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A R T U R O B O R D A<br />

EL LOCO<br />

<strong>TOMO</strong> III<br />

M. MUNICIPALIDAD DE LA PAZ<br />

BIBLIOTECA PACEÑA<br />

La Paz - Bolivia - 1866


Publicación dirigida por:<br />

ALC1RA CARDONA TORRICO,<br />

Directora General de Cultura de la H. Municipalidad<br />

de La Paz.<br />

======================================<br />

IMPRESO EN BOLIVIA — PRINTED IN BOLIVIA<br />

DERECHOS RESERVADOS DE LA H. MUNICIPALIDAD DE<br />

LA PAZ<br />

PRIMERA EDICIÓN SEPTIEMBRE DE 1966<br />

Impresores: "Talleres Gráficos Bolivianos” — La Pas — Bolivia


Publicación auspiciada por el señor<br />

General de Brigada Don ARMANDO<br />

ESCOBAR VRIA, H. Alcalde Municipal<br />

De La Paz y Presidente del H. Consejo<br />

Municipal de Cultura.


DE LA RAZA


I<br />

LA FIESTA DE LA RAZA<br />

es el divino fervor<br />

de una alegría<br />

en la gloria de su victoria<br />

y no el dolor<br />

de un ser ilota<br />

en la vergüenza<br />

de su derrota.<br />

La naturaleza reverbera bajo el sol canicular y la luz<br />

hiere mis retinas; tanta es la claridad del sol.<br />

Hoy es la Fiesta de la Baza. En el ambiente flota un<br />

constante y acompasado son, cual si fuese el angustiado latir<br />

de la tierra. Luego, más oír, se adivina un lejano llanto;<br />

notas fugitivas de yaravíes.<br />

Mi corazón palpita, desesperado por huir ¿acaso a<br />

dónde?<br />

…………………………………………………………<br />

Estoy sentado en el corredor, recibiendo la lluvia del<br />

sol que cae a modo de un chorro de agujas.<br />

La música indígena se acerca momento a momento,<br />

a semejanza de una pulsación ambiente, dolorosa y monótona,<br />

tanto que más parece un eco de las tumbas.<br />

— 969 —


ARTURO BORDA<br />

A consecuencia de semejantes melodías, la sangre<br />

que cae en mi corazón, casi traquetea en mi oído, adquiriendo<br />

el acento de una voz que insinúa hacer porque se<br />

aclare y precise pronto ese lejano y matador son indígena,<br />

que viene lentamente, a modo de una marcha fúnebre<br />

soterrada.<br />

Pero ya llega. El vecindario se alborota y sale a la<br />

calle.<br />

………………………………………………………………….<br />

Corro a la ventana de mi dormitorio. Agitado con las<br />

más violentas pulsaciones, espero un momento.<br />

………………………………………………………………….<br />

Al compás de la música que se acerca, el gentío se<br />

aglomera en la esquina. La mayoría del populacho componen<br />

los aborígenes, descalzos y emponchados. Lila, esmeralda,<br />

graneé, bermellones, negros y morados, ostentan<br />

en sus ropas. Entre los espectadores se ve algunos mestizos.<br />

La orquesta o banda se compone de cornetas, kgenas,<br />

platillones y bombos, cuyos sones repercuten sordamente<br />

en mi pecho.<br />

La multitud desemboca en la esquina, semejando un<br />

olaje de torrentera.<br />

………………………………………………………………….<br />

Me acodo en el pretil de la ventana.<br />

En hilera, en medio de la poblada, aparecen unas<br />

indiecitas, ataviadas a la usanza inca. Vienen con las caras<br />

cubiertas con tul; y también a la izquierda, en columna,<br />

los varones.<br />

Son los aymarás.<br />

¡Qué danza tan rara y tétrica!<br />

Con lujosa vestimenta recamada de oro y plata,<br />

acompasando con el cetro el latir de los corazones, viene<br />

— 970 —


EL LOCO<br />

llorando el inca Huachacuyac. Le acompañan dos incas,<br />

gravemente, hilando en grandes ruecas. Todos tres se hallan<br />

escoltados, a la izquierda por auquis y curacas, que<br />

van escarmenando lana blanca; y a la diestra, hilando, las<br />

ñus tas y pallas, que, núbiles aún, avanzan llevando al compás<br />

con las caderas. Hay derroche de colorín en sus ropas<br />

de lana.<br />

Todos, como por resorte, llevan con sus cuerpos<br />

pesados ese ritmo de música taladrante.<br />

Luego el Inca, deteniéndose en la esquina, hace la<br />

señal de ¡Alto!<br />

Al momento calla la música y todos forman círculo<br />

en derredor del monarca, mientras que una de las ñustas,<br />

cargada del Real Heredero, enjuga con su lujosa llijlla el<br />

largo y silencioso llanto del Rey, el cual hace a instante señal<br />

de ¡Marcha!<br />

Nuevamente resuena la música. Y la comitiva se va,<br />

hilando siempre su nostalgia racial.<br />

………………………………………………………………….<br />

Esta no es una danza, es, más bien, una procesión<br />

que año por año repite el mismo grito, como recordando a<br />

la raza el deber de buscar el sucesor de Atahuallpa. Son los<br />

Kullahuas.<br />

Y no puedo más; la fiesta me inocula toda su tristeza.<br />

¡Qué danza de pena tan honda! Mi espíritu y mi corazón<br />

sufren opresiones con tan monótono e incansable son.<br />

*<br />

Cierro la ventana. Me pongo el sombrero, tomo el<br />

bastón y salgo. Echo llave a la puerta y me dirijo al campo.<br />

Pero cuanto más huyo tanto más me sigue el monótono<br />

e incansable compás.<br />

— 971 —


ARTURO BORDA<br />

Así he dejado ya muy atrás el camposanto. El camino<br />

por el que voy, es pedregoso y está cercado de retamas,<br />

de menta y toronjil. A mano derecha, detrás de una<br />

tapia, se yergue un espino en flor, en la cual bebe la miel<br />

un colibrí, sosteniéndose con revolar febril sobre un luminoso<br />

azul.<br />

………………………………………………………………….<br />

Trepo la cima del monte.<br />

La música aymara me persigue; está en mí: se ha<br />

infiltrado en mi ser y tiene el ritmo eterno del corazón en<br />

angustia. Es la congoja de la vieja raza, por eso tan dolorosa;<br />

para quien sepa oírla, cada compás es un latido, cada son<br />

es una lágrima que viene de muy lejos, de remotas edades.<br />

¿No se recuerda su origen? Sí: la opresión esclavizadora<br />

del español.<br />

Sopla el viento solano, gimiendo en la paja brava,<br />

cual si fuere el eterno dolor de las tierras eriales, clamando<br />

la vuelta de las civilizaciones aborígenes.<br />

Luego, cuando los vientos se aquietan, el universo<br />

parece en modorra.<br />

Andando así, sin rumbo, pienso que se reconoce la<br />

música aymara, cuando oída aún de lejos, se advierte en<br />

ella el ritmo de la sangre, que, sumergiendo la vida en la<br />

melancolía caótica, asfixia las almas en su misteriosa congoja:<br />

es el llanto de los harevecs o Uaquiarus soñando el<br />

retorno del Inca victimado; es el lúgubre miserere de una<br />

ronda fantástica de auquis y curacas que gimen en su profunda<br />

desolación, buscando en vano el perdido imperio. Es<br />

más: es la soberbia del dolor recogiéndose en sí.<br />

Meditando de esta suerte, y ambulando bajo un sol<br />

de plomo hirviente, tuve con los ojos abiertos el siguiente<br />

casi ensueño.<br />

Hálleme sentado en la cima de un alto monte, mirando<br />

la sucesión de colinas y lomas, de sierras y collados, y,<br />

— 972 —


EL LOCO<br />

más allá, los inquietos cristales rotos del lago, a continuación<br />

del cual distinguí nueva sucesión de quiebras y lomas,<br />

y, al fondo, los Andes, detrás de cuyas nevadas crestas se<br />

hundió el sol, entintando el cielo, desde el violeta leve del<br />

cénit al encendido escarlata de los horizontes.<br />

Luego, más que ver, presentí que alguien turbaba<br />

el sacro silencio del instante. Mas, todo se ahogó en la mística<br />

calma. Entre tanto el crepúsculo se apagaba funeralmente.<br />

Después soplaron los cierzos, de Poniente a Levante,<br />

y emergieron de lontananzas nubarrones siniestros.<br />

De pronto veo que trepando escarpas se aproxima<br />

un viajero; pero al instante desaparece detrás de las breñas.<br />

Los vientos resoplan ya con furia, y, sorda, muge a<br />

lo lejos la tempestad.<br />

¿Es visión de mi mente acalorada o es una aparición<br />

la de este viajero que se aproxima, sin más abrigo en plena<br />

cordillera, que su burdo sayal, en tanto que su enmarañada<br />

melena, batida por los soplos, semeja una umbreola<br />

forjada en tinieblas?<br />

En esto, mientras la sombra nocturna se difunde<br />

en el orbe, los relámpagos abaniquean instantáneamente,<br />

disipando un punto las lobregueces, que luego caen más<br />

hondas.<br />

EL PEREGRINO (mirándome fijamente)<br />

Oye tú, que al parecer estás en sopor y sin deseos<br />

¿qué buscas en mis yermas heredades, si miras sin ver y<br />

escuchas sin oír? ¿Acaso en estas calmas y tormentas que<br />

supones sentir y ver, ansias dormir un sueño sin por qué?<br />

No; ¡despierta' Desde remotos siglos, andando sin<br />

descanso, de Oriente a Occidente y de Septentrión a Mediodía,<br />

en el continente, busco en vano el espíritu que cante<br />

mis conmociones.<br />

— 973 —


ARTURO BORDA<br />

Despierta, alma sonámbula: atiende cómo las aguas<br />

y el cielo, el fuego y la tierra, se ponen ora furiosos, ora<br />

severos<br />

o ya alegres, tristes o mudos; oye cómo los vientos tan<br />

pronto suspiran, se mofan y ríen, o, en su defecto, cantan,<br />

lloran o apostrofan, entonando sus litúrgicos cánticos.<br />

YO<br />

Ignoro a mi tierra y mis padres: soy expósito.<br />

EL PEREGRINO<br />

Llevas sangre autóctona incendiada con la violación<br />

del extranjero. Ya que sabes el origen de tu sangre, di lo<br />

que sientes y canta mis agitaciones, dilatándote en la<br />

humanidad.<br />

Quise hablar, pero un gran decaimiento me rindió<br />

en una especie de mareo. Sentí como si hubiese regresado<br />

a la sangre aymara o kqechua, de lo que poco después me<br />

sentí volver aun más saturado de infinita tristeza.<br />

YO<br />

Llevo el alma enlutada ya con la insondable nostalgia<br />

por mi lar perdido desde la bárbara conquista. No busques,<br />

pues, en mí, ¡oh enigmático caminante!, ninguna actividad<br />

en el mundo real; ve que sólo vivo en las somníferas<br />

calmas del azul, allá donde bebo la serenidad de mis<br />

dioses Inti, Phajsi y Huarahuaras, que inundan de melancolía<br />

el aire ambiente. Vivo el alma hostil de mi raza recluida<br />

y conculcada, y que —esperando en vano el retorno<br />

ilusorio del Inca asesinado—, resiste aún, estoica y en agonía,<br />

el demoledor golpe de la civilización inútil.<br />

En vano, por ignorancia, el egoísmo extranjero acusará<br />

de abyecta y haragana a mi raza anhelante de su Imperio<br />

hundido en las trágicas sombras de la conquista menesterosa<br />

del áureo metal; mi raza añora las venturas que<br />

un día le diera: mi raza instituyó la comunidad nacional en<br />

territorio de más de cuarenta grados, tornando, por tal manera,<br />

en hecho, el eterno ideal humano.<br />

— 974—


EL LOCO<br />

Sí, oigo que la impotencia y la villanía humanas,<br />

ineptas a organizar semejante orden social, religioso,<br />

económico y político, que en las naciones civilizadas no pasa<br />

ni pasará de ser un imposible, acusan a mi raza, ellos,<br />

los extranjeros en América.<br />

Y es el anarquismo social de las civilizaciones, que<br />

viniendo desbocadas desde el otro lado del ancho mar,<br />

destruyen con la cruz, tornada en daga, aquello que en vano<br />

intentó aún el mártir del Gólgota, la comunidad nacional.<br />

Y esa horda que ha sentado en mi suelo sus reales,<br />

roe arteramente los escombros del Imperio aniquilado,<br />

demoliendo aún los milenarios y sagrados muros de la ciudad<br />

mil veces santa.<br />

¿Qué quieres que haga, enigmático viajero, si no ha<br />

de ser soñar, meciendo el alma en la región azul, huyendo<br />

del contacto de la orgía emigrada y angurrienta de oro?<br />

Pensaba, no hace mucho, que si la vieja Europa se<br />

empeña en acusar de bestial vegetarismo a mi raza, que<br />

intente desterrar de sus dominios, si puede, por una hora,<br />

nada más, su leproso proletariado, que para eterna vergüenza<br />

le azota sin cesar la faz.<br />

Ten, pues, piedad, señor: no hurgues más esta sorda<br />

carcoma; respeta mi alto retiro; no pretendas turbar mi alma<br />

que huye: no conturbes mi anímica modorra, sublime<br />

símil de la dulce muerte.<br />

EL PEREGRINO (con acento inflexible)<br />

No temas; yo alentaré tu canto: haré que tu alma<br />

flote en los deliquios del ensoñado amor; haré que en un<br />

infernal estallido broten en tu cerebro y en tu corazón los<br />

ecos de todas las humanas pasiones; haré que en las<br />

eternidades de tu ser se agite el horror plutónico del<br />

derrumbamiento de toda fe. No temas; yo que alentaré tu<br />

canto, un día te volveré a tu amado y silencioso sueño sin<br />

recuerdo, sumergiéndote en las inmóviles y mudas ondas del<br />

Aullagas.<br />

— 975 —


ARTURO BORDA<br />

YO<br />

¿Quién eres, para pretender elevar el inerte plomo,<br />

cuyo símil soy?<br />

EL PEREGRINO (cerrando los ojos aspira mucho aire, e<br />

inclinándose me sopla en el pecho un<br />

frío de muerte)<br />

¡Pfúuu...!<br />

Y se desvanece en la noche inmensa.<br />

Y mientras estuve agonizando en el espantable horror<br />

de la tormenta: los sordos y formidables rumores del<br />

concertado fragor al ímpetu de los aquilones, traían una<br />

voz misteriosa<br />

LA VOZ<br />

Oíd, legisladores y gobernantes, oíd la voz del<br />

subsuelo americano. Prestad oído al eco inmemorial.<br />

Dijo. Y cielo y tierra enmudecieron.<br />

LA VOZ (solemnemente severa)<br />

A nadie asalte la duda ni el espanto; nadie se engañe.<br />

Es en vano creer en la supervivencia racial al través<br />

de los cruces. El amalgama o fusión de dos en una es la<br />

anulación de ambas en la emergencia de una otra, ya que viene<br />

con tendencias opuestas a los progéneres.<br />

Toda raza lleva inmutable su alma al través de mil<br />

vicisitudes.<br />

Pero las asimilaciones, exóticas siempre, no hacen<br />

más que adherirse al yo racial, semejando excrecencias<br />

parasitarias, sin conseguir debilitar la fe religiosa, aquello que<br />

forma el yo racial, más acaso que la propia sangre.<br />

Una idea o costumbre extraña en el espíritu de una<br />

raza, es una simple idea o costumbre en rehenes, que des-<br />

—976 —


EL LOCO<br />

pues de tomar forma de conciencia en la raza emergente<br />

del cruce, succiona la energética de las maternas, condición<br />

única con la que se ha podido formar la nueva fe, con la<br />

que surge la nueva raza.<br />

Así consideradas estas razones y refiriéndome a los<br />

aymarás, mejor aún, a la América toda, me llama la atención,<br />

y de modo muy especial, la simulación del empeño feroz<br />

que tienen de resurgir el alma de aquel Imperio sin<br />

contornos en la historia, el alma nirvánica ya, venturosa en<br />

su estoicismo, lógico fin y compensación al más grande de<br />

los esfuerzos alcanzados con éxito ante la faz del universo<br />

incrédulo. Aquel Imperio que, el único por siempre en la<br />

historia, expulsó la miseria de sus dominios, asentando la<br />

comunidad nacional.<br />

La civilización más avanzada de la hora presente,<br />

siglo XX (años del 14 al 19), hundiendo en miseria, en<br />

llanto y postración al mundo entero, ebria de neurosis y<br />

sangre, no va más allá de sus crímenes. El salvajismo<br />

civilizado, con la ultraperversidad de todos los refinamientos,<br />

está en Europa.<br />

Dejad, pues, soñar a los aborígenes americanos; no<br />

despertéis la raza; basta su ejemplo. ¡Silencio! Está soñando<br />

el deliquio de su obra: sólo percibe ya las eternas armonías<br />

del cosmos.<br />

No turbéis su reposo, borrando sus huellas al<br />

rastrearla; antes recibid la lección de aquel pasado ejemplar.<br />

Mas, si queréis oír la revelación de sus kipus y huacas<br />

ascended a sus Kgallkas, a su avatar y nirvana: si no,<br />

¡chito! ¡Silencio! Pasito a paso; mesurad el aliento, porque<br />

el espíritu de esa raza es el alma divina; dejadla soñar en<br />

su historia los hechos invictos. Hoy es la única Fiesta de la<br />

Raza en América el Inti Raimi.<br />

Tal se expresó la voz de tierras de Levante, hasta<br />

que se apagó la canción de los vientos. Entonces sopló el<br />

viento Ocaso, portante de la grande y clara voz de tierras<br />

de Poniente.<br />

— 977 —


ARTURO BORDA<br />

LA VOZ<br />

La raza en medio de su sueño sólo espera el cruce,<br />

para rubricar su destino. ¿Qué esperáis, pretendidos<br />

redentores? Solicitad, exigid o imponed el cruce al soplo de<br />

todos los vientos.<br />

En eso, a medida que el huracán iba cesando, fue<br />

enmudeciendo la grande voz de tierras de Poniente.<br />

*<br />

Y desperté de mi ensueño, durante el cual no había<br />

cesado de caminar en la pampa.<br />

El día se iba apagando y los horizontes, cenicientos<br />

y esfumados, temblaban en las evaporaciones, al través de<br />

la luz crepuscular.<br />

Así, sin que la música aymara dejase de obsesionarme,<br />

regresé a casa, con la cabeza que parece que ha de reventarme,<br />

mientras que mi corazón se recoge.<br />

II<br />

EL AGITADOR<br />

Una tarde, a medida que iba pensativo en la calle de<br />

Los Remolinos, en los suburbios Sur, me despertó un alboroto<br />

de reyerta que venía de una tiendita próxima. Pero enmudeció<br />

de repente.<br />

Cuando llegué a ella supe que era una chichería.<br />

Me detuve a ver por la ventanilla, en la que se había<br />

aglomerado la chiquillada, pegando, a manera de ventosas, los<br />

labios y las narices en los vidrios empañados ya con el<br />

aliento escarchado, que limpiaban de vez en cuando con<br />

sus manecitas. Era toda la inocente miseria de los bajos<br />

fondos, acaso la futura prostitución, el robo y el asesinato<br />

por necesidad.<br />

Unas dos oleografías licenciosas, pendían de<br />

cualquiera manera de las paredes sanguinolentamente man-<br />

— 978 —


EL LOCO<br />

chadas en aquel antro de hampa. Cinco sillas desvencijadas,<br />

un pianito, y, sobre dos caballetes bajos, una viga larga,<br />

era todo el mueblaje. En un rincón, sobre una mesa<br />

mugre, un cántaro y muchos vasos a medio servir o beber<br />

que los vaciaba en un bañador una india de pies desnudos<br />

y musculosas piernas a medio lavarlas. Después de mover<br />

ligeramente los vasos en esa agua de sobras, los llenaba<br />

nuevamente con chicha, para que sigan bebiendo los clientes.<br />

cuarto.<br />

Un foquito de mortecina luz eléctrica alumbraba el<br />

Las cholitas, de zimba doble y amplias caderas torpes,<br />

llevando hasta las rodillas sus multicolores polleras,<br />

lucían sus regordetas piernas de lujosas botas de cabritilla<br />

dorada o plateada; terciándose ufanas a la cintura sus mantas<br />

de filoseda, sosteniendo listas en la mano el pañuelo<br />

para el baile, escuchaban atentas, abrazadas a sus hombres,<br />

un obrero de hirsuta melena alborotada y de fisonomía ruda,<br />

que, en mangas de camisa y con amplio y tiznado pantalón<br />

de diablofuerte, fascinando con los relámpagos de sus<br />

ojos inyectados, habla mostrando, como tigre, los dientes, a<br />

la vez que agita en el aire la cachucha empuñada con su<br />

áspera mano,<br />

EL OBRERO (golpeando con sus pies el suelo<br />

i embadurnado de mugare)<br />

Sí compañeros, los tiempos han cambiado y los<br />

procedimientos<br />

también.<br />

Así que estamos induciendo en todos la reacción más<br />

honda y fuerte de la altivez.<br />

Pero, compañeros, cuando al hombre lo han envilecido<br />

hasta la humillación, entonces los reactivos deben ser<br />

los precipitados rojos más fuertes.<br />

¿No sería, por ejemplo, más humano el concluir de<br />

una vez a bala con el indio?<br />

— 979 —


ARTURO BORDA<br />

Sí, compañeros, porque ha llegado a tal condición,<br />

que cualquier individuo, por idiota que sea, al igual que el<br />

más sabio, —lo vemos a diario— se supone, inconscientemente<br />

ya, por la fuerza del hecho secular, perfectamente autorizado para<br />

salir a la calle y emprender a bofetones y puntapiés con el primer<br />

indígena que halle a mano. Y todos obramos así, sin más ni más,<br />

descansando en la convicción de que el indio se callará,<br />

mordiendo su corazón, toda vez que sabe, a conciencia, que<br />

jamás ha de hallar justicia<br />

en ninguna autoridad, sea divina o humana.<br />

La América es testigo.<br />

En verdad: el indio aguantará todos los bofetones<br />

posibles, sin que clave instantáneamente una puñalada al<br />

ofensor, como obraría cualesquiera de nosotros, cualesquiera<br />

que tenga una gota de sangre en sus arterias, si alguno<br />

osase tocarnos siquiera sea con un dedo. Tal procede<br />

quien se estima como hombre. Pues basta saber que si se<br />

le atracase un simple papirote al primer clérigo o fraile<br />

que pase —esto nos demuestra la experiencia diaria— ese<br />

clérigo o fraile, pirrándose en su Cristo, emprenderá a golpe<br />

limpio con el ofensor, sin embargo de que con la doctrina<br />

cristiana han humillado hasta lo inconcebible el espíritu<br />

aborigen.<br />

Sí, sólo la infamia de una civilización ultraoceánica,<br />

angurrienta de oro, pudo haber consumado tanta ignominia,<br />

en nombre de un dios humildemente sanguinario, habiendo<br />

continuado con ese envenenamiento o paralización<br />

racial, la pseudocivilización del mestizo citramontano, de<br />

aquel cuya humillación no hizo sino cambiar de lado, hacia<br />

su cacique.<br />

Sí, nosotros que contemplamos impasibles en el aborigen<br />

ese lento asesinato del hombre, somos cómplices de<br />

lesa humanidad, siendo los gobiernos, por su patronato,<br />

reos de infamia ante la historia de América, por no hacer<br />

nada efectivo para redimir a sus conciudadanos. Y esto es<br />

verdad. Se considera como ciudadanos a los aborígenes, para<br />

mayor sarcasmo, de modo absolutamente único como elemento<br />

numérico para elecciones; para lo único también que<br />

— 980 —


EL LOCO<br />

se le enseña a escribir, pero solamente el nombre del candidato<br />

que interesa al gobierno, es decir, les enseñan el dibujo<br />

de un nombre. Y eso llaman instrucción del indio.<br />

Compañeros proletarios, sed ya puramente ácratas;<br />

porque jamás en la historia de las razas se ha dado el caso<br />

de haberse bestializado tanto a ninguna a nombre de la<br />

conquista, sólo por explotarla, tanto que lo único que falta ya<br />

para que sea animal perfecto es una ley obligándolo a que<br />

camine de cuatro patas.<br />

Entonces nosotros, compañeros proletarios,<br />

suscitemos, propalando a voz en grito, y a toda luz, la máxima<br />

rebelión del alma indígena, para que pase a degüello a nuestra<br />

generación, lo que estará muy bien hecho, o, en su defecto,<br />

concluyamos con ellos a bala.<br />

Toda humillación hay que extirparla de raíz, para la<br />

libre conquista del futuro.<br />

Ahora bien; esto que sucede con el indio, sucede<br />

también, y en escala aun más miserable, por sus agravantes de<br />

civilización, con mucha otra gente de trabajo, o de cualquiera,<br />

nacional y europea, a la que también sería urgente<br />

asesinarla, por esa su infinita humillación por la plata, lo<br />

cual constituiría salvarla por siempre, o, en su defecto, habría<br />

que redimirla para la vida noble, fustigándola hasta<br />

que recobre su dignidad, porque por el dinero se vuelve espía,<br />

canalla y triadora: va hasta las últimas infamias.<br />

Ahora cada cual grabe muy bien esta ley en su<br />

corazón:<br />

Al que alza la voz se le grita,<br />

al que grita se le pega<br />

y al que pega se le mata;<br />

sin perder, pues, ya de vista<br />

que así a la gente se lega<br />

la libertad que se desata.<br />

Y sin decir más salió a carrera, como si estuviera<br />

perseguido por la justicia, sin hacer caso del aplaudir desa-<br />

— 981 —


ARTURO BORDA<br />

forado de la concurrencia, que, alzando en alto los vasos<br />

de chicha, gritaba que daba miedo, poniéndose a bailar de<br />

inmediato al son de la charanga.<br />

Luego proseguí tranquilamente mi camino, sin que<br />

me importen un anís las ideas y la vida absurda de toda esa<br />

gente que, en resumen de cuentas, no vale la pena preocuparse,<br />

toda vez que las ideas y los sentimientos resbalan<br />

en su alma como el agua en el sebo, sin que jamás puedan<br />

asimilar ni los simples enunciados.<br />

Distrayéndome con tales pensamientos llegué a casa.<br />

III<br />

LA CONQUISTA<br />

Los calores han comenzado desde hace ocho días.<br />

Anoche estuve en el kiosco del Parque Murillo, gozando<br />

del fresco, a la vez que me divertía observando el inusitado<br />

trajín de autos, de coches y peatones. Los caballeros<br />

iban con sombrero de copa, frac y guante blanco, y las señoras<br />

y "niñas, lúbricamente descotadas, ataviadas con telas<br />

que diseñaban a maravilla sus formas. Estuve deleitado<br />

en tan encantador espectáculo, cuando llegaron dos viejecitos<br />

que, tomando asiento a mi lado, entablaron el siguiente<br />

diálogo, mientras que la modorra me iba rindiendo en un<br />

dulce bienestar.<br />

—¿Qué significa, Nonato Yberiades, este movimiento<br />

tan desusado? ¿Algún matrimonio?<br />

—No sé, Arauco Huáscar. Pero... ¡Ah! Van al teatro.<br />

Ya recuerdo. Hoy es la Fiesta de la Baza... Sí. Ya, y a . ..<br />

Si quieres podemos ir a galería. Justamente tengo dos entradas<br />

que me obsequiaron ayer. ¡Qué tal, hombre' Pues<br />

había olvidado completamente el asunto. Además, mira la<br />

concurrencia que va; lo más selecto de la sociedad.<br />

—¿A galería, para oír las estupideces de toda esa<br />

gente inconsciente? No. Aunque abajo también hay gente<br />

tan idiota como la de arriba, pero, por lo menos, por estar<br />

— 982 —


EL LOCO<br />

donde está, se ve obligada a guardar silencio. Más bien<br />

tengo una gana invencible de ir a dormir.<br />

—¡Caramba! Siento mucho; pues hubiéramos pasado<br />

una noche deliciosa.<br />

—Yo siento más. Pero para nuestra edad mejor es el<br />

sueño. Si no estuviese la noche tan agradable, yo no hubiera<br />

salido. Además, no entiendo lo que es eso de la Fiesta<br />

de la Rara. Hace ya algunos años que oigo decir, pero,<br />

¿creyeras?, no se me ha ocurrido averiguar lo que significa.<br />

¿Puedes decirme de qué raza se trata?<br />

—Creo que es de la . . . Sí, parece que es de la<br />

celtívera o... En fin, yo no sé cómo se llama. No entiendo<br />

bien este embrollo de razas. Mas, me parece que es de la<br />

española, festejando el descubrimiento de América.<br />

Exactamente. Eso, eso es. ¿Vamos?<br />

—¡Qué disparate! Si es como dices, mayor razón para<br />

no ir. Yo tengo perfecta conciencia de mi dignidad individual<br />

y nacional. Pues me parece que tú no pensaras.<br />

Vives feliz un envidiable estado de sonambulismo o cosa<br />

así. ¿Cómo es posible, querido Nonato, que los americanos<br />

vayamos a festejar nuestra derrota, o su significado, o lo<br />

que es igual, la gloria del conquistador? ¿Supondrías que<br />

España festejase en la misma España las glorias de sus<br />

conquistadores, sean los vándalos, los suevos o los alanos? Te<br />

digo que yo soy indio; así que puedes tacharme de toda la<br />

estrechez de miras que quieras, pero no iré a festejar como<br />

americano la gloria española de habernos conquistado<br />

para su vasallaje. ¿Comprendes?<br />

—Tienes unas zoncerías encantadoras. Si te animas,<br />

iremos y verás en palcos de primera a toda nuestra nobleza.<br />

—Qué bien. ¿Los incas, eh?<br />

—¡Tch, tch! No, hombre. Qué incas ni qué niños<br />

muertos. Los verás a los Monteblanco y Regiastirpe. Irán<br />

los Imperator y otros.<br />

— 983 —


ARTURO BORDA<br />

—¡Cá, cá...! No embromes. Esta sí que es la gorda.<br />

Pero se ve que tampoco sabes lo que significa nobleza.<br />

—¡Já, já! ¿Cómo que no he de saber, si nosotros<br />

somos nobles? Dicen que todavía mis padres conservaban los<br />

pergaminos; ahora no se sabe a dónde fueron a parar. Pero<br />

ya se hallará para los nenes, porque has de saber que la<br />

nobleza no es poca cosa.<br />

—Cuando yo tenía, Nonato, unos quince años, más o<br />

menos, recuerdo muy bien... Pero también debes recordar.<br />

Vosotros vivíais en casa. Y de eso ya hace unos cincuenta<br />

años; por ahí anda. Entonces en la esquina de las calles Ingavi<br />

y Letanías tenía su buen almacén un jovenzuelo, de<br />

aquellos diablísimos, hijo de la Jaqneirpa y de un tal<br />

Rosanegra, de quien debes recordar mucho, porque a la sazón<br />

tú andabas merodeando a la chiquilla de . . . En fin...<br />

¿Recuerdas?<br />

—Ya lo creo que sí. Sí, por ahí andaba la Remedios<br />

de la Esperanza; mocita linda.<br />

—Pues bien. Entonces no has olvidado que cuando<br />

ese muchacho, que era un redomado bellaco, se volvió<br />

millonario con la venta de unas minas de plata, que había<br />

descubierto, según decía, en Apolo, o no sé dónde; pero el<br />

caso es que lo primero que hizo fue volar a España a comprar<br />

el título de Príncipe de Chiquitos. Así resultó noble<br />

aquel bellaco, en virtud de unos miles de pesos. ¿Ya ves<br />

cómo las Coronas venden noblezas? Pues te digo que desde<br />

entonces tengo un desprecio ilimitado por la nobleza,<br />

porque incuestionablemente ese es el origen de toda nobleza.<br />

Pero, Huáscar, no adviertes que nobleza significa...<br />

—Sí. Sé muy bien. Significa ilustre, famoso,<br />

esclarecido, generoso. Esto según el diccionario; pero de<br />

acuerdo con su sentido íntimo más elevado, la forma más alta<br />

de nobleza es desprendimiento, dación, sacrificio y caridad.<br />

Si San Francisco de Asís es como cuentan, ese sería un<br />

hombre noble.<br />

— 984 —


EL LOCO<br />

La nobleza no es la consecuencia de la educación, es<br />

el impulso lícito en el individuo; y el que lo es permanece<br />

tal aún en un ambiente de tahúres; pero un canalla, por<br />

mucho que encubra su condición, cuando menos espere,<br />

sorprendiéndose a sí mismo, escandalizará al mundo entero<br />

con sus groserías e iniquidades de que es capaz su naturaleza.<br />

—¿No observas que en este caso es asunto de la<br />

sangre, es decir, de la raza?<br />

—No me he referido a la estirpe, sino al individuo.<br />

Pero si ves así el asunto, peor para tí. Raza que viene del<br />

latín radix, raíz, significa origen. Así que ya tendrás menudo<br />

trabajo para indagar la procedencia de tu sangre.<br />

Pero vamos por partes.<br />

La raza es visible primero por el color de la piel,<br />

luego, observando más, por la formación ósea, en lo cual tiene<br />

importancia capital el ángulo facial, que decide del grado<br />

intelectivo del individuo. Como ves, en lo físico el color<br />

y los huesos van pregonando la raza; pero los huesos y el<br />

pellejo llevan de modo ancestral sus correspondientes vicios<br />

y virtudes, morales e intelectuales. También hay que<br />

considerar el idioma.<br />

—Y acaso la casta...<br />

Casta significa calidad pura, es sinónimo de tribu,<br />

de aduar, de horda, de estirpe y ralea: de raza. Un laberinto<br />

. . . sobre el mismo asunto. Disparates idiomáticos. Hay<br />

que ir siempre sólo al fondo.<br />

—Mas, no negarás que la nobleza, por ejemplo, la<br />

mía, e s . ..<br />

—No, absolutamente no. Qué he de negar nada, si te<br />

comprendo. Pero los caribes, los cafres y los hotentotes<br />

también tienen sus noblezas, y legítimas, según el más alto<br />

sentido de la palabra pura, igual al de los francos en Lutecia,<br />

de los latinos en Roma y de los griegos en Atenas. Y<br />

— 985 —


ARTURO BORDA<br />

así desde los atlantes y los arios. Pero hoy, mi querido Nonato,<br />

la sangre azul no tiene valor en Nueva York que va<br />

empujando el futuro. Si entre nosotros la nobleza de la<br />

sangre conserva algún mérito y autoridad de fantasma,<br />

sospecho que sea no más que para que el noble, acorralado<br />

en la evocación de su estirpe, goce de la inútil y secreta<br />

exhumación de sus pergaminos, que si se exhiben en público<br />

es para arrancar la carcajada general.<br />

—Puede, querido Huáscar, que tengas razón; no<br />

obstante se sabe que entre los primeros conquistadores<br />

vinieron . . .<br />

—Justamente. Los extranjeros que vienen, desde la<br />

conquista, casi todos fueron la hez del rebase. Es muy posible<br />

que nadie podría señalar uno solo de la sangre de los<br />

Fernandos; y, en un orden más elevado, a los de la sangre<br />

moral de Lucano, Séneca, Columbela y Quintiliano, de<br />

Cervantes, Quevedo, Argensola, Mariana y Capmani, de<br />

Jovellanos, Solís, Moratín y Goya; de Murillo y Zurbarán, de<br />

Velásquez y Coello, y otros intelectuales de positivo valer.<br />

La máxima nobleza que nos vino de Europa es la de media<br />

luz, la intermedia entre la regia y la villana. Pero aun<br />

suponiendo —como afirma algún historiador, sin aportar<br />

más testimonio que su afirmación— que España se despobló<br />

de su nobleza que emigró a las Américas, ello no prueba<br />

otra cosa que aquella nobleza estaba ya envilecida, es<br />

decir, que dejó de ser nobleza.<br />

—¿Cómo debo entender eso?<br />

—Observa, por ejemplo, que el Quijote, que era<br />

caballero en ambos sentidos, noble y aventurero, no asesinaba<br />

reyes para robar soles; no mataba de hambre con las<br />

mitas y a palos a los que le daban su oro, su tierra y sus<br />

productos, y sus mujeres y sus hijos. El mismo Sancho, con<br />

ser Panza, no exaccionó a nadie cuando gobernó la ínsula<br />

Barataría. Y de las mil cuatrocientas minas que explotaban<br />

los españoles, en sólo las de El Potosí mataron con las<br />

mitas más de ocho millones de americanos.<br />

—Mi nobleza, Huáscar, en España, cuando Carlos V...<br />

— 986 —


EL LOCO<br />

—Bueno, Nonato; lo primero que tienes que hacer<br />

es mirarte en un espejo y verás con tus propios ojos y tu<br />

conciencia, lo que eres físicamente y por ahí analizarás y<br />

verás lo que eres moral e intelectualmente. España ha sido<br />

un campo fecundo de mezclas; seguramente no hay un<br />

solo individuo que no sea un batido de celtas, godos, griegos,<br />

fenicios, moros, cartagineses y romanos; de los suevos,<br />

alanos y musulmanes, de los astingos y silingos, hordas de<br />

bárbaros, de forajidos y desalmados. Si efectivamente eres<br />

como pretendes de sangre real española, ¿sabrías desentrañar<br />

tu origen de la filtración de esa mezcla?<br />

Con aquella laya de nobleza a la que te refieres,<br />

sucede lo que con los verdaderos intelectuales, aquella reyecía<br />

del intelecto y del sentimiento; esos no vienen a la<br />

América, si no es alguno que otro, por vía de estudio o de<br />

paseo y con Ja rareza de los cometas; pues en estos lares no<br />

hay ningún centro de sibaritismo apropiado para sus<br />

refinamientos intelectuales, morales o físicos: aquí no tenemos<br />

nada más que la cruda inmensidad de la naturaleza<br />

sin artificios. Los americanos que nacen de semejantes bólidos<br />

son espurios. Lamentable nobleza, por cierto. Y no te<br />

asuste oír así. La verdad, tan claramente expresada.<br />

Pero veamos algo aun más importante. La prosapia,<br />

el linaje y la alcurnia, en el fondo y en el hecho no tienen<br />

más importancia que la de una dignidad que en el momento<br />

de su ejercicio transitorio fue legada o comprada, y este<br />

siempre con valor puramente local; la ralea que ni siquiera<br />

abarca los contornos de la raza, casi tiene la limitación<br />

del aduar, como mínimo, que como máximo apenas<br />

se le rinde pleitesía en el Reino o en el Imperio. La nobleza<br />

de sangre es, como verás, la supervivencia de los<br />

primitivos estados de salvajismo de los trogloditas o sus<br />

predecesores, de las prístinas organizaciones de la sociedad,<br />

de los que, imponiéndose en virtud de su fuerza bruta,<br />

tomaron el gobierno de los suyos. He aquí cómo la sangre<br />

azul sale del pueblo mismo; pero luego —creado ya<br />

en religión el terror— los patriarcas, no satisfechos con ser<br />

los dueños y señores del mundo físico, pretenden ser de la<br />

dinastía de los dioses y se denominan enviados o hijos de<br />

los dioses. Ahí tienes la historia de la nobleza, en toda su<br />

— 987 —


ARTURO BORDA<br />

repugnancia de meros soldados, mercaderes y explotadores,<br />

naciendo con la inconciencia del imperialismo militar.<br />

Así, pues, cualquier bandido que se imponga en un pueblo<br />

y que su familia se vaya sucediendo en el mando, sólo<br />

en virtud de eso y de ciertas modalidades sociales adquiridas,<br />

llegará a consagrarse con el tiempo como estirpe de<br />

sangre azul...<br />

Estas son las inmundicias sociales que es necesario<br />

cantarlas alguna vez así limpiamente, en toda su desnudez,<br />

escandalizando el pudor de los necios o de los cobardes o<br />

hipócritas, para que no vuelvan a levantar olímpicamente<br />

la mísera nonada de su nobleza de sangre.<br />

—¡Hum!... Parece que tuvieras razón. Pero ahora<br />

tenemos ya las nueve menos cuarto. A en punto comienza<br />

la función. ¿Vamos?<br />

—Si no serás testarudo. Me parece que estás sordo.<br />

Dos veces te dije que no. ¿Quieres que vaya a festejar el<br />

día de la raza que aniquiló a nuestra raza? Hemos de loar<br />

todavía la expoliación de nuestros sojuzgadores? No, yo no.<br />

¿No ves cómo ahora mismo se burlan de nuestros<br />

protomártires de la independencia? Yo amo mi tierra y renace<br />

en mí todo el rencor inconfundible e indisimulable de los<br />

sufrimientos de mis antepasados, de los Huáscar y Atahuallpa,<br />

en aquel imperio inimitable que un día suprimió<br />

la miseria en sus extensos dominios, en virtud de la comunidad<br />

nacional. Yo amo mi sangre. Todos los cercenes y<br />

detentaciones físicas o morales en mi patrio suelo son<br />

inyecciones de odio en mi corazón. Las únicas fiestas que<br />

exalto con todo mi entusiasmo son los de la independencia,<br />

las de la libertad, y la única nobleza de sangre o linaje<br />

que debería reconocer en América es la aborigen; en el<br />

caso concreto la de los Incas.<br />

—Así debería ser, al parecer.<br />

—Sí. Pero nosotros, los mestizos, los actuales<br />

americanos, los mulatos y malatos, etc., como el café con<br />

leche, ya no somos ni españoles ni aborígenes, ni blancos ni<br />

negros; víctimas de todo el lastre ibero, de los vicios de todo<br />

— 988 —


EL LOCO<br />

aquel elemento que no pudo triunfar en su medio —se<br />

sobreentiende que hablo del éxito puramente económico—<br />

vamos arrastrando sus miserias. Y quieres que nosotros<br />

los hispano (?) americanos festejemos la miseria que nos<br />

inyectó el sumum de sus fatigas en el apogeo de sus esfuerzos,<br />

precipitándonos en esta molicie de abulia o impulso a<br />

la muerte?<br />

Quizá tendríamos obligación de tomar parte en la<br />

Fiesta de la Raza, si esa raza hubiera sido algo como la sajona,<br />

que, como en Norte América, la conquistó para dar<br />

gloria a su conquistada, para triunfar potentemente en la<br />

vida, desplegando toda su energía creadora y constructora,<br />

con una actividad inusitada. Por el influjo fatal de las<br />

razas, Suramérica no puede ostentar, según dicen, un<br />

educacionista como Horacio Mann; científicos como Edison,<br />

Rumford, Morse y Graham Bell; historiadores como Irving,<br />

Bancroft y Prescot; sociólogos como Giddings o Ward; ni<br />

un filósofo de la talla de Emerson; ni poetas como Longfellow,<br />

Poe o Walt Whitman; en música, escultura y pintura,<br />

nada. ¿Por qué? Por esa maldita influencia de la raza<br />

española. Desde Méjico al Cabo de Hornos sólo se siente<br />

un siniestro soplo de verbalismo ampuloso, desorientado en<br />

los ensueños fracturados de abulias sensuales, muy de la<br />

península. ¿Qué es esto? Todo se pierde en la vorágine de<br />

locuras desperdigadas en fanfarronadas de prostíbulos, de<br />

circos o de burdeles políticos, de política digestiva en un<br />

deseo estúpidamente salvaje de sangre y más sangre, como<br />

en una precipitación a la muerte inútil.<br />

¿Qué es, qué significa esto? Es, mi querido Nonato,<br />

el influjo fatal de la raza, de aquella que para gobernarse,<br />

un día tuvo que mendigar su soberano en todas las cortes<br />

de Europa para concluir por veinticuatro horas con el<br />

de Saboya. La nota máxima del hispano americano la dá<br />

Méjico, destruyéndose sin término, ebrio de sangre y<br />

vandalaje. Méjico, a la Europa entera ha querido destruir, por<br />

haberse proclamado república. Recorre Suramérica y no<br />

hallarás ni una universidad, ni una gran industria española;<br />

a lo más el pequeño comercio de baratija. Eso es lo<br />

más, de ellos que destruyeron aquí la organización social y<br />

— 989 —


ARTURO BORDA<br />

política más sabia que recuerda la historia y que la humanidad<br />

persigue en vano, diezmándose a sangre y fuego.<br />

El Imperio Incásico fue, mediante la expropiación<br />

integral estatizada, el perfecto estado socialista en el régimen<br />

comunista. Esta era la fórmula de hecho: —Todos para<br />

todos—. Pues bien: porque el socialismo es el imperio de la<br />

honradez, porque todos trabajan para todos, porque ya nadie<br />

tiene el cilicio del mañana, porque el dinero no vale,<br />

por eso entre los incas no había hipócritas, no había ladrones,<br />

no había asesinos: la ingenua honradez del individuo<br />

descansaba absolutamente en la justicia y la verdad de su<br />

gobierno verazmente socialista, que constituye la máxima<br />

aspiración de todas las sociedades. Pero la cancerosa Europa,<br />

mediante España, a saco y mandoble, echó por tierra,<br />

por ignorancia, aquella maravilla que la sabiduría de<br />

todos los pueblos no puede organizar, siendo que es la<br />

obsesión de los mejores del mundo, siendo que es una<br />

necesidad netamente humana, el fin de las civilizaciones, una<br />

especie de canto misterioso, de teorías mágicas y fascinantes<br />

en labios de Schacffle, de Hengel, de Renard y Bitri, de<br />

Merneix, de Kaustsky, de Gambeta y Marx, y de mil más.<br />

Por eso yo, Nonato, sonrío ante la impotencia del resto del<br />

mundo. ¡Soy Huáscar! Yo y los míos nada tenemos que<br />

hacer con España. Y si ellos gritan tanto por su idioma<br />

que no necesitamos; ahí tienen su idioma, que hay otros<br />

que son más útiles para la vida, tales como el inglés, el<br />

alemán y el francés.<br />

—Yo, Huáscar, soy más socialista que vos.<br />

—¡Já. já! El socialista es proletario, es obrero; no<br />

potentado egoísta. El socialismo es la caridad, no la avaricia.<br />

El propietario que predica el socialismo —si no es un<br />

León Tolstoy, que reparte su fortuna— es un hipócrita que<br />

pretende robar el salario del proletario. El propietario que<br />

quiere ser socialista, para ser aceptado entre socialistas íntegros,<br />

primero debe renunciar su propiedad de tierras o<br />

valores en beneficio de la estatización colectiva.<br />

—Bueno, amigo, Huáscar: como ya ha comenzado la<br />

función, aun podemos alcanzar a ver el tercer acto.<br />

— 990 —


EL LOCO<br />

—Si vos, Nonato, el suramericano, ya no tienes<br />

vergüenza ni sangre de origen en tus venas, anda a festejar la<br />

raza española.<br />

—Pero Huáscar, olvidas que Colón...<br />

—Siempre, Nonato, tu atroz falta de observación, tu<br />

falta de criterio, tus escrúpulos, tus respetos, tu falta de<br />

valor, de libertad y . . . Observa que Cristóbal Colón, español,<br />

o Cristóforo Colombo, corso... Y desentrañas ese lío<br />

de raigambre bipartida (!). Digo que Colón ni por intuición<br />

ni por ciencia... Es decir, que Colón pisaba tierra<br />

americana y era tal su ignorancia y la suerte de su audacia,<br />

que ni siquiera soñaba haber descubierto un continente para<br />

la Corona, para los españoles que, en agradecimiento, lo<br />

encadenaron al inmortal en el más inmundo sótano, en la<br />

cripta para criminales. Esta es la historia, mi querido Nonato.<br />

Ahora oye éste apostrofe de un ibero a su patria:<br />

" ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?<br />

" ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?<br />

" ¡Ah! si hoy pudiera resonar la lira<br />

" que con Quevedo descendió a la tumba,<br />

" en medio de esta universal mentira,<br />

" de este viento de escándalo que zumba,<br />

" de este fétido hedor que se respira,<br />

" de esta España moral que se derrumba,<br />

" Si en medio de esta borrascosa orgía<br />

" que infunde repugnancia al par que aterra,<br />

" esa lira estallara ¿qué sería?<br />

" Grito de indignación, canto de guerra<br />

" que en las entrañas mismas de la tierra<br />

" la muerta humanidad conmovería."<br />

Mas, ello no quita que los americanos rindamos culto<br />

a Colón, cada cien años, como a Arquímedes, a Copérnico<br />

y Franklin, a todos los grandes de todos los tiempos y<br />

de todos los pueblos, al igual que a Murillo, el protomártir;<br />

a Bolívar, el libertador; a Lincoln, a San Martín y<br />

Washington.<br />

— 991 —


ARTURO BORDA<br />

—Puede que haya algo de verdad en lo que dices,<br />

lo cual no negaré. Pero ni los egipcios ni los fenicios, ni<br />

los griegos, ni los romanos, ni ningún pueblo conquistador,<br />

ha poblado mayor territorio que España en la América. Es<br />

la historia de la conquista más grande y más audaz del<br />

mundo. Reducidos grupos de hombres internábanse en esa<br />

especie de tinieblas misteriosas en que se escondían estas<br />

lejanas tierras. Cada español era un Proteo y un Prometeo<br />

andando en las inmensidades de la selva y los arenales,<br />

así como en los inaccesibles montes, para civilizar los aduares<br />

de los salvajes nómadas, e iban luchando uno contra<br />

mil en la inclemencia de lo desconocido, perdidos en la<br />

inmensidad de estas Américas, sin más ayuda que su fuerza<br />

y su voluntad individual, abandonados a sí mismos. Tal<br />

anduvieron, ignorados en pleno misterio y olvidados por su<br />

patria —¡oh, misioneros de la civilización!— esforzándose<br />

por el honor de su sangre, de su conciencia, de su raza, por<br />

el timbre nacional de la Corona, aun en medio de esos<br />

desiertos mismos, acosados por el frío, la fiebre, el hambre y<br />

las fieras, rompiendo a brazo partido las sombras de la<br />

barbarie, precisamente cuando España estaba en la plenitud<br />

de su fulgor, llevando la batuta de la civilización en<br />

el mundo, dando en su Edad de Oro las máximas en la ciencia,<br />

en el arte y en la política.<br />

Sí, mi querido Huáscar, Iberia tuvo el quijotismo de<br />

que los indios aztecas, urus, quechuas, araucanos y aymarás,<br />

y las mil tribus errantes que pudo exterminarlas, como<br />

en el norte los sajones a los pieles rojas, subsistan con<br />

sus idiomas, sus creencias y sus vicios y sus virtudes. Si<br />

hubiese procedido así la península, hoy no correría, Huáscar,<br />

en tus venas tres cuartas partes de sangre española, y no<br />

serías, pues, ingrato para quien te dio su idioma, su hidalguía<br />

y . ..<br />

Te digo, Huáscar, que yo aborrezco al indio tanto<br />

como tú al español. El indio es imbécil, sórdido, malo y<br />

haragán, reconcentrado e hipócrita. Mejor hubiera sido<br />

exterminarlo para que no resulte el mestizo o mulato, avaro,<br />

suspicaz, lleno de odios mezquinos y de ambiciones<br />

ridículamente exhibicionistas, mentiroso hasta la repugnancia<br />

y simulador hasta la impudicia, sin ninguna iniciativa<br />

— 992 —


EL LOCO<br />

para mejorar el sistema de levantar las cuatro paredes mal<br />

hechas de su vivienda ni para mejorar el burdo tejido de<br />

sus trapos; sin ninguna iniciativa ni habilidad para<br />

perfeccionar tu sistema patriarcal de cultivo de sus tierras ni<br />

de la crianza de sus ganados. Tienen toda la estupidez de<br />

la máquina que durante siglos de siglos no harán nada más<br />

que la inconciencia de los autómatas. Cualquier raza y en<br />

cualquier parte del mundo se perfecciona en algo, pero<br />

aquí, en tu América, en el decantado Imperio de tus Incas,<br />

nada, totalmente nada: cada vez más bobos, cada vez<br />

más idiotas. Muerto el indio no hubiera resultado esa hibridez<br />

y estúpido egoísmo de caciques que viven en alcobas<br />

que son chiqueros, babeando su borrachera, sin ningún<br />

noble sentimiento y con siniestra propensión a la tiranía,<br />

comenzando por aquella infamia del tratamiento brutal<br />

a la mujer, en la que ejercita puños y pies, garrote y<br />

daga, si no la alquila o vende. Esto es salvaje. Ni brizna<br />

de altruismo. Y esto entre los mejores; lo sé, porque hace<br />

años que llevo en estas tus Américas, viviendo a uña y<br />

carne con vosotros.<br />

Ya que desataste tu lengua, es también necesario y<br />

justo que oigas lo que provocas. Pero lo que en medio mismo<br />

de tus barbaridades me agrada es ese tu amor casi perruno<br />

a la tierra. Al fin y al cabo soy americano por la<br />

bandera. El perro es el que mejor conciencia tiene de su<br />

derecho de propiedad: en sus dominios es un celoso guardián;<br />

pero en barrio ajeno, las orejas gachas y entre piernas<br />

el rabo, huye sin volver cara. Mas, este asunto no es<br />

para cegarse tanto.<br />

Ahora habla cuanto quieras, que si tienes conciencia<br />

seguirás oyendo mi voz en tus noches de insomnio y<br />

tu existencia evolucionará en la inmensa espiral de las<br />

ascensiones a los grandes ideales.<br />

Mi consejo es que vayas a España. En cada hogar<br />

encontrarás tu familia o algo así: es la raza, Huáscar. Sentirás<br />

el cariño como en medio de los tuyos. Aprende. El<br />

español es lo contrario del indio, al que si se le pide<br />

hospitalidad fatalmente contesta con su cerrado no hay, y te<br />

da con las puertas en las narices. Vé a España. Y si hallas<br />

— 993 —


ARTURO BORDA<br />

que la península está rezagada en el progreso, pues nada<br />

más sencillo que la conquistes. Eso te probará lo<br />

tremendamente dificultoso que es ser conquistador. Desde<br />

luego, se necesita fortaleza de hierro, física, moral e<br />

intelectualmente, para imponer idioma, leyes y costumbres.<br />

Para eso se requiere ser noble —caballero y magnánimo—,<br />

para no exterminar a los conquistados como los sajones a los<br />

pieles rojas. Para hacer una conquista es necesario saber<br />

hacerla humanamente, tanto como permite la guerra.<br />

¿Comprendes? La guerra, ¡eh! Entonces una conquista es<br />

sublime.<br />

Por mis venas, querido Huáscar, corre sangre española<br />

que la defiendo aportando el testimonio de los hechos.<br />

Lee la historia, controlando tus odios y amores. Pero<br />

veo que tus conceptos son los ejercicios de una inteligencia<br />

embrionaria en el instante de la retorsión y dislocamiento<br />

de las civilizaciones. A pesar de todo es simpática<br />

tu tendencia a la libertad. Como buen americano de<br />

la hidalga cepa española, te aplaudo. Habla, Huáscar amigo.<br />

Es verdad, defiendes tu sangre.<br />

—Hablemos; pero andando. Se hace tarde.<br />

Decía que el indio es huraño, tremendamente soberbio,<br />

que no quiere ni necesita saber nada de Europa, menos<br />

de los españoles, porque todos los ultrajes inferidos por los<br />

blancos se transmiten a viva voz( de generación en generación.<br />

El indio no busca ideas ni telas españolas, ni las<br />

materias primas de España; no va, no quiere ir a buscar nada<br />

al Viejo Mundo, como los europeos vienen en busca de<br />

oro a las Américas. Los indios están convencidos que si no<br />

fuesen nuestros Vellocinos no hubiera quién venga a hablarnos<br />

de civilización. Si no fuese nuestro oro, no hubiesen<br />

venido ni los misioneros de Cristo. Pero ¿qué hemos<br />

ganado con el cristianismo? El vandalaje en nuestros templos<br />

y las primicias de nuestras hembras sacrificadas a<br />

ellos ante la amenaza del puñal y mil tormentos. ¿Qué progreso<br />

es éste que trae la corrupción que no tuvo el Imperio<br />

del Sol? Casinos, bares, caramancheles y lupanares de<br />

tahúres en clubs sociales, para bestializar la raza con mil<br />

toxinas. En fin, tan...<br />

— 994 —


EL LOCO<br />

—No, Huáscar: el indio es malo, es avaro e ingrato<br />

por instinto; tiene todas las taras de la imbecilidad. Así son<br />

los mestizos.<br />

—Espera un momento, querido Iberiades. He de<br />

explicarte que no es como dices y por qué oculta el indio su<br />

fortuna y su familia, cerrando su hogar al blanco, repitiendo<br />

siempre su fatal no hay.<br />

Recordemos hemos concretos, extractando la historia.<br />

A propósito traigo aquí un ligero estudio, que<br />

seguramente no es creación de nadie, sino que apenas es la<br />

humilde relación de los hechos que refieren muchísimos otros<br />

historiadores, todo el que como ahora yo ha querido darse<br />

el trabajo de hacer una copia más o menos modificada de<br />

la forma, como tratan los demás, sin que esto quiera decir<br />

absolutamente que por eso es una nueva historia.<br />

—Ya lo creo. Estoy seguro que no se te habrá ocurrido<br />

que como historiador puedes crear la historia, ya<br />

que los únicos creadores de la historia son los hechos mismos,<br />

es decir, que son los únicos originales, y originales<br />

en su sentido escuetamente puro, totalmente sin ningún<br />

requisito de florilegios verbales. Así que si te has dedicado<br />

también a la historia, debes saber que tu papel es menos<br />

que de plagiario, lo cual apenas implica una mera<br />

modificación de fondo o forma de uno o varios asuntos para<br />

formar un solo cuerpo homogéneo; lo cual tiene apariencia de<br />

original del sinvergüenza, del que perpetra un tal robo.<br />

Todo un pillaje. Digo que el verdadero historiador es menos<br />

que plagiario, porque absolutamente no puede ni debe<br />

hacer otra cosa que simplemente relatar sin comentarios<br />

lo que sabe o ha visto, y, en caso contrario, atenerse<br />

al pie de la letra a la tradición, que, en resumen, es la misma<br />

cosa, cuidando únicamente de ordenar todo cronológicamente.<br />

De manera que en este sentido estás descendiendo<br />

al mero oficio de anticuario.<br />

—Ahí tienes que ahora estamos plenamente<br />

conformes en este asunto. Es evidente que lo único original es<br />

el hecho y que los historiadores, desde Herodoto, no son ni<br />

— 995 —


ARTURO BORDA<br />

pueden ser otra cosa que simples cronistas, copistas o voceros,<br />

que no pueden ni deben variar en nada los acontecimientos<br />

acaecidos. Así que por mucho que lastime su vanidad,<br />

pongan o no pongan comillas, no hacen nada más<br />

que repetir en prosa o en verso eternamente la misma historia.<br />

Por eso es historia, porque nadie puede ni debe variarla,<br />

repitiéndola como simples loros, como ahora yo.<br />

—Ni más ni menos. Y no hay que confundir el asunto<br />

con la filosofía de la historia, que es algo absolutamente<br />

distinto. Y es por ahí por donde todos se extravían,<br />

confundiendo la historia y la filosofía de la historia, porque<br />

generalmente carecen del necesario talento para ese fin. La<br />

filosofía de la historia se concreta, o debe concretarse, a la<br />

investigación de los antecedentes sociales, físicos y morales,<br />

e intelectuales, que impulsan a producirse los acontecimientos<br />

que menciona la historia, único caso en que proceden<br />

los comentarios.<br />

—Estamos también de acuerdo. En el filósofo de la<br />

historia ya se nota un poco de trabajo intelectual, pero en<br />

el historiador es el mínimum imaginable de esfuerzo<br />

intelectual. En esto son ni más ni menos que los poetas, o los<br />

que así se llaman, aquellos que reconociendo de facto su<br />

impotencia para crear —en sentido puramente artístico—<br />

la poesía, o sea concebir el asunto emocional, reduciéndose<br />

al esfuerzo más insignificante intelectivo o sentimental,<br />

hinchados de vanidad no hacen nada más que un juego de<br />

palabras, tratando temas mitológicos o históricos, cuyos<br />

autores ya ni se conoce. De manera que analizando a esos<br />

pretensos poetas, se ve reducido su orgullo a la simple<br />

sonoridad léxica. Por esta vía verdadera de procedimiento<br />

indagatorio, apenas si se halla en el mundo unos cuatro o cinco<br />

poetas de verdad, pero poetas propiamente dichos.<br />

El historiador, como el poeta, es también algo así como<br />

infinitos autores, y muy especialmente como esos<br />

profesorcitos del tres al cuarto, que por sostenerse en sus<br />

colocaciones, se dedican a extractar la gramática o la<br />

aritmética, si no es la química o la física, o cualquier ramo del<br />

saber humano, sin hacer más que compendiar las leyes<br />

fundamentales, sin poder haber sentado ninguna ley ni<br />

procedimientos nuevos; pero, eso sí, ya son autores... garan-<br />

— 996 —


EL LOCO<br />

tizando con ello su colocación ante la bobería ministerial.<br />

Esto es de todos los días.<br />

—Cierto; pero ya estamos como jumento de noria.<br />

Vamos al grano: Pues lo que he compendiado de la historia<br />

de Colón es lo que sigue, y que no he cerrado entre comillas,<br />

repito, porque a nadie se le ocurrirá decir que yo<br />

he inventado esa historia, es decir, que yo he creado ese<br />

Colón, su tiempo y el continente Americano y el<br />

descubrimiento. Oye pues.<br />

LA EPIFANÍA<br />

Los dos habían abandonado su hogar, y una tarde,<br />

bajo el calcinante sol de Andalucía, andando a más no poder<br />

ya, sudando y hambrientos, tramontando una colilla<br />

cayeron en el pórtico de Santa María de la Rávida. El niño<br />

era bello y tenía sueño y sed, y la miseria del hombre<br />

era majestuosa: imponía respeto a pesar de sus harapos.<br />

Hablaban.<br />

—¿Descansaremos al fin acá, papá?<br />

—Quién sabe... Todas las puertas parecen estar<br />

cerradas a cal y canto. (Y dilatando sus pupilas abarcaba<br />

órbitas inconcebibles, para agregar después) No duermas,<br />

Diego. Apóyate en mí, hijo. (Golpeando la puerta) Vamos<br />

a ver si abren. No duermas, hijo.<br />

—Si no duermo, papá.<br />

—Sí, hijo: veo que se te caen ya los párpados.<br />

—Es que tengo sed. ¿Y cuándo veremos a mamá?<br />

—¡Ah!... Sí. Es verdad... Pero parece que ya abren<br />

la puerta...<br />

Minutos después el Padre Juan Pérez de Marchena,<br />

superior del monasterio, sintiendo un vuelco en el corazón,<br />

hospedó a los trashumantes.<br />

— 997 —


Conversaron.<br />

ARTURO BORDA<br />

—De Genova, ¿dices? ¿Hijo de cardador? Muy bien.<br />

¿Y éste niño, es tu hijo?<br />

—Sí. Huérfano. Ocho años.<br />

—¿Decías...?<br />

—Que la tierra no es plana: que es redonda. Yendo,<br />

Padre, siempre en un mismo sentido, se llega un día al<br />

punto de partida. Yendo así, seguro que he de descubrir las<br />

tierras de la India Oriental que esconde el misterio. Quizá<br />

hay otras razas que convergir al seno del Señor. Dirigiéndose<br />

por el Occidente descubrirá al otro lado de Catay<br />

y el Japón, el oro de Ophir, las fabulosas minas de Salomón.<br />

Todo lo que descubra será para la Corona. Quiero la<br />

unidad física, moral e intelectual del mundo; descorreré<br />

el misterio de las sombras de Isis y haré que alumbren las<br />

nuevas auroras. Por tal manera, Padre, entregaremos a la<br />

civilización los prodigios que acaso revele ese nuevo mundo.<br />

*<br />

Al otro día el superior del convento, tocado de la fe<br />

del peregrino, vio a los reyes don Fernando y doña Isabel.<br />

El corazón de ella se inflamó en amor,* deslumbrada ante<br />

los negros fulgores del misterio que el vidente relampagueaba<br />

en su fe. Entonces la corte convoca a todos los sabios<br />

de España. Profesores de astronomía, geografía, matemáticas<br />

y de todas las ciencias conocidas se congregan en<br />

el convento de los dominicos de Salamanca, murmullando<br />

befas y sonrisas para ese aventurero que no se inmuta<br />

sosteniendo sus teorías. Como representante de aquel siglo de<br />

oro, Lactancio refuta a Colón en estos términos: —Nada<br />

hay tan absurdo como suponer que existen antípodas,<br />

hombres que caminan con los pies hacia arriba y la cabeza<br />

hacia abajo; que existe parte del mundo donde todo está al<br />

revés, que los árboles crecen con las raíces al aire y las<br />

ramas en el suelo...— Y todos aquellos sabios zahieren<br />

sardónicamente al vidente a quien no le escudaba ni su or-<br />

— 998 —


EL LOCO<br />

todoxia. En vano le defendió el dominico Diego de Deheza.<br />

El Rey don Fernando y toda la nobleza sonreían del<br />

pordiosero. Nadie quería gastar en él ni una perra blanca.<br />

*<br />

Después, en virtud de aquel amor misterioso que<br />

tienen los grandes corazones, doña Isabel, Reina de Castilla<br />

y Aragón, arrancándose sus joyas las da en venta, para<br />

subvenir los gastos del soñador que obsequiaba a la Corona<br />

el imperio de un continente. En eso Inglaterra, Portugal<br />

y Francia llaman a Colón, pero él, por amor y gratitud,<br />

va detrás de su Reina, esperando siempre humildemente,<br />

de campamento en campamento, en la guerra contra<br />

los moros. Así miraba Colón con indiferencia cómo<br />

Roabdil entrega a Fernando e Isabel las llaves de la ciudad<br />

islamita, de los palacios de los Abencerrajes y del alcázar<br />

de la Alhambra. Tal en sus ensueños, extraviados los<br />

ojos, sólo mira el ponderado movimiento de las revelaciones<br />

del misterio al otro lado de los mares, en las tinieblas<br />

de lo desconocido. Pero los reyes van y vienen sin advertir<br />

siquiera la presencia del gran hombre pobre.<br />

Mas, deshecho ya el corazón en esa esperanza inútil,<br />

vuelve el insano a la Rávida a despedirse del Prior y a<br />

recoger a su hijo Diego. Y como otra vez el embarazo de<br />

su amante doña Beatriz Enríquez le detuviera, si aquel día<br />

no hubiese hallado Colón a Marchena, las Américas hubieran<br />

sido de Lutecia o Albión. El Padre Juan Pérez lloró<br />

al ver la miseria en que volvía el visionario. Y sintiendo<br />

que desaparecería para España un mundo, llama al navegante<br />

Pinzón, al médico Fernández y al piloto de Lepi,<br />

Sebastián Rodríguez, quienes fascinados ante la perspectiva<br />

de hallar las minas de oro de Ophir, se ofrecen para la<br />

travesía. Con ese objeto escribe el Prior a la Reina. Ella<br />

y la marquesa de Maya protegen al genovés, enviándole<br />

sus fondos particulares. Así queda convenida la expedición.<br />

Entonces discuten el tratado entre aquel mendigo y<br />

la tacañería española; pero el monarca regatea el título y<br />

privilegios de almirante de océanos fantásticos y la autoridad<br />

y honores de Virrey de imperios y continentes de ensueños.<br />

Y la sabiduría española exclama: —Extrañas exi-<br />

— 999 —


ARTURO BORDA<br />

gencias de un aventurero mendigo que pone condiciones<br />

de rey, que si triunfa de su empresa le daría la posesión<br />

de un virreinato sin límites y el mando de una escuadra<br />

en mares que quizá se van al infinito... y que si fracasa<br />

no pierde nada, ya que en su pobreza no tiene nada que<br />

perder.— Pero a pesar de todo, Colón sostiene sus derechos<br />

de loco, con lo cual obliga al Rey, a la corte y a los sabios.<br />

Sin embargo, todo huye de las manos del genovés: marineros<br />

y barcos. España tiene miedo al misterio; todas las<br />

vidas y todos los capitales se retraen avaramente, haciendo<br />

fracasar otra vez la temeraria empresa del insano.<br />

PRIMERA EXPEDICIÓN<br />

Un día por fin aquel pobre Prior Juan Pérez logra<br />

encender definitivamente la fe en los hermanos Pinzón y<br />

en Martín Alonso, con quienes se embarca el loco en las<br />

carabelas Santa María, la Niña y la Pinta. ¡Almirante de<br />

océanos ignorados y Virrey de tierras desconocidas!<br />

El 3 de agosto de 1492 en el puerto de Palos, al batir<br />

de los pañuelos se eleva un sordo murmullo del gentío<br />

que maldice a Colón, porque arrastra al sacrificio ante lo<br />

ignorado a ciento cincuenta marinos. Mientras tanto, el Padre<br />

Pérez Marchena, húmedos los ojos, adelantándose entre<br />

la multitud, hace inmensamente la señal de la cruz sobre<br />

los mares, bendiciendo en silencio a los argonautas.<br />

Sopla el viento y las carabelas se hacen a la mar abierta.<br />

Más allá de las Canarias, a semejanza de un<br />

gigantesco faro, se perdía en el horizonte el volcán de<br />

Tenerife. Luego en el misterio que se profundizaba en lo<br />

ignorado, en las ondas cada vez más hondas, más negras, más<br />

limpias, más infinitas, como en una obsesión sin fin, en los<br />

lejanos horizontes en que desaparecían las aguas, se apoderó<br />

de los corazones la nostalgia. Los vientos alisios soplan<br />

siempre suavemente. Y el almirante los ilusionaba a los<br />

marinos, así como si ya hubiese visto, contando de montes<br />

de piedras preciosas que reverberaban al sol, de minas<br />

inimaginables de oro macizo y de torrentes de perlas; mas,<br />

ocultaba en su corazón sus angustias, clavando sus ojos<br />

absortos en la bitácora, mirando las extrañas variaciones de<br />

— 1000 —


EL LOCO<br />

la brújula, al pasar a otro hemisferio. ¿Qué era?'¿Acaso se<br />

hallaba en otro mundo en el que los elementos cambiaban<br />

sus leyes?<br />

Y así las horas y los días se sucedían en la monotonía<br />

matadora de las linfas. En eso las olas, como burlándose,<br />

de vez en cuando, arrastraban yerbajos de las tierras<br />

que las nubes simulaban en los horizontes, por lo que la<br />

tripulación prorrumpía en verdaderos himnos de alegría.<br />

Pero sólo eran saludos a costas que luego se desvanecían.<br />

Y las horas y los días continuaban sucediéndose en aquella<br />

desconsoladora uniformidad de agua y cielo. Los astros<br />

y las aves parecían engañar. Las auroras de todos los días<br />

simulaban sonreír ante el ansia de las desilusiones que<br />

acongojaba aquellos corazones. Y así, impaciente la<br />

tripulación, iba a empalar ya a su Almirante, cuando éste,<br />

jurando temerariamente, con el recurso de la última esperanza,<br />

con acento de profeta ofreció que si al tercero día<br />

no veían costa en el horizonte, volverían inmediatamente<br />

a Europa.<br />

El pacto con los hombres, tentando a Dios, estaba<br />

hecho. Y fue que al segundo día se vio sobre las olas un<br />

tallo de oxiacanto en flor y una rama con un nido con<br />

polluelos, por lo cual del pecho de los marinos salió un ¡Gloria<br />

a Dios! Y la noche de ese mismo día fue de insomnio<br />

colectivo en la suprema angustia. Entonces la intuición del<br />

Almirante ofreció un premio al que anuncie tierra. Por lo<br />

cual toda la tripulación se encaramó en obenques y jarcias,<br />

sirviendo de vigía. Y las carabelas siempre iban con<br />

el mismo rumbo, rompiendo el silencio milenario del océano,<br />

mientras que Colón solo en la toldilla, abismado en sus<br />

pensamientos, vio de pronto allá, en las tinieblas, una lucecita<br />

que desaparecía a intervalos entre las olas. La esperanza<br />

hizo latir en su corazón; pero guardó su secreto.<br />

En el silencio de aquella noche infinita sólo las procelarias,<br />

fingiendo voces misteriosas, se rompen en las proras.<br />

En el amanecer del tercer día se siente respirar en todos<br />

los pechos una enorme angustia muda, y el loco sigue<br />

paseando abismado indiferentemente en sus pensamientos,<br />

cuando un cañonazo rompe la atmósfera y de todos los<br />

— 1001 —


ARTURO BORDA<br />

pechos restalla el grito de ¡Tierra! Colón cae de rodillas.<br />

La tripulación se aferra en jarcias y vergas las velas y espera<br />

anhelosamente la aurora. Así la luz iba disipando<br />

lentamente las tinieblas. La espectación de los corazones<br />

era indecible. De tal modo, poco a poco, ante la vista de<br />

todos el misterio de un nuevo mundo se iba concretando<br />

en una isla poblada de gente desnuda y pacífica en la zona<br />

ecuatorial, bajo las frondas de una naturaleza asombrosamente<br />

prolífera. El primero que de su chalupa saltó a<br />

tierra fue Colón, llevando en la diestra el lábaro de Isabel<br />

y Fernando con el signo de la cruz, y cayendo de rodillas<br />

en la arena, humildemente gozoso la regó con sus lágrimas<br />

en plena aurora. Después de orar nombró a la isla, San<br />

Salvador.<br />

Entonces aquella tripulación rebelada días antes cayó<br />

a los pies del Almirante, vencida por la silenciosa superioridad<br />

del genio que prosterna las conciencias en su<br />

misma rebelión. Y viendo el Descubridor el candor infantil<br />

de los autóctonos que sin desconfianza se familiarizaron<br />

instantáneamente, ofreciendo su pan de tapioca, sus aves,<br />

sus frutos y sus adornos de oro que llevaban los hombres<br />

en las orejas y la nariz, y las mujeres, a manera de ajorcas<br />

y collares, en sus piernas y cuello, los llamó indios, creyendo<br />

estar en la India, al otro lado de] Japón. Después,<br />

despertada la codicia de los marinos, las carabelas se<br />

internaron gallardamente en el laberinto del archipiélago,<br />

recibiendo, por donde iban, la más solícita hospitalidad.<br />

Así llegan a Cuba, donde principia la verdadera<br />

historia de infamias de los españoles a Colón; pues Alonso<br />

Pinzón pretende desertar de la Pinta para volver a España<br />

y anunciar la nueva, robando de ese modo la gloria del<br />

Descubridor; pero, ignorante y sin genio, se extravía en el<br />

archipiélago. Mas el agradecimiento del gran hombre disimuló<br />

esa ingratitud de envidioso. Pero fue otro ingrato,<br />

un florentino, Américo Vespucio, que mediante la indiferencia<br />

de la Corona roba el derecho del nombre al continente.<br />

Más tarde desembarcaron en la isla Santo Domingo.<br />

Los caciques y el pueblo les dieron hospitalidad, no como a<br />

— 1002 —


EL LOCO<br />

hombres, sino que como a dioses. Poco después levaron<br />

anclas. El piloto de la carabela en que iba el almirante, en la<br />

noche dirige, con siniestra intención, el barco contra los<br />

escollos, entre los cuales se deshace al combate de las olas;<br />

mientras tanto salta a tierra con parte de la tripulación y<br />

huye, suponiendo que Colón moriría fatalmente; pero el<br />

loco, perdonando a los canallas, salvó a los náufragos suyos.<br />

El cacique Guacanagari y su pueblo lloraron el desastre,<br />

atendiendo como a hermanos a los extranjeros náufragos.<br />

Colón escribe a propósito a Isabel y Fernando: —No<br />

existe en el universo mejor nación ni mejor país. Aman al<br />

prójimo como a sí mismos; usan siempre lenguaje dulce<br />

y agradable, y en los labios tienen constantemente una<br />

tierna sonrisa. Desnudos van, es verdad, pero les viste su<br />

decencia y candor.— Además, les obsequiaron coronas y<br />

mil objetos de oro. Más todavía. Viendo cómo ante aquel<br />

metal se dibujó en los extranjeros el gesto de la pasión<br />

ávidamente feroz, sonriendo el cacique les da el derecho<br />

de las minas.<br />

EL REGRESO<br />

Colón vuelve a la península, salvando una tempestad<br />

en las Azores, y después que los portugueses pretenden<br />

asesinarlo, no obstante que con sus relatos les abre el campo<br />

para sus conquistas. En España le reciben como a semidiós,<br />

al ver el oro que derramaba a raudales. La Corona<br />

mediante un tratado le hace dueño de la cuarta parte de las<br />

tierras que descubra y de las rentas que den.<br />

SEGUNDA EXPEDICIÓN<br />

Leva anclas el marino, arrastrando una escuadra en<br />

la que se desgalga España. El más ilustre que va en ella es<br />

Alonso de Ojeda, paje que fue de doña Isabel, y que un<br />

día, por hazmerreír de la Reina que subió a la torre más<br />

alta de Sevilla, a ver la ciudad, bailó sobre una viga de la<br />

Giralda. Llegan a Santo Domingo y ve Colón la fortaleza<br />

de la guarnición que había dejado, la aldea del cacique, todo<br />

abandonado, en ruinas. Por todas partes la desolación.<br />

Los españoles habían violado a las mujeres, pasando a<br />

degüello a los esposos, todo por sed de oro, sometiendo por te-<br />

— 1003 —


ARTURO BORDA<br />

rror al pueblo a la esclavitud, siendo que Colón pretendía<br />

conquistarlo con amor. El cacique Guacanagari relata al<br />

genovés la ingratitud de los españoles. Colón se conduele<br />

por aquel pueblo del que dijo: —Tan pródiga es allí la<br />

naturaleza que la propiedad no ha engendrado el<br />

sentimiento de la avaricia o de la ambición. Diríase que<br />

aquellos hombres viven en la edad de oro, felices y<br />

tranquilos en jardines abiertos y sin linderos. Sin leyes, sin<br />

libros, sin jueces, obran recíprocamente con lealtad,<br />

considerando malvado al que goza en hacer daño. Este<br />

horror del bueno al malo parece ser toda su legislación.—<br />

Luego se va a otro punto y funda la ciudad de Isabela,<br />

la primera colonia; y manda barcos a España, pidiendo<br />

más gente y útiles para propagar la ciencia y el arte;<br />

pero sus emisarios todo lo que hicieron fue calumniarlo,<br />

mientras se mataba él recorriendo la comarca, conquistando<br />

corazones con su infinita bondad, por lo que más tarde<br />

agoniza largamente el buen viejo, pero al volver en sí halla<br />

ya a su lado a su hermano Bartolomé, quien había llegado<br />

en esos días y se hace cargo del gobierno.<br />

Entre tanto el pérfido Ojeda, noble paje que por gracejo<br />

danza sobre el abismo en la Giralda, traiciona y asesina vilmente<br />

a los indefensos caciques, a aquellos que le<br />

daban oro, tierras y mujeres, y todo porque no hallase el<br />

oro en las cantidades que su ciega ambición soñara. Por<br />

ello los lugareños, justamente ofendidos van a la represalia.<br />

Colón es pues obligado a ser guerrero y pacificador<br />

magnánimo; pero por eso mismo sus enemigos, españoles<br />

envidiosos, lo calumnian ante Isabel y Fernando, hasta tal<br />

punto que la Corona cree y envía un juez bellaco, de nombre<br />

Aguado, quien le instruye un infame proceso, sugestionado<br />

por los calumniadores, y desposee de sus legítimas<br />

preeminencias al Descubridor. En eso el oficial Miguel<br />

Díaz, que mata por las mismas causas a un compañero, huye<br />

al bosque, donde se enamora de una hermosa viuda de<br />

cacique, con quien contrae matrimonio. Y esa Reina americana<br />

corona inocentemente al español Díaz. Luego, viendo la soberana<br />

la pasión de Miguel por el oro, le descubre,<br />

aun más inocentemente, el secreto de sus tesoros, el cual<br />

era un lavadero en un torrente. Entonces huye Díaz a la<br />

— 1004 —


EL LOCO<br />

Colonia, traicionando a su consorte, y traslada a la tropa<br />

al lavadero del torrente. Ahí, creyendo estar Colón en la región<br />

de Ophir (!), explota las minas trabajadas desde tiempos<br />

inmemoriales.<br />

EL REGRESO<br />

Por mandato del juez Aguado, Colón torna a España,<br />

prisionero y como reo, en la carabela que lleva oro a<br />

montones para la Corona. Ocho meses de travesía y llega<br />

a Burgos, ceñida la cuerda a la cintura, con sayo de<br />

franciscano y desnudos los pies. Los monarcas ni miran el<br />

proceso, contemplando la miseria resignada del genio<br />

calumniado. Isabel Reina de Castilla y Aragón, llorando en<br />

silencia al oír a su visionario, adelantándose cuatro siglos,<br />

ordena la libertad de los esclavos, por los cuales Colón pedía<br />

libertad; y, poniéndose de frente contra toda la península,<br />

la soberana protege de nuevo el deseo del vidente para<br />

hacer nuevos descubrimientos. Ha de partir por tercera<br />

vez ante la fría indiferencia de don Fernando, ante el<br />

odio y la envidia de sus ministros y de toda la nobleza,<br />

cuando el reverendo Breviesca, Patriarca de las Indias, vomita<br />

a Colón mil infamias. Debido a eso, por única vez el<br />

genio —como Cristo echando a latigazos los mercaderes del<br />

templo— lo pisotea sobre cubierta. Pero una ola de odio<br />

estalla en el puerto contra el audaz navegante.<br />

TERCERA EXPEDICIÓN<br />

Sopló el viento y el Almirante se hizo a la mar,<br />

llevando rumbo distinto ya. Así descubre la isla Trinidad,<br />

pasando una noche, la única, en el verdadero continente, en<br />

la desembocadura del Orinoco. Luego estudiando esos mares<br />

siguió rumbo a la colonia, donde le recibió su hermano.<br />

Santo Domingo estaba en plena anarquía. En esto un tal<br />

Guevara, enamorado de la hija de la Reina Anacoana, se<br />

hizo mar. La doncella era de peregrina belleza y de asombroso<br />

talento natural. Sus poesías el pueblo las repetía con<br />

amor. Los extranjeros salían de sus dominios con los bolsillos<br />

llenos de oro y colmados de mil favores. Ese pueblo<br />

estaba bajo el dominio de Roldan, enemigo de Guevara,<br />

que era del bando opuesto, por lo que Roldan prohibió a<br />

— 1005 —


ARTURO BORDA<br />

Guevara casarse con Anacoana. La Princesa se rebela, porque<br />

apresando Roldan a Guevara lo envía prisionero a la<br />

ciudad Isabela, para que fuese juzgado allí. En seguida, de<br />

Isabela parte una expedición que Anacoana la recibe<br />

inocentemente. El infame jefe de aquella expedición invita a<br />

la Reina, a la Princesa, a treinta caciques, y a sus súbditos,<br />

para una fiesta que debía celebrarse en la capital.<br />

Acepta la corte y va aun más inocentemente a ciudad Isabela,<br />

donde hay danzas y regocijos. Y cuando los autóctonos<br />

gozaban más alegremente confiados, viendo las evoluciones<br />

de la caballería, ésta cae como una tempestad sobre<br />

los indefensos indios que van rodando desarmados por los<br />

suelos, mientras que los soldados españoles pasan a degüello<br />

a todo los americanos. Entre tanto, la encantadora Princesa<br />

y poetisa Anacoana, con su familia y los treinta caciques,<br />

se quemaban vivos en el palacio que habían incendiado<br />

los españoles.<br />

La ingratitud más vil estaba rebasada y estalló la<br />

más justa sublevación en las otras comarcas. Colón, viejo,<br />

enfermo y magnánimo, hacía lo posible por sofocar la<br />

rebelión. Sin embargo, aquella horda de españoles forajidos<br />

redobló ante la Corona sus calumnias contra Colón, por lo<br />

que poco después llegó a la colonia un tal Bobadilla, con<br />

poderes ilimitados. El tal haciendo traer pesadas cadenas,<br />

ordena que aprisionen de pies y manos al Descubridor de<br />

un continente para España. Pero a pesar de aquella encallecida<br />

soldadesca, circuló una honda de pánico en la médula<br />

de los hombres, mas, el viejo Colón extendió tranquila<br />

y voluntariamente sus gotosos y cansados pies y sus rugosas<br />

manos, inclinando resignado su blanca y venerable<br />

cabeza. En eso, uno de sus sirvientes, encadenó al inmortal.<br />

Tal, encerrado durante muchos meses en un calabozo húmedo,<br />

oye cómo todos acumulan contra él millares de calumnias<br />

en idioma castellano, al son de sus burlescas carcajadas.<br />

EL REGRESO<br />

Luego le expulsaron de América a España, con su<br />

proceso, para que caiga sobre él la ira de la Corona. Lo<br />

condujo un tal Alonso Villejos. Y cuando aquel sublime an-<br />

— 1006 —


EL LOCO<br />

ciano llegó enfermo a la península, cargado de hierros, como<br />

vil criminal, una inmensa congoja ahogó a todos los<br />

pechos. Y cayeron sus cadenas ante las lágrimas y a los<br />

pies de la Reina Isabel, en los días en que Vasco de Gama<br />

merced a Colón descubría el Sudeste de América, por el<br />

cabo de Buena Esperanza. Por esta causa, convencido ya<br />

Colón de la redondez del mundo, a pesar de sus dolencias<br />

y vejez, propone otra expedición que nuevamente patrocina<br />

la Reina, venciendo la eterna indiferencia de don Fernando.<br />

ULTIMA EXPEDICIÓN<br />

A los setenta años de edad parte por última vez el<br />

Almirante. Arrastrado por una tempestad llega a la Colonia<br />

y pide auxilio al gobernador Ovando, quien le niega.<br />

Por eso abandona aquella tierra. Y, pasando por Jamaica,<br />

aborda en la bahía de Honduras. Durante sesenta días es<br />

el juguete de la tempestad, en la cual pierde un barco y<br />

cincuenta hombres. Luego remonta el río Veragua. Y así,<br />

de uno en otro río, de selva en selva, va recogiendo oro de<br />

los indios, en cambio de chucherías. Y otra vez estalla la<br />

guerra entre la tripulación y los aborígenes. Los caciques<br />

prisioneros, para librarse de la esclavitud, se matan entre<br />

ellos, como hombres libres. En eso Colón cae enfermo y<br />

el océano se calma. El visionario en sus fiebres oye voces<br />

misteriosas que le consuelan. Y regresan muy apenas a la<br />

colonia, perdiendo otro barco; los dos que quedan están<br />

viejos y deshechos, sin áncoras y amarrados entre sí, entre<br />

el viento y la mar otra vez implacables. Hambrientos<br />

y débiles todos, apenas tienen tiempo para encallar en la<br />

arena los barcos repletos de hombres. Los náufragos esperan<br />

en la playa el socorro de la Providencia. Poco después<br />

aparecieron los americanos llevándoles víveres, siempre en<br />

cambio de bagatelas.<br />

Los meses transcurrían agotando las provisiones y la<br />

paciencia. Entre los marinos, perdida la esperanza, se elevó<br />

el murmullo de la sedición. No había más remedio que<br />

dar aviso a la colonia, pero distaba cincuenta leguas de mar<br />

tempestuosa, y solamente se disponía de una chalupa. Sin<br />

embargo, Colón propone la empresa. Los marinos miran<br />

— 1007 —


ARTURO BORDA<br />

el lente y el océano y se acobardan ante la inmensidad de<br />

la empresa; pero saltando a la chalupa el joven Diego Méndez,<br />

y exclamando: —Por la salvación de todos me entrego<br />

a Dios,— se aleja sobre las sonantes olas, desapareciendo<br />

en breve entre la niebla. Poco después estalló nuevamente<br />

la sedición, sublevando a los indígenas. Los amotinados<br />

blanden el sable sobre la cabeza de Colón, echándole en<br />

cara sus dolencias y la impotencia de sus setenta años; pero<br />

su hermano Bartolomé lo salvó matando al jefe sedicioso,<br />

por lo que se sometieron los rebeldes, pidiendo perdón.<br />

Entre tanto, el joven Méndez, arrojado por el océano,<br />

llegaba a ciudad Isabela, con el mensaje de Colón. Mas,<br />

el gobernador Ovando, dilatando criminalmente adrede el<br />

auxilio solicitado, mandó al fin un barco, al cual los náufragos<br />

lo vieron pasar a lo lejos, algo como a un fantasma<br />

entre la niebla. Así, al fin, a los diez y seis meses, recibieron<br />

socorro. Tratado Colón como enemigo y prisionero otra<br />

vez en Isabela, se embarca poco menos que en la miseria,<br />

con su hermano y su hijo.<br />

EL REGRESO<br />

De tempestad en tempestad, juguete de los abismos,<br />

el siete de noviembre llega a San Lúcar, extenuado y<br />

moribundo.<br />

A poco tiempo muere su protectora, doña Isabel,<br />

a quien llora verdaderamente en su corazón el viejo visionario<br />

dueño de un continente, y escribe: —Si deseo comer<br />

y dormir llamo a la puerta de una hostería y no tengo con<br />

qué pagar... El desgraciado glorioso no lleva consigo otro<br />

tesoro que las infamantes cadenas con que la INGRATITUD<br />

ESPAÑOLA lo encadenó un día.<br />

Luego escribe al frío y calculador don Fernando:<br />

—He servido a vuestras Majestades con tanto celo y<br />

constancia como pude haberlo hecho para merecer la<br />

bienaventuranza; y si falté en algo es porque no pude más.<br />

Pero don Fernando y la corte estaban como sordos, no querían<br />

oírle, ya que poseían merced a él todo un continente....<br />

No obstante, insiste Colón pidiendo ayuda, ya no para él,<br />

sino que para sus hijos y su hermano, tan hambrientos y<br />

— 1008 —


EL LOCO<br />

misérrimos como él mismo; desde su lecho de dolor, dice:<br />

—¿No cree vuestra Majestad conveniente REALIZAR<br />

LAS PROMESAS que recibí de vos mismo y de la Reina<br />

que yace en el cielo? Luchar contra vuestra voluntad sería<br />

luchar contra el viento. Hice lo que debí hacer; Dios que<br />

siempre me favoreció hará lo demás.<br />

Luego, haciendo esfuerzos inauditos, en compañía<br />

de su hermano y sus hijos, marchó de Sevilla a Segovia.<br />

Su pobreza molestó a la corte, razón por la cual no quisieron<br />

revisar los procesos. Mas, Colón, disponiéndose a buen<br />

morir, pide a su fiel criado el devocionario, obsequio del<br />

Papa Alejandro VI, y escribe en él su testamento en esta<br />

forma: —Ruego a mis soberanos y a sus sucesores<br />

mantengan siempre mis disposiciones en la distribución de<br />

mis derechos, de mis bienes y de mis cargos; porque<br />

habiendo nacido en Genova, he venido a Castilla a<br />

servirles y he descubierto el Oeste de tierra firme, las islas<br />

y las indias... Mi hijo poseerá mi título de almirante de la<br />

parte del océano que está al Oeste de la línea tirada de polo<br />

a polo. Eso sucedía en España mientras que en Italia con<br />

Tasso y Bembo le entonan al nauta de Liguria la gloria de la<br />

mayor cosa que en tiempo alguno lograron ejecutar los<br />

hombres. Y después, ese gran mendigo acusado, distribuye<br />

entre su familia sus derechos sobre un mundo y los miles de<br />

millones de renta que debe dar. Ni más ni menos que en<br />

los cuentos. Y agrega, dando a España una lección de gratitud:<br />

—Que mi hijo sirva, en memoria mía, al Rey, a la<br />

Reina y a sus sucesores, aun a costa de los bienes de la<br />

vida, puesto que después de Dios, ellos son los que<br />

proporcionaron lo medios para hacer mis descubrimientos.<br />

Verdad es que desde muy lejos vine trayendo el presente a<br />

sus Majestades, y que pasó mucho tiempo antes de que se<br />

dignasen creer; pero era natural que sucediese así, ya que<br />

se trataba de un misterio para todo el mundo.<br />

*<br />

He ahí en toda su inmensidad la hidalguía española.<br />

Tal es, Nonato, la historia que he compendiado, extractando<br />

de unos y otros, incluso de Colón mismo —dijo Huáscar—<br />

llorando hilo a hilo. Y agregó: —Y España que ha re-<br />

— 1009 —


ARTURO BORDA<br />

cibido su gloria más grande, vaciando en sus arcas cataratas<br />

de oro americano, merced a Colón, y a pesar de ser para<br />

España, según sus hijos, tan grande el descubrimiento<br />

de América, pienso que ya que tal vez Madrid no significa<br />

nada tan enorme como Colón, ¿por qué siquiera la capital<br />

del Reino no se llamó Colón? Nuestro pueblo, cuando merced<br />

a Bolívar sale de la esclavitud se llama Bolivia. Así se<br />

honra a quien dé gloria y provecho. Pero allá hasta hoy<br />

no han puesto tan grande nombre ni al villorrio más miserable;<br />

y de tanta fortuna malgastada en jolgorios no sustenta<br />

ni una mediana industria que honre y perdure la<br />

memoria del héroe. Por lo que oíste que dice la historia<br />

sabrás ya el por qué de la hurañez del indio. Y ahora, para<br />

que no creas que únicamente sentimos y pensamos así<br />

los americanos, como resentidos y agraviados, lee este artículo<br />

del español Luis Araquistain firmado y publicado<br />

en Madrid en noviembre de 1925:<br />

¿ES UN MITO LA CONFRATERNIDAD HISPANOAMERICANA?<br />

En nuestros almacenes intelectuales no falta el último<br />

figurín de la literatura francesa, pero que -nadie sueñe<br />

con hallar en ellos las grandes figuras de la mentalidad<br />

americana. América sigue siendo, a excepción de algunos<br />

de sus colibríes sin plumas, que nos visitan periódicamente<br />

con un libro de versos, un continente desconocido.<br />

Y esto ha ocurrido siempre. Indudablemente en la<br />

zona de nuestra psicología ética, debe ocultarse alguna<br />

particularidad que explique nuestra refracción al<br />

conocimiento. La incomprensión de las cosas nos pierde. Todo<br />

el proceso de nuestra decadencia no está representado más que<br />

por una serie de incomprensiones. Comprender los fenómenos<br />

de la vida, en su aspecto social, equivale a dominarlos.<br />

No comprenderlos, equivale a ser víctimas de ellos.<br />

Nosotros no hemos sabido comprenderlos en el transcurso<br />

de algunos siglos, y la realidad nos ha arrollado<br />

despiadadamente. Por no comprender los anhelos liberales de<br />

América, la perdimos. Pero la pérdida ante todo fue material;<br />

el desgarramiento fue solamente de política y administración.<br />

En espíritu seguía siendo nuestra aún.<br />

— 1010 —


EL LOCO<br />

No hemos hecho nada por mantener en América la<br />

influencia dominante de nuestro espíritu. No hemos ahondado<br />

en su historia, en el carácter de sus gestos, en el desarrollo<br />

de sus actividades, en el impulso ideal de su engrandecimiento.<br />

Todo lo americano nos ha parecido siempre menos-<br />

preciable. A sus hombres les hemos visto en un plano de<br />

mentalidad mediocre, como fabricantes de falsos valores<br />

de la inteligencia. En las aduanas de nuestro comercio<br />

espiritual, hemos analizado las procedencias americanas con<br />

desdén ostensible, y las hemos sellado con una marca de<br />

vilipendio.<br />

Pero, de pronto, de importadores nos hemos<br />

convertido en exportadores, y nuestras energías van, en<br />

caravana, n América. Nuestros productos no se aceptan, en<br />

parte, por deficientes, y en parte por un justo sentimiento de<br />

hostilidad: A nosotros, que desdeñamos lo americano, se nos<br />

desdeña por ley recíproca. Desde España no ponemos ningún<br />

empeño en comprender a América, por pereza mental<br />

V viejos prejuicios de ex-colonizadores. Al mismo tiempo,<br />

América, que ha heredado los vicios y virtudes de sus<br />

ascendientes, es rencorosa —como debe ser— y no se<br />

esfuerza en la comprensión de España. De ese alejamiento<br />

mutilo y progresivo, si no se remedia a tiempo, sobrevendría<br />

pura América la absoluta independencia de su espíritu, o,<br />

til memos, su subordinación a una influencia espiritual ex-<br />

I tu fin a la nuestra. Se nos cerrarán, poco a poco, todas las<br />

entradas, puesto que aquí apenas se lee nada de América,<br />

fu América rehusarán leer lo nuestro —como empieza ya<br />

ti observarse— porque no comprenden nuestras inquietudes<br />

ni nuestros anhelos, del mismo modo que nosotros no<br />

comprendemos los suyos. El castellano en América se irá<br />

desviando del castizo tronco español, y si algún día se<br />

desmembrara hasta hacérsenos inteligible, ese sería el desastre<br />

más bochornoso de nuestra historia.<br />

Hay que reconquistar el espíritu de América,<br />

estudiándola fervientemente, en sus idealismos y sus<br />

positivismos. Aquí se habla mucho de la confraternidad<br />

hispanoamericana, de las carabelas de Colón y de todos los luga-<br />

— 1011 —


ARTURO BORDA<br />

res comunes echados a circular a los postres de algunos<br />

banquetes diplomáticos. Pero la verdad es que no hay<br />

derecho a hablar de eso...<br />

*<br />

Y ¡claro! Después de leer con toda atención y la<br />

consiguiente cólera con que debe hacerlo todo americano de<br />

sangre, nos preguntamos: ¿Qué tenemos de común con<br />

España? Nada, absolutamente. ¿El idioma? ¡Bah! Lo mismo<br />

podíamos estar hablando chino, inglés, alemán o francés,<br />

porque eso no altera nuestro espíritu, toda vez que lo que<br />

impone su sello en el alma es la configuración de la tierra<br />

y no un idioma —que no hablo de la lengua— transplantado<br />

de una civilización distinta.<br />

España no tiene los llanos amazónicos ni las pampas<br />

argentinas, ni ríos como el Amazonas y el Río de La Plata,<br />

ni la Catarata del Niágara, ni el Lago Titicaca, ni la Cordillera<br />

de los Andes. Además, España no es nada más que<br />

un simple reino y en cambio América es un continente.<br />

¿Comprendes? La sangre y los huesos españoles no se nutren<br />

del mismo aire ni de los mismos alimentos que la sangre<br />

y los huesos americanos. ¡Y se duelen sólo ahora de<br />

que no nos importe nada España y sus cosas, sí, no más que<br />

ahora que ya no tienen los ingresos de la explotación de la<br />

América! ¿Y por qué nos ha de interesar España si jamás<br />

se interesó en nosotros por nosotros, si no ha sido nada más<br />

que por la explotación de nuestro oro, mediante la esclavitud<br />

de los americanos a quienes ni siquiera se nos permitía<br />

la lectura de los libros europeos, ya que todo lo americano<br />

les ha parecido siempre menospreciable, suponiéndonos<br />

fabricantes de falsos valores de la inteligencia,<br />

marcándonos con sello de vilipendio.<br />

Y ahora, ¡qué chistoso resulta que no sólo quiera<br />

volver España a sus andadas, sino que pretenden venir a<br />

reconquistar nuestro espíritu! ¡Qué divertidos son los<br />

españoles: parece que no supieran que sólo se reconquista<br />

lo que habiéndose conquistado se ha perdido después!<br />

Entonces ¿cuándo conquistaron ellos nuestro espíritu? Lo que<br />

han hecho es apoderarse del territorio a sangre y fuego,<br />

— 1012 —


EL LOCO<br />

sembrando el odio en nuestro espíritu y en nuestra sangre,<br />

como los moros y otros en ellos. Y pretenden la reconquista<br />

de América, burlando los resquicios de las doctrinas de<br />

Drago, de Artigas y Monroe, y de cada Presidente de<br />

República y de cada ciudadano americano? Y más que todo<br />

eso todavía ¿burlando los intereses del porvenir de América?<br />

Inocente y delicioso. Cómo se ve que aún nos creen<br />

salvajes.<br />

No señores; será a la América a quien ahora le<br />

corresponda hacer colonias de América a Inglaterra y a España<br />

y a Portugal, colonias industriales o comerciales. Sí,<br />

Nonato Iberiades, yo, Arauco Huáscar, te digo esto, para<br />

que guardes en tu conciencia como el testamento de la<br />

América colonial. En la América no aceptaremos ni la<br />

intromisión de los dioses a título de conquista espiritual o<br />

material; porque la conquista nos corresponde hacerla por<br />

derecho natural, porque somos los jóvenes, los más fuertes.<br />

Desde luego, ahí tenéis vuestros dioses, vuestras leyes,<br />

vuestras costumbres y sobre todo vuestro idioma que no<br />

necesitamos. Todo. Es curioso que los españoles mismos no<br />

pudiendo hablar en tantos siglos en su propio territorio el<br />

idioma nacional o sea la lengua de castilla, es curioso, digo,<br />

que no pudiendo suprimir en su propio territorio el dominio<br />

y predominio de tantos dialectos, quiera imponerlo<br />

en los vastos dominios del continente americano, sólo por<br />

seguir imponiendo el espíritu de la conquista en pueblos<br />

autónomos, en pueblos libres o que pretenden serlo. —<br />

Dijo Huáscar, viniendo a mí; y tomándome del brazo me<br />

«acudió tres veces, diciendo: —¡Oiga, amigo! ¡Despierte!<br />

que ya es medianoche!— a tiempo en que se desvanecía.<br />

Desperté sobresaltado. Los viejecitos se habían ido,<br />

en cambio el guardián me miraba gravemente y el reloj<br />

daba las doce de la noche.<br />

Paso a paso me fui a casa.<br />

Ahora estoy pensando que los de éste continente no<br />

debemos ni podemos llevar el nombre derivado de un ladrón,<br />

cual el de Américo Vespucio, y menos como pretenden tanto<br />

los ingleses como los españoles, llamarnos Amé-<br />

— 1013 —


ARTURO BORDA<br />

rica española y América inglesa, como si no fuésemos bastante<br />

distinguidos con ser del Norte, del Centro y del Sur.<br />

Todo lo que hoy se llama Las Américas debe llamarse Las<br />

Libertarias: debiendo en cada una de las tres Libertarias<br />

denominarse Colón alguna región, en honor de Cristóforo<br />

Colombo, corso, o de Cristóbal Colón, español.<br />

También noto que el hecho del mismo descuido de<br />

España respecto de la propiedad del nombre de América<br />

demuestra que Colón no era español, porque de ser, la<br />

península no hubiese cejado un instante hasta imponer el<br />

nombre de Colombia a las Américas.<br />

Pues bien. Tanto se vanagloria España de la conquista<br />

americana... en pueblos indefensos, en pueblos de paz,<br />

que es llegado el caso de invitarle a que hoy, que nuestras<br />

fuerzas son iguales, intente renovar su aventura singularmente<br />

desigual y fácil, en que lucharon hombres y bestias,<br />

de una parte, acorazados de hierro en planchas y mallas y<br />

provistos de armas blancas y de fuego contra hombres<br />

desnudos a pie y armados nada más que de hondas y flechas.<br />

Esto sin sumar indudablemente diferencias de organización<br />

militar y mil otros factores de desigualdades aun más<br />

formidables. ¿Es decir que los peninsulares con el soberbio<br />

pregón de su fama tratan acaso de humillar la altivez<br />

americana? Si es así, pues nosotros entendemos que un Pedro<br />

Domingo Murillo, por ejemplo, vale para nosotros más<br />

que mil Hernán Corteces, y que más que un Colón o Colombo<br />

que descubre casualmente una América para someterla<br />

a la esclavitud de Europa, mil más también valen para<br />

los americanos los Washington, Bolívar y San Martín,<br />

redimiendo de la esclavitud los pueblos a la libertad.<br />

En resumen: así como cada español y cada inglés,<br />

tuvo, tiene y tendrá antes que nada el deber y la práctica<br />

de ser antes que nada, el español, español neto, y el inglés,<br />

inglés neto de la misma manera cada americano tuvo, tiene<br />

y deberá tener fatalmente la obligación de ser primero<br />

que nada americano, y consiguientemente luchar a brazo<br />

partido contra todo lo que vaya en contra de su progreso<br />

y libertad. Y ahora, ¿qué tienen que argüir en contra,<br />

Inglaterra, España y América?<br />

— 1014 —


EL LOCO<br />

Tal entiendo que debe ser nuestra conciencia.<br />

Los americanos ignorantes, coreando ebrios de alegría<br />

a Iberia que sopla su afán d conquista, cooperan ciegamente a<br />

instituir La Fiesta de la Raza, es decir, de los españoles,<br />

como si los americanos, como si nosotros después de haber<br />

sufrido la opresión y la explotación Ibérica, necesitásemos<br />

ninguna clase de auxilio de la península ¿Es que ignoramos<br />

que tenemos con superabundancia todos los necesarios<br />

elementos de vida hasta la superfluidad? ¿Qué tenemos que<br />

hacer entonces con España como que qué tiene que hacer<br />

Yanquilandia, con Inglaterra? ¿es que los americanos de habla<br />

latina no comprenden que La Fiesta de la Raza (española)<br />

está instituida como arma de conquista espiritual ya, para<br />

llegar luego al predominio o sea la hegemonía económica otra<br />

ves? Esto porque ellos ya no pueden ser mil veces más<br />

potentes que nosotros para operar la conquista por las armas.<br />

Pues ha sido gloriosa la conquista para España y los<br />

otros pueblos que sentaron sus reales en esta tierra, es millares<br />

de veces para las Américas la lucha de la independencia<br />

–haber sabido sacudir el yugo de la esclavitud,- y eso bajo la<br />

práctica de la más alta nobleza: sin acometer venganzas contra<br />

Inglaterra, España y Portugal, que han hecho de América,<br />

mientras han podido, un continente de esclavos, por derecho<br />

de conquista, donde la gente era considerada no como ser, sino<br />

que como cosa, como metal, y que como tal era envida a la<br />

Corona; si el Almirante mismo, por intermedio de su hijo D.<br />

Bartolomé, de una sola vez envió trescientos (americanos)<br />

entre barcos de Pedro Alonso Niño, que llegaron al puerto<br />

de Cadiz a fines de octubre de 1496, en que aseguraba la<br />

venta indios… Y se anunció el cargamento de oro en barra.<br />

Colón en su segundo viaje embarcó treinta esclavos,<br />

incluso al cacique Caonabo. Y durante una tempestad los<br />

tripulantes quisieron comérselos a los indios; pero Colón<br />

los salvó. Otros vez en cuatro barcos de Antonio de<br />

Herrera Colón envió quinientos esclavos caribes para que<br />

fueran vendidos en Sevilla. En esa expedición iba también<br />

Diego Colón. Era el 24 de Febrero de 1945. Entonces el<br />

gobernador de la corona ordenó al Obispo de Badajaós,<br />

que de-<br />

-1015-


ARTURO BORDA<br />

sempeñaba el cargo de Ministro de la India, hacer la venta<br />

en Andalucía, porque era allí más lucrativa que en<br />

cualquiera otra parte.<br />

Tal con todas las características de una trata de<br />

esclavos, como se puede ver en la proposición que el<br />

Almirante dicta a Antonio de Torres el 30 de Enero de 1494,<br />

así: —Diréis a Sus Altezas...: que visto cuanto son acá<br />

menester los ganados y bestias de trabajo, para el<br />

sostenimiento de la gente (la suya: los españoles) que acá ha<br />

de estar y bien de todas estas islas, Sus Altezas podrán dar<br />

permiso a un número de carabelas suficiente que venga<br />

acá cada año, y traigan de los dichos ganados y otros<br />

mantenimientos y cosas... las cuales cosas se les podrían<br />

pagar en ESCLAVOS..., que serían mejores que ningunos<br />

otros esclavos. Aún la Reina Doña Isabel, en carta de 16<br />

de Abril de 1495 a Juanolo Berardi, negociante de Sevilla,<br />

le decía: — . . . a fin de que las nueve cabezas de indios<br />

enviados por Colón... (Nueve cabezas de ganado... humano.<br />

. . ! ) .<br />

El Ministro de Hacienda de España D. Luis Santángel,<br />

enumerando las riquezas vegetales y minerales de<br />

América catalogaba también a los indios como a cosas, en<br />

esta forma: — . . . a los esclavos cuantos mandaren<br />

CARGAR Sus Altezas. Y Bartolomé de las Casas, dice: —<br />

El Almirante regaló a cada español de los que habían<br />

servido en sus viajes un indio para su servicio particular.<br />

Yo tuve uno para mí. Además, desde 1511 quedó establecido<br />

que los caribes serían marcados con un hierro candente en la<br />

pierna. He visto —dice Alejandro Humboldt.—<br />

Esto hacía Colón el grande hombre desinteresado;<br />

¿qué decir, pues, entonces del resto, esa España que se desgalgó<br />

sólo angurrienta de oro? Pero quizá explique tales<br />

sucesos el hecho de que nada más que en la península el<br />

feroz Torquemada, de maldita memoria, desde 1481 al 498,<br />

en diez y siete escasos años, hizo quemar más de ocho mil<br />

ochocientas personas y seis mi] en efigie. Naturalmente<br />

que sin referirnos a sus iniquidades en América, como<br />

aquellas perpetrada con Francisco Ulloa y José Sol<br />

Obando.<br />

— 1016—


EL LOCO<br />

Así, pues, no hay que olvidar que la Madre Patria<br />

de los americanos, este continente, es América. Y cabe<br />

preguntar que si el derecho de conquista da derecho de<br />

maternidad, ¿qué numero de madres patrias debería tener<br />

España?<br />

El Día de la Raza: 12 de Octubre: Guanahaní: las<br />

Américas... oigo gritar alborozados en América y España<br />

a los americanos y a los españoles, mientras que veo salir<br />

de las tinieblas, entre negros resplandores orlados de<br />

cárdena luz, a Colón que lleva en sus trémulas manos sus<br />

fatídicos grillos, los cuales, acaso por el prestigio de Iberia,<br />

no fueron colocados en su sepulcro, falseando de esa suerte<br />

su testamento verbal: Quiero que me entierren con mis<br />

cadenas.<br />

Y por un proceso retrospectivo veo que de las<br />

reconditeces de la prehistoria surgieron nebulosas de millares<br />

de espectros de navegantes de todas las humanidades<br />

pasadas que tranquilamente recostados en los horizontes<br />

del tenebroso Atlántico, sonreían, como quien deja hacer<br />

al niño, ante el intrépido paso de las carabelas de Cristóforo<br />

Colombo, mientras que los hijos del Sol en las Américas<br />

tejían acaso si su centésima civilización sobre los escombros<br />

de Thiahuanacu.<br />

Llega Colón a las riberas de Guanahaní;<br />

salta y planta el símbolo de su Dios.<br />

Y elevándose Inti Pachakcamac sobre la Cruz<br />

desparramó prolífico su luz<br />

a todo cuanto<br />

del amor emana<br />

y ama<br />

bajo su manto.<br />

Inti el único Dios Luz<br />

en la abscóndita conciencia humana<br />

al fin huyendo consumirá la Cruz<br />

cual a millares de efímeros dioses<br />

que en la existencia han sido<br />

empujados en inútil caravana<br />

hasta que se han desvanecido.<br />

_ 1017 —


ARTURO BORDA<br />

¿Qué Dios saludable cual Inti conoces,<br />

mi amante y fecunda cual Pachakcmama?<br />

Nota que entre Sol y Tierra<br />

el secreto de la vida se encierra<br />

y que entre Jesús y María<br />

la vida se hace ironía.<br />

Cristo se consagra Dios en la ignominiosa cruz, luego<br />

¿quién le vio ni le ve en alma y cuerpo, sino de modo<br />

figurado, tanto como a María, puramente en símbolo? En<br />

cambio, ¿en qué confín de la tierra, del agua o de los hielos<br />

hiperbóreos, día a día no se espera ansiosamente nacer<br />

y poner al padre Sol, fecundando sin cesar la existencia en<br />

la Madre Tierra, operando así segundo a segundo todos los<br />

milagros de la vida?<br />

Pero dando al César lo suyo, y sin embargo de ser<br />

tal la grandeza de Colón en el descubrimiento, que revoluciona<br />

las civilizaciones de dos mundos en conquistados y<br />

conquistadores, es posible esperar en el curso del progreso,<br />

sea en el orden intelectual, moral o físico, algo aun más<br />

grande de quien sepa penetrar los secretos de la vida. ¡Quién<br />

pudiera ser ese...!<br />

*<br />

Es admirable cómo en la existencia se correlaciona<br />

todo de modo tan justo que parece obedecer al meticulosismo<br />

de un propósito.<br />

A causa de mi ensueño de anoche todo el día estuve<br />

pensando en el asunto de la raza, haciendo comparaciones<br />

entre la historia española y la americana: y resulta<br />

que la península ha sido siempre inhóspita y sanguinaria<br />

con sus conquistadores, como no son ni han sido los<br />

americanos con sus conquistadores. Para ejemplo, bastaría el<br />

hecho de que a los moros que un día conquistaron a España,<br />

ahora los españoles pretenden conquistar a los moros,<br />

a sus ex conquistadores. Y ellos, los españoles, abusando<br />

de la inocencia americana, quieren que nosotros los<br />

conquistados festejemos, en medio de nuestra libertad ya, La<br />

— 1018 —


EL LOCO<br />

Fiesta de la Raza... de nuestros conquistadores. Así que<br />

todo el día estuve indignado, mucho más considerando que<br />

para los europeos en sus labios y en su corazón no somos<br />

otra cosa que salvajes malos, no obstante que en nuestra<br />

historia no se registran hechos iguales a los del viejo Mundo,<br />

en cuanto a su barbarie. Cierto. Siempre estaríamos<br />

listos a establecer paralelos, o, más propiamente dicho, a<br />

cotejar historias. Por ejemplo, entre nuestros tiranos no<br />

existe ningún Nerón regimatricida; pero ellos no nos conceden<br />

ni el derecho de pensar. Y comencé a recordar la historia<br />

de la conquista: por todas partes la devastación: Moctezuma,<br />

Atahuallpa y Caupolicán, víctimas de su inocencia<br />

y de la desenfrenada angurria de oro.<br />

En la tarde supe, por un periódico, que efectivamente<br />

la noche anterior se había llevado a cabo La Fiesta de<br />

la Raza. En el mismo diario un yaravec, o sea poeta<br />

americano, había publicado éste<br />

CANTO DE RAZA<br />

"Soy plebeyo, señora; por mis antepasados<br />

corre en mis venas indias fogosa sangre real,<br />

la sangre de los incas que alzaron deslumhrados<br />

de su indómita raza la corona imperial.<br />

Si es vuestra estirpe regia, sabed, también, señora,<br />

que Huáscar y Atahuallpa alzaron su pendón<br />

y que en mi sangre bulle la grandeza de otrora,<br />

a más de ser poeta de límpido frasón.<br />

Ved, pues; somos iguales: corre por vuestras venas<br />

sangre de estirpe regia para poner cadenas,<br />

aunque ya algo injertada y por eso sensual;<br />

mientras en mí, plebeyo, corre como un torrente<br />

sangre pura de indio de estirpe decadente.<br />

La sangre de mi raza, más que otra, inmortal!"<br />

Este soneto de serena y firme conciencia, de noble<br />

orguPo que en el amor mismo no humilla su sangre, me<br />

consoló un instante.<br />

*<br />

La noche la pasé en desasosiego. Y me pareció que<br />

desde tiempo atrás andaba alicaído, quizá sólo debido a<br />

— 1019 —


ARTURO BORDA<br />

mi estado de salud. Además, por donde iba todos se burlaban<br />

de mí. En esto noté que mis ojos adquirían una manera<br />

especial de ver las formas femeninas, Una tarde pasaron<br />

por mi lado unas muchachas más ágiles que lagartijas.<br />

A medida que se alejaban, volvíanse a mirarme a cada<br />

instante: en sus bocas jugaban diabólicamente sus agudas<br />

lenguas, mientras que sus ojos me fascinaban brillando<br />

lúbricas. No sé cómo, pero ello es que me volví perro<br />

con algo de burro. Ellas vieron mi metamorfosis. Yo era<br />

una especie de perro de Terranova o de San Bernardo, pero<br />

más grueso, más lanudo y pesado. Oliendo el suelo entré<br />

también tras ellas a una casa.<br />

En el salón, espacioso y muy iluminado, al son de<br />

un pianito, danzaban muchas parejas. Los atorrantes,<br />

muellemente repantigados en los sofás, fumaban de modo<br />

distraído. A mi paso algunos me acariciaban, pasándome la<br />

mano desde las orejas al rabo, mientras que otros me atracaban<br />

recios puntapiés. Entonces yo gruñía mostrándoles<br />

mis enormes caninos, con lo que se asustaban.<br />

En torno a una mesa estaban sentadas unas mujeres,<br />

comiendo pavos trufados. Bebían champaña. Me detuve<br />

un instante, eché las orejas atrás, alcé la cabeza al cielo,<br />

y mostrando los dientes, y dilatando las fosas nasales,<br />

olfateé largamente el aire. Luego fui a sentarme al pie de<br />

las comilonas, quienes me arrojaron algunos huesos que<br />

los casqué de inmediato, no obstante que mi conciencia o<br />

dignidad de hombre me obligaba a no comer; pero tal era<br />

mi hambre, que mascaba a prisa las sobras que me daban.<br />

Mi situación era pues terrible; mi conciencia de hombre rebelde<br />

no podía nada contra mi perruno instinto. Entonces<br />

oré a Dios: y vi que en la pared testera, de piedra sillar,<br />

apareció un sol de oro, de uno de cuyos rayos saltó un perro<br />

de agua, el cual —supe por intuición— que era Dios<br />

mismo. Coleando alegremente vino y me halagó. Quise alzarlo,<br />

pero no pude, porque en vez de manos yo tenía patas.<br />

En eso, mientras mi cuerpo comía, como ciego hambriento,<br />

arrastrando mi conciencia en el suelo dije: —Pero,<br />

Dios mío, ¿por qué eres perro?— El me contestó de esta<br />

manera: —Por humildad, hijo.— Seguí preguntando:<br />

—Y yo, ¿por qué, Señor?— y diciendo: —Por necesidad—<br />

desapareció.<br />

— 1020 —


EL LOCO<br />

Entretanto todas las mujeres, después de arrojarme<br />

todos los huesos y darme una mezcla infame de licores,<br />

festejando sus barbaridades, me propinaron mil puntapiés,<br />

y me echaron con agua hirviente, la cual me desolló<br />

la cola. Tal fue entonces mi rabia, que como un rayo<br />

me lancé a ellas, aunque recordando que Dios se oponía<br />

en mi conciencia, y, ¡qué asco!, las tumbé destrozándoles<br />

las ropas, mientras que en el salón se armaba la de Dios<br />

es Cristo. Entretanto, metiendo mis patas en sus entrañas,<br />

arrancaba entre mis dientes lonjas de muslos, pechos,<br />

ingles y piernas. ¡Oh cómo en mi dentadura se quebraban<br />

esternones, fémures, tibias y costillas! ¡Oh, el vaho salobre<br />

de la sangre! Estaba ebrio en lo más álgido de la tragedia<br />

cuando se desataba sobre mí el tumulto y me dispararon<br />

un balazo que me despertó.<br />

*<br />

Al otro día tuve una inquietud angustiosa que no<br />

me daba tregua. En las noches mí lecho era un tormento.<br />

Ahora estoy como bajo la acción de tóxicos estupefacientes<br />

y de mil choques morales en el recuerdo. A eso se agrega<br />

la debilidad mental a causa de mis inútiles preocupaciones<br />

por querer indagar los secretos de mi origen, el fatídico<br />

misterio en que se ocultan mis padres. Además, en<br />

mis pupilas está la imagen pertinaz de la inclusa, y, paliando<br />

mis tribulaciones, Luz De Luna. Ni la gnóstica, ni<br />

la teosofía, ni el magnetismo, ni el espiritismo resuelven<br />

el enigma. Inútil consultar euménides, pitonisas, brujas o<br />

magos: el misterio permanece inalterable. ¿De qué<br />

condiciones orgánicas, físicas, sociales y morales viene lo que<br />

tengo de óptimo progresivo o de pésimo regresivo? Ni el<br />

bien ni el mal me conmiseran y me ayudan o me precipitan<br />

de una vez en la sinrazón o en la muerte. ¿Cuántas<br />

razas estarán luchando en mi sangre? Y mis fuerzas son<br />

insuficientes para proseguir hasta despejar el enigma. En<br />

estas condiciones advierto que, habiendo descuidado la<br />

higiene, la inercia me aplasta y el sueño patológico me rinde<br />

por millonésima vez.<br />

*<br />

Las sombras se estriaban febriles, incandescendentes<br />

y luminosas, y las sombras consultadas en mis sueños — 1021 —


ARTURO BORDA<br />

o las luces en mis vigilias, acerca de los enigmas que me<br />

preocupan, adquieren formas extraordinarias, asediándome<br />

tenazmente, con la impertinencia con que en mi desesperación<br />

indago en ellas.<br />

Las religiones, las ciencias y las filosofías me acosan<br />

lo mismo que las industrias y las sociedades. Son tumultos<br />

de innúmeras muchedumbres frenéticas. Hay voces<br />

que me horrorizan con sus revelaciones; una me dice: —Tu<br />

padre es tísico y Presidente del Supremo Tribunal<br />

de Justicia; tu madre es Hermana de Caridad y leprosa. Tú<br />

eres loco.— Y las muchedumbres ríen perversamente.<br />

Después otra voz me grita: —Tu madre es una gran matrona<br />

sifilítica y tu padre un Obispo neurótico; por eso eres loco.—<br />

Risotadas en el público. Luego otra vez me silba al<br />

oído: —Tu padre es asesino y tu madre, idiota. Tú eres<br />

cretino; loco eres.— En seguida, en la rechifla general se<br />

oye decir: —Eres loco, porque tu madre es ramera del bajo<br />

fondo y tu padre es el último degenerado de la nobleza;<br />

fuiste engendrado en borrachera, por casualidad, a oscuras,<br />

sin amor, por vicio, en iniquidad, en cansancio y con<br />

asco.— Risotadas en el tumulto. Me tapo las orejas; pero<br />

otra voz más potente, a semejanza del trueno, grita: —Tus<br />

padres son millonarios, de noble alcurnia aborigen, santos<br />

y sanos. Son víctimas de una infamia; es decir, que te<br />

buscan llorándote sin tregua, porque te robaron cuando<br />

eras niño. Y tú no eres loco; es la maldad y la ignorancia<br />

humanas que pretenden trastornarte.— Y en el tumulto<br />

estalló un tremendo japapeo entre el cual se oía voces<br />

que gritaban diciendo: —Hay que hacer un lío las ideas y<br />

los sentimientos de este idiota; ojala reviente para que<br />

tengamos algo con qué divertirnos.— A lo que sigue un<br />

silencio largo de muerte.<br />

Me prosterno, orando en silencio, sin saber a quién.<br />

Y desaparecen las muchedumbres. Pero al instante veo en<br />

el espacio dos masas, que iguales a nubes o montes, luchan<br />

entrecruzándose. Y uno de ellos, el Maligno, se internó en<br />

el cuerpo del otro, que era Dios. Ambos bufan, chillan y<br />

se retuercen. Con su agitación trastornaron el mundo.<br />

Mientras tanto yo reía a mandíbula batiente, a modo de un<br />

niño que mirase estúpidas maravillas en un inmenso ca-<br />

— 1022 —


EL LOCO<br />

leidoscopio. Satán metió la mano dentro del mundo y con<br />

un jalón lo revolvió igual a guante viejo. El fuego quedó<br />

afuera y fue un sol. La humanidad quedamos encerrada<br />

con la corteza terrestre. Pero nadie creía en tal fenómeno.<br />

Todos sonreíamos porque Satán y Dios luchaban como dos<br />

atletas, para, siendo vencedores, convencernos tranquilamente<br />

de su existencia y arrastrarnos por donde les pluguiese.<br />

Mas, nosotros que estábamos en el siglo de las luces,<br />

no hacíamos caso y sonreíamos, sabiendo, dentro del<br />

sueño mismo, que todo lo que ocurría no era otra cosa que<br />

fantasías. En esto, de los cuerpos de Dios y del Diablo en<br />

lucha, salieron legiones infernales y angélicas, dos a dos<br />

e invisibles. Cada pareja entró en cada individuo. Por esa<br />

razón todos nos pusimos a dar de pronto extrañas volteretas,<br />

como en un circo, en el cual la tropa hubiese enloquecido;<br />

pues el ángel atizaba los restos de la fe ancestral<br />

y el demonio ultraexcitaba la carne, desde los tuétanos.<br />

Pero nuestra razón científica no creía ni en uno ni en<br />

otro, sin embargo de que teníamos conciencia de que el<br />

mundo estaba revuelto como guante y que todos nos<br />

hallábamos en una vorágine; pero no creíamos.<br />

En mí y fuera de mí la existencia se puebla de pronto<br />

de un dinamismo inexplicable, cambiando la escena.<br />

Veo que la mecánica hace vivir autómatas de acero; en el<br />

éter hienden fabulosas naves aéreas; tankes gigantescos<br />

roturan las montañas; extraños submarinos llenan los mares,<br />

cuyas superficies se pueblan de islas flotantes; las voces<br />

misteriosas de los inalámbricos me inultan en el espacio;<br />

los fonógrafos se burlan de mí; los biógrafos proyectan<br />

los horrores de mi origen en el cielo tinto de las noches;<br />

las transmisiones del pensamiento humano enloquecen<br />

mi razón; en los crepúsculos llueve oro; y, medio día,<br />

plata. Veo exorcismos y conjuraciones, y entre inmundas<br />

traperías cuelgan diabólicas baratijas en desorden en<br />

rancheríos y bulevares. Hay iluminaciones extraordinarias en<br />

cenizales y palacios. Se oyen orquestas, cencerros y organillos.<br />

Pasan mercados, iglesias y fábricas. Cadenas enormes<br />

lo enredan todo. Y todo y todos rodamos mezclados como<br />

en un cubilete que agitase un loco.<br />

— 1023 —


ARTURO BORDA<br />

En el espacio las dos fuerzas, divina y maligna,<br />

saturadas del egoísmo más nefando, luchan subdivididas en<br />

todas las conciencias, desgarrando los espíritus, aniquilando<br />

en la duda los cerebros, lacerando los corazones y<br />

entristeciendo la carne; luchan como fieras, como locos, como<br />

criminales, pensando sólo en sí, desorganizando con<br />

cada movimiento el orden de los seres, de las cosas y de<br />

las fuerzas. El mundo se puebla de lacerias y duelos; el<br />

espacio, de congojas, de ayes, de suspiros y de sollozos,<br />

mientras que las potencias célicas e infernales continúan su<br />

combate cuerpo a cuerpo, salvaje, infamemente, revolando<br />

en el espacio o arrastrándose en tierra, jadeando sordamente<br />

con rumor de cataclismo.<br />

Entre tanto en el mundo se desata una guerra que<br />

deja tendales de muertos, millones de huérfanos, miles de<br />

millones de heridos, miles de millones de neuróticos y millares<br />

de locos rematados; miles de millares de mujeres paren<br />

millones de degenerados entre los lamentos de la humanidad<br />

que perece de hambre y con mil pestes. Todos los<br />

neuróticos y los locos se alimentan de cadáveres en<br />

putrefacción, lanzando agudas carcajadas, repitiendo: —¡Siglo<br />

XX! ¡Aja, já, já! ¡Siglo XX!— Ante semejante espectáculo<br />

experimento la más inmensa alegría, porque siento<br />

que mis maldiciones se cumplen en gran escala.<br />

En eso noté que me moría de asfixia y fatiga. Mi<br />

cuerpo cayó agonizando, mientras que mi espíritu se erguía<br />

enorme, furioso y potente a la vez que incrédulo; y<br />

tomando mi propio cuerpo por los tobillos comenzó a darlo<br />

contra las rocas. El cráneo se hizo añicos: saltaron mis<br />

sesos, los ojos y los dientes; mis brazos colgaban rotos y<br />

desarticulados, sueltos a modo de látigos. Con mi cuerpo<br />

así, cual Sansón con la quijada de burro, exterminé alegremente a<br />

la humanidad; luego di de firme al Demonio y a<br />

Dios que —y es tal su encono— reaparecieron siempre luchando<br />

inútilmente. Yo redoblo la tunda con mi cuerpo a<br />

guisa de látigo; mas ellos continúan peleando. De pronto<br />

en los ensueños de la humanidad se oye un estertor infinito<br />

y sordo que resuena en todos los cráneos y desciende<br />

tristemente al fondo de los corazones. Con mi cuerpo<br />

ensangrentado y laxo, como trapo mojado, moliendo con ca-<br />

— 1024 —


EL LOCO<br />

da golpe los huesos, sigo dando de firme a esas dos sombras<br />

sin forma, que casi ya no se mueven. Al fin mueren.<br />

Un silencio letal se dilata en la existencia. Entonces noto<br />

que con ellos desaparecieron los dioses de todas las<br />

mitologías, todos los símbolos absurdos. Yo, es decir, mi<br />

espíritu, soy el único omnisciente, omnipresente y<br />

omnipotente: he de rehacer pues a mi antojo el universo; todo<br />

depende en que me rasque la oreja izquierda. Me rasco y<br />

despierto.<br />

¿Y La Fiesta de la Raza?<br />

Qué fiesta ni nada. Mientras tanto ha habido ya una<br />

revolución. El país está que arde. Se ha de reunir un congreso<br />

constituyente.<br />

Me quedo pensativo. Después salgo a pasear.<br />

IV<br />

ANDANDO A LA VENTURA<br />

Esta mañana llegué al parque. En un banco vi un<br />

periódico abandonado. Me dirigí ahí, tomé el diario y por<br />

plisar el tiempo me puse a leerlo. Con lo primero que tropecé<br />

fue indudablemente con el fatal editorial, que era<br />

romo todos los de su laya, flojo y descolorido, en los cuales<br />

por eso mismo se ve el trabajo obligatorio. Fuera de eso<br />

ii I qué leer. Ninguna novedad en nada. El editorial aludido<br />

dice:<br />

EL CONGRESO<br />

y<br />

EL SOCIALISMO<br />

Pero desde luego debo declarar que ya el título me<br />

(116 risa, porque sabemos que todos los honorables son los<br />

lacayos burgueses del capitalismo.<br />

Mas, sigamos viendo lo que a la letra es como sigue:<br />

— 1025 —


ARTURO BORDA<br />

EL SOCIALISMO<br />

y<br />

EL CONGRESO<br />

Acaso mañana, tal vez hoy... el futuro nacional se<br />

ventilará para ir rectilíneamente, en fuerza de un convenio,<br />

y quizá, o sin quizá, entre gente sin ninguna preparación<br />

para nada. Pero el congreso funcionará. Eso es incuestionable.<br />

Por consiguiente, son incapaces de ir a las grandes<br />

conquistas de las reivindicaciones sociales, la de los<br />

menesterosos, la de la gran mayoría eterna y humana, porque<br />

éste congreso pasará como todos los demás, comprobando<br />

su esterilidad.<br />

Así que hoy o mañana la revolución social se vendrá<br />

inconteniblemente, como un soplo de los siglos pasados,<br />

a manera de una sanción de la justicia sempiterna.<br />

Diríase que en el universo aun se oye la campanada<br />

de rebato, llamando en su hora a todos los proletarios,<br />

cual si se cumpliese en la historia la profesión del Nazareno:<br />

— Los postreros serán los primeros.<br />

Ahora veamos cómo es urgente que los legisladores<br />

consideren, siquiera sea un segundo, que la constitución<br />

es ya un libro viejo y que necesita su reforma inmediata<br />

y total, con tendencias claras a la estatización parcial del<br />

suelo y subsuelo y la estatización relativa de la renta, ya<br />

que a la estatización absoluta tiende la actual humanidad.<br />

Y no hay que tener miedo dar el primer paso, sólo<br />

porque los demás pueblos no lo hicieron todavía. El no hacer<br />

las cosas porque no lo hicieron los otros no revela nada<br />

más que un perfecto espíritu de mono.<br />

La expresión de los hechos es ruda; pero es menester<br />

prestarle toda la atención que requiere, y hacer eso sin<br />

sustos.<br />

— 1026 —


EL LOCO<br />

Es aquí que debemos sentar una ley, aceptando todavía<br />

el concepto de patria.<br />

El agua, el cielo y la tierra que circunscriben la nación,<br />

constituye la heredad nacional; y el propietario de<br />

esos elementos, tanto como del hombre mismo, es el ciudadano.<br />

En principio, cada ciudadano es como dueño de<br />

toda la patria, mucho más si con la contribución de su sangre<br />

y de su salario, en forma de impuestos directos, se hace<br />

propietario por el trabajo y por la sangre, regando en<br />

las revoluciones o guerras con ella los campos de batalla.<br />

Es por eso que se hace inadmisible que las<br />

adjudicaciones del suelo y el subsuelo se haga por el Estado a<br />

perpetuidad, sucediéndose de generación en generación; a<br />

lo más que se debería conceder su explotación es por la<br />

vida del peticionario, y eso con la participación proporcional<br />

de la renta a que el Estado tendría derecho, desde determinado<br />

tiempo, siendo de advertir que la apropiación<br />

de tales ingresos debería ser para la creación y sostenimiento<br />

de nuevas industrias en beneficio común.<br />

Por tal procedimiento la fábrica y sostén de incluíais,<br />

escuelas, boticas y mercados, y aun las casas habitaciones,<br />

vendrían como una consecuencia directa.<br />

Aligeradas las condiciones de la lucha por el pan de<br />

cada día, disminuyen las causas del crimen, y el delito es<br />

leve si no desaparece. Consiguientemente las leyes penales<br />

sufrirían alteración radical, no al rigor de un raciocinio<br />

más o menos lógico, sino que por fuerza misma de la disminución<br />

de las causas eficientes.<br />

He aquí por qué los legisladores están obligados a<br />

quemarse las pestañas en el estudio profundo para la reforma<br />

de la constitución, como medio para evitar las violencias<br />

del anarquismo que fatalmente tiene que avanzar.<br />

Es su hora. Y si no, estad seguros, en nombre de los derechos<br />

del hombre iremos a la conquista de nuestros derechos,<br />

acaso ya plenamente ácratas. Entonces vuestra cónsul<br />

lición la rasgaremos como papel perfectamente inútil.<br />

Hasta entonces es menester que todos los que gozan<br />

de un pingüe o mínimo salario, y que carecen de bie-<br />

— 1027 —


ARTURO BORDA<br />

nes de fortuna, sepan que son socialistas en su más legítima<br />

contextura económica y social, por fuerza de su propia<br />

condición y no por los malabares de una lógica más o<br />

menos aceptable.<br />

Nos referimos a esa gran falange de la clase media,<br />

más llena de miserias que los limosneros mismos.<br />

Pero, ¿es qué la gente no medita?, nos preguntamos,<br />

oyendo cómo se interrogan los de enfrente: —¿ cuál<br />

será la orientación de las nuevas constituciones que deben<br />

regir los estados modernos?<br />

El espíritu de la constitución por hacerse está impuesto<br />

ya, como una enorme nebulosa en la que se envuelve<br />

el ímpetu de los tiempos: la revolución social. Ese<br />

espíritu se llama Legislación del Trabajo, apropiación de<br />

las tierras y participación de la renta en la coadministración.<br />

Es decir, estamos hablando acaso para diez o para<br />

cien años después.<br />

Lo que ahora se necesita con urgencia es organizar<br />

una comisión permanente, y bien rentada, para la reforma<br />

constante, cada cinco años de la constitución, la cual deberá<br />

ser evolucionista.<br />

Para ese efecto todos los gremios organizados deberán<br />

constituir también sus delegaciones que estén en constante<br />

cambio de ideas con la comisión legislativa, que podríamos<br />

llamarla comisión de la reforma, la cual debería<br />

durar todo el tiempo posible.<br />

E insistimos en las comisiones gremiales, para que<br />

ilustren constantemente en las necesidades particulares,<br />

que constituya precisamente allá donde se estrellan las<br />

particularidades de la ley escrita, y mucho más si es dictada<br />

por la burguesía que desde la cómoda poltrona de su<br />

gabinete mira color de rosa la vida del obrero.<br />

Un burgués bien repantigado en su mecedora, por<br />

sabio que sea, no alcanzará jamás a comprender los miserias<br />

del trabajador.<br />

— 1028 —


EL LOCO<br />

Actualmente existen cuerpos obreros sindicalizados,<br />

como son de comercio, minas, ferrocarriles, etc., y parece<br />

que no saben dónde están parados. ¿Es que ignoran<br />

el objeto con que se han reunido? ¿No saben de los grandes<br />

mirajes que requieren sus derechos, no los particulares<br />

de gremio, sino que del proletariado en general?<br />

¡Oh!, ¿siembre los hombres ignorantes han menester<br />

perder su tiempo arrastrándose en los chismecillos de<br />

livianas mujerzuelas? ¿Jamás han de intentar ponerse a<br />

un palmo sobre su propia estatura? Irritados siempre con<br />

el escozor de una liendre en su epidermis, ignoran los grandes<br />

ideales.<br />

No, éste no es el instante de susceptibilidades de cocina,<br />

de chismes infantiles, de intereses personales, como<br />

de los politiqueros, es la hora del orto del asalariado y el<br />

feminismo, que no son frases políticas con programas de<br />

embusteros para embaucar necios, sino que son fuerzas<br />

incontenibles y naturales, con la potencia de la necesidad humana<br />

que aulla su abandono y su miseria.<br />

No, compañeros, elevad el alma al impulso de las<br />

grandes ideas en los altruismos redentores; porque harto<br />

mezquina y breve es la existencia, para ir rodando aún en<br />

el lodo de las rencillas ridículas, y entre compañeros,<br />

precisamente cuando la necesidad de unión está tocando su<br />

clarín. En nuestras discusiones, por acaloradas que sean,<br />

se requiere disimular nuestras exaltaciones, considerando<br />

siempre que no tratamos ningún asunto personal, sino que<br />

discutimos el procedimiento para alcanzar el ideal común.<br />

Que la contienda por la existencia alcance las más altas<br />

zonas de la nobleza al impulso de la serenidad, tanto como<br />

sea posible en el hervor del trabajo, en el ajetreo de<br />

la faena cotidiana. Que se imponga el proletariado en una<br />

esfera a la que no pudo alcanzar la burguesía.<br />

Y consideremos que nada hay tan admirable como<br />

un proletario culto y modesto. Tal sean nuestras manifestaciones,<br />

ya que somos prácticamente la mayoría humana, para desmentir<br />

con el hecho la calumnia burguesa.<br />

Los incultos y los groseros son ellos, más que incultos<br />

y groseros, más que traidores, ya que sólo se sienten<br />

— 1029 —


ARTURO BORDA<br />

hombres para ultrajar cobardemente de obra y palabra a<br />

los subalternos indefensos y humildes; además, basta ver<br />

sus manifestaciones políticas de turbas borrachas así como<br />

su prensa inmunda llena de insultos soeces.<br />

Pues bien, ahora mediten los legisladores, que la<br />

responsabilidad histórica de las anteriores legislaturas es<br />

una nonada en comparación de las de hoy para con el futuro<br />

socialista, cuyas ideas anarquistas envuelven a la humanidad,<br />

como la atmósfera a la tierra.<br />

Y que si no se prevé y cuando las legiones de proletarios<br />

sin trabajo invadan las ciudades, entonces será tarde; porque si<br />

esos trabajadores incendian, roban, asesinan<br />

y talan, nosotros diremos que está muy bien hecho: que<br />

ese es su deber, que esa es su obligación: su destino; porque<br />

si roban, incendian, asesinan y talan, no será porque<br />

son criminales, sino que será por necesidad, por no morir<br />

de hambre; no será porque son ociosos, porque no quieren<br />

trabajar, sino porque yendo de puerta en puerta les cierran<br />

todas; y no por que piden trabajo por caridad, sino<br />

que porque el Estado, es decir, el país, su patria, está obligado<br />

a proporcionárselo, ya que el pueblo ciudadano sostiene<br />

con su trabajo y los impuestos la nación. El gobierno<br />

está, pues, en la ineludible obligación de tomar por su<br />

cuenta la explotación de las industrias que se supriman,<br />

para dar trabajo a sus ciudadanos que sostienen la patria<br />

con su sangre y con sus esfuerzos, toda vez que toda esa<br />

gente sin trabajo tendrá que verse ante un tremendo dilema:<br />

suicidarse si no tiene valor para robar y asesinar para<br />

comer, y las mujeres, prostituirse por un mendrugo o<br />

matarse también.<br />

Si quienes han de velar por la patria, no lo hacen<br />

como deben, entonces iremos a la revolución social con el<br />

séquito de todos sus horrores en una crisis más o menos<br />

lógicamente larga y siniestra, que será, pero al fin, la aurora<br />

de los pueblos del porvenir.<br />

Ahora hagamos aquí algunas advertencias.<br />

Los que vivimos en esta parte de América no es que<br />

recibimos la idea que bulle en la otra parte del mar, sino — 1030 —


EL LOCO<br />

que más bien tratamos de una pacífica reorganización incásica,<br />

el comunismo por el cual la Europa se desangra,<br />

por ese comunismo que destrozó en América, por intermedio<br />

de España, cuando la casual conquista y descubrimiento.<br />

Así, pues, estas ideas están en nuestra sangre de un<br />

modo ancestral.<br />

Ahora, si los legisladores son tales, deben hacer que<br />

sus leyes se encarrilen de tal manera en el progreso socialista,<br />

que cuando se posesione, —lo que tendrá que suceder<br />

fatalmente ahora o después y por cualesquiera vías,—<br />

nadie se haya dado cuenta, es decir, que se haya transformado<br />

sin violencias, paulatinamente, siguiendo ol más sabio<br />

proceso de la naturaleza en sus evoluciones. Tal se procedería<br />

sobreentendiéndose en los legisladores un patriotismo<br />

inteligente y efectivo.<br />

Y si no se procede así, como aconseja una sana sabiduría,<br />

temblad, porque esa avalancha roja desatada y sin<br />

freno llegará tremolando en son devastador su lábaro rojo,<br />

y en la vorágine sentará el gobierno del trabajador.<br />

Pero así, y como siempre, el progreso de la civilización<br />

seguirá su curso, a pesar de todo, a semejanza del<br />

tiempo, para quien ni la muerte misma es un óbice. Nada<br />

es suficiente para detener el curso de las fuerzas vivas. Tal<br />

se viene el socialismo.<br />

Verdaderamente que el advenimiento de ese huracán<br />

redentor de miserias es la gran esperanza de la gran<br />

mayoría humana y todas sus lacerias.<br />

Ninguna aurora trajo a las úlceras humanas mayor<br />

esperanza que el trapo rojo.<br />

Pero ¡Alto aquí!<br />

Esta es la más santa advertencia al patriotismo tan<br />

cacareado por los explotadores del sentimiento patriótico.<br />

De tal manera concluye el editorial. Indudablemente<br />

que yo no he creído nada de tanta zoncería o inocencia;<br />

— 1031 —


ARTURO BORDA<br />

pues es necesario saber que ese periódico era de algunos<br />

años atrás, y que la situación actual del proletariado está<br />

peor que antes. ¡Claro! El pueblo jamás sabe lo que quiere<br />

y acaso ni lo que necesita, y los gobiernos están hechos<br />

por la ignorancia de ese pueblo.<br />

Muy triste por ese motivo proseguí cabiloso mi<br />

caminata.<br />

V<br />

REIVINDICACIONES SOCIALES<br />

Otro día reí mucho con esta tontería publicada en<br />

"El Tiempo":<br />

La huelga en el cielo, la revolución en<br />

el purgatorio y el anarquismo en el<br />

infierno.<br />

Pliego de peticiones: ocho horas de<br />

trabajo<br />

para San Pedro; descanso hebdomadario<br />

para los ángeles, arcángeles y serafines,<br />

coros y dominaciones; cincuenta por<br />

ciento de aumento ambrosíaco; salario<br />

mínimo; jubilaciones, ley de accidentes,<br />

etc.<br />

Iguales petitorios en el infierno y el<br />

purgatorio.<br />

Y así como suena, un día, el menos pensado, porque<br />

esos son siempre los más sensacionales, sucedió que la<br />

empresa, la magnánima empresa, en connivencia con le<br />

supremo gobierno, había resuelto, y no sólo resuelto, sí, que<br />

más bien había procedido a la expulsión de los terribles<br />

agitadores, de aquellos tremendos bolcheviques, terroristas<br />

o anarquistas, según iban diciendo.<br />

Y ¡claro!, esos pobres muchachos apenas eran...<br />

Pero qué habían de ser sino unos pobres soñadores. ¿Y en<br />

qué? En un mundo mejor: en un mundo absolutamente<br />

imposible. Ni más ni menos. Veamos. ¿Qué es, por ejemplo,<br />

suponer en algún punto del mundo el imperio de la igual-<br />

— 1032 —


EL LOCO<br />

dad y la felicidad? Eso indicado ya no habría que agregar<br />

ni una tilde para dar el mólulo de un ideal más absurdo,<br />

aunque el más grande que hace palpitar el corazón humano<br />

desde su aparición en la tierra. Seguramente que tal<br />

ideal no es tan absurdo por idiota cuanto por imposible.<br />

Pero así son las aberraciones del hombre: todo es que se le<br />

meta cualquier disparate entre ceja y oreja, que ¡adiós!<br />

su cabeza la sacude sin ton ni son y sin cesar, contra todas<br />

las rocas. Por eso...<br />

*<br />

Pero yo tenía el propósito de escribir un artículo de<br />

prensa para el diario Vida Estúpida; mas, como recuerdo<br />

haber visto periodiquillos como El Burro y La Lucha, y<br />

otros, del gobierno también, y gobierno republicano, que<br />

ha descendido hasta los últimos silos de la impudicia...<br />

Digo que al saberme escribiendo para la prensa, he<br />

escupido con asco en mi corazón.<br />

Y esos periodistas, como los de La República y La<br />

Verdad y Las Noticias, clericales, que no saben escribir,<br />

menos pensar, son los que jamás pusieron, tanto como el<br />

de La Reforma, ni una palabra gratuita por su idea. Ellos<br />

son los mercenarios que subastan su conciencia y su voluntad<br />

al mejor postor, al que subsidia el incendio de sus bajos<br />

instintos, al que impulsa a solapa las delaciones criminosas.<br />

No obstante, y sólo por dar rienda suelta a esta inveterada<br />

manía de escribir las sinrazones que me acribillan,<br />

empiezo a decir que mis actuales vecinos son una reunión<br />

homogénea de muchachos que componen el directorio<br />

de una Federación Ferroviaria, razón por la que se suponen<br />

hombres férreos, y férreos de carácter, rectilíneos<br />

como el riel que en los desiertos va rompiendo los horizontes,<br />

o, mejor aún, rectilíneos como una mirada. Pero todavía<br />

son muchachos: aun no han sentido el impío vapuleo<br />

de la existencia. Mas, como quiera que se les avecina la<br />

expulsión del territorio, porque, según oí decir, saben que<br />

el supremo gobierno tiene pacto con las empresas industriales,<br />

para desbaratar todo plan sindicalista, disolviendo<br />

— 1033 —


ARTURO BORDA<br />

a bala si es posible los grupos, para echarlos impunemente<br />

fuera de la patria a los agitadores. Se sobreentiende que<br />

a los que queden con vida.<br />

Con tal motivo hacen esos pobres muchachos sus más<br />

fantásticos proyectos de vida nómade bohemia. Es así cómo<br />

explanan los itinerarios más divertidos, fraguando en<br />

sus corazones enormes tempestades de reivindicaciones<br />

sociales que deberán rodar de pueblo en pueblo por todo el<br />

mundo. Entonces sus voces tienen la magia profética del<br />

apostolado y, resueltos sobre todo óbice, con la resolución<br />

del divino sacrificio postrero se imaginan alegremente<br />

expatriarse ya, llevando sí a cuestas el estigma, según los<br />

burgueses, de bolcheviques, siendo que siendo así lo que<br />

precisamente buscan es el bienestar racionalmente humano y<br />

el aniquilamiento de las guerras, suprimiendo los límites<br />

de la patria. Pero no; a ellos se les llama anarquistas ácratas,<br />

queriendo significar con ello algo así como asesinos,<br />

incendiarios, ladrones y traidores, es decir, algo más inmundo<br />

que la secuela de espías que las empresas y los gobiernos<br />

alimentan en su seno, infectando la sociedad.<br />

No; el ácrata y el anarquista, son la libertad soberana<br />

que va de frente al sol; ellos son los seres más desinteresados,<br />

sacrificando su vida al ideal de un problemático<br />

bienestar humano remoto.<br />

Bueno, su causa me entusiasma.<br />

Y mientras ellos van tejiendo sus sueños de cruzados<br />

del grande ideal, tornados en mártires que no esperan<br />

ni buscan, ni quieren más recompensa para sí que el que<br />

su doctrina se infiltre de la más infinita conciencia de la<br />

necesidad de reivindicaciones sociales en la infinita masa<br />

proletaria. Mientras que ellos no tienen más destino en su<br />

vida que el holocausto de sus días en el ara de su ideal,<br />

yo, empedernido soñador, empiezo a dormir, embriagado<br />

en los ensueños que sugieren esos hermosos proyectos de<br />

apóstoles anónimos.<br />

Y duermo, lo que contaré sin desvahar.<br />

— 1034—


EL LOCO<br />

La aurora estaba argéntea. Las nubes se hallaban<br />

orladas de un extraño fulgor. La tierra tenía el no sé qué<br />

del misterio, y el senderito en el desierto fatigaba al sólo<br />

contemplarlo; tan desconsolador era. En él iban arrastrando<br />

sus osamentas, los ocho proscritos. Muy desganados por<br />

el cansancio charlaban de tiempo en tiempo. El primero<br />

detúvose de pronto y se expresó así:<br />

EXPULSADO PRIMERO<br />

La fuerza ya nos está faltando; no queda pues más<br />

remedio que recurrir al esfuerzo, pero todavía puramente<br />

físico.<br />

EXPULSADO SEGUNDO<br />

Sí. ¿Y el hambre? ¿Y la sed?<br />

EXPULSADO QUINTO<br />

No desmayar, muchachos, mientras haya una gota<br />

de sangre generosa en nuestras arterias.<br />

Dice. Y en el silencio sólo se oía el rumor crujiente<br />

de la arena al desacompasado y lento paso de los emigrados,<br />

cuya respiración infundía no sé qué hálito de reconcentrado<br />

hastío, algo que decía de una repugnancia ilimitada,<br />

como el frío de hielo que en las inaniciones recorre<br />

a grandes pinceladas la vía digestiva.<br />

Más tarde, cuando después de un crepúsculo rojo<br />

vino la noche lóbrega, los expatriados, tendidos en la arena,<br />

dormitaban al raso.<br />

Pasado el primer sueño de aquella especie de<br />

cadáveres, fueron despertados uno a uno a la aurora, durante<br />

el orto de Sagitario.<br />

Entre nubes se incendiaba la mañana.<br />

EXPULSADO PRIMERO<br />

¡Ea, muchachos! Recibamos de pie el sol. Y oremos. — 1035 —


ARTURO BORDA<br />

TODOS (de hinojos hacia Levante)<br />

Así sea.<br />

Y oraron en silencio.<br />

Luego se pusieron en marcha.<br />

Por tal manera anduvieron muchos días en la<br />

inclemente extensión de los desiertos de Atacama.<br />

Y un día llegaron hambrientos y sedientos a la orilla<br />

del mar. Pobres muchachos: en estómagos vacíos... el<br />

agua salada los consumía. Pero uno de ellos, haciendo un<br />

sobrehumano esfuerzo, les arengó aún en estos términos:<br />

EXPULSADO OCTAVO<br />

Compañeros:<br />

Siento y veo que nos estamos extinguiendo. De<br />

consiguiente, si alguno salva, está obligado a ser el portavoz<br />

del ideal que nos anima hasta el último instante.<br />

Y sabed que la intrepidez sagrada e invencible sólo<br />

se logra renunciando a la vida, es decir, esperando la muerte<br />

como el mayor beneficio.<br />

Por eso he reído siempre ante los propios ojos del<br />

valor fanfarrón de los hombres, de sus plantonadas cuando<br />

no hay peligro: de sus heroísmos para seducir hembras.<br />

Pero este secreto deben conocer únicamente los<br />

apóstoles, porque el miedo y la vergüenza apenas forjan<br />

almas de redil en los subalternos sumisos, en los empleados<br />

siervos, en los empleados...<br />

Mas no; hay una salvación.<br />

El empleado es, compañeros, empleado, porque necesita<br />

vivir y porque no tiene más que la remuneración de su trabajo<br />

inmediato. Todo su capital es el trabajo del instante. Y con ese<br />

risible salario ha menester sustentar su familia, la que a su vez<br />

deberá ir a la fábrica a ganarse el sustento.<br />

— 1036 —


EL LOCO<br />

Y la familia, así destruido el amor, en el hogar apenas<br />

será un harapo de cansancio, sin ánimo para la más leve<br />

sonrisa cariñosa. Y día a día estarán cada vez más cansados<br />

y malhumorados.<br />

Tal han desaparecido de hecho el hogar y la patria<br />

en el hogar y la patria misma.<br />

Así los asalariados hasta que mueren agotados en<br />

provecho ajeno.<br />

Ahora consideremos que ante el patrón angurriento<br />

de oro no importa que el asalariado haya consumido<br />

miserablemente sus días en beneficio exclusivo del capital,<br />

sino que a la menor falta que cometa se le echará a la calle,<br />

aunque toda su vida de trabajo haya sido intachable.<br />

Mas si el destituido es viejo ya, está pues físicamente<br />

imposibilitado para tomar una nueva profesión. En<br />

consecuencia, el hecho es que no sólo se le quita el pan diario,<br />

sino que se le arrebata brutalmente, y en forma directa,<br />

el derecho a la existencia.<br />

Esta es otra forma de asesinato.<br />

Y ahora entremos a analizar la explotación que se<br />

hace del concepto patria por el capitalista extranjero, lo<br />

cual es algo que menoscaba la dignidad y representación<br />

de los gerentes de la cosa pública, por mucho que no pasen<br />

de ser también esos sanguijuelas la otra forma del capitalista.<br />

Los capitalistas extranjeros, estén en el país que<br />

estuvieren, infiltrados de la política jesuítica y maquiavélica,<br />

suscitando y excitando en los asalariados, directa o<br />

indirectamente, el sentimiento patriótico, tratan —y logran—<br />

anonadar las posibilidades de un relativo bienestar<br />

obrero. Para ellos la Patria, todas las patrias, esa enorme<br />

religión de los corazones inocentes, no es nada más<br />

que un objeto de explotación, es el escudo salvador de sus<br />

bancarrotas; es el ariete aniquilador de los trabajadores,<br />

sumiéndolos en la incondicionalidad de un respeto artera<br />

— 1037 —


ARTURO BORDA<br />

y falazmente imbuido, de algo que en el hecho ya no existe<br />

para el proletariado mundial. ¿Qué hogar ni qué patria<br />

puede haber donde todo ha de ser trabajo rudo, cansancio,<br />

hambre y desnudez en la familia?<br />

Entiendo que hogar y patria quieren expresar sosiego,<br />

amor, alegría y bienestar.<br />

Pero los capitalistas hablan tranquilamente de patria<br />

al trabajador villanamente explotado... ¡Patria...!<br />

Es en estas circunstancias, compañeros, que el sacrificio<br />

en vano de los redentores me da pena o me arranca la más dura<br />

carcajada, porque...<br />

Y es aquí que debo hacerles notar que no solamente<br />

los obreros son proletarios.<br />

Tal es el equívoco en el que se enreda la mayoría de<br />

los hombres.<br />

Asalariado o proletario, dicen, y pasan por alto,<br />

sobreentendiendo por tales nada más que a los herreros,<br />

zapateros, barrenderos y picapedreros, sin sospechar siquiera<br />

que el verdadero proletariado, o asalariado, más desgraciado,<br />

y que tiene los mayores derechos a la reivindicación<br />

social, es el señorito de la clase media, el empleado<br />

que gana un sueldo miserable y que ha menester vestir<br />

bien y vivir bien... aparentemente, sacrificando en su<br />

eterna miseria la satisfacción de sus más apremiantes necesidades<br />

ante las exigencias de una sociedad estúpidamente<br />

falsa. Hay más; y si esos pobres señoritos sin profesión<br />

se hallan vacantes, deberán morir de hambre, paseando<br />

altivamente heroicos el silencio soberbio de sus<br />

angustias. Esos que son la verdadera mayoría del mundo,<br />

constituyen el proletariado neto, agónicos bajo el peso de<br />

su vergüenza, mil veces más infelices que el más haraposo<br />

y desvergonzado limosnero.<br />

Así, pues, el herrero, zapatero o picapedrero rentista<br />

—que los hay— no son proletarios por ningún concepto;<br />

son contrariamente, los explotadores de la miseria; son<br />

— 1038 —


EL LOCO<br />

de hipócritas en medio de los gremios y federaciones algo<br />

así como la tenia en los intestinos. Son los más peligrosos<br />

explotadores de los ideales del socialismo. So capa de ser<br />

artesanos, quieren explotar a carcajadas la ignorancia de<br />

los proletarios.<br />

Nuestra lucha es contra todo capitalista, sea quien<br />

fuese.<br />

A ver si se entiende lo que son los hechos, las cosas,<br />

las fuerzas y las ideas. Es necesario aclarar lo estúpido de<br />

las confusiones, que van en detrimento de los conceptos puros.<br />

Hay que hacer luz en la testarudez de los imbéciles<br />

y allanar la trayectoria de los grandes fines, do aquellos<br />

por los eme luchan los altruistas y patriotas de la gran patria,<br />

desligados de todo compromiso pueril de banderíos<br />

políticos.<br />

La obligación de los proletarios está en hacer en el<br />

seno mismo de todos los partidos políticos militantes toda<br />

la campaña efectiva posible de convencimiento a todos<br />

los asalariados, para que se federen.<br />

Es necesario explicar mucho, que los intereses obreros<br />

son eternos, desde que apareció el hombre y serán hasla<br />

que desaparezca el mundo. Tal la causa proletaria: su<br />

defensa contra los explotadores. En cambio de que los<br />

partidos políticos nacen y desaparecen como el humo. No<br />

hay un solo hombre que no haya sido testigo del nacimiento<br />

y muerte de algún partido político, cuyo único fin no<br />

ha sido nada más que robar a las arcas nacionales.<br />

Urge hacer ver el beneficio que reporta la cohesión<br />

asalariada.<br />

Y sobre todo hay que hacer comprender estas ideas<br />

al indio. Ese es aquí el verdadero proletario, que está en<br />

peores condiciones morales que un mujik de cuando los<br />

zares.<br />

Y ahora, reanudando el hilo, diré que lo que da mayor<br />

lástima es cómo cuando el trabajador asciende a los<br />

— 1039 —


ARTURO BORDA<br />

puestos superiores se pone de frente y con saña en contra<br />

de sus compañeros, de aquellos con quienes hubo compartido<br />

las miserias de la vida en las angustias de cada instante,<br />

en toda aquella magia que conserva el pasado.<br />

Y proceden así, sin comprender que aunque se llamen<br />

gerentes están moralmente obligados a ser ante su<br />

propia conciencia más adictos a sus compañeros de antaño,<br />

de cuando eran ellos mismos el humilde trabajador.<br />

Pero proceden en sentido contrario esos desgraciados,<br />

sin comprender que al recibir el sueldo lo reciben en<br />

las mismas condiciones morales que un cargador cualquiera,<br />

como toda persona que alquila voluntariamente sus<br />

horas, y que seguramente no reciben ese salario como<br />

rentistas, sino que como asalariados; y después es porque<br />

ignoran que tratando rudamente a sus inferiores se hacen<br />

odiar. Por medio de este mismo procedimiento obligan al<br />

empleado a que aprenda a engañar en el trabajo y el tiempo.<br />

Es así que esos jefes parece que ni sospechan que robando<br />

con amor los corazones estarían mejor servidos y<br />

respetados, porque no hay bandido ni bestia que no ceda<br />

al cariño y trate de demostrar su agradecimiento.<br />

Mas, esos gerentes, subgerentes y jefes de secciones,<br />

se ponen resueltamente en contra de los trabajadores,<br />

declarándose de hecho algo así como traidores al sagrado<br />

ambiente en que se respira aún el aroma proletario del hogar<br />

paterno.<br />

Aquellos que se levantan de entre los humildes, de<br />

la fermentación de nuestras lacerias, y sabiéndose en un<br />

sitial superior, se tornan déspotas, es porque jamás han rolado<br />

en sociedad y porque ni sospechan la existencia de un<br />

librito que se llama Urbanidad. Y es, en definitiva, que<br />

para ser lo que son, tuvieron que pasar únicamente un<br />

callejón sin salida de humillaciones, resultando que por<br />

eso su sangre se sacude coléricamente, e incapaces de<br />

domeñar sus nervios, se sienten impelidos a vengarse en los<br />

hombres, aherrojándoles la dignidad en las mismas<br />

humillaciones que tuvieron que sufrir ellos.<br />

— 1040—


EL LOCO<br />

Tal es el origen de los déspotas.<br />

Pero es<br />

menester descubrir sus causas ridiculas en<br />

que cimentan su vanidad, la que es necesario hundirla en<br />

el escarnio secreto y público.<br />

Sí, desde Dios para abajo, incluso Dios, toda<br />

autoridad, debe caer en el ridículo, porque sólo así se alzarán<br />

gloriosos los vencidos. Y se alzarán vencedores. Aun más:<br />

serán conquistadores de la ventura.<br />

¡Gloria, pues, al humilde obrero en la brega diaria!<br />

¡Gloria a los que un día serán dueños del mundo físico y<br />

moral!<br />

Pero, sabed que ni la gloria ni el pan, ni el amor, son<br />

fuerzas eficientes ni suficientes para arrastrar en la ignominia<br />

al hombre digno, y más si es el humilde proletario;<br />

porque la rebeldía del pobre será siempre la rebeldía clásica.<br />

Ahora, compañeros proletarios, explotados como yo,<br />

si alguno queda como testimonio vivo de esta jornada, debe<br />

obrar resueltamente y sin tregua en el sentido de<br />

que...<br />

Y no le oí, porque se iba acabando su voz.<br />

Unas horas más tarde todos habían muerto lenta y<br />

suavemente.<br />

El viento cruzaba silencioso los arenales y las olas<br />

se apagaban con frufrú de seda en la orilla del mar.<br />

*<br />

Sus almas, poco después, hendían raudas la<br />

inmensidad, hasta que llegando a la puerta del cielo, golpearon<br />

alegremente el aldabón.<br />

Husmeando por la ventanilla sacó San Pedro su cabeza<br />

milenaria.<br />

— 1041 —


ARTURO BORDA<br />

ALMA PRIMERA (sorprendida)<br />

¡El pescador del Tiberiades!...<br />

ALMA SEGUNDA (admirada también)<br />

¡Oh, compañero Pedro! Este sí que es un excelente<br />

proletario: proletario en el cielo y proletario en la tierra...<br />

Maña y figura...<br />

ALMA SEXTA (muy alegre)<br />

Mil novecientos y tantos años de portero... Jesús y<br />

María. ¡Pobre Pedro! ¿Y no te cansas?<br />

¿Cansarme?<br />

PEDRO (sorprendido)<br />

ALMA CUARTA<br />

¡Claro! Ni más ni menos. Cansarte. Sí, che.<br />

PEDRO (reconcentrándose frunce el entrecejo,<br />

descendiendo sobre los ojos sus espesas<br />

cejas negras)<br />

Cansarme... ya lo creo que sí, pequeña ardillita. Esta<br />

sempiterna portería a Job mismo lo desesperara de tedio.<br />

ALMA QUINTA (aguantando la risa)<br />

Pobre Pedro. ¿Y eres el único portero en el cielo?<br />

El único...<br />

PEDRO (suspirando)<br />

ALMA OCTAVA (meneando la cabeza)<br />

Qué disparate, che! ¿Y los demás gremios están<br />

federados?<br />

— 1042 —


EL LOCO<br />

PEDRO (abriendo desmesuradamente los ojos)<br />

¿Qué es eso de gremios federados?<br />

ALMA SEXTA (sonriendo compasivamente)?<br />

Sí, sí, compañero proletario. Gremios. Ni más ni<br />

menos.<br />

PEDRO (moviendo olímpicamente su cabeza)<br />

No, che, no comprendo.<br />

ALMA SÉPTIMA (tosiendo)<br />

¡Húm!, húm! Se explica tu ignorancia. Atrasadito<br />

estás. Tal es la condición conservadora. Pero apuesto que<br />

ya no recuerdas ni tu apellido.<br />

PEDRO (se pone grave. Se siente cómo su<br />

cerebro hace un supremo esfuerzo)<br />

De veras. No recuerdo. ¿Cuál es mi apellido... ? Cierto,<br />

no recuerdo.<br />

ALMA SÉPTIMA (sonriendo compasivamente)<br />

¿No ves, Pedro? Así es el conservantismo. Ahora sabe<br />

que las federaciones son las agrupaciones de los gremios<br />

organizados para, rompiendo las leyes escritas, imponer<br />

por la fuerza de la huelga, primero pacífica, luego<br />

revolucionaria, y, por último, anarquista, es decir, sin Dios<br />

ni patria, el mejoramiento de su condición económica y social.<br />

La solidarización de tales grupos profesionales autónomos<br />

mediante pactos se llaman federaciones obreras.<br />

Los gremios, sindicatos o federaciones, son la<br />

salvaguarda de los derechos justos que solicita la gran mayoría<br />

de los hombres, los humildes, así como vos, los eternamente<br />

explotados. ¿De qué te sirve, por ejemplo, estar en<br />

el cielo, si a la postre estás más esclavizado que en la tierra?<br />

A ver. Di la verdad.<br />

— 1043 —


ARTURO BORDA<br />

PEDRO (meditando)<br />

Cierto. Empiezo a comprender.<br />

ALMA OCTAVA (con autoridad dulcificada)<br />

Pues bien, mi excelente Pedro. Siendo que tú eres<br />

aquí un genuino representante, en alma y carne, de los<br />

hombres explotados en la tierra, es urgentemente necesario<br />

que te federen y seas el presidente de una gran liga de<br />

federaciones de ángeles, serafines, arcángeles, coros y<br />

dominaciones.<br />

Vamos a ver, ¿qué te parece la idea? No es mala,<br />

¿verdad?<br />

PEDRO (cerrando fuertemente los ojos y boca,<br />

medita, mientras que sobre el fondo ocre<br />

de la puerta el aura arremolina en la<br />

ventanilla su cabellera y barba blancas)<br />

¡Húm! Creo que no estaría del todo mal...<br />

ALMA SEGUNDA (casi vencedora)<br />

Seguramente, mi buen viejo; porque, vamos a ver,<br />

¿no te parece una injusticia manifiesta, que mientras están<br />

aquí, unos cantando obligatoriamente, otros tañendo<br />

instrumentos y los demás obligados también a contemplación<br />

perpetua, eternamente ¿no te parece injusto que<br />

los dioses estén pudriéndose en el poce de una ociosidad<br />

infinita?<br />

Caray que eso es tremendo. ¿Dónde está pues la<br />

justicia? Los han engañado a todos. No sean zonzos.<br />

ALMA TERCERA (con intención burlesca)<br />

Sí, Pedro, no seas zonzo. Es inicuo lo que se hace<br />

aquí. En la tierra ya no existe esa forma de esclavitud. A<br />

ustedes les han encadenado a comba en el espíritu, los<br />

frailes en el mundo, el sentimiento de respeto a las ideas<br />

— 1044 —


EL LOCO<br />

sagradas, únicamente para hacer de ustedes en la tierra<br />

unas maquinitas de fabricar plata, y para que después,<br />

aquí, os vuelvan máquinas de adoración eterna, medios de<br />

satisfacción de la vanidad de lo más sin objeto posible para<br />

siempre, como son los dioses.<br />

Pobre Pedro.<br />

ALMA SEGUNDA (con energía)<br />

Así es la verdad. Si hasta por humildad misma los<br />

dioses deberían ocupar los sitiales más ínfimos. Pero como<br />

no es así, es necesario escarnecer inmediatamente, por<br />

todos los medios posibles, es decir, matar y sepultar en el<br />

olvido esas ideas inútiles llamadas sagradas, porque son<br />

ellas las verdaderas cadenas de esclavitud. Es menester<br />

romperlas y revolucionar cielo y tierra.<br />

Toda revolución es un progreso. Cada revolución es<br />

una evolución. Pero aquí todo está como al principio. ¡Oh,<br />

esto es una estupidez! Pleno conservantismo.<br />

PEDRO (muy pensativo) '<br />

Parece que s í . . . No obstante...<br />

ALMA CUARTA<br />

Pero te diré que, por lo pronto, antes de presentar un<br />

petitorio de condiciones, es necesario hacer propaganda entre<br />

las once mil vírgenes y entre todas las jerarquías.<br />

Mas, para eso, Pedro, es necesario escoger almas<br />

precursoras, espíritus enamorados del ideal, es decir,<br />

agitadores, aquellos que sólo viven para su idea, aquellos que<br />

para el logro de su ideal han renunciado, alucinados y<br />

sonámbulos, al placer y al dolor, al bienestar y la miseria y<br />

a la vida y a la muerte, aquellos que con su pasión<br />

infinitamente desinteresada son capaces de arrancar, con amor<br />

y por amor, los corazones, llevándolos arrebatados en legión<br />

de héroes o mártires.<br />

— 1045 —


ARTURO BORDA<br />

Pero, tú, Pedro, sabes eso muy bien. ¿O no es verdad?<br />

Si mal no recuerdo, eras predicador: uno de los doce<br />

apóstoles y la primera cabeza del cristianismo.<br />

PEDRO (resueltamente)<br />

Sí. Está bien. Entren. Como quiera que aquí están<br />

todas las almas anquilosadas, o, mejor dicho, estáticas, pasad<br />

vosotros, compañeros proletarios, explotados como yo.<br />

¿O no es ese el santo y seña? Por lo menos así entiendo.<br />

¡Bravo! Diste en el clavo.<br />

ALMA PRIMERA (muy alegre)<br />

PEDRO (entusiasmado)<br />

Me alegro. Y ahora adelante, pero a hurtadillas.<br />

Y se quedó pensativo, acariciando lentamente su<br />

barba milenaria, mientras que las ocho almas de los agitadores<br />

resbalaban ágilmente por el quicio de la puerta.<br />

caso.<br />

Yo también quise escurrirme por ahí; pero no hubo<br />

Esperé, pues, afuera, mucho tiempo, hasta que de<br />

pronto se oyó una tremenda gritería femenina; luego un<br />

alboroto ronco y sin fin, que iba acreciendo instante a instante,<br />

tanto que adquirió las proporciones de algo como si<br />

fuese un rugido de todas las desesperaciones y pasiones<br />

en lo álgido de todos los cataclismos.<br />

El cielo estaba convulso.<br />

Así me había dormido.<br />

*<br />

Cuando abrí los ojos, las ocho almas salían del cielo,<br />

excesivamente alegres. Y se fueron rumbo al purgatorio,<br />

en cuyas tinieblas se internaron por el Saco de Carbón de<br />

la Vía Láctea, entonando La Internacional.<br />

— 1046 —


EL LOCO<br />

Como quiera que en aquellas tinieblas mis ojos<br />

carnales no podían distinguir nada, opté también por quedarme<br />

afuera.<br />

Pasado algún tiempo oí otro alboroto formidable,<br />

similar al que oyera en el cielo.<br />

Estaba en eso, queriendo adivinar lo que sucedía ahí<br />

dentro, cuando salieron a la disparada las ocho almas. Corrí<br />

cuanto pude tras ellas; pero me dejaron muy atrás.<br />

*<br />

Y las encontré aJ fin en la orilla del Leteo, discutiendo<br />

animadamente con Caronte y el Cancerbero, tal como<br />

discutieron con San Pedro. Había que ver los incidentes<br />

chistosos que se produjeron, especialmente con el perro<br />

Cerbero.<br />

Instantes después desaparecían entre crepitantes<br />

llamaradas de un incendio en la inmensidad, el cual fue<br />

avanzando en el infinito, en medio de silbatinas, de estruendo<br />

y carcajadas inimaginables.<br />

Y precisamente cuando parecía imposible que aquella<br />

algazabía fuese superada, las ocho almas agitadoras salieron<br />

más que volando, desternillándose de risa.<br />

ALMA PRIMERA<br />

Ya hemos sembrado en el cielo e] germen de la<br />

huelga, una revolución en el purgatorio y en el infierno el<br />

caos. Ahora volvamos a la tierra e implantemos el imperio de<br />

la anarquía absoluta, —por algo somos ácratas,— hasta<br />

imponer el gobierno comunista integral.<br />

LAS SIETE ALMAS (saltando de gusto, como pulgas)<br />

¡Eso! ¡Bravo! ¡Muy bien! Estamos listas.<br />

El mar estaba en calma: su murmullo en la orilla<br />

moría arrullando ledamente a las ocho momias bien aper-<br />

— 1047 —


ARTURO BORDA<br />

gaminadas, en las cuales entraron sus ánimas agitadoras,<br />

ni más ni menos que sables en sus vainas.<br />

Aquellos cadáveres resecos, animándose de pronto,<br />

sin una gota de sangre, crujiendo con el crujido del cuero<br />

que se quiebra al estirarse, eran los espectros de las<br />

abracadabras de una infausta pesadilla. Hablaban; y sus voces,<br />

alegres y cavernosas, eran siniestras.<br />

Esperanzados en hacer una revolución nunca vista<br />

en el mundo, en vano anduvieron de polo a polo; pues en<br />

el transcurso de tres siglos de ausencia de la tierra, la<br />

humanidad ya estaba bajo el régimen del comunismo integral.<br />

Como quiera que por tal causa ya no podían efectuar<br />

la revolución soñada, se fueron al Etna y se echaron<br />

de cabeza en el cráter del volcán.<br />

Y yo desperté.<br />

Algún tiempo después.<br />

VI<br />

EL YATIRI<br />

En la mañana, al ir por una calle principal, veo en<br />

un zaguán un hombre muy bien trajeado que daba de puntapiés<br />

a un pobre indio harapiento, a quien le acusaba de<br />

haber robado un pellejo de oveja. —Indio ladrón —decía—<br />

de tu cuero he de sacar el pellejo de oveja. Y llamando a<br />

un guardián, quien a su vez pedía auxilio a tres o cuatro<br />

de los suyos, lo arrastraron a la policía, desgarrándole<br />

miserablemente sus andrajos, no obstante que se hincaba el<br />

infeliz, pidiendo perdón de un delito que no había cometido,<br />

ya que aseveraba haber entregado oportunamente el<br />

pellejo de oveja al mayordomo de la finca. Pero ante el<br />

patrón energúmeno no había razón valedera.<br />

Preocupado con tal espectáculo de avaricia y<br />

perversidad, considerando la ilimitada autoridad que se abro-<br />

—1048 —


EL LOCO<br />

ga sobre el indio, el cholo o el blanco, sólo porque es cholo<br />

o blanco, como el extranjero sobre los americanos, acaso<br />

no más que por diferencia de color y ropa, mientras que el<br />

aborigen abaja su conciencia más que de los canes mismos,<br />

en fuerza del ambiente que durante siglos le presiona<br />

con un tratamiento siempre igual. Es por eso que...<br />

En fin, no sé lo que iba a decir, acaso quise hablar<br />

del derecho de rebelión que tiene, como ninguna otra raza,<br />

y que dentro de sus derechos tiene todavía perfecta justicia<br />

para pasar a degüello a todos nosotros. Y no es esto<br />

para que se escandalicen; pues basta considerar que<br />

masacrando ellos a toda una generación, no se hicieran pago<br />

de lo mucho que abusaron de ellos, ya que los blancos<br />

esclavizaron centenares de generaciones indígenas. Ved el<br />

ejemplo los mitayos. Ellos mismos o sus personeros mestizos<br />

están obligados a ser los agitadores.<br />

Así pensando me había dormido con la cabeza<br />

febricitante.<br />

*<br />

En una callejuela de suburbio va enlutada y llorando<br />

una indiecita, maciza como una columna de bronce y<br />

ágil tanto como una vicuña. Los pezones de sus túrgidos<br />

pechos elevan una especie de toldos en su camisa; lleva alta<br />

la falda y desnudas sus rollizas piernas que al andar se<br />

agitan arremolinando las polleras, brindando en latigazos<br />

eléctricos su carne impoluta y amorosa, ante un alegre<br />

parpadeo de las estrellas. La impúber va como una esponja<br />

de amor empapada en la eternidad. Mira y sus miradas son<br />

casi contactos sádicos, al calor de su sangre generosa, en<br />

la cual se siente que se ofrece y cede. El callejón está desierto;<br />

y de la puerta en que se ve acechar una tez marmórea,<br />

con bigotes ayacatanados, de cabellera rizada y negra,<br />

salta un individuo que, tapando la boca de la indiecita,<br />

la arrastra al zaguán. El jadeo y los sofocados ayes sugieren<br />

la entraña que absorbe de la sonda un riego a raudales.<br />

*<br />

— 1049 —


ARTURO BORDA<br />

A poco rato —que simula siglos— sale la india, madre<br />

ya, llevando a cuestas el vástago que se transforma<br />

en lobo, ese en perro, el cual poco después se convierte en<br />

tigre. Y el felino va sembrando el espanto y la desolación;<br />

pero luego se metamorfosea en cóndor. Y así se eleva<br />

rompiendo el azul, hasta que en la noche desaparece en una<br />

estrella, cuya luz adquiere el carácter de una nube que<br />

llueve. La lluvia fecundiza la tierra, la que a su vez eclosiona<br />

una vegetación tropical. La existencia sonríe entre<br />

luz, amor y cantos, bajo las frondas, al son de las cascadas.<br />

El amor hizo, pues, su nido en la selva, en la que lentamente<br />

pasa la india madre, observándome con sus ojos<br />

negros y profundos. Me atrae. Voy a ella, dando traspiés<br />

y . . .<br />

*<br />

Despierto. Y sin poder hilvanar ni comprender nada,<br />

pensando en aquella extraña sombra de luto, me había<br />

dormido otra vez.<br />

*<br />

Durante quince días me supe trepando a pie los Andes.<br />

Y como cuando en ferrocarril se viaja durmiendo y<br />

al abrir de pronto los ojos nos sorprende el paisaje, de<br />

igual manera veo de Norte a Sur, la gigantesca cordillera<br />

amurallada que se desprende del nudo de Apolobamba,<br />

rompiéndose en cuyas crestas de nieve eterna relumbra el<br />

sol. Al pie se extiende la hondonada erizada de paja brava;<br />

hay lodazales en que pastan ovejas y llamas, si no cerdos<br />

y borricos; en las pendientes se ve las sementeras resecas,<br />

y por acá y allá, muy esparcidos, los rancheríos indígenas,<br />

agazapados igual a perdices. Alguno que otro indio<br />

camina perezosamente. Al Oeste cierran el paisaje los<br />

hirsutos montes de un gris tristón. Sopla un viento helado<br />

que cuaja el aliento; en el azul pasan las nubes en cendales<br />

o a modo de montañas, fingiendo seres y cosas proteicas.<br />

En la cercana ladera se desprende rebullendo, saltarín<br />

y bullicioso, un torrente. En un pedrón canta una calandria.<br />

Es como un paisaje de la inmensidad que se hubiese<br />

estratificado, envolviéndose en el lila de la tarde<br />

— 1050 —


EL LOCO<br />

que cae inundando poco a poco el firmamente en un indino<br />

turbio.<br />

Al anochecer, en las cumbres de un monte, al Oeste,<br />

han encendido una fogata. La estrella vespertina refulge<br />

intensamente, y abajo se ve la luz de los hogares. Los<br />

indígenas, bien emponchados como tallados en madera, sin<br />

pliegues casi en la ropa de lana, se han congregado a cielo<br />

razo, en torno a la lumbre que ilumina de lacre las rudas<br />

fisonomías sobre el turquí de la noche. Las mujeres,<br />

sentadas también, forman círculo aparte. En la inmensidad<br />

las estrellas brillan nítidas. El frío parece que tajara<br />

las caras y las manos a la vez que hiela los paladares, cual<br />

si se tragase nieve.<br />

De pronto en el grupo masculino se produce un<br />

moscardoneo; y es que de la cordillera llega paso a paso el<br />

indio ermitaño, viejo, alto y andrajoso. Los congregados van<br />

a saludarlo uno a uno. Hincando una rodilla se quitan el<br />

sombrero y el gorro, en actitud implorante. Entonces aun<br />

más respetuosamente se aproximan las indias, expresando<br />

esta salutación: —Bienvenido seas tata yatiri, y tráenos<br />

la verdad y la justicia de Pachackamac y Pachakjmama.—<br />

Luego de responder el brujo, tomó sin dilación un<br />

chal con sombríos cuajarones de sangre, traído de exprofeso,<br />

el que doblándolo en cuatro lo extendió en el suelo,<br />

acomodando sobre él una camiseta sucia de Luis Antón<br />

de Castilla. De su haraposa bolsa extrajo un muñeco de<br />

cera, grotescamente modelado, el mismo que lo envolvió<br />

en un rosetón de lanas multicolores. Hecho lo cual lo puso<br />

sobre la camiseta, en el centro del chal. En seguida ordenó<br />

que al apagar la fogata encendieran en ella dos hachones<br />

de madera resinosa que por el olor supe era copal<br />

y que los clavaran a cada lado suyo. Así fue. Acto continuo,<br />

en el círculo negro que dejó la hoguera, allí mismo<br />

donde un día hubo caído un rayo, hizo levantar una esnecie<br />

de pedestal con piedras negras, brillantes y pesadas,<br />

las que imaginó ser wolfram. Entonces ordenó trajesen a<br />

los soberanos. Al oír tal mandato se arrodillaron todos. — 1051 —


ARTURO BORDA<br />

Y saliendo como tinieblas de la profunda noche,<br />

aparecieron unos indios conduciendo hasta el ara negra una<br />

cesta de totora conteniendo un matrimonio de momias incas,<br />

todo terrosas, en cuclillas y con los brazos desarticulados<br />

y cruzados. El vientre de la mujer está desgarrado,<br />

donde en vez de las entrañas se ve telarañas y la tiniebla<br />

siete veces honda. La piel apergaminada parece deshilarse<br />

en los brazos y las piernas, en los hombros y los pechos<br />

de ambos. Son un andrajo de la muerte. Las cabelleras<br />

seculares han crecido grasosas; los ojos dejan ver ampliamente<br />

las órbitas negras y profundas, detrás de los párpados<br />

encarrujados. El hombre inclina trágicamente la cabeza<br />

sobre la mujer, cual si le silbara un secreto al oído;<br />

ella está con la boca fruncida y chueca a causa de hallarse<br />

carcomidos los labios en el lado izquierdo, mostrando la<br />

dentadura, como un perro que gruñe. Le falta la nariz y<br />

los párpados de la derecha. Dijérase que contempla con<br />

hambre el brujerío. Tal, siniestramente iluminadas las<br />

momias, se destacan a buril sobre el vago fondo movible<br />

de la indiada ocre-violácea que se esfumina en la noche.<br />

Detrás de las momias se han hincado en semicírculo<br />

las indias y, concéntricamente, los indios, destocados, en<br />

pie y con los brazos cruzados. Sopla un vientecillo nórdico<br />

de los Andes, calador y mudo. Noche de conjunción y<br />

ha comenzado la helada. De frente a la indiada y a las momias,<br />

el andrajoso yatiri está de pie, apocalípticamente colosal,<br />

con los brazos extendidos, absorto en la Vía Láctea.<br />

El silencio es augusto. Mas, de pronto, rompiendo el mutismo<br />

con su estridente grito, ha pasado una gaviota en el<br />

cénit, en tanto que a lo lejos se oye aullar como en los<br />

sueños.<br />

EL YATIRI (con voz tonca, breve y clara)<br />

Diga cada cual la acusación que hace. Hablen<br />

primeramente las mujeres. Y adviertan que lo que digan dicho<br />

estará ante el Tribunal de la Muerte.<br />

LAS MUJERES (inmóviles y a coro)<br />

Es el caso, eterno y sin esperanza de fin, que asaltando<br />

nuestra pureza en la niñez, a todas y siempre nos<br />

— 1052 —


EL LOCO<br />

violan los patrones, los sacerdotes y los soldados; luego no<br />

solo que no nos pagan, sino que por nuestros ulteriores<br />

trabajos nos dan lo menos que pueden, y eso (!) para<br />

resarcirse en las próximas cosechas lo que dicen adeudárselo<br />

todavía, o, en su defecto, nos arrebatan nuestros hijos,<br />

tuna explotar sus servicios, aplicándoles sendas palizas por<br />

toda recompensa, arguyendo deudas imaginarias, sin embargo<br />

de que se predica que todo está prohibido por la<br />

ley. Los blancos y los mestizos, tata yatiri, caen sobre noso-<br />

tras, como buitres en carne muerta, porque si nuestros padres,<br />

nuestros hermanos o nuestros hombres, reclaman, el<br />

un I ron, amparado por el gobierno y el ejército, acomete<br />

Indecibles represalias: en nuestras propias casas nos persiguen<br />

y cazan a bala, como si fuésemos onzas o pumas.<br />

EL YATIRI (gravemente)<br />

Ahora hablan los hombres.<br />

LOS INDIOS (a coro y sin moverse)<br />

Tata yatiri,, Lupirpiri, oye justicieramente la queja<br />

de la raza y lleva nuestra pena al Inca Hillir Huanac, cuando<br />

pase por La Paz, por nuestra Chuqui yapu marka.<br />

La tradición que viene de padres a hijos, nos cuenta<br />

que desde que han llegado los blancos, ellos y los mestizos,<br />

ora con engaños o por la fuerza, se apoderan de nuestras<br />

tierras. Y así obran desde los presidentes de la república<br />

para abajo, todas las autoridades. Estas regiones, ¡oh<br />

yatiri!, un día eran nuestras; nadie nos pagó nada y ya no<br />

nos pertenecen; sin embargo, para nosotros son el látigo y<br />

el palo. Subprefectos, sacerdotes, jueces y militares, en fin,<br />

los blancos y los mestizos, todos se apoderan de nuestras<br />

mujeres y de nuestros hijos, acarreándolos a trabajos forzados.<br />

De tal cruce nacen los llamados cholos, a los que<br />

aun tenemos que adoptarlos, porque los blancos acaso se<br />

avergüenzan de sus hijos, el germen de sus tuétanos, esa<br />

recóndita blandice de sus huesos.<br />

Yo, el Mallcu, tata yatiri, Lupirpiri, he leído el libro<br />

de ellos. Es cierto que hablan en nuestro favor: he — 1053 —


ARTURO BORDA<br />

visto que lo hacen con celo y fe de sacerdotes o redentores,<br />

abogando por el mejoramiento de nuestra condición;<br />

pero yo que fui averiguando punto por punto, he descubierto<br />

que esos mismos que así hablan, y eso, sin excepciones,<br />

son justamente los que nos tratan peor, bajo todo<br />

punto de vista, arrebatándonos todo, al impulso de su avaricia,<br />

en pago de supuestas deudas de nuestros antepasados.<br />

Fuera de ello, cuando llevamos a la ciudad nuestras<br />

cosechas, nos hacen dormir al aire libre, en los corralones,<br />

juntamente con las bestias, aunque esté helando o lloviendo<br />

a torrentes, o, a lo más, nos permiten pernoctar en<br />

los zaguanes, no obstante que aun para sus caballos tienen<br />

espaciosas pesebreras, y casetas abrigadas para sus perros,<br />

y elegantes galpones para sus carruajes; y cuando nos dan<br />

comida, si nos dan (¡), que tal es su tacañería, se reduce<br />

a los desperdicios, de eso mismo que reservan para los perros.<br />

Así nos tratan sin excepción esos escritores que<br />

publican libros y artículos en los periódicos en nuestro favor.<br />

Nos tratan, como ves, en más baja condición que a<br />

sus caballos y perros, sólo por diferencia de color y ropa,<br />

ellos, los que abogan en público por nosotros. Mas, yo el<br />

Mallcu, tata yatiri, he descubierto que obran así únicamente<br />

para ser autoridades y vivir a expensas de la nación,<br />

alimentándose con nuestras contribuciones, y,<br />

consiguientemente, al amparo de tal prestigio poder, sobre<br />

todo, explotarnos con mayor libertad, impunemente<br />

resguardados ya por la fuerza armada. Además, sabemos que<br />

no hay tradición de que en un pleito entre el colono y el patrón<br />

jamás venza el colono, por justa que sea su causa. Entre tanto,<br />

tata yatiri, nuestra indignación y angustia mueren en<br />

el silencio del corazón; pero si alguna vez nos alzamos en<br />

fuerza de un exceso de justicia, entonces nos cazan como<br />

a tigres, obligándonos a dejar por siempre nuestras tierras.<br />

Y esto a los cien años de ía independencia.<br />

Aquí, entre vos, tata yatiri, y nosotros, están las<br />

momias de nuestros Incas. Juro, pues, señor, que he dicho<br />

la verdad.<br />

Ahora, concretamente, los de esta finca, los aquí<br />

presentes, pedimos justicia contra el patrón Luis Antón de<br />

— 1054 —


EL LOCO<br />

Castilla, por haber matado a látigo al hilacata, a su mujer<br />

y al hijo, habiendo violado a la imilla Kjanahuara, des-<br />

pues de vender el ganado e incendiar la casa, y todo por<br />

haber desaparecido un pellejo de oveja en poder del<br />

mayordomo.<br />

TODOS (a una voz, y sordamente, como hablando<br />

dentro de su pecho)<br />

Justicia, señor...<br />

EL MALLCU (emocionado y con voz más sorda)<br />

La justicia debemos hacerla nosotros mismos, tata<br />

yatiri, porque no hay nada que esperar de los blancos ni<br />

menos de sus leyes, que para lo único que las aplican es<br />

para encarcelarnos y fusilarnos. Sus eternas ofertas, sus<br />

leyes y lo que llaman justicia, son las trampas con que<br />

nos hunden más cada día, mediante la avaricia de unos<br />

sacerdotes que no son de nuestro único dios el Sol, a noso-<br />

tros que somos más honrados que todos ellos juntos. Por<br />

eso me toca preguntar: ¿qué derecho tienen, pues, entonces<br />

ellos para ser y estar mejor que nosotros? Mas, es de<br />

observar que si alguno de nuestra sangre sobresale, por lo<br />

que vale en sí, con su consiguiente soberbia, al instante<br />

IOH blancos, como ante la peste, le hacen el vacío social.<br />

EL YATIKI (después de un largo silencio de reconcentración<br />

inmóvil, como una estatua<br />

de granito)<br />

Istápjam, tatitunaca, mamitanaca.<br />

He atendido con dolor la queja de la raza, queja que<br />

lo llevaré al Inca Jhillir Huanac, para que ponga en<br />

conocimiento del Emperador Inca Masoc Intinina.<br />

En cuanto a Luis Antón de Castilla, ahora y aquí<br />

mismo recibirá su castigo. Y ya que por obtener oro no se<br />

detiene en ninguna forma de crimen, la justicia inmanente<br />

caerá implacable sobre él, si pedimos con el corazón el<br />

amparo de Pachackamac y Pachakjmama.<br />

— 1055 —


ARTURO BORDA<br />

Bien. Ahora debemos dar las tres vueltas de la ronda<br />

mágica.<br />

Y kjalatos, doceles y doncellas, con lentitud de<br />

tortuga llevaron en procesión la efigie de Luis Antón, en<br />

derredor de las momias. Detrás iba espectralmente la indiada.<br />

El brujo cerraba la comitiva.<br />

TODOS (cantando con son monótono)<br />

Misericordia, Señor. Señor...<br />

*<br />

Dijérase tal escena un aquelerre de Sabat en las<br />

abracadabras de una pesadilla. Pero volvieron a ocupar<br />

sus puestos, después de haberse vestido los muchachos<br />

desnudos.<br />

En eso, saliendo de la sombra, como un fantasma, vino<br />

encorvada la abuela, una vieja centenaria, trayendo un<br />

cántaro y una taza de barro ornado con lagartos disformes,<br />

en la que sirvió un turno de aquel brebaje espeso, turbio<br />

y de olor penetrante. Primero bebieron las mujeres y después<br />

los hombres. En seguida entregó la abuela dos cálices<br />

de oro macizo que, sirviendo en ellos aquella célebre<br />

chicha, puso en manos del yatiri, quien hincando una rodilla<br />

las obló a las momias y al muñeco de cera. La noche<br />

estaba helada, limpia y muda.<br />

EL YATIRI (sacando coca de su bolsa)<br />

Ahora debemos preguntar si la venganza por medio<br />

del maleficio ha de tener efecto o no.<br />

Dicho lo cual volvió a arrodillarse. Y elevando cuan<br />

alto pudo la diestra, iba echando sobre el chal las hojas de<br />

coca, mientras que con la izquierda hizo signos misteriosos.<br />

Parecía la representación de no sé qué inmensidades<br />

operando la cábala ante la augusta eternidad de la muerte.<br />

Y de su mano caían las hojas una a una o preadas, en<br />

— 1056 —


EL LOCO<br />

extraños o directamente, en tanto que saltaba Venus<br />

los negros picachos de la cordillera. En seguida observo la<br />

posición de las hojas, balbuciendo: —Está bien.— Por<br />

que salió del pecho de la indiada un gran suspiro.<br />

Mientras tanto regresó la abuela trayendo medio<br />

to de coca que la repartió a puñadas.<br />

EL YATIRI<br />

Ahora descansemos un instante.<br />

Dicho lo cual se fueron todos con la abuela, en<br />

dirección al rancho donde mascaron la coca y bebieron unos<br />

ni nos más de chicha.<br />

Las momias, allá, sobre la pira de wólfram, y el<br />

muñeco de cera sobre el chal, iluminados por los dos hacho-<br />

nes, estaban como una visión terrorífica en la soledad<br />

nocturna.<br />

El viento salmodiaba un lamento profundo.<br />

*<br />

A manera del zumbar de un enjambre de abejas,<br />

todos hablaban en voz baja, misteriosamente, mientras que<br />

el brujo, de pie, como una sombra informe y enorme, ha-<br />

cia signos extraños en la sombra.<br />

Estaba en eso, cuando la imilla Kjanahuara, impúber<br />

aún, moviéndose retrechera, no obstante la solemnidad<br />

del acto, sirvió el último turno, anunciando que lo era<br />

así<br />

El brujo roció otra vez con su dedo el líquido hacia<br />

lodos los vientos. Cuando bebió el resto, la indiada guar-<br />

dó un silencio de oración.<br />

Estando en tal recogimiento se oyó el extraño canto<br />

del misterioso gallo de fuego que al pasar a volapié,<br />

iluminando la noche, se desvaneció en el aire.<br />

— 1057 —


ARTURO BORDA<br />

Por eso la indiada, levantándose precipitadamente<br />

fue a ocupar cada cual su sitio en el hemiciclo.<br />

El silencio era ya trágico y molesto, tanto por su<br />

duración cuanto que por él mismo. El yatiri o brujo, con los<br />

brazos en alto, alumbrado por los hachones, estaba de hinojos,<br />

mirando al cielo, delante del brujerío y las momias,<br />

de frente a la indiada que con la cabeza gacha miraba<br />

fijamente por el raz de cejas y las pestañas al yatiri.<br />

EL YATIRI (con gesto siniestro)<br />

Ahora tú, imilla Kjanahuara, trae la orina de Luis<br />

Antón.<br />

Y la imilla, incitante y garbosa, iluminada por aquella<br />

extraña luz, se aleja poco a poco, desapareciendo en la<br />

sombra, que, por efecto de la luz de los hachones, se hace<br />

más densa, de la que en seguida, lentamente, como si se<br />

materializara la sombra, retorna la Kjanahuara con la<br />

secreción pedida.<br />

Luego el yatiri, en medio de un mutismo sepulcral,<br />

prepara en una concha de armadillo, o kerauncho, una<br />

mezcla infernal de orina, sapo diseco, uñas de gato montes,<br />

ojos de topo, nariz de oso hormiguero y feto de cerdo,<br />

todo espolvoreado con azufre.<br />

Acto seguido, emergiendo de la sombra, viene pesada,<br />

iluminadándose lentamente, la abuela, trayendo leña<br />

y tres piedras rectangulares, con las que armó una especie<br />

de fogón, en el que acondicionó la concha del armadillo.<br />

Enciende la leña y sopla en ella hasta que hierva la infernal<br />

mixtura.<br />

Tatitunaca, mamitanacampi.<br />

EL YATIRI<br />

Desde los abuelos de los abuelos de nuestros abuelos<br />

es cosa cierta que estamos en esclavitud. Así, pues, sabemos<br />

cómo nos explotan, tanto el cholo como el blanco. — 1058 —


EL LOCO<br />

Sabemos esto tan a conciencia, que no merece comentario.<br />

De consiguiente, pidamos justicia a la Pachakjmama y a<br />

Pachackamac.<br />

TODOS (repitiendo palabra por palabra<br />

y monótonamente)<br />

ORACIÓN<br />

¡Oh, la Noche!<br />

bendita seas por siempre,<br />

ya que en el sueño<br />

son tus sombras un amantísimo reposorio<br />

de toda miseria.<br />

Que las lágrimas del que sufre<br />

y que la helada congela,<br />

sean a la mañana la ofrenda del alma.<br />

El sigilo reparador<br />

que tu sombra cobija<br />

¡oh, la Noche!<br />

al amparo de las luminosas estrellas<br />

sea un secreto ejecutor<br />

de nuestra sentencia.<br />

¡Salve a tí, oh la Noche!,<br />

augusta esperanza de los oprimidos<br />

y serenador consuelo en las tribulaciones.<br />

¡Oh, la Noche!<br />

que tu sortilegio destile,<br />

en esta hora de maleficio,<br />

mil angustias de abracadabra<br />

en el brujerío a Luis Antón.<br />

JACULATORIA<br />

¡Oh, Pachackamac!,<br />

hechor del universo,<br />

y tú, ¡Pachakjmama!,<br />

fecunda tierra,<br />

los hijos del Sol imploran justicia.<br />

— 1059 —


ARTURO BORDA<br />

¡Justicia, Señor!<br />

¡Justicia, Señor! Justicia...<br />

Dicen besando la tierra y recobrando su actitud primera,<br />

cuando en el aire se siente un leve rumoreo, cual si<br />

fuese el quebrarse de la cebada o el batir de alas ariolas.<br />

EL YATIRI (transfigurado y abrasado en su llama<br />

sagrada, con los ojos casi vacíos en la<br />

dilatación de sus pupilas, como quien<br />

indaga en lo insondable de las tinieblas,<br />

parece observarnos desde una lejanía<br />

en el tiempo, que horripila, provocando<br />

el vértigo — es como la mirada última<br />

de los ajusticiados y que es a la<br />

vez el de las rudas reconcentraciones<br />

para extraer del caos las grandes creaciones<br />

en esa ojeada que abarca la<br />

eternidad — hincado de nuevo toma<br />

ceremoniosamente el muñeco de cera,<br />

atravesándole poco a poco la cabeza de<br />

sien a sien)<br />

Así, lenta y dolorosamente, Luis Antón, te volverás<br />

loco, adquiriendo el alma de los ingredientes que macero<br />

en tu orina, y luego morirás hirviendo en tu desesperación.<br />

TODOS (a coro, como en ritornello)<br />

Morirás en tu desesperación.<br />

EL YATIRI (aproximando la efigie a la llama<br />

del hachón derecho) ><br />

La luz del Sol sea tu martirio, Luis Antón (llevando<br />

luego el muñeco a la llama del hachón izquierdo) y será<br />

tanto como la luz de la Luna y de sus Estrellas; es decir,<br />

no podrás soportar ninguna luz. (Apagando ambas luces,<br />

mientras arroja el muñeco en la mixtura que hierve).<br />

Además, las tinieblas serán tu desesperación, Luis Antón,<br />

porque sentirás que tu carne se quema en ellas.<br />

EL MALLCU<br />

¡Oh, Lupirpiri, tata yatiri!, invoca también la protección<br />

del Kgate-kgate, del Supaya, el Anehanchu y la<br />

Mekjala.<br />

— 1060 —


EL LOCO<br />

EL YATIRI (poniéndose en pie, con los ojos al cielo<br />

y los brazos en alto; luego de hinojos,<br />

besando la tierra, y con voz lejana<br />

que parece de ventrílocuo)<br />

¡Oh, potencias maléficas del misterio!, oíd el recón-<br />

dito y sordo clamor de la raza. Os conjuro, ¡oh legiones<br />

p Iniquidad sempiterna!<br />

Todo es que acaba de hablar, que en el cielo se ve<br />

inusitado trajín de informes cuerpos luminosos, a se-<br />

mejanza de meteoros. Mas, del lado de los Andes viene la<br />

Mekjala, alta lívida, escuálida desgreñada y fosforescente<br />

Al desvanecerse dá un silbo que penetra como taladro en<br />

los tuétanos.<br />

EL YATIRI (casi sin respirar)<br />

Tú, siniestra Mekjala, llevarás la miseria a la casa<br />

e Luis Antón.<br />

En eso en las ventoleras en remolino llega del miso<br />

lado el Anchanchu, fosforescente también. Se contonea<br />

tuto el rechoncho enanillo, risueño y traidor.<br />

EL YATIRI (expirando poco a poco)<br />

Tú, hipócrita Anchanchu, le inyectarás a Luis Antón<br />

la enfermedad incurable y aguda como el tic doloroso.<br />

Además, en su agonía serás la burla sacrílega.<br />

Dicho lo cual desapareció en el fogón el duende,<br />

mientras que se oía venir en el silencio profundo, algo así<br />

corno el taconeo de pies desnudos o de muletas sin regatón.<br />

Al fin, dando saltitos menudos llegaron, con los ojos<br />

Inyectados y desorbitados, crujiendo la dentadura y alborotada<br />

la cabellera, tres cabezas, en las que todos reconocieron,<br />

sobrecogidos de espanto, al hilacata, su mujer y<br />

e1 hijo muertos a látigo por Luis Antón. En la sombra la<br />

linda imilla Kjanahuara, al ver las cabezas, de sus deudos,<br />

e desmaya.<br />

— 1061 —


ARTURO BORDA<br />

EL YATIRI (alegremente)<br />

¡Oh!, bienvenidas Mekjalas, vosotras, noche por<br />

noche, a esta misma hora, de hoy en adelante, deberéis atacar<br />

a Luis Antón, el asesino, y a su familia, hasta que mueran.<br />

Y vuestra expresión debe ser terrorífica como nunca.<br />

Las tres cabezas, regando con su sangre el suelo,<br />

van a saltitos a acomodarse en el chal, sobre la camiseta<br />

sucia del asesino, frente a frente de las momias, con las<br />

que entablaron un diálogo incomprensible, como con el rumor<br />

de los vientos en alta mar. Luego se retiraron igualmente<br />

trágicas, dando los saltitos menudos y haciendo venias<br />

a la indiada. Así, raspando el suelo al irse iban desangrándose<br />

en la noche.<br />

Después una multitud de fantasmas informes invaden<br />

el lugar, tanto que los indios...<br />

Pero desaparece la visión.<br />

*<br />

Así yo estaba viviendo una existencia tan rara, como<br />

si fuese en montañas de nubes a la hora crepuscular.<br />

De tal suerte con él lumínico betún de mis ensueños embarnicé<br />

la existencia. Por tal manera, en el tacto, en el oído,<br />

en el olfato y en la vista, llevo constantemente la pátina<br />

de las ensoñaciones. He forjado mi mente en el misterio<br />

de las auroras y en las nébulas del crepúsculo de la<br />

tarde, al amparo de Luz De Luna. Durmiendo o vigil la<br />

existencia tiene para mí el hálito y la magia de lejanos<br />

universos: es el surgir o desvanecerse del enigma en las<br />

neblinas. Mi densidad se irrealiza en levedad y rapidez sin<br />

nombre. Auroras, aromas y sombras alegran mis horas de<br />

amor y de gloria; si no ¿qué es aquello... ?<br />

*<br />

Esta es una campiña reverdecida. No lejos una espesa<br />

arboleda hace sombra a una cisterna; y un arroyo<br />

— 1062 —


EL LOCO<br />

gracioso se pierde en la espesura, deslizándose en giros<br />

y revueltas. A semejanza de un apiñado tropel de montañas<br />

avanzan las nubes; mas, imponentemente sublime, sobre<br />

ellas se destaca el monte Illimani en el turquí bruñido<br />

de los cielos andinos.<br />

En un senderito que a modo de cintillo cruza el arroyo,<br />

salta encantadora una pastorcita donairosa, con movimiento<br />

elegante y lleno de soltura, arreando su majada de<br />

bellón esponjado y niveo. Canta, y cantando se interna en<br />

una encañada que repercute el eco, concertando su voz<br />

con el trinar de innúmeras aves escondidas en la floresta<br />

y con el alegre rumor de la torrentera que se despeña de<br />

roca en roca aventando en el rocío su efímera y maravillosa<br />

pedrería bajo un dosel de juncos y robles.<br />

De la cisterna al borde canta una calandria.<br />

En la fronda de un árbol pían estridentemente en<br />

su nido los pichones de la paloma, en tanto que ella va y<br />

viene trayendo en su pico mil gusanillos. El sol infunde<br />

loca alegría, mientras que un orangután encadenado al roble,<br />

salta gesticulando impacientemente, de modo innoble,<br />

ridículo y maligno, rascándose a cada instante, ansioso de<br />

asaltar el indefenso nido.<br />

Pero de pronto retumba terroríficamente un trueno,<br />

rodando de cumbre en cumbre, mientras llega bramando<br />

la tempestad que encapota el firmamento, al ímpetu del<br />

aquilón que pasa arrasándolo todo...<br />

*<br />

Ya ni ave ni fronda ni simios, sólo ramajes ligníferos<br />

y el arroyuelo que sigue murmurando.<br />

Luego de la hondonada viene una gran humareda<br />

acre. Después avanzan dentadas las llamaradas piramidales<br />

del incendio en el bosque; llegan crepitantes, danzando<br />

a latigazos y desaparecer en el aire una de otras en<br />

pos. Mas del ceniciento cielo se desata una lluvia torrencial,<br />

en tanto llega en tinieblas la noche, tan honda y caladora<br />

que hace huir.<br />

— 1063 —


ARTURO BORDA<br />

Al salir de una hoyada tropiezo con una india que<br />

lleva a cuestas el cadáver del indio que por un cuero de<br />

oveja llevaron a presidio. De pronto la india y el cadáver<br />

me miran de soslayo, pero tan siniestramente que...<br />

Desaparece la fantasmagoría.<br />

VII<br />

METAMORFOSIS<br />

Siento mucha picazón: alfilerazos de fuego.<br />

Enciendo la candela.<br />

En mi casa hay una pulga que salta maravillosamente.<br />

Salta y desaparece. Mis ojos giran ansiosos, buscándola.<br />

El puntito bruno reaparece en distinto sitio, para<br />

desaparecer otra vez. La veo y doy un manotón.<br />

Y así mucho tiempo.<br />

Estoy en ese afán, cuando yo no sé cómo ni por qué,<br />

se me ocurre ser gato; y sin más ni más, poniéndome de<br />

rodillas y manos, a guisa de patas, empiezo a mayar, dando<br />

saltos y zarpazos, en pos de la pulga. Luego, acaso por<br />

la agitación, cual si me hubiese escaldado, me agazapo en<br />

un rincón, mayando tristemente.<br />

En mi espíritu se opera no sé qué revolución de<br />

conciencia<br />

y subconciencia, y de la razón y la locura. Estoy<br />

atento a lo que me sucede, vigilando el automatismo de mi<br />

cuerpo.<br />

INCONSCIENTE<br />

¡Miau! ¡Miau!<br />

CONSCIENTE (notando el desarrollo de mi pluralidad,<br />

compadeciéndome acaricio mi<br />

cabeza con mi propia mano)<br />

Pobrecito... ¡Qué triste es tu condición! Pero ¿por<br />

qué te has vuelto gato?<br />

— 1064 —


EL LOCO<br />

INCONSCIENTE (como si efectivamente fnese otra<br />

persona la que me habla con un<br />

tono de voz tan desconocido para<br />

mí, mirando lacrimosamente al yo<br />

imaginado)<br />

¡Miau!... ¡Miau!...<br />

CONSCIENTE (comprendiendo que tal proceder<br />

es brutal)<br />

Tu estado pone en mi corazón un dolor infinito.<br />

Párate, por favor; no está bien que andes de cuatro patas.<br />

INCONSCIENTE (muy compungido y como si la<br />

metamorfosis fuese evidente,<br />

queriendo llorar)<br />

¡Miau!... ¡Miau!...<br />

CONSCIENTE (indignado imagino atracar un<br />

puntapié al cuerpo inconsciente)<br />

Me da rabia éste idiota. De un puntapié...<br />

Schiiiisss...<br />

INCONSCIENTE (poniéndome en guardia, enarco la<br />

espalda, frunzo la nariz, dilatando<br />

los ojos, mientras crujo la dentadura,<br />

chuequeando la boca)<br />

CONSCIENTE (con despecho)<br />

¡Aja, já, já! Pero ¿qué haces, por Dios? Esto ya pasa<br />

de castaño oscuro. Levántate. (Llorando) Alma mía,<br />

¿cuál es mi condición? ¿Es que efectivamente estoy loco?<br />

¡Miau!... ¡Miau!...<br />

INCONSCIENTE (desesperado)<br />

CONSCIENTE<br />

Risa y cólera me da ya mi propio mayar. No seas<br />

idiota; levántate.<br />

— 1065 —


ARTURO BORDA<br />

INCONSCIENTE (haciendo esfuerzos inauditos<br />

por implorar auxilio)<br />

¡Miau!... ¡Miau!...<br />

En eso noto que desplazándose de mí un tercer YO,<br />

compadecido de mi condición, nada más que por salvarme<br />

empieza a rodar velozmente en el piso, en forma de sombra<br />

o musaraña. Parece un ratón que huye. Y me pongo<br />

en alegre acecho. Cuando pasa doy un tremendo manotón.<br />

El dolor por una tachuela clavada entre uña y carne<br />

me reacciona.<br />

En mi alma y en mi cuerpo se rebaten mil sentimiento<br />

de alegría, de tristeza y consolación.<br />

Resuelvo ir de paseo para distraerme.<br />

*<br />

El sol está alto. El aire es fresco. En la rebullente<br />

fascinación de la mañana hay el encanto primaveral. Una<br />

señorita va hermosamente excitadora y retrechera, cuando<br />

y o . ..<br />

Pero ya no quiero escribir, porque acaba de pasar<br />

un fraile. Y los frailes son malagüeros.<br />

A propósito.<br />

Pienso que los intereses exclusivos de Roma están<br />

rigiendo en todo el mundo una apariencia de política religiosa,<br />

siendo que en el fondo no es nada más que una<br />

política económica... En todos los países mediante los<br />

sacerdotes, clérigos o frailes, y seglares, que son los más<br />

canallas, a todos los cuales la religión los declara menores<br />

de facto, que equivale tanto como a irresponsables, humillando<br />

por tal manera la condición del hambre, la política<br />

religiosa es extraer ociosamente por medio de la caridad<br />

pública, sólo para el Papa, todo el beneficio posible,<br />

espiritual y material, material sobre todo, tales como el<br />

— 1066 —


EL LOCO<br />

oro y otros, para lo cual no se detiene en provocar guerras<br />

o revoluciones, y ello del modo más hipócrita imaginable.<br />

ni consiguiente, todo religioso, en cualesquiera nación<br />

no estuviere, ya que resulta carcoma y sanguijuela, debe<br />

ser fatalmente considerado como extranjero, porque el religioso<br />

en su profesión de fe renuncia hogar, familia y patria,<br />

para ponerse absolutamente al servicio de su Papa, de<br />

tal manera que cualquier beneficio que logre tiene que ir<br />

fatalmente a Roma.<br />

Es por eso que ningún gobierno patriota debería con-<br />

sentir, que los clérigos, frailes, o lo que fueren, intervenían<br />

ni de modo indirecto en el manejo de la cosa pública,<br />

porque su intervención equivale, de hecho, a la intervención<br />

de un gobierno extranjero. Y tolerar tal intromisión<br />

es algo como aceptar de facto la traición a la patria, como<br />

legal. Esto me hace considerar que si se tolera en las cámaras<br />

la representación de los frailes, allá donde se ha<br />

de dictar leyes nacionales, tanto más derecho tienen los<br />

militares del ejército nacional para tener sus representantes<br />

en el congreso, porque el ejército es el sostén de la nacionalidad<br />

porque el ejército es la víctima presupuesta<br />

ni aras de la integridad nacional.<br />

Y así estuve pensando estupideces, mientras que la<br />

señorita y el fraile desaparecieron en una esquina.<br />

VIII<br />

LA PATRIA<br />

Ayer la policía se desgalgó en la población, haciendo<br />

una batida a los pordioseros, los cuales, lisiados y senectos,<br />

abandonaron tristemente la ciudad, yéndose por todos los<br />

caminos; y anoche tuve el siguiente sueño.<br />

Era un telón de raso negro que se abrió mostrando<br />

la escena iluminada a pleno sol.<br />

ACTO PRIMERO<br />

Escena primera (En el crucero de mil caminos circulan<br />

a medio día los ejércitos de los<br />

hambrientos)<br />

— 1067 —


ARTURO BORDA<br />

EL GUARDAVÍA (autómata hierático?<br />

¿A dónde vais tan tristes; es que abandonáis la patria?<br />

LOS MISERABLES (mordiéndose los labios)<br />

El hombre no tiene patria. Queremos trabajo: lecho,<br />

andrajos, techo y pan.<br />

(Y fue un desfile más de espectros que<br />

de gentes. Los jóvenes, los viejos, las vírgenes<br />

y los niños, torvos, sañudos, en silencio<br />

de hambre y desesperación, iban con<br />

rencor de odio y de muerte. Iban en largas<br />

hileras de Norte a Sur, de Oriente a Levante,<br />

de Este a Oeste y de Oriente a Occidente,<br />

cruzándose en un andar sin fin y maldito).<br />

Escena segunda. (El mismo cuadro, pero circulan en<br />

todas direcciones las caravanas de<br />

los excursionistas)<br />

EL GUADAVIA<br />

¿A dónde vais tan alegres; es que regresáis a la patria?<br />

LOS AFORTUNADOS<br />

¿La patria? Llevamos con nosotros nuestro oro, él en<br />

cualquiera parte, borrando el pasado nos da alegría y bienestar.<br />

¿La patria? El oro.<br />

*<br />

ACTO SEGUNDO<br />

Escena primera (Avenidas formadas por suntuosos<br />

palacios)<br />

— 1068 —


EL LOCO<br />

LOS MILLONARIOS<br />

Necesitamos un ejército para custodia y defensa de<br />

nuestros intereses.<br />

LOS MISERABLES<br />

Listos. Venga el trabajo; queremos vivir.<br />

(La urbe resplandece en oro de galones<br />

y corazas del ejército que se anima al son<br />

del himno guerrero).<br />

Escena segunda (Campos de batalla. Los soldados<br />

proletarios se degüellan defendiendo<br />

a los millonarios. Concluye la<br />

lucha).<br />

UN MISERABLE (herido y aun más miserable<br />

que antes)<br />

No hay cómo. Me voy, compañero, a otra parte; a<br />

ver si hago patria en tierras más lejanas.<br />

OTRO MISERABLE (después de saquear los bolsillos<br />

de los heridos y muertos)<br />

Felizmente que yo acabo de hacer ya mi patria. Ahora<br />

quiero vivir: quiero gozar; la fortuna me sonríe.<br />

Y el telón de sombra densa iba cayendo lentamente,<br />

sepultándome en las tinieblas, en las que fui pensando<br />

que tal será el teatro del porvenir.<br />

*<br />

IX<br />

EL ÁCRATA<br />

Esta mañana un diario ácrata "La Dinamita",<br />

incitando<br />

al pueblo a la revuelta, daba la siguiente noticia:<br />

— 1069 —


ARTURO BORDA<br />

ESTUPROS Y VIOLACIONES<br />

Los conocidos rufianes Amílcar Lanza y Mario de<br />

La Rosa, jugadores alcoholizados, y morfinómanos, en<br />

compañía de unos aristócratas burgueses, igualmente<br />

borrachos, que viven de prostíbulo en prostíbulo y de taberna<br />

en taberna, se sabe que secuestran indiecitas y obreritas<br />

menores de edad, valiéndose de narcóticos y otras infamias.<br />

De ese modo estupran y violan casi en cuerpos muertos.<br />

Luego las víctimas mueren dejando sus hijos en la<br />

miseria.<br />

De tal manera los rufianes, siguiendo sus viles<br />

correrías, andan de prostíbulo en prostíbulo, viviendo de la<br />

inmunda ganancia de las prostitutas, sin que la policía tome<br />

parte, sólo porque los canallas hacen de genízaros en<br />

elecciones, para sostener al gobierno. El pueblo furioso<br />

debe... etc.<br />

*<br />

Durante el día estuve en la pampa, tendido de espaldas<br />

en el pastizal, al lado de un arroyo, meditando en<br />

los mil aspectos de la existencia, mientras miraba desfilar<br />

cual góndolas, las nubes en el azul.<br />

*<br />

Serían las diez, más o menos, pero el crepúsculo<br />

duraba aún. El paisaje estaba lúgubre a causa de la luz<br />

cenicienta. Yo iba un tortuoso callejón de los suburbios.<br />

En una tienda a puerta cerrada tocaban acordeón,<br />

larga y tristemente. Unas voces aguardentosas cantan:<br />

--Capricho me ha de llevar, capricho me ha de llevar...—•<br />

Y pasé de largo.<br />

*<br />

Más allá, en una tiendita de aspecto miserable, entre<br />

los escombros de una ruina, oí así como un gemir las- — 1070 —


EL LOCO<br />

timero, tanto que sin saber cómo me hallé de pronto en el<br />

dintel. Iluminaba apenas el recinto una vela de sebo. El<br />

diente era húmedo, como de exhumaciones en ruinas.<br />

Sujería no sé qué de milenios. A través de las penumbras<br />

se veía retazos de cielo en el techo enhollinado y de paja.<br />

paredes agrietadas son de adobes. Quedan restos de<br />

empapelado o periódicos podridos. En el suelo desenladrillado<br />

hay unos cuantos cueros de oveja y dos cajones sucios<br />

cacharros y algunas herramientas enmohecidas.<br />

En un rincón, cubierto con una manta andrajosa,<br />

reposa un hombre lívidamente apergaminado, rodeado de<br />

criaturas esqueléticas y casi desnudas. El hombre repite<br />

constantemente, con voz lenta y apagada: —Tengo<br />

derecho a vivir. Tengo derecho... —mientras que las<br />

criaturas dicen, como una oración en las agonías: —Pan,<br />

papá. Pan, papá—. La mujer, espectralmente pálida, sopla las<br />

brasas del tuero, en un extremo, calentando algo en una<br />

«bollada lata de conservas. Así que me vio vino a mí, apurada<br />

como borracha, mascujando: —Ahí está, señor, el<br />

errata. Ya no hay remedio. No querían darnos trabajo en<br />

ninguna parte ni a él ni a mí y ni a mis hijos. ¡Y nuestros<br />

hijos, señor! Mire... ¡Hum! ¡Los ángeles...!!— Y mientras<br />

alzaba los ojos opacos al cielo, amenazando con sus<br />

manos empuñadas, se ahogaba en su pecho un estertor<br />

rugiente. Pero nadie lloraba ahí, sin embargo yo seguía<br />

oyendo tan cerca de mí aquel llanto misterioso y profundo,<br />

que sentí recorrer en mis nervios una onda de calofrío<br />

que me hizo saltar las lágrimas, por lo que salí sin proferir<br />

ni una palabra.<br />

*<br />

El cielo estaba estrellado y la noche era serena.<br />

Multitud de obreros se recogían como sombras que se<br />

escurren, visiblemente agobiados.<br />

*<br />

Llegué a casa y me acosté; pero no pude dormir,<br />

porque aquella familia ácrata muriendo en la miseria se<br />

me presentaba a cada momento, aunque cerraba fuerte-<br />

— 1071 —


ARTURO BORDA<br />

mente mis párpados. En mi oído resonaban de modo extraño<br />

el llanto misterioso y los voces que decían: —Tengo<br />

derecho a vivir. Tengo derecho...—, a lo que respondía<br />

la débil voz de la mujer, amenazando al cielo: —Ya no hay<br />

remedio, señor...— Después oí vagamente clangor de cornetín,<br />

doblar de campanas y noté que mi cerebro giraba<br />

creciendo sin término en una inmensa blandicie de sombra;<br />

luego...<br />

*<br />

Echándose la manta al hombro con su mano<br />

encallecida, pasó rápidamente el obrero, dejando la huella de<br />

sus zapatos embarrados. Corrí tras él, pero ya estaba lejos.<br />

Siguiendo su rastro llegué al confín.<br />

La multitud se movía sordamente a semejanza de<br />

las olas en el mar, y como cuando se rompen en los escollos,<br />

estalló en una ovación ronca que se fue dilatando en<br />

las lejanías. El orador había subido a la tribuna. El silencio<br />

en la multitud era de angustiosa espectación, hasta que<br />

habló así:<br />

Camaradas de infortunio, todos los menestrales, la<br />

hora de las reivindicaciones ha llegado.<br />

Compañeros, no estamos reunidos aquí por cobardes:<br />

¡no! No hay y no puede haber ni uno solo que no defienda<br />

a sangre y fuego el pan amargo de sus hijos. Estoy<br />

convencido que nadie tolerará uno solo sospechoso de<br />

cobardía, ni siquiera de vacilante, porque nuestra causa<br />

requiere únicamente de héroes.<br />

Nuestra causa, compañeros, es la más santa y enorme<br />

que defiende la humanidad, desde que hubo ricos y<br />

pobres: desde que hubo quienes mueren de hambre, regando<br />

con su sangre y sudor la tierra que rajan y desde<br />

que hubo millonarios ahitos de exquisitas viandas y regios<br />

elíxires, sonriendo entre púrpuras de oro, sobre pisos<br />

de Damasco, extasiados en el rutilar de su rica pedrería<br />

en auríferos joyeles. Defendemos, pues, compañeros,<br />

nuestro derecho a la vida, contra los que han tornado en<br />

— 1072 —


EL LOCO<br />

cadena la libertad que recibimos gratuitamente con la<br />

existencia.<br />

Yo no sé hablar. Pero, compañeros, existe cuatro<br />

clases de hombres.<br />

1º— los que no piensan ni hablan ni obran;<br />

2º — los que piensan y no hablan ni obran;<br />

3º — los que piensan, hablan y obran sin objeto, y<br />

4° — ios que piensan, hablan y obran mal.<br />

Pero podemos agregar una quinta categoría: — los<br />

que meditan y obran bien. Así que meditemos y obremos.<br />

Kso es lo necesario; la vida no es asunto de dialéctica: pa-<br />

ra decir tengo hambre no me precisa dar una lección de<br />

fisiología.<br />

Ahora bien: ¿Qué es lo que necesitamos? Es suprimir<br />

para todos el martirio del mañana: tener seguro el techo<br />

y el pan que la naturaleza nos dio gratuitamente y que<br />

el capital nos ha robado. Somos mil veces más esclavos que<br />

los esclavos, en razón de la conciencia que tenemos de la<br />

libertad, así como somos mil veces más mártires que los<br />

mártires, en fuerza de esa misma conciencia de nuestra libertad y<br />

nuestros derechos.<br />

La única forma social que conduce a ese fin de<br />

bienestar es que el Estado obrero se haga cargo de todas<br />

las industrias. Entonces se abolirá el dinero y cada uno se<br />

desenvolverá en su esfera de acción, sea industrial, científica,<br />

moral o artística. El Estado recibirá todos los productos<br />

para distribuirlos al pueblo. Cada cual tendrá lo nece-<br />

sario para vivir. Además, médicos, arquitectos, ingenie-<br />

ros, profesores, sabios, labradores, artistas y cargadores,<br />

lodos trabajarán conforme a su inclinación, para hacer libremente<br />

el mejor trabajo, sin que la distinción de razas y<br />

profesiones establezcan las odiosas, inútiles y perjudiciales<br />

jerarquías sociales. Un inventor y un genio, lo mismo que<br />

una hermosa mujer, una buena cosecha y un monstruo, todo<br />

estará separado por su naturaleza, como está el agua del<br />

luego y el éter de la tierra, sin que uno valga más que<br />

otro, no porque éste sea leve y aquél denso. En tal orden<br />

— 1073 —


ARTURO BORDA<br />

social la reglamentación del trabajo sería dada por edades<br />

y en quehaceres iguales al principio; luego se iría separando<br />

los individuos, por edad, sexos y aptitudes. Los inhábiles<br />

y lisiados estarían al amparo del Estado.<br />

En tales condiciones, la democracia llegará a ser un<br />

concepto sin sentido, ya que sólo existe en virtud de su<br />

oposición a la aristocracia burocrática y burguesa. Pues,<br />

compañeros, la palabra que resuma tal estado social es<br />

justicia.<br />

En semejante sociedad el crimen dejará de existir,<br />

si no aparece puramente como instinto, ya que las causas<br />

del medio estarían suprimidas, tales como son el oro y la<br />

vanidad figurativa, porque el amor en el matrimonio no<br />

sería más una simple e inmunda transacción comercial.<br />

Estas son las posibilidades remotas, pero que un día<br />

serán realidad. Por eso mismo estas generaciones estamos<br />

obligada a ir disponiendo radicalmente el ambiente, para<br />

que sin sacudidas, de un modo paulatino, se llegue al<br />

anarquismo integral.<br />

Cada cambio de ideas y costumbres que impone la<br />

existencia son la educación de los pueblos hacia formas de<br />

progreso más avanzado posible.<br />

Ahora veamos los medios del mayor mejoramiento<br />

inmediato.<br />

En primer lugar, de toda ganancia líquida que pase<br />

del seis por ciento debe percibir proporcionalmente el Estado.<br />

Y cuando la renta pase de cinco millones anuales,<br />

la industria o la propiedad debe ser estatizada al segundo<br />

año.<br />

En segundo lugar, hoy mismo se debe declarar<br />

propiedad del Estado las boticas, así como el reparto de leche,<br />

pan y carne, debe municipalizarse.<br />

En tercer lugar, todas las rentas deberán ser invertidas<br />

en el fomento ilimitado de la agropecuaria; en crea- — 1074—


EL LOCO<br />

ción de escuelas gratuitas una por cada mil habitantes, y,<br />

ni i la misma proporción, asilos, inclusas y hospitales.<br />

Por último, se deberá instalar casas habitaciones pa-<br />

ra el pueblo en la mayor proporción que se pueda,<br />

estableciendo cooperativas de consumo por distritos en el país<br />

ir zonas en las poblaciones, librando de todo gravamen<br />

internación de los artículos de primera necesidad y<br />

recargando con ciento por ciento su exportación, así como<br />

la liberación total de impuestos a la internación de toda cla-<br />

se de maquinarias.<br />

En cambio, ¿qué hacen los millonarios, y<br />

especialmente los millonarios nacionales en todo el mundo?<br />

Explotar su patria y dilapidar en el extranjero miles de mi-<br />

llones de oro nacional, sin aportar ningún beneficio práctico<br />

la patria que les da gratuitamente sus entrañas auríferas,<br />

que no pertenecen al Estado, sino que al pueblo,<br />

es decir, a cada individuo.<br />

El millonario nacional que procede con tal ingratitud,<br />

es el tipo del antipatriota consumado, y por ende el<br />

otro aspecto del traidor a la patria.<br />

Y los ministros, senadores y diputados que no velan<br />

por una tercera parte de esos capitales que salen para no<br />

volver, se inviertan en el establecimiento de industrias<br />

para los mismos capitalistas absentistas, con participación<br />

también del Estado, esos representantes que no obran así,<br />

que no piensan así, que no quieren así, son nuestros enemigos.<br />

A ellos, pues, guerra a muerte, porque en ellos es en<br />

quienes debería estar la ley, la justicia, el futuro de la patria,<br />

nuestro bienestar, están en contra. En este sentido,<br />

II ni gobiernos actuales son también nuestros enemigos,<br />

copartícipes del capital en el usufructo y en la explotación<br />

del hombre por el hombre.<br />

Y no hablo, compañeros, del explotador extranjero,<br />

porque si el explotador extranjero no obra en todas<br />

luirlos del mundo como extranjero, a quien no le impor-<br />

ta nada de nada al país que explota si no es su explota-<br />

ción, no es extranjero.<br />

— 1075 —


ARTURO BORDA<br />

El extranjero sólo es grande siendo anarquista: el<br />

soñador sabio que es todo sacrificio por el bienestar humano<br />

y que sólo descansa en su propia fuerza.<br />

He aquí por qué el impuesto a la renta debe ser<br />

proporcional, así como las tierras y las minas deben ser<br />

estatizadas después de sesenta años de explotación, después<br />

del lapso que constituye la vida del hombre, del individuo<br />

a quien se le adjudica.<br />

Compañeros, es urgente abolir esa infame ley de<br />

sucesión. El que no trabaja no tiene derecho a vivir, menos,<br />

pues, a recibir cuantiosas fortunas que no le cuesta ni el<br />

trabajo de haber respirado, y que posee únicamente porque<br />

es hijo de su padre. No, compañeros. Esas fortunas,<br />

casi sin excepción, amasadas con las lágrimas de los pobres,<br />

sólo sirven para fabricar idiotas, cretinos, soberbios,<br />

vanidosos y déspotas: la hez moral del hombre, porque no<br />

saben del agobio constante en la lucha noble y honrada, a<br />

brazo partido, por el pan de cada día.<br />

Pero veamos ya en qué descansa la teoría socialista,<br />

aquello que nadie dice, siendo como es tan simple. Descansa<br />

en la sed de justicia, porque la verdadera igualdad<br />

está en la Justicia.<br />

En virtud de esa ley que sentamos, vale tanto el hielo<br />

de las cumbres como la tierra fecunda de los valles y como<br />

la evaporación y condensación de los mares en la benéfica<br />

nube, cuya lluvia fecundiza los páramos.<br />

Cada cosa tiene su valor, establecerla es la igualdad.<br />

He aquí por qué no debemos dar el mérito y los honores<br />

de sabio o santo a un imbécil, sólo porque tiene millones<br />

de doblones.<br />

Al subalterno que hace el trabajo que no puede llevar<br />

a cabo la incapacidad del jefe se le debe pagar lo que<br />

gana el jefe, colocándolo en su puesto.<br />

La remuneración no es por la representación, es<br />

por el trabajo efectivo.<br />

— 1076 —


EL LOCO<br />

Compañeros, existen jefes en todas las oficinas pú-<br />

blicas y privadas, tan déspotas, por borrachosos o por<br />

instintivamente malos, que ya no íes queda ni noción de<br />

equidad ni siquiera de urbanidad para con los infelices. No<br />

tienen ninguna idea de respeto en los modales, en el timbre<br />

de su voz y menos aún en la mirada, cuyo valor ni<br />

sospechan; tal es su ignorancia. Y como entre los inferio-<br />

res asalariados existen individuos susceptiblemente más<br />

cultos, quizá más inteligentes de lo que puede suponer<br />

cualquier patrón, resulta el choque inevitable entre la dignidad<br />

y el despotismo.<br />

He aquí por qué cada gremio debe sostener, siquira<br />

sea por puro sarcasmo, una escuela donde se enseñe urbanidad<br />

a los patrones y las mil modalidades del corazón,<br />

Ir mondo presente que lo que busca el hombre no son babosas<br />

zalamerías, sino justicia, nada más, porque siente<br />

que más acá y más allá de la justicia está la arbitrariedad<br />

ron el séquito de todas sus iniquidades.<br />

Y debo hacer una observación.<br />

El salario mínimo, tanto como el máximo, así como<br />

las ocho horas de trabajo y el descanso hebdomadario, no<br />

son nada más que paliativos para que los capitalistas sigan<br />

acumulando oro y más oro y la miseria siga consumiendo<br />

asalariados y más asalariados. Así que nuestro<br />

puesto de lucha está bien definido.<br />

En primer lugar los obreros, es decir, los asalaria-<br />

dos —intelectuales o morales—, los que no tenemos dónde<br />

caer muertos, por mucho que reventemos trabajando, debemos<br />

tener también nuestro libro negro en el corazón,<br />

inscribiendo en él a todos los capitalistas, y, sobre todo,<br />

a los que, ocultando su fortuna en la hipocresía, quieren<br />

salvarla, apoyándose en nuestra causa para explotarnos,<br />

después de ser en nuestro seno espías y delatores.<br />

Luego, compañeros, sabed que el compañero, amigo<br />

y casi hermano, que milita en nuestras filas y nos traiciona,<br />

es, sin vuelta de hoja, obrero capitalista, aquel que<br />

porque adquiere fortuna es más repelente y déspota que<br />

— 1077 —


ARTURO BORDA<br />

el aristócrata acaudalado, así como el indio refinado es el<br />

enemigo del indio.<br />

Compañeros, ha llegado la hora de las<br />

reivindicaciones sociales.<br />

Un día, compañeros, abolido el derecho de propiedad,<br />

desaparecerá la nación y la patria, y no habrá más<br />

guerras de conquista.<br />

Compañeros, debemos sentar también éste principio<br />

o ley:<br />

Sin el trabajo de la tierra el oro no vale; de<br />

consiguiente, el obrero es la fuente del valor. Siendo así, al<br />

obrero es a quien le corresponde decidir del estado social<br />

del mundo. Sin el humilde trabajo del obrero nadie comería,<br />

nadie tendría lecho ni techo; ni la ciencia ni el arte<br />

podría prosperar, porque todo lo hace la mano del obrero.<br />

Compañeros, el obrero está manejando el mundo<br />

desde que apareció el hombre; de manera que nosotros<br />

somos quienes debemos resolver del mundo.<br />

Nosotros podemos vivir libremente bien, sin ninguna<br />

necesidad de los que pretenden monopolizar la sabiduría<br />

—los intelectuales, esa aristocracia irrisoria—; en cambio,<br />

ellos no podrán vivir sin nosotros, a menos que desciendan,<br />

en fuerza de la vida misma, a la condición de<br />

simples obreros: a cultivar la tierra, a labradores.<br />

La única forma de establecer el nuevo orden social,<br />

dentro de la justicia y la igualdad, que es la ambición más<br />

desinteresada imaginable, es el comunismo, no nacional,<br />

sino humano, lejano, sí, pero llegará un día.<br />

Para que tal idea sea una realidad, como fue en tiempo<br />

del imperio incásico, lo que nos urge es, sin perder de<br />

vista el momento, y más bien, abrazándolo en todos sus<br />

contornos, ir haciendo fuertes ahorros, para efectuar un<br />

día el paro mundial, la huelga general. Entonces el capitalista<br />

sabrá por experiencia definitiva, que ni la fuerza<br />

— 1078 —


EL LOCO<br />

armada ni todo el oro del mundo, no vale nada, si no es el<br />

trabajo del obrero.<br />

El ahorro del trabajador es la huelga, es la imposición<br />

de sus derechos. El obrero que no ahorra no puede sostenerse en<br />

la huelga, mucho más si se prolonga, en cuyo<br />

caso no tiene más remedio que ir a la huelga revolucionaria<br />

en fuerza de la necesidad, o si no no tiene más remedio<br />

que caer de llano en la esclavitud, aceptando de platudas<br />

las condiciones que imponga el capital. Así, pues,<br />

que pretenda hacer huelga sin su capital de economías o<br />

sea de resistencia, es un imbécil.<br />

Además, el estado demócrata socialista acrático es<br />

único medio posible de evitar la guerra económica, aquella<br />

que un día asolará la tierra más siniestramente que la<br />

conflagración del año 14; pero aun más sangrienta que<br />

esa guerra económica será la revolución que un día habrá<br />

de presenciar el mundo: la lucha por la supremacía sexual,<br />

la que será algo como la extinción de la especie, ya que<br />

será el amor y la atracción repulsándose con odio y ansia<br />

de victoria.<br />

Mientras tanto yo iba pensando en mil cosas, oyendo<br />

la voz del orador únicamente ya como el rumor de una<br />

torrentera. Pero de pronto su voz se hizo tan recia que<br />

despejó esa especie de bruma en mi cerebro, y pude comprender<br />

que decía: —Compañeros, alerta a los horizontes.— Y lodos,<br />

como por resorte, miramos los confines, en los cuales se habían<br />

apostado unos individuos hipócritas y ambiciosos de todos los<br />

partidos políticos militantes, que nos vigilaban en actitud de dar<br />

un salto hacia nosotros.<br />

Y prosiguió:<br />

Compañeros, todos esos que veis en lontananza,<br />

acechándonos con ojos brillantes, de chacales o buitres, son<br />

los capitalistas que quieren explotarnos todavía, presentándose<br />

como cabecillas o segundones del partido socialista,<br />

del radical o liberal, o de los socialistas cristianos, corno<br />

si estuviesen interesados en nuestros infortunios, y todo<br />

para arrancarnos hipócritamente nuestro voto, y por<br />

— 1079 —


ARTURO BORDA<br />

ello ir a recibir sueldos pingües, ya sea de senadores,<br />

diputados, obispos y generales, o de ministros de Estado,<br />

plenipotenciarios y de justicia, o de presidentes de la<br />

república.<br />

Y luego, ¿sabéis qué? Se matarán de risa de nuestra<br />

inocencia, de nuestra estupidez, de nuestra eterna impotencia<br />

para tomar la personería de nuestra propia representación,<br />

como soberanos que somos del mundo. Su<br />

burla será cáustica, porque nos calificarán como a ignorantes<br />

de nuestros propios intereses y que nos vendemos<br />

por nada sin saber cómo ni a quién.<br />

Observad cómo todos ellos, que son nuestros<br />

enemigos en acechanza para desbaratarnos, para aniquilarnos<br />

para siempre, son tota1 mente los propietarios de la fortuna,<br />

cuyo origen está absolutamente en la explotación más<br />

inicua a la humildad y la inocencia del obrero.<br />

Notad bien, muy bien, analizad más y más, como<br />

para no olvidarlo nunca, y veréis que todas las autoridades<br />

son capitalistas, e interesados en los beneficios que reporta<br />

el Estado, superando disimuladamente una doble explotación<br />

al obrero. Ellos, los fatídicos capitalistas, son la<br />

ventosa en nuestra energía.<br />

Indagad la situación económica de cada ministro,<br />

de cada prefecto, de cada juez, de cada general, de cada<br />

sacerdote (¡), y veréis, siempre, fatalmente, que todas las<br />

dignidades sociales, políticas e industriales, eclesiásticas y<br />

militares, están distribuidas únicamente entre los capitalistas.<br />

Y nosotros, los obreros, intelectuales o manuales,<br />

los asalariados, los que sudamos sangre para comer nuestro<br />

pan, hemos sido hasta hoy tan idiotas, que ignorando<br />

nuestros derechos hemos elegido como a nuestros<br />

representantes precisamente a nuestros enemigos, a los<br />

capitalistas y a los pretensos intelectuales: a nuestros<br />

verdugos, los cuales, sonriendo diabólicamente, nos engañan<br />

eternamente, siempre con las mismas ofertas y los mismos<br />

procedimientos, seguros de nuestra buena fe rayana en bes-<br />

— 1080 —


EL LOCO<br />

tialidad. Y les damos nuestro voto para que nos hundan<br />

más hondamente en nuestra esclavitud económica, mientras<br />

ellos se enriquecen mucho más.<br />

Compañeros, urge la reacción inmediata. (En la<br />

multitud se fruncen los entrecejos, relampaguean los ojos<br />

y se crispan las manos).<br />

Camaradas, el obrero, el asalariado, el proletario, es<br />

incuestionablemente la mayoría del mundo. La existencia<br />

de la humanidad depende del brazo del obrero y no del<br />

pensamiento del sabio.<br />

El brazo del obrero da de comer al mundo entero:<br />

raja la tierra, siembra el grano, recoge la cosecha, eleva<br />

los muros y hace el lecho para que la gente duerma al abrigo<br />

de la intemperie; las manos del obrero, compañeros, en<br />

su infinita habilidad y caridad, va más allá, casi hasta el<br />

delito contra sí mismo, porque perforando la roca de los<br />

montes arranca de sus entrañas el oro y fabrica la maldita<br />

moneda; y las manos del obrero tejen las telas para que<br />

los hombres cubran su vergüenza.<br />

Además, el obrero sabe que para dignificarse en el<br />

amor no necesita libros.<br />

Sin la mano del obrero, compañeros, el hombre<br />

moriría de hambre: el obispo, el general, el médico, el sabio,<br />

y todos, absolutamente todos; lo que prueba la inutilidad<br />

fundamental de esas profesiones.<br />

Notad también que el ejército se compone<br />

exclusivamente de obreros, y que su condición de soldado es<br />

precaria, dura un momento —uno o dos años—, y que, por<br />

consiguiente, antes que soldado sabe que es obrero, y que<br />

lo que tiene que defender no son sus transitorios derechos<br />

de soldado dentro de la patria, sino que lo que tiene que<br />

defender son sus derechos permanentes de obrero. El obrero<br />

sabe que saliendo del servicio militar obligatorio, o sea<br />

forzado, tiene que volver fatalmente al seno de su gremio,<br />

contra el que no debe ni puede luchar jamás, porque sería<br />

luchar contra su propia profesión, contra su propia fuer-<br />

— 1081 —


ARTURO BORDA<br />

za, o contra los intereses de su propio destino, ya que sería<br />

algo como luchar contra sus propios brazos, o sea contra<br />

su propio pan, contra su propia vida y la de sus hijos.<br />

Tal representa la lucha socialista y la huelga. El soldado<br />

sabe que el único objeto de su condición precaria es defender<br />

las lejanas fronteras de la patria.<br />

Somos, pues, efectivamente, la mayoría del mundo<br />

Y en el mundo, compañeros, observad, ya no hay,<br />

ya no puede haber más fuerza de partidos políticos, cuyos<br />

programas en el hecho siempre son el mismo programa:<br />

imponer otros y otros impuestos al pueblo, en vez de<br />

reducirlos al impuesto único. Pero eso no es posible, porque<br />

ellos se enriquecen con esos mismos impuestos.<br />

Compañeros, de hoy más sólo existen dos partidos<br />

políticos en el siglo XX: Socialismo y Capitalismo, o sea<br />

los explotados contra los explotadores.<br />

Así que el obrero debe sacar sus representantes para<br />

los municipios y las cámaras —mientras se ensaye el<br />

parlamentarismo— a obreros netos, que sa^an del seno<br />

mismo de cada federación, es decir, que elijan sus candidatos<br />

las federaciones obreras, para que un día por tal<br />

procedimiento, el más legal, suba al poder el obrerismo y<br />

transforme la patria de acuerdo con la naturaleza de las<br />

cosas.<br />

Por eso, todo trabajador que no tiene para vivir más<br />

que su salario, está obligado a federarse en su gremio<br />

respectivo y a efectuar la campaña de propaganda más activa<br />

en el seno de todos los partidos políticos en que militen<br />

los trabajadores, se entiende que si aun no son socialistas,<br />

ya sea en el liberal, el radical, el moderado, el monárquico<br />

o el que fuese, siempre en favor de nuestra causa<br />

socialista, de la única causa política que no ha variado<br />

desde que ha aparecido el capitalista, que vale tanto como<br />

decir desde el principio del mundo; pues, cada generación<br />

ve nacer y desaparecer por lo menos uno o dos partidos<br />

políticos; en cambio, compañeros, nuestra causa, la causa<br />

proletaria, es siempre la misma, está constantemente la-<br />

— 1082 —


EL LOCO<br />

tente desde el principio del mundo y será hasta que desa-<br />

parezca o triunfemos, porque es la causa de los proletarios.<br />

Cada asalariado tiene, pues, la obligación, ante sus propios<br />

lujos, de ser un propagandista incansable, si no es que ya<br />

un ha vendido y que se declara jumento e impotente.<br />

Sí, compañeros, aquellos políticos capitalistas que<br />

bajo la capa de socialistas demócratas nos acechan desde<br />

los confines, listos a darnos el zarpazo, buscan la manera<br />

de prevalecer engañándonos. Esos políticos tienen en sí tolla<br />

la inmundicia del oportunismo, toda la hipocresía del<br />

malvado. Y lo que el socialismo más alto necesita es la sincera<br />

abnegación del proletariado, de generación en generación,<br />

hasta que su ideal sea una realidad: la abolición de<br />

la propiedad privada.<br />

El verdadero socialista no debe olvidar ni aun durmiendo<br />

estas verdades fundamentales: guerra a muerte al<br />

capital y al propietario, porque el propietario jamás será<br />

socialista a menos que ceda al Estado su fortuna: algo imposible.<br />

Pero, compañeros, repito, en el mundo ya no hay<br />

más partidos políticos que el Proletariado contra el<br />

Capitalismo, sea éste burgués, demócrata o lo que fuere, pero<br />

Capitalismo.<br />

El asalariado que contravenga esta orden es traidor<br />

a sí mismo, a su mujer, a sus hijos y al proletariado del<br />

mundo entero, porque engrosa las filas del enemigo,<br />

degradándose en toda su humillación, comprados con unos<br />

cuantos pesos del patrón a condición de retirarse de las<br />

federaciones, para que después ese mismo patrón los maneje<br />

como a perros, a puntapiés. Pero el proletario que obra<br />

así es únicamente porque no tiene sesos, porque es un jumento<br />

que no sabe pensar.<br />

Ahora ésta es la consigna, compañeros proletarios:<br />

hablar constantemente de estos asuntos, se entienda o no<br />

se entienda, de día, de noche, en el hogar, en la fábrica, en<br />

la calle, consigo mismo y con los demás. Hacer la propaganda<br />

en todas partes y a toda hora.<br />

— 1083 —


ARTURO BORDA<br />

Compañeros, ésta es la última verdad. Mientras haya<br />

hombres que amontonan oro y más oro ya sea para enterrarlo<br />

o dilapidar en placeres, existirán millones de hombres<br />

que por falta de un mendrugo mueren de necesidad.<br />

Tal es nuestra campaña incesante hasta que triunfemos<br />

ahora o dentro de mil siglos. Hasta entonces, camaradas<br />

de infortunio, y entendedlo muy bien, no hay más<br />

liberales ni constitucionalistas, ni blancos ni negros, ni<br />

aristócratas ni demócratas, ni republicanos o realistas, ni<br />

radicales o moderados, ni ateos o creyentes; solamente existe<br />

el trabajador explotado —Proletario— y el patrón explotador<br />

—Capitalista.—<br />

Además, tened presente que el que en la existencia<br />

no tiene nada más que lacerias como única herencia, es<br />

decir, por toda esperanza las angustias del hambre, prácticamente<br />

tal individuo no tiene nada que temer en la<br />

muerte, la que por lo contrario debe ser su gran esperanza<br />

de liberación en la paz absoluta o en una existencia mejor,<br />

según sus creencias. Desapareciendo el miedo a la<br />

muerte, su empuje en la conquista de la felicidad en la vida<br />

tiene que ser, pues, resuelta y violenta. En cambio, el<br />

propietario, el capitalista, nuestro enemigo, ya por avaro o<br />

por sibarita, por miedo de perder su oro y los goces que<br />

le proporciona, tiembla de horror ante la simple idea de la<br />

muerte, tanto como tiembla al pensar que puede perder<br />

en vida su fortuna, o lo que es lo mismo, la garantía y fomento<br />

de su ociosidad y sus vicios y la impunidad de sus<br />

delincuencias.<br />

Cada menesteroso, cada asalariado, tenga firme<br />

convicción que posee esa invencible superioridad. Y si no buscad<br />

un solo millonario en el ejército, en las minas, en fin,<br />

allá donde el peligro es constante; sólo encontraréis luchando<br />

cara a cara con la muerte al misérrimo asalariado,<br />

arañando en la muerte misma su pan diario.<br />

Y ahora cada uno vaya a propalar nuestras ideas en<br />

todo tiempo y en todo lugar, estas nuestras ideas, hasta que<br />

nuestros derechos sean la conciencia invencible, y no por<br />

mera fe, sino que por la experiencia a conciencia que cada<br />

cual la recoge diariamente.<br />

— 1084 —


EL LOCO<br />

Además, tened presente siempre, que el que no tiene<br />

nada que perder en la vida ni con la muerte, siempre<br />

tiene algo que ganar en la esperanza y en la lucha. Y, por<br />

último, el que no arriesga no gana. El destino del cobarde<br />

es morir pisoteado por el intrépido.<br />

Hay algo también sobre lo que quiero insistir tenazmente,<br />

lo cual es que los asalariados extranjeros o nacionales, sean<br />

sindicalistas, comunistas, bolcheviques o anarquistas, socialistas<br />

en sus varias denominaciones, jamás<br />

deben distanciarse unos de otros, porque su objetivo final<br />

es el mismo para todos, la reforma social a base de la abolición<br />

del capital. La única diferencia es la mínima, de<br />

simple procedimiento, para llegar forzosamente al mismo<br />

fin, como el fin más alto, el fin natural. Siendo fuerzas<br />

exactamente iguales en el ideal, forzosamente deben ir<br />

juntas y no estar divididos y subdivididos en beneficio del<br />

capital explotador. Justamente todas esas divisiones,<br />

subdivisiones del socialismo, son obra del capitalismo para<br />

dividir la enorme masa proletaria y seguir explotándola<br />

impunemente entre carcajada y carcajada. Pero pronto<br />

desaparecerá esa imbecilidad de los proletarios.<br />

Cada agitador está en la obligación de explicar con<br />

la mayor claridad posible cada asunto, hasta que sea bien<br />

comprendido, haciendo uso del método para los retardados.<br />

/•<br />

Esas divisiones que se producen dentro del<br />

proletariado, ha descubierto que son las maniobras secretas del<br />

capitalismo jesuítico y masónico que quiere debilitarnos,<br />

dividiéndonos, porque sabe que corre peligro con nosotros<br />

toda su farsa criminal, religiosa y burguesa.<br />

Estad, pues, alertas, porque el enemigo no duerme:<br />

el veneno de nuestra sangre viene de los templos y los bancos<br />

y de los palacios.<br />

Explicad bien, aclarad minuciosamente los errores<br />

en que está nuestra gente, porque los agitadores no deben<br />

tener reservas en lo más profundo de la conciencia, la que<br />

deben exprimir hasta lo último, ya que cada agitador debe<br />

ser limpio como el azul y desinteresado como el sol: su<br />

— 1085 —


ARTURO BORDA<br />

acción tiene que ser absolutamente gratuita y sin titubeos,<br />

aunque los hombres teman tanto a la verdad que al que<br />

la pregona lo declaran enemigo del género humano, porque<br />

hiere la conciencia y los intereses materiales. No importa,<br />

es necesario, hasta por sí mismo, ser más fuerte que<br />

el silencio, más fuerte que la soledad y que la tristeza; ser<br />

potente con la santa soberbia del hombre puro y por ello<br />

mismo inconmovible, entrando en el imperio fatal de las<br />

potencias trágicas.<br />

Pero, compañeros, si la necesidad es la lección más<br />

persuasiva y el interés el mejor maestro, fijaos cómo es<br />

de hiriente el diabólico menosprecio en la disimulada son-<br />

risa de alto a bajo de todo capitalista; fijaos en ese vela-<br />

do sarcasmo de todo explotador para con sus enemigos ex-<br />

plotados; fijaos en esa pose de vencedor que quiere decir,<br />

más o menos: —-Tu idiotez, miserable asalariado, imbécil y<br />

servil, te hace mi esclavo. Tu cobardía te tiene sujeto a<br />

mis caprichos. Los idiotas, los serviles, y los cobardes co-<br />

mo tú, no tienen derecho a ninguna forma de libertad ni<br />

bienestar.— Tal dicen, compañeros, todos los patrones.<br />

Sublevaos ante esa mofa triunfal que ultraja núes-<br />

tros santos andrajos y nuestra honrada y sagrada hambre.<br />

Pero ved hasta dónde va la explotación en el Estado<br />

mismo, que por medio indirecto se nos niega aún la tie-<br />

rra para la sepultura, porque también... ¡hay que pagar-<br />

la!, sin embargo que vivimos soñando oro y más oro para<br />

dar de comer y para sus diversiones a los presidentes de<br />

la república y a los obispos, hasta a sus porteros y barren-<br />

deros, y a todas las autoridades.<br />

Abrid los ojos: id fermentando la cólera para la ho-<br />

ra de la venganza sin cuartel, por todo lo que la humani-<br />

dad lleva de esclavitud. Camaradas, la vendetta debe ser<br />

sangrienta.<br />

Compañeros, como a la vista del ser amado resuci-<br />

tan multiplicadas las penas, así, en el día y en la noche,<br />

mi tristeza por vosotros, porque ¡ay! el infortunio es tor-<br />

bellino de angustias en hacinamiento asfixiante de cloa-<br />

cas o es imán de inquietudes.<br />

— 1086 —


EL LOCO<br />

Pero sabed, compañeros, que nuestra causa es la única<br />

de principios imborrables, inconfundibles y profundos,<br />

esta en pugna con todos los partidos políticos conocidos,<br />

porque todos ellos, sin excepción, incluso el radical, son<br />

1»!indos burgueses, compuestos casi en su totalidad de rentistas,<br />

que es tanto como decir explotadores de los menesterosos e<br />

indefensos. El partido radical por explotar nuestra mayoría<br />

ignorante o inocente, pregona en todo tiempo<br />

y en todo lugar, que su programa tiene afinidad de principios<br />

con nuestro programa, siendo precisamente que en<br />

el fondo de los principios estamos profundamente divididos.<br />

Somos antagónicos en los orígenes, en los procedimientos<br />

y en los fines. En el origen somos la congregación<br />

rio todos los humildes, de los desheredados de la fortuna,<br />

todos los asalariados, los eternamente engañados, todos<br />

los andrajosos y todos los hambrientos. Nuestra causa es-<br />

In palpitando en el mundo desde la aparición del primer<br />

patrón, o sea del primer déspota o tirano. En cambio, los<br />

indícales son, por regla general, los rentistas, los acauda-<br />

lados, es decir, los capitalistas, todos los explotadores.<br />

En cuanto a los medios de lucha el antagonismo se<br />

remarca aun más, porque ellos buscan su imperio en el Estado,<br />

sólo por la figuración personal, por vivir ociosamente<br />

a costa de los impuestos del pueblo. Y obran así a trueque<br />

de cualesquiera transfugios, lo que nos demuestra a<br />

diario el ejemplo de sus cabecillas: después buscan cien<br />

mil argucias para hundir aun más al pueblo con el mayor<br />

número posible de impuestos, y explotar, personalmente,<br />

con mayor impunidad a sus subordinados, a los mismos<br />

que los encumbraron. Radicales situacionistas. Admirable<br />

sistema de radicalismo. En el concepto patria su limita-<br />

ción es ridícula, porque se reduce a los límites que están<br />

fuera de la naturaleza, ya que no son arcifinios, es decir,<br />

tintúrales, tales como los ríos, las orillas lacustres y marinas<br />

y las cumbres de los montes, límites que el más idiota,<br />

puede reconocerlos; pero no: los actuales límites van<br />

con líneas imaginarias por en medio de los mares y por en<br />

medio de los arenales: escribir en el agua y en la arena...<br />

Lo más estúpido de la sabiduría humana: trazar líneas<br />

imaginarias en el aire, líneas exclusivas para la burguesía<br />

autócratas; líneas, en fin, que el pueblo jamás las ha visto, ni<br />

— 1087 —


ARTURO BORDA<br />

las verá el ojo humano ni divino, porque sencillamente no<br />

existen. Por esta otra razón también no hay para nosotros<br />

el obrero extranjero y el obrero nacional, sino que únicamente<br />

el obrero.<br />

Nosotros buscamos la abolición de los impuestos o<br />

su reducción al impuesto único sobre la propiedad y el<br />

impuesto progresivo sobre la renta; nosotros buscamos la<br />

abolición de la estúpida ley del derecho de sucesión. Y<br />

vuelvo a repetir: ¿por qué el individuo ha de tener cuantiosas<br />

fortunas aun antes de haber sido engendrado, como<br />

herencia, siendo que millares de gentes mueren agotadas<br />

por el trabajo, viejas y enfermas, sin haber podido ahorrar<br />

ni para el pago de su mortaja? Los radicales y los liberales<br />

si no disfrutan de esa especie de limosna de las<br />

herencias, a lo más que se atreven es a imaginar un impuesto<br />

moderado a las herencias y nada a las dotes matrimoniales<br />

que reciben los sinvergüenzas. Nosotros, echando<br />

por tierra los honores, el individualismo y el capital,<br />

queremos el bienestar humano, de nosotros, de los hambrientos,<br />

de los necesitados, de los humildes y humillados.<br />

Yo defiendo, pues, compañeros, la causa de los vencidos,<br />

de los eternamente ultrajados por el tacón del potentado. Yo<br />

defiendo alegremente la causa más grande y<br />

sagrada: defiendo el lecho, el techo y el pan, y el amor<br />

libre, es decir, el hogar del menesteroso: el oro líquido que<br />

suda el asalariado en beneficio exclusivo del capitalista<br />

embotado de satisfacción.<br />

Mas, si el proletariado es un elemento ciego y cobarde<br />

(dice sacando la daga del cinto) yo sólo defenderé<br />

los derechos de esa manada de borregos, incapaz de ir a la<br />

conquista de su ventura.<br />

Compañeros, ¡a la revancha! (Y retumba el<br />

firmamento con millares de voces que repiten: ¡A la<br />

revancha!).<br />

Al principio el mundo era de todos y de cada uno y<br />

el hombre gozaba en perfecta libertad de todos sus bienes,<br />

pero en sujeción estricta a su esfuerzo y necesidad personal:<br />

estaba en el ejercicio de su sana sabiduría; después, — 1088—


EL LOCO<br />

cuando apareció el primer ocioso y vagabundo, por no trabajar<br />

sometió a la fuerza y a traición a sus compañeros,<br />

dando origen, por tal manera, al patrón, al déspota y al<br />

tirano.<br />

Ahora vamos pues a la reintegración del orden natural<br />

de las cosas.<br />

Sí, camaradas, no ha existido ni existirá una sola<br />

fortuna, si no es a base de loterías, cuyo origen no sea la<br />

explotación de la honradez tímida y mísera. No hay un<br />

solo capitalista que no sea un desalmado para regatear,<br />

encañar y robar el trabajo del asalarido pobre, arrebatándole<br />

a viva fuerza lo que tiene y lo que pudiese tener. Y es<br />

en vano que el proletariado grite clamando justicia: los<br />

empleados que ministran justicia son vanales en todas<br />

partes del mundo; no es que son jueces por ser justos: es<br />

que hacen justicia (?) sólo por las enormes remuneraciones<br />

que significan. Yo he visto abogados de gran crédito<br />

que habiendo aparentado enfadarse por una proposición<br />

de soborno —o sea participación de la utilidad, pero una<br />

pobre participación— hecha inocentemente por un mísero<br />

proletario, ese mismo togado se vendió por mil veces<br />

esa misma oferta. No importa pues la cantidad, el hecho<br />

es el mismo. De manera que ante un capitalista la justicia<br />

en el alma de los pobres está con las orejas y el corazón<br />

atentos, como perros de caza, para caer sobre los menestrales<br />

a la menor señal del amo.<br />

Pero, compañeros, es menester no desalentarse, porque<br />

ahuyentar el desaliento es ya iniciar la victoria; en<br />

cambio, observad que el cobarde cuanto más se desalienta<br />

tanto más se esclaviza.<br />

Hay todavía algo que debéis notar muy bien.<br />

Como nadie tiene que esperar aparentemente nada<br />

de un individuo misérrimo, por mucho que se desviva éste,<br />

es como si no existiese para los dichosos, pues nadie se<br />

fija en él si no es para explotarlo, para robarle su trabajo<br />

y su tiempo; en cambio, nadie pensará en prestarle un servicio,<br />

en hacerle una caridad.<br />

— 1089 —


ARTURO BORDA<br />

Y aquí está bien hacer notar que la caridad pura<br />

jamás ha existido, ese darlo todo por pura compasión, a<br />

trueque de quedarse en la miseria. Lo que se llama caridad<br />

desde hace muchos siglos es la forma más hipócrita<br />

de allegar fortuna. ¿Con qué se edifica tanta iglesa inútil,<br />

tanto convento, tanto palacio, con qué viven a cuerpo de<br />

rey tanto fraile, tanta monja, si no es con la caridad que<br />

piden precisamente de la gente más desvalida, de la gente<br />

más pobre y crédula? Observad, además, cómo después<br />

de un sarao, o cosa así, so pretexto de orfelinatos, asilos,<br />

escuelas y hospitales, los burgueses encargados de tales<br />

formas de explotación al pueblo, muy repantigados en sus<br />

cómodas poltronas después de yantar ríen a carcajadas del<br />

infortunio de los desheredados. Y luego, ¿quién sabe a<br />

dónde van a parar esos dineros?<br />

La existencia del asalariado es, pues, hasta la<br />

consumación de sus huesos, la servidumbre misma del<br />

esclavo.<br />

Compañeros, estamos en plena esclavitud económica.<br />

¡A la revancha!<br />

Dijo. Y el cielo y la tierra temblaron en el vozarrón<br />

de la multitud que se dispersó a todos los vientos, haciendo<br />

estremecer la tierra con el taconeo de sus botas embarradas,<br />

lo cual simulaba el rugir de un terremoto que se<br />

alejara.<br />

Después yo quedé solo en el desierto, mudo de<br />

emoción; y cuando grité, mi propia voz me despertó.<br />

*<br />

Y se apoderó de mí la tristeza de una rabia<br />

inexplicable. Sentí una repugnancia invencible para la plebe<br />

bruta, para el obrero inculto y bárbaro, para el asalariado<br />

en la industria, en el comercio o en la administración, que<br />

no quiere ni hace nada por saber nada de nada, para ese<br />

que no tiene ni una idea propia, incapaz de raciocinio,<br />

ignorante de su misma situación, siguiendo al que le dé más,<br />

— 1090 —


EL LOCO<br />

aunque vaya contra sus propios intereses, borrachosos hasta<br />

caer como carne podrida. Si piensan es para decir alguna<br />

estupidez, si obran por su cuenta es tan brutal, tan<br />

maquinalmente, que parecen tankes sin gobierno. Envidiosos<br />

y vengativos.<br />

La aristocracia del sentimiento y del pensamiento,<br />

esa es la que ha despertado a la bestia hambrienta. Si no<br />

fuera el pensador, el obrero continuaría satisfecho por<br />

siempre, sin ni siquiera sospechar la vergüenza de su condición.<br />

Pero entre los obreros hay también intelectuales.<br />

¡Oh! Si yo pudiera hundirlos más: si yo pudiera<br />

volverlos sabios y rebeldes, para que sufran a conciencia<br />

su propia esclavitud, para que sientan inteligentemente la<br />

tristeza de su miseria. Pero la sensibilidad intelectual y física<br />

es cuestión de cultura. La sensibilidad en la bestia es<br />

puramente física y torpe, una nada menos que en el hombre<br />

salvaje.<br />

Idiotas que no saben sentir, que no saben pensar,<br />

que no saben decir nada, ni vivir. Si alguien dice: —Blanco—,<br />

ellos repiten convencidos: —Blanco—; mas si otro,<br />

refiriéndose a lo mismo, dice: —Negro—, igualmente<br />

convencidos como antes, dicen: —Negro—, admirados de<br />

cómo en fuerza de un simple silogismo queda la razón en el<br />

pro y en el contra, estupefactos y sin voluntad ni habilidad<br />

para discernir, girando al menor soplo, como las veletas<br />

en cráneos cascabeles. La naturaleza los hizo bestias<br />

de carga y no tienen más remedio que aguantar hasta la<br />

consumación de sus huesos.<br />

Ahora ojalá les lastime esta verdad, para que quizá<br />

si por dolor, por despecho y vergüenza, reaccionan, es<br />

decir, se salvan y conquistan como hombres su ventura.<br />

Pero no: así como entre los animales hay leones,<br />

águilas, burros y borregos, así también entre los hombres.<br />

Jamás una liebre podrá ser águila ni un ratón tigre.<br />

Hombre, si la naturaleza te forjó idiota, idiota has<br />

de morir.<br />

— 1091 —


ARTURO BORDA<br />

Es inconcebible cómo un consejo de imbéciles pueda<br />

gobernar una nación, —entendiéndose por gobierno el<br />

conducir tranquilamente los pueblos por el recto sendero<br />

del progreso— lo más que podrá hacer es llevar el pueblo<br />

a un perfecto estado caótico. Ojalá no queden ahí, para<br />

eterno ejemplo, los soviets de la Rusia bárbara: (!) el gobierno<br />

de los mujiks, toda la estupidez de la sórdida plebe,<br />

díscola porque sí, que entiende mezquinamente las<br />

grandes concepciones de los grandes pensadores, desde Platón,<br />

y que pretenden ser los creadores de un estado democrático<br />

socialista integral, sin ni siquiera sospechar que<br />

será imposible mientras existan estos factores poderosos:<br />

la ambición personal, el miedo y la estupidez de la plebe.<br />

Pero no hay que suponer que ni aun en un soviet<br />

sea la plebe la que gobierna, mientras que los que mandan<br />

sean, por ejemplo, un Lenin y otros intelectuales de<br />

gran capacidad. Así también en los mismos soviets la plebe<br />

no sirve nada más que para arar y para carne de cañón;<br />

la práctica está demostrando con los hechos, con algo<br />

que no tiene vuelta que darse.<br />

Y ellos quieren abolir el capital; pero ninguno de<br />

toda esa multitud sería capaz de definir el capital como<br />

fuerza eterna; el capital como símbolo de cada tiempo; el<br />

capital como principio, como medio y como fin; menos serían<br />

capaces de imaginar el sustituto del capital monetario,<br />

si desapareciese él, como se le entiende hoy. Pero jamás<br />

se les ocurrirá pensar que el capital es inabolible, ya<br />

que el verdadero y efectivo capital es el hombre mismo y<br />

que el verdadero objeto de cambio no es el material sino<br />

que el trabajo. Y ellos son los que pretenden ponerse<br />

de frente al capital, siendo que la historia del mundo es la<br />

historia del capital; más aún, para estos lugareños, siendo<br />

que Bolivia —no el artesano, no el labriego, sino que la tierra,<br />

la roca, el fierro— pide a voz en grito capitalizarse según<br />

el sentido contemporáneo para ser el soñado Eldorado,<br />

el granero del mundo y proceder sólo entonces a la revolución<br />

social.<br />

Ellos no podrán comprender que si es posible el<br />

socialismo comunista integral, es quizá el que tuvieron los<br />

— 1092 —


EL LOCO<br />

incas, bajo el régimen imperialista aristocrático de sangre<br />

y talento. Por eso considero que todos los sabios deben<br />

tratar de estudiar e imitar en cuanto sea posible ese<br />

imponderable comunismo, si es como refieren la historia y<br />

la fábula.<br />

Tal vez la futura forma posible de esa idea sea el<br />

gobierno comunista federal de a diez mil habitantes, máximo,<br />

aun dentro de las grandes cosmópolis, un comunismo<br />

gremial, pero siempre, fatalmente, quieras que no se<br />

quiera, bajo el patronato de la nobleza, sea de talento o<br />

cultura, porque la plebe será eternamente plebe: la fuerza<br />

bruta, el océano de las mayorías inconscientes.<br />

No obstante, yo sé que el día que la indiada de la<br />

América del Sur se subleve no quedará en su sitio ninguna<br />

cabeza blanca ni mestiza.<br />

No sé, ahora me parece que yo también soy indio.<br />

Quizá; pues noto que de tiempo en tiempo tengo toda la<br />

torpeza de su pensamiento, con la consiguiente deficiencia<br />

de comprensión, y aun más, con la inhabilidad imaginativa<br />

y de acción; y más todavía, si se quiere: a momentos<br />

me siento como ellos con toda la impotencia de afrontar<br />

nada por mí mismo, sintiéndome en consecuencia, anonadado<br />

en un total abandono. Y tal ineptitud es para todo<br />

lo que no sea la rutina milenaria. Esta circunstancia<br />

también me obliga imaginar que soy indígena y,<br />

consiguientemente,<br />

estoy en activa propaganda por su reivindicación,<br />

multiplicándome como los vientos.<br />

X<br />

LOS HIJOS DEL ANDES<br />

Mi pensamiento iba soldando con asombrosa facilidad<br />

las ideas más incongruentes, mientras me revolcaba<br />

de uno a otro lado, sin poder conciliar el sueño. Las imágenes<br />

se sucedían sin descanso, como en una muy larga<br />

cinta cinematográfica de asuntos cada vez más dislocados.<br />

Pero poco a poco se fue haciendo homogéneo el asunto.<br />

Mas, yo no dormía ni estaba despierto, sin embargo mis<br />

— 1093 —


ARTURO BORDA<br />

ideas, simples ideas, tenían toda la apariencia de un sueño,<br />

es decir, eran imágenes perfectamente formadas, pero<br />

menos evidentes que en los ensueños, quiero decir, menos<br />

corpóreos, menos tangibles, no obstante eran imágenes<br />

perfectas. Yo estaba queriendo darme cuenta de ese fenómeno<br />

cuando...<br />

*<br />

Era un elegante saloncito de fumar, discretamente<br />

decorado, sin lujo, pero con mucho confort y sencillez, y<br />

mucha limpieza.<br />

Al lado de un trípode cigarrero, repantigado en<br />

cómoda mecedora, Rogelio Claros de España, y, en frente, en<br />

una bonita poltrona, Herculano de la Roca, charlaban casi<br />

dormitando, envueltos ya en la obscura penumbra crepuscular,<br />

después de haber leído los diarios de la tarde.<br />

Levantándose Rogelio, avanza perezosamente dos<br />

pasos y aprieta un botón en la pared, con lo que se esparce<br />

alegremente en la estancia una luz sonrosada.<br />

ROGELIO ((al sentarse toma un periódico y<br />

lee, preguntando)<br />

¿Los Hijos del Andes... dice?<br />

HERCULANO<br />

Sí, Los Hijos del Andes. Así se llaman esas bandas<br />

de foragidos. Y son hombres de hierro.<br />

ROGELIO (como pensando en cosas lejanas)<br />

¿Y qué hacen? Pues se rumorea que andan preparando<br />

no sé qué atrocidades. ¿No son esos mismos?<br />

HERCULANO<br />

Ellos son. Y se rumorea que han jurado exterminar<br />

a los blancos y a los mestizos: a todos los que no sean<br />

— 1094 —


EL LOCO<br />

indígenas netos, a fin de reconstruir fácilmente su imperio<br />

incásico o incaico, que yo no sé cuál de los vocablos<br />

sea más propio. Se dice también que tal movimiento está<br />

originado y dirigido por un tal Villca Jucumarini, a quien<br />

tú lo conoces.<br />

¿Qué?<br />

ROGELIO (sorprendido)<br />

¿Yo?... Yo no conozco ningún J u c . . . Juc... J u c . ..<br />

Ju-cu-ma-ri-ni.<br />

HERCULANO (riendo)<br />

ROGELIO<br />

Pues... no le conozco o no recuerdo.<br />

HERCULANO<br />

¡Cómo que no! Espera un momento. Hace... Sí,<br />

justamente, hace unos cinco años desde entonces... Sí, hombre.<br />

¡Cómo no has de recordar! Yo te lo presenté.<br />

ROGELIO (haciendo esfuerzo por recordar)<br />

No. Pues, palabra que no. O tal vez...<br />

HERCULANO<br />

Qué memoria. Era en una noche de Navidad, en el<br />

Hotel Central, cuando jugamos carambolas con aquel famoso<br />

jugador uruguayo Domingo... No sé cuántos. Pero,<br />

¿cómo no has de recordar, siendo que el hecho está<br />

concatenado con un incidente memorable para tí? Fue cuando<br />

echaste de ver que te habían robado un hermoso reloj,<br />

obsequio de tu prometida Nicé. Vamos a ver si te acuerdas<br />

ahora.<br />

ROGELIO<br />

De eso sí que me acuerdo, y muy bien; pero... No,<br />

de tu tal Juc. . . qué sé yo qué, nada, ni un anís.<br />

— 1095 —


ARTURO BORDA<br />

HERCULANO<br />

Espera, cabeza de chorlito. Entonces ¿no estaba acaso<br />

a tu lado un mozalbete, regordo y petizo, de tez trigueña,<br />

pero empolvada o pintada, y de cabeza cuadrada, como<br />

las de los monolitos, que fue precisamente lo que te<br />

intrigó, según supe después, y que cuando te lo presenté<br />

me parece que hablaron entre ustedes en chino? Entonces<br />

mismo no te pusiste a tomar datos que te suministraba él<br />

para un artículo de prensa que lo publicaste quince días<br />

después, por el cual más tarde te nombraron profesor de<br />

ciencias naturales?<br />

ROGELIO<br />

¡Ah... ¡Eje, jé, jé! ¡Ya, ya! ¡Sí, hombre! Sí, sí.<br />

Que ya recuerdo. Exacto. Bueno, ¿y qué hay con ese tipejo?<br />

HERCULANO<br />

Nada: que ese es el Villca Jucumarini.<br />

ROGELIO<br />

¡Hola...! Sí que se gastaba desde ya pistos de salvaje<br />

el muy canalla. Pues, Herculano, ¿si no le habré calado<br />

inmediatamente hasta más allá de sus tuétanos? ¿Recuerdas<br />

que te dije: —Ese tipo el día menos pensado hace<br />

alguna estupidez? ¡Hum!... ¿De manera que el proyecto,<br />

descubierto a tiempo, de la masacre general de blancos<br />

y mestizos, es obra de ese bicho, eh?<br />

HERCULANO<br />

Ni más ni menos. Además, hoy a última hora se ha<br />

sabido que mañana comenzarán a incendiar a una hora dada<br />

las casas de hacienda del altiplano y de los yungas, pasando<br />

a degüello a sus patrones. En cuanto a lo que habrá<br />

de suceder en las poblaciones se asevera que es el incendio<br />

o era el incendio, todas a la misma hora, y que los encargados<br />

de tal misión son los ponguitos, esos colonos abo-<br />

— 1096 —


EL LOCO<br />

rígenes a quienes los patrones los alquilan mensualmente,<br />

con combustible, y que hacen las veces de bestias de carga<br />

y que duermen en los zaguanes, como los perros; esos<br />

dice que tienen la misión de prender fuego a las ciudades.<br />

Y como casi no hay casa en que no haya un ponguito...<br />

Pero parece que ya están presos una gran paite de esos<br />

sirvientes. En cuanto al Villca, es inútil que lo persigan:<br />

cuando la policía cree haberlo encerrado al tal Jucumarini<br />

en un fanal de hierro, se recibe noticias de que está<br />

haciendo fechorías en el otro extremo del país.<br />

Y mientras hablaban me pareció que yo era el tal<br />

Jucumarini, ya que en ese momento estaba de mozo de<br />

Rogelio, esperando, parado detrás de la puerta, a que me<br />

llamaran para que les llevara el café. Esa conversación me<br />

indignó. No acertaba a comprender lo que me pasaba, porque<br />

en realidad yo no era Villca ni me llamaba Jucumarini,<br />

pero era incuestionable que se trataba de mí, aunque lo<br />

que decía Roca no era cierto. No obstante, yo resultaba ser<br />

el Villca. En tal estado de ánimo mi titubeo por escabullirme<br />

o seguir disimulando ahí mismo me desesperaba ya<br />

cuando cruzando mis brazos veo que comienzan a alejarse<br />

y se internan en la tierra, atravesándola. Seguidamente<br />

empiezo a girar mis brazos en el infinito a guisa de honda,<br />

hasta que se me desarticula el hombro izquierdo y el<br />

mundo sale hacia la eternidad, hendiendo con tal velocidad<br />

que...<br />

ROGELIO (indignado)<br />

Esa es una infamia. Es una canallada. ¿En qué país<br />

estamos, Herculano? ¿Por qué hemos venido? El error ha<br />

sido de los conquistadores; había que degollar a todos estos<br />

salvajes, en ese caso otra hubiera sido hoy la situación<br />

de América, tanto para los americanos cuanto para los<br />

extranjeros.<br />

HERCULANO (prestando atención a los ruidos<br />

vagos de la población)<br />

Ciertamente; porque ahora hubiéramos estado aquí<br />

algo como en el paraíso. ¡Vaya usted a ver! Los mismos<br />

— 1097 —


ARTURO BORDA<br />

españoles en América no tenemos nada que agradecer a<br />

los conquistadores, si no es porque aquí podemos hacer<br />

rápidamente fortuna; pero mejor se está en España, por lo<br />

menos se vive con gente y como gente. El peor de los males,<br />

Rogelio, es entenderse con animales.<br />

ROGELIO<br />

Pero ¿qué hacemos ahora ante el peligro inminente<br />

que se nos viene encima? Si se hubiera sabido estas cosas<br />

unos ocho días antes, ya podíamos haber dado fin con<br />

la indiada, pero ahora...<br />

HERCULANO (atento siempre al sordo rumor<br />

que se oye venir del Norte)<br />

Tal es la lucha de razas. Es la consecuencia lógica<br />

de aquellos pacíficos movimientos proletarios de hace marras.<br />

Son las consecuencias naturales y lógicas. Pues para<br />

esta misma situación nosotros tenemos en mucho la culpa,<br />

por no haber sostenido la ignorancia de estas gentes.<br />

Así hoy no nos veríamos en pellejerías, y sin escapatoria,<br />

porque también se sabe que han cortado l?s líneas telegráficas,<br />

que han destruido las estaciones radiotelegráficas y<br />

las líneas férreas y que han hecho volar las maquinarias<br />

en las minas. Esta tarde ya no han salido los trenes de<br />

itinerario ni han llegado los de Oruro y Yungas y los de Arica<br />

y Guaqui. La población está en un estado de angustia<br />

indescriptible. Y en las demás poblaciones de la república<br />

la situación debe ser aun más tremenda, sin guarniciones<br />

militares que puedan defenderlas ni nada...<br />

ROGELIO<br />

No nos queda nada más que defendernos, extranjeros<br />

y criollos, haciendo causa común, hasta el final, cualquiera<br />

que sea el resultado.<br />

HERCULANO<br />

Entiendo que los indígenas están en un ochenta por<br />

ciento. Así que por mucho que nosotros tengamos arma-<br />

— 1098 —


EL LOCO<br />

mentos, gente y munición abundante, con quince días o un<br />

mes de sitio dan fin con nosotros.<br />

ROGELIO<br />

Es evidente que si salvamos de ésta no queda nada<br />

más que proceder de inmediato al exterminio de la raza. Y<br />

el nuevo siglo será de un progreso formidable.<br />

HERCULANO<br />

Justamente. La vida es como es y no como cada cual<br />

se imagina o la desea, que de ser así el mundo sería una<br />

inmensa Jauja.<br />

ROGELIO<br />

Es cierto. Además, es una raza inferior la<br />

americana. Y lejos de perderse nada con su desaparición, se<br />

ganaría mucho; porque entonces los capitales vendrían sin<br />

temor y se tendría la invasión del cosmopolitismo obrero y<br />

científico, el factor más poderoso de la civilización: el<br />

remozamiento de todo lo que degenera.<br />

HERCULANO<br />

Indiscutiblemente. En cien años de vida independiente<br />

no han hecho absolutamente nada estos desgraciados,<br />

pero absolutamente nada que merezca atención. Si<br />

escarbando mucho sus intimidades se halla alguna cosilla<br />

es en lo más inútil posible de la vida. Ya habrás comprendido<br />

que me refiero a la poesía. Y eso no es seguramente<br />

debido a la sangre indígena, sino más bien que a todo lo<br />

que tiene de europea; basta ver cómo sus elementos de<br />

concepción y técnica son puramente ajenos, hurtos a la<br />

poética de hace dos mil años... y de los antípodas. En su<br />

literatura no encontrarás nada, pero totalmente nada que<br />

sea el estilo de la tierra. Tienen absoluta incapacidad para<br />

sacar cosa alguna de su sangre. Cuando más creen hacer<br />

maravillas cantando a sus dólmenes y monolitos que no<br />

pueden estar más monstruosamente labrados, siendo que<br />

toda esa monstruosidad acusa la inocencia de la buena fe<br />

— 1099 —


ARTURO BORDA<br />

por conseguir la perfección en imitar la figura humana.<br />

¡Mira, mira! Aquí veo que tiene una reducción de monolito.<br />

¡Aja, já, já! Y no vayas a creer que hoy lo hacen mejor.<br />

Lo que es en cuanto al comercio, puedes recorrer la república<br />

de canto a canto, sin que encuentres algo que sea<br />

la significación neta del país; todo lo que vale algo...<br />

extranjero. En escultura, en música, en pintura, tabla rasa.<br />

Pero lo que es algo divertido en sus pujos en ciencias sociales,<br />

políticas, institucionales y morales. Es inútil que<br />

vayan a instruirse en Europa. Esa es cuestión de la cabeza,<br />

amigo Rogelio. Nota que basta ver las fisonomías de<br />

estas gentes, para que por poco no se les confunda con los<br />

hotentotes. Ésta impresión la sentí cuando vine de niño aún<br />

a las Américas. Enanos cabezones: indios.<br />

ROGELIO<br />

El problema del indio es tremendamente difícil. Si<br />

quieres podemos hablar de ello un poco, ya que en el fondo<br />

las alarmas de hoy sospecho que —como he visto mil<br />

veces ya— no sean sino los medios de que se valen los<br />

politicastros de estos lares. Inventan y fomentan revoluciones<br />

ellos mismos para luego castigar. Esto en Maquiavelo<br />

era la teoría, en éstos es la práctica de los mestizos. El hecho<br />

es siempre más terrible que todas las teorías.<br />

HERCULANO<br />

También he pensado en que buenamente podría ser<br />

ardid, sistema del que han hecho su caballito de batalla para<br />

el quita y pon de gobiernos. Vale que a nosotros no nos<br />

importa un ápice que se descuarticen como mejor les venga<br />

en gana; y mejor sería si se exterminan lo más pronto<br />

posible. Esta laya de hombres tímidos, suspicaces y astutos,<br />

tanto como ambiciosos, debe desaparecer en seguida.<br />

ROGELIO (levantándose abre la puerta y me<br />

pide el café. A Herculano)<br />

Tomaremos una doble dosis de café para no dormir<br />

esta noche, porque bien pudiera ser, también, que suceda<br />

algo que nos obligue a salir, para lo que habría necesidad<br />

— 1100 —


EL LOCO<br />

de levantarse de cama, cogiendo así por nada un resfriado.<br />

Así que dime ¿si se extermina al indio, cómo se atendería<br />

la agricultura, la pecuaria, la minería, etc., etc.? Pues si<br />

ellos desaparecen, y mientras venga la inmigración, nos<br />

morimos o tenemos que emigrar, porque los únicos labradores<br />

son aquí los indígenas; pues te habrás fijado que aun<br />

los campesinos extranjeros aquí nos volvemos señores y<br />

sólo entonces conocemos la vergüenza de ser campesinos.<br />

Recuerda que Diógenes Hurtado, que era cargador en la<br />

Coruña, aquí es ya señor y tiene vergüenza llevar aun las<br />

cartas al correo, es decir, sus propias cartas. Total, que lo<br />

único que le favorece es el ser rubio, simpático y bien<br />

plantado, aunque es más bruto que esta mesa, razón por la<br />

cual no acierto a explicarme cómo diablos haya logrado<br />

amasar una fortuna tan enorme.<br />

HEBCULANO (sonriendo)<br />

En cuanto a eso la explicación es muy sencilla. A los<br />

quince días de su llegada consiguió hacerse amar locamente<br />

de su dueña de casa, una viuda ricachona y tonta, llamada<br />

Inocencia Paxi, la misma que moría con colerina a<br />

los dos meses. De estos extranjeros que llevan el negocio<br />

y su sabiduría en su... negocio, hay muchos y que son<br />

justamente los que nos desacreditan. Eso es lo que ellos<br />

llaman hacer su América. A muchos de esos los he visto<br />

llegar directamente a los conventos, tomar las informaciones<br />

precisas, y como Diógenes Hurtado, en menos de una<br />

quincena ya son grandes señores. Pero en cuanto a esto,<br />

chitón, Rogelio.<br />

Y en lo referente a lo de la indiada, no hay tal,<br />

respecto de lo que supones. Es una inocentada creer que aquí<br />

se vive de lo único que hace producir el indio: un poco de<br />

patatas y otro poco de coca; lo que es en cuanto a la<br />

piscicultura y la pecuaria, nada. Pero nada, aunque parezca<br />

mentira.<br />

Mas, debes comprender también, que no hay<br />

evolución que no tenga su crisis. Y si se quiere evolucionar<br />

tienen que resignarse a la crisis consiguiente.<br />

— 1101 —


ARTURO BORDA<br />

Respecto a la actitud que se ha de tomar en los<br />

acontecimientos, es muy sencilla la cuestión, toda vez que no<br />

se ha de estar pensando con la ociosa delectación del que<br />

fabrica sonetos o poemas de difíciles consonancias, sino,<br />

que se abarca de una ojeada rápida los acontecimientos y<br />

con el hecho instantáneo se resuelve la actitud a tomar. En<br />

el asunto que nos ocupa es matar toda la cholada y la indiada.<br />

Después será lo que tenga que suceder; pero mientras<br />

tanto ya está solucionado el asunto, con la única manera<br />

posible de solucionarlo.<br />

Entonces, mientras yo servía el café, lo hice con zumo<br />

de floripondio, para que ambos se volviesen idiotas,<br />

porque me daba cólera su manera de entender las fuerzas,<br />

Jos hombres y las cosas. Y comencé a imaginar cómo<br />

un día llegarían a mirarme con los ojos atontados, babeando<br />

los labios caídos, sin saber qué decir, sin saber qué pensar,<br />

sin pasado, sin presente ni futuro, sin ningún recuerdo<br />

de las ingentes fortunas que explotaron en América. No<br />

pude más, y, pensando en los efectos del zumo de floripondio,<br />

me puse a reír libremente.<br />

ROGELIO (mirándome asombrado)<br />

¿Qué te pasa? ¡Vaya con el hombre! Estás muy<br />

distraído. Pon ahí el café y puedes retirarte, pedazo de imbécil.<br />

HERCULANO<br />

Cierto. Sabrás que Juanito Cusicanqui, el mestizo<br />

aquel de la oreja cortada y que era muy amigo del Villca,<br />

dice que hace poco le había relacionado cómo emprendió<br />

la propaganda para la venganza de la raza. Ese muchacho<br />

Cusicanqui me estima muchísimo y es muy amigo del Villca<br />

Jucumarini, quien quiso comprometerlo en el movimiento,<br />

pues él es quien me refirió que Jucumarini es hombre<br />

muy educado y de una vasta ilustración, por haber hecho<br />

sus estudios en Europa; pero que sentía siempre el grito<br />

de su sangre. Así, poco a poco, se fue alejando de la sociedad,<br />

como repulsado por una corriente eléctrica, no obstan-<br />

— 1102 —


EL LOCO<br />

te su extraordinaria adaptabilidad casi femenina y la gran<br />

fortuna heredada a sus padres, lo cual le dio las facilidades<br />

inimaginables para la indagatoria de todos los aspectos<br />

posibles de la existencia. Tal iba retirándose de todo,<br />

considerando que habiendo escapado de su raza,<br />

necesariamente debía volver a ella por sus fueros.<br />

Por tal manera al fin una tarde tomó resueltamente<br />

la ropa indígena, tornándose inmediatamente enemigo de<br />

la presente civilización.<br />

Desde entonces todos los días, agachando la cabeza,<br />

se quedaba horas enteras con los ojos fijos en lontananzas,<br />

en verdaderos estados de catalepsia, a lo que llama,<br />

así como a sus ensueños, al olvido de sí mismo en ausencia<br />

del mundo, a ese estado que era una especie de vuelta<br />

constante de su clepsidra, mediante el cual se saturaba de<br />

un cariño enorme y tranquilo como ninguno, de ese cariño<br />

del incrédulo en la vida y en la muerte, sin dios ni patria,<br />

que ha renunciado a todo y cuyo corazón parece una<br />

rosa de imán sensitivo abriéndose al infinito y rugiente<br />

paso de la vida y que por eso ama por el gusto de amar,<br />

por lo más neto del amor: amar por amar.<br />

Luego despertaba alegre a la vida de relación; pero<br />

su optimismo desaparecía pronto, por lo que cada día era<br />

más huraño y duro.<br />

Al fin, cuando la policía ya lo vigilaba, redondean*<br />

do ya un día su secreto plan, abandonó ansioso una tarde<br />

su tugurio, embozándose hasta los ojos la bufanda. A la<br />

luz de las ampolletas eléctricas iba la calle como sobre ascuas,<br />

queriendo disimular el bermellón de su poncho, lo<br />

cual se imaginó que lo delataba. Las miradas de los transeúntes<br />

las sentía como alfilerazos. Pero, a medida que se<br />

hacía mayor su desesperación, por el constante fenómeno<br />

de las reacciones, tanto más se mesuraba su andar, saboreando<br />

entre tanto cruelmente gota a gota su angustia, como<br />

cuando las causas de la desesperación no tienen remedio<br />

y por ello mismo de modo súbito nos sentimos pétreos.<br />

Así, con mil inquietudes llegó el hombre a la cumbre<br />

del monte, sin darse cuenta que trepaba las escarpas, — 1103 —


ARTURO BORDA<br />

completamente solo en aquella noche desierta. Y se hincó<br />

sin saber ante quién, por qué ni para qué, con los brazos<br />

en alto, como dos pararrayos. Estando en tal actitud se<br />

adormeció su cerebro, pulsando los latidos de su corazón<br />

en su propio cerebro y palpando con el calor de sus sienes<br />

y de sus labios y manos, el frío nocturno y los lejanos<br />

rumores de la población que dormía. Desdoblándose de esa<br />

manera sintió que su alma envolvía al mundo, abarcando<br />

luego los éteres lejanos, para dilatarse en el infinito.<br />

Mas, un dolor fuerte en las rodillas hincadas, no<br />

hechas para tal oficio, lo vuelve a la realidad. Y poniéndose<br />

en pie exhaló el suspiro de tristeza honda y terrible del<br />

incrédulo. Luego sonríe también sin saber por qué.<br />

Y empezó a descender el monte, pensando en su raza,<br />

en su familia, en la rebelión que propalaría, en la vejez<br />

que se le venía encima y en su ascetismo inútil. En seguida,<br />

extendiendo como alas ambos brazos abarca con las<br />

manos las inmensidades, exprimiendo lo que hay de amor<br />

en ello, para ir sembrando en...<br />

Pero afluyendo la sangre a llamaradas a su cerebro<br />

ofusca su razón cuando...<br />

*<br />

En eso mi pensamiento toma nuevo rumbo, a<br />

conceptos entrecortados, semejando una lluvia de papel<br />

multicolor picado. Cierro los ojos, queriendo atrapar alguna<br />

idea, y no puedo: pasan como seguidilla de rayos, hasta que<br />

cansado me había dormido sin soñar ya nada.<br />

XI<br />

EL SÍMBOLO ROJO<br />

Cuando amanecía TOIVÍ a caer rendido en el sueño.<br />

*<br />

Cielo turquí. En la cumbre de la sierra sonaba el<br />

clarín, dilatando su eco en la llanura, mientras extendía el<br />

ácrata su bandera en el suelo, cuan larga era.<br />

— 1104 —


EL LOCO<br />

Y de los horizontes, y tramontando las cumbres,<br />

llegaron, con séquito de proletarios a millones, los emisarios<br />

a centenares, trayendo las banderas de todos los países y<br />

de todas las religiones, las que las hacinaron encima del<br />

símbolo socialista.<br />

Sobre aquel monte de lábaros bordados con hilos de<br />

oro y plata y piedras preciosas, el corneta colocó el clarín<br />

y encima una moneda de oro.<br />

Entonces, estando ya llano y sierra cubiertos de<br />

proletarios, el ácrata hizo fuego, frotando, como salvaje, dos<br />

trozos de magüé, con lo que encendió ese monumento de<br />

trapo, mientras que millones de voces entonaban La<br />

Internacional. El fuego avanzaba hermosamente,<br />

multiplicándose en lenguas infinitas, que saltaban ágiles de<br />

lábaro en lábaro, tal eran al fin, en sublime proporción, una<br />

sola llamarada devorando un monte.<br />

Y se apagó consumiéndolo todo.<br />

EL ÁCRATA (plantándose en medio)<br />

¡Viva la anarquía!<br />

Y el eco iba alegre de corazón en corazón, en onda<br />

circular hacia todos los horizontes.<br />

Seguidamente el ácrata hizo repartir unas papeletas<br />

negras en la multitud.<br />

EL ÁCRATA<br />

¿A quién le tocó el signo rojo?<br />

Luego, abriéndose paso entre la multitud, una linda<br />

obrerita se aproxima majestuosamente, como soberana de<br />

la libertad a quien aclaman los anarquistas sin Dios ni patria.<br />

EL ÁCRATA<br />

¿Cómo te llamas, compañera?<br />

— 1105 —


ELLA<br />

ARTURO BORDA<br />

Dentro del socialismo me llamaron Rosa Hermosa,<br />

pero en el anarquismo me llaman Cientouna Encarnación.<br />

EL ÁCRATA<br />

Muy bien. Es verdad. Entre nosotros desaparece toda<br />

forma posible de vanidad. Y tu amado, entonces, ¿qué<br />

número es?<br />

ELLA<br />

Como quiera que el amor debe ser perfectamente libre,<br />

un verdadero amor, mi empleo aun no me ha dado<br />

tiempo para buscarlo. A El no le conozco, pero sé que es<br />

más hermoso que mis deseos. Le buscaré.<br />

EL ACRATA<br />

Bueno. Ahora vete, y cuando le hayas, si se aman<br />

en verdad, vuelve con él<br />

*<br />

Y se fue a modo de una graciosa cervatilla.<br />

En eso, mientras empezaba el eclipse total de sol,<br />

todos hicieron un costal de su lábaro escarlata, rellenándolo<br />

con las cenizas de la hoguera anarquista.<br />

Así transcurría el tiempo.<br />

*<br />

El eclipse va oscureciendo de modo suave el<br />

firmamento, en el que comienzan a fulgurar las estrellas de<br />

mayor magnitud, robando su luz al sol. De pronto la asamblea<br />

prorrumpe en una formidable salva de aplausos, porque<br />

llega en triunfo, abriéndose calle, la pareja enamorada,<br />

la que instantes después cumple el amor en su lecho<br />

de púrpura, mientras que rojo total en el cénit tiembla el<br />

sol.<br />

— 1106 —


EL LOCO<br />

Los proletarios cubriendo llano y sierra están de<br />

hinojos en silencio místico.<br />

*<br />

La emoción me despertó.<br />

XII<br />

LA REBELIÓN DE LA RAZA<br />

Y los días pasaban, remoliendo en tedio mi espíritu,<br />

cada vez con mayor repugnancia por la vida.<br />

Fastidiado absolutamente al fin con la cobardía, la<br />

incomprensión y las mezquinas e insulsas campañas políticas<br />

de los escarabajos de estos trigales, salí un día de<br />

La Paz, con intención de ir a pasar el resto de mis días en<br />

alguna caverna del Illimani, el monte sagrado. Tal era mi<br />

sueño.<br />

*<br />

Un día, como si de pronto hubiese bebido las aguas<br />

de Juvencia, me sentí completamente remozado, andando<br />

con paso firme de troglodita.<br />

Antes de llegar a Aranjuez encontré un indio que se<br />

moría a la vera del camino. Le socorrí. Después de media<br />

hora de tratamiento volvió en sí.<br />

Paso a paso y amigablemente seguimos el camino,<br />

contándonos, él su historia y yo la mía.<br />

El torrente bajaba saltando precipicios, estrellándose<br />

en peñones inmensos, sonando sordamente en el eco de<br />

las gargantas de granito..<br />

EL INDIO (cayendo pesadamente)<br />

Ya no puedo. Aquí me acabo. Ahora tú, pasando éste<br />

ancho nevado, sigues aquel senderito que sube la montaña,<br />

ocultándose entre rocas. De aquí a la cumbre hay<br />

dos leguas.<br />

— 1107 —


YO<br />

ARTURO BORDA<br />

Y el pueblo ¿dónde queda?<br />

EL INDIO<br />

En la cumbre, frente al Illimani. Debes trepar con<br />

cuidado, porque todo el año, día y noche sopla el huracán.<br />

El pueblo se llama Collana. Es el único refugio de los<br />

descendientes del Inca asesinado cuando la conquista.<br />

Ahora saca de mi bolsa un polvo negro y dámelo en<br />

agua. Quizá si con eso vivo un momento más.<br />

*<br />

Obedecí. Eché el polvo en una especie de taza de<br />

madera. El agua se volvió roja y efervescente. Su olor era<br />

tan acre y penetrante que me atacó en el cerebro como con<br />

una descarga deletérea, tanto que casi me echa de espaldas<br />

al suelo; pero pasó rápidamente. Mientras tanto el indio<br />

sonreía en una infinita languidez. Desesperadamente<br />

le abrí la boca, vaciándole todo el brebaje, el cual le rehizo<br />

al instante con tal plenitud de vida, que me sorprendió.<br />

El río estaba más sordo; parecía arrastrar piedras.<br />

El viento pasaba bramando lúgubremente, empujando en<br />

las alturas las neblinas que ocultaban las cumbres.<br />

EL INDIO<br />

Hoy es Finados. Yo debía estar en Collana antes de<br />

la puesta del sol. Ya no puedo. Pero ve/Loco. Esta bolsa<br />

entregarás al Mallcu; por lo que él te hará feliz, porque<br />

aquí están los kipus. Yo he recorrido América desde Alaska<br />

hasta Patagonia, en misión secreta. Tú eres, pues, el<br />

único blanco que entrará al pueblo. El Mallcu te llevará<br />

a la ciudad imperial. Esta es mi última voluntad. Verás y<br />

tendrás las inmensas riquezas de la raza.<br />

Mas, espera un momento; escribiré al Mallcu la<br />

queja de la raza, queja que recibí del Inca Yatiri Lupirpiri.<br />

— 1108 —


EL LOCO<br />

Dijo. Y se puso a anudar unos hilos de lana blanca,<br />

negra o bermeja y luego empezó a escibir jeroglíficos con<br />

tinta roja en un pergamino, todo lo cual guardando en una<br />

bolsa, me lo entregó. Mientras tanto, el crepúsculo iba<br />

ensangrentando el paisaje huraño y severo. Cuando tornó a<br />

hablar, su voz era ya muy débil y su palidez, cadavérica.<br />

EL INDIO<br />

Ahora, loco, antes que llegue la noche, cruza el vado<br />

y sube el monte. Y que el Sol te dé siempre su luz.<br />

Adiós.<br />

YO<br />

Adiós.<br />

*<br />

Pasé el vado y me detuve a mirar un momento a mi<br />

compañero, el cual en ese instante, cayendo de espaldas y<br />

estirándose violentamente en cruz, quedó rígido para siempre.<br />

Sentí pena. Una congoja anubló en lágrimas los ojos.<br />

*<br />

Y comencé a subir la cuesta, entre pilares de arcilla<br />

que parecían fantasmas de monjes en oración y entre<br />

fatídicas rocas en laberinto. El viento tenía voces roncas<br />

y siniestras que cantaban estrellándose en los abismos. De<br />

trecho en trecho unas sombras corrían a esconderse en los<br />

peñones, y de tiempo en tiempo venía en el viento el lúgubre<br />

son de una tarka y algún lejano ladrido.<br />

Así llegué a la zona de las nieblas. Mi andar se hizo<br />

lento. La luna apenas alumbraba a través de la neblina<br />

que me impedía ver a más de dos pasos en mi sendero.<br />

De nueve a diez de la noche, subiendo siempre, salí<br />

de las nubes y pude ver el cielo estrellado y la luna que<br />

se ponía. Ya no se oía sonar el río. A medida que ganaba<br />

las alturas el viento era más sordo y potente: si me atacaba<br />

de costado, me hacía desviar, si de frente, me detenía. — 1109 —


ARTURO BORDA<br />

Entre las montañas, al Oeste, vi las Luces de La Paz,<br />

como en un colmenar de luciérnagas.<br />

A las once llegué al pueblo, en la cumbre. Los perros<br />

se pusieron a ladrar furiosos. Se abrió una puerta y<br />

salió con paso lento un indio bien embozado.<br />

EL<br />

¡Eh! ¿Qué quieres?<br />

YO<br />

Necesito ver al Mallcu. Vengo de parte de Hillir<br />

Huanac, que ha muerto esta tarde, abajo, en el río. He traído<br />

su bolsa con los kipus y el arsurlipichi.<br />

EL<br />

Bueno, Entra. Y cuidado con moverte hasta que yo<br />

vuelva.<br />

*<br />

Echó llave a la puerta.<br />

Poco después oí, en el fragor del viento el pututu,<br />

la corneta de cuerno.<br />

Cansado, con más ganas de dormir que otra cosa, lo<br />

único que observé fue que sobre un poyo de barro había<br />

unos seis cueros de alpaca y unas tres frazadas. En la pared<br />

cabecera estaba una repiza de piedra; en ella daba su<br />

luz mortecina una velita de sebo. La pieza sería de unos<br />

cuatro metros de largo por tres de ancho y tres de alto,<br />

pon techo de paja, en el cual las tijeras se hallan a la vista.<br />

En los tirantes colgaban ropas de lana burda, de mujer,<br />

de colores chillones. Esparcido en el suelo muchos menesteres<br />

de arriero.<br />

*<br />

Pensando en mi extraña aventura comenzaba a<br />

dormitar cuando poco a poco se abrió la puerta y observando<br />

—1110 —


EL LOCO<br />

con mucha atención entraba un indio viejo, alto, imponente,<br />

embozado con poncho rojo, y calado el sombrero hasta<br />

los ojos, clavando en mi alma su mirada de serenidad<br />

eterna.<br />

Buena noche.<br />

YO (poniéndome involuntariamente de pie)<br />

EL MALLCU (sentándose tranquilamente en la<br />

cama, a mi lado)<br />

Buena noche. Siéntate. ¿Dice que vienes de parte de<br />

Hillir Huanac? Habla.<br />

Relaté todo y le entregué la bolsa, la cual la observó<br />

atentamente, mirándome de reojo de tiempo en tiempo.<br />

Luego sacó el arsurlipichi que lo descifró; y, después de<br />

contar como cuentas de rosario los nudos de los kipus, una<br />

infinita sonrisa iluminó su fisonomía.<br />

EL MALLCU<br />

Perfectamente. La estrella del Sol ya está en medio<br />

cielo. Podemos salir. Ven.<br />

*<br />

*<br />

Salimos. Los vientos eran tan fuertes, que casi nos<br />

arrastran. Habló el Mallcu, pero el viento se llevó sus palabras,<br />

por cuya razón no supe lo que dijo.<br />

EL MALLCU (poniéndose a mi derecha)<br />

Mira al Oeste.<br />

*<br />

Mudo de emoción vi que La Paz estaba ardiendo.<br />

Los montes y las nubes se hallaban iluminados con el res-<br />

— 1111 —


ARTURO BORDA<br />

plandor de la inmensa hoguera. Mis inquietudes, después<br />

de atropellarse en el vértigo un instante, se paralizaron<br />

repentinamente.<br />

Y en el potente vocerío del huracán el indio continuó<br />

hablando con la serenidad con que respiran los niños<br />

dormidos. Dijo<br />

EL MALLCU<br />

En éste momento, a las doce de la noche de Finados,<br />

se están incendiando en la América todas las ciudades que<br />

habitan los mestizos y los blancos.<br />

Ahora sabe que yo, el Mallcu, soy el Inca Masoc<br />

Intinina.<br />

*<br />

Y sacando religiosamente del pecho un enorme Sol<br />

de oro, que lo guardó con mucha unción después de<br />

mostrármelo, agregó<br />

EL INCA<br />

Esta es la insignia de Atahuallpa.<br />

Ahora ya es tiempo de avisarte que el Inca Hillir<br />

Huanac que te envió acá, es quien hace veinte años salió<br />

en misión secreta para que a esta hora se incendien en<br />

América las ciudades de los mestizos y de los extranjeros<br />

que desde la venida de Colón nos han robado nuestras<br />

tierras y nuestros derechos, aun sobre nuestros hijos y<br />

nuestras mujeres, tratándonos peor que a bestias. Para el<br />

criollo o el blanco, y aun para los que llaman nobles, estamos<br />

en peores condiciones no sólo que las bestias, sino que<br />

los mismos inmuebles y muebles que los cuidan y refaccionan;<br />

en cambio, sobre nuestra raza hacen pesar todo el olvido<br />

y todo el ultraje imaginable; de nosotros no recuerdan<br />

nada más que para su servicio. Pero ahora observa<br />

ese reverbero cárdeno en todos los horizontes. Así habla la<br />

justicia.<br />

— 1112 —


EL LOCO<br />

En eso vi que en los cerros se encendían miles de<br />

hogueras. Entonces, en el largo lamento de los vientos oí<br />

el jajapeo de lejanas muchedumbres invisibles en la sombra<br />

inmensa rasgada por el ronco clangor del pututu.<br />

EL INCA<br />

¿Comprendes? Tupac Amaru, Caupolicán, Atahuallpa,<br />

Moctezuma y los pieles rojas a esta hora están vengados<br />

de polo a polo en la secreta rebelión de la raza. Ciudades,<br />

villas, aldeas y fincas, todo arde. Mas, nadie sabrá el<br />

origen de semejante siniestro.<br />

En el secreto está la fuerza.<br />

*<br />

Luego el Inca silbó estrepitosamente. Y como<br />

brotados de la tierra aparecieron miles de indios alineados,<br />

cada cual con su respectiva mujer que llevaba un hachón<br />

encendido.<br />

Sonó un pututu y la indiada se arrodilló.<br />

Entonces el Inca, tomándome del brazo, empezó a caminar<br />

gravemente. Así llegamos a la plaza, en cuyo centro<br />

habían encendido una gran hoguera.<br />

EL INCA (deteniéndose en una esquina)<br />

¿Ves allá, enfrente, el Illimani, recortado como una<br />

silueta de tinieblas, destacándose a modo de túmulo sobre<br />

la claridad nocturna?<br />

Sí, veo.<br />

YO<br />

EL INCA<br />

Pues bien, dentro de ese monte, en la roca viva, está<br />

la ciudad imperial. Llegaremos a ella antes de la aurora.<br />

— 1113 —


ARTURO BORDA<br />

En eso me tomó nuevamente del brazo, empujó una<br />

puerta vieja; y entramos en un cuartucho tan miserable como<br />

todos los demás.<br />

EL INCA (paternalmente)<br />

Desde ahora, porque socorriste al Inca Hillir Huanac<br />

y porque trajiste sus kipus y su arsurlipichi, eres nuestro.<br />

Serás feliz, porque vivirás en la ciudad imperial, la<br />

Kgorichuima.<br />

Entre nosotros existe aún el comunismo perfecto:<br />

aquí no han podido llegar vuestras leyes, vuestras costumbres<br />

y vuestra religión, porque vuestros sacerdotes, vuestros<br />

jueces y vuestras milicias, y vuestros gobernantes, son<br />

increíblemente cotizables; se venden por nada. Y aun vuestros<br />

médicos son perfectos usureros.<br />

*<br />

Después empujó una piedra de la pared, por lo que<br />

se levantó misteriosamente la cama y apareció a nuestros<br />

pies una escalinata de granito pulimentado, la que bajamos.<br />

A cada veinte escalones había una sólida columna de<br />

oro macizo, desde la que daba su luz un hachón resinoso<br />

y odorífero. Las paredes eran cristalizaciones fantásticas<br />

de mil minerales, en los que la luz adquiría maravillosos<br />

destellos. Estaban representados el litargirio, el rosicler<br />

y los prismas de la miarquirita; la galena gris entre los<br />

exógonos de la chalcosina y los octaedros de la irisada<br />

argirosa: todo el sudor brillante de la América.<br />

Posiblemente bajaríamos durante unos diez minutos,<br />

hasta llegar a una pequeña cripta en la que había sillas de<br />

oro macizo. La luz era más intensa, las cristalizaciones<br />

minerales, más fantásticas que estalactitas y estalagmitas,<br />

con incrustaciones de ónices y ágatas de ligaras y crisolampos,<br />

de aragonitas, oligistos y ópalos. Había que ver las<br />

turbalinas, la multitud de piritas pentagonales de casiterita<br />

que geometriza locamente, como con prismas llenos de<br />

generosos licores; luego el basalto, la malaquita y las opa-<br />

— 1114 —


EL LOCO<br />

cas berenguelas. Hubiérase dicho ser el ambiente una<br />

gigantesca telaraña de arcoiris en un caleydoscopio enorme.<br />

En eso el Inca tocó otra piedra, giró el muro y de la<br />

tiniebla del antro, al son de una música vaga, salieron doce<br />

hermosas mistas, admirablemente ataviadas, que después<br />

de saludar de hinojos al monarca le hicieron sentar<br />

en una especie de trono de oro purísimo y sin labrar, engarzado sí<br />

de gemas del oriente mejor; luego le cambiaron<br />

el vestido de lana burda con una malla de vicuña, tejido<br />

con hilos de oro y plata, y con su faldellín de oro, fino<br />

cual de seda; las ojotas de cuero por sandalias de oro<br />

con incrustaciones de esmeraldas y rubíes. En seguida se<br />

puso en pie el soberano y le acomodaron al hombro el manto<br />

imperial. Entonces el monarca tomó su cetro de una ban<br />

deja sostenida por una mista más hermosa que un deseo<br />

en los ensueños.<br />

Acto seguido tocó otra piedra y se abrió otra parte<br />

del muro, de cuya profundidad salía un torrente de luz<br />

que me deslumbró con fulgor de hornaza o de aurora.<br />

Descendimos doce escalones más hasta una rotonda que parecía<br />

entretejida por los más inauditos colores del iris, mientras que<br />

unas voces misteriosas repetían: —Salve al Emperador!— El<br />

recinto hubiérase dicho un temblor inaudito<br />

de luz formando densa malla, en tanto que el ambiente<br />

se saturaba de un aroma embriagador. Y sonaba una<br />

música dulcemente callada y triste a la vez que aparecían<br />

doce indios cullacas viejos, empujando una especie de balsita<br />

de dos asientos, en los cuales nos acomodamos; yo a<br />

la izquierda. Luego se abrió en el suelo una puerta; y ante<br />

mis ojos se abrió un abismo sin fondo...<br />

EL INCA (serenamente)<br />

En esta balsa hemos de resbalar en ese precipicio,<br />

ochocientos metros de a setenta por ciento de declive, para<br />

luego, en fuerza de la velocidad, subir seiscientos. Y estamos<br />

en la capital imperial, en las entrañas del Illimani,<br />

en la sagrada Kgorichuima.<br />

Acto seguido los cullacas nos vendan ojos y boca con<br />

finísimas bufandillas de lana embalsamada. Luego siento<br />

— 1115—


ARTURO BORDA<br />

retraerse mis nervios cuando empujan la balsita que resbala<br />

suavemente hasta que de súbito nos falta el suelo;<br />

por lo que boqueando estrangulaciones caemos con rumor<br />

de huracán, absorbiendo la densa atmósfera que se inflama.<br />

Cada vez nos hundimos más y más en ese abismo milenario,<br />

tanto que asfixiándome en la suprema angustia...<br />

Despierto con el corazón casi roto.<br />

*<br />

Ciertamente que quisiera forjar un libro brutal, de<br />

ideas aun más brutales, que puedan provocar verdaderas<br />

contradicciones capaces de arrancar la chispa electrogalvánica<br />

de la conciencia popular hacia las ideaciones más<br />

altas, más generadoras de la acción creadora; pero tanto<br />

fracaso en todo, en todo, en la abulia de este ambiente<br />

indígena, donde los extranjeros mismos se contagian, en<br />

esta indiferente Bolivia, me hace agachar la cabeza, buscando<br />

almas, almas y corazones capaces de levantar la patria<br />

en la más generosa ignición de su sangre hacia la vida<br />

más plena y más libre.<br />

Hay que caldear satánicamente el ambiente, es verdad,<br />

pero también es verdad que ya no tengo entusiasmos,<br />

ya que nos traicionan y nos venden aquellos por quienes<br />

mismo se lucha.<br />

Los trabajadores —y esto sin contar los netamente<br />

indígenas que no quieren entender nada— son esencialmente<br />

politiqueros: se sienten fuertemente atraídos por<br />

los banderíos caudillistas (1825 a 1925), sin ideales ni<br />

doctrinas, pero que saben ofrecer y dar pingües beneficios<br />

particulares y sin fiscalización en la esfera del gobierno. Y en<br />

esto no se diferencian en nada de los más pretenciosos<br />

intelectuales de cualesquiera actividades. Como para ellos<br />

todo se reduce a afiliarse en la lista de algún caudillo, del<br />

más probable. Así que su sentido político se reduce a quiero<br />

plata.<br />

En general, el espíritu nacional está entrando en un<br />

estado de indiferentismo tal —en el fondo mismo— que<br />

— 1116 —


EL LOCO<br />

asombra, debido ante todo a las consecuencias inmediatas<br />

de su ignorancia: al recelo, el temor y la vergüenza que<br />

ocasiona su incapacidad; y por otra parte, porque habituados<br />

a cierta clase de trabajos irresponsables y lerdos bajo<br />

la presión del ambiente, sienten miedo ante la actividad<br />

responsable y de propia iniciativa. Y esta su insuficiencia<br />

en todos los campos de actividad, incluso la industrial y<br />

comercial, descartando la minera que por su milenaria<br />

comprobación resulta cuestión puramente del azar, les<br />

impulsa a buscar un responsable en quien descansar su<br />

ignorancia, su inhabilidad y su cobardía. Y como quiera que<br />

entre ciegos el tuerto es rey, los que ya sienten palpitar<br />

en sí ciertos tufos de mandones, se dan todas las mañas<br />

posibles por retardar arteramente el progreso educacional<br />

del pueblo. De modo, pues, que los desinteresadamente<br />

interesados en los ideales de efectiva utilidad general, poco<br />

a poco se ven fatalmente rechazados al margen de la corriente.<br />

Así. Y claro que tienen sus entusiasmos, pero son<br />

puramente explosivos, sin ninguna trascendencia; más tarda<br />

en producirse que en concluir. No hay quién sea capaz<br />

de sacrificarse por los demás; pero cada uno está siempre<br />

dispuesto a inmolar a todos en el ara de su propia utilidad:<br />

y es en lo único en que se nota alguna constancia.<br />

Sin embargo, una vez dado el difícil impulso inicial,<br />

otros vendrán con más suerte para seguir adelante, ya que<br />

se ha conseguido siquiera sea una ínfima Legislación del<br />

Trabajo a fuerza de amenazas, a fuerza de esfuerzos escénicos<br />

. . . Y esto mismo constituye la prueba de los anteriores<br />

asertos.<br />

Entonces, como que se podrá comprender fácilmente,<br />

molestado por todo resolví irme por ahí a algún villorrio<br />

desierto de estas pampas cordilleranas a serenar mi<br />

espíritu harto agitado.<br />

*<br />

Anoche dormí en la cordillera. El frío debió estar<br />

a veinticinco grados bajo cero.<br />

— 1117 —


ARTURO BORDA<br />

Me levanté con la aurora. Las aves aun no habían<br />

despertado. La naturaleza estaba en silencio; ni los vientos<br />

se animaban. La helada congelaba el aliento én mis labios.<br />

Medio día anduve descendiendo el monte. A la tarde<br />

llegué a un caserío en la meseta andina, allá donde se<br />

siente la miseria y el abandono patriarcales al influjo de la<br />

inmensidad.<br />

Los vientos van cantando una extraña sinfonía entre<br />

los pajonales en el pedregal.<br />

*<br />

Noche de conjunción. La luz de la Vía Láctea difunde<br />

una suave claridad, acaso de luna. En la diafanidad<br />

del firmamento parpadean a maravilla millares de estrellas.<br />

Llego a una aldea. Las habitaciones son estrechas y<br />

chatas, de piedra y barro, sin revoques; los techos, de paja,<br />

y los tirantes están ennegrecidos por el humo.<br />

Mi cama se reduce a dos cueros en el suelo. Hace<br />

frío y estoy alegre. He apagado la luz mortecina que daba<br />

la lana retorcida y con sebo en un platillo de barro.<br />

*<br />

*<br />

*<br />

Durante la noche han soplado los vientos en la puerta,<br />

silbando en los resquicios del techo. Así han pasado<br />

cantando una serenata de risa y amor.<br />

*<br />

Desperté aterido, levantándome con la luz del alba.<br />

— 1118 —


EL LOCO<br />

Poco después, en el silencio y en la inmensidad de la<br />

pampa se ha oído resbalar el tañer de una campana.<br />

*<br />

Salí de la estancia.<br />

La plaza está desierta y circuida, en su mayor parte,<br />

por casuchas derruidas. En el empedrado crece a trechos,<br />

humildemente, la yerba menuda. En las paredes hay<br />

manchones de liquen.<br />

Ambulo casi adormecido en el recuerdo y en la<br />

reconstrucción<br />

de las edades legendarias del Tahuantinsuyo.<br />

*<br />

Mientras tanto la campana ya no toca y un indio<br />

emponchado y con la bufanda hasta los ojos sale de la iglesia,<br />

yéndose por un desolado callejón.<br />

El frío aumenta.<br />

La aurora concluye y la mañana se avecina.<br />

Poco después el sol, descendiendo de los picachos<br />

de la cordillera, dora el campanario de la aldehuela.<br />

Voy a la iglesia. Ella es enorme, de piedra, y de la<br />

época del coloniaje. El altar mayor es de plata labrada. Hay<br />

cuadros enormes, absurdos, anacrónicos y mal pintados,<br />

que decoran los muros de la nave. Las hojas de las ventanillas<br />

sin vidrios, sujetas con lasitos de cuero, se desprenden<br />

oscilando al soplo de los vientos.<br />

Centenares de avecillas que han hecho sus nidos en<br />

las comizas de los altares y en las manos de los santos,<br />

gorjean aleluyas o Deo gratias que se multiplican en el eco<br />

del templo.<br />

*<br />

Largo tiempo estuve abstraído en el cristalino<br />

concierto de las aves en el sagrario abandonado de los<br />

hombres.<br />

— 1119 —


ARTURO BORDA<br />

Después llegó una indiecita de pechos duros y<br />

nacientes; tiene los pies de una excepcional belleza. No lleva<br />

nada más que una camisa, abierta desde el cuello a la<br />

cintura; de ahí a media pierna una pollera ocre, sucia y<br />

deshilada. En una manta oscura y burda carga a su hijo.<br />

Se arrodilla en media nave. Llora, rezando en idioma inca.<br />

Luego la musitada alegría con que revolando inquietas<br />

trinan las aves; el vendabal que al pasar silba, llora o<br />

ríe, acuerdan con el ingenuo y profundo lloro de la aborigen<br />

cargada de su hijo dormido o muerto. Todo lo cual me<br />

hace sentir y saber la majestad del templo, en esta hora<br />

en que no hay sacerdote que oficie, si no es un rayo de sol<br />

mañanero que besa el ara santa del altar.<br />

Entonces he orado en lo más hondo de mi alma, lleno<br />

de fe y alegría, cual jamás lo hice ni haré. Tal era la<br />

sublimidad de la naturaleza en el templo abandonado, que<br />

fui creyente, de golpe, radicalmente, porque sí, ante mí mismo,<br />

en un deslumbramiento de los misterios de la vida.<br />

*<br />

Acto seguido salí y subí al campanario.<br />

Dijérase que súbitamente se hubiera abierto ante<br />

mí, debajo del sol, toda la existencia.<br />

Veo que desde los horizontes no mancha ni una nube<br />

el azul.<br />

La inmensidad fatigante de la pampa se dilata en<br />

mis lontananzas de Oriente a Ocaso.<br />

En torno al templo se dispersan los caseríos,<br />

ubicándose hasta no muy lejos.<br />

Entre los sembradíos y pajonales distingo los<br />

senderitos que comunican las cabañas.<br />

Y a la vez que se oye los mugidos alegres de la<br />

vacada, se oye también el dulce balar de los recentales, el<br />

—1120 —


EL LOCO<br />

canto del gallo, el ladrido de un perro y el son de una quena<br />

pastoril.<br />

No lejos, en una extensa sementera, la indiada se<br />

congrega para el barbecho.<br />

El camino real de herradura, por el cual va o viene<br />

un viajero, se esfuma en las lejanías, donde serpea un río<br />

argentado, el cual nace o desemboca en el lago que, temblando<br />

en el horizonte, se esfuma en el azul.<br />

En la pampa, barriendo los sembradíos de los arenales,<br />

viene un torbellino de Occidente a Mediodía, elevando<br />

una columna de polvo ondulante, la cual va desapare-<br />

ciendo a medida que asciende en los lejanos montes.<br />

El viento sigue silbando una alegre canción.<br />

Saturado de un dulce bienestar, bajo del campanario.<br />

Estoy sentado en el atrio desempedrado y musgoso<br />

del templo, del cual sale llorosa la indiecita harapienta,<br />

cargada de su hijo dormido o muerto. Cruza la desolada<br />

plaza y desaparece trastornando una esquina; mas, por lo<br />

que se ve, se detiene: pues su sombra se queda inmóvil un<br />

instante y luego avanzando desaparece.<br />

*<br />

Los vientos han enmudecido. Yo medito, dormitan»<br />

do. En el firmamento impera el silencio.<br />

*<br />

*<br />

La otra tarde que iba un tanto preocupado en unas<br />

ideas que no alcanzaban a precisarse, estando ya en esos<br />

suburbios que invitan a reconcentrarse en ideas que se<br />

ahondan en el alma popular, oí de pronto una música<br />

agradablemente bien concertada de charango y kena, que salía<br />

— 1121 —


ARTURO BORDA<br />

de un tienducho. Me detuve a oír y ver por la ventana de<br />

la trastienda que se hallaba en la esquina. Era una reunión<br />

de jóvenes que bebían. Habían varias mujeres. La<br />

música era marcial aunque tristona y terminó con una salva<br />

de aplausos. Y entonces un joven se levantó y leyó unos<br />

versos que más o menos decían lo siguiente:<br />

La fuerza del Ideal<br />

es t a l . ..<br />

que aun cuando la vida<br />

impulsa y alienta<br />

a través del fúnebre ataúd<br />

lo invisible e intáctil.<br />

Tal en la Madre Tierra,<br />

estéril o florida<br />

siempre habrá de ser<br />

el Divino Ideal<br />

la fuerza o energética<br />

que propulsa en ascensión perpetua<br />

.aun el ansia anónima y reclusa<br />

del anónimo y mísero paria,<br />

es fuerza dispersa<br />

a todos los orientes y vientos,<br />

es más que luz<br />

y menos que quietud.<br />

Tal es la fuerza y potencia<br />

del Ideal.<br />

De esta suerte,<br />

¡oh tú!, hijo de la época,<br />

Sin látigo o espolón<br />

no te mezcles en vano<br />

ni con la libertad<br />

ni con la servidumbre,<br />

por aquello de que<br />

aunque la balanza esté en la cuenta<br />

no pesa ni más ni menos,<br />

en sus ambos platillos,<br />

que la rebelión<br />

del espíritu y alma<br />

de los hijos sin pan<br />

en la agonía larga del hambre.<br />

— 1122 —


EL LOCO<br />

No te mezcles en vano<br />

sin látigo o espolón<br />

ni con el harto o el hambriento;<br />

Tal debe ser la conducta<br />

de tí que sueñas y hablas<br />

¡oh hijo alzado de la miseria;<br />

haya siempre<br />

fuego de rebelión en tu aliento.<br />

Concluido lo cual arreció el entusiasmo entre<br />

aplausos, y el charango y la kena entonaron el Himno al Sol.<br />

Oyeron todos de pie. Concluida la pieza aplaudieron<br />

entusiastamente y bebieron de sus copas, cuando la música<br />

entonaba La Tercera Internacional.<br />

Como el frío arreciaba y comenzó la lluvia, me retiré,<br />

considerando que felizmente la juventud a caldear<br />

y agitar su espíritu. La lluvia se hizo torrencial entre rayos<br />

y truenos. Las calles se hicieron desiertas y yo llegué<br />

a casa empapado y aterido de frío.<br />

*<br />

Y soñé sueño de amor.<br />

LA ALEGRÍA DE LOS VIENTOS<br />

I<br />

Erase una casita rústica e inmemorial: dos<br />

habitaciones en un frente, en el cual yo me hallaba; otra en el<br />

opuesto. Los laterales formaban tapiales de adobes, en ruina.<br />

En los claros del empiedre, desmolado, crecía la menuda<br />

grama.<br />

Rodeaba al fundo la pampa, limitada en lontananza<br />

por la nevada cordillera.<br />

Un sol de invierno, cansado, reposaba su luz en la<br />

inmensidad quieta y muda.<br />

Me hallaba asoleándome, sentado en un poyo,<br />

entregado al silencio y a la quietud de los siglos, cuando pa-<br />

— 1123 —


ARTURO BORDA<br />

só una sombra en el patio. Alcé la vista. Un cóndor de alas<br />

rígidas e inmóviles, ascendiendo en espiral se perdió en el<br />

cénit.<br />

Poco después el aire se agitó al soplo de los vientos<br />

que silbando en los pajonales de la pampa llegaban de todos<br />

los puntos. Y al instante comenzó en el solar la danza<br />

de mil torbellinos que me dejaron estupefacto, porque vi<br />

que se materializaban en colegialas danzarinas y sin reposo,<br />

musitando silbos, la voz del viento.<br />

Una de ellas, encarnación de mis ardientes deseos,<br />

vino a mí, llenando de esperanzas y temores mi corazón.<br />

Tomándome de la mano me arrastro a en medio de ellas.<br />

Vacilé un segundo, entendiendo que esa era el alma del<br />

viento.<br />

Luego me levanté para seguirle, ya que se empeñaba<br />

en llevarme consigo; mas las auras habían pasado ya.<br />

Quedé, pues, solo y triste, porque ella que vino a mí<br />

se desvaneció dejando en mi muñeca la suave impresión<br />

de su leve mano, como si por ella me hubiese succionado<br />

el alma. Hizo por llevarme a su seno azul...<br />

II<br />

Mi espíritu, cautivo en la densa carne, hipó su<br />

congoja.<br />

III<br />

Más tarde, no sé cuándo, —era sueño— vi en la<br />

habitación de enfrente a las Auras danzarinas. Y sin demora<br />

me fui a ellas.<br />

Qué alegría. Quietas y mudas en el silencio de la<br />

escuela en ruina del cortijo, hacían clases. Mas, ella,<br />

irguiéndose gentil, miróme de soslayo, sonrió, escabullándose<br />

después por entre los bancos en desorden.<br />

Incitante y túrgida, encendida la color, más hermosa<br />

que su imagen en mis deseos, me hizo guiños de<br />

— 1124 —


EL LOCO<br />

amor. Y así, flotando al aire su negra cabellera, huyó a la<br />

solana. Tras ella, al impulso de un soplo, siguiéronle las<br />

demás.<br />

¡Oh, la mía! Ostentando sus ebúrneas formas, cual<br />

imán al través de un tul, huyó flotando en giros, siempre<br />

gentil. Yo corrí por asirla; pero ella, burla burlando, ufana<br />

y coqueta, envuelta en gasas siguió huyendo.<br />

De pronto se arremolinaron todas. Yo en medio,<br />

desconcertado en el vértigo, esforcéme en vano por hacerla<br />

cautiva a la predilecta, acaso Luz De Luna. Pero mi vista<br />

comenzó a nublarse mientras se atolondraba mi conciencia.<br />

Luego oí, así como en la modorra de un vahído que<br />

pasa, el gemido de los vientos. Y cuando se despejaba mi<br />

vista, escaparon a la pampa las Auras en torbellino.<br />

Así se desvanecieron elevándose al azul.<br />

La luz crepuscular moría poco después en la<br />

inmensidad quieta y muda.<br />

Yo me quedé solo en el cortijo abandonado.<br />

Cuando desperté era la hora más honda de la noche.<br />

— 1125 —


DE LA HISTORIA


El escritor que se precie de honrado<br />

está obligado a obrar como si se<br />

hallase fuera de su tiempo, haciendo<br />

caso omiso de sus afectos personales,<br />

porque es preciso que se percate que<br />

escribiendo del presente, en el presente,<br />

trabajando para el futuro, se<br />

refiere ya a su pasado.<br />

Era en vísperas del Centenario. En el somnolente<br />

ambiente flotaba una especie de idea, como queriendo empujar<br />

en todo. Me hallaba preocupado, queriendo descubrir<br />

cómo se agitaba esa fuerza, cuando al fin me había<br />

dormido.<br />

*<br />

Delante de una enorme estatua de granito<br />

pulimentado que representaba a La Madre, destacándose<br />

imponentemente sobre un cielo de intenso turquí, todos<br />

los próceres y todos los ejércitos de la independencia<br />

formaban un alto tribunal en los campos de Junín y<br />

Ayacucho. Los pro-tomártires, con Bolívar, Washington y<br />

San Martín, formaban la presidencia. En frente a ellos, en<br />

un largo banquillo de roca, estaban los presidentes de<br />

Solivia. Atahuallpa con los Katari y otros indios se<br />

hallaban en forma de monolitos, delante de los Incas.<br />

Frente a ellos tomaron asiento los representantes de las<br />

veinticuatro repúblicas suramericanas. Los ejércitos de la<br />

independencia formaban detrás de ellos un semicírculo<br />

de hierro.<br />

— 1129 —<br />

ARTURO BORDA


El día no tenía nada de particular. Ni una nube.<br />

El sol quemaba cual si fuese con alfilerazos, en medio de<br />

un silencio sepulcral.<br />

Entre el pueblo y ese alto tribunal fueron desfilando<br />

miles de gentes, presentando sus obras. Yo estaba casi<br />

petrificado, temblando interiormente, ciego y sordo a todo,<br />

pensando sólo en las cuartillas que llevaba, queriendo<br />

corregirlas a la desesperada, a pesar de que ya no había<br />

tiempo, porque en ese mismo momento se levantó el Inca<br />

Atahuallpa, diciendo con grande voz: —Loco, ahora tú.—<br />

Maquinalmente avancé hasta frente al tribunal, pretendiendo<br />

eludirme, atento a mi voz que en aquel silencio sonaba<br />

cascajosamente. Entonces don Pedro Domingo Murillo,<br />

habló así: —Vamos a ver, Loco. ¿Qué es lo útil que hiciste<br />

para la patria?— Y comencé a considerar que yo<br />

no he hecho nada más que disparates, según la opinión<br />

general, lo cual a fuerza de repetición ha llegado a<br />

formar en mí una verdadera conciencia, claro que con su<br />

consiguiente sedimento de tristeza; por lo que repliqué:<br />

—Nada: todo lo que hice carece de valor y hasta es un<br />

inconveniente para todos.— Entonces Washington dijo:<br />

—Eso no importa, Loco; es a nosotros a quienes<br />

corresponde ver qué es lo que hay de útil permanente<br />

para la patria en la labor de cada cual. A ver: ¿qué llevas<br />

ahí?— E inmediatamente San Martín insistió en esta<br />

forma: —Así es la verdad, Loco. Nosotros somos el<br />

espíritu de las Américas libres; de manera que quieras<br />

que no tenemos que ver qué es lo que ha construido cada<br />

ciudadano para el bien y la gloria de nuestras tierras. Sí.<br />

Lee. Lee.—<br />

Entonces e inútilmente quise resistir aún: todas las<br />

miradas estaban gravemente fijas en mí, como linternas<br />

escrutadoras en la noche. No había más remedio que leer;<br />

pero como quiera que temblasen mis manos, cayeron las<br />

cuartillas, desparramándose descompaginadas. A lo que<br />

Bolívar agregó: —Eso no importa, porque yo sobre todos<br />

necesito saber cómo honra y ayuda a la libertad de mi<br />

hija predilecta cada ciudadano boliviano; ya hemos visto<br />

quiénes y cómo la cercenaron moral, intelectual y<br />

físicamente. Lee sin temor, Loco, porque veo en tus ojos<br />

la libertad. A ver; comienza por esos originales que<br />

llevas.—<br />

EL LOCO<br />

— 1130 —


Y en eso oí una inquietud de almas, como si quisiesen<br />

huir, mientras yo trataba de ordenar las cuartillas<br />

que se habían intercalado, razón por la que mi turbación<br />

se hizo mayor; pero por eso mismo pude notar cómo se<br />

dulcificaban las miradas en un imperceptible plegarse de<br />

sonrisa, lo cual me reconfortó, justamente en el instante<br />

en que hallaba el comienzo de este capítulo, el cual<br />

empecé a leerlo sin poder evitar al principio el temblor<br />

de la voz, por el fatigoso acezar emocionado:<br />

DE LA HISTORIA<br />

Yo deseo ser verazmente ecuánime; pero hay en el<br />

ambiente de unos y otros bandos tal odio y corrupción,<br />

que a la fuerza siento que mis juicios son parciales: razón<br />

por la cual me inclino violenta e intencionalmente a uno y<br />

otro para de mi propio exceso sacar el justo medio; esto<br />

cuando no refreno el impulso de mi sangre contemplando<br />

los sucesos.<br />

Hace un momento que diciendo tristemente<br />

I<br />

Per me si va nella cita dolente,<br />

per me si va nell’ eterno dolore,<br />

per me si va tra la perduta gente.<br />

entró a su cuarto mi actual vecino, llamado Armando Espada,<br />

que es de esos cascarrabias que no comulgan así como<br />

así cualquiera idea. Pero sospecho que, como todos<br />

esos políticos y politiqueros del tres al cuarto, sólo tienen<br />

boca para ofrecer lo que jamás cumplen. Es un parlanchín<br />

que si habla del sol, él lo ofrecerá para el día siguiente,<br />

con la misma facilidad con que podría prometer un imperio<br />

o un mendrugo. No sé por qué ese tipo me hace pensar<br />

que el partido político que tenga a su cabeza un jefe<br />

tacaño y cobarde, por verboso que sea, ya puede perder<br />

la esperanza del mando. Lo que e] pueblo necesita es hombres<br />

de pelo en pecho, perfectamente temerarios, y que<br />

sean, instintivamente, o por estudio, tácticos y estrategas.<br />

— 1131—


ARTURO BORDA<br />

Ayer Armando reunió a algunos de sus amigos. Y<br />

como que en la puerta que nos separa, siguen faltando los<br />

vidrios, pude oír el siguiente diálogo:<br />

ADALID<br />

Te digo que no, Armando.<br />

ARMANDO (displicente)<br />

Ya puedes argüir cuanto quieras; la verdad<br />

triunfa en la conciencia. Y este asunto no es mera<br />

suposición de la fuerza bruta.<br />

ADALID (con acento indiferente)<br />

Esa es tu opinión, pero no la mía. La juventud siempre<br />

es irrazonable, apasionada, violenta y precipitada, como<br />

toda ambición; se inflama por nada, ocasionando en<br />

todas partes serios líos. Parece que no tiene ni noción del<br />

dominio de sí misma; además, es petulante y vanidosa. En<br />

resumen, es incompetente para el manejo de la cosa pública.<br />

Eso sí, tiene alguno que otro ímpetu de altruismo,<br />

pero son simples chispazos. Eso no es una virtud. La virtud<br />

es la perseverancia, el método y la paciencia en la<br />

empresa, allá donde el deber necesita de nuestro sacrificio<br />

ARMANDO (con tono paternal)<br />

En cambio, tú sabes que a mayor vejez corresponde<br />

mayor egoísmo, ya que no se vive en vano, y que a ma<br />

yor juventud --- ¿Qué dijiste eso?<br />

Altruismo.<br />

ADALID (sonriendo)<br />

ARMANDO (acentuando palabra por palabra)<br />

Pues bien, el altruismo es el oxígeno de la<br />

juventud, Y como la patria necesita fatalmente de<br />

sacrificios, resulta que hasta por asunto de edad la<br />

juventud está llamada a...<br />

EL LOCO<br />

— 1132 —


ADALID (sardónicamente)<br />

¡Eh, muchacho! ¿Qué dices? Mira que soy viejo:<br />

pues quita los sueldos y las mil granjerías de los puestos<br />

públicos y no habrá gobiernistas ni opositores, ni<br />

jóvenes ni viejos, ni quién se haga cargo de la cosa<br />

pública. Ni los proletarios ni los potentados querrían el<br />

gobierno de los pueblos, si no fuese únicamente el sebo<br />

de sus gollorías. Y eso será así siempre.<br />

ARMANDO (animándose)<br />

¿No ves, mi querido Adalid? La edad ofusca ya tu<br />

criterio. Ahora guarda en tu memoria esta ley:<br />

—Desde los monocelulares hasta el<br />

hombre, cada movimiento del individuo es<br />

para ganar algo, en fuerza de su<br />

existencia.<br />

Mas, aquello de que la escala esté subdividida conforme<br />

a nuestro organismo, es otra cosa; pero no<br />

implica la supresión de los elementos de vida. Así, pues,<br />

la juventud debe tomar parte activa en los latidos<br />

nacionales, como que es la sangre más roja de ese<br />

organismo, y debe ser la juventud más radical en el<br />

deseo y la acción del progreso.<br />

ADALID<br />

Perfectamente. Pero no negarás que así como hay<br />

viejos idiotas hay también jóvenes cretinos, en perfecto<br />

estado de degeneración; y que así como hay viejos<br />

sabios —a ver si me entiendes— hay también jóvenes<br />

inteligentes. Y no basta plantar en la gerencia de la<br />

cosa pública a cualquiera que no se sabe lo que es, ya<br />

que nunca dio nada de sí. Y luego ahí queda, sólo<br />

porque sea joven. Eso es gracioso. Y peligrosamente<br />

gracioso, como todo lo gracioso. Si se procede así, llegará<br />

el día en que tengamos que soportar un gobierno de<br />

imbéciles atolondrados. Es menester esperar un poco, mi<br />

querido Armando. Que la juventud se manifieste de<br />

alguna manera considerable, intelectual y moralmente,<br />

y que tenga un poco de experiencia,<br />

ARTURO BORDA<br />

— 1133 —


más ilustración y, sobre todo, sepa gobernar sus impulsos.<br />

En fin, que sea más apta. Mientras tanto, que aprenda a<br />

obedecer, porque en ello está el principio del mando. Pero<br />

que las cosas sean así como quieres, es un disparate.<br />

ARMANDO<br />

No tanto.<br />

ADALID<br />

Bueno. Pero lo que diré no es para tí.<br />

Hace muchos años, aquí, en esta misma habitación,<br />

vivía un muchacho así, inflado de una vanidad y una so-<br />

berbia inconcebibles, todo porque tenía la cabeza llena de<br />

incoherencias y una facilidad de palabra que parecía un<br />

fonógrafo de cuerda perpetua, por lo que se rodeó de un<br />

círculo de muchachos, que me parece eran universitarios,<br />

los cuales sin ninguna capacidad analítica, faltos de lógica<br />

y voluntad, y con buena dosis de ambiciones encima, poco a<br />

poco fueron cayendo miserablemente hipnotizados y<br />

fascinados por el relumbrón y cascabeleo de toda aquella<br />

oropelería. Era lo más divertido posible aquello: ellos, los<br />

jovencitos universitarios, llegaron a creerse geniecillos<br />

predestinados a transformar el mundo, solamente a fuerza<br />

de audacia, y el otro estaba ya tan absolutamente convencido<br />

de que era el creador de la humanidad, que desde<br />

Kapila no había un hombre grande que a su lado no fuese<br />

un bobo. En resumen, él resultó ser algo así como un payaso<br />

de la inteligencia y los demás un soplo de nonadas.<br />

Ya ves. Si es así la juventud que defiendes, pues..<br />

ARMANDO (palmeteando)<br />

Hermoso. Hablas como un libro viejo mal escrito.<br />

¿Cuándo quieres que la juventud gobierne? ¿Cuando sea<br />

vieja? ¡Ja, ja, ja! Estás encantador, pero seguramente<br />

que no de mí, porque yo pienso lo contrario. La juventud<br />

debe gobernar cuando es juventud, cuando es sana,<br />

cuando es bien intencionada, cuando es altruista.<br />

Además, para el<br />

— 1134 —


EL LOCO<br />

desenvolvimiento beneficioso del talento, la edad y la<br />

condición social no tienen pito que tocar.<br />

Adalid<br />

No, señor.<br />

ARMANDO<br />

Sí, señor. ¿Qué...? ¿Quieres acaso que la<br />

juventud sólo sirva para aniquilarse en los campos de<br />

batalla, perdiéndose de esa manera toda una generación<br />

en cambio de una degeración degenerada?<br />

ADALID (despreciativamente)<br />

No digas eso.<br />

ARMANDO (amenazando)<br />

Está bien. Esperemos la lucha. El corrido lo dirá.<br />

¿Estás enterado ahora de que esta cuestión ya no es<br />

asunto de banderío a la violeta? La juventud contra la<br />

vejez. Está muy bien.<br />

JOSÉ (sonriendo siempre)<br />

Bueno. Ahora basta, señores, de inútiles porfías.<br />

Yo creo que entre nosotros no tenemos por qué<br />

molestarnos por estas tonterías de los liberales de la hora<br />

nona, o de los radicales o socialistas; que parece que<br />

todos cojeamos del misino pie, jóvenes o viejos.<br />

Además, me parece bastante con tener que buscar<br />

nuestro pan.<br />

LUIS (dando una palmadita en el hombro a José)<br />

Eso es, don Pepe. Todos estamos acordes,<br />

porque esa es la cuestión. Y precisamente por eso vienen<br />

todas las peleas.<br />

Veamos. ¿Quiénes fueron ayer al desfile?<br />

ARTURO BORDA<br />

— 1135 —


ARMANDO (poniéndose serio)<br />

Es verdad. ¿Qué les pareció la fiesta?<br />

CLETO (agitando los pies mientras fama)<br />

Excelente. Hubo concurrencia. Y ¡qué entusiasmo!<br />

Ni en las fiestas patrias.<br />

ADALID<br />

Pues, jóvenes, no podía ser de otro modo.<br />

Después de cuarenta años ha visto el sol el estandarte de<br />

los Colorados de Bolivia, incorporándose al cuerpo de su<br />

nombre. El Corneta de Ordenes, el Tambor Mayor y el<br />

Portaestandarte, veteranos ya, contemplaban<br />

consternados, a la luz del día, la tricolor que la<br />

defendieron con su juventud, salvándola, en el Campo de<br />

la Alianza, de las manos del invasor.<br />

LUIS<br />

Pero, pidiendo perdón, digo que ese acto ha sido tan<br />

fuera de propósito y de tiempo, que me disgustó. Esa entrega<br />

debía hacerse con esa pompa, siempre que nuestras<br />

posibilidades de reivindicación del litoral o Cobija fuese<br />

próxima y cierta; pero se halla tan lejana...<br />

ARMANDO (dogmáticamente)<br />

Todos ustedes tienen en el cerebro la gota serena: no<br />

ven nada. El objeto de excitar, por todos los medios posibles,<br />

el patriotismo sentimental, es que para el instante<br />

dado no haya muerto el patriotismo. Pues si nunca se ha<br />

de hablar de la patria y de sus héroes, rindiéndoles culto,<br />

llegará un día en que habrá desaparecido el patriotismo,<br />

quedando la patria a guisa de materia disponible de las<br />

angurrias vecinas. Que la entrega del estandarte haya sido<br />

extemporánea, está bien; pero es innegable que todos,<br />

contemplando a nuestros veteranos en extraje de campaña<br />

que llevaron en aquella fabulosa acción de armas, han<br />

sentido profundamente el deseo o necesidad de nuestro<br />

Litoral.<br />

— 1136 —


EL LOCO<br />

LUIS (meneando la cabeza)<br />

Escenas de esa naturaleza y aun más patéticas se<br />

puede estar repitiendo cada día sin que con ello se haya<br />

conseguido nada efectivo. Pero no me parece bien que las<br />

multitudes y los representantes de los poderes del Estado,<br />

exaltando únicamente el nombre de los Colorados, hayan<br />

preterido a los demás cuerpos del ejército que<br />

actuaron con el mismo heroísmo, y que si no estuvieron<br />

presentes en el sitio y la hora que les cupo a los<br />

Colorados, fue asunto de la suerte. Y nada más.<br />

ARMANDO (elevando el dedo Índice y centellando<br />

ridículamente los ojos a la vez que<br />

ahueca la voz)<br />

En cada pueblo, y por varias razones, sobre todo<br />

para conservar siempre viva la hoguera patriótica, se<br />

debe consagrar como a regimiento insignia al que haya<br />

dado la nota máxima de heroísmo. Tal predilección de<br />

los ciudadanos, las mujeres y los niños, por los guerreros<br />

más valientes, incitará siempre a los demás cuerpos del<br />

ejército a distinguirse amulándose en el sacrificio. Así,<br />

aun cuando ello sea una cruel hipocresía de la patria.<br />

CLETO<br />

A mí me parece que el uniforme que llevaba el<br />

ejército...<br />

LUIS<br />

E1 uniforme que los héroes usaron en cam-<br />

pana debería ser el uniforme de gala del ejército,<br />

porque así revive en la evocación el espíritu bélico y<br />

marcial del soldado de los tiempos gloriosos.<br />

Y a tí, Emilio, ¿qué te pareció la fiesta?<br />

EMILIO (poniéndose de pie y caminando agitado)<br />

Estuvo soberbiamente bien, tanto que tuve intención de<br />

hablar, demostrando que toda conquista equivale a sem-<br />

— 1137—


ARTURO BORDA<br />

brar los gérmenes de la independencia, y que la paz que<br />

en tales casos sobreviene, por mucho que sea firmada en<br />

un congreso mundial, no pasa de ser una simple tregua,<br />

para reanudar la guerra aun más sangrientamente, en las<br />

primeras de cambio. La sola forma de cesión territorial sin<br />

consecuencias es la anexión voluntaria. La historia no registra<br />

ni un solo caso de conquista mediante la<br />

violencia; lo que se conquista con la fuerza, y, mejor aún,<br />

se usurpa, no es nada más que el territorio. Conquistar<br />

significa, en su verdadero sentido, hacer suyo al enemigo<br />

mediante la persuasión. El_caso perfecto de la conquista<br />

de los pueblos es la anexión suscrita voluntariamente.<br />

Conquistar al vencedor sería, pues, el triunfo más cierto<br />

de la política verdadera. Así pensé; pero como mi<br />

emoción era tan grande, no he hablado.<br />

ARMANDO (que esperaba impaciente que<br />

concluya Emilio)<br />

Pues yo escribí anoche un artículo al respecto.<br />

¿Quieren oír? Veamos qué les parece.<br />

ADALID (zahiriente, mirando de soslayo)<br />

¿Con qué objeto quieres que te oigamos? ¿Para<br />

que te critiquemos, para que tú mismo goces en la<br />

lectura o para que te aplaudamos? Di, nomás, che, la<br />

verdad.<br />

ARMANDO (picado)<br />

Acaso no sea con ninguno de esos objetos, sino que,<br />

ya que sois periodistas, sepáis cómo se hace una crónica<br />

interesante, dando novedad a la trivialidad de las cosas.<br />

CLETO (mirando el reloj)<br />

Son las ocho; así que aun tenemos una hora libre.<br />

TODOS<br />

Entonces que lea. Lee, Armando.<br />

— 1138 —


EL LOCO<br />

ARMANDO (entre satisfecho,<br />

amenazador y ensimismado)<br />

Perfectamente. Yo. (Leyendo)<br />

LOS COLORADOS O LA PLEBE HEROICA<br />

Para la juventud.<br />

Arrastrado en la multitud, fuertemente cerrados los<br />

labios, iba yo en el ensueño de las agitaciones ambientes:<br />

mi corazón palpitaba a semejanza de combazos en la forja<br />

de espadas rútilas, y mi pecho se ensanchaba, cual si bebiese<br />

los vientos.<br />

De pronto sentí descansar en mi hombro una mano<br />

pesada. Volví atrás la vista. La sombra ensangrentada del<br />

General Pando me miraba sonriendo.<br />

Tuve miedo.<br />

En eso la sombra del Coronel Murguía dijo: —Es el<br />

heroico manco de infantería de la Alianza.<br />

Y, elevándose en el vozarrón de millares de hombres,<br />

un formidable: —¡Gloria!— rompiendo el éter se dilató<br />

en el azul.<br />

Entonces el^ General, siempre risueño, me llevó del<br />

hombro, como imán que arrastra una aguja, hablando<br />

así:<br />

—Estoy cansado. Sentémonos, joven. Largo es el<br />

viaje que hago. Vengo porque hoy se reintegra al ejército<br />

una enseña de heroísmo y honor: el estandarte de los<br />

Colorados; la tricolor que vio consumirse, uno a uno, la<br />

diminuta falange de los héroes replegados ya en el cuadro<br />

inmortal, en el cual s estrelló, a semejanza del huracán, la<br />

caballería chilena, espoloneando millares de bestias<br />

desbocadas.<br />

Aquella es la enseña, que, descolorida por el sol de<br />

los arenales y luego rasgada a bala, y tinta en la sangre de<br />

— 1139 —


ARTURO BORDA<br />

los suyos, oyera, horas más tarde, el clarín de los sobrevivientes,<br />

que, rompiendo el silencio de la noche desolada,<br />

llamaba en vano, dilatándose en el desierto; pues los Colorados<br />

eran un tendal de heridos y muertos.<br />

Así Daza, sacrificando en vano los héroes, inició la<br />

venta que Montes concluyera.<br />

Ahora mira, joven. En el balcón del palacio presidencial,<br />

en manos del Presidente Gutiérrez Guerra,<br />

está la insignia sagrada, a la que como si se movieran las<br />

tierras de Oriente y Occidente, hacen columna de honor el<br />

ejército y los pueblos.<br />

Mas, ¿oyes, joven, aquel lejano, sordo y bélico rumor?<br />

Son los ecos del clarín que despiertan en los repliegues<br />

del sacrosanto estandarte, aquellos que en el silencio<br />

nocturno de la trágica jornada, dilatándose sobre las ondas<br />

del mar, llamaban en vano a los que sucumbieron. Ese<br />

lejano y sordo son dice: —¡Guerra!— y viene de los confínes<br />

de la patria grande en el tiempo y en el espacio. Pero<br />

¿oyes...? El porvenir y la América responden: —Paz,<br />

paz...—<br />

Y ¿qué significa la escarapela que llevas?<br />

—Es, mi General, el distintivo de la Liga de Defensa<br />

Nacional en noble emulación de ideales con la Guardia<br />

Blanca, es decir, a quien hace más y mejor por la patria.<br />

—Bien. Muy bien. Mas, cada cual debe dar el máximo<br />

en su esfera. ¿Qué eres?<br />

—Un día creí ser escritor y pintor, pero...<br />

—Dice Víctor Hugo, repitiendo indudablemente a<br />

Horacio: —Más se necesita pintar que escribir.— Pinta,<br />

pues, y sea en la patria, por la patria y para la patria. Pero<br />

recuerda que el Inca Garcilazo refiere en los Comentarios<br />

Reales, que cuando por una copa de cristal dio Atahuallpa<br />

ocho de oro a un soldado español, y que, porque<br />

ese reveló que aquello abundaba en Europa, el Inca<br />

arro-<br />

— 1140 —


EL LOCO<br />

jando violentamente hizo añicos el vaso, exclamando: —No<br />

merece aprecio lo vulgar.— Pues, joven, el Colorado que?<br />

hagas, infundiéndole sobre todo el soplo, será así:<br />

………………………….<br />

Crepúsculo sangriento.<br />

Desprendiéndose vagamente del horizonte, el<br />

Océa no Pacífico, iracundo y tinto, acomete los escollos<br />

o escupe en las playas. En la orilla, entre nieblas<br />

marinas, el Loa, Antofagasta, Topater, Puerto La Mar o<br />

Calama, y, más acá, un cementerio.<br />

De frente al Océano, sobre una cumbre enhiesta,<br />

de pie, herido, en traje de campaña, destacándose sobre<br />

un cielo volcánico, uno de los inmortales veteranos. Lleva<br />

ensangrentado el haraposo uniforme. El pie izquierdo<br />

asienta en la última roca; cae la mano sobre el muslo; la<br />

derecha descansa en la cintura, sobre la sábana que le<br />

sirve de faja; de su hombro, a discreción, cuelga boca<br />

abajo el Remington. De pronto el héroe indígena gira<br />

tierra adentro su aleonada cabeza azotada por los vientos<br />

marinos, y, mordiéndose el labio inferior, clava en<br />

nosotros su mirada aquilina.<br />

toral.<br />

……………………......<br />

Al pie: — 1904.<br />

—¿4... ? —interrogué.<br />

—Año —dijo— en que se remacha la venta del Li-<br />

Y se desvaneció la visión en la luz crepuscular a<br />

tiempo en que a la sombra de los Protomártires, del Libertador<br />

y de Sucre, entregaban el estandarte a los Colorados.<br />

Después de un silencio hondo, la multitud, ensordeciendo<br />

el firmamento, clamaba al son de la marcha<br />

triunfal.<br />

— 1141 —


ARTURO BORDA<br />

TODOS (ingenuamente)<br />

Muy bien. Publícalo. Si estuviese mal, nosotros te<br />

diríamos. Ya sabes: tenemos la franqueza rotunda.<br />

CLETO (con mayor ingenuidad todavía)<br />

Ya me conoces; yo digo las cosas como son: al pan,<br />

pan, y al vino, vino. Para mí no hay nada más que lo que<br />

miro, oigo y comprendo. Puedes publicarlo; está bien.<br />

ARMANDO<br />

Esperen, porque esto tiene todavía la razón del<br />

fantástico valor de aquellos hombres nacidos para hacer<br />

glorioso el infortunio de la derrota. Verán. Pero necesito<br />

ahora muchísima más atención. (Y leyó).<br />

LA MADRE DEL HÉROE<br />

Un día en que yo tramontaba la cumbre del<br />

Panduro, en el llano, avizorando en toda la extensión no<br />

distinguí nada; pero después una pequeñísima polvareda<br />

que se fue arremolinando y cimbrándose, como una<br />

retrechera mujer cita, que al avanzar se elevara al cielo<br />

en el que desapareció, me hizo notar en una especie de<br />

arenilla que se movía, allá, muy lejos. En seguida supe<br />

que era un batallón que iba a jornadas forzadas bajo el<br />

implacable sol; pero en medio de esa nada he visto tal<br />

grandeza, que mi asombro aun no pasa.<br />

Al fondo, en el horizonte, esfumándose en el<br />

azul, los Andes pincelan entre nubes sus más altos<br />

picachos de eternas nieves; y desde sus anfractuosas<br />

estribaciones la brumosa lejanía de las eriales llanuras<br />

en que se prolongan con tinte violáceo, es larga,<br />

obsesora y fatigante. Luego, más acá, unas tras otras las<br />

ondulaciones del terreno a manera de inmensas<br />

depresiones del océano. Así, poco a poco, se hacía más<br />

visible y tangible la asperosidad de la pampa cubierta de<br />

espinos y pajonales. Y aquí, en primer<br />

— 1142 —


EL LOCO<br />

término, rayando el pedregal, el polvoriento camino de herradura<br />

en que se levanta danzando, sutil, flexible, un<br />

lindo torbellino al choque de los vientos que alzan la<br />

polvareda que la tropa ocasiona, yendo sensiblemente<br />

cansada. Todos van charlando perezosos, porque hace<br />

días que llevan el mismo andar en la inclemencia de los<br />

yermos. ¿De dónde vienen o a dónde van? ¿Son acaso los<br />

revolucionarios o son los leales yendo a sofocar alguna<br />

revuelta? Estamos, pues, en el trágico siglo de los<br />

cuartelazos y asaltos al poder, abusando del inocente y<br />

temerario valor del pueblo, cuya energía urge de una<br />

acción potente en beneficio de la patria. A retaguardia,<br />

llevando a cuestas sus menesteres, las mujeres de los<br />

soldados, o sean las rabonas o cantineras, juntamente con<br />

la ambulancia y la impedimenta.<br />

Al otro día, helado y sombrío, mientras se desencadena<br />

la tempestad al soplo de los huracanes, trasminando<br />

de frío los huesos, una de las mujeres, retrasándose intencionalmente,<br />

tiembla, tambalea y cae, agobiada al peso<br />

de su carga. Con un ¡ay! y unas retorciones angustiosas,<br />

veo que desembaraza, calada por la lluvia. Es un solemne<br />

bautismo entre relámpagos, rayos y truenos. En seguida<br />

envuelve penosamente en un rebozo a la criatura.<br />

Mientras tanto se rasgan las nubes, casi en el horizonte, y<br />

brilla un rayito de sol poniente, iluminando aquel<br />

formidable cuadro en la lúgubre y vasta extensión. Al<br />

poco tiempo, cuando vuelve a ennegrecerse el firmamento<br />

y el relámpago de un rayo cercano se abre, disipando un<br />

instante la sombra de confín a confín, y retumba<br />

horrísono el trueno, sacudiendo cielo y tierra, echa la<br />

madre la placenta, y con la matriz revuelta y afuera,<br />

aniquilándose en la hemorragia, cual si anduviera en las<br />

ignotas brumas del sonambulismo, cargando su vastago<br />

además de los enseres, esforzando su voluntad prosigue la<br />

jornada. En eso el gemir del párvulo concierta<br />

siniestramente su vocéenla con los silbos y el bramar del<br />

vendabal.<br />

De tal manera, queriendo resistir la lenta<br />

invasión de la muerte, continúa tras el batallón,<br />

internándose ya en la lóbrega noche, bajo la tormenta<br />

que arrecia. De rato en rato se oye algún gemido que los<br />

vientos apagan, llevándoselos; pero poco después cesa<br />

la lluvia y se despeja<br />

— 1143 —


ARTURO BORDA<br />

el cielo. Las estrellas fulguran intensamente, tanto que es<br />

como si la eternidad hubiese abierto sus ojos ávidos por<br />

contemplar aquella heroica madre.<br />

Es entonces que me voy atrasando adrede,<br />

porque es tan seductora y tan fantástica la soledad en el<br />

altiplano, que hay que gozarla íntegramente, recogiéndose<br />

en la meditación, a pesar de lo cual en la canción del<br />

viento parece que se oyera tropeles, gritos, suspiros y<br />

charlas en las ondas. El frío aumenta rápidamente y los<br />

vientos se van amainando en un frío glacial, por lo que<br />

parece que la tierra se quejara; pues ha comenzado la<br />

helada. Y en medio de la vasta sombra, llena de la<br />

claridad de las estrellas, se cree sentir o ver algo como si<br />

los espectros anduvieran sigilosos en todo sentido.<br />

Estando de esa suerte, no sé cuánto tiempo, me he<br />

sentado a la vera del camino, meditando ante la inmensidad<br />

de la noche, hasta que un relincho y el clangor de un<br />

cornetín me han sacado de mi abstracción. Debe ser que<br />

los soldados han llegado a la posada, a esa miseria de rancherío<br />

que parece encogerse temblando de frío, escondiéndose<br />

en la tierra. Mientras tanto, el albor de la aurora<br />

está clareando el oriente a la que vez que salta la luna,<br />

de modo que por contraste el horizonte es una franja negra.<br />

Y en esa mi lontananza creo adivinar una silueta femenina,<br />

agobiada por su carga, que se aproxima arrastrándose<br />

al mismo rancho. Debe ser la puérpera.<br />

*<br />

Mas, como desde ahí he tomado otro rumbo, no he<br />

vuelto a saber nada de esa indiecita de acero o roca, hasta<br />

después de muchos años y eso de modo demasiado casual.<br />

Ella había muerto al incorporarse al batallón en<br />

aquella, no sé si sublime o trágica jornada. El comando<br />

recogió al vastago aquel, el cual al través de los años<br />

llegó a ser uno de los más notables jefes de la misma<br />

unidad: los célebres Colorados de Bolivia, símbolo de<br />

heroísmo y arrojo.<br />

Pero ojalá que desde hoy cada número del<br />

ejército no sólo soldado sea sino un sabio y un brazo útil<br />

en el em-<br />

— 1 1 4 4 —


EL LOCO<br />

puje del progreso, tanto como hasta hoy ha sido el<br />

heroísmo inútil para la República ante el lupino cercén<br />

de todas nuestras lejanas fronteras.<br />

TODOS (alegremente)<br />

Sí; está muy bien.<br />

LUIS<br />

Efectivamente que está muy bien. Pero quizá<br />

sería bueno corregir alguna que otra palabra...<br />

ADALID (molestándose)<br />

No fastidien. Más bien quieres decirme, tú,<br />

¿por qué endiosas a la plebe, denigrando siempre a la<br />

juventud? ¿Acaso en los Colorados no han concurrido<br />

casi por igual tanto los artesanos como los intelectuales?<br />

¿Y así en todo el ejército?<br />

ARMANDO<br />

Te diré. Tú supones que yo hago diferencias entre<br />

juventud y plebe o entre intelectuales y obreros; lo cual<br />

siendo así constituiría un error crasísimo. Yo distingo<br />

únicamente entre imbéciles y doctos. Y dada que es tan<br />

idiota la plebe, plebe intelectual, plebe política y plebe<br />

social, como la plebe religiosa, es necesario alentarla<br />

para que por lo menos aniquilándose a bala y por una<br />

causa noble, según su propio concepto, cual es el de la<br />

patria, siquiera que su muerte sea útil y bella, ya que su<br />

existencia es nula y repugnante.<br />

En cuanto a la juventud que nombras, no digo<br />

nada, porque entiendo por juventud, aunque en esto me<br />

contradiga aparentemente, no la edad moza, sino que<br />

aquella que con el corazón dilatado de entusiasmo en el<br />

infinito piensa y trabaja inteligentemente en la belleza,<br />

en el amor y en la verdad: en el progreso incesante de la<br />

dignificación humana.<br />

— 1145—


ARTURO BORDA<br />

De todas maneras yo debo entender por juventud<br />

la parte más inteligente y fuerte de la humanidad, la<br />

más bella en su altivez y no la edad moza que se<br />

arrastra.<br />

LUIS<br />

¿Y por qué no haces mención en tu artículo, de los<br />

aliados, los peruanos?<br />

ARMANDO<br />

Porque dejando caer de sus manos el fusil, han<br />

huido miserablemente del campo de batalla. No sirven<br />

para nada. Ellos son los que han perdido su territorio y el<br />

nuestro. En cuanto a los chilenos, es bien sabido que con<br />

la desesperación por el guano y el salitre nos<br />

arrebataron Cobija, pero como hombres. Y lo que elogio<br />

en los bolivianos, es su arrojo bestial, su inocencia<br />

infantil. Y no hablemos de argentinos y brasileros.<br />

CUETO<br />

¿Y tú fuiste a ver la entrega del estandarte?<br />

ARMANDO<br />

Sí. Y es la única vez que asistí a manifestaciones<br />

de tal naturaleza; me arrastró lo excepcional del<br />

asunto.<br />

LUIS<br />

Yo te vi. Estabas en un grupo de muchachos del<br />

partido...<br />

ARMANDO (incomodado)<br />

Yo no pertenezco a ningún grupo; porque aquí,<br />

como en todas partes, los partidos políticos son amasijos<br />

híbridos de todas las ignorancias y los apetitos más<br />

desordenados. Mis conceptos de patria y patriotismo son<br />

absolutamente distintos a los conceptos al respecto de<br />

todas esas plagas de sanguijuelas del erario nacional.<br />

— 1146 —


EL LOCO<br />

Aquí no hay nada más que tres cuadrillas, tropas o<br />

bandas en acecho del poder: el liberal, el republicano y el<br />

radical, y el socialista que se va diseñando, que por el<br />

lastre de ignorancia que lleva no vale nada.<br />

Francamente, "yo no sé cómo puedan ser liberales<br />

los avaros, los que casi ponen en subasta internacional<br />

nuestras fronteras.<br />

¿Y los republicanos? ¿Qué decir de un partido republicano<br />

en una república? ¿Ha sido un nombre puesto<br />

entre broma y broma por algún muchacho de buen humor?<br />

Es un partido que no hay cómo comprenderlo ni por<br />

antonomasia.<br />

¿Y los pretensos radicales? ¿Qué son estos radicales?<br />

¿Radicales a secas, políticamente? ¿Cómo es eso?<br />

¿A un mismo tiempo son radicales demócratas, radicales<br />

aristócratas, radicales radicales, radicales moderados (!),<br />

radicales socialistas, radicales autócratas, radicales<br />

esclavos o radicales republicanos, o radicales<br />

monárquicos? ¿Qué hacen? ¿Están jugando a cara o sello;<br />

a cómo se presenta la situación? Seguramente que esa es<br />

la política más admirable y más inmunda. Entonces, ¿qué<br />

orientación pueden tener? Bajo designación tan genérica<br />

no veo cómo se pueda sustentar ninguna doctrina basada<br />

en la justicia, en la equidad y en la verdad; no veo nada<br />

más que lo indefinido, exprofesamente adaptable a<br />

cualquiera situación.<br />

Y lo que es para matarse de risa, es cómo en el<br />

fondo todos los bandos políticos tienen el mismo<br />

programa. Y crean ustedes en esas promesas.<br />

Estos partidos políticos, cuando aparece un hombre<br />

honrado, o que por lo menos parece ser y que quiere y<br />

hace lo posible por ser un modelo de gobernante,<br />

entonces todos le abandonan, porque todos los cabecillas y<br />

segundones ambiciosos ven coartadas sus ilegítimas<br />

aspiraciones, lo cual pregona con el hecho mismo el<br />

sentido más tuerto que tienen del patriotismo; pues<br />

nada les cuesta, si piensan verdaderamente en la<br />

patria, coadyuvar todos a uno, por lo menos para hacer<br />

un ensayo del gran ideal.<br />

— 1147 —


ARTURO BORDA<br />

Pero eso no se ha visto ni una sola vez, ni siquiera por burla.<br />

Y sospecho que tampoco se vea nunca.<br />

LUIS (dirigiéndose a José y Cueto)<br />

Ahora basta de eso. ¿Vamos?<br />

ADALID<br />

No vayan; no hagan zoncerías.<br />

LUIS<br />

Yo voy; porque si no en la Aduana no despachan<br />

mis pólizas. Es terrible este régimen, aunque la verdad es<br />

que todos han sido y serán de la misma jaez. ¿Vamos, José?<br />

Miren que si no van no despachan sus asuntos ni<br />

en el Tesoro ni en el Banco de la Nación, ni en ninguna<br />

parte donde intervenga el gobierno. Vamos.<br />

ADALID<br />

No vayan; pierden tiempo en criar cuervos que más<br />

tarde os sabrán de sacar los ojos. Y todos los gobiernos habidos<br />

y por haber son la misma cosa; la única diferencia<br />

está en que unos son peores que otros.<br />

JOSÉ, CLETO Y LUIS<br />

Vamos. Es asamblea general.<br />

LUIS<br />

Y habrá designación de candidatos a la<br />

presidencia y a las vices, para senaturías y diputaciones,<br />

así como para ministerios, tesorerías y aduanas, aunque<br />

dice que ya ha mandado los nombramientos el<br />

Presidente.<br />

ADALID<br />

Muy bien. En fin, todo se arreglará en familia, como<br />

de costumbre. Por lo que hace a mí, yo no iría ni<br />

pa-<br />

— 1148 —


EL LOCO<br />

gado. Conozco a todos esos tipejos. En mis mocedades fui<br />

empleado en todas las oficinas: aduanas, bancos,<br />

tesorerías y qué sé yo cuántas otras.<br />

A propósito.<br />

Una vez en la aduana, que es donde mejor<br />

entienden la sustracción y división, desde el portero<br />

para arriba, casi voy a parar a la cárcel, porque el<br />

administrador, que era un ignorante, como casi todos los<br />

administradores de aduana, porque así conviene a la<br />

administración nacional, en no sé qué clase de manejos<br />

con el contador y un agente de aduana, hicieron<br />

desaparecer algunos millones de pesos; y como<br />

inocentemente fuese yo a dar un dato que pedía la<br />

Inspección General, resulté comprometido o sospechoso,<br />

sin saber leer ni escribir. Claro está que después de<br />

seguirme un proceso misterioso, me echaron por ladrón,<br />

para ejemplarización ante el público. Hice público por<br />

la prensa el asunto. Pero el gobierno ascendió a los<br />

bribones y supe que después se habían efectuado robos<br />

más escandalosos y en mayor escala.<br />

¡Oh.. .¡ Yo te digo que a tus tipos los conozco<br />

muy bien. Para ellos que pasan succionando las arcas<br />

nacionales, borrando tan hábilmente como pueden las<br />

huellas, que después nadie se da el trabajo de investigar,<br />

porque el Tribunal Nacional de Cuentas se compone<br />

siempre del elemento más inútil posible y que a veces no<br />

saben ni sumar, pero que, eso sí, jamás dejan de cobrar<br />

sus sueldos. De ahí que los puestos públicos sean una<br />

garantía para los gatuperios en la administración. Esto<br />

todavía sin contar con que la prensa gobiernista pone el<br />

grito en el cielo si alguien denuncia algún robo. Decía<br />

que para ellos es ladrón el que en la noche tenebrosa va<br />

embozado, con la daga al cinto, encendiendo la linterna<br />

sorda debajo de la capa, asalta con el mayor sigilo las<br />

cajas de caudales. ¡Ja. ja, ja! Pero para ellos son los<br />

honores, el poder y el bienestar en el misterioso<br />

ambiente Tofana la envenenadora; mas, para el<br />

desgraciado que por hambre hurta un mendrugo, para él<br />

los cerrojos, el cepo y el patíbulo. ¡Admirable!<br />

¡Oh, muchachos! Yo he visto, he analizado y<br />

dudado mucho y todavía no he visto casi nada de la<br />

plaga de pi-<br />

— 1149 —


ARTURO BORDA<br />

Herías que pasan en los gobiernos de los pueblos del<br />

mundo.<br />

Ahora lo único que les puedo aconsejar es que a<br />

todo trance quieran, quieran y quieran siempre ser<br />

buenos, para que a la postre se hundan.<br />

LUIS<br />

Es que, mi querido Adalid, no les has oído hablar.<br />

¡Oh! Si les oyeras ya verías cómo te convencen, precisamente<br />

por lo que dices, de las muchas reformas que se<br />

comprometen hacer para espurgar de sabandijas la administración.<br />

Si oyeras los proyectos que tienen.<br />

ADALID<br />

¿Que no sé lo que ofrecen ellos, a quienes conozco<br />

palmo a palmo? Viendo cómo gesticulan a la desesperada,<br />

energúmenamente, todos los cabecillas y segundones de todos<br />

los bandos políticos, los opositores atacando a los gobiernistas<br />

como a las rocas las olas del mar, y los gobiernistas<br />

adheridos al erario a modo de sanguijuelas en carne<br />

viva. ¡Uf! ¿No has visto nunca cómo los famélicos lebreles<br />

se lanzan en los muladares sobre la carroña? ¿No<br />

has visto cómo cuando el amo echa a sus pies un<br />

pedazo de bofe se desgalga sobre él toda la jauría,<br />

indiferente a los puntapiés que recibe, sin sospechar<br />

siquiera que ese bofe ha sido únicamente para que<br />

coma el predilecto? Pues, hijo... Ten vergüenza de tu<br />

condición política, ahora y siempre, de la degeneración<br />

moral a que estás expuesto. La inocencia de tu honradez<br />

te da pleno derecho para ser altivo, y, si quieres, para ser<br />

orgulloso, y hasta soberbio, para mirar de alto a bajo, de<br />

hito en hito a toda esa porquería de gentes.<br />

Es necesario, muchacho, sepas que las palabras o<br />

conceptos de honor, honradez, dignidad, patria, justicia,<br />

desinterés y humildad (!), así como gloria y sacrificio, no<br />

significa en boca de ellos otra cosa que... quiero oro a<br />

trueque de todo. Y si no observa que casi todos los que<br />

persiguen el gobierno son linos pobres diablos<br />

desalmados;<br />

— 1150 —


EL LOCO<br />

mas, si es un millonario o simplemente un ricachón, es<br />

para apretar el dogal del pueblo. En cambio, todos los que<br />

descienden del poder, desde corregidores, es que ya son<br />

visiblemente potentados. Esto es incuestionable y de cada<br />

día; hechos que están a la luz del sol.<br />

Mientras tanto, la multitud, el grueso del partido,<br />

cada uno de vosotros, es la gente inocente, ridículamente<br />

crédula, aquella tonta que a pies juntillas cree como dogmas<br />

las paparruchas que en sus payasadas simiescas os<br />

engatuzan; y eso si no se hacen simplemente los que<br />

creen, para ver si luego apercollar! algo.<br />

Ahora adviertan que individualmente a los<br />

adherentes no se les considera en nada. Un amigo<br />

político ya no es un hombre para el candidato y sus<br />

segundones: es apenas algo como un simple cero, como<br />

una ficha, algo como un ladrillo para el edificio a<br />

construir.<br />

Es, pues, urgente dudar de todos, y no sólo dudar,<br />

sino que burlarse; porque ellos no se burlan únicamente,<br />

sino que nos están esquilmando, con todo el desprecio posible<br />

de que es capaz la ambición del poder.<br />

Pero mientras iban hablando yo me había dormido.<br />

…………………………………………………………<br />

*<br />

El rumor de un aplauso general me despertó.<br />

*<br />

ADALID (sigilosamente)<br />

Y debo manifestar que el asunto del Pacífico,<br />

lanzado hoy nuevamente al tapete verde, tiene por secreto<br />

las maquinaciones de la política interna; es y será siempre<br />

— 1511—


ARTURO BORDA<br />

pre el caballito de batalla. Y sospecho que eso en los republicanos<br />

tenga todavía caracteres más repugnantes. Ya<br />

veremos.<br />

TODOS (sarcásticamente asombrados)<br />

¡Ah!... De veras. Quizá... Sí; es posible.<br />

ADALID (amostazado)<br />

Sí, señores, aquí, como en todas partes, son meramente<br />

transacciones de interés particular, mediante los<br />

cuales sabremos, cuando ya no hay remedio, que para eso<br />

sirve la historia, de alguna o algunas pérdidas, si no<br />

territoriales, por lo menos comerciales, que a los<br />

postres da a lo mismo. Pero, como digo, eso sólo<br />

sabremos en autoridad de cosa juzgada.<br />

En frente no veo ni un gusano de luz que hile su<br />

hilo de ensueños ultrasusiles, si no son dos o tres vates<br />

olvidados, que no sé si son...<br />

COLETO (mofándose)<br />

No dirá que se mira en frente únicamente la<br />

piara. Eso no querrás decir. ¿Verdad?<br />

ADALID (aparentando indiferencia)<br />

Eso no me importa averiguar por el momento;<br />

pero sí, te digo que hay patriotas tan angurrientos, que<br />

en adversas y prósperas fortunas succionan a la patria<br />

todo el jugo de sus venturas y desgracias, como los<br />

religiosos cristianos, y los demás, que viven subastando<br />

la imagen de su Dios. ¿Comprendes? Y jay! de la<br />

patria si cae en poder de los descamisados.<br />

LUIS (notablemente entusiasmado)<br />

Canta claro, amigo; que el gongorino guirigay sólo<br />

sirve para molestar la atención y quitar el deseo de oír.<br />

— 1152 —


ARMANDO<br />

EL LOCO<br />

¡Aja, ja, ja! Es verdad. Bueno. Vamos a ver lo que<br />

querías decir respecto a lo del Pacífico? ¿Acaso: —<br />

Morituri te salutant?— Habla, che, somos todo oídos.<br />

ADALID (molestado por la polla)<br />

En primer lugar, que eres un imbécil que no<br />

entiende o no quiere entender, y, en segundo lugar, que<br />

Solivia está estrangulada indefinidamente merced a<br />

Montes, o, dicho de modo más propio, merced a la<br />

estúpida tolerancia de cada ciudadano.<br />

Ahora un poquito de historia, de lo que sella para<br />

siempre, fijando responsabilidades concretas.<br />

Que Arica, Tacna y Cobija hayan sido de Perú o de<br />

Bolivia, es asunto que casi ya pertenece al dominio de la<br />

fábula; lo efectivo es que esos territorios los tiene explotando<br />

el férreo Chile. Prácticamente ni Bolivia ni el Perú<br />

pueden reincorporar en sí los territorios detentados; que<br />

de poder, tiempo ha lo hicieran, y con creces, a trueque de<br />

ser un pueblo de idiotas si no obran así, pudiendo.<br />

CUBITO (con sorna)<br />

Pero dicen que Chile está dispuesto a cedernos<br />

Arica y Tacna. En fin, yo no sé; he oído decir así.<br />

ADALID (irónicamente)<br />

. ¡Ojo, jó, jó! ¡Ojo, jó jó! Chile no cede ni un centímetro,<br />

si no es por el duplo. Hace muy bien: es su derecho: el<br />

derecho en la vida real, en el sentido práctico, el verdadero<br />

practicismo. Y sería un bestia si no procediese<br />

de tal manera, ya que es el más fuerte. Entiende bien:<br />

fuerte. Pero supongamos que ceda, en cambio de lo<br />

menos que pueda aceptar, de Oruro y La Paz, es decir,<br />

de Bolivia, por él tomaría Cochabamba y Potosí.<br />

Además, ¿crees el Perú, por cobarde que fuese no<br />

hiciera la guerra cien años? Pues el Perú tiene perfecto<br />

derecho subjetivo<br />

— 1153 —


ARTURO BORDA<br />

tivo sobre Arica y Tacna: no hubo en ese pueblo un solo<br />

gobierno, como al parecer no le hay en el resto del mundo,<br />

que venda por nada su territorio litigiado, como en<br />

Bolivia, con el asentimiento tácito de la nación o sea el<br />

pueblo, ¡por la renta de un año de ese mismo territorio!<br />

¿Comprendes? Pero, ¿comprendes, Armando?<br />

ARMANDO<br />

Parece que hablas demasiado libremente.<br />

ADALID<br />

Primeramente, para saber qué es lo que se debe hacer,<br />

es necesario estar en posesión de la verdad<br />

desnuda; y no se puede poseer la verdad si no se tiene el<br />

valor suficiente de contemplarla, analizando su médula<br />

misma, hasta descubrir el secreto de su fuerza. Claro<br />

que para eso el individuo debe colocarse muy por encima<br />

de sí: ser capaz de hacer abstracción de sus sentimientos;<br />

ser la razón fría. Y, por último, si la verdad tiene que<br />

saberse algún día a pesar de todo, debiendo decirla<br />

alguien, ¿por qué no ha de ser ahora y yo quien la<br />

diga? ¿Y el conocerla no implica, más bien, el mayor de<br />

los beneficios que se pueda hacer a los hombres o a los<br />

pueblos? ¿Por qué seguir mintiendo a fin de ahondar la<br />

ignorancia nacional?<br />

LUIS (recalcando las palabras, queriendo<br />

desviar de conversación)<br />

Ni más ni menos. Por eso te digo que te acordarás<br />

que el día menos pensado el Perú entrega sus aduanas a<br />

Norte América. Y ese habrá de ser el clavo que los yanquis<br />

buscan plantar en estas tierras, para sojuzgarla económicamente.<br />

ADALID<br />

Ya iremos a eso.<br />

Lo esencial ahora es saber que Bolivia no tiene derecho<br />

sobre el Litoral, como el Perú sobre Las<br />

Cautivas;<br />

— 1154 —


EL LOCO<br />

porque conservando el derecho se puede rescatar sin cometer<br />

un atentado, a manera de Francia, Alsacia y<br />

Lorena, Reclamar el Litoral a Chile sería como<br />

reclamar el Acre al Brasil. ¡Ojo, jó, jó! Ambos girones<br />

han sido vendidos en las mismas circunstancias.<br />

Vendidos y bien vendidos.<br />

¡Oh...!<br />

TODOS (alelados)<br />

ADALID<br />

¿Por qué me miráis como tontos? ¿Es que no comprendéis,<br />

vosotros que soñáis con la platónica revisión?<br />

Venta directa o por interpósita persona, si no desiste<br />

en el acto mismo de la venta, significa pleno<br />

asentimiento del poderdante. En éste caso el pueblo, la<br />

nación, la fe patriótica en sus gerentes que son los que<br />

dirigen los poderes del Estado, llámense legisladores o<br />

gobernantes: quien representa jurídicamente de modo<br />

legal al país, a la patria: el Estado.<br />

LUIS<br />

Todo eso está muy bien; pero no tiene síntomas<br />

de finalizar.<br />

ADALID<br />

Perdonad estas digresiones que más tienen de<br />

lección a los niños. No lo digo por vosotros.<br />

CLETO<br />

Así que según tú los tratados...<br />

ADALID<br />

Sin embargo, es de advertir que la teoría<br />

revisionista es de una infantilidad asombrosa, dado que<br />

acusa una total ignorancia de lo que significa la altivez<br />

nacional: la<br />

— 1155 —


ARTURO BORDA<br />

resolución tomada por un pueblo para no retroceder, por<br />

todo cuanto supone libre examen de sus propósitos e inteligencia<br />

libre; por consiguiente, responsabilidad<br />

absoluta de su criterio. El desistir a arrepentimiento de<br />

la venta es ridículo entre particulares, ¿cuánto más no<br />

será entre estados libres? Pues si no se quería esa venta<br />

ominosa, había que impedirla aun cuando hubiese sido<br />

con el crimen, pero en su tiempo, cuando esa oposición<br />

reivindicacionista habría acusado valor de hombre, de<br />

macho, en el único instante en el que se podía mostrar<br />

verdadero interés por la patria de todos aquellos que<br />

impetran la justicia y la verdad a la hora nona; porque en<br />

cualquier idioma y en cualquiera época, venta significa<br />

el abandono voluntario de un derecho sobre algo en<br />

cambio del derecho que se adquiere sobre otro algo<br />

recibido también voluntariamente.<br />

Por consiguiente, punto final, ya que el Litoral<br />

está perdido ab eterno para la altivez del verdadero<br />

patriota boliviano, para los orgullosos de su criterio y de<br />

su libertad de acción y de pensamiento: para los que no<br />

quieren saberse autómatas de los albures, para los que no<br />

quieren reconocerse inconscientes, como individuos ni<br />

como pueblo y menos aún como nación.<br />

CLETO<br />

Creo que das en el clavo.<br />

ADALID<br />

Ahora noten que si yo, Chile, por ejemplo, que soy<br />

más fuerte que tú, el Perú, por ejemplo también, te arrebato<br />

algo a viva fuerza y hago con ello un ventajoso cambalache<br />

con un tercero aun más débil que nosotros dos,<br />

cual es Solivia, por necio, por idiota y cobarde que seas<br />

me armas la gresca del siglo, hasta recuperar lo hurtado.<br />

Entonces el más damnificado es el más débil. Fijaos, pues,<br />

que si Chile nos diese Arica y Tacna en cambio de nuestro<br />

Litoral, quien perdería soga y cabra sería Solivia, ya<br />

que no hay que pensar ni entre sueños en la intervención<br />

eficaz de ningún pueblo del mundo. He dicho, digo y<br />

vuelvo a repetir: del mundo.<br />

— 1156 —


CLETO<br />

EL LOCO<br />

Otra vez en el clavo. Estás certero esta noche.<br />

ADALID<br />

Pero todo esto no sucediera si los liberales no se<br />

hubieran opuesto un día a que don Mariano Baptista, que<br />

a raíz de la guerra instaba, al imperio de una ojeada<br />

genial, diciendo: —Sólo necesitamos el fila de un<br />

cuchillo para que pase el riel boliviano a la costa— a que<br />

se arreglase en esa forma con el vencedor del 79, previo<br />

asentimiento del Perú. Es de advertir que entonces la<br />

cancillería del Ma-pocho estaba resuelta a tranzar en ese<br />

sentido, buscando nuestra alianza ¿acaso para extendernos<br />

después mutuamente hacia el Norte? No sabemos. Mas,<br />

entiendo que era el tacto internacional más práctico; no<br />

obstante, los liberales apodaron a Baptista: —El<br />

traidor.— ¿Para qué? Para que hogaño esos mismos<br />

liberales hagan la venta que censuraron, pero sin obtener<br />

ni el filo del cuchillo que decía el patriota. Es decir, han<br />

perpetrado la estrangulación definitiva de la patria; es el<br />

mudo asentimiento del pueblo inteligente e ignorante.<br />

ARMANDO (suspirando cómicamente)<br />

Pero la Liga de las Naciones al igual de todas las<br />

ligas...<br />

ADALID (molestado)<br />

Déjate de paparruchas. Esos son embauques, conscientes<br />

o inconscientes, para hipnotizar escolinos ignorantes<br />

de la condición humana y de las leyes inmutables de la<br />

naturaleza. La Liga de las Naciones ni más ni menos que<br />

la Conferencia de la Paz o la Sociedad de las Naciones, es<br />

el espejuelo con que se caza alondras o la sirena traidora<br />

que canta impune en los escollos, seduciendo imbéciles,<br />

pero únicamente en la mitología, lo cual no hay que<br />

perder de vista. La Liga de las Naciones fracasó el<br />

instante en que Norte América negó se tratase en ella la<br />

teoría Monroe. Pero la ceguera humana es la estupidez<br />

infinita, cuan-<br />

— 1157 —


ARTURO BORDA<br />

do no la simulación de los vividores. La Liga de las Naciones<br />

o cualquiera de esas tonterías sólo podría ser posible,<br />

y de utilidad efectiva, si los pueblos, como los individuos,<br />

no quisiesen ser más de lo que son y si un día se reconciliasen<br />

los espíritus de Londres y Nueva York, que están<br />

más sordos y separados que por el insondable Atlántico,<br />

así como está América de España, por la aversión lógica<br />

que induce fatalmente toda intromisión de sangre extranjera<br />

en la sangre autóctona.<br />

EMILIO (rascándose la cabeza)<br />

Mas, los yanquis...<br />

ADALID (sonriendo)<br />

Norte América, ¿ente superbo y sin asteísmos, como<br />

cualquiera energía animal que desea imponerse, protegerá<br />

al pueblo en el cual pueda encajar el clavo de sus conquistas<br />

industriales para los fines de su expansión ulterior.<br />

Esa es su historia. Tiene que ir, además, aligerando<br />

su camino para la futura conflagración económica a que<br />

se encamina el mundo al impulso inconsciente De Natura<br />

Rerum.<br />

Es por eso que la América del Sur debe constituirse<br />

en una unidad de defensa contra el Norte, y las dos Amé.<br />

ricas en un solo cuerpo de defensa diplónoma los otros<br />

continentes.<br />

CLETO (como soñando)<br />

¿De manera que el asunto de Arica y Tacna... ?<br />

ADALID (dando autoridad a su voz)<br />

Es el aporo y el maquiavélico tejemeneje de la explotación<br />

apóstata al inocente y oprobiado patriotismo boliviano,<br />

para entornillar otra reelección presidencial de<br />

Montes, cuyo anhelo en ese sentido ya circulaba en labios<br />

palaciegos, desde 1916, lo que, según se supo en los corrillos,<br />

ofreció impedir el General Pando que después fue as-<br />

—1158 —


EL LOCO<br />

cendido en el Perú a General peruano, acaso si<br />

porque aquella cancillería sentía que se le iba encima<br />

el peligro.<br />

¿Te consta?<br />

EMILIO (sorprendido)<br />

ADALID (indiferente)<br />

Esa es la conciencia nacional, tanto como la<br />

chilena y la peruana, según han propagado a todos los<br />

vientos los republicanos mediante la prensa sin<br />

contralor.<br />

Así que Bolivia no tiene más remedio que<br />

esperar y esperar meditando siempre y trabajando<br />

rudamente hasta ser una potencia. Con el puerto o sin<br />

él, si los bolivianos son indígenamente ociosos y avaros,<br />

ningún provecho haran del océano. Los individuos y los<br />

pueblos no tienen lejos la potencia: ella es una fuerza<br />

que va de dentro a fuera. Así que instrucción, educación,<br />

mucha educación, industrias en cuanto se pueda y no se<br />

pueda; mucha voluntad y conócete. Res, non verba.<br />

¿Oyes? ¿Entiendes? ¿Comprendes? Habla.<br />

ARMANDO (amoscado)<br />

¡Sí, hombre! Y no atosigues más; porque yo me<br />

caliento pronto.<br />

ADALID (satisfecho)<br />

Qué bien. Esta clase de martillazos de la verdad<br />

sublevan en lo más hondo de la conciencia todas las<br />

impotencias vanidosas y despiertan ciegos; es una varita<br />

taumaturga. Así que sabes que Arica y Tacna, ya que no<br />

Antofagasta, Cobija, Tocopilla y Puerto La Mar, si no<br />

desaparecen, serán indefectiblemente del más fuerte,<br />

quien quiera que sea. Y si ni Chile, ni el Perú, ni<br />

Bolivia, pueden con ello, el dueño será Estados Unidos,<br />

Inglaterra, Alemania, el Japón o la China, pero el mas<br />

fuerte. De manera que todo el secreto está en ser el más<br />

fuerte económicamente, mediante una larga paciencia,<br />

hablando de los in-<br />

— 1159 —


ARTURO BORDA<br />

dividuos o de los pueblos, porque con oro se compra gente<br />

exposiciones, eso no importa; se paga el piso.<br />

LUIS (perplejo)<br />

Me admira oírte. ¿Para desatarte ahora es que siempre<br />

estuviste callado? Se ve que has pensado como bruto.<br />

Quiero decir que con mucha energía. ¿Y ahora qué<br />

hacer?<br />

EMILIO (de buen humor)<br />

¿Qué hicieras con un embaucador que robándote el<br />

tiempo te hablase de la conquista del fabuloso Vellocino<br />

de Oro?<br />

LUIS (resueltamente)<br />

Eso no se pregunta, siendo así; porque el deber por<br />

sí mismo es dar con las puertas en las narices al intruso y<br />

ponerse tranquilamente en trabajo.<br />

ADALID (aun más satisfecho)<br />

Eso es de sabios, cuando el peligro, cual hoy y h* r<br />

ta Dios sabe cuándo, es una ilusión. En este asunto, en el<br />

fondo, el Perú y Chile han sonreído, dejando hacer al General<br />

Montes, acaso si para sacarnos algún otro partido,<br />

dándole socarronamente alas. Algo más. Conocemos el secreto<br />

público de nuestras fuerzas internas e internacionales,<br />

y no hay, pues, por qué callar. Además, es de guías<br />

iluminar la noche asentando en firme el pie, considerando<br />

siempre más fuerte y lupino al enemigo, porque en tanto<br />

va el cándido a tientas, el astuto va, vuelve, torna y retorna<br />

mil veces. Pero no son los ojos inquietos de ardilla los<br />

que miran y ven más: el águila estática, descubriendo las<br />

manchas a través de la luz, clava inmóvil en el sol sus ojos<br />

serenos.<br />

LUIS (entrometiéndose)<br />

¿Y qué dices de la guerra? ¿Irías?<br />

— 1160 —


EL LOCO<br />

ADALID (burlándose)<br />

¿De qué guerra hablas? ¿De la ruso-japonesa?<br />

¿De la franco-prusiana o con el Perú o con Chile? Eso de<br />

hablar de guerra, así no más, es muy vago. Tal forma de<br />

sugerir es muy bueno para ciertos aspectos poéticos y...<br />

estamos hablando de política.<br />

LUIS (rehaciéndose)<br />

Hombre. Se sobreentiende. Y hay que entender entre<br />

palabras.<br />

ADALID (haciendo un ridículo<br />

gesto de superioridad)<br />

Hay ciertos asuntos en los cuales es menester<br />

que se produzcan los hechos para saber cómo se habrá<br />

de obrar; porque antelar opinión acerca de lo que<br />

netamente depende de las circunstancias es la<br />

fanfarronada. Pero entre vivir como vives, al igual de los<br />

demás, removiendo el lodo, es de preferir morir a bala,<br />

matando idiotas que valen ni más ni menos que vos.<br />

CLETO (sonriendo sardónico)<br />

¡Caramba! ¿Estás tan viejo ya para no querer morir?<br />

De manera que no rías.<br />

ADALID<br />

¿Y qué imaginas que es la guerra? ¿Una<br />

cuadrilla en la que has de resolver el asunto con tu<br />

elegante presencia y con un discursito de salón?<br />

¡Tontos!... No conozco uno solo de entre los dandys que<br />

en el momento dado sea heroico; toda su petulancia se<br />

traduce en temblores y fuga de liebre. Además, ¿crees<br />

que la guerra se hace con fusiles, con soldados y<br />

pólvora? ¡Ja, ja, ja!<br />

CLETO<br />

¡Ja, ja. ja! Desgraciado. ¿Y con qué pretendes<br />

que se ha de hacer, acaso con mondadientes, alfileres y<br />

polvo de arroz?<br />

— 1161 —


ARTURO BORDA<br />

ADALID (frunciendo la nariz y los labios)<br />

Eso imaginan los de tu condición. Una guerca se inicia,<br />

se sostiene y se gana únicamente con oro, porque armas,<br />

gente y municiones, se compra en todos los mercados<br />

la cantidad que se quiera. Eso sabe o debe saber cualquier<br />

estudiante, y especialmente todo suboficial, y más,<br />

claro está, los oficiales generales; pero mientras se puede<br />

estar haciendo todos los más bellos simulacros que se quiera,<br />

porque al fin y al cabo el simulacro es uno de los únicos<br />

métodos prácticos de enseñanza de la guerra; y nadie<br />

podrá negar que el ejército es absolutamente para la guerra,<br />

aun cuando la guerra sea ahora un mero ideal. Lo que<br />

pasa con nosotros. ¿Qué haremos sin dinero? Si, por ejemplo?<br />

no se tiene para sostener un ejército de veinte mil<br />

hombres durante seis meses contra otro de cien mil que<br />

cuenta con qué para uno o más años, antes de romper relaciones<br />

ya se habrá perdido. Y aventurarse en tal empresa<br />

se llama burralidad.<br />

CLETO<br />

Puede ser. Pero tenemos que ir a la guerra; y tú<br />

adelante.<br />

ADALID (más tranquilo)<br />

Ahora bien; los que como tú hacen alharacas, hasta<br />

concibo que puedan ir alegres a la contienda, sin verter<br />

ni un lagrimón; pero si para sostener esa misma campaña<br />

se os arrebata o pide vuestros bienes de fortuna, heredados<br />

o por otros medios habidos, gemís a modo de las<br />

hembras, huyendo a esconder los tesoros a los quintos apurados.<br />

Y esto no lo digo únicamente por vosotros los bolivianos,<br />

sino que por los acaudalados de todo el mundo.<br />

Cochinos. He ahí vuestro efectivo patriotismo. Nos conocemos<br />

a uña y carne; pero, eso sí, si podéis aprovechar de<br />

las angustias nacionales para enriqueceros aun más, no reparáis<br />

en nada, y perorando angurrientamente incitáis al<br />

pueblo, el inocente patriotismo del proletario, a que perezca<br />

en la batalla, que en fin de cuentas es el único víctima.<br />

Sí; y si no no encuentras en el ejército ni un solo<br />

ri-<br />

— 1162 —


EL LOCO<br />

cachón. Ellos comprarán con un mendrugo la sangre de<br />

algún menesteroso que servirá en su lugar; porque ellos<br />

habrán de argüir que son intelectuales y que la patria<br />

antes que sangre necesita cabezas.<br />

LUIS<br />

Pero eso es tan cierto que no tiene vuelta de hoja.<br />

ADALID<br />

¿Sí? Cómo hacen falta un Lenín y un<br />

Masianelo en cada pueblo.<br />

Vosotros que en vuestras arengas os mostráis tan<br />

adictos a la causa del pueblo, publicad, si sois capaces, la<br />

historia de los grandes rebeldes. Haced eso si tenéis calzones,<br />

ya que los pueblos están totalmente enervados.<br />

EMILIO<br />

¿Y por qué no lo haces tú?<br />

ADALID<br />

Sí, que lo haré oportunamente; pero antes, ahora<br />

mismo, quiero hacer una breve reseña de nuestros días,<br />

de lo que nos consta.<br />

TODOS<br />

Estamos listos. Comienza.<br />

ADALID<br />

Corría el año 1916 y ya se hablaba de una<br />

alianza con Chile; de la cesión de Arica a Bolivia en<br />

cambio de Oruro y acaso de una guerra con el Perú; y,<br />

para el efecto, de una otra reelección de Montes. Después<br />

el Perú ascendió, como ya dije, al General Pando,<br />

estratega y táctico de primer orden, según afirman sus<br />

admiradores pero hombre muy valiente y querido por<br />

el pueblo, aunque<br />

— 1163 —


ARTURO BORDA<br />

muchas veces ese mismo pueblo le haya tratado a modo<br />

de trapillo, en efigie y en persona; expresidente y muy<br />

amigo del Perú. A poco tiempo le asesinaron a palos en el<br />

Kgenkgo, Una parte del país atribuye ese crimen a la política,<br />

echándose consiguientemente unos a otros la bola,<br />

entre republicanos y liberales, sin que la justicia pueda<br />

decir nada al respecto hasta hoy. Y Dios sabe hasta cuándo<br />

será, toda vez que crimen político, por su naturaleza misma,<br />

quiere decir impunidad de los delincuentes y misterio<br />

por lo menos hasta la segunda generación, por la calidad de<br />

los factores de intereses creados que intervienen, lo cual<br />

se hace más inmune si se inmiscuyen en el asunto los intereses<br />

internacionales, siendo que entonces de hecho y<br />

derecho desaparece la responsabilidad individual aun siendo<br />

de los gobernantes. Además, es necesario tener en cuenta<br />

que en los crímenes políticos es necesario que mueran<br />

los acusados y acusadores para que la justicia obre y falle<br />

honrada y libremente, la que la alta moral de la justicia<br />

prohíbe asirse a los fallos de los tribunales de justicia<br />

de los partidos políticos interesados ya sean en la<br />

defensa o en la acusación. Tal procede un criterio honrado.<br />

Bueno. Pero la otra parte de la opinión nacional cree que<br />

Pando fue asesinado por asuntos amorosos, deduciendo<br />

del hecho de haber sido el General el hombre más<br />

mujeriego.<br />

Entonces, acaso empujado por Chile, cual suponen<br />

muchos, el General Montes incita, por todos los medios posibles,<br />

el asunto del Pacífico, únicamente, cual aseveran los<br />

contrarios y parecen confirmar las apariencias, para prestigiar<br />

las sugerencias de una segunda relección. Con este<br />

motivo, a fin de imponer silencio al país, y sobre todo a los'<br />

republicanos que desataron libremente todo el vocabulario<br />

del insulto y ocasionar un rompimiento de relaciones<br />

con el Perú, lo cual se supuso también, hizo apedrear uno<br />

que otro almacén de los peruanos, a los que a los postres<br />

las resultó un gran negocio, por haber recibido después el<br />

doble y sin comprobación. En Oruro procedieron de la<br />

misma manera con el diario "La Patria". Es la tercera vez<br />

que se obra más o menos en la misma forma: la primera<br />

hizo poner herrajes en todas las imprentas de oposición;<br />

la segunda hizo además empastelar La Razón. Con este<br />

motivo publiqué ayer<br />

— 1164 —


EL LOCO<br />

LOS CHANCHOS<br />

I<br />

Al atardecer. Arofito en brazos de sus amigos. Está<br />

muñéndose, trasbocando el alma y las entrañas.<br />

Aurelio (a Céfiro). — Corre y dile al doctor, que<br />

Arofito se muere con desenfreno de bilis.<br />

II<br />

A la mañana siguiente. El nuevo sol infunde entu-<br />

siasmo y confianza. En El Prado se encuentran Arofito y<br />

Aurelio.<br />

—Me alegro verte sano ya.<br />

—Gracias.<br />

—¿Ya estás en calma?<br />

—Sí; pero todo me fatiga. Todavía dura el colerón.<br />

Ya lo creo Las enfermedades entran por toneladas<br />

y salen por adarmes. ¿Y cómo fue el bochinche?<br />

—Mejor es, Aurelio, no recordar más aquello,<br />

porque me hace temblar de rabia. De veras. ¿No ves?<br />

—Sí, que veo. Pero, por lo mismo. Anda. Cuenta y<br />

—Sea. Tú comprendes que una vez, pasa; la<br />

segunda se puede tolerar, pero la tercera es<br />

insoportable, a menos de aceptar la esclavitud con<br />

resignación musulmana.<br />

—Naturalmente. Mas, ¿cómo fue el<br />

asunto? —¿Conoces al Director? —Ya lo<br />

creo que sí<br />

— 1165 —


ARTURO BORDA<br />

—Pues bien, observa en los hechos y verás que todo<br />

estaba cavilosamente calculado. Esperó la hora, cuando<br />

los comarcanos rendidos de fatiga yantaban durmiéndose;<br />

entonces, por entrar a saco, azuzando el taciturno a<br />

los chanchos salvajes los echó en el cortijo pacífico. Y fue<br />

lo que debía ser: que de cuajo vino a tierra la imprenta, la<br />

civilizadora. Era el negocio del que no respira ni por<br />

Dios si no es al tantos por ciento sístole y diástole,<br />

pretendiendo matar la libertad del pensamiento.<br />

—Pero, ¿a qué vienen esos circunloquios? ¿Por qué<br />

no dices llanamente lo que sepas.<br />

—Porque estas cosas no se escriben en hojeas volantes,<br />

sino que en la historia, con cauterio y para siempre.<br />

—¿Lo harás?<br />

—Sí. Ya lo creo que sí.<br />

—¿Dónde y cuándo?<br />

—Pronto y en la historia que escriba.<br />

—Bueno. Hasta entonces Dios te ampare.<br />

—Hasta entonces.<br />

JOSÉ (despertando)<br />

Y tomas tan a pecho el asunto, que me da risa; porque<br />

en primer lugar nadie te ha de agradecer y en segundo<br />

lugar si los opositores suben al gobierno ya verás que<br />

por distintos modos harán peores atrocidades, ya sea por ignorancia<br />

o por venganza. Yo he visto mucho.<br />

ADALID<br />

Pues bien; te diré que esa chachara no ha sido un<br />

mal bel decire, porque la verdad es que tengo cierta repugnancia<br />

ocuparme de estos asuntos^ en que se está jugando<br />

hipócritamente unas veces y cínicamente otras,<br />

en<br />

— 1166 —


EL LOCO<br />

ambos bandos, al dado, o cosa así, desde hace treinta y<br />

tantos años, con el ingenuo patriotismo de los bolivianos.<br />

Y será hasta que Chile quede definitivamente en poder<br />

de Las Cautivas porque ahora Bolivia pretende que<br />

apoyándose en los derechos del Perú ha de sustentar los<br />

suyos. Deliciosamente ingenuo, ya que el Perú no irá a la<br />

guerra con Chile si no es bajo la égida yanqui.<br />

JOSÉ<br />

Sin embargo, es de ver la propaganda que con tal<br />

motivo se dan a hacer los politiqueros en las elecciones.<br />

ADALID<br />

Indudablemente. Aun los candidatos para<br />

munícipes o para diputaciones de las provincias más<br />

ocultas, inscribirán en sus programas electorales<br />

festinatoriamente la adquisición de Arica y Tacna, como<br />

si ello fuese tragarse un par de píldoras doradas. Pero ni<br />

eso ni nada no es capaz de mover al pueblo que en<br />

realidad no tiene ninguna noción de lo que es el asunto<br />

del puerto. ¿Te fijas que hablo del pueblo? Pues 2.500.000<br />

de indígenas y obreros absolutamente ignorantes.<br />

Ya.<br />

EMILIO (muy fastidiado)<br />

ADALID<br />

Entonces comprenderéis que me refiero a la<br />

indiada, que compone las nueve décimas partes de la<br />

población, la cual al respecto está en una ignorancia<br />

absoluta: que suceda lo que suceda en Bolivia, los indios<br />

no saben nada, ni comprenden ni pueden comprender<br />

nada fuera de lo que es y de lo que sucede en la parcela<br />

de tierra en que viven, considerando eternamente enemigó<br />

al vecino, desde la conquista. De manera que pretender<br />

hacerles comprender su interés en la defensa de las<br />

lejanas fronteras es un problema irresoluble mientras no<br />

se civilicen, para lo cual un siglo más será escaso quizá.<br />

Pero al imperio de la fuerza el indio irá a luchar aun<br />

cuando sea al polo y por nadie, porque siente arder la<br />

esclavitud en su sangre, en su cráneo,<br />

— 1167 —


ARTURO BORDA<br />

en sus huesos y en sus tuétanos, al peso de cien años de<br />

república en que el conquistador blanco impera con las<br />

mismas costumbres de señorío en vidas y haciendas que<br />

el español; de modo que en su espíritu, en la conciencia<br />

de su alma, no existe ninguna idea práctica de su<br />

libertad. Es por eso que para él fuera de su sayaña el<br />

mundo no existe o no lo acepta. El interés común de la<br />

patria no lo siente, no lo puede sentir, no lo sentirá y<br />

menos habrá de comprenderlo. Somos un pueblo sin<br />

patria. Y, aun hablando de los cinco letrados o sean<br />

intelectuales que habrá.<br />

EMILIO<br />

Esa propaganda... así como la otra para provocar<br />

rencillas internacionales...<br />

ADALID<br />

Seguramente que con esa propaganda los políticos<br />

nos dejan mal con Chile y con el Perú, sin Arica, el Litoral<br />

y Tacna. Pero vuelvo a preguntarme por si no me hayan<br />

comprendido, si podemos reclamar Antofagasta, aun<br />

siguiendo la imposible y absurda política de la revisión de<br />

los tratados. Y torno a contestarme: —No; porque eso<br />

está vendido y muy vendido, con todas las formalidades<br />

del caso, perfectamente legalizado ante la fe<br />

internacional, con la aprobación de nuestro congreso, con<br />

la firma del Presidente de nuestra República, de<br />

nuestros ministros, con el silencio con que ha consentido<br />

nuestro pueblo en el instante preciso, en el único<br />

momento en que podía tener algún valor su opinión. Y así<br />

ese tratado lleva el Gran Sello de Bolivia, de la patria,<br />

nuestro sello, es decir, un asentimiento pleno de la<br />

nación: nuestra voluntad de que así sea.<br />

He ahí cómo los políticos y toda esa chusma de empleados<br />

diplomáticos que, sustentando tal tesis, no tienen<br />

ninguna idea de Gladstone y Thiers, y el pueblo ni un milésimo<br />

de inteligencia en su cabeza ni ninguna noción de<br />

sus derechos ni de su historia. Si es para volverse loco. Escuelas.<br />

Escuelas y miles más de escuelas.<br />

— 1168 —


LUIS<br />

EL LOCO<br />

Pero entonces acaso la teoría de que Arica fue<br />

nuestro...<br />

ADALID<br />

En cuanto a que Arica fue nuestro, es una especie<br />

de meras chicanas espectaticias de tinterillos<br />

malintencionados. Nosotros, los bolivianos honrados,<br />

acaso únicamente unos cuatro, o quizá ni eso, para no<br />

engañar al pueblo ni su sangre ni su plata ni sus<br />

esperanzas, diríamos, sin recibir ni un centavo ni como<br />

consejeros:<br />

Señores chilenos, —o señores peruanos,— nosotros<br />

nos morimos sin respiración, en cambio que vosotros sois<br />

costa de cabo a cabo; entre vosotros, ahora o después, os<br />

habréis de aniquilarnos en una contienda sin resultados<br />

benéficos para ninguno; así que os compramos Arica, en<br />

dinero contante y sonante.<br />

Tal proceder sería perfectamente correcto, de<br />

juego a cartas vistas. O dentro de la misma verdad se<br />

podría proponer en esta otra forma:<br />

Señores, nosotros necesitamos vivir: para eso nos<br />

urge un puerto, sea donde fuera en el Pacífico; y si no lo<br />

dan en mérito del derecho de existencia que tenemos, como<br />

cualesquiera naciones, tomaremos a bala ese puerto,<br />

mañana o después, no importa cuándo, y cuanto más<br />

tarde morir largamente por asfixia, explotados por<br />

vuestras diésemos adquirirlo, haremos la guerra eterna,<br />

ya que a con dobles represalias; tal es la ley. Pero dado<br />

que no r»"-aduanas, en virtud de las cuales nuestra<br />

exportación pier* de hasta el nombre de origen, es decir,<br />

que hasta nuestra propia sangre se vuelve arma contra<br />

nosotros, es preferible que acabándose en el sacrificio<br />

los nacionales, lleven el incendio a todo el continente,<br />

hasta que los vecinos se repartan Bolivia, matándose<br />

entre ellos. Pero no por eso desaparecerá la nación, que<br />

igual a Polonia resurgiría un día. Estamos en una edad<br />

en que únicamente un cataclismo geológico pueda hacer<br />

desaparecer los pueblos. Y aun así es muy problemático.<br />

— 1169 —


ARTURO BORDA<br />

Ahora bien; suponiendo que no se quisiese<br />

resolver el asunto por esa otra forma de proposición, que<br />

es la más aceptable, teniendo en cuenta el orgullo y la<br />

altivez nacional, no hay más remedio que ir francamente<br />

al extremo contrario, no, indudablemente, pidiendo la<br />

protección de Norte América, el más fuerte, no; de<br />

ninguna manera, sino... ¿Sabes cómo? Declarando a<br />

Bolivia colonia yanqui.<br />

ARMANDO<br />

Pues, hijo, con tales bombas hasta los muertos despiertan.<br />

Palabra. Bolivia ¿colonia yanqui? No. Absolutamente<br />

no. Entre la muerte física y la muerte moral,<br />

estoy por la primera y no ser el cordón umbilical de los<br />

norteamericanos. Esa abdicación de la libertad en plena<br />

conciencia de la libertad, aun cuando sólo fuese de los<br />

muy menos, ya sería suficiente fuerza para levantar en<br />

armas no sólo a la patria, sí que también a toda la América<br />

del Sur.<br />

ADALID<br />

Pero los hombres honrados que sienten y piensan<br />

con tal temple de ánimo, es posible que ya no haya en Bolivia,<br />

la cual, a mi modo de ver, cada día es irá volviendo<br />

más indiferente, con ser que ya está mucho. No obstante,<br />

puede ser que haya algunos sabios que mediten eso mismo,<br />

pero sin ánimo para decir esta boca es mía, lo que<br />

equivale a que no existiesen, aunque se apoyen en la<br />

máxima de no hablar si no nos preguntan y en la de no<br />

meterse en lo que no nos importa. Verdad es también<br />

que en asuntos de esta índole nadie quiere considerarse<br />

la patria, nadie se atreve, por ignorancia, por temor o<br />

vergüenza, a interrogar al pueblo que qué es lo que siente<br />

y piensa al respecto. Pero como no hay asunto nacional<br />

que no interese afectando profundamente al más<br />

miserable de los nacionales al igual que al afortunado,<br />

tanto al más sabio que cuanto al más ignorante, resulta,<br />

pues, que todos no sólo tienen derecho sino que están en<br />

la obligación de dar su opinión en los asuntos más<br />

trascendentales. Sí: no únicamente se ha de pedir la<br />

opinión del pueblo para elegir diputadillos del tres al<br />

cuarto, o concejales iguales; porque, en fin de cuentas,<br />

¿quién da su sangre en los campos de batalla, de-<br />

— 1170 —


EL LOCO<br />

jando huérfanos y viudas en el hogar abandonado?, es el<br />

pueblo ese monstruo amansado, sin voz ni voto cuando<br />

ha menester.<br />

En este mismo orden de cosas y casos, esperar<br />

que el analfabetismo senatoril o diputadil cante claro los<br />

intereses netos de la nación, es como esperar que<br />

Antofagasta vuelva a Bolivia, mientras Bolivia no sea<br />

más fuerte que Chile, o esperar que el Perú nos<br />

obsequie caritativamente su derecho celosamente<br />

conservado sobre Arica y Tacna<br />

CLETO<br />

Es delicioso oírte soñar. Y vaya adelante nuestro<br />

adalid.<br />

ADALID (risueño)<br />

Y advierte que no hablo bajo el imperio de la<br />

ilusión; que sé perfectamente cuándo he de soñar y<br />

cuándo no, o cuándo debo mirar o ver. Y sé también<br />

muy bien cuándo e! hablar con claridad meridiana es<br />

patriotismo, así como sé también cuándo hablar<br />

incoherencias, soñando vaga, dulcemente, es<br />

patriotismo. Cada cosa tiene su tiempo, su forma y su<br />

lugar.<br />

Tal, pues, este desbarajuste internacional e<br />

interno se debe en algo a Montes y en mucho a todos.<br />

Montes gobierna desde 1904 hasta la fecha, 1920, y será<br />

hasta cuando caiga su partido; porque los señores<br />

Villazón y Gutiérrez Guerra son dos buenos señores,<br />

el primero de paz y el segundo de... la otra alforja.<br />

JOSÉ<br />

Me alegro que sea así, porque ello comprueba que<br />

a palos o de cualquiera manera los bolivianos sólo<br />

obedecen al puño del más fuerte, del caudillo, el Virrey<br />

todavía, queriendo o sin quererlo, mansamente o<br />

refunfuñando, ya sea porque el pueblo necesita<br />

orgánicamente la tortura de la opresión, reconociéndose<br />

incapaz, o ya porque efectivamente ve en Montes el<br />

único competente. El caso es que<br />

— 1171 —


ARTURO BORDA<br />

viene gobernando a sangre y fuego desde 1904. Y, compañeros,<br />

¡Viva Montes! Si yo estuviese en su lugar<br />

metería dinamita a toda Bolivia hasta que se nivele con<br />

el Pacífico; así no solamente les daría un puerto, sino<br />

que toda ella sería la mar.<br />

Y ahora, ¿de qué hablábamos antes de este charloteo?<br />

EMILIO (medio molestado)<br />

De... Pero primeramente confesarás que ante la situación<br />

bosquejada, dada nuestra paupérrima condición,<br />

lo más razonablemente realizable es la alianza ofensiva y<br />

defensiva con Chile, para dar el manotón al Perú.<br />

ADALID (riendo)<br />

Contrariamente yo creo que el Perú es nuestro<br />

aliado natural. Y en lo que dices, sería siempre que<br />

hubiese la imposible seguridad de que Chile después de<br />

fomentarnos la discordia, vaciando el oro a manos llenas<br />

en los cabecillas, no nos arrebatase lo que ganásemos al<br />

Perú, suponiendo que conquistásemos o robásemos algo;<br />

además de que con tal motivo, o sin motivo, nos<br />

quitaría, tierra adentro, las zonas limítrofes más ricas;<br />

porque lo que Chile necesita es extender su dominio en<br />

cualquier sentido, con preferencia en el Perú, ya que por<br />

impotencia no lo hace en el interior del continente, la<br />

Argentina, por ejemplo. Está bien a las claras que la<br />

propiciatoria ab sécula seculorum será Bolivia.<br />

Por eso no hay más remedio que aguantar punto<br />

en boca, con soberbia de rebelde, hasta ser una efectiva<br />

potencia económica.<br />

Tal es la condición moral de Chile como aliado;<br />

la del Perú ya sabemos, por experiencia y bien dolorosa,<br />

que es soltar las armas en el campo de batalla y tomar<br />

las de Villadiego, sacrificando el arrojo temerario del<br />

boliviano inocentemente confiado; el Brasil y la<br />

Argentina están al otro lado del continente, sin poder<br />

poblar todavía su territorio, trabajando en un olvido<br />

egoísta, consiguientemente<br />

— 1172 —


EL LOCO<br />

sin que en el hecho les importe un ápice el asunto del<br />

Pacífico, tan careado entre nosotros; pero, eso sí, en caso<br />

de hallarnos en vías de ser divididos, argentinos y<br />

brasileros, conjuntamente con los yanquis, dejarían caer<br />

pesadamente sobre nosotros sus zarpas. En cuanto al<br />

Ecuador, Colombia, México y Venezuela,<br />

prácticamente, por falta de intercambio intelectual, es<br />

como si estuviesen para nosotros más allá de las<br />

antípodas. ¿Te das cuenta?<br />

CLETO<br />

(sorprendido) ¿ Q u é . . . ?<br />

ADALID (con cierto gesto de superioridad)<br />

¿Y qué quieres? Pues, hijo, tengo la obligación de<br />

hablar llanamente la verdad, no por nosotros o por<br />

ellos, ni por patriotismo siquiera, sino que por mí<br />

mismo: por no engañarme; por no hacer lo que hace todo<br />

el mundo: callarse por miedo a sí mismos, en razón de<br />

un acto reflejo del terror a los demás. Y quiero hablar<br />

en alta voz, para convencerme que no me extraña ni me<br />

atemoriza mi pensamiento ni mi palabra; para<br />

convencerme prácticamente que desafiando el peligro<br />

me lo echo sin temor.<br />

Bien. He aquí ahora la política internacional más<br />

transcendental de Bolivia: —Olvidar en el vértigo del<br />

trabajo los asuntos limítrofes, estén como estén, hasta<br />

que seamos la primera potencia económica,<br />

entretejiendo ínterin líneas férreas de confín a confín o<br />

estableciendo la navegación aérea.— Pero eso jamás se<br />

podrá poner en práctica, dada la impotencia de los<br />

politicastros que no harán otra cosa que conservar<br />

latente la ilusoria arila patriótica del puerto.<br />

Yo sí, mi querido Armando, que amo a mi pueblo;<br />

y me indigna el miedo, la ceguera o la hipocresía del<br />

tacto diplomático en los tratadistas de asuntos<br />

internacionales, que de todo hablan, como locos en<br />

delirio, menos de lo único que deberían decir, lo cual es<br />

que el imperio del más fuerte es la única ley eterna del<br />

dominio. Esto es irrefragable, aunque los impotentes se<br />

rasquen con piedra pómez.<br />

— 1173 —


Pero...<br />

ARMANDO<br />

ARTURO BORDA<br />

LUIS (dudando)<br />

Espera. En esas condiciones es de ver las bravatas<br />

impotentes de unos y otros, dejando a los postres ridiculamente<br />

malparado el patriotismo, cuando no humillado el<br />

heroico ejército de los Sucre y Bolívar, obligándole a desfilar<br />

en columna de honor, a media noche, en nuestra propia<br />

casa, ante la bandera del enemigo, como cuando el laudo<br />

argentino, respecto al asunto del Manuripi, que por no<br />

haber sabido nuestra cancillería el significado de una palabra<br />

nacional nos llevó a esa circunstancia. Y eso, hacer<br />

humillar así el ejército y pagar indemnizaciones que en<br />

concepto de satisfacción tiene que sudar el pueblo, víctima<br />

de la estupidez de sus gobernantes, ¿eso llaman ellos<br />

patriotismo? Obrar como tontos, sin ver más allá de sus<br />

narices, sin hacer caso de las reflexiones mesuradas que<br />

como entonces Pando aconsejaban los hombres serenos y<br />

reflexivos, se llama patriotismo? ¿En quién está el patriotismo<br />

y en quién la traición a la patria... a la buena fe<br />

de los poderdantes, de cada ciudadano? ¿En el que arrastra<br />

ciegamente al ejército, como queda dicho, o está en el<br />

que exponiéndose al escarnio trata de impedir aquella<br />

vergüenza?<br />

Yo lo sé, amigos míos, que porque vocifero estas<br />

verdades, agitando mis guiñapos para salvar al pueblo,<br />

abriéndole los ojos y las orejas para lo sucesivo, me<br />

llaman loco, para que luego me motejen de traidor. Lo sé:<br />

mas, pan, pan, y vino, vino, cada cual por su camino:<br />

que el baldón o la gloria, caerá, como siempre, sobre las<br />

descendencias, para que por tal manera la propia sangre<br />

alabe o maldiga de generación en generación, según<br />

hubieren sido los hechos.<br />

LUIS (fríamente)<br />

Lo que dices está muy bien; pero yo, como<br />

boliviano, no iría con los chilenos ni a la gloria, y con<br />

los perua-<br />

—1174 —


EL LOCO<br />

nos mucho menos, por supuesto, aunque las alianzas<br />

sean a los pueblos lo que el oxígeno al organismo; pues si<br />

es peligroso acompañarse con un ladrón no es menos con<br />

un cobarde, y es peor asirse impotentemente de las<br />

mangas del poderoso, Argentina o Brasil, para quien le<br />

seamos un estorbo comprometedor de sus intereses. Esto<br />

descontando que ellos tienen interés en nuestra<br />

perdición, ya que ambos estados quieren lindar con el<br />

Perú, suprimiéndonos, en beneficio de su hegemonía<br />

sobre ambos océanos, y por envidia a la América del<br />

Norte. He ahí por qué debemos vivir en odio latente a<br />

los vecinos, sean quienes fuesen.<br />

Las conquistas, reconquistas y reivindicaciones en<br />

el amor se operan entre sábanas, con embelecos y<br />

promesas, en una campaña de besuquees, de dimes y<br />

diretes, en escenas graciosísimas o ridiculas, pero entre<br />

los pueblos, las conquistas, las reivindicaciones y<br />

reconquistas se efectúan a sangre y fuego, en plena<br />

tragedia: a bala.<br />

A los hombres y a los pueblos les interesa en sumo<br />

grado no confundir los tiempos, el amor y la guerra, las<br />

causas, los medios y los fines, porque si no más vale estar<br />

punto en boca, hasta que el exceso de potencia efectiva estalle<br />

en acción. Luego no resta nada más que una larga y<br />

paciente acumulación de fuerzas: un sabio sacrificio de los<br />

inútiles alardes. Necesitamos ser la primera nación económicamente,<br />

que después de todo lo demás es arcilla de<br />

construcción, y que se viene por añadidura.<br />

CLETO<br />

Pero nuestros hombres son de una mezquindad<br />

asombrosa y sobornables a pesar de sus ínfulas de<br />

tiranuelos. Lo prueban las ventas del Acre y el Litoral,<br />

en tanto que las cancillerías y los pueblos vecinos se<br />

desternillan de risa de la egoísta bobería de nuestros<br />

hombres, ensoberbecidos con halagos ridículos de<br />

exageraciones sarcásticas, como para embriagar las<br />

candidas mentes de los hotentotes o senegaleses. Así le<br />

arrancó el Brasil a Melgarejo el Acre en cambio de un<br />

perro y un título honorífico, y así también Chile le<br />

arrancó Atacama, hasta el paralelo 24.<br />

— 1175 —


ARTURO BORDA<br />

ADALID<br />

Para eso sirve conocer a los hombres, para apoderarse<br />

de ellos por su flaco, en ésta forma: —¿Ambiciona<br />

honores? Toma; nada cuestan. ¿Quieres oro? Toma; que ya<br />

devolverás con ilimitadas creces, porque, pequeño déspota,<br />

mientras tú necesitas para tí en tu país, nosotros requerimos<br />

para la nación. ¿Para tí la patria es un medio?<br />

Mejor; véndela; que para nosotros la patria es un fin.—<br />

Así.<br />

CLETO<br />

Por tal manera, cuarenta años después, Montes acaba<br />

la venta del Litoral a Chile y el Acre al Brasil, gestiones<br />

hechas por Pando.<br />

ADALID<br />

Por eso quizá mi odio no es tanto contra los vecinos<br />

que cuanto contra nuestros políticos de aguas turbias y<br />

contra nuestros gobernantes, salvo raras excepciones,<br />

Frías, Santa Cruz, Ballivián, etc.<br />

ARMANDO (guiñando él ojo)<br />

Ahora, queridos amigos, para que pierdan toda esperanza<br />

de componendas amistosas con el Perú o Chile<br />

acerca de Arica y Tacna, y de nuestro Litoral, que para mí<br />

sigue siéndolo, sabed que la nota de Porras, dice: —El Peni<br />

no escuchará ninguna proposición acerca de las cautivas,—<br />

es la convicción de un propósito firme de ese pueblo,<br />

tanto como es la resolución y la conciencia de Chile,<br />

de lo que así textualmente dice su ministro Koning:—Bolivia<br />

no debe contar con la transferencia de los territorios<br />

de Tacna y Arica aunque el plebiscito sea favorable a Chile.—<br />

Pues bien; aun suponiendo que adquiriésemos un<br />

puerto cerca de Panamá, y con anuencia de Chile... Chile<br />

nos lo robaría, ya que ese es el pensamiento del pueblo, no<br />

obstante la desautorización cancilleresca, que a la letra<br />

dice: —En tiempo de guerra las fuerzas de Chile se apoderarían<br />

del único puerto boliviano, con la misma<br />

facilidad<br />

— 1176 —


EL LOCO<br />

con que ocuparon todos los puertos del litoral de Bolivia<br />

en 1879.— Y para que sepan odiar a Chile, aunque nos diesen<br />

temporalmente diez puertos, para que vean cómo se<br />

burla de Bolivia en su derrota, oíd todavía lo que el mismo<br />

Koning añade —.. .que el litoral es rico y vale muchos<br />

millones, (Aja, ja, ja!) eso ya lo sabíamos. Lo guardamos<br />

porque vale; que si nada valiera no habría interés en<br />

conservarlo.— Después agrega en esta forma: —Bolivia<br />

fue vencida, no tenía con qué pagar (el rescate de lo que<br />

nos usurpaban) y entregó el litoral En consecuencia,<br />

Chile no debe nada, no está obligado a nada, mucho<br />

menos a la cesión de una zona de terreno y de un<br />

puerto.—<br />

Esto, amigos, es demasiado concluyente, es<br />

demasiada verdad de lo que piensan con demasiada<br />

desvergüenza, para no sublevar a cualquiera que lleve<br />

sangre en sus venas en vez de horchata. Yo, siendo<br />

gobierno, esta nota de Koning y la de Porras, las hiciera<br />

circular profusa y anualmente en todos los cuarteles,<br />

escuelas y facultades, empapelando con ellas las calles y<br />

plazas. ¡Oh! Siento que la cólera me mata. Pero antes de<br />

morir quiero declarar que aquella conquista por hambre<br />

de guano y salitre es el expediente más sucio de la<br />

historia de las conquistas. Además, oíd a Gonzalo Bulnes.<br />

Dice: —Bolivia con un puerto en el norte sería un peligro<br />

para nosotros, —algo como— la espada de Damocles<br />

sobre la cabeza de los chilenos. Y esto sin mencionar el<br />

tono siempre burlón y paternal de la prensa chilena,<br />

toda vez que se refieren a lo que han dado en llamar las<br />

pretensiones bolivianas.<br />

ADALID<br />

jHum...! Para mí...<br />

ARMANDO<br />

Un momento más. Aun quiero hablar de un<br />

asunto que tiene importancia capital en la conciencia de<br />

los bolivianos, de aquello de que todas las autoridades,<br />

civiles, eclesiásticas y militares, están obligadas, por lo<br />

menos por el dinero que reciben en concepto de sueldo, a<br />

encauzar en la línea de la soberbia patriótica.<br />

— 1177 —


ARTURO BORDA<br />

Os ruego me prestéis toda la atención de que seáis<br />

capaces.<br />

Existe algo así como una idea acurrucada en los repliegues<br />

del alma nacional, la cual es que los chilenos son<br />

más intrépidos. Esa es una idea que es necesario destruirla<br />

en su origen, porque más tarde, cuando se necesite de<br />

todo nuestro valor, puede llegar a ser en el instante preciso<br />

la zapa aniquiladora de nuestras posibles victorias.<br />

Sepa, pues, cada nacional, que toda vez que ha debido<br />

luchar el boliviano, siempre tuvo que habérselas con<br />

enemigos mayores en número, en equipo y armamento, y<br />

acaso si en preparación técnica, y que así venció las más<br />

de las veces. El centinela de Riosinho es el tipo temerario<br />

del valor indígena consciente de su disciplina y de su patria.<br />

Pero cuando el boliviano ha perdido la jornada, es<br />

que ha muerto o se le agotaron las fuerzas; el boliviano jamás<br />

retrocede una y cien veces, como el chileno, siendo<br />

mayor en número y mejor equipado, para tornar y retornar<br />

cada vez con mayores refuerzos, en tanto que el soldado<br />

boliviano, como en Pisagua, novecientos bolivianos<br />

contra doce mil chilenos, lucha diez horas hasta agotarse<br />

a conciencia, o como en Topater, ciento treinta y ocho contra<br />

mil quinientos, diezmándose cada vez más, sin moverse,<br />

cual si hubiesen echado raíces en tierra, ponen a raya<br />

al vencedor, al invasor doce veces más fuerte. Y todavía<br />

cuando entre AHÍ tendal de cadáveres, queda en pie únicamente<br />

Abaroa, retando a mil quinientos que le intiman<br />

rendición (!), contesta inflamado en cólera: —<br />

¡Carajo! i Que se rinda su abuela— Y cobardemente lo<br />

asesinan mil quinientos contra uno. Así, cuerpo a cuerpo,<br />

uno contra mil quinientos es el soldado boliviano.<br />

Además, recuerden a Santa Cruz vencedor, recorriendo<br />

magnánimo Chile, el Perú y la Argentina.<br />

ADALID<br />

Es muy interesante la síntesis que haces. Pero ahora<br />

vamonos.<br />

CLETO<br />

Ya que vuestras opiniones andan asaz arbitrariamente,<br />

tal vez más por la inconciencia de las opiniones<br />

— 1178 —


EL LOCO<br />

banderizas, debo aclarar algunos aspectos que se<br />

debaten con la ligereza de las pasiones netamente de<br />

política interna, en lo cual es repugnante la saña con<br />

que se ataca a los hombres famosos de uno y otro lado.<br />

Más bien es necesario observar eso con la serenidad de<br />

un individuo imparcial, para sentir el asco que provoca<br />

semejante empecinamiento en el odio.<br />

Vamos por partes.<br />

A mí no me interesan las conveniencias<br />

particulares so capa de banderizas.<br />

Pasando por alto aquello de que cada cual,<br />

todos, sacan de su situación el provecho que pueden para<br />

sí, analicemos a Montes. En cuanto a las recriminaciones<br />

ya las habéis hecho; no diré, pues, nada por desmentir, ya<br />

que la historia se encargará de acrisolar la verdad.<br />

Entro en materia.<br />

En 1899 el pueblo de La Paz hizo la revolución federal,<br />

poniendo a su cabeza al General Camacho, quien a<br />

causa de una herida recibida durante la guerra del<br />

Pacífico se retiró por enfermo. Era, según afirman, un<br />

hombre muy inteligente y de una excepcional honradez.<br />

Cedió el puesto al Coronel José Manuel Pando, que<br />

triunfó magnánimamente en el 2? Crucero de<br />

Copacabana. Entonces se estableció un gobierno<br />

Triunviro que no tiene importancia.<br />

De 1901 a 1904 gobierna Pando, reorganizando a<br />

medias el gobierno unitario, hecho que constituye un<br />

engaño a la causa de la revolución que fue federal,<br />

aunque así fuese, consciente o inconscientemente, un<br />

beneficio a la república. Pero la infidencia liberal era<br />

ya un hecho desde ese instante. Construye el ferrocarril<br />

de Gaqui a La Paz y pasa su período en alas del amor.<br />

A su sombra sabe elevarse un hombre casi<br />

ignorado y ambicioso, Ismael Montes, quien con<br />

excepcional virtud de estudio y trabajo reorganiza<br />

violentamente el gobierno, expurgando el ejército de<br />

haraganes y borracho-<br />

— 1179 —


ARTURO BORDA<br />

sos; impulsa la instrucción; ensaya varias formas de progreso,<br />

de las cuales algunas resultan aceptables, cayendo<br />

las otras por su propia inadaptabilidad; vende el Acre<br />

por dos millones de libras esterlinas, con lo que empieza la<br />

red de ferro vías nacionales a la vez que finiquita el<br />

asunto del Pacífico. Aquí debo hacer notar que mientras<br />

vosotros murmurabais perversamente, sin entender un<br />

pito del asunto, yo observaba callado, cómo ambas ventas<br />

eran lo más práctico, patrióticamente, si se contempla la<br />

premiosa necesidad de una paz duradera que exige el<br />

progreso.<br />

Además, el territorio que poseemos sobra para un<br />

millón de veces nuestra población. Y sabed que para ser<br />

una gran nación no se necesita ser una nación grande. En<br />

este sentido el Uruguay es más que la Argentina. Pues<br />

bien, con la enajenación de esos territorios, el Litoral y<br />

el Acre, la paz boliviana se ha quitado de encima dos<br />

quebrantahuesos. Como resultado se verá que los<br />

ingresos han aumentado de dos millones a treinta<br />

millones, más o menos. Me parece que eso es algo<br />

elocuente, aunque ese aumento sólo fuese al modo de la<br />

fábula, en que el sapo se hincha hasta reventar,<br />

queriendo competir con el buey. Luego se arregló el<br />

asunto de límites con el Perú. Y Montes lo hace todo<br />

personalmente, con minuciosidad de orfebre, fatigando en<br />

el cumplimiento de sus deberes a sus subalternos. Parece<br />

irreemplazable.<br />

LUIS (displicente)<br />

Pero olvidas que A o Z nada significan en el<br />

impulso del progreso, de las fuerzas vivas, en lo que todo<br />

se mueve sin saberse' cómo, allá donde lo que no hace<br />

uno hace otro. Resultando, por ende, que en el impulso<br />

misterioso de las fuerzas nadie es necesaria. Te digo esto,<br />

para que la tengas como otra ley eterna. Pero todavía...<br />

CLETO (disgustado)<br />

Si prosigues insinuando alguna otra mezquindad<br />

que pretende entrever alguna malicia aun bajo el pretexto<br />

de ley, no vuelvo a decir ni una palabra. Advierte que<br />

hablo de la patria.<br />

— 1180 —


Prosigo.<br />

EL LOCO<br />

Después vino Elíodoro Villazón, cuya sabiduría fue<br />

pasar cual si no existiese.<br />

Y otra vez Montes, desplegando igual actividad<br />

que en su primer período. En resumen, no me das ningún<br />

otro mandatario que en tiempo de paz haya dado<br />

semejante impulso inteligente a la República.<br />

Y advierte que a Montes ni personal ni<br />

políticamente no le quiero bien; pero para respetarme,<br />

para creerme y para que se me crea y respete, necesito<br />

ser veraz conmigo a la vez que justo con los demás, pese<br />

o no a mis propios sentimientos; que vosotros más<br />

queréis representar el concepto general del pueblo.<br />

De mucho se le acusa a Montes, por sospechas de<br />

los interesados en la gerencia de la cosa pública, y se le<br />

acusa virulentamente con todo el empuje de la envidia,<br />

—no puede ser otra cosa,— sin considerar adrede sus<br />

virtudes, que ninguno de sus ad láteres, de los que se<br />

nutrieron a su sombra, ha ponderado honradamente.<br />

Y no quiero referirme a la prensa, escritores<br />

nacionales y a veces advenedizos ganapanes, en quienes<br />

no he visto ni por milagro, ni una manifestación de<br />

sinceridad, de justicia para los contrarios: todo se reduce<br />

al insulto plebeyo o a la sugestión hipócritamente<br />

asesina. Y para la prueba noten que esta reunión es el<br />

reflejo de nuestro me-io ambiente, felizmente con la<br />

diferencia de que aun no hemos llegado a las manos.<br />

LUIS (borlándose)<br />

En ese caso nuestro ambiente sería uno de los ambientes<br />

más cultos, sin que se llegase a sospechar la clase<br />

de gente que somos, hermano.<br />

CLETO<br />

Lo que es en cuanto a los asuntos internacionales<br />

ha descendido a tal escala el patriotismo, que lejos de ocu-<br />

— 1181 —


ARTURO BORDA<br />

parse del progreso nacional, la prensa y la juventud, y<br />

de la más inteligente, luchan entre sí con tal ardor y<br />

acometividad, defendiendo... ¿sabéis a quiénes? Pues,<br />

asombraos, señores patriotas: defendiendo unos a Chile<br />

y otros al Perú, aquí en casa de la víctima de ambos, sin<br />

tener en cuenta para nada los verdaderos intereses de<br />

Bolivia. Yo entiendo que eso es infame y de una<br />

ignorancia supina. ¿Qué nos importa que chilenos y<br />

peruanos se hagan pedazos? Más bien deberías provocar<br />

y fomentar que entre ellos se aniquilen, porque en el<br />

fondo eso es lo que nos interesa hasta que seamos más<br />

fuertes que ellos. Esto constituye uno de los mejores<br />

métodos para abreviar los términos. Y eso es lo que hace<br />

Chile respecto a Bolivia y el Perú, y eso hace el Perú<br />

respecto a Chile y Bolivia. Y aquí los muy idiotas...<br />

¿Comprendes?<br />

Y ahora, continuando con la cuestión Montes,<br />

quiero decir que a él que estudia asiduamente, que no<br />

juega, que no bebe y que hace un culto de su hogar, se le<br />

ha ultrajado con el léxico de todos los arrabales, tanto<br />

por los republicanos como por los radicales, y no se<br />

sabe que él haya dicho nada malo dejnadie, lo cual<br />

constituye también una virtud muy rara entre los<br />

hombres.<br />

LUIS<br />

Claro: él no habla mal de nadie, pero en cambio<br />

obra.<br />

JOSÉ<br />

A la inversa de nosotros que hablamos mal contra<br />

todos haciéndoles todo el bien posible. Si la existencia<br />

misma es un admirable contrasentido. Nosotros estamos a<br />

contrapelo. CLETO (con desdén)<br />

Ahora sí veamos el asunto internacional.<br />

Zanjado el inconveniente con Chile, ¿qué es lo<br />

que nos conviene a Chile y Bolivia? La alianza ofensiva y<br />

^defensiva, porque los chilenos en este lado son acaso los<br />

úni-<br />

— 1182 —


EL LOCO<br />

cos que podrían luchar con nosotros cuerpo a cuerpo, bellamente.<br />

Ellos saben muy bien esta verdad, y nosotros sabemos<br />

mejor. ¿Que ellos nos han cerrado el paso marítimo?<br />

¿Y qué? Pues está muy bien hecho, porque mientras<br />

que nosotros aceptamos, buscamos y plantamos los gobiernos<br />

plebeyos, ignorantes y borrachos, ejemplos clásicos.<br />

Melgarejo y Daza, a par que antipatriotas, Chile,<br />

con más acierto, buscaba e imponía a sus hombres más inteligentes<br />

que sabían a conciencia sus deberes<br />

patrióticos, e hicieron lo que hubiésemos hecho si nuestras<br />

situaciones hubieran sido inversas. ¿Y entonces, por qué,<br />

me pregunto, hacer tantos aspavientos? Es necesario<br />

tener una vez la conciencia del escarmiento o abdicar de<br />

nuestra condición de pueblo inteligente.<br />

LUIS<br />

Querrás decir que si se hubiesen trocado nuestros<br />

papeles.<br />

CLETO (sin darse por aludido)<br />

Apenas concluida la guerra, en Chile nuestros prisioneros<br />

eran noblemente tratados, honrando su valor, quizá<br />

si por ley de atracción de los iguales, y más si se necesitan<br />

para su propia defensa, lo cual tendrá que verse más<br />

de una vez. Es así cómo con don Mariano Baptista se<br />

iba a arreglar la cesión de Arica a base de una alianza<br />

ofensiva y defensiva. Desde entonces si pisas territorio<br />

chileno sientes la hospitalidad del amigo rudo y varonil,<br />

araucano, casi estás en tu lar boliviano, urus. Se puede<br />

decir, pues, que en el campo de batalla nos hicimos<br />

amigos. En cambio, con los peruanos todo es contrario;<br />

pues no obstante el valor y la pericia de sus jefes, en el<br />

mismo campo de batalla ya éramos enemigos<br />

irreconciliables a causa de su huida, hecho que adquiere<br />

todo el valor de una traición, y muy alta traición con<br />

todas las agravantes de las emergencias. Desde entonces<br />

si pasas suelo peruano sientes el aguijón incisivo del<br />

saetazo femenino.<br />

JOSÉ (palabra por palabra)<br />

Sin embargo, la experiencia me demuestra sensiblemente<br />

que el infortunio común a causa de orígenes<br />

igua-<br />

— 1183 —


ARTURO BORDA<br />

les solidifica las uniones con fuerza de cicatrices.<br />

Hablo del Perú.<br />

ARMANDO (indignándose)<br />

Qué manera de elogiar a los enemigos. Además, advierte<br />

que tus conceptos están y estarán siempre desmentidos<br />

por los hechos.<br />

ADALID<br />

Efectivamente. Y éste es el instante de rememorar<br />

con orgullo la nobleza con que siempre ha tratado, no solamente<br />

la cancillería boliviana, sino que el pueblo mismo,<br />

a chilenos y peruanos que conviven con nosotros, salvo<br />

las instantáneas explosiones del populacho azuzado invariablemente<br />

en represalia de iniquidades cometidas con<br />

nuestros connacionales en el Perú o en Chile; hechos que<br />

por tal causa son inevitables, ya que somos los provocados,<br />

por lo cual ello significa exaltación de la dignidad ofendida.<br />

Lo contrario no significaría ya nada más que miedo<br />

y cobardía. Bueno es tolerar a los hombres y los pueblos<br />

que descienden al ultraje de obra y palabra, pero eso también<br />

tiene su límite. Mas, es igualmente útil sepamos que<br />

los halagos del pueblo y del gobierno chileno no son otra<br />

cosa que la trampa tendida al enemigo, tratando del mismo<br />

modo que a tontos a nuestros cancilleres.<br />

CLETO (asintiendo con la cabeza)<br />

Ahora estás razonable. Y<br />

prosigamos.<br />

Chile reconoció la injusticia de su atentado impuesto<br />

por su propia necesidad, ya que su territorio y sus ingresos<br />

no le bastaban: en tales condiciones nos ofreció lo<br />

que había adquirido por las mismas causas y modos que<br />

nuestro Litoral y que la impotencia peruana quiere defenderla,<br />

pidiendo a voz en grito la protección de cualquiera<br />

o de todas las naciones del mundo; esto posiblemente sin<br />

siquiera sospechar que en los estados independientes no<br />

— 1184 —


EL LOCO<br />

tiene ingerencia ni eso que llaman Dios. En consecuencia,<br />

Jos pueblos que reconocen una religión del Estado, deben<br />

echar a puntapiés la ingerencia del mitrado, porque tolerarlo<br />

es aceptar en el pueblo el gobierno de una potencia<br />

extranjera, como es la religión, entendiéndose por<br />

Estado el fiel regulador de cada derecho de actividad,<br />

sosteniendo el orden en las colisiones.<br />

Hecha esta digresión, podemos ver que Norte América,<br />

lista como siempre a entrometerse en hogar ajeno,<br />

pretextando la independencia de los pueblos, fomenta hipócritamente<br />

la anarquía caótica, cual en Méjico, apoderándose<br />

por tal manera no solamente del comercio, sí que<br />

también del territorio mismo. Es así cómo merced al<br />

Perú ya tenemos a ese país en espectativa sobre nuestros<br />

asuntos internacionales. Por tales procedimientos no será<br />

extraño ver un día al Perú entregar sus aduanas,<br />

quedando a guisa de colonia yanqui. Eso compromete la<br />

independencia suramericana.<br />

LUIS<br />

Pero el día que le toque el turno a Yanquilandia,<br />

Sur América caerá sobre ella a modo de incendio vengador.<br />

Todo tiene su hora, puesto que nada deja de<br />

obedecer a su turno. Mientras tanto, los pueblos<br />

hermanos...<br />

EMILIO (indignándose)<br />

Yo no quiero oír más la chirigota infantil, ridícula<br />

y mujeril de pueblo hermano, asaz estúpido, que sugiere<br />

no sé qué sabor repugnante de las alianzas o<br />

solicitaciones de los impotentes que a los postres son<br />

los únicos que nombran y renombran clamorosamente el<br />

derecho y la justicia. Pero, en fin, ¿qué le hemos de<br />

hacer? Solamente la soberbia de los rebeldes tiene<br />

lenguaje rudo aun en la agonía misma. Un Abaroa y un<br />

Cambrone son los tipos. En su infortunio no se les<br />

ocurriría decir: —Hermanito.. .No; seguramente que no<br />

dirán eso; contrariamente su verbo será: —¡Camaradas, a<br />

la lucha!,— porque, señores, el derecho y la justicia no se<br />

mendiga, se toma, estrangulando a sus conculcadores.<br />

Tal procede la conciencia de los<br />

— 1185 —


ARTURO BORDA<br />

machos en sus reivindicaciones; pero el lenguaje de los<br />

eunucos provoca risa, aunque el eunuco sea Cristóbal.<br />

Echa de ver que conseguir algo lloriqueando, es<br />

conseguir por misericordia una piltrafa. Y un individuo<br />

o un pueblo altivo no acepta eso. Asi, pues, que nuestro<br />

lenguaje sea de rebeldes, para que si no somos, seamos.<br />

CLETO<br />

Muy bien. Pero sigamos viendo lo del Pacífico.<br />

¿Qué hay en ello? Que ni Chile ni el Perú podrán<br />

oponerse a que Arica y Tacna sean nuestros hoy o<br />

mañana, y que cuando seamos muy fuertes<br />

adquiriremos acaso hasta lio o Moliendo, y del Sur<br />

hasta donde nos sea necesario, sea por la fuerza o en<br />

cambio de territorios en el Acre. Y será de todas maneras<br />

lanzando una carcajada ante las hermosas teorías<br />

aparentemente candidas de Wilson. No es que solamente<br />

nosotros queramos Arica; los aborígenes de ahí son los<br />

que solicitaron su anexión a Solivia, con aquiescencia del<br />

Libertador, porque ellos sienten que hay una energética<br />

que nos une con anunciaciones de poderoso impulso en el<br />

progreso, a modo de nao en mar abierta al impulso de<br />

los aquilones. Esto sucederá, como tiene que ser un día<br />

estado independiente Santa Cruz, Tarija, Jujuy y Salta.<br />

Además, toda persona inteligente debe desechar<br />

aquella teoría de que es la estructura de la tierra la que<br />

nos da ese puerto, idea que acusa ignorancia de escolino o<br />

ardid de tinterillo; porque lo que nos da ese puerto es lo<br />

ilusorio y artificioso de los límites internacionales que ni<br />

siquiera son arcifinios. Es decir, Chile y el Perú nos obligan<br />

—y eso es necesario entenderlo muy bien y al pie<br />

de la letra—, nos obligan a romper por en medio de<br />

ellos, sin que nos pudiese importar el que por donde<br />

salgamos sea Chile o el Perú, porque Chile y el Perú<br />

nos asfixian. Y todo lo que se diga en contrario es<br />

mentira, es miedo, es ignorancia, es picardía, es todo,<br />

menos la verdad. A ver si me entienden. ¡Caramba!<br />

— 1186 —


EL LOCO<br />

EMILIO (entusiasmado)<br />

He ahí por qué siendo que Arica fue nuestro,<br />

ayer o en épocas inmemoriales, nos pertenecerá por A o<br />

por B, hoy o mañana.<br />

ADALID<br />

Con más derecho recuperaremos Antofagasta.<br />

CLETO<br />

Mas, si queremos ser siempre el tipo del pueblo<br />

honrado, y, sobre todo, noble, deberíamos dar por ello una<br />

compensación al Perú en el Manuripi. Eso sería hidalgo,<br />

de gente bien nacida, y, más que nada, del vencedor magnánimo<br />

y justo sobre toda justicia humana.<br />

LUIS (riendo)<br />

¡Claro! Dices bien, porque la verdad es<br />

propiedad de los locos. ¿O no digo la verdad?<br />

HUGO (que acaba de entrar)<br />

Dicen que la verdad está en el vino, en los niños<br />

y en los locos.<br />

Salud, señores.<br />

TODOS<br />

Hola. ¿Qué tal?<br />

CLETO<br />

Bueno. Por encima de todo, obrando con un sentido<br />

longividente de verdadero patriota, está el deber de afianzar<br />

en la patria grande una paz duradera. En ese<br />

sentido y por esa misma razón, se impone la necesidad<br />

urgentísima de arreglar los asuntos limítrofes,<br />

cediéndoles a los vecinos aunque sea un cuarto de grado<br />

más de lo que piden,<br />

— 1187 —


ARTURO BORDA<br />

haciendo constar que se les da gratuitamente, en<br />

concepto de obsequio, ese terreno que jamás les ha<br />

pertenecido y que ni siquiera han solicitado, es decir, que<br />

ni siquiera han querido. Así al Paraguay cediéndole lo<br />

que pretende, toda vez que sus dimensiones<br />

estrangulan a su población, no obstante de que nuestros<br />

límites arcifinios en esa región son incuestionables, sería<br />

obrar del modo más justo posible, cooperando de modo<br />

efectivo a los verdaderos intereses de las Américas que<br />

requieren de una paz permanente en la mejor inteligencia<br />

y colaboración para dominar más tarde el mundo.<br />

Compañeros, aquí, ocultos entre estas cuatro paredes,<br />

siquiera sea en el ensueño, procuremos ser más<br />

grandes que nosotros mismos.<br />

HUGO (entusiasmándose)<br />

Eso es hermoso, ciertamente; y yo te prometo hacer<br />

escuela del ideal y de la verdad a todo trance, nada<br />

más que entre unos cuatro o cinco amigos escogidos, para<br />

que cada uno haga a su vez lo mismo, a pesar de ser que<br />

los hombres y los pueblos son más feroces que las<br />

bestias, pero te prometo. Y te recomiendo "El libro de las<br />

tierras vírgenes" de Rudyard Kipling.<br />

LUIS<br />

¡Ja, ja, ja! Qué pareja más encantadora. Vaya<br />

usted a ver con los apóstoles. Yo, francamente, primero<br />

declaro que estamos en el manicomio; ya que por el<br />

momento sería imposible querer hablar de las intrigas a<br />

que arrastran las ambiciones de...<br />

CLETO (irritándose)<br />

No hables de inmundicias. ¿No entiendes que estoy<br />

hablando de la patria, de los grandes destinos de la patria<br />

grande, para que un día sea artífice cual la Hélade,<br />

sabia como la India y potente al igual de la Unión del Norte,<br />

y justiciera, valerosa y magnánima a semejanza de sí<br />

sola?<br />

— 1188 —


EL LOCO<br />

No, compañeros, no es locura. O es locura. Da lo<br />

mismo; pero es necesario que aprendamos a ser justos,<br />

embriagándonos en el amor y la belleza, lejos de<br />

emporcarnos removiendo las inmundicias del odio.<br />

Hay que pasar por alto las debilidades humanas<br />

o si las observamos que sea siempre con el deseo y la<br />

intención de que se reparen hasta su olvido, y sean causa<br />

de mejoramiento futuro.<br />

/<br />

JOSÉ (sonriendo)<br />

De acuerdo. Concedido, pero apéate ya, che.<br />

HUGO (moviendo la cabeza)<br />

Sí, che, apéate nomás ya; porque es de uso<br />

corriente y sin que se entrevea síntomas de alterarse,<br />

de que el que toma un dedo pronto se apodera del brazo,<br />

y así del individuo, sin que sea difícil llegar a mascar el<br />

corazón mismo, o sea el alma, la vida, el todo. Conque,<br />

Adalid y Cleto, es menester caminar con cuidado. Y los<br />

demás ténganse de hablar barbaridades, porque las<br />

paredes tienen oídos, y si todo esto se llega a traslucir<br />

nos ocasionaría sabe Dios qué conflictos personales e<br />

internacionales, toda vez que la susceptibilidad de los<br />

pueblos en determinadas circunstancias suele adolecer<br />

de sensibilidad mayor que la femenina.<br />

ARMANDO<br />

No tengas cuidado por tan poca cosa: los que<br />

estamos hablando de estos asuntos somos gentes sin<br />

ninguna importancia, consiguientemente, nuestras<br />

opiniones no pesan en pro ni en contra, y aunque<br />

nuestras ideas fuesen verdades más grandes que el<br />

mundo, nadie las tomará como idea nuestra, sino que si<br />

alguien estima conveniente las hará suyas, cuidando de<br />

no revelar la procedencia, ya que para él será el mérito.<br />

Si tienes la inquietud de que nuestras ideas pudiesen<br />

valer algo en nuestra boca ante el mundo, estás en un<br />

error, porque para ello sería preciso que fuésemos algo<br />

y que no nos consideren chiflados.<br />

— 1189 —


ARTURO BORDA<br />

ADALID<br />

Eso aparte no debemos olvidar, sin embargo, y<br />

éste es el punto altamente grave para el porvenir de la<br />

república, que el siniestro origen de la polonización o<br />

reparto de Bolivia, que un día circuló sigilosamente en las<br />

cancillerías de los vecinos...<br />

HUGO (sorprendido)<br />

¿Qué...? ?Qué dices?<br />

ADALID<br />

Digo que el origen de aquella infame idea se atribuyen<br />

uno a otro el Perú y Chile, asustados de esa especie de<br />

lepra que ha germinado en sus corazones y que avergonzados<br />

quieren ocultarla o erradicarla de su conciencia, sin<br />

atreverse adrede a poner en claro el enredo, porque seguramente<br />

reconocen la inmoralidad de sus ideas y sus<br />

procedimientos. Así que ya que uno a otro se lanzan la<br />

pelota, cada boliviano patriota debe tener por conciencia<br />

tradicional el constante peligro de la polonización que verbenea<br />

en el deseo de los países vecinos. Esto sin olvidar<br />

que una vez echada como está en el surco la idea y<br />

siendo que una polonización es algo peor que una<br />

conquista, sus procedimientos tienen que ser<br />

forzosamente más violentos y más arbitrarios, seguros de<br />

la impunidad. Así que se hace necesario vivir de odio<br />

corso, armados hasta los dientes y listos para la vendetta<br />

sin cuartel. Cada cual lleve, pues, en el fondo de su alma<br />

la convicción de que ni en América ni en el resto del<br />

mundo no tenemos ni un solo amigo ni lo tendremos<br />

jamás a menos que les hagamos partícipes en nuestras<br />

utilidades. Es necesario hablar con una claridad nunca<br />

oída.<br />

todo.<br />

LUIS (dando media vuelta sobre los talones)<br />

Por la plata baila el perro y...<br />

EMILIO<br />

Y por el oro dueño y<br />

— 1190 —


JOSÉ<br />

EL LOCO<br />

En vista de que el país no puede vivir como<br />

república independiente, debido a sus irreconciliables<br />

odios provinciales, fomentados constantemente por el<br />

interés personal de unos cuantos cabecillas indígenas, y<br />

dado el peligro que se cierne sobre nuestro porvenir, les<br />

aseguro que si yo fuese Presidente, a fin de que cada<br />

departamento progrese conforme al máximo de su<br />

capacidad, palabra de honor que fríamente dividiría<br />

Bolivia entre los vecinos, del modo más ventajoso para<br />

cada pueblo. Esto me parece lo más racional, tal como son<br />

las cosas, más humanamente que pretendiendo conservar<br />

esta República.<br />

ARMANDO (bostezando retuerce el<br />

torso y los brazos)<br />

Ciertamente que ésta sí que es una verdadera reunión<br />

política de cuatro pelagatos, en la que se ha dicho<br />

verdades de a puño. Esto es lo que se llama una reunión<br />

patriótica, tanto que estoy igual al negro del sermón.<br />

EMILIO<br />

¿Cómo es eso?<br />

ARMANDO<br />

Con la cabeza caliente y los pies fríos. Por eso, señores,<br />

andando, que andando reaccionaremos, o de lo contrario<br />

el total que patrióticamente saquemos en limpio será un<br />

fuerte constipado. Así que andando, señores...<br />

LUIS (tomando el sombrero y saliendo)<br />

Sí, compañeros, andando; porque de lo contrario<br />

seguiremos oyendo santificar a Satán, condenar a Dios,<br />

endiosando & Pilatos. Una barbaridad. Es verdad que<br />

la única compañía tolerable es la de los sabios: punto en<br />

boca.<br />

JOSÉ (burlándose)<br />

A la sabiduría muda prefiero la ignorancia parlanchína.<br />

De lo mucho que se pierde hablando siempre<br />

queda algo útil.<br />

— 1191—


CLETO<br />

ARTURO BORDA<br />

Eso también es cierto, no obstante de lo muy desacreditada<br />

que está la dialéctica; pero hablando se entienden<br />

los hombres. Claro que para hablar previamente es necesario<br />

pensar y cuanto más francamente y en silencio,<br />

mejor.<br />

LUIS<br />

Cierto y a pesar de que ya ni siquiera hay giros nuevos<br />

que oír. Y aun por más que hubiera, debo confesar que<br />

no es con buenas razones con lo que se reforma un ambiente<br />

social, industrial, político, etc., sino que con el hecho.<br />

hay.<br />

Y ahora no hablemos más de patriotismo, que no lo<br />

Y basta.<br />

EMILIO<br />

¿Que no hay patriotismo, dices? Valientes aseveraciones<br />

se te ocurre. Para probar lo contrario, y aunque no<br />

fuese nada más que por el gusto de contradecir, yo te preguntaría<br />

que qué significa entonces los miles de millones<br />

de pesos que se recolecta para monumentos, armamentos,<br />

fábricas, aviones, etc., etc.?<br />

LUIS<br />

En cuanto a eso hay también para disertar largo y<br />

tendido y nada más que para probar que el patriotismo<br />

efectivo está, como siempre, únicamente en la clase menesterosa,<br />

acaso no más que por ignorancia, por no haberse<br />

dado todavía el trabajo de pensar un poco lo que hace y<br />

por otro poco de falta de voluntad para no decir no. Eso<br />

es facilísimo de comprobar.<br />

Pero antes de entrar en materia es necesario hacer<br />

una observación acerca de esa clase de colectas con que se<br />

explota a los ingenuos, ya sea con motivo de monumentos<br />

— 1192 —


EL LOCO<br />

o para lo que fuese. Mas, una parte de ese público contribuyente<br />

está perfectamente seguro de que esos dineros,<br />

así recolectados, los dan en concepto de caridad<br />

personal a la persona recolectora, porque hasta ahora<br />

nadie ha podido ver realizarse el fin con que piden esas<br />

contribuciones; de manera que el contribuyente se dice al<br />

dar el óbolo: —Esto que te doy es para que te diviertas<br />

mofándote de mi aparente estupidez; pera si supieses<br />

esa, en tu vida volverías a prestarte para tal oficia, a<br />

menos que hayas perdida totalmente la vergüenza.— Y<br />

no puede ser de otra manera, ya que nadie es capaz de<br />

dar razón de la suerte que corren esos dineros, o cuando<br />

más, y como simple táctica burda de jugadores, se echan<br />

la culpa unos a otros, hasta que el público se contenta con<br />

decir: —Oh, que se lo traguen esos pillos.—<br />

No obstante todo ello hasta podría ser disculpable<br />

por muchas razones, pero lo notable es que como no teniendo<br />

aun ni un monumento mediano a sus héroes de la<br />

emancipación y de la República y de sus hombres y mujeres<br />

más notables, se den el tono de gastarse sendos pesos<br />

para un tal N. N., Delegado Apostólico de S. S. el Papa, cuyo<br />

único mérito ha sido llegar, tener el placer de efectuar<br />

un paseo en toda la República a cuerpo de rey y morirse<br />

sin más provecho ni para él ni para nosotros.<br />

decir.<br />

EMILIO (alarmado)<br />

Bueno. Bueno, Lucho, atraca y di lo que tenías que<br />

LUIS<br />

A eso voy. Una obrerita, por ejemplo, que da su<br />

óbolo de cincuenta centavos, siendo que gana diario un<br />

peso de a cien centavos, da el 50%. Es de advertir que por<br />

ese hecho tiene que privarse de lo más necesario, la mitad<br />

del sustento diario. Además, y esto es lo capital, esa muchacha<br />

trabajando rudamente toda su vida no ha podido<br />

hacer ni un céntimo de ahorro.<br />

Un profesor nacional, —que los extranjeros están<br />

siempre más remunerados,— con un sueldo miserable de<br />

— 1193 —


ARTURO BORDA<br />

Bs. 200.—, tanto o menos de lo que gana un cargador, se<br />

acuota con Bs. 20.— Quiere decir que da el 10%, advirtiendo<br />

también que, como la del ejemplo anterior, se morirá<br />

de viejo, sin poder ahorrar un solo Cristo.<br />

Y así los asalariados en colocaciones ínfimas, honoríficas<br />

a veces, que al dar por patriotismo inconsciente<br />

un 10% de su trabajo, dan todo su pan.<br />

CLETO<br />

Cierto. En cambio, lo que sucede con los millonarios<br />

es irrisorio; pues los ahorros que tienen son millones, consiguientemente<br />

viven con exceso de holgura irritante. De<br />

modo que si los que no tienen nada más que su salario de<br />

cada día dan el 10 o el 20 %, los millonarios deberían dar<br />

en esa proporción, es decir unos 2 ó 4.000.000.—, ya que el<br />

asunto patriótico que nos ocupa es de tal magnitud, que<br />

implica salvaguardar los intereses de todos, tanto el ácimo<br />

pan del indígena en un zaguán cuanto como los fabulosos<br />

millones lícita o ilícitamente habidos de los potentados;<br />

o, en su defecto, los asalariados deberían dar 1/10,<br />

1/8, ó 1/4 ó 1/2 centavo, ó 5 centavos, cuando más,<br />

proporcionalmente al promedio de lo que dan los<br />

millonarios. De lo contraria, en este sentido, el<br />

patriotismo se hace inarmónico, ridículo y feo, toda vez<br />

que lo sublime, la armonía y lo bello, está en la<br />

proporción, en todo orden de cosas. ¿No es, por ejemplo,<br />

sarcástico, que el jefe de una oficina, que gana Bs.<br />

12.000.—, dé Bs. 10.—, y que el auxiliar que gana Bs.<br />

1.000.— dé Bs 20—? Ya lo creo que sí. Y a pesar de que<br />

indigna semejante desproporción práctica, no obstante<br />

que acaso el inferior lo hace por dar una lección a sus<br />

patrones, concluye aquello por arrancarnos una grosera<br />

carcajada si no es peormente una sonrisa desdeñosa.<br />

LUIS<br />

Pero a este respecto podemos hacer algunas observaciones<br />

más.<br />

Has hablado de los millonarios, suponiendo que han<br />

hecho su fortuna acumulando centavo a centavo, lo<br />

cual<br />

— 1194—


EL LOCO<br />

es sumamente raro, tan raro, que se refiere esos casos<br />

a modo de simples leyendas inmemoriales.<br />

Ahora veamos que especialmente aquí los<br />

potentados son casi en su totalidad, mineros o<br />

gomaleros y sus afines, individuos que para tener los<br />

caudales que poseen no hicieron nada más, los<br />

primeros, que comprar a vil precio el derecho de los<br />

verdaderos trabajadores: los cateadores, aquellos que<br />

pasando cien mil peripecias han trabajado<br />

personalmente, buscando la veta que la patria les ha<br />

entregado casi gratuitamente en perjuicio del pueblo; y<br />

cuando no así, y de éstos hay la mar, apoderándose a bala<br />

de aquellas pertenencias, o, en su defecto, mediante<br />

pleitos infames, de lo cual casi se puede asegurar que es el<br />

robo amparado por la justicia. Respecto a los gomaleros la<br />

historia es la misma.<br />

JOSÉ<br />

Ahora, reanudando el hilo, diremos que en<br />

cuanto a las acuotaciones comerciales en general, se ha<br />

podido comprobar siempre, que es asunto puramente de<br />

propaganda comercial, con la diferencia de que en tal<br />

caso el explotado es el ideal patriótico. No puedo<br />

establecer todavía en cuál caso hay mayor<br />

desvergüenza.<br />

Y eso es nada: pues hay acaudalados, en virtud de<br />

la herencia de sus mayores, que a pesar de eso, de que<br />

sus caudales no les cuesta ni el trabajo de respirar, no son<br />

capaces de dar ni un céntimo, ni por la patria ni por<br />

Dios, ni por sus hijos ni por sus padres: no darán ni una<br />

migaja aunque se les desuelle vivos: prefieren perder<br />

la vida...!<br />

Hay otra clase de potentados y que suelen ser tan<br />

mezquinos como los anteriores: los que han sacado su fortuna<br />

de las arcas nacionales, o, lo que es igual, del<br />

bolsillo de cada ciudadano. En ellos es en los que la<br />

avaricia suele hacer su mejor nidada: no hay, pues,<br />

exigencia patriótica, por magna que sea, que les<br />

arranque el menor óbolo si no es para resarcirse con<br />

creces.<br />

ADALID<br />

Pero en oposición a cuadro tan lúgubre está el<br />

hecho, del que nadie se burla, el de los escolares que<br />

llenos<br />

— 1195 —


ARTURO BORDA<br />

de fe, y del más hermoso desinterés, se desvelan por obsequiar<br />

sus primicias en arte o ciencia, y acaso los pequeños<br />

patriotas privándose de su cena o desayuno. ¿Para<br />

qué? Para que la eterna incomprensión de los necios ría<br />

sarcásticamente. ¿Sabes de qué? De la abnegación más<br />

santa en la iniciación en las más altas formas del patriotismo<br />

a venir. Semejantes burlas tienden a matar en germen<br />

los impulsos heroicos, parece que dando en el fondo<br />

éste consejo: —Oye, muchacho. Antes de obrar con ese<br />

desprendimiento debes preguntar si te conviene o no. Y si<br />

no sabes, debes esperar que te pase el entusiasmo y entonces<br />

proceder conforme a las miras de tus intereses posteriores,<br />

considerando siempre que esos han de ser tus<br />

ahorros para cuando pudieras estar mal de fortuna.— Esto<br />

de acuerdo con el dictado de un egoísmo neto. Creo,<br />

pues, sinceramente, que es sacrílega toda burla o denuesto<br />

a esa muchachada que se inicia en la vida republicana,<br />

o, más propiamente, patriótica, dando a la patria el máximo<br />

de sus esfuerzos entusiastas, sino que —y hay que entenderlo<br />

muy bien,— están a puja abierta en una lucha de<br />

patriotismo.<br />

LUIS<br />

Así son las censuras que por ahí he oído respecto a<br />

que los estudiantes habían hecho una rifa de sus producciones,<br />

cooperando de tal manera del modo más bello. Tales<br />

censuras se me antojan una villanía, porque sería tanto<br />

como censurar el sacrificio que hacen las más hermosas<br />

mujeres, rematando públicamente sus besos por la patria.<br />

En esto mientras las hermosas van dando sus besos a jóvenes<br />

más o menos garridos, los malintencionados pueden<br />

sonreír escarneciendo aquel sacrificio elegante, delicado y<br />

embelesador, fuera de ser ejemplar: pero —pongamos por<br />

caso, muy frecuente—, cuando el mejor postor es un potentado<br />

viejo, obeso y granujiento, de labios hinchados y<br />

amoratados, igual a un ogro, entonces, cuando los dulces<br />

labios de la hermosa han de ser hollados por la boca del<br />

monstruo, entonces, ante aquella inmolación pública de la<br />

sacerdotisa de la patria es que en los tuétanos del sabio o<br />

del idiota recorre el sutil escalofrío de lo sublime. Entonces,<br />

sólo entonces...<br />

— 1196 —


TODOS<br />

EL LOCO<br />

¡Bravo! ¡Bravo, don Lucho!<br />

JOSÉ (palmoteándole en la cabeza)<br />

¡Claro! ¡Bravo! Pero vamonos ya. ¿O creen que<br />

como cuando el ignorante Josué el sol se ha detenido?<br />

Pero me hago lenguas por el sacerdocio patriótico de las<br />

bellas. En de veras que cuando el patriotismo va ya a la<br />

mujer es el mejor síntoma.<br />

HUGO<br />

Eso tiene muchos bemoles, don Pepe.<br />

ADALID<br />

Indudablemente que ese es el anverso de lo que<br />

sucede, y que es del dominio público, por haberlo<br />

anunciado la prensa de oposición, digo que he oído la<br />

especie de que altos Jefes del Estado Mayor General<br />

han cometido el delito de traición a la patria,<br />

entregando a Chile no sé qué documentos secretos, lo<br />

cual si se ha producido debemos suponer que no ha sido<br />

gratuitamente, si no es que se ha firmado ya un tratado<br />

de alianza ofensiva y defensiva, hecho que es todavía<br />

más dudoso, tanto por causas de Chile como por la<br />

nuestra.<br />

CLETO<br />

Uy...! Eso sí que se llama echar la careta en el<br />

fondo de la inmoralidad. Si por cobarde el traidor no se<br />

destapa la calavera, el pueblo debería lincharlo; pero el<br />

pueblo día a día se irá aplanando en el aplanamiento<br />

absoluto, y no por el deseo de trabajo.<br />

ADALID<br />

Así debería ser; mas, de acuerdo contigo, Cleto,<br />

creo que el pueblo cada día está más indígena,<br />

plasmándose en el egoísmo supremo con que los<br />

gobiernos nos aleccionan.<br />

— 1197 —


ARTURO BORDA<br />

Salvo excepcionales explosiones, que duran lo que un relámpago,<br />

todos van por el mismo camino: primero yo, después<br />

yo, y siempre primero yo. Efectivamente que es inútil<br />

pensar en el patriotismo, ni del ejército, ya que los altos<br />

jefes... Al fin el ejemplo de angurria por el oro ha<br />

cundido en el ejército, de tal manera que no sería, pues,<br />

extraño que... se produzca la revuelta. No sé quién dijo<br />

que por la plata baila el perro y por el oro dueño y todo.<br />

Pero estimo que tal denuncia habrá que ponerla todavía<br />

en cuarentena, y sospecho que esa cuarentena habrá de ser<br />

larguísima, hasta el olvido, porque aun los juicios militares,<br />

cuando conviene... Sin embargo, todos tienen razón a<br />

los postres, porque la vida... Yo he visto consejos de guerra<br />

que han durado años.<br />

CLETO<br />

Lo que debemos suponer en semejante asunto es<br />

una calumnia, sobreentendiéndose que es imposible que<br />

haya un solo traidor ni entre la clase de tropa, menos indudablemente<br />

un alto jefe. Y aunque fuese así, debemos<br />

suponer que no es.<br />

Y abur, señores. Las tres de la mañana. Y Dios<br />

quiera que todo eso no pase de ser la pesadilla de un insano,<br />

aunque una traición descubierta a tiempo sería necesaria<br />

para avivar el fuego sagrado del patriotismo militar,<br />

porque indudablemente hay también otra clase de patriotismos<br />

que parecen mucho más eficaces que el militar:<br />

patriotismo industrial, artístico, científico, agrario,<br />

pecuario, etc.<br />

*<br />

Y no recuerdo más.<br />

Hacía tiempo que oía en el primer patio un zumbido<br />

incesante, algo así como un moscardoneo. Al principio<br />

me molestaba; pero poco a poco llegó a serme familiar y<br />

concluyó por interesarme. Por tal manera, cuando cesaba,<br />

me causaba extrañeza. Un mes llevaba aquel ruidito a<br />

cuyo influjo soñé mil pesadillas.<br />

— 1198 —


EL LOCO<br />

Una tarde en que estaba más dejado y entré a casa<br />

maquinalmente, tanto que me sorprendió el hallarme<br />

en ella, oí de modo tan raro y seductor aquel<br />

zumbido, que se me ocurrió averiguar lo que era. Me<br />

allegué a la puerta de donde procedía.<br />

Un señor que salía ese momento me invitó a<br />

pasar a la pieza. La invitación llegaba tan a tiempo que<br />

accedí inmediatamente.<br />

Era una imprenta en la que se editaba un<br />

periódico redactado y sostenido, según supe, por la<br />

juventud más entusiasta por su ideal. Me informaron de<br />

todas las peripecias que pasó el diario, que se llamaba El<br />

Rebelde, nombre que por cierto me llamó la atención.<br />

Con tal motivo me di a pensar en las condiciones del<br />

medio ambiente que esgrimía tal nombre para un diario:<br />

Y aquí se me presentó por millonésima vez la ley de las<br />

oposiciones: pues en un pueblo en que la libertad es<br />

libertad a nadie se le ocurriría semejante nombre. Un<br />

periódico titulado El Rebelde acusa la evidencia de que<br />

el pueb ] o se halla oprimido, así como el tirano es la<br />

delación del esclavo. El Rebelde es la sanción para la<br />

historia de algunos días.<br />

Inmediatamente, sacudiendo la cabeza me puse a<br />

pasear todas las reparticiones. Había que ver cómo los<br />

muchachos trabajaban metiendo tal bulla, embebidos en<br />

sus pensamientos: cantos, silbos y carcajadas, y<br />

soliloquios, mientras que otros discutían igual a en una<br />

merienda de negros. Cualquiera hubiese creído,<br />

mirándolos, hallarse en medio de una trifulca; pues<br />

todos hablaban a voz en grito. Parecía que nadie se<br />

entendía ni a sí mismo, incluso los alegres cajistas que<br />

también a su vez eran escritores de la página obrera<br />

dominical, con asuntos sociales; sin embargo, todos iban<br />

armónicamente en lo fundamental, de donde en medio de<br />

la diversidad de tópicos se veía lo homogéneo.<br />

Después de algún tiempo me di cuenta de que el<br />

moscardoneo que se oía desde mi habitación procedía<br />

de las máquinas de escribir. Entonces me. entró una<br />

tristeza tan profunda, que quise volver a ser muchacho,<br />

para vivir<br />

— 1199 —


ARTURO BORDA<br />

con más ahínco, con más desesperación. Experimenté la<br />

sacudida del ahorcado o algo así.<br />

En una mesita vi unas pruebas de crónica. Y<br />

como quiera que mi guía me abandonara un rato, alce<br />

las pruebas y me puse a leerlas:<br />

EL MISTERIO DE LA HORA<br />

I<br />

En los horizontes había reverberos de incendio.<br />

Un relámpago hizo cambiar la escena.<br />

—¡Ja, ja, ja!<br />

—¿Qué hay, Loco?<br />

—¡Ja, ja, ja! Nada: es el misterio de la hora.<br />

—¡Jé, jé, jé! Cómo me contagias tu buen humor.<br />

Y hacían tal bulla que me daba cólera. Ambos<br />

reían como imbéciles; aunque bien es verdad que no<br />

son otra cosa. En eso el Loco, mirando algo que sólo<br />

parecía ver en su imaginación, sin dejar de reír y<br />

señalando en el aire, habló así:<br />

—¿No ves? Qué lujo. Y es pura panza. ¡Jé, jé, jé!<br />

—Y tuerto. ¡Jí, jí, jí!<br />

—Y cojo. ¡Ja, ja, ja!<br />

—Y manco, y calvo, y desdentado, y chocho. ¡Jó,<br />

jó!<br />

—Pobrecito. Cómo se enfurece. ¿Quién es?<br />

—Es el Partido Liberal.<br />

El Loco — (súbitamente seria y santiguándose)<br />

Je-sus, María y José.<br />

Calibán — (fastidiado) No te burles; mira que<br />

me comprometes.<br />

El Loco — (golpeándose el pecho) Mea culpa,<br />

Mea culpa.<br />

— 1200 —


EL LOCO<br />

II<br />

Y era la fuga más desatinada. Tragaba el espacio<br />

sin dejarse pisar los talones con Calibán que le seguía, a<br />

voz en grito haciéndole notar el peligro.<br />

De pronto pasó a semejanza de una montaña una<br />

mano por encima del Loco, quien con la agitación del aire<br />

cayó sentado. Y recomenzó a reír. Su risa era la de un<br />

idiota.<br />

Calibán — (inquieto) Pero, ¡bárbaro! Quita de ahí<br />

¿No ves que te han de aplastar?<br />

Todo fue que así dijese, que al instante<br />

descansaba al lado del Loco un pie de cien metros; por lo<br />

cual, sin más ganas de reír, prosiguió su precipitada fuga,<br />

hasta detenerse muy lejos. Y otra vez a reír como bobo.<br />

— ¡Ja, ja, ja! Sí, creeríase imposible.<br />

Ese sí es gigante; pero sin cabeza.<br />

Calibán — ¡Jé, jé, jé! Parece, no más, que no tuviera;<br />

pero si observas bien, sabrás cuántas<br />

son. Echa de ver que del cuello cuelgan<br />

todas, durmiendo. Es politeísta.<br />

El Loco — ¡Ja, ja, ja! Cierto. Cuántas cucharas en<br />

un plato.<br />

Calibán — No te burles. Es el Partido Republicano.<br />

El Loco — Pobrecito: no sabe a dónde va. ¡Ja, ja,<br />

ja! Parece un molino de viento con patines<br />

yendo a los hielos a favor de<br />

cualquier soplo.<br />

III<br />

Pero al momento se puso serio y meditabundo. Calibán<br />

le seguía paso a paso, como perro. Así anduvieron<br />

buen espacio, hasta que se detuvo como herido por un rayo.<br />

Y comenzó a mirar atentamente en el suelo. Luego<br />

entre risa y risa dijo:<br />

— 1201 —


ARTURO BORDA<br />

— Da pena. Pobrecito. Si no puede moverse.<br />

Sin pies, sin manos, sin<br />

abdomen: pura cabeza. Y cómo brilla<br />

la energía en sus ojos. ¿Es que tiene<br />

alas?<br />

Calibán — Qué van a ser alas. Ese color de pulpo y<br />

como alas plegadas, son los pulmones.<br />

Con ellos y con el corazón al aire, pretende<br />

andar. Mira cómo esas vísceras<br />

sangran arrastrándose en la arena. Pero,<br />

Loco, no le toques.<br />

Y los pulmones de aquella cabezota empezaron a<br />

hincharse, insuflando toneladas de aire. El corazón, cobijado<br />

por los pulmones, palpitaba igual al mar. En<br />

seguida la cabeza, mirando fijamente al cielo, a<br />

semejanza del águila, movió los labios y<br />

Calibán — (gritando) Tápate el oído, Loco: la<br />

cabeza ha de hablar.<br />

El Loco, Calibán y yo, nos tapamos apresuradamente<br />

las orejas. Y los pulmones de aquel ente principiaron a<br />

desinflarse, mientras hablaba mesuradamente la boca.<br />

Los ojos relampagueaban. Y tembló con tanta fuerza el<br />

aire, que todos tres caímos de espaldas. Luego calló. Así<br />

quedó serena la atmósfera. Y nos pusimos en pie.<br />

El Loco — Y ese ente, ¿qué es?<br />

Calibán<br />

— Es el Partido Radical. Presta<br />

atención. ¿Oyes cómo en los más lejanos<br />

horizonte resuena el eco de esa voz?<br />

El Loco — Cierto.<br />

IV<br />

Más allá el suelo comenzó a removerse. El Loco y<br />

Calibán, matándose de risa iban saltando las rajaduras<br />

que dividían la tierra en tajadas. De pronto el terreno se<br />

levantó allá, como un monte, cuando por el cráter salió<br />

una mano enorme, rudamente empuñada y encallecida.<br />

— 1202 —


EL LOCO<br />

El Loco — (admirada) ¿Y eso...?<br />

Calibán — Es el Socialismo. Pero mira al otro lado.<br />

El Loco — (incierto) ¿A dónde?<br />

Calibán — Al Oriente.<br />

El Loco — (estupefacta) Qué cosa... En las tinieblas<br />

lejanas se funden el fuego, el cielo,<br />

la tierra y las aguas; mas, una infinita<br />

sonrisa de triunfo se diseña en las<br />

sombras pobladas de millares de uñas<br />

filas como garfios. Y todo avanza<br />

solemne y ponderosamente.<br />

Calibán — Es el Feminismo, lejano, inconmensurable<br />

y tardo. Pero, Loco, será mejor que<br />

volvamos al Mediodía o al Ocaso; sino<br />

perecemos en el caos.<br />

Y estando así se iban al Poniente, cuando a la hora<br />

del crepúsculo, sigilosa y perversamente alzó Calibán unas<br />

piedras, e iba a lanzarlas contra un hombre taciturno que<br />

vagaba en la llanura, como quien busca algo que<br />

hubiese perdido en el pedregal; pero el Loco asestándole<br />

un golpe en el pecho le hizo arrojar los guijarros. Y el<br />

hombre iba torvamente sañudo, absorto en sus<br />

meditaciones. De pronto se detuvo, alzó el brazo y<br />

suspirando escribió con dedo en el aire, sobre los<br />

celajes:<br />

"Yo soñé con un mundo que no existe.<br />

Fue mi vida sin gloria y sin ventura, y<br />

siento desde entonces la amargura de<br />

ser un alma soñadora y triste.<br />

Hoy sólo veo por distinto modo: engaño<br />

en el afán y en la mirada, y en este<br />

caminar hacia la nada la irremediable<br />

vanidad del todo...<br />

V<br />

— 1203 —


ARTURO BORDA<br />

Y al recordar que la esperanza es ida,<br />

que el tedio se apodera de mi vida y su<br />

paso la muerte no apresura,<br />

tengo piedad tan honda de mí mismo,<br />

que quisiera perderme en el abismo<br />

tenebroso y fatal de la locura."<br />

Acto continuo el Loco dio un salto de tigre; y diciendo:<br />

—¡Oh, poeta!,— le abrazó efusivamente. En seguida,<br />

tomándole por las manos, lo lanzó en el espacio, a una<br />

gran altura, donde iba desde cien mil vueltas de hélice o<br />

torniquete. Cuando cayó, ambos le recibieron en brazos.<br />

El poeta estaba alegre y borracho de los éteres. Así,<br />

todos tres, bien abrazados, el vate en medio, bailando el<br />

cake walk y silbando estupideces fueron desapareciendo<br />

entusiastamente en la noche que avanzaba enorme.<br />

Y un silbo estridente me despertó.<br />

Y salí de la imprenta El Rebelde, pensando que al<br />

fin los muchachos habían tenido alguna originalidad, siquiera<br />

sea en el título; pero ya era algo, que después irían<br />

buscando una más amplia libertad de criterio, hasta<br />

llegar a la independencia total, lo cual constituye mi<br />

mayor deseo.<br />

II<br />

Pasado algún tiempo, después de unos tres días de<br />

revolución, que más parecía fiesta, por el orden y la alegría<br />

que imperaba y porque los derrotados estaban en sus<br />

madrigueras, una mañana se volvieron a reunir los amigos<br />

de Armando Espada, pero al influjo de distinto temperamento,<br />

y entablaron una conversación muy<br />

animada, de la que pude sorprender alguna que otra<br />

cosa. Más o menos decían:<br />

ARMANDO<br />

Ya ven, amigos, cómo se ha operado el milagro,<br />

con derroche de oro y la mayor economía de sangre.<br />

Pura fí-<br />

I<br />

— 1204 —


EL LOCO<br />

nanza. Han caído nada más que los de la misma<br />

carnada, sin que haya más muertos que tres o cuatro, de<br />

los que se puede decir que ellos mismos se hicieron<br />

matar debido a su resistencia, sabiendo que la<br />

revolución estaba consumada. Respecto del Intendente<br />

de Policía, parece que le han victimado a traición.<br />

JOSÉ<br />

Semejante movimiento tan uniforme en la<br />

República, incluso el ejército, es la prueba más<br />

palmaria de que el país estaba absolutamente cansado<br />

con la secuela de explotadores y... Sin embargo, es de<br />

presumir que sólo por la traición...<br />

CLETO<br />

Así es. Pero lo importante para demostrar la<br />

cultura nacional, aunque ayer nomás nuestra opinión ha<br />

sido contraria, y para demostrar la uniformidad<br />

nacional en asuntos de orden interno e internacional,<br />

está el hecho de que el ejército y el pueblo, armados,<br />

superabundantemente municionados, vagando dispersos<br />

en la población no hubo ebrios ni asesinos en plena<br />

revolución, cuando cualquier revolucionario pudo ser<br />

impunemente ladrón, asesino, incendiario, violador, etc.<br />

Pero nada: el orden y la serenidad más augusto.<br />

Entusiasma la cultura nacional. Eso se llama un pueblo<br />

civilizado.<br />

ADALID<br />

Es verdad. La elocuencia de los hechos es lo<br />

incontrovertible. Los extranjeros residentes ya saben,<br />

por experiencia palpable, por lo que no pueden negar<br />

sin alterar la verdad, que Bolivia es un país altamente<br />

culto en el respeto a los derechos ajenos, bajo el<br />

régimen de la libertad, de lo cual ya hay naciones que<br />

deberían tomar ejemplo; porque la cultura también no<br />

debe ser asunto de pura palabrería.<br />

LUIS<br />

... ¡Hum...! Acuérdense que otro vendrá que te<br />

santificará. No hay que perder de vista que si los<br />

liberales<br />

— 1205 —


ARTURO BORDA<br />

son los capitalistas bribones, los republicanos son los<br />

hambrientos descamisados, y que, por consiguiente, lo<br />

que más peligra es la economía nacional. No quiero<br />

dármelas de profeta, pero...<br />

Pero primeramente debo decir que en cuanto a<br />

la cultura del pueblo, demostrada en esta revolución,<br />

afirmo que no existe tal cosa; que esa apariencia no es<br />

nada más que un fenómeno debido a la sorpresa de ellos<br />

mismos, debido al asalto o cuartelazo, mejor dicho; que<br />

revolución no ha sido, como que hasta hoy no hubo en<br />

Bolivia ni una sola revolución: todo lo que se ha<br />

tomado por tal no fue otra cosa que simples cambios de<br />

hombres y nombres en la institución republicana, o, de<br />

modo quizá más propio, semirepublicana, con leyes que<br />

no se cumplen por estar fuera de tiempo y de lugar, con<br />

gobernantes que no hacen nada más que su voluntad y<br />

con legisladores que no saben declarar las leyes que por<br />

sí las necesidades las van exprimiendo. No veo por<br />

todas partes sino que ceguera y ambiciones personales<br />

y la indiada aborigen y blanca que se muere de<br />

servilismo. Y no me vengan con zoncerías.<br />

EMILIO<br />

Sí. Pero esta revolución prueba también,<br />

indiscutiblemente, otra cosa: y es que todo lo que<br />

había de inmoral en el país, era de los caídos.<br />

ARMANDO<br />

Todo lo que quieras. Pero una revolución no se<br />

puede hacer en un día: una revolución es el cambio de<br />

nuevos principios de gobierno, de política, de moral, de<br />

leyes. Y todo eso requiere tiempo y paz, aun cuando<br />

parezca disparate esta verdad. Para eso ahora los<br />

revolucionarios deberían entrar de lleno en la esfera<br />

dignificadora de la ejecución de sus ideales pregonados<br />

a voz en grito; mas no io harán, ya que pronto se verán<br />

aficionados al mando, al gobierno, a la autoridad, a ser<br />

amos y señores, viéndose reatados por mil hilos que el<br />

telar de los intereses particulares les habrá de tender.<br />

Sin embargo, hasta ahora cada revolucionario<br />

deberá llevar en lo profundo de su conciencia, en el<br />

rincón-<br />

— 1206 —


EL LOCO<br />

cito más sagrado de su corazón, la seguridad de que su<br />

acto ha sido inmensamente honrado y salvador; que<br />

merece la más alta estima de los espíritus libres y<br />

veraces, y que como somos un pueblo de voluntad firme,<br />

con ideales aunados al mismo ritmo, y que el ejército con<br />

el ejemplo que ha dado de subordinación y constancia<br />

(?) en sus deberes, es nuestra más alta insignia de<br />

orgullo. ¡Viva el ejército!<br />

TODOS (menos Luís)<br />

¿Viva! ¡Que viva!<br />

LUIS<br />

Como yo tengo siempre mis reservas, dudo y callo.<br />

Temo que la muchacha resulte respondona. Lo de<br />

siempre en nuestra historia.<br />

JOSÉ<br />

Y ahora, señores, cada cual a la tesonera y ruda<br />

labor del progreso; porque nada convence como los<br />

hechos. Hechos son amores y no buenas razones. Que<br />

cada cual procure ser el ejemplo de lo mejor y la patria<br />

será la primera del mundo.<br />

LUIS (meneando la cabeza)<br />

jHum...! Esa es otra cosa. Entonces, por sí acaso,<br />

vamos a festejar la libertad en pleno régimen de la libertad,<br />

que debemos suponer que es. Que el alma de los pueblos<br />

redimidos entone loores a sus redentores, ya que<br />

éste es el mes fatal para las tiranías. Julio es el mes de<br />

las redenciones, y el 12 de Julio es el natalicio de Julio<br />

César. Que nuestro festejo sea pues el alegre rumor del<br />

trabajo. Y que absolutamente nadie crea sino en los<br />

hechos.<br />

Así diciendo salieron en tropel, armando un escándalo<br />

en toda la vecindad.<br />

*<br />

— 1207 —


III<br />

Al día siguiente mi vecino Armando Espada desocupó<br />

la casa, por lo que no volví a saber nada de ellos. Esa<br />

noche, agitado por el ambiente, tuve el siguiente<br />

ensueño:<br />

EL FUEGO SAGRADO<br />

Y cuando al mediar el día no se vio ya en el<br />

ocaso la sombra de los expatriados, dos hombres pasaron<br />

hablando así:<br />

EL LOCO<br />

Con calma. Poquito a poco. Tranquilamente ya, corazón.<br />

La aorta y la carótida no se ahoguen más. Sí, oigo<br />

que al fin mi corazón normaliza ya su latir. Sí...<br />

CALIBAN<br />

Pero ¿por qué estás, Loco, tan triste? ¿A qué<br />

viene ese tu soliloquio? ¿Acaso tu viejo ensueño no es ya<br />

una realidad?<br />

EL LOCO<br />

Sí, es verdad. Mas no es tristeza, hábil Calibán;<br />

es el cansancio de mi risa infinita. He reído tanto, de<br />

alegría, que mi alma está rendida. ¿No has oído? Mi<br />

carcajada iba entonando aleluyas en el canto de los<br />

vientos, helando los huesos en el soplo redentor. Y ¿cómo<br />

no, si al fin los oprimidos respiran y los opresores<br />

expiran?<br />

Ya cayeron unos: ahora los vencedores se destriparán<br />

entre ellos. La unidad es divisible; y la<br />

divisibilidad es la destrucción de la unidad. Mi risa no<br />

concluye: es la alegría de los altos vientos, haciendo<br />

flamear a millares la enseña roja. Su hora se aproxima.<br />

CALIBAN<br />

Y yo que encapoté de nubes el orbe, desatando la<br />

sinfónica potencia de Eolo en el feérico 12, hoy, Loco,<br />

me<br />

— 1208 —


EL LOCO<br />

despido, porque ya tu lar está redento por ahora y mis<br />

oficios serían inútiles.<br />

Pero ¿qué? En tus ojos, caro Loco, veo apagarse el<br />

fuego sagrado.<br />

EL LOCO<br />

Ahora tengo más que antes. ¿No ves que no ha<br />

habido sangre? Revuelta sin sangre es el augurio de mares<br />

de sangre. Para que una revolución dé frutos en su<br />

evolución es menester que vierta mucha sangre. Cuanta<br />

más sangre en una revolución la paz será más larga y<br />

sosegada. Siento venir días de lúgubre inquietud. Mi<br />

vista se aclara.<br />

Luego el Loco, recobrando súbitamente la razón,<br />

mira con ojos enormes cómo el ejército empieza a dar su<br />

más extraña floración. Sólo el jefe de los vencedores está<br />

imperativo, sañudo y ríspido.<br />

Entonces abrazándose muy emocionados, se despiden,<br />

yéndose por opuestas vías, entrando por tal<br />

manera en mi corazón el Loco y Calibán, por la aorta y<br />

la carótida. Con lo que desperté.<br />

A raíz de todo estoy pensando que decir: —Nuestro<br />

ínclito salvador de la patria,— como se han dado en cantar<br />

a Saavedra, sus allegados, es una frase ridícula, tanto<br />

como el de: —Nuestro protector—, lo cual implica impotencia<br />

e ignorancia en quien lo dice. Ello es tan ridículo<br />

para el individuo como para el pueblo, y más para el soldado,<br />

porque el soldado de hoy no debe tolerar la<br />

tutela ni de sus mismos jefes, si fuesen despóticos o<br />

nepóticos, ya que sabe y siente que el ciudadano es en el<br />

instante preciso el soldado mismo, pero siempre por<br />

mandato interior, de conciencia, únicamente en resguardo<br />

del orden y sobre todo de la integridad nacional, y<br />

porque el soldado también, de General a Ordenanza, más<br />

que saber por deducción, debe comprender por<br />

sentimiento, al calor del fuego patriótico, que no<br />

solamente es defensor de la patria<br />

*<br />

— 1209 —


ARTURO BORDA<br />

grande, sino que por igual manera lo es de sí mismo, es decir,<br />

de su condición proletaria, y que, por consiguiente,<br />

cuando la justicia virtual ha llegado a su conciencia, todos,<br />

de pordioseros a potentados respirarán a pulmón lleno,<br />

durmiendo en paz al abrigo del ciudadano armado,<br />

siempre que se gobierne al rigor de la justicia. Entonces la<br />

armonía entre el pueblo y el ejército estarán cimentados a<br />

firme.<br />

A propósito, he leído en unos artículos de prensa lo<br />

siguiente:<br />

La revolución del 12 de Julio es la revelación de una<br />

fuerza moral ciudadana que se incuba para dar más tarde<br />

asombrosas realidades que otrora fueran el ideal de los<br />

menos. Esa revolución es la conciencia de su deber que tienen<br />

los hombres libres y altivos para con su dignidad,<br />

para con su hogar y su campanario, para la patria<br />

grande, y más aún, si se quiere: para su porvenir. Los<br />

revolucionarios, y más si son del ejército, confirmaron<br />

tal aserto, y de modo rotundo, con el hecho: con un<br />

sacudón silencioso, en orden y profundo, en que la nación<br />

se expurga de una sola vez únicamente de su carcoma,<br />

dejando, por lo pronto, en paz los miembros sanos.<br />

La depravación corroedora de la angurria mercantilista<br />

había Pegado a su apogeo: nada faltaba por pervertir,<br />

pues se había llegado a atizar la cizaña de los intereses<br />

creados hasta en la inmaculada conciencia de los niños,<br />

en la enseñanza primaria, reduciendo su futuro a la<br />

esperanza espectaticia en el favor del banderío. Mas, no<br />

faltaron los rebeldes que entre burla y burla o con rudos o<br />

finos apostrofes, según la necesidad, delatasen a voz en<br />

cuello las iniquidades consumadas o que tramaban. El<br />

liberalismo pesaba a modo de plomo derretido o<br />

neumática suc-sora en propios y extraños, a tal extremo<br />

que el simple enunciado del nombre era ya una carga que<br />

sublevaba almas resignado aún de aquellos enlazados con<br />

algún negocio de los innúmeros con los que ha socavado<br />

el porvenir nacional.<br />

Y así, por los voceros de la libertad, nadie ignoraba<br />

que el despotismo se sostenía únicamente merced a<br />

los<br />

— 1210 —


EL LOCO<br />

intereses de las arcas nacionales que esterilló entre sus<br />

allegados. Pero un día la dignidad de los militares<br />

altivos se sintió hondamente ultrajada: ellos<br />

comprendieron con sus propios ojos que los impuestos<br />

del pueblo eran el usufructo de los gobiernistas. Y esa<br />

ola de indignación interior iba subiendo minuto a minuto<br />

en las conciencias, a semejanza de una marea alta, hasta<br />

que así también, sorda, incontenible, avasalladoramente<br />

se desbordó en la reivindicación de los derechos<br />

conculcados.<br />

Ahora, que el encono más recio de los derrocados<br />

estalle contra los vencedores, es justo; que asimismo<br />

esperen también el retorno de su caudillo al país, es<br />

también justo; pero es bueno que todos lleven esta<br />

convicción: que los militares deben ser esencialmente<br />

nacionalistas y legalistas; que la presencia cíe Montes en<br />

América será el augurio de mares de sangre en Solivia;<br />

que siempre todo nuevo gobierno es nuncio de<br />

bienestar y progreso; pero que si el vencedor falla a sus<br />

promesas, torciendo la mente de los procedimientos, los<br />

rebeldes surgiremos a modo de una maldita plaga<br />

delatora, agitadora y revolucionaria. Tal es la obligación<br />

del ciudadano, ahora y siempre.<br />

Así decían los que inocentemente creían en las<br />

promisiones de las experiencias. Tal creía la buena fe de<br />

los soñadores.<br />

Y ahora digo, a propósito, de un modo general y<br />

definitivo, que los hombres honrados, públicos,<br />

verdaderamente honrados, sin esperar actuar en el<br />

gobierno, no deben aspirar sino a dejar en la historia una<br />

estela de generaciones altivas y veraces, para lo que no se<br />

requiere ser Presidente ni nada: ahí se tiene el libro, la<br />

prensa, la palabra y, por último y primeramente, el<br />

silencioso ejemplo. ¡Oh!, cómo entonces deberá<br />

henchirse el pecho al decir: —Soy el impulsor de esa<br />

falange de rebeldes.— Aquí es necesario que cada cual<br />

sepa que la idea y el pensamiento libres, aun en el más<br />

tímido, un día al fin impele a la acción libre. Y el<br />

gobierno que debió a su honradez tenga por adictos a<br />

tales hombres, debe confiar que cuenta con amigos sin<br />

dobleces, jugando a cartas descubiertas y que<br />

*<br />

— 1211 —


ARTURO BORDA<br />

únicamente anhelan ver a sus gobernantes ascender en<br />

el sacrificio a las regiones fúlgidas del ideal longividente.<br />

Y bien. Este es el momento de rememorar que<br />

cada uno de los instantes siempre es el instante de<br />

recordar que los valores morales, como todo, acrecen<br />

geométricamente por oposición. El blanco al lado del<br />

negro resplandece, mientras que el negro se<br />

entenebrece, así como lo chico al lado de lo grande<br />

parece empequeñecerse aun más en tanto que lo grande<br />

parece crecer. Pero en la sucesión de los hombres, la<br />

oposición es vertical: se yuxtaponen en ascensos y<br />

descensos: el que no cae sube. Y no hay más remedio. El<br />

hombre acercándose a la luz en la cumbre se agiganta en<br />

su sombra, siendo que quien cae en los abismos<br />

desaparece en la sombra.<br />

Los que predican la necesidad de derrocar un gobierno<br />

o una teoría, acusando sus defectos, están en la<br />

obligación de probar con los hechos, y sin demora, que<br />

sus prédicas no han sido simples telarañas para atrapar<br />

incautos, carne de cañón para sus escaramuzas; porque<br />

de ser así, aun por simple sospecha, mucho más si tales<br />

son las manifestaciones, todos están en el deber de ir a la<br />

estrangulación de los hipócritas, ya que en un medio<br />

maleado las consecuencias de una revolución serán para<br />

empeorar las situaciones, dando que los procedimientos y<br />

los fines no mejoran, sino que empeoran. Pero ¿cómo no,<br />

si no hay revolución a base de traidores? Y quien hizo<br />

uno hará ciento.<br />

Es por tales razones de patriotismo neto que los espíritus<br />

independientes han menester intensificar más y<br />

más la escuela de la altivez, sabiduría y honradez<br />

juveniles, sembrando en el futuro la dignidad, y más si<br />

es como se pretende asegurar, en plena libertad,<br />

probando de ese modo que la libertad es efectiva, ya que<br />

sólo hay deber de prestar obediencia al mandato del<br />

bien.<br />

¿Quién no soñará en paz, reposando en el regazo<br />

de la suma justicia? ¿Qué ser o entidad puede aspirar a<br />

galardón más inmarcesible que el título de El Justo?<br />

¿Quién no ambiciona, siendo noble, ejercer la equidad<br />

de Espar-<br />

— 1212 —


EL LOCO<br />

taco o Sucre? Y es bueno saber que a la justicia sólo<br />

teme el criminal. Además, no existe nada que<br />

retuerza o rompa el designio de la justicia.<br />

Por eso yo... Yo...<br />

En eso, riendo de mi estúpida elucubración,<br />

haciendo el ridículo ante mí mismo, porque aun<br />

necesito abajar mi conciencia y mi soberbia, me había<br />

dormido arrebujándome alegremente en mi cama. El<br />

reloj daba la una de la mañana.<br />

IV<br />

Dos o tres días después.<br />

Está visto que como un perro hambriento y<br />

parásito, olfateando ansiosa o inconscientemente ya,<br />

siempre he de llegar a la supuración del instante a<br />

tragar a dentelladas el ambiente.<br />

Esta mañana salí de mi tugurio, acicateado por la<br />

consumidora impaciencia de mi alma, dijérase que<br />

como en busca de un siniestro epílogo que yo sentía<br />

angustiosamente faltar a la historia del liberalismo.<br />

Con mi cerebro constreñido por la bruma del<br />

ensueño, caí a plomo al atardecer, abandonado de mis<br />

huesos y de mi carne, en un banco del parque Murillo. Y<br />

así. Mas, cuando la modorra se me disipaba, noté que<br />

unos hombres hablaban a mi lado.<br />

*<br />

HOMBRE PRIMERO<br />

Efectivamente que toda esa cabalgadura de<br />

orgía con que imperó el liberalismo desde un principio,<br />

necesitaba en su historia el remache de su propia<br />

especie. Era un organismo que como no hallara fuera de<br />

sí con qué saciar su angurria, se ha consumido a sí<br />

mismo, cual si fuese su propia solitaria.<br />

— 1213 —


ARTURO BORDA<br />

HOMBRE SEGUNDO<br />

Eso es evidente. Todo ha sido infidencias. Estalló la<br />

sangrienta revolución federal en 1899 para restablecer al<br />

momento el gobierno unitario. Así, después de tan grosero<br />

engaño, vino la seguidilla de engaños. El veneno, la<br />

masacre y mil latrocinios, todo iba a la par de la subasta<br />

del territorio nacional, de la mordaza en ergástulas a la<br />

prensa. Ha pasado a semejanza de una tromba que lo abrasa<br />

todo.<br />

HOMBRE TERCERO<br />

Gutiérrez Guerra es el remache de aquella trabazón<br />

de incorrecciones. En contra suya jamás quise abrir mis<br />

labios, no obstante que la orgía resonaba ya en los confines<br />

de la patria; pero hoy que la bancarrota nacional<br />

sigue a la de la casa bancaria, que se ha cerrado con el<br />

sello de la estafa a la sombra de la primera magistratura<br />

de la República, hundiendo en la miseria a los míseros<br />

menestrales de todos los gremios, a los que privándose del<br />

sustento cotidiano en los años más constreñidores de la<br />

conflagración europea o desde algunos antes, que iban<br />

haciendo sus ahorritos. Hoy ya no puedo contener mi<br />

grito y execro por siempre aquella época luctuosa. Así,<br />

anticipándome en el tiempo, me indigna ver el día de que<br />

en más de mil hogares humildemente virtuosos habrá de<br />

faltar el pan, allá, cuando los labios, húmedos en las<br />

salinas lágrimas, silbarán la maldición que dicta la<br />

conciencia del sufrimiento de las víctimas.<br />

HOMBRE QUINTO<br />

Mas, en el hecho, eso sólo sirve como tema puramente<br />

literario. Por lo que hace a mí, diré que me da<br />

pena la gente de gobierno, cualquiera que sea, porque<br />

en ellos sus enemigos personales la brizna más pequeña<br />

de sus errores al punto le señalan con las proporciones de<br />

un monte, y si no hay, nada cuesta inventar iniquidades;<br />

pero, eso sí, ni quién pare la atención en sus virtudes:<br />

en los gobernantes todo debe ser delito, infamia, atropello,<br />

tiranía, desconocimiento de las leyes; el gobernante<br />

debe<br />

— 1214 —


EL LOCO<br />

tener para sus enemigos ambiciosos del poder la tara<br />

de todas las infamias imaginables, en cambio todos los<br />

crímenes de la oposición en su conciencia no pueden<br />

ser nada más que sacrificios, el martirologio de todas las<br />

opresiones, el heroísmo, la santidad, la pureza. Esto es<br />

repugnante, por falta de honradez. Indulablemente que<br />

así calumniados los hombres, día a día, necesitan de<br />

todo el esfuerzo de su voluntad para no ser lo que se les<br />

atribuye, lo cual por sí ya es un gran mérito.<br />

HOMBRE SEGUNDO<br />

Eso aparte, y que no debe importarnos, prosigamos.<br />

HOMBRE PRIMERO<br />

En la quiebra de nuestra conversación hay también<br />

potentados...<br />

HOMBRE TERCERO<br />

En cuanto a los acaudalados, sean de la plebe o<br />

de la aristocracia, ¿qué me importan? Ellos por haber<br />

perdido algo de sus dineros no se habrán de quedar sin<br />

comer. Y el que roba a un ladrón se dice que tiene cien<br />

días de perdón.<br />

HOMBRE SEGUNDO<br />

Así es. Además, hay millones de proletarios que<br />

por mucho que revienten trabajando sin ceder su<br />

rebeldía, sin arrastrarse ante el amo, jamás lograrán el<br />

ahorro ni de un centavo.<br />

HOMBRE PRIMERO<br />

Es verdaderamente lástima que para el éxito<br />

más nimio o efímero las gentes han de necesitar siempre<br />

arrastrarse. Es la historia de todos los éxitos: tener que<br />

rogar, tener que ceder. Parece que la sociedad<br />

tácitamente hubiese acordado decir a los rebeldes: —<br />

No saldrás de aquí si no te doblegas.— Y en seguida la<br />

guerra sorda. No, yo pre-<br />

— 1215 —


ARTURO BORDA<br />

fiero morir aun cuando sea de hambre, antes de<br />

adbicar el cetro de mis ideas. ¡Esclavos...! Los esclavos<br />

somos nosotros.<br />

Y mientras hablaban los hombres vi llegar y<br />

pasar en las brumas de mis recuerdos, una ronda de<br />

sátiros y satiresas, beodos, ensangrentados y enjoyados,<br />

jugando a las cartas el dinero del pueblo, como un día en<br />

el Gólgota Longino y los suyos, dividiéndose al dado la<br />

túnica del Salvador. Y pasan lúbricos y fatídicos los<br />

impunes espectros, gozando a costa de las angustias<br />

nacionales en sus horas de tribulación. Hasta que oigo<br />

la voz del<br />

HOMBRE PRIMERO<br />

Estos sucesos nos llevan a hacer algunas reflexiones.<br />

Ya verás. La quiebra esa que es un robo...<br />

HOMBRE SEGUNDO<br />

Pasito a paso, amigo. No es robo; es una quiebra.<br />

HOMBRE PRIMERO<br />

Esos son cuentos. Yo tengo la simplicidad del pueblo.<br />

Así que, pues, las cosas las llamo por su nombre.<br />

Nosotros que no hemos estudiado, no comprendemos<br />

aquellas estúpidas sutilezas de las leyes que distinguen<br />

con distintos nombres a los mismos hechos o cosa, no<br />

más que por darse el lujo de establecer una escala de<br />

penalidades. Nosotros en virtud del inmanente espíritu<br />

de justicia que anida en todo salvaje, sólo entendemos<br />

que el que por cualquier medio se apodera de lo ajeno, se<br />

llama redondamente ladrón; de igual manera, el que<br />

mata a otro aun cuando sea por mil interpósitas<br />

personas, o por cualquiera otra manera y en las<br />

circunstancias que fuese, le llamamos rotundamente<br />

asesino. Somos el pueblo. Y así entiende toda la<br />

humanidad, a excepción de la letra muerta de la ley, por<br />

eso, porque es muerta.<br />

HOMBRE TERCERO<br />

Bueno. Ahora punto aparte y veamos lo que iban<br />

a decir respecto a la quiebra del expresidente.<br />

— 1216 —


EL LOCO<br />

HOMBRE SEGUNDO<br />

No es el expresidente el que ha quebrado. Por<br />

lo que se ve en el informe que ha dado la comisión ad<br />

hoc respecto del balance, Gutiérrez Guerra, Presidente<br />

de la República, liberal de la hora nona, estaba...<br />

Estaba... No sé cómo desir... Estaba... engañando al<br />

público en su casa bancaria, ya que no tenía con qué<br />

responder en caso de una corrida.<br />

HOMBRE QUINTO<br />

Sí; vosotros hacéis el mismo juego de lo que<br />

llaman política: recoger cualquier dícere y echarlo<br />

aumentado en la circulación, sin preocuparse nada en<br />

averiguar qué es lo que hay de verdad. Esto es muy<br />

sucio.<br />

HOMBRE SEGUNDO<br />

Sea lo que te parezca. Pero por aquello de que si el<br />

patrón se va a los toros, vamonos todos, es decir, por<br />

el ejemplo, —y no me refiero únicamente a lo de<br />

ahora—el que más y el que menos debe haber echado su<br />

oportuno zarpazo. ¿Por qué no? ¿Acaso no se ha visto<br />

mil veces en la historia de cada gobierno el que de la<br />

noche a la maña na aparezcan con fortuna individuos<br />

que días antes no te<br />

nían dónde caer muertos? Pues ya verás cómo antes de<br />

un año muchos de los descamisados del nuevo régimen<br />

empiezan a derrochar oro. Casi como todos los opositores<br />

de todos los tiempos, me da ganas de decir con pena:<br />

"Los nuevos ricos".<br />

HOMBRE TERCERO<br />

Pero el escándalo no está justamente en lo que se<br />

descubre, sino que cuánto habrá que se está operando<br />

siempre sin dejar huella visible.<br />

HOMBRE PRIMERO<br />

Todo puede ser. Del nuevo régimen no se dice,<br />

pues, que lo primero que hizo fue entrar a saco en los<br />

Bancos, las aduanas y los tesoros.<br />

— 1217 —


ARTURO BORDA<br />

HOMBRE TERCERO<br />

Perfectamente. Ahora veamos que la quiebra...<br />

HOMBRE CUARTO<br />

Es la lápida de todo un partido político. Ese solo<br />

hecho bastaría para justificar la revolución en cualquier<br />

país. Aquí si las cosas no hubiesen llegado a tal<br />

extremo de impudicia, ni el ejército ni el pueblo<br />

hubiéramos dado el menor paso revolucionario; pues está<br />

a ojos vista la serenidad casi inconcebible con que todos se<br />

dedican exclusivamente a su trabajo.<br />

HOMBRE QUINTO<br />

Sí, ya lo creo. Valiente manera de trabajar. ¿También<br />

la haraganería es un trabajo?<br />

HOMBRE CUARTO<br />

Evidentemente que todos se dedican a su<br />

trabajo, y en el instante en que el Perú y Chile han<br />

apostado sus ejércitos en la frontera. Y nosotros nada,<br />

sin movilizar ni un soldado, descansando serenamente en<br />

los altos designios de la justicia. Pero bueno es saber que<br />

si se atenta de hecho a nuestra integridad, la<br />

defenderemos de tal manera que... Mas, éste es un<br />

asunto del que hay que hablar únicamente con el hecho,<br />

cuando las circunstancias lo exijan. Mientras tanto<br />

debemos dar pruebas constantes de ser un pueblo sereno,<br />

laborioso, culto y firme, que en la conquista de su futuro<br />

va rompiendo impávidamente las gélidas atmósferas que<br />

nos estrangulan.<br />

HOMBRE QUINTO<br />

Delicioso. Todo eso es muy bonito y de una ingenuidad<br />

encantadora; pero ciertamente que es menester<br />

decirlo aun cuando sólo fuese para pasar el rato.<br />

Y me levanté sin oír más, porque cuando desaparece<br />

en mi cerebro el opresor constreñir de las nebulosas,<br />

arremolinando en vértigo legiones de imágenes e ideas<br />

que<br />

— 1218 —


EL LOCO<br />

me enloquecen, me desespera de modo igualmente<br />

doloroso el vacío que invade mi mente, aquella nada más<br />

inmensurable que la muerte.<br />

De ese modo no tengo más remedio que caer en laxitudes<br />

eternales o andar y andar sin rumbo ni fin, como<br />

loco, esperando caer algún día loco de cansancio. Pero interiormente<br />

oigo la misteriosa voz que me grita sin cesar:<br />

—Mátate, oh floración carnal del mal.— De ese modo estoy<br />

cada vez más desesperado.<br />

Pero a la noche siguiente todo fue que cerrase los<br />

ojos para dormir, que ya estaba sumergido en una curiosa<br />

fantasmagoría.<br />

*<br />

Era, concluida la revolución, un movimiento inusitado.<br />

Los caídos se removían desesperadamente, buscando en<br />

los aledaños un albergue cualquiera donde acomodarse,<br />

mientras que los vencedores se prendían activamente en<br />

el Estado, iguales a una lluvia de sanguijuelas en carne<br />

viva, tanto que se perdía de vista el Estado, a modo de una<br />

gota de miel en una nube de moscas o un pedazo de imán<br />

en un montón de agujas. Siempre la misma cosa: los apetitos<br />

desordenados cegando y segando los ideales.<br />

Y eternamente también los agitadores, los verdaderos<br />

agitadores, aun antes del reparto de las utilidades de<br />

río revuelto, sigilosa y cuidadosamente separados, como si<br />

fuesen cauterios o cánceres, retirándolos de sí a modo de<br />

como se aleja la nitroglicerina. Tal los delatores de toda<br />

incorrección en pro o en contra, que no dan tregua a su actividad,<br />

viviendo honradamente de lo que pueden en su<br />

lucha contra la conflagración de unos y otros, exiliados en<br />

algún rincón, royendo las estopas, mientras que los zánganos<br />

se hartan en un festín de lobos. Pero bien dice Jesús:<br />

— Donde está tu tesoro estará tu corazón. — Y es verdad,<br />

aunque se torciese su sentido. Cada idea encierra fatalmente<br />

dos sentidos, el de la afirmativa y el de la<br />

nega-<br />

V<br />

— 1219 —


ARTURO BORDA<br />

ción. Hasta ahora no he visto a ningún crítico ni a ningún<br />

historiador detenerse en este punto tan importante.<br />

Pobrecitos.<br />

Ciertamente que concluida una revolución es menester<br />

agitar inmediatamente la siguiente, ayudando a la<br />

evolución cósmica que no cesa de evolucionar ni un segundo.<br />

Eso requiere tal suma de patriotismo y de sacrificio,<br />

que no veo ninguno capaz aquí. No hay que dar tiempo<br />

a que las virtudes y las fuerzas se anquilosen, degenerando<br />

en el crimen que ampara la impunidad de los<br />

que se creen fuertes y señores. Pero tal empeño lleva<br />

fatalmente a la miseria a los agitadores, si no pesa sobre<br />

ellos la vergüenza de vivir de las herencias, del pan de<br />

los muertos, de la peor forma de caridad, incapaces de<br />

vivir de su propio trabajo, es decir, incapaces de ser<br />

hombres de verdad. Mas los demoledores, revolucionarios<br />

en lo más íntimo de la conciencia, araban su mendrugo,<br />

minuto a minuto, de las horas, del aire y de la tierra:<br />

amargo pan amasado con su propio sudor, pero sin ocurrir<br />

gimiendo ridículamente a implorar la protección de los<br />

potentados, para luego tener que mentir groseramente,<br />

loando saber, talento y virtudes que no existen. Y esto he<br />

visto hacer a intelectuales que no tienen disculpa por<br />

haber recibido cuantiosos legados, suficientes por sí<br />

cada uno para hacer la felicidad de más de una familia. Y<br />

me pregunto que ¿cómo se puede creer entonces en la<br />

moralidad de sus opiniones si se hallan sojuzgados por<br />

los intereses de quien paga mejor?<br />

¡Bah! El ideal está en la región de os ensueños.<br />

Y desperté tremendamente agitado. Esa inquietud<br />

hasta ahora no se me quita. El cerebelo me duele pesadamente.<br />

VI<br />

Hoy, saturado de tristeza, he salido a pasear. En<br />

casa los niños cantaban.<br />

— 1220 —


EL LOCO<br />

Ahora camino como quien no tiene que hacer ni en<br />

la vida ni en la muerte.<br />

—(Silbando) ¡Pfú, pfú! ¡Pfú, pfííí...! Vaya<br />

usted a saber si no es gracioso. ¿Por qué he silbado ahora<br />

y precisamente aquí? ¿No pudo ser en otra parte y a otra<br />

hora?<br />

—Ya lo creo que sí; así pudo ser.<br />

—Esto no anda bien. Es decir, yo no ando bien. ¿O<br />

no es la verdad?<br />

—Sí, hombre, ya lo creo que es la verdad, tanto como<br />

que tú y yo somos la misma personita.<br />

—Bueno. Ahora mejor será no pensar en nada, porque<br />

¿qué dirá la gente?<br />

—¿La gente...? ¿El qué dirán...? ¡Ja, ja, ja! El<br />

qué dirán no es nada más que un último recurso de las<br />

bisabuelas en provincia.<br />

—Pero cierto que ponerse a silbar sin más ni más<br />

en media calle está muy mal hecho; porque es evidente<br />

que por hacer perder un instante a cualquiera se le malogra<br />

el mejor negocio. Pues, sí, señor; con un silbo sin por<br />

qué puedo embromar a un banquero que se detenga un<br />

momento a considerar mi tontería, indudablemente que<br />

suponiendo que se pudiese detener para sólo eso el banquero.<br />

(Cantando)<br />

Las alegres auras llegan jugando<br />

y al irse nos dejan suspirando.<br />

(Sorprendido) Qué animales son las gentes. ¿Por qué<br />

ae detienen a mirarme de modo tan risueño? O...<br />

—Pero ¿no te fijas que estás silbando?<br />

—¡Ah!... Claro. ¿A quién se le ocurre cantar sin necesidad<br />

a voz en cuello, como un bobo? ¿La gente se mofa<br />

o me compadece?<br />

— 1221 —


ARTURO BORDA<br />

—No sé. Pero es una vergüenza a pesar de que<br />

yo ya no creo ni en el cielo ni en la tierra.<br />

—Pero la vergüenza es asunto puramente de la<br />

sangre o... No entiendo. ¿Qué cosa no entiendo?<br />

—Que la vergüenza es cuestión de la sangre.<br />

—¡Ah! Eso es muy claro. Justamente hay razón<br />

para que me crean loco. (Pasándome las manos por la<br />

cabeza) No quiero estar loco. En todos los labios, en<br />

todas las miradas y al estrellarse en toda cosa el viento<br />

silba: —Pobre hombre...— No, mi voluntad vencerá a<br />

esa obsesión de las gentes que quieren enloquecerme.<br />

¡Aja, ja, ja! Y a pesar de mi risa estoy triste.<br />

—La verdad es que ya no sé si soy yo o tú el que<br />

siento estas cosas.<br />

—¡ Jé, jé, jé! En mí y en tí, todos los estados de<br />

ánimo bailan una tremenda zamacueca sin fin —somos<br />

uno mismo— cual si fuesen lagarto y culebras<br />

agitándose sin cesar en una marmita de bruja. ¡Tarará,<br />

rara. Laralalalá! ¡Laralilálalá, lila! Cantemos, que todo<br />

lo demás es zoncería. Pura zoncería.<br />

—No, señor. Es menester apurar el paso y escabullirse<br />

por cualquiera parte, porque si no aquí damos el espectáculo<br />

del siglo.<br />

—De veras. La gente es mala: le gusta divertirse<br />

con la gente. ¿Por dónde fuera...?<br />

—Por allá.<br />

Sí. Ya.<br />

*<br />

—Y ¡Santo Dios! Qué linda aquella muchacha. ¿O<br />

estoy ciego? No, no estoy ciego. Y se ríe de mí. ¿Por<br />

qué se reirá? Debe ser porque estoy ridículo.<br />

— 1222 —


EL LOCO<br />

—Ciertamente. Los músculos faciales se te han<br />

aflojado melancólicamente. ¿Entiendes? ¡Ja, ja, ja!<br />

Tienes un gesto extraño de tristeza lúbrica. Qué cara<br />

de oveja tienes, languideciendo tristemente los párpados,<br />

como los enamorados primerizos.<br />

—Mas, —oh, Deo gratia plena.— ¡Aquella otra<br />

mujer, qué mujer! ¡Santo Dios!<br />

—¿Y la chiquilla de más allá?<br />

—¿Es que ahora nomás comprendo a ver y<br />

comprender la belleza? Positivamente, todas las<br />

mujeres son lindas: hay en ellas una floración inmensa<br />

de amor. (Cantando)<br />

El amor,<br />

oh, Amor,<br />

es amor.<br />

(Sorprendido) ¿Cómo? ¿Es mi propio cantar?<br />

(Pensativo) Yo... (Dudando) No, no y no: estoy en<br />

plena razón.<br />

—¿No, no? ¿Qué es no? Ese no es la ecolalia.<br />

—Tengo miedo.<br />

Y corrido por mí mismo, al torcer una esquina<br />

tropiezo en mi pie.<br />

—Los zapatos están mal hechos. El carpintero<br />

tiene la culpa. ¡Jí, jí, jí!<br />

—¡Cómo! ¿Por qué el carpintero?<br />

—Sí, hombre. ¿No recuerdas que el carpintero es<br />

hornero?<br />

—¡Ah!... ¡Ja, ja, ja! Es verdad. Ya recuerdo. Por<br />

él casi das con la horma de nuestro zapato. Y tan difícil<br />

que es. Vaya usted a ver qué carpintero.<br />

*<br />

— 1223 —


ARTURO BORDA<br />

—Sí. Hornero, zapatero y carpintero son... —<br />

¿Qué son?<br />

—Pues ¿qué quieres que sean si no son consonantes?<br />

¿No te fijas? Ero, ero y ero, tres eros. Con ellos se puede<br />

hacer una linda poesía. Por ejemplo:<br />

El bracero<br />

carpintero es<br />

hornero y un<br />

majadero<br />

zapatero.<br />

—Hermoso. Lindísimo. Muy lindo. Y tantantán...<br />

—¡Voto a Cribas! Esto es alarmante.<br />

—¿No ves? jJá, ja, ja! Estás loco. Observa cómo en<br />

esta otra calle también se ríen de nosotros, me parece que<br />

debes enmendarte.<br />

—No yo, sino tú.<br />

—Tú, más bien.<br />

—¿Tú o yo?<br />

—Cierto. Pero ¿tú o yo estaba hablando? ,<br />

—De veras. Ya no he llevado la cuenta. Pero no<br />

importa, ya que hemos perdido los estribos por una<br />

hermosa.<br />

—Tienes razón: qué lindas son las mujercitas.<br />

Todas son mías. En ellas hay amor, siquiera un instante.<br />

¿Por qué no me habían de querer si yo las adoro?<br />

(Cantando)<br />

El amor,<br />

oh, Amor,<br />

es amor.<br />

—Ya estás cantando otra vez, che. Qué barbaridad.<br />

— 1224 —


EL LOCO<br />

Y me asusta ese diálogo de mi conciencia y de mi<br />

inconsciencia.<br />

*<br />

—Nada, loquito, ahora te pones quieto, bien quieto.<br />

—Pero aquella otra joven...<br />

Sí. Qué bella. Cada una tiene algo que es incomparablemente<br />

hermoso, si no es en el cuerpo en alguna manifestación<br />

del espíritu. La única dificultad está en saber<br />

acertar en su belleza. Cada una que pasa parece que me<br />

sorbiera con su hermosura el alma y los sesos. (Santiguándose)<br />

En el nombre del Amor, de la Belleza y la Verdad.<br />

—¿Notas, Loco, que sobre estas cuatro palabrejas<br />

básicas ya se puede fundar la nueva religión, barriendo<br />

con todos los mitos habidos y por haber?<br />

—Seguramente. ¡Oh! ¡Cómo hace falta un verdadero<br />

demoledor! Pero los hombres son muy cobardes y necios;<br />

no quieren adelantarse a su siglo, si no es<br />

solamente a modo de las babosas. Pobrecitos.<br />

—Es que cada cual cumple estrictamente con su destino.<br />

No tienen la culpa. No obstante, ¿si yo no intereso a<br />

nadie, qué me importa nadie?<br />

—¡ Ah!... Eso también es cierto.<br />

—¡Oh...! ¡Bestia de mí! ¿Por dónde se habrá ido<br />

esa linda muchacha, mientras yo estaba pensando disparates?<br />

¡Ah...! Allá viene.<br />

—No es ella, che. Es otra.<br />

—Sí. Estoy asombrado: todas son más hermosas y su<br />

carne no sé qué tiene: sus ideas, sus ansias y sus recuerdos,<br />

tanto como sus esperanzas; en fin, la vida, el amor,<br />

todo refunde en divinidad de llama viva o carne paterna.<br />

(Cantando)<br />

— 1225 —


El amor,<br />

oh Amor,<br />

es amor.<br />

ARTURO BORDA<br />

Y ya no resisto más. Voy a ella. Pero ¡si voy, qué le<br />

dijera...? (Cantando)<br />

Llora y ríe la loca amorosa<br />

el amor que por siempre perdió.<br />

—No, Loco. Eso de ninguna manera: eso sería una<br />

grosería.<br />

—Cierto. ¿Y por qué le había de insultar sin necesidad,<br />

llamándola loca? Tienes razón. No, no estaría bien.<br />

Bueno. Entonces ¿qué le dijera?<br />

—Lo que se te ocurra. Apúrate. Ahí viene.<br />

YO<br />

Señorita, tenga usted un hermoso día: que la luz<br />

entone aleluyas y risas en sus labios y en sus ojos.<br />

Buenos días...<br />

ELLA (mirándome cejijunta,<br />

con impulsos de reír)<br />

YO (tímidamente)<br />

Perdone, hermosa, nunca bien amada. Yo no<br />

tengo la culpa que usted sea tan linda. Todo es verla que<br />

sin más se le cante rendido un himno de adoración.<br />

ELLA (sonríe mirándome de reojo)<br />

Muchas gracias, señor.<br />

YO (entusiasmado)<br />

Eres la ondina o la hurí del quinto cielo; tu sola<br />

presencia ha sorbido mis sesos y mi sangre; estoy en<br />

tí; en<br />

— 1226 —


EL LOCO<br />

tí canto. ¡Oh, bien amada! Bella, la más bella, para tí, que<br />

eres un himno de armonía y amor hecha carne, para tí<br />

haré incensarios de mi corazón y de mi cráneo.<br />

Zahumaré con mi sangre y mis sesos tus divinas<br />

desnudeces en la suprema oblación de la existencia.<br />

señor.<br />

ELLA (apresura el paso, asustada.<br />

y deseando oír más)<br />

Muchas gracias. Es usted muy amable. Y perdone,<br />

YO (siguiéndola muy cerca y a prisa)<br />

Leche y rosa es tu tez: tus ojos, esos ojos, ¡oh claro<br />

sol!, sortilegio son de maleficio; y tus formas, ondulantes y<br />

obsesoras, alzándose sobre tus sádicas piernas, son la atracción<br />

del ánfora misteriosa. A ti, pues, — ¡oh, bella! — canta<br />

el amor en mi sangre canto de pasión.<br />

ELLA (roja de vergüenza, ríe, casi corriendo)<br />

Tan atrevido este cholo. . .<br />

Y sin saber cómo, fatalmente le doy un pellizco en<br />

lo blando, por lo que da un salto felino, restallando un<br />

grito desesperado. Ella huye despavorida; los transeúntes<br />

acuden presurosos, en tanto que yo, maldiciendo mis<br />

nervios, estoy petrificado de horror por mi estupidez que<br />

no supe contener. Se aproximan los policiales. Quiero<br />

escapar, pero no puedo y. . .<br />

*<br />

¡Uf. . .! Gracias a Dios: al fin respiro. No hay nada.<br />

No ha sucedido nada; todo ha sido no más que un loco imaganar.<br />

Pero qué angustia en mi corazón. Estoy rendido de<br />

cansancio.<br />

— Claro: si estás loco, loco de rematar. Eso sí<br />

que se llama soñar despierto. Increíble.<br />

*<br />

-1227-


ARTURO BORDA<br />

—Puede ser. ¿Por qué no? Sin embargo, noto<br />

que la gente sigue riéndose de mí.<br />

—No seas tonto. Ahora, ¿qué haces aquí,<br />

plantado a guisa de estatua? A ese paso jamás has de<br />

avanzar.<br />

—Eso es verdad. Pero yo no tengo la culpa: la belleza<br />

me estatiza agitando en mí los vértigos de la locura,<br />

para resistir cuya fascinación se necesita algo más que la<br />

simple voluntad. Si este mi corazón y esta mi cabeza colocase<br />

en los demás, los médicos se pondrían las botas. Sí,<br />

señor, que se pondrían las botas. (Bailando) ¡Ole! ¡Salero!<br />

Que el mundo sería un manicomio y yo el único sensato.<br />

— ¡Caramba! ¿Qué es eso, che?<br />

r —Malditos nervios. Otra vez las gentes me miran<br />

burlándose compasivamente.<br />

Me aquieto rechinando las muelas y centelleando los<br />

ojos. Los que pasan me miran de reojo.<br />

Ahora me toca reír del miedo de las gentes y me<br />

planto con pose de emperador, cuando de brazo y<br />

marchando llegan tres chiquitines, de a cinco a seis años.<br />

Hablan animadamente, imitando el dejo extranjero.<br />

NIÑO PRIMERO<br />

Cállate. El Loco me ha de pegar.<br />

Loco burro.<br />

NIÑO SEGUNDO<br />

NIÑO TERCERO<br />

¿Este zonzo es loco?<br />

LOS TRES NIÑOS<br />

¡Ja, ja, ja! ¡Jé, jé, jé! ¡Jí, jí, jí! —<br />

—1228 —


EL LOCO<br />

Afortunadamente llega un suplementero, pregonando<br />

a voz en cuello: —La Razón a diez centavos.— ¿La razón,<br />

dice... ? Ese nombre ha recorrido a modo de hielo<br />

en mis tuétanos, sin darme tiempo a reflexionar que es el<br />

diario La Razón, cuya imprenta redujeron a nada los famosos<br />

liberales.<br />

La verdad es que aquí el apasionamiento por tanta<br />

tontería es capaz de enloquecerlo a cualquiera. Felizmente<br />

creo que ya me siento mejor, y en sus dos acepciones.<br />

Claro. Toda resurrección infunde alegría, y más si es de un<br />

diario revolucionario. No obstante, la gente no quiere o<br />

no puede comprender. El infinito evoluciona incesantemente<br />

sólo en virtud de las revoluciones: la revolución<br />

de cada cuerpo sidéreo implica la alegría de un nuevo día.<br />

La revolución es pues una ley cósmica. Y en la humanidad<br />

cada revolución ha dado un fuerte impulso al progreso.<br />

Cuando una revolución religiosa, social, económica, política,<br />

o lo que fuere, se acaba naturalmente, agotando en sus<br />

medios y sus fines sus fuerzas, es que ha integrado todo<br />

un ciclo de evolución. Por eso es necesario dejar todo su<br />

desarrollo a cada revolución a menos que sean manifiestos<br />

sus síntomas reaccionarios, en cuyo caso urge precipitar<br />

otra revolución con fines más avanzados y medios más eficaces.<br />

Por lo demás, querer impedir el avance de las<br />

fuerzas sempiternas es muy zonzo. Por ejemplo: ¿Existe<br />

algún poder para desviar las corrientes marinas o represar<br />

los grandes ríos? No: ellos a pesar de todos los obstáculos<br />

rompiendo sus vallas seguirán su curso; de igual manera<br />

no hay potencia capaz de contener el avance del socialismo.<br />

De donde se deduce que el éxito de los hombres<br />

estaría en saber encauzar, y nada más, poco a poco, esa<br />

fuerza en las necesidades más próximas de su propio desarrollo;<br />

pero cerrar los ojos para no querer sentir ni ver las<br />

pulsaciones del siglo, es crimen de lesa civilización.<br />

En los futuros siempre están llegando poderosas corrientes<br />

de progreso, por lo que debemos estar atentos de<br />

modo constante y no detenernos extasiados en la contemplación<br />

de los cadáveres. Nunca por nunca el hombre<br />

debe<br />

— 1229 —


ARTURO BORDA<br />

retraerse, como los religiosos, cada día en un egoísmo más<br />

infame, en el egoísmo doblemente avaro, ya que sólo<br />

piensan día y noche, en su salvación, reduciéndose cada<br />

vez más a la era del hombre de las cavernas, por lo que<br />

hace al espíritu, en vez de sublimar su existencia,<br />

dilatándola en el progreso, en alas del Amor y de la<br />

Belleza, de la Justicia y de la Verdad, aunque para ello<br />

fuese necesario vivir sin abrigo, sin Ahogar y ni pan,<br />

nazarenamente, en cambio de legar a la juventud un<br />

ejemplo que sea impulso y consolación. Pero como esto<br />

parece que no puede ser, estoy tentado de escribir un<br />

Festín de Lobos.<br />

A propósito, recuerdo un incidente muy lejano<br />

ya, que lo titularé:<br />

REVELACIÓN<br />

Las inquietas matracas sonaban sin cesar,<br />

arrastrándose en las calles o aleteando en lo alto de las<br />

torres.<br />

La procesión del Santo Sepulcro había concluido.<br />

El gentío enlutado hormigueaba en la Plaza 16 de Julio.<br />

En el unánime morado del anochecer contrastaba<br />

armoniosamente la luz anaranjada de los fanales y de las<br />

ampolletas de luz eléctrica.<br />

Aun se oía a lo lejos a la sordina la marcha<br />

fúnebre de Chopin.<br />

En un corrillo a la moda discutían:<br />

—Déjate de paparruchas. No hay más dioses<br />

que el Oro y la Carne, ni más diablos que el Hambre y el<br />

Deseo.<br />

—¿De manera que no crees ni en el Infierno ni<br />

en la Gloria?<br />

Y todos a coro lanzaron la carcajada,<br />

avergonzando al jovencito que hablara con sencillez de<br />

creyente; por le cual, antes de que concluyese la risa<br />

general, separando violentamente con los codos a<br />

dandyes que así obstruían<br />

— 1230 —


EL LOCO<br />

el paso, me planté en medio del corrillo, y, en tanto<br />

que enmudecían justamente sorprendidos, dije:<br />

—¡Ea, muchachos!, estad atentos, porque si no<br />

iréis todos a ese paso el Infierno; que vuestras ambiciones,<br />

vuestra fe, y todo, lo reducís al oro y al sexo, física y<br />

espiritual-mente.<br />

Ahora he de explicar lo que son el Infierno y<br />

la Gloria.<br />

MACROCOSMOS<br />

Lo infinitamente grande significa que los seres^<br />

las fuerzas y las cosas van en aumento progresivamente,<br />

infinitamente, eternamente, sin limitación.<br />

¿Comprendéis?<br />

Esta idea nos lleva a la sublimidad! y a la<br />

posibilidad de toda cosa: nos ensancha hasta más allá de<br />

donde imaginamos.<br />

La idea del Macrocosmos es redentora, es el<br />

concepto inimaginablemente más enorme del<br />

optimismo: es más que la gloria. Así en vida nos eleva a<br />

la comprensión del Origen, dilatándonos en una dación<br />

ilimitada de amor.<br />

MICROCOSMOS<br />

Lo infinitamente pequeño significa que los<br />

seres, las fuerzas y las cosas disminuyen<br />

progresivamente, eternamente, sin limitación...!<br />

Esta idea dijérase que ni el Origen mismo ya no la<br />

comprende ni abarca: es tan aniquiladora, tan<br />

perversa, que anonada los espíritus más fuertes.<br />

Y yo, aquí, el Loco, revelo al universo el<br />

infierno más tremendo que jamás nadie pueda<br />

imaginar: ser cada vez más infinita y eternamente<br />

menos, por siempre y para siempre, sin término, ser de<br />

menos en menos. Así también esta angustia infernal la<br />

experimentamos en vi-<br />

— 1231-


ARTURO BORDA<br />

da, es decir, nos encerramos más oscuros, más ciegos,<br />

más egoístas, siempre más y más...<br />

……………………<br />

Ya sabéis, hermanos barbilindos, yo, aquí, el Loco,<br />

¡Aja, ja, ja! os revelo el único sentido de Infierno y<br />

Gloria eternos e infinitos, independientes de la idea<br />

humana en el tiempo, en el espacio y en la materia,<br />

tanto como en el espíritu, más allá de toda teogonía, en<br />

el hecho mismo.<br />

Aquí, pues, oh criaturas, habernos en tránsito, y a<br />

voluntad, dos especies de espíritus: los que ascienden gozosos<br />

en el soplo macro y los que descienden sufriendo<br />

en el soplo micro.<br />

Alma, considera a dónde vas.<br />

Dije. Y dando un empellón desaparecí en la<br />

multitud que pululaba oyendo la retreta de música<br />

sacra, a la luz de la luna.<br />

Pero ahora que devorando las horas en un absurdo<br />

imaginar he llegado a casa, andando a la ventura, me<br />

voy a dormir, soñando... ¿En qué? Ya se verá. Acaso...<br />

Quizá en verdaderos absurdos o sublimidades de lo<br />

mismo. No sé: soy un idiota. Seguramente. Ni el espíritu<br />

ni los átomos se comprimen ni dilatan infinitamente, ni<br />

la idea sueña eso mismo, porque cada cosa muere en su<br />

limitación; pero como quiera que la gente no hace nada<br />

por pensar por sí misma, siempre está dispuesta a creer<br />

pasivamente cualquier disparate, es muy divertido cómo<br />

se puede jugar con sus ideas y sus sentimientos, sin que<br />

se dé cuenta de la burla.<br />

VII<br />

Hoy hallé en la vía pública una carta cuya altanería<br />

me hizo reír mucho y de muy buen grado. Hela:<br />

— 1232 —


Señor director de<br />

EL PERIÓDICO<br />

Presente.<br />

Señor:<br />

EL LOCO<br />

Me permito insinuarle quiera publicar esta esquela;<br />

pues con motivo de haberse iniciado, según sé, una campaña<br />

contra el Conservatorio de Música, unos amigos artistas<br />

me suponen autor de aquellos manejos.<br />

Si no fuese por quienes se dedican a la más<br />

hermosa tarea del arte, cual es el enseñarlo, no me daría<br />

la molestia de dar esta especie de respuesta o<br />

satisfacción, como que no lo hice con una multitud de<br />

gentes que puerilmente resentidas me creen también el<br />

autor de los ataques, no sé ni me importa averiguar si<br />

con justicia o no, ni con qué objeto, que la prensa les<br />

endilga diariamente en artículos anónimos, o, mejor<br />

dicho, que se insultan entre ellos.<br />

Debo, pues, hacer constar, que desde mil novecientos<br />

dos en que escribo en diarios y revistas nacionales y<br />

extranjeras, de tarde en tarde, jamás he publicado anónimamente<br />

para censurar ideas, hechos, seres y cosas, si<br />

no ha sido con mi firma o con el pseudónimo de Calibán,<br />

tanto por no cargar inmerecidamente con méritos ajenos<br />

cuanto porque no se atribuya a nadie mis<br />

responsabilidades personales por mis actos o por mis<br />

ideas vertidas en público o en privado.<br />

A raíz del incidente referido al comienzo, oí decir<br />

también que por temor me ocultaba en el pseudónimo. En<br />

cuanto a ello estoy en la obligación de decir que si lo hice<br />

es porque reconociéndome en ese tipo de<br />

perversidad —Calibán, hijo de bruja y demonio, creación<br />

de Shakespeare— el público no se engañase respecto de<br />

mi espíritu o de la vía que llevara mi tendencia. De modo<br />

que mi proceder no fue a manera de la irresponsable<br />

cobardía de quienes engañan cambiando pseudónimos<br />

como cataplasmas, lo cual entiendo que equivale al<br />

anónimo, o es peor, ya que implica miedo a los demás y<br />

vergüenza de sí mismo, pretendiendo desorientar el<br />

origen, lo que por lo de-<br />

— 1233 —


ARTURO BORDA<br />

más es muy sencillo cuando no se posee un estilo.<br />

Entiendo que esto además de ser cobarde y vergonzoso,<br />

es ruin. Pero el anónimo tiene también su salvedad, que<br />

siendo así adquiere las características de la más alta<br />

virtud, de lo que parece que andamos apartados.<br />

Además, debo expresar que cuando ataco,<br />

siempre desligado de compromisos, individuales o<br />

partidistas, y sin que jamás haya recibido ni un céntimo<br />

de remuneración directa ni indirectamente, tomo los<br />

asuntos en su aspecto más genérico, tanto que los<br />

humanizo en abstracciones que felizmente nadie<br />

comprende o quiere comprender. Entonces ¿cuánto más<br />

me atreveré a los que viven de armonía en la armonía?<br />

Así a menos que la cita de nombres conocidos sea<br />

ineludible para la crítica de sus hechos públicos, cuyas<br />

consecuencias haya necesidad de remediarlas públicamente.<br />

Mas, los que se reconocen en los tópicos<br />

genéricos que trato en la búsqueda de la verdad, será<br />

porque así se reconocen en su conciencia. Pero entonces<br />

esa ya es cuestión únicamente de ellos, de cada cual, de<br />

su propia conciencia, del reconocimiento de su propio<br />

valor, del voceríc de sus silencios escondidos. Empero<br />

esa suspicacia es el más oportuno de los avisos, a lo<br />

que ciertamente hay que dar abiertamente crédito; de lo<br />

contrario, los antípodas mismos al enterarse de<br />

semejantes generalidades tendrían perfecto derecho, si<br />

son idiotas, se sobreentiende, a ver en cada artículo un<br />

ataque personal a ellos y desde aquí... Pues a ello nos<br />

conduce una reflexión sensata de los hechos.<br />

Agradeciéndole por la deferencia en publicar<br />

esta esquela, soy de usted su<br />

S. S.<br />

Herácleo Espinal.<br />

La esquela anterior iba acompañada de las siguien<br />

tes cuartillas que las transcribo sin alteración a fin de<br />

que conserven todo su sabor.<br />

— 1234 —


FEMINIFLOR<br />

EL LOCO<br />

o sea la mujer<br />

En Corpus Christi salió a luz Feminiflor, periódico<br />

mensual femenino.<br />

Yo estuve en el Bar Bolivia, bebiendo unos copetines<br />

de no sé qué, cuando con voz sonora y a la disparada<br />

iban unos muchachos de la alta sociedad, casi cantando,<br />

entre cohibidos y audaces, orgullosos de sentirse, por amor,<br />

suplementeros. Decían: —A veinte centavos<br />

Feminiflor.— Y él público tomábamos a la rebatiña el<br />

periodiquillo.<br />

Hermoso y loco gesto que empieza a romper la remora<br />

de las vergüenzas sociales.<br />

He leído con todo el cariño y respeto que se<br />

merece la hojita. Y de lo más hondo de mi alma he<br />

sentido elevarse un grito que decía Sursum Corda; porque<br />

en ese movimiento de belleza femenina en el yermo<br />

más huraño de la meseta andina, se oculta un sentido<br />

tremendo de reacción social que seguramente escapará al<br />

análisis de los seres incultos.<br />

Aquel revoloteo de los corazoncitos es algo como la<br />

sacra llama que se reaviva en el rescoldo de la edad heroica<br />

al huracanado soplo de una santa locura, como todas<br />

las locuras. Pues el encantador conjunto de chiquitínas,<br />

aquí Susana, Laura y María, soñando; luego Adela, Carmen<br />

y Zobeída; allá Nelly, Consuelo y Daisy, con Ninfa,<br />

Florinda y Marina, aunadas al hervor de un colmenar de<br />

sentires y pensares, han lanzado su reto a los hombres.<br />

Y lo hacen en estos términos: —.. .si llegasen a faltar<br />

hombres, estamos en pie las mujeres.<br />

Qué vergüenza para la incapacidad masculina. El<br />

Rey de la naturaleza... Pues el amor débil, la frágil belleza,<br />

arcilla ideal, es la que acaso sintiendo impotente<br />

en el patrio lar una secuela de servilismos, lanza<br />

hermosamente altiva su reto a los republicanos.<br />

¿Qué más? Ya no falta nada para espolonear en la<br />

dignidad del macho humillado en su servidumbre. Es<br />

el<br />

— 1235 —


ARTURO BORDA<br />

amor congregado en Feminiflor, allá donde ponemos<br />

nuestro corazón; es Ella, el eterno femenino, que reta a la<br />

soberbia del hombre hacia los enormes holocaustos de<br />

rebeldías heroicas.<br />

Los corazones en los que la sangre hierve con las<br />

grandes pasiones, rendimos nuestro vasallaje un<br />

segundo a las hermosas chiquitínas de Feminiflor, y, ya<br />

que la mujer empieza a reconquistar sus derechos, le<br />

gritamos desde lo más hondo de nuestra conciencia, por<br />

ver resurgir enorme la patria grande:<br />

¡Arriba corazones! Que vuestros latigazos sean<br />

siempre limpios cual rayos de luz: que humillen y avergüencen<br />

a la impudicia y la cobardía. Sed, por amor y<br />

piedad, salvadoras de aquesta patria que se hunde en los<br />

abismos de toda miseria, y sin lucha.<br />

A vuestro conjuro, los que amamos la belleza y la<br />

libertad, iremos a vosotras en un vértigo de gratitud,<br />

cantando himnos de gloria.<br />

Quemad, oh bellas, en vuestra sangre los grandes<br />

ideales; y sea siempre por amor, vuestra poesía, entre<br />

sonrisa y risa, cauterio en llaga viva.<br />

PRIMERO<br />

Ahora os ruego no olvidar estos puntos que<br />

anotaré:<br />

Que iniciada vuestra labor periodística, ese mismo<br />

hecho os prueba que vuestra voluntad es suficiente<br />

para ir adelante, es decir, que os bastáis. Tal<br />

acontecimiento deben pregonarlo bien alto y<br />

claramente, no no tanto por vosotras cuanto que por<br />

suscitar la emulación en la juventud que aun no ha<br />

roto el capuz de sus timideces. Esa es obra de<br />

patriotismo que jamás cesaremos de loa. . Digo que<br />

la reacción sople del Bello Sexo. Sería admirable.<br />

SEGUNDO<br />

Que la mujer debe comprobar, por su propio orgullo,<br />

que no es inferior ni tornadiza como se le su<br />

pone.<br />

— 1236 —


TERCERO<br />

EL LOCO<br />

Que ya que se dedican al periodismo, es necesaria<br />

tener presente, de modo invariable, que no se debe<br />

tragar nada de lo que se quiere expresar. Pues he<br />

observado entre los hombres, que lo único que vale,<br />

como verdad o como belleza, es justamente lo que el<br />

miedo o la vergüenza les obliga a callar. Tened<br />

presente que lo único grande, lo único subyugador, es<br />

la verdad pura, tal como la sentimos. Esa forma de<br />

expresión se llama audacia, y entre los hipócritas,<br />

temeridad: es el gesto heroico. Y si el ejemplo llega de<br />

la mujer, entonces para nosotros ¿qué alegría no será<br />

soñar lo Heracles y Sansones, lo Proteos y Prometeos<br />

que serán los hijos de tales heroínas? Así, pues,<br />

¡cómo nos emborracha el porvenir!; qué orgullo al<br />

sólo considerar que la bocanada de reacción en el<br />

aula, en el hogar y la prensa, nos viene de la<br />

preconciencia materna en la pubertad, a tres mil<br />

metros sobre la mar!<br />

*<br />

Ahora apuntaré lo útil que sería que mediante una<br />

intensa propaganda se organice en los principales centros<br />

de la República iguales colmenas femeninas a Feminiflor,<br />

con el propósito de reaccionar el espíritu masculino<br />

que se está acabando en la inacción y en los temores<br />

inútiles. Es urgente enseñar a rasgar sacrilegamente, primero<br />

que nada, la nada de las ideas sagradas, para entrar<br />

de lleno en la conquista brutal del porvenir.<br />

Pero recordad, lindas nenitas, que la victoria y la<br />

virtud no están en las exaltaciones, sino que en la perseverancia<br />

dolorosa y fatigante.<br />

VIII<br />

Era en la ciudad agazapada en la serranía yerma,<br />

allá donde el inclemente hielo cala paía siempre.<br />

Pasaban los días y llegó Enero lluvioso.<br />

Una tarde, no supe por qué, se habían reunido los<br />

universitarios y una centena de plebe inconsciente, en<br />

ho-<br />

— 1237 —


ARTURO BORDA<br />

ñor de la juventud de otro distrito de la República. Es incuestionable<br />

que debió haber sido muy bien<br />

intencionada la fiesta, por lo mismo que sus<br />

organizadores eran muchachos. No había, pues, por qué<br />

dudar. Pero tuve pena, como por toda esa laya de<br />

manifestaciones populares, en las que se trasluce<br />

fatalmente, tanto en el andar y en los vítores, como en los<br />

gestos, la malagana de los unos, la vergüenza o timidez de<br />

los otros, dando así un sarcástico realce al esforzado<br />

entusiasmo de los menos o sea de los organizadores, cuyo<br />

aparente entusiasmo con rictus de congoja, casi de<br />

despecho, por el fracase numérico de la manifestación,<br />

que es por lo que se mide su valor, pero, claro, teniendo<br />

siempre en cuenta el censo. De tal manera, a medida que<br />

avanzaban, sin darme yo cuenta iba entusiasmándome,<br />

tanto que como entre sueños tuve ánimo de decirles:<br />

Señores:<br />

En nombre de la juventud...<br />

Y como si ya efectivamente estuviese de orador, reflexiono<br />

que tal proceder sería muy divertido por<br />

implicar un avance zonzo, abrogándome una<br />

representación que nadie me la daba y que, por<br />

consiguiente, quedaba desautorizada desde ya, además de<br />

que no interesaba absolutamente a nadie; de manera que<br />

Señores:<br />

Dilatando mi existencia en lo infinito de la esperanza<br />

en el porvenir, dignificado en la hornaza de los amplios<br />

sentires, cual es la unidad nacional, rindo mi<br />

sangre y mi ánimo a esta juventud noble y potente que<br />

va resuelta en el avance de cohesión y ventura por<br />

venir.<br />

Loor, pues, y mil veces loor a esta muchachada<br />

que no reconoce ya más lábaro político que su tricolor, reconcentrando,<br />

más bien, su odio irreconciliable en los<br />

enemigos de la armonía.<br />

Benditas sean, pues, por siempre las potencias<br />

fatales de la hora que pasa, ya que espolonea el resurget<br />

anhe-<br />

— 1238 —


EL LOCO<br />

lado, tan fuerte, tan honda y tan a conciencia, en su<br />

elemento más desinteresado, en la juventud estudiosa,<br />

en aquella edad que no sólo significa la esperanza,<br />

sino que es algo así como el ente de una condición ideal<br />

para la única política republicana aceptable, cual es el<br />

nacionalismo.<br />

Pero aun hay algo más admirable y adorable en<br />

este ímpetu, aquello que es lo efectivamente necesario,<br />

aunque a largo plazo, y que se llama virtud, en fuerza<br />

de su tenacidad: el fermento de las ideas en los silencios<br />

meditabundos, ya que luego serán potencia en acción:<br />

los propulsores más recios del progreso.<br />

Pensando decir así mientras pasaba la comitiva, y<br />

mientras mi fantasía había creado ya una multitud -mil<br />

veces más que la efectiva, estuve con los ojos fijos en<br />

ninguna parte, contemplando cómo la muchachada de<br />

tierras de Levante gritaba el Levántate y Anda a la<br />

juventud de tierras de Oriente, y era tan potente su voz,<br />

que iba a semejanza del rugir de los leones a cuyos pies<br />

les faltase de pronto la tierra. Tan desesperado era su<br />

alerta. Luego crujiendo sus entrañas de hierro<br />

respondió el ejército, replegándose al pueblo, aunado<br />

con el cual en el más alto sentido de la abnegación,<br />

juraron en aras de las fronteras, olvidar por siempre aún<br />

el campanario, en aras de la patria grande. Y los ecos<br />

iban repitiendo: —Unidad Nacional,— a modo de una<br />

plegaria, de generación en generación.<br />

Después, henchido de gozo, vi que aquella<br />

juventud, huraña y altiva, rebelde a toda bajeza,<br />

enamorada de su libertad, y con ímpetus a remontarse<br />

al infinito, respirando grandeza en la faena de sembrar<br />

ideales, iba bregando en sus humildes quehaceres,<br />

arañando el sustento diario, soñando sin embargo en su<br />

futura gloria, mientras así, idealmente, pulverizada con<br />

sus tacones a los azuzadores de los bajos instintos de<br />

la canalla que por el mendrugo del festín de un día<br />

intenta echar en la miseria el porvenir de toda una<br />

nación y acaso si de una raza.<br />

Entre tanto había pasado el ensueño vigil.<br />

Entonces pude observar tranquilamente esa estupidez<br />

que debo tener por cerebro y por corazón, que se<br />

arrebatan por cual-<br />

— 1239 —


ARTURO BORDA<br />

quiera tontería a la que al instante le atribuyo un<br />

significado y proporciones de una majestad a la que<br />

jamás llegará la idiotez e impotencia humana. Así<br />

que ahora estoy burlándome de mí mismo a mi entera<br />

satisfacción por la bobería de este inocente<br />

pasatiempo.<br />

Quince meses después de La Gloriosa, llamada<br />

así por los revoltosos el asalto de Julio, en todas<br />

partes oigo el protestar desesperado por un profundo<br />

malestar sentido como nunca en la economía nacional<br />

y particular. El más desgraciado de los ciudadanos se<br />

pregunta desconcertado: —¿Para esto se hizo la<br />

revolución, para estar peor que antes?—, mientras que<br />

yo voy pensando que quince meses no es en realidad ni el<br />

comienzo de la crisis consiguiente de una revolución.<br />

Ayer, mientras despachaba en silencio mi comida<br />

en la fonda de Los Tres Mosqueteros, oí la siguiente<br />

conversación entablada por unos comensales que<br />

bebían al otro lado del cancel, festejando el 1° de<br />

Noviembre:<br />

IX<br />

ERNESTO (elevando la copa)<br />

A la salud, señores, de todos los santos y de los<br />

futuros ...<br />

RODIS (llevándose el índice a la boca)<br />

Habla bajo. ¿No ves que al otro lado está el<br />

Loco? Echa de ver que nos hallamos en una época que<br />

podemos llamar la era del espía; pues hemos llegado a<br />

tal extremo, que en este momento no sé decir si yo<br />

mismo soy mi propio espía; por lo tanto, no sé si<br />

tú...<br />

ERNESTO (irónicamente, remarcando<br />

silaba por sílaba)<br />

Eso mismo pienso de tí y de todos. Sí, señores,<br />

esta situación nos ha de volver neurasténicos, porque<br />

el espía es...<br />

— 1240 —


EL LOCO<br />

RODIS (con tono autoritario)<br />

¿Sí? Ya veremos el concepto que te merece el<br />

espía. Pero entre tanto nota que lo primero que sugiere<br />

es simplemente un peligro oculto que nos amenaza de<br />

modo incesante, razón por la que inconscientemente nos<br />

hemos vuelto suspicaces, poniéndonos justamente cada<br />

uno en guardia contra todo el mundo, tanto que<br />

nuestra propia voz, el simple pensamiento, y aun la<br />

idea, queremos ahogar, por inocente que sea, toda vez<br />

que puede dar lugar a una calumnia que ponga en<br />

peligro la seguridad de nuestros bienes y aún de nuestra<br />

misma cabeza.<br />

ANDRÉS (sonriendo)<br />

Estamos conformes. Ahora podríamos ver lo<br />

que efectivamente es el espía, cómo obra, por qué y para<br />

quién.<br />

IGNACIO (satisfecho)<br />

Me parece espléndida la idea. Y tampoco estaría<br />

por demás conocer la psicología del que lo utiliza.<br />

SALVADOR (repicando con la cucharilla el vaso)<br />

¡Chililliilín! Tienes la palabra, Rodis.<br />

ERNESTO (deteniendo con la mano)<br />

No, señores. Alto ahí. Yo tomo la palabra, porque<br />

entiendo que el que se alquila como espía, es porque<br />

tiene forzosamente la condición moral más depravada,<br />

sin ninguna idea de la dignidad humana: en su sangre<br />

borbota a cien grados el instinto traidor; en su<br />

pensamiento y en su deseo palpita acelerada su necesidad<br />

de las delaciones, con toda la impudicia de la infamia,<br />

hecho que constituye su religión y también su gloria. La<br />

coronación de su triunfo sería ver colgar de la horca al<br />

que acaba de delatar. El espía es algo más siniestro que<br />

el verdugo, porque a manos del verdugo sólo llega el<br />

que ya está condenado, bien o mal, por la justicia; en<br />

cambio que si el espía no halla qué acusar, mentirá<br />

tranquilamente, porque sería el des-<br />

— 1241 —


ARTURO BORDA<br />

crédito de su conciencia no haber podido sorprender un<br />

secreto, es decir, no haber podido comprobar su<br />

habilidad. Entonces fraguará una calumnia contra<br />

cualquiera.<br />

En el espía, ecucha, veidile, esa es su pasión, el<br />

oficio más fácil y más canalla. Y eso es lo más<br />

sublime de su existencia, ya que vive de ello física y<br />

moralmente. Por eso se compenetra sin esfuerzo, de<br />

modo natural, con el susurro, con el acecho y la<br />

sombra; es la forma de todos los aspectos oblicuos, el<br />

deshonor y la muerte. Para él no hay amistad,<br />

compañerismo, amor, hogar ni patria: todo, la vida<br />

misma, la considera como un simple elemento de<br />

explotación.<br />

RODIS (escandalizado)<br />

Eso es tremendo. Empiezo, pues, a ver algo que<br />

no había sospechado. Pero los que fomentan semejante<br />

escuela, estoy segurísimo que sólo deben haber hecho<br />

por supina ignorancia de que están sembrando la hez de<br />

toda infamia y degeneración social.<br />

IGNACIO (golpeando la mesa)<br />

Cierto; porque si el espía es macho, es<br />

infaliblemente un rufián o algo así, y si es hembra, es<br />

invariablemente prostituta. De otra manera no se explica<br />

que sea espía. Y luego algunos, según la esfera social en<br />

que actúan, qué escándalo de lujo...<br />

ANDRÉS (mascando todavía la comida)<br />

Pero, ¡claro! El que los sostiene está obligado a<br />

vaciar en sus manos cuanto dinero sea necesario, toda<br />

vez que el espía debe moverse en todas las escalas<br />

sociales con la mayor libertad posible. Y si es un<br />

espía político, no hay cuidado: el tesoro público es<br />

inagotable de las contribuciones del pueblo. El caso es<br />

igual al del espía religioso; ya que, se llamen impuestos<br />

o primicias, el pueblo es quien paga, el pueblo<br />

bestialmente inocente, que paga para eso, para ser<br />

espiado, delatado y torturado.<br />

— 1242 —


EL LOCO<br />

RODIS (meditando)<br />

En éste momento comprendo que el espía es la<br />

bellaquería del divino verbo de Jesús, cuando dice: —<br />

Sed inocentes como palomas y astutos como<br />

serpientes.<br />

ERNESTO (como iluminado)<br />

Justamente. Por eso ese zumbido delator de los<br />

labios que pululan en enjambres en los confesonarios y<br />

las policías secretas, en el sigiloso ambiente de las<br />

toxinas.<br />

IGNACIO<br />

Ni más ni menos. Pues que la supratensa sensibilidad<br />

general llega a tal estado, que ya nadie quiere hablar<br />

con nadie, ya que nadie sabe si el espía es niño o viejo,<br />

hombre o mujer, sacerdote o militar; y todos nos preguntamos<br />

interiormente, recelosos, unos de otros: —¿Si serás<br />

tó el canalla?— Y no te sorprendas; pues, no hace ni<br />

cinco días, que en casa un buen señor ha descubierto que<br />

su hijito de doce años recibía sueldo para espiar a sus<br />

padres y hermanos. Pero eso es nada comparado con lo<br />

que ha sucedido hace poco. Es el caso que se dice que la<br />

madre de un señor le denunció, habiendo ocasionado<br />

con tal • motivo su extrañamiento del territorio. Y así. A<br />

qué profundidad ha llegado la moral del nuevo régimen.<br />

Y a este paso lo triste es que para defenderse de los espías<br />

los contrarios tienen que echar mano de espías también.<br />

Entonces, por Dios, ¿a dónde conducen a la patria? ¿A<br />

formar un pueblo de espías en una guerra civil de<br />

espionaje? Esto es horroroso; pero así es. Y lo malo es<br />

que para los intereses de cada uno es urgentemente<br />

necesario.<br />

SALVADOR (tranquilamente)<br />

Eso es verdad, porque se ha podido comprobar de<br />

un modo constante, que por la plata baila el perro y por<br />

el oro dueño y todo. Por ese procedimiento es que se<br />

corrompe del modo más eficaz el espíritu popular,<br />

enseñándole prácticamente a dudar; lo que, a pesar de<br />

todo, me parece que ya es un gran beneficio. Y bajo este<br />

punto de vista, necesario.<br />

— 1243 —


RODIS<br />

ARTURO BORDA<br />

Tienes razón. Eso sí, que lo grave es que cuando<br />

el gobierno nacional está gobernado, corno por una<br />

logia, por el imperio religioso, el jesuitismo, por<br />

ejemplo, ese precipitado negro del cristianismo,<br />

entonces...<br />

IGNACIO<br />

Sí. Mas, ¿no te fijas que en ese caso todo está<br />

racionalmente explicado por el de Loyola, al decir que<br />

e! fin justifica los medios? Y como quiera que el fin<br />

no puede ser otro que exprimir de la patria todo su oro<br />

posible, aunque como ahora se halle caminito de la<br />

bancarrota absoluta. Si no observa cómo el erario<br />

nacional está ya sin una blanca; el cambio a trece<br />

peniques; las aduanas sin ingresos; el comercio,<br />

desmoralizado, por falta de la demanda; el consumo del<br />

pan reducido casi al cincuenta por ciento; las boticas<br />

sin ventas, lo que significa que ya ni los enfermos<br />

quieren o pueden curarse. Por todas partes gentes sin<br />

trabajo. Las industrias y el comercio a punto de cerrarse,<br />

ya sea por quiebra o liquidación; la ratería a la<br />

orden del día; el robo perpetrándose en el Banco<br />

mismo de la Nación; el ejército desprestigiándose<br />

dentro de su propio organismo; la producción<br />

agropecuaria nula.<br />

En cuanto a reformas sociales, nada; pero yo<br />

atizaré de tal modo hasta conseguir lo más que se<br />

pueda: Una constituyente ignorante reunida el mismo<br />

año y que no ha reformado ni una coma de la<br />

constitución ni de las leyes secundarias. Los sindicatos<br />

obreros amenazados de desaparecer, por alquiler o<br />

compra de sus conciencias y sus intereses cuando no a<br />

la acción de los extrañamientos y las masacres. Para<br />

ejemplo ahí están Uncía, Pulacayo y Corocero. El<br />

caballito de batalla de los republicanos, la reivindicación<br />

de Cobija, o sea el Litoral, ridiculamente fracasada en<br />

Ginebra por inepcia de los delegados ante esa<br />

Carabina de Ambrosio.<br />

Y en este asunto quiero hacer notar un hecho importante,<br />

ya que afecta a la tradición histórica que<br />

siempre debe informar los íntimos intereses de la<br />

patria al tra-<br />

— 1244 —


EL LOCO<br />

vés de todas las circunstancias y de todos los gobiernos.<br />

Me refiero a que un día Montes pide para Bolivia a la<br />

Liga de las Naciones Arica y Tacna, y al día siguiente<br />

Bolivia mediante Saavedra aparece pidiendo a la misma<br />

Liga la revisión del tratado de 1904, o sea Antofagasta.<br />

Pues bien: a cualquiera se le ocurre preguntarse: ¿Cómo<br />

es posible que esa gente juegue así con los prestigios<br />

nacionales, ya que cree en la patria? ¿Hasta qué punto<br />

llega su dignidad nacional? ¿Ignoran esos desgraciados,<br />

que no son Saavedra ni Montes los que están pidiendo<br />

para Bolivia particularmente lo que les da a ellos la gana,<br />

según sus especiales puntos de vista? ¿No sabían que<br />

cuando se nombra un arbitro es para ir a él con una<br />

idea concreta, con una resolución definitiva? ¿Es, por<br />

ventura, que no saben, no obstante de ser doctos y<br />

abogados, que los intereses vitales de la patria,<br />

rompiendo por en medio de todos los óbices y las<br />

sombras, pulverizando las nonadas de los egoísmos<br />

políticos, por mucho que encierren una grande doctrina,<br />

deben ir derechamente a su fin, y no exponerla al<br />

ridículo mundial, exhibiéndole como a un pueblo sin<br />

ninguna conciencia de sí mismo, sin poder saber lo que él<br />

mismo necesita e incapaz consiguientemente de tomar<br />

ninguna resolución definitiva?<br />

Indigna imaginar cómo se habrán reído de Bolivia<br />

los delegados en la Liga, al oír decir un día: —Queremos<br />

Arica y Tacna,— y al día siguiente: —Ahora necesitamos<br />

Antofagasta.— Entonces debemos suponer que ese alto tribunal<br />

se habrá dicho: —Pero, infelices, piensen que la<br />

Liga no es una alcaldía parroquial, y que ni aun siendo<br />

se podría estar jugando así con la demanda, como niños<br />

inconscientes, pidiendo hoy una cosa y mañana otra.<br />

¿Es que vosotros, es decir, Bolivia, ¿no sabe lo que<br />

quiere, lo que busca, lo que necesita, y, sobre todo, no<br />

sabe lo que siente ni lo que piensa? Sois un pueblo<br />

incapaz de ninguna orientación; por consiguiente,<br />

anexaos por partes de una vez a los países vecinos, con<br />

lo que ganaréis vosotros y los otros; y no embroméis<br />

más la paciencia.—<br />

Es lógicamente incuestionable suponer que tal ha<br />

sido el pensamiento aun'del más desgraciado<br />

representante de los demás pueblos ante la Liga,<br />

indudablemente excep-<br />

— 1245 —


ARTURO BORDA<br />

ción hecha de los bolivianos, los que por absoluta falta de<br />

sentido práctico, ya que no son practicistas, sino idealistas,<br />

nuestros delegados, ni por sospecha ni por<br />

intuición se han dado cuenta, siendo que la primera<br />

condición del diplomático debe ser el sentido práctico, ser<br />

practicista en toda la extensión de su sentido, sin lo cual<br />

es como pretender horadar las rocas con las yemas de los<br />

dedos. Una diplomacia idealista, fantástica, es<br />

precisamente lo necesario para que se vaya al diab 1 © todo.<br />

Una diplomacia platónica es muy cursi y muy peligrosa<br />

para sí. Y hubo quienes fueron a eso, armados de punta<br />

en blanco caballeros de la triste figura. Pero poderoso<br />

caballero es don...<br />

Por lo demás, sabido es que diplomático es y significa<br />

la suma astucia; es tener una gran perspicacia<br />

para no caer en las redes enemigas: ser todo lo<br />

disimulado para, si es posible, envolver al enemigo en sus<br />

propias redes. Diplomático es tener toda la sagacidad y el<br />

dominio sobre sí mismo, para lograr el éxito por las vías<br />

amistosas; sugestionar al contrincante para que crea que<br />

por su propia voluntad, mediante el dictado de sus<br />

propios razonamientos está ejecutando el deseo que se le<br />

sugiere. Eso es ser diplomático; y no cometer violentos<br />

desaciertos en perjuicio de los intereses que se defiende,<br />

pues que para eso ahí está el ejército: él no necesita más<br />

razonamiento que la bala, tan brutalmente.<br />

SALVADOR (moviendo la cabeza)<br />

Y hacerse rechazar el alegato por mal redactado...<br />

ANDRÉS (a Ignacio)<br />

Has dicho verdades de a puño, que diría Pero Grullo.<br />

Indudablemente que ser torpe de entendederas, enemistarse<br />

sin necesidad con todo el mundo, únicamente por<br />

sacar adelante el Yo a todo trance, como si se fuese el hacedor<br />

del universo, sin que le importe un mendrugo la patria<br />

ni nada, y todo porque se sabe escribir<br />

discutiblemente más o menos bien unos versos que no<br />

son ni prosa ni verso, me parece que no es correcto.<br />

— 1246 —


ERNESTO<br />

EL LOCO<br />

Gente que no tiene consecuencia consigo misma ni<br />

durante diez minutos es imposible utilizarla en nada práctico,<br />

si no es para los cuentos de la fantasía, porque la fantasía<br />

es el imperio de los imposibles: la poesía.<br />

SALVADOR<br />

Un literato, o todos los literatos, tienen la<br />

obligación de leer todo, para tener una idea de todo:<br />

consiguientemente su cabeza es una olla de grillos, y sus<br />

producciones son cosas muy divertidas para las horas de<br />

nuestros ocios.<br />

El literato, artista o poeta en general, es una preparación<br />

especial y superficial, de puro entretenimiento, para<br />

que el público se divierta cuando esté desocupado, para el<br />

público que puede pagar, que puede hacerlos vivir. ¿Qué<br />

sería de los artistas sin los que pagan, sin los que tienen<br />

dinero, sin los acaudalados, que, al fin y al cabo, por la<br />

holgura que su fortuna les presta, son, quieras que no,<br />

los más capacitados para apreciar esas producciones. De<br />

manera que cuanto más enciclopédico sea el literato,<br />

lógicamente tiene que ser más inútil, ya que no estudia<br />

nada, entendiéndose por estudio el conocimiento perfecto<br />

de una materia cualquiera. Por ejemplo, tomando un caso<br />

muy sencillo: — Un buen literato, supongamos el mejor<br />

literato, pasa por una zapatería y ve que un hombre<br />

sentado está majando rápidamente un pedazo de suela<br />

en una pedazo de hierro sobre sus muslos, y que otro<br />

hombre se halla clavando estaquillas con igual rapidez en<br />

un zapato, lo que le hace hilvanar un artículo<br />

aparentemente sesudo y extenso. Si pubaca, los<br />

ignorantes de la zapatería dirán: —Qué sabio ese<br />

hombre.— Sin embargo, si este fullero se pone a majar<br />

suela o a clavar estaquillas, será la diversión de los<br />

zapateros, porque sencillamente lo echará a perder todo,<br />

y no podrá aprender, saber, antes de una práctica<br />

constante en tres o cuatro meses.<br />

Así, pues, es lo más encantador cómo los<br />

literatos se atreven a disertar largo y tendido con una<br />

autoridad asombrosa acerca de astronomía, medicina,<br />

mecánica, mi-<br />

— 1247 —


ARTURO BORDA<br />

licia, agricultura y otras ciencias que los profesionales<br />

con estudiarlas toda su vida, nada más que eso, siempre<br />

están desesperados de no saber; conciencia que da a su<br />

tono una modestia muy simpática. Formas sabias de<br />

especialistas, es el asunto.<br />

RODIS<br />

Y precisamente al gobierno se le ocurre aceptar<br />

como a diplomáticos a individuos que ni siquiera saben<br />

urbanidad y con una absoluta carencia del don de gentes;<br />

lo suficiente para echar a perder el terreno mejor<br />

preparado. Y luego quedan muy sueltos de cuerpo,<br />

suponiendo que han emborrachado de admiración al<br />

mundo entero con la ebriedad de su desconcierto. Claro<br />

que entonces todos largan la carcajada del siglo, porque<br />

la gente no es tonta que no mira, que no oye, que no<br />

siente, que no observa y analiza.<br />

Ai respecto, me parece que cometemos el error fundamental<br />

en nuestras actividades, suponiendo que sólo<br />

nosotros somos capaces de observación, de análisis y de<br />

crítica, sin darnos el menor trabajo de prestar atención a<br />

lo que se dice de cada cosa en el pueblo: en los<br />

trabajadores de todas las escalas sociales; porque es de<br />

advertir que cada profesión encauza la atención en<br />

determinado sentido, es decir, con una fuerza y una<br />

precisión excepcionales aun en los asuntos más elevados<br />

y complicados, pero así, de modo puramente unilateral.<br />

Mas si recogemos todas esas unilateralidades,<br />

tendremos la crítica más vigorosa del todo. Pero claro<br />

está que eso requiere tiempo y paciencia y una<br />

suficiente sencillez para poder hablar con todos, con<br />

miserables y poderosos, con la misma libertad que da la<br />

simplicidad, sin lo cual pronto seríamos unos energúmenos<br />

por nada. Así, nuestros famosos delegados, porque se les<br />

ha observado su fracaso que ha embromado a Bolivia, se<br />

han puesto furiosos, insultando sin ton ni son, haciendo la<br />

diversión de propios y extraños.<br />

ERNESTO<br />

Eso tiene encomendar una misión diplomática a<br />

cualquiera que pasa la calle. Un diplomático profesional<br />

sabe<br />

— 1248 —


EL LOCO<br />

que lo que compromete no es su reputación personal, sino<br />

que los intereses de la patria, y sacrificará ante esos intereses<br />

la vanidad de su yo. Pero un literato no busca otra<br />

cosa que su propia exhibición, ya que está en perenne acecho<br />

de todas las situaciones públicas, únicamente para<br />

exaltarse. Por eso mismo sabe que su situación es un soplo,<br />

razón por la que no le importa que se hunda el mundo,<br />

si en cambio ha conseguido personalmente un gran golpe<br />

escénica para su hoja de servicios. Y luego hay que oírles<br />

gritar su honor, la justicia, el patriotismo, etc., ocultando<br />

en ello toda su egolatría.<br />

SALVADOR<br />

Ese es el peligro de los literatos, aventureros espirituales<br />

en todos los puestos públicos, es decir, explotadores.<br />

En cambio, un político profesional, sin espumas literarias,<br />

el asunto que se le encomienda lo estudia en todos<br />

sus aspectos, defendiéndolo lógicamente con toda su pasión<br />

y con el cuidado más meticuloso, porque como profesional<br />

su objeto será el triunfo político del asunto que<br />

se le haya encargado. Los profesionales son los únicos que<br />

pueden tratar en la prensa con autoridad los artículos de<br />

fondo; después los literatos hacen bellísimos malabares<br />

con ese elemento. El profesional es, pues, el equivalente<br />

de los huesos y el tuétano y el literato hace las veces del<br />

ropaje. El sitio de un literato podrá ser la secretaría,<br />

siempre que sepa que secretaría significa guardar el secreto.<br />

Es lamentable que en el desenvolvimiento institucional<br />

ya no queda ni el sentido de las cosas.<br />

ANDRÉS<br />

Dices bien. Los periodistas suponen ser los orientadores<br />

de la opinión pública; pero en eso es necesario tener<br />

presente tu aserto: que el literato apenas puede saber de<br />

todo en síntesis, dos o tres líneas de cada cosa, como en<br />

un diccionario, lo suficiente como para largar una idea,<br />

siempre que las tenga, herir, hacer las escaramuzas e iniciar<br />

la polémica que luego tenga que sostenerla el profesional<br />

de lo que se trate, ya sea químico, físico, economista,<br />

matemático, psicólogo, sociólogo, músico o pintor. En<br />

— 1249 —


ARTURO BORDA<br />

fin, los que se han quemado las pestañas arrancando los<br />

secretos profesionales, secretos que sólo se entregan en<br />

una larga práctica tesonera. Estoy, pues, conforme<br />

contigo, en que únicamente los especialistas tienen<br />

autoridad ante la gente inteligente para tratar los<br />

asuntos de fondo en tela de juicio, 3^ que el literato es<br />

pura burbuja para marear a los niños, a los jovencitos y a<br />

las chiquillas, con juegos más o menos hábiles.<br />

Es una desgracia que las reparticiones del Estado se<br />

hallen a cargo de individuos que no tienen nada más que<br />

conocimientos generales, lo que debería estar<br />

encomendado a especialistas prácticos. Por eso no es raro<br />

ver individuos que sin ningún escrúpulo por igual sirven<br />

tanto para ministros como para porteros; hoy están de<br />

profesores, mañana de diputados, pasado mañana de<br />

militares, al otro día de ingenieros, y si se les ofrece ir<br />

de obispos, irán con la misma sangre fría; no hay<br />

cuidado; el asunto es que se les pague bien, que después<br />

mostrarán a la luz del sol su admirable hoja de servicios y<br />

su patriotismo a cien pesos diarios, olvidando que el que<br />

recibe paga, aun cuando sea Presidente de la República,<br />

está obligado como cualquier cargador, a cumplir punto<br />

en boca y bien el deber que se ha impuesto en cambio de<br />

su salario y sus granjerias, mucho más si se ha ofrecido<br />

sin ser llamado.<br />

ERNESTO (asustado)<br />

¿Y entonces qué habría que hacer respecto de<br />

todo esto?<br />

ANDRÉS (con gran oplomo)<br />

Defeccionar inmediatamente el ejército armado,<br />

toda vez que por nuestra pobreza económica se hace<br />

imposible una contienda armada con los países vecinos.<br />

Asimismo, se debe disolver, por inútiles también, los<br />

congresos y cuantas instituciones haya de puro lujo,<br />

tales como los conventos, academias y conservatorios,<br />

porque el país no ha de vivir con sermones, música,<br />

versos y pintura, y, —presta mucha atención,— organizar<br />

muy bien e inmediatamente, el ejército del trabajo,<br />

dedicándolo muy especialmente a la agricultura, según<br />

los procedimientos más<br />

— 1250 —


EL LOCO<br />

modernos, y a la pecuaria; luego a la minería, desde los<br />

cáteos; y, en fin, abarcar en lo posible el mayor número<br />

de industrias, para que el Estado pueda explotar con el<br />

pueblo, por el pueblo y para el pueblo sus propias riquezas.<br />

Ya lo creo.<br />

SALVADOR (molestado por la intención)<br />

ANDRÉS (con intención de herir)<br />

Perfectamente. Tú has dicho. Entonces que no se<br />

te olvide.<br />

SALVADOR (con olímpico desprecio)<br />

Pero, en realidad ¿qué me importa todo eso? Por<br />

lo que hace a mí no me faltarán una escudilla de arroz y<br />

un jergón, ya que he renunciado a todo. Y en último extremo<br />

ni buitres ni perros han de faltar, en razón de la<br />

profilaxia natural, para que no se pudra mi cadáver. ¿No<br />

vez que no pertenezco a la legión de esclavos de su oro y<br />

de su fama? Yo me pirro en la vida y en la muerte. Lo<br />

demás para el resto. ¿Ahora tú me comprendes, Andrés?<br />

Habla, pues, cuanto quieras.<br />

RODIS (inquietándose por el curso de la<br />

conversación)<br />

Y tú ¿qué dices Isaías? Desde que entramos te pusiste<br />

a leer el diccionario, sin decir ni una palabra. ¿Qué<br />

dices?<br />

ISAÍAS (indiferentemente)<br />

Que como estuve fuera, no sé nada; pero he oído decir<br />

a personas muy imparciales, que la situación actual, sin<br />

adolecer de las exageraciones de que se le achaca, es debido<br />

en mucho a factores independientes de Bolivia misma,<br />

tales como el primero, las reacciones consiguientes<br />

de la guerra europea de 1914, y que, por lo tanto,<br />

cualesquiera que hubieran sido los hombres o los partidos<br />

políticos que gobernasen el país, la situación sería<br />

invariablemente<br />

— 1251 —


ARTURO BORDA<br />

la nisma. Por lo que hace a mí, diré que también creo<br />

mismo, agregando que si los que gobiernan estuviesen [a<br />

oposición harían los mismos cargos, quieras que no; 3,<br />

indudablemente a los opositores les interesa en sumo io<br />

intensificar esa campaña a fin de desprestigiar del lo<br />

más eficaz al gobierno, consiguiendo, de ese modo, lo ¡<br />

fácilmente posible, la revuelta. A mí, como digo, escosas<br />

no me parecen bien; y como quiera que no tomo silo parte<br />

activa ni pasiva, no he perdido el tiempo en riguar qué<br />

hay de cierto en eso.<br />

RODIS (asintiendo con la cabeza)<br />

Ya. Ya, ya. Zorro eres; pero no tanto como para ha-ae<br />

comulgar adobes. ¿Crees que no sé de tus correrías? , por<br />

la experiencia que tengo, Isaías, te aconsejo que 2<br />

comprometes en revoluciones, como que parece ya viste<br />

sin provecho alguno, has únicamente lo que tosí mundo<br />

en casos análogos.<br />

ISAÍAS (interesado y al parecer indiferente)<br />

Bueno. ¿Y qué? ¿No te parece, Salvador, que él es n<br />

debe decirlo?<br />

SALVADOR (sonriendo)<br />

Salvador soy; y por ello mismo quien ha de decír-<br />

soy yo, mucho más si aun eres muchacho. Mira. El<br />

ito es muy sencillo, tan sencillo que ya no es posible<br />

Para hacer una revolución previamente consigues<br />

:apitalista y echas el ojo a tus tipos. Y del modo más<br />

[raímente casual te reúnes alegremente a ellos, ya sean<br />

erales, Oficiales o soldados, y otros empleados públi-con<br />

quienes poniéndote al diapasón ganarás su simpa-luego<br />

de ganar su confianza les propones abiertamen-asunto, es<br />

decir, el asalto al poder, que es lo que ge-Imente entienden<br />

por revolución, entregándoles la pla-«gún lo que a tu<br />

juicio pueda valer cada cual, te-do en cuenta que por<br />

lo más que se ha cotizado un riduo excepcional, ha<br />

sido, creo que por veinte mil<br />

-1252-


EL LOCO<br />

pesos, según las afirmaciones de viejos revolucionarios<br />

de la República. Esto sin olvidar el hacerles entrever los<br />

beneficios posteriores. Para ello, muy especialmente, se<br />

necesita hablar del modo más claro posible, sin miedo a<br />

que por eso nadie te llame al campo del honor, sintiéndose<br />

ultrajado, porque, como muy justamente ha dicho Ignacio,<br />

poderoso caballero es don dinero, y ya que ni vos ni nadie<br />

en el mundo será capaz de decirme que los revolucionarios<br />

hacen la revuelta por amor al arte.<br />

Pero...<br />

ISAIAS (meditando)<br />

SALVADOR (enérgicamente)<br />

Espera. Efectuado el asalto y ganada la partida, si<br />

eres subalterno te arrastras y lames los pies de los superiores,<br />

aun cuando te maten a puntapiés. Esto según la experiencia<br />

incesante. E inmediatamente que pesques un<br />

puesto, ya sea en las cámaras, en los concejos, en las aduanas,<br />

en los tesoros, en las policías, en las prefecturas o en<br />

los ministerios, o donde quiera que fuese, en cuanto a los<br />

dineros que lleguen a tus manos durante los primeros meses,<br />

has de manera como si no los hubieras recibido; después,<br />

cuando medio quiera aparecer un cierto medio fiscalizador,<br />

te haces el tonto, si no eres. Y por último<br />

desde el principio al fin, cuanto asunto de interés pase por<br />

tu mano lo retienes indefinidamente hasta que el<br />

interesado se vea obligado a ofrecerte una fuerte<br />

prima; y si aun así no lo hiciera le haces sugerir esa<br />

necesidad con alguno de tus inferiores. Esto aun cuando<br />

fueses la suprema autoridad de la justicia, porque así es<br />

la práctica, y porque como eres todavía muchacho, es<br />

necesario sepas a qué atenerte, sin que tengas que pasarla<br />

de bobo en una tempestad de picaros.<br />

ISAÍAS (boquiabierto)<br />

Francamente yo no sé cómo...<br />

SALVADOR<br />

Otra cosa. Además, es urgente procurar tener a todo<br />

trance participación en todos los negocios posibles,<br />

co-<br />

-1253-


ARTURO BORDA<br />

mo accionista liberado. Y en cuanto a los dineros que recibas<br />

invertirlos inmediatamente en giros sobre el exterior.<br />

Pero jamás se debe recibir el dinero de estas procedencias<br />

si no es en billetes fuertes y por interpósita persona<br />

de confianza.<br />

ISAÍAS<br />

Caramba, Salvador...<br />

SALVADOR<br />

Pues así, porque esa es la costumbre y porque si<br />

caes tan pelagato como cuando subiste, todo el mundo<br />

se te reirá llamándote tonto, y tendrán vergüenza y<br />

desconfianza de tus miserias. Y no dirás que nuestros ojos<br />

están cansados de ver estas cosas diariamente en todas<br />

partes. La honradez en las ideas, en el pensamiento, en<br />

la palabra y en el hecho, así como andan las cosas no<br />

es nada más que un espantasuerte, un espantabienestar y<br />

un es-pantaconfianza y respeto; en resumen, un<br />

espantacredito.<br />

ISAÍAS (casi indignado)<br />

Esto es tremendamente inmoral. Salvador... ¿te<br />

burlas o me insultas?<br />

SALVADOR (socarronamente)<br />

Piano piano si anda lontano. Y no hay que perder<br />

de vista que el primer golpe de mano con fuerza de rayo<br />

debe ser a las aduanas, a los tesoros y a los Bancos;<br />

luego a saciarse con lentitud de tortuga y hambre de<br />

solitaria, como los esposos de mujeres ricas, que después<br />

no ha de faltar tiempo para... para pensar en la patria!<br />

ERNESTO (amonestando)<br />

Pero... Sin embargo... ¿Sabes...?<br />

SALVADOR<br />

Bueno, bueno, che. Eso sí, porque en el país que<br />

estuvieres has lo que vieres, y, aunque te parezca<br />

malo el<br />

— 1254 —


EL LOCO<br />

consejo, antes de que haya posibilidad de reacción,<br />

sopla a todos los vientos un huracán de espías.<br />

ANDRÉS<br />

Esto huele a quemado.<br />

SALVADOR<br />

Como quieras. Pero a todos los que han traicionado<br />

a su protector de la víspera los mandas de ministros plenipotenciarios,<br />

adjuntos, secretarios o porteros, al otro<br />

mundo, es decir, a Europa, para que no te vendan<br />

también a tí, porque quien hace una hace ciento. En<br />

seguida fomentarás, Isaías, el simulacro de alguna<br />

contrarevolución, para castigarla de modo ejemplar, para<br />

escarmiento de rebeldes. Y para colaboradores a tu<br />

gobierno deberás escoger a los más necesitados y mansos,<br />

untándoles las manos, sin dejar de ofrecerles otras<br />

recompensas. Entonces hace y deshaces como te venga en<br />

gana y sin temor, porque debido a la rapidez férrea de los<br />

hechos y del estupor que provocan, los pueblos no pueden<br />

reaccionar ni organizarse. Mientras tanto ya ha pasado tu<br />

período; y que se entiendan como puedan con las<br />

responsabilidades históricas, para eso son históricas, los<br />

que vengan detrás, que a su vez no harán otra cosa que<br />

sacudir los hombros. Y asunto concluido.<br />

EUFRONIO<br />

Terrible es tu doctrina, Salvador. Ojalá no se te ocurra<br />

predicar así en público.<br />

SALVADOR (haciendo un gesto de infinito<br />

desprecio)<br />

¿Sí... ? Pero apenas es una consecuencia sintética de<br />

cien años de revoluciones: el aborto de un pueblo. En vez<br />

de escandalizarte de las palabras ¿por qué no te escandalizas<br />

de los hechos? ¿Acaso tú mismo no tomaste parte en<br />

más de una revuelta, sólo por conseguir un puesto público?<br />

Y no me has de decir que estuviste metido en esas an-<br />

— 1255 —


ARTURO BORDA<br />

danzas por un ideal patriótico. Y si lo tuviste, ¿cuál era?<br />

Ya ves que no sabes decir. Entonces mejor es callarse, porque<br />

no podrías aportar en tu defensa ningún testimonio fehaciente<br />

y sobre todo que te justifique en la honradez de<br />

la moral patriótica, ya que no económica.<br />

ERNESTO<br />

Y asunto concluido, al respecto; porque tomando su<br />

discurso por lo más interesante y palpitante, te diré, Isaías,<br />

que aunque no he hurgado todavía en la historia del espía,<br />

creo que podemos deducir su origen. ¿O no te parece<br />

oportuno, Salvador?<br />

ISAÍAS y SALVADOR (por desviar la conversación)<br />

Sería interesante.<br />

ERNESTO<br />

Pues bien; observad que la desesperada angurria de<br />

apoderarse y no soltar, ya sea el imperio económico o social,<br />

agudiza la tensión supravigil del ambicioso, las que<br />

despiertan al miedo que inútilmente, queriendo indagar<br />

por sí mismo en los secretos de cada actividad, cabila noche<br />

y día; pero como quiera que el individuo es infinitamente<br />

limitado, escogita y llama a los de su ralea, en fuerza<br />

de que los iguales se juntan. Entonces les hace ver la<br />

necesidad de su propia defensa, haciéndoles vislumbrar un<br />

feliz porvenir si se multiplican urgentemente en el dominio<br />

de la más perfecta hipocresía, fingiendo todos los ideales,<br />

para oirlo y verlo todo impunemente, en la escuela y<br />

en el ejército, en el hogar y en la religión, en el comercio<br />

y en las industrias, y, en fin, en todas las profesiones,<br />

porque de su vigilancia depende su propio bienestar. Por<br />

eso el espía es e! invisible desdoblamiento del miedo de<br />

quien lo utiliza, ya que toda información se vacía en él como<br />

en el embudo sucsor a la acción del vacío.<br />

ISAÍAS<br />

Dices bien. El es la causa de que dudemos del compañero,<br />

del sirviente, del confesor, del médico, del maestro,<br />

— 1256 —


EL LOCO<br />

del amigo, de la familia, y aun de los niños, ya que no<br />

sabemos quién es el espía pagado por la impunidad de la<br />

autoridad que nos asestará a mansalva su delación o<br />

calumnia.<br />

ANDRÉS (rascándose el pescuezo)<br />

Comprendo cómo por tal fenómeno la existencia social se<br />

vuelve un suplicio insoportable.<br />

SALVADOR (calmosamente)<br />

Hay más todavía. El espía está atento aun a las<br />

voces confusas que murmuramos en los ensueños; de<br />

manera que no podrás, pues, ni dormir, porque entre las<br />

sombras está una sombra aleve e intangible que te<br />

observa sin cesar.<br />

Los interlocutores seguían hablando muy<br />

animadamente cuando yo doblé la servilleta y tomando<br />

el sombrero salí de la fonda.<br />

En el corredor, cerca de la puerta abierta de par<br />

en par, esta mañana, mientras yo estaba echado en<br />

cama, unos obreros vecinos se hallaban leyendo un<br />

periódico, haciendo sus comentarios, como quienes se<br />

calientan al sol. Se trataba de una circular del<br />

gobierno o del Presidente de la República, prohibiendo<br />

a los profesores y a todos los empleados de la<br />

administración a que se inmiscuyan en política. Y<br />

contaban sarcásticamente el hecho de que casi en TOS<br />

mismos días algunas empresas de las más fuertes<br />

hubieran circulado entre sus empleados la misma prohibición,<br />

con la circunstancia agravante de que imponían<br />

que se apoye incondicionalmente al gobierno. Hablaban<br />

con mucho entusiasmo.<br />

X<br />

HOMBRE PRIMERO<br />

Pues ya ven. Como quiera que el gobierno ha<br />

echado al vuelo esas circulares, prohibiendo la libertad<br />

de ac-<br />

— 1257 —


ARTURO BORDA<br />

ción política de los maestros y de todos los empleados de<br />

la administración, tanto como simultáneamente han circulado<br />

en las minas y en los ferrocarriles iguales prohibiciones,<br />

castigando a los contraventores con la inmediata destitución,<br />

no pude nada menos que indignarme, porque dentro<br />

de la moral del trabajo el trabajador se alquila únicamente<br />

para el desempeño correcto de su trabajo sólo dentro<br />

de la oficina y únicamente en las horas reglamentarias,<br />

sin que exista ninguna obligación escrita ni verbal en ninguna<br />

ley ni reglamento del mundo libre que pueda comprometer<br />

la independencia de criterio en su profesión de<br />

fe social, política o religiosa, menos en el libre uso de sus<br />

horas libres, no contratadas; porque eso sería atentar contra<br />

la propia Constitución Política del Estado. Ocho deben<br />

ser las horas de trabajo en beneficio del patrón o del<br />

Estado; después el individuo puede hacer de su capa un<br />

sayo, sin que nadie tenga derecho a fiscalizar sus actos<br />

ni a imponer normas y menos aun servicios e ideas<br />

políticas..<br />

De manera que esas circulares son un atentado de la<br />

ignorancia contra la libertad a la vez que significan el principio<br />

regresivo a la esclavitud para formar un pueblo de<br />

idiotas e ilotas, de ignorantes y cobardes, de gente servil<br />

en la lucha por la vida, de gente hipócrita e<br />

incondicional al que ya no paga sino que arroja el<br />

salario: en cambio de la orfandad de ideales; en cambio<br />

de la muerte del hombre.<br />

HOMBRE SEGUNDO (enérgicamente)<br />

Lo primera que consagran las constituciones de todos<br />

les pueblos libres es la libertad. Un país no puede ser<br />

libre si no son sus habitantes. Digo que la libertad colectiva<br />

es la emergencia directa de la libertad individual. La<br />

libertad a conciencia en los hombres está encargada a los<br />

maestros. Un maestro no puede enseñar lo que no sabe; luego,<br />

si el profesor carece de altivez, de libertad y de voluntad,<br />

lo único que enseñará es la humillación, el miedo, la<br />

mentira y la esclavitud, todas las formas del servilismo;<br />

y si se le escapa la palabra rebeldía, la concluirá en voz<br />

baja y ocultándose, avergonzado de haberla ^pronunciado.<br />

Y como no hay nada absolutamente que enseñe de modo<br />

tan eficaz como el ejemplo, el alumno será fatalmente el<br />

refle-<br />

— 1258—


EL LOCO<br />

jo del maestro, porque maestro es el que enseña con el<br />

ejemplo lo que sabe y puede, el que hace acostumbrar a<br />

los individuos a una idea, a un sentimiento o acto.<br />

Entonces, si se quiere hacer del país una patria libre,<br />

los maestros deben ser todo altivez, todo claridad,<br />

todo dignidad, todo voluntad, perfectamente definidos y<br />

resueltos: todo libertad y todo sabiduría.<br />

HOMBRE TERCERO (de modo zumbón)<br />

Eso es cierto. El cerebro, el corazón, los músculos<br />

y los nervios que funcionan libremente, revientan o se<br />

atrofian si se les oprime. Por falta de razonamiento libre,<br />

sin miedo, sin vergüenza, sin respeto a nada ni a nadie, el<br />

cerebro se vuelve ignorante; por falta del amor libre el<br />

corazón se vuelve mezquino. Es así cómo el cerebro y el<br />

corazón carecen de los grandes ideales en el sentimiento<br />

y en el pensamiento. De igual manera los músculos por<br />

falta de ejercicio libre hacen organismos enclenques,<br />

incapaces para ninguna empresa esforzada, y los nervios,<br />

por falta de libre contra 1 or forman del ser un ente<br />

cobarde y sugestionable, una especie de maniquí, o algo<br />

menos todavía. Así es que se ve diariamente esa gleba de<br />

individuos fanfarrones en tiempo de paz, pero que llegado<br />

el instante crítico, cuando hay que afrontar las<br />

circunstancias con resolución serena, sin alteración del<br />

pulso, con mirada inmensa, con el criterio despejado de<br />

todo cuidado, es precisamente que esos infelices<br />

tiemblan, titubean, se rinden y escapan.<br />

HOMBRE TERCERO (burlándose)<br />

De ahí es cómo resulta esa clase de gentes que en el<br />

ejercicio de sus empleos trabajan como autómatas, con un<br />

miedo tremendo, sin atreverse ni a alzar sus ojos de su labor,<br />

mintiendo un trabajo que no hacen, queriendo<br />

adivinar la idea del amo. cuyas órdenes sienten pesar<br />

sobre la nuca a modo de quintales de plomo, ni más ni<br />

menos que los inferiores en el ejército y en los<br />

conventos. Tiemblan ante todos, porque en cada uno están<br />

viendo un espía correveidile. Y si son empleados del<br />

gobierno se vuelven algo así como sensitivas para todo<br />

el que no está en armonía<br />

— 1259 —


ARTURO BORDA<br />

con los intereses del patrón, es decir, del que por eso<br />

mismo arroja el salario a guisa de hueso al perro.<br />

Pero es de verlos cuando esos infelices llegan a sus<br />

casas: se vuelven energúmenos, vociferando tanto que<br />

son el terror de su familia: la señora y los niños tienen<br />

que arrinconarse temblando; la servidumbre se pone<br />

turulata, andando de puntillas; el perro se acurruca en<br />

su caseta y el gatito ha ido a esconderse debajo del<br />

catre, mientras que nuestro tipo, imaginando haber<br />

altercado como un hombre con su amo, siente rebelarse<br />

en sí toda su dignidad humillada, y, satisfecho de haberse<br />

redimido, in mente, pasea de largo a largo a grandes<br />

trancazos. Mas, si para su mal se ve obligado a salir a la<br />

calle, no anda, corre como un criminal, huyendo el bulto a<br />

todo individuo independiente, a todo hombre libre, a<br />

quien no se atreve a saludarlo, menos a mirarlo, porque<br />

eso podría saberlo el patrón, alguien puede decírselo,<br />

acaso su mejor amigo. Así que está en peligro de perder<br />

su colocación. Y esa una idea que le recorre en calofrío<br />

todo el cuerpo, toda vez que supone imposible poder<br />

trabajar en ninguna otra esfera de actividad. Ha saltado a<br />

flor de conciencia toda su cobardía e ineptitud. Y eso a<br />

que se hubo acostumbrado tanto, ese su sueldo fijo,<br />

trabaje o no, le hace llorar al pensar solamente que de un<br />

momento a otro puede perderlo, todo por haber saludado a<br />

un rebelde, por haberle mirado a un amigo a quien quizá<br />

le debe muchos favores.<br />

Entre tanto, el rebelde, el agitador, el<br />

independiente, el reprobo, el maldito, se está matando, de<br />

risa, en silencio, al ver las trazas de idiota y cobarde que<br />

lleva el infeliz que, para mayor vergüenza, es un burgués<br />

que por no gastar las rentas del capital de su mujer, finge<br />

ser proletario, él, que ojeando al rebelde simula no<br />

haberlo visto y huye escondiéndose de todos, cual si el<br />

mundo entero estuviese espiándole para delatarlo, para<br />

perderlo exclusivamente a él. Así el hecho que en el<br />

hombre constituye la primera forma del cadáver; y<br />

cuando el espíritu ha llegado a ese estado de anulación,<br />

las reacciones sólo pueden dar déspotas o tiranos, a guisa<br />

de revancha de su esclavitud anterior. Y si esos hombres<br />

son los maestros, pobres alumnos.<br />

— 1260 —


EL LOCO<br />

HOMBRE SEGUNDO (mordiéndose los labios)<br />

¡Hum...! No obstante yo creo que todavía esa es<br />

disculpable en gentes que por su miseria se están<br />

muriendo de necesidad, sin tener qué dar de comer a su<br />

familia, sin que por eso deje de ser un vendido el que se<br />

vende; pero, eso sí, lo que es incomprensible es cómo<br />

gente acaudalada, cuyas rentas les basta para vivir a<br />

cuerpo de rey, en la mayor libertad posible, lleguen por<br />

lo contrario a tal degeneración de valor civil, ya que no<br />

simplemente alquilan su libertad, su dignidad, sino que<br />

la venden. Entonces si no es una necesidad física lo que<br />

les arrastra a eso, lógicamente debemos suponer que es<br />

una necesidad espiritual. ¿Cuál? Pues no puede ser otra<br />

que la incapacidad de manejar su fortuna, el miedo de<br />

perderla, la duda de poder trabajar por sí mismo, la<br />

seguridad de no poder tener responsabilidades, el deseo<br />

de exhibirse ganando con el menor trabajo posible: una<br />

espiritualidad muy animal, por cierto.<br />

Y si esa gente fuese proletaria, que no tiene más capital<br />

que sus fuerzas, que su inteligencia, que el<br />

alquiler de su trabajo, debemos deducir que dada su<br />

moralidad, que para satisfacer su necesidad material, por<br />

un mendrugo será capaz de descender a los planes<br />

inferiores del hampa misma. No, el hombre sólo llega a<br />

ser hombre en una lucha honrada, a brazo partido con la<br />

vida, arañando en las horas su pan ácimo, altivamente,<br />

soberbiamente, sin doblar ante nadie la frente ni rendir<br />

el ideal; y si para vivir cae, alzándose cada vez más<br />

rebelde, más hombre, más soberbio, más libre y,<br />

consiguientemente, con mayores derechos a la libertad:<br />

más maestro.<br />

HOMBRE PRIMERO (asintiendo)<br />

Caramba con las verdades que nos has logrado.<br />

Pues es cierto que un hombre humillado no puede<br />

enseñar otra cosa que la humillación, en su idea, en su<br />

pensamiento y, lo que es peor, en su ejemplo diario;<br />

contrariamente, un rebelde jamás enseñará nada que no<br />

sea la rebeldía, el orgullo, la altivez; un altruista, el<br />

altruismo; en cambio, un hipócrita formará escuela de<br />

hipócritas; y un ignorante<br />

— 1261 —


ARTURO BORDA<br />

formará a bestias; un tímido, un vanal, un situacionista, titubeando<br />

y mintiendo siempre ante las espectativas de su<br />

beneficio, no puede enseñar nada más que vanalidad, cobardía,<br />

disimulo, mentira, engaño, todos los medios de acción<br />

acomodaticia. Y ellos son legión.<br />

HOMBRE TERCERO<br />

Y ahora basta, compañeros, porque en vez de suprimir<br />

el ejército se está suprimiendo las escuelas indigenales<br />

en la campaña a la vez que se restringe el número de<br />

escuelas de primaria, secundaria y facultades. Y es obra<br />

del ejecutivo y el congreso. Y la juventud que se precia de<br />

intelectual no asume ningún papel, siendo que suprimir<br />

escuelas es cortar por su base el resurgimiento nacional. El<br />

Estado, todos los Estados tienen el deber y la obligación de<br />

sostener y aumentar día a día las escuelas aun a través de<br />

las hambrunas y de cualquiera crisis económica; lo contraria<br />

es una regresión a la época de las cavernas. Todo se<br />

debe suprimir antes que las escuelas. Pero ahora es al revés.<br />

No comprenden, no han comprendido nunca, no quieren<br />

comprender ni pensar, que mejor que un Estado Mayor<br />

General, que mejor que una policía bien organizada y<br />

que muchos conventos, es una escuela primaria; y no importa<br />

que en favor de la milicia se arguya diciendo<br />

que es la garantía de una pacífica enseñanza.<br />

Eternamente será el soldado símbo 1 o de la barbarie,<br />

aunque se llame César. Napoleón o Moltke, en cambio que<br />

el maestro es el porvenir, el progreso, anticipando en<br />

acción.<br />

Yo haré al respecto un alboroto hasta lograr que me<br />

oigan, que me comprendan y que se multipliquen las escuelas.<br />

Escitas, escuelas y escuelas. Para 2.500.000 de indígenas<br />

absolutamente analfabetos se necesita en Bolivia<br />

un ejército de cincuenta mil maestros,<br />

HOMBRE PRIMERO (sentencioso)<br />

No te metas en camisa de once varas. A mí, por haber<br />

tomado la defensa proletaria y por la salvación de la<br />

institucionalizad misma, resulta que El Burro, La Reforma,<br />

la Verdad y La República, me han amenazado,<br />

dicien-<br />

— 1262 —


EL LOCO<br />

do que soy un loco y que deben matarme como a perro o<br />

a palos en las calles. Y qué lluvia de anónimos para que<br />

después una noche en un callejón de San Pedro me<br />

larguen un balazo a traición. Cobardes...<br />

HOMBRE TERCERO (golpeándose la frente)<br />

Eso implica sencillamente que les falta cacumen y<br />

justicia para refutar, porque sólo la impotencia<br />

intelectual que no puede convencer con sus razonamientos<br />

lógicos apela a la chillería y el insulto, y si eso no basta,<br />

emprende a golpes; pero si eso no es suficiente, recurre a<br />

la bala y al puñal, el cual es uno de los métodos de<br />

discusión menos convincente. Mas, si eso todavía no<br />

surte efecto, ahí les queda todas las formas oblicuas del<br />

siglo, el asecho y el asalto en el ambiente de los Borgia<br />

y Tofana la envenenadora.<br />

HOMBRE PRIMERO<br />

Desgraciadamente es cierto todo cuanto se dice; y<br />

muy cierto. Y es tanto más cierto y triste, cuanto que con<br />

este último movimiento político he perdido casi todos mis<br />

amigos, sin que conmigo hayan tenido el menor motivo,<br />

directa ni indirectamente. Tal, pues, sin más ni más,<br />

como hacen entre sí las mujeres celosas, frunciendo de<br />

pronto el entrecejo me quitan el saludo, fingiendo no<br />

mirarme y huyen de mí cual si yo estuviese cargado de<br />

dinamita, yo que tuve para ellos toda la deferencia sin<br />

reservas de que es capaz un individuo sin dobleces.<br />

Indudablemente que la primera, la segunda y la tercera<br />

vez, he insistido en saludarles, después de lo cual paso<br />

entre ellos como si no existiesen; porque entiendo que<br />

después de cumplir con un deber de educación es<br />

necesario bailar al son que toquen, instantáneamente,<br />

como un timbre eléctrico; al déspota contestar con<br />

despotismo, etc. Y lo curioso es que esto me ha sucedido<br />

con todos los amigos de todos los bandos políticos.<br />

HOMBRE SEGUNDO<br />

Justamente. La familia y la amistad las tratarán<br />

así, todo por su platito de lentejas logrado o en<br />

perspectiva. Y<br />

— 1263 —


ARTURO BORDA<br />

¡ay! si lo pierden. Pobrecitos. No hay que hacerles caso,<br />

porque aunque sean las personalidades más prominentes<br />

sus almitas son mostacillas.<br />

HOMBRE TERCERO<br />

No tienen más remedio que obrar así si se<br />

someten al mejor postor. Pero lo malo es que si es el<br />

Estado, a sus oficinas van a aprender, estropeando los<br />

procedimientos de la administración; todo lo que tienen<br />

que hacer es obedecer las órdenes de los odios políticos.<br />

Es una cosa vergonzosa el espectáculo de las conciencias<br />

en el mercado.<br />

Hay que salvar a la juventud del porvenir.<br />

*<br />

En eso me había dormido.<br />

Mes y medio después. Iba una tarde, al anochecer,<br />

por los alrededores de la ciudad, cuando vi que salieron<br />

de una casa unos cincuenta jóvenes que de dos en fondo<br />

-se fueron en dirección al cementerio, charlando casi en voz<br />

baja. Como quiera que yo había fijado mi ruta precisamente<br />

por donde ellos iban, y con la circunstancia de que<br />

llevábamos el mismo andar, fui detrás de los últimos, cual<br />

si yo también compusiese la comitiva. Hablaban más o menos<br />

en estos términos:<br />

CESÁREO<br />

¿Dices, Eufronio, que el canciller se llama Ricardo<br />

Jaimes Freyre y que el diputado interpelante es Franz<br />

Ta-mayo, y que la interpelación ha durado mucho<br />

tiempo?<br />

EUFRONIO<br />

Así es. Y a propósito, creo que la nota máxima<br />

hasta aquí del gobierno republicano sea el tremendo<br />

fracaso<br />

XI<br />

— 1264 —


EL LOCO<br />

en política de los hasta hoy más notables poetas<br />

nacionales, según afirman los entendidos. Y<br />

ciertamente que como a poetas los leo con mucho<br />

agrado, a pesar de que Ta-mayo se deshace ofuscando<br />

la idea en sutilezas idiomáti-cas, no obstante lo cual<br />

logra con frecuencia los tics del gran arte. Pues ahora<br />

quisiera hablar de Reynolds, Capri-les, Villalobos,<br />

Guerra, Sainz, Bedregal, Lira, Ruiz y otros. Ya tengo al<br />

respecto adelantados algunos estudios en los que<br />

figuran poetisas como la Zamudio, la Quiroga y muchas<br />

otras mujeres intelectuales, trabajo del que<br />

quiero hacer algo sesudo. Pero de los primeros, lo<br />

dicho.<br />

CESÁREO<br />

Pues a pesar de eso los dos ya son cadáveres<br />

políticos para siempre. Y al fin no podía ser de otro<br />

modo: dos poetas que con inconciencia de niños,<br />

creyéndose la perspicacia misma, se maten de porrazo<br />

en el tejemaneje endiablado de la política<br />

internacional, jugando a cartas abiertas, como en los<br />

cuentos, claro que cayeron a manera de moscas en la<br />

telaraña. Es horroroso el asunto.<br />

EUFRONIO<br />

Sí, es terrible; pero ¿bajo qué punto de vista?<br />

CESÁREO<br />

Bajo el único punto de vista en que puede ser<br />

triste, tratándose de dos vates que luchan,<br />

suponiéndose cada uno el sumum del político y que así<br />

hicieron la diversión del público durante una quincena,<br />

convirtiendo el hemiciclo parlamentario algo como en<br />

pista de circo a la hora de las petipiezas. Aquello ha<br />

sido tremendo: desde el hombre más sabio al más<br />

necio, todos se han dicho al unísono: —En fin, ¿qué<br />

hacer si son dos poetas?— Y de ese modo ambos han<br />

sido unánimemente perdonados por el país, en virtud<br />

de esa conciencia que la gente posee acerca de la<br />

irresponsabilidad casi insana de los artistas, sien< do<br />

que cuanto más artistas, es más insana, no obstante que<br />

el fracaso de las negociaciones de los derechos<br />

nacionales de la Liga de las Naciones ha puesto en<br />

ridículo el honor de la patria.<br />

— 1265 —


EUFRONIO<br />

ARTURO BORDA<br />

Eso es verdad. Pero es menester considerar que la<br />

tal desgracia no es del todo debido únicamente a los que<br />

quizá con el doble de fuego que pusieron en sus odas y poemas,<br />

aunque el asunto sea distinto, sustentaron los derechos<br />

patrios umbilicales en el asunto del puerto. Para mí,<br />

todo intento de reclamaciones en este orden de cosas es absolutamente<br />

inútil, mientras que Bolivia no sea una gran<br />

potencia económica superior a Chile. De manera que por<br />

mucho que fuese Dios mismo quien aceptase a su cargo ia<br />

defensa boliviana, nuestros extemporáneos afanes irán por<br />

tierra, por eso, por extemporáneos, entendiéndose por tal<br />

nuestra pobreza franciscana.<br />

Y por esta causa que no depende de la voluntad ni<br />

de la negligencia, no es ni puede ser imputable a ellos la<br />

derrota de sus esfuerzos, ya que en tal resultado adverso<br />

no sólo intervienen, en calidad de factores primordiales, la<br />

impotencia económica y otros de orden puramente internos,<br />

sino que es también la conflagración de toda esa inmensa<br />

trabazón de intereses creados internacionales, más<br />

fuerte que la autonomía de los pueblos; de manera que los<br />

defensores de Bolivia, si me permites la comparación, se<br />

hundirán siempre en fuerza de su naturaleza, como una<br />

débil falúa sin lastre, zozobrando al ímpetu de los aquilones<br />

del interés y de las tronantes olas de la pasión.<br />

¿Qué culpa tienen, entonces, pues, de aquel naufragio<br />

de la nave y sus tripulantes? ¿No es acaso la naturaleza<br />

misma de las condiciones ambientes que los echa a<br />

pique? ¿Y no es heroica y hasta sublime la desesperada lucha<br />

de esos atrevidos nautas, aun en la suposición de ser<br />

simplemente por el exhibicionismo ególatra? Así es de<br />

glorioso el fracaso de nuestros dos poetas en las borrascas<br />

del infortunio nacional, luchando contra los elementos y<br />

la voluntad de otros pueblos enemigos en virtud de la necesidad<br />

de su propio progreso.<br />

CESÁREO<br />

También eso es cierto. En la emergencia de esa otra<br />

frase de la verdad, deseo que la derrota en tales<br />

circuns-<br />

— 1266 —


EL LOCO<br />

tandas adquiera en ellos el dolor de lo trágico por el ridículo<br />

que hicieron inocentemente, para que su muerte<br />

política eclosione en poemas inmortales, es decir, en algo<br />

que pueda supervivir al pueblo mismo y dar, en fuerza<br />

de la belleza, en un porvenir más o menos lejano, el testimonio<br />

de la existencia de una nación llamada Bolivia,<br />

acaso cuando ya ni se sepa el nombre de los demás pueblos,<br />

tal vez si cuando después de un cataclismo, igual al<br />

de la Atlántida, se salven de la América, dispersas en el<br />

mundo, so 1 o sus obras de arte. Estoy, pues, desesperado<br />

de oír el canto de los cisnes: yo mismo, a trueque de ser<br />

atacado, les heriría de muerte no más que por oír su<br />

postrer cantar.<br />

*<br />

Eso decían cuando la comitiva pasaba por la<br />

puerta de casa. Yo, sin dar mayor importancia a la<br />

conversación, me fui acostar, pensando en que aun lo<br />

más insignificante puede sugerir un mundo de ociosas<br />

digresiones.<br />

Y como eternamente aquí entre las gentes será<br />

igual, dadas las bases de su educación recibida por el<br />

ejemplo diario, de hoy más por siempre, no quiero saber<br />

nada de nada: pondré un infinito insondable entre ellos<br />

y yo.,<br />

Ocho meses después.<br />

Cuando el malestar general acrece aparentemente<br />

sin medida ni esperanza de término, amenazando una ruina<br />

completa, entonces a pesar del propósito más firme para<br />

no deliberar acerca de los destinos de la cosa pública,<br />

nos vemos forzosamente arrastrados a hablar en defensa<br />

de la propia conservación, ya.<br />

Tal éste caso.<br />

Ahora se impone anotar siquiera sea someramente<br />

las palpitaciones del momento.<br />

XII<br />

— 1267 —


ARTURO BORDA<br />

Así, pues, comenzaré diciendo que es<br />

incuestionable que por miedo a la responsabilidad<br />

histórica no deje de tener el nuevo régimen, en forma de<br />

floración de sus virtudes, como todos, en una especie de<br />

lucidez, sus buenos propósitos para el desenvolvimiento<br />

correcto de la administración en sus varios aspectos; mas,<br />

también es innegable, que sus errores son muy graves.<br />

Desde luego, en cuanto tengo visto y<br />

comprendido, no sé cómo encontrar nada más falto de<br />

sustento en la opinión general que el presente gobierno.<br />

Da pena: lo más representativo del país —según los<br />

opositores— ha hecho en torno suyo un vacío angustioso,<br />

por lo que andan preocupados, buscando<br />

desesperadamente en vano la colaboración de los más<br />

competentes; pero les sucede nada más que lo que<br />

pertendían hacer con el régimen caído.<br />

Causa lástima este país lleno de rencillas y<br />

rencores, siempre por la misma cosa, sin que nadie haga<br />

nada por salvar la nacionalidad del abismo en que van<br />

precipitando a la patria, unos y otros.<br />

Veamos cómo.<br />

La instrucción es tan pésima, los profesores y los<br />

maestros tan incompetentes, los tribunales examinadores<br />

tan ignorantes y condescendientes, que al fin los estudiantes<br />

se reciben de profesionales, y la experiencia les<br />

demuestra prácticamnte que no han aprendido nada en<br />

tantos años desestudio, por lo que se ven obligados a<br />

recomenzar autodidácticamente, pero con todo su<br />

consiguiente acompañamiento de deficiencias. De ahí el<br />

profundo reconocimiento de su ineptitud que pretenden<br />

ocultarla a fuerza de autoritarismo y verbalismo. Pero<br />

todo eso viene desde antes de la República. Mas, esto<br />

sólo se refiere a los más preparados; de los otros, en<br />

consecuencia, no habría para qué hablar, sin embargo se<br />

impone decir algo en su obsequio.<br />

Por lo anotado se verá que los nacionales para<br />

subsistir no hacen nada más que esperar las dádivas del<br />

que se presente y presta a regir el gobierno, a cuyas<br />

órdenes<br />

— 1268 —


EL LOCO<br />

ponen voluntariamente su conciencia en la más<br />

repugnante y menguada de las esclavitudes, en aquella<br />

por la que no puede ni tiene derecho ninguna fuerza<br />

humana para intervenir, ya que se someten de motuo<br />

proprio.<br />

Yo sé que en los pueblos en donde existía la esclavitud,<br />

los hombres libres vendían a los esclavos, pero aquí<br />

es el hombre esclavo de sus impotencias y cobardías el<br />

que se vende, y vende lo último que el individuo puede<br />

rifar: su libertad de opinión, aquello por lo que se ha supuesto<br />

el hombre el Rey de la Naturaleza.<br />

Así es, según he visto en las diversas escalas sociales.<br />

No obstante, es menester considerar que es el pueblo<br />

que habiendo salido extemporáneamente y en manada del<br />

vasallaje, sin hábito ni preparación para el ejercicio de su<br />

libertad, instituyó la República, sin antes haber consultado<br />

su propia naturaleza, sujetándose a leyes transplantadas<br />

de civilizaciones, de épocas y pueblos diversos. De ahí<br />

debemos deducir que lógicamente la República no es otra<br />

cosa que un simple ensayo, o, más propiamente dicho, una<br />

pretensión de ensayo, toda vez que en cien años de asaltos<br />

de mando no se ha logrado instituir la República ni por<br />

diez años.<br />

Se convoca y disuelve congresos, según conviene al<br />

gobierno. Últimamente se ha nombrado un gabinete provisional,<br />

incrustando en él a un alemán en el Ministerio<br />

de la Guerra, a un extraño mal visto por tal causa por las<br />

legaciones, por el pueblo y por el ejército, y sin los requisitos<br />

necesarios que para tales casos prescribe la Carta<br />

Magna, como es la nacionalización del individuo con cinco<br />

años de residencia continua, por lo menos. El es quien ha<br />

organizado el espionaje alemán a base jesuítica, según afirma<br />

la opinión pública.<br />

Hubo también un Ministro de Hacienda, que que-<br />

ría sacar más dinero del Banco de la Nación; supuso que<br />

los depósitos del público en los Bancos están guardados<br />

en los sótanos, pagando los consiguientes intereses por el<br />

gusto de pagar, y en consecuencia de tal razonamiento<br />

quiso sacar inmediatamente aquellos dineros que así<br />

rezan<br />

— 1269 —


ARTURO BORDA<br />

en los balances, sin querer comprender que los depósitos<br />

etán en constante movimiento, ganando los correspondientes<br />

intereses. Este hecho nos trae a la memoria una<br />

célebre anécdota del tirano Melgarejo, quien necesitando<br />

con urgencia unos miles de pesos para pagar a su tropa,<br />

llama al Director del Tesoro Nacional y le pide plata; y como<br />

quiera que el Director le contestase que no había, Melgarejo<br />

le pide los libros. Le dan. Y al ver en letra gorda,<br />

DEBE, HABER, se enfurece, increpándole así: —Aquí<br />

dice que debe haber. ¿Dónde está? ¿Qué ha hecho usted<br />

de ese dinero? Usted me entrega inmediatamente.— Y no<br />

quería comprender que no había dinero, y que más bien<br />

el DEBE y el HABER acusaban déficit; de manera que<br />

no tuvo más remedio que ir a conseguir un empréstito.<br />

Pero algo de lo verdaderamente notable es cómo<br />

disponiendo el gobierno del más fuerte empréstito nacional<br />

de que se tiene noticia, sea puramente consumidor,<br />

desapareciendo en menos de seis meses, aunque<br />

también, en parte, es verdad, en cancelación de las<br />

deudas heredadas del régimen anterior, pero contraídas en<br />

veinte años. Razón por la que se recarga al pueblo con los<br />

impuestos proyectados anteriormente y que fueron<br />

censurados de modo acre por los del régimen actual. De<br />

ahí que deje impagos a sus propios empleados que no<br />

forman su ejército de espionaje.<br />

Es muy divertido este gobierno. Su afán<br />

principal es extrañar de la República a todo cuanto<br />

opositor liberal puede, valiéndose del más nimio<br />

pretexto, estrellándose contra la altivez estudiantil y<br />

contra la juventud, a la que precisamente se le debe<br />

encaminar con e.1 más abnegado ejemplo en las más<br />

altas rebeliones del pensamiento y de la acción, si se<br />

busca verazmente un glorioso futuro nacional. Gobierno<br />

que tiembla y se encoleriza porque los contrarios tratan de<br />

hablar alto y claro, analizando la situación, previendo las<br />

consecuencias. Con tal motivo ya no se cierra a herraje<br />

las imprentas, pero inmediatamente se aprisiona y<br />

extraña a los escritores. De manera que en cuanto a esto<br />

el resultado es el mismo, con la diferencia de que antes<br />

se les dejaba gritar hasta cierto tono.<br />

— 1270 —


EL LOCO<br />

En cuanto a los asuntos internacionales se ha<br />

puesto francamente contra sus propias prédicas,<br />

reduciendo toda actividad a meras escaramuzas<br />

dilatorias, ya que día a día la miseria fiscal adquiere<br />

alarmantes proporciones, por cuya causa en el mismo<br />

día de la revolución pidiera Chile a su furibundo<br />

enemigo Saavedra el reconocimiento y respeto de los<br />

tratados, Saavedra, el irreconciliable revisionista y<br />

reivindicacionista, el energúmeno censor de esos mismos<br />

tratados, inmediatamente y sin discusión reconoció,<br />

garantizando la legitimidad pedida, sin lo cual tampoco<br />

hubiera respondido a la política revolucionaria. ¡Claro!<br />

¿Qué le importaba si ya era el amo de la situación? Por lo<br />

demás, resulta siempre un ejemplo edificante, del que<br />

Chfe mismo puede sacar una gran ventaja, diciendo: —<br />

Pero ¿cómo pide éste gobierno la revisión de los<br />

tratados, si él mismo, el 12 de Julio, los ha reconocido,<br />

obligándose a respetarlos?— Al dar el primer paso ya<br />

estaba presa la política de sus grandes internacionalistas.<br />

Luego había que ver ese asalto de marmotas al poder.<br />

Por esas y otras causas, los hombres medianamente<br />

preparados y que ayer no más eran gobierno, restan naturalmente<br />

su concurso al nuevo régimen, quedando únicamente<br />

en su puesto los que esperan que los echen a puntapiés<br />

o los toleren a condición de su silencio y sumisión.<br />

Política muy corriente. De ahí que la administración esté<br />

manejada por perfectos ignorantes, ya que cada cual obra<br />

solamente como le es dado entender o como buenamente<br />

puede, cuando tienen voluntad de hacer carrera; pero de<br />

modo general desempeñan sus puestos sin preocuparse un<br />

ápice de su corrección, esperando ser removidos cuanto<br />

antes. De esa suerte unos tras otros. Se comprenderá,<br />

pues, fácilmente, que en tal situación los archivos han<br />

quedado hechos verdaderos basurales, dando,<br />

consiguientemente, en tesorerías y aduanas, las<br />

facilidades más grandes para lo que ya se comprende:<br />

lo inherente a una revolución.<br />

Pero de todo lo que sucede y sucederá no son los<br />

gobernantes los únicos responsables, si ellos hasta cierto<br />

punto son la imposición del medio ambiente formado por<br />

la instrucción más insipiente, de la insipiente totalidad de<br />

los<br />

— 1271 —


ARTURO BORDA<br />

ciudadanos. Yo he visto, yo que he convivido con el alma<br />

de cada escala social, aguijoneando sus ideas y disécelonando<br />

sus pensamientos, he visto y sentido que no tienen<br />

ninguna idea de patria, de su origen, de sus deberes y rumbos,<br />

si no es no más que una especie de azoramiento. Sus<br />

pensamientos son por eso imprecisos y vacilantes: de ahí<br />

su absoluta falta de valor para resolverse<br />

concientemen-te a nada; de modo que si se ven<br />

precipitados en alguna dirección, sorprendidos pronto por<br />

la conciencia de su impotencia, titubean, balbucen y<br />

retroceden, para quedar nuevamente en su incertidumbre<br />

de siempre, juguetes del albur, colectiva o<br />

individualmente. Esto llega a tanto, que he podido<br />

comprobar mil veces el hecho de lo inútil que es<br />

espolonear a las gentes para que rompan sus timideces y<br />

disciernan por sí mismos.<br />

Y eso únicamente en cuanto al pensamiento, que<br />

por lo que hace a lograr su acción libre, es algo para reventar<br />

de cólera, porque es imposible: no saben o no quieren<br />

ser por sí lo que les interesa ni es urgente estar a las órdenes<br />

de alguien o de algo, porque carecen de la confianza<br />

en sí, en lo que saben y en lo que pueden. Si se ven obligados<br />

a hablar siquira, tiemblan ante las orejas y los ojos<br />

de los demás, ruborizándose al oír su propia voz; entonces,<br />

avergonzados, no quieren hablar, no quieren pensar y no<br />

quieren ya ni siquiera moverse, acaso temerosos de que<br />

su automatismo les sorprenda con la acción de lo que se<br />

atreven a pensar en el fondo de sus cobardías, ellos, los<br />

ciudadanos libres. De esa manera estrangulan en su origen<br />

su libertad y sus rebeliones, recayendo, por tal manera, en<br />

la servidumbre fatal, tristemente sumisos en lo más profundo<br />

de sus secretos. Y si alguien de entre ellos se rebela,<br />

saliendo de sus filas, alzando altivo su frente al sol, conquistando<br />

penosamente su condición de hombre, la mesnada<br />

le compadece calificándolo de pobre y animal si na<br />

de loco, porque ese hace sonar en sus largas orejas un lenguaje<br />

que les quema la conciencia con el fin de que se alcen,<br />

elevándose en su propia dignificación.<br />

De ahí se desprende que la totalidad esté constantemente<br />

manejada por el primer ambicioso audaz. La prueba<br />

incuestionable, repito, es que en cien años la República<br />

aun<br />

— 1272 —


EL LOCO<br />

no puede constituirse definitivamente. Mas, esta responsabilidad<br />

es de todos los gobiernos, a quienes siquiera sea<br />

meramente para el efecto histórico sería necesario procesarlos;<br />

pero es cierto también que la sanción recaería sobre<br />

cada uno de los ciudadanos: pues de tres millones de<br />

habitantes que aproximadamente tendrá Bolivia, dos millones<br />

novecientos ochenta mil deben ser indígenas absolutamente<br />

analfabetos, sin ninguna idea de nada, entre los<br />

cuales se debe contar también los niños, los viejos y las<br />

mujeres y los mestizos y un reducido porcentaje de extranjeros<br />

con muy escaso bagaje de conocimientos y mucha<br />

conciencia de superioridad, indudablemente, con muy escasas<br />

y honrosas excepciones. De entre los veinte mil restantes<br />

serán quince los que ejercen su profesión a la buena<br />

de Dios; tres mil que viven a guisa de corchetes; dos<br />

mil, de sus rentas, y, por lo tanto, indiferentes, siendo mil,<br />

más o menos, los suficientemente audaces que con algún<br />

rutinarismo y demasiadas pretensiones se sienten capaces<br />

para manejar las distintas reparticiones de la administración,<br />

por lo que son los empleados exclusivos y vitalicios,<br />

después de una especie de vacaciones en cada cambio político.<br />

Aquí viene bien apuntar también que los<br />

gobiernos a fin de favorecer a sus parciales, por cuanto<br />

medio está a su alcance, invariablemente hacen toda la<br />

guerra posible a los profesionales que militan en las filas<br />

contrarias, quitándoles cuanta clientela les es posible, a<br />

fin de que, ya que carecen de la suficiente independencia<br />

económica, abdiquen reducidos por el estómago, debiendo<br />

consiguientemente perecer en la miseria los que sostienen<br />

heroicamente la bandera de su ideal. A uno de ellos le<br />

oí decir, no hace mucho tiempo: —Si toda esta amargura<br />

que me mata lentamente pudiese hablar su lenguaje, no<br />

habría corazón indiferente. Sí, porque cuando se sufre y<br />

no se tiene mendrugo que dar a las amorosas boquitas que<br />

nos piden pan, cuando se han agotado los más nobles<br />

esfuerzos y sentimos llegar segura la muerte con todo su<br />

cortejo de miserias, no ya para nosotros, sí que más bien<br />

para los nuestros, exánimes en su hedionda desnudez,<br />

abandonados de toda esperanza en una honorable<br />

reacción, vemos pasar a las gentes satisfechas,<br />

desbordando su alegría de vivir,<br />

— 1273 —


ARTURO BORDA<br />

entonces sí que se siente envidia, rabia, cólera y deseo de<br />

matar, tanto más cuanto que es mayor nuestra debilidad<br />

aun para pestañear, y pensemos satisfechos en la dinamita,<br />

imaginando ver volar despedazados a todos, a pesar de<br />

esta herencia maldita de cobardía...— Pero yo le oía como<br />

si estuviese lloviendo, porque ya he perdido la fe en<br />

los hombres.<br />

Bolivia es inepta para subsistir como República, así<br />

como la mayoría de las republiquetas americanas. Gobiernos<br />

y oposiciones malos.<br />

Y ahora, por el vacío social —de la oposición—<br />

en el que se hallan envueltos los del régimen, quiero<br />

considerar su situación en lo que es y en lo que significa<br />

para ellos que necesitan de la ayuda de la opinión pública.<br />

Así, pues, siendo de urgencia imprescindible sentir casi<br />

de un modo táctil un punto de apoyo reconfortante en los<br />

corazones, tropezar en cambio con el hiriente<br />

hermetismo de las bocas y el burlesco soslayarse de los<br />

ojos; y cuanto más se indaga dónde asirse, hallar en torno<br />

únicamente un silencio y un vacío cada vez mayores, que<br />

van socavando los sitiales más roqueros, es anonadador.<br />

Entonces los abandonados se saben algo así como sin eco,<br />

sin reflejo ni sombra, y sin luz, palpando desatentados en<br />

la sombra vacía, cayendo, en consecuencia, de tumbo en<br />

tumbo, en perfecta desorientación, ya que siente que en<br />

todas partes los cerebros y los corazones huyen de su<br />

contacto igual a los nervios ante una descarga eléctrica.<br />

Por eso los aislados, entre alaridos de impotencia y<br />

pensamientos de venganza, sienten borbollar en su<br />

sangre la cólera. Tal nace el despecho, el mejor<br />

consejero de las vio 1 encías extremas, en las que pagan<br />

justos por pecadores. Pero por eso mismo el silencio y el<br />

vacío arrecian, alzándose, para caer en avalancha<br />

deletérea e incontenible. Esa es la eterna historia, porque<br />

el despecho emborracha y desespera, precipitando a los<br />

hombres en un perfecto sonambulismo, en cuyo estado el<br />

vigor de las imágenes les hace creer que son más de lo<br />

que son, en fuerza del contraste con la nada que les<br />

rodea, suponiendo neciamente, por ello, que el infinito<br />

mismo no les basta. Es así cómo se hallan perfectamente<br />

incapacitados para comprender la<br />

— 1274 —


EL LOCO<br />

magnitud de su soledad. Mas, en sus breves lucideces el<br />

terror les hace imaginar mil veces mayor su<br />

aislamiento, y entonces son las tribulaciones de su sangre<br />

y de su conciencia, el ahogo de sus desesperados gritos en<br />

una especie de largo estertor.<br />

De ese modo, extraviada su razón, hoy juzgan sucio<br />

y menguado lo que ayer no más adoraban como grande y<br />

puro. Han perdido los índices de la verdad y de la justicia,<br />

vociferando a voz en cuello y casi simultáneamente los<br />

conceptos más contrapuestos, reforzándolos con sus correspondientes<br />

razones, toda vez que aun el absurdo es lógico<br />

con sus causas y sus fines. Por tal manera descubren,<br />

aun para el menos avisado, el ilogismo en que viven, impulsados<br />

por el despecho, esa especie de locura semifuriosa,<br />

propia de almitas débiles, incapaces de sobrellevar con<br />

hombría sus pequeñas tribulaciones, siendo que la representación<br />

del hombre exige ver con clara serenidad, y, sobre<br />

todo, con precisión matemática el curso de los acontecimientos.<br />

Es decir, con la altura a que está obligado a presentarse<br />

el que pretende ser el Rey de la Naturaleza y no<br />

un simple payaso.<br />

Por eso es mejor ser un pobre diablo libre y sin ambiciones<br />

inmerecidas e imposibles, ferviente devoto del<br />

Conócete.<br />

La verdad no es elogio ni censura, es simplemente<br />

la verdad y está en el individuo más hondamente que en<br />

los secretos públicos; no constituye ni honra ni baldón,<br />

pero en el concepto de la moral humana, para la<br />

conciencia de cada individuo, según sus actos y según<br />

distinga el bien del mal, se sentirá exaltado o cohibido en<br />

las revelaciones de su más absoluta soledad. Luego quiere<br />

decir que proclamar la verdad equivale a establecer la<br />

justicia, contra la que no existió ni existirá conciencia que<br />

sea capaz de rebelarse. Además, es necesario notar que la<br />

verdad, en el concepto humano, no viene de fuera a<br />

dentro sino que va de dentro afuera, como que es la más<br />

pura filtración del discernimiento.<br />

Era necesario aclarar esta idea por la circunstancia<br />

del miedo pánico que tiene el gobierno a las<br />

revoluciones,<br />

— 1275 —


ARTURO BORDA<br />

sin comprender que las conmociones puramente políticas,<br />

si no es posible evitarlas, es por lo menos fácil paliarlas;<br />

pero cuando el malestar económica ataca de raíz a los pueblos,<br />

en sus necesidades individuales, y sin que haya esperanza<br />

de reacción inmediata, entonces las revoluciones son<br />

absolutamente inevitables, a pesar de todo, llevando en<br />

sí y en su justa medida el desquite de toda fuerza<br />

natural que revienta. Así, pues, los necios violentos<br />

cosecharán el abuso de sus deficiencias o<br />

extralimitaciones. Las represalias constituirán, por tal<br />

manera, en los instantes de la revuelta, y más allá, un<br />

aspecto de la justicia.<br />

De manera que quien haya abusado en el poder, no<br />

debe temblar al considerar lo que sucederá, si lógicamente<br />

se deduce desde ya lo que será por lo que hizo. La exijstencia<br />

está estrictamente regida por la ley de la oposición<br />

o sea de los contrastes, y consiguientemente, de las compensaciones.<br />

Nada hay que instantáneamente no origine<br />

su fuerza contraria. El primer acto de opresión engendra<br />

la necesidad de rebelión. Los hombres tienen necesidad de<br />

saber esto muy bien, para no cometer desaciertos a cada<br />

paso.<br />

Por eso es necesario considerar siempre de modo<br />

previo lo que se piensa, considerar lo que se siente, considerando<br />

cómo se obra, para luego no tener que estar viendo<br />

la manera de disculparse, de lo que tenemos tristísimos<br />

ejemplos y de los valores intelectuales más seleccionados,<br />

bien es cierto que no seleccionados por un proceso natural,<br />

igual, por ejemplo, al de las piedras por las aguas en<br />

los ríos, donde la arena es echada a la orilla, quedando en<br />

la fuerza de la corriente los grandes pedrones, porque cada<br />

peso es la resistencia de su correspondiente fuerza o corriente.<br />

En resumen: decidirse inflexiblemente siempre en<br />

el más recto sentido de la justicia, sin mentir jamás, es lo<br />

que da la autoridad moral al individuo: infunde confianza<br />

en los demás, y, consiguientemente, el respeto y la obediencia,<br />

aunque el hombre sea un descamisado.<br />

Tales son las ventajas de la honradez.<br />

— 1276 —


EL LOCO<br />

Sin embargo, en el régimen saavedrista hay algo<br />

que no puedo precisar y que se halla fluctuando entre lo<br />

que merece elogio y lo que merece censura.<br />

Y ahora, para concluir amablemente estas páginas,<br />

apuntaré un recuerdo de mis mocedades.<br />

Yendo un día la calle oí cantar a dúo El cóndor<br />

pasa. Me detuve ante una ventana. A través de sus rejas vi<br />

una jugosa obrerita que dejando su costura leía una misiva.<br />

Al mirarme, sorprendida, escondió la carta debajo del<br />

alfombrado; luego hizo un encantador mohín,<br />

contestando al guiño que le hiciera, pensando que la<br />

mirada es el primer juramento de la sangre. Mientras<br />

tanto ella sonreía tajando su mirada en mi deseo, cual si<br />

hubiese comprendido mi pensamiento, por lo que pasando<br />

de largo la devoré en una última ojeada.<br />

Esa misma noche escribí:<br />

Linda, la más linda chiquitina que mis ojos vieran,<br />

recuerdo que ayer, haciendo coro a tus cristalinas carcajadas,<br />

rumoreaba su exótica armonía El cóndor pasa, viniendo<br />

de algún fonógrafo a la sordina; después,<br />

cimbrando obsesora tu ágil talle, arqueaste alegre tus<br />

cejas a modo de dos arcos de ébano, disparándome la<br />

picaresca cosquilla de tus claros ojos bañados en<br />

juguetona intención, mientras que tu linda boquita sonreía<br />

ofreciéndome dos hileras de blancos dientecillos, en<br />

tanto que tu lengua relamía sensualmente en tus labios<br />

escarlatas; en seguida nos sentimos atraídos a un abrazo<br />

singular, para bebemos el alma en un beso profundo y<br />

bárbaro; pero ya concluía la extraña armonía, helando en<br />

su silencio nuestra soledad.<br />

*<br />

Y pasé de largo, tristemente.<br />

Así, pero la rompí la esquela; sin embargo, la muchacha<br />

está verbeneando en mi recuerdo a modo de una<br />

constante promisión, como queda en el recuerdo la imagen<br />

de toda bella.<br />

— 1277 —


ARTURO BORDA<br />

¡Oh amada!, no te puedo ofrecer nada mejor que la?<br />

ansias que suscitas en mí.<br />

*<br />

Hecho este amable paréntesis, hagamos también la<br />

SÍNTESIS<br />

tal como la república opositora la entiende y sabe la independiente.<br />

Comencemos diciendo que ya no es extraño el que<br />

la ambiciosa vanidad los pierda a los hombres; lo que sí es<br />

cuestión de análisis es cómo los pierde. Pero éste no es un<br />

análisis, sino que una síntesis.<br />

Cuando Saavedra mandoneaba en la oposición, su<br />

caballito de batalla era la libertad, cuando no la integridad<br />

nacional, exigiendo, en todo tiempo y en toda<br />

forma, la honradez en la administración; pero para el<br />

desprestigio de sus prédicas, pronto llegó al gobierno,<br />

anunciando cómicamente que sus actos serían su<br />

programa, es decir, que no se comprometía a nada, o, lo<br />

que es igual, a salga lo que saliere, ya que sólo iba a dar<br />

cuenta con lo obrado, y que él iba a enseñar a gobernar.<br />

De tal modo notificados, los opositores empezaron la<br />

más estricta fiscalización, la cual iba comprobando la ignorancia<br />

del régimen, sumando diariamente toda naturaleza<br />

de atr operes; para salvar de cuyo atolladero hurgó<br />

activamente el asunto de la reivindicación del litoral, sin<br />

embargo el pueblo se sonrió dando espaldas al asunto.<br />

Por tal manera burlado su empeño de suscitar inconvenientes<br />

que preocupen hondamente la atención púbHca<br />

a fin de disimular el hundimiento nacional, es decir,<br />

para que la gente no se diera cuenta cómo se<br />

descompone y desaparece la patria, aquella que con Sucre<br />

y Bolívar surgiera autónoma y libremente soberana a<br />

trueque de torrentes de sangre de los protomártires de la<br />

independencia; para que nadie vea, digo, cómo sin<br />

verterse ni una go-<br />

— 1278 —


EL LOCO<br />

ta de sangre desaparece esa patria, sorbida por los intereses<br />

del desproporcionado empréstito Nicolaus.<br />

Y se preguntan los más: En situación tan grave,<br />

¿dónde están los patriotas? Porque, en verdad, hay algo<br />

que no se combate con razones, cuando es necesario recomenzar<br />

la guerra de la independencia, cuando se hace urgente<br />

caracterizar nuestro propio cáncer. Pero efectivamente<br />

parece que ya nadie se da cuenta si no es de las<br />

minucias que flotan a raíz de los hechos. Y ellos desde el<br />

exilio están empecinados en no ver un solo aspecto, el único<br />

del que todos hacen preterición, el cual es que Bolivia<br />

ya no existe, porque apenas si ya es una miserable colonia,<br />

y no siquiera de la Unión del Norte, no, sino que simplemente<br />

de unos dos o tres capitalistas yanquis. —¿Cómo?,<br />

se preguntarán. Pues del modo más inocente e imbécil,<br />

toda vez que no puede ser de otro modo. Al contratar<br />

un empréstito que no guarda ninguna proporción con los<br />

rendimientos de la cosa hipotecada; siendo, además, el<br />

empréstito puramente consumidor, lo más ilógico imaginable,<br />

para cuyo servicio, por mucho que redoble el pueblo<br />

el sacrificio, contribuyendo con el céntuplo de impuestos.<br />

Y como quiera que los negociantes yanquis, como<br />

hábiles mercaderes, no pueden ni deben dejar de percibir<br />

el monto de sus ganancias estipuladas con la ignorancia<br />

financiera del régimen, han mandado desde ya, de<br />

acuerdo con el Presidente, comisiones de yanquis para que<br />

se entronicen en la administración, fiscalizando las aduanas<br />

y los tesoros. De donde resulta que si a los tales comisionados<br />

se les antoja pagar o no tales o cuales partidas<br />

presupuestarias por la ley. el gobierno asiente punto en boca.<br />

Bo-ivia ha perdido, pues, su soberanía económica y con<br />

ella todas sus demás libertades, ya que todo el mecanismo<br />

institucional, y todo, gira al impulso del engranaje financiero,<br />

ahora y siempre, aquí y en todas partes, se quiera<br />

o no se quiera, y en cualquier forma de gobierno que se<br />

imagine.<br />

Con este motivo es preciso notar que cuando la conquista<br />

nada obligaba moralmente a la América ante<br />

el<br />

— 1279 —


ARTURO BORDA<br />

conquistador; mas hoy es el propio gobierno republicano,<br />

precisamente cuando llega a llamarse así, el que<br />

hipoteca usurariamente la soberanía moral y material de<br />

una República libre y soberana, para que si puede pague<br />

los insatisfacibles réditos que irán acumulándose a<br />

semejanza de la clásica bola de nieve, en una especie de<br />

interés compuesto, respecto de los millones desaparecidos<br />

al igual de la lluvia en los arenales; pero como esas<br />

mismas aguas trasudadas en los bajíos producen los<br />

alegres y fértiles oasis, ya aparecerá ese oro en la<br />

satisfecha abundancia de los sedientos de la víspera. Lo<br />

de siempre. Mientras tanto, la influencia yanqui irá<br />

avanzando cada vez más en todas^ las actividades,<br />

manejando confiada y audazmente la política<br />

internacional e interna.<br />

De esa suerte Bolivia, en su centenario, con el gobierno<br />

republicano, deja de ser Bolivia soberana y libre,<br />

entrando de lleno en la más infame esclavitud económica.<br />

Al lado de tal situación son juguetes de niños ciegos el<br />

asunto tan líricamente cacareado del Pacífico y de todas<br />

las desmembraciones territoriales con que se entretienen<br />

bellamente los interesados en el manejo de la cosa pública.<br />

Es por ello que imaginan ver en los extremos de un siglo<br />

a Sucre y Saavedra, ante un campo de desolación.<br />

En estos instantes de honda y aguda crisis en<br />

que el destino parece querer probar el espíritu patriótico<br />

del pueblo boliviano, quisiéramos sentir salir de los más<br />

profundos repliegues de la conciencia nacional un<br />

verdadero sentimiento de hegemonía patria, fortaleciendo<br />

de raíz mismo una fe inquebrantable en nuestros altos<br />

destinos de pueblo, de estado, de nación y de patria; que<br />

en un propósito unánime desaparezcan esas siniestras<br />

carcomas de regionalismos y banderíos, porque para ser<br />

patriota no ha menester filiarse en bandos en pugna de<br />

lucha fratricida a despedazar la patria, a consumir la<br />

nacionalidad. Señores, siquiera por ensayo, siquiera y<br />

aunque sea por burla, ensayemos todos a salvar de<br />

consuno a la patria en su hora de prueba.<br />

Dije. Y aunque mi cerebro estaba en una enorme<br />

perplejidad, pude distinguir claramente una<br />

formidable<br />

— 1280 —


EL LOCO<br />

carcajada que se estaba ahogando en lo profundo de<br />

mi conciencia.<br />

Pero, no obstante de que son así las respiraciones<br />

ambientes, sé también que las fuerzas vivas, aunque se<br />

hallen agónicas, siempre tienen sus reservas naturales,<br />

reaccionando constantemente, sin hacer notar cómo ni por<br />

qué, siendo caídas y reacciones su avance, y más en el<br />

infante gatear de los pueblos, cuyos días se cuentan por<br />

siglos.<br />

Tal siento que la patria habrá de salvarse, no sé cómo<br />

ni cuándo; y con la triste experiencia, secular ya, en<br />

los siglos venideros sabrá tonificarse en un rápido y gran<br />

progreso, en cuya esperanza pongo todo el dolor a<br />

todos y cada uno de los ciudadanos a que individualmente<br />

y aunándose, se esfuercen en contribuir a la mayor<br />

grandeza nacional, formando verdaderamente patria,<br />

teniendo presente que toda colectividad es lo que son los<br />

individuos en mayoría.<br />

Y por lo que hace a los gobernantes futuros,<br />

quiero decir algo para su bien personal y el éxito de su<br />

empresa.<br />

Así como es imposible subir a las cumbres sin dejar<br />

de tropezar, cayendo mil veces, rasgándose las carnes en<br />

las zarzas y rompiéndose los huesos en los guijos, sin dejar<br />

de ponerse a la espectación de los que se hallan en los<br />

bajíos neorámicos, ni dejar de ser azotado por los vientos,<br />

tostado por el sol y calado por la lluvia y las nieves; así<br />

como para dominar los más lejanos horizontes se trepa las<br />

más agrestes cimas, indiferente al sol, al viento, a las<br />

rocas, a las zarzas, a la lluvia y a las nieves, resistiendo a<br />

nuestro propio corazón que quiere reventar; de igual<br />

manera en la conquista de las cúspides intelectuales y<br />

morales, en lo social, político o religioso, es necesario<br />

ascender indiferente al azote de las pasiones en todos sus<br />

matices, porque como los guijos, las zarzas, el sol, los<br />

vientos, la nieve y la lluvia, son fatales por su propia<br />

naturaleza, por su condición esencialmente humana, muy<br />

humana: es el precio con el que se con?pra el derecho a<br />

mirar y comprender los grandes horizontes.<br />

— 1281 —


ARTURO BORDA<br />

Así que derecho por derecho, hay que ascender en<br />

silencio, y sin odios ni miedo, ya que eso está dentro del orden<br />

justo y natural de las compensaciones; pues los de abajo<br />

sufren el golpe efectivo de los guijarros que ruedan a<br />

consecuencia del andar del que sube, a quien solo llega el<br />

vocerío de los heridos. Luego sépase que para orientar, dirigir<br />

y gobernar, sólo el amor, la piedad y la caridad con<br />

un gran esfuerzo de comprensión pueden conducir a lo mejor,<br />

y que todo martirio, todo sacrificio, purifica, y que no<br />

se sube a ningún Cáucaso ni a ningún Gólgota sin un ideal,<br />

así como no hay ideal que no sea en sí un broquel contra<br />

todo golpe del infortunio. La incomprensión de éste sentido<br />

hace de los hombres, tiranos, y cuanto más íntima sea<br />

su comprensión, formará redentores. Eso deseo de todo corazón<br />

para las autoridades de mi patria, en quienes sólo se<br />

pretende ver sus errores y sus vicios; pero si quieren vivir<br />

en paz consigo y con el mundo, que se aparten en silencio<br />

a la soledad.<br />

Ahora, sepultado un siglo de infortunios,<br />

emprendamos rumbo hacia la nueva patria.<br />

El futuro nacional depende del esfuerzo honrado de<br />

cada inteligencia y de cada corazón y de cada músculo colaborando<br />

ciegamente al todo: que cada cual dé el máximo<br />

de lo que sabe y puede. Cada uno debe ser un sacrificio<br />

efectivo y no verbal.<br />

Desde hoy olvidamos, ciudadanos, el fatídico<br />

pasado, imaginando, a lo más, que no ha existido sino en<br />

una sangrienta pesadilla de inicuos esfuerzos hambrientos<br />

de los más bajos apetitos en el imperio de los poderes del<br />

Estado; y entremos sanos, limpios, buenos y llenos de fe<br />

al porvenir nuevo siglo. Sea la ambición constante de cada<br />

boliviano ser el ciudadano más grande del mundo; y la<br />

ambición constante y pasional del gobierno debe ser hacer<br />

de Solivia, por todos los medios imposibles y posibles, el<br />

pueblo y la nación, el Estado y la patria grande del<br />

mundo, poniendo a su servicio, incondicionalmente,<br />

todos los ideales y todas las fuerzas, suscitando por todos<br />

los medios el orgullo y la altivez nacional y la del<br />

individuo, empinando la patria por encima de todo, de<br />

manera que no se trate más* ya de Fulano, de Zutano,<br />

Mengano o Perengano, es decir, de<br />

— 1282 —


EL LOCO<br />

los intereses de banderío, de aquellas ambiciones inconscientes,<br />

por las que podrán suponerme adulador de la hora,<br />

por esto que digo: no; estoy hablando de la patria, de<br />

su futuro en que seremos menos que ceniza de hueso, nosotros,<br />

cuando habrán pasado a ser nada nuestro<br />

egoísmo y nuestro sacrificio y aun nuestro hombre.<br />

Ciudadanos, siquiera por egoísmo, tened piedad de<br />

vosotros mismos, y aun de más: de vuestra inmortalidad<br />

en vuestros hijos: ese vuestro mismo amor hecho carne<br />

palpitante. Sí, tened piedad de vosotros mismos, así, ayudando<br />

en paz al que gobierne sea quien fuere, mucho más<br />

si se cuenta con ciudadanos sabios y buenos, enterados de<br />

que el arte de gobernar, aun cuando sea por texto, es prevenir<br />

y poblar: orientar el avance del modo más eficaz;<br />

saber salvar insensiblemente los obstáculos, aun suprimiéndolos,<br />

ya que arte de gobernar es la demostración pal.<br />

maria de un gran sentido de comprensión general inmersa<br />

en un gran amor al porvenir por el porvenir mismo,<br />

consciente o inconscientemente, lo cual tiene mucho de las<br />

fuerzas trágicas y fatales de la vida en avance incesante.<br />

Además notad que un periodo de gobierno es apenas<br />

un soplo en el curso de los siglos, o sea del progreso,<br />

el cual es un conjunto de perfeccionamientos simultáneos<br />

en las infinitas ramas de la ciencia y del arte, hecho que<br />

se efectúa arrancando del individuo; de manera que es un.<br />

sudor incesante del todo. De donde resulta que no es uniforme<br />

en toda la línea, sino que en unos puntos empuja<br />

más que en otros. Así que no es la acción exclusiva de ningún<br />

gobernante en particular; lo más que puede hacer él<br />

es allanar muchos aspectos, el medio, dando las facilidades<br />

que buenamente pueda proporcionar el instante, exprimiéndolo,<br />

esforzándose, a trueque de todo, para conservar<br />

el orden y la tranquilidad general, porque el progreso depende<br />

de una paciente y tesonera labor de todos y de cada<br />

uno. Así que nadie debe esperar en nadie más que en sí,<br />

poseso de tal conciencia. Es de esa/manera que se opera<br />

la prosperidad de los pueblos. Cada cual que se aferré a<br />

la ejecución de un ideal, ni más ni menos que con la obsesión<br />

de las locuras, a cambio del sacrificio de todo lo que<br />

no sea ese ideal. Así cada uno desempeñará a perfección su<br />

papel en esta grave tragromedia.<br />

— 1283 —


ARTURO BORDA<br />

Pero es necesario que se me entienda, que se me<br />

quiera entender. Más aun: que se ejecute, siquiera sea como<br />

ensayo, si hay alguien suficientemente hombre y honrado.<br />

Y todavía más: que inmediatamente se ponga en<br />

ejecución, ganando tiempo al tiempo si es posible; porque<br />

en cien años no hemos hecho otra cosa que demostrar<br />

todas las formas posibles de que es capaz la estupidez.<br />

Basta, pues, por Dios o Satán, basta para vergüenza<br />

nacional. Ensayemos siquiera esta vez a sacrificar; a de<br />

dar algo de lo nuestro propio en utilidad general. Pero<br />

sabed que el progreso es progreso, porque no puede<br />

retrocer, porque jamás retrocede, aunque podrá plantarse<br />

no más que merced a algún cataclismo geológico; mas, no<br />

desaparece ni aun así, ya que del subsuelo mismo, entre<br />

los escombros milenarios surgirán los testimonios<br />

materiales de hasta donde fue. Hasta entonces no hay más<br />

que avanzar, queriendo y sin querer, ya sea con<br />

entusiasmo, que es el único signo eficaz de juventud.<br />

Cierto. Si observáis atentamente, aislados de las<br />

pasiones ambientes, notareis que todo sigue progresando,<br />

estrictamente conforme a las necesidades de lugar y<br />

tiempo: ejército, ferrocarriles, erario, inmigración, la mejor<br />

garantía del progreso en la agropecuaria y las industrias<br />

textiles y fabriles y manufactureras; a lo que hay que<br />

agregar el aumento de escuelas, aunque no basta<br />

ponerlas a tontas y ciegas; pues previamente y de modo<br />

fundamental, para que la instrucción sea eficaz es<br />

menester crear grandes centros de la psicología ambiente<br />

donde se seleccionen por vocaciones los educandos.<br />

Pero es preciso advertir que en la educación<br />

futura se debe suprimir en absoluto el estudio teórico<br />

como preparación para la práctica, sino que la la teoría<br />

debe ser la ilustración de la práctica, a lo más; y por lo<br />

que hace a la enseñanza encilopédica, se sobreentiende<br />

que se le habrá de atender únicamente como asunto de<br />

mero adorno, de puro lujo para el ameno esparcimiento<br />

social, porque el objeto de la educación es largar listo el<br />

educando para la más alta conquista de sus días, y eso<br />

sólo se logra descubriendo el genio del individuo, su<br />

vocación, o en otros términos, especialidad, la única<br />

sabiduría humanamente efectiva, toda vez que debemos<br />

estar completamente convencidos de que la sabiduría<br />

enciclopédica a lo más que puede alcan-<br />

— 1284 —


ARTURO BORDA<br />

zar es a una enciclopedia puramente de diccionario, y<br />

ni a eso por la enorme vasted que encierra. De veras y<br />

disimulad esta feroz insistencia con que repito este<br />

asiento, en mérito a su muchisíma importancia. También<br />

se ha dado ya a la explotación nuevas fuentes de riqueza<br />

nacional, tales como el petróleo, así como se va tentando<br />

toda clase de leyes, de acuerdo al tiempo, de las cuales<br />

siempre se adaptarán algunas, como aquella de la<br />

legislación del trabajo, que merced a un verdadero<br />

esfuerzo de simulación potencial de cohesión obrera<br />

hemos conseguido que se la forje, se la estudie y se la<br />

sancione, aunque sea a regañadientes y deficiente.<br />

A fin de aplazar patrióticamente los sangrientos<br />

disturbios sociales de un tiempo más o menos próximo<br />

que a faltar dichas leyes debían producirse, aun a pesar<br />

de la ignorancia proletaria, y que yacen alejados a un<br />

gran lapso de tiempo, mientras venga una renovación<br />

cosmopolita; pero aun así se suele ir aplazando o quizá<br />

suprimiendo los conflictos, renovando periódicamente<br />

esas leyes, de acuerdo con el tiempo y las necesidades<br />

ambientes, porque cada suceso corresponde<br />

inestablemente a su instante, en correlación absoluta al<br />

medio.<br />

Ahora que la paz sea con vosotros, ciudadanos del<br />

porvenir, o sino que os hundáis por siempre en toda ignorancia<br />

y miseria.<br />

Que la paz sea con vosotros, ciudadanos del porvenir,<br />

para que la patria tenga en la fuerza regidora y constructiva<br />

del Estado una verdadera tradición de gran<br />

ideal a cumplir en paz para la gloria y el bien estar<br />

nacional.<br />

Por Dios o Lucifer, que la paz sea con vosotros, ciudadanos<br />

del porvenir.<br />

Tal, así que hube concluido, me agaché para recoger<br />

las cuartillas dispersas, porque nadie se había molestado<br />

en alzarlas. Pero mientras tanto oí que una voz preguntaba:<br />

— Señores ¿quién ha perdido 1?, al NE., con el<br />

Brasil, el enorme territorio llamado del NE; 2?, al NO.,<br />

con<br />

— 1285 —


ARTURO BORDA<br />

el Perú, el Manuripi; 3?, al S.O., con Chile y la Argentina,<br />

el Litoral y Atacama; 4?, al S.E., con la Argentina, una gran<br />

lonja comprendida entre los ríos Pilcomayo y Bermejo; 5?,<br />

al S.E., con el Paraguay, el territorio litigiado o sea el ángulo<br />

del Chaco Oriental, entre los ríos Pilcomayo y Paraguay,<br />

zonas que se considera así perdida por falta de suficiente<br />

atención; y, finalmente, 6?, al E., con el Brasil también,<br />

las diferencias territoriales comprendidas entre<br />

Bahía Negra y el lago Oberaba? ¿Quién ha perdido todo<br />

eso hasta hoy, 6 de agosto de 1.925, en que con el título de<br />

compensaciones se ha cedido medio grado a la Argentina,<br />

desde el Sapaleria al río San Juan, como 7? y último cercén?<br />

¿quién ha perdido eso, los militares, los políticos o todos<br />

los bolivianos? Es decir ¿á quién se debe esas pérdidas<br />

territoriales? La República nació con 2.800.000 kilómetros<br />

cuadrados y al cumplirse su primer siglo pierde las dos<br />

terceras partes: 1.800.000 k2.! — A lo que al instante, con los<br />

argumentos más contrarios replicaron a la vez mil voces,<br />

ocasionando una verdadera trifulca, de la que aproveché<br />

para escabullirme cuanto antes, porque ya las distintas divisiones<br />

de los ejércitos de la independencia empezaron a<br />

movilizarse activamente, en el momento en que casi a mi<br />

oído hablaba así una voz:— Lo que ahora Bolivia necesita<br />

son gobiernos puramente industriales y educacionales, —<br />

en un formidable vozarrón que se elevaba del pueblo, cuando<br />

una descarga de fusilería me despertó.<br />

*<br />

Ahora pienso que el deber indisculpable de los gobiernos<br />

es no retrazarse en el progreso con relación al avance<br />

de los mejores individuos de la colectividad, considerados<br />

aisladamente, ya que el gobierno implica la selección<br />

de los más sabios obrando en consejo.<br />

Al mismo tiempo considero que una misma clase de<br />

barbaries ponderadas al través del tiempo, se hacen mil<br />

veces más salvajes según se manifiesten en civilizaciones<br />

más avanzadas. Los suplicios de la crucificación y los apedreamientos,<br />

por ejemplo, con ser antes del siglo I casi la<br />

ley, eran salvajes, pero esos mismos suplicios en nuestro<br />

siglo XX serían veinte mil veces más salvajes.<br />

— 1286 —


EL LOCO<br />

Después... Después ...<br />

*<br />

(Aunque mi cerebro estaba en una enorme perplejidad,<br />

pude distinguir claramente una formidable carcajada<br />

que se estaba ahogando en lo profundo de mi<br />

conciencia).<br />

Después, como que la mañana estaba fresca,<br />

inmediatamente salí a pasear, a fin de despejar la cabeza<br />

tremendamente acalorada con tan larga pesadilla.<br />

Pero mi pensamiento ya estaba obsesionado, de<br />

modo que no se me aportaba el último tema: el<br />

progreso, al<br />

que seguí dándole vueltas y más vueltas, cual si fuera<br />

un lapidario.<br />

Por ejemplo:<br />

En el progreso, no es en realidad el individuo quien<br />

ayuda al progreso; el individuo es un instrumento del progreso:<br />

las facilidades para el bienestar. Esto por una parte,<br />

que, por otra, cada tiempo nuevo — humanamente — implica<br />

nuevos progresos sobre los anteriores. De donde resulta<br />

que es muy difícil poder establecer paralelos,<br />

teniendo en cuenta que cada progreso es siempre el<br />

resultado del todo, el zumo exprimido del conjunto por su<br />

propia constricción. Por consiguiente nadie debería<br />

envanecerse de hacer más que los demás, puesto que lo<br />

que es, fatalmente tiene que ser así, así como tampoco<br />

debe tener pena por no poder hacer más, y menos,<br />

naturalmente, por el hecho de hacer menos, y con mayor<br />

razón no debe aflijirse por lo que no pudiendo hacer,<br />

harán los que luego vengan. Sin embargo es sumamente<br />

útil que cada cual quiera y haga lo posible por ofuscar con<br />

los suyos los progresos anteriores. Pues nada se adelanta<br />

en el tiempo, ni la idea; porque véase que lo que se<br />

entiende por una idea adelantada a su siglo, no es tal, si<br />

vemos que necesariamente tiene que nacer primero la<br />

idea — parte necesaria en el conjunto de cada progreso<br />

—, abrirse camino, después hacerse carne allá donde la<br />

naturaleza haya preparado el medio, para finalmente<br />

consumarse en el hecho. ¿O alguien ha visto<br />

— 1287 —


ARTURO BORDA<br />

alguna vez producirse primero el hecho y después la idea,<br />

se entiende que fuera de los fenómenos de la naturaleza,<br />

en los que interviene superficialmente la inteligencia humana?.<br />

Ejemplo: ¿la clasificación del tiempo? En ella, en<br />

la naturaleza, cierta necesidad de la fuerza cíclica, la urgencia<br />

de expansión, corresponde a la idea humana; pero<br />

entiéndase que no es la idea: es llanamente la fuerza.<br />

Luego pienso que directamente para nosotros, como<br />

pueblo, cuando la conquista había el ideal fuerza de la libertad<br />

en América, lo que dio por resultado la unidad de<br />

la lucha por la independencia; pero habiendo desaparecido<br />

con ello ese ideal en Bolivia, en un siglo no ha surgido<br />

ningún otro, ni hay ningún hombre suficientemente desprendido<br />

que encarne en sí grandemente ese ideal que falta<br />

para formar la nacionalidad y así forjar la patria en la<br />

unión nacional que ni aun se vislumbra en el caos de la<br />

efervescencia regionalista, avispero de todas las ambiciones<br />

personales que han abortado y hundido a la patria. La<br />

fundación de la República ha sido la disgregación del ideal<br />

que la formó. Además no se adivina absolutamente nada<br />

ni nadie que trate de crear una tradición ideal de hegemonía<br />

boliviana, como la hegemonía de la universidad Carolina<br />

de San Xavier en el coloniaje para la independencia<br />

de Sur América. Ojala no conduzca tal estado a la total<br />

disolución que se presiente pues basta recordar que<br />

Bautista Saavedra llegando a Chuquisaca justamente el 6<br />

de Agosto, cumpliéndose el centenario, hacía balear y<br />

encarcelar a los estudiantes de ambos sexos a la vez que<br />

clausuraba escuelas, liceos, colegios y cursos de facultades<br />

de la gloriosa universidad americana de San Xavier, y<br />

todo porque su población estudiantil se resistiera a recibir<br />

en acción de homenaje al déspota que acaso quería formar<br />

escuela de servilismos, como se hizo del pueblo escuela de<br />

espionaje juntamente con la clausura total de la prensa<br />

libre; pero, no obstante, al día siguiente de tal suceso<br />

llega a esa misma universidad el embajador de la<br />

Argentina, embajador del pueblo y de la Nación y de la<br />

intelectualidad, postrándose de hinojos en el suelo<br />

sacrosanto del templo educacional de la única revolución<br />

de América que diera a la libertad veinticuatro repúblicas<br />

soberanas, besó místicamente sublimado ese polvo<br />

centenal, consternando a los hijos<br />

— 1288 —


EL LOCO<br />

de la libertad de los charcas aherrojados por el tacón<br />

del déspota.<br />

De tal suerte ha concluido un siglo de vergüenza,<br />

como lección cilicial al porvenir.<br />

Nadie más facultado, por los innúmeros recursos de<br />

que dispone, para efectuar las verdaderas y profundas revoluciones,<br />

que los mismos gobiernos, mediante leyes y<br />

costumbres, atalayados por el fulgor de gloria del progreso<br />

en sus misteriosas lontananzas.<br />

Lo que hay que hacer es educar al pueblo desde la<br />

escuela, muy especialmente para madres — la gran maestra<br />

— porque lo que son los padres son los hijos, casi siempre,<br />

inculcándole la urgente necesidad del progreso del<br />

bienestar, del orgullo y la ambición individual. Poner por<br />

cada militar cien profesores y mil por cada fraile. El progreso<br />

no es asunto de oraciones y balazos; es cuestión de<br />

la idea madurada tranquilamente y del trabajo seguro en<br />

medio de las necesarias facilidades.<br />

El beneficio de las revueltas es que lanzan a la palestra<br />

nuevos valores, cuya actividad tiene la facultad de<br />

provocar la emulación.<br />

No obstante, en mí, en aquello a lo que me haya dedicado,<br />

recuerdo que nada ha hecho progresar más que el<br />

deseo tenaz de perfeccionamiento, que saltaba de la conciencia<br />

de mi ignorancia.<br />

Así que en realidad yo no sé lo que he estado hablando.<br />

Pero para que pensar en estas cosas serias, pudiendo<br />

distraerse con verdaderas zoncerías de apropósito, tales,<br />

como, por ejemplo, unos proyectos de unos representantes<br />

nacionales, como aquel de querer suprimir las guerras internacionales<br />

mediante congresos internacionales, pretendiendo<br />

que no existe la justicia internacional, como si el<br />

hecho de que hasta hoy no se hubiesen repartido Bolivia<br />

los vecinos no estuviese demostrando palpablemente<br />

que<br />

— 1289 —


ARTURO BORDA<br />

por miedo y vergüenza de esos vecinos existe prácticamente<br />

la justicia internacional, según decía un amigo, tapándose<br />

la cara para que no le viésemos reir. Pero nada más<br />

delicioso que aquel famoso proyecto de querer reglamentar<br />

las revoluciones. ¡Cómo he reído durante quince días<br />

seguidos! Y esos representantes nacionales ya son mayores<br />

de edad. Cierto, pero sólo de edad. Así que admira imaginar<br />

que jamás deben haber considerado que las revoluciones<br />

son procesos naturales del organismo social, en fuerza<br />

de la necesidad de su mejoramiento, y que consiguientemente<br />

sólo pueden cesar cuando el organismo social se<br />

siente entrar en una corriente que le satisface, por<br />

saberse mejorando sensiblemente. Así en una larga paz<br />

hasta que culmina en un gran apogeo racial. Sin embargo<br />

entonces sintiendo el estancamiento de masa, queriendo<br />

adelantarse ya — cosa imposible — para salvarse, se<br />

produce en una nueva y tremenda revolución, la cual<br />

marca definitivamente la decadencia atáxica hasta su<br />

consumación. Ejemplos: — La India Oriental y en<br />

América las poblaciones aborígenes.<br />

Si pretenden ser gobiernos revolucionarios — pecarían<br />

de tontos quienes conquistando a fuerza de sacrificios<br />

una situación ambicionada para "a ejecución de su ideal, se<br />

la dejacen arrebatar por negligencia; pues para su conservación<br />

necesitan la más zahori vigilancia: ser a la vez Argos<br />

y Visnú. Cuando se lucha por lo que al fin se logra, es<br />

para conservarlo; sepan los vencedores y aprovechen.<br />

XIII<br />

Después de aquella tenebrosa noche del fulgor de la<br />

aurora nació inmenso el Porvenir. La multitud especiaba<br />

con ansia, esperando el fallo. Llegó él, observó, midió de<br />

una ojeada uno a uno y sentenciando dijo:<br />

— Que todos sean llevados a la horca.<br />

Así fue. En ella aparecieron todos con la soga al cuello,<br />

pero pisando aun en tablado firme. Mas el Porvenir<br />

prosiguió hablando en estos términos:<br />

— El que no haya perorado los altos ideales, bus<br />

cando situaciones ociosas, para jugar o vender la patria;<br />

— 1290 —


EL LOCO<br />

el que no haya ganado de zángano grandes sueldos, estafando<br />

los beneficios nacionales, trabajando luego egoístamente<br />

sólo para sí, que se haga duro como la piedra, porque<br />

el plano en que os apoyáis en breve se habrá de inclinar.<br />

En seguida empezó a inclinarse lentamente el tablado.<br />

Algunos de los ajusticiados querían salvarse, agarrándose<br />

a su propio dogal; otros se sacudían temblando todo<br />

ellos; pero hubo unos dos o tres entre los representativos<br />

de primera línea. Así como una multitud de hombres que<br />

se perdían en la sombra de los siglos, los cuales se quedaron<br />

más inmóviles y duros que la muerte. Por esa razón ^la<br />

cuerda no hizo en sus cuellos la mella que en los demás.<br />

Acto seguido ordenó el Porvenir elevar el tablado; con lo<br />

que los ahorcados, pisando en firme se sintieron renacer.<br />

Mas como al mismo tiempo se materializaran con cuchillas<br />

en las manos las sombras de la noche, cortaron para<br />

siempre la memoria de los traidores y vividores de la patria,<br />

dispersando sus nombres en la tiniebla que huye al<br />

pasado. No fueron más ni nombre.<br />

Hace quince días que vive al lado un periodista.<br />

En la semana pasada fui testigo de un incidente por demás<br />

ridículo. José, que asi se llama el vecino, festejando él<br />

mismo los absurdos que decía, iba leyendo para su amigo<br />

Juan el editorial que praparaba para el día siguiente, el<br />

cual era como todos los editoriales, una pieza literaria de<br />

una pasmosa vulgaridad altisonante, pobrísima de fondo y<br />

de forma. Estaban en eso cuando de pronto golpearon la<br />

puerta.<br />

JOSÉ (alegremente)<br />

Ellos son. Te apuesto.<br />

Creo que sí.<br />

Adelante.<br />

JUAN (prestando atención)<br />

JOSÉ<br />

— 1291 —


ARTURO BORDA<br />

PEDRO (dirigiéndose a Pablo que entra con él)<br />

Si quires di tú primero.<br />

No.<br />

PABLO<br />

JOSÉ (alegremente mientras siguen hablando en<br />

vo* baja Pedro y Pablo)<br />

¡Bravo! Qué fachendosos. Conque ...¿Estamos de<br />

gala, ah! Qué bien. Muy bien. Seguramente. ¡Claro! Hay<br />

que divertirse, aunque sea consigo mismo. Yo adivino, Juan,<br />

que vienen de algún baile a la muerte de un obispo. Fíjate<br />

que están hechos bocato de cardinal! para ... Pero, querido<br />

Pedro, debes reclamar al sastre, porque la ropa te queda<br />

larga y ancha. Cierto. De donde resulta que con levita<br />

estás hecho un Le Bon o Levita con levitón, tanto que pareces<br />

el famoso Leviatán; mas te falta el Levítico. Pero<br />

apostara a que Pablito ha perdido el otro guante. Suerte<br />

que la otra mano puede esconder en la manga.<br />

PEDRO Y PABLO (amoscados)<br />

Bueno; ahora a un lado las bromas. Aquí estamos<br />

con un asunto muy importante.<br />

JOSÉ (queriendo desviar el asunto)<br />

Pero, Pedro y Pablo, o mejor dicho, Pablo y Pedro,<br />

para que no se resienta ninguno. Buenas tardes, ¿eh!, primeramente.<br />

PEDRO<br />

Claro. Buenas tardes, señores. Mas, tú, José, tienes<br />

la culpa: pues no bien nos ves que ya nos disparas tus pullas.<br />

JUAN (maliciosamente risueño)<br />

Hijo a quién se le ocurre venir en traje de gran ceremonia<br />

para ir a remoler, ¡y dónde! Donde la Cienfuegos<br />

— 1292 —


EL LOCO<br />

¿Acaso no recuerdas que para esta noche es la parranda<br />

a que nos ha invitado ayer? ¡Carne fresca!<br />

PABLO (gravemente)<br />

Lo que quieras. Pero de lo que ahora se trata es de<br />

ventilar un asunto que tiene gravedad: somos padrinos de<br />

don Cornelio Almafuerte, como debéis saber ya, y venimos<br />

a resolver las condiciones del duelo o a que se le<br />

de la satisfacción del caso, de parte de don León B.<br />

Orrego, quien nos dice haber nombrándoles como a sus<br />

padrinos.<br />

JOSÉ (burlándose)<br />

Vaya, vaya con la paradita de mis don Juanes.<br />

¡Ja, ja! Duelo es masculino y duela, femenino, tú, neutro.<br />

PABLO (enojado)<br />

Si vas por el camino del gracejo, como tanto idiota,<br />

y^con el talento que tienes, ya puedes hacer fortuna en algún<br />

circo.<br />

JOSÉ (haciendo un gesto cómico de susto)<br />

¿Y qué quiere con su elegancia su señoría?<br />

PEDRO (indignado)<br />

Que basta de chistes.<br />

JOSÉ (con ridicula expresión de seriedad)<br />

Pero, Pablo, por Dios ¿hasta cuando pretendes hacer<br />

de niño? ¿Sigues creyendo con la misma<br />

ingenuidad de siempre en aquellas como en estas<br />

patrañas? Ya me explico la resurrección de tu traje de<br />

gala. Qué lástima. Y justamente cuando deben estar<br />

esperándonos listas las damiselas del punto de la mancha,<br />

de que no quiero acordarme; pues yo creo, más bien, que<br />

deberíamos ir en paños menores, porque asi el asunto es<br />

más agradable y fácil.<br />

— 1293—


ARTURO BORDA<br />

PEDRO (sonriendo)<br />

Eso mismo le dije: pero él está empeñado en que el<br />

duelo debe efectuarse, y trágicamente.<br />

JUAN (titubeando)<br />

La verdad es que yo también creo, ya que nos han<br />

nombrado eso que llaman testigos o padrinos, que el lance<br />

debe llevarse a cabo, por lo menos con un muerto, apesar<br />

de que nuestro José casi se mata de risa cuando recibimos<br />

la esquela en la que Orrego nos nombraba sus padrinos.<br />

PEDRO (haciendo un gesto de asco)<br />

!Uf! Qué fastidio.<br />

JOSÉ (tristemente)<br />

Jesús con las barbaridades que nos larga Juan. Me<br />

parece que todos habéis perdido el juicio. Pues me<br />

obligan a volverme in continente .. .mente semiserio o<br />

semi... Se-misemi. Pero, palabra de honor, ahora me<br />

pongo serio como un gato.. .Ca.. si, ligo un disparate.<br />

¿No ven? Bueno. Miren que de acuerdo con el medio y<br />

sobre todo con nuestros tipos, lo prudente es que ahora<br />

mismo vayamos a contratar un almuerzo opíparo para<br />

mañana Domingo. Y por "o pronto vámonos a la<br />

remolienda (Cantando) ¡A remoler Aaaa re.. .mooleer.<br />

¿Sí o nooo? ¿Qué dices, Pablito? Porque verdaderamente<br />

que una remolienda con lindas mozas es un verdadero<br />

duelo a sangre. Y nada más agradable después, que una<br />

comilona reconfortante.<br />

PABLO<br />

¡Ja. ja, ja! Sí. Ya lo creo que sí. De ahí que solamente<br />

los dos tengamos razón. !Claro¡ Eso es práctico. Además<br />

esa es la costumbre.<br />

JUAN (furioso)<br />

De ninguna manera. ¿Cómo es eso de preparar el<br />

banquete de reconciliación aun antes de haber<br />

concertado<br />

— 1294 —


EL LOCO<br />

el duelo? ¡Eh! Respondan; porque yo no estoy para bromas.<br />

PEDRO (aun más furioso)<br />

Ya lo creo que eso sería puerco. El asunto es que don<br />

Cornelio Almafuerté se bate con don León B. Orrego o yo<br />

emprendo a bofetón limpio con ellos y con vosotros. Y veremos<br />

si todos juntos no se baten. Y luego canto a voz en<br />

cuello la verdad de estas porquerías.<br />

JUAN (amenazando con el dedo)<br />

Muy bien, Pedro. Debe morir uno de los dos. No estamos<br />

para ser juguetes de simuladores.<br />

PEDRO (irguiéndose olímpicamente)<br />

Para lo que no estamos ni debemos estar es para dar<br />

al pueblo lecciones de cobardía.<br />

JUAN (con solemnidad profética)<br />

Cierto. Mañana debemos enterrar a don León B.<br />

Orrego o a don Cornelio Almafuerté.<br />

PEDRO (asintiendo con la cabeza)<br />

Estamos de acuerdo. Duelo a muerte. Tiros ilimitados,<br />

avanzando a voluntad. ¡Qué diablos de cosas! ¡Claro!<br />

¿Qué creen que es el duelo?<br />

JOSÉ (sonriendo nuevamente)<br />

Ya dije que el duelo es masculino, que la duela es femenino,<br />

y que tú, es neutro. Pero un lance de honor es<br />

exactamente el motivo para que con una suculenta comida<br />

nos saquemos el vientre de mal año. Nadie ignora que<br />

los periodistas andamos a tres dobles y un repique. De consiguiente<br />

un lance de honor es para los lancistas, o lanzas,<br />

es simplemente el motivo para conquistar algún corazoncíllo<br />

difícil de esas jovencitas cursimente sentimentales<br />

que<br />

— 1295 —


ARTURO BORDA<br />

se pasan la existencia leyendo las aventuras de Rocambole<br />

y las vidas de los famosos asesinos Cienfuegos, Matasiete<br />

y Jak el destripador.<br />

PABLO (con infinito desprecio)<br />

Es verdad. Estos tipos hacen tales farsas sólo para<br />

adquirir cierto prestigio fabuloso y que meta miedo en la<br />

mente de los escolinos y en la admiración de la inocente<br />

ignorancia de las chusmas. Eso llaman ellos abrirse campo.<br />

Sabiendo los duelistas que el lance a sangre y fuego<br />

concluye en alegre ágape, sin más peligro que una posible<br />

indigestión, las leyes del honor ya no constituyen otra<br />

cosa que un hazmerreír y el método más fácil de vida con<br />

el más barato renombre del día, a lo que se agrega la más<br />

estrecha amistad de los contrincantes, resultado que, en<br />

verdad os digo, me parece el más acertado de cuantos se<br />

pueda imaginar; porque ciertamente que es un disparate...<br />

JUAN (paseando meditabundo)<br />

Si; pero yo ni las bromas las hago en broma.<br />

JOSÉ<br />

Eso ya es grave. Pues a ese paso la vida te ha de resultar<br />

un mar de lágrimas y un desenfreno atroz de<br />

bilis. Malo, muy malo, don Juan. Es necesario enmendarse<br />

mientras haya posibilidades; y aquí estás entre gente<br />

alegre: de manera que si ahora no te corrijes...<br />

JUAN (siempre indignado)<br />

Perfectamente. Declaro que si son tales como dices<br />

las leyes del honor...<br />

PEDRO (resultamente)<br />

Deben morir o don León o don Cornelio o los dos<br />

juntos, y si fuere necesario nosotros también.<br />

JOSÉ (con gran aplomo)<br />

En cuanto a eso debes perder todo cuidado, porque<br />

cada cual ha de morir fatalmente a su hora, como<br />

buen<br />

— 1296 —


EL LOCO<br />

cristiano, estirando tranquilamente la pata en su cama;<br />

pero imaginar que ha de ser en el campo del honor, no<br />

será aun cuando estén retándose toda la vida. Ellos saben<br />

muy bien cómo hacen las cosas, pero no mueren en duelo.<br />

Sólo una vez hubo un caso muy singular, en que uno de<br />

los duelistas aprieta el gatillo y tín, en el ojo al otro. Y los<br />

demás tuvieron que huir. Se llegó a saber del lance sólo<br />

cuando los buitres habían deshecho el cadáver.<br />

JUAN (furioso)<br />

Ya verás que ahora se baten. Yo respondo de ello.<br />

Además, la prensa ha divulgado ya el reto.<br />

PABLO (paseando con Juan)<br />

¿Y cómo no quires que sea así, si son ellos mismos<br />

quienes llevaron la noticia a los diarios? A los dos los he<br />

visto entrar a E! Mercurio. Salía Orrego entraba<br />

Almafuerte. Ambos se pusieron rojos y se saludaron<br />

muy atentamente. Pues sería curioso que ahora nosotros<br />

seamos los que armemos la camorra. La verdad es que<br />

hasta yo estoy creyendo también que...<br />

PEDRO<br />

Peor para ellos. Pues por lo mismo deben<br />

batirse. Y se batirán, o rompo un palo en sus costillas. Yo<br />

no soy muñeco de nadie. Sería una vergüenza que...<br />

JOSÉ<br />

¡Ja, ja, ja! El miedo es más fuerte que todas las vergüenzas<br />

juntas. Don León y don Cornelio son... Son ...<br />

Zonzónes o Sansones Carrascos.<br />

PEDRO (indignándose)<br />

¿Qué? ¿Qué es eso, pedazo de bobo?<br />

JOSÉ (risueño y girando sobre sus talones)<br />

Por Dios Per Secula, secularum. No es para tanto.<br />

Cualquiera que no sea yo, tu amigo, tu caro amigo, mi que-<br />

— 1297 —


ARTURO BORDA<br />

rido Petro, Pietro, Petruco, Petronio, Pedro, se muere de<br />

miedo al ver tu cara tan avinagrada que parece un escabeche.<br />

Se podría decir que encima de los bigotes estás oliendo<br />

dos pelotillas de mi.. .el. Miel.<br />

Pero lo que quiero decir es que como los duelistas<br />

son unos tacaños de primer orden, es decir, dos avaros, y<br />

de los de rechupete por antonomasia, tantos que no parecen<br />

sino tuercas enmohecidas en sus tornillos, que tienen un<br />

terror pánico a la muerte. Si no fuese el duelo asunto de<br />

mera ficción, tengo por hecho, que antes de comprometerse<br />

en ello, primero se hubieran hecho desollar vivos. ¿Comprendes?<br />

Mas no es la primera vez que se baten. Don Cornelio<br />

tuvo ya cuatro desafios, hace tres años; don León tuvo<br />

uno y tres cuartos, el año pasado. Se batieron, como se<br />

comprenderá fácilmente, con cápsula de fogueo. Indudablemente<br />

que yo y los otros testigos estábamos entre nos<br />

en el secreto, así como el médico que sólo había llevado la<br />

caja del botiquín, para dar mudamente más amenidad al<br />

desenlace. Sin embargo era de ver la seriedad con que hacíamos<br />

la comedia. Pero lo especialmente notable fue la<br />

calma de nuestros ahijados, pensando seguramente en la<br />

comilona que les esperaba en el Gran Hotel, aunque la comida<br />

es peor que la de cualquiera fonda.<br />

PEDRO<br />

Qué sinvergüenzas.<br />

JOSÉ (menenando la cabeza)<br />

Eso mismo pensábamos todos. Pero, en fin, así, y no<br />

más, ha sido.<br />

JUAN (enronqueciéndose de rabia)<br />

Sois unos canallas.<br />

PABLO (queriendo apaciguar a Juan)<br />

Puede ser todo lo que quieras; pero José no hace<br />

nada más que relatar el hecho.<br />

— 1298 —


EL LOCO<br />

Yo he conocido un señor, que no quiero nombrar,<br />

que su mayor timbre de gloria era enumerar los lances en<br />

que había intervenido, como testigo.<br />

JOSÉ (gravemente)<br />

No te admire eso. Don Serapio Ropirraja, que<br />

tiene el tino de huir como liebre de donde hay verdadero<br />

peligro, hace mes y medio, no más, que desafió a duelo en<br />

los términos más hirientes, mediante los diarios de la<br />

localidad ¿sabéis a quién? Pues a don Narciso Espejo. Sí,<br />

señores, a don Narciso, al paralítico de ambos brazos.<br />

TODOS CUATRO (a coro)<br />

¡Ja, ja, jáaaa! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja!<br />

JUAN<br />

¿Y el asunto del honor mancillado, no sólo de ellos,<br />

sino que de sus antepasados? ¿Cómo se castiga a los villanos?<br />

PABLO (accionando con elegante libertad y energía)<br />

¡Bah! Déjate de tonterías. Nunca, jamás... ¿Me<br />

comprendes? Jamás la dignidad ultrajada ha sido<br />

reivindicada en eso que llaman el Campo del Honor.<br />

Jamás. ¿Comprendes? No hay más que al que ultraja<br />

como villano, castigarlo como a villano también, por medio<br />

de los villanos, de modo que su marca vaya pasando de<br />

generación en generación, si la ofensa merece castigarla,<br />

o sino vale estar punto en boca. Así, pues, la venganza<br />

ha de ser premeditada y de tal modo que no falsee. Sin<br />

embargo es bueno tener presente que existe tal variación<br />

en la forma de las venganzas, que hasta el amor lo<br />

constituye. Pero para vengar los recónditos pudores<br />

mancillados del individuo o de los pueblos, no se necesita<br />

de la alcahuetería de los padrinos, el oficio de los cuales<br />

es en el fondo nada más que impedir los lances, ni más ni<br />

menos que los altos tribunales de justicia internacional. Y<br />

puedes agregar de que por sí el lance ya es la segunda<br />

ofensa al agredido; de consiguiente lejos<br />

— 1299 —


ARTURO BORDA<br />

de ser un medio reparador es la perpetración de una nueva<br />

iniquidad, sancionada impremeditadamente por la deliciosa<br />

ligereza infantil o mujeril de la sociedad. Para el que<br />

entienda bien lo que significa su honor ofendido no habrá<br />

fuerza suficiente de idea de panóptico, patíbulo y de la<br />

muerte misma, que lo contenga, porque la venganza será<br />

inmediata y brutal.<br />

JOSÉ (como distraído, buscando donde sentarse)<br />

Teóricamente todo eso es así. Pero más dulce que el<br />

honor es la vida, por mala que sea. La verdad es que en el<br />

hecho real el honor no pasa de ser un simple concepto,<br />

mientras que la vida es algo efectivo.<br />

JUAN<br />

Entonces ¿para qué estamos acá? ¿Y por qué tomamos<br />

parte en esta cuestión?<br />

PABLO<br />

Si no fueses tan cascarrabias como Pedro, yo te dijera<br />

el por qué.<br />

JUAN (endulzando el semblante)<br />

Pues, dílo, que por cuanto expreses no me inmutaré.<br />

PABLO<br />

Eso se verá. Pero estamos aquí, de testigos en éste<br />

lío, por puramente imbéciles. Pues supon que por gusto a<br />

tí o a Pedro se efectúe el duelo a muerte, y que la víctima<br />

sea León, parcial del gobierno ¿sabes a donde iríamos a parar?<br />

A la cárcel, antes de las veinticuatro horas, o en su<br />

defecto deberíamos estar prófugos durante algunos años.<br />

¿Por qué? Por la muerte de un don Nadie y que por añadidura<br />

no sabría decir qué es lo que entiende por ese su tan<br />

cacareado honor, él que sabe muy bien los inicuos medios<br />

de su modo de vivir. Tal es la situación de todos los Orregos<br />

y Almafuertes. Además dime ¿qué culpa ni qué beneficio<br />

— 1300 —


EL LOCO<br />

llevamos del pretendido honor de estos dos individuos cuya<br />

nulidad ni siquiera nos sirve de obstáculos para nada? Total<br />

de utilidades, estas molestias. Esto me parece un verdadero<br />

abuso de confianza. Mas aun: somos las inocentes<br />

víctimas de unos traidores que lo que pretenden es hacernos<br />

encarcelar sin motivo, o, más bien dicho, porque tenemos<br />

la desgracia de que nos consideran sus amigos; y precisamente<br />

por eso todavía habían de pretender hacernos<br />

pelear a nosotros, entre quienes jamás se ha alterado la<br />

armonía. Esto pasa de castaño oscuro.<br />

JOSÉ<br />

Ya saltó la famosa armonía. Sí, Juan, es urgentemente<br />

necesario sepas que el que nombra padrinos para eso,<br />

lo hace al impulso inconsciente y secreto del espíritu de<br />

conservación, es decir, con la esperanza de que el asunto<br />

se arregle del modo más humanitario. Pongo por ejemplo:<br />

— entre nosotros sería un banquete. Dime nomás. a ver<br />

¿qué cosa más humanitaria que un banquete? ¡Oh, un banquete<br />

... Barriga llena y corazón contento no crian mal<br />

pensamiento. ¿No sabían?<br />

PABLO<br />

Hay todavía algo más. El hecho de nombrar padrinos<br />

además de implicar cobardía es...<br />

Pero vamos a ver: ¿te gustaría que yo te diga: —<br />

Querido Pablo, mañana debo batirme. Tú me acompañas<br />

como padrino. Bueno. Pero si muero o mato, deberán ir a<br />

la cárcel, por cómplice; sin embargo puedes librarte, raspando<br />

la bola. En tal caso, ya que sabes que ando fallo a<br />

fichas, me disculpas el que no te facilite el dinero para el<br />

viaje.<br />

PEDRO (meditando)<br />

Todo eso es verdad. Resulta, pues, que estamos de<br />

simples fantoches. Pero... Yo creo que ya que en un duelo<br />

debe haber siquiera un rasguño, opino que después de<br />

los disparos de costumbre, los duelistas se boxeen cinco<br />

— 1301 —


ARTURO BORDA<br />

minutos, hasta sacarse sangre de las narices. Por lo<br />

menos eso, a lo que seguramente deberán avenirse de<br />

grado, porque si no quieren yo les obligo a que se batan<br />

de veras.<br />

ofensa.<br />

PABLO (sarcásticamente)<br />

Claro que sí: un lance es para lavar con sangre la<br />

PEDRO (queriendo largar la carcajada)<br />

¿Aun cuando sea de las narices?<br />

JOSÉ (ridículamente serio)<br />

Contra eso sí protesto seriamente. Eso sería el colmo<br />

de los ridículos. ¿Cómo sería posible que los duelistas<br />

aparezcan al día siguiente con los ojos amoratados, como<br />

después de una noche de amor? Eso no, mil veces no. Si<br />

tanto quieres ver correr sangre, podemos matar un lechoncito.<br />

Me parece que es la mejor forma de transacción, sin<br />

peligro para nadie.<br />

JUAN (muy indignado)<br />

Sí; pero resulta una verdadera iniquidad cada balandronada<br />

que se fomenta a estos cobardes. Ahora mismo<br />

acaba de decir Pedro que Almafuerte le ha insinuado haga<br />

lo posible por que el lance se realice con cápsulas de<br />

fogueo.<br />

JOSÉ<br />

Vaya la novedad con la que nos sorprende. Pues don<br />

León me hizo igual insinuación. Estas pequeñeces ya no<br />

tienen nada de particular.<br />

Una vez que tomé parte, como padrino también, sea<br />

dicho en obsequio a la verdad, en un lance de dos tipos<br />

mucho más tímidos que Orrego y Almafuerte, los pusimos<br />

frente a frente, pero vendados. Mientras ellos disparaban<br />

sus cápsulas de simulacro, se me ocurrió disparar los<br />

ocho<br />

— 1302 —


EL LOCO<br />

tiros de mi pistola. Ellos al oir silbar la seguidilla de balas,<br />

cada uno imaginó ser la víctima del otro, y, como en los<br />

circos, ambos cayeron al mismo tiempo. Entonces entre la<br />

risa general hubo necesidad de hacer uso del botiquín: éter,<br />

bismut y valeriana.<br />

JUAN (a carcajadas)<br />

Eso es nada. Yo tenía veinticinco años cumplidos intervine<br />

en el lance de don Eleuterio Boxhen, que en paz<br />

descance, con don Casimiro Ferrofino. El duelo debía efectuarse<br />

como de costumbre, a simple fogueo, pero uno de<br />

los padrinos, intransigente como alguien que yo se, había<br />

cargado con verdadera bala una de las pistolas, la de don<br />

Eleuterio. Dispararon y cayó Ferrofino, gravemente herido.<br />

Pues, amigos, tal fue el susto de don Eleuterio, que murió<br />

con fiebre a los dos días. En cambio salvó Ferrofino, el<br />

herido.<br />

JOSÉ (cada vez más gravemente)<br />

Pero ninguno ha visto nada más trágico que lo que<br />

yo vi. Estuve estudiando el tercer año de secundaria. Una<br />

mañana, en vez de ir al colegio me fui a correr las eras. En<br />

una de ellas vi un grupo de hombres, todos de negro. Dos<br />

de ellos sacaron a relucir las pistolas. Las rastrillaron, las<br />

cargaron... con bala, y las entregaron a dos señores que<br />

avanzaron y se acomodaron de espaldas entre sí. Luego<br />

mientras contaban los padrinos, fueron avanzando hasta<br />

quince pasos; entonces giraron sobre los talones, poniéndose<br />

frente a frente. Sonó una palmada a lo que los contrincantes<br />

elevaron los brazos, se apuntaron y simultáneamente<br />

cayeron al suelo... las pistolas, mientras que con los<br />

dedos estirados y el pulgar en la nariz uno a otro se hacían<br />

gestos. Los dos estaban locos.<br />

PEDRO (queriendo contener la risa)<br />

Es evidente que en estos casos cuando no hay un<br />

muerto se puede asegurar que el acto ha sido un simulacro.<br />

Sin embargo en una ocasión en que íbamos a la realización<br />

de un duelo Mr. Tremoler y un tal Abigail Sensiti-<br />

— 1303 —


ARTURO BORDA<br />

vil, éste cayó fulminado antes de llegar al campo del<br />

honor, y...<br />

JOSÉ (con interés)<br />

¿Lo asesinó Tremoler?<br />

PEDRO (riendo)<br />

No, hombre. Sensitivil murió de miedo.<br />

JOSÉ<br />

¡Ah... Otra vez he visto a un tipo retando a<br />

duelo a una mujer.<br />

Ahora, señores, para arreglar de una vez éste asunto,<br />

vamos a contratar el banquete de reconciliación. Pues<br />

por algo se trabaja. Y como no tengo papel, ahí mismo firmamos<br />

las actas, haciendo constar que la ofensa de Don<br />

León fue una distracción o un equívoco.<br />

PEDRO (rabiando)<br />

Eso no. La ofensa ha sido a las doce del día, a pleno<br />

sol, en plaza pública y a conciencia.<br />

PABLO<br />

Deja de lado tus teorías. En estos asuntos<br />

cualquiera paparrucha es una disculpa aceptable. Y si no<br />

crees recorre la historia de los duelos. ¿Cuées que por un<br />

concepto más o menos racional han de exponer otra vez<br />

su pellejo ni uno ni otro? Los duelistas son como los<br />

suicidas fracasados: no vuelva a repetir el ensayo.<br />

Además ¿supones que al público le importa un pepino la<br />

vida o la muerte de ninguno de ellos? Lo que el público<br />

quiere es divertirse, y namas. Para eso nada mejor que<br />

una broma en serio, haciendo circular por lo bajo la<br />

verdad, para que la sociedad se divierta bien.<br />

JUAN<br />

En ese caso opino que al incidente se le dé un desenlace<br />

humorístico a la vez que escarmentador, y<br />

prove-<br />

— 1304 —


EL LOCO<br />

choso para nosotros. Por ejemplo, y ya que es de norma<br />

que los contrincantes deben pagar los platos rotos,<br />

vamos a contratar un lechoncito y una ternerita donde el<br />

dueño del fundo en el que debe efectuarse el lance, y los<br />

hacemos aparecer como si fueran las víctimas de las balas<br />

extraviadas, lo cual, por tacaños que sean los duelistas,<br />

no podrán dejar de pagar. Por tal manera tenemos<br />

costillares para dos días de jo]gorio donde cualquiera de<br />

esas mozas de cercado ajeno y apetitosas como fruta<br />

prohibida. Además, con la noticia que daremos a la<br />

prensa ya tenemos para engordar de risa. Se dice que en<br />

el lance de honor realizado ayer en el solar de don Cirilo<br />

Patón, entre los señores Cornelio Almafuerte y don León<br />

B. Orrego, hubo dos víctimas, un chanchito y una<br />

ternerita.<br />

PABLO (enérgicamente)<br />

Protesto. No me parece bien eso de chanchito y ternerita,<br />

porque haciéndolos diminutivos casi se hace simpático<br />

todo lo que tiene de repugnante el asunto. Es necesario<br />

conocer el valor emotivo del léxico. La redacción sería,<br />

más bien, en esta forma: — Los duelistas salieron sanos y<br />

salvos, pero debido a su impericia y falta de serenidad, ocasionaron<br />

la muerte de un chancho y un burro.<br />

JOSÉ<br />

¡Ja, ja, ja! Eso es brutal. Y sobre todo es hablar recio,<br />

como dicen, don lengua de fuego. Y ahora, señores, los<br />

que estén por su aprobación, en pie.<br />

PEDRO<br />

Pero si aquí no hay donde sentarse.<br />

JOSÉ<br />

Entonces aprobado por unanimidad. Mas, como ya<br />

debéis estar cansados y lo que nos interesa de<br />

inmediato es el banquete, los costillares y la juerga con<br />

buenas hembras, vamos ahora mismo a disponerlo todo<br />

debidamente. ¡Ea, muchachos! (Cantando) Allons enfants<br />

de la patrí!...<br />

— 1305 —


ARTURO BORDA<br />

Allons enfants!, que con la de Magdala nos esperan<br />

Niñón, Frine y la Fornarina.<br />

JUAN (transformado)<br />

Le jaur de la revanche est arrivé.<br />

TODOS (salen contestando a coro)<br />

¡Bravo! ¡Muy bien! ¿Aprobado!<br />

Luego no hice nada más que cambiar de postura<br />

en mi cama, pensando que si aquella escena se hiciera<br />

pública, taquigráficamente reproducida, sería para dar<br />

el golpe de gracia a los lances de honor; pero conociéndose<br />

como se conoce la verdad del secreto, es preferible que<br />

siga repitiéndose indefinidamente, porque el público<br />

necesita gracejos y no con el artificio y la grosería de los<br />

comediantes de tablas, sino que preferimos reír con las<br />

comedias en la vida misma.<br />

*<br />

La sala tiene siempre un espíritu seductor y<br />

plasmante en su acicalado y silencioso abandono a media<br />

luz, como habituada a las esperas largas, en aptitud para<br />

los hábiles secreteos, para las sonrisas amables en las discretas<br />

murmuraciones y un acicate para las repentinas y<br />

breves audacias en los visitantes que turban un instante<br />

aquella serenidad. Pero luego la sala se hunde en la<br />

somnolencia y el vacío de las ausencias largas con<br />

perfume de recuerdos, como en los ensueños de cosas<br />

lejanas e indefinibles.<br />

Ayer al salir de paseo, al atardecer, al través de un<br />

ambiente así, la vi contra luz a la niña de mis ansias, esbelta,<br />

hermosa, meditando apoyada en la ventana. ¿Qué recuerdos<br />

contemplaba con los ojos fijos en la calle? Luego<br />

suspirando sus labios se plegaron en una leve sonrisa que<br />

fue un hervor de besos. Y yo pasé rápidamente, de puntillas,<br />

a fin de no despertarla.<br />

…………………………………………………………….<br />

— 1306—


EL LOCO<br />

Es una quietud apasible del espíritu y un calmoso<br />

andar el de mi cuerpo; dijérase el imperceptible balanceo<br />

de una enorme nave abandonada en la mar bella. Es somnolencia<br />

de molicie, ensueño de olvido. Dormir, acezar y<br />

sentir el calor del sol..<br />

Cuando de tarde en tarde nos sentimos suavemente<br />

lánguidos, perdida la conciencia del tiempo, dulcemente en<br />

tregados al reposo de nuestra carne, cuando así, después<br />

de yantar nos damos al sol de medio día, recibiendo la dulce<br />

caricia del vientecillo, y dormimos insensiblemente,<br />

oyendo los mil rumores de la tierruca, que vienen a semejanza<br />

de un arrullo íntimo, en el regazo maternal; cuando<br />

así nos hinche el pecho un sosegado suspiro, es que entonces<br />

nos hallamos en otro de las horas sagradas, la<br />

hora de la incubación: el espíritu tu nos abandona para ir a<br />

recoger en los misterios de la vida otros secretos y otras<br />

fuerzas.<br />

Después de que despertemos será la revelación en<br />

algo así como en las vaguedades de las reminisencias, en<br />

azures y nieblas de horizontes.<br />

En seguida, quién sabe cuándo, arrastrada por una<br />

circunstancia cualquiera, el alma dirá con voz histórica o<br />

profética el encanto de un nuevo enigma o de una nueva<br />

veradad.<br />

Esperemos, porque, a decir verdad, ahora no siento<br />

nada más que el dulce farniente, lo que, después de todo,<br />

es mucho mejor que cualquiera profesía; porque, qué<br />

diablos, ¿qué más que sentirse feliz, aun cuando sólo sea<br />

un instante?<br />

…………………………………………………………….<br />

Acabo de almorzar. Estoy sentado, tomando el<br />

sol en el corredor. El calor, primeramente me tuesta y<br />

luego me hace trasudar. Dos moscas andan en mi cara,<br />

haciéndome cosquillas, pero no tengo aliento ni para<br />

estornudar. Y cierro los párpados.<br />

*<br />

— 1307 —


ARTURO BORDA<br />

Mucha gente de la vecindad pasa observándome malévolamente.<br />

Debo paracer dormido o borracho, según lo<br />

que dicen; pero yo también les estoy observando y analizando<br />

y quizá si con mejor escalpelo.<br />

De pronto siento una bocana de bochorno y tengo<br />

un devanecimiento, casi de placer sexual, en todo el organismo,<br />

en el que luego recorre un raro estremecimiento de<br />

calofrío y mis ojos se humedecen en lágrimas. Estoy meditando<br />

o algo así, sin saber qué, casi soñando.<br />

Cuando la América del Sur opte por el gobierno federal,<br />

es que habrá sonado la hora, mientras que Europa<br />

estará llegando a un estado arqueológico, por así decir, y<br />

la India oriental se hallará resurgiendo mil veces más potente<br />

que en su pasado apogeo.<br />

Pero entonces, cuando así se haya cumplido la circunvalación<br />

de la civilización, vendrá un cataclismo geológico.<br />

Y otra vez en los picachos de los continentes,<br />

dos o tres familias de las que se hayan salvado<br />

recomenzarán con el proceso de otra humanidad.<br />

Diez, cien, mil y un millón de humanidades que así<br />

desaparecen en el futuro, y no veo todavía el fin del mundo.<br />

Sombras y más sombras.<br />

Duermo.<br />

He despertado cuando la tarde caía. Estoy rendido,<br />

como si hubiese viajado toda mi vida.<br />

……………………………………………………………..<br />

No hace ni quince días que yo estaba leyendo una<br />

bonita obra de historia. Sobre todo, lo que más me gustaba<br />

era la pasta de cuero fino, sencillo, sin adornos, ni títulos<br />

ni subtítulos, en cuarto menor, y de no más de doscientas<br />

páginas. Verdaderamente invitaba a leerlo con cariño.<br />

Además el tipo y la limpieza de la edición daban gus-<br />

— 1308 —


EL LOCO<br />

to, ciertamente. Fuera de eso el estilo era llano, con la llaneza<br />

de una simple conversación que fluía de la naturaleza<br />

del asunto mismo; pero a lo mejor saltó la liebre. ¿Acaso<br />

el autor hablaba de alguno de sus amigos o de su raza,<br />

o que se yo de quienes? Mas el caso es que se exalta y, tal<br />

vez, sin darse cuenta, concluye en rimbombos líricos al calor<br />

de sus entusiasmos, dejándose arrastrar por una parcialidad<br />

flagrante, lo cual en palabras más comprensibles<br />

quiere decir, por mentiras. De ese modo completamente<br />

disgustado del texto, abandoné su lectura, a pesar de que<br />

me agradaba mucho agarrarlo y acariciar entre mis dedos<br />

la suavidad de su cuero. Sucede pues en la historia algo<br />

parecido de lo que pasa con el arte: estos es, que aunque<br />

nos sintamos vilmente ultrajados, calumniados, perdonamos<br />

alegremente las injurias si están dentro del marco de<br />

la más pura belleza; de igual manera en la historia, cuando<br />

la verdad nos condena, por brutal que sea, nos rendimos<br />

calladamente. Pero de lo contrario....<br />

Mas lo que atino a comprender claramente es que<br />

entre los que se dedican a la historia, cuando llegan a tener<br />

sus controversias acerca de asuntos pretéritos, se ensañen<br />

entre sí a sangre y fuego, cual si fuese por asuntos<br />

personales. La verdad es que quizá no sepan de su misión<br />

y del carácter y condiciones que ello requiere.<br />

A mi me parece que el hombre antes de ser historiador,<br />

debe aprender a ser frío, sereno e inmutable aun ante<br />

el cataclismo, ante el horror y la infamia, o no tiene derecho<br />

a ser historiador; porque la pasión y la historia se excluyen:<br />

pues la primera concluye en el frenesí, en el raptus<br />

y en la locura, en tanto que la otra termina en el análisis,<br />

en la razón y en la verdad.<br />

El historiador no puede ni debe ser ni pesimista ni<br />

optimista. El verdadero historiador únicamente ha de acumular<br />

los testimonios de los hechos; porque si el historiador<br />

comenta, ignorando su profesión se abroga el derecho<br />

de la filosofía de la historia, que es algo demasiadamente<br />

distinto.<br />

Y ahora, si ignora, sepa, y si sabe, practique.<br />

Ardua es la tarea, por ser la misión del impersonal y que<br />

impor-<br />

— 1309 —


ARTURO BORDA<br />

ta el sacrificio del gran don de la creación, si la hay, el libre<br />

juego imaginativo, y porque además convierte al individuo<br />

en el hombre cangrejo, y no lo digo por burla, sino<br />

que más bien por la similitud, ya que avanza vista al pasado,<br />

sin poder contemplar el porvenir, lo cual, por otra<br />

parte, es verdaderamente misión de otra laya de tipos.<br />

Pero ¿y a mí qué me importan tonterías?<br />

*<br />

¿Cuándo concluirá este constante deseo de desperezarme<br />

honda y largamente, en bostezo que absorba el mundo<br />

y la eternidad? Me parece que siempre estuviera levantándome<br />

de un descanso inmemorial, fatigado de un viaje<br />

en esferas desconocidos.<br />

Ah...!<br />

En la última temporada y estando bastantemente<br />

tranquilo de estos malditos nervios a causa de haberme<br />

curado unas muelas que me las cultivaba con verdadero<br />

esmero, porque no podía el cerebro en tal estado de revolución,<br />

que me hacían imaginar las cosas más<br />

espeluznantes e inauditas. Claro que yo no soy todavía tal<br />

loco ni bobo para desperdiciar impunemente esos<br />

extraños imaginares; pues yo me ponía a escribir,<br />

procurando con toda mi voluntad ordenar esas<br />

fantasmagorías en medio mismo de mi desesperación,<br />

porque hasta de ello se saca partido, no en la explotación<br />

del hombre por el hombre, sino que en la explotación de sí<br />

mismo. Y así hasta que se adormecía el dolor: porque<br />

hasta el dolor se cansa. En cambio mi cabeza quedaba en<br />

un estado de constante somnolencia, meditando en cosas<br />

difusas, vagas, lejanas. De ahí, posiblemente, que las<br />

gentes crean que soy un loco, idiota, pensador o borrachín;<br />

siendo que en el fondo no hay nada de eso, sino... mayor<br />

es no mineallo.<br />

Bueno. Decía que en un estado así de no hace mucho<br />

me di a leer la Biblia; y he podido observar que si se hace<br />

un estudio filológico, se llega a la conclusión de que no es<br />

otra cosa que un simple poema; pues los nombres de<br />

todos<br />

— 1310 —


EL LOCO<br />

sus personajes son los símbolos de cada individuo que representan.<br />

Y como las coinsidencias no pueden ser en tal<br />

multitud — si no fuese suponiéndolos seres primarios — y<br />

tan precisas, si no es debido a la fantasía de los poetas que<br />

los crearon, resulta que por esa nueva vía de investigación,<br />

se ve aun más patentemente que ese libro inmortal, como<br />

los vedastas y otros sagrados, no tienen más importancia<br />

que los de un gran poema. Acerca de esto yo corro traslado<br />

a quienes corresponda. Mas lo que es verdaderamente<br />

sugerente es que ningún historiador del tiempo correspondiente,<br />

contemporáneo, haga mención de los sucesos<br />

mencionados en él.<br />

A propósito debemos recordar que Elena jamás estuvo<br />

en Troya, sino en Egipto, en la corte de Menfis, en<br />

poder del ciudadano, astrólogo y mago, el rey Proteo. Pero<br />

.— dice Herodoto — dejemos cantar a Hornero y mentir a los<br />

versos ciprios, que no es poeta quien no sabe fingir.<br />

Pues bien. Y a pesar del testimonio del padre de la<br />

historia ¿quien duda de lo que Hornero canta como una<br />

verdad?<br />

Otro a propósito. Si no es por ignorancia, no sé por<br />

qué le llaman a Herodoto padre de la historia, si no es por<br />

desconocimiento de la existencia de Kapila, el historiador<br />

hindú más viejo.<br />

Bueno. Pero al final ya no es eso lo que me interesa,<br />

sino que ese gran precepto de Herodoto: — que no es poeta<br />

quien no sabe fingir. Fingir ____ que fácil es. Naturalmente;<br />

pero lo difícil es saber fingir. Y apostara que Herodoto dijo<br />

eso sin siquiera imaginar la enorme trasendencia de la frase:<br />

pero se ve por su historia que él también es poeta, y<br />

muy bueno.<br />

Otro día haré algunas observaciones acerca de los<br />

nombres bíblicos, porque es curioso que cada uno signifique<br />

justamente la misión que debía cumplir el nominado.<br />

*<br />

—1311—


ARTURO BORDA<br />

EL VALOR<br />

Una banda del ejército ejecutaba una marcha guerrera<br />

en la Plaza Murillo. Las gentes pululaban en<br />

todas las diagonales. Noche serena. Frío intenso. La<br />

luna en cuarto creciente.<br />

Conversando animadamente vienen un<br />

Subteniente de infantería, jovencito aún, y un civil,<br />

hombre ya. Toman asiento en el banco en que descanso.<br />

OFICIAL<br />

Pues le digo, compañero, que me sublevo cuando<br />

oigo decir cobarde. Es algo que a primera impresión me<br />

humilla y luego me incendia. No puedo tolerar la existencia<br />

de un hombre de tal especie; a su sólo enunciado me<br />

siento inflamar de cólera.<br />

CIVIL<br />

Ese fenómeno tiene una explicación sencillísima:<br />

obedece a la exaltación simultánea de dos sentimientos<br />

opuestos, los cuales son: de una parte la vergüenza de<br />

sólo imaginar poder ser incapaces de subsistir, que no<br />

otra cosa implica el no querer vencer; y de la otra parte en<br />

la exaltación del goce más amplio de la vida, en las<br />

inmortalidades, más allá de la existencia: la exaltación<br />

instantánea y anticipada de nuestro triunfo gozoso:<br />

sentirnos héroes.<br />

Como puedes observar, es la lucha de dos condiciones<br />

definitivas: la muerte y la plenitud de la existencia.<br />

Por eso una gallina y un ratón nos causan instintivamente<br />

risa y misericordia; en cambio, cuando vemos un león o<br />

simplemente un cernícalo, nuestra sangre y nuestros nervios<br />

se tonifican en el instinto de la fuerza vencedora, y,<br />

siquiera por un instante, aspiramos el ambiente de los huracanes<br />

azotando a las altas cumbres, haciendo estremecer<br />

los hielos. Es que en nosotros existe latente el deseo de<br />

ser héroes y conquistadores a la vez que tenemos una repugnancia<br />

profunda, y quizá hasta miedo, a la sola<br />

idea<br />

— 1312 —


EL LOCO<br />

de poder vernos humillados en la esclavitud; buscamos<br />

la libertad.<br />

Yo he soñado con la forma humana más comprensible<br />

y más bella del valor en toda su grandeza.<br />

Pero antes debo expresarte, ya que te puede ser<br />

útil, que temblar ante el peligro no es cobardía; huir, sí,<br />

es. ¿Comprendes?<br />

Cuando los huesos y la carne tiemblan de miedo y<br />

castañetean los dientes, y a pesar de ello la voluntad y el<br />

deseo, primero, de vencer, arrastra al individuo a lo más<br />

álgido del peligro, sabe que ese es el instante en que el<br />

valor está plenamente en su apogeo: es lo que debe llamarse<br />

el sublime segundo del héroe; porque después, cuando<br />

se endurecen los tendones y la carne, cuando hierve el<br />

corazón y arde la mente, el sujeto ha entrado en la inconciencia<br />

de una piedra rodando en la pendiente.<br />

Pero el no querer afrontarse cuando se tiembla o no,<br />

eso sí constituye cobardía. Y te habla un veterano.<br />

Así que todo lo que causa el temblor en el<br />

hombre es una simple disposición de la voluntad heroica;<br />

la cobardía es la que se esconde, rehuye y renuncia a todo<br />

avance atrevido.<br />

En razón de lo que queda dicho, cuando te hallas delante<br />

de un individuo cobarde, hazlo por caridad,<br />

búrlate de su cobardía, tan sangrientamente como<br />

puedas, hasta que la hiél de su vergüenza reviente;<br />

hasta que el cobarde quiera al fin atracarte un bofetón y<br />

lo haga. Entonces, y procura entenderme muy bien,<br />

destócate y eleva tu acción de gracias; porque acabas de<br />

redimir un hombre y has fabricado un ciudadano para tu<br />

patria y una conciencia para el mundo.<br />

Y no oí más, por haberme retirado en ese momento<br />

debido al frío.<br />

— 1313 —


ARTURO BORDA<br />

Cuando el espíritu nacional, heroico y guerrero, canta,<br />

no hay espíritu individual que no coree, porque todo<br />

himno nacional es el instinto de conservación en todo su<br />

egoísmo.<br />

*<br />

En todos los establecimientos de instrucción deben<br />

cantar por las mañanas, obligadamente, al ingresar al aula,<br />

un canto guerrero y triunfal, como salutación a la<br />

vida y tónico en el trabajo del día.<br />

Júbilo,<br />

esperanza y fuerza:<br />

angurria de victoria,<br />

arrogancia de vencedor:<br />

salutación al Sol.<br />

*<br />

Es inútil pensar en la moralidad pública, mientras<br />

el ejemplo y perseverancia del magíster y la del<br />

sacerdote y el general no haya susceptibilizado la<br />

conciencia del niño.<br />

He ahí el punto esencial de la alta cultura moral.<br />

A mayor susceptibilidad conciencial<br />

corresponde mayor honradez: se aclara el distingo del<br />

bien y del mal, tanto como es posible.<br />

Y la ultra sensibilidad de la conciencia es la justa<br />

condición del concepto de lo que se tiene por santo.<br />

*<br />

Andando despacio iban delante de mí. Hablaban entusiastamente.<br />

El uno era alto y gordo, y el otro flaco y<br />

chico, el cual decía en tono doctoral:<br />

— Que no, ¿dices? Ya verás que sí, y de un modo<br />

profundamente radical, excluyendo toda restricción nimia<br />

o banderiza, en bien de lo que afecta a la patria grande.<br />

¿Me entiendes?<br />

— 1314 —


EL LOCO<br />

Digo que la aptitud natural del individuo es lo único<br />

necesario para que los pueblos le adapten al<br />

ciudadano el empleo que requiere para el feliz<br />

desenvolvimiento de las instituciones o aquello que se le<br />

encomiende.<br />

El mandatario debe conocer muy bien a sus hombres,<br />

para no cometer desaciertos a causa de sus colaboradores<br />

y cargar con la responsabilidad de ellos; porque el<br />

que asume toda responsabilidad es el dirigente. En las repúblicas<br />

el éxito depende de una selección atinada de los<br />

segundones. En la falta de tacto o, mejor dicho, en la errónea<br />

comprensión de los espíritus están los grandes fracasos.<br />

Así, pues, de un modo general, la sabiduría o la necedad<br />

de los segundones echará baldón o gloria en los hombros<br />

del gobernante al través de la historia, siempre que<br />

el gobernante no sea un déspota, tirano o dictador. De manera<br />

que debes considerar lo que valen los colaboradores.<br />

En cuanto a los hombres públicos de Bolivia. y sólo<br />

de entre los que conoces, te podría dar multitud de ejemplos;<br />

pero basta y sobra contigo mismo. Y si no crees, ¿qué<br />

lograste con tu profesión, a pesar de tus excelentes cualidades<br />

y de tus variados estudios? Casi nada. ¿Por qué?<br />

Porque tu especialidad no la profundizaste de manera debida.<br />

Recuerda que cuando sin preparación alguna y de<br />

improviso quisiste actuar en la cosa pública, recuerda, digo,<br />

la vergüenza de tu fracaso, que ello, al parecer, poco<br />

te importaba, sino que ante tí mismo, cuando te viste más<br />

ignorante que el portero, abusando del uso de una autoridad<br />

que iba a tí del puesto que desempeñabas, siendo<br />

que el hecho debería ser contrario, lógicamente. ¿Qué eras<br />

entonces? Un fantoche de carne y hueso, con conciencia,<br />

para tu mal, pero sin el valor suficiente para confesar la<br />

verdad. Entonces, el respeto primo de tus inferiores se<br />

trocó en secreta befa, lo cual confesarás que no podía ser<br />

de otro modo. Y estuvo muy bien.<br />

Entre tanto, ¿qué sucedía del despacho encomendado<br />

a tí? Lo inevitable: que se enmarañó a la diabla, a<br />

causa de que un día ya no quisiste oír el constante<br />

consejo de tus subalternos en virtud del azar, ya que en<br />

virtud de su saber quedabas muy por debajo. Te dabas<br />

cuenta y sin em-<br />

— 1315 —


ARTURO BORDA<br />

bargo ya no quisiste oír más las oportunas indicaciones que<br />

te hacían, suponiendo neciamente que los consejos te denigraban.<br />

Eso no podía ser, según tú. Por tal manera resultaron<br />

de tu impotencia tus errores de hecho; que in<br />

mente, en tus silencios secretos comprendías a<br />

maravilla lo falso de tu situación. ¿Jamás viste un<br />

profesor ignorante o bellaco, cohibido ante la pregunta<br />

repentina y temeraria de la inocencia o ante la pregunta<br />

intencionada del muchacho sabio? Así tú; yo lo supe,<br />

porque te observaba paso a paso. Y como tú casi íntegra<br />

la administración.<br />

Y ahora si quieres niegas el valor de las facultades<br />

naturales del individuo en el desempeño de la primera magistratura<br />

de la República.<br />

Y advierte que la patria no es una bestia de<br />

laboratorio para hacer en ella impunemente simples<br />

ensayos, en los pueblos cada cambio de leyes o<br />

costumbres tiene que ser la imposición de la necesidad.<br />

La ley así como la razón es lo que exprime la urgencia de<br />

la vida; y no las constituciones, leyes, decretos, etc., que<br />

promulgan y que no pueden cumplirse jamás porque no<br />

están de acuerdo con la naturaleza del objeto a que se<br />

destina. Esto vemos todos los días. Y francamente da<br />

pena considerar cómo se malgasta el dinero del pue^o<br />

pagando las dietas a verdaderos jumentos que hacen de<br />

legisladores y ministros, siendo que están pagados<br />

justamente para que mediten, para que piensen, para que<br />

legislen sabiamente, y todavía lo que da más risa es que<br />

para simular que hacen algo, van a pedir y robar las ideas<br />

a los rebeldes contra estas estupideces, a los que lejos de<br />

recibir paga sufren persecuciones; yo he visto. Pero<br />

mientras los otros están de ida, ellos están de vuelta.<br />

—Lo que hay de cierto en este asunto es que estás<br />

hablando, según sospecho, ya que tú tampoco entiendes,<br />

ni poco ni mucho.<br />

—Puede ser, ya que somos víctimas del medio.<br />

Pero mi intención a más de ser sana es desinteresada.<br />

botón.<br />

—Cierto: hablamos, como quien dice al divino<br />

— 1316 —


EL LOCO<br />

—Es verdad. Mas ya oíste lo necesario. Ahora pastelero<br />

a tus pasteles, que más sabe el loco en su casa que el<br />

cuerdo en la ajena.<br />

Llegando a la esquina ellos torcieron a la calle Comercio<br />

y yo me fui derechamente cuesta arriba la calle<br />

Yanacocha.<br />

*<br />

Los hombres imponen la forma y la vida el fondo.<br />

Nada más apto para herir la imaginación que un repentino<br />

fulgor y una súbita tiniebla y un estampido en el<br />

silencio. La fuerza de los contrastes.<br />

*<br />

Cuando se invetera la corrupción, cuando se compra<br />

o vende a pregón o a la fuerza el voto libre y secreto<br />

del ciudadano, entonces se impone sacar el reactivo del<br />

vicio mismo. Hay que propalar en calles y plazas la<br />

siguiente especie:<br />

Ciudadano, vende tu voto a cuantos compravotos haya<br />

y vota por quienes dicte tu corazón o tu razón; por<br />

quien no corrompa al pueblo con el nefando tráfico. Así<br />

cumples con tu conciencia, castigas al delincuente, ríes a<br />

carcajadas y sacas provecho, porque el que roba a un ladrón<br />

tiene cien días de perdón, según los cristianos.<br />

Así salvas la dignidad del ciudadano.<br />

Recuerda que tu voto es secreto y que la voz del pueblo<br />

es la voz de Dios, es decir, que tu propia intuición es<br />

la verdad.<br />

Aquí comienza la profilaxia política. Hay que sacar<br />

el reactivo del vicio mismo.<br />

*<br />

*<br />

— 1317 —


ARTURO BORDA<br />

Pero el hecho de poder vender nuestra libertad<br />

sospecho que sea la mayor prueba de que poseemos la<br />

libertad.<br />

*<br />

Hago referencia a esta cuestión por el hecho de que<br />

cuando se publicó por primera vez en elecciones, los candidatos<br />

se me enojaron hasta que más tarde, siendo ellos<br />

oposición y terciaban también en elecciones, echaron mano<br />

del mismo articulejo pero ya en su favor, y los que usaron<br />

de ellos como arma, cuando se publicó por primera<br />

vez, al ver en la segunda en su contra, se pusieron furiosos<br />

conmigo. Y son intelectuales de los más representativos<br />

y de los que más bulto meten.<br />

No, no es risa lo que me causa: es que me da ganas<br />

de agarrarlos ......<br />

*<br />

Entreveo en las criaturas una sabiduría y una malicia<br />

que me humilla y espanta a la vez.<br />

A poco que se observa a los niños, se verá en ellos<br />

un espíritu más serio que el concepto que de ellos han formado<br />

los hombres que no supieron ahondarse en los secretos.<br />

Acabo de ver un hombre alto, delgado y muy pálido.<br />

Su barba, el bigote, las cejas y las pestañas, tanto como<br />

su cabellera, son crecidas, sedosas, negrísimas y abrillantadas;<br />

los ojos, hundidos, y la mirada, negra, esa mirada<br />

sin brillo y profunda. Viste de luto. Anda a manera<br />

de una sombra. Es una mirada la suya que se ha burilado<br />

en mi recuerdo. Se morirá pronto.<br />

*<br />

En estos días los historiadores o literatos, o algo que<br />

así quieren ser, han levantado una endiablada polvareda<br />

con motivo del histórico grito de Pedro Domingo Murillo,<br />

*<br />

*<br />

— 1318 —


EL LOCO<br />

uno de los más grandes protomártires de la independencia<br />

suramericana, el cual al entregar su cuello en la horca al<br />

lazo del verdugo, exclamó: —La tea que dejo encendida<br />

nadie la apagará,— grito que es a la vez un heroico testamento<br />

que quiere decir: —El espíritu de mi sangre indomable<br />

encenderá de generación en generación la sangre<br />

americana hacia su mayor liberación.—<br />

Pues bien, al través casi de un siglo, en que se ha<br />

retorcido la República, por destrozar, al impulso de ese<br />

grito sagrado, las heces de la tiranía que sedimenta la esclavitud<br />

aun no extirpada, hoy salta una incierta crítica<br />

histórica sin suficiente bagaje de criterio para hacer sus<br />

deducciones lógicas, pretendiendo que no hubo tal grito,<br />

y que más bien lo que Murillo dijo en la horca fue: —La<br />

mechachúa (el mechero) que he dejado ardiendo a la virgen,<br />

que no la apaguen.— Esto posiblemente hablando con<br />

sus familiares. Bueno, aun así, suponer tal cosa es rnás que<br />

ridículo en labios de un inteligente rebelde que da su vida<br />

misma por la libertad. Cierto. Tanta simpleza no se oye<br />

en el patíbulo ni en la boca de un criminal ignorante y vulgar,<br />

¿cuánto menos se podrá suponer en el instante glorioso<br />

de un patriota en la horca, que es de suponer que comprendía<br />

y presentía muy bien que su palabra era el verbo<br />

emancipador de los pueblos y las razas de un continente, dilatándose<br />

a les siglos, desde esa alta tribuna del<br />

sacrificio y el holocausto?<br />

Pero eso no quita que de ese modo se ha herido de<br />

modo muy serio la majestad de ese símbolo de lucha redentora.<br />

Mas, lógicamente ello se explica muy sencilla y<br />

claramente, sin que por ello se pueda condonar la miopía<br />

de los beneficiados mismos que disertan sin beneficio de<br />

inventario. Y si no veamos. Pues, ¿quiénes instruyeron el<br />

sumario? Los españoles, bajo cuyo imperio se hallaba<br />

toda la administración, bajo el dominio español que lo<br />

ahorcaba a Murillo por haberse rebelado contra esa su<br />

dominación extranjera; entonces nada más natural que<br />

tratasen de hundirlo inmediatamente en el ridículo<br />

comprensible a la multitud. ¿Y qué? Lo más noble y<br />

grande de esa rebelión: la síntesis de todo el proceso de<br />

esa única revolución americana. ¡Claro! Mas, suponiendo<br />

que así rezase en el expe-<br />

— 1319 —


ARTURO BORDA<br />

diente en cuestión, existe, pues, frente a frente de ese documento<br />

interesado (que por tal se ha de tener) la tradición<br />

en el alma y la sangre de todo un pueblo, que mantiene<br />

latente ese juramento renovado año tras año, eso que<br />

por ser ya el símbolo del espíritu de todo un continente<br />

contra los opresores de su libertad, es más que la historia,<br />

por la grandeza de su sentido en la existencia de los héroes<br />

que inflamó para la independencia suramericana; y<br />

nosotros, la ejecución misma de ese testamento; nosotros,<br />

los redimidos por ese verbo taumaturgo, ¿nosotros<br />

hemos de ejecutar en nuestra propia contra la táctica de<br />

nuestros enemigos, es decir, de nuestros verdugos?; ¿o<br />

es que se obra sin meditar previamente? Sí, ¿nosotros<br />

que no tenemos siquiera ni la oportunidad de la<br />

grandeza de morir así sólo fuese mudos por la libertad de<br />

un mundo?; ¿esos: nosotros, no hemos de tener, repito, ni<br />

la grandeza de admirar el prodigio que nos salva?<br />

Qué difícil es bucear en las tinieblas o la luz de la<br />

verdad histórica, que es la prolongación del hecho;<br />

requiere un profundo sentido de justicia. A mí me parece<br />

que ya que ni por lo menos nos es dado crear una tan<br />

grande frase, en tan solemne instante, capaz de promover<br />

tan formidables acontecimientos, por lo menos estamos<br />

en el deber y la obligación de conservarla a semejanza<br />

de llama votiva en el silencio más sagrado de nuestra<br />

conciencia, ya que somos los directamente beneficiados<br />

por ella, dejando noblemente que la corona haga de ello<br />

toda la befa que estime conveniente, no obstante de La<br />

Fiesta de !a Raza. Dejemos así, en mérito de aquel justo<br />

derecho de pataleo que lleva el vencido.<br />

Y, para concluir, diré que si hubiese algún pueblo<br />

que no tenga un símbolo que le represente,<br />

inflamándole la sangre en aspiración de gloria, sería<br />

urgente crearlo de inmediato; pero no hallaréis el más<br />

miserable villorrio libre que no ostente orgulloso su ser<br />

tutelar.<br />

*<br />

Cuando los asuntos públicos comienzan a ser tratados<br />

en las sombras, a media voz, con el sigilo que requieren<br />

los asuntos vedados y algunas inmoralidades<br />

particu-<br />

— 1320 —


EL LOCO<br />

lares en que la intención del engaño mueve los resortes,<br />

entonces se puede suponer que la política está manejada<br />

por gente inmoral.<br />

Cosa pública significa pública, a ojos vista. Y los intereses<br />

de la patria se han de ventilar a la luz del sol, a<br />

toda publicidad, como asuntos que afectan al interés del<br />

más humilde ciudadano.<br />

En un país altamente moral no pueden ni deben haber<br />

secretos de Estado.<br />

Mas, como quiera que el mundo está poblado de bribones.<br />

. . en el país que estuvieres, has lo que vieres, si no<br />

quieres ser más.<br />

*<br />

El patriotismo está en razón directa al grado de riqueza<br />

pública.<br />

Un mísero que no tiene ni el sudario para su cadáver<br />

no tiene nada que defender en ninguna parte del<br />

mundo, pero puede ser siempre un mal mercenario.<br />

Mas, si el Estado es pobre, no tendrá ni soldados<br />

mercenarios a menos que sean bandoleros, porque todo el<br />

mundo sabe que sólo oro es lo que se necesita para la<br />

guerra.<br />

Es por eso que los gobiernos, mientras no sean comunistas,<br />

deben fomentar o ver que la riqueza sea privada,<br />

para que el ciudadano sea patriota, por lo único que<br />

puede ser, por egoísmo.<br />

El Estado debe propender a toda costa a que el ciudadano<br />

sea solidario de la cosa pública, y luego debe defenderlo<br />

con egoísmo paterno, esté donde esté el ciudadano.<br />

Para el que nada tiene ya se puede hundir el mundo,<br />

sin que él se mueva, esto si no lanza entonces la risotada<br />

de la revancha.<br />

— 1321 —


ARTURO BORDA<br />

Esto es ser patriota, es decir, hablar así.<br />

*<br />

Caminando sin rumbo fui a dar a la plaza. Me senté<br />

en un banco, frente al palacio legislativo. A las once da<br />

gusto tomar el sol de invierno.<br />

Dos tipos venían charlando, deteniéndose en la vía<br />

a cada instante. Así se detuvieron un momento cuando a<br />

donde yo estaba.<br />

—Pero...<br />

—Es mejor, Lucio, que guardes tu boca, porque tú,<br />

como los demás, no hablas nada si otro no pensó lo que<br />

te apresuras a publicar como cosa tuya. Según las leyes civiles<br />

te llamarías ladrón; según la moral literaria eres plagiador<br />

o simulador, y según la ignorancia del medio en<br />

que te mueves tan a tus anchas, eres una especie de superhombre.<br />

Pero como no tienes criterio propio, resulta<br />

que todo el que medita y estudia te conoce y no te toma<br />

en cuenta para nada, en lo que parece que hacen muy bien.<br />

Tus petulancias mismas acusan tu torpeza infantil, Lo que<br />

te conviene y te aconsejo es dudar de todos, de todo y de<br />

tí mismo. Ser malicioso en cuanto mayor grado, tanto mejor.<br />

Y mejor todavía si sospechas que los hombres van descubriendo<br />

tus supercherías.<br />

Yo te digo que eso de no poder ser uno mismo para<br />

nuestra conciencia debe ser cosa terrible. Los que tal son<br />

sin los verdaderos esclavos, ya que en lo más íntimo de su<br />

conciencia, con la conciencia de ladrón, viven del pensamiento<br />

y del sentimiento ajenos. Para esta clase de ladrones<br />

es inútil el sacrificio de todos los redentores en Gólgotas,<br />

en horcas y masacres.<br />

Entiendo a propósito que un pueblo es tanto más<br />

fuerte y respetado cuanto más conoce sus derechos y cuanto<br />

más libres son sus hombres, libres en su conciencia. Y<br />

esta libertad significa hombría.<br />

*<br />

— 1322 —


EL LOCO<br />

A este propósito cabe hacerte notar que aquella clase<br />

de esclavos de que ya te hablé, son justamente los más<br />

despreciados por sus amos más que por ningún otro, porque<br />

siempre el amo es más en tal sentido. Y esto en los<br />

pueblos, es decir, en las multitudes, es la anulación de la<br />

conciencia y la personalidad individual, políticamente,<br />

porque el amo político lo es porque lleva en sí alguna<br />

fuerza de comprensión mayor, y sobre todo mayor<br />

valor civil que el ambiente, así sea en estado primitivo,<br />

lo cual le permite ver y ponderar el medio, aunque no sea<br />

nada más que en algo así como en las lucideces de un<br />

agónico, pero le permite ver que la sumisión incondicional<br />

de los suyos le desprestigia, arrastrándole a los límites de<br />

la fatuidad y del ridículo, que es la sanción más lapidaria,<br />

si su espíritu, siempre atento y en guardia contra la<br />

credulidad de sí mismo, no repele avergonzado en<br />

silencio la servil loa y no se escuda por todas maneras<br />

contra el mareo que ocasiona el obedecimiento ciego hasta<br />

la adivinación de sus adláteres o secuaces respecto de sus<br />

órdenes.<br />

Estas son las razones por las que los esclavos de su<br />

propia ignorancia e impotencia son despreciados por sus<br />

amos políticos tanto como no lo serán por otro ninguno.<br />

—Así creo: pero eso debes decírselo a...<br />

—No, señorito, a tí es a quien debo hablar, porque...<br />

Vamos a ver, ¿cuántos años tienes?<br />

—Veinte.<br />

Justamente la edad en que el individuo necesita saber<br />

estas pequeñeces para que sea un hombre digno, ya<br />

que el porvenir...<br />

Racionalmente pensando en las verdades que oyeras<br />

he visto durante mis días cosas muy divertidas, tanto más<br />

cuanto que afectan al individuo lo mismo que a la sociedad.<br />

Una de ellas es la imposición política de los mandones<br />

a los pacíficos electores. Y ello lo hacen so pretexto de<br />

los deberes partidistas. El hecho se produce del modo más<br />

sucio y deprimente para el orgullo y la altivez<br />

individual,<br />

— 1323 —


ARTURO BORDA<br />

se entiende que cuando el individuo es altivo. Y así les ordenan<br />

de modo despótico y repugnante, cual si estuviesen<br />

manejando sujetos hipnotizados:<br />

Ciudadano, vota por la lista íntegra o quedas fuera<br />

del partido.<br />

Una carcajada debería ser la respuesta a tal desplante<br />

si los hombres fuesen conscientes de su dignidad.<br />

Entiendo que la moral de la candidatura es la insinuación<br />

de hombre libre a hombre libre:<br />

Ciudadano, la candidatura de nuestra causa es ésta:<br />

Fulano, Zutano, Mengano y Perengano. Te insinuamos des<br />

tu voto por quien o por quienes de entre ellos responda o<br />

respondan a tu ideal de patriota.<br />

O soy un idiota que no sé cómo se ha de proceder<br />

honradamente enalteciendo la dignidad del individuo y, por<br />

ende, del pueblo, por desgraciado que él sea, o es, pues, inmoral<br />

el proceder de los políticos, cuando obran en sentido<br />

contrario.<br />

Pero es también la verdad que he visto tanta desgracia<br />

espiritual en estas republiquetas, a tal punto que<br />

a los ciudadanos se ]es gobierna lo mismo que a bestias<br />

amaestradas de circo ecuestre: —Bale usted, señor Burro;<br />

salte usted, señor Perro, o sino no hay ración.— Y látigo<br />

con ellos. Esto aun con las bestias es perfectamente vil,<br />

¿cuánto más no lo será con los hombres? Y hay «ciudadanos,<br />

¡santo Dios!, que toleran semejante presión. Los hay,<br />

los vi aquí, con mis propios ojos, y se llaman pueblo libre...<br />

He visto en las funciones electorales obrar cínica e<br />

impunemente al despotismo de los hambrientos. He visto<br />

comprar en subasta la libertad del hombre lo mismo con<br />

un feble que por un ministerio. He visto el egoísmo neroniano<br />

desarraigando arteramente y de cuajo la libertad<br />

del pueblo, degradándolo con alcohol por todos los gobiernos.<br />

Y todo en nombre del patriotismo. Apóstoles de la hipocresía<br />

a quienes sería necesario restregarles con paja<br />

— 1324 —


EL LOCO<br />

brava a raz descarnada, porque lentamente van haciendo<br />

de los hombres un miserable hato de asémilas. Por eso me<br />

da ganas de mascar mi corazón y escupirlo en la cara de<br />

esos explotadores del patriotismo.<br />

Yo he visto corretear como espías o delincuentes a<br />

los ministros de Estado, cohechando senadores y diputados,<br />

degradados a la ínfima condición de meros<br />

cargadores.<br />

Yo he visto a los torpes y hábiles políticos, maquiavélica<br />

y burdamente burlarse de las leyes. Y supe entonces<br />

de la sonrisa diabólica en las penumbras, cuando el ciudadano<br />

soldado ha muerto en los campos de batalla al rigor<br />

de la ciega subordinación y constancia; pero cuando el<br />

hombre, cuando el ciudadano ha de ejercitar la libertad de<br />

su voto secreto, entonces.. . he oído silbar el látigo,<br />

He visto en el plebiscito del sufragio, a los mercaderes<br />

de la conciencia nacional, con el crucifijo en la siniestra<br />

y el rebenque en la diestra, imponiendo su voluntad<br />

al ciudadano, en recompensa de un feble. Y esos son los<br />

patriotas que piensan o con la digestión o con la cópula.<br />

Tal he visto hombres que así sacrifican sin asco su<br />

pueblo y su futuro, todo por atrapar un sueldo y un título:<br />

por subsistir a costa de la sangre y sudor del pueblo.<br />

Pero el día que los hombres, por humildes que sean,<br />

sepan de la fuerza resolvente que poseen en su libertad<br />

que consagra la Carta Magna, entonces habrá sonado la<br />

hora.<br />

Mas, estas gentes son esencialmente de<br />

compraventa. Y si no que prueben lo contrario. No sé que<br />

la oposición siendo mayoría haya llegado legalmente al<br />

poder, ni se ha visto jamás que nadie haya legado a<br />

ocupar una banca sin haber gastado plata, y mucho menos<br />

se ha visto que haya ocupado esos puestos de orientación la<br />

pobreza competente.<br />

La pobreza, por enorme que sea su preparación y<br />

capacidad, de hecho está excluida de todo sitio útil al instante<br />

y al porvenir.<br />

— 1325—


ARTURO BORDA<br />

¿Quién hay que pueda desmentirme con un solo<br />

ejemplo? Interrogo a todo un pueblo.<br />

Y me dio ganas de proferir a voz en grito algo que<br />

pudiera reaccionar a las gentes; pero, más bien, en llegando<br />

a casa me puse a escribir lo que sigue:<br />

El hipnotismo y la influencia personal son...<br />

Hombre, atiende y medita, porque te hablo de lo<br />

que te urge de inmediato, tu señorío en el hogar, en la<br />

sociedad y en la patria. Atiende, porque hablo a tu<br />

futuro.<br />

Considera que si cualquiera te obliga, quieras que<br />

no, a sabiendas o ignorando tú, a que cumplas su deseo,<br />

pongo por caso, el que sirvas de tercero en amor, que no<br />

es papel airoso, o que, por ejemplo, que sirvas de peldaño,<br />

o algo así, en política, es claro que te domeñó<br />

miserablemente, aboliendo tu libertad. Nada esperes de él,<br />

porque estás a su servicio obligatorio, incondicional y<br />

gratuito, si no te exige todavía el sacrificio de la vida, y<br />

todo porque no aprendiste a decir en tu corazón: —No<br />

me da la gana.<br />

Oye, atiende y considera.<br />

¿No comprendes?<br />

Temo no ser suficientemente preciso.<br />

Cómo se me agita y duele el corazón.<br />

;.Has sentido tu corazón?<br />

*<br />

Pero volvamos a nuestro asunto.<br />

Piensa que el verdadero déspota para tí es aquel que<br />

anula tu libertad; y no importa nada el que haya<br />

logrado e'lo por medio de mil embelecos, con babosas<br />

alabanzas;<br />

*<br />

— 1326 —


EL LOCO<br />

el resultado es el mismo que obligándote por medio de la<br />

fuerza bruta. Un tal proceder implica, a lo más, que en su<br />

opinión eres un marica. En cambio, si como sucede en las<br />

elecciones, te dan cínicamente cinco, diez, cien o mil pesos,<br />

o te ofrecen una curul o cualquiera ganga por tu libertad<br />

de elegir conforme a los impulsos de tu sangre<br />

o al dictado de tu razón, es porque están seguros de que<br />

tu libertad apenas vale lo que pagan por ella.<br />

Resulta, pues, lógicamente, que tu voluntad, tu<br />

idea y tu pensamiento, así como tus odios y tu amor, no<br />

valen lo que comen. Saben que eres inútil aun para dar<br />

tu voto en secreto, lo último de la incapacidad. Condición<br />

humillante para quien tenga siquiera un poco de<br />

vergüenza; dejar imperar en la libertad de nuestro<br />

secreto...<br />

Cómo se atraca la carcajada en mi garganta.<br />

Saben lo que bien quisieras ocultar: saben tus miserias;<br />

por eso subastan a pregón tu libertad,<br />

explotando los andrajos de tu miseria, lo sagrado de tus<br />

hambres y lo vil de tus impotencias y vicios.<br />

¡Levántate, miserable! ¿No vales nada más que un<br />

mendrugo de pan y un trago de alcohol? Mírate en los<br />

ojos de los de tu ralea.<br />

¡Oh, qué careo!<br />

El verdadero déspota o tirano es el que así<br />

envilece al ciudadano, y es mil veces más canalla que un<br />

legendario comprachicos inglés.<br />

Cuánta degeneración al fondo de la escala... ¡Y<br />

hay gobiernos que tal encubren y aun fomentan!<br />

Si hubiese un legislador honrado, penaría con la<br />

muerte la infamia de los compravotos, porque ellos son<br />

carcoma en el fondo mismo de la libertad.<br />

Esta inmoralidad ha llegado tan allá, que se ha hecho<br />

un instrumento de explotación asquerosa con el<br />

ciu-<br />

— 1327 —


ARTURO BORDA<br />

dadanó armado. Pero por lo menos ya se sabe que al soldado,<br />

aun en medio de la subordinación, no se le ha de<br />

insinuar, menos imponer, la venta de su voto libre y secreto,<br />

porque además de ciudadano el soldado es sangre<br />

de holocausto: es sagrado: en su honradez descansa la estabilidad<br />

nacional.<br />

Al soldado no se le ha de sobornar ni con el deseo;<br />

y quien tal hace es traidor a la patria, porque socava la libertad<br />

ciudadana, mancilla la honra nacional y degrada la<br />

condición humana.<br />

El gobierno que socapa la subasta del voto eleccionario<br />

libre y secreto se hace reo de infamia y declara tácitamente,<br />

con su actuación, que ese mismo soldado es sujeto<br />

de compraventa, mercancía que por tal manera queda<br />

a merced del mejor postor.<br />

¡A qué tajo ha caído la descendencia de los héroes<br />

por la libertad!, dijera yo si el soldado fuese lo que no<br />

quiero pensar que sea. ¿Cómo decir, pues, sin que se<br />

mancille el orgullo nacional, que el soldado es... No,<br />

imposible; aun hay esperanza: falta gritar en el corazón de<br />

los hombres el divino Sursum Corda.<br />

Hombre libre en hogar libre, rebélate en tus silencios<br />

y grita en el fondo de tu alma: ¡Yo! ¡Yo!, hasta que<br />

los átomos de tu ser tiemblen en los ecos.<br />

Hombre, ten conciencia de tu libertad y aprende en<br />

tu corazón a ser libre, primero de la tiranía de tus vicios:<br />

sabe repetir palabra por palabra y con furia el salvador<br />

¡No me da la gana!, y luego sabrás de la inmensa alegría<br />

del Yo quiero. Entonces no te confundirás más con los harapos<br />

espirituales del que por hambre o vicio vende su<br />

voluntad por un trago de alcohol y un mendrugo de pan.<br />

Sí, hazlo, dilo y pasa la voz; así no habrá motivo para que<br />

se te moteje de pueblo enfermo ni habrá derecho a tildarte<br />

de cholo.<br />

Pero sabe que cholo no es el artesano honrado y bien<br />

educado; mas, lo es, sí, el que subasta su libertad<br />

recibida<br />

— 1328 —


EL LOCO<br />

de gracia con la vida. Cholos, cholos y cholos hasta la médula<br />

son los que engendran hijos para la inclusa, los caballeriles<br />

de cara blanca y guante calado que contra los secretos<br />

dictados de su conciencia rifan su criterio por una<br />

curul o algo menos.<br />

Cholo es aquel a quien acusa su conciencia y<br />

masca en silencio la vergüenza de lo que es, sin ánimo<br />

ni fuerza de enmienda, porque sabe que cholo es<br />

condición transitoria y es sinónimo de ignorante y<br />

bárbaro. Todas las plebes: físicas, morales e<br />

intelectuales.<br />

Los mestizos Murillo, Medina, Lanza y<br />

Catacora, yendo de esclavos a mártires tienen la suma<br />

aristocracia de la libertad; mas, pueden haber Murillos,<br />

Medinas, Lanzas y Catacoras a parvadas, tan<br />

infinitamente cholos...<br />

Señores, y de la regia estirpe del héroe, son los indios<br />

Katari y los veinte mil que con ellos murieron al represar<br />

el torrente andino para ahogar en sus ondas a los<br />

chapetones opresores de la libertad.<br />

Hombre, escoge entre chola y señor, y el goce o<br />

pesar de lo que sea para tí.<br />

Sé radical tanto como puedas en la independencia<br />

de tu yo y harás la aurora de la gran libertad, pese a<br />

quien pese.<br />

Escritas estas páginas y pasados algunos años de su<br />

publicación, puedo constatar que en este orden no ha cambiado<br />

la condición moral del país; pero los más cholos tienen<br />

a muy alta distinción el motejar olímpicamente de<br />

cholos a todos los demás.<br />

Así es. Y sin embargo ¿quién americano mestizo no<br />

es cholo, desde el color hasta sus huesos, con todas sus derivaciones<br />

psíquicas? En tal caso cholo es el mestizo de<br />

cualquier pueblo del mundo.<br />

*<br />

— 1329 —


ARTURO BORDA<br />

Luego, por afinidad de ideas, quizás, se me ocurrió<br />

escribir esto porque también interesa al espíritu<br />

popular.<br />

Esto ya no es posible; todo malea. No obstante...<br />

Pero, ¿qué diablos me obliga; además eso requiere sacrificios.<br />

¿Qué? ¡Ah! Es cierto...!<br />

*<br />

Mas, la verdad es que ante la salvación colectiva del<br />

futuro, todo presente sacrificio personal es nada, por doloroso<br />

que sea. Y, tratándose de pueblos y razas, en este orden<br />

de cosas no existe el término medio: se sustenta o se<br />

extrae las raíces, porque la vacilación, el estacionarismo y<br />

las agonías son las remoras quebrantahuesos.<br />

Y como quiera que el yo es la raíz del individuo...<br />

Es decir, que la plenitud del Yo implica la libertad del individuo,<br />

del hogar de la sociedad y de la patria, y — lo<br />

que es más — de la humanidad.<br />

La conciencia del Yo en el individuo, arrastra inconsciente<br />

y violentamente todas las supremacías. No importa<br />

que esa conciencia sea silenciosa o muda para siempre,<br />

pero que esa idea sea carne en el corazón. Y esto hay<br />

que entender muy bien al pie de la letra y letra por letra.<br />

Cada cual atrape la verdad y luego ensaye, compruebe y<br />

medite, y verá que entonces surge del fondo de su conciencia<br />

la inmarcesible fuerza del Yo soy: la fe<br />

invencible.<br />

Jehová nos da el ejemplo.<br />

Cuando en la zarza inflamada de efluvios se revela<br />

Jehová a Moisés en el monte Oreb, ante el éxodo de la<br />

tierra de promisión, le ordena hablar al pueblo de Israel,<br />

y, conociendo la fuerza sugestiva de su propia conciencia,<br />

le dice: —Ve al pueblo y dile: Me envía, Yo soy.— Y<br />

luego agrega: —Yo soy quien soy. Este es mi nombre<br />

para siempre.<br />

Tal es el ejemplo más grande de la .conciencia de sí<br />

mismo. Pero no es todo; pues vemos vagar a Kristna en<br />

la<br />

— 1330—


EL LOCO<br />

legendaria India y aun oímos su voz que sopla: —Sepa el<br />

hombre justo, que lo que está por encima de todo es el<br />

respeto de sí mismo.<br />

Nada hay que agregar, porque quien respeta la libertad<br />

que Natura o Dios le dio no se abandonará a merced<br />

de la voluntad de cualquiera, sea quien fuese, desde<br />

Dios para abajo.<br />

Tal pues la conciencia del yo debe ser, por<br />

consiguiente tranquila e indomable.<br />

En el mismo cristianismo hallo el más formidable<br />

símbolo de la reacción de los caídos, y es creación no de<br />

Jehová, se llama Satán, el invicto en la tierra: la aspiración<br />

humana más grande hacia el dominio y la libertad<br />

infinita, tanto que tienta en la conquista del imperio de<br />

Dios mismo.<br />

Y así Satán logra su triunfo de su propia derrota,<br />

como la mujer saca fuerzas de su propia fragilidad.<br />

He aquí, pues, que sería lástima que con tales<br />

ejemplos el macho ceda femenilmente ante cualquier<br />

óbice. El, en pos de su ideal, debe, puede y tiene que<br />

exprimir de sus mismas impotencias y derrotas, los<br />

elementos de su victoria y gloria; pues basta pensar que<br />

aun con el último ansia de vida, por ser supremo, el<br />

hombre arranca a la muerte el laurel inmortal: el Héroe<br />

guerrero.<br />

Así que nadie debe desesperar mientras viva,<br />

Y me pregunto: ¿quién habrá tan fuerte en la vida<br />

para grabar eso indeleblemente en el corazón del<br />

Hombre?<br />

Pero la respuesta no se hace esperar y es precisa: la<br />

Madre.<br />

Admira cómo misión tan todopoderosa esté encomendada<br />

al ser más delicado. Ella hasta por pura vanidad<br />

deberá inculcar e inocular incesantemente en el hijo la<br />

suma exaltación de su Yo soy.<br />

— 1331 —


ARTURO BORDA<br />

Y aquí la madre abarca no sólo el destino del hijo,<br />

del hombre, sino de la especie.<br />

Se impone, pues, gritar en el oído de los necios y<br />

en el corazón de las hembras, el fundamento de aquello<br />

que debe constituir la altivez femenina, y decirles:<br />

—La mujer con el simple hecho de nacer ha adquirido<br />

los mismos derechos del hombre; éstos, a la pez que<br />

más amplia, se llaman Aire y Luz: la Vida. Pero ella, la<br />

Mujer, es más todavía: para nosotros, para los hombres,<br />

es la concreción rediviva de la eternidad, tiene la<br />

representación divina: lleva en sí el fermento del Origen<br />

caótico, el proceso latente de la existencia en las tinieblas<br />

de la sacrosanta matriz; es más que el hombre, porque es<br />

la Madre, por eso el hombre, rey de la creación, le rinde<br />

su vasallaje en oblación de amor.<br />

Hay más.<br />

Pero ya ascendemos en las zonas poéticas más sutiles<br />

de la verdad.<br />

Vuelvo pues a lo urgente.<br />

Es necesario que la Madre en el círculo de la<br />

patria, ya sea libre o paria, se rebele en el Yo soy de su<br />

propio Yo, siempre que se confabule sojuzgar el más<br />

nimio detalle en los derechos de su albedrío, aunque ello<br />

fuese en el amor, con amor y por amor, si ha de ser para<br />

su mal y para el hijo es el milagro de las tinieblas<br />

macrocósmicas en su seno, en su sangre, en su médula y<br />

en un soplo de la divinidad increada a través del hombre.<br />

Y a la juventud pletórica de vida hay que<br />

obligarla, en fuerza de sus propios ideales e intereses, a<br />

que burile en el corazón de las madres la altivez del Yo<br />

femenino; que con la del hijo vendrá, por herencia, la del<br />

pueblo. Así se tendría un país capaz de escalar las más<br />

altas cumbres del progreso. Es difícil calcular a dónde<br />

puede llegar un pueblo libre, consciente, indomable y<br />

ambicioso.<br />

— 1332 —


EL LOCO<br />

Con la conciencia de ser la incubadora de la Vida<br />

álcese la madre en una gran llamarada de rebelión,<br />

y sea cada sístole y diástole,<br />

así como cada idea y pestañeo,<br />

un gesto de la suprema protesta libre<br />

avasalladora y conquistador<br />

grabando incesantemente e indeleblemente<br />

en el alma de la prole;<br />

y en las auroras de los mañanas<br />

oirá el himno de gracia<br />

entonada por una gran raza.<br />

Pero es el caso que llegando a éste punto recobro y<br />

veo si es o no razonable o no lo que pienso, y, como en un<br />

repentino despejarse de las brumas, comprendo que el Yo<br />

soy de Jehová implica la suma de la sabiduría, lo cual para<br />

nosotros es ciertamente . . . igual, si nuestra voluntad se<br />

propone las conquista.<br />

*<br />

Como quiera que yo había escrito Jehová sin h, noté<br />

objetivamente que a Jehová le faltaba algo y no sabía<br />

decir qué era, por mucho que mirara y remirara. Así durante<br />

algunos meses, a pesar de que ese Jehová estaba escribiendo<br />

correctamente en otros escritos. Tal Jehová dejaba<br />

de ser Jehová todo por falta de una h de hombre, de<br />

macho.<br />

Pero en eso un alboroto en la vecindad inte-<br />

rrumpió mis divagaciones<br />

*<br />

Los vecinos que tengo son gente alegre, pues desde<br />

hace quince días no cesan de bailar a pesar de que hace<br />

cuatro que hubo una gran pelotera.<br />

Estuve escribiendo mientras ellos danzaban,<br />

otros cantaban, dándose los más a beber y cantar.<br />

De pronto oí una voz colérica y de seguida un<br />

bofetón. Todos gritaron e hicieron un gran movimiento.<br />

— 1333 —


ARTURO BORDA<br />

Cayó un mueble y se rompió la cristalería. Con tal<br />

motivo el alboroto arreció de lo lindo.<br />

Dejé de escribir y me tumbé en cama.<br />

Poco después oí pasos precipitados en el corredor.<br />

Al mismo tiempo apareció en la puerta una mujer que<br />

imploraba auxilio. En el mismo punto un hombre la tomó<br />

por los cabellos, mientras que otro que llegó en ese<br />

momento le atracó un puñetazo en la cara al primero, el<br />

cual tambaleó y rodó al suelo. Mientras tanto, los demás,<br />

que también habían llegado ya, se apiñaban con furia,<br />

sacudiéndose unos a otros golpe de ciego, sin averiguar<br />

a quién daban. La gritería era atroz y la trensadura<br />

incomprensible. Luego creo que alguien escapó; pues<br />

todos se desgalgaron en tumulto hacia la escalera,<br />

dejando libre mi cuarto.<br />

Al día siguiente unos y otros me quisieron hacer<br />

comparecer en calidad de testigo; yo, como es lógico suponer,<br />

argüí que no vi nada, pero ellos decían: —¡Cómo es<br />

eso! ¿No ha visto? Si estaba usted mirando. Entonces que<br />

jure.— Juré no haber visto nada. Y se fueron injuriándome<br />

a modo de verduleras, hombres y mujeres. Bueno<br />

estoy para servir de testigo a nadie. Si hubiera sido por<br />

mí, no sólo no les sirvo de testigo, sino que a todos los<br />

mando a la cárcel.<br />

Hoy todavía hay manchas de sangre en el corredor.<br />

En esta mañana se siente frío de invierno. Es muy<br />

raro. Posiblemente habrá comenzado a variar el eje de la<br />

tierra o quizá no es nada más que me hallo enfermo, lo<br />

cual es también posible como lo otro. Pero mi cama está<br />

helada y siento en la cara y en las manos como si tuviese<br />

careta y guantes de hielo. Frío, muy frío.<br />

*<br />

Me visto y salgo al patia La casa está silenciosa. El<br />

sol entibia el aire. Un enjambre de moscas se halla zumbando.<br />

— 1334 —


EL LOCO<br />

Dos horas malbaratadas en el ocio.<br />

Ahora sopla intermitentemente y leve el viento.<br />

Me hallo en un estado de pasividad deliciosa.<br />

Una mariposa gris descendiendo revolotea junto a<br />

los muros y luego se prende en el umbral de una puerta<br />

cerrada desde hace años.<br />

Muy apenas y a la distancia se oye una flauta.<br />

Han abierto una puerta.<br />

Ha pitado el tren.<br />

Se nota la agitación del poblado.<br />

*<br />

Ahora me doy cuenta que estoy caminando la calle<br />

Recreo.<br />

Suponer que la tierra es como una cascara de<br />

nuez y que en el centro existe un océano de fuego es<br />

inocente, con perdón de la ciencia del Siglo XX, es<br />

como suponer que donde hay aguas termales existe un<br />

volcán. Digo eso porque anoche vino la meditación,<br />

envuelta en sombras, y me dijo al oído:<br />

El centro de la tierra es sólido, porque su origen<br />

es el micro y su naturaleza el compuesto de lo mismo. El<br />

fuego de los volcanes es completamente local, se produce<br />

por la combinación de ciertas substancias químicas que se<br />

inflaman a determinado plazo. Ahora bien: como el inflamarse<br />

implica la violencia de una fuerza presionada, revienta<br />

el calor a modo de la dinamita, hecho que necesariamente<br />

deja un boquerón en la tierra. Y, según la calidad<br />

y cantidad de cuerpos químicos, el volcán se<br />

apagará o permanecerá en actividad. De la misma manera,<br />

una corriente subterránea de agua helada, pasando por<br />

un punto donde haya varias substancias químicas<br />

distintamente<br />

— 1335 —


ARTURO BORDA<br />

combinadas, dará a cada ojo de agua, obsérvese las<br />

termas, distinta caloría a la misma agua.<br />

Dijo, allá y desapareció. Y me puse a considerar<br />

que en nuestra atmósfera el fuego es la consecuencia del<br />

calor, éste del movimiento y el movimiento la necesidad<br />

de la fuerza, cósmicamente, la cual es la voluntad de<br />

expansión, mientras que la voluntad es el principio de la<br />

conciencia, una especie de cenestesia.<br />

Pero reaccionando advierto que estos asuntos no<br />

son propios de mis labios; sería necesario que más tarde<br />

considerándolas la ciencia oficial les de su autoridad.<br />

Por eso ahora no me atrevo a negar la<br />

inconsciencia aun de aquello que disparatadamente<br />

llaman seres inanimados o inorgánicos, como si la vida<br />

necesitase un órgano para ser; sin embargo puedo referir<br />

cómo un día, inflado de mi mismo subí a la cumbre más<br />

alta del Illimani y comencé a gritar, con la fuerza de las<br />

mayores vanidades de los hombres, desde que<br />

aparecieron en la tierra, diciendo: — ¡YO! ¡YO! ¡YO! —<br />

hasta que del éter, el agua y la tierra salieron millares de<br />

imanes químicos, a modo de bayonetas que me apuntasen,<br />

descomponiendo así, químicamente, mis tuétanos, mis<br />

huesos, los nervios, la sangre y los músculos, todos mis<br />

tejidos, todo mi organismo, el cual se iba dilatando por<br />

substancias efluviadas en el universo, mientras que mi voz<br />

se apagaba y mi conciencia se disgragaba. ¡YO!... iba<br />

desapareciendo insensiblemente en la indiferente eternidad<br />

a tiempo que iba volviendo en un, matándome de risa de<br />

de las ingenuidades que forjan los ensueños.<br />

Apostaría que estuve hablando en voz alta; pues<br />

veo que la gente pasa riéndoseme. Yo también sonrío.<br />

Los espíritus son burlescos, en su gran mayoría, y<br />

mi alma es tan simple, apesar de toda mi apariencia de malicia<br />

en mi conciencia, que cuando hablo de mis ensueños,<br />

esperanzas o ideales, necesito que las gentes me atiendan<br />

con la misma fe condescendiente que a los niños, porque<br />

de no ser así, caigo de golpe en lo más profundo de mis<br />

melan-<br />

--1336--


EL LOCO<br />

colías. Y lo más sarcástico es que cuando se burlan hago<br />

lo posible por dar, del modo más natural, una intención<br />

cínica a mis intenciones y, sobre todo, a mis palabras,<br />

para simular que me burlo de mi mismo.<br />

Así soy la víctima de los demás, pero como quiera<br />

que he pasado la vida en la observación de los seres, el<br />

más listo cae en la zona de mis análisis. Y si no es así por<br />

lo menos así debo creer para mi consolación.<br />

*<br />

El pasado es bello sólo por el recuerdo, porque lo<br />

destroza de todo lo nulo que tuvo el instante: involuntariamente<br />

nos empeñamos en suponer evidente la dulce mentira<br />

con que cubrimos un tiempo tan áspero y amargo como<br />

el presente.<br />

ODIO<br />

Cuanto más intensa e inteligentemente hayas vivido<br />

la impotencia efectiva en que se rebate el ambicioso o el<br />

infeliz, tanto más gozosa e inconscientemente serás, si hallas<br />

oportunidad, el mejor sayón del primer tirano que tengas<br />

a la mano: y tu venganza caerá como plomo hirviente<br />

sobre todos los hombres; en cada martirio que infrinjas<br />

resucitarán gigantescas y hercúleas una a una las impotencias<br />

de tu ominoso pasado.<br />

Quisiera hacer de tí el tirano más feroz, para que te<br />

vengues de la humanidad y al fin pueda entonces yo<br />

echarte un gargajo en la cara.<br />

RAZÓN<br />

Por impersonal que sea el odio, deprime: nos sentimos<br />

heridos, experimentarnos en el alma un movimiento<br />

de repugnacia y nos descompone un oculto malestar; en<br />

cambio el amor dulcifica nuestras amarguras, expande el<br />

alma y nos sabemos ser mejores aun.<br />

— 1337—


ARTURO BORDA<br />

AMOR<br />

Ten a través del espacio mismo, en tu idea y en tu<br />

voluntad, un impulso de cariño a mis desventuras;<br />

llegue a mi corazón tu espíritu como en un soplo<br />

vivificante; que mi alma, consolada y agradecida ya, te<br />

bendecirá solemnemente, elevándose enamorada en los<br />

horizontes.<br />

*<br />

La falta de criterio es la esclavitud misma,<br />

porque en tal circunstancia el ser se rinde ante<br />

cualquiera razón que se le oponga. En ese estado el valor<br />

y la audacia se agobian.<br />

Cuando en un pueblo son mayoría estos que deberíamos<br />

llamar cretinos, entonces el tirano es la floración más<br />

lógica, porque con el mínimum de audacia y de<br />

conocimientos se imponen. Tal para cual.<br />

He ahí que lo único que necesita el tirano para manifestarse<br />

enormemente es el primer impulso: conocer la<br />

situación espiritual de su pueblo y obrar en consecuencia,<br />

llevando la fe de que entre ciegos el tuerto es rey. Así, pues,<br />

si ahondamos esta psicosis colectiva, veremos que el<br />

tirano, en ei fondo, no busca ser lo que es, sino que, como<br />

fatal floración del medio, es el tipo impuesto por la<br />

voluntad inconsciente del pueblo.<br />

Por esa manera llegaremos a comprobar que si un<br />

hombre medianamente inteligente y que empujado por<br />

las circunstancias llega al gobierno, y sin embargo de<br />

tener aptitudes para el despotismo rehuye ser<br />

representante y conductor de un pueblo degenerado,<br />

necesita un tacto exquisito para no violentar las<br />

terquedades de tal hato de bestias, y no hombres, que lo<br />

que necesitan es el yugo. Pero entonces el gobernante que<br />

elude así su destino, merece profunda lástima, por<br />

cuanto que si continua con el manejo del Estado. ..<br />

Está comprobado que el peor de los males es<br />

entenderse con animales.<br />

— 1338—


EL LOCO<br />

Ahora bien. Si el mandatario no quiere hacerse conmiserar<br />

en el silencio de los hombres libres, no tiene mas<br />

remedio que ir resueltamente hasta las últimas formas de<br />

la tiranía, arrastrando todo el odio que atraen las violencias,<br />

y, en consecuencia, ser despreciado, ya que toda tiranía<br />

provoca el asco que da toda antihumanidad, o, por lo<br />

contrario, verse obligado a abdicar. Pero como quiera que<br />

las abdicaciones implican impotencia, en el concepto de la<br />

vulgata, y las impotencias son causa, casi siempre, de burla,<br />

la cual irrita y arrastra hacia la cólera que es la sin razón<br />

misma, resulta, pues, que al medio...<br />

Dicen que hasta cierto punto el medio es el mejor<br />

pedegago; pero no hay que dar crédito a todo cuanto se ha<br />

echado a volar.<br />

Si los candidatos a tiranuelos leen estas divagaciones<br />

absurdas, pueden sacar algún provecho, siempre que<br />

mediten, porque en éste país todavía ni aun los sacerdotes<br />

saben lo que es meditar, por eso no se oye ni un sólo sermón<br />

que despeje incógnitas y descubra nuevos horizontes<br />

a los esclarecidos cerebros y que arrebata imperdurablemente<br />

los corazones en el fuego sagrado del amor en pasión<br />

a Dios. Sin embargo es necesario saber que el alma del sacerdocio<br />

es la lírica. Pero lo que más pena me da es oír a<br />

estos pobres oradores sagrados en medio de los estertores<br />

de una larga agonía de todo lo sagrado.<br />

— 1339—


EL TRUNFO DEL ARTE


EL DÍA<br />

Hay una fuerza misteriosa que me impulsa a escribir<br />

estas líneas En períodos breves y no se lo que diré; pues<br />

no se me ocurre cosa alguna.<br />

Y estoy así, indeciso, temblando al sostener el lápiz<br />

sobre el papel, ebrio de olvido e incomprensiones, cual suele<br />

estar el alma en el sordo rumor de las ponderosas y enormes<br />

rotaciones de las masas de sombra en el insomio.<br />

Pero en éste momento dijérase que mi alma acaba<br />

de abrir todas sus fauces a la amplitud del infinito: ha bostezado<br />

por los cráteres de todos mis abismos y ha respirado<br />

una larga bocanada del aire húmedo y denso, soterrado<br />

en los tiempos inmemoriales, como en una exhumación<br />

instantánea de la eternidad.<br />

Mi alma tiene la absorción insaciable y fatal de los<br />

abismos: es la celosa tracción del caos y de los antros: es<br />

negra, traidora, infinita y profunda. En ella, al fragor de<br />

todas las más locas tormentas, hay danzas ingentes de espíritus<br />

malditos; mas, tiene también el silencio de los grandes<br />

amores y la serena calma de la muerte.<br />

Mi alma es la atracción de los vértigos: seduce y<br />

marea en la incomprensión de todas las<br />

desorientaciones; es al par rompeolas, imán y parrrayos de<br />

todos los tedios, de todos los mareos y melancolías, y<br />

también es la fascinación de las alegrías en el torbellino<br />

de los goces. Seres, amores y teorías, todo devora<br />

angurrientamente y sin cesar.<br />

— 1343 —


ARTURO BORDA<br />

¡Huid, pues, de mí oh, gentes! porque mi alma es<br />

el invisible sorbete de los tuétanos, sorbete de los<br />

nervios y de la sangre. Toda carne llega a mí<br />

tambaleando a vaciarse en mi pasión.<br />

¡Huid de mí, oh gentes! porque soy el secreto<br />

viviente de los misterios profundos, fermento de las<br />

tinieblas eternas, y hay en mí esplendores aun no<br />

intuidos.<br />

¡Huid de mí, oh gentes! ¡Huid; soy el<br />

loco! ¡Aja, ja, ja!<br />

*<br />

Pero ¿cómo se entiende? ¿Estoy solo? ¿A quién<br />

grito, pues, escribiendo así, con ira?<br />

Tengo miedo y estoy rendido, sin embargo de<br />

que una fuerza misteriosa parece haber guiado mi<br />

mano. ¿Serán las impulsiones subconscientes.<br />

LA NOCHE<br />

I<br />

¡Oh, grave inquietud! El aire ondula y cruje; se<br />

diría ser un frufrú de seda estrujada; pero no: es más<br />

bien algo como el pausado latir de un corazón atento: es mi<br />

sangre que oigo palpitar claramente en la pesadez del<br />

sueño que me rinde.<br />

II<br />

Así a medida que me dormía iba notando cómo<br />

poco a poco me volvía arena y roca. De esa suerte resulté<br />

ser la América.<br />

El Quijote y Sancho habían pasado ya el océano; y,<br />

tomando a la derecha un oculto senderito, iban trepando<br />

los inmensos Andes, llevando de tiro a Rucio y Rocinante.<br />

Todos cuatro estaban escuálidos, casi imperceptibles<br />

entre<br />

— 1344 —


EL LOCO<br />

las inmensas breñas. De tiempo en tiempo se detenían a<br />

conversar en un idioma sonoro y fluente; pero no se oía<br />

sus palabras, porque los vientos pasaban cantando sordamente<br />

formidables, arrastrando el himno de las cascadas<br />

que desde los hielos entre las nubes se despeñaban de<br />

abismo en abismo, conmoviendo los roqueros tajos. Luego<br />

los caminantes acamparon en una hoya. Sancho, tomando<br />

la lanza de don Quijote, dio con ella de firme en el monte,<br />

arrancando por tal manera grandes trozos de oro que los<br />

guardaba el zafio en las alforjas. Tanto hizo Sancho con la<br />

lanza en las rocas, que gruñendo el monte dio tal sacudón<br />

de terremoto, que echó a rodar escudero, bestias y caballero,<br />

hasta la orilla del mar. Entonces se desendacenaron los<br />

huracanes de la América al soplo de los espíritus autóctonos,<br />

quienes impulsaron las procelas del océano, el cual<br />

luego los escupió iracundo a escudero y caballero en las<br />

riberas cántabras, su lar de origen.<br />

*<br />

Después recobré la forma nativa, pero la negra profundidad<br />

de la noche era insondable; mas, en el lejano temblor<br />

de una estrella, vi llegar un espíritu luminoso,<br />

como el ángel temerón, que jugaba con millares de rayos<br />

de luz irisada, alborotando en las atmósferas, con sus<br />

inmensas alas, legiones de insuperables fantasías. La<br />

inmensidad comenzó a resonar con música de alas, de<br />

céfiros y de sonrisas de seres pequeñitos, casi incorpóreos<br />

e invisibles, que batían cendales sonoros de colores<br />

líquidos, transparentes y odoríferos, que los euros y los<br />

aquilones aventaban. El ángel, como a trasluz de las<br />

ondas estriadas de un torbellino, se movió aun más ágil y<br />

potente, haciendo temblar en retorciones amorosas el<br />

maravilloso éter de imágenes inmensurables ya: la<br />

actividad cósmica, desde los seres inorgánicos hasta los<br />

soles negros, muertos, en rotación macabra, chocando<br />

entre sí y con los mundos vivos, se convertían en<br />

nebulosas que luego se transformaban en soles, en<br />

cometas y estrellas esplendorosas; después comenzó a subir<br />

de la tierra un vaho calígeno que con las voces de todos<br />

los seres contaba a gloria en el bronce de las campanas,<br />

en arpas y en siringas, haciendo flotar al aire<br />

reberverantes cintillos multicolores, en esa locura de<br />

inauditas vi-<br />

— 1345—


ARTURO BORDA<br />

siones en que competían danzando los espíritus grandes o<br />

pequeños, perfectos o monstruosos, como en las fiebres<br />

por el esfuerzo de la respiración que se prolonga hasta<br />

reventar los pulmones. Entonces todo se inflamó en un<br />

rojo al blanco incomprensible, mientras que el arcángel<br />

bailando en el cintilar de las estrellas, — decía: — Loco,<br />

soy Escintila Arkángela — E hinchado asombrosamente<br />

sus pulmones absorbe la eternidad, soplándome en el<br />

pecho un huracán de fuego, con lo que me despierta.<br />

III<br />

La fiebre me quema la carne y el pensamiento. Que<br />

alumbrara pronto la aurora. Estas sombras... Hay no sé<br />

qué misteriosa espectación de los espíritus. Alguien anda de<br />

modo cauteloso en el espacio, el cual se estremece como al<br />

contacto del misterio en acecho. ¿Si será la visitación de<br />

Helionoto o de Luz De Luna?<br />

Sí: rumorea el sordo movimiento de un acerado cordaje<br />

y suena la hora. Las vibraciones huyen perdiéndose<br />

en el silencio. Luego...<br />

¿…<br />

No, tan misterioso. . No, no es un suspiro. ¿Será el<br />

vendabal que murmura?<br />

Mi alma está temerosa y triste, porque alguien sin<br />

forma me nombra y espera en la sombra.<br />

Esa voz silenciosa, casi un eco perdido, mi alma la<br />

reconoce; a su recuerdo mi espíritu palpita en el deseo.<br />

*<br />

Y no es Helionoto ni Luz De Luna la sombra que pasa<br />

ante mis ojos como sombra meditabunda en la penumbra<br />

del fondo sin fondo de los espejos.<br />

*<br />

— 1346 —


¿Loco! ¿Loco...<br />

EL LOCO<br />

UNA VOZ (en mi pecho)<br />

YO (mirando la sombra que pasa)<br />

Yo te vi, opalina sombra,<br />

no se cuando ni donde.<br />

De aquellas hondas tinieblas<br />

surgiste una vez<br />

¡oh divina Locura, célica sombra!<br />

y con amarga sonrisa,<br />

resecos los ojos,<br />

me miraste larga y fijamente.<br />

Estático y en silencio te amé.<br />

Luego esfumándote en el aire,<br />

a medida que llegabas,<br />

te perdiste cual la niebla.<br />

Hace tiempo que te busco delirando.<br />

¿Di quién eres tú que desde el misterio<br />

en el silencio me nombras y llamas?<br />

Ancioso oigo tu voz<br />

en el loco latir de mi sangre,<br />

llevando tu difusa imagen<br />

grabada en honda pasión.<br />

Mas en vano te busco<br />

lleno de amor y fe.<br />

¡Oh Helionoto, Luz De Luna o célica Locura!<br />

opalina sombra errante en el ideal,<br />

yo te llamo con el desgarrado grito de mi pasión<br />

inmerso en las inciertas ondas del deseo,<br />

y aun el orbe crepita con tan infinito amor;<br />

lo sabes y ni vienes ni respondes.<br />

¿Acaso en vano avisero los lejanos confines,<br />

alla donde todo yace sañudo, torvo y mudo?<br />

No, no en vano mi amor hipa<br />

estrangulando su congoja<br />

que se extingue en silencio.<br />

— 1347 —


ARTURO BORDA<br />

En éste arcano de mi alma<br />

¿es acaso que ya a nadie espero,<br />

ahora que el eco no me responde<br />

ni la sombra me sigue?<br />

*<br />

El buho ha zollipado y se oye el eco de los pasos<br />

de un transeúnte que se aleja.<br />

*<br />

Pienso en mí y advierto con terror, que no son mas<br />

que alucinaciones las que tengo. Soliloquio. Luego siento<br />

hallarme flotando fuera de mi mismo, en ignotos espacios,<br />

suave y dulcemente.<br />

Pero ¿quién aceza tan cerca de mi? ¿Como! ¡Qué<br />

raro! ¡¡Aja, ja, ja! Es mi propia respiración. Sí; oigo latir<br />

mi corazón: Tac, tac, tac... Es mi sangre.<br />

IV<br />

Necesito aire, mucho aire. Mi sangre hierve.<br />

Me levanto de cama, abro la ventana y salgo al balcón<br />

Hace frío. Garúa. En el cielo pasan los<br />

nubarrones, orlados con la suave luz de luna.<br />

Se oye el distante y metálico vibrar del golpe de<br />

una comba en el yunque, a modo de un silbo de aguja.<br />

En el azul tinto de la noche, los montes se recortan<br />

tinieblinos, hacia Oriente y Levante.<br />

Y, semejando el difuso reflejo de las estrellas en<br />

las charcas, se vislumbra el alumbrado público, cuya luz<br />

*<br />

*<br />

— 1348 —


EL LOCO<br />

clarea la niebla que pasa saturando la ciudad, la cual<br />

parece suspirar, presionada por un rudo tacón. Así la<br />

tierra, como si crujiera, eleva un sordo murmullo.<br />

Oigo que a lo lejos ladra un perro y acaso si algún<br />

gallo canta a deshora.<br />

Mas, ya siento acelerarse mi pulso. Mi cuerpo<br />

tirita.<br />

¿Cuántos grados tendré? Temo un nuevo ataque<br />

de fiebre.<br />

Creo que por esta languidez de tan larga convalescencia,<br />

todo lo siento y veo lejano, lúgubre y misterioso,<br />

lo cual reagrava al mal de mi cansancio y hastío.<br />

La niebla se compacta, la oscuridad aumenta y el<br />

frío se intensifica.<br />

V<br />

Paso el dintel. Cierro la ventana. Me acuesto. La<br />

cama está fría.<br />

La luz de la vela se opaca lentamente.<br />

En el comodín, junto al candelero, se ha posado una<br />

mosquita. Ahora se meza la cabeza con sus patitas delanteras,<br />

las cuales se frota después, satisfecha al parecer.<br />

Luego con las posteriores se limpia las alitas,<br />

enarcándolas. En seguida va rápidamente de uno a otro<br />

lado. Y alzando el vuelo se pierde en la sombra. Ahora<br />

solo se le oye zumbar.<br />

Con tal motivo me quedo mirando los extraños<br />

dibujos de las goteras en el tumbado.<br />

De pronto acechando y recogidas oscilan las<br />

sombras. La llama flamea. Alguien sopla; y sopla más y<br />

más: pues la llama se apaga. Y surgen la sombras en<br />

atropellado tumulto, cayendo sobre el pabilo.<br />

Tinieblas.<br />

— 1349—


ARTURO BORDA<br />

Siento una olada de sangre en mi cuerpo. Mi<br />

respiración se afana.<br />

Agitando las manos y sacudiendo la cabeza quiero<br />

borrar mi vida.<br />

VI<br />

Cruje el aire. Hay en las sombras furtivos andares.<br />

En agitación indecible se sacude mi ser, cual en atómica<br />

trituración, reavivando en mi vida opresa en<br />

congoja este anhelo de algo que ignoro.<br />

*<br />

¡ Ah! Vuelvo a reoir el sempiterno y vago gemido<br />

de mis noches sin sueño.<br />

¡Oh la hora maldita!<br />

Cuanta tiniebla...<br />

Mi corazón da un súbito vuelco<br />

y siento, en atropellado palpitar,<br />

un desesperado deseo de...<br />

¡Oh Señor! vuelvo a contemplar el lácteo tul<br />

que ondula,<br />

llega<br />

y se esfuma.<br />

Luego surgen allá dos espectros,<br />

y, como siempre,<br />

luchan en silencio, estrangulándose.<br />

Y soy yo mismo quien siente sus dolores.<br />

Pero... ¿Cómo?<br />

Aquella, sí, esa..» la<br />

reconozco: esa, sí, es mi alma<br />

¿Y ese otro es mi cuerpo...?<br />

— 1350 —


EL LOCO<br />

!Ah! ¡Gracias a Dios! Se<br />

desvanecen.<br />

*<br />

¡Uf ! Dijérase que circula fuego en mi sangre,<br />

mientras que mi cuerpo se laxa fatalmente. bajo<br />

este inmensurable e intangible peso que me asfixia.<br />

Que siquiera pudiese hablar. Jamás<br />

fue tan írrita y nula la voluntad.<br />

Pero ¡oh! ya retornan los espectros, dialogando con<br />

las cavernosas voces de los muertos olvidados en el eco de<br />

sepulcros vacíos.<br />

Cuerpo ingrato. ..<br />

*<br />

MI ALMA (asqueando)<br />

MI CUERPO (con dejo zumbón)<br />

¡Ah! ¿Ríes misericordiosamente, Alma mía? Pobrecica.<br />

. . ¡Aja!, ja, ja! Probrecica. . . ¡Aja, ja, ja!<br />

MI ALMA (indignada)<br />

¡Skipjack simborn!<br />

MI CUERPO (despectivamente)<br />

No ignoro, Alma, que estás en el paroxismo de tu<br />

dolor. . .; lo sé: pues te veo revuelta en tu agonía, ante la<br />

que tiembla de placer mi corazón. ¡Aja, ja, ja!<br />

Tal dicen y el aire se estremece con rechiflas de lejana<br />

y frenética muchedumbre que huye, mientras que la visión<br />

va desapareciendo en el silencio letal de una orquina<br />

sombra.<br />

— 1351 —


ARTURO BORDA<br />

Después de un intervalo, casi de siglos, reoigo las<br />

voces de mis sombras, pero hablan más<br />

misteriosamente.<br />

MI ALMA<br />

¿Y tiemblas, Cuerpo, porque el insomne dolor no<br />

tiene eco? Mira, más bien, para tu consolación, como allá<br />

ya se descorre el velo del último misterio.<br />

MI CUERPO (espantado ante la eternidad)<br />

¡Oh, Alma! ¡El letal mutismo...!<br />

MI ALMA<br />

¿Tiemblas, Cuerpo? Aun no hemos llegado al<br />

origen; apenas si estamos ante el primer velo de la<br />

muerte.<br />

Pero...<br />

MI CUERPO (absorto en la infinitad)<br />

MI ALMA<br />

Avanza intrépido, Cuerpo sin norte, mísera materia<br />

bruta; que el reposo de tus efímeros ardores será allá, la<br />

paz de tus penas duras.<br />

Aquí, Cuerpo mío, concluye el reinado de la carne.<br />

Este es el umbral. ¿Pasemos?<br />

MI CUERPO<br />

¡Oh! No. ¡Piedad, Alma mía!<br />

MI ALMA<br />

No desesperes ni tiembles, pobre carroña; pues<br />

quizá^ si en el último instante o tal vez en la solemne<br />

desolación del caos halles la necesaria paz que...<br />

En esto crepitan los átomos e invade en todo un sepulcral<br />

mutismo.<br />

— 1352 —


EL LOCO<br />

YO (angustiado)<br />

!Oh sombras nocturnas!<br />

pasad con vuestro séquito<br />

fantasmagórico,<br />

que no menos vigilantes ni menos<br />

falsos<br />

me son los séquitos con que los<br />

días van de Oriente a Occidente.<br />

Pasad claridades y sombras de la noche,<br />

que todos los minutos de vuestras horas<br />

me hallarán vigilando a vuestros horribles<br />

espectros que nacen y flotan sin ruido ni<br />

consistencia<br />

y luego se esfuman.<br />

Ya sin temor ¡oh raudas horas!<br />

que el sueño sólo me es ya un remoto<br />

recuerdo:<br />

mis ojos y mi pensamiento no duermen.<br />

Pasad, pasad en veloz carrera,<br />

no importa, pero no arrastréis a la nada<br />

el roto ideal empapado en el dolor.<br />

Huid ¡oh noches hidrogenas de insomio<br />

ahitas!<br />

que el Infierno juega ante mí con sus fatídicos<br />

espectros con danzas macabras,<br />

con solemnes meditaciones<br />

y risueñas perspectivas:<br />

sombras de extraña claridad<br />

que desde el anochecer a la aurora<br />

me sostienen en la vigilia,<br />

en un mundo sin forma;<br />

pasad por piedad,<br />

que teniéndolas os ansío<br />

con la curiosidad propia<br />

de quien se siente arrastrado.<br />

¡Pasad, pasad!<br />

Alma,<br />

tornado en calma<br />

me haces ver el piélago bravío,<br />

en el cual nuestro bajel<br />

— 1353 —


ARTURO BORDA<br />

— El Ideal —<br />

singla próximo a arribar<br />

a la ansiada costa de Levante,<br />

allá donde irradia la tibia luz<br />

de un esplendente sol<br />

de sosegada ventura y tierno amor<br />

Euros, ciclones y huracanes,<br />

tornados en céfiros, en cierzos y en auras,<br />

entonad cólicas canciones marinas<br />

y soplad empujando levemente la velera nao<br />

hacia la cercana costa<br />

de sosegada ventura y tierno amor.<br />

No bien lo cual dice mi Cuerpo, rutila el sol, soplan<br />

los vientos y se alborotan las aguas. Se oye el preludio de<br />

una música divina. Mas, pronto se elevan las densas brumas<br />

y tornan las tinieblas, empujando una inmensidad de<br />

silencio.<br />

¡Oh, diabólica noche!<br />

*<br />

MIS LABIOS (hablando en voz baja)<br />

Ojalá no retornen más estos fatídicos espectros, porque<br />

ya no se si he perdido o no la razón, o... No se.<br />

Mi cráneo parece que ha de estallar por el impulso<br />

interior de unas vorágines desatadas; mi corazón se<br />

halla a punto de reventar, en fuerza de su horrísono<br />

traqueteo, cual si fuese un volcán en erupción, cuyas<br />

iracundas luchasen con las revueltas olas de un<br />

estruendoso mar.<br />

Y éste torbellino de ideas sin sentido en que se pierde<br />

mi vida en pos del eterno enigma, es...<br />

Es inútil: allá donde escruto, ora sea con el sentir,<br />

ora con la vista o ya con la idea, ahí hallo perenne la inmutable<br />

interrogación, en el tiempo o en el espacio, en el alma<br />

o en la materia, hundiéndome cada vez más, por tal<br />

manera, en esta ignorancia e impotencia sin fondo.<br />

— 1354 —


EL LOCO<br />

MI CEREBRO (gravemente)<br />

Alma, di ¿qué resta de la luz, cuando cesa, y que<br />

del alma, cuando la vida huye? Alma, indaga el arcano y<br />

responde por piedad; porque (cómo creer que la muerte<br />

sea simple decentralización de la fuerza, cuando el alma,<br />

como mera resultante física del movimiento armónico,<br />

disgregada en lo infinitamente pequeño, transformando<br />

diversos cuerpos en distintos espacios y tiempos... y ello<br />

sin niguna relación entre las partes de lo que un día fue<br />

una conciencia, y, relación entre las partes de lo que un día<br />

fue una conciencia, y, Señor, sin conservar nunca mas el<br />

recuerda de su actividad anterior... ¿Es que el alma así<br />

dispersa, sin conciencia ya, será ora nube o roca como tan<br />

pronto escremento o suspiro?<br />

Si eso es algo espantable, ¿o sencillamente no tiene<br />

importancia?<br />

Pues entonces ¿qué pensar? ¿como obrar y para qué?<br />

El placer y el pesar, como el bien y el mal, ¿qué nos suponen?<br />

¿Cual es el objeto de la razón, de la ciencia, del<br />

amor y del arte? El oro y la miseria, el crimen y la virtud<br />

¿para que, si la vida y la muerte nada implican al fin?<br />

El infinito y la eternidad existiendo de un modo estúpido,<br />

sin objeto ni necesidad...<br />

Dios hecho un simple prejuicio ¿qué no supone<br />

ya...?<br />

Viviremos acaso sólo con el objeto de desenfrenar<br />

nos a destajo, para resultar un día bestializados y tume-<br />

factos en la covacha de algún hospital, o, en su defecto, sui-<br />

cidas, o en el patíbulo, por incendiarios y sacrílegos, por<br />

traidores y cobardes?<br />

Alma ¿sólo lo inútil es lo absoluto?<br />

Alma mía ¿no hay refugio en esta siniestra agonía?<br />

¡Dios mío! ¡Dios mío...<br />

— 1355 —


ARTURO BORDA<br />

Y queriendo formar un concepto claro de tales ideas<br />

sin forma, siento el distinto golpear de mi corazón,<br />

oyendo el zumbido de mi cráneo.<br />

El espacio gravita y me voy durmiendo.<br />

VII<br />

Y, a medida que se despejaba la niebla, noté que me<br />

hallaba en la pedregosa ceja del alto monte, bajo un cielo<br />

tenebroso, contemplando la inmensa soledad de la pampa,<br />

limitada al fondo por la enorme cordillera. Hacia el Oriente<br />

contemplaba lo fragoroso de la sierra; La Paz en la quebrada<br />

y su cementerio a mis pies.<br />

En lontananzas emergió una tempestuosa aglomeración<br />

de cúmulos que avanzaban entre cárdenos y negros<br />

resplandores, arrastrándose sobre las altas cumbres. Los<br />

vientos soplaban veloces y con furia, como lebreles desgalgados<br />

que levantando polvareda iban llanos y quiebras,<br />

trasmontando cimas, entre silbatinas y voceríos.<br />

A medida que llegaba la tormenta, el estruendo<br />

acrecía cual si fuese en la roca el choque de millares de<br />

cascos de bridones desbocados, batiendo al aire la crin y<br />

cortando el huracán, o como el bramar de los leones<br />

hambrientos y acosados en sus cavernas o ya a manera del<br />

traqueteo de enormes locomotoras rodando en graníticas<br />

gargantas.<br />

Tal llegó la tempestad, sacudiendo en vastas ondulaciones<br />

el éter y la tierra.<br />

UNA VOZ (saliendo de la tormenta)<br />

En tus ayeres ya sentiste el acerbo del amor; ahora<br />

atiende a la Verdad agria y brusca. Soy la Vida.<br />

Debemos cruzar innúmeros universos. Deslígate pues<br />

de tu cuerpo, para que con mayor velocidad que tu pensamiento<br />

atravecemos espacios y tiempos.<br />

Y desvaneciéndome al instante comencé a elevarme<br />

sobre el Orbe. La tierra era ya apenas una imperceptible<br />

lucecilla extraviada en la visión del infinito.<br />

— 1356 —


LA VOZ<br />

EL LOCO<br />

Todos los mundos que veas en estos espacios, y aun<br />

los que no adivines, son cada uno el centro del infinito en<br />

este eterno día formado por el constante concurso de las<br />

claridades cósmicas, esa magia de las penumbras iluminando<br />

los espacios sin luz. Esto demuestra la negación<br />

de la eterna noche que decantan los hombres. La noche<br />

con relación a la muerte, no es la noche, es la muerte. El<br />

que muere no duerme, muere. La noche apenas es un<br />

accidente de cada cuerpo sidéreo perdido en el eterno<br />

día.<br />

Dijo mientras yo avanzaba en el espacio. !Oh, como<br />

flotaba! En el tranquilo éter de un bello día no se desliza<br />

con más suavidad la golondrina ni con más amor pasa el<br />

céfiro en la superficie de las aguas dormidas; un rayo de<br />

luz no viaja con más rapidez que aquella que con delicadísimo<br />

placer y suavidad sin nombre hendía mi alma<br />

en el infinito.<br />

Mas, la fatiga de mi espíritu en su errar sin tino<br />

hizo que descansase en el más cercano mundo que<br />

hallé.<br />

Al través de la noche de éste mundo ¿ves aquella<br />

pequeñísima estrella?<br />

Y una mano diáfana extendiéndose en el espacio<br />

señaló el punto mas oscuro del cielo.<br />

LA VOZ<br />

Esa es la Tierra. Y tu cuerpo duerme allí.<br />

Entonces sentí elevarme nuevamente, alejándome<br />

con velocidad inconmensurable, cruzando órbitas y eclípticas<br />

de soles, de estrellas y cometas, aturdiéndome en el<br />

vértigo. Mi alma se hundía en plena inconciencia,<br />

avanzando siempre.<br />

Mira allá.<br />

LA VOZ<br />

— 1357 —


ARTURO BORDA<br />

Y vi el vertiginoso avanzar de un cometa que en silencio<br />

sepulcral chocó con un planeta.<br />

El choque de esos dos cuerpos desquiciados en millares<br />

de astillas luminosas semejaba un enjambre de<br />

cometas divergentes; lo cual me sublimó, abismándome en<br />

la contemplación de la celeste pirotécnica.<br />

LA VOZ<br />

Sigue, loco, a cualesquiera de esos fragmentos de<br />

mundo.<br />

Y yo, como una brizma absorbida por el vacío, así<br />

fui en el más pequeño ápice, el cual, después de cruzarse<br />

con millares de mundos, cayó en uno, sepultándose honda-<br />

damente en él.<br />

Quedé aturdido.<br />

LA VOZ<br />

Alma, volviste al punto de partida y tu pecho aun<br />

no ha respirado la segunda vez.<br />

Ahora bien: ¿dime, espíritu loco, estúpido asceta<br />

¿por qué buscas los imbéciles deleites de la idea razonada,<br />

hun- diéndote en tí con tus olores y angustias, huyendo<br />

de la gran ebriedad?<br />

Dijo. Y en mi corazón y en mi cerebro poblaron, en<br />

desesperado laberinto, todos mis recuerdos y todas mis esperanzas,<br />

todas mis ilusiones, hipando en un mar de llanto<br />

que con mi alma hecha girones estallaron en la más íntima<br />

queja a la voz de la Vida.<br />

Ven.<br />

LA VOZ (con acento severo)<br />

Inmediatamente, apesar mío, ascendí a regiones altísimas.<br />

— 1358 —


LA VOZ<br />

EL LOCO<br />

¡Pobre huraño ! ¿qué buscas en la existencia, sumergido<br />

en el color? Si parece que alguien hiciera eso, es<br />

porque para su ruda naturaleza el dolor constituye<br />

secreto placer. Verás que en los santos mismos su<br />

impávido resistir al martirio es sólo en la esperanza de<br />

gorar el galardón de un eterno deliquio. Advierte que en<br />

tales condiciones la esperanza es el mejor anestésico.<br />

Mas, echa de ver que ello es el máximo de la estupidez,<br />

porque se debe procurar ir a la delicia por medio del<br />

placer.<br />

Mira que confusio se hizo Dios no por redimir a la<br />

humanidad sino que fue al secreto placer del triunfo de<br />

sus días en su conciencia, es decir, por el Gran<br />

Egoísmo, por lo cual fueron también dioses, Cristina, el<br />

Budha Sidharta, Jesús, Mahoma y otros.<br />

Por el triunfo de la vida en la vida, fueron asesinos<br />

por excelencia, César, Nerón y Atila, Tamerlan, Napoleón,<br />

Gengis Khan y el Hohenzollern II.<br />

Yo soy. la Vida; atiende.<br />

Sabe que como todo y todos habrán de morir, y que<br />

muriendo jamás renacerás con su conciencia: los vientos de<br />

este mundo, que un día desaparecerá, disgregarán las partículas<br />

competentes de tu ser.<br />

YO<br />

¿Y el arte? ¿Y la perfección de la última familia?<br />

Por toda respuesta estalló la más sonora carcajada<br />

que imaginarse puede. Al inaudito restallar de esa<br />

burla el éter se sacudió en infinitas ondulaciones. La<br />

tierra tembló en millares de estremecimientos.<br />

Los imperceptibles sepulcros, impotentes para<br />

sopor-tar en sus concavidades semejante estruendo,<br />

después de<br />

— 1359 —


ARTURO BORDA<br />

repercutirla détilmente, crujieron, se desquiciaron y<br />

rodaron por tierra, esparciéndose huesos rajados.<br />

Mientras sucedía eso, se levantó de los amarillentos<br />

osarios algo como un himno de blasfemias, de suspiros y<br />

plegarias, de ayes y risas.<br />

Y así los montes sonorosos iban repercutinedo la estridente<br />

carcajada que se alejaba.<br />

Después, cuando ya todo era silencio en las alturas<br />

en que me hallaba...<br />

LA VOZ (sarcásticamente)<br />

¿De qué arte o de que perfección de la última familia<br />

hablas, si al paso en que va la humanidad no tardarán<br />

los seres en nacer decrépitos en el germen del cansancio<br />

que arrastra a las sociedades?<br />

Mártir del alto fin, yo te hablo, yo, la Vida.<br />

El cultivo de las virtudes como medio de perfección<br />

para la última familia es la quimera de lo absurdo, es la visión<br />

de los necios, conduce a estrellarse contra lo inútil.<br />

Atiende.<br />

Desde el más sabio al más estúpido de los hombres,<br />

desde que el mundo es y hasta que deje de serlo, siempre<br />

estarán acordes en buscar nada más que sus íntimos placeres.<br />

Este es el único sentido práctico. El ideal no<br />

mueve a la efectividad.<br />

Se, pues, en tu propio goce, egoista hasta el delirio:<br />

busca tu contento. Mas, si para ello es necesario el<br />

placer y la risa de los demás, se pródigo de tu egoísmo;<br />

pero si para tu satisfacción es necesario el dolor del resto<br />

de la humanidad, entonces tala, roba, viola y asesina.<br />

— 1360 —


EL LOCO<br />

Vive el presente en toda su intensidad, porque<br />

apenas dura un instante, casi nada: el continuo pasar;<br />

Vive el presente y ¿qué te importa el pasado? Ello es lo<br />

que no será nunca más. El futuro ¿qué te supone? ¿Quién<br />

le pondrá valla, ni quién dirá lo que será el segundo a<br />

venir?<br />

Avaramente aprovecha tu tiempo y no olvides que<br />

sólo vale y perdura la sugestión del ejemplo.<br />

Ahora observa tu patria en su ayer, hoy y mañana.<br />

Y al instante vi en el fantástico horizonte de la<br />

Aé-rica una forma de pulpo enorme que avanzaba entre<br />

rayos; pero a medida que llegaba fue tomando las trazas<br />

de un macho cabrío. Le seguía una larga y famélica corte<br />

de sátiros y furias.<br />

SATÁN<br />

Aun hay tiempo para el logro de nuestro fin. Aprovechad<br />

angurrientamente las primeras horas, antes que<br />

despierte el monstruo inocente y feliz.<br />

Obrad. Obrad. Y venga el oro, que allende los<br />

mares la crápula nos llama.<br />

Al oir tal orden, las impúdicas gabelas pulularon a<br />

millones, insicionando sus uñas sucias en el lozano<br />

cuerpo del monstruo que dormitaba, el cual despertando<br />

exangüe y tarde ya, vio segada a ras la mies áurea de su<br />

vasta heredad; mas, colérico entonces, en vano se esfuerza<br />

por moverse.<br />

Así impotente, vencido sin lucha, gruñe su estertor,<br />

sorbiendo su propia sangre, mientras que con burlescas risotadas<br />

las utéricas furias le acongojan su agonía.<br />

SATÁN<br />

¡El oro! Venga el oro, que el jolgorio nos llama. ¡El<br />

oro! Quiero oro y sólo oro. Oro y nada más que oro, oro,<br />

oro y oro.<br />

*<br />

— 1361 —


ARTURO BORDA<br />

SÁTIROS Y FURIAS<br />

Señor del hondo Orco, el monstruo está ya exhausto:<br />

talados los campos, vacíos los auríferos senos, raso el<br />

cielo, estéril la tierra y el sol calcina.<br />

Dancemos, pues, Señor del hondo Orco, que ya sólo<br />

queda miseria y llanto en estos lares.<br />

SATÁN (furioso)<br />

Perros infames! ¿No habéis oído? ¡Oro, oro y siempre<br />

oro!<br />

LAS GABELAS (asustadas)<br />

Señor, el monstruo, falto de sustento roe ya sus<br />

propios miembros.<br />

SATÁN (angón-lento y desdeñoso)<br />

Que se roa las entrañas ¿y a mi que? Digo que<br />

venga el oro. ¿Entiendeis, idiotas? Digo que quiero oro y<br />

no más que oro.<br />

Llenemos arcas y saciemos instintos, que lo demás<br />

es nada.<br />

Quiero oro, oro y sólo oro. ¿Oís?<br />

LOS CACIQUES<br />

Aun queda, Señor, un recurso: las visceras del<br />

monstruo son de oro.<br />

LAS GABELAS<br />

El corazón, último tributo, hace tiempo que fue<br />

arrancado, y lo que resta se halla en putrefacción.<br />

SATÁN<br />

Quedan los intestinos.<br />

— 1362 —


EL LOCO<br />

LAS GABELAS Y LAS FURIAS<br />

Eso hace marras que fue escanciado.<br />

SATÁN<br />

¡Oh, demagogos! ¿no sentís cómo cosquillea en el<br />

orgasmo el candente placer? Partamos pues, que en los<br />

antros del otro mundo nos ansian los espasmos.<br />

CACIQUES Y GABELAS (muy alegres)<br />

Primeramente dancemos, Señor, en loor al triunfo.<br />

¡Loor y gloria al mando sin ley! ¡Loor y gloria!<br />

¡Loor y gloria! ¡Gloria, gloria!<br />

¡Gloria, gloria!<br />

TODOS (a una voz)<br />

SATÁN (dando volteretas)<br />

Dancemos y partamos antes de que el monstruo resurja<br />

de sus cenizas.<br />

Tal Satán gruñió más que habló, mientras que desnudas,<br />

lascivas y avaras, entre caciques y sátiros, las furias<br />

y las gabelas se arremolinaron en diabólica algarabía;<br />

sus cuerpos fosforescían hinchados de lujuria, como pulpos<br />

en celo.<br />

Mientras sucedía eso los restos del monstruo, descompuesto<br />

en glutinosa y movediza pudre, se fueron metamorfoseando<br />

lentamente, una parte en ave caudal y la<br />

otra en escamosa sierpe.<br />

Entre tanto Satán y su corte, incendiando el cielo<br />

mismo, desaparecían en el horizonte.<br />

Pero en eso se elevó en el espacio el ave caudal,<br />

suspendiendo en sus aceradas garras a la vengadora y<br />

escamosa víbora.<br />

— 1363 —


ARTURO BORDA<br />

Tal hendieron el firmamento, como al soplo del huracán,<br />

en pos de la diabólica corte.<br />

*<br />

YO (mirando azorado)<br />

Eso es repugnante. ¿Qué significará?<br />

LA VOZ<br />

¿Es por terror, por inepcia o vergüenza, que no<br />

comprendes? Nota que si sólo buscas lo digerido, jamás<br />

verás la naturaleza de las cosas.<br />

Lo que viste, siendo un símbolo, prueba, además de<br />

otras cosas, que la hipocresía es. . .<br />

Digo mal.<br />

Echa de ver que solo una supina ceguera te impide<br />

ver que el disimulo en las abdicaciones y en las vilezas<br />

humanas apenas si son un miserable reflejo de la<br />

hipocresía cósmica.<br />

Y ello tiene su honda razón de ser: hay que vivir;<br />

así ha comprendido el espíritu de conservación, cuya<br />

fuerza alcanza a todo ser latente, sea en el aire, en el<br />

fuego, en el hierro o en la roca.<br />

¿Qué esperas pues? Pierde el asco y la vergüenza y<br />

anula tu conciencia: se hipócrita y audaz. He aquí el sine<br />

qua non de los triunfos humanos.<br />

YO (lleno de ahogos y melancolía)<br />

No hace mucho que oí la voz de la conciencia. Fui<br />

poseído por ella y su fiscalización ha aclarado todas las faces<br />

de mi existir, aumentando sin cesar la angustia de mi<br />

corazón, porque vi que impelido por el hado ciego hago el<br />

mal que detesto yendo en pos del bien que anhelo. Así distinguí<br />

bien claramente los males emanentes aun del<br />

mis-<br />

— 1364 —


EL LOCO<br />

mo bien; y deteniéndome un instante en medio de mi<br />

tránsito volví a ver el pasado, luego, prosiguiendo la<br />

jornada, temblé escrutando en mis anhelos y en mis<br />

esperanzas.<br />

LA VOZ<br />

Imbécil... Reconcentra tu mente en la falacia<br />

sideral y procede en consecuencia.<br />

¿No ves cómo la tierra finge nirvánica quietud, disimulando<br />

por tal manera su inaudito rebullir? ¿No<br />

advertiste como el sol parece nacer en Oriente y ponerse<br />

en el Ocaso, cuando es la tierra quien gira en sentido<br />

contrario? ¿Es que no ves como la celeste esfera aparenta<br />

cada veinticuatro horas, perder la claridad de su eterna<br />

luz? Es que tu mente no comprende como la tierra parece<br />

limitar al espacio en los horizontes, siendo que el hecho es<br />

contrario? ¿No observas como la sombra simula descender<br />

del firmamento, cuando es la tierra quien la ocasiona? ¿Es<br />

que nunca meditas que el infinito y la eternidad, y esto<br />

solo en su forma visible, causan el horror sublime del<br />

silencio y la quietud en tanto que se opera el vértigo de<br />

las velocidades incognoscibles y de ios estruendos<br />

inimaginables? ¿No advertiste acaso como el presente<br />

aparentando nacer del futuro es una consecuencia del<br />

pasado? ¿Es, por ventura, que no echaste de ver como<br />

todo cuanto existe es solo a condición de succionar la vida<br />

a todo lo que resta fuera de nosotros?<br />

¡Ciego! ¡Mil veces ciego! Todo está a tu vista y no<br />

miras nada.<br />

¡Lucha, goza y vence: vive! Sacude tu abulia. ¿Qué<br />

pretendes? ¿Es que hasta ahora no entendiste que la<br />

humanidad, siendo producto directo de la hipocresía<br />

cósmica, vive de ella, en ella y para ella? ¡Oh, reacio<br />

bestia! ¿te espantan los engaños de a tilde de la mísera<br />

especie? ¡Bah! Aprende del Gran Todo, es decir, se falaz<br />

aun para tí mismo, como El.<br />

Yo te hablo, pobre loco, yo, que inútilmente vago<br />

en la eternidad, en éste insondable arcano de lo infinito,<br />

com-<br />

— 1365—


ARTURO BORDA<br />

poniendo el Todo. Me llaman la Vida. Soy la constante evolución:<br />

y así solo he visto crearse, existir y luego desaparecer<br />

millares de mundos, en los cuales, a semejanza de este,<br />

seres que nacen, engendran y luego mueren, multiplicándose<br />

al parecer sin término. Y así siempre, hasta que la<br />

última familia de que hablas, ya en el límite del progreso,<br />

desaparece juntamente con el cuerpo terrestre, después de<br />

haber devorado vanamente lo inútil del espacio infinito.<br />

Así desaparece lo que existe, dispersándose en lo inmensurable<br />

del Gran Todo, que soy Yo, la Vida. Y Yo, la<br />

Vida, te digo: — Lo único absoluto en absoluto es lo Inútil:<br />

todo carece de utilidad para lo que fue, es y será.<br />

Pero ahora mira el mundo.<br />

Y al instante vi que la tierra se iluminaba de una siniestra<br />

coloración; y, cubriéndola de polo a polo, bullía en<br />

ios continentes la algazara humana.<br />

Todo se movía. Sísmicos remezones brechaban el<br />

fondo de los mares, de los llanos y de los montes; los volcanes<br />

vomitaban platónicas rocas al impulso de la incendiada<br />

lava; las gigantes olas de los iracundos mares carcomían<br />

la rocalla de los litorales, y los desencadenados aquilones<br />

soplaban con furia, enloqueciendo agua, cielo y tierra.<br />

Entonces, con la tristeza del tiempo perdido en vencerme<br />

y anciando ya la bullanguera embriaguez, grité al<br />

mundo, desde la etérea altura.<br />

YO<br />

Loor, mil veces loor a la crápula; porque durando<br />

apenas un instante, la existencia pasa con levedad de olvido.<br />

Sí, camaradas, un constante desenfreno sea nuestro<br />

porvenir. Apurad, camaradas, la gran borrachera; pues que<br />

la muerte se viene galopando y nos pisa ya los talones.<br />

— 1366 —


EL LOCO<br />

No os importe el más allá, ese profundo silencio y<br />

quietud que es un gran símbolo de la resignación de los<br />

débiles, de la impotencia y de la muerte, de lo inútil y del<br />

estorbo de la danza.<br />

Pero digo mal, oh valientes camaradas, no, es el estorbo<br />

de la danza; desde aquí veo que en el ondulante rodar<br />

de la turbulenta algazara, sin fijaros pulverizáis, a<br />

fuerza de zapateo, los rendidos e impotentes cuerpos de<br />

vuestros padres mismos, caidos al peso del orgasmo, los<br />

cuales se levanten no más que en la polvareda, para secar<br />

el sudor de vuestras fatigas.<br />

Sí, os veo, villanos; mas, por ello mismo, ¡gloria al<br />

constante desenfreno en lujuria la gula y la borrachera!<br />

¡Gloria a las depravaciones ante la majestad de la misma<br />

muerte! ¡Gloria, gloria!<br />

LA VOZ<br />

¿Sientes esa constante carcajada, hiriente, que<br />

flota en el espacio a semejanza de un mortífero vaho? Es,<br />

¡oh, sempiterno soñador!, la mofa del brutal beso de los<br />

labios que separa a las almas ansiosas de un deliquio.<br />

Ante una tal advertencia reobró en mi todo un pasado<br />

de ensueños, de amor y miseria. Y me hundí al<br />

instan-te en la eterna sombra de la melancolía.<br />

……………………………………………………………<br />

….<br />

¿Quién sabe que tiempo permanecí así? Yo ignoro;<br />

solo recuerdo que desperté como de un sueño muy<br />

largo, al influjo de la misteriosa voz, la cual me ordenó<br />

que volviese a mirar el mundo. Y torné a verlo rodar. Le<br />

miré de hito en hito.<br />

YO<br />

¡Oh, camaradas de infamia! cantemos a los viles<br />

placeres: cantemos a la gloria de todo desenfreno, de todo<br />

vi-cio y de toda abyección, porque solo tal es la vida<br />

plena.<br />

— 1367 —


ARTURO BORDA<br />

Y de la subasta de la carne humana, del remate público<br />

del placer, del mercado de la conciencia, de<br />

buhardas y aposentos regios, de lupanares y garitos, de<br />

templos y cárceles, de hospitales y manicomios, en fin, de<br />

las religiones y la prostitución, de todo el mundo,<br />

acompañando con la autoridad de las huesas comunes y de<br />

los sepulcros o imperiales, pontificios brotó con<br />

horroroso estruendo.<br />

LA VOZ (que decía)<br />

Viva el crimen, la única fuerza o virtud del<br />

mundo.<br />

Y haciendo coro a ese grito, cuyo timbre hizo temblar<br />

la luz, se oía por todas partes el son de la gaita, del<br />

clarín, de la trompeta y del tamboril, resonando confusamente<br />

entre el desfallecer de los sucios espasmos, entre los<br />

besos rabiosos, al chocar de los vasos, el restallar de las<br />

carcajadas histéricas que agitaban el éter con maravillosa<br />

sensualidad de la febril danza en libertinaje.<br />

Tal la humanidad borracha en olajes de morbosa lujuria,<br />

iba dando tumbos en repugnante mezcla de pretores<br />

y monjas de niños y viejos, de cenobitas y rameras, cubriendo<br />

el mundo de Oriente a Occidente y de Septentrión<br />

a Mediodía.<br />

En esa mar de ebriadades, las gentes caían extenuadas,<br />

semejando espectros procreadores en las náuseas y vómitos<br />

de su propia borrachera. Eran hienas y lobos humanos,<br />

zorras y chacales, ululando de lascivia.<br />

Entonces, con el corazón espumante de asco y rabia,<br />

en la imposibilidad de exterminar de un puntapié toda esa<br />

porquería, grité, muriendo de dolor.<br />

YO<br />

Por el triunfo de la vida ¡Viva Yo!<br />

*<br />

Luego la misteriosa voz habló<br />

algo que ya no oí,<br />

mas recuerdo que su acento,<br />

rompiendo con sonora claridad<br />

— 1368 —


EL LOCO<br />

el silencio de mi alma rendida,<br />

llenó mi alma con una extraña bulla<br />

que tiene algo de la algazara de la vida<br />

repercutiendo en las tumbas,<br />

algo de la voz de un Dios<br />

resonando en los prostíbulos,<br />

algo del siniestro crujido de la tierra<br />

al peso de los humanos crímenes,<br />

algo del rumor de los frescos labios<br />

besando obligados el rastro del amo vil,<br />

en fin, algo de la tumefacta carne del rufián<br />

violando las conciencias<br />

y quemando con su sangre impura<br />

la suave carne de las vírgenes.<br />

¡Oh! Algo muy extraño de un dulce rumor<br />

y de un siniestro estruendo<br />

tiene esa voz que me habló<br />

cuando desperté con los nervios crispados,<br />

considerando que todo lo que oí,<br />

lo que sentí,<br />

dije y vi,<br />

acaso no sea nada más<br />

que la chillería de los deseos<br />

en la sangre olvidada.<br />

VIII<br />

Esta pesadilla ha dejado en mi alma un doloroso<br />

sentimiento de agitada amargura, la que todavía se excita<br />

al influjo de los extraños rumores de la tempestad de<br />

aquesta lúgubre noche.<br />

El furioso vendaval, queriendo arrancar batientes y<br />

ventanales, finge el rumoreo de gnomos burlescos o de<br />

irritados malignos que en trágica algarabía, ora vuelan,<br />

reptan o brincan, resoplando afanosamente.<br />

Se oye sollozos y blasfemias en una lejana<br />

silbatina.<br />

…………………………………..<br />

El vocerío de los vientos se aleja, la lluvia cesa y<br />

a lo lejos retumba el trueno.<br />

— 1369—


ARTURO BORDA<br />

Por fin concluye esta agonía; pero...<br />

¡Señor! Reaparece el lácteo tul y se extiende<br />

vastamente, formando el páramo de mis horas negras.<br />

Sí, ella es. Entre alma de granito flota incierta<br />

y muda la divina Locura, y...<br />

El tiempo dormita...<br />

¡Oh soledad del alma!<br />

En esto mi cerebro se desvanece nuevamente, cual<br />

si fuese en un sueño mortal.<br />

IX<br />

No era una voz, era. . . No sé qué; pero comprendí<br />

cómo me invadía una onda de aliento y esperanza; y emergiendo<br />

de todo cuanto abarca la idea, en el fondo del alma<br />

mía decía<br />

LA VOZ<br />

*<br />

*<br />

. . Criminales o virtuosos,<br />

sabios e imbéciles,<br />

ateos o idólatras,<br />

todos, en fin,<br />

más o menos clara en el fundamento de la vida<br />

tienen algo que es la imagen sin forma<br />

de lo Que o Quien gobierna la existencia.<br />

Es un hecho de conciencia universal y eterna<br />

la inconsciente aceptación de Eso inconmensurable.<br />

cuya misma estructura anula;<br />

pero en muchos se opera esa lucha<br />

terrible y sin tregua,<br />

en que de una parte la razón<br />

lo analiza y descompone todo,<br />

— 1370 —


EL LOCO<br />

mientras que de la otra,<br />

esa conciencia de algo inmortal y mudo,<br />

incorpóreo y siempre en vela,<br />

y que, a despecho de la humana razón,<br />

impone, fascina, obsesiona y subyuga,<br />

arrollando con su forma incomprensible<br />

de menos que nada,<br />

y que por ello mismo es incorruptible.<br />

YO (bajo una tibia laxitud, como un eco)<br />

¿Menos que nada...?<br />

LA VOZ (dentro de mi conciencia)<br />

Observa cuanto abarquen ya sea la vista o tu<br />

mente.<br />

*<br />

Y un invisible poder descorrió las intangibles<br />

som-bras.<br />

Inmediatamente sentí multiplicarse mis potencias.<br />

Así vi pasar millares de millones de constelaciones, hasta<br />

que caí rendido.<br />

LA VOZ<br />

¿Qué puede la razón humana<br />

en su instantáneo centelleo<br />

ante el inmutable persistir del Eterno?<br />

Apenas si la razón es un mero accidente,<br />

y en su incongruencia<br />

tan pronto afirma como niega la misma cosa:<br />

es notable;<br />

en tanto que Eso o El,<br />

ni afirma ni niega:<br />

abarcando el Todo,<br />

en su forma incomprensible de menos que Nada,<br />

sólo existe a través de la Eternidad.<br />

YO<br />

¿Qué hacer entonces?<br />

— 1371 —


ARTURO BORDA<br />

LA VOZ<br />

Con estigio silencio respeta ese sentir, y no más,<br />

Ásete a la fe. ¡Cómo te hace falta!<br />

Observa a la humanidad en sus etapas,<br />

en sus pueblos y razas,<br />

y verás que al través del elemento,<br />

de la bestia y del ser,<br />

siempre ha presentido a ese Algo<br />

como a punto convergente e irradiante<br />

de la existencia.<br />

No dudes.<br />

La razón cual un juguete inútil<br />

tan pronto te ha de convencer en el pro como en<br />

(el contra<br />

y del espíritu loco de esa controversia,<br />

moliente y sin tregua,<br />

habrá de nacer la sardónica esfinge de la Duda,<br />

mutable, para mayor tormento.<br />

YO<br />

Sí,<br />

con esta insaciable duda de todo y de todos<br />

¿dónde y a qué hora hallar sosiego?<br />

Segundo a segundo,<br />

sin reposo,<br />

Dios se hace duda,<br />

la Vida y la Muerte, duda,<br />

el placer y el pesar,<br />

como el baldón y la gloria, duda.<br />

Todo, entidades, seres y cosas, duda.<br />

¡Oh! ¡Misericordia: la duda<br />

se hace duda!<br />

Cada segundo<br />

LA VOZ<br />

...es una duda.<br />

Y en estas tenebrosas ondas<br />

en que minuto a minuto zozobras,<br />

— 1372 —


EL LOCO<br />

en vano clamas auxilio.<br />

Mira: tu clamor se hace duda...<br />

Tal dijo. Y yo sentí hundirme en las<br />

profundidades de mí mismo. Luego, sin saber cómo,<br />

igual a una burbuja de aire puro que asciende desde el<br />

fondo de las infectas aguas, en cuya superficie estalla,<br />

dilatándose en la inmensidad, así, como si fuese el eco de<br />

mi edad primera, repetí<br />

YO<br />

¡Oh, Señor!<br />

desde este instante de suprema sinceridad,<br />

¡guíanos por piedad!<br />

¡Piedad por ellos!<br />

¡Piedad por mí,<br />

oh invisible<br />

Rey de los Siglos,<br />

inmortal e invisible!<br />

LA VOZ<br />

¡Oh, Loco!, hora es ya, que, para tu reposo en tí y<br />

fuera de tí, te advierta que nadie se debe cosa alguna:<br />

todo emerge del pasado, desde el segundo inmediato.<br />

El prístino instante de la creación fue el decreto<br />

del último.<br />

Piensa que un sí no expresado en la más remota<br />

generación pudo haber suprimido de cuajo millares de<br />

seres ilustres en la ciencia, y en el arte, cambiando con<br />

ello el rumbo de la humana historia.<br />

Considera a Voltaire en la miseria y a Cristo en la<br />

opulencia.<br />

Medita en aquello del Gran Fatalista: —Lo que<br />

está escrito, escrito está.<br />

¡Oh, Loco!, apenas si sois los accidentes de las meras<br />

formas de un desconocido medio en gestación hacia<br />

un fin incognoscible.<br />

— 1373 —


ARTURO BORDA<br />

Y ahora que la paz sea contigo.<br />

Dijo y calló.<br />

*<br />

En eso sentí hundirme en el olvido y en las sombras<br />

de la agonía. Yo miraba cómo mi existencia se iba acabando<br />

a modo de un hilo tenso que se desgasta; y un frío que<br />

subía y subía. Era el fin la invasión de la muerte, la muerte,<br />

la muerte...<br />

*<br />

……………………………………………<br />

……………………………………………<br />

……………………………………………<br />

………<br />

Como a medida que despertamos de un sueño profundo<br />

y creyésemos oír alguna misteriosa voz que nos llamase<br />

desde el recuerdo de alguna lejana agonía, así me<br />

decía a la sordina.<br />

LA VOZ<br />

¡Loco! ¡Loco!...<br />

Después hubo un gran silencio. Yo advertía en mí<br />

la serenidad augusta de quien sale durmiendo aun de las<br />

tinieblas del Origen y<br />

LA VOZ (como una resonancia en el recuerdo)<br />

Loco, ¿recuerdas...?<br />

*<br />

YO (resucitando comencé a respirar por toda<br />

respuesta)<br />

— 1374—


EL LOCO<br />

LA VOZ<br />

¿Qué sucede, ¡oh! desventurado?<br />

No sé. . .<br />

YO (suspirando)<br />

LA VOZ<br />

¿No adviertes cómo vas resurgiendo de la muerte v<br />

entras nuevamente en la vida?<br />

YO<br />

¿Vida? Muerte. . .<br />

Sí.<br />

No.<br />

LA VOZ<br />

YO<br />

LA VOZ<br />

Has lo posible por reponerte y recordar cómo<br />

dispusiste tus días en tu existencia anterior, en aquella de la<br />

que acabas de salir<br />

YO<br />

Pasado…<br />

LA VOZ<br />

Sí; tu pasado<br />

YO<br />

¿mi pasado?<br />

—1375—


Tu pasado.<br />

LA VOZ<br />

YO<br />

No recuerdo.<br />

LA VOZ<br />

ARTURO BORDA<br />

Digo que recuerdes lo que fuiste.<br />

YO<br />

¿Yo fui?...<br />

LA VOZ<br />

Digo que si alguna vez no recorrió una onda de calofrío<br />

en tu ser, al asfixiarse tu corazón en el deseo de algo<br />

o alguien más allá del bien o del mal, del tiempo y del<br />

espacio?<br />

YO (con sutil estremecimiento)<br />

¡Ah! Sí. Es verdad. Mi corazón... (Aquí el recuerdo<br />

que se inicia vuelve a desaparecer).<br />

LA VOZ<br />

¿No hubo algo que conmovió profundamente tu existencia?<br />

YO (sacudido por una onda inexplicable)<br />

¡,Já, ja! (Cantando)<br />

Los albores<br />

en los rigores<br />

de la adversidad...<br />

Los albores...<br />

LA VOZ<br />

Repórtate, desdichado.<br />

—1376 —


YO<br />

EL LOCO<br />

¿Presciencia! ¡Presciencia!<br />

LA VOZ<br />

Loco, ¡torna en tí!<br />

¿Cómo?<br />

YO<br />

LA VOZ<br />

Que te rehagas digo.<br />

YO (agitado por mi torbellino de recuerdos)<br />

jAy de mí! Tri, raríííí... Rara, rarááá... ¿Cuándo<br />

será? Un día, dicen que el progreso... Pero, lará, larááá...<br />

LA VOZ<br />

Muy bien. Prosigue, pobre Loco.<br />

YO<br />

La duda...<br />

Mas ¿quién eres, misteriosa voz?; ¿de dónde<br />

vienes?<br />

Acaso...<br />

LA VOZ<br />

Continúa. Tú eres el...<br />

YO<br />

¿Yo soy?<br />

LA VOZ<br />

Sí y has por recordar lo que fuiste. Recuerda.<br />

— 1377 —


YO<br />

ARTURO BORDA<br />

Es en vano. ¡Estas tinieblas! Estas eternidades que<br />

giran en torno mío... ¿Es que no estoy en parte<br />

alguna?<br />

LA VOZ<br />

Habla. Habla.<br />

YO<br />

¿Quién soy y dónde me hallo sin contactos?<br />

LA VOZ<br />

Mira, Loco. Tu conciencia efervesce en el siglo caótico:<br />

en el alma de las edades pretéritas y futuras; es la<br />

gestación del advenimiento de una gran epifanía en la noche<br />

de los siglos.<br />

Mira y espera, Loco, en la angustia de tu alma,<br />

que de ahí saldrá un espíritu universal y eterno, la<br />

comprensión del alma mater.<br />

YO (mirando lo innombrable en las tinieblas)<br />

¡Misericordia, Señor!<br />

LA VOZ<br />

¿Ya comprendes?<br />

YO<br />

Oh!, la augusta eternidad...<br />

i<br />

LA VOZ<br />

Perfectamente. Ahora di, ¿cuál es la idea que en<br />

este momento resurge en tí?<br />

YO<br />

¡Ah!... Sí, ya veo... Pero en mi mente pasó como<br />

una ráfaga.<br />

— 1378 —


Habla, habla, Loco.<br />

YO<br />

Es A... A...<br />

LA VOZ<br />

Sigue. Sigue.<br />

YO<br />

EL LOCO<br />

LA VOZ<br />

A... Ar... Ar-te. ¡Arte!<br />

LA VOZ<br />

Bien. Y ¿le conoces?<br />

¿A quién?<br />

Al Arte.<br />

YO<br />

LA VOZ<br />

YO<br />

¿Al Arte? No sé; pero una vez vi surgir de las tinieblas<br />

una célica sombra, la divina Locura, la cual con triste<br />

sonrisa y resecos los ojos, me miró fija y largamento,<br />

desapareciendo después, en silencio; luego, no sé cuándo, la<br />

vi vagar incierta en el páramo, entre graníticas almas.<br />

¡Oh, alma mía!<br />

LA VOZ (hablando consigo mioma)<br />

Pobre Loco. Que vea y sepa de lo sublime y divino<br />

de la locura: el Arte inmaculado.<br />

— 1379 —


ARTURO BORDA<br />

Dijo, y ante mi vista comenzó el movimiento de<br />

las enormes nebulosas, las que fueron compactándose<br />

hasta formar el mundo. Y me hallé en una llanura sin<br />

fin.<br />

*<br />

El naciente arrebol de la aurora y la débil luz del<br />

plenilunio en ocaso acrecían la infinita desolación de la<br />

pampa, poniendo espanto en el ánimo; pues el<br />

connubio de tan vagas luces inmaterializaba la yerma<br />

llanura, por la que pasó una sombra igual a una<br />

exhalación.<br />

*<br />

Bajo el sol canicular, al medio día, le he visto en<br />

el ermitaje. El era. Pobre Loco: llegó jadeando,<br />

corriendo sin tino ni concierto, abrazado a su pergeñado<br />

manuscrito, macilento, con la hirsuta melena tendida al<br />

aire y mal encubierto con sus andrajos.<br />

El era. Sus ojos tenían un inmenso fulgor de fe<br />

y su astrosa miseria atraía con el silencioso prestigio de<br />

una magna seducción.<br />

Pobre Loco: sangraban sus pies. Y paso, estáticos<br />

sus ojos, mirando algo invisible en el espacio. Y se fue<br />

velozmente, esfumándose minuto a minuto en las<br />

reverberaciones del desierto.<br />

Creí ver en el éxtasis el ansia de la vida en<br />

vértigo.<br />

Un día, algo como en la bruma de un olvidado ensueño,<br />

cuando amorosa y pausadamente el crepúsculo de<br />

la tarde variaba incesantemente el malabar de sus celajes,<br />

oyóse pasar, resbalando furtivamente el tañer del Ángelus,<br />

inmersando de serena melancolía el apasible paisaje, en<br />

cuyo esfumado horizonte se vio flotar un punto oscuro.<br />

Transcurría el tiempo y las impalpables gamas crepusculares<br />

se diluían en el gris violáceo de la tarde.<br />

Entre<br />

*<br />

— 1380 —


EL LOCO<br />

tanto avanzaba rápidamente el punto oscuro, hasta que se<br />

vio ser el Loco.<br />

Y llegando despavorido, en marcha rectilínea,<br />

entró al pueblo a tiempo en que se hallaban en<br />

jolgorio niños y viejos, amos y zagales, y aldeanos o<br />

poetas. Todos se estremecieron al ver llegar al Insano, el<br />

cual se abrió paso en la multitud con sólo el poder de sus<br />

acerados ojos, los cuales se miraban en un invisible<br />

espejo. Y dijo<br />

EL LOCO<br />

El que tenga oídos, oiga.<br />

Luego calló un instante, durante el cual se hizo el<br />

silencio en la turba lugareña. Y prosiguió de esta suerte<br />

EL LOCO<br />

Si alguien hay incomprendido y animado de alto designio<br />

o grande amor, venga hacia el eterno errante de<br />

tiempos y espacios.<br />

*<br />

Oído lo cual los comarcanos no entendieron y tornaron<br />

al baile, bien es cierto que tristes, inquietos y compasivos.<br />

De esa suerte desoído el Insano, cruzó el pueblo.<br />

Poco después, estremecido y absorto en sí, pasó el<br />

camposanto, desapareciendo lentamente en las sombras<br />

noctiferarias.<br />

………………………………….<br />

Pero, a pesar de todo, quedó grabada en el<br />

sentimiento de los comarcanos la extraña imagen del<br />

viajero, despertando incesantemente la somnífera lucha de<br />

los deseos, con el recuerdo y la esperanza, tanto en la<br />

agitada palpitación de sus corazones como en sus mentes<br />

calenturientas por el no sé qué.<br />

*<br />

— 1381 —


ARTURO BORDA<br />

Pasados los días, veían, a todas horas, algo como en<br />

un diáfano mundo latente, ora el borbotar de sus odios<br />

y amores o ya el de sus desalientos y designios, todo ello<br />

en confusión con las imágenes de sus seres amados que<br />

flotaban al través del tiempo ido. En seguida oíase, entre<br />

misteriosos rumores, el lejano murmullo del recuerdo de<br />

los torrentes de los arroyos, de las fontanas y surtidores;<br />

después en las vaguedades de extraños mediostintes, veían<br />

mil y mil veces sus propias imágenes, redivivas en sus horas<br />

infantas.<br />

Y la angustia aumentada, porque en las nubes y<br />

en la tierra veían también resurgir los paisajes<br />

rememorantes de sus venturas.<br />

De este modo tan pronto oían el eco de las voces conocidas<br />

tarareando cantilenas, cuyo recuerdo contrista, como<br />

tan luego aquel confuso murmurar de las plegarias<br />

en la edad primera.<br />

En medio de tal sucesión de fuerzas, de seres y de<br />

cosas, pronto surgente en el loco devaneo de las sombras,<br />

en fantasmagórica ronda, los seres amados que al venir se<br />

desvanecen y reaparecen huyendo sin cesar, evocadores<br />

de los instantes de una grata paz, de amor o de gloria.<br />

Después hay intervalos en los que dijérase que el<br />

alma de los hombres queda vacua y muda; mas, al punto<br />

el abejeo del silencio finge los chasquidos de húmedos besos<br />

en lo denso de la noche o en las diurnas claridades<br />

connubiadas con luces artificiales, dando así un tinte<br />

cadavérico a las ojerosas y lánguidas parejas, bailarinas<br />

al compás de citas y amor.<br />

Se oye de repente una sutil y vaga armonía que<br />

trae el aire suave de las misteriosas lejanías.<br />

En esto súbitamente esplende la luz canicular, la<br />

cual va a morir en las penumbras cimeras, protectoras de<br />

cuerpos jadeantes. Se oye crujir de sedas y rasgarse ropas;<br />

suspiros y acezos en desmayo. El éter al punto se satura<br />

con vaho de sangre acre.<br />

— 1182 —


EL LOCO<br />

Entonces, en medio de las fantásticas y mágicas<br />

brumas, se elevan suavemente las más bellas formas del<br />

Arte en el esplendor de un nuevo día de ensueños, el cual<br />

finge ser la eclosión pletórica de los gérmenes en-la<br />

exhultación de todas las armonías.<br />

………………………………..<br />

Es así cómo en una desorbitada confusión en cerebros<br />

y de corazones rebullen los anhelos y recuerdos,<br />

cual si quisiesen contactarse las penumbras de los<br />

crepúsculos de la mañana y de la tarde.<br />

En esta constante agonía de vida y muerte de los<br />

labriegos, luchan sus torturadas almas como si en el arcano<br />

crisol resurgiese el alma poética de ignotas edades.<br />

Pues, como se ve, muy hondamente debió haber roturado<br />

el insano en el alma de los hombres, porque todavía,<br />

muchos años después, siempre al toque del Ángelus,<br />

salían silenciosamente los lugareños, como sumergidos<br />

en la angustia sin por qué, y así escrutaban largamente en<br />

lontananza, hasta que hecha la noche, adormecidos y envueltos<br />

en la melancolía, soñando en las lejanías<br />

espectrales del recuerdo, volvían a su lar, esperando<br />

siempre en vano la vuelta del Insano.<br />

*<br />

Una tarde de crepúsculo índigo, mucho tiempo después,<br />

le vi echarse al Loco en las salobres aguas de la<br />

opuesta orilla del ancho mar.<br />

*<br />

Por donde quiera que vamos el tiempo parece dormitar:<br />

nada conturba la calma. En la soledad sólo se oye<br />

el silencio, nada más.<br />

La tierra húmeda jadea cual tremedal bajo el ardiente<br />

sol. En la berroqueña garganta el torrente se despeña<br />

somnífero.<br />

— 1383 —


ARTURO BORDA<br />

Un pesado sopor de canícula se dilata en el<br />

trópico.<br />

Hay en el bosquejo algo así como el borbollar de un<br />

hervor general: revoloteo de aves e insectos a millares;<br />

rugidos y ululares de las bestias en celo, que, elásticas y<br />

contráctiles, pululan haciendo crujir a su paso la hojarasca,<br />

requebrando los jarcíales de abedules y moras bajo la<br />

fronda milenaria.<br />

Y canta el ruiseñor.<br />

El Insano se detuvo<br />

y el canto oyó.<br />

Mas dijérase que de pronto moría el bulbul<br />

entonando arias tristes.<br />

Fue una leda resonancia nemorosa en el oquedal;<br />

tan lejana se le oía.<br />

Pero de pronto,<br />

como recuerdo que resurgiera de ignotas edades,<br />

hubo un preludio de rapsodias en crezzendo;<br />

silbos alegres en trinos mañaneros,<br />

cercanos o distantes<br />

de soplos o duetos en variantes mil.<br />

En eso enmudeció el gárrulo encanto,<br />

simulando parlar con su mismo gorgoritar.<br />

Así el ruiseñor modulaba,<br />

horas tras horas,<br />

cuitas graves,<br />

picarescas fanfarrias y el Ave María<br />

si no el Gloria in excelsis Deo,<br />

ladina y maravillosamente entrecortado<br />

con sonatinas y rondoes.<br />

De tal modo el oculto<br />

ruiseñor simulaba llorar y reír a<br />

la vez, modulando églogas,<br />

encantando, por tal manera,<br />

el ánima suspensa del Insano.<br />

— 1384—


EL LOCO<br />

Luego el trino fútil imitó<br />

la tremolina del salterio<br />

o de una loca mandolinata,<br />

aparentando el eco de su propio cantar,<br />

cual si se hundiera<br />

en el recuerdo de inmémores edades;<br />

pero al instante restalló una neurótica<br />

risotada en el ansia de su gorgoritar sin por<br />

qué.<br />

Y enmudeció el canoro sortilegio.<br />

Pero el Loco permaneció absorto,<br />

aun mucho tiempo después,<br />

cual si oyera todavía.<br />

*<br />

Entre tanto el sol se hundió enrojeciendo cielo<br />

y tierra.<br />

En seguida se internó el Loco en el bosque,<br />

siempre con los ojos fijos en el misterio.<br />

Y las sombras noctiferarias emergiendo de la<br />

tierra salpicaron de estrellas la esfera.<br />

Dilatadas las pupilas en el espacio entró un día el<br />

Loco a Cosmópolis. Andaba cual si fuese impelido por un<br />

invisible poder.<br />

Y así, atropellando cuanto se le oponía, entró a la<br />

Gran Basílica Bancaria, donde en el momento subastaban<br />

conciencias como si dieran la comunión en el Oficio<br />

Divino.<br />

Su maltrecho talante produjo general azor<br />

amiento. Y ello subió de punto, cuando<br />

*<br />

EL LOCO (a voz en grito, dijo)<br />

Si alguien hay incomprendido y animado de alto<br />

designio<br />

y grande amor, venga hacia el eterno errante de<br />

tiempos y espacios.<br />

— 1385 —


ARTURO BORDA<br />

Pero las gentes no hicieron otra cosa que mirarle entre<br />

curiosas y despectivas, poniendo inmediatamente el alma<br />

en el pregón. Y cuando sonó el oro olvidaron por completo<br />

al Insano.<br />

Así, preterido en medio del insultante lujo de los<br />

cosmopolitas, mal encubierto por sus andrajos, salió el Loco<br />

bisecando entre dientes algo que no alcancé a entender.<br />

Después le vi que resplandeciendo efluvios atravesaba<br />

las largas y suntuosas avenidas, dejando siempre la<br />

imperecedera huella de sus pies.<br />

Y se fue, cruzando llanos y montes.<br />

Y los días pasaban y el Loco andaba y andaba sin<br />

cesar, visitando las villas y las urbes, todas las mansiones<br />

y las cabañas.<br />

*<br />

EL LOCO (clamando siempre su eterna muletilla)<br />

Si alguien hay incomprendido y animado de alto designio<br />

y grande amor, venga hacia el eterno errante de<br />

tiempos y espacios.<br />

*<br />

Una tarde, era la hora del crepúsculo, el Loco por<br />

fin terminaba la travesía de un inmenso desierto, el cual<br />

finaba en un barranco a tajo de talud que desaparecía al<br />

descender en un abismo sin fondo. El Insano calculó la profundidad<br />

que se perdía en las tinieblas y se dejó resbalar.<br />

Los del grueso de la comitiva quedaron espantados al borde<br />

del abismo; pero uno que otro de los harapientos que<br />

no teníamos nada que perder en la muerte, resbalamos tras<br />

él, ebrios de no sé qué desmayos o ensueños, opresos los pechos<br />

en la angustia y el deseo de lo desconocido.<br />

Atropellando cuanto se le oponía y clamando en todos<br />

los lares llegó el Insano a la conmovida Europa.<br />

— 1386 —


EL LOCO<br />

Legiones de hombres morían contorcionados en la<br />

desesperación, gesticulaban horrores.<br />

Las belígeras huestes se batían tanto en el cielo<br />

cuanto en la tierra, como cima y dentro de la procela de<br />

los mares.<br />

El fragor de la lucha atronaba la inmensidad de los<br />

tiempos.<br />

En el espacio, al furor de los aquilones y entre<br />

arremolinadas nubes, luchaban impávidos los nautas del<br />

alto éter.<br />

…………………………………..<br />

Olvidado de sí e incansable en el fragor de la<br />

guerra fantástica, el haraposo corría de uno a otro<br />

bando, tendida al aire la hirsuta melena, crispados los<br />

nervios y estáticos los ojos, clamando siempre cual si<br />

fuese con el murmullo misterioso de la ignota Hélade.<br />

EL LOCO<br />

Si alguien hay incomprendido y animado de alto<br />

designio y grande amor, venga hacia el eterno errante de<br />

tiempos y espacios.<br />

*<br />

Mas, era inútil. Las hordálicas huestes de cielo, de<br />

tierra y mar, no exaudieron el clamor del Insano, porque<br />

atronando en el espacio los estampidos bélicos acallaron<br />

su potente voz de esperanza y de paz. Pero sordo al mundo<br />

exterior, ebrio de su propia conciencia, siguió diciendo:<br />

Si alguien hay incomprendido y animado de alto<br />

designio y grande amor, venga hacia el eterno errante de<br />

tiempos y espacios.<br />

Y así hasta que un día avanzaron los vencedores, envueltos<br />

en el voluble aura de la victoria, taconeando<br />

los<br />

— 1387 —


ARTURO BORDA<br />

muertos tendidos en la red de infinitas vías, esterilizando<br />

la tierra con mil toxinas.<br />

Entre tanto los derrotados huían en el huracanado<br />

clamoreo de las impetraciones y blasfemias de los heridos,<br />

emponzoñando sus almas en el asco y el odio hasta la<br />

muerte, mientras que —¡oh paroxismos de las agonías largas<br />

j— ¡as heroínas hembras aprestadas por la ley marcial,<br />

defendiendo los últimos reductos, confundidos con decrépitos<br />

y párvulos, chamuscaban sangre, carne y pudre, al<br />

fuego de la pólvora, anublando así sus aquilinas pupilas rebeldes<br />

a las cataratas del llanto sagrado.<br />

………………………..<br />

Y llegó la noche. Los serpentinos rayos de las metrallas,<br />

tajando el lóbrego de la fatídica hora, iluminaron<br />

las sombras a tiempo en que el Insano llegaba a las ruinas<br />

de la biblioteca o el templo.<br />

El lúgubre soplo de los vientos fingía salmodiar el<br />

pavoroso de profundis clamabat o el doliente miserere<br />

de los tiempos, gimiendo en los huesos insepultos.<br />

De hinojos y entre las tinieblas razgadas por las centellas<br />

llegó el Insano a donde un día fue el ábside de la reliquia<br />

de los siglos. Entonces, sobrecogido de espanto, notó<br />

que entre los fragmentos de los mármoles pulidos por el<br />

amoroso beso de las edades, oraban los espectros de César,<br />

de Federico el Grande y Napoleón, los cuales se hallaban<br />

esfumados por las sombras de Beethoven, de Shakespeare,<br />

de Buonarotti y Goethe, mientras que Dante entonaba un<br />

siniestro canto, con voz de infierno, al que hacían coro Hugo,<br />

Hornero, Cervantes y Colón, Bolívar, Washington y<br />

San Martín.<br />

……………………………<br />

De pronto estalló el vómito de la bombarda, taladrando<br />

las sacras ruinas. Cayó en escombros un muro y<br />

rechinaron las mutiladas estatuas, cual si fuere un quejido<br />

que saliese de los abismos. Hubo un temblor de angustia en<br />

los espectros y en la noche.<br />

— 1388 —


EL LOCO<br />

Crujió la tierra y pasó un estremecimiento de la<br />

eternidad.<br />

Entre tanto los céfiros, los euros y los huracanes, gemían<br />

concertados al pasar, algo así como en arpas<br />

cólicas o en los órganos abandonados. Hubiérase dicho<br />

que los vientos salmodiaban una fantástica vigilia para la<br />

vieja Europa, bajo el dombo de la noche inmensa.<br />

Luego, de los escombros, a semejanza de los<br />

secretos en la caja de Pandora, la tristeza de los dioses se<br />

dilató a los cuatro vientos. Y pasó por el mundo una onda<br />

de malestar profundo.<br />

Después de la aurora, enlutada por la tristeza humana,<br />

anunció el orto del sol, ante el cual los espectros se<br />

esfumaron lentamente.<br />

…………………………..<br />

En eso, el Loco, abismado en su inmutable tristeza,<br />

atravesó las sementeras encharcadas con la sangre de las<br />

vírgenes, de los donceles y de las madres, de todas las impotencias<br />

y de todas las esperanzas, arrastrando así el maldito<br />

légamo.<br />

Un atlántico estruendo conmovía aun a la vieja Europa<br />

cuando el Insano desapareció en el horizonte, con los<br />

ojos fijos siempre en el misterio.<br />

*<br />

Anestésico al parecer el raro peregrino proseguía su<br />

ruta fatal, dejando por donde iba la roja e imperecedera<br />

huella de sus pies. En tanto las zarzas y las púas del rastrojo<br />

le iban desgarrando poco a poco sus andrajos a la vez<br />

que sus magras carnes.<br />

Mas, y era un misterio, a su paso, como eco de su alma<br />

sinfónica, todas las ecoicas concavidades resonaban armonías<br />

sutiles.<br />

Así avanzaba el Insano, ya trepando breñas, atravesando<br />

selvas, vadeando ríos, saltando riscos y<br />

peñasca-<br />

— 1389 —


ARTURO BORDA<br />

les, siempre con sus pupilas fijas en el misterio, lijando sus<br />

rótulas en todas esas ascensiones. De tal modo tramontó<br />

mil cumbres.<br />

Un día, en el silencio hiperbóreo del ártico, detuvo<br />

se de pronto, anheloso, y, a modo de un lebrel que olfatea<br />

en el azul, escrutó largamente el Septentrión.<br />

………………………<br />

Poco después se oyó un misterioso ludir en toda la<br />

inmensidad; pero el mutismo y la quietud invadieron de<br />

nuevo en la extensión helada.<br />

………………………..<br />

Pasada la angustia de una larga espectación, lentamente<br />

comenzó a matizarse el cielo con suavísimas pinceladas<br />

de medias tintas, ora lilas, esmeraldas y mordorees,<br />

ora de ocre, cinabrio y púrpura o ya de opalescencias tornasoles<br />

y de chispazos de dardos encendidos que hendían<br />

la inmensidad. Pero luego fue desapareciendo aquella fascinación.<br />

Y súbitamente eclosionó palpitante la aurora boreal<br />

a modo de cortinajes multicolores, inflamados por ráfagas<br />

de tenues o brillantes gamas, que, meciéndose en la infinitud<br />

con febriles o pausados vaivenes, simulaban cendales<br />

flexuosos en la inmensidad de los hielos sin fin, en medio<br />

de un silencio sepulcral.<br />

*<br />

…………………………….<br />

En eso el Insano, desorbitados los ojos, entreabierta<br />

la boca, altos los brazos y rígidos los dedos, corría con su<br />

vida voraginada por diluirse en el efluvio. Semejaba el espectro<br />

del Deseo en el centro de un sol de rutilante pedrería.<br />

—1390—


EL LOCO<br />

Después el prodigio fue cesando lentamente en fe<br />

agonía de la luz.<br />

EL LOCO (desapareciendo en la niebla)<br />

¡Oh, hermanos! ¿Visteis cómo silencio y soledad tienen<br />

sus deliquios? Y pensar que un día el hombre, allá,<br />

en la cumbre, será...<br />

*<br />

Tal iba hablando a medida que el hielo parecía congelar<br />

su voz y él desaparecía en la densa bruma.<br />

*<br />

Era como un incesante andar en las lobregueces,<br />

tropezando y cayendo a cada paso. Había rachas de<br />

intenso frío. Las sombras estaban cargadas de clamores<br />

siniestramente lúgubres. Envuelto en tales tinieblas,<br />

oímos que<br />

EL LOCO (imploraba)<br />

Hermanos, mirad la luz en vosotros mismos.<br />

………………………………<br />

Y a medida que andábamos, las sombras se disipaban.<br />

Fue la aurora y la brisa otoñal sopló apenas.<br />

EL LOCO<br />

¿Cuántos sois?<br />

NOSOTROS<br />

Cinco.<br />

EL LOCO<br />

¿Y los demás?<br />

NOSOTROS<br />

Se fueron.<br />

—1391—


ARTROO BORDA<br />

EL LOCO (liguiéndose indignado)<br />

Esos son los que con sólo la forma creen hacer arte<br />

en las horas de fatiga de su organismo, como pasatiempo.<br />

¡Ellos son!<br />

*<br />

Dijo riendo con tal enojo y dolor, que su carcajada<br />

rajó las platónicas rocas. Luego, desorbitados los ojos, inyectadas<br />

sus pupilas, rígidos los músculos y la hiruta melena<br />

tendida al aire, gritó en estos términos<br />

EL LOCO<br />

Y son ellos, los ineptos, quienes un día, sin ser llamados,<br />

cual diabólica tromba, buscando su confort echarán<br />

por tierra, sepultando en el olvido, nuestra gran obra<br />

levantada en toda soledad, en todo silencio y en toda miseria.<br />

¡Ah!, nuestra obra pulida amorosamente con la<br />

existencia filtrada en agonías infinitas...<br />

*<br />

Dijo con el alma triste hasta el llanto; pero súbitamente<br />

se irguió altivo, grande y fuerte, y rió con tan grande<br />

poder, que su fuerza parecía satánica emanencia. Mas,<br />

de pronto quedóse callado, avergonzado y dolido de su risa<br />

aun en la cumbre, y masculló<br />

EL LOCO<br />

Sin embargo...<br />

*<br />

Y no se oyó más, porque arreció el ciclón.<br />

*<br />

Otro día, al declinar de la tarde tramontó la ceja<br />

de un alto monte, prosiguiendo su marcha en descenso,<br />

si-<br />

— 1392 —


EL LOCO<br />

lencioso y meditando. A la hora en que cielo y tierra<br />

se empurpuran, soliloqueó en estos términos<br />

EL LOCO<br />

Sí, que vean surgir la gran obra. Los llevaré allá<br />

donde no aliente sangre que no palpite por el ideal sin<br />

mácula.<br />

Los rastreros por el oro no verán. ¡No verán!<br />

*<br />

Dijo, sonrió, miró el cielo y aspiró mucho aire.<br />

Una mañana, cuando el sol nacía rutilando,<br />

cedíamos ya a nuestra fatiga, descansando apoyados en<br />

la roca de un elevado corte, mientras que el Insano,<br />

abstraído en sus pensamientos, siguió su camino. Así<br />

que hubo desaparecido detrás del primer recodo, nos<br />

pusimos en marcha de regreso, abandonándole. En ese<br />

mismo instante cayó estrepitosamente a nuestros pies el<br />

alud, licuándose en nubes que a la luz del sol fueron<br />

vorágine del iris.<br />

Entonces oímos que desde la altura de que se despeñaba<br />

la nieve, por sobre nosotros, nos increpó de éste<br />

modo con su verbo tónico<br />

EL LOCO<br />

*<br />

¿Es que el ideal vale menos que vuestros pies?<br />

A pesar de hallarnos fracasados e impotentes, nos<br />

sentimos heridos en nuestro secreto orgullo; y<br />

rehechos con tal reto, proseguimos tras él, quien así que<br />

nos aproximamos, nos interrogó en estos términos<br />

EL LOCO<br />

Y ahora que acabáis de ver en el licuado alud la<br />

re-bullente alegría, presagio de la gran luz, decid<br />

¿cuáles son vuestras necesidades?<br />

*<br />

— 1393 —


ARTURO BORDA<br />

Ante tal pregunta, brutalmente sacudidos nuestros<br />

corazones y con la vida asfixiada en algo sin nombre aún,<br />

contestamos con el pensamiento en el silencio del alma.<br />

El oyó nuestra ansia, y, respondiendo en silencio, en<br />

silencio interrogó a nuestro secreto. En nuestra vida<br />

sentimos su sacrosanta idea. Luego dijo<br />

esa...<br />

Sí?<br />

Sí.<br />

EL LOCO<br />

NOSOTROS<br />

EL LOCO<br />

¿Sabéis quién soy?<br />

NOSOTROS<br />

No, en verdad. Pero esa tu fe y sacrificio sin por<br />

qué,<br />

EL LOCO<br />

Seguidme. Soy el Arte.<br />

El Arte...<br />

NOSOTROS<br />

Y al sólo enunciar su nombre se allanaban los<br />

obstáculos, cual si la tierra se aplanase.<br />

Y fue durante el siniestro de un<br />

siglo. Rajóse el Istmo<br />

y cayó roto un eslabón<br />

de la cadena andina.<br />

*<br />

*<br />

—1394—


EL LOCO<br />

Así,<br />

después de la unión<br />

desde edades ya sin nombre,<br />

separáronse por siempre las gentiles Américas,<br />

en oblación al intrépido nauta<br />

— Cristóforo Colombo —.<br />

Y entraron en la ancha brecha<br />

las cerúleas ondas,<br />

alegres y revueltas,<br />

cual si los mares,<br />

ebrios del ansiado amor siglos ha,<br />

chasqueando sus líquidas lenguas.<br />

Tal en la noche inmensa<br />

salpicada de estelar destello,<br />

poblada de lejano rumor de éxodo y gloria,<br />

a la hora nictamérica del orto de Venus,<br />

dibujáronse,<br />

algo como sobre un reverbero de lejano incendio,<br />

los hieráticos espectros<br />

de Washington, de Bolívar y San Martín,<br />

mientras que a modo de suspiro quedo,<br />

vagando en lo tumultuario del recuerdo,<br />

singló sola y muda la invicta carabela<br />

llevando en triunfo los sacros restos<br />

del inmortal genovés.<br />

En eso se vio que el Loco,<br />

surgiendo del Ocaso lóbrego<br />

se postraba de hinojos en la cima<br />

de un talud andino,<br />

en tanto que signando una nueva Era<br />

cruzó el Istmo una velera nao.<br />

En tal instante rayó en el horizonte<br />

una difusa luz<br />

y se elevaron extrañas nubes<br />

que la mística aurora<br />

las orló de pálido tinte<br />

a la vez que se oía<br />

un canto litúrgico en los vientos.<br />

—1395—


ARTURO BORDA<br />

Estáticos siempre los ojos, y más haraposo ya, se le<br />

vio llegar al corazón de la América.<br />

El véspero diluía leche y rosa en verdemalva.<br />

Los lugareños, mesurado el andar, quieta la<br />

mente y sereno el corazón, visitaban el camposanto de<br />

La Paz.<br />

EL LOCO (rígido como un cadáver)<br />

Si alguien hay incomprendido y animado de alto<br />

designio o de grande amor, venga hacia el eterno errante<br />

de tiempos y espacios.<br />

Los aborígenes oyeron, mirándose unos a otros, sin<br />

alterar su sonrisa monolítica de misericordia e incomprensión.<br />

Mas, después de esperar un instante, continuó así<br />

EL LOCO<br />

Estad atentos, porque sólo hay tres segundos en la<br />

vida del individuo, así como en la de los pueblos, en que<br />

habla el misterioso resurget: en el primero es para la expansión<br />

física; en el segundo para la liberación<br />

intelectual, y el...<br />

*<br />

El tercero no se pudo oír, dijo tan quedo. . .<br />

Luego prosiguió, tan abstraído en su verbo, que<br />

no parecía sino que hablase consigo mismo; decía<br />

EL LOCO<br />

Hora es ya que pulse hiél o ambrosía vuestro<br />

corazón, mas la mente regule su latir.<br />

Sacudid el letargo en desesperanza, y para<br />

supervivir, afrontad la plétora a la muerte. Imitad al ave<br />

caudal<br />

*<br />

—1396 —


EL LOCO<br />

que bajo el plúmbeo helado sacude la nieve que le cae y<br />

silenciosa e infinita remontando el vuelo rompe la<br />

nube que le nieva, y luego hiende serenamente la<br />

inmensidad bajo la luz del sol.<br />

¿Por qué se atiere vuestra fuerza virgen ante la<br />

gélida desconfianza, si no hay juventud en marasmo y<br />

cobarde?<br />

Cerrad herméticamente y por siempre el oído a<br />

esa sorda y artera voz que vuestra alma ecoica y pueril<br />

repite sin cesar, nombrando vuestra falsa impotencia.<br />

Execrad esa voz, porque es el silbo aleve del infamador<br />

a la tierra que le dio paternidad, amor y hogar, y<br />

sepulcro a sus mayores.<br />

¡Oh! ¡Tienen ojos y no ven! Sí; porque con tal<br />

proceder socavan el fundamento del porvenir racial,<br />

imbuyendo y sobreexcitando en los ciudadanos la<br />

vergüenza de lo que son como individuos; lo cual se torna<br />

en infamia cuando ello suponen de sí los pueblos, porque<br />

por tal manera no tardarán en tener la fe absoluta de su<br />

impotencia y sobrevendrá la muerte por consunción.<br />

Entonces, ante los fatales cercenes del patrio lar,<br />

ninguna voz clamará por la vida.<br />

Y no saben que el suponerse peor de lo que se es<br />

constituye degeneración en los pueblos y vileza en el individuo.<br />

¿A qué fin ese desprestigio de nosotros mismos?<br />

Conocerse no sólo presupone saber nuestros<br />

vicios, sino que también nuestras virtudes, en lo que<br />

fuimos, somos y seremos, avaluando nuestra fuerza.<br />

Saber más que difícil.<br />

¿Quién hay, por ventura, entrb vosotros, que<br />

vaticine lo que él mismo será al otro día, al empuje de lo<br />

imprevisto?<br />

¡Cobardes! ¡Hablad! ¿Quién hay que tal sepa?<br />

— 1397 —


ARTURO BORDA<br />

¿Cómo? Y nadie responde? ¿Nadie sabe nada de sí<br />

mismo? Entonces ¿cuánto más no ignorará lo que de fuer.<br />

zas atesora el pueblo en virtudes?<br />

Al oír esto, los autóctonos de sonrisa monolítica habían<br />

inclinado la cabeza, tristes y pensativos.<br />

EL LOCO<br />

Pero os comprendo, pobres criaturas.<br />

Esa autofogia en el despreciarse de sí mismos viene<br />

desde las veleras naos del casual descubrimiento<br />

americano y desde la fácil conquista, y echa raices en la<br />

caída del Imperio Incásico, —en la esclavitud,— es decir,<br />

arranca del desprecio del extranjero y de la conciencia de<br />

nuestra sumisión ilota, en fuerza de la herencia que aun<br />

perdura.<br />

Comprended cómo vuestros quechuas, urus y aymarás,<br />

al postrarse en su salutación al blanco son aun los<br />

incas ante Pizarro. ¡Oh vergüenza! Y el mestizo, señor o<br />

cholo, cobrizo o blanco, rindiendo parias al europeo... es<br />

todavía —¡oh asco!— el vasallo ante su Virrey.<br />

*<br />

No ha concluido el coloniaje.<br />

Pero más que Caupolicán, más que Ollantay y Tabaré<br />

¡Viva Rubén! el salvaje que a fuerza de amor impopone<br />

su alma aborigen en los tuétanos mismos del conquistador.<br />

*<br />

En esto al soplo de un viento huracanado se oyó el<br />

clamor de una campana y el Loco inclinó la cabeza<br />

orando.<br />

Luego continúo en estos términos<br />

EL LOCO<br />

He aquí que el aborigen sigue siendo tanto o quizá<br />

más esclavo que antes; pues su esclavitud yace muy más<br />

allá<br />

— 1398 —


EL LOCO<br />

de sus huesos, en la subconciencia — lenta filtración de<br />

la conciencia — critalizada al través de los siglos.<br />

Ved, pues, ahora, el modo de substituir lo<br />

filtrable de antaño por lo requerido actualmente: el<br />

orgullo patrio y la conciencia del poder ilimitado, fijando<br />

la atención, mucha atención, toda la atención, en los<br />

principios, en las bases, en el fundamento del saber y<br />

la libertad<br />

Sed, pues, cada uno el hombreguía.<br />

Mas, esto requiere hombres víctimas, intrépidos e<br />

indomables, que los veo ahí, entre vosotros.<br />

Pero sabed también, que esta acción no vendrá de<br />

ningún extraño; porque la acción fatal del extranjero<br />

es la conquista ... Lo dice la historia.<br />

Esto no obstante siento en vuestro espíritu el mal<br />

concepto que la desesperanza anida en contra de la<br />

patria, tanto que para el más impotente al igual que para<br />

el más hábil, nada hay más menguado ni despreciable que<br />

la predilecta del único Libertador. Y predilecta no lo<br />

fuera si el vidente no le presintiera un gran porvenir.<br />

Hay más.<br />

Si cualquier necio habla mal de su patria, al punto<br />

alborozados hacen coro todos, y ello sólo por darse de excepciones,<br />

sin comprender que semejante hecho<br />

equivale a que se íes dijese: tu madre es una. .<br />

Y no se oyó lo que dijo, porque en ese instante la<br />

campana dio a lo eterno su doblar; pero. . .<br />

*<br />

EL LOCO (enojado, prosiguió)<br />

Con tan estúpida propaganda por escrito y oral,<br />

dentro y fuera, ya nada falta si no es la perfecta<br />

necedad para que os resignéis, verbalmente, vuestro<br />

derecho a la exis-<br />

— 1399 —


ARTURO BORDA<br />

tencia, renegando de vosotros mismos y del terruño, o,<br />

en su defecto os nacionalicéis en el Ártico.<br />

Imbéciles, sublevaos, siquiera sea como salvajes.<br />

*<br />

Pero la multitud ahondó su silencio misericorde y<br />

EL LOCO (dijo casi furioso)<br />

A causa de tal proceder — huérfanos del más<br />

santo orgullo: la patria — se deprimen entre sí y ante los<br />

extranjeros, sin vergüenza y acaso si con satisfacción! . .<br />

.<br />

¡Ja, ja, ja! No hay honradez.<br />

*<br />

Dijo, moviendo el índice delante de sus ojos cristalinos,<br />

por lo que circuló en la multitud un largo frío de<br />

muerte; después de lo cual.<br />

EL LOCO (prosigue reprensivo)<br />

¡Ignorantes! Salved que para lograr el éxito de las<br />

reacciones humanas, en el individuo al igual que en los<br />

pueblos, lo que se ha de hacer primeramente — antes de<br />

humillar — es excitar la altivez, la conciencia de la<br />

vida, la dignidad humana; luego fustigúese, si se quiere<br />

o se puede, que la reacción dará su máximo en el<br />

cataclismo, a modo de una erupción volcánica al<br />

despuntar la aurora.<br />

El de cohibir y despreciar al individuo es el<br />

peor de los medios posibles para reaccionar a los pueblos<br />

postrados; es el criterio inconciente de la edad de<br />

piedra. Lo sé; yo lo vi con mis ojos, cuando la armonía<br />

del arte se incubaba, cuando el presentir de la belleza<br />

armónica flotaba en adivinaciones de ensueños vagos, en<br />

las intuiciones cosmogónicas, en medio de la noche en la<br />

selva milenaria.<br />

— 1400 —


EL LOCO<br />

Y mientras se expresaba así el Insano iba elevando<br />

los brazos a la vez que se desencajaba y entornaba los<br />

ojos al cielo; pero presto, como tornando en sí dijo.<br />

EL LOCO<br />

Y pensar que en la América, de polo a polo, recientemente<br />

se despereza el alma originaria, cual de una penosa<br />

oneoreodinea, al reverbero y fragor de la ecatombe<br />

europea, de la que mis pies aun traen el maldito légano<br />

de sangre y llanto.<br />

¡Oh aborígenes! es tiempo que recordéis la invariable<br />

ley de las compensaciones.<br />

Y así, si el deliquio de crear, de inventar o descubrir,<br />

implica sacrificio, sacrificadla íntegra vuestra existencia<br />

—es el instante— al logro de una sola obra de<br />

vasta aspiración perfectible a lo sublime, ya sea en la<br />

ciencia o en el arte; y considerad que así legareis al<br />

mundo algo más que vuestros huesos a la pudre.<br />

Laboren todos y considere cada cual que hay quienes<br />

se esfuerzan con mayor ahinco. Emulaos en el<br />

esfuerzo de la silenciosa labor.<br />

¿Quien de vosotros siente henchírsele el corazón e<br />

inflamársele la mente? ¿Nadie? No importa, pero ensayaos<br />

en la sublime brega; mas, si fracasáis en vuestro noble<br />

empeño, siempre será más que morir ahito de la vacua<br />

algazara o echando espumarajos de baba en lo sangriento<br />

de la batalla.<br />

Ensayad, porque nadie sabe si ya ha pasado el soplo<br />

inmortal.<br />

Sí, hermanos, es fuerza alentáis el mayor<br />

optimismo de vuestros altos destinos; ello os hará en la<br />

esperanza, intrépidos, fuertes y ambiciosos, y mucho<br />

más, sabiendo que nadie es más que nadie; porque<br />

nadie posee todas las fuerzas y posibilidades: lo que<br />

sobre en uno resta en otro. O el sexo mata al cerebro o<br />

a la inversa. Lo que se<br />

— 1401 —


ARTURO BORDA<br />

gana en un punto se pierde en otro. A la mañana, cuando<br />

el sol dora las altas cumbres, al punto tras ellas se parapetan<br />

acechando las sombras.<br />

El sol aun hallándose en el cénit no anula la sombra<br />

terrestre. Así el hombre, aun hallándose en el<br />

apogeo de toda su lucidez no posee toda la verdad ni<br />

toda la fuerza bruta, ni toda la audacia.<br />

Pero hay algo útil para vuestra esperanza: y es que<br />

así como hasta morir nadie sabe si es feliz, hasta morir<br />

también nadie sabe quién es el más.<br />

He aquí que la naturaleza al rigor de sus leyes eternas<br />

equipara a débiles y fuertes en el respeto de los mutuos<br />

derechos.<br />

Sí, tened presente que vuestros principios de igualdad<br />

está en que nadie es más que nadie.<br />

Posesos de esta verdad guardaos de ultrajar de<br />

obra o inmente; pues la fuerza real no ultraja; alienta:<br />

su amparo al débil es la majestad de su consagración.<br />

Y aquí es ya tiempo sepáis que la verdad no requiere<br />

defensores, porque habla por sí misma, ya que su propio<br />

silencio da testimonio de ella, en razón de que la verdad<br />

es la prolongación del hecho: es la Historia.<br />

*<br />

Esto diciendo enmudeció el pobre para cobrar aliento,<br />

mientras que los aborígenes reían, de lo cual el Insano<br />

no se percató; pero continúo.<br />

EL LOCO (insinuando cariñosamente)<br />

Meditad lo dicho, hombres humildes, hermanos<br />

en lo eterno, y razonad el valor de vuestros propios pensamientos,<br />

oponiendo la contraria, y sabréis de fuerzas y<br />

bellezas divinas que aduermen en vuestras ánimas despreciadas<br />

por los fatuos; pero perdonadles, porque<br />

sois<br />

— 1402 —


EL LOCO<br />

el pueblo, y porque el pueblo es la mayor fuente de<br />

fuerza y sabiduría humana.<br />

Bajad gozosos al fundamento de vuestro<br />

espíritu.<br />

Mas, es necesario advertiros que quien haya dialogado<br />

con el misterio en las tinieblas, ambulando en el silencio<br />

y soledad de sí mismo, no sólo tienen derecho a increpar<br />

a la luz, sino que mucho más.<br />

Así, y para que los silbatines del populacho no os<br />

arredre ser parafrastes del misterio, sabed que sólo el<br />

cuerpo ígeo carece de sombra. Inflamad, pues, en<br />

pasión el corazón y en fe la mente: sed luz. De éste modo<br />

a vuestro paso entre los hombres no solamente<br />

aceptareis la contienda, sino que exigiréis el soplo<br />

avivador de vuestra llama: insulto, burla y calumnia, todo<br />

a trueque de expresar libremente las revelaciones de los<br />

abismos del espíritu, la suprema gracia sobre la haz<br />

de la tierra.<br />

No dudéis. ¿Sabéis acaso de las eternidades<br />

ignoradas y en fermento que vuestra alma revelará al<br />

influjo del conócete? Sustentaos en ello y de ello y<br />

sabréis de la naturaleza del que por sí existe, ante cuyo<br />

conocimiento la opinión ajena acerca de vosotros se<br />

estrellará a modo del céfiro en la rocalla.<br />

Vivid así en el sagrado horror de vuestras<br />

propias y más hondas ideas, para que por tal manera no<br />

seáis parásitos atortelados del fullero más audaz de<br />

allende o aquende.<br />

Meditad vuestras propias ideas, que el cerebro<br />

que no funciona sus circunvoluciones es trasto inútil.<br />

Y avanzad siempre; no os preocupe el cómo,<br />

ordena natura con el ejemplo. El cangrejo no retrocede,<br />

avanza; el ave merceps se eleva volando cabizbajo.<br />

Peces hay en lo profundo de las aguas que avanzan de<br />

modo análogo.<br />

Y temblad deteneros. Temblad. Nadie se detenga a<br />

considerar el espacio recorrido y si el fuego, las aguas<br />

y<br />

— 1403 —


ARTURO BORDA<br />

los vientos arrasan el pretérito; porque la esposa de Lot<br />

convertida en estatua de sal, por haberse detenido un segundo,<br />

nada más, a ver el incendio de Sodoma y Gomorra,<br />

de que huían, es la enseñanza más terrible del libro<br />

sagrado acerca del estacionamiento. Este es el símbolo.<br />

Temblad deteneros, porque no sabéis si habéis de<br />

morir antes de dar el segundo paso. No hay tiempo que<br />

perder.<br />

Empero recordad que el deber ciudadano os<br />

obliga a dar aquello que sepáis o creáis saber de la verdad,<br />

dadlo, siquiera sea por el goce de la vanidad, pero sin<br />

deteneros. ¿Habéis observado el tiempo? Avanza sin<br />

moverse y sin existir.<br />

Hombres; dad vuestras verdades, aunque la<br />

amargura nos envenene, que no sólo es héroe quien<br />

muere en hecho de sangre.<br />

Por último, para quien haya comprendido el concepto<br />

de infinito, será necio asentir —con relación al hombre—<br />

en el nada hay nueva debajo del sol, del<br />

Eclesiastés.<br />

Hombre, bucea intrépido en el infinito; mira<br />

que te envuelve la eternidad de lo irrevelado.<br />

¿Quién puede calcular lo infinito de las nuevas verdades<br />

que el misterio esconde para el hombre en lo eterno<br />

e infinito?<br />

Hombre, rasga ansioso un girón del misterio y<br />

échalo en el tumulto de las gentes angurrientas por conocer<br />

las nuevas verdades. Habla, hombre; mira que los<br />

días pasan.<br />

El que da de sí a las gentes datos contrarios a la<br />

verdad es el ser más criminal porque se apropia con un<br />

robo un carácter que no es suyo.<br />

La palabra determina las cosas... y el bribón<br />

que la roba para que sirva a su falsedad roba toda<br />

cosa.<br />

—1404 —


EL LOCO<br />

Y así, porque todos ignoran de sí mismos y<br />

porque el hábil en potencia o en acción cumplirá su<br />

destino, no obstante todos los óbices, es por ello que es<br />

siempre tonto el egoísmo de lo que sabe o puede el<br />

sabio o el necio.<br />

En consecuencia, cada cual sea lo que fuere y<br />

séalo a la luz del día, sin temor ni vergüenza, porque<br />

aun la entraña de la tierra se verá en su hora.<br />

Pero ya es tiempo recordéis de dónde y cómo<br />

sois.<br />

¡La América! !Oh, la América! ¿Quién ha<br />

meditado en su porvenir?<br />

*<br />

En éste punto calló al arremolinarse de los<br />

vientos; y luego, desencajado ya, gritó mirando al cielo.<br />

EL LOCO<br />

Veo ahí, en el universo —¡oh ley inmutable!—<br />

inclinarse el fiel de la balanza de ambos mundos: la Europa<br />

al desdender pesadamente eleva a la América.<br />

¿Allá el cataclismo? Pues toca a la América en<br />

paz el fermento de la creación: la paz en actividad<br />

previsora de avance y paz.<br />

Lo que un continente pierde en la guerra el otro<br />

gana en la paz.<br />

Conservad vuestras fuerzas que requieren de la<br />

máxima garantía de paz; porque el presente es apenas un<br />

segundo en el que se filtra la eternidad de lo porvenir.<br />

Yo un día dudé y fui al fondo de la libertad,<br />

creyendo hallar las fuerzas en ebullición, y sólo<br />

encontré la serena calma de la noche del origen.<br />

Al oir eso los lugareños de sonrisa monolítica, sin<br />

comprender nada, miráronle compasivamente; pero.'..<br />

— 1405 —


EL LOCO (dijo)<br />

ARTURO BORDA<br />

¿Por qué entre vosotros se deprime la conciencia<br />

individual o colectiva? ¿Porque os falta todo? Pues, si es<br />

por ello ¡albricias! Sabed que los obstáculos son a la energía<br />

y a la voluntad lo que al oro la piedra de toque.<br />

Bien haya la necesidad que aguza la fantasía, ya<br />

que precisáis ideas las formas justamente peculiares que<br />

vuestro organismo requiere en todo orden de cosas; pues<br />

no para nada hay sociólogos, pedagogos y legisladores.<br />

Pero esto no basta: hay que obrar. ¡Hechos! ¡Hechos!<br />

En definitiva, nadie se atreva a deprimir aquello<br />

que ignora que qué será al otro día, al empuje de lo imprevisto.<br />

El individuo y la raza son siempre los interrogantes<br />

de sí mismos. ¿Hay alguien que sepa su<br />

porvenir?<br />

Pero ahora rememorad vuestro deber inmediato,<br />

el cual es elevar el espíritu caído, siquiera sea de uno de<br />

entre los vuestros.<br />

Esto en cuanto al individuo, que en cuanto al estado,<br />

es alzar el espíritu racial humillado, haciendo que en<br />

escuelas y cuarteles digan de pie y en alta voz:<br />

¡Viva la patria!<br />

Fuera de mi nada hay tan grande ni sagrado como<br />

la patria; porque ella es cuna, amor y tumba de mis padres.<br />

¡Viva la Patria!<br />

Cuanto más tesoneramente se grabe ello en la conciencia<br />

infantil, al modo como las religiones graban el<br />

credo en los fieles, tanto más se avigora la honradez y la<br />

fe en la patria y en sí mismo. Solo por tal proceder se ha<br />

de susceptibilizar el orgullo y el celo necesarios para el<br />

sacrificio heroico y razonado, ya sea en acción o en popotencia,<br />

y un día, sí, ¡un día surgirá el Arte!<br />

Dijo transfigurado el haraposo, clavando su acerada<br />

vista en el alto cielo.<br />

— 1406 —


EL LOCO<br />

En esto la campana de la ermita volvió a<br />

doblar lenta y lúgubremente, y<br />

tos.<br />

EL LOCO (dijo)<br />

¡Oís? Esa es la voz misteriosa de los amados<br />

muer-<br />

Y ahora grabad en vuestra mente lo que diré.<br />

El módulo más cierto del amor a la patria pende<br />

del culto que los pueblos den a sus mayores héroes o padres<br />

—en el camposanto; porque nada sella mejor con<br />

amor y recuerdo en el alma, que las emociones allá<br />

donde el silencio impera.<br />

La campana del cementerio con su monótono din<br />

dan nos recuerda la peregrinación de nuestro origen a través<br />

de los antepasados.<br />

Ese broncíneo clangor es —no olvidéis— la voz materna<br />

y y santa de la tierruca, cuyo sabor agridulce ignoráis.<br />

Para que supierais de tan grato bien, menester<br />

fuera —y misericordioso— expulsaros en ostrasismos a<br />

que paladeéis el pan ácimo de lares inhospitalarios, porque<br />

entonces se aclara y rememora el sublime sentido de la<br />

patria grande, a la que como por arte de magia se le ve<br />

surgir de la melancolía del recuerdo en el dolor del<br />

corazón, a modo de una maravillosa y legendaria<br />

floración del ensueño.<br />

Es así cómo pasan en nosotros ráfagas del pasado<br />

exhumado de las sombras, y se materializan los<br />

amuletos y enseres apelillados que al instante se<br />

desvanecen cual por maleficio.<br />

Pero pronto la nostalgia, oh vaho de lágrimas, — espectraliza<br />

el viejo solar y la casa paterna: pasan las horas<br />

de lujo y gloria o las de miseria y vergüenza. Y así se reconstruyen<br />

los más nimios detalles del hogar<br />

abandonado.<br />

De tal manera, por medio de leves mutaciones nos<br />

retrolleva a la infancia, y oímos que suenan, que vuelan<br />

y<br />

— 1407 —


ARTURO BORDA<br />

que brincan los Polichinelas, los organillos y los cometas.<br />

Luego recaminamos en patios, en corredores y<br />

pasadizos a media luz, después en huertos y prados a<br />

pleno sol: aquí nos embelesa el cristalino cabrilleo del<br />

arroyuelo murmurador en arena o roca, debajo de la verde<br />

enramada en la umbría donde a lo lejos, oculta en la<br />

floresta, Clori suspira las viejas canciones.<br />

Cambia la escena.<br />

Cabelleras infantiles, rubias o negras; ojos grandes;<br />

vestidos multicolores; risas, burlas y silbatinas; escondites,<br />

saltobrincos y carreras batas y faldas que el aire<br />

ciñe y flamea, mientras que las manos se agitan<br />

palmeteando. ¡Oh, lejana muchedumbre de gritería<br />

infantil!<br />

De pronto las sombras paternas pasan mesuradamente,<br />

serenas y graves, y se esfuman para luego reaparecer<br />

aun más lejanas.<br />

Después, besos, amor y reprensión; consejas e historietas<br />

en el regazo materno.<br />

Llueve y hace -frío. Se hielan las manos. Fuera se<br />

oye el gotear en los albañales, y, en los quicios, silba el<br />

viento.<br />

Entonces llegan las noches de extraña claridad en<br />

que nos sobresaltan los repentinos miedos y se oye voces<br />

misteriosas que nos llaman, por lo cual nos recorren soplos<br />

de sudores y calofríos.<br />

En seguida, en timidices y francachelas, pasan escenas<br />

del amor núbil. ¡Oh la desfloraciones en los vergeles<br />

y languideces en lechos de convalescencia!<br />

Después risas y melancolías. Hay danzas carnavalescas:<br />

desfile de rostros cansados, ojerosos y<br />

cadavéricos a la aurora.<br />

Y, en fin, alguien ha muerto. Catafalco, luto y llanto;<br />

y la campanita del cementerio que da su dín dan agudo<br />

¡Oh congoja! Oh el sabor de la tierruca!<br />

— 1408—


EL LOCO<br />

Dijo, frunció el entrecejo, descendiéndolo sobre<br />

sus párpados fuertemente cerrados y hundidos en las órbitas,<br />

haciendo circular con ello una corriente<br />

eléctrica en todos. Pero al instante abrió sus ojos<br />

catalépticos. Acto seguido, empujando a la<br />

muchedumbre, salió del camposanto, yendo la<br />

polvorienta carretera.<br />

Gravemente cruzó la ciudad.<br />

Los lugareños a quienes interesó el Insano,<br />

dicen que le vieron desaparecer tramontando el Alto de<br />

las Animas, cuando la tarde caía.<br />

*<br />

. . . . . . Día claro. Cielo azul. El Illimani. La cumbre.<br />

El Loco, extendiendo el brazo y la mano a la<br />

altura de sus ojos, girando sobre sus pies, señaló los<br />

horizontes; y aspiró mucho aire, como queriendo<br />

absorber la inmensidad. E hincándose se puso en cruz al<br />

orar, elevando su vista al cielo.<br />

EL LOCO<br />

Compañeros de aquesta magna jornada, oid al<br />

Insano de todos los tiempos.<br />

Reduciendo vuestras necesidades eludid el<br />

gratuito recibir; antes adquirid a sangre el derecho y<br />

entonces exigiréis lo que os pertenece.<br />

Notad que con tal proceder se logra la gloria de<br />

poder darse íntegramente a lo demás, a modo de<br />

sembrador que esparse a manos llenas su espíritu en la<br />

sementera de los siglos.<br />

Más, guardaos de la vanidad, guardaos con grande<br />

celo, porque ella es una forma de la hipocresía, ni más ni<br />

menos que la humildad.<br />

Lo que no es la verdad es la mentira.<br />

— 1409—


ARTURO BORDA<br />

Conoceos: sabed quienes y cómo sois. Es decir, sed<br />

libres en lo posible: que el miedo y la vergüenza no os<br />

amordacen la expresión de la verdad, de aquello que primero<br />

sobre toda cosa buscareis en el fondo de vuestra conciencia.<br />

De esa manera dueños de sí, laborad tercos y tardos<br />

a modo de la naturaleza, hasta que la pasión por el<br />

trabajo os avasalle; pero vigilad con religioso respeto y<br />

con atención sin tregua por que la forma fuerce por abolir<br />

el fondo siempre vencedor.<br />

Mas, sabed que sólo se considera el último esfuerzo<br />

de la fuerza que alienta hasta la muerte. Pero sabed<br />

también, que el juicio es la sanción acerca de lo consumado,<br />

y que la vida sólo se consuma en la muerte.<br />

*<br />

Dijo.<br />

En eso la tierra se agitó saltarina ante las febriles<br />

caricias del ardiente sol: el éter rebullía en medio de los<br />

indencibles espasmos con que copulan el aire y la luz, el<br />

amor y la idea con el espíritu y la materia.<br />

Era el soplo universal de un potente espasmo<br />

creador.<br />

Luego, ¡oh inmensa llaga viva!,<br />

todo ensangrentado y lacerado, el Insano<br />

comienza a esculpir en los hielos eternos,<br />

ensangrentándolos a su contacto.<br />

Cincela con inusitado frenesí,<br />

como si de cada desvastada<br />

dependiese la existencia<br />

de no sé qué misterios.<br />

Y así es.<br />

Tan pronto como va concluyendo<br />

parte por parte,<br />

empezando por la cabeza,<br />

— 1410 —


EL LOCO<br />

la estatua se anima<br />

al calor de la sangre, que recibe,<br />

la que se filtra en la nieve,<br />

dilatándose en forma de culebrillas,<br />

de cristal en cristal de hielo<br />

encarnando en la estatua.<br />

Esa extraña vida se nota,<br />

de esta manera<br />

antes que en nada,<br />

en la cabellera<br />

que desgreñan<br />

hilo a hilo<br />

los vientos:<br />

luego en la frente,<br />

donde se ve soplar<br />

sus arreboleas a la aurora.<br />

En seguida el cincel,<br />

ahondándose siempre en el hielo,<br />

hace las cejas que se enarcan ensayándose.<br />

Después, esculpidos los parpados,<br />

pestañean despertando perezosamente,<br />

hasta que los ojos,<br />

de hondo y agudo mirar,<br />

sonríen.<br />

De tal manera, quebrando la nieve,<br />

hace surgir la nariz,<br />

la cual parece olfatear<br />

la sangre que le infunde el Artífice,<br />

por lo que se enciende el rubor<br />

en las mejillas de la nivea estatua.<br />

De esa suerte<br />

al hacer los purpurinos labios,<br />

la boquita sonríe también de modo indecible,<br />

relamiendo y saboreando la santa sangre<br />

que su lengua parece beber;<br />

y entrecerrando los ojos<br />

en una especie de éxtasis<br />

entrebajo sus enmarañadas pestañas.<br />

Estoy inquieto<br />

en la cumbre Jillir Mamani<br />

— 1411 —


ARTURO BORDA<br />

contemplando cómo surge lentamente<br />

aquel ser en la cúspide glacial.<br />

Pero el cincel del Loco<br />

sigue desvastando trozo a trozo los hielos,<br />

dando forma y vida,<br />

ya al cuello,<br />

ya a los hombros y a los brazos.<br />

De pronto los hermosos pechos se agitan<br />

respirando a la par de su ebúrneo seno<br />

cuando saltan libres las manos.<br />

En eso el busto se estremece de rato en rato,<br />

lo que me asesina de angustia<br />

al abstraerme<br />

en aquella lenta transfusión del alma;<br />

pero el Loco,<br />

profundamente reconcentrado,<br />

sigue esculpiendo golpe a golpe,<br />

los muslos y las piernas,<br />

hasta que al fin el cincel<br />

separa los pies de su escabel:<br />

entonces,<br />

dando graciosamente un breve saltito,<br />

se despereza la divina<br />

retorciendo sus músculos<br />

al arquear el torso,<br />

por lo que desde el fondo<br />

afluye activa la existencia<br />

a su níavea tez,<br />

a tiempo en que sonriendo<br />

extiende sus brazos al infinito<br />

para en seguida frotarse los ojos y la frente,<br />

somnolenta aun;<br />

y, aromando su aliento los azures,<br />

bosteza runruneando un himno a la creación.<br />

Luego la contempla un instante el Insano<br />

con la más triste de las sonrisas,<br />

para comenzar la siguiente estatua.<br />

Es así cómo la Arquitectura,<br />

tan pronto como respiró<br />

— 1412 —


EL LOCO<br />

se puso a dibujar con celajes<br />

el Templo del Ideal;<br />

y cuando se encarnó la Música,<br />

inmediatamente hizo vibrar la solar lira,<br />

haciendo estremecer el firmamento.<br />

Después, animada la Escultura,<br />

cinceló al punto en la nieve<br />

a la intangible Luz De Luna.<br />

Acto seguido surgió la Pintura,<br />

la cual con el iris en la paleta,<br />

retractó al Loco,<br />

coronado por su propia obra.<br />

En ese momento el artífice,<br />

resplandeciendo en la purificación<br />

de su vida en plena labor,<br />

dio el último toque de cincel,<br />

y se encarnó la Poesía,<br />

que, leyendo armoniosamente una oda,<br />

coronó al Insano, transfigurado ya<br />

al ver que, sangre de su sangre<br />

y soplo de soplo,<br />

Luz De Luna,<br />

enviándole besos<br />

en las yemas de sus dedos<br />

rompió al azul,<br />

remontándose<br />

leve y rauda<br />

al Eterno.<br />

Entretanto las aguas, el cielo y la tierra,<br />

poblaron el firmamento con un ledo murmullo, a la vez<br />

que destellaron luz y color, semejando la irrupción de<br />

una infinita e inquieta pedrería bajo la luz del sol.<br />

De tal manera todo cuanto alienta en la existencia<br />

se estremeció en el espasmo creador.<br />

Así saturados en la eterna eufonía e infinita rutilación<br />

del iris, anonadados ante el prodigio de la fe y del<br />

esfuerzo constante, rendíamos ya la vida en loor al Insano,<br />

cuando desde los lejanos confines emergieron azulados<br />

nubarrones que, arrastrándose primero en la<br />

tierra,<br />

— 1413 —


ARTURO BORDA<br />

ascendían después, estrechando incesantemente los horizontes.<br />

Mas, súbitamente rehecho, y turbando el sacro,<br />

instante, tornó a hablar en estos términos<br />

EL LOCO<br />

En pos vuestra y de esta cumbre he atropellado<br />

civilizaciones, edades y pueblos.<br />

Revisad el pasado y hallareis que en la sagrada India<br />

soy Devanaguay, Khristna y Valmiky, así como el autor<br />

de Elefanta y de la basáltica Elora.<br />

En Gracia soy Hornero y Fidias.<br />

En el Amor soy la doncella de Corinto, que,<br />

transida de dolor al partir el amado a la guerra, traza su<br />

retrato siguiendo el contorno de la sombra.<br />

En el Imperio del sol fui el Inca Manco Kapaj,<br />

quien —desterrando la miseria de sus dominios— supo,<br />

cual na-dio jamás, establecer la comunidad nacional.<br />

Soy alma y vida de los geómetras celestes.<br />

Sin mí permanecerían en la nada la Novena Sinfonía,<br />

el Parterón, la Manca de Milo, el Juicio Final y la<br />

Madona de la Sixtina.<br />

En la hoguera soy Mucssio Scévola<br />

En la prisión, Colón y Miguel de Cervantes.<br />

Refundiendo el alma humana en la escena soy<br />

Shakespeare, el inmortal del Albión, así como soy Leonardo<br />

profundizando superficies planas.<br />

Soy Franklin sojuzgando el rayo; Santos Dumunt<br />

surcando el aire y el Brujo de Manió Park<br />

almacenando la voz humana.<br />

En la guerra fui Demetro Poliorcetes, Rey de Macedonia,<br />

quien sitiando a Rodas, retrocedió por no<br />

destruir<br />

— 1414 —


EL LOCO<br />

el lienzo de Julipso pintura de Protógenes; y soy<br />

Woodro Wilson clamando la paz en el siglo XX.<br />

Y en la sacra moral soy el Galiléo, quien por<br />

vosotros dice:<br />

Si alguien quisiera venir tras mí, niéguese,<br />

tome su cruz y sígame.<br />

Y soy Kristna que varios siglos antes os grita:<br />

£1 hombre honrado debe caer bajo el golpe del<br />

malvado, como cae el árbol del sándalo, perfumando el<br />

hacha que le hiere.<br />

Más aún. Y esto oíd bien. Soy el Eclesiastés,<br />

quien os dice:<br />

Si el hombre engendrare ciento y fueren<br />

numerosos los días de su edad; si su alma no se hartó<br />

de bien... yo digo que el abortivo es mejor que él,<br />

porque en vano vino y a tinieblas va y con tinieblas será<br />

cubierto su nombre. Aunque el abortivo no haya visto<br />

nada, ni conocido nada, más reposo tiene éste que<br />

aquel.<br />

Dicho lo cual calló.<br />

La tempestad se avecinaba rápidamente.<br />

Y a la hora nona oímos que entre sombras y nubes<br />

clamó de esta suerte.<br />

EL LOCO<br />

Compatriotas en el ideal, oíd éste mi último ensueño:<br />

Recuerdo, como al través de nieblas y gasas las lejanas<br />

armonías y misteriosos resplendores de mi último<br />

delirio, en el cual vuestras almas, amigos míos,<br />

brotando del<br />

*<br />

— 1415 —


ARTURO BORDA<br />

restregamiento de toda verdad y dolor, cual la mía, leve y<br />

lentamente emergieron, como exhalaciones de incognoscibles<br />

edades; luego, deshechas en el torbellino de sempiternas<br />

vorágines del recuerdo de embriagueces cósmicas, de<br />

éste modo en coro cantaron:<br />

Melancolía caótica<br />

del recuerdo de las edades<br />

a la sombra del amor,<br />

exaude pía tu magia,<br />

para entonar en breve<br />

cantiga el Deo Gratias al<br />

Ideal.<br />

Esto dicho invadieron suavemente rumores vagos y<br />

misericordiosos de medrosas quejas, de besos leves y de<br />

suspiros quedos en las violáceas sombras del pasado; estremecimientos<br />

ardientes y locos placeres; soplo de laxitud,<br />

desvanecimientos de largos éxtasis y vahos de flebilinas<br />

languideces, como en el lejano rumor de la noche vaga;<br />

ecos de medrosas barcarolas, de sonatas y yaravíes<br />

apenas audibles ya, cual si viniesen de lo ignoto en la<br />

magia de una aurora.<br />

En tal momento nuestras almas, así como el musitar<br />

del céfiro, de este modo entonaron su raro y breve<br />

canto:<br />

En la exhalación de las ambrosías<br />

de las sutiles sombras<br />

en mis lánguidos ensueños<br />

y áticos recuerdos,<br />

de hace ya como desde el origen de las eras,<br />

en la vasta opresión de mi vida<br />

y de mi alma dolorida, rebelde y prisionera,<br />

¡oh mi Ideal, indeleble ya en mi ser!<br />

yo te bendigo con mi existencia<br />

emergente de la melancolía caótica:<br />

recuerdo de las edades<br />

en el dulce imperio del amor.<br />

Así cantó a su ideal nuestra común aspiración en el<br />

fondo de la conciencia infinita, mientras que la<br />

humani-<br />

— 1416 —


EL LOCO<br />

dad se revolcaba en el derrumbamiento de toda fe y en el<br />

cataclismo de toda esperanza. Era un tumulto de sombras<br />

que se dilataba en el Todo, cuya fuerza fue cesando ante<br />

el incontenible empuje de la Nada.<br />

Tal es mi último ensueño.<br />

Dijo el Loco y calló en la altísima contemplación de<br />

las cosas divinas.<br />

Entre tanto la tempestad arreciaba en medio de las<br />

sombras más hondas. El frío taladraba nuestros huesos<br />

cuando advertimos que emocionado en el fragor de la tormenta,<br />

rico en la prodigalidad de esa alma ignota,<br />

tornó a hablar de éste modo<br />

EL LOCO<br />

Presto partid, ¡oh hermanos!, al impulso de todos<br />

los vientos, de todas las ideas y las luces, y a través del<br />

espacio, del tiempo y de la materia y entonad el credo del<br />

Ideal.<br />

Mas, notad que el Arte es el símbolo del alma de<br />

los seres y de las cosas. Así que lo primero que cultivaréis<br />

es el alma y luego la forma, a la inversa del proceso<br />

usado.<br />

Advertid que sólo por mi alma me visteis — a<br />

mí: el Loco — , ora atento o despreocupado, ora iracundo<br />

o ya manso, como ya sublime y ridículo; pronto cedente en<br />

vértigo, vencido o triunfador, cuando no enlodado y<br />

desnudo, ensangrentado o resplandeciente. Fui artífice y<br />

vago, pues encarné el ideal en el hielo mismo al soplo de<br />

mi espíritu. Os fasciné con todas las formas de expresión<br />

durante mi travesía en el orbe, merced al impulso de mi<br />

alma infinitamente multánime: soy la acrisolada<br />

concreción del Todo en la angustia del ensueño<br />

apocalíptico.<br />

Y ahora sabed por siempre: Yo — el Arte — soy el<br />

deliquio sólo en la emoción del instante afín.<br />

Ya sabéis.<br />

*<br />

— 1417—


ficio.<br />

ARTURO BORDA<br />

Partid, que sólo la muerte da testimonios del sacri-<br />

Id roturando los corazones predestinados, que por<br />

ahora retorno a mi esencia cósmica, para volver, pasados<br />

los siglos, y arrastrar nuevamente en mi eterna vía crucis<br />

la simiente florecida de las generaciones venideras.<br />

En los arcanos del misterio sonó ya la hora de mi<br />

retorno al Eterno.<br />

*<br />

Así se expresó el Insano, enmudeciendo luego entre<br />

las gélidas sombras.<br />

E instantes después, inquietos y tristes por su destino,<br />

le buscamos a tiendas, palpando en las sombras, cuando<br />

de pronto me heló el contacto de su cadavérico cuerpo<br />

que se encaramó en el pedestal de hielo de sus esculturas<br />

vivas, y dijo<br />

EL LOCO<br />

¡Non lli me tangere!<br />

En eso desencadenóse la tempestad con inconcebible<br />

furia, impelida por ciclones y huracanes, roturando las<br />

tinieblas, cuando oímos que decía<br />

*<br />

EL LOCO (lleno de alegría)<br />

¡Vi la luz! (y luego, gritando al instante,<br />

aterroriza-<br />

do) ¡Ciego...!<br />

Estalló el rayo y retembló el firmamento.<br />

*<br />

— 1418—


EL LOCO<br />

EL LOCO (inmerso en el horrísono fragor)<br />

Mi retorno al Origen será<br />

un sacro éxtasis<br />

en célicas glorias,<br />

ya que de amor y dolor ebrio<br />

a Luz De Luna entonaré<br />

himnos estelares en la eternidad.<br />

*<br />

Y entre marinas nubes asciende el Insano. Al<br />

caer su sangre gota a gota, se evapora aromando los<br />

azures. Una luz suave alumbra su transfiguración.<br />

Estamos absortos.<br />

De pronto estalla el rayo y su inmenso<br />

relámpago se apaga copado por un tumulto de sombras.<br />

El ronco tronar rueda de cumbre en cumbre, sacudiendo<br />

cielo y tierra. Avanza infinito el invasor silencio,<br />

cuando un nuevo rayo hace retemblar el firmamento,<br />

arrancando de cuajo la cumbre con la que —traqueteados<br />

por una terrible carcajada burlesca—, rebotando de roca<br />

en roca nos hundimos en el abismo que se abre siempre<br />

más y más en tinieblas más hondas, donde todo se<br />

deshace y desaparece infinitamente en un infinito<br />

silencio de nada.<br />

LA AURORA<br />

Y desperté. Los jumentos de la vecindad rebuznaban<br />

lúbricamente en tanto que la tempestad se<br />

alejaba.<br />

Una hora, más o menos, estuve atolondrado.<br />

Ahora, si pudiese escribir, explicando aquella barabúnda,<br />

haría seguramente algo que... Pero, y esto me apena;<br />

¿quién me comprendería si yo mismo no llego a<br />

coordinarme? No importa. Es verdad. ¡Ya que será sólo<br />

para Luz De Luna, porque ella puede no comprenderme,<br />

pero sí sentirme; me lo dice el corazón. Luego le diré:<br />

*<br />

— 1419—


ARTURO BORDA<br />

Amor mío,<br />

Luz De Luna,<br />

bien amada,<br />

el Arte es<br />

un loco remolino de ideas<br />

arrastrando los ciegos impulsos<br />

…………………<br />

No, no sé,<br />

Todo es inútil.<br />

¡Oh angustia<br />

VEINTIDÓS AÑOS DESPUÉS<br />

Bueno. Ahora que El Triunfo del Arte está concluido,<br />

después de cien mil correcciones, y cuando ello podría<br />

constituir quizá si el orgullo de un pueblo —que tal es mi<br />

conciencia—, pues en el fondo mismo de esa conciencia<br />

siente vergüenza en la necesidad de aminorarme, como si<br />

ya un supuesto triunfo molestase a los demás y como si<br />

esa molestia refluyese dolorosamente a mi corazón, lo cual<br />

me indigna aun más, considerando que ya ni la gloria, en<br />

mérito de mis esfuerzos más íntimos y solos consiguientemente,<br />

sería capaz de alzar mi espíritu. Y esta caída ¿por<br />

qué? Por el temor y el respeto inculcados en mi niñez se<br />

han desarrollado frondosamente ultrasusceptibilizados atemorizándome<br />

mirar de frente al cielo y a la tierra y avergonzándome<br />

de decir nada de lo que sintiera, necesitase o<br />

pensare. He ahí que mi triunfo en mi conciencia es mi derrota<br />

en la conciencia de mi conciencia.<br />

Lego este ejemplo a la pedagogía para que forme<br />

conciencia audaz e impertérritamente.<br />

— 1420—


El demoledor


Meses y años, largos años..<br />

EL DEMOLEDOR<br />

Ninguna ebriedad sella más indeleblemente<br />

en el individuo, cual la del Ideal: borrachera de<br />

sentimiento y pensamiento en un largo ensueño,<br />

ausente de sí mismo en una mirada que parece<br />

mirar al través y por sobre todo. En ello casi todos,<br />

con frecuencia asombrosa, no pretenden ver sino<br />

la locura o la borrachera, o ésta, consecuencia de<br />

aquélla, sin que se detengan a distinguir los<br />

signos propios y profundos de la ebriedad del<br />

Ideal de la avaricia y de la lujuria o de la del<br />

alcohol, esencialmente estériles, cuando no casi<br />

siempre delictuosos, sin contar, naturalmente, con<br />

la terrible borrachera de la ignorancia audaz,<br />

por su ilimitada suficiencia.<br />

Sí, meses y años en que no puse ni una línea, porque<br />

estuve en letargía. Mis horas las pasé en estado de embotamiento<br />

e inconsciencia. Pero recuerdo que en el instante<br />

en que se me paralizaron la imaginación y el sentimiento,<br />

fue cuando en mi mente brotó y se grabó el concepto<br />

de El Demoledor. Desde entonces he ido echando sombras,<br />

quietud y silencio, sobre aquella idea que surgió repentinamente<br />

en mí. Dijérase que mi labor ha sido echar paletadas<br />

de tierra sobre la simiente. Pero ahora de nuevo se<br />

me desespera esta propulsión en torbellinos, que parece<br />

irrupcionar en mis tuétanos; es algo como el desatarse de<br />

los vientos en todas mis potencias. Hay tal fuerza y<br />

deses-<br />

— 1423 —


ARTURO BORDA<br />

peración en mí, que se dijera que he de reventar esparciéndome<br />

átomo por átomo en el infinito.<br />

Solamente en la muerte se puede esperar paz,<br />

porque a lo menos sé a conciencia, que en ella cesa el dolor<br />

del corazón y de los nervios. Es decir, no se sufre. Eso es,<br />

no sufren ni el pensamiento ni la sangre. Mas...<br />

¿Qué oigo? ¿Mi alma...?<br />

Es verdad, mi alma ha sufrido tanto como mi carne.<br />

Pobre alma.<br />

Ojalá sea absoluta la muerte. Pero si por algo aun<br />

no quisiera morir es por el agridulce que sugiere en el corazón<br />

el amor.<br />

Cómo amo la vida y sin embargo cómo detesto mi<br />

vida, para la que jamás he buscado egoístas beneficios.<br />

*<br />

Para este tropel de inquietud galopante de los nervios<br />

y la sangre, que semeja multitud de cuadrigas a todos<br />

los vientos, como queriendo repartirse el alma, las sombras<br />

nocturnas que allegan un suave lenitivo de tregua<br />

breve, me invitan a entrar a campo ti aviesa en la densa<br />

noche.<br />

Y caminando a tientas bajo un encapotado cielo, meditando<br />

en la tristeza de los afanes humanos, fui cruzando<br />

los cortijos. Es entonces que se agolparon a la memoria los<br />

incidentes de los pasados días.<br />

*<br />

La gente hormigueaba en las calles, las cuales estaban<br />

engalanadas con millares de banderitas de todas las<br />

naciones y de muchas aun no existentes. Esos trapillos<br />

multicolores, enalambrados de balcón a balcón, flameando<br />

febrilmente al soplo de la ventisca, suscitaron ^en mí una<br />

extraña conciencia de los lábaros en las alegrías del<br />

viento:<br />

— 1424 —


EL LOCO<br />

el deseo de volar, sutilizarse y fundirse en esa especie de<br />

llamadas de llamaradas, en ebriedad de inquietud, de<br />

color, de consolación y esperanza en una fraterna<br />

comunión de todos los pueblos.<br />

Después hubo desfile escolar, del ejército y del<br />

pueblo. Me sentí arrastrado en un olaje de la multitud:<br />

iba medio al aire, mirando los balcones, donde se<br />

abigarraban cintas, tules, sombreros y caritas femeninas<br />

muy risueñas, entusiasmando el ambiente. Hurras,<br />

glorias, marchas triunfales y manos que aplauden.<br />

Tumultos que pasan y pasan en esa forma.<br />

En la noche hubo función de gala en el teatro principal.<br />

Mi impresión acerca de ella se reduce a mujeres escotadas<br />

hasta medio cuerpo, ofreciendo su carne al<br />

lúbrico apetito de las miradas. Entonces, en ese ambiente<br />

afrodisíaco, en el mundo de los espíritus vi centenares de<br />

adulterios y violaciones, con beneplácito simultáneo. Y,<br />

sin contar las monstruosidades morales, había que ver el<br />

sinnúmero de deformidades físicas que ostentaban de<br />

modo ignorantemente orgulloso, hombres y mujeres.<br />

Pero había también alguna que otra mujer hermosa,<br />

casi desnuda, que a cada instante cruzaba y descruzada<br />

sus piernas, mientras que se le agitaba el pecho; miraba<br />

oblicuamente y, sabia e incitante, agitaba los brazos<br />

como invitando a estrangulaciones de caricias locas.<br />

Entre tanto en la escena los artistas se esforzaban<br />

trágicamente en dar la nota más sencilla de realismo.<br />

Tal iban todos, matándose en el ansia de goces, de<br />

gloria e inmortalidad.<br />

He ahí que en medio de la noche voy recordando y<br />

pensando en la lucha sin tregua de los seres, considerando<br />

que siempre es la suerte quien resuelve indiferentemente<br />

éste y los demás problemas, sin que ello le cueste el menor<br />

esfuerzo<br />

*<br />

— 1425 —


ARTURO BORDA<br />

Y cuando después de saltar atajos, zanjas y charcas,<br />

llegué a la carretera, andando entre las tinieblas, tuve<br />

una extraña alucinación:<br />

*<br />

Vi que todos iban cansados, llenos de inquietud,<br />

abrillantando cada cual con el fósforo de sus tuétanos<br />

y el signo de su sangre el secreto de sus penas, a<br />

sabiendas o ignorantemente, secreto que luego lo<br />

depositaban en el ánfora de una lotería humana.<br />

De esa suerte pasaron las edades. Y cuando ya todo<br />

estaba en calma en el espacio, el ánfora giró en la eternidad,<br />

semejando el estruendo de un cataclismo. Un temblor<br />

de angustia paralizó las respiraciones y el latir de los<br />

corazones, dejando en suspenso las conciencias.<br />

Luego, rompiendo la inmensidad nocturna del silencio<br />

cósmico salió el bolillo inmortal.<br />

El cielo y la tierra se estremecieron al instante al<br />

ingente y subterráneo rumor que vino haciendo<br />

retemblar el firmamento.<br />

Mientras tanto desde el cénit caía el signo fosforescente,<br />

el mismo que deshaciéndose lentamente fue<br />

formando un nombre en el horizonte, de donde saltó el sol<br />

a tiempo en que en la tierra y a la luz de la mañana<br />

concluía la agonía de un individuo.<br />

sol.<br />

*<br />

De tal manera absorbió una existencia la gloria del<br />

Y en el cielo tinto de la noche brilló una nueva estrella;<br />

y en las edades futuras los hombres en dispersión<br />

van repitiendo sólo un nombre.<br />

Y no es más.<br />

*


EL LOCO<br />

—1426—<br />

Cuando pasó aquella fantasmagoría, hacía mucho<br />

frío, se rasgaron las nubes y, a través de ese boquerón, las<br />

estrellas fulguraban en lo índigo de la inmensidad. Después<br />

la cerrazón se hizo completa...<br />

Palpando en las tinieblas llegué a la ciudad.<br />

Enciendo la bujía que ilumina pálidamente mi buhardilla.<br />

Y me acuesto.<br />

En el simple hecho de respirar experimento cansancio.<br />

A pesar de eso mi cerebro medita lo que el automatismo<br />

de mi mano va escribiendo. Siento en mis sienes el<br />

dolor del esfuerzo que implica mismo el poner este punto<br />

final.<br />

*<br />

De esta suerte en medio de mis divagaciones veo<br />

pasar claramente el afiche de la bailarina nominada<br />

Estrella Irú, que vi ayer. Lindo nombre. Es asombrosa la<br />

claridad con que en el espacio vuelven a ver mis ojos<br />

ese afiche. Ella, hermosa mujer, se destaca en el<br />

procenio, sobre un cielo nocturno, en maravillosa actitud<br />

de danza. Y su nombre revuela sin cesar de la mente al<br />

corazón, suscitándome en extraño sentimiento.<br />

Así, otra vez, como antes, veo allá mi Alma y mi<br />

Cuerpo; pero ahora no luchan: se hallan sentados melancólicamente<br />

debajo de unos matorrales. Hablan con<br />

acento fatigado.<br />

CUERPO<br />

Ya no puedo, Alma: has robado toda mi actividad.<br />

Cada vez me siento más pesado, sin alientos. Obra como<br />

quieras, que ya no me interesa la existencia: mi delicia<br />

llena de melancolía se reduce al sueño en un deseo invencible<br />

de sempiterna quietud. El dolor me da miedo: cualquier<br />

cambio de actitud me horroriza; casi ya nada<br />

anhelo.<br />

*<br />

— 1427 —


ALMA<br />

ARTURO BORDA<br />

Yo también, Cuerpo, experimento un extraño frío de<br />

muerte; mas no por la muerte, sino que por la inútil liberación<br />

en que me agito en esta eternidad interior. Por el<br />

infinito exterior poblado de existencias indiferentes, es un<br />

infierno incalculablemente más siniestro que la Nada o el<br />

Vacío. Así, pues, nuestra soledad ha sido en vano, tanto<br />

como nuestra lucha.<br />

CUERPO<br />

Si no hubieran sido, Alma, tus caprichos,<br />

hubiéramos disfrutado libremente las horas hasta<br />

consumirnos; y no que hoy, por tu abstracción en un<br />

mundo sin forma, todo es angustia: cada latido en mi<br />

corazón es un dolor. Cuánta ternura por tí; pero ven, aun<br />

podemos gozar en consorcio las últimas mieles.<br />

Imposible.<br />

¿Por qué?<br />

ALMA<br />

CUERPO<br />

ALMA<br />

¿No sientes que nos estamos muriendo? Mira cómo<br />

ya en el Ocaso fulge la estrella de la tarde.<br />

*<br />

Y a medida que se esfuma en la luz estelar, se oye<br />

alejarse una misteriosa canción, cual si se hundiera en las<br />

profundidades de mi espíritu.<br />

Un día en mí, Estrella Irú, todo era amor.<br />

Mi alma era en la esperanza<br />

a modo del aura alegre<br />

que acaricia toda cosa;<br />

en las almas mi espíritu se enredaba<br />

— 1428 —


EL LOCO<br />

a semejanza de liana en hayas o rosas;<br />

en el cabrilleo de mis ansias<br />

era mi carne llamas y brasas<br />

en las excitantes curvas de la hembra nubil;<br />

el chisporroteo de mi sangre,<br />

¡oh, Estrella Irú!,<br />

elevó en la mujer un himno eterno<br />

de sutil y honda adoración,<br />

más que un eco dilatándose en el silencio;<br />

en la angustia idólatra de mi existencia<br />

todo invitaba a un goce de potencia inmortal:<br />

mi amor era augur<br />

de aniquiladores deleites en la desesperación,<br />

mas todo ha sido la nada de una sombra de humo<br />

al deshacerse huyendo . .<br />

Sé hoy en mí, Estrella Irú, mi Luz De Luna.<br />

*<br />

Y la tristeza de aquel cantar me adormece en otra<br />

ilusión.<br />

La iglesia envuelta en la luz crepuscular está feéricamente<br />

iluminada; pero a medida que avanza la mañana<br />

las luces menguan suavemente, extinguiéndose al fin<br />

cuando salta el sol.<br />

Luego, a semejanza de los himnos en la mar o el<br />

indecible rumor de las remembranzas, resuena alegre y<br />

solemne en la bóveda del templo la salutación de un millar<br />

de voces infantiles y juveniles, cuyo timbre coral finge<br />

el son de arpas o gaitas galaicas; en seguida simula a la<br />

sordina el estridul de las cigarras o abejas en el<br />

recuerdo.<br />

Es por ello que en mi corazón borbotan no sé qué<br />

rondeles cordiales; y siempre en torno mío algo como aleteo<br />

de cantáridas y libélulas, mientras que a modo de una<br />

bendición consoladora emerge del templo la impar Estrella<br />

Irú. Ante sus inmensos ojos negros se dijera que súbitamente<br />

se opaca la lumbre solar en mis ojos o se estatizan<br />

absortas las horas. Estrella Irú es en este<br />

instante<br />

— 1429 —


ARTURO BORDA<br />

la epifanía de Luz De Luna que entre coros y dominaciones,<br />

oh tristeza de sombra errátil, así que llega se esfuma<br />

en un halo de luz.<br />

Estrella Irú.<br />

Comprendiendo que la fiebre me está atacando,<br />

reacciono haciendo un gran esfuerzo.<br />

Debo procurar distraerme y tomar analgésicos a<br />

gran dosis: dormir o morir.<br />

Los hombres no resistirían una hora esta tortura.<br />

Qué desenfreno de ebriedades.<br />

Iré al campo. Quiero saturarme de la serenidad de<br />

la naturaleza, porque yo sé que en uno de estos instantes<br />

reventará algún órgano del cerebro o el corazón. Pero ahora<br />

no temo por ello sino por la agonía. Y no quiero que llegue<br />

la noche ya que las sombras son mi alcohol y opio.<br />

Quisiera huir de esta especie de ensueño perpetuo en que<br />

vivo, donde todo es sombras y vaguedades, olvidos y recuerdos<br />

dislocados que se confunden y se deslizan esfumando<br />

sus extremos en la realidad. Es el encantado martirio<br />

de estar segundo a segundo contemplando no sé qué<br />

desde las embriagadoras brumas que no son el presente,<br />

el pasado o el porvenir: todo es la suspensión de un misterio<br />

que se aventa y recompone como en un enorme caleidoscopio<br />

de nigromancias.<br />

*<br />

Sí, iré a caminar hasta que el cansancio me rinda. II<br />

Todo el día anduve impulsado por el descontento<br />

y el desencanto. Cuando la tarde caía mi sangre se hubo<br />

apaciguado; y, rendido al fin, me tendí debajo de las<br />

frondas, sobre la yerba húmeda y fría. El crepúsculo<br />

había pasado y en el cielo indefinible de aquella hora<br />

brillaba la estrella de la tarde. Al través de las frondas<br />

que se meneaban fantásticamente, fingiendo el sordo<br />

rumor de lejanas<br />

— 1430—


EL LOCO<br />

cataratas, se veía pasar negros nubarrones a manera de<br />

endriagos o montañas proteicas o naos fabulosas, orlados<br />

de claror lunar, en tanto que el distante croar de innúmeros<br />

sapos en las ciénagas simulaba la prolongación de los<br />

murmurios del agua en lejanía, de donde llegaba el lastimero<br />

ulular de los canes. El estridul monocorde de la cigarra,<br />

el canto agorero de alguna ave noctámbula y alguna<br />

tarka que suena el aimara, escondido a lo lejos, acuerdan<br />

la sorda eufonía de la hora, cuyo encanto me<br />

adormece.<br />

…………………………<br />

Entre las sombras índigas y violáceas de un día<br />

gris y frío, como en maleficio de Sabat, siento que activa y<br />

mudamente mis tatarabuelos revuelven entre<br />

abominaciones sus tareas y sus virtudes, hurgando en mi<br />

sangre y en mi cerebro con tridentes garfios.<br />

…………………………..<br />

Despierto. Mi serenidad exterior es asombrosa: es<br />

una especie de tibieza de la sangre en un ligero bienestar<br />

de convalecencia.<br />

III<br />

Llego a casa y me acuesto. Hay tempestad. Hace una<br />

hora que se oye conmover los montes la repercusión<br />

de un solo tronar. Tantos y seguidos son los rayos. Los<br />

relámpagos obturan incesantemente las sombras. En la<br />

tibia laxitud de mi carne se amortigua mi pensamiento.<br />

Poco a poco noto que mi sangre palpita galopando:<br />

mi cabeza arde en medio de un enorme zumbido de las tinieblas<br />

que giran en masa, pero con una horrorosa lentitud<br />

incontenible y que sin embargo tiene no sé qué de velocidades<br />

entrecruzadas en todo sentido. Mi cabeza crece desmesuradamente.<br />

De mis ojos sale la eternidad en microcírculos<br />

anaranjados o mordorées orlados de argento, los<br />

cuales dilatándose más y más van formando una especie<br />

de embudos prolongados al infinito, cuyos bordes, después<br />

de convertirse en seres y panoramas extraños, se<br />

hunden<br />

— 1431 —


ARTURO BORDA<br />

en los mismos embudos, por medio de los cuales,<br />

vaciándose en mis pupilas, vuelven a mi cráneo. Mi<br />

cerebro está hirviendo locuras en tanto que mi pecho<br />

aceza tranquilo y mi conciencia, aun más tranquilamente,<br />

contempla el fenómeno. Y todo zumba con zumbar de<br />

eternidad.<br />

…………………………………………………………….<br />

Entretanto oigo en el enladrillado el sigiloso<br />

andar de pies descalzos. En el denso ambiente, como en<br />

el vaho de una marmita de bruja que atiza ingredientes<br />

deletéreos, vagan los helmintos y las estantinas, mil<br />

espectros y duendes; extrañas alimañas alfombran el<br />

piso y tapizan las paredes, pululando a millares en mi<br />

cama, donde resbalan blandas y frías.<br />

Así, respirando los insectos de una alquimia<br />

fatídica, vienen contoneándose irónicas y burlonas,<br />

completamente desnudas, chasqueando sus lenguas<br />

ásperas y salivosas, las mujeres más hermosas, mientras<br />

que los sátiros lanudos pasan haciendo obscenas<br />

morisquetas entre nubes de cínifes y luciérnagas o de<br />

ruiseñores y mariposas.<br />

Inimaginables plagas de microbios infectan la atmósfera;<br />

seres amorfos y fetos humeantes resbalan con<br />

pegajosa blandicie en mi cuerpo.<br />

Obesas meretrices, desabridas y fofas, oblicuas y<br />

ambiguas, con alas membranosas de vampiros, aullan<br />

lujuria en tanto que se esfuerzan en detener el tiempo,<br />

refregando entre tanto su flacidez en la musculatura<br />

magra de los sátiros.<br />

Y mientras ensordece la brama de aquella carne que<br />

respira los infusorios de la brujería, un panzudo bobo congestionado<br />

ríe a carcajadas leyendo el Apocalipsis, las<br />

Afinidades Electivas y las Cumbres Borrascosas. Una<br />

jauría de cretinos atraillados hace coro con todo el<br />

escarneo de quien larga la risotada sin comprender lo<br />

que mira<br />

Sofocado sacudo la cabeza y desaparece la visión.<br />

……………………………………………………………...<br />

—1432—


EL LOCO<br />

Pero al instante en el opalino claror de la luna, a<br />

través de niebla, que ilumina mi estancia, surgen sinuosas<br />

figulinas con blandicie de larvas, como si saliesen de la<br />

humedad cadavérica de inmemoriales criptas con<br />

suntuosidades de aguasmarinas en popelinas y muselinas<br />

lustrosas y resbaladizas, incoloras por los siglos; y sus<br />

voces, aquellas voces tan lejanas, tan gastadas, tan<br />

ancestrales, de tosecillas tan distantes de tísicos que se<br />

arrastran sonando a hueco los pulmones; delgadeces<br />

apergaminadas y descoloridas de moribundos cuya agonía<br />

los idealiza en una mueca de reproche que se graba en sus<br />

labios como para escupirnos un gargajo de odio<br />

tuberculoso, abriendo inmensamente sus ojos opacos o<br />

brillantes en la provocación temeraria del que agoniza.<br />

¡Oh, aquel gesto electrizante!<br />

Y pasan mil espectros de la misma jaez, saludándome<br />

con tal ironía y con tal gesto de desprecio en los<br />

ojos y en los labios, que con orgullo me vi en ellos como<br />

en un espejo. ¡Ay! de las gentes si comprendiesen tal cosa:<br />

cómo me enaltecería la cólera de su maldición. ¡Oh! el<br />

desprecio que tengo por toda grandeza y el asco que<br />

experimento por toda inutilidad. ¡Qué empuercamiento<br />

de gestos rebuscados para el público, para cualquiera, y<br />

quizá si para ellos mismos. ¡Uf... Cuánta inmundicia en<br />

el fondo de las apariencias. Si los hombres supiesen<br />

comprender la infinita sabiduría de ya no ser nada, de no<br />

querer nada, de mirarlo todo con asco y sin ni siquiera<br />

eso: mirar con ojos como de simples vidriantes o de<br />

cristalina roca. Ellos, mendigos de la opinión ajena, jamás<br />

sabrán de la absoluta liberación del que ya... Y no quiero<br />

hablar por ellos: imbéciles a quienes hay que aleccionar<br />

en la soberbia de esta única soledad, ultrajante sin<br />

excepciones, como cauterio o crisol de almas; porque yo<br />

sé que así los buenos resurgirán grandes. Es menester<br />

sacudir del alma la piojera del Yo y así dilatarse en los<br />

éteres en completa dación.<br />

…………………………………………………………………<br />

Digo y me obsesiona el son melopéico de la<br />

meliflua musiquilla nacional en organillo o pianito a la<br />

sordina, al compás, monótono siempre, de La Patacoja. Y<br />

el desesperante son de ese cantar monorrítmico me<br />

hunde infiltrán-<br />

—1433—


ARTURO BORDA<br />

dose en mí. Así la musiquilla siniestramente femenina, ridicula<br />

y pertinaz, enervante y obsesora, canta ya en mis<br />

tuétanos el fatídico ritmo. Es el taladro del son plebeyo<br />

en acordeón o en charanga en feria o en Miércoles de Ceniza,<br />

que trae sugerencia de languideces y tufos de eruptos<br />

en borrachera plañidera. ¡Oh, el agrio compás de La<br />

Patacoja!, como en un eterno hablar de yaravíes o<br />

boleros.<br />

…………………………………………………………<br />

Entonces, ¡¡qué desesperación de huir! Y sueño<br />

en la tristona Normadía. Ir en los crepúsculos las<br />

curvas de los caminos; sorprender nuevos horizontes;<br />

embarcarse en un velero bajel, sin batelera, y con viento<br />

propicio hacerse a la mar abierta, cortando la espumosa<br />

ondulación de las procelarias, en tanto que azuladas ya<br />

las lejanas costas se esfuman en la inmensidad siempre<br />

azul.<br />

Oh, partir sin que nadie nos despida y llegar sin<br />

que ya nadie nos espere!...<br />

Pasar a semejanza de sombra alucinada, helada y<br />

pálida, por Argel, Singapur, El Cairo y Túnez y remontar<br />

el Nilo- de los Faraones. Ansio ahogarme en las callejas<br />

ensordecedoras de Constantina. ¡Oh! Brest, Tolón, Tívoli<br />

y Marsella; y allá el Tánger, Brujas y Venecia. ¡Oh! mar<br />

de Sorrento, ¡oh las costas de Levante! Siracusa y<br />

Catania; Sicilia, Palermo y Pompeya; Lucerna y<br />

Benarés, la ciudad santa, y en las auroras o a los últimos<br />

rayos del sol, contemplar la Grecia Magna.<br />

Huir, volar, tornar y morir oculto en las<br />

cascadas, a la sombra de los gélidos montes o en la<br />

umbría de las selvas vírgenes en mi América ignota<br />

ya...<br />

Pero ¿para qué si tengo el hastío prenatal? Aquí<br />

será, en el verde cicuta de la hora, sin un adiós, sin<br />

agonía...<br />

Y espero inútilmente que acuda una lágrima a<br />

mis ojos; mas ya no sé si me alegro o siento no tener la<br />

ridiculez de un lagrimón. Noto que empiezo a<br />

endurecerme en la serenidad, satisfecho de partir sin<br />

dejar afectos, libre, sin<br />

— 1434 —


EL LOCO<br />

las impertinencias de la gratitud. Sí, será una expansión<br />

infinita salir de mis días saturándome en un olvido absoluto.<br />

Morir...<br />

………………………………………………………….<br />

Y hube resuelto ya cuando dejando el lápiz y la<br />

cuartilla apagué la vela y me acosté. Así comencé a dormitar<br />

en la innombrada calma que sigue a las resoluciones.<br />

Y, con una leve opresión en el pecho, empezó mi desvanecimiento<br />

en el ensueño a tiempo en que a mi lado, tan próximo,<br />

casi dentro de mí, oí algo como el murmullo de un<br />

secreteo:<br />

Habla tú.<br />

EL LÁPIZ<br />

LA VELA<br />

No; yo no turbo su último ensueño.<br />

EL LÁPIZ<br />

Entonces tú, Cama, que le envuelves, dile.<br />

LA GAMA<br />

Yo, mucho menos: no seré quien inquiete su último<br />

reposo, no obstante que recibiendo su calor le envuelvo<br />

en el postrer abrazo con cariño de niño, de amada o madre.<br />

No, yo no le despierto: aun espero cobijar algunas<br />

hermosas inquietudes.<br />

LA ROPA<br />

Yo seré quien le acompañe hasta el fin, porque estoy<br />

más con él que la Cama.<br />

EL LÁPIZ<br />

De mí ha necesitado mucho más que de la Ropa: a<br />

mí me tajó y me acabé fijando su sentimiento y su<br />

pen-<br />

—1435 —


ARTURO BORDA<br />

samiento. Estuve mil veces entre sus labios, al contacto de<br />

su lengua, en las fecundas meditaciones, en apariencias de<br />

muerte.<br />

LA VELA<br />

Y yo, así como me veis, tan pequeñita ya, me consumí<br />

dándole mi luz en sus trágicas noches de inspiración.<br />

Todos le hubimos servido, hasta el Bastón.<br />

EL BASTÓN<br />

Sí; pero las cuartillas son más felices que nosotros.<br />

LAS CUARTILLAS<br />

Es verdad: somos sus secretarias. Es decir, que<br />

guardamos por siempre el misterio de sus creaciones.<br />

EL BASTÓN<br />

Yo que fui su apoyo, quiero despedirme. No se<br />

irá sin decirme adiós. Yo le despierto.<br />

*<br />

Y en el silencio nocturno, acaso al soplo del viento,<br />

cayó el báculo al suelo, sonando casi con timbre metálico.<br />

En el silencio, el eco de su vibración tuvo sorda resonancia<br />

de bronce.<br />

En eso tuve una especie de vergüenza hablar con los<br />

enseres y mi alma por poco sonríe en la inconciente superioridad<br />

de aquella especie de fe que tenemos de que las<br />

cosas carecen de alma. Y con voces que sonaban más que<br />

en mi alma, en mi espíritu, a semejanza de los ecos que se<br />

recuerda, dijeron:<br />

TODOS<br />

¿Y te irás, amo mío, sin decir adiós a los que nos<br />

acabamos en tí y por tí?<br />

'— 1436 —


LA ROPA<br />

EL LOCO<br />

¿Te irás sin un recuerdo para nosotros, por cuya<br />

vejez en tu servicio se humilló de vergüenza tu corazón<br />

jnás de una vez ante el lujo de los demás, cuando nosotros<br />

alzábamos tu conciencia, cantando nuestro orgullo por tu<br />

alma? ¿Te irás, ingrato, sin un pensamiento para nosotros...?<br />

*<br />

En eso el arrepentimiento, la vergüenza o qué sé yo<br />

qué, me hizo enmudecer en la dilatación de un inmenso<br />

y suave cariño a mis prendas. Así, pues, mi ternura se hizo<br />

un abrazo infinito e impalpable.<br />

LA VELA<br />

Enciéndeme, amo mío, amigo mío: no quiero alumbrar<br />

otra existencia que la tuya; ansio inmaterializarme en<br />

tu servicio en estas tus últimas horas; quiero que el<br />

agónico parpadeo de mi luz ilumine tu postrera inspiración;<br />

quiero alumbrar tus profundas pupilas y luego morir<br />

envolviéndote y besando tus labios.<br />

*<br />

Entonces sentí como si un perfumista hubiese vaciado<br />

sus mágicos pomos en faldas de seda que crujían discretamente.<br />

Y de pronto la estancia se iluminó de vaguedades,<br />

cual con una plaga de luciérnagas en la tiniebla. Se oía un<br />

infinito murmullo de secretos. Tajan el aire los veloces<br />

vuelos de mil sabandijas noctilucas. Pero mis inquietudes,<br />

aisladas ya, se mueven inútilmente arrinconadas en mi<br />

corazón.<br />

Al instante cogí la caja de cerillas. Y raspando en la lija<br />

inflamé un fósforo.<br />

LA CERILLA<br />

¡Sí, sí, sí! Sólo por tí. !Sí, sí sí! ¡Ya:<br />

— 1437 —


ARTURO BORDA<br />

Encendí la chorreada vela de sebo y el fósforo se<br />

apagó suspirando.<br />

EL LÁPIZ<br />

Úsame: tájame; quiero acabarme el trasunto de tu<br />

alma; no ansio escribir otras ideas que las tuyas; espero<br />

transfundirme fijando tu sentir y tus pensamientos. Conviérteme<br />

en lo más noble de tu existencia, oh amo mío,<br />

amigo mío!<br />

TODOS (a coro)<br />

Corred ligeras, amargas lágrimas<br />

y suspirad hondamente opresas penas;<br />

que el amigo y el amo que nos enaltece<br />

se embarca ya en el Misterio a la Eternidad.<br />

¡Oh calor de alcoba y turbia luz de Vela en desvelo;<br />

sostén de Cayado en los deslices;<br />

negro trazo de Lápiz<br />

o palabras invoces en las Cuartillas<br />

y pudibundo abrigo de la Veste raifa,<br />

gemid sin consuelo.<br />

¡Oh insondable sentimiento de los huraños<br />

o triste rebeldía de los caídos;<br />

indecible angustia de amor,<br />

consagrad todos una furtiva lágrima<br />

a quien supo agotarse exprimiendo la inquietud<br />

de los íntimos silencios<br />

en el ansia de las sombras hondas.<br />

En la inmémore travesía de la noche sin aurora<br />

la batelera de el Loco será la Negra Capitana.<br />

Así, singlando ab eterno y rauda el esquife<br />

en las inciertas ondas de la mar sin orillas,<br />

se irá por siempre.<br />

Corred, pues, ligeras, amargas lágrimas<br />

y suspirad hondamente opresas penas.<br />

Entretanto mi Cama me apretaba, ciñéndome suave<br />

y calladamente. Luego en el silencio supe una especie<br />

— 1438 —


EL LOCO<br />

de sollozos que venían de mi Bastón, de mi Ropa oí algo<br />

como la congoja que cruje ocultándose y una voz más<br />

dulce que la de los bisabuelos a los niños, decía: —<br />

Adiós. Adiós.— Después continuaron<br />

TODOS<br />

¿Si preguntan por tí?<br />

YO<br />

No temáis. ¿Acaso interesa a nadie la ixistencia de<br />

nadie? Tanto es así que hasta ahora yo no había<br />

pensado en vosotros.<br />

TODOS<br />

Pero ¿si preguntan?<br />

YO<br />

Entonces cerrad a cal y canto el deseo y te palabra,<br />

porque vosotros ignoráis que al fin el resentimiento del<br />

odio serenado ya, sólo halla su venganza de la vida, despreciando<br />

silencioso en el misterio, casi en un olvido de<br />

perdón, en aquella especie de bienestar con que nos<br />

aplasta el último cansancio de las abulias ante la<br />

indiferencia cósmica. Y sabed, para vuestro gobierno, y<br />

si es posible para que me odiéis así, que cada conciencia<br />

nace tan tristemente sola y vive tan sola como se va,<br />

acaso sin ni siquiera dejar vacíos en el recuerdo.<br />

En tales ridiculeces del ensueño era tan honda y<br />

apacible mi pena, que a todos nos envolvió un silencio<br />

profundo, mientras amanecía brumoso y pálido el<br />

postrero día. Luego, una especie de modorra me fue<br />

agobiando con la retornante fiebre.<br />

Y en el alma veleidosa de las multitudes vi temblar<br />

de miedo y tartamudeando a Cicerón, al<br />

comenzar un exordio; en otro lado Sócrates, no menos<br />

ridículo, que-<br />

— 1439 —


ARTURO BORDA<br />

riendo hablar también en público hacía desternillarse<br />

de risa al auditorio.<br />

Luego van en la fábula Kristna y Cristo, arrastrados<br />

en la farándula de las impúdicas bacantes y de los<br />

caprípedos sátiros.<br />

Aquí contemplo a Demóstenes que arrojando cobardemente<br />

el escudo, como buen orador, huye del<br />

campo de batalla, en tanto que Arquíloco, como<br />

consejero, ríe diabólicamente a lo lejos.<br />

Allá, saltando riscos y cascadas, en pos de Endimión,<br />

corre Diana en la selva en que albea la aurora.<br />

……………………………………………………………<br />

Luego viene una densa nube de insectos,<br />

cubriendo el ámbito de horizonte a horizonte.<br />

UNA VOZ<br />

La locura retarda la muerte. Alégrate. Loco.<br />

OTRA VOZ<br />

La locura del loco es su alegría y la sabiduría del<br />

sabio es su tristeza; por eso para ser feliz es menester reír<br />

con el corazón.<br />

LA PRIMERA VOZ<br />

Mas, la locura oportuna es el colmo de la sabiduría;<br />

pero primero hay que matar el miedo en la idea,<br />

luego en el pensamiento, para que desaparezca el<br />

miedo en la acción.<br />

LA SEGUNDA VOZ<br />

^La indolencia es la sublime forma de la<br />

locura; además es el fermento de la libertad futura,<br />

porque se<br />

— 1440 —


EL LOCO<br />

desentraña impasiblemente la rebelión de los orígenes,<br />

excitadora de todas las emulaciones de libertad.<br />

Pero si no me crees, oye las voces de la naturaleza.<br />

Ahí vienen los animales. Míralos.<br />

UNA LARVA DE LA CETONIA (caminando<br />

boca arriba)<br />

El asunto es avanzar y mejor si es de espaldas,<br />

vista al cielo. Por eso detesto al cerdo.<br />

LA TITTIBHA (durmiendo patas arriba)<br />

Dices la verdad. Pero lo cierto es que hay que vivir<br />

durmiendo así, por sí acaso: para que no nos aplaste si se<br />

cae el cielo; pues siento que tiembla al paso de un Demoledor.<br />

De lo primero que es necesario prevenirse es de la<br />

felonía celeste, aunque tal peligro emane nada más que<br />

de nuestra idea. Sin embargo el azul es la mayor consolación;<br />

por eso yo también detesto al cerdo.<br />

EL CERDO (furioso)<br />

No obstante sois tan repugnantes que me dais<br />

asco. En cambio ¿mi carne quién no la apetece?<br />

UN LINCE (sonriendo con gesto despreocupado)<br />

Por eso hombres y mujeres llevan en el corazón<br />

sangre de puercos y en consecuencia sienten y obran como<br />

tales.<br />

UN PERICO LIGERO (hablando lentamente)<br />

Cada cual tiene fatalmente que avanzar y vivir no<br />

como quiera sino que como buenamente pueda. Cada<br />

ser y cada cosa es útil para algo, si no en vida, por lo<br />

menos para abono de hortalizas. Pero ¡ay! yo quisiera<br />

ser ardilla; mas, es verdad, hay naturalezas tan<br />

excepcionales, por ejemplo, la mía, que para hacer algo<br />

de sus ideales sublimes necesitan de toda su ociosidad,<br />

de esa ociosidad<br />

— 1441 —


ARTURO BORDA<br />

saboreada segundo a segundo en todas las formas<br />

imaginables. Es por eso que mi gran amigo es el<br />

Diosdará. —_<br />

UN DIOSDARÁ (volando apenas)<br />

Eso mismo digo. Los iguales se juntan.<br />

……………………………………………………..<br />

En eso, jugando indolentemente un junquillo en los<br />

dedos de la izquierda, la derecha en el bolsillo, silbando<br />

ironías pasa el artista melenudo Casimiro Eldorado. Una<br />

linda hembra, Concepción Donaire, que a la sazón va<br />

inadvertida, mira indignada al tipo, hasta cierto punto<br />

midiéndolo de hito en hito, y larga su despectiva risa.<br />

Al oír Casimiro la risa en el aura, se detiene, vuelve los<br />

ojos y contempla indeciso y angustiado las incitantes<br />

formas de Concepción que se deshace meneándose en<br />

la sombra.<br />

……………………………………………………..<br />

Luego en el mundo fenomenal de los microorganismos<br />

miro desfilar las formas más infernales,<br />

grotescas e inconcebiblemente monstruosas. Aquí una<br />

cabezota de cuero aporcelanado con nariz de<br />

hipopótamo, ojillos de mostacilla y cuerpo de alambre<br />

con áspera pelusilla; después una especie de elefante<br />

con alas de mariposa y ojos de reflectores; ogros y<br />

sapos cientopies. Innumerables horrores, Todo presidido<br />

por la Manta Religiosa en pose espectral.<br />

……………………………………………………...<br />

En eso el movimiento indeciso de mil luces misteriosas<br />

va dibujando la esquina de una calle populosa.<br />

Tres jóvenes conversan animadamente.<br />

ELÍSEO<br />

Yo no sé jamás qué decir en una visita de<br />

pésame; no sé qué cara poner. Es una situación muy<br />

embarazosa.<br />

— 1442 —


RUPERTO<br />

EL LOCO<br />

Ya lo creo. Sin querer se toma en tales trances<br />

toda la expresión del hipócrita: en la palabra, en la<br />

intención y en el gusto. Sí, es para reir y para no<br />

acabar.<br />

ARNOBIO<br />

¿Y no piensan en la molestia a que se ve obligado a<br />

soportar el doliente? No sé por qué en tales circunstancias<br />

todos me parecen ovejas. ¡Qué caras! No sé, pero<br />

así se me figuran.<br />

RUPERTO<br />

Por eso yo jamás cumplo con esas fórmulas, ni por<br />

tarjeta. Experimento una repugnancia invencible al tener<br />

que decir: —Sienta mucho.— por aquello que en verdad<br />

¿a mi qué me importa? Que cosa estúpida es esa.<br />

!Oh! si uno pudiera hablar con esta claridad en<br />

público, en los libros o en la prensa...<br />

ARNOBIO<br />

Ya, sea lo que quieras, pero es el caso que el<br />

que no cumple con tales fórmulas en la sociedad, y hasta<br />

con gente de negocios, por sabio que sea pasa por simple<br />

campesino.<br />

RUPERTO<br />

Supongo que Elíseo se ha referido a estos<br />

asuntos a causa de la muerte del hermano del poeta<br />

Banbenuto Enequis. Por lo que hace a mí confieso que le<br />

pasé la siguiente esquela:—<br />

Distinguido amigo: como por la<br />

muerte de todo individuo inteligente, he<br />

sufrido una molestia indecible por el<br />

deceso de su hermano Dióscoro; pero<br />

tengo para mí que la amargura de tal<br />

suceso sabrá arrancarle a usted estrofas de<br />

inmortal belleza. Tal es nuestro deber en<br />

las zonas de la armonía.<br />

— 1443 —


Etc.<br />

ELÍSEO<br />

ARTURO BORDA<br />

¡Claro! A tí que te gusta la poesía, es muy natural<br />

que hayas pasado esa esquela de condolencia en los términos<br />

que dices, en la misma forma que pudo haberlo<br />

hecho un acreedor vulgar, con la diferencia de que en tu<br />

caso es la cobranza de un refinado agoísmo.<br />

RUPERTO<br />

Justamente. Cada cual tiene la obligación de actuar<br />

del modo más práctico en el círculo de sus actividades.<br />

Así un bandido debe ser pronto resueltamente un buen<br />

bandido y el santo, santo.<br />

ARNOBIO<br />

Si es así recibe mis felicitaciones por lo acertado<br />

de tu misiva. Y espero que cada ciudadano procure ser<br />

pronto de modo definido algo especial y potente: una personalidad.<br />

Supongo que eso querías decir.<br />

ELÍSEO<br />

Los pésames y las felicitaciones son, querido Arnobio,<br />

igualmente estúpidos y sin objeto, por que nadie se<br />

alegra ni duele por los demás, salvo que tales ceremonias<br />

encubran una segunda intención ya, se entiende que de<br />

interés propio.<br />

RUPERTO<br />

Existe otra costumbre al respecto, más tonta todavía,<br />

aunque sólo entre los tontos, la cual es llevar luto o sea<br />

vestir de negro. Respecto a eso jamás he podido explicarme<br />

racionalmente la relación que haya o pueda haber entre<br />

el color del traje que se lleve y la existencia presupuesta<br />

de un sentimiento. Por ejemplo, tú, Elíseo, hace<br />

cinco meses que llevas luto por un tu pariente a quien jamás<br />

conociste ni entre sueños, ya que nunca te hablaron<br />

— 1444 —


EL LOCO<br />

de él, y que, por consiguiente, su nacimiento o su muerte<br />

antes de ahora para tí era menos de la idea que pudieras<br />

tener de la nada. ¿Me comprendes? Y en cuanto a sentimiento,<br />

en éste mismo instante puedes observar que no<br />

tienes ninguno con respecto a tu deudo.<br />

No hay más remedio que demoler a sangre fría todas<br />

las estupideses que no sirven nada más que decortapisas.<br />

Hay que hacer que diariamente el individuo sea<br />

más salvaje en su desnudez espiritual; es necesario<br />

barrer de cuajo la hipocresía. Vivimos en una trabazón<br />

social de puras mentiras, tanto que no se puede confiar<br />

en la palabra de nadie, ni de sí mismo, toda vez que el<br />

hábito de las costumbres sociales ha formado nuestra<br />

mecánica, de tal modo que casi no sabríamos distinguir<br />

cuáles son nuestras manifestaciones naturales y cuáles<br />

las de mero convencionalismo.<br />

Tal iban hablando cutando súbitamente desaparecieron<br />

a modo de las sombras de una linterna mágica,<br />

dando nuevamente al desfile de las alimañas.<br />

………………………………………………….....<br />

UNA CIGARRA (cantando)<br />

Cuando se ha perdido toda esperanza y se<br />

alienta el despego a todo, sin arraigo de nada en el<br />

pensamiento, en el sentimiento ni en la carne, entonces,<br />

cuando en plena miseria se siente, se piensa y se trabaja<br />

sin objeto, éste es el terrible sarcasmo, sólo entonces se<br />

hace positivamente genitora nuestra acción; cuando<br />

actúan nuestras imponderables actividades emanentes<br />

del quietismo en todas las disiluciones y cuando en el<br />

himno de muerte se oye el canto del cisne, nuestra<br />

existencia parece desligarse del infinito mismo, entonces,<br />

sin amor ni odio, sin esperanza ni recuerdos, en plena<br />

miseria, nuestra acción desinteresada es la propulsión<br />

cósmica, porque está ya en la libertad absoluta. Y no hay<br />

cetro de falaris que equivalga a la indisciplina<br />

demoledora de un loco.<br />

— 1445 —


ARTURO BORDA<br />

UNA ABEJA Y UNA HORMIGA<br />

Eso se llama virtud. Pero para ser virtuoso se necesita<br />

la potencia viril de Heracles y Sansón. La existencia<br />

humana está poblada de importantes, de agotados en<br />

sus vicios. Ser potente es ser virtuoso.<br />

UNA MUSARAÑA<br />

¡Ja, ja, ja! En la humanidad no hay vicios: fuerzas<br />

ciegas y fatales; eso es todo. ¡Ignorante! Las necesidades<br />

de las potencias son aniquiladoras por su propia naturaleza;<br />

por eso el potente fatalmente es un tirano y el débil<br />

un ciervo: carne de cena o desayuno. Digo esto porque<br />

sólo los imbéciles no aprovechan las lecciones de la<br />

vida.<br />

UN TIBURÓN (en las olas del mar)<br />

Amar es hacerse absorber. Mata y nútrete. La más<br />

sublime locura es la gula. Alimentarse bien es el<br />

secreto de las potencias. Y ser potente es ser vencedor y<br />

señor. Así pues, no hay por qué tener compasión de nada<br />

ni de nadie.<br />

UN CHACAL<br />

Eso es verdad. Y si no creen oigan al señor Cernícalo.<br />

UN CERNÍCALO (estabilizado en el azul)<br />

Cierto. Matar para vivir o morir. No hay más: es la<br />

ley sempiterna Pero solamente con alas y pulmones<br />

extraordinarios se hace este juego. No soy el único que me<br />

detengo en el espacio. Quizá un día nos imiten los<br />

hombres: su espíritu simiesco aun puede darnos muchas<br />

sorpresas. Pero la realidad se burla de todos los ecos y<br />

los reflejos. El espejo es la cristalización del Mono y el<br />

fonógrafo la del Loro. Y el Hombre tiene de ambos. Es un<br />

animal muy interesante porque también tiene mucho de<br />

Burro.<br />

……………………………………………………<br />

Entonces oigo entre las nieblas un extraño parloteo:<br />

— 1446 —


patria.<br />

EL LOCO<br />

PRIMERA VOZ<br />

Aquel que vez allá es un meritorio servidor a la<br />

SEGUNDA VOZ<br />

Yo no puedo creer en ningún patriota... a sueldo,<br />

en dinero contante y sonante y con derecho a retiro,<br />

pensión vitalicia y montepío. A no ser en caso de<br />

inminente peligro en que todos acuden, aquí como en<br />

todas partes del mundo, a defender no precisamente la<br />

patria, sino que todos van impelidos inconcientemente<br />

por el instinto de conservación individual. De un modo<br />

general puedo apostar a perder la cabeza, que el individuo<br />

que sirve a la ciencia o a la industria, a la religión o a la<br />

patria, lo hace sin más idealismo que asegurar su pan<br />

para hoy o para mañana. Ahora, que de la labor<br />

conjunta resulte un inconciente beneficio para la<br />

comunidad, ese es un efecto que se ha de lograr<br />

siempre, con la colaboración de cualesquiera clase de<br />

gentes, aun cuando sea de los antípodas, en fin, allá<br />

donde el individuo pueda ganar su conservación. El<br />

cacareo de las palabras ideal y patriotismo sólo sirve<br />

de venda al pueblo, para que los explotadores gocen<br />

tranquilamente de sus prebendas vitalicias. Mas, nadie se<br />

acuerda de los intereses nacionales si no es para<br />

aprovechar de ellos, entrando a saco en los tesoros. Y<br />

sino observa la historia de cuanto individuo conozcas.<br />

Por esa razón resulta que si existe el hombre<br />

verazmente patriota, es para todos de incómodo como<br />

una ascua y por ende deberá morir exilado en la miseria,<br />

esté en el país que estuviere, maldiciendo su patriotismo.<br />

Observa y verás que en la vida del hombre, al igual que<br />

en el de la bestia, no hay más ideal efectivo que<br />

asegurar la satisfacción, si no de sus vicios, por lo<br />

menos de sus necesidades. Claro está que esto es triste<br />

para la muchachada de quince abriles; pero, si queremos<br />

salvarla, no hay más remedio que romper sus<br />

ensueños, demostrándole que tiene que luchar afilando<br />

sin cesar sus garras, como para vivir entre lobos hambrientos.<br />

Y si no crees, mira. Ya se despejan las brumas.<br />

— 1447 —


ARTURO BORDA<br />

I<br />

Y mientras las voces iban amortiguándose, en un<br />

bosquecillo embalsamado y a pleno sol, lleno de aves, de<br />

coleópteros maravillosos y de irisadas mariposas, saltaba<br />

entre riscos, alegre y bullicioso, un adamantino arroyo<br />

para luego deslizarse suavemente en la arenilla.<br />

Un hermoso niño, soñando en edenes y con<br />

ángeles, juega en el agua con pétalos que imagina<br />

góndolas, las cuales singlan por entre la enramada,<br />

mientras el chiquitín silba alegre imitando a las aves.<br />

Y así crece enflaqueciéndose, porque tanto los simios,<br />

como los perros los zorros y las aves, le roban su<br />

diario alimento si no es el tiempo que los putrefacta, ya<br />

que por soñar y cantar el nene se olvida de sí,<br />

poniendo su alma en una existencia superior.<br />

II<br />

Pero llegado el invierno las aves emigran, el bosque<br />

muestra únicamente sus ramajes ligníferos, en tanto<br />

que el arroyo se ha congelado.<br />

El hermoso muchacho de otro tiempo, joven ya, escuálido<br />

y aterido, ya no canta ni sueña, si bien su<br />

recuerdo se hunde en la melancolía; pero hosco, crecida la<br />

cabellera y la barba, y fuertes las uñas, lucha cuerpo a<br />

cuerpo con los buitres y los lobos, esforzándose por<br />

arrebatarles una lonja de la carroña que hallaron en<br />

sus correrías.<br />

Es un espectáculo horripilante.<br />

III<br />

Y otra vez la primavera. Todo es himno, aromas,<br />

luz y color: las aguas rumorean y los vientos silban coreando<br />

a los ruiseñores y el arrullo de las torcaces en las<br />

reverdecidas frondas.<br />

Rompiendo a gatas la maleza avanza, desnudo<br />

ya, el hombre, a manera de extraordinario felino.<br />

Lleva ca-<br />

— 1448 —


EL LOCO<br />

bellera y barba que le caen a semejanza de malena leonina,<br />

mientras que a la sombra del ceño fruncido relampaguean<br />

los ojos inyectados; chuequea sus gruesos labios,<br />

enseñando sus enormes caninos, en tanto que sus ya formidables<br />

uñas arañan impaciente y maquinalmente la<br />

tierra, acechando entre hienas y lobos, escondidos en el<br />

bejucal.<br />

De pronto en el sendero que orilla la acequia van<br />

soñando en el amor una linda zagala y un fornido pastor.<br />

Pero, a tiempo en que comienzan a entonar una canción,<br />

sobre ellos se lanzan juntos el hombre, los lobos y ^s hienas.<br />

Hay un vértigo trágico de lucha, hasta que descuartizan<br />

los cadáveres. ¡Oh, cómo tragan la carne y cómo beben<br />

la sangre humeante aun!<br />

……………………………………………………………<br />

Y otra vez las bestias.<br />

UN CÓNDOR (elevando en sus garras a un pollino).<br />

Al impulso de mis alas hasta los jumentos vuelan,<br />

pero sus ascenciones son como se ve, peligrosas, Pobres<br />

jumentos.<br />

UN PERRO (alborotando el gallinero)<br />

¡Ay! Los amos son la tiranía que humilla: apenas<br />

nos queda el derecho de gruñir, o si nos atrevemos contra<br />

ellos es que estamos hidrófobos, es decir, locos. Por eso la<br />

locura es la única realidad de la libertad. Y a ver si me<br />

entienden: la única, digo.<br />

UNA LLAMA (altanera y con paso marcial)<br />

Mi orgullo sereno en la servidumbre misma tomen<br />

como ejemplo los serviles en su propia conciencia.<br />

Mi origen es americano.<br />

UNA MARMOTA (como entre sueños)<br />

Pobre Loco. Tápate las orejas. Porque eres sensitivo<br />

y meditativo, por eso tu vida es una tragicomedia.<br />

— 1449 —


ARTURO BORDA<br />

En eso la atmósfera poblada de infectas alimañas<br />

disipa ante un relámpago de luz intensa.<br />

UN CENTAURO<br />

Precisa una pronta selección en todo.<br />

El Demoledor sólo puede venir del hirsuto<br />

monte o de la selva virgen, formidable, salvaje y potente,<br />

a semejanza de una erupción volcánica. Entonces de las<br />

murallas estériles y de las raíces calcinadas<br />

regerminará la vida exuberante. Luego dejad que según<br />

la enseñanza cristiana los muertos entierren a sus<br />

muertos. Y reid después aun de la Antígona de Sófocles,<br />

porque el entierro y la cremación de los cadáveres no<br />

obedece a ningún impulso sagrado, sino a una necesidad<br />

profiláctica. Las cenizas y las putrefacciones fertilizan<br />

a la tierra.<br />

En necesario ayudar a la naturaleza.<br />

UN LORO (en un naufragio, trapando al palo mayor)<br />

¡Se arrumaron! ¡Se arrumaron! (Desaparece el<br />

barco en las olas) ¡Nos embromamos!<br />

UN BISONTE (derribando la arboleda en el litoral)<br />

Loro desgraciado, si al que te cortaba las alas le<br />

sacas los ojos con tu corvo pico, no te ahogas ahora. El<br />

derecho de defensa es más ilimitado y sagrado de lo que<br />

se imagina, porque es la salvaguardia del futuro.<br />

UNA CEBRA (en arrogante alarde)<br />

El rebelde es el innovador de recursos<br />

connatales de la naturaleza. En él el mundo alimentará<br />

su lámpara votiva, ya que la suerte del UNO es la<br />

esperanza de los OTROS.<br />

UN CHIMPANCÉ (gesticulando en un alcornoque)<br />

Sí, sí. Ante la fascinación de aquellos<br />

relámpagos de libertad salvaje en tormenta, uno a uno<br />

iremos cayen-<br />

— 1450 —


EL LOCO<br />

do en el círculo encantado del rebelde, ante cuyo<br />

ultraje, —el desprecio, si no la soberbia de su crítica<br />

demoledora,— vemos temblar y caer todos los ídolos,<br />

todas los renombres y todas las sabidurías, desde las que<br />

se ostentan impávidas en las avenidas públicas o<br />

particulares, o en sorbonas, catacumbas y basílicas, hasta<br />

las que vagan informes en el recuerdo.<br />

……………………………………………………......<br />

Luego en los ajetreos inútiles y desesperados<br />

por el pan de cada día, la maldita bendición de Dios, en<br />

un tiempo indefinido, al mediar la noche me supe caer<br />

prendido, en ayunas, pero limpia aun la soberbia de mi<br />

altivez; y en esas vaguedades de tumultos infinitos en los<br />

desvanecimientos vi cómo, cansado ya en el decurso de los<br />

tiempos y no sé debido a qué circunstancias, fui<br />

burgués.<br />

En mi solariega casona vivía mi trinidad: Yo, el<br />

Burgués; Yo, el Proletario y Yo, el Crítico. Lo malo era<br />

que no podíamos separarnos y tampoco hablarnos, porque<br />

había en nosotros tal odio reconcentrado y silencioso, que<br />

hasta impedía cruzarnos la mirada, y sin embargo debíamos<br />

estar juntos: andar, comer, dormir. Horroroso.<br />

El Burgués era licencioso, ignorante y hablador,<br />

irritantemente posesionado de su autoritarismo; contrariamente<br />

el Proletario era sufrido, estudioso y taciturno,<br />

desconfiado aun de sí mismo a fuerza de amargas experiencias;<br />

en cambio el Crítico tan pronto parecía estar irónico,<br />

risueño y grave, como ya alegre, sereno o triste, según<br />

las reflexiones que le suscitaba cada estado<br />

espiritual de la lucha sin tregua entre Proletario y<br />

Burgués. A éste en la mesa la comida se le volvía hiél,<br />

por el plato que le daba al Proletario, enrojeciendo de<br />

rabia le lanzaba en silencio mil maldiciones: quería que<br />

se atragante y al mismo tiempo ansiaba arrojarle en la<br />

cara las viandas, con toda la brutalidad del avaro; a ratos<br />

se le ocurría arrebatarlo con las uñas el pan de la boca y<br />

echarlo después a la calle, pero tenía miedo, porque no<br />

sabía nada y acaso si ni siquiera pensar, mas tenía clara<br />

conciencia de que ante su oro el mundo disimularía<br />

amablemente su imbecilidad.<br />

— 1451—


ARTURO BORDA<br />

Luego se burlaba del esfuerzo paciente que hacía el<br />

Proletario para aprender algo. Todo era despótico en<br />

él.<br />

La mesa era el suplicio para los dos. El Proletario<br />

mascaba a boca cerrada, sin alzar los ojos del plato pensando<br />

en que aquel bocado por el que había sudado todo<br />

el día se lo daba al Burgués en concepto de caridad obligada,<br />

es decir, contra su voluntad. Por eso sentía que aquellas<br />

migajas estaban empapadas algo así como en cicuta.<br />

Su alma se rebelaba y no quería mascar más aquel pan;<br />

luego se le oscurecían los ojos: en su espíritu descendía<br />

la noche y entre suspiro y suspiro crujían sus muelas.<br />

Mas, como le aguijoneara el hambre y el antojo por las<br />

golosinas que viera en media mesa, involuntariamente iba<br />

a t.aas su vista, pero como topara con la mirada furiosa,<br />

mente imperativa y avara del Burgués, que cuanto más<br />

trataba de disimular se revelaba tanto más feroz, el Proletario<br />

burlándose tomaba el pastel y mirando de reojo,<br />

de modo provocativo y amenazador, se lo comía a modo<br />

de sibarita, saboreando con lentitud desesperante, mientras<br />

que el Burgués: decía: Traga, ladrón, pordiosero, ese<br />

mendrugo que me robas, y ojala revientes y te carguen<br />

los diez mil diablos. ¡Sacre! ¡Muerto de hambre! Aquí, en<br />

mi casa estás a mi costa como piojo en cogote de fraile.<br />

¡Come! ¡Bebe! Aquello era ridículo y terrible en el desayuno,<br />

en el almuerzo, en la comida y en la cena. Mientras<br />

tanto el Proletario, heridor y cómicamente trágico, mascando<br />

sus nervios replicaba:— Burro. Burro, si no fuera<br />

por mí, serías el eterno hazmerreír.— Y se ponía humildemente<br />

agotado y triste, sin dejar de mascar automáticamente,<br />

casi dando ajo que morder, hasta que después de<br />

sentir un deseo de vomitarle a la cara su comida, repetía<br />

de modo maquinal: —¡Bruto! ¡Burro...— En eso el hermético<br />

crítico azuzaba a los dos y sacudiendo los hombros<br />

se dormía soñando siempre en que al fin se hallaba solo,<br />

libre de la torturante presencia de esos dos idiotas en perpetuo<br />

rabioso silencio; mas, su destino era ser eco y espejo<br />

de ambos en sus mil formas de tormento, en aquello<br />

que por último constituía el cilicio de los tres. Y un día,<br />

mientras se durmió profundamente después del almuerzo,<br />

pude leer en su libreta de apuntes los siguientes juicios:<br />

— 1452 —


EL LOCO<br />

I<br />

Comerás tu pan con el sudor de tu frente quiero decir<br />

endulzarás con tu esfuerzo tu sustento, porque siendo<br />

salobre el sudor y agria la harina, ella se endulza con la<br />

sal, merced al milagro de la proporción tan necesaria en<br />

lo útil como en lo bello. Por consiguiente en vez de ser una<br />

maldición aquella sentencia^ del Nazareno, como ignorantemente<br />

cree el mundo, es más bien la promisión de un<br />

placer, ya que la tierra es parca en sal y porque a su vez<br />

sin constituir una necesidad natural, es el modesto del<br />

gusto o simple refinamiento.<br />

La verdad es que en el mundo hay cada error de<br />

concepto que parece mentira no pudiera ver la humanidad<br />

en tantísimos siglos lo que verdaderamente significa cada<br />

caso, fuera, se entiende, aun de la posible INTENCIÓN<br />

que le asignará el individuo y claro está que también fuera<br />

de las circunstancias inconcientes que la crearan. Al<br />

través de la etimología misma creo encontrar siempre en<br />

cada palabra, en cada frase, un sentido más directo, debido<br />

no sé a qué impulso o necesidad de buscar el origen, la<br />

verdad y, sobre todo, su belleza, porque justamente, ¿qué<br />

me importa nada después de la belleza? En el análisis de<br />

las retorciones de mis propias hambres y sedes no busco<br />

nada más que a ella: la belleza, aunque es verdad que únicamente<br />

según la concibo.<br />

II<br />

Todo lo que existe, a pesar de su agotamiento va<br />

fabricando el germen, llámase historia, tradición o prole.<br />

III<br />

Uno de los mayores heroísmos es conservar contra<br />

el viento y marea de la adversidad nuestra libertad de criterio<br />

rectilíneo por la justicia y la verdad, en medio mismo<br />

de la vorágine de los intereses particulares en que se<br />

agita la angurria de las gentes, y más que todo, a través<br />

de muchas más ingentes necesidades.<br />

— 1453 —


ARTURO BORDA<br />

IV<br />

La tendencia cósmica es disimular, menos el sexo.<br />

V<br />

La necesidad descubre los métodos, mejor que<br />

nada. He visto que aun las muías de silla aprenden a<br />

mascar la cebada en el hierro de su mismo freno.<br />

VI<br />

En toda ciencia o arte el aprendizaje sólo se<br />

hace a fuerza de repetición y la aptitud para el ejercicio<br />

correcto implica tal número de repeticiones de las<br />

fórmulas, que ya se ha vuelto algo así como el instinto:<br />

entonces se está en la perfección.<br />

VII<br />

Todo lo que no sea conseguir dinero debe significar<br />

superfluo para el espíritu de los positivistas, o, mejor<br />

dicho prácticos. Por eso ellos, los verdaderos, son los<br />

que tienen los conocimientos mínimos y sus días son una<br />

especie de sonambulismo vacío. ¿Para qué aprenderían<br />

nada fuera de lo estricto para ganar sus días, si sus<br />

nervios son duros como alambres?<br />

VIII<br />

Al fin se llega a ser cruel hasta con la belleza y la<br />

bondad y aun con el amor mismo, porque en el fondo de<br />

nuestro cariño sabemos desde ya, con odio y rabia,<br />

cómo nos anulará y destrozará el alma la<br />

incomprensión, por mucho esfuerzo que se haga para<br />

disimularla.<br />

Y, en medio de tal aburrimiento, esta repugnancia<br />

eterna, la cual me hace pensar que para que el cielo del<br />

Buen Dios sea una cosa aceptable, sería necesario que el<br />

cielo tenga infierno; de otro modo ¿cómo podría ser comprensible<br />

lo sublime sin la ley cósmica de la oposición?<br />

Entonces ¿en virtud de qué sería bella la gloria? ¿es<br />

que<br />

— 1454 —


EL LOCO<br />

el sentido íntimo de originario y verdadero, de cielo y<br />

gloria, es la muerte absoluta? Pues a ellos conduce la<br />

idea de siempre igual...<br />

IX<br />

El hábito al concepto de lo sublime hace que ya<br />

nada nos parezca bueno. Pero qué sensible que lo<br />

sublime en sí no exista así como no existe ni lo bueno<br />

ni lo malo en sí: la sombra es buena para unos y para<br />

otros no, lo mismo sucede con el sol; mas en sí ni el sol<br />

ni la sombra no son ni buenos ni malos.<br />

En la vida como en el fondo de una vasija de agua<br />

turbia, ridiculamente está luchando aun el<br />

sentimiento de mis aptitudes de otro tiempo, cada una<br />

por su predominio, así, en su fracaso mismo, sin querer<br />

convencerse de ello, anulándome que lo mismo cada<br />

vez más.<br />

Mi espíritu está pues triste y sin embargo debe<br />

sonreir amablemente a las gentes que me hablan de lo<br />

hermoso que está el día, de los cambios políticos y del<br />

baile social que dicen hubo anoche. Yo sonrío<br />

pensando en el gesto que pusieran si las acribillase a<br />

puñaladas.<br />

Jamás aprenderá la gente a acercarse a los demás.<br />

…………………………………………………..<br />

I<br />

No acabo de leer, que en medio de una gran asamblea<br />

aparecen de brazos dos enanillos, gastando tal pedantería<br />

en el mirar y el andar, en la inflación de sus pechos<br />

y, sobre todo, en su necia conciencia de superioridad<br />

olímpica, que era para matarse de risa. Parecían dos<br />

pavitos en miniatura y que, ostentando sus colas abanicadas,<br />

se hubiesen armado arrastrando bulliciosamente<br />

en el suelo sus alas, como para asustar gallinas. Pero lo<br />

que más risa daba era que las gentes, haciendo<br />

reverencias inverosímiles, abrían calle a la pareja que<br />

pasaba soberanamente infatuada. Al acercarse al Loco<br />

estaban tremendamente indignados los dos, porque no<br />

podía contener la risa por aquel estiramiento que era<br />

en verdad muy ridí-<br />

— 1455—


ARTURO BORDA<br />

culo y muy bonito por proceder de gente tan menuda. De<br />

pronto se plantaron los dos a mirarle de pies a cabeza,<br />

con tal indignación insolencia en las miradas, que enloquecía<br />

de gusto por su importancia para aniquilarlo, como<br />

se veía bien que tal era su intención. La concurrencia<br />

contemplaba asombrada aquella escena.<br />

LA ENANILLA (haciendo un dengue de menosprecio)<br />

Oye, salvaje... ¿Por qué no te hincas: no sabes que<br />

soy la Dignidad?<br />

EL LILIPUT (rojo, de cólera)<br />

Hola, hola... Desgraciado ¿qué pretendes con tu<br />

indiferencia; no sabes que soy el Honor? Habla; contesta.<br />

¡Desgraciado!<br />

Entonces, sorprendido por que el Honor y la Dignidad<br />

fuesen tan poca cosa, y porque, así pequeñitos como<br />

eran, entusiasmaron tanto al Loco, que no pudo menos que<br />

alzarlos en una mano, queriendo comercelos a besos, mientras<br />

reía de todo corazón, dijo<br />

EL LOCO<br />

¿De donde sois? ¿Quienes son vuestros padres?<br />

LA PAREJITA<br />

Somos de la tierra y nuestros padres son el<br />

hombre y la Mujer<br />

EL LOCO<br />

¿Y siendo así sois los verdugos de vuestros mismos<br />

padres?<br />

LA PAREJITA<br />

Ellos nos han concebido para eso: les gusta la esclavitud<br />

Si faltásemos a nuestra obligación ya se darían<br />

mo-<br />

— 1456 —


EL LOCO<br />

dos para hallar quien les domine; su afán es crear<br />

autoridades para tener a quien obedecer: no quieren<br />

pensar nada por sí mismos.<br />

Oyó eso el Loco y riendo a más no poderle dio<br />

a besarlos con tanto afán y tanto cariño, que parecía<br />

mentira; pero como quiera que ambos enanillos le<br />

punzaron en los labios con espinas envenenadas, es<br />

encolerizó justamente el Loco, arrojándolos contra el<br />

suelo, donde se estrellaron a modo de un par de<br />

huevitos frescos, por lo que la multitud, sacudiendo<br />

su estupor, respiró al fin a pulmón lleno, riendo a<br />

mandíbula batiente; cuando le pasó el acceso, se<br />

desgalgó sobre él, hasta asfixiarlo casi, abrazándole en<br />

prueba de agradecimiento, por haberlos librado de un<br />

peso que coartaba toda su libertad en la idea, en el<br />

sentimiento, en el pensamiento y en la acción.<br />

II<br />

En eso empezaron a huir despavoridos los<br />

hombres, como picados y perseguidos por una plaga<br />

de serpientes. Luego el Loco sintió un ardiente picor en<br />

todo el cuerpo. Miró y vio sorprendido que un ejército<br />

de enanillos le flechaba una lluvia de quemantes<br />

dardos.<br />

TODOS (gritando)<br />

Somos los Méritos a quienes robaste su Honor y<br />

su Dignidad; por eso ahora has de pagar las hechas y<br />

por hacer, pedazo de bribón.<br />

Razón por la que enfureciéndose emprendió a<br />

puntapiés con esa inútil plaga de Méritos. Los más<br />

murieron ahí mismo y los que huían eran aplastados<br />

por la multitud.<br />

III<br />

LA SUERTE (pasando como flecha, reventando<br />

de risa)<br />

¡Bravo! ¡Bien hecho, Loco! Yo sólo soy la que<br />

dispongo del mundo. Muy bien, Loco. Todo lo falso<br />

obstaculizante debe morir.<br />

— 1457 —


ARTURO BORDA<br />

Pero sin decir ni una sola palabra, con un rápido<br />

manotón la echó al suelo, aplastándole ahí mismo con el<br />

taco la cabeza. Al ver eso los hombres regresaron al Loco,<br />

como a las costas las olas del mar, felicitándole otra<br />

vez con tal efusión que...<br />

IV<br />

En medio de una gran polvareda, cual<br />

procedente de una cabalgata, se ve llegar una<br />

multitud de...<br />

UNAS FORMAS NEBULOSAS (caminando de<br />

rodillas<br />

Somos, Loco, los aplausos y traemos éste Premio,<br />

agradeciéndote por la limpia feliz que haces en la vida<br />

para la Libertad.<br />

*<br />

Recibió al Premio que llegó arrastrándose de bruces,<br />

con el cual se fue lejos, donde un joven que se estaba<br />

muriendo de inanición El Loco sacó del bolsillo un<br />

pedazo de pan y sosteniendo el Premio en la izquierda,<br />

presenta ambas cosas al moribundo, quien mirando con<br />

ojos enormes atrapa el mendrugo que luego se lo engulle<br />

desesperadamente. Hecho por el cual se volvió riendo<br />

primero el Loco y después, indignado, hacia los Aplausos,<br />

emprendiendo con ellos y el Premio a bofetón,<br />

obligándoles a una desesperada fuga.<br />

Mas, en el camino toparon con miles de las<br />

coquetas Vacilaciones, las que temblando<br />

elegantemente distraían un recodo a los no menos<br />

temblones Temores. Todos juntos estaban comentando<br />

el suceso, para tomar una de las hermosas Resoluciones<br />

que pasaban velozmente. Pero entre tanto llegó el Loco<br />

que echó a todos a puntapiés en una cloaca, en la que<br />

mientras se asfixiaban les echó un gargajo.<br />

— 1458 —


EL LOCO<br />

VI<br />

Luego allá, en una gruta, estaba tristemente<br />

acurrucado entre la Pereza y la Venganza, el Miedo,<br />

temblando tanto que daba risa. En eso silbó el Loco y<br />

llegaron a carrera la Audacia, la Diligencia y la<br />

Desvergüenza, las que en un momento estrangularon a<br />

los Temores, al Miedo y a las Vacilaciones.<br />

VII<br />

De pronto se oyó una risilla tan hiriente en uno<br />

de los rincones de los más apartados de la gruta, que<br />

sublevaba. Había tal burla en esa risa, que todos cuatro<br />

se pusieron a buscar. Y de una especie de caracol lo<br />

sacaron de una oreja, donde se había refugiado, el<br />

Ridículo, delgaducho y contrahecho, con boca, colmillos<br />

y lengua de víbora, el cual no hizo más que encogerse<br />

bonitamente, cubriéndose con las manos la cabeza. Pero<br />

el Loco lo tomó por los cabellos y haciéndole girar<br />

violentamente en el aire le torció el pescuezo. Tal lo<br />

echó junto a los otros cadáveres.<br />

Así.<br />

VIII<br />

Se hizo la noche y envuelta en un manto negro<br />

venía llorando una mujer.<br />

EL LOCO (tocándole en el hombro)<br />

¿Tan sola y corrida por acá, sin miedo y tan<br />

hermosa?<br />

LA MUJER (ocultándose)<br />

Jamás he podido ser una virtud efectiva entre las<br />

sombras. En su deseo, en sus manos y en sus bocas en<br />

toda carne me engañan los que me llevan embrazada de<br />

día. Uno solo no conozco que me sea fiel: de noche mi<br />

presencia les molesta como cilicios y me echan a<br />

patadas; ni los posaderos me quieren dar albergue. A<br />

todo el mundo no sirvo nada más que de algo así como<br />

una joya para hacer visitas.<br />

—1459—


ARTURO BORDA<br />

EL LOCO (compadecido)<br />

Pues ¿quién eres, tan mal apreciada, mi hermosa?<br />

LA MUJER (ocultándose aun más avergonzada)<br />

Soy... Soy la... Soy la Mo.. .ral...<br />

EL LOCO (largando estrepitosamente su risotada)<br />

¡Aja, ja, ja! Vaya, vaya con las trazas que trae<br />

nuestra señora Nonada. Vaya, vaya con la Moral<br />

avergonzada... Estás divertida, pobre Moral. Pero<br />

contigo basta esto.<br />

Dice restregándose los ojos, con lo que desaparece<br />

la mujer. Pero tremendamente asustada había ido a<br />

refugiarse en la Conciencia, quien severa y enorme,<br />

vestida con traje color acero, la miró largamente de pies<br />

a cabeza, y la miraba así al parecer tranquilamente.<br />

LA MORAL (llorando)<br />

Señora, protégeme: en el mundo ya no tengo sitio;<br />

todos huyen de mí como del cólera o de la lepra.<br />

LA CONCIENCIA (sonriendo)<br />

Vaya con la novedad que me cuentas. Si jamás<br />

fuiste una realidad para nadie. Más bien dicho, sólo para<br />

el Miedo eres una verdad; Pero el Miedo acaba de morir.<br />

Además, es necesario saber que el Miedo no tenía sesos.<br />

Con decirte que no eres una realidad ni para tus padres<br />

—el Crimen y la Religión— me parece que está dicho<br />

todo. Si ellos imaginaron sólo tu nombre ha sido<br />

únicamente para explotar con ello tranquilamente, para<br />

la satisfacción de sus libertinajes, la cobardía y el<br />

trabajo de las gentes. A mí no me puedes engañar con<br />

tus lloriqueos: ¿no ves que soy la Conciencia? Sé, pues,<br />

entonces, lo que eres en verdad: una nada fastidiosa hasta<br />

lo inconcebible. El peor de los suplicios en lo más<br />

recóndito de cada inteligencia.<br />

— 1460 —


EL LOCO<br />

Y siempre sonriendo la Conciencia se puso a sacudir<br />

sus aceradas faldas. Mientras tanto había desaparecido<br />

ya la Moral, reapareciendo en cambio los animales en sus<br />

correspondientes paisajes.<br />

UNA RAPOSA (en su escondite)<br />

De los escombros nace la verdad del porvenir, por<br />

eso un Demoledor ya es un Creador, sólo con ser demoledor.<br />

UN CANGREJO (desesperadamente)<br />

Yo he visto que el Demoledor, como Sansón, es la<br />

rara individualidad lentamente gestada por la inaudita<br />

acumulación de las falsedades de los siglos, y es el reconciliador<br />

de todas, absolutamente de todas las esperanzas.<br />

Pero, como la esperanza está en el futuro, ella me enpopa.<br />

Soy el único que avanzo retrocediendo. Esto también es un<br />

buen ejemplo para el mismo Demoledor.<br />

UN PUERCO ESPIN (crispándose bulliciosamente)<br />

El dolor y el placer, la tristeza y la alegría, sólo<br />

sienten los nervios, es decir, el cerebro. La anestesia no paraliza<br />

la circulación de la sangre, pero pretende anular el<br />

goce y el dolor. Digo mal. Y si no, suprimid los nervios y<br />

veréis totalmente insensible el corazón, reducido a su verdadero<br />

oficio de mero caldero o algo así. Ved, pues, pot<br />

ejemplo, que Sócrates era un ignorante al igual de los contemporáneos,<br />

atribuyendo al corazón la facultad de<br />

amar y odiar y de sentir alegría o dolor y pesares. Por<br />

eso, Loco, el Demoledor debe probar científicamente que<br />

el corazón ya no es un símbolo de nobleza. ;De veras!<br />

Tienes que hacerlo, ¿acaso crees que inútilmente te ha de<br />

esperar siglos enteros el mundo? Sabe que el innovador<br />

hará del corazón, en sus cantos, el símbolo de la<br />

inconciencia, porque esa es una de las últimas verdades<br />

más importantes. Así. pues, verás que el corazón de<br />

Jesús ya no vale nada, como se ve en las estampas; con<br />

más justicia estaría en las manos del Cristo un manojito<br />

de nervios piróforos a guisa de culebrillas.<br />

— 1461 —


ARTURO BORDA<br />

De manera que es imposible que no sepas que el<br />

organismo es algo así como la tierra en la que una<br />

simiente echa sus raíces para alimentarse y luego florece<br />

y fructifica. Tal el cerebro echa sus raíces en toda<br />

nuestra carne y huesos y tuétanos para alimentarse y dar<br />

después las más grandes floraciones de la especie. De<br />

veras, Loco. Yo te digo, yo, el Puerco Espín. La cabeza, el<br />

germen, es lo primero que se forma y hace.<br />

UNOS MÍSTICOS PATIBULARIOS Y UNA<br />

RUMFLA DE LÍRICOS CURSIS, MAS UNA<br />

PAREJA ENAMORADA (gimoteando muy<br />

compungidos)<br />

¡Ay... ¡Ay, corazón...!<br />

UN RATÓN (a carrera, en los rincones)<br />

Sí, señor. Suprimid los nervios y no hay más<br />

amor a pesar de los más grandes corazones. ¡Ja, ja, ja! Es<br />

cursi lo que resulta ser el amor. Pobre amor... ¡Jí. jí, jí!<br />

El amor... el temblor de unos cuantos nervios enredados<br />

en el sexo y el corazón. ¡Jí, jí, jí!<br />

UN GALLO (aleteando estrepitosamente en su<br />

corral)<br />

Ratoncillo... ¡Hum...! ¡Grano de anís! Si<br />

vuelves a decir una palabra, te mato. Sabes que si no<br />

fuese por el sexo la existencia no merecería vivirla: todo<br />

el trabajo de los seres tiende únicamente a lograr esa<br />

necesidad. ¿Sabes? Además, sin el sexo no existirían ni<br />

el Infinito que es masculino y la Eternidad femenina.<br />

Desgraciado... El Caos es masculino y la Hada<br />

femenina. Y si no fuese el amor masculino, no llevaría<br />

dardo, sino sortija. Ratoncillo cobarde! ¡Hum...!<br />

¡Kikirikííí...<br />

UN TIGRE DE BENGALA (que sale a saltos,<br />

rompiendo el boscaje)<br />

Espíritu libre quiere decir en la verdad pura,<br />

egoísmo neto. Y viva el espíritu libre del potente<br />

Demoledor.<br />

— 1462 —


EL LOCO<br />

Dice a tiempo en que un temblor del firmamento hace<br />

desaparecer todo.<br />

…………………………………………………………<br />

En seguida, a manera de como al rociar con<br />

agua chisporrotea el rescoldo, de igual manera vi que<br />

todos los • hombres más prominentes de una gran<br />

nación se congregaban para oír el discurso programa del<br />

hombre más práctico y sabio que debía regir los destinos<br />

de la patria.<br />

La ceremonia fue notablemente lúcida.<br />

Cuando el elegido recibió la insignia del mando,<br />

se puso de pie. La concurrencia parecía muerta en el<br />

silencio. El mandatario después de una breve espectativa,<br />

se expresó en estos términos:<br />

Solicitando la venia de todos, tengo el honor de dirigirme<br />

a la Nación.<br />

Señores, sé que el país espera mi programa, pero<br />

él es breve y comprende lo más que debe y puede ofrecer<br />

el hombre honrado sin obligarse a restar o extralimitarse<br />

del marco de sus compromisos.<br />

Helo, pues.<br />

Mi deber, y a lo que me comprometo, es obrar<br />

siempre en el más recto sentido de la justicia; luego del<br />

modo más inteligente adaptable entrar en la corriente<br />

del progreso, sin omitir la fuerza o el esfuerzo, si el<br />

caso lo exige. Obligaré a que todos procedan de igual<br />

manera, en consideración a que nadie ocupa ningún<br />

puesto público ni privado si no es de modo<br />

absolutamente voluntario. Y el que acepta por sí mismo<br />

un mandato tiene que cumplir ampliamente su deber o<br />

renuncia; pues el pueblo no tiene por qué sostener<br />

estafadores de sus esperanzas, de sus dineros y de sus<br />

necesidades. Esto debemos entender muy bien; es por tal<br />

razón que el día que yo me halle impotente para<br />

sobrellevar progresivamente en el éxito del mandato,<br />

estad seguros, señores, dimitiré al punto.<br />

~~ 1463 —


Tal es mi programa.<br />

ARTURO BORDA<br />

Y la concurrencia estalló en aplausos tan estruendosos<br />

que jamás se oyera. Aun, bien es cierto que dudando,<br />

contagiado del raptus di un viva tan estrepitoso que disipó<br />

la fantasmagoría, por lo que me puse a reír, considerando<br />

que tales cosas sólo suceden en los ensueños. Pera<br />

¿quién puede asegurar que ese proceder no sea algún día<br />

de uso corriente? Lo que la vida necesita es hechos de<br />

arranque y no la vacía promesa de los fulleros: la existencia<br />

de los pueblos urge descansar en la concisión<br />

fríamente matemática de la palabra y en la consecución<br />

de una absoluta honradez en los procederes. Es por eso que<br />

se impone desarrollar hasta la fatiga el espíritu crítico de<br />

las masas. Por tal manera el orador moderno sabrá<br />

antelada-mente que nadie da fe a su palabra si no dice<br />

llanamente la verdad de lo posible; pero la incredulidad<br />

del pueblo llega más allá, porque sólo creerá en los<br />

hechos. Está pues decretada la muerte de los oradores de<br />

todas las viejas escuelas.<br />

De tal manera estuve pensando, cuando reaparece el<br />

desfile de las bestias.<br />

Cuando nadie quiere oírnos por cualquiera que<br />

sea la causa, entonces debemos hablar con nosotros<br />

mismos. Así, pues, Urraquilla, he de contarte un cuento.<br />

Presta atención.<br />

Una vez los ratones que emigraban año por año tenían<br />

que pasar forzosamente un desfiladero y lo hacían sin<br />

ningún inconveniente, pero desde hace ocho años un gato<br />

montes se apostó en lo más estrecho. De manera que el<br />

felino no hacía nada más que dar de vez en cuando, casi<br />

durmiendo, uno que otro zarpazo y tenía un tendal de<br />

ratoncillos. Por eso los roedores estaban muy asustados.<br />

Pero, en fuerza de la necesidad de la propia conservación,<br />

su impotencia los hizo astutos y urdieron en esta forma<br />

su ven-<br />

*<br />

I<br />

— 1464 —


EL LOCO<br />

ganza. Mientras el gato estaba confiadamente pasó una<br />

multitud ratonil, de la que pereció una parte en garras del<br />

carnívoro. Mas, como iba sola al último, por haberle tocado<br />

en suerte, la más hermosa rata, llevando entre dientes<br />

un paquetito de dinamita, a cuya explosión voló deshecho<br />

el gato. De esa manera los ratones quedaron libres de<br />

su feroz enemigo.<br />

Como ves, todo requiere sacrificios. Pero aun oye<br />

este otro cuento más.<br />

II<br />

Otra vez, una perdiz huía de un gallo altanero que<br />

sin cesar la perseguía haciendo alarde de su ciega intre<br />

pidez. En eso, como la pobre perdiz divisara un espejo apo<br />

yado en una esquina, yendo a él pensaba de esta<br />

suerte:<br />

. --- Ya verás gallo estúpido, cómo tú mismo te despeda<br />

zas.— Y así diciendo se escondió detrás del cristal. El ga<br />

llo tan pronto como llegó empezó una lucha encarnizada<br />

con su propia imagen invencible, hasta que, descachado y<br />

sin pico, cayó exánime. Entonces pasito a paso salió de su<br />

escondite la débil perdiz, hablando de éste modo: —Es ad<br />

mirable hasta qué punto puede conducir la egolatría en la<br />

bravura. Ahora, gallo necio, que tu fracaso sirva de ad<br />

vertencia a los de tu laya.<br />

Este otro cuento te demostrará, Loco, que no debes<br />

confiar ni en los que huyen, y menos confiar en los espejismos<br />

de tus poderes.<br />

UN BUEY (muy reposadamente)<br />

Sí, entre los hombres no hay idiota que no sea destructor<br />

sin necesidad y...<br />

Pero es imposible enseñar al que no quiere<br />

aprender.<br />

Oye, Loco, ¿a dónde vas? (Una carcajada contesta en<br />

los confines).<br />

Necio de mí que no supe que hablar al que no<br />

oye o no quiere oír es peor que no hablar.<br />

— 1465—


ARTURO BORDA<br />

UNA LANGOSTA (aproximándose mimosamente)<br />

Llévame contigo, Loco admirable. Mi raza será tu<br />

Legión de Honor. Iremos juntos y seremos felices. Nosotras<br />

talamos los campos.<br />

UNA CANTÁRIDA<br />

Si me llevas seré tu imán o algo así: séquitos de<br />

amor arrastraré a tu lecho.<br />

UNA ANGUILA<br />

Yo seré tu abogado. Sé precavido, Loco, porque ni<br />

entre las bestias falta la mala fe. Langostas y Cantáridas<br />

aniquilan.<br />

UN OSO HORMIGUERO<br />

Mi lengua es el sebo de las Hormigas. Yo sé los<br />

misterios. Lleva, Loco, tú solo tu empresa, porque los<br />

amigos son como en carne de mujer las manos de los<br />

enamorados: tímidas primero y luego libertinas, ¿No te<br />

digo que yo sé los misterios? El abogado solapado y<br />

zahori es algo así como solitaria en los intestinos. Mata,<br />

mata; que el bien o el mal que devenga tu actuación será<br />

tuya únicamente. Urge ser excluyente. Si alguien te diere<br />

participación en algo, no será por tí, sino que para<br />

asegurar el éxito de sus propios beneficios.<br />

UN ELEFANTE (de modo solemne)<br />

Yo también tengo trompa, señor Oso<br />

Hormiguero. Y debes saber que entre el sugestionador y<br />

el actor, el sugestionador es el criminal, si se trata del<br />

mal, y si del bien es la misma cosa. De todas maneras el<br />

sugestionado es irresponsable como una máquina.<br />

Desconfía, Loco, de Oso Hormiguero, Anguila, Cantárida<br />

y Langosta. El extranjero no viene por traernos bienestar,<br />

sino que por explotarnos en su provecho; mas si lo<br />

recibes que sea para sacarle el jugo. Así la lucha es<br />

inteligentemente igual. Lo primero que conviene<br />

descubrir en la lucha es la Inten-<br />

— 1466 —


EL LOCO<br />

ción. ¿Comprendes? Hoy las redes ya no son materiales.<br />

Ya te acompañaré: mi trompa es bien fuerte.<br />

UNA MARIPOSA Y UN RUISEÑOR<br />

El malintencionado es de ocho orejas, de cien ojos<br />

y mil bocas de trompetería. Has, Loco, únicamente lo que<br />

te dicte tu conciencia; pero no mates, porque en el amor<br />

hay savia sabia y goce fecundo.<br />

UNA HIENA (viendo que el Loco titubea)<br />

Sólo la conciencia aun estando de bruces y en lo<br />

más bajo imaginable puede seguir cayendo todavía. (Y<br />

mirando que llega furioso el Elefante, la Hiena agrega,<br />

huyendo)<br />

"El que se enoja sin motivo es el verdadero enemigo,<br />

por ser insatisfacible".<br />

Oh, Loco, abandonado de los hombres, la<br />

eternidad te proteja. No vaciles, pues, mira que el<br />

peligro es temible tan sólo cuando se manifiesta.<br />

UN CUERVO Y UNA POLILLA<br />

El mayor beneficio que se puede legar al futuro es<br />

dar a la juventud el ejemplo de la más inaudita<br />

intrepidez en la libertad intelectual y moral, aunque para<br />

ello nos hundamos.<br />

UN FÉNIX<br />

¡Oh!, Demoledor, todo envejece, tan sólo el deseo<br />

rejuvenece minuto a minuto. Mucho has caído, mucho te<br />

levantas para volver a caer y luego alzarte y hundirte.<br />

Puedo ser tu símbolo. *<br />

UN CARDENAL<br />

Con ser así, Fénix, ya eres viejo, tanto que estás<br />

en el olvido. Avanza, Loco, sin hacer caso. ¡Salve, oh<br />

potente Demoledor!<br />

— 1467 —


ARTURO BORDA<br />

UNA MOSCA<br />

Yo me río mucho de la omnipotencia de los demoledores<br />

que para atrapar a los débiles tienen que recurrir a<br />

las astucias de la impotencia más vulgar. Por tal manera,<br />

los efímeros somos también los demoledores del Demoledor.<br />

Además, en la escala de lo relativo proporcional un<br />

monstruo y un bacilo no valen ni pesan más ni menos uno<br />

que otro. Es de ver cómo los gigantes zapatean de cólera<br />

cuando zumbamos en su derredor. Pero ¡viva el Loco!, porque<br />

demoliendo todo nos proporciona la sabrosa carroña.<br />

Avanza, Loco, sordo al elogio y a la censura. Al fin lo que<br />

vale en el hecho es el hecho.<br />

UN ESCARABAJO (arrastrando en la almohada<br />

una inmunda pelotilla)<br />

¡Sí, sí! Hay que volar: es necesario hacerse<br />

admirar.<br />

UN GRILLO<br />

La armonía cósmica siendo la primera será la última<br />

verdad.<br />

UNA LIEBRE (a todo correr)<br />

Ese hueso a otro... No se puede estar un instante en<br />

armonía con nadie a menos que la armonía sea una forma<br />

de la hipocresía. Preferible es un cataclismo, y que perezcan<br />

Sansón y todos los que no son. Sólo he visto la armonía<br />

entre los seres, cuando sus panzas estaban repletas o<br />

cuando los acorralaba el miedo; ¡qué armonía entonces!<br />

Pero yo quisiera hacerme admirar, volando como el<br />

Águila.<br />

UNA CHINCHE (maloliendo desde un<br />

repliegue de la sábana)<br />

Sí; pero sabe, Liebre, que los más imbéciles son los<br />

más admirados; que los más audaces y pagados de sí son<br />

los más ignorantes, que los más valientes son los más<br />

idio-<br />

— 1468 —


EL LOCO<br />

tas, y que los más locos son los más amados por miedo si<br />

no por misericordia. Por eso fascinan las desvergüenzas de<br />

la locura. Injurias, robos, asesinatos y todas las inquietudes<br />

juntas, son gracias en el loco. Albricias, pues, entonces,<br />

Loco.<br />

UNA ARDILLA (saltando alegremente)<br />

Pero la locura es la embriaguez quintaesenciada de<br />

la fe de un ensueño, por eso se halla por encima de las<br />

más altas zonas, y su convicción fulge con irradiaciones tan<br />

potentes y propias que atrae la atención enamorada de todos<br />

los ojos. Es una especie de cometa o estrella de la mañana.<br />

UN JUMENTO (a mi derecha, rebuznando<br />

a todo pulmón)<br />

Mas, para hacer locuras se necesita ser loco, así como<br />

para hacer necedades se ha de ser necio, y para no ser<br />

nadie se habrá de ser nadie, y para crear ser creador. Pero<br />

un burro inteligente, como yo, por ejemplo, es lo que se<br />

llama un milagro; no obstante es perjudicial y una gran<br />

desgracia. Efectivamente, es una desgracia ser burro sabio;<br />

en cambio ser sabio burro es de una vulgaridad<br />

asombrosa y la felicidad de la sabiduría del arte de<br />

saber vivir.<br />

UNA PULGA (picándome en una parte)<br />

Y arre borrico, que quien nació para pobre jamás será<br />

rico. Pero todo está bien; lo malo es únicamente lo que no<br />

sucede. Esto es picar y pasar, como en el amor. Es delicioso.<br />

He podido observar que siempre la sangre de los<br />

locos es dulce: tiene cantárida, vino y miel.<br />

UN LOBO<br />

En medio de tanta simulación y tanta hipocresía, el<br />

cinismo ha llegado a ser una virtud, por su excepción; mas<br />

es evidente que la cautela es más provechosa que la locura.<br />

…………………………………………………………….<br />

— 1469 —


ARTURO BORDA<br />

En eso desaparece en la tiniebla la visión y emerge coloso,<br />

desorientado, poliforme y flexible, el Siglo XX, el cual<br />

resoplando la inquietud que tiembla en sus entrañas,<br />

satura de angustia .el ambiente. De tal modo pasó a manera<br />

de una cadena de montañas de carne fusiforme y fosforescente<br />

………………………………………………………………<br />

A continuación iban en los huracanes legiones de<br />

espíritus, insuflando el candor de los orígenes. Ello era la<br />

sonrisa y risa de la inocencia encantada y feliz.<br />

*<br />

Luego es la inmensidad etérea, después del exterminio<br />

del mundo. Y yo, simple átomo ya, me siento flotar<br />

sin objeto ni rumbo en el infinito.<br />

*<br />

Así, de la putrefacción de los cadáveres desde el<br />

origen de los tiempos surgieron las potencias de mi organismo<br />

y de mi alma. De tal manera nuevamente fui yo. Es<br />

así cómo supe que cada átomo de mi alma eran los<br />

mi'es y millones de existencias por nacer, luchando<br />

desesperadamente por reencarnarse. Por esa manera<br />

comprendí cómo a la vez que soy el pasado desde antes<br />

del principio soy también el futuro hasta después de las<br />

consumaciones. La eternidad se agita en mí.<br />

……………………………………………………………..<br />

Y aparece<br />

EL ÁGUILA REAL (clavando sus ojos en el sol)<br />

Sólo mis ojos descubren las manchas solares;<br />

pero si los hombres tratan de mirar de frente al sol,<br />

calcinan sus ojos y hasta su muerte se quedan mirando<br />

en su eterna tiniebla la lumbre roja; el hombre sólo puede<br />

mirar impune al sol al través de humo y cristal. Pero<br />

digo esto no<br />

— 1470 —


EL LOCO<br />

más que para saber que hay que ser como el sol que con<br />

su propia luz oculta sus manchas.<br />

UN COCODRILO (cono si llorara)<br />

¡Ay! ¿Y qué nos importa que el sol sea limpio o<br />

sucio si nos da gratuita e indiferentemente su luz y su<br />

calor?<br />

……………………………………………………………..<br />

Después, en un atalaya de Miraflores o Miramar, un<br />

artista alocado pinta lo que mira y lo que no. En la desesperación<br />

de su impotencia parece naufragar en el dinamismo<br />

del dolor.<br />

UNA VÍBORA (silbando agudamente)<br />

Si eres psicólogo y pintor sácate los ojos y tápate el<br />

oído, porque ni durmiendo podrás coordinarte, y si amas,<br />

sácate el corazón y los sesos, ya que no hay reposorio ni<br />

para tu cerebro ni para tu corazón, ni saciedad para el<br />

hambre de tu carne. Sólo tragando a sorbos la muerte<br />

puedes hartarte y dormir en paz.<br />

……………………………………………………………<br />

En eso se rasgan las brumas. En un bulevar aparecen<br />

hablando a mi lado dos individuos<br />

INDIVIDUO PRIMERO<br />

Envidio tu serenidad y tu indolencia. A mí la desesperación<br />

no me deja; pues mis rentas no aumentan.<br />

INDIVIDUO SEGUNDO<br />

Y a mí me molestan tus inquietudes. Las fincas que<br />

posees te rentan lo suficiente: el valor de la casa te garantiza<br />

lo menos por treinta años de tu vida, y el cortijo,<br />

cincuenta, que sumados son ochenta años, el doble de lo<br />

máximo que te resta de vida. ¿Por qué te impacientas,<br />

pues, entonces? ¿Por qué te lamentas? O eres un<br />

hipócrita o eres un avaro. No hay más.<br />

— 1471 —


ARTURO BORDA<br />

Esos bienes heredados de tus mayores no te<br />

cuestan ni la millonésima parte del esfuerzo que implica<br />

allegar el pan de cada día del pobre. De manera que tus<br />

inquietudes no sólo son ridiculas, sino que dan asco.<br />

Por lo que hace a mí, aunque la angustia de los<br />

míos rompa mi corazón (dice mirando el serenador azul)<br />

no desespero, ya que el Nazareno asegura en el sermón de<br />

la montaña, que .. .allá donde está tu tesoro estará tu<br />

corazón.<br />

Así, entre vosotros, los que algo valen en su<br />

círculo, y esto te digo para que te mejores, merced al oro<br />

de sus mayores, apenas si son como las lentejuelas en<br />

zarcillos o gargantillas de las hembras apetitosas. Y eso es<br />

todo.<br />

¡Pobrecitos! No sospechan que la mocedad que viene<br />

comienza a afirmarse en el sentido de las verdades.<br />

Pero yo rasgaré todos los velos encubridores: yo<br />

mostraré a la juventud la carne viva de los secretos<br />

cómplices: el misterio de las simulaciones.<br />

INDIVIDUO PRIMERO<br />

Será como digas. Adiós, ¡eh!<br />

Adiós.<br />

INDIVIDUO SEGUNDO (perdiéndose en la sombra)<br />

INDIVIDUO PRIMERO (soliloqueando)<br />

Sí, al fin será el fin; pero segundo a segundo mi<br />

secreta angustia es más ante mi eterna interrogación: —-<br />

¿Qué y cómo fui, soy y seré?— Acaso no sabré ni en el<br />

tránsito. Mi ayer está más seguro que nunca y el mañana<br />

es un caos.<br />

No obstante, sea lo que fuere, siento que mi<br />

existencia está ya en el futuro a manera de advertencia de<br />

las derrotas. Cada latir de éste agotado corazón será tal<br />

vez en las generaciones venideras una catástrofe<br />

revolucionaria: la reacción libertadora.<br />

— 1472 —


EL LOCO<br />

Así diciendo dio un paso y envejeció completamente,<br />

en el segundo resultó senecto y al dar el tercero cayó<br />

en agonía, vomitando mares de sangre que entenebrecían<br />

el orbe.<br />

…………………………………………………………….<br />

Anoche al pasar por la esquina próxima al teatro, vi<br />

una gran aglomeración de automóviles y concurrencia<br />

que se apiñaba en la puerta. No lejos, y apoyados en la<br />

pared, habían cuatro malandrines que charlaban y<br />

fumaban, de esos que no son ni astrosos ni elegantes y<br />

que ni piden ni dan y que insatisfechos siempre<br />

murmuran sin cesar.<br />

Me aproximé discretamente. Supe por ellos que se<br />

trataba de una fiesta de gran solemnidad, en la que se debía<br />

condecorar, no sé a quién, con la más alta distinción.<br />

En el ambiente había una gran inquietud de espectación.<br />

Y yo ya estaba abstraído en el gran lujo de la concurrencia,<br />

un lujo escandaloso, dada la miseria general.<br />

En medio de ese hormigueo estábamos<br />

perfectamente disimulados.<br />

Los atorrantes hablan.<br />

—Ciertamente que es la consagración de una verdadera<br />

gloria. Y eso trae siempre fortuna y felicidad.<br />

—Pero, ¿para qué, si es cuando ya no sirve, en la vejez?<br />

Y ¿a trueque de qué?; ¿del idiota sacrificio de toda la<br />

vida? ¡Ja, ja, ja! Para eso más vale vivir<br />

despreocupados de todo y a todo trapo: felices.<br />

—¡Claro! Y bueno... Más bien les propongo que vayamos<br />

a tomar algo allá, en frente, en La Colmena. Y a<br />

propósito, recuerden que el domingo pasado hicimos la<br />

exaltación de la gloria y la vida en El Zurriago. Ahí leeremos<br />

lo que tenemos preparado para el próximo<br />

número de pasado mañana. Recuerden que nos<br />

propusimos hacer el reverso, es decir, desalentar. ¡Ja, ja,<br />

ja!<br />

— 1473 —


ARTURO BORDA<br />

—Dé veras. Vamos. ¿Han traído los artículos?<br />

Todos: —Sí, sí, sí.<br />

—Entonces andando. Andando.<br />

Y alegres, saltarines y parlanchines, entraron a La<br />

Colmena»<br />

ríen.<br />

Yo entré tras ellos.<br />

Toman asientos en derredor de una mesa y beben y<br />

—Claro que sí. ¡Qué diablos! La humanidad siente y<br />

piensa de todas maneras; de suerte que nuestro<br />

semanario debe reflejar todos los sentires y pensares.<br />

—Naturalmente. Por eso si ayer llevamos al<br />

público en El Zurriago toda la esperanza, la fe y el<br />

consuelo, mañana le llevaremos toda la duda, el<br />

desconsuelo y el desaliento.<br />

—Sí. Pero, aunque parezca mentira, también por<br />

este procedimiento reaccionaremos a la gente en un<br />

sentido más real y efectivo de la existencia. Y por eso<br />

mismo nuestra palabra debe ser a la juventud.<br />

—-Y debe ser seguramente en el sentido de la<br />

impiedad, de la fuerza, del atropello, de la brutal<br />

conquista y explotación solamente del presente. De esta<br />

suerte sabrán todos los engañados y explotados en lo<br />

político, social, religioso y demás actividades, que para<br />

triunfar en la vida deben seguir el ejemplo cotidiano de<br />

todos los ingratos, felones y mentirosos y astutos. No<br />

cuesta nada ofrecer todo, aun el imperio de lo imposible<br />

en los más lejanos universos, para luego no cumplir nada<br />

mientras se exprime an-gurrientamente la credulidad<br />

ajena hasta el agotamiento del individuo y las<br />

colectividades. Y después, cuando ya no sirven o parece<br />

que no sirven, cuando se ha vencido ya, nada más fácil<br />

que simular el más total olvido. Y en seguida a<br />

divertirse sin temor. He ahí la verdadera finali-<br />

— 1474 —


EL LOCO<br />

dad y táctica de la vida real. Y después del gusto venga<br />

el susto; que ya habrá pasado la virilidad; es decir, que la<br />

vida no será nada más que un ansiado recuerdo cilicial<br />

de los más gratos ayeres, en tanto que los vencidos irán<br />

fermentando odios, desesperaciones, erupciones y<br />

tormentas.<br />

—Naturalmente. Eso es más humano y más eficaz;<br />

poque no hay piedad en los siniestros misterios de la existencia.<br />

Y en pueblos en los que todo ha sido bregar en<br />

plena inocencia, es menester mostrar desnuda la verdad<br />

de los hechos, para que no vivan de fantasmagorías, en la<br />

más mísera ausencia de la realidad.<br />

—Eso. Si ello hubiéramos conocido<br />

oportunamente, no fuéramos lo que somos: la más idiota<br />

confianza, en plena entrega de sí a la explotación impía,<br />

hipócrita o desea» rada, pero, eso.<br />

—Cierto. Porque la humildad, la confianza, la compasión,<br />

la bondad y la sinceridad, y todos sus afines o derivados,<br />

solamente sirven para hacer de los individuos<br />

o los pueblos, pasto de toda concupiscencia, de toda<br />

imposición, de toda impiedad y de toda fuerza.<br />

—Estamos de acuerdo. El objeto es imponerse: dominar,<br />

triunfar y divertirse en la más completa<br />

indiferencia por todo lo demás, riendo a mandíbula<br />

batiente.<br />

—¡Bravo! Muy bien; pues el fin justifica los<br />

medios.<br />

Hay que triunfar, aunque para ello sucumba la humanidad.<br />

No obstante, siempre es mejor dorarla de la mejor<br />

manera la pildora.<br />

—De acuerdo. Y a propósito leemos lo que hice<br />

para el número. (Lee).<br />

La otra noche, mientras me detuve a ver los<br />

títulos de algunas obras que se exhibían en el escaparate<br />

de una librería, oí esta conversación:<br />

—¿De manera que los que se acaban yendo en<br />

pos de la suerte, la felicidad y la gloria son unos<br />

desgraciados?<br />

— 1475 —


ARTURO BORDA<br />

—Ya lo creo que sí. Y no solamente de eso, sino que<br />

de todo, absolutamente de todo. ¿Comprendes? Y verás<br />

por qué. Observa. Las humanidades se suceden; mueren<br />

unas y nacen otras. La última, en la que estamos, comienza<br />

en el apogeo de la civilización hindú; pero de los millones<br />

y millones de hombres que fueron preparando y realizando<br />

aquel esplendor tan fabuloso, no sabemos absolutamente<br />

nada. La prehistoria oculta en su impenetrable tiniebla<br />

tanta sublimidad en heroísmos en todos los órdenes,<br />

en sacrificios y demás virtudes tanto que de los<br />

crímenes más horrendos, sin dejar la menor huella del<br />

nombre de sus autores. Eso, ni siquiera el nombre. Por<br />

consiguiente, el baldón y la gloria, el crimen y la<br />

virtud, o sea el bien y el mal, han sido en vano: el olvido<br />

ha hecho ya tabla rasa de la humanidad que nos precede.<br />

Y si nos referimos a civilizaciones y humanidades<br />

anteriores, no queda ni la idea de su existencia. Ahora no<br />

sabemos qué género de cataclismo acabará con nuestra<br />

civilización y nuestra humanidad, sepultando en el olvido<br />

más total todo mérito y demérito, toda ignominia y todo<br />

galardón.<br />

Y por lo que hace al más allá, desde el principio hasta<br />

hoy no se sabe nada, pero absolutamente nada al respecto,<br />

sin embargo que acerca de nada se ha indagado más;<br />

lo que prueba que no hay más allá.<br />

De manera que trabaja cuanto quieras, acabándote<br />

en pos de todas esas tonterías; que yo, mientras me sea dado,<br />

cojo dinero de cualquiera parte a golpe o de cualquiera<br />

manera y trato de gozar hasta la saciedad del instante<br />

que huye, sin que me importe nada la suerte y la opinión<br />

de nadie, porque la muerte puede sobrevenir al minuto siguiente.<br />

Así, pues, la gloria y todos sus beneficios, es buena<br />

cuando se la aprovecha a modo de maquinita de explotación<br />

inmediata de la estupidez humana.<br />

En eso se produjo un alboroto, con lo que nos<br />

dispersamos.<br />

Todos: —muy bien. Eso es fundamental y está muy<br />

bien sintetizado; como para que comprenda bien nuestra<br />

gente.<br />

— 1476 —


EL LOCO<br />

Ahora tú. ¿Qué has escrito?<br />

—Lo que hice parece una coincidencia. Vean:<br />

Muerta ya mi voluntad, soñando en nada y entregado<br />

a la ciega inconciencia del hado, no sé a qué<br />

desolada playa me arrojará esta apacible corriente de<br />

agua silenciosa en que navego.<br />

Este universo en el que acabo de internarme, desconoce<br />

el sentido de las violencias: aquí todo es manso,<br />

es el dejarse ir del espíritu en una completa dejación; y<br />

la razón a lo que todo se doblega y ablanda, es: lo que<br />

sea, será.<br />

Pero mi melancolía es tan enorme, como es de invencible<br />

el sueño del que sufre. En esta condición, de<br />

vez en cuando me sorprenden mis propios suspiros, cual si<br />

fuesen los de otro en el silencio de la noche. Tal es mi<br />

abandono; pero hay una voz que saliendo de los arcanos<br />

de mí ser, me dice:<br />

—Hijo mío, si viste caer una a una las<br />

esperanzas del rosario de tus horas, considera sin cesar<br />

que un día, cuando la tierra se deshaga, no quedará la<br />

historia de goce o dolor ni de crimen o virtud. En fin, no<br />

quedará memoria alguna en ningún punto de la<br />

eternidad. Hijo mío, en vano naciste, en vano vives y...<br />

en vano morirás. Todo habrá sido en vano...<br />

Tal dice la serenísima voz y entonces mi alma es la<br />

calma siniestra del que nada espera y en nada confía; entonces<br />

mis ojos se opacan como en la muerte,<br />

esparciendo en lo infinito su incierto mirar.<br />

—La verdad es que con eso a cualquiera se le caen<br />

las alas.<br />

Y no digan más; pues yo traigo algo referente a las<br />

alas. Oigan:<br />

Yo tuve alas y un día supe volar. Mis alas eran impalpables<br />

y tornasoles. Al quebrarse en ellas el efluvio o<br />

la<br />

— 1477—


ARTURO BORDA<br />

luz, fascinaba el iris en vértigo. Mi volar era leve y<br />

pausado a modo del sosegado revolar de las mariposas en<br />

el aire denso. A cada aletazo de mis intangibles alas el<br />

iris destellaba sus locos torbellinos de color, lo que era<br />

un mágico fulgurar ante los ojos atentos, era la ebriedad<br />

de los selectos corazones y el ensueño del alma<br />

enamorada.<br />

Yo supe volar y el brillo de mis alas hizo<br />

entrever el cielo de la gloria; mas un día el Maligno,<br />

siempre vigil, infectó el aire de mis dominios, soplando<br />

a flor de tierra su deletéreo vaho, por lo cual en mi<br />

señorío se hizo al punto la noche más lóbrega y fría. Y caí<br />

con mis alas opacas y deshechas ya.<br />

Yo tuve alas y un día supe volar; mas hoy ni me<br />

arrastro: sólo oigo que al caer mis lágrimas en la arena,<br />

arrancan notas de cristal, sólo sé que mis nervios al relajarse<br />

crujen sus armonías de muerte. Entre tanto oigo<br />

que mis ideas huyen cantando las sugerencias del más<br />

allá.<br />

Todos: —(Riendo a carcajadas) Del mááás<br />

allááááá...! ¡Ja, ja, ja!<br />

Ahora tú.<br />

—Bien. Ahora yo.<br />

Pues lo que vale congregarse espíritus afines,<br />

conscientes de su ideal: parece que todos hubiésemos<br />

sentido y pensado juntamente. Ahora veamos qué<br />

dicen:<br />

La tarde huía en alas de la sombra y yo iba<br />

flotando como en tules de ensueño; insensible al fuego<br />

que arreciaba de grado en grado. Así me rindió la<br />

melancolía.<br />

Y vino la noche, lóbrega y tormentosa; mas yo me<br />

hallaba soñando, dilatado en el ambiente de mis desolaciones,<br />

cuando de pronto oí que la arena de la inmensidad<br />

crujía a la acción de unos pasos inciertos. Agucé el<br />

oído y la vista: y supe que un ser iba tan caído y mudo,<br />

que no parecía sino la sombra de la muerte. Era la<br />

resignación en la cerrazón total. Andaba dando traspiés,<br />

dejado de sí; pe-<br />

— 1478 —


EL LOCO<br />

ro de pronto se detuvo respirando fuertemente, cual si su<br />

ausente espíritu retornase. En eso hubo un gran silencio,<br />

después del cual percibí que el hombre aquel, envuelto en<br />

las tinieblas, en medio del arenal comenzó a tocar suave<br />

y misteriosamente algo como arpa destemplada o laúd a<br />

la sordina, un instrumento tan extraño y de son tan lúgubre,<br />

que me oprimió el libre acezar, infiltrando en mi alma<br />

esencias de amargura: era una especie de himno mudo,<br />

acaso en el silencio la conjuración del recuerdo en sus<br />

lágrimas que caían gota a gota. Era más: la desolación de<br />

una existencia consciente ante la siniestra fauce del vacío<br />

con que la eternidad bosteza. Luego poco después la música<br />

de los desiertos languidecía segundo a segundo, monótonamente,<br />

hasta confundirse con el silencio. En seguida,<br />

así como cuando se desploma un cuerpo inerte, oí que<br />

la arena otra vez crujía. Y el silencio tuvo la enormidad de<br />

lo absoluto.<br />

Y aterido por el frío de la noche, desperté<br />

fatigado de alma y cuerpo.<br />

—Muy bien. Me alegro. Así como se levanta con<br />

entusiasmo el ánimo, hay que aplastarlo perversamente.<br />

Concordamos muy bien todos. Por eso yo hice esto:<br />

Hoy mi recordar es bien claro. Un día, ebrio,<br />

ciego e inconsciente, como despertando del mundo de las<br />

sombras al grito de las Horas, estrujando mis ensueños<br />

los arrojé debajo del casco brutal de la bestia<br />

hambrienta.<br />

Refugiándome de mi desilusión, fui mercader.<br />

¡Oh, alma mía, ya no veré más el quinto cielo de<br />

la nivea Hurí!<br />

Y desde entonces mi espíritu me grita: —¡Loco!<br />

¡Loco! ¿Qué fue de tus ensueños de faraón o Nabab? Mira<br />

que tu sino te da por heredades el infinito y la eternidad;<br />

¿por qué ir, pues, a la zona hidrogena denlos números, si<br />

todo es sombra, humo y sueño? ¿Qué incógnita<br />

despejarán los logaritmos, si al fin todo será en vano?<br />

Pobre loco, ya que vas ciego en pos de las cifras, sabe<br />

que ésta es la fórmula<br />

— 1479—


ARTURO BORDA<br />

algebraica y resuelta ya de la existencia: —La Vida es el<br />

Ensueño, como el Ensueño es a la Muerte.— Y ahora<br />

comprueba, si quieres, y verás que el Ensueño<br />

multiplicado por el Sueño arroja un Tiempo Perdido, el<br />

cual si lo divides por la Vida, te dará el cociente Nada;<br />

mas, advierte que si hay residuos, es que son la prole, que<br />

restándonos sosiego se habrán de multiplicar en legiones,<br />

no más que para ser los testimonios vivos ante la<br />

liquidación final del Orbe. Todo habrá sido en vano.<br />

—¡Bravo! ¡Excelente! Así nadie pretenderá<br />

superarse a sí mismo; porque en realidad de puridad de<br />

verdad, todo y todos están dentro de su propia capacidad<br />

y medida, así como en un vaso de agua no puede<br />

sobrepasar el líquido sus bordes.<br />

Oigan esto que se refiere a eso:<br />

Absolutamente no hay nadie que haya hecho<br />

más de lo que haya podido, ni física, ni moral, ni<br />

intelectual-mente. Ni habrá. Esto es humillante para la<br />

fanfarronería humana, para el rey de la naturaleza. Pero<br />

así es la verdad.<br />

El individuo más eminente que haya asombrado al<br />

mundo con lo que fue, con toda su vanagloria y con<br />

toda la admiración humana encima apenas es un<br />

sencillísimo producto de la naturaleza, como son los<br />

soles, los nenúfares, los semovientes y cualquiera cosa o<br />

ser, pero con la diferencia de que éstos no se creen los<br />

autores de sí mismos, habidos por generación espontánea<br />

y con ciencia infusa.<br />

En justicia los aplausos no se deben tributar ni a la<br />

naturaleza; porque todo cuanto produce es la resultante<br />

lógica e inevitable de una fuerza infinitamente ciega e inconciente,<br />

si no existe Dios, que si existe es lo mismo,<br />

porque de todas maneras no se reduce a ser nada más<br />

que la fuerza en acción.<br />

—Maravilloso. Sí, señores. Una sola vez se vive;<br />

por consiguiente esa sola vez hay que vivirla y<br />

aprovecharla para siempre, puesto que ya no seremos<br />

más. Atrapada la vida por el cuello, no hay que soltarla a<br />

modo de los hambrientos rapaces o felinos a su presa.<br />

— 1480 —


EL LOCO<br />

Este es en el fondo todo el secreto de la lucha,<br />

aunque para ello se requiera tomar todas las formas y<br />

procederes proteicos; lo que por otra parte es de uso<br />

corriente y general y que, por tanto, sin ser doctrina es el<br />

uso diario, sin que en el hecho melle el concepto moral,<br />

que por lo demás no pasa de ser un simple trabapiés de<br />

ingenuos, sean individuos o pueblos.<br />

Todos: —¡Ja, ja, ja! Por tal procedimiento que optamos<br />

.se mata las voluntades incapaces o se las<br />

reacciona terriblemente. Nada de términos medios.<br />

—Creo que hemos cumplido perfectamente bien<br />

con nuestro programa para el próximo número de El<br />

Zurriago. Ahora propongo para el próximo, que sea de<br />

pura burla, chiste, humorismo, sprit y sarcasmo.<br />

Todos: —Aprobado.—<br />

Y salieron alegres, empujándose unos a otros. Yo<br />

también me fui.<br />

……………………………………………………………..<br />

Un instante después.<br />

En la alta noche.<br />

En la cuchilla del monte Calvario Apareció el Loco,<br />

alborotada la melena, en mangas de camisa, cantando:<br />

Aquí está el laboratorio de mundos y yo soy<br />

uno de los sembradores de estrellas. En mis<br />

manos llevo las arterias repletas de innúmeras<br />

y fascinadoras nébulas.<br />

Y el bienaventurado encendió una guía<br />

pirotécnica de dinamita. Las luminosas limallas de<br />

hierro que, azules y lilas, citrón y carmesíes, en la noche<br />

tinta esparcía el sembrador a semejanza de una catarata<br />

de estrellas, instantáneamente las absorbía en su sombra<br />

la noche. E iba absorto entonando un raro cantar:<br />

— 1481 —


ARTURO BORDA<br />

¡Oh, Dios!<br />

si fuéramos dos<br />

Yo y Vos,<br />

la justicia inmanente<br />

salvaría a la especie amante.<br />

¡Oh gentes!, venid<br />

y en su origen bebed<br />

a sorbos la luz;<br />

que soy el hipotético<br />

sembrador<br />

del amor<br />

y el dolor.<br />

Dice mientras abajo, en la ciudad iluminada, cada<br />

cual reducía su necesidad urgente a un ósculo, más o menos.<br />

Pero en seguida, cuando iba a recomenzar la canción,<br />

estalló la dinamita y voló deshecho el insano.<br />

Y cambió la escena.<br />

……………………………………………………………<br />

I<br />

En seguida la aurora luce carne y rosa. Se ve al<br />

fondo un pórtico de rica labra en jaspe y malaquita. El pordiosero<br />

se aproxima. Un niño sale alegremente, saltando<br />

como cervatillo. Lleva una moneda en la mano; pero un<br />

hombre alto y escuálido, casi verdoso, detiene al muchacho<br />

en el instante en que iba a dar la limosna.<br />

EL HOMBRE<br />

¡Eh, chiquitín! Eso no se hace. ¿Qué llevas ahí?<br />

EL NIÑO<br />

Una limosna.<br />

EL HOMBRE<br />

Hola... ¿Una limosna, eh? ¿Dónde está la alcancía?<br />

— 1482 —


EL NIÑO<br />

Mamá la tiene.<br />

EL HOMBRE<br />

EL LOCO<br />

¿Sí? Pues vuela y tráela.<br />

Obedece el niño. Se oye el aurífero son al caer el<br />

oro en el cofre. Y el hermoso nene de áurea cabellera ensortijada<br />

se queda azorado, mirando con sus inmensos<br />

ojos al hombre que en ese momento echa afuera de un<br />

puntapié al mendigo.<br />

EL HOMBRE<br />

Largo de acá, pedazo de canalla. Conque ¿eh?, querías<br />

robar el porvenir de esta criatura, tú que tus días son<br />

desde un principio el exceso estéril, tú que ya no tienes futuro?<br />

Largo de acá, bribón.<br />

*<br />

EL MENDIGO (indignado)<br />

Por último, ¿quién eres ni qué derecho tienes para<br />

ultrajarme así?<br />

Soy tu pasado.<br />

EL HOMBRE (fríamente)<br />

EL MENDIGO (consternado)<br />

¡Oh...! ¡Hijo...! (extendiendo la mano) Una cari-<br />

dad, por Dios.<br />

EL HOMBRE (atravesándole la mano con un puñal)<br />

Toma. ¡Ja, ja, ja! Mátate.<br />

— 1483 —


El pordiosero huye.<br />

ARTURO BORDA<br />

El rubicundo niño de ojos mansos está petrificado de<br />

espanto; pero viendo el aspecto ¿amenazador del sujeto escuálido<br />

que se inclina iracundo 'recogiendo guijarros,<br />

huye al medio día internándose en la niebla, bajo una<br />

lluvia de pedradas. A lo lejos se oye el alegre repiqueteo<br />

del dinenero en la alcancía. Entonces el hombre momia,<br />

transfigurado de alegría, desaparece lentamente en la<br />

sombra, frotándose las manos, mientras que se oye una<br />

dulce voz que grita desde la casa: —¡Nonato, hijo, ven!<br />

II<br />

Transcurre el tiempo con la indiferencia glacial de<br />

siempre. El niño era hombre ya, viviendo avaramente<br />

en la opulencia.<br />

Alcoba regia. En ella agoniza el viejo millonario en<br />

medio del mayor lujo y confort. Un instante queda la pieza<br />

desalojada, cuando aparece el mendigo con el puñal<br />

en la mano atravesada, llevando los millones que con ella<br />

había recibido de caridad.<br />

EL MENDIGO<br />

Ahora toma oro, todo el oro que quieras. Carga con<br />

ello a la eternidad, si puedes. ¡Qué! ¿No quieres? No embromes.<br />

¡Aja, ja, ja! Conque... ¿no quieres, eh? Pues<br />

está bien. Mira que con esta mano he ahorrado este oro<br />

para tí, para más que tu presente, para más que tu futuro<br />

en la vida: ya ves, yo te cargo de oro para tu eterno<br />

porvenir. En cuanto a mí no te preocupes, que con lo<br />

necesario para el día tengo por demás (Y sale, echando el<br />

oro en la cama).<br />

III<br />

HEREDERO PRIMERO (entrando a carrera)<br />

Hay que aprovechar.<br />

HEREDERO SEGUNDO (precipitadamente<br />

luchando con el primero sobre el moribundo)<br />

Esto me pertenece a mí.<br />

— 1484 —


EL LOCO<br />

HEREDERO PRIMERO<br />

Pedazo de ladrón; esto es mío.<br />

EL MENDIGO (atisbando desde la puerta)<br />

¡Ja, ja, ja! Así también se logra el oro; mas con ello,<br />

con esfuerzo y paciencia, se puede ganar la sabiduría;<br />

pero el genio no se conquista a puntapiés. ¡Ja, ja, ja!<br />

…………………………………………………………….<br />

Es día feriado. El jolgorio impera en los hogares. Las<br />

mujeres, las más hermosas de la vecindad, a manera de<br />

anémonas y jazmines, se han congregado en determinados<br />

salones. La juventud va enmascarada y con orquesta, ejecutando<br />

los melancólicos aires de la tierra, que son cantos<br />

de amor en son de dolor. Así van rondando en pandilla la<br />

ciudad. En cada hogar se juega, se ríe y se danza. Luego<br />

las comparsas con oboes, rebeles y cornamusas, se dispersan<br />

multicolores en la reverdecente campiña. La sierpre<br />

humana se desliza entre matorrales al compás de la Trotacabras<br />

o del Lorito de la Montaña.<br />

Pasa la tarambana. En cada corazón hay cien afectos<br />

misteriosos, mil esperanzas y recuerdos de inquietudes<br />

que barruntando no sé qué incitan el deseo. La melancolía<br />

y una especie de desesperación que agita el fondo de<br />

las almas hace malhayar el fue, tanto como hace anhelar<br />

que en una repentina catástrofe se rompan los hilos misteriosos<br />

del ayer, que oprimen el corazón. Entre tanto en las<br />

cóncavas hoyas de los Andes resuena larga, sorda y tristemente<br />

el hondo son de la raza inca. Son atambores,<br />

tarkas y caramillos, como el eterno latir de un inmenso<br />

corazón. Cada espíritu sueña, pues, a base de una leve<br />

caricia, de una furtiva mirada y del encantamiento<br />

mágico que han silbado al pasar unos labios: sueñan en<br />

la vana delicia de los amores locos; pero ante lo imposible<br />

de aquellos devaneos, el concepto despechado del<br />

hombre acerca de la mujer, dice: —Es un simple<br />

útero,— y el concepto de la mujer olvidada o no<br />

solicitada, afirma, respecto del hom* bre: —Es la<br />

impotencia.—<br />

— 1485 —


ARTURO BORDA<br />

Mas, justamente en la angustia de aquella<br />

melancolía, divina o ridículamente sentimental, ambos<br />

olvidan el espíritu esencialmente místico que flota en<br />

ellos, mientras que la ronda alegre de las horas ríe a<br />

carcajadas. Así, El y Ella se recriminan carnalmente<br />

excitados, ultraexcitando sus espíritus, girando en un<br />

vértice de auroras en la ebriedad del recuerdo en que<br />

aun resuenan las armonías que mecían hurgando el<br />

alma de la orgía.<br />

Y, poco a poco, dulcemente, alejándose en la<br />

niebla, desaparece todo.<br />

Luego es como si yo despertase con impulsos de ir<br />

a vagar.<br />

La mañana está primaveral y la bruma del alba<br />

aun vela los orientes en la sombra azul que como resabio<br />

nocturno se recoge a medida que avanza el sol. La<br />

naturaleza se despereza y comienza el hervor diurno,<br />

mientras que rompiendo la vaga eufonía se oye el<br />

cristalino canto de un gallo.<br />

*<br />

Por donde voy, ya sea en la ciudad o el campo,<br />

despierta mi atención la incitante lozanía de las<br />

virgencitas de gentil andar, de labios rojos y ojos<br />

contemplativos en la incertidumbre de ese algo<br />

indeciblemente dulce que los ardientes latidos de la<br />

sangre adivinan, inflamándolas de inquietud y<br />

melancolía; entonces la irradiación de mis nervios<br />

ultrasensibles las transverbera en una caricia larga, tan<br />

honda y leve, como en las aguas limpias de un rayo de<br />

luz.<br />

Es así cómo mi abstracción es más zahori y<br />

compleja, precipitando en mí un desesperado<br />

automatismo que me obliga a caminar sin rumbo ni<br />

tregua. Y mis ojos se abren de modo extraño, porque las<br />

doncellitas de ojos amorosamente inciertos o fijos,<br />

atentas a los cánticos nupciales de su sangre, acusando<br />

en su rubor o tristeza sus ocultos ar-<br />

I<br />

— 1486 —


EL LOCO<br />

dores, pasan sorprendiendo atrevidamente en sus ensueños<br />

los secretos de Himeneo, mientras que mi pecho se<br />

oprime con sordos y profundos gruñidos de monstruo ante<br />

las intactas soñadoras; luego creo oír algo como un<br />

arrullo y un alegre son de organillo, y es que las<br />

colegialas de ojos encantados, luciendo orgullosas sus<br />

piernas, van agitando con sus retrecheras carnes sus<br />

faldas de espumilla, que al viento que sopla son las<br />

inquietas llamadas de sus ansias secretas, en tanto que<br />

sus almas... ¿Almas... ? Sí, esa innata curiosidad que<br />

aguijonea en nuestras miradas los inefables desmayos.<br />

Tal esas furtivas angustias que descubro en los ojos<br />

opacos o brillantes, y que son en mi alma, como en un<br />

viejo colmenar, las avispas que inyectan en mí no sé qué<br />

malignos filtros de un insaciable querer, esa desesperación<br />

de atraer a todas las bellas que anima y retuerce la noche,<br />

y reatándolas en una caricia sin fin, hiriente o leve, si no<br />

amarga y dulce, en los éxtasis y tormentas del amor,<br />

guardármelas salvaje y divinamente egoísta, solamente<br />

para mí, en las eternidades locas de mi pasión a<br />

semejanza de Dios a sus vírgenes en el Empíreo o a<br />

modo del Profeta en el quinto cielo a las huríes, si no<br />

como en el harem el Sultán a sus odaliscas: ser todo amor,<br />

todo caricia y placer en un desenfrenado gozar hasta la<br />

impotencia y la muerte; y luego, cuando en su dispersión<br />

a bandadas destile en ellas su misterio agridulce el<br />

fantástico recuerdo, entonces irán dulcemente abismadas<br />

en la melancolía de sus ayeres, saliéndose de sí mismas en<br />

una indecible ternura. ¡Oh!, las entreabiertas bocas al<br />

deseo y las miradas vagas perdiéndose en los infinitos,..<br />

Por eso me quedo considerando que si las impúberes<br />

supiesen a tiempo su invencible atracción, el<br />

contagio de sus hondas palpitaciones, y algo más, y<br />

pusiesen todo su fuego en una sabia coquetería espiritual<br />

y carnal, inflamarían en toda carne huracanes de amor,<br />

por lo que sus horas les serían algo así como un solo<br />

ensueño singlando en las olas de un himno gozoso en<br />

Juvencia.<br />

Y, otra vez sólo veo almas, almas y más almas,<br />

siempre almas, esas almas que ora juegan o se burlan o<br />

ya gi-<br />

— 1487 —


ARTURO BORDA<br />

men y se esconden y luego vienen y se van para tornar incansablemente,<br />

brindándose esquivas y suspicaces, si no<br />

me acarician mis esperanzas y recuerdos que yacían en un<br />

piadoso olvido. Es así cómo siento el aire cargado de espíritus<br />

obsesores, que penetran en mis arterias a modo de<br />

agujas embalsamadas, bálsamos que son las intenciones lenitivas<br />

no más que para saciarse de crueldad, prolongando<br />

sin fin mis angustias.<br />

¡Oh!, estas almas que tan pronto inocentes como hipócritas<br />

hieren mis ayeres y mi más allá y 3 la vez se conduelen<br />

y befan, sedimentando en mí sus caricias sádicamente<br />

perversas, algo así como la tristeza de los adioses,<br />

honda, amarga y larga; y luego, Señor, cuando habré de<br />

sobreponerme, cuando he de sorber mi liberación, entonces<br />

esas almas, esas almas amorosamente crueles, hacen en<br />

torno mío un vacío martirizante, más que su algazara y<br />

befa, algo que simula el silencio en lo increado. Sí, Señor,<br />

que ahora huyan o me acosen más y más y luego se multipliquen<br />

o desaparezcan, pero pronto, pronto, porque...<br />

¡Tch...! Es verdad: no sé ya lo que espero o quiero<br />

en el hastío éste de infinito amor; y luego, la fatiga en el<br />

sentimiento y la idea, me ocasionan un profundo malestar,<br />

enturbiando de pesares el alma. Sin embargo, ahora, para<br />

mayor martirio, siento que esas chiquitínas con frescura de<br />

infancia o rosas, llevan en su carne trasudada de lujuria<br />

ancestral la somnolencia insana; sí, esas almas de la carne<br />

misteriosamente arrobada en aquella sombra enigmática<br />

que cantando distraída nos arrastra a la muerte. Y así las<br />

quiero atrapar en mi ternura que es tan profunda como la<br />

mar. Pero ahora pasan indiferentes esas princesitas del<br />

ensueño. ¡Oh!, la atracción frenética de su aparente indiferencia<br />

absorta en esos jamases más dulces que los ecos<br />

de una voz que nos llama en el recuerdo, cada vez más<br />

amorosa y queda, a manera de la lluvia que cesa en el silencio!<br />

Así esas chicuelas, a semejanza de las alondras que<br />

llegan confiadas a las ocultas cavernas, para huir graciosamente<br />

asustadas del hambriento rapaz que las sigue: tal<br />

las sedientas virgencitas de ojos fijos o vagos ante mis<br />

aler-<br />

— 1488 —


EL LOCO<br />

tas apetitos que son quietas y mudas desesperaciones por<br />

ser caricias de ola o brisa o ser estrangulación en sus tuétanos<br />

mismos. Pero está bien: huid, huid, lindas nenitas,<br />

porque mi amor tiene sabidurías santas y malignas, furias<br />

de tormenta y calmas de muerte, seráficas ternuras y diabólicos<br />

odios, impotencia de gnosis y fuerza de locura. Sí,<br />

huid, huid, porque esta obsesión es ya un suplicio: en cada<br />

mirada, en el timbre de cada palabra, en la afrodisia de los<br />

perfumes y en las sedientas posturas entreveo el vórtice de<br />

las intenciones que cabrillean en los indecibles ensueños.<br />

el día.<br />

Pero felizmente el sol se ha hundido, y no es más<br />

II<br />

Ahora, en casa ya, me hostiga el cansancio. Siento<br />

caer la tarde como siempre, tristemente, y noto que mi<br />

amor se eleva en un cántico de sagradas comprensiones y<br />

caricias en el alma, ora de los ojos contemplativos, ora de<br />

los ardientes labios, así como en el alma del andar ufano<br />

de las doncellitas que pasan tijereteando sus muslos entre<br />

suaves muselinas, en tanto que la luz crepuscular está cayendo<br />

en la indiferencia nocturna.<br />

Así, pues, ya es hora de ir a dormir, soñando acaso<br />

en esas desnudeces entreabiertas a la sombra helada.<br />

*<br />

Sonriendo de esas y peores incoherencias de que soy<br />

víctima fatal, me había dormido soñando en que desde un<br />

principio los ojos de la humanidad eran las yemas de sus<br />

dedos y que sus sobacos hacían de orejas, descubrimiento<br />

que indudablemente me divirtió muchísimo, porque, con<br />

cualquier zoncería que les dijera o mostrara, se desorientaban<br />

tanto que sus desesperados titubeos me hacían<br />

reír a mandíbula batiente; de manera que yo me sentía<br />

feliz*<br />

Pero mi loco pensamiento estaba ya en que siendo<br />

la religión hija del miedo sólo ante los espolonazos de la<br />

necesidad, la religión no es nada más que un simple<br />

esta-<br />

— 1489 —


ARTURO BORDA<br />

do patológico, ni más ni menos que el fermento de los<br />

ico-res, el Rey de la Naturaleza, es la enfermedad<br />

humana; pues aun la medicina dice cuando la mujer<br />

está encinta, está enferma. ¿De qué? Pues, de... de<br />

gente. ¡Ja, ja, jáí Mas, la ventura es irreligiosa o<br />

arreligiosa.<br />

Después considero también que entre sabios y<br />

libertarios, estén aislados o en grupo, he visto que lo que<br />

predomina en ellos es la imbecilidad, el miedo y el<br />

servilismo más repugnante, ya sea por el interés de una<br />

ínfima pitanza o por el más miserable título, quizá si<br />

precisamente porque son sabios o libertarios. ¿O será tal<br />

vez porque no son ni lo uno ni lo otro? A mí no me<br />

interesa averiguar las simulaciones que se hunden en sí.<br />

*<br />

Estando así, de pronto oí tañer aires de abril en<br />

zamponas y guzlas, y entre las ventoleras que<br />

arremolinaban hojas amarillentas iba al medio día una<br />

rozagante y bulliciosa ronda de colegialas, unas espigadas<br />

y pálidas» de luto y flexibles, cual si fuesen la<br />

condensación amable de la sombra, y las más, ágiles y<br />

lozanas, que, en un laberinto de cintillos y colorines,<br />

culebreando de risa querían defenderse de sus enaguas<br />

remangadas por el viento, disimulando su rubor con sus<br />

cristalinas carcajadas de arpa y salterio.<br />

Tal iban desapareciendo en el olvido de cada espectador,<br />

cuando yo desperté y...<br />

……………………………………………………………<br />

Más tarde mis uñas son garfios de hierro.<br />

Desgarrándome frenéticamente el pecho, precipitando<br />

mí angustia de dolor en dolor, me rompo el esternón y<br />

las costales; enarco el cuello qué ya es de grulla con<br />

cabeza de buitre, y con mi acerado pico trago poco a poco<br />

mi corazón, mientras que mis uñas, rompiendo mí<br />

cráneo, arañan impasiblemente en mis sesos.<br />

Entonces mi ánima canta en su angustia su más<br />

triste cantar, tan hondo, tan quedo, que heridos de<br />

muerte hu-<br />

— 1490 —


EL LOCO<br />

yen los seres de mi derredor. Y en aquella ronda sólo se<br />

oye decir: —¡Amor! ¡Oh, amor...! — La síntesis<br />

agridulce que repite sin cesar. Así -en el misterio,<br />

implorando una consoladora ternura en la desolación de<br />

aquellas amarguras arrancadas a los orígenes de no sé qué<br />

dolores, canta en la estertórica alma mía: — ¡Amor, amor!<br />

— Luego, imanes cordiales o acerados pararrayos, en el<br />

ocultismo de los ecos y latidos de mi sangre, son liturgias<br />

en las eflorescencias carnales, son la infinita melancolía<br />

que en opresiones de congoja canta el amor su no sé qué.<br />

Y en las indecisas vaguedades de la existencia se dilata,<br />

en el tibio hálito de mis arterias, el inarticulado himno del<br />

amor, repitiendo en el espasmo, dulcemente: — ¡Amor,<br />

amor! —<br />

De ese modo, en la nostalgia del acidulado no sé<br />

qué, en auroras invernales veo venir ateridas las sombras<br />

amadas, despertándome a desentumecerme en la salida<br />

del sol y entonar un himno de alegrías a la mañana en los<br />

pedregosos senderos de la montaña, entre nieblas y<br />

matorrales, mientras que mil voces parleras gorgorita»<br />

en abetos y hayas, y en los cortijos muge la vacada<br />

alegre. Por donde quiera que voy crujen deshelándose los<br />

carámbanos. En la agreste campiña se ve salir de todas<br />

las bocas y narices el opalino resuello. De lejanías, en el<br />

murmullo de un torrente en la sierra, llega una cantilena<br />

que entristece el corazón.<br />

PRIMERA VOZ<br />

Recuérdale al amor mío<br />

¡oh céfiro blando! esta dulce<br />

cantilena:<br />

El suspiro suele ser<br />

el juramento primero<br />

que hizo el hombre a la mujer.<br />

SEGUNDA VOZ<br />

Retorna ¡oh dulce aura!<br />

a la lejana orilla en los ayeres<br />

y dile al dueño suyo,<br />

— 1491—


ARTURO BORDA<br />

que siempre le amó,<br />

que siempre le quiso<br />

y que aun gime<br />

en las noches<br />

su recuerdo.<br />

TERCERA VOZ<br />

Esa tristeza<br />

habla de un sueño vago<br />

en los primeros días,<br />

en horas de inocencia.<br />

¡Oh sabor<br />

del ciego y loco<br />

palpitar en las sombras<br />

y en los sueños! ¡Oh<br />

sabor!<br />

Y a modo de un ritornelo mi ánima sigue<br />

entonando su melancólico cantar: —¡Amor, amor!<br />

……………………………………………………………..<br />

Repentinamente, como mil años después, en la<br />

glicina lejana de un arpegio, que ignoro si viene o va,..<br />

Ora meditando solitaria<br />

a la vera del sendero<br />

o ya inquieta,<br />

vagando en el laberinto esmeralda<br />

de un naranjal en la noche tinta,,<br />

distingo la silueta<br />

de la enamorada nubil<br />

que constriñe el alma y la carne,<br />

suscitando la ternura del ansia sensual.<br />

Así pasa Ella. La veo.<br />

II<br />

Luego en las tinieblas<br />

que me ciñen<br />

I<br />

— 1492 —


EL LOCO<br />

aletea alocada,<br />

yendo a tientas,<br />

una incitante y huérfana caricia:<br />

y suena un beso<br />

en mis ojos y en la boca mía.<br />

Es un ósculo<br />

que de tarde en tarde<br />

oigo venir a hurtadillas<br />

en la sombra errante del ensueño<br />

¿Quién a través de la noche<br />

imprime en mis labios el beso leve?<br />

III<br />

Y en la densa profundidad de la selva<br />

me contesta burlona, con acentos rítmicos,<br />

como canto armonioso de ave arpada,<br />

una lejana risa musical.<br />

¡Oh maravilla de garganta mujeril<br />

que escondida en el encanto de lejanías<br />

arpegia en el eco un sortilegio!<br />

Pero en eso, en la glicina del arpegio de un<br />

violín, singla un nombre, el tuyo: Emma Alina.<br />

……………………………………………………………..<br />

El crepúsculo empieza a escalonar cendales escarlatas<br />

sobre un cielo de acero empavonado, mientras que se<br />

tiñen de índigo en lontananza los montes.<br />

Así, en la copa de un sicómoro que resalta ennegrecido<br />

en aquel cielo crepuscular, a semejanza de un enorme<br />

encaje, se va triscando de rama en rama la paloma blanca.<br />

Su palomo le sigue arrullándola. Luego se muerden suavemente<br />

los picos, entrecruzando sus lenguas.<br />

En eso, del alto cielo enrojecido, desde donde avizor,<br />

temblando con esfuerzo potente sé estabiliza un instante y<br />

cae de golpe un cernícalo.<br />

— 1493 —


ARTURO BORDA<br />

Mas, advertida a tiempo la enamorada pareja,<br />

huye a esconderse en un espinal. De tal modo amparados,<br />

arrullándose a dúo resanudan su idilio hasta aparearse.<br />

Pero la hembra, con el peso del amado se clava en el<br />

pecho un espino, el cual le extrajo_él una vez que fue<br />

cumplido el amor.<br />

La sangre tiñe lentamente su pecho en tanto<br />

que llega lóbrega la noche.<br />

Con el murmullo del huerto en el alba despertaron<br />

ambos a la aurora. Y a la mañana, entonando un alegre<br />

arrullo, como himno de amor al sol, el macho salió ufano<br />

de su escondite y se remontó en el azul; pero al instante<br />

fue presa del cernícalo que acechaba desde la puesta del<br />

sol.<br />

Por eso, asustada la tímida paloma, esperando siempre<br />

en vano y agotándose por la herida que le mana lentamente,<br />

hace entre espinos su nido fatal.<br />

De ese modo el tiempo es llegado, mas la paloma se<br />

acaba sin remedio; pero aun llega a romper las cascaras,<br />

con lo que saltan los pichones. Cada uno lleva una pluma<br />

roja en medio del pecho, pluma que simula una gota de<br />

sangre que al resbalar se esfumina.<br />

Entonces ella expira en silencio siempre,<br />

De ese modo en el hondo valle la paloma de la puñalada se<br />

multiplica de generación en generación<br />

…………………………………………………………<br />

La escena ya es nocturna. La Opera. Concierto a gran<br />

orquesta. Entregado a esa armonía siento que ella es como<br />

una lluvia de estrellas que en el océano salpican argento;<br />

y se adivina en la orilla, entre la selva, el sonoro y ca-<br />

*<br />

*<br />

*<br />

— 1494 —


EL LOCO<br />

dencioso avance de los elfos en ronda. El mar canta<br />

mientras que susurra el ábrego entre las frondas. Hay<br />

humanos lamentos ennoblecidos en la armonía que rasga<br />

el aire al compás de una leve y atractiva danza de las<br />

hadas opalinas y misteriosas, cuyos breves pies, yendo<br />

sobre alfombras de Damasco en Escoriales, tejen<br />

alboradas y pastorales entre gasas y nubes.<br />

Allá se oye el monorítmico romperse de las olas,<br />

acá las sonatinas o barcarolas y acullá la canción de cuna<br />

en la timbrada voz de las amas.<br />

A lo lejos, en el sordo retumbo de los truenos<br />

suenan oboes y timbales. En el jardín hay zumbido de<br />

cigarras y abejas. El aire mago anida y mueve en las<br />

ramas el señorial minué. En el ambiente vaga un oculto<br />

anhelo de disolverse en armonía. Suena el órgano en<br />

misa y —uno, dos, tres,— dan la hora las campanadas<br />

del orologio.<br />

Y, rompiendo las enramadas en la umbría,<br />

llegan los gnomos. Es la danza marcial si no jovial o<br />

picaresca, sin que aturda, cuando no llena de melancolía,<br />

al compás intermitente de los euros. No lejos resuenan<br />

vagamente, dianas y generalas en atambores y clarines.<br />

Pero inmediatamente avanza en el vendaval la<br />

plegaria de las madres en el lóbrego, en tanto que<br />

impetuosa se rompe en los escollos la iracunda mar.<br />

Luego paso a paso, a semejanza del estruendo antecesor de<br />

las inundaciones, parece que avanza el cortejo fúnebre,<br />

lento y sin eco en la alta noche. Son esquilas, linternas y<br />

dobles, gemidos que arrancan arterias en el corazón, hipos<br />

de congoja que huyen en el aire sutil, rumor de alas ariolas<br />

y lejanos aullidos. Es La Procesión, el Stabat Mater, Las<br />

Campanas Crepusculares y La Aurora en la Sinfonía Heroica.<br />

*<br />

La Güera está repleta y la rapsodia es un delirio<br />

de embriagueces. El aliento de la muchedumbre se halla<br />

sus-<br />

— 1495 —


ARTURO BORDA<br />

pensó. Diríase un aquilón de armonías hendiendo la<br />

zona letal.<br />

De pronto cesa la orquesta y en el mutismo, ante<br />

los ojos fijos en el azoramiento general, el maestro, joh<br />

ironía! Beethoven, el sordo atormentado, continúa<br />

dirigiendo en su paroxismo la orquesta que ya no suena.<br />

Mas ¿qué importa? Es sublime y trágica la embriaguez<br />

del genio arquetipo, cuya batuta, loca en el<br />

encantamiento del silencio, subyuga ya las almas en<br />

aquella misteriosa liturgia de nigromancia, rigiendo la<br />

órfica sinfonía que sólo suena en el caos de la bóveda<br />

craneana.<br />

Inmóvil y mudo el auditorio y los concertistas,<br />

escuchan en sus almas encantadas la armonía etérea<br />

que al fin se ha desencadenado en el misterio. Entre<br />

tanto el invicto se aniquila impulsando titánicamente el<br />

vaivén de la varita mágica, hasta que en el silencio se<br />

oye desplomarse sordamente un cuerpo pesado a la vez<br />

que la batuta rueda con timbre metálico en el<br />

pavimento, desvaneciendo la ilusión.<br />

……………………………………………………………<br />

Y mi alma está triste, muy triste, cual suele<br />

estar hundiéndose en la honda armonía de La Patética.<br />

Luego, soplo del bóreas helado, una mano<br />

misteriosa esparce en el cielo oscuro lonjas infinitas de<br />

carne viva. La hora crepuscular parece indignada. Y en<br />

el haz de la tierra las razas se agitan sorda y lentamente,<br />

mascullando apostrofes, incapaces de respirar la<br />

atmósfera cargada de visiones inconcebibles. En el<br />

firmamento hay una insospechada agitación de espectros<br />

en los retumbos de un incesante tronar, mientras que la<br />

tierra se raja en el gruñir de un terremoto. En eso se<br />

oye la estridente carcajada del impío Loco, que pasa<br />

desmenuzándolo todo. Los pueblos huyen apretándose el<br />

corazón y la cabeza que ha de reventarles. Los ríos han<br />

cambiado de curso, burlando los límites de arcifinios,<br />

porque se hunden las cumbres y se elevan las<br />

hondonadas. Estruendos y clamores conmueven el orbe.<br />

— 1496 —


EL LOCO<br />

Al fin en un alba carmesí sólo quedan atentos los<br />

dioses mayores, mientras se oculta en ocaso la última<br />

luna.<br />

ORFEO<br />

Hasta hoy nadie, ha resistido ni comprendido lo sublime.<br />

Es el paso del último Demoledor.<br />

MANÜ, VIASA y VALMIKI<br />

Es lo inmensurable: la última ronda que pasa. Enana<br />

del Origen.<br />

ESQUILO, SÓFOCLES, SHAKESPEARE<br />

y CALIDASA<br />

Tal es la purificación. Mas a la mañana el sol será<br />

mejor, y la escena del día será original, en grande y como<br />

no se ha visto. ¡Oh, prepotente Loco!, Tíndaro loador de<br />

vencedores entone tu loor.<br />

BEEHOVEN y WAGNER<br />

Esto adivinaba el alma.<br />

GOETHE<br />

Solamente mañana comprenderán EL Segundo Fausto,<br />

porque siendo que son los siglos los que fraguan esta<br />

tempestad, signo del advenimiento de una inteligencia superior,<br />

al revelar el sentido oculto de las cosas dirá que<br />

La Madre es del Segundo Fausto.<br />

SAN JUAN PATMOS y KEMPIS<br />

Estaba escrito: era el demoledor paso de Leviatán.<br />

BUONAROTTI<br />

Veo desatarse ya las potencias de un nuevo renacimiento<br />

en este Juicio Final.<br />

— 1497 —


ARTURO BORDA<br />

MAETEBLINK<br />

Es el benéfico soplo del siniestro Misterio.<br />

ARISTÓTELES<br />

Sólo nuestras almas no se han turbado con la<br />

trágica carcajada. Ahora mirad, amigos, cómo salta el<br />

nuevo sol.<br />

Y oíd; canta Tíndaro.<br />

TINDARO<br />

Sin lauros ni clámide<br />

entono tu loor, ¡oh<br />

prepotente Loco!<br />

Yo que entre helenos canté,<br />

en Olimpia,<br />

allá donde una rama de oliva era el lauro a<br />

la potente y valerosa belleza;<br />

yo que entoné loores píticas<br />

en Delfos,<br />

coronando de laurel a los vencedores<br />

ya sea en la lira, en el caramillo y el canto;<br />

yo que orné,<br />

en la Argólida,<br />

de apio silvestre al vencedor,<br />

entonando las nemeas;<br />

en fin,<br />

yo que entoné<br />

en Corinto<br />

los ístmicos himnos,<br />

entregando ramas o de pino<br />

a los triunfadores,<br />

no sé decir más,<br />

que,<br />

eclosionada en lo futuro,<br />

tu recompensa sea<br />

la libertad que siembras<br />

en los escombros de lo que derriba».<br />

— 1498 —


EL LOCO<br />

Salve, pues,<br />

¡oh imposible sembrador<br />

y segador!<br />

HOMERO<br />

Dices bien, amable Tíndaro,<br />

HORACIO<br />

Ya era hora. Siento haber sido cascabel. De gracia<br />

al futuro rindamos, Hornero, nuestra historia.<br />

VIRGILIO<br />

Así sea. El orto anuncia algo inmenso ante la gangrena<br />

del mundo.<br />

EL ARETINO y HUGO<br />

Bien hecho. Ya era necesario destruir tanta hipocresía<br />

a base de religiones, cuyo origen y cuyo fin son únicamente<br />

el predominio físico, político, teórico y práctico.<br />

POE<br />

En esta condenación, a lo que se ve, no se salvará<br />

nade. De este incendio saldrá el espíritu del porvenir.<br />

LOS FARAONES<br />

En la edad que viene no se sabrá ya de la Esfinge ni<br />

de las pirámides, porque son el símbolo del silencio en los<br />

eriales.<br />

FlDIAS y PRAXlTELES<br />

Sólo hay que sentir por la Venus de Milo,<br />

por Laocoonte y el Hércules Farnesío.<br />

CERVANTES<br />

Esto es herroroso, pero necesario. Ya somos viejos y<br />

esta sacudida es tan honda, que atraviesa la tierra. Es<br />

la<br />

— 1499 —


ARTURO BORDA<br />

reacción de la conciencia. No nos salvaremos. Yo sé de<br />

la potencia y el deber obcecados de un Demoledor,<br />

cuánto más si su ideal es para siempre y para todos en<br />

un formidable renunciamiento a la vida? Yo sé.<br />

NERÓN, CESAR BORGIA, GENGIS KAN<br />

y TAMERLAN<br />

Nosotros revivimos gustosos en tí, oh sublime<br />

Loco. ¡Adelante! Es menester hacer añicos los<br />

convencionalismos sociales, todo lo que retarde el<br />

avance,<br />

BOLÍVAR y WASHINGTON (mientras<br />

se hunde la última luna)<br />

Así surgirá de aquesta epacta la gran libertad.<br />

PAGANINI<br />

Únicamente subsistirá la armonía.<br />

PERICLES<br />

Animo, Loco; que mi siglo te ampara. Amigos,<br />

oremos al nuevo sol.<br />

UNA VOZ<br />

Hondos son los surcos y la tierra virgen ha<br />

saltado a flor. Vuestras simientes sean las primeras.<br />

Echad.<br />

DIOGENES<br />

Esperad, amigos. Anoche me purgué; y como<br />

para echar simiente y orar al sol es necesario estar<br />

limpio; y considerando que el alma se subordina en el<br />

hecho miserablemente a los intestinos; por tanto...<br />

Francamente, sería muy triste...<br />

VANINI<br />

¡Bravo, Loco! Eso es: que no quede nada en su<br />

sitio. Por tal manera no habrá quién te queme vivo ni<br />

te arran-<br />

— 1500 —


EL LOCO<br />

que de raíz la lengua, como a mí. Mata a todos, que así nadie<br />

se te burlará; pero se necesita una resolución de<br />

hierro para no temblar ante el odio del mundo; y sobre<br />

todo se necesita no deber, como vos, ningún servicio a<br />

nadie: ni al individuo ni al pueblo. Sólo la libertad<br />

puede sembrar la libertad.<br />

SÓCRATES<br />

Eso es verdad; si no tendrás que beber también,<br />

como yo, la cicuta: la defensa de los impotentes y los<br />

cobardes a la luz brutal de la verdad. Destroza hasta la<br />

estética, lo menos ofensivo.<br />

HEGEL<br />

Adiós la estética. De hoy más no sospecho a<br />

dónde nos arrastrará este dinamismo.<br />

CARLYLE<br />

Es verdad; quema, pero alumbra. Y en estas tinieblas<br />

lo que necesitamos es luz, y dinamismo en nuestro<br />

quietismo sepulcral.<br />

LESSING<br />

Yo esperaba una feliz regresión a la época<br />

helénica. ¡Oh goce aquel de la serenidad insuperada! En<br />

este cataclismo desaparecerán nuestros principios.<br />

LAS MADRES (desde el Origen)<br />

Bienvenido sea el Insano sano, porque así mañana<br />

será nuestro día al fin. Aun tenemos que educar al hombre,<br />

ya que su corazón se ha torcido.<br />

LEIBNITZ y COMTE<br />

¡Bravo! ¡Bravo! Muy bien. Nada de fetiches ni<br />

deísmos infinitesimales ni máximos. Vengan los valores<br />

positivos y surja la mujer en una inmensa aurora de<br />

libertad.<br />

— 1501 —


ARTURO BORDA<br />

Al César lo suyo. Y gloria al Demoledor que nos<br />

anuncia un gran porvenir. Teocracia, burocracia,<br />

democracia, y aun sociocracia, que todo ruede, porque yo<br />

mismo me he equivocado por falta de valor. Algo mejor<br />

que aun no imagino siento que saldrá de este cataclismo.<br />

¡Ja, ja, ja! Las preeminencias económicas de los idiotas no<br />

les dará ya la gerencia pública ni a Dios el imperio<br />

cósmico. Cada cual en lo suyo y con sus fuerzas.<br />

GALENO<br />

Aun la ciencia médica retrograda cada vez más a la<br />

veterinaria. Por tal manera espero que en la edad que<br />

viene se pueda embotellar y transfundir el alma. Todo se<br />

reducirá a descubrir la potencia micro. No habrá fuerza<br />

que no se almacene. El quid está en saber si el origen es<br />

lo infinitamente grande o lo infinitamente pequeño. En<br />

las horas de lucidez del Loco le oí decir: —La nada no<br />

existe, porque en ella existe el espacio. Y si antes del<br />

Origen era la nada infinita —oh, cómo se anonada esta<br />

idea— entonces el Origen ha sido micro. Qué locura...<br />

ERASMO<br />

Yo soy el único que hizo el Elogio de la Locura,<br />

porque he comprendido que ella es la única que da<br />

redentores y creadores, por ese su absoluto desasimiento<br />

de toda cosa y de todo miedo y respeto. Esto no he<br />

querido decir entonces, por cierto temor, pero ahora me<br />

hago pesar, aun-que esto resulte ya muy ridículo.<br />

…………………………………………………………….<br />

Y de pronto, elegantemente trajeado, me sé yendo<br />

muy de prisa, no sé a dónde, pero de cada trancazo que<br />

daba hacía temblar la tierra y mi propio cuerpo<br />

bobamente satisfecho de sus almidonados trapos.<br />

Después yo iba furioso sin saber por qué.<br />

En una de esas pisadas se hunde el terreno y dando<br />

volteretas caigo sentado sobre un cadáver, en una<br />

catacum.<br />

— 1502 —


EL LOCO<br />

ba. Los frailes que se hallaban cantando la vigilia, y, entre<br />

multitud de mujeres hincadas, hincados también los<br />

representativos de los poderes públicos y los de la<br />

ciencia y el arte, de gala o luto estricto, emprender las de<br />

Villadiego. La despavorida muchedumbre se congestiona<br />

en las puertas, ocasionando la mar de contusos. El suelo se<br />

humedece, lo que provoca en mí un acceso de risa<br />

convulsiva, cuyo eco en las bóvedas sonaba a modo de<br />

una diabólica carcajada.<br />

Muchos hombres y también mujeres que de susto se<br />

escondieron en los altares, detrás de los dioses y de los santos,<br />

al oír mi carcajada centuplicada en los ecos,<br />

cayeron al suelo arrastrando las imágenes de yeso que se<br />

hicieron añicos. Los centinelas del catafalco pataleaban<br />

también presos de ataques nerviosos.<br />

En eso un alfiler del crucifijo que tenía entre manos<br />

el cadáver se me clavó en las nalgas, por lo que indignado,<br />

dando un bofetón al muerto, lo eché abajo. Al<br />

caer me dio la impresión de un trozo de madera retobada.<br />

Luego lo encajé de barriga en el tabernáculo, con los pies<br />

afuera; poniendo en cambio en el catafalco la custodia.<br />

Al día siguiente la prensa hablaba del suceso. Unos<br />

suponían milagro el hecho y otros afirmaban que el muerto<br />

estaba condenado; pues que con el miedo que llevaban<br />

nadie alcanzó a reconocerme, lo que constituye un proceso<br />

regular en todo acto de cobardía, por lo que también<br />

nadie se atrevió a confesar que por su propia cobardía no<br />

pudieron saber la verdad. ¡Aja, ja, ja! Y todos eran amigos<br />

íntimos del extinto.<br />

Al otro día se efectuó por fin el sepelio. Los amigos<br />

llevaban en hombros al féretro. A medida que<br />

avanzaba el séquito, hombres y mujeres se iban<br />

convirtiendo en chinches, escarabajos, hormigas y piojos,<br />

los que internándose en el ataúd, no dejaron ni huesos<br />

del cadáver. Pero<br />

*<br />

— 1503 —


ARTURO BORDA<br />

al momento recobraron todos su forma, lamentando muy<br />

compungidos la desaparición de su amigo. Y<br />

prosiguieron la ceremonia del enterratorio del ataúd<br />

vacío, a tiempo que reaparecían los hombres célebres.<br />

TRAJANO, CESAR, ATILA y NAPOLEÓN,<br />

CARLOMAGNO y GUILLERMO II<br />

Estamos en presencia de la crisis evolutiva más<br />

grande. ¡Salve al Demoledor! Sólo lo grande puede<br />

ejecutar lo grande. Y las locuras presentes son evangelios<br />

futuros, por eso para el Demoledor Creador todas las<br />

potencias deben ser palancas dóciles, pero potencias<br />

libres. Mas, aun la fatal limitación de los hechos ante los<br />

horizontes que abarca su ojeada se llama insania o<br />

desorbitación en las impotencias de los ciegos aun para los<br />

círculos menores de comprensión.<br />

TRAJANO<br />

¡Salve! porque ya no hay nada que no esté en este<br />

entredicho de anarquía.<br />

SCHWARTZ, GUTENBERG, COLON y FRANKLIN<br />

Nosotros que descubrimos el nuevo mundo, de<br />

donde viene originario este soplo, nosotros que<br />

descubrimos la pólvora, el pararrayos y la imprenta,<br />

cantamos tu advenimiento, ¡oh divino Loco!, porque<br />

nuestros esfuerzos eran la gestación abscóndita de tu<br />

existencia.<br />

LUTERO, DESCARTES y BACON<br />

En breve el avance adquirirá progresiones geométricas.<br />

Es muy honda la revolución que saca a ras la carne<br />

viva. Cuando la mecánica se estaciona como el arte,<br />

entonces el progreso adquirirá progresiones<br />

geométricamente psíquicas.<br />

.— 1504 —


EL LOCO<br />

CONDORCET, HUME, ROUSSEAU,<br />

DIDEROT y FONTANELLE<br />

Al fin se encarnó en alguien el alma de los verdaderos<br />

revolucionarios. ¡Hosanna, pues, al único Loco!<br />

FEDERICO EL GRANDE y SANTO<br />

TOMAS DE AQUINO<br />

Hay epifanías que sobrecogen el espíritu más valeroso,<br />

no obstante que ello es lo que en el fondo ansiamos.<br />

No hay espíritu abierto a la inmensidad que no contemple<br />

con calofrío de goce la gestación de las grandes transformaciones,<br />

no de forma, sino que de fondo en el espíritu<br />

de la humanidad. El Loco es lo inconcebible, porque es la<br />

fatalidad en que muere toda una civilización humana<br />

ya.<br />

MOISÉS, SOLON y LICURGO<br />

Es inimaginable la reforma social y moral humana a<br />

que precede el advenimiento demoledor de este único Loco.<br />

Pero si entregar sin control a un hombre los destinos<br />

de un pueblo es peligroso, entregar a un loco los destinos<br />

humanos es una insensatez.<br />

HUXLEY, DARWIN, CAJAL y BUFÓN,<br />

con SOPORTA, LAMARCH, HEACHEL y GALL,<br />

EINSTEIN y ARQUIMEDES<br />

En una centuria más y con esta revolución sin precedentes<br />

que alimentamos día a día con nuestro sacrificio,<br />

descenderemos acaso por él a la categoría de meros fósiles.<br />

Pero, bienaventurado seas, Loco. Nosotros ardemos en<br />

tí a manera de lignita, ya que se cumple un alto designio<br />

de la evolución: demoler para crear. Aun las leyes<br />

biosocioló-gicas se hallan en el peligro de segregarse en el<br />

turbión revelador de los misterios futuros. Desencadenaste<br />

las insospechables potencias, y la Moral está ya en agonía,<br />

como ante la incoherencia empírica a priori.<br />

TROTZSKI<br />

Ven estupendo Lenin, que azorados te contemplan<br />

Bonaparte, Dantón, Marat y Robespierre. Ven, oh sublime<br />

Lenin, que el Demoledor acaba de pasar.<br />

— 1505 —


ARTURO BORDA<br />

LENIN (en las ondas del Volga, saliendo de la<br />

tenebrosa Siberia en una aurora roja. Su heroica<br />

Adda Merowkine, el ángel custodio,<br />

no le abandona. Son el socialismo integral<br />

y el feminismo militante. Se detiene asombrado,<br />

mirando el orbe en escombros, y<br />

luego Babenf)<br />

No ha quedado en pie nada, oh Loco bienaventurado.<br />

Así queríamos para reorganizar la humanidad, bien es<br />

cierto que salvando algo, quizá si lo primero que debía<br />

caer. ¡Oh, Demoledor!, no alcanzamos a ver a dónde vas;<br />

pues sólo dejas en pie las madres encinta...<br />

ADDA MERCOWKINE (soñando)<br />

Veo romperse la Ley y la Moral, y seguir, de<br />

acuerdo con la naturaleza, una ruta aparentemente<br />

arbitraria. Es la libertad.<br />

UNA VOZ (del fondo de la tierra)<br />

La siembra fructífera debe ser en el porvenir: niñez<br />

y juventud.<br />

……………………………………………………………..<br />

Mientras tanto en la noche se incendió primero un<br />

velo tenue. El fuego empezó abajo, avanzando de modo<br />

rápido, hasta consumirlo. Con la misma rapidez se quemó<br />

el segundo, luego el tercero y el cuarto, y los demás, tan<br />

rápidamente, que simulaban ser olas de fuego<br />

ascendentes en silencio, como en una aurora boreal, ya<br />

que cada tul, desde el negro, el primero, hasta el blanco,<br />

el último, tenían un matiz del iris.<br />

Al incendiarse el último tul apareció, en una<br />

mañana primaveral, una gran muchedumbre de<br />

juventud que iba casi en manada, empujándose unos a<br />

otros, vitoreando de modo incansable a sus mentores. Y se<br />

detuvieron a la sombra de un árbol milenario.<br />

Seguidamente apareció otro maestro y luego<br />

otro y otros. Y muchos más. Y todos hablaban de la<br />

dignidad y<br />

— 1506 —


EL LOCO<br />

la independencia. Eran unos discursos hermosamente compuestos<br />

que de modo discreto incitaban a la rebelión,<br />

ocultando su terror de verse envueltos en ella, por lo cual<br />

la muchachada, inocentemente embriagada con el verbo<br />

de relumbrón, se sabía un instante altiva.<br />

Pero mientras que todos oían atentos los<br />

discursos, el Loco había llegado sin ser notado,<br />

encaramándose en la fronda del árbol. Cuando unos<br />

acabaron de hablar y otros de loar inconscientemente,<br />

arrebatados no más que por la inflexión de la voz, el<br />

Insano habló en tal forma y con tal claridad, que resultó<br />

un escándalo para la timidez y la hipocresía de los<br />

mentores y para la ciega inocencia de los alumnos. Dijo,<br />

más o menos, lo siguiente:<br />

EL LOCO (santiguándose)<br />

En nombre del Amor, de la Justicia y la Verdad.<br />

¡Ea, vosotros! Yo no sé si me interesa o no la juventud,<br />

lo cual no me importa averiguar, ni tengo ningún interés<br />

porque nadie me oiga; pero como para que os disperséis<br />

sería menester que llegase la noche, para que podáis<br />

huir en la sombra, porque sólo en la sombra sois audaces,<br />

ya que ninguno se atreve a la luz del día, de miedo a tostarse<br />

la cabeza y los pies bajo la rabiosa luz del sol en estos<br />

dominios de la Verdad, sobre la arena calcinada del desierto,<br />

vuestra impotencia y miedo os obligan a oírme.<br />

Oíd, pues.<br />

Y a medida que hablaba iba trepando más alto,<br />

hasta que ya no era visible por la multitud. Cuando llegó a<br />

descubierto empezó a gritar de éste modo:<br />

EL LOCO<br />

El que quiera saber cómo se vive de cara al sol, que<br />

salga de la sombra y me mire. ¿Eh? ¿Nadie sale? ¿El<br />

miedo os acorrala a mis pies, a la sombra de este<br />

sicómoro? Muy bien. Oíd. Os hablo desde la guía del<br />

árbol milenario.<br />

— 1507 —


ARTURO BORDA<br />

Pero ya estoy molestado de hablar por imágenes,<br />

no por lo estúpido ni lo feo de ellos, sino que por la necia<br />

incomprensión de los hombres; de manera que me obligan<br />

a decir lo necesario de un modo directamente crudo. Este<br />

lenguaje es demasiado claro, aunque todavía para los obtusos<br />

sea obscuro, es, pues, excesivamente preciso, sin matices,<br />

por lo mismo hiriente? Pues bien; yo no tengo la<br />

culpa: cuando yo hablaba como entre sueños, son giros de<br />

belleza rara, nadie me comprendía o nadie quería<br />

comprenderme. Ahora mi verbo, por eso, es duro como<br />

un esqueleto: de consiguiente, es algo como con la muerte<br />

con lo que quiero y debo hablar.<br />

Y así es, porque cada cual de vosotros se alegra<br />

al oír unas meras palabras aparentemente reactivas, y,<br />

sobreexcitados, aplauden, para olvidarlo todo<br />

inmediatamente agotados, sin ninguna habilidad analítica,<br />

siguiendo inconscientemente a todo el mundo, sin<br />

comprender que las palabras por sí mismas no constituyen<br />

ninguna lección. Ejemplo: — Un bandido puede estar<br />

predicando la virtud para atraparlos y servirse de vosotros<br />

como de cosas, en cambio que vosotros iréis alelados en<br />

su séquito, hasta que, siempre tarde, os deis cuenta del<br />

error, pero quedando ya definitivamente sojuzgados en la<br />

esclavitud a esa hipocresía, al arbitrio de un bribón.—<br />

Por consiguiente, la única prédica que debéis considerar<br />

real es el ejemplo, la lección que se vive segundo a<br />

segundo; observad que no faltarán hombres venales y vanos<br />

que sirviendo vilmente por una escudilla de lentejas<br />

irán sin escrúpulos a lavar indistintamente las saliveras<br />

ora del blanco, ora del negro, como ya del santo o del asesino,<br />

todo hasta lograr su posición social, un renombre, y,<br />

sobre todo, su situación económica. Ved que el servilismo<br />

del antiguo esclavo francamente esclavo ante el mundo y<br />

ante su conciencia era un servilismo honorable comparado<br />

con el voluntario servilismo de los hipócritas en el<br />

tiempo de la libertad.<br />

Pero indudablemente que ellos cuentan de<br />

antemano con su elemento, con esa juventud<br />

intelectual o ignara, que después de sufrir en las<br />

ergástulas los puntapiés<br />

— 1508 —


EL LOCO<br />

del opresor, cuyos zapatos querían morder de rabia, por la<br />

miseria de una migaja del festín, se ponen incondicionalmente<br />

a su servicio, pretendiendo, punto en boca y obedientes,<br />

que sirven ya a fines más altos que a la libertad!<br />

Sí, cuentan con esa juventud que ni oye, ni mira ni ve:<br />

que no escudriña, que no analiza, que no critica; en suma,<br />

que no duda. Esa juventud...<br />

Mas, sabed, también, que el rebelde que predique la<br />

rebelión y la rebeldía dentro de una absoluta honradez de<br />

procedimientos, estad seguros que su historia será la historia<br />

de la pobreza si no de la más completa miseria; porque<br />

tal rebelde no acepta ni busca nada que no esté dentro<br />

de los estrechos límites de la dignidad, y lo busca con<br />

altivez y únicamente sus derechos adquiridos a fuerza de<br />

trabajo, lo que le pertenece por derecho, lo cual sorprende<br />

e irrita el alma de los mentores de otra vez, constituidos<br />

ya en autoridades, habituados a ver mendigar de rodillas<br />

a los hombres más rebeldes. Por eso esos maestros<br />

lumbricoides a quienes se les tapa la boca con un buen<br />

sueldo o un buen título, se afanan en llenar con mil cas<br />

cábeles y relumbrones sus hojas de servicios... mientras<br />

que el rebelde rechaza toda hoja de servicios, porque jamás<br />

se puso fuera del servicio de su propia idea, y, secundariamente,<br />

porque la presencia de un rebelde siembra pánico<br />

en los impuros, ya que sienten que el rebelde está sobre<br />

sus cabezas oscilando como una guillotina.<br />

Si cada cual reconociese sus impotencias, avanzaría<br />

el doble en su vía, porque el reconocimiento de la propia<br />

impotencia es el repliegue de la fuerza en potencia.<br />

LA JUVENTUD (a coro, entusiastamente)<br />

¡Oh, divino Loco, salvador de nuestro glorioso porvenir!,<br />

de hoy más serás nuestro único mentor. ¡Viva el<br />

Maestro!<br />

EL LOCO (riendo a carcajadas)<br />

Yo sólo podría ser Maestro, si quisiera, de los que no<br />

aceptan mentores; por que amo únicamente a los<br />

satánicos.<br />

— 1509 —


ARTURO BORDA<br />

Y como ellos jamás aceptarán por mentor a nadie,<br />

entonces yo les grito satisfecho: —¡Bravo!— y los<br />

declaro sus propios maestros. Ellos son los hombres. La<br />

patria necesita almas de hierrro, ya que se trata de forjar<br />

el más venturoso futuro de la América. Ansiamos<br />

hombres que vivan de su propia fuerza y sean capaces<br />

de fabricar su propia fe en los dominios de la más alta<br />

rebeldía.<br />

*<br />

Eso dicho el Loco se echó de un salto en la fronda,<br />

como para zabullir en la densidad marina.<br />

Deshojando y rompiendo los ramajes, juntamente con<br />

una lluvia de sazonados frutos cayó en la sombra, sobre la<br />

compacta muchedumbre juvenil. Así aplastando a unos<br />

cuantos muchachos y otros tantos maestros, ocasionó gran<br />

trifulca, por lo cual y por cosechar los sazonados frutos,<br />

luchaba la muchedumbre muerta de sed, resultando por<br />

ello un sinnúmero de heridos, mientras que una parte<br />

de los jóvenes, sin ánimo de salir de la sombra,<br />

amenazaba con los puños cerrados al Insano que ya se<br />

hallaba lejos, a pleno sol arrastrando su sombra en el<br />

arenal calcinado, riendo a mandíbula batiente de la<br />

ridicula labor de los mentores que prácticamente<br />

apenas se concretaron a hacer enterrar a los muertos y<br />

curar a los enfermos.<br />

EL LOCO (al irse cachazudamente les grita asi:)<br />

Si maté con mi peso unos cuantos muchachos y<br />

otros tantos maestritos, es porque las raíces del árbol<br />

que os da su sombra necesitan ya un poco de sangre para<br />

luego daros el fruto que aplaque vuestra sed y angurria;<br />

y, dejo heridos, para que cuando sanos sepan cuidar su<br />

salud, es decir, su fuerza. Ahora sabed que la tierra es<br />

como la mujer, insaciable de riego, en tanto que el<br />

hombre apenas semeja la facundadora nubécula que se<br />

agota en chaparrón o garúa. Mas, ahora notad que no<br />

hay ni un sólo maestro que me siga, siquiera sea para<br />

vengaros; pero sabed que eso es porque tienen pies de<br />

señoritas para uso de zapatillas en salones de piso<br />

mullido. Son maestros que jamás salieron de su círculo<br />

social por asco y vergüenza a los que no son de su<br />

laya; incapaces de descender a convivir<br />

— 1510 —


EL LOCO<br />

con los humildes y desheredados, la miseria de sus lacerias.<br />

Papagayos de lo que supone adivinar, hundidos en<br />

regias poltronas de Damasco.<br />

El idealismo de los maestros que jamás supieron de<br />

las angustias de la miseria, de los que pasaron<br />

sonriendo su opulencia y que presentándose como<br />

conductores de la opinión apercollan ociosamente los<br />

sueldos más gordos en las más fuertes empresas o en la<br />

administración, es para la inocencia popular lo que la<br />

roja capa en las manos del torero, que sólo sirve para<br />

engañar a la bestia hasta que agache la carvíz y clavarle<br />

la estocada hasta el fondo del corazón, porque la sangre<br />

viva es un excelente tónico.<br />

*<br />

La tarde había caído. Descípulos y mentores<br />

iban en tropel en pos del Loco, cuya carcajada<br />

resonaba ya más al]á de los horizontes, en la sombra<br />

nocturna que invadía el firmamento; pero el Insano<br />

había regresado ya por el Ocaso, armado de una enorme<br />

hacha, con la cual de dos golpes derribó el árbol<br />

milenario, al que inmediatamente le prendió fuego.<br />

Cuando se apagó la hoguera y el viento aventó las<br />

cenizas.<br />

EL LOCO (dijo)<br />

Hubiera sido un crimen conservar por más<br />

tiempo el ÁRBOL GENEALÓGICO.<br />

En eso salieron furiosos de las raices el Abolengo<br />

y la Estirpe, pero el Loco los apercolló del cogote y golpeando<br />

sus cabezas una contra otra, mató esos fantasmas<br />

que luego desaparecieron, mientras reía a carcajadas el<br />

Insano, a tiempo en que . . .<br />

*<br />

LOS GRANDES AUTODIDACTAS<br />

Eso es hablar claro. Toda enseñanza debe tener<br />

esa precisión. Cuanto más se aproxima el idioma al<br />

len-<br />

— 1511 —


ARTURO BORDA<br />

guaje de los niños y de los tontos, tanto mayor número<br />

de tontos estará en la posibilidad de entender. El<br />

lenguaje de las inteligencias superiores es también sólo<br />

para las inteligencias superiores. Y ¡Viva el Demoledo<br />

SIGLO V, MAQUIAVELO, DE LOYOLA, BISMARK<br />

y ASSAU SABA, EL VIEJO DE LA MONTANA<br />

Alcanzamos, oh potente Demoledor, que tu ideal<br />

sea eterno. Mas si para tu éxito es necesario hacer una<br />

pira de los dioses y de toda autoridad, moral, social,<br />

política y militar, revuelve el mundo, no importa: el fin<br />

justifica los medios, ¿Quieres la redención de la<br />

humanidad? Pues estamos contigo los potentes, para<br />

ejemplo de rebeldes e intrépidos reformadores o sino que<br />

el aire, los alimentos, la ropa y la cama te sean cristales<br />

rotos.<br />

ENGELS y MARXS<br />

Esto supera a toda previsión. Pero si para la<br />

ventura absoluta de la humanidad es necesario el<br />

incendio del infinito, de hoy más todos los verdaderos<br />

revolucionarios estaremos contigo. Ahora adelante y<br />

sin cobardías.<br />

JAURES, KAUTSKY y MALATESTA<br />

Ahora comprendemos que no sólo la guerra y la<br />

revolución, sino que las hecatombes es lo que se<br />

necesita. Así, pues, solamente pueden amar y admirar<br />

al Demoledor, los rebeldes, los sabios, los grandes<br />

hombres, mientras que los eunucos besan agradecidos<br />

sus propias cadenas, por ser espiritual y físicamente<br />

idotas.<br />

UN HORRÍSONO VOZARRÓN (en las<br />

minas, los conventillos y las ergástulas)<br />

Nada para nadie o todo para todos, porque el<br />

secreto de todas las fortunas, sin excepción, si no es<br />

obra de la casualidad, herencias, dotes y loterías,<br />

oculta siempre mil servilismos y siniestros misterios, ya<br />

que siempre por siempre la honradez es misérrima por<br />

eso, por honradez... Pues, mirad, hombres: hoy que<br />

todos los murallones ca-<br />

— 1512 —


EL LOCO<br />

yeron deshechos al ímpetu del Loco, los secretos están a<br />

la luz del sol.<br />

KERENSKY<br />

Todo está bien. Este Loco es el alma de las históricas<br />

potencias. Que una feliz paz universal sea al fin su<br />

lauro.<br />

BELA KUN<br />

Bien haya un Demoledor. Hay que destruir de<br />

cuajo el actual orden de cosas para cimentar en firme el<br />

radioso futuro. Tálalo todo, oh Loco, porque según<br />

Jesús, los postreros serán los primeros. Y ya es hora.<br />

LOS MAGOS, LAS SACERDOTISAS Y<br />

LOS PROFETAS<br />

¡Salve oh salvador de los futuros! Bendito seas omnipotente<br />

Loco. He aquí que el altruismo y el egoísmo se<br />

confunden en la urgencia de la destrucción. Tus hechos<br />

revelan el doble sentido de la fuerza.<br />

JOAQUÍN DEL FIORE Y TODOS LOS PROFETAS<br />

Hemos visto al Loco una noche entera entre íncubos<br />

y súcubos en el alma de su tiempo, sobreexcitada la<br />

médula oblonga y el centro contrario de la corteza<br />

cervical, olfateando ansiosamente las auroras,<br />

removiendo en las tierras las raíces profundas, hurgando<br />

atentamente el corazón y el cerebro de los seres, como<br />

entre sadismos y masoquismos de la Verónica Juliana, de<br />

las Santas Isabel, Armelia y Catalina de Genova, y de<br />

Safo y Santa Teresa; luego cayendo en el hondo latargo<br />

del surmenage autohip-nótico de vestales y pitonisas<br />

murmuró la última profesía, por lo que en la hirsuta<br />

contracción de nuestro organismo recorrió el calofrío. Y<br />

su profesía era que...<br />

PITAGORAS<br />

Ciertamente. También lo vi y oí. Su recuerdo aniquila<br />

aun mi cerebro.<br />

— 1513 —


ARTURO BORDA<br />

ESOPO, SAMANIEGO, IRIARTE Y LAFONTAINE<br />

(llevando en andas el Panchatantra)<br />

Si no fuese éste libro, ninguna fábula hubiese instruido<br />

alegremente a los hombres; por eso, si algo<br />

salva el Loco de esta humanidad será algunos Vedas y a<br />

Vats-yayana, cantor del Kamasutra. ¡Oh imponderable<br />

Demoledor, ¡salve a tí!; y que por el amor lo regeneres<br />

todo.<br />

…………………………………………………………<br />

Cesa un instante el desfile de los inmortales y<br />

aparece entre las brumas el Loco. Dibuja febrilmente,<br />

llenando de números el pizarrón, hasta que transfigurado<br />

de alegría escribe: —La cuadratura del círculo—<br />

Entretanto hace un siglo que una máquina eléctrica, en<br />

combinación con una rueda aspada, de articulaciones en<br />

charnela, se mueve perpetuamente ya, impulsando con sus<br />

pa ] as en vértigo una enorme bola sólida de granito sostenida<br />

en alto por dos agujas polares de acero y amiantado<br />

con la velocidad de su rotación se ha caldeado el granito,<br />

suelta el Loco la bola, dividiéndola de un combazo. El<br />

centro, eje sobre el que gira, está helado. E) loco<br />

sonríe y llevándose la mano a la barba, masculla: —El<br />

centro de la tierra es sólido y frío, porque el principio<br />

está en el menos.— Luego dando vueltas a la rueda de<br />

una inmensa máquina pneumática, riendo<br />

horrorosamente, pretende hacer el vacío infinito. El es el<br />

único en la eternidad, hasta que rendido cae<br />

pesadamente en las tinieblas.<br />

Y continúan pasando los grandes hombres.<br />

PLATÓN<br />

Ya que el Demoledor, que como nosoíros que<br />

echamos por tierra la civilización helénica, acaba de<br />

aniquilar el pasado, podemos tomar tranquilamente el sol<br />

de la mañana.<br />

ARISTÓFANES<br />

Mejor es esperar, porque Loco que huye, vuelve,<br />

como gallo que canta, olvidando haber cantado ya.<br />

Esperemos el día, pues todo puede que haya sido<br />

ilusión.<br />

— 1514 —


EL LOCO<br />

HOLVACH Y VOLTAIRE<br />

¡Aja, ja, ja! ¡Oh, borricos! Solamente un loco no engaña<br />

y más si es de atar. ¡Hosanna al Loco surcador!<br />

MAX STIRNER seguido de NIETZCHE<br />

Sí, ¡hosanna al Demoledor! De hoy más los valores<br />

serán reales. Su poder demoledor y creador es su propiedad,<br />

que es su unicidad. La libertad de los demás no es<br />

nuestra libertad; pero esta destrucción que presenciamos<br />

dará a cada cual su libertad. Todo lo que es sagrado es su<br />

cadena; es pues menester romper todo lo sagrado,<br />

prime» ro que nada.<br />

DANTON<br />

El Loco es el único digno de mi aprecio, porque sus<br />

aparentes desvarios son los verdaderos gérmenes de la libertad<br />

de un mundo.<br />

EL LOCO (iracundo, reaparece removiendo cielo,<br />

agua y tierra, por lo que huyen como liebres<br />

todos los hombres)<br />

¡Eh! ¿Estáis ahí vosotros? Hola amasijo de canallitas,<br />

vuestro sólo enunciado humilla millares de conciencias.<br />

Hoy no debe quedar pues en pie nada, por grande<br />

que sea en su lar y en su tiempo; nada, ni la memoria. En<br />

el tiempo que comienza necesito intrépidos y rebeldes, sin<br />

Dios ni Patria ni nada. ¿Ignoráis que el ideal empieza justamente<br />

allí donde concluye lo posible? Ea, vosotros, que<br />

yo me agito en pleno ideal. Id todos a desaparecer en el<br />

centro de la tierra. Yo sembraré la libertad en rocas plutónicas,<br />

a flor de orbe; pues cuenta errada a recomenzar,<br />

ya que todo el pasado es un gran error. Yo aplastaré a los<br />

cobardes que silban la regresión, porque tal proceder va<br />

contra el curso natural de la vida. Yo entono el himno del<br />

avance audaz y demoledor, atreviéndome aun a los sagrados<br />

orígenes; que, pues, para ir al azul es necesario hundir<br />

las cumbres con el impulso del salto ascendente. Y<br />

vosotros que...<br />

— 1515 —


ARTURO BORDA<br />

Los que jamás fueron nada, los que saben que jamás<br />

serán nada, y peor los que serán nada sin saber; los que<br />

saben que no son ni serán nada más que los eternos vencidos:<br />

los estropajos da le vida y de la muerte, aplastados<br />

por su conciencia de nonadas, harán bien en considerar el<br />

orgullo y la soberbia cual si fueran una virtud, ya que<br />

ello dará alegría y fuerza a la resistencia de sus miserias<br />

sin nuncios de auroras.<br />

DAVID<br />

Eso también, Loco, es vanidad. Mas al fin ya no<br />

sé si lo que siento y sé es o no la duda o la fe. No sé;<br />

yazge en un caos en que saltan rotas la duda y la fe. Yo<br />

también. Loco, me vuelvo loco: ya no sé si la vanidad es<br />

pecado o virtud. La conciencia en la erupción de tu lógica<br />

y en su multánime dinamismo me hacen perder la noción<br />

del bien y el mal.<br />

EL LOCO (bajo una lluvia de rayos que calcinan y<br />

magnetizan, a despecho de su roto corazón,<br />

danza inmune en los escombros, satánicamente<br />

alegre, al compás silbante de los aquilones<br />

y de un interminable tronar)<br />

Surge Samuel Smiles y tú Knut Hamsum,<br />

únicos a los que salvo, por el Ayúdate y el Hambre.<br />

……………………………………………………………<br />

Decía a tiempo en que nuevamente cambió el<br />

paisaje y pasó<br />

UN CONEJO (a todo huir)<br />

A un demoledor se le estima demasiado para<br />

simplemente amarle. Es posible que en este cataclismo<br />

que sopla el Loco le adoremos como a un Dios, ya que<br />

nos da albergues al escoger. Por eso se le idolatra<br />

tanto... de lejos, porque su no sé qué...<br />

UN LEÓN DE SIRIA (solemnemente mesurado)<br />

Pobres criaturas. Por su amor respetuoso y<br />

temeroso debemos apartarnos, infundiendo confianza en<br />

sus ma-<br />

— 1516 —


EL LOCO<br />

drigüeras. Siento cariño por los humildes y débiles.<br />

(Dice, sacude la cabeza y se va llena de tristeza).<br />

UN PAVO REAL<br />

Mi cola es mi orgullo; quisiera llevarla en mi<br />

frente, pero no hay más remedio que arrastrarla,<br />

cubriendo con ella el trasero. Sí, el Demoledor coloca mis<br />

plumas en las frentes de los reyes y en las cabezas de las<br />

bellas hembras. (Despliega su cola y volviendo<br />

orgullosamente la cabeza, la mira extasiado, agregando)<br />

Mas, no puedo lucirme sin descubrir mis vergüenzas. La<br />

naturaleza es injusta; por eso mi tristeza parece tiniebla<br />

de abismo voraz, sepultándola en el silencio, porque<br />

también mi voz me avergüenza; sin embargo él, el<br />

relumbrón irisado de mis plumas me causa infantiles<br />

alegrías de un claro de luz. Sí, cada cual lleva su belleza<br />

o en el rabo o en la frente, adelante o atrás, arriba o abajo.<br />

Acto seguido me pareció que acostándome me tapé<br />

bien con las tapas. Y así que me iba durmiendo profundamente.<br />

La sombra se disipaba, descubriendo la umbría,<br />

en la que las charcas parecían espejos. Un infinito<br />

murmullo del viento en los árboles acompasaba el<br />

encantador gorjeo de las aves invisibles.<br />

Entonces en aquella magia llegaron andando a la<br />

ventura, y como desasidos de toda cosa, mi Alma y mi<br />

Cuerpo. Al pie de un tamarindo se tendieron ociosamente<br />

sobre el gramal:<br />

ALMA<br />

Al fin, Cuerpo mío, podemos hablar con sosiego;<br />

pues, por lo que hace a mí, experimento la sensación más<br />

extraña: me parece que no existo. Estoy entrando en la<br />

suma serenidad.<br />

CUERPO<br />

Yo tengo la sensación de un perfecto bienestar:<br />

no me mueve ningún deseo ni temor; así que, si<br />

quieres, ha-<br />

— 1517 —


ARTURO BORDA<br />

bla de algo que sea mejor que de nuestra situación<br />

presente. Habla.<br />

ALMA<br />

Si es tan deliciosa nuestra condición^ que nada hay<br />

mejor que hablar de ella misma. Oír, mirar... ¿Para qué<br />

más si estamos en el dominio de esos dos únicos<br />

sentidos?<br />

CUERPO<br />

Es verdad: el tacto está embotado, acaso tanto<br />

como el olfato.<br />

ALMA<br />

Pero no sé justamente por qué, mas, sospecho que<br />

el hablar mismo o siquiera el pensar se me figura un<br />

absurdo. La suscitación del pensamiento implica también<br />

la del sentimiento, lo cual es provocar un torbellino de<br />

inquietudes.<br />

CUERPO<br />

Eso es cierto. Además, esta nuestra conversación<br />

prueba que aun no estamos en un perfecto estado de serenidad,<br />

ya que la serenidad perfecta es a manera de la<br />

quietud o calma de la mar, que no risa ninguna ola su líquida<br />

extensión.<br />

ALMA<br />

A propósito. Se me ocurre que la serenidad jamás<br />

puede producir ninguna obra, ni en el dominio de las matemáticas,<br />

menos en el del arte. Por ejemplo: —¿Cómo es<br />

posible que haya música serena, si por sí la música<br />

implica la máxima tensión? La serenidad en la música es<br />

el silencio, lo cual se comprende que ya no es música,<br />

aunque discretamente usado puede dar belleza a la<br />

música. La única imagen que puede representar bien a la<br />

serenidad es el desierto sin vientos bajo un cielo sin<br />

nubes.<br />

—1518 —


CUERPO<br />

EL LOCO<br />

En cuanto al individuo, me parece que es difícil encontrar<br />

el instante en que su cerebro, el sexo y el corazón<br />

llevan al unísono el ritmo de la serenidad. Justamente<br />

yo también creo que la serenidad es el estado anulatorio<br />

de toda acción y que quizá no existe ni en la muerte.<br />

ALMA<br />

Sí, Y decir, por ejemplo, ese es un hombre sereno,<br />

implica aseverar que es un hombre incapaz. No hay obra<br />

humana que no sea absolutamente el resultado de la inquietud.<br />

Pero la ignorancia humana es pues ilimitada. Sospecho<br />

que hasta hoy han estado confundiendo dos conceptos,<br />

lógica y gravedad, y más propiamente equilibrio con<br />

el de serenidad.<br />

CUERPO<br />

No entiendo por qué nos molestamos entablando<br />

esta conversación. Más bien, si quieres, Alma, podemos<br />

dormir. El viento ha cesado y las aves mismas ya no<br />

cantan. La selva nos invita su sopor.<br />

Y mientras Alma y Cuerpo dormían, la niebla fue<br />

invadiendo el ámbito, hasta que desapareció la selva. Y...<br />

…………………………………………………………….<br />

Luego, así como cuando se va despejando la humareda,<br />

del mismo modo el viento barrió las brumas. Y apareció<br />

a mi vista un laboratorio iluminado por una luz<br />

misteriosa. Sobre una mesa enorme, y dentro de un fanal<br />

estaba mi cabeza, y, en alcohol, en una gran botella, mi<br />

corazón. En el recinto había un silencio inquietante. De<br />

pronto, agitándose en el alcohol mi corazón, aplicó en el<br />

cristal, a manera de ventosas, la aorta y la carótida, como<br />

queriendo absorberme; entre tanto los ojos secos de mi<br />

momia me miraban fijamente. Yo me sentía asustado, sin<br />

poder explicar cómo siendo que yo estaba con mi<br />

cabeza y mi corazón, mi cabeza se hallaba dentro de<br />

aquel fanal,<br />

— 1519—


ARTURO BORDA<br />

y mi corazón en alcohol, dentro de aquella otra botella.<br />

De pronto mi apergaminada cabeza hizo un visaje tan<br />

siniestro, como queriendo reirse de mí, que me impulsó a<br />

huir; pero, como fascinado, me quedé mirándola. Mas,<br />

ella giró hacia mi corazón.<br />

LA CABEZA (con voz cavernosa)<br />

¿Crees, Corazón, en la Moral?<br />

EL CORAZÓN (desprendiéndose del vidrio, sopla en<br />

el alcohol y saltan a flor las burbujas,<br />

reventando en hervor de carcajadas)<br />

¡Aja, ja, ja! La Moral no existe; nunca ha<br />

existido. La Moral no es nada más que el interés de unos<br />

cuantos explotadores de la humanidad. Pero como yo<br />

soy el Corazón y no quiero tener más secretos, pues, los<br />

divulgo.<br />

LA CABEZA (mirándome)<br />

Haces bien. Yo recuerdo que el Alma me dijo<br />

que en su viaje a la eternidad, cósmicamente en<br />

ninguna parte había encontrado la ley moral, tal como<br />

la entienden los hombres. Salvo que por moral se<br />

quisiera entender el equilibrio; pero jamás ha<br />

pretendido tal cosa.<br />

EL CORAZÓN (siempre burlándose)<br />

iEfectivamente. La moral es una ley arbitrariamente<br />

humana, puramente humana, cuyo único fin es castrar la<br />

libertad de los pueblos, en beneficio de la hipocresía omnímoda<br />

de unos cuantos que gobiernan el mundo espiritual<br />

y físico. Si se observa atentamente el secreto de las<br />

religiones y de los estados, se verá que todo está movido<br />

por la libertad hipócrita de los gobernantes y los tonsurados,<br />

para aherrojar la libertad de los puebos, motejando<br />

de inmoralidad a su libertad. Recorre la historia. ¿Qué te<br />

parece Juana la Papisa? Una prostituta que se disfraza<br />

de Papa y pare en el mismo Vaticano! ¡Oh! La historia<br />

es muy útil, se entiende que para los que tienen un<br />

adarme<br />

— 1520 —


EL LOCO<br />

de sesos: para los que pueden analizar y criticar; que para<br />

los idiotas o testarudos todo es en vano.<br />

LA CABEZA<br />

¡Ojo, jó, jó! La humanidad necesita una reforma tan<br />

profunda, que no será posible ni aun en un millón de años<br />

más, porque sólo el demoler lo innúmero de los convencionalismos<br />

implica un lapso incalculable. El mundo urge un<br />

demoledor, tan verdadero, tan atrevido, que haga<br />

temblar y deshaga sus propios afectos e ideas ancestrales<br />

adheridas en los escondrijos de su conciencia. ¡Ojo, jó, jó!<br />

Mientras tanto cada hombre y cada mujer que se crea libre<br />

debe ir pulverizando en su respectivo centro de acción<br />

todos los convencionalismos, se entiende que después de<br />

haber obrado así, sin miedo, en su conciencia.<br />

Y las burbujas que el corazón despedía en el alcohol<br />

eran como una incesante risotada. —¡jó, jó, jó!— que hirviera<br />

en una olla de aquelarre.<br />

*<br />

Por eso, profundamente molestado, iba a salir, cuando<br />

el portero, un hombre extraordinariamente macizo se<br />

me puso adelante.<br />

PORTERO (rígidamente)<br />

Aquí no se paga la entrada, sino la salida. No hay<br />

más: tienes que pagar dos mil pesos.<br />

YO (asombrado)<br />

¿Dos mil pesos?... Pero ¿cómo he de pagar, si en<br />

primer lugar he entrado sin querer ni saber cómo, y en<br />

segundo, por qué he de pagar ni un centavo si lo único que<br />

he visto es mi propia cabeza y mi propio corazón? Lo que<br />

dices es inmoral.<br />

PORTERO (secamente)<br />

Aquí todo negocio libre es honesto. ¿Ves allá un espejo?<br />

Pues bien; también se paga por mirarse ahí,<br />

porque<br />

— 1521 —


ARTURO BORDA<br />

es un espejo que sólo refleja las intenciones. Ya ves:<br />

no hay más remedio que pagar.<br />

*<br />

Su porfía me indignó de tal manera, que le di un<br />

soberbio trompón; pero antes de que yo pudiera imaginar<br />

siquiera, ya de una cuchillada el monstruo me había cercenado<br />

la mano. Y tomándola, más que volando fue a<br />

echarla en otra botella de alcohol. Yo estaba estupefacto,<br />

porque hasta entonces jamás había calculado la ilimitada<br />

expresión de las manos: pues aquella mi mano se<br />

movía de tal manera, que no hubo expresión que no la<br />

hubiese interpretado a maravilla. Cómo se movían<br />

aquellos dedos. Esa mano hablaba el lenguaje más<br />

comprensible. ¡Qué horror!<br />

En eso iba ya a salir a la disparada, cuando otra<br />

vez el portero se me plantó delante.<br />

PORTERO (aun más fríamente)<br />

Ahora, por haber visto la mano, pagas mil pesos<br />

más. En suma, tres mil pesos. ¿Comprendes?<br />

YO (asustado)<br />

Pero... ¡si no tengo ni un solo centavo! Además,<br />

¿por qué no me avisaste antes de que mirase, si<br />

querías que te pague?<br />

PORTERO (como un eco)<br />

Yo no tengo que dar a nadie ninguna explicación<br />

de nada. Aquí se paga la salida, y se acabó.<br />

Esa su impávida terquedad me sublevó nuevamente.<br />

Y a la manera de los locos emprendí con él; pero él ya<br />

me había quitado los genitales y los ponía en alcohol en<br />

otra botella. Lo que vi entonces me indignó a tal punto,<br />

*<br />

— 1522 —


EL LOCO<br />

que ya no pudiendo resistir más, sulfúrico hasta la fobia,<br />

reemprendí una lucha inimaginable con aquella especie<br />

de monstruo que vigilaba la puerta.<br />

PORTERO (mientras le atraco puntapiés, tomándome<br />

tranquilamente por la cintura)<br />

Ahora, como por haber mirado la otra cosa, debes<br />

mil más, y como ya es imposible que pagues cuatro mil, he<br />

de embotellar también tu alma, y para que si alguna vez<br />

renaces sepas lo urgente que es hacer dinero a costa de<br />

cualquier cosa.<br />

Y así diciendo me acomodó dentro de un fanal enorme<br />

de roca, mientras que empezó a funcionar una gran<br />

máquina pneumática, tijereteando una multitud de cuchillas<br />

que empezaron a hacer de mi cuerpo un verdadero picadillo,<br />

en tanto que el vacío me anonadaba. Minutos después<br />

mi Alma era en alcohol una burbujita más chiquita<br />

que la punta de un alfiler en una botellita de medio centímetro.<br />

Así supe que por ver cómo era un alma, todo el mundo<br />

desfiló por el laboratorio, por lo cual el portero recibía<br />

millones y millones de oro. De tal manera estuve años y<br />

más años. Pero un día entró al laboratorio el gato del portero<br />

y saltó a la mesa. El portero quiso agarrarlo, temeroso<br />

de que haga un desastre; mas él mismo por atufado hizo<br />

caer la botellita que se quebró en mil astillas. Y mi Alma<br />

se fue a la inmensidad. Desde entonces he<br />

comenzado a vengarme de los hombres, descubriendo sus<br />

más abscón-ditas profundidades. Ya estoy en plena<br />

libertad, no obstante que otra vez llegan las negras<br />

nebulosas en las tinieblas, entre las que se materializa<br />

nuevamente la procesión de los grandes hombres.<br />

…………………………………………………………<br />

ALLAN KADECK, ZOROASTRO y SWEDEMBERG,<br />

MESMER, GAGLIOSTRO y KERMES TRISMEGISTO<br />

Bienvenido seas, Loco, porque contigo se inicia el<br />

rumbo hacia la sublime esfera de las potencias astrales: el<br />

— 1523 —


ARTURO BORDA<br />

dinamismo supra. Tu reencarnación es el nexo<br />

lubricante, visible y palpable, del Presente con el<br />

Pasado y el Más Allá.<br />

HOSTOS, RUBÉN DARÍO, ALMAFUERTE y RODO<br />

Tal es la potencia americana, demoledora del<br />

pasado; es la rebelión contra todo yugo; la limpia de los<br />

senderos hacia los futuros de la libertad plena. El Loco<br />

es el nuncio de una nueva aurora; soplo huracanado del<br />

hemisferio más potente.<br />

ROSAS, HELIOGABALO, CALIGULA y MELGAREJO,<br />

RODRÍGUEZ DE FRANCIA y VEINTEMILLA<br />

En los sueños de nuestra demencia oímos decir: —-<br />

Otro vendrá que te santificará.— Ese eres, oh Loco salvaje;<br />

mas, pesarás en la libertad futura de los hombres como<br />

un dogal insoportable de libertad. Así se cumplen las<br />

leyes eternas. Pero, bendito Loco, asfixia en la libertad a<br />

todo el mundo, porque con ser como será la más<br />

tremenda de las cadenas, es la promisión más grande de<br />

los más ilimitados goces. Mas, nos alegramos que hasta<br />

hoy nadie haya sospechado la infinita esclavitud que<br />

implica la absoluta libertad.<br />

¡Bravo! ¡Bravo!<br />

TIBULO, PROPERCIO, OVIDIO y LUCANO<br />

TERENCIO, PLINIO, PLAUTO, SUETONIO,<br />

SALUSTIO, TITO LIVIO, TERTULIANO,<br />

ARQUIMEDES y GAMPANELLA<br />

Sólo a condición de ser loco es que se puede reconciliar<br />

en la esperanza la agitación de todas las pasiones.<br />

Ignorantes y sabios, santos y criminales, todos aceptan el<br />

cataclismo, porque en los escombros el Loco siembra<br />

únicamente la esperanza, que ya es un soplo de aliento; y<br />

donde está el aliento está el comienzo del triunfo, por eso<br />

han triunfado siempre las religiones, porque no sólo dan<br />

la esperanza en la vida, sino en la ultra vita.<br />

— 1524 —


EL LOCO<br />

ALARICO, GENSERICO y ATILA<br />

Es la historia: no hay siniestro que no sea<br />

heraldo de renacimiento; la diferencia está solamente<br />

en el plazo a cumplirse. Ahora oíd todos; ha de cantar<br />

Tirteo:<br />

TIRTEO<br />

Sin cesar repitan los ecos el canto mío,<br />

que yo entono al insano la oda sagrada,<br />

al que en la humana grey insufla<br />

las revelaciones de la libertad<br />

en la impudicia virtual de su cinismo.<br />

Así en los ensueños de los vésperos<br />

he oído el vaticinio<br />

y luego las aleluyas retrovertidas del futuro<br />

para su salvación en aquesta hecatombe.<br />

Sé, además,<br />

que la armonía cósmica estalla al fin<br />

a manera de indómito simún<br />

que va del Tahuantinsuyo al universo,<br />

donde halla el Loco,<br />

en el misterio,<br />

las potencias inmémores<br />

en un resurget abscóndito y mago.<br />

De tal manera en<br />

la oblación de hoy<br />

se acrisola el porvenir.<br />

Hosanna, pues, por siempre<br />

la empresa del único Loco.<br />

ESPARTACO y MASIANELO<br />

Alabada sea tu loa, Tirteo.<br />

……………………………………………………………<br />

En eso desaparecieron las visiones, y yo quedé pensando,<br />

no sé por qué, en que en el dominio de la<br />

belleza no sólo es necesario acusar las líneas, los<br />

colores y los re-<br />

— 1525—


ARTURO BORDA<br />

lleves, ahondando ostensiblemente las perspectivas,<br />

para que por medio de la oposición se pueda arrancar la<br />

contemplación y la meditación, llegando así fácilmente al<br />

entrenamiento de las intuiciones: sí, para ello urge<br />

remarcar todo rudamente. Sólo por tal procedimiento se<br />

puede desentumecer las naturalezas embotadas, para que<br />

sensibilizadas más tarde, por la violencia del choque<br />

lleguen a comprometer el deliquio en que nos sumergen<br />

los matices, las penumbras y la ausencia de líneas: la<br />

armonía en el espíritu. Tal procedimiento requiere<br />

también el sacrificio personal de los precursores. Ellos<br />

son los que merecen el canto más grande, porque ellos,<br />

los verdaderos videntes, rompiendo su presente y pasado,<br />

con su porvenir anónimo siembran en el presente el<br />

porvenir de los demás. Sí...<br />

Pero ¿por qué ha venido a mí tan<br />

inopinadamente tal pensamiento? En fin, parece que<br />

estoy en la vorágine de las incoherencias.<br />

Luego, las tinieblas han ido quedando muy atrás,<br />

como hirsuto fondo al murallón andino, en cuyas<br />

plutónicas rocas van abriendo lentamente, a cincel,<br />

sendas nuevas los hercúleos Precursores, indomables y<br />

solitarios, rebeldes al vértigo, equilibrándose sobre los<br />

infondos abismos. Así, de tiempo en tiempo descansan<br />

contemplando impávidamente la negra fascinación de los<br />

cráteres que se abren a sus pies. Pero de pronto sopla el<br />

huracán de los antros y entre las sombras se oye rubor de<br />

cuerpos que ruedan rebotando sus cráneos en las rocas.<br />

Las tinieblas se hacen más hondas y aquel sordo rumor<br />

es cada vez más lejano, hasta que sólo impera en el orbe<br />

el silencio.<br />

Seguidamente lucieron una y mil albas, y aquellos<br />

senderos misteriosos abiertos por los Precursores, ya<br />

sólo son las anchas vías trilladas en las que la humanidad<br />

va indiferentemente gozosa a reposar en los amenos<br />

huertos del opuesto lado, mientras que reaparece el<br />

espectáculo de las bestias.<br />

II<br />

I<br />

— 1526 —


EL LOCO<br />

UN SERPENTARIO (batiendo gallardamente sus<br />

alas entre nubes rojas. Llera entre sus<br />

garras una cobra)<br />

Mi oficio y mi destino es matar a los que se arrastran.<br />

Me divierte su agonía en el espacio. No hay nada tan<br />

cómico como las angustias de la sierpe al verse en medio<br />

de las nubes, es como la desesperación de los hombres delante<br />

de las obras que no puede comprenderlas. ¡Qué divertido!<br />

Pero ¿se ha visto nada más divertido que una víbora<br />

entre las nubes? El cóndor también me ha dicho<br />

que es muy chistoso ver la desesperada pataleta de un<br />

pollino por encima de las neblinas. ¡Claro! ¿Qué sabe la<br />

nafta del éter?<br />

El mejor oficio o profesión es cumplir estrictamente<br />

con nuestro destino. Y, si no me creen, que lo diga el altanero<br />

Neblí.<br />

UNA URRACA<br />

No me importa la opinión de él ni del Alcón;<br />

pero yo sé decir que todo lo que brilla me fascina. Por eso<br />

cuando el Demoledor haya dado al traste con todo, ya no<br />

haré mi nido con diamantes ni crisolampos, ni ónices,<br />

esmeraldas o rubíes; no: mi nido será de estrellas y<br />

soles, y mi voz, no ya imitando la humana, sino que la<br />

divina, será himno de Olimpo a la Libertad, a la gran<br />

libertad. Por eso ¡Viva el Demoledor!<br />

………………………………………………………………<br />

Y ahora, ¡qué caso horroroso!, como sobre el incendio<br />

de un sol poniente, miro que yo mismo estoy allá, deslumbrando<br />

ante un interminable desfile de mujeres,<br />

amándolas tristemente desesperado. Ellas pasan<br />

seductoras, como la ondulación mansa de las olas en el<br />

mar, llevando cada cual el no sé qué que debe tener la<br />

que un día hacien. do su misteriosa epifanía deberá<br />

sujetar para siempre mi amor en su alma y su carne. Al<br />

otro lado hay también otro desfile de hombres<br />

jubilosamente seductores. Y, sentada a la vera, en<br />

frente a mí, una mujer taciturna, espera tam-<br />

— 1527 —


ARTURO BORDA<br />

bien en vano, amando en todos, al que conforme a su<br />

ideal deberá cautivarla por siempre.<br />

Pero de pronto ella y yo en una lánguida caída de<br />

párpados nos miramos compadecidos. Parece que ha de<br />

brotar la chispa esperada, que ya nos reconocemos en la<br />

atracción de nuestro ideal, no obstante cesan ambos desfiles:<br />

ella se va aun más tristemente abstraída y yo me recojo<br />

en mí, aun más desesperado, deseando anticiparme a<br />

mí mismo, infinitamente, eternamente en el vértigo de las<br />

carreras, pero sin rumbo...<br />

Y otra vez estoy en mi cama, mirando absorto la sombra de<br />

la honda noche como salpicada de fosforescencias.<br />

………………………………………………………………<br />

Acto continuo entre un movimiento indecible de<br />

almas, en la opalescencia de una nebulosa, un gran<br />

espíritu esta aleccionando en estos términos:<br />

—Ahora ven tú, Alma Launa. ¿Ves allá en el<br />

Oriente, entre las heredades de las Casanovios y de los<br />

Buscarri-cas, una familia de labriegos?<br />

—Sí.<br />

—¿Ves al pastor Shyla? ¿Y a la zagala<br />

Myalba? —También.<br />

—Ambos deben contraer matrimonio en la<br />

ermita "El Porvenir". Ve, pues, ahí; y encárnate en su<br />

primer espasmo nupcial, para ir modelando en puro<br />

amor el cerebro y el corazón más aptos para soportar las<br />

voliciones de mayor potencia, ya que un día ese<br />

organismo tiene que hospedar el espíritu más poderoso<br />

que haya visto la tierra. Así, pues, tú, Alma Launa,<br />

debes estar en ese cuerpo únicamente mientras dure la<br />

infancia, que yo, el espíritu de ese individuo, luego<br />

enviaré otra Alma en reemplazo tuyo; porque has de<br />

saber que así como los huesos y la carne se renuevan<br />

periódicamente en cada organismo, de igual<br />

— 1528 —


EL LOCO<br />

manera se renueva el Alma, a modo de los relevos de centinelas.<br />

Cada uno de esos fenómenos marca uno a uno los<br />

períodos de la vida del sujeto, tales como los de la infancia,<br />

la adolescencia, la juventud, la virilidad, la madurez y<br />

la senectud. Así, pues, a su tiempo irá tu reemplazo. Pero<br />

a veces falta alguno y entonces el individuo salta un período.<br />

En otras ocasiones...<br />

*<br />

Y mientras iba hablando, parece que en broma, fue<br />

desapareciendo la escena en el templor del aire al trepidar<br />

de una fatídica carcajada; pero...<br />

……………………………………………………………<br />

Luego los sesos me zumbaban a tiempo en que en<br />

la tenebrosa sombra oí algo así como en misa el armonium<br />

y un extraño parloteo cual si fuese de millares de<br />

bocas. Y sentí olor de incienso. En eso un vaho pesado comenzó<br />

a turbar con alucinaciones mi cabeza y mi<br />

corazón.<br />

LA VOZ DEL CONFESONARIO (celosamente)<br />

No ames, Loco: sálvate; yo te digo, yo, El Confesonario,<br />

porque Salomón ha dicho que la mujer es más amarga<br />

que la muerte y que no ha encontrado ni una sola buena.<br />

Sálvate, pues, Loco, porque no hay mujer, por inocente<br />

y chiquilla que fuese, que no sea el devorador vértigo<br />

de los abismos; en ella se consuma y consume el hombre;<br />

por eso el Libro de los Proverbios asegura que para la mujer<br />

el hombre es un bocado de pan. Luego agrega: —No<br />

des a la mujer tu fuerza, ya que su fin es amargo como el<br />

ajen-jo y agudo como el cuchillo de doble filo. Pero ella es<br />

mía, me pertenece, es mi esclava, y más si quieres, más<br />

humilde que un perro, porque yo retengo en mis manos la<br />

cadena del grillete de sus secretos: yo he arrancado el<br />

misterio más profundo de su alma, por eso es para mí más<br />

que una bestia aterrorizada, y puedo, por consiguiente,<br />

hacer y deshacer de ella, como hago y deshago todos los<br />

días, sin que ni siquiera ose rebelarse. Es pánico el<br />

miedo que tiene a la divulgación de su secreto que<br />

poseo.<br />

— 1529 —


ARTURO BORDA<br />

LAS CAMPANAS DE LA IGLESIA (echadas a volar)<br />

Sí, Loco, la hembra es nuestro anzuelo, y mejor<br />

su doncellez; pues San Pedro ha dicho que la casta<br />

conservación de la mujer nos es necesaria para pescar<br />

hombres; y San Gregorio agrega que la mujer tiene la<br />

malicia del dragón y el veneno del áspid; luego San<br />

Cipriano la repudia así: —Lejos de nosotros esa peste<br />

y ruina seductora; la UNION con ella es la causa de<br />

todos los CRÍMENES. Y San Agustín, al pensar en ella<br />

se aterroriza en estos términos: —No sabemos si en el<br />

juicio final la mujer resultará en su sexo, pues es de<br />

temer que llegue a tentarnos en presencia de Dios<br />

mismo. Mas San Buenaventura afirma terminantemente<br />

que la mujer es un escorpión. Y así. La<br />

Biblia y Jos Santos Padres aseveran a cada paso que la<br />

mujer no debe ser nada más que una esclava, ya sea del<br />

hombre o de Dios, pero una esclava, toda vez que entre<br />

todos los antros de perdición ella es la fauce más voraz.<br />

Pero ven con nosotros, Loco, que así te salvas y<br />

tendrás ejércitos de doncellas, esclavas en lo más hondo<br />

de su conciencia, incapaces de sublevarse por más que<br />

hagas lo que hicieres con ellas en nombre de Dios.<br />

LAS VÍRGENES ROJAS (saliendo furiosamente de<br />

las tinieblas, entre japapeos, silbatinas<br />

y carcajadas)<br />

¡Abajo los idiotas! ¡Abajo los verdugos! ¡Mueran<br />

los impotentes: los eunucos, los cobardes, los de falda<br />

desde el cuello, los judas y sátiros del templo, aquellos<br />

envenenadores aun con la hostia! Y mueran también<br />

los pretoria-nos, los asesinos y violadores, por ser<br />

lacayos de la disciplina de patrias que no existen. Por<br />

eso, compañeras, nuestra entraña, la sacra ánfora, sea<br />

sólo para el divino tesoro de los anarcos, para la<br />

simiente de los hombres rebeldes y audaces, de potentes<br />

y buenos, porque solamente así la madre altiva y libre<br />

podrá amasar hombres sabios y fuertes.<br />

Además, fijaos que los dioses y las leyes<br />

humanas son los eternos hipócritas castradores de toda<br />

libertad. Mueran, pues, las leyes y los dioses y ¡Viva la<br />

Libertad!, porque la mujer necesita ser más libre que el<br />

hombre, ya que<br />

— 153 0 —


EL LOCO<br />

es la madre que en lo más hondo de sus entrañas forja<br />

con su sangre y con su vida el espíritu y la materia del<br />

hombre. Por eso dejad que los eunucos santos digan en<br />

los libros sagrados que la Mujer, su madre, es más<br />

amarga que la muerte, que es carne de látigo y<br />

servidumbre, áspid venenoso y dragón malicioso, peste y<br />

ruina seductora y el pecado causa de todos los crímenes y<br />

que es el escorpión de la tentación; dejadlos maldecir de<br />

su madre, pues ellos son los santos castrados, eternamente<br />

menores; dejad que los enemigos de la humanidad se<br />

envenenen en su propia hiél, en la desesperación de su<br />

impotencia o en el sacrilegio de su conciencia. ¡Aja, ja,<br />

ja!<br />

Ellos que dicen que la unión con nosotras es la<br />

causa de todos los crímenes son los eunucos enemigos<br />

del creced y multiplicaos de su propio Dios, y que en Los<br />

Mandamientos se ordena: El sexto no fornicar. Y ahora, si<br />

los hombres verazmente libres, honrados, sabios y fuertes,<br />

son incapaces de acabar con tanta iniquidad contra la<br />

naturaleza, vamos, pues, nosotras a demoler el pasado y<br />

el presente con nuestras propias manos. ¡Adelante las<br />

vírgenes rojas! Y ¡Viva El Loco, El Demoledor, La<br />

Libertad!<br />

*<br />

Entonces, a semejanza del océano desbordado, empujando<br />

la sombra se fueron al Ocaso, de donde poco después<br />

vino un sordo rumor de cataclismo en los<br />

reverberos de un incendio. Y al grito de ¡Viva la<br />

Libertad! de millones de mujeres, retemblaba el universo<br />

y se desplomaban las ergástulas, las iglesias, los<br />

hospitales y los palacios, mientras que la aurora<br />

coloraba alegre ya los éteres.<br />

*<br />

De tal manera a la mañana, cuando saltaba el sol<br />

despejando las brumas, me iba durmiendo por fin tranquilamente,<br />

pensando en que si la mujer obra de modo<br />

resuelto, conquistará el sitio que le corresponde en la vida<br />

por derecho de la existencia, ya que es la sacra ánfora en<br />

que se funde el futuro viviente; y esto sin considerar<br />

que si la esclavitud social de la hembra ha dado tantos<br />

hom-<br />

— 1531 —


ARTURO BORDA<br />

bres ilustres en la historia, lo incalculablemente libre y<br />

grande que sería la humanidad si la mujer fuese libre como<br />

la amplia luz.<br />

*<br />

Así recuerdo todavía que cuando la conciencia me<br />

abandonaba poco a poco, mis labios iban repitiendo aún:<br />

¡Viva la Libertad!; pero en el fondo de mi alma había algo<br />

que se burlaba ocultándose discretamente, como queriendo<br />

incitar a rebeliones más inauditas, mientras que yo<br />

me dormía con sonrisa de paralítico. Mas...<br />

…………………………………………………………….<br />

En seguida hubo un torbellino de crepúsculos. Y así<br />

como en los atardeceres, cuando la nieve de las cumbres<br />

se sonrosa con celajes, al morir el sol, tal, tan inmaculada,<br />

Lily, la rubita audaz, llega gallarda, encendida la color,<br />

pestañeando febrilmente. Dijérase sus parpadeos un<br />

aleteo inquietante de hipnóticas mariposas, mientras que<br />

el imán de su cuerpo obsesor va diseñando regiamente sus<br />

formas que se animan con la majestad de las curvas de la<br />

Victoria de Samotracia.<br />

Para contemplarla mi alma se asomó a mis ojos y<br />

para cantarla mi corazón estuvo en mis labios. Y había<br />

tal deseo de amor en ella, que mi existencia íntegra le<br />

elevó en pasión un himno de gloria. Pero, con la tristeza,<br />

resabio de un sueño que se desvanece, le miré irse dejando<br />

auroras de promisiones en Edenes de amor.<br />

Así su imagen verbeneaba fascinadora en mis horas.<br />

Entonces advertí que la sublimidad de mi canto,<br />

acaso no más que para mí, era el involuntario y sencillo<br />

te amo que mis labios repiten aún.<br />

…………………………………………………………………<br />

Acto continuo veo que Eustaquio asesina a Jorge en<br />

una encrucijada.<br />

— 1532 —


EL LOCO<br />

Han pasado muchos años. Silvio, sobrino de Jorge,<br />

acompaña en un viaje a Eustaquio. Al anochecer llegan a<br />

una posada. En una pieza se alojan ambos y el sirviente.<br />

Al amanecer, cuando el sueño era más pesado, se levanta<br />

sigiloso el sirviente y ahorca a Eustaquio, con su propia<br />

corbata. Eustaquio en su desesperación pide auxilio a<br />

Silvio, pero él, cambiando tranquilamente de postura en la<br />

cama, responde: — No hagas caso; es pesadilla: la sombra<br />

de Jorge que te persigue. Nada más. —<br />

Sobresaltado de espanto despierto, pensando que todo<br />

daño suscita fatalmente la venganza y que no hay enemigo<br />

chico ni impotencia que no sea peligrosa<br />

……………………………………………………………<br />

En eso la densidad etérea se fue compactando y oscureciendo.<br />

En aquella especie de semipenumbra oí una vez<br />

que decía: — Tal es la ingratitud. Mira allá. — Y una mano<br />

esquelética señaló con el índice la sombra que en lo<br />

más denso se compactaba adquiriendo formas humanas.<br />

*<br />

El protector de innúmeros zánganos acaba de caer al<br />

empuje de los enemigos. Y todos aquellos que mientras<br />

recibían la escudilla de lentejas se movían sin respirar y<br />

como por resorte a la voz de mando, así que se derrumbó<br />

ese su sol empezaron a danzar en torno suyo, escarneciendo<br />

obscenos en su agonía su memoria, trágicamente criminales,<br />

terriblemente feroces, hasta que, como azuzada jauría<br />

de perros atraillados, lo descuartizaron nudo por nudo, escupiéndole<br />

su atrabilia, ellos que no osaron oír ni ver, y<br />

ni considerar, ni menos censurar nada mientras roían las<br />

migajas del que hoy escarnecen, de aquel que les dio un<br />

día su sombra y su pan, de aquel por quien respiran aún<br />

Pero en un vómito infinito del espacio desapareció<br />

aquella escena, mientras que la voz misteriosa, sin herir-<br />

*<br />

— 1533 —


ARTURO BORDA<br />

me, al oído decía, en mi alma: —Por milésima vez digo que<br />

la ingratitud es más infame que el parricidio.— Dicho lo<br />

cual la misma mano esquelética señaló que el índice hacia<br />

un turbio ocaso sanguinolento a Nerón que ordena sañudo<br />

la victimación de Agripina, su madre, quien con sagrada<br />

impudicia, remangándose la túnica, grita mostrando su<br />

forma: —Hiere al vientre,— en tanto que el hijo matricida<br />

mira impasible aquel siniestro. Pero al instante mismo las<br />

tinieblas eruptan al ingrato, quien desaparece hundido en<br />

la ciénaga de un chiquero, de donde reaparecen las bestias<br />

procesionarias<br />

………………………………………………………………<br />

UNA CRISÁLIDA FOSFORESCENTE (en la hoja de<br />

una dianela que lame las linfas de la fontana<br />

y que luego en las tinieblas es mariposa<br />

(Te alas escarlatas)<br />

La sabiduría de un loco es siempre el<br />

rompecabeza de los sabios, porque él dice la verdad<br />

simple y llana, brutamente, ya que no quiere nada ni<br />

debe nada y no teme, consiguientemente, toda vez que<br />

no espera nada de nadie ni de nada si no es de su propia<br />

fuerza; por eso un loco es el más temible demoledor, el<br />

único hombre libre, el único desinteresado. El Loco es el<br />

impulso reformador en la ebriedad de los inconcebibles<br />

ideales en la vorágine de sus ensueños, y que tiene por eso<br />

la elocuencia, no como el de la fe en una esperanza, sino<br />

que su fe es como el testimonio de un hecho ya<br />

consumado, por eso su verbo es obsesor. El es un<br />

iluminado en las revelaciones.<br />

UN MICROBIO (lanzando su carcajadita en una<br />

de mis caries molares)<br />

Tu inocencia te hace hablar tanta lindeza, oh<br />

irisada Crisálida o mariposa tornasol. Este mísero Loco no<br />

imaginaría ni hiciera nada si no fuese por nosotros,<br />

porque él es tímido como él solo: sus audacias son<br />

netamente subjetivas y no más que en el exilio de sus<br />

noches de insomnio a causa de nuestras agudas picadas en<br />

sus nervios, lo cual desesperándole hace funcionar<br />

incalculadamente su cerebro. ¿Qué opio ni que haschis<br />

como nosotros? Nosotros so-<br />

— 1534 —


EL LOCO<br />

mos su éter, su alcohol, su morfina y su todo. Conocemos<br />

muy bien la historia de "El Loco", es decir, que cuando no<br />

picamos sus muelas es tan ocioso que se pasa en sopor las<br />

horas del día, adormecido por el dolor sordo que le dejamos.<br />

El sabe muy bien eso y hasta se puede decir que por<br />

eso fomenta nuestra existencia. Por eso cuando queremos<br />

divertirnos con sus pesadillas en vigilia, no hacemos nada<br />

más que picar sus muelas. Y si no crees vamos a ver lo que<br />

ahora imagina. Miremos.<br />

*<br />

Entonces un orangután o gorila, empezó a jalar con<br />

pinzas las fibrillas nerviosas heladas de todos mis raigones:<br />

parecía como si se extrajese de la dentadura los tuétanos,<br />

el cerebro y el corazón y aun los huesos mismos. Y<br />

dando un formidable salto a la rama de un sicómoro en el<br />

Orinoco, lanzando alaridos guturales de siniestra alegría,<br />

retorciendo en fuerte cordaje mis nervios sedosos, me suspendió<br />

a considerable altura sobre una cascada, acaso del<br />

Tequendama ya. Yo oscilaba a manera de un péndulo,<br />

con la boca abierta. Mis dolores no son para escritos,<br />

porque reconcentrada mi conciencia únicamente en mis<br />

nervios, mi organismo simuló ser la inmensidad. Mis<br />

sufrimientos eran pues proporcionalmente infinitos y<br />

eternos: cada idea era una monstruosidad cósmicamente<br />

insospechable; pues en los éteres danzaban las imágenes,<br />

infernales o divinas, en admirables auroras, cantando: —<br />

Salve a las horas fecundas del pobre Loco; salve a sus<br />

universos que no son mucho ni poco. Salve a los creadores<br />

que nos son deudores. — Y los orondos microbios me<br />

hincaban olímpicamente en mis muelas,<br />

desesperándome con su angurria nervívora.<br />

Y así. después de esos lapsos que supuse milenios<br />

en aquella oscilación de horca, de pronto me hallé en mi<br />

cama, súbitamente serenado, cuando...<br />

…………………………………………………………………<br />

UN CAIMÁN (en las ondas del Amazonas)<br />

No te quejes, Loco; viejo estás: duerme. Escoge:<br />

traigo zumo de floripondio, que entontece. Y tengo,<br />

además,<br />

— 1535 —


ARTURO BORDA<br />

nepenthe y adormidera. Duerme, que durmiendo no sabrás<br />

cuándo mueres, o si no quieres nada te trituro de una<br />

dentellada. Ordena.<br />

UN LIRÓN (durmiendo)<br />

Entiendo que el Caimán es el único que sabe el se^<br />

creto. Morir durmiendo es don divino, porque el sueño es<br />

no sólo la vida sino que es la reparadora natural de la vida.<br />

Loco, traigo morfina, doble dosis. ¿Quieres?<br />

UN ÁSPID y UNA RAYA (agitándose galvánicamente)<br />

Somos fulminantes. Escoge, Loco: somos descarga<br />

eléctrica y ultraveneno.<br />

UN PULPO (transparentándose al fosforecer)<br />

Si quieres, Loco desgraciado, yo, por medio del vacío,<br />

con helada caricia de babosa puedo...<br />

UN COLIBRÍ (revolando sin tino entre campánulas)<br />

Agotarse en alegría, libando la miel de los hermosos<br />

nectarios sin buscar en las enramadas dónde dormir.<br />

Picar, pasar y cantar... ¡Oh, volar y revolar sin cesar! Yo<br />

soy el único que no resiste esclavitud; el águila y el<br />

león se acostumbran a las jaulas, pero yo revolando sin<br />

reposo muero machucando mi cráneo en la prisión. Yo soy<br />

el símbolo de la rebeldía, con ser tan débil, tan fino.<br />

UNA CHANCHA (revolcándose en el lodo)<br />

Evidentemente que vivir y morir gozando es the<br />

question. (Gruñendo) Ven, chanchito mío, que me muero de<br />

amor. (El Marrano llega en ascuas, como alocado, removiendo<br />

el lodazal. El hedor infecta la atmósfera a tiempo<br />

que a lo lejos se oye una canción).<br />

Si en alba sales,<br />

alma mía,<br />

I<br />

—1536—


EL LOCO<br />

antes que salte el sol,<br />

avizora olfateando el azul,<br />

donde en la Rosa de los Vientos<br />

se esconde Amor.<br />

………..<br />

Y si en la aurora invernal aterida vas,<br />

en la montaña,<br />

cabañuelas de sotos y cortijos<br />

en llanos o escarpas<br />

de laderas y hondonadas,<br />

da tu grito al viento,<br />

que las ondas llevarán el acento.<br />

II<br />

Pero si ante la radiosa luz del sol<br />

no responde<br />

el enigma en que se esconde,<br />

sigue el curso del sol.<br />

III<br />

Mas si al atardecer<br />

no replica ni el eco<br />

en el musitar de los vientos,<br />

dilata largamente<br />

la melancolía<br />

en el firmamento.<br />

………..<br />

Y si en la noche el Amor<br />

es aun más lejano y misterioso,<br />

llora, alma mía,<br />

el amor en vano ansiado,<br />

que en lontananzas que se aproximan<br />

llega en velero bajel<br />

la Negra Capitana.<br />

Has llegado.<br />

—1537—


ARTURO BORDA<br />

LOS PUERCOS (rechonchos, en manada, unos<br />

copulando y otros revolcándose en la<br />

ciénaga que refleja destellos de pedrería)<br />

That is te question. That is the question.<br />

EL AMOR SACRO (en esqueleto, con el cerebro y<br />

el corazón al aire, llagados)<br />

¡Chanchos! ¡Chanchos!<br />

……………………………………………………………<br />

En seguida el ambiente indecible, a semejanza de<br />

grisó en los báratros del subsuelo, se hacía de momento a<br />

momento más insoportable. Luego aquellas sombras se<br />

fueron con virtiendo en muchedumbre de liliputienses, que<br />

como ejércitos de hormigas venían a la luz del alba,<br />

haciendo retemblar el tremadal. Los soldaditos apenas si<br />

eran de a una pulgada, de apostura marcial, barbones y<br />

graves. Las bandas de aquel ejército interminable<br />

sonaban semejando el encantamiento del corazón en los<br />

ensueños. Era una música sólo para imaginada. Las sutiles<br />

banderolillas de las bayonetitas, que eran agujas,<br />

flameaban a millares en el soplo del ábrego. Ya la puebla<br />

de enanillos llenaba la inmensidad cuando pasó la<br />

caballería a manera de juguetitos automáticos de a cinco<br />

centímetros a lo más. Al mismo tiempo el cielo se llenó<br />

de plagas cual si fuesen enormes li-belfas, nublando la<br />

lumbre del espacio. Eran las escuadrillas aéreas.<br />

Después, en los mares, extendiéndose de confín a confín,<br />

algo como una roja plancha de hierro infinitamente<br />

articulada, llegaron los submarinos de a treinta<br />

centímetros. Acto seguido, cuando pasaba el Estado Mayor,<br />

pregunté:<br />

—¿A dónde en son de guerra?<br />

—A limpiar de traidores el mundo.<br />

Dicho lo cual, y a una voz de mando, aquella humanidad<br />

en miniatura se dispersó por ejércitos a todos los<br />

vientos, dejando escueto el sitio.<br />

— 1538 —


EL LOCO<br />

Pasado algún tiempo habían reunido en los<br />

Campos de Marte miles de traidores, los cuales a la sazón<br />

se hallaban empalados y listos para la ejecución.<br />

Parecían gigantes en país de pulgarcitos. Entonces uno<br />

de los generali-llos habló así, adelantándose:<br />

— ¡Traidores! ¡Traidores! Nada más repugnante que<br />

llamaros ¡traidores!<br />

¿Qué hay nada más infame que la historia o<br />

cuento de Judas Iscariote que por un feble traiciona a su<br />

Dios?<br />

De todo se puede defender el hombre, menos de un<br />

traidor; porque él duerme elucubrando su infamia al amparo<br />

de nuestro techo. Así, alimentándose en nuestra<br />

mesa, solicita hipócritamente nuestras confidencias, para<br />

entregarnos indefensos al enemigo.<br />

El traidor es... Pero ¿qué más infame ha de ser<br />

que ser traidor? ¡Oh, traidores... ¡Traidores!<br />

La vocecita del gener aullo era tan amarga y se<br />

hacía tan enorme, que costaba trabajo alcanzar la<br />

magnitud infamante de aquel su grito, al cual respondía<br />

la innúmera soldadesca, como si fuese la tierra quien<br />

dijese: — ¡Oh, los traidores! — Y comenzó el fuego<br />

graneado de mostacilla imperceptible. Los infames al<br />

principio apenas si sentían algo así como el azote de un<br />

ventarrón cargado de arenilla: tan finas y en tal magnitud<br />

eran las balitas de los liliputienses. Pero duraba tanto y<br />

tanto, que al fin, al igual de un simún cargado de arena<br />

candente en el Sahara, fue gironeando primeramente sus<br />

ropas, mientras que los traidores, aquellos traidores, reían<br />

burlescamente de los enanillos. Así, el fuego graneado de<br />

la fusilería fue desgarrándoles lentamente la epidermis,<br />

hasta que más tarde quedaron descarnados. Entonces<br />

empezó la angustia de los criminales.<br />

Pero el azote de aquel casi invisible fuego<br />

graneado iba carcomiendo incesante y dolorosamente la<br />

carne de<br />

*<br />

— 1539 —


ARTURO BORDA<br />

los traidores a semejanza del cristal que se va<br />

esmerilando con lluvia de arena. Y la humanidad<br />

espectadora en todos los horizontes, se hallaba pendiente<br />

de aquel suplicio sin ejemplo, mientras que poco a poco<br />

los ajusticiados iban mostrando ya sus huesos. Esa agonía<br />

era un indecible poema de dolor en el vendaval de esa<br />

especie de arenilla re-tamizada y ardiente con que los<br />

ejércitos liliputienses acababan con la raza de los viles,<br />

de los que al fin no se supo a qué hora murieron. Pero la<br />

fusilería continuaba invisible y graneada hasta que dio<br />

fin con aquellas osamentas que desaparecieron a bala. En<br />

eso el generalillo de los pul-garcitos dijo:<br />

—Esta ejecución sirva de ejemplo a los hombres<br />

honrados, si los hay y son inteligentes; porque nada<br />

hay en el mundo más infame que un traidor: es el<br />

precipitado de toda ingratitud.<br />

Y no bien hubo acabado de hablar, que una onda<br />

de sombras barrió con aquella ilusión, para que...<br />

……………………………………………………………..<br />

Una espesa humareda de incendio pasa<br />

arrastrada por en viento. Detrás de ella se oye el crepitar<br />

de las llamaradas y un rumor de tropel. Pero poco a<br />

poco cesa el humo, por lo que se va aclarando el<br />

fondo, en el cual se ve ir silenciosamente una multitud<br />

de individuos, entre los que reconozco a Scalígero,<br />

Luciano, Bayle, a Dionisio Crisóstomo y al de<br />

Halicarnaso, a Metrodoro, de Lamsaco, a Pitágoras y a<br />

los de la Escuela de Alejandría, mientras que<br />

destapando las últimas sepulturas<br />

PASQUINO, ARISTARCO y ZOILO (desesperados<br />

y febricientes, y como queriendo<br />

devorar los cadáveres, con colmillos y<br />

fauces de víboras, envenenando con su<br />

amarilla bilis la atmósfera, dirigiéndose<br />

a Green, Avellaneda y Moevios, a Visí,<br />

Guillermo Lauder y Frerón, dicen:)<br />

No ven... Nadie merecía nuestra crítica: en<br />

ninguna de estas tumbas hemos encontrado ya ni<br />

huesos, ni si-<br />

— 1540 —


EL LOCO<br />

quiera polvo. Hemos gastado el afán en sombras. En lo sucesivo<br />

nadie merecerá fijarse en él, porque cada vez la inteligencia<br />

humana degenera tanto, que ni siquiera habrá<br />

quien se parezca ni a Hornero.<br />

A propósito. Nuestros discípulos son unos idiotas,<br />

porque pretenden haber comprendido en Hornero una serenidad<br />

helénica que no hemos visto, tomándolo como a<br />

tipo, siendo precisamente que en nadie más que en<br />

Hornero las pasiones en lo divino y en lo humano se<br />

agitan igual al Ponto en tempestad. Entonces...<br />

En eso, en sentido contrario pasan burlándose, Agamenón,<br />

Helena, Léssing, Apuleyo, Klostock y Malerb, luego<br />

Goethe, Schiller y Filostrato, y Orfeo, Hesiodo, Averroes,<br />

Dédalo, Museo y Anfión, con Lucrecio, Cátulo, La<br />

Fontaine, Ezequiel, Newton y Terencio. Más allá están<br />

riéndose a más no poder, Mesalina, Inés, Fredegunda,<br />

Margarita de Borgoña, Isabel de Baviera, las Catalinas de<br />

Médi-cis y de Rusia, y la mar de prostitutas, por lo<br />

que entre la polvareda se han detenido para reír a su vez,<br />

Nemrod, Hércules, Tiberio y Calígula en compañía de<br />

Othon, de Vitelio y Graco, como en una supuración de las<br />

sombras criminales. En otro lado Agripina, amenazada<br />

con el puñal matricida, remangándose las faldas, grita: —<br />

Feri ventrem,— y Catalina Sforza, viendo amenazados<br />

de muerte a sus hijos, descubriendo también hasta el<br />

ombligo las faldas, dice: —Ved de dónde nacen otros.—<br />

En ese momento han florecido, a los cincuenta años, el<br />

Cirio Serpentario, y a los cinco, La Novia, entre una<br />

infinidad de nelumbios, cual si fuese en los jardines<br />

flotantes de Semíramis. Pero Senaquerib, Sesostris,<br />

Joñas, Holofernes, Ciro y Dracón, con Zorobabel,<br />

Tarquino y Nabucodonosor, seguidos de los Borgia, pasan<br />

sonriendo con gesto de misericordia omnipotente, a<br />

tiempo de que<br />

……………………………………………………………<br />

Al vago claror del crepúsculo, entre las brumas<br />

del Mar del Norte<br />

—1541—


ARTURO BORDA<br />

SIREMBERG y OSSIAN (sentados en la silla del escollo,<br />

a cuyos pies se estrella bramando el<br />

mar, antes de entrar en la gruta siniestra,<br />

como hablando con Fingal)<br />

Todo esto parece un sueño en que se presiente la<br />

terrible majestad de la locura.<br />

EL ECO DE LA GRUTA (en el murmullo de la<br />

noche lóbrega ya)<br />

La terrible majestad de la locura.<br />

Entonces invaden todo, el silencio y la tiniebla;<br />

pero más adentro de mí mismo<br />

UNA VOZ (dice)<br />

Cuando los últimos esfuerzos de la inteligencia hayan<br />

alcanzado los límites del tiempo, del espacio, del espíritu<br />

y de la materia, encontrarás siempre la imaginación,<br />

aun al través de la locura, Loco, porque es un don cuando<br />

está impelida por la economía de la plétora; siempre la hallarás<br />

taladrando los pretéritos y los porvenires. No hay<br />

acto inteligente, por instintivo que sea, que no parta de<br />

la imaginación.<br />

Y estoy temblando de miedo, porque me pregunto:<br />

¿todo esto que siento, que oigo, miro y palpo, nace de<br />

mí o viene a mí ? Pero de todas maneras, puedo<br />

detenerme, puedo retroceder o estoy en la suprema<br />

lucidez o me hallo en el vórtice de la sinrazón? A lo que<br />

como contestando mi corazón palpita empujando<br />

violentamente mis costillas. Entonces quiero refugiarme<br />

en mí mismo, abrazándome a mi alma; mas, agotado en<br />

los máximos esfuerzos inmóviles caigo en un olvido total,<br />

sonriendo, llorando, cavilando.<br />

………………………………………………………………<br />

Después de una balumba de nieblas y de un largo<br />

olvido noté que desde hacía varios días había no sé qué<br />

*<br />

— 1542 —


EL LOCO<br />

angustia en el ambiente. Era manifiesto que las almas de<br />

los taciturnos se habían recogido preocupadas en el silencio,<br />

de manera que en el medio desalojado, el clamor de<br />

las campanas, el canto de los gallos y el aullido de los perros,<br />

tenían un extraño timbre de soledad.<br />

*<br />

Horas más tarde, en un fulgor de luz canicular la<br />

multitud está asombrada, oyendo boquiabierta los discursos<br />

de la élite batóloga que en una especie de éxtasis patriótico,<br />

nombrando y renombrando gongorinamente el<br />

sacrificio, el honor, la caridad, la patria y la gloria,<br />

incita al pueblo a que perezca en las hecatombes. Cada<br />

oración de los oradores es una centella; fascinan como con<br />

el deslumbrante lujo de un cortejo imperial. Por tal<br />

manera cada orador adquiere en el concepto plebeyo el<br />

valor de Sócrates o un Cicerón si no de un Jesús o de un<br />

Sidharta o César. Su arrogancia es de conquistadores que<br />

reparten mercedes a manera de harpagones en el alma de<br />

los hastiales.<br />

En eso, de la multitud salta un pordiosero; y encarándose<br />

en la tribuna, ante el azoramiento general, dice:<br />

— ¡Oh!, señores intelectuales; señores<br />

mentores acaudalados; señores patriotas en sumo grado<br />

por las remuneraciones: nosotros haremos lo que<br />

gustéis, iremos a la muerte, mas dadnos el dinero que os<br />

sobra insuflando vuestra vanidad, para que comamos<br />

hoy: somos el ejército de la patria grande.<br />

Y mientras hablaba, los oradores excitadores, los<br />

hidalgos y mentores intelectuales, sin excepción, al oír<br />

que se les pedía sus monedas superfluas, huyen como si<br />

hubiese pisado áspides o cobras, si no como perros apaleados:<br />

las orejas gachas y el rabo entre piernas. Entre tanto,<br />

el pueblo, incrédulo ya, estalla en la más sonora carcajada,<br />

repitiendo:<br />

—Hechos son amores y no buenas razones. ¡Avaros!<br />

¡Cobardes! Intelectuales y patriotas hipócritas! Huid, la<br />

drones!<br />

— 1543 —


ARTURO BORDA<br />

Descubierta así la eterna patraña de los androides<br />

apabullados ya3 el pueblo enfadado les cubre de gargajos<br />

durante la ensobinada huida, gritando de esta suerte:<br />

— ¡Ea, los rústicos! Atajarlos y destriparlos,<br />

porque por donde pecas pagas.<br />

Con lo cual suspiré andrófobamente y me puse<br />

casi triste de alegría al ver que al fin los humildes, los<br />

eternamente explotados en su miseria, en su corazón, en<br />

su esforzado bregar por su pan, el indocto pueblo,<br />

comprendía y se rebelaba al fin. Los irredentos rompían<br />

sus sempiternas cadenas. Por eso el hierro hirviente de<br />

mi sangre al rojo blanco, reventó en llanto en mis ojos.<br />

Pero después esas mismas turbas entraron a la ciudad a<br />

saco y tajo, a manera de jaurías o tropas hambrientas, sin<br />

más ideal que sus torpes instintos de encadenados: la<br />

bestia roja asesinando ancianos y niños, violando mujeres<br />

hermosas o feas, niñas o viejas.<br />

Todos los hambrientos, todos los miserables, los<br />

oprimidos y explotados, yendo primeramente en<br />

represalia a incendiar los hogares de sus opresores,<br />

vociferando:<br />

— En la vara que mides serás medido y diente por<br />

diente y ojo por ojo, porque las leyes humanas sólo<br />

sirven para aniquilar al menesteroso amparando al<br />

poderoso. Ahora, pues, os toca el turno: sufrid. ¿No<br />

sabéis que el que monta manda?. Luego ya no sabían ni<br />

querían nada más que violencias, sangre y fuego. Tal esa<br />

chusma idiota, yendo tan pronto por sus fueros elevaba<br />

caudillos de la hez, a los que en seguida, sin saber por<br />

qué, los linchaba, para después, ignorante, omnipotente<br />

y trágicamente voluble, yendo ya contra sus intereses<br />

elevaba nuevamente a sus enemigos ancestrales.<br />

De ese modo los ilotas de siempre, sin arte ni<br />

ciencia ni conciencia, y sin ningún control de su<br />

sangre, ya que menos tienen de sus nervios, que es a lo<br />

más que aspiran aun los sabios ignorantes de los secretos<br />

del self conr trol, viéndose de pronto dueños de la<br />

libertad, juegan trá-<br />

*<br />

— 1544 —


EL LOCO<br />

gicamente inocentes con la vida, destrozándola, como<br />

los niños con sus bibelots.<br />

Y era tanta mi tristeza que por ellos se ahogaba en<br />

mi corazón, porque ellos no tienen la culpa; son los gobiernos<br />

de todo el mundo que fomentan el vicio y la ignorancia<br />

de esos pobres corazones que podrían ser muy grandes.<br />

De ese modo se esfumó en la opalescencia de mis lágrimas<br />

aquel torbellino de carne inconciente.<br />

…………………………………………………………….<br />

Pero entre las sombras perfumadas ya emergieron<br />

inmediatamente un jardín selvoso y un corso de flores<br />

y la verbena. Etiqueta regia, sonrisas y música noble. Y<br />

las parejas que surgen como sombras.<br />

—¿No es verdad que acepta, mi adorada, este<br />

alhelí? —Sí... Pero... Mil gracias... —Sí, mi<br />

adorada gentil. —¡Qué amable! Mas...<br />

Luego abrazados, al son imperial de una<br />

cuadrilla, se deslizan soñando en el Edén. Los hombres, de<br />

frac; ellas, escotadas, cimbrando el talle seductor,<br />

arremolinan sus faldas de seda opalina, levemente<br />

aromada. Así, resbalando insensiblemente en el suelo<br />

satinado, bajo el dosel de la umbría iluminada a giorno,<br />

entre cintas y gasas, van a manera de un ilusorio desfile en<br />

los ensueños, llevando lánguidamente el compás de la<br />

cadencia que ejecuta la invisible orquesta. Ellos son cada<br />

vez más solícitos y ellas cada vez más gentiles; dijérase<br />

que danzan en los éxtasis, entre citas y contactos leves, en<br />

las esperanzas y en los recuerdos en el mundo de las<br />

sombras en que se desvanecen lentamente, dulcemente,<br />

hasta que...<br />

…………………………………………………………….<br />

Acto continuo de súbito resuenan las cornamusas,<br />

los tamboriles y las campanas pascuales. Es la murga<br />

que<br />

—1545 —


ARTURO BORDA<br />

pasa galvanizando el ambiente. Ejecuta una marcha alegre,<br />

de alborada, es decir, de impulso sanamente febril,<br />

que diabólicamente saltarina sobreexcita los espíritus.<br />

Tal, poco a poco, alejándose sin sentir se convierte en una<br />

barcarola que tiene la sutil y pausada armonía del<br />

amoroso y dulce cantar de una batelera que meciéndose<br />

espasmódi-ca de estribor a babor, huye a golpe de remo<br />

y al soplo de un lassueste. Sobre las olas, suave y sola,<br />

singla silenciosa su quilla la barca; y en las negras ondas<br />

del mar profundo, bajo un cielo estelar, desaparece en<br />

lontananza. De ese modo la argentina voz cesa<br />

dulcemente de entonar sus nostalgias, las endechas de sus<br />

indecisos deseos: la canción del amor. Más tarde, en el<br />

silencio ya, sólo se oye el murmullo de un recuerdo<br />

mecido en las olas y...<br />

…………………………………………………………<br />

Vuelvo en mí y mis labios están<br />

murmurando: —¡Adiós, Amor! ¡Oh, Amor!...<br />

UNA VOZ<br />

Pobre Loco, honda es la ternura de tu tristeza, tan<br />

honda que ya es inconsciente, como un eco de tí en tí<br />

mismo.<br />

MIS LABIOS<br />

¡Adiós Amor! ¡Oh, Amor!...<br />

MI CORAZÓN<br />

El goce o el dolor, la existencia misma, sólo vale<br />

por la conciencia.<br />

conciencia.<br />

MIS LABIOS<br />

¡Adiós Amor! ¡Oh, Amor!...<br />

MI CEREBRO<br />

Y lo sensible es que más allá no pervive la<br />

— 1546 —


EL LOCO<br />

SEGUNDA VOZ (en mi alma)<br />

¡Adiós, oh alma mía! El goce o dolor ya no harán<br />

cantar, Loco, tu sangre: más allá serás el silencio<br />

insensible. ¡Oh, dolor!<br />

MIS LABIOS (moviéndose maquinalmente)<br />

¡Adiós Amor! ¡Oh Amor!...<br />

PRIMERA VOZ (en agonía)<br />

Consubit is illio in tristísima noctis imago.<br />

Y me rehice oyendo vagamente una marcha fúnebre<br />

en lontananza a tiempo en que...<br />

Asustado me incorporo y enciendo la vela para leer<br />

algo, con objeto de distraerme; pero se apaga por sí la luz<br />

y emergen de la tiniebla dos sombras masculinas.<br />

nera.<br />

EL HOMBRE (leyendo atentamente un libro)<br />

No molestes muchacho; es imposible leer de tal ma-<br />

EL JOVENCITO (saltando entusiastamente)<br />

Es que por tal manera podemoscomentar.<br />

EL HOMBRE (con pose de magister)<br />

Eso está bien a tu edad, cuando se lee por ostentación,<br />

por puro snobismo, por reír y hacer cabriolas de entusiasmo.<br />

En fin, por pasar alegremente el tiempo en<br />

amistosa compañía, sin entender nada o entendiendo mal,<br />

que es peor. Además, debes saber que la dificultad o facilidad<br />

de comprensión en unos es parcial o total si no lenta<br />

o rápida y confusa y clara, dificultades que se entorpecen<br />

aun más con el resalte de las opuestas emergentes al<br />

calor de las discusiones. Indudablemente que eso será peor<br />

acerca de lo que no se tiene todavía una idea precisa de<br />

— 1547 —


ARTURO BORDA<br />

ion junto, requisito indispensable para la crítica, para la<br />

ilta crítica, es decir, para robar por tal procedimiento tolo<br />

el fondo o la forma, que es en el fondo lo que quieres.<br />

Pero a mi edad, cuando el gusto se ha depurado y<br />

e1 espíritu requiere únicamente de lecturas hondas, donde<br />

cada oración y cada signo sea un misterio, una verdad o<br />

una belleza por el sentimiento o la idea fuertemente reconcentradas,<br />

para meditarla largo tiempo, entonces se<br />

busca el silencio y la calma de la soledad para comprender,<br />

para meditar; en resumen: para poder sorprender los<br />

sentidos las emociones ocultas, aquello indecible que<br />

circula animando sólo las grandes obras y que se<br />

manifiesta a frecuentes. tientes chispazos en medio del<br />

recogimiento sagrado. Uni-amente en tales circunstancias<br />

se puede analizar y tener n criterio propio; de otro modo,<br />

leyendo en compañía, es como si nos pasasen de boca en<br />

boca la golosina mascada con sabor a saliva ajena.<br />

EL JOVENCITO (asqueando)<br />

¡Oh!... ¡Cochino!<br />

EL HOMBRE (indiferentemente)<br />

Más inmundo es leer comentando a dúo: es como goir<br />

entre dos a la amada a vista y paciencia uno de otro.<br />

Comprendes? Y con la circunstancia agravante de que<br />

placer de la lectura es más largo.<br />

¡Uf! ¡Uf!<br />

¿Eh?...!<br />

EL JOVENCITO<br />

EL HOMBRE<br />

Y se esfumaron a tiempo en que...<br />

Un relámpago disipa la sombra que cae más densa,<br />

[volviéndome<br />

—1548 —


EL LOCO<br />

LA VOZ REBELDE (en mi conciencia)<br />

Escribe, Loco, la tragedia de esta noche, y escribe<br />

sin temor ni tregua. La ley que ningún gramático da es<br />

ésta: — Expresar de modo conciso el pensamiento de cada<br />

idea, con palabras que se hilvanen dulcemente. Nada más.<br />

La dificultad o facilidad con que se mueven los labios, dejando<br />

libre la respiración que acentúa, halagando a la<br />

vez el alma en los ensueños, te dirá si escribes, sientes y<br />

piensas bien o mal. Para corregir, lee en alta voz,<br />

prestando atención al oído, a la boca y a los pulmones.<br />

Luego observarás que poco a poco la armonía verbal<br />

elevando tu espíritu te hace sentir y pensar noblemente,<br />

dignificando aun el instinto más vil; es decir, habrás<br />

llegado a la zona de la belleza pura.<br />

*<br />

Entre tanto la Sintaxis, la Prosodia y la Métrica<br />

huyeron vergonzosamente despavoridas; nomás la<br />

Ortografía quedó cohibida aunque aparentando sonreir<br />

tranquilamente. i<br />

LA ORTOGRAFÍA<br />

Escribe, Loco, aunque me destroces. Te pido por la<br />

Poética y porque éstas son tus horas postreras. En esta noche<br />

tormentosa puedes hacer lo que no hiciste ni harás.<br />

Escribe, porque además deberás servir de ejemplo a una<br />

multitud de espíritus que sólo por miedo a mí no dan sus<br />

resplandores. Tanto es el miedo de los fondos al brillo<br />

de la forma. . .<br />

Ahora adiós, ¿eh? Mira que allá vienen los hombres<br />

célebres.<br />

Y el horizonte empezó a obscurecerse por el avance<br />

de un enorme nubarrón que cubría los confines: la tierra<br />

tremaba de inquietud. Y era un rumor sordo que tan<br />

pronto fingía venir del subsuelo como parecía estar en<br />

los<br />

*<br />

— 1549 —


ARTURO BORDA<br />

altos cielos. Mas, de pronto vi, asombrado, que se iniciaba<br />

una alocada fuga de los innúmeros volúmenes de todas las<br />

bibliotecas; volaban a semejanza de aves, de cínifes o libélulas,<br />

o ya de aves caudales o colibrís, dispersándose luego<br />

todos a la profundidad del día, hacia la luz del sol; porque<br />

el lóbrego huracán de que huían era un nubarrón de<br />

polillas. En eso noté que en los tugurios y las buhardas,<br />

los inéditos manuscritos hacían inauditos esfuerzos por<br />

huir en desbandada; pero ya era tarde: la tromba o simún<br />

de polillas llegó, cayendo a semejanza de langostas, dando<br />

fin con toda obra inédita que hallara.<br />

Tal pasó esa especie de tromba o tifón, cuando apareció<br />

el insano, avanzando alegre, riendo a carcajadas, bailando<br />

una especie de jota o zamba cueca, y dijo:<br />

— Cuando la noble reconcentración del esfuerzo espiritual,<br />

en sacrifcio de miseria y dolor, es inútil a la utilidad<br />

común, entonces, !já, ja, ja!, la obra del fuego o la polilla<br />

es útil!<br />

Aprended a salir a la luz.<br />

Dijo, y se fue internando y desapareciendo en el esplendor<br />

del día a medida que la noche avanzaba veloz hacia<br />

la profundidad de las tinieblas.<br />

*<br />

HERZEN, BOCACCION,<br />

SAVONAROLA, BAKUNINI y<br />

GIORDANO BRUNO<br />

Eso es cierto. Y así todo incita su locura. Pero también<br />

es verdad que el vicio y la virtud sin sentido del fin<br />

de Eralno no podía producir otra cosa que un loco demoledor<br />

al impulso de abscónditas y legendarias voliciones.<br />

PLUTARCO y TÁCITO<br />

Evidentemente, ¡oh imponderable Loco!, indiscreto<br />

más que El Diablo Cojuelo, ya no has menester hablar, y<br />

eres acaso el único sin par. Salve, pues, a la ventura que<br />

emane de tu fobia. Eres el precipitado rojo.<br />

— 1550 —


EL LOCO<br />

MALTUS, FOURIER y SAINT SIMÓN<br />

Ya no hay qué hacer. Aquí concluyen, bien o mal,<br />

nuestras teorías. Lo notable es cómo el Siglo XX<br />

concluye muchos años antes.<br />

DOSTOYEWSKY, BORGUET, NECREASAN y<br />

TURGNEFF<br />

Este pobre Loco adolece de occiaianie; filtro<br />

inconcebible del pasado, por lo cual es a la vez asceta y<br />

mártir, asesino y filántropo, forjado en los misterios de<br />

la desesperación y la locura, en el entusiasmo y la<br />

tristeza, en la humillación y la rebeldía, en la idolatría y<br />

el sacrificio. Sí, nosotros sabemos que aqueste universal<br />

dolor es llorar y reír, implorar y maldecir, adorar y<br />

violar, incendiar, talar y reconstruir; mas al fin<br />

reventará. No en vano naciste, Loco, en el Pueblo<br />

Enfermo de una raza enferma de indiferencia triste, en<br />

un siglo no menos enfermo de hastío.<br />

MAROMA, JESÚS y BUDHA (como hablando<br />

en sueños)<br />

Nosotros sabemos el secreto. Es que el Demoledor<br />

inicia con el fuego de su alma el tiempo de la libertad<br />

anárquica. Tal cuna en la floración del comunismo el sentimiento<br />

de impotencia y desaliento de la fe milenaria<br />

que rebulle aun en la lucha ruda con intermitentes<br />

sacudidas de sobrehumana vitalidad. Es así cómo el<br />

idealismo de este Loco es lo más siniestro que se haya<br />

dado en la vida, pero está muy bien, ya que ha sido<br />

imposible establecer por vías pacíficas el triunfo de los<br />

humildes. ¡Oh, infeliz Demoledor!, lleva nuestra<br />

bendición, y que un día la ventura humana rocíe con<br />

aromáticos bálsamos las purulen-. tas lacras que<br />

heredas del que fue y que la risa cáustica sea en lo<br />

futuro para tí y los demás una dulce llovizna de sonrisas.<br />

Pobre corazón.<br />

JOB (supurando su lepra en un muladar)<br />

Así sea, ¡oh Dios mío!<br />

……………………………………………………………<br />

— 1551 —


ARTURO BORDA<br />

Al instante pestañeo y la escena se transforma. Es<br />

una llanura en la que dos hombres están riendo a desternillarse.<br />

ASTHENIO<br />

¡Qué raro!... ¿Qué es eso?<br />

EUSEBIO<br />

Es un simple símbolo. Observa lo que sucede,<br />

luego te diré lo que es.<br />

Y una multitud de hombres atraillados iban de<br />

uno a otro lado, al favor de todos los vientos, sin oponer<br />

ninguna resistencia, más bien obedientemente inclinados.<br />

Primero sopló el viento Nórdico y con él fueron a dar al<br />

Sur; luego sopló el viento Lassueste, dirigiéndose con él al<br />

Oeste. Y así: con el Oeste fueron al Este y con el Sur al<br />

Norte. Por último, todos los vientos se arremolinaron<br />

como los acontecimientos de una revolución. La pampa<br />

quedó arrasada; mas aquellos fatídicos maniquíes estaban<br />

nuevamente de pie, como si no ocurriese nada, cual si<br />

nuevamente de pie danzasen borrachos el can can,<br />

moviendo a la diabla los brazos, la cabeza y el torso, a<br />

guisa de molinetes, porque el cuello y la cintura, así como<br />

los hombros, los codos y las muñecas, estaban<br />

articulados en charnelas. El viento al cortarse en los<br />

agujeros de las narices, las orejas y la boca, silbaba una<br />

especie de carcajadas muy extrañas.<br />

Después apareció un muchacho hercúleo, que diciendo:<br />

— Es necesario voltear de una vez para siempre estos<br />

eternos espantajos, — emprendió furiosamente con<br />

ellos. Pero toda su fatiga y agotamiento fueron inútiles,<br />

porque aquéllos, por mucho que eran tumbados, así que<br />

se les soltaba ya estaban de pie. Seguidamente, indignado<br />

ya de no poder vencerlos en una lucha honrada que<br />

parecía de Hércules y Anteo, los acribilló a balazos. Y<br />

ellos como si tal cosa. Entonces, desesperado hasta lo<br />

sumo, mordiéndo-<br />

— 1552 —


EL LOCO<br />

se los labios y las manos y arrancándose a mechones los<br />

cabellos, recomenzó un ataque inaudito, tanto que aquello<br />

parecía un torbellino de puntapiés y puñetazos; pero los<br />

maniquíes seguían moviéndose en pie, por lo cual el<br />

hercúleo muchacho se deserrajó el cráneo con un balazo,<br />

destapándose los sesos, mientras que los figurones,<br />

espantajos o, propiamente, dominguillos, siempre<br />

risueños, danzaban a impulso de las ventoleras, ignorantes<br />

de todo, agitando los brazos a guisa de trapos.<br />

Verdaderamente resultaban ser una desesperación de<br />

cualquiera.<br />

¿Viste?...<br />

EUSEBIO<br />

ASTHENIO<br />

Sí. Pero no acierto a explicarme lo que sea.<br />

EUSEBIO<br />

¡Aja, ja, ja! ¡Ya, ja!<br />

ASTHENIO (mirando con más atención)<br />

¡Aja, ja, ja! ¡Oh...! ¡Qué barbaridad! Yo creí que<br />

eran gentes...<br />

EUSEBIO<br />

Gentes... Qué habían de ser gentes. Las gentes...<br />

¡Bah! Mira bien. Son fantoches de celuloide, los famosos<br />

dominguillos huecos, sin ningún peso en sí. Ellos están<br />

eternamente parados, precisamente en virtud de su vacío.<br />

Todo su valor, o sea su peso, se halla en sus pies. Ahí está<br />

su contrapeso o sea el secreto de su equilibrio, el plomo<br />

esférico. Además, tienen una combinación de espejos en<br />

sus ojos que todo lo reflejan ante el dueño. Pero ahora hemos<br />

de hacer con ellos una prueba muy interesante. Tómalo<br />

a cualesquiera de ellos, ya que son vaciados en el<br />

mismo molde, y ponió cabizbajo, pero sin soltarlo.<br />

— 1553 —<br />

p


¿Así?<br />

ARTURO BORDA<br />

ASTHENIO (ejecutando la indicación)<br />

EUSEBIO (riendo)<br />

Ni más ni menos. Muy bien. Ahora puedes observar<br />

que ni estando de cabeza baja a su cabeza el peso de sus<br />

pies. Mas, suéltalo ya.<br />

ASTHENIO (obedeciendo)<br />

Listo. ¡Aja, ja, ja! Ya está otra vez de pie. ¡Aja, ja, ja!<br />

Estos dominguillos son invencibles, inmortales y<br />

testarudos. ¡Eje, jé, jé!<br />

EUSEBIO (matándose de risa)<br />

¡Ijí, jí, jí!... ¡Claro! ¡Ijí, jí, jí! Eso es fatal. ¡Ujú,<br />

jú, jú! Esa es su naturaleza. Quiere decir que así han sido<br />

fabricados. Pero, mira que la única manera de quitarse de<br />

encima semejante pesadilla es descuartizarlos con una navaja<br />

de barba. Así (Ejecutando). Tajo por acá, tajo por<br />

allá. ¿No ves? Ya está. Ahora observa cómo el viento se<br />

lleva sus fragmentos de celuloide. Pero con los demás mejor<br />

es hacer algo más simple. Por ejemplo: — Se enciende<br />

una cerilla, luego se le prende fuego y... Puf! Ni más ni<br />

menos que la pólvora: ni humo a no ser las bolas de plomo<br />

de los pies.<br />

Ahora vamonos y te explicaré el símbolo.<br />

ASTHENIO (poniéndose muy serio y triste)<br />

No, no hay necesidad: ya he comprendido. Y<br />

supongo que esto entiende aun el más bruto. Veo que de<br />

todos los horizontes llegan millones de aves a la vez<br />

que la erial llanura se fecunda.<br />

Sí, comprendo que así como el dominguillo de celuloide,<br />

tal existe en política, en el comercio, en la<br />

religión y en la sociedad en general, el tipo impúdico<br />

que no cae<br />

— 1554 —


EL LOCO<br />

de su colocación aunque hoy deba servir a Jesús y mañana<br />

a Iscariote. Sujeto sin el pudor ni de una gota de sangre,<br />

queda eternamente en pie a semejanza de espantajo<br />

de los pudores. Y lo malo es que no les obliga a ello su<br />

miseria económica: no; si observas a cada uno de esos inamovibles,<br />

verás que cada cual es adinerado, lo que se llama<br />

un rentista, si no de herencias son de dotes matrimoniales,<br />

en su mayoría, y sin más bagaje que su impudor<br />

para servir por igual al blanco que al negro. Es decir, tanto<br />

valen para un fregado como para un barrido. Se aventuran<br />

a desempeñar cualquiera ocupación sin ningún conocimiento<br />

técnico. Claro que así ignorantes son unos perfectos<br />

remoras irresponsables, sin ninguna idea de que el<br />

progreso es la transformación incesante.<br />

¡Ay, mi querido Eusebio!, en estos días he visto tanto,<br />

tanto, que como tú ya no creo ni en mí mismo. Tienes<br />

razón en ser escéptico. Por lo que hace a mí, en vista<br />

de tanto ejemplo de hombres ilustres, acaso los más ilustres<br />

de la ciencia, en la política, en la banca y en las letras,<br />

te digo que rompiendo mis pudores siento ya impulsos<br />

tan fuertes de ser como los demás, tan servil... Pero<br />

no, por lo menos mientras concluya mi obra que debe llevar<br />

la conciencia del ejemplo a trueque de la vida misma,<br />

para enseñanza de la juventud, no de ésta que ya cojea del<br />

mismo pie, sino que de la que viene. No, lo que espero y<br />

pienso es tan imposible, que sólo un demoledor puede comprender<br />

y emprender, sacrificando su corazón hasta lo último<br />

en beneficio de un futuro que ni siquiera puedo imaginar.<br />

En esta angustia, querido Eusebio, mi vida se agota<br />

en el doloroso martirio de mi corazón.<br />

Tal dijo mientras pasaba el Loco riendo a carcajadas,<br />

metiendo su mano en su tórax y estrujando el corazón<br />

en su sitio mismo. Pero un relámpago hizo mutis y...<br />

—1555 —


ARTURO BORDA<br />

DEVANAGUY (la virgen inmemorial y sin par viniendo<br />

de Elora, a manera de niebla en la<br />

aurora)<br />

Detente, Loco, y oye todavía en los Upanischads "El<br />

Canto del Señor":<br />

EL SEÑOR (omnímodo, eterno y refulgente,<br />

infinito y primario, omnipresente,<br />

inconcebible e inmutable, indestructible,<br />

indiferente e inma-nifestado)<br />

Oíd, oh mortales, al descifrador de los Vedas Sama,<br />

Rig y Rajur.<br />

…………….<br />

"Lo que no existe no tiene ser<br />

"y lo que existe jamás cesará de ser.<br />

………………<br />

"La sabiduría está envuelta en la ignorancia:<br />

"por eso viven ilusos los mortales<br />

…………………..<br />

"El Yo es amigo del Yo<br />

"en quién el Yo ha venido al Yo.<br />

……………………<br />

"Con pecho, cuello y cabeza erguidos,<br />

"firmemente inmóvil,<br />

"mirando de hito en hito,<br />

"al extremo de la nariz<br />

"sin divertir la mirada a lado alguno.<br />

……………………<br />

"Sereno y libre de todo temor,<br />

"constantemente en el voto de castidad,<br />

—1556—


EL LOCO<br />

"disciplinando la mente<br />

"y pensando en Mí permaneces tú,<br />

"armonizado en la aspiración a Mi.<br />

…………………<br />

"Quien halla en sí el supremo deleite<br />

"que el discernimiento puede percibir<br />

"más allá de los sentidos<br />

"y en él se complace,<br />

"no se aparta de la realidad.<br />

"Y cuando esto logrado<br />

"piense que ya no hay ulterior logro<br />

"y se afirme en ello,<br />

"de modo que ni aun el más intenso dolor<br />

― baste a conmoverle<br />

………………………….<br />

"Sepa entonces<br />

"que esa disyución de la pena<br />

"es (yoga) un equilibrio;<br />

"que el logro de ello requiere<br />

"convencimiento firme y muerte sin desmayo.<br />

…………………..<br />

"Mejor es, en verdad, la sabiduría<br />

"que la práctica constante.<br />

"Mejor que la sabiduría es la meditación,<br />

"la renuncia al futuro de las obras.<br />

"Tras la renuncia viene la paz.<br />

…………………<br />

"El que ni ama ni aborrece,<br />

"ni se aflige ni desea<br />

"y con plena devoción<br />

"renuncia al bien y al mal,<br />

"él es a quien Yo amo.<br />

— 1557 —


ARTURO BORDA<br />

"Quien se mantiene inalterable<br />

"ante el amigo y el enemigo,<br />

"en la fama y en la ignominia,<br />

"en el calor y en el frío,<br />

"en la dicha y en la pena,<br />

"libre de afecciones.<br />

. . . . . . . .<br />

"Que por igual recibe el vituperio y la alabanza,<br />

"silencioso,<br />

"del todo satisfecho con lo que sucede,<br />

"sin hogar propio,<br />

"de mente firme y devoción plena,<br />

"él es a quien Yo amo."<br />

*<br />

Y el Loco se desternillaba de risa, apretándose con<br />

ambas manos los riñones, mientras que Devanaguy iba repitiendo<br />

místicamente, como en un eco lejano, El Canto<br />

del Señar a la vez que zapateaban de rabia los cristianos.<br />

…………………………………………………………<br />

Luego, como si fuese saliendo una especie de tahúr<br />

del ambiente denso de sudores y humo de cigarros de algún<br />

caramanchel, fue apareciendo entre retortas y marmitas<br />

un químico estrafalario, trayendo entre brazos un gran<br />

envoltorio a la vez que gritaba: —¡Eureka!— Por lo que<br />

congregada ya la humanidad, le oía con sumo respeto. Y<br />

deshaciendo el envoltorio el químico nigromante, mostró<br />

primeramente una tela sutil tanto como tul, de la que dijo<br />

era impermeable, resistente más que tejido de hierro y<br />

que su constante virtud era comunicar al organismo humano<br />

una caloría máxima, atenuable con sólo sumergir el<br />

lienzo en agua; después enseñó unos panecillos, afirmando<br />

ser la alimentación más simple y sana, de elaboración fácil<br />

e inagotable, por ser sus materias primas, éter, agua y<br />

tierra. Tales panecitos sólo en virtud de unas gotas de<br />

esencias ad hoc adquirían el sabor deseable. Y, por último,<br />

leyendo una cartilla demostró por qué sencillísimo<br />

proce-<br />

— 1558 —


EL LOCO<br />

dimiento se logra neutralizar la fuerza de atracción terrestre,<br />

y el individuo puede, por consiguiente, elevarse en<br />

el azul con más levedad que una pompa de jabón; en seguida<br />

indicó el procedimiento más rápido para la transmisión<br />

del pensamiento a los antípodas.<br />

*<br />

Algún tiempo más tarde, las actividades agrícolas y<br />

fabriles habían desaparecido del mundo; las ciudades estaban<br />

desiertas y en ruinas; aviones, ferrocarriles, vapores,<br />

carricoches, etc., todo se hallaba abandonado por inútil,<br />

porque a manera de las aves los genios cantaban también<br />

volando en el cielo al Amor y al Demoledor. Embozados<br />

con la tela, más leve que un tul, y provistos de panecillos<br />

que salían de la única fábrica donde el trabajo hervía. Es<br />

así cómo todos viven a cielo raso, hendiendo los éteres con<br />

más rapidez y suavidad que las aves caudales, sin hogar,<br />

sin Dios, sin patria ni ley, en pleno amor y libertad: divino<br />

anarquismo.<br />

Pero de pronto empezó a eclipsarse el sol. Y cuando<br />

reapareció había cambiado la escena, en la que..<br />

…………………………………………………………….<br />

Un loco está riendo a carcajadas a pleno sol, agarrándose<br />

la cintura, mientras que en las penumbras Tolomeo<br />

se obstina en suponer el movimiento de los astros,<br />

imaginando inmóvil la tierra; Galileo explica la atracción<br />

del ámbar por medio de la Tarificación del aire; Laviser<br />

niega y busca simultáneamente el origen de los<br />

aerolitos en las tempestades y Galvani supone en las<br />

ranas una electricidad especial.<br />

Y mientras estos hombres casi milenarios meditan<br />

sordos a las carcajadas, pasa vagamente un espíritu como<br />

niebla, entre ellos y el Loco, imponiendo silencio a éste.<br />

EL LOCO (abismado en la meditación)<br />

El alma... ¡Cuánto misterio en todo! ¡Oh!, cómo tomamos<br />

nuestras ideas por realidades. Para nosotros el<br />

ai-<br />

— 1559 —


ARTURO BORDA<br />

re no es un cuerpo sólido, porque lo atravesamos sin<br />

inconveniente, pero es sólido para la electricidad que<br />

es una fuerza mayor que la nuestra y que atraviesa sin<br />

dificultad el hierro mismo. El vidrio es opaco para el<br />

magnetismo mientras que para los Rayos X son<br />

transparentes la carne, la ropa y la madera.<br />

¡Aja, ja, ja! Nadie dirá lo que es el alma. El que<br />

no comprende las abstracciones jamás conocerá el<br />

espíritu, porque el espíritu es la suprema abstracción.<br />

Pero un día en la variedad total en armonía se<br />

reconocerá la suprema verdad original y final. Gran<br />

religión.<br />

KAPILA (padre de la filosofía, pasando lentamente)<br />

Y el fin de esa gran religión no será la santidad,<br />

sino que la sabiduría: el goce del reconocimiento de la<br />

armonía cósmica. Pero para ello es necesario refundir la<br />

historia y la prehistoria en la hora presente. Se necesita<br />

para ello un demoledor creador. Ese es el Loco. Míralo.<br />

HERODOTO y KANTU<br />

Lo curioso es que, en el concepto humano, Dios<br />

ha evolucionado desde la imagen de la materia<br />

inorgánica, el vegetal y el animal, hasta convertirse<br />

únicamente en el sexo, siendo adorado así como Dios.<br />

Por tal manera ha ido perfeccionándose hasta ser la<br />

imagen del hombre mismo, luego ha sido representado<br />

como espíritu, y, finalmente, como macrocosmo. Pero,<br />

no obstante que desde antes de esta humanidad ya<br />

estaban las gentes aunadas en Dios, la idea religiosa; no<br />

obstante, digo, es latente el odio sanguinario de sectas y<br />

religiones más o menos reconocidas aun en medio<br />

mismo de la discrepancia absurda de ritos, de mitos y<br />

filosofías, siendo que en el fondo de la verdad todos<br />

están conformes. Así, pues, ya que el error no es de<br />

fondo, sino de forma, es menester destruir toda forma,<br />

refundiendo en la armonía cósmica. ¡Salve, pues, a tí, oh<br />

Loco!<br />

PESTALOZZI<br />

En el sacrificio cristiano de la misa se da el más<br />

siniestro ejemplo de canibalismo deísta: no es otra cosa<br />

be-<br />

— 1560 —


EL LOCO<br />

ber la sangre de Jesús y comer su carne. Hasta hoy<br />

parece que nadie ha notado la sugerencia salvajemente<br />

educativa de tal símbolo. En cambio, cuan sublime es el<br />

rito del Falo o sea la práctica del amor genitor.<br />

Hasta hoy todo parece guiado por el instinto. Pero<br />

como el instinto pertenece a los animales, la razón del<br />

hombre y la inspiración a los seres superiores, es<br />

necesario encarrilar la educación y la instrucción en la<br />

práctica de las inspiraciones. La pasión del Loco sea pues<br />

el crisol en que se refunda todo amor.<br />

LOS EUNUCOS<br />

El amor es la telaraña inmunda y tornasol de los dolores;<br />

por eso la vida es triste en el amor, y sin el amor es<br />

más triste... ¡Oh, Loco!, suprime de una vez la<br />

existencia en el mundo.<br />

UN GONOCOCO (en la boca del eunuco)<br />

Cuatro son las vías de perdición del hombre, a saber:<br />

ocio, ira, avaricia y lujuria.<br />

UN SABIO O QUIZA UN PEDANTE (en<br />

meditación o abobado, mirando como si<br />

mirase a todas partes)<br />

Aunque es amarga, y no sé por qué, yo amo la vida.<br />

No quiero morir; tengo miedo a la muerte sin embargo de<br />

todas las teorías acerca del más allá o de la nada.<br />

UNA SOMBRA (en agonía en las penumbras)<br />

No es, Señor, el miedo a la muerte que me hace temblar<br />

y sufrir; no es que este gemido de profanáis que siento<br />

venir a través mío me haga temblar porque<br />

desaparezca ab eterno mi alma; no, Dios mío. No es que<br />

me haga estremecer la idea de mi eterna condenación;<br />

no, Señor: es que mi alma y mi corazón se rompen al<br />

imaginar que desapareciendo un instante para siempre mi<br />

conciencia, pierda yo eternamente a los míos.<br />

— 1561 —


ARTURO BORDA<br />

No, no entiendo, no quiero comprender. ¿Cómo<br />

aceptar ni concebir que nunca más sabré ni veré a los<br />

que me han amado, a aquellos por quienes late en<br />

angustia y delirio mi sangre?<br />

Señor, mientras pueda amar hasta que reviente<br />

de dolor mis nervios, arterias y venas: hasta que pueda<br />

morir en el goce de una desesperación inaudita y<br />

funeral, en lacerias de pasión, en el siniestro<br />

anticiparse a la nada o al severo juicio de ultratumba<br />

en las solemnes ondas de una eternal armonía,<br />

precipita mi angustia, precipítala, Señor.<br />

¡Misericordia, Señor! No quiero y no puedo<br />

concebir, no por mí, el misterio de la muerte; el olvido<br />

no a la vida ni a Tí, Señor, sino que a lo más santo y<br />

dulce de la existencia: a la familia.<br />

Oye, Señor, aqueste misterioso e infinito alarido<br />

de sinfonía sacra que recorre en llanto mis tuétanos,<br />

arrastrando escalofríos de insaciable ceguera en delirio;<br />

sí, Señor, ten misericordia.<br />

ZAKIA MUNI<br />

La verdadera sabiduría consiste en comprender<br />

la nada de todas las cosas, llegando así al nirvana, para<br />

que no renazca el alma.<br />

Tal es el suicidio moral.<br />

"Cuatro esferas se escalonan delante de Budha: la<br />

―región de lo infinito en el espacio; la región de lo<br />

―infinito en la inteligencia; después, la tercera, donde<br />

―nada existe; por último la cuarta, donde<br />

―desaparece la idea de la nada. El nirvana se ha<br />

―realizado: la peregrinación ha sido ruda y larga: en<br />

―esta última región está el vacío de toda forma y de<br />

―todo ser, así como también, de todo concepto: ni hay<br />

―ideas ni ausencia de ideas. La ausencia sentida de la<br />

―idea sería un algo: es la nada absoluta".<br />

¿Comprendes? Así se llega a la suprema felicidad: a<br />

la bendición de Budha.<br />

— 1562 —


EL LOCO<br />

LEOPARDI, ALFREDO DE VIGNI, HEGUESIS y<br />

SCHLLING, LUCRECIO, SCHOPENHAUER y<br />

HARTMAN<br />

Oye, oh Loco, lo que de Osiris expresa el evangelio<br />

asirio: —"El Salvador ha dicho: —Yo he venido para des-<br />

" truir las obras de la mujer, es decir, de la pasión: la<br />

ge-neración y la muerte". Extermina, pues, Loco, el<br />

universo físico y moral. Osiris ha dicho.<br />

ANACREONTE<br />

"Es difícil no amar, pero amar es igualmente<br />

difícil".<br />

HARVEY, ARQUIMEDES, HUYHENS,<br />

LAPLACE, BAYLE y PASCAL<br />

Esta debe ser una simple pesadilla en la que, acaso<br />

como en la existencia, aun lo ilógico es lógico con<br />

relación a su causa. Pero sólo a condición de creer es que<br />

existen las leyes morales, sean sociales, religiosas o<br />

políticas. Etcétera. De consiguiente, es necesario<br />

modificar el concepta de la ley. y de la fe y quizá la fe<br />

misma.<br />

EL ENVIDIOSO (sin brazos, con los ojos rojos,<br />

las orejas en punta y la boca negra,<br />

vomitando su eterno descontento)<br />

Este Loco es un idiota, y toda esta caterva de filósofos<br />

son unos burros. Justamente el burro es el tipo del filósofo,<br />

por eso, por que es burro. Y hay que darse cuenta<br />

que es la última especie de la bestia de carga, pues pronto<br />

ni para eso servirá y podrá meditar muy libremente, aun<br />

cuando llegue al supremo nirvana.<br />

FALSTAF, HESIODO, EURÍPIDES y PIRRON —<br />

(malhumorados, tristes y sin comprenderse)<br />

Por esta laya de individuos que siembra la cizaña<br />

del odio y aun el descontento del amor es que la vida se hace<br />

triste y repelente. ¡Oh, prepotente Loco!, extermina esa<br />

mala yerba que hasta la emulación destruye.<br />

— 1563 —


UN MATEMÁTICO<br />

ARTURO BORDA<br />

El Esfuerzo es al Dolor, como la Necesidad es a la<br />

Voluntad.<br />

Y así, de problema en problema, llévanos, oh<br />

Loco, desde la sensibilidad inicial de los vegetales, como<br />

la sensitiva y otros, y donde los infusorios y radiados<br />

hasta la torpe sensibilidad de los salvajes, y desde el<br />

dolor en el cerebro duro del mercader hasta el dolor<br />

inconcebible e imponderable del Origen. Por tal manera<br />

reorganiza el mundo a base de dolor cósmico, origen de<br />

los espamos gozosos aun no intuidos en los mortales.<br />

Lleva de dolor en dolor a los hombres hasta la<br />

divinidad.<br />

…………………………………………………………….<br />

Entonces, entre las tierras orientales y<br />

occidentales, en las meridionales, a tajo sobre dos mares,<br />

se oye un vago canto armonioso, ora cerca o ya distante,<br />

un cántico misterioso de voz seductora, casi infantil,<br />

que embriaga en amor o deseo. En vano ojeo ansioso en<br />

todo sentido: nadie anda en torno mío, pero el son<br />

resuena más remoto y próximo, más insinuante y de más<br />

dulce promisión que otrora, mientras que invisibles<br />

manos tamborilean el pandero.<br />

De pronto en la arena, a paso abandonado y<br />

rítmico avanzan desnudos únicamente un par de lindos<br />

piececillos de doncella, cuyas piernas, finas en el tobillo,<br />

van engrosándose túrgidas. Y así, desde las rodillas,<br />

entre las espumillas de la enagua que ajusta el viento, se<br />

diseñan los robustos muslos, sustentáculos de la divina<br />

poma entre las robustas y amplias caderas casi invisibles<br />

ya; el vientre palpita transparente y desde el pecho a la<br />

cabeza sólo se adivina en el aire cual si fuesen una<br />

sombra de cristal.<br />

LA VOZ<br />

Si el amor faltase<br />

los instantes serían tan tristes<br />

para el hombre y la mujer<br />

que los días se consumirían<br />

en un tedio insondable.<br />

— 1564 —


EL LOCO<br />

¡Oh, amar, gozar y sufrir<br />

al ritmo de la sangre!<br />

Y en los espasmos,<br />

—éxtasis creadores,—<br />

engendrar el alma y la carne<br />

que serán ser redivivo...<br />

Sufrir, gozar y amar en pasión,<br />

al influjo y reflujo<br />

del infinito en lo eterno,<br />

es no sólo vivir,<br />

sino que también es inmortalizarse<br />

en hueso y en alma y carne.<br />

Tal es el Himno del Mal:<br />

un lacerante legado de amor.<br />

¡Ja, ja...! Lara, laralalalá!<br />

En seguida, en el filo de la roca que separa los océanos,<br />

dominando su solemne inmensidad, pasan bailando no<br />

más que esos incomparables piececitos. Al agitarse las<br />

piernas sus músculos parece que cantaran arrastrando mi<br />

deseo en la desesperación de las mil inauditas promisiones<br />

del amor. Y mis ojos han clavado en ellas su angurriento<br />

mirar, mientras que la enagua, remangándose al viento<br />

de levante ondula llamándome inquieta, ajustándose entre<br />

piernas.<br />

¡Oh!, piernas que son electroimanes y anzuelos de<br />

las agonías largas en espasmos en que los labios queman<br />

con besos ardientes y locos: besos que arañan, que resbalan<br />

o penetran como chispas, como brisas, como<br />

llamaradas o cauterios, ascendiendo en idolatría desde los<br />

dedos y las plantas en serpenteantes cosquilieos que se<br />

dilatan buscando el secreto nido donde sangre y nervios<br />

se electrizan, inflamando y exasperando la vida en<br />

crepitante suspiros de llama viva.<br />

LA VOZ DE LOS OCÉANOS<br />

Esas lindas piernas de virgencita<br />

son el deseo hecho carne:<br />

— 1565 —


ARTURO BORDA<br />

son las inauditas promisiones<br />

que se retuercen ambiciosas, arriba,<br />

en el blando misterio<br />

de su antro voraz.<br />

Si las miras abrirse, oh mortal,<br />

en los vórtices del deleite,<br />

las horas, los días y los años serán nada.<br />

¡No las mires, no las mires, oh mortal!,<br />

si en tu mente arde la sacra llama<br />

que requiere la íntegra combustión del ser.<br />

¡No las mires, no las mires, oh mortal!,<br />

porque en ellas se anonada un futuro,<br />

en la loca ebriedad de los sentidos.<br />

¡No las mires, no las mires, oh mortal!,<br />

si arde en tí un inmortal porvenir.<br />

Acaban de cantar los Océanos Atlántico y<br />

Pacífico y la visión se deshace en una lluvia de ceniza,<br />

de la que se levanta el murmullo de una risa picante que<br />

se va dilatando y poblando la inmensidad, tanto que<br />

inquieta, molesta y desespera por su insistencia y<br />

multitud, cuando entre la negra cerrazón nocturna se ve<br />

surgir infinidad de torre?, cuyas campanas, desde las<br />

chiquitínas a las mayores, fingen desde las sonrisas hasta<br />

las carcajadas. De en medio de un tal algazara e oye salir<br />

una voz ronca y potente, como si retemblara en el eco de<br />

los templos, diciendo:<br />

Oíd el sexto mandamiento del Decálogo en el Antiguo<br />

Testamento; oíd la palabra de Dios, que por intermedio<br />

de Moisés dice al Mundo:<br />

—No fornicarás.<br />

*<br />

Y al mismo tiempo y en el mismo barullo o chamuchina<br />

de voces, de risas y ruidos, se oye gritar a Jesús:<br />

Creced y multiplicaos.<br />

Mas, entre el bramar de los océanos, el silbo de los<br />

vientos y el rezongar de la tierra y un lacerante<br />

vocerío<br />

— 1566 —


EL LOCO<br />

de desesperaciones en la más absoluta incomprensión, sobrenadan<br />

en el rumor general, entrecruzándose simultáneamente<br />

el Creced y multiplicaos y el No fornicarás,<br />

a la vez que en un silbo de cuchicheos se entiende que en<br />

un gran despertar de la conciencia universal van diciendo<br />

por todas partes:<br />

Imposible comprender. ¿Qué haremos? El engaño<br />

es flagrante.<br />

Silbatinas, japapeos, cantos litúrgicos, griterías de<br />

jaranas; burlesco toque de campanas en aquella algarabía<br />

infernal y siniestra en que se comprende algo a modo de<br />

una protesta de la sublevación misma del origen de la vida;<br />

todo lo que, felizmente, se va alejando y desapareciendo<br />

en el silencio de las tinieblas en muchedumbre.<br />

……………………………………………………………..<br />

Y otra vez, cayendo en un letargo genitor de los ensueños,<br />

me pareció que había transcurrido mucho tiempo,<br />

hasta que en...<br />

La mañana. Mucho sol. Los palafreneros han<br />

sacado a Helióforo, el más hermoso bruto, para bañarlo.<br />

Parecía que le daba una lluvia de brillantes. Tal caía en<br />

arco sobre él el chorro de agua helada y cristalina. El, por<br />

su parte, no se movía. Tan dócil era que a una simple<br />

voz de mando tomaba la actitud ordenada. Y era el<br />

arquetipo de la proporción armoniosa. El espíritu y los<br />

ojos se recreaban suavemente en su contemplación.<br />

Después el noble potro, sacudiendo de sí el agua,<br />

se encabritó de entusiasmo ante la alegría de la<br />

mañana; y quedó a semejanza de cobre bruñido. Mas, por<br />

haberse aproximado amenazador el mozo, haciendo silbar<br />

inútilmente el látigo, el caballo retrocedió violentamente,<br />

tanto que arrancando la cadena salió a la disparada,<br />

mientras<br />

*<br />

I<br />

— 1567 —


ARTURO BORDA<br />

que encadenado y encogiéndose en un rincón miraba<br />

aviesamente Argos, el sabueso detective.<br />

Una vez en la calle, deteniéndose vacilante un segundo,<br />

ojeó a diestro y siniestro para emprender a<br />

rompe y raja la escapatoria, como burlándose. Al llegar a<br />

la esquina se detuvo nuevamente y en actitud arrogante<br />

avizoró en todo sentido, con tal gallardía que se hubiera<br />

dicho $er una estatua dominadora, con la crin y la cola<br />

desgreñada por el viento. Los músculos le temblaban a<br />

semejanza de cordajes de acero. Luego prosiguió de<br />

frente, a saltos, sacando con los herrajes estrellas del<br />

empedrado. Desde lejos los transeúntes agitaban los<br />

brazos para detenerlo, pero entusiasmados al fin le abrían<br />

campo al ver su arrogante belleza; y él pasaba en vértigo,<br />

dando cabriolas a modo de embestidas. Más que una<br />

realidad era casi el ensueño. Iba hermoso, altivo y feliz a<br />

semejanza de la libertad. Y así hasta que salió de la<br />

población, dejando en todos el recuerdo de su hermosura<br />

y potencia.<br />

Tal huyó a campo traviesa, salvando ágilmente zan<br />

jas y valladares. De ese modo llegó a un amarillento cebadal,<br />

en el cual retozó sin freno bajo el sol más luminoso. Y<br />

se revolcaba locamente satisfecho, sin amo ni ley, relinchando<br />

vivamente salvaje. En seguida fue a beber debajo<br />

de un sauce, en una limpia fontana, en la que al<br />

principio el reflejo de su propia imagen le espantaba. Y<br />

aquel ir y venir dando botes sugería no sé qué alegría<br />

infantil que sobreexcitaba, cautivando de entusiasmo el<br />

espíritu. Ese irrazonable expandirse en la liberación,<br />

encantaba. Pero luego al oír a la distancia el servil ladrido<br />

del sabueso rastrero, se irguió majestuoso un instante,<br />

dilatando las fo-§as nasales a manera de testa burilada en<br />

homérico escudo.<br />

Después, cuando el nervioso bruto se hallaba pastando<br />

tranquilamente y, por ciertos rumores que<br />

sintiera, a tiempo que erguía otra vez atento su soberbia<br />

cabeza, olfateando el azul, de pronto en vano quiso hacer<br />

galvánicamente el quite, porque su nervudo pescuezo se<br />

hallaba enlazado ya. Todo su esfuerzo fue inútil. En eso<br />

por encima de una tapia se vio salir a pleno sol la cabeza<br />

del gaucho mayoral que miraba zafiamente alegre a la<br />

vez que Ar-<br />

— 1568 —


EL LOCO<br />

gos saltaba como reptil, queriendo morder al noble<br />

bruto, el que al fin de una coz hizo añicos el cráneo del<br />

perro. Entonces, en aquella tarde otoñal, juntamente con<br />

el silbante látigo giraron en el aire las férreas<br />

boleadoras, por lo que el potro se tornó súbitamente<br />

iracundo, recomenzando la lucha trágicamente sublime.<br />

II<br />

Y pasaron los días. La imagen del soberbio Helióforo<br />

vagaba obsesora en mi mente, como una enseñanza<br />

brutal. En vano agitando las manos en torno de mi<br />

cabeza quise espantar aquella imagen que retozaba en mi<br />

cerebro.<br />

III<br />

La tarde se va muriendo en el crepúsculo de un<br />

gris unánime, en el que los focos de luz resaltan a<br />

modo de naranjas encendidas. Lentamente se aproxima<br />

un basurero. Entre las varas llega escuálido el noble<br />

Helióforo. Lánguido el pescuezo y péndula la cabeza,<br />

arrastrando apenas sus cascos, hasta que al fin se<br />

desploma pesada y sordamente, vomitando coágulos de<br />

sangre. Luego aquellos ojos inmensos que un día<br />

centellearon indómita energía, se cuajaron al fin<br />

humilmente, abiertos por siempre, mientras que el auriga,<br />

vociferando: —¡Hola! ¿No quieres comer, eh?— le<br />

descarga aun, en vano ya, una indigna lluvia de<br />

latigazos, por lo cual al instante se aglomeran en derredor<br />

los transeúntes, en tanto que la noche se hace más honda<br />

y reaparece la procesión de los dioses mayores.<br />

EL SERÁFICO DE ASÍS, EL AREOPAJITA<br />

y EL POBRECITO DE PAULA<br />

¿A qué extraña redención te conducen el amor, el<br />

hambre y el dolor, oh pobre Loco? Cuando caigas<br />

rendido al peso de tu dinamismo, que tu agonía sea un<br />

leve sue ño, ya que la existencia ha lacerado tu alma<br />

desde el origen. Dios te ampare, ¡oh infeliz Demoledor!,<br />

ya que mi ideal es la ventura humana; y ojalá no<br />

fracases como nosotros que somos tu pasado.<br />

— 1569 —


ARTURO BORDA<br />

MARCÓ AURELIO<br />

Es verdad. En el aberrante fondo de la conciencia<br />

ya se duda y se cree mismo, avizorando en vano todas las<br />

orientaciones, como en los torbellinos las veletas. Hasta<br />

aquí todo ha sido inútil; pues aquesta damnación inicia<br />

cambio de rumbos radicales. Yo he visto las vorágines de<br />

amor y dolor que propulsan cuidando el ideal cardíaco y<br />

mental de nuestro Demoledor. En la vertiginosa angustia<br />

de aquel corazón, mirad cómo se hacina el amorfo<br />

pasado.<br />

Pero hacia Levante veo ya el resplandor de un gran<br />

incendio que abarca de Este a Oeste. La humareda empieza<br />

a encapotar el firrmamente.<br />

Así, pues, el que no haya caído al impulso de la insania<br />

se asfixiará en el humo para alimentar el fuego sagrado<br />

de las renovaciones. Todo se inflama como en los sudores<br />

de la creación: Dios, el Amor, el Honor y la Caridad.<br />

Tal es el fin de Era o de siglo.<br />

Los amores y las religiones cristalizadas y resurgentes<br />

caen chisporroteando en la infinita hoguera.<br />

Ha llegado la hora<br />

*<br />

Ahora se oye sonar el armonium, en el que se reduce<br />

toda la civilización cristiana. Pero...<br />

UN MENDIGO, TUT HAN KHAMON y MAUSOLEO —<br />

(surgiendo entre una nube de moscas en<br />

la hediondez cadaverina de las tumbas)<br />

Sabiendo a conciencia la vida, es un crimen predicar<br />

la virtud, sea del saber, de la obediencia, de la honradez<br />

y la humildad y de la modestia, porque en el fondo no<br />

es nada más que pretender hacer de la humanidad un rebaño<br />

de bestias atrahilladas, ya sea de los abiertamente<br />

picaros, o, lo que es peor, de los simuladores de toda virtud.<br />

— 1570 —


EL LOCO<br />

Nosotros te decimos, Loco, nosotros que<br />

conocemos el secreto de las tumbas.<br />

¿Para la miseria de qué infatigable virtud has<br />

visto o sabes siquiera por referencia que en ningún<br />

camposanto se haya levantado jamás ni un palmo de<br />

terreno? Sólo para el impune abuso gozosos de la<br />

picardía acaudalada son los honores aun post mortem.<br />

Si quieres salvar a la humanidad, predica la violencia<br />

de la fuerza ciega en la hipocresía y la traición, esas<br />

únicas grandes virtudes de la vida humana; porque después,<br />

aquí, ya todos estamos a la par.<br />

Si no crees, espera, que en el instante necesario te<br />

hablará La Vida, en tu segunda jornada.<br />

Dijeron. Y lanzando una estrepitosa carcajada se<br />

esfumaron en el hediondo vaho de la muerte: cadáveres en<br />

putrefacción que se hacinaban fermentando a todo sol.<br />

Una fuerte bocanada de amoníaco me hizo perder el sentido<br />

por un instante.<br />

…………………………………………………………..<br />

Y en eso me parece entrar apurado a casa. Cierro la<br />

puerta y me tumbo en cama.<br />

Así, pensando en no sé qué, cada vez de modo más<br />

fuerte, es decir, con una idea sin forma, que gira queriéndose<br />

concretar, noté que mi cerebro se constreñía como<br />

bajo un molde de acero que fuese presionando uniformemente<br />

por todos lados.<br />

Mientras tanto mis ojos están fijos en el tumbado,<br />

en una mancha hecha por las goteras y que afecta la<br />

forma de un burro. En medio hay un garfio. Largo tiempo<br />

no hice nada más que mirarlo, sin darme cuenta de su<br />

existen-<br />

*<br />

I<br />

— 1571 —


ARTURO BORDA<br />

cía; pero en este momento creo que debe haber sido colocado<br />

ahí el garfio para colgar aquellas hermosas arañas antiguas,<br />

de cristal, para cien bujías, que usaban los<br />

bisabuelos y que sus reflejos multicolores, por la<br />

descomposición de los prismas, era el encanto de los<br />

niños. Mas, ahora cuelga, en una cuerda de tripas<br />

retorcidas, mi esqueleto, que al viento que sopla<br />

repiquetea sus huesos con sonido de tablitas ensartadas.<br />

MI CARNE (mofándose)<br />

Pobre Esqueleto. Cierto que da risa verlo así. ¡Qué<br />

traza...!<br />

Ahora ya me explico por qué yo no podía moverme.<br />

Claro; sin huesos es fuerza confesar que uno no puede<br />

moverse. Y tanta carne en el mundo.<br />

¿Quién habrá ahorcado a mi Esqueleto? He ahí una<br />

cosa rara. Pero me alegra, porque siempre me hubo<br />

llevado por donde le daba su santa gana.<br />

i Aja, ja, ja! Por Dios, cómo castañetean sus huesos.<br />

Muy cursi. Parece que estuviese bailando la jota.<br />

Bien hecho. Baila, baila. Hay que divertirse. Y<br />

feliz tú que bailas sin poner pies en tierra.<br />

No obstante, observando bien, es bien ridicula la facha<br />

de un esqueleto, aunque sea en la horca.<br />

Y así, el individuo contemplado en esqueleto<br />

parece que disminuyera de tamaño. Esa es una apariencia<br />

infame: trata de degradarme.<br />

Luego me pregunto: —¿Y si se cayera qué sucedería?—<br />

Pues, nada: apenas sería un montoncito de huesos.<br />

Total.<br />

Vaya usted a ver al pobre diablito.<br />

Pero esta es la única oportunidad para burlarse de<br />

veras de la muerte, de la propia muerte, y, como dicen<br />

las gentes, de la manera más terrible: del propio<br />

esqueleto.<br />

— 1572 —


EL LOCO<br />

Vamos a ver. ¿Qué es la muerte? ¿Un esqueleto y<br />

nada más?<br />

¡Aja, ja, ja! Bien poca cosa. Es muy divertido el<br />

asunto.<br />

Mas, en realidad, ¿qué es un esqueleto? ¿Ahora,<br />

por ejemplo? Es una zoncería. Claro: una miserable<br />

cantidad de huesitos ensartados que al soplo de los<br />

vientos repiquetea diciendo: —¡Talaj, talaj!— Así es en<br />

verdad, tan poca cosa.<br />

*<br />

El amargor de un vaho de sangre tibia, espesa y salada<br />

me asfixia. Suspiro fuertemente, pestañeo con rapidez<br />

y miro que pendiente del mismo garfio está ahora mí<br />

cuerpo, mientras que mi esqueleto se halla en cama, bien<br />

repantigado, frotándose las manos, como gran señor qué<br />

no tiene nada que hacer en el mundo.<br />

MI ESQUELETO<br />

Hola, hola, señora Carne... ¿Conque, eh, el asunto<br />

había sido simplemente de turno? Muy bien. Y ahora,<br />

¿cómo te va? ¿Y la muerte por fin sabes ya lo que es?<br />

¡Oh!, excelente compañerita... Y ahora ¿cómo te<br />

va ? Pero contenta; pues...<br />

—Sí, mas no hay que hacer gestos. Eso es muy feo.<br />

¡Oh!, seguramente yo soy una persona muy seria,<br />

por eso, porque soy Esqueleto! A mí no me gusta la<br />

risa, sin embargo que tengo la boca de oreja a oreja y<br />

que parece que la carcajada debería ser mi respiración;<br />

pero no, no me gusta. No, no quiero tener esa mueca de<br />

la carne elástica y gelatinosa.<br />

Así como estás, totalmente flaciada, eres<br />

repugnante, pretensiosa Carne; das la impresión de una<br />

cataplasma húmeda. ¡Uf...!<br />

;<br />

— 1573 —


ARTURO BORDA<br />

Pobre Carnecita mía, ¿se te quitaron ya... las ganas?<br />

¡Ijí, jí, jí!<br />

Vaya, vaya, ¡qué Carne! Eso no está bien. ¿Cómo es<br />

eso de que con un apretón en el gaznate con una miserable<br />

tripita umbilical se ha concluido tu vida? Malo, malo.<br />

Muy malo es eso.<br />

Sin embargo, a mí me divierte muchísimo, especialmente<br />

cuando tengo hijos, entonces da gusto hacerles<br />

cariñitos y mientras la madre mira a otra parte... ¡Kgeu!,<br />

el índice y el pulgar que se le entran en el pescuezo, ni<br />

más ni menos que en la gelatina. Total que la criatura<br />

apenas abre un poco la boquita. Y lo que más divierte es<br />

cómo estira el cuerpecito, como si fuera de resorte. Es muy<br />

divertido el asunto. La madre llora. ¡Claro que sí! Y ¿por<br />

qué no había de llorar? Que llore cuanto quiera, está muy<br />

bien. Pero a pesar de todo nadie agradece. Después lo<br />

único que queda son unas manchitas azulencas en el<br />

cogote de la criatura, en lo cual generalmente nadie se<br />

fija. ¿Ni para qué? Por otra parte, la vida o la muerte de<br />

un párvulo no interesa a nadie.<br />

Dice a la vez que contrayéndosele el sistema<br />

nervioso a la Carne le producía temblores de calofríos en<br />

breves e intensos sacudimientos, o sea el espasmo del<br />

horror. Y el Esqueleto comienza a mecer a la Carne,<br />

jalándole de los pies a uno y otro lado, porque semeja un<br />

terno de ropa húmeda, por lo cual se mata de risa el<br />

Esqueleto, cual si fuese una criatura de seis años, pero<br />

de tan buena gana que yo no pude nada menos que reír<br />

también.<br />

Un esqueleto así, riéndose, había sido la cosa más<br />

divertida del mundo. Eso sí que verdaderamente da risa.<br />

Pero y... ¿Y mi Yo? ¿Dónde está mi Yo? No me explico<br />

esta trialidad.<br />

Estoy meditando en este fenómeno de una triple<br />

conciencia o ficción de ello, cuando —sotoj— cae de la<br />

horca mi Cuerpo, con lo que precipitadamente se viste mi<br />

Esqueleto.<br />

— 1574 —


EL LOCO<br />

EL ESQUELETO (dentro de mi carne)<br />

¿Has oído, Carne mía? ¡Vaya, hombre! ¿Quién ha<br />

hablado de Yo?<br />

LA CARNE (haciendo un gesto despectivo)<br />

Debe ser algún ignorante.<br />

EL ESQUELETO<br />

Claro que sí. El Yo soy Yo. ¿Comprendes?<br />

LA CARNE (profundamente molestada)<br />

¿Sí ? Hola, si estás con esas zoncerías que resienten<br />

de veras, te aviso que estoy dispuesta a encogerme, para<br />

dejarte preso, sin movimiento. El Yo soy Yo, la Carne. A<br />

ver si entiendes. La inteligencia y la sensibilidad están en<br />

mí. Yo poseo la conciencia. El impulso parte de mí. Pobre<br />

Esqueleto, tu cráneo no es nada más que un cascabel.<br />

EL ESQUELETO (aun más molestado)<br />

¡Ja, ja, ja! Pero ¿quién te ha dicho semejantes cosas.<br />

..? ¡Ojo, jó, jó! Si tú estás con tales tonterías, yo me<br />

voy tranquilamente; y como quiera que sin mí no puedes<br />

moverte, ahí te quedarás amontonada, pudriéndote. Quien<br />

pierde, eres tú; a mí la muerte me respeta.<br />

LA CARNE (que se contrae mimosamente, acariciando<br />

lúbricamente al Esqueleto)<br />

No, no, mi lindo Esqueletito. No hay para tanto. Vamos<br />

a ver. ¿Por qué enojarse por eso que al fin y al cabo<br />

no nos importa nada? ¿Qué es el Yo, en resumen de cuentas?<br />

Nada. Luego, pues, no hay por qué enojarse. ¿O no es<br />

la verdad así?<br />

Perfectamente. Concedido. Ahora cállate y te llevo<br />

de paseo. Esto es lo que políticamente se llama... la<br />

cohesión.<br />

— 1575 —


ARTURO BORDA<br />

LA CARNE<br />

Prefiero descansar.<br />

*<br />

Y se echan en mi cama, a mi lado. Poco a poco la<br />

atracción nos une, por lo que nuevamente tengo la conciencia<br />

de mi unidad, a la vez que<br />

EL YO<br />

Ahora se puede comprender fácilmente que el Ya<br />

somos los tres.<br />

II<br />

Y mis ojos están clavados, como al principio, en la<br />

mancha de gotera en forma de burro.<br />

Por fin los cerré, pensando que estoy en una<br />

extraña comedia de transformismos.<br />

Cuando los abrí me hallé en proscenio, en la<br />

Opera.<br />

Era una fiesta de un esplendor nunca visto.<br />

Parecía ser los juegos florales, o algo así.<br />

Habían concursado todos los poetas, todos los músicos,<br />

escultores, arquitectos y pintores, hasta los historiadores,<br />

y, lo que era más notable, también los<br />

científicos.<br />

No he podido averiguar qué ensalada sería. Pero<br />

yo era el Mantenedor. La englantina estaba en mi<br />

poder.<br />

El teatro bote a bote, ni dónde clavar un alfiler.<br />

La englantina era de oro con incrustaciones de<br />

la más rica pedrería.<br />

Miles de concurrentes contemplan como azonzados<br />

aquella fortuna. Parecían fascinados, porque se iban<br />

apro-<br />

— 1576 —


EL LOCO<br />

ximando poco a poco; pero a medida que lo hacían, iban<br />

disminuyendo de tamaño. Mas cuando llegaron a mí se habían<br />

convertido en una linda colección de falderitos, los<br />

cuales bailaban de dos pies, como en los circos, ojo a la<br />

englantina, la que a su vez se había vuelto ya un pedazo<br />

de carne cruda. Claro está que al enterarse del suceso yo<br />

movía la mano de uno a otro lado, porque daba gusto ver<br />

cómo bailaban los animalitos, brincando de dos patitas.<br />

Clemencia Isaura, que era la Reina, acompañada de<br />

su Corte de Amor, se mataba de risa, apretándose con ambas<br />

manos la cintura.<br />

El público lloraba a carcajadas.<br />

De repente, y sin fijarme bien, piso la cola a uno de<br />

los perritos, el cual aulla y me muerde de la pantorrilla,<br />

por lo que salto nerviosamente. Caigo. Al levantarme...<br />

III<br />

Entonces en la montaña retumba el trueno, a cuyo<br />

fragor veo descender una turba de descamisados, enorbolando<br />

el lábaro rojo y entonando éste cántico:<br />

Cuando la obra de arte<br />

que ha de ser la ignición<br />

de nuestra propia existencia,<br />

la lava de un volcán<br />

o el arpegio de un ruiseñor,<br />

no ha sido en consecuencia<br />

la obra más desinteresada posible,<br />

entonces esa obra no podrá ser,<br />

como fueron las de Hornero<br />

y otros altivos mendigos,<br />

himnos inmortales de libertad.<br />

¡Oh! esos jornaleros del amo que paga<br />

y ante quien hay que estar chitón<br />

o ir pregonando su gloria:<br />

reptiles palaciegos<br />

que aun teniendo fortuna<br />

sólo operan a precio de ora<br />

— 1577 —


ARTURO BORDA<br />

Siendo el arte<br />

la más íntima filtración del espíritu,<br />

esencia de esencias,<br />

es por lo mismo<br />

lo que jamás debe subordinarse<br />

al imperio de las urgencias físicas<br />

so pena de ser<br />

mero mercader<br />

que grita con el hecho su simulación.<br />

Que cante quien se sepa poeta,<br />

mas sea sin alquilar su himno<br />

al precio del mejor postor:<br />

que cante como el viento,<br />

rugiendo en toda resistencia<br />

y no sea espejo de prostitución.<br />

Por eso, aun siendo lo que son<br />

las obras de los artífices<br />

del gran siglo de Perícles<br />

y los del Renacimiento<br />

o del Rey Sol,<br />

llevan el sello infamante<br />

de los esclavos a jornal.<br />

Sepa, pues, vuestra labia<br />

el arrullo de la zorrita<br />

y el rugido del león;<br />

sepa el trino de la alondra<br />

y el ronco baladro del monstruo;<br />

pero sabed también<br />

que la libertad se logra rompiendo cadenas,<br />

no lamiendo el tacón opresor.<br />

Erguios soberbios<br />

o que vuestros tuétanos sean bronce hirviente,<br />

y saltad ágiles...!<br />

o que la tierra os sea hierro candente.<br />

Oíd bardos aristócratas y burgueses.<br />

Alzad altivos la alta frente,<br />

sin arrastrar por un mendrugo<br />

la gran majestad de la frase armoniosa:<br />

—1578—


EL LOCO<br />

aprended en el espíritu rebelde<br />

y en el orgulloso cántico<br />

la indomable soberbia<br />

que suda la estrofa del aeda proletario,<br />

desde las retorciones de su honda miseria<br />

que se extiende ya de polo a polo;<br />

que el himno más libre es el grito del hambre<br />

en su desesperante lucha con el ideal.<br />

Dicen. Y, avanzando en avalancha a la turba de los<br />

menesterosos, se va extendiendo en llanos y valles.<br />

Y al despertar... cambió la decoración.<br />

IV<br />

Era como si desde mucho tiempo atrás me molestara<br />

en mi cabecera un pedazo de hierro de forma irregular,<br />

por lo que, no ha mucho, recuerdo que lo eché al patio, ya<br />

que no pude utilizarlo en nada. Si siquiera hubiese tenido<br />

un agujero en el centro, poniéndole un mango ya servir<br />

de martillo. Ese hierro estaba envuelto en una especie<br />

de cinta muy vieja, mugrienta. Y ambas cosas en algo que<br />

era una especie de pergamino que parecía garabateado<br />

por una criatura. Así que sin más trámite di con ello<br />

en el basural.<br />

Yo que arrojo esos cachivaches, que se me presentan<br />

furiosos, un general, un presidente y un sabio.<br />

LOS TRES (hechos unos tigres)<br />

Usted acaba de arrojar esos objetos...<br />

YO (naturalmente sorprendido)<br />

Así es la verdad, señores.<br />

EL GENERAL (rojo como un gallo ordinario)<br />

¿Y no sabe usted, so pedazo de animal, que era una<br />

cruz de hierro, ganada en la última guerra, la cual<br />

(mos-<br />

—1579—


ARTURO BORDA<br />

trándola como quien amenaza) es mi mayor timbre<br />

de honor? ¡Bruto! ¡Bruto!<br />

EL PRESIDENTE (hinchándose olímpicamente)<br />

So cretino... ¿No sabía usted que esa banda es la<br />

insignia de la Presidencia de la República? So pedazo de<br />

imbécil, sepa usted que no lo hago fusilar sólo porque parece<br />

usted un loco.<br />

EL SABIO (pensando con mucha calma)<br />

Pero usted es necio a carta cabal, amigo. Y si no, a<br />

ver, diga usted ¿cómo se explica que un título de sabio<br />

maneje de esa manera? Por lo visto ni sospecha usted lo<br />

que cuesta adquirir ese título. Qué desgraciado. En fin, su<br />

ignorancia le disculpa.<br />

YO (muy afligido)<br />

¡Oh... ¡Oh... ¡Oh, señores... Ustedes<br />

perdonen: yo no sabía absolutamente nada de eso.<br />

Luego... como eran cosas tan inútiles para mí.. En fin,<br />

yo no tengo la culpa. Pero como quiera que ya las han<br />

recuperado, no... No se ha perdido nada. Sin embargo...<br />

Ustedes perdonen.<br />

Y crispando las manos y mordiéndose de rabia los<br />

labios ahí mismo desaparecieron, como consumidos por su<br />

propia bilis.<br />

Doy media vuelta en la cama y en la pared veo<br />

que se profundiza una habitación.<br />

Es mi taller, en el gue tengo lindos trozos de<br />

madera muy fina.<br />

Estoy muy ocupado, fabricando animalitos.<br />

Al hermoso cretino que me servía de modelo,<br />

hace más de un mes que a puntapiés lo eché a la calle.<br />

V<br />

— 1580 —


EL LOCO<br />

He dejado, pues, de trabajar la figura humana, porque<br />

resulta perfectamente improductivo. Eso de trabajar<br />

mendigando las obras y en ayunas... ¡hum! ya no.<br />

Pues es una gran verdad que para trabajar es necesario<br />

previamente haber comido, si no bien, por lo menos<br />

lo suficiente, ya que sin fuerza no se puede hacer absolutamente<br />

nada. Así que, so pena de muerte, el círculo<br />

elemental en que se mueve el instinto y la inteligencia, es<br />

comer para trabajar y trabajar para comer, lo cual no<br />

acepta juego de conceptos.<br />

De modo que de toda esa madera destinada para tallar<br />

dioses y gente célebre me puse a fabricar hormas de<br />

zapatos y un surtido completo de animalitos que sirviese<br />

de juguetes para los niños. De ese modo ya pude pagar el<br />

alquiler de la casa y la pensión. En fin, ya se podía<br />

vivir y sin matarse, devanándose el alma en las angustias<br />

del amor y la belleza.<br />

Mas, aquí viene lo notable.<br />

*<br />

Yo estaba haciendo una recua de borriquitos de a<br />

diez centímetros cuando oí un extraño murmullo muy<br />

cerca de mí.<br />

LOS DIOSES Y LAS GENTES CELEBRES (de<br />

frente a mi, hechos unos energúmenos)<br />

¿Por qué fabricas bestias de esa madera destinada<br />

para nosotros? ¿Es que no sabías acaso que la tal madera<br />

es sagrada ya? Pedazo de idiota y sacrilego. ¡Sacrilego!<br />

¡Sacrilego!<br />

*<br />

Así estuvieron horas enteras. Yo no sé de dónde sacaban<br />

tanto razonamiento para insultarme con todo el<br />

vocabulario ad hoc en todos los idiomas. Unos políglotas<br />

sulfúricos.<br />

— 1581 —


ARTURO BORDA<br />

Al fin, cansados de lo inútil que les resultara hablarme,<br />

tuvieron que ponerse patitas en la calle.<br />

Por lo que hace a mí, me puse del mejor humor posible.<br />

Seguramente; porque querer que yo, a mi edad,<br />

pierda en ellos mi tiempo... ¡Oh, qué inocencia! Y, además,<br />

he visto que siempre, que, no sé por qué, es gente<br />

muy fea.<br />

*<br />

En eso aparece el Nazareno, anquilosado en cruz,<br />

todo ensangrentado; hecho un monstruo, completamente<br />

hinchado.<br />

JESÚS (con voz muy compungida)<br />

Buenas tardes, Loco. Vengo a ver si quisieras<br />

hacer mi retrato. En pago yo te llevaría al cielo,<br />

cuando...<br />

YO (como al influjo de las cosquillas)<br />

¡Oh... Muy buenas tardes, mi buen Jesús.<br />

Pero qué es eso? Se ve que llevas veinte sig^s de<br />

atraso. La intima vez que te vi estabas más limpiecito.<br />

Pobre Jesús: no dejas de hacerte estropear; ese es muy<br />

mal oficio, aunque el más fácil que se pueda imaginar;<br />

pero es una mala profesión. Esto no está bien. Apostara<br />

que has ido a hacer algún disparate. No está bien, repito;<br />

es menester reformarse. Estás hecho... Estás hecho lo<br />

que eres: un nazareno. Pues no hay más que conformarse<br />

o morir de una vez para siempre; ¿qué es eso de estar<br />

haciéndose aporrear a cada rato? Y con tantas palizas ese<br />

cuerpo debe estar hecho un escabeche. ¿Y tu cruz?<br />

Apostara también que la empeñaste ya. Los tiempos<br />

están muy malos.<br />

JESÚS (muy triste)<br />

Bueno, Loco, hijo mío, ahora no te burles tanto. No<br />

seas tan malo, y has, más bien, mi retrato. ¿Quieres, Loquito?<br />

— 1382 —


EL LOCO<br />

YO (sorprendido)<br />

i Hombre! ¡Qué chistoso! La verdad es que la historia<br />

nada dijo de esta tu habilidad. Tremendo eres Jesús<br />

Nazareno. Que siquiera se te hubiese ocurrido ordenar<br />

pinte una transfiguración, vaya, pasaba, por ser una<br />

cosa decentita; pero un nazareno, así como estás... ¡Oh,<br />

eso ya no pasa ni con jarabe. Te aseguro que la gente ya<br />

no quiere saber ni ver' cosas tristes. Y tiene razón. Pero<br />

más que nadie sabes cuánto se sufre tanto y a cada momento<br />

¿entonces para qué más tristezas de las que sepultamos<br />

en el silencio de nuestro secreto soberbio, altivo,<br />

digno y rebelde? En fin, con ustedes, los humildes, resignados<br />

y santos, ya no hay negocio posible. Imáginate que<br />

ni aun las Afroditas desnudas, ni los Apolos y Adonis, ni<br />

las lúbricas bacantes y ni las sílfides calatas, con ser tan<br />

sensuales y bellas, es decir, que representan la alegría<br />

de la vida misma, la potencia del placer... Pues ¡nada!<br />

Qué han de querer comprar tu retrato, ni los frailes ni<br />

las monjas, que son la dolorosa y rabiosa acumulación de<br />

angurrias locas de placer. Las imágenes de miseria, de dolor<br />

y sufrimiento, las rechaza aun la gente medianamente<br />

culta, porque ya son vejeces que se las destina únicamente<br />

para los museos, como testimonio de una civilización<br />

verdaderamente bárbara del mundo, que llevó el cilicio a<br />

la conciencia misma de los seres.<br />

JESÚS (casi llorando)<br />

Entonces has siquiera el retrato de mi madre.<br />

YO (meneando la cabeza)<br />

¡Hum!... Gato escaldado... Si fuera virgen<br />

para el amor profano quizá tuviera aceptación en el<br />

mercado. Pero tal como es, imposible. ¿Quien ha de<br />

querer una virgen pudibunda, que esté a guisa de<br />

guillotina encima de la libertad conquistada con<br />

cuántos siglos de lucha y a costa de tantos mares de<br />

sangre? Por otra parte bien sar bes que ya nadie respeta<br />

esas efigies, en cuya presencia misma se cometen<br />

atrocidades inconcebibles, tanto en los<br />

— 1583 —


ARTURO BORDA<br />

hampas como en los prostíbulos y en las reservas de<br />

los hogares más virtuosos. Ya ves, es inútil que porfíes<br />

más.<br />

Ahora ha sustituido a todas esas imágenes<br />

sagradas el retrato de cada cual. Pero todavía la gente no<br />

comprende que los retratos son también no más que para<br />

la persona retratada, ya que a nadie más puede interesar<br />

lo que carece de una alta belleza puramente física, de<br />

manera que el valor del retrato se ha concluido con el<br />

individuo, o dura, a lo sumo, con el afecto de los hijos,<br />

si su fidelidad no se ha mezclado el interés de los legados,<br />

porque generalmente... !Uf!... ¡Qué caras! No te digo<br />

nada. Pero tú mismo, mi Buen Jesús, mírate en ese<br />

espejo y verás la cara que llevas, tan aporreada, que es<br />

para cerrar los ojos y matarse de risa.<br />

Sí, hombre: no seas tan bromista...<br />

Además, tú que predicas la más alta moral ¿cómo<br />

diablos andas desnudo, sólo con un taparrabo? Eso<br />

ahora no se usa nada más que en los balnearios, en<br />

verano. Y la gente va, no como vos, sino que bien<br />

aseadita, por lo menos debías limpiarte esos cuajarones<br />

de sangre.<br />

Pero baya ya los brazos. Si te ven así te van a creer<br />

loco y te expones a que te lleven al manicomio. Ahí está<br />

todo lo que sacaste de tu inútil sacrificio en la cruz: anquilosarte<br />

en esa forma. En tal actitud parece que quisieras<br />

bailar la jota, que es un baile español muy divertido.<br />

Tu postura es pues muy chistosa; si te vieras en un espejo,<br />

como dije, tú mismo te reirías.<br />

JESÚS (llorando)<br />

No seas malo, Loco: has nomás mi retrato.<br />

YO (afirmándome)<br />

No, hombre. No seas porfiado. Más bien si me hicieras<br />

el servicio de irte ya... Me estás haciendo perder miserablemente<br />

el tiempo, THE TIMES IS MONEY, en inglés,<br />

que es un idioma que no debes conocer. ¿No ves<br />

que<br />

— 1584 —


EL LOCO<br />

ahora estoy tan atareado, fabricando esta indómita cebra<br />

tan linda? Mira ¡qué gallardía! Mírala. Aquí tengo un<br />

águila en pleno vuelo, y aquí, en éste otro lado, fíjate en<br />

ese picaflor, emborrachándose de miel en esa flor. Yo<br />

hago únicamente toda la libertad, como no la hizo nadie,<br />

sin miedo ni al cielo ni a la tierra, ni a lo conocido ni a lo<br />

incognoscible, ni a la vida ni a la muerte. ¡Claro! Eso agrada<br />

a la gente, porque eso constituye un tónico para la lucha<br />

diaria, por ser el ejemplo de la libertad y la rebelión<br />

de lo más profundo de la conciencia. ¿Comprendes?<br />

¡Vaya, vaya con el hombre! Que siquiera te hubieras<br />

llamado Heracles, por ejemplo, listo. Ya está. Pero te<br />

llamas también Jesús... ¡Bah! Ahora se llaman Jesús<br />

únicamente las mujeres. Estás, como ves, en absoluta derrota.<br />

Sin embargo, si quieres, más bien puedo hacer suscribir<br />

un acta de protesta por eso de tu nombre, aunque<br />

en verdad las protestas no significan en el hecho otra cosa<br />

que la gritería de la impotencia. Entre gente inteligente<br />

no hay protesta sino reivindicación violenta.<br />

Como vez, los tiempos han cambiado mucho y aun<br />

tienen que seguir cambiando, sin que nadie alcance a sospechar<br />

hasta cuándo ni cómo. Es una barbaridad. Por eso<br />

pienso que no sé cómo se acuerdan todavía de ustedes algunas<br />

que otras personas piadosas, pero que carecen de<br />

inteligencia para poder pensar en la lógica de los hechos.<br />

Malos tiempos son estos, Jesús, Sin embargo lo peor es que<br />

ustedes, los dioses sólo se acuerdan de las gentes para pedir<br />

limosnas con objeto de construir suntuosos edificios<br />

para los haraganes, sin que haya un sólo ejemplo de que<br />

hayan construido habitaciones para la gente desvalida: en<br />

cambio las gentes se mueren de puro viejas esperando<br />

vuestros favores o milagros. Por estas razones tú también,<br />

mi Buen Jesús, resultas en efigie un miserable y<br />

vulgar explotador de la buena fe y del trabajo de los menesterosos.<br />

Ahora, hasta lueguito ¿eh!<br />

Acto seguido se presentaron en tropel todos los santos,<br />

encabezados por Santa Teresa, el de Loyola y San<br />

Pe-<br />

— 1585 —


ARTURO BORDA<br />

dro. Con ellos sí que ya no pude. Antes de que abriesen<br />

siquiera la boca les largué en la cabeza todas las<br />

hormas que tenía a la mano. Y tuvieron que salir a la<br />

disparada, vendiendo almanaques. Había que verlos<br />

cómo al correr tropezaban unos con otros. Y qué<br />

porrazos los que se pegaban. Era de verlos. Al fin pude<br />

reir de lo lindo.<br />

*<br />

Después vino mi alma, muy asustada,<br />

sacudiendo la mano, como quien amenaza a los<br />

niños.<br />

ALMA<br />

¡Idiota! ¡Bárbaro! ¿Qué has hecho? Me pones en<br />

ridículo y en peligro. Tengo vergüenza ya decir que me<br />

perteneces. Cada cosa que haces es una atrocidad. ¡Idiota...!<br />

¡Idiota! ¡Mil veces idiota!<br />

Y sin embargo quería entrar a la fuerza en mí.<br />

Pero yo gozaba mucho soplándola. De cada soplo la<br />

despachaba muy lejos. Y ella nada, señor: dale que dale<br />

que había de entrar en mí, y yo sopla que soplarás, hasta<br />

que encendiendo un cigarrillo le eché con el humo, por lo<br />

cual, bonitamente atolondrada, sin por dónde<br />

escabullirse, va y se refugia en un chanchito de sándalo,<br />

el cual arrancó a rompecincha, marrando que daba risa y<br />

gusto verlo; tan pequeñito y con vida de persona... Era<br />

un dije. ¿Dónde iría a parar? No sé.<br />

Desde entonces vivo tranquilo, sin ninguna<br />

necesidad de eso que llaman espíritu o alma; estoy<br />

suficientemente servido con la fuerza y le conciencia.<br />

Pues así.<br />

*<br />

Y por eso mismo las gentes tienen envidia de mí,<br />

porque no hago nada más que reir, hecho que ya parece<br />

constituir en mi una enfermedad.<br />

Pero después, viendo a un hombre a quien lo<br />

trajo un ventarrón, el cual a causa de mi risa<br />

incontenible se<br />

— 1586 —


EL LOCO<br />

mordía los labios, zapateando y con las manos terriblemente<br />

empuñadas, ridiculamente incapaz de sofrenar sus<br />

nervios mal educados, pues a causa de él de porrazo me<br />

puse serio. Y el desgraciado echó a correr con un susto<br />

que... entonces si que ya no pude contener la carcajada<br />

más estrepitosa.<br />

VI<br />

Pero inmediatamente me retiro malhumorado a la<br />

ventana, desde donde veo justamente sorprendido, de cuclillas<br />

a César, Cristo, Napoleón, Goethe y Beethoven, a<br />

Humbolt y Bolívar, a San Francisco y Voltaire, a la Magdalena,<br />

a Venus, Hércules y María, y a la mar de tipos célebres<br />

que charlando entre pujo y pujo hacían su torpe<br />

necesidad.<br />

EL LOCO (que riéndose salta de su escondite)<br />

¡Aja, ja, ja! ¡Los pesqué...! ¡Los pesqué! ¡Aja, ja<br />

ja! (Gritando) Vengan todos los esclavos; todos los que<br />

humildes y respetuosos sufren el yugo de la grandeza.<br />

Vengan a carrera los que quieran libertarse a pesar de los<br />

calofríos de su miedo, porque esos son los valientes que<br />

salen de la esclavitud. Vengan todos los que sienten rebullir<br />

en su sangre el impulso de la rebeldía.<br />

Entonces saltando los valladares del corral llegó la<br />

juventud a millones, la que se desaguaba de risa, viendo a<br />

los dioses, a los guerreros, a los sabios y los santos, que<br />

haciendo su necesidad física, de pura vergüenza no se atrevían<br />

a levantarse y ni siquiera a alzar la cabeza. Luego<br />

llegaron todos los menesterosos, toda la legión de hambrientos<br />

y harapientos del mundo, cuya carcajada ya no<br />

era una burla sino un dolor mezcla de venganza, de insulto<br />

y triunfo, lo cual concluyó a pedradas, por cuya razón<br />

las Magdalenas, los Césares y Cristos, las Evas y los Bolívares<br />

y Humboídts, los Goethes y Voltaires, etc., etc.,<br />

huye, ron a espetaperros al son de una infinita rechifla de<br />

carcajadas que iba retemblando en el mundo, de confín a<br />

confín.<br />

— 1587 —


ARTURO BORDA<br />

Y mi carcajada aumentaba tanto que yo me<br />

sentía adquirir proporciones gigantescas entre la<br />

humanidad, entre la humilde humanidad temerosa que<br />

me aplaudía frenéticamente en acción de gracias. Mas<br />

yo seguía desarrollándome hasta que de pronto ya no<br />

pude ver el mundo, porque mi cabeza quedaba muy<br />

sobre las nubes.<br />

Entonces a modo de tromba marina con alas de<br />

fuego llegó entre nubes, sobre el azur, el Loco, quien<br />

diciendo: —¡Bravo! ¡Bravo!— se mataba de risa.<br />

Indignado por lo cual, no obstante de reconocerme en él<br />

como en un espejo, rompiendo las más altas nébulas,<br />

de un bofetón lo echo a rodar en la inmensidad. Había<br />

que verlo cómo iba dando volteretas.<br />

Por eso mi carcajada fue tan tremenda que<br />

perdía el equilibrio. Yo también iba a caer ya en el<br />

infinito cuando el susto me despertó.<br />

Con la emoción me parecía que estaba cayendo<br />

aun en la eternidad en una especie de suspensión helada<br />

sobre mí mismo. Digo que nunca como entonces<br />

experimenté tan formidable satisfacción de<br />

encontrarme en mi cama. ¡Oh, mi buena cama! — decía<br />

— Y la estrujaba revoleándome, sin poderme convencer<br />

que era mi cama, mi propia cama, y que<br />

consiguientemente no había peligro. ¡Uf...Ü Respiré de<br />

contento cuanto pude, largamente, con calma, hasta que<br />

me dolieron los pulmones y apenas se sentía las<br />

palpitaciones de mi corazón.<br />

*<br />

Luego, ya con más calma, fui considerando lo<br />

estúpido de mi error y terror postrero.<br />

¿Qué significa el infinito? ¿Hay, por ventura,<br />

nada más estúpido y sin sentido que el infinito y la<br />

eternidad, de eso que quiere expresar<br />

incalculablemente más de lo que se pudiera entender<br />

por ello? ¿Qué significa eso de siempre más, más, más<br />

siempre en espacio, en materia y<br />

*<br />

— 1588 —


EL LOCO<br />

tiempo? Y en ese siempre, siempre, naciendo y muriendo<br />

hechos, seres y muchos absurdos, sin objeto<br />

anterior ni ulterior? ¡Oh, nada hay imaginable más<br />

estúpido y despreciable que lo infinito y eterno!<br />

*<br />

Estaba en eso cuando apareció el Demoledor, correteando<br />

como una ardilla, de modo que iba sacando de sus<br />

escondites a todos los archimillonarios, a los monarcas<br />

y los dioses, a los sabios, generales y policiales, a los<br />

espíritus y a todos los diablos.<br />

Y en medio de la más abigarrada muchedumbre,<br />

como en un tablado de feria universal, empezó a charlar,<br />

burlándose de los dioses de todas las religiones, es<br />

decir, de todas las autoridades, enamorándose cínica y<br />

libertinamente de las diosas, de las vestales y las<br />

emperatrices,, proponiéndoles con descaro rufianesco el<br />

adulterio, de k> que se reía a mandíbula batiente,<br />

mirando de soslayo a los dioses, a los emperadores y a<br />

los sacerdotes, y archimillonarios. En fin, el caso es que<br />

ellos estaban como los perritos cuando se arrinconan de<br />

miedo. Así. En cambio la humanidad proletaria, la<br />

gente sufrida, los eternamente humillados y obedientes<br />

y temerosos de todo, como si se hallasen ante los clowns<br />

en la pista de un circo ecuestre, reían al parecer de una<br />

manera inextinguible.<br />

Seguidamente todos los empíreos, los edenes o<br />

wall-hallas y todos los orcos, o infiernos se conspiraron<br />

contra el Demoledor; pero él con un vigor y una audacia<br />

sin límites, remangaba las túnicas a las diosas y a los<br />

dioses, dándoles sendas palmadas en las nalgas si no les<br />

jalaba las orejas o les arrancaba cabellos, cuando no les<br />

pellizcaba en la nariz; luego tiraba del rabo a éste o aquel<br />

demonio, aventando de cada soplo millares de almas<br />

errantes que iban girando ridiculamente impotentes a<br />

modo de polvillo en los torbellinos.<br />

Esto sucedía en medio de una chilla y barabúnda<br />

indecibles, mientras que la humanidad reventaba de<br />

risa.<br />

— 1589 —


ARTURO BORDA<br />

EL DEMOLEDOR (acometiendo cien mil<br />

diabluras con todo lo sagrado, entre<br />

las súplicas y las amenazas)<br />

Hola, vosotros, dioses, sabios, monarcas,<br />

potentados y milicianos, iniquitosa selección de<br />

pitarrillas, por vosotros es que ha caído la humanidad en<br />

la vorágine caótica, porque desviando cada cual a su lado<br />

la corriente natural de los instintos y las ideas, según su<br />

conveniencia, han desorientado los corazones, mostrando<br />

auroras falsas de promisiones presentes o futuras, de<br />

Norte a Sur, de Este a Oeste.<br />

Vosotros, simuladores de redentores, sois los<br />

verdaderos tiranos.<br />

Pero sabed que yo soy el Dios de la Libertad, yo,<br />

el Demoledor, y que de hoy más ya no hay nada sagrado<br />

que oprima el fondo de la conciencia; ni yo.<br />

¿Comprendéis, lacayos de vuestras angurrias y<br />

vuestro despotismo? La humanidad es libre en su<br />

conciencia, aquello único que vosotros los redentores no<br />

queréis libertar. Pues eso está libre ya. ¡Ja, ja, ja!<br />

Luego el fuego a manera de un sol en<br />

palingenesias, circuye los horizontes, avanzando<br />

sordamente, incendiando el cielo, el agua y la tierra. Y<br />

así el ígneo círculo cerróse a semejanza de un fanal en el<br />

que se volatilizaron el Loco y la humanidad.<br />

La insospechable angustia que me aniquilaba<br />

me hizo despertar sobresaltado.<br />

Mis ojos alocados vagaban inciertos en la densa<br />

sombra cuando al Levante veo venir en el cielo azul una<br />

cadena de nubes pesadas en forma de rosas marmóreas,<br />

cuyo sentido voy explicando a las gentes; en seguida<br />

llega otra<br />

*<br />

— 1590 —


EL LOCO<br />

que también explico; pero al empezar la tercera siento<br />

como si se refrescase mi espíritu y algo así como fuera un<br />

despertar, el cual en verdad no es.<br />

Ojalá concluyesen ya por siempre estas<br />

vorágines en que se hunden mi corazón y mi cerebro.<br />

Tengo asco, rabia y cansancio. Hago todo lo posible por<br />

despertar definitivamente; pero otra vez veo que<br />

materializándose mi Alma y mi Cuerpo en medio de una<br />

extrañas brumas, vienen hablando.<br />

MI CUERPO (furioso y gritando)<br />

¿Dónde irá el buey que no are? El mundo y la<br />

humanidad tienen razón, Alma: hay que saber vivir. Y no<br />

tienes más, pues, Alma que saber vivir. Me envejeciste<br />

miserablemente en una carrera de sacrificios, yendo por<br />

en me-dio mismo de la libertad, reatando inútilmente el<br />

ejercicio de actividades. Para así más hubiera valido que<br />

me hubiese enclaustrado desde el principio en un<br />

monasterio, porque con menos sacrificio mis penas<br />

hubieran tenido el mérito de la santidad y no que ahora<br />

apenas si me llaman tonto. Es necesario saber vivir,<br />

Alma idiota.<br />

MI ALMA (serenamente)<br />

Pobre Cuerpo Es incuestionable que piensas como<br />

cerdo: como cuerpo; como todo el mundo: como los que<br />

saben vivir, aceptando resignados todas las humillaciones<br />

por un centavo, por un mendrugo y por un andrajo. Nada<br />

más que por eso; pero hacen bien, porque si no, no serían<br />

Cuerpos. De manera que tu gritería se explica muy bien;<br />

pues ya estás viejo y casi inmaculado, contemplando con<br />

envidia el libertinaje en que el mundo da rienda suelta a<br />

sus instintos, por lo que sientes que el placer perdido te<br />

llama desde la cloaca común; por eso grita sin<br />

esperanza la agonía de tu energía animal. Pero eso me<br />

complace, ya que significa ser el testimonio inocente de tu<br />

pureza. Además ¿dices que para ir la vía crucis que<br />

pasaste hubieras preferido que se te enclaustre desde un<br />

principio? Eso también es muy razonable, porque lo que<br />

bien hubieras querido era dormir a pierna suelta en<br />

colchón de plumas, mo-<br />

— 1591 —


ARTURO BORDA<br />

viendo los labios haciendo como si rezases por no hacer<br />

nada; comer bien y holgar con hipócritas hembras<br />

entregadas a la misma farsa. Conque ¿sabes vivir, eh! Eso<br />

dice todo el mundo.<br />

MI CUERPO (asintiendo alegre)<br />

Claro: hay que saber vivir. Eso ya te dije y además<br />

dije que eso mismo la humanidad repite a modo de eco<br />

sempiterno.<br />

MI ALMA<br />

Tú lo dices y el mundo repite sin cesar, bien lo sé.<br />

Y dijeron, dicen y dirán los que han logrado amasar su<br />

alma en su sexo y en sus intestinos; pero como quiera<br />

que he visto que el saber vivir aun de los más líricos<br />

idealistas es tener que arrastrarse como víboras o perros,<br />

abdicando su altivez predicada, ya sea para lograr los<br />

favores del amor o de la fortuna de gentes generalmente<br />

más canallas que la misma canallería. Por eso yo, el<br />

Alma, he preferido venir por esta vía de tortura, por<br />

conseguir plena autoridad para mirar de alto a bajo a las<br />

gentes y hablar claro y fuerte desde el avatar más alto<br />

del orgullo. Y he querido que tú también logres esa<br />

conciencia, única forma de autoridad. Pues observa que<br />

toda esa porquería de gente que con más o menos<br />

hipocresía y miedo tiene que disimular la vergüenza y la<br />

humillación de arrastrarse continuamente, em-puercando<br />

su alma en la mentira sólo por dar satisfacción a su<br />

animalidad. Mira cómo quieren ocultarse y desaparecer.<br />

¿No oyes cómo se esfuerzan gesticulando cómicamente<br />

trágicos por hallar alguna disculpa a la inmundicia de su<br />

saber vivir 7 ¿No ves cómo su propia conciencia los aplasta<br />

ante ellos mismos más que ante nosotros? Quiere decir<br />

que nuestra autoridad ha entrado más allá de sus<br />

huesos y sus tuétanos.<br />

Mas, ahora que me comprendes, debe desaparecer<br />

ese tu sutil temblor contenido, de rabia sofrenada por no<br />

poder sobreponerte a mí.<br />

¡Hum ___<br />

MI CUERPO (sonriendo pensativo)<br />

— 1592 —


EL LOCO<br />

Y a medida que venían iban desapareciendo en la<br />

sombra, en la que….<br />

…………………………………………………………….<br />

Después de un intante pasan las tinieblas en<br />

forma de bocanadas de la noche. En el horizonte se ve<br />

resplandores de incendio y<br />

OMAR (saltando como un demonio de entre<br />

la» llamaradas de un volcán)<br />

Yo me río de todo, porque yo he incendiado<br />

treinta mil ciudades, aldeas y castillos y seis mil<br />

templos. He vencido a Izdger, Rey de Persia, y a<br />

Heracleo, Emperador de Oriente. Acabo de incendiar<br />

setecientos mil volúmenes en la biblioteca de<br />

Alejandría. Loco, aprende, pues, de mí. No hay<br />

vencedor cobarde. Mira cómo arde la biblioteca más<br />

grande del mundo. Soy el vencedor de la inútil<br />

sabiduría del pasado.<br />

RABELAIS, RAUE T MOLIERE (sonriendo)<br />

¡Húm __ ! Parece que Ornar tiene razón y<br />

parece también que no.<br />

*<br />

Entonces, en el silencio de aquella noche, era de<br />

verlo al Loco, cómo para luchar a zarpazos y<br />

dentelladas a la luz del sol, hecho una bestia feroz iba<br />

afilando sus uñas y sus dientes en la, tiniebla que giraba<br />

solemnemente. En seguida empezó a descuajeringar el<br />

Corán y la Biblia, el Edda y el Zend — Avesta, el<br />

Talmud, los Vedas y el Toldos Jeschut, cuyas páginas<br />

aventó en pedacitos el viento de la noche.<br />

UNA VOZ (emergiendo de la lobreguez)<br />

Esquilo habla. Loco, presta atención.<br />

Dice y la sombra se ilumina misteriosamente,<br />

cuando entre brumas las altas cumbres al despeñarse se<br />

conver-<br />

— 1593 —


ARTURO BORDA<br />

tían en arenilla que se hundía en el océano, el cual iba<br />

rompiéndose en los escollos que los carcomía lamiéndolos<br />

dulcemente. El bramar de los aquilones arrastra un lejano<br />

rumor de voces.<br />

"Prometeo: — ¡Ah...!<br />

Mercurio: — Esa exclamación no es de Júpiter.<br />

Geronte (el Océano) a Prometeo: — Parecer loco<br />

es el secreto del sabio".<br />

Esto mismo repite San Pablo como cosa suya; pero<br />

no importa.<br />

……………………………………………………………<br />

De pronto el cielo, la tierra y las aguas, todo empieza<br />

a temblar, rezongando larga y horrísonamente en<br />

medio de nieblas y sombras, cuando entre retumbos y rayos<br />

salen lentamente de las tinieblas<br />

LAS AMERICAS<br />

(diciendo con voz de terremoto)<br />

Oye, Loco, lo que decimos.<br />

Anda tranquilo, hijo dilecto,<br />

sin zozobras ni decaimientos,<br />

y ante la Europa, el Asia y el África,<br />

ante la Oceanía y la Australia,<br />

para que tu acción sea libre,<br />

presentarás esta credencial:<br />

—REDENTOR DE LA CONCIENCÍA<br />

LOS ANDES<br />

(hablando con rumor de remesón)<br />

Oíste ya, misérrima criatura.<br />

Ahora ciego, sordo y mudo al dolor,<br />

al desaliento, al temor y la fatiga,<br />

anda audazmente al tremendo cumplimiento<br />

de tu destino,<br />

porque estás ungido ya<br />

con nuestro helado sudor<br />

que te trasminó alma y huesos.<br />

— 1594 —


EL LOCO<br />

EL TITICACA<br />

(agitándose furiosamente)<br />

Yo infundiré en el segador<br />

y Demoledor,<br />

con los ímpetus de mi alma,<br />

ánimos y fe de surcador<br />

y sembrador.<br />

Pues ved ya cómo en la sorda calma<br />

de mis negros fondos<br />

el débil y fuerte amor opreso<br />

del más alto, profundo y grande lago,<br />

rebulle impaciente y a prisa<br />

en los ignotos antros hondos,<br />

queriendo ser, de su oleaje mago<br />

en la superficie blanda y lisa,<br />

la sonrisa de un beso<br />

en la caricia de la brisa.<br />

Mas, ya empieza el suceso.<br />

¡Oh, mi celosa<br />

chiquitína!<br />

armoniosa<br />

ola chilindrina<br />

que revienta, procelosa<br />

y opulenta,<br />

en raudo loor<br />

que seduce y fascina<br />

al intrépido Demoledor,<br />

con lauros de espuma<br />

en la mimosa<br />

bruma misteriosa.<br />

Y miles de millares a millones<br />

llegan como ella a empellones.<br />

Lista ya, mirad cómo se desliza,<br />

cristalizándose, la sonrisa que idealiza<br />

en los resecos labios de mi Loco,<br />

limpiando así el gesto de su seño<br />

— 1595—


ARTURO BORDA<br />

siempre adusto,<br />

grande y justo,<br />

dibujando en su mente<br />

con el agridulce beleño<br />

de su ínclito ensueño<br />

que en lo recóndito siente:<br />

El Triunfo del Arte, del<br />

Illimani en la más alta cumbre —<br />

a donde soñando en breve parte,<br />

cima en que a la mañana luce y besa<br />

y a la tarde agonizando cesa<br />

siempre primero toda lumbre,<br />

refulgente o apacible<br />

ya de Inti, Paxi o Huarahuaras,<br />

como en oblación de lo incognoscible<br />

a la gran Pachajmama<br />

en las niveas aras<br />

que de veras ama<br />

de los grandes<br />

Andes.<br />

Por eso yo, el Titicaca,<br />

así como en Manco Capaj un día intuyo,<br />

en el espíritu de mis aguas,<br />

el noble y grande imperio del Thahuantinsuyo,<br />

ahora al insano cenceño<br />

que con audacia se destaca<br />

al soplo de mis íntimas fraguas,<br />

yo le aclamo: Rey del Ensueño.<br />

Pero que repose algo y se levante<br />

para que a la aurora emprenda<br />

su ruda travesía que fervoroso cante<br />

por el ancho mundo en su nueva senda.<br />

Luego un soplo de tinieblas impenetrables lo escondió<br />

todo; pero en seguida se fueron aclarando en sombras<br />

índigo verdosas, de tintes más mordorees, entre las que<br />

se veía venir, envueltas en un resplandor misterioso, saliendo<br />

de las islas del Sol y de la Luna, notando lentamen-<br />

— 1596 —


EL LOCO<br />

te sobre las frías ondas del lago sagrado, hacia Thiahuanacu.<br />

LOS MONOLITOS<br />

(que hablaban como con el rumor de los ensueños)<br />

Loco,<br />

hijo amado...<br />

¿Qué?<br />

¿La fatiga te aniquila?<br />

¿No echas de ver<br />

que no eres tú quien obra<br />

sino que la inconciencia<br />

de la voluntad ambiente?<br />

No son, pues, el Alma y la Carne<br />

quienes han de desviar tu destino;<br />

y sin embargo<br />

es cierto que esta tu agonía<br />

es inquietante y dolorosa;<br />

pero recuerda que llevas nuestro espíritu,<br />

el espíritu de la piedra,<br />

de la piedra endurecida<br />

en la contemplación y la meditación<br />

de los orígenes y fines<br />

de la belleza y la verdad<br />

en manos de los verdaderos y grandes poetas,<br />

los artífices originarios<br />

que reconcentraron en su corazón<br />

toda la energía de su vida<br />

en la idea de nuestra forma.<br />

Somos la luz y la verdad hechas piedra,<br />

y tú, Loco, hijo,<br />

eres la piedra hecho sentimiento<br />

y pensamiento americano;<br />

así que alístate, pues, tranquilamente,<br />

porque tu sino te prepara una nueva jornada<br />

que deberás rematar<br />

con El Triunfo del Arte<br />

en la más alta cumbre del Illimani.<br />

¿Comprendes?<br />

Ahora anda,<br />

que nuestra luz alumbrará tu ruta.<br />

— 1597 —


ARTURO BORDA ATAHUALLPA,<br />

MOCTEZUMA y CAUPOLICAN<br />

(severamente inmóviles)<br />

Loco, hijo amado,<br />

que tu pecho no se agite<br />

ni en el llanto ni en las carcajadas,<br />

ni tus párpados pestañeen<br />

ni ante el rayo ni en el trueno<br />

ni tiemblen tus dedos en el amor<br />

ni ante la daga del asesino,<br />

porque representas el sereno silencio<br />

de nuestra oculta potencia<br />

de inmémores siglos<br />

y llevas, además,<br />

nuestra bendición.<br />

Cumple, pues, indiferentemente tu sino.<br />

Pero nota que tu misión<br />

no es ir a la conquista material<br />

de Iberia o Albión,<br />

sino que es ir al mundo<br />

a la liberación<br />

de la conciencia.<br />

¿Comprendes? ¿Sí?<br />

Entonces anda veloz,<br />

que hace siglos<br />

te espera el mundo.<br />

LAS ESTRELLAS<br />

(alocadas y radiantes)<br />

Hagamos que, cintilando<br />

y bailando,<br />

nuestro pestañeo<br />

de inquietas estrellas<br />

sea un amplio derroche<br />

en el cabrilleo<br />

de las ondas sin huellas<br />

en la densa noche.<br />

Mas, para la ya gran alborada<br />

— oh adamantino brillo —<br />

— 1598 —


EL LOCO<br />

de la última sacra jornada,<br />

id saltando<br />

en centellas<br />

de seductores zarcillos,<br />

los sádicos arrullos<br />

y los místicos murmullos,<br />

en relumbros de lánguidos polvillos,<br />

sobre las ondas y en los vientos,<br />

sublimando así los sentimientos<br />

de nuestro rebelde Loco amado<br />

en sidérea luz abrasado,<br />

a quien, sabed, oblamos ya el eterna!<br />

e infinito imperio del sumo Ideal<br />

en aquesta serenata sutil<br />

y fútil de<br />

la bella<br />

querella de<br />

chiquititas<br />

estrellitas<br />

rotas en astillas<br />

de lucientes culebrillas,<br />

en los rápidos reflejos<br />

de quebrados y ondulantes<br />

lóbregos espejos,<br />

donde resbalando semejantes<br />

a brillantes<br />

collares<br />

inquietantes<br />

a millares,<br />

van extinguiéndose luego,<br />

con reluciente juego,<br />

en la ociosa<br />

arenilla<br />

de la orilla<br />

silenciosa.<br />

…………………………………….........................................<br />

Y desperté, por fin, pensando con repugnancia en<br />

que estas mis pesadillas no son nada más que un miserable<br />

reflejo de la inmundicia del sentir o pensar<br />

artísticos o filosóficos del tiempo, con lo que fui<br />

haciendo estas reflexiones a modo de una...<br />

— 1595 —


ARTURO BORDA<br />

INÚTIL APOSTILLA<br />

Pero ¡oh, el asco que también siento ya por todas estas<br />

manifestaciones del alma! Ya no puedo explicarme la<br />

soberbia de los intelectuales, artistas o sabios y todos los<br />

demás, desde que he comprendido que la satisfacción de<br />

las necesidades espirituales es ni más ni menos que la satisfacción<br />

de las necesidades corporales. Ambas son apenas<br />

las evacuaciones perfectamente urgentes,, que de no<br />

hacerlas reventaría el individuo, por el cerebro, el corazón,<br />

el estómago o el sexo.<br />

El conocimiento de la vida, o sea de la verdad, es lo<br />

que más humilla al hombre, toda vez que limita de un modo<br />

miserablemente fatal las más sublimes ambiciones. Esto<br />

sabido admira la ignorancia y la vanidad humana.<br />

Así como la tremenda y grande soledad está en la<br />

conciencia de esa sociedad, la grande y tremenda ignorancia<br />

debe estar en la conciencia de la ignorancia que tiene<br />

de sí la sabiduría.<br />

No, no sé qué febriles aguijones ha dejado en mi<br />

agonía esta siniestra pesadilla. Todo es ya en los ayeres y<br />

hoy, escombros en soledad y muerte... ¡Qué ansias de<br />

crear universos...!<br />

En eso noté al fin que sonaba la hora postrera hacia<br />

el tránsito.<br />

—1600 —


R E A C C I ÓN


R E A C C I ÓN<br />

NOVELA RADIAL<br />

----------------<br />

Cansado al fin de tanto ir y venir sin lograr hacer<br />

nada productivo, febricitante de tedio me dormí en ayunas<br />

aquella noche también...<br />

*<br />

Estaba parado, apoyándome en la esquina Comercio<br />

- Plaza Murillo. La hora era de la luz indecisa en un<br />

crepúsculo violáceo en el que al encenderse las lámparas<br />

del alumbrado público fue una epifanía de naranjas. Mucha<br />

gente moza alegre iba y venía, descansando del trabajo.<br />

Llega un grupo de amigos.<br />

—¿Qué haces, Loco?<br />

—Nada. Plantado, como siempre.<br />

—¿Sabes? Estamos pensando reorganizar el Círculo<br />

Inti. ¿Qué te parece?<br />

—Macanudo. El Círculo Cinti de las añejas parrandas,<br />

que inquietó un día al ambiente?<br />

— 1603 —


ARTURO BORDA<br />

—Bueno. Y, fuera de broma, tienes que ponerte<br />

en actividad.<br />

—De acuerdo, mi Jefe.<br />

—Cierto; ya está el programa y te buscábamos<br />

para ver si quieres tomar parte.<br />

—Bueno, pero ¿si les hago pasar las Horcas<br />

Cau-dinas?<br />

—Claro será. Mas, prepara algo de lo que sabes.<br />

Ya te avisaremos qué noche será. Y hasta luego, Loco.<br />

—Hasta luego. Vayan con suerte.<br />

Ellos se van y yo también.<br />

Días después. La sala está llena, Los números se<br />

sucedían deliciosamente. Al final citan mi nombre y el<br />

público se sonríe y tose de buen humor; yo también,<br />

pensando que no habiendo preparado nada, debo decir<br />

algo para zafar del atolladero. Y me pongo de pie,<br />

sonriendo impávidamente de mis apreturas. Comienzo<br />

así:<br />

Con mi más afectuoso saludo a todos, debo<br />

comunicarles que habiendo sido honrado para<br />

distraeros durante<br />

una hora al reiniciar las actividades intelectuales y artís<br />

ticas del Círculo Inti, en el primer programa de su reor<br />

ganización, lo hago con mi mayor beneplácito,<br />

contándo<br />

les un ensueño o cuento ......... Un cuentito, pero no del<br />

tío,<br />

Así que desde luego pido disculpa por la mucha lata<br />

que os he de dar. Y si os fatigo, advertidme para<br />

suspender la lectura. Hay que ser francos.<br />

Recuerdo que la noche aquella estaba linda<br />

como una ilusión. Era en invierno. En las calles no<br />

había sino uno que otro viandante apurado. Yo iba<br />

cabizbajo con las manos en los bolsillos del pantalón,<br />

suspendidos los hombros y levantada la solapa, todo<br />

aterido. Verdaderamente el frío en la boca era de<br />

mascar como hielo. De rato en rato me soplaba las<br />

manos. La luna era llena y en el gris<br />

— 1604 —


EL LOCO<br />

turquí del firmamento las estrellas fulguraban alegres,<br />

llamábanse con sus pestañas de luz. Y crucé la gran<br />

avenida Santa Cruz que están abriendo, entubando el<br />

torrentoso Choqueyapu, internándome lentamente en esas<br />

callejas angostas y tortuosas del suburbio en el que los<br />

raros foqui-tos de luz mortecina parecían avergonzados<br />

ante la suave claridad lunar. Dijérase que mi sombra me<br />

guiaba. De pronto una forma sigilosa ha trastornado<br />

una esquina. A lo lejos se oye el pitar de un guardián y<br />

acaso si la bronca bocina de algún auto, prolongándose<br />

cual si fuese la Sirena de "La Razón", anunciando alguna<br />

novedad a la vez se oye dar las doce de la noche. Yo<br />

estoy yendo como una sombra, metido en mis tuétanos,<br />

en el silencio nocharnie-go, cuando a mi espalda oigo<br />

una voz que repite: Reacción. Reacción. Y calla. Vuelvo<br />

la cabeza, y no hay nadie. Será la voz de alguna radio o<br />

gramófono, digo. Así, prosiguiendo, ensimismado,<br />

pensando y pensando en verdad, sin saber qué,<br />

atolondrado, con un cúmulo de ideas en fuga, entré en un<br />

tienducho destartalado, sórdido, mugriento. Un foquito<br />

antiguo, de veinte bujías, esparce su media luz en el local<br />

de asientos de adobes y cajones vacíos. En la trastienda<br />

un lecho de adobes con cama y un fonógrafo viejo,<br />

empolvado. En la armazón del mostrador de barro cinco<br />

o seis botellas vacías. Tres bebedores charlan en voz baja<br />

en un rincón. Saludo, tomo asiento en el lado opuesto.<br />

La dueña, veterana, está dormitando, arrebujada en su<br />

manta hasta la nariz, sentada en un pellejo de llama<br />

negra, soñando acaso su lejana juventud aborigen o en las<br />

tradiciones misteriosas del Kollasuyo ignoto. Cabecea<br />

lentamente al peso de sus heroicos años anónimos. La miro<br />

con tristeza. Se llama Kgana-Huara. Un gatito bien enroscado<br />

runrunea a su lado.<br />

—Señora, buenas noches— le digo. Y despertando<br />

sobresaltada, responde:<br />

—¡Ay! Señor. Me había dormido. Se ha perdido Ud.<br />

también tanto tiempo...<br />

—Sí, señora— replico—; soy, pues, aviador en las<br />

sombras de la noche. Hace mucho frío. ¿Quiere Ud. darme<br />

una copita? Más bien que sea una cuartita.<br />

— 1605 —


ARTURO BORDA<br />

—Le daré, pues, —dice levantándose muy apenas,<br />

y agrega:— ¿Y me lo ha escrito Ud. la carta para mi<br />

hijo el Escalera que está en la frontera, en el Regimiento<br />

Illi-mani?<br />

—Sí, señora; ya lo creo. Aquí está. Y le estoy mandando<br />

los 20 que le debo.<br />

—¡De veras! ¿A ver? —dice—. Le muestro. Mira alegre<br />

con sus ojitos nublados, y, sonriéndome la linda viejecita,<br />

continúa: Tan sola que estoy desde que se ha ido.<br />

Lea Ud. a ver.<br />

Leo y me alcanza alegre la cuarta de duraznillo. Bebo<br />

dos copetines y otro más, repitiendo y aspergeando con<br />

el dedo el licor en el suelo, para la Pacha Mama. La primera<br />

en la frente y las demás en la boca. Ella se sienta y<br />

cabecea al punto.<br />

En el silencio, cual lejano organillo, se oye el zumbido<br />

elitral de una mosca que ha caído en alguna telaraña.<br />

Acaso ha salido ya la peluda araña cautelosa con sus<br />

ojos enormes y atrapándola la arrastra a su cubil y lentamente<br />

le está sorbiendo ya su sangre. Pobre mosquita incauta;,<br />

ya no zumba como música de ensueño.<br />

La luz de la luna ha entrado ya al tienducho; está en<br />

el cesto de coca y en el balay de pan con cebollas, quesos,<br />

ají y tomates.<br />

Cerca a mi copetín, en el canto del cajón mugriento<br />

que sirve de mesa, con sus ojillos negros y brillantes me<br />

está mirando un ratoncillo vivísimo; ladea lindamente su<br />

cabecita como queriendo escuchar mi pensamiento cuando<br />

toso y de un salto desaparece.<br />

Así, poco a poco mis párpados se caen. Me estoy durmiendo<br />

ya.<br />

De tal manera me hallé de pronto, no sé dónde ni<br />

cuándo, inquietado por espinillos y pellizcos en todo el<br />

cuerpo. El sitio me era desconocido y sin embargo me<br />

pa-<br />

—1606 —


EL LOCO<br />

recia haber estado en él ya, como en alguna<br />

premonición o en bilocación. Luego hay mutación<br />

constante de escenas. Suburbios y boulevares; bajos<br />

fondos de hampas y palacios; estruendosas cataratas y<br />

océanos en calma chicha; paisajes hórridamente<br />

dantescos y apocalípticos o de indescriptible belleza<br />

tropical edénica; caminos que voy, esfumados en<br />

lontananzas del azul; abismos que bajo, perdidos en<br />

limbos, y cumbres que escarpo, radiantes de luz nivea;<br />

luego en la umbría, al través de la fronda húmeda y<br />

verde se ha filtrado un rayito de sol, iluminando la arenilla<br />

del fondo del arroyuelo en la que la sombra<br />

cristalina de sus olitas entreteje lindos arabescos.<br />

Enormes mariposas tornasoles revuelan aletargadas con<br />

levedad de ensueño; mientras que en el rumor glicenado<br />

de la espesura se oye a coro, tamizado por el glú-glú de<br />

las aguas, el estri-dul de las cigarras, el canoro trino de<br />

mil aves y el canto del ruiseñor; cuando de pronto,<br />

rápida y a pasito menudo, casi triscando, pasa coqueta y<br />

leve sobre el césped una linda chiquilla, túrgida, velada<br />

su sonrosada carne impoluta por un sutil tul inconsútil<br />

anacarado. Y mientras susurra el céfiro en la enramada<br />

olorosa, la virgencita, sonriendo desaparece en el<br />

manantial.<br />

Y he suspirado involuntariamente.<br />

Sí, la belleza femenina, desde su virginal niñez<br />

hasta el místico esplendor en su pubertad, es el augusto<br />

anzuelo y cabo de la ignota maternidad siempre vigil,<br />

como la sabia Naturaleza bifurca la existencia hacia la<br />

conservación ilimitada de la especie en la alegre<br />

exaltación de la belleza ágil, sana y fuerte. Ahora estoy<br />

subiendo en un ascensor regio de un rascacielos que<br />

atraviesa las nubes, cuando me hallo en el fondo de un<br />

abismo del cénit o nadir esfumado en las tinieblas.<br />

Luego estoy en sitios que me recuerdan mis horas<br />

venturosas o mis peores días. Y eso sucede en el<br />

silencio de una profunda soledad en invierno a tiempo en<br />

que pasan las sombras de los santos eremitas en la Trapa<br />

o en la Tebaida que se desvanece en una niebla densa,<br />

en la que estoy sudando frío. Pero de pronto, unos<br />

amigos, profesores todos, irrumpiendo en algazara en un<br />

vetusto caserón en una ciudad extraña, me conducen a la<br />

Escuela de Artes y Oficios de La Paz, cuyo<br />

— 1607 —


ARTURO BORDA<br />

pueblo se halla prendido a su tierruca; y empujándome<br />

suavemente ante el micrófono de la radio América, me<br />

dicen al oído:<br />

—Che, Loco, te hemos buscado todo el día, sin<br />

poder hallarte. Estás en programa. Y éste es tu número.<br />

Habla ya.<br />

Dicen matándose de risa al pellizcarme. Yo los<br />

miro alelado, sin saber qué pensar ni qué decir, en mi<br />

perplejidad. Y ellos tornan a hablar, riendo aún más por<br />

mi desorientación en su intríngulis.<br />

—Habla rápidamente. Es el día del Maestro;<br />

nuestro día, che, Loco, ¿has creído que te ibas a burlar?<br />

Arréglate. ¿Para qué te has ofrecido a hablar? —dicen,<br />

largando el trapo de la carcajada, mientras desaparecen y<br />

se cierra la puerta de la cámara. Estoy hecho un tonto,<br />

sin saber qué hacer.<br />

El locutor: —Ha de hacer uso de la palabra el profesor<br />

de dibujo de la Escuela de Artes y Oficios, desarrollando<br />

el tema Reacción.<br />

Y sin saber también cómo, y temblando de miedo<br />

ante el micrófono, oyendo en mi aturdimiento una<br />

música lejana que el viento lleva, veo pasar, como en el<br />

cine, a Juan Jacobo Rousseau, Fovel, Pestalozzi, Juan<br />

Amos Can-sinno y Ferbart y la Decroles, que me miran<br />

enojados y de reojo; luego sonriendo me hacen un<br />

guiño y se esfuman, mientras que yo, asustado, con mis<br />

ojos bven abiertos estoy mirando la pared a tiempo en<br />

que oigo que comienzo a balbucir, más o menos, en esta<br />

forma:<br />

*<br />

En el insulso bregar de este tráfago inútil y<br />

estúpido, me parece que ya no veo nada justo, bueno o<br />

bello, arrastrado y envuelto, cual todos, por la brutal<br />

vorágine del mendrugo. Y paso tal si ya no existiese:<br />

insensible, sordo y mudo, a modo de un degenerado; sin<br />

embargo ahora, cual si fuese empujado por un huracán,<br />

me parece cru-<br />

— 1608 —


EL LOGO<br />

zar una zona salutífera al saber que es El día del<br />

Maestro<br />

y ......... Recuerdo que hace días fue el gran día de la Ma<br />

dre.<br />

Me sorprenden mis propias palabras. Sacudo la cabeza<br />

y me restregó los ojos.<br />

Estoy atontado y temblando aún. Pero noto que comienzo<br />

a meditar, como no lo hiciera desde hace años.<br />

Y de pronto creo comprender, viendo tanta miseria<br />

espiritual y física en el mundo, que quizá las dos grandes<br />

figuras y fechas del nuevo calendario, sean las de la<br />

Madre y el Maestro. Reflexiono.<br />

Pero en este momento siento que, semejante al impulso<br />

de una fuerza superior, quiero decir con el fervor<br />

más íntimo de mi alma, algo, respecto a esa sagrada idea y<br />

realidad que es la Madre.<br />

Creo que la humanidad —desde que el mundo<br />

es— no pudo ni podrá concebir ideas o imagen más<br />

inmensa del misterio de lo incognoscible que Dios:<br />

aquello que no se puede concebir: precipitado de toda idea<br />

de infinito y eternidad insondable en el macro y el<br />

microcosmos.<br />

Este concepto humano de Dios es el mejor testimonio<br />

de nuestra absoluta ignorancia. Luego siento, veo, palpo<br />

y comprendo que sobre la rugosa Madre Tierra no hay<br />

ni habrá ninguna realidad más tangible de la representación<br />

de esa divinidad, que es la Madre; nexo sagrado entre<br />

la humanidad y El Eterno, inabarcable e incomprensible<br />

de la suma bondad palpitante y sin término. Es decir, la<br />

Madre, en el estremecimiento perpetuo del amor cósmico,<br />

es la única representación divina en el Paráclito y el<br />

Demiurgo de lo más sagrado concebible en el fondo de<br />

cualquier religión.<br />

La Madre que es a la vez todas las pasiones, todas<br />

las Viacrucis y todos los sacrificios y martirios, y todos los<br />

calvarios mudos y silencios, generadora de los poderes y<br />

potencias del misterio gnóstico. Ella, la inmensa, la divina,<br />

que es a la vez llanto, sonrisa y congoja, —amor,<br />

do-<br />

— 1609 —


ARTURO BORDA<br />

lor, angustia y pasión, consuelo, soplo de fe y aliento—,<br />

agonía gozosa de dación íntegra al hijo, desde la<br />

concepción hasta la muerte, y más allá del nunca más<br />

y de todas las lontananzas. Ella la sacrosanta<br />

Klepsidra o reloj de arena o de la vida: en que la<br />

eternidad del futuro se filtra en ella, en el Yo perpetuo<br />

del ser, el hijo, hacia la otra eternidad que es el pasado<br />

ineluctable ya.<br />

¡Salve a tí, Oh La Madre!<br />

Dios hecho en tí amor, dolor, sacrificio sin tregua<br />

de la vida y de la muerte que la bienandanza de tu<br />

criatura que es el dolor de tus dolores, gozo de tus<br />

goces; fe de tu fe, leche de tu leche, amor de tus<br />

amores, hueso de tus huesos, alma de tu alma, médula<br />

de tu médula, y sangre de tu sangre, y vida de tu vida;<br />

suspiros, quejas y sonrisas; carcajadas y locura; delirios,<br />

hambres y sedes; desvahimientos y ensueños; pasado,<br />

presente y futuro, todo en el crisol de tu amor. Todo:<br />

tú misma; la prolongación de tu espíritu y materia en<br />

tu vastago, y que cuan, to más sufres y mueres por él,<br />

tanto más te das y callas.<br />

—Salve a tí ¡oh Madre! El corazón más inmenso<br />

que ha podido concebir Dios en su infinita bondad.<br />

Y quién ante Ella, ¿la inmensa, la divina, la<br />

inmortal, no se sublimará en lágrimas y de rodillas, sin<br />

las inútiles oraciones ya, sino que en el más puro amor<br />

de los amores de la gratitud humana?<br />

Sí, señores.<br />

Así pues; un día, para comprender tal infinitud de<br />

concepto, purificado en lo más abscóndito de mi espíritu,<br />

cuidado en el esfuerzo y el estupor de todos los<br />

dolores... un día ascendí sangrando en el temblor de la<br />

Eternidad, yendo de esfera en esfera y de ronda en<br />

ronda al origen, donde creí hallar la vida en ebullición<br />

y solamente vi en el pavor helado de un silencio de<br />

vacío a las Madres... Estaban en la tiniebla circundada de<br />

radiante luz, mudas y pálidas, absorta la mirada<br />

enigmática y zahori, perdida en<br />

— 1610 —


EL LOCO<br />

el eterno misterio, escrutando anhelantes en el terror sin<br />

nombre el destino aciago o feliz del hijo a venir. . .<br />

Y en mi ser anonadado se hizo la idea de Dios. Y fue<br />

tal mi espanto, que desperté en una especie de agonía, como<br />

petrificado en los témpanos del polo ártico, tal si estuviese<br />

ante las anunciaciones o revelaciones de lo<br />

incognoscible. . . Sí. . . Pero perdonadme. Estoy inquieto<br />

y agitado,<br />

Mas, ya debo volver al tema mismo, tema de actualidad<br />

constante. Y procuraré explicarme, porque creo<br />

que mi idea se enrevesa y mi pensamiento se<br />

enmaraña; es tanta mi emoción ante Ella ......<br />

Y sospecho que quizá deberían ser una sola fiesta la<br />

del Maestro y la de la Madre, y a la vez la fecha de la renovación<br />

de protesta para obrar jesucristianamente en conjunto,<br />

hacia un solo fin: la redención humana contra<br />

viento y marea de toda idea castradora. Y ahora, a guisa<br />

de paréntesis, quiero, con mi más hondo afecto y deseo,<br />

recomendar a la juventud su benévola atención a lo siguiente:<br />

Seré lo más breve posible, aunque el asunto da<br />

para mucho.<br />

Y debo decir, previamente, contra toda corriente<br />

secante y pechoña, que a toda Maestra la conceptúo<br />

Madre y a todo Maestro, padre. Hogar y escuela se<br />

complementan.<br />

Entiendo que la Madre con su idea y su voluntad,<br />

desde el instante de la divina concepción, y en el tiempo<br />

gestatorio, se reconcentrará sin tregua, en la vigilia y en<br />

el ensueño, forjando con su pasión, en espíritu y<br />

materia, al vastago, encarnando en él estas tres ideas:<br />

Fuerza, Sabiduría y Belleza — ; así en el máximo de su<br />

amor, acrisolado en el ansia de los más lejanos futuros,<br />

rodeándose de todas las imágenes perfectas de tales<br />

ideas, de manera que ella viva en esa sociedad de<br />

conceptos, estereotipando en su progenie, cual si fuese<br />

en una placa fotográfica. Todo<br />

— 1611 —


ARTURO BORDA<br />

el tiempo debe estar pensando que está formando en ella<br />

el ser más perfecto.<br />

Más claramente: deberá repetir con todo fervor, como<br />

la más alta oración sobre la tierra, para la cual la vida<br />

concede las máximas indulgencias: Dirá: —Mi rorro o<br />

guagua, es fuerte, sabio y bello.—<br />

Y así, por tal manera, se irá formando el milagro<br />

en la maternidad sabia, al través de la infinita eternidad,<br />

como infiltración de Dios en la tiniebla siete veces honda<br />

de su sacrosanta matriz. Luego después de la prodigiosa<br />

epifanía del alumbramiento, la puérpera en la lactancia<br />

escopiará, gota a gota, la concepción de su amor, hecho<br />

carne: Fuerza, Sabiduría y Belleza. Tal, pues, el hijo<br />

será la encarnación de esa trilogía; el alto fin de la<br />

maternidad. A su vez, digamos, que el padre, desde antes<br />

del engendro, desde el comienzo de la atracción en la<br />

afinidad electiva del amor, irá consubstanciando en su<br />

naturaleza esa trinidad de ideas o fuerzas que la Madre<br />

realizará conciente-mente, sin que la descendencia sea ya<br />

un mero accidente, del espasmo ignorante y<br />

simplemente animal.<br />

Ahora bien, el Maestro y la Maestra, en el Kindergarten,<br />

en la escuela, en el colegio y en la Universidad, y<br />

aún en la especialización facultativa, irán puliendo en sus<br />

hijos y en sus alumnos, en estado de plena conciencia ya,<br />

tales ideas: Fuerza, Sabiduría y Belleza, infundiéndoles<br />

con amor la fe tónica y la habilidad segura, sin los egoísmos<br />

y las envidias que algunos pseudo maestros suelen tener<br />

para la victoria de sus alumnos en su juventud, en la<br />

juventud que es todo el esfuerzo y la potencia de toda la<br />

voluntad sana posible en el individuo. Luego comprendamos,<br />

pues, ya, que el magisterio Psicoaltruista es la experiencia<br />

conciente de toda sabiduría, es decir, la que a raíz<br />

de los hechos analizados deduce normas ponderadas para<br />

evitar los errores y los fracasos en la niñez y la juventud<br />

que prepara para su victoria oportuna.<br />

El maestro es eso: el más desinteresado amor y deseo<br />

del triunfo ajeno y lejano ya de sí mismo que continúa<br />

humildemente en la misma labor, sin idea ni espera de<br />

ningún galardón.<br />

—1612 —


EL LOCO<br />

Eso son: la prof escrita y el profesor cito tan<br />

tenidos a menos en el escándalo mercantil y político.<br />

En acápite tan importante y fundamental, cual<br />

es el mejoramiento de la especie, no veo razón<br />

valedera por qué desde la historia conocida no se ha<br />

dilatado y multiplicado en el pueblo y la humanidad<br />

una idea o fórmula semejante, conducente a la<br />

superación humana, justamente en el principio o punto<br />

de partida, en el genésico, con método y fin humano.<br />

La educación física más antigua con la fórmula<br />

Mente Sana en cuerpo sano y el Conócete y conocerás<br />

la humanidad de la Pitonisa de Delf os o de Thales de<br />

Mileto, no va más allá; deja que el grueso mundo<br />

vaya como quiera o pueda.<br />

La Juventud, atolondrada con su ansia de<br />

placeres a que le impulsa su plétora; la mayoridad,<br />

constreñida por sus preocupaciones, y la vejez,<br />

pensando en la muerte, no sospechan ni preparan su<br />

hijo para ningún objeto y fin, como se prepara, por<br />

ejemplo, un proyectil en la guerra, desde el metal, las<br />

preparaciones químicas, el envase, todo, lo mismo el<br />

arma. Y así en todas las industrias, en que todo debe ser<br />

fuerte, bábil y bello.<br />

La experiencia de nuestro fracaso debe<br />

enseñarnos y obligarnos a señalar a los que vienen la<br />

ruta del éxito.<br />

Asimismo el hombre y la mujer desde el<br />

instante de la atracción o afinidad electiva ya deben<br />

estar preparando física, moral e intelectualmente,<br />

todos los elementos constituyentes de su heredero pre<br />

natal, el Rey de la Naturaleza, y no dejar que les<br />

sorprenda una criatura del azar, desprovista de toda<br />

herencia que no sea la puramente animal, dejan<br />

después, más ignorantemente aún, que la educación y<br />

la instrucción suplan de afuera a dentro lo que la<br />

paternidad no hizo en su inconciencia.<br />

Todas las madres pueden certificar de la<br />

influencia de sus ideas y sus impresiones, cuando están<br />

encinta, en sus hijos. A su arbitrio está el tener hijos<br />

brutos, feos y malos y débiles, o bellos, fuertes y<br />

sabios.<br />

— 1613 —


ARTURO BORDA<br />

Bueno, pues: Madres y Maestros, ya sabéis. Y a<br />

vosotros jóvenes: Los nuevos hogares deben ser la incubación<br />

inteligente de la Sabiduría, la Bondad, la Belleza y<br />

la Potencia del futuro Rey de la Naturaleza.<br />

Vosotros, jóvenes, no tengáis ante el futuro la responsabilidad<br />

ignorante o maliciosa de los viejos egoísmos»<br />

Va en ello el más grande Ideal.<br />

He aquí, pues, señoras y caballeros, una expresión<br />

inconfundiblemente tácita del más acendrado amor humano<br />

que han sentido palpitar en sus corazones y golpear<br />

en sus sienes todos los redentores de la humanidad, provocando<br />

luchas y guerras cruentas con océanos de sangre<br />

vertida inútilmente por el apremio de sus urgencias, revolando<br />

entre las ramas, sin sospechar que el principio genésico,<br />

acaso, sabiéndolo callaron por miedo y vergüenza<br />

a la tradición de sus normas educacionales. Han silenciado<br />

cómplicemente, atentando contra la felicidad humana<br />

Anarquista del Porvenir por ello mismo.<br />

Y aquí la Madre y el Padre, el Maestro y la Maestra,<br />

forman una sola entidad hacia un solo fin, no solamente<br />

racial sino que humano; la perfección de la especie.<br />

En todo impulso y acción el individuo parte inconcientemente<br />

de lo humano y su misión es pues humanizar la vida.<br />

Eso. Y para eso se debe patentizar o entronizar en el<br />

hogar y el aula, en imágenes seleccionadas del arte y de la<br />

ciencia, los ejemplares más perfectos, como se seleccionan<br />

en la flora, en la fauna, etc., y no exhibir monstruos que<br />

no pertenecen a ninguna raza humana. En la escuela y el<br />

hogar las chiquillas, que luego serán madres, deben estar<br />

mirando constantemente lo más bello posible.<br />

Esta concatenación de ideas me recuerda a las exposiciones<br />

de arte que se realizan en estos lares, en que se<br />

exponen supuestos tipos raciales americanos que no existen<br />

ni entre mongoles, hotentotes, esquimales, abisinios o<br />

patagones, ni en el arte cavernario: ojos y cejas perpendiculares,<br />

que no se hallan en la escala zoológica: entre<br />

aves, peces ni paquidermos y ni entre moluscos ni batracios;<br />

frentes tan deprimidas y ridiculas cual no se encuen-<br />

.<br />

— 1614 —


EL LOCO<br />

tran entre los simios; labios tan exagerados que no simulan<br />

ser sino belfos de jumentos; pómulos tan protuberantes<br />

que no son sino como cráneos descarnados. Y por último,<br />

la exposición corpórea en conjunto, y esto casi de<br />

una manera unánime, acaso de escuela ya, simula que<br />

fuese de tipos humillados, vapuleados, atrofiados,<br />

hipertrofiados en panópticos o centinas; una especie de<br />

ahorcados; tipos ago--biados, hundidos. Figuras que dan<br />

lástima. O quizá hayan tales ejemplares entre los<br />

efímeros infusorios... No lo creo.<br />

El tipo racial se ha de buscar en el promedio, pero<br />

jamás puede ser de una excepción caprichosa, sin tomar<br />

en cuenta la acción selectiva natural.<br />

Hablo de esto porque constituye un atentado espiritual<br />

y físico contra la pureza y belleza racial.<br />

Constituye una calumnia, por lo que se verá. Todos<br />

podemos ver cada día y a cada paso, en las calles,<br />

escuelas, conventos y cuarteles, el tipo de belleza<br />

aborigen y criollo, masculino y femenina, y nadie podrá<br />

constatar un solo caso dé parecido con tales pretendidos<br />

modelos, ni en kgechuas ni aimaras. Todo el mundo<br />

puede atestiguar ante mi aserto. Y nadie puede<br />

desmentirme . . . Mas mis ideas se fracturan, huyen y se<br />

recomponen como las nubes.<br />

Pero hagamos una pausa para decir que si las dres,<br />

siendo como fueron y son aún, meras esclavas, ignorantes<br />

y simple carne de placer del macho, dieron tanto hombre<br />

ilustre en el arte y la ciencia; ¡cómo sería siendo Ella,<br />

sabia y libre y, por consiguiente, madre y maestra a la<br />

vez! . . .<br />

A este fin deben cooperar, a ojo cerrado, sociedad,<br />

Estado y pueblo, teniendo en cuenta que del germen<br />

que se esparce desde el Kindergarten saldrán los futuros<br />

hogares que den sabios, santos y héroes conscientes de su<br />

propio valer y valor.<br />

Por esta manera al fin triunfará la escuela algún<br />

día al través del inconfeso batallar sin tregua del hambre<br />

del mísero maestro nacional. Pero sin lucha no hay<br />

triunfo, y<br />

— 1615 —


ARTURO BORDA<br />

a mayor resistencia corresponde mayor victoria. Y a<br />

mayor sabiduría y libertad material mayor felicidad<br />

humana.<br />

En los repliegues más secretos y cobardes de nuestra<br />

conciencia, ¿no sentimos acaso danzar alegre y leve la<br />

verdad desnuda, iluminando con rubores de amapola nuestras<br />

hipócritas tinieblas asesinas, carceleras de la libertad<br />

a la luz del sol?<br />

Debo hacer notar también, a propósito, que de levante<br />

a poniente y de oriente a occidente, y en medio día,<br />

todos los cráneos humanos tienen las órbitas de dentro a<br />

fuera y de arriba a abajo, solamente en la raza amarilla,<br />

y en los asirios, se ve los ojos ligeramente oblicuos, lo cual<br />

sospecho que obedece al deseo de hacer un distingo racial.<br />

A ello me induce la observación acerca del peinado en la<br />

más antigua estatuaria de China, Mongolia y Siria; en ella<br />

es invariablemente atirantado el cabello de las sienes hacia<br />

arriba y atrás, suspendiendo y alargando consecuentemente<br />

los remos de las cejas y los rabillos de los ojos, lo<br />

que el hábito diario en centenas de años ha definido esa<br />

forma. Y... que ese signo es más ostensible en las mujeres.<br />

Asimismo, los chinos constriñendo el desarrollo de los<br />

pies han formado el pie diminuto de las gueisas. Aquí, en<br />

América, no existe tal fenómeno en el autóctono, en cuanto<br />

a cejas y ojos. Si se ve algunos ejemplares será, seguramente,<br />

debido a la emigración asiática. En las razas rebeldes,<br />

casi extintas ya, urus, araucanos, pieles rojas, etc., no<br />

existe tal hecho. Como el testimonio más sólido, véase los<br />

monolitos de América. Y ahora bien; si a las madres durante<br />

la gravidez del embarazo, se las hiciera vivir entre<br />

semejantes tipos de esculturas, dibujos y pinturas, y entre<br />

sociedades que reflejan verbalmente semejantes imágenes,<br />

no se tardaría en tener en el país un terrible conglomerado<br />

de idiotas y monstruos; es decir, sería ir contra la corriente<br />

misma, porque a poco de observar se verá que todo<br />

va en ascensión incesante de perfeccionamiento hacia<br />

el trono del Señor, corroborando así las leyes biológico-sociales<br />

del transformismo evolucionista.<br />

Notemos ahora, que en este sentido, aun las industrias<br />

puramente mecánicas tratan de embellecer día a día<br />

—1616 —


EL LOCO<br />

sus artefactos: véase autos, camiones, edificios, pasteles,<br />

zapatos, radios, máquinas de escribir, etc. Se trata,<br />

pues, de fortificarlo y embellecerlo todo; y tolerar una<br />

tendencia en contrario es ir derechamente a un estado de<br />

degeneración racial. ¡Claro! Y ¿cómo sería posible, me<br />

pregunto, que a algún floricultor se le ocurra que una<br />

linda planta de flores dé flores raquíticas y marchitas, o a<br />

ningún ganadero, sean sus reses inferiores al promedio,<br />

en peso, substancia y volumen? Todos tratan de producir<br />

o hacer producir cada vez lo mejor, no tienden a que su<br />

producción desmejore; entonces con mayor razón en<br />

cuanto se refiere a la especie, y particularmente cada<br />

individuo en cuanto a su raza; asunto del egoísta amor<br />

colectivo: familia, aillu, clan o raza.<br />

Si en la pubertad consciente y en la primera<br />

juventud no se aprovechan el tiempo con avaricia<br />

egoísta, recordad que no se podrá ser ni hacer nada<br />

eficiente para nadie. Recordad también que el tiempo es<br />

lo que no se recupera, por centuplicado esfuerzo que se<br />

haga, y eso equivale a lápida anónima sobre nuestros<br />

días y la muerte de lo mejor y más valedero de nuestra<br />

existencia. Recordad también que la vida, con toda su<br />

sabiduría, su fuerza y su belleza, sólo se entrega gozosa<br />

a la juventud ambiciosa.<br />

Jóvenes, la resultante de vuestra existencia será<br />

en el recuerdo el mayor galardón o baldón de vuestros<br />

maestros y padres; de manera que procurad ser lo más<br />

y mejor de vuestros días; esto ya depende de vosotros<br />

exclusivamente.<br />

La juventud en el apogeo de sus aspiraciones, debe<br />

intentar la conquista de sus ideales, estén donde estuviesen,<br />

tentando si es necesario al Olimpo mismo. Debe lograr<br />

su triunfo en plena mocedad, en la potencia taumaturga<br />

de su vida en acción, en la plétora de su voluntad;<br />

porque luego vendrán sobre sí la debilidad, la<br />

impotencia y el agotamiento y no será sino desecho,<br />

vejez y remora quebranta-huesos.<br />

Podemos hacer otra experiencia del poder<br />

reflejo aún en sujetos bien controlados y que por<br />

añadidura sean psiquiatras.<br />

— 1617 —


ARTURO BORDA<br />

Estamos en un Hospital. Sitio de miseria, de<br />

angustia y de dolor. Ya el ambiente nos constriñe.<br />

Nuestro acompañante nos dice:<br />

—¿Recuerdan de la bailarina Lyra y del atleta<br />

Sampson?<br />

—Ya lo creo que sí —respondemos.— —Pues están<br />

hospitalizados hace, ella un año y él cinco meses ya.<br />

Y justamente están charlando en aquel kiosco. Vamos.<br />

Están en convalecencia. Casi mueren.<br />

La simple sugerencia reavivó las imágenes. Ella<br />

rozagante está danzando fascinante en el escenario, sobre<br />

fondo de selva tropical, luciendo la maravilla de su<br />

cuerpo estatuario de músculos túrgidos y pechos erectos,<br />

al compás de una música cadenciosa, enloqueciendo de<br />

admiración y entusiasmo a los espectadores, lo mismo<br />

que después el atleta Sampson, tan recio y armonioso<br />

como el hercúleo Farnesio, haciendo demostraciones de<br />

un esfuerzo y salud increíbles; por lo que nos sentimos<br />

alegres, impulsados a saltar, cantar y volar,<br />

acrecentando nuestras fuerzas. El optimismo nos invade<br />

e infunde fe.<br />

Pero mientras tanto ya hemos llegado al kiosco y ...<br />

¡Qué lástima! La linda Lyra y el potente Sampson son<br />

dos espectros encorvados, cadavéricos, verdosos; hablan<br />

amenas; sus párpados se caen; tosen, lagrimean. No<br />

pueden pararse. Quieren sonreír y hacen un gesto que<br />

angustia y repulsa en mezcla de cariño y compasión. Una<br />

congoja se ahoga en el pecho. Ganas de llorar. La palabra<br />

se atraganta en la garganta. Nuestras alas se caen y nos<br />

sentimos descompuestos e impotentes. Sí, impotentes.<br />

Estamos en el desarrollo de nuestro tema,<br />

señores: la influencia objetiva en la escuela y en el<br />

pueblo.<br />

Sí, se ve que no hay ningún crítico, al parecer, que<br />

entienda de estética ni de asuntos sociales, ya que no<br />

solamente toleran semejantes manifestaciones, sino que<br />

aun las aplauden; y esto, sensiblemente, ocurre en todo<br />

el con-<br />

—1618—


EL LOCO<br />

teniente, sin que hasta hoy se alce ninguna voz en favor<br />

de la palingenesia terrícola.<br />

Y téngase en cuenta que la crítica en toda<br />

actividad debe ser en raíz, seria, honda y sincera, si se<br />

quiere que sea útil a los autores y la colectividad.<br />

El arte es una aspiración hacia lo divino y no un<br />

descenso antinatural. Aun la muerte se levanta transformada<br />

y asciende en nuevas formas de existencia.<br />

Diré, por otra parte, que yo no tengo ninguna animadversión<br />

contra ningún artista; pero me indigna profundamente,<br />

y temo por lo que ello pudiera tener<br />

influencia en el porvenir de la raza, no obstante del buen<br />

sentido natural de las gentes en general a quienes no se<br />

les puede paralogizar impunemente y que<br />

instintivamente, por defensa propia y de la especie, nadie<br />

acepta.<br />

Y nótese que el arte es lo único que prevalece<br />

con la especie como testimonio aun de la prehistoria. Esta<br />

tendencia que se va generalizando, requiere ya la<br />

intervención de alguna entidad que la controle; y pienso,<br />

pues, nuevamente, en el Maestro, y la Madre, en el<br />

Padre y la Maestra, que deberían ir en protección del<br />

futuro de sus hijos y de sus educandos.<br />

Siguiendo con mi propósito, ruego a los artistas no<br />

entiendan esto en forma de crítica de arte, porque comprenderán<br />

fácilmente, que el asunto va mucho más<br />

allá: va hacia la abscóndita labor de la raza, hacia su<br />

palingenesia. Y aun más: hacia la especie en su acción<br />

incesante de evolución ascendente. Lo explica,<br />

claramente, Darwin. Porque si tratara el asunto bajo el<br />

punto de vista estético, lo hiciera y digo, que lo hago, no<br />

como censura, sino que en forma puramente de<br />

advertencia. Esto entendido, les rogaría que presten<br />

atención al arte griego y el clásico del Renacimiento y a<br />

un arte anterior aún, al de los Incas, aquí, en Sur<br />

América. Véase las cabezas de los Incas en vasos, que<br />

existen en el Museo de Lima, reproducidos en "La<br />

Nación" de Buenos Aires de hace unos quince años.<br />

Quien las viera sin saber su origen, supondría ser<br />

arte<br />

— 1619 —


ARTURO BORDA<br />

griego. Tal creí al ver los grabados sin antes haber visto<br />

su leyenda.<br />

Y ahora he de pedir muy encarecidamente a mi auditorio,<br />

que al revés del proceso usado, preste atención<br />

a las redundancias en que incurro, porque no es esta una<br />

conferencia simplemente literaria, sino que quiero expresarme<br />

claramente también. Y así digo con justeza lo que<br />

quiero decir. Y si fuese necesario repetirla cien mil<br />

veces en cien mil formas distintas la misma idea<br />

redentora y salvadora en principio, según mi criterio, así<br />

lo hiciera alegremente a trueque mismo de que me<br />

japapeasen en silbatina, echándome afuera a empellones.<br />

Es que pongo en esto todo el amor de mi fe en esta<br />

garrulería que en puridad de verdad se puede reducir a<br />

diez líneas y que precisamente por eso pasaría sin su<br />

importancia, como pasa la simplicidad de todo principio<br />

o verdad. Y además así vamos distribuyendo esta hora<br />

de pasatiempo.<br />

Así que aun puedo apuntar algunas<br />

consideraciones<br />

más.<br />

El esfuerzo que la escuela hace por el<br />

mejoramiento de la raza, mediante la educación física, y<br />

la ética, queda, pues, anulada por la acción acaso<br />

inconciente de esta corriente de arte de snobismo<br />

referido, contra el alto fin artístico, que entiendo y siento<br />

ser, en lo posible, la sublimación del sentido de la vida.<br />

Para este efecto me permitiré recomendar a los artistas el<br />

estudio del mejor tratado de estética que conozco, el de<br />

Hegel, —claro, vasto, hondo y metódico—. De tal manera<br />

podrán orientarse hacia el verdadero arte.<br />

Y debo expresar que no habría hablado del<br />

asunto, no obstante de haber tenido insinuación de<br />

muchísimas personas; pero lo hago, como queda dicho,<br />

porque ello interesa a la gran masa aborigen del<br />

continente que no puede salir en su defensa propia.<br />

Lo hice por esas dos grandes ideas o fuerzas que<br />

son Madre y Maestro.<br />

— 1620 —


EL LOCO<br />

Y sin embargo de tratar insistintemente de este<br />

asunto, no está por demás, ya que puede ser útil, digamos<br />

que tales manifestaciones del pseudo arte son totalmente<br />

esporádicas y efímeras, tales como el cubismo, maquinismo,<br />

futurismo, etc., todos los ismos, que con Marinetti,<br />

que por lo absurdo, no llegan ni al nivel de las caricaturas<br />

de Karikato que resueltamente desfiguró la verdad,<br />

ridicula zando, con objeto de hacer reír al público,<br />

quedando, en consecuencia, en parangón con la petipieza<br />

de tonis y payasos en los circos. No así el arte serio y<br />

verdadero que trata de ennoblecer lo que hay de ridículo<br />

y trágico en la realidad, utilizando con su principal<br />

elemento, medio y fin la belleza, el amor, la verdad y la<br />

justicia, en la proporción y, consiguientemente, en la<br />

armonía. Tal es la diferencia entre un hazmerreír y una<br />

comedia, un entremés, un drama y una tragedia. Lo<br />

noble y alto y lo ridículo y lo grosero.<br />

Y en mi aturdimiento en mi cabeza zumban los<br />

nombres de Esquilo, Shakespeare, Chaplin, Eurípides,<br />

Garrick, Maeterlink, etc.<br />

¡Cierto! Pero disculpadme: casi no sé lo que digo.<br />

Sin embargo, ahora podemos hacer una experiencia<br />

aplicable a cualquier parte del mundo y en cualquier<br />

tiempo.<br />

Dije, y me parecía que la cámara se inclinaba a un<br />

lado, lentamente, después al otro lado; luego para<br />

adelante y para atrás, lo mismo que en un barco, de proa<br />

a popa y de estribor a babor. Naturalmente que llevando<br />

el compás, conservando el equilibrio. En seguida se<br />

inclinó tanto que me caí a una de las paredes, después a<br />

otra y en seguida al tumbado y al piso; pero caí despacio,<br />

cual si fuese de lana en la campana de vacío.<br />

Las paredes, el piso y el tumbado, todo estaba acolchonado,<br />

blando. Después el movimiento fue más rápido<br />

y la cabeza me daba vueltas, también, tal si estuviese<br />

ebrio, Y no podía darme cuenta si estaba de costado o<br />

parado; naturalmente pensé que estaba borracho. En eso<br />

el moví-<br />

— 1621 —


ARTURO BORDA<br />

miento se hizo más rápido, con lo cual imaginé ser<br />

dado en cubilete agitado por un loco y me hallaba ya<br />

envuelto a la diabla por el hilo del micrófono, que no<br />

lo soltaba, a, pesar de que daba tumbos de arriba para<br />

abajo y de uno a otro lado. Yo estaba callado y sin<br />

embargo sentí como si estuviese hablando en<br />

altoparlante, con todo el volumen del sonido, tanto<br />

que me zumbaban el oído y las sienes, por lo que mis<br />

ideas en tumulto y contrapuestas, se mezclaban de<br />

modo incomprensible, lo que a la vez me daba rabia y<br />

risa; entonces, creyendo resueltamente que estaba<br />

ebrio, quise soltar el micrófono, desenredarme y ….. No<br />

sé. Pero en eso, felizmente el movimiento se detuvo y<br />

yo seguía diciendo de este modo:<br />

Nos hallamos en una exhibición de pintura, escultura,<br />

música, poesía y arquitectura y podemos ver<br />

que casi la totalidad de los visitantes prestan<br />

atención derechamente a las obras más bellas, tales si<br />

fuesen atraídos por la bondad o un electroimán. Y eso<br />

porque cualquiera quiere tener en su recuerdo o en su<br />

hogar algo que le agrade, algo que le consuele y le<br />

purifique de tanta porquería con que se roza a diario; es<br />

decir, conservar aquello por lo que se siente deleite al<br />

oír o contemplar; por todo lo que afecte gratamente a<br />

los sentidos. Lo bello y lo bueno seduce, encanta,<br />

fascina, atrae, arrolla, absorbe y domina en su<br />

contemplación, induciendo al individuo a la abstracción<br />

y a la meditación que elevan el espíritu en una aspiración<br />

de ideas y sentimientos cada vez mayores, lo<br />

mismo que cuando uno se halla ante una linda mujer<br />

o una bella flor o cuando oímos el sortílego trino o<br />

gorgoritar del organillo canoro o del ruiseñor en el<br />

oquedal, junto al arro-yuelo murmurador. Mientras<br />

tanto, ¿qué ha sucedido con lo feo, lo malo o lo<br />

grotesco? Que se quedó en la berlina del olvido<br />

indolente e indiferente, ab eterno. Claro está que no<br />

faltará alguien de mal gusto; pero eso mismo confirmará<br />

la regla general de la existencia en mayoría<br />

del sentido común, del que Voltaire dijo ser lo menos<br />

común.<br />

¿Cómo sería posible que nadie prefiera, por<br />

ejemplo, una cencerrada a la honda emoción contenida<br />

en simpleza del canto llano de Palestrina en la Capilla<br />

Sixtina?; ¿la farfalla de un gongorismo cualquiera a la<br />

limpieza majes-<br />

— 1622 —


EL LOCO<br />

tuosa de Hornero, el pordiosero ciego?; ¿un cuadro de<br />

futurismo o cubismo a cualquiera del realismo del gran<br />

Velásquez?; ¿o Michel Angelo, el Viejo Virgen? Un<br />

simple modelado tosco a la divinidad de la Manca de<br />

Milo o a la mutilada Victoria de Samotracia?; y, por<br />

último, un simple ^asimétrico ranchito de adobes a la<br />

severa euritmia de la puerta del Sol en Thiawanaku o<br />

al Pertenon de la Grecia Magna?<br />

La disciplina del arte, en la belleza, por la<br />

armonía, es la más férrea y requiere la severidad de una<br />

verdadera vocación, hasta llegar a la ilusión de infundir<br />

la vida al mármol de Carrara o de Paros, con Fidias,<br />

Prexíteles o Miguel Ángel, quien al concluir su<br />

gigantesco Moisés, en la fiebre de la ebriedad de su<br />

creación, suponiéndose acaso un Pigmalión, dándole el<br />

último martillazo con que lo desportilla, le grita en su<br />

paroxismo: —¡Habla!— Y cae rendido el viejo Maestro.<br />

Sublime. ,<br />

¿No es verdad que esto llena el ansia del espíritu?<br />

Claro que sí.<br />

Pero antes de proseguir, recalquemos en la mente<br />

juvenil, que la vacilación acusa siempre ignorancia y<br />

miedo. Y la juventud debe ser resuelta.<br />

Pues bien; seguramente el arte es el que más<br />

clara y bellamente expresa o trasunta los ideales en la<br />

forma más comprensible; por tal manera veremos que<br />

el objeto de la palabra es hacerse sentir y entender con<br />

precisión y claridad, palabra por palabra; en ello está su<br />

encanto, canto o musicalidad; la embolia.<br />

El arte debe ser diáfano, simple y bello, de fácil<br />

comprensión, que atraiga al instante; no un problema o<br />

rompecabezas de alta matemática en la mecánica<br />

celeste, bien es cierto que nadie ha establecido aún la<br />

línea divisoria entre el arte y la ciencia, lo mismo que<br />

entre el día y la noche o entre la razón y la locura. Así,<br />

no obstante que todo está sujeto al justo equilibrio de la<br />

proporción y la armonía.<br />

— 1623 —


ARTURO BORDA<br />

Pues bien, si esto es así, y teniendo en cuenta el decir<br />

de Condorcet, de que el progreso no tiene límites, ¿cómo<br />

sería posible concebir un retroceso en el arte, que<br />

es la floración máxima en las civilizaciones? No se<br />

puede ni se debe ir impunemente contra los altos<br />

designios.<br />

Pero en el torbellino de la vida nos queda la facultad<br />

de discernir y andar y ser lo mejor que se pueda.<br />

Mas, francamente, os diré que estoy como el diablo,<br />

predicando virtudes. Y, no obstante, perdonadme que prosiga<br />

con la lata.<br />

Sin embargo, notemos lo siguiente: Para un cerdo<br />

será lo útil y bello el gris tornasolado del lodo en el muladar;<br />

en cambio, lo útil y bello para un picaflor o una mariposa<br />

será el néctar, el aroma y el color de la flor.<br />

Pero nosotros no comemos ni mariposas, ni picaflores;<br />

en cambio, saboreamos y nos es útil la carne del puerco<br />

y sin embargo nos extasía el colibrí y las libélulas tornasoles,<br />

mientras que nos repugna el chancho.<br />

Así somos; espíritu y materia, viviendo de lo grosero<br />

y repugnante y de lo bello y perfecto. Y será, a propósito,<br />

pidiendo perdón, al benévolo auditorio, debo decir<br />

con la claridad que impone el motivo y la circunstancia,<br />

que por ministerio de la creación en el génesis, el gángster,<br />

rufián o proxeneta y la ramera, hetaira o meretriz<br />

más pervertidos, son sagrados y puros de toda pureza, en<br />

la concepción en que se realiza el prodigio eterno y para<br />

siempre.<br />

El arte en su aparente sutileza baladí, debe tener<br />

toda la fuerza y poder de la naturaleza, con todavía potencia<br />

de que es capaz de comprensión la pedagogía moderna,<br />

mucho más si se trata del porvenir de aqueste nuestro<br />

continente, llamado todavía América, tan vilipendiado y<br />

sin embargo tan ambicionado por el mundo entero para su<br />

expansión en toda forma y sentido.<br />

Y, a propósito, hay que tener en cuenta que en la<br />

postguerra de la hecatombe apocalíptica de Europa,<br />

cual-<br />

— 1624 —


ARTURO BORDA<br />

quiera de los contrincantes que gane, el peligro para América<br />

es el mismo; de manera que la unidad fundamentalmente<br />

espiritual del continente tiene que plasmarse enérgicamente<br />

por la eugenesia.<br />

Y esto hay que entenderlo al pie de la letra, sin eufemismos.<br />

Mientras Europa se hunde en la guerra, América debe<br />

elevarse en la paz, a todo trance; va en ello nuestro<br />

porvenir, nuestro destino.<br />

En cuanto a esto, conviene tener en cuenta que las<br />

razas son meras fracciones o células de la especie humana,<br />

como es la familia de la raza. Entonces desde el individuo<br />

todo tiene que converger, como en la fuerza centrípeta,<br />

a formar totalmente, en un tiempo aún no previsto, el<br />

arquetipo super Espécimen de la especie, cuyo objeto,<br />

cual el de la vida misma, ni sospechamos todavía, por<br />

mucho que constriñamos nuestra comprensión más<br />

amplia.<br />

Esto no es, no puede ni debe ser mero asunto egocentrista<br />

de sangre o raza que el egoísmo colectivo ignaro<br />

del otro mundo anhela solamente para sí; es asunto<br />

profundamente humano retrotraído desde las más lejanas<br />

ondas de la vida. Dicho está.<br />

Hermanos en la ignota raza, compañeros de esclavitud<br />

y miseria en estas y las otras tierras, alzad la fe, levantad<br />

la conciencia de la urgente necesidad de nuestra<br />

unidad de hermandad y compañerismo para nuestra defensa<br />

y triunfo en los horizontes perdidos más allá del azul.<br />

Sí. Aún es hora.<br />

¿No oís en el orbe el lúgubre salmodiar en la agonía<br />

de la civilización de Occidente?<br />

En la campana del Universo ha sonado ya la hora<br />

del retorno de la inmémora civilización del Kollasuyo.<br />

Desde Alaska hasta la Tierra del Fuego o el Cabo de<br />

Hornos; aztecas, pieles rojas, araucanos, ^quechuas, urus,<br />

patagones, calchaquíes, aimaras, guaraníes, tobas,<br />

toltecas y ma-<br />

— 1625 —


ARTURO BORDA<br />

yas etc. Filiales de la raza primogenia: toda América prehistórica,<br />

pristina, limpia y clara, y multánime, como su<br />

música solemne, alegre y sana. Onomatopéyica de la naturaleza<br />

plena. Pinquillo, kgena, huancara, tarka y charango,<br />

etc., representando silbo del aire, retemblar de tempestad,<br />

el germinar de la simiente, el glú-glú del manantial<br />

o el estruendo de catarata; la música clásica antes de<br />

todo clasicismo. Es la armonía cantando en la Madre Tierra<br />

al esplendor del Padre Sol y su corte estelar.<br />

Tal acaso la piedra angular o el punto de apoyo que<br />

pedía Arquímedes, para mover con la palanca el Universo.<br />

Pues bien, volviendo a mi tema de actualidad incesante,<br />

digo que las cosas hay que enseñarlas cuando es tiempo,<br />

para los niños y los púberes y para no tener que lamentar<br />

después su caída en un estado nulo, improductivo<br />

de sí, o intelectual y sentimentalmente eunuco de la degeneración.<br />

Un paréntesis al respecto. Regularmente, por ese<br />

torbellino de incomprensiones en que estamos envueltos,<br />

sin ánimo de hacer ningún esfuerzo para comprender, se<br />

ha dado en llamar degenerados a los que sin tasa ni medida<br />

generan de lo más recóndito de sus existencias, extrayendo<br />

la experiencia de su propio cerebro y corazón, las<br />

fuerzas, las ideas, el amor en pasión y la belleza más radiante<br />

posible en el esfuerzo, esparciéndolo luego todo a<br />

todos los vientos; para ellos no son degenerados los que no<br />

dando nada de sí en su egoísmo, son los productores —si<br />

así se puede llamar— puramente extractivos de la tierra y<br />

de sus gentes y bestias.<br />

Así contesto una vez por todas, a mis enemigos detractores,<br />

cuya mayoría murió ya, sin dejar huella de su<br />

tránsito en el tiempo y esta tierra que suponían, envidiosos,<br />

su heredad.<br />

Pero nosotros seguimos lentamente impasibles,<br />

indomables e infatigables, roturando insensibles y<br />

estarudos el misterio avaro, con el ansia de poder un día,<br />

locos de alegría, gritar: —¡Eurekaü— de alguna<br />

revelación.<br />

—1626 —


EL LOCO<br />

Y en asuntos de la vida hay que tratar en<br />

principio las cuestiones de la existencia, tal como el de<br />

la generación y no como antes, que al enseñar fisiología<br />

se suprimía en los textos el asunto sexual y las láminas,<br />

cual si se tratase de un pecado capital o de un crimen, aun<br />

de su profilaxia. En esta forma obran, aun simulando el<br />

sentido religioso más profundo, quién o quiénes quieren<br />

degenerar, matar, extinguir o desaparecer al individuo, a<br />

la familia, al pueblo o a la raza que desean suplantar o<br />

sustituir en su beneficio propio, so pretexto de conquista<br />

o lo que fuere, olvidando que Dios ordena el creced y<br />

multiplicaos, torciendo ellos necia o ladinamente el<br />

concepto en el sexto na fornicar; todo un contrasentido<br />

palmario que no alcanzo a comprender. ¿Alguien en el<br />

auditorio puede resolver este problema... estúpido,<br />

absurdo, que no comprendo?<br />

En cuanto a este asunto hay que tener en cuenta<br />

que todos los sujetos o grupos que quieren someter a otros<br />

individuos o grupos, o a la humanidad misma, tratan de<br />

sugerirles o imbuirles las ideas de asco, miedo y vergüenza,<br />

a fin de formar hatos de becerros o recuas de<br />

jumentos o manadas de siervos, para sus fines proditorios.<br />

De ahí proviene en la mayoría de los casos, el predominio<br />

de la asombrosa abundancia del mimetismo de tanto<br />

imbécil que con torpeza de topos, pretenden simular en<br />

esta trágica comedia el valor, la honradez, el talento, etc.;<br />

estirados e inflados como pompas de jabón y que cual los<br />

dominguillos de celuloide con plomo en las patas,<br />

resisten al cambio de orientación de todos los vientos, en<br />

forma de veletas, y todo en virtud de su vacío de cascabel.<br />

Y no son ni oropéndolas. Y digamos el asunto más<br />

claramente. La idea de la vergüenza imbuida por ellos en<br />

los niños por cosa tan santa y pura y tan fundamental<br />

como es la generación, fatalmente tiene que llevar<br />

consigo el asco, la repugnancia y el temor y el miedo a<br />

meros fantasmas de la imaginación o mentiras que luego<br />

tendrán toda la apariencia de verdades, conduciendo, en<br />

consecuencia, al individuo hacia la cobardía. Y todos<br />

saben que el cobarde es un derrotado. ¿Quién querrá ser<br />

derrotado como individuo o como patriota? Por lo<br />

contrario: ¿Quién no anhela ser un vencedor?<br />

— 1627 —


ARTURO BORDA<br />

Es por eso que en el noviciado de todas las religiones,<br />

lo primero que se enseña, secretamente, a los<br />

adeptos o novicios, es a perder el asco, el miedo y la<br />

vergüenza, sin embargo de que bajo el punto de vista<br />

educacional ellos inculcan en sus fieles las ideas de asco,<br />

miedo y vergüenza, sin aclarar los conceptos, para sus<br />

fines proditorios.<br />

Ahora bien. ¿Qué vencedor, en el fondo, no es un<br />

desaprensivo, un audaz y desvergonzado?<br />

Bueno; pues, bajo el aspecto educacional, patriótico<br />

y, sobre todo, humano, el hogar y la escuela deben enseñar<br />

a los niños, como en las mejores religiones a perder a<br />

tiempo el asco, el miedo y la vergüenza para no formar<br />

generaciones de alumnos e hijos asquerosos, vergonzosos<br />

y cobardes, o sea derrotados, de cadáveres vivientes, o de<br />

adobes, ladrillos o adoquines, que pueden servir para todo,<br />

menos para seres concientemente libres y productores<br />

de lo íntimo de sí mismos en fuerza de su libertad. Un cobarde,<br />

asqueroso y vergonzoso jamás puede ser un<br />

patriota útil por muy bello, fuerte y sabio que sea; porque<br />

la libertad del valor nace de la idea libre, formando el<br />

pensamiento libre, y la palabra libre y luego ejecutando<br />

la acción libre, la libertad palpitante, vivida. Y todos saben<br />

que por nada la humanidad ha vertido, ni vertirá más<br />

sangre que por la Sacrosanta Libertad.<br />

De manera que hay que habituar en los alumnos el<br />

ejercicio de la idea libre, que luego vendrán el pensamiento,<br />

la palabra y la acción libres.<br />

Hablando a este respecto debemos apuntar la sugerencia<br />

de que en medio de la disciplina más rígida, el sentimiento<br />

y la idea de la libertad debe ser el alma, el objeto<br />

y el fin de todas sus acciones, mientras existan opresores<br />

en el mundo, bajo cualesquiera nombres que se les<br />

den.<br />

Y en pueblos libres como en los de América, debemos<br />

suponer que toda autoridad debería ser un maestro<br />

en la materia, porque emana del alma y del sacrificio mismo<br />

de los Protomártires, haciendo llegar esa fe al pueblo.<br />

Entonces se verá realizarse la paradoja de que el pueblo<br />

— 1628 —


EL LOCO<br />

se someterá voluntariamente a la más férrea disciplina<br />

por y para la conservación de su propia libertad.<br />

Ahora bien; tramontada ya mi mocedad y<br />

hombría y no obstante mi intenso amor a la tierruca, por<br />

su obstinada incomprensión con que sin causa me<br />

resistió y resiste, me dirijo ya a los pueblos de América<br />

que buena-^ mente quieren y hagan por comprenderme<br />

en mi absoluta desnudez de intereses secundarios o<br />

parasitarios de la idea.<br />

Y entended bien: a mayor comprensión redundará<br />

mayor libertad, que luego la escuela troquelará<br />

cimentando la libertad.<br />

Así, pues: Eso, hay que libertar la conciencia<br />

humana de la mentira y mentiras con que cuatro<br />

bribones la han explotado sin obstáculo: Hay que formar<br />

una conciencia de la Libertad y una verdad de la libertad<br />

de la conciencia; entendiéndose que la conciencia es el<br />

raciocinio sereno de la vida vivida. Y así no tendrán ni<br />

asco, ni miedo y ni vergüenza ni al escarnio, ni al dolor,<br />

ni a la miseria y ni aun a la muerte, ya que la idea<br />

orienta los actos humanos.<br />

En este sentido, ni el pretexto de que el fin<br />

justifica los medios, condena o absuelve a la mentira<br />

que forma hipócritas.<br />

El hipócrita es por naturaleza un cobarde y<br />

canalla, que, muy seguramente sufre la dolencia de<br />

alguna oprobiosa lacra intelectual, física o moral y que<br />

su impotente miedo le impulsa a obrar, ansioso de<br />

venganza, desde la irresponsable sombra anónima,<br />

agitando la calumnia o empujando el asalto de matar<br />

con la delación, el perjurio o cualquier otra infamia de<br />

la mentira que satisfaga su envidia que es el ansia de<br />

aniquilar lo.gue no se es o tiene y se desea. El hipócrita<br />

es el repugnante fermento del pus, de la pudre más<br />

secreta que en la lepra y la sífilis; está oculto en todo y<br />

en todas partes, en el agua, en la luz y en la sombra, es<br />

incoloro y trágicamente transparente, invisible cuando<br />

obra, como el pulpo en celo. Egoísta por na-<br />

— 1629 —


ARTURO BORDA<br />

turaleza, es el enemigo mortal de toda aspiración sana»<br />

del amor, del bien, y la justicia, la belleza y la verdad, de<br />

toda inocencia confiada y alegre. El hipócrita es el a^ma y<br />

el brazo armado de todos los crímenes, de todas las traiciones,<br />

desde el filicidio y el parricidio hasta el deicidio.<br />

Para el hipócrita no hay nada sagrado ni tiene ninguna<br />

responsabilidad ante nadie, acaso ya ni ante su propia conciencia,<br />

en cuyo tenebroso fondo sus peores enemigos son<br />

el amor, la belleza, la justicia, la verdad, la alegría de la<br />

felicidad y la sacrosanta libertad que es la única enfermedad<br />

contagiosa y redentora sin remedio a pensar de las horcas,<br />

calvarios y las guillotinas.<br />

Nada más siniestro y trágico que un hipócrita invisible<br />

que nos sigue por todas partes para asestarnos su puñalada<br />

a mansalva; es todos los espíritus del mal: Lucifer,<br />

Ariman y Moloch disfrazado de Adonai, Ormuz y el<br />

Ángel de la Guarda.<br />

Es el Espectro del Umbral haciendo de Ángel de la<br />

Luz. El envidioso alacranado.<br />

Y bien, señores, es necesario considerar que no por<br />

ello se ha de detener el proceso de la existencia; si lo hiciese<br />

equivaldría a un retroceso: tal es la ley cósmica, en<br />

virtud de que en la vida todo avanza.<br />

Ello tendremos de modo más comprensible recordando<br />

el pasaje de la Biblia, en que al huir del incendio de Sodoma<br />

y Gomorra la mujer de Lot, por detenerse un instante<br />

a verlo, se convierte en estatua de sal.<br />

En eso, en que yo estaba hablando con tanto entusiasmo,<br />

se abre la puerta y entran los maestros, matándose<br />

de risa y dicen:<br />

—Che, Loco. Qué disparates estás diciendo. El público<br />

se está riendo a carcajadas de tus inocentadas. ¿O<br />

estás borracho todavía?<br />

Y unos me jalan de las orejas, otros de los<br />

cabellos o de la nariz, otros me pellizcan y otro me da<br />

coscorrones.<br />

— 1630 —


EL LOCO<br />

Y me empujan de un lado para otro. Yo quería<br />

contestar y defenderme y ellos se reían a mandíbula<br />

batiente, mientras que yo estaba reventando de rabia,<br />

queriendo emprender con todos a golpe limpio, pero se<br />

reían tanto que yo también lancé la carcajada.<br />

Y todos reímos como locos; pero yo no soltaba el<br />

micrófono, pensando en el boche que estarían oyendo los<br />

radioescuchas, imaginando quizá que era la audición de<br />

un manicomio.<br />

Entonces uno de ellos dice: —Lo has embarrado,<br />

che Loco; mejor es que no hables más. Trae el<br />

micrófono o cortamos. Otro de ellos, riendo siempre:<br />

—No; habla nomás, pero razonablemente, en<br />

serio. ¿O has creído que te hemos traído aquí para que te<br />

burles de nosotros y del público? Así que habla bien.<br />

Nosotros hemos de ir a oír; y si vuelves a disparatar te<br />

prometo que te pegamos una paliza; y si no, ya sabes,<br />

hay farra.<br />

Y dándome una fuerte palmada en la cabeza, con la<br />

que me deja más tonto, desaparecen nuevamente.<br />

Sería, entonces, por temor o quizá por qué, que parándome<br />

firme sacudo la cabeza, frunzo el entrecejo y<br />

ahuecando la voz, así como cuando uno está mareado, sin<br />

acordarse de lo que dijo y va diciendo, y todo lo ve llano<br />

como desde las nubes, como buen aviador, prosigo diciendo:<br />

Pero reanudemos ya el hilo.<br />

Pues bien, en consecuencia, ¿qué Padre o Madre j<br />

qué Maestro o Maestra, poniéndose la mano en el corazón,<br />

no querrá que sus hijos y alumnos, deseando que nos<br />

superen en todo sentido, no querrá, digo que sean lo más<br />

grande y mejor de la vida'<br />

¡Ay de la enseñanza que envidiosa y egoístamente<br />

oculte la sabiduría a sus hijos o alumnos: su memoria si no<br />

maldita, será sepultada en un piadoso olvido de muerte;<br />

porque la conciencia de la enseñanza honrada es el<br />

crisol en que se funden el artista, la madre y el<br />

maestro; la tri-<br />

— 1631 —


ARTURO BORDA<br />

nidad libre que eclosiona en el máximo progreso de cada<br />

civilización, según su tiempo y lugar.<br />

Entre todas las avaricias la más ridicula,<br />

estúpida y criminal es, seguramente, la avaricia de la<br />

sabiduría y más aún en el magisterio, donde se aprende,<br />

precisamente para darla acrecentada de experiencia.<br />

Y no he podido averiguar en qué sentido será avara<br />

la Madre Tierra.<br />

También es bueno que sepamos que para nuestro señorío<br />

y gobierno, que la envidia constituye la más feroz<br />

maldición del suplicio más perenne, por cuanto que es lo<br />

que más lacera, consume, roe y envilece; degenera tanto o<br />

más que la ociosidad, que la hipocresía o la avaricia; no<br />

deja espacio ni tiempo ni aun para dormir, alimentarse ni<br />

pensar; es la madre de los más horrendos crímenes que<br />

puede forjar la imaginación. Para la envidia no existe lo<br />

sagrado; puede ser, conciente o inconcientemente,<br />

parricida, filicida, fratricida, matricida o deicida. Es el<br />

amor propio encarnizado, el fuego de la más infame de<br />

las pasiones.<br />

Artistas, sabios, madres, maestros, padres y maestras,<br />

guardaos de ello con grande celo.<br />

En este sentido, son tres los enemigos del magisterio,<br />

de la maternidad y el arte: la hipocresía, la envidia<br />

y la avaricia. Y pregunto: ¿Quién quiere hacerse<br />

delincuente de semejante crimen?<br />

Ahora notad que sólo en la guerra, en toda forma de<br />

guerra, siempre aniquiladora, entre enemigos, en el secreto<br />

de la envidia, de la hipocresía y de la avaricia está la<br />

fuerza del triunfo.<br />

Y aquí es forzoso distinguir la guerra de la escuela,<br />

del hogar y el arte: la paz que es el amor altruista, fecundo<br />

y creador, no obstante que en la existencia todo es batallar.<br />

Además, digamos, que la madre al transformarse<br />

«n su prole crea el árbol genealógico y que el Maestro<br />

con<br />

—1632 —


EL LOCO<br />

el supremo desinterés de su apostolado redentor, se da sin<br />

tasa ni medida a los hijos de los demás: y luego el artista,<br />

olvidado de sí, absorbiendo con angustia insaciable la esencia<br />

del amor, la potencia y belleza de todas las<br />

existencias en la poliinfinitud proteica y proteiforme de<br />

lo cognoscible, viviendo esa pluralidad, lo traduce todo<br />

en armonía, vaciándolo luego todo a manos llenas en el<br />

universo mundo del Ser.<br />

Pues bien; en síntesis, que es la esencia del<br />

conocimiento, como la definición, digamos:<br />

—Se es Madre en la concepción; en la lactancia<br />

y en la educación;<br />

—Se es Maestro en la instrucción, y en la<br />

educación de la sabiduría y el poder; y<br />

—Se es Artista en el amor, en la belleza y la<br />

justicia: la eruitmia.<br />

Tal es la suprema trinidad en la Tierra, el<br />

trasunto de la cósmica y divina: Sabiduría, Amor y<br />

Fuerza.<br />

Por esta manera, el pensar en el maestro, considero<br />

que una escuela, por pésima que sea, por plagada que<br />

esté de deficiencias es, siempre, mejor y preferible al<br />

mejor cuartel o convento; porque en la escuela se va<br />

formando humanamente la conciencia, la conciencia del<br />

sabio, del obrero, del artesano, del artista y del labrador,<br />

y del científico, del héroe, del mártir, etc.; el cuartel;<br />

conglomerado de toda idea y profesión, no arroja más que<br />

soldados, generales y grandes capitanes para la bala, la<br />

devastación y la desolación en la guerra. No crea nada.<br />

El convento en su indolente molicie, somnolenta y segura<br />

de su vida, apta para el misticismo despreocupado, no da<br />

más que meros frailes, obispos y papas, siendo así que<br />

por sus condicia nes de vida muelle, fácil, todos deberían<br />

ser sabios. Así, cuartel y convento, en fuerza del<br />

comunismo que practican, allegan fácilmente de los<br />

cuatro puntos cardinales todas las dóciles fortunas. No<br />

así la escuela paupérrima.<br />

— 1633 —


ARTURO BORDA<br />

El abandonado Maestro laico, apretado por la condenación<br />

de su tiempo para la enseñanza y educación de<br />

sus alumnos, constreñido por su deber hondamente conciencial,<br />

puede morir de hambre y desnudez y nadie hace<br />

nada por él.<br />

En este sentido, en el cimiento de la Universidad,<br />

una kindergarterina, en mi concepto, vale, puede y hace<br />

más y trabaja y produce más que todos los obispos y generales<br />

y, por consiguiente, merece todos los honores de<br />

las mayores autoridades del mundo; porque está en sus<br />

manos abriéndose el germen de las futuras conciencias, es<br />

decir, de las futuras autoridades: está modelando humildemente<br />

santidades, heroísmos y sabidurías que un día<br />

asombrarán al mundo.<br />

¿Habéis pensado lo que significa y vale una<br />

kindergarterina? ¿Os dais cuenta de la paciencia y<br />

sabiduría de tacto, y más que todo, del amor y sacrificio<br />

que importa su labor de ir despertando y orientando por<br />

la vida diversa, con más amor, fe y cuidado con que<br />

cultiva su vergel una jardinera y lo hace con más amor,<br />

ultrasensible, con que un escultor modela su creación<br />

en la arcilla blanda con las yemas de sus cálidos y<br />

sensibles dedos? Ella es la piedra angular sobre la que se<br />

levanta la Universidad.<br />

En todas las actividades humanas la básica y más<br />

útil, es, sin lugar a duda, la del Magisterio. Por esto creo<br />

que algún día en los Estados, el Canciller será el Ministro<br />

de Educación. Hay que considerar la magnitud de la<br />

cuestión para revelarse y proceder en consecuencia.<br />

Madres, Maestros y Artistas que amáis vuestros hijos,<br />

alumnos y obreros, pensad que no se puede vivir responsables<br />

de alumnos e hijos ante la eternidad del porvenir,<br />

bajo semejante férula de una tal educación<br />

eternamente irracional y secante de la libertad espiritual<br />

y material en estas tierras inocentes y hermosas en que<br />

pesa todavía en muchas formas la opresión del<br />

imperialismo calculador. Vosotros sois y seréis los únicos<br />

responsables del fracaso o la victoria de la nacionalidad.<br />

— 1634 —


EL LOCO<br />

Y hago este hincapié para que tan enorme<br />

responsabilidad pase incandescente en vuestra<br />

conciencia.<br />

Y es verdaderamente asombroso, pero así sucede<br />

en el curso de la humanidad: lo que más urge para su<br />

perfeccionamiento y ventura es lo que justamente más<br />

olvida, en el hecho, aun cuando es muy posible que en<br />

la idea el suceso esté durmiendo en la subconciencia.<br />

Esto se puede observar desde las más grandes<br />

remotas ideas filosóficas, teogónicas y cosmogónicas, con<br />

relación a nuestro objeto.<br />

En la Judea con Kapila y Patandjadi en la<br />

concepción de Brahama, formando Kchetryas, Vaisyas y<br />

Soudras, y la Metempsícosis. Y así en la China Lau<br />

Tsen con su dios Too y Koung-fu tzce; o Confucio, en<br />

su obra Ta hio, por el deber de trabajar el individuo en<br />

su propia perfección, también. En Persia, encontramos a<br />

Zoroastro con el Zenda - Avesta con su dios Zenam<br />

Akeram. Entre los Caldeos hallamos a otros zoroastros<br />

removiendo el asunto del génesis. En el Egipto con<br />

Kermes y Trismegisto se halla el mismo principio. Los<br />

fenicios con Moscus, Sanchinian-ton y Cadmo, andan<br />

también de acuerdo en el fondo, teniendo la doctrina de<br />

los átomos. En la Jonia Thales de Mileto anda<br />

igualmente con sus doctrinas. Pues bien, estos asuntos<br />

traídos al parecer de los cabellos, se verá que tienen su<br />

razón de ser cuando se trata de la naturaleza de las<br />

cosas que interesan al fondo humano, espiritual y material.<br />

Todas estas cuestiones que tienen profundas<br />

raigambres religiosas tratan de la obligación y deber del<br />

perfeccionamiento del individuo, pero en el desarrollo<br />

práctico de sus doctrinas se alejan infinitamente del<br />

individuo, olvidando todos desde hace centenas de siglos,<br />

olvidando, acaso intencionalmente, que el fundamento<br />

básico está en la educación y la instrucción eugenésica e<br />

inteligentemente humana.<br />

Es así que todos se dedican al perfeccionamiento<br />

de todas las artes y las ciencias, mejorando día a día<br />

todas las<br />

— 1635 —


ARTURO BORDA<br />

maquinarias, así, sin acordarse prácticamente del modo de<br />

perfeccionar el organismo o máquina humana, siendo<br />

que la matriz en la máquina materna es lo más<br />

suprasensible, más que un receptor radial y micrófono o<br />

sismógrafo, ya que imprime, transmite y trasfunde en el<br />

hijo las formas, potencias y modalidades y sentimientos e<br />

ideas o el sentir, así como se troquelan medallas, se<br />

vacían estatuas o se transmiten televisiones.<br />

Tal, por voluntad de la Madre se tendrá juventudes<br />

constitucionalmente fuertes, sanas, buenas, bellas y felices.<br />

Y, felizmente, sabemos todos, lo que es cuánto vale la<br />

santa y bendita voluntad — lograr que se realice lo que se<br />

apetece. Pues bien; la Madre, como el Maestro en el alumnado,<br />

puede y debe forjar en el hijo de sus entrañas esa<br />

gran fuerza y poder, mucho más siendo ese el fin máximo<br />

de la madre, mientras lo gesta, y después: —Yo, yo<br />

quiero y estoy haciendo de mi hijo, con toda mi alma y mi<br />

vida reconcentrada, el más alto poder de potencia en acción<br />

de la voluntad más firme del ser más perfecto y feliz<br />

en todos sus atributos y facultades. Y esto lo haré sin antinomias.—<br />

Cada cual repetirá esta oración del modo más<br />

comprensible. Perfeccionar el imperio y poder de su voluntad<br />

en la obra de sí, en sí, en su prole, será, hasta la<br />

consumación de los siglos, el hecho más enorme y glorioso<br />

de la Madre, que contemplen absortas las edades.<br />

¿Qué cerebro podrá imaginar una humanidad de tales<br />

descendencias? ¿Acaso no llegará a divinizarse así la<br />

humana especie y vivir una existencia de Edén, Cielo,<br />

Olimpo o Walhalla?<br />

Entonces, desde la floración carnal de la pubertad,<br />

tal debe ser el más alto ideal femenino, concebible, sumergiéndose<br />

en esa sacrosanta meditación con que un día<br />

obrará su voluntad, sin esfuerzo ya, a semejanza de la<br />

ley y fuerza cósmica: estará en posesión del fuego sagrado<br />

de Vesta.<br />

La vida es una insatisfacción insaciable e insatisfacible,<br />

y el conformismo es la idea de que hay que sacudirse:<br />

reaccionando hacia las ascensiones con mayores<br />

mira-<br />

— 1636 —


EL LOCO<br />

jes de horizontes y posibilidades más amplias y luego<br />

ilimitadamente en el alto Ideal.<br />

Vosotros Maestros, Madres y Artistas, ponderad<br />

bien lo dicho: es el secreto robado a vuestras vidas en<br />

vuestras horas de meditación más profunda en el<br />

silencio gélido de vuestra soledad, desde la que hasta<br />

Dios pasa ausenta En consecuencia, impelid y exaltad en<br />

vuestros hijos y alumnos: ellos deben realizar en sus días<br />

el ideal de ventura y poder que no alcanzasteis por<br />

impotencia o por el odio de la envidia-ambiente.<br />

Alentad y tonificad sus vidas con palabras que sean<br />

aletazos inmensurables con que les mostréis el esplendor<br />

de la gloria; porque el triunfo de ellos será el vuestro;<br />

habréis vencido en el engarzamiento del Ideal, vosotros<br />

los perifrastes del misterio, los promotores y guías. Tened<br />

la sangrante conciencia de los precursores obsesos,<br />

abriendo a tajo la verdadera senda enmarañada en el<br />

oscurantismo de milenios, hasta hoy, en que canta la<br />

Libertad...<br />

Que el concepto de libertad no sea, pues, en<br />

vosotros mera palabra. Una idea nacida en una impresión,<br />

ebullendo al cerebro y el corazón imprime desde la<br />

inteligencia sus impulsiones a las manos, a los pies y a<br />

todos los órganos que exteriormente ejecutan al pie de la<br />

letra o el impulso medido de la idea o el sentimiento; y<br />

los órganos femeninos de la generación, constituyen en la<br />

concepción y el embarazo el prodigio ultrasensible de la<br />

acción psíquica, física, intelectual y moral, transmitiendo<br />

y organizando las fuerzas o dolencias. Pero nosotros no<br />

pensamos en esas herencias sino cuando vemos arrastrar<br />

sus lacras la miseria, que es justamente la que debe<br />

reaccionarnos a considerar y obrar en sentido contrario,<br />

contando con núestro poder de inteligencia y voluntad<br />

consciente. La experiencia diaria, objetiva y palpable,<br />

prueba, pues, con superabundancia de hechos, de razón,<br />

de criterio y lógica, que está al arbitrio de la Madre el<br />

hacer de su hijo lo que le plazca, salvo naturalmente en<br />

casos de fuerza mayor. Y ahora estamos precisamente en<br />

el punto por el que debería comenzar la educación sabia;<br />

y no dejar que se est$ procreando bajo la inconciencia<br />

del sólo orgasmo en celo.<br />

— 1637 —


ARTURO BORDA<br />

En este caso recurro lleno de fe a biólogos y<br />

médicos, por ser el asunto de tanta trascendencia<br />

humana. Recurro también a los periodistas para lo que<br />

entiendan necesario hacer. De manera que la hembra<br />

debe tener con<br />

ciencia de esta verdad pedagógica, de esta fuerza o poder<br />

intelectual y ......... no solamente lechos es lo único conce-<br />

dido a la mujer, no obstante Madame Curie y otros miles<br />

de ilustres mujeres en el campo de las ciencias y el arte.<br />

Yo he dicho intelectual; la virtud de su inteligencia hu<br />

mana, de su cerebro. Si su cuerpo es bello como su amor,<br />

sus ideas y voluntad deben ser aún más bellas y potentes;<br />

debe obrar también ya con su cerebro. No es inferior al<br />

hombre y quizá sea más. Que piense que su cabeza está<br />

encima de su corazón y de sus entrañas y que no es sim-<br />

ple carne.<br />

He ahí que con el menor esfuerzo imaginable<br />

logrará el éxito más grande: con un poco de voluntad en el<br />

éxtasis de la concepción. De esta suerte la mujer madre<br />

hará lo que con cruentos sacrificios no lograron<br />

Redentores, Libertadores o Salvadores. Luego cada<br />

chiquilla en lo íntimo de los repliegues de su conciencia<br />

o yo, su alma, verá que puede ser más que todos los<br />

Libertadores, Redentores y Salvadores, en la base del<br />

hecho mismo; y más aún: lo será en la conciencia<br />

usufructuaria del porvenir que hará del mundo su<br />

pedestal universal.<br />

Por eso las gentiles y gráciles chiquillas y las señoras<br />

que me oyen o luego me lean con atención analítica,<br />

ruego tengan la bondad, por ellas mismas, de meditar<br />

siquiera un instante durante el silencio de sus soledades,<br />

acerca de este asunto en que el porvenir les atañe,<br />

asunto el más humano y femenino, hasta la divinidad, en<br />

fuerza de humanidad.<br />

Es así que esta idea, pensamiento y versos debe hacerse<br />

carne en la voluntad de las chiquillas púberes.<br />

Y, al referirme a la pubertad, no puedo nada menos<br />

que recordar la delectación con que la contemplaba en mi<br />

mocedad febril de ideales, cuyos resabios sedimentados<br />

desaparecen ya en mi indolente indiferencia reconcentrada.<br />

—1639—


EL LOCO<br />

Pero... ¡Eh!... ¿Cómo se entiende?<br />

Yo sueño. Oigo el aleteo sonoro del reloj del público,<br />

las once. Estoy en el Mercado de Flores.<br />

¡Oh!... ¡Qué alegría! Pero; ¡qué lindo! ¡Cintas, búcaros<br />

y luz! Color. Y en el aire hay sensación saltarina:<br />

di-ríase que rebota la luz del sol. Brillo, salpicón de<br />

agua, temblor del iris o venturina? ¡Qué sé yo! Es la<br />

ebriedad de un repentino advenimiento en inquietud.<br />

Las gentes huyen de sus quehaceres y de las sombras,<br />

buscando la luz y calor del sol para sus entumecidas<br />

carnes.<br />

Estoy entretenido en una esquina. La ventolera<br />

juega con frías rachas, alternando la tibieza otoñal.<br />

Por la vereda sur, al sol, las colegialas vienen en<br />

grupo, exhalando el amor de su efímera hermosura. El<br />

viento juega en sus cabelleras y en los cintillos y tules que<br />

las engalanan, diseñando sus núbiles y turgentes formas.<br />

¡Oh, sevres, tanagras y mayólicas de ensueño! Lindas<br />

criaturas que enervan cuando pasan así, arrullando como<br />

torcasas con su ruidosa ufanía: sugieren algo de<br />

salterios, arpas y laudes o de gacelas, vicuñas o<br />

bayaderas y gueisas en danza.<br />

Quiero, gritándoles de entusiasmo, decirles:<br />

¡Oh!, inquietas libélulas tornasoles, intensamente<br />

id raudas, en las ardientes auroras;<br />

Mas vuestra inocencia<br />

¡Oh crisol virginal!<br />

Mustie sin piedad<br />

las adormideras y trinitarias<br />

de invernaderos conventuales<br />

o prostíbulos sociales.<br />

Y así, en tanto que hago un esfuerzo inútil por romper<br />

mi silencio, ellas pasan alegres, mirándose en su propio<br />

andar y en el goce de quien las mira. Y esa es toda su<br />

atención. Hacen bien: son la belleza en la única<br />

plenitud de sus días. Es de verlas cómo al simple empuje<br />

de la eclo-<br />

— 1639 —


ARTURO BORDA<br />

sionada pubertad, gráciles y enamoradas ostentan<br />

donairosas la gloria de sus nacientes pechos.<br />

Preconciencia del orgullo materno ensoñando a<br />

carcajadas con muñequitas de carne y hueso...<br />

Y se alejan las chiquillas, casi volanderas.<br />

Me siento triste, deprimido y lleno de angustia,<br />

como después de una borrachera. Es la ebriedad de la<br />

belleza de la juventud, del color, de la luz, de la música,<br />

el aroma y el amor.<br />

La promisión, la algazara y el deleite se van y se<br />

van quizá para no volver; porque es invisible y<br />

traidora la Negra Capitana.<br />

¡Cómo se van en grupo, allá lejos!<br />

En su diminuto y ágil andar, al tijeretear sus pies,<br />

arremolinan sonrisas y atenciones de los ávidos ojos. A su<br />

paso todo tiembla febrilmente en risas y amor: dijérase<br />

que cuanto existe afluye a ellas en ondas de carcajadas,<br />

semejando las turbulentas ondas de invisibles ríos que<br />

desembocan en la mar, la cual los dilata en su hondo y<br />

salobre seno de traidoras aguas. Mientras estoy pensando<br />

ya no se las ve; se fueron...<br />

Así la eterna chiquillada seguirá pasando ante la<br />

torva gravedad de los mayores; pero ellos, mirándolas sin<br />

verlas, abstraídos en sus secretos urdimbres, ni siquiera<br />

sabrán que...<br />

No; tengo miedo hablar. Todo es prodigio, misterio<br />

y maravilla.<br />

¡Oh, las chiquillas! Aun me parece que las veo. El<br />

recuerdo me constriñe y tortura con su melancolía. Si yo<br />

no ignorase el verso y la prosa, así les cantaría:<br />

La Pubertad...<br />

Arcana anunciación<br />

de la inmortalidad materna:<br />

— 1640 —


EL LOCO<br />

Floración carnal del hondo misterio,<br />

divina dádiva purpurina<br />

en migración eterna:<br />

plétora cósmica en eclosión<br />

murmurando el ¡Salve, Oh María!<br />

¡Ahí va la Pubertad!<br />

Eremitas o tumultuarios<br />

abrid en silencio la amplia vía.<br />

¡Ahí va la Pubertad!<br />

Cálido vaho, aura mañanera y sol de abril;<br />

Aloe y Mirra;<br />

cantárida, abeja y colibrí;<br />

leche y miel;<br />

sonaja, pajarillo y tamboril,<br />

hosanna y gloria,<br />

todo exhala éxtasis, ansias y ebriedad.<br />

Canta tú, Ruiseñor, la<br />

canción del amor, gorgorita<br />

maravilla en delirio a la<br />

aurora carnal; disloque y<br />

armonía canta lírico<br />

Ruiseñor; canta la canción<br />

del amor.<br />

La Canción<br />

Silbo, sonrisa y lágrima que<br />

son mi alegría y dolor. ¡Oh<br />

canción del Amor! ~ di en loor<br />

al dueño mío, que por Ella<br />

expiro llenando el orbe de<br />

ensueño sacro y que mi suspiro,<br />

que la eternidad absorbe,<br />

retiembla ya en armonía. Entre<br />

tanto el origen sonría en su<br />

alto retiro.<br />

Y, como siempre, después de una emoción de<br />

amor y belleza, envuelto en mi indecible soledad de<br />

silencio, me<br />

— 1641 —


ARTURO BORDA<br />

ahondo en el exilio de mí mismo asfixiándome en el<br />

hueco que ha dejado el cantar de la honda y leve<br />

canción del Bul-bul al espíritu y la carne de las muy<br />

amadas prin-cesitas.<br />

Y no hablo como chiquillo, hombre o joven<br />

ansioso de conquistar corazones o lograr situaciones;<br />

hablo, desasido de todo interés, a la razón crítica de las<br />

mujeres inteligentes, que se propongan conscientemente<br />

hacer la felicidad humana en un tiempo en que quizá ya<br />

no seamos ni recuerdo.<br />

Sí, señoras y señoritas. Pero ya os veo sonreír,<br />

pensando que en verdad os habla un loco. Así sea; mas,<br />

hay que libertar la conciencia, desde la niñez, en el<br />

sujeto, por el triunfo insustituible en la plenitud de su<br />

vida, es decir, en su juventud: en lo único valedero<br />

cósmicamente para sí y para el resto de la vida de<br />

relación. ¿Qué o quiénes no viven de la juventud? La<br />

juventud masculina o femenina no es la explotada por su<br />

fuerza, por su inocencia y belleza en todas las<br />

actividades y masacres, contando con su infinito<br />

altruismo inconciente? No ha de ser siempre la juventud<br />

esfuerzo inútil y pasto o res de tropa o manada para la<br />

satisfacción de los egoísmos y vicios de la vejez endulzada<br />

en el abuso impositivo de su supuesta autoridad<br />

aun en su decrepitud.<br />

Y es bueno saber que la autoridad en sí es el poder<br />

del conocimiento conciencial de los hechos, las fuerzas<br />

y las cosas. Esa autoridad, en los demás por intuición,<br />

experiencia o referencia, es el reconocimiento tácito de las<br />

fuerzas y poder que puede usar. La autoridad no tiene<br />

edad, sexo ni rango social: es una fuerza netamente<br />

moral.<br />

La autoridad puede estar en los antípodas,<br />

inmóvil y mudo y sin embargo su conciencia será<br />

acatada con fe. En cambio, un ignorante e inepto por<br />

venerable y centenario que fuese, puede usar todos los<br />

atributos del mando y de la fuerza y violencia, si se<br />

quiere, y estar incluso en el más alto sitial, pero nadie<br />

le obedecerá ni a palos, aun cuando grite a voz en<br />

cuello. Claro; si no tiene autoridad en sí mismo.<br />

— 1642 —


EL LOCO<br />

Así devienen la conciencia y la inconciencia introspectiva.<br />

Estos asuntos, son tan antiguos como la existencia<br />

misma en los que multitudes de gentes deben haber sentido<br />

vagar la idea informe ansiosa de corporizarse en un<br />

concepto en la confesión de sus pensamientos, deseando<br />

precisar en una fórmula. Quien siente latir en lo hondo<br />

de su ser esa incontenible ansia de perfeccionamiento y<br />

ascensión ¿no verá que ello vale una cartilla? Yo creo que<br />

estas ideas son útiles, urgentes y necesarias y que por<br />

consiguiente merecen atención y propaganda. Y la<br />

intelectualidad proletaria joven de ambos sexos que<br />

siente y presiente en carne propia el misterioso picor del<br />

advenimiento y porque su innato altruismo les hará<br />

multiplicarse en la propaganda de asunto tan importante<br />

en mi sentir; y porque los viejos ya no servimos nada más<br />

que, urgidos por nuestros ridículos egoísmos totalmente<br />

improductivos ya, para ser quebrantahuesos en el instante<br />

más grosero y egocentrista con alardes de mocedad.<br />

Mas, permitidme esta observación.<br />

La vejez tiene que defender su tesoro, su prestigio,<br />

bueno o malo, todo limitado por su merma de vida, exasperada<br />

por lo irremediable; en cambio, la juventud, espoloneada<br />

por su plétora de vida, ebria de optimismo y bondad,<br />

vuela alegre a la conquista de sus éxitos en la iluminación<br />

de sus posibilidades en el radiante esplendor de<br />

las auroras.<br />

Tales cuestiones nos hacen comprender, Madres y<br />

Maestros, desentrañando las consecuencias de los<br />

hechos. Y de ese modo sentimos la lógica de la justicia<br />

por el imperio educacional que los alumnos y los hijos,<br />

orando en acción de gracias, deben revertir tanto amor,<br />

desinterés, abnegación y sacrificio hacia la trinidad del<br />

verdadero apostolado, por la libertad feliz, Artistas,<br />

Madres y Maestros, quienes, iluminados del santo orgullo<br />

de su fe, infundirán su alegre altivez y la energética de su<br />

poderosa voluntad recreadora en sus alumnos e hijos a<br />

semejanza de como desde la aurora y el amanecer, y en<br />

su orto, comu-<br />

— 1643 —


ARTURO BORDA<br />

nica su calor vital a la creación entera el Padre Sol en el<br />

esplendor del día. Todo canta y baila en el hosanna inmortal<br />

al origen cósmico en esa transfiguración constante<br />

de la vida en la noche y la muerte; luz, potencia, amor y<br />

belleza, — fe, aroma y febriles ansias locas de volar con<br />

alas de inmensidad a la infinitud en el soplo apolíneo de la<br />

olímpica libertad en la creación. Tal se está verificando el<br />

prodigio: La Tierra, El Sol, la Luna, las estrellas y todo el<br />

sistema planetario, y los universos, van ascendiendo por<br />

la Vía Láctea, hacia la constelación de Hércules en la<br />

eterna infinitud de Dios.<br />

"Claro misterio<br />

de azul etéreo<br />

sueño sidéreo:<br />

Luz!"<br />

El Maestro y la Madre, operando la transfusión de<br />

su espíritu y voluntad en la célica arcilla latente, encarnando<br />

su alma y su ser en sus alumnos e hijos, realizan<br />

el misterio de Pigmalión, el Sumo artífice de la mitología<br />

griega que trasfunde su hálito a su creación marmórea. Es<br />

por esta razón de similitud que concreto a una sola fuerza<br />

y virtud los conceptos de Maternidad y Magisterio y<br />

Arte.<br />

Ahora bien, tratado así el asunto del Maestro y la<br />

Madre, veamos lo que es el Arte. Para ello vamos a leer<br />

este poema titulado "El Triunfo del Arte". Esto<br />

también os servirá de distracción para completar la hora<br />

de entretenimiento que corre a mi cargo.<br />

Pero, si os he fatigado, decídmelo, porque si no, comienzo<br />

con el poema.<br />

("El Triunfo del Arte")<br />

Estaba yo comenzando a leer las cuartillas del poema,<br />

cuando apoyando materialmente en mi hombro su<br />

sarmentosa y pesada mano, y, empujándome levemente,<br />

dice la buena señora:<br />

— 1644 —


EL LOCO<br />

—Ya es tarde, Don Loco. Se ha dormido usted también.<br />

Los gallos ya están cantando. Recójase Ud.<br />

Yo, despertando sobresaltado, la miro, somnolento<br />

aún. Me fijo en la tienda cenicienta y me parece que algo<br />

de mis horas más amargas y abandonadas de esta Paz sin<br />

paz antinomática, están trasudando en forma de viscosa<br />

pátina, esas paredes terrosas, con restos de empapelados y<br />

periódicos descoloridos, mientras que el viento de la noche<br />

silba, gime, muge y canta en los alares de paja. Es el<br />

embrujo del suburbio en la cordillera; dijérase que los<br />

espíritus están vagando en las sombras. Frío y brumas en<br />

el recuerdo, frío de muerte.<br />

No, los instantes no pasan tan en vano: algo agrio<br />

sedimenta la vida, algo que duele y hace pensar*<br />

¡Oh! rinconcito amable y discreto de silenciosos suburbios<br />

en el que se vierte a raudales cristalinos las indecibles<br />

ansias opresoras que emergen desde las mudas y lejanas<br />

soledades del recuerdo.<br />

La buena señora Kjana Huara, bien arrugadita y canosa,<br />

ya está cabeceando nuevamente en la bruma de sus<br />

recuerdos, esperando acaso su tránsito a mejor vida. Quizá.<br />

Y no acierto a recordar de cómo me hallo aquí. Mientras<br />

tanto bebo uno y otro copetín en la sórdida tristeza<br />

de este tienducho hospitalario, donde siento ascender el espíritu<br />

de la tierra amarga en una especie de vaho de amor<br />

que me satura y aprisiona; parece que la viejecita me estuviese<br />

abrazando: sí, en esta tierra aymara inmensa.<br />

Vuelvo a beber, sorbo a sorbo, mientras que la señora,<br />

arrastrando pesadamente sus pies en los ladrillos envejecidos<br />

de mugre, y apoyándose en el mostrador de<br />

adobes donde hay cigarrillos Inca, Cóndor, Aymara y fósforos,<br />

viene y empujándome nuevamente, repite:<br />

—Despierte Ud. ampe, Don Loco; ya está amaneciendo.<br />

El ronda ha de venir. ¿No oye Ud.? La moto está sonando.<br />

¿Por Ud. acaso he de pagar multa?<br />

— 1645 —


ARTURO BORDA<br />

—¡Ah! sí; señora. Sí. Sí. Perdone Ud., señora. Sí.<br />

SL ¿Cuánto es? Caray; me había dormido nomás,<br />

señora.<br />

Estaba soñando que me hallaba diciendo un<br />

discurso en...<br />

—Cómo no, pues. Un boliviano no más es. Y de la<br />

otra noche, que ha venido Ud. con el Chullunquía y el<br />

Quirquincho, me debe Ud. de dos medias de Ormaco,<br />

cuando estaban leyendo eso que me ha hecho reír tanto.<br />

¡Ah! También ha pedido Ud. tres kaucas, dos ají verdes<br />

y queso, que es dos ochenta. En todo es quince ochenta,<br />

no más.<br />

—Entonces —digo, rascándome la cabeza—<br />

dándole diez le he de estar debiendo cinco ochenta.<br />

Mañana se lo voy a dar.<br />

—¡Hum! ¿Cuándo volverá Ud., pues?<br />

Bebo el resto de la botella. Humo, algodones,<br />

niebla; inconsistencia en todo. Los otros borrachos siguen<br />

hablando en voz baja, en la penumbra, mientras que<br />

otro está roncando sobre un cajón.<br />

Me despido. Y al salir tambaleando, cuando<br />

empuja la puerta la señora, tropiezo en el dintel y caigo<br />

de bruces a medio callejón húmedo, a tiempo en que<br />

llega y se detiene el Carrito Verde; por lo que más que<br />

volando, me levanto, sorprendido de hallarme aquí, en<br />

cuerpo y alma,, sano y salvo, en el Paraninfo de la<br />

Universidad, agradeciendo a Uds. su benévola atención<br />

por tanta lata.<br />

Y estalla en la sala una carcajada formidable, de<br />

pesadilla, que me despierta definitivamente. Estoy en<br />

cama, en un tugurio sin luz.<br />

—1646 —


FIN<br />

EL ALBA<br />

Es innegable que filtrando en los cadáveres de la<br />

esperanza, la existencia ha mezclado su tedio en mi sangre.<br />

Necesito, pues, a falta de un sueño profundo, una<br />

eterna borrachera, para aniquilar mi razón, porque en mi<br />

alma todo se convierte silenciosamente en el cilicio analítico<br />

y luego la melancolía me satura. De esa suerte mis<br />

horas son lacerias.<br />

Cuando en la vejez, hostigándonos impía la lucha<br />

desesperada por el pan de cada día, nos dejan de tarde en<br />

tarde, ya como simple sarcasmo o por milagro, un<br />

instante de sosiego, entonces cómo nos parece imposible el<br />

fue, aquel sacrificio inútil y juvenil por el amor y la<br />

belleza que huyen, tan lejanos ya, en los confines<br />

brumosos; y, ¡corazón!, esta inquietud del irse<br />

incontenible, segundo a segundo, sin notar, en el día y en<br />

la noche, en la naturaleza impasible y tarda, deglutando la<br />

eterna angustia del mañana... Así los espectros del ansia<br />

me enloquecen en el desfile funeral del obsesor pasado.<br />

*<br />

Sí, hay una edad y una condición en que sólo urge ir<br />

aturdiéndose sin sosiego en la inconciencia, de vértigo<br />

en vértigo, hasta morir.<br />

*<br />

—1647—


ARTURO BORDA<br />

LA TARDE<br />

Durante el día he mirado de frente al sol: al atardecer<br />

mis ojos estaban calcinados; ya no miran nada, pero<br />

en mi recuerdo, en medio de la noche, en las absolutas tinieblas,<br />

creo ver permanentemente un sol negro, orlado de<br />

inmensas llamaradas heladas y argénteas.<br />

LA MEDIA NOCHE<br />

Desde ayer en que me molestaron esos espectros de<br />

mis ideas, mi vida se retrajo sobre sí misma, ansiando<br />

desaparecer, para conservarse egoístamente hostil y pura.<br />

¡Ay! ya no hay en mí ni restos de simpatía a nada ni a<br />

nadie. ¡Qué aburrimiento! Cómo se repliega mi alma en<br />

contracciones imposibles, haciendo grotescas muecas, cada<br />

vez más cansada y hastiada.<br />

Seguramente que debo inmaterializarme ya, comiendo<br />

las raíces de la flor subacuátil, según Helionoto, porque<br />

en estas horas en que me consume lentamente el cansancio<br />

y el hambre de no sé qué, experimento una inaudita<br />

maquinación en el alma y un loco automatismo en los<br />

pies, los que me llevan desesperadamente en todas direcciones,<br />

en la angustia de mi ceguera. Por eso torno y retorno<br />

mil veces en pos de algo que ignoro y que me inquieta<br />

sin cesar.<br />

Sí, después de la agonía, mis ecos, mi sombra y mis<br />

reflejos, almacenados en mí, años ha, se dispersarán en legiones<br />

en el Orbe, huyendo al igual de los secretos al abrirse<br />

la caja de Pandora, para ser después espectros en los terrores<br />

de media noche.<br />

Así llega mi última voluntad, rectilínea en el renunciamiento<br />

de todo, acaso por nada, para nada y por siempre.<br />

Masco y trago, pues, ya, las mágicas raíces, sin saber<br />

si sueño o no, y mis huesos y mi carne se combustionan<br />

sin dolor; luego siento que lentamente voy ascendiendo, dilatándome<br />

en la sombra nocturna, a semejanza de humo o<br />

nube que se deshace en la nada.<br />

— 1648 —


EL LOGO<br />

ÍNDICE<br />

Un día... ¿Cómo fue?...<br />

Yo era muchacho. La hora estaba cenicienta; el<br />

cielo fingía ser acero empavonado, en el cual serpeaban<br />

los rayos; los montes en la sombra se hallaban<br />

funeralmente índigos, mientras que los árboles se hacían<br />

venias. Entre tanto el viento gemía como nunca; tenía<br />

inquietudes y dolor; su musitar era un extraño parloteo.<br />

Esas voces no las puedo olvidar; eran tan hondas, más que<br />

el De Profundis Clamabat, girando siempre en torno mío.<br />

Sentí miedo. Y supe que aquel viento murmurador era<br />

un Alma en pena de una ronda inmemorial, y que así<br />

había pasado solitaria, cantando sus angustias, ora en la<br />

región helada, ora en las ardientes canículas del férvido<br />

ecuador como ya en la eterna inquietud de los desolados<br />

mares. Era un Alma triste, de cansancio inmortal,<br />

maldita para no reencarnarse; y en aquella tarde oscura,<br />

preñada de retumbos y rayos, mi Espíritu le dio<br />

albergue. Aquel fue un extraño maridaje. Esa Alma<br />

errante y triste que desde un principio viera las<br />

humanidades, se multiplicó infinitamente, poblando de<br />

melancolía y desesperación mis ideas y mis sentimientos,<br />

agotándome el cerebro y el corazón. Tal arrebató el<br />

señorío de mi espíritu. Es así cómo soy un colmenar de<br />

espíritus esquivos y tristes por siempre. Mi Yo desde entonces<br />

vaga alocado en mi propio mundo interior. Por tal<br />

manera en cada átomo de mi naturaleza desesperada, cada<br />

una de esas almas obra y considera por distinto modo.<br />

Esa tarde...<br />

Pero aquella Alma nonata y anónima, huye hoy,<br />

dispersando en la existencia, en forma de céfiros y huracanes,<br />

las innúmeras almas que procreara; y ellas fugan<br />

de mí, como las avispas de un colmenar incendiado.<br />

Y tú, lector, huye siempre de las tardes misteriosas,<br />

cerrando el oído al silbo de los vientos; que tu Espíritu<br />

no albergue Alma alguna en su seno.<br />

— 1649 —


ARTURO BORDA<br />

FE DE ERRATAS<br />

Dar testimonio de los errores de rnera forma, que<br />

están a ojos vista, no abona en favor de los errores de<br />

fondo.<br />

El Dice por el Debe Decir<br />

uno cien o milésimo<br />

no absuelve la duda o la mentira en que<br />

está el que medita, porque nadie sabe si la<br />

unidad es el principio o el fin de la<br />

numeración. Así en todo. Y basta.<br />

Si algún equívoco nuestro, y no ajeno, debemos hacer<br />

notar a los demás, dado el caso en que alguien se interesase<br />

por lo nuestro aunque sólo fuese en el dominio de<br />

lo puramente bello, es el de la idea, o sea el sentimiento<br />

central, la energética básica que informa y propulsa la<br />

obra; pero, ¡ay!, que ascendiendo en la inmensidad gnóstica,<br />

lo que debemos averiguar en el Origen es si nuestra<br />

existencia es o no una errata, ya que por una parte ignoramos<br />

lo que es la perfección, y, por otra, como consecuencia,<br />

no sabemos si el Origen es o no infalible, de lo £ual<br />

hasta hoy nada prueba el pro ni el contra, y, además, ignoramos<br />

si cada conciencia, o Alma, evoluciona de ronda<br />

en ronda y de mundo en mundo o si es simplemente un<br />

destello del acaso, sin antecedente ni secuencia.<br />

Mas, sucede que siendo como fuese, nos empeñamos,<br />

—casi nunca a sabiendas,— por ignorancia seguramente,<br />

pero sí de modo inconsciente, en hacer, al impulso de la<br />

torpe necesidad, absurdamente incomprensibles nuestros<br />

días<br />

Por mí sé que soy una errata, en consecuencia ¿cuánto<br />

más no serán mis acciones, y más si ellas dependen de<br />

la ignorancia y suficiencia ajenas, que posiblemente son<br />

otra errata? De manera, pues, que téngase mi<br />

existencia, y no ya mis simples actos, como el equívoco<br />

fatal en el que se enovillan mis errores y los ajenos.<br />

— 1650 —


EL LOCO<br />

La Editorial "Las Américas"*, estimando también de<br />

su deber incluir en la presente edición el siguiente esque<br />

ma de trabajo encontrado entre los manuscritos de "El<br />

Loco", lo hace con la esperanza de que quizá más tarde<br />

sean<br />

habidos esos originales así como se hubo hallado casual<br />

mente por la policía esta segunda parte. Dicho esquema<br />

dice:<br />

EN PREPARACIÓN<br />

1 Cuentos . . . : Verdaderas mentiras verdaderas.<br />

2 Poesía. . . . : En verso y en prosa.<br />

3 Novela . . . . : La existencia.<br />

4 Teatro . . . . : La tragedia de los vientos.<br />

5 Crítica . . . . : El arte americano: valores<br />

efectivos.<br />

6 Política . . . . : Cómo se debe sentir, pensar y obrar.<br />

7 Historia . . . : Hechos, seres y cosas que conozco.<br />

8 Filosofía . . . : Lógica de la verdad.<br />

9 Religión . . . : El Origen.<br />

------------<br />

* Esta referencia a la Editorial "Las Américas" aparece en los<br />

originales dejados por el autor tanto al principio como al final de la<br />

obra


ARTURO BORDA<br />

EL LOCO<br />

1902 á 1925<br />

publicado fragmentariamente<br />

en revistas y periódicos<br />

en<br />

BOLIVIA<br />

—1652—


EL LOCO<br />

EX LIBRIS<br />

En un instante o mil años después ¿en qué forma de<br />

enigma, en qué olvido y a qué distancia estoy.,. ? ¿De<br />

dónde? Ignoro, sin embargo tengo una vaga sensación reminiscente,<br />

como si hubiese vivido en una existencia anterior.<br />

Si eso es así, mi pasado ha sido en vano... Pero,<br />

¿qué más me da haber sido? ¿Qué hice o fui? Ello es un<br />

misterio. Una ilimitada y desconsoladora onda de olvido<br />

nos sigue siempre; es inútil avizorar la existencia pre:<br />

niebla, silencio y sombra. Sombra y sombra o sólo el<br />

vacío..<br />

—1653—


INDICE <strong>TOMO</strong> TRES<br />

DE LA RAZA<br />

La fiesta de a raza………………………………………………………<br />

Pg.<br />

969<br />

El agitador…………………………………………………………………… 978<br />

La conquista ……………………………………………………………………. 982<br />

La Epifanía…………………………………………………………………….. 997<br />

Primera expedición…………………………………………………….. 1000<br />

El regreso……………………………………………………………………… 1003<br />

Segunda expedición…………………………………………………….. 1003<br />

Tercera expedición……………………………………………………….. 1005<br />

Ultima expedición………………………………………………………… 1007<br />

¿Es un mito la confraternidad Hispanoamericana? ………. 1010<br />

Andando a la ventura………………………………………………. 1025<br />

Reivindicaciones sociales…………………………………………………. 1032<br />

El Yatiri……………………………………………………………………….. 1048<br />

Metamorfosis………………………………………………………………….. 1064<br />

La Patria……………………………………………………………………. 1067<br />

Los Hijos del Andes……………………………………………………….. 1093<br />

El símbolo rojo……………………………………………………………… 1104<br />

La rebelión de la raza…………………………………………………… 1107<br />

La alegría de los vientos………………………………………………. 1123<br />

DE LA HISTORIA<br />

De la Historia……………………………………………………………. 1129<br />

Los Colorados o la plebe heroica………………………………… 1139<br />

La madre del héroe………………………………………………….. 1142<br />

Los chanchos………………………………………………………………… 1165<br />

El misterio de la hora…………………………………………………. 1200<br />

El fuego sagrado…………………………………………………………. 1208<br />

Revelación ………………………………………………………………. 1230<br />

Feminif lor……………………………………………………………………… 1235<br />

Síntesis………………………………………………………………………… 1278<br />

El valor………………………………………………………………………. 1312<br />

Odio………………………………………………………………………………… 1337


Razón…………………………………………………………………………… 1337<br />

Amor………………………………………………………………………….. 1338<br />

EL TRIUNFO DEL ARTE<br />

El día…………………………………………………………………………. 1343<br />

La noche I………………………………………………………………….. 1344<br />

II………………………………………………………………………………… 1344<br />

III………………………………………………………………………………. 1346<br />

IV…………………………………………………………………………………. 1348<br />

V……………………………………………………………………………………. 1349<br />

VI………………………………………………………………………………… 1350<br />

VII……………………………………………………………………………… 1356<br />

VIII……………………………………………………………………………… 1369<br />

IX………………………………………………………………………………. 1370<br />

La aurora…………………………………………………………………… 1419<br />

Veintidós años después………………………………………………. 1420<br />

EL DEMOLEDOR<br />

El Demoledor……………………………………………………………….. 1423<br />

II………………………………………………………………………………… 1430<br />

III………………………………………………………………………………. 1431<br />

I…………………………………………………………………………………………. 1448<br />

II……………………………………………………………………………………….. 1448<br />

III……………………………………………………………………………………… 1448<br />

I……………………………………………………………………………………….. 1453<br />

II……………………………………………………………………………………….. 1454<br />

III………………………………………………………………………………………. 1454<br />

IV………………………………………………………………………………………. 1454<br />

V………………………………………………………………………………………… 1454<br />

VI……………………………………………………………………………………… 1454<br />

VII……………………………………………………………………………………. 1454<br />

VIII…………………………………………………………………………………….. 1455


I………………………………………………………………………………………… 1455<br />

II………………………………………………………………………………………… 1457<br />

III……………………………………………………………………………………… 1457<br />

IV……………………………………………………………………………………….. 1458<br />

V……………………………………………………………………………………….. 1458<br />

VI…………………………………………………………………………………….. 1459<br />

VII…………………………………………………………………………………... 1459<br />

VIII…………………………………………………………………………………. 1459<br />

I………………………………………………………………………………… 1464<br />

II……………………………………………………………………………….. 1465<br />

Los grandes autodidactas……………………………………………. 1511<br />

REACCIÓN - Novela radial…………………………………………… 1601<br />

FIN<br />

El Alba……………………………………………………………………… 1647<br />

La Tarde…………………………………………………………………… 1648<br />

La Media Noche…………………………………………………………. 1648<br />

índice………………………………………………………………………………… 1649<br />

Fe de Erratas…………………………………………………………….. 1650<br />

ExLibris…………………………………………………………………….. 1653<br />

ÍNDICE DEL TERCER <strong>TOMO</strong>……………………………………………….. 1655<br />

ÍNDICE GENERAL………………………………………………………………. 1658


PRIMER <strong>TOMO</strong><br />

PROLOGO<br />

ÍNDICE GENERAL<br />

(POR CAPÍTULOS)<br />

Pag.<br />

EL LOCO ......................................................................... 2<br />

DIVAGACIONES 1 ........................................................... 19<br />

DIVAGACIONES II - ....................................................... 53<br />

DIVAGACIONES III ........................................................... 87<br />

DE LA MISERIA-., ..................... 213<br />

RAZÓN Y LOCURA ..................... 277<br />

SEGUNDO <strong>TOMO</strong><br />

LA MISERIA ............................................................ *.. 443<br />

DE LA AUSENCIA .......................................................... 569<br />

NELLY - LA SINFONÍA DE LOS CORAZONES. 641


ZONA DE AMOR - LA GOLONDRINA ............................. 731<br />

TERCER <strong>TOMO</strong><br />

DE LA RAZA ................................................................... 959<br />

DE LA HISTORIA ........................................................... 1129<br />

EL TRIUNFO DEL ARTE ................................................. 1343<br />

EL DEMOLEDOR ............................................................. 1423<br />

REACCIÓN ....................................................................... 1601<br />

— 1658 —


DE LA PRESENTE EDICIÓN EN TRES <strong>TOMO</strong>S DE<br />

"EL LOCO", DE ARTURO BORDA, SE HICIERON<br />

950 EJEMPLARES EN RUSTICA IMPRESOS<br />

EN PAPEL OBRA DE 70 gr., CARÁTULA<br />

DE CARTULINA DE 260 gr.<br />

Y 50 EJEMPLARES IMPRESOS<br />

EN PAPEL PLUMA DE 60 gr.<br />

ENCUADERNADOS EN<br />

TELA; LA PRESENTACIÓN<br />

Y CUIDADO<br />

ESTUVO A CARGO<br />

DE LA<br />

SRTA.<br />

ALCIRA<br />

CARDONA<br />

TORRICO, DIRECTORA<br />

GENERAL<br />

DE CULTURA DE<br />

LA MUNICIPALIDAD, RESPETANDO<br />

LOS ORIGINALES<br />

DEJADOS POR EL AUTOR. LA<br />

IMPRESIÓN Y ENCUADERNACION<br />

SE REALIZO EN LA IMPRENTA TALLERES<br />

GRÁFICOS BOLIVIANOS", DE LA PAZ,<br />

BOLIVIA, TERMINÁNDOSE LA MISMA EL DÍA<br />

LUNES 10 DE O C T U B R E DE 1966 AÑOS.

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