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Alfabetización: teoría y práctica - Por iniciar...

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18<br />

La defi n ición del término mismo de alfabetización<br />

ha sido un campo de batalla en la historia de la<br />

investigación y de la <strong>práctica</strong> educativa. Sin embargo,<br />

puede ser útil, como punto de partida, intentar<br />

algunas reflexiones sobre el término.<br />

<strong>Alfabetización</strong> es una palabra difícil de definir<br />

porque se refiere simultáneamente a: 1) una tecnología<br />

simbólica creada para representar palabras e<br />

ideas mediante signos gráficos, 2) la habilidad individual<br />

de leer y escribir dichos signos, 3) las <strong>práctica</strong>s<br />

sociales y culturales que surgen alrededor de los usos<br />

de tal tecnología; y 4) el proceso de convertirse en alfabetizado<br />

o letrado a través de la educación formal<br />

o informal.<br />

Ahora bien, en el campo educativo se habla de<br />

alfabetización como algo que es muy importante<br />

enseñar y aprender, pero existen fuertes debates jus-<br />

<strong>Alfabetización</strong>:<br />

<strong>teoría</strong> y <strong>práctica</strong><br />

to sobre qué significa ser alfabetizado; qué significa<br />

saber o no saber leer y escribir; qué nivel de dominio<br />

es aceptable; sobre si la alfabetización debe servir<br />

para funcionar dentro o fuera de la escuela; sobre<br />

qué enfoque de alfabetización es mejor (“funcional”,<br />

“académico”, “crítico”, “cultural”, “informático”,<br />

o “multimodal”); sobre quiénes deciden qué cuenta<br />

como alfabetización, quiénes necesitan alfabetizarse,<br />

y qué tipo de alfabetización necesitan.<br />

En este artículo intento explicar y reflexionar sobre<br />

la complejidad de la palabra alfabetización, y de sus<br />

respectivas consecuencias pedagógicas y políticas.<br />

Definiciones y debates<br />

Gregorio Hernández Zamora<br />

Centro para las Américas, Vanderbilt University, EUA | México/ EUA<br />

grehz@yahoo.com<br />

A pesar de la inestabilidad y multiplicidad de definiciones,<br />

es importante notar que hay algunos puntos


ásicos de acuerdo que es preciso tener en cuenta<br />

para saber de qué hablamos cuando decimos alfabetización.<br />

Veamos esto con un ejemplo en cinco partes.<br />

Primera, si este párrafo estuviera escrito en alfabeto<br />

cirílico (el que usan en Rusia), o en caracteres árabes<br />

(fig. 1) muchos de nosotros no podríamos “leerlo”, en<br />

el sentido de decodificar, verbalizar, pronunciar o<br />

siquiera nombrar los signos, aun cuando algunos se<br />

“parezcan” a las letras del alfabeto latino. Conocemos<br />

el alfabeto latino, pero no el cirílico o el árabe; por lo<br />

tanto, una persona debe conocer el código escrito específico<br />

de su lengua para ser alfabetizado.<br />

Figura 1. Escrituras distintas al alfabeto latino<br />

Escritura cirílica<br />

Для того чтобы читать и писать, любой<br />

человек должен знать алфавит, на котором<br />

написан данный текст.<br />

Escritura árabe<br />

ﻡﻥ ﺃﺝﻝ ﺍﻝﻕﺭﺍءﺓ ﻭﺍﻝﻙﺕﺍﺏﺓ ، ﻱﺝﺏ ﺃﻥ ﻱﻉﺭﻑ ﺍﻝﺵﺥﺹ<br />

ﺍﻝﻡﺡﺩﺩﺓ ﻑﻱ ﺍﻝﺱﻱﻥﺍﺭﻱﻭ ﺍﻝﺫﻱ ﻩﻭ ﻥﺹ ﻡﻙﺕﻭﺏ<br />

Segunda, si este párrafo estuviera escrito en alfabeto<br />

latino (como efectivamente lo está), pero no en<br />

español, sino en alemán (fig. 2), al menos yo entendería<br />

sólo las palabras Person y Text, aún cuando pudiera<br />

“leer” fluidamente las letras (oralizarlas).<br />

Figura 2. Texto escrito en alemán con alfabeto latino<br />

Um Lesen und Schreiben zu können, muss eine Person<br />

die Sprache wissen, in der ein Text geschrieben ist.<br />

<strong>Por</strong> tanto, para ser alfabetizado uno debe conocer<br />

la lengua específica en que un texto está escrito, de lo<br />

que se desprende una consecuencia fundamental:<br />

aprender las formas hablada y escrita de la lengua<br />

son dos caras inseparables en el proceso de alfabetización<br />

(sí, la lengua hablada es parte de la alfabetización).<br />

Tercera, si un texto está escrito en alfabeto<br />

latino y en español (lengua que algunos “sabemos”),<br />

pero usa formas lingüísticas (palabras, oraciones)<br />

con las que uno no está familiarizado, podría tener<br />

dificultades para entender lo que ese texto “significa”.<br />

Este sería el caso de algunos lectores para entender<br />

palabras o frases como “inestabilidad”, “multiplici-<br />

Al f A b e t i zA c i ó n: t e o r íA y p r á c t i cA 19<br />

dad”, “sistema de escritura”, “formas lingüísticas”,<br />

“concepto”, “oralizar”, “alfabetización crítica”, y otras<br />

que se encuentran en este mismo texto. O sería tal<br />

vez la dificultad de un mecánico (que ha pasado su<br />

vida lidiando con objetos materiales más que con<br />

palabras y definiciones) para entender la oración con<br />

que inicia este artículo: “La definición del término<br />

mismo de alfabetización ha sido un campo de batalla<br />

en la historia de la investigación y de la <strong>práctica</strong><br />

educativa.” <strong>Por</strong> lo tanto, no es suficiente con conocer<br />

el código escrito y la lengua del texto; uno debe conocer<br />

el lenguaje social específico (variante dialectal,<br />

tecnicismos, temática) para entender ciertos textos.<br />

Cuarta, incluso si soy hablante fluido del español y<br />

estoy familiarizado con el lenguaje especializado (su<br />

léxico, formas sintácticas, estilo, tema, etc.) del texto<br />

que estoy leyendo, podría no entender lo que el texto<br />

en su conjunto “significa” si carezco de la experiencia<br />

<strong>práctica</strong> necesaria para elaborar una interpretación<br />

“correcta”, “aceptable” o “útil” de acuerdo a los parámetros<br />

de interpretación aceptados por la comunidad<br />

de <strong>práctica</strong> específica que utiliza ese tipo de<br />

texto. <strong>Por</strong> ejemplo, este artículo podría tener mucho<br />

sentido para maestros y especialistas en alfabetización;<br />

en cambio, un ingeniero civil, alfabetizado pero<br />

ajeno al tema y al campo de la alfabetización, podría<br />

preguntarse para qué alguien se puso a escribir esto<br />

y cuál es su utilidad, aún cuando este ingeniero sea<br />

experto en el español que hablan y leen los ingenieros<br />

civiles. Es decir, uno debe pertenecer y participar en<br />

ciertas comunidades de <strong>práctica</strong> (también nombradas<br />

comunidades discursivas) para entender los códigos<br />

o <strong>práctica</strong>s interpretativas específicas gracias a las<br />

cuales un miembro de ese grupo o comunidad será<br />

considerado alfabetizado. Quinta y última, incluso si<br />

conozco el código y la lengua en que está escrito un<br />

texto, el lenguaje social que utiliza, y soy miembro de<br />

la comunidad de <strong>práctica</strong> que utiliza dichos textos…<br />

hay quienes afirman que en la actual “era digital” no<br />

es suficiente saber leer y escribir sólo a través de los<br />

medios impresos tradicionales; uno debe ser capaz<br />

de elaborar significados (interpretar o producir) a<br />

través de medios digitales y multimodales (mezcla de<br />

texto, imagen, video, por medio de computadoras)


20 septiembre – diciembre 2008<br />

para ser “alfabetizado”, se dice. En este caso, los teóricos<br />

actuales (como el New London Group, del Río<br />

y González) hablan de “alfabetización multimodal”,<br />

“alfabetizaciones múltiples”, “alfabetización informacional”,<br />

o cosas por el estilo.<br />

<strong>Por</strong> otro lado, existen dos posturas que a veces<br />

parecen antagónicas sobre qué significa alfabetización,<br />

alfabetizar, y ser alfabetizado, y que se expresan<br />

tanto en la investigación como en la <strong>práctica</strong> educativa.<br />

<strong>Por</strong> un lado, están quienes piensan que la lengua<br />

(hablada y escrita) y el mundo son cosas distintas.<br />

Según esta postura es suficiente saber las “reglas” de<br />

la lengua (el código y sus reglas) para volverse alfabetizado,<br />

y la “lectoescritura” se ve como una habilidad<br />

“portátil”, que una vez adquirida puede llevarse y utilizarse<br />

en cualquier contexto. En su cuestionamiento<br />

a esta postura, Brian Street (1993) explica que estas<br />

propuestas educativas afirman que alfabetizar es<br />

una habilidad que puede enseñarse en forma más o<br />

menos rápida, de manera autónoma o independiente<br />

del aprendizaje de la lengua y del resto de la cultura.<br />

Esta es la idea en que se basan hasta la fecha la mayoría<br />

de las campañas y programas de alfabetización<br />

en los países que algunos llaman “subdesarrollados”<br />

o “en vías de desarrollo”, pero que otros preferimos llamar<br />

países ex coloniales o neocoloniales. Esta última<br />

distinción no es trivial, pues justo quienes piensan<br />

que nuestros países son “subdesarrollados” son quienes<br />

creen que el “analfabetismo” es una de las causas<br />

del subdesarrollo, y que “alfabetizar” (a los despojados,<br />

marginados y desempleados) es la vía para “salir<br />

del subdesarrollo”.<br />

<strong>Por</strong> otro lado, están quienes piensan que la lengua<br />

y el mundo son cosas inseparables, es decir, que<br />

el aprendizaje de la lengua es aprendizaje cultural.<br />

Esto significa que una persona, al mismo tiempo<br />

que aprende la lengua (hablada y escrita), aprende<br />

sobre el mundo y sobre su lugar en el mundo. En consecuencia,<br />

no se puede aprender la cultura hablada<br />

y escrita (lo que en inglés se llama literacy) si no se<br />

tiene acceso a los espacios sociales e institucionales<br />

donde se produce y reproduce el conocimiento sobre<br />

el mundo, y donde las personas se forman y se transforman<br />

no sólo como “lectores”, sino como individuos<br />

enteros con mayor o menor libertad y capacidad<br />

para reflexionar y actuar en el mundo. Desde esta<br />

postura se cuestiona la visión simplista que entiende<br />

alfabetizar como enseñar el alfabeto, o como (según<br />

la versión de los planes de estudio oficiales) enseñar<br />

las características de los textos, y se afirma que una<br />

persona necesita tener acceso a actividades y comunidades<br />

diversas y a diálogos sociales más amplios<br />

y críticos para volverse un sujeto conciente y capaz<br />

de influir en su propio destino y en el del mundo en<br />

el que vive. En otras palabras, sin tener acceso a diálogos<br />

críticos sobre los temas, los textos, las verdades<br />

y las mentiras que realmente importan en nuestras<br />

vidas, la capacidad de de-codificar el alfabeto o de<br />

saber las características de algunos tipos de texto<br />

poco aportan para modificar la relación de uno mismo<br />

con el mundo.<br />

Dimensiones de la alfabetización<br />

Explícita o implícitamente todo proyecto alfabetizador<br />

concibe y prioriza alguna de estas tres dimensiones<br />

de la alfabetización: 1) la habilidad de leer y escribir<br />

para funcionar en la vida diaria (“alfabetización<br />

funcional”); 2) la posesión del conocimiento relevante<br />

para convertirse en un miembro competente del<br />

grupo cultural (“alfabetización cultural”); 3) el uso<br />

consciente de la palabra escrita y del conocimiento<br />

cultural para construir una identidad o “voz” propias<br />

con el fin de examinar críticamente las relaciones<br />

sociales opresivas y el lugar de uno mismo en dichas<br />

relaciones (“alfabetización crítica”). Puesto que esta<br />

diferencia es central para quienes trabajan en torno<br />

a la alfabetización, intentaré explicarla en forma<br />

Figura 3


“didáctica”. Para ello presento en la fig. 3, a un par de<br />

ratoncitos que andan extraviados por el camino; de<br />

pronto encuentran un anuncio que contiene un dibujo<br />

y un letrero que dice “Ud. está aquí”.<br />

Los ratoncitos se encuentran entonces frente a<br />

una típica situación donde saber leer puede ser vital<br />

para su futuro. Veamos ahora qué significa enseñar<br />

a leer (o alfabetizar) desde cada una de las tres dimensiones<br />

de la alfabetización. Desde un enfoque<br />

funcional, la atención se pondría en el texto en sí, es<br />

decir, en la decodificación adecuada de las letras (por<br />

ejemplo, leer “Usted” donde dice “Ud.”), de preferencia<br />

en voz alta y de manera fluida y expresiva. Desde<br />

el enfoque funcional también se preguntaría de qué<br />

tipo de texto se trata (un texto informativo, un letrero<br />

en la vía pública, etc.), y tal vez, apegándose al plan<br />

de estudios de la educación secundaria en México,<br />

se buscaría que los ratones reflexionaran sobre la estructura<br />

sintáctico-semántica de la oración escrita<br />

(por ejemplo, sobre la persona gramatical que se usa,<br />

sobre las razones para usar la segunda persona en un<br />

texto apelativo, sobre el uso de la puntuación, sobre<br />

si el texto y la imagen son adecuados para el tipo de<br />

texto que es, etc.). Las consecuencias <strong>práctica</strong>s de<br />

este tipo de alfabetización “funcional” podrían ser<br />

que los ratoncitos sacaran 10 en un examen estandarizado,<br />

o que, en un contexto extraescolar, los ratones<br />

interpretaran que el texto dice que “están ahí”,<br />

donde marca la flecha, o sea a medio camino, así que<br />

deben seguir caminando, no importa si seguir caminando<br />

los lleva directo al aparato digestivo de la<br />

víbora.<br />

<strong>Por</strong> su parte, desde un enfoque de alfabetización<br />

cultural, la lectura se enfocaría a poner en juego el<br />

conocimiento cultural que los ratones tienen sobre<br />

la historia y los valores compartidos de la sociedad<br />

en que viven. Si fueran ciudadanos mexicanos, por<br />

ejemplo, además de decodificar las letras y analizar<br />

la estructura del lenguaje y del texto, tendrían que<br />

entender que si están “ahí”, donde lo indican el letrero<br />

y la flecha, es gracias a los logros del gobierno en<br />

materia de política económica y social, y en particular<br />

a los programas de combate a la pobreza y apoyo<br />

decidido a la pequeña y micro empresa, acciones que<br />

Al f A b e t i zA c i ó n: t e o r íA y p r á c t i cA 21<br />

les han dado la oportunidad de avanzar juntos por el<br />

camino del progreso, que es donde en ese momento<br />

se encuentran. En consecuencia, el texto sería interpretado<br />

como una confirmación de que los ratones<br />

van por buen camino y que por ahí deben seguirle.<br />

Leer (interpretar) el texto de esa manera sería señal<br />

de que están culturalmente alfabetizados.<br />

Finalmente, desde una perspectiva de alfabetización<br />

crítica, lo primero que los lectores (los ratones)<br />

harían sería pensar algo así como: “el texto dice ‘Usted<br />

está aquí’, ¿se refiere a nosotros, los que estamos<br />

leyendo el texto?, ¿y por qué y cómo venimos a parar<br />

aquí?, ¿quién se beneficia de que estemos aquí?,<br />

¿debemos seguir este camino o intentar salir?, ¿qué<br />

podemos hacer?, etc.” Es decir, desde un enfoque de<br />

alfabetización crítica lo primero que debe hacer el<br />

lector es plantearse preguntas a partir del texto, o<br />

incluso cuestionar al texto (“¿será verdad lo que dice<br />

este texto o es nomás una broma?”). En este sentido,<br />

el cartelito de “Ud. está aquí” representa la diversidad<br />

de textos que circulan en el mundo, y cuya inter-


22 septiembre – diciembre 2008<br />

pretación concienzuda e informada es vital no sólo<br />

para pasar un examen, o para decir que uno “sabe<br />

leer”, sino para decidir qué hacer con la vida de uno<br />

mismo. De aquí que, desde esta postura, leer no puede<br />

centrarse ni sólo en las letras (decodificar), ni sólo<br />

en el texto aislado, sino que debe incluir la lectura del<br />

texto en su contexto (la panza de la víbora) y en su<br />

relación con los propios lectores (ambos, texto y lectores,<br />

están en la panza de una víbora).<br />

De acuerdo con Paulo Freire (1993) los proyectos<br />

o programas de alfabetización (de niños o adultos)<br />

nunca son ideológica y políticamente neutrales. Sirven<br />

no sólo al “bien” de la humanidad, sino a intereses<br />

de clase y de grupo. En este sentido, es claro que<br />

un programa centrado en la dimensión funcional de<br />

la alfabetización es limitado y limitante, pues entrena<br />

a las personas para “funcionar” en la sociedad tal<br />

y como es (injusta, desigual, opresiva, discriminadora,<br />

elitista), a la vez que les impide poner atención<br />

sobre la manera en que los textos mismos señalan<br />

(como el cartelito y la flecha) su lugar en el mundo.<br />

Mientras que un proyecto guiado por un enfoque<br />

crítico de la alfabetización exige una alfabetización<br />

funcional y cultural, pero además añade de manera<br />

explícita la intención de enseñar y aprender a leer los<br />

textos para “leer el mundo”, y para escribir y decidir<br />

el lugar de uno mismo en el mundo.<br />

Para muchos educadores y alfabetizadores alrededor<br />

del mundo existen buenas razones para<br />

adoptar y promover la alfabetización crítica. <strong>Por</strong><br />

ello, amplío enseguida qué significa alfabetización<br />

crítica y por qué es esencial distinguir ésta de las<br />

otras formas de alfabetización.<br />

<strong>Alfabetización</strong> crítica: para leer el mundo<br />

En mi última experiencia de trabajo como diseñador<br />

y coautor de los nuevos materiales de español para<br />

escuelas telesecundarias de México enfrentamos un<br />

conflicto permanente con las autoridades educativas<br />

justo por su rechazo a aceptar una definición<br />

más amplia y crítica de alfabetización. Nosotros sostuvimos<br />

que en los materiales didácticos que estábamos<br />

diseñando no debía importar sólo llevar a los<br />

alumnos a analizar la estructura de los textos (que es<br />

lo que el plan de estudios marcaba), sino apoyarlos<br />

para comprender su contenido y para pensar en la<br />

significación que dichos textos pudieran tener en sus<br />

vidas. Pero en esta experiencia quedó claro que según<br />

la SEP (Secretaría de Educación Pública), leer significa<br />

no poner atención a lo que el texto dice, ni a lo que el<br />

texto le dice al lector en lo personal, ni a lo que el texto<br />

le dice al lector sobre el mundo en el que vive. Según la<br />

serie de dictámenes y órdenes que recibimos durante


tres años en ese proyecto, en lo que deben poner atención<br />

al leer y escribir los alumnos es en cosas como los<br />

“recursos que sirven para asegurar la cohesión”, en la<br />

“estructura sintáctico-semántica”, en la “organización<br />

gráfica”, en las “propiedades de los géneros y tipos de<br />

texto”, en los “aspectos discursivos”, en las “funciones<br />

semánticas de los modos verbales”, etc., etc. Es decir,<br />

en todo, menos en lo que los textos les dicen a los lectores<br />

sobre sus deseos y frustraciones, sueños y temores,<br />

alegrías y tristezas, pensamientos y emociones; ni<br />

sobre lo que los textos pueden decirles sobre quiénes<br />

son ellos, cuál es su situación en el mundo, y qué futuro<br />

pueden imaginar para sí mismos.<br />

El punto aquí es justo qué significa leer (o alfabetizarse)<br />

críticamente. Es claro que formar “lectores<br />

críticos” (término que se usa incluso en algunos<br />

documentos oficiales) no es para las burocracias<br />

educativas sino una frase de moda, un adorno en<br />

sus documentos curriculares. Para nosotros, en<br />

cambio, leer críticamente significa leer los textos<br />

para leer el mundo. Desde esta postura, leer de manera<br />

fluida y expresiva no basta; tampoco basta con<br />

leer y contestar acertadamente exámenes estandarizados<br />

de “comprensión lectora”. Ni siquiera es<br />

suficiente con leer un texto y relacionarlo con experiencias<br />

y conocimientos previos, como lo indican<br />

las <strong>teoría</strong>s psicolingüísticas de la lectura. Todo lo<br />

anterior es necesario y es parte del proceso de leer<br />

textos. Pero lo que verdaderamente marca la diferencia<br />

entre un lector a secas y un lector crítico es<br />

la posibilidad, la capacidad y la voluntad de usar lo<br />

que lee en los textos para interpretar su propia vida<br />

y el mundo en el que vive.<br />

¿<strong>Por</strong> qué importa esto? <strong>Por</strong>que aprender a leer<br />

críticamente significa aprender que uno se va a encontrar<br />

en la vida con agentes e instituciones que<br />

intentan controlar la interpretación de los textos<br />

importantes (sean textos religiosos, políticos, académicos,<br />

jurídicos, económicos y hasta literarios).<br />

Como lectores nos toparemos con esta voluntad de<br />

controlar lo que las palabras y los textos significan, lo<br />

mismo en la iglesia que en los juzgados, en los bancos<br />

o en la escuela, en el congreso o en las instituciones<br />

electorales. Y sobre este aspecto crucial de convertir-<br />

Al f A b e t i zA c i ó n: t e o r íA y p r á c t i cA 23<br />

se en lector crítico, los programas de alfabetización,<br />

incluyendo los planes de estudio oficiales de la educación<br />

pública mexicana, no dicen <strong>práctica</strong>mente<br />

nada. Sin embargo, este concepto de lectura y lector<br />

críticos es fundamental, pues importa no sólo que<br />

los jóvenes y adultos aprendan cómo leer y escribir,<br />

sino también para qué necesitan leer, escribir, hablar<br />

y pensar. Y la finalidad es una: para que no permanezcan<br />

en silencio y aborden cuestiones y problemas<br />

de sus sociedades.<br />

Recomendaciones para la acción<br />

En este artículo he buscado mostrar y demostrar que<br />

ser alfabetizado es un concepto relativo, no absoluto.<br />

Depende de qué estamos leyendo o escribiendo, con<br />

qué fines, con qué medios o tecnologías, como parte<br />

de qué actividad y de qué comunidad. Para quienes<br />

trabajan en el campo de la alfabetización éstos son<br />

algunos puntos que pueden considerar:<br />

1. Identificar y decidir explícitamente qué definición<br />

y qué dimensiones de la alfabetización les interesa<br />

promover, enseñar o evaluar en su trabajo educativo.<br />

Tener claridad sobre esto es esencial hoy día por<br />

la tendencia a reducir y simplificar la <strong>teoría</strong> en aras<br />

de “medir resultados” y favorecer programas que<br />

supuestamente buscan “vencer el analfabetismo”.<br />

2. Reconocer la naturaleza compleja e inevitablemente<br />

ideológica y política de la alfabetización<br />

y dudar, al menos, de las políticas y enfoques pedagógicos<br />

guiados por concepciones estrechas y<br />

“neutralizantes” de la alfabetización. La alfabetización<br />

que usualmente promueven gobiernos y<br />

agencias internacionales de orientación neoliberal<br />

no es la única que existe, ni la que más beneficia<br />

a los grupos históricamente marginados.<br />

3. Es claro que la educación y la alfabetización no<br />

pueden modificar el estatus quo (estado de cosas),<br />

pero sí puede aportar un mínimo de conciencia<br />

y sentido de identidad que ayude a la gente a re-


24 septiembre – diciembre 2008<br />

sistir o superar la sensación de sinsentido, vacío<br />

personal e impotencia que aumenta en medio<br />

del capitalismo global. Para ello, una tarea urgente<br />

es aportar a nuestros estudiantes (niños,<br />

jóvenes o adultos) los recursos para pensar de<br />

manera informada, crítica e independiente; para<br />

saber quiénes son y quiénes pueden llegar a ser. Y<br />

esto implica tomar decisiones sobre qué tipo de<br />

alfabetización se necesita.<br />

4. Asumir que el compromiso con la verdad y, por<br />

lo tanto, con una educación y una alfabetización<br />

críticas, puede tener consecuencias para uno<br />

mismo, lo que no significa que uno deba renegar<br />

de sus propias convicciones. Pese a la exclusión<br />

que yo mismo he sufrido por mis ideas educativas,<br />

pienso que no se puede hablar siquiera de<br />

alfabetización cuando se entrega la dignidad<br />

por un puesto o un salario, pues esto convierte a<br />

nuestras instituciones en escuelas de simulación<br />

y desvergüenza. Resistirse a esto es quizás la mejor<br />

forma de educar y de alfabetizar.<br />

Lecturas sugeridas<br />

de L Río Ma R t í n e z , H., y M. ca R M e n Go n z á L e z V. (2007).<br />

<strong>Alfabetización</strong> informacional en universitarios<br />

mexicanos.<br />

www.inteligencianet.com/file.php/1/INvitaciones/Alfabetizacion_Revisado.pdf<br />

fR e i R e, Pa u L o y do n a L d Ma c e d o (1989). <strong>Alfabetización</strong>:<br />

lectura de la palabra y lectura de la realidad. Barcelona:<br />

Paidós.<br />

fR e i R e, Pa u L o (1993). Pedagogía de la esperanza. México:<br />

Siglo XXI.<br />

He a t H , SH i R L e y B. y Le S L i e Ma n G i o L a (1991). Children<br />

of Promise: Literate Activity in Linguistically and<br />

Culturally Diverse Classrooms, Washington, DC:<br />

National Education Association.<br />

He R n á n d e z z., GR e G o R i o (2006). “Encuesta Nacional<br />

de Lectura: ¿hacia un país de lectores?”, en Encuesta<br />

nacional de lectura: informes y evaluaciones.<br />

México: UNAM, CONACULTA.<br />

www.scribd.com/doc/5709778/gregorio-hz-Encuesta-<br />

Nacional-de-Lectura-Hacia-un-pais-de-lectores<br />

He R n á n d e z z., GR e G o R i o (2008). Lectura y poder simbólico:<br />

el significado oficial de las palabras lectura,<br />

lector y texto en México. México: UNAM-FES<br />

Acatlán (Academia de Humanidades).<br />

www.lahojavolandera.com.mx/PROFESORES/<br />

prof_014.pdf<br />

ne w Lo n d o n GR o u P (1996). “A Pedagogy of Multiliteracies:<br />

Designing Social Futures”. Harvard Educational<br />

Review, 66(1), 60-92.<br />

http://wwwstatic.kern.org/filer/blogWrite44ManilaWebsite/paul/articles/A_Pedagogy_of_Multiliteracies_Designing_Social_Futures.htm<br />

St R e e t, B. (ed.) (1993). Cross-Cultural Approaches<br />

to Literacy. Cambridge: Cambridge University<br />

Press.<br />

Nota:<br />

Agradezco al Centro para las Américas, de Vanderbilt University<br />

(EU), el apoyo para la elaboración de este artículo. Gracias a Anja<br />

Becker e Irina Makoveeva por la traducción de los ejemplos al<br />

ruso y alemán.<br />

La lengua es una ciudad,<br />

a la construcción de la<br />

cual cada ser humano ha<br />

aportado una piedra<br />

Ralph W. Emerson, escritor y ensayista<br />

norteamericano, 1803-1882

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