Pedro Yleanir - La metafísica del pedo - Cagadero del Diablo
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El cagadero <strong>del</strong> <strong>Diablo</strong> Número 1, Mayo de 2007<br />
http://cagadero.6te.net<br />
<strong>La</strong> <strong>metafísica</strong> <strong>del</strong> Pedo<br />
<strong>Pedro</strong> <strong>Yleanir</strong><br />
Opúsuculo sobre las glorias y vilezas de los tan injustamente denigrados vientos<br />
intestinos.<br />
Poema Introductorio:<br />
El autor crea sensibilidades<br />
allí donde sólo abundan los pedruzcos,<br />
quizá parecen livianidades<br />
son temas de valor y nada fuscos;<br />
sucede así con la mierda y con el <strong>pedo</strong>,<br />
pues a pesar de heder y ser parduscos<br />
tienen tal substancia que les concedo<br />
más interes que las puras abstracciones;<br />
la música <strong>del</strong> culo es el <strong>pedo</strong>.<br />
Mas lo esencial son las emanaciones<br />
desprendidas por él, y los aromas<br />
quintaesenciados por las digestiones.<br />
Lector, al leer mi obra no te asomas<br />
a senda falaz, ni a feria de ilusos;<br />
no pretendo que muerdas como pomas<br />
al agraz, <strong>del</strong> lenguaje no hago abusos,<br />
simplemente hablo <strong>del</strong> <strong>pedo</strong> en plata,<br />
aunque de los finos me lluevan chuzos.<br />
<strong>La</strong> asendencia <strong>del</strong> <strong>pedo</strong> se cata<br />
en el sutil efluvio de la mierda,<br />
así las bufas son su flor y nata.<br />
Los aromas que en esta época lerda<br />
imperan son dulzones y muy flojos,<br />
¡maldita sea, y que ella no me pierda!<br />
“Conozcámonos todos y<br />
entendámonos<br />
que somos unos sacos de hediondez:<br />
cuando niños mocos, cuando viejos<br />
flemas y cuando hombres postemas.”<br />
(Baltasar Garcián)<br />
Este libro no cautiva a los ojos,<br />
sino al olfato, y no está hecho de ensayos<br />
sino de encueros con muchos arrojos.
El cagadero <strong>del</strong> <strong>Diablo</strong> Número 1, Mayo de 2007<br />
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Espero que a nadie hieran sus rayos<br />
asaz desnudos; lo hice con amor,<br />
forjando conceptos breves y gayos,<br />
ya que lo bueno, si breve, mejor.<br />
El <strong>pedo</strong>. Definición<br />
• Según la explicación clásica es la ventosidad que se expele <strong>del</strong> vientre por<br />
el ano. Entendiendo que la ventosidad son gases intestinales. El <strong>pedo</strong> es<br />
ante todo aire que toma cuerpo merced a los humores que fluyen por las<br />
tripas, la naturaleza de los cuales nunca es la misma, por lo tanto las<br />
esencias que dan olor al <strong>pedo</strong> son múltiples y ricas. El aire es el vehículo<br />
<strong>del</strong> que se sirve el <strong>pedo</strong> para transportar sus aromas, dependiendo de la<br />
cantidad de éste su concentración es mayor o menor.<br />
• <strong>La</strong> fisiología <strong>del</strong> <strong>pedo</strong> es peculiar y compleja, pues abarca todo lo<br />
relacionado con el alimento, su ingestión y su digestión, así como el estado<br />
anímico y físico <strong>del</strong> sujeto: en <strong>pedo</strong>logía el sujeto no es más que una mera<br />
máquina de gestar <strong>pedo</strong>s. Recuérdese el mecanicismo <strong>pedo</strong>rro, donde se<br />
estudia al hombre como verdadera maquinaria <strong>del</strong> <strong>pedo</strong>.<br />
• Asimismo la tipología <strong>pedo</strong>rrera es variadísima. Atendiendo a sus<br />
características químicas, mecánicas y <strong>metafísica</strong>s los <strong>pedo</strong>s se clasifican en<br />
numerosos grupos y subgrupos. <strong>La</strong> química <strong>del</strong> <strong>pedo</strong> estudia tanto la<br />
calidad de las esencias como el enrarecimiento de las ventosidades; la<br />
mecánica trata de temas tales como la dilatación <strong>del</strong> esfínter, la presión<br />
ejercida en los intestinos por los músculos abdominales, etc.; y la<br />
<strong>metafísica</strong> <strong>pedo</strong>rrera —también denominada <strong>pedo</strong>física— se ocupa de la<br />
entidad vaporosa que según algunos existe en el <strong>pedo</strong>.<br />
Vocabulario <strong>pedo</strong>rro<br />
• Por cuesco se conoce al <strong>pedo</strong> sonoro y de poco olor. Bufa, zullón y follón<br />
son <strong>pedo</strong>s silenciosos y malolientes. El primero posee mucho aire y poca<br />
esencia, los otros todo lo contrario.<br />
• Cuando el cuesco se produce por ingestión directa de aire y hay poca<br />
concentración de mierda en el tubo digestivo es un <strong>pedo</strong> claro, la munición<br />
es poca y la pólvora mucha, sonará como un cañonazo de salva. Sin<br />
embargo, si el flato está opreso en materias fecales descompuestas y<br />
hediondas, por fuerza, al salir expelida la ventosidad, el cuesco tendrá una<br />
esencia patente aunque enrarecida. Si el flato se origina no por ingestión de<br />
aire, sino a consecuencia de reacciones digestivas en el estómago, su<br />
naturaleza será más química, tendrá más concentración de azufre y de otros<br />
elementos fétidos, independientemente de las heces contenidas en las<br />
tripas; este <strong>pedo</strong> será denso y explosivo, se le suele llamar <strong>pedo</strong> petardo.<br />
• El cuesco es ante todo un <strong>pedo</strong> saludable y franco, tan amistoso como un
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estrechón de manos.<br />
• <strong>La</strong> bufa, <strong>pedo</strong> indiscreto donde los haya, es más que un <strong>pedo</strong> un resoplido<br />
fétido de las tripas. Se produce cuando se está estreñido, y la oclusión de la<br />
mierda en el tracto intestinal es tanta que la ventosidad se escapa a duras<br />
penas por pequeños resquicios.<br />
• El zullón es parecido a la bufa, pero no tan indiscreto, pues al salir se hace<br />
acompañar por un ligero chasquido.<br />
• El follón es el más indigno de todos los <strong>pedo</strong>s, el propio nombre indica su<br />
condición de ruin, cobarde y pérfido; ataca a traición y sigilosamente, sin<br />
levantar el más mínimo rumor, dejando el aire corrompido con su<br />
pestilencia. Esta ventosidad tiene tal naturaleza por recorrer antes de ser<br />
expelido unos intestinos atorados de excrementos corrompidos y<br />
pestilentes.<br />
• El flato es el aire encerrado en el tubo digestivo; a lo largo de él forma<br />
burbujas, que son permeables primero al quimo y luego a las heces. Se<br />
podría decir que es el caldo de cultivo donde la ventosidad toma su cuerpo<br />
y esencia, la solera donde el <strong>pedo</strong> madura hasta entrar en sazón y poder ser<br />
expulsado por el vientre.<br />
• Los borborigmos son los gorgoteos que origina el flato al desplazarse y al<br />
fermentar; son comparables a los estremecimientos de la tierra que<br />
preceden a la erupción de un volcán.<br />
• En cuanto a los verbos el más extendido es peerse. También se dice<br />
bufiarse, que es tirarse una bufa; zullarse, tirarse un zullón; y follonearse,<br />
voz usada en Chile, que aunque pueda dar lugar a malos entendidos se usa<br />
cuando uno se tira un follón, y no otra cosa. Además se usan términos<br />
como rajarse y romperse, que dan imagen <strong>del</strong> vientre como vejiga que<br />
estalla por el ojete.<br />
• <strong>La</strong> condición <strong>del</strong> <strong>pedo</strong> no se establece sólo por el hecho de ser expulsado,<br />
también intervienen en ella otros factores, como el ser un elemento que se<br />
comparte con los demás, con todos los rasgos semióticos que ello implica.<br />
Por ejemplo, los latinos tenían un verbo particular, op<strong>pedo</strong>, que significa<br />
ventosearse en presencia de alguien.<br />
• A los que se tiran <strong>pedo</strong>s con frecuencia se les denomina <strong>pedo</strong>rros o<br />
<strong>pedo</strong>rreros, si éstos son redondos y provienen de buenas entrañas; en caso<br />
contrario se les dice zullencos, follones, jediondos, mofetas, fétidos,<br />
viciadores <strong>del</strong> aire, y demás improperios por el estilo.<br />
• <strong>La</strong> <strong>pedo</strong>logía moderna ha acuñado un término par designar la peculiar e<br />
inigualable esencia <strong>del</strong> <strong>pedo</strong>, es el perpédito. Palabra que se forma de las<br />
latinas per (a través de) y peditum (el <strong>pedo</strong> latino).
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Clases de Pedos.<br />
• El <strong>pedo</strong> de santo y el de ermitaño son de mucho calibre, aunque inodoros,<br />
ya que éstos se alimentan sólo de aire y <strong>del</strong> espíritu santo, que ya es de por<br />
sí de naturaleza muy gaseosa; al no ingerir materias viles su perpédito es<br />
tan sutil que casi no desprende olor.<br />
• El <strong>pedo</strong> de los sodomitas es forzosamente un <strong>pedo</strong> estruendoso, casi un<br />
trueno de bolsillo, si fuese precedido de un resplandor se podría pensar que<br />
se aproxima una tormenta; esto se debe a la facilidad que tienen para<br />
dilatar los músculos <strong>del</strong> esfínter, en extremo holgado por su afición a que<br />
se los desbriden.<br />
• El <strong>pedo</strong> de metralla es una bufa embarazosa no sólo para el que la huele<br />
sino también para el que la pee; consiste en que <strong>del</strong> vientre diarreico se<br />
escapan con el <strong>pedo</strong> porciones de materia fecal, dejando los fondillos <strong>del</strong><br />
calzón llenos de mierda.<br />
• Bajo la designación de <strong>pedo</strong>s fétidos se engloba a aquellos que por mala<br />
digestión o por morbosidad son tan hediondos que no hay dios que los<br />
aguante; sus efluvios <strong>del</strong>etéreos llegan incluso a provocar desmayos en<br />
personas de constitución <strong>del</strong>icada. No es de extrañar por tanto que a los<br />
bicharracos que se bufian de tal manera se les diga que están podridos por<br />
dentro, o que su estómago es un inmundo albañal.<br />
Como ejemplos de estos <strong>pedo</strong>s citaré los <strong>del</strong> Simplicius de Grimmelshausen,<br />
insigne <strong>pedo</strong>rro:<br />
“Mientras yo me divertía con estas peroratas se me escapó, sin pensarlo, un viento<br />
tan enorme de la barriga, que ambos, secretario y yo, quedamos asustados. Al instante<br />
se anunció con tal potencia, en mi nariz y en toda la estancia, como si no se le hubiese<br />
oído antes lo suficiente.<br />
—¡Lárgate, marrano! —exclamó el secretario—, vete con los otros cerdos a la<br />
pocilga, casarás mejor con aquéllos que conversando con gente honorable.<br />
Pero se vio obligado, tanto como yo, a evacuar el lugar y dejar todo el espacio a la<br />
maldita pestilencia.”<br />
Más a<strong>del</strong>ante también podemos leer:<br />
“Éstos fueron los primeros palos que recibí desde que respiré por primera vez, por<br />
haber corrompido de manera tan repugnante este elemento en el que debemos vivir en<br />
comunidad. Después trajeron perfumes y can<strong>del</strong>as y los invitados sacaron sus estuches<br />
de almizcle y cajitas de bálsamo, incluso su rapé, pero ni aun los mejores aromas<br />
surtieron efecto. En este acto, el que demostré ser mejor que el mejor comediante <strong>del</strong><br />
mundo, hallé la paz para el vientre, aunque golpes para mis espaldas; los invitados, sin<br />
embargo, las pituitarias llenas de pestilencia y los sirvientes el trabajo de devolver el<br />
buen olor a la sala.”
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• El <strong>pedo</strong> de víscera podrida huele a tata y posee un perpédito que atufa de<br />
tal manera que se adhiere a los poros de la piel, dejando durante días<br />
apestado y apestoso al sujeto que entra en su radio de acción —lo único<br />
que suprime tal hedor son las friegas con vitriolo.<br />
• El <strong>pedo</strong> de cura es un <strong>pedo</strong> mantecoso, que ya lo dice el refrán: en el<br />
capón y en el cura todo es gordura.<br />
• Sobre los <strong>pedo</strong>s de animales habría mucho que contar, <strong>pedo</strong> dado que la<br />
<strong>pedo</strong>logía animal es una ciencia aparte y muy extensa no es éste el lugar<br />
para hacerlo. Comentar simplemente que el <strong>pedo</strong> de un carnívoro posee<br />
siempre mayor concentración de perpédito que el de un hervíboro, quien<br />
haya tenido oportunidad de oler el <strong>pedo</strong> de un león sabrá de qué estoy<br />
hablando, y el que no, tenga en cuenta que hiede cien veces más que el<br />
de un gato común. Cosa curiosa son los <strong>pedo</strong>s de animales acuáticos, no<br />
obstante los estudios sobre el tema aún se encuentran es estado muy<br />
embrionario; puesto que sus <strong>pedo</strong>s se propagan a través <strong>del</strong> medió<br />
líquido a no ser que se tengan branquias es imposible percibir su esencia.<br />
• Los <strong>pedo</strong>s de imbécil, mequetrefe, gilipollas, de cualquier tipo de idiota,<br />
tienen todos características similares. Debido a que todo en ellos es<br />
vaciedad, no sólo de las vísceras intestinales, sino incluso de las<br />
cerebrales, al contraer su abdomen se les dilata el esfínter y surge una<br />
estruendosa e inodora ventosidad, vástago <strong>del</strong> enorme flato que hincha<br />
sus pellejos de la cabeza a los pies.<br />
• El fantasma es un ser de naturaleza gaseosa, es el <strong>pedo</strong> de un muerto.<br />
• El <strong>pedo</strong> de los cursis es el <strong>del</strong> eufemismo al ristre. Entre ellos no existe el<br />
término <strong>pedo</strong>, en todo caso dicen que se les escapa un aire, como si<br />
realmente fuesen un neumático pinchado, de hecho si se les zarandea un<br />
poco enseguida se desinflan. Además, si alguno de ellos comete la<br />
indiscreción de tirarse un <strong>pedo</strong> nunca dirá que apesta, sino que da olor, y<br />
eso que a lo mejor están todos que no saben dónde meterse para escapar<br />
de la hedentina; pues a fin de cuentas tienen las mismas tripas que<br />
cualquier hijo de vecino.<br />
• El <strong>pedo</strong> de los enanos es una denominación usada por los antiguos, ya no<br />
existe en las modernas clasificaciones. Se decía que era especialmente<br />
fétido: como en sus cuerpecillos todas las partes están muy juntas el<br />
aroma de sus ventosidades se combina con el de los órganos adyacentes,<br />
resultando una mistura de perpédito con olor a pies, a axilas y<br />
mucosidades.<br />
Para el caso cito a Rabelais:<br />
“Los pigmeos son por naturaleza coléricos. <strong>La</strong> razón fisiológica está en que tienen<br />
el corazón cerca de la mierda.”<br />
• El <strong>pedo</strong> tímido es aquel que no se percibe ni por el oído ni por el olfato.
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Es el <strong>pedo</strong> de la miseria extrema, cuando el estómago está ya tan vacío y<br />
desmayado que ni el aire retiene.<br />
• Según el país el <strong>pedo</strong> es diferente. No se puede comparar la calidad <strong>del</strong><br />
<strong>pedo</strong> de alguien que se alimenta a base de una dieta mediterránea con el<br />
que lo hace sólo de fast-food, forzosamente este último debe tener las<br />
tripas dañadas. Tampoco son iguales los biorritmos de un esquimal que<br />
los de un bosquimano, aparte que cuando hiela el <strong>pedo</strong> se congela en los<br />
calzones antes de transmitir su esencia al aire.<br />
• El <strong>pedo</strong> de cagatintas es por naturaleza manchón y corrosiva, puesto un<br />
papel al alcance de su ojete lo chamusca y ennegrece; no es de extrañar<br />
por tanto que en las oficinas de los burócratas haya tan gran cantidad de<br />
legajos salpicados de cazcarrias pestilentes.<br />
• El <strong>pedo</strong> de lapa es aquel se hace el remolón a la salida <strong>del</strong> esfínter,<br />
adhiriéndose a la piel como una burbuja, temerosos de salir al mundo;<br />
normalmente hay que ayudarlo con un buen apretón de nalgas.<br />
•<br />
<strong>La</strong>s series de <strong>pedo</strong>s que el ano expulsa de una sola vez de llaman <strong>pedo</strong>s<br />
múltiples. Los hay de varias clases. El <strong>pedo</strong> de metralleta es aquel que se<br />
divide en un conjunto de pequeños <strong>pedo</strong>s de igual duración e intensidad,<br />
disparados automáticamente uno detrás de otro. Es sin lugar a dudas uno<br />
de los <strong>pedo</strong>s más saludables que existen, cualquier <strong>pedo</strong>rro que se tire<br />
descargas de este tipo, con diez o quince pedecillos, puede darse con un<br />
canto en los dientes, y con otro bien grande en las narices de aquellos<br />
que tengan la desgracia de estar cerca de él en un momento inoportuno.<br />
Un servidor recuerda una ocasión en la que estaba bajo un especial<br />
estado de gracia, me tiré un <strong>pedo</strong> metralleta de medio centenar de<br />
pedecillos, que duró casi medio minuto, ¡cosa rara! Además existen los<br />
<strong>pedo</strong>s sincopadosm que suenan más o menos así: pe pee pe pee pe pee pe<br />
pee prrr; y las bufas sostenidas, que son varias bufas empatadas una<br />
inmediatamente a continuación de la otra, sirviendo el ano de escape a<br />
los más fétidos gases.<br />
• El “crepitus” es el <strong>pedo</strong> de los dioses <strong>del</strong> Olimpo, en latín significa ruido<br />
seco, chasquido. Como los dioses sólo ingieren néctar y ambrosía su<br />
estómago está siempre bien templado, razón por la cual sus <strong>pedo</strong>s poseen<br />
la suma perfección, siendo redondos, sonoros y aromáticos; además el<br />
estado de salud de su ojete es magnífico, pues como comentan Rabelais y<br />
Duns Scoto se limpian sus traseros con un ansarón de plumón suave.<br />
Caso particular es el de Júpiter, que ya lo dice su sobrenombre, tonante;<br />
cuando Júpiter se pone furioso lanza sus rayos sin ton ni son, a la vez que<br />
se agacha y se tira unos <strong>pedo</strong>s tan estruendosos que amedrentan al<br />
mundo entero. Caso diverso es el otros panteones, por regla general el<br />
<strong>pedo</strong> de la divinidad es inaudible e inodoro; ya lo decía Confucio: <strong>La</strong>s<br />
acciones y operaciones <strong>del</strong> cielo son calladas y carecen de olor.<br />
•<br />
Al contrario de lo que vulgarmente se cree los <strong>pedo</strong>s de albañil,<br />
carretero, arriero, etc., son <strong>pedo</strong>s bien conformados y sanos; lo que pasa<br />
es que a lo largo de la historia se los ha discriminado por ser de clase
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•<br />
social baja. Los <strong>pedo</strong>s de menestrales valen siempre mucho más que los<br />
de los apoltronados, cuyo perpédito suele estar corrompido por la falta de<br />
ejercicio.<br />
El <strong>pedo</strong> piloto, fermoso <strong>pedo</strong>, es aquel que precede a la mierda antes de<br />
que salga por el culo. A este respecto hay unos entrañables versos de<br />
Rabelais:<br />
“Anteayer, cagando, olí<br />
el tributo que a mi culo debo;<br />
el olor fue tan ingrato,<br />
que fétido <strong>del</strong> todo me hizo a mí.”<br />
• Los <strong>pedo</strong>s de espanto: según una vieja teoría las ventosidades y los<br />
excrementos que provienen de cuerpos agitados por el miedo desprenden<br />
un hedor muy penetrante. Al caso dice Simplicius:<br />
“Mi opinión es que los excrementos que se nos escapan de miedo o de pavor<br />
despiden peor olor que los de una fuerte purga."<br />
• El <strong>pedo</strong> de obeso es un <strong>pedo</strong> malsano, corrompido por una naturaleza<br />
desequilibrada. Sus <strong>pedo</strong>s son desmesurados, se cuenta de alguno que<br />
tras tirarse un <strong>pedo</strong> se le rajó el culo de lo exagerado que era el cuesco, y<br />
tuvieron luego que cosérselo.<br />
• Durante el sueño se produce la relajación de los músculos abdominales,<br />
y también la de aquellos que forman el anillo <strong>del</strong> esfínter; en tales<br />
circunstancias el volumen de gas opreso en los intestinos halla su salida,<br />
dando lugar al sonoro <strong>pedo</strong> de durmiente, que suele actuar con<br />
nocturnidad y alevosía. Precaución: Se debe evitar por cualquier medio<br />
el tener que pasar la noche junto a un <strong>pedo</strong>rro durmiente, el estruendo de<br />
los cuescos a veces es audible en la extensión de toda una manzana.<br />
• A propósito de los <strong>pedo</strong>s huracanados en “<strong>La</strong>s mil y una noches” leemos<br />
un caso muy interesante: “<strong>La</strong> vieja vino a dar de espaldas en el suelo, con<br />
las piernas en alto, dejando ver a la luz de la luna los pelos de su cuerpo.<br />
Soltó luego dos <strong>pedo</strong>s, uno de los cuales levantó una nube de polvo en la<br />
tierra, y el otro una columna de humo que subió hasta el cielo.”<br />
El <strong>pedo</strong>. Mistificaciones.<br />
• El <strong>pedo</strong> de coño: existen algunas mujeres que tienen la habilidad de<br />
absorber aire por la vagina, reteniéndolo en la matriz, y que luego pueden<br />
expelerlo ruidosamente. De forma parecida hay hombres que son capaces<br />
de llenar su colon de aire tomado por el culo. Tales mistificaciones nunca<br />
podrán poseer el perpédito de un verdadero cuesco. El aroma <strong>del</strong> <strong>pedo</strong><br />
de coño es pocas veces perceptible, entonces es agrio, con una punta a<br />
husmo de pescado.
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• El impropiamente llamado <strong>pedo</strong> de boca es sólo un <strong>pedo</strong> bastardo. Se<br />
trata <strong>del</strong> conocido eructo o regüeldo. Aunque tiene virtudes<br />
características de <strong>pedo</strong> no llega a alcanzar la majestuosidad de éste. Al<br />
proceder directamente <strong>del</strong> estómago no tiene oportunidad de impregnarse<br />
con las excelencias de otras vísceras. Ya lo dice el poema:<br />
El eructo dijo Angulo,<br />
es un <strong>pedo</strong> malogrado,<br />
que de puro desdichado<br />
no supo llegar al culo.<br />
• <strong>La</strong>s mistificaciones más burdas son aquellas que reproducen el sonido <strong>del</strong><br />
<strong>pedo</strong> sin conseguir remedar su olor. Por ejemplo el <strong>pedo</strong> de axila, o la<br />
<strong>pedo</strong>rreta, que es muy útil a la hora de dar una higa a alguno que se precie<br />
de fino, si por desgracia no tenemos en ese momento un <strong>pedo</strong> de verdad<br />
reservado para la ocasión; el <strong>pedo</strong> es tan caprichoso.<br />
• Los sujetos anteriormente citados, que chupan aire por el culo, son capaces<br />
de fumar cigarros valiéndose de su ojete; por ello se tiran <strong>pedo</strong>s de humo,<br />
como si su culo fuese el tubo de escape de un coche.<br />
• <strong>La</strong> tradición clásica ha dotado al <strong>pedo</strong> femenino de cualidades que no son<br />
ciertas. En realidad la naturaleza <strong>del</strong> <strong>pedo</strong> no varía de un sexo a otro. Sobre<br />
todo en poesía tenemos varios ejemplos referentes al caso:<br />
“Tu cuello de alabastro huele a nardos,<br />
el aroma de culo es esencia<br />
que desde siempre inspira a los bardos.”<br />
*<br />
Por cuitas de amor aflicto<br />
siento que vaya a perderte,<br />
sé <strong>del</strong> hado el veredicto;<br />
ya nunca más podré verte,<br />
ni ser de tu <strong>pedo</strong> adicto.”<br />
En Shakespeare leemos lo siguiente:<br />
“Blow, blow, female fart’s wind,<br />
Thou art not so unkind<br />
As man’s ingratitude;<br />
Thy tooth is not so keen,<br />
Because thou art not seen,<br />
Although thy breath be rude.”<br />
Mallarmé aborda el tema tan caprichosamente como en él es habitual:<br />
“Si l’o<strong>del</strong>ette parfumée<br />
Ne survit au manille, sois<br />
Franc, c’est qu’hélas! tout est fumée,<br />
Tabac d’Espagne et vers françois.<br />
Tout!... jusqu’au vieil épithalame
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De la fololie et de vingt ans,<br />
Car par la ville plus d’un blâme<br />
Ton gai pet qui sent le printemps.”<br />
No obstante en alguna que otra ocasión descuella el verismo en la tradición<br />
poética <strong>pedo</strong>rra; tal es el caso de este poemilla miliunanochesco:<br />
“Oh tú, que a todo te avienes<br />
por el amor al dinero,<br />
haz cuenta que todo es poco<br />
para comprar el incienso<br />
capaz de engañar la peste<br />
que se exhala de sus <strong>pedo</strong>s.”<br />
En una antología poética sobre el <strong>pedo</strong> de buena ley siempre hará acto de<br />
presencia el poeta canario Domingo Acosta Guión, maestro en el arte de lidiar con<br />
materias excrementicias; cito los versos finales de su extraordinario “Madrigal <strong>del</strong><br />
<strong>pedo</strong>”.<br />
“Cáguese, pues sin cuidado,<br />
que ahogar el culo es de necio,<br />
y que cuando es más sonado<br />
el <strong>pedo</strong> no tiene precio.<br />
Por cumplidos no lo haga<br />
y cáguese en donde esté,<br />
porque si usted no se caga<br />
pueden cagarse en usted.<br />
Y después que haya aflojado<br />
dígale al <strong>pedo</strong>: “¡Bendito!”<br />
y que siempre sea loado,<br />
si es que es <strong>pedo</strong> y no es pedito.”<br />
El <strong>pedo</strong> en la mitología y en la historia<br />
• Según cierta cosmogonía asirio-babilónica el mundo tomó forma a raíz <strong>del</strong><br />
estallido de un colosal <strong>pedo</strong>, lo que hoy en día conocemos por “big-bang”;<br />
todo a consecuencia de una ingestión de judías que se zampó un remoto<br />
dios una no menos remota constelación. Los aerolitos que caen sobre la<br />
tierra están así pues causados por su metorismo.<br />
• Para los pedólatras el <strong>pedo</strong> comparte la esencia de que está hecha nuestra<br />
alma, a través <strong>del</strong> él se escapa buena parte de nuestro aliento vital, es decir,<br />
al peernos mengua nuestra vida. Por esta razón los pedólatras cuidan<br />
mucho su alimentación, no ingiriendo pedógenos; también ejecutan unos<br />
extraños ejercicios de relajación <strong>del</strong> abdomen —ellos lo denominan ascesis<br />
visceral— que al parecer deshace el flato en las tripas antes de que se
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escape en forma de ventosidades. Éstos consideran a los <strong>pedo</strong>rros gente<br />
descerebrada y falta de espíritu, no conscientes de se están pudriendo en<br />
plena vida.<br />
• <strong>La</strong> naturaleza gaseosa <strong>del</strong> <strong>pedo</strong> puede ocasionar que algunos espíritus,<br />
diablillos o genios, se sirvan de él ocasionalmente para guarecerse. Voy a<br />
narrar una curiosa historia de procedencia árabe, titulada “El efrit de la<br />
manzana”, que describe uno de estos casos a las mil maravillas.<br />
“ Un mercader atravesaba montado en su acémila unos remotos y poco transitados<br />
parajes. Se llamaba As-Samet, que en árabe significa “el silencioso”; cosa que<br />
sorprendía mucho a quienes por primera vez lo trataban, pues era de natural muy<br />
hablador; la razón de este nombre venía de los <strong>pedo</strong>s que se tiraba el sujeto de marras,<br />
bufas insonoras e insufribles.<br />
A la caída de la tarde se topó con un pequeño soto. Era un lugar ameno poblado de<br />
árboles frutales, aromatizado por mil flores; varios regatos lo recorrían, yendo a confluir<br />
en una alberca de agua cristalina. Decidió pasar la noche allí, y a tal efecto aparejó su<br />
lecho al pie de un manzano. Era aquél un fénix de los manzanos, su tronco grueso, su<br />
copa amplia tan cargada de flores que parecía un cielo estrellado.<br />
Debido al cansancio de la dura jornada pronto se quedó dormido, no obstante su<br />
sueño se vio perturbado por unas extrañas visiones. Agitado y sudoroso contempló<br />
cómo un genio bajaba <strong>del</strong> cielo, se acercaba a él sin parecer percatarse de su presencia,<br />
y excavando junto al tronco desenterraba un cofre. Todo esto era como en sueños, y no<br />
podía distinguir si dormía o si realmente estaba despierto; al cabo la aparición se<br />
desvaneció y pudo dormir en sosiego el resto de la noche.<br />
Al amanecer los rayos <strong>del</strong> sol incidieron sobre sus párpados y despertó<br />
sobresaltado. Lo primero que vio tras sacarse las legañas fueron las ramas <strong>del</strong> árbol<br />
cargadas de manzanas. Azorado se puso en pie y no pudo resistir la tentación de alargar<br />
la mano y coger una. Su piel era purpúrea y resplandecía con visos tornasolados,<br />
desprendía una sutil fragancia que hacía la boca agua, le dio un mordisco.<br />
Por la tarde, ya de camino, cabalgaba en su acémila, la cara toda una sonrisa y el<br />
estómago ahíto de manzanas. En una de éstas sintió una opresión en el vientre, se echó<br />
hacia <strong>del</strong>ante en la montura y dejó escapar una bufa. De la albarda se levantó una<br />
humacera negra, de una opacidad extraña, avanzó un trecho y creció hasta convertirse<br />
en un horripilante remolino. Éste se fue condensando y tomó la forma de un negro<br />
gigantesco. Sus piernas eran un rabo de nube, su torso grueso como una peña, su cabeza<br />
un marmolillo, las orejas dos jofainas, de las que colgaban sendas arracadas, cada una<br />
de las cuales podía pesar media docena de arrobas.<br />
Se dirigió hacia donde se encontraba As-Samet, y encarándole le dijo con voz de<br />
tiple:<br />
Tú que has comido de sus manzanas,<br />
y que has peído con placer su esencia:<br />
tú, que has osado hincar el diente<br />
a la carne más sabrosa y preciada,<br />
cuyo tacto es comparable al de una hurí.<br />
Prepárate a saborear las amargas heces<br />
que mi venganza te tiene reservadas.<br />
Luego, cogiéndolo por los sobacos, se lo llevó en volandas... pero ésa es otra<br />
historia que no atañe aquí contar.”
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• El culto al <strong>pedo</strong> viene de muy antiguo, ya en tiempos de los egipcios había<br />
sido deíficado, de hecho éstos mostraron su adoración por él en numerosos<br />
jeroglíficos.<br />
• A lo largo de la historia muchos autores se han devanado los sesos<br />
pensando cuál sería la forma ideal de tirarse un <strong>pedo</strong>. Para es una cuestión<br />
banal, lo importante es hallar la comodidad y el desahogo. Sin embargo, si<br />
hay algún melindroso que se interesa por el tema, puede consultar el libro<br />
<strong>del</strong> escritor latino Tartaretus: “De modo pedendi.”<br />
A este respecto Grimmelshausen escribe algo muy curioso:<br />
“—Tú no tienes más que levantar la pierna izquierda como un perro al pasar por<br />
una esquina y decir muy quedito: Je pete, Je pete, Je pete. Y pronunciándolo todo lo<br />
mejor que puedas, entonces partirán tan silenciosamente como si hubieran robado algo.<br />
—Está bien —le dije—, y si después apesta pensarán que los perros han viciado el<br />
aire, sobre todo si yo levanto la pierna izquierda bien alto.”<br />
• <strong>La</strong> <strong>pedo</strong>mancia estaba a la orden <strong>del</strong> día en casi todos los pueblos<br />
primitivos. Había un médium al cual se le daban las primicias de todas las<br />
cosechas y las carnes más jugosas, y unos chamanes encargados de estar<br />
siempre atentos, noche y día, a las ventosidades expelidas por su culo, el<br />
oído aguzado y las aletillas de la nariz bien abiertas; dependiendo de las<br />
características de sus <strong>pedo</strong>s realizaban sus presagios. Si por ejemplo sus<br />
<strong>pedo</strong>s eran estruendosos esto podía indicar la proximidad de una tormenta<br />
o de una batalla, si al contrario se tiraba zullones inaudibles y malolientes<br />
era señal inequívoca de que alguna peste o epidemia se cerniría sobre ellos.<br />
• Cuentan que en una ocasión el Libertador de las Américas, el ínclito<br />
Simón Bolívar, fue invitado a una cena de gala. El dictador Paez se enteró<br />
de esta invitación y le pidió a Simón Bolívar que le llevase con él, a lo que<br />
el general replicó que no era conveniente, pues Paez era un hombre de<br />
modales toscos y no estaba acostumbrado a tratar con gente refinada; pero<br />
Paez se empeño de tal manera que a Bolívar no le quedó más remedio que<br />
llevarlo consigo. Durante la cena una señora mayor que estaba sentada<br />
junto al general se ve que estaba algo descompuesta, y se le escapó un<br />
<strong>pedo</strong>; Bolívar para aliviar la vergüenza de la señora dijo a los presentes:<br />
“Perdonen señores, pero tengo una indisposición estomacal y me cuesta<br />
contenerme.” A lo cual le replicó Paez al oído: “Mi general, a cuenta de<br />
qué dice usted eso, si fue esa vieja la que se tiró el <strong>pedo</strong>.” Y Bolívar le<br />
respondió: “No sea bruto Paez, es por educación que lo he dicho, para que<br />
la pobre señora no se sonroje.” Paez se calló y se zambulló de nuevo en la<br />
ingestión de las viandas. Al rato a la señora se le volvió a aflojar el<br />
estómago. Y Símón Bolívar volvió a achacarse la culpa <strong>del</strong> incidente. A lo<br />
cual Paez quedó rumiando algo mosqueado. No se demoró mucho la<br />
señora en volver a ofrecer a los convidados el hálito de su vientre. Esta<br />
vez, antes de que Bolívar tuviera tiempo de abrir la boca, Paez exclamó:<br />
“Amigos, de ahora en a<strong>del</strong>ante todos los <strong>pedo</strong>s que se tire esta señora<br />
corren por mi cuenta.”<br />
• En diversas ocasiones el <strong>pedo</strong> ha sido tenido como símbolo de respeto y<br />
cortesía. Se dice que el conde de Suffolk debía rendir vasallaje a su rey
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todos los años por navidad, para ello daba un salto, se tiraba un <strong>pedo</strong> y un<br />
eructo. También cuentan las crónicas que varios exploradores <strong>del</strong> siglo<br />
pasado se toparon con una tribu de bosquimanos que saludaba de una<br />
forma muy extraña, si llevaban mucho tiempo sin verse se frotaban un culo<br />
contra el otro y luego se peían cada uno en las narices <strong>del</strong> otro.<br />
• <strong>La</strong> mitología ha dado un par de monstruos de <strong>pedo</strong>s letales. Hay un dragón<br />
<strong>pedo</strong>rro que expele fuego por el culo, come brasas y caga pavesas. Existe<br />
también un ser que se llamaba pedifón, bestia acéfala, mitad culo mitad<br />
mondongos; uno de sus <strong>pedo</strong>s caliginosos y sulforosos mata todo bicho<br />
viviente en una legua a la redonda.<br />
• A lo largo de la historia el hombre ha querido ver en el <strong>pedo</strong> un poder<br />
genesiaco; al ser incapaz de gestar en sus entrañas una criatura, por<br />
sustitución daba a sus <strong>pedo</strong>s una entidad desmesurada, y así cuando peía<br />
suponía que daba a luz seres inteligentes y libres. En el colmo de su<br />
<strong>pedo</strong>filia decía de aquél cuyo vientre hinchaba un flato que estaba encinta.<br />
Que ya lo dijo el poeta:<br />
¡Necio, mentecato!<br />
Aire en tus tripas.<br />
Vejiga encinta de patrañas,<br />
tus retoños todos malolientes.<br />
Al respecto conviene citar a Rabelais:<br />
“El <strong>pedo</strong> que soltó hizo temblar la tierra en nueve leguas a la redonda, y con su<br />
aire corrompido engendró más de cincuenta y tres mil hombres pequeños, enanos y<br />
contrahechos; luego, de un follón, engendró otras tantas mujeres pequeñas y<br />
encorvadas...<br />
—¡Cómo! exclamó Panurgo. ¿Tan fructíferos son vuestros <strong>pedo</strong>s? ¡Pardiez! He<br />
aquí bellas chanclas de hombres y bellos <strong>pedo</strong>s de mujeres. Habrá que casarlos entre sí,<br />
y engendrarán moscas bovinas.”<br />
• Un tal conde de la Trompette escribió un libro titulado “Manual de<br />
l’artilleur sournois”, en él se da cumplida cuenta de los diferentes modos<br />
de disimular el <strong>pedo</strong> en el caso de que la ocasión lo requiera. Habla de que<br />
en el momento en que uno sienta la necesidad de peerse debe hacer gran<br />
ruido para ocultar el de la ventosidad, ya sea removiéndose en su asiento,<br />
estornudando, tosiendo, gritando, zapateando, escupiendo, etc. Esto<br />
indefectiblemente me hace recordar a Simplicius, aunque a él tal treta no le<br />
sirvió para nada.<br />
“Y así, para consuelo de mi trasero, dejó escapar por todo lo alto las palabras que<br />
pensaba pronunciar en voz baja, y lo hizo con tanta fuerza que parecía iba a<br />
desgañitarme. Y cuanto más retumbaba el viento por abajo con tanta más furia salía por<br />
arriba el “Je pete”, como si se hubiese entablado una competición entre la salida y la<br />
entrada de mi estómago para ver cuál de las dos tenía la voz más atronadora.”<br />
El conde también habla de otro sistema, que consiste en apretar las nalgas con<br />
fuerza para que debido a la compresión el <strong>pedo</strong> salga poco a poco y sin hacer explosión;
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sin embargo lo que se pierde en sonido se gana en olor, dejando apestadas las pituitarias<br />
de la concurrencia.<br />
• En alguna lengua se observa la influencia <strong>del</strong> <strong>pedo</strong> en la formación de<br />
alguno de sus vocablos. Caso singular es el de la lengua portuguesa, en ella<br />
encontramos que la primera persona <strong>del</strong> singular <strong>del</strong> verbo “pedir”, en<br />
lugar de ser <strong>pedo</strong>, como convendría a la conjugación regular, se cambia la<br />
d por una ç, y se convierte en peço; es una corrupción debida a un remilgo<br />
lingüístico que se comete para evitar la homofonía con la palabra peido, es<br />
decir, nuestro <strong>pedo</strong>. También existe una corrupción similar con el verbo<br />
“perder”, que en lugar de ser perdo se convierte en perco.<br />
• Se conserva una estatua de mármol <strong>del</strong> dios Eolo, proveniente de la Magna<br />
Grecia, en la cual se lo representa de cuclillas sobre la bóveda celeste:<br />
como si estuviese dando salida libremente a sus ventosidades, no en vano<br />
se le consideraba padre y dios de todos los vientos.<br />
• No podía dejar de consignar este antiguo y célebre mote:<br />
“GARCI SÁNCHEZ DE BADAJOZ<br />
SACÓ POR CIMERA UN PEDO Y DIXO:<br />
Más penado y más perdido<br />
y menos arrepentido.”<br />
Tetralogía <strong>del</strong> <strong>pedo</strong>. Sus anomalías y monstruosidades.<br />
• Existen <strong>pedo</strong>s que poseen una propulsión anormal. Recuerdo a una fulana<br />
que poniéndose a gatas se metía una zanahoria en el culo y era capaz de<br />
arrojarla a diez metros de distancia.<br />
Había también un tío al que llamaban el Guillermo Tell <strong>del</strong> <strong>pedo</strong>, pues metiéndose<br />
una bolita en el ojete tenía tal puntería que le daba a una manzana puesta en la cabeza de<br />
otro.<br />
• Una vez tuve conocimiento de un sujeto cuyos <strong>pedo</strong>s eran extremadamente<br />
inflamables, y cada vez que pasaba junto a una llama debía andar con<br />
mucho tiento; en cierta ocasión, durante las fiestas de San Juan, se le<br />
escapó un <strong>pedo</strong> cerca de una hoguera, con la mala suerte de que llevaba<br />
unos pantalones de rayón que prendieron al instante, murió achicharrado.<br />
• Al igual que existen tragadores de sables hay también tragadores de <strong>pedo</strong>s.<br />
Sade nos relata el caso de unos monjes de un convento de benedictinos.<br />
“El monje impuro, ocupado siempre <strong>del</strong> mismo modo conmigo, me ordena que le<br />
dé en su boca el más libre curso a los vientos que podían estar afectando a mis<br />
entrañas...”<br />
• Lo más raro que he oído en materia de <strong>pedo</strong>s es el caso de un parisino, el<br />
cual cada vez que peía hacía sonar un fragmento de la Marsellesa, como si
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supiese tararear con el culo; si eso no es el colmo <strong>del</strong> patriotismo qué lo<br />
es?<br />
• Entre las modernas aberraciones de la tecnología se encuentra un filtro de<br />
invención japonesa, que introducido en el ano sirve a modo de sordina y<br />
además perfuma el perpédito; madre de Dios, adónde vamos a llegar?,<br />
<strong>pedo</strong>s con aroma a jazmín, a jacinto y a rosas; semejante asnería refleja<br />
claramente la estupidez que impera en esta época.<br />
El <strong>pedo</strong> en las ciencias y en las artes<br />
• Durante la Edad Media estuvo en boga entre los médicos el uso de la<br />
<strong>pedo</strong>diagnosis. Auscultando las ventosidades de sus pacientes eran capaces<br />
de saber si lo que necesitaban era una sangría o una lavativa, para lo cual<br />
eran de un celo y de un dogmatismo extremos, no era cuestión de<br />
equivocarse en materia tan <strong>del</strong>icada.<br />
• <strong>La</strong> <strong>pedo</strong>scopia es la parte de la <strong>pedo</strong>tecnia que se dedica a la recogida y<br />
análisis de muestras de <strong>pedo</strong>s, indagando las características y<br />
peculiaridades que éstos puedan tener, y además su incidencia en la<br />
atmósfera y en la capa de ozono.<br />
• En cuanto al uso <strong>del</strong> <strong>pedo</strong> por la tecnología existe un curioso arbitrio<br />
<strong>pedo</strong>rro que postula que puede llegar a ser una importante fuente de<br />
energía alternativa. Dado que los <strong>pedo</strong>s son emanaciones de gas natural, si<br />
se recogen éstos mediante un dispositivo acoplado a la cintura, servirían<br />
luego para emplearlos en las calefacciones de viviendas, fogones, etc. Los<br />
fisiócratas de <strong>pedo</strong> son los que se encargan en sus tratados, de buscar las<br />
diversas utilidades prácticas <strong>del</strong> <strong>pedo</strong>.<br />
Tampoco hay que olvidar la utilidad directa <strong>del</strong> <strong>pedo</strong> en determinadas<br />
circunstancias. Por ejemplo cuando queremos ahuyentar a algún pesado que nos está<br />
dando la tabarra, o en el caso de que nos apetezca tomar un baño de burbujas.<br />
• <strong>La</strong> <strong>pedo</strong>fobia está por desgracia muy extendida entre mis contemporáneos.<br />
Su pánico por la mierda es tal que llegan a cubrirla con oropeles y a<br />
desconocerla, sin percatarse de que su origen y su destino son la propia<br />
mierda. Por tanto no es de extrañar que el <strong>pedo</strong>, que es esencia de mierda,<br />
sea igualmente abominado por ellos. <strong>La</strong> razón de esto es que el <strong>pedo</strong> les<br />
recuerda el olor de la muerte y de la corrupción de la carne, pareciéndoles<br />
que ya están con un pie en la sepultura: su temor por la muerte es<br />
exagerado e histérico. En cierta forma se podría considerar nuestro vientre<br />
como un cementerio. Leonardo da Vinci hace un comentario muy<br />
interesante a propósito de esto:<br />
“El hombre y los animales son en realidad el paso y el conducto <strong>del</strong> alimento, el<br />
sepulcro de los animales y el lugar de reposo de los muertos, puesto que producen vida<br />
de la muerte de otro se complacen en la miseria de los otros, y se hacen ellos mismos<br />
encubridores de la corrupción.”
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• El <strong>pedo</strong> en la música debería jugar un papel muchísimo más importante <strong>del</strong><br />
que se le ha venido concediendo. Si bien la voz humana es más digna de<br />
aprecio que cualquier otro instrumento, la voz <strong>del</strong> <strong>pedo</strong> no le va a la zaga,<br />
tiene tantos timbres tesituras y matices como aquélla. El ano, que es<br />
ventalle de excrementos, para el <strong>pedo</strong> se convierte en afinado clarín.<br />
El encanto de las partituras y grabaciones de pedómanos es inenarrable. Una vez<br />
tuve ocasión de escuchar en vivo un recital <strong>del</strong> famoso Funcillini, el llamado Caruso <strong>del</strong><br />
<strong>pedo</strong>. <strong>La</strong> voz de sus <strong>pedo</strong>s era tan hermosa que ponía los pelos como escarpias. Cuando<br />
ejecutó su inigualable do de vientre me quedé extasiado, no era ya que rompiese<br />
cristales como un vulgar do de pecho, sino incluso tabiques, sobre todo si eran nasales.<br />
• El <strong>pedo</strong> como arte <strong>del</strong> olor lo es en sí mismo, y aventaja en mucho a la<br />
ciencia <strong>del</strong> perfume: no hay almizcle o civeto que lo supere en variedad y<br />
riqueza.<br />
El <strong>pedo</strong> y la salud<br />
• Retener el <strong>pedo</strong> es muy perjudicial para la salud. Sucede que la flatulencia<br />
hincha de gases el vientre, cual si fuese una bombona, y si no se les da<br />
escape por abajo se van hacia arriba, hasta llegar a la cabeza; entonces el<br />
cráneo actúa como caja de resonancia y el cerebro se reblandece,<br />
provocando una especie de imbecilidad denominada <strong>pedo</strong>cefalia. De hecho<br />
en el lenguaje coloquial no es extraño oír decir de alguien que tiene la<br />
cabeza llena de aire.<br />
<strong>La</strong> acumulación de gases en el interior <strong>del</strong> cráneo puede llegar incluso a ser<br />
mortal. <strong>La</strong> flema contenida en él crece enormemente, y al distribuirse a través de las<br />
venas por todo el cuerpo hace que la sangre se coagule, ocasionando al instante la<br />
muerte <strong>del</strong> sujeto.<br />
A propósito de la nocividad de los gases Jerónimo Meroa, importante médico<br />
catalán <strong>del</strong> Renacimiento, nos comenta:<br />
“Hay borrascas y torbellinos en este cuerpo, que son grandes ventosidades, que<br />
causan terremotos y torbellinos de dolores, y ruidos de barriga, y desvanecimientos y<br />
vahídos de la cabeza.”<br />
• Desde antiguo se conoce lo dañino que es para la salud retener el <strong>pedo</strong>.<br />
Suetonio nos cuenta que Claudio autorizó a sus comensales a peerse a sus<br />
anchas cuando estuviesen en su triclinio, alegando que aguantarse las<br />
ganas era perjudicial, y que a causa de ello ya habían muerto algunos de<br />
sus subditos, agonizando presa de espantosos cólicos; en el corpus<br />
petroniano leemos también que si el flato se sube al cerebro trastorna el<br />
equilibrio natural <strong>del</strong> cuerpo.<br />
• Si los gases no hallan salida en ningún sentido se acumulan y pueden llega<br />
a reventar las tripas o darles un vuelvo; entonces será ardua la labor <strong>del</strong><br />
cirujano que tenga que componer semejante desaguisado.
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• A pesar de lo poco recomendable que es abstenerse de peer existen un par<br />
de circunstancias en las que no nos queda más remedio. Cuando hay un<br />
contacto íntimo muy estrecho, no es cuestión de disparar a bocajarro en las<br />
mismas narices de nuestra pareja; y cuando se está comiendo, pues el<br />
perpédito desvirtúa los aromas de la comida.<br />
• Una persona que halle el equilibrio en la gestación y expulsión de sus<br />
<strong>pedo</strong>s puede decirse que está física y anímicamente equilibrada. Para ello<br />
hay que cuidar mucho la digestión, comiendo racionalmente y sin abusar<br />
de pedógenos o de carminativos, que obligándonos a peer en exceso nos<br />
hagan desfallecer, pues las energías también se escapan a través <strong>del</strong> culo.<br />
Hay que tratar de que a nuestro estómago llegue el alimento, pero no aire,<br />
la aerofagia puede ser cause de terribles sucesos; conocido es el caso de un<br />
político que papaba tanto aire que un día salió volando y se elevó a los<br />
cielos <strong>del</strong> infierno. El nerviosismo tampoco es bueno, debemos procurar<br />
tener el padrejón lo más bajo posible. Por último, que el culo no sea cloaca,<br />
sino trompeta afinada.<br />
• El <strong>pedo</strong> es muy saludable, al peernos le hacemos a nuestro cuerpo favor<br />
inmenso. El <strong>pedo</strong> deshace la bilis, es buenísimo para tamplar el<br />
temperamento; quien no se tire un <strong>pedo</strong> de vez en cuando, en el colmo de<br />
la introversión, llegará un día que por guardarse todo para sí reviente de<br />
cicatería.<br />
• Hay <strong>pedo</strong>s especialmente beneficiosos para la salud. Por ejemplo el <strong>pedo</strong><br />
que nos tiramos al despertarnos, que activa al instante la maquinaria de<br />
nuestro estómago; o el <strong>pedo</strong> de sobremesa, que es además señal de buena<br />
crianza.<br />
Exiguo refranero <strong>pedo</strong>rro<br />
• Un antiguo proverbio romano dice así: un gran <strong>pedo</strong> bien vale un talento.<br />
• El <strong>pedo</strong> espanta los demonios.<br />
• Pee claro y da una higa al médico.<br />
• Para vivir sano y mucho tiempo, hay que peer con el culo al viento.<br />
• Pee allá, ¡fo! aquí. Éste es un refrán muy corto pero muy agudo, alude a la<br />
costumbre que algunos tienen de alejarse para bufiarse, pero que a la postre<br />
siempre portan con ellos su hedor.<br />
• Dime cómo cagas y te diré de qué madera estás hecho, dime cómo pees y<br />
te diré qué es lo que piensas.<br />
• Tirarse un <strong>pedo</strong> más grande que el culo. Dícese cuando alguien pretende<br />
hacer algo que le viene grande.
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• Aunque comas rosas cagarás mierda; aunque tragues aire perfumado tus<br />
<strong>pedo</strong>s apestarán.<br />
• Morir entre la multitud es tan bueno como tirarse un <strong>pedo</strong>. (Proverbio<br />
persa)<br />
• Concluyo con un popular refrán portugués: com bom presunto, bom vinho<br />
e bom peido, o prazer chega cedo.