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schedule_files/2003 El diablo guardían.pdf

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1<br />

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Vl<br />

Violetta tiene quince años cuando cruza la<br />

frontera con más de cien mil dólares robados<br />

a sus padres, asimismo excelentes amigos de lo<br />

ajeno. Azarosamente desembarcada en Nueva<br />

York, sobrevive durante cuatro años a todo<br />

tren, gastando varios kilogramos de dinero<br />

mal habido. Para mantener ese ritmo, acelerado<br />

todavía más por el polvo blanco que introduce<br />

por su nariz en cantidades generosas, se enseña<br />

a enganchar hombres en lobbies de hoteles<br />

lujosos. No sabe, ni le interesa, la cantidad de<br />

leyes, límites y preceptos a los que pasa por<br />

encima. Tampoco sabe que Nefastófeles, el<br />

supuesto rico heredero que la deslumbra, será<br />

como una daga clavada en su bella espalda<br />

hasta que, ya de vuelta en México, se tope<br />

con Pig, y llegue entonces la hora del Diablo<br />

Guardián. Pero lo que Violerra sí sabe es que es<br />

tiempo de arrojar los dados y cerrar los ojos,<br />

casi con ganas de que a todo se lo lleve el <strong>diablo</strong>;<br />

y que, generalmente, eso lo haces sólo cuando<br />

de plano crees que ya te va a llevar.


2. Parábola del Buen Postor<br />

¿Cómo quieres que empiece? Daddy hada !ittle lamb?Soy<br />

oveja, ya sé, mi destino es vivir entre el rebaño. Pero eso<br />

sí: primero negra que mestiza. Mis papás son ovejas mestizas,<br />

yo salí negra y con modales de cabra. Soy la vergüenza<br />

del rebaño, y en eso estamos más que correspondidos.<br />

Por mí, ni los conozco. Soy el cordero que le saca lo cerdo<br />

al buen pastor, pero también lo buen pastor al cerdo.<br />

¿No te parece lógico que a mi <strong>diablo</strong> guardián le digan<br />

Pig?<br />

Las ovejas mestizas se tiñen el pelo, como si las ovejas<br />

blancas no se supieran de memoria ese cuento. Afortunadamente<br />

las ovejas negritas somos menos ingenuas. Llevamos<br />

más camino recorrido, ¿ajá? Nos ponemos pelucas,<br />

nos cambiamos el nombre, le apostamos a no sé cuántos<br />

números y jugamos en todas las mesas que podemos. Y<br />

eso es lo que no te perdonan las ovejas mestizas, que cambies<br />

de rebaño, que te vayas con tu lana a otro corral. Que<br />

dejes en la puerta de la iglesia al buen pastor para irte a la<br />

ruleta con el mejor postor.<br />

Mi papá quería que me llamara Guadalupe o Genoveva,<br />

que eran nombres de mujer buena. Pero mi mamá<br />

opinó que así sólo se llaman las jodidas, y se empeñó en<br />

ponerme Violetta. Sólo que luego apareció mi abuelo, que<br />

igual que ellos tenía su teoría de los nombres, y dijo que<br />

Violetta era nombre de piruja. Creo que había visto una<br />

película, o a lo mejor fue sólo por chingar a mi madre. No


20<br />

sé, el caso es que el papá de mi papá sugirió que me pusieran<br />

Rosalba, y ya al final en eso quedaron de acuerdo: Rosa<br />

del Alba. Imagínate yo, con ese nombre. Pero mi mamá<br />

me llamaba a escondidas Violetta, aunque me hubiera registrado<br />

como Rosa del Alba. Y a lo mejor de ahí viene mi<br />

maldición, porque el alba es mi peor momento del día. A<br />

esas horas lo f.:ícil es llevarme al infierno, ¿ajá? Porque si el<br />

<strong>diablo</strong> existe debe tener claro que yo en la mañanita no<br />

sirvo para nada, que no tengo ni fuerLas en las piernas y<br />

soy como esas Barbies que están siempre hasta el fondo de<br />

la caja de juguetes, con los brazos y piernas chuecos o arrancados,<br />

esperando a que un duende venga a componerlas;<br />

sería suficiente con empujarme suavecito, como desde lo<br />

alto de una resbaladilla. Y yo me iría de cabeza, bocabajo,<br />

con las palabras mágicas tatuadas en la frente: {tls Víoletttls<br />

Ít1111tÍS se /ltln al Cielo.<br />

De niña me gustaba decir que la segunda t era una<br />

cruz, que mi nombre traía su propio crucifijo. Pero tampoco<br />

tengo que ir tan lejos para decirte cómo me llamo. Y<br />

además n't no quieres saber mi vida entera. Tü sólo vas a<br />

masticar lo que puedas comerte, ojalá que sin mucho envenenarte.<br />

Era mi papá el que decía eso de las Violettas. Y<br />

como yo en el tc:mdo no quería irme al Cielo, decidí hacerle<br />

caso a mi mamá y llamarme como ella me había querido<br />

bauti?_ar. Pero siempre en secreto, porque mi papá me ponía<br />

morada a cinturonazos si llegaba a enterarse de que yo<br />

me presentaba como Violetta. Claro que a estas alturas del<br />

bochorno familiar, y es más, desde mucho antes, mi mamá ya<br />

tampoco soporta que me llame Violetta. Las mujeres que<br />

duermen con cerdos poco a poco se van haciendo cerdas.<br />

Mi mamá dice que no les heredé nada. Yo digo que<br />

nomás los puros defectos. Me doy un poco de asco cuando<br />

recuerdo cuánto me gusta el dinero. Y en eso soy igual<br />

a ellos. También soy egoísta, vanidosa, trendy. Sobre todo<br />

si en ese momento me llamo Violetta. Entonces necesito


21<br />

que me abraces, que corras tras de mí, que no me dejes<br />

llegar hasta el alba esa que a huevo me encajaron en el<br />

nombre, porque seguro estaban decididos a joderme como<br />

a una Guadal u pe o una Genoveva, que ya desde que nacen<br />

traen la vida madreada. Y a mí me gustan cosas de verdad<br />

horribles, como que me regalen lo más caro de la tienda.<br />

Que se metan en broncas por mi culpa, como tú que no<br />

sabes ni quién soy y ya estás escribiendo mi vida. ¿De verdad<br />

quieres que yo sea tu problema? ¿No te parezco demasiado<br />

gorda para problema, v aparte demasiado Haca para<br />

solución? Suena como uno de tus anuncios: Pig & Company,<br />

S.A. de C V: Soluciones esbeltas a problemas gordos. 1<br />

mean, ¿realmente no te importa que te haya agarrado de<br />

mi juguetito;¿ Vas a venir a recogerme cuando yo sea también<br />

juguete y me veas desarmada en el fondo de la caja?<br />

¿Quién va a decirte cómo armarme, Diablo Guardián?<br />

No debería estarte diciendo estas cosas. Soy una pendeja.<br />

Eso de 'no debería estarte diciendo' lo dicen solamente<br />

los pendejos. Yo debería estar diciéndote que soy<br />

maravillosa, pero como creo que tú ya te diste cuenta de<br />

eso, digo estas cosas para contimdirte. Para jugar contigo.<br />

Para que seas mi muñequito. ¿Checas las dimensiones de<br />

mi egoísmo? ¿Verdad que es robusto, él? O a lo mejor lo<br />

digo para que pares de una vez la pinche cinta, lo tires<br />

todo y ya no escuches nada. Para que metas toda mi vida<br />

en una caja y la quemes completa, sin ponerte a pensar<br />

m;Ís que en tu propio bien. Pero entonces no serías ya Mi<br />

Diablo Guardián. No vendrías tras de mí como coyote<br />

hambreado, ni tendrías que haberte puesto la máscara de<br />

lobo para que yo te viera interesante.<br />

¿Cómo quieres que empiece, pues? ¿Te cuento del<br />

origen de mi mala entraña? ¿Quieres saber en qué columpio<br />

enseñé por primera vez los calzones? ¿Cuáles fueron<br />

mis primeras palabras m;ígicas, mi primera escobita de<br />

velocidades, mi primer príncipe convertido en sapo? ¿No


472<br />

pensaba que yo seguía chillando por mi lntrepid, y a veces<br />

me hacía chistes ojetitos, tipo: ¿Y qué tal tus papds, todo<br />

sobre ruedas? Mi única venganza era saber que él no sabía<br />

nada del Corvette amarillo. O sea, no sabía ni madres de<br />

la vida. <strong>El</strong> pobre infeliz.<br />

Puede que sí sea yo una escapísta natural, pero me recagaba<br />

que me lo dijeras. No quería escaparme de ti, si me<br />

escondía y te me desaparecía era porque tenía que jugar en<br />

otro tablero. Nunca es igual decir: No quiero que me busques,<br />

a pensar: Oja!d no me encuentre. A veces me moría de<br />

ganas de que te aparecieras, pero de todos modos te habría<br />

zorrajado un botellazo en la cabeza. Sólo hay un tipo de<br />

persona a la que puedo estar muriéndome por darle un<br />

beso y recibirla con un botellazo: el chofer de mi Corvette<br />

amarillo. Atención, escapistas: Ofrezco mis servicios proftsiolltdes<br />

como conductor de Comettes amarillos. Eso fue lo que<br />

yo leí en tu solicitud de empleo, aunque tú hayas escrito<br />

otra cosa. ¿Cómo sé que me andabas buscando a mí, más<br />

que a la chamba? Ya te dije querido, por un papelillo. ¿No<br />

te parece demasiada coincidencia que te llevaras tus arriculitos<br />

del periódico y dejaras una hoja de tu novela en mi<br />

escritorio?<br />

Ya sé que pudo ser un error, pero si me convences de<br />

semejante pendejada no te extrañe que me arrepienta de<br />

todo y te maldiga, por farsante. No es para tanto, pues,<br />

sólo quiero que veas cómo hacía para estar segura de que<br />

tú podías pilotear mi Corvette, aunque no fuera cierro. Lo<br />

importante no es que las cosas sean, sino que sa{r¡;an ciertas.<br />

Lo importante fue que dejaste ese rollo en mi escritorio<br />

y lo leí mil veces. ¿Por qué me lo dejaste a mí, y no a<br />

Lerdo? ¿Te dio vergüenza que el viejo almorraniento descubriera<br />

tus sentimientos encueraditos, o más bien te<br />

excitaba enseñármelos a mí? Ya sé: lo hiciste inconscientemente,<br />

alguien dentro de ti reconoció mis códigos y dijo:<br />

beep-beep-beep-beep-beep-beep. Casualmente, yo leí ese

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