desde<br />
fechas muy tempranas una gran admiración hacia la poesía de Quevedo<br />
y, en ocasiones, intentaría remedar sus recursos más llamativos.<br />
Aun así, por lo que a la literatura satírico-burlesca se refiere, no alcanzó<br />
la habilidad de su colega:<br />
Lope observa atentamente la producción poética de Quevedo y está<br />
bien enterado de ella, según demuestra su correspondencia con el duque<br />
de Sessa; inclusive procurará imitarle en las Rimas de Tomé de Burguillos.<br />
Pero se puede afirmar sin injusticia que Lope no brilla en el ejercicio de la<br />
agudeza verbal tal como la practica Quevedo.<br />
54 Aquí hay también un posible doble sentido erótico basado en el verbo «poner»<br />
(‘ponerse un don’, ‘tener relaciones sexuales con caballeros’).<br />
55 Chevalier, 1992, pp. 203-204.
430 RODRIGO CACHO CASAL<br />
Dadas estas circunstancias parece razonable admitir que el pobre toma<br />
del rico y que Lope reproduce en unas comedias suyas varias figuras agudas<br />
de las que con tanta facilidad derrama Quevedo en sus versos y prosas<br />
56 .<br />
Además, cabe también la posibilidad de que estos neologismos<br />
hayan sido introducidos en sus comedias a la hora de la impresión,<br />
con posterioridad a su fecha de redacción originaria 57 . De hecho, El<br />
caballero de Illescas no se publica hasta 1620. A esta hipótesis debemos<br />
añadir otro elemento más. Aunque el profesor francés no lo indique,<br />
para la datación de la comedia lopesca se está sirviendo de la cronología<br />
realizada por S. G. Morley y C. Bruerton (1968), donde se fechan<br />
las obras teatrales del Fénix siguiendo un criterio de versificación<br />
estrófica. Pues bien, por muy ponderadas que sean las conclusiones de<br />
estos dos estudiosos, no cabe duda de que toda fecha deducida a partir<br />
de un estudio basado en cuestiones métrico-estilísticas es siempre<br />
hipotética y muy aproximativa.<br />
Resulta bastante más fiable servirse de las obras del Fénix que tienen<br />
una datación más segura.<br />
Ya en la primera edición de las Rimas (1602) se incluye un soneto<br />
laudatorio dedicado a Quevedo, que Blecua considera que se escribiría<br />
hacia 1600-1601 58 . El joven Quevedo de apenas veinte años ya le<br />
merece un elogio a Lope de Vega y, por lo tanto, su obra ya le debía<br />
de ser conocida en aquel entonces. Otro dato interesante que se desprende<br />
del análisis de las Rimas es el exiguo papel que cumple en ellas<br />
lo satírico-burlesco. Sólo en las adiciones de 1604 59 aparecen poesías<br />
de este tipo, como la silva Apolo («¿Que me llaman a mí dios de poetas?»)<br />
y algunos pasajes de la epístola a Gaspar de Barrionuevo («Gaspar,<br />
no imaginéis que con dos cartas»). Los neologismos que he<br />
rastreado son escasos y en ningún caso parasintéticos. Son dos y se<br />
encuentran en la mencionada epístola: protoingenio (v. 137) y archipedánticas<br />
(v. 319). Como se ve, dos neologismos formados con prefijos<br />
cultos bastante difundidos en la época.<br />
Posteriormente, volvemos a encontrarnos con versos jocosos y neologismos<br />
burlescos en la Filomena (1621), pero los ejemplos que allí<br />
se recogen siguen siendo escasos. Cito tres casos: sastripedante («En<br />
56 Chevalier, ibid., pp. 198-99. Lope como imitador de Quevedo ha sido estudiado<br />
también por Fichter, 1932-33.<br />
57 El mismo Chevalier, 1992, p. 201, esgrime este argumento en cierto momento de<br />
su trabajo para justificar algunas agudezas en las comedias de Lope debidas, en principio,<br />
a Quevedo. En efecto, la práctica de la revisión y reelaboración de textos propios no<br />
le era del todo extraña a Lope. Recordemos tan sólo la canción «Ya pues que todo el<br />
mundo mis pasiones», que Lope retocó y reeditó en sus Rimas de Tomé de Burguillos<br />
(1634) casi treinta años después de que apareciera en las Flores de poetas ilustres recopiladas<br />
por Pedro Espinosa en 1605.<br />
58 Ver la edición de Blecua de Lope de Vega, Obras poéticas, p. 99. Todas las referencias<br />
a la poesía de Lope (salvo la Gatomaquia) se hacen siguiendo esta edición.<br />
59 Rimas de Lope de Vega Carpio. A Don Juan de Arguijo, Sevilla, Clemente Hidalgo,<br />
1604.
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 431<br />
justa de poetas», v. 76), bufonicista y poeticidas («Francisco, yo no pude<br />
hallar, amando», vv. 100 y 104).<br />
Es en las Rimas de Tomé de Burguillos (1634) donde se da la verdadera<br />
eclosión de la poesía satírico-burlesca de Lope. Una eclosión, por<br />
lo tanto, tardía. Además, fuera de la Gatomaquia (parodia épica incluida<br />
en estas Rimas), los casos de neologismos burlescos no son demasiados:<br />
mañanar («¿Tanto mañana, y nunca ser mañana», v. 11),<br />
cultiborra («Conjúrote, demonio culterano», v. 10)... En la Gatomaquia<br />
60 , en cambio, son muy numerosos: melindrífera (I, v. 98), marramizar<br />
(I, v. 155), ñifiñafe (I, v. 198), piramizar (I, v. 370), gaticida (III,<br />
v. 288), gatífero (<strong>IV</strong>, v. 106; V, v. 23), micigriego (VII, v. 1), mondonguífera<br />
(VII, v. 273)... Los únicos dos casos de neologismos parasintéticos<br />
que he encontrado son: desmoñar (<strong>IV</strong>, v. 171) y desgatada (<strong>IV</strong>, v. 315).<br />
En el primer caso, además, se trata de una voz empleada también por<br />
Quevedo en un romance: «tú, que a poder de tercianas, / las desmoñas,<br />
las destrenzas, / y a la que vendió billetes / haces que compre recetas»<br />
(núm. 754, vv. 77-80). Resulta difícil averiguar cuál de los dos ejemplos<br />
es anterior en el tiempo, ya que el romance quevediano nos llegó<br />
sólo a través de la edición póstuma del Parnaso (1648) y de manuscritos<br />
no fechados. Aunque también es probable que ambos llegaran a<br />
crear la misma palabra de modo independiente.<br />
Por otra parte, Lope deja patente en un soneto del Burguillos su admiración<br />
por Quevedo («Para cortar la pluma en un profundo»), un<br />
soneto que además representa uno de los pocos casos de composición<br />
laudatoria «seria» dedicada a un personaje real en este poemario. Sus<br />
versos dicen «Atento os miro» (v. 5), y parece que en ellos el poeta «se<br />
proclama discípulo de la sutileza y del ingenio de Quevedo» 61 .<br />
Para terminar ya con la nómina de los posibles antecedentes quevedianos<br />
en España debemos realizar un último cotejo. El gran renovador<br />
de la poesía burlesca castellana en el siglo XVII anterior a<br />
Quevedo es, sin lugar a dudas, Luis de Góngora. Cuando don Francisco<br />
salió a la palestra literaria se encontró y chocó con la figura destacada<br />
del cordobés, que por aquel entonces ya había compuesto la mitad<br />
de su obra 62 . De hecho, Quevedo tiene varias deudas con la poesía de<br />
Góngora en sus escritos, pese a las pullas e insultos recíprocos que se<br />
intercambiaron a lo largo de sus vidas 63 . Es a ellos dos a quienes se<br />
debe el mayor desarrollo y enriquecimiento de la literatura satíricoburlesca<br />
en el Siglo de Oro.<br />
Sin embargo, cuando comparamos el arte verbal del madrileño con<br />
el del cordobés, no podemos dejar de constatar que entre ellos hay<br />
importantes diferencias. Quevedo supo aprovecharse de las innovacio-<br />
60 Doy el número de silva y el verso correspondiente en cada caso.<br />
61 Chevalier, 1992, p. 186.<br />
62 Ver Carreira, 1997, p. 233.<br />
63 Para la relación entre Góngora y Quevedo puede consultarse: Jauralde Pou, 1998,<br />
pp. 899-924; Jammes, 1987, pp. 40 y ss.; y Paz, 1999.
432 RODRIGO CACHO CASAL<br />
nes satíricas gongorinas y las llevó a extremos inesperados. En su obra<br />
satírico-burlesca el conceptismo, la síntesis y la creación léxica alcanzan<br />
la cima de la literatura barroca de tipo festivo. El mismo Gracián,<br />
que no apreciaba demasiado a Quevedo 64 , tuvo que reconocerle esta<br />
primacía en su Agudeza y arte de ingenio (discurso XXXIII): «Por muchos<br />
equívocos continuados, don Francisco de Quevedo, que fue el<br />
primero en este modo de composición». A este respecto, es interesante<br />
destacar que desde muy joven se fue creando fama de ingenio vivo y<br />
jocoso 65 . En Valladolid se estrena como poeta editando sus composiciones<br />
en las Flores de poetas ilustres (1605) de Espinosa. Lo que llama<br />
la atención es el elevado porcentaje de poemas de tipo satírico-burlesco<br />
que constan entre los de Quevedo, sobre todo si se comparan con<br />
la tónica general de esta antología donde priman las composiciones<br />
amorosas, morales y sacras. De los 18 poemas que allí publica, 11 son<br />
de tipo satírico-burlesco 66 . Góngora, por su parte, presenta 37 composiciones,<br />
ninguna de ellas satírico-burlesca. La proporción, en cierta<br />
medida, me parece significativa. El Quevedo veinteañero se presenta,<br />
sobre todo, como poeta agudo y chistoso. En estos primeros escritos<br />
poéticos aún no encontramos casos de neologismos burlescos, pero ya<br />
anuncian la gracia de versos posteriores.<br />
Pues bien, los neologismos burlescos de Quevedo pueden servirnos<br />
como pequeña muestra de las diferencias sustanciales que hay entre<br />
su obra y la de Góngora. De hecho, entre todos los versos del<br />
cordobés he podido dar sólo con escasos ejemplos de neoformaciones<br />
chistosas: pulgatorio (creado sobre «pulga» y «purgatorio», v. 125 de la<br />
letrilla «Que pida a un galán Minguilla» de 1581), Cagalarache (formado<br />
sobre «Larache» y «cagar», v. 2 del soneto «¿De dónde bueno,<br />
Juan, con pedorreras?» de 1608-1610), corteggiantes (formado sobre el<br />
verbo italiano «corteggiare», v. 1 del soneto «Señores Corteggiantes,<br />
¿quién sus días...» de 1610), protonecio y Piramiburro (vv. 339 y 340 de<br />
la Fábula de Píramo y Tisbe de 1618), y chimenencia (creado sobre<br />
«eminencia», v. 5 del soneto «Doce sermones estampó Florencia», atribuido).<br />
Como puede apreciarse, no se trata de construcciones dema-<br />
64 Para la relación entre Gracián y Quevedo puede verse Chevalier, 1992, pp. 162-<br />
70. En el Criticón (II, 4; p. 375) dice de él: «estas hojas de Quevedo son como las del tabaco,<br />
de más vicio que provecho, más para reír que aprovechar».<br />
65 «Entonces surge Quevedo. Sobre tal escenario, el éxito de un ingenio tan brillantemente<br />
dotado es inmediato. Años antes de que Escarramán se cante por toda España,<br />
Pinheiro [Tomé Pinheiro da Vega, Fastiginia] documenta la fama que en Valladolid merecen<br />
al joven escritor sus obras primerizas. [...] Apreciamos en forma más exacta el alcance<br />
de estas citas cuando observamos que Pinheiro únicamente cita dos versos de<br />
Góngora» (Chevalier, 1992, p. 113).<br />
66 Son los poemas núms. 645, 660, 621, 620, 804, 652, 805, 806, 807, 820 y 193<br />
(ed. Blecua). El poema 193 dedicado a la Magdalena fue incluido por Espinosa junto<br />
con las composiciones sacras en el «libro segundo» de las Flores. Blecua también lo colocó<br />
entre los poemas religiosos. Sin embargo me parece que el tono burlesco del último<br />
terceto delata su verdadera intención satírica. De hecho, en algunas impresiones posteriores<br />
de las Flores el poema fue suprimido por considerarse demasiado irreverente (cfr.<br />
Jauralde Pou, 1998, p. 139).
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 433<br />
siado llamativas. La voz protonecio nos recuerda juegos tan manidos<br />
con prefijos cultos que ya encontramos en Alemán, Lope y Quevedo.<br />
Por lo tanto, por lo que se refiere a los neologismos burlescos Quevedo<br />
no pudo tomar inspiración de Góngora.<br />
De todo ello se desprende una primera conclusión: Quevedo no<br />
parece tener ningún precedente importante en la literatura española<br />
por lo que respecta al uso de neologismos burlescos parasintéticos. Posiblemente<br />
no fue su inventor en sentido estricto, pero contribuyó a<br />
difundirlos en la literatura de la época, y fue uno de los autores que<br />
les dio un desarrollo más intenso y original. También en este aspecto<br />
su obra satírico-burlesca supuso una gran innovación que muchos,<br />
posteriormente, imitaron 67 . Así lo demuestra claramente este pasaje<br />
del prólogo A ti solo de la edición de la Quinta parte de las comedias de<br />
Tirso de Molina. El mercedario señala que muchos autores acudían a<br />
las obras de Quevedo como a un repertorio de agudezas 68 :<br />
que entre tanto nos riésemos los dos a solas de unos bobarrones, cicateros<br />
del gracejo, que hurtando prosas impresas al sazonado, al discreto y<br />
leído don Francisco de Quevedo para los parásitos de sus comedias.<br />
Ahora bien, existe una última fuente a la que debemos acudir para<br />
completar el estudio de este recurso tan propio del arte verbal quevediano.<br />
Dentro de la literatura italiana, el correlato de Quevedo por lo<br />
que se refiere a la creación de neologismos parasintéticos es Dante<br />
Alighieri, autor que el escritor español conocía bien 69 .<br />
Los neologismos de Dante son uno de los aspectos más llamativos<br />
de su lengua 70 . La creación de nuevos vocablos se da en toda la Commedia,<br />
pero sobre todo en el Paradiso. Frente al espanto y maravilla de<br />
las visiones celestiales, el poeta retuerce la lengua toscana en un esfuerzo<br />
agónico por intentar representar lo irrepresentable.<br />
Tales neoformaciones resultaron muy chocantes para toda la crítica<br />
del XVI y XVII. Ningún autor las había usado antes y muy pocos las<br />
usarán después 71 . El uso de estas palabras será, ya desde Pietro Bembo<br />
(Prose della volgar lingua, 1525), atacado por su carácter novedoso<br />
y anti-tradicional:<br />
67 Chevalier, 1992, pp. 188, 204-205 y 225, ha demostrado con claridad la pervivencia<br />
del neologismo burlesco quevediano en autores posteriores del siglo XVII, como<br />
Polo de Medina, Maluenda, Vélez de Guevara o Benavente. Todos ellos tienen, en este y<br />
otros aspectos, a Quevedo y su arte verbal como modelo satírico-burlesco por excelencia,<br />
de donde toman todo tipo de juegos de ingenio, chistes y agudezas.<br />
68 Quinta parte de comedias del maestro Tirso de Molina, Madrid, 1636. Pasaje citado y<br />
comentado en el artículo de Nougué, 1974.<br />
69 Ver Cacho Casal, 1998.<br />
70 Sobre los neologismos dantescos, ver Di Pretoro, 1970; Baldelli, 1984; Enciclopedia<br />
dantesca, 1984, vol. <strong>IV</strong>, p. 38 (sub voce «neologismi»); Schildgen, 1989; y Coletti,<br />
1993, p. 51.<br />
71 «I neologismi danteschi restano legati per lo più al contesto individuale in cui nacquero.»<br />
(Enciclopedia dantesca, 1984, vol. <strong>IV</strong>, p. 38; sub voce «neologismi»).
434 RODRIGO CACHO CASAL<br />
Con ciò sia cosa che a fine di poter di qualunque cosa scrivere, che ad<br />
animo gli veniva, quantunque poco acconcia e malagevole a caper nel<br />
verso, egli molto spesso ora le latine voci, ora le straniere, che non sono<br />
state dalla Toscana ricevute, ora le vecchie del tutto e tralasciate, ora le non<br />
usate e rozze, ora le immonde e brutte, ora le durissime usando, e allo<br />
«ncontro le pure e gentili alcuna volta mutando e guastando,e talora, senza<br />
alcuna scelta o regola, da sé formandone e fingendone… 72<br />
Dentro de la variedad que ofrecen las innovaciones léxicas de la<br />
Commedia las que nos interesan ahora más de cerca son las de tipo<br />
parasintético. También Dante, como Quevedo, emplea muchos neologismos<br />
formados por parasíntesis en sus versos. Está claro que estas<br />
palabras tienen en el poeta florentino un significado y una función<br />
muy diferentes a los que tienen en la obra del escritor español. En el<br />
primero predomina un tono serio y en el segundo cómico, ya que la<br />
mayoría de los parasintéticos dantescos aparecen en el Paradiso. Sin<br />
embargo, el efecto básico que producen en el lector es idéntico:<br />
ambos buscan causar estupor y admiración. Además, lo que nos interesa<br />
es que el procedimiento de formación de estos neologismos es el<br />
mismo en ambos autores. Veamos algunos ejemplos en la Commedia 73 :<br />
Aacceffare<br />
(«ceffo» ‘cara’; Inf., XXIII, v. 18), ammusare («muso» ‘morro’;<br />
Purg., XXVI, v. 35), appastare («pasta» ‘masa’; Inf., XVIII, v. 107),<br />
arruncigliare («ronciglio» ‘garfio’; Inf., XXI, v. 75; XXII, v. 35), attergare<br />
( «tergo» ‘dorso’; Inf., XX, v. 46), adimare («imo» ‘bajo’; Purg., XIX, v.<br />
100; Par., XXVII, v. 77), ammassicciare («massa» ‘masa’; Purg., IX, v.<br />
100), appulcrare (de «pulcro»; Inf., VII, v. 60) y adduare («due» ‘dos’;<br />
Par., VII, v. 6).<br />
INimborgarsi<br />
(«borgo» ‘ciudad’; Par., VIII, v. 61), imparadisare («paradiso»<br />
‘paraíso’; Par., XXVIII, v. 3), impelare (de «pelo»; Purg., XXIII, v.<br />
v. 110), impolarsi (de «polo»; Par., XXII, v. 67), incielare (de «cielo»;<br />
Par., III, v. 97), indracarsi («drago» ‘dragón’; Par., XVI, v. 115), infrondarsi<br />
(de «fronda»; Par., XXVI, v. 64), infuturarsi (de «futuro»; Par.,<br />
XVII, v. 98), ingigliarsi («giglio» ‘lirio’; Par., XVIII, v. 113), ingradarsi<br />
(de «grado»; Par., XXIX, v. 130; XXX, v. 125), inlibrare (de «libra»;<br />
Par., XXIX, v. 4), inurbarsi (de «urbe»; Purg., XXVI, v. 69)...<br />
DISdiscarnarsi<br />
(de «carne»; Inf., XXX, v. 69), dislagarsi (de «lago»;<br />
Purg., III, v. 15), dismalare (de «male»; Purg., XIII, 3), disfrancare<br />
(«franco» ‘libre’; Par., VII, v. 79)...<br />
72 Citado en Tavani, 1976, p. 15 (la cursiva es mía).<br />
73 La delimitación de los neologismos dantescos es una tarea muy compleja. Ciertas<br />
voces que se consideran como creaciones dantescas en unos estudios, no lo son en<br />
otros. La lista que doy a continuación es sólo un ejemplo basado en el trabajo de Di Pretoro,<br />
1970.
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 435<br />
Además de estos tres prefijos, Dante emplea algunos más para formar<br />
neologismos parasintéticos que no encontramos en Quevedo (di-,<br />
tra-, ri-, s-). En total hay 84 neologismos en la Commedia: 23 en el<br />
Inferno, 21 en el Purgatorio y 44 en el Paradiso. De estas voces, 70 son<br />
verbos, y de estos 70 verbos 59 son de tipo parasintético 74 . Además,<br />
en su obra encontramos un total de 468 verbos parasintéticos (contando<br />
también los neologismos) 75 , lo cual confirma el abundante uso<br />
de este tipo de construcciones en el poema de Dante. Todo ello llamaría<br />
sin duda la atención de un lector atento como Quevedo.<br />
Además, recordemos que Quevedo poseyó y anotó un ejemplar comentado<br />
de la Divina Commedia 76 , y que allí se recalca en varias ocasiones<br />
esta particularidad de la poesía dantesca. En sus preliminares se<br />
recoge una tabla hecha por Francesco Sansovino donde se glosan las<br />
«voci difficili» de la obra. Entre ellas aparecen algunos neologismos<br />
dantescos explicados:<br />
Adima, uoc. nuoua di Dante, imo, significa basso, onde adimare uale<br />
abbassare, e inchinare.<br />
Disfranca, il contrario di francare, ch’è far libero, come dire & disdire.<br />
considera la forza, & il proprio suo della particella Dis.<br />
Imparadisare, inostrare, imperlare, & e simili, usarono i nostri antichi, &<br />
spetialmente Dante molto licentioso per le materie, ch’egli trattaua.<br />
Impolare, dalla uoce polo, che significa cielo, i imparadisare, metter<br />
sopra i poli.<br />
Infuturare, mandare infuturo, cosa che habbia da durar per l’auenire,<br />
diciamo ella s’infutura, ma però son uoci di Dante, & non d’altri.<br />
Immiare, i diuentar mio, o entrare in me, come intuare, i diuentar te,<br />
farmi te.<br />
Insemprare, farsi sempre, i eternarsi, farsi immortale.<br />
Intuare, farmi tuo, diuentar un’altro te, si come immiare, diuentar me.<br />
Inurba, i entra nella città, da uoce urbs, che città significa.<br />
También los comentaristas Landino y Vellutello dejan constancia<br />
de lo llamativo de estas voces e intentan aclararlas. En los preliminares<br />
Landino las menciona de forma explícita: «[Dante] Vsa uerbi proprii,<br />
& triti in consuetudine. Vsa alcuna uolta gli antichi, come souente, &<br />
simili. Fabrica de nuoui, come immiare, & intuare, & inoltrare». A lo<br />
largo de sus anotaciones ambos comentaristas van explicando lo que<br />
significan estas palabras a medida que van apareciendo.<br />
Quevedo dispuso, pues, de varios canales para poder apreciar y asimilar<br />
las creaciones dantescas.<br />
74 Ver Di Pretoro, 1970, p. 265.<br />
75 Ver Tollemache, 1960.<br />
76 Dante con l’Espositioni di Christoforo Landino, et d’Alessandro Vellvtello. Sopra la sua<br />
Comedia dell’Inferno, del Purgatorio, et del Paradiso. Con Tauole, Argomenti, & Allegorie... per<br />
Francesco Sansovino Fiorentino, Venetia, Giouambattista Marchio Sessa et Fratelli, 1578<br />
(abreviamos DCQ). Se conserva en la Universidad de Illinois.
436 RODRIGO CACHO CASAL<br />
Tanto la crítica de los siglos XVI y XVII, en la que destaca Bembo<br />
77 , como los comentarios y tablas explicativas de su ejemplar de la<br />
Commedia ponen en evidencia los neologismos de Dante.<br />
Junto con ello, debemos considerar también otro dato relevante<br />
para justificar la posible influencia de los neologismos parasintéticos<br />
de Dante en Quevedo: algunas de las construcciones parasintéticas<br />
dantescas ya habían pasado a la lírica del siglo XV castellana. En la<br />
poesía del Marqués de Santillana y de Imperial se registran voces como:<br />
inflora, entuase, enmías, o transumar; todas ellas de claro cuño dantesco<br />
78 . Quevedo, que conocía muy bien esta tradición, no dejaría<br />
pasar inadvertidos estos vocablos.<br />
Como hipótesis de trabajo planteo la influencia del poeta florentino<br />
en la creación de palabras parasintéticas burlescas en la obra de<br />
Quevedo. El mecanismo lingüístico es el mismo, y también el efecto<br />
inmediato que produce: la sorpresa. Está claro que hay diferencias de<br />
matices y significados entre ambos autores. Por ejemplo, Dante sólo<br />
crea verbos y no adjetivos deverbales como Quevedo. Por otra parte,<br />
sus creaciones son aún más atrevidas que las del español, ya que se<br />
permite formaciones partiendo de adverbios (insemprarsi) y pronombres<br />
(intuarsi), mientras que entre los neologismos quevedianos sólo<br />
hallamos formaciones a partir de sustantivos.<br />
Sin embargo, existen también ciertas coincidencias que merecen<br />
ser señaladas. Hay algunos neologismos quevedianos que recuerdan<br />
muy de cerca otros de Dante. Por ejemplo, en el romance 689, vv. 41-<br />
44, donde se describe a un personaje grotesco que se ve obligado a<br />
cortarse el pelo a causa de una premática. Allí se emplea el neologismo<br />
desfranciar con el sentido de «cortarse el pelo» (alude a la moda francesa<br />
de llevar el pelo largo). Pues bien, en la Commedia nos encontramos<br />
con el mismo neologismo, aunque empleado en otro sentido.<br />
«Franco» quiere decir ‘libre’. Dante dice disfranca con el valor de ‘quitar<br />
la libertad’:<br />
Di tutte queste dote s’avvantaggia<br />
l’umana creatura; e s’una manca,<br />
di sua nobiltà convien che caggia.<br />
Solo il peccato è quel che la disfranca,<br />
e falla dissimile al sommo bene.<br />
(Par., VII, vv. 76-80).<br />
77 Autor del que sabemos con total seguridad que el escritor español poseía obras<br />
(Maldonado, 1975, pp. 426-27). Además, debemos señalar que en el Vocabulario de las<br />
dos lenguas toscana y castellana (1570) de Cristóbal de las Casas se recogen muchos de<br />
los neologismos dantescos (por ejemplo «Indracare. Embrauescer como drago»). Y<br />
Quevedo casi seguramente lo conoció, ya que fue el diccionario italiano-español más difundido<br />
y reeditado hasta que apareció el Vocabolario italiano e spagnuolo (1620) de Lorenzo<br />
Franciosini (ver el prólogo de Lope Blanch a la edición de Kossoff del<br />
Vocabulario).<br />
78 Ver Morreale, 1966, p. 18; y Arce, 1981 y 1984, p. 192.
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 437<br />
En el poema 527 de Quevedo leemos el siguiente epígrafe: «Calvo<br />
que no quiere encabellarse» 79 . Verbos semejantes aparecen en otras<br />
composiciones del escritor español que se deleita en más de una ocasión<br />
burlándose de los calvos: «Yo no he de cabellar por mi dinero»<br />
(núm. 528, v. 12), «Calvos van los hombres, madre, / calvos van; / mas<br />
ellos cabellarán» (estribillo del poema 703). En la Commedia se utiliza<br />
una voz parecida. En los siguientes versos aparece el verbo impelarsi<br />
en el sentido de ‘echar barba, madurar’. Su significado es diferente al<br />
del neologismo quevediano, pero también su parecido está bastante<br />
claro 80 :<br />
ché, se l´antiveder qui non m´inganna,<br />
prima fien triste che le guance impeli<br />
colui che mo si consola con nanna.<br />
(Purg., XXIII, vv. 109-111)<br />
Otro neologismo dantesco que puede recordar uno de Quevedo es<br />
el verbo inventrarsi que el poeta florentino usa con el sentido de ‘residir<br />
en el vientre, estar dentro de’:<br />
Luce divina sopra me s’appunta,<br />
penetrando per questa in ch’io m’inventro,<br />
la cui virtú col mio veder congiunta,<br />
mi leva sopra me tanto, ch’i’veggio<br />
la somma essenza de la quale è munta.<br />
(Par., XXI, vv. 83-87)<br />
Quevedo en una de sus sátiras contra Góngora le acusa de sacar<br />
versos del vientre como si fueran excrementos, expresándolo con el<br />
verbo desbudelar: «¿Socio otra vez? Oh tú, que desbudelas / del toraz<br />
veternoso inanidades» (núm. 834, vv. 1-2). El escritor español ha formado<br />
su neologismo partiendo casi seguramente de una palabra italiana:<br />
«budella» 81 («intestinos»). En cierto modo, pues, el verbo<br />
quevedesco vale como contrario del dantesco. Ambos parten de una<br />
parte del cuerpo sobre la que han construido sus neoformaciones, una<br />
con el prefijo IN- y otra con el prefijo DES-.<br />
79 La autoría de los epígrafes de los poemas quevedianos publicados en el Parnaso<br />
está en entredicho. González de Salas, cuidador de la edición, declara en los preliminares<br />
haber sido él quien rotuló los poemas. Sin embargo, como ha argumentado Rey,<br />
1992, pp. 27-29, parece que Salas está ocultando en ocasiones el verdadero origen de<br />
los epígrafes. Es muy probable que utilice notas y apuntes del propio Quevedo para titular<br />
las composiciones.<br />
80 Además debemos tener en cuenta que, a diferencia de la mayoría de los neologismos<br />
dantescos, este tuvo algo de fortuna y fue utilizado por algunos autores del XVI y<br />
del XVII como Tansillo, Grazzini y Chiabrera (Di Pretoro, 1970, pp. 277-78).<br />
81 Arellano, 1984, p. 529, anota el posible origen del término partiendo de la forma<br />
catalana «budells» («intestinos»), o de la italiana «budello» (forma popular de decir «intestino»).
438 RODRIGO CACHO CASAL<br />
El siguiente caso que voy a comentar es el del verbo dantesco indonnarsi<br />
(‘hacerse dueña o señora de algo, apoderarse de algo’) 82 , referido<br />
a Beatrice:<br />
... fra me: «dille» dicea, a la mia donna<br />
che mi disseta con le dolci stille;<br />
ma quella reverenza che s’indonna<br />
di tutto me, pur per Be e per ice,<br />
mi richinava come l’uom ch’assonna.<br />
(Par., VII, vv. 11-15)<br />
No está muy claro si esta voz es de cuño dantesco o formaba parte<br />
del toscano corriente. Lo interesante es que volvemos a encontrarla en<br />
el Canzoniere de Petrarca (CXXVII, vv. 21-25) 83 :<br />
parmi vedere in quella etate acerba<br />
la bella giovenetta, ch’ora è donna;<br />
poi che sormonta riscaldando il sole,<br />
parmi qual esser sòle<br />
fiamma d’amor che’n cor alto s’endonna.<br />
El escritor español usa el contrario del verbo dantesco creando el<br />
término desendueñar a través de la combinación de los prefijos DES- y<br />
EN-: «y que se desendiable y desendueñe» (Poema de Orlando, I, v. 704).<br />
Por último, en la Hora de todos se describe a la diosa Juno enfurecida<br />
al ver a Ganimedes junto a Júpiter y se emplean los neologismos<br />
endragonida y enviperada:<br />
Juno que le vio al lado de su marido, y que con los ojos bebía más del<br />
copero que del licor, endragonida y enviperada, dijo... (Hora, pp. 368-69)<br />
El primero fue utilizado por Dante para referirse a la crueldad y<br />
saña de una familia florentina, los Adimari:<br />
L’oltracotata schiatta che s’indraca<br />
dietro a chi fugge, e a chi mostra’l dente<br />
o ver la borsa, com’agnel si placa.<br />
(Par., XVI, vv. 115-117)<br />
Como puede apreciarse, en ambos casos el neologismo se usa para<br />
caracterizar la actitud violenta y agresiva de alguien. Así lo había explicado<br />
también Vellutello en su comentario: «come’l draco incrudelisce»<br />
(DCQ, fol. 340r). Sin embargo, Dante ha sido sólo una fuente indirecta,<br />
ya que el mismo doblete de neologismos se encuentra en los tercetos<br />
que cierran el canto XII de la Arcadia de Sannazaro (vv. 7-9):<br />
Quest’è sol la cagione ond’io mi exaspero<br />
incontr’al cielo, anzi mi indrago e invipero<br />
82 Vellutello lo explica así: «CHE s’indonna, cioè, la qual S’insignorisce di tutto me»<br />
(DCQ, fol. 306v).<br />
83 Ver Baldelli, 1984, p. 72.
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 439<br />
e via più dentro al cor mi induro e inaspero.<br />
Una vez vistos estos paralelismos, debemos aclarar que no pretendemos<br />
afirmar que Quevedo haya tomado estos últimos neologismos<br />
directamente de Dante. Se trata sólo de parecidos interesantes, y la<br />
influencia dantesca ha de considerarse puramente hipotética.<br />
Sin embargo, lo que sí parece haberse puesto de manifiesto es la<br />
versatilidad y riqueza con la que ambos autores se dedican a la creación<br />
de neologismos parasintéticos. Existen posibilidades de que Quevedo<br />
se inspirara, o encontrara un estímulo, en Dante para la<br />
formación de estas voces.<br />
Un último dato que cabe tener en cuenta es que Quevedo emplea<br />
los neologismos parasintéticos con mucha más frecuencia en sus últimas<br />
obras. Amostachado aparece en el Memorial a una academia (anter.<br />
1605) y enaguacilado en el Aguacil endemoniado (1605-1608). Los<br />
ejemplos, pese a ser significativos, son algo escasos en sus primeros escritos<br />
84 . En sus obras en prosa Quevedo usó los neologismos parasintéticos<br />
desde fechas muy tempranas, aunque no intensificó ese uso<br />
hasta sus sátiras de madurez, como en el Discurso de todos los diablos o<br />
la Hora de todos.<br />
Las muestras de neologismos que tenemos en los poemas no nos<br />
sirven para establecer una cronología, ya que la mayoría de los versos<br />
quevedianos no están fechados. Sin embargo, el gran uso que hace de<br />
ellos en una obra seguramente muy tardía como es el Poema de las necedades<br />
y locuras de Orlando parece confirmar que el empleo de las<br />
creaciones léxicas se acrecienta en la madurez del escritor español, sobre<br />
todo si consideramos que en sus composiciones recogidas en las<br />
Flores de poetas ilustres (1605) no se encuentra ni siquiera una.<br />
La mayor aparición de neologismos en etapas más avanzadas de la<br />
carrera del autor ha de ser entendida, a mi modo de ver, dentro de las<br />
tendencias generales que configuran la evolución de su escritura. Quevedo<br />
fue buscando en sus obras cada vez una mayor concisión, que se<br />
refleja en el aumento de la sentenciosidad, del paralelismo y de los períodos<br />
de miembros breves de su prosa 85 .<br />
Los neologismos parasintéticos consisten en la fusión y unión de<br />
ideas y palabras diferentes. Desendueñar presupone endueñar y esta, a<br />
su vez, presupone dueña y endemoniar. El empleo de estas construccio-<br />
84 Cabe señalar también que en las antiguas versiones manuscritas del Alguacil endemoniado<br />
no aparece el neologismo parasintético enaguacilado, sino alguaçilado (el manuscrito<br />
X ofrece la variante aguaçilado; ver Quevedo, Sueños y discursos, tomo I, pp. 147<br />
y 392). Está claro que no podemos atribuir con seguridad esta vacilación al propio Quevedo,<br />
pero, de todos modos, me parece interesante apuntarla.<br />
85 Para todos estos aspectos, ver López Grigera, 1982; Rey, 1985, pp. 310 y ss.; y<br />
Azaustre Galiana, 1995 y 1996. Será justamente esa brevedad y capacidad de síntesis la<br />
que le alabará el obispo de León en una carta que le dirigió al escritor en los años de su<br />
prisión (CCXXV, de 1642): «El [lugar] de San Crisóstomo, en que vuesa merced cifró<br />
en menos palabras lo que él dijo en tantas homilías, es grande, y en que está recogido<br />
todo lo que se pudo decir en más dilatados discursos».
440 RODRIGO CACHO CASAL<br />
nes implica un importante ejercicio de concisión y conceptismo (en el<br />
sentido más gracianesco del término).<br />
Sin embargo, por lo que respecta a los neologismos, es posible que<br />
debamos tener en cuenta también otros factores que justifican su mayor<br />
utilización en obras posteriores del satírico. Quizás sea sólo una<br />
casualidad, pero el aumento de los neologismos parasintéticos coincide<br />
con la segunda etapa de la vida de Quevedo, la que se desarrolla a<br />
partir de su regreso de Italia. Sabemos que allí profundizó en el conocimiento<br />
de la poesía de Dante, como demuestra su ejemplar anotado<br />
de la Commedia. Mientras no se encuentre otro modelo más cercano al<br />
escritor español, los neologismos del florentino han de ser tenidos en<br />
cuenta como posible influencia en las creaciones léxicas parasintéticas<br />
de Quevedo. Una influencia que debió de hacerse más intensa con el<br />
paso del tiempo.
«EL NEOLOGISMO PARASINTÉTICO EN QUEVEDO Y DANTE» 441<br />
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