Amor total a Cristo - Revelaciones Marianas
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P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.<br />
SANTA GEMA GALGANI<br />
AMOR TOTAL<br />
LIMA – PERÚ<br />
2
Nihil Obstat<br />
P. Ignacio Reinares<br />
Vicario Provincial del Perú<br />
Agustino Recoleto<br />
Imprimatur<br />
Mons. José Carmelo Martínez<br />
Obispo de Cajamarca (Perú)<br />
3
ÍNDICE GENERAL<br />
INTRODUCCIÓN.......................................................................5<br />
INFANCIA.................................................................................6<br />
PRIMERA COMUNIÓN.............................................................9<br />
DESEOS DE SANTIDAD........................................................10<br />
MUERTE DE SU PADRE........................................................13<br />
GRAVE ENFERMEDAD.........................................................15<br />
CURACIÓN MILAGROSA......................................................18<br />
VIVENCIA DE LA PASION DE JESÚS..................................19<br />
LAS LLAGAS DE CRISTO.....................................................22<br />
LOS PADRES PASIONISTAS................................................24<br />
¿HISTERISMO?......................................................................25<br />
LA FAMILIA GIANNINI...........................................................27<br />
CONFESOR Y DIRECTOR.....................................................29<br />
ÚLTIMA BATALLA Y MUERTE.............................................31<br />
EL DEMONIO..........................................................................35<br />
LA EUCARISTÍA.....................................................................40<br />
AMOR A MARÍA.....................................................................44<br />
EL HERMANO GABRIEL.......................................................46<br />
EL ÁNGEL CUSTODIO..........................................................50<br />
DONES SOBRENATURALES................................................55<br />
OBEDIENCIA..........................................................................62<br />
REPARACIÓN .......................................................................64<br />
LAS ALMAS DEL PURGATORIO..........................................65<br />
ESPOSA DE JESÚS...............................................................67<br />
GEMA PASIONISTA...............................................................71<br />
PROCESO DE BEATIFICACIÓN-CANONZACIÓN...............73<br />
REFLEXIONES.......................................................................76<br />
FICHA BIOGRÁFICA..............................................................79<br />
CONCLUSIÓN........................................................................81<br />
BIBLIOGRAFÍA.......................................................................82<br />
4
INTRODUCCIÓN<br />
La vida de santa Gema Galgani puede resumirse diciendo<br />
que fue una vida de amor <strong>total</strong> a <strong>Cristo</strong>. <strong>Amor</strong> sin condiciones y<br />
hasta el fin. Un amor que la hizo esposa de sangre de Jesús,<br />
asemejándose a Él en todos los sufrimientos de su Pasión. Fue<br />
una esposa que supo abandonarse sin limitaciones en las<br />
manos de su divino esposo y aceptar su voluntad hasta en los<br />
más mínimos detalles.<br />
Por supuesto que ella, como todos los santos, no nació<br />
santa; pero, en su corta vida de 25 años, fue ascendiendo paso<br />
a paso hasta las más altas cumbres de la mística, con éxtasis<br />
continuos, visiones de Jesús y de María, de san Gabriel de la<br />
Dolorosa y, especialmente, de su ángel custodio. Su ángel era<br />
para ella el amigo que siempre la acompañaba, ayudándole en<br />
todo.<br />
Leer su vida es respirar aire puro de las alturas de la divinidad.<br />
Ella nos enseña con su vida que el dolor no es absurdo,<br />
sino que es el camino más corto hacia la santidad, cuando se<br />
sabe aceptar con amor.<br />
Les deseo a todos los lectores mucha fe para aceptar su<br />
propia cruz con amor y convertir su dolor en un tesoro divino<br />
que les sirva para la vida eterna.<br />
5
INFANCIA<br />
Los padres de Gema fueron Enrique Galgani y Aurelia Landi,<br />
que se unieron en legítimo matrimonio en 1868. Ambos vivían en<br />
las cercanías de Luca, en Borgonovo, parroquia de Camigliano,<br />
donde nació Gema el 12 de marzo de 1878 1 . Era la quinta de ocho<br />
hermanos.<br />
A Gema la bautizaron al día siguiente de su nacimiento en la<br />
iglesia parroquial de Camigliano y le pusieron por nombre Gema<br />
María Humberta Pía. Al mes de su nacimiento, sus padres se<br />
trasladaron a Luca, con el fin de ampliar la farmacia y así garantizar<br />
una mejor educación a sus hijos 2 . Eran profundamente religiosos y<br />
educaron a sus hijos con el ejemplo en la vida cristiana. La mamá<br />
quería que sus hijos fuesen como ella. Los llevaba a la iglesia en la<br />
que, a veces, oían dos misas, a pesar de que eran muy pequeños.<br />
Mañana y tarde enseñaba a sus hijos las oraciones y a los<br />
mayores les hacía tener algo de meditación 3 .<br />
Gema, de modo especial, aprendió de su madre los primeros<br />
fundamentos de la doctrina cristiana, pues ella misma le enseñaba<br />
a rezar y le hablaba de las principales verdades de nuestra fe<br />
desde la más tierna infancia.<br />
Cuando Gema iba a cumplir tres años, fue enviada con su<br />
hermano Gino al internado de las hermanas Vallini. Una de ellas<br />
dice en el Proceso: La niña mostró un precoz uso de la razón y una<br />
inteligencia impropia de sus años, ya que pudimos enseñarle<br />
enseguida las oraciones, que duraban unos veinticinco minutos, sin<br />
que se aburriera jamás. A los cinco años leía el breviario como lo<br />
puede leer una persona adulta, sabiendo que todas eran oraciones<br />
al Señor. Era asidua al trabajo y aprendía todo lo que se le<br />
enseñaba, aunque superaba su capacidad y edad. Por todas estas<br />
cualidades era apreciada por todos sus condiscípulos y<br />
especialmente por las niñas. En todo el tiempo que tuve la suerte<br />
1 Sus hermanos fueron: Carlos (1869-1875); Guido (1871-1922); Héctor<br />
(1873-19359, Gino (1876-1894); Antonio (1880-1902); Angela (1881-1953) y<br />
Julia (1883-1902).<br />
2 Su padre era químico farmacéutico.<br />
3 Elisa Galgani, Proceso apostólico de Pisa, 1922, fol 245.<br />
6
de tenerla entre nosotros nunca tuve necesidad de castigarla, ya<br />
que bastaba una pequeña corrección de los defectos inherentes a<br />
tan tierna edad 4 .<br />
En su familia también se dieron cuenta de esta predisposición<br />
hacia las cosas de Dios. Un día la sorprendieron de rodillas con las<br />
manos juntas delante de un cuadro que representaba al Corazón<br />
de María y, mientras oraba recogida, mirando a la imagen…, su tía<br />
le dijo: “Gema, ¿qué haces?” Y respondió: “Estoy diciendo el<br />
avemaría. Vete, vete que estoy rezando” 5 .<br />
Cuando Gema tenía siete años de edad, su madre estaba<br />
gravemente enferma de tuberculosis. Recuerda: Mi mamá<br />
acostumbraba a cogerme muy a menudo en brazos y, llorando, me<br />
repetía: “He pedido mucho para que Jesús me diese una niña; me<br />
ha consolado, es verdad, pero bastante tarde. Yo estoy enferma y<br />
pronto moriré y te tendré que dejar. ¡Si pudiera llevarte conmigo!,<br />
¿vendrías?” Yo apenas si me daba cuenta de nada y lloraba,<br />
porque veía llorar a mi mamá. “¿A dónde iríamos?”, le preguntaba.<br />
“Al paraíso con Jesús y con los ángeles”. Fue mi mamá la que<br />
comenzó a hacerme desear el paraíso desde niña 6 .<br />
Para prepararse a la confirmación tuvo que venir<br />
expresamente una maestra, porque no quería dejar sola a su<br />
mamá. Ella misma dice: Se acercaba el día en que tenía que recibir<br />
la confirmación. Mi mamá procuró que me instruyeran un poco,<br />
porque no sabía nada, pero yo, rebelde, no quería salir de su<br />
habitación y tuvo que venir una maestra (Isabel Bastiani) a casa<br />
todas las tardes para enseñarme, siempre a la vista de mamá 7 .<br />
Recibió la confirmación el 26 de mayo de 1885, a los siete<br />
años. Ese día Dios le habló con claridad por primera vez en su<br />
corazón. Declara: Escuché la misa lo mejor que pude, rezando por<br />
mamá. De repente, una voz me dijo al corazón: “¿Quieres darme a<br />
la mamá?”. “Si, respondí, pero si me llevas también a mí”. “No,<br />
respondió la voz, dame de buena gana a tu mamá. Tú debes<br />
quedar por ahora con tu papá. Te la llevaré al cielo, ¿sabes?”.<br />
Tuve que responder que sí 8 .<br />
4 Proceso apostólico de Pisa, año 1922, fol 985.<br />
5 Elisa Galgani, Proceso apostólico de Pisa, fol 247.<br />
6 Autobiografía, Ed. Postulazione dei Padri Passionisti, 1997, p. 222.<br />
7 Ib. p. 223.<br />
8 Ib. p. 224.<br />
7
Jesús le pidió el primer gran sacrificio de su vida. Y, sabiendo<br />
que su madre iba a morir, no quería separarse de ella. Después de<br />
dos meses, su padre, temiendo que pudiera contagiarse y muriera<br />
antes que su madre, la llevó, a la fuerza, a casa de su tía Elena<br />
Landi. Estando allí, murió su mamá el 17 de setiembre de 1886, a<br />
los 39 años de edad. Unos días antes, había hecho a Dios el ofrecimiento<br />
de su vida, diciendo: Ofrezco a Dios voluntariamente mi<br />
vida para obtener la gracia de ver y gozar a todos mis ocho hijos<br />
conmigo en el paraíso 9 .<br />
Gema no lloró desconsoladamente, pues ella también había<br />
ofrecido a Dios a su mamá. Por eso, le dijo a su tía: ¿Por qué<br />
lloras? Mi mamá está en el cielo, ya no sufre más. ¡Sufría tanto! 10 .<br />
Muerta su madre, la tía Elena Landi pensó en adoptarla como<br />
hija, pero sus hermanos no quisieron que viviera lejos y el día de<br />
Navidad de 1886 regresó con la familia. Ella también se alegró,<br />
pues su tía, a pesar de ser piadosa, no la llevaba mucho a la iglesia<br />
como ella quería, y no pudo confesarse durante el tiempo que vivió<br />
con ella.<br />
Gema recuerda: Mientras estuve con la tía fui siempre mala.<br />
Ella tenía un hijo que me despreciaba y pegaba. Un día, que iba a<br />
caballo (tenía 15 años), la tía me mandó que le llevase no recuerdo<br />
qué prenda para cubrirse. Se lo llevé y él me dio un pellizco. Le di<br />
un empujón tan fuerte que vino abajo y se hizo daño en la cabeza.<br />
La tía me tuvo con las manos atadas a la espalda por un día<br />
entero. Yo, despechada, llena de rabia, le respondí y le dije un<br />
montón de cosas y que había de vengarme, pero no lo hice 11 .<br />
Al regresar con los suyos se sintió feliz. Su padre, a principios<br />
del año (1887), la inscribió como semiexterna en el colegio de las<br />
oblatas del Espíritu Santo, Instituto fundado por Elena Guerra (que<br />
sería beatificada por Juan XXIII en 1959). Se les llamaba Madres<br />
Zitinas, porque su Instituto se llamaba de santa Zita. En ese colegio<br />
estudió hasta 1893. La Madre Elena fue su profesora de italiano y<br />
francés. Sor Gesualda Petroni y sor Elisa Pieri de diseño y<br />
bordado, y sor Julia Sestini para otras materias. Desde el mismo<br />
9 Testimonio de Elisa Galgani, Nova Positio super virtutibus, Roma, 1928,<br />
Sumario, párrafo 47, p. 73.<br />
10 Ibídem.<br />
11 Autobiografía, o.c., p. 225.<br />
8
día que ingresó al colegio, tuvo grandes deseos de hacer su<br />
primera comunión.<br />
PRIMERA COMUNIÓN<br />
Acostumbraban las religiosas celebrar la primera comunión en<br />
el mes de julio. Llegó el tiempo y tuve que pedir permiso a papá<br />
para quedarme en el convento por algunos días. Papá, enfadado,<br />
no me lo concedió... Por la tarde, obtuve el permiso y a la mañana<br />
siguiente fui al convento, donde estuve por espacio de 15 días.<br />
Durante este tiempo, no vi a nadie de la familia. Pero ¡qué a gusto<br />
estaba! ¡Qué paraíso! Apenas llegué al convento... corrí a dar<br />
gracias a Jesús en la capilla y le rogué fervorosamente que me<br />
dispusiera para la sagrada comunión 12 .<br />
Tuvo la gracia de ser preparada por sor Camila Vagliensi, que<br />
le hablaba de la vida de Jesús y de su Pasión. Nos dice: Una tarde<br />
me explicó un poco la crucifixión, coronación de espinas y los<br />
dolores de Jesús; me lo explicó tan bien, tan al vivo, que me vino al<br />
instante una fiebre altísima y tuve que estar todo el día en cama.<br />
Desde aquel día, la maestra cortó sus lecciones 13 .<br />
La víspera de recibir la comunión, le escribió una carta a su<br />
padre: Querido papá: Le escribo estas líneas únicamente para<br />
testimoniarle mi cariño y para que ruegue a Jesús a fin de que la<br />
primera vez que venga a mí me halle dispuesta para recibir todas<br />
aquellas gracias que me tiene preparadas. Le pido perdón por las<br />
muchas desobediencias y disgustos que le he causado y le ruego<br />
que esta tarde lo olvide todo. Pidiéndole su bendición, me reitero<br />
su hija afectísima, Gema 14 .<br />
Recibió la comunión el 19 de junio de 1887, a los 9 años. Y<br />
afirma: Lo que pasó entre mí y Jesús en aquellos momentos no<br />
sabría expresarlo. Jesús se hizo sentir en mi alma de una manera<br />
muy fuerte. Comprendí entonces que las delicias del cielo no son<br />
como las de la tierra. Me sentí arrebatada por el deseo de no interrumpir<br />
jamás aquella unión con mi Dios. Me sentía cada vez más<br />
12 Autobiografía, o.c., p. 226.<br />
13 Autobiografía, p. 226.<br />
14 Autobiografía, p. 228.<br />
9
apartada del mundo y más dispuesta para el recogimiento. Fue en<br />
esa mañana que Jesús me dio el gran deseo de ser religiosa 15 .<br />
Después de su primera comunión, continuó su vida normalmente<br />
entre la familia y los estudios del colegio.<br />
DESEOS DE SANTIDAD<br />
A partir de 1888, sor Julia Sestini será su maestra de religión y<br />
le inculcará deseos de orar y de ser santa. Dice el Padre Germán,<br />
que sería su director espiritual: Cierto día sor Julia quiso entretener<br />
santamente a las niñas de su clase, echando a suertes sobre a<br />
quién le tocaba ser santa. Para ello tomó en la mano tantos palillos<br />
como niñas había. Los palillos eran todos iguales, excepto el de la<br />
suerte, que era el más largo. Ocultos por uno de los extremos,<br />
cada niña iba tirando de uno y la que tiraba del de la suerte, debía<br />
ser santa. Tiró de él, casual o providencialmente, nuestra Gema y,<br />
sin poder contener el júbilo, dio un salto y, viendo en aquello algo<br />
más que un entretenimiento infantil, exclamó resuelta: Sí, me haré<br />
santa16 .<br />
Por eso, no es de extrañar que, a lo largo de su vida, su<br />
oración favorita fue repetir docenas de veces al día: Virgen Santísima,<br />
hacedme santa 17<br />
Su tenor de vida era poco más o menos el de antes:<br />
levantarse temprano por la mañana, rezar sus acostumbradas<br />
oraciones, luego ir a misa y comulgar. Cada día, su predilecta visita<br />
al Santísimo sacramento. Por la tarde, la meditación con otras<br />
prácticas de piedad y el santo rosario de rodillas… De su misma<br />
boca he sabido que entonces se le comunicaba Dios con suaves<br />
apreturas de amor y con vivas ilustraciones en el alma o “claras<br />
luces”, como ella acostumbraba a llamarlas18 .<br />
Sobre su oración dice: Comencé bajo su dirección (de sor<br />
Julia) a tener más deseos de orar. Cada tarde, al salir del colegio,<br />
llegaba a casa, me encerraba en una habitación y rezaba el rosario<br />
de rodillas. Muchas veces de noche, me levantaba y durante un<br />
15 Autobiografía, p. 228.<br />
16 Germán de san Estanislao, Vida de santa Gema Galgani, Ed. Litúrgica<br />
española, Barcelona, 1949, p. 37.<br />
17 Ib. p .197.<br />
18 Ib. p. 46.<br />
10
cuarto de hora encomendaba a Jesús mi pobre alma 19 . Aquella<br />
buena maestra adivinaba mis pensamientos. Con frecuencia, me<br />
decía: “Gema, ¡cuántas cosas te ha dado Jesús!”… Yo necesitaba<br />
tanto de una palabra y de una caricia de mi querida maestra que<br />
corría a su encuentro. A veces, se ponía seria y yo, al verla así,<br />
lloraba. Terminaba cogiéndome en brazos, aunque ya tenía 11<br />
años, acariciándome. Llegué a quererla tanto que la llamaba<br />
mamá 20 .<br />
En 1891 hizo ejercicios espirituales con las religiosas del<br />
colegio y, terminados los ejercicios, pudo obtener la gracia de su<br />
confesor Monseñor Juan Volpi, de poder confesarse y comulgar<br />
tres veces por semana.<br />
En 1893 Jesús aceptó sus ofrecimientos de sufrir por su amor.<br />
Ella nos declara: Pedía a Jesús padecer y padecer mucho. Jesús<br />
enseguida me consoló y me mandó una afección en un pie 21 .<br />
Un banco le cayó en el pie y la infección ocasionada fue<br />
grave. Hubo que operarla y raspar el hueso en una intervención<br />
dolorosa sin anestesia. Su tía Elisa certifica que no se quejó lo más<br />
mínimo ni antes, ni durante, ni después de la intervención. Uno de<br />
los médicos, el señor Gianni, dijo a Gema, luego de la operación:<br />
“¡Muy bien, Gema, has sido muy valiente!”. Y Gema respondió con<br />
una sonrisa 22 .<br />
De inmediato, Jesús comenzó su tarea de hacer de ella una<br />
bella obra de arte espiritual, liberándola de toda atadura terrena. Ya<br />
desde niña, su madre le había hecho sentir amor a la Pasión del<br />
Señor. Sor Julia Sestini la incentivó a meditar en la Pasión todos<br />
los días. Desde 1890 Jesús había dejado de darle consolaciones<br />
sensibles. La oración le resultaba aburrida y a Jesús lo sentía<br />
lejano y distante. Ella lo atribuía a sus pecados y sufría, deseando<br />
ardientemente amar cada día más a Jesús.<br />
En 1894, en un concurso catequístico entre todas las<br />
parroquias de Luca, consiguió la medalla de oro, con un premio de<br />
100 liras. El 11 de setiembre de ese mismo año 1894 murió de<br />
tuberculosis a los 18 años su querido hermano Gino.<br />
19 Autobiografía, p. 234.<br />
20 Autobiografía, p. 232.<br />
21 Autobiografía, p. 237.<br />
22 Elisa Galgani, Proceso apostólico de Pisa, 1922, fol 255.<br />
11
Dice: Yo lo amaba (a Gino) más que a los otros. Estábamos<br />
siempre juntos. Durante los días de vacación nos entreteníamos<br />
haciendo altarcitos. Nos gustaba andar solos. Cuando ya era un<br />
poco mayorcito, mostró deseos de ser sacerdote. Fue admitido en<br />
el seminario y llegó a vestir la sotana, pero poco después murió.<br />
Mientras estuvo enfermo, no quería que yo me separase de él. El<br />
médico lo había desahuciado <strong>total</strong>mente y yo, que sentía tanto el<br />
que se muriera, a fin de morir yo también, me servía de todas sus<br />
cosas y poco faltó para que así fuese; pues un mes después de su<br />
muerte enfermé gravemente.<br />
No podría decir los muchos cuidados que todos se tomaron<br />
por mí, en especial papá. Muchas veces, le veía llorar y pedir su<br />
muerte a Jesús para que yo me salvara. Puso en juego todos los<br />
remedios y al cabo de tres meses, curé 23 .<br />
El médico me prohibió entonces todo estudio y dejé el colegio.<br />
Muchas veces la Superiora y las maestras me mandaron llamar<br />
para tenerme con ellas, pero papá no me quiso nunca mandar:<br />
Todos los días me sacaba de paseo y me daba cuanto quería; yo<br />
comencé otra vez a abusar de su bondad. Recibía, no obstante, la<br />
comunión tres o cuatro veces a la semana. Y Jesús, aunque era<br />
mala, venía a mí, se estaba conmigo y me decía muchas cosas.<br />
Un día, lo recuerdo, me regalaron un reloj con cadena de oro.<br />
Yo, vanidosa como era, no veía el momento de lucirlo, saliendo<br />
fuera con él. Salí en efecto. Al volver e ir a desnudarme, vi a un<br />
ángel (que ahora sé que era el mío), el cual muy serio me dijo:<br />
“Recuerda que los preciosos adornos que han de hermosear a una<br />
esposa de un rey crucificado no pueden ser otros que las espinas y<br />
la cruz” 24 .<br />
Estas palabras me causaron miedo, como miedo me causó<br />
también aquel ángel. Poco después, reflexionando sobre tales<br />
palabras, sin entender nada, hice este propósito: Propongo por<br />
amor de Jesús y para agradarle a él, no llevar ni hablar nunca de<br />
cosas de vanidad 25 .<br />
23 Autobiografía, p. 234.<br />
24 Autobiografía, p. 235.<br />
25 Ib. p. 235.<br />
12
Un día, después de la comunión me atreví a decir a Jesús que<br />
por qué no me llevaba al paraíso. Me respondió: “Hija, porque a<br />
través de tu vida te daré ocasiones de mayor mérito, redoblando en<br />
ti el deseo de ir al cielo y soportando al mismo tiempo con<br />
paciencia la vida”.<br />
El año 1896 se despertó en mi otro deseo: el de amar mucho<br />
a Jesús crucificado y, al mismo tiempo, padecer y aliviarle sus<br />
dolores 26 . En la Navidad de ese mismo año 1896 se me permitió ir<br />
a misa y recibir la sagrada comunión. Tendría unos 18 años y<br />
hacía ya tiempo que venía pidiendo al confesor licencia para hacer<br />
el voto de virginidad... No me fue posible obtenerlo y, en lugar del<br />
de virginidad, me dejó hacer el de castidad. Así, la noche de<br />
Navidad, hice mi primer voto a Jesús. Recuerdo que Jesús lo<br />
agradeció tanto que por sí mismo después de comulgar, me dijo<br />
que agregase a él el ofrecimiento de mí misma, de mis<br />
sentimientos y la aceptación del querer divino. Lo hice con tanta<br />
alegría que pasé una noche y un día de cielo 27 .<br />
MUERTE DE SU PADRE<br />
El papá, Enrique Galgani, era un hombre bueno y muchos se<br />
aprovecharon de su generosidad. Algunos, pidiéndole dinero y<br />
olvidándose de devolverlo. Otros, no pagando las rentas de sus<br />
tierras. Todo ello, unido a los gastos ocasionados por las enfermedades,<br />
lo llevó a la quiebra. Dice Gema:<br />
Acabó el año y entramos en el 1897, año tan doloroso para<br />
toda la familia. Lo más grave fue que quedamos faltos de todo<br />
recurso y para colmo, la grave enfermedad de papá. Comprendí<br />
una mañana la grandeza del sacrificio que pronto querría Jesús.<br />
Lloré mucho, pero Jesús que, en aquellos días de dolor, se dejaba<br />
sentir tan fuertemente en mi alma, y el ver a mi papá tan resignado<br />
a morir, me dio una fuerza tan grande que soporté la enorme<br />
desgracia con bastante tranquilidad. El día que murió, Jesús me<br />
prohibió perderlo en vanos lamentos y lloros y lo pasé rezando y<br />
resignada con el querer de Dios, que, desde aquel momento, iba a<br />
hacer conmigo las veces de padre celestial y terreno 28 .<br />
26 Ib. p. 236.<br />
27 Ib. p. 237.<br />
28 Autobiografía, pp. 238-239.<br />
13
Su padre murió de cáncer a la garganta a los 57 años. Los<br />
acreedores, con ayuda de la policía y los alguaciles, procedieron a<br />
cerrar la farmacia y a embargar los pocos bienes muebles que en<br />
la casa había, de modo que quedaron prácticamente en la calle.<br />
El padre Germán, su director espiritual, narra que hubo uno de<br />
los acreedores que, como oyera el ruido que hacían unas monedas<br />
en el bolsillo del delantal de Gema, se precipitó sobre ella y,<br />
metiéndole la mano, se apoderó de cincuenta o sesenta céntimos<br />
que era todo el ruidoso capital que allí había 29 .<br />
La señora Cecilia Giannini, asegura en el Proceso de beatificación<br />
que Gema conocía perfectamente quién era ese hombre sin<br />
corazón que llegó a registrarle el bolsillo, pero nunca me reveló su<br />
nombre. Luego yo lo supe, enterándome que murió en el hospital 30 .<br />
La misma Gema recuerda: Después de la muerte de papá,<br />
nos hallamos sin nada, no teníamos de qué vivir. Sabido lo cual por<br />
una tía (Carolina Galgani) nos ayudó en todo y no quiso que yo<br />
siguiera más en mi familia. Al día siguiente de la muerte de papá,<br />
mandó por mí y me llevó (a Camaiore) consigo durante varios<br />
meses. No era la tía que me tuvo después de la muerte de mamá,<br />
era otra.<br />
Todas las mañanas me llevaba a misa. La comunión la hacía<br />
pocas veces, porque no me las arreglaba bien para confesarme<br />
con otros fuera de Monseñor. En este tiempo comencé de nuevo a<br />
olvidarme de Jesús, a descuidar la oración y amar otra vez las<br />
diversiones.<br />
Otra sobrina que la tía tenía consigo se hizo amiga mía y con<br />
ella andaba de perfecto acuerdo en las pillerías. La tía nos dejaba<br />
salir muy a menudo solas y bien me doy cuenta de que, si Jesús no<br />
hubiera usado conmigo de tanta misericordia, habría caído en<br />
pecados graves. El amor del mundo comenzó poco a poco a<br />
apoderarse de mi corazón, pero Jesús vino de nuevo en mi ayuda.<br />
De repente, comencé a andar encorvada y a sentir grandes<br />
dolores renales. Resistí durante algún tiempo, pero, viendo que la<br />
cosa iba cada vez peor, pedí a la tía volverme a Luca. No perdió<br />
tiempo y me mandó acompañada... Había hecho pecados de todas<br />
clases, hasta pensamientos impuros pasaban por mi mente; había<br />
29 Germán de san Estanislao, o.c., p. 51.<br />
30 Nova Positio super virtutibus, Sumario, p. 61.<br />
14
escuchado malas conversaciones, en lugar de huirlas, y decía<br />
mentiras a la tía para no descubrir a mi compañera 31 .<br />
En Camaiore se había divertido con su prima Rosa Bartelloni y<br />
había atendido el negocio de bazar y una mercería que tenían los<br />
tíos. Gema pasaba mucha parte del día, atendiendo a los clientes.<br />
También hacía trabajos domésticos y enseñaba el catecismo a un<br />
grupo de niños. Pero su belleza extraordinaria no había pasado<br />
desapercibida. Sor Gesualda asegura que no era alta ni demasiado<br />
esbelta, pero era afable y simpática, de facciones delicadas, ojos<br />
grandes y luminosos, sonrisa encantadora, semblante dulce y<br />
suave. Era muy agradable.<br />
Dos jóvenes de Camaiore, cautivados por su belleza, se<br />
atrevieron a pedirla por esposa. Gema, sorprendida y perturbada,<br />
rechazó enérgicamente tales proposiciones, pues, a pesar de todo,<br />
no deseaba otro esposo que Jesús. Y dice: Nunca me olvidaba de<br />
rezar cada día tres avemarías con las manos bajo las rodillas (cosa<br />
que me había enseñado mi mamá) a fin de que Jesús me librase<br />
siempre de los pecados contra la santa pureza 32 .<br />
GRAVE ENFERMEDAD<br />
Debido a los fuertes dolores renales tuvo que regresar a Luca.<br />
Los problemas se complicaron con otros dolores en la espina<br />
dorsal. Era el año 1898. Gema tenía 20 años y tuvo que guardar<br />
cama, pues la enfermedad se agravó, siendo necesaria una operación<br />
que no dio resultado. Ella dice: Vinieron tres médicos. El dolor<br />
del mal no fue nada, el verdadero dolor fue el tener que estar casi<br />
desnuda del todo delante de ellos. Hubiera preferido morir... Los<br />
médicos, viendo que todos los remedios resultaban inútiles, me<br />
desahuciaron <strong>total</strong>mente. Sólo de vez en cuando venían, casi, me<br />
atrevería a decir, por cumplimiento. Esta enfermedad, a juicio de<br />
todos los médicos, era espinitis. Sólo uno decía que era histeria.<br />
En la cama debía guardar siempre la misma postura. Yo sola<br />
no podía moverme para recibir de vez en cuando algún alivio, tenía<br />
que pedir a los de casa que me ayudasen a levantar, ahora un<br />
brazo, ahora una pierna... Una tarde, más disgustada que de ordinario,<br />
me lamentaba con Jesús, diciéndole que no rezaría más si<br />
31 Autobiografía, p. 240.<br />
32 Autobiografía, p. 229.<br />
15
no me curaba. Y le preguntaba por qué me tenía así. El ángel me<br />
respondió: “Si Jesús te aflige el cuerpo lo hace para purificarte<br />
cada vez más en el espíritu. Procura ser buena”. ¡Cuántas veces<br />
durante mi enfermedad me hacía sentir al corazón palabras de<br />
consuelo! 33 .<br />
En este tiempo, se hacían en familia triduos y novenas,<br />
pidiendo por mi curación, pero nada. Un día, una señora que me<br />
visitaba con frecuencia trajo un libro. Era la vida del venerable<br />
Gabriel 34 . Lo tomé casi con indiferencia y lo puse bajo la almohada.<br />
Me encargó esta señora encomendarme a él, pero no le hice caso.<br />
En casa comenzaron a rezarle todas las noches tres<br />
padrenuestros, avemarías y glorias 35 .<br />
Una vez, estando sola, me sobrevino una fuerte tentación y<br />
decía para mis adentros que estaba cansada, que la cama me<br />
molestaba. El demonio se valió de esto para tentarme, diciéndome<br />
que, si le hacía caso, me curaría y haría cuanto quisiera. Casi<br />
estuve a punto de sucumbir. Me hallaba agitada y me daba por<br />
vencida. De repente, me vino un pensamiento: Volé con la mente al<br />
venerable Gabriel y dije en voz alta: “¡Primero el alma y después el<br />
cuerpo!”.<br />
A pesar de todo, el demonio seguía con asaltos cada vez más<br />
fuertes: mil pensamientos feos me pasaban por la imaginación.<br />
Recurrí de nuevo al venerable Gabriel y, con su ayuda, vencí: Volví<br />
en mí, hice la señal de la santa cruz y en un cuarto de hora quedé<br />
unida a Dios. Recuerdo que aquella misma tarde comencé a leer la<br />
vida del cohermano Gabriel. La leí varias veces. No me cansaba de<br />
leerla y admirar sus virtudes y sus ejemplos.<br />
Desde ese día en que mi querido protector me curó el alma,<br />
comencé a tenerle una particular devoción y, desde entonces,<br />
comencé a verlo cerca (sentía su presencia). Todo acto, toda<br />
acción mala me traía a la memoria al cohermano Gabriel y me<br />
retraía. No dejaba ningún día de invocarlo con estas palabras:<br />
“Primero el alma y después del cuerpo”...<br />
33 Autobiografía, pp. 242-243.<br />
34 Gabriel de la Dolorosa (1836-1862), pasionista que murió de tuberculosis a<br />
los 24 años y que fue canonizado por Benedicto XIV en 1920.<br />
35 Autobiografía, p. 244.<br />
16
Un día, en la noche, en sueños, se me apareció vestido de<br />
blanco... Él se dio cuenta de que no lo había conocido. Se quitó la<br />
vestidura blanca y se me dejó ver vestido de pasionista; enseguida<br />
lo reconocí. Quedé en silencio en su presencia. Me preguntó por<br />
qué había llorado al privarme del libro de su Vida… ¿Me quieres?<br />
No le respondí. Me acarició varias veces y me repitió: “Procura ser<br />
buena y volveré a verte”. Me dio a besar su hábito y el rosario y se<br />
fue...<br />
No volvió sino después de varios meses. He aquí cómo<br />
sucedió. Era la fiesta de la Inmaculada Concepción. Por ese<br />
tiempo, solían venir las religiosas barbantinas a mudarme y<br />
servirme. Entre ellas, venia una que no estaba todavía vestida de<br />
religiosa. Me vino esta inspiración: Si mañana, que es la fiesta de<br />
mi mamá, le prometiese que, si me cura, me haré religiosa de la<br />
Caridad, ¿qué sería?<br />
Este pensamiento me llenó de consuelo. Se lo manifesté a<br />
Sor Leonida y ella me prometió que, si curaba, me vestiría el hábito<br />
juntamente con aquella novicia de la que he hablado. Quedamos<br />
en hacer por la mañana, después de la comunión, esta promesa a<br />
Jesús. Vino Monseñor a confesarme y me dio licencia. Además,<br />
me dio otro consuelo: el voto de virginidad que nunca había dado<br />
señales de querer concederlo. Me lo autorizó y lo hicimos perpetuo<br />
esa misma tarde. Él lo renovó y yo lo hice por primera y última vez.<br />
¡Qué gracias tan grandes a las que yo no he sabido corresponder!<br />
Aquella tarde disfrutaba de una paz completa. Por la noche<br />
me dormí. De repente, veo a mis pies a mi protector. Me dijo:<br />
“Gema, haz en hora buena el voto de ser religiosa, pero no añadas<br />
más”. Y me respondió, haciéndome una caricia sobre la frente:<br />
“Hermana mía” dijo, y, al mismo tiempo, se sonrió y me miró. No<br />
entendía nada de esto y para darle gracias le besé el hábito. Se<br />
quitó la insignia (que los pasionistas llevan sobre al pecho) me la<br />
dio a besar y me la puso sobre el pecho encima de la sábana, repitiéndome<br />
de nuevo: “Hermana mía”, y desapareció.<br />
Por la mañana, sobre las sábanas no había nada, comulgué<br />
temprano, hice mi promesa, pero sin particularizar más... Entretanto,<br />
pasaban los meses y yo no notaba ninguna mejoría. El 4 de<br />
enero (de 1899) los médicos me dieron doce botones de fuego a<br />
los riñones. Me puse peor. A estos males se añadió el 28 de enero<br />
17
un dolor de cabeza verdaderamente insoportable... El dos de<br />
febrero recibí la comunión por viático. Me confesé y esperaba el<br />
momento de volar con Jesús. Los médicos, creyendo que yo no oía<br />
nada, comentaron entre sí que no llegaría a la medianoche 36 .<br />
CURACIÓN MILAGROSA<br />
Una de mis maestras vino a verme y, al mismo tiempo, a<br />
despedirse de mí hasta el cielo. Me suplicó no obstante, que hiciese<br />
una novena a la beata Margarita María de Alacoque... Era el 18<br />
de febrero. La comencé esa misma tarde, pero al día siguiente me<br />
olvidé. Volví a empezarla el día 20, pero otra vez me olvidé. El 23<br />
empecé por tercera vez, pero faltaban pocos minutos para la<br />
medianoche, cuando oigo agitarse un rosario y una mano viene a<br />
posarse sobre mi frente.<br />
Oí que empezaban un padrenuestro, avemaría y gloria<br />
durante nueve veces seguidas. Yo apenas respondía, porque<br />
estaba aplanada por el mal. La misma voz me preguntó: “¿Quieres<br />
curarte? Te curarás. Ruega con fervor al Corazón de Jesús. Todas<br />
las tardes, mientras no se termine la novena, vendré yo aquí<br />
contigo y juntos rogaremos al Corazón de Jesús”. ¿Y a la beata<br />
Margarita?, le dije. Añade también tres glorias en su honor.<br />
Así lo hice por nueve noches seguidas. Cada noche volvía (el<br />
venerable Gabriel), me ponía la mano sobre la frente, rezábamos<br />
juntos los padrenuestros al Corazón de Jesús y luego me hacía<br />
añadir tres glorias a la beata Margarita<br />
En el penúltimo día de la novena y, al término de la misma,<br />
quería recibir la comunión. Terminaba precisamente el primer<br />
viernes de marzo. Llamé al confesor y me confesé. Muy temprano<br />
comulgué. ¡Qué momentos tan felices! pase con Jesús. Me repetía:<br />
“Gema, ¿quieres curar? La emoción era tan grande que no podía<br />
contestar. ¡Pobre Jesús! La gracia había sido hecha, estaba<br />
curada. “Hija mía, me decía Jesús, abrazándome, yo me doy todo<br />
de ti. ¿Y tú no querrás ser toda mía?” 37 . La curación tuvo lugar el 3<br />
de marzo de 1899. El día anterior se había curado repentinamente<br />
36 Autobiografía, pp. 244-247.<br />
37 Autobiografía, pp. 247-248.<br />
18
de una dolorosa otitis purulenta en su oído izquierdo. La<br />
enfermedad le había durado casi un año. Ella manifiesta: Habrían<br />
pasado dos horas cuando me levanté. Los de casa lloraban.<br />
También yo estaba contenta más que por la salud recuperada,<br />
porque Jesús me había escogido por hija. Antes de dejarme esa<br />
mañana, Jesús me dijo: “Hija mía, a la gracia que te he concedido<br />
esta mañana seguirán otras mucho mayores” 38 .<br />
VIVENCIA DE LA PASION DE JESÚS<br />
Vino la Semana Santa por mí tan deseada… Llegó el<br />
miércoles santo. Nada extraordinario se había manifestado entonces<br />
en mí, fuera que al comulgar, Jesús se me hacía sentir de una<br />
manera vivísima. El ángel de la guarda, desde el día en que me<br />
levanté, comenzó a hacer conmigo las veces de maestro y guía.<br />
Me reprendía siempre que hacía alguna cosa mal, me enseñaba a<br />
hablar poco y solamente si era preguntada... Me enseñaba a andar<br />
con los ojos bajos y hasta en la iglesia me reñía diciendo: “¿Es así<br />
como se está en la presencia de Dios?”. Otras veces me reñía de<br />
esta manera: “Si no eres buena, no me dejaré ver de ti”...<br />
El confesor creyó por fin oportuno dejarme hacer una confesión<br />
general, según era mi deseo desde hacía mucho tiempo.<br />
Escogí precisamente la tarde del miércoles (santo). Jesús, en su<br />
infinita misericordia, me dio un dolor grandísimo de mis pecados. El<br />
Jueves Santo por la tarde comencé a hacer la Hora santa (había<br />
prometido a Jesús que, si curaba, todos los jueves indefectiblemente<br />
haría la Hora santa). Era la primera vez que la hacía levantada…<br />
Pasé la hora entera rezando y llorando; hasta que, cansada como<br />
estaba, me senté. Poco después me sentí recogida. Noté que<br />
empezaban a faltarme las fuerzas y a duras penas pude levantarme<br />
para cerrar con llave la puerta de la habitación. ¿Dónde me<br />
encontré? Me encontré delante de Jesús crucificado en ese mismo<br />
momento. Derramaba sangre por todas partes. Bajé enseguida los<br />
ojos... “Hija, me dijo, estas llagas las habías abierto tú con tus<br />
pecados, pero ahora alégrate, porque todas las has cerrado con tu<br />
dolor. No me ofendas más. Ámame como yo siempre te he amado.<br />
Ámame”, me repitió muchas veces.<br />
38 Ib. p. 250.<br />
19
Aquel sueño (éxtasis) se alejó y volví en mí. Desde entonces,<br />
comencé a tener horror grandísimo al pecado (la gracia más<br />
grande que me ha hecho Jesús). Las llagas de Jesús quedaron<br />
profundamente grabadas en mi mente de modo que jamás se han<br />
vuelto a borrar 39 .<br />
El Viernes Santo no le permitieron ir a la iglesia y ella se<br />
encerró en su habitación para meditar en la Pasión del Señor y<br />
Jesús vino a darle personalmente la comunión (algo que en aquel<br />
tiempo no se podía recibir el Viernes Santo). El padre Germán, en<br />
sus notas manuscritas, asegura que tuvo conocimiento de que esto<br />
sucedió por lo menos en tres ocasiones.<br />
Ello lo cuenta así: Habiéndome encerrado en mi habitación,<br />
no estuve sola. Vino el ángel de la guarda y oramos juntos.<br />
Asistimos a Jesús en todos sus trabajos, compadecimos a la<br />
Virgen nuestra Madre en todos sus dolores. No dejó, sin embargo,<br />
mi ángel de hacerme un dulce reproche, diciéndome que no llorase<br />
cuando tuviera que hacer algún sacrificio por Jesús, sino que diera<br />
gracias a los que me ofrecían ocasión de hacerlo. Fue esta la<br />
primera vez y el primer viernes que Jesús se hizo sentir a mi alma<br />
de modo tan fuerte. Y aun cuando no recibí, porque era imposible,<br />
de manos del sacerdote a Jesús verdadero, sin embargo, Jesús<br />
vino por sí mismo y se dio en comunión a mi alma. Y fue tan íntima<br />
esa nuestra unión que yo estaba como estupefacta.<br />
Jesús me habló de modo muy sensible... “Estoy loco, me<br />
repetía Jesús, por unirme a ti; corre, ven todas las mañanas. Pero<br />
mira bien, porque soy un padre y un esposo celoso. ¿Me serás tú<br />
hija y esposa fiel? 40 .<br />
Jesús seguía consolándome y me mandaba al ángel de la<br />
guarda para que fuera mi guía en todo. De todo esto debía yo dar<br />
cuenta a mi confesor. Me fui a confesar, pero no me atreví y salí<br />
sin decirle nada. Regresé a casa y, al entrar en mi habitación, vi<br />
que mi ángel lloraba. Me dijo: “¿De modo que tú no me quieres<br />
ver? Eres mala: callas las cosas al confesor. Recuerda bien lo que<br />
te digo, te lo repito por última vez. Si vuelves a callar lo más<br />
mínimo al confesor, yo no me dejaré ver más de ti. Nunca, nunca”.<br />
39 Autobiografía, pp. 251-253.<br />
40 Autobiografía, pp. 253-254.<br />
20
Me puse de rodillas y mandó que hiciese el acto de contrición,<br />
haciéndome prometer que en adelante se lo diría todo al confesor;<br />
y luego me perdonó en nombre de Jesús...<br />
Una mañana, después de la comunión, Jesús me dio a<br />
conocer una cosa que le había disgustado. La había hecho la tarde<br />
anterior. Acostumbraban a venir a casa dos chicas amigas de una<br />
hermana mía, y se hablaba, no de cosas malas, pero sí mundanas.<br />
Yo tomé parte y dije lo mío como las demás, pero por la mañana<br />
Jesús me riñó tan ásperamente que se apoderó de mí un terror tal<br />
que habría deseado no hablar ni ver a nadie.<br />
Y Jesús (no obstante) seguía haciéndose sentir diariamente a<br />
mi alma y llenándome de consuelo… En mi corazón nació un<br />
deseo grande de padecer por Jesús. Comencé a proveerme de<br />
una cuerda gruesa que, a escondidas, quité de un pozo. Hice en<br />
ella varios nudos y me la puse a la cintura. Pero, apenas si pude<br />
tenerla un cuarto de hora, porque el ángel de la guarda, riñéndome,<br />
me la hizo quitar, pues no tenía permiso del confesor. Se lo pedí<br />
después y lo obtuve 41 .<br />
Un día, al tiempo de hacer mis oraciones de la tarde, me sentí<br />
toda recogida interiormente y vi por segunda vez a Jesús crucificado<br />
que me decía estas palabras: “Mira, hija, y aprende cómo se<br />
ama”. Y me mostró sus cinco llagas abiertas. Mira esta cruz, estas<br />
espinas, estos clavos, esta lividez, estos desgarrones, estas llagas<br />
y esta sangre: todo es obra de amor y de amor infinito. ¿Ves hasta<br />
qué extremo te he amado? ¿Quieres amar de verdad? Aprende a<br />
sufrir. El sufrir enseña a amar” 42 .<br />
Aquella vista produjo en mí nuevo dolor y, pensando en el<br />
amor infinito de Jesús para con nosotros y los padecimientos que<br />
había tolerado por nuestra salvación, me desmayé, caí en tierra y<br />
volví en mi después de varias horas.<br />
Todos los jueves seguía haciendo la Hora santa... Nos<br />
acercábamos al momento de los santos ejercicios y entré en el<br />
convento (de las salesas) el 1 de mayo de 1899. Me pareció entrar<br />
en el paraíso. ¡Qué consuelo! Prohibí a los de casa que vinieran a<br />
41 Autobiografía, pp. 254-256.<br />
42 Autobiografía, p. 256.<br />
21
verme durante ese tiempo, pues esos días eran todos días de<br />
Jesús 43 .<br />
Las salesas estaban dispuestas a recibirla en el convento<br />
como religiosa. Incluso, decidieron recibirla en ese mismo mes de<br />
mayo al verla tan espiritual y con buena salud después de su<br />
curación. Pero de nuevo Dios le exigió un nuevo sacrificio. El<br />
arzobispo de Luca, Monseñor Ghilardi, que había oído hablar de<br />
ella, se opuso resueltamente a su ingreso por razones de salud y<br />
tuvo que salir antes de lo previsto.<br />
Ella lo dice así: ¡Dios mío! He aquí un nuevo dolor. Al día<br />
siguiente, tenía que salir del convento para ir a casa. Hubiera<br />
querido que ese momento no llegase nunca, pero por desgracia<br />
llegó. Eran las cinco de la tarde del 21 de mayo, cuando salí. Pedí<br />
llorando la bendición a la Madre Superiora y saludé a las monjas y<br />
abandoné el convento. ¡Dios mío! ¡Qué dolor! 44<br />
LAS LLAGAS DE CRISTO<br />
El 8 de junio de 1899, en la comunión, Jesús le avisó que por<br />
la tarde iba a recibir una gracia grandísima. Ella lo relata así:<br />
Llegó la tarde. De repente, más pronto que de ordinario, me<br />
sentí presa de un dolor interno muy fuerte de mis pecados; tan<br />
fuerte como jamás lo he sentido. Dolor que estuvo a punto de<br />
hacerme morir allí mismo. Después de esto, me sentí recogida en<br />
todas las potencias del alma... Al recogimiento interior sucedió bien<br />
pronto la pérdida de los sentidos y me hallé en presencia de mi<br />
mamá celestial que tenía a su derecha al ángel de mi guarda,<br />
quien lo primero que me dijo fue que hiciera el acto de contrición.<br />
Una vez hecho, la mamá me dijo estas palabras: “Hija, en nombre<br />
de Jesús, te sean perdonados todos tus pecados”. Luego, añadió:<br />
“Mi hijo Jesús te ama mucho y quiere hacerte una gracia muy<br />
grande. ¿Sabrás tú hacerte digna de ella?”. Mi miseria no sabía<br />
qué responder. Siguió diciendo: “Yo seré para ti madre, ¿sabrás tú<br />
mostrarte verdadera hija?”. Extendió su manto y me cubrió con él.<br />
En ese instante, apareció Jesús con todas las llagas abiertas,<br />
pero de las llagas no salía sangre, salían llamas de fuego, que en<br />
43 Autobiografía, pp. 256-257.<br />
44 Autobiografía, pp. 260.<br />
22
un momento vinieron a cebarse en mis manos, pies y costado. Creí<br />
morir y habría caído en tierra, si la mamá celestial no me hubiera<br />
sostenido, teniéndome siempre cubierta con su manto. Por espacio<br />
de varias horas tuve que mantener esa postura. Después, mi<br />
mamá me besó en la frente, desapareció todo y me hallé de<br />
rodillas en tierra, pero seguía sintiendo un dolor fuerte en las<br />
manos, pies y costado.<br />
Me levanté para meterme en la cama, pero noté que, de aquellas<br />
partes que me dolían, salía sangre. Las tapé lo mejor que pude<br />
y luego, ayudada por el ángel, pude acostarme en la cama. Y estos<br />
dolores y estas llagas, en vez de afligirme, me llenaban de una paz<br />
perfecta. Por la mañana, a duras penas, pude ir a comulgar, y me<br />
puse unos guantes en las manos para que nada se viera. No podía<br />
tenerme de pie; a cada momento me creía morir. Aquellos dolores<br />
me duraron hasta las tres del viernes, fiesta solemne del Corazón<br />
de Jesús 45 .<br />
El padre Germán, su director, afirma: Desde aquel día en<br />
adelante, se repetía periódicamente todas las semanas, desde la<br />
noche del jueves, poco más o menos a las ocho, hasta las tres de<br />
la tarde del viernes… Una vez terminado el éxtasis del viernes,<br />
cesaba de salir sangre tanto del costado como de las manos y los<br />
pies. La carne viva se secaba poco a poco, los tejidos lacerados se<br />
unían, y se cicatrizaban y, al día siguiente o a más tardar el domingo,<br />
no quedaba el menor vestigio de aquellas profundas<br />
rasgaduras en el centro ni en la periferia; la piel las cubría uniformemente<br />
como en las partes sanas...Hasta que fue prohibido por<br />
los directores de Gema, el fenómeno de la aparición de las llagas<br />
se realizó de una manera regular y constante todas las semanas<br />
en los días jueves y viernes sin que se manifestasen en ningún otro<br />
día por memorable que fuese, ni aun en los casos en que los<br />
éxtasis se repetían en forma extraordinaria 46 .<br />
Sor Julia de san José certifica: Yo he visto las llagas de<br />
Gema… Vi la mano derecha de Gema con un agujero que traspasaba<br />
toda la mano del dorso a la palma. La carne, al principio, esto<br />
es, por la parte de arriba de la mano y al extremo del agujero debajo<br />
de la misma, la carne estaba como en relieve y sanguinolenta<br />
45 Autobiografía, pp. 261-262.<br />
46 Germán de Estanislao, o.c., pp. 75-77.<br />
23
igual que acaece cuando un clavo grueso traspasa una mano. Lo<br />
que yo vi y como yo la vi en esta ocasión, lo vieron también otras<br />
dos religiosas: sor María Magdalena y sor Hija de María. Esto<br />
sucedió un viernes; al día siguiente sábado, no se veía ni rastro en<br />
la mano de Gema 47 .<br />
La señora Cecilia dice: He visto muchas veces los estigmas<br />
en las manos y en los pies de Gema y dos veces la herida del<br />
costado 48 .<br />
LOS PADRES PASIONISTAS<br />
Los padres pasionistas dieron una gran Misión en Luca del 25<br />
de junio al 9 de julio de 1899. Al verlos, Gema reconoció el hábito<br />
del venerable Gabriel. El último día de la Misión, Gema participó en<br />
la comunión general. Relata: Jesús se hizo sentir a mi alma y me<br />
preguntó: “Gema, ¿te agrada el hábito con que está revestido ese<br />
sacerdote? (y me señaló un sacerdote que estaba no lejos de mí)<br />
¿Te gustaría verte revestida también tú del mismo hábito?”… Tú<br />
serás hija de mi Pasión y una hija predilecta. Uno de estos hijos<br />
será tu padre. Vete y manifiéstaselo todo 49 .<br />
Gema le abrió su corazón al padre Cayetano y, por intermedio<br />
suyo, entró en contacto con la familia Giannini, donde se alojaban<br />
siempre los padres pasionistas que venían a Luca. El padre<br />
Cayetano la citó a la casa para estudiar mejor el asunto de sus<br />
fenómenos sobrenaturales.<br />
Palmira Valentini, que estuvo presente, declara: Con nosotros<br />
estaba Julia, la hermanita de Gema, que había llegado a la casa<br />
Giannini. Hallándonos precisamente en la sala donde hay un gran<br />
crucifijo, hoy llamado de Gema, la conversación del padre Cayetano<br />
se refirió a las llagas y le dijo: “Déjanos ver las llagas”. Y Gema<br />
mostró el dorso y la palma de las manos en las que estaban las<br />
llagas. Estas aparecían como un pequeño agujero, una cicatriz<br />
pequeña de cerca de dos o tres centímetros. Estábamos presentes<br />
yo, la señora Cecilia Giannini, el padre Cayetano y la hermanita<br />
Julia. Todos vimos las mismas cicatrices 50 .<br />
47 Proceso apostólico de Pisa, fol 700.<br />
48 Proceso ordinario de Luca, Sumario, pp. 78-783.<br />
49 Autobiografía, p. 265.<br />
50 Proceso apostólico de Pisa, fol 470.<br />
24
Gema dice: La única razón por la que había ido a confesarme<br />
con este sacerdote fue ésta: el confesor ordinario me había<br />
prohibido varias veces hacer los tres votos de castidad, obediencia<br />
y pobreza, pues, estando en el mundo, no me sería posible<br />
observarlos. Yo seguía con vivo deseo de hacerlos. Me aproveché<br />
de esta ocasión y eso fue lo primero que le pedí. Me permitió<br />
hacerlo, desde el 5 de julio hasta el 8 de setiembre, para luego<br />
renovarlos. Esto me contentó mucho y aun diría que ha sido una de<br />
mis mayores satisfacciones...<br />
El padre Cayetano supo que mi confesor era monseñor Volpi,<br />
pero no podía hablarle si yo no le daba permiso. Se lo di y los dos<br />
se pusieron de acuerdo. Monseñor me dio permiso para que fuera<br />
a confesarme con ese sacerdote y no me riñó como tenía bien<br />
merecido. Entonces, le hablé de los votos hechos, lo que también<br />
aprobó y, a los tres dichos, me hizo añadir un cuarto: sinceridad<br />
con el propio confesor 51 .<br />
El 29 de agosto de ese año 1899, el padre Pedro Pablo 52 ,<br />
después de asistir a un éxtasis en casa de la familia Giannini,<br />
reconoció que los fenómenos de Gema eran hechos sobrenaturales.<br />
¿HISTERISMO?<br />
El padre Pedro Pablo le escribió una carta a Monseñor Volpi<br />
que dudaba mucho. Pero Monseñor Volpi, para aclararse, se<br />
comunicó con el doctor Pfanner, quien el 8 de setiembre se hizo<br />
presente en la casa de los Giannini para examinarla, a pesar de<br />
que ya Gema le había indicado a Monseñor de parte de Jesús: Di<br />
al confesor que en presencia del médico no haré nada de cuanto él<br />
desea 53 .<br />
Al llegar a casa Monseñor con el doctor, Gema estaba en<br />
éxtasis. Cecilia Giannini declaró: El médico cogió una palangana<br />
con agua y un paño y, en presencia de Monseñor Volpi, mía y no<br />
sé si de algún otro, comenzó a limpiar con agua y el paño o<br />
algodón las heridas, la sangre del dorso de la mano derecha y de<br />
51 Autobiografía, p. 266.<br />
52 Fue Superior provincial y general de la Congregación pasionista. El Papa<br />
Pío X lo nombró arzobispo de Camerino.<br />
53 Autobiografía, p. 267.<br />
25
la izquierda. Como por encanto desapareció la herida y la sangre<br />
de la mano, así como también la sangre que fluía de la cabeza.<br />
Entonces, el médico dijo: “¿No ven? Esto es histerismo puro. Los<br />
histéricos necesitan sangrar y se lo procuran por sí mismos con<br />
una aguja, un alfiler o con otra cosa cualquiera”... Quiso examinar<br />
también la parte del corazón y constató que todo era normal, esto<br />
es, el corazón, los pies, las manos…, ninguna señal de las llagas.<br />
A partir de entonces, tanto monseñor Volpi como el doctor<br />
Pfanner abrigaron la convicción de que tales llagas eran productos<br />
histéricos 54 .<br />
Gema escribió una carta a monseñor Volpi en la que le decía:<br />
Si hubiera estado solo, Jesús le hubiera convencido... Al principio,<br />
me dolía un poco la cabeza y el costado, pero, después de unos<br />
momentos, me dijo Jesús: “¿No recuerdas hija que hace tiempo te<br />
dije que vendría un día en que nadie te creería? Pues bien ese día<br />
es hoy, precisamente”. Jesús me dijo también que junto a usted<br />
había otra persona, pero Jesús añadió que esa persona no vio<br />
nada. Me dijo igualmente que era un médico. Jesús me ha pedido<br />
hoy este sacrificio y lo he hecho de buena gana 55 .<br />
Al manifestar Monseñor Volpi, de acuerdo con el médico, que<br />
todo era histerismo, la señora Cecilia tuvo miedo de estar engañada.<br />
Gema le escribe al padre Germán: Ayer, cuando Monseñor<br />
supo que es el demonio el que trabaja en mí, me prohibió pensar<br />
en Jesús y me mandó que, después de la comunión, sea como los<br />
demás sin dar tantas molestias a la señora Cecilia. Y ahora la<br />
pobre tía ha cogido tanto miedo de que sea el diablo que por las<br />
noches no viene ya a verme. Por la mañana me deja sola y no se<br />
cuida nada de mí, diciéndome a cada palabra que digo: “Yo no<br />
quiero ser engañada”... Si no hubiera sido por Mea (la sirvienta),<br />
esta mañana habría estado siempre sola. Pero ¿será verdad que<br />
los traigo a todos engañados? ¿Qué será de mi alma? Pienso en<br />
mi alma y en la comunión que me ha dicho Monseñor que la he<br />
hecho siempre en pecado… Ya nadie me quiere en esta casa.<br />
Todos andan serios, nadie me dirige la palabra, pero Jesús, sí,<br />
Jesús está todo en mi corazón, todo conmigo, con Jesús no temo 56 .<br />
54 Proceso apostólico de Pisa, fol 387-388.<br />
55 Carta a Monseñor Volpi del 8 de setiembre de 1899.<br />
56 Carta al padre Germán del 25 de junio de 1901.<br />
26
En una carta de la señora Cecilia al padre Germán le habla de<br />
las críticas que recibía la familia Giannini por tener en su casa a<br />
Gema que estaba tísica, habiendo en casa doce hijos. Escribe:<br />
Dicen que estamos locos: Mateo es un memo, Justina no tiene<br />
cabeza, yo soy una exaltada 57 .<br />
LA FAMILIA GIANNINI<br />
Por entonces la situación de Gema se hizo cada vez más<br />
difícil en su casa con sus tías y hermanos, pues creían que todo<br />
era fingido e inventado por ella. Se reían de que siempre iba con<br />
guantes en las manos, le hacían bromas y sufrían también por las<br />
habladurías de la gente, que la creía histérica 58 .<br />
Un día, dice Gema, una de las tías, al ver la sangre que me<br />
salía de la cabeza, fue ami habitación y me gritó: “Dime de dónde<br />
procede toda esa sangre o te mato a golpes”. Yo permanecí<br />
callada. Esto le causó tanta rabia que con una mano me agarró por<br />
la garganta y con la otra quería quitarme la ropa... En ese momento,<br />
sonó la campanilla y me dejó.<br />
57 Epistolario, Ed. Litúrgica española, Barcelona, 1944, p. 236.<br />
58 De sus hermanos, Carlos murió en 1875, Gino en 1894 y Antonio en 1902.<br />
Julia (1883-1902) era la más santita y pegada a Gema y quien vio sus llagas<br />
en casa de Cecilia Giannini. Guido se hizo químico farmacéutico, aunque no<br />
era muy religioso. Cuando iba a morir, Gema se le apareció y le dijo que<br />
estaría con él en el paraíso. Murió el 16 de junio de 1922 de un tumor al<br />
hígado, a los 51 años.<br />
Su hermana Ángela era amante de la vida libre y mundana. No soportaba el<br />
orden y la modestia. Había sido expulsada de la escuela de las Zitinas por la<br />
propia fundadora Madre Elena Guerra por su mala conducta. A sus tías las<br />
trataba mal e incluso les pegaba. Tenía un especial fastidio a Gema. Cuando<br />
Gema estaba para morir, le pidió perdón, pero no cambió de vida. Se casó a<br />
los 37 años. Su testimonio en el Proceso fue rechazado por dudoso. Incluso,<br />
llegó a aprovechar su situación de hermana de Gema para vender objetos<br />
como reliquias. En sus últimos años, se acercó a los sacramentos. Murió el<br />
11 de agosto de 1953.<br />
Héctor era de carácter violento y blasfemaba a menudo, lo que hacía sufrir<br />
mucho a Gema. Se fue a vivir al Brasil. Sus hijos Enrique y Gerardo<br />
contaban que su padre era malo y alejado <strong>total</strong>mente de Dios. Pero, al final<br />
de sus días, estuvo tres años enfermo y Gema se le apareció repetidas<br />
veces. Se arrepintió de su mala vida y murió como buen cristiano en<br />
Araraquara (Brasil) en 1935, a los 62 años de edad.<br />
27
Cuando fui a acostarme..., se me acercó y me dijo que era<br />
hora de dejar tales enredos y que había dado de qué pensar a la<br />
gente. “Mira, si no me dices de dónde sale esa sangre, no te dejo<br />
salir sola de casa ni te mando a ninguna parte”. Yo comencé a<br />
llorar y le respondí: “Son las blasfemias que dice su sobrino<br />
(Héctor). Veo a Jesús que sufre mucho y yo sufro de corazón y me<br />
brota sangre” 59 .<br />
Esos problemas familiares hacían sufrir mucho a Gema. Por<br />
ello, la señora Cecilia, que había sido tranquilizada por el padre<br />
Germán sobre sus deudas, la invitó a quedarse definitivamente en<br />
su casa, lo que para Gema fue un gran alivio. La familia Giannini en<br />
pleno la recibió como una hija. Esta familia estaba compuesta por<br />
don Mateo, el papá, la esposa Justina Bastiani, once hijos y doña<br />
Cecilia, la hermana de don Mateo, que era la tía y a quien Gema<br />
llamará mamá, pues tomará un cuidado especial de ella y dormirá<br />
en su misma habitación. Gema sería la duodécima hija de la<br />
familia. Allí vivió desde setiembre de 1900.<br />
Es digno de anotarse que Justina, la mamá de casa, tuvo otro<br />
hijo, el número doce, mientras Gema estaba en la casa. Para esta<br />
famiia la presencia de Gema fue una gran bendición de Dios. Era<br />
una familia muy católica, que alojaba por caridad a un sacerdote<br />
anciano y enfermo, don Lorenzo Agrimonti, y donde se alojaban<br />
siempre los padres pasionistas cuando iban a Luca. Gema les<br />
ayudaba en las tareas de la casa y, sobre todo, cuando había algún<br />
enfermo. Incluso, cuando doña Justina estuvo desahuciada de<br />
tuberculosis, Gema se ofreció al Señor por ella. Y el Señor sanó a<br />
Justina que vivió hasta 1938, aunque delicada de salud.<br />
Gema estaba muy agradecida a la familia y le escribía al<br />
padre Germán: Ruego, sí, y rogaré siempre para que Jesús<br />
conceda y lo mismo nuestra Mamá (del cielo) gracias infinitas a<br />
esta familia, porque no sé hacer otra cosa. SI JESÚS ME LLEVA-<br />
SE AL PARAISO, UNO A UNO ME LOS LLEVARÍA A TODOS, la<br />
primera a la tía 60 . Doña Cecilia vivió hasta 1931 y don Mateo hasta<br />
1935.<br />
Fueron inmensas las bendiciones que Dios derramó en esta<br />
cristiana familia. El señor Mateo Giannini declaró en el Proceso de<br />
59 Carta a monseñor Volpi del 16 de noviembre de 1899.<br />
60 Carta al padre Germán del 30 de octubre de 1900.<br />
28
eatificación: Por mi parte, creo deber manifestar que, habiendo<br />
participado cinco de mis hijos en la Gran Guerra (primera guerra<br />
mundial) donde se vieron expuestos a toda suerte de peligros,<br />
consiguieron volver todos sanos y salvos. Atribuyo a Gema la<br />
buena suerte de mis hijos, que constituyen todo mi consuelo en<br />
este mundo. Comulgan todos los días y se ocupan de la acción<br />
católica, mientras que de mis hijas, cinco son religiosas.<br />
De las cinco hijas religiosas, la más sobresaliente fue<br />
Eufemia. Entró en 1905 en las pasionistas de Luca con el nombre<br />
de sor Gema de Jesús. Más tarde fundó el Instituto pasionistas<br />
Hermanas de santa Gema. Murió en 1971. En 1990 se abrió en<br />
Luca el Proceso ordinario para su canonización.<br />
CONFESOR Y DIRECTOR<br />
El confesor de Gema desde su primera comunión fue<br />
Monseñor Juan Volpi (1860-1931). En 1897 fue nombrado obispo<br />
auxiliar de Luca y en 1904 obispo de Arezzo. A raíz de la visita del<br />
doctor Pfanner, que afirmó que los fenómenos de Gema eran<br />
cosas de histerismo, dudó mucho y le hizo sufrir mucho a ella.<br />
Tampoco le ayudó para entrar en un convento como deseaba<br />
Jesús. Pero, después de la muerte de Gema, reconoció sus errores<br />
y ayudó para la construcción del monasterio-santuario de Luca,<br />
dejando para ello una considerable cantidad de dinero con el deseo<br />
de que allí fueran sepultados sus restos, que están junto a los de<br />
Gema y del padre Germán.<br />
Por su parte, el padre Germán (1850-1909) será su director<br />
espiritual desde enero de 1900 hasta la muerte de Gema en 1903.<br />
Él, aunque al principio estaba inseguro y puso varias a veces a<br />
prueba a Gema, pudo convencerse de la autenticidad de los<br />
fenómenos presentaba y así se lo decía a Monseñor Volpi.<br />
Jesús se lo hizo ver a Gema, antes de conocerlo, en una<br />
aparición. Dice ella: Me prohibió nuevamente el confesor todo lo<br />
extraordinario del jueves y el viernes; y Jesús obedeció por algún<br />
tiempo, pero luego volví a lo acostumbrado y aún más que antes.<br />
Ya no temí decírselo todo al confesor, quien me dijo resueltamente<br />
que, si Jesús no le hacía ver las cosas claras, no creería en<br />
semejantes fantasmagorías... Ese mismo día, me sentí recoger<br />
interiormente y pronto quedé privada de los sentidos. Me encontré<br />
29
delante de Jesús, pero no estaba solo. Tenía junto a sí a un<br />
hombre de cabellos blancos. Por el hábito conocía que se trataba<br />
de un sacerdote pasionista. Tenía las manos juntas y oraba, oraba<br />
fervorosamente. Lo miré y Jesús pronunció estas palabras: “Hija,<br />
¿lo conoces?”. Respondí que no. “Mira, añadió, ese sacerdote será<br />
tu director y será quien conocerá en ti la obra infinita de mi<br />
misericordia” 61 .<br />
El 29 de enero de 1900 Gema le escribió una carta, al haberlo<br />
reconocido en un retrato, y así comenzó su comunicación. Gema,<br />
en su Autobiografía, escrita por su mandato, y en sus cartas, lo<br />
llamará padre mío. En setiembre del 1900 fue a visitarla a Luca y<br />
así pudo constatar personalmente lo sobrenatural de las<br />
manifestaciones de las llagas, de los éxtasis y de otros fenómenos<br />
interiores. Su relación con Gema mejoró mucho su vida espiritual.<br />
En Carta a la señora Cecilia le dice: Desde el día en que inicié una<br />
estrecha relación espiritual con este ángel de Dios se produjo en<br />
mí una transformación interior 62 .<br />
Pero el demonio no estaba tranquilo con esta relación y<br />
procuró enfrentar al confesor y al director para que entre ambos<br />
hubiera diferencias y dejaran de dirigirla. El demonio escribió dos<br />
cartas, una a Monseñor Volpi y otra al padre<br />
Germán.<br />
El padre Pedro Pablo, que en agosto de 1901 estaba de huésped<br />
en casa de los Giannini, recibió una tarjeta como de Monseñor<br />
Volpi, en la que le decía: Le ruego no ocuparse por nada de Gema,<br />
habiendo conocido de parte de Jesús que todo lo sucedido es obra<br />
diabólica. Por eso, le pido no ocuparse más de ella ni ahora ni<br />
después. De esto le avisará al padre Germán… Si continúan obrando<br />
como hasta ahora, corren el peligro de perder el alma de la<br />
pobre hija. Ella no tiene necesidad de su ayuda, estando yo bien<br />
iluminado sobre esta alma que hasta ahora ha estado engañada 63 .<br />
Después se supo que Monseñor Volpi no había escrito esta<br />
carta. Pero el diablo no desistió y el padre Pedro Pablo encontró en<br />
61 Autobiografía, p. 268.<br />
62 Carta a Cecilia de octubre de 1900.<br />
63 El texto de esta tarjeta se lo envió el padre Pedro Pablo al padre Germán<br />
en carta del 24 de agosto de 1901 y se encuentra en el Archivo general de la<br />
Congregación Pasionista.<br />
30
su habitación otra carta, supuestamente de padre Germán, donde<br />
decía que abandonase a Gema, porque había recibido luces del<br />
venerable (Gabriel) y que todo era hipocresía. Que se lo dijese a<br />
Monseñor para que le quitase la comunión y que le dijera (a<br />
Cecilia) que la echase de casa 64 . Felizmente, se pudo descubrir el<br />
engaño diabólico, lo que aseguró más al padre Pedro Pablo y al<br />
padre Germán sobre la autenticidad de los fenómenos extraordinarios.<br />
ÚLTIMA BATALLA Y MUERTE<br />
Jesús amaba tanto a Gema que quería purificarla en este<br />
mundo hasta el máximo para que ya aquí en la tierra fuera su<br />
esposa de sangre, crucificada con Él. Por eso, entre momentos de<br />
éxtasis y de plena felicidad, Jesús la seguía purificando. Ella nos<br />
dice: Una mañana, después de recibir la comunión, me pareció que<br />
Jesús me decía estas palabras: “Ya tu confesor ha debido darse<br />
cuenta de que yo quiero hacerte pasar por todos los estados de la<br />
vida mística. Ya ha transcurrido la primera parte de tu vida. Al<br />
presente, nos hallamos al final del dolor amoroso. Y seguirá el<br />
amor doloroso y, por fin, la noche oscura. Esta será la segunda y<br />
última parte de tu vida. Al final de la misma, hija mía, te llevaré al<br />
cielo 65 .<br />
Son tiempos difíciles para Gema. Jesús parece haberse<br />
alejado de ella. Ya no lo siente, todo parece estar en silencio.<br />
Siente desgana y aridez en la oración. Le asalta el temor, el demonio<br />
la tienta con fuerza. Pero, de vez en cuando, se abre la luz.<br />
En un éxtasis del 26 de junio de 1902 decía: Jesús, ¿por qué<br />
este silencio?... Dios mío, ¿por qué no me contestas?... Dime algo,<br />
oh Jesús, oh luz, ¿dónde estás? Ilumina mis ojos, no me dejes vivir<br />
más en las tinieblas. ¿Cuándo te veré por fin, Jesús? No te veo en<br />
absoluto... Cuando era niña me decían que Tú estabas siempre<br />
presente, pero yo no te veo... ¿Dónde estás? ¿Dónde has ido?... y<br />
sin ni siquiera decirme adiós. 66<br />
64 Carta a Cecilia Giannini del 4 de agosto de 1901.<br />
65 Carta a Monseñor Volpi de noviembre o diciembre de 1900.<br />
66 Éxtasis 96.<br />
31
Ese mismo día 26 de junio le escribe al padre Germán para<br />
pedirle que le dé permiso para pedir a Jesús que le conceda la<br />
gracia de no sentir gusto al tomar ningún alimento durante su vida.<br />
Cuando recibió la respuesta positiva, hizo un pacto con Jesús y se<br />
lo comunicó al padre Germán: Esta mañana hemos hecho con<br />
Jesús el pacto del alimento. Todo perfecto, padre mío, no sentiré<br />
ya más el gusto, pero Jesús hace retener el alimento, aunque sea<br />
poquísimo, ya que, si como mucho, lo devuelvo 67 .<br />
Y Jesús la sigue purificando. El 19 de agosto pierde a su<br />
hermana Julia, con la que se entendía muy bien. El 21 de octubre<br />
muere su hermano Antonio a los 22 años después de haber terminado<br />
sus estudios de químico farmacéutico. Ella misma se siente<br />
muy mal de salud. En carta del 20 de octubre le escribe al padre<br />
Germán: Escribo por medio de Eufemia, puesto que yo no puedo.<br />
Sigo enferma, muy enferma, sigue la fiebre, la expectoración es<br />
continua y siempre con sangre. El pulmón derecho no funciona ya,<br />
me queda el otro. ¡Viva Jesús! Sufro mucho, padre mío. Sobre<br />
todo, en ciertos momentos sufro más. Encomiéndeme al Señor 68 .<br />
El diablo no la deja tranquila y los sufrimientos son continuos.<br />
Jesús la tiene crucificada en el altar de la cruz como a una esposa<br />
querida. Al final se sentirá abandonada por todos, como Jesús en<br />
la cruz. El 24 de enero de 1903 la familia Giannini, por consejo de<br />
los médicos, que temen que pueda contagiar la tuberculosis a los<br />
pequeños de la casa, deciden enviarla a una habitación frente a su<br />
casa. Los primeros días, la señora Cecilia cuidará de ella, después<br />
se encargarán las religiosas Camilas de velarla día y noche.<br />
Pero la última batalla, la más fuerte, estaba por llegar en los<br />
últimos días de su vida. El padre Pedro Pablo asegura: El demonio<br />
la asaltaba y, anulando los sentidos de aquella criatura, la obligaba<br />
a actos de obsesa. Se tiraba al suelo y contra las demás personas,<br />
si le presentaban algún objeto de devoción. Escupía al crucifijo y a<br />
la imagen de la Virgen. Recuerdo que un día me cogió el rosario<br />
del cinto y me lo hizo pedazos 69 .<br />
Dios permitía que el diablo pudiera tomar posesión de su<br />
cuerpo, aunque no de su alma, ni de su voluntad. Así su alma se<br />
67 Carta al padre Germán del 9 de julio de 1902.<br />
68 Carta al padre Germán del 20 de octubre de 1902.<br />
69 Padre Pedro Pablo, Proceso ordinario de Luca, fol 567.<br />
32
purificaba como oro en el crisol. El padre Pedro Pablo le hacía<br />
exorcismos. Dice: La primera vez no conseguí nada; pues, aunque<br />
después de media hora se quedó tranquila, se le repitieron los<br />
ataques. La segunda vez, luego de los exorcismos, se tranquilizó.<br />
Entonces, le di una reliquia de la santa cruz para que la tuviera<br />
consigo. Le ordené rogar a Jesús que la librase de aquellos asaltos<br />
de demonios y desde aquel momento, quedó <strong>total</strong>mente libre 70 .<br />
Pero el diablo, aunque ya no se le permitió tomar su cuerpo, la<br />
seguía molestando. La señora Cecilia declara: En estos últimos<br />
días tuvo en varias ocasiones como una visión de serpientes, de<br />
perros y de otros animales que la molestaban... Se le aparecían<br />
encapuchados con un ataúd y le decían: “Aquí has de venir”. Y ella<br />
respondía: “Ahí iré, pero cuando haya expiado todos mis pecados”.<br />
La noche del viernes al sábado la pasó atormentada por el demonio<br />
con el recuerdo de los mayores disgustos de su vida, representándole<br />
hasta los acreedores que llegaron cuando murió su<br />
padre 71 .<br />
En una carta al padre Germán de marzo de 1903 le dice:<br />
Estoy atormentada por feos y sucios pensamientos, pero Jesús me<br />
dice que me dirija a su Madre: “Hija, encomiéndate todos los días a<br />
Ella”. La hice hermosa, generosa, amable y dulce para que pueda<br />
ganarme las almas y salvarlas. La creé bondadosa, afable y pacífica<br />
para que no rechace a nadie”... Jesús, no me abandones…Ya<br />
casi no le tengo miedo al diablo, aunque a veces me encuentro<br />
sola, llena de miedo por la noche con las convulsiones, afligida y<br />
con un peso enorme encima que no me deja moverme y otras mil<br />
cosas... Oh mamá mía, ¡Viva Jesús y viva María!... Quiero volar<br />
cuanto antes al paraíso 72 .<br />
En sus últimos días, el demonio recrudece las tentaciones. La<br />
señora Cecilia dice que le metía porquerías en el alimento y<br />
moscas en el vino para hacerla sufrir 73 .<br />
Llegó la Semana Santa. El miércoles santo recibió la<br />
comunión por viático en casa. El Jueves Santo vino don<br />
70 Padre Pedro Pablo, Proceso ordinario de Luca, fol 567.<br />
71 Cecilia Giannini, Proceso apostólico de Pisa, fol 375.<br />
72 Carta al padre Germán del 18 de marzo de 1903.<br />
73 Carta de Cecilia al padre Germán, abril de 1903.<br />
33
Andreuccetti por la tarde a las nueve y le trajo la comunión. El<br />
Viernes Santo le pidió a la señora Cecilia que no la dejara sola.<br />
Sufría mucho y las flemas la ahogaban, aparte de los asaltos del<br />
demonio; pero ofrece sus sufrimientos por expiación de tantos<br />
pecados que mancillan la Iglesia, como le decía al padre Germán<br />
en carta de diciembre de 1902.<br />
El Sábado Santo deseó recibir la visita de Monseñor Volpi<br />
para confesarse y que le hiciera exorcismos, pero no pudo venir.<br />
Estaba muy ocupado por ser la Vigilia pascual. Gema se sintió<br />
decepcionada y tomó el crucifijo con las dos manos, lo puso a la<br />
altura de los ojos y, mirándolo, dijo: Jesús, no puedo más. Si es Tú<br />
voluntad, llévame. Luego levantó los ojos a una imagen de la<br />
Virgen que estaba colgada en la pared de enfrente y añadió:<br />
“Madre mía, te encomiendo mi alma. Dile a Jesús que tenga misericordia<br />
de mí”. Besó el crucifijo, se lo colocó sobre el corazón y,<br />
poniendo encima las manos, cerró los ojos con la boca entreabierta.<br />
Así permaneció hasta cerca de las doce 74 .<br />
Permaneció como adormecida y sonriente sin exteriorizar el<br />
más leve indicio que indicara el momento preciso en el que su alma<br />
había volado al cielo 75 .<br />
El padre José Angeli, que la asistió en los últimos momentos y<br />
la confesó ese último día de su vida, recuerda que no hubo<br />
ninguna señal precursora de la muerte, ni lágrima ni respiración<br />
fatigosa. Murió con una sonrisa y así permaneció con la sonrisa en<br />
los labios; tanto que yo no pude persuadirme que hubiera muerto 76 .<br />
Murió el Sábado Santo 11 de abril de 1903. Eufemia Giannini<br />
le escribió al padre Germán: Hoy sábado santo, a la 1 y 3/4, ha<br />
resucitado junto a Jesús. ¿Cómo podremos consolarnos de una<br />
pérdida tan grande?... Feliz Gema que se ha ido a gozar de Dios.<br />
¿Qué haremos sin Gema?... Hágase la voluntad de Dios. ¡Venga<br />
usted a consolarnos, venga a ver, aunque sea muerta a este<br />
ángel! 77 .<br />
Una vez muerta, la amortajaron. Dice Palmira Valentini:<br />
Recuerdo que tenía el crucifijo sobre el pecho y el rosario enlazado<br />
74 Cecilia Giannini, Proceso apostólico de Pisa, fol 375.<br />
75 Eufemia Giannini, Proceso apostólico de Gaeta, fol 49.<br />
76 José Angeli, Proceso apostólico d Pisa, fol 496.<br />
77 Carta a Eufemia Giannini al padre Germán del 11 de abril de 1903.<br />
34
en la muñeca derecha, vestida como de costumbre, y en la cabeza<br />
un velo negro 78 .<br />
El padre Andreuccetti párroco de La Rosa, quiso que<br />
descansara como una auténtica hija de san Pablo de la Cruz. Nos<br />
dice: Quise que se pusiese al pecho, sobre la ropa, el emblema de<br />
los pasionistas; pues, aunque Gema no fue de hecho pasionista, lo<br />
fue siempre de corazón y con el más vivo anhelo 79 .<br />
El mismo don Andreuccetti colocó en el ataúd un pergamino<br />
dentro de un tubo de cristal en el que se recordaban los rasgos<br />
más esenciales de su vida. Los cofrades de La Rosa la llevaron en<br />
hombros al cementerio. Su cuerpo fue depositado en una tumba a<br />
cielo abierto, donde se colocó una lápida de mármol con unas<br />
palabras en latín, que traducidas dicen: Gema Galgani, virgen<br />
inocentísima, consumida por el amor de Dios más que por la fuerza<br />
de la enfermedad el 11 de abril de 1903, vigilia de Pascua, a los 25<br />
años voló a las bodas del celestial esposo. Descansa en paz, alma<br />
encantadora, en compañía de los ángeles.<br />
A los 14 días de su muerte fue desenterrado su cadáver para<br />
ver si en el corazón de Gema encontraban algún signo extraordinario.<br />
Sor Angela Grotta declaró en el Proceso: Presenciamos la<br />
operación (de autopsia) dos monjas de san Camilo de Lelis, don<br />
Mateo Giannini, el abogado Giuseppe y dos médicos. Yo misma fui<br />
quien, echando mano a los instrumentos, descubrí el corazón por<br />
orden de los médicos. La sangre corría a uno y otro lado fresca y<br />
hermosa, tanto que me quedé profundamente maravillada de que<br />
en un cadáver, que llevaba quince días de enterrado, pudiese<br />
haber todavía sangre en aquella cantidad, teniendo presente<br />
además el estado de consunción a que llegó Gema en sus últimos<br />
días. El corazón aparecía fresco, fuerte, flexible rubicundo y todo<br />
lleno de sangre, cual si se hallase vivo 80 .<br />
EL DEMONIO<br />
En la vida de Gema la presencia del demonio es muy<br />
frecuente hasta los últimos momentos de su vida. Lo llamaba<br />
Chapino (ladrón). Y Dios permitía que la molestara para que pudie-<br />
78 Proceso apostólico de Pisa, fol 293.<br />
79 Proceso apostólico de Pisa, fol 429.<br />
80 Nova Positio super virtutibus, Sumario, pp. 876-878.<br />
35
a obtener así grandes méritos y, a golpes de cincel, su alma fuera<br />
embelleciéndose cada día más.<br />
En una ocasión, encontrándose Gema en el lecho, vio venir<br />
hacía ella a un venerable Obispo rodeado de 50 niños y niñas,<br />
todos vestidos de ángeles y con velas encendidas en las manos.<br />
Llegados junto al lecho, se colocaron alrededor de él, hasta que, a<br />
cierta señal, todos se arrodillaron, adorándola reverentes. La<br />
humildísima joven experimentó una extraña turbación. Trazó la<br />
señal de la cruz y… al fin mostraron ser una caterva de demonios<br />
venidos para tentar la humildad de Gema 81 .<br />
Gema dice: Una noche vino el demonio con una tentación un<br />
tanto obscena. Luché cerca de una hora, recé, hice la señal de la<br />
cruz etc., y con sólo invocar a la Inmaculada Concepción quedé<br />
libre y el demonio rabioso quería vengarse. Hubiera querido<br />
descargar sobre mí un golpe, pero como le estaba prohibido por el<br />
provincial desde la vez que lo arrojó de mí, no pudo hacerlo. Gritó:<br />
“Guerra, guerra a tu Padre”. Tu escrito está en mis manos, y se<br />
fue 82 .<br />
El diablo había robado su Autobiografía. La señora Cecilia le<br />
escribió al padre Germán: Gema me dice que aquella maldita<br />
bestia le ha dicho que del libro de la confesión (Autobiografía) hará<br />
lo que le parezca 83 .<br />
El día 21, el padre Germán respondía a la señora Cecilia<br />
desde Isola del Gran Sasso: Yo voy a echarle mañana al diablo un<br />
tremendo exorcismo a los pies de Jesús sacramentado y del<br />
venerable Gabriel que está allí cerca 84 . Al segundo exorcismo, ante<br />
la tumba del venerable Gabriel, el demonio restituyó el libro.<br />
Gema, en carta al padre Germán, le escribe: Gracias a Dios el<br />
libro no está tan estropeado que no pueda entenderse y no es<br />
necesario que lo escriba de nuevo 85 .<br />
Ciertamente, aparecían muchas páginas chamuscadas, pero<br />
se podía leer. Esta Autobiografía, que tanto bien sigue haciendo a<br />
81 Germán de san Estanislao y Basilio de san Pablo, Santa Gema Galgani,<br />
Ed. Palabra, Madrid, 1997, p. 377.<br />
82 Carta al padre Germán del 8-9 de julio de 1901.<br />
83 Carta de Cecilia al padre Germán del 18 de julio de 1901.<br />
84 Carta del padre Germán a doña Cecilia del 21 de julio de 1901.<br />
85 Carta al padre Germán del 27 de julio de 1901.<br />
36
los devotos de santa Gema, es un libro que podemos decir que<br />
pasó por el infierno, pero es un tesoro que se guarda en la casa de<br />
la Postulación general de los Pasionistas de Roma.<br />
También el demonio tiró las cartas escritas por el padre<br />
Germán a doña Cecilia y a Gema. Dice doña Cecilia: Una tarde me<br />
quitó el demonio todas sus cartas que tenía guardadas, las sacó<br />
del cajoncito de la cómoda y las arrojó al suelo. Ahora las he<br />
puesto bajo llave 86 .<br />
Y sigue diciendo: El demonio se le presentaba de todas las<br />
formas. A veces de religiosa, de su mismo confesor... En ocasiones,<br />
eran más de uno. La esperaban en su habitación en forma<br />
de perros, de gatos, hombres, de monos negros… Una tarde se le<br />
presentó un hombre que la quería llevar fuera y hacer con ella<br />
cosas malas. Gema dijo que vino Jesús y el hombre huyó. Aquel<br />
hombre tenía la forma de una persona conocida y que había<br />
trabajado en su negocio (farmacia) y siempre había sido bueno 87 .<br />
El padre Germán cuenta algo que él mismo presenció. En<br />
cierta ocasión asistía yo a Gema, enferma de gravedad. Encontrábame<br />
en un ángulo de la habitación, rezando en mi breviario,<br />
cuando vi cruzar, corriendo por entre mis piernas un enorme gato<br />
negro, de figura horrible, que, después de dar una vuelta por toda<br />
la habitación, fue a colocarse sobre el respaldar inferior de la cama<br />
de hierro, frente por frente de la enferma sobre quien lanzaba<br />
miradas feroces. A mí se me helaba la sangre en las venas en<br />
tanto que Gema seguía tan tranquila. Ocultando mi turbación, le<br />
pregunté;<br />
- ¿Qué hay de nuevo?<br />
- No se asuste, es ese cosaco de demonio que quiere<br />
molestarme, pero esté tranquilo que no le hará daño alguno.<br />
Me acerqué temblando con el agua bendita, rocié el lecho y<br />
desapareció la aparición, quedando la enferma tranquilísima como<br />
si nada hubiese pasado 88 .<br />
Sor Julia Sestini en el Proceso declaró: Cuando Gema me<br />
hablaba de tentaciones, recuerdo que me dijo varias veces y,<br />
especialmente una, que si yo hubiera tenido el valor para acercar-<br />
86 Carta de Cecilia al padre Germán del 24 de febrero de 1902.<br />
87 Proceso apostólico de Pisa, Sumario, pp. 505-506.<br />
88 Germán de Estanislao y Basilio de san Pablo, o.c., p. 384.<br />
37
me a la comunión, estando el enemigo al lado del sacerdote con un<br />
arma en la mano. Yo le respondí que sí y que era una muerte<br />
hermosa morir desangrada con Jesús en el corazón. Le dije que lo<br />
consultase al confesor. Días más tarde me dijo que se lo había<br />
dicho y le había dado la misma respuesta. Me contaba estas<br />
cosas, porque, según lo que dijo en varias ocasiones, cuando iba a<br />
comulgar, veía al lado del sacerdote al demonio en figura espantosa,<br />
amenazándola de muerte 89 .<br />
Dice Gema: Un día, estaba rezando el rosario de las cinco<br />
llagas. Estaba en la cuarta llaga y veo delante de mí una figura<br />
semejante a la de Jesús, recién flagelado. Me dijo:<br />
- ¿Es así hija mía como me pagas? Mira cómo estoy. ¿Ves<br />
cuánto sufro por ti? Y tú, por tu parte, ni siquiera me das el<br />
consuelo de aquellas penitencias. Puedes seguir como<br />
antes 90<br />
- No, no, quiero obedecer. Si hago lo que tú dices, desobedezco.<br />
- Pero, al fin de cuentas, ni siquiera ha sido tu confesor quien te<br />
lo ha mandado, ha sido aquel... el padre Germán y tú no estás<br />
obligada a obedecerlo. Que mande en lo suyo. Tú escúchame<br />
a mí.<br />
Me levanté, tomé agua bendita y quedé tranquila, después de<br />
haber recibido algún golpe de los que de vez en cuando me<br />
propina 91 .<br />
Ayer noche, el diablo se me puso delante como un hombre<br />
gordo y muy alto y me golpeó toda la noche, diciéndome: “Tú<br />
seguramente crees que Jesús te quiere, pero Él te ha abandonado.<br />
Para ti no hay esperanza de salvación. Estás en mis manos”.<br />
Respondí que Dios es misericordioso y que no temía nada.<br />
Entonces él, enfurecido, dándome un fuerte golpe en la cabeza,<br />
dijo: “¡Maldita!”. Y despareció 92 .<br />
En otra ocasión vio un ángel de gran hermosura que le dijo:<br />
“Mírame, con sólo que jures obedecerme, puedo hacerte feliz”. No<br />
experimentando Gema la acostumbrada turbación, se puso a<br />
89 Proceso ordinario de Luca, fol 605.<br />
90 El padre Germán le había prohibido hacer penitencias.<br />
91 Carta al padre Germán del 6 de junio de 1900.<br />
92 Carta a Monseñor Volpi de agosto-setiembre de 1900.<br />
38
escuchar con la mayor sencillez las proposiciones del supuesto<br />
ángel. Si las primeras aparecían inofensivas, luego siguieron otras<br />
nefandas. Horrorizada la inocente virgen, gritó: “Dios mío, Virgen<br />
inmaculada, primero la muerte”. Y, al mismo tiempo, se lanzó<br />
contra el fingido ángel y le escupió en el rostro, desapareciendo el<br />
malvado en forma de llama, no sin dejar en pos de sí un montón de<br />
ceniza 93 .<br />
Un día tuvo grandes tentaciones del demonio. Y dice: Tomé la<br />
cuerda que llevo a diario hasta el mediodía, la llené de clavos y me<br />
la ceñí tan fuertemente que algunos penetraron en la carne. El<br />
dolor fue tan agudo que no pude resistir y caí en tierra sin darme<br />
cuenta dónde estaba. Después de un tiempo me pareció ver a<br />
Jesús. ¡Qué contento me pareció en aquel momento! Me levantó,<br />
me tomó en brazos... Hubiera querido decirle tantas cosas…<br />
Finalmente le dije:<br />
- Jesús, ¿dónde estabas cuando yo me hallaba en aquella<br />
situación?<br />
- Hija mía, estaba contigo, muy cerca de ti.<br />
- ¿Dónde?<br />
- En tú corazón.<br />
- Oh Jesús mío, si Tú hubieras estado conmigo, no hubiera<br />
padecido semejantes tentaciones ¿Quién sabe cuánto te<br />
habré ofendido?<br />
- Consuélate, hija mía, no me has ofendido lo más mínimo.<br />
Y Jesús seguía teniéndome en brazos y me decía: “Mírame” 94 .<br />
Para no ser engañada Jesús le dio una señal clara para<br />
distinguir cuándo era Él y cuándo el diablo. Dijo: Cuando se te<br />
aparezca alguno, pronuncia enseguida en voz alta estas palabras:<br />
“Sean benditos Jesús y María”. Si te responden, es señal que<br />
vienen de Mí. Si no, levántate y distráete, porque es el engañador.<br />
Así harás también, si te encuentras con alguna persona conocida o<br />
desconocida y siempre que te presentes a tu propio confesor 95 .<br />
Una vez, estaba rezando, cuando veo delante de mí una<br />
figura semejante a Jesús, como si en aquel mismo instante<br />
acabase de ser flagelado. Terminé el rosario y dije en voz alta:<br />
93 Germán de san Estanislao y Basilio de san Pablo, o.c., p. 383.<br />
94 Carta a Monseñor Volpi del 11 de octubre de 1899.<br />
95 Carta a Monseñor Volpi de junio de 1900.<br />
39
“Benditos sean Jesús y María”. No me respondía. Lo repetí y él<br />
decía: “Benditos, benditos”, pero jamás pronunciaba los nombres<br />
de Jesús y María. Comprendí quién era, hice la señal de la cruz,<br />
pero seguía delante de mí. Tomé agua bendita y me quedé<br />
tranquila, no sin haber recibido antes algún golpe que, de vez en<br />
cuando, me regala 96 .<br />
LA EUCARISTÍA<br />
Jesús Eucaristía fue para Gema, como para todos los santos,<br />
el centro de su existir. Sobre el día de su primera comunión, nos<br />
dice: Lo que pasó entre mí y Jesús en aquellos momentos no<br />
sabría expresarlo. Jesús se hizo sentir en mi alma de una manera<br />
muy fuerte... Me sentí arrebatada por el deseo de no interrumpir<br />
jamás aquella unión con mi Dios 97 .<br />
Desde entonces, su ideal fue comulgar todos los días. Al<br />
padre Germán le decía en confianza: Cada mañana recibo la santa<br />
comunión, el único y mayor consuelo que tengo... Siento una gran<br />
necesidad de ser fortalecida por este alimento tan dulce que me da<br />
Jesús 98 .<br />
Esta mañana he recibido a Jesús y ahora lo poseo <strong>total</strong>mente<br />
en mi pobre alma. En este momento mi corazón y el Corazón de<br />
Jesús son una sola cosa. ¡Oh si pudiera retenerlo siempre conmigo!<br />
¡Qué preciosos son los momentos de la sagrada comunión! ¡La<br />
comunión es una felicidad tan grande que me parece que no puede<br />
compararse más que con la bienaventuranza de los ángeles y<br />
santos! 99 .<br />
Era tanta su necesidad de comulgar que llamaba a la comunión<br />
banquete del amor 100 y Academia del paraíso.<br />
Otro día, le escribía al padre Germán: Hace pocos momentos<br />
que recibí a Jesús ¡qué gran dicha! Yo, que merecería vivir con los<br />
96 Carta al padre Germán de junio de 1900.<br />
97 Autobiografía, p. 228.<br />
98 Carta al padre Germán del 16 de abril de 1901.<br />
99 Carta al padre Germán del 22 de abril de 1900.<br />
100 Carta a la madre María Josefa del Sagrado Corazón del 21 de mayo de<br />
1901.<br />
40
demonios, me encuentro por el contrario cada mañana rodeada de<br />
ángeles y santos y unida continua e íntimamente con Jesús 101 .<br />
Y casi todas las mañanas, después de la comunión, se perdía,<br />
en éxtasis, del cual sólo salía por obediencia (que le daba la señora<br />
Cecilia, incluso mentalmente). Dice: Cada mañana, después de la<br />
comunión, sucede siempre lo mismo, antes o después: No falla ni<br />
una sola mañana. Hago todo lo posible por distraerme, pero en<br />
vano 102 .<br />
Después de comulgar, sentí llegar a Jesús que me decía<br />
(porque yo le dije que hacía mucho que lo esperaba): “He<br />
permanecido toda la noche contigo, contando los instantes que<br />
faltaban para llegar a estar dentro de ti… Esta mañana quiero<br />
hacerte sentir los latidos de mi Corazón...”. ¡Si hubiese visto qué<br />
fuertes eran! 103 .<br />
Era tanto su amor a Jesús Eucaristía que un fuego misterioso<br />
la abrasaba, cuando se acercaba al sagrario. Escribe: Ayer, al<br />
acercarme a Jesús expuesto en el Sacramento sentí un fuego tan<br />
ardiente que tuve que alejarme y me abrasaba entera, hasta en la<br />
cara sentía aquel calor. No acierto a comprender cómo tantos y<br />
tantos que están cerca de Jesús, no se reduzcan a cenizas. Yo<br />
creo que me abrasaría 104 .<br />
El sábado estaba en la iglesia delante de Jesús sacramentado<br />
expuesto, quise acercarme lo más posible;pero, si no me retiro<br />
pronto, me hubiera… Me sentí abrasarme entera. Sentí ardor en la<br />
cabeza, en la cara 105 .<br />
La señora Cecilia, declaró en el Proceso: La he visto muchas<br />
veces con el rostro encendido, estando en la iglesia delante de<br />
Jesús sacramentado o hallándose ocupada en alguna otra cosa.<br />
Me parecía verla arrebatada (pienso de amor a Dios). Su palidez<br />
enrojecía con los ojos vueltos a lo alto y resplandecientes 106 .<br />
101 Carta al padre Germán del 1 de setiembre de 1901.<br />
102 Carta a Monseñor Volpi de marzo de 1901.<br />
103 Carta a Monseñor Volpi de marzo de 1900.<br />
104 Carta al padre Germán del 28 de abril de 1901.<br />
105 Carta al padre Germán del 10 de mayo de 1901.<br />
106 Proceso ordinario de Luca, fol 364.<br />
41
Otras veces, Jesús le hacía sentir la hostia con sabor a<br />
sangre. Así nos lo dice ella misma: Fui a comulgar y Jesús se ha<br />
hecho sentir de nuevo esta mañana. Apenas tuve la hostia en la<br />
boca, la boca se me ha llenado de sangre, pero aquella sangre era<br />
tan rica que, discurriendo por la boca, la hice llegar al corazón. Así<br />
más de un cuarto de hora 107 .<br />
Alguna vez, el mismo Jesús le llevaba la comunión cuando<br />
estaba enferma en casa. La señora Cecilia recuerda un viernes<br />
santo, como ya hemos anotado: Gema comenzó a hacer su<br />
preparación para la comunión espiritual, que solía hacer del mismo<br />
modo que cuando se hallaba en la iglesia para comulgar sacramentalmente.<br />
Entró en éxtasis. En un determinado momento, vi que<br />
unía las manos, que recobraba los sentidos, le brillaban los ojos y<br />
se le inflamaba súbitamente el rostro como le acontecía cuando<br />
tenía alguna visión extraordinaria. En aquel preciso momento, sacó<br />
la lengua. Poco después la retiró, volviendo a entrar en éxtasis<br />
para la acostumbrada acción de gracias. Supe por la misma Gema<br />
que había sido realmente Jesús y no un ángel quien vino a darle la<br />
comunión 108 .<br />
El padre Germán dice: Por no singularizarse, iba sólo dos<br />
veces al día a la iglesia. Por la mañana, a oír misa y comulgar; y<br />
por la tarde, a la hora de la pública adoración... Una vez en la<br />
iglesia, con modesto porte se dirigía con la mirada todo su ser al<br />
tabernáculo y, sin cuidarse de nada más, cual si estuviese sola y<br />
no hubiese en la iglesia otra cosa que el altar del Santísimo<br />
Sacramento, allá iba y se ponía a orar de rodillas. Sus ojos no se<br />
apartaban de aquel sitio donde, al entrar, se habían fijado... Decía:<br />
“Si Jesús me permitiese entrar en el sagrario, donde está su<br />
cuerpo, su alma y su divinidad, ¿no estaría yo en el paraíso? ¿Qué<br />
me faltaría ya? Oh Jesús, vida de mi alma, paraíso mío, hostia<br />
santa, aquí me tienes. Oí que me buscabas y vine corriendo”... La<br />
Virgen Santísima acompañada de los ángeles de la Eucaristía<br />
asistía a veces a Gema en la sagrada mesa. La bendita joven, con<br />
la inesperada visión, caía en éxtasis y llena de gozo se colocaba a<br />
los pies de su Madre. ¡Cuán hermosa es, me decía, la comunión<br />
hecha en compañía de la celestial Madre! ¿Sabe usted a lo que se<br />
107 Carta a Monseñor Volpi de agosto-setiembre de 1900.<br />
108 Villepelée Jean François, La locura de la cruz: Gema Galgani. Ed. El<br />
Pasionario, Madrid, 1989, p. 234.<br />
42
edujeron los suspiros de mi corazón en aquel momento? Pues a<br />
estas solas palabras: ¡Mamá Mía!... Parece que a Gema el divino<br />
Salvador en persona le llevó por tres veces tan dichoso regalo.<br />
Era muy grande su desventura, si no podía ir a la iglesia a<br />
comulgar, cosa que, aunque pocas veces, ocurría por alguna grave<br />
enfermedad. Entonces, rogaba y suplicaba a su Dios que la<br />
pusiese buena para levantarse. Que si quería mortificarla con<br />
dolores, los derramase sobre ella a manos llenas antes que quedar<br />
privada del pan de vida… En cierta ocasión, su confesor ordinario<br />
(Monseñor Volpi), para mortificarla, le prohibió comulgar. Véase en<br />
qué términos me refirió su desgracia: “Oh padre, padre. ¡Hoy, a las<br />
cinco, fui a confesarme y el confesor me prohibió que comulgase!<br />
Padre mío, la pluma no quiere escribir, las manos me tiemblan y yo<br />
no puedo menos que llorar” 109 .<br />
Y ella le escribió al padre Germán: ¿Sabe de qué cosa pienso<br />
dar gracias, cuando esté en el paraíso? Por la sagrada comunión<br />
más que por ninguna otra cosa ¡Viva Jesús! 110<br />
¿Es posible que haya almas que no comprendan lo que es la<br />
Eucaristía? Increíble parece que haya almas insensibles a las<br />
finezas divinas, a la misteriosa y ardiente efusión del Sagrado<br />
Corazón de mi Jesús. ¿Cómo no consagraros, oh Jesús, todas las<br />
palpitaciones del corazón, toda la sangre de las venas? ¡Corazón<br />
de Jesús! ¡Corazón de amor! 111<br />
El padre Germán recuerda: En cuanto amanecía no podía<br />
resistir más, saltaba inmediatamente de la cama y, en un momento,<br />
se arreglaba para ir a la iglesia. Cuántas veces con motivo de<br />
alojarme en la casa de aquellos bienhechores de mi Congregación,<br />
tuve ocasión de conmoverme y derramar lágrimas viendo a Gema<br />
de pie con el sombrero puesto a la puerta de la habitación de su<br />
compañera, esperando que esta saliese para marchar juntas a la<br />
iglesia.<br />
- ¿A dónde vas?, hija, le decía yo.<br />
- Padre, a la casa del Señor.<br />
- ¿Y qué vas a hacer allí?<br />
109 Germán de san Estanislao, Vida de santa Gema Galgani, o.c., pp. 186-<br />
192.<br />
110 Carta al padre Germán del 16 de abril de 1901.<br />
111 Carta al padre Germán del 18 de julio de 1901.<br />
43
Con modesta sonrisa me hacía comprender la respuesta.<br />
- Ya lo sabe usted.<br />
Al verla todas las mañanas, decía su compañera, parece que<br />
se arregla para ir a la boda o, sirviéndome de una frase de Gema,<br />
para ir a la fiesta de amor de Jesús 112 .<br />
AMOR A MARÍA<br />
María es la madre querida a quien Gema amaba con todo su<br />
corazón y que se le aparecía frecuentemente para consolarla y<br />
darle fortaleza ante el sufrimiento. Dice ella: Al perder a mi madre,<br />
me entregué por completo a la Madre del cielo. Y ¡qué bien se ha<br />
portado siempre conmigo esta mamá celestial! ¿Qué hubiera sido<br />
de mí sin ella? 113 .<br />
En su Diario escribe: Mi queridísima Madre María Santísima<br />
Dolorosa ha querido hacerme una breve visita (no me acordaba<br />
que era sábado, el sábado es cuando acostumbra a dejarse ver por<br />
mí). Estaba muy afligida. Me parecía que lloraba. La llamé muchas<br />
veces con el dulce nombre de madre. No me respondía, pero<br />
cuando oía decir “Mamá” sonreía. Se lo repetí muchas veces,<br />
todas las que pude. Y ella siempre sonreía. Por fin, me dijo:<br />
“Gema, ¿quieres venir a reposar un poco en mi seno?”. Intenté<br />
levantarme, arrodillarme y acercarme a Ella. Ella también se<br />
levantó, me besó en la frente y desapareció 114 .<br />
Otro sábado en que de nuevo se le apareció, dice: Ella me<br />
miraba muy fijamente, sonreía y se acercó para acariciarme...<br />
Estaba junto a mi cama tan bella que no me cansaba de contemplarla.<br />
Mientras hablábamos, Ella me tenía cogida de la mano 115 .<br />
Otro día dice: Me encontré con la Madre Dolorosa. ¡Qué<br />
momentos tan felices! ¡Qué gusto da pronunciar el nombre de<br />
mamá! ¡Qué dulzura sintió mi corazón en aquellos instantes! Soy<br />
incapaz de explicarlo. Me pareció, tras unos momentos de emoción,<br />
que me tomó en su regazo y me hizo descansar la cabeza en<br />
su hombro, manteniéndome así durante un rato. Mi corazón en<br />
112 Germán de san Estanislao, o.c., p. 189.<br />
113 Germán de san Estanislao, o.c., p. 196.<br />
114 Diario del 21 de julio de 1900.<br />
115 Diario del 4 de agosto de 1900.<br />
44
aquel momento rebosaba dicha y felicidad. De vez en cuando me<br />
preguntaba:<br />
- ¿Me amas sólo a mí?<br />
- Oh, no, antes que a ti amo a otra persona.<br />
- ¿Quién es?, preguntaba, aparentando no saberlo.<br />
- Es una persona muy querida para mí por encima de todo. La<br />
amo tanto que daría la vida en este mismo instante por Él.<br />
- Pero dime ¿quién es?<br />
- Si hubieras venido el otro día lo hubieras visto conmigo. Él<br />
viene raramente a verme. Yo, sin embargo, lo visito todos los<br />
días.<br />
- Y ¿quién es?<br />
- No, no te lo digo. Si vieses, mamá mía, se parece a ti por la<br />
hermosura. Sus cabellos tienen el color de los tuyos.<br />
- Y acariciándome me dijo:<br />
- Hija mía, ¿de quién estás hablando?<br />
- ¿No me entiendes? ¡Hablo de Jesús! ¡De Jesús!<br />
- Me miró sonriendo y me estrechó fuertemente. Y me dijo:<br />
- Ámalo a Él solamente, ámalo mucho 116 .<br />
El 15 de agosto de 1900 María le dio una gracia extraordinaria<br />
que algunos llaman rapto místico. Se le apareció y le dijo: “Hija,<br />
cuando vuelva al cielo ahora por la mañana, llevaré conmigo tu<br />
corazón”. En aquel momento, sentí como que se me acercaba...<br />
Me lo quitó, lo tomó en sus manos y me dijo: “No temas por nada,<br />
sé buena, yo tendré tu corazón siempre allá arriba conmigo,<br />
siempre en estas mis manos”. Me bendijo de prisa y, al irse,<br />
pronunció aún estas palabras: “Me has dado el corazón, pero<br />
Jesús quiere aún otra cosa”. ¿Qué cosa?, le dije. Tu voluntad,<br />
respondió, y desapareció 117 .<br />
A este respecto, le dice al padre Germán: ¿Se acuerda que le<br />
dije que mi corazón lo había tomado la Madre? Lo tiene siempre y<br />
he tomado también el suyo, el de Serafina (señora Josefina<br />
Imperiali) y el de la Madre María Josefa y los he puesto a todos<br />
juntos y se los he dado a mi Madre, que los ha unido al suyo y me<br />
ha prometido que los unirá al mismo de Jesús 118 .<br />
116 Diario del 1 de setiembre de 1900.<br />
117 Diario del 15 de agosto de 1900.<br />
118 Carta al padre Germán del 11 de octubre de 1900.<br />
45
El gran día de la impresión de las llagas (8 de junio de 1899)<br />
se le apareció la Virgen con su ángel custodio. María le dijo:”Hija<br />
en nombre de Jesús, te sean perdonados todos tus pecados.<br />
Luego añadió: “Mí hijo Jesús te ama mucho y quiere hacerte una<br />
gracia muy grande. ¿Sabrás hacerte digna de ella? Yo seré para ti<br />
madre. ¿Sabrás tú mostrarte como verdadera hija?”. Extendió su<br />
manto y me cubrió con él. En ese instante, apareció Jesús con<br />
todas las llagas abiertas... Creí morir y habría caído en tierra, si la<br />
mamá celestial no me hubiera sostenido, teniéndome siempre<br />
cubierta con su manto. Después, mi mamá me besó en la frente,<br />
desapareció todo y me hallé de rodillas en tierra, pero seguí<br />
sintiendo un dolor fuerte en las manos, pies y costado 119 .<br />
Otro día, mi Madre celestial me miraba y, sonriendo, me dijo:<br />
“Querida hija, ¡cuánto me gustan tus alabanzas!... Me tomó en<br />
brazos y creí morir. Sí, morir por tanta dulzura. ¡Cuántas caricias!<br />
¡Cuánto me quiere! 120 .<br />
EL HERMANO GABRIEL 121<br />
Su relación con san Gabriel de la Dolorosa se remonta a<br />
cuando estaba gravemente enferma en 1899 y le prestaron el libro<br />
de su vida.<br />
Ella lo llamará cohermano, hermano Gabriel o sencillamente<br />
Gabrielín. Cuando Gema rezaba el Oficio divino, frecuentemente se<br />
le aparecía el hermano Gabriel para acompañarla en el rezo. Una<br />
vez, tuvo necesidad de quedarse por la noche en el monasterio de<br />
las Servitas. Al mandar la Priora que fuese a acostarse en una<br />
dependencia de la sacristía, puso Gema alguna dificultad,<br />
alegando que a medianoche tenía que rezar maitines con san<br />
Gabriel. Sin hacerle caso, replicó la Priora:<br />
- Tú lo rezarás acostada y Gabriel los rezará de pie.<br />
- Por la mañana, dice la Priora, le pregunté, si realmente había<br />
venido san Gabriel para rezar con ella el Oficio.<br />
- Sí, ha venido.<br />
- Y ¿quién le ha dado el breviario para rezarlo?<br />
119 Autobiografía, pp. 261-262.<br />
120 Carta al padre Germán del 12 de setiembre de 1902.<br />
121 San Gabriel de la Dolorosa (1838-1862) murió a los 24 años de<br />
tuberculosis.<br />
46
- Lo ha traído él mismo.<br />
- ¿De qué santo habéis rezado el Oficio?<br />
Gema respondió, indicándome el santo cuyo Oficio correspondía<br />
rezar aquel día, pero ahora no recuerdo qué santo fuese 122 .<br />
Gema quería mucho a su hermano y amigo Gabriel de la<br />
Dolorosa. Su director el padre Germán, le regaló como reliquia un<br />
diente del venerable y lo guardaba con mucho cariño. En una carta<br />
le dice al padre Germán: Padre mío, ¿sabe a qué se agarró Jesús?<br />
Al famoso diente de san Gabriel. Me dijo: “Dime, hija mía, ¿no es<br />
verdad que estás demasiado apegada a él?<br />
- Pero ¡si es una reliquia preciosa!<br />
Entonces Jesús le dijo un poco serio:<br />
- Hija, es tu padre quién te lo dice y basta.<br />
Y lo que dice Jesús es la pura verdad. Sor María me la pidió<br />
para enseñársela a las monjas y, cuando se la di, me eché a llorar,<br />
porque la quiero tener siempre conmigo. ¡Hay que ver, padre mío,<br />
a lo que se agarra Jesús! 123 .<br />
Jesús no permite que se apegue a las cosas del mundo por<br />
muy santas que sean para que esté <strong>total</strong>mente entregada a su<br />
amor y a su servicio.<br />
Ya hemos hablado anteriormente cómo en alguna oportunidad<br />
la libró el venerable de los asedios del maligno. Nos dice: El diablo<br />
me daba con la cabeza en el suelo tan fuertemente que me hizo<br />
gritar: “Cohermano Gabriel, ayúdame”. Acudió al instante, pero no<br />
estaba solo, estaba con otro pasionista anciano (san Pablo de la<br />
cruz). Apenas el diablo los vio, huyó 124 .<br />
En una ocasión, el diablo me apaleó un poquito. Por fin,<br />
gracias al agua bendita, pero sobre todo a san Pablo de la Cruz,<br />
me dejó 125 .<br />
El diablo me hace sufrir mucho, terminando por vencerle<br />
Jesús o bien san<br />
122 Germán de san Estanislao y Basilio de san Pablo, o.c., p. 355.<br />
123 Carta al padre Germán del 1 de setiembre de 1901.<br />
124 Carta a Monseñor Volpi de agosto-setiembre, 1900.<br />
125 Carta a Monseñor Volpi de setiembre-octubre de 1899.<br />
47
Pablo (de la Cruz) o el cohermano Gabriel. Siempre son estos<br />
tres. ¡Sí viera cómo escapa apenas se presenta alguno de ellos! 126 .<br />
Otra vez vino el diablo y me hizo sufrir bastante. Pero no era<br />
uno, eran dos. Estaba asustada, tenía a Jesús en la mente, pero<br />
no podía pronunciar su nombre con la boca. La Virgen me había<br />
dicho: “He aquí el ataque. Durará hasta que consigas tener en las<br />
manos la imagen del cohermano Gabriel”. Y así fue 127 .<br />
Y asegura: Parece que Jesús por medio del cohermano<br />
Gabriel me ha concedido la gracia de no ser atormentada por el<br />
diablo durante el día, sólo por la noche. Esta noche se presentó el<br />
diablo en forma de un hombre <strong>total</strong>mente negro con una serpiente<br />
enroscada en un brazo y diciéndome: “Tú estás condenada por<br />
aquel pecado que cometiste hace años, ¿no recuerdas? No hay<br />
esperanza para ti; ya eres mía. No te olvides que Dios te ha<br />
abandonado definitivamente”. Yo le respondí que hace mucho que<br />
Jesús me lo ha perdonado. Y me arrastraba por el suelo.<br />
Finalmente, quedé tendida en tierra. Llamé a Jesús y vino al<br />
momento junto con el cohermano Gabriel. Me ayudó a levantarme<br />
y me devolvió las fuerzas enseguida 128 .<br />
Ayer, después de más de tres meses, vino por fin (el cohermano<br />
Gabriel). ¡Si lo hubiera visto cómo hablaba! Sus ojos<br />
centelleaban, parecían dos luceros. No sé qué hubiera hecho si<br />
hubiese podido delante de él… ¡No poder siquiera besarle los<br />
hábitos! La obediencia me lo había prohibido. Me habló mucho<br />
sobre el nuevo convento 129 .<br />
Desde ayer a eso de las siete lo veo (al cohermano Gabriel)<br />
con las manos juntas, rezando delante de Jesús sacramentado. Si<br />
viera, ¡qué luz! Se muestra alegre. Yo no me atrevo a preguntarle<br />
por quién ruega, pero él, que ve mi deseo, me responde riendo:<br />
“No ruego por ti, ruego por Serafina” 130 .<br />
Un día, después de haber padecido mucho… exclamé:<br />
“Cohermano Gabriel, ven”. Vino enseguida. Me ayudó a levantarme<br />
y me senté. Él se reía y me decía: “Gema, ¿por qué estas triste?<br />
126 Carta a Monseñor Volpi de enero-febrero de 1900.<br />
127 Carta a Monseñor Volpi de agosto-setiembre de 1900.<br />
128 Carta a Monseñor Volpi de marzo de 1900.<br />
129 Carta al padre Germán del 9 de agosto de 1900.<br />
130 Carta al padre Germán del 2 de noviembre de 1900.<br />
48
Estaba casi a punto de llorar, pero cuando vi que era él, respondí al<br />
momento: “Estoy un poco disgustada, porque quisiera ser pasionista<br />
y me parece ver ciertas cosas raras”. Luego me puse a llorar<br />
amargamente. Él, tomándome de la mano, me dijo: “Estáte tranquila,<br />
hija bendita”... Me parecía que me quería mucho. Me acariciaba<br />
y decía: “No temas, suceda lo que suceda. El nuevo convento<br />
deberá hacerse aquí en esta ciudad y tú serás pasionista...Yo te<br />
prometo venir todas las noches después de las once a verte y<br />
decirte de qué manera debes regularte”... Me bendijo, después de<br />
haberme hecho poner de rodillas, le besé el hábito y la insignia y,<br />
mientras se la besaba, me besó en la frente y me repitió: “Tú serás<br />
pasionista” 131 .<br />
Otro día, vino el cohermano Gabriel. Me pareció que me ponía<br />
una mano en la cabeza y me hacía repetir tres veces (De las<br />
insidias del diablo, líbranos, Señor). Lo dije y lo dijo también la<br />
señora Cecilia. Me pareció que me bendecía y me dejó 132 .<br />
En una carta a Serafina (Josefina Imperiali) le dice que le ha<br />
escrito una carta al hermano Gabriel: Encomendé el asunto al<br />
cohermano Gabriel por medio de una carta a él dirigida y entregada<br />
a mi ángel custodio 133 .<br />
Su confianza en el venerable Gabriel llegó hasta escribirle una<br />
carta dirigida al cielo y enviada por mediosu ángel. Y el hermano<br />
Gabriel estaba tan pendiente de ella que, no sólo la libraba de las<br />
tentaciones del diablo, sino que hasta rezaba con ella todos los<br />
días maitines y en la iglesia rezaba con ella el septenario de la<br />
Virgen de los Dolores. Dice Gema: La señora Cecilia está haciendo<br />
(el septenario) conmigo, viniendo a acompañarnos en el rezo del<br />
rosario de los Dolores el cohermano Gabriel. Entra en la iglesia con<br />
los demás y se coloca junto a mí. Luego me da a besar el hábito y<br />
se va 134 .<br />
Además de tener mucha devoción al cohermano Gabriel,<br />
también la tuvo al fundador de los pasionistas, san Pablo de la<br />
Cruz, que en algunas ocasiones también se le apareció para defenderla<br />
del demonio. Y también a santa Margarita María de Alacoque,<br />
131 Carta a Monseñor Volpi de diciembre de 1899.<br />
132 Carta a Monseñor Volpi de agosto-setiembre de 1900.<br />
133 Carta a Josefina Imperiali del 6 de setiembre de 1900.<br />
134 Carta a Josefina Imperiali del 21 de setiembre de 1900.<br />
49
la promotora de la devoción al Corazón de Jesús, a quien hizo un<br />
novena para conseguir su curación milagrosa. A este respecto es<br />
interesante anotar que Gabriel de la Dolorosa y Margarita María de<br />
Alacoque fueron canonizados el mismo día el 13 de mayo de 1920.<br />
EL ÁNGEL CUSTODIO<br />
Es doctrina segura que cada ser humano tiene un ángel<br />
custodio que lo ayuda y lo guía durante su existencia terrena.<br />
Normalmente, no lo vemos, pero hay algunos privilegiados que<br />
tienen esa gracia de Dios. Uno de ellos fue santa Gema, quien<br />
desde niña, ya lo invocaba con cariño y del cual ella nos habla por<br />
propia experiencia. Su ángel se le presentaba habitualmente y le<br />
hacía toda clase de servicios y favores, aunque también la reprendía<br />
para corregirse.<br />
La primera vez que se le presentó fue siendo todavía una<br />
adolescente de unos 15 años. Dice ella: Un día me regalaron un<br />
reloj con cadena de oro. Yo, vanidosa como era, no veía el momento<br />
de lucirlo, saliendo fuera con él. Salí en efecto. Al volver e ir a<br />
desnudarme, vi a un ángel (que ahora sé que era el mío) el cual<br />
muy serio, me dijo: Recuerda que los preciosos adornos que han<br />
de hermosear a una esposa de un rey crucificado no pueden ser<br />
otros que las espinas y la cruz 135 .<br />
La Madre Inés declara que un día fue Gema al monasterio a<br />
visitarla y ella la reprendió por haber ido sola. Gema le respondió<br />
que no estaba sola, pues la acompañaba su ángel de la guarda. La<br />
madre le respondió:<br />
- Y, ¿dónde lo has dejado?<br />
- Allí afuera, a la puerta.<br />
- ¿Por qué no lo llamas?<br />
Gema abrió la puerta y con la mano lo invitó a entrar, pero la<br />
Madre Inés no lo vio y le preguntó cómo lo veía. Entonces, Gema<br />
respondió: Le veo la cara y las alas extendidas sobre la cabeza en<br />
señal de protección 136 . La tía Elisa aclara en el Proceso que Gema<br />
tenía entonces unos 15 ó 16 años.<br />
135 Autobiografía, p. 235.<br />
136 Zofollli Enrico, La povera Gemma, Roma, 1957, p. 468.<br />
50
Gema dice: El ángel de la guarda comenzó a ser mi maestro y<br />
guía, me reprendía cada vez que hacía mal alguna cosa, me<br />
enseñaba a hablar poco y sólo cuando me preguntaban. Una vez<br />
que los de casa hablaban de una cierta persona y no muy bien, yo<br />
quise intervenir. El ángel, amigo severo, me hizo un gran reproche.<br />
Me enseñaba a mantener la mirada baja y hasta en la iglesia me<br />
reprendía severamente, diciéndome: “¿Se está así en la presencia<br />
de Dios?”. Otras veces, me decía: “Si no eres buena, no me dejaré<br />
ver por ti 137 .<br />
Y sigue diciendo: Tenía siempre horror al pecado; pero, a<br />
pesar de ello, lo cometía continuamente. Y Jesús no podía estar<br />
contento. Sin embargo, seguía consolándome y me mandaba al<br />
ángel de la guarda para que fuera mi guía en todo.<br />
De todo esto debía dar cuenta a mi confesor, pero fui a<br />
confesarme y no me atreví, salí sin decirle nada. Regresé a casa y<br />
al entrar en mi habitación vi que mi ángel lloraba. No me atrevía a<br />
preguntarle nada, pero él espontáneamente me dijo: ¿De modo<br />
que tú no me quieres ver? Eres mala, porque callas las cosas al<br />
confesor. Recuerda lo que te digo, te lo repito por última vez. Si<br />
vuelves a callar lo más mínimo al confesor, yo no me dejaré ver<br />
más de ti. Nunca, nunca.<br />
Me puse de rodillas y me mandó que hiciese el acto de<br />
contrición, haciéndome prometer que en adelante, se lo diría todo<br />
al confesor y luego me perdonó en el nombre de Jesús 138 .<br />
Otro día, durante la oración de la tarde se me acercó el ángel<br />
y, tocándome la espalda, me dijo:<br />
- Gema, ¿cómo tanta desgana en la oración?<br />
- No es desgana, es que hace dos días que no me siento bien.<br />
- Cumple tu deber con esmero y verás cómo Jesús te amará<br />
aún más…<br />
Le supliqué al ángel de la guarda que fuera a pedir permiso a<br />
Jesús para pasar la noche conmigo. Desapareció al momento. Y,<br />
cuando obtuvo el permiso, regresó 139 .<br />
El jueves por la tarde, Jesús me prometió que, durante los días<br />
que faltara la señora Cecilia, haría que no me faltase nunca el<br />
137 Autobiografía, p. 251.<br />
138 Autobiografía, p. 27.<br />
139 Diario del 6 de agosto de 1900.<br />
51
ángel de la guarda. Me lo brindó ayer tarde y no me ha vuelto a<br />
dejar ni un solo momento... Si estoy con otras personas, el ángel<br />
no me deja nunca; pero, si estoy a solas con él, enseguida me<br />
deja... Hoy ni siquiera un minuto se ha separado de mí… Le he<br />
preguntado: “¿Por qué, cuando está la señora Cecilia, no apareces<br />
nunca?”. Me ha contestado: “Porque nadie fuera de ella sabe hacer<br />
mis veces. Pobre niña, eres tan pequeñita que necesitas quien te<br />
lleve de la mano. Ahora te llevaré yo, no temas, pero obedece” 140 .<br />
El ángel para ella era un amigo que se preocupaba de sus<br />
más mínimas cosas, que le sonreía con amor, la besaba con cariño<br />
y, le daba todas las noches la bendición al acostarse. Hasta la cura<br />
como médico celestial. Nos dice: El ángel de la guarda no cesa de<br />
vigilarme, instruirme y darme sabios consejos. Se deja ver varias<br />
veces al día y me habla. Ayer me acompañó durante la comida,<br />
pero no me hacía fuerza (para comer) como me hacen los demás.<br />
Después de comer, no me sentía nada bien y él me trajo entonces<br />
una taza de café tan bueno que me curé enseguida 141 .<br />
Otro día, el ángel me dio a beber unas gotas de un líquido<br />
blanco en un vasito dorado, diciéndome que era la medicina con la<br />
que el médico del paraíso curaba a sus enfermos 142 .<br />
En una ocasión, cuando menos lo pensaba, vino el ángel. Se<br />
me acercó, me acarició y me sentí obligada a decirle con todo el<br />
afecto:<br />
- Ángel mío, ¡cuánto te quiero!<br />
- ¿Por qué me quieres tanto?<br />
- Te quiero, porque me enseñas la humildad y porque<br />
mantienes la paz interior en mi corazón. Si alguna vez soy<br />
mala, no te enfades.<br />
- Sí, yo seré tu guía seguro. Seré tu compañero inseparable.<br />
¿No ves quién me ha confiado tu custodia?<br />
- Sí, mi buen Jesús.<br />
Y los dos quedamos con Jesús 143 .<br />
El ángel también tenía sentido del humor y se ríe. Ella<br />
recuerda: Le rogué al ángel de mi guarda con insistencia que no<br />
140 Diario del 10 de agosto de 1900.<br />
141 Diario del 20 de agosto de 1900.<br />
142 Carta al padre Germán del 20 de julio de 1902.<br />
143 Carta al padre Germán del 20 de julio de 1902.<br />
52
me dejara sola. Me preguntó qué me pasaba y le hice ver al diablo<br />
que, si bien estaba algo lejos, siempre me estaba amenazando. Le<br />
rogué que se quedara conmigo toda la noche, y me contestó:<br />
- Pero yo tengo sueño.<br />
- No, los ángeles de Jesús no duermen.<br />
- Pero he de descansar (me pareció que le daba la risa).<br />
¿Dónde quieres que descanse?<br />
Estuve por decirle que se metiese en la cama y que yo me<br />
quedaría allí rezando, pero habría desobedecido. Le dije que<br />
estuviese cerca de mí y me lo prometió. Me acosté y luego me<br />
pareció que él extendía sus alas sobre mi cabeza 144 .<br />
No sólo se le aparece su ángel, el ángel de padre Germán<br />
también se le aparece frecuentemente para ayudarla. Y ambos<br />
ángeles forman un dúo indisoluble para ayudarla en todo.<br />
Dice Gema: Padre mío, su ángel está siempre conmigo. Me<br />
bendice, me acaricia y le mando decir muchas cosas. ¿Le dijo que<br />
le mandé decir que hiciese la caridad de escribir a la tía antes de<br />
Pascua? 145 .<br />
El viernes por la noche su bendijo ángel me hizo enfadar. Yo<br />
no quería que se acercase a mí, pero él se empeñó en decirme<br />
varias cosas. Me dijo apenas llegó: “Dios te bendiga, oh alma<br />
confiada a mi custodia”. Ya puede figurarse cómo le respondería.<br />
Le dije: “Ángel santo, escucha un poco. No te ensucies las manos<br />
conmigo, vete, vete con otra alma que sepa hacer estima de los<br />
dones de Dios. Yo no sé hacerla”. Pero él me dijo:<br />
- ¿Qué temes?<br />
- Desobedecer<br />
- No temas, que es tu padre quien me envía... ¿Crees que<br />
echas a perder los grandes dones que Dios te ha concedido?<br />
No temas. Esta gracia se la pediré yo a Jesús para ti. Basta<br />
que tú me prometas corresponder a los auxilios que te prestará<br />
tu padre. Por lo demás, hija, no tengas miedo al<br />
sufrimiento. Y me bendijo varias veces, mientras gritaba<br />
fuerte: ¡Viva Jesús! 146 .<br />
144 Diario del 21 de julio de 1900.<br />
145 Carta al padre Germán de últimos de marzo de 1901.<br />
146 Carta al padre Germán del 3 de marzo de 1901.<br />
53
Le escribe al padre Germán: ¿Quiere decirme si su ángel<br />
puede jurar? El jueves por la noche vino su ángel. Me besó varias<br />
veces y, como me encontraba un poco mal y no podía moverme,<br />
él, pobrecito, me volvía ya de una parte, ya de otra. Yo se lo<br />
agradecía de corazón. El viernes, a eso de los once y media, volvió<br />
otra vez. ¡Qué contenta me pongo cuando lo veo!... Me decía: “Te<br />
juro con verdad que todo cuanto en ti sucede ni es ilusión ni cosa<br />
que se le parezca, sino obra enteramente de Dios”. Y lo repitió dos<br />
veces y me mandó que rezase todos los días tres avemarías.<br />
Añadió después:<br />
- ¿Quieres mucho a la madre de Jesús? Saludadla a menudo<br />
(no dijo salúdala, sino saludadla), pues lo agradece mucho.<br />
Siempre os devuelve el saludo y, si no siempre lo oís, es que<br />
lo hace para probar si, a pesar de todo, seguís siendo fiel. Me<br />
bendijo y se fue 147 .<br />
Algo muy hermoso y espectacular es cómo su propio ángel le<br />
hacía de cartero para llevar las cartas al correo sin sellos (estampillas)<br />
o para llevarlos directamente a sus destinatarios.<br />
Afirma su director, el padre Germán: Al ángel le daba<br />
encargos para el Señor, la Virgen o los santos y, en ocasiones, le<br />
confiaba cartas cerradas, suplicando que le trajese contestación, la<br />
cual en efecto llegaba y muy pronto. ¡Cuántas pruebas hice para<br />
asegurarme de que hechos de tal naturaleza obedecían a causas<br />
sobrenaturales! Ni una sola falló. Tuve que convencerme de que el<br />
cielo, por decirlo así, quería jugar con esta alma tan sencilla como<br />
amada. Si mandaba a su ángel con algún encargo para personas<br />
de este mundo, como lo hacía con frecuencia, le causaba extrañeza<br />
que no se le contestase 148 .<br />
Algunas cartas enviadas por medio del ángel, las recibía el<br />
padre Germán por el correo ordinario. Era lo normal. En una<br />
ocasión, en carta a la señora Cecilia le dice él que recibió las dos<br />
cartas enviadas por medio del ángel. El padre Germán se lo contó<br />
confidencialmente a Monseñor José Gueri, regente de la Dataría<br />
apostólica, quien en 1930 lo consignó por carta al postulador de la<br />
Causa de beatificación con estas palabras: Cumplo con el encargo<br />
de escribirle cuanto me contó el llorado padre Germán sobre el<br />
147 Carta al padre Germán del 17de diciembre de 1900.<br />
148 Germán de san Estanislao, o.c., p. 158.<br />
54
modo verdaderamente extraordinario como en cierta ocasión<br />
recibió una carta enviada por Gema desde Luca.<br />
Una mañana, en que se extrañaba del largo tiempo<br />
transcurrido sin tener noticias de Gema, sintió que un pájaro<br />
revoloteaba rozando con sus alas los cristales de la ventana. Al<br />
principio, no le dio importancia, pero como el pájaro perseveraba<br />
en la misma actitud, se acercó a la ventana, observando con<br />
sorpresa que traía una carta en el pico y que, en vez de asustarse,<br />
daba signos de querer entrar en la celda. Abrió el padre la ventana,<br />
entró el pájaro y, después de dejar caer la carta sobre la mesa, se<br />
alejó volando.<br />
La carta era de Gema y, como en ella suplicaba que le<br />
contestase pronto, lo hizo inmediatamente, colocando la carta en la<br />
parte exterior de la ventana. Cerró esta y, al instante, vio acercarse<br />
al pájaro que, tomando la carta en el pico, emprendía el vuelo,<br />
desapareciendo al punto de la vista. Al poco tiempo, Gema recibía<br />
la respuesta.<br />
Este hecho me lo refirió el padre Germán en la misma<br />
habitación en que había sucedido, añadiendo numerosos pormenores<br />
149 .<br />
DONES SOBRENATURALES<br />
Sor Gema Giannini, pasionista, dice en el Proceso: Por<br />
conocimiento propio puedo afirmar que la sierva de Dios fue<br />
enriquecida con dones sobrenaturales como profecía,<br />
discernimiento de corazones, éxtasis, visiones y apariciones 150 .<br />
a) Bilocación<br />
Es la presencia simultánea de una misma persona en dos<br />
lugares diferentes. Algunos teólogos creen que eso es imposible y<br />
que en uno de los lugares está sólo en espíritu o un ángel hace sus<br />
veces. De todos modos, podemos conocer que Gema estuvo en<br />
Roma, asistiendo a la misa del padre Germán, mientras vivía en<br />
Luca, y que comulgó directamente de su cáliz. Así se lo informó<br />
Gema a doña Cecilia.<br />
149 Ib. p. 160.<br />
150 Nova Positio super virtutibus, Sumario, 852.<br />
55
Doña Cecilia le escribió urgentemente al padre Germán a ver<br />
si había sido verdad. Le decía: Quiero que me diga dos cosas,<br />
urgentemente. Primero, la hora exacta en que usted celebró la<br />
misa y, segundo, si este domingo sintió la presencia fuerte de<br />
Gema y a qué hora 151 .<br />
El padre Germán le contestó: El sábado celebré la misa poco<br />
después de las diez y el domingo hacia las cinco. Di a beber a<br />
Gema el cáliz de Jesús y aplicó muy bien sus labios. Sí, la sentí<br />
presente 152 .<br />
b) Inedia o ayuno absoluto<br />
Ha habido santos que, durante largos períodos de tiempo y, a<br />
veces, muchos años, han vivido solamente de la comunión diaria.<br />
Este no es el caso concreto de Gema, pero se sabe que, desde la<br />
fiesta de Pentecostés de 1902 hasta finales de junio de ese año,<br />
vivió sólo de la comunión sin que su cuerpo experimentara la más<br />
mínima sombra de decaimiento 153 .<br />
El provincial pasionista padre Pedro Pablo pudo afirmar: Se<br />
alimentaba tan escasamente que parecía un milagro que pudiera<br />
vivir con tan poca cosa y aun si no se la hubiera obligado por la<br />
obediencia, hasta de aquello poco se hubiera privado, pues se<br />
sentía, según afirmaba ella misma, bastante satisfecha con el pan<br />
de los ángeles, del cual se alimentaba cada día 154 .<br />
c) Éxtasis<br />
Es un estado de concentración en Dios en el que se<br />
permanece <strong>total</strong>mente inmóvil y, a veces, con los ojos cerrados,<br />
incluso hablando, pero ajeno a toda sensación exterior, pudiendo<br />
pasar luces ante los ojos o clavar alfileres sin que se sienta nada.<br />
El padre Pedro Pablo declara: Yo he probado varias veces durante<br />
los éxtasis de hincarle con alfileres en los brazos o en la cabeza,<br />
pero no daba señales de dolor. Una vez le perforé con el alfiler la<br />
piel hasta el hueso 155 .<br />
151 Carta de doña Cecilia al padre Germán del 17 de febrero de 1901.<br />
152 Carta del padre Germán a doña Cecilia de febrero de1901.<br />
153 Nova Positio super virtutibus, Sumario, p. 567.<br />
154 Germán de san Estanislao, o.c., p. 84.<br />
155 Nova Positio super virtutibus, Sumario, p. 24.<br />
56
Sobre los éxtasis de Gema hay todo un libro publicado, el libro<br />
de los Éxtasis. Eran copiados, o por doña Cecilia o por Eufemia<br />
Giannini, que en el Proceso certificaron que eran auténticos y escribían<br />
lo que ella decía.<br />
Don Mateo Giannini afirma en el Proceso haber visto muchas<br />
veces extasiada a Gema en su casa. A veces, estaba de rodillas;<br />
otras veces, de pie con la cabeza levantada con las manos juntas o<br />
bien sentada o en cama. Y dice: Los ojos parecían como inmóviles<br />
sin pestañear, aunque se le pasara por delante una vela encendida<br />
o se agitara las manos. Estaban fijos en el Crucifijo, si lo había, o<br />
en un punto donde parecía que veía a alguien con el que hablaba...<br />
En tres o cuatro éxtasis, he visto los estigmas en las manos.<br />
Presentaban un corte profundo en el dorso y en la palma de la<br />
mano. La herida era como de un centímetro y medio de largo y<br />
sangraba. Apenas mi hermana (doña Cecilia) u otra persona la<br />
secaba, volvía a salir más sangre.<br />
Cuando tenía estos éxtasis, su aspecto era como un serafín y<br />
sus ojos estaban llenos de gozo, manifestando que estaba<br />
hablando con Jesús, la Virgen o su ángel 156 .<br />
La señora Cecilia aclara: Los éxtasis duraban entre diez<br />
minutos a una hora u hora y media y hasta dos horas. Una vez me<br />
habló el padre Germán que fue levantada en alto para besar el<br />
crucifijo 157 .<br />
Relata doña Cecilia que, en los dos últimos años, apenas<br />
recibida la comunión, quedaba en éxtasis. Era preciso llevarla de<br />
inmediato a la banca para que no diera que hablar a la gente. Pero,<br />
si alguna vez no lo hacía a tiempo, permanecía en el mismo lugar<br />
(donde recibió la comunión) sin poderla mover durante una hora.<br />
Por eso pedí permiso al confesor y al director para que a un<br />
mandato mental pudiera hacerla regresar del éxtasis. Muchas<br />
veces lo hice así y me obedeció enseguida 158 .<br />
Fray Famiano, pasionista, estuvo presente en un éxtasis de<br />
Gema y le oyó decir: Jesús, te quisiera amar tanto como los<br />
156 Proceso ordinario de Luca, pp. 766-767<br />
157 Nova Positio super virtutibus, Sumario, p. 17.<br />
158 Nova Positio super virtutibus, Sumario, p. 28.<br />
57
mártires, como los ángeles y serafines y aun más. Quisiera amarte<br />
tanto como te amó tu Santísima Madre 159 .<br />
d) Levitación<br />
Con relación la levitación escribió el padre Germán: En el<br />
comedor de la casa había un gran crucifijo al que profesaba Gema<br />
singular devoción. Cuando estaba sola, se colocaba de pie o<br />
arrodillada ante la devota imagen, fijando en ella sus ardientes<br />
miradas. Al sentir que se le encendía el corazón con los profundos<br />
pensamientos que aquella imagen le inspiraba y, temiendo quedar<br />
en éxtasis, imprimía un beso al pie de la cruz y salía presurosa. A<br />
veces, sin embargo, le ocurría que, atraída por su devoción, no lo<br />
hacía con la suficiente celeridad. Antes bien, vencida del deseo de<br />
besar el costado de Jesús y mientras discurría en el modo de<br />
conseguirlo, le sobrevenía el rapto, elevándose del suelo pare<br />
abrazarse con el Señor crucificado. No puedo asegurar las veces<br />
que esto sucedió por no haberme atrevido a preguntárselo a ella<br />
misma 160 .<br />
Un día de setiembre de 1901, según me lo refirió ella misma<br />
por obediencia, mientras preparaba la mesa, no hacía sino dar<br />
vueltas como una mariposa alrededor del Crucifijo. Cuanto más lo<br />
miraba, más se le oprimía el corazón con sus palpitaciones.<br />
Hubiera deseado lanzarse hacia él para abrazarlo y hasta intentó<br />
varias veces hacerlo. Al fin, exhaló un grito, diciendo:<br />
- Jesús, ayúdame que tengo sed de tu sangre.<br />
Cosa admirable, como sucedió a san Francisco de Asís y con<br />
mi santo Padre Pablo de la Cruz, la imagen se transforma en la<br />
divina persona que representa, desclava su brazo derecho y con<br />
tierna mirada invita a su esposa a llegarse hasta él. Gema se<br />
abalanza y lo consigue. Jesús la abraza y le aplica la boca a la<br />
llaga de su costado, estrechando Gema a Jesús entre sus brazos,<br />
bebe y se sacia en aquella divina fuente, mientras permanece<br />
extendida y de pie, cual si descansara sobre peana de nubes 161 .<br />
159 Nova Positio super virtutibus, Sumario, p. 42.<br />
160 Germán de san Estanislao y Basilio de san Pablo, o.c., p. 338.<br />
161 Ib. p. 339.<br />
58
e) Conocimiento sobrenatural<br />
Es el conocimiento de muchas cosas o acontecimientos que<br />
supera la capacidad humana y que no pueden saberse por medios<br />
humanos. Este don lo tenía Gema desde muy joven e, incluso, el<br />
poder conocer el corazón de las personas, si eran buenas o malas.<br />
Muchas cosas se las revelaba el Señor directamente, otras las<br />
sentía claramente en su interior. Le dijo al padre Germán: Cuando<br />
alguien se acerca a mí, conozco, por los movimientos del corazón,<br />
el interior de las personas 162 .<br />
Gema, al ver por primera vez a una persona, por cierta<br />
impresión interna, advertía por lo regular, si era alma querida a<br />
Dios o solamente de las vulgares; pero más particularmente conocía<br />
las que estaban en pecado mortal. Entonces, se notaba que<br />
sufría, porque le producían gran disgusto 163 .<br />
El padre Germán le pidió a Gema que rezase para poder<br />
discernir sobre una persona que él dirigía, que al principio le había<br />
parecido que tenía manifestaciones de Dios, pero después estaba<br />
en dudas. Gema le escribió, diciendo: Padre, aquella alma, si<br />
supiera, en esa alma no quiere Jesús que ni piense. ¡Cuánto me<br />
disgustaron esas palabras cuando me las dijo Jesús! Pero aún<br />
más, sentí el saber, por boca del cohermano Gabriel, que esta<br />
alma está llena de mala voluntad 164 .<br />
Sor Julia Sestini declaró en el Proceso que estaban en el<br />
colegio ensayando una comedia. De pronto, llega la Superiora y les<br />
comunica que recen por un pecador que se hallaba en esos<br />
momentos en agonía y rehusaba recibir los santos sacramentos.<br />
Sor Julia suspendió el ensayo y les mandó a todas que se<br />
arrodillaran para hacer una oración. Terminada la plegaria, Gema<br />
se acercó a la Superiora y le dijo al oído: “La gracia ha sido<br />
obtenida”.<br />
162 Carta al padre Germán del 3 de febrero de 1901.<br />
163 Germán de san Estanislao, o.c., p. 215.<br />
164 Carta al padre Germán del 9 de agosto de 1900.<br />
59
Esa misma tarde, se dio la noticia de que el pecador se había<br />
convertido y había muerto, confortado con los auxilios de la<br />
religión 165 .<br />
El padre Germán informa en el Proceso: Gema le dijo a doña<br />
Cecilia: Tía, ruegue, por un pobre sacerdote que oculta en la<br />
confesión un pecado grave y, no obstante, celebra la santa misa”.<br />
Sé también que le habló a Monseñor Volpi, el cual, cuando aquel<br />
sacerdote volvió a confesarse, al terminar su acusación le preguntó<br />
si tenía algo más de qué acusarse, y lo negó. Monseñor Volpi le<br />
dijo: “Sin embargo, un alma santa me ha dicho que usted siempre<br />
oculta por vergüenza un pecado grave. Entonces, el sacerdote<br />
rompió en un desconsolado llanto e hizo una confesión completa 166 .<br />
Yendo un día la santa en unión de doña Cecilia. Por la calle,<br />
se encontraron casualmente con la muchacha de servicio de una<br />
señora que le había encomendado a su hermano. La muchacha les<br />
declaró que el hermano estaba ya muy enfermo a punto de expirar.<br />
No habían dado ni veinte pasos, cuando Gema exclamó: “Está<br />
salvo, está salvo”. ¿Pero quién?, contestó la señora Cecilia. “El<br />
hermano de aquella señora”. Y así se pudo comprobar al poco<br />
tiempo 167 .<br />
El padre Germán relata sobre uno de los éxtasis de Gema:<br />
Confieso no haber asistido jamás en mi vida a un espectáculo tan<br />
conmovedor… Comenzó diciendo: “Jesús, ya que has venido,<br />
vuelvo a suplicarte por mi pecador, sálvalo.” Y lo nombró. Era el tal<br />
pecador un forastero a quien ella había conocido en Luca y a quien<br />
había amonestado repetidas veces de palabra y por escrito para<br />
que pusiese su conciencia en orden… El Señor, a fin de mostrar a<br />
su sierva los poderosísimos motivos que tenía para resistir, le<br />
manifestó una por una y con sus menores detalles les culpas de<br />
aquel pecador. La pobre joven quedó asustada..., pero volvió a<br />
luchar. Dijo: “Lo sé, Jesús. Muchas son sus faltas, pero más he<br />
cometido yo y me perdonaste... Te voy a presentar otra intercesora<br />
por mi pecador. Es tu misma Mamá, quien ruega por él. ¿Dirás<br />
ahora no a tu Mamá? A ella no le puedes decir no”... El<br />
piadosísimo Jesús firmó la gracia y Gema con alegría indescriptible<br />
165 Citado por sor Gesualda, Santa Gema Galgani, Ed. Pía sociedad de san<br />
Pablo, Madrid-Bilbao, 1943, p. 37.<br />
166 Nova Positio Super virtutibus, de heroica prudentia, p. 461.<br />
167 Gesualda sor, Santa Gema Galgani, o.c., p. 189.<br />
60
exclamó: “Está salvado, está salvado, Jesús, venciste. Triunfa,<br />
triunfa siempre”. Y salió del éxtasis.<br />
Duró esta escena media hora larga. Terminado el éxtasis, me<br />
retiré a mi habitación con la mente llena de mil pensamientos. Al<br />
poco rato, sentí que llamaban a mi puerta. “Padre, un caballero<br />
pregunta por usted”. Le mandé entrar en la habitación: “Padre,<br />
confiésame”. El corazón se me partía. Era el pecador de Gema<br />
convertido poco antes. Se acusó de cuantas culpas yo mismo<br />
había oído referir en el éxtasis por la sierva de Dios. Una sola<br />
olvidó que yo le recordé. Lo consolé. Le referí lo que poco antes<br />
había sucedido y le pedí permiso para relatar estas maravillas del<br />
Señor. Después de abrazarnos con la mayor efusión, le despedí<br />
muy afablemente 168 .<br />
También Dios le revelaba los grandes misterios de de nuestra<br />
fe. El padre Roberto Andreuccetti afirma que en un éxtasis tuvo<br />
revelación sobre el misterio de la Santísima Trinidad. La señora<br />
Cecilia pudo escribir lo que decía y dijo tales y tantas cosas y con<br />
tal precisión teológica que, habiéndolas visto el canónigo teólogo<br />
de nuestra sede metropolitana, dijo admirado que no se podía<br />
hablar de modo más preciso y teológico de un misterio tan alto 169 .<br />
En una carta le escribió al padre Germán la explicación que le<br />
dio su ángel sobre el misterio de la Encarnación: La mañana del 25<br />
de marzo de 1901, Jesús se hizo sentir a mi alma más que lo acostumbrado.<br />
Hacia el mediodía, siento que me toca en la espalda mi<br />
ángel y me dice: “Gema, vengo de parte de Jesús para cumplir su<br />
promesa. Hija, yo soy tu ángel custodio, mandado por Dios. Vengo<br />
a hacerte entender un misterio mayor que los otros misterios 170 .<br />
f) Perfume sobrenatural<br />
Este fenómeno consiste en cierto perfume de exquisita<br />
suavidad que sale del cuerpo de algunos santos, de sus sepulcros<br />
o de sus reliquias. Santa Gema tuvo este don. Lo dice con toda<br />
garantía su director espiritual el padre Germán: Nunca exhaló mal<br />
168 Germán de san Estanislao, Vida de santa Gema Galgani, o.c., pp. 106-<br />
107.<br />
169 Nova Positio super virtutibus, Sumario, p. 19.<br />
170 Estasi, Diario, Autobiografía, scritti vari di santa Gemma Galgani, Ed.<br />
Postulazione generale dei Passionisti, Roma, 1997, pp. 294-301.<br />
61
olor ni aun durante las penosas enfermedades que la retuvieron<br />
largo tiempo en cama. Por el contrario, no pocas veces, los de la<br />
familia notaron que de su cuerpo y de las cosas que tocaba salía<br />
una agradable fragancia, que indudablemente no era de este<br />
mundo, pues Gema jamás usó esencias ni perfumes ni hacía uso<br />
alguno del jabón para lavarse, sino en caso de verdadera<br />
necesidad. Por consiguiente, aquel grato olor denunciaba por sí<br />
mismo ser de orden sobrenatural y tan fuera de lo ordinario que<br />
movía a devoción 171 .<br />
Hasta después de su muerte y en estado de putrefacción<br />
exhalaba su cuerpo delicada fragancia. En 1908, dice el padre<br />
Germán, hallándome presente al traslado de los restos de la sierva<br />
de Dios a otro sepulcro más digno, al abrirse la caja y por más que<br />
aquel cuerpo se encontraba en estado de putrefacción, sentí que<br />
exhalaba un gratísimo olor como de bálsamo 172 .<br />
OBEDIENCIA<br />
La obediencia de Gema fue extraordinaria. Su confesor le<br />
prohibió detenerse a escuchar a Jesús, si se le aparecía. En una<br />
ocasión, se le apareció cubierto de llagas y le decía que se acercase<br />
a besarlas. A tal vista, recordando la prohibición impuesta, la<br />
joven se puso a llorar, pero no se aproximó. Entre tanto, comenzó<br />
a sentir en las manos, pies y costado, los indicios de la impresión<br />
de las llagas. “¿Qué hacer, Dios mío?. Apenas lo advertí, dice<br />
Gema, me levanté y huí dejando al Señor solo. De este modo<br />
obedecía y me alegro de haberlo hecho” 173 .<br />
La señora Cecilia, en carta al padre Germán, le dice: Recibida<br />
la comunión y dada la bendición por el sacerdote, llamé a Gema<br />
para volver a nuestro sitio, pero ya estaba en éxtasis. Temiendo<br />
que alguno lo pudiera notar, sin proferir palabra, interiormente, dije:<br />
“Oh Jesús, si es vuestra voluntad, haced que por obediencia<br />
recobre pronto el sentido”. En el acto, puede usted creerlo, levantó<br />
la cabeza, le dije que fuera a su sitio y así lo hizo 174 .<br />
171 Germán de san Estanislao, o.c., p. 141.<br />
172 Germán de san Estanislao y Basilio de san Pablo, o.c., p. 250.<br />
173 Germán de san Estanislao, o.c., p. 117.<br />
174 Ib. p. 119.<br />
62
El padre Germán relata que, en una ocasión, estando junto a<br />
su lecho con otros miembros de la familia, le dijo: Recibe mi<br />
bendición y duerme que nosotros vamos a retirarnos. No bien lo<br />
dije, cuando Gema, volviéndose del lado opuesto, se durmió<br />
profundamente. Entonces, me arrodillé, levanté los ojos al cielo y<br />
mentalmente le ordené que despertase. ¡Cosa admirable! Cual si la<br />
hubiese llamado a voces, despertó con su acostumbrada sonrisa.<br />
Entonces, yo le dije: “¿Así se obedece? ¿No te dije que durmieses?”.<br />
Pero ella humildemente contestó: “No se disguste, padre, pero<br />
sentí que me golpeaban la espalda y una voz que me gritaba:<br />
Arriba, que el padre te llama”. Era su ángel custodio que velaba a<br />
su lado 175 .<br />
El confesor le señaló una hora de tiempo para estar con<br />
Jesús, cuando se le apareciera. Eso fue muy doloroso para ella. Y<br />
dice en su Diario: Apenas terminada la hora que la obediencia me<br />
tiene señalada, mi ángel me avisó. ¿Qué hacer? Jesús seguía<br />
entreteniéndome, pero bien veía el embarazo en que me encontraba.<br />
Era menester que yo mandase marchar a Jesús a fin de no<br />
faltar a la obediencia, pues la hora había terminado.<br />
Dijo Jesús: “Dame una señal de que obedecerás siempre”.<br />
Entonces exclamé: “Vete, Jesús, que ahora no te quiero”. Jesús,<br />
sonriendo, me bendijo y, encomendándome al ángel de la guarda,<br />
me dejó con tanta alegría que no lo podría explicar 176 .<br />
Pero un día desobedeció a su confesor. Ella lo cuenta así:<br />
Había recibido de Monseñor prohibición absoluta de salir sola de<br />
casa. Ese día faltaba precisamente la tía y nadie podía observarme;<br />
y salí para ir a las Cuarenta Horas. Hice una visita y, al salir, vi<br />
a un hombre que comenzó a seguirme. Eché a andar sin saber<br />
adónde iba. Después de no sé qué tiempo me hallé en la iglesia de<br />
san Miguel. Aquel hombre había entrado también en la iglesia, pero<br />
luego desapareció. Fui a confesarme, entré y estaba Monseñor. Lo<br />
primero de que me acusé fue de haber, como quien dice, escapado<br />
de casa, pero él no me riñó como de ordinario; sino, al contrario,<br />
me dijo que había hecho bien. Seguí confesándome y aprobaba<br />
todo lo que le decía. Salí y, de nuevo, aquel hombre comenzó a<br />
175 Ib. p. 120.<br />
176 Diario del 30 de agosto de 1900.<br />
63
seguirme hasta la iglesia de la Santísima Trinidad. Fui corriendo a<br />
las monjas y les rogué que me acompañaran a casa, pues tenía<br />
miedo. Pero no quisieron llevarme al punto y me entretuvieron.<br />
Estaba muy sobresaltada, inquieta y agitada. Tanto hicieron las<br />
monjas que lograron hacerme perder la cabeza (entrar en éxtasis).<br />
Se me presentó un crucifijo y, sin pensar en hacer la señal de<br />
la cruz como de costumbre, comencé a hablar y no sé qué tiempo<br />
estuve. Fue todo un día del diablo. Monseñor (que le confesó) era<br />
el diablo que vino hasta con la mitra en la cabeza 177 .<br />
Monseñor Volpi tenía miedo de que todo lo que le pasaba<br />
fuera cosa del demonio o que ella se dejara engañar por él, y le<br />
ordenó que, cuando se le apareciera Jesús, María o el ángel, les<br />
escupiera a la cara… Ella le escribe al padre Germán: Pobre<br />
Jesús, a veces le he sido ingrata, le he escupido a la cara y él, tan<br />
bueno, me miraba, se reía y me acariciaba (ya sabía que así me lo<br />
ordenaba el confesor) 178 .<br />
En un cuaderno de recuerdos escrito por Eufemia Giannini<br />
anota: En el mes de agosto de 1902, el día 16, se le apareció el<br />
ángel. La quería curar, pero ella no quiso que la tocase. Y le decía:<br />
“Mi padre (espiritual) no quiere”. El ángel le respondió: “Pero yo soy<br />
un ángel”. Y ella le decía: “Sí, pero tienes la cara de un hombre”.<br />
Entonces ella le escupió y, donde cayó la saliva, nació una bella<br />
rosa blanca, en cuyas hojas estaba escrito: Del amor todo se<br />
recibe. Después el ángel se puso de rodillas, juntó las manos y oró.<br />
Recitó todas las oraciones que el sacerdote dice en la misa desde<br />
el Santo hasta la Elevación, tal como ella (Gema) me lo contó<br />
después del éxtasis 179 .<br />
REPARACIÓN<br />
Su deseo de reparar tantas ofensas que Jesús recibe por<br />
medio de los pecadores era tan grande como su deseo de amar a<br />
Jesús y de que todos lo amen. Afirma: Daría gota a gota toda mi<br />
sangre de muy buena gana sólo por contentar a Jesús y por<br />
impedir que tantos pobres pecadores lo ofendieran. Dios mío, ¿qué<br />
es lo que digo? ¡Oh, quisiera en estos momentos que mi débil voz<br />
177 Epistolario, Ed. Litúrgica española, Barcelona, 1944, p. 276.<br />
178 Carta al padre Germán de mayo de 1900.<br />
179 Eufemia Giannini, Proceso apostólico de Gaeta, fol 58.<br />
64
llegase hasta los últimos confines de la tierra, quisiera hacerme oír<br />
por todos los pecadores y quisiera gritarles: “Pecadores, ¿preferís<br />
maltratar e insultar a Jesús, antes que veros maltratados vosotros<br />
mismos?<br />
¡Si supiera usted qué que afligido está Jesús en ciertos<br />
momentos y a ciertas horas! Es imposible, verdaderamente imposible,<br />
casi detenerse a mirarlo. Para colmo ¿cuántos son los que le<br />
compadecen? Muy pocos. Jesús se encuentra casi siempre solo.<br />
¡Y da tanta pena ver a Jesús en medio de tantos dolores! ¿Cómo<br />
contemplarle en ese estado y no ayudarle? 180<br />
Y Jesús le dijo: Nadie se cuida ya de mi amor. Mi corazón<br />
está olvidado como si nada hubiera hecho, como si nada hubiera<br />
padecido por ellos. Me hallo solo casi siempre en las iglesias y, si<br />
muchos se reúnen, lo hacen por móviles bien distintos de los que<br />
yo quisiera. Y así tengo que sufrir, viendo a mi Iglesia convertida en<br />
teatro de diversiones. Veo que muchos, con semblante hipócrita,<br />
me traicionan con comuniones sacrílegas...<br />
Tengo necesidad de víctimas, pero víctimas de verdad. Para<br />
calmar la ira divina y justa de mi Padre celestial, necesito almas<br />
que con sus padecimientos y tribulaciones y asperezas satisfagan<br />
por los pecadores y los ingratos. ¡Oh, si pudiera hacer comprender<br />
a todos cuán irritado está mi divino Padre contra el mundo181 .<br />
Y ella se ofreció generosamente a Jesús como víctima por los<br />
pecadores. En un éxtasis decía: Quiero ser toda víctima de los<br />
pecadores. Quiero vivir víctima y quiero morir víctima 182 . Y Jesús<br />
aceptó su ofrecimiento. Por eso, en una carta al padre Germán le<br />
dice: Ayer en la misa de medianoche, al momento del ofertorio, vi<br />
que Jesús me ofrecía a mí como víctima al eterno Padre183 .<br />
LAS ALMAS DEL PURGATORIO<br />
Gema, como todos los santos, también tuvo mucha devoción y<br />
amor a las almas del purgatorio. Rezaba por ellas desde jovencita,<br />
pues dice su tía Elisa Galgani que, durante sus vacaciones en<br />
180 Carta al padre Germán del 9 de agosto de 1900.<br />
181 Carta al padre Germán del 13 de octubre de 1901.<br />
182 Éxtasis 9.<br />
183 Carta al padre Germán del 26 de diciembre de 1900.<br />
65
Camaiore, se le veía ir al cementerio y pasar largas horas, rezando<br />
por las almas184 .<br />
También se sabe que rezaba todos los días 100 requiem por<br />
las almas benditas. Y por ellas hizo el voto heroico, que consiste en<br />
el ofrecimiento de todas sus obras satisfactorias por ellas.<br />
En una oportunidad, su ángel le preguntó: “Gema, ¿cuánto<br />
hace que no has rogado por las almas del purgatorio? Oh, hija mía,<br />
piensas poco en esto. La Madre Teresa sigue sufriendo”. Desde la<br />
mañana no había rogado por ella. Me dijo: “Me gustaría mucho que<br />
cualquier cosa, por pequeña que fuese, que sufrieras, la ofrecieras<br />
por las almas del purgatorio. Todo pequeño sufrimiento las alivia<br />
¡Cuánto sufren estas almas! ¿Quieres hacer algo esta noche por<br />
ellas? ¿Quieres sufrir? 185<br />
Otro día el ángel le dijo que Jesús quería que sufriera esa<br />
noche unas dos horas por un alma de purgatorio... Sufrí de hecho<br />
dos horas como quería Jesús por la Madre María Teresa186 .<br />
En una de sus apariciones, Jesús le revela las angustias de la<br />
religiosa pasionista Madre Josefa, porque tenía en casa a sor<br />
María Teresa que estaba muy enferma. Jesús le reveló que, dentro<br />
de poco tiempo, moriría esta hermana María Teresa. Y dice: Un<br />
viernes me pareció que Jesús me decía: “Gema, la Madre Teresa<br />
está en el purgatorio, ruega por ella, pues sufre mucho”. Cuando lo<br />
oí no quería creer que fuera ella... El ángel de mi guarda me dijo<br />
que hasta la más mínima cosa que padeciese lo ofreciese todo por<br />
las almas del purgatorio, en especial por ella. Así lo hice. Un jueves<br />
me hizo Jesús sufrir dos horas más por ella, diciéndome que había<br />
aliviado sus penas… Yo pensé que el día (de la Asunción de<br />
María) Jesús se la llevaría consigo. Serían las nueve de la mañana<br />
y me pareció que me daban sobre el hombro (un golpecito) y vi<br />
cerca de mí una persona vestida de blanco. ¡Qué miedo sentí! Me<br />
preguntó:<br />
- ¿Me conoces? Yo soy la Madre Teresa. Vengo a darte gracias<br />
por el bien que me has hecho y por el interés que te has<br />
tomado para que cuanto antes pudiera entrar en el paraíso.<br />
184 Proceso apostólico de Pisa, fol 285.<br />
185 Diario del 6 de agosto de 1900.<br />
186 Diario del 9 de agosto de 1900.<br />
66
Sigue haciéndolo así. Unos cuantos días más y seré feliz<br />
eternamente.<br />
- No me dijo más y desapareció.<br />
Desde esa hora, redoblé con el máximo empeño mis pobres<br />
oraciones. Ayer por la mañana, después de la sagrada comunión,<br />
Jesús me dijo que hoy, a medianoche volaría al cielo.<br />
Me había prometido Jesús que me daría una señal. Era ya la<br />
medianoche y nada. A la media me pareció que la Virgen venía a<br />
avisarme, diciéndome que la hora se acercaba. Después de unos<br />
instantes, la vi venir acompañada de su ángel custodio. Estaba<br />
vestida de pasionista. Me dijo que su purgatorio había terminado y<br />
se iba al cielo... Sonreía y no puede figurarse lo jubilosa que iba.<br />
Fueron a recogerla Jesús y su ángel de la guarda. Al tomarla,<br />
Jesús dijo: “Ven, oh alma, que me has sido tan querida”. Y se la<br />
llevó 187 .<br />
ESPOSA DE JESÚS<br />
Gema llegó a ser esposa de Jesús como los grandes santos.<br />
Llegó a lo que en mística se llama matrimonio espiritual. Pero fue<br />
una esposa del crucificado en todo el sentido de la palabra. Fue<br />
una esposa de sangre.<br />
Gema en carta a Monseñor Volpi del 12 de setiembre de 1899<br />
le manifiesta que Jesús le ha anunciado que llegará a ser su<br />
esposa de sangre: Cuando sea tu esposo de sangre, yo te amaré,<br />
pero crucificada. Muestra tu amor para conmigo como yo lo he<br />
mostrado contigo. ¿Y sabes cómo? Sufriendo penas y cruces sin<br />
cuento. Has de sentirte con todo muy honrada, si te trato así y si te<br />
llevo por caminos ásperos y dolorosos. Permito que te atormente el<br />
demonio, que te disguste el mundo, que te aflijan las personas más<br />
queridas para ti y que, con un martirio cotidiano y oculto, tu alma<br />
sea purificada y probada. Tu, hija mía, durante este tiempo piensa<br />
solamente en practicar grandes virtudes.<br />
187 Carta a Monseñor Volpi del 19 de agosto de 1900.<br />
67
Este el momento apropiado. Corre por el camino de la<br />
voluntad divina, humíllate y ten la seguridad de que, si te mantengo<br />
en la cruz, es porque te amo 188 .<br />
Jesús imprimió en ella las llagas en manos, pies y costado.<br />
También le hizo sentir las llagas de la flagelación. Ella misma le<br />
escribe al padre Germán: Esta semana ha añadido otro regalo muy<br />
precioso para mí. Me hizo sentir algunos golpes de su flagelación<br />
por todo el cuerpo. Fue cosa muy dolorosa. Pero ¿qué es ello al<br />
lado de los terribles golpes que descargaron sobre Jesús? 189 .<br />
Doña Cecilia le escribía al padre Germán: Gema sufrió, como<br />
de costumbre y tal vez más, la acostumbrada flagelación ¡Si<br />
hubiese visto las piernas, las rodillas, el pecho y todo su cuerpo! En<br />
suma, era una pura llaga, toda cubierta de sangre. Así ha permanecido<br />
hasta el viernes a las tres 190 .<br />
La noche del 19 de julio de 1900 se quedó en éxtasis. Ella<br />
dice: Me encontré con Jesús que sufría horribles penas. ¿Cómo<br />
había de ver sufrir a Jesús sin ayudarle? Se apoderó de mí un gran<br />
deseo de padecer por lo que supliqué a Jesús me concediese esa<br />
gracia. En el instante, fueron satisfechos mis deseos. Jesús se<br />
acercó y, quitando de su cabeza la corona de espinas con sus<br />
manos santísimas, la colocó sobre la mía y la oprimió contra las<br />
sienes. Momentos de dolor fueron aquellos, pero felices. Así estuve<br />
una hora sufriendo con Jesús 191 .<br />
También Jesús le concedió la llaga sobre del hombro<br />
izquierdo, causada por el peso de la cruz camino del Calvario. Esta<br />
llaga la obligaba a caminar torcida de aquel lado. Como las demás<br />
llagas, duraba desde la tarde del jueves hasta la tarde del viernes,<br />
todas las semanas 192 .<br />
Igualmente le hizo sufrir el sudor de sangre que Jesús padeció<br />
en Getsemaní. Ella declara: Ayer Jesús me hizo sufrir mucho. Todo<br />
el día estuve sudando sangre. No estaba en casa sino con la<br />
188 Carta a Monseñor Volpi del 12 de setiembre de 1899.<br />
189 Carta al padre Germán del 9 de febrero de 1901.<br />
190 Carta de doña Cecilia al padre Germán del 17 de febrero de 1901.<br />
191 Germán de san Estanislao, o.c., p. 90.<br />
192 Ib. p. 92.<br />
68
señora Cecilia. No sé si se dio cuenta de algo 193 . El padre Pablo<br />
dice de un éxtasis al que él asistió: Vi con mis propios ojos que<br />
sudaba sangre. De la cara y de la cabeza salía sangre, también de<br />
las orejas, de la boca, de la nariz, de las manos y de las uñas de la<br />
mano 194 .<br />
Además sentía un fuego misterioso en su corazón que le hizo<br />
hasta levantarle las costillas de esa parte, porque el corazón<br />
parecía no caber en su sitio. Ella le explica al padre Germán: Hace<br />
ocho días que de la parte del corazón siento un fuego misterioso<br />
que no sé entender. Los primeros días no hacía caso, porque me<br />
daba poco o nada fastidio, pero este es el tercer día que el fuego<br />
va creciendo de tal manera que no puedo soportarlo. Necesitaría<br />
hielo para extinguirlo, me da mucho fastidio. Me impide dormir,<br />
comer, etc. Es un fuego misterioso que sale hasta el exterior y<br />
tengo la piel un poco quemada, es fuego que no me atormenta, me<br />
deleita, pero me consume 195 .<br />
Y el padre Germán aclara: Con tal fuerza latía aquel corazón<br />
que, intentando algunas veces resistirle fuertemente con ambas<br />
manos, las rechazaba con violencia. Yo mismo vi agitarse la silla<br />
en que estaba sentada y la cama en que yacía durante las fuertes<br />
conmociones, mientras ella permanecía quieta, sin sombra de<br />
fastidio, angustia ni temblor...<br />
Preguntándole yo, en cierta ocasión, qué le parecía aquel<br />
fenómeno, me contestó con su habitual sencillez: “¿No lo ve?<br />
Jesús es muy grande y mi corazón pequeño. Jesús no cabe en mi<br />
corazón tan pequeño y lo sacude y lo sacude para hacerse lugar.<br />
Mal se remediará la falta de espacio, si Jesús no lo remedia. Que<br />
se dilate cuanto quiera el corazón con tal que esté cómo Jesús”.<br />
Y tanto se dilató aquel corazón que un día levantó tres<br />
costillas del lado correspondiente... Las tres costillas estaban fuertemente<br />
encorvadas, casi en ángulo recto, formando exteriormente<br />
un voluminoso abultamiento que dejaba, en la parte interior,<br />
espacio suficiente para que el corazón latiese con menos dificultad<br />
196 .<br />
193 Carta a Monseñor Volpi de julio o agosto de 1899.<br />
194 Proceso ordinario de Luca, Sumario, pp. 774-776.<br />
195 Carta al padre Germán del 30 de agosto de 1902.<br />
196 Germán de san Estanislao, o.c., p. 183.<br />
69
La señora Cecilia, le escribía al padre Germán: Tres costillas<br />
se le han salido de su sitio. Esta mañana, por obediencia al<br />
confesor, me ha mostrado la parte del corazón y he visto que están<br />
muy levantadas 197 .<br />
Y Jesús la amaba tanto que, en ocasiones, le daba grandes<br />
alegrías. Un día Jesús le hizo besar sus llagas. Escribe: Me dijo<br />
que por lo mucho que había padecido besase sus llagas. Yo no<br />
merecía un premio tan grande. Se me manifestó Jesús todo<br />
llagado y me hizo acercar a sí y se las besé todas. Cuando llegué a<br />
las del costado, me pareció que ya no podía resistir más. ¡Qué<br />
satisfacción sentía! En pocos momentos, Jesús me hizo olvidar los<br />
días pasados 198 .<br />
Ayer por la tarde... me parecía tener en brazos un hermoso<br />
niño como de tres años. Me besaba y acariciaba y me preguntaba<br />
si lo conocía y lo quería. Me preguntaba si quería ser toda suya,<br />
que pronto me tomaría por esposa. Yo estaba tan contenta que no<br />
sabía ni qué responder 199 .<br />
Esta mañana, en la comunión, se me ha hecho sentir Jesús<br />
casi con una broma. Me parecía tenerlo al lado y que me decía:<br />
“Mira, Gema, yo tengo en mi Corazón una hijita que amo mucho y<br />
de la que soy, a mi vez, amado. Esta hija me pide siempre amor y<br />
pureza y yo le he concedido tanta como puede caber en una<br />
humana criatura. Yo mismo he sido quien ha guardado siempre la<br />
limpieza de su corazón, como corazón que es de esposa elegida<br />
por el celestial y divino esposo” 200 .<br />
Ayer tarde, ¡cuánto me acarició Jesús! ¡Ha llegado hasta<br />
besarme! ¡Pobre Jesús! ¡Cuánto se ha humillado! Parece increíble.<br />
¿Dónde está la grandeza infinita de Jesús? ¡Oh Corazón de mi<br />
Jesús, tan humillado por mí! ¿Qué haré por Vos? ¡Oh Corazón<br />
grande, omnipotente, os adoro, no ya con reverencia de esclava<br />
sino con el puro amor de… esposa!” 201 .<br />
El padre Germán comenta: Este feliz estado (del matrimonio<br />
espiritual) me lo describió la piadosa virgen con las siguientes<br />
197 Carta a doña Cecilia al padre Germán del 16 de octubre de 1900.<br />
198 Carta a Monseñor Volpi de agosto-setiembre de 1900.<br />
199 Carta a Monseñor Volpi de noviembre de 1899.<br />
200 Carta al padre Germán del 12 de setiembre de 1902.<br />
201 Carta al padre Germán del 5 de octubre de 1900.<br />
70
palabras tan breves como elocuentes: “Jesús continúa queriéndome<br />
mucho, pero no como antes, sino con una unión muy<br />
diferente… Y no estoy en mí, pues soy de mi Dios, toda para Él y<br />
Él todo en mí y para mí, como decía la esposa del Cantar de los<br />
Cantares. Jesús está conmigo y es mío. Él está solo y yo sola con<br />
Él para bendecirlo y agasajarlo. Lo tengo encerrado en mi corazón<br />
en donde desaparece su Majestad. Porque allí estamos los dos<br />
solos y, al unísono con el Corazón de Jesús, palpita el mío 202 .<br />
GEMA PASIONISTA<br />
Aunque no pudo durante su vida ver realizado su ideal de ser<br />
pasionista, lo fue en sentido pleno después de su muerte. Ya en<br />
1899, en una carta a Monseñor Volpi, le escribe que la Virgen<br />
María le dijo en una aparición: Hija, has recuperado la salud para<br />
servir a mi Hijo en la Congregación de las pasionistas. Tú serás<br />
pasionista 203 .<br />
Con esta seguridad, le insistía continuamente a Monseñor que<br />
diera los pasos necesarios para llevarla a un convento pasionista.<br />
En diciembre de ese mismo año, en una aparición, el venerable<br />
Gabriel, le dice: “No te preocupes, hijita querida. Te he dicho<br />
muchas veces que tú serás pasionista”. Me tomó de la mano y me<br />
hizo sentar junto a él. Me pareció que me quería mucho y me<br />
acariciaba, diciéndome: “Nada temas, pase lo que pase. El nuevo<br />
convento se hará aquí, en esta ciudad (Luca) y tú serás pasionista<br />
204 .<br />
Cuando en enero de 1900 le escribe por primera vez al padre<br />
Germán, también le insiste sobre este punto paraque ponga de su<br />
parte y pueda llegar a ser pasionista como era la voluntad de Dios.<br />
Lamentablemente, tanto Monseñor Volpi como el padre Germán<br />
tomaron las cosas con demasiada calma. El 13 de octubre de<br />
1901, Gema le escribió una carta al padre Germán en la que le<br />
comunicaba que Jesús le había dicho: Que vaya a Roma y hable<br />
de este mi deseo al santo Padre, que le diga que amenaza un gran<br />
castigo (al mundo) y necesito víctimas. Yo les aseguro que, si dan<br />
a mi corazón la satisfacción de hacer aquí en Luca una nueva<br />
202 Germán de san Estanislao, o.c., pp. 180-181.<br />
203 Carta a monseñor Volpi del 2 de julio de 1899.<br />
204 Carta a monseñor Volpi del 19 de diciembre de 1899.<br />
71
fundación de religiosas pasionistas..., la presentaré al Padre y Él se<br />
calmará. Dile que estas son palabras mías y que será el último<br />
aviso que doy a todos, una vez manifestada ya mi voluntad. Dile a<br />
tu padre que me dé este consuelo 205 .<br />
Como no se hizo nada, Dios decidió llevarse al cielo a Gema<br />
antes de lo previsto. Pero, una vez muerta, todos se pusieron en<br />
acción. El padre Germán dice: Yo me recordé al punto del encargo<br />
que me había hecho un año antes: “Vaya a Roma y hable con el<br />
Papa”. Fui a Roma y hablé con su santidad Pío X recién ascendido<br />
al Pontificado. Me escuchó cariñosamente, le agradó el proyecto y,<br />
tomando la pluma, de su puño escribió la aprobación 206 .<br />
El 16 de marzo de 1905, la madre Josefa y la Madre Gabriela<br />
del convento de Corneto llegaron a Luca para comenzar la<br />
fundación. Se presentaron algunas jóvenes y, a los pocos meses,<br />
ya eran siete de Comunidad en un alojamiento provisional. En 1917<br />
se trasladaron a un local más amplio. En 1922 adquirieron una<br />
pequeña casa y un trozo de terreno, donde se construyó un<br />
oratorio. En 1935 se colocó la primera piedra del actual santuario<br />
en honor de santa Gema, donde reposan sus restos junto a los del<br />
padre Germán, cuya causa de beatificación está en marcha, y los<br />
de Monseñor Volpi. En 1965 se terminó la construcción del actual<br />
monasterio-santuario de santa Gema de Luca.<br />
En un lugar contiguo al santuario, se guardan algunos objetos<br />
que pertenecieron a Gema: Un vestido con mantilla, un sombrero<br />
de paja, alguna ropa blanca, pañuelos, una funda de almohada,<br />
zapatos y medias, un reloj de plata, cubiertos, algunos libros, la<br />
disciplina, un pequeño mantel, algunos bordados y algunos objetos<br />
de uso personal.<br />
205 Carta al padre Germán del 13 de octubre de 1901.<br />
206 Germán de san Estanislao, o.c., p. 228.<br />
72
PROCESO DE BEATIFICACIÓN-CANONZACIÓN<br />
A partir de su muerte, Gema comenzó a repartir abundantemente<br />
gracias temporales y espirituales a todos sus devotos:<br />
curaciones, conversiones y favores de toda clase. El 3 de octubre<br />
de 1907 se abrió en Luca el proceso informativo. El 20 de enero de<br />
1922 se abrió en Pisa el proceso apostólico.<br />
Los milagros aprobados para la beatificación fueron dos. El<br />
primero sucedió a María Menicucci, que sufría agudos dolores en la<br />
rodilla derecha. Creyendo que fuesen dolores reumáticos procuraba<br />
buscar alivio en unturas, emplastos y baños de las más<br />
acreditadas termas de Italia, pero todo en vano. Examinada con<br />
diligencia por especialistas, diagnosticaron la enfermedad de tumor<br />
blanco en la rodilla, en situación avanzada y de carácter tuberculoso.<br />
En 1907 la pobre enferma fue a casa de unos parientes suyos a<br />
Pistoia, donde, reconocida por el doctor Clelucci, aconsejó la<br />
operación. El caso parecía desesperado: la operación o un milagro.<br />
La señora Menicucci se aplicó sobre la rodilla enferma una<br />
reliquia de Gema y comenzó una novena. Al terminarla, se quitó la<br />
venda y, con indecible sorpresa, se encontró <strong>total</strong>mente curada.<br />
Los médicos del Vaticano certificaron: La curación de la rodilla<br />
derecha de la señora María Menicucci es un hecho que no cabe en<br />
los límites de los sucesos naturales.<br />
El segundo milagro aprobado fue la curación instantánea y<br />
completa de una úlcera varicosa en la pierna izquierda del<br />
sacerdote Ulises Fabrizi la noche del 26 al 27 de noviembre de<br />
1919. A don Ulises que ya contaba con 75 años, se le reventó la<br />
ulcera varicosa, dándose la curación por punto menos que<br />
imposible.<br />
Como última tentativa, se pensó llevarlo a un sanatorio de<br />
Roma y someterlo a la inspección de los mejores especialistas.<br />
Entonces, dice él, volviéndome a la sierva de Dios con una ferviente<br />
plegaria, le dije: “Gema mía, cúrame esta llaga, porque deseo<br />
verte sobre los altares antes de mi muerte. Cuando haya<br />
73
conseguido esto, me resigno gustoso a morir. Después de esta<br />
oración se quedó dormido. A la mañana siguiente, fueron a quitarle<br />
las vendas para proceder a la cura. ¡Cuál no sería la sorpresa de<br />
todos al no descubrir ni vestigio de la úlcera! Los médicos de la<br />
Comisión vaticana certificaron: “Afirmamos del modo más explícito<br />
con firme y clara conciencia que la curación de Ulises Fabrizi rebasa<br />
los límites del orden natural, debiéndose considerar como<br />
milagrosa 207 .<br />
La beatificación tuvo lugar en la basílica vaticana de Roma el<br />
14 de mayo de 1933.<br />
Los milagros aprobados para la canonización y considerados<br />
como inexplicables para la ciencia fueron también dos. Elisa<br />
Scarpelli comenzó a sufrir en el mes de noviembre de 1932 en la<br />
parte izquierda de la cara una enfermedad denominada por los<br />
médicos lupus vulgaris, creciendo de tal suerte este mal que<br />
degeneró en una edemitis ulcerosa y en bolsa de fístula con pus.<br />
Resultando vanos los cuidados de la ciencia, se recurrió únicamente<br />
a la intercesión de la beata Gema. Estaba la enfermedad en<br />
plena efervescencia la mañana del 14 de mayo de 1933, mientras<br />
en la basílica vaticana se celebraba la solemne beatificación de<br />
Gema. Elisa se sintió instantáneamente curada, recubiertas las<br />
úlceras de la piel y cerrada completamente la fistula, sin quedar<br />
señal alguna de la enfermedad.<br />
El otro favorecido fue Natal Scarpelli que, desde 1913 y más<br />
gravemente desde 1927, sufría de varices, especialmente en la<br />
pierna izquierda. El 3 de abril de 1935 a consecuencia de una<br />
caída casual se le formó una herida que degeneró en úlcera. En la<br />
tarde del 3 de mayo esa úlcera pútrida ya, tenía una extensión de<br />
cerca de nueve centímetros cuadrados. La hija del enfermo y la<br />
esposa invocaron con fervor a la beata Gema y aplicaron sobre la<br />
úlcera purulenta una pequeña reliquia de la beata, vendando la<br />
pierna. A la mañana siguiente, aparecía nueva piel sobre la úlcera,<br />
la venda estaba seca, el enfermo no sentía dolor y no quedaba<br />
vestigio de la enfermedad 208 .<br />
El 2 de mayo de 1940 tuvo lugar su canonización en la<br />
basílica vaticana. El Papa dijo: Para gloria de la santa e indivisible<br />
207 Germán de san Estanislao y Basilio de san Pablo, o.c., pp. 399-400.<br />
208 Germán de san Estanislao y Basilio de san Pablo, o.c., pp. 401-402.<br />
74
Trinidad, para exaltación de la fe católica, con la autoridad de<br />
nuestro Señor Jesucristo, de los apóstoles Pedro y Pablo...<br />
decretamos, definimos e inscribimos en el catálogo de los santos a<br />
Gema Galgani 209 .<br />
Jesús hacía mucho tiempo que le había profetizado que sería<br />
santa. Dice ella: Una noche, de doce a dos no dormía como de<br />
ordinario, estaba despierta. Me pareció que el niño Jesús se ponía<br />
sobre mis rodillas. Apenas lo tuve, le dije: “Jesús, ahora vas a<br />
concederme de veras la gracias que deseo: Haz conocer mañana<br />
la verdad a Monseñor”. A lo que Jesús dijo: “Hija mía, la verdad ya<br />
la conoce quien debe conocerla; en cuanto a Monseñor, no ha<br />
llegado todavía el tiempo en que debe conocerla, pero llegará un<br />
día en que la conozca. Asegúrale que soy yo, Jesús, el que te<br />
habla y que dentro de unos años tú serás por obra mía, santa,<br />
harás milagros y serás elevada al honor de los altares 210 .<br />
San Maximiliano Kolbe, que conoció la vida de Gema durante<br />
sus estudios en Roma, la dio a conocer en Polonia en 1919. Él<br />
mismo le tenía mucha devoción y la llamaba hermana mía. Siempre<br />
llevaba con él una imagen de Gema y estuvo presente en<br />
Roma el día de su beatificación, el 14 de mayo de 1933.<br />
209 Ib. p. 413.<br />
210 Carta a Monseñor Volpi de marzo de 1901.<br />
75
REFLEXIONES<br />
Santa Gema Galgani ha sido una santa mártir, en cuanto que<br />
ha vivido durante varios años, semana a semana, de jueves a<br />
viernes, los padecimientos de la Pasión de Jesús. Jesús quiso<br />
asemejarla a Él en las llagas de pies, manos y costado. A veces<br />
también revivía los sufrimientos de la coronación de espinas, de la<br />
flagelación, del sudor de la sangre.<br />
Toda su vida fue un querer amar a Jesús y hacerlo feliz,<br />
procurando consolarlo de las ofensas recibidas por los pecados de<br />
los hombres. Por eso, ella se entregó como víctima por la salvación<br />
de los pecadores y de las almas del purgatorio. Incluso, con<br />
permiso de su confesor y director, se ofreció por la salud de doña<br />
Justina, la mamá de la casa donde vivía.<br />
Entre todas las gracias y dones sobrenaturales que recibió,<br />
quizás uno de los más grandes fue el de la pureza <strong>total</strong>.<br />
Sor Gema Giannini declara: Gema me habló de que, una vez,<br />
su ángel custodio le dijo que Jesús le daba tantas gracias por su<br />
virtud (de la pureza). Yo le dije: “Consérvalo bien este lirio, si le<br />
agrada tanto a Jesús. Procura mantenerlo intacto”. Y ella me<br />
respondió: “No tengo otra cosa que ofrecerle” 211 .<br />
Y amaba tanto a Jesús que lo trataba de tú a tú. Pero el<br />
director se lo prohibió. Le dijo que debía tratarlo de Vos o de usted.<br />
Y ella le respondió: Muchas veces me ha dicho que no trate a<br />
Jesús de tú, que no le dé tanta confianza y Jesús, en cambio, me<br />
dijo ayer por la mañana: “Mira, hija mía, cuando yo me muestro un<br />
poco disgustado con la personas es porque ellas no tienen<br />
conmigo aquella confianza que yo desearía”. El que no trata a<br />
Jesús con confianza, hace injuria a su bondad 212 .<br />
Su vida personal era muy austera y penitente. Obtuvo permiso<br />
de su confesor y director para pedir al Señor no poder sentir el<br />
sabor de los alimentos y obtuvo esta gracia. A veces, le preguntaba<br />
la señora Cecilia cuánto tiempo había dormido y le respondía: Una<br />
horita. No dormía más de tres horas diarias. Le gustaba darse<br />
disciplinas (azotes) por amor a Jesús y salvar a los pecadores.<br />
211 Proceso apostólico de Gaeta, Sumario, pp. 651-652.<br />
212 Carta al padre Germán del 12 de setiembre de 1901.<br />
76
En algunas oportunidades, el confesor le permitió darse<br />
algunas disciplinas (azotes) y llevar cilicios o cadenitas como<br />
objetos de penitencia. Pero luego se lo prohibía. A este respecto,<br />
dice el padre Germán: Los últimos instrumentos de penitencia, fui<br />
yo quien se los quitó 213 .<br />
Por otra parte, su amor a Jesús Eucaristía era todo para ella.<br />
Era el centro de su vida. Sin la comunión, no podía vivir. De ahí<br />
que, cuando el confesor le quiso prohibir comulgar, ella, al<br />
contárselo al padre Germán, le temblaba el pulso y se sentía morir<br />
de sólo pensar qué sería de ella sin la comunión diaria. Ya desde<br />
muy niña se había enamorado de Jesús Eucaristía. Su profesora<br />
sor Julia Sestini afirma que en el colegio, mientras jugaba con sus<br />
compañeras, dirigía frecuentes miradas al sagrario 214 . Y casi todos<br />
los días, después de comulgar, se quedaba en éxtasis.<br />
Su amor a María fue algo indispensable en su vida. Al morir su<br />
madre, se ofreció a la Virgen para que, desde ese momento,<br />
hiciera de Madre para ella. Y esto le sirvió toda la vida. Por eso, le<br />
llamaba Mamá.<br />
También en la vida de santa Gema resplandece su amor al<br />
ángel custodio. El ángel era su amigo y confidente, su guía y<br />
maestro, que la corregía y aconsejaba, le daba pláticas y también<br />
la consolaba, la defendía y hasta la curaba de sus enfermedades.<br />
Algo singular fueron también sus dones extraordinarios de<br />
conocimiento sobrenatural de las cosas, de éxtasis, de los estigmas,<br />
de perfume sobrenatural y profecía.<br />
Realmente, ella vivió en sí misma los grandes misterios de la<br />
fe católica y ella, por experiencia personal, puede decirnos que<br />
todos son verdad. Ella vivió en carne propia la realidad del demonio<br />
o la presencia viva y real de Jesús en la Eucaristía o del amor de<br />
María o del ángel custodio. Ella fue un Evangelio viviente y puede<br />
decirnos a cada uno que Dios es bueno y nos ama y quiere<br />
siempre nuestro bien, pero que debemos dejarnos llevar con<br />
confianza por el camino de la vida, sabiendo que Dios tiene<br />
providencia de nosotros y cuida hasta de nuestros más pequeños<br />
213 Germán de san Estanislao, o.c., p. 136.<br />
214 Proceso apostólico de Pisa, fol 97.<br />
77
detalles. Y que lo que nos sucede, aunque algunas cosas Dios no<br />
las quiera, todo lo permite por nuestro bien (Rom 8, 28).<br />
Por otra parte, es importante observar la importancia que<br />
Gema daba a las imágenes religiosas, que tantos hermanos<br />
separados rechazan. Ella tenía reliquias del hermano Gabriel e<br />
imágenes de la Virgen y de Jesús. Amaba mucho al Crucifijo que<br />
estaba en el comedor de la casa. Jesús, en una ocasión, le dio la<br />
gracia de poder levantarse del suelo en levitación para poder<br />
besarle las llagas. Esto, sin descontar otras cosas que la<br />
experiencia de la Iglesia ha demostrado ser importantes, como la<br />
señal de la cruz o el agua bendita en la lucha contra el demonio.<br />
Su amor a los santos fue parte de su espiritualidad diaria,<br />
especialmente a sus santos predilectos: san Gabriel de la<br />
Dolorosa, san Pablo de la Cruz, santa Margarita María de Alacoque...<br />
Algo también muy importante para ella era celebrar con<br />
solemnidad las fiestas litúrgicas de la Iglesia. Hizo la primera<br />
comunión el día del Sagrado Corazón de Jesús. Y todos los años<br />
celebraba este día de modo especial, diciendo que era el día de su<br />
fiesta. El 8 de junio de 1899, víspera del Sagrado Corazón de<br />
Jesús, recibió el regalo de las llagas.<br />
El día de Navidad de 1896 pudo hacer el voto de castidad con<br />
permiso del confesor. El 8 de diciembre de 1898, día de la<br />
Inmaculada Concepción, hizo voto de ser religiosa por consejo del<br />
hermano Gabriel de la Dolorosa. El 15 de agosto de 1900, fiesta de<br />
la Asunción, María, como buena Madre, le llevó su corazón al cielo.<br />
Y todos los años celebraba con especial devoción la fiesta de los<br />
santos ángeles el dos de octubre.<br />
Ojalá podamos imitarla en dar más importancia a las cosas<br />
espirituales que a las cosas materiales. Porque en la tarde de la<br />
vida nos examinarán del amor y, al final, sólo quedará el amor; el<br />
amor será lo único que podremos llevar al más allá como tesoro<br />
para la vida eterna.<br />
78
FICHA BIOGRÁFICA<br />
1878.- El 12 de marzo nace Gema en Camigliano (Toscana-<br />
Italia).<br />
1878.- En abril la familia se traslada a vivir a Luca.<br />
1880.- Va al parvulario de las hermanas Vallini.<br />
1885.- El 26 de mayo hace la confirmación.<br />
1886.- El 17 de setiembre muere su madre Aurelia Landi.<br />
1887.- El 17 de junio hace la primera comunión.<br />
1889-1893.- Frecuenta el colegio de las hermanes Zitinas.<br />
1894.- Muere su hermano Gino y obtiene la medalla de oro en<br />
Concurso Catequístico.<br />
1896.- Soporta una operación sin anestesia de caries ósea en<br />
uno de los pies. 1897.- El 11 de setiembre fallece su<br />
padre Enrique Galgani.<br />
1898.- Rechaza dos propuestas de matrimonio para ser toda<br />
de Jesús.<br />
1898.- El 8 de diciembre hace voto de ser religiosa por<br />
consejo de san Gabriel de la Dolorosa.<br />
1899.- El 3 de marzo se cura milagrosamente de una grave<br />
enfermedad<br />
1899.- El día de Viernes Santo experimenta los sufrimientos<br />
de la Pasión.<br />
1899.- El 8 de junio recibe los estigmas.<br />
1899.- Entre junio y julio se confiesa con el padre Cayetano; y<br />
el doctor Pfanner estudia las llagas, declarando que son<br />
producidas por histerismo.<br />
1900.- El 28 de enero escribe la primera carta al padre<br />
Germán, que será su director espiritual hasta su muerte.<br />
1900.- El 10 de julio Jesús le da por primera vez la corona de<br />
espinas.<br />
1900.- En setiembre entra a vivir a la familia Giannini.<br />
1901.- Entre febrero y mayo escribe su Autobiografía por<br />
orden de su director espiritual.<br />
79
1902.- Se ofrece víctima por los pecadores y Jesús le revela<br />
sus designios de fundar un convento de pasionistas en<br />
Luca.<br />
1902.- El 21 de setiembre enferma gravemente.<br />
1903.- En enero la familia Giannini la traslada a un<br />
apartamento en la calle de la Rosa.<br />
1903.- El 11 de abril muere a los 25 años.<br />
1905.- Las monjas pasionistas se establecen en Luca.<br />
1933.- El 14 de mayo es beatificada en la basílica vaticana de<br />
Roma.<br />
1940.- El 2 de mayo es canonizada en la basílica vaticana por<br />
Pío XII.<br />
80
CONCLUSIÓN<br />
Después de haber leído la vida de santa Gema Galgani,<br />
podemos exclamar llenos de alegría: El dedo de Dios está aquí. Su<br />
vida está empapada de las realidades sobrenaturales, que tantos<br />
hoy ponen en duda, porque no creen más que en lo que se ve y se<br />
toca. Los materialistas llaman idealistas, ilusos e irracionales a<br />
quienes creen en milagros y cosas sobrenaturales, que no se ven y<br />
no pueden demostrarse con la razón.<br />
Por eso, es tan importante leer las vidas de los santos, que<br />
nos hablan de experiencias y no de ideas o teorías filosóficas. El<br />
que no crea en lo que Gema dice en sus cartas o en su Diario y<br />
Autobiografía es sin lugar a dudas un ignorante, pues muchas de<br />
las experiencias que ella cuenta fueron comprobadas por personas<br />
dignas de fe, que las transmiten como ciertas.<br />
Y todo esto sin descontar que para la beatificación o canonización<br />
se requieren exhaustivas investigaciones, declaraciones de<br />
testigos que la conocieron y, además, la realización de dos milagros<br />
para cada etapa que deben ser aprobados por la Comisión<br />
médica del Vaticano, compuesta por expertos, de los que no se<br />
puede dudar, por ser profesionales competentes.<br />
En resumen, Dios existe y los milagros existen. Dios nos ama<br />
y espera de nosotros una respuesta a su amor. Para consolarlo de<br />
tantas ofensas que recibe de quienes no creen en Él y lo rechazan<br />
con sus pecados, escoge algunas almas víctimas que reparen los<br />
vacíos de amor que hay en el mundo.<br />
Estas almas víctimas son las que, como Gema, pueden decir<br />
como san Pablo: Me alegro de mis padecimientos por vosotros y<br />
suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de <strong>Cristo</strong> por su<br />
cuerpo que es la Iglesia (Col 1, 24).<br />
Que Dios los bendiga. Saludos de mi ángel y saludos a su<br />
ángel<br />
Que seamos santos para amar a Jesús con un amor <strong>total</strong>.<br />
Tu hermano y amigo del Perú.<br />
Ángel Peña O.A.R.<br />
81
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82
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Pueden leer todos los libros del autor en<br />
www.libroscatolicos.org<br />
83