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1925-1927: del Diccionario Usual y del Diccionario - Departamento ...

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<strong>1925</strong>-<strong>1927</strong>:<br />

DEL DICCIONARIO USUAL Y DEL DICCIONARIO MANUAL *<br />

Cecilio Garriga Escribano<br />

Francesc Rodríguez Ortiz<br />

Universitat Autònoma de Barcelona<br />

0. INTRODUCCIÓN<br />

En la historia de la Real Academia Española, el año de <strong>1925</strong> destaca por ser el momento en<br />

que se produce uno de los cambios más perceptibles en relación con la consideración social<br />

de la lengua. Se trata de la modificación <strong>del</strong> título <strong>del</strong> diccionario académico, que en su 15ª<br />

edición pasa de llamarse <strong>Diccionario</strong> de la lengua castellana a <strong>Diccionario</strong> de la lengua<br />

española 1 .<br />

Sin embargo, este es solo uno de los aspectos que por esos años marcan un cambio de rumbo<br />

fundamental en el quehacer académico, que lleva a la Corporación a modernizar sus obras<br />

lingüísticas, y especialmente las lexicográficas.<br />

En efecto, por esos años, especialmente a partir de 1914, en la Academia se desarrolla una<br />

actividad sin precedentes: los trabajos de revisión para la 15ª edición <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong>, la<br />

puesta en marcha <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> histórico, la elaboración de un <strong>Diccionario</strong> manual, la<br />

publicación <strong>del</strong> Boletín, etc.<br />

Aunque se dispone de datos de algunas de estas obras, así como de su historia externa, gracias<br />

a los estudios, por ejemplo, de Don Julio Casares, Don Fernando Lázaro, Don Manuel Alvar,<br />

Don Alonso Zamora Vicente, Don Manuel Seco, etc., no abundan los trabajos que analicen<br />

internamente sus características.<br />

En este contexto, el presente estudio presta atención especial a la 15ª edición <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong><br />

de la lengua española (RAE <strong>1925</strong>), también denominado <strong>Diccionario</strong> usual 2 . Pero como<br />

afirma Seco (1988a: 362), el <strong>Diccionario</strong> es el fruto de una tradición, y cada edición se<br />

explica a partir de la anterior. Por esa razón conviene tener en cuenta la edición precedente, la<br />

14ª (RAE 1914), y examinar el periodo que va desde 1914 a <strong>1925</strong>, sin olvidar las ediciones<br />

anteriores, especialmente al 13ª (RAE 1899) y la 12ª (RAE 1884), tan importantes 3 .<br />

Pero así como cada edición académica es el punto de partida para la siguiente, en estos años<br />

se produce otro acontecimiento singular, como es la elaboración <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual que<br />

verá la luz en <strong>1927</strong>. Esta circunstancia permite trazar de manera paralela el camino seguido<br />

por ambos diccionarios, el usual y el manual, y describir también las características de esta<br />

última obra, tan importante para la historia de la lexicografía española <strong>del</strong> siglo XX.<br />

*<br />

Este estudio se enmarca en el proyecto de investigación <strong>Diccionario</strong> histórico <strong>del</strong> español moderno de la<br />

ciencia y de la técnica, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia (HUM2007-60012FILO), y<br />

desarrollado por el grupo NEOLCYT.<br />

1<br />

Véase, por ejemplo, Seco (1988: 368), Alvar Ezquerra (1993: 228), Abad (1997: 103), Bajo Pérez (2000: 110),<br />

Azorín (2004: 280), etc.<br />

2<br />

Es una de las denominaciones que recibe, como explica Seco (1991: 240), junto a la de vulgar, común¸ etc.,<br />

para diferenciarlo <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> de Autoridades. Zamora Vicente (1999: 374) se refiere a él repetidamente con<br />

este título: <strong>Diccionario</strong> usual.<br />

3<br />

Se trata de dos de las ediciones mejor estudiadas, gracias a los trabajos de Garriga (2001) y Clavería (2003)<br />

respectivamente. Para una visión panorámica de las ediciones académicas de los siglos XVIII y XIX, véase<br />

Álvarez de Miranda (2000).


De esta manera, se presenta un panorama que, sin perder de vista los aspectos de la vida<br />

académica que rodean la elaboración de los diccionarios y que explican algunas de sus<br />

características, muestra con todo detalle los rasgos estructurales de la 15ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong><br />

de la lengua española (RAE <strong>1925</strong>) y la 1ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual e ilustrado de la lengua<br />

española (RAE <strong>1927</strong>).<br />

1. LA ACADEMIA Y EL DICCIONARIO EN TORNO A <strong>1925</strong><br />

1.1. LA RAE, LOS DICCIONARIOS Y EL BRAE<br />

Ciertamente, la Academia vive en estos primeros decenios <strong>del</strong> siglo XX momentos de gran<br />

actividad. La publicación de la 13ª ed. (RAE 1899) mantiene vivo el espíritu de las reformas<br />

iniciadas en la 12ª ed. (RAE 1884), que hacen entrar el <strong>Diccionario</strong> en la modernidad.<br />

Es importante, en este sentido, reparar en algunos de los académicos que en esos años forman<br />

parte de la Corporación. La presencia de algunos de ellos puede justificar los profundos<br />

cambios que se producen en la concepción de la lengua y <strong>del</strong> diccionario. Así, entre la nómina<br />

de académicos figuran nombres de filólogos tan importantes como Menéndez Pidal, Alemany<br />

y Bolufer, Julio Casares o García de Diego 4 , además de científicos como Torres Quevedo,<br />

Daniel de Cortázar, Rodríguez Carracido o Ramón y Cajal 5 , y literatos de la talla de Azorín,<br />

Palacio Valdés, los hermanos Álvarez Quintero, etc.<br />

Y también hay que tener en cuenta las críticas que las ediciones de esos primeros años <strong>del</strong><br />

siglo XX reciben por parte de algunos filólogos contemporáneos, como Mac Hale 6 , Cástex,<br />

Saralegui, Vergara, etc., una crítica que se extiende a todos los ámbitos de la Academia<br />

(Zamora Vicente, 1999: 520 y ss.) 7 .<br />

Pero desde el punto de vista filológico, seguramente el acontecimiento más relevante de esos<br />

años es la creación <strong>del</strong> Boletín de la Real Academia Española (BRAE), cuyo primer cuaderno<br />

aparece precisamente en 1914, año en que se publica la 14ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> y se inician<br />

los trabajos para la siguiente. En el BRAE se perciben nítidamente las líneas de interés que<br />

marcan los trabajos de los académicos: nuevas incorporaciones al diccionario, neologismos<br />

científicos, léxico americano, etimologías, cuestiones de norma, etc. En estos primeros años<br />

se crean algunas secciones, unas más fijas y otras más ocasionales 8 :<br />

4 Aunque García de Diego no toma posesión hasta noviembre de 1926 (Zamora Vicente 1999: 112), tal como se<br />

recoge en la sección “Acuerdos y noticias” <strong>del</strong> BRAE (XIII/1926: 652), había colaborado con la Academia desde<br />

años antes, con sus aportaciones sobre la etimología de diversas palabras (vid. n. 10). Sobre la labor de Casares<br />

en la Academia, véase Martínez Montoro (2002).<br />

5 Es verdad, sin embargo, que la influencia de Ramón y Cajal en la vida académica no debió ser relevante, ya<br />

que ni siquiera llegó a tomar posesión, a pesar de que desde su elección (1905) hasta su muerte (1934)<br />

transcurrieron casi treinta años (Zamora Vicente, 1999: 159).<br />

6 Sus comentarios (Mac Hale 1934) se centran en aspectos puntuales sobre las definiciones, las omisiones, la<br />

“maraña <strong>del</strong> diccionario” y una miscelánea que, en especial, trata sobre el origen geográfico de los términos.<br />

7 Esta tendencia sigue la corriente que se había establecido especialmente en las ediciones de la segunda mitad<br />

<strong>del</strong> siglo XX (Garriga 2001: 264) (Clavería 2003: 257 y ss.).<br />

8 Los datos que se recogen van <strong>del</strong> BRAE I/1914 al BRAE XIV/<strong>1927</strong>.


- “Escarceos filológicos” de Manuel de Saralegui. Se trata de un material heterogéneo<br />

que aparece con este título por primera vez en 1921 para responder a las críticas de R.<br />

Palma 9 .<br />

- “Neologismo y arcaísmo” (I/1914), con el informe que A. M. de Segovia realizó en<br />

1859; “Neologismos científicos”, con intervenciones de Rodríguez Carracido (I/1914)<br />

y “Varias cédulas sobre voces técnicas” de Velasco de Pando (XI/1924).<br />

- “Miscelánea etimológica”, con estudios de García de Diego (VI/1919: 747-754;<br />

VII/1920: 249-263) 10 , y de Asín Palacios (VII/1920: 356-365) 11 con el título<br />

“Etimologías”.<br />

- “Lexicología”, con apreciaciones breves sobre diversas voces. Participan en esta<br />

sección Cotarelo (I/1914: 192-196 y 357-360; V/1918), Casares (II/1915: 225-228), J.<br />

Menéndez Pidal (II/1915), e incluso algunos correspondientes de academias<br />

americanas. Algunas de estas notas eran claramente normativas. Una finalidad<br />

semejante tenían los comentarios de Cotarelo aparecidos bajo los epígrafes<br />

“Semántica española” (V/1918, VII/1920, VIII/1921) y “Curiosidades filológicas”<br />

(VI/1919), además de otros apuntes ocasionales de Bonilla San Martín o <strong>del</strong> mismo<br />

Cotarelo en su nota “Una nueva casta de galicismos” (XII/<strong>1925</strong>) 12 . Incluso el propio<br />

Cotarelo interviene en el BRAE para contestar algunas críticas a la 15ª ed. <strong>del</strong><br />

<strong>Diccionario</strong> (RAE <strong>1925</strong>), en un epígrafe titulado “Vocablos incorrectos” (XII/<strong>1925</strong>),<br />

que desde el primer número se había convertido en una sección fija.<br />

- Americanismos. Se trata de uno de los temas estrella en los trabajos académicos desde<br />

la 12ª ed. (RAE 1884). En el BRAE de estos primeros años destaca Toro y Gisbert,<br />

quien publica un “Ensayo de una sinopsis de los nombres científicos y vulgares de la<br />

fauna americana” en varias entregas (desde IV/1917 hasta VII/1920), que persigue la<br />

finalidad de ordenar la nomenclatura vulgar de una parte de la fauna americana. Y en<br />

ese mismo número, en cinco entregas (VII/1920 a VIII/1921) y casi 150 páginas,<br />

publica lo que titula “Reivindicación de americanismos”, notas dedicadas a palabras<br />

consideradas americanismos, muchas veces porque los autores americanos reconocen<br />

y no están en el <strong>Diccionario</strong>, pero que Toro y Gisbert demuestra que se usan en<br />

diversas zonas de la Península.<br />

9 En la sección se tratan palabras como varar, difumino (VIII/1921), obús, graduante / gradiente barométrico,<br />

presupuestear, aterrizar / amerrizar, independizar, alminar / minarete, sirena, honras (IX/1922), rango,<br />

escarceo, contingente, aparejado, vespertino, pléyades, barangay, barangayán, gubán, castro, meniña, modisto,<br />

lupa (X/1923), pánico, desierto, mahonesa, batiborrillo, prester, florista, lapso, avalancha, revancha, Las<br />

Jurdes, Duques de Alba, Ferrol, aria, climatérico, sol de justicia (XI/1924), cornúpeto, hostilización,<br />

homenajeado, obstaculizar, siniestrado, embarrancamiento, parachutista, regia, de teatro, regeneracionista,<br />

juvenilia, restañar, legendario, garulla, catedralicio, idiocia, absurdidez, imprevisible / indemorable, polemizar,<br />

-ción, comativo, catolicidad, ostensorio, cóndor / condor (XII/<strong>1925</strong>), elefantiasis, docenaje, saliñidad, seno<br />

(XIII/ 1926). Como explica Menéndez Pidal (BRAE XIV/<strong>1927</strong>: 16), los comentarios de Saralegui eran más<br />

subjetivos que propiamente filológicos.<br />

10 Se tratan palabras como paniaguado, roçina, ziza, marmella, regalar, pedugo, pihuela, mozo, guétagos, cado,<br />

cebilla, sallar / sachar, habrío / haberío, enteco, hobe, pendar, fazaleja, morueco, paúl, niñato, cañiguerra,<br />

torillo, ocar, jeda, joyo, regoldar, recadar, alondra, picaza, abubilla, torcaz, brebaje, carnal / carnaval, coz,<br />

esparaván / esparavel / esparver, cosquillas, cancajuela.<br />

11 Se tratan palabras como galdrufa, ¡ala!, ¡guay!, ¡ojalá!, ¡ole!, ¡uf!<br />

12 En estas notas Cotarelo defiende la formación de femeninos para las profesiones tradicionalmente<br />

desempeñadas por hombres: catedrática, abogada, mariscala, generala, etc.


- Formación de palabras. Era necesario disponer de un estudio pormenorizado de los<br />

procedimientos de formación de palabras en español, ya que un aspecto en el que<br />

coincidían todos los planes para la revisión <strong>del</strong> diccionario era la eliminación de los<br />

derivados de formación regular. El encargado de elaborarlo fue Alemany y Bolufer,<br />

quien había leído su discurso de recepción en la RAE el 14/01/1909, con el título El<br />

orden de las palabras en relación con el orden de las ideas. Así, entre 1917 y 1919,<br />

aparece en el BRAE, en diez entregas, el estudio “De la derivación y composición de<br />

las palabras en la lengua castellana” 13 . Se publica íntegro al año siguiente, con el título<br />

de Tratado de la formación de palabras en la lengua castellana: la derivación y la<br />

composición. Estudio de los sufijos y prefijos empleados en una y otra (Alemany<br />

1920) 14 . Posteriormente, como explica Zamora Vicente (1999: 206), Alemany fue el<br />

encargado de la edición <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual de <strong>1927</strong>.<br />

Además, desde esos primeros números, el BRAE da cuenta también de los acontecimientos<br />

que se suceden en la vida académica, e incluye, al final de cada cuaderno, un capítulo titulado<br />

“Acuerdos y noticias”, donde se mencionan y explican brevemente los más sobresalientes 15 .<br />

En estos primeros años merece la pena mencionar los siguientes:<br />

- La elección y la lectura de los discursos de recepción de los académicos electos. Entre<br />

ellos destacan algunos por el trabajo lingüístico que desarrollaron: Saralegui (I/1914:<br />

76); Torres Quevedo (VII/1920: 558), quien propondrá en su discurso de recepción la<br />

elaboración de un “<strong>Diccionario</strong> tecnológico de la lengua castellana”; Casares<br />

(VIII/1921: 456), que lee un discurso bajo el título “Nuevo concepto <strong>del</strong> diccionario<br />

de la lengua”, en el que pone las bases de lo que será su diccionario ideológico; y<br />

García de Diego (XIII/1926: 652), al que ya se ha hecho referencia, y quien a la<br />

muerte de Casares se ocupará de dirigir las más importantes tareas lexicográficas: el<br />

DRAE y el DHRAE 16 , etc.<br />

- Noticias relativas a los diccionarios académicos. Así, se da cuenta de la presentación<br />

de la 14ª ed. (I/1914: 617), pero igualmente ocurre con la 15ª ed. (XII/<strong>1925</strong>: 416) 17 . Al<br />

<strong>Diccionario</strong> manual solo se encuentra una única alusión (XIII/1926: 119), donde se<br />

13<br />

Comprende los siguientes fragmentos <strong>del</strong> BRAE: (IV/1917: 564-597), (V/1918: 70-88; 169-191; 333-349;<br />

469-491; 649-667), (VI/1919: 116-134; 261-281; 421-440; 627-649).<br />

14<br />

Se trata de un estudio que ha sido la única referencia de conjunto en la materia hasta la década de los 80 <strong>del</strong><br />

siglo XX (Rainer 1993: 30, Varela 2000: 84), ya que las gramáticas <strong>del</strong> español no solían incluir un apartado<br />

sobre formación de palabras, hasta la Gramática descriptiva de la lengua española (Bosque / Demonte 1999).<br />

En efecto, el aprovechamiento <strong>del</strong> estudio de la formación de palabras para la lexicografía se pone de manifiesto<br />

en los trabajos de Pena (1994-1995) y (2002).<br />

15<br />

En los primeros números <strong>del</strong> BRAE se observa una vacilación importante en el nombre de la sección, ya que a<br />

veces se denomina “Acuerdos de la Real Academia Española” (I/1914: 73), “Noticias y acuerdos de la<br />

Academia” (I/1914: 366; 484; 615) (II/1915: 233; 389; 564) (III/1916: 722), “Acuerdos y noticias de la<br />

Academia” (2/1915: 722) (IV/1917: 127; 260; 664) (V/1918: 679), “Acuerdos y noticias” (III/1916: 133; 244;<br />

608) (IV/1917: 397; 541) (V/1918: 387; 518) (VI/1919: 135), etc. A partir de 1919 se fija este último título.<br />

16<br />

Como explicaba Lapesa (1964: 425 y ss.) en el IV Congreso de Academias de la Lengua de Buenos Aires de<br />

1964.<br />

17<br />

Dice el BRAE (XII/<strong>1925</strong>: 416): “El nuevo “<strong>Diccionario</strong>”.- […] No cumple a la Academia ensalzar su propio<br />

trabajo: pero sí dirá que la nueva edición ha sido revisada, artículo por artículo; han sido modificadas las<br />

definiciones a millares; que se han incluído varios miles de voces nuevas en el libro correspondientes a<br />

provincialismos, que no deben faltar en un buen léxico de carácter general; y de americanismos, que también<br />

debían ya figurar en el mismo. Se han añadido igualmente muchas palabras <strong>del</strong> campo científico que han entrado<br />

ya en el corriente <strong>del</strong> idioma usual y perdido su condición de voces exclusivamente técnicas”.


hace referencia a los trabajos de impresión 18 . En estos primeros años tampoco se halla<br />

ninguna alusión al <strong>Diccionario</strong> histórico. Solo a partir de 1926 el BRAE se refiere<br />

esporádicamente a las voces aprobadas para la “futura edición <strong>del</strong> «<strong>Diccionario</strong>»” 19 .<br />

- Aspectos relacionados con la gestión de la Academia. Sin duda, lo más destacado es el<br />

fallecimiento de Maura y la presidencia interina de Menéndez Pidal (XII/<strong>1925</strong>: 694),<br />

que luego se convierte en definitiva (XIII/1926: 655).<br />

- Noticias de la relación de la Academia con otras academias correspondientes. Es un<br />

aspecto especialmente frecuente en este apartado. Es importante observar cómo van<br />

apareciendo noticias de la constitución de diversas academias: de la Filipina (VI/1919:<br />

288), de la Uruguaya (X/1923: 113), de la Panameña (XIII/1926: 379; 541), de la<br />

Cubana (Ibíd), de la Paraguaya (XIV/<strong>1927</strong>: 438), de la Boliviana (XIV/<strong>1927</strong>: 692).<br />

Según noticia de la propia Academia (Ibíd.) en ese momento solo quedaban por<br />

constituirse la Nicaragüense y la Dominicana. El objetivo también se expresaba con<br />

claridad en el BRAE (VI/1919: 288): la colaboración en los trabajos <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> 20 .<br />

1.2. LA CUESTIÓN DEL LÉXICO CIENTÍFICO Y TÉCNICO<br />

El debate sobre la presencia de voces técnicas en el diccionario se remonta, cuando menos, al<br />

<strong>Diccionario</strong> de Autoridades (RAE 1726-1739), cuando la Academia se compromete a<br />

elaborar un diccionario de voces de ciencias y artes que nunca se publicó. Ese cometido fue<br />

satisfecho parcialmente por Terreros (1786-1793), pero a lo largo <strong>del</strong> siglo XIX se trata de<br />

uno de los temas recurrentes 21 , como demuestran, por ejemplo, algunos de los debates<br />

celebrados con objeto <strong>del</strong> Congreso literario hispanoamericano de 1892 22 .<br />

En efecto, Clavería (2003: 293-296) muestra cómo el léxico especializado fue un tema<br />

esencial en la 13ª ed. (RAE 1899). Por los estudios parciales realizados sobre determinados<br />

18 El epígrafe dice así: “Voces nuevas para el <strong>Diccionario</strong>” .-En diversas juntas de los meses de enero y febrero<br />

la Academia acordó que se admitiesen en la futura edición XVI de su <strong>Diccionario</strong> y desde luego en el<br />

<strong>Diccionario</strong> manual que actualmente se está acabando de imprimir, los neologismos siguientes: (...)”. Se trata de<br />

esquí, amarar y amaraje, y locutor y locutora.<br />

19 Las voces tratadas son (se respetan las mayúsculas como en el original): Agresor, ra; Agrafia; Carel;<br />

Acracia; Algabeño, ña; Anarquizar; Anticlerical; Encartar; Estribo; Lanificio; Asesoramiento; Carrocero, ra;<br />

Avilesino, na; Catalanista, Milord y Miladi; Conventillo; Alcaldesa; Báquira; Banderín y Cucar (XIII/1926:<br />

251); Vicealmirante; borreguero, caballar, brodequín, capitalidad, capitalista, cazoletear, cumbrera, chauche,<br />

estribera, mochar, morreo, olma, obstetriz, tropo, pavo, heliograma (XIII/1926: 380); escultista, escultismo<br />

(XIV/<strong>1927</strong>: 693).<br />

20 Se dice en el BRAE: “La Academia Española está en frecuente y no interrumpida comunicación con ellas (las<br />

academias americanas); les envía sus obras y recibe las americanas; contesta a todas las preguntas y<br />

observaciones que tienen a bien dirigirle y las excita para que envíen toda clase de noticias útiles para los<br />

trabajos comunes de unas y otras Academias, en especial las conducentes a enriquecer el <strong>Diccionario</strong>”. El<br />

proceso de creación de las Academias correspondientes se conoce mucho mejor en la actualidad gracias a<br />

Zamora Vicente (1999: 345-367).<br />

21 En Alvar Ezquerra (1993: 229) se puede seguir la evolución <strong>del</strong> tema en los prólogos de los diccionarios<br />

académicos. La bibliografía sobre tecnicismos en los diccionarios <strong>del</strong> s. XIX es muy amplia. Un estudio clásico<br />

es el de Seco (1988b). También hay se describe la importancia de los diccionarios no académicos <strong>del</strong> siglo XIX<br />

en Martínez Marín (2000), Azorín (2002) sobre el léxico técnico en Salvá, e Iglesia (2004) sobre este léxico en<br />

Domínguez. Sobre Terreros, véase Alvar Ezquerra (1987a), Álvarez de Miranda (1992) y Azorín / Santamaría<br />

(2004), quienes buscan el contrapunto respecto a Autoridades.<br />

22 Se pone de manifiesto en Gutiérrez Cuadrado / Pascual (1992: XXV), quienes muestran el interés que suscita<br />

el léxico técnico y la necesidad de elaborar diccionarios de tecnicismos, con intervenciones de destacados<br />

científicos y académicos, entre los que destaca Rodríguez Carracido.


campos <strong>del</strong> vocabulario técnico, sabemos que en la 14ª ed. (RAE 1914), aunque con menos<br />

intensidad, continúa la incorporación de voces técnicas 23 :<br />

DRAE 1899 1914 <strong>1925</strong><br />

Electricidad 67 37 94<br />

Ferrocarril 25 14 43<br />

Fotografía 25 10 34<br />

Enología 27 25 67<br />

Pero como se observa en la tabla 24 , es la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) la que marca la diferencia<br />

respecto a las dos ediciones anteriores. Y es que en este primer cuarto <strong>del</strong> s. XX la conciencia<br />

sobre la necesidad de afrontar la cuestión <strong>del</strong> léxico de la ciencia y de la técnica va en<br />

aumento. Así, en este periodo se incorporan a la Academia Daniel de Cortázar (1899) 25 , José<br />

Rodríguez Carracido (1908) 26 y Leonardo Torres Quevedo (1920).<br />

Los tres mantienen su presencia en el BRAE en estos años. Son interesantes, por ejemplo, las<br />

contribuciones de Cortázar en una sección titulada “El purismo”, en la que declaraba:<br />

Cierto que nadie ha de sospechar voy a oponerme a la adopción de necesarios neologismos, principalmente<br />

técnicos, pues tengo dicho hace largo tiempo que de la nomenclatura de las ciencias puras y aplicadas proceden<br />

principalmente las palabras nuevas con que hoy se aumenta el caudal de las lenguas vivas. Mi intento es criticar<br />

las voces y giros exóticos, con los cuales se vicia, innecesariamente, el habla castellana. (Cortázar 1914: 39)<br />

A esta declaración de principios se pueden sumar las palabras de Rodríguez Carracido quien,<br />

también en el BRAE, en una sección llamada “Vocablos incorrectos”, abunda en esta idea<br />

para establecer la postura de la Academia ante los neologismos científicos:<br />

Aunque la Academia estima que debe ser, no materia preferente, sino única <strong>del</strong> contenido de su <strong>Diccionario</strong> la<br />

definición de las voces de uso vulgar, no puede excluir en absoluto las técnicas cuando éstas salen <strong>del</strong> círculo de<br />

los especialistas al generalizarse su empleo, por la gran transcendencia de los conceptos científicos o por la<br />

común aplicación de nuevos objetos e inventos a que los neologismos se refieren, pasando entonces a ser<br />

vulgares las palabras antes técnicas.<br />

23 Es interesante la anécdota de que en la presentación de esta edición, la Reina citara las voces automóvil y<br />

aeroplano como ejemplo de voces nuevas afincadas en el español (BRAE I/1914: 618).<br />

24 Los datos están extraídos de Moreno (1995) para el léxico de la electricidad, Rodríguez Ortiz (1997) para el<br />

ferrocarril, Gállego (1999) para la fotografía, y Bajo Santiago (1999) para la enología.<br />

25 Es interesante la referencia que incluye la Enciclopedia Espasa (VV. AA. 1908-1930: s.v. Cortázar): “Antes<br />

de pertenecer á la docta corporación había presentado más de 14.000 cédulas de enmiendas, supresiones ó<br />

adiciones á la duodécima edición <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> de la misma, trabajo verdaderamente notable si se tiene en<br />

cuenta que las papeletas iban acompañadas siempre de la exposición de motivos y con múltiples citas de obras y<br />

autores que sirvieron de antecedentes. Así es como Cortázar consiguió en gran parte limpiar de extranjerismos<br />

nuestro <strong>Diccionario</strong>, especialmente en su parte científica, con lo que ganó en buena lid su ingreso en la<br />

Academia Española”. En efecto, <strong>del</strong> trabajo de Cortázar se benefician sobre todo la 12 ª ed. (RAE 1884) y la 13ª<br />

(RAE 1899), como se declara en la extensa necrológica que Menéndez Pidal (<strong>1927</strong>: 14) dedica a este autor,<br />

aunque en las actas de la Academia hay constancia repetida de la intervención de Cortázar en las sesiones de<br />

trabajo para la revisión de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>): (actas 18/03/1915; 14/04/1915; 23/04/1915; 06/05/1915;<br />

04/05/1916; etc.).<br />

26 Su discurso de incorporación se titula “Valor de la literatura científica hispanoamericana” (Rodríguez<br />

Carracido 1964), en el que repasa los autores y los textos que en referencia a la ciencia se escriben en América,<br />

en un discurso que combina ciencia y lengua, y que a la vez exhorta a los americanos a mantener los vínculos<br />

científicos y lingüísticos con España. Para más información sobre Rodríguez Carracido, puede consultarse López<br />

Piñero / Glick / Navarro / Portela (1983: s. v. Rodríguez Carracido) y Zamora Vicente (1999: 181-182).


No sólo por la posible vulgarización de los neologismos, sino también por la solicitud con que debe ser atendida<br />

la correcta formación <strong>del</strong> lenguaje de los especialistas, no deben quedar sin enmienda aquellas voces que,<br />

viciosamente formadas, van penetrando en nuestro lenguaje científico (…). (Rodríguez Carracido 1914: 199) 27 .<br />

Pero el que tuvo mayor protagonismo en relación a las voces técnicas en el diccionario, tanto<br />

en las ediciones que centran este estudio como en las posteriores, fue Torres Quevedo, quien<br />

lee ante la Academia un discurso sobre la elaboración de un diccionario castellano<br />

tecnológico, contestado precisamente por Rodríguez Carracido (Torres Quevedo 1920). La<br />

propuesta nace en el Congreso Científico Internacional de Buenos Aires (1910), en el que se<br />

crea la Unión Internacional Hispanoamericana de Bibliografía y Tecnología Científicas, cuyo<br />

principal cometido es elaborar un <strong>Diccionario</strong> castellano tecnológico 28 . De hecho, el Discurso<br />

incluye el informe fundacional de esta sociedad (Torres Quevedo 1920: 15-31). El proyecto<br />

pasa por diversas vicisitudes hasta que la Academia lo hace suyo, y en 1926 se publica el<br />

primer cuaderno.<br />

Pero, como ha explicado Gutiérrez Cuadrado (1989), la publicación <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong><br />

tecnológico hispanoamericano no es un hecho aislado, y debe ponerse en relación con la<br />

tradición lexicográfica <strong>del</strong> español, con el interés de mantener vivas las relaciones lingüísticas<br />

(y comerciales) entre España y las ex-colonias americanas, con la publicación <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong><br />

Enciclopédico Hispano-Americano, con el compromiso de la Academia Española primero y<br />

de la Academia de Ciencias después de crear un diccionario de voces de ciencia y técnica,<br />

etc. 29 .<br />

El <strong>Diccionario</strong> tecnológico solo se publicó hasta el tomo VI, y concluye con la palabra<br />

arquibuteo, lo que puede parecer un pobre bagaje, pero el gran beneficiario de este interés por<br />

el neologismo científico y técnico es el <strong>Diccionario</strong> usual (vid. 2.3.1), y especialmente el<br />

<strong>Diccionario</strong> manual, que por su carácter menos normativo resultaba el inventario adecuado<br />

para recoger las nuevas voces de ciencia y técnica hasta ver si se consolidaba su uso en la<br />

lengua común, aunque en la primera edición (RAE <strong>1927</strong>) este hecho no se perciba<br />

nítidamente.<br />

1.3. LA CUESTIÓN DE LOS AMERICANISMOS Y LOS REGIONALISMOS<br />

Como explica Zamora Vicente (1999: 345), desde mediados <strong>del</strong> siglo XIX la Academia había<br />

mostrado cierta sensibilidad por incorporar personalidades americanas. Los cambios políticos<br />

producidos con la emancipación de las colonias llevan a temer por la unidad de la lengua, y<br />

esa inquietud tiene su reflejo en el <strong>Diccionario</strong>. La Academia, a partir de la 12ª ed. (RAE<br />

1884), inicia un camino de inclusión de voces americanas que llega hasta la actualidad 30 . Así,<br />

ya en las Reglas de 1869 al hablar de los Americanismos, se dice: “Se incluirán, con<br />

indicación de su procedencia, las voces y locuciones americanas cuya utilidad esté<br />

27 El comentario se produce a raíz de las formas electrolizar e hidrolizar, preferibles, según Cortázar, a las de<br />

hidrolisar y electrolisar, de influencia francesa. En efecto, electrolizar se había introducido en la 14ª ed. (RAE<br />

1914), aunque hidrolizar no se incorpora hasta la 20ª ed. (RAE 1984).<br />

28 Sobre Torres Quevedo hay una bibliografía extensa. Para una primera aproximación véanse la Enciclopedia<br />

Espasa (VV. AA.: s. v. Torres Quevedo), López Piñero / Glick / Navarro / Portela (1983: s. v. Torres Quevedo),<br />

y la vertiente más académica en Zamora Vicente (1999: 182).<br />

29 Sobre el <strong>Diccionario</strong> Enciclopédico Hispano-Americano de Montaner y Simón véase Gutiérrez Cuadrado<br />

(1994). También resultan esclarecedores algunos de los discursos leídos en el Congreso Literario<br />

Hispanoamericano de 1892 (Gutiérrez Cuadrado / Pascual 1992).<br />

30 Para el concepto de americanismo en lexicografía, véase Haensch (1990). También es útil el estudio de<br />

Miyoshi (2003), con bibliografía muy adecuada al tema.


econocida, cuidando mucho de que la inclusión no se extienda á vocablos y giros caprichosos<br />

ó antigramaticales” (RAE 1869: 2). Estas recomendaciones se mantienen sin cambios en las<br />

Reglas de 1872.<br />

No obstante, a pesar de las llamadas en los prólogos de algunas ediciones a la colaboración de<br />

las academias <strong>del</strong> otro lado <strong>del</strong> Atlántico, esta edición 12ª (RAE 1884) (Garriga 2001a: 281) y<br />

la 13ª RAE-1899 (Clavería 2002: 628) solo son eslabones de un proceso que madura con la<br />

15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) 31 .<br />

Paralelamente, los lexicógrafos de mediados <strong>del</strong> s. XIX se habían preocupado por incorporar<br />

a sus diccionarios el léxico americano, aunque tampoco daría frutos significativos hasta los<br />

diccionarios de finales de siglo (Seco 1988a: 367).<br />

En efecto, la Corporación se esfuerza por crear una red de academias correspondientes en<br />

todos los países de habla hispana que, como queda indicado, prácticamente está cerrado en el<br />

primer cuarto <strong>del</strong> s. XX. Por otro lado, los intelectuales americanos, que podrían haber optado<br />

por una ruptura con la Academia, presionan para que acepte en su <strong>Diccionario</strong> las voces<br />

propias de sus países (Clavería 2002: 625 y ss.). Rufino J. Cuervo, Baldomero Rivodó,<br />

Ricardo Palma o Carlos Mac Hale son solo algunos ejemplos.<br />

La sensibilidad por el léxico americano se observa también, como ya se ha comentado, en las<br />

páginas <strong>del</strong> BRAE, donde aparecen con frecuencia estudios sobre el tema.<br />

Hay que tener en cuenta, además, la evolución de la teoría filológica: el desarrollo de la<br />

dialectología, de los atlas lingüísticos, la concepción <strong>del</strong> español como un complejo dialectal,<br />

defendida por Menéndez Pidal y su escuela, que lleva a sustituir el adjetivo castellana por<br />

española para referirse a la lengua 32 . Como explica Pérez Pascual (1998: 158), es<br />

precisamente Menéndez Pidal quien defiende ante la Academia el cambio de lengua<br />

castellana por lengua española en todas las producciones de la Academia. La propuesta,<br />

aunque con alguna resistencia, sale a<strong>del</strong>ante, y así la Gramática (1922) y el <strong>Diccionario</strong> en su<br />

15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) pasan a llamarse de la lengua española 33 . Esa concepción de la lengua es<br />

la que se refleja en la nueva acepción 4ª de español de la 15ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> (RAE<br />

<strong>1925</strong>) 34 :<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Castellano, na. (Del lat. castellanus) (...) || 5 m.<br />

Idioma castellano, o sea, lengua nacional de<br />

España.<br />

CASTELLANO, NA. (Del lat. castellanus)<br />

(...) || 6. m. Idioma castellano, o sea, lengua<br />

nacional de España.<br />

31<br />

En Alvar Ezquerra (1987b) se realiza un estudio de la actitud de los diccionarios generales en relación a la<br />

recepción de americanismos.<br />

32<br />

En Gutiérrez Cuadrado (2001-2002: 314) se muestran estos aspectos, y se analizan los problemas que plantea<br />

este tipo de voces en la edición actual.<br />

33<br />

Es interesante ver cómo la propia Academia, pocos años antes, defiende en el BRAE (II/1915: 724) la<br />

denominación lengua castellana frente a lengua española, que “algunas personas de escasa instrucción”<br />

preferían porque consideraban la primera “impropia y poco patriótica”.<br />

34<br />

Sobre el nombre de la lengua, puede verse el clásico estudio de Alonso (1940), o los posteriores de González<br />

Ollé (1978), Mondéjar (1979) o Lope Blanch (1983). Un momento importante en ese debate lingüístico de fin de<br />

siglo fue el Congreso Literario Hispano-Americano de 1892, cuyo análisis se puede seguir en Gutiérrez<br />

Cuadrado y Pascual (1992). Las relaciones existentes entre España y América en el ámbito lingüístico, en<br />

Gutiérrez Cuadrado (1989). Y sobre el proceso seguido por el castellano a lo largo de la historia hasta<br />

convertirse en “el español”, Gutiérrez Cuadrado / Pascual (1995).


Español, la. adj. Natural de España. U. t. c. s. ||<br />

2 3<br />

Perteneciente a esta nación. || V. Era española. ||<br />

4 5<br />

m. Lengua española. || A la española. m. adv. Al<br />

uso de España.<br />

ESPAÑOL, LA. adj. Natural de España. U. t.<br />

c. s. || 2. Perteneciente a esta nación. || 3. V. Era<br />

española. || 4. m. Lengua española, originada<br />

principalmente en Castilla, y hablada también en<br />

casi todas las repúblicas americanas, en Filipinas y<br />

en muchas comunidades judías de Oriente y <strong>del</strong><br />

norte de África. || 5. A la española. m. adv. Al uso<br />

de España.<br />

En efecto, el diccionario considera el castellano como la ‘lengua nacional de España’,<br />

mientras que a español le da un significado más amplio, capaz de acoger a todas las variantes<br />

de la lengua. Probablemente la visión de Menéndez Pidal y de García de Diego <strong>del</strong> español<br />

como un complejo dialectal fue determinante a la hora de decidirse a incorporar el caudal<br />

léxico de las variedades internas <strong>del</strong> español (Abad 1997: 103).<br />

Por último, desde el punto de vista lexicográfico, es importante señalar la publicación <strong>del</strong><br />

Pequeño Larousse Ilustrado de Toro y Gisbert, que recoge abundantes americanismos, y<br />

cuya influencia es decisiva especialmente en la orientación <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> Manual (Seco<br />

1988a: 368) 35 .<br />

El resultado de todo ello se aprecia claramente en las obras académicas de estos años, ya que<br />

la Academia realiza una profunda reforma de las abreviaturas referidas a las voces<br />

americanas, e incorpora numerosas voces de esta procedencia. A su vez, el <strong>Diccionario</strong><br />

Manual se convierte en el repertorio ideal para acoger aquellas voces americanas cuyo uso o<br />

adscripción aún no se consideran <strong>del</strong> todo clara, aunque se acabe produciendo la paradoja de<br />

que los diccionarios manuales de la Academia incluyan más americanismos que el diccionario<br />

general (vid. 3.2.2.2) 36 .<br />

Pero esta es solamente una parte, ya que esta nueva concepción de la lengua también tiene<br />

reflejo en la admisión de los “regionalismos”. Y es que el interés de la Academia por las<br />

voces dialectales venía de lejos. Alvar Ezquerra (1984: 319) explica cómo la Corporación se<br />

preocupa desde el principio de sus trabajos por los regionalismos. Y aunque desde<br />

Autoridades (RAE 1726-1739) estas voces habían estado presentes en el <strong>Diccionario</strong><br />

(Salvador Rosa 1985, Salvador 2003), es en la 12ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> (RAE 1884) cuando se<br />

amplía de manera significativa el número de abreviaturas que hacían referencia a los<br />

“provincialismos”. Entre ellas se mezclaban las que señalaban usos peninsulares y<br />

americanos, aunque estos últimos, si los países a los que se adscribían habían obtenido la<br />

independencia, omitían la nota de provincial (Garriga 2001a: 272). Este esquema de<br />

marcación se mantiene en la 13ª ed. (RAE 1899), mientras que en la 14ª ed. (RAE 1914) se<br />

pierde la nota de «prov. de...» y se igualan todas las marcas dialectales, sean de España o<br />

América 37 .<br />

35<br />

La Academia tiene como uno de sus proyectos actuales la elaboración de un <strong>Diccionario</strong> de americanismos.<br />

Al respecto, puede verse López Morales (2003) y (2004), y Tejera (2004), además de la propia página web de la<br />

RAE<br />

(http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000014.nsf/voTodosporId/FC4C119AC584B8D5C12572D0003D0AEA?<br />

OpenDocument) [10/01/08].<br />

36<br />

También el <strong>Diccionario</strong> histórico participa de esta concepción, como se expresa en la “Advertencia” (RAE<br />

1933: VI).<br />

37<br />

Téngase en cuenta que las colonias americanas habían alcanzado todas ellas su independencia.


Ahora, por tanto, desde el punto de vista lexicográfico reciben un mismo tratamiento<br />

provincialismos y americanismos, ya que en ambos casos se trata de variantes propias <strong>del</strong><br />

complejo dialectal que es el español 38 . Así, igual que ocurre con los americanismos, a partir<br />

de este momento la Academia se muestra más proclive a adoptar voces dialectales<br />

peninsulares (vid. 2.3.3.1) 39 .<br />

2. LA 15ª EDICIÓN DEL DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA: ESTRUCTURA.<br />

Los cambios que la edición 15ª (RAE <strong>1925</strong>) introduce respecto a la 14ª (RAE 1914) se<br />

perciben ya a primera vista 40 . El encargo de la edición a Espasa-Calpe –la anterior había<br />

corrido por cuenta de Sucesores de Hernando- conlleva un cambio en la encuadernación: a<br />

partir de ahora en el lomo, en la nervadura superior, un tejuelo en fondo rojo permite que<br />

destaque más el título de <strong>Diccionario</strong> de la lengua española, y en la nervadura central, un<br />

florón en fondo azul reproduce el crisol que la Corporación utiliza como emblema, junto al<br />

nombre de la Academia, la edición y el año 41 . Además, en los entrenervios <strong>del</strong> lomo aparece<br />

un relieve dorado, con cuatro efigies alegóricas, que se mantendrá en la edición 16ª (RAE<br />

1936), y que desaparece en las siguientes 42 . Este tipo de encuadernación se mantendrá estable<br />

hasta la 21ª ed. (RAE 2001a), a diferencia de lo que ocurría hasta ese momento, en que las<br />

ediciones variaban el tipo de la encuadernación de una a otra 43 .<br />

De la misma manera, resulta una novedad el frontispicio de esta 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) <strong>del</strong><br />

<strong>Diccionario</strong>. Se trata de un grabado firmado por Bartolomé Maura, que aparecerá a partir de<br />

este momento en todas las ediciones 44 . Así, el <strong>Diccionario</strong> toma la apariencia con la que ha<br />

llegado a la actualidad.<br />

38<br />

La cuestión que se suscita a continuación es la de su inclusión en el <strong>Diccionario</strong>. El criterio seguido para<br />

considerar una voz como provincialismo o americanismo lo ponía de manifiesto Valera unos años antes, tal<br />

como se explica en el BRAE (XII/<strong>1925</strong>: 561): “Será provincialismo o americanismo el vocablo que se emplee<br />

sólo en una provincia y que tenga a menudo su equivalente en otras; pero el vocablo que no tiene equivalente y<br />

que se emplea en más de una provincia o en más de una república o en regiones muy dilatadas, y más aún<br />

cuando designa un objeto natural, que acaso tiene su nombre científico, pero que no tiene otro nombre común o<br />

vulgar, este vocablo, digo, siendo muy común y corriente, es tan legítimo como el más antiguo y castizo, y debe<br />

ser incluído y definido en el <strong>Diccionario</strong> de la lengua castellana. La Academia Española no puede menos de<br />

incluírlo en su <strong>Diccionario</strong>”.<br />

39<br />

En estos años, el BRAE sirve también de testimonio de la importancia que este tipo de voces adquiere. Así en<br />

(II/1915: 722) se da noticia de la obra de Lamano, El dialecto vulgar salmantino, premiado en un certamen de la<br />

Academia, en (IV/1917) se recoge un inventario de voces extremeñas, etc.<br />

40<br />

Estas consideraciones sobre aspectos formales no serían igual de rigurosas sin el asesoramiento <strong>del</strong> prof.<br />

Guillermo Serés.<br />

41<br />

La ilustración que representa el crisol que aparece en esta 15ª ed. (<strong>1925</strong>) también es nueva, y su diseño llega<br />

hasta la actualidad. En Zamora Vicente (1999: 546) se pueden ver los distintos emblemas que la Academia ha<br />

utilizado desde 1771.<br />

42<br />

Las efigies hacen referencia, probablemente, a Nebrija, Alfonso X, San Isidoro, y una cuarta por determinar.<br />

43<br />

Solo hay pequeños cambios en la 20ª ed. (RAE 1984), en que, al ser en dos tomos, hay una tercera faja que<br />

indica el tomo y las letras que comprende cada uno, y en las 21ª ed. (RAE 1992) y 22ª ed. (RAE 2001a) en que<br />

aparece una edición en rústica en dos volúmenes, además de sendas ediciones en cederrón.<br />

44<br />

Bartolomé Maura (1844-1926), hermano de Antonio Maura, fue director artístico de la Casa de la Moneda, y<br />

grabador <strong>del</strong> Banco de España y de la Academia de Bellas Artes (VV. AA., 1908-1930: s.v. Maura). En efecto,<br />

la portada de los diccionarios reviste una gran importancia, como demuestra Blecua (2006) en el <strong>Diccionario</strong> de<br />

Autoridades, Un estudio sobre estos elementos en los diccionarios franceses en Male (2001).


Pero estos cambios externos son solo un anuncio de la transformación que experimenta el<br />

<strong>Diccionario</strong> en su estructura. Para analizarlos detenidamente, en primer lugar se examinará la<br />

información que el <strong>Diccionario</strong> proporciona al lector antes y después <strong>del</strong> cuerpo <strong>del</strong> mismo.<br />

En segundo lugar, se prestará una especial atención a la nomenclatura, para ver los cambios<br />

realizados respecto a la 14ª ed. (RAE 1914). Tras ello, se analizan algunas cuestiones básicas<br />

<strong>del</strong> diccionario (voces técnicas, dialectales, voces con marcas de uso, definiciones, ejemplos,<br />

etimologías, etc.) para constatar el alcance de los cambios anunciados por la Academia en su<br />

“Advertencia”. Además, se comprobará, en algunos casos, la pervivencia en ediciones<br />

posteriores de las novedades introducidas en <strong>1925</strong>.<br />

2.1. ADVERTENCIA, ABREVIATURAS, REGLAS, APÉNDICES.<br />

Los estudios metalexicográficos sobre los diccionarios de la Academia que toman como punto<br />

de partida los prólogos de las ediciones tienen razones para destacar la 15ª como una de las<br />

más importantes. En efecto, la misma Academia empieza diciendo que “esta edición décima<br />

quinta <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> difiere de la décima cuarta probablemente más que cualquiera de las<br />

otras difiere de su inmediata anterior” (p. VII). Esta afirmación se sostiene en las siguientes<br />

razones:<br />

- La revisión “uno a uno” de todos los artículos “con más detenimiento que hasta ahora”.<br />

- Incorporación de “gran número de acepciones y voces nuevas que por olvido u otras<br />

causas no se habían incorporado en las ediciones anteriores”. Este aspecto se cubre en dos<br />

vertientes: voces técnicas, “en especial las que tienen alguna difusión fuera <strong>del</strong> círculo de<br />

los profesionales”, para poner el <strong>Diccionario</strong> “al nivel <strong>del</strong> estado actual de las ciencias y<br />

de las artes”; y el uso, ya que esta edición se propone “incorporar al <strong>Diccionario</strong> la mayor<br />

parte <strong>del</strong> habla común de las personas ilustradas”. Admite que la Corporación “retrasó, a<br />

veces con extremada prudencia, la sanción debida al neologismo aceptable”. Y acaba<br />

afirmando que “esta edición XV es más condescendiente con el uso”.


- Atención a los regionalismos de España y de América. Se valoran los “provincialismos”<br />

de ambos lados <strong>del</strong> Atlántico, porque además pueden coincidir parcialmente 45 . Se<br />

recogen, sobre todo, voces que se refieren a animales, plantas, costumbres, peculiares de<br />

América. Solicita la colaboración de las academias correspondientes, y justifica el cambio<br />

<strong>del</strong> adjetivo castellana por española “como consecuencia de esta mayor atención<br />

consagrada a las múltiples regiones lingüísticas, aragonesa, leonesa e hispanoamericana”.<br />

Tras la relación de académicos de número, correspondientes, fallecidos, y personas que han<br />

“auxiliado” a la Academia en los trabajos de la edición, aparece la tabla con las “Abreviaturas<br />

empleadas en este diccionario”. El total de abreviaturas pasa de las 271 en la 14ª edición<br />

(RAE 1914), a las 327 en la 15ª (RAE <strong>1925</strong>). El aumento se produce especialmente en tres<br />

grupos:<br />

- Once abreviaturas referidas a provincias o regiones de España.<br />

- Catorce abreviaturas referidas a países o lugares americanos.<br />

- Diecisiete abreviaturas referidas a especialidades científicas o técnicas.<br />

Estos datos muestran una total sintonía con los propósitos declarados por la Corporación en la<br />

“Advertencia” inicial: atención especial a los “provincialismos” y a las voces propias <strong>del</strong><br />

español americano, así como a las voces técnicas. La relevancia de estas novedades aconsejan<br />

que se les preste una mayor atención al analizar la nomenclatura (vid. 2.3.3).<br />

De las demás abreviaturas, cabe destacar las de «suf.» ‘sufijo’ y «pref.» ‘prefijo’, que podrían<br />

mostrar una intención de abordar el problema de los formantes en el diccionario (Alvar 1992,<br />

19) 46 ; la de «vulg.» ‘vulgar’, cuya importancia se analizará al tratar de las marcas de uso (vid.<br />

2.3.2); y el cambio de denominación para referirse a los verbos, de «a.» ‘activo’ y «n.»<br />

‘neutro’ -presentes en la 14ª ed. (RAE 1914) y que desaparecen en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)- a<br />

«tr.» ‘transitivo’ e «intr.» ‘intransitivo’ (Bargalló 1996: 1187) 47 .<br />

Las “Reglas para el uso de este diccionario” (p. XXII) mantienen en la parte inicial la misma<br />

información que en la edición anterior. Pero aparecen dos nuevos epígrafes finales que tienen<br />

una gran importancia a la hora de definir las intenciones de la Corporación. La primera intenta<br />

fijar los valores de la abreviatura de «ant.» ‘anticuado’ y de «desus.» ‘desusado’ en los<br />

siguientes términos:<br />

La abreviatura ant., anticuada, indica que la voz o acepción pertenece exclusivamente al vocabulario de la Edad<br />

Media; pero también se califica de anticuada la forma de una palabra, como notomía por anatomía, que aunque<br />

usada hasta el siglo XVII, ha sido desechada en el lenguaje moderno.<br />

La abreviatura desus., desusada, se pone a las voces y acepciones que se usaron en la Edad Moderna, pero que<br />

hoy no se emplean ya.<br />

Puede ocurrir que una voz desusada o anticuada en la lengua literaria corriente, se conserve sin embargo en<br />

alguna región de España o de América. En este caso, como en todos los demás, téngase presente que la nota de<br />

45 Se trata de una idea constatada por Menéndez Pidal (1945: 125). Además, es una de las cuestiones más<br />

destacadas por el BRAE (XII/<strong>1925</strong>: 416) en la nota que da cuenta de la presentación <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> (vid. n. 17).<br />

46 Recuérdese la presencia de Alemany y Bolufer en la Academia desde 1909 (Zamora Vicente 1999: 206) y su<br />

ya comentado protagonismo en el BRAE en relación al estudio de la formación de palabras.<br />

47 Y las formas «Ú.t.c.tr.» ‘úsase también como transitivo’ y «Ú.t.c.intr.» ‘úsase también como intransitivo’. Las<br />

demás incorporaciones son «arauc.» ‘araucano’, «Del m. or.» ‘<strong>del</strong> mismo origen’, «m. conj.» ‘modo conjuntivo’,<br />

«p. de fut. p.» ‘participio de futuro pasivo’, «sánscr.» ‘sánscrito’, «Ú.c.s.m.» ‘Úsase como sustantivo<br />

masculino’, «u.m.» ‘úsase más’, « Ú.m. con neg.» ‘úsase más con negación’, «Ú.m. en pl.» ‘úsase más en<br />

plural’, «Ú.t. en sing.» ‘úsase también en singular’.


egional no quiere decir que la voz sea reprobable en la lengua literaria o culta; quiere sólo advertir al lector en<br />

qué región será perfectamente comprensible tal vocablo.<br />

Aquí se recoge una de las “Observaciones” de Cuervo (1874: 122), quien hablaba de los<br />

diferentes grados que la antigüedad y la desuetud registraban en el diccionario, y aunque sus<br />

“Observaciones” se habían realizado sobre la 11ª ed. (RAE 1869), no se habían considerado<br />

hasta este momento 48 . Esta tarea de definir el valor de «anticuado» y «desusado» resultará<br />

esencial a la hora de establecer la selección para la nomenclatura <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual<br />

(RAE <strong>1927</strong>) (vid. 3.2.2).<br />

El otro de los epígrafes está referido a las terminaciones de diminutivos, aumentativos y<br />

superlativos:<br />

Los diminutivos en -ico, -illo, -ito; los aumentativos en -on, -azo, y los superlativos en -ísimo, cuya formación<br />

sea regular y conforme a las reglas dadas al fin <strong>del</strong> DICCIONARIO, no se incluyen en éste, salvo el caso en que<br />

tengan acepción especial que merezca ser notada.<br />

Tampoco se incluyen todos los adverbios en -mente y despectivos en -uco, -uca, por ser de fácil formación y de<br />

frecuente renovación.<br />

Así, por ejemplo, el DICCIONARIO incluye los superlativos pulquérrimo y paupérrimo, por ser irregulares, pero<br />

no pulcrísimo y pobrísimo, que son los regulares.<br />

De nuevo se incide aquí sobre aspectos relacionados con la nomenclatura <strong>del</strong> diccionario y la<br />

formación de palabras regulares. Este aspecto está ligado a las “Reglas para la formación de<br />

los diminutivos en ico, illo, ito; de los aumentativos en on y azo, y de los superlativos en<br />

ísimo” (p. 1272), que aparecen tras el cuerpo <strong>del</strong> diccionario y el “Suplemento” (p. 1271) 49 .<br />

Se mantienen también las “Reglas de acentuación” (p. 1272), las “Abreviaturas que más<br />

comúnmente se usan en español” (p. 1273-1275), y un epígrafe para las “Correcciones y<br />

erratas” (p. 1276), siguiendo la estructura de la edición anterior.<br />

Se trata, por lo tanto de un aparato de informaciones que no difiere en gran medida <strong>del</strong><br />

habitual en las últimas ediciones de la Academia, pero que anticipa los cambios que aparecen<br />

en la estructura de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>), tanto en los aspectos relacionados con la<br />

nomenclatura (voces provinciales, americanas, científicas), como en abreviaturas 50 . Además,<br />

está aquí ya planteada las estructura característica de las ediciones <strong>del</strong> siglo XX.<br />

2.2. TIPOGRAFÍA<br />

Los aspectos tipográficos <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> académico que presentan alguna modificación en la<br />

15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) respecto a la anterior edición 14ª (RAE 1914) son tres:<br />

48 Se tratará de nuevo de estos aspectos al analizar las marcas sobre la vigencia de uso. Sobre la dificultad de<br />

caracterizar los arcaísmos en los diccionarios, véase Pascual (1997). Para un panorama de los arcaísmos en el<br />

<strong>Diccionario</strong>, Jiménez Ríos (2001); y para una revisión de esta información en la 21ª ed. (RAE 2001a), Barrio /<br />

Torner (1994-1995).<br />

49 Como explica García Pérez (1999-2000), la 4ª ed. (RAE 1803) es en la que se registra un mayor número de<br />

incorporaciones referidas a diminutivos en el <strong>Diccionario</strong>.<br />

50 Otros cambios de distinta índole se producen en el apartado de Abreviaturas: «frec. o frecuent.» y «fr.<br />

proverb.» en la 14ª ed. (RAE 1914) intercambian este orden en el listado de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) («fr.<br />

proverb.» y «frec. o frecuent.»); «m. y f.» («substantivos masculino y femenino») en la 14ª ed. pasa a singular<br />

(«substantivo masculino y femenino») en la 15ª ed.; «Viz. … Vizcaya» en la 14ª ed. pasa a «Viz. o Vizc. …<br />

Vizcaya» en la 15ª ed.; y «Poét. … Poética» en la 14ª ed. pasa a «poét. … poético o poética» en la 15ª ed.


- El lema que encabeza los artículos aparece en ambas ediciones con sangrado ordinario,<br />

pero mientras que en la 14ª ed. solo aparece en mayúscula la inicial, en la 15ª ed. el lema<br />

se representa todo en mayúscula.<br />

- Hay un aumento <strong>del</strong> cuerpo de letra en todos los elementos <strong>del</strong> artículo. Pasa de ser de<br />

cuerpo 8 en la 14ª ed. (RAE 1914) a 8,5 en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) 51 .<br />

- La numeración de acepciones, que en la 14ª ed. (RAE 1914) adoptó el formato de<br />

superíndice (volado), en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) pasa a señalarse con número de formato<br />

ordinario en el espacio total <strong>del</strong> renglón, en negrita y con la cifra seguida de punto. Con<br />

esto, mejoró notablemente la legibilidad <strong>del</strong> texto académico.<br />

2.3. NOMENCLATURA<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Hasta la fecha, los datos obtenidos sobre el número de voces que recogían las ediciones<br />

académicas no ha pasado de ser una mera deducción estadística, y por tanto, aproximada. La<br />

aparición <strong>del</strong> Nuevo tesoro lexicográfico (RAE 2001b) permite, sin embargo, realizar un<br />

cálculo bastante preciso <strong>del</strong> número de entradas de las ediciones.<br />

Así, el recuento preciso de lemas en la 15ª edición (RAE <strong>1925</strong>) arroja la cifra de 67.389<br />

entradas, frente a las 60.188 de la 14ª edición (RAE 1914) 52 . Este aumento de 7.201 entradas<br />

supone un incremento de un 11,96 % sobre la edición anterior 53 .<br />

Para profundizar en el análisis de la nomenclatura, se han examinado detalladamente todas las<br />

voces de la letra «f-», formada por 2.236 entradas 54 . De ellas, 217 son nuevas respecto a la 14ª<br />

51 Se trata de la letra Ibarra, que creó esta editorial para la edición que la Academia hizo de El Quijote.en 1780.<br />

52 Hasta ahora, el único recuento que nos consta, y el aceptado por los investigadores, es el de Alvar Ezquerra<br />

(1993: 222), realizado a partir <strong>del</strong> cálculo sobre 2 de cada 50 páginas. Sus datos eran 57.000 entradas<br />

aproximadamente para la 14ª edición, y 64.000 para la 15ª. Se produce, por tanto, un desfase de más de tres mil<br />

entradas en ambos casos.<br />

53 Véase el Anexo 1. Por letras, el porcentaje se halla entre los aumentos <strong>del</strong> 6,28% de la letra «o» y el 16,81%<br />

de la «z», en el mayor número de casos. Fuera de este intervalo se hallan los casos anecdóticos de la letra «k»,<br />

que pierde un lema –de 22 a 21- y la letra «w», que pasa de uno a dos, mientras resultan destacables los<br />

incrementos de las letras «c» (21,84%), «x» (23,08%) e «y» (38,83%). Sobre las particularidades lexicográficas<br />

de la letra «k», véase Messner (2003).<br />

54 La letra «f-» es una de las más representativas a juzgar por el número de incorporaciones respecto a la edición<br />

anterior: 10,26%, porcentaje muy próximo al 11,96% <strong>del</strong> total de la edición.


ed. (RAE 1914), y desaparecen otras 9, lo que arroja el resultado de 208 entradas reales de<br />

incremento. Es decir, en la letra «f-» se produce un incremento <strong>del</strong> 10,26% en la 15ª ed. (RAE<br />

<strong>1925</strong>) 55 .<br />

Pero la muestra utilizada en este estudio para analizar la microestructura 56 aún permite afinar<br />

más y establecer un recuento por acepciones. Así, las 1091 acepciones de la 14ª ed. (RAE<br />

1914) pasan a ser 1254 acepciones en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>), es decir, se registra un<br />

incremento <strong>del</strong> 14,9% en el número de acepciones.<br />

Un análisis cualitativo de las incorporaciones muestra que destacan especialmente las palabras<br />

derivadas de otras ya presentes en el <strong>Diccionario</strong>. Desde las Reglas de 1872, la Academia<br />

decía:<br />

Se incluirán todas las derivadas y compuestas de uso autorizado, excepto los superlativos<br />

regulares, cuidándose especialmente de no omitir ninguna de las que pueden dar lugar á dudas<br />

respecto de su verdadero sentido ú ofrezcan alguna irregularidad ó circunstancia notable en su<br />

formación. (RAE 1872: 3)<br />

Así, en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) se produce la incorporación de numerosos derivados<br />

(aproximadamente la mitad de las nuevas entradas en la letra «f-»). Véanse los siguientes<br />

casos, a modo de ejemplo:<br />

- Nominalizaciones de acción y efecto, como facturación (en la 14ª ed., ya facturar)<br />

falseamiento (ya falsear), faroleo (ya farolear), fogueo (ya foguear), fosilización (ya<br />

fosilizar), frustración (ya frustrar), funcionamiento (ya funcionar), etc.<br />

- Nominalizaciones agentivas, como fantaseador (ya fantasear, fantasía, etc.), fermentador<br />

(ya fermentar), fertilizador (ya fertilizar, fértil, etc.), flanqueador (ya flanquear), fortificador<br />

(ya fortificar), fustigador (ya fustigar), etc.<br />

- Verbalizaciones: fadigar (ya fadiga), fichar (ya ficha), fragmentar (ya fragmento),<br />

friccionar (ya fricción), fusionar (ya fusión), etc.<br />

- Adjetivaciones deverbales en -ble, a pesar de ser esta una de las formaciones más regulares<br />

en español: fertilizable (ya fertilizar), fiscalizable (ya fiscalizar), fraccionable (ya fraccionar),<br />

fructificable (ya fructificar), fumable (ya fumar), etc.<br />

- Adjetivaciones denominales en -ico: filarmónico (ya filarmonía), filatélico (se incorpora<br />

junto a filatelia), folklórico (junto a folklore), fototípico (junto a fototipia), etc.<br />

- Derivados en -ista: fagotista (ya fagot), floklorista (junto a folklore), formulista (ya<br />

fórmula), feminista (ya feminismo), y se incorpora fumista. También en -ismo, aunque no<br />

corren paralelos 57 , etc.<br />

55<br />

El Anexo 2 incluye todas las voces que comprende la muestra utilizada.<br />

56<br />

La muestra para el análisis de la microestructura comprende las entradas entre los lemas f-y feotón de ambas<br />

ediciones.<br />

57<br />

Véase el epígrafe dedicado a estos derivados en Clavería (2003: 285-288) para las ediciones 12ª (RAE 1884) y<br />

13ª (RAE 1899).


- Gentilicios: fluminense, foncarralero, friulano, fueguino. La misma Academia (RAE 1872:<br />

2) recomendaba no solo conservarlos, sino aumentar su número, en las Reglas preparadas<br />

para la 12ª edición (RAE 1884).<br />

- Compuestos con raíces cultas: feticida y feticidio, filatelia, filicida, fisioterapia,<br />

fonendoscopio, fonograma y fonólogo, además de varios compuestos con el formante foto-<br />

(fotófono, fotograbar, fototipia, fototípico).<br />

Se confirma así la observación de Clavería (2003: 283) para la 13ª ed. (RAE 1899) de que una<br />

parte significativa de las incorporaciones <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> son derivados que, o bien entran a<br />

la vez que su primitivo, o bien completan familias de palabras que ya aparecían en ediciones<br />

anteriores 58 .<br />

También es oportuno mencionar los adverbios en –mente, ya que son numerosas las<br />

incorporaciones. Ciertamente es un tema recurrente ya que, como señala Alvar (1992: 19),<br />

desde las Reglas de 1743 el criterio parece claramente formulado: solo deben aparecer en el<br />

<strong>Diccionario</strong> las formas en las que “una gramaticalización <strong>del</strong> término lo hayan separado <strong>del</strong><br />

enunciado simple”. Sin embargo, la viabilidad de esta intención quedó pronto cuestionada y<br />

las reglas de 1760 retomaron el mismo aspecto en otro sentido: “Se han de poner todos los<br />

aumentativos y diminutivos, participios pasivos, verbales, superlativos, adverbios en mente y<br />

otras voces fácilmente formables”.<br />

Y a pesar de que la Academia dice en las “Reglas para el uso de este diccionario” (p. XXII)<br />

de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) que “tampoco se incluyen todos los adverbios en -mente y<br />

despectivos en -uco, -uca, por ser de fácil formación y de frecuente renovación”, lo cierto es<br />

que se hallan no pocos adverbios de formación regular (por ejemplo, fácilmente ‘con<br />

facilidad’, fanáticamente ‘con fanatismo’, fastidiosamente ‘con fastidio’, fastuosamente ‘con<br />

fastuo, de manera fastuosa’, fatídicamente ‘de manera fatídica’, fatigadamente ‘con fatiga’,<br />

fatigosamente ‘con fatiga’, felizmente ‘con felicidad’), frente a otros definidos mediante otras<br />

paráfrasis 59 .<br />

Toda esta revisión de los derivados, hay que ponerla en relación, de nuevo, con el trabajo<br />

desarrollado por Alemany en el seno de la Academia en el ámbito de la formación de palabras<br />

(vid. 1.1).<br />

Por lo que respecta a las supresiones en la muestra utilizada, son mínimas. Se suprimen tres<br />

voces que en la 14ª ed. (RAE 1914) presentaban la marca de anticuadas: fabriella ‘cuento<br />

falso’, faciana ‘suceso’, frágile ‘frágil’; una de germanía: filosa ‘espada’; y una variante<br />

arcaica: felpado ‘afelpado’. El resto, en realidad, son reorganizaciones de la nomenclatura:<br />

fideos estaba lematizado en plural y pasa a estarlo en singular; el sintagma flores blancas, que<br />

estaba así lematizado, se incorpora s. v. flor; follados ‘especie de calzones’, lematizado en<br />

plural, pasa a follado 3; y frailecico que estaba lematizado junto a frailecillo desaparece,<br />

quedando solo esta última entrada.<br />

58 La gran cantidad de derivados de formación regular que hay en los diccionarios es observada por Alvar<br />

Ezquerra (1993: 230), aunque no menciona la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>).<br />

59 Los aparecidos en la muestra son: fabricadamente, fabrilmente, fabulosamente, facialmente, facultativamente,<br />

famosamente, farfulladamente, fastosamente, fatalmente, favorablemente, felicemente, femenilmente,<br />

fementidamente.


2.3.1. Voces técnicas<br />

La Academia se refería en la “Advertencia” a este aspecto como uno de los más destacados de<br />

la edición, al anunciar un gran número de “acepciones y voces nuevas”, en especial las<br />

técnicas, “que tienen alguna difusión fuera <strong>del</strong> círculo de los profesionales”. El propósito es<br />

“poner el <strong>Diccionario</strong> al nivel <strong>del</strong> estado actual de las ciencias y de las artes”. En efecto, se<br />

trata de uno de los aspectos más controvertidos de la lexicografía española moderna, como se<br />

ha destacado en trabajos de diversos autores 60 .<br />

Hay que recordar, en este sentido, que en las Reglas de 1869 se determina que “se incluirán<br />

las voces de los lenguajes técnicos que hayan pasado al vulgar o al culto, y puedan, a juicio de<br />

la Academia, formar parte <strong>del</strong> fondo de la lengua” (RAE 1869: 2); y que Cuervo (1874: 120)<br />

animaba a la Academia a intervenir para dirigir el uso de la lengua, en especial para evitar el<br />

afincamiento de voces técnicas mal adaptadas (Seco 1987: 180). También estuvo presente la<br />

discusión en el Congreso Literario Hispano-Americano de 1892, con repercusiones<br />

importantes en la edición de 1899 (vid. 1.2).<br />

Como se ha comentado al hablar de los preliminares <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> (vid. 2.1), el primer<br />

aspecto que cabe destacar es el de la aparición de diecisiete nuevas abreviaturas referidas a<br />

especialidades científicas o técnicas, no presentes en la 14ª ed. (RAE 1914), lo que supone<br />

más <strong>del</strong> 30% de las cincuenta y seis nuevas abreviaturas de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>). Son las<br />

siguientes:<br />

Anat. Anatomía<br />

Antrop. Antroplogía<br />

Cerraj. Cerrajería<br />

Electr. Electricidad<br />

Etnogr. Etnografía<br />

Etnol. Etnología<br />

Ferr. Ferrocarriles<br />

Filol. Filología<br />

Fren. Frenología<br />

Grab. Grabado<br />

Indum. Indumentaria<br />

Lit. Literatura<br />

Liturg. Liturgia<br />

Ópt. Óptica<br />

Paleont. Paleontología<br />

Pat. Patología<br />

Reloj. Relojería<br />

De ellas, como señala Battaner (1996: 100), anatomía, cerrajería, literatura y óptica ya<br />

habían estado anteriormente en el <strong>Diccionario</strong> 61 . En cualquier caso, a partir de estos datos,<br />

60 Tanto Alvar (1992: 10 y ss.) como Alvar Ezquerra (1993: 229-230) destacan estos aspectos a partir de las<br />

referencias que la Academia hace en los prólogos de sus diccionarios. Interesantes comparaciones entre las<br />

ediciones de la primera mitad <strong>del</strong> s. XIX se realizan en Azorín (1996-1997) y en Azorín y Santamaría (1998).<br />

Son numerosos los estudios sobre las voces técnicas en diversos diccionarios. Y de un tiempo a esta parte vamos<br />

disponiendo de trabajos de investigación que acotan diversas partes <strong>del</strong> léxico técnico y estudian su implantación<br />

en los diccionarios. Así, Rodríguez Ortiz (1994) y (1997) para el léxico <strong>del</strong> ferrocarril, Moreno Villanueva<br />

(1995) para el de la electricidad, Garriga (1996a) para el de la economía, Garriga (1996-1997) para el de la<br />

química, Gállego (1999) y (2002) para el de la fotografía, Bajo Santiago (1999) y (2003) para la enología, etc.<br />

61 Según Battaner (1996: 100), todas ellas habían desaparecido en la 12ª ed. (RAE 1884).


esta edición se convierte en la tercera más importante en la historia de los diccionarios<br />

académicos en cuanto a la introducción de nuevas abreviaturas, después de la 12ª (RAE<br />

1884), en la que se replantea a fondo el problema de las marcas técnicas (Garriga 2001a: 270),<br />

y la 19ª (RAE 1970) que numéricamente rebasa a las anteriores.<br />

Pero además, hay otra abreviatura que resulta muy significativa y que se incorpora<br />

precisamente en esta edición: Tecn. ‘Tecnicismo’ 62 . Este hecho muestra la preocupación<br />

creciente de la Academia por señalar este tipo de voces 63 .<br />

Entre los 217 nuevos lemas que, bajo la letra «f», se incorporan a la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

aparecen 15 acepciones con marcación referida a los siguientes campos: gramática (3),<br />

albañilería y arquitectura (2), y carpintería, fotografía –Fotogr. en abreviaturas y Fot. en el<br />

cuerpo <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong>-, pintura, medicina, zoología, botánica, física y blasón (1). Ninguna de<br />

ellas corresponde a las nuevas marcas científico-técnicas recogidas en las “Abreviaturas” de<br />

esta edición, lo que confirma la tendencia académica a que la incorporación de las marcas se<br />

anticipe a la inclusión de los términos marcados <strong>del</strong> campo al que se refieren 64 .<br />

También resultan de gran interés para este análisis los estudios realizados sobre el léxico de<br />

diversos campos de la ciencia y de la técnica que se han realizado en los últimos años, en<br />

especial sobre la electricidad, el ferrocarril, la fotografía y la enología.<br />

A través <strong>del</strong> estudio de Moreno Villanueva (1995) en relación con léxico de la electricidad, se<br />

sabe que la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) recoge por vez primera la marca Electr. y se documentan 94<br />

nuevas acepciones. Se trata de la segunda edición con mayor número de incorporaciones de<br />

este campo –la primera es la 19ª ed. (RAE 1970)– y, concretamente, de las voces referidas a<br />

la radioelectricidad y a la telegrafía, entre las que se cuentan entradas como cortocircuito,<br />

electrocutar y electrocución, fusible o hidroeléctrico 65 .<br />

Aunque la marca de Ferr. ‘ferrocarril’ también aparece por primera vez en esta edición, por<br />

los estudios de Rodríguez Ortiz (1994) y (1997) se sabe que las voces <strong>del</strong> campo <strong>del</strong><br />

ferrocarril empiezan a registrarse ya en la 10ª ed. (RAE 1852). Sin embargo, tras un aumento<br />

progresivo en las ediciones siguientes, la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>), con 43 incorporaciones, es de<br />

nuevo la que las registra en mayor número. Se incluyen por primera vez voces como abanico,<br />

cambiavía, carbonera, detasa, electrificación, encarriladera, tractocarril, tren botijo o vía<br />

muerta.<br />

62 Posteriormente, en la 19ª ed. (RAE 1970), el <strong>Diccionario</strong> distingue las marcas de «tecn.» ‘tecnicismo’ y<br />

«Tecnol.» ‘tecnología’; en la 22ª ed. (RAE 2001a) ya únicamente aparece la marca «Tecnol.» ‘tecnologías’.<br />

63 Es oportuno recordar de nuevo a Cuervo (1874: 120-121), quien opinaba que “El <strong>Diccionario</strong> debe consignar<br />

y distinguir las acepciones clásicas y populares de las científicas”. Argumentaba que las ciencias tienen sus<br />

diccionarios facultativos, mientras que los “autores clásicos y el pueblo” no tienen otro diccionario que éste.<br />

“Por tanto las Academias que trabajan en éste, deben ser infatigables en enriquecerlo y mejorarlo sin reserva en<br />

lo clásico y popular, bastando en lo científico que lo nivelen a los a<strong>del</strong>antamientos y progresos modernos, sin<br />

necesidad de profundizarlos, por medio de breves definiciones marcadas con la abreviatura correspondiente a la<br />

respectiva facultad”.<br />

64 En otros casos, pero en la misma línea, se incorporan a la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) nuevas acepciones marcadas:<br />

«Arq.»: faja 5, faja 6, fajón 2; «Com.»: falencia 2; «For.»: falsificación 2, fatal 4, mala fe 2; «Impr.»: fe de<br />

erratas; «Mar.»: farol de situación; «Pint. y Esc.»: factura 5; o «Taurom.»: farol 5.<br />

65 Es interesante seguir el debate sobre las unidades eléctricas, introducidas en el suplemento de la 13ª ed. (RAE<br />

1899) en su adaptación al español, y en el suplemento a la 14ª ed. (RAE 1914) siguiendo la nomenclatura<br />

internacional. Hay referencias a ello en Moreno Villanueva (1998).


El ámbito de la fotografía también resulta significativo. Aunque la marca aparece por primera<br />

vez en la 13ª ed. (RAE 1899), ya se habían registrado numerosas incorporaciones en la 12ª<br />

(RAE 1884). En cualquier caso, como se demuestra en el estudio de Gállego Paz (1999), la<br />

15ª edición, con 34 incorporaciones, solo se ve superada por la 20ª (RAE 1984) y la 21ª ed.<br />

(RAE 1992). Se registran en esta edición voces, en su mayor parte relacionadas con la<br />

elaboración fotográfica, como calitipia, catatipia, cinematografía, fotograbar, fototipia,<br />

platinotipia, telemetría etc.<br />

En cuanto al vocabulario enológico, de nuevo es la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) la que incorpora un<br />

mayor número de acepciones en este campo: un total de 67, en su mayor parte referidas a<br />

derivados <strong>del</strong> vino. Asimismo, como señala Bajo Santiago (1999), de los términos relativos al<br />

vino que tienen una marca diatópica peninsular en la 21ª ed. (RAE 1992), el 30% se<br />

incorporan en esta edición 15ª (RAE <strong>1925</strong>).<br />

Los datos comentados se presentan en la siguiente tabla:<br />

DRAE<br />

Hasta<br />

1869 1884 1899 1914 <strong>1925</strong> 1936 1947 1956 1970 1984 1992<br />

1852<br />

Electricidad 38 14 42 67 37 94 53 32 58 152 123 140<br />

Ferrocarril 3 33 32 25 14 43 13 2 5 16 18 16<br />

Fotografía 16 14 25 25 10 34 26 7 14 32 38 65<br />

Enología 464 17 60 27 25 67 53 9 14 23 36 39<br />

Pero estos datos no dan la medida exacta de las voces técnicas o científicas incorporadas.<br />

Como han repetido diversos investigadores, el número de voces técnicas presentes en el<br />

<strong>Diccionario</strong> sin marca es muy numeroso. Así, en la muestra utilizada para este estudio, se<br />

encuentran voces científicas o técnicas marcadas junto a otras que no lo están, y cuya<br />

especialización está fuera de discusión, como se muestra en los siguientes ejemplos:<br />

incorporaciones con marca<br />

FISIOTERAPIA. (Del gr. fÝsij, naturaleza, y<br />

qerapeˆa, curación.). f. Med. Método curativo por<br />

medio de los agentes naturales: aire, agua, luz, etc.<br />

FISIRROSTRO, TRA. (Del lat. fissus,<br />

hendedura, y rostrum, pico.) adj. Zool. Dícese <strong>del</strong><br />

pájaro que tiene el pico corto, ancho, aplastado y<br />

profundamente hendido. || 2. m. pl. Zool. Familia de<br />

estos pájaros.<br />

incorporaciones sin marca<br />

FLEBITIS. (Del gr. fl y, vena, y el sufijo -<br />

itis, inflamación.) f. Inflamación de las venas.<br />

FONENDOSCOPIO. (Del gr. fwn¿, sonido;<br />

ndon, dentro, y skop o, examinar.) Aparato<br />

semejante al estetoscopio, más perfeccionado y para<br />

audición biauricular.<br />

FALCÓNIDO, DA. adj. Dícese de aves de<br />

rapiña diurnas, de pico corto y encorvado, dedos<br />

armados de uñas fuertes, cuyo tipo es el halcón. Ú.<br />

t. c. s. || 2. pl. Familia de estas aves.<br />

Así, en la muestra utilizada, además de fisioterapia y fisirrostro, se incorporan las entradas de<br />

fijador, flexional, folíolo, fonema, forjado, formalete, fotófono, francocuartel, fratás y<br />

fricativo. Cabe destacar el caso de fijador, entrada que incorpora hasta cinco acepciones,<br />

cuatro de ellas con marca de especialidad:<br />

FIJADOR, RA. adj. Que fija. || 2. Albañ. Operario que se<br />

emplea en introducir el mortero entre las piedras y en retundir las<br />

juntas. || 3. Carp. El operario que fija las puertas y ventanas en sus


cercos. || 4. Fot. Líquido que sirve para fijar. || 5. Pint. Líquido que<br />

esparcido por medio de un pulverizador sirve para fijar dibujos hechos<br />

con carbón o con lápiz.<br />

En otros casos son especialmente significativos los cambios experimentados por numerosas<br />

voces técnicas para modernizar las definiciones de acuerdo con los avances de la ciencia,<br />

como ocurre en el siguiente ejemplo:<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Rayo. (Del lat. radĭus.) m. Línea de luz que<br />

procede de un cuerpo luminoso, y especialmente las<br />

que vienen <strong>del</strong> sol. || 2 Cada una de las piezas<br />

cilíndricas o prismáticas que a modo de radios de<br />

círculo unen el cubo a las pinas de una rueda. || 3<br />

Fuego eléctrico que se desprende repentina y<br />

violentamente de una nube. || (...).<br />

RAYO. (Del lat. radĭus.) m. Cada una de las<br />

líneas generalmente rectas que parten <strong>del</strong> punto en<br />

que se produce una determinada forma de energía y<br />

señalan la dirección en que ésta es transmitida por<br />

el movimiento vibratorio <strong>del</strong> éter. Su naturaleza es<br />

siempre la misma, y sólo difieren unos de otros<br />

rayos en la longitud de ondas etéreas<br />

correspondientes, que varían desde una<br />

cienmilésima de micra, en los rayos X, hasta<br />

algunos kilómetros, en las ondas hertzianas. || 2.<br />

Línea de luz que procede de un cuerpo luminoso, y<br />

especialmente las que vienen <strong>del</strong> sol. || 3. Chispa<br />

eléctrica de gran intensidad producida por descarga<br />

entre dos nubes o entre una nube y la tierra. || 4. V.<br />

Corona de rayos. || 5. Cada una de las piezas<br />

cilíndricas o prismáticas que a modo de radios de<br />

círculo unen el cubo a las pinas de una rueda. || 6.<br />

(...).<br />

Todos estos datos demuestran que, en efecto, la 15ª edición es una de las más representativas<br />

en lo que a la revisión de las voces científicas y técnicas se refiere 66 .<br />

2.3.2. Voces con marca de uso<br />

Esta edición plantea una diferencia importante que hasta ahora no se había expresado de<br />

manera explícita: la <strong>del</strong> “habla común o corriente”, diferenciada ya <strong>del</strong> “habla vulgar”. Así, a<br />

partir <strong>del</strong> la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>), aparece «vulgar» como abreviatura para señalar la<br />

restricción en el uso de determinadas acepciones. Sin embargo, se produce una contradicción,<br />

porque en las “Reglas para el uso de este diccionario”, al hablar <strong>del</strong> orden de las acepciones,<br />

se sigue indicando que en cada artículo aparecen colocadas “primero las de uso vulgar y<br />

corriente; después las anticuadas, las familiares, (...)”, etc. 67 . La cuestión es que, como ya se<br />

ha indicado más arriba, la Academia afirma en la “Advertencia” que “Esta edición XV es más<br />

66 El tema sigue estando presente en la preocupación académica, como demuestran las siguientes palabras,<br />

extraídas de la 22ª ed. (RAE 2001: XXXIV): “Voces técnicas. El <strong>Diccionario</strong> da cabida a aquellas voces y<br />

acepciones procedentes de los distintos campos <strong>del</strong> saber y de las actividades profesionales cuyo empleo actual -<br />

se excluyen también los arcaísmos técnicos- ha desbordado su ámbito de origen y se ha extendido al uso,<br />

frecuente u ocasional, de la lengua común y culta. Siempre que tal uso no se haya hecho general, las acepciones<br />

tienen una marca que las individualiza: Acús. (‘acústica’), Estad. (‘estadística’), Fil. (‘filosofía’), Quím.<br />

(‘química’), etc.”.<br />

67 Estas “Reglas”, que aparecen como tales en la 12ª ed. (RAE 1884), se mantienen inalteradas hasta la 21ª (RAE<br />

1992). Es en la 22ª (RAE 2001a) cuando se modifican y amplían significativamente, y recuperan el nombre de<br />

“Advertencias” que tuvieron hasta la 11ª ed. (RAE 1869). Sobre las modificaciones que esta parte <strong>del</strong><br />

<strong>Diccionario</strong> ha experimentado a lo largo de las distintas ediciones, véase Garriga (2001: 275).


condescendiente con el uso” (vid. 2.1). Y así es, en efecto, aunque no precisamente por la<br />

introducción de la marca de «vulgar», como se podrá observar.<br />

La edición objeto de estudio presenta un sistema de marcas de uso basado en seis<br />

indicaciones: familiar, despectivo, vulgar, poético, irónico y festivo 68 . Por su importancia, se<br />

tratarán separadamente las de familiar y vulgar.<br />

2.3.2.1. La marca de «familiar»<br />

Ha sido la marca numéricamente más importante en el repertorio académico, sustituida en<br />

esta última edición (RAE 2001a) por la de «coloquial» 69 . Según los recuentos realizados en<br />

Garriga (1993: 413) 70 , en esta edición se incorporan 399 acepciones con marca de<br />

«familiar» 71 . Véase el ejemplo de las acepciones 3ª y 4ª de fumar:<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Fumar. (Del lat. fumare, humear, arrojar<br />

humo.) n. Humear. || 2 Aspirar y despedir el humo<br />

<strong>del</strong> tabaco que se hace arder en cigarros, en pipa o<br />

en otra forma. Se suele fumar también opio, anís y<br />

otras substancias. Ú.t.c.a.<br />

FUMAR. (Del lat. fumare, humear, arrojar<br />

humo.) intr. Humear. || 2. Aspirar y despedir el<br />

humo <strong>del</strong> tabaco que se hace arder en cigarros, en<br />

pipa o en otra forma. Se suele fumar también opio,<br />

anís y otras substancias. Ú.t.c.tr. || 3. r. fig. y fam.<br />

Gastar, consumir indebidamente una cosa. SE FUMÓ<br />

la paga <strong>del</strong> mes y anda sin un cuarto. || 4. fig. y<br />

fam. Dejar de acudir a una obligación. FUMARSE la<br />

clase, la oficina.<br />

Además, se incorporan otras 25 acepciones sin indicación alguna, pero que más a<strong>del</strong>ante serán<br />

marcadas como «familiar», como muestran los ejemplos siguientes 72 :<br />

FARREAR. intr. Argent. y Chile. Andar de farra o de parranda.<br />

FERROCARRILERO, RA. adj. Argent., Colomb. y Ecuad.<br />

Ferroviario.<br />

FILA. || 8. Tirria, odio, antipatía.<br />

Así, esta edición se convierte, junto a la 12ª (RAE 1884), en una de las dos más importantes<br />

en lo que a esta marca se refiere 73 .<br />

68<br />

Los datos de este epígrafe están basados en Garriga (1993: 411-425), y en los estudios derivados <strong>del</strong> mismo,<br />

que se irán citando en cada caso.<br />

69<br />

La abreviatura de «coloquial» se incorpora en la 20ª ed. (RAE 1984), pero para caracterizar muy pocas voces<br />

(Garriga 1999: 151). Es en la 22ª ed. (RAE 2001a), cuando hereda las acepciones marcadas tradicionalmente<br />

como «familiar» para alcanzar la cifra de 13.871 acepciones (Garriga 2008: 18).<br />

70<br />

El recuento se realiza a partir de una lectura atenta de la 21ª edición <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> (RAE 1992) y <strong>del</strong> vaciado<br />

de todas las acepciones con marca de uso (en el caso de «familiar» se excluyen las expresiones pluriverbales) y<br />

su rastreo en las ediciones anteriores. Los listados y toda la información al respecto se pueden hallar en el citado<br />

trabajo.<br />

71<br />

En la muestra de la letra «f» así ocurre en facha 2, Ponerse en facha 2 (s. v. facha), falda 13, faldamenta 2,<br />

faltoso,-a 2, familia 10, faralá 2, faramalla 3, farruco,-a 2, fenomenal 3, fenómeno 3 y fandango 3.<br />

72<br />

Las palabras farrear y ferrocarrilero se marcan como «familiar» en la 21ª ed. (RAE 1992), y fila 8 en la 16ª<br />

ed. (RAE 1936).<br />

73<br />

Rebasada solo por la 12ª ed. (RAE 1884) en la que se incorporan 406 acepciones (frente a las 399 de la edición<br />

objeto de estudio), y ya a distancia siguen las 337 acepciones incorporadas con esta marca en la 21ª ed. (RAE


Resulta relevante, además, el hecho de que la Academia continúe con el procedimiento de<br />

marcar acepciones ya presentes en ediciones anteriores. Ese proceso se realiza en otras 30<br />

acepciones, entre las que destaca un grupo de voces que hacen referencia al femenino de<br />

profesiones tradicionalmente masculinas, como ocurre con abogada 2, brigadiera, capitana 3,<br />

comisaria o coronela 2:<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Abogada. f. Mujer <strong>del</strong> abogado || 2 fig.<br />

Intercesora o medianera.<br />

ABOGADA. f. Mujer que se halla legalmente<br />

autorizada para profesar y ejercer la abogacía. || 2.<br />

fam. Mujer <strong>del</strong> abogado. || 3. fig. Intercesora o<br />

medianera.<br />

Brigadiera. f. Mujer <strong>del</strong> brigadier. BRIGADIERA. f. fam. Mujer <strong>del</strong> brigadier.<br />

Capitana. f. Mujer <strong>del</strong> capitán. || 2 Nave en que<br />

va embarcado y arbola su insignia el jefe de una<br />

escuadra. || 3 fam. Mujer que es cabeza de una tropa.<br />

CAPITANA. f. Nave en que va embarcado y<br />

arbola su insignia el jefe de una escuadra. || 2. fam.<br />

Mujer que es cabeza de una tropa. || 3. fam. Mujer<br />

<strong>del</strong> capitán.<br />

Comisaria. f. Mujer <strong>del</strong> comisario. COMISARIA. f. fam. Mujer <strong>del</strong> comisario.<br />

Coronela. adj. Aplícase a la compañía, bandera<br />

y otras cosas que pertenecen al coronel. || 2 f. Mujer<br />

<strong>del</strong> coronel.<br />

2.3.2.2. La marca de «vulgar»<br />

CORONELA. adj. Aplicábase a la compañía,<br />

bandera y otras cosas que pertenecían al coronel. ||<br />

2. f. fam. Mujer <strong>del</strong> coronel.<br />

Como se expone en Garriga (1994), la indicación de «vulgar» aparecía ya en Autoridades<br />

(RAE 1726-1739) para señalar algunas acepciones; pero como otras marcas, desaparece en la<br />

5ª ed. (RAE 1817), y las voces que tenían esta calificación pasan a ser consideradas<br />

«familiares».<br />

En esta edición, «vulgar» vuelve a aparecer como tal marca, al incorporarse en la tabla de<br />

abreviaturas. Sin embargo, su presencia es bastante escasa y habrá que esperar a ediciones<br />

posteriores para que se consolide.<br />

Así, se produce la incorporación de 12 nuevas acepciones, pero en la mayoría de los casos con<br />

la marca incluida en la definición. Véanse los siguientes ejemplos:<br />

CAPIROTADA. (De capirote) f. || 3. Méj. Entre el vulgo, la fosa<br />

común <strong>del</strong> cementerio.<br />

COLETUY. m. Nombre vulgar de varias especies leñosas de<br />

plantas leguminosas que abundan en España.<br />

ENDENANTES. (De en y denantes) adv. || 2. Amér. Hace poco.<br />

Ú. en el habla vulgar.<br />

ENLLENAR. tr. ant. Llenar. Ú. entre el vulgo de España y<br />

América.<br />

ESCULLAR. tr. En varias regiones, vulgar por escudillar.<br />

1992), las 204 de la 19ª ed. (RAE 1970), las 169 de la 11ª ed. (RAE 1869), las 156 de la 13ª ed. (RAE 1899), las<br />

135 de la 14ª ed. (RAE 1914), o las 109 de la 4ª ed. (1803), por citar solo aquellas ediciones en las que se<br />

incorporan más de cien acepciones nuevas con marca de «familiar» (Garriga 1993: 492).


ESQUITE. ant. Desquite. De uso hoy vulgar.<br />

TRESQUILAR. tr. ant. Trasquilar. Ú. c. vulgar.<br />

TRESQUILÓN. m. ant. Trasquilón. Ú. c. vulgar.<br />

En cambio, en las siguientes acepciones se utiliza la abreviatura:<br />

DESPEDRAR. tr. || 2. vulg. desempedrar.<br />

ESTIL. (Del. lat. aestilus.) adj. vulg. Sal. Estéril, seco.<br />

GENIAL. (Del lat. genialis.) adj. || 5. vulg. Ar., Sal. y Sant.<br />

Genio, índole, carácter.<br />

GOBERNAR. (Del lat. gubernare.) tr. || 4. vulg. Componer,<br />

arreglar.<br />

La misma resistencia a la utilización de la abreviatura se produce al marcar cinco acepciones<br />

que ya estaban en la 14ª ed. (RAE 1914): solo en una de ellas, guipar, se utiliza la abreviatura.<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Emprestar. a. Prestar. EMPRESTAR. tr. ant. Prestar. De uso vulgar<br />

en España y América. || 2. p. us. Pedir prestado.<br />

Endenantes. (De en y denantes) adv. t. ant.<br />

Antes, I.ª acep.<br />

ENDENANTES. (De en y denantes) adv. t.<br />

ant. Antes, I.ª acep. De uso vulgar en varias<br />

regiones de España. || 2. Amér. Hace poco. Ú. en el<br />

habla vulgar.<br />

Escurecer. n. Oscurecer. ESCURECER. intr. ant. Oscurecer. Ú. aún<br />

por el vulgo.<br />

Espertar. (Del lat. expergitus, p.p. de<br />

expergere.) a. ant. Despertar.<br />

Guipar. a. Ver I.ª acep. Úsase en estilo bajo o<br />

festivo y siempre con acusativo de persona o cosa.<br />

ESPERTAR. (Del lat. expergitus, p.p. de<br />

expergere.) a. ant. Despertar. Ú. aún por el vulgo.<br />

GUIPAR. Tr. vulg. Ver, I.ª acep.<br />

Pero la “condescendencia con el uso” se puede observar también en la inclusión de 13<br />

acepciones más que, aunque entran sin marca de vulgar 74 , serán marcadas como tales en<br />

ediciones posteriores: afanar ‘hurtar’ 75 , aguacil ‘alguacil’, carnear ‘engañar’, herver ‘hervir’,<br />

indilgar ‘endilgar’, indinar ‘indignar’, indino ‘indigno’, mogo ‘moho’, muncho ‘mucho’,<br />

predestinado ‘cornudo’, siete ‘ano’, trompezar ‘tropezar’ y trompezón ‘tropezón’.<br />

2.3.2.3. Otras marcas<br />

En efecto, la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) también es relevante en lo que respecta a las demás marcas<br />

de uso, aunque numéricamente éstas sean inferiores. Así, la marca de «despectivo» ve<br />

aumentada su presencia con 43 nuevas acepciones, y otras nueve que, aunque entran sin<br />

marca, la adquieren en ediciones posteriores 76 . Así, esta edición se convierte en la más<br />

significativa en relación a esta marca desde Autoridades (Garriga 1994-1995: 130).<br />

74 Frecuentemente se introducen con marcas dialectales americanas.<br />

75 Se introduce con marca de germanía,<br />

76 Sirva como ejemplo el término gabacho que, en esta edición, cambia su marca de «familiar» por «despectivo»,<br />

la misma marca que recogen las nuevas incorporaciones de franchute,-a y franchote,-a (que remite a la anterior).


Por lo que respecta a las demás marcas, los datos son los siguientes 77 :<br />

acepciones marcación de voces<br />

con marca ya existentes<br />

Irónico 12 10<br />

Festivo 5 -<br />

Poético 12 4<br />

Un comentario aparte merece la marca de «figurado», que había aparecido en la 12ª ed. (RAE<br />

1884) para sustituir a la tradicional de «metafórico» 78 . La Academia había mostrado, además,<br />

su interés por aplicarla a acepciones que antes no la llevaban, por ejemplo en esta misma<br />

edición 12ª (Garriga 2001a: 301). Así, con ser numerosas las entradas que se incorporan con<br />

alguna acepción que presenta esta marca en la 15ª edición 79 , no lo son menos las palabras que<br />

ya estaban en la edición anterior y que suman una nueva acepción con la marca de «figurado».<br />

Véanse algunos ejemplos 80 :<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Fabulosamente. adv. m. Fingidamente o con<br />

falsedad.<br />

Faceta. (d. de faz, cara.) f. Cada una de las caras<br />

o lados de un poliedro, cuando son pequeñas.<br />

Fatiga. (De fatigar.) f. Agitación, cansancio,<br />

trabajo extraordinario. || 2 Molestia ocasionada por<br />

la respiración frecuente o difícil.<br />

2.3.3 Voces dialectales<br />

FABULOSAMENTE. adv. m. Fingidamente<br />

o con falsedad. || 2. fig. Excesivamente,<br />

exageradamente.<br />

FACETA. (Del fr. facette.) f. Cada una de las<br />

caras o lados de un poliedro, cuando son pequeñas.<br />

Dícese especialmente de las caras de las piedras<br />

preciosas talladas. || 2. fig. Cada uno de los aspectos<br />

que en un asunto se pueden considerar.<br />

FATIGA. (De fatigar.) f. Agitación, cansancio,<br />

trabajo extraordinario. || 2. Molestia ocasionada por<br />

la respiración frecuente o difícil. || 3. fig. Molestia,<br />

penalidad, sufrimiento. Ú. m. en pl.<br />

Como ya se ha comentado, este es uno de los aspectos más frecuentemente señalado al<br />

referirse a la 15ª edición (vid. 1.3). En efecto, la Academia así lo declara en la “Advertencia”<br />

y lo muestra en las abreviaturas: entre las novedades, destacan once nuevas indicaciones<br />

referidas a provincias o regiones de España y otras catorce a países o lugares americanos.<br />

Estos cambios van de la mano de la nueva concepción lingüística <strong>del</strong> español como complejo<br />

dialectal, de la preferencia de español frente a castellano para referirse a la lengua, y <strong>del</strong><br />

nuevo estatus político de los territorios que habían pertenecido a la Corona de España. Así, en<br />

77<br />

Sobre la marca de «irónico» y «festivo», véase Garriga (1996b). Sobre el sentido irónico en lexicografía,<br />

puede verse Penadés (1999) y Marimón (2004-2005).<br />

78<br />

En efecto, las Reglas de 1872, en el apéndice, disponían la supresión de la marca de «metafórico». La marca<br />

de figurado ha sido estudiada recientemente por Hoyos (1999-2000), por González Pérez (2000-2001) y por<br />

Trujillo (2002-2004), aunque no hay que olvidar las numerosas páginas dedicadas por Casares (1950) en su<br />

Introducción a la lexicografía moderna, donde se pone de manifiesto su dificultad.<br />

79<br />

A continuación algunos ejemplos de la muestra utilizada para este estudio: fantochada ‘acción propia de<br />

fantoche’, farfolla 2 ‘cosa de mucha apariencia y de poca entidad’, fariseísmo 2 ‘hipocresía’, farolería 2 ‘acción<br />

propia de persona farolera’, fideo ‘persona muy <strong>del</strong>gada’, etc.<br />

80<br />

Otros ejemplos de la muestra son: factor 9, cortar faldas o las faldas (s. v. falda), fango 2, fantasmagoría 2,<br />

femenino 4, feo 3, feligrés 2, etc.


el <strong>Diccionario</strong> se pueden observar algunos rasgos ideológicos que obedecen a estas nuevas<br />

circunstancias. Véanse algunos ejemplos:<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

F. f. Séptima letra <strong>del</strong> abecedario castellano, y<br />

quinta de sus consonantes. Su nombre es efe.<br />

Factoría. f. || 3 Establecimiento de comercio,<br />

especialmente el situado en país extranjero.<br />

Falla. f. En la provincia de Valencia, hoguera<br />

que los vecinos encienden en las calles la noche de<br />

la víspera de San José.<br />

Fanega. f. || de tierra. Medida agraria [...] Esta<br />

cifra varía según las provincias de España.<br />

F. f. Séptima letra <strong>del</strong> abecedario español, y<br />

quinta de sus consonantes. Su nombre es efe.<br />

FACTORÍA. f. || 3. Establecimiento de<br />

comercio, especialmente el situado en país colonial.<br />

FALLA. f. En el reino de Valencia, hoguera<br />

que los vecinos encienden en las calles la noche de<br />

la víspera de San José.<br />

FANEGA. f. || de tierra. Medida agraria [...]<br />

Esta cifra varía según las regiones.<br />

En esta edición 15ª (RAE <strong>1925</strong>) se puede establecer ya –así lo hace la Academia– una<br />

diferencia clara entre “regionalismos de España y de América”, a los que también llama<br />

americanismos. En cualquier caso, la importancia de esta edición en lo que a incorporación de<br />

voces dialectales se refiere está fuera de toda duda. Según el recuento realizado a partir de la<br />

muestra utilizada, alrededor <strong>del</strong> 40% de las incorporaciones a esta edición lleva alguna marca<br />

dialectal 81 .<br />

2.3.3.1. Regionalismos<br />

En la tabla de abreviaturas aparecen las siguientes 37 marcas peninsulares –con asterisco las<br />

12 de nueva incorporación–:<br />

81 Se aprovechan parcialmente los datos publicados en Garriga / Rodríguez (2006).


Ál.* Álava<br />

Albac. Albacete<br />

Alic. Alicante<br />

Alm. Almería<br />

And. Andalucía<br />

Ar. Aragón<br />

Ast. Asturias<br />

Áv. Ávila<br />

Bad. Badajoz<br />

Burg. Burgos<br />

C. Real* Ciudad Real<br />

Các.* Cáceres<br />

Cád.* Cádiz<br />

Can. Canarias<br />

Cord. Córdoba<br />

Cuen.* Cuenca<br />

Extr. Extremadura<br />

Gal.* Galicia<br />

Gran. Granada<br />

Guad. o Guadal.* Guadalajara<br />

Guip.* Guipúzcoa<br />

Logr.* Logroño<br />

Mál. Málaga<br />

Mál.* Málaga<br />

Murc. Murcia<br />

Nav. Navarra<br />

Sal. Salamanca<br />

Sant. Santander<br />

Seg. Segovia<br />

Sev. Sevilla<br />

Sor. Soria<br />

Tol. Toledo<br />

Val.* Valencia<br />

Vall. o Vallad.* Valladolid<br />

Viz. o Vizc. Vizcaya<br />

Zam. Zamora<br />

Zar. Zaragoza<br />

Los estudios realizados sobre el léxico dialectal en el <strong>Diccionario</strong> demuestran que la<br />

importancia de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) va más allá de las abreviaturas. Por ejemplo,<br />

respecto al aragonés, Aliaga (2000: 155 y ss.) señala que el número de voces<br />

prácticamente se duplica, ya que de las 540 entradas aragonesas de la 14ª ed. (RAE<br />

1914) se pasa a las 1.016 en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>). Se añaden 497 artículos (de los que<br />

25 poseen dos acepciones) y solo se suprimen 21 entradas. Igualmente, Muriano (1997-<br />

1998: 140) anota 606 acepciones con marca de Salamanca introducidas en esta<br />

edición 82 , y Le Men (2001: 628) destaca las 123 voces leonesas que se incluyen como<br />

novedad 83 . La importancia de esta 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) también ha sido constatada por<br />

Aliaga (1999: 341) para el murciano, por Corrales (1992: 207) para el canario y por<br />

Campos Souto y Pérez Pascual (2006) para los galleguismos 84 .<br />

La muestra utilizada para este estudio confirma estos datos: aparecen numerosas<br />

acepciones con marcas de diferentes provincias españolas, entre las que destacan, en<br />

efecto, Aragón y Salamanca 85 . Y aun cuando en las Reglas de 1872 se recomienda que<br />

“Aquellas voces de origen provincial, cuyo uso ha llegado á generalizarse en España,<br />

perderán la nota de provincialismos (...)” (RAE 1872: 1), en un intento por aligerar el<br />

número de notas dialectales, lo cierto es que en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) se hallan no<br />

pocos casos de acepciones ya presentes en ediciones anteriores que se marcan<br />

dialectalmente en este momento. Véanse algunos ejemplos:<br />

82<br />

En este estudio se comprueba la influencia <strong>del</strong> vocabulario de J. Lamano en la incorporación de estas<br />

voces.<br />

83<br />

El dato es muy relevante, si se tiene en cuenta que en el conjunto de ediciones <strong>del</strong> siglo XX se<br />

incorporan 208 voces leonesas al diccionario, <strong>del</strong> total de 223 que recoge la 21ª ed. (RAE 1992). En la 22ª<br />

ed. (RAE 2001a) el número de acepciones con marca de leonesismo se reduce a 211 en 197 entradas.<br />

84<br />

Para el andaluz, Ahumada (2000: 54) hace más hincapié en el <strong>Diccionario</strong> Manual (RAE <strong>1927</strong>) que en<br />

la 15ª ed., aunque comenta los cambios que se introdujeron en ésta. Para la situación en la 21ª ed. (RAE<br />

2001a), contamos con los estudios de Ortega (2004) para los canarismos y de Campos Souto y Pérez<br />

Pascual (2004) para los galleguismos.<br />

85<br />

En la letra «f» aparecen 77 nuevas marcas regionales de las hablas peninsulares en un conjunto de 57<br />

acepciones. Un 25,34 % de las nuevas incorporaciones incluyen, por tanto, acepciones marcadas como<br />

provincialismos. Por zonas geográficas se reparten así: Aragón (24), Salamanca (14), Extremadura,<br />

Andalucía, León y Rioja (5), Álava (4), Navarra y Asturias (3), Santander, Zamora y Albacete (2) –Albac.<br />

en abreviaturas y Alb. en el cuerpo-, y Murcia, Huesca y Logroño (1).


14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Faceria. (De facero, fronterizo) f. Comunión de<br />

pastos que para sus ganados se prestan mutuamente<br />

entre sí los pueblos convecinos.<br />

Falsa. (De falso) f. Ar. Desván. || 2 Ar. Falsilla.<br />

|| 3 Mús. Consonancia que (...).<br />

FACERÍA. (De facero, fronterizo) f. Nav.<br />

Terrenos de pasto que hay en los linderos de dos o<br />

más pueblos y se aprovecha por ellos en común.<br />

FALSA. (De falso) f. Ar. y Murc. Desván. || 2.<br />

Alb., Ar. y Méj. Falsilla.<br />

El resultado obtenido a partir de la muestra utilizada para este estudio es elocuente: algo<br />

más de la cuarta parte de las acepciones incorporadas en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) tienen<br />

marca de regionalismo.<br />

2.3.3.2 Americanismos<br />

Como ya se comentaba (vid. 1.3), este es un aspecto central en las preocupaciones de la<br />

Academia por esos años. En efecto, Alvar Ezquerra (1987b: 344) señala que, a partir <strong>del</strong><br />

siglo XIX, se hace expresa la voluntad de otorgar a los americanismos un espacio cada<br />

vez mayor en los diccionarios españoles. Así, aunque ya Nebrija, la propia Academia en<br />

Autoridades o Terreros habían introducido algunas voces americanas, hay que esperar a<br />

Salvá, Domínguez o Chao para que esa presencia sea más significativa. Como se<br />

muestra en Garriga (2001a: 272), este proceso tiene eco en la 12ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong><br />

(RAE 1884), pero sobre todo, en esta 15ª (RAE <strong>1925</strong>) 86 .<br />

Sirven como muestra, una vez más, las abreviaturas. Esta edición incorpora 14 nuevas<br />

indicaciones referidas a países o regiones americanas, que junto a las introducidas en las<br />

ediciones 12ª (RAE 1884) y 13ª (RAE 1899), constituyen un catálogo realmente<br />

detallado, que responde al deseo expresado por Cuervo (1874: 124) de que se<br />

especifique la comarca a la que están circunscritos los americanismos –con asterisco las<br />

14 incorporadas en la 15ª ed.– 87 :<br />

86 Los americanismos presentes en Autoridades han sido estudiados por Werner (1983).<br />

87 En la 12ª ed. (RAE 1884) se incorporaron América, Antillas, Colombia, Chile, Cuba, Ecuador, Méjico,<br />

Perú y Venezuela. En la 13ª ed. (RAE 1899) se incorpora América Meridional sin cursiva, quizá por error<br />

o quizá por considerarla como indicación de procedencia etimológica; lo cierto es que en la 14ª ed. (RAE<br />

1914) pasa a cursiva. Como ya se ha comentado, en esta 14ª ed. (RAE 1914) desaparece la marca «prov.<br />

de...», lo que hace que se supriman las abreviaturas de Chile, Cuba y Perú, nombres cortos que ya no<br />

necesitaban abreviarse, y por eso ausentes de la tabla de abreviaturas de la 14ª ed. (RAE 1914), lo que no<br />

significa que no aparecieran como marcas en las acepciones correspondientes.<br />

27


Amér. América<br />

Amér. Central* América Central<br />

Amér. Merid. América Meridional<br />

Ant. Antillas<br />

Argent.* República Argentina<br />

Bol.* Bolivia<br />

C. Rica* Costa Rica<br />

Colom. o Colomb. Colombia<br />

Ecuad. Ecuador<br />

El Salv.* El Salvador<br />

Guat.* Guatemala<br />

Guay.* Guayaquil<br />

Hond.* Honduras<br />

Nicar.* Nicaragua<br />

P. Ric.* Puerto Rico<br />

Par.* Paraguay<br />

R. de la Plata* Río de la Plata<br />

Salv.* San Salvador<br />

Urug.* Uruguay<br />

Filip. Filipinas<br />

Méj. Méjico<br />

Venez. Venezuela<br />

No es objeto de este estudio describir el dificultoso procedimiento de trabajo de la<br />

Academia para allegar estos materiales al <strong>Diccionario</strong> 88 , pero lo que sí que podemos<br />

constatar es el significativo aumento de voces y acepciones americanas que se observan<br />

en la muestra utilizada. Así, según los datos obtenidos, el 15% de las acepciones<br />

incorporadas a la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) están marcadas como americanismos 89 .<br />

También resulta interesante observar cómo resulta frecuente, en esta 15ª ed. (RAE<br />

<strong>1925</strong>), que algunas acepciones se adscriban a la vez a diversos países, como se muestra<br />

en los ejemplos:<br />

FAÑOSO, SA. adj. Méj., P. Rico y Venez. Gangoso.<br />

FARREAR. intr. Argent. y Chile. Andar de farra o de<br />

parranda.<br />

FECHADOR. m. Chile y Méj. Matasellos.<br />

FÉFERES. m. pl. Colomb., C. Rica, Cuba, Ecuad. y Méj.<br />

Bártulos, trastos, baratijas.<br />

FERROCARRILERO, RA. adj. Argent., Colomb. y<br />

Ecuad. Ferroviario.<br />

FESTINAR. (Del lat. festinare). Colomb., Chile, Hond.,<br />

Méj. y Venez. tr. Apresurar, precipitar, activar.<br />

88 Se pueden encontrar valiosas observaciones al respecto en el capítulo V de la Introducción a la<br />

lexicografía moderna de Casares (1950: 294 y ss.), así como en su volumen anterior El idioma como<br />

instrumento y el diccionario como símbolo (Casares 1944). Los comentarios <strong>del</strong> propio diccionario a la<br />

(falta de) colaboración de las academias americanas, así como la situación general de los americanismos<br />

en los diccionarios <strong>del</strong> español, se pueden seguir en Alvar Ezquerra (1987b) y Seco (1988a: 92).<br />

89 Respecto a las marcas diatópicas <strong>del</strong> español de América, entre el grupo de incorporaciones de la letra<br />

«f» aparecen 68 marcas en un conjunto de 34 acepciones –cinco de ellas comparten marcas con<br />

regionalismos peninsulares-. Un 15,2 % de las nuevas voces incluyen, por tanto, acepciones marcadas<br />

como americanismos. Los datos corresponden a Méjico y Colombia (10 acepciones), Argentina y Chile<br />

(9), Venezuela y Cuba (7), Ecuador (5), Puerto Rico y Costa Rica (3), Honduras (2) y Perú (1).<br />

28


Como señala López Morales (2002: 173), la incorporación de americanismos al<br />

<strong>Diccionario</strong> se ha producido con diferentes ritmos, sin una revisión sistemática, pero en<br />

los datos que aporta sobre venezolanismos se demuestra una vez más la relevancia de la<br />

15ª ed. 90 .<br />

2.3.4. Voces arcaicas o desusadas<br />

Como ya se ha comentado (vid. 2.1), en esta edición se establece por primera vez la<br />

diferencia entre «anticuado» y «desusado». La “Advertencia” incluye un nuevo epígrafe<br />

que se mantiene hasta la 21ª ed. (RAE 1992) 91 . Y es que la Academia mantiene el<br />

interés por seguir incorporando voces anticuadas y desusadas al <strong>Diccionario</strong> 92 .<br />

Ciertamente, la Academia incorpora voces o acepciones con este tipo de marcas.<br />

Algunos ejemplos de la muestra utilizada son:<br />

- «anticuado»: facistelo 2 ‘tipo de asiento’, fazaña 2 ‘sentencia’.<br />

- «desusado»: falso 4 ‘cobarde’, faltar 7 ‘carecer’, fayanca 2 ‘burla’, felicitar 3 ‘hacer feliz’, fi ‘hijo’,<br />

filarete ‘red <strong>del</strong> navío’, follado ‘especie de calzones’.<br />

- «poco usado»: feligrés 2 ‘camarada’, filautero ‘egoísta’, filautía ‘amor propio’.<br />

Pero también es muy significativo el cambio de la marca de determinadas acepciones<br />

que en la 14ª ed. (RAE 1899) llevaban la de «anticuado», y que la transforman en<br />

«desusado» o en «poco usado». Véanse algunos ejemplos:<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (<strong>1925</strong>)<br />

Facecia. (Del lat. facetia.) f. ant. Chiste, donaire<br />

o cuento gracioso.<br />

Factor. (Del lat. factor.) m. ant. El que hace una<br />

cosa. || (...).<br />

FACECIA. (Del lat. facetia.) f. desus. Chiste,<br />

donaire o cuento gracioso.<br />

FACTOR. (Del lat. factor.) m. p. us. El que<br />

hace una cosa. || (...).<br />

Favorido, da. adj. ant. Favorecido FAVORIDO, DA. adj. desus. Favorecido.<br />

Se mantiene, por tanto, la tendencia descrita por Clavería (2003: 312) en la 13ª ed.<br />

(RAE 1899), con la incorporación de la marca de «desusado», y su crecimiento<br />

paulatino a costa de la marca de «anticuado».<br />

2.4. ETIMOLOGÍAS<br />

90 Los datos que proporciona sobre venezolanismos proceden de Colmenares (1991).<br />

91 La información se modifica en la 22ª ed. (RAE 2001a) gracias al auxilio <strong>del</strong> corpus informatizado de la<br />

Academia, que permite diferenciar entre «anticuado» (última documentación anterior a 1500),<br />

«desusado» (última documentación posterior a 1500 pero anterior a 1900) y «poco usado» (todavía<br />

empleadas después de 1900, pero muy difícil o imposible de documentar en la actualidad) (p. XXXIV).<br />

92 Aún hoy lo declara en la 22ª ed. (RAE 2001a: XXXIII): “El repertorio académico, en tanto no se haya<br />

completado la redacción <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> histórico, debe seguir albergando una selección <strong>del</strong> léxico<br />

cronológicamente desfasado, que permita al lector interpretar los textos clásicos de nuestra lengua”.<br />

29


Desde que en la 11ª ed. (RAE 1869) se tomó la decisión de suprimir las equivalencias<br />

latinas, se creyó en la conveniencia de la incorporación de las etimologías, que aparecen<br />

por primera vez en la 12ª ed. (RAE 1884), convenientemente justificadas en la<br />

“Advertencia” (Garriga, 2001a: 289) 93 . A partir de este momento, como explica<br />

Clavería (2003: 313), mejorar las etimologías es una preocupación constante de la<br />

Corporación. Este hecho se refleja en la incorporación de nuevas abreviaturas referidas<br />

a varias lenguas ya en la 13ª ed (RAE 1899), cuyo inventario se ve aumentado en la 15ª<br />

ed. con nuevas indicaciones, como arauc. ‘araucano’, y sánscr. ‘sánscrito’,<br />

significativas si se tiene en cuenta, por un lado, la mayor atención a los americanismos,<br />

y por otro la formación clásica sobre todo de Alemany. Además, conviene recordar la<br />

atención dedicada esos años a las etimologías en el BRAE (vid. 1.1), y la participación<br />

de García de Diego en los trabajos de la Academia.<br />

Lo cierto es que son numerosas las entradas en las que se modifica la etimología,<br />

generalmente para matizar orígenes que se habían atribuido en primera instancia al latín,<br />

pero que habían llegado al español desde otra lengua románica (francés, catalán,<br />

provenzal, aragonés). Véanse algunos ejemplos de la muestra:<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Fabuco. (Del lat. fagus, haya.) FABUCO. (Del lat. fagum, hayuco.)<br />

Faceta. (d. de fax, cara.) FACETA. (Del fr. facette.)<br />

Facia. (Del lat. facie ad, con la cara dirigida a<br />

tal sitio.)<br />

Facistol. (Del b. lat. facistolĭum, y éste tal vez<br />

<strong>del</strong> mismo origen que faldisterio.)<br />

Facha. (Del port. facha, y éste <strong>del</strong> lat. facŭla, d.<br />

de fax, tea.)<br />

Faena. (Del lat. facienda, cosa que se ha de<br />

hacer.)<br />

FACIA. (Del lat. facies, cara.)<br />

FACISTOL. (Del b. lat. facistolium, y éste <strong>del</strong><br />

germ. faldastôl, sillón.)<br />

FACHA. (Del lat. vulg. fascŭla, por facŭla, d.<br />

de fax, tea.)<br />

FAENA. (Del cat. feyna, y éste <strong>del</strong> lat.<br />

facienda, cosa que se ha de hacer.)<br />

Fagot. (Del it. fagotto.) FAGOT. (Del fr. fagot.)<br />

Faisán. (Del lat. phasiānus, y éste <strong>del</strong> gr.<br />

fasianÕj.)<br />

FAISÁN. (Del prov. faizan, y éste <strong>del</strong> lat.<br />

phasiānus.)<br />

Faja. (Del lat. fascĭa.) FAJA. (Del arag. ant. faza, y éste <strong>del</strong> lat.<br />

fascĭa.)<br />

Pero también se produce la supresión de etimologías, lo que no debe extrañar, ya que la<br />

Academia pretendía proporcionar aquellas etimologías “que no diesen lugar a duda o<br />

controversia” (Conde de la Viñaza 1893: 1512). A continuación, véanse algunos<br />

ejemplos de ello:<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Fajado, da. (De faja.) adj. Dícese de la persona<br />

azotada. || (...).<br />

FAJADO, DA. p.p. de fajar. || 2. adj. Dícese<br />

de la persona azotada. || (...).<br />

93 El Conde de la Viñaza (1893: 1512) explica que Valera fue quien defendió la propuesta, en principio<br />

solo para las palabras de origen griego o latino. Las etimologías habían estado presentes en Autoridades,<br />

como explica Alvar Ezquerra (1993: 231).<br />

30


Fajadura. (De fajar.) f. Fajamiento. || (...) FAJADURA. f. Fajamiento. || (...)<br />

Fajar. (Del lat. fasciāre.) a. Rodear, ceñir o<br />

envolver con faja o venda una parte <strong>del</strong> cuerpo. Ú.<br />

t. c. r. || (...)<br />

Fajero. (Del lat. fasciarĭum.) m. Faja de punto<br />

hecha para los niños.<br />

Falcado, da. (Del lat. falcātus, de falx, hoz.)<br />

adj. V. Carro falcado. || 2 Que forma una curvatura<br />

semejante a la de la hoz.<br />

FAJAR. tr. Rodear, ceñir o envolver con faja o<br />

venda una parte <strong>del</strong> cuerpo. Ú. t. c. r. || (...)<br />

FAJERO. m. Faja de punto que se pone a los<br />

niños de teta.<br />

FALCADO, DA. p.p. de falcar. || 2. adj. V.<br />

Carro falcado. || 3. Que forma una curvatura<br />

semejante a la de la hoz. || 4. f. Ar. Manojo de mies<br />

que el segador corta de un solo golpe de hoz.<br />

Hay que recordar que la Academia se planteaba la empresa de incorporar etimologías<br />

como “una tentativa sujeta á corrección” (RAE 1884: “Advertencia”), por lo que no<br />

deben extrañar estas variaciones.<br />

2.5. EXPRESIONES PLURIVERBALES<br />

Como explica Alvar Ezquerra (1993: 237), la Academia se había propuesto en<br />

Autoridades incluir los refranes. Esta intención se había ido haciendo menos ambiciosa<br />

tal como avanzaban las ediciones, pero a la vez, crecía la introducción de otras unidades<br />

pluriverbales como locuciones, frases proverbiales, etc., hasta el punto de disponer unas<br />

instrucciones en las “Reglas para el uso de este diccionario” 94 .<br />

Así, aunque Menéndez Pidal preveía suprimir los refranes y las frases sencillas en su<br />

plan expuesto en 1922 para el <strong>Diccionario</strong> manual (Abad 1997: 105), la 15ª ed. (RAE<br />

<strong>1925</strong>) se muestra rica en la incorporación de este tipo de unidades.<br />

En la muestra utilizada, aparecen numerosos refranes que se incorporan, como:<br />

Lo que entra con la faja, sale con la mortaja (s. v. faja)<br />

A falta de caldo, buena es la carne (s. v. falta)<br />

A falta de polla, pan y cebolla (s. v. falta)<br />

El favo es dulce, mas pica la abeja (s. v. favo)<br />

En febrero, un rato al sol y otro al húmedo (s. v. febrero)<br />

Si no lloviere en febrero, ni buen prado, ni buen centeno (s. v. febrero).<br />

Pero también se producen numerosas incorporaciones de locuciones, tales como:<br />

Asirse, o agarrarse a los faldones de alguno (s. v. faldón)<br />

Hacer tanta falta como los perros en misa (s. v. falta)<br />

Meterse uno a farolero (s. v. farolero).<br />

Tocarle a uno bailar con la más fea (s. v. feo)<br />

94 El primer autor destacado que se ocupa de estas unidades en los diccionarios es Casares (1950: 165-<br />

204). La bibliografía sobre estos aspectos es amplia. Cabe mencionar algunos ejemplos europeos como<br />

Zgusta (1971: 144 y ss.), Svensén (1993: 98 y ss.), o los estudios recogidos en Cowie (1998: 189 y ss.).<br />

En los últimos años <strong>del</strong> siglo XX se han ido publicando en España numerosos trabajos de aplicación a la<br />

lexicografía, como los de Martínez Marín (1991), Castillo Carballo (1997-1998), los reunidos por Wotjak<br />

(1998), por Alonso Ramos (2006), etc.<br />

31


Tampoco faltan incorporaciones de frases y expresiones más lexicalizadas, como:<br />

Dar facilidades (s. v. facilidad)<br />

Faltar poco para (s. v. faltar)<br />

No faltaba más sino que (s. v. faltar)<br />

Tener uno a su favor a alguien o algo (s. v. favor)<br />

Sería Casares (1950) quien, en su Introducción a la lexicografía moderna, pondría<br />

cierto criterio en este tipo de unidades, aunque la supresión de los refranes en el<br />

diccionario no se materializaría hasta la 19ª ed. (RAE 1970).<br />

2.6. DEFINICIONES, ACEPCIONES, EJEMPLOS<br />

2.6.1. Definiciones<br />

El <strong>Diccionario</strong> anuncia en su “Advertencia” que para esta edición 15ª (RAE <strong>1925</strong>):<br />

Han sido revisados uno a uno todos los artículos con más detenimiento que hasta ahora, y en la mayoría<br />

de ellos se ha hecho alguna reforma, ora para corregir y precisar el concepto, ora para hacer la expresión<br />

más clara y más concisa, o más llana y conforme al lenguaje moderno.<br />

Y en efecto, el trabajo debió de ser minucioso, porque en la muestra analizada las<br />

definiciones enmendadas suponen el 12% <strong>del</strong> total 95 . Extrapolando este dato a la edición<br />

completa, podría suponer que se enmiendan más de 13.000 definiciones.<br />

Las enmiendas introducidas son de diferentes tipos:<br />

a) Supresión de una parte de la definición -entre corchetes y cursiva lo suprimido en la<br />

15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)-:<br />

FABULISTA. com. Persona que compone o escribe<br />

fábulas [, o sea autor o autora de composiciones literarias a<br />

que se da especialmente esta denominación].<br />

FALDA. f. Parte de toda ropa talar desde la cintura abajo [;<br />

como la de los vestidos de las mujeres].<br />

FALDELLÍN. m. Falda corta [que se sobrepone a la que<br />

llega a los pies].<br />

FALSILLA. f. Hoja de papel con líneas muy señaladas,<br />

que se pone dentro <strong>del</strong> pliego en que se ha de escribir, para que<br />

aquéllas se transparenten y sirvan de guía [. Hay falsillas con<br />

líneas que determinan la altura que debe darse a las letras, y<br />

también suelen usarse cuadriculadas].<br />

FANTASEAR. intr. Dejar correr la fantasía o imaginación<br />

[por varios objetos].<br />

95 El porcentaje se obtiene al contabilizar 131 definiciones enmendadas para la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>), de las<br />

1.088 que se incluyen en la muestra. Para obtener esas 1.088 acepciones comunes a ambas ediciones en la<br />

muestra f – feotón, de los 594 artículos y 1091 acepciones de la 14ª ed. (RAE 1914) y los 657 artículos y<br />

1254 acepciones de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>), no se han tenido en cuenta para el análisis los 3 artículos y 3<br />

acepciones que se suprimen de la 14ª ed. (RAE 1914), los 66 nuevos artículos con 76 acepciones que se<br />

incorporan en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>), ni el casi centenar de nuevas acepciones que se añaden a voces ya<br />

existentes. De ahí surgen los 591 artículos y estas 1.088 definiciones comunes.<br />

32


FARAUTE. m. || 2. Rey de armas de segunda clase, que<br />

tenían los generales y grandes señores [, siendo los otros sólo<br />

de testas coronadas].<br />

FECIAL. m. El que entre los romanos intimaba la paz y la<br />

guerra [, y corresponde a rey de armas].<br />

b) Ampliación de la definición (entre corchetes y cursiva lo añadido en la 15ª ed. (RAE<br />

<strong>1925</strong>)):<br />

FACETA. f. Cada una de las caras o lados de un poliedro,<br />

cuando son pequeñas. [Dícese especialmente de las caras de<br />

las piedras preciosas talladas].<br />

FALDEAR. tr. Caminar por la falda de un monte [u otra<br />

eminencia <strong>del</strong> terreno].<br />

FALDÓN. m. || 2. Falda suelta al aire [que pende de<br />

alguna ropa]. || 5. Vertiente triangular de un tejado [que cae<br />

sobre una pared testera].<br />

FALSEDAD. f. Falta de verdad [o autenticidad].<br />

FALTA. f. || 5. En el juego de pelota, caída o golpe de ésta<br />

fuera de los límites señalados [; también se llama así en otros<br />

deportes].<br />

FALLO. m. Sentencia definitiva <strong>del</strong> juez [,y en ella,<br />

especialmente, el pronunciamiento decisivo o imperativo].<br />

FASE. f. || 2. fig. Cada uno de los diversos aspectos que<br />

presenta un fenómeno natural [o una cosa, doctrina, negocio,<br />

etc.].<br />

c) Sustituciones y cambios en la redacción de la definición<br />

Resulta difícil establecer una tipología de cambios en las definiciones, ya que a veces se<br />

trata de la sustitución puntual de palabras o sintagmas, otras veces son cambios de<br />

mayor amplitud que podrían considerarse como parciales o totales, o incluso las simples<br />

alteraciones <strong>del</strong> orden sintáctico de sus elementos. Pero a veces, esas pequeñas<br />

enmiendas pueden ser muy significativas. Véanse los siguientes ejemplos:<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Falúa. f. Embarcación menor con carroza, y<br />

destinada al uso de los jefes de marina y otras<br />

personas de distinción.<br />

Familiar. m. || 13. Demonio que el vulgo<br />

ignorante cree tener trato con una persona, y que la<br />

acompaña y sirve de ordinario. Ú. t. en pl.<br />

Faraute. M. || 3. El que al principio de la<br />

comedia recitaba o representaba el prólogo o<br />

introducción de ella, que hoy llamamos loa.<br />

Farsanta. f. La que tenía por oficio representar<br />

farsas.<br />

Feniano. m. Individuo contrario a la<br />

dominación inglesa en Irlanda<br />

FALÚA. f. Embarcación menor con carroza, y<br />

destinada al uso de los jefes de marina y algunas<br />

autoridades de los puertos.<br />

FAMILIAR. M. || 13. Demonio que se supone<br />

tener trato con una persona, y que la acompaña y<br />

sirve de ordinario. Ú. t. en pl.<br />

FARAUTE. m. || 3. El que al principio de la<br />

comedia recitaba o representaba el prólogo o<br />

introducción de ella, que después se llamó loa.<br />

FARSANTA. f. Mujer que tenía por oficio<br />

representar farsas. 96<br />

FENIANO. m. Individuo de la secta y partido<br />

políticos adversos a la dominación inglesa en<br />

Irlanda.<br />

96 No se modifica farsante. ‘El que tenía por oficio representar farsas; comediante’.<br />

33


Así, en las acepciones enmendadas de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) se pone de manifiesto una<br />

intención clara de conseguir definiciones más neutras, evitando la subjetividad.<br />

Junto a estos ejemplos, se observan cambios más sustanciales en la parte definitoria de<br />

otras muchas voces. La intención en los ejemplos que siguen es la de alcanzar una<br />

mayor precisión, pero desemboca a menudo en el enciclopedismo:<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Fábula. f. || 4 Obra en que se narra un suceso o<br />

se representa una acción inventados para <strong>del</strong>eitar<br />

Facción. f. || 2 Bando, pandilla, parcialidad o<br />

partido en las comunidades o cuerpos.<br />

FÁBULA. F. || 4. Suceso o acción ficticia que<br />

se narra o se representa para <strong>del</strong>eitar.<br />

FACCIÓN 2. Bando, pandilla, parcialidad o<br />

partido violentos o desaforados en sus procederes o<br />

sus designios.<br />

Fajina. f. || 3 Toque de guerra. FAJINA. F. || 4. Mil. Toque que ordena la<br />

retirada de las tropas a sus alojamientos o el<br />

término de una facción, etc.<br />

Fandango. m. Cierto baile alegre muy antiguo y<br />

común en España.<br />

Farola. f. Farol de mayor tamaño que el<br />

ordinario.<br />

FANDANGO. m. Antiguo baile español, muy<br />

común todavía entre andaluces, cantado con<br />

acompañamiento de guitarra, castañuelas y hasta de<br />

platillos y violín, a tres tiempos y con movimiento<br />

vivo y apasionado.<br />

FAROLA. f. Farol grande, generalmente<br />

compuesto de varios brazos, con sendas luces,<br />

propio para iluminar plazas y paseos públicos.<br />

En otros casos son especialmente significativos los cambios experimentados por<br />

numerosas voces técnicas para modernizar las definiciones de acuerdo con los avances<br />

de la ciencia.<br />

d) Revisión de familias léxicas<br />

Resulta también interesante observar de qué modo la labor académica de revisión de<br />

definiciones se realiza de forma coherente en grupos de términos de una misma familia<br />

léxica 97 . Véanse los siguientes ejemplos:<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

Fanático, ca. adj. Que defiende con tenacidad y<br />

furor opiniones erradas en materia de religión.<br />

Fanatismo. m. Tenaz preocupación <strong>del</strong><br />

fanático.<br />

FANÁTICO, CA. adj. Que defiende con<br />

tenacidad desmedida y apasionamiento, creencias u<br />

opiniones religiosas.<br />

FANATISMO. m. Tenaz preocupación,<br />

apasionamiento <strong>del</strong> fanático.<br />

14ª ed. (RAE 1914) 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

97 Se evitan así problemas como los que se estudian en Pascual (1996: 183 y ss.).<br />

34


Fatal. Adj. Perteneciente al hado. FATAL. adj. Perteneciente al hado, inevitable.<br />

Fatalismo. m. || 2 Enseñanza de los que opinan<br />

que una ley mecánica encadena a todos los seres,<br />

sin que pueda existir en ninguno libertad ni<br />

albedrío.<br />

Fatalmente. adv. m. Con fatalidad, desdicha o<br />

infelicidad. || 2 Mal.<br />

FATALISMO. m. || 2. Enseñanza de los que<br />

opinan que una ley ineludible encadena a todos los<br />

seres, sin que pueda existir en ninguno libertad ni<br />

albedrío.<br />

FATALMENTE. adv. m. Inevitablemente,<br />

forzosamente. || 2. Desgraciadamente,<br />

desdichadamente. || 3. Muy mal.<br />

Se observa la introducción de apasionamiento en la definición de fanatismo y fanático,<br />

como la de inevitable en las de fatal y fatalmente.<br />

2.6.2. Ejemplos<br />

Por lo que respecta a los ejemplos, desde que el <strong>Diccionario</strong> de Autoridades (RAE<br />

1726-1739) se ve “reducido en un tomo para su más fácil uso”, éstos pasaron a ser casi<br />

testimoniales. No obstante, como explica Alvar Ezquerra (1993: 237), la preocupación<br />

por documentar las voces fue una constante en el quehacer de la Academia durante sus<br />

primeros cien años de existencia, especialmente mientras mantuvo la idea de publicar<br />

una segunda edición de Autoridades.<br />

La 12ª ed. (RAE 1884) obligó, sin embargo, a replantearse este aspecto. La Reglas de<br />

1869 recomendaban que se pusiera, tras la definición, “un breve ejemplo que ilustre la<br />

acepción y de pasada enseñe el régimen, ampliando con esto la práctica ya seguida en<br />

algunas voces y frases <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong>” (RAE 1869: 5). Aunque en esta edición 12ª<br />

(RAE 1884) no se observa un interés especial por los ejemplos, en la 15ª (RAE <strong>1925</strong>) sí<br />

que se percibe una voluntad por acompañar de ejemplos, incluso a veces más de uno, las<br />

acepciones incorporadas en esa edición al <strong>Diccionario</strong>. Véanse algunos casos de la<br />

muestra utilizada:<br />

FÁBRICA. (Del lat. fabrĭca.) f. (...) || 4. Cualquier<br />

construcción o parte de ella hecha con piedra o ladrillo y<br />

argamasa. Rellenar los huecos <strong>del</strong> entramado con FÁBRICA.<br />

Una pared de FÁBRICA. || (...).<br />

FÁCIL. (Del lat. facĭlis.) adj. (...) || 2. Que puede suceder<br />

con mucha probabilidad. Es FÁCIL que venga hoy. || (...).<br />

FALSEAR. (De falso.) tr. (...) || 2. En el juego <strong>del</strong> tresillo,<br />

salir de una carta que no sea triunfo ni rey, en la confianza de<br />

que no poseen otra mayor los contrarios, para despistarlos y<br />

evitar que se la fallen. FALSEAR el caballo. || (...).<br />

FALLAR. (De falla, I. er art.) tr. (...) || 3. Perder una cosa su<br />

resistencia rompiéndose o dejando de servir. FALLAR un sostén,<br />

una cuerda. || (...).<br />

FECHA. (Del lat. facta, f. de factus, hecho.) f. (...) || 2.<br />

Cada uno de los días que transcurren desde uno determinado.<br />

Esta carta ha tardado tres FECHAS. || 3. Tiempo o momento<br />

actual: A estas FECHAS ya habrá llegado. Hasta la FECHA no ha<br />

habido noticias. || (...).<br />

En ocasiones, también se ejemplifican acepciones que tienen alguna marca de uso o<br />

dialectal, incluso la de «desusado». Véanse algunos ejemplos.<br />

35


FAJAR. tr. (...) || 3. Amér. y Can. Pegar a uno, golpearle.<br />

Le FAJÓ dos bofetadas. Luis le FAJÓ a Juan. || (...).<br />

FALTAR. (De falta.) intr. (...) || 7. desus. Carecer. No<br />

FALTARON de ánimo. || (...).<br />

FALDA. (Del germ. falda, pliegue, seno.) f. || 13. pl. fam.<br />

Mujer o mujeres, en oposición al hombre. Cuestión de FALDAS.<br />

Aficionado a FALDAS. || (...).<br />

Pero el interés de la Academia por este aspecto se demuestra también en la inclusión de<br />

ejemplos en acepciones que ya estaban presentes en la 14ª ed. (RAE 1914), en el marco<br />

de mejoras realizadas en las definiciones:<br />

14ª ed. (RAE 1914)<br />

Fallar. (De falla, I. er art.) a. (...) || 2 n. Frustrarse<br />

o faltar. HA FALLADO la cosecha.<br />

Fe. (Del lat. fides.) f. (...) || 8 Testimonio o<br />

certificación que se da de ser cierta una cosa. || (...).<br />

Feo, a. (Del lat. foedus.) adj. (...) || 3 m. fam.<br />

Desaire marcado, grosero.<br />

15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

FALLAR. (De falla, I. er art.) tr. (...) || 2. intr.<br />

Frustrarse, faltar o salir fallida una cosa, no<br />

respondiendo a lo que se esperaba de ella. HA<br />

FALLADO la cosecha. FALLA la puntería.<br />

FE. (Del lat. fides.) f. (...) || 8. Documento que<br />

certifica la verdad de una cosa o la existencia de<br />

una persona. FE de soltería, FE de bautismo, FE de<br />

vida. || (...). 98<br />

FEO, A. (Del lat. foedus.) adj. (...) || 5. m. fam.<br />

Desaire manifiesto, grosero. Le hizo muchos FEOS.<br />

3. EL DICCIONARIO MANUAL E ILUSTRADO DE LA LENGUA ESPAÑOLA<br />

En <strong>1927</strong> la Academia publica el <strong>Diccionario</strong> Manual e Ilustrado de la Lengua<br />

Española, de nuevo en Espasa-Calpe. Estaba concebido, como reconoce en su<br />

Advertencia, como “un resumen y a la vez un suplemento de la décima quinta edición”<br />

(RAE <strong>1927</strong>: VII). Esta idea de considerar el <strong>Diccionario</strong> manual como “menos<br />

completo” (RAE <strong>1927</strong>: VIII) –Zamora Vicente (1999: 374) habla de “especie de<br />

pariente pobre <strong>del</strong> usual”– lleva a una cierta desconsideración por parte de los<br />

investigadores 99 . Sin embargo, si se comparan los treinta mil ejemplares de la 15ª ed.<br />

(RAE <strong>1925</strong>) que la Academia encarga a la editorial con los cien mil que se imprimen<br />

<strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (Seco 1994: 355), se comprueba hasta qué punto el <strong>Diccionario</strong><br />

manual asume la función de diccionario “de uso” en el ámbito pedagógico, una función<br />

98 En el caso de fe, la 14ª ed. (RAE 1914) recogía la expresión fe de vida ‘certificado de la existencia de<br />

una persona, dado por autoridad competente’, pero no las otras dos que aparecen en el ejemplo de la 15ª<br />

ed. (RAE <strong>1925</strong>).<br />

99 Entre los trabajos dedicados al <strong>Diccionario</strong> manual, hay que mencionar el de Seco (1994) donde se<br />

estudia el papel de Menéndez Pidal en su gestación, y donde se proporciona el Plan que redactó para su<br />

elaboración, <strong>del</strong> que también se hace eco Abad (2001: 185). Se puede hallar una visión detallada <strong>del</strong><br />

conjunto de ediciones <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> Manual en Seco (1993), una breve noticia sobre su evolución en<br />

Zamora Vicente (1999: 374), un estudio de los americanismos presentes en el Manual en Werner (1984),<br />

de las innovaciones gramaticales introducidas en este diccionario en Bargalló (2008) y un trabajo<br />

centrado en el léxico técnico y dialectal en Garriga / Rodríguez (2008), <strong>del</strong> que se aprovechan algunos<br />

datos para el presente estudio.<br />

36


que el <strong>Diccionario</strong> “grande” no satisfacía 100 . Esta diferencia de funciones se debe, en<br />

parte, a su tamaño reducido y su precio económico, pero también hay diferencias<br />

estructurales apreciables.<br />

La vinculación <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) con la 15ª ed. <strong>del</strong> usual (RAE<br />

<strong>1925</strong>) queda clara, por tanto, desde la “Advertencia” 101 . La comparación de ambas<br />

ediciones va a permitir establecer las diferencias y concretar las características <strong>del</strong><br />

<strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>). Sin embargo, para entender de manera completa esta<br />

obra no parece adecuado realizar únicamente un análisis comparativo a partir de la 15ª<br />

ed. (RAE <strong>1925</strong>) como se haría para el estudio de cualquier edición académica, partiendo<br />

de la anterior, sino que la 15ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual (RAE <strong>1925</strong>) y la 1ª ed. <strong>del</strong><br />

<strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) recorren un camino paralelo desde la 14ª ed. (RAE<br />

1914), como demuestran las Actas de la Institución desde noviembre de 1915, cuando<br />

se empiezan a aprobar cédulas para incluirlas en el nuevo <strong>Diccionario</strong> manual 102 . De<br />

hecho, en 1922 Menéndez Pidal concibe el <strong>Diccionario</strong> manual como una “reducción<br />

<strong>del</strong> Vulgar” (Seco 1994: 355), cuando la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) aún estaba elaborándose.<br />

Hay que ser prudentes, por tanto, con la linealidad que a veces se establece entre ambas<br />

ediciones, como si el <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) fuera una edición más, situada<br />

entre la 15ª (RAE <strong>1925</strong>) y la 16ª (RAE 1936) 103 .<br />

3.1. EL PROYECTO DE UN DICCIONARIO MANUAL<br />

Como explica Seco (1991: 240), el DRAE nace de una reducción <strong>del</strong> monumental<br />

<strong>Diccionario</strong> de Autoridades cuando la Academia decide publicar el <strong>Diccionario</strong> sin<br />

citas, precisamente para hacerlo más manejable y asequible. La conciencia de que el<br />

DRAE era en sí mismo un compendio frenó algunos de los planes que desde 1814 se<br />

suceden en la Academia (Cotarelo 1928: 30-31). Todos ellos presentan características<br />

semejantes: supresión de voces anticuadas y de germanía, eliminación de los derivados<br />

de formación regular, simplificación de las definiciones, en algunas propuestas se<br />

hablaba de aligerar el diccionario de términos técnicos, de significados figurados, de<br />

correspondencias latinas, todo encaminado a reducir en dos tercios el volumen <strong>del</strong><br />

mismo 104 . También pesaba el temor a que el diccionario manual perjudicara las ventas<br />

<strong>del</strong> primero.<br />

100 En efecto, ese protagonismo en las aulas se mantiene también en la 2º ed. (RAE 1950), aunque se<br />

pierde con la 3ª (RAE 1983-1985) y la 4ª (RAE 1989) ya que, aunque mejora algunos aspectos, pierde<br />

otros esenciales en un diccionario manual, como es el formato reducido y su manejabilidad (Seco 1993:<br />

340). La misma Academia da muestras <strong>del</strong> abandono <strong>del</strong> proyecto al publicar el <strong>Diccionario</strong> <strong>del</strong><br />

estudiante (RAE 2005), que asume claramente este cometido.<br />

101 La idea se repite en la 2ª ed. (RAE 1950: VII): “la primera edición <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> Manual tuvo por<br />

base la XV <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> grande, publicada en <strong>1925</strong>”.<br />

102 Dicen las Actas: “Dedicada la Academia al examen de cédulas para el <strong>Diccionario</strong> manual aprobó las<br />

de -Abanderar- Abalizar- Aballestar- Abanderamiento- Abanderar- Abanico- Abarloar- Abarrotar-<br />

Abarrote (...)” (Acta 11.11.1915). La relación, que acaba con la palabra aljibe, comprende más de 70<br />

palabras.<br />

103 Este es un error al que induce una aproximación apresurada al Nuevo Tesoro Lexicográfico de la<br />

Lengua Española (RAE 2001b), en el que aparecen las ocurrencias de una determinada palabra ordenadas<br />

por el año en que algún diccionario académico las acoge.<br />

104 Se emplea, no obstante, el mismo tamaño de la tipografía utilizada en la 15ª ed. (RAE-<strong>1925</strong>) (vid. 2.2).<br />

37


La idea se retoma en 1915. Parece verosímil la hipótesis de Seco de que la publicación<br />

<strong>del</strong> Pequeño Larousse Ilustrado, dirigido por Toro y Gisbert (1912), actuara como<br />

desencadenante 105 . Seco (1994: 353) lo justifica así:<br />

Era un diccionario popular, moderno, atractivo, cómodo y económico, sin dejar de ser solvente, que<br />

pronto se abrió camino en el mercado (solo dos años después de aparecido se publicaba la segunda<br />

edición) y empezó a adueñarse de un sector de público que la Academia parecía tener desatendido. Era<br />

lógico que la Corporación pensase en frenar a este pequeño y «agresivo» competidor oponiéndole otro<br />

peso ligero con la superioridad inicial de llevar el marchamo de la Academia.<br />

En efecto, el Pequeño Larousse Ilustrado era una adaptación <strong>del</strong> Petit Larousse de<br />

Claude Augé, un diccionario que marca un hito en la lexicografía francesa 106 .<br />

Así pues, en 1919 se forma una Comisión extraordinaria constituida por Menéndez<br />

Pidal, Alemany y Cotarelo, y en 1922, la Junta de la Academia aprueba un plan<br />

propuesto por Menéndez Pidal que concibe el diccionario como una reducción <strong>del</strong><br />

<strong>Diccionario</strong> usual, <strong>del</strong> que se debían eliminar, por ejemplo, las voces anticuadas, las<br />

remisiones con “véase”, los refranes; se proponía simplificar las etimologías, evitar las<br />

remisiones a número de acepción, y abreviar las definiciones técnicas; asimismo, debía<br />

recoger más información gramatical (conjugación, plurales irregulares, género, régimen<br />

verbal), y sobre todo debía ser más abierto desde el punto de vista normativo: recoger<br />

voces incorrectas (dando la correcta), incluir extranjerismos, voces de jergas sociales y<br />

profesionales, tecnicismos, provincialismos, etc., todo con la idea de que esas voces<br />

estuvieran “a prueba” en el <strong>Diccionario</strong> manual, hasta ver si se incorporaban o no al<br />

normativo. El Plan de Menéndez Pidal se cumplió en todos sus puntos a excepción de<br />

las etimologías, que directamente se suprimieron, y de las observaciones sobre régimen<br />

preposicional y construcción que, en opinión de Seco (1994: 359), excedían las<br />

pretensiones <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual y hubieran retrasado su conclusión.<br />

Incluso desde el punto de vista material se comprueba que se consiguió el objetivo<br />

pretendido, como se puede observar en la siguiente tabla:<br />

<strong>Diccionario</strong> usual [15ª ed.]<br />

(RAE <strong>1925</strong>)<br />

<strong>Diccionario</strong> manual [1ª ed.]<br />

(RAE <strong>1927</strong>)<br />

largo 320 mm 195 mm<br />

ancho 220 mm 140 mm<br />

grueso 60 mm 60 mm<br />

peso aprox. 2.150 gr 1.600 gr<br />

páginas 22 + 1.275 + 1 hoja 12 + 2.011 + 1 hoja<br />

El resultado fue un diccionario más pequeño, más ligero -gracias también a un papel de<br />

menor gramaje-, más manejable, tal como pretendía el proyecto establecido por<br />

Menéndez Pidal.<br />

105 Se han sumado a esta hipótesis autores como Abad (2001: 185), Alvar Ezquerra (2004: 32), etc.<br />

106 La importancia que Boulanger (1994: 40) otorga al Petit Larousse se pone de manifiesto en sus<br />

palabras: “Pierre Larousse et son successeur Claude Augé ont établi l’ère des dictionnaires de masse, des<br />

dictionnaires usuels. L’objet même du dictionnaire est socialisé, il devient un bien matériel et intellectuel<br />

accessible à tous les individus forgeant une société”. Pruvost (2003: 34) coincide con esta opinión, y<br />

considera el Petit Larousse Illustré símbolo de los diccionarios franceses “de proximidad”.<br />

38


Aunque las menciones expresas en el BRAE al <strong>Diccionario</strong> manual son escasas, y a<br />

pesar de los diversos trabajos en los que la Academia está inmersa en esos años, parece<br />

que los trabajos de elaboración <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual se llevaron a buen ritmo, a<br />

juzgar por las repetidas referencias que se encuentran en las Actas de la Academia.<br />

Además, se puede constatar cómo las aprobaciones de cédulas de palabras para ser<br />

incluidas en el <strong>Diccionario</strong> manual están diferenciadas de las <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual.<br />

3.2. ESTRUCTURA DEL DICCIONARIO MANUAL<br />

3.2.1. Advertencia y abreviaturas<br />

Como ya se ha comentado, la Academia se esfuerza desde el principio por presentar el<br />

<strong>Diccionario</strong> manual como una obra subsidiaria de la 15ª ed. <strong>Diccionario</strong> usual (RAE<br />

<strong>1925</strong>). Así, se insiste de nuevo en varios aspectos: añade aún muchos regionalismos, así<br />

de España como de América, y añade muchas otras voces comunes o técnicas, que no<br />

hay motivo para censurar, pero que la Academia no quiere acoger en su <strong>Diccionario</strong><br />

general. El descarte de dichas voces por parte de la Academia se fundamenta, según se<br />

indica en la misma Advertencia, “en que son voces demasiado recientes y no puede<br />

presumirse si llegarán a arraigar en el idioma” (RAE <strong>1927</strong>: VIII). Las incorporaciones<br />

respecto a la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) van señaladas mediante un corchete.<br />

Sin embargo, en las palabras iniciales destacan también diferencias con el <strong>Diccionario</strong><br />

usual: abrevia muchas definiciones, añade ilustraciones para suplir la brevedad de<br />

muchas definiciones, incluye también vocablos incorrectos y los extranjerismos que con<br />

más frecuencia se usan 107 , suprime voces anticuadas o desusadas y establece la norma<br />

para el uso de algunas voces difíciles, así como para la conjugación de los verbos<br />

irregulares y para la formación de los plurales anómalos. Este tipo de indicaciones sobre<br />

normas de uso son considerados pormenores extraños a dicho diccionario –en<br />

referencia al <strong>Diccionario</strong> usual.<br />

Superada la Advertencia, aparecen las “Abreviaturas empleadas en este <strong>Diccionario</strong>”<br />

(pp. IX-XI). Si el <strong>Diccionario</strong> usual (RAE <strong>1925</strong>) incluía 327 abreviaturas, el<br />

<strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) añade otras 21 y modifica 8, presentando así un total<br />

de 348.<br />

Las nuevas abreviaturas corresponden a provincialismos (Huesc… Huesca, etc.), a<br />

campos de especialidad (Automov… Automovilismo, etc.) y algunas otras marcas<br />

diversas (galic… galicismo, Neol… Neologismo 108 , etc.). En algunos casos se producen<br />

simples modificaciones (de vulg… vulgar se pasa a vulg… vulgar o vulgarismo; de<br />

ingl… inglés se pasa a ingl… inglés o inglesa).<br />

Es importante señalar, sin embargo, que un número considerable de abreviaturas<br />

añadidas o modificadas (concretamente trece, casi la mitad <strong>del</strong> total de 29)<br />

corresponden a informaciones gramaticales. Se incorporan siete (CONJUG.…<br />

CONJUGACIÓN, Fut. imperf.… Futuro imperfecto, Imperf.… Imperfecto, etc.) y se<br />

107<br />

En estos casos, los señala con un asterisco e indica “la expresión propiamente española que debe<br />

sustituirlos” (RAE <strong>1927</strong>: VIII).<br />

108<br />

En el DRAE-<strong>1925</strong> se acababa de incorporar la abreviatura Tecn.… Tecnicismo<br />

39


modifican otras seis en aspectos puramente formales como la utilización de letra<br />

versalita, especialmente al referirse a modos verbales o formas impersonales. Estos<br />

cambios reflejan el interés de la Academia porque el <strong>Diccionario</strong> manual preste mayor<br />

atención a los aspectos gramaticales (Bargalló 2008).<br />

3.2.2. Nomenclatura<br />

Para estudiar la nomenclatura <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) hay dos<br />

posibilidades:<br />

a) Seguir una perspectiva cronológica y tomar como punto de partida la 14ª ed. <strong>del</strong><br />

<strong>Diccionario</strong> usual (RAE 1914). Ello permitiría observar las elaboraciones de la 15ª<br />

ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual (RAE <strong>1925</strong>) y la 1ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE<br />

<strong>1927</strong>) como paralelas. A partir <strong>del</strong> recuento preciso realizado en este estudio, el<br />

número de entradas sería el siguiente:<br />

<strong>Usual</strong> 14ª ed. (1914): 60.188 entradas<br />

<strong>Usual</strong> 15ª ed. (<strong>1925</strong>): 67.389 entradas<br />

Manual 1ª ed. (<strong>1927</strong>): 66.360 entradas<br />

Así se establece que en ambas ediciones se produce un aumento de voces, y que el<br />

<strong>Diccionario</strong> manual no supone una reducción de la nomenclatura <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong><br />

usual, sino una ampliación en más de seis mil voces sobre la 14ª ed. (RAE 1914) que<br />

es la que le sirve de base.<br />

b) Tratar la 1ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) como una versión reducida de la<br />

15ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual (RAE <strong>1925</strong>), y contabilizar una reducción en la<br />

nomenclatura de algo más de mil voces.<br />

La idea que se transmite habitualmente es la segunda, la de que el <strong>Diccionario</strong> manual<br />

es una versión resumida <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual. Y es la que se va a seguir aquí, aun a<br />

sabiendas de que no es la más rigurosa, pero en cambio es la que responde a la<br />

recepción social <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual.<br />

La Academia ya presenta el <strong>Diccionario</strong> manual en la “Advertencia” atribuyéndole una<br />

doble naturaleza de suplemento y de resumen.<br />

En efecto, tras el recuento exhaustivo <strong>del</strong> número de lemas de ambos diccionarios, el<br />

resultado es que el <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) tiene una nomenclatura que solo<br />

está por debajo de la que presenta la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) en un 1,53%: 66.360 entradas<br />

<strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) frente a las 67.389 entradas de la 15ª ed. (RAE<br />

<strong>1925</strong>). La diferencia de 1.029 entradas entre los dos diccionarios surge <strong>del</strong> conjunto de<br />

voces suprimidas pero también <strong>del</strong> de las nuevas voces que se incorporan (vid. Anexo<br />

1).<br />

En el caso de la letra «f», que se utiliza como corpus en el presente estudio, cabe señalar<br />

como ejemplo que el descenso de 297 voces en el <strong>Diccionario</strong> manual es el resultado de<br />

427 supresiones y, a su vez, de 130 incorporaciones 109 . En todo caso, la desviación en el<br />

109 Más setenta y tres acepciones que se incorporan a lemas ya existentes de esta letra.<br />

40


porcentaje diferencial de la letra «f» con respecto a la media total <strong>del</strong> Manual –es una de<br />

las letras que más voces pierde, como se observa en el Anexo 1– se debe a que entre las<br />

supresiones se encuentra el numeroso conjunto de arcaísmos con «f-» inicial (en series<br />

como fablable, fablado, fablador…), calculados en unos 267 lemas, que marcados como<br />

voces anticuadas en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>), desaparecen en favor de sus equivalentes<br />

con «h-» inicial. Si se efectúa un cálculo sobre esta variable para extrapolar estos datos<br />

a todo el diccionario, se obtiene un total aproximado de 5.500 lemas suprimidos y de<br />

4.500 lemas añadidos 110 .<br />

Como se puede observar en el Anexo 1, otras desviaciones porcentualmente<br />

significativas, en especial por el aumento de voces en el <strong>Diccionario</strong> manual, se<br />

producen en letras como «ch-», «j-», «k-», «ñ-» o «w-». Una de las causas de este<br />

aumento hay que buscarla, de nuevo, en la incorporación de americanismos:<br />

- «ñ-»: Los 22 lemas de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) pasan a ser 36 lemas en el <strong>Diccionario</strong><br />

manual (RAE <strong>1927</strong>). La diferencia de 14 voces surge de 4 supresiones y 18<br />

incorporaciones. De estas incorporaciones, 16 corresponden a americanismos:<br />

ñacanina ‘víbora’, ñaco ‘gachas’, ñacundá ‘ave nocturna’, ñacurutú ‘especie de<br />

lechuza’, ñandubay ‘mimosa’, ñangué ‘túnica’, ñaña ‘niñera, etc.’, ñaño ‘hermano,<br />

etc.’, ñapango ‘mestizo’, ñapindá ‘mimosa’, ñapo ‘junco’, ñato ‘chato’, ñeque<br />

‘fuerte’, ñipe ‘arbusto’, ñisñil ‘planta’, ñocha ‘hierba’.<br />

- «ch-»: Las 730 entradas de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) pasan a 953 en el <strong>Diccionario</strong><br />

manual (RAE <strong>1927</strong>). En efecto, Menéndez Pidal (1945: 101) hace referencia a Toro<br />

y Gisbert, quien “ha reunido 2.400 vocablos para tres páginas de la letra ch en que la<br />

Academia no tiene sino 240”. Una breve comprobación demuestra que de las diez<br />

primeras incorporaciones <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> Manual (RAE <strong>1927</strong>) en esta letra, siete<br />

son americanismos: chabela ‘bebida’, chaca ‘variedad de marisco’, chacalín<br />

‘camarón’, chacana ‘parihuela’, chacanear ‘espolear al caballo’, chacate ‘planta’,<br />

chachacoma ‘planta’.<br />

- «j»: Las 676 entradas de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) pasan a 795 en el <strong>Diccionario</strong><br />

manual (RAE <strong>1927</strong>). Sirvan de ejemplo de nuevas voces americanas casos como:<br />

jabado ‘ave’, jabear ‘robar’, jabín ‘árbol’, jabonada ‘reprimenda’, jacalón ‘techo<br />

de paja’, etc.<br />

Además de los americanismos señalados como tales mediante abreviatura, la lista<br />

aumentaría si se tuvieran en cuenta las voces que hacen referencia a realidades<br />

americanas, que sin embargo no aparecen marcadas como tales. Véanse algunos<br />

ejemplos en la letra «j»:<br />

[JABILLA. f. Enredadera de Cuba, de cuyo fruto se<br />

obtiene un aceite lubricante medicinal.<br />

[JABIRÚ. m. Ave zancuda de Brasil, parecida a la<br />

cigüeña.<br />

[JACAMARA. m. Ave trepadora que habita en los<br />

bosques de Brasil.<br />

[JACAPA. f. Pájaro que vive en los bosques de la<br />

América Central y Meridional.<br />

110<br />

En el cómputo total <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> Manual (DRAE <strong>1927</strong>), cabría hablar de unas 2.500 nuevas<br />

acepciones.<br />

41


[JACACUPAYO. m. Planta mirtácea de la América<br />

tropical, cuyo fruto es <strong>del</strong> tamaño de una cabeza humana.<br />

3.2.2.1. Voces ausentes <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual<br />

En este epígrafe se trata de las palabras que aparecen en la 15ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual<br />

(RAE <strong>1925</strong>) y que no se recogen en el <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>). No parece<br />

adecuado hablar de supresiones si se parte de la base de que el Manual no se compone a<br />

partir de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>), sino de la 14ª ed. (RAE 1914).<br />

Un examen atento de las voces de la letra «f-» muestra que, en efecto, el grueso de las<br />

palabras ausentes <strong>del</strong> Manual responden a casos de derivación y que presentan en la<br />

mayoría de ocasiones la marca de «anticuado» 111 , cuando no la de «germanía», en la 15ª<br />

ed. (RAE <strong>1925</strong>). Algunos ejemplos significativos son los siguientes:<br />

- adjetivos en –oso (facecioso, facinoroso, facultoso, frutuoso o funestoso);<br />

- adjetivos en –ble (fablable, finable, fincable, fluxible o fugible);<br />

- adjetivos en –ero/a (facedero, ferrero, filautero –marca de p. us. en <strong>1925</strong>- o fumero);<br />

- adjetivos y sustantivos con terminaciones en –ador/-edor/-idor (fabeador, fablador, fallecedor,<br />

farabusteador -marca de Germ. en <strong>1925</strong>-, farsador o fenchidor);<br />

- adjetivos/participios activos en –ante (fablante, ficante –Germ. en <strong>1925</strong>-, forzante o fraguante), –<br />

ente (faciente, fediente o fuyente) y –ento (frigoriento o friolento);<br />

- adjetivos/participios pasivos en –ado/-ido (fermentado, fido, filado, floreado, folgado, fortunado,<br />

fosado, franqueado, fresado, fúgido, fundido o fustancado);<br />

- sustantivos en –ción (fabulación, fación, fornición, fregación, furción);<br />

- sustantivos en –dad (fabulosidad, febledad, feredad, feridad, fluxibilidad, funebridad);<br />

- sustantivos en –mento/-miento (facimiento, fallamiento, feamiento, firmamiento, fletamiento,<br />

folgamiento, fornimento, fornimiento, o forzamento);<br />

- sustantivos en –eza (feeza, fondeza, frialeza y frieza);<br />

- infinitivos verbales (desde fabear, fablar… hasta fumear, fuñar –Germ. en <strong>1925</strong>-, furtar o fuscar);<br />

- adverbios en –mente (fabricadamente… furtiblemente);<br />

- derivados en –uelo/-uela (fajuela, foguezuelo, frailezuelo o fuentezuela).<br />

En el corpus analizado, también aparecen voces acabadas de incorporar en la 15ª ed.<br />

(RAE <strong>1925</strong>), y ausentes <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>). Sirvan como ejemplo los<br />

casos de fadigar, fi, filarete, filautero y filautía. Salvo el aragonesismo fadigar, todas<br />

las demás voces aparecían en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) con las marcas de «desus». o «p.<br />

us.», de ahí que no resulte extraña su supresión 112 .<br />

3.2.2.2. Voces presentes en el <strong>Diccionario</strong> manual y ausentes <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual<br />

111 Este hecho no se produce únicamente en los lemas de definición única marcados como voces<br />

anticuadas, sino que se hace extensivo también a aquellas acepciones marcadas como «ant.» bajo lemas<br />

que se mantienen. Asi, en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) s.v. fado. ‘(Del lat. fatum) m. ant. HADO. || 2. Cierta<br />

canción popular portuguesa’; mientras que en el <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>), ‘m. Cierta canción<br />

popular portuguesa’.<br />

112 En ocasiones, los cambios que se producen en los lemas <strong>del</strong> Manual (RAE <strong>1927</strong>) respecto al <strong>Usual</strong><br />

(RAE <strong>1925</strong>) suponen únicamente modificaciones de algún aspecto gramatical concreto de determinadas<br />

palabras o familias léxicas: friolengo pasa a friolenco; la serie finchado / finchar / finchazón pasa a<br />

finchado / fincharse (se suprime el sustantivo) o fugar a fugarse; se dan algunas variaciones de<br />

acentuación como en feúco o folklorico, que pasan a feuco y folklórico; o el caso de fianza, que pasa al<br />

plural único fianzas. Un error tipográfico curioso es el caso de frísol (RAE <strong>1925</strong>) que aparece como<br />

entrada * frsíol (RAE <strong>1927</strong>), aunque el término se halla bien ordenado en la macroestructura <strong>del</strong><br />

diccionario en el lugar que correspondería a la forma correcta.<br />

42


Igual que en el epígrafe anterior, conviene evitar la idea de incorporación para las voces<br />

que aparecen en el <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) y que están ausentes de la 15ª ed.<br />

<strong>del</strong> usual (RAE <strong>1925</strong>) 113 .<br />

Para conocer las características de estas voces, vuelve a ser útil el corpus de la letra «f-»<br />

utilizado en este estudio. Son 130 las voces y 73 las acepciones que aparecen. El<br />

análisis detallado de todas ellas permite, además, observar la importancia que cuatro<br />

grupos de voces adquieren en esta 1ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>), y se<br />

confirman en buena medida las informaciones aparecidas en la Advertencia: se trata de<br />

los americanismos y los dialectalismos peninsulares (vid. 1.3 y 2.3.3), los tecnicismos,<br />

los extranjerismos y las llamadas voces incorrectas.<br />

a) Americanismos<br />

Es, sin duda, el grupo de mayor relevancia. Suponen algo más <strong>del</strong> 30% de las<br />

novedades 114 . La localización geográfica de estas acepciones es variada, aunque<br />

destacan las que aparecen con marca de «Chile» (21 apariciones: facistol<br />

‘vanidoso’, faldeo ‘ladera’, fallero ‘que falta a sus obligaciones’, etc.) y «Cuba»<br />

(13 apariciones: fainada ‘dicho torpe’, faltón ‘que falta al respeto’, faurestina<br />

‘árbol leguminoso’, etc.) 115 . En la muestra también aparecen representados<br />

«Argentina», «Colombia», «Guatemala» y «México» con 5 apariciones,<br />

«América Central» con 4, etc.<br />

La significación de estas voces tiene un marcado carácter de cotidianeidad, de<br />

trato personal en ocasiones, entre lo familiar, lo figurado e incluso lo festivo.<br />

Así, se hallan ejemplos de entradas como futre (Argent. y Chile) ‘lechuguino o<br />

persona bien vestida’, farruto (Chile) ‘enteco, canijo’, furrusca (Colomb.)<br />

‘gresca, pelotera’, faino (Cuba) ‘rústico, incivil’ o facetada (Méj.) ‘chiste’.<br />

b) Regionalismos<br />

Se trata <strong>del</strong> segundo gran grupo de novedades, con un 18% <strong>del</strong> total 116 . Por el<br />

origen geográfico de estas voces, ocupan un papel destacado las que aparecen<br />

113 En todo caso habría que considerarlas incorporaciones sobre la 14ª ed. (RAE 1914).<br />

114 Suponen 63 de las 203 novedades: de las 130 nuevas entradas, 30 son americanismos (23%); y de las<br />

73 nuevas acepciones, 33 son también de procedencia americana (45%). Siguiendo con la extrapolación<br />

al conjunto de voces contenidas en el <strong>Diccionario</strong> Manual (RAE <strong>1927</strong>), se puede calcular que de los<br />

4.500 lemas apuntados como novedades en todo el <strong>Diccionario</strong>, un millar corresponderían a<br />

americanismos, junto a más de 1.100 acepciones <strong>del</strong> total de 2.500.<br />

115 En la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) el reparto de voces por países había sido más equilibrado entre voces<br />

originarias, por ejemplo, de Méjico y Colombia (10), Argentina y Chile (9), o Venezuela y Cuba (8)<br />

(Garriga / Rodríguez 2006: 111).<br />

116 Suponen 37 de las 203 novedades: de las 130 nuevas entradas, 29 son regionalismos (23%); y de las<br />

73 nuevas acepciones, 8 también presentan alguna marca regional (11%). En este caso, el porcentaje de<br />

lemas incorporados con alguna marca dialectal peninsular desciende respecto a la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>), ya<br />

que en dicha edición había sido <strong>del</strong> 25%, tomado el mismo corpus de referencia en la letra «f».<br />

Extrapolando los datos al total de <strong>Diccionario</strong> manual (DRAE <strong>1927</strong>), se obtendría la cifra de un millar de<br />

regionalismos nuevos sobre el total calculado de 4.500 lemas, y unas 275 acepciones de las 2.500.<br />

43


con marca de «Aragón» (7 acep.), «Salamanca» (6 acep.), «Asturias» (5 acep.),<br />

«León» (4 acep.), etc. 117 .<br />

Los ámbitos significativos de estos nuevos regionalismos incorporados en el<br />

<strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) se dirigen especialmente hacia elementos o<br />

referentes de labores <strong>del</strong> campo o actividades rurales, ingredientes culinarios,<br />

aves y plantas. Sirvan como ejemplos, palabras como foscarral (Murc.)<br />

‘espesura, maleza’, fosquera (Sal.) ‘broza, especialmente de las colmenas’,<br />

frágino (Ár.) ‘fresno’, faligote (Ast.) ‘pez parecido al besugo’, franhueso (Ast.)<br />

‘quebrantahuesos, ave’, fiyuela (León) ‘filloga, morcilla’, y la propia filloga<br />

(Zam.) ‘morcilla de sangre, arroz…’; o acepciones incorporadas a entradas como<br />

flema (And.) ‘lías que se forman en el vinagre’, follado (Can.) ‘arbusto’, fusco<br />

(Sal.) ‘tripa gorda que se rellena de manteca o lomo’ o frangir (Sal.) ‘mover la<br />

uva en el lagar’.<br />

c) Tecnicismos<br />

La “Advertencia” informaba de que el texto añade aún muchas otras voces<br />

comunes o técnicas, pero el grupo de los tecnicismos fue en el Manual (RAE<br />

<strong>1927</strong>) el menos favorecido de los anunciados. Los datos extraídos <strong>del</strong> conjunto<br />

de incorporaciones analizadas indican que solo un 2% están marcadas en este<br />

sentido –cuatro casos en la muestra-, con lo que en el total <strong>del</strong> diccionario no<br />

llegarían a representar un centenar de voces técnicas. Se trata de los lemas<br />

factitivo ‘Ling. verbo o perífrasis verbal cuyo sujeto hace hacer la acción’,<br />

fagaceo ‘Bot. Cupulífero’, fagocitosis ‘Fisiol. Función de los fagocitos en el<br />

organismo’ y forfícula ‘Zool. Cortapicos, tijereta, insecto’. Tampoco se ha<br />

observado que los casos en que no aparece marca técnica correspondan a<br />

referentes o campos de especialidad, más allá de algunas voces que denominan<br />

animales y plantas (fajol ‘planta’, falanguero ‘animal’, etc.).<br />

d) Extranjerismos<br />

En la muestra de la letra «f» aparece un total de 22 acepciones, casi un 11% <strong>del</strong><br />

total de novedades <strong>del</strong> corpus 118 . Salvo dos anglicismos (fasionable y foot ball),<br />

dos italianismos (fiorituras y formato) y un germanismo (fraulein), el resto<br />

corresponden a galicismos (fané ‘lacio, ajado’, feérico ‘maravilloso’, fiacre ‘tipo<br />

de coche de caballos’, fichú ‘especia de pañoleta’, frustro ‘desgastado’, fuetazo<br />

‘latigazo’, fuete ‘látigo’ etc.). Todas estas palabras aparecen señaladas mediante<br />

un asterisco.<br />

e) Voces «incorrectas»<br />

117 La misma tendencia se produce en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>), si bien la inclusión de términos aragoneses<br />

fue todavía más destacada en comparación con el resto de regiones (prácticamente duplicó -24 frente a<br />

14- el número de voces salmantinas, que ocuparon el segundo lugar) (Garriga / Rodríguez 2006: 109).<br />

118 Si se extrapolan estos datos a toda la edición, la cantidad total de extranjerismos incorporados en el<br />

<strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) puede situarse en torno a los 750. En Nomdedeu (2004) se analiza la<br />

presencia <strong>del</strong> léxico deportivo, que es uno de los que más extranjerismos generan (cf. foot ball), en los<br />

diccionarios <strong>del</strong> español.<br />

44


Como consta en la “Advertencia”, la edición recoge además una serie de<br />

“vocablos incorrectos”, también señalados mediante asterisco. En la muestra<br />

aparecen 26 casos -12 nuevos lemas y 14 acepciones en lemas ya existentes-<br />

(facetar ‘abrillantar’, factage ‘facturación’, federar ‘separar(se)’, feminidad,<br />

ferrocarril ‘tren, conjunto de vagones’, fetiquismo ‘fetichismo’ etc.), cerca de un<br />

13% <strong>del</strong> corpus utilizado 119 . Entre estos casos figuran cinco americanismos<br />

(flacuchento ‘flacucho’, fungir ‘suplir a otro en un cargo’, etc.), además de un<br />

sentido figurado (furor ‘frenesí’), y la frase hacer furor (s. v. furor) ‘despertar<br />

entusiasmo’.<br />

El conjunto de americanismos, regionalismos peninsulares, tecnicismos, extranjerismos<br />

y voces incorrectas citados en los párrafos anteriores supone el 75% de los lemas y<br />

acepciones que se incorporan en el corpus que ha sido objeto de análisis 120 . El 25%<br />

restante, concretamente 51 casos -37 lemas y 14 acepciones-, corresponden a adiciones<br />

de ámbitos muy diversos por su significado (desde fútbol a fuerza pública, pasando por<br />

fonetista y fotocopia).<br />

3.2.3. Observaciones sobre la microestructura<br />

La idea de elaborar un diccionario manual suponía la transformación de algunos<br />

aspectos de la microestructura. Uno de ellos era la utilización de algunos signos no<br />

habituales en el <strong>Diccionario</strong> usual (RAE <strong>1925</strong>).<br />

Ya se ha hecho referencia al uso <strong>del</strong> corchete «[» para señalar las voces o acepciones<br />

que no estaban en el <strong>Usual</strong> (vid. 3.2.1) y el signo «*» para las que se consideraban<br />

incorrectas y para los extranjerismos. Además, el Manual añade información sobre<br />

plurales dudosos, sobre la conjugación de verbos irregulares, etc., y la señala mediante<br />

el signo «». Véanse los siguientes ejemplos (RAE <strong>1927</strong>):<br />

FAVORECER. tr. Ayudar, amparar, socorrer a uno.<br />

FAVORECER a los desvalidos. || Apoyar un intento, empresa<br />

u opinión. || Dar o hacer un favor. Le FAVORECIÓ con un<br />

premio. IRREG. Se conjuga como agradecer.<br />

FÉNIX. m. Ave fabulosa, que se dice es única y que<br />

renace de sus cenizas. || fig. Lo que es exquisito o único en su<br />

especie. El FÉNIX de los ingenios. pl. Fénix y fénices. Usáb.<br />

t. c. f.<br />

Otra de las características formales importante es la falta de numeración de las<br />

acepciones. Pero desde el punto de vista <strong>del</strong> contenido, destacan otros aspectos, como la<br />

reducción de la extensión de las definiciones, la limitación <strong>del</strong> número de acepciones, la<br />

supresión de las etimologías o la reducción en el número de unidades pluriverbales y de<br />

las remisiones. Véanse los siguientes ejemplos:<br />

119<br />

Alrededor, por tanto, de 900 acepciones calificadas como “incorrectas” podrían hallarse en el<br />

<strong>Diccionario</strong> Manual (RAE <strong>1927</strong>).<br />

120<br />

De las 203 incorporaciones (130 lemas y 73 acepciones), 152 corresponden a dichos ámbitos (93<br />

lemas y 59 acepciones).<br />

45


<strong>Diccionario</strong> usual [15ª ed.] (RAE <strong>1925</strong>)<br />

FA. (Nombre sacado por Guido Aretino, así<br />

como los de las cinco restantes notas de la escala de<br />

su tiempo, de la primera estrofa <strong>del</strong> himno de San<br />

Juan Bautista: Ut queant laxis resonare fibris –<br />

Mira gestorum famuli tuorum – Solve polluti labii<br />

reatum…) m. Mús. Cuarta voz de la escala música.<br />

|| 2. V. Ni fu ni fa.<br />

FABLA. (Del lat. fabula, de fari, hablar) f. ant.<br />

Habla. || 2. Imitación convencional <strong>del</strong> español<br />

antiguo hecha en algunas composiciones literarias.<br />

|| 3. ant. Fábula. || 4. ant. Concierto, confabulación.<br />

FACA. (Del ár. farja) f. Cuchillo corvo. || 2.<br />

Cualquier cuchillo de grandes dimensiones y con<br />

punta, que suele llevarse envainado en una funda de<br />

cuero.<br />

FACERÍA. (De facero, fronterizo) f. Nav.<br />

Terrenos de pasto que hay en los linderos de dos o<br />

más pueblos y se aprovecha por ellos en común.<br />

<strong>Diccionario</strong> manual [1ª ed.] (RAE <strong>1927</strong>)<br />

FA. m. Mús. Cuarta voz de la escala músical.<br />

FABLA. f. Imitación convencional <strong>del</strong> español<br />

antiguo hecha en algunas composiciones literarias.<br />

FACA. F. Cuchillo corvo. || 2. Cualquier<br />

cuchillo de grandes dimensiones y con punta, que<br />

suele llevarse envainado.<br />

FACERÍA. f. Ár. y Nav. Terrenos de pasto que<br />

hay en los linderos de dos o más pueblos.<br />

Un examen más detallado de los cambios que se introducen en el <strong>Diccionario</strong> manual<br />

muestra que estos fueron bastante profundos. Uno de los aspectos más trabajados fue el<br />

de las remisiones, que suelen constituir uno de los mayores inconvenientes de acceso a<br />

la información en los diccionarios. El interés de la Academia era simplificar el complejo<br />

sistema de la 15ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual, en el que se remitía a un número de<br />

acepción. En el Manual, en cambio, se suprime el número de acepción en la remisión y<br />

se utilizan diversos métodos para indicar la acepción a la que se remite.<br />

Así, en ocasiones, se indica mediante el término que semánticamente caracteriza a dicha<br />

acepción, o incluso mediante la definición completa. Véanse los siguientes ejemplos:<br />

RAE <strong>1925</strong> FABULISTA. com. Persona que compone o escribe fábulas, 5ª acep.<br />

RAE <strong>1927</strong> FABULISTA. com. Persona que compone o escribe fábulas literarias.<br />

RAE <strong>1925</strong> FACERA. (De faz, cara.) f. Acera, 2ª acep.<br />

RAE <strong>1927</strong> FACERA. f. Acera, fila de casas que hay a cada lado de una calle.<br />

RAE <strong>1925</strong> FACILIDAD. f.… || Dar facilidades. fr. Facilitar, 1ª acep.<br />

RAE <strong>1927</strong> FACILIDAD. f.… || Dar facilidades. fr. Facilitar la ejecución de algo.<br />

RAE <strong>1925</strong> FACTORAJE. m. Factoría, 1ª y 2ª aceps.<br />

RAE <strong>1927</strong> FACTORAJE. m. Empleo y oficina <strong>del</strong> factor.<br />

RAE <strong>1925</strong> FANTOCHE. m. Títere, 1ª y 2ª aceps.<br />

RAE <strong>1927</strong> FANTOCHE. m. Títere, muñeco. || fig. Farolón, fachendoso.<br />

RAE <strong>1925</strong> FAVONIO. m. Céfiro, 1ª y 2ª aceps. Ú. m. en poesía.<br />

RAE <strong>1927</strong> FAVONIO. m. Céfiro, viento. Ú. m. en poesía.<br />

46


La simplificación de las remisiones se manifiesta a través de mecanismos de<br />

reformulación mediante paráfrasis, hiperónimos o complementaciones. Véanse los<br />

ejemplos que siguen, en los que figura entre corchetes la parte de la definición que se<br />

añade al <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) con relación a la 15ª ed. <strong>del</strong> <strong>Usual</strong> (RAE<br />

<strong>1925</strong>):<br />

FABO. m. Ar. Haya [, árbol].<br />

FACHUDO, DA. adj. Fachoso [, de mala facha].<br />

FALARIS. f. Foja [, ave]<br />

FALCINO. m. Ar. Vencejo [, pájaro.]<br />

FALDAMENTA. f. Falda [<strong>del</strong> vestido.]<br />

FALENCIA. f. …|| Argent. Chile y Hond. Com. Quiebra [de un comerciante]<br />

FALSADA. f. Calada [,vuelo rápido.]<br />

FALSIFICAR. tr. Falsear [,contrahacer.]<br />

FARÁNDULA. f. …|| fig. y fam. Faramalla [, charla].<br />

FARDA. f. Alfarda [, tributo].<br />

FARDACHO. m. Lagarto [, saurio].<br />

FARINETAS. f. pl. Ar. Gachas [, de harina].<br />

También la marcación puede ser un recurso útil para caracterizar un significado técnico<br />

y evitar así el número de la acepción en la remisión:<br />

RAE <strong>1925</strong> FARALLÓN. m. (…) || 3. Crestón, 3ª acep.<br />

RAE <strong>1927</strong> FARALLÓN. m. (…) || Min. Crestón.<br />

Por último, el sistema de remisiones también se ve simplificado debido a la técnica de<br />

lematización <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>), que tiene tendencia a presentar bajo<br />

una forma múltiple dos o más sinónimos para los cuales el <strong>Diccionario</strong> usual (RAE<br />

<strong>1925</strong>) mantiene entradas diferenciadas:<br />

<strong>Diccionario</strong> usual [15ª ed.] (RAE <strong>1925</strong>) <strong>Diccionario</strong> manual [1ª ed.] (RAE <strong>1927</strong>)<br />

FACSÍMIL. m. Facsímile.<br />

FACSÍMILE. (Del lat. fac, imper. de facĕre, y<br />

simĭle semejante.) m. Perfecta imitación de una<br />

firma, escrito, dibujo, etc.<br />

FACHENDISTA. (De fachenda.) adj. fam<br />

Fachendoso. Ú. t . c. s.<br />

FACHENDÓN, NA. (De fachenda.) adj. fam<br />

Fachendoso. Ú. t . c. s.<br />

FACHENDOSO, SA. adj. fam. Que tiene<br />

fachenda. U. t.. c. s.<br />

FAMULATO. (Del lat. famulātus.) m. Ocupación<br />

y ejercicio <strong>del</strong> criado o sirviente. ||<br />

Servidumbre, 3.ª acep.<br />

FAMULICIO.<br />

Famulato.<br />

(Del lat. famulĭtium.) m.<br />

FACSÍMIL o FACSÍMILE. m. Perfecta<br />

imitación de una firma, escrito, dibujo, etc.<br />

FACHENDISTA, FACHENDÓN, NA o<br />

FACHENDOSO, SA. adj. fam. Que tiene<br />

fachenda. U. t.. c. s.<br />

FAMULATO o FAMULICIO. m. p. us.<br />

Ocupación y ejercicio <strong>del</strong> criado o sirviente. ||<br />

Servidumbre, conjunto de criados de una casa.<br />

47


Por su parte, las definiciones experimentan cambios no solo ligados a la simplificación<br />

<strong>del</strong> sistema de remisiones. En algunas ocasiones la definición se transforma para<br />

conseguir una mayor precisión, incluso añadiendo contenidos enciclopédicos:<br />

<strong>Diccionario</strong> usual [15ª ed.] (RAE <strong>1925</strong>) <strong>Diccionario</strong> manual [1ª ed.] (RAE <strong>1927</strong>)<br />

FAJAR. tr. …|| Amér. y Can. Pegar a uno,<br />

golpearle<br />

FATIMÍ. adj. Descendiente de Fátima, hija<br />

única de Mahoma. Apl. a pers. Ú.t.c.s.<br />

FATIMITA. adj. Fatimí.<br />

FAJAR. tr. …|| Amér. y Can. Acometer a uno,<br />

golpearle, pegarle.<br />

FATIMÍ o FATIMITA. adj. Dícese <strong>del</strong><br />

individuo perteneciente a una dinastía descendiente<br />

de Fátima, hija de Mahoma y que reinó en Egipto<br />

desde el siglo X al XII. Ú. t. c. s.<br />

La ejemplificación era otro de los aspectos al que la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) había prestado<br />

especial atención (vid. 2.6.2). Ese interés está presente también en el Manual,<br />

especialmente en verbos con más de una acepción (entre corchetes lo añadido al<br />

Manual):<br />

FACILITAR. tr. Hacer fácil o posible una cosa,<br />

[FACILITAR el trabajo.] || Proporcionar o entregar,<br />

[FACILITAR datos al juez.]<br />

FATIGAR. tr. Causar fatiga. Ú. t. c. r. [FATIGARSE al<br />

subir una cuesta]. || Vejar, molestar. [FATIGAR la tierra con<br />

sus correrías].<br />

FAVORECER. tr. Ayudar, amparar, socorrer a uno.<br />

[FAVORECER a los desvalidos]. || Apoyar un intento, empresa<br />

u opinión. || Dar o hacer un favor. [Le FAVORECIÓ con un<br />

premio.]<br />

En algunas ocasiones el ejemplo que se añade al <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>)<br />

asume una parte de la definición <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual (RAE <strong>1925</strong>) relacionada con el<br />

contexto de uso:<br />

<strong>Diccionario</strong> usual [15ª ed.] (RAE <strong>1925</strong>)<br />

FACETA. f. Cada una de las caras o lados de<br />

un poliedro, cuando son pequeñas. Dícese<br />

especialmente de las caras de las piedras preciosas<br />

talladas.<br />

<strong>Diccionario</strong> manual [1ª ed.] (RAE <strong>1927</strong>)<br />

FACETA. f. Cada una de las caras o lados de<br />

un poliedro, cuando son pequeñas. Las FACETAS<br />

de una esmeralda.<br />

Se observa, además, que la reducción de la extensión de las definiciones <strong>del</strong><br />

<strong>Diccionario</strong> manual no siempre se realiza a partir de la supresión de la parte final de la<br />

definición <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual, sino que se lleva a cabo también mediante<br />

simplificaciones parciales basadas en la utilización de términos más comunes, como se<br />

observa en los siguientes ejemplos:<br />

48


RAE <strong>1925</strong> FAJARDO. m. Cubilete de masa de hojaldre, relleno de carne picada y perdigada.<br />

RAE <strong>1927</strong> FAJARDO. m. Pastel de hojaldre relleno de carne.<br />

RAE <strong>1925</strong> FAJO. m. (…) || 4. pl. Conjunto de ropa y paños con que se viste a los niños<br />

recién nacidos.<br />

RAE <strong>1927</strong> FAJO. m. (…) || pl. Conjunto de ropas con que se viste a los niños de teta.<br />

RAE <strong>1925</strong> FASE. f. (…) || 2. fig. Cada uno de los diversos aspectos que presenta un<br />

fenómeno natural o una cosa, doctrina, negocio, etc.<br />

RAE <strong>1927</strong> FASE. f. (…) || fig. Cada uno de los diversos aspectos que presenta un fenómeno<br />

natural o un asunto.<br />

Algunas definiciones <strong>del</strong> Manual (RAE <strong>1927</strong>) modifican el orden sintáctico que tenían<br />

en el <strong>Usual</strong> (RAE <strong>1925</strong>), y se sitúan así más cerca <strong>del</strong> orden de palabras lógico <strong>del</strong><br />

español:<br />

RAE <strong>1925</strong> FABRIQUERO. m. (…) || 3. Operario que en los montes trabaja en el carboneo.<br />

RAE <strong>1927</strong> FABRIQUERO. m. (…) || Operario que trabaja en el carboneo de los montes.<br />

También se observan algunas modificaciones en las marcas de regionalismos y<br />

americanismos, aspecto que había sido objeto de especial atención en el Manual (vid.<br />

3.2.2.2). Así, se hallan casos en que se añaden nuevas marcas regionales a acepciones<br />

ya marcadas en el <strong>Diccionario</strong> usual (RAE <strong>1925</strong>):<br />

FACERÍA. f. [Ar.] y Nav. Terrenos de pasto comunales que hay en los linderos de dos o más<br />

pueblos.<br />

FAÑOSO, SA. adj. [Can., Cuba, Méj.] P. Rico y Venez. Gangoso.<br />

En ocasiones, el Manual (RAE <strong>1927</strong>) sistematiza la información geográfica presente en<br />

el <strong>Diccionario</strong> <strong>Usual</strong> (RAE <strong>1925</strong>) expresándola mediante una abreviatura antepuesta a<br />

la definición:<br />

RAE <strong>1925</strong> FACETO, TA. adj. desus. Chistoso. Ú. en Méj.<br />

RAE <strong>1927</strong> FACETO, TA. adj. Méj. Chistoso. (con ausencia de la marca «desus.»)<br />

RAE <strong>1925</strong> FADA. f. (…) || 2, Variedad de camuesa pequeña, de que se hace en Galicia una<br />

conserva muy estimada.<br />

RAE <strong>1927</strong> FADA. f. (…) || Gal. Variedad de camuesa pequeña.<br />

RAE <strong>1925</strong> FALLA. f. (…) || En el Reino de Valencia, hoguera que los vecinos encienden en<br />

las calles la noche de la víspera de San José (…).<br />

RAE <strong>1927</strong> FALLA. f. (…) || Val. Hoguera que encienden en las calles la noche de la víspera<br />

de San José (…).<br />

RAE <strong>1925</strong> FAYADO. m. En Galicia, desván que por lo común no es habitable.<br />

RAE <strong>1927</strong> FAYADO. m. Gal. Desván no habitable.<br />

De manera más ocasional, se producen algunos otros cambios en la marcación, como se<br />

muestra en los ejemplos siguientes 121 :<br />

121<br />

Incluso se observa algún caso de nueva marcación de voces expresamente excluidas <strong>del</strong> Manual, como<br />

son las voces de germanía (s.v. fajado).<br />

49


RAE <strong>1925</strong> FALCÓN. m. (…) || 2. ant. Halcón.<br />

RAE <strong>1927</strong> FALCÓN. m. (…) || Cuba. Especie de halcón.<br />

RAE <strong>1925</strong> FAROL. m. (…) || Taurom. Lance de capa a la verónica, en que el torero, después<br />

de echar la capa al toro, la pasa en redondo sobre su cabeza y la coloca en sus<br />

hombros.<br />

RAE <strong>1927</strong> FAROL. m. (…) || fig. Lance <strong>del</strong> toreo.<br />

Por último, un cotejo de las microestructuras de las ediciones 14ª ed. (RAE 1914) y 15ª<br />

(RAE <strong>1925</strong>) <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual y 1ª <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) revela que<br />

las modificaciones que se producen sobre la 14ª ed. (RAE 1914) se hallan en las dos<br />

ediciones posteriores, como muestran los siguientes ejemplos:<br />

RAE 1914 Falibilidad. (…) || 2 Riesgo o posibilidad de engañarse una persona.<br />

RAE <strong>1925</strong> FALIBILIDAD. (…) || 2. Riesgo o posibilidad de engañarse o errar una persona.<br />

RAE <strong>1927</strong> FALIBILIDAD. (…) || Riesgo o posibilidad de engañarse o errar una persona.<br />

RAE 1914 Falsía. (…) f. Falsedad.<br />

RAE <strong>1925</strong> FALSÍA. (…) f. Falsedad, deslealtad, doblez.<br />

RAE <strong>1927</strong> FALSÍA. f. Falsedad, deslealtad, doblez.<br />

RAE 1914 Fatalista. adj. Que profesa la doctrina <strong>del</strong> fatalismo. Ú. t. c. s.<br />

RAE <strong>1925</strong> FATALISTA. adj. Que sigue la doctrina <strong>del</strong> fatalismo. Ú. t. c. s.<br />

RAE <strong>1927</strong> FATALISTA. adj. Que sigue la doctrina <strong>del</strong> fatalismo. Ú. t. c. s.<br />

3.2.4. Ilustraciones<br />

Se trata <strong>del</strong> aspecto más novedoso por lo que respecta a los diccionarios académicos. No<br />

parece haber muchas explicaciones de por qué la Academia, ya desde el plan de 1915<br />

(Seco 1994: 352), opta por un diccionario con ilustraciones. Ciertamente el Pequeño<br />

Larousse era una diccionario ilustrado, pero también debió de ser determinante la<br />

influencia <strong>del</strong> movimiento científico Wörter und Sachen, que tan importante fue para el<br />

desarrollo de los estudios de geografía lingüística 122 .<br />

Por otro lado, en la “Advertencia” <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>: VIII) la<br />

Academia presenta las ilustraciones como una manera de compensar la brevedad de las<br />

definiciones, que en algunos casos habían sido abreviadas. Véase el ejemplo de facistol,<br />

cuya definición en el Manual se apoya en la presencia de la ilustración:<br />

<strong>Diccionario</strong> usual [15ª ed.] (RAE <strong>1925</strong>)<br />

FACISTOL. (Del b. lat. facistolium, y éste <strong>del</strong><br />

germ. faldastól, sillón.) m. Atril grande donde se<br />

ponen el libro o libros para cantar en la iglesia: el<br />

que sirve para el coro suele tener cuatro caras para<br />

poner varios libros. (…).<br />

<strong>Diccionario</strong> manual [1ª ed.] (RAE <strong>1927</strong>)<br />

FACISTOL. m. Atril grande de las iglesias.<br />

(…).<br />

122 Clavería (2003: 276) explica cómo los académicos que trabajaban en la elaboración de la 13ª ed. (RAE<br />

1899) llegan a examinar determinados animales y objetos en sus sesiones para definirlos.<br />

50


Respecto a la técnica de elaboración de las ilustraciones, cabe decir que están realizadas<br />

a base de dibujos a pluma, que frecuentemente son esquemáticas y se les puede atribuir<br />

un carácter codificador al posibilitar cierta clasificación temática <strong>del</strong> léxico, como se<br />

puede ver en los siguientes ejemplos:<br />

s. v. fragua s. v. pala s. v. cámara<br />

En efecto, estas ilustraciones serían las que se mantendrían en la 2ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong><br />

manual (RAE 1950) y están inspiradas en los mismos principios que las ilustraciones<br />

que aparecieron después en el <strong>Diccionario</strong> general ilustrado de la lengua española de<br />

Biblograf (Gili Gaya 1945), que tan alta consideración han merecido por parte de la<br />

crítica (Alvar Ezquerra 1983: 194) 123 .<br />

Por lo que respecta al número de ilustraciones que contiene el <strong>Diccionario</strong> manual, si se<br />

toma como referencia la letra «f», se observa que 76 de los 1.939 lemas que comprende,<br />

123 Esa valoración contrasta con la de Zamora Vicente (1999: 374), quien las considera “torpes”, y<br />

prefiere las que aparecen a partir de la 3ª ed. (RAE 1983-1985).<br />

51


es decir, en torno al 4%, se hallan ilustrados en alguna de sus acepciones 124 . La temática<br />

de las ilustraciones corresponde principalmente a flores y plantas, armas, instrumentos<br />

musicales, complementos <strong>del</strong> vestir, elementos arquitectónicos, aves y otros animales,<br />

lo que concuerda con el carácter enciclopédico que encierran 125 .<br />

4. CONCLUSIONES<br />

No se trata aquí de repetir los argumentos que ya se han comentado a lo largo <strong>del</strong><br />

estudio, pero sí que vale la pena destacar algunos aspectos transversales que dan sentido<br />

a la línea de continuidad que establece la Academia en sus sucesivas ediciones.<br />

La primera cuestión que conviene destacar es la necesidad de prestar más atención a los<br />

diccionarios <strong>del</strong> s. XX. La tendencia de los estudios filológicos y de metalexicografía<br />

histórica es la de ocuparse de los diccionarios más tempranos. Sin duda son muy<br />

interesantes, pero para descubrir las claves de los diccionarios actuales es indispensable<br />

trazar la historia también de los más recientes. Así, se puede pensar que la 15ª ed. (RAE<br />

<strong>1925</strong>) es como la edición actual, pero no es así; es un eslabón de la cadena que llega<br />

hasta la 22ª ed. (RAE 2001a); un eslabón muy importante, como queda demostrado en<br />

este estudio, pero un eslabón al fin y al cabo.<br />

La consecuencia de ello es que una edición no se puede estudiar aisladamente. Cada una<br />

de ellas parte de la anterior, y es la base de la siguiente, lo que se explica por esa<br />

metodología acumulativa que caracteriza los diccionarios académicos. Y de la misma<br />

manera, cada edición es hija de una época, por eso es también importante tener en<br />

cuenta las ideas lingüísticas imperantes en cada momento, así como la composición en<br />

el seno de la Academia. En este sentido, los años aquí estudiados constituyen una de las<br />

épocas más fructíferas de la filología española, con Ramón Menéndez Pidal a la cabeza,<br />

y con una serie de proyectos que encuadran las ediciones aquí estudiadas en un contexto<br />

más amplio. En entre ellos destaca la publicación <strong>del</strong> Boletín de la Real Academia<br />

Española, en el cual se pueden detectar los aspectos que más preocupaban a los<br />

académicos de esos años.<br />

El primero de estos aspectos, que marca la diferencia entre la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) y las<br />

anteriores, es la admisión de regionalismos y americanismos. Entre estos dos tipos de<br />

voces alcanzan el 40% de las incorporaciones de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) y, a su vez, el<br />

48% de las que se producen en la 1ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>). Todo ello<br />

va acompañado de una profunda reforma de las marcas geográficas, y en el contexto de<br />

un interés creciente por crear academias correspondientes para que puedan paliar con<br />

sus aportaciones la escasa representación <strong>del</strong> léxico americano en el <strong>Diccionario</strong>. La<br />

misma tendencia se produce en los “regionalismos” peninsulares, ya que la Academia,<br />

influida por las nuevas ideas lingüísticas, se muestra más abierta a su incorporación. Los<br />

estudios que aparecen por esos años en el BRAE y el mismo cambio de nombre <strong>del</strong><br />

diccionario sustituyendo lengua castellana por lengua española así lo demuestran.<br />

124 Si se extrapola este dato al total <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong>, este contendría alrededor de 2.500 ilustraciones.<br />

125 Sobre la caracterización de estos elementos como propios de las enciclopedias, véanse Lara (1989),<br />

Stein (1991), Hernández (1997). Por su parte, Gutiérrez Cuadrado (1996: 140), valora positivamente la<br />

aportación de las ilustraciones a la lexicografía, especialmente a la didáctica.<br />

52


Otro de los aspectos centrales es el léxico de la ciencia y de la técnica, uno de los temas<br />

recurrentes desde que se había publicado el primer diccionario académico. Este estudio<br />

demuestra que esta 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>) se caracteriza por una apertura sin precedentes a<br />

este tipo de léxico. Sin embargo, no sucede así con la 1ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual<br />

(RAE <strong>1927</strong>) que, a diferencia de lo que ocurría con los americanismos y los<br />

regionalismos, no presenta novedades significativas.<br />

También merece la pena destacar la postura de la Academia ante la norma, que se<br />

matiza en estas dos ediciones. Por un lado, se produce una apertura hacia el léxico<br />

familiar y vulgar, como se demuestra con la incorporación de nuevas palabras y<br />

acepciones con estas marcas en el <strong>Diccionario</strong>. Por otro, la misma concepción <strong>del</strong><br />

<strong>Diccionario</strong> manual como un repertorio en el que se pudieran incluir voces y<br />

acepciones “en cuarentena”, es decir, no-normativas, hasta que su inclusión en el<br />

<strong>Diccionario</strong> usual les diera patente de corrección, demuestra una visión algo más<br />

descriptiva de la lexicografía.<br />

Desde el punto de vista de la técnica lexicográfica también la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

resulta innovadora, detectándose un esfuerzo importante por sistematizar las<br />

informaciones y dar coherencia a la microestructura. Este esfuerzo se percibe también<br />

en el <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>) que se beneficia de las mejoras metodológicas<br />

que introduce la Academia, especialmente en la simplificación <strong>del</strong> sistema de<br />

remisiones.<br />

Por último, es necesario insistir en la importancia <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual (RAE <strong>1927</strong>),<br />

ahora ya con el respaldo de los resultados de su análisis. Es conveniente superar la idea<br />

de que el <strong>Diccionario</strong> manual es una reducción <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual. Lo es en algunos<br />

aspectos (voces anticuadas y desusadas), pero no en otros, lo que produce un doble<br />

efecto: por un lado se trata de un diccionario que refleja la lengua viva con mayor<br />

fi<strong>del</strong>idad que el <strong>Diccionario</strong> usual, ya que da cabida a voces y acepciones que se usan,<br />

aunque aún no las admita la norma; por otro, se da la paradoja de que a pesar de ser un<br />

diccionario manual contiene considerablemente más regionalismos y americanismos<br />

que el <strong>Diccionario</strong> usual. Además, conviene ser conscientes de que la elaboración <strong>del</strong><br />

<strong>Diccionario</strong> manual toma como base la 14ª ed. <strong>del</strong> usual (RAE 1914), con lo que no<br />

tendría sentido la idea de que la nomenclatura <strong>del</strong> manual se reduce, sino que se amplía<br />

considerablemente hasta casi igualar la de la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>); eso sí, con una<br />

selección de la nomenclatura basada en criterios específicos.<br />

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ANEXOS<br />

Anexo 1. Recuento comparativo de lemas por letra entre las ediciones 14ª (RAE 1914)<br />

y 15ª (RAE <strong>1925</strong>) <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> usual y la 1ª ed. <strong>del</strong> <strong>Diccionario</strong> manual de (RAE<br />

<strong>1927</strong>).<br />

1914 <strong>1925</strong> Dif. Dif.% <strong>1927</strong> Dif.<strong>1925</strong> Dif.%<strong>1925</strong><br />

A- 8102 8840 738 9,11% 8923 83 0,94%<br />

B- 2595 2817 222 8,55% 3061 244 8,66%<br />

C- 7201 8774 1573 21,84% 8525 -249 -2,84%<br />

CH- 634 730 96 15,14% 953 223 30,55%<br />

D- 4512 4805 293 6,49% 4358 -447 -9,30%<br />

E- 5115 5716 601 11,75% 5210 -506 -8,85%<br />

F- 2028 2236 208 10,26% 1939 -297 -13,28%<br />

G- 1887 2158 271 14,36% 1988 -170 -7,88%<br />

H- 1421 1611 190 13,37% 1618 7 0,43%<br />

I- 2145 2387 242 11,28% 2427 40 1,68%<br />

J- 596 676 80 13,42% 795 119 17,60%<br />

K- 22 21 -1 -4,55% 33 12 57,14%<br />

L- 1661 1823 162 9,75% 1837 14 0,77%<br />

LL- 94 103 9 9,57% 104 1 0,97%<br />

M- 3428 3861 433 12,63% 4042 181 4,69%<br />

N- 779 860 81 10,40% 872 12 1,40%<br />

Ñ- 19 22 3 15,79% 36 14 63,64%<br />

O- 987 1049 62 6,28% 1038 -11 -1,05%<br />

P- 4959 5313 354 7,14% 5279 -34 -0,64%<br />

Q- 288 332 44 15,28% 333 1 0,30%<br />

R- 3153 3448 295 9,36% 3429 -19 -0,55%<br />

S- 3048 3513 465 15,26% 3452 -61 -1,74%<br />

T- 3167 3650 483 15,25% 3571 -79 -2,16%<br />

U- 307 356 49 15,96% 340 -16 -4,49%<br />

V- 1453 1578 125 8,60% 1493 -85 -5,39%<br />

W- 1 2 1 100,00% 5 3 150,00%<br />

X- 13 16 3 23,08% 12 -4 -25,00%<br />

Y- 103 143 40 38,83% 133 -10 -6,99%<br />

Z- 470 549 79 16,81% 554 5 0,91%<br />

60188 67389 7201 11,96% 66360 -1029 -1,53%<br />

62


Anexo 2. Listado de los 221 nuevos artículos que se incluyen en la 15ª ed. (RAE <strong>1925</strong>)<br />

(Letra «f») 126 .<br />

fabo<br />

fachado<br />

fachoso<br />

fachudo<br />

facsímil<br />

facturación<br />

fadigar<br />

fagotista<br />

faisanería<br />

falangeta<br />

falangina<br />

falcino<br />

falcónido<br />

faldinegro<br />

fallecedero<br />

falsaarmadura<br />

falseamiento<br />

faltón<br />

familión<br />

fantaseador<br />

fantochada<br />

fantoche<br />

fañoso<br />

faracha<br />

farallo<br />

farandola<br />

faranduelar<br />

faranga<br />

farfallón<br />

farfolla<br />

farinato<br />

fariña<br />

fariño<br />

fariseísmo<br />

farnaca<br />

faroleo<br />

farolería<br />

farra 2<br />

farraca<br />

farragoso<br />

farrear<br />

fascículo<br />

fatimí<br />

fato 3<br />

fato 4<br />

faya 1<br />

faya 2<br />

fayanca<br />

feblaje<br />

fechador<br />

fedegar<br />

federar<br />

féferes<br />

feje<br />

feladiz<br />

felequera<br />

felpar<br />

felpo<br />

femar<br />

fematero<br />

femera<br />

feminista<br />

fenal<br />

fenazo<br />

fenecí<br />

fenicado<br />

f - feotón<br />

fermentador<br />

ferretero<br />

ferrocarrilero<br />

fertilizable<br />

fertilizador<br />

fertilizante<br />

fervientemente<br />

feseta<br />

fesoria<br />

festinar<br />

festoneado<br />

feticida<br />

feticidio<br />

fi<br />

fia<br />

fichar<br />

fichero<br />

fideo<br />

fiestero<br />

fifiriche<br />

figana<br />

fígaro<br />

figueral<br />

fijador<br />

filandón<br />

filarete<br />

filarmónico<br />

filatelia<br />

filatélico<br />

filautero<br />

filautía<br />

filicida<br />

filoso<br />

filustre<br />

fincabilidad<br />

fineta<br />

fío<br />

fique<br />

firmón<br />

firuletes<br />

fisán<br />

fiscalizable<br />

fisioterapia<br />

fisirrostro<br />

fizar<br />

fizón<br />

flamenquismo<br />

flanero<br />

flanqueador<br />

flaquera<br />

flauteado<br />

flebitis<br />

flechilla<br />

flejar<br />

flequillo<br />

fletante<br />

flexional<br />

flojuelo<br />

fluencia<br />

fluminense<br />

fluorescencia<br />

fo<br />

fofadal<br />

fogarear<br />

fogueo<br />

folicular<br />

folíolo<br />

folklore<br />

126 Se incluyen los 217 nuevos lemas (vid. 2.3) sumados a 4 entradas incorporadas a partir de<br />

desdoblamientos de lemas homónimos: farra 2 , fato 3 , fato 4 y faya 2<br />

63


64<br />

folklorico<br />

folklorista<br />

follado<br />

follador<br />

folletinesco<br />

follisca<br />

foncarralero<br />

fonema<br />

fonendoscopio<br />

fonetismo<br />

fonograma<br />

fonólogo<br />

forcate<br />

forcatear<br />

forcaz<br />

forcejeo<br />

forigar<br />

forjado<br />

formaleta<br />

formalete<br />

formulismo<br />

formulista<br />

fornel<br />

fortacán<br />

fortificador<br />

fosfatado<br />

fosilización<br />

fotófono<br />

fotograbar<br />

fototipia<br />

fototípico<br />

fotuto<br />

fracasado<br />

fraccionable<br />

fragmentar<br />

fragüín<br />

frailejón<br />

frajenco<br />

francesada<br />

franchote<br />

franchute<br />

francocuartel<br />

francolino<br />

fraque<br />

fratás<br />

fratasar<br />

fregotear<br />

fregoteo<br />

frentón<br />

fresquedal<br />

fresquilla<br />

fricativo<br />

friccionar<br />

frigidísimo<br />

frijolar<br />

frijolillo<br />

frijón<br />

fringílidos<br />

fritanga<br />

fritar<br />

friulano<br />

froncia<br />

frondio<br />

fructificable<br />

frustración<br />

fuchina<br />

fuco<br />

fueguino<br />

fuentada<br />

fufú<br />

fugada<br />

fuguillas<br />

fulero<br />

fumable<br />

fumista<br />

fumistería<br />

funche<br />

funcionamiento<br />

fuñique<br />

furare<br />

furnia<br />

furris<br />

furruco<br />

fusionar<br />

fustigador<br />

futraque<br />

futurario

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