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W Vf SÍTATE<br />

UNIVERSIDAD SAN P A<br />

:BLO <strong>CEU</strong><br />

Gil MÜNIUA


HISTORIA<br />

DE LA VIDA Y DEL PONTIFICADO<br />

DEL PAPA PIÓ VII,<br />

Compuesta<br />

POR EL CABALLERO ARTAUD,<br />

Antiguo encárgalo de Negocios en Francia arca de la Santa Sede.<br />

Y THADUCIDA CUIDADOSAMENTE AL CASTELLANO.<br />

lia jo la tmcrrion lie<br />

AIDRE9 BORREGO.<br />

Tomo íí.°<br />

MADRID:<br />

IMPRENTA DE LA COMPAÑÍA TIPOGRÁFICA<br />

ca'.lc del León número 21.


CAPITULO PRIMERO.<br />

OCUPA EL PAPA EN LAS TULLERIAS EL PABELLÓN DE<br />

FLORA.—RECIBE NOTIFICACIÓN DEL NACIMIENTO DE UN<br />

SOBRINO DEL EMPEHADOH. RESPUESTA DEL PAPA.<br />

Mr. KOTZEBUE—INUNDACIÓN DEL TIBER.<br />

El Papa, que liabia residido constantemente<br />

en las Tullerías , en el pabellón de Flora, conti­<br />

nuaba concediendo audiencias á los fieles. Ningu­<br />

na persona de su comitiva daba motivos de queja.<br />

Recibía á veces al emperador, y siempre le ma­<br />

nifestaba una benevolencia digna y afectuosa. Ha­<br />

biendo dado á luz la princesa Hortensia, esposa<br />

del principe Luis, un hijo que se llamó Napo­<br />

león-Luis , mandó el emperador que se remitiese<br />

al Papa una notificación oficial del nacimiento de<br />

este principe.<br />

rador.<br />

El G de enero contestó el Papa al empe­<br />

"Carísimo hijo en Jesucristo.<br />

Vuestras cartas nos han llenado de uua doble alegría , pri­<br />

mero porque nos anunciáis que os ha nacido un sobrino de


nuestro hermano Luis, y ademas porque las mismas cartas nos<br />

aseguran que conocéis y habéis probado el efecto de nuestro<br />

cariño y que sabéis cuanto nos interesa todo lo que pertenece<br />

al honor , al incremento , á la ventaja y al ornato de vuestra<br />

familia y ciertamente habéis juzgado bien de nos."<br />

En seguida recuerda el santo Padre al empe­<br />

rador las conversaciones que juntos lian tenido,<br />

y le da gracias por la hospitalidad que con su<br />

Santidad ejerce.<br />

Responde al Obispo de Orlcans , que habién­<br />

dose hecho anunciar de antemano le había habla­<br />

do del concordato jermánico, que antes de partir<br />

de Roma habia recibido del emperador Francis­<br />

co II una carta suplicándole que nada conclu­<br />

yese en París acerca de dicho concordato. "Con<br />

todo, añadió el santo Padre, podéis comunicarnos<br />

alguna memoria sobre este objeto." Acerca de<br />

otros negocios habia tratado ya el Cardenal Fesch,<br />

que se portaba siempre con suma circunspección,<br />

por el deseo grande que tenia de agradar ú su<br />

Santidad : y por entonces fué cuando el Cardenal<br />

Antonelli escribió á Fesch una carta del tenor si­<br />

guiente:<br />

No pudiendo su Santidad ignorar las mudanzas que va ú<br />

sufrir dentro de poco la república italiana, y deseando al mismo<br />

tiempo conservar el concordato hecho bajo los auspicios y au­<br />

toridad de S. M. el emperador de los franceses, como presiden­<br />

te de dicha república, ha dispuesta que el infrascripto Cardenal<br />

Antonelli ruogue á vuestra eminencia se sirva interponer con


S. M. sus buenos oficios , para que, sea cual fuere el gobierno<br />

que se establezca en la república susodicha, se anulen entera­<br />

mente todos los decretos dados por el vice-presidente Melzi en<br />

26 de enero último, sobre los cuales ya su Santidad ha repre­<br />

sentado en debido tiempo ií la sabiduría y penetración del em­<br />

perador. El cslo por el bien de la relijion que siempre ha dis­<br />

tinguido á V. E. mueve á S. S. á esperar con fundamento que<br />

solicitará de S. M. I. la justicia y magnanimidad debida para<br />

anular los decretos ya citados, y hacer que permanezca siempre<br />

íntegro el concordato. El infrascripto aprovecha esta ocasión<br />

de &c.<br />

Firmado, EL CARDENAL ANTONELLI.<br />

No se dio por el pronto respuesta alguna fa­<br />

vorable á esta petición, á pesar de la solicitud del<br />

Cardenal Fesch, que en cuanto á esto convenía<br />

en un todo con el santo Padre. Pero ¿ qué pasaba<br />

en Roma en tales circunstancias ? Habiéndose<br />

ocupado la ciudad por algún tiempo de las noti­<br />

cias del correo , se habia entregado después á sus<br />

diversiones ordinarias.<br />

Por esta época llegó á Roma el príncipe elec­<br />

toral de Baviera, hoy rey Luis I, bajo el nom­<br />

bre de conde de Haag. El célebre Kotzebue se<br />

presentó también en la misma capital y hubiera<br />

permanecido en ella todo el invierno á no haber­<br />

se insertado en un periódico alemán la infundada<br />

noticia de que una gran nación estaba intere­<br />

sada en que se aprisionase y espulsase al poeta.


Esta indicación no era de despreciar, mácsi-<br />

me después del asunto de Mr. de Vernégues. El<br />

poeta Kotzebue, salió , pues, de Roma en breve<br />

término.<br />

La noche del 31 de enero, al principio de<br />

febrero, salió el Tiber de madre. Algunos físicos<br />

han dicho que la causa de estas inundaciones del<br />

Tiber es el viento sud-ocste que soplando recia­<br />

mente en la misma dirección de la embocadura<br />

entre torre Clementina y torre san Michele hace<br />

refluir sus aguas, y las impide entrar en el mar;<br />

pero de Roma á Porto, aunque no distan mas<br />

una de otra que trece ó catorce millas italianas,<br />

dá el rio tantas vueltas que no puede admitirse<br />

esa razón. La verdadera causa de semejantes inun­<br />

daciones son las frecuentes lluvias hacia la parte<br />

de los Apeninos en donde el Tiber, igualmente<br />

que el Arno tiene su orijen. En pocas horas se<br />

cubrió de agua todo el barrio de Ripetta, y que­<br />

daron inundados los campos opuestos. Desde las<br />

azoteas del palacio Borghese contemplábamos no­<br />

sotros aquella espantosa calamidad. Llevaban las<br />

ondas del Tiber árboles y muebles, carros y ga­<br />

nados que acababan de arrebatar á los campos.<br />

La calle del Orso hallábase completamente sumer-<br />

jída. Las mujeres, los niños y los ancianos no ha­<br />

bían podido huir , y desde los tejados lanzaban


n<br />

penetrantes .gritos; carecían de pan y 4é tódafcte*<br />

sé de provisiones. No Se oían otras palabras que:<br />

" Bar carolo, a not, pietá, paf& ir<br />

$1 *6*tt¿iEfoal<br />

Consalvi acudió uno dé los ¿ftá^rol^espíáes'tte<br />

mandar á 'todos los panaderos qué cociesen *raa<br />

hornada estraordinatíá. A :<br />

poco'ée vio Wti espectáculo<br />

admirable. •Consálvi, qúe^o 3<br />

.tem'iac^náar su<br />

vida á las ir ajiles tablas de un foárquichüelo , iba<br />

en persona, vestido de Cardenal, á llevar pan á<br />

los q[ue le pedían en la calle del ©rsb ,.'ysu ejemplo<br />

fue imitado sin dilación por muchos romanos.<br />

Yo 'felicité á su Eminencia por'ésía conducta ¡noble<br />

y alentada) y éoñítés 1<br />

tomé había gozado<br />

de riquísima Recompensa, oyendo "las bendiciones<br />

délas mujeres y d'e los niños. -Besábanme las<br />

manos", decía, "'y befaban-ínásatipas y lospanes.<br />

Ninguno "solicitaba pan-mas ^üé ¡paía u*i dia<br />

á 'fifi de que nadie sé olvidase. Atenas ¿mo (<br />

éi%<br />

mi deber conducirme asi, para


&<br />

paree con tanto valor é intrepidez al joven príncipe<br />

Aldobrándini en hacer pasar comestibles á<br />

los infelices habitantes de las casas vecinas al palacio<br />

Borghése, igualmente que á todas las calles<br />

prócsimas que no podían comunicarse con Roma<br />

sino por medio de dicho palacio.<br />

Ademas de estos actos de humanidad de que<br />

daban ejemplo noble los jefes del gobierno , y los<br />

sujetos mas distinguidos de la sociedad, había una<br />

obligación que cumplir harto mas peligrosa: necesitábase<br />

llevar pan á mas de mil contadini, ó campesinos<br />

, repartidos por las casas de campo cercanas<br />

á Roma; pero muchos eclesiásticos, y otras personas<br />

se encargaron de llevar á cabo esta arriesgada<br />

obra de caridad. En. caso de haber continuado la<br />

creciente de las aguas nos hubiéramos retirado<br />

con todos los franceses á nuestra villa (casa de recreo)<br />

de Médicis , que es , se puede decir, la ciudadela<br />

de Roma, y adonde era imposible que<br />

llegase, á menos que sucediese un diluvio universal.<br />

El cielo estaba despejado, el viento norte soplaba<br />

constantemente; y á pesar de eso todas las<br />

ventanas de las casas inundadas estaban abiertas,<br />

y desde ellas observaba cada uno con ansiedad, y<br />

procaraba conocer el momento del reflujo de las<br />

aguas.


El 2 de febrero, á las cinco de la tarde se<br />

manifestó el primer síntoma de decremento, y<br />

resonaron súbitamente en Roma gritos de alegría<br />

y de esperanza. Pero al retirarse las ondas dejaron<br />

un espeso y malsano sedimento, que fué preciso<br />

volver inmediatamente al lecho del rio. La buena<br />

administración del Cardenal Consalvi, remedio<br />

también este mal. Distribuyéronse socorros en di­<br />

nero; y por la primavera que fué bastante adelan­<br />

tada, ya se conoció el influjo de esta sabia y jene-<br />

rosa política.<br />

El Papa quedó aílijidísimo al saber la inunda­<br />

ción del Tiber. Sintió no haberse hallado presen­<br />

te , para consolar por sí mismo á los desgraciado?,<br />

pero mitigóse su dolor, sabiendo que su ministro,<br />

tan previsor como bizarro , justificaba á fuerza de<br />

liberalidad la acertada elección de su soberano.


CAPÍTULO SEGUNDO.<br />

EL CANCILLER M A Y O R DEL IMPERIO JERMÁNICO DESEA,<br />

SEGÚN SE DICE, QUE MR. BERNIER SEA LEGADO A<br />

LATERE EN RATISBONA.—INFORMES DÉ MR. PORTALIS<br />

SOBRE LAS PETICIONES ECLESIÁSTICAS DEL P A P Á . —<br />

DISCUSIÓN SOBRE ESTE OBJETO;—CARTA DE «LUIS XIV<br />

A L CARDENAL DE L A TRÉMOUILLE.—CARTA DE LUIS<br />

XIV A INOCENCIO XII.—PETICIONES DEL PAPA.—CON­<br />

FERENCIAS DE su SANTIDAD CON EL EMPERADOR.—<br />

CONDUCTA RESERVADA DE PÍO VII.- '<br />

Desde el 23 de febrero ya pensaba el santo Pa­<br />

dre en su partida; éhizo saber, por medio del<br />

Cardenal Caprara, que habia formado un itine­<br />

rario, con arreglo al cual, la primer parte de su<br />

comitiva, saldría el 9 de marzo, la segunda el<br />

12, la tercera, en que habia de ir su Santidad, el<br />

15, la cuarta el 18.<br />

Entretanto escribió Mr. Kolbora á Mr. Ber-<br />

nier que el deseo del elector Canciller Mayor del<br />

imperio era únicamente verle á él mismo revesti­<br />

do de las funciones dé Legado á latere. El prínci-


pe había de antemano propuesto á Monseñor<br />

de la Genga (después León XII) pero actualmente<br />

prefería su Alteza al Obispo de Orleans. Al enviar<br />

á Mr. Talleyrand una copia de la carta de Mr. Kolborn<br />

, que según sospechas habia sido dictada por<br />

Mr. Bernier, decía este Obispo al ministro que en<br />

el siglo xv se habia nombrado Legado en Alemania<br />

el Cardenal Arzobispo de Arles, que por<br />

lo tanto habia ya anteriormente un ejemplar; que<br />

sin embargo, ese título podría parecer ahora demasiado<br />

elevado : que cualquiera otro desagradaría<br />

menos á la corte romana, cuyo jefe era tan<br />

fácil y condescendiente, y susajentes tan descontentadizos<br />

y desconfiados.<br />

Repetidas veces había pedido el emperador al<br />

Papa una memoria comprensiva de las varias peticiones<br />

que podías interesar á la santa Sede. Consultó<br />

su Santidad á algunos de los Cardenales de<br />

su comitiva, los cuales no se dejaron guiar completamente<br />

en la redacción de la memoria de aquel<br />

espíritu apacible y moderado que hubiera servido<br />

de norma al Cardenal Borgia, recien muerto en<br />

León. Terminada la esposicion de las peticiones,<br />

la dio el Papa á Napoleón, y este á Mr. Portalis,<br />

de quien recibió el siguiente informe:<br />

" SEÑOR:<br />

Vuestra Majestad me ha remitido un estrado de las peti-


ciones del Papa, redactado en lengua italiana, mandándome<br />

traducirlo al francés, y transcribirlo en medio marjen, estendiendo<br />

mis observaciones en la columna que quedase en blanco»<br />

Este estracto es el resumen de una memoria mas estensa que<br />

Labia sido remitida á Mr. el Cardenal Fesch, y que su Eminencia<br />

me ha comunicado. No debo ocultar á V. M. que la memoria<br />

y el resumen, los cuales solo presentan los sistemas mas<br />

ecsajerados de los doctores ultramontanos, se han retirado por<br />

parte del Papa, reemplazándolos por un nuevo escrito, que contiene<br />

representaciones y peticiones infinitamente mas razonables.<br />

Tratábase en los primeros documentos, nada menos que de<br />

combatir los cuatro artículos de la asamblea del clero francés de<br />

1682, y de subvertir toda la sabia economía de los artículos orgánicos,<br />

cuyo único objeto ha sido recordar nuestras franquicias<br />

y nuestras libertades. En el segundo escrito, han abandonado<br />

las ecsa^eraciones , v reducídose á buscar la utilidad. Parece<br />

que lo que habia animado al Papa y á los Cardenales de su<br />

comitiva, á declararse contra las libertades de la Iglesia galicana<br />

, es una carta escrita en sus últimos dias, por Luis XIV á<br />

Clemente XI, por lo cual este principe se comprometía á no<br />

dar consecuencia alguua, á la declaración del clero de Francia<br />

de 1682, y aun hacer revocar esta declaración.<br />

Pero todas las memorias de aquellos tiempos demuestran<br />

que la carta en cuestión se arrancó á la flaqueza del anciano<br />

monarca, por arte de su.fogoso confesor el jesuíta Letellier.<br />

Lo qu3 pasó en aquélla época, refiérelo d'A'ambert en su<br />

elojio de Bossuet; y también se hace mención de ello, en la<br />

cuadrajésimonona carta de la colección de epístolas familiares<br />

de Mostesquien. Lo que es cierto, es que la carta de Luis XIV<br />

á Clemente XI, no tuvo consecuencia alguna , porque hombres<br />

sabios y despejados, supieron hacer temer al mismo padre Le*-


tellier, los terribles resultados que pudiera traer consigo la<br />

publicación de estas maquinaciones.<br />

Es no obstante, cierto, que á los partidarios secretos de la<br />

corte de Roma, se atribuyó el mérito de impedir la impresión<br />

de la célebre obra de Bossuet, consagrada á la defensa de los<br />

cuatro artículos orgánicos del clero de Francia de 1682. Pero<br />

ninguna de estas combinaciones clandestinas tuvo influencia en<br />

la enseñanza publica de los Obispos y de las universidades- Los<br />

parlamentos continuaron defendiendo con el mismo valor las li­<br />

bertades de la Iglesia galicana ; y todo lo que transpiró de la<br />

conducta de los jesuítas para neutralizar el ultramontanisrao<br />

en Francia, sirvió solo para preparar la tormenta que al fía<br />

descargó contra estos relijiosos en los años de 1760, y 61. Di­<br />

chosamente, las anécdotas que acabo de referir á V. JVL ; pue­<br />

den interesar la curiosidad , pero carecen de fuerza y de impor­<br />

tancia para alarmar al gobierno. Tan cambiados están los<br />

tiempos - y tal es la disposición de los espíritus que la corte de<br />

Roma > en vez de propagar ó recordar ambiciosas pretensiones,<br />

debe ocuparse únicamente en el cuidado de sostener y defen­<br />

der las prerogativas espirituales que la relijion concede al jefe<br />

de la cristiandad, y que la bien entendida política de los esta­<br />

dos cristianos, está interesada en conservarle. Así el Papa»<br />

abandonado á sí mismo en su propia sabiduría, no ha tardado<br />

en conocer que era preciso separar los consejos de la ambición<br />

para concentrarlos todos en la verdadera utilidad de la Iglesia.<br />

Sobre este plan está redactada la nueva memoria. Contiene los<br />

artículos que acompaño al presente informe , escritos á media<br />

inarjen, y al lado de los cuales he puesto las observaciones que<br />

someto á V. M.<br />

{Firmado) PORTALIS."<br />

He aquí e l pasaje de d'Alembert que cita Mr.


Portalis. (Obras de d ?<br />

Aleiabert; París, Bástien,<br />

1805 , en 8." ; tomo 7,° páj. 306.)<br />

¿Se podrá creer que después de la muerte de Bossuet, Luis<br />

XIV, que treinta años antes halda manifestado una oposición<br />

tan vigorosa y enérjica á las pretensiones del Papa , tuviese<br />

la debilidad al fin de sus días de mudar propósito inducido<br />

por las criminales sujestiones de su confesor el pérfido y<br />

abominable jesuíta Lettellier? ¿Se creerá que Benito XIV tenia<br />

en su poder una carta de.este principe á Clemente XI, en<br />

que le prometía hacer retractarse á los Obispos de su reinó de<br />

la sanción splemne que habían dado á las cuatro proposiciones<br />

es decir, de la declaración que habían hecho sobre que el Papa<br />

no tenía derecho de deponer á su soberano ? ¿Se creerá que el<br />

impostor que diríjia su conciencia, había conseguido decidirle<br />

á hacer defender en todo su reino la infalibilidad del soberano<br />

Pont'iñce, proyecto que sin duda hubiera tenido lugar, si algunos<br />

hombres sabios y despreocupados no hubieran hecho te»<br />

naer y considerar al mismo jesuíta los funestos resultados que<br />

pudieran seguirse? ¿Se creerá que bajo el reinado de Luis XV,<br />

una asamblea del mismo clero, obligada por ordenes superiores<br />

haya abjurado, á la verdad bien oscuramente y sin efecto alguno,<br />

las proposiciones de 1682 ? ¿Se podrá en fin creer que la<br />

obra célebre dé Bossuet en defensa de estas cuatro proposicio.<br />

nes na haya salido á luz hasta 1730: es decir veinte y seis<br />

años después de su muerte, y no haya podido imprimirse sino<br />

en país estranjero, por no haber permitido se publicase en el<br />

reino los que entonces gobernaban? "<br />

Mr. Portalis hubiera podido citar al mismo<br />

tiempo este otro pasaje de d'Alembert, pero jeneralmente<br />

no se toma de un autor mas que lo que


favorece'á las pasiones que se quieren i disculpar.<br />

Dice así:<br />

Es notoria la resistencia que los respetables Obispos o" Aleth<br />

dé Pamiérs opusieron áLuis XIV sobre el derecho de patróka -<br />

to reyio que creían ofendía la dignidad episcopal. El monarca<br />

irritado quería llamar á su corte á los dos prelados para hacerles<br />

sentir toda la fuerza de su ¡ra: Dios os libre, señor, le dijo<br />

el Obispo de Meaux, que sinceramente deseaba su verdadera<br />

gloria; temed que un pueblo inmenso pidiendo de rodillas la<br />

bendición de los dos Obispos los acompañe en su camino desde<br />

lo ultimo del Languedoc hasta Versalles." Luis XIV cedió á tan<br />

sabio consejo: temió tuviese mal ecsito la autoridad, contra armas<br />

tan poderosas por la apariencia misma de su debilidad, y<br />

no quiso oponer á la elocuencia impetuosa de Bossuet, la elocuencia<br />

popular, pero penetrante, de la virtud intrépida y perseguida.<br />

Mr. Portalis, que en cualito á la averiguación<br />

de estas anécdotas se :<br />

fió demasiado de su secretario<br />

Mr. Coupigny, habla también eñ la relación<br />

que antecede de la carta cuarenta y' ñiteve ñe la<br />

colección de Montesquieu. Ya qfté hemos nombrado<br />

á un hombre tan grande procuraremos citar<br />

sus mismas palabras y probáremos' del modo posible<br />

que fué engañado. Aquí sé tirata > según parece<br />

de una carta de Luis XIV escrita al fin de<br />

sus dias á Clemente XI por la cual, este príncipe<br />

se obliga á no dar salida alguna á la declaraçion<br />

del clero en 1682. Citaré ecsactaraénte<br />

las palabras de la Carta de Montesquieu al S.


abate Guaseo ( 1) con fecha de 3 de noviembre<br />

de 1754 en Breda.<br />

•'Todo lo que el Pupa os ha dicho acerca de la carta de<br />

Luis XIV á Clemente XI es una anécdota muy curiosa. Y sin<br />

iluda alguna el confesor pudo mas fácilmente persuadir al rey<br />

hiciese retractarse á los ohispos de las cuatro proposiciones con­<br />

sabidas , que hacerle prometer la observancia completa de su<br />

bula ¡pero los reyes á veces no pueden enmplir todo lo que<br />

prometen á ciertos y ciertos cortesanos que les aconsejan según<br />

sus intereses ."<br />

Su Santidad hubiera dicho entonces al conde<br />

de Guaseo, que viajaba á la sazón por Italia, que<br />

tenia en su poder una carta de Luis XIV á Cle­<br />

mente XI en que le pometia la retractación de<br />

su clero tocante á la deliberación de las proposi­<br />

ciones de 1682; que para sacar esta carta de las<br />

manos del Cardenal Albaui, Camarlengo, que<br />

rehusaba soltarla , se habia visto en la precisión<br />

de concederle, no sin algunos escrúpulos, ciertas<br />

dispensas que ecsijia.<br />

Notarán nuestros lectores que el abate Guas­<br />

eo habla de una carta de Luis XIV escrita á Cle­<br />

mente XI y Montesquicu de un confesor, que ab­<br />

solutamente no nombra. En esto hay un error cra-<br />

(1) Kl S. abato , conde de Guaseo , uno de los cuatro académicos ho­<br />

norarios estranjeros de la academia de inscripciones y bellas letras era<br />

amigo de Mr. de Montesquieu , é biza imprimir parte de las cartas que<br />

recibió del ilustre presidente , que con razón llamaba !a cabeza mejor or­<br />

ganizada del siglo, y el lejisladoT de todas las naciones.


sísimo que cometió Mr. de Guaseo al referir la con­<br />

versación de Benito XIV; vamos á demostrarlo:<br />

el Papa Benito, que seguramente era el hombre<br />

de su siglo, habla á Mr. de Guaseo, gran litera­<br />

to y conocedor de la lengua italiana, de una car­<br />

ta de Luis XIV escrita.en el reinado de Clemen­<br />

te XI el 7 de julio de 1713 al Cardenal de la<br />

Tremouille encargado de negocios de Francia en<br />

Roma, cuando el padre Letellier era confesor del<br />

rey. Esta carta habla de un convenio que se hizo<br />

con el Papa Inocencio XII en 1693, y dice que<br />

desde entonces no ha habido la menor dificultad<br />

en cuanto á la expedición de las bulas de aquellos<br />

que en sus conclusiones han defendido doctrinas<br />

conformes á las mácsimas de la iglesia de Fran­<br />

cia, conclusiones quebrara vez ha ignorado la corte<br />

de Roma. En el párrafo cuarto el rey se espir­<br />

ea de este modo.<br />

"El Papa Inocencio XII no roe pidió que las abandonase (las<br />

mácsimas que sigue la iglesia de Francia) cuando concluí con<br />

él las diferencias comenzadas en el pontificado de Inocencio XI;<br />

sabia muy Jñen que semejante propuesta hubiera sido inútil,<br />

y el Papa, que era entonces uno de sus principales ministros,<br />

(el mismo Clemente XI á la sazón Cardenal, Albani) sabe me­<br />

jor que nadie, que la obligación que contraje se reducia úni­<br />

camente á no hacer ejecutar el edicto que yo mismo habia pu­<br />

blicado en 1682.<br />

"Se ha dicho contra toda verdad que he faltado a la obli-<br />

gacioiLContraida en la carta que escribí á su antecesor, su-<br />

3


puesto que no lie obligado á nadie á sostener contra sus pro­<br />

pios sentimientos las proposiciones del clero de Francia ; pero<br />

tampoco es justo que impida a mis subditos decir y defender<br />

sus opiniones en una cuestión, que como otras muchas teológi­<br />

cas, puede decidirse variamente sin perjudicar de modo alguno<br />

á los artículos de la fé. Su Santidad pues, no tiene razón para<br />

quejarse de que falto á dicha obligación , antes bien podré yo<br />

con mas fundamento y rozón hacerlo de que no satisface á los<br />

concordatos hechos entre la santa Sede y mi corona , si per­<br />

siste en desechar las bulas sobre una materia cuya doctrina no<br />

puede ya seguirse. No puedo considerar sin disgusto los fu­<br />

nestos resultados de semejante repulsa, y me prometo desde<br />

ahora que un Papa tan ilustrado y tan celoso desistirá de una<br />

pretensión tan nueva y sobre la cual no puedo admitir espe­<br />

diente alguno.<br />

"Entretanto, primo mió, quedo rogando ú Dios que os pros­<br />

pere y guarde."<br />

("Firmado Luis.")<br />

Se observa pues que el gran rey al fin de<br />

sus días sabia escribir como en los floridos años<br />

de su juventud, y parece que el impetuoso jesuíta<br />

Letellier, que daba según Mr. d'Alembert con­<br />

sejos pérfidos y criminales, en su arrebato y en su<br />

perfidia no abandonaba á su amo, y que el mis­<br />

mo Bossuet, si se le hubiera llamado á infor­<br />

mar en el proceso del confesor criminal, le hubie­<br />

ra colmado en muchas de sus réplicas de bendi­<br />

ciones fraternales. Pero el padre Letellier no que-


da absuelto solamente aquí de haber dirijido tan<br />

culpablemente los negocios eclesiásticos (1).<br />

Según las espresiones mismas de los acusa­<br />

dores nada vale en la antigua demanda, y en la<br />

fecha hay que deshacer una equivocación de vein­<br />

te años para averiguar de ese modo la verdad.<br />

Antes de referir los últimos acontecimientos,<br />

añadiremos que "la lectura del oficio de Luis XIV<br />

al Cardenal de la Tremouille (dice el canciller<br />

Mr. d'Aguesseau ) decidió al Papa á conferir las<br />

bulas del Obispado de Beauvais al abate de Saint-<br />

Aignan , sin ecsijirle retractación ni satisfacción<br />

alguna de las proposiciones de la asamblea de<br />

1682 que tanto habia defendido cu sus conclusio­<br />

nes en 1705."<br />

Taita ecsaminar lo que dijo Benito XIV al<br />

abate de Guaseo después de haberle hablado de<br />

la carta escrita á Mr. de la Tremouille, si es que<br />

en efecto le hablo, lo cual no está auh bien averi­<br />

guado, pues es muy posible que Mr. de Guaseo<br />

(1) He insertado aquí esta carta de Luis XIV ú Mr. de la Tremoui­<br />

lle, y no puedo creer que esta publicación sea nueva para la santa Sede.<br />

Se imprimió en la misma liorna con este permiso'- Imprimatur si videbi-<br />

tur Rev. pat. sac palatii Apostolici magistro J. Della Porta patriarch.<br />

CortstafítHKJp. Imprimatur Fr. Philippus Anfossí sacri palatti apost. nwg.<br />

Roma. ¡VÍCCCXXV , press© Vicenzo Poggioli alia .Minerva , núm. 63.<br />

No hay en Roma censura tan severa. Se habla y se imprime á veces con<br />

mas libertad que en muchos paises que se glofím de lá suavidad de sus<br />

leyes y de su absoluta independencia.


lo confundiese. En cuanto á Montcsquieu hay ra­<br />

zón para disculparle, porque no halda sino en tér­<br />

minos jenerales , y únicamente sobre las prome­<br />

sas , muchas veces inútiles, de los reyes da un fa­<br />

llo demasiado severo; no asi en cuanto á d'Alleni-<br />

bert y Mr. Coupigny. El primero sobre todo,<br />

con aquella pedantería, afectado filosofismo y<br />

acumulación de sus crolrat-on, que tan injeniosa-<br />

mente rechazó Mr. Emery con el mismo epíteto<br />

odioso de impostor que él da á quien acusa, se ha<br />

equivocado de medio ú medio: en todo lo que ma­<br />

nifiestamente debió decir Benito XIV no se trata<br />

sino de la carta que escribió Luis \I\ á Inocen­<br />

cio XII el 14 de setiembre 1(593. Cuando Beni­<br />

to XIV cita al Camarlengo Albani que tan adicto<br />

era á dicha carta, habla del sobrino de Clemente<br />

XI ( Albani ) heredero de los papeles de su tio.<br />

Clemente XI habia sido ministro de Inocencio<br />

XII y probablemente en vez de depositar la carta<br />

del rey en el bufete de la secretaría, la guardó en­<br />

tre sus papeles , donde después la encontró su so­<br />

brino el Camarlengo. Ya recobrada , Benito XIV .<br />

la hizo guardar en los archivos del Vaticano. Es<br />

muy probable que Pió VII quisiese llevársela á<br />

Paris. M. Fea en sus Reflessioni storico-politic/ie y<br />

Roma 1825; asegura que la carta estaba á la sazón<br />

en Roma. Cuando Mr. Radet envió á Paris los ar-


chivos del Vaticano lo útil y lo imifiL según sus<br />

mismas espresiones, la citada carta se depo­<br />

sitó en los del reino, en el palacio Soubise,<br />

cuyo director la conservó con especial cuida­<br />

do. Ademas en la obra de Pradt se lee lo si­<br />

guiente:<br />

Cuando los archivos de Roma se trasladaron á Paría , fué<br />

un día Napoleón al palacio de Soubise en que estaban deposi­<br />

tados , y habiéndose hecho enseñar la carta de Luis XIV se la<br />

llevó consigo, y arrojándola al fuego al entrar en las 1 ullerías<br />

dijo : ya nadie vendrá á incomodarme con estas ceniza?.<br />

Después de una afirmativa tan esplícita se<br />

me permitirá declarar que yendo el 25 de abril<br />

de 1825 á los archivos del Vaticano encontré á<br />

Monseñor Marino Marín i mucho tiempo después<br />

de haber vuelto de su misión en Francia, de don­<br />

de habia traido la carta de Luis XIV. Este pre­<br />

lado tuvo la bondad de cedérmela , v al instante<br />

hice de ella una especie de foc similc , conservan­<br />

do cuidadosamente la ortografía y abreviaturas.<br />

No lo hizo asi el canciller d'Agueusseau que, co­<br />

mo puede verse , no la publicó ecsacta y literal.<br />

Mr. de Pradt la copió en las obras del canciller,<br />

pero. ú lo que parece se esmeró muy poco en la<br />

impresión de un libro, en el cual se lee al fin aantc<br />

en vez de Sainteté, palabras que seguramente re­<br />

presentan ideas muy diversas.<br />

Traslado aqui la carta autógrafa , tal como se


•2-2<br />

conserva en.Roma, respetando aun la distribución<br />

misma de los renglones. (1)<br />

(1) (Ñola dtl Traductor.) Efectivamente el autor ha trasladadoírt-<br />

tegia y literal la precitada carta, y creyendo nosotros defraudar á nuestros<br />

lectores si la tradujésemos, la copiamos tal como está en el orijinal. Di­<br />

ce así: •<br />

" Tres-Saint Perc, iai toujours beaucoup espere<br />

de l'exaltation de U. Ste. au pontilicat pour<br />

les aduantages de l'Egli se et l'auanccment<br />

de Xre. Ste. religión ien eprouue maintenant<br />

des effets auec bien de la ioie dans tout<br />


Al fin de esta carta hay una fórmula muy di­<br />

ferente de la que habia tomado el emperador<br />

de Luis XIV, que la usaba en sus cartas autó­<br />

grafas : la otra de, " £bajo el réjinwn y gobierno<br />

de nuestra santa madre Iglesia " estaba reser­<br />

vada para las cartas de chancilleria firmadas so­<br />

lamente por el rey, y refrendadas por un secre­<br />

tario de estado. D'Aguesseau creyó que la carta<br />

contenia esta última fórmula, y la añadió á la<br />

copia que publicó de ella ( 1) pero como que no<br />

habia visto el orijinal pudo fácilmente cometer<br />

este error.<br />

Hemos hablado ya de la relación de Mr. Por"<br />

talis , y observado ademas que está llena de supo-<br />

posiciones enteramente falsas.<br />

Confiado en la fé del anterior informe, entró<br />

Napoleón en conferencia con Pió VII; pero estan­<br />

do de prisa, se contentó con decir á su Santidad<br />

— " ¡Ved, Santísimo Padre, quien era Clemente<br />

XI ! ved ú lo que obligó á Luis XIV en sus ¡IU<br />

timos diasl Clemente XI era un Papa sagaz „ y<br />

habia ganado al confesor del Rey, pero hoy no e>-<br />

tan las cosas lo mismo. "<br />

(1) Detras estaba escrito del puño del rey: " A nuestro santísimo<br />

Padre el Papa " Ll sello superior de diez líneas , con tres (lores de lis á<br />

la derecha , y las cadenas de Navarra á la izquierda ; estaba sujftto con<br />

una seda blanca de varios hilos , semejante á la que sirve para bordar á<br />

pasamano.


Sospechando el Papa que confundía el empe­<br />

rador dos ¿pocas distintas, estudió á fondo este<br />

negocio asi que se concluyó la conferencia. Ecsa-<br />

minó una copia de la carta escrita por el Rey á<br />

Inocencio XII en 1693, siendo su confesor el<br />

padre Lachaise; y otra copia de la que en 1713,<br />

dirijió al Cardenal La Tremouille; y mandó bus­<br />

car las anécdotas de Motesquieu, las del conde de<br />

Guaseo, y las críticas de d'Alambert.<br />

Las personas que habian redactado las notas<br />

del Cardenal Caprara acerca de las leyes orgáni­<br />

cas, esplicaron quizá el verdadero estado de la<br />

cuestión, y cuando el emperador quiso proseguir<br />

la conversación empezada, Pió VII solo sabia la<br />

verdad del hecho , y Napoleón no pudo reali­<br />

zar su ataque sino valiéndose de suposiciones<br />

falsas y mal establecidas, (justaba el empera­<br />

dor de la interpelación " ¡ Ved quien era Clemente<br />

XI! " y la repetía accionando con viveza pero<br />

sin cólera. Como su ademan era tan vehemen­<br />

te al estender la mano tocaba con frecuencia el pe­<br />

cho del Padre santo, esclamando sin cesar: "¿ Qué<br />

podéis responder? ¿ Qué fuerza no basta para opri­<br />

mir á un anciano, á un rey cansado , fatigado,<br />

cshausto, que ha guerreado demasiados aíios y cu­<br />

yas desgracias sin duda habian alterado su razón?"<br />

Oigamos como Pió VII refiere él mismo lo que


pasó entonce; : "Habíamos observado que el em­<br />

perador decía siempre lo misino. No salia del<br />

año de 1713 y del padre Letellicr, y sin em­<br />

bargo, pertenecía el hecho que contaba al año<br />

1693, y al padre Lachaise. Siempre que le oíamos<br />

repetir ('láñente XI, nos ocurría contestarle:<br />

Luis XIV lia escrito eso en otro tiempo; pe­<br />

ro ni debíamos lisonjear mucho á Napoleón, por­<br />

que el espíritu relijioso lo prohibe,ni mortificarlo<br />

porque lo impídela caridad. Con la'perspicacia<br />

que en él veíamos, si hubiésemos dicho dos pala­<br />

bras, habría al instante comparado fechas, y visto<br />

que estaban embrollados los hechos; pero enton­<br />

ces se hubiera encolerizado. Mr. Portalis había<br />

dicho verhalmente todas estas razones al Cardenal<br />

Antonelli; y este Mr. Portalis era quien daba al<br />

emperador esta clase de informes. Si hubiése­<br />

mos correjido al emperador se habría indigna­<br />

do, y despedido y maltratado á Mr. Portalis, á<br />

quien amábamos, y que recibía muy bien á<br />

los Obispos; apreciamos mucho á un hombre<br />

que honra á los Obispos; y asi nos limitamos á de-<br />

i-ir con alguna firmeza— Os engañáis; no hay<br />

nada de eso.— Pero el emperador no ha querido<br />

nunca atender á estas consideraciones."<br />

Napoleón . empero , sin comprender los moti­<br />

vos de la resistencia del Papa, quedó admirado<br />

4


de la dignidad y de la dulzura de sus palabras, de<br />

aquella especie de aviso paternal y tierno que<br />

estaba pintado en sus ojos , y de la atenta obsti­<br />

nación de sus respuestas. Leyó al entrar en su ga­<br />

binete la memoria adjunta al informe de Mr. Por-<br />

talis de 10 de febrero , y la cual debía remitirse<br />

al Papa ; hizo en ella correcciones ; mandó suavi­<br />

zar el estilo ; y en 19 de febrero le presentó Mr.<br />

Portalis otro trabajo que examinaremos en el si­<br />

guiente capítulo.


CAPITULO TERCERO.<br />

MEMORIA DE MR. PORTALIS, DEL PAPA, Y DEL EMPE­<br />

RADOR SOBRE VARIOS ASUNTOS.<br />

La memoria del Papa 1<br />

comprendía once artícu­<br />

los. He aquí un sumario de ellos y de sus respues­<br />

tas. Leíase en el preámbulo:<br />

"Reconocido S. M. á la adhesión personal de<br />

que vuestra Santidad no cesa de darle altos testi­<br />

monios , y convencido de que la mas grande pros­<br />

peridad de la reíijion ha de refluir en bien de sus<br />

pueblos, ha: ecsaminado con filial atención las ob­<br />

servaciones y demandas que le han sido presenta­<br />

das en nombre de vuestra Santidad; y se apresu­<br />

ra á responder álos diversos artículos que dichas<br />

observaciones encierran.<br />

"Espone vuestra Santidad que las disposicio­<br />

nes del código civil, acerca del divorcio , no es-<br />

tan en armonía con el dogma relijioso de la indi-


solubilidad del matrimonio: y desea un cambió<br />

en esta parte de la lejislaciou francesa.<br />

" La ley civil no podia proscribir el divorcio,<br />

en mi pais en donde se toleran los cultos (pie le<br />

admiten; y de todos modos habría sido poco acer­<br />

tado , cambiar súbitamente una jurisprudencia<br />

naturalizada por quince años de revolución en<br />

Francia al tiempo (pie se formaba el nuevo códi­<br />

go civil. Las leves civiles no pueden en jeneral,<br />

tener otra bondad que la relativa. Deben adap­<br />

tarse á la situación en que un pueblo se encuen­<br />

tra; y el tiempo es el que lleva en sí los medios de<br />

perfeccionarlas. Solo á las leves rclijiosas perte­<br />

nece recomendar el bien absoluto, (jur es por su<br />

naturaleza inmutable. Pero con el objeto de que<br />

nunca se halle la conducta de los ministros del cul­<br />

to católico, en contradicción con los dogmas (pie<br />

profesan, ha declarado S. M. por medio del mi­<br />

nisterio de cultos, en carta circular del de ju­<br />

nio de 1802 , (pie los ministros del culto católico<br />

quedan facultados para rehusar la bendición nup­<br />

cial á los esposos que se casen después de un divor­<br />

cio, pero antes queso disolviese el primer matri­<br />

monio por fallecimiento de uno de los contrayen­<br />

tes. S. M. ha declarado, que semejante denegación<br />

por parte de los ministros del culto católico, no<br />

podría fundar recurso alguno alconscjo de Estado.


" En el articulo segundo se trata de conservar<br />

á los Obispos la inspección natural que les perte­<br />

nece sobre la moral, y la conducta de los clérigos<br />

sometidos á su solicitud.<br />

" Las leyes francesas no se han curado ¿le atri­<br />

buir á los ajentes de la autoridad civil los dere­<br />

chos esenciales cuyo ejercicio pertenece solo á la<br />

autoridad episcopal. La autoridad seglar debe in­<br />

contestablemente conocer de los delitos de los ecle­<br />

siásticos, cuando estos delitos chocan contra las le­<br />

yes que obligan átodo ciudadano; pues no se pier­<br />

de la cualidad de tal, al adquirir la de sacer­<br />

dote. Continúan, por lo tanto, sometidos alas<br />

leves v á las autoridades, á las cuales codo ciu-<br />

dadano debe sumisión y obediencia: pero si se tra--<br />

•ta de delitos puramente eclesiásticos; de delitos<br />

que solo interesan á la disciplina , y susceptibles<br />

únicamente de las penas que los cánones imponen,<br />

está reconocido que son los Obispos los jueces na­<br />

turales de estos delitos, y la autoridad seglar no<br />

puede tomar conocimiento de ellos, según nues­<br />

tras mácsimas nacionales, sino en el caso de abu­<br />

so. Así en niii ocasiones han sido enviados los ecle­<br />

siásticos por orden espresa de S. M., á la censura<br />

pastoral dé los Obispos, cuando estos eclesiásticos<br />

han sido denunciados por hechos relativos á fal­<br />

tas que pudieran herir los deberes y la dignidad


del sacerdocio. Si ccsisten actos insólitos por par­<br />

te de algunos ajentes de la autoridad civil, con­<br />

siste en que no son todos los hombres bastante<br />

discretos para ceñirse constantemente á los tér­<br />

minos precisos desús atribuciones."<br />

El artículo bercero de las peticiones del Papa<br />

tiene por objeto reclamar para el clero católico los<br />

medios de ecsistir con decencia, y de perpe­<br />

tuarse para la relijion , que no puede subsistir sin<br />

ministros. La contestación, larga y circunstancia­<br />

dísima espítese con la mayor delicadeza y afecto,<br />

todo lo que con respecto á este punto se habia ya<br />

hecho, y se pensaba hacer.<br />

Artículo cuarto. " Vuestra^Santidad desearía<br />

que se renovasen las antiguas leves, acerca de la<br />

celebración de los domingos y dias de fiesta de<br />

guardar. En este deseo descubre S. M. los senti­<br />

mientos piadosos y las miras de buen orden que á<br />

vuestra Santidad animan La esperiencia<br />

prueba que en las grandes ciudades cuantos mo­<br />

mentos se quitan al trabajóse entregan á los vi­<br />

cios y al crimen. Lo esencial es que los funciona­<br />

rios públicos y los ciudadanos ilustrados den ejem­<br />

plo á la multitud , y por las leves actuales, todo<br />

trabajo esterior y público, está prohibido á los ciu­<br />

dadanos de todas las clases. Basta advertir á las<br />

administraciones del estado, (pie no manden tra-


n<br />

bajar en obra alguna publica., ó servil, los domingos<br />

y días de precepto, esceptuando los casos<br />

urjentes que no admiten solicitud ni demora.<br />

Por el artículo quinto pedía el Papa que no se<br />

emplease en la educación pública ningún sacerdote<br />

ni relijioso casado. El ministro repone, ser la<br />

intención de S. M. que nunca se confíe la educación<br />

á sacerdotes que no estuviesen en comunión<br />

con su Obispo; (lo cual es diferente de lo que pide<br />

el Papa,) y que aun sabiendo S. M. que la<br />

enseñanza relijiosa no se descuidaba en los liceos,<br />

no obstante, daría lugar á los Obispos en las administraciones<br />

de ellos.<br />

En el artículo sesto promete S. M. velar sobre<br />

el mantenimiento de la paz relijiosa, que dichosamente<br />

deberá resultar de la reconciliación<br />

del santo Padre con los sacerdotes constitucionales.<br />

Artículo séptimo. " S. M. volverá al culto el<br />

templo de santa Genoveva, Patrono, de Paris;<br />

pero en cuanto al restablecimiento de las congregaciones<br />

de clérigos se reserva ecsaminar con madurez<br />

tan importante cuestión. Es necesario á los<br />

principios de una nueva organización eclesiástica*<br />

que el cleropueda adquirir cierta consistencia<br />

antes de que á su lado se levanten coloraciones


que muy pronto pudieran ser mas fuertes y poderosas<br />

que él mismo. Se apresura no obstante á restablecer<br />

todas las corporaciones conocidas con el<br />

nombre de Hermanas de, la Caridad, ó el de Hospitalarias<br />

consagradas por instituto á la asistencia<br />

de enfermos y educación de niñas pobres,habiendo<br />

nombrado á Madama, madre del Emperador, su<br />

protectora, para dar una prueba á estos establecimientos,<br />

tan útiles á la humanidad, de su particular<br />

solicitud."<br />

Pedia el Papa por el artículo octavo que se<br />

declarase dominante la relijion católica. Mr. Portalis<br />

responde en nombre del Emperador , (pie renovaría<br />

una ley semejante los antiguos odios al<br />

catolicismo , preparándole nuevos enemigos.<br />

Por el artículo noveno pedia protección para<br />

los antiguos establecimientos de irlandeses. Habiéndose<br />

conseguido la reunión de todos ellos en<br />

uno, el gobierno les concede su apoyo.<br />

En el décimo recomendaba los hospitales de<br />

san Lázaro, y un decretólos ha restablecido, bajo<br />

la jurisdicción del Arzobispado de Paris, como<br />

también el seminario de las Misiones estranjeras,<br />

y el del Espíritu santo, cercano á Orleans . lian sido<br />

restablecidos.<br />

Artículo undécimo. "S. M. reemplazará con<br />

una renta equivalente lo que pagaba antes el go-


3f<br />

bienio francés á la Iglesia de san. Juan de Letrau<br />

en Roma, bajo condición de que él gozará de los<br />

mismos derechos., prerogativas y honores que se<br />

daban á los antiguos reyes de Francia. (1)<br />

S. M. no dejará pasar ninguna ocasión favo-<br />

rable en que concurrir con vuestra Santidad al<br />

bien y engrandecimiento de la relijion y de sus<br />

ministros."<br />

"F'mnado—PORTAUS."<br />

Se conoce ya en esta respuesta de M. Portalis,<br />

la lisonjera intención de no emplear en sus refuta­<br />

ciones, sino razones atentas y complacientes, ha*<br />

ciendo valer también los servicios verdaderamente<br />

prestados á la relijion. Asi el Papa manifestó una<br />

gratitud verdadera, aplaudiendo en secreto no<br />

haber dado antes ocasión de mortificar al minis­<br />

tro , que tan bien se estaba portando con su San­<br />

tidad.<br />

Solamente le quedaba que tratar con el empe-<br />

( 1) La oncena petición del Papa no fue comprendida por Mr. Por­<br />

talis, porque nada pagaba la Francia á favor de-san Juan de Letran- Lo<br />

que habia era que Enrique IV, cuando su conversión, dio á dicha basí­<br />

lica la Abadía de Clairac, que producía cerca de 60.000 fi\, y el capítulo ce­<br />

lebraba todos los años en reconocimiento una misa solemne de aniversario<br />

á la cual asistía de ceremonia el embajador francés, colocándose sobre un<br />

estrado en el santuario. La Abadía fue vendida en la revolución y por esso<br />

se pedia un equivalente.


adór de la cuestión relativa á los dominios usurpados<br />

á la santa Sede.-—Veían los Cardenales la<br />

imposibilidad de obtener una restitución , que no<br />

estaba en manos del emperador hacer, porque había<br />

prometido mucho á su república italiana, aunque<br />

él mismo Napoleón decía con instancia al Papa<br />

que era preciso ocuparse de éste gran asunto.<br />

Pío VII en este caso entregó la memoria de que<br />

vamos á hablar; y nótese que hasta la corte<br />

del soberano Pontífice respiraba ya el aire de<br />

adulación del nuevo imperio, ápesar de que es á su<br />

Santidad á quien se le hace hablar en persona.<br />

Dice*<br />

"Antes de ceder á las repetida» invitaciones de<br />

V. M., para que os manifestásemos las ecsijencias<br />

de nuestro corazón, dudamos mucho tiempo<br />

si hacer mención de las tierras pertenecientes al<br />

dominio de la santa Sede, y retenidas en parte<br />

por el imperio francés, y en parte por la república<br />

italiana; pero al fin nos han hecho decidirnos<br />

el testimonio de nuestra conciencia, y el conocimiento<br />

que tenemos de vuestra sabiduría y equidad.<br />

Tenemos confianza de que V. M. conocerá<br />

y hará justicia á la pureza de nuestras intenciones<br />

; no atribuyéndonos otras miras, que el<br />

bien de la relijion tan íntimamente enlazado al<br />

de la santa Sede/'


3fc<br />

I "Cuantos gastos y dispendios orijinan Ift majestad<br />

del culto, conveniente a la suprema res!?<br />

deneia de la relijion católica, las dotaciones de<br />

Obispos y misioneros esparcidos en todas las par^<br />

tes del mundo ; la educación de jóvenes de todas<br />

naciones en el colejio romano de la Propaganda,<br />

cerrado al presente por falta de rentas como lo<br />

están los establecimientos particulares de algunos,<br />

reinos estranjeros; la asignación de tantas con-,<br />

gregaciones y dependencias necesarias para la espedición<br />

de los negocios de la Iglesia universal:<br />

la de los Cardenales que tienen la administración<br />

de esta misma Iglesia., las mandas, honorarios y<br />

correspondencias de los legados, nuncios y vicar<br />

rios apostólico», residentes en todas las cortes (pausaremos<br />

en silencio, si se quiere,, cuantas otras<br />

cargas , onerosas y agravantes, pero indispensables<br />

tiene la santa Sede, y para cuyo sosteninjien*<br />

to la divina providencia la habia dotado desde<br />

tiempos antiquísimos, aun anteriores á su tem»poral<br />

soberanía con rentas y patrimonios cuantiosos<br />

, no solo en Ron3a, sino en lejanos dominios),<br />

y muchas otras cargas inherentes á la digni?<br />

dad de Sumo Pontífice, subsisten hoy día, y aun<br />

tal vez se han acrecentado. AL mismo tiempo los<br />

medios de sostenerlas van disminuyendo progresivamente."


" No tenemos por necesario presentar á la<br />

vista de Y.JJVI. un cuadro de las perdidas esperi-<br />

rnentadas en el corto periodo de algunos años; bas­<br />

ta con que las indiquemos. Aun no babia corrido<br />

la mitad del siglo pasado, y ya la santa Sede tu­<br />

vo que contentarse con sus protestas, en vez de<br />

tener la posesión de los ducados de Parma y Pla-<br />

sencía, que sin dárselos efectivamente se le habian<br />

devuelto como suyos, y de su pertenencia por<br />

muerte del último duque Farnesio. La asamblea<br />

nacional incorporó luego á Francia Aviñon, y el<br />

Condado; y el Directorio ( 1 ) mandó la ocupación<br />

de las tres mas bellas provincias del estado ponti­<br />

ficio , la Romana, Bolonia y Ferrara. Para for­<br />

marse alguna idea, en fin, del este do en que estará<br />

la hacienda de la cámara apostólica pueden á esas<br />

pérdidas juntarse?es1 as otras. La de inmensas po­<br />

sesiones compradas por la cámara pocos años an­<br />

tes en la Mesóla , junto á Comacchio; los fondos<br />

de su alto señorío en el Piamonte , por los cuales<br />

pagaba el rey de ( Vrdeña en su cualidad de vica­<br />

rio pontificio, el censo anual de un cáliz de valor<br />

de dos mil piastras ; las annatas y espediciones de<br />

( I I Es cierto que los l'apas han recibido muchas veces beneficios de<br />

las potencias católicas i tambien^lo es que otras muchas han sido estas auc-<br />

siliadas con los tesoros de aquellos. Los emperadores de Alemania, los re­<br />

yes de Francia y España han agotado mas de una vtz socorros considera­<br />

bles


Francia y Alemania que han cesado con el nuevo<br />

orden de cosas establecido en uno y otro imperio;<br />

las que también eran un censo, 6 renta contratado<br />

con las demás naciones por pactos solemnes y re­<br />

cíprocos, como compensación de las contribucio­<br />

nes que deben rendir todas las Iglesias, católi­<br />

cas á, su cabeza; fondos que han servido la ma­<br />

yor parte, y mas de una vez para dar cuantío-<br />

sos socorros 4 los principes cristianos ( 1) en sus<br />

guerras contra los infieles."<br />

"ínteres jeneral es de toda la cristiandad* que<br />

no le falten los medios á su jefe para llenar los de­<br />

beres que le impone su conservación, como pri­<br />

mado que es de Jesucristo y como tan útil y je-<br />

neralmente reconocido : y no podemos pues ser<br />

indiferentes á la pérdida de estos medios, ni des­<br />

cuidarnos en dar cuantos pasos podamos para re­<br />

pararla. Es esta una obligación precisa y positiva<br />

de un tutor y administrador del patrimonio de san<br />

Pedro, que se hace mas imperiosa con la fuerza<br />

del juramento que hicimos al tiempo de nuestra<br />

elevación al pontificado. Aun estamos todavía<br />

obligados por lamas estricta justicia, teniendo que<br />

pagar á los acreedores del tesoro pontificio, int ere-<br />

ses de capitales inmensos y subvenir á los menes-<br />

( 1) Se espresa de este modo por delicadeza con el jeneral BoiKcpaurte<br />

que lo hizo.


teres de los vasallos de la Iglesia romana, reduci­<br />

dos á mayor necesidad por las calamidades pasadas.<br />

"Tantos padeceres oprimen nuestro corazón, y<br />

aflijen sin cesar nuestro ánimo liberal y bienhe­<br />

chor por naturaleza. Deponemos pues nuestra so­<br />

licitud en el seno de V. M., rogándole, conjurán­<br />

dole por ese Dios, autor de la fé católica, que<br />

os ha enriquecido con tan extraordinarios dones,<br />

para que reparéis en lo que sea posible tanto me­<br />

noscabo, pérdidas acumuladas sobre la santa Sede<br />

por un gobierno, que, gracias á vuestro valor y<br />

mérito, acabó de ecsistir. (1) "<br />

"A la falta de justos motivos con que el Direc­<br />

torio mandó á sus tropas ocupasen el Estado ponti­<br />

ficio, podíamos añadir razones políticas convincen­<br />

tes, do que á mas de no resultar pérdida ninguna<br />

(J) Aludían estas palabras á un hecho muy importante. Por el trata­<br />

do de Tolentino se habia visto obligado Pió VI á pagar treinta millones<br />

de libras tornesas. Según Mr. Cacault, comisario especial á la sazón en<br />

Roma no habia absolutamente duda alguna que en diamantes, oro, plata,<br />

alhajas , cálices y estatuas macizas se habia ya remitido una suma de vein­<br />

te y nueve millones ; por lo tanto pedia que para gastos de caja, de tras­<br />

portes y cualesquiera otros imprevistos se concediese un millón al gobier­<br />

no pontificio, y se negociase por consiguiente una libran/a definitiva de<br />

treinta millones : pero llaller habló tan fuerte y descompuestamente , que<br />

el Papa dio orden de enviar á Jénova otra enorme suma, consistente la<br />

mayor paTte en diamantes , y sobre la cual podría ajenciarse el esceso<br />

que Haller le obligaba á pagar, que , suponiendo fuese él el único arbi­<br />

tro en estas diferencias, no siendo mas que un millón, podría llegar cuan­<br />

do mas á tres ó cuatro. Esta suma enviada á Jénova pasaba de diez millo-


para Francia, devolviendo sus dominios á un<br />

príncipe , cuyas armas defensivas son su poca fuer­<br />

za temporal y su espiritual dignidad, produciría al<br />

contrario útiles resultados en el equilibrio de la<br />

Italia ; pero no queremos poner nuestra confianza<br />

después de Dios , sino en la jenerosidad y gran­<br />

deza de vuestro corazón."<br />

"¿No se complacen los sinceros admiradores de<br />

vuestra gloria en encontrar tantas semejanzas en­<br />

tre el antiguo fundador del imperio francés y su<br />

rejenerador ? Pues dígnese V. M. I., para comple­<br />

tar el paralelo, de ejecutar ahora una imitación<br />

del acto célebre y espontáneo de Carlomagno,<br />

cuando devolvió á san Pedro el don que su padre<br />

nes : seis por lo menos eran propiedad del Papa, aun según el tratado de<br />

Tolentino. El Erario del ejército habia recibido en prendas este depósito'<br />

y después lo habia vuelto. Estos diamantes, que francamente habia confia­<br />

do el Papa al cuidado de un banquero en un'pueblo que tenia guarnicien<br />

francesa , pero que no habia perdido su libertad política , estaban aun en<br />

Jénova, cuando el Directorio hizo matar en Roma á Duphot, le hizo ma­<br />

tar digo, puesto que suscitó el alboroto popular, en que este jeneral dignó<br />

de mejor suerte, cayó herido de una bala de fusil. A la primera noticia de<br />

este suceso , el Directorio , oue lo sabia de antemono, hizo reéojer todo?<br />

los diamantes y se los apropió ; y por este robo tan insigne, según supe<br />

después , habian aconsejado algunos á Pió Vil qué no hiciese presente<br />

de diamantes en celebridad del concordato; aunque entonces en verdad<br />

no tenían razón en esponerse á romper negociación tan importante por<br />

el mezquino interés de algunas cajas bordadas de brillantes. Todos estos<br />

eran hechos evidentes , pero que Pió V11 no quiso se mencionasen en<br />

la memoria de que tratamos , y sin embargo Boíiaparté Sé había maní-<br />

testado frecuentemente jeneral integró, pronto siempre á castigar severa­<br />

mente rapiñas semejantes.


Pepín le hizo , y tuvieron que recobrar sus glorio­<br />

sas armas de los lombardos invasores á quienes<br />

venció. Hablamos del Ecsarcado y de la Pentapo-<br />

le (1) con las adicciones de otros dominios; entre<br />

ellos el Ducado de Spoleto y de Benevento."<br />

"Otra imitación sería, la de seguir el constante<br />

celo con «pie defendió Carlomaguo los derechos y<br />

prerogativas de la santa Sede, el cuidado con que<br />

V. M. le asegurase su protección poderosa en to­<br />

das ocasiones y particularmente en la que por al­<br />

gún acontecimiento hubiera de reunirse un con­<br />

greso para tratar de la paz jeneral, obteniéndola<br />

que pudiese tener en él un enviado; no para que<br />

se mezclase en negociaciones temporales, sino con<br />

el fin de garantir con su mediación los derechos \ r<br />

posesiones de la santa Sede romana."<br />

"Quiera el cielo (pie para vuestra mayor glo­<br />

ria y consuelo nuestro, pueda escribirse de V. M.<br />

lo que en los monumentos de la iglesia se lee de<br />

uno de nuestros predecesores, Esteban IV y Luis<br />

el piadoso , hijo de Carlomaguo que habia recibi­<br />

do de él la corona imperial."<br />

"El señor se dignó dispensar tal protección á<br />

este Pontífice que obtuvo siempre cuanto pidió al<br />

piadoso monarca en términos que este por el gnu i -<br />

(1} La Peutapole comprendía á K í mi ni, 1 ano , Fésaro, Ancona y<br />

Humana, en el día destruida.


de afecto que profesaba á Esteban IV entre otros<br />

presentes que le hizo, regaló de su mismo patrimonio<br />

al apóstol san Pedro una casa ( curtem ) situada<br />

en la frontera de las Galias, y mandó haeer<br />

una escritura pública en que constase esta donación<br />

perpetua."<br />

Esta memoria se ecsaminó atentamente; por<br />

ella no debemos juzgar con lijereza la conducta<br />

de Pió VII, pues según él mismo sinceramente dice<br />

no era entonces mas que un tutor ó administrador<br />

de la santa Sede. Habiéndose quitado bajo<br />

los pretestos, que ya quedan desenvueltos muchas<br />

provincias al estado eclesiástico, el deber del Papa<br />

es reclamarlas, cualquiera que sea su poseedor,<br />

supuesto que es responsable de los bienes que<br />

administra; y cuando la providencia vuelva á<br />

Francia sus antiguos soberanos, á ellos mismos<br />

ecsijirá Pió VII la herencia de san Pedro. Conociendo<br />

Napoleón la fuerza de estas razones mandó<br />

dar una respuesta tal, que claramente se conocía<br />

que lo negaba, porque no tenia poder suficiente<br />

para concederlo. Nos apresuramos á presentar<br />

un documento en el cual brillan á la vez el buen<br />

Sentido, la urbanidad, circunspección y el respeto<br />

debido al jefe de la iglesia, y nos apresuramos<br />

tanto mas cuanto quizá en él hallaremos disposiciones<br />

misteriosas que nos anuncien que si<br />

6


Dios en sus-'inescrutables y supremos juicios no<br />

hubiese decretado otros destinos á la Francia, el<br />

soldado rey hubiera procurado el mismo sanar<br />

las heridas de la iglesia.<br />

poleón<br />

De este modo principiaba la memoria de Na­<br />

Paris 11 de marzo de 1805.<br />

"El emperador ha leido con el mas vivo inte­<br />

rés la memoria de su Santidad , concerniente á<br />

diversas reclamaciones sobre las pérdidas que ha<br />

tenido la santa Sede desde la mitad del último si­<br />

glo hasta el dia, aumentando la veneración que<br />

profesa al santo Padre , la lectura de las nobles y<br />

piadosas reflecsiones que hace con este motivo.<br />

Los sentimientos de afecto y confianza que su<br />

Santidad muestra al emperador aumentarían si<br />

fuese posible su amor y gratitud filial.<br />

" Siempre ha pensado S.M. en lo útil que sería<br />

á la relijion que el soberano Pontífice de Roma<br />

fuese respetado , no solamente como cabeza de la<br />

iglesia católica,sino también como soberano inde­<br />

pendiente, y en todos tiempos mirará como deber<br />

suyo defender los estados del santo Padre, y pro­<br />

curarle entera y segura tranquilidad en las guer­<br />

ras que puedan orijinarse todavía entre los estados<br />

cristianos.


"Han sido en verdad funestos ei siglo que acaba<br />

de pasar ( 1) y ei' precedente, al poder temporal<br />

de la santa Sede, y su poder espiritual-Ira recibido<br />

aun golpes mas acerbos. Dios ha permitido<br />

que un gran numero de pueblos osase romper toaos<br />

los 1<br />

lazos de la obediencia, entregándose aquellos<br />

mismos que no se separaron del todo de ella,<br />

á escuchar ávidamente las mácsimas destructoras<br />

de todo sentimiento religioso y de todos los principios<br />

de la moral humana. Crecia» en el! desorden<br />

honrando toda especie de incredulidad cuando<br />

Dios para eumplir sus designios suscitó al emperador:<br />

El ejemplo de este y su prestijiohan contenido<br />

desde luego el torrente de las opiniones<br />

dominante» y él fué , haciendo resonar en los<br />

templos su reconocimiento al Dios de las victorias<br />

, quien; apenas investido del supremo» poder<br />

abrió las casas del señor, levantó sus altares y<br />

cuidó de que volviesen á la obediencia de la cabeza<br />

visible de la iglesia, de Jesucristo treinta millones<br />

de católicos.<br />

**Así por lo tanto dá gracias á Dios de- haber<br />

sido- el escojido para obrar este bien; pero está lejos<br />

de creer quenada queda que trabajar para<br />

(1) Se refiere al Condado de Aviñon , que el tratado de Viena, al de­<br />

volver las legaciones al santo Padre, Ha dejado á la Franeta de la mane­<br />

ra mas positiva.


mantener los dichosos resultados de esta restaura­<br />

ción. El imperio de la relijion se ha restablecido;<br />

las opiniones que durante dos siglos trabajaron<br />

incesantemente para minar sus bases, se conservan<br />

sin embargo con toda su fuerza y amenazan con<br />

los mismos peligros. De nada sirven el poder y las<br />

riquezas contra los ataques de tal enemigo , pues<br />

el odio y envidia mas se elevaron contra la santa<br />

Sede, cuando mas estuvo rodeada de esplendor y<br />

poder. La bondad, piedad y noble desprendimien­<br />

to del soberano Pontífice que hoy reina, ase­<br />

guran mas respeto y sumisión á la santa Sede que<br />

jamás obtuvo por medio de sus predecesores los<br />

mas violentos y poderosos.<br />

"Que el santo Padre ejerza con su caracterís­<br />

tica moderación y dignidad , el dominio que de­<br />

be á sus virtudes y al título de jefe supremo de la<br />

iglesia para edificación y felicidad de la cristian­<br />

dad, es uno de los mas ardientes deseos del empe­<br />

rador , que con todo su poder sostendrá el ejer­<br />

cicio de un influjo tan santo y saludable' Y<br />

también quisiera por una consideración personal<br />

hacia su Santidad, Pió VII, poder contribuir al<br />

aumento y ventajas de su ecsistencia temporal,<br />

deseando se digne Dios presentarle ocasión para<br />

ello, la que con satisfacción suya aprovecharía el<br />

emperador; pero no le es permitido sacar seme-


jante consecuencia del curso de los acontecimien­<br />

tos pasado?, que no están ya en manos de nadie,<br />

ni tuvo parte en ellos el emperador, habiéndolos<br />

Dios permitido antes de elevarle al trono. Invis­<br />

tiéndole de tan supremo poder , Dios le ha pres­<br />

crito su medida, y debe respetar los límites que<br />

le ha trazado el Señor, hallándose igualmente<br />

obligado por las leyes fundamentales del Estado<br />

y la santidad'dcl solemne juramento prestado.<br />

"El poder que Francia goza, bien caro lo<br />

ha comprado, y no está en manos del emperador<br />

disminuir en nada un imperio que es el premio<br />

de sangrientas guerras sostenidas con valor ad­<br />

mirable , entere las ájitaciones y desgracias sufri­<br />

das con sin igual constancia. Mucho menos le es<br />

posible disminuir el territorio de un estado ex­<br />

tranjero, que entregándole los cuidados de su go­<br />

bierno, le ha impuesto el deber de protejerlo, sin<br />

darle derecho de disponer del territorio que po­<br />

seía cuando el emperador se encargó de sus des­<br />

tinos."<br />

Había cu este lugar del proyecto de respuesta<br />

una lisonjera manifestación de ternura hacia el<br />

santo Padre, seguramente no se movia por nin­<br />

gún motivo de interés, sino por santos deseos<br />

ajenos de toda consideración humana. El empe­<br />

rador encontrando que no espresaban sus sen-


timientos bastantemente las palabras dictó á Mr.<br />

de Talleyraud el siguiente párrafo , (pie el mi­<br />

nistro mismo escribió en la minuta.<br />

Presentes tendré eternamente estas palabras<br />

dignas de particular atención , y al recordarlas<br />

siempre que las violencias, con las cuales creen los<br />

subalternos adulará su superior, csciten nuestra<br />

indignación, no podrán menos de calmar los pri­<br />

meros movimientos de ira. Estas palabras notables<br />

de Napoleón que vamos á citar salieron de lo inti­<br />

mo de su alma; y al dictarlas , se dice estaba sen­<br />

tado entre Mr. Cacault y Mr. de Fontanes mien­<br />

tras el ministro escribía esta profesión de fé:<br />

" Si Dios nos concede la duración de vida que<br />

es común en los hombres, esperamos encontrar<br />

circunstancias tales que nos permitan consolidar y<br />

estender el dominio del santo Padre. Hoy día ya<br />

podemos y queremos tender una mano que le so­<br />

corra ayudándole á salir del caos y de los escollos<br />

donde le arrojaron las crisis de la guerra pasada;<br />

para dar asi al inundo una prueba de nuestra ve­<br />

neración al santo Padre, de nuestra protección á<br />

la capital de la cristiandad , y en fin del constan­<br />

te deseo que nos anima de ver á nuestro relijion<br />

no ceder á ninguna otra en la pompa de sus ce­<br />

remonias , brillantez de sus templos y en todo<br />

aquello que puede imponer á las naciones: ya he-


mos encargado á maestro tío el Cardenal gran li­<br />

mosnero , de espliear al santo Padre nuestras<br />

tenciones en lo que hacer queremos" -(l)<br />

Después de puesta esta intercalación concluía<br />

la memoria diciendo:<br />

"Siempre fiel ai plan concebido desde el prin­<br />

cipio por el emperador, hará este consistir su gm*<br />

ría y felicidad en ser uno de los mas firmes protec­<br />

tores de la santa Sede, y mas sinceros defenso­<br />

res de la prosperidad de las naciones cristianas.<br />

Quiere se coloquen en primer término entre las<br />

acciones que mas lustre dan á su vida, el respeto<br />

que siempre ha mostrado á la iglesia romana y el<br />

logro de sus esfuerzos para concillarle el corazón<br />

y la fe de la primera nación del universo."<br />

En este último párrafo tan elocuente y anima-<br />

(1) En la respuesta oficial, á estas palabras que parecerán tal vez<br />

muy comunes, y que en mi sentir debieron respetarse, se ven sustituida»<br />

estas otras tan poco espresivas y tan comunes en otro sentido, " y hablar-<br />

le de nuestras afectuosas disposiciones. " Ya que se quiso eorrejir al empe­<br />

rador no debió ser haciéndole anunciar disposiciones afectuosas. Se usa<br />

jeneralmente de esta palabra cuando habla un superior á un inferior; y<br />

aunque es cierto que Napoleón la usaba, estoy firmemente persuadido que<br />

era en la intención de dominar: aquí Napoleón era otro hombre, creta,<br />

no deseaba mas qne vida; parecía en fin prometer piedad y justicia algv*<br />

dia, después de las otras guerras que meditaba, es decir, después de ha­<br />

ber concluido con la Europa y con las Indias. Por último su respuesta n<br />

la santa Sede equivalía á esto : " Me pedis lo que no os puedo dar<br />

alguna cota queremos hacer, esperad."


do, consentido, sino fue dictado, por Napoleón, de­<br />

bía encontrar Pío VII también una especie de hon­<br />

rosa confesión de enmienda francamente hecha de<br />

la vanidad que al jeneral hizo decir en Ejipto, que<br />

había él echado de Roma al Vicario de Jesucris­<br />

to en la tierra. También debieron dulcificar sus<br />

pesares las seguridades de que estaba llena la res­<br />

puesta.


CAPITULO CUARTO.<br />

RECELOS DEL PAPA DE QUE ECSJSTE UN PROYECTO DE<br />

DETENERLE EN PARÍS.—sü RESPUESTA SUBLIME.—so­<br />

CIEDADES DE ROMA.—LA CEREMONIA DE PASCUAS EN<br />

LA IGLESIA DE SAN PEDKO.<br />

¿Pero estos sentimientos durarán mucho tiempo?<br />

No se encontrarán en Napoleón dos hombres<br />

distintos siempre que se trate de negocios religiosos?<br />

¿No se dejará ver desde luego un ánimo justo»<br />

pronto, fácil, franco, que. sabe pedir un conseja<br />

sobre materias políticas que no ha estudiado, que<br />

recibe con docilidad una dirección saludable, y la<br />

sigue con toda la eficacia de una convicción íntx-r<br />

ma; un carácter en fin inquieto, poseído de un orgullo<br />

loco, de una erudición nada profunda, que<br />

envidia la misión de los clérigos, y que se cree humillado<br />

, porque el emperador no es en el descanso<br />

de las batallas el pontífice de la nación, conforme<br />

ha sido el regulador supremo de las operaciones<br />

militares ? ¿Por qué, según este otro Ñapo-<br />


león , no habían de estar las conciencias inmobles<br />

y sujetas á un mandamiento que suspenderla la<br />

acción moral de tantos miles de hombres, cuando<br />

una voz brutal gritase á la intelijencia. reposo, in­<br />

movilidad ó silencio! ¡De este modo, la iglesia mas<br />

numerosa estaria constantemente en paz! Pero<br />

alegrémonos de haber sorprendido una intención<br />

relijiosa, una impresión bastantemente sentida,<br />

que en lo sucesivo no puede ser indiferente al<br />

Padre santo , y que sin duda consoló su corazón<br />

bondadoso, resignado, que deseaba siempre amar,<br />

que sabia esperar, y que habia lcido en la historia<br />

sagrada que Dios toca de cuando en cuando los<br />

corazones obstinados, antes de convertirlos entera­<br />

mente á sí.<br />

Los Cardenales y Prelados del séquito del Pa­<br />

pa tomaron sincera parte en el gozo de su Santi­<br />

dad y no profirieron , aunque se dijo que sí, la<br />

mas mínima queja por la espresa negativa que<br />

acababa de recibir.<br />

Continuaba el santo Padre sus visitas á las<br />

iglesias, y bendecía con la misma bondad á cuan­<br />

tos venían á sus pies : á Mr. de Lalandc que no se<br />

gloriaba ya del nombre de ateo, y á las matro­<br />

nas piadosas que habian socorrido la relijion v<br />

sus ministros en las desgracias de la Iglesia. Así<br />

se pasaba una semana tras otra, solicitando en to-


das la; facultad; do volverse: á ; Roma; cuyo permir<br />

so no llegó á conseguir sin. tener antes,, el dis­<br />

gusto de que le fuese hecha la mas triste propo­<br />

sición.<br />

Nunca/despues ha queridodeeir el> Papa quien<br />

fué el personaje que un dia le habló de resi­<br />

dir en. Áviñon., de aceptar un palacio papal en<br />

el Arzobispado de Paris, y de la posibilidad de<br />

establecer un cuartel pri.vilejiado donde residiese<br />

.como en Constantinopla, el cuerpo diplomático<br />

acreditado cerca da su autoridad pontificia,* con<br />

derecho esclusivo do habitaren éL Aunque no<br />

venia la propuesta de Napoleón , y fueron dichas<br />

kkdimctaíaente las-primeras frases tomó un gra­<br />

do de publicidad tan funesta, que el Papa creyó<br />

deber suyo aventurar esta respuesta delante del<br />

mismo negociador : " se ha esparcido. kh voz. de<br />

que se nos podarla detener en Francia.;, pero<br />

bien pueden robarnos nuestra libertad. ,.,quje el car<br />

so: está previsto. Antes dei salis 4>e Roma,,, he-<br />

mos firmado una abdicación, válida j¡ en-- forma<br />

pon si nos viésemos preso , y; está, el documento<br />

Cuera del alcance, del poden francés,«depositado<br />

en. ell Cardenal Pignatelli en PaieicniOf, Guando se<br />

Uegasea l<br />

áideclarar esos proyectos-que se medi­<br />

ta» caerla, en. ellos*, únicamente, un* pobre fraile<br />

quet seUamaria Bernabé Chiaramonfii.." Aque-


lia misma tarde se pusieron á la vista del empe­<br />

rador las órdenes para la partida , sin que se oye­<br />

sen otras manifestaciones que las propias de la<br />

época y del tiempo necesario para disponer las<br />

postas y paradas con mas iníelijencia que á la<br />

venida del Papa.<br />

En Roma se sabia cesactamente todo lo que pa­<br />

saba en Paris, porque los ministros estranjeros re­<br />

sidentes en Francia escribian á sus cortes circuns­<br />

tanciadamente cuanto pertenecía á la vuelta mas í><br />

menos discutida del Papa. Los gabinetes instruían<br />

á sus ajentes cerca de la santa Sede, y ademas<br />

pasando antes por León las cartas del comercio lle­<br />

gaban á Liorna, desde donde se enviaban á Roma.<br />

Según estas últimas escribian regularmente los<br />

prelados á sus amigos; y Roma entre sus dudas-<br />

acerca de Paris y sus atrincheramientos en Paler-<br />

mo esperaba cuál seria la decisión del dominador<br />

de la Francia.<br />

Se ocupaba el Cardenal Consalvi en distraer<br />

á los romanos de sus preocupaciones, y muchas<br />

casas distinguidas tenían reuniones espléndidas,<br />

esmerándose en acojer obsequiosamente á la ba­<br />

ronesa de Stael-que entonces viajaba por la pe­<br />

nínsula. Fué en el círculo de estas sociedades re­<br />

sultado de las conversaciones y pasatiempos que<br />

tuvo con los mas distinguidos personajes italia-


nos en las ciencias y letras, cuando le ocurrió<br />

la primera idea de escribir su bella Corma, pro­<br />

duciendo un sublime triunfo en el capitolio la<br />

recepción de la baronesa en el modesto cuer­<br />

po literario de la Arcadia. Consalvi se esmeró en<br />

que fuese tratada con la mayor distinción, asi co­<br />

mo los célebres escritores que la acompañaban<br />

entre los que se veian Mr. Sismonde de Sismon-<br />

di, y Mr. Federico Schiegel. (1)<br />

Cuando partió de Roma esta dama bienhechora<br />

envió al cura de la parroquia de su posada<br />

una gran suma de dinero para que la distribuyese<br />

entre los pobres.<br />

( 1 ) Madama de Stael habló en liorna con bastante acierto, aunque<br />

estuvo á veces algún tanto imprudente. Desde el primer día de su llegada<br />

declaró que sentía agruparse á su alrededor, como para hacerle la corte»<br />

todas las diversas personas que componían el cuerpo diplomático , los mi­<br />

nistros y los secretarios deseaban solícitamente una sociedad tan agrada*<br />

tile, y los cursos de antigüedades eran como fiestas en donde la vi Veía y<br />

el talento, las gracias y chistes disimulaban completamente la aridez de<br />

la arqueolojia, é interrumpían las graves- esplicációnes de mi amigo ef<br />

abate Fea entregado todo £ sus arco?, á sus columnas y 6 ata templos. El<br />

caballero Lebzeltern secretario de legación de Austria, el principe Koslo-<br />

wsky y e! caballero Souza que ejercían las mismas funciones en )a legación<br />

de Rusia y en la embajada de Portugal, no eran los menos constantes en<br />

seguirlos pasos de madama la baronesa. En cuanto á mi» muchas veces me<br />

detenían en casa negocios importantes, y ampareám conveniente evitar<br />

las ocasiones de que me preguntasen cuando restituiríamos al Papa , al<br />

soberano del pais. £ste sistema'de retiro y de prudencia dio marjen á un<br />

billete que recibí en estos términos: " He concluido con Nápol^s, quiero<br />

hablar de Roma. Hay en Ñapóles un embajador que nadie quiere ver, j<br />

en Roma uu encargado de negocios que no quiere ver á nadie: esta noche


Celebróse la fiesta de Pascuas como si el Pa­<br />

pa estuviese presente ; pero no hubo la solemnidad<br />

que con su asistencia sola puede conseguirse; por­<br />

que no hay nada que reemplace la sensación que<br />

causa en todos los circunstantes el verle entrar en<br />

san Pedro, llevado en su sedia gestatoria, y sobre<br />

todo, el entonar la música el solemne Ucee Sa-<br />

Gerdos magnus. El viernes santo se suspendió en<br />

la iglesia la gran cruz iluminada , (idea tomada<br />

por Miguel Anjel del Paraiso de Dante) (1) que<br />

estaré en casa con un pequeño número de amigos. " El pequeño número<br />

«le amigos que encontré ascendía á mas de cuarenta personas hacinadas<br />

en una sala mezquina y en la antecámara de una fonda Un dia me dijo<br />

madama Stael: "deque pais, de qué nación me hacen. Uds. losembaja.<br />

dores? " Después de haber estado algún tiempo discurriendo la respuesta<br />

la dije: "En verdad, señora, siguiendo los libros del derecho público con»<br />

«¡deramos á Ud. una mujer de calidad de la corte de Suecia ; ya no la<br />

creemos á Ud. suiza ni ligada tampoco eon vínculo alguno á Francia.<br />

Es Ud. en fin madama Staél, una da las primeras capacidades de la<br />

literatura de casi todos los paises , y por eso mismo los ministros reciben<br />

gustosos las ordenes que Ud. les da. " A todos estos y semejantes elojios<br />

respondía : será así, pero me es preciso no habitar en todos estos luga»<br />

res ni cuarenta leguas en contorno; se me ha propuesto que perfeccione mi<br />

francés en Riáis. " Aludía sin duda al permiso que se le iba á conceder de<br />

no acercarse á Paris : en todas sus conversaciones aprovechaba siempre la<br />

ocasión de elojiar con entusiasmo á Mr. Chateaubriand. A su vuelta pu­<br />

blicó madama Stael sn Coriua.<br />

(1) lie aquí una de mis notas en la traducción del Dante. Taris Fir-<br />

minDulot, in-32. Paradis, tom. i¡ pag. 11$. " No ho leído en ningún co­<br />

mentador la semejanza que puede haber entre la cruz de que se trata j<br />

la que se acostumbra á suspender en Roma el viernes, santo en medio de<br />

sau Pedro delante del altar mayor. Esta inmensa basílica no está entonces<br />

alumbrada, después del oficio de la nochesiuo por una larga cruz ilu-


produce tan estraordinarios efectos de luz y de<br />

claro oscuro; viéndose con sentimiento la poca<br />

reverencia de muchos curiosos y cstranjeros, que<br />

faltaudo á la veneración distraen con sus conver­<br />

saciones profanas , mientras que el pueblo roma­<br />

no reuniéndose desde puntos distantes para con­<br />

templar esta muda ceremonia de la pasión, co­<br />

mienza y acaba devotamente sus oraciones arro­<br />

dillado, sin echar al levantarse ni una mirada de<br />

reprobación sobre aquellos que le escandalizan.<br />

minada que hace un efecto admiiable. Ks sabido en Roma que esta inven­<br />

ción se debe á Miguel Anjel, y no dudo que tomase la idea del Dante,<br />

la cruz tiene de altura 75 pies, y esta suspensa -en éVaire (fetalMc de la<br />

confesión de san Pedro."


CAPITULO QUINTO.<br />

SALIDA DEL PAPA TARA ROMA.—RESIDENCIA EN ESTA<br />

CAPITAL DE UN" MINISTRO DE PLLUSIA. CEREMONIAS<br />

DEL RECIBIMIENTO DE SU SANTIDAD EL EMPERADOR<br />

LE ESCRIBE SOBRE EL CASAMIENTO DE JERÓNIMO IÍO-<br />

NAPARTE EN AMÉRICA CON UNA PROTESTANTE.<br />

A un mismo tiempo el Papa consiguió salir<br />

de Paris, y Napoleón se dirijió á Milán, para ha­<br />

cerse consagrar rey de Italia. Recibió su Santidad<br />

una aeojida en Chalons-sur-Saónc que le llenó<br />

de satisfacción, y de la que diremos algunas par­<br />

ticularidades oidas de su boca. En León no perdo­<br />

nó medio alguno el Cardenal Fesch para propor­<br />

cionarle cuanto descanso y goces puede ofrecer la<br />

segunda ciudad del reino: y el Papa conservó<br />

siempre un recuerdo lisonjero de León y de las<br />

respetuosas atenciones de su Arzobispo. Entró en<br />

Parma el 2 de mayo y escribió al emperador.<br />

Carísimo hijo en Jesucristo, salud y bendición apostólica.<br />

" Si la certeza de recibir á V. M. en Turin , nos ha hecho<br />

dilatar el escribirle, dándole noticia de nuestra persona, no


queremos dejarlo de hacer hoy antes de partimos de esta, por<br />

la Seguridad en que estamos de satisfacer el tierno interés que<br />

V. M. nos manifiesta:<br />

" Hemos llegado hasta aquí felizmente en virtud de las pre­<br />

vias disposiciones que V. M. tenia dadas; y no podemos menos<br />

dé sentir una/ verdadera satisfacción al recordar los honores<br />

que nos han hecho las autoridades locales í las tropas mismas<br />

y las pruebas de afecto que nos han dado los pueblos , y que<br />

seguramente jamás olvidaremos.<br />

" Con esta ocasión, no podemos menos de recomendaros<br />

el negocio del jeneral Lesuire, del cual os presentamos en Pa­<br />

rís una nota, que tal vez se habrá confundido ó estraviado<br />

entre tantas otras que á V. M. se han entregado. No podemos<br />

menos de enviaros con esta» un documento duplicado, y asegu­<br />

ramos u V. M. que veremos con una verdadera satisfacción<br />

cualquier buena acojida que os mereciere dicho jeneral, que,<br />

por su sabiduría y por conocerle hace tiempo,tanto nos inte<br />

resa.<br />

"Heiteramos á V. MI nuestro afecto , y en prueba de él le<br />

concedemos con toda la sinceridad de nuestro corazón la pater­<br />

nal bendición apostóla, a.<br />

"Dada en Parma el 2 de mayo del año 1805, sesto de<br />

nuestro pontificado."<br />

De mano del Papa.<br />

"Suplicamos í V^M. nos conserve en su amistad y ofrez­<br />

ca nuestros respetos á su augusta esposa.<br />

¿£g "PIUS PP. VII"<br />

El 9 de mayo contestó el emperador.<br />

Santísimo Padre,<br />

Por vuestra carta de Parma he sabido habéis llegado con<br />

salud, y satisfecho de Francia y de la parte de mis estados de<br />

8


Italia que habéis atravesado: estoy desde ayer en Milán en<br />

donde espero saber muy pronto que V. S. ha vuelto á<br />

Roma.<br />

Con esto quedo rogando á Dios, santísimo Padre os con­<br />

serve muchos años , &c.<br />

Vuestro devoto hijo, ¿Le<br />

En esta respuesta no se trataba del jeneral<br />

Lesuire, por el cual el Papa tan sinceramente se<br />

interesaba. Le habia conocido en Imola , en donde<br />

este jeneral se habia conducido con igual valor<br />

que acierto'. Su Santidad contaba muchas veces<br />

los temores despueblo de Imola que obedeciendo<br />

disposiciones contradictorias tan pronto<br />

esperaba á los franceses como á los austríacos y<br />

y mencionaba siempre la buena administración<br />

del eneral Lesuire.<br />

Roma se preparaba para recibir á su soberano<br />

que ya en Florencia, admitía las pruebas siempre<br />

constantes de piedad de la reina de Etruria. Con<br />

motivo de haberse resuelto en Roma que las legaciones<br />

no saldrían en cuerpo á recibir á su Santidad<br />

, descubrimos entonces, como Mr. Humboldt<br />

que tenia el título modesto de residente de Prusia,<br />

y no públicamente reconocido, tomaba oficial­<br />

mente el de mijüsiro residente.<br />

Se informó circunstanciadamente al departamento<br />

de las relaciones esteriores sobre esta de-


. 59<br />

términaciolí tomada como de repente por la corté<br />

de Prusia y aceptada por la santa Sede.<br />

."Acaba de introducirse como de incógnito una especie de<br />

ministro que por su manera estfaña no parece ha disgustado"<br />

del todo al gabinete" de Roma tan circunspecto como siempre<br />

en cuanto á sus ceremonias. Mr. de Humboldt, que-no- ha<br />

sido hasta aquí para nosotros sino un residente de Prusia, y<br />

aun según se decía no reconocido públicamente, acaba de to*<br />

mar- do oficio el título de ministro residente, cu jo empleo oscuramente<br />

desempeñaba en otro- tiempo' Mr. Uhden hombre de<br />

algún saber y mediana instrucción, pero de poca esperiencia<br />

y casi desconocido. Mr; Humboldt se ha estrenado tomando<br />

el título de residente; pero la corte de Berlín, en atención al<br />

crecido numero de vasallos católicos que le ha cabido en las<br />

particiones de Polonia, ha resuelto establecer en Roma una<br />

representación mas directa y mas brillante. El secretario de<br />

Estado ha hablado de esto á Mr. Cacault y le ha dicho que se<br />

iba á nombrar á Mr. Humboldt, aunque las bulas no permiten<br />

en Roma á un ministro protestante • 61 sin embargo .en los<br />

encabezamientos de las cartas impresas toma el título de mi"<br />

nistro -residente de Prusia: nada dice á eslo el secretario de<br />

Estado, y por consiguiente la victoria de Mr. Humboldt va á<br />

ser completa,- y aun no será estraño que mas adelante tengamos<br />

en Roma un ministro inglés.<br />

Mr. Humboldt ha concluido su negociación con gran pro*<br />

dencia y acierto,- y tiene ahora en su compañía á su hermano<br />

Alejandro, célebre viajero que está haciendo sus observaciones<br />

en el museo Borgia.<br />

Desde Florencia hasta Viterbo se succedian<br />

las ceremonias relijiosas y una notificación oficial


anunció que el Pontífice entraría en Roma el 16<br />

de mayo.<br />

Conforme el orden determinado , el coche de<br />

la ciudad en que habia subido al llegar á Ponte-<br />

Molle tomó el camino de la basílica de san Pedro<br />

á cuyas puertas esperaba el Cardenal de Yorck, á<br />

pesar de sus ochenta años.<br />

Dada por el sumo Pontífice su bendición,<br />

aprocsimóse otra vez al altar para hacer su ultima<br />

oración antes de salir , y fuese que le preocupara<br />

la idea de volverse á ver en el principal templo<br />

de su capital, después de ciento ochenta y cinco<br />

dias de haberse separado de ella tan dolorosa-<br />

mente, ó que recordase los peligros que habia<br />

corrido en tránsito tan largo, quedó de rodillas<br />

como inmóvil en una especie de estasis. Ya la<br />

iglesia, donde habiéndose entrado por la tarde no<br />

se cuidó de alumbrarla para una ceremonia en la<br />

noche, principiaba á llenarse de sombra, y mas de<br />

treinta mil personas indecisas en medio de un<br />

profundo silencio se ajitaban en la oscuridad,<br />

sin concebir la causa de semejante acontecimien­<br />

to, cuando el Cárdena! ConSalvi tocando lijera-<br />

mente el brazo de su Santidad le preguntó si se<br />

habia sentido débil. Apretó el Pápala mano del<br />

Cardenal, le dio gracias por su cuidado, y le ma­<br />

nifestó que habia sido efecto de su alegría y fe-


licidad, en aquel momento, la prolongación de su<br />

plegaria.<br />

Sin embargo mu, fatigado se le llevó en su<br />

silla de manos, y se le pidió no concediese en<br />

aquella noche audiencia./ alguna. Hubo iluminación<br />

jeneral en los palacios de Roma, y su Senador<br />

dio un ricevimento magnífico en el capitolio<br />

á toda la nobleza romana, y al cuerpo diplomático..;<br />

Habiéndome dado audiencia su Santidad á<br />

los dos dias, supe que el viaje habia ecsaltado su<br />

ánimo en términos que hablaba con gran vehemencia<br />

de todo lo que habí a visto, enseñaba con<br />

una especie de satisfacción las medallas que en honor<br />

suyo se. habían acuñado, y. se interrumpía á<br />

cada palabra para contar otras cosas. El instituto<br />

de las hermanas de la caridad de Paris, que tan<br />

útiles, son á nuestros enfermos , habia movido<br />

tanto su interés, que pensaba en estender su orden<br />

por Italia, Alemania é Irlanda. Después,<br />

cuando iba á decirme los motivos que habia tenido<br />

para alegrarse de su viaje , le vi revestirse<br />

de un aire mas grave, y recojerse un momento<br />

como para tratar de alguna cosa mas importante,<br />

en seguida pareció que desechábala idea que le habia<br />

ocurrido; su semblante, volvió á serenarse<br />

y siguió hablando cojiéndome la mano como para


m<br />

obligarme 6 escucharle. Quiero, dijo, contaros un<br />

suceso en prueba de lo satisfecho que debo estar<br />

de vuestros virtuosos paisanos: fio hablo de la<br />

bendición del museo á fines de diciembre, á la<br />

vuelta principalmente es cuando he recibido mas<br />

demostraciones de amor y de respeto.<br />

En* Chalons-sur-Saone, Íbamos á salir ya pa-<br />

ra León, y habia sido imponible .acercar el coche á<br />

la casa que habitábamos, por lo que nos fue pre­<br />

ciso, para llegar á él, atravesar por medio de mas<br />

de dos mil personas entre mujeres y niños, viejos<br />

y jóvenes. Dos de los dragones de nuestra escolta,<br />

nos conducían hacia nuestro coche á pie hacién­<br />

donos calle entre sus caballos bien apretados


m<br />

apoyamos nuestras dos manos sobre aquel de los<br />

dragones mas cercanos que ^ tenia la cara menos<br />

devota, suplicándole que nos sostuviese, diciendo -<br />

le:" Signor dragone tened piedad de nos. Pero he<br />

aquí, que el bueno del soldado (para que no nos<br />

fiemos de las caras ) en vez de-temarse el cuidado<br />

de nuestro compromiso «es cojió las manos en las<br />

que estampaba redoblados besos. Asi estuvimos<br />

como suspendido un medio minuto, entre la ra-<br />

gazza y vuestro soldado: enterneeimonos hasta<br />

derramar lágrimas en tanto que pedíamos que<br />

nos soltasen. ¡ Ah;! [hemos quedado contentísi­<br />

mos del pueblo francés!<br />

El 10 de mayo escribió el Papa al emperador<br />

una carta autógrafa cuya copia es la que sigue..<br />

' Carísimo hijo en Jesucristo, salud y bendición apostólica.<br />

"Habíamos determinado escribir k V. M. así que llegáse­<br />

mos á Roma, dándole noticia de nuestro feliz arribo , y reite­<br />

rándole al mismo tiempo desde el lugar de nuestra residencia,<br />

nuestro agradecimiento por la buena acojida que hemos tenido<br />

en París y los cuidados que se nos han manifestado en todo<br />

nuestro viaje ¡pensábamos enviar á V. M. un correo esjbraor-><br />

diñario 3 cuando se nos presentó la carta que V. M. nos escri­<br />

be con fecha del 9 de mayo, y que nos han traído desde Mi­<br />

lán á Roma dos empleados de la secretaría de nuestro ministe­<br />

rio de negocios estranjeroe. Su próesima partida nos pre­<br />

senta la ocasión de satisfacer á nuestro primer deseo an­<br />

tes de lo que lo haríamos por medio de un correo estraordi-<br />

nario • este llevará después el breve y las nuevas credenciales


que pensamos enviar á V. M. y al Cardenal Cap rara con mo­<br />

tivo de su ecaaltacion al trono de Italia. El traba o aunque or­<br />

denado desde nuestra llegada no podrá estar coicluido hasta<br />

dentro de dos dias.<br />

Os participamos pues con esta ocasión nuestra vuelta, y<br />

suplicamos no dudéis de nuestro agradecimient'. y de nuestros<br />

continuos votos al Señor por vuestra salud y prosperidad.<br />

Vamos ¿í hablaros de paso sobre otro asunto: hemos en­<br />

contrado á nuestra vuelta un oficio de nuestro Cardenal Ca-<br />

prara, llegado á Roma pocas hora» antes ; en c! nos hace sa­<br />

ber que el elector canciller mayor desea, según parece, que<br />

enviemos en calidad de nuestro nuncio á la die a de Ratisbona<br />

al Obispo de Orleans , lo cual, dice él, contri miria mucho al<br />

arreglo de ¡os escabrosos negocios eclesiástico" de Alemania.<br />

El Cardenal asegura que sabedor V. M. de esta disposición<br />

del canciller mayor la aprueba y facilitará su ejecución. Al sa­<br />

ber todo esto nos hemos sorprendido , como sucederá á V. M.<br />

cuando sepa lo que vamos á indicarle con la confianza que so­<br />

lemos.<br />

"El elector canciller mayor nos ha declaradu el primero,<br />

hace ya algunos meses, que la persona mas á propósito para<br />

misión semejante es Monseñor de la Genga, nuestro subdito,<br />

que por tanto tiempo y con aprobación jeneral ha sido nuncio<br />

en aquellos paises.<br />

Hemos participado al elector nuestro consentimiento para<br />

enviar á la dieta á este prelado: se ha alegrado sobremanera,<br />

y se habia puesto en correspondencia cou él y no es de creer<br />

que el elector haya mudado de dictamen supuesto que esta mis­<br />

ma mañana ha recibido monseñor della Genga una carta suya,<br />

autógrafa, cuya copia enviamos á V. M. para que vea el empe­<br />

ño que tiene en curiar de nuncio á Ratisbona á dicho prelado,<br />

por juzgarle con preferencia á otro alguno, la persona mas á<br />

propósito para conseguirlo que se pretende. Esto supuesto, no


se concibe como el mismo canciller mayor pueda figurarse que<br />

hay lugar todavía á otro nombramiento, habiendo prometido,<br />

hace ya muchos meses , dicho destino á monseñor de la Gen­<br />

ga, y habiéndolo anunciado así al encerador Francisco II y<br />

otros varios príncipes de Alemania, que han manifestado por<br />

ello una satisfacción verdadera. ¿Ni cómo podriamos ahora, sin<br />

sacrificar la reputacicn de una persona que no merece insulto<br />

semejante, y sin aparecer nosotros mismos ridículos ante esos<br />

príncipes, cómo podríamos digo volvernos atrás, y nombrar á<br />

otro prelado ?<br />

Añádase á esto que Monseñor de la Genga en su larga re­<br />

sidencia en Alemania, ha adquirido gran espetiencia en los<br />

negocios , lugares y personas, y desdo su vuelta á Roma no<br />

ha hecho otra cosa que ecsaminar á fondo todas estas cuestio­<br />

nes, procurando informarse de las personas mas hábiles que ha<br />

hallado en Roma. Repetidas veces hemos hablado con él y le<br />

hemos comunicado nuestros sentimientos. En fin le tenemos á<br />

nuestro lado , nos hemos intimado con él, y podemos mas fá­<br />

cilmente darle nuestras instrucciones.<br />

Por todas estas razones no dudamos que V. M. se hará<br />

cargo de que las cosas están en un estado que nuestra conve­<br />

niencia y la reunión de todas esas reflecsiones no admiten otra<br />

elección para dicho encargo , teniendo por otra parte Monse­<br />

ñor Genga todas las cualidades que se requieren para el desem­<br />

peño de su comisión : por lo tanto no dudamos que V. M.<br />

conocida la verdadera situación de las cosas seguirá nuestro<br />

dictamen, y que con la poderosa ayuda y buenos oficios que<br />

interponga, se determinará este negocio en honra y gloria de<br />

Dios y de su santa relijion.<br />

No podemos menos , al cerrar esta, de saludar á vuestra<br />

augusta esposa, y dar á V. M. la paternal bendición apos­<br />

tólica.


Dada en el Quirinal el 18 de mayo de 1805, sesto de<br />

nuestro pontificado.<br />

"PIUS PP. VIL<br />

En la traducción hecha para el emperador se<br />

suprimieron las salutaciones á la augusta esposa.<br />

A la vuelta del Papa á su capital, se habia tratado<br />

de que fuese un francés su mayordomo, es decir<br />

uno de los depositarios de sus secretos domésticos<br />

y un francés también su nuncio en Ratisbona.<br />

Esta carta movió al emperador y contestó al mo­<br />

mento en estos términos:<br />

"Habia oido hablar vagamente del deseo que el elector can­<br />

ciller mayor tenia de que fuese el Obispo de Orleans por lega­<br />

do de vuestra Santidad á la dieta. Ninguna especie de interés he<br />

tomado en este asunto y cualquiera que sea el legado que haya<br />

en Ratisbona, yo le daré toda la asistencia que dependa de mí<br />

para que saque en sus asuntos todo el fruto posible á favor de<br />

vuestra Santidad."<br />

" Con este motivo ruego á Dios tibe.<br />

Carta fué esta que debia preceder á otra en<br />

que el emperador pediría un favor particular al<br />

santo Padre; pues Napoleón tenia la costumbre,<br />

muy conveniente y hábil de manifestar de ante­<br />

mano su amistad y deferencia cuando se prepara­<br />

ba á pedir algún favor.<br />

En Roma se sabia tal modo de proceder tan


ien,- que se esperaba u» pesar cuando se acaba­<br />

ba de recibir una atención.<br />

El 24 de mayo escribió el emperadof á Su<br />

Santidad en estos términos:<br />

"He recibido la carta de V. S. del 18 de mayo, cuando ya<br />

sabia su feliz llegada á liorna; he tenido una verdadera satisfacción'<br />

en que su salud no se haya resentido de las fatigas de<br />

tan largo viaje. Parece que uno de sus primeros cuidados ha<br />

sido eV concordato; puede V. S. hacerlo publicar sin recelo alguno<br />

; porque todo se hará como correiponde. Mañana recibiré<br />

al Cardenal Caprara como á vuestro legado, y el jueves ten<br />

drá lugar su ministerio que he retardado porque nuestros pre<br />

paratiros no están hecho» He reparado que el otro dia «ra<br />

malo el tiempo,<br />

" El globo que tan* felizmente llegó á Roma el dia de la<br />

consagración (al siguiente de la fiesta de Paris ) se conservará<br />

con todo cuidado para memoria de tau estraordinario suceso;<br />

se pondrá en paraje donde puedan verlo los viajeros» y con una<br />

inscripción que diga las horas en que llegó a Roma."<br />

" Me hablado' muchas veces á vuestra Santidad de un hermano<br />

mió, joven de diez y nueve años, que envié en una fra*<br />

gata á la América, y q*e apenas pasado un mes desde su<br />

arribó se casó ( aunque menor ) en Baltimore con una protestante<br />

hija de un negociante de los Estados Uñidos. Acaba de<br />

volver' sintiendo la enormidad de su falta, y yo he reembarcado<br />

para América á la señorita Patterson su llamada esposa. Según<br />

nuestras leyes el casamiento es nulo, habiéndose olvidado un Sacerdote<br />

español al echarles la bendición, de cuales eran sus<br />

deberes.<br />

* Yo desearía de vuestra Santidad una bula que anulase<br />

este casamiento, acerca de cuyas nulidades envió á vuestra San-


tidad varias memorias del Cardenal Caselli. Me sería fácil ha­<br />

cer quedase roto en Paris, pues la Iglesia galicana reconoce<br />

como nulos tales casamientos; pero me parece mejor que sea<br />

en Roma, aunque no sea mas que por dar ejemplo á los miem­<br />

bros de las casas soberanas que contratasen esponsales con pro­<br />

testantes.<br />

" Si vuestra Santidad quisiese hacer esto se cretamente»<br />

detendré, hasta que sepa que quiere hacerlo, la casación civil.<br />

" Ello es importante para la misma Francia que no haya de<br />

este modo cerca de mi persona, una joven protestante, y peli­<br />

groso ejemplo que un menor de diez y nueve años, joven dis­<br />

tinguido , se vea espuesto á tal seducción, contra las leyes ci­<br />

viles y toda especie de consideraciones.<br />

" Con cuyo motivo ruego á Dios &c ."<br />

NAPOLEÓN.<br />

Inquietud causó al Papa esta carta con razón»<br />

pues por otro lado un ájente de los Estados Unidos<br />

iba á sostener la causa de la familia Patterson, y<br />

otro de la Gran-Bretaña, que no podía quedar in­<br />

diferente, aprovecharía la ocasión de mostrarse fa­<br />

vorable á las solicitudes hechas á nombre del pre­<br />

sidente de la unión.<br />

Iban también a orijinarse nuevas dificultades<br />

de resultas de un apresamiento que habia hech o<br />

según decían, contra el derecho de jentes, el corsario<br />

francés le Tigre; pero ya sobre esto habia<br />

dado Francia a la santa Sede la satisfacción que<br />

poclia desear.


Por este tiempo, habiendo vuelto á Roma el<br />

Cardenal Fesch, fui enviado de primer secretario<br />

de legación á Florencia, y Mr. Simeón que lo era,<br />

vino á reemplazarme cerca de la santa Sede.


CAPITULO SESTO.<br />

DONES RECÍPROCOS DEL EMPERADOR Y DEL PAPA.—RES*<br />

PUESTA DE PÍO VII RELATIVA AL CASAMIENTO DE<br />

JERÓNIMO.<br />

Cuando se canjearon en Paris las diversas<br />

memorias relativas á asuntos eclesiásticos y á la<br />

restitución de provincias, se hicieron mutuos pre­<br />

sentes. El Papa dio un camafeo magnífico repre­<br />

sentando la continencia de Escipion y otros objetos<br />

preciosos. El emperador mandó se encargase á los<br />

mejores plateros de París cincelasen una tiara so­<br />

bre modelos traídos de Roma, que á fuerza de di­<br />

nero y de celo se dieron prisa á concluir y fué re­<br />

mitida al santo Padre.<br />

Al momento escribió este al Emperador dándole<br />

gracias.<br />

Carísimo hijo en Jesucristo,<br />

Hemos recibido la rica tiara que os habéis servido enviarnos,<br />

y nos ha admirado á la vez , la magnificencia de V. M. y lo pri­<br />

moroso de la obra.


Penetrado de vivísimo reconocimiento , doile á y. M. gracias<br />

por un don, que conservaré y admiraré siempre como un monumento<br />

de vuestra munificencia, y déla época memorable que<br />

recuerda. Le estrenaremos en la fiesta próesima de los gloriosos<br />

apóstoles Pedro y Pablo., .cuando celebro de gran pontifical en<br />

la basílica de S. Pedro; para que .pueda asi admirar toda la ciudad<br />

el gran preciodel don y la grandeza del donador.. ]$epetimp s<br />

áV. M. I. y R. los sentimientos de nuestro corazón que ya bien<br />

conoce-; y.en prendas de nuestro afecto paternal» le enviamos<br />

con toda la efusión de nuestra alma la bendición apostólica.<br />

Dada en Roma, cerca de santa María la mayor el .23..de Junio<br />

de 1805 y el sesto de nuestro pontificado.<br />

PIUS PP. Vil.<br />

Pero le,quedaba que llenar en seguida un austero<br />

deber. Tenia que dar su respuesta en la cues •<br />


fuerza de su dialéctica, la dulzura de su urbani­<br />

dad, su estilo: y ademas él mismo se declara<br />

autor.<br />

Impeiial y Real Majestad,<br />

No atribuya V. M. la tardanza de la remisión del correo<br />

á otra causa que al deseo de emplear cuantos medios están á<br />

nuestro alcance, para satisfacer á las peticiones que en la carta<br />

y memorias adjuntas nos hace V. M. y nos envia por el mismo<br />

correo.<br />

En cuanto dependía de nosotros, sobre guardar un secreto<br />

impenetrable , nos hemos hecho un honor en satisfacer con la<br />

mayor ecsactitud lo solicitado por V. M. y esa es la razón porque<br />

nos hemos encargado nosotros mismos del ecsamen de la<br />

petición relativa al juicio del matrimonio en cuestión.<br />

Entre una porción de negocios que nos abruman , hemos<br />

cuidado escrupulosamente de investigar, y ver si era dado á<br />

nuestra autoridad apostólica, satisfacerlos deseos de V. M. que,<br />

atendido el fin, con gusto favoreceríamos. Pero, considerado de<br />

diversos modos el asunto , ha resultado de nuestro ecsamen,<br />

que de cuantos motivos se han propuesto, y hemos imajinado,<br />

no hay uno que nos permita como lo desearíamos, complacer á<br />

V. M. declarando nulo dicho matrimonio.<br />

Las tres memorias que V. M. nos ha remitido, se destruyen<br />

mutuamente, por fundarse todas en principios opuestos.<br />

En la primera, dejando auna parte los demás impedimentos<br />

dirimentes, se pretende que solamente dos, pueden aplicarse<br />

al caso de que se trata: á saber, la disparidad de cultos de los<br />

contrayentes , y la no intervención del cura en la celebración<br />

del matrimonio.—En la segunda, desechando estos dos impedimentos<br />

, se deducen otros dos, de la falta del consentimiento<br />

de la madre, y de los padres del mozo menor de edad, y del<br />

rapto que se designa bajo el nombre d» seducción.


La tereéra no conviene con la segunda, y propone , como<br />

único motivo de nulidad , la falta del consentimiento del párro­<br />

co del esposo , que se juz.ra como necesario , en atención á que<br />

no ha variado de domicilio , pues que según la disposición del<br />

concilio de Trento , es absolutamente necesario en los casa­<br />

mientos el permiso del cura de la parroquia.<br />

Analizadas estas contrarias opiniones , resulta que los im­<br />

pedimentos propuestos, son cuatro: pero ecsaminándolos por<br />

separado, nos ha sido imposible encontrar alguno, que en el ca­<br />

so presente, y según los principios do la iglesia, pueda autori­<br />

zarnos á declarar nulo un matrimonio contraído y consumado ya t<br />

Ademas, la disparidad de culto considerada por la iglesia<br />

como impedimento dirimente , no se verifica entre dos perso­<br />

nas bautizadas , aunque una de ellas no sea de la Comunión<br />

Católica.<br />

No tiene lugar este impedimento sino en los matrimonios<br />

contraidos entre un cristiano y un infiel. Aunque la iglesia no<br />

admite los matrimonios entre protestantes y católicos , los reco­<br />

noce , sinembargo por válidos.<br />

No es cesacto decir que la ley de Francia , relativa á los<br />

matrimonios de los hijos no emancipados y de los menores,<br />

contraidos sin el consentimiento de los padres ó tutores, los<br />

hace nulos por lo respectivo al sacramento.<br />

El mismo poder lejislativo seglar declaró , cuando las re­<br />

presentaciones del clero reunido en 1G29 , que al establecer l a<br />

nulidad de estos matrimonios , solo habian querido hablar los<br />

lejisladores de lo respectivo á los efectos civiles del matrimonio,<br />

y que los jueces seglares no podían dar otro sentido ó interpre­<br />

tación á la ley : porque bien sabia Luis XIII, autor de esta de­<br />

claración , que el poder secular no tiene derecho á establecer<br />

impedimentos dirimentes en el matrimonio como sacramento.<br />

La iglesia , en efecto, lejos de declarar nulos , en cuanto al<br />

10


enlace, los matrimonios hechos sin el consentimiento de los<br />

padres y tutores; aun vituperándolos , en todos tiempos los ha<br />

declarado válidos, y particularmente en el concilio de Trento.<br />

En tercer lugar, es asimismo contrario á las mácsimas de<br />

la iglesia, el deducir la nulidad del matrimonio, del rapto ó se­<br />

ducción : el rapto no ea impedimento, sino cuando se contrae<br />

el matrimouio entre el raptor y la persona robada, antes de<br />

que esta sea repuesta en su plena libertad. Ahora bien , en el<br />

caso presente no hay robo, y lo que en la memoria se designa<br />

cou la voz rapto ó seducción, solo equivale á la falta de consen­<br />

timiento de los padres , de lo que se deduce la seducción del<br />

menor, y no es por consiguiente un impedimento dirimente<br />

por lo que hace al lazo del matrimonio.<br />

liemos meditado sobre el cuarto impedimento, el de la<br />

clandestinidad, ó falta de permiso del cura. Proviene este im­<br />

pedimento del concilio de Trento , pero la disposición del mis­<br />

mo Concilio, no tiene lugar, sino en los paises, en que su fa­<br />

moso decreto, Capitulo. I o<br />

. secc. '2i-, De reformationc matri-<br />

monii, se ha publicado ; y ann en este caso , solo respecto á<br />

aquellas personas para quienes se publicó.<br />

Anhelando en gran manera buscar cuantos medios nos lle­<br />

vasen al fin que desearíamos , hemos puesto sumo cuidado en<br />

averiguar, si el dicho decreto del concilicio de Trento se hu­<br />

biese publicado en Baltiraorc. Para esto, hemos hecho ecsa-<br />

minar con el mayor secreto los archivos de la propaganda é<br />

inquisición , donde debiera haber noticia de semejante publica­<br />

ción. No hay señal de ella, sin embargo : antes por el contra­<br />

rio , según varios datos , y sobre todo, según la lectura del<br />

decreto de un sínodo convocado por el Obispo de Baltimore»<br />

hemos creido que no se ha hecho semejante publicación : ni es<br />

presumible tampoco se haya hecho en un pais que ha estado<br />

siempre sujeto á herejes.<br />

Después de esta investigación de los hechos , hemos con-


siderado bajo todos sus aspectos, si el no permiso del cura,<br />

era según los principios del derecho eclesiástico , un título de<br />

nulidad, pero nos hemos convencido de que tal motivo de nu­<br />

lidad no ecsiste.<br />

No ecsiste respecto al domicilio del esposo , porque es mác-<br />

siraa incontestable ; que para la validez del matrimonio, basta<br />

se observen las leyes del domicilio de uno de los dos esposos<br />

cuando uno do los dos sobre todo no ha abandonado su domi­<br />

cilio fraudulentamente ; de lo que se sigue, que si donde el<br />

matrimonio se ha hecho se han observado las leyes del domi­<br />

cilio de la mujer , no es necesario conformarse , donde el ma­<br />

trimonio no se ha contraído , á las del domicilio del hombre.<br />

No puede tampoco ecsistir un motivo de nulidad , á causa<br />

del domicilio de la mujer, por la razón ya alegada, de que no<br />

habiéndose allí publicado el decreto del concilio de Trento,<br />

no tiene lugar su disposición, en punto á la necesidad de la<br />

presencia del cura , y por la razón ademas que aun cuando se<br />

hubiese hecho esta publicación, no se habría hecho mas que<br />

en las parroquias católicas, tratándose de un pais ordinaria­<br />

mente acatólico ( 1 ) de modo que , por esto , no puede dedu»<br />

cirse la nulidad de un matrimonio misto, es decir entre un<br />

cato ico y una hereje, respecto á la cual no se hizo la publi­<br />

cación.<br />

Establecióse este principio por un decreto de nuestro pre­<br />

decesor Benedicto XIV , con motivo de los matrimonios viis-<br />

tos contraidos en Holanda y en la Béljica confederada. No<br />

estableciendo el decreto un derecho nuevo, y siendo solo una<br />

declaración , como anuncia su título , ( es decir , una muestra<br />

desenvuelta y razonada de lo que son en realidad semejantes<br />

( 1 ) Acatólico; no católico, usando de la í privativa á la manera<br />

griega.<br />

(.Vota del Traductor.)


matrimonios ) se echa de ver fácilmente que debe aplicarse él<br />

mismo principio, á los matrimonios contraidos entre un ca­<br />

tólico y una hereje, en un pais sujeto á herejes . aun cuando<br />

se hubiere publicado el decreto, entre los católicos allí ecsis-<br />

tentes.<br />

Hemos hablado con detención a" V. M. de este análisis,<br />

para darle á conocer, bajo cuantos aspectos hemos ecsaminado<br />

el negocio , y para manifestarle el sentimiento que nos cnusa el<br />

no haber hallado una razón favorable que nos autorice á decla­<br />

rarnos por la nulidad del matrimonio. La circunstancia misma<br />

de haberse celebrado ante un Obispo ( ó prélre como dice<br />

V, ¿VI.) español, muy apegado, como todos los de esta nación,<br />

á la observancia del concilio de TrentO , es una razón de mas,<br />

para creer que este matrimonio se ha contraído . con todas las<br />

formalidades con que se contraen los matrimonias t-n esté<br />

pais. Y con efecto. habiendo tenido ocasión de ver un sínodo<br />

oe católicos celebrado en Baltimore . nos hemos confirmado<br />

en la verdad del hecho.<br />

Hien se le alcanzará á V. M. que por los datos que hasta<br />

ahora tenemos sobre este asunto, no nos es posible dar en él<br />

sentencia de nulidad. Si ademas de las circunstancias ya ale­<br />

gadas , hubiese otras, bastantes como prueba , á presentar un<br />

impedimento tapa* de constituir nulidad: podríamos entonce?,<br />

apoyando nuestra decisión en esta prueba . pronunciar un de­<br />

creto que fuese conforme á la; reglas de la iglesia, de las (pie<br />

no podemos separarnos . invalidando un matrimonio que según<br />

la declaración de Dios, no puede desatar ningún poder hu­<br />

mano.<br />

Usurpando una autoridad que no tenemos, nos haríamos<br />

culpables de un abuso el mas abominable de nuestro sagrado<br />

ministerio, ante el tribunal de Dios , v cute toda la iglesia.<br />

V. M. mismo desaprobaría en su justificación , que pronuncia-


sernos un juicio contrario al testimonio de nuestra conciencia y<br />

á los principios invariables de la iglesia. Por lo que V. M. se<br />

persuadirá de nuestro anhelo , por prestarnos á sus deseos, en<br />

cuanto de nos dependa; y que querrá aceptar esta misma de­<br />

claración como un sincero testimonio de nuestro afecto pater­<br />

nal. Damos á V. M. con toda la efusión del corazón , la ben­<br />

dición apostólica.<br />

"pkjs pp. víi: r<br />

'*<br />

P. S. Ayer 26 de junio debió partir esta carta: pero el<br />

Cardenal de Lyon deseó que se retardase la espedicion del<br />

correo, para hacernos nuevas observaciones. Nos las presentó<br />

efectivamente, y las hemos ecsaminado, deseando nos ofre­<br />

ciesen un medio para favorecer las intenciones de V. M. sin<br />

traspasarlas leyes de Dios y de la iglesia: pero bien á pesar<br />

nuestro nos liemos convencido , de que no tenemos la facultad<br />

de anular un matrimonio, cuya falta de validez no resulta de<br />

las observaciones alegadas ; como se lo hemos demostrado en<br />

nuestra respuesta, al Cardenal de Lyon cou sólidas razones.<br />

Y visto que no accedemos á sus deseos por falta de poder, y<br />

no de voluntad; V. M. como justísimo y razonable, se pene­<br />

trará de nuestro sentimiento , y no dudará de nuestra bueiia<br />

disposición , si la cosa hubiese sido posible.<br />

"PIUS PP. VIL"<br />

Vista esta carta, parece que su Santidad afir­<br />

ma que era un Obispo el que habia celebrado el<br />

matrimonio. Circunstancia que si es posible , ha­<br />

cia mas difícil la disolución de este contrato.


CAPÍTULO S E P T M O .<br />

ALOCUCIÓN DEL PAPA A LOS CARDENALES.— RECOMEN­<br />

DACIÓN DE MR. DE TALLEYKAND AL CARDENAL CON-<br />

SALVI, Á FAVOR DE UN SOBRINO DEL CARDENAL<br />

MAURY.<br />

La víspera que partiese la carta que acaba de<br />

leerse, dio el Papa cuenta en un consistorio, álos<br />

< Cardenales, de su viaje á Francia.<br />

Oigámosle á él mismo manifestar sus sentimientos<br />

con aquella'serenidad de lenguaje que<br />

le era peculiar. Me valgo aqui de esa espresion<br />

empleada por el Cardenal Consalvi para caracterizar<br />

el estilo de su Santidad.<br />

VENERABLES 'HERMANOS.<br />

Desde el primer momento de nuestra vuelta de Francia á<br />

Roma, liemos deseado ardientemente llamaros á consistorio,<br />

para que así como os participamos nuestro designio de irá<br />

Francia,-os hiciésemos también, sin tardanza, sabedores de<br />

los saludables frutos que con la ayuda de Dios hemos recabado<br />

de nuestro viaje. Mas no hemos podido, antes de ahora, satisfacer<br />

este voto de nuestro corazón, ya por los muchos preparativos<br />

que ecsijian de nosotros las Iglesias y que pronto os


propondremos, ya porque no hemos creido conveniente diferir<br />

el ecsarnen de los Obispos, á quienes se van á confiar estas<br />

Iglesias. Complácenos por fin , el que ahora podamos satisfacer<br />

nuestro deseo en este dia, vísperas de la festividad de los santos<br />

Apostóles Pedro y Pablo, pues nos empeña á celebrar con<br />

mas devoción y gratitud la fiesta de su glorioso martirio , el<br />

convencimiento de que á su especial intercesión debemos re­<br />

sultados felices. Bien sabéis que el año último partimos de lio­<br />

rna el 2 de Noviembre.<br />

El Papa recordó las muestras de ternura que<br />

le prodigara el pueblo romano á su salida por la<br />

puerta Anjélica: los honores que le hizo la reina<br />

deEtruria. "El rclijioso respeto que los Lioncses<br />

„mostraron,fué para el pontificado una especie de<br />

„triunfo : en Fontanablao ( 1) , tuvimos entre los<br />

„brazos á este poderoso, v para con nosotros amo­<br />

rosísimo principe." En seguida detúvose en ha­<br />

blar de la consagración del Emperador Napoleón,<br />

y de la emperatriz Josefina; y de la sincera y cor­<br />

dial declaración de varios Obispos constituciona­<br />

les, sometiéndose al juicio de la Sede apostólica<br />

sobre los negocios eclesiásticos de Francia.<br />

Estas, venerables hermanos, no son solo esperanzas, suje-<br />

ridas por nuestro viaje : pues ya se han hecho muchas cosas,<br />

(1) Nuestros antiguos decia» Fotitanabelío , Fontanablao , españoli-<br />

aando el nombre de este pueblo, cuya significación es Fuente atul ó azu­<br />

lada .- blao en español significa azul, como se ré en la primera copla de<br />

Mingo Reyulgo ; y en término de blasón.<br />

( Nota del Traductor. )


Ü<br />

como en írr&$óyreuda$>de lo que aua-debe hacerse. liase dado<br />

nueva vida y calor a las Sofiigdades á^Mis^pjiey.os M hcrnw-nas<br />

dé Ja equidad? La munificencia del emperador resarcirá a S.<br />

Juan de Letran. Los pueblos délas Gaitas veneraron en noso­<br />

tros al supremo pastor de la Iglesia batolica:-y nbiuiy pWlitr-<br />

bras pura esplicár cuanto zéloy ámor¡por fa\whli)ion han,<br />

mostrado los franceses* ¿ Y qué decir del ilustre clero de<br />

Francia que tanto cariño nos mostró, y al que tapto detarjpps?<br />

Hablo también su Santidad del Obispo .ele<br />

ristova y rrato, bscipion tucci. y de su reconcihaciou<br />

con la santa becte* recoiiQcieiigo^a tml§<br />

que condena las ochenta y cinco proposiciones del<br />

sínodo de Pistoya (1).<br />

(1) Efec tivamente, á su paso por Florencia, 4ç; tyuelta (£e ]¿rancia,<br />

hizo saber Pío VII al Obispo Rícci, que de buena gana I^daria uu<br />

abrazo si accedía á firmar una declaración, aceptando la bula ¡dogmática<br />

auctoran jídei , que condenaba las ochenta y cinco proposiciones estnic,<br />

tadas del sínodo de Pistoya. Ricci firmó temeroso de que la : negatiya i;§.e<br />

atribuyese á pertinacia, y obligado por los tiempos. Pero lo.çjie^fa^,<br />

que el Obispo en sus justificaciones , descubre siempre, que alimenta una<br />

opinión contrariábala infalibilidad.del Papa, y á aquella, su potestad<br />

absoluta, que los curiales de Roma atribuyen siempre, 4 la canuta .^ede.<br />

Sabido es que los curiales de Roma opinan , que el Papa es el ¿"mico vi­<br />

cario y representante de Cristo; y que todos los demás. Obispos del<br />

mundo son vicarios, no de Cristo , sino del Pon tí fice romano, de, mjj-<br />

do que en la Iglesia no hay verdaderamente mas que un solo Obispo<br />

universal , que reciba de Cristo todo el depósito de autoridad eclesiás­<br />

tica , que, con cierta medida, debe comunicar á sus subalternos.—Es-<br />

cipion Ricci, pues, atento, siempre á yolver el gobierno de fla Iglesia á<br />

sus primitivos principios,; opinó en la asamblea de los Obispos de Tos-<br />

cana (año.1789). que se ampliasen las facultades , no solo de los Qbjspos<br />

sino de los párrocos , y como en la antigua congregación .y comunidad<br />

de los cristianos, tuviesen ambas clases voz deliberativa en los sínodos<br />

diocesanos. Estableció después en el sínodo de Pistoya, que Jos Obispos


Envióse á París este razonamiento, pero en la<br />

traducción presentada á Napoleón , se suprimí ó el<br />

nombre dé Josefina, él de la reina de Etruria y<br />

cuanto á ellas tocaba. Hay quien asegura que Napoleón<br />

dijo: " que no debhm nunca mencionarse<br />

mujeres, en lascarías y discursos del Papa." ¿Y<br />

por qué semejante ese.lusion? ¿Pues acaso los Pontífices<br />

no han tenido .ocasión á veces de escribir a<br />

emperatrices como María Teresa, y á reinas como<br />

la de Portugal, madre de don Juan VI ? Algunos<br />

recibían inmediatamente de Cristo todas las facultades accesorias al<br />

buen gobierno de sus diócesis; y que no podían esas mismas facultades<br />

alterarse , ni impedirse . que un Obispo, siempre podía y debía reco­<br />

brar sus derechos primitivos , cuando asi lo ecsijiesc el mayor bien de<br />

su Iglesia, y aunque cualquier causa hubiese interrumpido el libre<br />

ejercicio de ellos. Añadió llicci algunas doctrinas que le parecieron te­<br />

merarias á la santa Sede : á saber, — que el limbo de los niños era una<br />

tabula pclajiana; que según la antigua costumbre no debía haber en una<br />

Iglesia mas que un solo altar ; que la Hturjia debia ponerse en lengua<br />

vulgar, y recitarse en alta voz: que estaba averiguado ser cosa entera­<br />

mente cscojástica el tesoro de las induljencias, y una quimérica invención<br />

el haberlo querido aplicar á los difuntos ; que la convocación del Conci­<br />

lio nacional es uno de los medios canónicos para terminar.las controver­<br />

sias acerca de la fé y de las costumbres.<br />

Gran rumor produjeron en Italia las doctrinas del sínodo de Pisto­<br />

ya, y mayor cuando Roma las condenó. Publicáronse muchos escrito»<br />

por personas del clero , doctísimas en materias eclesiásticas, algunos en<br />

favor de Roma , muchos eu favor de Pistoya. Eso es en resumen, lo<br />

ocurrido con el Obispo gicipion Ricci, y el famoso sínodo de Pistoya»<br />

que para mayor ilustración del lector poco versado en semejantes mate­<br />

rias , liemos creído deber recordar aquí.<br />

( Noía del traductor.)


vieron en esto los preludios del proceder imperial<br />

que después se tuvo con María Luisa de Borbon<br />

( reina de Etruria) y Josefina, y quizá también<br />

esta opinión del emperador no fué efecto mas<br />

que de una injusta prepotencia.<br />

Mandó Napoleón á su jentilhombre Mr. de<br />

Brigode, y á su caballerizo Mr. Durosnel, acompañasen<br />

al Papa en su vuelta á Roma. Su Santidad<br />

hizo que los tratasen con mucho miramiento,<br />

y cuando salieron de Roma, les dio una carta<br />

para el emperador, en la que hablaba de ellos con<br />

especi&rTxmdad, y recomendación.<br />

Con motivo del viaje, se entablaron entre<br />

el señor Cardenal Consalvi y el señor Talleyrand,<br />

unas relaciones de amistad favorables á los negocios.<br />

Mr. Roux de Rochelle enviado a Roma para<br />

cumplimentar al Papa , de parte del emperador,<br />

refirió á Mr. de Talleyrand las consideraciones<br />

que mereció en Roma al Cardenal Consalvi. Mr.<br />

de Talleyrand tomó de aquí ocasión para escribir<br />

á su Eminencia: y á la sazón fué cuando se<br />

comunicó de oficio á Roma que Napoleón habia<br />

llamado á Jénova al Cardenal Maury.<br />

Jénova 15 Mesidor (4> julio 1805.)<br />

SEÑOR CARDENAL.<br />

El viaje de S. M. á Italia, ha proporcionado á" muchos fran­<br />

ceses el que puedan ver á Roma. Cuantos han tenido la honra


de que los presentasen á V. Eminencia, se felicitan por el bon­<br />

dadoso acojimiento recibido, y me comunican su satisfacción,<br />

hablándome de los sentimientos de amistad que conserváis para<br />

conmigo.<br />

No ignora V. Eminencia que el Sr. Cardenal Maury , vino<br />

á Jénova: y no se admirará al saber que fué presentado á S. M.<br />

quien le recibió el 11 de este mes con la mayor benevolencia.''<br />

En seguida Mr. de Talleyrand recomienda con<br />

gran empeño á un sobrino del Cardenal Maury,<br />

y de una manera que ecsijia del Cardenal Consalvi<br />

, no se desentendiese de su recomendación.


CAPITULO OCTAVO.<br />

CARTA DE NAPOLEÓN AL PAPA SOBRE LOS NEGOCIOS<br />

ECLESIÁSTICOS DE ITALIA.—RESPUESTA DEL PAPA.<br />

No dio Napoleón señales algunas de enojo al<br />

recibirlas ecsplicaciones de su Santidad acerca del<br />

casamiento de Jerónimo; pero en las operaciones<br />

del gabinete de Milán se sintieron ya los efectos<br />

saliendo decretos que fueron desagradables al Pa­<br />

pa. El 31 de julio le hizo este presente- sus que­<br />

jas, y al instante le contestó el emperador.<br />

DESDE EL CAMPO IMPERIAL DE BOLONIA.<br />

SANTÍSIMO PADRE ,<br />

,,Hc recibido la carta de vuestra Santidad de 31 d Julio,<br />

y veo con sentimiento que esté pesaroso, y haya creido conveniente<br />

dirijirme sus quejas por los reglamentos que he dado para<br />

la organización del clero de mi reino de Italia. Me né d( jado lie -<br />

var al hacerlo de las mejores intenciones; pero me habré engañado?<br />

Parece que sí según la carta de Vuestra Santidad : no<br />

obstante, cuando se entere del estado de los negocios eclesiásticos<br />

del reino de Italia , me hará la justicia de petísnr que ha<br />

sido para el bien de la relijion todo cuanto he hecho.


, ... ... _ -<br />

' " Santísimo Padre, algunas veces tengo dicho ú vuestra Santidad,<br />

que la corte de Roma es muy lenta y sigue una política,<br />

que buena para otros siglos, no es adaptable ya á este en que<br />

vivimos.<br />

Ruego á Vuestra Santidad se penetre bien del espíritu<br />

que anima á mis pueblos de Italia y de las circunstancias en que<br />

se encuentra la Iglesia de esta parte tan importante de la cristiandad.<br />

Estaban todos sus seminarios desmantelados, y ni uno<br />

solo en todo el reino habia que tuviese dotación ; rehabilitando •<br />

los he creído llenar los deseos de Vuestra Santidad y el primer<br />

deber ue mi conciencia, no creyendo sea ésta circunstancia que<br />

merezca la desaprobación de Vuestra Santidad.<br />

"El Obispado de Brearía estaba en la mas completa miseria<br />

y las intenciones de la nación eran reducir las rentas de los<br />

otros obispados al mácsimum de 20.000 libras; pero yo creí de<br />

mí deber asegurar la suerte del clero mientras estaba en Milán:<br />

y he dejado al arzobispado 150.000 libras y á los obispados<br />

todo cuanto tenían , aumentándolos considerablemente. Así he<br />

recibido dé todo el clero las demostraciones de su gratitud y<br />

alegría , y no creo que en esto tampoco haya motivo de haber<br />

dado di«gusto á la santa Sede.<br />

Eran insuficientes en todas las iglesias las rentas de fábri­<br />

cas ; yo las he aumentado, pensando llenar en este punto las<br />

intenciones de vuestra Santidad: los conventos estaban desor­<br />

ganizados y todos en la posición crítica de verse suprimidos:<br />

queriendo "que continuasen ecsistiendo los he reorganizado,<br />

consagrando el principio de utilidad .de estos establecimien­<br />

tos relijiosos, á posar y en contraste del espíritu filosófico<br />

de la época. Es pues imposible que bajo este punto de vis­<br />

ta no admita vuestra Santidad que algo útil he hecho por<br />

la relijion. Los mismos canónigos de Milán no tenian mas<br />

que 800 libias de renta y ahora muchos de ellos reciben 3000


francos: y por ello me han regraciado todos los capítulos. Asi<br />

he pasado los Alpes en la creencia de que habia reedificado<br />

los establecimientos eclesiásticos del reino y afirmado la piedad<br />

de los pueblos. jM<br />

"Juzgue pues vuestra Santidad cuanto habrá sido el dolor<br />

que me ha causado la lectura de su carta.. Todas las dotaciones<br />

de los diferentes establecimientos del clero en Italia, consis*<br />

tian en bienes que les he dejado, y cuanto les he dado en<br />

suplemento ha sido en rentas , porque de otro modo era<br />

imposible. Hubiera merecido la reconvención de faltar al espíritu<br />

del concordato si hubiese tomado los bienes de los<br />

Obispos para convertir en rentas sobre el estado los .bienes<br />

raices que tenían, pero si merezco una reconvención -es haber<br />

hecho todo esto sin el concurso de la santa Sede, no teniendo<br />

en Milán persona alguna encargada de sus poderes y sabiendo<br />

por ecsperiencia, que la santa Sede gastaria tres ó cuatro años<br />

en terminar los asuntos de Italia, que iban á paralizarse sin un<br />

pronto remedio. Yo creo que vuestra Santidad disimulará los<br />

hechos en vista de la intención que los ha producido.<br />

"Hay mas de diez capítulos de colejiatas que he conservado<br />

, y si en verdad, he decidido que se reúnan varios conventos<br />

del reino de diferentes órdenes, ha sido con el fin de que. se<br />

establezcan bajo un buen sistema y en buen orden, habiendo<br />

llevado en todo por mira lo mejor. "Asi ha ganado la iglesia<br />

sumas considerables y la posición del clero es mas franca para<br />

obrar y su situación ha mejorado mucho.<br />

"Ruego pues á vuestra Santidad apruebe lo que he hecho.<br />

Yo doy mis poderes al Cardenal dé León para discutir en estos<br />

asuntos con los encargados que nombre vuestra Santidad<br />

para ello, y me presto á todas las modificaciones po8ibles"porque<br />

mi primera voluntad es complacerle y no darle motiva alguno<br />

de disgusto ni pesar.<br />

"Será preciso tenga presente vuestra Santidad que hay


ciertos principios arraigados en los ánimos de Milán desde<br />

José II que será imposible arrancar.<br />

"En cuanto á la circunscripción ó demarcación de las parroquias<br />

, les he dado mas riquezas, y titulares ma3 considerables.<br />

"Como no pretendo llamarme sabio en lejislacion eclesiástica<br />

, á todo aquello que vuestra Santidad juzgue necesario<br />

hacer en ella me prestaré, pues si yo hubiese querido perjudicar<br />

á la relijion hubiera dejado las cosas como estaban<br />

y seguramente el espíritu filosófico del siglo hubiera muy pronto<br />

desecho y arruinado los establecimientos relijiosos.<br />

"Después de haberle puesto un término, y ejecutádolo todo<br />

á satisfacción del clero, me encuentro con un desagradable<br />

sentimiento, sabiendo el descontento de Vuestra Santidad conmigo<br />

; pero si está bien informado, sabrá Vuestra Santidad<br />

como en Italia se ha dicho que habia hecho yo demasiado en favor<br />

del clero.<br />

" Con este motivo ruego á Dios<br />

Ecscelentes sentimientos se descubren en esta<br />

carta que lisonjeaban el 'ánimo relijioso del Pon­<br />

tífice , así se apresuró á demostrarlo en la res­<br />

puesta que también copiaremos.<br />

^'CARÍSIMO HIJO EN JESUCRISTO , SALUD Y BENDICIÓN<br />

APOSTÓLICA.<br />

" Hemos recibido la carta de V. M. fecha el 19 de<br />

agosto, habiéndonos llenado de consuelo las demostraciones<br />

que en ella nos hace de su amor á la relijion y de su oposición<br />

al falso espíritu filosófico del siglo. Cuanto se deriva inmediatamente<br />

de V. M. lleva consigo siempre el sello de la<br />

grnndeza y rectitud de su carácter.<br />

"Nos hemos llenado de alegría al enterarnos de la diíposi-


cion con que se presta V.M. á todas las modificaciones posibles,<br />

con respecto al arreglo que ha dado á los asuntos eclesiásticos<br />

de su reino de Italia: y con igual contento hemos reconocido<br />

su marcada y manifiesta intención de no darnos motivo alguno<br />

f de pesar ni disgusto.<br />

No podía V. M. hacer una cosa mas agradable para nos, que<br />

confiar al cardenal de León el cuidado de tratar los diferentes<br />

negocios concernientes á la ejecución del concordato italiauo,<br />

porque la ciencia y relijion de tan digno eclesiástico nos inspi­<br />

ran la mayor confianza de que tendrán un buen resultado.<br />

Destinaremos una persona digna de tratar con él este asunto<br />

prometiéndonos que sera todo para bien de la relijion y de los<br />

fieles, objeto único de nuestros votos.<br />

"Por todos los medios posibles procuraremos la celeridad,<br />

pero debe estar V. M. persuadido de que en las materias que in­<br />

teresan ala relijion conviene se pese todo con ecsactitud y ma­<br />

durez, y también esté convencido de que no conocemos política<br />

alguna , contraria á las mácsimas del Evanjelio y á las leyes<br />

de la Iglesia, única guia de nuestras operaciones. Así podéis<br />

estar seguro se procederá con sencillez en todo, y con espí­<br />

ritu de conciliación y moderación.<br />

"No podemos menos de hacer observar á V. Mi que en las<br />

recientes disposiciones tomadas en el reino de Italia, acer­<br />

ca de las cuales presentamos á V. M. nuestro dictamen, no sola­<br />

mente hay cosas, que según el concordato debieron concertarse<br />

con la Santa Sede en lugar de establecerse sin intelijencia re<br />

cíproca, sino que también hay otras que no pueden dar mate­<br />

ria de discusión por ser directamente opuestas á los artículos<br />

del mismo concordato. Bastantemente lo demuestran las obser­<br />

vaciones que antes enviamos á V. M.<br />

"Sien cierto modo podemos prestarnos á confiar en ma­<br />

nos conciliadoras, el cuidado de indicirle á V. M. las pre­<br />

cauciones y modificaciones mas convenientes, en aquello que se-


uiin el concordato debió establecerse de concierto, y han resuelto<br />

las disposiciones sin intervención nuestra y de una manera absolutamente<br />

en oposición á las leyes de la Iglesia; por otro lado<br />

nos es imposible admitir á discusión todo lo que en dichas disposiciones<br />

está en directa contradicción con los artículos del<br />

concordato ; no pudiéndose de modo ni con modificación alguna<br />

aprobar lo dispuesto en ellas , sin quebrantar un convenio<br />

sagrado y conocido.<br />

Consintiéndolo, ó continuando en disimularlo nos atraeríamos<br />

la pública reconveucion de ser un guarda neglijente<br />

de los derechos de la Iglesia establecidos y convenios de acuerdo<br />

en dicho concordato, y V. M. mismo perdería en la opinión<br />

su reputación de firmeza y de no haber faltado nunca á lo prometido.<br />

" Nuestra satisfacción ha sido grande ai ver repetir á V. M.<br />

en su carta que en todas sus determinaciones lleva por objeto<br />

procurar la? ventajas de la Iglesia; pero vemos también que<br />

entre el cúmulo de tantos asuntos tan graves, la relijion de<br />

V. M. lia sido sorprendida y engañadas sus rectas intenciones.<br />

Habrán hecho creer á V. M. que la mayor parte de lo hen<br />

cho ha sido para utilidad de la relijion y el reconocimiento d«<br />

los Obispos y clero; pero con las pruebas de que. así lo han<br />

hecho creer á V. M. sabemos que verdaderamente no ecsiste<br />

semejante utilidad en muchos estreñios.<br />

" Conoce V. M. la pureza de nuestras intenciones y el sincero<br />

afecto quo profesamos á KU augusta persona ; asi puede<br />

estar seguro que en todas las cuestiones eu que pueda suplir<br />

lina posterior aprobación á las faltas de lo convenido precedentemente,<br />

haremos que se obre con la moderación y facilidad<br />

compatibles al fin primario nuestro, que es el bien mas grande<br />

de la Iglesia y de la relijion de los pueblos. También teñe»<br />

mos la esperanza, de que V. AI. por su parte permitirá se pro*<br />

12


•eda con el mismo fin á toda3 las modificaciones correspondien­<br />

tes. Y ademas estamos persuadidos, de que dará su consenti­<br />

miento para que las cosas ejecutadas sin el concierto prevenido<br />

en el concordato, vuelvan á tener una ejecución conforme<br />

á él. .<br />

" La alta penetración de V. M. conoce seguramente que<br />

los pueblos se apegan con justicia, y siempre de un modo partid<br />

cular, á los objetos de la relijion que profesan. No creemos<br />

haya nadie, que encuentre se ha hecho mucho por el clero<br />

de Italia, como V. M. dice, y esté persuadido V. M. de que<br />

la mayoría de los pueblos lo bendecirá por siempre y se pene­<br />

trará de amor y fidelidad á V. M, tanto mas cuanto favorezca<br />

la causa de la rc-lijion y de la Iglesia.<br />

"¿ Que satisfacción no será para mí, y que gloria para V. M.<br />

se demuestre al mundo y al porvenir, que estrechamente uni­<br />

mos nuestros corazones en el deseo de restablecer la relijion,<br />

base verdadera de la felicidad de los estados; que tal ha sido el<br />

fin á donde nuestros cuidados se encaminan f Nos llena de ale­<br />

gría este pensamiento, pero ¡cuan viva tristeza nos oprimiría,<br />

si tuviésemos necesidad de dar á conocer que no tuvimos parte<br />

alguna en las disposiciones publicadas !<br />

" Confiados en ver pronto resueltas estas cuestiones, de co­<br />

mún acuerdo, para gloria de V. M. ante Dios y los hombres,<br />

le concedemos con toda la efusión de nuestro corazón la pa­<br />

ternal bendición apostólica.<br />

Dada en liorna en Santa María la mayor á 6 de setiembre<br />

de 1805, año sesto de nuestro pontificado.<br />

"Firmado PIUS P.P. VIL"


CAPITULO NOVENO.<br />

EL ARCHIDUQUE RODOLFO NOMBRADO COADYUTOR DEOL-<br />

MUTZ—CARTA Y NOTA DEL CARDENAL FESCII AL<br />

CARDENAL CONSALVI , SOBRE UN SUCESO EN LA PLAZA<br />

NA VONA.—RESPUESTA DEL CARDENAL CONSALVI-<br />

No daba el Austria al Papa ningún motivo de<br />

queja, antes por el contrario de cuando en cuan­<br />

do le consolaba y entre los dos gobiernos ec-<br />

sistia tal espíritu de concordia , que no podía<br />

menos Pió Vil de escuchar con benevolencia los<br />

menores deseos del emperador Prancisco II. Es­<br />

te deseaba, que fuese nombrado coadyutor con<br />

futura succesion del Cardenal Colloredo, Arzo­<br />

bispo de Olmutz, su hermano Rodolfo. Reunió el<br />

Papa un consistorio el 9 de setiembre y confirió<br />

la dicha dignidad á í*>. A. I. y R., nacido en Flo­<br />

rencia en enero de 1788, antes que fuese em­<br />

perador su padre Leopoldo, y á la sazón teniu<br />

diez y siete años y ocha meses.<br />

No pudo el Papa disimular tan corta edad, y<br />

así él mismo dijo en su alocución al sacro Colejio,


" Es joven; pero el Cardenal Colloredo le in­<br />

fundirá valor con útiles ejemplos. Nuestros<br />

predecesores nombraron también á san Carlos<br />

Borroméo, y aun á otros mas en la flor de la ju­<br />

ventud , y san Pablo dijo á Timoteo: "que nadie*<br />

menosprecie tu adolescencia; sirve de ejemplo á<br />

los fieles."<br />

. Sin embargo, no habia aquí del todo seme­<br />

janza; porque , aunque san Carlos «Borroméo, na­<br />

cido en 1638 , poseía desde los doce a ñ o s una rica<br />

abadía, y un priorato que su tio renuncio en él,<br />

ai subir álá silla Pontificia bajo el nombre de Pió<br />

IV , no fué sacerdote ni Obispo hasta los veinte y<br />

siete, siendo ya cardenal desde los veinte y tres;<br />

adejnas que el Archiduque aun no tenia diez y<br />

o cho.<br />

Aunque la guerra amenazaba á Italia, el ÍUIÍ-<br />

moso Pió VII, no se detuvo por eso, y creyó que<br />

debía como padre común de todos.los fieles, repar­<br />

tir sus gracias á todas las naciones , y principal­<br />

mente á aquellas cuyos soberanos le estaban dan­<br />

do positivas pruebas de adhesión y respeto.<br />

Como si fuera necesario que el gobierno Pon­<br />

tificio no debiera ocuparse de otros intereses que<br />

los que Francia quisiere defender con razón ó<br />

sin ella, de allí á pocos días sucedió que se des­<br />

compuso la buena intelijencia y armonía entre


el "Cardenal Fesch y el Cardenal Consalvi, á<br />

tiempo que este último recibía nuevos testimonios<br />

de la protección del gobierno francés.<br />

Algunos hombres, que para burlar la vijilaii-'<br />

cia de las guardias llevaban escarapelas francesas,<br />

hicieron unas muertes en la plaza Navona, y aunque<br />

los asesinos, como sus víctimas, que eran vendedores<br />

de mercado,fuesen italianos y vasallos de<br />

su Santidad, corrió la voz de que unos franceses<br />

habían muerto á unos romanos.<br />

Pronto se supo la verdad y las autoridades de<br />

la ciudad manifestaron su celo con la prisión de<br />

los criminales; pero el Cardenal Fesch creyó deber<br />

suyo pasar una nota oficial al Cardcmd secretario<br />

de Estado temiendo, decia, que al saberse<br />

en Paris con alteración este acontecimiento,<br />

se irritase el emperador , y le tratase mal a él y<br />

al gobierno Pontificio.<br />

"El Cardenal Fesch , ministro plenipotencia! io de S. M.<br />

ei emperador de los franceses, y rey de Italia, estraña con ra*<br />

/.on que de unas veinte horas á esta parte se hayan cometido<br />

en Roma asesinatos, cuyos autores son, según dicen, personas<br />

que llevan la escarapela francesa , sin haber subido nada por<br />

el gobierno, antes bien solo por la voz pública, supuesto que<br />

hasta han manifestado algunos indignación contra los franceses.<br />

Kl infrascripto toma las cosas mas desde su orijen : conoce<br />

las miras pacíficas del gobierno romano , y también sus propios<br />

intereses, que le eesijen permanecer adicto á Francia ; y el<br />

mismo en su nota del 21 thermidor (ÍJ de agosto de 1804-) pe-


n<br />

dia,que se cas.tigts.e4. todoslos que, llevasen la eaeavaptJa fraar<br />

u e<br />

cesa. sin derecho, porque ya desde entonces preveía q<br />

malcontentos se valdrían, de cse'medio para atizar el fuego de<br />

la discordia , y poner quizá el puñal en las manos de aquellos<br />

que están siempre prontos á renovar escenas sangrientas por<br />

etiñeentiv-o solo de !a ganancia y de la impunidad. Con estos<br />

datos el infrascripto se cree autorizado á preguntar si las cir­<br />

cunstancias del tiempo presente son semejantes á las que oca­<br />

sionaron los asesinatos de Basseville y del jeneral Duphot.<br />

¿Y se atreverían aun los enemigos de Francia á ensayar<br />

sus manejos y ardides para promover alborotos" contra los franV<br />

ceses, levantando al pueblo contra.ellos? 1<br />

Las grandes revolu­<br />

ciones han tenido principios menos marcados, y el, infrascripto,<br />

sabiendo á no dudarlo que en los paises limítrofes del estado<br />

Pontificio se están disponiendo bandos contra los. franceses, no.<br />

puede cegarse hasta el punto de no conocer, que las muertes<br />

de esta noche son ensayos de algunos malvados , que quieren<br />

sondear la opinión del pueblo > para arrastrarle á escenas ya<br />

repetidas en Roma. S. £. el Cardenal secretario de estado debe<br />

conocer' que hay hombres capaces de tramar intrigas semejan­<br />

tes , y el infrascripto está plenamente convencido dé que ecsis-<br />

ten aun, y esperan lograr impunemente sus fines por nrrcsrtt<br />

Por lo tanto el infrascripto pide, formalmente que los,<br />

culpables sean, fusilados en el término de ocho- dia»; que se im­<br />

ponga el mas severo castigo á todos los que hubieren gritado<br />

contralles franceses, que si los culpables no parecieren se cas­<br />

tigue ejemplarmente á¡ los que debierou vijilarlos , y que tornea<br />

en fin»medidas tales, que el nombre francés no se vea en ade­<br />

lante espuesto á tamaños ultrajes. En las actuales circunstan­<br />

cias no se puede consentir ignorancia,enlos «yue gobiernan, ni<br />

permjtuvque .Roma esté amenazada cada ocho días; por- cuatro<br />

hombres perdidos.<br />

l° s


m<br />

El infrascripto reitera á su Eminencia su ingura y respe­<br />

tuosa consideración.<br />

Firmado, EL CARDENAL FESCH.<br />

El Papa vio esta nota, y manifestó uu vivo<br />

sentimiento : mandó hacer las indagaciones mas<br />

activas, para entablar el proceso contra los culpa­<br />

bles, y quiso al mismo tiempo que se respondiese<br />

en una nota* análoga. Consalvi no necesitó hacer<br />

reparar ai Papa que el secretario de estado espe­<br />

raba que se repitiesen por tercera vez escenas san­<br />

grientas , pues que ya hemos visto, por los hechos<br />

referidos, que el Cardenal estaba enteramente aje­<br />

no de la muerte de Basseville: Consalvi tomó par­<br />

te en los acontecimientos deplorables de la muerte<br />

de Duphot, pero en calidad de intendente dé guer­<br />

ra, como mantenedor del orden de la ciudad, y<br />

entonces seguramente hacia su deber impidiendo<br />

al embajador José Bona'parte, sobrino del minis­<br />

tro actual, trastornar el gobierno pontificio por<br />

medio de una sedición en Roma.<br />

¿Qué hacia sin embargo entretanto el Cardenal<br />

Fesch á quien aun no se habia contestado ?Toman­<br />

do consejo de «u carácter de sacerdote, de Carde­<br />

nal, de ministro diplomático, creyó del caso escri­<br />

bir confidencialmente al Cardenal Consalvi una<br />

carta mas dulce,' en la cual sin embargo se nota


que el carácter de ministro de Francia le hacia<br />

conservar un estilo desabrido.<br />

MONSEÑOR,<br />

" Vuestra Eminencia ha recibido la nota que dicté ayer<br />

por la tarde , pidiendo satisfacción de las acusaciones contra los<br />

franceses: declaránlos autores de los homicidios cometidos en<br />

Roma la noche última: no puedo ocultarle mi sorpresa al saber<br />

que aun no se ha prendido á los culpables , y al ver el descui­<br />

do de la policía de esta capital.»<br />

Vuestra Eminencia no ha querido hacer quitar la escara­<br />

pela francesa á hombres que la opinión pública condena, ha­<br />

biéndoselo pedido de oficio. ¿Qué deben, pues, esperar los<br />

franceses en Roma? En cuanto á mí sabré deciros, que impa-<br />

• id'un ferienl ruinae, aunque no .cesaré sin embargo de repre­<br />

sentar, y si es necesario, de prevenir á mi gobierno. Sería cul­<br />

pable si tratase de cerrar los ojos : las circunstancias son apu­<br />

radas, y mientras no se tomen medidas seguras para manttntr<br />

la tranquilidad , é impedir los designios é intentos d« algunos<br />

malvados y enemigos de Eraucia, no podré convenir en que te<br />

ejecuten las intenciones amigables del Papa. En Ñapóles rio so<br />

guarda providencia alguna; aquí se encuentran muchos , enemi­<br />

gos declarados de Francia, estranjeros que disfrutan privile­<br />

gios de un carácter público sin tener derecho alguno: los oficia­<br />

les de policía no preveen los crímenes que pueden cometí rse, y<br />

se ignoran loa que se cometen. Aunque Francia se ha va visto<br />

de algunos años á esta parte insultada en sus representantes (se<br />

trata ahora del embajador José) si no se cometen en Roma los<br />

horrores que otras veces , se deberá únicamente á la protección<br />

de los apóstoles san Pedro y san Pablo, y á las oraciones del<br />

santo Pontífice que actualmente ocupa la santa Sede.<br />

"Roma se halla en medio del teatro de la guerra que según


parece, amenaza, y el gobierno Pontificio si ha de estar tran­<br />

quilo debe mantenerse eu un estado imponente, en una vijilan-<br />

cia rigorosa, y tomar medidas estraordinarias:<br />

"Los franceses no calculan , son demasiado fuertes para<br />

humillarse hasta el punto de emplear medios que la concien­<br />

cia y el honor reprueban , si algunos de ellos fuesen víctimas<br />

de su confianza , á pesar de su relijion, no quedarían sin ven­<br />

ganza , y su pérdida acarreada grandísimos males.<br />

"Vuestra'Eminencia ha considerado muy üjeramenle y co­<br />

mo un acontecimiento ordinario lo ocurrido la otra noche ; su­<br />

puesto que nada me ha avisado el gobierno de un hecho atroz<br />

que ataca el honor de la Francia. En cuanto á mí puedo decir<br />

que he juzgado bien diversamente. ¡ Quiera el cielo que el<br />

porvenir desmienta mis conjeturas, si así se pueden llamar!<br />

"Entretanto tengo el honor de renovar á vuestra Eminen­<br />

cia mis respetuosos sentimiento?.<br />

Roma 15 de setiembre de 1805.<br />

Firmado EL CARDENAL FESOH.<br />

El Cardenal Consalvi, tomó directamente y<br />

con la mayor deferencia las órdenes del Papa<br />

quien le mandó responder desde 'luego en una<br />

nota oficial.<br />

La nota decia que el Cardenal secretario de<br />

estado quiso prevenir de todos estos aconteci­<br />

mientos al Cardenal Fesch , que fué a buscarle á<br />

su palacio , pero que no le encontró y prosigue<br />

en estos términos.<br />

J4<br />

E1 infrascripto ha estrañado que vuestra Eminencia tenga<br />

13


necesidad de recurrir í la consideración de las intenciones pacificas<br />

del gobierno pontificio, para no creerse autorizado á<br />

preguntar si las circunstancias actuales se asemejan á las que<br />

ocasionaron los asesinatos do Basseville y del jeneral Duphot.<br />

La naturaleza misma del suceso y las circunstancias que le<br />

acompañaron , le prueban que un esceso cometido por cuatro<br />

jóvenes malvados , movidos de un espíritu de pillaje y do<br />

violencia, contra dos desgraciados del pueblo no pudo absolutamente<br />

dirijirse contra los individuos de la nación francesa<br />

, que mucho menos tenia semejanza alguna con los ejemplos<br />

alegados ; que el uno de estos jóvenes , antes de cometer el<br />

atentado se encontró con los esbirros, y hallándose armado en<br />

contra de lo que prohiben las leyes, para que no le'detuviesen<br />

enseñó una escarapela francesa , que pudo mas bien esa misma<br />

noche poner espresamente en su sombrero , y se dio por uno<br />

de la familia de un ilustre personaje cuyo nombre merece todo<br />

respeto. El infrascripto no concibe como en la sencillez y naturaleza<br />

de un hecho semejante, pueda vuestra Eminencia encontrar<br />

algún motivo de sospecha tan ajena del asunto y tan<br />

afrentosa.<br />

"El Cardenal ha aprobado la pretcnsión de hacer quitar la<br />

escarapela; pero es difícil ejecutar estas medidas.<br />

"Y efectivamente, cómo unos idiotas , como son los ejecutores<br />

de tales ordenes , pueden distinguir á los verdaderos franceses<br />

de otros que lo parecen, por la facilidad con que hablan<br />

la lengua?<br />

"¿Qué circunstancias han piecedidoó incidido con el suceso<br />

para creeile, mas bien que natural, tramado contra I03 que<br />

vuestra Eminencia imajina? En cuanto á lo que vuestra Eminccia<br />

pide al fin de su nota se tomarán las medidas convenientes.<br />

Después, de orden del Papa,escribió el Carde-


nakuna cartfi«confidencial> al de Fe^h^ensíespues*<br />

ta ála que d&ér^térffJHn^n^hfcfoia'recibido, diciendole,<br />

en cuanto al arresto de los culpables, que<br />

no rpareeian; en ella se cita á Jorje Cadoudal que<br />

engañó por largo tiempo en Paris la vijilancia de<br />

lo??poUoía mas célebre de Europa. He aquí parte<br />

dé'la respuesta: ||®<br />

" tMe veo directamente herido en la clausula siguiente.: "si<br />

en Roma no se cometen los horrores que otras veces , se debela<br />

únicamente á la protección de los apostóles san Pedro y san<br />

Pablo, y á las oraciones del santo Pontífice que actualmente<br />

ocupa la santa Sede," por ella-conozco que V. E. no puede menos<br />

de aludir á mi persona cuando me escribe que si no se toman<br />

medidas seguras para mantener la tranquilidad pública, para<br />

impedir los designios é intentos de los malvados y enemigos de<br />

Francia, no podrá convenir en. que-se ejecuten las intenciones<br />

amistosas del Padre Santo. Hablemos sin rebozo :• no puedo<br />

menos de notar en las palabras de V. E. con respecto á uno solo<br />

una acusación de haber faltado á los deberes de. mi empleo,<br />

sino también cierta sospecha de engaño y traición, en la misma<br />

franqueza con que .declara V. E. que no tiene otra esperanza<br />

de seguridad que la protección de los apostóle^ san Pedro y san<br />

Pablo y las oraciones del santo Pontífice.<br />

. "Faltaría á lo que debo á mi persona y á los principios de<br />

honor que no puedo sacrificar á respeto a'guno, si disimulase<br />

tan grave ofensa. Mientras los disgustos que hace.algún tiempo<br />

he tenido la desgracia de esperimentar de parte de V. E. no<br />

han comprometido mi honor, los he ahogado en el fondo de mi<br />

corazón, por el respeto que tengo á su persona y á su carácter,<br />

pero cnando el honor se ve herido, todo silencio es culpable. Permítaseme<br />

usar la misma espresion de V. E." seria culpable si tra-


tase de cerrar los ojos" con efecto hace ya tiempo que la conducta<br />

de V. E. conmigo me anuncia una desconfianza marcada<br />

y una enajenación total de sentimientos; no puedo atribuir sino<br />

á mi desgracia mudanza semejante.<br />

"Aprecio demasiado mi honra , estimo demasiado á mi príncipe<br />

y á mi pais para no conocer que después de la opinión que<br />

V. E. de mí tiene, y la prevención de su ánimo contra mí, ya<br />

no puedo ser útil en el cargo que tengo ni á mi príncipe ni al estado.<br />

"Pienso, por lo tanto, con la injenuidad que me da el testimonio<br />

de mi conciencia despachar un correo á Paris , dirijiéndome<br />

inmediatamente al gobierno francés, y si este participa de<br />

la misma opinión de su representante , hacer desde luego mi dimisión.<br />

"Persuádase V. E. que el dar este paso no me cuesta otro<br />

sacrificio que el alejarme de un soberano que merece el amor<br />

de todo el mundo y él mió en particular: ajeno de ambición y<br />

de interés encontraré mi tranquilidad en la vida privada. Esto<br />

es todo lo que he creido debia declarar á V. E. con toda la injenuidad<br />

y sinceridad de mi carácter.<br />

"Tengo el honor de reiterar á V. E. los sentimientos constantes<br />

de mi respeto.<br />

"Filmado H. CARD. CONSALVI"


CAPITULO DIEZ,<br />

CAUTA DEL CARDENAL CONSALVI A MR. TALLEYRAND.<br />

—EL EMPERADOR HACE OCUPAR A ANCÓN A.—RECLA­<br />

MACIONES DEL PAPA CARTA DEL MARISCAL BBR-<br />

TIUER Á MR. TALLEYRAND.<br />

Para ser del todo justos averigüemos ahora<br />

males podían ser los motivos secretos que ani­<br />

masen al Cardenal Fesch en tales circunstancias.<br />

El Cardenal Fesch no tenia mal corazón , ni<br />

podia moverle un bajo pensamiento , ni los movi­<br />

mientos de la envidia; asi que algún motivo se­<br />

creto le animaría y nosotros le encontramos en su<br />

posición escabrosa y llena de disgustos en Roma.<br />

Luciano el senador, hermano de, Napoleón, con<br />

quien no vivía en buena correspondencia, estaba<br />

refujiado en los estados del santo Padre . y en Pa­<br />

rís se tenia mucho cuidado de saber cuanto decia<br />

y hacia. Los asesinos de los dos revendedores pa­<br />

gaban por haber servido , ó tal vez por estar sir­<br />

viendo á Luciano, y el Cardenal -ituado entre su


deber de ministro y una estimación grande que le<br />

profesaba, debía á la vez dar cuenta y callar, ver<br />

y tolerar, instruirá su corte , y portarse como<br />

deseaba con un pariente estimable. Hasta el Car­<br />

denal Consalvi tenia mucha deferencia con Lu­<br />

ciano , y un hermano suyo admitido en la socie­<br />

dad íntima del referido senador , no tenia otra<br />

ambición mas, que un deseo grande de contraer<br />

alianzas con su familia. Sin duda el Cardenal^<br />

Fesch no tuvo otras miras , sino las de que en Ro­<br />

ma se sonase mucho lo que hacia , sin que llegase<br />

á Paris este negocio ; pero la acritud de sus car­<br />

tas le puso en estado de que no se entendiesen,<br />

no se presentó ministro alguno estranjero como<br />

conciliador , aflijíase el santo Padre , y Consalvi<br />

no pudieiido contenerse, escribió una sentida y<br />

larga carta á Mr. de Talleyrand.<br />

La carta autógrafa escrita en francos, cuyo<br />

i stracto vanios á ofrecer , esplica los secretos de<br />

la política del tiempo , aclara los motivos del via­<br />

jo á Paris; é indrea cual fué la autoridad (piede­<br />

terminó la buena, voluntad del Papa, y le hizo<br />

consentir en satisfacer los deseos del emperador-:<br />

Ademas so manifiesta en ella entero é infiecsible••<br />

el carácter del Cardenal Consalvi, y seguramen­<br />

te tres ó cuatro de estas pajinas enseñan mas de lo<br />

qne la sagacidad mas- diestraj pudiera adivinar.


x<br />

"No es í su .EUcekmcia..elwioistro d6 las relaciones.estertores<br />

¿.quien ¿engo el honor de escribir esta carta ; Mr. Talleyrand,<br />

que me honra , me lisoujeo de ello, con «u amistad es<br />

á quien me dirijo par,a .confiarle mis sentimientos : imploro .en<br />

e*ta ocasión, de esa amistad, el favor de leer mi carta , aunque<br />

por su importancia haya Je ser necesariamente larga. No tomo<br />

la pluma para acusar á nadie,.sí solo, en mi propia defensa, y ¡un<br />

sentimiento todavía mas noble es el que me .anima á ello , el de<br />

mihonor;que le creería comprometido, si se me pudiese imputar<br />

justamente lo que mas abajo voy á descubriros, impelido por la<br />

convicción íntima que esperimenta un .hombre leal y honrado<br />

de que no merece los males que sufre; y animado sobre todo<br />

de uña verdadera adhesión á Francia , que-ni palabra ,ni hecho,<br />

ni calumnia alguna podrá desmentir, supuesto que ui aun<br />

entre mis enemigos se creería , después de las repetidas pruebas<br />

que tengo dadas en todas ocasiones, en todos los lugar.es, y á<br />

la faz del mundo entero.<br />

" Voy á hablaros, Escelentisumo, con la injenuidad que me<br />

caracteriza, porque creo poderlo hacer, habiéndoseme ofendido<br />

del modo mas sensible. Desde el viaje de su Santidad á París<br />

soy la persono mas aborrecible á los ojos del Cardenal Fesch %<br />

Este viaje, que no es obra del que ha querido por «l contraer<br />

un mérito en Francia ; que en veinte dias. se hubiera resuelto<br />

en vez de seis meses, si le trattutivs ( las negociaciones ) se<br />

hubieran hecho con cualquiera otro que el Cardenal Fesch;<br />

viaje , que mas de una vez por él pudo frustrarse , á no haberse<br />

empeñado casi bajamente la paciencia del-uiispio que aborrece<br />

, sufriendo un tratamiento indigno por el doteo único ,(le<br />

que se verificase ; cuyos obstáculos iban logrado vencer la-buena<br />

voluntad del Padre santo, y mis -desvelos, -solieitud, pFejii <<br />

sion y ralor ; este viaje digo, que .todo el-mundo dentro y ..fuera<br />

de liorna mira como mi segunda obra ,¡ después ,d.e la,,-,d«l<br />

m


concordato, ha sido ( ¿ quien pudiera imajinarlo? ) la causa funesta<br />

de la mudanza de su Eminencia para conmigo; en términos<br />

, que todas las consideraciones que le he merecido ante6 y<br />

después de esta época , todas las atenciones, favores y condescendencias<br />

han sido inútiles , no viendo ya en mí mas que un<br />

hombre que ha oido con sus propios oidos, y visto con sus prop'-os<br />

ojos actos de violencia, palabras, y escenas tales, que S. E.<br />

no quisiera haber cometido; un hombre en fin, que puede avergonzarle,<br />

y que desea ahora perder, porque no le cree capaz<br />

de olvidarle: eu esto seguramente se equivoca. Otros motivos<br />

hay todavía que le hacen irreconciliable conmigo , que no cebo<br />

ni quiero especificar aquí: lo repetiré siempre , no hablo para<br />

acusar á nadie , sino en mi propia defensa , y con el doole fin<br />

de evitar á mi patria los grandes males que pudieran sobreveni<br />

la por un errado concepto, tanto sobre el espíritu queje anima<br />

, como sobre las intenciones del gobierno; y for el recelo<br />

también de que lleguen á romperse en un momento los vínculos<br />

que afortunadamente unen á Francia con la santa Sede, y<br />

que por convencimiento y por inclinación quisiera ver estrechar<br />

cada vez mas : esto es lo que me obliga á romper un silencio<br />

que he guardado hace ya muchos meses, y que sin una necesidad<br />

tan urjente jamás hubiera roto.<br />

Para que vuestra Escelencia t¿nga una idea de lo que<br />

digo , le ruego se abstenga una media hora de sus grandes ocupaciones<br />

, y la emplee en revisar los papeles adjuntos. He elejido<br />

este hecho porque es el mas reciente , pues por lo demás<br />

podría citar tantos como dias tiene el año: y note V. E. cómo<br />

han sabido detfigurar un hecho aunque feo, naturalísimo. Porque<br />

unos jóvenes arrastrados de un espíritu de rapiña y de violencia<br />

maten por la noche á dos infelices del pueblo por no haberles<br />

querido vender unas sandías ( cocomeri) hay lugar á<br />

sospechas tan bajas y ajenas del a-unto como las que V. E.<br />

leerá en las notas que se me han dirijido? ¿Puede esto autori-


«ar á nadie á decir ni escribir lo qae V. E. podrá ver en las<br />

notas contra el gobierno y contra raí en particular? Es creíble,<br />

por el asesinato de esos dos hombres cometido en el calor de<br />

la disputa, que el gobierno trate de repetir las escenas de Duphot<br />

y de Ba3seville ? Apelo desde luego á cuantos tienen sentido<br />

común , apelo por lo que toca á mi persona á V. E. y á to •<br />

dos los franceses que me conocen, y no temo que me desmienta<br />

uno solo.<br />

Cansaría demasiado á V. E. si tratase de hablar de otros<br />

hechos y entrar en pormenores ; me limitaré pues á decirle que<br />

en Roma y en todo el estado pontificio hay en el dia la misma<br />

tranquilidad, el mismo orden que al principio del reinado de<br />

su Santidad , sin que pueda citarse hecho alguno que pruebe<br />

lo contrario: respondo de ello á V. E. y á su gobierno , y le<br />

aseguro que todo seguirá como hasta ahora. Testigos son todos<br />

los franceses , si encuentran en el dia en Roma y en todo<br />

el estado diferencia alguna del tiempo que ha trascurrido hasta<br />

aquí.<br />

" Toda la ciudad de Roma, todo el estado pontificio es<br />

blanco de las "calumnias de falsos espías , que tienen sitiado el<br />

palacio apostólico como si fuese un castillo fuerte. ( Consalvi<br />

no dice aqaí que muchos de estos espías venían á Italia pagados<br />

por la policía de París sin saberlo el Cardenal Fesch.)<br />

Echan todos de menos los tiempos pacíficos de Mr. Cacault,<br />

aquellos tiempos felices en que se veia por todas partes buena<br />

fe, confianza recíproca y la unión mas estrecha entre ambos<br />

gobiernos' pregunto yo ahora, ¿ha tenido Francia en todo ese<br />

tiempo motivo alguno de disgusto siempre que ha negociado<br />

con Roma? ¿ Hay acaso en ella el mismo Papa, el mismo ministro<br />

que entonces ? ¿ Podrán ser otros ahora los sentimientos<br />

de estos con respecto á Francia , cuando se han unido á ella<br />

con estrechos vínculos que entonces no ecsistian , á saber el<br />

14


concordato, el viaje del Padre santo, y todo lo que Roma ha<br />

hecho por adhesión á Francia en el tiempo que ha trascurrido<br />

desde aquella época hasta la presente ?<br />

..."Añada V. E. á todo esto los malvados, los<br />

malcontentos , los enemigos del gobierno , los mios particulares<br />

(porque todo empleado los tiene) los engañadores, los engañados<br />

y otros semejentes y verá que sin número de ellos rodean<br />

al hombre que ha manifestado su aprobación en todas<br />

estas negociaciones Los jacobinos mas acérrimos , los hombres<br />

de peor fama le ensalzan sobre el gobierno y sobre el<br />

ministro que dio á toda Europa el ejemplo mas patente de olvido<br />

de lo pasado, de moderación , de dulzura, de una adhesión<br />

tan sincera á Francia , que es ya proverbial ¡el ministro<br />

digo, que hizo el concordato , y haciéndolo unió enteramente<br />

su causa á la de Francia ! la unió sí, es innegable : y aunque<br />

diciendo que hizo el concordato podría callar, porque está<br />

dicho todo, quiero añadir que procuró por todos los medios<br />

posibles que se verificase el viaje del Padre santo á Francia.<br />

Si Escmo. Señor, debo repetir aquí lo que dije al principio<br />

que se pregunte á quien quiera, y se sabrá la verdad.<br />

"Nada de esto sabían en Roma nuestros ministros estranjeros,<br />

pues guardaba yo con ellos todo el respeto debido á su<br />

representación , y todas las atenciones que mi carácter y mi<br />

educación me han enseñado; y aunque no tengo sino motivos<br />

grandes de satisfacción por la completa armonía que entre nosotros<br />

reinaba, no obstante ni como primer ministro de BU<br />

Santidad, ni como compañero suyo en el cardenalato , ni como<br />

caballero puedo decir que S. E. tiene á mi persona todas to B<br />

consideraciones que cada una de mis cualidades requiere.<br />

"Dejo de hablar á V. E. de otras mil cosas, porque sería<br />

nunca acabar, no puedo sin embargo menos de decirle dos pala<br />

bras sobre el ministro de Inglaterra y sobre el de Rusia,enviados


Ú rey de Cordeña que tiene aquí toda su corte. El primero, Mr.<br />

Jackson , se conduce de un modo que parece se ha propuesto<br />

hacer ignorar hasta su ecsistencia: de este me ha hecho repetidas<br />

veces 8. E. mismo grandes elojios: en cuanto al de Rusia, me<br />

atrevo á asegurar no ha sido tan circunspecto en sas discursos,<br />

pero desde que el gobierno le representó, y aun se quejó á<br />

Rusia no dá que decir, ni tampoco motivo alguno de disgusto<br />

al gobierno. El Señor cardenal quiso que saliesen ambos<br />

de Roma ; pero aun considerándolos como particulares , no habiendo<br />

razón , se opondria la neutralidad del Padre Santo<br />

y al contrario, si se condujesen mal su calidad de ministros no<br />

seria obstáculo para que el gobierno recurriendo al derecho de<br />

jentes los echase ; que seguramente lo haria desde luego.<br />

"He querido hacer participante á V. E. de mis penas y de<br />

los disgustos del Padre Santo que está ya enterado de lo que á<br />

V. E. escribo. Dejo á su discreción el pensar lo que le habrán<br />

afectado desde su viaje á Francia sucesos tan contrarios á lo<br />

que podia esperar: aseguro á V. E. que su paciencia en cuanto<br />

al proceder del Cardenal se va ya acabando Por lo demas<br />

nada pido , ni trato tampoco de acusar á su Eminencia , á<br />

quien prometo desde ahora todo el respeto debido á su persona,<br />

á la calidad que tiene de tio de S. M. I. y R., á su dignidad , y<br />

á su representación. Sabe el cielo no le deseo mal á pesar del<br />

odio que me tiene. Solo me resta pedir á V. E. me disimule el<br />

haberle ocupado tanto tiempo, y suplicarle encarecidamente no<br />

haga uso alguno de esta carta confidencial, que únicamente de -<br />

be servirle para hacerle apreciar justamente lo que quizá alguno<br />

le refiera.<br />

Al dia siguiente de escribir el Cardenal esta carta á Paris<br />

terminó sus dias Mr. Cacaulten Clisson su patria en Bretaña:<br />

notifiqué esta perdida á su Eminencia, y me contestó manifestándome<br />

su sentimiento. Desd» entonces en todas sus cartas»sc


veía impreso el mas vivo dolor; pero nada podia declarar por<br />

no reproducir las pruebas que me prodigó siempre de amistad.<br />

Mr. Cacault hubiera sido en estas circustancias un consejero<br />

útil; pero la guerra apenas dio lugar á peusar un instante en su<br />

muerte, que á fuerza de pesares le sobrevino.<br />

"El Papa, el Cardenal Consalvi y otros sabios de Roma se<br />

manifestaron mas agradecidos á sus servicios.<br />

El 18 de octubre los austriacosque habían em­<br />

pezado la guerra y se vieron precisados á refluir<br />

sobre Tlin por las marchas de las tropas france­<br />

sas, se rindieron y desfilaron por delante del em­<br />

perador.<br />

Este, antes de marchar sobre Viena dispuso<br />

la ocupación de Ancona, y al recibir esta noticia<br />

el Papa le dijo al Cardenal Consalvi: " Nos va­<br />

mos en vuestra ayuda. No ha producido ninguna<br />

impresión vuestra carta, escribiremos de nues­<br />

tro puño," y envió a Napoleón la siguiente:<br />

IMPERIAL Y REAL MAJESTAD.<br />

" Diremos á V. M. francamente, con toda la injenuidadde<br />

nuestro carácter, que la orden que ha dado al jeneral Saint-<br />

Cir de ocupar á Ancona con las tropas francesas y de encerrar<br />

en ella provisiones nos ha causado no menos sorpresa que dolor<br />

, tanto por el hecho en sí cuanto por el modo con que ha<br />

sido ejecutado sin que V. M. nos previniese de manera alguna.<br />

" Verdaderamente, no podemos disimular la viva sensación<br />

que nos causa el vernos tratar de un modo, que por ningún<br />

título creíamos merecer. Nuestra neutralidad reconocida<br />

por V. M. como por todas las otras potencias, respeta"


da por ellas plenamente, nos daba un motivo particular de seguridad<br />

para creer que la amistad que Y. M. nos profesaba nos<br />

preservarla de un disguto tan amargo ; pero vemos yá, que<br />

nos habíamos engañado.<br />

"Francamente lo diremos, desde la época de nuestra vuelta<br />

de París no hemos e3perimentado sino amarguras y pesares,<br />

cuando nos debiamos prometer otra cosa, del conocimiento<br />

personal que hicimos con V. M., y de nuestra invariable<br />

conducta. En una palabra , no encontramos en Y. M. la correspondencia<br />

de sentimientos que teníamos derecho á esperar.<br />

" Lo sentimos vivamente ; pero con respecto á la invasión<br />

que se está haciendo, lo decimos con la sinceridad que debemos,<br />

las obligaciones contraidas con nuestros vasallos nos<br />

fuerzan á pedir la evacuación de Ancona á V. M.; y si fuese<br />

rehusada , no vemos como podrá concillarse la continuación de<br />

las relaciones que tenemos con el ministro de V. M. en liorna,<br />

estando ellas en oposición al trato que recibiéremos de V. M.<br />

en Ancona.<br />

* Persuádase de que es esta carta un penoso deber para<br />

nuestro corazón; pero ni podemos disimular la verdad, ni faltar<br />

á las obligaciones que hemos contraído.<br />

"Esperamos, sin embargo, en medio de todas nuestras<br />

amarguras , que V. M. querrá libertarnos del peso de aquellas<br />

que depende de su sola voluntad el evitarlas.<br />

" Concluimos concediéndole de todo nuestro corazón la<br />

bendición apostólica.<br />

"• Dada en liorna , en Santa María la Mayor á 13 de noviembre<br />

del año 1805 , el sestó de nuestro Pontificado.<br />

"Firmado PIUS P.P. VIL"<br />

Ignoraba el Cardenal Fesch que se hubiese


escrito contra él de una manera tan viva, y no<br />

habia motivo para dudar , las espresiones de la<br />

carta eran muy claras, y establecían muy posi­<br />

tivamente, que no siendo reconocida la neutrali­<br />

dad no se sabia como conciliar la continuación de<br />

relaciones con el ministro del emperador.<br />

En este intervalo los rusos desembarcaron en<br />

Ñapóles y el mariscal Berthier al saber esta<br />

nueva escribió á Mr. de Talleyrand después de la<br />

victoria de Austerlitz una carta que éste comuni­<br />

có al Cardenal.<br />

Brunn 10 da diciembre de 1805.<br />

" El Emperador me encarga ponga en conocimiento de<br />

V. E., que le autoriza para escribir á su Eminencia el Cardenal<br />

Fesch , que en el caso en que los rusos marchen , puede<br />

¿1 á la menor novedad que sepa, salir sin inconveniente alguno<br />

para Bolonia; pues un ejército de 10.000 hombres está dispuesto<br />

á hacer que se arrepienta la reina de Ñapóles.<br />

"Firmado el Mayor, MARISCAL BERTHIER."<br />

El 26 de diciembre se firmó la paz de Pres-<br />

burgo, y Venecia fué dada al reino de Italia.<br />

El Papa y el Cardenal Consalvi temieron<br />

fundadamente que el emperador en adelante les<br />

haría peticiones mas absolutas en asuntos eclesiás­<br />

ticos, concernientes al concordato Italiano.<br />

El Cardenal Fesch jencrosamente se unió


al Papa y a su Eminencia; pero siempre deberían<br />

temer los acontecimientos que iban á desarrollar­<br />

se en el año de 1806, y sobre todo la respuesta<br />

del emperador á la ultima carta de su Santi-.<br />

dad.


CAPITULO ONCE.<br />

BATALLA DE AUSTERLITZ.—VIOLENTA CAUTA DEL EM­<br />

PERADOR AL PAPA.—ESPLICACIONES y RESPUESTA DE<br />

ESTE.—OTRA CARTA DE NAPOLEÓN EN QUE SE DECLA­<br />

RA EMPERADOR DE ROMA.<br />

Habia guardado Napoleón la carta del Papa<br />

que recibió el 23 de noviembre, y después, dos.<br />

grandes emperadores habian sido vencidos por él<br />

á pesar de los esfuerzos de sus tropas reunidas y<br />

de su valor para oponérsele en su marcha á Mo-<br />

ravia.<br />

La acción de Austerlitz fué, la batalla mas rá­<br />

pida y brillante de esta época de maravillas, en<br />

la cual Napoleón y los ejércitos franceses mar­<br />

chando de victoria en victoria parecía que comba­<br />

tían bajo la influencia de una propicia y gloriosa<br />

estrella uno de los emperadores vino á saludar en<br />

su campamento al vencedor que le dijo "os reci­<br />

bo en el palacio único que habito hace dos me-<br />

sea " " Tanto partido sacáis de esta habitación, le


espondió Francisco II, que os debe parecer muy<br />

agradable."<br />

El otro emperador se csplicó así con el jeneral<br />

francés enviado á su cuartel jeneral: " Decidle á<br />

vuestro amo que yo me voy ; que ayer ha hecho<br />

milagros; que la admiración que me causa se ha<br />

acrecentado con esta jornada; (pie está predesti­<br />

nado por el cielo."<br />

De alli á veinte y seis dias estaba la paz fir­<br />

mada. Napoleón no debia pasar por Italia y desde<br />

Munich escribió al Papa, como si acabase de abrir<br />

su carta.<br />

SANTÍSIMO PADRE.<br />

"Al recibir una carta de vuestra Santidad con fecha de 13<br />

de noviembre no he podido menos de conmoverme vivamente,<br />

notando que cuando todas las potencias asalariadas por la Inglaterra<br />

se habían coligado para hacerme una guerra injusta,<br />

vuestra Santidad ha prestado oidos á los malos consejos llegando<br />

á escribirme una carta tan poco circunspecta. Vuestra<br />

Santidad puede conservar mi embajador en Roma ó despedirle,<br />

según sea su voluntad.<br />

"La ocupación de Ancona es una consecuencia inmediata<br />

y necesaria de la mala organización del estado militar de la<br />

santa Sede y antes tenia vuestra Santidad interés en ver esta<br />

fortaleza en mi poder, que en poder de los ingleses 6 los<br />

Turcos.<br />

"Vuestra Santidad se queja de no tener un momento que<br />

15


no esté lleno de amargura desde su vuelta de Paris á Roma, y<br />

consistirá en que desde entonces, todos cuantos me manifestaban<br />

amistad, teniendo un fondo de temor á mi poder, creyéndose<br />

garantidos con las fuerzas de la coligación, enemiga<br />

mia , han cambiado de sentimientos. Así ha sido , que desde<br />

la vuelta de vuestra Santidad, yo no he recibido de parte suya<br />

en todos los asuntos que se han ofrecido, aun en aquellos mismos<br />

cuyo interés relijiosoera de primer orden, como por ejem­<br />

plo , el que se dirijia á impedir levantase el protestantismo en<br />

Francia la cabeza , sino negativas manifiestas.<br />

H Me he considerado como el protector de la santa Sede<br />

, y bajo este título he guarnecido á Ancona, como primojénito<br />

hijo de la Iglesia , que tiene él solo la espada que la proteje<br />

y defiende de las profanaciones de los griegos y los musulmanes:<br />

así como se consideraron mis predecesores de la segunday<br />

tercera raza; y constantemente protejeré á la santa<br />

Sede, á pesar de los torcidos caminos de la ingratitud y<br />

contraria intención do los hombres, que en estos últimos tres<br />

meses se quitaron la máscara creyéndome perdido. Dios ha manifestado<br />

por el buen suceso que corona mis armas , la protección<br />

que concede á mi causa, y seré el amigo de vuestra Santidad<br />

siempre y cuando que consulte su corazón y á los amantes<br />

verdaderos de la relijion.<br />

" Lo repita aquí, si vuestra Santidad quiere despedir á mi<br />

embajador , tiene libertad para acojer á los ingleses, y al Califa<br />

de Constantinopla; pero no queriendo esponer al Cardenal<br />

Fesch á estas averías, dispondré yo le reemplace un seglar,<br />

pues así como así, el odio que el Cardenal Consalvi le tiene es<br />

tal, que continuamente recibe desaires , al pase que se prefiere<br />

á mis enemigos. Dios es juez entre todos los príncipes que reinan<br />

, de cual es aquel que mas ha hecho por la relijion.<br />

" Ruego, Padre Santísimo, á Dios le conserve muchos años


en el réjimea y gobierno de nuestra- santa madre Iglesia.<br />

Munich 7 de enero de 1806.<br />

El Emperador de los franceses, rey de Italia<br />

" Finando, NAPOLEÓN."<br />

Consalvi puso en manos del Papa la carta del<br />

vencedor. Otra recibió el Cardenal Fesch con<br />

las prevenciones mas severas, cuyo contenido<br />

supo muy pronto su Santidad, y dijo que no<br />

se entregaría libremente al sueño hasta que su<br />

respuesta estuviese escrita y remitida.<br />

Esta es la traducción de ella :<br />

IMPERIAL Y REAL MAJESTAD.<br />

" Nos ha llenado de un vivo dolor la carta de V. M. fecha<br />

en Munich á 7 de enero. Hemos visto en ella, que V. M.ae ha<br />

sentido con disposiciones que nos consideramos obligado á<br />

disipar, tanto por nuestro carácter cuanto por la adhesión que<br />

profesamos á V. M. y siempre le hemos profesado.<br />

" Nunca fue intención nuestra despedir al ministro de V. M.<br />

cuando le escribimos que no podríamos conservar relaciones<br />

con él, si no obteníamos la evacuación de Apoona, no lo decíamos<br />

sino por la necesidad de quitarles á los rusos en cualquiera<br />

circunstancia, para que no trataran nuestro pais como enemigo,<br />

la opinión que pudieran tener de haberse guarnecido Ancona<br />

con intelijencia nuestra. Suspendiendo en público la continuación<br />

de nuestras relaciones con el ministro , si V. M. nos<br />

rehusaba la evacuación de Ancona , dábamos una prueba de<br />

nuestro desagrado ; pero no por eso interrumpiríamos nuestras


elaciones confidenciales , estando muy distante de la idea de<br />

entregarle sus pasaportes. La candidez de nuestro carácter,<br />

tan bien conocido por V. M , é incapaz de algún disimulo,<br />

puede servirle de garantía de que habíamos confiado al ministro<br />

de V. M. esta particular consideración. El mismo carácter<br />

nuestro nos impulsa á decirle también á V. M., que se<br />

engaña creyendo que en este particular hayamos sido incitado<br />

por los malos consejos de otros.<br />

" Se ha resentido nuestro corazón de un vivo disgusto y lo<br />

manifestamos con toda sinceridad. Si se remonta Y. M. á la<br />

época del 13 de noviembre , que fue el dia en que escribimos<br />

aquella carta, verá como era tiempo ya de que supiésemos estaba<br />

V. M. á las puertas de Viena, y que los gloriosos sucesos<br />

adquiridos por su grande jénio y s«s armas habian decidido de<br />

la suerte de la guerra. Nadie podia pues , creerle perdido,<br />

como V. M. dice: y es pensamiento que nunca tendría entrada<br />

en nuestro corazón, no solamente por indigno, sino<br />

también por que nos sería muy sensible , por contrario<br />

á nuestra convicción y á la adhesión que teuemos á vuestra<br />

persona.<br />

" Se queja V. M. de que hemos rehusado servirle en algunas<br />

cosas, y es queja que nos es muy sensible. Ha visto V. M.<br />

mismo con que alegría y buena voluntad nos prestamos siempre<br />

á cuanto puede satisfacerle. Si no lo hemos hecho en la<br />

cuestión del matrimonio, es por que las disposiciones divinas<br />

nos lo prohibían, y el obrar así nos ha costado mas , que<br />

á V. M. aflijido. Y sino quiere V. M. creer que nos moveríamos<br />

á complacerle por cordial sentimiento , puede fácilmente<br />

persuadirse de que estábamos en hacerlo por nuestro interés,<br />

pues, no se nos oculta, en cuanto nos podia asistir la benevolencia<br />

de V. M.AÍÍ que, volvemos á repetirlo, que á nuestro deber<br />

nos causa una grande amargura cuando nos obliga á resistir


juntamente, las inclinaciones de nuestro corazón y los consejos<br />

de nuestra conveniencia.<br />

" También nos habla V. M. del odio que profesa el Cardenal<br />

Consalvi al Cardenal Fesch. Opinión es de V. M. que<br />

nos ha sorprendido tanto mas, cuanto el Cardenal Consalvi en<br />

sus intimas relaciones nos manifiesta hácii el Cardenal Fesch<br />

sentimientos del todo diferentes. liémosle preguntado con<br />

este motivo, y el cree no debe recurrir á otros testimonios en<br />

contrario , que á los que nazcan de la buena fe del Cardenal<br />

Fesch y de los mismos hechos. Se da por vencido si un solo<br />

hecho hay en apoyo de esa suposición, ó de la pretendida deferencia<br />

que se tiene con ingleses ó rusos.<br />

" Podemos asegurar á V. M. que el Cardenal Consalvi tiene<br />

los sentimientos, que podíamos desear tuviese nuestro ministro,<br />

para ser un representante de V. M. Así se ha sentido<br />

muy acongojado con la opinión de V. M. y particularmente con<br />

la duda que en su carta aparece tener, de sus sentimientos respecto<br />

déla Francia. El concordato,}' su constante conducta en<br />

todos los asuntos de esta le habian hecho creerse seguro de tales<br />

sospechas; pero á pesar de todo, pues que de semejante manera<br />

lo juzga Y. M. persuádese de que han de ser dañosos á la<br />

santa Sede sus rervicios, en vez de serle útiles, y nos ha pedido<br />

con instancia, le permitamos separarse del ministerio. No le hemos<br />

concedido este permiso, seguro de que depondrá V. M. toda<br />

opinión siniestra respecto del.<br />

"V. M. nos dice que quiere retirar al Cardenal Fesch. Le<br />

respondemos que nos causará con ello sumo disgusto, y que<br />

deseamos abandone V. M. ese pensamiento. En- cuanto á la<br />

persuasión en que V. M. está , de que hay personas que se han<br />

quitado la mascara en eslos últimos meses , creyéndose autorizados<br />

para cambiar de sentimientos con las fuerzas de la coligación,<br />

decimos á V. M que no ecsisten de modo alguno tales personas,<br />

y que si ecsistieran nuuca les prestaríamos oidos. No pode-


mos «disimular de que-en vista de tantas pruebas como Je tene­<br />

mos dadas de sincera amistad, y adhesión no hayamos podido<br />

convencerle de que es imposible permitamos manejos semejantes.<br />

"Nos hemos visto obligados á responder con tanta precisión<br />

á las quejas de V. M. para no confirmarlas con el silencio; pero<br />

despnes abandonamos -nuestros ¡cuidados á Dios, que vé nuestro<br />

Corazón y que dir-ije nuestras acciones. No perdemos tampoco<br />

la confianza que tenemos en el amor de V. M. á Ja relijion, á la<br />

Iglesia y á nuestra persona, que por nuestra parte estamos segu­<br />

ro no haber desmerecido. V. M. reconoce, que viene de Dios el<br />

suceso dichoso de sus armas, y el acrecentamiento de su gloria,<br />

que parecia no obstante incapaz ¡de recibir aumento alguno, y en<br />

Dios mira la causa de la .dilatación de su imperio y dominios :<br />

tal sentimiento que es la mayor gloria de V. M. nos asegura de<br />

-que volverá hacia Dios, y hacia el bien de la relijion y su Igle­<br />

sia, la celebridad de su nombre, y el fruto -de sus conquistas.<br />

"Es monarca V. M. ya de los Estados venecianos: le<br />

pedimos que conserve intacta en ¡ellos la relijion dominante, y<br />

que no haga innovaciones , ni en el clero regular y secular, ni<br />

en sus posesiones. No perdemos la esperanza de que se ter­<br />

minen los asuntos de relijion en las otras provincias del reino<br />

•de Italia, y el engrandecimiento de esta corona de -V. M. nos<br />

hace pensar, de .que lia llegado ya el tiempo oportuno de ver<br />

realizadas por V. M. las esperanzaste nonos han abandona­<br />

do nunca , de que el patrimonio de san Pedro no se aflijirá por<br />

mas largo tiempo, con la pérdida de las tres legaciones arran­<br />

cadas por la revolución.<br />

"No cesaremos de recomendar á V. M. ahora que para Ja<br />

plaza de Ancona ha desaparecido todo peligro de sorpresa, que<br />

se acaben en -esta ciudad todas las medidas de guerra tan dis­<br />

pendiosas , y perjudiciales al mismo tiempo á su bienestar, y le<br />

suplicamos la vuelva al estado pacifico que gozaba antes de la<br />

ocupación.


"Finalmente la situación deplorable de nuestro tesoro nosobliga<br />

á importunar y pedir á V. M. el reembolso de los numerosos<br />

adelantos hechos á su ejercito. Pensamos que conoce<br />

V. M, con cuanto celo y buena voluntad se ha prestado el go -<br />

bierno pontificio á todo;cuanto ha podido ser necesario á sus tropas,<br />

y asi es que apelamos á losinformes mismos dados por los<br />

militares , que han demostrado sin límites su satisfacción. Hemos<br />

empleado en este servicio todos los fondos que teníamos<br />

y á mas, aplicado de antemano á los pagos definitivos los rendimientos<br />

que no ha llegado el tiempo de recaudar , de modo que<br />

en cinco meses nos vamos á encontrar desprovistos absolutamente<br />

de medios, si el reembolso que pedimos no entra prontamente<br />

en nuestras cajas.<br />

"Estemodo libre de esplicarnos será para V. M. una prenda<br />

de la confianza que en él mismo tenemos; pero si el estado de<br />

tribulación que Dios nos reservó para nuestro doloroso pontifica"<br />

do, debiese llegar á su estremo; si tuviésemos que vernos<br />

arrebatar la amistad y benevolencia de V. M. que tan preciosas<br />

nos son, el sacerdote de Jesucristo, que tiene la verdad en<br />

el corazón y en los labios, soportará tanto dolor con entera resignación<br />

y sin temor alguno. De la tribulación misma recibirá ti<br />

aliento que vivificará su constancia, y la recompensa que el mundo<br />

le niegue, la espera encentrar mas pura y sólida en el cielo*<br />

Concedemos á V. M. I. y R. de todo corazón la paternal bendición<br />

apostólica, no cesando de pedir á Dios por su larga y prospera<br />

conservación.<br />

".Dada en Roma , en Santa Maria la Mayor á 29 de enero<br />

del ano 1806. el sesto de nuestro Pontificado:<br />

"Firmado PIUS P. P. VIL"<br />

No hay necesidad de hacer resaltav cuanta


tiene de noble, de imponente, de fuerte y de resig»<br />

nado el final de esta carta, y parece que tan alen­<br />

tadas espresiones produjeron en Napoleón una im­<br />

presión viva, pues de allí á quince dias respondió<br />

él mismo. Nadie seria capaz de analizar esta con­<br />

testación , ni se atrevería 4 quitar una sola linea<br />

de la carta, en que viene el vencedor á decir al<br />

mismo Pontífice, entre mil incoherencias; "Yo<br />

tomo mas cuidado por la relijion que vos mis­<br />

mo; la dejais vos sufrir mirándome obrar; seré ¡<br />

mas sabio, y hábil, y piadoso que vos, que no so­<br />

lamente soy el guerrero del siglo; pues sí fuese<br />

dueño de mas todavia , no dejaría perecer á las al­<br />

mas."<br />

He aquí una traducción literal.<br />

SANTÍSIMO PADRS.<br />

"He recibido la carta de vuestra Santidad de 29 de enero.<br />

Participo yo de todas sus penas, concibo que se halla rodeado<br />

de escollos; pero puede evitarlos, marchando derecho y no<br />

entrando en el dédalo de la política y consideraciones hacia<br />

las potencias, que, bajo el punto de vista de la relijion son<br />

consideradas como heréticas y fuera de la iglesia, y bajo e\<br />

de la política, como lejanas de sus estados, incapaces de<br />

protejerle y no pudiendo hacerle otra cosa mas que daño.<br />

La Italia toda va á estar sometida bajo mi ley. En nada to­<br />

caré á la independencia de la santa Sede ; aun le haré pagar<br />

los gastos que le ocasionen los movimientos de mi ejército;<br />

pero nuestras condiciones deben de ser: que vuestra Santidad<br />

me tendrá á mi en lo temporal las mismas atenciones que yo


m<br />

le rindo en lo espiritual, y que cesará de tener consideracio­<br />

nes inútiles con los herejes enemigos de la iglesia, y con las<br />

potencias que no pueden hacerle bien alguno. Et vuestra<br />

Santidad soberano de Roma; pero yo soy el emperador.<br />

Deben ser suyos todos mis enemigos, y no es conveniente que<br />

resida en Roma ó en los estados de vuestra Santidad ningún<br />

ájente del rey de Cerdeña , ningún inglés ruso , ni sueco , ni<br />

que barco ninguno perteneciente á estas potencias se reciba eu<br />

sus puertos. Como á jefe de nuestra relijion tendré siempre<br />

á vuestra Santidad la deferencia filial que le he manifestado<br />

en todas circunstancias , pero yo soy el responsable á Dios,<br />

que se ha querido servir de mi brazo para restablecer la reli­<br />

jion , y ¿ cómo podría, sin jemir , verla comprometida por las<br />

lentitudes de la corte de Roma, en donde^io se va al cabo<br />

de nada , adonde por intereses mundanos de vanas, prerogati-<br />

vas de la tiara , se deja perecer á las almas, esto es, al verda­<br />

dero fundamento de la relijion ? A Dios responderán de ello<br />

los que dejan la Alemania en la anarquía : á Dios responderán<br />

de ello, los que ponen todo su celo en protejer los matrimo­<br />

nios protestantes y quieren obligarnos á ligar mi familia á<br />

príncipes de estas sectas : á Dios responderán los que retardan<br />

la espedicion de las bn%s de mis Obispos y entregan mis dió­<br />

cesis á la anarquía. Necesarios son seis meses para que los<br />

Obispos puedan entrar en ejercicio y pudieran estarlo al cabo<br />

de ocho dias. Yo he tenido que hacerlo todo con respecto á<br />

ellos en Italia: he consolidado los intereses de la iglesia, no he<br />

tocado en nada á lo espiritual, y lo mismo que he ejecutado<br />

en Milán lo ejecutaré en Ñapóles, y do quiera que se estierda<br />

mi poder. No rehuso yo aceptar el concurso de los hombres do­<br />

tados de celo verdadero por la relijion y entenderme con ellos;<br />

pero si en Roma se pasan los dias en no hacer nada y en una<br />

culpable inercia, supuesto que Dios me ha cometido á mí,<br />

después de tantos trastornos, el cuidado de velar y mantener<br />

16


ía relijion,, po puedo yo llegar jlser indiferente, ni quedarme<br />

siéndolo, en todo aquello que es un perjuicio, para el bien y la<br />

salvación de mis pueblos. Santísimo Padre, yo se que vuestra<br />

Santidad quiere el bien; pero está rodeado de. hombres que no<br />

Je quieren , de malos principios, y que en vez de trabajaren<br />

estos críticos momentos para remediar los males. que se han<br />

introducido j trabajan en agravarlos. Si quisiera acordarse<br />

vuestra Santidad de. lo que le tengo dicho en París,. se. organizaría<br />

la relijion en Alemania, y no permanecería en ella,<br />

ni en Italia, en tan mal estado, como se encuentra, todo<br />

seria, hecho de concierto con vuestra Santidad y conveniente^<br />

mente., pero para aquello que debe hacerse en quince dias no<br />

puedo yo'dejar pajar lánguidamente un año. No ha sido durmiendo<br />

como he'levantado (\ tan alto grado el estado del<br />

clero , la publicidad del culto y la organización de la relijion.<br />

en Francia , do. tal manera que no hay otro país alguno donde<br />

mas bien haga , ni esté ma.s respetada, ni goce de mas consíaeración.<br />

Los que hablan á vuestra Santidad en otro lenguaje<br />

le engañan, y son sus enemigos atrayéndole desgracias que<br />

pueden concluir por. serle funestas...<br />

"Ruego á Dios. > santísimo Padre, que conserve á vuestra<br />

Santidad largos años en el réjimen y go^rno de nuestra santa<br />

madre iglesia. gg^- ,<br />

• "Vuestro devoto hijo; *<br />

«Firmado NAPOLEÓN"<br />

Paris 13 de Febrero de 1800.


CAPITULO DOCE.<br />

CAUTA DEL CARDENAL FÉSCII AL PAPA.— RESPUESTA<br />

DE su SANTIDAD A LAS PRETENSIONES CON QI/E SE<br />

ANUNCIABA AL IMPERIO DE ROMA.<br />

Todas estas negociaciones eran secretas y no<br />

se sabia ningún pormenor de ellas ni aun en Flo­<br />

rencia. La punzante carta de Napoleón se recibió<br />

el 2 de marzo, y el 12 por un billete anunciaba el<br />

Cardenal Consalvi únicamente que las ocupacio­<br />

nes mas urjentes y las amarguras de que estaba<br />

cada vez mas lleno le habian impedido escribir al<br />

nuncio.<br />

El Cardenal Fesch pedia oficialmente que<br />

fueran espulsados de Roma y los Estados pontifi­<br />

cios, los rusos , los suecos, los ingleses y los sar­<br />

dos , á lo que contestó el Cardenal Corfsalvi que<br />

su Santidad se entendería directamente con el<br />

Emperador en este particular. En este caso creyó<br />

conveniente el ministro de Francia escribir par­<br />

ticularmente al Papa enviándole una copia de la


nota oficial, y pidiéndole contestase á la legación:<br />

y después de lamentarse, le acusasen de cpie ecsa-<br />

jeraba la severidad de las órdenes imperiales,<br />

anadia :<br />

" Si el objeto de este negocio fuese de menos interés; si<br />

mi veneración hacia vuestra persona , ó Santísimo Padre , fuese<br />

menos profunda, y menos cierta mi adhesión á la Santa Sede<br />

; me desentendería de semejantes acusaciones , apelaría al<br />

escudriñador de los corazones, Uevaríalo todo en silencio, abscondissem<br />

me forsitan ab eo, Pero cuando puedo invocar el<br />

irrecusable testimonio de mi gobierno, en comprobación de<br />

mis sentimientos hacia vuestra Santidad, cuando puedo hacer<br />

que mi franqueza y mi zelo aparezcan indudables cu una discusión<br />

de vida ó muerte para el gobierno temporal de la Santa<br />

Sede; repelo semejantes acusaciones , y pruebo así, que por mi<br />

parte he hecho lo posible para que el gobierno pontificio no se<br />

oponga á los decretos inmudables de la Providencia.<br />

Los acontecimientos notables que con tanta rapidez sobrevienen<br />

, sin duda, ó Santísimo Padre, que solo acaecen con<br />

permisión superior, y por la voluntad del que todo lo puede:<br />

solo son instrumentos las potestades de la tierra. \ Y desgraciadas<br />

de estas, si se oponen á la voluntad irresistible de Dios,<br />

decidiéndose según los principios ordinarios ! Como buque arrastrado<br />

del viento, piérdense no queriendo dejar la costa."<br />

Sea el que quiera mi modo de ver, y la diversidad de mi<br />

opinión , respecto de la de su Eminencia el Cardenal secretario<br />

de Estado, ruego á vuestra Santidad, croa que nada hay<br />

capaz de disminuir mi veneración á su persona, y mi adhesión<br />

á la Santa Sede, y espero que dispensándome siempre su Santidad<br />

su benevolencia , se servirá concederme su bendición<br />

apostólica.


m<br />

Con la misma fecha respondió' el padre Santo,<br />

al emperador y al Cardenal Fesch. Acusa el re­<br />

cibo de la caria de Napoleón del 13 de febrero, y<br />

dice que le es imposible- espresar suficientemente<br />

la sensación que esporimeutó con la lectura de su<br />

contenido.<br />

Vería esta carta sobre tantos y tan graves asuntos, encierra<br />

principios, peticiones y quejas tan amargas, y alude por fin,<br />

de tal modo á lo que V. M. nos ha hecho participar por su ministro;<br />

que ante Dios , el mundo católico y los venideros, nos<br />

haríamos culpable* de la mas vergonzosa debilidad , si no descubriésemos<br />

del modo mas libre y franco nuestros sentimientos,<br />

y si á las peticiones que se nos hacen á los prin cipios que se<br />

presentan , y á las quejas que se profieren , no diésemos aquellas<br />

respuestas que el conocimiento ecsacto de la justicia, de la<br />

verdad y de la inocencia nos dictan.<br />

A Dios, á la iglesia , á nosotros mismos, á la inclinación<br />

paternal que le profesamos , ¡í la misma gloria de Y. M. debemos<br />

un hablar libre y franco, tal cti.il conviene al candor de<br />

nuestro carácter, y á los deberes de nuestro ministerio acá en<br />

la tierra.<br />

Debérnosle tanto mas, cuanto que una fuerte necesidad no»<br />

escita á llenar los deberes mas esenciales: pues bien claro vemos<br />

, y no sin temor , que los sentimientos manifestados por<br />

\. M. amenazan la dignidad de la santa Sede, y los mas inalterables<br />

y respetados derechos de su libre soberanía.<br />

Guardamos , y guardaremos siempre á V. M. aquellas consideraciones<br />

que la estimación, la benevolencia, y la amistad<br />

nos sujieran; pero no podemos prestarnos á aquellas concesiones<br />

que repugnan á las indeclinables obligaciones de nuestra<br />

doble representación : ni callar aquellas verdades de que esta-


'lfco f * . . 1 ff|jiios<br />

penetrados por el íntimo convencimiento de nuestra conciencia<br />

:.ni. ceder á lo que se oponga ateste depósito del patfi»<br />

monio de la iglesia romana, que se nos ha trasmitido de nuestros<br />

predecesores por medio dé una larga sene de siglos: y que<br />

rJ rio de los altares, ante el Omnipotente, con los mas sagrados<br />

juramentos * hemos prometido transmitir intacto á nuestros<br />

sucesores.<br />

"Comenzaremos - por contestar á lo que V. M. nos ecsije.<br />

Quiere V. M, que echemos de nuestros Estados á-los rusos,<br />

ingleses ^ suecos ; y á. todo ájente del rey de Cerdeña , cerrando<br />

nuestros puertos á las embarcaciones de las naciones dichas:<br />

que abandonemos nuestro estado pacífico, y entremos en<br />

el de hostilidad y guerra, abierta con estas potencias. Permítanos<br />

V. M. que le respondamos con una ecsacta precisión, que<br />

no solo por motivos de temporales interéseseos es imposible<br />

adherirnos á.esta demanda, sino por causa délos deberes inseparables<br />

de nuestro carácter. Juzgúelo V. M. y considérelo bajo<br />

todos los aspectos en que puede presentársenos e'sta cuestión,<br />

y mire si será propio, dé su relijíosidad, grandeza y humanidad<br />

precisarnos á dar un. paso de tal naturaleza.<br />

" Nos que somos Vicario del Verbo Eterno, " que no es el<br />

" Dios de la disensión sino el de la concordia, que ha venido<br />

"al mundo para deshacer las enemistades y evangelizar la paz<br />

" tanto con los que están lejos , como con aquellos que están<br />

"vecinos", según Tas palabras del Apóstol; ¿cómo, ni de qué<br />

manera podríamos separarnos de la enseñanza de nuestro Divino<br />

maestro, ni contradecir la misión que nos ha dado? ," i<br />

No es la voluntad nuestra, sino la de Dios, cuyo logar ocupamos<br />

en la tierra, la que nos prescribe el deber de la paz para<br />

con todos, #S» distinción de católicos ni de herejes,profesarnos<br />

ó - apartados, bienhechores ó malhechores. No nos és permitido<br />

hacer traición ( I) al cargo que nos. encomendó el offl-<br />

( 1) No TIENE NUESTRA LENGUA EL verbo trahir francés, que AQUÍ debe—


mpoíenie ; y la liaríamos, si por motivos alogados )>or v<br />

. M.<br />

X^MÍ'VC á las potencias heréticas, que solo paociú •ernos da»<br />

ño ( gato ilice V. M.), accediésemos á peticiones que nos condujesen<br />

á tomar parteen ¡a. guerra contra eila3.<br />

Si, como dice V, M., .10 debernos entrar en el dédaív •:«•


toi, qnc padecerla el catolicismo en esos países, privados de<br />

toda comunicación con el centro de la unidad, fundamento y<br />

base de la relijion católica? Si nos privase de esta comunicación<br />

la fuerza irresistible de los acontecimientos humanos , semejante<br />

calamidad , nos haría jemir profundamente : pero jamás<br />

podríamos conllevar el remordimiento continuo de haber sido<br />

nosotros mismos la causa. ¿Y si iutimásemo» á los subditos de<br />

aquellos soberanos , salir de nuestros estados , y no acercarse<br />

ú nuestros puertos; no causaríamos, por absoluta culpa nuestra<br />

, un irreparable mal, interrumpiendo toda comunicación<br />

entre nosotros ; y los católicos que viven en esos países? ¿Cómo<br />

resistiríamos á las aldabadas de nuestra conciencia que de<br />

contíuuo nos echarían en cara las consecuencias funestas de<br />

este hecho? ¿Cómo ocultar de nosotros mismos, nuestra falta?.<br />

" No es tan corto el número de I03 católicos que ecsisten<br />

en esos dominios: hay millones de ellos en el imperio ruso, y<br />

millones de millones en los paises sometidos al reino de Inglaterra;<br />

gozan del libre" ejercicio de su culto v están protejidos.<br />

No podemos proveer el resultado que tendría el que<br />

los soberanos de esos estados se viesen provocados por nos<br />

con un acto tan marcado de hostilidad , cual seria la espulsiou<br />

de sus vasallos y la prohibición de nuestros puertos. Sería su<br />

resentimiento tanto mas violento cuanto mas justo parecería no<br />

habiendo recibido de ellos injuria alguna.<br />

" Si su indignación no recayese contra los católicos sus<br />

vasallos, podríamos temer á lo menos, que arruinasen el<br />

ejercicio de la relijion católica , permitida en sus dominios con<br />

tanta libertad , y sería un mal incalculable, de que daríamos<br />

cuenta á Dios, la interdicción de las comunicaciones católicas,<br />

el impedimento de las misiones, y la interrupción de todos los<br />

asuntos espirituales.<br />

" V. M. recuerde la conducta que hemos tenido constantemente<br />

con f u persona , y como le hemos complacido en cuantas


cosas no se oponian á nuestros deberes, con hecbos recientes,<br />

conocidos de toda la Europa, y que nos han adquirido la opinión<br />

universal, de que tenemos por V. M. un sentimiento<br />

decidido de parcialidad y preferencia y acabaremos así<br />

nuestras respuestas á las primeras proposiciones de V. M.<br />

con la confianza de que después de rellecsiones de tanto peso,<br />

abandonará los pasos que quiere demos , y nos libertará de la<br />

desolación, que hemos tenido á su vista. Peí o los principios<br />

que V. M. emite no nos permiten callar. Estamos lejos de tener<br />

ambición de dominar y de todo interés personal: la causa que<br />

defendemos es la de la iglesia romana y silla que ocupamos<br />

cuyos derechos, antes de subir á ella juramos sostener y defender<br />

hasta el caso de la efusión de nuestra sangre.<br />

"Levantemos el velo , señor! V. M. dice , que no tocará á<br />

la independencia de la iglesia, que seremos el soberano de<br />

Roma, y dice al mismo tiempo que toda la Italia se someterá<br />

bajo su ley : nos anuncia, que si hacemos lo que V. M. quiere,<br />

V. M. no cambiará las apariencias, pero si forma juicio de que<br />

Roma siendo una parte de Italia estará bajo su ley , sino<br />

quiere conservar mas que las apariencias , el dominio temporal<br />

de la iglesia quedará reducido á una condición absolutamente<br />

feudal ó servil, la independencia y soberanía de la santa<br />

Sede destruidas. ¿ Y podríamos callar ? ¿ Podríamos, por<br />

tener un silencio que nos haría culpable de prevaricación en<br />

nuestro oficio á los ojos de Dios, y que nos colmaría de oprobio<br />

ante toda la posteridad, disimular el anuncio de medidas de<br />

esta naturaleza ?<br />

" Establece en principio V. M. que él es el emperador de<br />

Roma. Le contestamos con la franqueza apostólica, que el<br />

soberano Pontífiee , que es tal, hace tan gran número de siglos,<br />

que no cuenta soberano alguno antigüedad comparable á<br />

la suya , habiendo llegado á ser el soberano de Roma , no re-<br />

17


conoce, ni jamás ha reconocido en sus estados un poder s'u^pevior<br />

al suyo: que no hay emperador alguno que tenga ningún<br />

derecho sobre Roma. V. M. es inmensamente grande , pero<br />

V* M i ha sido elejido, consagrado, coronado, recetooeidó<br />

emperador de los franceses- y no de Roma^ Ecsiste es verdad*<br />

un Emperador de romanos, título reconocido por toda<br />

la.Europa y por V. M . mismo al Emperador de Alemania, título<br />

que no puede pertenecer á un tiempo á dos soberanos, y<br />

qjie no es mas que título de dignidad y de honor, que en ñá-dS<br />

disminuye la independencia-real y aparente de la sanfe Sedé;<br />

finalmente , que jamas ha tenido esta dignidad imperial, ni<br />

tiene parte alguna , cualidad, ni estension éfi el ¿vito dtímiiíió<br />

ni dominio útil, y que siempre, desde su orijen, ha sido Cdfi {fc<br />

ferida precediendo una elección.<br />

" Dice Vi M. -que nuestras relaciones con él son Mr nais*mas<br />

que las de nuestros predecesores con Carlomagno. Esté<br />

encontró á Roma en poder de los Papas, y reconoció y cortÜr*<br />

mó 'sin reserva sus dominios, se los aumentó cotí nuevas de x<br />

naciones, no ecsijió derecho alguno de dominio ¿ ni de sUpfe*<br />

rioridad sobre los Pontífices, considerados como soberanos<br />

temporales, y no pretendió de ellos ni dependencia ni sujeción.<br />

El reconoció siempre que sus títulos y calidades dé Avvocato<br />

de Patricio y de Emperador fueron concesiones que lé hieie*<br />

ron los Pontífices.<br />

"En fin* diez siglos posteriores á los tiempos dé Carlomagno<br />

han hecho inútil toda otra investigación mas prolija, y iá<br />

pacífica posesión de mil años es el título mas luminoso qué<br />

puede ecsístir entre soberanos. Esta posesión ha demostrado que<br />

fueran cuales fuesen en tiempos oscuros y en circunstancias<br />

tempestuosa»?]** relaciones entre Carlomagnt» y los pontífices,<br />

la santa Sede no ha reconocido después en seguida en sus dominios<br />

temporales otras relaciones con los sucesores de aquel,<br />

e


que las que ecsisien catre ua soberano absoluto é independienr<br />

te con ios otros soberanos.<br />

" Cualquiera estension de dominios, aun lej¡tintamente ad­<br />

quirida por un soberano, no le dá derecho alguno para alterar<br />

en la menor parte una posesión de esta naturaleza, gozada pa­<br />

cificamente por otro, y los principios de derecho natural apli­<br />

cados á los intereses de las naciones , establecen la base de to­<br />

das las relaciones sociales sobre esta mácsima , que grandes ó<br />

pequeñas, las soberanías conserven siempre entre ellas el mis­<br />

mo estado de independencia. Abandonar esta mácsima , sería<br />

poner á la fuerza en el lugar de la razón.<br />

" V. M. tiene mucha ilustración para no convenir en que<br />

la certeza, de estas verdades es incontestable, y no admite es-<br />

cepcion alguna, ó no hay el derecho de soberanía independien­<br />

te , ó el derecho de la soberanía pontificia independiente no<br />

puede de modo alguno alterarse.<br />

" No podemos admitir la siguiente proposición : que de»<br />

beraos tener hacia V. M. en lo temporal, las mismas con­<br />

sideraciones que nos tiene V. M. en lo espiritual; la es­<br />

tension de ello destruye y altera las nociones de nuestros<br />

dos poderes Un soberano católico no lo es porque<br />

profese reconocer las definiciones do la cabeza visible de<br />

la Iglesia, y mire al santo Padre como á maestro Iq, verdad.<br />

y único Vicario de Dios en la tierra: no hay indentidad, ni<br />

igualdad entre las relaciones espirituales de un soberano cató­<br />

lico con el supremo jerarca, y las relaciones temporales de un<br />

soberano con otro.<br />

" Dice también V. M. que deben ser sus enemigos los nues­<br />

tros , aserto que repugna admitir el carácter de nuestra misión<br />

divina: no conoce ella enemistades ni aun con aquellos que<br />

se han u ley id o del centro de nuestra unión. Habia de suceder,<br />

quj todas las veces que V. M. estuviese en guerra con una


potencia católica , debiésemos también encontrarnos en guerra<br />

con eMa*<br />

" Carlomagno y todos los príncipes Avvocali de la Iglesia<br />

hicieron profesión de defenderla y evitarle las guerras , y no de<br />

arrastrarla á los combates Esta proposición tiende á hacer<br />

del soberano pontificio un vasallo feudal del imperio francés."<br />

Aquí prosigue el Papa refutando las acusacio­<br />

nes que se hacen á la lentitud de las decisiones<br />

romanas: " las materias eclesiásticas no pueden<br />

menos de ecsaminarse con madurez , y no se<br />

las puede aplicar esa celeridad, con que se mue­<br />

ven los intereses materiales." Dícese que por in­<br />

tereses mundanos y vanas prerogativas de la tia­<br />

ra se deja perecer á las almas: el santo Padre recibe<br />

de las manos del Altísimo la humillación acerca<br />

de esta inculpación; pero Dios y el mundo saben<br />

si mundanos intereses y vanas prerogativas han<br />

guiado sus acciones.<br />

Los embarazos que cercan á la relijion en Ale­<br />

mania, tienen otra causa que la que se les supone;<br />

proceden de los cambios dispuestos en la dieta de<br />

Ratisbona, y en cuanto á la tardanza de las bulas<br />

para los Obispos de Francia, es inevitable que la<br />

haya, para recojer las informaciones que deben<br />

hacerse.<br />

Responde el Papa al asunto del casamiento de Jerónimo<br />

Bonaparte, invocando la ley divina, de la cual deriva la indiso­<br />

lubilidad del matrimonio, que debe él ejecutar aunque sea entre<br />

católicos y herejes. Renueva las razones que ha dado en cuan-


to al concordato de Italia, y á los artículos adicionales que es­<br />

tán en oposición á la disciplina de la Iglesia, y concluye su<br />

carta de este modo.<br />

" Estos son lo» candidos sentimientos que la voz de nuestra<br />

conciencia nos ha dictado si fuésemos tan desgraciado que<br />

no conmoviesen el corazón de V. M. nuestras palabras , su­<br />

friremos con una resignación evanjéüca todos los desastres><br />

y nos someteremos á todos los dolores como enviados por la<br />

mano del Señor. Reposará siempre la verdad en nuestros la­<br />

bios ; reinará en nuestro corazón la constancia de mantener in­<br />

tactos los derechos de nuestro solio; arrostraremos todas las ad­<br />

versidades de esta vida , primero que hacernos indigno de nues­<br />

tro ministerio, y vos, vos mismo, no os separareis de ese espíri­<br />

tu de sabiduría y previsión que os distingue, por el que habéis<br />

conocido que la prosperidad de los gobiernos y la tranquilidad<br />

de los pueblos están ligadas inseparablemente al bien de la re<br />

lijion. V. M. no olvidará, en fin, que estamos en Roma es­<br />

puestos á tantas tribulaciones, cuando apenas hace un año que<br />

salimos de París.<br />

" Concluimos dando á V. M. de todo corazón la paternal<br />

bendición apostólica.<br />

" Dada en Roma, en santa María la mayor á 21 de marzo<br />

del año 1806, séptimo de nuestro pontificado.<br />

P. D. liemos tomado el partido de no comunicar nuestra<br />

respuesta á nadie, ni al Cardenal legado, ni al Cardenal Fesch<br />

para que pueda quedar su contenido entre V. M. y nos ; que­<br />

riendo evitar cuanto sea posible la publicidad de contestaciones<br />

tan dolorosas para nuestro corazón , y tan funestas para la<br />

santa Sede.<br />

«Firmado PIUS P.P. VII."<br />

Dejamos dicho que el Papa escribió al Carde


nal Fesch , el mismo dia 21 de marzo. Declaraba»<br />

le que le es permitido á todo soberano tratar con<br />

otro soberano un negocio importante, sin valerse<br />

de la ordinaria vía diplomática. Que en este ne­<br />

gocio queria entenderse directamente con el em­<br />

perador , mucho mas cuando éste último habia si­<br />

do el primero en dirijirse al Papa sobre estos<br />

asuntos.<br />

Sin embargoen Paris acusaban al Cardenal<br />

Fesch de no tener una conducta mas firme, de-<br />

usar poca fuerza, y tener demasiadas consideracio­<br />

nes. Bra pues imposible no preveer escenas fu­<br />

nestas , pero el valor de Pió VII permanecía<br />

inalterable.


CAPITULO TRECE.<br />

JOSÉ BONAPARTE REY DE ÑAPÓLES. — EL CARDENAL<br />

FESCH LLAMADO PARA EJERCER SUS FUNCIONES DE<br />

GRAN LIMOSNERO. 1<br />

—V*A DE EMBAJADOR A B.ÓMÁ MR«<br />

ALQUIER. — PRIMERA CORRESPONDENCIA DÉ EL cétt<br />

MR. DE TALLEYRAND.<br />

José Bónaparte, heririatto del émpéra:dóí, ha­<br />

bía entrado'con un ejército en Ñapóles; dónde fué<br />

declarado rey; 'con éste motivó salieron deaquelul<br />

ciudad alarmantes rumores. Decíase qué iba la<br />

saiitá Sede á ser trasladada á Áviñon , ó Fáíís;<br />

que el Estado pontificio se repartiría entré los lifr-<br />

nos de Italia y dé Ñapóles; qué la orden dé<br />

se secularizaba; qué se püMícaríá éfí Roma ércó­<br />

digo francés; qué'ge auíórtzáoan íós ñlátfiñió'ñi'ós<br />

dé los sacerdotes 5 cuyos, sordos ñimorés llenaron<br />

de dolor al desgraciado Pontífice.<br />

El Oardeñai Féách empleaba tódó sú crédito<br />

éii desmentir estas voces , pues tfe buena fe déte-<br />

taba á los autores de t'áíés insultos--; nías' éñ París


decia Napoleón á Mr. de Fontanes: "No he naci-<br />

" do yo en tiempo oportuno, señor de Montañés;<br />

" ved como Alejandro pudo llamarse sin contra-<br />

" dictores hijo de Júpiter; pero yo en mi siglo me<br />

" encuentro con un sacerdote mas poderoso que<br />

" yo; porque reina él sobre los espíritus y yo so-<br />

" lo sobre la materia." Bien se ve en este dicho<br />

al mismo hombre, que antes habia esclamado<br />

en otra ocasión "Los clérigos guardan él alma y<br />

me arrojan á pii el cadáver" Y nosotros añadire­<br />

mos , que siempre en los asuntos relijiosos se vie­<br />

ron en Napoleón dos hombres, uno el sabio polí­<br />

tico , otro el presuntuoso lleno de orgullo, que en<br />

esta ocasión el orgulloso se sale de toda medida.<br />

Que las escenas bélicas, después de haber he­<br />

cho proclamar un Carlomagno , le llevasen has­<br />

ta creerse un conquistador Alejandro; bien puede<br />

concebirse, y aun mucho mas después de la paz<br />

de Tilsitt: pero que ansie presuntuoso las adora­<br />

ciones que Alejandro ecsijió en la fuerza de su<br />

deslumbramiento ; aquellas adoraciones que mu­<br />

chos observadores no miran mas que como un cál­<br />

culo político , útil y fácil entre pueblos bárbaros:<br />

que con motivo de las victorias , que bajo algún<br />

respecto pertenecen á la nación que se le encomen­<br />

dara piense el soldado del siglo XVIII luchar<br />

contra el antiguo establecimiento del catolicismo;


y que rodeado de tantos parientes , que no era<br />

dable considerásemos como unos seres sobrenatules,<br />

se atreva en nuestro estado de civilización,<br />

en este siglo escarnecedor, en esta época de duda,<br />

á echar de menos la jerarquía inefable de la divinidad<br />

; no merece mas que lástima , y pena también<br />

por las desgracias que de aqui dimanan para<br />

el sacerdote [mas poderoso que él. Estas ideas de<br />

ambición se hicieron por algún tiempo en Europa<br />

una regla política de conducta, que obstinadamente<br />

debía «seguirse contra el Papa.<br />

En vano recomendaba Pió VII el secreto de<br />

cuanto se iba sabiendo porque las amenazas que<br />

atacaban á la Santa Sede cundieron hasta el estremo<br />

de ser asuntos de las sátiras romanas, y<br />

una salió en términos medio familiares y medio<br />

relijiosos, cuya esencia era esta: " Cañones aqui,<br />

cañones allá: rayos al oriente, rayos al poniente;<br />

Napoleón y el Pontífice se han comunicado ya su<br />

resolución definitiva. Dios dá á sus hijos la victoria<br />

, y aunque algo tarde á veces, al cabo se<br />

la dá."<br />

Decidióse en Paris que Mr. Alquier reempla­<br />

zase al Cardenal Fesch en la embajada de Roma.<br />

El emperador escribió al Papa como sigue.<br />

SANTÍSIMO PADRE,<br />

El bien de nuestro servicio, y el interés de las Iglesias de<br />

¡H 18


nuestros estados, ecsijen que el Cardenal Fesch nuestro ministro<br />

plenipotenciario cerca dé la Santa Sede, venga por algún<br />

tiempo á residir á Francia, paira llenar las importantes atribuciones<br />

de Limosnero rtiáyór de nuestro imperio. Ños parece'<br />

conveniente el que no se intérr&ntpa" por ést* círeunstáncia' el<br />

ejercicio de la misión que le confiamos cerca de V. Santidad; y<br />

por lo tanto hemos nombrado á Mr. Alquier, nuestro embajador<br />

cerca de la santo, Sede. Las pruebas que tiene dadas constante*,<br />

mente-de sil talento y buen zelo, en las varias comisiones que le<br />

hemos 1<br />

'encefrgadov noe'-' asegnVáft-'qüé desempeñará d'él mismo<br />

modo el huevo empleo átqne 1 e hemos* destinado; No dudarnos<br />

de que corresponderá á nuestra confianza , procurando agradar<br />

cuanto le sea posible á V. Santidad ; á quien suplicamos le acoja<br />

con bondad y preste entera fé á cuanto* tratare en nuestro<br />

nombre; y mayormente cuando asegurare á V. Santidad, que<br />

le tenemos enfraftabttf afe'ctby y respetó filial á la 1<br />

santa SédeV<br />

Gen esto, rogamos á Eiosy-Santísimo Padre, que os conSerS?<br />

ve largo tiempo para réjimen y gobierno'denuestra santa Madre<br />

la Iglesia.<br />

San Clud, í'é de abril- de 180o*, el 2.° de nuestro reinado.<br />

Antes de partir el Cardenal tuvo orden de notificar<br />

al Cardenal Consalvi el advenimiento ai<br />

trono de iSfápoles del príncipe José, á- lo que res--pondió<br />

esté ministro de Estado, que con venia antes<br />

de proceder á un reconocimiento cualquiera,<br />

ecsaminar las relaciones queecsistianentreel-Teino<br />

de Ñapóles y la Santa Sede, antiguas- desde<br />

muchos siglos y constantemente observadas auir<br />

en los casos mismos de conquista.<br />

Presentado Mr. Alquier al Papa por el Car-


W9<br />

detfál Fesch, dio cuenta á Mr. Talleyrand de es­<br />

ta primera audiencia.<br />

Apenas entramos habló el Cardenal Fesch y dijo al Papa:<br />

" Salgo para París, y ruego á vuestra Santidad me dé sus en -<br />

cargos." Ninguno tenemos que daros repuso el Papa: solamente<br />

os encargamos digáis al emperador que aunque mal nos trata<br />

, le somos muy adictos, lo mismo que ¡í la nación francesa.<br />

Repetidle que no queremos entrar cu consideración alguna; que<br />

tratamos de conservar nuestra iudependencia , por miramiento<br />

á nuestra soberanía : que si nos hace violencia , protestaremos<br />

á la faz de Europa , y nos valdremos de los medios espirituales<br />

y temporales que puso Daos .en nuestras manos. " Vuestra<br />

Santidad, replicó el señor Cardenal, debería recordar que no<br />

tiene derecho á valerse de la autoridad espiritual en los actuales<br />

negocios .de Francia con Roma." El Papa con voz bastante<br />

alta, preguntó al señor Cardenal, de donde sacaba esta opinión.<br />

Creí entonces que debia retirarme para, no presenciar por<br />

mas tiempo una conversación que tenia tales principios, y .en<br />

la que el señor Cardenal no hubiera dejado de interpelarme,<br />

y como inhabilitarme para conferenciar con el soberano Pontífice<br />

, y probar mover su ánimo con algunas ideas.de conciliación.<br />

Fui á ver al Cardenal Consalvi á quien manifesté cuanto<br />

me habian sorprendido y aflijido las palab ras poco cuerdas<br />

•que oí decir al Papa, y le insté á que se valiese de su ¡aflujo,<br />

para hacer conocer al Soberano Pontífice,el resultado que podrían<br />

tener las discusiones que anunciaban sus discursos. .Le<br />

hice ver, que nadie mejor que él restablecería las relaciones<br />

indispensables entre Francia y Roma, y que en cierto modo<br />

«ra responsable al emperador y á la Europa,.de las resoluciones<br />

que tomase su soberano en las circunstancias actuales.. JEl<br />

•Cardenal me respondió que pensaba del mismo modo que el


Papa; y que esta era también la opinión de todos los individuos<br />

del sacro Colegio, que le era imposible variar en un negocio<br />

en que las medidas temporales que se reclamaban, so<br />

Tft'aian con lazos estrechos y principios incontestables, al deber<br />

y autoridad de la cabeza de la iglesia.<br />

De las observaciones que he podido hacer al oír al Papa y<br />

al secretario de estado, se deduce que se tiene acordado repeler<br />

resueltamente la proposición del emperador, y que se añade<br />

á la terquedad que aqui llama su doctrina , una irritación<br />

profunda y una animosidad personal de S. M. pero cuyo orijen<br />

y objeto desconozco igualmente.<br />

Debo añadir qne el Cardenal Consalvi me encareció mucho<br />

el celo con qne la corte de Roma ha cubierto los gastos<br />

causados por el paso de nuestras tropas, gastos que ascienden<br />

ya según me aseguró, á un millón cuatrocientos mil duros, y<br />

que se aumentan con cuatro ó cinco mil mas al dia por lo qne<br />

cuesta la guarnición de Ancona , hospital militar, y provisión<br />

de soldados transeúntes. Respondí que me parecía estar seguro<br />

de que por parte de Francia se hnbiesen reembolsado los<br />

adelantos hechos á estas tropas , ó se hubiese á lo menos dado<br />

algo á cuenta. Me protestó el secretario de estado que nada<br />

se habia dado absolutamente» y debo confesar qne el señor<br />

Cardenal Fesch ratificó dicha aseveración.<br />

Al dar cuenta de la conversación del Papa y del ministro»<br />

de Francia, be hablado de la negativa de su Santidad á acceder<br />

á una confederación. Ruego á V. E. se sirva recordar que<br />

en la carta que me ha hecho el honor de escribirme, y en las<br />

tres notas dirijidas al Cardenal legado, no se pone ni una ves<br />

la palabra confederación, ni otra alguna que pueda dar esta<br />

idea. .Sii'hay -sobre; este punto algunas negociaciones entabladas,<br />

yo no puedo continuarlas sin estar autorizado para ello, j mucho<br />

mas cuando el señor Cardenal Fesch no cree pueda comunicarme<br />

sus instrucciones sobre este punto, ni la corres-


pondencia que han motivado. Hallóme, pues, sin instrucciones<br />

y sin datos sobre un objeto político , tratado por el señor Car-<br />

denal durante mochos meses. Para principiar mis funciones,<br />

aguardaré á que se vaya el señor Cardenal Fesch, lo que suce­<br />

derá dentro de breves dias.<br />

Pido, Monseñor, á V. E. reciba el homenaje de mi mas<br />

profundo respeto.<br />

-p Firmado ALQUIER.<br />

Habia dificultades para el reconocimiento del<br />

título de rey de Ñapóles en la persona del rey José.<br />

El ministro de relaciones estranjeras anunció al<br />

Cardenal Caprara, que en los pasos dados por<br />

los soberanos antiguos no se entreveía mas que<br />

la opinión aislada de algunos reyes, no obligatoria<br />

ni á sus succesores, ni á sus estados. ( Entre estos<br />

algunos reyes, se halla Carlos I de España (I) á<br />

quien Francia conoce muy bien á su pesar.)<br />

Al subir el emperador al trono, no pretendió<br />

heredar únicamente los derechos de Ja tercera di­<br />

nastía que en su soberanía no abrazaba mas ¿que<br />

la mitad de los dominios sometidos hoy al im­<br />

perio. Pretendió heredar los derechos de los em­<br />

peradores franceses: y no será la corte de Roma<br />

(1) Recórrase en la historia el suceso de la famosa liga Clementina:<br />

la toma de Roma por loa españoles en 1&27 : !a paz de Cainbray en 15&9<br />

y se verá entonces el poco fundamento con que se llama npinion aislada<br />

al grareV razonado motivo contra el reconocimiento del intruso' rey de<br />

Ñapóles.<br />

f Nota del traductor.)


da que pretendasdecir que^Garlomagno rreeifeió de<br />

ríflíMa^a'iav^stMuiFa'de^su^i-éiiió; Si a<br />

nb*se ;<br />

vefifiea<br />

él recorióieimiento dé ;<br />

N;ápples, el emperador no<br />

reconocerá la potencia temporal dej¡ IJapa. ..Por lo<br />

,.çlen^as.,, en todos tiempos tendrá S. M. para con<br />

la cabeza de la iglesia aquella consideración >y<br />

respeto que.Garlonmgno j Iaús IX y otros príncipes<br />

cristianos tuvieron, sin dejai'le: estq,;por tocar<br />

ven nada á lo temporal y á los derechos rde la corona<br />

imperial.<br />

Se escribió al mismo tiempo á Mr. Alquieren<br />

estos términos:<br />

" Las relaciones de la santa Sede con S. M. deben ser las<br />

mismas que antes tuvo con los emperadores franceses que fundaron<br />

el imperio de occidente. S. M. debe por el interés de sus<br />

.pueblos y su propia dignidad sostener los derechos de su imperial<br />

corona, y. ninguno de los emperadores que le han<br />

transmitido estos derechos tuvo mas poder y voluntad de defenderlos<br />

que S. M. tiene. No atribuye S. M. al santo Padre todas<br />

las imprudentes determinaciones de que tan vivamente tiene<br />

que quejarse; pero véycon 'pesar presididos todos los cohse*<br />

.jos de la santa Sede por un hombre , cuyas particulares miras<br />

se han ligado de tal,.modo con las de Inglaterra, que seria<br />

imposible engañarse atribuyéndolas á la misma causa. Puede el<br />

Cardenal Consalvi en Roma creerse sin responsabilidad en<br />

cuanto al gobierno que él dirije ; pero S. M. por el mismo inferes<br />

de la corte, romanapuede hacerle responsable de los peligiíos^enrque<br />

la,Janee. ,<br />

- También tenia Mr. Alquiler orden de recomendar<br />

vá^Mr.'xGlermont Tonnerre, antiguoObis-


pode Clíalons. El Papa le respondió: "Igno-<br />

" ramos si seremos parientes de los Clermonts<br />

"de Francia, aunque fuera un honor pertenecer<br />

" á familia tan ilustre, dicese de ella haber es-<br />

" tado aliada con los mismos reyes de Francia; pe-<br />

" ro hemos prometido tener distantes de Roma á<br />

" nuestros parientes de Césene, menos podríamos<br />

" llamar á ella lejanos parientes:"


CAPITULO CATORCE.<br />

CONTINUACIÓN DE LA CORRESPONDENCIA DE MR. AL­<br />

QUIER.—Los PRINCIPADOS DE BENEVENTO Y DE PON­<br />

TE CORVO ENTREGADOS Á MR. DE TALLEYRAND Y AL<br />

MARISCAL BF.RNADOTTE.—EL CARDENAL CONSALVI ES<br />

REMPLAZADO POR EL CARDENAL CASONI.—RENUNCIA<br />

FRANCISCO II AL TITULO DE EMPERADOR DE ALEMA­<br />

NIA.—INSTITUYESE LA ORDEN DEL MORO—HAY MO­<br />

VIMIENTOS EN LA CALABRIA<br />

Continuaba informando Mr. Alquier á Mr.<br />

de Talleyrand de todo cuanto concernía á los<br />

asuntos de Francia, y quejábase de que mu­<br />

chas de las inculpaciones que se hacían al Carde­<br />

nal Caprara, acusando al gobierno Pontificio, pa­<br />

recían estar desnudas de todo fundamento.<br />

"Es un hecho, ( decia ) que el parecer del Secretario de es­<br />

tado , Cardenal Consalvi, en todos los asuntos qne tiene una<br />

afinidad relijiosa , es de poca ó ninguna influencia. En estos ca­<br />

sos la confianza del santo Padre recae en otros consejos , seña­<br />

ladamente en los que le dan los Cardenales Antonelli y di Pie-<br />

tro. Al Cardenal Consalvi lo encuentro yo perfectamente razo­<br />

nable y conciliable en todos los puntos que no se prestan á dis­<br />

cusiones teolójicas, siempre que puede obrar como hombre de


estado y conforme á sus particulares sentimientos. Pero lo que<br />

es preciso evitar con la corte de Roma, es en las negociaciones<br />

las vias que pueden conducir á disensiones sobre los derechos<br />

del santuario. Creo que por haberse separado de este principio, ha<br />

llegado á ser imposible de obtener la adhesión de Roma al pac<br />

to federativo del imperio francés ; como que este asunto puramente<br />

político se ha pedido que se sometiese á la deliberación<br />

del sacro Colejio, y se funda la oposición de los Cardenales en<br />

esta macsima: que no debe el gefe de la Iglesia y padre cAnun<br />

de los fieles , contratar empeños que debilitarían la autoridad<br />

de la santa Sede en una parte de Europa,y pondrían en peligro<br />

la fe de muchos de los habitantes de ella. Me atrevería á pedir<br />

que se dignase S. M. el emperador en estos momentos no tomar<br />

medidas de rigor con la corte romana."<br />

Una vana petición hacia Mr. Alquier. La nueva<br />

corte de Ñapóles acababa de pedir á Paris autorización<br />

para apoderarse de Benevento y de<br />

Ponte Corvo, y según se dijo en Roma, el emperador<br />

cruzo Los brazos , reflecsionóun momento<br />

y mandó que el principado de Benevento se<br />

diese en propiedad á su gran Chambelán , ministro<br />

de relaciones estranjeras , y se entregase Ponte<br />

Corvo al jeneral Bernadotte, de quien unos dicen<br />

quería recompensar los servicios, y otros que<br />

era por contrariarle en sus inclinaciones republicanas.<br />

Otros corresponsales aseguraban que Napoleón<br />

habia querido también alejar «le sí al ministro<br />

de relaciones estranjeras, comprometiéndole<br />

con Roma.


La verdad no se sabe todavía : pero lo cierto<br />

es , que desde luego encontró Mr. Alquier en sus<br />

negociaciones para el reconocimiento del nuevo<br />

rey de Ñapóles , obstáculos invencibles. El Papa<br />

le dijo: "Señor embajador, nos hemos hecho<br />

" cuanto el emperador ha querido, y S. M. no se<br />

" h^ creido obligado á guardarnos las promesas<br />

" hechas: si ahora cediésemos á lo que en su nom-<br />

" bre se nos pide, no escaparíamos del peligro<br />

" que nos amenaza. En las cartas particulares<br />

" de S. M., y en muchos documentos oficiales ve­<br />

nios que ya no se nos mirará como sobera-<br />

" no , si no accedemos al sistema federativo , ó<br />

"•no consentimos que se nos comprenda dentro<br />

" del imperio. También parece que en París se<br />

"cree tenemos la debilidad de dejarnos domi-<br />

"nardela voluntad del Cardenal Consalvi, á<br />

" quien se acusa sin razón , y que no somos mas<br />

"que un verdadero fantoccino ; pero le dare-<br />

" mos un sticcesor , y se verá como rro varía<br />

"nuestra opinión. Las tropas del emperador van<br />

" ocupando succesivamente todos nuestros Esta-<br />

" dos, y ni aun imponiendo nuevas contribucio-<br />

" nes podemos sostenerlas : os prevenimos que<br />

"si vienen á apoderarse de Roma les rehusaremos<br />

"la entrada del castillo deSant-Angelo , y no<br />

" haremos resistencia alguna; pero á cañonazos


" tendrán vuestros soldados que romper las puer-<br />

•* tas. Verá entonces la Europa como se nos tra-<br />

" ta, y probaremos á lo menos, que sabemos<br />

" obrar como lo ecsijen nuestro honor y nuestra<br />

"conciencia. Si nos quitasen la vida, nos honra-<br />

" rá el sepulcro y quedaremos justificado á los<br />

"ojos de Dios, y en la memoria de los hombres."<br />

Esta respuesta dada en un tono firme, con<br />

relijiosa resignación , y dejando percibir la sensación<br />

profunda de un orgullo ultrajado , daba<br />

bien á entender, sería invencible la tenÉfeidad del<br />

Papa de alli en adelante, y que sabia sin duda<br />

las donaciones de los principados de Benevento y<br />

de Ponte Corvo.<br />

Se pasó ademas sobre esto un oficio al Cardenal<br />

Consalvi; y como entonces hubo grandes<br />

debates sobre estos principados no será fuera del<br />

caso decir el modo que tuvo el gabinete francés<br />

de insinuar 1-a voluntad del emperador al gobierno<br />

pontificio.<br />

SEÑOR,<br />

" S. M. el emperador de los franceses rey de Italia ha tenido<br />

á bien otorgar á su Escelencia Mr. de Talleyrand , su camarero<br />

mayor y ministro de relaciones esteriores el título de<br />

príncipe y duque de Benevento, y á su Escelencia el mariscal<br />

del imperio, Bernadotte,el de príncipe y duque de Ponte Corvo.<br />

S. M. sabe que estas provincias comprendidas en el rey no de<br />

Ñapóles han dado ocasión mas de una vez á disensiones entra


esta corte y la santa Sede , y conociendo S. M. pueden reproducirse<br />

las antiguas desavenencias, ha determinado con el<br />

fin de pacificar la Italia que no pertenezcan ya á aquel reino<br />

que se apoderó de ellas en diversas guerras. Roma y Ñapóles son<br />

los estados que mas le interesan , y entre quienes desea haya<br />

aquella unión y buena correspondencia que les ecsije laprocsimidad<br />

misma de sus posesiones. Embarazada la buena administración<br />

de dichas provincias por su distancia , y siendo tan cortas<br />

sus rentas , S. M. cree recompensar sobradamente á la santa<br />

Sede del pequeño sacrificio que va á hacer, con otras donaciones<br />

que desde luego le serán mas útiles ; y no duda que el soberano<br />

pontífice llevado siempre de un deseo de paz, y en fuerza<br />

de su compon magnánimo y profunda sabiduría aprobará las<br />

disposiciones que para la tranquilidad de Italia ha dado , después<br />

de meditadas con una reflecsion y madurez que las hace<br />

de todo punto irrevocables. No es menester por consiguiente<br />

advertir á V. E. que lo que la corte de Roma resuelva sobre el<br />

particular ha de influir necesariamente en lo que S. M. se<br />

sirva después otorgar en favor del Papa, conforme á las intenciones<br />

que indicó en su menseje al senado. "<br />

Desde el momento en que el Cardenal Con­<br />

salvi enseñó esta nota al Padre santo, trató este<br />

de manifestar al emperador el disgusto que le<br />

causaba el verse despojar de sus posesiones. La<br />

carta de S. S. está llena de dulzura y de resig­<br />

nación.<br />

La reclamación oficial del Cardenal Consalvi<br />

fué hecha de modo bien decidido y terminante;<br />

pero se sostenían en Paris las determinaciones to­<br />

madas , valiéndose de recriminaciones; y dicien-


do que Barberini era asesino de Duphot, y goza­<br />

ba la confianza del Papa.<br />

" S. M. no puede sufrir, decia el ministro según una nota<br />

del emperador, que desempeñe la prefectura de policía en liorna<br />

un hombre que la deshonra, y que está espuesto, al primer<br />

destacamento francés que pase á Romo , á presenciar la justi­<br />

cia que se haga de los asesinos de Duphot en el mismo sitio<br />

donde le mataron. El gobernador que es piamontes ( monseñor<br />

Cavalchini ) debe desear que su subalterno el prefecto de poli­<br />

cía no sea enemigo de su país, y si se le conserva en su empleo,<br />

no se debe tratar ya ( al gobernador ) sino como emigrado.<br />

En esta nota se confundía una majistratura<br />

de Paris con otros empleos muy diversos de Roma.<br />

El 17 de junio dio el Cardenal Consalvi su<br />

dimisión, y fué reemplazado por el Cardenal Ca-<br />

soni , anciano de setenta y cuatro años, vice le­<br />

gado que habia. sido de Aviñon, y después nuncio<br />

en España. No nos faltarán ocasiones de volver á<br />

mentar al Cardenal Consalvi, porque un hombre<br />

de este jenero no puede pasarse mucho tiempo en<br />

la oscuridad."<br />

El nuevo gobierno Pontificio, herido profun­<br />

damente con la enfeudación de Benevento y Pon­<br />

te Corvo, no pasaba instrucciones algunas al<br />

Cardenal legado, y todos los asuntos con la santa<br />

Sede quería que se tratasen en Roma mismo.<br />

. El Cardenal Caprara, que hasta entonces ha­<br />

bia tenido á su lado á Monseñor Sala y Monsé-


ñor Mazio, hombres de conocido talento y de<br />

mucha fidelidad al santo Padreólos vio reempla­<br />

zar por Monseñor Lazzarini y el abate de Rossi<br />

con satisfacción del gobierno francés, que se<br />

aplaudia de haber alejado á los otros dos prela­<br />

dos , sus austeros contradictores; pero sucedió<br />

que se vio alterada la confianza del Papa en su<br />

legado, aunque éste recibía también buenos con­<br />

sejos de sus nuevos secretarios.<br />

Se notificó al gabinete de la santa Sede el ad­<br />

venimiento al trono de Holanda del rey Luis , y<br />

contestó contrayéndose solo á su ministerio pasto­<br />

ral que profesando este príncipe la'relijion católi­<br />

ca, esperaba protejiese su culto en aquel reino : y<br />

al mismo tiempo, habiendo comunicado Mr. Al-<br />

quier el nombramiento del Cardenal Fesch á la<br />

dignidad de coadyutor succesor del elector canci­<br />

ller mayor, respondió el Papa, que le sería muy<br />

agradable terminar prontamente las negociacio­<br />

nes relativas á este último asunto, supuesto que<br />

se referia a un pariente del emperador Napoleón;<br />

pero que, como la dignidad que recibía era alema­<br />

na , sería á propósito que se solicitase el consenti­<br />

miento de Francisco II, emperador de Alemania.<br />

El Cardenal Fesch no queriendo comunicarse<br />

con el Cardenal Consalvi con quien no estaba<br />

bien , atropellando las reglas dirijió una carta al


santo Padre, ;<br />

y tambieii Mr. Alquier ,11o mos­<br />

trando mucha consideración al nuevo ministro<br />

Cardenal Casoni, escribió al Papa directamente.<br />

SANTÍSIMO PADRE,<br />

" Cumplo con el mas honroso y consolador de mis * debe-><br />

res al manifestar á V. S.el deseo que el emperador y rey , mi<br />

augusto soberano, tiene*de que se compongan las diferencias<br />

entre S. M: y lacaanta Sede: el emperador mira como una de<br />

de sus mayores, prerogativas , la de protejer á la Iglesia, cuya<br />

autoridad augusta, nadie mejor que él reconoce; 1<br />

pero al mismo<br />

tiempo ve S. M. con desagrado que la santa Sede tenazmente<br />

opuesta á una condescendencia prudente y saludable trata de<br />

embarazar inútilmente ciertos intereses, que el emperador jamas<br />

podrá abandonar; y á pesar del grosero empeño en no acceder<br />

á las pretensiones de S. M. el emperador no mira sino al deseo<br />

que le anima de manifiestar siempre ¡al jefe dé la ígTesH" su pie­<br />

dad filial y su afecto personal á V. S.<br />

"Espresamente encargado estoy, santísimo Padre, de ase*<br />

gurar á vuestra Santidad, que conservará la integridad de sus<br />

estados , vuestra Santidad , si* quiere adoptar las medidas que<br />

la posición de su territorio y la seguridad de Italia hacen indispensables.<br />

*lhde S. M., el emperador y rey, que vuestra Sá'ñíidá'd<br />

declare ó por un tratado, ó bajo otra -forma en que se .-convenga,<br />

1.° Que se cerrarán todos los puertos del-estado pontifi­<br />

cio á Inglaterra, todas las veces que esta ffacion esté en<br />

guerra con Francia. 2. 0<br />

Que Tas fortalezas del estado 'ro­<br />

mano serán ocupadas por tropas francesas, sienipre queiín<br />

ejército de tierra desembarque, ó amenace desembarcar >éñ<br />

algún punte de Italia. El reconocimiento de estos principios


satisfaiá á S. M., teniéndolos en lugar de cualquiera otra declaración."<br />

" He manifiestado , santísimo padre, las últimas proposiciones<br />

de S. M. que son las que defienden el poder temporal 'de la<br />

santa Sede, que en vano podrían desconocerlas ó desecharlas.<br />

La*s intenciones de S. M. son claramente asegurar la comu»<br />

nicacion entre la alta y baja Italia: y pregunto ahora á V. S.<br />

¿qué soberano reuniendo en toda esta parte de Europa á tan<br />

grandes intereses fuerza tan imponente se contentaría con ecsijir<br />

solo para precaverse en caso de guerra, condiciones tan<br />

sencillas como las que acabo da establecer?<br />

" Suplico á V. S. reciba el homenaje de mi mas profundo<br />

respeto,y me conceda su bendición apostólica."<br />

Respondióle el Papa en los términos mas aten­<br />

tos corno á embajador, pero absolutamente negati­<br />

vos en cuanto á las cuestiones, y con este motivo<br />

obtuvo Mr. Alquier una audiencia en la cual le ha­<br />

bló su Santidad de este modo: "pero ustedes son<br />

" los mas fuertes, obren ustedes como les parezca<br />

" útil, y lo que mas conveniente crean: cuando<br />

" quieran serán los dueños de nuestros Estados, y<br />

" dispondrán según su propia voluntad de todos<br />

"nuestros recursos, ¿á que pues ecsijir nuestra<br />

" espresa autorización? Ahora mismo, en este mo-<br />

" mentó finjirnos ignorar, que se está fabricando<br />

" dentro de Roma pólvora destinada al sitio de<br />

" Gaeta, y brulotes á algunas millas de distancia<br />

"de nuestra capital. Jamás seriamos tan ignorante<br />

" que intentásemos el hacer resistencia. Elempera-


dor debe considerar , que las protestas que haga­<br />

mos en estas circunstancias, menos tienen por ob­<br />

jeto desagradarle, que evitar las quejas y resen­<br />

timientos de sus enemigos para que nó lo sean<br />

nuestros. Además, puede S. M., cuando le parez­<br />

ca, ejecutar sus amenazas, y arrebatarnos cuan­<br />

to poseemos; estamos á todo resignado y dis­<br />

puesto si lo quiere asi, á retirarnos en un conven­<br />

to ó en las catacumbas de Roma , siguiendo el<br />

ejemplo de los primeros sucesores de San Pedro."<br />

(Se referia aquí el Papa á las epístolas escritas por<br />

Gregorio II á León de Isaura,) y fueron dichas<br />

estas palabras con un acento tan tranquilo y me­<br />

ditado , y en tono de tal resignación , que des­<br />

cubrían lo inalterable del ánimo.<br />

Referimos ya los debates entre el Papa y Na­<br />

poleón con motivo del título de emperador, y la<br />

respuesta del Pontífice declarando no reconocer<br />

otro emperador de occidente que el que habitaba<br />

en Viena: pues probablemente Napoleón ensayó<br />

por medios que no son de nuestro propósito , li­<br />

brarse de una concurrencia tan segura en la pose­<br />

sión de su título, cuando el 6 de agosto Francisco<br />

II publicó una declaración en la cual se leía:<br />

Convencido de la imposibilidad en que estamos de Henar<br />

por mas tiempo las obligaciones que nuestras funciones impe­<br />

riales nos imponen, debemos á nuestros principios hacer<br />

20


enuncia de una corona que no tenia precio á nuestros ojos sino<br />

en tanto que eatabamosen proporción de responder á la<br />

confianza de los electores , príncipes y demás estados del imperio^<br />

de llenar los deberos que nos estaban encargados. Declaramos<br />

pues, que miramos como disueltos los lazos que nos<br />

•unían al cuerpo del imperio jermánico."<br />

Desde este momento el emperador Francisco II<br />

dejaría de llamarse emperador de Alemania v<br />

vendría á ser Francisco I emperador de Austria.<br />

Mas siempre le encontraron los ministros de<br />

Pió VII dispuesto á mejorar y animar la adminis­<br />

tración interior.<br />

El 23 de setiembre se publicó un breve ins­<br />

tituyendo la condecoración de la orden de Moro,<br />

ó Morcto , que se daría al presidente déla Acade­<br />

mia de San Lucas , dedicada á las bellas artes,<br />

cuando hubiese cumplido tres años de presidente,<br />

por cuya gracia manifestaron todos los artistas de<br />

Roma su reconocimiento al santo l'adre.<br />

Por otra parte , era imposible que las violen­<br />

cias cometidas por las tropas francesas no encon­<br />

trasen eco en todos los puntos de Italia, no domi­<br />

nados por ellos. Llamábase ya á los calabrests<br />

para que tomasen las armas como en el año de<br />

1799, y D. Felipe Cancellier, brigadier de los<br />

ejércitos del rey de Ñapóles Fernando IV conci­<br />

taba los ánimos de la baja Italia.<br />

M<br />

El desvarío de la razón mas inaudito , la impiedad mas


atrevida, después de haber desolado j? trastornado los reinos<br />

mas opulentos , los paises mas florecientes de toda Europa,lia<br />

penetrado hasta nosotros, y estendidose hasta nuestros confi­<br />

nes r trayendo consigo el estrago y el desorden , incendiando y<br />

saqueando los pueblos , despojando loa templos, profanando<br />

los altares, y derribando á sus pies lo mas sagrado y divino<br />

de nuestra relijion.<br />

" La Irrelijion y la licencia mas desenfrenada llevada en<br />

triunfo por inicuos usurpadores y ciegos cómplices á cara des­<br />

cubierta, amenazan á la fe y al trono con total esterminio-<br />

M<br />

Dios, que proteje su Iglesia con brazo poderoso, y que<br />

mantiene en el trono a los soberanos lejitimos , ha confundido<br />

mas de una vez los depravados consejos de nuestros enemigos,<br />

y ha estorbado sus funestos designios.* Nuestro relijioso monarca<br />

Fernando IV por conservar en sus fíeles dominios napolitanos<br />

la creencia romana, timbre glorioso heredado de sus augustos<br />

antepesados, y por no ver á sus queridos vasallos jemir bajo el<br />

yugo opresor y tiránico de un injusto usurpador, supo encon­<br />

trar medios prontos y eficaces de abatir, y desalojar de su reino<br />

las fuerzas enemigas'.<br />

" Se confederé con las potencias mas -formidables del norje;<br />

recibió de ellas numerosos socorros de valientes guerreros, y<br />

marchó sobre' la capital para destruir los miserables restos de<br />

sus enemigos.<br />

" Invitamos, eshortamos á todos los valientes calabreses é<br />

•intrépidos caudillos en el levantamiento de las dos provincias a<br />

presentarse inmediatamente á nosotros para recibir las órdenes<br />

•convenientes.<br />

Calabreses, lejos de vosotros todo espíritu de partido, todo<br />

sentimiento de venganza privada, toda acción en fin , que de*<br />

grade á la humanidad y deshonre al cristianismo! Siendo como<br />

sois una nación jenerosa , os cubriríais de ignominia á los ojos


de las naciones civilizadas y de las edades futuras! ..<br />

Así pues prontitud , valor , sumisión '.prontitud para tomar<br />

las armas , valor para vencer al enemigo , y sumisión para defender<br />

la relijion, el honor y la patria ultrajados por la impiedad<br />

, por la insaciable codicia de los satélites del usurpador.<br />

Roma tenia tanto que lamentarse de la situa­<br />

ción en que se hallaba el santo Padre, que no po­<br />

dia suceder recibiese fríamente la noticia de se­<br />

mejantes acontecimientos. Si Ñapóles volviese á<br />

poder del rey Fernando, desaparecerían para Ro­<br />

ma las ecsijeneias con que la vejaban las tropas<br />

francesas en su tránsito, y el emperador dulcifi­<br />

caría su conducta con mas consideraciones ; pero<br />

el emperador era ya el vencedor de .lena , donde<br />

hacia cuarenta mil prisioneros: el 27 de octubre<br />

entraba en Berlín; el 21 de noviembre publica­<br />

ba en esta capital el decreto que declaraba á las<br />

islas británicas en estado de bloqueo; el 28 del<br />

mismo mes la Rusia le declaraba la guerra, y él<br />

entraba en Varsovia el 19 de diciembre.


CAPITULO QUINCE.<br />

RECLAMA EL CARDENAL CASONI CONTRA KL DECRETO<br />

DE BBRF.M CEREMONIAS DE UNA CANONIZACIÓN.<br />

ERUESE EN BASÍLICA MENOR NUESTRA SEÑORA DEPA-<br />

RIS.—MUERTE DEL CARDENAL DE YORK , ULTIMO DE<br />

LOS STLARDOS.—Sí; TESTAMENTO.<br />

Escribía Mr. Alquier ú Mr. de Talloyrand<br />

diciéndole:<br />

" Estrañamonte íe han engañado los que pensaban que la<br />

tleesibilidad aparento del Papa era el carácter de este soberd-<br />

" no, fácil de recibir la impresión de los movimientos que se le<br />

u<br />

diesen. Tal manera de juzgar no es ecsacta sjno en cuanto á<br />

"los asuntos de administración , 6 de lo interior del gobierno;<br />

" pero no en todo lo que pertenece á su autoridad como cabeza<br />

" de la Iglesia, que entonces no obra mas que por propia dispoei-<br />

"cion. Piensa, como todos los ultramontanos, que las persecu-<br />

" clones de la Iglesia, según la espresion de ellos, deben traer<br />

"tiempos ma3 prósperos y días de triunfo; por lo que dicen al«<br />

" tamente.—Si el emperador nos derriba , nos levantará su<br />

"sucesor." (Lo cual, á la verdad, se ha cumplido.)<br />

El Cardenal Casoni recibió orden del Papa<br />

para reclamar contra el decreto de Berlín , y esta<br />

nueva escitó alguna ira cu el cuartel jeneral de


Ostrolenka, encargándose al príncipe virey de<br />

Italia, que escribiese á su Santidad. Lo hizo el<br />

príncipe en términos llenos de deferencia, y el<br />

Papa le contestó con los mismos argumentos<br />

dados á las mismas cuestiones que antes se habian<br />

propuesto.<br />

Tenemos que referirnos al año de 1807 para<br />

hablar de uno de los hechos mas notables del pontificado<br />

de Pió VII: para esto debemos prescindir<br />

de la opinión , sea cual fuere, de los filósofos<br />

modernos sobre estas apoteosis cristianas. Ellos<br />

mismos, con el Panteón de la patria reconocida<br />

á los grandes hombres, no procuran recordar á las<br />

naciones aquellos primeros corifeos de la revolución<br />

, á quienes rinden sus homenajes, y cuya vida<br />

ajitada , cuyos sentimientos cesaj erados, y á<br />

veces inconstantes han trastornado el mundo, y<br />

cuyo renombre perece casi al mismo tiempo que<br />

ellos i Todo es grande, todo noble y memorable<br />

en ellos mientras dura el primer entusiasmo , que<br />

en pocos meses suele resfriarse. No sucede así en<br />

la iglesia , que obra con otra formalidad y espíritu<br />

muy diferente : un detenido cesamen precede<br />

á la beatificación ; y para la canonización definitiva<br />

se requiere por lo regular un siglo. Esta<br />

ceremonia es efectivamente la mas solemne que<br />

puede celebrar un Papa , y la que mas debe ani-


mar el celo de los fieles : todos pueden ser acree­<br />

dores á tan sublime recompensa; el pastor , la<br />

doncella inocente , el rey , el guerrero , el simple<br />

clérigo , la relijiosa humilde, el misionero már­<br />

tir en las ludias: sin embargo ni Clemente XIV,<br />

ni Pió VI habían celebrado esta función retraídos<br />

por los inmensos gastos que eran indispensables,<br />

y para los cuales no bastaban sus fondos.— " Soy<br />

aun pontífice , y quizá por algunos meses , decía<br />

Pío VII, quién sabe si nuevas victorias en el nor­<br />

te de Europa ocasionarán mi ruina ? Apresurémo­<br />

nos á celebrar una fiesta en (pie resplandezca so­<br />

bre mi cabeza aquella misma tiara que nos dio<br />

no hace mucho como presente un hija ingrato."<br />

Pió VII superó todos los obstáculos, dijo que re­<br />

nunciaba á todos sus derechos como Pontífice, y en<br />

cuanto á los demás gastos prometió pagarlos en<br />

diez años, y no escusa? eualquiera alguno que<br />

pudiese contribuir á una solemnidad tan grande.<br />

Al esponer francamente nuestros sentimien­<br />

tos, dejamos á Mr. Alquier la libertad de mani­<br />

festar los suyos; el cual, aunque al principio ha­<br />

bla con aquel estilo de frivolidad propio del tiem­<br />

po, concluye en buen sentido.<br />

Entretanto en el campo de Finkenstein se<br />

mandaba dar publicación en Francia á una bu­<br />

la del 28 de febrero de 1805, que erijia en


asílica menor la iglesia metropolitana do París.<br />

" Esta iglesia, dice la bula de Pió VII, gozaba ya desde<br />

«1 tercer siglo del título de iglesia catedral y pontificia , y Gregorio<br />

XV la erijió en metropolitana: ha sido dos veces visitada<br />

por nos en presencia de nuestros venerables hermanos los<br />

cardenales de la iglesia romana, y estando rodeado de casi<br />

todos los Obispos de las Ciabas y de una gran parte del clero<br />

francés. Concedemos á la citada iglesia el derecho de poder<br />

llevar en las procesiones el conopeo, vulgarmente llamado<br />

pabellón con campanillas, á imitación de las semejantes basílicas<br />

de nuestra ciudad. ( 1 )<br />

Líi vi reina de Italia dio á luz en este año una<br />

princesa, de cuyo nacimiento dio parte el empe­<br />

rador á su Santidad. El Papa respondió en una<br />

carta escrita en latin felicitándole únicamente, y<br />

al vi rey le escribió en el mismo dia , con motivo<br />

deque hablaba dé. si habia ó no intrigas y engaños<br />

al rededor del Papa.<br />

El Padre santo se espresa en estos términos:<br />

"Estamos siempre oyendo decir que en nuestras operaciones<br />

nos dejamos llevar del influjo de nuestro gabinete y de<br />

los malos consejos de los que nos rodean , y aunque sufrimos<br />

con conformidad tamaña humillación, no podemos llevar con pacieucia<br />

que se falte á la verdad.Lo repetimos aun otra vez, después<br />

de haberlo ya dicho varias en diversas ocasiones: en<br />

cnanto á los negocios importantes de la iglesia deliberamos y<br />

( 1 ) Ea ltoma hay cuatro Iwsilieas mayores , San Juan de Letran,<br />

San Pedro del Vaticano, San rabio y Santa María la .Mayor , y tres me­<br />

nores, San Sebastian, Santa Cru¿ de Jcrusalcn, y San lorenzo. Se las<br />

visita en un dia y esta visita se llama la de las sitie iglesias ó de tos siete<br />

altares.


juzgamos siempre según nuestra conciencia, según el senti •<br />

miento íntimo de nuestros deberes , y no según el influjo ajnno:<br />

no nos fiamos de los consejos ni de las luces de otro, antes<br />

bien ecsaminamos madura y detenidamente los asuntos , y<br />

libre de toda pasión humana, suplicando al altísimo en nuestras<br />

fervorosas oraciones nos encamine al bien de la Iglesia,<br />

seguimos únicamente la voz de Dios que nos ha impuesto obli -<br />

gaciones, de que él solo en el cielo y nosotros en la tierra podemos<br />

ser jueces."<br />

"La canonización de cinco bienaventurados habia llamado<br />

muchísima jente : nuestra nación no se mostró indiferente á un<br />

acontecimiento tan grande. Nicolasa Boilet, nacida en Francia,<br />

y colocada en el número de las santas , es una nueva protectora<br />

del imperio. De todas partes, hasta del interior de Bohemia y<br />

Hungría han acudido católicos devotos á esta solemnidad que<br />

hacia ya cerca de un siglo no se habia visto; y que se ha celebrado<br />

con el mayor orden , sin que el menor accidente alterase<br />

la alegría pública; y el único que pudo turbarla fue por culpa<br />

nuestra: porque el ayudante comandante ilamel, que según<br />

las órdenes de su Alteza imperial el virey no debió estar en<br />

Roma , tuvo el atrevimiento de presentarse en San Pedro con<br />

veinte cazadores á caballo y sable en mano al rededor del coche.<br />

Los concurrentes no pudieron menos de mirar con disgusto<br />

el aspecto amenazador de esta comitiva, y el Papa justamente<br />

ofendido de que un particular anduviese con guardia en su<br />

capital me hizo escribir una carta muy fuerte sobre este asunto<br />

, que afortunadamente en breve pudo componerse."<br />

En esta carta le prometía al príncipe la ins­<br />

titución canónica para los Obispos de Italia,<br />

cuyas informaciones arregladas se remitiesen a.<br />

Roma.


El 15 do julio se estinguió la familia de los<br />

Estuardos con la muerte del Cardenal de York.<br />

Este príncipe nacido en Roma el 6* de mar­<br />

zo de 1725, fué bautizado por Benedicto XIII,<br />

y desde luego se intituló duque de York. Des­<br />

pués que Benedicto XIV lo invistió de la purpu­<br />

ra se llamó solamente el Cardenal de York. Te­<br />

nia todos los papeles y alhajas que su padre habia<br />

dado ásu hijo mayor Carlos Eduardo , y que él<br />

recqjió á la muerte de este príncipe-, y dejó he­<br />

cho un testamento de que mas adelante hablare­<br />

mos. (1)<br />

(1) Traslado aquí este testamento que hasta ahora no se ha publicado,<br />

porque me parece un documento útil para el conocimiento de esta histo­<br />

ria.<br />

" Noi, Enrique Benito Maris hijo de Jncobo IIT, rey de'Inglaterra,<br />

de Bseocia , de Francia y de Irlanda, Cardenal de la santa Iglesia ro­<br />

mana , Obispo de Frascati, considerando que somos mortales, y no sa­<br />

biendo el dia ni la hora en que el Señor dispondrá de nosotros , determi­<br />

namos en la presante en que nos hallamos con buena salud y sentidos<br />

«abales dar nuestra última disposición tanto en los negocios espirituales<br />

como temporales; y es como sigue:<br />

" Siendo tan grande la confianza que tonemos on Monseñor Anjel'Ce-<br />

-armí Obispo de Milcvi y rector de nuestro seminario, tan grandes las<br />

pruebas que nos tiene dadas de honradez, y fidelidad , amor y respeto<br />

creemos no deber fiarnos sino de él en un acto tan importante como el<br />

que al presente nos ocupa.—De todos nuestros bienes raices y muebles<br />

como oro, plata , diamantes , alhajas, créditos y acciones de nuestra<br />

real casa , de cualquier especie que sean , y de todos los derechos de<br />

nuestra rasa y familia trasmitidos y trasmisibles, declaramos y nombro<br />

mos por heredero universal fiduciario al susodicho Monseííer Cesarini,<br />

Obispo de MÍICTÍ y rector de nuestro seminario, con quien hemos pasado


Algunos ingleses hay que buscan todavía una<br />

medalla que este príncipe acuñó en Roma , en la<br />

cual se da el título de Enrique ÍX.<br />

El emperador Napoleón dijo al saber el talle-<br />

gran parte de nuestra vida: mandamos por lo tanto que todo lo que<br />

aquel quiera y mando bien sea en cuanto á la herencia de todos nuestros<br />

derechos, créditos y acciones bien en cuanto á nuestros legados de<br />

cualquier especie, calidad y cantidad que sean y en cuanto á nuestra<br />

capilla y ornamentos sagrados se considere por nuestra libre y espontanea<br />

disposición ; y declaramos al mismo tiempo tener un especial permiso de<br />

Benito IV para disponer de dichos objetos conforme queda espresado.<br />

" ítem, declaramos que todos los bienes que á nuestra herencia per­<br />

tenecen muebles ó inmuebles ; oro, plata, alhajas é insignias de nuestra<br />

corona, y condecoraciones de nuestra casa y persona nos pertenecen<br />

libremente, «orno que todos son en parte herencia de nuestros antepasados<br />

y en parte adquisición posterior y ahorros nuestros.<br />

" ítem , declaramos que nadie puede obligar al susodicho heredero<br />

fiduciario á manifestar los fideicomisos que se le comunican, mientras él<br />

no lo juzgue oportuno, pues es nuestra voluntad que haga semejante de­<br />

claración en el tiempo, lugar y circunstancias convenientes; pero sí<br />

acaso alguna persona de estirpe soberana bajo cualquier titulo que sea le<br />

obligare á hacerla total ó parcial, le declaramos y nombramos heredero<br />

universal propietario con entera facultad de gozar y disponer de todos<br />

nuestros bienes muebles y raices.<br />

"Ítem, mandamos que todos los papeles firmados de nuestro puño<br />

que se hallaren en el palacio de liorna y do Frascati, ó en poder del su­<br />

sodicho fiduciario , se consideren como parte integrante de la presente dis­<br />

posición .debiendo por consiguiente aquel ejecutar puntualmente cuanto<br />

contengan.<br />

44<br />

Finalmente es nuestra voluntad quo se tenga aquí por renovada la<br />

protesta consignada en las aotns del notario Cataldi el 27 de enero de<br />

1784 y publicada con ocasión de la muerte de mi serenísimo hermano e'<br />

80'del mismo de 1788, relativa á la trasmisión de nuestros derechos ¡í la<br />

«orena de Inglaterra en favor del principe en quien recaigan por dere­<br />

cho , ( de jure ) por procsimidad de parentesco ó por derechos sucesivos.


cimiento del último de los Estuardos. "Si hubiese<br />

dejado tan solo un hijo de ocho años le hubiera yo<br />

rehabilitado, y puesto sobre el trono de la Gran<br />

Bretaña."<br />

" Esta es nuestra última voluntad y disposición testamentaria dictado<br />

palabra por palabra ( da verbo ad verbum ) y queremos valga por siempre<br />

y como mejor convenga.<br />

" Fecha el quince de julio de 1802, en Frascati.<br />

"EXBIQUX REÍ."<br />

Parece que en esta protesta quedaba incierta la sucesión por que so<br />

subiaá Enriqueta Ana de Inglaterra hija de Carlos I, que nació el 16<br />

de junio de 1U44, y casó el 31 de marzo de 1G61 con Felipe de Franc ia<br />

duque de Orlcans, hermano de Luis XIV_(tancelebrada en las oraciones<br />

fúnebres de Bossuet) Esta princesa tuvo de Felipe un principe que mu­<br />

rió de tierna edad , á María Luisa mujer de Carlos 11 rey de España,<br />


CAPITULO DIEZ Y SEIS.<br />

GASTOS Y PRESUPUESTOS DEL ESTADO ROMANO EN LOS<br />

ANOS 1806 Y 1807«—CARTA DE NAPOLEÓN AL VIREY<br />

DE ITALIA.—REEMPLAZA A MR. DE TALLEYRAND EN<br />

EL MINISTERIO DE NEGOCIOS ESTRANJEROS MR. DX<br />

CHAMPAGNY.—RUMORES SOBRE NOMBRAR A NAPOLEÓN<br />

EMPERADOR DE' OCCIDENTE.—NOTIFÍCASE AL PAPA EL<br />

CASAMIENTO DE JERÓNIMO BONAPARTE CON LA PRIN­<br />

CESA DE WüRTEMBERG. — V*A NAPOLEÓN Á VENECIA<br />

El Papa tenia mandado que se continuasen<br />

pagando los dispendios que ocasionaban las tropas<br />

francesas, y que se formasen las cuentas del<br />

año anterior de 1806, y el presupuesto de los<br />

gastos de 1807. Los rendimientos habían producido<br />

en 1806, 2.869.287 piastras 35 bayocos, y<br />

los gastos subieron á 2.905.038 escudos 31 bayocos,<br />

de modo que no habia mas déficit que el de<br />

36.000 piastras, que fué mandado pagar por el<br />

Papa. ,¿f¡<br />

Sin embargo, muchos despachos de los ajentes<br />

diplomáticos, residentes en Roma, habían ha-


lado á sus cortes, de la administración del Es­<br />

tado pontificio como de un caos que debia ocasio­<br />

nar su ruina. Los presupuestos de 1807 se calcu­<br />

laron en 3.651.127 escudos 37 bayocos, y según<br />

las cuentas rendidas después en 1808 , el déficit<br />

que resultó de 1. 13.J.2(>. (<br />

) escudos 72 bayocos,<br />

procedió de los suministros hechos á las tropas<br />

francesas. El estado invertía , pues, en sostener­<br />

las la cuarta parte de sus rentas , y el Papa decía<br />

muy sabiamente. " Estamos nosotros tranquilos<br />

en nuestro reino, nuestras rentas cubren nuestros<br />

gastos; pero tenemos que mantener á jente es-<br />

traña: de consiguiente, imponer nuevos impues­<br />

tos , atraerse el odio de los pueblos, correr el pe­<br />

ligro de ver levantarse sediciones causadas por el<br />

descontento que las contribuciones producen , y<br />

sufrir que nos las inculpen , como si tuviesen un<br />

móvil político.<br />

A estas dificultades ocurría Mr. Alquier diciendo<br />

:<br />

** S. M. I. y II. está estrañarnenío importunado con las<br />

pequeneces y querellas, que no para do suscitarle la corte de<br />

Roma. Sobre todo , está indignado de las amenazas que se le<br />

hacen , de escomulgarlo y declararlo depuesto del trono. No<br />

queda ya mas que tratar de encerrarle como á LuÍ3 el simple.<br />

Tiempo es pues de que se determinen y acaben todos estos<br />

discursos ó clamores."<br />

Y á estas quejas verbales anadia la petición


m<br />

de sus -pasaportes, sino se le daba una ^respuesta<br />

conveniente , yTio se mandábala poderes al Cardenal<br />

Caprara,para que tratase de todos los asuntos<br />

en Paris.<br />

Un dia le ¡respondió ¿el Papa sin que se ake-*<br />

rase en lo mas itíteimo ítt ^sonsomía. '"íLo Genios<br />

hecho todo porque "hubiese buena correspondencia<br />

y concordia, y dispuesto estamos á obrar<br />

del mismo modo en adelante con tal de .q-ue se<br />

mantenga ¡la integridad de los 'principios, "pórCuya<br />

virtud somos irrematíble. En éíló se interesa:<br />

nuestra conciencia, y en este particular no se obtendrá<br />

nada de nos, ancorchh á scorticassero; porque<br />

tenemos un carácter que se sostiene mas firme<br />

'que minea , cuando nos amenazan , y quieren<br />

inspirarnos terror. Wada tememos; que átodo nos<br />

hallam os preparado.<br />

Napoleón que no quería escribir mas cartas al<br />

Papa; y que deseaba hablae dé sus diferencias<br />

con ©1 Pontífice escribió al viréy de Itaiia desde<br />

Dresde en 22 de julio.<br />

HIJO -MÍO.<br />

En la carta que su Santidad os ha dirijido , que ciertamente<br />

no está escrita por -éi ;, he visto que' me amenaza»<br />

Acaso creerá que los derechos del trono son írtenos sa^jfca*<br />

dos á los ojos de Dios, qne los de Ja tiara? Antes


no hay un rincón del mundo, de Alemania, de Italia, de Polonia<br />

, en donde yo no haya hecho mas bien á la relijion , que le<br />

ha hecho el Papa mal ? No por mala intención sin duda, sino<br />

por los consejos perniciosos de algunos hombres limitados qtte<br />

le rodean. Quieren denunciarme á la cristiandad ! Ese ridiculo<br />

pensamiento no puede ser hijo mas que de una profunda ignorancia<br />

del siglo en que vivimos: hay en él un error de milanos<br />

de data, y el Papa que á tal paso se atreviese, cesaría de serlo<br />

á mis ojos , no considerándole yo de otro modo que como al<br />

antecristo , enviado para trastornar el mundo y hacer daño á<br />

los hombres : daría gracias á Dios de su impotencia.<br />

" Si asi fuera , separaría de toda comunicación con Roma<br />

á mis pueblos, y establecería una policía tal , que no se viesen<br />

mas circular esos escritos misteriosos , ni provocar á esas reuniones<br />

subterráneas que han esparcido la alarma en varias<br />

partes de Italia , y no han sido imajinadas con otro objeto,<br />

que el de alarmar las almas timoratas."<br />

¿ Qué quiere hacer Pió VII denunciándome á la Cristian»<br />

dad ? poner mi trono en entredicho, escomulgarme. ¿ Cree que<br />

mis soldados depondrán las armas ? Cree poner el puñal en las<br />

manos de mis pueblos para asesinarme? Entonces ya nada le<br />

faltaba sino hacerme cortar el pelo y encerrarme en un convento.<br />

El Papa actual en el hecho de tomarse la molestia de venir á<br />

Paris á coronarme se ha manifestado un prelado santo, pero él<br />

queria que le cediese las legaciones , cosa que ni he podido , ni<br />

querido hacer. El Papa actual es muy poderoso; los clérigos no<br />

se han hecho para gobernar Porqué el Papa no quiere<br />

dar al Cesar lo que es del Cesar, es acaso él en la tierra mas<br />

que Jesucristo ? Si prosigue en alterar la paz de mis estados,<br />

quizá no esté lejos el tiempo en que no reconozcamos en el Papa<br />

sino el Obispo de Roma igual en dignidad á los de mis estados;<br />

y quizá no tema reunir en un concilio la iglesia de Francia,<br />

Italia, Alemania y Polonia para gobernarme sin Papa......


Lo que puede salvar en un pais puede salvar en otro : los derechos<br />

de la tiara no son en suma sino humillarse y suplicar.<br />

( Ah! cómo Napoleón Pontífice vence aqui á Napoleón Creyente<br />

! ) " He recibido mi corona de Dios y de mis pueblos, á<br />

nadie sino á Dios y á mis pueblos soi responsable de ella: seré<br />

siempre Carlomagno para la corte de Roma , pero jamas Luis<br />

el Bueno Jesucristo no fundó en Roma peregrinación alguna<br />

como Mahoma en Meca.<br />

Tales son mis sentimientos , hijo mió: me parece importante<br />

comunicároslo?, y sola una carta permito que escribáis á<br />

su Santidad para hacerle saber no puedo consentir que los<br />

Obispos italianos vayan á mendigar institución á Roma.<br />

Enviando el virey al Papa, como de por sí<br />

confidencialmente una copia de esta carta anadia:<br />

"Sin duda se quiere luchar de poder á poder, y no sé si diga<br />

, de orgullo con un monarca, á quien únicamente podemos<br />

comparar con Ciro ó con Carlomagno. Era de tal modo como<br />

se portaban con Ciroel Patriarca de Jerusalen, o con Carlomagno<br />

los Pontífices, que en su tiempo ocuparon la silla de Roma."<br />

"Todo lo he dicho, santísimo Padre, y espero no haber dicho<br />

nada, que no sea prueba de mi respeto hacia vuestra persona<br />

, y de fidelidad á mis deberes. Vuelvo á suplicar á vuestra<br />

Santidad me conceda su bendición paternal. "<br />

También Mr. Alquier instaba con perseveran­<br />

cia para que se diese el cargo al Cardenal Cap ra­<br />

ra de tratar en Paris los asuntos con Mr. Portalis;<br />

pero el Papa le respondía: "Ese escelente hom­<br />

bre del Cardenal Caprara, tiene ya mucha edad<br />

para tratar con Mr. Portalis , clpiii granparlato-<br />

re del mondo.


En seguida propuso su Santidad para nuncio<br />

al Cardenal Litta ; pero habiendo sido ocupado<br />

el ministerio de negocios cstranjcros por Mr.<br />

de Champagny, por nombramiento de Mr. Ta-<br />

lleyrand á vice-gran-elector , uno de los prime­<br />

ros actos del nuevo ministro fue escribir á Ro­<br />

ma diciendo, que el emperador no gustaba del<br />

Cardenal Litta para tratar con él y que pedia<br />

fuese nombrado el Cardenal Bayane. Era este<br />

una persona mu} r<br />

respetable , de un talento dis­<br />

tinguido, doctor de Sorbona, instruido, gran ju­<br />

risconsulto , pero tan sordo que no podía tratar<br />

los asuntos sino por escrito. El Papa quería en­<br />

viar al Cardenal Pacca, pero persistieron en París<br />

porque fuese el de Bayane.<br />

Al lado mismo del Papa , á pesar suyo, y sin<br />

que jamás lo haya sabido , andaban los ánimos<br />

ajitados buscando modos de conseguir la paz con<br />

Francia, y la intriga, conociendo que en medio de<br />

todos los discursos, protestas 6 actos de su Santi­<br />

dad se traslucía siempre la ecsistencia de su afec­<br />

to hacia Napoleón, fundo en este mismo senti­<br />

miento la base de una composición entre (dios á<br />

la par que vil, impolítica é imposible.<br />

Mr. Alquier escribía. "De tal modo andan<br />

aquí las cabezas desvanecidas buscando (pié<br />

prendas dar en prueba de sumisión , ó qué ren-


didos homenajes , 6 qué distinciones cstraordinarias<br />

ofrecer á. S. M. el emperador y rey , para<br />

que olvide sus resentimientos , que un personaje<br />

de mucha consideración é influjo que sin duda<br />

tenia orden de insinuarse conmigo, me ha dicho<br />

un dia de estos : "si para aplacar á S. M. y conseguir<br />

de él que nos deje vivir (cuan imposible es<br />

que estas palabras saliesen de la boca de Pió VII)<br />

fuese preciso renovar en su persona lo que Roma<br />

practicó por Carlomagno , ó hacer mas todavía,<br />

creed que seria todo eso la cosa mas fácil."<br />

En Roma se decia que el guerrero invencible<br />

que hizo firmar el tratado de Tilsitt, y que habia<br />

formado un reino en Alemania para su hermano<br />

Jerónimo, iba á llegar muy pronto: esta voz había<br />

esparcido en ios ánimos un total desaliento.<br />

Rusia entregó á Napoleón á Italia, á España que<br />

pretendió inútilmente entrar en la confederación,<br />

a Portugal, Alemania , Pomcrania Sueca, y en<br />

medio de tantas concesiones ciertas palabras del<br />

emperador Alejandro hirieron vivamente á Napoleón.<br />

El Czar le dijo un dia en amistosa plática;<br />

"lo no me ocupo del culto: soieljefede mi<br />

iglesia'* Entretanto escribió Mr. Alquier á París.<br />

"Se dispone partir el Cardenal Bayane, y me ha dicho:<br />

Ignoro cuales son las intenciones de S. M. acerca del título<br />

con que se anuncie su poderío, pero creo que si le pareciese<br />

regular la consagración suya como emperador de Occidente,


no pondrian aquí dificultad alguna. No será de mi incumbencia<br />

proponerlo; sí, si me hablasen en París de ello, escribiría<br />

al santo Padre, y no dudo yo que daría su plena y entera<br />

aprobación.<br />

"Al hacerme esta declaración, bajo el tono confidencial,<br />

me ha sido fácil conocer, que la presenta el ministro de su<br />

Santidad como un equivalente de la adhesión formal de la santa<br />

Sede al pacto federativo, que es una dificultad, que si hasta<br />

ahora, no la miro como insoluble, no deja de ser, lo repito<br />

el punto mas penoso de la negociación.<br />

Los que meditaban este proyecto en la corte<br />

Tomana, decían en su abono que no habia ya emperador<br />

de Alemania, que Francisco era desinteresado<br />

, y que solo á ese precio 3e podría salvar<br />

la santa Sede. Como hubiese escrito Pió VII á<br />

Napoleón en aquellos momentos en términos los<br />

mas afectuosos , dedujeron de aquí, que conocía<br />

el proyecto y lo aprobaba; pero Pío VII sabia<br />

muy bien, que tanto cuanto mas acordase mas<br />

le pedirían, y mayor dificultad hallaría después<br />

en conservar las pocas provincias que le quedaban<br />

, habiéndoselas con un emperador de Occidente<br />

que vendría armado de derecho con todas las<br />

citas ambiciosas de la edad media, que no con<br />

"Napeleon, aunque robustecido mas que nunca<br />

por su tratado con la Rusia.<br />

Tampoco sabia nada el Cardenal Casoni de<br />

estos manejos interiores; pero por desgracia, sucede<br />

que cuando un gobierno se ve rodeado de di-


ficultades, perseguido y prócsimámente amena­<br />

zado de grandes desastres, aparece siempre un<br />

intrigante; ó mayor número de intrigantes subal­<br />

ternos con pretensiones de librar al estado, á quien<br />

arrastrarian á las mas vergonzosas y funestas<br />

desgracias si los dejasen obrar. No hay mas evi­<br />

dente prueba para conocer hasta que estremo es<br />

digno de lástima un pais , que la de ver en medio<br />

de los dolores y padcccrcs públicos al primer char­<br />

latán advenedizo , correr y presentar como reme­<br />

dios sus pérfidos consejos. En cuanto á Mr. de Ba­<br />

yane, aparentemente crcia prestarse á una inten­<br />

ción de su Santidad , pero se equivocaba.<br />

Este enviado pontificio recibió sus credencia­<br />

les el 29 de setiembre y un breve para el empe­<br />

rador en donde se decia: " El Cardenal de Baya­<br />

ne sabe que os amamos siempre con la misma<br />

ternura."<br />

¿Qué es lo que Mr. Alquier ha escrito últi­<br />

mamente á Roma , preguntaba un dia Napoleón<br />

á Mr. de Champagny ? — Ha escrito, respondió<br />

e] ministro que las intenciones pacíficas del Papa<br />

son indudables, que los consejos eficaces de los<br />

Cardenales Antonelli, di Pietro y Roverella ha­<br />

cen vacilar su ánimo débil y bondadoso , esclavi­<br />

zado y gobernado por las decantadas reglas teo-<br />

lójicas de cuatro frailes que le rodean, y que com-


m<br />

ppMa.su sociedad privada." Napoleón pudo (Qrtftr<br />

testar-: ••'Cómo el Papa rodeado de taiitos CQnse>jeros<br />

enemigos de mi'gloria tiene á su lado otros<br />

que le aconsejan Gor^aarme emperador de Owidente<br />

1" A 1.a. verdad podría creerse que este imperio<br />

de Occidente forjado en Paris se habia persuadido<br />

á algunos espíritus .apocados por la salir<br />

eitud sola de un hombre honrado., cuyos aelraqities<br />

debieran alejarle de los negocios de entidad.<br />

Mr. Alq uier continuaba aun escribiendo , y á<br />

veees con libertad demasiada: se atrevió á hablar<br />

del estado de Ñapóles y .de lámala administración<br />

de los franceses; se le contestó ecsijiéndole<br />

una indicación precisa: " Cuando tocan á rebato,<br />

el emperador quiere que se le diga el lugar<br />

del incendio."<br />

Otro nuevo tropiezo se le puso ai Papa, comunicándole<br />

el casamiento de Jerónimo Bonaparte<br />

con la princesa de Wurtembevg, pues en su contestación<br />

debia tocar el punto del otro casamiento<br />

tácito ó no tocarle, y en este caso darla un consentimiento.<br />

€>u -Santidad noble y francamente respondió<br />

, que no sabia si se'habían presentado nuevos<br />

motivos para romper el matrimonio americano.<br />

Esperamos todavía que después del detenido eosamen que<br />

hemos hecho de jas razones alegadas relativamente á lanulidad


del primer matrimonio del príncipe, se hayan presentado otras;<br />

mas poderosas, no espuestas hasta ahora, y del todo ignoradas,<br />

en vista de las cuales se celebre según V. M. nos indica. Esta<br />

esperanza nos anima en medio de la inquietud y pena que nos<br />

agobia, recordándonos siempre lo que ya en semejante ocasión<br />

deliberadamente escribimos á V. M.<br />

No cesamos ni cesaremos jamas de ofrecer nuestros votos<br />

fervientes al dispensador de todo bien, para que se digne ilumi­<br />

nar á V. M. y ;i su querido hermano haciéndoles conocer su<br />

siempre adorable voluntad en acción tan importante."<br />

Este trozo solo de su curta es bastante para<br />

convencer á cualquiera de que Pió VII no cono­<br />

cía las bajas adulaciones de su corte , y que nun­<br />

ca pediría la paz con pérdida de la Igdesia, ni de<br />

sus dogmas : y los protestantes que lo lean pue­<br />

den ver el fondo de nuestras mácsimas, los dere­<br />

chos que les conservamos, aunque ellos nos aban­<br />

donaron , y decir luego si no está el honor de sus<br />

hijas tan bien guardado como si todavia fuesen<br />

hermanos nuestros, si somos intolerantes, y si<br />

cuando les tendemos los brazos, es para llegarlos<br />

á un corazón irritado y lleno de amenazas.<br />

El gabinete deViena encargo al caballero Leb-<br />

zeltern que se informase acerca del viaje del Car­<br />

denal Bayane: algunas cartas de esteajente austria-<br />

co, quetengo ala vista,manifiestan claramente que<br />

sabia penetrar cualquier secreto, y que informaba<br />

con toda verdad á su corte, de cuanto pasaba aun-


que por su modestia lo hacia siempre con incertídumbre.<br />

El gobierno pontificio nombró á monseñor<br />

della Genga compañero del Cardenal Bayane,<br />

detenido primero en Milán y después en Paris,<br />

para que ajustasen ambos las diferencias entre<br />

las dos cortes.<br />

Súpose en Roma la repentina ocupación de<br />

Macerata y del ducado de Urbino por el jeneral<br />

Lemarois , y también que el emperador empeza­<br />

ba su viaje de Italia.<br />

El Papa envió á los cardenales Caselli y Opiz-<br />

zoni para que le cumplimentaran en Milán. Po­<br />

co después se esparció en Roma el contenido de<br />

una carta que Mr. de Champ'agny escribió desde<br />

Venecia el 7 de diciembre á Mr. Alquier.<br />

SEÑOR EMBAJADOR,<br />

S. M. ha pasado nueve días en Venecia: ninguna otra ciu­<br />

dad le ha recibido con tanto entusiasmo, ni manifestado tanto<br />

afecto, y. aunque suele siempre celebrar sus fiestas con gran<br />

pompa, jamas lo ha hecho con tanto esmero ni con tanto júbilo,<br />

pues á su llegada salieron todas las autoridades basta Fusina;<br />

viéndose toda esta parte de lagunas cubierta de góndolas rica­<br />

mente adornadas:entró el emperador en el gran canal por ba­<br />

jo de un arco triunfal y atravesó la ciudad en medio de las acla­<br />

maciones de sus habitantes apiñados en las calles por donde<br />

debia pasar.<br />

" Desde su llegada á esta se ocupó el emperador del estado<br />

actual de Venecia, de los medios de volverla á su prosperidad


antigua ; visitó los establecimientos de marina y de comercio, el<br />

arsenal, las lagunas, las manufacturas , la casa de la moneda,<br />

en fin todo lo que necesitaba mejora: prometió á la ciudad<br />

nuevas rentas, nuevas posesiones; vio botar al mar una corbe­<br />

ta y una fragata, y se emprendieron con mayor actividad los<br />

trabajos del arsenal. S. M. se entretuvo largo tiempo con los<br />

negociantes y administradores mas instruidos, se hizo presen­<br />

tar proyectos para hermosear y engrandecer á Venecia, conce­<br />

dió fondos para ponerlos en planta , y en todas sus disposicio­<br />

nes le ha merecido la ciudad un interés grandísimo.<br />

" L03 sentimientos de amor y de respeto que al emperador<br />

han manifestado sus subditos le han llenado aun mas que las<br />

fiestas con que se ha señalado cada dia de su permanencia.<br />

" SS. MM. el rey y reina de Baviera , S. A. I. madama<br />

la princesa de Luca, el príncipe virey de Italia llegaron con<br />

el emperador á Venecia, y S. M. el rey de Ñapóles vino tam­<br />

bién á pasar algunos días con su augusto hermano.<br />

" El emperador parte á Udine y Palma-Nova para iever<br />

sus fortificaciones , y después volverá á Milán , adonde es pro­<br />

bable que l'egue el 15 del corriente.<br />

" El viaje de Friul interesa ya demasiado á S. M.: el pacto<br />

que acaba de hacerse con la corte de Viena señala los límites<br />

-de esta provincia por la parte del Isonzo, desde Canale hasta<br />

el mar.<br />

" La partida de S. M. ha causado á Venecia un verdadero<br />

sentimiento."<br />

La publicación de esta carta aumentó los<br />

l>rios de aquellos que sostenían , era preciso que<br />

el Papa cediese á las ecsijencías de tan gran vence­<br />

dor, pues asi disponía como quería de los estados<br />

de la antigua y poderosa república de Venecia.


CAPITULO DIEZ Y SIETE,<br />

P A L A B R A S SUBLIMES DE BGSSÜET.—OCUPA Á ROMA EL<br />

JENERAL MLOLLIS.—EL CARSENAL JOSÉ D O R I A REEM­<br />

P L A Z A A L CARDENAL CASONI.—RECIBE ORDEN MR.<br />

ALQUIER DE DEJAR Á ROMA.—AL CARDENAL DORIA<br />

LE REEMPLAZA EL C A R D E N A L GABRIELLI. CARTA<br />

DE MONSEÑOR CAVALCHINI A L PAPA*—ENCÍCLICA DE<br />

su S A N T I D A D . — PRISIÓN D E MONSEÑOR BAKBERT.-—<br />

ALOCUCIÓN DEL PAFA.^— RACEN á JOSÉ BONAPARTE<br />

REY DE ESPAÑA Y Á M U R A T REY DE ÑAPÓLES.-^-PRI­<br />

M E R SITIO- DE Z A R A G O Z A . — L L E G A N DIPUTADOS ESPA­<br />

ÑOLES Á ROMA.—JOAQUÍN REY DE ÑAPÓLES.<br />

Continuaba desde Paris la guerra de réplicas<br />

y argumentos, presentando Mr. Alquier al Cardenal<br />

Casoni las conclusiones de Mr. Champagny<br />

contra el poder temporal de los Papas. Eí 28<br />

de enero de 1808 le respondió el Cardenal con<br />

las palabras de este pasaje de Bossuet:<br />

'•Quiso Dios que esta iglesia, la madre común de todos los<br />

reinos, no fuese después dependiente dé alguno de ellos en lo<br />

temporal, y que el trono bajo el cual tantos fieles iban á su vez<br />

«formar unidad, se levantase sobre todas las parcialidades


•que los intereses diversos y los celos ocasionasen en los esta­<br />

dos. Independiente la cabeza de la iglesia de todas las otras<br />

potencias temporales , se encuentra en estado de ejercer mas<br />

libremente para el bien común , y bajo la protección de los re­<br />

yes cristianos, aquel poder suyo celestial de dirijir las almas,<br />

y teniendo en su mano la recta balanza entre tantos imperios<br />

enemigos muchas veces unos de los otros, ella sola man­<br />

tiene la unidad en todos los cuerpos , usando para atemperar­<br />

los , ya de injlecsibles decretos , y ya de sabias correcciones.<br />

" No se puede mejor espresar, anadia el Cardenal , ni mas<br />

sólidamente , n'i mas claramente , la necesidad en que está la<br />

Iglesia romana de conservar su neutralidad y la independencia<br />

de su temporal dominio."<br />

Mandó el emperador ocupar á Roma decla­<br />

rando que pasaba al ejército para dirijirse á Ña­<br />

póles , y después anunciando que la ocupación<br />

sería pasajera. Las tropas entraron el 2 de febre­<br />

ro. El comandante del fuerte Sant-Anjelo, Mr.<br />

Anjel Colli , entregó una protesta al jeneral Mio-<br />

ilis contra la ocupación de dicha ciudadela. Reci­<br />

bió su Santidad el dia 3 á Mr. Alquier y al jeneral<br />

francés, y les declaró que en tanto que estuviesen<br />

las tropas ocupando á Roma, él se consideraba<br />

como prisionero , y no era posible ninguna nego­<br />

ciación en estas circunstancias. Los dias siguien­<br />

tes pasaron en recíprocas recriminaciones acerca<br />

de una proclamación hecha por el Cardenal Ca-<br />

soni.<br />

El dia 8 consintió el Papa en recibir á losofi-


cíales del estado mayor y les dijo: "Nos estimamos<br />

siempre á los franceses, por muy dolorosas que<br />

nos sean estas circunstancias en que nos vemos y<br />

sensible lo que estáis haciendo con respecto k nos.<br />

Por vuestro valor sois célebres en toda Europa<br />

y debemos hacer justicia, al esmero con que<br />

procuráis se observe una ecsacta disciplina por los<br />

soldados que mandáis."<br />

Ocupan diversos sentimientos á los ministros<br />

estranjeros, pues el Cardenal Casoni les habia pa­<br />

sado el dia 2 una nota comunicándoles el estado<br />

de las negociaciones; y en adelante , ya el go­<br />

bierno pontificio no recUjfrenuevos pesares por<br />

no dar cuenta á los embajadores. Así es como<br />

en toda la Europa partiendo desde esta ocasión,<br />

han sido conocidos los pormenores de cuanto pa­<br />

saba en Roma.<br />

Napoleón dijo que estimaba mucho las me­<br />

morias enviadas por los habitantes del país sobre<br />

los asuntos que se discutían, y Mr. Alqnier le<br />

remitió las observaciones de un prelado sobre el<br />

número de Cardenales que debia proponer Fran­<br />

cia: tiene de particular esta memoria que en al­<br />

gunos trozos está escrita en estilo burlesco, qne<br />

Mr. Alquier ó no reparó ó no comprendió bien.<br />

£1 cuerpo diplomático procuraba hacer adop­<br />

tar á Pío VII otro jénero de vida, pues habia sus-


pendido sus salidas de paseo ; pero el Papa agra­<br />

deciendo su cuidado, contestó, que no saldría<br />

mas del palacio de Monte Cavallo mientras tan­<br />

to hubiese un ejército estranjero dentro de Roma'.<br />

Habiendo causado \ivas inquietudes la salud<br />

del Cardenal Casoni, nombró su Santidad pro­<br />

secretario de estado al Cardenal José Doria.<br />

(Desde la salida del ministerio de Consalvi se<br />

notó que no fué provista la plaza sino en interini •<br />

dad.) Uno de los primeros actos del nuevo mi­<br />

nistro , fué anunciar que el Papa no autorizaba<br />

las funciones de Carnaval, por el estado de due­<br />

lo en que Roma estaba y para evitar choques con<br />

las tropas francesas.<br />

Mr. Alquier habia detenido la presentación<br />

de una nota que le fué remitida desde París por<br />

parecerle escrita en sofístico estilo; pero le fué<br />

prescrito nuevamente la entregase, porque la ha­<br />

bia dictado el emperador, y se le previno ecsijic-<br />

se sus pasaportes, sino accedia la santa Sede á<br />

todas las proposiciones hechas. Como no obtuvo<br />

ninguna concesión pidió sus pasaportes y antes<br />

de partir acreditó como encargado de negocios á<br />

Mr. Lefebvre , su secretario de embajada , quien<br />

poco después recibió orden también de salir de<br />

Roma, donde el jeneral Miollis quedó por dueño<br />

de la policía del país.


Este jeneral hizo, que se reuniese la tropa<br />

pontificia y la incorporo por fuerza- á las filas<br />

francesas, á pesar de la fuerte protesta del Cardenal<br />

Doria, y como consintiese el coronel Friess<br />

en abandonar el servicio del Papa g le escribió<br />

desde Milán el virey felicitándole en nombre del<br />

emperador y diciéndole: fi<br />

"S. M. me encarga os asegure á vos y á vuestros soldados ,<br />

''que no volvereis mas á estar bajo las órdenes de los clérigos;<br />

"que los soldados de Italia deben estar mandados por hombres<br />

"que sepan conducirlos al fuego, y no les será permitido ya en<br />

lí<br />

adelante recibir órdenes que parezcan de clérigos ó de mu-<br />

« jéres."<br />

El 27 de marzo el Papa tuvo que renunciar<br />

á los servicios del Cardenal José Doria á quien<br />

como jen oves mando ausentarse de Roma, y nombró<br />

en su lugar al Cardenal Gabielli, romano:<br />

Mr. Lefebvre absolutamente podia, ni debia en<br />

rigor, conseguir cosa alguna del Papa pues se le<br />

obligaba, á ceder casi todos sus derechos. Hizo<br />

sin embargo una nueva tentativa por medio de<br />

una persona de mucha consideración que se suponía<br />

ser uno de los autores del proyecto del imperio<br />

de Occidente. Esta persona contestó á Mr.<br />

Lefebvre en un billete con fecha de 18 de abril<br />

en él cual se observa qne el Papa no hacia el mismo<br />

caso de todos los que le rodeaban: su contení*<br />

do es como sigue:


"Ojala tuviese alguna buena nueva que daros! Ayer mismo<br />

supliqué encarecidamente á S. S. no tratase de perdernos,<br />

pero no se mostró con ánimos de entrar en una liga ofensiva,<br />

y me citó el ejemplo de Clemente X[ que no quiso entrar en<br />

otra puramente defensiva con Francia: veo por lo tanto con<br />

dolor que es segura nuestra perdición. Creed, os ruego, que<br />

nadie está mas traspasado que yo. Quiera el cielo se compon­<br />

ga de modo qne podamos estorbar vuestra partida! A Dios<br />

amigo mió. "<br />

No se puede creer que el Papa conservase aun<br />

esperanza alguna de composición ; pues veía cons­<br />

tantemente un deseo de despojarle, por lo tanto<br />

le pareció oportuno mandar al Cardenal Caprara<br />

pidiese sus pasaportes habiendo tenido orden Mr.<br />

Lefebvre de hacer lo mismo. Mucho le echaron<br />

de menos en Roma, pues era un hombre de muy<br />

buenos modales, que habia escrito valientemente<br />

y hablado siempre del Papa con todo respeto; sin<br />

embargo se hubiera comprometido , si es que era<br />

capaz de dio, en unas circunstancias tan críticas<br />

para la santa Sede.<br />

El '2\ de abril un piquete de soldados quitó<br />

militarmente al gobernador de Roma, Monseñor<br />

Cavalchini, antes de dejarse llevar se retiró á su<br />

gabinete y dispuso el modo de publicar la earta<br />

siguiente que escribió al Santo Padre :<br />

" Jamás ha habido momento de mi vida en que haya sen­<br />

tido mi alma tanto consuelo y paz como en este , en que dirijo<br />

á vuestra Santidad esta respetuosa carta , dichosa ella , que le


será permitido á lo menos acercarse al trono ante el cual no<br />

dejan te presente aquel que la escribe I Carta que será un tes­<br />

tigo eterno de los sentimientos con que hoy me separo de<br />

mí soberano y padre ,' arrancado por la violencia ; aunque<br />

dejaré á Roma sereno de alma , con espirita tranquilo y una<br />

conciencia que de nada me acusa.<br />

" Vuestra firmeza invencible, Santísimo Padre, y el ilus­<br />

tre ejemplo de tantas eminentes personas revestidas de la púr­<br />

pura , que sufren la misma injusta tribulación á que me conde­<br />

nan , me animan y sostienen. Es honroso mi delito', y debo<br />

envanecerme delante de todas las adversidades y suplicios,<br />

pues que no es otro , que haberme conservado fiel del modo<br />

que debia al jefe supremo de la Iglesia sucesor de san Pedro:<br />

del modo , qne ¿quien no seria fiel á un héroe de paciencia, á<br />

la vez que héroe de fortaleza, tal como os mostráis vos, San­<br />

tísimo Padre, y como sois en realidad ? — He temblado yo,<br />

acordándome de vuestra augusta persona, cuando me han<br />

sido hechas tentadoras proposiciones de grandezas , de rique­<br />

zas y de honores, si me declaraba rebelde á vuestro trono y á<br />

TOS mismo, señor, tiemblo aun todavía pensando en ellas.<br />

" Tales recompensas hubieran sido semejantes á las mone­<br />

das que recibió el traidor discípulo de Jesucristo , pues como<br />

él hubiera recibido yo un salario de iniquidad y el vil precio de<br />

la sangre y de la impiedad. Amenazado yo , no he sentido<br />

abatimiento , ahora con guardas de vista que me rodean no me<br />

dejo abatir ; arrancado de Roma seré el mismo; y ¿ qué minie-<br />

tro fiel á vuestra Santidad podría humillarse? Ojalá sea este el<br />

mas amargo arrepentimiento que tengan que echarse en cara á<br />

sí mismos los enemigos de vuestra Santidad y los míos! — Pri­<br />

vado quedaré de todo; mas nada me quitará la gozosa recom­<br />

pensa interior de una conciencia pura, que paga sin merecerlo<br />

con sufrimientos su lealtad á la santa Sede y su amor hacia<br />

vuestra sagrada persona.


" Me niegan la facultad de volverme á mi casa, á mi ca­<br />

sa paterna y me señalan una miserable residencia en una le­<br />

jana fortaleza (Fenestrella); pero allí contemplando los estre­<br />

chos muros que me encierren y las ligaduras y cadenas con que<br />

tal vez me carguen, nadie me impedirá que recuerde continua­<br />

mente en mi pensamiento vuestros consejos y vuestros ejemplos,<br />

para mí los mas lejítimos mandatos.<br />

" Pido á vuestra Santidad me deje conservar, aunque esté<br />

lejos, el empleo que durante algunos años he tenido el honor de<br />

ejercitar en la capital de vuestra Santidad, en el cual he pues­<br />

to todo los conatos de fidelidad y justicia de que «oy capaz;<br />

porque este recuerdo será para mí un continuo consuelo, que<br />

dulcifique las amarguras del destierro. A Dios dejo el cuida­<br />

do de mirar por la justicia de mi causa ,' que corre parejas se­<br />

guramente , con la de vuestra Santidad y estos son los senti­<br />

mientos que me animan al salir de Roma, Santísimo Padre, y<br />

con la mis ferviente relijion y ternura filial le pido para ahora<br />

y para siempre la paternal bendición apostólica.<br />

"( Firmado) CAVALCIUNI, gobernador de Roma."<br />

La policía del jeneral Miollis recojió todas las<br />

copias que pudo de esta carta, logrando quemar<br />

mas de doscientas; pero no obstante los partida­<br />

rios del Papa , consiguieron enviar un gran<br />

número de ellas á Ñapóles, á Toscana y al Pia-<br />

monte.<br />

Hemos dicho arriba, que el jeneral Miollis, in­<br />

corporó en las filas francesas á los soldados de las<br />

diversas tropas pontificias que encontró en Roma,<br />

a los cuales dejó apropósito la escarapela que te-<br />

24


nian de color rojo y amarillo. El Cardenal Gabrielli,<br />

obedeciendo las ordenes de su Santidad,<br />

publicó un edicto espresando, que el Papa cambiaba<br />

desde entonces los colores de su escarapela,<br />

llevándola los militares, que en adelante le fuesen<br />

fieles, blanca y amarilla; cuya declaración fueacojida<br />

con muestras de fidelidad, manifestándose<br />

cada dia mas el descontento público. Sacaron á<br />

vender el retrato de Luis XVIII, cuyos ejemplares<br />

tuvo que arrebatar la policía do quiera que los<br />

vio.<br />

Las provincias de Urbino, Ancona,Macératta<br />

y Camerino, de que el gobierno imperial había<br />

tomado posesión, fueron declaradas á perpetuidad<br />

é irrevocablemente reunidas al reino de<br />

Italia por no haber el Papa querido tener guerra<br />

con los ingleses, ni reunirse á los reyes de Italia<br />

y de Ñapóles ( 1) para la defensa de la Península<br />

(I) He aquí el juicio de Mr. Bignon sobre los derechos de Napoleón<br />

al reino de Italia: babla acerca del nombre de rey de Ñapóles.<br />

" Parece que Napoleón ba querido parodiar el gran ejemplo de la creación<br />

del mundo al decir: sea rey mi hermano ¡ y en efecto ba sido reconocido<br />

como tal, por todas las potencias del continente." El testo del<br />

acta imperial que dispone de ese modo de una corona merece referirse;<br />

dice así: " los intereses de nuestro pueblo, el honor de nuestra corona,<br />

y la tranquilidad del continente de Europa , ecsijen qv.e aseguremos de<br />

una manera estable y definitiva la suerte de los pueblos de Ñapóles y Sicilia<br />

, que ademas de pertenecemos por derecho de conquista, ton parte<br />

del grande imperio: por lo tanto hemos declarado y declaramos recono*


y también ademas porque la donación de Cario •<br />

magno, el ilustre predecesor de Napoleón habia<br />

sido hecha con las miras del bien de la cristian­<br />

dad , y no para que fuese provecho de los enemi­<br />

gos de la relijion.<br />

El Cardenal Gabrielli dirijió una protesta en<br />

19 de mayo al Caballero Mr. Alberti encargado<br />

de negocios del reyno de Italia, y poco tiempo<br />

después fue aquel ministro preso y recojidos sus<br />

papeles, y sellados en el mismo palacio del Papa.<br />

Todos estos acontecimientos se comunicaban<br />

regularmente al cuerpo diplomático, y aqui cita­<br />

remos algunos trozos del informe que el caballe­<br />

ro Mr. Lebzeltern , encargado de negocios de<br />

Austria, dirijió en 18 de junio al conde de Sta-<br />

dion , ministro de negocios estranjeros de Viena.<br />

Esta carta en la cual este ájente diplomático co­<br />

munica francamente sus sentimientos á su minis­<br />

tro , manifiesta el estado de las cosas.<br />

' Teníamos noticia aqui desde algunos días hace , de una<br />

carta encíclica que el Papa habia dispuesto se remitiera á los<br />

cer por rey de las dos Sicilia* ú nuestro muy amado hermano José Na­<br />

poleón." Después afinde Mr. Bignon estas frases notables: "el empera­<br />

dor que no hace mucho sostenía que Italia era parte del grande imperio,<br />

pretensión hasta ahora nueva, alega como título para disponer de un<br />

trono en favor de su hermano , esta suposición que no tiene otro fundamen­<br />

to q*e su propio testimonio."<br />

Historia de Francia desde el 18 brumario , &c. por Mr. Bignon,<br />

«¿»»0 5.°, p.a 130 y 131.


obispos de las provincias desmembradas del Estado , y reunidas<br />

al reino de Italia , conteniendo instrucciones para ellos y<br />

para los demás eclesiásticos y vasallos seglares. La sustancia<br />

de la caria es esta. Manifiesta el santo Padre su profundo desconsuelo<br />

, con motivo de los sucesos que están pasando, y su<br />

satisfacción por la conducta cuerda y Iranquila de sus vasallos<br />

, y la adhesión que tienen á su persona; creyendo deber<br />

prescribirles, á pesar de la entera confianza que tiene en sus<br />

buenos sentimientos, las reglas de la conducta que deben seguir<br />

para evitar los casos en que puedan sus conciencias encontrarse<br />

comprometidas. Esplaya en seguida el santo Padre<br />

las bases inmutables de su soberanía temporal y autoridad espiritual<br />

, sus deberes sagrados de transmitir íntegro el patrimonio<br />

de la Iglesia á su3 sucesores, y la obligación de los<br />

emperadores y reyes católicos de defenderle y protegerle.<br />

Se espresa amargamente contra la desmembración de su territorio<br />

, contra la protección concedida á todos los cultos hasta<br />

el judaico , contra los juramentos que se ecsijen á los vasallos<br />

nuevos , y contra los códigos publicados , las constituciones, el<br />

indiíerantismo, y las persecuciones que sufre la Iglesia. Prohibe<br />

á sus vasallos cooperar al establecimiento del nuevo orden<br />

de cosas , permitirse acto alguno ni participación en cosas<br />

que le consoliden , prestarle juramento de fidelidad ú obediencia,<br />

ni aceptar ni pedir empleos que á él pertenezcan. Prohibe<br />

también á los obispos que canten Te Di-nm en las ocasiones<br />

de reunión de provincias ó instalación de nuevas autoridades.<br />

Como estas probablemente ecsijirán juramento, mirándolo<br />

como medida necesaria para mantenimiento de la tranquilidad<br />

pública, el Papa previene á sus vasallos se limiten á prestar<br />

una obediencia pasiva que garantice el reposo público y sumi-.<br />

sion, pues les prohib» turbarlo con desórdenes ó facciones. Les<br />

prescribe para el ciso en que no puedan escusarse de prestar<br />

juramento la fórmula siguiente.— Prometo y juro no tomar


parte alguna en conjuraciones ni sediciones de ninguna espe­<br />

cie contra el gobierno, y serle sumiso en todo aquello que no<br />

contrarié á la» leyes de Dio» y de la Iglesia. Concluye el san­<br />

to Padre eshortando á los Obispos, y á sus vasallos á tener re­<br />

signación y firmeza en sus principios.<br />

"Si semejantes instrucciones podían contrallar las miras del<br />

gobierno italiano, las aclaraciones que las acompañan> los prin­<br />

cipios que desarrollan, y las espresiones con que en ellas se ca­<br />

racteriza el desmembramiento de las provincias romanas , pa­<br />

recen escritas para atraerle nuevos desabrimientos á su Santi­<br />

dad. El jeneral Miollis remitió al instante una copia de dicha<br />

información á Bayona, y otra á Milán al caballero Alberti, y<br />

en virtud de la nota que le pasó el Cardenal Gabríeiii quiso<br />

asegurarse de si era este el autor de las instrucciones.<br />

" Puede V. E. hacerte cargo de cual habrá sido el resulta­<br />

do primero de estas cosas cuando el Cardenal sale hoy del pa­<br />

lacio del Papa retinándose á su propia casa, desde la cual será<br />

llevado por la noche hasta su obispado de Sinigaglia. Tan fuer­<br />

te medida contra el secretario de Estado, ha sido sin duda re­<br />

suelta en Milán,, pues que parece fuera de toda posibilidad,<br />

que se sepan ya los sentimientos que habrían causado al empe­<br />

rador Napoleón las instrucciones, aun cuando inmediatamen­<br />

te las hubiera recibido en Bayona.<br />

" Muy difícil es conjeturar qué Cardenal pueda salir ahora<br />

á ministro , porque los que han quedado son muy ancianos y<br />

enfermos, á escepcion de los de Pacca y Erskina ; pero estos<br />

por desgracia han afeitado cierta prevención contra sus opinio­<br />

nes á pesar de sus .principios moderados y haberse tenido siem­<br />

pre distantes de ios asuntos políticos.<br />

" El Cardenal Antonelli, á consecuencia del decreto de<br />

S. M. el emperador Napoleón de 2 de abril que llamaba á sus<br />

vasallos italianos empleados en Roma , á pesar de los - pasos<br />

que ha dado para que se tenga consideración á su edad octoje-


naria y á su particular posición , tiene que salir temiéndose<br />

alguna medida violenta. A Monseñor Raganti , secretario<br />

de la consulta , prelado distinguido por sus luces y talento, le<br />

han sellado sus papeles y lo han obligado á salir en el término<br />

de veinte y cuatro horas para Ancona donde sabrá el punto de<br />

su destino , pues se le atribuye haber espedido la carta en«<br />

cíclica , ó haber usado esprésiones poco circunspectas en su<br />

correspondencia de oficio.<br />

" Si el proyecto de la corte francesa fuese poner un término<br />

á la ajitacion é incertidumbre en que están los negocios, parécerne<br />

que no pudiera llegar á su objeto mas directamente.<br />

" Me reservo hacer ninguna reflecsion sobre asuntos tan<br />

delicados para guardar en ellos una estricta imparcialidad; pero<br />

á pesar del respeto que profeso á esta corte no puedo menos<br />

de observar que la carta circular le ha producido-'nuevos<br />

disgustos. Aunque la califican aqui de dirección puramente espiritual<br />

, me parece impolítica, mal redactada desde luego y qne<br />

deja una impresión desagradable después de leída, por separarse<br />

enteramente de las luces del siglo y por las espresiones<br />

que una sobre la tolerancia de los cultos, que es punto que á<br />

muchos soberanos alcanza.<br />

" Parece que el santo Padre, que hasta aqui ha desplegado<br />

tanta moderación como constancia, ha sentido la publicidad<br />

de'un documento, escrito en los momentos de ecsaltacion<br />

que causó el desmembramiento de los provincias; siendo de deplorar<br />

que la reconciliación tan deseada entre las dos cortes<br />

sea ácada instante mas problemática, sino es del todo imposible."<br />

Este testimonio de un estranjero, escribiendo<br />

á su corte lo que observa sin prevención alguna,<br />

. debía recojerse; y aun tendremos ocasión de volver<br />

a citar al caballero Lepzelteni.<br />

Inventábanse en Roma cada dia nuevos in-


sultos. Un piquete de soldados se presentó en la<br />

habitación de monseñor Barben, Fiscal jeneral<br />

del govermo echándole en cara directamente las.<br />

escenas de Duphot, y en esta ocasión se echó de<br />

ver, que Consalvi habia hecho mal en no refutar<br />

de una vez tal es calumnias. Mandó el Papa al Cardenal<br />

Pacca, á quien acababa de nombrar prosecretario<br />

de estado que reclamase del jeneral Miollis<br />

la libertad del Fiscal,, así como también la de<br />

monseñor Reganti., secretario de la consulto; pero<br />

fué iriutilmen te.<br />

El 11 de julio reunió el Papa un consistorio,<br />

délos Cardenales que todavía quedaban en Roma<br />

y pronunció la celebre alocución que empieza:<br />

Nova vulnera: sus nuevas heridas va á mostrar el<br />

santo Padre á sus hermanos.—No habia reunido<br />

los Cardenales desde el 16 de marzo; entonces<br />

deploraba la separación de cinco de ellos, y ahora<br />

acaban de arrancar otros diez de la capital,<br />

sin que hayan cometido delito alguno. Tal es la<br />

servidumbre que nos imponen que todo aquello,<br />

que se podía rehusar hacer voluntariamente, es<br />

arrancado por la violencia de las armas. Tal es el<br />

fruto de los trabajos sufridos por ir á llevar la<br />

santa crisma á Napoleón. No recuerda á Carlomagno<br />

, sino para calumniarle, pues son bien<br />

evidentes los diez siglos de posesión de Roma. Ha


prohibido bajo pena de muerte, á los impresores<br />

que nada publiquen sobre nuestros asuntos. Mon­<br />

señor Cavalchini, prelado de lamas estricta pro-<br />

vi dad ha sido echado de liorna en pocas horas. Al<br />

recordar la partida de los Cardenales se ha reno­<br />

vado la herida ^vulnus recnidii'tt,) ¿ Y se dirá<br />

qué no se insulta al Pontífice insultando al sobe­<br />

rano ! Uno y otro no son un mismo hombre? Quien<br />

osará decir que atacando al rey de Italia no se ata­<br />

caría al emperador de los franceses ? Pero si caye­<br />

sen los cielos y la tierra, no caería por eso la pa­<br />

labra de la divina promesa.<br />

En seguida protesta el Papa del modo mas<br />

solemne contra tantas violencias: ofrece su vida<br />

por la salud de su pueblo, al que oprime sobre su<br />

corazón imprimiéndole un santo ósculo, y con­<br />

jura al emperador para que siga consejos mejo­<br />

res que consuelen á la Iglesia , y le salven á él<br />

mismo. Ruega al príncipe de los apóstoles calme<br />

las ajitaciones políticas: "Dios está en medio de<br />

su pueblo desde este instante hasta el fin de los<br />

siglos."<br />

Un decreto imperial del 6 de junio nombro<br />

ú José Bonaparte rey de España. El 23 se empe­<br />

zó el primer sitio de Zaragoza y llegaron á Roma<br />

diputados españoles encargados de felicitar al<br />

Papa secretamente por su resistencia. El 14 de


julio fué nombrado Joaquín Murat, rey de Ñapóles<br />

, y á poco se le hizo saber á su Santidad que<br />

lo reconociese sin demora.


CAPITULO DIEZ Y OCHO.<br />

CONSALVI APRUEBA PUBLICAMENTE LA CONDUCTA DEL<br />

CARDENAL PACCA.—LLÉGANSE A PRENDER A ESTE Y<br />

EL PAPA LO INTRODUCE EN SUS HABITACIONES.—RE­<br />

HUSA NAPOLEÓN LOS CIRIOS BENDITOS PARA LA CAN­<br />

DELARIA.— REUNENSE AL IMPERIO LOS ESTADOS DE<br />

su SANTIDAD , v PUBLICACIÓN DEL DECRETO DE REU­<br />

NIÓN.—COMO SE PUBLICÓ TAMBIÉN UNA BULA DE ES-<br />

COMUNLON,Y SE PRENDIÓ AL PAPA EN SU MISMO PA­<br />

LACIO.<br />

El Cardenal Consalvi habia continuado algún<br />

tiempo mezclándose en el despacho de algunos<br />

negocios , pues era tan estimado de los empleados<br />

de la secretaría de estado que le consultaban mu­<br />

chas veces, y sus sucesores le manifestaron todos<br />

una constante deferencia , cuando vio , después<br />

de la alocución del 11 de julio, que las cosas<br />

habian llegado á tal punto de irritación , de ata­<br />

ques de acusación y hostilidad manifiesta, conoció<br />

inmediatamente que las consideraciones , los mez-<br />

zo termine, los consejos en otras ocasiones sabios


ni las reglas comunes de la vida política tendrían<br />

ya valor alguno , y altamente aprobaba la resolución<br />

del Cardenal Pacca, que tomó el ministerio<br />

únicamente para resistir, y para morir animosamente<br />

sin escuchar conciliación alguna. Este<br />

mismo Cardenal nos ha dejado unas memorias<br />

escritas por él, como sencillas narraciones que<br />

nos lian de dar materiales mas de una vez.<br />

Gobernaba este Eminencia con quietud, esperando<br />

que la violencia imperial se arrostrase á dar<br />

el ultimo golpe que meditaba, cuando el 6 de setiembre<br />

se le presentó en la secretaria, establecida<br />

en el mismo palacio de Monte Caballo, un mayor<br />

nombrado Muzio, que le notificó una orden de<br />

salida dada bajo el pretesto de que habla publicado<br />

una disposición del Papa contrariando los<br />

enganches hechos por las tropas iracesas. El Cardenal<br />

le declaró que no partiría sin recibir las ordenes<br />

del santo Padre, y por medio de una esquela<br />

le comunicó lo que pasaba. Inmediatamente<br />

se dirijió él Papa al departamento que ocupaba<br />

el Cardenal, quien cuenta asi el mismo este<br />

suceso.<br />

"Yo me adelanté para salirle al encuentro, y entonces obser­<br />

vé por primera vez una cosa de la cual solamente había oído<br />

hablar ( la horripilación ). Cuando la colera posee á uno, sus<br />

cabellos se le herizan y su vista se ofusca. El bondadoso Pon­<br />

tífice estaba en este estado, pues no me reconoció aunque estaba


vestido, de Cardenal. " ¡ Quien sois vos ! ¡ Quien sois vos !<br />

me gritó en alta voz. " El Cardenal, señor, " le respondí, y le<br />

besé la mano —" donde está el oficial ? " volvió á decirme ,<br />

y se lo mostré , que estaba alli inmediato en una actitud res­<br />

petuosa. Entonces el Papa volviéndose hacia él le mandó que<br />

volviese al jeneral y le dijera que estaba ya cansado de sufrir<br />

tantos ultrajes é insultos de un hombre que todavía se llamaba<br />

católico ; que él comprendía muy bien á donde iban aquellas<br />

violencias, queriendo quitarle uno á uno todos sus ministros<br />

para impedirle ejerciese sus deberes apostólicos y los derechos<br />

de su soberanía temporal; que él me mandaba á mí, su Carde­<br />

nal , que estaba alli presente, no obedecer las pretendidas ór­<br />

denes del jeneral , prescribiéndome le siguiese á su aposento<br />

para que alli fuese su compañero en la prisión, y que si el je­<br />

neral quería ejecutar el proyecto de arrancarme de su lado.vi-<br />

niese á romper violentamente las puei tas , llevando la fuerza<br />

hasta su persona, para que á 61 solo se le imputaran las conse­<br />

cuencias de este esceso inaudito. Y cojiéndome por la mano me<br />

dijo; Vamonos Señor Cardenal, saliendo los dos por la gran es­<br />

calera y por por medio de los empleados pontificios, que aplau­<br />

dían á su Santidad, nos dirijmos á su habitación. "<br />

Desde este momento parece que el gobernador imperial se<br />

propuso apoderarse del Papa para alejarle de Roma.<br />

Los embajadores extranjeros á quienes se dio><br />

parte de esta escena , por orden del Papa , mani­<br />

festaron unos fríamente su sentimiento , y otros<br />

que lo noticiaban á sus cortes, escepto el embaja­<br />

dor de España que no cesaba de responder siem­<br />

pre con un jeneroso .valor.<br />

Una alternativa continua de violaciones del<br />

derecho de jentes , de protestas y demostraciones


. 197<br />

de nuevos; enojos fue el final de este año. El Papa<br />

rehuso recibir por las fiestas de Navidad a! jeneral<br />

Miollis y su estado mayor, y no quiso autorizar<br />

las funciones del Cardenal. Napoleón escribió<br />

desde Benavente, en España, á Mr. de Champag-<br />

ni, con fecha de I. ° de enero de 1S09.<br />

Benavente 1.° de enero de 1809.<br />

" Señor de Champagni, teniendo el Papa costumbre de re*<br />

partir cirios benditos, 03 encargo escribáis & un ájente en<br />

Roma que no los quiero: el rey de España tampoco los quie­<br />

re. Escribid ademas á Ñapóles y á Holanda para que no los<br />

reciban, pues se deben rehusar por haber tenido la insolen­<br />

cia de no darlos el ano pasado: por lo tanto avisará mi encar­<br />

gado de negocios que el dia de la Candelaria recibo los cirios<br />

benditos de mano de mi cura párroco , que ni la purpura ni el<br />

poder dan mas valor á esta especie de cosas ; que en el infierno<br />

lo mismo puede haber Papas qne curas, y que así tan santo<br />

puede ser el cirio bendito' por mi párroco, como el del Papar<br />

por consiguiente no quiero recibirlos, y otro tanto deben hacer<br />

(os principes de mi familia..<br />

" Dios os guarde.<br />

«Firmado NAPOLEÓN.%<br />

Supo esta voluntad espresada en un estilo<br />

político algo mas francés, Mr. Ortoli ájente con­<br />

sular en Roma, que con todo el respeto que pu­<br />

diera desearse aviso de ella u la santa Sede.<br />

Hemos hablado antes de la bizarría con que se


portaba el caballero Vargas; pues no tardó en<br />

llevar su castigo.<br />

El '2'S de junio se comunicó a los demás mi­<br />

nistros cstranjeros que la tropa habia arrestado<br />

al ministro de España y á los prelados (¿uardoqui<br />

y Bardaji , auditores de la Rota española por<br />

que, se decia, eran enemigos del gobierno francés.<br />

Al dia siguiente el jeneral Miollis anunció que<br />

daba un gran baile en los salones del palacio Do­<br />

ria, que era el que ocupaba desde su estancia en<br />

Roma.Todos ios miembros del cuerpo diplomático<br />

se presentaron en él, cscepto el caballero Lebzel-<br />

tern , de quien ya hemos hablado. Habiéndole<br />

preguntado , antes, que por qué se abstenía<br />

de ir á la reunión , contestó que le era impo­<br />

sible asistir á ella, en tanto que á uno de sus co­<br />

legas, al antiguo ministro de España , se le tra­<br />

taba tan indignamente , y se asegura que el en­<br />

cargado de negocios de Italia; el caballero Alber-<br />

tí, fué á buscar esplicaciones á. casa del enviado<br />

austríaco , para saber si él obraba así, autorizado<br />

por su corte, ó de propio movimiento. Para que<br />

nada faltase á la noble acción de Mr. Lebzeltern,<br />

declaró sin comprometer á su corte , que lo habia<br />

determinado su sentimiento personal á mostrar<br />

esta atención debida al caballero Vargas, ultrajado<br />

repetía él, á pesar del carácter respetable de que<br />

estaba revestido.


Mr. Orfcóli, ajen te consular francés en Roma,<br />

rogó al tesorero j en eral hiciese saber la renuncia<br />

de los cirios benditos por el emperador, pues asi<br />

se lomandaba su gobierno.El Cardenal Pacca res­<br />

pondió tranquilamente, que era imposible hubie­<br />

se el emperador pensado en semejante cosa, cuan­<br />

do estaba ocupado en la guerra de España; que<br />

seria eso una suposición de su ministro , y que<br />

así no hablaría de ello á su Santidad, con lo cual<br />

le evitó esta aflicción mas.<br />

Seguían los negocios eclesiásticos del resto de<br />

la Europa su curso regular en cuanto era posible:<br />

hubo un consistorio el 26 de marzo en que se pre­<br />

conizaron muchos Obispos, y en que Mr. de Pradt,<br />

Obispo de Poitiers, fue trasladado al Arzobispado<br />

de Malinas ; pero iban á caer sobre Roma los mas<br />

graves males. El 17 de mayo volvió Napoleón k<br />

su campo imperial de Viena, donde dio un decre­<br />

to que reunía todos los estados pontificios al impe­<br />

rio francés, declarando ciudad imperial y libre á<br />

Roma. Las tierras y dominios ó posesiones del Pa­<br />

pa se aumentaban hasta formar el producto líquido<br />

dedos millones de francos. Una consulta debia to­<br />

mar posesión de los estados del Papa, para que el<br />

sistema constitucional pudiese estar organizado<br />

para 1.° de enero de 1810. A esta consulta se la po­<br />

nía bajo la dependencia del ministro de hacienda.


En el mes de mayo el jeneral Miollis desapa­<br />

reció de Roma y se fue á Mantua, cuya defensa<br />

hacía ya tiempo se le habia confiado particular­<br />

mente , y encargado ademas revisase las fortifica­<br />

ciones, y se preparase á una defensa vigorosa si<br />

la suerte de la guerra le obligaba á encerrarse en<br />

ella para defenderse: desde ésta pidió órdenes al<br />

emperador que se apoderó de Viena el 13 del mis­<br />

mo mes. Poco después el jeneral volvió á Roma,<br />

en donde Lemarois le reemplazó interinamente.<br />

Creyó el Papa que debia preparar un documen­<br />

to anunciando á la Europa católica los nuevos<br />

acontecimientos que iban á sobrevenir, la mu­<br />

danza de gobierno, y declarar al mismo tiempo<br />

que los usurpadores renunciaban enteramente á<br />

la comunión con la iglesia de Roma.<br />

Ya desde 1806 , con motivo de las amenazas<br />

hechas al Cardenal Caprara en París, habia pen­<br />

sado Consalvi redactar una especie de notificación<br />

y se habia encargado por el Papa al Cardenal di<br />

Pietró le diese una forma regular á dicho docu­<br />

mento, teniéndole listo cuanto antes para cuando<br />

su Santidad se lo pidiera. A fines de 1808 el Pa­<br />

pa habló con el Cardenal di Pietro de este encar­<br />

go que le habia hecho, y contestándole el Car­<br />

denal que habia terminado su trabajo , lo ecsami-<br />

nó su Santidad , lo comunicó al Cardenal Pacca


que lo aprobó, y dispuso se hicieran numerosas<br />

copias por fieles empleados. Concluidas que fue­<br />

ron las firmó y selló con el sello Pontificio, reser­<br />

vándolas para su caso*.<br />

En el mes de junio, el 9 por la tarde, fué<br />

avisado el Papa de la procsimidad del peligro y<br />

el Cardenal le preguntó si desde luego que se<br />

publicase el cambio de gobierno, habia de fijarse<br />

la bula en los sitios acostumbrados. Contestóle el<br />

Papa que no se hiciese nada, hasta que él mismo<br />

hubiese leido el decreto imperial; pues que mu­<br />

chas veces se habían corrido voces de actos seme­<br />

jantes , sin llegar á verificarse, y también porque<br />

no conociéndose la forma del decreto, ni las con­<br />

diciones y restricciones que contendría, no debia<br />

caerse en alguna contradicción, que mas tarde<br />

pudiesen echar en cara á la corte romana. El<br />

Cardenal también por su parte esperaba que el je­<br />

neral no llegase á tocar los estreñios, porque Mio­<br />

llis , en todo lo que no tenia contacto con esta<br />

cuestión era un hombre reflecsivo, que habia<br />

mostrado tener moderación, y no ser de por sí per­<br />

seguidor. Ejecutaba solamente con puntualidad<br />

las órdenes que recibía fuesen las que fuesen, sa­<br />

bia que estaba preparada la bula de cscomunion:<br />

•estaba inquieto porque tenia pocas tropas, y aun<br />

se supuso que habia escrito con. la intención de<br />

26


que se suavizaran las órdenes , a cuya ejecución<br />

estaba condenado.<br />

Llegó la mañana del dia siguiente 10 de ju­<br />

nio y una esquela previno al Cardenal Pacca<br />

que iba á cambiarse el gobierno y que no se es­<br />

peraba mas, que una simple protesta del Papa<br />

sin bula alguna de escomunion, y que á la pro­<br />

testa se daria la misma importancia que se ha­<br />

bia dado antes á las notas de los Cardenales Con­<br />

salvi , Casoni, Doria, Gabrielli y Pacca. Que<br />

con esta seguridad el jeneral Miollis iba á publi­<br />

car el decreto imperial.<br />

A las 10 del dia, al estrépito de la artillería<br />

del castillo Sant-Anjelo, el pabellón del Papa fué<br />

depuesto, y se arboló en su lugar el pabellón fran­<br />

cés , y al mismo tiempo al son de trompetas, en<br />

todos los barrios de la ciudad, se publicó el de­<br />

creto que disponíala reunión al imperio de lo po­<br />

co que quedaba de los estados romanos.<br />

Corrió el Cardanal Pacca á ver al santo Pa­<br />

dre , y en este instante, encontrándose los dos en<br />

un mismo pensamiento se dijeron á un tiempo,<br />

al verse las palabras de Jesucristo. " Consiaiurfum<br />

ost. El Papa no demostró haber caido de ánimo<br />

y antes, él mismo buscó palabras con que soste­<br />

ner el de su ministro. De allí á poco llegó tam­<br />

bién Monseñor Tiberio Pacca , sobrino del Car-


denal, que traia un ejemplar impreso del decreto<br />

esparcido pon la consulta en la ciudad. Tomóle<br />

de sus manos el Cardenal y rogó al Papa se acercase<br />

con él á una vidriera, porque las cortinas<br />

de las ventanas corridas y cerradas herméticamente<br />

según la costumbre de Italia en esta estación,<br />

no dejaba entrar luz alguna en la habitación.<br />

Se levantó el Papa y siguió á su Eminencia.<br />

En vano quiso leer el Cardenal con calma y<br />

reflecsion, sabiendo que dependían de esta lectura<br />

las disposiciones que iban á tomarse. Tai esfuerzo<br />

no le fué posible, y vamos á traducir aquí<br />

sus propias palabras.<br />

"La indignación que me causaba, el atentado sacrilego que<br />

se estaba cometiendo, la presencia , allí en frente de mí, á muy<br />

poca distancia, de mi desafortunado soberano, el vicario de<br />

Jesucristo, dispuesto á escuchar de mis labios la sentencia de<br />

su destronamiento, las imposturas y calumnias que me saltaban<br />

á los ojos en la rápida mirada que eché sobre el escrito, el<br />

ruido continuo del cañón que anunciaba la usurpación inicua<br />

con triunfante insulto , me conmovieron en tal estremo , y turbaron<br />

mi vista de modo, que no pude pronunciar sino á me -<br />

tilas , deteniéndome con frecuentes interrupciones y una respiración<br />

cortada, los principales artículos del decreto. Observando<br />

atentamente al Papa, descubrí desde U s primeras palabras<br />

la turbación de su rostro, viendo en él señales , no de temor<br />

ni abatimiento , sino de una muy razonable indignación , pero<br />

poco á poco fué reponiéndose, y escuchó mi lectura con mucha<br />

resignación y tranquilidad."


Después el Papa se aprocsimó á la mesa y fir­<br />

mó sin hablar palabra las copias de una protesta en<br />

lengua italiana , que también estaba prevenida y<br />

se fijó en la noche siguiente. Le preguntó el Car­<br />

denal si daría sus órdenes para qne se publicase<br />

la bula de escomunion y el Papa algo dudoso le<br />

respondió, que apropósito habia vuelto á leerla y<br />

le parecían demasiado fuertes las espresiones que<br />

usaba contra el gobierno francés. El Cardenal le<br />

replicó que si habia de llegarse á un estremo tan<br />

terrible y ruidoso como era la publicación de se­<br />

mejante bula, preciso y de justicia era hacer una<br />

terrible pintura, sin ecsajeracion empero, de las<br />

injurias y violencias del gobierno imperial, para<br />

que todo el que la viese pudiera decir que habia<br />

el Papa tardado bastante en levantar la voz con­<br />

tra escesos tan ofensivos y multiplicados. Le dijo<br />

entonces el santo Padre: " ¿ Qué haríais vos? Yo<br />

contestó el Cardenal, después que un acto tan<br />

solemne ha sido temido de los enemigos y espera­<br />

do de los pueblos , lo ejecutaría . pero me deja en<br />

incertidumbre la pregunta de vuestra Santidad.<br />

Levantad, santísimo Padre, al cielo los ojos y dad­<br />

me en seguida vuestras órdenes, seguro de que<br />

espresarán vuestros labios lo que él quiere. En­<br />

tonces su Santidad elevó una mirada al cielo y<br />

después de una corta pausa dijo: "Está bien : pu-


licacl la bula" y añadid. "Que tomen bien todas<br />

sus precauciones los que han de ejecutar vuestras<br />

órdenes, sobre todo que no se vean descubiertos,<br />

porque serian indudablemente fusilados y que­<br />

daríamos inconsolable."—Santo Padre M respon­<br />

dió el Cardenal, yo daré instrucciones para<br />

que no se espongan temerariamente, aunque no<br />

puedo asegurar que no sucederá nada. Pero si<br />

Dios quiere que se ejecute, él sabrá protejer esta<br />

operación y favorecerla. De allí á pocas horas se<br />

verificó la publicación de la bula de una manera<br />

tan estraordiñaría que quedaron llenos de admira­<br />

ción el jeneral y toda la ciudad de Roma.<br />

En la noche, pues, del 10 al 11 de junio, se<br />

fijó la bula ne' i luoghi sóliti, é ira questi, nelle<br />

tre basiliclie di San Pietro, di Santa Maria-<br />

Maggiore , edi San Giovanni. El que fijó las pri-<br />

meras fué uno llamado Mengacci; á quien se re­<br />

compensó en adelante liberalísimam ente por<br />

este acto de bravura. Nada aun habia descubier­<br />

to la policía, cuando el mismo dia muy de maña­<br />

na , un romano madrugador vio la bula en la pa­<br />

red de la iglesia de San Marcos, cerca del pala­<br />

cio de Venecia. La arrancó y se la llevó al jene­<br />

ral Miollis, que antes de comunicarla y dar par­<br />

te al presidente Salicetti; la envió en el momen­<br />

to por un espreso al emperador Napoleón.


Después de esta muestra de valor , se encerró<br />

el Papa en su palacio con mas precauciones que<br />

nunca , y teniendo á la puerta su vijilante guar­<br />

da suiza. En la bula de escomunion que se llama<br />

Quum memoranda , no se nombraba directamen­<br />

te á Napoleón , pero se le comprende como á uno<br />

de los fautores de todos los despojos sufridos por<br />

la santa Sede. Se ha impreso con mucha ecsactitud<br />

esta bula en latín , italiano y francés, en la obra<br />

del Cardenal Pacca y en otras. Desde entonces,<br />

comenzaron por ambas partes á observarse con<br />

cierta ansiedad. A cada momento temian en pala­<br />

cio que viniesen á prender al Papa : y el jeneral<br />

Miolüs temía que saliese su Santidad revestido<br />

con sus ropas pontificias, con ánimo de dispertar á<br />

favor suyo una revolución. Pero apresurémonos<br />

á concluir esta narración funesta. En la noche del<br />

5 al (i de julio 1809 , se reunieron algunos roma­<br />

nos descontentos ; y se preparó un asalto para<br />

apoderarse del palacio habitado por el Papa. Se<br />

elijió por capataz de la empresa á un tal Fran­<br />

cisco Básala , que habia sido bracero ( face ¡tino )<br />

del palacio ; de donde le despidieron por acusa­<br />

do de robo.<br />

En el progreso de esta historia se verá como se<br />

dio la orden que ejecutó el jeneral Radet recien-<br />

venido de Toscana á Roma en virtud de una carta


directa.de Napoleón. El mismo Radet ha revelado<br />

los pormenores y causa de este rapto , como se<br />

yéen las memoria^ééi Cardenal Parca , que refuta<br />

.algunos asertos del jeneral.<br />

Llamó Miollis el dia antes al jeneral Radet,<br />

que hacía poco habia pasado de Toscana á Roma,<br />

y entrando en esplicaciones con él, sóbrela posición<br />

en que estaban los franceses, le manifestó su<br />

inquietud en vista de la ajitacion qne empezaba<br />

á fermentar entre aquellos caracteres romanos<br />

tan alarmantes*y le demostró las consecuencias<br />

tan comprometidas que podrían resultar. Sobre<br />

todo le declaró , que estaban agotados ya los medios<br />

de severidad para restablecer la calma, no<br />

quedándole otro que el de alejar de Roma al Papa;<br />

que el emperador, ocupado en la guerra del<br />

Danubio no podia enviar tropas á Italia, y que el<br />

jeneral gobernador estaba decidido á apoderarse<br />

de la persona de su Santidad, haciéndole saber<br />

al jeneral que lo habia escojido para tan importante<br />

operación.<br />

Radet lo hizo al gobernador la observación de<br />

que un paso de esta naturaleza no se daba sin tener<br />

órdenes superiores por escrito, sin «maduras<br />

reflecsiones y sobre todo sin ¡tropas. Recibió la<br />

contestación de>que órdenes y tropas estarían preparadas<br />

aquella misma tarde-, y que se ocupase en


tomar las disposiciones convenientes, de manera,<br />

que hasta las mismas sospechas se evitaran. Sa­<br />

lió Radet fuertemente conmovido, viéndose en­<br />

cargado de esta empresa, y se encerró para com­<br />

binar en su plan lo que podia oponerse al efecto<br />

que debia producir, viéndose , dice él mismo en<br />

su narración, sometido á la cruel alternativa de<br />

combatir contra los derechos mas sagrados, ó<br />

violar sus juramentos desobedeciendo.<br />

Por la noche fué el mismo gobernador á anun­<br />

ciarle que iban á llegar tropas napolitanas , y de­<br />

bia estar preparado, y tener su plan de operacio­<br />

nes parala noche siguiente. Radet espuso algunas<br />

otras razones á que Miollis contestó manifestán­<br />

dole el compromiso en que estaban las tropas, y la<br />

necesidad de detener con un golpe de mano el<br />

desorden y la efusión de sangre, concluyendo con<br />

decirle que ambos á dos, como militares , eran<br />

esencialmente pasivos, obedientes y responsables<br />

con sus cabezas de la falta de ejecución de las ór­<br />

denes superiores que recibían. A lo que no tenien­<br />

do que responder Radet, creyendo que el honor<br />

y sus juramentos le dictaban su deber , se decidió<br />

á ejecutar el mandato que recibiese por escrito,<br />

luego que llegasen las tropas á Roma.<br />

Aquella misma noche entró un batallón de<br />

reclutas napolitanos que el rey Joaquin enviaba.


Constaba apenas de 800 plazas, y una parte de<br />

él venia sin armar. Formó Radet el plan de sus<br />

operaciones imajinando un pretesto que á nadie<br />

alarmase y lo comunicó al gobernador-jeneral<br />

Miollis, que lo aprobó. Al amanecer del dia 5<br />

aprestó Radet todos los materiales necesarios, logrando<br />

ocultar su operación á los ojos del público<br />

con algunas patrullas y medidas de policía. Tuvo<br />

á la tropa todo el dia en sus cuarteles para inspirar<br />

mas seguridad en Roma y en el palacio Quirinal<br />

,y á las nueve de la noche fue llamando uno<br />

por uno álos jefes militares dándoles sus órdenes.<br />

A las diez todo estaba pronto en la plaza de los Santos<br />

Apóstoles, y en el cuartel de la Pilotta, inmediato<br />

á Monte-Cavallo , que iba á ser el centro<br />

de las operaciones. Vamos á conservar las mismas<br />

espresiones estratéjicas^con que refiere este suceso<br />

el jeneral Radet.<br />

Oespues que fué este á la Pilotta y se asegu-x<br />

ró de la ejecución de sus órdenes, dirijió su marcha<br />

sobre la iglesia de los Santos Apóstoles, y<br />

formó allí sus disposiciones militares. El comand<br />

ante de plaza coronel Siry, y el coronel Costa<br />

comandante déla la jendarmería lo acompañaron<br />

después á su casa, donde debía entregarse al des<br />

canso hasta la hora conveniente El gobernador le<br />

esperaba y le dio la orden por escrito de prender<br />

27


al Cardenal Pacca, y en el caso de que se opusiese-<br />

su Santidad, arrestarlo también y conducirlo in­<br />

mediatamente en posta á Florencia.<br />

Al leer esta orden que no era mas que condi­<br />

cional , tuvo Radet algunas dudas que le preocu­<br />

paron un momento; pero no era tiempo ya de ha­<br />

cer observaciones, dice él mismo, porque el go­<br />

bernador acababa de salir , habian dado las once<br />

y todo estaba organizado y pronto para obrar.<br />

Volvió entonces á la Pilotta y á los Santos<br />

Apóstoles, donde él mismo colocó las patrullas,las<br />

o-uardias, los puestos y sus destacamentos de opera­<br />

ción. En el entretanto el gobernador jeneral para<br />

mantener los transtiberinos, hacía se ocupasen los<br />

puentes del Tiber, y el castillo Sant-Anjelo , por<br />

el pequeño destacamento napolitano que estaba á<br />

las órdenes del jeneral Pignatelli Cerchiara. El<br />

oficial de cada uno de los destacamentos que de­<br />

bían concurrir á la acción , estaba prevenido de<br />

que dar el reloj del mismo palacio Quirinal la<br />

campanada de la una era la señal convenida para<br />

la escalada; pero un incidente retardó la ejecu­<br />

ción. Súpose (pie uno de los oficiales de la guar­<br />

dia del Papa estaba de vijía sobre la torre sa­<br />

liente que cae húcia la entrada de las puertas<br />

del palacio Quirinal, y que esta medida de vigi­<br />

lancia, practicada tocias las noches, cesaba al rayar


el dia. Con este motivo se cambiaron las instrucciones<br />

por el momento, gubdividió* sus puestos el jeaieral<br />

por los alrededores de la fontana de Trevi;<br />

•envicia guardar las puertas de las Iglesias cercanas<br />

para impedir se tocasen las campanas; espió la<br />

retirada del centinela de la torre, y á las dos y<br />

treintaieinco minutos dio la señal 1<br />

.<br />

Oigamos ahora como refiere lo demás el Cardenal<br />

Pácea.<br />

"El dia 4 da julio; por la nocbe, diferentes' piquetes de<br />

caballería habían ocupado las callea que desde varios puntos de<br />

Roma, vienen á dar al palacio Quirinal. Otras tropas también,<br />

-se colocaron en los puentes para impedir la comunicación interior,<br />

y hacia la hora délas tres dé la mañana vino á marcha<br />

forzada y en grande silencio desde los barrios inmediatos, un<br />

cuerpo de infantería que se. posesionó de todas las.salidas al 1<br />

'rededor del palacio.. Al. momento de despuntar el alba-., los esbirros<br />

, la jesdarmería que venia con la tropa y algunos vasallos<br />

rebeldes empezaron el asalto del Quirinal, que no esperábamos.<br />

Después de haber pasado un dia Ueuo dé angustias y<br />

-trabajos, y haber velado toda la noche, hasta las dos y media<br />

4e la mañana, y ver los primeros rayos del dia sin que se oyese<br />

rumor alguno en la plaza ni en las. calles vecinas, creyendo<br />

pasado el peligro por aquella noche, me habia retirado<br />

-á mi habitación, para tomar algún descanso. Apenas me hube<br />

acostado cuando mi ayuda de cámara volvió corriendo á decirme<br />

que los franceses estaban dentro del palacio»"<br />

En efecto Radet Habia visto á sus líneas de operaciones<br />

obedecer* Ta señar queéTles daba: un destacamento<br />

de treinta- hombres escalaba' las tapias


deljardin, para guardar las salidas del patio de<br />

la Panetteria, y los pasos subterráneos que dan<br />

hacia el ángulo de la capilla : otro de veinte y<br />

cinco guardaba la puerta baja que está frente del<br />

lavatoio : con otro de cincuenta hombres, el coro­<br />

nel Siry subia por la ventana de una sala inhabi­<br />

tada , que comunica con las del centro del edi­<br />

ficio , donde tiene sus cuartos la mayor parte de<br />

lajeóte que hace servicio á su Santidad; y el<br />

mismo Radet, se habia reservado al frente de cua­<br />

renta hombres, la empresa de subir á la torre por<br />

encima del techo de la Dataría para penetrar por<br />

alli adentro de los aposentos.<br />

Las escalas que puso se rempieron y el gober­<br />

nador habiendo sabido este contratiempo vino,<br />

i nruello en su capote, para ayudarle con sus con*<br />

sejes; pero viendo (pie tomaba buenas determi­<br />

naciones para entrar por la puerta principal se<br />

retiró á un Kiosco inmediato , dependiente de los<br />

jardines del palacio Colonna.<br />

Habia llegado ya á penetrar en el patio prin­<br />

cipal el coronel Siry, Radet oyó entonces los cla­<br />

mores que salían del cuerpo interior de la guar­<br />

dia suiza, donde gritaban: AH'armi!— Traditoril<br />

el reloj que daba las tres , y la campana de la ca­<br />

pilla echada á vuelo: procuraba, pues, forzar el<br />

postigo, y le fue abierta la puerta grande por el


coronel Siry. Entró con sájente y la tropa que<br />

pudo reunir, dirijiéndose á un grupo, que á la<br />

dereeha, en el fondo del patio, parecia estar dispuesto<br />

á hacer resistencia, lo dispersó, y entró por<br />

las habitaciones hasta la sala del trono llamada de<br />

las santificaciones. Allí encontró á la guardia suiza<br />

de su Santidad , compuesta de un capitán y cuarenta<br />

hombres, en buen orden y armados todos:<br />

les intimó rindiesen las armas,y sin ninguna resistencia<br />

lo hicieron, porque antes habían recibido<br />

la orden de ejecutarlo así. Adelantóse el jeneral:<br />

miró hacia la izquierda, y al fin de un corredor<br />

bastante estrecho vio un cuarto donde habia luces<br />

y jente que circulaba de una parte á otra -.llegóse,<br />

y encontró allí al Papa rodeado de toda su corte.<br />

Es preciso leer este suceso como lo escribió<br />

después el mismo jeneral.<br />

"Que cualquiera otro se ponga en mi situación y sino ha •<br />

perdido todo sentimiento moral y humano que juzgue del estado<br />

en que me encontraría. No tenia orden alguna de apoderarme<br />

de ia persona del Papa. Embargaba mi ser y todas<br />

mis facultades intelectuales, un santo respeto por aquella sagrada<br />

cabeza, doblemente coronada. ( Escribía Radet esta relación<br />

á fines del año 1814-.) Me encontraba á su vista seguí»<br />

do de jente armada , confuso y paralizado en mis movimientos<br />

sin saber como salir .de este incideote imprevisto por mí. Qué<br />

habia de decirle! ¡ por dónde comenzar! J qué hacer! Esta fué<br />

la dificultad de mi misión»<br />

Mi tropa entraba conmigo, y ecsijiendo respeto y decencia


la presencia del santo Padre, del sacro Colejio y el lugar santo<br />

en que me encontraba, volvíme á ella y la mandé fuera á colo­<br />

carse formada en la sala del trono, disponiendo que por pa­<br />

trullas separadas se mantuviese el orden en el palacio, y apro­<br />

vechándome del movimiento retrógrado de los soldados , para<br />

tomar un partido que no comprometiese el suceso, ni al gober­<br />

nador , ni á mí mismo , envié un ayudante que previniese al<br />

jeneral Miollis que rae hallaba á la presencia del Papa sin<br />

haber podido llegar hasta la persona del Cardenal Pacca, á<br />

quien no conocía, esperando rae diese sus órdenes. Prolon­<br />

gué los movimientos de mi tropa, no dejé con ella sino muy<br />

pocos oficiales y rodeándome de todos los demás, así como de<br />

los alféreces de la jendarmería; entramos todos con la mayor<br />

cortesía, sombrero en mano, é inclinándonos delante del Papa<br />

á medida que cada uno pasaba para ponerse en fila delante de<br />

la entrada interior. Cinco minutos lo mas duró todo esto, ha­<br />

biendo vuelto el ayudante que me dio la orden en secreto de<br />

prender al Papa con el Cardenal y conducirlos incontinenti<br />

fuera de liorna. Por severa que me pareciese esta orden, no te­<br />

nia mas remedio que cumplirla. "<br />

Ahora oigamos como se esplica el Cardenal<br />

Pacca, testigo ocular.<br />

" Apenas rae anunció mi ayuda de cámara que estaban<br />

los franceses dentro del palacio me levanté á toda prisa y<br />

corrí á mirar por la ventana. Vi muchas personas armadas,<br />

que tenían hachones encendidos, y cruzaban por los jardines<br />

buscando sus puertas para introducirse en el edificio : otras<br />

bajaban y subían por lo largo- de las tapias donde tenían pues­<br />

tas escalas , y otras en fin ocupaban el patio de la Panetteria.<br />

Al mismo tiempo unos soldados subían por otras escalas hasta<br />

la habitación de los dependientes de palacio , por la parte que<br />

mira á la calle que va á salir á Porta Pia. Estos rompieron


las .puertas de las ventanas con hachas, entraron .y corrieron á<br />

abrir la puerta que cae á la plaza, por donde entró un número<br />

considerable de soldados. Envié al punto á Juan Tiberio Pac-<br />

ca, mi sobrino , para que despertase á su Santidad, como con<br />

él habia quedado^en hacerlo, si sucedía alguna noche cosa de<br />

cuidado, y poco después fui yo mismo á su habitación. Se levan­<br />

tó el santo Padre con grande serenidad de alma, se vistió la<br />

túnica y mucéta y pasó á la pieza en la cual acostumbraba dar<br />

audiencia. Nos juntamos allí, el Cardenal Despuig, yo , algu­<br />

nos prelados de los que vivían en el palacio y algunos redactor<br />

res y empleados de la -secretaría de estado.<br />

" Entretanto.los sitiadores echaron á bajo las puertas de<br />

los aposentos á hachazos, (Radet no ha hecho mención de esta<br />

circunstancia ) y llegaron hasta la puerta de la cámara donde<br />

estábamos , que la hicimos abrir ¡para evitar mayores desórde­<br />

nes. Desde su silla (1) vino el Papa ¿colocarse delante .de la<br />

mesa, casi en medio del cuarto, y nosotros-, los dos Cardena­<br />

les , nos colocamos cada-uno á su lado : los prelados y demás<br />

asistentes .fonnavon alas. Conforme se abrió Ja .puerta.,


lencio , mirándonos aturdidos los unos á los otros sin poder proferir<br />

una palabra.<br />

" Con rostro pálido y trémula voz fué el jeneral quien rompió<br />

el silencio, encontrando apenas pa'.abras para decir que<br />

su comisión era penosa y desagradable; pero que habiendo<br />

hecho juramento de obediencia y fidelidad al emperador, debia<br />

intimar al santo Padre, que renunciase á la soberanía temporal<br />

de Roma y sus estados ; y si rehusaba su Santidad,<br />

tenia orden de conducirle al jeneral Miollis, quien indicaría<br />

el lugar que se le tenia destinado.<br />

" El Papa sin turbarse le respondió con corta diferencia en<br />

estos términos: "si habéis creido vos un deber vuestro, ejecutar<br />

tales órdenes del emperador, porque le hicisteis juramento<br />

de fidelidad y obediencia , considerad hasta que punto debemos<br />

sostener los derechos de la santa Sede, á la cual nos ligan<br />

tantos juramentos. No podemos ni ceder (1) ni abandonar lo<br />

que no es nuestro. Pertenece el dominio temporal á la Iglesia<br />

y no somos sino administrador suyo. El emperador podrá<br />

hacernos pedazos , sin que tal cosa obtenga de nos jamás.<br />

Después de cuanto por él hemos hecho no esperábamos que<br />

nos tratase de este modo.—Yo se, dijo entonces el jeneral,<br />

que el emperador os debe , santo Padre, muchas obligaciones.<br />

— " Mas de las que podéis iraajinaros, " replicó vivamente el<br />

Papa, y luego continuó : " Nos deberemos ir solo."<br />

" Vuestra Santidad , le contestó el jeneral, podrá llevar<br />

consigo ásu ministro el Cardenal Pacca.<br />

M<br />

Entonces pregunté yo súbitamente " Que órdenes me dá<br />

el santo Padre ? Debo tener yo el honor de acompañarle ? El<br />

( 1 ) He aqui las palabras terminantes del Papa oídas muy distinta­<br />

mente por un testigo ocular : .Yo podemos, no debemos , no queremos. En<br />

la historia de Francia se presentan casos en los que , rehusando los par­<br />

lamentos rejistrar algunos edictos se espresan asi: " Nit volumus, nec<br />

postumas, nec debemus. "


Papa me respondió : " Sí, "y pedí permiso para entrar en el<br />

cuarto inmediato, donde, seguido de dos oficiales de jendarmería<br />

que aparentaban estar mirando las habitaciones, me revestí<br />

del traje de Cardenal con el rocchetlo y la mozzetta, ere*<br />

yendo que iríamos al palacio Doria, en el cual habitaba el<br />

jeneral Miollis. Mientras yo me vestía , escribió el Papa de su<br />

propia mano una lista de las personas que deseaba le fuesen<br />

acompañando, y tuvo con el jeneral Radet una conversación»<br />

Entre las cosas que me contaron después fué una, que estando<br />

el Papa arreglando algunos objetos de su cuarto, le dijo Radet s<br />

" No recele vuestra Santidad, que no se tocará á nada " y que<br />

el Papa le contestó " aquel que no hace caso alguno de su propia<br />

vida, en mucho menos tendrá las cosas del mundo. "<br />

Hubiera querido Radet que el Papa se pusiese otro ropaje,<br />

que no le diese tanto á conocer, como el que tenia puesto; pero<br />

no tuvo el valor de decirselo. Cuando volví á la habitación<br />

de su Santidad, ya le habían obligado á salir, sin dar tiempo á<br />

gticamari&ri , ayudas de cámara, de acomodar alguna ropa<br />

blanca en una balija para que se mudase en el viaje. Me uní á<br />

su Santidad en las salas, y al momento los dos , rodeados de<br />

jendarmes, esbirros y vasallos rebeldes, caminando con dificultad<br />

por encima de los maderos rotos de las puertas , bajamos<br />

las escaleras. Atravesamos el patio grande donde estaba todavía<br />

la tropa francesa y el resto de los esbirros, y llegamos á la<br />

puerta principal de Monte-Cavallo en la cual estaba pronto el<br />

carruaje del jeneral Radet. ( Era uno de esos que llaman en<br />

Italia bastardellas.<br />

• "Se hallaban en la plaza formadas en batalla muchas tropas<br />

napolitanas, acabadas de llegar á la ciudad. El Papa las<br />

bendijo, así como también á su capital de Roma, y entró en el<br />

coche que tenia clavadas las persianas del lado de su Santidad;<br />

después me hicieron subir á mí, cerraron con llave las porte-<br />

2tf


zuelas , y el jeneral, con un oficial de jendarmería , ocupando<br />

la silla dio la orden de partir.<br />

"Hasta la puerta del principal habiatnos sido seguidos de al­<br />

gunos prelados, redactores, oficiales de la secretaría, y muchos de<br />

nuestros criados , medio muertos todos de ajitacion. A ninguno<br />

le fué permitido acompañarnos, ni aun aprocsimarse al carruaje.<br />

"En lugar de tomar el camino del palacio Doria se siguió<br />

la calle de Porta Pia y antes de llegar á ella se cambió de<br />

dirección en la vía que conduce á Porta Salara. Ya fuera de<br />

esta puerta seguimos la ronda hasta la Porto (fal Popólo que<br />

como todas las otras estaba cerrada. A lo largo do las mura­<br />

llas fuimos encontrando piquetes de caballería con sable en<br />

mano , á cuyos comandantes daba sus órdenes el jeneral II a-<br />

det con aire triunfante como si hubiese ganado una gran vic­<br />

toria. Alli fuera de la puerta del Popólo encontramos los ca­<br />

ballos de posta, y mientras los enganchaban reconvino el Pa­<br />

pa dulcemente al jeneral del engaño que le hizo , diciéndole<br />

que lo conduciría á casa del jeneral Miollis, y le dio quejas<br />

por el modo con que se le hacia partir de Roma , sin acompa-<br />

miento , desprovisto de todo, y con los solos vestidos que lle­<br />

vaba puestos. El jeneral respondió , que tardaría muy poco en<br />

alcanzarnos la servidumbre que su Santidad habia puesto en<br />

lista en Monte-Cavallo , y envió ua jendarme al gobernador<br />

para que se sirviese disponer y acelerar su partida.<br />

" A poco de haber caminado me preguntó el Papa si lle­<br />

vaba algún dinero. Vuestra Santidad ha visto , le dije, que<br />

quedé preso en su misma habitación,)- no me fué permitido vol­<br />

ver á la mia. Entonces sin hablar mas, sacamos nuestros bol­<br />

sillos y á pesar de la aflicción y dolor de que estábamos embar­<br />

gados viéndonos arrancar de Roma y de su buen pueblo , no<br />

pudimos contener la risa cuando mirando el bolsillo del Pa­<br />

pa, encontramos en él un papetto , pieza de veinte bayocos<br />

(cuatro reales) y en el mió tre grossi ó quince bayo-


eos. (dos reales y medio ). Así emprendíamos el soberano Pon­<br />

tífice y su ministro un viaje apostólicamente, y según las ¿pa­<br />

labras de nuestro Señor á los apóstoles : "No-llevareis con vo»<br />

sotros en el camino., ñeque panem ,(.ninguna .provisión.lleva-<br />

bamos nosotros )., teníamos mas ves •<br />

tidos que los que nos cubriau,. y 'aun esos muy incómodos, por<br />

que el Papa llevaba mozzetay sfqla^y yo. tenia puesto man-<br />

telleta >voccket'o y mozzeta) ñeque pecunian ( treinta y<br />

cinco bayocos temarnos. ) Su Santidad mostró il papetto al je-<br />

neral.-Radfet-trly le dijo: .-Be todo lo de nuestros estados , ved<br />

aquí lo que poseemos.<br />

" Desde el principio deLviaje me- comenzó á atormentar un<br />

pensamiento que bien-lo tenía yo por ofensivo á la bondad de<br />

Bio VII,. pero que entonces me turbaba fuertemente. Temia yo<br />

que penetrado de horror el Papa con la acción sacrilega y ecse-<br />

crabie que habian cometido con él, y previendo las funestas con­<br />

secuencias que. traería á la Iglesia , se arrepintiera de los vigo­<br />

rosos pasos que se habian dado, y en su juicio interior me acu­<br />

sase de haberlo animado á ellos* Pero salí prontamente de in­<br />

quietud porque el Papa , con la sonrisa en los labios y espre-<br />

sion de verdadera complacencia me dijo: -— " Cardenal, hi­<br />

cimos bien de publicar la bula de escomunion el dia 10 de junio<br />

sino como la publicaríamos ahora '?'"— Con cuyas palabras co­<br />

bré ánimo para resistir las aflicciones que preveía yo, íbamos á<br />

sufrir en tan violento y desastroso viaje. "<br />

"Aquella misma noche se fijó en 'Roma por mi orden una<br />

notificación en 'nombré del Papa , que puede mirarse como<br />

wn Adiós áñ un tierno padre que se separa de sus'"hijos queridos.<br />

Acotaremos algunos pasajes*:<br />

"En medio del dolor en que nos'hallamos, esperímen tamos<br />

un suave consuelo, al ver ejecutado en noso'trosio que el Señor<br />

anunció á S. Pedro, díciendole: mas cuando ya fueres viejo»


estenderás tus manos y te ceñirá otro, y te llevará á dondetu<br />

no quieras. ( Veas. S. Juan. Cap. 21. v. 18. )<br />

Abandonamos nuestras manos sacerdotales á la fuerza que<br />

nos ata para llevarnos á otra parte, y declaramos á los autores<br />

de este hecho responsables ante Dios de todas las consecuencias<br />

de este atentado. Por nuestra parte solo deseamos, aconsejamos<br />

y ordenamos á nuestros fieles subditos , á nuestra grey<br />

particular de liorna, y á la universal de la Iglesia católica ; imiten<br />

con fervor á los fieles del primer siglo, en ocasión en que<br />

estando preso y encadenado San Pedro, no cesaba la Iglesiade<br />

rogar á Dios por él.<br />

Sucesor , aunque indigno , de este glorioso apóstol, confiamos<br />

en que todos nuestros caros hijos , consagrarán á su común<br />

padre esle deber piadoso y postrero ; y con toda efusión de corazón<br />

, les damos en recompensa, nuestra bendición apostólica.<br />

De nuestro palacio Quirinal, á 6 de julio de 1809, año dé*<br />

cimo de nuestro pontificado.<br />

(l) Veo en su Vicario cautivado á Cristo, veolo otra vtz ser escarneci­<br />

da), veo renovar el tormento de la hiél y vinagre.<br />

PIUS PP. VII.<br />

Al mismo tiempo algunos que fuesen afectos<br />

al Papa tuvieron el valor de fijar muchos ejem­<br />

plares, en papel grande y gruesas letras, de un<br />

pasquín con estos versos del Dante.<br />

veggio<br />

(1) e nel Vicario Cristo esser catto,<br />

Veggiolo un' altra volta esser deriso,<br />

Veggio rinovellar 1' aceto e' 1 fíele.<br />

( Purg. c. XX.)


Los individuos de la consulta hicieron fuesen<br />

arrancados estos papeles, do quiera que se vieron<br />

puestos.<br />

Dante alude en esos Tersos á la prisión de Bonifacio VIII en 1803, hecha<br />

por orden del rey de Francia Felipe el hermoso. £1 autor no cita ó<br />

copia bien los versos del ilustre Poeta. Debió poner.<br />

E nel vicario sito Cristo esser catto.<br />

Veggiolo un altra volta esser deriso,<br />

Veggio rínnoveUar 1' aceto e ' i file.<br />

Esser catto ser cautivado , preso, catto partic. del verb. cáperc.<br />

( Nota del Traductor ).


CAPITULO DIEZ Y NUEVE.<br />

SIGUE REFIRIÉNDOSE EL VIAJE DE SU SANTIDAD , su<br />

ARRIBO A LA CARTUJA DE FLORENCIA Y SU SALIDA<br />

DE ESTA PARA ALEJANDRÍA.<br />

Estensamente hemos referido la captura de<br />

su Santidad citando el relato hecho por el jeneral<br />

Radet, que tiene un carácter de verdad que es pre­<br />

ciso reconocer. Al traducirlo , le hemos conserva­<br />

do los jiros de policía militar que tiene , el tono<br />

de severidad y las tintas ya de puntual obedien­<br />

cia , ya de sentimientos respetuosos que le hacen<br />

estar en oposición con el modo de referir del Car­<br />

denal Pacca. En este brillan una erudición bíbli­<br />

ca, un suave estilo, una delicada ironía, y á veces<br />

la espresion de un santo enojo. Ademas las ínti­<br />

mas revelaciones y los pormenores tan sencillos y<br />

cuerdamente espresados por el Cardenal, esplican<br />

muchas circunstancias mal ecsaminadas por Radet<br />

y descubren el fondo de los hechos. El lector ha­<br />

brá estraido la verdad de uno y otro relato y - no


podemos escojer mejor guia que las informaciones<br />

de estos dosiestigos tan en diferente posición<br />

de unas mismas escenas tan terribles.<br />

Radet continuaba procurando mostrarse agradable<br />

y servicial con su Santidad , para hacerle,<br />

soportable su situación ; y con los mas circunstanciados<br />

pormenores cuenta la parada que hicieron<br />

en la posta de Storta, el descanso que tuvieron de<br />

algunas horas en Radicofani, los accidentes diversos<br />

que retardaron el viaje , el ruego, que hizo él<br />

al Papa de que le permitiese lo acompañase después<br />

en su regreso áRoma; la necesidad en que se<br />

vio de tener que. parar el carruaje para que el<br />

Santo Padre echase su, bendición sobre los muchos<br />

habitantes de las ciudades y pueblos del tránsito<br />

, que se apiñaban al rededor del ;<br />

coche , y subían<br />

por las ruedas cuando se paraba , y aun sobre<br />

los caballos dispuestos á partir. El jeneral es<br />

el ánico que ha recordado, y nos cuenta la.sublime<br />

recomendación del Papa, que.decía.á las jentes:<br />

" Animo yoraciones." En fin refiere la entrega<br />

del santo Padre en manos del teniente coronel<br />

de jendarmeria Lecrosnier que fué á hacerse<br />

cargo de su persona á la Cartuja de Florencia.<br />

Concluye el jeneral Radet su relación diciendo:<br />

Tal fué mi conducta en esta ocasión importante, apelo- al<br />

testimonio del jeneral Miollis , y al de mis colaboradores, y


demás personas que presenciaron los hechos. Apelo sobre todo<br />

al Cardenal Pacca y al santo Padre. La misión que se me encargó<br />

era capaz de fijar la atención del mundo entero por su<br />

importancia y su objeto. Pueden haberse alterado las circunstancias<br />

; que acabo de reducir á la mas ecsacta verdad, por<br />

lo que toca á la parte que tuve. Obligado á cumplir con<br />

las órdenes que se me habian dado por la autoridad superior;<br />

hice lo posible para templar su rigor, cuando no me era dable<br />

suspender ó detener los efectos. Este gran deber me imponía<br />

la doble obligación de conciliar el mayor respeto , el cuidado<br />

mas prolijo , y la mas esquisita circunspección , con un rigoroso<br />

ministerio ; y nada he perdonado para conseguirlo. Si están<br />

aun indelebles en la memoria del Padre santo las circunstancias<br />

principales de estos momentos crueles, recordará también su<br />

Santidad la conducta que observé entonces , y las muestras de<br />

interés que se dignó dispensarme en varias ocasiones. Guardábanse<br />

con severidad las precauciones ; pero recuérdese también<br />

cuan inminente era el peligro. Reflecsionese, sobre todo, en<br />

la responsabilidad inmensa que sobre mi pesaba , y en la certeza<br />

que tenia, de que mas bien se me iba á juzgar por el<br />

resultado , que no por lo prudente de mis medidas.<br />

En los diez y siete años que llevo de oficial jeneral de gendarmería,<br />

se ha hecho bien conocido mi carácter en Francia,<br />

Italia y Alemania, por las comisiones que he desempeñado: y<br />

esto rae obliga á conservar intacta la reputación adquirida en<br />

treinta años de efectivos y buenos servicios, y once de campaña.<br />

Mi honor es la herencia de mayor precio que yo pueda<br />

transmitir á mi numerosa familia. Espero entregárselo íntegro.<br />

Y esta, y cuantos me conocen á fondo , saben muy bien que<br />

el intervenir en el suceso lamentable de que acabo de hacer<br />

una relación ecsacta, no ha 9Ído obra de mi voluntad, sino efecto<br />

de mi posición."


En nada hemos alterado el informe del jeneral<br />

Radet: así cuenta el acaecimiento. Del mismo<br />

modo no podía el Cardenal referir el viaje prisionero<br />

como iba en el carruaje del jeneral.<br />

" Cerca de las ocho da Italia ( las cuatro de la mañana ) sa­<br />

limos de Roma á la vuelta de Toscana, mudando caballos en<br />

las primeras postas. En las caras de las pocas personas que se<br />

encontraban , se veían pintados el asombro y dolor que seme­<br />

jante espectáculo les infundía. En Monterosi estaban las puer­<br />

tas de las casas llenas de mujeres, que viendo al Padre Santo<br />

en un coche rodeado de jendarmes con sable desenvainado , y<br />

viéndole llevar como cautivo; imitaron Ja tierna compasión de<br />

las mujeres de Jerusalon ( 1 ) , principiaron á golpearse el pe­<br />

cho , á llorar y gritar, estendiendo los brazos hacia el coche;<br />

" Nos arrebatan al Padre Santo 1 " este espectáculo nos inmutó<br />

y lo peor fué que el jeneral Radet, temeroso de quo el ver al<br />

Papa conducido de este modo, no promoviese algún tumulto<br />

en las poblaciones del tránsito; rogó á su Santidad corriese las<br />

cortinillas del coche, para que ios pueblos no le echasen de ver.<br />

Consintió en ello resignado el Padre Santo, y se prosiguió así<br />

el viaje encerrados en el coche , casi sin ventilación en las<br />

horas que mas pica el sol de julio en Italia. A eso de medio dia<br />

deseó el Papa tomar algo, y el jeneral Radet mandó parar en<br />

la casa de postas, lugar casi desierto en la montaña de Viterbo.<br />

Allí en un coarto apartado, en el que solo habia una mesa vieja<br />

y desvencijada cubierta de un sucio tapete, y única en toda la<br />

casa; se sentó el Papa, y comió un huevo. En seguida, y con tan<br />

insoportable calor , se continuó el viaje. Al anochecer el Papa<br />

(1) Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujereslas<br />

euales lo plañían y lloraban.<br />

S. Lucas cap. 23. v. 27.


tuvo sed, y como no hallásemos casa alguna á donde dirijirnos en<br />

todo aquel campo, el aposentador Cardini llenó una botella de<br />

agua manantial que acaso halló en el camino, y la dio al Pa­<br />

dre Santo que la encontró esquisita. (1) Nadie echó de ver en los<br />

diversos países que recorrimos, que este coche encerraba al Papa<br />

y en Bolseua sucedió un caso curioso. Mientras que se muda­<br />

ban caballos, cierto padre franciscano llamado Cozza, se acercó<br />

al jeneral Radet, ignorando quien iba en el coche desde donde<br />

todo se oia , y se le dio á conocer como quien habia mantenido<br />

carteo con 61, y le habia recomendado un abogado de Roma<br />

de cuyo nombre no me acuerdo. Vióse atado el jeneneral Radet<br />

para responderle ; y volviéndose á mi el Papa , me dijo ; " • oh<br />

che írate briccone ! ¡ oh que fraile tan bribón !<br />

Después de diez y nueve horas de un viaje tan incómodo para<br />

el Papa, que varias veces me dijo que padecia mucho, llegamos á<br />

eso de las tres de la noche, hovas italianas, (once de la noche),<br />

al monte de Radicofani, y nos apeamos en su miserable posada.<br />

No teníamos ropa que mudarnos : y era menester que perma­<br />

neciésemos con la puesla que estaba empapada en sudor, y<br />

que se nos secó encima con el frío de la noche, en aquel para­<br />

je. Nada se habia preparado en la posada : se le señaló al Pa­<br />

dre Santo un cuartito , y á mi el cuarto vecino, y pusieron<br />

jendarmes á la puerta. Con mi vestido cardenalicio, con muceta<br />

y roquete, conforme estaba, ayudé á la posadera á hacer la cama<br />

de su Santidad, y á poner la mesa para la cena que fué frugalí­<br />

sima. El Padre Santo , á quien yo servia , se dignó admitirme<br />

á su mesa. Mientras la cena, lo mismo que habia hecho duran<br />

te el dia , procuré reanimarle, y hacerme , según las palabras<br />

del Espíritu Santo, semejante á la nieve conservada, en tiem-<br />

(1) " Beberá del torrente por d camino." Salm. 110. v. 7. del oriji-<br />

nal hebreo : y 109. v. 7. de la Vulgata latina. —* De torrente in viú bibet-


po de- la- siegtty que reanima el espíritu de su dueño. ( Pfrov.<br />

cap. 25. v¿ 13. ) A pesar de las ideas lúgubres y funestas con<br />

que el porvenir se presentaba á mi imajinacibn , el Sejior me<br />

conservó aquella alegría de ánimo y natural' inclinación* mia<br />

á la chanza , dfe suerte que la misma noche que llegamos á Ra­<br />

dicofani, me regració el jeneral Radet, dibiénd'ome que habia<br />

oido varias veces al Papa reírse con lo que yo le decia. Hoque<br />

en estas terribles circunstancias mas me alentaba, era el imaji­<br />

nar que la Providencia me habia destinado a ser el Simón Ci-<br />

reneo del escelente y perseguido Pontífice. Después de cenar<br />

vestido como- estaba, se echó el Padre Santo en una mala y cfo*<br />

racoma*, y yo me retiré at cuarto que se me habia destinado.<br />

VÍHomeentonces al pensamiento la idea dolorosa de que á quien<br />

acababa yo dfe dejar solo-, enferma, sin asistencia, en país es—<br />

traño , y en mitad de un campo ; era mí soberano , y la cabeza<br />

visible de la Iglesia. Me eché tam bien con mis vestidos de Car*<br />

denal sobre un duro colchón : y asi se acabó el seis de julio-,<br />

memorable dia de mi vida, y que derramó en el» 1<br />

alma de ios<br />

buenos católicos amargura y consternación.<br />

El Papa, por otra parte, no daba seña!, ni proferí» palabra<br />

qne indicase en Ib mas mínimo un arrepentimiento del paso va-*<br />

leroao dado contra Napoleón y el gobierno francés; sino qne<br />

mostró una enerjia y fuerza de alma maravillosas* Habló siem­<br />

pre al jeneral Radet con cierta dignidad de soberano, y aun á<br />

veces con un tono de có v<br />

era y severidad que na le era natural:<br />

( I ) como que tuve que rogarle se moderase, y volviese á co­<br />

brar la mansedumbre v dulzura de su- carácter.<br />

(I ) El Cardenal Pacca juzga á veces muy severamente á Pío VIL<br />

Los actos, de valor en las grandes adversidades, muestran el 1<br />

verdadero<br />

carácter, mas bien que ése dejara* llevar S que suelen abandonarse alguno*<br />

en cfeettiístaucias afanosas «que la enerjia se pierde, las fuerzas se pos­<br />

tran f y sobreviene el vatio y el fastidio de la vida..


Volvamos á la narración del viaje. Como había lugar á es­<br />

perarlo, el sueño de esta noche no fué ni largo, ni tranquilo.<br />

Apenas amaneció, corrí á la pieza contigua donde estaba el Pa­<br />

pa, quien habia tenido un poco de calentura y varios arranques<br />

de bilis que le habian aliviado. Mucho padecí aquella mañana.<br />

El Jeneral ltidet habia recibido órdenes muy urjentes para<br />

conducir al Papa en aquella misma tarde á la Cartuja de Flo­<br />

rencia, y para verificarlo quería partir después de almorzar.<br />

Y por el contrario, el Padre santo, decia resueltamente, y<br />

no sin cierto tono de vivacidad, que no pensaba salir de alli,<br />

hasta que viese l'egar á sus familiares, y demás personas que<br />

tenian permiso de seguirle; alegando estaba desprovisto absolu -<br />

tamente de todo, y temeroso de que si proseguíamos el viaje,<br />

no pudiesen alcanzarnos. Hablé con dulzura al jeneral Radet,<br />

que estaba combatido entre las instrucciones que habia recibi­<br />

do para acelerar el viaje y el deseo de no desagradar y aflijir<br />

al Padre santo.<br />

Por fortuna, y con mucha satisfacción del Papa después de<br />

medio dia, llegaron á Radicofani, dos coches que el dia antes<br />

habian salido de Roma; y donde venia parte del acompaña­<br />

miento destinado á su Santidad. Venía Monseñor Doria, maes­<br />

tro de cámara; Monseñor Pacca; Juan Seglia, capellán secreto,<br />

el cirujano Cecarini; el ayuda de cámara José Moiraghi; el co­<br />

cinero, y el palafrenero. Entre las veintidós y veintitrés horas<br />

de Italia ( seis y siete de la tarde ) salimos el 7 de Julio de<br />

Radicofani. A poca distancia hallamos mucha jente, á quien no<br />

se habia permitido acercase á la posada. El jeneral Radet hi­<br />

zo parar el coche, y permitió que se acercasen todos á recibir la<br />

bendición del Papa. Varios tuvieron también permiso para ba­<br />

sarle la mano : y no puede espresarse bastante el fervor y de­<br />

voción conmovedora de aquellos fieles.<br />

Lo mismo sucedió en todos los pueblos toscanos por donde<br />

transitamos. Caminamos toda la noche, y el dia 8 al amane-


cer llegamos á las puertas de Sena. Encontramos los caballos<br />

de posta fuera de la ciudad, coa una fuerte escolta de jendarmes.<br />

No disimuló el jeneral Radet al Papa que había tomado<br />

estas precauciones temeroso de que á su paso se tumultuase el<br />

pueblo de -Sena: y díjole que pocos días antes se habia mostrado<br />

descontento en la ciudad á la llegada del patriarca monseñor<br />

Penarla, vicejerente de Roma, llevado preso por los jendarmes.<br />

Se prosiguió el viaje hasta Poggibonsi, donde quiso el jeneral<br />

Radet que sesteásemos. Llegados á la puerta de la posada<br />

, tuvimos que estar el Papa y yo metidos en el coche unos<br />

veinte minutos, porque el oficial de jendarmería que tenia á su<br />

cargo la llave de la portezuela se habia rezagado con el coche<br />

que venia atrás. El jeneral Radet permitió á varias personas,<br />

casi todas mujeres, entrasen en la posada á besar el pie y la<br />

mano del Papa.<br />

A eso de las tres de la tarde partimos para Florencia por<br />

entre un jéntio inmenso que se habia agolpado , y que pedia á<br />

grito con señales estraordinarias de fervor, la bendición apostólica.<br />

A poca distancia de la posada, por inadvertencia é impericia<br />

de los postillones que iban al galope, como se lo habia<br />

mandado Radet, no hicieron alto en una preminencia de un lado<br />

del camino ; dejaron pasar por ella una de las ruedas y el coche<br />

volcó de resultas con ímpetu grande. La rueda se rompió,<br />

la caja rodó en medio del camino, quedando el Padre Santo debajo<br />

, y yo encima. Permanecimos algún tiempo en esta posición<br />

: y gritando una multitud de jente , ¡ Padre Santo ! levantó<br />

en un instante la caja, mientras que un jendarme abría<br />

las portezuelas cerradas con llave* Los demás jendarmes, pálidos<br />

y sable en mano, trataban de apartar y alejar al pueblo,<br />

que ardiendo en cólera les decía: ¡.Ccmi! ¡ Cani! ¡Perros!<br />

¡ Perros!


El jeneral Radet, mal seguro en su silla, fué<br />

á parar arrojado á grande distancia en un loda­<br />

zal de animales inmundos, de donde se levantó<br />

para correr á la caja del coche , injuriando de ca­<br />

mino á los postillones. Sacó por un lado el pueblo<br />

al santo Padre en los brazos; prosternándose unos<br />

hasta el suelo, besando otros sus pies, tocando<br />

otros sus vestidos respetuosamente , y todos deses­<br />

perados preguntándole si se habia hecho mucho<br />

daño.<br />

Su Santidad sonriendo, y como bromeando<br />

del suceso les daba las gracias , en tanto que el<br />

Cardenal Pacca , á quien por otro lado sacaron,<br />

temiendo no viniesen á las manos aquella multi­<br />

tud furiosa y la escolta de jendarmes, se lanzó en<br />

medio del jen tí o diciendo á gritos, que por la gra­<br />

cia de Dios no habia sucedido nada malo, y asi<br />

que se retirasen tranquilos y en seguridad.<br />

Apaciguado el tumulto subieron en un mise­<br />

rable coche que habia traído Monseñor Doria y<br />

siguieron el viaje recibiendo en todas las pobla­<br />

ciones las mismas muestras de respeto y dolor. A<br />

la una cíe la noche llegaron á la Cartuja do Flo­<br />

rencia, donde se entregó su Santidad á los en­<br />

cargados d


habia ocupado, preso en rehenes, el inmortal<br />

Pío VI. Despertó en el Cardenal Pacca la memoria<br />

de aquel santo Pontífice, los .sentimientos de<br />

veneración , gratitud y afecto que le habia tena do<br />

como á -bienheclior.suy-o.Miró aquel lecho, el i»is><br />

rao que ahora le habian preparado á su Santidad,<br />

y trasportado por su ajitada imaj'inacion, parecióle<br />

estar presente al acto inhumanoy atroz de los comisarios<br />

del Directorio, cuando levantaron violentamente<br />

la cubierta y ropas >de la cama, para cerciorarse<br />

de si estaba el venerable anciano verdaderamente<br />

en el estado de descaecimiento y debilidad,<br />

que decían los médicos le ponían en situación<br />

de no poder emprender viaje alguno, ski<br />

eminente riesgo de fe rauerte. Volvió «nto«ces los<br />

ojos hacia el Papa y lo vio sobre un canapé triste<br />

y abatido con el peso de tantas fatigasy dolores.<br />

Después de una cena espléndida dijeron á los<br />

presos que podrían descansar aquella noche y d<br />

dia siguiente domingo, con cuya dulce esperanza<br />

de reposo se retiraron á sus aposentos; pero no<br />

habian pasado tres horas durmiendo, y estaban en<br />

lo mas profundo del sueño, cuando despertaron<br />

al Cardenal para decide que acababa de llegar de<br />

Florencia, enviado por la gobernadora jeneral,<br />

Elisia Baciocchi Bonaparte, un coronel que quería<br />

se levantasen todos y despertaran al santo Pa-


dre , porque había traído un coche para trasladar<br />

al Papa, sin querer decir adonde, ni darle tampo­<br />

co tiempo para oír ó para celebrar misa.<br />

Esta noticia me sorprendió , dice el Cardenal Pacca, y me<br />

ajitó. Me levanté á toda prisa , y al ir á ver al Padre santo,<br />

me encontré con el oficial que habia venido (llamábase Mariotti,<br />

y era de los jendarmes.) Me confirmaron lo que se me habia<br />

dicho , añadiendo ademas que no acompañaría yo á su<br />

Santidad , y que solo me reuniría con él en Alejandría, adonde<br />

, pasando por B olonia , me conduciría un oficial de jendarmes.<br />

Al intimarme esta separación previ lo que sucedió : y<br />

menos me aflijió el preveerlo , que la idea de abandonar al Papa<br />

, y de dejarle en manos de militares desconocidos , ignorando<br />

si le dejarían alguna persona de su confianza que le asistie -<br />

se. Entré á ver al Padre santo, y le hallé muy desalentado.<br />

Tenia la cara como verdinegra , y con todas las señales de un<br />

hombre sumido en profundo dolor. Al instante que me vio , me<br />

dijo : " Echamos de ver , que lo que estos tratan con todas sus<br />

fuerzas , es hacernos morir: y preveemos que nos es imposible<br />

soportar por largo tiempo semejante jenero de vida.<br />

Hice lo posible para consolarle, cuando yo mismo necesitaba<br />

de un consolador, y le dije me habian intimado la separación<br />

mia de su sagrada persona. Parecióme que, en su bondad,<br />

se aflijió grandemente el Padre santo. Xo pude decirle mas<br />

porque vino Mariotti, y su Santidad se vio obligado á partir.<br />

Le acompañé hasta el coche, y me volví á mi cuarto sumamen -<br />

te consternado"<br />

Se habia mandad o que se hiciese partir al<br />

Papa , la vuelta de Alejandría.<br />

Apenas tuvo tiempo su Santidad para pedir<br />

un breviario al prior de la Cartuja. Fueron acom-


pañándole Monseñor Doria, mayordomo, Monseñor<br />

Soglia; José Moirachi, ayuda de cámara y el<br />

oficial Mariotti, que no tardó mucho en mostrar<br />

las mayores atenciones á su prisionero.<br />

En Roma entretanto, después de Jbaber hecho<br />

prender el jeneral Miollis á algunos esbirros que<br />

cometieron robos en el palacio pontificio, y viendo<br />

como su empresa habia tenido feliz aceito, volvióse<br />

el jeneral á sus oficiales que estaban rodeados<br />

de presidiarios y rebeldes, cómplices en el<br />

atentado, y les dijo en francés: " Ahora pues, señores,<br />

podéis despedir á toda esa canalla.<br />

Esta fué la primera acción de gracias que recibieron<br />

aquellos miserables, que acababan de cometer,<br />

sin peligro, el mas abominable atentado: y<br />

este es el modo con que la mayor parte de las veces<br />

se pagan al traidor sus viles servicios.


CAPITULO VEINTE.<br />

CARTAS DE MIOLLIS AL EMPERADOR SOBRE LA CAPTU­<br />

RA DEL PAPA.—Su SANTIDAD ES CONDUCIDO A GRE-<br />

NOBLE.—LA GUARNICIÓN DE ZARAGOZA.—CONTINUA<br />

EL VIAJE POR AVIÑON A NIZA Y A SAVENA.<br />

El mismo dia G do julio escribió Miollis al<br />

emperador la siguiente carta:<br />

" SEÑOR.<br />

Me confió V. M. el cuidado de mantener la tranquilidad<br />

en sus Estados de Roma; yo he puesto en práctica el único medio<br />

de conseguirla mandando se arrestase al Cardenal Pacca.<br />

El Papa, por sí mismo, ha sido envuelto también en ¡a suerte<br />

del Cardenal, por haberse opuesto á su prisión con barricadas<br />

y en defensa. Para ejecutar su comisión el jeneral Radet<br />

á quien encargué este cuidado, tuvo que derribar las puertas y<br />

muros del Quirinal, convertido en fortaleza por el antiguo gobierno,<br />

desde la cual rechazaba las órdenes de V. M. Por las<br />

buenas disposiciones de este jeneral han sido arrollados todos<br />

los obstáculos, y ya los conduce con una escolta á la Cartuja de<br />

Florencia, donde tomará órdenes de S. A. I. madama la gran<br />

duquesa, á quien tuve el honor de prevenir algunas horas antes.<br />

En su último aposento se habia el Papa rodeado de todos sus<br />

Cardenales y prelados á quienes hizo solidarios en su amistad


de oposición, y á pesar de la fuerza que ?ha sido preciso emplear<br />

no se ha faltado á ninguna de Jas consideraciones posibles. He<br />

mandado se cuide del palacio y de cuantos en él estaban eneer«<br />

rados. Ahora envió en dos coches cuatro de los principales<br />

•prelados que le eran adictos, con su cirujano y criados. Reinan<br />

en .Roma la seguridad y la calma.<br />

" Soi el mas humilde y mas obediente servidor y vasallo de<br />

V.M.<br />

" ( Firm ado ) MIOLLIS."<br />

Al otro dia, 7 de julio, le escribió segunda<br />

vez en el tenor siguiente.<br />

SESOR,<br />

" El Papa mismo ha decidido alejarse de Roma, habiéndole<br />

preguntado el jeneral Radet,, al llegar á su último atrincheramiento<br />

si menoscabaría en lo mas mínimo la autoridad<br />

temporal, respondió que pensaba sostenerla hasta derramar la<br />

última gota de sangre. La tropa á quien encargué el asalto del<br />

Quirinal procuraba denodamente penetrarle; y la .campana que<br />

debía dar la señal alus demás de la ciudad repicó con gran<br />

fuerza hasta que fue interrumpida por los continuos golpes que<br />

habia qué dar para desembarazar el paso, confundiéndose ademas<br />

con las de Sant-Anjelo.<br />

' " El dia 5 por la tarde, dice un inspector de policía, se<br />

presentó al cura De' M.ónti, para que le¡ diese los estados<br />

que se pasan ordinariamente al gobierno. £1 ministró de la<br />

Iglesia .los"rehusó, diciendo que el Papa lo tenia prohibido y al<br />

mismo tiempo en una reunión tumultuosa que se formó decían:<br />

" Mueran los escomulgados! " El cura se ha evadido.—El dia<br />

de ayer fué mas tranquilo y un gran número de personas se ha<br />

presentado para inscribirse en la guardia- cívica.—Los miembros<br />

del Tribunal del capitolio han vuelto á continuar en sus


funciones: el coche del Papa se encontró dos leguas antes de<br />

Aguapendente.—He remitido al Papa sus equipajes , enviando<br />

con ellos á las personas que él habia designado escepto al con­<br />

fesor fanático que hace milagros. Me parece convendría tam­<br />

bién separar de su lado al Cardenal Pacca.—No quiso el Santo<br />

Padre quitarse sus vesti los pontificales , y al tomar el coche<br />

«chó la bendición á las tropas que le hacian los honores de­<br />

bidos como á jefe de la Iglesia, liemito á V. M. la circular de<br />

Monseñor el Obispo de Litta della Pieve, tan digna de su<br />

ministerio.<br />

Nueve dias duro su viaje hasta Alejandría, y<br />

en uno de los primeros, varios paisanos se habian<br />

reunido al rededor del coche pidiendo la bendi­<br />

ción , de modo que el comandante se vio precisa­<br />

do á parar y permitir los bendijese el Santo Pa­<br />

dre. Inmediatamente después de esta corta ó inte­<br />

resante acción , su Santidad suplicó á uno de<br />

aquellos hombres que todavía estaban arrodilla­<br />

dos , le trajese un poco de agua fresca. Todos se<br />

levantaron de una vez y corrieron cuales á los ca­<br />

ballos para detenerlos, cuales se pusieron delante<br />

de los jendarmes , y cuales se precipitaban de ca­<br />

bana en cabana dándose gritos de apresuramiento<br />

y de alegría. Volvieron á ofrecer á su Santidad<br />

toda clase de refrijerios, y era preciso que los to­<br />

mase de todas las manos que se los presentaban, ó<br />

á lo menos, que los tocase si no los aceptaba, por­<br />

que todos gritaban : '* El mió, Santísimo Padre,<br />

el mío ! el mío ! " — " De todos ' ¡ esclamó el


piadoso Pontífice con el rostro inundado en lá­<br />

grimas : y al mismo tiempo uno de los paisanos<br />

acercándose á echar dentro del coche los mas her­<br />

mosos frutos, propuso al Papa rechazar á los sol­<br />

dados y libertarle con estas dos palabras únicas,<br />

enérjicas y terribles: Vuole 1 dici l — Si quiere..<br />

dígalo !<br />

Su Santidad con un acento lleno de ternura<br />

les pidió no hiciesen acción alguna de resistencia:<br />

entregóse de nuevo á sus guardas, y siguió con<br />

ellos el camino en dirección á Jénova. Mas dis­<br />

tante de allí, habiendo quedado muy atrás los ba­<br />

gajes , y sintiéndose el Papa ahogado de calor,<br />

preguntó que si había quien le prestase una ca­<br />

misa cualquiera. Al instante uno de aquellos pai­<br />

sanos le ofreció una , y besando con arrebato la<br />

mano cpie le bendecía cojió de la manga del Papa<br />

un alfiler que se llevó, como una rica prenda del<br />

préstamo que le habia hecho.<br />

• A tres millas de Jénova el comandante Mario-<br />

ti dispuso sestear, aunque no era mas que el me­<br />

dio dia, en una casa de campo donde se presentó<br />

á reemplazarle otro comandante de jendarmes lla­<br />

mado Boisard. Trajeron unas literas y en ellas lle­<br />

varon á su Santidad y á Monseñor Doria, siguien­<br />

do los demás á pie hasta la orilla del mar , donde<br />

entraron en una falucha que los puso al amane-


cer del dia siguiente al otro lado de Jénova , jun­<br />

to á san Pedro de Arena , desde donde volvieron<br />

á tomar el camino de Alejandría. En este punto<br />

descansó su Santidad tres dias , viendo dismi­<br />

nuirse la especie de fiebre nerviosa de que se sin­<br />

tió atacado desde el momento de su prisión.<br />

Los mismos afectos de piedad conmovían á los<br />

pechos piamonteses que hemos dicho sentían to­<br />

dos los habitantes por donde pasaba el Santo Pa­<br />

dre. Mientras mas se aprocsimaba á Francia, ma­<br />

yor era el entusiasmo de las jentes. En el primer<br />

pueblo francés las autoridades locales y las veci­<br />

nas bajo pretesto de cuidar hubiese orden, se acer­<br />

caron mas y mas al santo Padre, y fue para lle­<br />

nar sus manos de besos , para consolarle y com­<br />

padecerle. Pió VII decia: ¿"cómo podría Dios<br />

mandar que nos mostrásemos insensible á tales<br />

muestras de afecto ? Las recibia pues con digni­<br />

dad y modestia.<br />

En Grenoble se supo de antemano que su San­<br />

tidad llegaba, y sin saber cómo, se preparó una de<br />

aquellas escenas históricas , que quedan impresas<br />

en la memoria de los pueblos. Las dos solas resis­<br />

tencias que encontró Napoleón sobre el continente,<br />

a Santa Sede y España, iban en cierto modo<br />

a verse alli juntas. Anunciase en la ciudad la<br />

procsimidad del Papa; la valiente guarnición


de Zaragoza que estaba prisionera de guerra en<br />

Grenoble , pide toda eñ masa el permiso de salir<br />

a su encuentro: descúbrese el coche donde<br />

venía el santo Padre, y como si- fuesen todos<br />

aquellos héroes un solo hombre,. caen á un tiempo<br />

mismo de rodillas, dejando pasar por medio<br />

de ellos al Vicario de Jesucristo. Sacando casi todo<br />

el cuerpo fuera del coche, estendió*el Papa' con un<br />

semblante en que se pintaban el gozo, la felicidad<br />

y la ternura, una inmensa y santa bendición so-,<br />

bre aquellos tostados guerreros endurecidos con<br />

los trabajos. La población toda siguió el movimiento<br />

de los españoles y mientras estuvo allí el<br />

Papa hubo que escojer-le un lugar espacioso en<br />

donde se mostrase á la ávida y relijiosa piedad<br />

de las jentes.<br />

En Grenoble- volvieron á separar del lado de<br />

su Santidad al Cardenal Pacca, que se habia reunido<br />

á la comitiva pocas jornadas hacía, y tan><br />

bién llegaron al santo Padre grandes vicarios<br />

del Cardenal Fesch, que le traían ofrecimientos<br />

de toda especie y letras por valor de mas de cuatrocientos<br />

mil' francos. Mucho agradeció el Papa<br />

este acto de respetó decidido en tan prócsimo<br />

pariente de Napoleón. tSÜÉ<br />

Por Valencia el coronel Boisard dirijió la rutahacia<br />

Aviñon', teniendo el descuido imprudente


de entrar en esta ciudad á la mitad del dia. Ya se<br />

sabe que Aviñon perteneció a la Santa Sede y por<br />

qué medios fué reunido á Francia al princi­<br />

piarse la revolución: así es, que en todo el Conda­<br />

do era jeneral la adhesión al sumo Pontífice. Pue­<br />

de decirse que la población entera se agrupó al<br />

rededor del coche, parado en medio de una plaza,<br />

saludando con aclamaciones al Papa. Algunas se­<br />

ñoras y personas de distinción compraron á pre­<br />

cio de oro la facilidad de acercarse hasta las por­<br />

tezuelas. Boisard mandaba á sus soldados separa­<br />

sen á tantos importunos ; pero la escolta muy re­<br />

ducida no podia hacer uso de las armas.<br />

El Comandante supo ademas , que todas las<br />

poblaciones de las villas y pueblos comarcanos se<br />

precipitaban como torrentes hacia el camino de<br />

Carpentras. Dispuso cerrar las puertas de la ciu­<br />

dad , y con un par de pistolas en las manos, que<br />

se hubiera guardado muy bien de disparar, lo­<br />

gró «al fin romper por la multitud mandando álos<br />

postillones salir inmediatamente de la población.<br />

Un hombre de noble aspecto y elegantemente ves­<br />

tido, aprocsimandose á Mr. Moiraghi, de la comi­<br />

tiva de su Santidad , le dijo : " Caballero, es ver­<br />

dad que el Papa ha escomulgado á Napoleón ? "<br />

— "No puedo responder" le contestó Moiraghi.<br />

— "Bastante es eso para que yo lo entienda. Bas-


tan te es para mí:" añadió el interlocutor. En Aix,<br />

en la Provenza toda, en Niza, hubo escenas semejantes<br />

y las mismas demostraciones de piedad.<br />

En esta ultima ciudad se hicieron preparativos de<br />

fiesta para recibir á su Santidad. Bajó éste del coche<br />

para atravesar á pie el puente de Var, cuando<br />

sus ojos se fijaron en un extraordinario espectáculo<br />

del lado allá del puente. Un jentio inmenso<br />

le esperaba, no como en Francia, estando<br />

todas las clases mezcladas , sino con el mayor orden<br />

y separación: en situaciones distintas estaban<br />

diferentes jerarquías. Aparte los eclesiásticos,<br />

revestidos de sus ropas sacerdotales, los nobles<br />

ostentaban sus condecoraciones, diez mil<br />

personas estaban arrodilladas sin proferir una palabra<br />

, sin que una voz se oyese. Sintiéndose el<br />

Papa fortalecido ante tan brillante homenaje, se<br />

adelantó solo, y volviendo sus miradas atrás, no<br />

sin alguna mezcla, puede ser de satisfacción y de<br />

orgullo.<br />

A la cabeza del puente vi á la piadosa Reina<br />

de Etruria de rodillas, entre sus dos hijos ; pues<br />

parece que España se encontraba siempre una<br />

de las primeras en ofrecer y solicitar consuelos (1).<br />

"¡Que tiempos tan diferentes! "dijo la Reina.<br />

( I) Asi habla de la España, no nosotros traductores de la obra fran-<br />

31


—" No es amargura todo, respondía el Santo Pa­<br />

dre: mirad, no estamos, hija mia, ni en Florencia<br />

ni en Roma; pero ved ese pueblo y escuchad sus<br />

arrebatos." El Papa volvió á subir en su coche.<br />

Las calles de la ciudad de Niza estaban sembradas<br />

de flores , y durante la estancia de su Santidad,<br />

iluminadas todas las noches.<br />

Comprendió Boisard que no conducía en aquel<br />

momento á un prisionero de estado, y le dejó la<br />

libertad de recibir á los eclesiásticos, y demás per­<br />

sonas que se presentaban. Por la noche cantaron<br />

himnos sagrados los*músicos á la puerta déla ca­<br />

sa habitada por su Santidad. Una Señora, sabien­<br />

do' que Boisard se preparaba para seguir un ca­<br />

mino menos frecuentado , atravesando las mon­<br />

tañas, tuvo la injeniosa idea de mandar hombres<br />

que iluminasen la ruta por la noche , colocando<br />

en todos los árboles teas encendidas; ejemplo que<br />

fue seguido en* todo lo largo de la cornisa de<br />

Poniente por disposición de algunas personas pia­<br />

dosas , y también por orden de las autoridades<br />

municipales.<br />

Llegados á Savona, el Obispo de la ciudad,<br />

tuvo orden de salir del Obispado para que sus<br />

cesa, sino su autor Mr. Artaud, á quien debemos rendir este homenaje de<br />

justicia.


aposentos "quedasen á •disposición del Papa y de<br />

su comitiva. Se dio á su Santidad una cámara<br />

con una pequeña antecámara, dejándole ademas<br />

que invitase á una mesa suntuosa, que se le<br />

servia, las personas que fuesen de su agrado. Iba<br />

todos los dias el conde Salmatoris, maestro de<br />

ceremonias á tomar la orden de lo que el Papa<br />

deseaba prescribir; se le señalaron cien ltíises por<br />

mes á cada dependiente de su Santidad, y se permitió<br />

al director de correos que le llevara las cartas<br />

que le venían dirijidas.


CAPITULO VEINTE Y UNO.<br />

BATALLA DE WAGRAM. — ESCRIBE MR. CIIABROL AL<br />

DUQUE DE BASSANO UNA CONVERSACIÓN SUYA CON SU<br />

SANTIDAD. — NAPOLEÓN MANDA FORMAR UNA MEMO­<br />

RIA SOBRE SUS RELACIONES CQN LA SANTA SEDE.<br />

APODERANSE EN ROMA DEL ANILLO DEL PESCADOR.—<br />

EL EMPERADOR CONTRAE MATRIMONIO CON LA AR­<br />

CHIDUQUESA MARÍA LUISA.—SALEN DESTERRADOS DE<br />

PARÍS TRECE CARDENALES.— LLEGA A SAVONA UN<br />

ÁJENTE AUST RIACO. MUERE EL CARDENAL CAPRARA.<br />

El 6 de julio , al tiempo mismo que en Ro­<br />

ma se verificaba la captura del Papa, ganaba Na­<br />

poleón la batalla de Wagram , y conseguía en 14<br />

de octubre se firmase en Schoenbrun la paz en­<br />

tre Francia y Austria.<br />

Un despacho lleno de atenciones hacia su<br />

Santidad que pasó el duque de Bassano á Mr. Ciia­<br />

brol , prefecto del departamento de Monteuottc,<br />

y sugeto que unía un profundo respeto por la per­<br />

sona del Papa, á quien visitaba á menudo con un


juicio sólido, motivó una carta del prefecto al<br />

duque en estos términos.<br />

" He hablado de la paz que acaba de ajustarse, y su Santidad<br />

ha manifestado gran satisfacción , y me ha preguntado si sabia<br />

algunas de sus condiciones : le respondí que no; pero que los<br />

papeles públicos hablaban de una unión entre los tres em pera do­<br />

res que iba á asegurar por mucho tiempo la paz de la cristian­<br />

dad. Me contestó que asi lo esperaba* y que al menos la próc-<br />

sima vuelta de S. M. le daba lugar á creer que no habria nueva<br />

guerra en el Norte y que se compondrían los asuntos de la Iglesia:<br />

} diciéndole que estaba muy persuadido que su Santidad contri-<br />

buiria á vencer cualquier obstáculo, y que en ese caso podriau<br />

verificarse antes sus deseos, me respondió; " habiendo esperado<br />

hasta ahora con paciencia podemos esperar aun algún tiempo:<br />

hemos puesto todos loi medios que están á nuestro alcance."<br />

Entonces le pregunté si en esos medios entraban también las<br />

comunicaciones directas con S. M. y rae dijo que hacía ya dos<br />

años no le escribía directamente, porque habiéndolo hecho antes<br />

y no habiendo recibido contestación alguna determinó enriarle<br />

notas oficiales por la seguridad en que estaba de recibirla por es­<br />

te medio, y me anadió que no habia tratado de renovarlas en estas<br />

circunstancias, porque para ello hubiera sido necesario despachar<br />

un correo, y que aunque pudo remitir sus cartas á los prefectos,<br />

no lo habia hecho. Le dije entonces estaba bien persuadido que<br />

como cabeza espiritual de la Iglesia encontraría siempre buena<br />

acojida cerca de S. M.; que la intención del Emperador era cla­<br />

ramente separar lo espiritual de lo temporal, que absolutamen­<br />

te podría mudar en esto de propósito ; pero que lo temporal no<br />

se oponía á la paz de la Iglesia.<br />

" Entonces me dijo "hemos jurado defender lo temporal ñe­<br />

que ad effusionem sanguinis, y no teniendo otras armas que las<br />

espirituales debemos valemos de ellas como lo hicieron núes-


tros antecesores, de los cuales ninguno se vio jamas reducido al<br />

cstremo en que nos hallamos; aunque á las veces tuviesen coutiendas<br />

y diferencia?, las tuvo Clemente VII, pero en pocos meses<br />

se terminaron y compusieron, y estas duran hace ya muchos<br />

años. Han dispersado al sacro colejio , nos han arrancado de<br />

nuestro palacio; éstas y otras violencias insoportables requieren<br />

indispensablemente so dé una satisfacion á la Santa Sede : y si<br />

S. M. no cede algún tatito de su propósito , desde luego aseguro<br />

permanecerán las cosas por mucho tiempo en el mismo estado;<br />

y al decir por mucho tiempo, digo demasiado, pues ya somos<br />

viejos: el que nos suceda podrá tal vez componerlas, nosotros le<br />

dejaremos este cuidado. " Le respondí que los bienes temporales<br />

no podiau estar unidos á los intereses de la Iglesia, y que<br />

aun con este sacrificio, que no dependía sino de las circunstancias<br />

de Europa, podia «-.segurarse la paz : á eso me contestó<br />

que habia aprendido por la experiencia que de nada servían<br />

los sacrificios ; que al principio pudo con ellos conseguirse la<br />

tranquilidad , pero que ya en el dia por lo que pasaba habia<br />

conocido se atacaba á la relijion , sino de frente por ser muy<br />

difícil, á lo menos por medios indirectos; que los párrocos estaban<br />

reducidos á unas rentas muy escasas , y que tanto los curatos<br />

como los obispados eran muy estensos para uno solo ; que<br />

los sacerdotes paganos jamás estuvieron tan dependientes , que<br />

del Papa mismo se quería hacer el Papa de los franceses , y<br />

en fin que solo Dios podia salvar á su Iglesia en tan difíciles<br />

circunstancias. "<br />

Estas y otras conferencias particulares habi­<br />

das con el Papa y referidas por Mr. de Chabrol<br />

prueban que tenia este ministro mucha discreción<br />

y mucho respeto á su Santidad; y según parece<br />

estaba encargado de averiguar cuáles eran sus in-


tenciones en caso de volver á Roma: el Papa respondí<br />

ó que liaría lo mismo que antes. Se sabe<br />

también que Mr. de Cbabrol tenia ademas larga<br />

conferencias con. Monseñor Jorje Doria, que se<br />

mantenía siempre adicto á su Señor.<br />

Todas estas circunstancias preocupaban á Napoleón<br />

que habia vuelto en 26 de octubre á Fontainebleau.<br />

A fines de noviembre llamó á uno de<br />

los empleados mas hábiles en relaciones estertores<br />

y le dictó él mismo una porción de apuntes con<br />

los cuales era menester compusiese una memoria<br />

sobreel estado en que se hallaban los asuntos de<br />

la Santa Sede.<br />

Este despacho.'que tuvo para dar datos de tanta<br />

importancia, prueba la zozobra de ánimo en<br />

que le tenían estas cosas. Debía tratarse en la memoria<br />

de cuanto hemos hablado anteriormente, de<br />

las discusiones del Papa y el emperador con motivo<br />

de la declaración de 1682, de los informes de Mr. de<br />

Portalis y de la carta de retractación de Luis XIV.<br />

Notó está frase delicada: " Que el estilo de la<br />

" disertación histórica que se va á hacer sea mas<br />

" bien el de un hombre de negocios que no el de<br />

" un literato." Y en un párrafo que dictó después<br />

" se espresaba de este modo. " Reasumiendo lo di-<br />

" cho propongo á V. M. (á él mismo) se sirva en-<br />

" viar al senado un proyecto de senadoscónsultos,


" que determine la reunión de los estados romanos<br />

" al imperio, y que se ponga á disposición del mi-<br />

" nistro de los cultos un edificio proporcionado pa-<br />

" ra que sirva de habitación al Santo Padre."<br />

También mandó formar Napoleón una lista de to­<br />

das las escomuniones pronunciadas por la Santa<br />

Sede desde los tiempos mas remotos.<br />

El primero de enero de 1810 se apoderó la<br />

policía de Roma de los escritos ecsistentes en los<br />

archivos de los tribunales y congregaciones ecle­<br />

siásticas. Fueron trasportados los papeles de la<br />

Penitenciaría á las oficinas de la Dataría, y se dio<br />

á los empleados la orden de partir.<br />

El 5 del mismo mes se sellaron todos los efectos<br />

pertenecientes á la Santa Sede: se recojieron los<br />

sellos pontificales, y especialmente el s'ujnum Pis-<br />

catoi'is, que habia sido dejado á Monseñor de Gre­<br />

gorio delegado del Papa, para que pudiese espe­<br />

dir las bulas y demás que le ecsijían. El Cardenal<br />

Casoni fue el único á quien se le permitió quedar­<br />

se en Roma. El Obispo de Citta della Pieve escri­<br />

bió una carta favorable á las doctrinas del nuevo<br />

gobierno, carta por la cual se creyó obligado Mr.<br />

Radet á darle gracias en nombre de la policía que<br />

estaba entonces bajo sus órdenes. Algunas espre­<br />

siones copiaremos de ella.<br />

" Si es el Santo Padre el Vicario de Jesucristo,


el gran Napoleón es el de Dios: él quiere que se*<br />

pamos respetar el culto y los ministros de los altores.<br />

Llenaremos nosotros un deber tal con confianza<br />

y satisfacción, porque está grabado en las<br />

conciencias, y no toleraremos nunca que se turbe<br />

ni embarace el gobierno temporal de nuestro glorioso<br />

soberano. También el mismo jeneral, que<br />

era el detentor del anillo del Pescador, hizo que<br />

se dijese públicamente, que si habia algún acto<br />

que necesitase llevar este sello, él lo pondría desde<br />

luego , y fueron en efecto autorizados con esta<br />

formalidad, en presencia del jeneral, los actos que<br />

no la tenían. Uno de los primeros solicitadores de<br />

este favor singular fue el ministro de Baviera.<br />

Un edecán del jeneral Miollis salió para Paris<br />

con la tiara que Napoleón habia regalado al<br />

Papa y con los otros ornamentos pontificales, y<br />

se dijo que la intención del emperador era la de<br />

volverlos al santo Padre.<br />

Por un señad oconsulto que se publicó el 7<br />

de febrero se reunieron al imperio los estados de<br />

Roma; y fue depuesto inmediatamente el prelado<br />

Gregorio, el cual, habiéndole dicho el jeneral<br />

Miollis era una necedad seguir obstinándose inútilmente<br />

por los intereses del Papa, respondió con<br />

viveza: "Stulti sumus propter Deum."<br />

Napoleón que habia recibido los trabajos rela-<br />

32


tivos á este asunto y no la lista de las escom un io­<br />

nes, la volvió á pedir con aire de indiferencia. Mr.<br />

de Champagni se la presentó, y comprendía 85<br />

desde la que dio San Anastasio en 398 contra un<br />

gobernador de Lisboa. De la última , Cvmmevto-<br />

randa fijada en Roma el 10 de junio de 1800 , no<br />

se hacia mención en la lista , ni tampoco de mu­<br />

chos entredichos solicitados por la opinión pública<br />

en Europa contra malvados poderosos , corno el<br />

que se publicó contra Barnabó Yisconti y muchos<br />

mas. Se citaban sin reflexión las escomuniones pro­<br />

nunciadas por Celestino III contra Leopoldo,<br />

duque de Austria, y el emperador Enrique VI,<br />

porque habian detenido dolosamente á Ricardo,<br />

rey de Inglaterra, que como cruzado estaba bajo<br />

la protección de la Santa Sede; y Napoleón hubie­<br />

ra podido leer la sentencia pronunciada en 12iL<br />

por Inocente III contra Othon IV, que habia vio­<br />

lado los juramentos de su consagración, e invadi­<br />

do las tierras de la Iglesia. No se decía tampoco<br />

en la lista, que cuando se firmaba un tratado se<br />

ponia la clausula, desque aquella de las potencias<br />

contratantes que fuese perjura se esponia de de­<br />

recho á una escomunion pontificia, y que de ante­<br />

mano se sometian á ella.<br />

Verificóse el 2 de abril el desposorio de Na­<br />

poleón con la archiduquesa María Luisa. Los


Cardenales que habian sido llamados todos á Pa­<br />

rís á propósito, escepto los qne su salud no se lo<br />

permitiese, se reunieron en número de 26, y asis­<br />

tieron juntos á la ceremonia del casamiento civil<br />

en Saint-Cloud , el día 1.°; pero no se presentar<br />

ron del mismo modo ala ceremonia reí ij i osa del<br />

2 en la sala del Louvre.<br />

( Mr. Prat, refiere este hecho que presenció ).<br />

Voy á referir todo lo que vi y oí; y quizá después de. saberlo,<br />

me lo agradezcan mis lectores: pasó de esta manera. Durante la<br />

ceremonia del casamiento estuve, según lo requería mi empleo,<br />

al lado de Napoleón sin perderle de vista un momento: este,<br />

después de haber ecsaminado detenidamente los adornos de la<br />

capilla,"que aunque al principio le sorprendió» al fin le pareció,<br />

no tenia, aquel aspecto imponente tan propio de los lugares sa,?<br />

grados ; y después de haber recorrido con la vista la inmensa<br />

multitud, compuesta de lo mas florido de toda Europa, que ó<br />

bien movida de algún interés ó bien por curiosidad coronaba<br />

las tribunas, me dijo de repente, fiijándose en los bancos de<br />

los Cardenales:<br />

"¿En donde están los Cardenales? dice,el mismo Mr<br />

" Pradt, que le preguntó.— "Altf," le respondí señalándole los<br />

" bancos en donde se hallaban hasta el numero de 13. —" ¡ Oh!<br />

" yo no veo nada, prosiguió , no están aq"uí." ;<br />

—"Un gran nú-<br />

" mero de ellos está, repliqué; el tiempo ha estado malo esta<br />

" mañana ; hay viejos entre ellos, y ademas la entrada de la<br />

" capilla es difícil de encontrar, — "¡ Necios ! " " dijo con un<br />

" aire irritado volviendo á mirar hacia aquel sitio:" "no están,<br />

c(<br />

nó ! necios! y acompaño su mirada iracunda hacia los bancos,<br />

" con un movimiento de cabeza, donde se pintaba el anuncio de<br />

* la venganza."


" Yo juzgué, que se formaba en aquel momento una<br />

"furiosa tempestad. Después que volvía del altar y de ha-<br />

** ber dado el anillo á su nueva esposa , al tiempo de tc-<br />

" mar su asiento , dirij¡endose á mí, me dijo : " ¿ Por qué se»<br />


y Pignatellí á Rhétel; La Somaglia y Scotti áMe-<br />

zieres; Saluzzo y Graleffi á Sedan; B rancadoro y<br />

Consalvi á Reims; Luis Ruffo y Litta á San Quin­<br />

tín ; di Pietro, Opizzoni y Gabrielli á Saumur.<br />

Impacientes sin duda estarán nuestros lectores<br />

por saber lo que pasaba á la sazón en Savona: un<br />

gran numero de Cardenales padecían en Francia<br />

por la causa de Pió VII, el cual quedó solo y<br />

abandonado á sus penas y disgustos.<br />

El conde de Metternich estaba en Paris y ha­<br />

bia pedido al emperador en un momento favora­<br />

ble el premio de enviar un ájente austríaco á Sa­<br />

vona para que viese al Papa y tratase de arreglar<br />

con él algunos asuntos relijiosos de la diócesis de<br />

Viena y de otras partes de los estados heredita­<br />

rios. Mr. de Champagny previno pues, al jeneral<br />

Cesar Berthier que mandaba en Savona que se<br />

presentaría el ájente austríaco, para que le facili­<br />

tase los medios de llenar su misión; pero la carta<br />

de aviso tenia la fecha del 25 de mayo y ya esta­<br />

ba en Savona desde el 15 el noble y jencroso ca­<br />

ballero de Lebzeltern, de quien ya hemos habla­<br />

do , cuando rehusó las invitaciones de Miollis,<br />

por causa del ultraje que recibió el ministro de<br />

España , el caballero Vargas.<br />

Nuestros lectores desearán saber los sentimien­<br />

tos del Papa, sus disgustos, su ajitacion y a que-


&/J4<br />

líos secretos •indignos que seguramente no se con­<br />

fian áenemigos: dejaremos por lo tanto á Mr. Leb-<br />

zeltern comunicar tan importantes negocios al Sr.<br />

conde Mettcrnich con fecha 1G de mayo. Los an­<br />

tiguos historiadores en mi lugar hubieran com­<br />

puesto ó inventado una carta del embajador de<br />

Austria ; pero yo voy á trasladar aquí su carta<br />

orijinal tal cual la escribió en francés (1).<br />

" La audiencia que tuve ayer noche con el Santo Pa­<br />

dre duró una hora, y seguramente no me engañé en todo lo<br />

que me figuré de la sensación que le causaria mi presencia; me<br />

dio de ello las pruebas mas evidentes, sin que por fortuna pu­<br />

diese arrepentirme de haberle pedido audiencia por medio de<br />

monseñor Doria.—* Difícil me seria prometer á V. E. resultado<br />

alguno importante de una conversación en que debieron desde<br />

uego preceder á cualquier otro razonamiento, espresiones d e<br />

bondad por su parte, de reconocimiento por la mia y una re­<br />

capitulación de varios hechos anteriores que recíprocamente re­<br />

cordamos : me limitaré por lo tanto á referir á V. E. los puntos<br />

mas. esenciales de ella...El Papa, adicto siempre á nuestra corte,<br />

me manifestó agradecía sobremanera la atenciou de S. M. y<br />

las pruebas de interés que en nombre de mi augusto seberano<br />

le daba: maravillado de que el emperador hubiese consentido<br />

en enviarme á él, y sorprendido al asegurarle se habia prestado<br />

(1) Mr. de Lchze'.teru, que nació en Lisboa cuantío su padre estaba<br />

en aquella ciudad de embajador de Austria , aprendió el portugués, el<br />

español y el francés; piro sabia tan poco alemán, que un dia en Viena te­<br />

niendo que dar cuenta de un asunto político al emperador Francisco II»<br />

conociendo este su embaraza al. hacerle la relacionen alemán, lo dijo:<br />

" Caballero , hablad en francés, os esplicareis con mas facilidad, y os en­<br />

tenderé mejor."


á ello con facilidad , y que.no se oponía á que los fieles pudiesen<br />

libremente visitar al jefe de la Iglesia-y recurrir á él en sus<br />

-necesidades, sintió una verdadera satisfacción motivada solo<br />

»jfor este proceder de S.-M. el emperador Napoleón; y cuando<br />

preguntándome sobre el casamiento, le describí, varias de sus ce -<br />

remonias: manifestó un interés tal, que prometía una paz estable<br />

y me pareció que en aquel momento olvidaba sus agravios y<br />

disgustos. ( Lo que sigue son palabras del Papa dichas en<br />

italiano y-traducidas aquí al francés : ) " ¡Ojalá este acontecimiento<br />

imprevisto consolide la paz del continente.! Mas que<br />

nadie deseamos que el emperador Napoleón sea feliz, siendo<br />

un Príncipe que reúne tan escelentes cualidades : ojalá reconozca<br />

sus verdaderos intereses , pues en su roano tiene, : si se<br />

une á la Iglesia los medios de hacer bien á la relijion, de ganar<br />

para sí y para su dinastía las bendiciones de sus pueblos .y<br />

•de dejar un nombre glorioso bajo - todos conceptos. " Recuerdos<br />

y reflecsiones tristes sobre su situación y soledad y sobre<br />

•otros objetos desagradables interrumpieron en breve el -enajenamiento<br />

de su corazón naturalmente candoroso. Estas palabras<br />

que acabo de referir me confirmaron en la opinión ¡que<br />

siempre tuve, fundada en las observaciones hechas en ¡los siete<br />

ú ocho años que permanecí en Roma ; á saber, que el Papa<br />

tuvo-siempre un afecto particular al emperador; y cuántas<br />

veces , lo confieso, en una época muy diversa bajo todos aspectos<br />

de la presente, no-he sostenido que - esta parcialidad era<br />

aun mayor hada Napoleón,que hacia nuestro soberano. Solo<br />

los disgustos y penas que ha sufrido han podido obligarle á<br />

adoptar un sistema que su corazón manifiestamente repugnaba.<br />

Cuando le hablé de la situación crítica de nuestros obispos, de<br />

los. peligros que amenazaban á la Iglesia y ala Santa Sede si no<br />

procuraba salir del estado de inacción y nulidad eu que se hallaba<br />

, me dijo: " bien los hemos previsto, y aunque de continuo<br />

pensamos en ellos, lo que mas nos aflijo es esta interrupción


de nuestras relaciones con el clero estranjero , y la dificultad<br />

de comunicarnos aun con los obispos franceses; y aunque preso<br />

aquí, sin mas noticias que las que podemos leer en algunas<br />

hojas sueltas del Monitor, que el jeneral tiene la bondad de<br />

enviarnos, bien consideramos la situación apurada de los obispos<br />

, y no cesamos de lamentar la nuestra al ver introducirse<br />

tácitamente en la iglesia un verdadero cisma. Nada pretendemos<br />

del emperador, nada tenemos ya que perder: en nuestra<br />

edad avanzada ¿qué podemos desear, qué respeto personal podrá<br />

apartarnos de la senda que el deber y la conciencia nos señalan<br />

? No queremos pensión , no queremos honores ; las limosnas<br />

de los fieles nos bastan : otros Papas ha habido mas<br />

pobres , y á pesar de la estrecha reclusión en que nos veis , no<br />

deseamos otra cosa que el que se restablezcan nuestras comunicaciones<br />

con los Obispos y fíele?; y nos basta que estos puedan<br />

recurrir libremente á nosotros en sus necesidades, y el poder<br />

ejercer como antes nuestras funciones. Continuamente suplicamos<br />

al jeneral Berthier que no nos abandonen, pues lo estamos<br />

hasta tal punto, que hemos tenido que hacer nuestro secretario<br />

á un criado cuya letra era mas lejible ! No se nos impida cumplir<br />

con nuestro ministerio espiritual por falta de los ministros<br />

necesarios, ó privando á los fieles de nuestra presencia! Demasiado<br />

hemos hecho despachando solo mas de quinientas dispensas,<br />

y acudiendo en lo posible á los Obispos del imperio francés<br />

cuyas peticiones nos han llegado ; pero ademas de faltarnos<br />

ya las fuerzas, hay ciertas materias que deben ecsaminarse,<br />

discutirse, y fórmulas , que aunque ridiculas son no obstinte<br />

necesarias."<br />

Le aseguré que el emperador Napoleón condescendería desde<br />

luego en que el Papa tuviese á su lado personas capaces de<br />

ayudarle en tarea tan penosa; y le dije hubiera hecho mejor en<br />

obrar por sí mismo y manifestar al emperador sus deseos : áeso<br />

me respondió : " no ignora nuestra soledad, nuestras quejas y


epetidas instancias al prefecto y al jeneral. " Bien entendí por<br />

qué no me respondía empresa y terminan teme a te á todo lo que<br />

le habia dicho; no era aun tiempo de tratar ciertas materias, ni<br />

convenía tampoco para obtener un resultado feliz abreviar los<br />

negocios ó atropellados antes que las disposiciones del Padre<br />

Santo llegasen a una madurez suficiente." "No os podéis figurar»<br />

añadió el Papa, el consue!o|que tenemos al consideraros envia­<br />

do de vuestro clero I ésta es la primera puerta que se nos<br />

abre."<br />

"Aproveché entonces la ocasión , y le hice ver que esto era<br />

una prueba de que el emperador lejos de oponerse á que ejer­<br />

ciese su ministerio, le dejaba en plena libertad para hacerlo; y<br />

pareciéndome oportuno le rogué accediese.en todo lo posible á<br />

las pretensiones de nuestros obispos: me prometió hacer cuán­<br />

to estuviese de su parte, y volvió á decir que los obispos de la<br />

cristiandad encontrarían siempre en él, un jefe espiritual y un<br />

padre tierno é induljente.<br />

"Ademas de otras penas y disgustos que aflijen al Padre<br />

Santo, le acongoja sobre manera la detención en Fenestrelles del<br />

cardenal Pacca y de su sobrino. "Sin duda, me dijo, le han ca­<br />

lumniado y desacreditado para con S. M.: fue nuestro secretario<br />

de estado en época aciaga, y es ahora inocente victima; pero de<br />

eso no pueda ofenderse el emperador, añadió: vos sabéis y sabe<br />

todo el mundo, que hemos hecho personalmente nuestras protes­<br />

tas ; y que para no comprometer á nadie nos encargamos de<br />

nuestra propia defensa; y era necesario, para la formalidad de­<br />

bida, que el secretario de estado pusiese su nombre."<br />

"Otros sinsabores tiene ademas el Papa, y son el llama­<br />

miento y estancia en Paris de los Cardenales y de sus ministres<br />

eldestierro.de varios,obispos que siempre habian obedecido<br />

escrupulosamente sus instrucciones, y en fin el no haber podido<br />

conseguir que le enviasen a Monseñor Menochio , su confesor,<br />

33


á Monseñor Devoti , secretario de breves , á Monseñor Testn,<br />

secretario de eartas á príncipes, y á algunos copiantes.<br />

"Xada me dijo en cuanto á su soberanía temporal en Roma,<br />

sino es indirectamente en las palabras que siguen: "cuando las<br />

opiniones se fundan en el sentimiento intimo de la conciencia y<br />

de nuestros propios deberes son invariables , irremoviblcs,<br />

(Mr. Alquier oyó de boca del Papa esta misma espresion) y<br />

no bayen el mundo fuerza alguna física capaz de oponerse á una<br />

fuerza moral semejante. Ese único sentimiento nos ha dictado<br />

todo lo que hemos dicho acerca de los tristes acontecimientos<br />

que han sobrevenido á la Santa Sv'de y por consiguiente nos<br />

oiréis lo mismo, siempre que de ellos hablemos.<br />

"Encontré al Papa algo aviejado , pero fuerte, tranquilo y<br />

apacible, como suele, sin manifestar el menor desabrimiento en<br />

sus palabras, ni aun al hablar de aquellos objetos que pudieran<br />

serle mas sensibles; invariable siempre en sus opiniones, ni cederá<br />

jamás en alguuas, ni puede ceder: en vano seria pretenderlo,<br />

c imprudente el tocar ciertas materias, pues no serviría sino de<br />

promover cuestiones teolójicas «obre las que ya se ha dicho cuanto<br />

podia decirse; y por último resultado, vendría á quedarse cada<br />

uno con la suya. En cuanto á esto lo mismo sucede en nuestra<br />

corte que en Francia ; mientras el Papa tolere ciertos princi»<br />

pios, objeto principal, y mientras los stberancs ejecuten lo que<br />

les parezca conveniente á sus estados ;á qué ecsijir el reconocimiento<br />

formal de aquello que el Padre Santo no puede aprobar?<br />

Cada dia que se practican adquieren mas valor , y ttnto mas<br />

cuanto que no se discuten.<br />

•'En conclusión , permítame V. E. no formar aun juicio alguno<br />

sobre la disposición y ánimos del Padre Santo : hasta ahora<br />

no he hecho mas que sondear el terreno ; y aun he evitado en<br />

esta primera entrev ista hacerle ciertas r« flecsiones que le haré,<br />

cuando le vea mas consolado de la larga opresión en que jime, y


cuando pu'ída conocer su molo de pensar, y obrar según él.<br />

Espero ademas no so oculte á la penetración de V. E. nada que<br />

pueda favorecer nuestras miras.<br />

"Si el emperador Napoleón fuese tan jeneroso que pusiese<br />

en libertad al Cardenal y monseñor Pacca, y tuviese con el Padre<br />

Santo otras condescendencias semejantes, estoy seguro, pues<br />

sé lo mucho que se alegró da que le permitiese S. M. tenerme<br />

á su lado , animaría sobre manera su espíritu abatido que tanto<br />

agradece siempre cualquier agasajo ; y me atrevo á asegurarlo<br />

tanto mas, cuanto conozco sus buenas cualidades, y lo tengo<br />

esperimenta'lo siempre con feliz resultado en mi larga residencia<br />

en Roma.<br />

"El Papa está muy contento del proceder y atenciones del<br />

Sr. prefecto y del Sr. conde Berthier ; hasta ahora ha rehusado<br />

constantemente salir del palacio episcopal en que habita, y se ha<br />

reducido á dar sus paseos por su cuarto y por un jardincillo:<br />

la multitud de devotos que diariamente concurre á sus pies,<br />

no se disminuye. El prefecto , conde de Chabrol y el jeneral<br />

por su parte están muy satisfechos de la atención y circunspección<br />

suma del Papa: V. E. conoce muy bien la injenuidadde<br />

mi carácter y de mis palabras; por ella me creo obligado á manifestarle<br />

francamente en todas ocasiones mi modo de pensar,<br />

y lo haré siempre persuadido de que la verdad no puede disgustar<br />

jamas á las almas nobles y elevadas."<br />

Otro segando informe contiene multitud do<br />

otros pormenores, y la promesa del Papa de ocuparse<br />

directa y prontamente de los asuntos del<br />

clero de Austria.<br />

Su Santidad dirijió por medio de Mr. de<br />

Lebzeltern un breve al conde de Metternich en<br />

respuesta á una carta que este le habia escrito.


Es un documento muy digno de atención, pues el<br />

Papa renueva en él la firmeza de su constancia<br />

en rechazar la injusticia, aunque indica que se<br />

prestará á una mediación , que por sus bases sea<br />

digna de él , cuando cese su estado de desolación<br />

y soledad. Es sin duda uno de los documentos mas<br />

honrosos que podrá conservar la casa de Metter-<br />

nicli; y está dictado con una espresion de ternura,<br />

de reconocimiento, dulce confianza, y un acento<br />

tal de gravedad, que se retrata en él el Pontífice<br />

desgraciado, pero siempre grande, siempre como<br />

Vicario de Jesucristo en la tierra.<br />

En Roma proponían á los Obispos del estado,<br />

que prestasen el nuevo juramento. Accedió el<br />

Obispo de Tívoli; pero los de Amelia, Acuapen-<br />

dente, Civita-Castellana , Assise , Nocera, Fo-<br />

ligno , Sezzc y Ten achia , Sutri y Nepi, Todi,<br />

Oí victo y Narni, rehusaron hacerlo; y no se atre­<br />

vieron á pedírselo á los curas de Roma, decididos<br />

todos á rehusar el juramento.<br />

Murió el Cardenal Caprara el 21 de julio en<br />

Paris. Su Santidad no estaba contento con su con­<br />

ducta , pues poco tiempo después de su llegada á<br />

Savona le habia escrito una carta , que llegó tar­<br />

de ámanos del Cardenal , en la cual después de<br />

una enumeración de todos los ultrajes hechos á la<br />

Iglesia continuaba dicíéndole.


"Pesad vos mismo estos hechos en la balanza del santuatio<br />

y no en la frájil de la prudencia humana." Sí S. M. ama la paz<br />

que nos restituya nuestra Sede y ministros: á la Sede apos­<br />

tólica los estados que constituyen el patrimonio de San Pe­<br />

dro : á los fíeles el inviolable derecho de una libre comu­<br />

nicación con su padre y pastor supremo, de que los priva<br />

nuestra cautividad; y que deje volver á nuestro seno los Carde­<br />

nales; que vuelva los obispos á sus rebaños, y asi verá restable­<br />

cida la armonía tan deseada. En medio de los desastres y horri­<br />

ble situación en que estamos, no cesamos de pedir al Dios<br />

que tiene en su mano los corazones de los hombres , por aquel<br />

mismo que es autor de tanta desgracia, y todos nuestros trabajos<br />

los creeríamos abundantemente recompensados, si el Todopode­<br />

roso se dignara dejárnosle ver , vuelto á mejores conse]os m<br />

Pero si asi no debiera suceder por los ocultos juicios de Dios,<br />

lloraremos altamente en nuestro corazón, todos los males<br />

que podrán seguirse y que ciertamente con justicia no podrán<br />

imputársenos."<br />

En este escrito se notará que hay alguna cosa<br />

del estilo majestuoso de los Santos Padres, y tiene<br />

ademas de particular y de muy hábil, que el Papa<br />

declarando que pide á Dios por el emperador,<br />

atenúa en cierto modo pero sin debilidad, el golpe<br />

que antes le habia dado con la bula de escomunion.<br />

El emperador que habia procurado suscitar un<br />

partido, que pudiese inducir al Papa á que cediese<br />

de su firmeza, no pudo por esta vez conseguirlo.<br />

La cuestión del casamiento habia separado al sacro<br />

colejio en Cardenales á quienes por cualquier me-


•2(52<br />

dio se quería tener lejos de su Santidad, y en Car­<br />

denales , á los cuales el Papa no vería seguramen­<br />

te con agrado cerca de su persona. Por una parte<br />

y otra pues, se mantenían en el terreno que se ha­<br />

bían propuesto defender.


CAPÍTULO VEINTE Y DOS.<br />

SEGUNDO VIAJE DE CANOVA A PARÍS.—SUS CONVEBSAT-<br />

CIQNES CON NAPOLEÓN.— RENUEVANSE LAS PERSECU­<br />

CIONES CONTRA EL PAI'A. — CoHTESTAClOX NOBLE Y<br />

SABIA DE MR. EMERY A NAPOLEÓN. — HABITACIÓN<br />

DRL ARZOBISPO DE PARÍS, E N LAS TORRES D E NUES-<br />

•TRA SESOKA.<br />

Deben referirse á esta época las instancias<br />

que hizo Napoleón para que Canova volviese á<br />

Paris, á donde este distinguido artista llegó el II<br />

de oetu-bre de 181Ú.<br />

Este segundo viaje suyo ofrece incidentes muy<br />

propios de nuestro asunto y de mucho interés.<br />

Canova fue presentado al dia siguiente de su lle­<br />

gada al emperador y á la emperatriz, á la hora<br />

del desayuno, y le dijo á¡Napoleón que por satis­<br />

facer los deseos de S.: • M. había venido á Paris<br />

cuanto antes, para poder volverse á Roma á con­<br />

tinuar sus trabajos.— ''Pues ahora, dijo el empe­<br />

rador y la capital es París, y en ella es menester


que viváis vos, que os vendría bien."— " Señor,<br />

V. M. es dueño de mi vida; pero si se complace en<br />

que yo la emplee y gaste en su servicio, es me­<br />

nester que se digne dejarme volver á Roma, en<br />

cuanto haya concluido los trabajos que vengo á<br />

ejecutar. Me han hablado de que debo hacer el re­<br />

trato de la emperatriz , y si es así he de repre­<br />

sentarla con el aspecto de la Concordia." Sonrióse<br />

el emperador con agrado y volvió á decirle: " Pe­<br />

ro aquí es el centro ; aqui están las obras maes­<br />

tras de las artes antiguas. No falta mas que una<br />

estatua que hay en Ñapóles, el Hércules Farnesio,<br />

y eso es porque yo me la he reservado para mi."<br />

•— " Deje V. M. á lo menos alguna cosa a la Ita­<br />

lia, Señor. Los monumentos antiguos forman en<br />

ella una colección, ó entera cadena con otra infi­<br />

nidad de objetos qne no pueden transplantarse ni<br />

desde Roma , ni desde Ñapóles." — "La Italia,<br />

caballero, para reparar sus pérdidas hará escava-<br />

ciones, y en verdad que voy á mandar que se ha­<br />

gan cscavaciones en Roma. ¿Cuánto gastaba en<br />

ellas el Papa Pió VII ? Gastaba mucho? decidme."<br />

— Respondió Canova que el Papa era poco rico,<br />

mas que sin embargo con su esquisito amor por las<br />

artes y buen gusto, habia llegado á formar un nue­<br />

vo museo.—- "¿Y la familia Borghese gastaba mu­<br />

chas sumas en escavaciones ?"— "Dedicaba á


es3 fin una módica suma; pero el príncipe entraba<br />

en las empresas á cuenta con otros, á quienes des­<br />

pués compraba su parte.— " Y valiéndose de esta<br />

circunstancia, trató Canova de probar, que el<br />

pueblo romano tenia un derecho sagrado á poseer:<br />

los monumentos descubiertos en las entrañas de<br />

los cimientos y fundaciones de Roma; pues que era<br />

un producto intrínseco de su suelo , y tan suyo,<br />

que las familias nobles, ni aun el mismo Papa<br />

Pío VII podían vender ni mandar fuera este lega­<br />

do del pueblo-rey, esta recompensa dada por la<br />

victoria á sus antiguos padres."— "¿No sabéis vos r<br />

añadió Napoleón, que yo he pagado catorce mi­<br />

llones por las estatuas de los Borgueses? ¿Cuánta<br />

destina el Papa actual para.las artes? Acaso cien<br />

mil ducados romanos;"— " No tanto, por que es<br />

poca.ijcio."— "Con que entonces con menos se<br />

pueden obtener grandes resultados." — "Cierta­<br />

mente , Señor."<br />

En seguida hablaron de la estatua colosal del<br />

emperador puesto de pie, y dijo, que sentía saber<br />

que no era desnuda*— "Y por qué no hacéis, aña­<br />

dió , desnuda mi estatua colosal á caballo ? " — Por<br />

que es menester que lleve el ropaje heroico; á la<br />

manera con que han sido representados á caballo<br />

los reyes viejos de Francia, y vuestro José II, en<br />

Viena, Señora , dijo dirijiéndose ala emperatriz.<br />

'34


— "Ésta cita de los reyes viejos de Francia, y d e<br />

José II, visabuelo de la emperatriz , hizo sonreír<br />

al emperador, y al otro dia , el lo de octubre , le<br />

dijo á Canova:—"Os ruego, caballero, me digáis<br />

como era el aire de Roma en los tiempos antiguos.<br />

Era malo, mal sano, ó cómo ? — ¿ Me acuerdo de<br />

haber leido en Tácito, á propósito del regreso de<br />

Vitelio , que muchos de sus soldados cayeron en­<br />

fermos por haber dormido al aire libre sobre el<br />

Vaticano." Llamó el emperador y mandó que le<br />

trajesen á Tácito ; pero el guerrero petulante y el<br />

escultor preocupado con su trabajo , buscaron mal<br />

el paraje del libro que Canova después en su casa,<br />

con mas despacio encontró y se lo remitió al empe­<br />

rador para que lo viese. (Tac. Hist. lib.II, 93.)—-<br />

"Pero Roma tiene otros males ahora , siguió di­<br />

ciendo Canova , esta cnjdesolacion desde la ausen­<br />

cia del Papa ; ha perdido aquella capital su sobe­<br />

rano , cuarenta Cardenales , los embajadores ex­<br />

tranjeros , mas de doscientos prelados , un gran<br />

número de eclesiásticos la yerba crece<br />

por las calles.... la gloria de V. M. me per­<br />

mite hablar de esta manera : antes manaba el oro<br />

en Roma; ya no se le vé." — " Muy poca cosa<br />

era, sin embargo, ese oro en los últimos tiempos.<br />

¿Por qué no sembráis algodón? Haremos<br />

á Roma capital de Italia y le reuniremos á Na-


p.o|ej3. Que decís .ahora ? quedaríais contento ? —<br />

{^:.ja,i^)jion favorece á las artes, Entre los<br />

ejipeios, los griegos, y los romanos, señor, la<br />

relijion solo las ha sostenido. Los trabajos de los<br />

rpnianps tienen el .sello de la relijion,, y lasajud^bleJAfluenpi.a<br />

;4 :e esta sobre Jas artes las ha salvado<br />

en parte de las destrucciones de los barbaros.<br />

Pero si todas las relijiones son las bienhechoras<br />

.délas artes , la que con mas particularidad y magnificencia<br />

las protejo y es su madre, es la verdadera<br />

relijion, la católica romana. Los protestantes,<br />

señor,:se contentan con una simple capilla y una<br />

cruz ; no danocasjpn á que se fabriquen objetos<br />

de bellas artes. Cuantos edificios poseen han sido<br />

construidas por los otros."— " En efecto, dijo el<br />

.emperador dirijiéndoso á María Lujsa, como interpelándola<br />

, tiene razón ; lps protestantes nada<br />

bgllp tienen."<br />

Qi$Q. $ja,», sini idejar, Canova de aparentar, ¡que<br />

estaba enterapien^ ççupado en trazar las líneas<br />

.suaves, y delicadas del rostro de la emperatriz,<br />

dándose 4 sí mismo la misión de habérselas con ef<br />

.Júpiter, itálico,, Jiabló inopinadamente del Santo<br />

Padre, y fueron tan fuertes las. primeras esr<br />

.presiones qne ;4ijo vque por un¡ momento temiéhar<br />

J&er cometido una imprudencia imper4°nable,.Sin


embargo, las cejas del emperador no habian anun­<br />

ciado el enojo,y continuaba escuchando con aten­<br />

ción aquellas reconvenciones , que aunque eran<br />

enérjieas y dirijidas á conocido punto, salían pro­<br />

nunciadas con aquel acento suave y respetuoso,<br />

con aquel gracejo veneciano tan flecsible en una<br />

lengua, que de por sí, no llega nunca la frase á<br />

su conclusión sin que el pensamiento antes no ha­<br />

ya hecho una incisión irresistible. Miró la empe­<br />

ratriz á Canova con una sorpresa en que se pintaba<br />

oculta satisfacción , y entonces animado él conti­<br />

nuó, persuadido de que el alma del emperador no<br />

debia ser tiránica, sino que estaba sorprendida por<br />

los aduladores que le ocultaban la verdad.<br />

Parecia que tenia alli Canova para él solo y<br />

á su libre disposición el Napoleón creyente. Des­<br />

pués de una de aquellas paradas de un artista que<br />

fija su vista como para estudiar mas á fondo el<br />

modelo que copia (él mismo nos ha confiado es­<br />

ta inocente astucia suya), dijo al emperador: "Pe­<br />

ro, señor, ¿por qué no se reconcilia V. M. de al­<br />

gún modo con el Papa?" Porque los eclesiásticos»<br />

caballero, quieren por todas partes mandar y ser<br />

los amos de todo, como GregorioVII."- "Me pa -<br />

rece, señor, que no hay por qué temer eso por<br />

ahora, siendo V. M. el que es amo de todo en<br />

Italia"—"Los Papas han tenido siempre muy caí-


da á la nación italiana, cuando no eran ellos los<br />

dueños de Roma, por causa de los bandos de los<br />

Colonna y de los Orsini."— "Cieftaníeííítej'ieñor,<br />

si los Papas hubieran poseído la audacia de V. M. t<br />

hubieran aprovechado escelentes ocasiones para<br />

llegar á ser amos de Italia."— "Pues eso es lo qué<br />

es menester, caballero, dijo Napoleón tocando el<br />

puño de su espada; eso es lo que es menester tener,<br />

espada."—"No tan solamente espada, sino con<br />

ella también el lituus (vara ó cayado que llevaban<br />

los augures.) Sí señor, ya que V. M. ha llegado<br />

por la espada á tener tanta grandeza, no permita<br />

que nuestros males se agraven. Si no sostenéis<br />

á Roma llegará á verse del mismo modo que estaba<br />

cuando los Papas residían en Aviñon. Con<br />

el increíble número de acueductos y fuentes que<br />

tiene, se careció de agua , se roittjiiéron los conductos,<br />

fue menester beber los sedimentos de la<br />

turbia y pajiza agua del Tiber, y la ciudad quedó<br />

desierta." Se conmovió vivamente el emperador<br />

y dijo con alguna violencia:—"¿Pero por qué<br />

me resisten? ¡Eh! ¿por qué? Soy yo el dueño de la<br />

Francia, de toda la Italia, de tres grandes partes<br />

de Alemania soy el sucesor de Cdvl&magno.<br />

Sí los Papas de ahora hubieran sido lo que fueron<br />

los Papas de otras Veces, todo se hubiera compuesto;<br />

pero hasta vuestros venecianos, vos mis-


mo, uo6 habéis indispuesto con el Papa."—"No<br />

cuteramente hasta el estremo que V. M. se ha<br />

indispuesto .con él."—"Caballero, en Italia el<br />

Papa es todo uu alemán-" y al decir esto miró<br />

atentamente 4 la emperatriz. "Puedo asegurar, dijo<br />

esta, que ¿manilo estaba yo en Alemania se<br />

decía aU* c<br />

i u<br />

Ç el Papa era iodo un francés. Napoleón<br />

continuó : "Pues como no ha querido echar<br />

fuera de sus estados á los rusos, ni á los ingleses,<br />

á los sardos ui á los suecos; he ahí la razón<br />

por la cual nos liemos estrellado con él.<br />

Napoleón, antes de dejar á Canova, el 5<br />

i\e noviembre , quiso como darle una idea de su<br />

poder,con objeto sin duda de darle á entender porque<br />

no debia él jamas retroceder sus pasos.—"Si<br />

gtfjpg , le dijo, yo tengo sesenta millones de vasallos<br />

, ochocientos 6 novecientos mil soldados , cien<br />

mil caballos, jamás los romanos tuvieron nunca<br />

tanto? fuerzas: he dado cuarenta batallas sin la<br />

•ÚJjtima de Wagrau : lie tirado cien mil tiros de<br />

cañón ; y esta señora que esta aquí, dijo, volviéndose<br />

hacia la emperatriz, y esta nn>ma señora que<br />

está aquí que era entonces archiduquesa de Austria<br />

me deseaba la muerte,." — "Es mucha verr<br />

xUd eso, contestó alaría Lu¿&»."-^-'£odo cuanto<br />

podría degi-r un auiíuoso crisúa#p k> había dimito<br />

Canova, y ¡asi .se v.o¡lvió k m EU>uw., rehusan,-


m<br />

do fe-'plSzU «de nliénlbró del senado de PaA<br />

Fuesen cuales" fuesen las disposiciones con que<br />

dejó el artista al emperador respecto de la sitüa*<br />

cion de l^ónia-y de la igledf*, no ;fu§róñ :<br />

táteá<br />

que inipío!iese'ñ nuevas turbaciones. Diez y n'ííé ¿<br />

ve Obispos franceses dirijiéi-oá mancomunada-<br />

mente al Bantó IhidTe unaeái'ta ¿en la Cual > ba­<br />

jo p re testo de Soíicitar la ánlptíáCidn de las facul­<br />

tadles que habian "antes recibido para las* dispen­<br />

sas máfermoñiaíes , renovaban la petición' de qué'<br />

su Santidad confirmase las próvisionesdé diferen­<br />

tes'sillas epiéGO'pales y lísañdó pá^a ello espresió*<br />

líes tales, que en Savoná las tuvieron • por<br />

amenazas , cuyo fin podría ser pfoveef la i^le'-<br />

sia de Francia $br ella inisnm áV•stí •C©nservac1ón v<br />

si queda-ha abandonadapor el Papá. Parece qiíé<br />

á la Santa Seဠde todos si» deretílíós :<br />

ííó lé habia<br />

quedadonlaá cfué eí dé confirmación é institución<br />

canónica de los obispos, por lo Cual el Pápaj para/<br />

evitas* este peligro 1<br />

, énvió el' -5 .dé noviembre a<br />

cardenal Maury, nói$bra*do; por- ¡Napoleón arzo­<br />

bispo de Paris / pol* renuncia del carden^ Féé ciH<br />

y él 2 dé di'cíemhré á IVlft CJórtoóby arcediano dé<br />

Florencia, unas bulas qúe !<br />

declaraban* éoh gran­<br />

de firmeza que eran nulas todas lafc iñtóacíoifés<br />

dadas por lo**'Obispos.<br />

La publicación esta irritó á Napoleón y obíi-


gándole á tomar fuertes medidas contra algunos<br />

fieles Cardenales porque no le era posible tomar­<br />

las con el Papa. Dispuso la traslación á Vincen-<br />

nes de los Cardenales di Pietro, Gabrielli y Opiz-<br />

zoni, del prelado de Gregorio y del jeneral de<br />

los Barnabitas, Fontana. Monseñor Doria, que<br />

continuaba sus servicios al lado de la persona del<br />

Papa, con el mayor celo, se retiró á Ñapóles , y<br />

otros antiguos servidores de su Santidad fueron<br />

designados para ser conducidos á Fenestrella.<br />

Mr. Moiraghi da algunos pormenores de lo su­<br />

cedido con este motivo en Savona. Se habia pasado<br />

desde Paris la orden de ecsaminar todos los papeles<br />

del Papa, y asi se pusieron los sellos,sobre todo<br />

cuanto tenia trazas de escritura. El 5 de enero de<br />

1811, entretanto que se paseaba su Santidad en un<br />

jardinito que tenia la casa, y estaba sin duda muy<br />

distante de pensar que asaltaban sus aposentos,<br />

fueron estos ecsaminados con la mayor escrupu­<br />

losidad : se enteraron del contenido de todos los<br />

despachos , se apoderaron de ellos y también de<br />

los Breviarios , y del oficio de la Vírjen, que se<br />

llevaron. Cuando supo el Papa esta rigorosa visi­<br />

ta escuchó los pormenores con su dulzura ordina­<br />

ria, y solamente dijo : •'¿Con qué el oficio de la<br />

Vírjen también? ¿y nuestros Breviarios?<br />

¡ Justamente!"


He aqui el informe certificado de Mr. Moiraghi:<br />

habiéndose recibido orden de Paris para ecsamiua r<br />

los papeles del Papa se sellaron todos , y el 7 de<br />

enero mientras se paseaba en su jardín bien ajeno<br />

de pensar asaltasen su habitación, se rejistraron<br />

escrupulosamente sus aposentos y revisaron todas<br />

sus cartas, arrebatando hasta sus breviarios y oficio<br />

Parvo. Cuando el Pápalo supo oyó la relación con<br />

su acostumbrada bondad, sin interrumpirla, y solamente<br />

dijo: "¿Couque también el oficio de la<br />

Vírjen y nuestros breviarios ? ¡ no hay duda ! " El<br />

conde Berthier, gobernador del palacio de S. S.<br />

desapareció, y un intendente anunció que todos<br />

los italianos, comprendiendo también al Papa, recibirían<br />

diariamente medio duro (chique paoli<br />

per diem, es la ecspresion de Mr. Moiraghi.)<br />

Pero esta orden tan absurda y ridicula no se<br />

observó sino dos semanas , porque los de Savona<br />

enviaron provisiones al Papa y á los que con él<br />

estaban. Moiraghi, depositario de varios objetos<br />

preciosos que le habia confiado el Papa, quiso volvérselos<br />

; pero Pió VII no quiso admitirlos, creyendo<br />

sin duda no le privarían de tan leal servidor<br />

: Moiraghi sin embargo insistió, restituyó su<br />

depósito , y poco tiempo después fue separado y<br />

conducido á Fenestrelles.<br />

El prefecto de aquel departamento tuvo or-<br />

35


den de escribir al '/apa la siguiente carta, eviden­<br />

temente enviada en minuta por Napoleón.<br />

" El infrascrito, á consecuencia dv las órdenes emanadas<br />

de su soberano, S. M. I. y R. Napoleón, emperador de los<br />

Franceses, rey de Italia, protector de la Confederación &c, está<br />

encargado de notificar al Papa Pió VII, que se le prohibe comunicar<br />

con iglesia alguna del imperio, ni con vasallo alguno<br />

del emperador, ¿ojo /apena de desobediencia de la parte del<br />

uno y del otro: que cesa de ser el órgano de la iglesia católica<br />

aquel que predica la rebelión y cuya alma toda es de hiél, á<br />

quien no pudiendo nada hacer que sea mas prudente ( rendre<br />

sage) , es menester que vea es S. M. bastante poderoso para<br />

ejecutar lo mismo que han ejecutado sus predecesores, y deponer<br />

á un Papa'<br />

" Savona \\ de enero de 1811."<br />

He aqui una amenaza de ecscomunion polí­<br />

tica é indicada por un prefecto, ¿y en qué térmi­<br />

nos ? se le prohibe.. .. j dónde han aprendido esta<br />

tan indigna y grosera alusión a una orden de JK>-<br />

licia l bajo pena de desobediencia: ¿una indignación<br />

y rabia semejante da acaso derecho para usar esti­<br />

lo tan común l para que el sentido estuviese mas<br />

claro debería añadirse, bajo pena de caer en la<br />

de desobediencia, ¿ce: el Papa predica la rebelión...<br />

pide la conservación de sus derechos: 5« alma es<br />

toda hiél. . Asi se habla del hombre tan dulce por<br />

esencia, tan comedido y tan lleno de mansedum­<br />

bre: nada puede hacerle prudente,esta reconvención


WSt<br />

propia.de un ma1estr0.deescuela, se hacgáun Pontífice<br />

de 69 años, y el que escribe alude : á la sátira<br />

Puev amiopiim dece?n de muy mal gusto,, y<br />

que en suma no es mas que un. juego de palabras<br />

para divertir á necios.<br />

• ¿No- es Napoleón quien, ha redactado es.te, decreto;<br />

de la destitución de un Papa ? ¿No es el mismo<br />

hombre que tantas veces ha argumentado con.<br />

el Fontíficei si no, ¿quién otro pudiera ser el autor<br />

de. upa notificación semejante, en la que. hay un<br />

olvido tan absoluto de las conveniencias humanas,<br />

de las leyes del buen gusto (1), de las.- reglas del<br />

lenguaje del sentido común y de la dignidad de la<br />

relijion cristiana ? Sin duda que. es obra del emperador<br />

, irritado con los contratiempos que esperimentaha.<br />

en la. guerra de España , fuera de s.i de<br />

enojo, á vista del valor que desplegaba esta nación;<br />

y puede uno atreverse á creer que ha sido.'<br />

estractada de algún despacho suyo. Mucho necesitaba<br />

él volver 4 mejores consejos* Dichosamente<br />

veremos muy pronto que sabia oir y recompen^<br />

sar la voz de la valentía y de la razón.<br />

Soportó, el Papa tan airado golpe con una fir-<br />

{}} Se cuenta que un dia Napoleón trató de un modo tan grosero i<br />

Mr. TaUejrfand, que este ministro irritado, ya y sin poder disimular su.<br />

enojo, dijo á un. embajador estranjero :"lqué lastima que un hombre tan<br />

grande esté tan mal educado.!' "


meza heroica , sin dar señal alguna de desaliente*<br />

ni debilidad. El emperador, después de llegar á<br />

tal estremo , preguntó á su junta eclesiástica (co­<br />

mité), á quien debia él dirijirse para obtener dis­<br />

pensas estando rotas las comunicaciones entre sus<br />

vasallos y el Papa; inesplicable pregunta en bo­<br />

ca de aquel mismo que habia mandado la ruptura<br />

de esas comunicaciones, y qué medios habría de<br />

dar la institución canónica á los Obispos si el Pa­<br />

pa persistía en no acordar las bulas de confirma­<br />

ción.<br />

La junta se componía de los Cardenales Fesch,<br />

Maury, Caselli, del Arzobispo de Malinas, de<br />

los Obispos de Nantes , de Treves, de Evreux, de<br />

Verceil, del abate Emery, y del Padre Fontana.<br />

(Este último fue tres veces, y no volvió á pare­<br />

cer mas). Respondieron , por mayoría de opinio­<br />

nes , que la iglesia de Francia debia proveer á su<br />

conservación. En su consecuencia, el emperador<br />

convocó para oirlos á todos los Cardenales, Obis­<br />

pos y demás que componían el consejo eclesiásti­<br />

co , comprendiendo á los teólogos , y reuniendo<br />

ademas á ellos los consejeros y grandes dignata­<br />

rios del imperio, á fin de que fuese esta reunión<br />

mas imponente á los ojos del público. Fueron to­<br />

dos convocados inopinadamente en una mañana á<br />

fines de marzo de 1811, y se hizo esperar de ellos


lo menos dos horas. (Napoleón decía que esperar<br />

hacia los hombres estúpidos). Se presentó con un<br />

ecstraordinario aparato, acompañado de sus grandes<br />

oficiales: miró si todos los llamados estaban<br />

presentes, y abrió la sesión con un discurso muy<br />

largo y muy vehemente contra el Papa, llenándole<br />

de acusaciones por su obstinada resistencia,<br />

y demostrando estar pronto á tomar contra él las<br />

mas fuertes disposiciones.<br />

Aunque fue el discurso del emperador un tejido<br />

de principios erróneos , de hechos absolutamente<br />

falsos y arrancados sin discernimiento á todos<br />

los siglos , de calumnias atroces, y de mácsimas<br />

muy opuestas á las de la iglesia, ninguno<br />

de los Cardenales y Obispos pareció dispuesto<br />

á sostener la verdad contra el embate de la<br />

fuerza y el poder. Pero encontrábase alli un mero<br />

eclesiástico, que para gloria de la relijion salvó<br />

el honor del estado que profesaba , alzando el velo<br />

de la verdad, y mostrándola á los ojos del mas<br />

formidable de los Césares. Fue este hombre el abate<br />

Emery , singularmente recomendable por su<br />

ciencia , por una conducta virtuosa en estremo,<br />

que jamás desmintió ni hubo manchado en los<br />

tiempos mas críticos de la revolución.<br />

Después de haber hablado Napoleón, miro a<br />

todos los circunstantes, y fijándose en el abate, le


pregunto: " ¿qué pensáis vos de la autoridad del<br />

Palia.' " Mr. Emerv, interpelado asi directamente,<br />

echo una mirada de deferencia hacia los Obispos<br />

y Cardenales, como para pedirles el permiso de<br />

ser el (juien opinase primero , y luego respondió:<br />

— " Señor, yo no puedo tener otro parecer en ese<br />

particular que el que se contiene en el catecis­<br />

mo enseñado por disposición vuestra en todas las<br />

iglesias. En él, á la pregunta de : ¿Quién es el<br />

Papa ? " se responde : "Es la cabeza visible de la<br />

iglesia, el vicario de Jesucristo, á quien todos los<br />

cristianos deben tributar obediencia." "¿ Luego,<br />

un cuerpo puede estar siu cabeza , especialmente<br />

el que la tiene de derecho divino y la debe tributar<br />

obediencia'.'"<br />

Quedó Napoleón sorpreudido con la respuesta<br />

y parecía esperar ú que el abate Emery continuase<br />

hablando. El noble confesor, no temiendo nada<br />

, volvió á tomar la palabra* diciendo: " En<br />

Francia nos obligan a, sostener los cuatro artículos<br />

de la declaración del clero-; pero es menester recibir<br />

siempre la doctruia en su in-tegvidad. Luego<br />

si en el preámbulo de e»fca misma declaración<br />

se dice que el Papa es ol jefe de la iglesia, á<br />

quien todos los cristianos deben t


tnitar el poderío del Papa, ¡ni impedirle aquelk><br />

que es esencial." En seguida entra en su discurso<br />

Mr. Emery desenvolviendo estensamente<br />

los cuatro artículos de la declaración , y mostrando<br />

que aunque parecen limitar-el -poder del<br />

Pontífice en algunos puntos, ie reconoce sin embargo<br />

una autoridad tan grande y universal, que<br />

sin ella no pueden subsistir en la iglesia. Después<br />

dijo, que si, como se decía, se convocaba mi<br />

concilio, no tendría valor alguno si .«.estaba desunido<br />

del -Papa.'"<br />

Vencido én este punto Napoleón, replico después<br />

de haber murmurado entre dientes la ¡palabra<br />

catecismo: "pues bien, yo no os niego el ¡poder ¡espiritual<br />

del Papa , supuesto que lo ha recibido de<br />

Jesucristo; pero este no le ha dado el poder tem<br />

poral. Carlomagno ha sido quien se lo ha dado, y<br />

yo , sucesor de Carlomagno , se lo quiero quitar,<br />

porque no sabe usar de él, y le es un impedimento<br />

que le estorba ejercer/sus funciones espirituales.<br />

"Señor Emery,. ¿qué pensáis de esto?"— Señor,<br />

V. M. reconoce la grandeza de Bossuet^ y se<br />

«complace «en citarle muchas veces. No quiero yo<br />

tener otro parecer que el de Bossuet en su Defensa<br />

de la declaración del clero , donde sostiene espresamente,,<br />

que la independencia y libertad plena<br />

del jefe de la relijion son necesarias para elli-


e ejercicio de la supremacía espiritual, en el<br />

orden que hay establecido de multiplicidad de<br />

reinos y de imperios. Asi habla Bossuet, señor:<br />

" Sabemos perfectamente que los Pontífices ro­<br />

manos y el orden sacerdotal, han recibido de la<br />

concesión de los reyes y lejítimamente poseen<br />

bienes, derechos, principados (imperta), como los<br />

otros hombres poseen en buen derecho. Sabemos<br />

que estas posesiones por razón de estar dedicadas<br />

á Dios , deben ser sagradas , y que no se puede<br />

sin cometer un sacrilejio, invadirlas, apoderar­<br />

se de ellas, ni dárselas á legos. A la Sede apos­<br />

tólica se le ha concedido la soberanía de la ciudad<br />

de Roma y de otras posesiones,á fin de que pue­<br />

da ejercer su poder mas libre, mas seguramente<br />

y en todo el universo. Felicitamos por ello , no<br />

solamente á la Santa Sede , sino á la Iglesia uni­<br />

versal , y todos nuestros votos se dirijen á pedir<br />

se conserve á todo riesgo, sana y salva esta sagra­<br />

da soberanía." (Lib. l.sect 10. cap. 16.)<br />

Napoleón, después de haber escuchado con<br />

paciencia, volvió á tomar la palabra, y dulcemen­<br />

te , le contestó al abate: " No recuso yo el testi­<br />

monio ni la autoridad de Bossuet: pudo todo eso<br />

ser verdadero en su tiempo, cuando reconocía<br />

la Europa muchos dueños : entonces no era ni re­<br />

gular ni conveniente estuviese avasallado el Papa


á ningún soberano particular; ¿pero qué inconve­<br />

niente hay en que esté sometido á mí, actual­<br />

mente , cuando la Europa no conoce otro due­<br />

ño que á mi solo?" Mr. Emery quedó por un<br />

rato perplejo, no queriendo dar una respues­<br />

ta que ofendiese el orgullo personal, y asi se<br />

contentó con decir que pudiera muy bien ser<br />

que los inconvenientes previstos por Bossuet no<br />

lo fuesen bajo el reinado de Napoleón y el de su<br />

sucesor, y en seguida añadió : "pero, señor, V. M.<br />

conoce tan bien como yo la historia de las revolu­<br />

ción : aquello que existo al presente , puede no<br />

existir siempre, y á su vez reproducirse los incon­<br />

venientes previstos por Bossuet. Es menester,<br />

pues , no cambiar un orden tan sabiamente esta­<br />

blecido."<br />

Como los Obispos de la com ision pretendían<br />

que no habia correspondencia equitativa en el<br />

concordato, entre la cláusula de que si Napoleón<br />

no nombraba los Obispos en el termino de seis<br />

meses podia el Papa nombrarlos, y la de que , si<br />

elJPapa no los instituía en el mismo término,nin­<br />

guno otro mas que él podia darles la institución; y<br />

como querían enviase el emperador un mensaje al<br />

Papa para proponerle que en el caso de no dar él<br />

la institución en los seis meses» quedase autorizado<br />

para darla en su nombre el metropolitano, Napo-<br />

36


león preguntó sobre este punto á Mr. Einery de­<br />

seando saber si el Papa baria ó no esta concesión.<br />

Mr. Emcry declaró estar convencido de que no la<br />

baria , porque seria anular su derecho de insti­<br />

tución. Napoleón entonces, volviéndose á los<br />

Obispos, dijo: "¿querían ustedes hacerme dar un<br />

paso de inocente incitándome á pedir al Papa una<br />

cosa que no debe conceder ?"<br />

Antes que concluyese la sesión preguntó auno<br />

de los Obispos el emperador, que si era verdad lo<br />

que Mr. Emery habia dicho de la definición del<br />

catecismo, y habiéndole contestado afirmativamen­<br />

te, se disponia á partir. Algunos Prelados quisieran<br />

decirle que Mr. Emery en estremo anciano,-le ha­<br />

bría desagradado. " Os engañáis , contestó el em­<br />

perador , no quedo [disgustado con el abate Eme­<br />

ry (1): ha hablado él como hombre que conoce á.<br />

fondo su asunto , y asi es como yo quiero que me<br />

(1) Esta reconvención no era justa,porque en Peris el Cardinal Fesch<br />

consultaba con frecuencia á Mr. Emcry; y cuando Napoleón nominó á ttt.<br />

tio arzobispo de Paris , se dice ijite el cardenal se fjuió por los consejes de<br />

Mr. Einery en una circunstancia tan crítica en que probablemente el Pnp*<br />

no daría las bula?. Aunque al piineipio parecía qne el cardenal iba i acep­<br />

tar, no'se apresuraba sin embargo, porque ti mía perder la»ilia de I.eon se­<br />

gura, por la de Paris incierta; y entonces fue cuando Nsj oleen ti niciido ijwe<br />

hablar al Cardenal Fescli, que aun no habia renunciado, fue á buscarle a?<br />

palacio arzobispal , y no encontrándole, dijo llevado de su rntutalvire?»:<br />

* ¿en dónde está?—en su casa de la calle de Mort—P>!anc , le iespc.i.—-<br />

dieron — pues decidle que tur.r.do necesito ni Ai7obfc&*-dc Parí* I»<br />

quiero encontrar en las torres de Nuestr;: ?eñora.


hablen. No piensa, es vé^adywwnoyo ;• pewaqiií<br />

•cada uno debe tener su opinión libre. Al tiempo<br />

de salir y pasar por delante del abate le saludo<br />

Napoleón dejando percibir un sentimiento en que<br />

se mezclaban la estimación y el respeto; y luego al<br />

Cardenal Fesch cuando iba á hablarle dé asü ntos<br />

eclesiásticos, le decía: "Callad, callad, que sois un<br />

ignorante ;.¿ en dónde habéis aprendido teolojía?<br />

Con Mr. Eroery que la sabe es con quien yo debo<br />

tratar de esos asuntos." (No tenia razón en esto, porque<br />

el Cardenal Fesch consultaba muy á menudo<br />

y en puntos dificultosos á Mr. Emery).También solia<br />

decir Napoleón : " Un hombre por el estilo de<br />

este hafia que yo hiciese todo cuanto él quisiera y<br />

aun puede ser , mas de aquello que debiera."<br />

Tal fue esta sesión memorable, en la :<br />

que se<br />

mostró Napoleón grande , dueño de sí mismo, y<br />

dio pruebas de que si hubiera estado rodeado<br />

de hombres como el-abate Emery, Mr. de Fontales<br />

y Mr. Cacault hubiera modificado muchas veces<br />

sus opiniones. Desgraciadamente Mr. Emery<br />

«ayo enfermo, fuese por consecuencia - de la ajitaeion<br />

en que se habia encontrado ó por una>necesídad<br />

de sus ochenta años, y murió á pocos dias.<br />

Feliz en ello , porque no podia terminar su carrera<br />

de un modo mas glorioso á la faz del mundo,<br />

sai mas meritorio para el cielo.


CAPITULO VEINTE Y TRES.<br />

PRESIDE EL CARDENAL FESCH ÜN CONCILIO.— PUESTA<br />

EN EL SIN TEMOR ALGUNO EL JURAMENTO DE PLO IV.<br />

—ENVÍANSE CARDENALES A SAVONA — Qi IEREN LOS<br />

INGLESES l'ONER EN LIBERTAD AL PAPA. SE REDAC­<br />

TA UN BREVE POR EL CARDENAL II O VER E T. L A. ES EL<br />

PAPA CONDUCIDO A PONTAINEBLEAU.<br />

No duraron mucho tiempo cu ei emperador<br />

las inspiraciones de su ánimo elevado : pasando<br />

su gran comprensión á doblegarse prontamente<br />

bajo los instintos de su insaciable orgullo, ó mas<br />

bien, obcecado siempre por los malos consejos, pu­<br />

blicó una circular convocando á concilio nacional<br />

los Obispos todos del imperio y del reino itálico.<br />

Algunos visionarios habian leido sin duda tenta­<br />

tivas parecidas á esta en las crónicas del reinado<br />

de Luis XII ; pero no decia que este Rey habien­<br />

do llegado á ser prudente, debió renunciará em­<br />

presas tan arriesgadas, donde siempre la política<br />

pierde de la influencia que pudieron darle las ar­<br />

mas. La circular, dice el Cardenal Pacca, aunque


de un tono mas suave que el de la notificación de<br />

Savona, estaba sin embargo concebida en un estilo<br />

soldadesco.<br />

Elijió el concilio por presidente al Cardenafc<br />

Fesch, quien no engañó la esperanza de los Pa­<br />

dres reunidos, que tenían en él fijamente, puestos<br />

los ojos. En alta voz, y desde luego pronunció el<br />

juramento prescrito por la bula de Pío IV (véa­<br />

se tom. 1) del año 1564. Empezando por estas pa­<br />

labras : "Juro y prometo una verdadera obedien­<br />

cia al romano Pontífice " Sfc. Losotros prelados<br />

hicieron el mismo juramento en manos del presi­<br />

dente Cardenal Fesch , que con esta conducta ha<br />

reparado todas sus faltas.<br />

Diputó este concilio muchos prelados á Savo­<br />

na, que obtuvieron algunas aisladas concesiones<br />

del Santo Padre. Estas concesiones fueron sin du­<br />

da el primer paso retrógado de Pío VII; aunque<br />

no fueron ellas acordadas sino después de importu­<br />

nas ecsijencias y datos inexactos. El Papa reflec-<br />

sionando al punto en lo que habia prometido,<br />

quiso llamar otra vez a los Prelados y retractarse;<br />

pero se habian ellos apresurado á partir. En Paris<br />

pensaron al instante en enviar á Savona Cardena­<br />

les de los cuales estuviesen seguros, para confir­<br />

mar al Papa en las ideas de obediencia á que que­<br />

ría someterle el gobierno francés.


-Jttf<br />

Habia el concilio pretendido decidir que los<br />

obispados y arzobispados no estarían vacantes mas<br />

de un año; que seis meses después de pedida la<br />

institución al Papa, si no la habia este, concedido,<br />

el metropolitano, y por su ausencia el Obispo mas<br />

antiguo de la provincia, procediesen á la institu­<br />

ción del nombrado. Faltaba que reconociese el<br />

Papa esta decisión. Napoleón no tenia ya presente<br />

las sabias palabras de Mr. Emery , y con su per­<br />

miso fueron enviados con este designio á tSavona<br />

los Cardenales José Doria, Antonio Dugnani, An­<br />

tonio Roverclla , Fabricio RuíTo y el de Bailan,<br />

(pie parece se habian comprometido en inducir<br />

al Papa á que dejase arreglar complacientemente<br />

todos los asuntos.<br />

Se. ha dudado de que haya eesistielo semejante<br />

acuerdo y apaño ; pero después de la muerte del<br />

Cardenal Roverclla, se halló entre sus papeles<br />

una carta del ministro de los cultos Bigot de Prea-<br />

méneo, que no deja lugar á duda.<br />

Este Eminentísimo, que hasta entonces habia<br />

sido de opinión contraria , fue ¡i Savona para acon­<br />

sejar al Papa de un modo enteramente favorable<br />

á solo el emperador , y con la obligación eespresa<br />

de no mezclarse en otro asunto , v ni aun de lle­<br />

nar susdebuts como Cardenal; porque si dirijién-<br />

dose, al cabo , el Papa aun hombreeespresamen-


te ¿destinado para^ajiiidarle,..le-pidiese Su entidad<br />

un consejo conforme a. las aieglas.ideLJmnor,<br />

del dognaaíp de. la ¿conciencia; ¿ era, creíble que<br />

recibiese un consejo dictado; poivlasíiniras:, temores,<br />

ambición .y' necesidades de run .tercero en<br />

discordia con la Santa Sede.,<br />

A los i<br />

GÍnGOiGardenálesv.en\uados^á Sayona de<br />

semejante modo , se añadió monseñor Bertazzolí,<br />

Arzobispo^ de: Edesa y limosnero del Papa , hecho<br />

vetirr -deí Italiai poco tiempo antes; • Esta -eespédicíon<br />

de Cardenales y Prelados que partieron á<br />

últimos de agosto de 1811 „ alarmó. .-á muchas personas<br />

piadosas, y en especial á los que conocían<br />

el estado en^ q«e el Papa se hallaba hace largo<br />

tiempo.<br />

Esta caravana - saymda (espresion del Cardenal<br />

Paccá).que habia hecho se conmoviesen y temieran<br />

los ánimos de muchas personas piadosas,<br />

particularmente de las que conocían el estado de<br />

sufrimiento • en que * estaba Su Santidad, -llegó á<br />

Savona en les primeros dias de setiembre de 1813.<br />

Aqui es menester dar á conocer mas paritieularmente<br />

al Cardenal ploverella (pie hizo el papel<br />

principal eirtodo este negocio. Era deseendienfe<br />

de una ilustre familia de Cesena y habia contribuido<br />

en 1800 á la elección de Pío VH , gozando<br />

ei$flfom&-derlw reputación, de un hombre' distüa>


guido por sus talentos. En 1808 le obligaron a<br />

salir ele Roma como a todos los demás Cardenales,<br />

que eran naturales del reino de Italia, y enviado<br />

desde luego á Ferrara : tuvo orden después de ir<br />

á Paris, donde, fuese intimidado por las violencias<br />

qué veia cometer con el Papa, ó bien ganado<br />

con elojios eseesivos, ó tal vez por las señales de<br />

estimación que recibió de algunos ajen tes de Na­<br />

poleón , aliquid humani passits est, dice el Carde­<br />

nal Pacca, lo cierto es que se mostró dispuesto á<br />

condescender á las eesijencias del gobierno f ran­<br />

ees. Fue él el principal motor y consejero de<br />

muchos actos inconsiderados de sus colegas en<br />

París y enviado á Savona; no correspondiendo á<br />

la confianza que le mostró Pió VII, de concierto<br />

con Bertazzoliy determinó al santo Padre á con­<br />

venir en concesiones, por las cuales después<br />

derramó tantas lágrimas.<br />

Entre tanto, los ingleses , que trataron de<br />

impedir el viaje á Francia del Papa en 1804, y<br />

luego habian visto con satisfacion que no quiso<br />

aumentar el número de sus enemigos, hicieron<br />

llegase á su noticia secretamente , como una fra­<br />

gata inglesa cruzaba por cerca de Savona, y po­<br />

dia aprocsimarse á ciertas señales, recibirle á su<br />

bordo y librarle del cautiverio. Pero los que te­<br />

nían á su cargo el cuidado de vijilar al Santo Pa-


dre no se descuidaban de modo que fuese posible<br />

la evasión.<br />

Varios romanos han creído después, que al mis­<br />

mo tiempo que los ingleses hacían estas proposicio­<br />

nes, habia otras quizá mas hacederas, presentadas<br />

por los empleados de policía. £1 fin hubiera sido el<br />

facilitar la fuga del Papa: esbirros apostados para<br />

ir tras él debían provocar una defensa y una<br />

acometida, en las. que era fácil que el mismo<br />

Papa fuese herido. Esto se dijo , pero al parecer<br />

sin fundamento.<br />

Bertazzoli y los Cardenales, Doria y Dugnani,<br />

hombres religiosos pero muy tímidos , no tenían<br />

otra guia que la voz de Roverclla , que con un<br />

tono majistral y de dictador los trataba cual á<br />

discípulos dependientes de su voluntad. Era fran­<br />

cés el Cardenal de Bayane, que estaba rodeado<br />

de Obispos de su nación , y aprobaban todos in­<br />

directamente lo que proyectaba su gobierno , y<br />

sabia comunicarles en escritos muy bien calcula­<br />

dos. Hombre dé talento era Fabricio Rufo , que<br />

tenia adquirida grande reputación por.'sus.-traba­<br />

jos de economía estadística , hombre de mundo,<br />

hablando mucho mas de maniobras de caballería<br />

que de bulas ni concordatos, y francamente<br />

confesando que no era teólogo ni canonista. La<br />

negociación de ellos fue pues, como debia de ser.<br />

37


Ligado en cierto modo con la palabra que habia<br />

dado á los diputados del concilio , y atacado des­<br />

pués por los ájente- de Napoleón, que le prede­<br />

cían una larga serie de males orijinados nada mas<br />

que de su resistencia -¿permitió el Papa , no sola­<br />

mente que se enviasen bulas de confirmación<br />

bajo las antiguas fórmulas , á diferentes Obispos,<br />

sino que también aprobó y confirmó por un bre­<br />

ve , impreso entonces , el decreto convocando al<br />

concilio tenido en Paris.<br />

En este breve tan estraordinario, cuyo autor<br />

principal fue el cardenal Roverclla, reconocia el<br />

Papa desde luego lo que en PaTÍs se habia he­<br />

cho sin él y sin legado suyo, encargado directa­<br />

mente de representarle, y lo que es mas inaudito,<br />

se felicitaba y regocijaba de ello como de un<br />

acontecimiento dichoso; aceptaba el decreto como<br />

si hubiese salido de su propio pensamiento; veia<br />

también un nuevo testimonio de la devoción filial<br />

de la iglesia galicana á la cátedra de S. Pedro y<br />

besaba asi el puñal que le habia penetrado el<br />

corazón. Entre otras cosas, sujeridas maliciosa­<br />

mente al emperador, que no conocía semejantes<br />

ulaterías y quería vencer en todo como se vence<br />

en la guerra, le habian .hecho dirijir en este bre­<br />

ve á los Obispos del concilio muchos elojios, ma­<br />

yores puede ser y mas pomposos que los que di-


ijió á sus precedesores el Papa Pío VI, cuando»<br />

supieron resistir como verdaderos confesores<br />

de ta fe á las écsijéncias de la asamblea constituyente.<br />

Asi se esplica sobre este punto el cardenal<br />

Pacca:.<br />

Si no hubiese visto yo mismo la minuta de esté oreve<br />

ecspedido en Francia , entre tos papeles que nos entregó el Papa<br />

en Fontainebleau, oo hubiera creído que ecsistiese, ó no habría<br />

creído á lo menos, estuviese concebido en los términos ecspresos<br />

en la obra titulada; Fragmens relatifis á Vhistorie tele'<br />

siástique des premieres anné'es du 19 sié'cle, por monseñor de<br />

Barra!, Arzobispo de Turs; París 1814.<br />

Era imposible efectivamente persu adirse que<br />

el Cardenal Roverella, redactor de esto breve,<br />

se propusiese hacer declarar al Papa que él mismo<br />

era el autor inmediato y el aconsejador de un<br />

decreto subversivo del primer derecho de la iglesia,<br />

que aprobaba con espresiones de alegría. ¿Qué<br />

diferencia tan grande hay entre este breve absu rdo<br />

aconsejado al Papa por los Cardenales y Prelados<br />

enviados á Savona, y la carta bella y enérjica<br />

dirijidá al Cardenal Caprara por el mismo Pontífice<br />

t" Y escrita desde aquella misma ciudad, en<br />

donde se hallaba entonce? casi solo, y con poquísimos<br />

familiares.<br />

Espidieron á París por el telégrafo los Obispos


de la comisión la nueva de esta verdadera victo­<br />

ria conseguida sobre la iglesia romana, y queda­<br />

ron esperando á volverse cuanto antes á Francia<br />

para recibirlos elojios y recompensas del empera­<br />

dor. Quedaron atónitos cuando supieron que no<br />

queria este aceptar el breve del Papa.<br />

Para no dejar á Napoleón bajo el peso de una<br />

condescendencia que contrariaba las miras de sus<br />

consejeros, esparciendo estos la especie de espli-<br />

cacion de que se habia rechazado el breve , por­<br />

que en el se declaraba á la iglesia romana, madre<br />

y primada de todas las otras iglesias y porque se<br />

obligaba á los"Arzobispos y Obispos, autorizados<br />

para dar la institución canónica y la confirmación<br />

luego que hubiesen pasado los seis meses, ó de­<br />

clarar esprosamente que daban esta confirmación<br />

á esta institución en nombre del Papa. Otro mo­<br />

tivo habia para no aceptar el breve que era la<br />

natural consecuencia , si se aceptaba, de poner un<br />

término á la detención de Su Santidad, lo cual no<br />

entraba todavía en los proyectos del gabinete<br />

francés.<br />

Dejaron al Santo Padre muy tranquilo en su<br />

prisión de Savona durante el invierno y la siguien­<br />

te primavera de 1812, porque en ese tiempo Na­<br />

poleón tuvo que ocupar todos sus cuidados y aten­<br />

ciones en la célebre y desgraciada espedicion de


Rusia ; pero en la tarde del 9 de julio , aniversa­<br />

rio fatal del dia en que habia sido prevenido hacia<br />

tres años de que iba á perder sus,estados, se<br />

intimó la orden al Pontífice, de que se preparase<br />

á un viaje para entrar en Francia , procurando<br />

cambiar de vestidos para que no fuese reconocido<br />

en el camino. Ya se habia perfeccionado el medo<br />

de atormentar al Papa, sin correr los riesgos que<br />

podría causar su popularidad. Le hicieron partir<br />

á la madrugada del dia siguiente 10 ; llegó á la<br />

mitad de la noche después de un penoso viaje sin<br />

reposo alguno al hospicio de Monteenit. En Stu-<br />

pinigi, cerca de Turin, entró en su mismo coche<br />

monseñor Bertazzoli, á quien el gobierno habia<br />

enviado por delante, y no fue ya separado de<br />

su lado. En el hospicio cayó Su Santidad peli­<br />

grosamente enfermo > tanto que los oficiales que<br />

lo escoltaban creyeron deber suyo anunciar esta<br />

novedad al gobierno deTuriny pedir instrucciones<br />

sobre si debían detenerse ó proseguir el viaje. Les<br />

fue mandado proseguirlo sin detenerse en nada co­<br />

mo habian recibido la orden. En su vista aunque<br />

se habia dado al Papa la estremauncion en la ma­<br />

ñana del dia 14, aquella misma ñocha le hicieron<br />

continuar su viaje. ¡<br />

Achacoso el sumo Pontífice, conservó no obs­<br />

tante tantos ultrajes, una salud de hierro que


esistiese y triunfara de ellos. Dia y noche se cami­<br />

naba y, asi el 20 de julio por la mañana I legaron<br />

á Fontainebleau. En todo el transito no salió el<br />

Papa del carruaje, y cuando debia tomar algún<br />

alimento se lo traian á su asiento mismo, teniendo<br />

cuidado de cerrar con llave las portezuelas en to­<br />

das las casas de postas , y al pasar por todos los<br />

pueblos , aun los mas pequeños. Guando llegó al<br />

palacio de Fontainebleau no tenia todavía el con­<br />

serje orden del ministerio de Paris para recibirle,<br />

y hubo que conducirle á una easa inmediata.<br />

Se teníala intención al aproximarle á la ca­<br />

pital , de rodearle de personas vendidas, que á<br />

fuerza de instancias , de insinuaciones y compro­<br />

misos le obligasen á consentir en todo cuanto se<br />

ijiiisiese ecsijir de él en nombre del emperador.<br />

Lo que no se puede comprender es esa manera de<br />

hacerle viajar tan precipitada, en la que fue ne­<br />

cesaria una asistencia particular del cielo para<br />

que Su Santidad no perdiese la vida,y muc ho mas<br />

cuando no hubiera sido favorable que la perdiese<br />

á las miras mismas del gobierno ; antes se hubie­<br />

ran desconcertado porque habian obtenido ya mu­<br />

cho de la flaqueza y acabamiento de Pío VII,<br />

y estaban ya para obtener mucho mas. Sin du­<br />

da los subalternos ereyeron hacerse un méri­<br />

to ejecutando con rigor las órdenes que le fue-


on dadas: y mas áe usa vez hicieron «que se echa­<br />

se de menos al jeneral Radet. El Cardenal Pacca<br />

atribuye estas resoluciones talirrlolentas al deseo<br />

de abatir mas y anas las fuerzas físicas y las fa­<br />

cultades intelectuales del Pana , llevando á cabo<br />

su paciencia heroica.<br />

En efecto ¿ llego el íSanto Padne á übutaúie-<br />

bleau en un estado de salud -que dio mucho que<br />

temer por sus dias-, teniendo


los fieles comunicar con su jefe supremo, ni á es­<br />

te tampoco ejercer su ministerio apostólico (re­<br />

conocían estos Cardenales la nota oficial del pre­<br />

fecto de Savona.) Describieron el estado no me­<br />

nos desgraciado de la iglesia particular de Roma,<br />

privada casi por entero de su clero, y finalmen­<br />

te, el abandono en que estaban tantas iglesias de<br />

tan distintos pueblos, encontrándose viudas sin<br />

pastores. También dijeron que una de las conse­<br />

cuencias de este estado deplorable, si no cesaba<br />

pronto, seria relajarse, si no se rompían los lazos<br />

que unen las iglesias ai centro de unidad, y nacer<br />

un cisma, una verdadera anarquía en el catolicis­<br />

mo; y ecsageraron el grande poder de la secta filo­<br />

sófica , á quien para no irritarla, decían se ha­<br />

bia visto Napoleón precisado á comtemplar algu­<br />

nas veces y á cederle en algo.<br />

Para conmover mas el corazón de Su Santi­<br />

dad le recordaron el destierro de los Cardenales<br />

negros , le describieron las vejaciones }• padeci­<br />

mientos que sufrían los Prelados y eclesiásticos<br />

del estado de la iglesia, arrancados de su patria,<br />

conducidos de ciudad en ciudad y de calabozo en<br />

calabozo , sin que tales tormentos tuviesen tér­<br />

mino á no ser por medio de una reconciliación<br />

entre el emperador y el Papa.<br />

Tales discursos apoyados en hechos positivos,


hubieran causado impresión sobre cualquiera que<br />

los oyese, juzgúese si debería causarla mas profunda<br />

sobre el espíritu del Papa, abatido con tantas<br />

violencias y humillaciones. Con todo no obtuvieron<br />

nada del Pontífice estos Cardenales, continuando<br />

él en resistirse á sus instigaciones.<br />

Durante todas estas cosas muchas personas<br />

de Paris eminentemente religiosas, entre otras la<br />

familia Montmorency hacían que penetrasen hasta<br />

el Santo Padre los testimonios de su inalterable<br />

afecto.


CAPITULO VEINTE Y CUATRO.<br />

MR. DUVOISIJÍ, OBISPO DE NANTES.—NAPOLEÓN EN FON-<br />

TA1NEBLEAL". CONCORDATO DE ] 81 3.—L.LEGAN A FON-<br />

TAINEIILEAU LOS CARDENALES PACCA Y CoNSALVI.<br />

DETERMINA EL PAPA I'ROTESTAR CONTRA EL CONCOR­<br />

DATO DE 1813,<br />

A los cinco meses después de haber llegado<br />

el Papa á Foníainebleau, dio la vuelta Napoleón á<br />

Paris desde su campo desastroso de Rusia; y apli­<br />

cándose con aquella increíble é infatigable acti­<br />

vidad suya, militar [y administrativa, á reparar<br />

las pérdidas sufridas, con ^nuevas quintas, esci­<br />

tando la belicosa nación á nuevos sacrificios, pensé<br />

en seguida que le seria muy útil en aquellas cir­<br />

cunstancias una reconciliación con el Papa, ó ver­<br />

dadera ó á lo menos aparente. Sabia él que el nú­<br />

mero de los verdaderos [católicos en Francia es<br />

mas considerable de lo que comunmente se cree;<br />

y que á estos les eran odiosas y los enajenaban<br />

de él unas persecuciones que decían dictaban la


ambición y el orgullo* líos príncipes y ministros<br />

de Alemania, que sufrían con disgusto la dependencia<br />

en que estaban bajo el emperador, para<br />

irritar y animar á sus vasallos contra, el gobierno<br />

imperial y la nación francesa empezaban á escuchar<br />

los clamores, y á dar apoyo á las reclamaciones<br />

délos pueblos contra los tormentos que hacían<br />

padecer al Papa; aunque los mismos príncipes<br />

hubiesen mas de una vez arrollado los derechos<br />

de la Santa Sede. Sobre todo el emperador sabia<br />

que los polacos le dirijian graves acriminaciones<br />

j que su celo se habia enfriado mucho con motivo<br />

de las ofensas de que el Papa se habia quejado.<br />

Advertido, con tan poderosas razones , procuró<br />

renovar sus ensayos para conseguir la pazcón<br />

el cautivo de Fontainebleau , pero especialmente<br />

para obtener su aprobación definitiva y<br />

sin restricciones á las proposiciones que le hicieron<br />

los Obispos en Savona. Tomando por<br />

pretesto las felicitaciones de año nuevo, el de<br />

1813 , envió á Fontainebleau un chambelán suyo<br />

encargado de cumplimentar á Su Santidad como<br />

es de costumbre en las cortes, y de informarse de<br />

su situación. Esta acción de cortesía, y de política<br />

obligó al Papa para que enviase á Paris una persona<br />

de su corte que felicitase y diese gracias al emperador<br />

, y su elección recayó sobre el Cardenal


José Doria, porque no le era desagradable á Na­<br />

poleón. En lo poco que se detuvo este Cardenal<br />

en Paris se convino de común acuerdo en que las<br />

negociaciones volverían á entablarse. Encargó de<br />

sus intereses el emperador á Monseñor Duvoisin,<br />

Obis po de Nantes , mientras el Papa (según el<br />

Cardenal Pacca dice), difícilmente podia encon­<br />

trar en tro* los que le asistían un campeón igual en<br />

habilidad y en destreza.<br />

Siguió de cerca Mr. Duvoisin al Cardenal<br />

Doria en su regreso á Fontainebleau , y presentó<br />

una serie [de proposiciones al Papa de parte del<br />

emper ador. Muchas de estas proposiciones esta­<br />

ban co ncebidas en estos términos :<br />

" 1.° El Papa y los futuros Pontífices antes de ser eleva­<br />

dos al pontificado, prometerán de no disponer ni ejecutar nada<br />

en contr ario á las cuatro proposiciones galicanas. 2.° £1 Pa­<br />

pa y sus sucesores , de aqui en adelante , no tendrán mas<br />

que la tercera "parte de nombramientos de individuos del sacro<br />

colejio , quedando las otras dos partes para los príncipes cató­<br />

licos. 3. ° Su Santidad por un breve público desaprobará y con­<br />

denará la conducta délos Cardenales que no han querido asistir<br />

ala función sagrada del casamiento de Napoleón con la empe­<br />

ratriz Mar ia Luisa. En cuyo caso el emperador los volverá á su<br />

gracia y los permitirá reunirse al Santo Padre, con tal de que<br />

acepten y firmen el citado breve pontificio. Finalmente, serán<br />

escluidos de este perdón los Cardenales di Pietro y Pacca, á los<br />

cuales no será nunca permitido volver á la presencia del Papa."<br />

Esplica suficientemente el rigor del emperador


con estos dos Cardenales, el saber de que di<br />

Pietro fue el autor de la bula de escomunion , y<br />

que se publico esta en el ministerio del Cardenal<br />

Pacca. De de Consalvi no se hizo mención al­<br />

guna.<br />

En seguida se abrieron las conferencias, qué<br />

emperazon entre los Obispos de Treves y de Ebre-<br />

ux .con los cuatro Cardenales Doria, Dugnani,<br />

Rufo y Bayane, y monseñor Bertazzoli, que habi­<br />

taban todos en diferentes departamentos del Pa­<br />

lacio imperial. Cuando vieron loé que manejaban<br />

este asunto que absolutamente el Papa no tenia<br />

ya brios ni fuerza alguna para resistir á las im­<br />

portunas solicitudes con que le asediaban conti­<br />

nuamente por estar débil su cuerpo hasta el estre­<br />

mo de no poder recibir alimentos, calcularon la<br />

procsimidad de una de esas fiebres lentas que pos­<br />

trando las fuerzas producen con la apatía el deseo<br />

de la muerte, y quisieron dejar al emperador la<br />

gloria de acabarla empresa. En la tarde del dia 19<br />

de enero fue Napoleón á Fontainebleau , acompa­<br />

ñado de su esposa la emperatriz Maria Luisa, y se<br />

presentó derechamente en el aposento del Papa,<br />

lo cojió en sus brazos, lo besó en el rostro, y le<br />

hizo mil demostraciones de cordialidad y amistad.<br />

En la primera tarde no se habló nada de asun­<br />

tos. El Papa, que constantemente habia tenido


predilección por algunas cualidades de Napoleón,<br />

y atribuyó siempre guiado por la bondad de su<br />

corazón, á obra de subalternos inicuos los malos<br />

tratamientos que recibía , quedó encantado con<br />

las nuevas demostraciones de afecto, y lo mani­<br />

festó asi á las personas que vcia habituahnente,<br />

contándoles la circunstancia del abrazo y el beso.<br />

En el estado de postración en que estaba no sabia<br />

él lo que precisamente presajiaba aquella visita,<br />

que se ocupó nada mas que en los cumplidos y<br />

atenciones debidos por un soberano al sagrado<br />

huésped (pie recibe en uuo de sus castillos.<br />

En el dia siguiente hubo otras entrevistas entre<br />

el Papa y Napoleón.<br />

Se dijo que habia sucedido en una de ellas,<br />

que el emperador cojió al Papa por los cabellos<br />

y lo injurió villanamente; pero Su Santidad pre­<br />

guntado muchas veces sobre esta acción, ha dicho<br />

siempre que no habia sucedido. " No , decia, no<br />

ha llegado á cometer tal indignidad, y Dios per­<br />

mite que no tengamos necesidad de faltar á la<br />

verdad en esta ocasión." Pero por los discursos de<br />

Napoleón se ha podido comprender que tomó con<br />

el Pajiaun tono de autoridad, y aun se puede de­<br />

cir de desprecio, pues llegó á decirle que no estaba<br />

muy versado en el couocimiento de las ciencias<br />

eclesiásticas; lo que no fue menos faltar á la ver-


dad que á la política. L^s Cardenales por su par­<br />

te repetían al Papa los mismos argumentos ya he­<br />

chos , y le decían también que en su lugar firma­<br />

rían un concordato cuyas bases presentaban» Apo­<br />

yábanse en que eran los Cardenales los naturales<br />

consejeros de un Papa, y en que veían en esta<br />

condescendencia el fin de los males que' la reli­<br />

jion padecía y la libertad de sus colegas ; que si<br />

presentes estuvieran aconsejarían la misma con­<br />

ducta , y la aprobarían cuando saliesen de sus<br />

prisiones.<br />

Tenia Pió VII entonces 71 años. Su vida des­<br />

gastada con los trabajos, el desarreglo de su sa­<br />

lud , la inapetencia que padecía; luego ademas la<br />

sensibilidad suya , que habian escitado con el de­<br />

seo de volver á ver sus Cardenales; las súplicas<br />

de los que le rodeaban; la importuna insistencia<br />

de Bertazzoli, unida á las continuas descripciones<br />

de mayores males; el absoluto silencio de una voz<br />

firme, noble y sabia que reanimase aquel espíri­<br />

tu tan decaído, y en fin los anuncios y proesimi-<br />

dad de la muerte, todo contribuyó á desalentar y<br />

postrar al Pontífice.. No le quedaba ya otra de sus<br />

facultades que la de mover la mano maquinalmen­<br />

te para trazar un nombre; el cual fue trazado<br />

el 25 de enero sobre un papel que el emperador<br />

firmó inmediatamente» seguida.


No son muy conocidas las circunstancias que<br />

precedieron á este acto: se sabe solamente, que pa­<br />

ra obligar á recibir al Papa la pluma de la mano<br />

del Cardenal José Doria, le hicieron creer sus pro<br />

pios consejeros que no firmaba mas que unos sim­<br />

ples preliminares, que deberían estar secretos has­<br />

ta tanto que se conviniese en el'modo de poner en<br />

ejecución aquellos artículos preliminares, OÍ elconsejo<br />

de todos los Cardenales reunidos. El Papa, en­<br />

tonces , rodeado de los tres Cardenales y los Obis­<br />

pos que lo habian incitado á una conciliación cual­<br />

quiera, y como violentado por la presencia del em­<br />

perador que fijamente lo miraba, aunque con be­<br />

nignidad, se volvió sin embargo hacia otras per­<br />

sonas de su comitiva que allí presentes estaban<br />

como pidiéndoles un consejo con una mirada.<br />

¿Quien sabe si en aquel momento deajitacion, un<br />

no pronunciado con valentía, ó con voz baja, aun<br />

por el último de los secretarios que allí estaban,<br />

no hubiera sido bastante para volver á Pío VII sus<br />

antiguas determinaciones? Ninguno pronunció ese<br />

no; antes por el contrario, bajando la cabeza y al­<br />

zando los hombros, respondieron con ese jesto que<br />

comunmente se hace para oh ligar atener paciencia<br />

y conformarse. Finalmente, el Papa en el mismo<br />

momento de firmar dejó claramente entrever la re­<br />

pugnancia con que lo hacia. Debe observarse que


este tratado es enteramente insólito^ pues está sus­<br />

crito por los dos soberanos que han tratado juntos.<br />

Aparentemente Napoleón al obrar asi había que­<br />

rido evitar el caso de que le rehusasen una rati­<br />

ficación.<br />

Inmediatamente después se trató de llamar á<br />

los Cardenales deportados y de poner en libertad<br />

los que estaban presos. Hubo grandes dificultades<br />

para conseguir la libertad del Cardenal Pacca, y<br />

como decía después el Papa, una verdadera bata­<br />

lla, porque Napoleón decia que Pacca era su ene­<br />

migo. Al fin cedió el emperador diciendo que él<br />

no hacia nunca las cosas á medias, y dio la orden<br />

de espedir un correo á Turin que llevase la de po­<br />

ner libre á aquel Eminencia.<br />

Ya se sabe cuales fueron los concordatos de<br />

1515, y 1801; y aunque este de 1813 no tuvo va­<br />

lor alguno, lo pondremos sin embargo aqui, bajo<br />

nota, para que quede como prueba del abuso que<br />

se hizo de la situación del Santo Padre ( 1).<br />

" (1) S. M. el emperador y rey y Su Santidad, queriendo poner un<br />

término á las diferencias suscitadas entre ellos y proveer lo conveniente<br />

enmachos asuntos déla iglesia, han convenido en los artículos siguientes.<br />


Por este tratado abandonaba el Pontífice la so­<br />

beranía de Roma de la cual no era mas que admi­<br />

nistrador como soberano electo, y debia permane­<br />

cer en Francia casi siempre ó donde al empcra-<br />

Santo Padre tenga en las cortes estranjeras, gozarán de las inmunidades<br />

y privilejios de que gozan los miembros del cuerpo diplomático.—<br />

3.° Los dominios que el Santo Padre posein, y no lian sido enajenados<br />

quedarán ccsentos de toda e'pecie de impuestos. Serán administrados<br />

por ajentes ó encargados de negocios. Aquellos dominios que fuesen<br />

enajenados se reemplazarán con ventas equivalentes que lleguen al valor<br />

de dos millones de francos.—4." En los seis meses siguientes al enun­<br />

cio acostumbrado que el emperador dé á Su Santidad de la previsión<br />

que haya hecho en les arzobispados y obispados del imperio, el Pa<br />

pa dará la institución canónica ce;n arreglo á los concordatos y en vir<br />

tud del presente indulto. Es información prealable será hecha por el<br />

metropolitano, y en su dtfecto, ó si se tratase ce la rrmr.a silla metió<br />

politana, el obispo mas antiguo de la provincia procederá á la institu­<br />

ción del obispo nombrado , con el fin de que nunca esté vacante una<br />

mitra mas d; un año.—o." El Papa nombra á tanto en Francia como<br />

en el reino de Italia para loe obispados que ulteriormente se designarán<br />

de concierto—6.° Serán restablecidos los seis obispados suburvicarios y<br />

pertenecerá su nombramiento al Papa. Ees serán restituidos los bie­<br />

nes actualmente ecsistentes y se temarán providencias respecto de los<br />

vendidos. Las diócesis ele Anagni y de Rieti, después del fallecimientos<br />

de los Obispos que las sirven , serán retiñidas á les dichos obispados<br />

conforme al concie-rto que será hecho entre S. M. y el Santo Padre.—<br />

7." Con respecto á los obispos de los estados romanos, auséntesele sus<br />

diócesis con motivo de las circunstancias, el Santo Padre podrá e-jercer<br />

en fivor de ellos el derecho de darles obispados in partibus. Se les<br />

concederá una pensión equivalente á las rentas que gozaban y po­<br />

drán ser colocados en las sillas vacantes del imperio ó del reino de Ita.<br />

lia.-^J*. 0<br />

S. M. y Su Santidad se concertarán en tiempo oportuno so­<br />

bre la reducción que haya lugar de hacer en los obispados de Tosca-<br />

na ó del pais de Jénova; asi como también acerca de les obispados que<br />

habrán de establecerse en Holanda y paises Anseáticos—9." La pro-


dor le agradase enviarlo. En él se ve también la<br />

piedra destoque, le adclaníellato ó cimiento donde<br />

apoyar naá;revolución nueva. El emperador envió<br />

'(1) de presentes; :á los Cardenales Doria y<br />

Ruffo, y á monseñor Bertazzoli, cajas-de oro con<br />

su retrato , guarnecido de herénosos brillantes. A<br />

los dos primeros los declaró oficiales, déla lejion de<br />

paganda, la peniten'eiaria y ios archivos serán restablecidos en el lugar<br />

donde tenga su residencia el Santo Padre.—10. Vuelve á su gracia<br />

S. M. á los cardenales, Obispos, eclesiásticos y seglares que per causa<br />

de los acontecimientos pasados la desmerecieron—11. El Santo Padre<br />

se presta alas disposiciones .arriba contenidas por/consideración al<br />

estado actual de la iglesia y porque le ha inspirado S. 3t. la confianza<br />

de que concederá su poderosa protección á la reiurion y 4 las necesidades<br />

numerosas que la cercan en estos tiempos ea que vivimos.— Siguen<br />

las firmas,<br />

Fontaineblcau 25 de enero de 1818.<br />

(I) Podría creerse que, este tratado se aprobó en Viesa. Aseguran<br />

que el emperador Francisco I dijo: "Hace mucho tiempo que aconsejé<br />

al emperador Napoleón que se aviniese; y en una de nuestras entrevistas<br />

le hable én estos términos."—


honor, y al último caballero de la corona de hier­<br />

ro. Hizo el regalo al capellán del Cardenal Do­<br />

ria , por haber sido el que copio los artículos de su<br />

solitario de brillantes; y también se repartieron<br />

diferentes sumas entre los dependientes del Papa,<br />

como si se hubiese firmado por ambas partes un<br />

tratado en que cada una encontraba unido su bien<br />

entendido interés á los principios de una verda­<br />

dera política. Los tiempos en que fueron aplaudi­<br />

das las palabras de Mr. Emery habian pasado ya;<br />

y Napoleón dispuso que se anudase al imperio la<br />

conclusión del concordato, y se cantase el TeDeum<br />

en todas las iglesias.<br />

Mientras permaneció el emperador en Fontai­<br />

nebleau disimuló el Papa, ocultando sus senti­<br />

mientos por lo sucedido; pero apenas quedó solo<br />

se apoderó de él una profunda melancolía, que<br />

agravó los síntomas de su enfermedad. Lleno de<br />

amargura esperó el regreso de algunos de sus Car­<br />

denales con quienes al volver desús destierros, es­<br />

pecialmente con el Cardenal di Pietro, habló de<br />

los artículos que habia firmado , y no tardó en ver<br />

bajo su verdadero aspecto las consecuencias del<br />

paso que le habian violentado á dar. Tanto fue su<br />

dolor, que por muchos dias se abstuvo de celebrar<br />

misa. Solo á instancias reiteradas de un Carde­<br />

nal piadoso y sabio consintió en aproximarse de


nuevo al altar; y como fuese de todos conocida la<br />

desesperación en que estaba, no les ocultó la cau­<br />

sa á los Cardenales y Obispos franceses que habita­<br />

ban en el palacio. Entonces fue cuando el empe­<br />

rador , temeroso de que el Papa se retractase y<br />

revocara lo que habia acordado, publicó, faltan­<br />

do á la palabra empeñada, los artículos del con­<br />

cordato , haciéndolos anunciar solemnemente al<br />

Senado conservador por el archicanciller Camba-<br />

ceres. Por este tiempo llegó á Fontainebleau el<br />

Cardenal Pacca, á quien dejaremos referir su en­<br />

trevista con el Santo Padre.<br />

" Me imajinaba yo, según iba acercándome al palacio im­<br />

perial, encontrar en él un numeroso concurso, sabiendo que le<br />

habitaban Cardenales y Obispos franceses , y algunas veces<br />

también ministros del emperador : creia, supuesto que la co­<br />

municación con Su Santidad estaba restablecida, que muchas<br />

personas afluirían de París y de las vecinas ciudades ,* pero no<br />

vi al llegar sino pocas y vulgares personas* Una de ellas cor­<br />

rió á dar aviso al conserje que me abrió la puerta grande por<br />

la que entré á un patio espacioso terminado en una grande y<br />

ancha escalera de dos ramales, que á los aposentos reales con­<br />

ducía. Una sola persona ví arriba al acabar de subir la escalera,<br />

que fue un centinela, por delante del cual pasé. Todas las ven­<br />

tanas y puertas de correspondencia estaban cerradas, y tal si­<br />

lencio habia, que mas que en palacio real, creí que entraba en<br />

una prisión de estado. Ni encontré persona alguna cualquiera<br />

que fuese á quien diríj irme para pedir audiencia, y á mi ayuda<br />

de cámara envié por dentro de aquellas habitaciones, que á po­<br />

co vino con Hilario Palmieri, uno de los criados italianos que


quedaron sirviendo al Santo Padre. Me dijo este que tal cual<br />

yo estaba en vestido de camino , me recibiría el Papa al instan­<br />

te , y me guió hacia sus aposentos.<br />

"En la antecámara vi al Cardenal Doria, que viniendo ha­<br />

cía mí me abrazó y lloró, haciendo, para probarme la satisfac­<br />

ción que sentía al verme, mil demostraciones de afecto y amis­<br />

tad Encontré mi las otras ¡«alas á los Obispos franceses; y no­<br />

té al entrar en la cámara donde estaba el Papa, que Su Santi­<br />

dad habia dado algunos pasos para salirle al encuentro. Singu­<br />

larmente admirado quedé al encontrarlo tan atüjido , tan páli-<br />

.do, doblegado ya , flaquísimo , con los ojos hundidos y como<br />

inmóvil. Me abrazó sin embargo, y con mucha frialdad me di­<br />

jo que no me esperaba tan pronto. Yo le respondí que habia<br />

precipitado mi viaje para tener cuanto antes el consuelo de<br />

echarme á sus pies, y manifestarle mi admiración por la heroi­<br />

ca oonstancia con que habia sufridc|tíin larga y dura prisión.<br />

Y Lleno de dolor entonces , me dirijió estas mismas palabras.<br />

?fa ci siamo i>i fine .s/torcideati t/uei cardinali<br />

ci strasciii'n'ouo al tavoliao, é ciíero sottos crivere<br />

(Aquellos Cardenales nos condujeron hasta la mesa y nos hi­<br />

cieron firmar). Después mo tomó por la mano y me condujo al<br />

sitio mismo donde él se sentaba, y colocándome á su lado me<br />

dirijió algunas preguntas acercado mi viaje, y concluyó dicicn-<br />

dome : "Ahora ya os podéis retirar, que es hoia de que entren<br />

los Obispos i ranease*. Os tienen preparada habitación en el pa­<br />

lacio. " Salí, y fui conducido por el intendente del castillo al<br />

aposento dicho, que consistía en una sala grande subdividida<br />

en tres cámaras, que á un grande corredor daban , donde te­<br />

nían también sus cuartos los otros Cardenales y los Obispos<br />

franceses.<br />

" La soledad del sitio, la tristeza y silencio que en todos los<br />

rostros se mostraban, el dolor profuudo en que vi sumerjido al


Papa r elfcio recibimiento- que me hizo.,. inesperado.; tal sor­<br />

presa causaron en mí y opresión de ánimo» que mas fácil es<br />

dejarla imajinar que yo describirla. A poco vino á verme morir<br />

señor Bertazzoli. y á decirme que habia el Papa despedídome<br />

tan pronto para desembarazarse cuanto antes de la audiencia<br />

ordinaria de los Obispos franceses; pero que gustosamente me<br />

vería otra vez antes dé comer. Y me anadio, que tratase de ser<br />

prudente en lo que dijese, aun en la sola presencia de los in­<br />

mediatos criados del Papa. Yo comprendí muy bien io que me<br />

quería decir con la advertencia. Volví á presentarme á Su<br />

Santidad, y me penetre mas de su doloroso estado, que era ver­<br />

daderamente digno de compasión y ponía temor por la seguri­<br />

dad de sus dias.<br />

Por los Cardenales, di Pietro» GabrieUi y Litta, llegados,<br />

los primeros á Fontainebleau, habia sido avisado el Papa de la<br />

falta que la sorpresa le habia hecho cometer; causándole una<br />

justa indignación y horror haber comprendido desde que altu­<br />

ra de su gloria lo precipitaron los- consejos de la pérfida sujes-<br />

tion. Asi era qua estaba mas que nunca sumido en una tristeza<br />

p inconsolable, y al hablar ( que ccntimiatm-nte hablaba) de lo<br />

que le. habia sucedido, manifestaba su escesivo dolor. Me ase­<br />

guró que iw potlia alejar de su pensamiento la idea que le<br />

atormentaba, que le impedía dormir y no le dejaba gusto algu­<br />

no ni para tomar el corto alimento que le servia para*no morir:<br />

Con eüa voy á morir locó, como Clemente 1<br />

XIV." —-En­<br />

tonces hice yo 1<br />

y dije todo cuanto podia para consolarle. Le su_<br />

pliqué que tranquilizara su ánimo. Añadí que de todos los<br />

males que sufría la iglesia el mas funesto sería la muerte de¡<br />

Pontífice: que dentro de muy pocos dias tendría á su lado to*<br />

dos los Cardenales que estaban en Francia que consultándolos<br />

se encontraría remedio al daño hecho. A las últimas palabras'<br />

pareció como que volvía á su ser y me dijo: Cómo ! creéis


pueda encontrarse un remedio ¡ —" Si, le dije, Santísimo Padre<br />

; á todos los males quando se quiere, se encuentra remedio.<br />

"<br />

Al concluir la audiencia , me dijo que me preparase para<br />

ir á Paris, porque me iban á presentar al emperador y á la<br />

emperatriz. Traté de librarme de un viaje, para mí tan desagradable<br />

: pero el Papa repuso : "Puesto que ya ban estado<br />

los demás Cardenales , se llevaría á mal que no fuese, y se<br />

tomaría como una falta de respeto por vuestra parte á esos soberanos."—Pues<br />

bien, santísimo Padre , repliqué yo ; deberé<br />

todavía esta última bez del amargo cáliz , y saldré en breve<br />

para Paris."—Entre cuatro y cinco de la tarde, volví á ver al<br />

Papa : se babló de lo mismo siempre , por mas que yo hice<br />

para variar de conversación, y distraer al Papa. Prosiguiendo<br />

en la conversación, y quizá para aminorar el horror inspirado<br />

por las concesiones anticanónicas del último concor»<br />

dato , me dijo que el emperador le habia hecho presentar artículos<br />

mucho peores, que habia desechado. Sacó entonces de<br />

su escritorio un papel, que guardaba bajo llave, y me le dio<br />

á leer. ( Era el que Mr. Duvoisin entregó al Padre Santo de<br />

orden del emperador. ) Uno de los artículos de estas proposiciones<br />

pedia el destierro perpetuo del Cardenal Pacca."<br />

Por la tarde del mismo dia, 18 de febrero,<br />

llego el Cardenal Consalvi. Fue á la audiencia<br />

del Papa, que le esperaba con impaciencia y le<br />

babia nombrado su ministro para entablar otro<br />

nuevo tratado con el gobierno imperial. La vuel­<br />

ta suya al ministerio reanimó las esperanzas de<br />

las mejoras que necesitaba la situación de la corte<br />

romana. El Papa pudo llamar cerca de su perso-


na, para que habitasen en el palacio, á los Cardenales<br />

de su elección. Escojió á los de Mattei,<br />

deán del sacro colejio, della Somaglia, di Pietro,<br />

Gabrielli, Pacca y Consalvi; pero todavía no podia<br />

creerse en libertad porque también estaba alojado<br />

en el mismo palacio el coronel de jendarmería<br />

que acompañó á Su Santidad desde Savona.<br />

Al dia siguiente de la llegada del Cardenal<br />

Pacca, Monseñor Bertazzoli le dijo, que el Papa<br />

rogaba & todos los Cardenales pusiesen por escrito<br />

su parecer sobre los artículos del concordato,<br />

aconsejándole al mismo tiempo lo que creyesen<br />

mas conveniente, entregándole estos votos en mano<br />

propia.<br />

£1 sacro Colejio estaba claramente dividido<br />

en dos partidos, bajo la denominación de Cardenales<br />

rojos y Cardenales negros. Entre los mismos<br />

negros no había una armonía perfecta, como<br />

debía esperarse de personas que habían manifestado<br />

las mismas opiniones sobre una cuestión delicada<br />

, y que padecían bajo el peso de los mismos<br />

dolores y de los mismos ataques. Con este<br />

motivo decía el Cardenal Pacca que le amedrentaban<br />

estos nuevos pastores, leones en la paz, y<br />

ciervos en la pelea. (Tertullian. adv. Prax,) A<br />

pesar de estas dificultades, y de tan fundados temores<br />

, fueron bendecidas las santas intenciones<br />

40


del Papa; y como se va á ver su firmeza y su<br />

constancia apostólica, actualmente bien sosteni­<br />

das, obtuvieron la victoria que merecian.<br />

Cada Cardenal entregó su voto separadamen­<br />

te al Papa. Los quej se habian hallado en Fontui-<br />

neblcau , y tuvieron parte en aquellas pláticas<br />

y conferencias del tratado, y algunos Cardenales<br />

negros de un carácter muy tímido ó cortesano,<br />

fueron de parecer de que debia sostenerse el con­<br />

venio hecho; pero por satisfacer en algo á las que­<br />

jas y representaciones de sus colegas, propusie­<br />

ron que se abriese una negociación con los dipu­<br />

tados del emperador, para que mejorándose el<br />

estado de las cosas se procurase insertar en el con­<br />

cordato algún artículo mas favorable al Papa y á<br />

la Santa Sede. Otros Cardenales esforzaron la<br />

opinión , que desde su arribo á Fontainebleau<br />

habian declarado, que no tenia otro remedio<br />

el escándalo causado á todo el catolicismo que<br />

la pronta retractación y anulación jeneral de par­<br />

te del Papa. Alegaban estos el muy conocido y se­<br />

mejante caso que refiere la historia eclesiástica<br />

de Pascual II, como Pió VII benedictino y Pa-<br />

pa-(l) l<br />

(1) Pascual II apoyó al emperador Enrique V contra su padre En­<br />

rique IV, y luego el emperador se indispuso cou él por causa de las<br />

intastiduitos: quería Enrique V ser coronad* por el Papa y no cederle


w<br />

Tales fueron las dos solas opiniones que pudieran<br />

admitirse 4 $iscus¿pn, aunque ot¡cas ;se presentaron<br />

, y Jas que luer,on eçsaminaolas por los<br />

Cardenales en cuantas ocasiones pudieran encontrarse<br />

juntos,, ya en el paseo»,ó ya .conel protesto<br />

de visitar á un colega enfermo, para np despertar<br />

las sospechas ,4e los qne sus pasos espiaban,. ,<br />

Hubo, no obstante, un Cardenal qne manifes.tó.oferja<br />

tercera opinión. Con venia con los ¡partidarios<br />

de la rne¡gativa que no foabia necesidad .deadoptar<br />

artículo alguno de los del concordato,<br />

pues eran confrarios i la disciplina de la ¿iglesia^<br />

peigu&ciaJss í los derechos de la :§apta Sede, é<br />

incuriosos al ¡Papa.., y al cuerpo eclesiástico; pero<br />

opinaba con ej/partjdp Roverella, Doria y Berfcazr<br />

zoli, que se debia proceder á nuevas conferencias,<br />

no para conekíir el concordato , sino ¡para ganar<br />

tiempo., é tener en las mismas negociaciones un<br />

protesto para romper las conferenejias sin ningún<br />

cosa alguna. Se apoderó de la persona del .Pontífice, lo despojó de<br />

sus ornamentos y lo hizo,poner en el tormento de las cuerdas. Conce»<br />

dio él Papa al principe cuanto quería por debilidad, y lo dejó este libre.<br />

Luego en Roma , fue altamente reprendida su conducta por los<br />

que habian escapado de la .persecución, y aprobada ó escurada por los<br />

que fueron prisioneros con. éí. Pascual convocó él mismo un .concilio en<br />

San Juan de Letran y -reconoció sus faltas, si -faltas podían llamarse<br />

las que fueron •violencias de las circunstancias y consejos de mucho<br />

de sus servidores, que dispues en el peligro le habian abandonado.


esultado definitivo. Esta opinión era bien difícil<br />

de defenderse ; y era inútil hacer la prueba , con<br />

el fin de ganar tiempo ; porque los plenipotenciarios<br />

de Ñapóles hubieran pedido en la primera<br />

asamblea que se reconociesen los artículos del<br />

concordato del 25 de enero, como bases fundamentales<br />

del convenio, y no hubieran admitido<br />

discusión alguna sobre este punto establecido y<br />

fijado entre ambos soberanos, y no sujeto á ratificación.<br />

El rompimiento de las conferencias, sin<br />

nada de concluyente , habría irritado al emperador<br />

, tanto como una retractación decidida y absoluta<br />

, y se hubiera creido ver en la conducta de<br />

los Cardenales un modo de recurrir á los rodeos<br />

de la curia , como con tanta frecuencia se imputa<br />

á la corte de Roma.<br />

Habia aun otra razón mas poderosa para la<br />

revocación y anulación jeneral de los artículos<br />

concedidos. Roto el tratado bajo pretesto de los<br />

altercados ocurridos mientras las nuevas conferencias<br />

, quedaba siempre como indudable , que<br />

un Papa tenido por santo, y estimado en toda<br />

Europa, habia hecho antes estas concesiones, y<br />

firmado estos artículos. En adelante, pues, podría<br />

decirse en medio de las disensiones de la<br />

Santa Sede con las cortes, que tales concesiones<br />

y estipulaciones , aunque no se hubiesen llevado


a efecto por las circunstancias, eran no obstante,<br />

ventajas que el Papa y la Santa Sede pudieron<br />

positivamente conceder. Era por lo tanto indispensable<br />

, que el mismo Papa, no solo dejase de<br />

poner en ejecución lo que habia permitido y concedido<br />

imprudentemente, sino que declarase en<br />

alta voz; y con una revocación firmada por su<br />

mano , que habia cometido una grave falta, consintiendo<br />

en estas concesiones ,* que jamás pudo ni<br />

debió hacer. Esta declaración cerraba la boca para<br />

siempre á todo el que en lo sucesivo quisiere<br />

traer como ejemplo semejante concordato. Estas y<br />

otras consideraciones no menos poderosas, y aun<br />

mucho mas, el presentimiento y confianza en el<br />

porvenir, que guió á Consalvi en el cónclave de<br />

Venecia , esa confianza tan favorable durante algunos<br />

años : todas estas reflecsiones apoyadas todavía<br />

mas en lo indeterminada é indecisa que se<br />

manifestaba la voluntad de Napoleón por los revéses<br />

de sus armas , y en la necesidad y precisión<br />

de oponerlo todo al iiesgo presente: pesaron mas<br />

en la consideración de los Cardenales de mas influjo<br />

; y se convino en que se haría una pronta<br />

revocación del concordato.<br />

Sostuvo Consalvi esta opinión con una franqueza<br />

y generoso calor. Sus aciertos esperimentados,<br />

sus victoriosas previsiones, que esta vez es-


taban ea sentido contrario , los rasgos brillantes<br />

de su talento y admirable elocución , su larga des­<br />

gracia, en la cual no se le vio el mas lijero olvido<br />

de-sus deberes, todo contribuyó para que en cierto<br />

modo le cedieran la presidencia del sacro colejio,<br />

y su parecer fuese acojido como el único puerto<br />


CAPITULO VEINTE Y CINCO.<br />

Et PAPA ESCRIBE LA PROTESTA C W T R A EL C W C O R D A -<br />

Í O Y LA REMITE AL EMPERADOR.——ALOCUCIÓN DE StT<br />

SANTIDAD.—No SE ATREVE NAPOLEÓN A D E C L A R A R ­<br />

SE JEFE DE L A RELIJION DEL IMPERIO.—FÓRMASE UNA<br />

BULA P A R A REGLAMENTO DEL FUTURO C Ó N C L A V E . —<br />

CARTAS DÉ L A EMPERATRIZ A L PAPA , -i 1<br />

D E E'sfE A<br />

L A EMpEítATftIZV—TENTATIVAS- PAftA RENOVAR LAS<br />

NEGOCÍACIÜNÉS CON EL PAPA.<br />

Comienza para Pío Vil desde aqui, con moti­<br />

ve- de la protesta, una especie de triunfo que o!><br />

tienen pocas veces los hombres sobre sí mismos»<br />

A verse vá> con cuanta resignación, vijilias y<br />

constante trabajo, con cuánta grandeza del alma<br />

se dispone k cumplir su terrible penitencia. Ha­<br />

bía vuelto á tener los animosos bríos que tanto le<br />

distinguieron en su primer viaje á París.<br />

Los dos Cardenales que defendían el proyecto<br />

noble y razonable de la retracción buscaban los<br />

medios de llevarle, á efecto con habilidad y sin<br />

peligro para el Papa. Una tarde en que casi todos


sus colegas se hallaban reunidos en el aposento<br />

del Cardenal Pignatelli, los Cardenales Consalvi,<br />

Pacca, Saluzzo, Ruffo-Seilla, Seotti y Galeffi,<br />

después de asegurarse que las puertas estaban<br />

bien cerradas y guardadas, entablaron una discusión<br />

sobre el modo de proceder en esta inportante<br />

circunstancia.<br />

Unos dijeron que era preciso que el Papa por<br />

escrito firmado de su mano , declarase nulos v de<br />

ningún valor los artículos del concordato: que<br />

manifestase esta determinación á todo el sacro<br />

Colejio, y que mediante una gran porción de copias<br />

de este acto ó escrito, se diese á conocer al<br />

público esta retractación. Sobre esto noto el Cardenal<br />

Pacca, que semejante modo de proceder,<br />

desconvenía á la lealtad y buena fé que siempre<br />

debían reinar en las acciones del Soberano Pontífice<br />

: que no bastaba tener razón en lo sustancial<br />

del negocio , si aun respecto á las fórmulas, no se<br />

evitaban los ataques de la censura. Añadió que<br />

el emperador se quejaría con razón , si de repente<br />

se revocase por una de las partes contratantes, un<br />

convenio aprobado y firmado solemnemente por<br />

él, y sin que dicha parte revelase á la otra los<br />

motivos que la guiaron en su anulación , ni hiciese<br />

tampoco de antemano la prevención mas<br />

mínima. Dijo que éralo mismo que tirar a su ene-


migo un pistoletazo por detra* j y propuso, por<br />

último, que por medio de una carta dirij ida al<br />

emperador, hiciese el Papa una retractación que<br />

casi todos los Cardenales aprobaban. Los españoles<br />

hubieran puesto aqui su proverbio predilecto:<br />

(es menester dar al toro entre ambas astas) (1).<br />

A esta opinión respondieron los Cardenales<br />

Pignatelli y Saluzzo, que obrando de este modo<br />

corría peligro que el emperador guardase silencio<br />

sobre esta comunicación, y con medidas severas<br />

prohibiese al Papa la manifestación pública de su<br />

voluntad, y vijilase para que [ninguna clase de escrito<br />

saliese de Palacio. Entonces Consalvi y Litta<br />

aprobadores del parecer del Cardenal Pacéfc<br />

propusieron que espedida la Carta al emperador,<br />

hiciese leer el Papa una copia á todos los Cardenales<br />

que acudian á Fontainebleau autorizándolos<br />

para esparcir su contenido por todos los: medios<br />

que en su poder estaban. Asi^decian, se salvan<br />

las consideraciones que al emperador se deben, y<br />

se consigue la publicidad de la protesta.<br />

El Santo Padre empezó de allí á poco á es-<br />

(1) £1 autor francés dice leur proverbe favori: (ilfaut attaquer le<br />

taureau entre les cornes J. No he podido adivinará qué refrán ó proverbio<br />

nuestro se alude aquí: ni me acuerdo de refrán que á eso se parezca,<br />

que en España miremos con tanta predilección si hubiéramos dicho, gue<br />

el Papa quedaba en la» asías del toro.<br />

( Nota del Traductor. )<br />

41


cribir la minuta de la carta que debia conservarse<br />

para documento auténtico, y á poner en limpio<br />

por ella la comunicación que al emperador pre­<br />

paraba , queriendo escribirlo todo de su puño para<br />

no esponer á ningún otro. Empleó muchos dias en<br />

este trabajo. No podia entregarse á él por mucho<br />

tiempo , en el estado débil que se encontraba, y<br />

temía también escribir mal si mucho tiempo segui­<br />

do ocupaba en aquella tarea.<br />

No será ocioso referir cómo esta operación y<br />

trabajo se ejecutaba , pues descubrirá el estado<br />

severo de vijilancia en que tenían á Pió VII , so­<br />

bre todo desde el regreso de sus Cardenales. Habia<br />

él notado que ningún escrito podia dejar en su cá­<br />

mara ó dormitorio, porque cuando iba á celebrar<br />

misa, ó á oiría , verificaban en sus cuartos un<br />

ecsacto reconocimiento, por las mesas y estan­<br />

tes abriéndolos con llaves dobles que tenían.<br />

(Asi lo ejecutaban antiguamente los diez con el<br />

dux de Venecia). En esta iutelijencia después que<br />

el Santo Padre volvía de misa , entraban acompa­<br />

ñándole los Cardenales Consalvi y di Pietro, y le<br />

entregaban la hoja de papel escrita la víspera. El<br />

Papa delante de ellos é inmediatamente después<br />

que salían proseguía su trabajo. A las cuatro de<br />

la tarde iba á verlo el ¿Cardenal Pacca y apro­<br />

vechando la ocasión anadia Su Santidad algunas


líneas á lo escrito y entregaba alfmismo Cardenal<br />

la minuta, y él en limpio.<br />

El Cardenal los ocultaba bajo su ropa y los lie •<br />

vaba inmediatamente á depositar , durante la noche,<br />

á casa del Cardenal' Pignatelli que vivía' en<br />

la ciudad, y quien por la mañana los pasaba al<br />

palacio por medio de una persona de toda confianza*<br />

Duró muchos dias esta maniobra , porque el<br />

Papa tuvo que hacer algunas enmiendas y reformas<br />

en la minuta y también porque debió volver<br />

á principiar la carta con motivo de algunos<br />

defectos ó equivocaciones que cometía. Al fin lo<br />

escribía todo.<br />

Nótanse en esta carta los trozos siguientes:<br />

" Por mucho que á nuestro corazón cueste la confesión<br />

que vamos á hacer á V. M. el téinor de los juicios divinos, á<br />

que tan cerca nos llegamos por nuestra edad avanzada, debe<br />

hacernos superior á cualquiera otra consideración. Impulsado<br />

por nuestros deberes declaramos á V. M., con la sinceridad<br />

y franqueza que á nuestro carácter y dignidad convienen, que<br />

desde el dia 25 de enero, dia en que firmamos los artícu*<br />

los que deben servir de base al tratado definitivo que ellos<br />

mencionan, han desgarrado continuamente nuestro ¿'espíritu<br />

los mas grandes remordimientos, el arrepentimiento mas vivo<br />

y ni reposo, ni paz hemos gozado. Decimos á }V. M. de ese<br />

escrito que firmamos, lo que Pascal II, nuestro predecesor<br />

decia (el año 1117 ), cuando en una circunstancia semejante<br />

tuvo que arrepentirse de un escrito suyo, relativo á concedo-


nes hechas á Enrique V (1). ''Comonoslo reconocemos nues-<br />

"tro escrito hace daño, lo confesamos, hace daño: y deseamos<br />

" con la ayuda del Señor que se inutilice inmediatamente, pa-<br />

" ra que no resulten perjuicios á la iglesia , y pérdidas á núes •<br />

"tra alma."<br />

''Reconocemos que muchos de esos artículos pueden corregirse<br />

dándoles una redacción diferente, con algunas modificaciones<br />

y cambios. V. M. se recordará, ciertamente de los clamores<br />

que se elevaron en Europa y en toda Francia al usar<br />

de nuestras facultades en 1801, cuando después de una<br />

interpelación y formal petición de sus dimisiones, privamos<br />

de sus sillas á los antiguos Obispos de Francia. Aquella<br />

fue una medida estraordinaria; pero reconocida como<br />

necesaria en aquellos tiempos calamitosos, y como indispensable<br />

para poner fin á un cisma, y volver una gran nación al<br />

centro de la unidad católica. Hoy dia ecsiste alguna de las<br />

mismas razones para justificar ante Dios y los hombres la<br />

(1) Aqui padece dos equivocaciones el autor francés , al citar la carta<br />

de Pió VII, pues no es creible que el Pontífice sea el que se equivoque.<br />

Pascal II hizo concesiones á Enrique IV y no á Enrique V y revocó ó<br />

anuló dichas concesiones, en el concilio reunido en la basílica Lateranense<br />

en 1116 y no en 1117 como también se dice ahí. Ni podia ser fácilmente<br />

de otro modo , pues celebrado el concilio, tuvo el Papa que escapar de<br />

Roma, por los disturbios que se orijinaron con motivo del nombramiento<br />

de gobernador de la ciudad, después fué á la A pulía , estuvo en este tiem­<br />

po Enrique IV en Roma, se hizo coronar emperador por el Arzobispo<br />

Bracarense, y se volvió á Alemania: Pascal II vino con un ejército , y<br />

después de haber ido recuperando poco á poco toda la parte de estado que<br />

habia "perdido , volvió á entrar en Roma vencedor , y murió en 1118 en<br />

la misma Roma á 21 de enero. Probable es , pues , que tantos aconteci­<br />

mientos pasasen en mas de un año, y que el concilio Lateranense se tu­<br />

viese en 1116 como decimos, y no en el siguiente :<br />

Este Pontífice está sepultadoen la Basílica de S. Juan de Letran.


medida tomada en uno de los artículos de que .se trata; ¿ có­<br />

mo pudisteis admitir un reglamento de tal modo subversivo de<br />

la divina constitución de la iglesia de Jesucristo, que estable*<br />

ció la primacía de san Pedro y sus sucesores , y tan mal orde­<br />

nado como este que somete nuestras facultades á las del me­<br />

tropolitano , permitiéndole instituir á los Obispos electos, á<br />

quienes el soberano Pontífice hubiese en su sabiduría, por di­<br />

ferentes casos y circunstancias, retenido la institucien? ¿Asi.se<br />

hace juez y corrector de la conducta del supremo jerarca á<br />

quien es inferior suyo en la jerarquía , y que debe tener su­<br />

misión j obediencia? ¿Podemos introducir en la iglesia<br />

de Dios esta inaudita novedad de que instituya el metropolita­<br />

no en oposición con el jefe de la iglesia? ¿En qué gobierno<br />

bien ordenado se le concede á una autoridad inferior, la facul­<br />

tad de hacer aquello que la cabeza del gobierno ha creído no<br />

deber hacer?"<br />

Dejaríamos aqui lo que vamos copiando , en<br />

este argumento que tanta impresión podia cau­<br />

sar al emperador, celoso en estremo de sus facul­<br />

tades , de su voluntad y poder, si no creyésemos<br />

necesario citar las tres últimas líneas de esta car­<br />

ta, para que se vea con qué cuidado en ellas se<br />

retracta el Papa de la parte de escomunion que<br />

habia lanzado sobre el emperador.<br />

"Ofrecemos á Dios los mas ardientes votos a fin de que<br />

se digne derramar él mismo sobre V. M. la abundancia de sus<br />

celestiales bendiciones."<br />

"Fontainebleau 24 de marzo del año 1813 el decimocuarto<br />

de nuestro Pontificado."<br />

Toda la fuerza política de esta pieza tan


interesante y marcada de habilidad, estaba conte­<br />

nida en esos dos últimos párrafos. Proponerle<br />

á Napoleón la cuestión de si permitiría, por<br />

ejemplo , él que un mariscal crease á pesar suyo<br />

un coronel, y decirle al mismo Napoleón, que<br />

tanto cuidado tomó en saber hasta el número de<br />

escomuniones publicadas en 15 siglos, que el<br />

mismo que habia podido escomulgar á los fauto­<br />

res de la espoliacion de la Santa Sede , rogaba á<br />

Dios ardientemente porque derramase sus celes­<br />

tiales bendiciones sobre el autor principal del<br />

despojo, era entrar desde luego en los mas ínti­<br />

mos secretos y ecsijencias de su orgullo, y en<br />

segunda verter un bálsamo consolador sobre<br />

una herida que debia serle dolorosa. Dígase lo<br />

que se quiera, la cscomunion le quitaba mas<br />

de una hora de sueño, y para él era muy cier­<br />

to que desde que detenia al Papa tan estre­<br />

chamente preso, la gloria de las armas fran­<br />

cesas iba declinando; el casamiento suyo con<br />

María Luisa no le habia traído la felicidad espera­<br />

da. El incendio y los hielos de Moscou esparcieron<br />

el terror y la consternación entre las tropas mas<br />

gloriosas de Europa, y anonadaron aquel ejército<br />

numeroso, que no se esperaba tan desgraciada suer­<br />

te. Presentíase ya que solo se conseguirían las<br />

ventajas engañosas de Lutzcn, y que se sucederían


á ellas los desastres de Leipsic. Nadie ignora<br />

ademas hasta qué punto llegaba la superstición de<br />

Napoleón, sobre cuanto tenia relación con su<br />

estrella y con el progreso de su prosperidad. Mas,<br />

dejando esto aparte, la carta citada tenia dos<br />

diferentes caracteres; y el sello particular de dos<br />

hombres distinguidos de la corte romana.<br />

Eran la dignidad y fuerza de los argumentos<br />

relijiosos de esta carta, obra del Cardenal Pacca,<br />

tan dignamente esplanados por el Cardenal di<br />

Pietro, y la delicadeza y sazón de los argumentos<br />

políticos, productos del talento del Cardenal<br />

Consalvi. Sus consejos sirvieron al Papa para tan<br />

importante documento , y les son debidos merecidos<br />

elojios. También los merecen los otros romanos<br />

que viendo retrogradar asi la política de<br />

su corte á ideas que no habian sido las suyas, guardaron<br />

fielmente secreto á sus adversarios y no dejaron<br />

traslucir nada á la policía de Napoleón.<br />

En la mañana del 24 de marzo hizo llamar<br />

el Papa al coronel Lagorsse, *que habitaba en el<br />

palacio, y entregándole 3a carta, le mandó la llevase<br />

en persona inmediatamente á Paris. La orden<br />

la dio en el tono de un hombre que está en<br />

paz con su conciencia; y luego que hubo partido<br />

el coronel, conforme á lo convenido, llamó et Papa<br />

uno á uno en separada audiencia, á cada Car-


denal, y les dijo que habiendo espedido al em­<br />

perador la carta en que se retractaba y revoca­<br />

ba todas las concesiones hechas desde el fatal con­<br />

cordato de 25 de enero , deseaba hacerles conocer<br />

sus sentimientos y les dio á todos á leer la carta<br />

y una alocución preparada al efecto. En ella re­<br />

petía el Papa que miraba como nulos el breve que<br />

espidió en Savona y el concordato último, aca­<br />

bando con estas palabras:<br />

"Bendito sea el Señor que no alejó de nos su misericordia.<br />

¡El es quien mortifica y quien vivifica! El es quien ha<br />

querido humillarnos entregándonos á una saludable confusión;<br />

pero nos ha sostenido con su mano todopoderosa, dándonos<br />

el apoyo conveniente para que en circunstancias tan difíciles<br />

llenemos nuestro deber. Sea la humillación para nos que<br />

de buena voluntad la aceptamos por el bien de nuestra alma.<br />

¡Para él sean ahora y siempre en todos los siglos, la ecsaltacion,<br />

el honor y la gloria!"<br />

Palacio de Fontainebleau, 24- de marzo de 1813.<br />

Apenas hubo anunciado en estos términos el<br />

Papa á la porción del sacro Colegio que á su lado<br />

pudo reunir, el alentado paso que acababa de<br />

dar, se manifestó en toda su persona un cam­<br />

bio repentino. Habia estado sumido hasta en­<br />

tonces, constantemente en un dolor profundo<br />

que en su semblante se leia y poco á poco le iba<br />

consumiendo. Volvió á su jovialidad, sus ojos reco­<br />

braron la vida y la espresiva gracia que les era


natural; pudo entregarse al sueño y cobrar apetito,<br />

y él mismo lo decia, un grave peso se quitó<br />

del corazón.<br />

Pero ansiosamente se esperaba saber el efecto<br />

que la retractación sorprendente del Papa hubiese<br />

causado al emperador. La revocación del concordato<br />

derribaba los proyectos debidos á la intriga<br />

y en cierto modo dejaba en ridículo el grande<br />

triunfo que con aquel desgraciado acontecimiento<br />

se creyó conseguir. Dijéronse muchas cosas<br />

entonces; desde Paris escribieron que Napoleón<br />

en el consejo de estado anunciando lo sucedido s e<br />

había propasado hasta decir: "si no hago yo caer<br />

de los hombros la cabeza de algunos de ésos cié*<br />

rigos de Fontainebleau jamas se arreglarán estos<br />

asuntos; " y que uno de sus consejeros, conocido<br />

por sus principios anti-religiosos, habiéndole dicho,<br />

nuevo Tomas Cromwell, que para terminar<br />

tanta controversia con el Papa, era tiempo ya<br />

de que el mismo emperador se declarase jefe absoluto<br />

de la relijion del Estado, Napoleón le contesto<br />

en términos familiares, que pintan el sano juicio<br />

y el carácter de moderación que siempre dejaba<br />

descubrir después que se habia entregado á irreflecsivas<br />

vivacidades. í'iVi?, eso seria dar una cantonada<br />

(casser les vitres)." Lo cual Napoleón jamás<br />

quiso, como bien se habrá descubierto en el curso<br />

42


educida á leerles á todos ios Cardenales una orden*<br />

ea la que se decia: "que el emperador estaba<br />

irritad taimo con los Cardenales, porque desde<br />

su* llegada á Font anablao hasta entonces,.- habian<br />

tenido, al Papa en la inaoeion, 35 que si querían<br />

los Cardenales permanecer en dicha ciudad, debían<br />

guardarse de hacer negociación alguna, de<br />

escribir cartas á Francia y á Italia, de hablar de<br />

asuntos con el Papa (obsérvese aqui la ilación de<br />

las ideas); y finalmente, que viviesen en unaimr<br />

pasi bilí dad completa, y se limitasen á. visitar" 41<br />

Padre Sentador mero cumplido) y bien parecer:<br />

y que si se condujesen de otro modo , corría peligro<br />

su libertad.." Leída por el coronel esta orden<br />

al Cardenal Pacca, le preguntó si prometía cumplir<br />

con las dos cosas que ecsijia el emperador.<br />

Nada respondió el Cardenal en cuanto á la indicación,<br />

común a él y al Cardenal Consalvi, de que<br />

advirtiese al Papa del destierro del Cardenal di<br />

Pietro; y respecto 4 la. segunda indicación , dijoque<br />

procuraría medir su conducta, de modo que<br />

no>diese motivo; al emperador para quejarse; pero.que<br />

no podía prometer lo que ecsijia en la orden<br />

escrita,, porque tal vez podría suceder que le<br />

diese el Papa alguna orden que estuviese en<br />

oposición con esta promesa. "Entonces, repuso el<br />

coronel (siempre son por lo regular hombres de


guerra los que común ican las órdenes de Napo­<br />

león á hombres de Iglesia). ¿ Vuestra Eminencia<br />

obedecería si el Papa le [mandase tratar asuntos<br />

con alguno, y escribir 6 enviar algún escri­<br />

to?" — " Sin duda, respondió el Cardenal, por­<br />

que muchas veces le he prometido con juramentos<br />

solemnes, fidelidad y obediencia."—"Declare á lo<br />

menos, V. E. por escrito, repuso el coronel, que<br />

le he comunicado las órdenes del emperador." To­<br />

mó la pluma el Cardenal y escribió: "líe visto,<br />

B Cardenal Pacca."<br />

Dos decretos del emperador se publicaron<br />

con las fechas de 13 de febrero "y 25 de marzo.<br />

Por el primero se declaraba ley del imperio el<br />

concordato, insertándose en el Boletín de las Le­<br />

yes (núm. 488), y por el segundo se le declaraba<br />

obligatorio para todos los Arzobispos y Obispos del<br />

imperio y del reino de Italia. La publicación de es­<br />

tos dos decretos causó elftemor al pronto de que lle­<br />

vara Napoleón al estremo la ejecución del concor­<br />

dato; pero no quiso Napoleón aumentar el descon­<br />

tento del pueblo causando un cisma en la iglesia:<br />

quiso solamente preparar sus proyectos para la<br />

época de su vuelta, de una campaña la mas terri­<br />

ble de todas, y en la cual iba un héroe tan ama­<br />

do del dios de la guerra para venir después hu-<br />

yend) hasta la frontera de Francia


Los Cardenales afectos al Santo Padre le aconsejaron<br />

hacer algún acto que sirviese en adelante<br />

de protesta contra dichos decretos para que nunca<br />

fuese acusado de indecisión ó de haber prestado<br />

su tácito consentimiento. £1 Papa redactó y<br />

comunicó en 9 de mayo á todos los Cardenales<br />

una alocución en la que se referia á la carta remitida<br />

al emperador, anunciaba el destierro del<br />

cardenal di Pietro , la publicación de los dos decretos<br />

; advertia á los metropolitanos que no<br />

diesen fe alguna á un acto no consumado y sí revocado,<br />

y dirijia á S. M. el emperador y rey una<br />

nueva súplica para que se hiciese otro tratado sobre*<br />

bases mas compatibles con los deberes de la<br />

Santa Sede. Por orden del Papa emprendieron<br />

los Cardenales después otro trabajo mas espinoso:<br />

la redacción de una bula que sirviese de reglamento<br />

al futuro cónclave, si á las calamidades de<br />

la época se agregase la desgracia de fallecer el<br />

Santo Padre. Aunque supérflua esta precaución,<br />

fue con todo de sabios prevenirla.<br />

Se observará aqui que Napoleón no quiso<br />

castigar, de los autores de la carta del 24 de marzo,<br />

sino al que tuvo parte en su redacción respecto á<br />

los argumentos relijiosos; es decir, al Cardenal di<br />

Pietro, desentendiéndose del Cardenal Pacca, uno<br />

de los aconsejadores, mas activos de esta medida,


y «Id hábil Cardonal Consalvi, autor de los argumentos<br />

políticos que se aducían en este documento.<br />

Pasaban los días en medio de este estado de agonía,<br />

y entre el fastidio de una vigilancia importuna.<br />

Empleáronse otros medios para comprometer al<br />

Papa. Algunos franceses, al servicio del Padre Santo,<br />

se empeñaron en hacerle ridículo; y le repre»<br />

sentaban como á un hombre ocioso y casi idiota,<br />

«|ue nunca pedia un libro á la biblioteca, que jamás<br />

salia á pasearse. El Papa recibía siempre y á todas<br />

horas á los Cardenales; y daba audiencia muy<br />

á. menudo á los Obispos franceses. Verdad es que<br />

MLO salia de casa, y tal vez en esto hacia mal. Creyó<br />

que permaneciendo en su cuarto con tal obstinación,<br />

verificaba con mayor evidencia su estado de<br />

•cautividad, y así también no se veia en la necesidad<br />

de sufrir la presencia de los que le hubieran<br />

seguido al paseo, según órdenes dadas. Quizá era<br />

ya una. espacie de libertad el no ver la facha soez<br />

de esta clase de carceleros, que por lo regular<br />

guardan del mismo modo á un prisionero político<br />

que á un galeote. Varios á quienes aludo kan debida<br />

arrepentirse de la líjereza con que hablaron<br />

del Padre Santo , antes de presentarse en su audiencia*<br />

li<br />

Vamos, decían estos, á oir cuentos sobre<br />

Tivoü, Imola y Cesena."<br />

El Papa no leía porque le faltaba tieuipo pa-


a ello; y por lo que kaee á los cuentos de Tivoli,<br />

Imola y Oesena, debieron tener presente los que<br />

tal cosa dijeron, que después del concordato de<br />

enero, no hubo entre ellos y el Padre Santo* sí<br />

una sola conversación familiar. Desde este acón-:<br />

tencimiento, y después de la carta del 24 de marzo,<br />

pintáronse en el semblante del Padre Santo el<br />

abatimiento , la tristeza y la desconfianza. Y si<br />

alguna vez habló el ilustre cautivo de lo que se le<br />

imputa i fue sin duda porque no debia hablar: de<br />

otros asuntos. Qué ¿ debia entretener., acaso , a<br />

todos;, con la narración de sus desgracias, .de sa<br />

cautiverio en Fontanablao; debía, hablarles de la<br />

violación de los derechos de la Santa Sede., del<br />

insaciable soldado que se hacia negociador por<br />

medio de un empleado en policía, que sustituía á<br />

la investigación de espl orador Ja de clérigo?<br />

Absurdo es el creer que el sabio benedictino dé<br />

Cesena, que el erudito custodio de la biblioteca de<br />

S. Pablo no gustase de la lectura.<br />

Se le ha hecho otro cargo al Pontífice por un»<br />

de sus subalternos que vivían en el mismo palacio.<br />

Escribió este que el Papa se entretenía ea<br />

remendar sus vestidos, coser botones, lavar ios<br />

capisayos que manchaba con tabaco. £1 que con*<br />

taba tales pormenores al gobierno ignoraba sia<br />

duda, que hijo el Papa- de una relijion ejemplar


isima, contrajo en ella la costumbre del orden<br />

y de la economía (cuando nombraron Papa á<br />

Pió VII llevaba ya 42 años de claustro). Por un es­<br />

píritu de humildad no se atrevía á ecsijir nada, ni<br />

aun de sus criados; y como lo observó ya mara­<br />

villado el jeneral Radet, el buen relijioso dormía<br />

en una cama sin colgaduras, conservando en el<br />

trono las costumbres del anacoreta.<br />

Estos modos diversos de hacer daño á Pío VII<br />

no debían surtir efecto para con el emperador, que<br />

de tanta penetración estaba dotado. Aunque su­<br />

cedía, sin embargo, que con cualidades tan apro­<br />

piadas para descubrir la verdad, hallaba crédito<br />

para con él la malicia mas leve, y se veía reducido<br />

á pesar de lo autócrata que era, á obedecer á im­<br />

pulsos no suyos , á Napoleón mas que á nadie des-<br />

convenia poner en ridículo las flaquezas de Pío VII.<br />

El mismo Napoleón, deseando mandar por sí solo,<br />

dispuesto á no doblegarse á impresión alguna<br />

que otros le comunicasen, cedía siempre al pri­<br />

mer ímpetu violento , del que probablemente se<br />

arrepentía después.<br />

Prohibió, pues, el emperador á los Cardenales<br />

que le hablasen al Papa de asuntos, sopeña de<br />

la pérdida de su libertad: porque en la notifica­<br />

ción del coronel Lagorsse no se espresó la pena<br />

de muerte, que solo se comunicó confidencialmen-


te al consejo de Estado. De todas las partes de<br />

Francia, venían entre tanto, personas eclesiásticas<br />

y aun legas, para buscar en Fontanablao instrucciones<br />

en tales desórdenes, y para alcanzar dispensas<br />

y otras gracias espirituales.<br />

El 2 de mayo ganó el emperador la batalla de<br />

Lutzen, y apenas llegó la nueva á Paris, que espidió<br />

María Luisa sin duda por disposición del emperador,<br />

un paje al Papa con una carta, en la cual<br />

le anunciaba la victoria, como un suceso que debia<br />

serle lisonjero. La noticia, empero, no debia producir<br />

regocijo á los Prelados italianos; no porque<br />

desearan ellos el mal de la nación francesa y de<br />

sus ejércitos, sino porque el triunfo de aquel que<br />

en destierros ó en abatimiento los tenia, podía<br />

presaj ¡arles únicamente mayores penas y situación<br />

mas triste.<br />

Los Cardenales se reunieron para concertar<br />

una respuesta, en que sin faltar á las leyes de la<br />

urbanidad y cortesía, no arriesgasen frase alguna'<br />

de felicitación, que después imprimieran en lasgacetas<br />

y causara enojos á las potencias enemigas<br />

de Francia, que por el Papa habian intercedido.<br />

Sospechábase que algunos buenos procedimientos<br />

últimos de Napoleón nacían de haber el<br />

Austria intercedido por el Santo Padre. Era menester,<br />

pues, que el cautivo no escribiese como un<br />

43


amigo satisfecho. La contestación fue breve, fria;<br />

y para que las simples espresiones de dar gracias<br />

por la comunicación de la noticia no viesen nun­<br />

ca la luz pública , se mezclaron artificiosamente<br />

con una queja muy sentida de la conducta que<br />

el gobierno tenia con la corte romana.<br />

Semejante respuesta cortó desde el principio<br />

una correspondencia que queria seguirse en Pa­<br />

ris para hacer creer al pueblo y á los estranjeros<br />

que las negociaciones iban a continuarse con el<br />

Papa.<br />

Súpose en Fontainebleau, durante el curso del<br />

verano, que se habia concluido im armisticio en­<br />

tre el ejército francés y el de los aliados, y que<br />

bajo la mediación del emperador de Austria se<br />

tendría en Praga un congreso para tratar de la<br />

paz jeneral. Aconsejaron entonces al Papa que no<br />

se quedase pasivo en esta circunstancia , y se<br />

aprovechara de ella para reclamar á la faz de<br />

Europa sus derechos y los de la Santa Sede al<br />

estado romano. En su consecuencia Su Santidad<br />

escribió de su propio puño una carta espresando<br />

dichos sentimientos al emperador Francisco I,<br />

notándose en la redacción de este documento las<br />

importantes miras, y la política del Cardenal<br />

Consalvi.<br />

Tenia este documento una particularidad , y


era la de recordar las señales de interés dadas al<br />

Papa de orden de este piadoso monarca por su<br />

ministro el conde de Metternich, mientras se detuvo<br />

en Savona. Se dirijió la carta á monseñor<br />

Severoli, nuncio pontificio en Viena, y el paquete<br />

se entregó secretamente al conde Tomás Bernetti,<br />

sobrino del Cardenal Brancadoro, actualmente<br />

Cardenal, y secretario de estado del Papa<br />

Gregorio XVI. El joven embajador fue á Maestrichtj<br />

y de allí, por medio de Mr. Vander Wecfc,<br />

con quien conferenció en aquella ciudad , pasó á<br />

Viena y entregó los pliegos al nuncio Severoli.<br />

La comisión se ejecutó fielmente, á pesar de la<br />

vijilancia de la policía del gobierno francés El<br />

Cardenal Consalvi y los Cardenales del consejo<br />

íntimo pensaron que la carta del Papa debia considerarse<br />

como una protesta contra la ocupación<br />

del estado pontificio; y que era preciso enviar está<br />

reclamación, mucho mas después de la publicación<br />

del concordato de 25 de enero; con el fin ole oponerse<br />

á cualquiera que en el congreso de Praga<br />

hubiese querido argüir de un artículo del concordato,<br />

que el Papa habia hecho ana renuncia tácita<br />

de los dominios del estado romano.<br />

No dejaban en Paris de buscar modos de tantear<br />

una reconciliación con el Papa; ¿y quién se<br />

creerá que fue la primera persona que apareció en


escena para mediar entre el sacerdocio y la Fran­<br />

cia ? ¿ querrá creerse 1 \ una mujer ! la marquesa<br />

Ana Brignole, natural de Sena, casada en Ge­<br />

nova , mujer de mucha penetración y espíritu,<br />

adicta á Francia, lo cual le habia valido la con­<br />

sideración del emperador, y en aquella época<br />

dama de la emperatriz María Luisa. Una tarde<br />

llegó a Fontainebleau inesperadamente (en el<br />

mes de noviembre) y pidió una audiencia al Car­<br />

denal Consalvi, á quien conocía mucho tiempo<br />

hacia. Le dijo que el príncipe de Benevento, des­<br />

pués de una larga conferencia con el emperador,<br />

habia hecho la llamasen para rogarla que se<br />

presentara en Fontainebleau, y noticiase á alguno<br />

de los ministros del Papa que de nuevo querían<br />

avenirse con la Santa Sede, y cuan del caso se­<br />

ria enviase Su Santidad á Paris un Cardenal que<br />

residiera en la corte del emperador. Consalvi dio<br />

cuenta al Papa en el mimo dia, y habló también<br />

con muchos de sus colegas déla misión de aque­<br />

lla dama, y de la proposición que habia venido á<br />

hacer. Después de una corta conferencia se dio la<br />

respuesta de que ya no era tiempo, ni Paris era<br />

el lugar á propósito para tratar nuevamente de<br />

los asuntos de la iglesia.<br />

Mucho debia sentir el emperador no haber<br />

seguido siempre sus impulsos propios que le in-


diñaban muy á menudo á contemporizar con el<br />

Papa, y no haberse abandonado, él que era tan<br />

completo en sus opiniones, y quería mostrarse<br />

habitualmente tan reflccsivo en el ecsámen de los<br />

asuntos importantes, á los engañosos avisos de<br />

aquellos que le habian conducido á un sistema<br />

tan peligroso de persecución: sistema que soste<br />

nido con los buenos sucesos de la guerra, se quie­<br />

bra al primer contratiempo, y es preciso enton­<br />

ces ceder, y aun huir de los ofendidos como de­<br />

lante de las tropas victoriosas. Dice el Cardenal<br />

Pacca, que la contestación dada á madama Brig-<br />

nole, embajador por cierto muy extraordinario,<br />

prueba perfectamente que la corte romana cono­<br />

cía su nueva posición , y con razón tenia un len­<br />

guaje mas seguro, aunque todavía se hallaba en<br />

poder del emperador.<br />

A la despedida de la embajadora el Cardenal<br />

Consalvi que hacia las funciones de primer minis­<br />

tro vio succederse un enviado eclesiástico, monse­<br />

ñor Fallot de Beaumont, á quien respondió el Papa<br />

que no podia cambiar nada en sus sentimientos.<br />

Volvió este en enero de 1814 á ofrecer al Santo<br />

Padre, Roma y las provincias hasta Perosa. Le<br />

dijo el Papa que no escuchaba negociación algu­<br />

na porque la restitución de sus estados era un ac­<br />

to de justicia y no podia ser asunto de un tratado


y ademas, que todo cuanto hiciese sin estar en<br />

Roma parecería efecto de la violencia y seria dar<br />

escándalo al mundo cristiano. En el progreso de<br />

la conversación le manifestó el Papa que no pedia<br />

otra cosa mas que volver á Roma cuanto antes<br />

fuese posible, que de nada tenia necesidad, pues la<br />

providencia lo conduciría. A las observaciones<br />

particulares que se le hicieron sobre el rigor de<br />

la estación y dificultoso camino, contestó que nin­<br />

gún obstáculo lo detendría. "Puede ser, dijo, que<br />

„ nuestros pecados no nos hagan digno de ver á<br />

„Roma; pero nuestros sucesores recobrarán los<br />

M estados que les pertenecen; y añadió: le pueden<br />

„ asegurar al emperador que no somos su enemi-<br />

„ go: la religión no nos lo permitiría. Amamos<br />

„ á Francia y luego que estemos en Roma se verá<br />

„ como hacemos lo que es regular."<br />

Cuan penosa era menester que fuera la nece­<br />

sidad y apuro en que el emperador se encontraba<br />

para que no suspendiese sus jestiones sobre un<br />

tratado , que evidentemente se veia no podia<br />

conseguir! ¡Y cuan tierna es esa respuesta del<br />

Papa: jnteilen asegurarle al emperador que, no<br />

somos su enemigo ! Verdad era esto , y aun puede<br />

decirse mas : el emperador uo era enemigo del<br />

Papa. Mucho mas le hizo , lo humilló , lo morti­<br />

ficó, dispuso aquellas traslaciones y viajes que


pudieron causarle la muerte; en persona fue á<br />

obligarle, con el cebo del regreso de sus aprecia­<br />

dos Cardenales, á cometer la única falta que há<br />

cometido este gran Pontífice, pero siempre apartó<br />

de su intención y voluntad toda directa violencia.<br />

No era Napoleón muy esperto en política católica,<br />

na conocía en donde por su propio interés debia<br />

parar la ecsij encía de la fuerza: ¿ignoraría él tal<br />

vez, que hasta en el orden'étÜHti&iap&tencia que<br />

es activa en eseeso , crea por sí misma y encuen­<br />

tra ai cabo una resistencia que no puede vencer?<br />

Por apartado que estuviese Napoleón en sus guer­<br />

ras siempre le tenían sobresaltado los pretendidos<br />

ataques de la corte romana, aunque la Santa Se­<br />

de no hizo jamás otra cosa que defenderse, y de­<br />

fenderse justamente, en toda esa guerra moral<br />

que'fué tan desgraciada para el emperador. Aun<br />

pudiera decirse que el grande interés católico<br />

que Napoleón creó por sí mismo en Paris , fue el<br />

jermen del movimiento realista que dio después<br />

los últimos golpes á su poder.<br />

Entre la primera y segunda misión de Mr. de<br />

Beaumont, se hizo otra tentativa indirecta, pre­<br />

tendiendo conseguir algo por medio de un coro­<br />

nel de jendarmería. Hablaba el Cardenal Pacca<br />

con el Cardenal Consalvi en el cuarto de este úl­<br />

timo ; cuando, sin hacerse anunciar, entró el


Coronel Lagorsse. Díjoles que se alegraba encontrar<br />

juntos á ambos, pues quería hablar á sus eminencias<br />

; y entonces les hizo instancias repetidas<br />

para que se ocupasen de un nuevo acomodo con el<br />

Papa. El Cardenal Consalvi respondió con la mayor<br />

franqueza, preguntándole como entrarían los<br />

Cardenales en esta negociación, si tenían orden de<br />

no hablar al Papa de asuntos. El mismo coronel<br />

fue quien comunicó dicha orden á los Cardenales,<br />

prohibiéndoles hablar de negocios al Pontífice.


CAPITULO VEINTE Y SEIS.<br />

NAPOLEÓN DISPONE LA VUELTA DEL PAPA A ROMA.—<br />

REFIÉRESE SU VIAJE Y LA ORDEN DADA POR EL GO­<br />

BIERNO PROVISIONAL PARA QUE SE LE HAGAN LOS'DE-<br />

-<br />

SIDOS HOSOREH.—ENTREVISTA DEL PONTÍFICE Y JOA­<br />

QUÍN EN CESENA.—ESCRIBE LUCIANO BONAPARTE AL<br />

PAPA, Y EL PAPA A LUÍS XVIII.—CONSALVI ES EN­<br />

VIADO A PARÍS.—MR. DE TALLEYRAND ES MINISTRO<br />

DE Luis XVIII. — ENVÍA ESTE UN EMBAJADOR AL<br />

PAPA.<br />

Se habian agotado ya todos los medios de<br />

conciliación; la dama, el Obispo , el coronel,<br />

otra vez el mismo Obispo, fueron en vano á<br />

Fontainebleau. Poco tiempo después de la última<br />

visita de Mr. de Beaumont, entraron por el<br />

ancho patio del castillo , y fueron poniéndose en<br />

fila varios coches vacíos, y en aquel mismo dia<br />

Mr. Lagorsse, que habia sido llamado á Paris volvió<br />

, y sobre comida dijo á los Cardenales, dirijiéndose<br />

principalmente al Cardenal Mattei, que<br />

iba á comunicarles una grande noticia : les dijo,<br />

44


34 6<br />

tenia orden para disponer que partiese el Papa al<br />

dia siguiente , y conducirle lo mas pronto posi-<br />

á Roma.<br />

Al instante se apresuraron muchos Cardenales<br />

á ir á participar al Papa este acontecimiento y<br />

á pedirle que insistiese en ser acompañado duran­<br />

te el viaje por tres Cardenales, ó á lo menos dos,<br />

ó uno por último si no podia conseguirse otra cosa.<br />

Lagorsse se presentó ante Su Santidad, y con un<br />

tono respetuoso le intimó la orden de partida para<br />

la mañana siguiente. El Papa según los consejos<br />

que habia recibido y aprobado, pidió por compa­<br />

ñeros de viaje á tres Cardenales, después á dos,<br />

luego á uno solo; pero le fue respondido que no<br />

lo permitían las instrucciones dadas por el gobier­<br />

no , que no debia llevar tn su coche, mas que á<br />

Mr. Bertazzoli, } r<br />

en otro coche de comitiva al<br />

doctor Porta , su médico , y uno de los cirujanos<br />

del emperador, encargado de tener un especial<br />

cuidado de la salud de Su Santidad.<br />

Al otro dia ,T23 de enero de 1814, el Papa<br />

después de haberlo-ido misa se retiró á su dormi­<br />

torio, donde recibió á todos los Cardenales que se<br />

hallaban en Fontainebleau. Con sereno rostro les<br />

dijo que estando en vísperas de separarse de ellos<br />

sin conocer el sitio á donde tal vez sería conduci­<br />

do, y sin saber si tendría el consuelo de volverlos a


ver, los habia llamado para manifestarles sus sentíwíentos<br />

é intenciones, y continuó en seguida:<br />

" Intimamente, estamos persuadidos de que vosotros , señores<br />

Cardenales*, reunidos, ó dispersos nuevamente por diversos<br />

países, tendréis siempre Ta conducta que conviene á<br />

vuestra dignidad y á vuestro carácter; pero no obstante, os recomendamos<br />

de dar á conocer en todas vuestras acciones y en<br />

cualquier lugar, á que seáis trasladados , el dolor que debéis<br />

justamente sentir de vea á la iglesia padecer tan temibles y lastimosas<br />

calamidades y contemplar á su jefe cautiyo. Al Cardenal<br />

deán del sacro colejio dejamos unas instrucciones escritas de<br />

nuestra propia mano, que os serán comunicadas por- su Eminencia<br />

para que 03 sirvan de regla y guia. No podemos dudar<br />

de que os mostrareis fíeles, á los juramentos que hicisteis-cuando<br />

•vuestras promociones al concordato, y de que os encontrarán,<br />

siempre celosos defensores de los derechos de la Santa Sede.<br />

Espresaraente no os mandamos (inusitadas palabras en boca de<br />

fío-Vff) no prestaros á ninguna estipulación de tratado ni sorbía<br />

lo espiritual, ni sobre lo temporal;,, porque tal es en este<br />

punto nuestra firme, y absoluta voluntad."<br />

Quedaron los Cardenales vivamente con m o vi -<br />

dos , algunos de ; .ellos vertieron lágrimas,, y prometieron<br />

todos fidelidad y obediencia a las palabras<br />

dé sil soberano. El Pontífice tomó.algún ali •<br />

mentó y continuó conversando con los¡ Cardenales;<br />

s-obre ;cosas >i nd-iíeren-tes sin perder la serenidad<br />

que DioSíleliabia vuelto, nila suave jovialidad que<br />

pro*lucia una justa esperanza de recobrar su li-<br />

.bertad.<br />

Acompañado por todos fue á la capilla, del


castillo para hacer una corta oración. Bendijo al<br />

pueblo reunido, bajó al patio, y oyendo los sollo­<br />

zos de tantas personas que alli reunidas se pre­<br />

guntaban cual seria la suerte que tenia reservada,<br />

subió al coche , preparado para él, con monse­<br />

ñor Bertazzoli. Se cree que el Cardenal Consal­<br />

vi era el autor de las instrucciones dadas al deán<br />

de los Cardenales , en las que todos los casos es­<br />

taban previstos , y cada cual veia trazada su con­<br />

ducta con precisión sin poder separarse de ella.<br />

Al dia siguiente partieron también de Fontai­<br />

nebleau los Cardenales Matte , Dngnani, de ella<br />

Somaglia y Pacca; y los demás los imitaron á los<br />

pocos dias. Al Papa lo condujeron desde luego a.<br />

la Motte Benvron , á Brives, á Montauban, á<br />

Castelnaudary , donde le fueron presentadas mu­<br />

chas señoras. Dice el Cardenal Pacca espresamen-<br />

te en su relación , que en esta última ciudad un<br />

jendarme , rehusando dejar paso auna señora, la<br />

dio una bofetada; y cuenta el mismo Cardenal que<br />

al tiempo de pasar el Rlióne por el puente de bar­<br />

cas desde Beaucaire á Tarascón, los habitantes de<br />

aquellos dos pueblos se reunieron para ofrecerle<br />

los testimonios de su mas tierna veneración. Por<br />

todas partes se oian aclamaciones de alegría,,<br />

aplausos , felicitaciones. Entonces el coronel La-<br />

gorsse dijo á todo aquel pueblo: "¿ qué haríais si


pasara el emperador í"y todos respondieron, le<br />

daríamos á beber el agua del rio. En Orgon tam­<br />

bién habiéndose incomodado el coronel con la jen-<br />

te, uno de los hombres mas violentos de ella le<br />

gritó : " ¿qué es eso, coronel, acaso tiene usted<br />

sed ? " Tales eran las ardientes disposiciones de<br />

aquellos pueblos del mediodía de Francia.<br />

Napoleón no dejaba de ser desgraciado en la<br />

guerra. Contra los esfuerzos de su jen i o, á pesar<br />

de sus movimientos rápidos y cálculos brillantes,<br />

Francia era invadida, y la capital iba á ser toma­<br />

da. El Pontífice entretanto continuaba su glorio­<br />

so viaje, en el que iba sin embargo á contener su<br />

marcha.<br />

Una inmensa revolución hubo en París con<br />

motivo de la entrada de las tropas estranjeras en<br />

la ciudad. El gobierno provisional en 2 de abril<br />

dio el siguiente decreto:<br />

"Instruido el gobierno provisional, con dolor, de los obstáculos<br />

que se han opuesto al regreso del Papa á sus estados, y<br />

deplorando esta continuación de los ultrajes que Napoleón Bo -<br />

ñaparte hizo sufrir á Su Santidad , ordena y manda que cese<br />

toda tardanza en su viaje y que por toda su ruta se le rindan<br />

los honores que le son debidos. Las autoridades civiles<br />

y militares quedan encargadas de la ejecución del presente decreto."<br />

Estaba sellado con las armas del príncipe de<br />

Benevento, y firmado por este, por el duque de


SSfl<br />

Dalberg, el jeneral conde Beurnonville. Mr. Jan»<br />

court y el abate de Montesquieu.<br />

Trató el vircy de Italia al Papa con un gran<br />

respeto y le facilitó los medios de llegar a<br />

Parma; de alli pasó á Cesena , donde dio una<br />

nueva prueba de la belleza y jenerosidad de su<br />

alma. Bastará con referir sencillamente este rasgo<br />

suyo de que no ha dejado ejemplo la antigüedad.<br />

El rey Joaquín Murat solicitó presentar sus ho­<br />

menajes al Papa Pió Vil : al momento fue admi­<br />

tido á la audiencia de Su Santidad. Después de<br />

los primeros cumplimientos, Joaquin aparentó que<br />

ignoraba el objeto del viaje del Papa.— U<br />

A Roma<br />

es á donde vamos, le dijo Pió VII; ¿ podíais igno­<br />

rarlo vos?—¿Cómo, vuestra Santidad se determi­<br />

na asi á entrar en liorna?— Parece que no hay<br />

nada mas natural. —¿Vuestra Santidad quiere ir<br />

á pesar de los romanos?—No podemos compren­<br />

deros.—Los principales personajes de Roma y los<br />

particulares ricos de la ciudad me han rogado<br />

que liaga llegar á las potencias aliadas una espo-<br />

sicion firmada por ellos, en la que piden no ser<br />

gobernados ya mas que por un príncipe seglar.<br />

He aqui la reclamación ; una copia he remitido<br />

al congreso de Vicna y guarde la orijinal que pre­<br />

sento á vuestra Santidad para que vea las fir­<br />

mas." A estas palabras tomó el Papa de las ma-


nos de Joaquín la esposieiou que le alargaba, y<br />

sin leerla, aun sin mirarla, la echó en un brasero<br />

¿rae alli había, y la vio consumirse al instante;<br />

después añadí© ¿ ". Actualmente ^=no es eso 4 ya no<br />

hay nada que se oponga á que vayamos á Roma?"<br />

Despidió en seguida sin sombra de enojo , sin cólera<br />

, sin tomar el tono del insulto á aquel mismo<br />

que en 1809 envió pana asegurar su captura<br />

las tropas de Ñapóles. Este rasgo de un cristiano,<br />

de im soberano clemente, de un político si se<br />

quiere, obrado sin preparación alguna ni asomo<br />

de ostentación orgullosa, que por el mismo Joaquín<br />

se ha sabido; este perdón concedido tan<br />

prontamente á los mas peligrosos de sus vasallos,<br />

y la jenerosa y sencilla consecuencia que sacó él<br />

Papa de su fácil, regreso á Roma, asustaron á Joaquín<br />

, que .no estaba del todo desinteresado en<br />

aqiiel asunto, si como se dice solicitó el las firmas<br />

que contenia la esposícion , y no se atrevió á poner<br />

mas obstáculos á la marcha triunfal del Poníffice.<br />

En 11 de abril escribió Luciano Bonaparte<br />

desde Inglaterra una carta á Su Santidad, en la<br />

que.se distinguían los siguientes pasajes:<br />

"Permítame Vuestra S&ntidao. felicitarle de lo íntimo "de<br />

mí corazón, por su feliz aunque tardía libertad, por Ta que bre­<br />

mos hecho incesantes y fervientes votos, desde que la perse-


cucion nos arrancó del asilo que disfrutamos bajo vuestra protección<br />

paternal Aunque injustamente perseguido por<br />

el emperador Napoleón, no puede serme indiferente el azote<br />

divino que acaba de herirle. He aqui el único momento, de<br />

diez años á esta parte, en el que todavia conozco que soy su<br />

hermano. Le perdono, le compadezco , y hago votos para que<br />

una vez entre en el gremio de la iglesia y adquiera un dere~<br />

rho á la induljencia (1) del padre délas misericordias y oraciones<br />

de su vicario Pronto a partir de esta feliz Inglaterra,<br />

donde he pasado una larga aunque llevadera y honrosa<br />

cautividad, ruego á vuestra Santidad que nos conceda á mí, á<br />

mi mujer y á nuestros hijos su bendición , mientras vamos en<br />

persona á recibirla postrados á sus pies.<br />

El Papa escribió el 30 del mismo mes desde<br />

Cesena á S. M. Luis XVIII, y después de felicitar­<br />

le, se esplicaba de este modo:<br />

"El obispo de. Troyes (Mr. de Boulogne), co­<br />

nocido por su piedad, va directamente encargado<br />

de dar á conocer á V. M. las heridas que en la<br />

constitución del Senado han hecho á la relijion<br />

y á la iglesia. . .. Señor (sirc) los reinos de la<br />

tierra son transitorios , y el solo reino del cielo<br />

es el que no se acaba. Rogamos á V. M. abra<br />

los ojos antes de firmar una constitución tal..<br />

Después de haberos recomendado los intereses de<br />

la relijion, ahora nos creemos con la obligación<br />

(I) Tales son las palabras del orijinal, que el verdadero cristiano<br />

reprobará sin duda.


de recomendaros los Estados de la Santa Iglesia:<br />

que lo que es del César sea entregado al César y<br />

lo que es de Dios se dé á Dios. Las altas potencias<br />

aliadas, con aplauso del mundo entero, parecen<br />

animadas del espíritu de estas palabras, y esperamos<br />

nos de ellas nuestros estados á pesar de<br />

los obstáculos que podra suscitar el que (Joaquín)<br />

ocupa todavía en este momento nuestra capital<br />

y la mayor parte de nuestros antiguos dominios."<br />

El Papa en un post-scriptum de su mano reclamaba<br />

los archivos arrancados de Roma colla<br />

sólita violenza.<br />

En triunfo entró en Ancona Su Santidad el<br />

12 de mayo recibido con indecible alegría.<br />

Una porción de marineros vestidos uniformemente<br />

quitaron los caballos del coche, ataron<br />

cordones de seda encarnada y amarilla y tiraron<br />

de él, en medio de gritos de júbilo, del estruendo<br />

de la artillería de la plaza y del sonido de las<br />

campanas de todas las iglesias. Se apeó en la plaza<br />

de S. Agustín, dio la bendición desde un arco<br />

triunfal; de allí fue á la Lonja desde donde bendijo<br />

el mar; después fue á aposentarse al palacio<br />

Pichi donde permaneció hasta el 14. El 13 coronó<br />

en la catedral la imajen de la Vírjen, bajo la<br />

advocación de Regina Sanctorum Omnium. El 14<br />

45


partió para Orsino y le acompañó hasta Loreto un<br />

guardia de honor vestido de rojo.<br />

En el curso de este viaje mandó recojer con<br />

benevolencia á madama Leticia, que acudió pi­<br />

diendo un asilo en Roma, y al cardenal Fesch á<br />

quien trató con particular bondad. Cuando supo<br />

la procsimidad del Cardenal dijo: "que venga, que<br />

venga: vemos todavía la diligencia con que se nos<br />

,,presentaron en Grcnoblc sus vicarios, y Pió VII<br />

„110 puede olvidar el valeroso ánimo con que<br />

„se supo prestar el juramento proscripto por<br />

„Pio IV " (1).<br />

Unos comisarios pontificios se presentaron á<br />

tomar posesión de Roma, y encontraron en los<br />

aposentos del Papa en el Vaticano el depósito que<br />

se ocultó alli en 1809 de los objetos mas preciosos,<br />

consistente en ornamentos pontificales llenos de<br />

joyas v una suma de oro de 30,000 escudos. Algu­<br />

nas personas relijiosas sabiun la ecsistencia de este<br />

depósito, pero lo tuvieron siempre callado.<br />

Envió el Papa con un breve que lo acredita­<br />

ba cerca de la persona de Luis XVIII al Carde­<br />

nal Consalvi, y en otro breve reclamó contra el<br />

tratado de Tolentino.<br />

Por entonces escribió al cardenal Consalvi el<br />

(I) Asi el orijinal: parece debe decir VI y no IV.


príncipe de Benevento, hablándole; del rey<br />

Luis XVIII, restituido como Su Santidad, á<br />

los votos de sus subditos, después de largos<br />

padecimientos; y asegurándole que S. M. tenia<br />

.intención de mantener las relaciones de- amistad<br />

que hubo siempre entre sus predecesoresj y la<br />

Santa Sede.<br />

Nombrándome S. M. sil ministro secretario de Estado y de<br />

negocios estranjeros, me ha puesto en el caso de hablarle con<br />

frecuencia de los intereses del Padre Santo, de sus virtudes,<br />

de cuanto puede consolidar la unión de ambas cortes. Jamas<br />

desperdiciaré esta ocasión, bien persuadido de que Vuestra<br />

Eminencia cuidará por su parte de robustecer una reconciliación<br />

por tanto tiempo y con tanto ahinco deseada. Gratísimo<br />

•es para mí el renovar [en momentos mas felices mi antigua<br />

correspondencia con V. 2?.<br />

¿No parece , en vista de esto , que Mr. de Talleyrand<br />

vuelve á tomar el hilo de su correspondencia<br />

con el Cardenal, desde cuando la dejó* en<br />

9 de octubre de 1805? Por lo; que hace á Roma,<br />

eesistian en ella el mismo Señor, el mismo principio,,<br />

el mismo ministro : por lo que hace á Francia,<br />

mandaba en ella un hermano de Luis XVI,<br />

con otro principió, y sin embargo, era ministro<br />

el que lo fue de quien habia ocupado el lugar del<br />

lejítimo soberano. .<br />

Entre los documentos oficiales de aquella época<br />

, hay una carta autógrafa del' Papa , escrita en


italiano, y dirijida á Luis XVIII de parabién y<br />

sincera enhorabuena.<br />

Nuestro corazón no está aun satisfecho, si no añadimos<br />

otra carta de propio puño. Permitid , pues , señor , que mas<br />

para satisfacción nuestra, que para vuestro convencimiento<br />

os repitamos que ahora en nuestra alegría, bien podremos decir,<br />

como el anciano Simeón : "Ahora , señor, saca en paz de<br />

este mundo á tu siervo."<br />

El Papa hizo su entrada solemne en Roma el<br />

24 de mayo ( 1).<br />

(1) No debe olvidarse la prueba particular de veneración que dio al Pa­<br />

dre Santo en esta sazón el doctor Santiago Bresca , médico en Roma. Era<br />

este doctor descendiente de la familia del capitán de san Remo, que en<br />

1586 se hizo célebre bajo el reinado de Sisto V cuando este Pontífice<br />

mandó erijir en la plaza de San Pedro el obelisco de granito rojo , que<br />

medio soterrado, yacía bajo las escombros del Circo de Nerón.<br />

Sisto V resolvió su perar todos los obstáculos , y confió la empresa al<br />

arquitecto Domingo Fontana. Este preparó unas sogas ó maromas que<br />

moviesen insensiblemente el obelisco , le levantasen y dirigieren hacia el<br />

punto que debia ocupar, sin riesgo alguno de los trabajadores. El arqui­<br />

tecto pidió que el dia de la erección se hiciese guardar en aquella pk—<br />

za un gran silencio, para que se pudiesen oir sus órdenes y disposicio­<br />

nes. Sisto V mando publicar un bando que decia: que el primer es­<br />

pectador de cualquier clase ó condición que fuese , que profiriese una<br />

sola palabra ó turbase la operación, seria inmediatamente castigar<br />

do con pena de muerte. Estaba señalado para la inauguración el<br />

10 de setiembre de 15 86. A nadie se dejó entrar en la plaza<br />

que no asegurase antes era sabedor del riguroso bando. Se participó<br />

de antemano á los trabajadores que el sonido de la trompeta señalarla el<br />

momento de empezar los movimientos, y el toque de los címbalos ó pla­<br />

tillos de cobre determinaría los descansos; y que solo la voz del director<br />

de la operación interrumpiría el profundo silencio. Sisto V se presentó<br />

con gran acompañamiento, y se colocó en un tablado, á ser espectador.<br />

Puestas las sogas en movimiento levantaron el obelisco, é inclinaron su


Llevando delante en su coche al Cardenal<br />

enorme peso hacia el sitio que debia recibirle. De repente un capitán de<br />

un barco jenovés, llamado Bresca, natural de San Remo , dijo gritando,<br />

de entre la multitud , con grandísima voz: aequa alie funi (agua i las se**<br />

gas) ; y dicho esto, fue él mismo á ponerse en manos de la guardia que<br />

cercaba el suplicio alzado en un ángulo de la plaza. Fontana miro con<br />

atención las cuerdas, y vio que efectivamente iban 4 encenderse y abrasar*<br />

se, dejando caer el obelisco y aplastando este á los trabajadores: mandó,<br />

pues, que se mojasen al instante las sogas. Bresca sabia también que<br />

colocados los cables ó. maromas vetticahnente, se encojen cuando seles<br />

moja bien, y alzan por consiguiente el peso que de ellos se suspende.<br />

Asi sucedió, y se acabó la operación felizmente. El Papa abrazó á<br />

Fontana, y esta corrió á buscar al que habia gritado aequa alie funi, y<br />

presentándole al Papa, le pidió le perdonase. "No se trata de perdón,<br />

repuso Sisto V, sino de recompensas: pida el mismo las que qniera.<br />

Sabedor Bresca- que en los huertos de su pueblo se cultivaban palmeros,<br />

y que iban alli á comprar palmas para el dia de Ramos • pidió para él y<br />

sus descendientes el privilejio esclusivo de vender en el palacio apostólico<br />

las palmas necesarias para el domingo de llamos, Espidiósele jal dia siguiente<br />

diploma concediéndole este privilejio: declaróse también al primero<br />

de la familia, capitán honorario del primer reji miento , y tuvo ¡el derecho<br />

de enarbolar el pabellón pontificio abordo de su buque.<br />

De esta familia descendía el doctor Santiago Bresca, y como toda ella<br />

era muy adicta á los sumos Pontífices. Tuvo la idea de hacer un obsequio<br />

particular á Pió VII en nombre de la familia Bresca, y de que en el<br />

obsequio interviniesen las palmas ^venero de su fortuna Fue, pues, el<br />

23 de mayo á una casa de campo fuera de la Puerta del Pópulo perteneciente<br />

4 Mr. Víale, para hacer allí sus preparativos; y el dia 24, en el<br />

momento en que pasó por allí el Papa para entrar en Roma, pidió<br />

permiso para detener la carroza , y presentó veinticinco niños Orfaneüi,<br />

vestidos de tánicas blancas, y cuarcntaicinco niñas del conservatorio de la<br />

Providencia, vestidas también de lo mismo, trayendo todos ta las manos<br />

a) tas palmas de color de oro, que caían y ondeaban elegantemente<br />

como plumas: al mismo tiempo cantaban estos niños cánticos de bendición.<br />

Acompañaron al Papa hasta S. Pedro, donde le ofrecieron sus palmas;<br />

y el Papa mandó poner dos de ellas delante de la carroza, cuando subió<br />

en ella para ir al Quirinal.


Mattei, (lean del Sacro-Colejio, y al mismo Car­<br />

denal Pacca, que fue arrebatado con él del pala­<br />

cio'de Monfe-Cavallo. Malignamente se observó<br />

también que el jeneral que escoltaba el triunfo<br />

era el mismo Pignatelli Cerchiara, que habia en<br />

aquella ocasión dispuesto sus tropas en batalla<br />

sobre la plaza del Quirinal. Algunos hombres de<br />

inciertas disposiciones habia en Roma asociados á<br />

la causa de los franceses ó por otros motivos com­<br />

prometidos. Vu prelado contó el suceso de Cese-<br />

na, y al punto todos los afectos se dispusieron<br />

unánimes para preparar á Su Santidad un recibi­<br />

miento lleno de ternura y reconocimiento.<br />

¡Qué emociones debió sentir Pió \ II al verse<br />

vuelto como por un prodijio á su capital, a su<br />

mismo palacio, de donde fue arrancado habia<br />

cinco años ! ¡ Cual no debió ser el fervor de su<br />

súplica, cuando en San Pedro se arrodilló pa­<br />

ra dar á Dio-; gracia:-; por su glorioso regreso!<br />

Era ciertamente otro regreso este que el del<br />

año 1805. Miudias veces después ha contado el<br />

Papa como derramó lágrimas al ver la puerta del<br />

palacio, desde la cual bendijo su ciudad al par­<br />

tir ; el riiiiilc que habia .recorrido escoltado por<br />

la jendarmería , y conmovido por los sollozos de<br />

su servidumbre ; la escalera (pie bajó pisando las<br />

astillas de las ventanas y puertas derriba das; las


m<br />

galerías


autoridad directa en los paises ocupados por las<br />

tropas de Joaquín. Los austríacos sin embargo con­<br />

tinuaban guardando el depósito de las ligaciones,<br />

abandonado por el príncipe Eujenio.<br />

El Cardenal Consalvi, secretario de Estado,<br />

recibió la misión de residir cerca de los soberanos<br />

aliados que habian entrado en Paris; el Cardenal<br />

Pacca quedó llenando el cargo de prosecretario de<br />

Estado; monseñor de la Genga, después León XII,<br />

fue mandado especialmente para cumplimentar<br />

á Luis XVIII ; y este príncipe envió una emba­<br />

jada extraordinaria á Roma, cuyo jefe era monse­<br />

ñor Cortois de Presigny , antiguo Obispo de San<br />

Malo.<br />

Nombró el gobierno para componer parte de<br />

esta embajada, como secretarios, á Mr. Agustín<br />

Jordán, Mr. el conde de Chastellux, después<br />

duque de Rauzan , y á mí.<br />

Antes de dejar á París recibí una visita sin­<br />

gularísima: la del teniente jeneral Radet, que ve­<br />

nia á rogar se solicitase para él, cerca de Pió VII,<br />

el permiso de volver á Roma. Hízome el jeneral<br />

una narración de los principales pormenores de la<br />

prisión , que yo le invitó á poner por escrito. Me<br />

enseñó, en el discurso de la conversación, la orden<br />

orijinal que le dio Miollis. La tuve algún tiempo<br />

en mis manos, porque estaba en un carácter de


letra dificilísimo de leer, y plagada de canceladuras,<br />

raspaduras, y llamadas de la misma mano.<br />

Mandábase en ella prender al Cardenal J?acc$L<br />

lo demás estaba muy confuso. Insistía el jeneral<br />

Radet en volver á Roma donde quería rereer la posesión<br />

de San Pastor, fundo nacional de que era<br />

dueño, y que en un principio fué de los padres<br />

Dominicos (1).<br />

El Cardenal Consalvi llevaba orden de penetrar<br />

el pensamiento del gobierno francés respecto<br />

aL estado de los asuntos entre Francia y la Santa<br />

Sede. El gabinete francés rechazaba el concordato<br />

de Fontainebleau, lo que estaba muy puesto en<br />

razón , y quería, cosa mas difícil, destruir el concordato<br />

de 1801. Consalvi, que después de dar<br />

gracias al ministerio de la Gran Bretaña por la<br />

parte que habia tomado en los infortunios de la<br />

Santa Sede se preparaba á ir á Paris, escribió al<br />

Papa que contemporizase, escuchase las proposiciones<br />

, y no decidiese nada hasta su vuelta.<br />

(I) Para esto, y para enriquecer á unos cuantos araros traficantes,<br />

sirvió en los Estados Pontificios esa gran medida revolucionaria de la<br />

renta de bienes nacionales. Con ella se enajenaron enteramente dichos bie-'<br />

nes, de su verdadero objeto, la manutención del pobre. Loe franceses<br />

no se mostraron los menos rapaces, y por eso dicen en Roma che i fian»<br />

eesi si sano candotti in Italia come ifanciuUi ¡ che ptgliano , é quanto veogome."<br />

( Nota del Traductor. )


Lleno de cordura el Cardenal Pacca, en nada<br />

contrarió esta idea. Reservado en sus acciones y<br />

palabras, y •satisfecho-dé su esforzada conducta<br />

anterior, no trató de mezclarse activamente en<br />

los negocios.


f<br />

BU<br />

áob/ifan EOi iioioibíVíM '»-. OOOG v , fíWs^.. /.;í mdií<br />

Y srfj^E.<br />

INSTRUCCIONES ,DE'Mjft. DE TtALLEYRAND A.MR. DE PftES-<br />

SIGNY, EMBAJADOR EN R O M A . — N O T A >OFICIAL DEL<br />

CARDENAL CONSALVI A LOS MINISTROS DE LAS PRIN­<br />

CIPALES POT*WCIA* D.E,ECR0^A. ,<br />

Las instrucciones que Mr. (Je Talleyrand dio<br />

a. .Mr.-de Bres&igny M^contenian,^tablies observa*,<br />

eiones.<br />

!<br />

Antes de :<br />

su llegada á Roma ,surtan luego como -supo !<br />

'la<br />

entrada del rey 1<br />

en-su' -capital, envió'tí'Papa cartas gratnlatórias<br />

'á'HS. M. acreditando al mismo tiempo "cerca 'de ótiin Tumció<br />

- estraordinario. Y viendo ya '-vueltas 'á^en :<br />

curso- y libertad<br />

las relaciones í<br />

de I<br />

la' Santa Sede* edir la antigua casa'ídeTrancia,- -<br />

ha hecho notar el Pontífice á la piedad del rey > los actos que<br />

alteraron'su 'Pontificado,-de resultas de su cautividad. Hoy<br />

entra el Papa en todo el lleno de su autoridad, déla cual'minea<br />

gozó. Las borrascas de la iglesia principiaron bajo "bu 'pre^decesor,<br />

y estaban en ellas amenazadas ambas potencias. Haciendo<br />

ya prueba Bonaparte


le despojaba de su soberanía. Firmado este tratado ya no era<br />

libre la Santa Sede , y de alli á poco se invadieron los estados<br />

romanos , se echó por tierra el gobierno pontificio , reemplazándole<br />

una república que duró pocos meses. Arrebatado<br />

Pió VI de su palacio, mudó mucbas veces de destierro, y<br />

murió en su persecución. Su sucesor el Papa actual fue nonv<br />

brado lejos de Roma. Cuando el cónclave de Venecia no tenia<br />

la Santa Sede territorio alguno; colocado después el Papa por<br />

los vaivenes de la guerra en su antigua capital, se vio desde<br />

un principio cercado de tropas estranjeras, obligado á ir recobrando<br />

su autoridad , y á circunscribir sus actos por los obstáculos,<br />

que en Francia sobre todo, se presentaban á la relijion<br />

y al culto; todas sus relaciones con Bonaparte, que se habia<br />

ya constituido por cabeza de Francia , se resintieron de<br />

cierta timidez , que manifestaba bien la situación deplorable<br />

del soberano de Roma. Si el primer requisito de la soberanía<br />

debe ser,la independencia ; si importa tanto á los pueblos como<br />

á los derechos de los príncipes, que sean voluntarios sus<br />

contratos ; ¿cuánto mas importante no será la libertad absoluta<br />

de los procedimientos que emanan de la Santa Sede?<br />

¿Puede acaso la fuerza , dar la paz de las conciencias? La opinión<br />

no se manda. Los actos de coacción , en materias de relijion<br />

, solo producen disturbios, y no determinan cuestión alguna<br />

(1).<br />

Hecho ya cónsul Bonaparte, quería que la autoridad del<br />

Papa que apenas habia llegado al pontificado, y no estaba aun<br />

(1) Aqui Luis XVIII se muestra digno de elojio. ¿Qué podrían de­<br />

cir contra estas mácsimas del rey lejitiroista , del rey de la restauración;<br />

los redactores del periódico Amigo de la reUjion jr de lo» hombres, que sien­<br />

tan, por objeto y base de sus Ureas la intolerancia re'ijiosa?


en Roma, sirviese para consolidar su poder. Para arrastrar á<br />

Su Santidad á lo que deseaba, le hizo temer, que los males de<br />

la iglesia fuesen irreparables, si no se restablecían por un concordato<br />

las relaciones entre Francia y el Papa. Hizo que este<br />

tuviese por concesiones á la Santa.Sede, algunas libertades<br />

relijiosas que la opinión de toda Francia imperiosamente reclamaba<br />

, y que no podia contrariar Bonaparte sin rie¿go de su<br />

propia persona: y en cambio de estos sacrificios aparentes,<br />

obligó al Papa á darle su apoyo, y á prescribir oraciones á los<br />

fieles, y juramentos á los Obispos que sostuviesen su autoridad.<br />

Este acto de fuerza animó á Bonaparte: pensó que el<br />

Papa cedería á otros, no habiendo hecho resistencia á este. Y<br />

aquellas disposiciones que no habia logrado se insertas sn en<br />

un concordato, se -incluyeron en leyes orgánicas, hechas y<br />

publicadas sin anuencia de la Santa Sede, .y sostenidas á pesar<br />

de que el Papa las declaró contrarias á la libertad y principios<br />

del culto.' Las mismas intrigas y predominio produjeron un<br />

concordato entre la Santa Sede y el reino de Italia , cuya cabeza<br />

era Bonaparte. Y cuando arrancó este nuevo acto en apoyo<br />

de su poder (1) abusó de su preponderancia para añadir nuevas<br />

leyes orgánicas mas contrarías á las miras de Su Santidad<br />

que se quejó, aunque en vano, fuertemente. El efecto de estas<br />

primeras violencias, y et ascendiente del que las hacia nunca,<br />

se echaron mejor de ver, que cuando Bonaparte, no creyéndose<br />

revestido de un título bastante imponente, aspiró al imperio, y<br />

quiso sustituir á los derechos que le faltaban una autoridad en<br />

Europa respetada, y para ello reclamó el apoyo del Padre San*<br />

to ; y abusando de su falta de libertad, le constriñió á ir á París<br />

para la ceremonia de la consagración. Haciéndose proclamar<br />

emperador, restauró Napoleón Bonaparte, sin quererlo y<br />

- •- "• . : r<br />

(1) Aquí hay un trror; no pueda decirse que se arraneó este acto»<br />

puea no se ratificó : propiamente hablando» no ha ecsistido.


3W<br />

por una inescrutable providencia , aquel trono que un tiempo<br />

cedería á la casa real. Bajo este título de emperador , hasta<br />

entonces desconocido en Francia, quedó fueta de la línea de<br />

nuestros reyes , aunque se arrogó su autoridad , y mas fue considerado<br />

siempre como jeneral que como soberano en la jerarquía<br />

á que se elevó : convirtiéndose en el como se vio en otros<br />

en el primer grado de la autoridad militar. Y con efecto , no se<br />

¡.orto desde entonces fon la Santa Sede , sino como el jefe de<br />

un ejército.<br />

'©esjpües dé enumerar las promesas de Napo­<br />

león, do restituirlo todo á la relijion, al mismo<br />

tiempo «pie atacábala soberanía temporal del Pa­<br />

pa , ocupando á Ancona, se dice:—<br />

Manifestáronse los proyectos de Napoleón Honaparte de<br />

aniquilar la soberanía de la Santa Sede. No se manifestó á<br />

las claras proyecto de invadirlo todo: pero declaró Napoleón<br />

que miraba los Estados romanos como dependientes de su im -<br />

pierio, el que se compondría de una gran parte de Europa. Pero<br />

no habien lo tomado por base la conformidad en costumbres<br />

é intereses , y el afecto de los pueblos ; debia necesariamente<br />

desmoronarse, y sepultarse M sus ruinas Logró Napoleón<br />

arrancar de su augusto cautivo un convenio que sirviese<br />

de base á un arreglo definitivo ; pero la fecha y lugar deteste<br />

contrato demostraban su nulidad. Solo aecedió á firmarle<br />

Papa, en consideración al estado en que la iglesia se encontró<br />

entonces. Notó bien pronto que no se lo cumplían las condiciones<br />

que-se le habian prometido, y este acto ni ftie-válido jií<br />

tuvo consecuencias. Nuevos reveses obligaron á Napoleón á<br />

recurrir todavía al Padn» Santo. Las persecuciones tuvieron un<br />

término, y se permitió á Su Santidad ponerse en camino para<br />

restituirse á sus estados; pero esta espiacion tardía no produ-


MI<br />

jo froto- alguno para su autor. Por .otro» medios decretaba la<br />

presidencia el restablecimiento del lapa,.y ponía el cetro de<br />

Francia en mauos de.sus- monarcas primitivos. Esta serie de<br />

hechos y observaciones demuestra, que- todas las disposiciones)<br />

alcanzadas de la Santa Sede por el gobierno anterior • fueron<br />

obra do la coacción. Es probable que restablecido en su poder<br />

el Padre Santo y en su influencia sobre el mundo cristiano, no<br />

querrá mantener lo que sehizb'-bajo'el imperio de lá" astucia y Ja<br />

fuerza: Ya no es'la mismapara él la.'necesidad de las circunstan-<br />

cias, :<br />

y las disposiciones quessirviewra der base a-.- sus relaciones<br />

con la-autoridad ,real no deben ya llevar el sello de violencia-que<br />

las. impuso el gobierno anterior... El punto de donde debe par- 1<br />

tir elseñor embajador es Iá época de la invasión" fíancesa en -<br />

los<br />

Estados del Papa en 1797., por ser este el orijende cuantas<br />

violencias se hicieron después/ y r traspasaron aquella línea de<br />

respeto- que era su principal defensa: después de esta época, to­<br />

do debe reverse y repararse* Anterior esta fecha al pontificado<br />

de Pió VII, es la que debe tenerse presente en todas las discu­<br />

siones con la Santa Sede... La iglesia de Francia, la revisión del<br />

concordato',- y demás actos desde 1797"; - y :<br />

la" reclam an todos<br />

los Obispos, antiguos, modernos, de todas épocas* Debe- ha»<br />

cor notar al-Papa-eLSeñor embajador, lo noble-que es el en*<br />

cargo de esta revisión. Es necesario que esta restauración de<br />

principios se haga desdé luego, y que no tengan vigor los actos<br />

y fórmulas, que retarden y contraríen la ceremonia de la coav<br />

sagracion en la metrópoli de Ítems. Cuidará el señor embaja­<br />

dor de dar-á conocer en sus conversaciones con el .Papa y sus<br />

ministros , lo dispuesto que se halla S. M. átfavoreeerle y.ayu.»<br />

darle en cuanto contribuya á su poder" temporal: mas de este<br />

medio se-valdrá siempre con a'quelía.reserva que lá- delicadeza<br />

prescribe.<br />

Se.le entregará al señor embajador una cifra de correspon-


dcncia: hará saber, con regularidad, BUS procedimientos al miristro<br />

secretario de Estado y de negocios estranjeros , y continuará<br />

recibiendo de él aquellas instrucciones capaces de ayudarle<br />

en el encargo que debe el señor embajador á la alta benevolencia<br />

de S. M.<br />

Estas instrucciones con tanta maestría estendidas<br />

, tuvieron desde luego por objeto, poner al<br />

corriente al mismo Luis XVIII de cuanto pasara<br />

en los últimos 17 años anteriores á la restauración,<br />

y de esplicar al jefe de la legación lo<br />

que debia pedir á la Santa Sede. He creído agradar<br />

al lector incluyéndolas aquí, pues de este modo<br />

vería, bajo otro punto de vista , hechos que ya<br />

sabe ; y juntamente se haría cargo de la manera<br />

con que el gobierno restablecido consideraba sus<br />

deberes.<br />

En landres recibieron favorablemente al Cardenal<br />

Consalvi. Desde esa ciudad dirijió dicho<br />

Eminentísimo una neta á los ministros de las<br />

principales potencias de Europa, con fecha 23 de<br />

junio, en la que esplicaba, con la mayor ostensión,<br />

las reclamaciones de la Santa Sede.<br />

El secretario de Estado de su Santidad, Cardenal Consalvi<br />

, tiene el honor de presentar á V. E. la siguiente nota:<br />

Al tiempo que las grandes potencias, después de haber<br />

finalizado con gloria una difícil y honrosa lucha, restablecen la<br />

lejitimidad de los derechos, devolviendo á príncipes largo tiempo<br />

perseguidos la herencia de sus mayore3, y destruyen las


funestas consecuencias de un sistema incompatible con la justicia<br />

y la tranquilidad publica; su Santidad, penetrado como<br />

lo está del sagrado deber de recobrar en toda su integridad el<br />

patrimonio de la iglesia romana, reclama cuantas provincias y<br />

propiedades se han quitado violentamente á su Sede, y que<br />

aun no se han restituido á su dominio paternal. Cuando Napoleón<br />

en 1806 pidió ala Santa Sede se uniese,con él por medio<br />

de esclusiva y duradera alianza; tratando como amigos ó enemigos,<br />

los amigos ó-enemigos de Francia; y escluyendo de sus<br />

fronteras y puertos las naciones que no se sujetasen á sus leyes<br />

; no titubeó un momento el Padre Santo (aunque amenazado,<br />

si no accedía, á perder su trono y libertad, y el dominio<br />

temporal de la Santa Sede) en desechar una proposición indigna<br />

de su carácter santo, y de su pacifico ministerio, y contrario<br />

á las relaciones de amistad y armonía que á toda costa deseaba<br />

conservar con las demás .potencias de Europa. El haberse<br />

verificado bien pronto las amenazas, no removió tampoco<br />

su firmeza heroica. Arrastrado de cárcel en cárcel, condenado<br />

á privaciones crueles, y á tratamientos indignos, sin preveer<br />

un fin en ellos , permaneció el Padre Santo el mismo , é inalterable<br />

en sus principios:y esta firmeza contribuyó á dirijir la<br />

opinión pública, y á abrir un camino de resistencia contra el<br />

enemigo de la tranquilidad de Europa (1). Penetrando en enero<br />

último (1814) los victoriosos ejércitos de las grandes potencias<br />

aliadas, en el centro de Francia, é invadidos ó amenazados al<br />

mismo tiempo los estados de Italia, sujetos á Napoleón ; imajinó<br />

este contrarestar á dichas tropas en Italia, ó neutralizar í<br />

lo menos, parte de sus operaciones, con la vuelta del Padre<br />

(1) Su eminencia al estender esta nota , no se acordaba, sin duda,<br />

del levantamiento, guerra y revolución de España en aquella época, ver»<br />

dadera maestra de resistencia contra el poderoso soldado.<br />

( Nota del Traductor. )<br />

47


Santo á Roma. En vano trató de hacerle firmar con él un tra­<br />

tado, antes de permitirle volver á sus estados.<br />

" Alejado después por su prisión de los acontecimientos po­<br />

líticos , no conociendo mas que las intenciones jenerosas y<br />

benévolas de los soberanos aliados, anunciadas y recibidas<br />

con gozo por el mundo entero, Su Santidad no dudó de que<br />

seria el instante de su vuelta á los estados suyos , conforme á<br />

sus derecho?, el de entrar en la plena posesión de todos los do­<br />

minios arrancados á la Santa Sede por la revolución francesa<br />

en distintas ocasiones. No preveía de modo alguno ecsistiese<br />

un obstáculo que le pudiera sustraer una parte de ellos, y ha<br />

visto con una sorpresa igual á su dolor, que las provincias<br />

conocidas bajo el nombre de Tres legaciones, que desde tan<br />

antiguo constituyen la parte mas bella de sus estados , no se<br />

cuentan en el número de las que vuelven á su poder. No pu-<br />

diendo ponerse en duda la lejitimidad de los derechos secula­<br />

res del Santo Padre con respteto á las legnciones, no sabe Su<br />

Santidad imajinarsc que puedan ser motivos para privarle de<br />

su propiedad un arreglo preparado , un modo de mirar jene­<br />

ral sobre la posición de Italia, ó las decisiones de un congreso<br />

que debe reunirse; como si los derechos mas sagrados y mejor<br />

reconocidos pudiesen ecsijir una discusión nueva , ó como si<br />

ecsistiese la posibilidad de que Su Santidad pudiese jamás ad­<br />

mitir se dispusiera de los dominios de la Santa Sede , de que<br />

pudo privarle solamente por algunos años una ambición des­<br />

medida. ¿No se aturdirían los pueblos y los soberanos mismos<br />

se llenarían de admiración , tanto como d i temor por la segu­<br />

ridad de sus propios derechos , si viesen que en una ocasión en<br />

que la corrupción de los tiempos ecsije los mas severos ejem­<br />

plos de justicia, en un momento en que con tanta satisfacción<br />

se ha oido proclamar el intento de acomodar ¡os intereses de<br />

Europa, conforme al buen derecho, no se aplica este á los


intereses de la Italia , sino que'se'tos arregla por principios de<br />

Kjótívenienciá y miras políticas 1<br />

? Seguro Su Santidad en la<br />

bondad de su causa no alimentará jamás semejantes temores,<br />

y seguro de los sentimientos de los grandes soberanos aliados,<br />

que oyen hasta la idea de seguir un sistema que acaban de der­<br />

ribar, no duda en obtener prontamente lo que reclama con jus­<br />

ticia."<br />

En vano se citaría'el tratado de Tolentino, respecto á las<br />

tres Legaciones. Nada hay mas fácil de probar, que este tra­<br />

tado , fruto de la mas inicua agresión, se impuso por un ene­<br />

migo poderosísimo , á un principe sumamente débil, casi' i la<br />

puertas de su capital: que "ningún estado de guerra' habia<br />

precedido á este asi dicho tratado de paz; como dan fe todas<br />

las publicaciones hechas por Pío VI en esta época 1<br />

; que este<br />

mismo Pontífice protestó cuanto le fue posible'cóntra el tratado:'<br />

que el Soberauo Pontífice en la actualidad reinante, renovó<br />

dichas protestas tan luego como ocupó la Santa Sede, y en<br />

mil ocasiones posteriores: que no impidieron otros tratados<br />

semejantes, que soberanos aliados rehabilitasen á diversos<br />

príncipes en la plena posesión de sus estados; ó en vez de esto,<br />

les indemnizasen : que diferentes grandes soberanos, reclaman<br />

ahora provincias cedidas* por tratados formales. Muy fácil era<br />

todaVia añadir otros mil motivos ; pero qué necesidad hay<br />

cuando basta un solo argumento para echar todo ésto por tier­<br />

ra'?' El mismo gobierno francés que obligo á Pió VI á firmar<br />

el tratado en Tolentino , le anuló, meses después, por un<br />

decreto solemne', declarándole cancelado, y abrogado, y como<br />

no verificado , para poder así apoderarse de todos los Estados<br />

de la Santa Sede; como en efecto sucedió, invadiendo á Roma^<br />

y destronando (detrónisaiit) al mismo Pontífice con quien<br />

se habia celebrado el tratado, y llevándole a Francia, en don­<br />

de murió cautivó. Error manifiesto és, pues , el creer que


Francia haya poseido en estos últimos años las tres Legaciones,<br />

en virtud del tratado de Tolentino que ya no ecsistía. Dominabalas<br />

sí como el resto de los Estados pontificios , mas solo por<br />

la ley del mas fuerte, y por la preponderancia de sus armas.<br />

Siendo esto indudable , mal podría disponerse de las tre s<br />

Legaciones, como parte de las posesiones francesas en virtud<br />

de dicho tratado, mucho mas cuando la misma Francia no aduce<br />

ningún título legal. Solo Su Santidad puede , pues , reclamar,<br />

y reclama aqui sus tres Legaciones por los mismos títulos<br />

indestructibles , que le dan derecho á recobrar la totalidad de<br />

sus Estados.<br />

" El Santo Padre recurre á los mismos sagrados derechos,<br />

que tiene derecho de alegar respecto de Aviñon y del condado<br />

Venesino, provincias de que un acto revolucionario privó á la<br />

Santa Sede y que compró á dinero contante el Papa Clemente<br />

VI. ¿Con cuanta aplicación personal no habrá sabido Su Santidad,<br />

que el artículo 3 del tratado de Paris de 30 de mayo, asegura<br />

la posesión de ellas á Francia por motivo según se dice'<br />

de redondearla, ú otras conveniencias, que deben suponer á lo<br />

menos que hay compensaciones ? Su Santidad no puede menos<br />

de estar penosamente sentido de ver este modo de disponer<br />

de sus antiguos dominios sin dejarle siquiera una reserva<br />

á su favor, y el infrascrito no puede menos de diríjir en nombre<br />

de Su Santidad sus protestas á las altas potencias aliadas,<br />

y hacer las reclamaciones mas formales contra el artículo 3 de<br />

tratado de Paris."<br />

Si alguna cosa pudiese aun hacer mayor impresión en el<br />

ánimo de Su Santidad que el contenido del artículo mencionado<br />

; sería sin duda la ocupación de la marca do Ancona, por<br />

las tropas y administraciones napolitanas. Conmovido vivamente<br />

Su Santidad , aunque absteniéndose aquí de manifestar<br />

todo el lleno de su admiración; no dejará de observar que


no puede justificarse semejante ocupación , de una propiedad<br />

de la Santa Sede • aun considerándola como cosa pasajera; pues<br />

es demasiado onerosa para sus fieles subditos , y perjudicialísLraa<br />

á su tesorería: por lo mismo, reclama el Padre Santo coa<br />

instancia una pronta restitución. Reclama también el infrascripto<br />

, de parte de Su Santidad, el ducado de Benevento , la<br />

ciudad de Ponte-Corvo y su territorio, esperando que se les<br />

restituyan. Recordarán los soberanos las protestas que dirijió*<br />

la Santa Sede sobre este asunto, cuando se le arrebataron<br />

estos paises por Napoleón , aunque bajo protesta de una compensación.<br />

Ya no habría mas que mencionar el ducado de Par'<br />

ma y Piacenza. Saben las grandes potencias que nunca reconoció<br />

la Santa Sede, como soberano del ducado, los principes<br />

que le gobernaron, y que ni siquiera Íes dio el título, al<br />

tiempo de renovar anualmente su protesta el dia de S. Pedro-<br />

Con mayor motivo, pues, noticioso del tratado de Fontainebleatt<br />

(11 de abril de este año de 1814), debe protestar Su Santidadcontra<br />

toda nueva dinastía que quisiere entablar pretensiones<br />

sobre estos dominios de la iglesia. Y no por una inclinación á<br />

dominar (el Padre Santo ha dado pruebas suficientes de lo<br />

contrario), se reclama ahora la reintegración de la Santa Sede<br />

en la totalidad de sus posesiones: sino por la obligación estricta<br />

en que está el Padre Santo de reclamarlos, como administrador<br />

del patrimonio de S. Pedro, y por tener solemnementejurado<br />

el conservarlos, defenderlos y recobrarlos. Oblígale<br />

también á hacerlo la precisión que tiene de sostener su dignidad<br />

con decencia, y de subvenir á los grandes gastos que, comotodo<br />

el mundo sabe , están anejos, tanto para el servicio de<br />

los fieles, como para el bien de la relijion. Perdidos par la mayor<br />

parte ios demás medios de cubrirlos, no puede el Padre-<br />

Santo descuidar los recursos que le proporciona el conservar<br />

la totalidad de sus propiedades en virtud de incontestables y


antiquísimos derechos. Al terminar esta nota, ruega á V. E. el<br />

Cardenal Consalvi, se sirva presentarla á su augusto soberano,<br />

lo mas pronto posible. No duda Su Santidad que su contenido<br />

escitará en la alma noble y justa de S. M. todo el interés que<br />

se merecen la bondad de la causa, y los padecimientos que por<br />

ella ha conllevado el Padre Santo. El infrascripto Cardenal<br />

aprovecha esta ocasión para asegurar á V. E. su alta consideración.<br />

H. CARD. CONSALVI.


CAPITULO VEINTE Y OCHO.<br />

NAPOLEÓN EN PORTO-FERRAJO.—RESTABLECIMIENTO DE<br />

LOS 'JESUÍTAS.—-FIESTA DE SAN LUIS EN ROMA.—<br />

LUCIANO BOWAPARTE.— ALOCUCIÓN DEL 26 DE SE­<br />

TIEMBRE. — RESPUESTA DEL CARDENAL PACCA. —<br />

CARTA DEL CARDENAL FESCH.— CARTA DEL PAPA<br />

A LUIS; XVIII.<br />

Entretanto que Napoleón residía en Porto-Ferrajo.<br />

Seria impropio , que el historiador<br />

del virtuoso Pió VII, que un francés hablase<br />

con un sentimiento de injusticia de<br />

aquel á quien la fortuna precipitó de la cima<br />

de tantas -grandezas á situación tan humillada,,<br />

aunque pareciese que dulcificaba su desgracia la<br />

sombra de soberanía qué le dejaron. Napoleón»<br />

era el mayor de los guerreros, el mas. hábil jeneral<br />

que se-ha visto- en los tiempos modernos: bajo<br />

este aspecto su gloria es completa. Reasumía<br />

en sí los talentos dé Gustabo Adolfo, de Turena,<br />

dé Eujenio , de Marlborough, de Federico* II:


376 -<br />

era bajo este aspecto y será la gloria perpetua<br />

de Francia; pero aun tenia otros méritos dignos<br />

de alabanza.<br />

11<br />

En la administración de la hacienda, dice el autor de las<br />

opiniones de Napoleón pag. 231, es el ramo en que su vijilancia<br />

y su espíritu de orden han brillado mas. Bajo su gobierno<br />

no se ha sabido lo que era ni déficit ni empréstito. A todas<br />

las necesidades proveía con los impuestos ordinarios y con las<br />

contribuciones ecsijidas á los paises conquistados. La guerra se<br />

alimentaba con la guerra. No tenia que temer dependiese el<br />

huen suceso de sus empresas de la voluntad de los capitalistas<br />

y banqueros. Estos no le hubieran prestado, ademas, sino á<br />

condiciones muy onerosas porque el vicio del sistema de empréstitos<br />

consiste en que los gobiernos encuentran capitalistas<br />

en tiempo de paz, cuando no deben tomar á préstamo, y no<br />

los encuentran nunca en tiempo de guerra , que es cuando serian<br />

lejitimos los empréstitos."<br />

Napoleón sabia escojcr sus ministros en este<br />

ramo, y con razón decia que todas las potencias<br />

le envidiaban su sistema de contribuciones. Era<br />

un administrador de miras elevadas , y sabia ec-<br />

sijír la rectitud y probidad, que por sí mis­<br />

mas restablecen el orden , en donde se encuentra<br />

mas comprometido. No citaremos sus demás opi­<br />

niones tan profundamente sabias en moral , en<br />

política, en gobierno civil : pero diremos en qué<br />

consistía que Napoleón tan intelijente, lleno de<br />

tanta penetración, conociendo que ocupaba la<br />

Sede apostólica un verdadero santo , sin 'políti-


ea, relijioso y candido, vertió tanta hiél en la<br />

vida de este Pontífice ? ¿ En qué consistia que<br />

asi se preocupó acerca del poder incierto de la espada<br />

? ! Ah ¡ la mejor templada no se recela muchas<br />

veces de encontrar con la paja que la rompe<br />

(1). Los altos destinos iban á cumplirse: la primera<br />

cadena de pruebas iba llegando á su término:<br />

la Francia llamó á su seno al hermano de<br />

aquel, á quien un corto número de perversos y viles<br />

habia degollado.<br />

Todo lo que se referia en Roma de los discursos<br />

de Napoleón en Porto-Ferrajo era brillante en<br />

rasgos de injenio, de viveza, de agudas verdades,<br />

y en cnanto á las intrigas y corespondencia con<br />

Joaquín , las revelaciones eran aparentes. Parecía<br />

qne dominaba en ellas una convicción, un partido<br />

tomado ya, un falso deseo de no dejarse mas llevar<br />

de los disgustos y asuntos del mundo.<br />

El Cardenal Pacca obtuvo por este tiempo el<br />

restablecimiento de los jesuítas. La bula tiene la<br />

( 1 ) Citaremos aquí las sublimes palabras que Mr. Lacordaire diri-<br />

jia á sus oyentes en su quinta conferencia. "Cuando Breno, vuestro abue­<br />

lo, al píe del Capitolio echó su espada en la balanza, pesaba entonces la<br />

fuerza en los destinos dal mundo; pero después que la sangre de Jesucris­<br />

to cayó en esa misma balanza, ningún peso puede contrabalancear el suyo y<br />

cuando el último de lo s Césares quisos, hace alguno años, echar también S U<br />

espada, la retiro hecha pedazos.


fecha de 7 de agosto , y se solicitó su publicación<br />

por parte de la Rusia.<br />

El dia 2o de agosto celebró el embajador<br />

francés la fiesta de San Luis, y dio, un gran con­<br />

vite en la Vilki Medid, al cual invitó al Carde­<br />

nal Fesch; atención que pareció dictada por un<br />

espíritu de cordialidad y olvido.<br />

El 2 de setiembre Luciano Bonaparte prestó<br />

juramento de fidelidad á la Santa Sede en ma­<br />

nos del Cardenal Pacca por el feudo de Canino,<br />

erijido para el en principado.<br />

El 12 de este mes recibí una carta de Mr.<br />

Radet, recordando su petición. Ponia á disposi­<br />

ción de la embajada su tierra de San Pastor, que.<br />

ya habian recobrado los Dominicos, y al anunciár­<br />

selo así, no hubo necesidad de hablarle de la sor­<br />

presa que causó su proposición.<br />

Se esperaba con impaciencia la primer alocu­<br />

ción del Papa. Estas alocuciones son la verdade­<br />

ra historia del pontificado de Pío VIL Sabido era<br />

que trabajaba él mismo en estas memorias reli-<br />

jiosas presentadas al sacro colejio. Reunidos los<br />

Cardenales el 2C> de setiembre , Pió VII les habló<br />

en estos términos:<br />

"VENERABLES HERMANOS.<br />

''Por fin lució el deseado dia en que nos e3 permitido el gozar<br />

de nuevo de vuestra presencia. La primer vez que entra-


mos en esta sagrada sala, en que os hallabais reunidos-, á invitación<br />

nuestra, nos ocupó el júbilo de modo que apenas pudimos<br />

contener las lágrimas. ¡Pasó, pues, el tiempo amargo de<br />

la calamidad! Tras tantos revesesal volver á la silla apostólica,<br />

hemos recobrado el timón déla iglesia con seguridad y dignidad.<br />

Y he aqui que vosotros que fuisteis despareídos , y que<br />

tan dolorosos trabajos sufristeis , os reunís ahora á mi rededor<br />

prontos á ayudarnos y aconsejamos con libertad é intrepidez,,<br />

* para reparar las ruinas de la iglesia. Bórrese, pues, el recuerdo<br />

de los males que nos han afluido, ya que nos es dable que<br />

se aparte de nuestro ánimo la memoria de los desastres espantosos<br />

de la iglesia, sobre la que no parece sino que el príncipe<br />

de las tinieblas vomitó toda su rabia."<br />

Refiere el Papa con sencillez y enternecimiento<br />

las muestras de piedad de que fue testigo cuan^<br />

do se le coadujo por medio de las provincias de<br />

Italia y de las Galias. Manifiesta que de buena<br />

gana regraciaría cada ciudad, pueblo y aldea en<br />

particular (1), si la brevedad de su dircurso lo permitiese<br />

; pero que no podia callar el proceder de<br />

los jenoveses, milaneses y piamonteses, que á<br />

las claras, cuando se les dejaba, y ocultamente<br />

cuando se les prohibía , iban á Savona á dar al<br />

Pontífice cuantas pruebas de ternura, de amor y<br />

jenerosidad eran imaginables. Aseguró que los<br />

(1) Monseñor Testa, que (sea dicho de paso) , es .uno délos mejores<br />

latinos de Roma, asegura


desvelos de las matronas mas notables de Fran­<br />

cia le hicieron olvidar su cautiverio y padeci­<br />

mientos.<br />

"Dios ha permitido que fuésemos espectador y testigo de<br />

tantas virtudes." ¿De dónde creiaÍ3 que pudiera descender la<br />

tranquilidad de nuestra alma , ó mas bien aquel júbilo que nos<br />

regocijaba en medio de las privaciones del destierro , de las pri­<br />

siones , si no es de la celestial misericordia que nos sostenía<br />

prodigándonos consuelos á cada tribulación? ¿Quién ha escita­<br />

do los jenerosos corazones de los españoles para que toman­<br />

do de improviso las armas, atacaran á un enemigo que ocupa­<br />

ba ya sus plazas y ciudadelas, y lo rechazaran al otro lado de<br />

sus fronteras, después de sangrientos combates? ¿Quién dis«<br />

puso, arregló, aceleró una confederación entre las soberanas<br />

potencias, una conclusión tan deseada en guerras tan terribles<br />

y la ruina del hombre mas enaltecido (elatisimi hominis), sino<br />

es el mismo Dios de los ejércitos?<br />

Dio gracias á la Virjen el Santo Padre, á los<br />

apóstoles Pedro y Pablo que lo asistieron en sus<br />

amarguras, y á los mártires Silverio y Martin sus<br />

predecesores en la cátedra de Roma , cuyo valor<br />

reanimó el suyo. Silverio perseguido por las ór­<br />

denes de Teodora, esposa de Justiniano, fue con­<br />

denado á morir de hambre en la isla de Elba en<br />

588, y Martin arrebatado de Roma por orden del<br />

emperador Constancio II, fue conducido á Cons-<br />

tantinopla, paseado por las calles con un dogal al<br />

cuello, y para que el populacho conociese que es­<br />

taba condenado á muerte encadenado con el ver-


dugo. Esta alocución escitó una conmoción jeneral.<br />

Cuidando siempre Mr. Pressigny de hacer<br />

amado al Rey, y de no dar motivo á que se calumniase<br />

á la embajada, rogó al cardenal Pacca<br />

le diese una respuesta escrita relativa á Mr. Radet.<br />

El cardenal le respondió:<br />

"El cardenal Camarlengo de la Santa iglesia, y prosecretario<br />

de Estado , lia recibido la carta del jeneral Mr. Radet,<br />

que le ha trasmitido V. E.para que la presente á Su Santidad»<br />

Conoce demasiado el infrascrito la delicadeza del Padre San •<br />

to; y esta es la razón porque tiene repugnancia invencible á<br />

ponerle á la vista cartas capaces de recordar á su soberano<br />

aquellos sucesos que á pesar de su virtud heroica pueden atormentar<br />

en cierto modo su sensibilidad: si bien hallará siempre<br />

un verdadero placer en presentarle aquellas comunicaciones<br />

que le recuerden las pruebas de adhesión y ternura que le<br />

tiene dadas la jenerosa nación francesa en el tiempo de su calamidad.<br />

El infrascrito Cardenal que tendrá viva satisfacción<br />

ea prestarse á cualquier otro deseo de S. E. reverendísima,<br />

tiene el honor de renovarle la seguridad de su mas distinguida<br />

consideración.<br />

"B. CARO. PACCA."<br />

Este fue el fin de un negocio, en el que todos<br />

cumplieron con su deber; y en el que algunos<br />

quizá hicieron mas de á lo que eran obligados.—<br />

No tardó en presentarse otra circunstancia.<br />

Escribió el Cardenal Fesch al rey de Francia<br />

el 12 de diciembre con motivo de las felicita-


ciernes de las próesimas fiestas la siguiente carta:<br />

SEÑOR:<br />

"Dios es todo : todo poder emana de su voluntad : 61 es el<br />

dueño absoluto de deshacer ó levantar los tronos, así como de<br />

repartir entre sus criaturas las chozas y lis palacios, los talen­<br />

tos y las virtudes. Acostumbrado yo á meditar en estas verda­<br />

des , no me sorprende que el deber me imponga el ofrecimiento<br />

que hago á V. M. de mis votos y deseos con motivo de las<br />

próximas fiestas de Navidad: ellos son sencillos, verdaderos y<br />

sinceros. Qae la voluntad de Dios ¿e cumpla en la persona de<br />

V. M. sobre su familia y sobre la Francia. Dios es el mejor de<br />

los padres ? Se puede desear una felicidad mayor que la de ha­<br />

cer su voluntad?<br />

"Soy con el mayor respeto de V. M. muy humilde y muy<br />

obediente servidor.<br />

EL CARDENAL FESCH."<br />

El Cardenal Arzobispo de León debió escribir<br />

al rey de Francia; asi es que le dirijió esa car­<br />

ta. En Paris creyeron que no era necesario<br />

responder, que era ofender á todos los Carde­<br />

nales por mortificará uno solo. No respondieron,<br />

pues, y fue mal hecho. Se creia que el Papa<br />

rompería con el Arzobispo; lo que seria establecer<br />

en principio que el Obispo que desagradase dejaba<br />

de serlo; pero Roma que habia escapado de la<br />

tempestad , no quería romper en los escollos. Era<br />

mas sabia que aquellos miembros del consejo del<br />

rey, que después de haber servido y amado al


gobierno precedente , creían aumentar el precio<br />

de un nuevo afecto con consejos de un celo ecsa-<br />

jerado.<br />

Se habia entablado una activa correspondencia<br />

con el Austria, respecto á las legaciones , que<br />

ocupadas continuaban en nombre del emperador<br />

Francisco I. Así es que la esperanza se fundaba<br />

únicamente en el congreso de Viena.<br />

El último dia del año 1814 escribió el Papa<br />

al rey de Francia:<br />

"CARÍSIMO HIJO EN JESUCRISTO, SALUD Y BENDICIÓN"<br />

APOSTÓLICA.<br />

" V. M. ha tenido á bien mandar que se nos presente por<br />

su embajador una memoria relativa al aumento de sillas arzo­<br />

bispales, y epicospales, y nos ha sido infinitamente apreciable<br />

de parte de V. M. este rasgo de confianza, al que creemos responder<br />

por la nuestra, manifestando sin reserva nuestros sentimientos.<br />

Hemos mostrado toda la dilijencia conveniente para<br />

favorecer los deseos de V. M., y allanar el camino, mediante<br />

muchos proyectos comunicados por un comisario nuestro ;í vues­<br />

tro embajador; y por otra parte también nos hemos abstenido<br />

de insistir ulteriormente sobre la dotación cu bienes raices para<br />

las iglesias , como los cánones prescriben. Hemos tenido<br />

consideración á las circunstancias , dando fé á las seguridades<br />

que verbalínente no? han dado á nombre de V. M. Nada se<br />

perdonará para apresurar el termino de este negocio.<br />

" Escitado por el celo de nuestro deber apostólico , no podemos<br />

dispensarnos de recordar á V. M. IGS deseos y sentimientos<br />

que espusimos en una nota dirigida á vuestro embajador<br />

el 15 de noviembre : los males de la iglesia de Vrancia son<br />

todavía grandes y esperan un pronto remedio aplicado por laí


•manos bienhechoras de V. M. Le deben ser bastante conocidos<br />

para que hagamos detalle de ellos , y solamante diremos<br />

en pocas palabras, que la relijion de V. M. no debe permitir<br />

por mas tiempo que permanezcan en vigor tantas disposiciones<br />

contrarias ala libre autoridad de la iglesia, opuestas á los principios<br />

indestructibles de la doctrina católica y particularmente<br />

las leyes relativas al divorcio. Estamos persuadidos de que<br />

V. M., precisado á tolerarlas dolorosamente hasta ahora, no<br />

tardará como piadoso hijo primojénito de la iglesia , en dar á<br />

conocer las saludables y permanentes resoluciones de esta ; y<br />

Dios, que por uno de sus mas brillantes prodijios lia conducido<br />

á V. M. sentándole sobre el trono de sus antepasadcs, quiere<br />

que V. M. se sirva del poder que tiene para favorecer la<br />

relijion, que es la base mas sólida de todos los imperios.<br />

" Esperamos de V. M. grandes cosas : la iglesia toda<br />

entéralas espera también y no saldrá fallida esta esperan,'<br />

za. La fundamos en las notables virtudes de V. M. y le<br />

aseguramos que le dará el Altísimo una amplia recompensa.<br />

Contad , sire, sin reserva, con el deseo impaciente que tenemos<br />

de mostraros hasta el convencimiento, nuestras particulares<br />

y tierna» atenciones, y nuestra paternal y tierna predilección,<br />

en prenda de la cual concedemos afectuosísimamente á<br />

V. M. y á toda su real familia bendición apostólica.<br />

"Dada en Roma, en Santa MarialaMayor á 31 de diciembre<br />

del año 1814-, el décimo quinto de nuastro pontificado.<br />

(I) Mr. de Fontanes se valió de las mismas palabras, en su oda so­<br />

bre la cautividad de Pió VII, que tuvo valor para leerá Napoleón. Mr.<br />

Roger, de la academia francesa, y literato de un gusto purísimo, leyó<br />

esta oda, y aseguró que tenía versos magníficos. Si se publicase, como<br />

era de desear, siu duda se traduciría en todos los paises que reconocen la<br />

unidad católica.<br />

" Firmado P1US PP. VII. M


Mr. de Pressigni envió esta carta á Paris<br />

con el proceso verbal del restablecimiento de la<br />

ceremonia y fiesta de Santa Lucía, celebrada en<br />

San Juan de Letran en honra de Henrique IV, de<br />

la cual hemos hablado anteriormente.


CAPITULO VEINTE Y NUEVE.<br />

SE ENVÍAN ESTE ANO LOS cutios BENDITOS DE LA CAN­<br />

DELARIA A LA FAMILIA REAL DE FBANCIA. NAPO­<br />

LEÓN SALE DE LA ISLA DE ELBA. PARTE EL PAPA<br />

PARA JENOVA.—Su PREDICCIÓN.—CARTAS DE MR. DE<br />

CAULAINCOURT AL CARDENAL PACCA, Y DE NAPOLEÓN<br />

AL PONTÍFICE.—VUELVE A ROMA EL PAPA—RECO­<br />

BRA LAS LEGACIONES.—FELICITANSE MUTUAMENTE SU<br />

SANTIDAD Y EL REY DE FRANCIA.—CANOVA VUELVE<br />

A PARÍS.<br />

Vuelto el Pontífice ú su palacio Quirinal se<br />

entregó á sus hábitos pacíficos: recibió los testi-<br />

timonios de respeto y admiración de todos los<br />

príncipes de Europa; esperando que su fiel Con­<br />

salvi regresase de Viena donde estaba para pe­<br />

dir la propiedad del principado sagrado como<br />

Bossuet llama á los bienes de la iglesia ; enta­<br />

bló con Joaquín que era dueño de Ñapóles y de<br />

Ancona, prudentes relaciones. A todas las partes<br />

del universo envió celosos misioneros; mandóse<br />

fundasen en Italia conventos de hermanas de cari-


dad cpino eu Francia.;, dotó esfcableeimienifcos pia­<br />

dosos 63 los. Estados Uiiidios; reorganizó las leyes<br />

de su pa.is.;- recompensó los vasallos fieles; perdo­<br />

nó á los que fueron víctimas del error; indemnizó<br />

á los pueblos que sufrieron las esacciones de la<br />

guerra, y continuó hermoseando á Roma; Po&fcifi-<br />

ee y soberano á todas partes alcanzaba con sus<br />

miradas de padre y de dueño.,Después que tan­<br />

tos trabajos tomaban su curso, regular, dormía<br />

el Santo Padre en paz en su lecho sin cielo ni<br />

colgaduras: sencillo siempre, modesto y humilde<br />

entre las magnificencias, con que su palacio se ha­<br />

bía enriquecido; porque él encontró una habi­<br />

tación preparada para el dueño de Italia, un pa­<br />

lacio brillante todo de oro, de pinturas y de esquí-<br />

sita elegancia, allí donde había dejado los mue­<br />

bles modestos de los antiguos Pontífices, Pío VII<br />

daba gracias á. la Providencia de estos beneficios,<br />

á los que muy pronto iban á seguirse nuevas des­<br />

gracias,.<br />

Al empezarse el año de 181o, tuve ór$en (Je<br />

dar una lista espresiva de los nombres, edad<br />

y categoría de los principies de la familia real<br />

de Franciaa. los cuales según eí uso antiguo<br />

debía el Papa enviar cirios benditos el dia


hachas fueron entregadas al embajador con la es-<br />

presion de los votos del Papa por la felicidad de<br />

los príncipes, felicidad que iba á turbarse.<br />

Habia pedido Joaquín se le diese en Roma la<br />

investidura de su reino. Habia propuesto resta­<br />

blecer los antiguos usos , pagar el tributo y ser<br />

en cierto modo un feudatario mas complaciente<br />

que lo habia sido Fernando en los últimos años<br />

del siglo anterior; pero de pronto su gabinete<br />

cambió de tono. Varias cartas de Ancona anun­<br />

ciaron al Cardenal Pacca que el rey Murat se di-<br />

rijia a dicha ciudad para sublevar al pueblo ita­<br />

liano en favor de la independencia de Italia, y<br />

que seria él mismo motor y jefe de esta indepen­<br />

dencia.<br />

El 26 de febrero dejó Bonaparte la isla de El­<br />

ba á las ocho de la noche, habiendo embarcado á<br />

las cuatro su tropa que se compondría de mil<br />

hombres poco mas ó menos , y al dia siguiente,<br />

por la mañana se le vio pasar por Capraia. Mr.<br />

Campbell, comisario inglés, encargado de viji-<br />

lar los movimientos de Napoleón, se encontraba<br />

en Liorna, y no llegó á la isla sino cuatro ho­<br />

ras después de la partida. Porto-Ferrajo bien for­<br />

tificado estaba defendido por dos oficiales llama­<br />

dos Lapi, y la guarnición se componía de cua­<br />

renta granaderos y un batallón de movilizados


naturales de la isla de unos ochocientos hombres.<br />

A semejante nueva quedó la ciudad de Roma<br />

como sobrecojida de una desolación jeneral. Sú­<br />

pose también que madama Elisa, gobernadora je­<br />

neral que fue de Toscana , habia dicho en Bolo­<br />

nia : " Bonaparte ha entrado en Francia ; si lo<br />

prendiesen , trataremos aquí de tener al Papa en<br />

rehenes; " y al mismo tiempo el rey Joaquín pe­<br />

dia oficialmente el paso de sus tropas compuestas<br />

de doce mil hombres. Rehusó el Papa darle auto­<br />

rización alguna y se decidió á huir de Roma.<br />

Partió el 22 de marzo cuando supo que ha*<br />

bian entrado en Tarracina los napolitanos, anun­<br />

ciando su salida á todo el cuerpo diplomático-<br />

que se decidió á seguirle á Jénova.<br />

Debia gobernar en Roma una junta compues­<br />

ta del Cardenal La Somaglia , y de los Prelado*<br />

Riganti, Justiniani, y Rivaróla. Llegado el Papa<br />

íi Liorna envió á pedir al comandante déla fra­<br />

gata inglesa Abouklr (1) le condujese a Jénova*<br />

el comandante respondió que su buque tenia or­<br />

den de trasportar las mercaderías de los subditos<br />

(1) Tomó e] sombre este buque del combate naval que el 1.° de<br />

agosto de 1798 ganaron los ingleses capitaneados por Nelson destruyendo-<br />

la armada francesa en 1« célebre bahía de Aboukir. Nelson murió des*<br />

pues gloriosamente en Trafalgar & manos de loa españoles.<br />

( Sota del Traductor.)


de S. M. británica. Continuó el Papa su camino<br />

hasta el golfo de la Spezzia , donde se embarcó<br />

para llegar mas pronto a Jénova , pero habiéndose<br />

marcado uno de su comitiva , aunque el Papa<br />

no lo estaba , resolvió continuar su viaje por tierra<br />

(1). Cuando alli dio audiencia al embajador<br />

ranees , (lijóle el Pontífice:<br />

"Signor ainbasciatore, non dubbitate di nien-<br />

te; qiiasto b un temporale che durcra tre mexi."<br />

Habiéndose equivocado solo en diez «lias.<br />

Entretanto pasaban en Francia acontecimientos<br />

que ninguna comprensión humana hubiera<br />

podido proveer. Napoleón el 20 de marzo habia<br />

entrado en Paris Por el orden y método<br />

que nos hemos prescrito nosotros mismos, no debemos<br />

«lar cuenta mas que de aquello que concierne<br />

y se liga a los intereses del gobierno romano.<br />

Asi, pnc*, Mr. de Caulaincourt, ministro de relaciones<br />

esteriores de Napoleón, escribió al Cardenal<br />

Pacca con fecha de 4 abril:<br />

(1) Siguieron al Papa en su Tuga muchos Cardenales, siguióle<br />

también nuestro antiguo rey Carlos TV , su mujer, y Godoy , y otra»<br />

personas de cuenta. Era justamente entonces tiempo de la semana santa y<br />

:»Ufrrn:ii;Ki.'ii.l-.) las divinas ceremonias huyeron los sacerdotes: quedó<br />

Roía* deserta y en su estado, según la frase de Peono (*•>. I.XTI», histo­<br />

riador contemporáneo, acreictvapitia.<br />

(b'otadti'lraduttor.)


^No se ha cumplido la esperanza que concibió S- M. el em­<br />

perador , mi'augusto soberano: y Francia no ha sacado utili-<br />

dad alguna del sacrificio de su monarca. Tras algunos meses<br />

de penosa ansiedad, el emperador ha aparecido: ha caído el tro­<br />

no real, y la familia de los Borbones ha dejado nuestro terri­<br />

torio , sin haberse vertido cu su defensa una sola gota de san­<br />

gre. S. M. I. ha atravesado la Francia, en brazos de su pue­<br />

blo, desde la punta de cóSta fen qué, desembarcando , pisó su<br />

suelo hasta el centro de bu capital, y hasta su mismo palacio»<br />

Heno aun, como todos los pechos franceses, de nuestros mas<br />

queridos recuerdos. Nada se ha opuesto a la marcha triunfal<br />

de S. M. y desde que pisó el suelo francés, recobró las rien­<br />

das del gobierno. No parece que ha habido interrupción en su<br />

primer reinado, y cuanto, hay de j eneros o y liberal se ha reu­<br />

nido á su rededor. Nunca nación alguna presento un espectá­<br />

culo mas solemne de unanimidad. El ruido de éstos sucesos ha­<br />

brá llegado hasta vos, señor Cardenal; y yo soy él encargado<br />

de anunciároslo ahora en nombre del emperador , y de rogaros<br />

elevéis esta declaración á conocimiento de Su Santidad. Este<br />

segundo advenimiento del emperador al trono de Francia es uno<br />

de sus mayores triunfos : y S. M. se complace sobre todo e&<br />

que únicamente le debe al amor del pueblo francés. Un solo<br />

deseo es el de S. M. pagar este señalado afectó de los france­<br />

ses, no con los trófedis de una grandeza estéril, sino con los be­<br />

neficios de una paz honrosa y de una apacible tranquilidad. Los<br />

deseos del emperador se dirijen ala duración de la paz; dispues­<br />

to á respetar los derechos de las demás nacioftes, tiene S. M.<br />

Ja agradable satisfacción de que sean invulnerables les de ta<br />

nación fratitíésa. Sú primero y predilecto deber es la conserva­<br />

ción de este precioso depósito. Asegurado está por largo tiem­<br />

po él reposo del mundo, si cómo S.M/se aplican los demás so-


eranos á hacer consistir el honor en mantener la paz, poniéndola<br />

bajo la salvaguardia del honor. Tales, Señor Cardenal,<br />

son I03 sentimientos que animan á S. M. y de los que me manda<br />

ser el intérprete cerca de vuestro gabinete.<br />

Tengo el honor, Señor Cardenal, de ser humildísimo y<br />

obedientísimo servidor de vuestra Eminencia.<br />

"CAULAINCOURT, duque de Vicenza."<br />

He aqui una carta que Mr. de Caulaincourt<br />

escribió con la misma fecha al Cardenal.<br />

"SEÑOR CARDENAL.<br />

El emperador ha querido cespresar directamente á Su<br />

Santidad los sentimientos que le animan , y darle á conocer<br />

cuanto valor cifra en el mantenimiento de la ptz, que felizmente<br />

ecsiste entre ambos países. Me ha encargado por consiguiente,<br />

Señor Cardenal, dirijiros la carta adjunta, y rogar á Vuestra<br />

Eminencia la presente á Su Santidad.<br />

"Tengo el honoi &c« &C &c."<br />

Ahora trascribiremos la carta de Napoleón<br />

al Papa fecha 4 de abril.<br />

" SANTÍSIMO PADRE:<br />

" Habréis sabido ya como en el curso del mes último se<br />

ha verificado mi regreso ú las costas de Francia, mi entrada eu<br />

Paris, y la retirada de la familia de los Borbones. El móvil natural<br />

de estos acontecimientos debe ya ser conocido, también,<br />

de vuestra Santidad: ellos son la obra de un poder irresistible,<br />

el efecto de la voluntad unánime de una gran nación , que conoce<br />

sus deberes y derechos. La dinastía que la fuerza habia<br />

vuelto al pueblo francés, no habia nacido para él: los<br />

Borbones no han querido asociarse ni á los seutimientos ni á las


costumbres de Francia, y ha debido e ¡ta separarse de ellos:<br />

llamaba su vos á un libertador, porque habia sido engañada la<br />

creencia que á mí me decidió al mas grande de todos los sacrifi­<br />

cios. Yo he venido, y desde el punto que pisé el suelo francés, el<br />

amor de mis pueblos me condujo hasta el centro de mi capital. Et<br />

primer voto de mi corazón es querer pagar tanto afecto con<br />

mantener una tranquilidad honrosa- El restablecimiento del<br />

trono imperial era necesario para la felicidad de Francia; mi<br />

mas dulce pensamiento es el de hacerlo también y al mismo<br />

tiempo, útil á la seguridad de Europa: gloria bastante ha ilustra*<br />

do ya, alternativamente, las banderas de distintas naciones. La?<br />

vicisitudes de la fortuna han hecho se sucedan á los grandes<br />

sucesos, reveses tan grandes, y una arena mas noble y bella se<br />

abre hoy á ios soberanos, y el primero soy yo, que descienden á<br />

ella. Después de haber presentado al mundo el espectáculo de<br />

grandes combates , mas dulce será no conocer otra rivalidad<br />

en adelante que la de procurar las ventajas de la paz, ni otra<br />

kicha que la lucha santa de hacer la felicidad de los pueblos.<br />

Francia se complace en proclamar coa franqueza este noble<br />

objeto de todos sus votos: celosa de bu independencia, el prin -<br />

cipio invariable de su política sera el respeto mas absoluto á<br />

la independencia de las otras naciones. Si tales son los senti­<br />

mientos personales de Vuestra Beatitud, como dichosamente<br />

con ño, la quietud jeneral por largo tiempo queda asegurada»<br />

y bastará la justicia sola, sentada en los lindes de los di­<br />

versos estados, para guardar sus fronteras. Suplico á Vuestra<br />

Beatitud que crea me encontrará siempre pronto í darle prue­<br />

bas del respeto filial con que soy, Santisirao Padre, su muy<br />

¿evoto hijo.<br />

"NAPOLEÓN."<br />

No llegaron á su destino I03 orij males de


estas cartas y si algunas copias salieron de Fran­<br />

cia, lo cierto es que la corte romana no dio es­<br />

pecie alguna de respuesta. Al mismo tiempo fue<br />

acreditado el Cardenal Fesch, como ministro de<br />

Napoleón en la corte de Roma, señalándole una<br />

dotación de 200,000 francos.<br />

El Cardenal debia declarar, que el empera­<br />

dor no tenia ninguna mira sobre lo temporal del<br />

Papa; que asi no cesistia ya motivo alguno de<br />

discusión entre el gobierno francés y aquella<br />

corte ; que en cuanto á lo espiritual se atenía á<br />

la bula do Savona, porque el clero francés la<br />

miraba como importante; pero que por el mo­<br />

mento el emperador se abstenía de ocuparse en<br />

asuntos eclesiásticos , y que no le dejaba el deseo<br />

de que Su Santidad diese la institución canónica<br />

á los Obispos nombrados antes de la partida de<br />

Fontainebleau. Debia decir el Cardonal: la situa­<br />

ción política de Francia no está todavía deter­<br />

minada ; hasta el presente la cuestión de la guer­<br />

ra está del tolo indecisa; los ejércitos van formán­<br />

dose como por encanto; el emperador tendrá<br />

dentro de poco cuatrocientos mil hombres; su<br />

política sin embargo, tiende á la conservaciou<br />

de la paz. También sus instrucciones debian tocar<br />

en algunos procederes que el Santo Padre acaba­<br />

ba de tener con el rey de Francia , y hacerle sa-


her que Napoleón no separaba su causa de la del<br />

rey de Ñapóles.<br />

Pero este habla marchado ya contra los ¿cus-<br />

üriacos Hasta Módena, y entre esta ciudad y Reg-<br />

giotuvoun encuentro, en el cual fueron rechazada»<br />

sus tropas napolitanas. Lo fueron también entre<br />

Tblentino y Macérata, y tuvo que huir hacia'Ña­<br />

póles , donde iba ú verse en la necesidad de reti­<br />

rarse á Francia.<br />

Antes de partir para Béljica pidió Napoleón<br />

a sus ministros una memoria sobre las rela­<br />

ciones con la Santa Sede. Mr. de Caulaincourt<br />

le dio el siguiente informe. »<br />

u<br />

"SEÑOR:<br />

El Santo Padre debe haber vuelto ya ú sus Estados. Los<br />

acontecimientos quede ellos le habian alejado son ajenos de<br />

V. M., quien ha manifestado desde su regreso el deseo de re­<br />

novar relaciones con el. La posición del Papa le obliga á pres­<br />

tarse á ello : la Santa Sede es esencialmente ventral, porque<br />

*to puede, cualesquiera que sean las perturbaciones políti­<br />

cas', renunciará sus comunicaciones con una potencies cris­<br />

tiana \y su* deberé»como cabeza ds la Iglesia puede» im­<br />

pedirle que 99 mezcle' emlas pasiones de las otras potencias'<br />

Conviene á Francia como á la corte de Roma, que no se in­<br />

terrumpan las relaciones de los dos gobiernos, y estas relacio­<br />

nes pueden- influir en el mantenimiento de la tranquilidad pú­<br />

blica , teniendo un saludable ascendiente sobre la opinión. En<br />

fio j V. M. debe desear que se equilibre con la presencia de un<br />

encargado de sus negocios en Roma , la influencia que la


legación del último gobierno pudiese tener todavía, y que le<br />

era útil para obtener bulas y otros actos contrarios á las<br />

disposiciones del concordato."<br />

En efecto el Papa habia salido de Jénova tomando<br />

el camino de Roma, después de haberse<br />

arrodillado en Savona ante una Vírjen , á la que<br />

dirijia sus súplicas en 1811. Hubo fiestas también<br />

en esta su cuarta entrada en la ciudad santa,<br />

y el pueblo manifestó una sincera alegría á la<br />

vista de su Pontífice. La embajada del rey se<br />

unió á su corte hacia fines de junio, y no tardarnos<br />

en saber las estipulaciones concluidas<br />

el 9 de mayo en el congreso de Víena, relativamente<br />

á las provincias de la Santa Sede.<br />

Mr. de Talleyrand envió á Mr. de Pressigny el<br />

escrito siguiente:<br />

Estrado del tratado de \ iena, artículo 103.<br />

" Lv> Marca? con Camerino y sus dependencias , asi como<br />

ti ducado do Benevento y principado de Ponte-Corvo 9e devuelven<br />

á la Santa Sede. Entra C9ta en posesión de las legaciones<br />

de ltavena,de Bolonia y do Ferrara, á escepcion de la<br />

4.arte de Ferrara situada sobre la orilla izquierda del Pó.<br />

S. M. I. y K. apostólica , y sus mee-sores tendrán derecho de<br />

mantener guarnición en las plaza* de Ferrara y de Comacchio."<br />

En los últimos dias de julio se anunció el regreso<br />

inmediato del Cardenal Consalvi á quien<br />

todo el estado pontificio deseaba manifestar su<br />

agradecimiento. Este Cardenal no habia influido


desde luego entre tantos ministros y personas,<br />

distinguidas de las/grandes potencias; pero no<br />

tardaron estos en admirar sus cualidades, y Roma<br />

obtuvo todo lo que pedia: hasta el derecho le<br />

concedieron de que los nuncios precediesen en las<br />

ceremonias á todos los embajadores, aun los<br />

protestantes y cismáticos, y arengasen á los sobe­<br />

ranos en nombre del cuerpo diplomático, sola<br />

Prusia presentó al principio algunas dificultades..<br />

En fin, Consalvi se presentó en los estados de su<br />

amo para declararle[que en adelante iban á ser mas<br />

florecientes y á quedar mas asegurados que nunca<br />

lo estuvieron, desde los tiempos de Carlomaguo.<br />

A la sazón un célebre artista llamado Antonio<br />

Banzo emprendió en secreto y de antemano bajo<br />

la direcion de Mr. Pedro Bettelini un grabado<br />

cuyo modelo era un dibujo de Mr. Francisco Mali­<br />

no en que estaba el Cardenal Consalvi presen taña­<br />

do al Papa Pió VII las legaciones de Bolonia, Rar<br />

vena y Ferrara recientemente recobradas: esta-<br />

ban estas provincias personificadas con sus pro­<br />

pios atributos; y detrás del Papa se veia la ciu­<br />

dad de Roma, la relijion de pie y la historia senta­<br />

da* Apenas concluyó la obra regaló el artista un<br />

ejemplar al Cardenal Consalvi, que como no veia<br />

en su soberano sino repetidos ejemplos de humil­<br />

dad y desinterés , no. se dejó llevar de la vani-


dad ; antes bien le manifestó un sincero agradecimiento<br />

, le recompensó , compró la lámina por un<br />

precio considerable y la mandó romper: de modo<br />

qii2 si aun ecsiste es por que se repartieron entonces<br />

algunos ejemplares y quedaron otros en<br />

JiOder del artista. Uno tenemos en nuestro gabinete<br />

que por gracia particular y respeto á la embajada<br />

se salvó de la modestia del Cardenal : el<br />

aspecto del Papa dulce y tierno manifiesta cierta<br />

sorpresa , cierta alegría ; el Cardenal vuelto hacia<br />

el Padre Santo, fijos en el sus graciosos ojos, cubiertos<br />

de. espesas cejas, aparece lleno de nobleza,<br />

señalando con la mano derecha k Bolonia que está<br />

de rodillas, cubierta la cabeza con el casco de<br />

Minerva. En jeneral tiene este grabado un estilo<br />

firme y un acabado enérjico y bastante correcto.<br />

Se cansó la fortuna de protejer á. Napoleón.<br />

El 10 de agosto el gobierno toscano envió tropas<br />

que tomaron posesión de la isla de Elba. Los soldados<br />

franceses que en ella estaban, fueron tratados<br />

con distinción. Pidieron noticias del emperador<br />

al comandante Florentino, y respondiendo<br />

este , que el emperador soportaba con magnanimidad<br />

su dolorosa condena, vertieron amargas lágrimas<br />

aquellos guerreros.<br />

No se habian cambiado los sentimientos del<br />

Papa hacia el Cardenal Fesch, concediéndole otra


vez un asilo. También la madre de Napoleón fue<br />

k buscar un refujio á Roma y el qobierno del rey<br />

no puso impedimento alguno á la determinación<br />

de Su Santidad, quien en vez de acceder tí los<br />

consejos qne algunos le dieron.de encerrar al Car­<br />

denal en el castillo Sant Anjelo, como por orden<br />

de la junta, que presMia en mayo el Cardenal La<br />

Somaglia, fue preso el de Maury, mandó que á es­<br />

te se le sacara donde pudiera mejor atender á su<br />

salud.<br />

Entre ruidosas aclamaciones volvió á entrar<br />

Cúis XVIII en Paris, y se apresuró el Papa á fe­<br />

licitarle en una carta con fecha 22 de julio.<br />

«CARI.SMÍO . HIJO £X JESUCRISTO) SALUD Y BENDICIÓN"<br />

APOSTÓLICA.<br />

• " Apenas hemos sabido el feliz restablecimiento de V. M.<br />

cristianísima al trono de sus antepasados, nos apresura­<br />

mos á felicitarle con toda la sinceridad posible: V. M. sabe<br />

muy bien cuánto hemos sentido las penas y disgustos que<br />

h a eesperimentado, y cuánto nos alegramos al presente ten­<br />

ga el consuelo de ver d'aipada en tan poco tiempo la nueva<br />

tempestad: no hemos cesado de rogárselo-así en nuestras ora­<br />

ción es al Padre de las misericordias , ni cesaremos para que<br />

V. M. pueda gobernar en paz sus pueblos, y hacer en su reino<br />

todo el bien que la relijion espera do un descendiente de San<br />

Luis. Entre tanto concedemos de todo corazón á V. M. y á su<br />

augusta familia la paternal bendición apostólica.<br />

" Dada en Roma en Santa Maria la mayor el 22 de julio<br />

del año 1815, de nuestro pontificado, décimo secsto.<br />

/<br />

*Piü». PP. VIE"


400<br />

El rey contestó el 14 de agosto.<br />

"SANTÍSIMO PADRE:<br />

" He recibido con una verdadera satisfacción la carta que<br />

V. S. me escribió con fecha 22 de julio felicitándome por haber<br />

vuelto á mi capital: á la divina Providencia, que ee complace<br />

en probar á los reyes y á los pueblos, es á quien se debe tan<br />

-.prouto restablecimiento de la autoridad lejítima , único medio<br />

de terminar las desgracias sobre?enidas en Francia. No he<br />

dudado un momento de lo mucho que V. S. se habrá acordado<br />

en sus oraciones de las necesidades de Francia y de la Europa<br />

entera, pues conoce muy bien los principios que me unen á<br />

•nuestra santa relijion: encontraré siempre en ella el mayor consuelo<br />

y el estímulo mas poderoso para el ecsacto cumplimiento<br />

de mis deberes. Espero de la adhesión del jefe de !a Iglesia á mi<br />

persona yá mi reino, y de su soücitul paternal contribuirá<br />

cuanto le sea posible á reanimar las conciencias y calmar las<br />

pasiones.<br />

"Ruego á V. S. crea firmemente estoy siempre pronto á darle<br />

pruebas de mi respeto filial, y que soy , Santísimo Padre,<br />

vuestro devotísimo hijo.<br />

"Luis."<br />

[Qué tiempos estos para brrelijion; dos jefes<br />

con diferencia de treinta días; armado el uno de<br />

la fuerza, y el otro de sus derechos, pedían para<br />

.Francia al Pontífice de la* Iglesia Universal la<br />

bendición apostólica'!<br />

Por este tiempo envióji Paris el Santo Padre<br />

á Canova para reclamar diferentes objetos artís­<br />

ticos de los llevados á Francia. Llevaba una carta


de Su Santidad para el"íey, y otra del Cardenal<br />

-Consalvi para Mr. de Talleyrand, que habia escrito<br />

al embajador francés en los términos mas<br />

animados sobre que no podría sacarse fruto en este<br />

particular.


CAPITULO TREINTA.<br />

CELÉBRASE LA FIESTA DE SAN LUIS EX ROMA. — ALO­<br />

CUCIÓN DEL PAPA.— CARLOS IV DESEMBAUCA JOA­<br />

QUÍN EN Pizzo.—Su MUERTE.— CARTA DE MR. POY-<br />

TER AL CARDENAL CONSALVI.—FIESTA DE SANTA LU­<br />

CIA.— RECOJE CANOVA LOS OBJETOS ARTÍSTICOS DK<br />

PARÍS.—DEJA ALGUNOS DE MUCHO VALOR.<br />

Desde los tiempos del Cardenal de Bernis no<br />

se habia celebrado mas que una vez en Roma la<br />

fiesta de San Luis. Mr. de Pressigny restableció<br />

esta ceremonia. Pió VII fue á la capilla del Santo<br />

rey á oir la misa , y después manifestó al embajador<br />

su satisfacción, por ver asegurada la paz<br />

entre Francia y la Santa Sede.<br />

El 4 de setiembre reunió el Papa á los Cardenales<br />

y les dirijió una alocución, Hemos dicho<br />

ya que son las alocuciones de Pió VII la esprcsion<br />

de sus pensamientos y carácter. En esta, desde<br />

luego,hizo mención atentamente, aunque con


alguna frialdad, del emperador de Austria que<br />

habia devuelto las legaciones, y de Mr. de Talleyrand,<br />

en nombre de la Francia y de los- ministros<br />

ruso é ingles, que habian sido los que mas solicitaron<br />

dicha restitución. En seguida hizo como<br />

una especie de relación histórica de las negociaciones<br />

de la Santa Sede con Luis XVIII, que no<br />

habian conducido sino a vagas esplicaciones y pocos<br />

resultados. El Santo Padre no podia menos<br />

de mostrar su vivo reconocimiento á los principes<br />

que no pertenecían á la Iglesia romana.<br />

Con gran deferencia nombró al muy augusto emperador<br />

de Rusia que habia querido aplicarse á<br />

tomar conocimiento de los derechos políticos de<br />

Roma, para después protejer con su autoridad las<br />

pretensiones de la Santa Sede. Tampoco podia<br />

olvidar los méritos de Federieo, rey de Prusia,<br />

que de continuo manifestó el ínteres que se<br />

tomaba en los asuntos pontificios; ni el celo de<br />

Carlos rey de Suecia, que voluntariamente se<br />

prestó á ser defensor de ellos. ¿Como podia abstenerse<br />

acaso de nombrar áCelsisimo, príncipe re -<br />

jente de Inglaterra? Su actividad dio siempre en<br />

el congreso apoyo á las razones del soberano de<br />

Roma, " Asi, dijo, nos declaramos deudoresá<br />

" todos estos principes, sintiendo una inclinación<br />

" hacia ellos, tanto mas fuerte cuanto conocemos


que la Santa Sede debia encontrar menos dís-<br />

*' posición en ellos aprotejerla.''<br />

Hizo después una protesta por la retención<br />

del condado de Aviñon , sin pronunciar empero<br />

su nombre'por consideración á la Francia, y dio<br />

íi entender que sería conveniente y regular hubiese<br />

una compensación. Reclamó contra la ocupación<br />

de la parte de Ferrara, situada á la izquierda<br />

del Pó. Dio magníficos elojios al Cardenal<br />

Consalvi, cuyos talentos señalaba al reconocimiento<br />

de las edades venideras; y concluía la<br />

-alocución cou solemnes acciones de gracias al Todopoderoso<br />

que habia puesto fin á las tribulaciones<br />

del Pontífice y salvado á la Santa Sede.<br />

Austria nombró por su ministro en Roma al<br />

-caballero Lebzeltern, á quien el gran duque de<br />

Toscana dio "también una prueba de su estimación<br />

escojiéndole para su enviado estraordinario.<br />

El caballero Vargas, preso mucho tiempo<br />

por orden de Napoleón, y cuya constancia habia<br />

-dejado admirados íi sus mismos carceleros, continuaba<br />

siendo ministro de España. Representaba la<br />

Uusia el jeneralJHitroff, yerno de la maríscala Kutusow,<br />

que era un hombre de talento y de esce-<br />

•lentes modales con quien estábamos en muy buena<br />

armonía (1). Faltaba un ministro de Inglaterra<br />

(I) Fite se h«b:t hecho muv imipo déla emb»j«U con motivo d«


aunque un número grande de vasallos de la gran-<br />

Bretaña recorría los estados romanos en todas dilecciones,<br />

y habia viajeros ilustres entre ellos que<br />

secretamente iban á dar pruebas de concordia y<br />

sincera amistad. El marqués., de Fuscaldo habia<br />

vuelto á recuperar la confianza del rey de Ñapoíes<br />

y esta digna reparación era del agrado del Santo<br />

Padre.<br />

El rey de España Carlos IV y su esposa, conñ~<br />

nados por Napoleón en Roma volvieron á ella. La<br />

reina en este regreso dio una caída que la postro<br />

gravemente, enferma. Las reIaciones.de estos reyes<br />

con la corte de Fernando,.que habian sido desagradables<br />

desde el principio, tomaron un carácter<br />

reciprocamente menos amargo por la mediación<br />

del Santo Padre, que restableció una paz duradera<br />

entre el padre y el hijo.<br />

2 Se supo eii Roma hacía el mes de octubre la:<br />

llegada del rey Joaquín á la playa de Pizzo, en la<br />

.Calabria citerior, y que su presencia no habia escitado<br />

á su favor ningún entusiasmo. Parece, que<br />

habia sido arrojado sobre la costa por el mal tem­<br />

ía reapuesta que recibió de uno de nosotros cu públieo. Un día en utja<br />

gran comida se dirijió ;í uno de la embajada, y no sé coa que intención le<br />

dijo en aJta voz. "Caballero , ¿tienen Vi?. aJgim hombre de talent > en<br />

Constantinopla?—."Ka todas partes los tenemos,respondió el secretario..!'<br />

Se trataba de algunas diferencias entr.' nuestro embajador en Constantine-<br />

pla y un enviado de Rusia.


poral y deseaba volver á embarcarse, pero algu­<br />

nos de los que le seguían intentaron escitar al<br />

pueblo á un movimiento de insurrección, y Joa­<br />

quín preso, fué llevado ante una comisión militar.<br />

Se aseguró de que un consejero del rey Fernando<br />

le dijo á este: " Vuestra casa real y sus tres ramas<br />

reinantes han tenido en ¡Vlurat siempre un impla-<br />

cacablc enemigo; desde luego en Vincennes en los<br />

fosos del castillo, después en Madrid, donde en­<br />

viaba los Borbones á nirrcladas al destierro, á<br />

la miseria y al escándalo, y últimamente en<br />

Ñapóles, donde se colocó en lugar del dueño.<br />

Desde aqui hizo arrebatar de Roma al Santo Pa­<br />

dre y por preferencia nos trajo la esterminacion y<br />

la guerra. Ahora está en Pizzo prisionero, y ha sido<br />

condenado por una comisión militar en los tér­<br />

minos de la ley misma, que él habia dado. La*<br />

dos terceras partes del ejercito están , puede ser,<br />

a su favor, y, si las sentencias no se ejecutan es<br />

menester que el rey mande á sus aposentadores,<br />

para que nos preparen un alojamiento en Pa-<br />

lermo.<br />

Joaquin Murat, después de haber escrito una<br />

tiernísima carta á su familia, manifestó sus<br />

sentimientos relijiosos, y murió con esforzado<br />

ánimo.<br />

Una de las acusaciones que le hicieron y


acabamos de citar, es la captura del Papa, lo<br />

cual dio motivo para que se ecsaminase si verda­<br />

deramente Joaquín Murat lo habia mandado.<br />

Nuestros lectores están mejor informados de<br />

los hechos de entonces, que los mismos que los<br />

presenciaron; saben muy bien que es cierto que<br />

Joaquín de orden de Miollis envió á Roma 800<br />

hombres bajo el mando del general Pignatelli-<br />

Cerchiara, y que este general se halló en la pri­<br />

sión y regreso del Pontífice. Joaquín pudo y de­<br />

bió conocer los proyectos del gobernador de Ro­<br />

ma, pero las cartas de este al emperador, la per­<br />

plejidad de Radet ú quien nadie hablaba sino del<br />

cardenal Pacca; la ausencia repentina de Miollis,<br />

que se fue á Mantua, punto mas prócsimo al cuar­<br />

tel jeneral imperial; la [poca previsión en acordar<br />

adonde debia trasladarse definitivamente al Papa,<br />

la confusión de órdenes y contraórdenes, el despa­<br />

cho tan lleno de borrones que el jeneral remitió á.<br />

Radet á instancia suya; el nombre del Cardenal<br />

Pacca repetido en todas las pajinas de este inmun­<br />

do papel que tuve en mis manos, su contenido, la<br />

necesidad en que se vio Radet de pedir nueva<br />

autorización; el haber enviado Madama Elisa al<br />

Pontífice adonde estaba el principe Borghesc . el<br />

haberle este dirijido á Francia, espuesto á po­<br />

nerle al frente de la guarnición de Zaragoza ; el


testimonio del mariscal Bessiéres uno de los hombres<br />

mas respetables de la corte de Napoleón, y<br />

uno de aquellos militares que jamas engañan, cuyo<br />

testimonio prueba que Napoleón en el primer<br />

momento se encolerizo y afirmo que no habia dado<br />

orden alguna; la poca probabilidad de dar una<br />

orden semejante de manera que su ejecución coincidiese<br />

con la batalla de Wagram, y aquella consideración<br />

, en fiu, positiva y probada por la esperiencia<br />

de que jamás dio Napoleón sus batallas<br />

civiles sino después de haber ganado sus batallas<br />

militares; está demostrando todo que Miollis ejecutó<br />

la prisión del Papa el 6 de julio porque<br />

creyó el momento oportuno: le habría escrito<br />

Napoleón, no lo dudamos." os confio á vos el cui­<br />

dado de mantener la tranquilidad en mis Estados<br />

de Roma; " y Miollis después, que se hubo apoderado<br />

de la persona de Su Santidad escribió á<br />

Napoleón una carta que comenzaba con esas mismas<br />

palabras. Hay motivo para pensar que Joaquín<br />

no tuvo mas parte en el acontecimiento que<br />

la de ser su jeneral un hombre tan convenible á<br />

todo, y la de haber enviado tropas que ayudasen<br />

al jeneral Miollis. En cuanto á los demás hechos<br />

alegados tan criminosamente por el consejero del<br />

rey Fernando, la historia ha pronunciado su fallo,<br />

pues escribe ella siempre y jamás borra.


Habiendo espuesto ya algunos documentos ofi­<br />

ciales de varios ajentes ecstranjeros, no será fuera<br />

del caso dar una breve noticia de lo que escribía<br />

Mr. Poyntcr, Obispo de Hallia enMacedoniay vi­<br />

cario apostólico en Londres; al Cardenal Consal­<br />

vi acerca del Pontífice y acerca de los servicios del<br />

mismo Cardenal en Roma: creo hacer un beneficio<br />

á todos nuestros amigos de la Gran Bretaña, ma­<br />

nifestándoles que es lo que opinaba de los nego­<br />

cios del tiempo, y de los de Irlanda sobre todo,<br />

uno de sus mas respetables eclesiásticos. Da las<br />

gracias al Cardenal por haberle remitido la alo­<br />

cución de 4 de setiembre: en Inglaterra é Irlanda<br />

ha resonado la voz del Padre Santo para confu­<br />

sión de los calumniadores y revoltosos; con satis­<br />

facción se ha leido en Londres la honorífica men­<br />

ción que hace S. S. de Inglaterra , y se espera<br />

reine en adelante una completa armonía entre el<br />

gobierno de Roma y el de la Gran Bretaña.<br />

" Tomo mucho que los cálculos que tan bien fundados nos<br />

parecían, acerca del feüz resultado de la carta de Jénova fallen<br />

ahora por el modo que han tenido de tratar el negocio en Irlanda,<br />

y por lo que han dicho acerca de las supuestas concisiones<br />

de esta carta á nuestro gobierno para el nombramiento de<br />

los Obispos: esto se advierte únicamente comparando las disposiciones<br />

de diferentes asociaciones irlandesas con el testo de la<br />

carta que es concesiva y muy comedida en este punto. Parece<br />

que Mr. llaye, secretario de U diputación seglar se ha ido »


Roma sin los señores diputados , cuyo secretario es , y que<br />

trae una comisión de parte , según dicen , de los católicos irlandeses<br />

, y á nombre de cinco millones , tiendo así que en las<br />

gacetas últimas de Irlanda se lee que esta comisión no se compone<br />

, ni está aprobada sino por cinco ó seis individuos de Dublin,<br />

que ni eran los representantes, ni les delegados de<br />

los católicos irlandeses para este efecto ni para otro alguno. Se<br />

ve pues quo Mr. Hayo se fue sin que le enviasen , y que trae<br />

una comisión supuesta de los católicos de Irlanda que no<br />

está sancionada ni autorizada por alguno de ellos: ruego al<br />

Dios de las misericordias dirija á S. S. en tan arduo negocio<br />

y le inspire lo que conduzca al bien de la relijion de nuestras<br />

islas y al restablecimiento de la tranquilidad pública."<br />

Aquí se queja Mr. Poyntcr , y al parecer con<br />

bastante razón , del Cardenal Litta , prefecto de<br />

la Propaganda que le había tratado con mucho<br />

rigor: tenia este Cardenal muy buenas cualida­<br />

des aunque era á veces poco afable; con dificul­<br />

tad deponía sus preocupaciones: los disgustos y<br />

padecimientos del destierro habian irritado su<br />

carácter por naturaleza dominante.<br />

" La bula del Padre Santo sobre los jesuítas está en nuestro<br />

parlamento, y probablemente se discutirá en la sesión prócsima:<br />

en tales circunstancias debo vijilar para no comprometer<br />

la causa común de la relijion católica en mi distrito ; el negocio<br />

es muy arduo."<br />

El 13 de diciembre asistió todo el cuerpo diplo­<br />

mático y la nobleza romana á la gran ceremo­<br />

nia celebrada en la basílica de San Juan de Letran<br />

en aniversario del nacimiento del rey de Francia


Enrique IV. El crecido número de ingleses que<br />

habia en Roma no fue el que se apresuró menos<br />

para ver una función en la cual desplegó Mr.<br />

de Pressigny la mas grande magnificencia. Era<br />

muy querido y considerado en Roma; pero no<br />

podia adelantar en los asuntos de relijion con la<br />

comisión eclesiástica. El buen Papa le decia:<br />

"Signor ambasciatore V affare cammina, camminá"<br />

cuando las relaciones estaban como interrumpidas<br />

con Paris, donde por otra parte tampoco habia<br />

nuncio de Su Santidad.<br />

Disputaban á Canova en París cada objeto<br />

artístico con increíble oposición. Consalvi le habia<br />

dicho en Roma al famoso escultor. "El Papa<br />

os pide que vayáis á París á continuar una celebre<br />

conversación que con Napoleón empezasteis<br />

sobre los monumentos de Roma. Habéis enviado á<br />

Francia la estatua colosal del mismo Napoleón y<br />

no se ha hecho justicia á vuestro talento: ¿qué será<br />

de ella? todas sus esperanzas coloca Roma en<br />

vuestras manos , id y cumplid en Paris con el<br />

deber de un principe perpetuo de la academia de<br />

San Lucas." Canova desde su arribo se dirijió al<br />

gobierno del rey que desechó su reclamación. El<br />

ministerio pontificio dirijió entonces una nota á<br />

los plenipotenciarios délas potencias aliadas, desarrollando<br />

en ella las razones que asistían á su


eclamación, fundándose en la injusticia de Ta<br />

agresión, en la inmensidad de tantos sacrificios,<br />

en los destinos de una ciudad privilegiada por las<br />

artes, en el ejemplo de Carlos VIII rey de Fran­<br />

cia , y aun el de Carlos V, que habiéndose apo­<br />

derado de Roma no la despojaron , y como ejem­<br />

plos mas recientes en que Federico II respetó<br />

•por dos veces las galerías de Dresde. y en la mo­<br />

deración de los rusos y austríacos que por dos<br />

veces dueños de Berlín no tocaron á las obras de<br />

las artes. Seria un insulto al siglo presente resu­<br />

citar en él los derechos de los romanos en Corin-<br />

to que declararon á los hombre» y á las cosas por<br />

propiedades del vencedor. La civilización, la espe-<br />

.vicncia y el castigo memorable que á Roma<br />

impusieron todas las naciones de Europa, deben<br />

obligar á que se juzgue mejor ya sobre el abuso<br />

de la fuerza.<br />

Canova habia pedido una audiencia al empe­<br />

rador de Rusia; pero no pudo obtenerla, porque<br />

Alejandro cuya jenerosidad no se desmintió jamás,<br />

consentía en que se tratara con Francia , pero<br />

no queria inclinarse en nada á la coacción , y el<br />

rey de Francia defendía las estipulaciones finua-<br />

por Bonaparte en Tolentino, aunque sabiendo<br />

eran obra de la violencia. Sin embargo por su pro­<br />

pia autoridad los estranjeros recojian en Paris su


hacienda do quiera que la veían á pesar de la resis­<br />

tencia jeneral que oponían los franceses, desde<br />

el rey hasta el último artesano. Lord Castelréagh<br />

empezó á mirar como suya la reclamación del<br />

Papa y al punto salió un folleto ingles muy ve­<br />

hemente , y una nota fulminante del ministro de<br />

la Gran Bretaña. Wellington daba su apoyo á los<br />

belgas que reclamaban sus cuadros, y se declaró<br />

abiertamente por la pretensión de los romanos.<br />

En una publicación que de orden suya salió á luz<br />

se espresaba de este modo: t{<br />

según mi opinión<br />

seria la cosa mas injusta que accediesen los sobe­<br />

ranos á los deseos de Francia. Si permitiesen<br />

se la hiciera semejante sacrificio seria una falta de<br />

política y se perdería la ocasión de dar ú los fran­<br />

ceses una gran lección moral." El príncipe de<br />

Metternich reclamaba para el emperador Fran­<br />

cisco lo que habia pertenecido ú los Estados que<br />

poseia , y también lo que fue sacado de Parnia y<br />

Módena. Entre los ministros franceses habia al­<br />

gunos que se oponian, y el rey Luis XVIII, no<br />

era el que menos resistencia mostraba. Ese rey<br />

dado á Francia por los estranjeros (I) no se<br />

(1) Cuando se trató en el oonsejo, antes de los cien dias la cuestión<br />

de si se devolverían ó no las estatuas de los líorgueses, por causa de la<br />

renta que se pagaba como precio de ellas , corrió el rumor de que habla<br />

en el consejo dos estranjeros que á despecho de los naciouafet ("erolTeran


manifestaban contrario á los votos de los france­<br />

ses. La fuerza de los prusianos , unidos á los aus­<br />

tríacos, se apoderó violentamente de los objetos<br />

artísticos en cuestión. Canova por sí dispuso se<br />

quedasen en Paris muchos de aquellos que habian<br />

pertenecido á Roma para que fuesen reputados<br />

como un don de Su Santidad, contándose en el<br />

número de los que dejó la estatua colosal del Zi-<br />

ber, la magnífica Palas de Yeletri y la Melpó-<br />

mene.<br />

No se puede negar que la opinión pública se<br />

mostró en esta ocasión con un descontento jene­<br />

ral. Sucedió que hasta dificultoso fue encontrar<br />

quien quisiera dar los carros necesarios para con­<br />

ducir una parte del convoy á Roma; y para dar á<br />

conocer los sentimientos del gobierno en este par­<br />

ticular citaremos la carta que pasó Mr. Pradel á<br />

Canova en 23 de octubre.<br />

" CABALLERO ,<br />

Mr. Lavalleé, secretario jeneral del Museo rae dá cuenta<br />

todo aquello que se quisiese, de modo, que se venan desaparecer el<br />

Gladiator , el jarro Borgucse , la enseñanza de Buco &c. &c. Por una es-<br />

trafia circunstancia los nacionales que opinaron primero, fueron de pare­<br />

cer que era menester al mominto restituirlas y anular la renta. Uno de<br />

los extranjeros tom¿ la palabra y dijo que seria una vergüenza no se con*<br />

servasen para Francia semejantes obras maestras por razón de dinero. El<br />

otro estranjero apoyó el dicho de' primero y los nacionales entonces se<br />

unieron á su parecer, quedando decidido por unanimidad que te con»<br />

servasen las estatuas. El primer estranjero habia sido el conde de Iliacas,<br />

y el segundo estranjero el m'umo rey de Francia.


de quede los objetos artísticos que estáis encargado de recojer<br />

en dicho Museo como pertenecientes á Roma y á la Santa<br />

Sede, hay muchos que estáis dispuesto á dejar en don y<br />

es cosa en estremo agradable á S. M. el saberlo. Todo acto<br />

de moderación , que tenga por resultado hacer menos sensible<br />

el despojo del Museo real, no puede ser de modo alguno indiferente<br />

al rey, y me apresuro á daros á conocer sus sentimientos<br />

en este particular."'<br />

Era para Canova una satisfacción enseñar esta<br />

carta , cpie sin duda habia sido dictada por<br />

Luis XVIII, y el Cardenal Consalvi en nombre<br />

de Su Santidad ratifico lo dispuesto por el artista<br />

en los términos siguientes : lejos de tener cuidado<br />

alguno por haber dispuesto y hecho semejantes<br />

dones bajo vuestra responsabilidad , felicitaos de<br />

haber adivinado las intenciones de Su Santidad.


CAPITULO TREINTA Y UNO.<br />

INTRIGAS EN LA CORTE DEL PAPA.—SE INTERESAN VA­<br />

RIAS POTENCIAS EN LAS PRETENSIONES DEL PRÍNCIPE<br />

EUJENIO.—Mr. MAZOIS ENVIADO Á NÁTOLES.—CARTA<br />

DEL REY Á PÍO VII.—INSTRUCCIONES DEL DUQUE DE<br />

KICIIELIEU AL CONDE DE BLACAF.<br />

Con motivo de las fiestas de Navidad fue el<br />

cuerpo diplomático á cumplimentar al Padre<br />

Santo, y pidió permiso para volverlo á hacer el<br />

primer dia del año, según costumbre de todas las<br />

deinas cortes de Europa; agradeció el Papa tan<br />

repetidas pruebas de adhesión y de respeto, no dudando<br />

ya los romanos adictos á la Santa Sede que<br />

la paz seria duradera. Las asambleas entablaban<br />

de nuevo sus correspondencias con todo el universo,<br />

se recibían felicitaciones de los países mas remotos<br />

de la tierra: sin embargo, se habia formado<br />

al rededor del Papa una corte de aduladores<br />

y lisonjeros, que se atribuían en parte la perseverancia,<br />

la inmovilidad con que se habia logrado


el triunfo; pero los verdaderos héroes en estos he­<br />

chos tan dignos de admiración, los Pacca, los<br />

Consalvi, los di Pietro, los Fontana, los Gregorio<br />

no eran ciertamente los que se vanagloriaban ; y<br />

entretanto algunos quizá, que habian mendiga­<br />

do la vida, ú otros (pie jamás pensaban en resis­<br />

tirse ambicionaban la recompensa: poetas habia<br />

también que inspirados súbitamente publicaban<br />

sus versos. Bien sabido es cuanto se habló enton­<br />

ces de los de Clermont, que pretendían ser pa­<br />

rientes del Papa, y que este concedió una pen­<br />

sión á Mr.de Clermont-Mont-Saint-Jean refujia-<br />

do en Roma; habia yo mismo solicitado la pro­<br />

tección del Papa para Mr. de Clermont-Mon-<br />

toison, que recomendado por S. S. al Cardenal<br />

Caprara, no tardó en esperimentar la buena re­<br />

putación de este Cardenal: sabidos son también<br />

los intentos de Mr. de Clermont-Tonnerre que tan<br />

agradecido debia estar á la jenerosidad del Padre<br />

Santo. En este estado se hallaban las cosas cuan­<br />

do después de comparaciones entre la ilustre casa<br />

de Clermont en Francia y la familia de Chiara-<br />

monti, después de un vano juego de palabras, de<br />

alusiones diversas, proyectos de aprocsimacion de<br />

todas las montañas alumbradas por un sol privi­<br />

legiado, queriendo un poeta desentrañar aun mas<br />

las pajinas de la historia, descubrió que un hijo<br />

53


de S. Luis rey de Francia se llamaba conde de<br />

Clermont, y habiendo el Papa en uno de sus bre­<br />

ves recordado que Luis XVIII descendía de San<br />

Luis, resultaba la familia Cliiaramonti mas anti­<br />

gua que la de Clermont-Tonnerrc, y emparenta­<br />

da con los monarcas de Francia. Quisieron ade­<br />

mas sostener que pudo muy bien haber un enla­<br />

ce entre los Clermont-Mont-Jcan, ó los Montoi-<br />

son con estas grandes familias de la monarquia,<br />

así como los Montmorency emparentaron mas de<br />

una vez con nuestros antiguos reyes; pero esto no<br />

bastaba , porque la familia Cesene descendía de<br />

San Luis y decian ellos, ¿no hay acaso en los Mar­<br />

ches una familia JBbrbon del Monte? Muy quejoso<br />

estaba el Papa de estos rumores , aunque Pió VII<br />

se quejaba siempre con dulzura y con temor<br />

de agraviar; solo quería que se calmasen esas di­<br />

sensiones : por mi parte satisfice al padre prior<br />

Torelli, que vino también á consultarme y á ro­<br />

garme esplicase á los ignorantes de cual de los<br />

de Clermont descendían los Borbones; y me dijo<br />

que algunos verdaderos amigos del Papa me ha­<br />

bian creado apposta , conúgliere para decidir esta<br />

cuestión ; que deseaban me apresurase á declarar<br />

fijamente la descendencia en términos que hiciese<br />

callar á todos los poetas, y previniese las sátiras<br />

que de seguro no faltarían cuando llegase á saber-


se una invención semejante. El cumplimiento de<br />

esta comisión en tampoco tiempo era arriesgado y<br />

difícil; hablé pues al embajador que estaba ente­<br />

rado á fondo en estas materias: naturalmente ha­<br />

bíamos de aclarar la descendencia desde el sesto<br />

hijo de San Luis hasta el padre de Enrique IV, y<br />

aunque en lo demás, al parecer no habia dificul­<br />

tad, mi obligación era proseguir. Varios amigos<br />

de los mas allegados al Papa tenían en gran esti­<br />

ma al padre Torelli, porque este sabio relijioso<br />

habia manifestado un proceder muy noble al pre­<br />

ferir el destierro al juramento. Para redactar la<br />

nota que se me pedia tomé secretamente mis me­<br />

didas , y por fortuna encontré en una biblioteca<br />

al padre Felipe Labbe,un tomo en 12. ° que acabó<br />

de enterarme; no me atreví a buscar el arte de<br />

comprobar las fechas que me lo hubiera aclarado<br />

todo, porque quería evitar se sospechase siquiera<br />

el objeto de nuestras investigaciones; en fin, or­<br />

denamos los hechos, y remití el trabajo (1) al pa-<br />

(l) He aquí lo que me dictó circunstanciadamente Mr. de Sain—Ma­<br />

lo. "Luis IX, San Luis, nació el 25 de abril de 1215, su secsto hijo Ro­<br />

berto de Francia, conde de Clermont en Beauvaisis, en 1256 : este pri­<br />

mer conde Clermont casó con Beatriz de Borgoña, dama de Borbon, y<br />

murió en 1317; tuvo de su mujer (1) i Luis I duque de Borbon,conde<br />

de Clermont, camarero de Francia, padre de (2) Jacobo I, de Borboa<br />

muerto en 13(31, que lo fue de (3) Juan I, duque de Borbon, que murió<br />

en 1393 dciando su nombre, y ducado á (4) Luis TI de Borbon , conde


dre prior', que nos lo agradeció sobremanera , y<br />

por fortuna nada supieron los autores de las sáti­<br />

ras de esta singular contienda doméstica que du­<br />

ró pocos di as.<br />

Cualidades tan nobles de alma tenia Pió \ 11<br />

que aun aquellos mismos que estaban en corres­<br />

pondencia con sus perseguidores eesperimentaron<br />

mas de una vez su beneficencia. Teniendo el<br />

príncipe Eujenio, retirado en Munich, algunas<br />

reclamaciones pendientes sobre el Estado romano,<br />

encargó a Mr. Re* fuese á Roma á seguirlas: Be<br />

trataba de volverle algunos bienes eclesiástico*<br />

que le pertenecían según las disposiciones del an­<br />

de Vendóme, y último que se tituló conde de Clermont; murió en 1446,<br />

dejando á (5) Juan II, muerto en 1477, y padre de (6) Francisco de<br />

llorbon, muerto en 149.5, casado con María de Lexemburg: de quien<br />

tuyo á (7) Carlos de IJorbon, duque de Vendóme, que murió en 1530,<br />

y ¿ejó á (8) Antonio de Borbon , rey de Navarra, lugar-teniente jeneral<br />

del reino da Francia en 1561. y padre de (9) Enrique el Grande, rey de<br />

Francia."<br />

He aquí la continuación de la línea recta basta Luis XVI, hermano de<br />

Luis XVIII. "Luis XIII (10) que subió al trono en 1610 por muerte<br />

do su padre Enrique IV y murió en 1643. Luis XIV (11) muerto en<br />

1/15, Luis I (12) delfín i'el Viennoix, en 1711. Luis II (13) delfín<br />

del Viennoix, en 1712. Luis XV (14) en 1774. Luis III (15) delfín de<br />

Francia, en 1765. Luis XVI (16) 1793. Luis XVII(i7)que murió de<br />

tierna edad en 1795, se considera también aquí como rey, y Luis XVIII,<br />

(18) hermano segundo de Luis XVI, que actualmente reina." Dejodc<br />

mencionar una chan/a que tuve con el padre Torelli sobre si pude ó no<br />

rirí„¡rme á otres queá !os benedictinos para adquirir una cesacta noticia<br />

de eitos hechos históricos.


tiguo gobierno del reino de Italia; ya antes habia?<br />

conseguido otras rentas en Bolonia y en los* Marches<br />

; pero se le negaron los bienes del ducado de<br />

Urbino. Mr. de Lebzeltern, ministro de Austria,<br />

el baile Mr. Hoeffelin, ministro de Baviera, y<br />

Mr. HitrofT, ministro de Rusia, tenían orden deapoyar<br />

las propuestas de Mr. Ró, y alegaban ei?<br />

su favor el artículo 64 publicado por el congreso.<br />

Respondió el Cardenal Consalvi que el Papa consideraría<br />

la.péticion de estas cortes : el príncipe<br />

Eujenio estaba bien quisto con todos, y Pió VII<br />

no podía olvidar lo bien que le habia «tratado á su<br />

vuelta de Francia en 814.<br />

En Roma habia mas estranjeros que nunca?<br />

solían irse desde allí á Ñapóles y áPompeya:supo<br />

el embajador habia un arquitecto llamado Mazois<br />

que jamás pudo conseguir se le permitiese perfeccionar<br />

sus conocimientos sobre las ruinas de Po;npeya,<br />

porque algunas rencillas con otro3 sabios* le<br />

impedían la entrada en aquel reino: era Mr. Mazois<br />

de los franceses que habian estado en Ñapóles<br />

mientras la usurpación. Pero ¿ porqué tanto rigor<br />

con este hombre, á que estorbarle continuase-uno Í<br />

trabajos tan útiles y que nadie sino él hasta entonces<br />

habia emprendido? En el ínterin tuvo Mr.<br />

de Pressigny orden de solicitar del Padre Santo<br />

la dispensa para el casamiento del duque de Bar*


y con la princesa Carolina Fernanda Luisa, nieta<br />

del rey de las Dos Sicilias, y de enviarla inmediatamente<br />

á Ñapóles: así cpie logro la dispensa llamó<br />

á Mr. Mazois, y le dijo: " ¿queréis finjiros correo<br />

eestraordinario y llevar estos papeles á Ñapóles?<br />

Mi poder no llega mas que al palacio del ministro<br />

de negocios estranjeros; á vos toca, si queréis,<br />

buscar los medios de investigar La casa de Diomcdes<br />

(1) y de avanzar esas cuatro leguas mas. Aqui<br />

tenéis una carta para nuestro embajador, á quien<br />

ruego os ayude en vuestros proyectos:" Muy<br />

bien recibido fue Mr. Mazois á su llegada á Ñapóles<br />

con el pasaporte de correo eestraordinario<br />

del rey de Francia; consiguió el permiso que pedia,<br />

y á esta traza de Mr. de. Pressigny debemos<br />

continuase su grande obra este ilustre arqueólogo:<br />

sin esta atención del embajador, atención que á<br />

nadie sino á el debe agradecerse, Mr. Mazois triste<br />

y desanimado se hubiera ido á Paris y tal vez<br />

jamás hubiera vuelto á Italia (2).<br />

(1) La casa dt Diomedes es la mejor de Pompeya.<br />

(2) He aqui el estracto de una carta escrita en Ñapóles el 24 de abril<br />

de 1816* que reoibí en tiempo de este sabio artista.<br />

" Ayer estuve en Pompeya con Mr. de N'arbone, y en euanto consiga<br />

el permiso que solicito, iré á pasar allí quince dias libre de todo cuidado,<br />

y de grabadores, impresores , libreros , jornaleros, banqueros, deudores<br />

y acreedores; sin acordarme de nada mas que de la gloria y de mis «mi-<br />

Sos , cuya i majen siempre me acompaña: la primera rae anima y los ««<br />

gundos ir.e consuelan; únicamente me unen al mundo las ilusione! do la


una y los cuidados d¿ los otros " Si «cha de ver aquí el mjenioso<br />

estilo del autor del palacio Scaurus ( 1 ).<br />

( 1 ) Creemos que el autor ss equivocó , y quiso decir el sepulcro d e<br />

Scauro , que era uno de los mas bellos monumentos, después de el de<br />

Nevoleia y de el de Calveñtíe, que tiene con corta diferencia las mismas<br />

gradas, la misma ara y base ; sobre la cual y sobre las tres gradas hubia<br />

algunos bajos-relieves de estuco que representaban combstes de gladia*»<br />

dores y cacerías de animales: sobre una de las gradas hay una inscripción<br />

que dice—Muñere Q. Ampliati J*. F. summo. No tenia este sepulcro<br />

inscripción alguna , y en su lugar se le ha puesto un epitafio que se en­<br />

contró á poca distancia: las lc'.ras son demasiado grandes en comparación<br />

á lo domas del sepulcro, qus se distingue por la elegancia de su forma y<br />

de sus proporciones; los caracteres en fin están muy bien grabados, y<br />

según parece vienen á ser del tiempo de Augusto, pero los bajos-relieves<br />

son de una época muy posterior. La inscripción aunque en parte niuiilada<br />

dice así :<br />

....Itjcio. A. 1'. MEN<br />

SCAURO<br />

II. Vía. I. D.<br />

...LCINUOKES. I.OITM. JMONVM<br />

cc'x IJÍ. FUNKKZ. ET. STATLAM. LQUCSTB<br />

Oro. POXENDAM. CENSVERYNT<br />

SCAURCS. PATER. FILIO.<br />

A Castricio Scauro hijo de Aulo de la tribu ñleneniennis Jíuúutviro<br />

encargado de la justicia.<br />

Los Decuriones concedieron este sitio para pontr su sepulcro, y 2000<br />

tecstercios ademas para los famrales; determinaron levantarle una estatua<br />

ecuestre. Scauro á su hijo.<br />

Sin una porción de circunstancias, que entonces por fortuna con­<br />

currieron, jamás hubiera podido Mr. Mazois visitar las ruinas de Pompeya<br />

ni descubrirnos en su obra dividida en cinco partes este y otros bellos<br />

monumentos descubiertos desde el año 1707 hasta el de 1821.


Bl rey de Francia escribió á su Santidad la<br />

•carta siguiente:<br />

"El modo, Santísimo Padre, de llegar á conseguir lo mas<br />

pronto posible el ñn que vuestra beatitud y yo no podemos<br />

meaoi de desaar igualmente, de dar á la iglesia de Francia<br />

la organización que necesita para llenar su santa misión , y facilitar<br />

á mis pueblos el ejercicio de la relijion católica , es el<br />

pronta envío de un legado, que llegue á mi corte, asi como le<br />

habia en la del usurpador, con la estension de poderes que su<br />

cargo necesitare. Yo creo que los obispos non dimissionáires,<br />

lejos de oponer dificultades al orden que se trata de establecer<br />

concurrirán con celo á que tenga efecto para el mayor bien de<br />

la relijion y de la iglesia de Francia."<br />

El conde de Blacas fue destinado para reem­<br />

plazar en la embajada á Mr. de Presigny, y en<br />

sus instrucciones Mr. de Richelieu , ministro que<br />

habia subido á ocupar el puesto de Mr. de Tallcy-<br />

rand, cuyos servicios rechazó prontamente la res­<br />

tauración , decia que;<br />

"S»M. habiendo juzgado á propósito retirar al antiguo obispo<br />

de San Malo , ha creído que nadie lo podria reemplazar<br />

tan útilmente para su mejor servicio que Mr, el conde<br />

de Blacas de Aulps. El lugar que el conde ocupa en la<br />

vorte, y la opinión, que con la confianza de S. M., se ha formado<br />

do sus talentos y celo por los intereses de Francia<br />

•roucurren poderosamente á asegurar el buen suceso de su misión;<br />

lisonjeándose el rey de que deberá á sus tuidados y esfuerzos<br />

que se acabe de consolidar la concordia relijiosa en<br />

sus Estados, y vuelva la iglesia galicana al esplendor , que ha<br />

«nido constantemente bajo el reinado de ÍUS predecesores."


IVIr. de Ricbelieu continua anunciando de una<br />

snauera positiva, que todos los antiguos obispos<br />

lian dado su dimisión, con la que cesan desde lue-<br />

•go todas las pretensiones que pudieran temerse,<br />

y quedan la autoridad y opinión por aquellos<br />

ÍJUE tengan el nombramiento del rey y la institu­<br />

ción de la Santa Sede, y concluye de esta manera:<br />

"El embajador cuidará de no hacer mención alguna del<br />

«eoueordato, ni dejar suponer á la corte de liorna que el gobierno<br />

pretenda su revocación. Es menester en este punto delicado<br />

considerar la susceptibilidad de la Santa Sede , no moatrar<br />

que puede echársele en cara un defecto y evitarle toda<br />

-apariencia de contradicción. Sus miras habian sido sin duda<br />

i as de sal.-ar en Francia los restos de la relijiou y de la iglesia,<br />

y aprecia S. M. como debe la difícil posición en que se encontraba<br />

la Santa Sede ; pero quiere también que las disposiciones<br />

tomadaa en circunstancias tan diferentes y borrascosas<br />

parala iglesia de Francia, no se apliquen á la posición actual,<br />

porque aquello que pudo servir para salvarla del naufrajio , no<br />

es bastante después para su rejeueracion.<br />

ItlCIIELIEU'"<br />

Antes de cesar en sus funciones Mr. de Pivs-<br />

^igny fue testigo de una promoción de veinte y<br />


CAPITULO TREINTA X DOS.<br />

c CONDE DE BLACAS SUCEDE A MONSEÑOR DE PRES-<br />

SIGNY.— Pío VII LIJERAMENTE INDISPUESTO.— Sus<br />

DESAVENENCIAS CON EL REY FERNANDO. — CARTA DK<br />

ESTE PRÍNCIPE AL PAPA SOBRE LA MACANEA Y PRIN­<br />

CIPADOS DE BENEVENTO Y DE PONTE-CORVO.<br />

El 31 de mayo de 1816 Mr. Cortois de Pressigny<br />

obtuvo la audiencia de despedida, dejando<br />

acreditado como embajador estraordinario al<br />

conde de Blacas, y de secretarios de embajada á<br />

Mr. Jordán y á mí.<br />

Eché muy de menos á Monseñor el Obispo<br />

de Saint-Malo : era un hombre de talento y do<br />

una jenerosidad verdaderamente rejia(l).<br />

(1) Un dia que según costumbre entré en casa del embajador sin ha­<br />

cerme anunciar, encontré en su gabinete , cerca de la puerta á un militar<br />

quemado del sol, y con un uniforme lleno de jirones, de pie derecho y que<br />

al paracer se hallaba como atado , porque no tenia en sus manos un fusil:<br />

viéndole derramar lágrimas , le dije : camarada , un hombre no llora de<br />

ese modo "— por vida mia , me respondió el soldado, mirad antes i vues-<br />

tro Obispo " me acerqué entonces á Mr. de Saint-Malo y vi que buscaba<br />

alguna cosa ei un cajón racio y que lloraba también de ternura. Me Tolrí


Tenia á su lado personas de gran reputación;<br />

% saber, el abate de Sambucy, piadaoso y devo­<br />

to eclesiástico que le fue muy útil, y á quien por<br />

sus buenos servicios hizo clérigo nacional fran­<br />

cés del Consistorio; y al abate de Bonald, Obis­<br />

po actual de Puy, en donde tiene fama de gran ta­<br />

lento y santidad , dulce recompensa para su<br />

ilustre padre: tenia también ix su lado Mr. de<br />

Pressigny á Mr. Hilarión Lucas , sabio teólogo,<br />

superior en el dia de una de nuestras mas res­<br />

petables congregaciones. Era en fin este repre­<br />

sentante del rey muy estimado de todos los artis-<br />

despues al soldado, el cual me dijo" caballero aunque he dejado el servi­<br />

cio de Ñapóles , no soy desertor ; vengo porque me han escrito que el mi­<br />

nistro de la Guerra de Paris nos llama,y habiéndome encontrado en Roma<br />

á un italiano que llevaba una escarapela blanca, presumiéndome me ser­<br />

viría bien le pregunté por nuestro comisario de guerra, y me condujo á casa<br />

del Obispo de Francia, a! cual le dije que era la primera vez que hablaba<br />

á un Obispo, y que agradecería me diese dos ducado» de Ñapóles para ir<br />

á Florencia: monseñor me interrumpió, y dejándome sobre la mesa un<br />

bolsillo lleno de dinero, me dijo sois borgoñon y un militar valiente que<br />

vuelve á su rey , os prometo os acordareis del primer Obispo con quien<br />

habéis hablado . y habiéndole dicho que queria una bolsa mas pequeña se<br />

ha puesto á buscarla como veis." Cojí entonces la que estaba sobre la mesa,<br />

y sacando tres v cuatro monedas de plata solamente 9e la di al soldado y<br />

le dije: he aqui lo que monseñor os da. " Este me dijo después que el<br />

motivo de su enternecimiento y de todo lo que habia pasado era el ha­<br />

ber oído el acento borgoñon y habérsele ocurrido que aquel podia ser hi»<br />

jo de algún paisano de su tierra.<br />

Mr. Granet pensó poner á este benéfico monseñor en un cuadro en<br />

4)ue se veía una busiola á italiana, ( cancel ) con las armas de Cortois, en-<br />

tt«abierta y por un lado una mano que distribuía panecillos romano*.


tas , y en su conducta con Mr. Mazois habia dado-<br />

una prueba de su buen proceder en todo lo que-<br />

era de alguna consideración y entidad; siendo tal<br />

vez demasiado franco, jamás merecióla confian/.;<br />

del ministro del Papa Pió A II; aunque S. S. íc<br />

amaba, le trataba con satisfacción, y á su partida<br />

le envió ricos presentes.<br />

En los primeros dias de junio del mismo año<br />

se sintió lijeramente enfermo Pió VII, padecien­<br />

do una obstinada dysuria, ó mal de orina, y que­<br />

jándose de que el método que le habian prescrito<br />

aumentaba sus dolores, tanto que una mañana><br />

muy sediciosamente, decia el Cardenal Consalvi.<br />

anunció á todos que iba el mismo á encargarse Je<br />

su cura. Desde aquel dia formó una clase de re­<br />

glas á que llamaba su calendario, vistiéndose to­<br />

dos los dias de diversas maneras con mas ó meno&<br />

ropa según las observaciones que deducía del es­<br />

tado de la atmósfera.<br />

Con motivo de la ¡tacanea , cuestión que ya<br />

conoce el lector, se orijinaron dificultades entre eí<br />

gobierno pontificio y el rey Fernando que habia<br />

vuelto á su reino de las Dos Sicilia;-. Desde que<br />

se trató del mismo asunto con Joaquín , que en­<br />

tonces rehusó el Papa lo que. ahora pedia; es­<br />

te asunto quedó suspenso por la invasión del<br />

Estado romano en 1815, y los acontencimicnr


tos de los cien dias. Habiéndose vuelto á las re­<br />

clamaciones , pero se extraviaron las eartas y el<br />

Papa escribió de nuevo al rey en 28 de julio. Fer­<br />

nando le contestó :<br />

"La carta que Vuestra Santidad me ha escrito en 28 del<br />

mes último me ha llenado de dolor. Me acusa Vuestra Santidad<br />

de no haber respondido á su otra carta de 18 de octubre<br />

y desde luego me escusaré por haber contestado ; después , siu<br />

separarme del profundo respeto que profesaré siempre al Vica«<br />

ri j de Jesucristo, libremente discutiré con el inmortal Pió VII<br />

sobre el derecho de la hacanea, derecho puramente político y<br />

temporal, que la Iglesia de liorna cree fundado, y que el rey<br />

de las Dos Sicilia", dejando á un lado las circunstancias críticaa<br />

y diplomáticas, no puede ni debe creer fundado, sinmanescabo<br />

de su independencia, que es el derecho primitivo y constitutivo<br />

de toda soberanía."<br />

Declara con esta intención , que ha nombrado<br />

plenipotenciarios para discutir y buscar la razón;<br />

primero, del asunto de la /tacanea ; segundo, so­<br />

bre un concordato entre las dos cortes, y tercero<br />

sobre las compensaciones á (pie den lugar Bene­<br />

vento y Ponte-Corvo. El rey sostiene que no ha<br />

hecho ciertas promesas que se le recuerdan ; dice<br />

que la lectura de un párrafo del breve á que res­<br />

ponde , le ha llenado de un santo y sagrado hor­<br />

ror , que ha meditado en la presencia del Señor,<br />

suplicándole con el fervor mas grande se dignase<br />

iluminarle en el conocimiento de sus deberes, y<br />

sobretodo para que ayudase su memoria á recordar


si liabki él lucho alguna promesa en Sicilia. En<br />

efecto se acuerda de que alli hizo el voto si conse­<br />

guía la felicidad de volver á Ñapóles de levantar<br />

un templo en honor de San Francisco de Paula;<br />

pero no cree haber hecho ningún otro voto, y<br />

continúa su carta de este modo, procurando bus­<br />

car el fundamento legal de las pretensiones de<br />

Roma.<br />

"Hubo un tiempo en que tomó todo en Europa la forma<br />

feudal: la cadena entre señores y vasallos tenia tantos eslabones<br />

que los reyes de Francia, el emperador de Alemania, la misma<br />

iglesia subian por un estremo al superior eslabón del señorío<br />

y por el otro bajaban hasta el del vasallaje:en suma, la feudalidad<br />

era el principio constitutivo del derecho público. Cada tierra,<br />

cada Estado , cada persona se creía señor ó se reputaba vasallo,<br />

y algunas veces por diversas protecciones el mismo Estado ó<br />

la misma persona estaba sujeta á la una ú á la otra cualidad<br />

con grados mas ó menos distintos de señorío ó de sujeción feudal.<br />

Cuanto la iglesia e3 fuerte, c invariable en los principios del<br />

dogma y la diciplina que requiere, otro tanto ha obrado<br />

prudentemente siempre en su administración temporal conformándose<br />

á los tiempos y á los diversos sistemas del derecho<br />

público en cuanto concierne á sus posesiones y derechos<br />

temporales. Cuando el imperio romano era señor del mundo,<br />

ella le estuvo avasallada ; luego que el imperio fue destruido<br />

subió ella eon justo título á tener dominio temporal y adoptó en<br />

sus Estados las formas feudales, porque todo entonces era feudal<br />

y su influencia política y su poder, aumentó ó se disminuyó<br />

alternativamente según los tratados ó convenios. En fin por los<br />

medios que dan aumento ó disminución á los Estados y á las<br />

soberanías, creció ó menguó (crebbeé $üscrebbe),y la posevion


de sus Estados ha sufrido siempre los sacudimientos y trastornos<br />

que el sistema jeneral del siglo ha dado á los gobiernos.<br />

¿El glorioso predecesor de Vuestra Santidad no se obligó de<br />

hecho por un tratado solemne á ceder las Legaciones ? ¿ Vuestra<br />

Santidad no recobra hoy la posesión de ellas , con una lijera<br />

disminución en virtud de un convenio político que todas las<br />

potencias reunidas en el congreso de Viena han sancionado'para<br />

dar la paz al mundo? No hay pues invariable mas que el dogma<br />

de la iglesia que ha sido revelado por Dios ; conformándose<br />

al siglo y á las circunstancias todo lo que'para ella es tcmnoral."<br />

Aqui se ve como el rey Fernando se vale<br />

también de los argumentos que Napoleón mismo<br />

abandonó, en 1815. Lojdemas de la nota está<br />

escrito con alguna acrimonia, pretendiendo el<br />

rey haber sabido que el secretario de Estado del<br />

Papa consentía en reconocer á José Bonaparte<br />

por rey de Ñapóles con tal de que hubieran sido<br />

garantidos los Estados de la Santa Sede, cuyo<br />

aserto no era verdadero. En ¡seguida declara el<br />

rey al Papa que conforme aun á los mismos prin­<br />

cipios canónicos se puede con un fin útil á la igle­<br />

sia enajenar un feudo, y concluye proponiéndo­<br />

lo asi :<br />


aeoa: es'.arian los dos soberanos mas fielmente aliados para rechazar<br />

tola enemiga agresión; la paz se desharía entre nuestros<br />

vasallos ; la Iglesia se desharía de una posesión poco ventajosa<br />

para ella, y en estreroo perjudicial á un vecino q;;e respetaría<br />

entonces á Vuestra Santidad como al dispensador de la paz de<br />

sus Estados... Ruego á vuestra Santidad me tenga siempre presente<br />

en sus tantas oraciones para obtenerme de Dios la gracia<br />

de que gobierne ¡x mis vasallos conforme ai espíritu de su palabra<br />

divina. Invoco la paternal bendición apostólica.<br />

" FERNANDO."<br />

Hubiera podido acordarse Mr. Mediéis primer<br />

ministro del rey, que esta manera de dar un aviso<br />

sobre el modo de pagarse las deudas, no se da de<br />

soberano a soberano. También se nota en esta car-<br />

te alguna cosa de los principios de la escuela so­<br />

fística que tanta ecsajeracion ba dado á muchos de<br />

los razonamientos de Filangieri.


CAPITULO TREINTA Y TRES.<br />

MOTÜ PROPIO DE 6 DE JULIO. ECSAMEN DE ESTA LEY<br />

CELEBRE.—OBSERVACIONES SOBRE LA ADMINISTRACIÓN<br />

FRANCESA DURANTE LA USURPACIÓN DE R.OMA. CON­<br />

VENIO DEL 25 DE AGOSTO DE 1816.—CARTA DEL PA-<br />

I'A AL REY DE FRANCIA. EL CONDE DE BLACAS REE­<br />

DIFICA A SUS ESPENSAS LA IGLESIA DE LA TRINIDAD-<br />

DLÍ-MONT.<br />

El 6 de julio mandó publicar el Papa un mo­<br />

ta proprio, esperado de todos impacientemente.<br />

Esta ley está precedida de una introducción , en<br />

la cual se hace esposicion de uniformidad de sis­<br />

tema , de centralización de poderes, de indepen­<br />

dencia de autoridad judicial, de la división del<br />

territorio en provincias y distritos , y en fin de<br />

responsabilidad de "ajentes. Ecsiste sin embargo<br />

una diferencia bien marcada entre el espíritu de<br />

la introducción y el tenor de algunas disposicio­<br />

nes de la ley, causada, sin duda, porque la ley<br />

en su conjunto empezó á redactarse de otro modo<br />

5o


que fue publicada, y quedó subsistente el preám­<br />

bulo en tanto que el reglamento recibía modifica­<br />

ciones. Algún ecsámen haremos de los puntos prin­<br />

cipales de que trata el motil proprio , pues cierta­<br />

mente Pió VII los meditó atentamente antes de<br />

consentir en su publicación.<br />

Anuncia la formación de un código civil, que<br />

será la obra de Mr. Bartolucci, antiguo consejero<br />

de Estado de Napoleón, juntamente con otros cua­<br />

tro apreciables jurisconsultos. Se creia entonces<br />

que se tomaría por modelo el código civil de Fran­<br />

cia, pues decían los Romanos: " En el hecho el<br />

código civil francés no es mas que un estracto<br />

de las leyes romanas: no ha hecho mas que decla­<br />

rar ley positiva lo que se encontraba contradicho<br />

ó incierto en la jurisprudencia romana." Se anun­<br />

ciaba también un código de procedimientos civiles,<br />

un código de eomereio, un código penal y otro de<br />

procedimientos crimínales. El motil proprio hasta<br />

aquí no hace mas que prometer.<br />

Conforme al artículo 3. ° publica un censo de<br />

población , del que resulta que el estado eclesiás­<br />

tico contaba en 1816 dos millones trescientos<br />

cincuenta y cuatro mil setecientos diez y nueve<br />

habitantes, y estaba dividido en diez y ocho de­<br />

legaciones , cuarenta y cuatro distritos y setecien­<br />

tas veinte y seis municipalidades, comunes ó con-


sejos. Con la diferencia de la nomenclatura que<br />

está variada, el censo ó estado no es otra cosa mas<br />

que la organización francesa aplicada al estado<br />

romano. La mas completa de todas las partes de<br />

esta ley es la que trata del sistema de Hacienda fi­<br />

nancie)'. Los romanos entran desde luego en el go­<br />

ce de un buen sistema, que arregla el modo y esta­<br />

blecimiento de las contribuciones , el reparto de<br />

ellas, la forma y ordenación de las cuentas del<br />

año concluido, y la previsión de los gastos para el<br />

año nuevo. Regulariza también el impuesto llama­<br />

do de las hipotecas, cuya conservación es una<br />

gran obra de la previsión humana.<br />

Este sistema que fue inventado por los grie­<br />

gos , seguido por los romanos y abandonado des­<br />

pués por mucho tiempo, volvió á ponerse en uso<br />

por los lejisladores ingleses; Francia luego le<br />

dio la forma regular moderada y útil que tiene en<br />

el dia. El establecido en Roma fue absolutamen­<br />

te el mismo que se sigue en Francia; y como no<br />

es materia al alcance de todos, casi no tiene varia­<br />

da ni la nomenclatura, como ha sido variada en<br />

otras instituciones copiadas también, pero cuyas<br />

espresiones tuvieron que cambiarse con objeto de<br />

que no se reconociera por muchos romanos, hom­<br />

bres de partido, que en todos los paises hay para


no tomar de los estraños ni aun aquello mismo*<br />

que es bueno , lo que llamaban ellos odiosidad de<br />

las leyes francesas. El producto de este impuesto<br />

no montaba mas que á la suma suficiente para<br />

el pago de sus oficinas, y se le consideraba masen<br />

beneficio del público que como interés del prínci­<br />

pe; escepto, decia Pió VII, bajo el punto de vista<br />

de la moralidad y pundonor que introduce tai<br />

sistema entre los propietarios á quienes impide la<br />

mentira; porque así no tomaran á préstamo cien<br />

mil escudos sobre una tierra que valdrá veinte<br />

mil, y el soberano que manda á vasallos virtuosos,<br />

aun cuando sean precisados á serlo, debe concebir<br />

menos inquietud por su autoridad.<br />

En los artículos sobre el sello ecscepto en la for­<br />

ma de los breves lo demás es todo francés: las mis­<br />

mas dimensiones y proporciones , los mismos ca­<br />

sos estraordinarios , ó de contravención y castigo:<br />

en fin son una copia de los artículos de la ley fran­<br />

cesa traspuestos algunas veces y con cierto estilo<br />

italiano. Lo mismo sucede en lo respectivo á los<br />

rejistros , confundido antes con la archiviazione,<br />

(antigua ley de Urbano VIII), que es una imita­<br />

ción ecsacta de las leyes francesas. Se ve que hace<br />

las mismas distinciones para los asientos y en las<br />

espediciones y para los derechos fijos ó proporcio-


.-5 . 437<br />

nales, que los mismos casos hay de multas y que<br />

Ioda la diferencia consiste en la fiijacion de los<br />

ierechos , algo mas cuantiosos que los que ecsije<br />

a ley francesa.<br />

Al directorio de Francia le debe Roma la organización<br />

de esta parte de la ley.<br />

Arregla el motu proprio después las atribuciones<br />

de los tribunales judiciales, de los tribunales<br />

administrativos y de un tribunal de cuentas.<br />

Francia no tenia antes ni una sola sección, de<br />

cuentas , y es menester confesar que si toman de<br />

ellas las otras naciones, deben los franceses esta<br />

institución, tal como en el dia la tienen, á las leyes<br />

del Piamonte, de donde la tomaron. El precio<br />

de la sal debia ser igual en todo el Estado romano<br />

y también el precio del tabaco. Se esperaba conseguir<br />

se preparase mejor esta planta de un uso<br />

jeneral, pero difícilmente tienen los tabacos de<br />

Italia la perfección de los franceses que son buscados<br />

.ávidamente en Roma.<br />

He aquí un suficiente análisis de esta ley<br />

prometida al congreso de Viena por el Cardenal<br />

Consalvi. El Papa cuando supo el empeño de la<br />

palabra de su ministro mandó se diesen prisa á<br />

salir de un compromiso tan solemne. El Cardenal<br />

por su parte no perdonó medio alguno para que<br />

esta publicación tan deseada asegurase la tran-


quibdad del anciano Pió VII, á quien llamaba<br />

su bienhechor y soberano amado.<br />

Habra.se notado que sin influencia estrafia el<br />

mismo gobierno pontificio conservaba ó introducía<br />

en sus Estados gran número de instituciones<br />

francesas , y es ocasión esta de que ecsaminemos<br />

rápidamente como se portó la administración<br />

francesa mientras estuvo mandando en Roma.<br />

Conocidas son , dice el autor, mis opiniones para<br />

que tenga necesidad de declarar de nuevo que<br />

había usurpación, y de consiguiente violencia en<br />

el ejercicio de una autoridad estranjera: el Papa<br />

era el lejítimo poseedor de Roma; los pontífices<br />

aceptaban las concesiones de Carlomaguo; pero<br />

en rigor, "La majestad de la Santa Sede, como<br />

dice Bossuet, y el nombre del Padre Santo, célebre<br />

en todo el mundo, eran la única defensa de<br />

la ciudad de Roma durante la decadencia del<br />

imperio romano: " este derecho de protección<br />

habia llegado á ser un derecho de soberanía; y<br />

ningún soberano, ningún jeneral, ninguna potencia<br />

tenia derecho á apropiarse el principado sagrado<br />

; pero la violencia y la injusticia de la ocupación<br />

una vez reconocida, podia suceder que<br />

los nuevos vireyes gobernasen mal el pais, como<br />

sucedió en Milán y en Ñapóles en tiempos anteriores.<br />

Los franceses no tuvieron que atribuirse


pre un administrador íntegro. La junta que goberné<br />

algún tiempo se componía de personas á<br />

las que no puede fecharse en cara ningún esceso.<br />

Saliceti, á quien no consideramos aqui sino con<br />

respecto á su posición en Roma, era un hombre<br />

solamente lleno de talentos, sino que se distinguía<br />

por una magnificencia, una liberalidad, y una<br />

jenerosidad dignas de un príncipe. Uno de los<br />

miembros de la junta, Mr ; de Gerando, fue<br />

muy estimado , y ha sido el hombre de Europa<br />

que ha juzgado mejor de Hobbes y su doctrina.<br />

Mr. Janet introdujo el orden en los negocios y el<br />

gobierno lejítimo aplaudió después muchas de<br />

sus Saludables medidas. La administración de<br />

justicia fue constantemente honrada y respetada<br />

en los cuatro anos de la dominación francesa; la<br />

policía fue prudente y reservada y la administra-.<br />

tracion del prefecto escita el mayor interés. Mr.<br />

de Tournon publicó un libro bajo el modesto título<br />

de Estudios estadísticos de Roma, qué manifiesta<br />

el cuidado que puso en conocer el país y buscar<br />

los medios mas seguros de rejirle con dulzura i Su<br />

memoria es muy apreciada en Roma.<br />

Referiré también aqui los datos que en Roma<br />

he recojido sobre la congregación f colejio de<br />

Ptopüganda Fide, qtfé tienen el pfítíief Jugar


entre los santos establecimientos de la ciudad eter­<br />

na. Fueron fundados [por Gregorio XV en 1622.<br />

Todos los Papas llamados Gregorios han sido<br />

protectores especiales de las ideas nobles , de sa­<br />

bios pensamientos y de brillantes empresas.<br />

Veinte y tres Cardenales, entre cuyo núme­<br />

ro estaba el Cardenal Chiaramonti , componian<br />

esta congregación. El colejio estaba destinado á<br />

formar la educación de un gran número de vasa­<br />

llos de diferentes naciones (algunas veces habia<br />

reunidos hasta ochenta educandos) para trabajar<br />

en las misiones de sus paises. Esta institución,<br />

destinada al fin único de propagar la fé, confor­<br />

me al espíritu apostólico y'á las disposiciones de<br />

Jesucristo cuntes (lócete, no aplicaba sus rentas<br />

sino en socorrer á los misioneros. El colejio tenia<br />

una gran biblioteca y una célebre imprenta que<br />

poseía cuarenta juegos de caracteres, con los<br />

cuales imprimía las obras escritas en casi todos<br />

los idiomas conocidos.<br />

Un establecimiento tan benéfico escitó el<br />

odio de los que organizaban propagandas des­<br />

tructivas : una orden impresa en 15 de marzo de<br />

1798 firmada por Hayer,el profundo observador<br />

que decia á Pió VI: "Por todas partes vais mu­<br />

riendo " estaba concebida en estos términos, " El<br />

ciudadano Hayer suprime la propaganda por ser


un establecimiento inútilísimo. " La rica biblioteca<br />

fue despojada; 'pero por dicha, y por el<br />

cuidado que tuvieron las personas que podian<br />

hncer el mayor daño, tienen fortuna que á<br />

veces los establecimientos necesarios , los archivos<br />

y la secretaria quedaron intactos; si bien<br />

en muchas ocasiones resolvieron vender á peso<br />

de papel los documentos. De todos los caracteres<br />

se apoderaron,'para poder, decian, anunciar<br />

la libertad al universo, á lo que observaban los<br />

implacables autores de sátiras: "Camino llevan de<br />

esparcir por todaspartes con nuestros caracteres<br />

tipográficos los Derechos del hombre; pero ¿por<br />

qué no los emplearán también en publicar sus<br />

deberesl"<br />

El colejio de la Propaganda habia sido conservado<br />

por disposición del senado-consulto que<br />

reunió los Estados romanos al imperio, declarando<br />

sus gastos imperiales. La consulta después<br />

dispuso se administraran las rentas del establecimiento<br />

por una comisión de la que era miembro<br />

el marqués de Fortia, amigo de Mr. de Tournon.<br />

Cuando entró en sus funciones esta comisión<br />

, se reunieron nueve discípulos, y un misionero<br />

de Constantinopla trajo otros dos de la Bulgaria<br />

, admirándose las jentes de ver en tales circunstancias<br />

reorganizarse el colejio. «En 1813<br />

56


espidió la comisión á dos armenios, ya orde­<br />

nados de presbíteros, que habian terminado sus<br />

estudios, y el uno era de la ciudad de Ancira, y<br />

el otro de Bitlis en Macedonia. A pesar de tan­<br />

to cuidado se iban apoderando los particulares<br />

de los edificios que pertenecían al colejio, la<br />

iglesia se convirtió en almacén de planchas de<br />

grabados y el sepulcro del último Cardenal de<br />

Tournon quedó destruido: viendo uno de los prin­<br />

cipales oficiales de la administración de la corona<br />

que Mr. Fortia se lamentaba de que se sacasen<br />

de la biblioteca ciertos objetos artísticos , le dijo<br />

un dia: Mr. de Fortia sois mas poderoso que el<br />

emperador á quien representamos: Mr. Fortia<br />

contestó: "vos sois quien desobedece a Napoleón:<br />

pues él mismo en un decreto mandó que la Pro­<br />

paganda se conservase." Mr. de Fortia hizo colo­<br />

car en ese establecimiento las bibliotecas de todos<br />

los conventos suprimidos; y me acuerdo que cuan­<br />

do llegué á Roma iba cada uno á recojer lo suyo,<br />

y como los depósitos de cada convento estaban se­<br />

ñalados con rótulos, en breve volvió todo á su lu­<br />

gar. Mandó recojer la embajada cuanto pertenecía<br />

ú los conventos franceses, pues hasta los nues­<br />

tros habíamos despojado. ¡Loor eterno al marqués<br />

de Fortia, uno de los conservadores mas celosos<br />

de tan precioso establecimiento!


Concluiré dando alguna noticia sobre otro<br />

instituto francés: hablo de los bomberos, /<br />

Vigili. Pió VII, cuando le hablaron de este esta­<br />

blecimiento , mandó que se conservase tal como<br />

estaba, de modo que aun en el dia esta todo á la<br />

francesa: se cuenta por francos y céntimos , y se­<br />

gún me decia el marques Origo, coronel de este<br />

cuerpo, están colocados los botones del vestido á<br />

la misma distancia que prescribe la ordenanza de<br />

Paris.<br />

Pero volvamos á Mr. de Blacas que procura­<br />

ba con empeño conseguir un nuevo concordato<br />

de la Santa Sede. El 25 de agosto dia de San<br />

Luis , y fiesta del rey , firmó un tratado de ca­<br />

torce artículos, parecido al que llamaron mas<br />

adelante concordato de 1817. Este aunque des­<br />

pués se varió en otro convenio , empezaba así:<br />

" En el nombre de la Santísima é indivisible Trinidad,<br />

S. S. el soberano Pontífice Pió VII, cuya solicitud se estiende<br />

á toda la iglesia, deseando cesen de una vez en Francia los<br />

males contra los que tanto ha declamado siempre, y que la relijion<br />

é iglesia de aquel reino vuelvan á su antiguo esplendor<br />

, ya que por haber vuelto al trono de sus antepasados un<br />

nieto de San Luis, ha llegado el tiempo.de arreglar como cor»<br />

responde la disciplina eclesiástica, de acuerdo con S. M. Cristianísima<br />

, que tan encarecidamente ha pedido al Padre Santo<br />

el aumento de los Obispados ecsistentes en el dia «n Francia,<br />

ba resuelto hacer un pacto solemne; y por lo tatito Scc."<br />

Todo lo demás es casi lo mismo que el con-


concordato de 1817 , y únicamente está alterado<br />

el orden de algunos artículos.<br />

El tercero del primer convenio dice que los<br />

artículos orgánicos están abrogados, y no añade<br />

que lo están " en todo lo que tienen de contrario<br />

á la doctrina de la iglesia."<br />

El rey ratificó este convenio, pero no llegó á<br />

ser definitivo; y al remitirlo el Papa á Paris, lo<br />

acompañó con una carta cuyo tenor copiaremos:<br />

"CARÍSIMO HIJO EN JESUCRISTO, SALUD Y BENDICIÓN<br />

APOSTÓLICA;<br />

"La carta de V. M. de 25 de abrí!, qne tan impaciente^<br />

mente esperábamos, nos ha inflamado en el corazón los deseos<br />

que siempre alimentaba , tan confoimes á los de V. M., de<br />

hacer en su vasto reino, que florezca la relijion y se cicatricen<br />

las heridas , que profundizadas por el choque de los trastornos<br />

pasados , ecsijen pronto y eficaz remedio. Es piopio de la piedad<br />

del hijo y heredero de San Luis-ocuparse en las necesidades<br />

espirituales de sus subditos, y nuestra solicitud hacia todas<br />

las iglesias, que nos están confiadas por disposición divina, nos<br />

obliga á buscar con el mayor anhelo la gloria de Dios y la salud<br />

de las almas. Estas reflecsiones fortificadas con la paternal<br />

propensión que [sentimos hacia V. M., y nuestro afecto á<br />

los fieles de Francia, nos han decidido á dar sin tardanza las<br />

órdenes mas terminantes para que se prosiguiesen las negociaciones<br />

suspensas, y se acabaran en el término mas pronto posible.<br />

El embajador de V. M., á quien su relijion y cualidades<br />

hacen digno de la confianza que en él ha depositado, es testigo<br />

de los cuidados que nos hemos tomado para conseguir este importante<br />

objeto , y hará conocer á V. M. mejor el tratado con-


cluido, y cuanto ha sido necesario para corresponder á sus<br />

deseos<br />

41<br />

Los Obispos que van á ser nombrados en las iglesias de<br />

Francia si no rivalizan en zelo con los apóstoles, no serán ap­<br />

tos para reparar el destrozo de la vina mística, para desarrai­<br />

gar y plantear de nuevo, para destruir y edificar. En este pun­<br />

to no podemos menos de manifestar el dolor que nos atormen*<br />

ta. Algunos de los Obispos actuales quo pertenecían á la clase<br />

de constitucionales, después de haber ecsijido de ellos todo<br />

cuanto en derecho se podia ecsijir, y de haberles dado de ese<br />

modo nuestra institución canónica en las sedes en que están<br />

hoy dia, han reproducido los errores que parecía acababan de<br />

renunciar, y se han hecho indignos del puesto que ocupan en<br />

ta iglesia. Si las difíciles circunstancias de los tiempos pasados<br />

nos impidieron conseguirán remedio proporcionado á tan gran<br />

desorden, el dichoso cambio de las cosas nos abre camino pa­<br />

ra ejecutar sin tardanza lo que ecsije de nos el deber de nues­<br />

tro apostolado. Otra causa también de nuestro dolor nace de<br />

no haber dado la dimisión de sus sedes los Obispos de hoy en<br />

adelante llamados titulares de las iglesias ecsistentey en Fran­<br />

cia, antes del año 1801.— Sensible es á nuestro corazón tener<br />

que esponer sus justas quejas contra prelados respetables por<br />

otros muchos títulos, que han merecido etojios de la santa me­<br />

moria de Pió VI, y también los nuestros: hubiéramos deseado<br />

que no nos hubieran puesto en necesidad tan desagradable*<br />

Aunque estaban ligados con el juramento que hicieron en el<br />

acto de la consagración de obediencia al soberano Pontífice , no<br />

solamente después se han negado á nuestras disposiciones , sino<br />

que ademas , la mayor parte de ellos por hechos y por escritos<br />

han llegado á merecerla mas grave censura, habiendo ofendi­<br />

do en estremo nuestra persona no menos que nuestra dignidad*<br />

Olvidamos voluntariamente las ofensas que nos son personales 1<br />

mas no podemos olvidar las que se han dirijido á la dignidad á


la autoridad de la iglesia y á su príncipe. Luego en el caso de<br />

que algunos de estos obispos fuesen nombrados en las sillas vacantes<br />

no podrían obtener de nos la institución canónica si antes<br />

no dan á la iglesia y á la Santa Sede la satisfacción conve»<br />

niente.<br />

" V. M. nos habia propuesto que enviásemos á Paris un legado<br />

; hemos creído apróposito tomar uu camino mas corriente<br />

arreglando con vuestro embajador los artículos que podían<br />

estipularse en la actualidad. Para los pormenores de eje*<br />

cucion enviaremos un nuncio, y asi en este particular se restablecerá<br />

el sistema antiguo de relaciones entre la Santa Sede y la<br />

corte real de Francia."<br />

Continúa tratando la cuestión de Aviñon y<br />

del condado: recuerda las promesas de Luis XVI<br />

y las protestas hechas en Viena: espera que S. M.<br />

no perderá de vista semejante objeto. Al hijo pri-<br />

mojénito de la iglesia se le conjura para que cor­<br />

rija en su reino todo lo que no sea conforme al<br />

bien de la iglesia.<br />

" Asi, todos los sentimientos que nos son dictados por el<br />

amor que á V. M. nos inclina, y por el interés que tomamos en<br />

su verdadero bien , le rogamos con el mayor fervor de nuestra<br />

voluntad , los acoja con deferencia filial, y se disponga á<br />

satisfacerlos con santa intención, esperando de Dios una larga<br />

recompensa , en prendas de la cual nos concedemos, con<br />

el íntimo afecto de nuestro corazón , í V. M. y á toda su real<br />

familia la bendición apostólica.<br />

" Dada en Santa María la Mayor el 6 de setiembre del<br />

año 1S16, el decimoséptimo de nuestro Pontificado.<br />

" PIUS PP. VIL


(1) Como Roma ha tenido tantas veces ocasion.de ensalzar la magn:—<br />

ficencía de los embajadores franceses, de los Créquy y de los Bernia, vio<br />

con placer la restauración que á su costa hizo el embajador de Francia de<br />

la iglesia do la Trinidad del Monte, fundada el año 1492 por Francisco<br />

de Paula', á espensas de Carlos VIII. Esta iglesia, de la que salieron<br />

loa mínimos franceses, servia de alojamiento á las tropas y estaba toda<br />

arruinada , hasta que Mr. Mazois "por orden de Mr. Blacas la reparó<br />

y hermoseó á toda costa; abriéndose después al público el 25 de agosto de<br />

este año: Mr. Mazois halló entre los escombros la piedra sepulcral de<br />

Claudio Lo re na, y la puso cerca de la capilla en que está pintada al fres­<br />

co por Daniel de Volteos el descendimiento de la cruz; que según et<br />

juicio de Poussin es una'de las tres mejores pinturas que ecsisten en e<br />

mundo.<br />

Pori-este tiempo se acabo de. reedificar , y se<br />

abrió al culto en Roma la iglesia francesa llama­<br />

da La Trinidad del Monte (ÍV


CAPITULO TREINTA Y CUATRO.<br />

RATIFICACIÓN DEL CONVENIO DE 25 DE AGOSTO.—MB.<br />

DE PERIGORD, ANTIGUO OBISPO DE REIMS ENVÍA A<br />

MR. DE RICHELIEU LA MINUTA DE UNA CARTA DEL<br />

REY AL PAPA.—CARTA DE ESJTE AL REY DE ÑAPÓLES.<br />

—NOMBRAN AL AUTOR PRIMER SECRETARIO DE EMBA­<br />

JADA EN VIENA.—TIENE CON EL PAPA UNA AUDIEN­<br />

CIA DE DESPEDIDA.<br />

Ratificóse el convenio de que hemos hablado;<br />

pero la concordia no se habia restablecido entre los<br />

Obispos que no habian hecho dimisión (non de-<br />

missionah'cs.) Las instrucciones de Mr. de Riche­<br />

lieu á Mr. de Blacas anunciaban las dimisiones; la<br />

carta del rey al Papa como se habrá visto, no da­<br />

ba una seguridad tan positiva, y en esa contes­<br />

tación del Papa se ve que no estaba Su Santidad<br />

muy satisfecho. Mr. de Talleyrand Perigord, an­<br />

tiguo arzobispo de Reims escribió á Mr. de Ri-<br />

chelieü en 1.° de noviembre, remitiéndole un<br />

proyectó de carta del Papa al rey sobre todas es­<br />

tas disidencias. Hubiérase querido según pare-


ce, que los obispos del concordato diesen tam­<br />

bién sus dimisiones; pero esto hubiera podido<br />

desagradar á la corte romana.<br />

El proyecto de la carta del rey al Papa es­<br />

taba concebido de modo que suavizase un po­<br />

co la aspereza de esta pretensión.<br />

Entre otras se notaban estas palabras:<br />

"¡No quiera Dios, Santísimo Padre, que mi conducta contriste<br />

jamás en .lo mas mínimo vuestro corazón paternal que tanto<br />

hasta ahora ha padecido! Desearía por el contrarío , con solarle<br />

en lo posible, y olvidaría entonces los males y contratiempos<br />

que juntamente con mi familia he eesperimentado ; pero<br />

después de una situación y trastorno tan violento, después de<br />

la necesidad que ha habido de traspasar los límites regulares,<br />

V. S. conocerá que es obligación de un soberano impedir en<br />

todas ocasiones que aquello mismo que en circunstancias mas<br />

críticas se ha tolerado, venga por la costumbre á hacerse ley»<br />

y sirva á la posteridad de pernicioso ejemplo."<br />

Propone en seguida hacer un nuevo nombra-,<br />

miento jeneral, después que hayan hecho todos<br />

su dimisión ; declara que los concordatarios están<br />

prontos á hacerla, y concluye asi:<br />

No me falta ya, Santísimo Padre, sino rogar al Señor Todopoderoso<br />

, al Dios de las misericordias , que tantas maravillas<br />

ha obrado por nosot ros, os recompense los trabajos conque<br />

hasta aquí ha ejercitado vuestra paciencia; y os dé el consuelo<br />

de ver esta antigua y célebre Iglesia de Francia engendrada en<br />

Jesucristo por el ministerio déla Iglesia romana y alimentada<br />

con la leche de su doctrina, reanimada nuevamente por el<br />

Espíritu Santo bajo vuestro pontificado, estrechada mas y mas<br />

57


con los vínculos de la unidad católica y vuelta á aquel esplendor<br />

de sus mejores tiempos, en que gobernada por los mas sabios<br />

y santos prelados , y protejida por los mas famosos y cristianos<br />

reyes, era la alegría de la Santa Sede, y la honra de la Iglesia<br />

universal.<br />

Era esta carta según decían obra de Luis XA I í I,<br />

cuyo estilo dulce y florido se nota principalmente<br />

al fin.<br />

Roma pidió algún tiempo para ecsaminar es­<br />

ta proposición, á la que no se acompañó el pro­<br />

yecto de Mr. de Talleyrand. Un gran número de<br />

amigos de la paz, y espíritus reflecsivos ;ij(roba­<br />

ban semejantes disposiciones; pero el Papa es­<br />

taba algo indispuesto y la congregación que con­<br />

sultó no se apresuraba á dar respuesta.<br />

Durante estos debates, por lo mucho (pie in­<br />

sistía el ministro de Ñapóles en solicitar una<br />

decisión sobre el contenido dé lá carta del rey<br />

Fernando IV, trabajaba mucho la secretaría de<br />

Estado. El Papa diferia el poner su firma en<br />

una contestación preparada desde luego; pero<br />

al fin convino en que se enviase á Ñapóles, y lle­<br />

vo la fecha de 10 de diciembre.<br />

CARÍSIMO HIJO EX JESUCRISTO, SALUD Y BENDICIÓN APOS­<br />

TÓLICA.<br />

"Nunca nos hubiéramos esperado una contestación semejante<br />

á la vuestra fecha en '26 de julio. En la de 28 de junio<br />

os hablábamos el lenguaje de la relijion, de la confianza y<br />

del candor apostólico, y vuestra respuesta es una discusión de


derecho político. No podemos disimular á V. M. quedamos<br />

en estremo aflijidos y por mucho tiempo dudosos, sin saber<br />

qué respuesta convendría dar. No nos hemos decidido á dar<br />

esta sino por el temor en que estamos de que se interprete<br />

nuestro silencio como un convencimiento, y á la verdad no podemos<br />

estar convencido de otra cosa sino de que V. M. pone<br />

su fé antes en los consejos de otros que en los nuestros propios,<br />

y en que sigue el parecer de aquellos que tienen interés en<br />

confirmarle en una opinión equivocada: cerráis á nuestras palabras<br />

los oidos, no escuchando á nos que por nuestro carácter<br />

no podemos engañaros. Lo repetimos con franqueza, los sentimientos<br />

manifestados por V.M.en su carta autógrafa escrita en<br />

Palermo en '26 de mayo de lb»06, y los que vos mismo nos hicisteis<br />

saber por conducto del duque de Gravina, no estau conformes<br />

con los sentimientos que V. ¡VI. nos ha manifestado últimamente<br />

desde Ñapóles sobre la prestación del censo y de l&haeanea.<br />

Ofrecíais entonces la prestación de la /tacanea con<br />

la. publicidad acostumbrada todos los años y particularmente<br />

siempre y cuando se tuviese por conveniente. Hoy se dice que<br />

la hacanea es una pretensión de la Iglesia romana y una<br />

materia puramente temporal. ;Se llamará una pretensión de la<br />

iglesia romana un derecho fundado en los títulos mas sagrados<br />

de propiedad y posesión ? ¿ Se llamará temporal una obligación<br />

relijiosa que liga las conciencias ? Si la hacanea y el<br />

censo son en sí una materia temporal no puede serlo el juramento,<br />

causa de donde proceden, porque este tiene el carácter<br />

de una promesa hecha á Dios."<br />

La Santa Sede no quiere confundir la cuestión<br />

del censo y de la hacanea con la de Benevento y<br />

Ponte-Corvo. Esta parte de los dominios puede<br />

trocarse con otra compensación territorial, como


se habia tratado de ello en Viena, pero no ser<br />

cedida ó enajenada de otra manera.<br />

" V. M. en su carta distingue y separa también la cualidad<br />

de soberano y la de pontífice para volvernos á colocar en los<br />

tiempos de la prepotencia y de la fuerza que precedieron á<br />

nuestra deportación.... V. M. nos dice como nuestro secretario<br />


obtener Joaquín. Inmediatos, como ya estamos á comparecer ante<br />

el divino tribunal, por causa de nuestra edad, ved aquí el modo<br />

de hablar franco que con vos debíamos tener para evitar en la<br />

cuenta que Dios nos pida del cumplimiento de nuestros deberes*<br />

la reconvención de haber ocultado la verdad por motivos humanos.<br />

Debemos hablar así, para que vos conozcáis vuestros<br />

verdaderos 'intereses y la importancia de nuestros deberes si<br />

V. M. no cumple con los suyos."<br />

El rey de Ñapóles hizo se contestara verbalmente<br />

que sentia mucho haber dejado en su carta<br />

de 26 de julio las espresiones que habian disgustado<br />

á Pío VII, á quien todo católico debia mirar<br />

como uno de los mas admirables Pontífices que<br />

han podido ocupar la Cátedra de San Pedro.<br />

El 26 de noviembre, me nombró el rey primer<br />

secretario de embajada en la corte de Austria.<br />

En la audiencia de despedida que me conce -<br />

dio el Padre Santo me colmó de atenciones, y<br />

desde que entré, después de haberme hecho sentar<br />

, me dijo que teníamos mucho que hablar, y<br />

añadió: " Para proceder con orden, seria precito<br />

tomar las cosas desde mas atrás, desde los tiempos<br />

de Mr. Cacault. Ah! cuánto estimábamos á<br />

este digno ministro! El fue en muchos asuntos<br />

importantes el director y preceptor de Consalvi,<br />

que aunque sabia mucho, no lo sabia todo: che fa<br />

Chateaubriand! " me preguntó. Le contesté que


habia compuesto, seguu S. S. habría tal vez oido<br />

decir, una obra muy elocuente sobre la vuelta de<br />

los Borbones. "La conozco, la conozco, la he<br />

leido; " me dijo.— "Pero Vuestra Santidad , le<br />

repliqué , no puede figurarse la impresión que ha<br />

causado en toda Francia ese libro , que seduce;<br />

Mr. de Chateaubriand no es 6olo un gran injenio,<br />

sino un gTan orador: un dia que estábamos solos<br />

habló de los sucesos de Francia, fue en 1808, con<br />

una previsión tan extraordinaria que jamás podré<br />

olvidarme; 1110 dijo todas las faltas que cometería<br />

el jeneral quogobernaba á Francia, los peligrosa<br />

quese esponia por su obstinación en la guerra;<br />

de modo que si se hubiera escrito lo que dijo<br />

entonces Mr. do Chateaubriand se hubiera sabido<br />

con anticipación mucho de lo que después sucedió;<br />

jamás he oido hablar con mas fuego, con mas<br />

poesía, ni con mas verdad." Después de haberme<br />

escuchado atentamente, me dijo,


—"Muy bien, sirve de mucho el latín para hablar<br />

el italiano , y sabiéndole debe adquirirse también<br />

mas facilidad en el francés. Cuando estuvimos en<br />

Francia hablábamos en latin con varios eclesiás­<br />

ticos y algunos seglares , y semejantes conversa­<br />

ciones nos eran muy agradables ; aquí tenemos<br />

al abate de Saint-Gall, que cuando vino no sabia<br />

mas que una especie de alemán que ni los ale­<br />

manes mas alemanes lo entendían; necesitábamos<br />

siempre hablarle en latin y él tenia mas facilidad,<br />

y usaba una porción de frases y jiros nuevos que<br />

ni aun el mismo monseñor Testa conoce. "<br />

"Tratamos en seguida de las hermanas hospi­<br />

talarias. Me habéis hablado , me dijo , de las re­<br />

ligiosas de Francia , y sobre todo de las hijas del<br />

Ave María que fueron á morir cantando el Veni<br />

Creator : se iban oyendo menos voces conforme<br />

iban cayendo las víctimas; por nuestra parte conce­<br />

deríamos cuanto se nos pidiese para esta orden. Pe­<br />

ro hablemos también de las Hermanas pardas (l).<br />

( Soeur grises ), escuchadme lo que voy á decir:<br />

hrinos procurado introducirlas en todos los paises<br />

católicos , y principalmente en Italia , Alemania<br />

é Irlanda y siempre nos han dicho: "para las<br />

(1) Traducimos hermanas pardas porque asi las llaman en Francia<br />

por llevar el hábito de color


faenas de cuidar los enfermos no tiene la mujer<br />

italiana bastante valor ni espíritu; la alemana<br />

tiene un carácter muy dulce y sufrido ; á la in­<br />

glesa no lefalta humanidad y viveza, pero es dema­<br />

siado sostenuta. (Palabra difícil de traducirse y que<br />

encierra en sí el vituperio de un pudor mal enten­<br />

dido) " la francesa tiene habilidad , firmeza , re­<br />

solución , dulzura en mandar y una piedad seve­<br />

ra, cualidades indispensables en tal estado. Sin<br />

embargo aun no desesperamos mejorar en esto el<br />

servicio de nuestros hospitales." Se acordó enton­<br />

ces el Papa de los médicos franceses y del doctor<br />

Ribes, que le acompañó en su último viaje a Ita­<br />

lia: " Era, decia, hombre de un saber , de una<br />

urbanidad y discreción admirables, vuestros mé­<br />

dicos son mas discretos que los nuestros.—Temo<br />

no ser en esto del parecer de V. S.—"Como!<br />

Cospetto! " " Vuestros enfermos son , Santísimo<br />

Padre , los no discretos : un italiano dice y repi­<br />

te todos sus males, pero vuestros médicos no ne­<br />

cesitan discreción cuando saben que sus enfermos<br />

no la han tenido. " — " Eso es verdad"— Ademas<br />

en Francia las leyes castigan las imprudencias de<br />

los médicos.—No lo sabíamos."—"Pero no solo<br />

por eso son discretos nuestros médicos sino porque<br />

en nuestro país los enfermos no se fian de cual­<br />

quiera."


Habló en seguida el Papa del coronel Boisard<br />

y del coronel Lagorsse de la manera mas<br />

satisfactoria para ambos; no mentó siquiera á Radet,<br />

pero conocí sin embargo que se acordaba de<br />

él. Habló también de Miollis , y dijo estas mismas<br />

palabras: "habia comprado la quinta Aldobrandini;<br />

1<br />

en la cual no consentimos que metiesen<br />

como querían, jente de guerra. Ah ¡no juzgamos<br />

á los hombres por una acción sola!" Tratamos<br />

después de los cuadros de David , y la conversación<br />

volvió á ser mas animada: "sí, hablemos de<br />

David, me dijo: ¿porque un artista que tantos beneficios<br />

ha recibido del rey ha tomado parte en la<br />

revolución?.... ¡Cuánto mas grande y mas noble<br />

aparece un artista que se contenta con su gloria!<br />

" Quise decir algunas palabras sobre la publicación<br />

del motu proprio y eso hizo hablásemos<br />

del cardenal Consalvi, que fue el que lo prometió<br />

al congreso. "Hay aun mucho que hacer, me dij<br />

o, las naciones en el dia no se conforman tan fácilmente,<br />

y vuestro príncipe esperimentará también<br />

las dificultades." Especificó en seguida el Padre<br />

Santo los motivos de la conducta que seguía,<br />

y cuando habló del tabaco alabó tanto el nuestro<br />

, que le ofrecí enviarle desde París; elojió al<br />

conde y condesa de Blacas, cuyo último hijo acababa<br />

de tomar el nombre de Pió, y refirió algu-<br />

58


nos pormenores de esta ceremonia, que se hizo<br />

con gran pompa en el palacio de Francia, y á la<br />

cual quiso Su Santidad asistiesen todos los Carde­<br />

nales que se hallaron en Roma, siendo Consalvi el<br />

encargado de representar en ella al augusto pa­<br />

drino. Nombró también al conde de Polignac<br />

que estaba en Roma á principios de 1815 , y á<br />

quien creó príncipe en agradecimiento de las in­<br />

finitas pruebas de veneración , de sus servicios y<br />

aun de los consejos que siempre le habia dado.<br />

Me preguntó por último si volvería á Roma; le<br />

dije que la dejaba con disgusto, que me alegraría<br />

volver á ella aunque fuese sin adelantar en mi<br />

empleo; y al partirme me dio un rosario y su ben­<br />

dición, deseándome feliz viaje.<br />

Tuve sin embargo un encuentro muy desagra­<br />

dable, pues nos salieron unos ladrones en el lugar<br />

mismo en que Pió VII bebió el agua del torren­<br />

te , nos resistimos y huyeron. Hizo el rey recom­<br />

pensar liberalmente al correo de gabinete que iba<br />

conmigo y por una carta del Padre Santo supe<br />

la satisfacción que habia tenido al oir que no nos<br />

habian herido.


CAPITULO TREINTA Y CINCO.<br />

HÁLLANSE LOS PAPELES DEJADOS POR EL CARDENAL DE<br />

YORK. — CONVENIOS DE ROMA CON VIENA. — CUIDA­<br />

DOS QUE INSPIRA EL PRÍNCIPE DE CANINO.—EL CAR­<br />

DENAL MAURY ACOJIDO BENÉVOLAMENTE POR Ser SAN­<br />

TIDAD.—MUERTE DE ESTE- CARDENAL.<br />

Los asuntos eclesiásticos de Francia van á to-r<br />

mar una marcha mas espedita en el año de 1817.<br />

Mas antes de concretarnos á ellos, daremos breve<br />

noticia de lo que aconteció con los papeles dejados<br />

en Soma por el Cardenal de York. Dejó este<br />

príncipe en su testamento al Obispo de Milévi por<br />

su heredero fideicomisario, y el Obispo confió<br />

al cuidado de un maestro di caví varias maletas<br />

que estaban llenas de papeles, que los ocultó<br />

en un granero en 1809 cuando el trastorno<br />

del gobierno romano. El maestro di casa habia<br />

muerto con su secreto, y hacia el año 1816 se<br />

descubrieron los papeles por una persona que tenia<br />

una idea confusa de lo que habia sucedido con


ellos. Aunque casi roídos de ratones contenían una<br />

voluminosa correspondencia con las autoridades<br />

inglesas de Madagascar, de donde enviaban á los<br />

Stuardos testimonios de amor y fidelidad, y algu­<br />

nos socorros en dinero ; otra correspondencia con<br />

Escocia; algunas cartas de la corte inglesa al pa­<br />

lacio de San Jerman hacia el año de 1708, y so­<br />

bre todo documentos relativos á Irlanda.<br />

Un viajero ingles que entonces se hallaba en<br />

Roma llamado Watson hizo la proposición de com­<br />

prar estos papeles á dinero contante: y el que sin<br />

derecho alguno los poseia, se los vendió por 170<br />

escudos romanos (3400 rs. vn.) Verificado el tra­<br />

to , se dispuso Mr. Watson á estraer estos papeles<br />

fuera de los Estados romanos. Conocíalos ya , y<br />

habia leido varios de ellos Mr. Stamaty, cónsul<br />

francés; conocían los otros: lo cierto es, que el<br />

secreto de Mr. Watson traspiró, y se le hizo trai­<br />

ción. El gobierno, pues , se apoderó de todos es­<br />

tos papeles, fuera de algunos legajos que estaban<br />

en otras manos. En vano reclamó Watson contra<br />

la orden del gobierno. La siguiente carta dirijida<br />

por el Cardenal Consalvi á mylord Castelreagh<br />

en 26 de enero de 1817 , da luz sobre este'asunto:<br />

MYLORD<br />

El cónsul inglés Mr. Denis habrá ya informado muy circunstanciadamente<br />

á V. E. sobre unos papeles pertenecientes


á la herencia del difunto cardenal duque de York, comprados<br />

por Mr. Watsont. El objeto de esta carta es hacer saber á<br />

V. E. que dicho Mr. Watson, acompañado de Mr. Schmidt*<br />

se roe ha presentado reclamando el pleno goce de su compra:<br />

y habiéndole hecho observar la ley vijente sobre la nulidad de<br />

las ventas de papeles de semejante naturaleza , hechas sin el<br />

permiso competente, me rogó que no se diese mayor publici­<br />

dad á este asunto, y que hiciese sobreseer en el proceso enta­<br />

blado contra esta venta, por la testamentaría: al mismo tiem­<br />

po me pidió solamente una carta para V. E., que le entregaría<br />

Mr. Schmidt, en la cual se espresase que Mr. Watson com­<br />

pró los papeles sin fraude alguno por ciento setenta escudos,<br />

de uno que dijo estar autorizado para venderlos, per la testa­<br />

mentaría: que hiciese ademas observar á V. E. que á él se de­<br />

bia, y al haberlos comprado* el desenterramiento de estos pa*<br />

peles y su total destrucción , 6 á lo menos su dispersión ; lo<br />

que habria acontecido necesariamente, permaneciendo arrum­<br />

bados en el desván en que estaban, ya que no se hubiesen<br />

vendido al peso, para envolver, á algún tendero ó abacero,<br />

respondile que no tenia dificultad en dar la carta que me pedia<br />

y que en cuanto al proceso, me reservaba darle una respuesta,<br />

positiva después de haber hablado con el gobernador para sa­<br />

ber el estado del proceso: dos días después le dije, que aun­<br />

que ya se habia sentenciado no se habia publicado el juicio, con<br />

el fin de enterar antes á S. S. y que, por lo tanto, habia podi­<br />

do impedir se publicase. Añadí que irían á su casa á recojer<br />

los papeles, para llevarlos á casa del gobernador, y que le da­<br />

ría la carta en los términos que deseaba. Habiéndome dado<br />

las gracias Mr. Watson y Mr. Schmitd, y fijados de antema­<br />

no el dia y hora de la entrega de los papeles , no he podido<br />

menos de sorprenderme al saber que al entregarlos protes­<br />

tó Mr. Watson solemnemente, que semejante acto era una<br />

violación de su propiedad, y no quiso recibir el reembol-


so de sus 170 escudos (que se han depositado , por lo<br />

tanto, á cuenta suya en un tribunal), considerándose<br />

siempre como propietario de dichos papeles. Habiendo venido<br />

á verme Mr: Watson con Mr. Schraidt, y á recojer la<br />

carta para V. E. me he quejado con ellos, y les he hecho entender<br />

, que el asunto habia variado de aspecto, desde que<br />

Mr. Watson continuaba llamándose propietario de los papeles,<br />

y decia presentar el negocio al ministerio y Parlamento británico<br />

(como se lo ha escrito á Mr. Lupi, negándose á recibir los<br />

170 escudos), y que yo podría justamente negnr la prometida<br />

carta; pero que sin embargo, entregados los papeles, no quería<br />

faltar á mi palabra, ni dar lugar á quejas, aunque injustas.<br />

Cumpliendo , pues , con ella he dado la carta á Mr. Schmidt,<br />

que acaba de partir para Londres; y aprovecho esta ocasión<br />

para renovar á V. E. la seguridad de mi distinguida consideración<br />

, con la que tengo el honor de ser de V. E. afectísimo y<br />

obedientítimo servidor.<br />

H. CARDENAL CONSALVI."<br />

Personas que se tenían por bien informadas,<br />

publicaron entonces que un romano ecsaminó los<br />

papeles, y que de ello dio cuenta á la corte de<br />

Cerdeña, porque los derechos eventuales de los<br />

Stuardos tocaban al segundo jénito de Víctor-Amedeo<br />

III, que en 1817 reinaba en Turin, y que después<br />

de este ecsamen se enviaron á Inglaterra. No<br />

es probable que ningún documento que pudiese<br />

perjudicar a los jacobistas, se entregase de esta<br />

manera al lord Castelreagh: el carácter, á lo menos<br />

del cardenal Consalvi, que debió su educa-


cion al duque de Yorck, y los principios de ho­<br />

nor y valor que invariablemente dirijen al go­<br />

bierno pontificio en todas las cuestiones de asilo y<br />

protección católica, no dan lugar á pensarlo, y yo<br />

en particular estoy persuadido, por pruebas que<br />

tengo (1), que nada pasó en este asunto que no<br />

fuese conveniente, noble, prudente y jeneroso.<br />

Mientras tanto que asi se procuraba cultivar<br />

la buena intelijencia con Inglaterra no descuida­<br />

ba tampoco la corte romana los deberes de vecin­<br />

dad, que tenia con Austria. Habia pedido la cor­<br />

te de Viena que se arreglasen ciertos particulares<br />

relativos á la organización de su clero, u la venta<br />

de muchos dominios ó posesiones eclesiásticas, y<br />

á la navegación del Pó. Los tratados estos fueron<br />

firmados y las ratificaciones enviadas de Viena<br />

en 26 de enero para ser canjeadas con las del<br />

Papa.<br />

Alimentaba el gobierno pontificio el deseo de<br />

sustraerse gradualmente de la influencia austría­<br />

ca , pues aunque se conocía que iba disminuyen­<br />

do , se mostró á las claras dominadora después<br />

del restablecimiento de la autoridad del Santo Pa­<br />

dre. Los primeros pasos retrógrados no podían ser<br />

(1) El autor hubiera hecho un servicio al gabinete pontificio de aquel<br />

tiempo , en presentar estas pruebas.


sino muy lentos y comedidos. Asi se iba en Roma<br />

organizaudo una fuerza armada, suficiente para<br />

mostrar la independencia del Estado, guardar sus<br />

fronteras y mantener la tranquilidad de las pro­<br />

vincias. Esta fuerza se decia que era nada mas que<br />

de seis mil hombres; pero en realidad ya presen­<br />

taba un efectivo de diez mil, y se tenia la intención<br />

de hacerla subir hasta catorce mil, con el inten­<br />

to , cuando llegase á este número de hombres,<br />

de negociar acerca de la guarnición de Ferrara<br />

de modo que no pareciera necesaria/y librarse de<br />

ella.<br />

Los negocios eclesiásticos de Baviera camina­<br />

ban con perfecta armonía , esperándose llevarlos<br />

á cabo dichosamente, pues estaban en suspenso<br />

desde las negociaciones de Mr. de Cetto. Los del<br />

Piamonte se veian próesimos á su terminación,<br />

habiéndose propuesto un sistema de conciliación<br />

por una parte y otra. El rey de Ñapóles dejó este<br />

dictado y tomó el de rey del reino de las Dos<br />

Sicilias: y con este nuevo título sus consejeros<br />

habian imajinado tener un medio de evadir las<br />

ecsijencias de Roma sobre la investidura y el tri­<br />

buto. El Papa hizo una protesta de reserva de los<br />

derechos de la Santa Sede al reino de Ñapóles; y<br />

la corte del reino de las Dos Sicilias respondió por<br />

una contraprotesta, muy fuerte, en la que decía-


aba no reconocer en sus Estados otros derechos<br />

al Soberano Pontífice que los que tenia como cabe­<br />

za de* la Iglesia sobre todos los católicos. El rey<br />

de España también por este tiempo solicitó y ob­<br />

tuvo una bula que le concedía el subsidio estraor-<br />

dinario sobre el clero de su reino de seis millones<br />

de reales , durante seis años.<br />

Los enemigos de la restauración publicaban en<br />

Italia, que disponía Francia medidas de vigor<br />

contra la familia de Bonaparte; pero estas medi­<br />

das eran provocadas por los ministros de las otras<br />

tres grandes potencias del continente , el Austria,<br />

la Rusia y la Prusia. Los representantes de estas<br />

cortes en Roma presentaron al Cardenal Consal­<br />

vi una nota en respuesta á la que su Eminencia<br />

les habia remitido relativamente á las medidas<br />

tomadas con el príncipe de Canino.<br />

Y en ella decían los infrascritos ministros,<br />

que no eran suficientes las precauciones tomadas<br />

por el gobierno de Roma para evitar que Luciano<br />

Bonaparte dejase clandestinamente los estados<br />

pontificios: y que debia el gobierno vijilarle con<br />

la atención mas rigurosa, y participar á las gran­<br />

des potencias los medios que en ello emplease,<br />

para mejor resultado. La nota tiene la fecha de 21<br />

de febrero de 1817.<br />

No teniendo progreso alguno los asuntos de<br />

50


Francia desde el convenio de 25 de agosto , Mr.<br />

de Blacas pasó á Paris para pedir instrucciones y<br />

le respondieron que convendría aprovechar la dis­<br />

posición que manifestaba la corte romana de ad­<br />

mitir algunas modificaciones en el mismo conve­<br />

nio. El rey aprobaba la idea espuesta por Mr. de<br />

Blacas de considerar dicho tratado como no hecho<br />

y proponer otro nuevo; el gabinete deseaba hubie­<br />

se otro preámbulo distinto en el nuevo proyecto: en<br />

fin se esplicaron las miras del consejo , y al emba­<br />

jador se dijo, que si lograba persuadir á Su<br />

Santidad de que no se le dirijian mas pretensio­<br />

nes que las indispensables, adquiriría nuevos de­<br />

rechos á la benevolencia de Francia con el di­<br />

choso término de una negociación ligada á inte­<br />

reses tan diversos y con influencia tan grande<br />

sobre el restablecimiento completo de la organi­<br />

zación social y sobre la estabilidad misma de la<br />

monarquía.<br />

Los ministros franceses pidieron á Roma por­<br />

menores sobre la situación del Cardenal Maury.<br />

No habia podido este consolarse del pesar que reci­<br />

bió con las primeras muestras del desagrado de Su<br />

Santidad en mayo de 1814. Por desgracia suya las<br />

instrucciones enviadas al Obispo de Cervia , en­<br />

cargado de reemplazar al Cardenal suspenso de<br />

sus funciones en el Obispado de Montefiascone,


estaban firmadas por Francisco, Arzobispo de Edesa,<br />

Iimosatro del-PaJm, no acordándose sin duda<br />

4e Fontainebleau monseñor BertazoK, cuando<br />

firmó esta carta. El Cardenal Maury como se ha<br />

dicho ya, fue preso por orden de la junta qne gobernaba<br />

en Roma durante la invasión de Joaquín.<br />

Después obtuvo el permiso de habitar en el edificio<br />

contiguo á San Silvestre. Mas tarde dio su renuncia<br />

de la mitra de Montefiascone: entonces el<br />

Papa le asignó cuatro mil escudos sobre el tesoro<br />

y manifestó sus deseos de verle. Quiso el Cardenal<br />

Consalvi conducirlo él mismo. El Santo Padre<br />

que siempre pretendía que cada cual olvidase<br />

el daño que habia hecho, dijo al Cardenal<br />

las cosas mas tiernas y afables ; manifestóle sus<br />

sentimientos de que no le hubiese seguido k Jénova^<br />

le aseguró-de que lo habia vuelto á su gracia<br />

y le recomendó cuidase de su salud, para lo<br />

que varias veces repitió podia dejar la reclusión<br />

de San Silvestre y volver á su casa.<br />

El Cardenal no queria volver hasta que hubiese<br />

acabado una grande obra que tenia por concluir<br />

, y que al fin acabó, k pesar de que los sufrimientos<br />

padecidos quebrantaron su salud y<br />

murió elll de mayo de 1817, á la edad de setenta<br />

y dos años. El Papa quiso que se le enterrase<br />

en la Chiesa nuova (Iglesia nueva) entre el Car-


denal Baronio, y el célebre Cardenal Tarugi.<br />

No se pueden negar los* servicios que el elocuente<br />

orador habia prestado en otro tiempo á la<br />

relijion y á la monarquía. El Papa y el Cardenal<br />

Consalvi no olvidaron nunca la conducta del Cardenal<br />

Maury en el cónclave de 1800, y el autor<br />

del Ensayo sobre la elocuencia de la cátedra, y del<br />

Panejírico de San Luis quedará por siempre en el<br />

número de los mas brillantes escritores franceses.


§ CAPITULO TREINTA Y SEIS.<br />

EL PAPA ENFERMO.«-CONSIDERACIONES SOBRE EL CA­<br />

RÁCTER DE TODOS LOS CARDENALES. — CONCORDATO<br />

•DEL 11 DE JUNIO DE 1817« — CARDENALES NOMBRA­<br />

DOS.—CONCORDATO CON EL Pl AMONTE, RüSIA Y ÑA­<br />

PÓLES. — CARTA DEL HEJENTE DE INGLATERRA AL<br />

PAPA.—MR. PORTALIS ENVIADO A ROMA.—NAPOLEOH<br />

PIDE UN ECLESIÁSTICO EN SANTA ELE^NA.—-BREVE DEL<br />

PAPA A MR. PERIGORD.—FERNANDO IV EN ROMA.—<br />

EL DUQUE RICHBLIEU ESCRIBE A CONSALVI.—MEMO­<br />

RIA ENVIADA POR EL OBISPO DE BLOIS.<br />

Parecía que el Papa gozaba de buena salud,<br />

á pesar de que*se decía que estaba atacado de una<br />

enfermedad grave; noticia que me aflijió. Con este<br />

motivo creí de mi deber redactar algunas consideraciones<br />

sobre el carácter de las personas que<br />

debian ser llamadas á elejir otro Pontífice. No<br />

permite el plan de esta obra que hable por menor<br />

de los cincuentaisiete retratos que tracé: me<br />

limitaré á recordar las reflecsiones con que finalizó<br />

aquella larga memoria.


He aqni los retratos de los Cardenales , según he creído<br />

útil el presentarlos. La corte de Roma dá siempre el encargo<br />

á sus nuncios de comunicarla los mas ecsactos pormenores<br />

sobre el carácter de los príncipes de los demás países ( 1 ): buena<br />

es pues la reciprocidad. Con ningún Cardenal he sido injusto<br />

: y he hablado de sus cualidades y buenas prendas, cuando<br />

no he descubierto en algunos "mérito eminente y señalado.<br />

De los cincuentaisiete Cardenales , conozco á cuarentaicuatro:<br />

y á varios de estos estimo y quiero quizá demasiado. Pero creo<br />

haber sido tan imparcial con estos últimos , como respecto á<br />

aquellos que han obrado en seutido opuesto á los intereses de<br />

Pió VII y del rey.<br />

Al caho Mr. de Blacas en 11 de junio firmó<br />

con el Cardenal Consalvi un convenio, conocido<br />

después con el nombre de Concordato de 1817,<br />

diferente del de 25 de agosto de 1816.—Hé aquí<br />

su testo literal :<br />

NIDAD.<br />

EN EL NOMBRE DE LA SANTÍSIMA E INDIVISIBLE TRI­<br />

" ¿u Santidad el Soberano Pontífice Pió VII y S. M. C.<br />

animados del mas vivo deseo de que cesen enteramente en<br />

Francia los males que hace tantos años afiijéti á la iglesia , y de<br />

que vuelva la relijion en este reino á su antiguo brillo, ya que<br />

en fin el dichoso regreso del nieto de San Luis al trono de sus<br />

(I) Esta costumbre no la debe , ó debia tener sola la corte de Roma;<br />

porque yo be visto una carta de un embajador nuestro en Viena, en tiem­<br />

po de Carlos II dando estensa noticia acerca de la familia imperial aus­<br />

tríaca de entonces, y no solo del carácter, sino de las ocupaciones y afi«"<br />

nones de cada príncipe y princesa. Y esta noticia era respuesta en cifra,<br />

í 1» orden que habia recibido de nuestra corte para hacerla.<br />

(Nota dtl Traductor).


mayores, permite que sea mas convenientemente arreglado<br />

el réjimen eclesiástico, han dispuesto hacer un solemne convenio,<br />

reservándose de proveer después en los intereses de la relijion<br />

mas ampliamente y de común acuerdo. En su consecuencia,<br />

Su Santidad el Soberano Pontífice PÍO VII ha nombrado por<br />

plenipotenciario suyo á su Eminencia monseñor Hércules<br />

Consalvi, Cardenal do la Santa iglesia romana, diácono de<br />

Santa Ágata ad subtirram , su secretario de Estado, y S. M.<br />

el rey de Francia y de Navarra k su Escelencia Mr. Pedro<br />

Luis Juan Casimiro, conde de Blacas, marqués de Aulps y de<br />

Rolands, par de Francia, gran maestre del guarda-ropa, su<br />

embajador estraordinario y plenipotenciario cerca de Su San­<br />

tidad.<br />

" Los cuales después de haber canjeado sus plenos poderes<br />

y encontrádolos en buena y debida forma, han convenido en los<br />

artículos siguientes:<br />

" Artículo I. El concordato hecho entre el soberano Pontífice<br />

León X y el rey de Francia Fracisco I queda testablecido.<br />

*<br />

" Art. II. En cosecuencia del precedente artículo cesa de<br />

tener efecto el concordato de 15 de julio de 1801.<br />

" Art. III. Los artículos dichos orgánicos que fueron hechos<br />

sin anuencia de Su Santidad y publicados sin su aprobación<br />

en 8 de abril de 1802, quedan abrogados al mismo tiempo que<br />

el dicho concordato de 15 de julio de 1801, en cuanto son en<br />

contra de la doctrina y leyes déla iglesia.<br />

" Art. IV. Las sedes que fueron suprimidas en el remo<br />

de Francia por la bula de Su Santidad de 29 de noviembre de<br />

1801 serán restablecidas en el numero que de común acuerdo<br />

se convenga como más ventajoso para el bien de la relijion.<br />

."Art. V. Todas las iglesias arzobispales y episcopales del


eino de Francia erijidas por la dicha bula de 29 de noviembre<br />

de 1801 son conservadas , asi como también sus titulares actuales.<br />

"Art. VI. La disposición del artículo precedente, relativo á<br />

la conservación de dichos titulares actuales en I03 arzobispados<br />

y obispados que ecsisten hoy dia en Francia, no podrá<br />

impedir las escepcionps particulares, fundadas en causas graves<br />

y lejítimas , ni que puedan ser trasladados algunos de los<br />

dichos titulares á otras sillas.<br />

"Art. VII. Las diócesis, tanto de las mitras actualmente<br />

ecsistentes cuanto de aquellas que de nuevo se erijan , después<br />

de haber pedido el consentimiento de los titulares actuales<br />

y de los capítulos de las sedes vacantes , se limitarán del modo<br />

mas adaptable á su mejor administración.<br />

Art. VIII. Una dotación conveniente en bienes raices y en<br />

rentas sobre el Estado se les asegurará á todas las dichas sedes<br />

ecsistentes y que de nuevo se erijan, tan pronto como las<br />

circunstancias lo permitan; dándoles entretanto á sus pastores<br />

una renta suficiente para mejorar su suerte. Igualmente se<br />

darán providencias pata la dotación de los capítulos, curatos<br />

y seminarios, tanto establecidos como que se establezcan.<br />

Art. IX. Su Santidad y S. M. cristianísima conocen todos<br />

los males que aflijen alas iglesias deTrancia. Saben igualmente<br />

lo útil que á la relijion será el pronto aumento del número<br />

de sedes, á mas del que ecsiste, y en su consecuencia<br />

para no retardar una ventaja tan eminente, publicará Su Santidad<br />

una bula para proceder á la creación y á la nueva demarcación<br />

de las diócesis.<br />

"Art. X. S. M. cristianísima, queriendo dar á la relijion<br />

un nuevo testimonio por su celo, empleará de concierto con Su<br />

Santidad todos los medios que en su poder estén, para que<br />

cesen lo mas pronto posible los desórdenes y obstáculos que


oponen al bien de la relijion y á la ejecución de las leyes<br />

de la iglesia.<br />

"Art. XI. Los territorios de las antiguas abadías, llamadas<br />

nullius, serán reunidos á las diócesis en cuyos límites se encuentren<br />

situados al ejecutar la nueva demarcación.<br />

"Art. XII. El restablecimiento del concordato que ha rejido<br />

en Francia hasta el año 1789 (según se estipula en el artículo<br />

1.° de este convenio) no implica también el restablecimiento<br />

de las abadías, prioratos y otros beneficios que ecsistian<br />

en aquella época. Todos aquellos que en adelante se funden<br />

estarán sin embargo sujetos á los reglamentos prescritos en<br />

dicho concordato.<br />

"Art. XIII. Las ratificaciones del presente convenio serán<br />

canjeadas á lo mas tardar en el término de un mes , si se<br />

puede.<br />

"Att. XIV. Luego que las ratificaciones queden canjeadas<br />

Su Santidad confirmará por una bula el presente convenio y en<br />

seguida publicará otra para hacer la demarcación de diócesis.<br />

En fé de lo cual los plenipotenciarios respectivos han firmado<br />

el presente convenio, poniendo en él el sello de sus armas.<br />

siete.<br />

"Hecho en Roma el 11 de junio de mil ochocientos diez y<br />

"Fií-mado Hércules , Cardenal CONSALVI , BLACAS DE<br />

AULPS. "<br />

El 26 de junio dio el Papa una caida acom­<br />

pañada de circunstancias alarmantes, pero que<br />

dichosamente no tuvieron consecuencias funestas.<br />

Con fecha 1. ° de julio (1817 siempre) acusó<br />

el duque de Kiehelieu el recibo del concordato.<br />

Sin perder un momento he presentado al rey vuestros des-<br />

60


pachos. S. M. ha esperimentado la satisfacción mas viva por<br />

la feliz conclusión de un negocio tan importante y difícil, y ha<br />

sabido apreciar el celo y habilidad vuestra, en triunfar de \o s<br />

obstáculos que era preciso vencer ; y esto en el poco tiempo<br />

que ha que volvisteis á Roma. Las concesiones que habéis al<br />

canzado son mas importantes que las que habéis hecho ; y con<br />

las variaciones que ha sufrido el convenio de 25 de agosto, han<br />

desaparecido las objeciones que dimanaron de la primer redacción.<br />

Los obispos de Cambrai, Aviñon, Angulema y Dijon , se<br />

han negado positivamente á las insinuaciones que se les han hecho<br />

para que diesen su dimisión. Causará, en verdad , gran escándalo<br />

su ecsistencia en la iglesia galicana, pero es iuevitable,<br />

puesto que no hay un medio canónico y regular, para obligarles<br />

á dejar sus sillas. El rey ha creido, en su penetración, que<br />

era preferible tolerar un mal, no remediable mas que por otro<br />

mal mayor, y mas funesto. Los cuatro Obispos quedarán pues<br />

en sus sillas.<br />

El Papa publicó en 19 de julio una bula de<br />

confirmación del convenio de 11 de junio. Da en<br />

ella grandes clojios á la nación francesa de la (pie<br />

conserva un grato recuerdo. Otra bula sobre la<br />

demarcación de 92 diócesis" tiene la data de 27 de<br />

julio. El 28 reunió el sacro colejio, y le dirijió una<br />

alocución. Al fin de ella anuncia (pie quiere au­<br />

mentar la alegría de aquel dia solemne, pues ba<br />

nombrado Cardenales á Alejandro Anjélico de<br />

Talleyrand, antiguo Arzobispo de Reims, á César<br />

Guillermo de la Luzerna, antiguo Obispo de Lan-<br />

gres y á Luis Francisco de Bausset, antiguo Obis-


po de Alais. Y declara que reserva inpettó á otros<br />

dos Cardenales, Francisco Césarini de Leoni, deán<br />

de la Rota y Antonio Lanté, deán de la Cámara<br />

apostólica»<br />

Fue para Roma una verdadera satisfacción el<br />

concordato que en 9 de agosto concluyó el Carde­<br />

nal Consalvi con el Piamonte. El Papa concedió<br />

al rey de Cerdeña un nuncio de primer orden que<br />

obtendría el Capelo después de cumplir los años<br />

de nunciatura.<br />

Dispuso Luis XVIII se presentase en la cáma­<br />

ra de Diputados el proyecto de ley necesario para<br />

dar la sanción lejislati va al nuevo concordato, es­<br />

pecialmente á la disposición concerniente á orga­<br />

nizar en Francia las noventa y dos diócesis.<br />

Parecía que todos los negocios emprendidos por<br />

el Cardenal Consalvi tenían un feliz resultado,<br />

pues el 28 de enero de 1818 Mr. de Italinsky fir­<br />

mó un concordato en nombre de la Rusia para la<br />

Polonia. Fue decidido que habría un Arzobispo en<br />

Varsovia y ocho sillas episcopales en el nuevo<br />

reino.<br />

La salud del Papa era débil siempre, pero no<br />

causaba su estado inquietudes. Se aflijia de ver<br />

que en medio de tan felices sucesos con los de-<br />

irías paises los negocios eclesiásticos no adelanta­<br />

ban en Francia, y escribió al rey en 3 de febrero


preguntándole por qué un proyecto de ley pre­<br />

sentado á las cámaras casi destruía el convenio<br />

del 11 de junio de 1817.<br />

Una de las contestaciones que con los nego­<br />

cios de Francia ocupaba mas al Santo Padre, era<br />

el debate que tenia con la corte de Ñapóles. Con­<br />

salvi propuso al ministro del rey el avistarse en<br />

Terracina para buscar juntos en conferencias<br />

verbales los medios de acomodar los negocios. El<br />

16 de febrero al cabo concluyeron un concordato,<br />

del cual citaremos algunos artículos.<br />

"La relijion católica, apostólica romana es la única relijion<br />

del reino de las Dos Sicilia?, y será siempre conservada con<br />

los derechos y prerogativas que le pertenecen según el mandamiento<br />

de Dios y las sanciones canónicas. Las abadías n«lius<br />

diócoesis que tienen pocas rentas serán reunidas al ordinanario.<br />

Las abadías consistoriales que tengan mas de cincuenta<br />

ducados de renta no serán reunidas. La colación de estas abadías<br />

pertenecerá á la Santa Sede.<br />

Los bienes eclesiásticos que no fueron vendidos por el<br />

gobierno militar serán restituidos á la iglesia.—No se incomodará<br />

á los compradores de bienes eclesiásticos enajenados por<br />

el rey mismo en Ñapóles y en Sicilia antes de la invasión para<br />

procurarse los medios de prevenirla.—Los bienes de los regulares<br />

que no fueron vendidos se repartirán entre los conventos<br />

que se abran sin reparar en los títulos de las antiguas propiedades<br />

particulares, y entre las órdenes que se dedican á la<br />

educación de la juventud, á las bellas letras, al cuidado de los<br />

enfermos y á la predicación.—Se aumentará el número de los<br />

capuchinos , observantes, reformados, Alcantarinos , cuan-


é 477<br />

do las circunstancias lo pidan. Todos los relijiosos restablecidos<br />

dependerán de sus superiores respectivos.—El gobierno<br />

concederá una pensión á los frailes secularizados.—Los Arzobispos<br />

y Obispos quedan libres en el ejercicio de su ministerio<br />

pastoral conforme á los sagrados cánones. No les será prohibido<br />

de hacer la visita ad limina Apostolorum , ni el convocar<br />

los sínodos diocesanos; dejándoles también libremente<br />

publicar sus instrucciones sobre las cosas eclesiásticas. Ordenarán<br />

é intimarán las rogativas públicas y otras prácticas<br />

piadosas, cuando lo pida el bien de la Iglesia , del Estado ó<br />

del pueblo.—Quedarán libres de apelar á la Santa Sede.—Cada<br />

vez que los Arzobispos y Obispos en los libros introducidos<br />

ó que se introduezcan impresos, ó que se impriman en el<br />

reino, encontrasen cosa contraria á la doctrina cristiana y á<br />

las buenas costumbres el gobierno impedirá la divulgación de<br />

ellos.—La propiedad de la Iglesia será sagrada é inviolable en<br />

sus pensiones y adquisiciones. El rey nombrará en todos los<br />

Arzobispados y Obispados de las Dos Sicilias, para los cuales<br />

no nombraba.—Los Arzobispos y Obispos prestarán este juramento:<br />

" Sobre los santos Evanjelios juro y prometo obediencia<br />

y fidelidad á la Majestad Real. Igualmente prometo que no<br />

tendré comunicación alguna , que no me mezclaré en ninguna<br />

asamblea, que no conservaré dentro ni fuera ninguna relación<br />

sospechosa que dañe á la tranquilidad pública; y que si sufriese<br />

tanto en mi diócesis como en cualquiera otra parte de que<br />

se trata cosa alguna en perjuicio del Estado , lo manifestaré<br />

á S. M."<br />

" Artículo secreto renovado por el que contenia el concor­<br />

dato último de 174-1.<br />

" Su Santidad, deseando que tanto en Ñapóles como en<br />

todo el reino se dé pronta y libre ejecución á las bulas, breves<br />

y espediciones de la corte de Roma , así como tambitn á los de


sus tribunales y ministros , el rey en prendas de su piedad y<br />

relijion conocidas, asegura á Su Santidad que dará las órdenes<br />

oportunas parala p ronta ejecución de las dichas espediciones<br />

de Roma."<br />

El rey de Ñapóles ratificó al instante este tra­<br />

tado y envió al Cardenal Consalvi una caja ador­<br />

nada de brillautes del valor de dos mil luises*<br />

Los benévolos sentimientos del gobierno in­<br />

gles hacia el Santo Padre, parecía que todos los<br />

dias tomaban aumento. Una prueba pública hubo<br />

de ello á principios de marzo. Mr. A'Court, mi­<br />

nistro de S. M. B. en la corte de Ñapóles, pasó á<br />

Roma y presentó al Papa una carta que le dirijia<br />

el príncipe rejeute de Inglaterra. Este principio<br />

primero y nuevo de relaciones entre la Santa Sede<br />

y la corte de Londres causó grande sensación en<br />

Roma , y dio la esperanza de que el gobierno in­<br />

glés no estaba lejos ya que habia puesto un cón­<br />

sul jeneral en los estados romanos, de enviar un<br />

ministro suyo.<br />

Esta comunicación fue muy agradable á<br />

Pió vil, pero era menester que recibiese también<br />

nuevas satisfactorias de Francia. En la cámara de<br />

los Diputados, el conde de Marcellus, que habia<br />

escrito al Papa por ser de la comisión encargada de<br />

informar sobre los asuntos eclesiásticos, recibió<br />

una contestación de Su Santidad con fecha de 23


de febrero. Esta contestación escrita con algún calor<br />

le invitabaá combatir valerosamente, á resistir,<br />

á no ceder á las exijencías del ministerio. En Francia<br />

criticaron esta intervención de un tercera<br />

mezclado así de pronto en una cuestión tan importante.<br />

Se trataba políticamente de una parte y<br />

de otra y en estas ocasiones cada cual está obligado<br />

á guardar su secreto. Si las negociaciones se hubieran<br />

abandonado, la Santa Sede entraba en el<br />

pleno de sus, derechos y supremacía pontificia<br />

pudiendo anunciar su voluntad, sus definiciones,<br />

sus órdenes y sus deseos. Romper sin querer romper,<br />

era llamar un estraño á discusión de asuntos<br />

en que no tenia misión. Por severa que esta<br />

opinión parezca, fue la de casi todos los gobiernos<br />

de Europa, y no es menos cierto que al ministerio<br />

francés se le dio un pretesto especioso<br />

para romper las negociaciones. Queriéndose evitar<br />

el mal llegó á ser irreparable.<br />

El ministro de lo interior Mr. Lainé escribió<br />

el 17 de marzo á Mr. de Ilichelieu:<br />

Tocábamos ai término ya de vencer las dificultades humerosas<br />

que se han elevado contra la ley, cuya propuesta habia<br />

hecho indispensable el convenio de 1817, cuando el haberse<br />

sabido la esistencia de un breve dirijido por el Papa (l)áMr.<br />

de Marcellus ha derribado todas las esperanzas."'<br />

(1) Eia un* simple eart*, firin*d* es verdad por el Papa, destinada á


El ministerio francés no se contentó con reti­<br />

rar todo su asentimiento al convenio de 11 de ju­<br />

nio , sino que previno á Mr. de Blacas anunciase<br />

este paso retrógrado por una nota, y se le anun­<br />

ció que Mr. Portalis , hijo del conde de Portalis,<br />

antiguo ministro de Napoleón , iba encargado de<br />

tomar parte en Roma en una nueva neg ociacion.<br />

Las instrucciones de Mr. Portalis declaraban que<br />

habia lugar á proponer otro concordato , por el<br />

cual el rey nombraría los Obispos y el Papa les<br />

daria la institución canónica: se convendría en to­<br />

mar medidas que abrogíiran aquellos artículos<br />

orgánicos que pudieran ofrecer alguna cosa en<br />

contrario á la doctrina y leyes de la iglesia. El<br />

rey prometerá aumentar el número de Obispa­<br />

dos cuando lo permita la mejora de la hacienda<br />

de Francia : dotará los Obispados con asignacio­<br />

nes sobre los dominios dejados á la corona por la<br />

ley de 2o de marzo de 1817 , para ser aplicados<br />

á los establecimientos eclesiásticos; llamará Mr.<br />

Portalis la atención de Su Santidad sobre la re­<br />

sistencia de los constitucionales y las disidencias<br />

del bajo clero, (la petite JEglisc); y si consigue Mr.<br />

Portalis que el gobierno romano adopte este otro<br />

proyecto, queda autorizado para comunicar á Pa-<br />

qneJar secreta , y no un breve. El diputado dio demasiada publicidad á<br />

ua aviso dado á su conc :<br />

enci« de cristiano.


is las intenciones de Su Santidad. Tal era el con­<br />

tenido délas instrucciones qne sé le dieron, habien­<br />

do recibido Mr. de Blacas otras semejantes. Ade­<br />

mas se anunció á este que era preciso se con­<br />

venciera el Papa de la imposibilidad que habia<br />

de perseverar en el sistema queporv-n mutuo error<br />

habian seguido los dos gobiernos durante dos<br />

años, dando de sí el resultado inaplicable del con­<br />

cordato de 1817.<br />

En carta particular decia el duque de Riche-<br />

lieu á Mr. de Blacas, que se habia enviado a Ro­<br />

ma á Mr. Portalis, por ser persona religiosísima,<br />

apacible y conciliadora, y para qne le ayudase en<br />

todo. Y le rogaba terminase cuanto antes las cues­<br />

tiones eclesiásticas, para que pudiesen concebir en<br />

Francia la esperanza de ver consolidarse el orden<br />

sobre verdaderas bases.<br />

La revolución dejó en Roma un sedimento de<br />

atenciones de una nueva especie, y por haber que­<br />

rido el Papa mostrarse soberano jeneroso, volun­<br />

tariamente se sometía á consideraciones y ecsijen­<br />

cías que coartaban su soberanía. Mr. Luciano que­<br />

ría dejar á Roma, donde se habia refujjado des­<br />

pués que un capitán de bandidos se quiso apode­<br />

rar de su persona para pedir un rescate; pero<br />

el embajador de Austria se oponía. Su Santidad<br />

dijo al Cardenal Consalvi que tanta severidad<br />

61


con Luciano provenia tal vez de la parcialidad que<br />

manifestaba su Eminencia por él procurando pro-<br />

tejerle en todas ocasiones. Otra pretensión se hizo<br />

al Papa por el Cardenal Fesch , que á principios<br />

de mayo fue á la audiencia del Cardenal Consal­<br />

vi para decirle, como Napoleón y los que con él<br />

estaban en Santa Elena se aflijian de no tener un<br />

sacerdote católico, y pedían la protección del<br />

Santo Padre para obtener que les fuera enviado<br />

un eclesiástico de nuestra relijion , y ¿obre todo<br />

pedia que Su Santidad instruyese prontamente de<br />

este deseo al gobierno británico. El Papa mandó<br />

se empezaran á dar inmediatamente los pasos ne­<br />

cesarios en este asunto; y se siguieran con toda la<br />

actividad capaz de hacerlos tener buen resultado:<br />

y añadió espresiones llenas de caridad, de bondad<br />

y de jeneroso interés.<br />

El Cardenal Consalvi escribió á Mr. de Bla­<br />

cas con fecha 31 de mayo una larga nota , en<br />

respuesta á la de este embajador fecha el 23 de<br />

abril (1818) en que este embajador anunciaba las<br />

nuevas disposiciones del ministerio francés. En<br />

su respuesta de 31 de mayo, declara el Cardenal,<br />

que el concordato del 11 de junio de 1817, reves­<br />

tido de todos los caracteres de un tratado per­<br />

fecto, legal é inviolable, no podia de ningún mo­<br />

do alterarse, y que debia ejecutarse en su inte-


gridad, por los dos partidos que le ratificaron y<br />

sancionaron. En otra nota posterior del mismo<br />

Cardenal se dice, que pronto el Padre Santo á<br />

presentarse ante el supremo juez , no se arredrará<br />

por miras ulteriores, si por desgracia no pudiese<br />

aceptar las proposiciones que le fueren hechas;<br />

i En la primera audiencia que obtuvo Mr. Portalis<br />

del Papa, oyó de su propia boca, que los<br />

asuntos de Francia eran los mas penosos de su<br />

pontificado y que estaba decidido á no ceder en<br />

euanto al concordato. "Dios nos sacará del peligro,<br />

porque no se puede hacer un mal aunque sea con<br />

la intención de procurarse un gran bien."<br />

Diciendo " nos dejaremos llevar hasta las<br />

puertas del infierno; pero esperamos que alli<br />

nos detendremos," habia concedido el Papa la<br />

estipulación terrible, mas necesaria, del concordato<br />

de 1801, y en Francia se habian establecido<br />

nuevos Obispados. Se le acababa de pedir Otra<br />

organización, y el Papa concediéndola habia vuelto<br />

á la senda de los concordatos antiguos; actualmente<br />

se quería que restableciese lo que acababa<br />

de destruir. Cuando habia destruido el concordato<br />

de 1801 , no fue sin oponed resistencia,<br />

mostrar objeciones y hacer dolorosas y determinadas<br />

representación es; pero el bien de la iglesia<br />

lo ecsijia, y el concordato de 1817 fue firmado


y ratificado. En Paris hablaban de un mutuo<br />

error; pero Roma no con venia en que se pudiese<br />

hablar de ese modo. En seguida Paris tomó otro<br />

rumbo , diciendo : " Fórmulas hay que en todos<br />

tiempos han sido empleadas en esplicar, estender,<br />

restrinjir , modificar los artículos de un tratado;<br />

estipulaciones adicionales y esplicativas pueden<br />

resolver todas las dificultades, por graves y emba­<br />

razosas que sean. Es menester buscar un plan sim­<br />

ple , corto, que dé esperanzas de ver cesar los<br />

males y la división de la iglesia , y de que se rin­<br />

da homenaje á los principios, se respeten todas<br />

las autoridades , se honren las personas, y en fin,<br />

que concibe las opiniones y aun las pretensiones,<br />

los intereses de las tibias creencias con las convic­<br />

ciones de los hombres relijiosos, que el Papa em­<br />

plea en la administración de las cosas espiritua­<br />

les." La forma de un breve es preferible , decían,<br />

á la de una bula: mientras menos. se muestre la<br />

autoridad, mas resaltará el espíritu de concordia,<br />

y mas fácil será hacer que entren todos en una<br />

vía de paz sólida y de reunión sincera.<br />

Algunas de estas ideas de orden fueron al fin<br />

comprendidas por la corte romana, prudente<br />

siempre , y se trató de arreglarlo todo por medio<br />

de una bula. Quería el Papa dirijir un breve al<br />

Cardenal de Perigord sobre todas estas cuestio-


Bes, y los plenipotenciarios franceses convinieron<br />

en ello y lo remitieron á Paris. Decia Su Santi­<br />

dad al Cardenal, que sin duda sabría que un<br />

convenio se habia concluido, cuya ejecución es­<br />

taba suspensa; le repetía las espresiones mismas<br />

de la proposición hecha por orden del rey, expli­<br />

cándole como la Santa Sede entendía que debia<br />

procederse. Su Santidad antes de decidir nada,<br />

juzgaba del caso pedir el parecer de sus venérales<br />

hermanos los Obispos de Francia " di rij i endose,<br />

para que estos hechos lleguen á su noticia, al<br />

Cardenal que mas brilla con gran esplendor por<br />

su suprema categoría, su adhesión á la cátedra<br />

de San Pedro y sus numerosas virtudes. " Le ro­<br />

gaba que consultase á todos, los Obispos ausentes<br />

y presentes, y manifestase sus sentimientos.<br />

Habian dirijido al Papa treinta y dos Obispos<br />

franceses , antes de que se escribiese dicho bre­<br />

ve , una carta , espresándole su celo y respetos, y<br />

así se tenia confianza en ellos; pero el consejo del<br />

rey, á cuyo arbitrio quedó la oportunidad de re­<br />

mitir el breve al Cardenal Perigord-, no creía<br />

debia enviárselo directamente , sino comunicarle<br />

lo que en él se contenia.<br />

Se paralizaron los asuntos en Roma con moti­<br />

vo de la llegada del rey de Ñapóles Fernando IV,<br />

que iba á dar las gracias al Papa por la conclu-


sien del concordato de Tarraeina. El embajador<br />

de Francia dio á este príncipe dos convites es­<br />

pléndidos en que tomó parte lo mas distinguido<br />

de Roma.<br />

Consalvi, á quien no ocupaban mucho tiem­<br />

po los fiestas, escribió al duque de Richclieu que<br />

se hallaba en Aquisgran , rogándole de que im­<br />

pidiese que los mal-contentos indispusieran á<br />

la Santa Sede con los ministros de las grandes<br />

potencias. El duque de Richelieu le contestó con<br />

«na carta que llenó de satisfacción al Cardenal, á<br />

quien decia, entre otras cosas: " Suplico á Vues­<br />

tra Eminencia se convenza de que, cualesquiera<br />

que sean las cosas que puedan escribir de Paris á<br />

Roma , el gobierno del rey tiene el mas vivo de­<br />

seo de restablecer los asuntos eclesiásticos sobre<br />

una base estable. Los obstáculos que ha encontra­<br />

do son independientes de su voluntad, pues no es<br />

él tan insensato que quiera destruir la relijion,<br />

siu la que ninguna sociedad puede ecsistir."<br />

Aqui se hace la justicia merecida á la Santa Sede,<br />

á la fidelidad con que ejecuta todas las estipula­<br />

ciones del tratado de Viena , y á la imparcialidad<br />

escrupulosa conque camina en todas ocasiones (1)<br />

(1) La tolerancia del gobierno pontificio fue tal, que la* perso­<br />

nas mas comprometidas se atrevieron á solicitar empleos sin esperar<br />

que pasase 4 Igun tiempo mas ¡ decían , " El Santo Padre lia per-


Si acaso se presentasen malintencionados que<br />

quisieran quejarse contra el gobierno del soberano<br />

Pontífice , creo poder asegurar de que no serian<br />

escuchados."<br />

Por este tiempo me hallaba en Paris de paso<br />

desde Viena á Madrid, á donde iba de enviado,<br />

y tuve acasion de saber una conversación<br />

notable que habia pasado entre Luis XVIII<br />

y el conde de Hauterive,, encargado del despacho<br />

de los negocios estranjeros. El rey no<br />

quería decidir nada acerca del breve hasta la<br />

vuelta de Mr. Riehelieu de Aquisgran , y el<br />

conde manifestándole la utilidad de remitir<br />

aquel documento á su destino, le dijo entre<br />

otras razones: " Yo miro este asunto desde<br />

Roma, aquí se quiere derribar hasta lo mismo<br />

que se ha hecho para reedificar de nuevo<br />

el sacerdocio, allí se quiere, cuanto sea posible,<br />

no desunir lo que ha sido hecho con loque<br />

se prepara. ¿Cuál es la situación de la corte romana<br />

, que con tanta habilidad ha ido saliendo hasta<br />

aquí de todos sus compromisos-? Es mas poderosa<br />

de lo que parece , admíranse con aplauso je-<br />

«lonadp."— Consalvi . respondió un dia á uno de los revolucionará*<br />

mas importunos , que habia figurado en el asalto del Quirinal: "Se»,<br />

sate , il Santo Padre ha perdónate-per non, puniré-, roa non per premiare^<br />

, -


neral sus cálculos , la Europa protestante rinde<br />

homenajes al príncipe de la iglesia católica ; la<br />

Europa católica quiere casi unánime concordatos<br />

liberales, las dos sostendrían la resistencia que<br />

ella hiciese.<br />

¿ Que puede hacer el rey contra la Europa<br />

oculta de ese modo á espaldas de la Santa Sede?<br />

—Roma es tan hábil, tan previsora y fuerte; en<br />

aquella ciudad están los partidos tan prontos al­<br />

gunas veces á convenirse , que á la verdad , ella<br />

es siempre la que en medio de los protocolos y las<br />

negociaciones indica con el dedo la salida, que sin<br />

encontrarla, buscan otros muchos.—Ese sistema<br />

de unidad que sigue , principia por darle cier­<br />

ta autoridad , que establece ella luego sobre un<br />

corto número de palabras significativas, y una<br />

vez saleada ia unidad, aquella corte esencialmen­<br />

te moderatriz , entra en los intereses de las que<br />

con ella tratan y no regatea sus condescendencias<br />

de tierna madre. De aquí nace, señor, ese fenó­<br />

meno de verse á una potencia contendiente por<br />

mucho tiempo, que toma de pronto el partido de<br />

un adversario; y de aquí también ese breve que<br />

no es un pensamiento humano, sino divino para<br />

cicatrizar todas las heridas , que trae la paz á<br />

nuestros Obispos , que tenéis un interés honroso<br />

en apaciguar, que dá elojios á su fidelidad y per-


petua en el clero francés las tradiciones de su ad­<br />

hesión á vuestra -eterna casa de los Borbon es."<br />

Dijo el rey á Mr. d' Hanterive, interrumpién­<br />

dole : "Es tan cierto lo que me decís, y tan nuevo<br />

al mismo tiempo, que quisiera oiros sobre esto,<br />

informando al consejo. "—No Señor, pues siem­<br />

pre es tan delicada una opinión relativa á negocios<br />

estranjeros, que no hay necesidad de aventurar­<br />

la jen medio de un consejo; en donde cada uno, fijo<br />

en ciertas particularidades que le sou conocidas,<br />

no alcanza á miras mas vastas; y no prevee la im­<br />

portancia de guardar los secretos de Estado; so­<br />

bre todo en un pais donde hay libertad de impren­<br />

ta , y donde se paga bien la indiscreción: para que<br />

divulgándose las cosas , el público se interese y<br />

entretenga. En nuestro oficio es preciso hablar<br />

sin reserva á un rey hábil é* interesado en la paz,<br />

pero no hay necesidad de enterar de las pasiones<br />

y aun de las virtudes de otro país, á una adminis­<br />

tración de guerra, ni á una dirección de marina,<br />

ni á una policía, que por su naturaleza y por la<br />

necesidad de algunos deberes odiosos, está conde­<br />

nada á ejercer relaciones subalternas. *? Habiendo<br />

pedido Mr. d' Hanterive, después de esta conver­<br />

sación , sus órdenes al rey; le dijo el monarca—<br />

Caballero "yo os mando vengáis á verme con<br />

fercuencia."


A su vuelta, el duque de Richelieucomunicó<br />

á Mr. de Perigord las disposiciones del Santo Pa­<br />

dre , sin remitirle el breve que le habia dirijido.<br />

Estractaron su plan de una manera fria y con el<br />

mas duro estilo que puede usar un áspero empleado<br />

de secretaria ; quitándole todo aquello que era<br />

dulzura y lisonjera frase , todo el mérito de la con­<br />

fianza que tan gran valor debia tener, aunque<br />

íuera con el mas modesto délos hombres, y en<br />

lugar de loselojios pusieron la promesa de dar un<br />

pedazo de pan á los Obispos que no fuesen em­<br />

pleados. El breve no fue comprendido en su parte<br />

noble y esencialmente justa y reparadora , sino<br />

como hubiera podido entenderlo una voluntad<br />

quejosa ó descontenta desde el año 1801.<br />

El cardenal de Perigord recibió esta carta sin­<br />

gular, la dio á leer a varios obispos, y ¡Respondió<br />

al monarca, ecsaminando punto por punto la car­<br />

ta de Mr. de Richelieu. No siendo este documen­<br />

to mas que un descarnado esqueleto, sin calor ni<br />

vida, le fue fácil al prelado demostrar la inutili­<br />

dad de las medidas propuestas : hizo ademas ob­<br />

servar, que á veces acostumbraban los Papas con­<br />

sultar á los obispos sobre lo que les pertenece, y<br />

que lo mismo podría suceder en esta ocasión. Ana­<br />

dia el prelado que la carrera de su vida se acele­<br />

raba penosamente á su fin, queso embotaban y


perdían sus sentidos en medio del dolor, y que al<br />

sonar su última cercana llora, esperaba en la infinita<br />

misericordia del Señor que seria recibido en<br />

el lugar de descanso.<br />

No bien se había recibido esta tristísima carta<br />

cuando llegó otra bien diferente, fechada en Londres<br />

y firmada por Alejandro, Obispo de Blois.<br />

Mr. de Thémines, que murió con sentimientos<br />

bien diversos de los que se manifiestan en esta<br />

larga memoria, defiende en ella con particular<br />

fervor, las pretensiones de la llamada jseíííc église,<br />

y censura las espresiones verdaderamente imprudentes<br />

de los partidarios del statu ano. Habian<br />

dicho que los amigos de su pais no tenían<br />

necesidad, para la utilidad pública y felicidad<br />

del jenero humano, mas que del lazo social de la<br />

•moral común á todas las relij iones. Mr. de Thémines<br />

les responde en estos términos.<br />

- Sin duda que estos amigos de su pais irán perigrinando á<br />

recojer esa moral diseminada en todas las mezquitas, pagodas<br />

y .templos de ídolos y sectas, como el polvo y el humo que<br />

se esparce en la atmósfera. Hablan del respeto que se debe á<br />

los-cultos: estos no necesitan de respeto, sin'o de tolerancia. La<br />

tolerancia es un deber, y aun una gran virtud, unida al amor<br />

de-la especie humana, á-la compasión por sus estravíos y á aquella<br />

caridad que todo lo-abraza, y que desearía infundir en<br />

todos los entendimientos y en todas las almas la divina luz. La<br />

indiferencia es un contajio universal, que con sus esplosiones<br />

y subterráneos minados trastornó el último siglo. En el dia es


un deber estricto, el de advertir á los hombres del mal que<br />

les amenaza, al establecer/e en la iglesia un gobierno de circunstancias,<br />

y la mecánica y bárbara institución de la alza prima<br />

v del cabestante Es peligroso hablar á los pueblos el<br />

idioma revolucionario, y cuando las circunstancias y la necesidad<br />

son válidas y admisibles en el santuario, deben estar en<br />

mavor auje en los concejos y plazas públicas. Es el pueblo un<br />

soberano que se corona de buenas á primeras , sin preparativos<br />

ni ceremonias. Entre motines, incendios y degollinas, gritaban<br />

sin cesar los cancilleres de ese mismo pueblo al princi"<br />

pió de nuestra revolución: "Elpueblo se despierta , el pueblo<br />

f/uicre, el pueblo se venga, se deleita con lo estraordinario<br />

y hace también sus cambios de Estado" La asamblea constituyente,<br />

después de su primera constitución 1<br />

, que según ella<br />

debia ser el modelo del universo después de haberlo hecho todo<br />

nuevo, hasta el pensamiento; creyó poder volver al curso ordinario<br />

y descansar en sus inmortales obras; pero luego hemos<br />

tenido 25 años de cambios de Estado y de estraordinarios.<br />

Nada puede resistir á esas grandes veces: ni la co>a pública,<br />

ni la cosa privada: los intereses particulares se ven<br />

amenazados por ia multitud , ó los mas vecinos : cada uno tiene<br />

unas circunstancias , unos casos particulares , y una necesidad<br />

que regula su moral, y ejecuta su justicia cuando nadie le observa<br />

Ninguna iglesia , señor, >e halla con un salvoconducto<br />

mas favorable que el de la nuestra. Y no bajo ese nombra<br />

subalterno de libertades galicanas, sino bajo el nombre propio<br />

de libertades celestiales y mácsimas divinas. En ur.a palabra<br />

s eñor, nos hallamos en medio de un choque fatal de voces y<br />

pensamientos de herejía , de cisma , de iglesias grandes y pequeñas<br />

do feliz rejeneracion Están en pleno ejercicio los<br />

Pontífices de la razón : y los amigos de la razón irán por<br />

todo el universo á espumar principios difusos de moral He


493 1<br />

resuelto, señor, después de haber llenado mis deberes ordi--<br />

nanos al pie de la cátedra de san Pedro , y respecto á vues­<br />

tro trono, volverme hacia aquellos que me encargó y reencar-<br />

gó la providencia, para alijerarme asi de mi deuda pastoral:<br />

pero el comienzo del lustro decimosesto de mi edad, me ad­<br />

vierte con fuerza» que pronto sonará la hora. El no dejar yo<br />

vestíjío alguno de vijilante centinela me tieno espantado, y el<br />

ir ademas á presentarme como con las manos vacias, lie con­<br />

fiado en que V. M. aprobará este terror, y he deseado que<br />

supiesen que el inútil servidor del Evanjelio, habia querido,<br />

llenar la tarea que se le impuso; y que sí no la acabo, la<br />

principió á lo menos En BU discurso á las cámaras , habla<br />

V. M. de su consagración y de las de Clcvis, Carlo-Magno<br />

y san Luis. El siglo actual esta muy usado, para no presentar­<br />

le mas que el espectáculo de una ceremonia, sin preliminares<br />

ni consecuencia. El Dios de Ciovis, Carlo-Magno y san Luis<br />

es el Dios de san Remijio, de todos los apóstoles de las Ga-<br />

liat > y de sus lejítimos sucesores, y asi es que en el bautis­<br />

mo de Clovis, dijo el gran santo: "Baja la cabeza, orgulloso<br />

Sicambro, y adora lo que quemaste, y quema lo que adoras­<br />

te." Preciso es, pues , que san Remijio pueda decir palabras<br />

mas gloriosas á V. M. "Alza la cabeza, hijo de san Luis, que<br />

estableciste lo que estaba derribado» y derribaste lo que es­<br />

taba ensalzado."<br />

Sin esto, señor, no será con vos en vuestra consagración<br />

el Dios de san Remijio, de los apóstoles de las Gaitas, y de<br />

sus lejítimos sucesores, el Dios de Clovis, de Carlo-Magno<br />

y de san Luis.<br />

Soy de V. M. Efe<br />

¿¿ "ALEJANDRO, OBISPO BE BLOIS."<br />

He abreviado el análisis de esta representación


singular por su estilo; pero he conservado algunos<br />

rasgos, porque esponen con cierta arrogancia y<br />

viveza las recriminaciones y quejas de la pequeña<br />

iglesia (petite é(jlisc).<br />

Semejantes cartas se las escribía á Luis XVIII<br />

un obispo que habia desempeñado cerca de su per­<br />

sona el cargo de arzobispo metropolitano. No eran<br />

menos aflictivas las cartas de Mr. Perigord; y las<br />

deliberaciones del consejo uo podían tranquilizar<br />

al monarca, atormentado de una parte por el reco­<br />

nocimiento , y de otra por el cuadro que se le<br />

presentaba de la disposición de los ánimos en<br />

Francia.


«fi CAPITULO TREINTA Y SIETE.<br />

MUERTE DE LA REIHA DE ESPAÑA MARÍA LUISA.—<br />

DE CARLOS IV.—DE LA REINA ISABEL.—COMUNICA­<br />

CIÓN IMPORTANTE DE MR. PORTALIS.-—VlAJE DEL<br />

EMPERADOR FRANCISCO I A ROMA.—-EL ARCHIDU­<br />

QUE RoDULFO NOMBRADO CARDENAL."—REGALOS DB<br />

L A CORTE DE VIENA,— CARTAS DE LOS OBISPOS DE<br />

FRANCIA AL PAPA.—RESPUESTA DEL CARDENAL CON­<br />

SALVI AL DE PERIGORD.—CARTA DEL FRANCÉS AL<br />

CARDENAL CONSALVI.—CARTA DEL FRANCÉS AL PA­<br />

PA.—PERIGORD SE APOSESIONA DE LA SEDE DE PA­<br />

RÍS—MEDIDAS TOMADAS CONTRA LA CIUDAD DE So-<br />

NIÑO.—NEGOCIACIONES DE ROMA CON LOS PROTESTAN­<br />

TES PE ALEMANIA.<br />

El rey Carlos IV se encontraba en Ñapóles,<br />

al lado de su hermano Fernando, á quien no había<br />

visto desde que Carlos III dejó á Italia para<br />

ir á ceñirse la corona de España. María Luisa que<br />

habia quedado en Roma por ese tiempo', cayó<br />

enferma y murió antes de que el rey hubiese podido<br />

volver para asistirla en sus últimos momentos.


Fue tal el dolor de Carlos IV, que él mismo su­<br />

cumbió á los catorce dias después de la muerte de<br />

su esposa. Como si la desgracia no se hubiera ce­<br />

bado bastante con esas víctimas déla desventura­<br />

da casa real de España , el 14 de enero de 1819,<br />

cuando se iban á celebrar las cesequias de María<br />

Luisa, llegó un correo de Madrid anunciando el<br />

fallecimiento de la reina Isabel de Portugal, mu­<br />

jer de Fernando VIL<br />

Los Obispos en Paris sabían y no sabían, que<br />

el Papa hubiese dirijido un breve á Mr. él carde­<br />

nal Perigord; pues no se creían suficientemente<br />

instruidos del hecho con la comunicación del go­<br />

bierno. Mr. Portalis escribía asi desde Roma.<br />

"He visto al Cardenal Consalvi, quien me ha dicho:" le<br />

atormentan al Papa mil escrúpulos cuando piensa en lo que<br />

hace un año, sucede en Francia en un gran número de dióce­<br />

sis. Los poderes eclesiásticos están trastrocados , 6 intervienen<br />

incompetentemente en la administración de las iglesias hom­<br />

bres sin misión canónica: mientras que los pastores lejítimos<br />

nombrados por el rey, instituidos y preconizados por el Papa<br />

vacen en la inacción. El que pidió se proveyesen al momento<br />

los Obispados erijidos en virtud de la circunscripción de 1817<br />

no fue el Padre Santo: el rey fue quien se apresuró á nombrar<br />

y en nombre del rey so apresuraron los nombramientos. No<br />

tiene, pues, el Papa que echarse en cara el haberse precipita­<br />

do en sus actos: mas puesto que las cosas han llegado á estos<br />

términos, no podria, sin faltar á sus deberes, dejar prolongarse<br />

indefinidamente el escándalo inaudito hasta ahota en la iglesia,


de un grau número de diócesis gobernadas, sede vacante, en presencia<br />

de sus Obispos lejítimos, nombrados é instituidos canónica<br />

ylejítimamente. Su Santidad propone para conciliario todo,<br />

un arreglo que en último resultado no es otra cosa que volver<br />

al concordato de 1801. Pero si aun se desecha este arreglo<br />

provisorio, prolongando por consiguiente las negociaciones, el<br />

soberano Pontífice de moderada y paciente condición, no re •<br />

clamará, como legalmente pudiera, la plena y entera ejecución<br />

de un concordato concluso, ratificado y ejecutado por parte suya<br />

obligatorio á ambas partes, según el derecho de jentes.<br />

Proveerá, pues, Su Santidad á la administración de las diócesis<br />

y mandará á los Obispos lejítimamente instituidos desempeñar<br />

sus funciones.<br />

Si se hubiese podido dudar en algo del gabinete<br />

de Roma, bien pronto desengañarian semejantes<br />

comunicaciones. Hállase aqui la dignidad<br />

del supremo apostolado, la urbanidad del<br />

hombre de Estado , y el consejo saludable de<br />

un'amigo. Y esto me recuerda el haber oido una<br />

vez al Cardenal Consalvi, decir: "Se me ve triste<br />

y alegre, es verdad: he propuesto lo que con venia<br />

al negocio que tratamos: he estendido los pliegues<br />

de mi ropaje (entonces desplegó algunos pliegues<br />

de su púrpura) y he aquí por qué estoy alegre:<br />

pero no hallo lo que os conviene, y he aqui<br />

porque estoy triste. No tengo ni tendré nunca<br />

otra política, sino la que estriba en un interés<br />

recíproco : y en esto se funda el poder de nuestra<br />

corte.


El ministerio romano recibió también en es­<br />

te momento otra noticia que ocupándole estraor-<br />

dinariamente, le separó por algún tiempo del<br />

cuidado de los asuntos. El gobierno austríaco<br />

comunicó el 11 de febrero al Cardenal Consalvi el<br />

proyecto que habia formado el emperador de ir á<br />

Roma y á Ñapóles. La archiduquesa Maria Luisa,<br />

esposa de Napoleón, debia ir en compañía de su<br />

padre á Roma solamente. El gran duque Miguel,<br />

hermano del emperador Alejandro , llegó en es­<br />

ta ocacion á rendir sus homenajes al Santo Padre,<br />

acompañado del coronel La Harpe que parecía ve­<br />

nir encargado de dirijir los pasos del joven prín­<br />

cipe, y algunas personas aseguraban que el objeto<br />

de este viaje era solamente el de poner á La Har­<br />

pe al corriente de como los italianos acojerian al<br />

emperador de Austria. La acojida que dio el Papa<br />

al gran duque Miguel fue cordial y llena de<br />

ternura. Le encargó los mas lisonjeros cumpli­<br />

mientos para su hermano y le preguntó si el em­<br />

perador no vendría también á Roma como de­<br />

cia algunas veces su ministro, que podia esperarse.<br />

En efecto aquel ilustre monarca solía repetir:<br />

deseos tengo de dejar á Petersburgo, y por al­<br />

gún tiempo ir á ser mi ministro á Roma.<br />

La familia Bonaparte, refujiadá bajo el ampa­<br />

ro de la Santa Sede, manifestó algún gozo al sa-


er la próesima llegada del emperador Francisco I.<br />

Últimamente habia tenido un pesar que sin em­<br />

bargo habia sido inevitable. El Cardenal Fesch<br />

consultado sobre la elección del eclesiástico que<br />

podia enviarse á Santa Elena, designó el abate Fe-<br />

lici; pero en vista de los informes dados de su ca­<br />

rácter por el arzobispo de Florencia que le cono­<br />

cía mucho , se le retiraron los poderes, y Pió VII<br />

dispuso que al instante se escojiese á otro ecle­<br />

siástico. Se presentó un sacerdote nombrado Bo-<br />

navia, casi octojenario que pidió el favor de ser<br />

preferido. Era corso de oríjeu y tenia una plaza<br />

en la casa de los Borgueses: fueron buenas las<br />

informaciones que se tomaron de su conducta y<br />

moralidad, y el Papa lo sustituyó al abate Fe-<br />

lici, mandándole partir á su destino. El ánimo<br />

de este eclesiástico de una salud delicada y de<br />

una edad tan avanzada fue elojiado por cuantos<br />

le vieron emprender tan largo viaje.<br />

El autor volvió á Roma de primer secretario<br />

de embajada en el mes de abril de este año 1819.<br />

Se hacían grandes preparativos para la entra­<br />

da de Francisco y gastos de consideración; pero<br />

la corte de Viena quería mas todavía. Hubieron<br />

de insinuar al Cardenal Consalvi que debia ir<br />

á esperar á S. M. á Venecia, y eludió él esta<br />

pretensión con buenas razones: estaba revestí-


do de una especie de dictadura civil en los Estados<br />

de la Santa Sede. Monseñor Riario, maestro<br />

di camera, fue al encuentro del emperador hasta<br />

Viterbo , entre tanto que el marqués Massimo,<br />

director jeneral de las postas pontificias, llegaba<br />

hasta las fronteras para esperarle.<br />

Llegado á Roma este príncipe fue recibido en<br />

Ponte-Mollc bajo una tienda de rica y elegante<br />

forma, donde fue á cumplimentarlo el Cardenal<br />

Consalvi. Alli con las personas de su comitiva su­<br />

bió el emperador en los coches del Papa que le<br />

esperaban y entró por la célebre puerta dil Popólo<br />

que tantos acontecimientos habia visto en menos<br />

de veinte años. Apeóse á las puertas del palacio de<br />

Monte-Caballo. Su entrevista con el Papa le<br />

enterneció. Los dos soberanos se manifestaron<br />

una satisfacción completa. El cuerpo diplomá­<br />

tico fue presentado á S. M. El príncipe de Cani­<br />

no y la princesa Borguese escribieron al príncipe<br />

de Metternich manifestándole sus deseos de verle.<br />

Respondióles el príncipe que no podia establecer<br />

relaciones con la familia de Bonaparte. Declaró el<br />

emperador al mismo tiempo que podrían venir á<br />

su audiencia con los príncipes y princesas de Ro­<br />

ma: cada cual estudiaba atentamente el curso de<br />

los acontecimientos.<br />

Una observación política imprevista se hizo en


aquellos momentos Mr. Capo di Istria recorría en<br />

todos sentidos la Italia y hablaba mal de Fran­<br />

cia, de un modo que no se esperaba de él en Pa­<br />

ris. Al contrario la corte de Austria, que habia<br />

estado antes fria en los intereses de los príncipes<br />

franceses, se manifestaba con disposiciones cor­<br />

diales de amistad , tanto mas notables , cuanto el<br />

príncipe de Metternich que tiene mucha gracia y<br />

suavidad en sus maneras, se espresaba en los tér­<br />

minos mas afectuosos. Contrastaba esto también<br />

con las declamaciones de Mr. de la Harpe, elo-<br />

jiando á los carbonarios que tan grande influen­<br />

cia tenían ya en Italia, y preguntábanse todos<br />

qué significaban estas demostraciones de parte<br />

de un hombre lleno de distinciones por una cor­<br />

te tan amiga de Francia como habia sido hasta<br />

entonces la corte de Rusia.<br />

El gobierno romano ponia toda su atención<br />

en ofrecer distracciones á tantos ilustres huéspe­<br />

des como se hallaban reunidos en Roma: el empe­<br />

rador y la emperatriz , la duquesa de Luca y su<br />

hijo, el antiguo rey de Etruria , el gran duque<br />

Miguel, el príncipe Antonio de Sajonia, la archi­<br />

duquesa su esposa, la archiduquesa Carolina, hi­<br />

ja del emperador, la duquesa de Chablais, el<br />

archiduque palatino de Hungría, la duquesa de<br />

Wurtemberg, y el príncipe hereditario de Tos-


cana, apenas de edad de 22 años y que mostraba<br />

ya todo lo que mas tarde seria , por su juicio, ins­<br />

trucción y sabiduría.<br />

No pudo el Papa oficiar el jueves Santo por­<br />

que se encontraba muy débil, pero hizo la cere­<br />

monia de la cena , después de haber dado la ben­<br />

dición papal desde el alto balcón de San Pedro.<br />

El jueves y viernes Santo , el emperador, la em­<br />

peratriz, los príncipes y princesas comieron en el<br />

Vaticano , en los departamentos de la secretaría<br />

de Estado. El emperador no asistió el domingo<br />

por la mañana, dia de Pascua, á las ceremonias<br />

de San Pedro por hallarse indispuesto; pero pol­<br />

la noche fue á ver la iluminación y la célebre<br />

girándola del castillo Sant-Angelo.<br />

Estaba señalado el 20 de abril para el dia en<br />

que iba á darse al emperador la mas grande, la<br />

mas magnífica y suntuosa fiesta. En el Capitolio<br />

fueron colocados con orden y gusto por los apo­<br />

sentos donde iban á encontrarse las personas rea­<br />

les , todos los prodijíos del arte que el museo con­<br />

tiene. Se invitó á sus majestades, á los príncipes,<br />

á los Cardenales, al cuerpo diplomático, á los<br />

príncipes estranjeros , á la nobleza romana y á<br />

los forasteros de distinción. Jeneralmwite sorpren­<br />

dió á todos el brillo de aquella fiesta. El empera­<br />

dor después de haber visto un precioso fuego de


artificio ejecutado en la plaza, fue conducido á la<br />

sala del palacio senatorial, donde oyó una cantata<br />

compuesta en honor de S. M. De la sala del con­<br />

cierto pasaron luego las personas reales por un<br />

puente construido eesprofeso en la sala del festín<br />

preparada en medio del palacio de los conservado­<br />

res. El emperador invitó con su mesa á los Car­<br />

denales y embajadores. Otras mesas para mil per­<br />

sonas estaban dispuestas en otras muchas salas;<br />

pero la concurrencia de estranjeros, particular­<br />

mente de ingleses, era tan considerable, que im­<br />

posible fue poner un cierto orden en la distribu­<br />

ción de asientos , y todo el mundo precipitándo­<br />

se á grupos en la sala del banquete del empera­<br />

dor, ocasionó confusión, tal que no se pudo con­<br />

cluir el servicio, sino con las mayores dificulta­<br />

des. A la salida de la función manifestaron al* Car­<br />

denal Consalvi sus majestades, su contento y<br />

satisfacción por el esmero de la fiesta que en nom­<br />

bre del Santo Padre se les habia dado. Notóse que<br />

el ordenador del banquete habia hecho colocaren<br />

medio de la mesa principal la antigua loba de<br />

bronce que se dice haber sido herida de un rayo<br />

el dia de la muerte de Julio César.<br />

Pocos dias después el embajador de Francia<br />

ofreció dar una fiesta al emperador ; pero este le<br />

contestó por medio de su gran chambelán, el con-


de de Wrbna que con mucho gusto asistiría á ella,<br />

si no se hubiese impuesto la ley, mientras viajaba<br />

por Italia, de no ir á ninguna reunión particular.<br />

Durante la estancia de la corte de Viena en<br />

Roma , el emperador ni el príncipe de Mctternich<br />

dieron paso alguno ni con el santo Padre ni con<br />

el Cardenal Consalvi relativamente á los negocios<br />

eclesiásticos y políticos de los Estados austríacos.<br />

Este silencio profundo admiraba al Papa, y dio<br />

lugar ala invitación que hizo á sus majestades de<br />

detenerse algunos dias mas en Roma á su vuel­<br />

ta de Ñapóles.<br />

La archiduquesa María Luisa no habia venido<br />

á Roma ; solo habia pedido ver á Temí y sus cas­<br />

cadas. Desde allí se embarcó en Liorna para<br />

Ñapóles , donde debia reunirse á su padre, y lue­<br />

go volver por mar a Liorna otra vez. Los roma­<br />

nos en sus conjeturas encontraron tres razones<br />

para esplicar la ausencia de María Luisa. Decian<br />

los unos que la corte de Roma, con arreglo á sus<br />

antiguos derechos, directamente puestos de ma­<br />

nifiesto por el Cardenal Consalvi al congreso de<br />

Viena , no reconocía en ninguna familia el dere­<br />

cho de poseer á Parma. Otros hablaban vagamen­<br />

te de cuando los Cardenales negros rehusaron asis­<br />

tir al matrimonio de la archiduquesa con Napo­<br />

león. En fin otros referían una cosa cierta, que al


pasar últimamente la princesa por Bolonia, el<br />

pueblo se habia agrupado al rededor de su coche<br />

gritando" \vica nuesti'aprincesaV'<br />

Como nadase sabia en Roma de; lo que pasaba,<br />

se procuraba indagar el motivo del viaje del em­<br />

perador, y sucedía entonces lo mismo que cuando<br />

la ausencia de María Luisa ; habia diversísimas<br />

opiniones , y las mas eran absurdas. Lo mas pro­<br />

bable me parece ser que estando á la sazón en paz<br />

toda Europa, y reuniendo el emperador á otras<br />

muchas prendas, un espíritu singular de obser­<br />

vación , no era estraño se alegrase de volver á<br />

Florencia en donde había nacido: desde allí es<br />

muy natural ir á Roma, y desde esta á Pompeya.<br />

Las princesas no podían menos de apoyar y aplau­<br />

dir un plan semejante; el emperador decía que no<br />

habia visto San Pedro de Roma; aun el ministro<br />

misino se debia alegrar de hacer un viaje que nun­<br />

ca habia hecho. A todo esto se anadia la idea de<br />

encontrar en el camino nuevas ventajas, , descubrimientos<br />

útiles y amigos ignorados; contri­<br />

buían , en fin , una porción de aduladores y des­<br />

contentos que rodean siempre á un gran soberano.<br />

En Ñapóles permaneció el emperador de Aus­<br />

tria mas tiempo del que él mismo habia pensado.<br />

Sin embargo volvió á Roma para el Consistorio<br />

de 4 de junio, en el cual el Papa nombró cardenal<br />

G4


al archiduque Rodolfo, Arzobispo de Olinutz y<br />

hermano de S. M., de quien en otra ocasión he­<br />

mos hablado ya. El Papa recuerda en su alocu­<br />

ción que Gregorio XIII en 1577 confirió la mis­<br />

ma dignidad al archiduque Andrés, hijo del em­<br />

perador Macsimiliano II, y hermano del empera­<br />

dor Rodolfo II. Citó la divisa de los Cardenales.<br />

"Iguales á los reges, superiores á los principes, " y<br />

añadió : " La Santa Sede confiere honores iguales<br />

á aquellos cuyos derechos son iguales. La presen­<br />

cia de nuestro hijo Francisco, emperador de Aus­<br />

tria nos llena de júbilo , y á él le será lisonjero y<br />

agradable este nuevo testimonio de benevolencia<br />

hacia su'persona y augusta casa, que damos<br />

con sincera alegría en su presencia , ante voso­<br />

tros , hermanos venerables , que aplaudiréis á<br />

nuestras palabras. El emperador dejó á Roma el<br />

11 de junio. Su hija la archiduquesa Carolina se<br />

puso enferma en Porosa, y el Cardenal Consal­<br />

vi que antes no habia creído de su deber salir has­<br />

ta Venccia , pensó que seria delicado el ir á Poro­<br />

sa para cuidar de que se tuviesen todos los esme­<br />

ros posibles con la salud de la princesa. Mas im­<br />

presión hizo en el emperador esta prueba de afec­<br />

to que hubiera hecho la ida del Cardenal á reci­<br />

birle: Francisco era mas bien un tierno padre que<br />

un soberano ecsijente.


Después que pasaron los clias de etiqueta se<br />

preguntaban en Roma unos a otros si el empera­<br />

dor habia dejado muchos presentes; cada uno de<br />

los agraciados enseñaba lo que habia merecido<br />

de la jenerosidad del príncipe ; que habia dado la<br />

gran cruz de san Esteban de Hungría al Cardenal<br />

Mattei, decano del sacro colejio, y presentado<br />

por Austria en 1800. La misma insignia obtuvo<br />

el príncipe Altieri, senador de Roma. El príncipe<br />

de Mettcrnich fue el que le presentó á Su Emi­<br />

nencia , la decoración diciéndole que el empera­<br />

dor al concederla al decano de los Cardenales que­<br />

ría dar una prueba de benevolencia á todo el sacro<br />

colejio: por eso un Cardenal conocido por su agu­<br />

deza dijo : " mejor haria el emperador en contes­<br />

tar á las cartas que le escribimos en las fies­<br />

tas de Navidad, pues que solo él ha dejado de ha­<br />

cerlo en la Europa católica, que no en enviar una<br />

placa á un Cardenal que no puede llevarla. " Los<br />

príncipes de Pioinbino , Chigi y Barberini, reci­<br />

bieron la de Leopoldo , el marqués Massimo ob­<br />

tuvo la corona de hierro (orden fundada por<br />

Napoleón , y cuyo gran maestrazgo se habia re­<br />

servado ) los duques Cesarini, el príncipe de Cer-<br />

vetri y el caballero Odescalchi recibieron la cruz<br />

de comendador de San Leopoldo , el gobernador<br />

de Roma una caja con el retrato del emperador


guarnecida dé diamantes: no fue el menos consi­<br />

derado el Cardenal Consalvi, pero como era tan<br />

modesto y desinteresado, con dificultad se sabia po­<br />

sitivamente los regalos qne le enviaban las cortes<br />

con motivo de los diferentes tratados, y casi siem­<br />

pre rehusaba aun aquellos presentes de costumbre.<br />

Otros mil se distribuyeron en el palacio del Mon-<br />

te-Cavallo; se ofreció también una cruz al conde<br />

Gregorio Chiaramonti , hermano del Papa , que<br />

vivia en Bolonia, pero Pió Vil le mandó no la ad­<br />

mitiese ( 1 ).<br />

(1) Tiene el Austria reputación de poco jencrosa, á la verdad sin ra­<br />

zón , pues en la ocasión presente lo ha sido sobre manera i he aquí lo que<br />

escribía el Cardenal de Kernis á Mr. de Vergennes el G de diciembre de<br />

1780. '"Los presentes de la emperatriz á todos los que directa ó indirec­<br />

tamente nan intervenido en la espedicion de las dispensas y bu'as que ha<br />

necesitado el archiduque Macsimiliano para las coadjutorías de Colonia y<br />

Munster , no han cesado desde la llegada del Cardenal Ilerzan (que tan­<br />

to figuró en el cónclave de 1800). Desde el Papa hasta el último oficial de<br />

Cnancillería han recibido todos du la mano bienhechora de María Teresa<br />

diamantes , joyas, porcelana , vino de Tokay y una gran cantidad de ze-<br />

quies; y nos inclinamos á que esta jencrosidad tiene menos por objeto el<br />

premiar los servicios hechos, que aquellos que están por hacer, y hace<br />

mas de un mes que se ostentan estas riquezas en Roma. Viena que ha te­<br />

nido siempre miras sobre Italia procura derramar en todos los grandes<br />

pueblos italianos diversas condecoraciones y títulos á los hombres , á las<br />

mujeres cruces estrelladas , á las i-asas de alta categoría el toisón de »ro<br />

para interesar de este modo á la nobleza , y aumentar la veneración que<br />

«s aun mayor en Roma que en las domas ciudades de Italia. Este medio<br />

de ganar los corazones es mas eficaz en este pais que en otro cualquiera;<br />

porque los italianos ambicionan los títulos y condecoraciones ; bien sabe<br />

ia emperatriz que los regalos considerables que hace son de mas utili­<br />

dad que la plata que emplea en ellos , porque sino ya probablemente tro*


Después del restablecimiento de la archidu­<br />

quesa, pasó el emperador á Florencia; donde un<br />

dia , visitando con su hermano la capilla donde<br />

están colocados los sepulcros de los Mediéis, le<br />

dijo : "vergüenza seria para nosotros que los ad­<br />

mirables trabajos de esta capilla no se concluye­<br />

ran." El gran duque y la nación toscana com­<br />

prendieron bien estas nobles palabras , y hoy dia<br />

ya está terminada aquella obra , bajo la protec­<br />

ción de un jénio tan magnífico como el que la ha -<br />

bia comenzado.<br />

Empero los negocios de Francia permanecían<br />

estancados, y en Roma se veia con sentimiento se­<br />

mejante paralización. El ministro de Paris, que ha­<br />

bia comunicado la sustancia del breve al Carde­<br />

nal PerigordjCorísentiaen que los Obispos hiciesen<br />

una jestion espontánea en la corte de Roma, y se<br />

va á ver cuanto mejor hubiera sido no olvidar las<br />

palabras del conde de Ilautcrívc. Los Obispos de­<br />

clararon que no tenían ellos dificultad en escribir<br />

hiera puesto coto á esa prodigalidad. Ignoro si España se ocupa Interior»<br />

mente de lo que puede suceder en los establecimientos de los infantes,<br />

en las Dos Sicilias, en Toscana y Lombardia: quizá algún dia se arre­<br />

pienta de no haberse ocupado lo bastante. I.o, venecianos están en el<br />

mismo caso , en una palabra deben considerarlo atentamente los gabine­<br />

tes de Europa y principalmente los soberanos de la casa de Francia<br />

Nada hay que añadir á los sentimientos &c.<br />

"El Cardenal de BlXKll."


al Papa, y le remitieron una carta en 31 de mayo.<br />

Se quejaban desde luego de no saber nada después<br />

que se habia publicado un concordato, establecido<br />

una nueva demarcación y nombrado nuevos Obis­<br />

pos ; de que no se les habia remitido un breve y<br />

estaban en la ignorancia de lo que Su Santidad<br />

quería, habia negado 6 consentido. En estos pri­<br />

meros puntos de la carta manifestaban un santo<br />

enojo; pero continuaban luego con mas calma.<br />

"Tenemos necesidad nosotros , asi como lo decia san Cri-<br />

sóstomo, hablando de los apóstoles, de un socorro superior es-<br />

traordinario, que nos ayude á guardar un justo equilibrio y<br />

medida, á fin de no parecer que invertimos las leyes del rei­<br />

no cuando teníamos la defensa de la doctrina'y disciplina ecle­<br />

siástica, y de que no nos acusen de corromper la pureza de la<br />

fe, y enervar la disciplina por esforzarnos en manifestar que<br />

no queremos violadas las leyes del Estado."<br />

Jamás los Obispos de las Galias usaron de un<br />

lenguaje mas noble , jeneroso , patético, francés<br />

y piadoso:<br />

"Santísimo Padre, rogamos á vuestra Beatitud que nos<br />

ayude con sus consejos , que nos ilumine con sus luces , y nos<br />

fortalezca con su autoridad : os lo rogamos, no solamente como<br />

al príncipe de la iglesia, en quien hacemos profesión de reco­<br />

nocer y respetar la primacía de honor y jurisdicción , fundada<br />

por Jesucristo, sino también ( ¡nos lo permite decirlo la venera­<br />

ción que nes inspiran vuestras virtudes !) como al arbitro, con­<br />

ciliador y mediador que escojemos como hijos de una misma fa­<br />

milia, en quien eon la mayor sinceridad confiamos, y cuyo pa-


ecer, cuya decisión, cuyo mandato serán nuestra fuerza,<br />

seguridad y consuelo."<br />

Por frases asi tan hermosas, de una doctrina<br />

tan pura y de tan armoniosa elección de palabras,<br />

se termina esta carta, que fue remitida á Mr. de<br />

Blacas por el marqués Disollcs , sucesor del duque<br />

de Richclieu. Este nuevo ministro concluye<br />

asi el oficio con que remite la carta al embajador.<br />

"En las actuales circunstancias, señor embajador, «i se<br />

quiere poner remedio á la indiferencia, valiéndose de la autoridad,<br />

se provoca la resistencia: prudente es, pu«s, abstenerse de<br />

todo acto que llame la atención y produzca consecuencias desagradables.<br />

Debe procurarse mantener la sumisión , menos parla<br />

acción de las voluntades humanas que por la influencia de<br />

las santas verdades que la relijion nos enseña, y por la acción<br />

secreta mas poderosa de su divina y dulce persuasión. No está<br />

la Francia, señor conde, en un estado de resistencia;'pero<br />

tampoco se encuentra en el perfecto de la sumisión ; hay términos<br />

en las reglas que se han de prescribir y en los sacrificios<br />

que han de imponerse donde se debe no chocar por la seguridad<br />

y pas do la Iglesia y del Estado. Una linea falta echar y<br />

marcarla entre esos escollos. Vuestra penetración y la sabiduría<br />

de monseñor el Cardenal Consalvi sabrán indicársela al Papa,<br />

y Su Santidad, con la superioridad inmensa de sus luces,<br />

juzgará de cuan imposibls ha de ser separarse de ella No<br />

pienso que Su Santidad pueda creer desatendida su dignidad por<br />

la retención del breve dirijido al Cardenal Perigord ni por la<br />

manera de declaración espontánea que al fin creemos conveniente<br />

adoptar."<br />

El consejo eclesiástico de Roma decidi5 que<br />

el Cardenal Consalvi escribiese al de Perigord,


elativamente a la carta de los Obispos. La con­<br />

testación de Consalvi, después de algunos preli­<br />

minares que anuncian haber sido leida atenta­<br />

mente por Su Santidad la carta de los prelados<br />

franceses, vuelve á tomarse el tono del breve re­<br />

mitido al Cardenal de Perigord, con las mismas<br />

proposiciones y elojios para su Eminencia y los<br />

mismos testimonios de deferencia con la varia­<br />

ción hacia el fin, de que se aparenta estar en la<br />

creencia de que los Obispos aceptaran las disposi­<br />

ciones enunciadas por el Santo Padre.<br />

Al trasmitir esta carta Mr. de Blacas, y Mr.<br />

de Portalis declararon , epie no la recibian sino<br />

con la condición de que le quedaría libre la vo­<br />

luntad al rey para detenerla ó remitirla, y pro­<br />

pusieron en el caso prinnro , entregar al Carde­<br />

nal Consalvi una nota oficial, firmada por ellos,<br />

en virtud de la cual el rey se obligaría á abreviar<br />

la duración de las medidas provisorias tomadas<br />

en los asuntos de la iglesia , y también á aumen­<br />

tar el número de los Obispados, siempre que los<br />

recursos del Estado lo fueran permitiendo. El mi­<br />

nistro en Paris aprobó este paso, y mandó un<br />

proyecto de nota concluido, que con algunas va­<br />

riaciones hechas por los plenipotenciarios , á ins­<br />

tancias del Cardenal Consalvi, le.fue dado á esta<br />

Eminencia.


5láS<br />

El Papa on seguida contestó á los Obispos que<br />

habia recibido su carta , firmada por cuarenta de<br />

ellos, dándoles gracias por sus sentimientos de res­<br />

peto, anunciándoles una alocución en ¿pie diría que<br />

no ora posible establecer noventa y dos sedes, y de­<br />

clarándoles que poseía una nota qué le daba se­<br />

guridades para el porvenir. Los prelados signata­<br />

rios de la carta de 30 de mayo se adhirieron todos<br />

á ^&tfe|p$p


ciacion.o,u&.teí>j**otabladaeo» ;la1^$ritá. Sede me -apresuro á<br />

man^estarmi agradecimiento al-Padre Santo, á quien '.os suplico<br />

lnagaís presçnte.'mi veneración filial, y no dudáis un momento<br />

que la iglesia de Francia, mi pueblo y yo mismo reconocenWíjlrf<br />

¡éétísWijéá^'su'oiá'afia y acierro de vuestra conducta<br />

en el ¡desempeño de este negocio. Os 1<br />

doy, pues , - las < gracia?,<br />

y os las doy no solo por mi afecto y amistad, sino también por?<br />

que se interesa en ello mi amor propio al ver hoy cumplido en<br />

el cardenal secretario de Estado el juicio que hace Veinticuatro<br />


! hiaj patema^-foHcitúd déJVueetrai Santidad', ' a<br />

viüoW-prolon-<br />

.gadaíde bvlg^sia; de Francia ha .cesado i luego ;<br />

del todo,*en los límites de aqueja sobriedad recomendada<br />

jj.01- el apóstol : habéis sabido juzgar , lo que.,lascarqqstanciaí<br />

sufrían y aquello que rechazaban? os habéis,djgnado<br />

en fin colocar vuestra confianza en un hijo respetuoso, sumiso,<br />

qué asi como los fióles ministros de quienes hizo elección para<br />

compartir el anidado de «uá penosas fancionés, ho 1áene u<br />

otro<br />

,-«de*eo , ni otra mira , que el bieit:de la santa relijion -nuestra.<br />

Hablado habléis y la tempestad«e. fialmpY aowlcia todo que el<br />

estado provisorio, que era ya.un bien , muy pronto aení* Reemplazado<br />

por un estado defiuitívo nías ventajoso :,gozad de yuestra<br />

obra ;<br />

, ; Santísimo Padre, l<br />

y"dígnaos recibir con'bohdaa'tas'sega<br />

rid ' • li veneración á vuestra persona ,Jy J<br />

•deVócidn'-liá-<br />

. ,cja, la $aata ;SadjB, coa q(¥> (soy vuestro devotísimo hijo.<br />

• !> . oficííio'; vhi'&'íVllr, í{'ni*tAi¿3 KÓesBmatít •<br />

ota^indoobnci'ouü .««"liál jsdcviaíflGí) j;a£o¿oT<br />

El 8 de octubre tomo posesión çonj.gr^n^jppHipa<br />

del arzobispado,^ Ç a<br />

^.fjl.çai\denak Perigord.<br />

¿1 marques Dessoles manifiesta muy .norin,e,npr<br />

"Después de.hueros espuesto» .señpr«onde.^hx, «satisfacción<br />

del rey, no sé. si. me es lícito hablaros de la que ^personal,<br />

mente he tenido, y aseguraros, pues no puéa^óm'eriosíé facerlo,<br />

que habéis Jietího uno de W s¡¿rvrtft>s nVas'irop'cn'tanVetf la<br />

¿«eh^ooyiál testado."<br />

i í í í í !<br />

P «


oft¿ 6<br />

No liemos podido menos de suspender para<br />

dar cuenta de las negociaciones francesas , la re­<br />

lación de las que la Santa Sede arreglaba al mis­<br />

mo tiempo con los otros Estados. Mr. de Gen-<br />

notte, encargado de ncgocios/le Austria en ausen­<br />

cia del embajador príncipe de- Kaiinitz, pedia se<br />

tomasen prontas disposicione- para terminar de<br />

una vez la discusión sobre la navegación del. Pó<br />

Otro oficio del mismo ajente/leclarabaá Su San­<br />

tidad, (pie eran falsos los rumores alarmantes (\w<br />

corrían sobre las disposiciones del Austria con<br />

respecto ú los estados'de la Santa Sede; que íos<br />

sentimientos del emperador eran los mismos que<br />

habia man i testado personalmente al Papa; que la<br />

malignidad


año de 1818 á 5.855,057 escudos, y los gastos á<br />

5.299,800 escudos 67 bayocos. El cscedente del<br />

presupuesto habia sido de 555,255 eáciídóá y 33<br />

bayocos. No se contaban en los gastos los intere­<br />

ses de la deuda pública ni las pensiones del Mon­<br />

te de Milán.<br />

El Cardenal Consalvi hizo una tentativa para<br />

destruir á los salteadores del pueblo de Sonninó,<br />

declarando por un edicto que todos los habitantes<br />

del pueblo serian deportados: medida poco reflcc-<br />

sionada y muy cruel, que se empezó á ejecutar v<br />

hubo que suspender por los rumores que corrían<br />

del cambio de gobierno en Italia. Sin embargo á<br />

principios de setiembre se echaron al suelo las<br />

casas del lugar y á los vecinos deportados se les<br />

distribuyó algún ganado en los sitios que por<br />

nueva patria se les designó.<br />

Carlos Emmanuel IV que habia abdicado él<br />

trono de Cerdeña y vivía en Roma murió en esta<br />

ciudad , dejando en su testamento la cláusula de<br />

que quería ser enterrado more paupentm. El Papa<br />

no quiso consentir en ello, y admiró mucho mas<br />

esta recomendación del rey, álos Romanos cuan­<br />

do veían prepararse un suntuoso funeral por el<br />

alma de la reina de España, Isabel. Jamás llegó<br />

la pompa española á mayor grandiosidad. Cantó<br />

la misa monseñor Bertazzoli. El caballero de


ijçpmpitieron con lobinas,binantes 0y> $n3gpprt§cí>s<br />

. de los reyes e&^lipos;,<br />

_ .,,.^ueviaja todas las uaten^^prov^clj^i^t^<br />

los^le&tps .cáU'^^aajos-ji^^t^^idjl Çaçflon^l<br />

Consalvi pava terminar los asuntos, viéndose con<br />

admiración cómo s.qpo;üjeyar>áícaj^ : itefcjíte;f ran­<br />

cia. Los príncipes -protestantes de Alpmani^ Af-<br />

searon también ver .ci itv- lvn>ÍnOrde^^s ín,e^O6ÍB0Íp-<br />

nes,. para .la organización de las iglesias publicas<br />

sometidas á su autoridad. Djegon ^ r4ftS,/eHKwA?fi,<br />

^uno protestante y al otro católico,, una,«otaintitulada<br />

: "xleclq^apipn,dç,ltj-i príncipes\y..liúdos<br />

jjrotestxiiitcs reunidos á la at/ifcderacionjcrniániga"<br />

Y el Papa respondió porcuna esppsjif\o.n l de sus<br />

sentimientos^ çs$a ^clfl ffiçjjpn. iTtJT>j n ¿, vll(<br />

Su Santidad después dc[haber.estatójec¿40r}ps<br />

derechos de.su supremacía directa , da elogios al<br />

celo de los príncipes protestantes que se proponen<br />

eptrar en negociaciones con la $janj^-$edg ,;para<br />

bien de jos .catódicos vasallos de (ístps jsoJ^eja^-<br />


TCFNLINÉIT'a'iii^mismo tiempo ^dmprélíá^naBíba 1<br />

'<br />

erf^ti 8e)!tt t<br />

trtíií¿¿fói 1;<br />

Erf'éí primer artíctUóTdf'iiríncipfcé!<br />

^iéft^UCF^'tfgá: "La^ll&ia romana] '•'<br />

CAT^lídaiyü^óáóliea.'' So responde que es mene#-''<br />

tctWvlgn como se acostumbra. "Lá^L'ésiá-'A^-'<br />

tóHea'rómáTia."<br />

^feiie^mas abajo hay una distinción f Mflflfi"<br />

cion de los artículos de fé fundamentales ;'¿<br />

dales ¡i accidentales , CUYOS argumentos contrarían<br />

las «l^rinas ¡de* ta leji*^ií^ si ''> [<br />

\ 'H. 1<br />

05<br />

r Etfjd articuló 1<br />

segundo* dé'.LA declaración , lós^<br />

príncipe¿v^ui'ewn^qbei' 1-a- RELIJION católica &T*§feP<<br />

estado» ise lldmee >ms¿tt»?»^ católica/1 El --PNPA' no<br />

PUEDE nicdníMsor'es* jmróva! denomíóacíonü Eñ r<br />

d •<br />

ARTÍEUIO¡ quinto* concerniente á r<br />

lá elecUie* ^5wstl-<br />

tucionccanónicas de los obispos, sé dice des^liie^~<br />

go-jque-iseiquiece-conservar la antigua disciplina<br />

de^'qgie^fft ,,<br />

JERLLTFNNICA y SE PROPONEN CON nftá ;<br />

seTícfUéz' a}>arente, VARIACIONES muy notables.<br />

Réspfjnde éí Papa que TODAS ESTAS variaciones es-<br />

tan^eu^oppsiçion evidente CON-,la.cantigua^DISCI­<br />

PLINA qne se pretende cóoservlarv y*yn#du'la8 »PH* '<br />

RIAOIONES'r indicadas ^ ADMITE- e\i(isorWtmm cofflo<br />

!<br />

COFNFMÍITFTO? c


lo que habia propuesto al gobierno inglés para<br />

los Obispos de Irlanda. "El capítulo antes de<br />

„ proceder á la elección canónica, pasará al go-<br />

„ bienio local la nota de los candidatos. El go­<br />

bierno escluirá á los vasallos que no lesean<br />

„ agradables, con tal de que quede en la lista un<br />

,, número suficiente para la libre elección del<br />

,, Obispo."<br />

La Santa Sede pide, que el Arzobispado que<br />

se erija para la nueva provincia católica se com­<br />

ponga de cinco obispados de estados diferentes, y<br />

se establezca en Mayenee, en el centro de las cin­<br />

co diócesis; cuyo de?eo se apoya en el apostolado<br />

de San Bonifacio y sobre la reputación de la mis­<br />

ma antigua metrópoli por el espacio de diez si­<br />

glos. La esposicion concluye en estos términos:<br />

"Tales son las decisiones del Santo Padre , y piensa que<br />

los príncipes y estados en sus sentimientos de equidad y moderación<br />

, no querrán cesijír de la cabeza de la iglesia, que renuncie<br />

á sus principio» , y se haga culpable ante Dios, llegan-^,<br />

do á dar un motivo de escándalo si falta á los deberes de su<br />

ministerio apostólico, y sanciona disposiciones que ve son contrarias<br />

ó perjudiciales á la Iglesia."<br />

Los plenipotenciarios pidieron entonces que se procediese<br />

á la demarcación de las diócesis dejando después á cada Estadotratar<br />

acerca de las que en todo ó en parte se hallasen en el territorio<br />

de su soberanía.<br />

.Apenas adelantaba algo el Papa en los negó-


cios con los demás príncipes de Europa, tenia que<br />

atender de nuevo á los de Francia, que habiendo<br />

pedido un nuncio, escojió entre tres que se le<br />

propusieron á monseñor Macchi , nacido en Bolséna,<br />

de una familia noble, y que habiéndolo sido<br />

anteriormente en Portugal, vivia á la sazón en<br />

Suiza , muy acreditado y estimado del Padre<br />

Santo.<br />

Mejoróse de repente el Papa, y volvió á su<br />

buen humor : alegrábase del feliz écsito del tratado<br />

con el rey , y decia á Mr. de Blacas , anunciándole<br />

la llegada de monseñor Macchi á Paris:<br />

*' nos regocijamos de que los negocios eclesiásticos<br />

se consoliden en esa; escribid que esperamos<br />

los mejores resultados de los sentimientos de piedad<br />

y benevolencia de S. M." La preocupación<br />

del Padre Santo en este asunto era tal, que en<br />

una audiencia que tuvo con Mr. Caning , ministro<br />

inglés, encargado entonces del departamento<br />

de la India, y que habia ido á Roma por Ñapóles<br />

, después de haberle manifestado sus sentimientos<br />

acerca del gobierno británico, le dijo<br />

que no podia reprimir su alegría al ver los grandes<br />

socorros que habia recibido en esta ocasión de<br />

la Providencia. Al salir dijo Mr. Caning á una<br />

ilustre inglesa que estaba entonces en Roma:<br />

"treinta años hace que no se habla en el conti-<br />

66


líente sino de los franceses, y aun en el dia sucede<br />

lo propio."<br />

Pidió el gobierno, al presentarle al Cardenal<br />

Perigord como coadjutor de Paris, á Mr. de Quelen<br />

Obispo de Samosate desde el 1. ° de octubre<br />

de 1817. La gran reputación de Mr., de Perigord,<br />

y los méritos, la piedad, cualidades eminentes y<br />

luces de Mr. de Samosate no podían menos de facilitar<br />

la negociación y hacerla honrosa. Fue,pues,<br />

nombrado Mr. de Quelen el 17 de diciembre de<br />

1819 Arzobispo de Trajanople y coadjutor del arzobispado<br />

de Paris con esperanza de futura sucesión:<br />

este prelado celebró los oficios en las primeras<br />

vísperas de S. Dionisio cuando la instalación<br />

de Mr. de Perigord, delante de un gran número<br />

de obispos así consagrados como electos, y en presencia<br />

de todos los ministros del rey y do los personajes<br />

mas distinguidos de la corte y de la ciudad.<br />

El barón Pasquier, sucesor de Mr. Dessoles<br />

escribió á Mr. de Blacas en estos términos:<br />

Si Ñun EMBAJADOR.<br />

Con satisfacción lia sábulo S. M. cuanto habéis hecho para<br />

que se declarase en el próesimo consistorio coadjutor do Paris<br />

al Obispo de Samosate : la elección del nuncio que debe venir<br />

á Francia os también una prueba de la deferencia de la<br />

Santa Sede á los deseos que estabais encargado de manifestarle.<br />

Os repito mi agradecimiento por la conducta que habéis seguido<br />

en todas las negociaciones que se os han confiado y por la


„ , 5S#<br />

sóucjtb^eliTélí^<br />

vicio no menos importante á la relijion y al Estado que á la<br />

moral j al orden público.<br />

Felicitó también al conde Portalis , cuya injenuidad<br />

y dulzura allanaron mas de una vez<br />

grandes dificultades, y que con la unión y amistad<br />

que tenia con Mr. de Blacas daba por otra parte<br />

U&a gran fuerza'Más ;<br />

re^j^a^tftciones^^Rftíncía;


CAPITULO TREINTA Y OCHO.<br />

MONSEÑOR MACCIII, NUNCIO EN PARÍS.—CARTA AMISTO­<br />

SA DEL REY DE INGLATERRA AL PAPA. RESPUESTA<br />

DEL PAPA.—REVOLUCIÓN EN NAPOI.ES.—REHUSAN RE­<br />

CONOCERLA LOS EMBAJADORES DEL NORTE. BARCOS<br />

FRANCESES IlEUNIDOS EN Ci VITA VECCIIIA. VA EL<br />

PRÍNCIPE DE IIARDENBERG A ROMA HECHO NOTA­<br />

BLE DEL COMANDANTE FRANCÉS OBRIOT. OCUPAN<br />

LOS AUSTRÍACOS A ÑAPÓLES Y AL PIAMONTE. ITES-<br />

TITUYENSE BENEVENTO Y PONTECORVO AL PADRE<br />

SANTO.—EL BAYLE BUSCA LUGARTENIENTE DEL MAES­<br />

TRAZGO DE MALTA.— SISTEMA DE ADMINISTRACIÓN<br />

EN BENEVENTO DURANTE LA OCUPACIÓN FRANCESA.—<br />

BULA CONTRA LOS CARBONARI.—HACE DIMISIÓN EL<br />

DUQUE DE BLACAS.—LE SUCEDE EL DE LAYAL-MONT-<br />

MORENCY. — SE ORGANIZAN EN FRANCIA OCHENTA DIO"<br />

CESIS.—MUERTE DE CANOVA VA EL REY DE PRU­<br />

SIA A ROMA. — CARTA DE LUIS XVIII AL PAPA EN<br />

ACCIÓN DE GRACIAS.<br />

Dispuso Luis XVIII recibir en audiencia á<br />

monseñor Macchi el 6 de enero de 1820. Fueron<br />

notables estas palabras del discurso del nuncio..


' "El rey cristianísimo, señor, no podrá menos de oír con benevolencia<br />

al representante del príncipe de la iglesia, que viene<br />

para aseguraros del afecto tierno del padre común de los<br />

fieles, y á mostraros el deseo que le anima de estrechar mas y<br />

mas los lazos que unen á la Santa Sede con Francia, para<br />

felicidad de V. M., de su augusta familia y de esta gran nación.<br />

Su Santidad, reconocido á tantos testimonios de piedad<br />

filial como recibió de ella y conserva en su corazón, desea que<br />

su prosperidad esté unida á la fé de Clovis y al trono de san<br />

'Unís."<br />

Causó un sentimiento de consternación grande<br />

en el ánimo del Papa la noticia de la muerte<br />

deplorable del duque de Berry, y se esplicó en<br />

términos que daban á conocer la profundidad de<br />

su dolor. Se notó también que permanecía mucho<br />

mas tiempo que antes en sus oraciones , y<br />

que despedía mas temprano á las personas que<br />

permitía á su lado á prima noche : circunstancia<br />

que no dejaron de observarlosestranjéros que<br />

pasaban el invierno en Roma.<br />

En mayo de este año tuvo Su Santidad la particular<br />

satisfacción de recibir nuevas cartas credenciales<br />

del ministro de Hannovcr, que estaba<br />

acreditado también antes, en nombre del rey<br />

Jorje III y le volvía á investir Jorje IV. Al final<br />

de estas se encontraban espresiones inusitadas<br />

en el [protocolo inglés, pues terminaba


se á las piadosas y fervientes oraciones de Su<br />

Santidad. Cuando se trató de darle respuesta,<br />

dijo el Papa: "A ver, probemos á responderle po­<br />

co mas ó menos en los términos con que se respon­<br />

de á los príncipes católicos."<br />

Si Pió VII recibía homenajes inauditos , que<br />

nunca iguales los recibió otro Papa desde el prin­<br />

cipio del siglo xvi ; los despachos de España no<br />

eran tan satisfactorios ni le daban semejante con­<br />

suelo. El ministerio revolucionario erijido á con­<br />

tinuación de las turbulencias que en este pais hu­<br />

bo , ecsijia un juramento del caballero Vargas,<br />

que rehusó este dar , enviando su dimisión. En<br />

Ñapóles se verificó también otra revolución, de la<br />

cual solo referiremos aquello que se mezcle con<br />

los asuntos de Roma.<br />

Mr. de Blacas enfermo de calenturas se halla­<br />

ba en Toscana cuando el autor recibió en 13 de<br />

julio un aviso del Cardenal Consalvi en que le<br />

decia:<br />

"Benevento ha sido quitado á la Santa Sede. Al delegado<br />

se le espera mañana en Roma. Asi Benevento y Ponte Corvo<br />

son los primeros objetos estranjeros con que chocan los acontecimientos<br />

de Ñapóles. Podéis decírselo á vuestro embajador<br />

de 1 ;<br />

rancia, Mr. de Narbonne, que lo sabrá ya , á lo menos en<br />

cnanto á Benevento que tan cerca está de la capital, pues yo<br />

no doy ningún paso todavía esperando el momento en que<br />

conozca bien los pormenores que hasta ahora ignoro.


jEl 18 salió Mr. Lamartine de Ñapóles y rae<br />

trajo los .despachos de Mr. de Narbonne. Me<br />

anunciaba en ellos que se habia prestado juramento<br />

á una constitución por el rey, los príncipes,<br />

las personas que tenían alguna representación y<br />

las tropas. S. A. R. el duque de Calabria no<br />

bia esperado á recibir las quejas indirectas del<br />

gobierno pontificio, que yo habia remitido á Ñapóles,<br />

para desaprobar lo que habia sucedido con<br />

Benevento y Ponte Goryo, y prohibir á los vasallos<br />

de este reino que saliesen de sus límites, y se<br />

mezclasen en los acontecimientos de los estados<br />

Esta seguridad de un mejor orden ¡je co§as<br />

respecto á la autoridad del gobierno pontificio,<br />

era un consuelo para el Santo Padre, que algunos<br />

despachos de Alemania vinieron á dulcificar mas.<br />

Escribían desde allí los enviados que estaban<br />

para a. obtener del rey de Wurtemberg y de<br />

los estados de B.ade y de Parmstad$. ¡lo que el<br />

Papa pedia en su esgosicion.<br />

Un parlamento se habia reunido en Náppiee<br />

para el 1.° de octubre, pero los embajadores del<br />

norte de Europa se habían pronunciadQ>eon calor<br />

y admirable unanimidad en contra de la revolución.<br />

Lo acaecido en, Ñapóles interesaba demasiado<br />

á. nuestro gobierno"; y el ministro ingles dijo á


nuestro embajador que iba á despachar un correo<br />

á Londres, y que enviaría de buena gana los des­<br />

pachos de la embajada del rey para el ministerio<br />

en Francia. Pero habiéndose olvidado por descuido<br />

el embajador de la Gran Bretaña en Paris de reti­<br />

rar de los paquetes las cartas para esta población,<br />

que estaban ya separadas, las envió á Londres, y<br />

por consiguiente nada supo el gabinete del rey has­<br />

ta que llegó á Paris poco tiempo después del bri­<br />

tánico un correo que se despachó por otro lado, y<br />

que le informó de todo lo ocurrido antes que los<br />

despachos viniesen de Londres con aquellas ecscu-<br />

sas que se acostumbran cuando suceden semejan­<br />

tes equivocaciones.<br />

Algún tiempo después se supo en Roma el<br />

nacimiento del duque de Burdeos: " ese es un<br />

prodijio del cielo, dijo el Cardenal Consalvi, si<br />

se consideran las circunstancias; " y Pió VII es­<br />

clamó : " Dios habia descargado sus golpes sobre<br />

los Borbones ; hoy dia los bendice. "<br />

Cada noticia que venia de Ñapóles aumenta­<br />

ba la zozobra é incertidumbre del Cardenal, aun­<br />

que las cortes le daban las mayores pruebas de<br />

interés : " me acongoja , me escribía, la bondad<br />

sin límites de S. M. Británica para conmigo y<br />

conozco también la que le merezco á S. M. Cris­<br />

tianísima sin mérito alguno de mi parte, solo sí,


por esa misma bondad qne le caracteriza, y que<br />

procuraré siempre merecer en lo posible."<br />

Mr. de Blacas volvió á Roma, donde impacientemente<br />

se le esperaba, y anunció que la<br />

corte romana tenia la intención de guardar una<br />

ecsacta neutralidad en los debates que iban á empezarse<br />

entre el Austria y el parlamento napolitano<br />

; y que el barón Pasquier estaba dispuesto á<br />

apoyar este proyecto de Roma. Por otra parte<br />

el duque de Campo-Chiaro, ministro de negocios<br />

estranjeros de la revolución de Ñapóles rogaba<br />

al Cardenal Consalvi pusiese en noticia del Santo<br />

Padre qué los austríacos habian rehusado reconocer<br />

el parlamento, sin saberse por qué motivo<br />

; pero que al primer movimiento suyo para<br />

penetrar en las provincias pontificias, las tropas<br />

napolitanas se adelantarían también simultáneamente<br />

por Terracina,<br />

£1 Santo Padre mandó contestar que sus<br />

Estados estaban bajo la protección de las grandes<br />

potencias y que pensaba guardar la mas completa<br />

neutralidad, aunque no podría impedir se adelantasen<br />

unas contra otras las fuerzas belijerantes.<br />

En tan funesta situación para la soberanía de<br />

las posesiones de la Iglesia se esperaba hubiese<br />

hostilidades, y á fines de febrero de 1821 el gobierno<br />

pontificio hizo preparar en Civita-Vecchia<br />

67


alojamientos para el Papa. Mr. de Blacas habia<br />

pasado de Roma, á Laybach y de acuerdo con el<br />

Cardenal Consalvi dispuso se reuniesen en el<br />

puerto de Civita-Vecchia fuerzas navales francesas<br />

capaces de protejer al Pontífice.<br />

Llegó la Emulación, y traté de que permanecieran<br />

en el punto la Concha (Coquille) y la<br />

Lanprea (Lamproic) con el mismo objeto; pero<br />

por desgracia estos dos últimos se habian ya hecho<br />

a la vela cuando acudí: solo la Emulación nc<br />

salió del puerto; y así se lo aseguramos al Papa<br />

que continuamente nos lo preguntaba.<br />

Los austriacos avanzaban , queriendo indudablemente<br />

ocupar á Roma; pero el Cardenal Consalvi<br />

se opuso. Permitía solamente que las tropas<br />

pasasen por fuera de las murallas y que solo los oficiales<br />

entrasen dentro. Estando en estas contestaciones<br />

llegó á Roma el principal ministro de Prusia,<br />

príncipe deHardenberg, á quien Consalvi acojió<br />

con suma cordialidad. Mr. deHardenberg queria<br />

saber cual era el estado de la salud del Papa, y<br />

se le dijo, que á la sazón hacia la visita de costumbre<br />

de todos los miércoles de marzo á San Pedro,<br />

restablecido de su enfermedad, y que aunque con<br />

mucha dificultad, se le habia hecho renunciase á<br />

la rigorosa cuaresma que cumplía todos los años.<br />

Acampaban los austriacos al pie de, Monte


Mario ; pero sin entrar en Roma: se retiro de<br />

Civita-Veeciiia la Emulación , y .en fia lugar fue<br />

- \& Bacante bajo las órdenes de Mr. Obriet; eLcual<br />

queriendo visitar á Roma, se encontró con unos<br />

ladrones, que logró desarmar ayudado de dos.de<br />

sus oficiales, llevando después como en triunfo sus<br />

fusiles, sombreros y cartuchos. Me hizo llamar el<br />

Papa, y me encargó dijese á nuestros franceses<br />

pensaba darles tres medallas de mucho precio en<br />

recompensa de su valor. &<br />

Los austriacos ocuparon iá Capoles , á donde<br />

se preparaba á volver el rey Fernando. Durante<br />

este tiempo otra columna austríaca contenía la<br />

insurrección del Piamonte. El Papa entonces se<br />

entero de un documento importante ¿ redactado<br />

por el príncipe ¿mismo de Carinan, hoy dia rey<br />

de


El estado de la hacienda en el Piamonte, el<br />

crédito de sus rentas y otras mil circunstancias<br />

son una prueba de que Carlos Alberto es el mis­<br />

mo príncipe que el Papa tanto elojiaba.<br />

Habia vuelto á Ñapóles el rey Fernando IV.<br />

Benevento y Ponte Corvo se restituyeron á la San­<br />

ta Sede, después de nueve meses de ocupación<br />

militar, que el duque de Calabria, vicario et al-<br />

ter ego de su padre, no habia podido impedir defi­<br />

nitivamente. El Papa dijo al volver á recobrarlas:<br />

" Todas las veces que las perdamos, Dios nos los<br />

volverá."<br />

El Baile de Giovanni, vicejerente del maes­<br />

trazgo de Malta, sucumbió á los infinitos achaques<br />

y dolencias de una edad avanzadísima. El consejo<br />

de la relijion de S. Juan de Jerusalen elijió para<br />

sucederle al comendador Busca que S. S. acababa<br />

de nombrar Baile de Armenia: Mr. Bussi fue el<br />

encargado de solicitar de Pió VII confirmase la<br />

elección.<br />

En los primeros dias de julio dijo el buen Pa­<br />

pa una mañana:" Cuales serán los sentimientos<br />

que nos esperan en este mes."<br />

Poco tiempo después se le anunció el falleci­<br />

miento del Cardenal di Pietro, subdecano del sa-<br />

cro-colejio. Era este un hombre lleno de talentos,<br />

de modestia, de resignación y de valor. Después de


los grandes servicios que prestó á la Santa Sede en<br />

1801, en I806 t en 1808, en 1809, y en 1814 to­<br />

davía fue útil en 1819, y no se podia menos de<br />

honrar á tan grave personaje que nunca cedió á<br />

un movimiento irreflecsivo y cuya firme voluntad<br />

y ánimo inalterable fueron por tantos años uno de<br />

los sostenes mas sólidos de la Santa Sede.<br />

El Papa se tranquilizaba sobre la suerte de<br />

sus Estados, con las seguridades que el Cardenal<br />

Consalvi se complacía todos los dias en repetirle<br />

de las muestras de respeto que las potencias es-<br />

tranjeras le manifestaban; al mismo tiempo se<br />

aplicaba á nuevos trabajos de política interior.<br />

Siempre se estaba diciendo que el estado pontifi­<br />

cio se arruinaba por su mala administración: véa­<br />

se pues aqui un estado de su recaudación y dis­<br />

tribución total en 1820. La recaudación subió á<br />

6.306,307 escudos 16 bayocos, y la distribución á<br />

5.639,169, escudos 1 bayocos, resultando el esceso<br />

de 667,137 escudos 85 bayocos. Los gastos que<br />

ocasionó la visita del emperador subieron sola­<br />

mente á 80,000 piastras , aunque se habia habla­<br />

do de 300.000. En esta cuenta no figuraban los<br />

productos líquidos del Benevento mas que por la<br />

cantidad de 1227 escudos 89 bayocos, deducidos<br />

gastos de administración; pero se creyó después<br />

que en este particular no estaba ecsacta la cuenta


no habiéndose mencionado en ella otros productos<br />

que! rendia Benevento.<br />

Puede ser que los gastos de administración se<br />

hayan hecho mas considerables por las muchas<br />

limosnas que hay que hacer siempre después de<br />

las calamidades de una guerra. Durante la ocupa­<br />

ción francesa desde junio de 1816 hasta 1815 re­<br />

dituó Benevento una suma mas considerable y<br />

sin embargo la autoridad entonces era muy suave.<br />

Estando encargado Mr. Alguier de enviar un go­<br />

bernador, se dijo que la reputación de este ájente<br />

no podia granjearse la consideración de sus habi­<br />

tantes; no obstante su administración fue modera­<br />

da: se suprimió desde luego la lotería, y después,<br />

por una combinación que se ignora, este don de<br />

un guerrero, que arrancaba los hombres del arado<br />

para ceñirles la espada, cayó en poder de uno que<br />

jamás quiso introducir la conscripción que fue lo<br />

primero que establecieron siempre los franceses<br />

en donde reinaron. Y se puede añadir que aunque<br />

el gobierno del principado era tan benigno, no se<br />

habian enviado á Paris los últimos productos.<br />

Al saber Pío VII la muerte de Napoleón ma­<br />

nifestó el mismo sentimiento que le habia impul­<br />

sado antes á pedir al gobierno británico dulcifica­<br />

se la cautividad del gran guerrero : permi­<br />

tió que se le hiciese en Roma un funeral por


el Cardenal Fesch, y dijo con este motivo muchas<br />

de aquellas espresiones tiernas y jenerosas que<br />

descubríanla belleza de su alma.<br />

El 3 de agosto, en una alocución, anunció el<br />

Pontífice el concordato concluido con la Prusia.<br />

Aunque no profesaba el rey de Prusia la relijion<br />

católica tendió sin embargo una mano compasiva<br />

á los católicos que en mayor número se hallaban<br />

en su reino después de la última guerra y restablecimiento<br />

de la paz." El arzobispado de Guesne<br />

se traslada á Posen, teniendo por sufragáneos<br />

los obispados de Heilsberg, Culra y Bréslaw, El<br />

arzobispado de Colonia Colonice Agrippintr, tendrá<br />

por sufragáneos 4 los Obispos residentes en<br />

Paderborn, Treveris y Munster, y la diócesis de<br />

Aix-la Chapella queda suprimida."<br />

También el Austria pidió algunos arreglos relativos<br />

á las diócesis de Praga y de Olmutz: se<br />

convino en que estos dos arzobispos ejerciesen alternativamente<br />

la jurisdicción eclesiástica.<br />

Fáciles de conseguir estas determinaciones» no<br />

colmaban los deseos de la corte de Viena, que solicitó,<br />

y obtuvo una bula contra los carbonarios.<br />

Fue publicada con fecha de 13 de setiembre, y<br />

condenaba á los católicos de todas las naciones<br />

que persistieran en sostener los principios del<br />

jcarbonarismo. "Ya la Santa Sede, habiendo des-


536 _<br />

cubierto las diferentes sectas que atacan á la<br />

iglesia y reclamado contra las violencias de que<br />

se valen , ha levantado la voz fuerte y libremente<br />

denunciando á esas asambleas reunidas contra los<br />

intereses de la relijion y de la sociedad. Sin em­<br />

bargo, hombres cuyo orgullo toma continuamen­<br />

te mayor incremento, se atreven á organizar<br />

nuevos conciliábulos. "—Después de una esplica-<br />

ciou rápida «le los medios, proyectos y miras , de<br />

la audacia y de la hipocresía de los sectarios, la<br />

Santa Sede manifiesta su indignación por los tér­<br />

minos de los juramentos con que se ligan , com­<br />

parables á los de los priscinialistas (autorizan<br />

ellos la mentira y aun él perjurio para ocultar<br />

los secretos de la secta). Clama en fin la Santa<br />

Sede contra sus ceremonias, que son profanacio­<br />

nes de la relijion de Jesucristo.<br />

Los sinceros amigos del Papa se alegraron de<br />

verle felizmente llegar á cumplir sus ochenta años<br />

y oírle decir á su médico aquel mismo dia: "Nos<br />

sentimos fuerte y animoso, y vemos con satisfac­<br />

ción que hemos llegado á tener una edad que<br />

nunca pensábamos contar. El Cardenal Consalvi<br />

era el que estaba devorado por una fiebre obsti­<br />

nada , y sin embargo siempre estaba entregado<br />

con infatigable celo á sus trabajos. Le colocaban<br />

una mesita baja sobre su cama, y estaban despa-


chande- sus asuntos , sin tomar mas "descanso ni<br />

dormir á otra hora que al empezar el dia.<br />

En esta situación le vino á aflijir la noticia del<br />

fallecimiento de monseñor Barberi, el que fue tan<br />

acusado cuando la catástrofe del funeral Duphot.<br />

Llamaban á este prelado el código penal de Roma<br />

en persona. Gozaba de grande reputación en su<br />

plaza de procurador fiscal jeneral del estado de<br />

la Santa Sede. Frecuentemente se le consultaba<br />

en cuestiones que tenían referencia con sus estu­<br />

dios. Mostró siempre grande fidelidad al Papa en<br />

sus mayores desgracias; y después de una larga<br />

carrera, durante la cual casi solo pronunciaba las<br />

decisiones délos tribunales criminales, pudien-<br />

do disponer asi de la vida y fortunas de un gran<br />

número de presos , murió sin bienes ni riquezas.<br />

En este año de L821 se adoptó en Paris una<br />

ley que al rey lo autorizaba á tomar las providen­<br />

cias necesarias para que llegase el número de dió­<br />

cesis á ochenta , en vez de las cincuenta que de­<br />

signaba el concordato de 1801 , y que fueron to­<br />

davía conservadas en 181.0. Se propuso , pues, á<br />

la corte romana, no que se anulase, la demarca­<br />

ción dispuesta en 1817, sino al contrario , que<br />

tomándola por base, se dispusiera: l. c<br />

suprimir<br />

trece de las noventa y dos mitra- que allí se se­<br />

ñalan ; 2. 2<br />

crear la diócesis de Gambrav, obispa -<br />

08


do- nuevo, cuya sede se colocaría en Lille; 3.° ar­<br />

reglar las disposiciones de modo (pie las ochenta<br />

diócesis fueran organizándose á medida que las<br />

circunstancias fueran ofreciendo los medios. Y en<br />

fin , se pidió que seis de los nuevos obispados se<br />

pusiesen en ejercicio inmediatamente , y que fue­<br />

ran instalados también los seis titulares nombra­<br />

dos é instituidos en 1817.<br />

Presentó la Santa Sede algunas objeciones,<br />

insistiendo sobre todo en que se eríjiese un arzo­<br />

bispado en la ciudad de Arles, y Francia res­<br />

pondió por una memoria de Mr. Portalis. Se tra­<br />

taban estas cuestiones cuando Mr. de Montuioren-<br />

cy,nombrado ministro de negocios estranjeros, fue<br />

encargado de continuar las negociaciones y di-<br />

rijir nuevas instrucciones á Mr. de IMaeas, ya<br />

mucho tiempo habia, elevado á la dignidad de<br />

duque.<br />

No podia ver el cuerpo diplomático en liorna<br />

sin admiración.la actividad del ('ardería! Consal­<br />

vi.. Era evidente que se vivía ya bajo un pontifi­<br />

cado menguante, como dicen en Roma cuando el<br />

Papa es de mucha edad: pero el infatigable mi­<br />

nistro no dejaba pereibirjla decadencia, continuan­<br />

do-on seguir sus planes. Publicó un edicto que<br />

organizaba el ejercito, y mejoró la institución de<br />

los carabineros ó jendarmes. La población se ele-


M<br />

yaba entonces á dos millones cuatrocientas ?diez<br />

mil personas, y fueron llamados á las armas un<br />

hombre por cada cinco mil.<br />

Sin embargo el accidente que aflijió áiSu ¡Santidad<br />

el. 26 de junio de 1817 se ¡renovó el 18 de<br />

abril de 3:822. Al entrar solo desde su gabinete<br />

. al.diormitomo¡suyo, .cayó tel:íRapa entre una silla y<br />

el reclinatorio. Al ruido corrieron sus criados, y lo<br />

levantaron sin que se hubiese hecho imál alguno,<br />

pues en pocos dias se le disipó un lijero dolor dme<br />

sintió en un lado. ¡<br />

Se Recibieron por este tiempo en ¡Roma cartas<br />

que anunciaban que el emperador alejandró y el<br />

rey de Prusia al dejar elcongreso de Verona, deseaban<br />

hacer una visita á Pió VH; Se prepararon<br />

.solo para Alejandro los aposentos del palacio<br />

Quirinal, porque el rey de 'Prusia habia manifestado<br />

su voluntad de ir á jpaiar á una posada.<br />

Estas circunstancias le dieron la idea al Cardenal<br />

'Consalvi de invitar de nuevo al emperador Francisco<br />

para que hiciese otro viaje á Roma. Respondió<br />

el emperador que no era su intención ejecutarle<br />

en aquel año.<br />

El duque de Blacas habiaen viado ¡su dimisión<br />

de embajador á Roma y á ISfápólés , pues desempeñaba<br />

las dos embajadas. El ¿rey 4e iNápolés<br />

rehusaba recibí!» fas credenciales 10<br />

que- sé 'fePtfavia-


-ron á éste embajador, diciendo repetidamente que<br />

le queria junto á su persona , y el Papa escribió<br />

al rey que sentiría con su retirada una viva<br />

aflicción ( 1) , por lo que insistía con S. M. para<br />

que no consintiese en que dejara la embajada.<br />

Ningún embajador habia tenido en Roma el cré­<br />

dito que Mr. de Blacas ; pero como insistió en<br />

su dimisión , el rey nombró para succderle al<br />

duque de Laval-Montmorenev.<br />

Informado iba este nuevo embajador de todos<br />

los negocios de Francia con Rema , á la verdad<br />

muy complicados: y se alababa la conducta del<br />

gobierno pontificio.<br />

(1) Pocos embajadores han tenido tanto crédito como Mr. de Macos:<br />

puso desde el principio una magnífica usa, y estuvo aiempre basta SU par­<br />

tida en un pie de lujo y csplindidiz admirables. Tenia í»bre todo una<br />

comida diplomática los Marte*! á la cual asistía siunprc el Cardenal CON­<br />

niví aun m el tiempo tn que ya su salud emptzaha á alterarse ; y los<br />

ministres eestranjeres (¡be deseaban lícinpre tener ocasión de ver al Cas*<br />

denal aceptaban gustosísimos el convite , y entonces cualesquiera que<br />

fuesen los negocios de Francia y su importancia, se abstenía Mr. de lila-<br />

cas de hablar á Su Eminencia, que esclusiva y succsivi mente se entrega­<br />

ba en tales dias á los di mas ministres: tile rúen gusto, esta delicadeza<br />

de amo de cata hacia que fuesen estas comidas no menos útiles que agrá*<br />

dables al euirpo dip'cmálico que iba al palacio de Francia á decidir los<br />

negocies que no habia podido terminar en las audiencias ordinarias, que<br />

Jamás bastatau ten un liendre tan fríncoy tan irnable cesno el Cr.rdcnal<br />

Consalvi, ti.n bum iniigo y que tan presto zanjr.ba cualesquiera dificul­<br />

tades Ó equivocaciones ; de modo que lrs cortes de Europa debian ad-<br />

miiar la prontitud de las respuestas de sus representantes.<br />

Jamás lie w*to i rebajador alguno en treinta años de cas tera que me-


" A Ia9 virtudes paternales del soberano Pontífice y al ca­<br />

rácter conciliador del Cardenal Consalvi, que tiene á su car­<br />

go todos los negocios temporales, se debe principalmente el<br />

sistema de moderación que se observa en Roma. Consalvi ba sa­<br />

bido hacer respetar la autoridad soberana en la mayor ajitacicn<br />

del norte y mediodía de Italia, ha preservada «¡tu pais de la<br />

ocupación militar de los extranjeros, y concediéndoles un pa­<br />

so que la situación de los estados romanos no permitía negar:<br />

no ba dejado á su disposición plaaa alguna fuerte de la<br />

Santa Sede. El conservar una independencia, que no podia<br />

defenderse por falta de trópáá , ofrecía sin duda grandes difr*<br />

cultades ; pero el jefe de la iglesia era quien la imploraba; su<br />

carácter daba mas peso a sus palabras, y en el descansaba la<br />

tranquilidad de los estado;<br />

Antes de partir Mr. de Blacas, recibió del Car­<br />

denal la bula orijínal de la demarcación y seña-<br />

jor supiese concillarse la consideración y el respeto de todos. Aun habí*<br />

otro atractivo que hacia fuese la sociedad del palacio de Francia una de<br />

las roas amenas (13 (a ciudad de Roma: no se h*bian visto embajadoras<br />

desde los tiempos de la duquesa de Choiseul y déla maríscala de Atibeterre.<br />

Hacia los honores de la casa con una gracia singular madama la duquesa<br />

de Blacas» mojar piadosa, bondadosa, bienhechora, discreta y cíeuna<br />

cortesía dulce y tímida que la bacía mas amable: los demás dias de- la<br />

semana reunía Mr. de Blocas á los sabios y artistas franceses y romanos;,<br />

se hablaba de las ecscavaciones que emprendía á so costa en el templo dn-<br />

Venus y Roma edificado por Adriano en la eestremidad del foro; poseía<br />

y enseñaba como intelijente los mejores grabados y pinturas de Pompeya-,<br />

medallas y antigüedades de toda especie; socorría a los artistas necesitados,<br />

y en fin se sabe que Mr. de Blacas, con motivo del viaje que<br />

queria. hacer por Ejipto Champollion , dijo: " El ministro del Interior es<br />

muy dueño de no enviarle, pero no de impedirme que le envíe yo por mi<br />

parte. " Y se sabe que poco tiempo después el ministerio encargó í Champollion<br />

fuese a visitar los monumentos de Tebas.


lamiente- de Jas ochenta diócesis fundadas de nue­<br />

vo en Francia , y de esta manera el concordato<br />

de 1817 se encontró de hecho conducido al fin<br />

dichoso que el rey deseaba tuviese.<br />

Se supo por este tiempo con graude y jeneral<br />

•dolor la muerte de Canova. Mandó el Papa que<br />

«e le hiciesen las honras mas solemnes , y asistie­<br />

ron á ellas el cuerpo diplomático, los príncipes es-<br />

tranjeros , la nobleza romana, las sociedades de<br />

ciencias, las literarias, y las academias de las ar­<br />

tes. El Papa dijo , con sentimiento, que solo su<br />

jerarquía le habia impedido asistir.<br />

Habiéndose escusado el emperador de Rusia<br />

•escribiendo al Papa que no podia pasar a Roma,<br />

se temió también que se detuviese el rey de Pru­<br />

sia ; pero el 11 de noviembre llegó este monarca<br />

acompañado de dos de sus hijos, del príncipe<br />

Wittgcnstohi, gran mariscal de su corte, del<br />

barón Alejandro de Humboldt y de muchos ede-<br />

«eanes. S. M. quiso absolutamente apearse en una<br />

posada de la plaza de España. Se ejecutó para que<br />

la viese la grande iluminación de San Pedro y el<br />

fuego artificial de la girándola , y á poco dejó á<br />

jRoma después de haber renovado al Santo Padre<br />

ias demostraciones de su sincera veneración. Al<br />

despedirle el Papa le dijo : " V. M. permitirá que<br />

baya quien nos sostenga para andar, porque di-


ficilnnente. lo podemos- hacer sol»; pettF- olvida­<br />

mos nuestro* males pensando en los buenos ofi­<br />

cios que nos ha hecho V. Mv en todos los* coa**<br />

gresca y en cuantas ocasiones le ha sida posi&le<br />

defendeí nuestros derechos. " El<br />

ciembrai<br />

Esta debilidad de la salud del Papa en naák<br />

altero la firmeza de su carácter , del que dtóima<br />

prueba) en su réplica á la petición de Franeiar,<br />

que pedia un capelo. Habia obtenido ya uno-para<br />

Mr. de Clermont Tonnerre y pedia otro.<br />

Quería el Papa dárselo á Mr. Boulogne -¿.y<br />

Francia lo solicitaba para Mr. de la Pare;. por lev<br />

cual dijo; el Papa*con mucha:enerjiaal embujac&Mrr<br />

" En cuanto al segundo capelo hay grandes difc-<br />

cuitades, supuesto que el rey no quiere á• MV; de*<br />

Boulogne y prefiereal arzobispo de Sens: no de­<br />

bemos indisponernos conílos- reyes 1<br />

ni con las jety-<br />

tes del estado romano: no se conoce bien nuestra<br />

política ett Francia: son seguramente grande» ios<br />

méritos de Mr ¿de iWáre,. y bastante sabidos potra<br />

que por nuestra parte le admitamos como candida*-<br />

to; pero, decidme ¿están bastantereeóriócidbs^enK:<br />

la, Iglesia para que espontáneamentele declaremos<br />

Cardenal T'qxi&m el Papa dará entender que á<br />

laS í7<br />

solicitudés de los monarcas respondería " lie-


mus considerado á vuestro clero, y no hemos<br />

encontrado un hombre solo del talento


nuovo beneficio las medidas tomadas por Vuestra Santidad para<br />

el establecimiento y demarcación de las ochenta diócesis.<br />

Hilas ponen los ausilios de la relijion mas al alcance de los<br />

fieles , y la llenan al mismo tiempo de mayor resplandor é inrluencia."<br />

Mr. de Moutmorcncy al mismo tiempo escri­<br />

bía al Cardenal Consalvi una lisonjera carta, en<br />

que le decia:<br />

**• SESOR CAADENAL:<br />

" La mucha parte que V. K. ba tenido en las disposiciones<br />

tomadas entre Francia y la Santa Sede , y en las últimas medidas<br />

para la organización de las diócesis del reino es muy digna<br />

del reconocimiento del gobierno. Se nota siempre la cooperación<br />

de V. E. en todo lo que es honroso á la Santa Sede, útil<br />

á la relijion y conveniente para estrechar mas la unión de las<br />

dos potencias; lo que habéis hecho por tan noble causa , me<br />

persuade de que el embajador del rey encontrará siempre el<br />

mismo apoyo en V. E. para todo aquello que tienda á aumentar<br />

la dignidad y esplendor de la iglesia de Francia.<br />

" Soy siempre de V. E. con el mayor respeto humildísimo<br />

y obedientísimo servidor ,<br />

" MONTMOKENCY."<br />

Los periódicos romanos y franceses (1) respi­<br />

raban la satisfacción de ambos paises, que se en-<br />

(I) Uno de los diarios franceses qu* aplaudió mas estas operaciones<br />

fue el Amigo de la Relijion, redactado hace 22 años por Mr. Picol: el cual<br />

llamó tanto la atención del Papa, quí eespidió un breve manifestando su<br />

satisfacción á Mr. Picot; pero este breve , que no era sino una prueba<br />

dada al méfito por un soberano que sabia apreciarlo, lia quedado sepultado-<br />

69


contraban en perfecta y recíproca intelijencia.<br />

El Papa quería cada vez mas al Cardenal<br />

Consalvi, que á instancias de Su Santidad reci­<br />

bió el presbiterato , y á pesar de los trabajos que<br />

le ocasionaban sus ocupaciones políticas, llenaba<br />

con piedad y celo las augustas funciones del sa­<br />

cerdocio.<br />

ronoiasTjqo *a)«'j ?.UM cicisslqK t»L'j> ísavjninl >>.onr.ib ROL su omJ \1)<br />

r*ii,r- .vi ...i/ - M i ^ t si*.'VÍ --^r— —<br />

en los archivos , ignorado de todos , sino es del prelado que lo redactó,<br />

que en el dia es Cardenal. En cuanto á las obras notabilísimas de Mr.<br />

Pieot sobre la historia eclesiástica moderna se enviaren i Roma, en<br />

dondose ha sabido elojiar su profundidad y saliduria.


OHOVI<br />

NOMBRA SU SANTIDAD CARDENALES Á MONSEÑOR BER-<br />

TAZZOLI , AL PRINCIPE ODESCALCHI V Á MONSEÑOR<br />

"RIARIO.— D A UNA CAÍDA ' Pío - VIL, EN LA CUAL SR<br />

iROMPEl LA CfcAVICUIiÁ DEL FEMEN-ító-¡HUESO í>Ét*MUS­<br />

LO.—INCENDIO A DE SAN PABLO.—ENVÍA EL EMPE­<br />

RADOR. AL PA«A LOS MEJORES VINOS DE TpKAiS. Eli<br />

REY DE FRANCIA LE.REMITE TAMBIÉN UNA CAMA ME­<br />

CÁNICA.—MUERTE DEL 'SANTO "PADRE.—TOMA POSE­<br />

SIÓN-DEL OOBIERSO EL '¿C A RDEN'AL^IPACC A«—FüNEK'A-<br />

LKS DE PlO! Vil.<br />

:En un .consistorio I de ~!'0 de mareo de 1823<br />

oreó el Papa diez cardenales, entre los cuales se<br />

distinguían el arzobispo de Edesa, monseñor Ber-<br />

iazzóli; el principe Carlos Odescalchi, uno de los<br />

que mas honran en el día al sacro colejío; monse­<br />

ñor 'Frosisi, mayordomo , •="y monseñor Riario,<br />

maestro-Úveamera.<br />

3Elo8ard^nál Consalvi/cuyasaíud^OÍ^e resta-<br />

blec¡a, hacia que le llevasen al »e«ÁÉFC0/dé*Sü'$án-<br />

tida'd y trabajaba allí eonél tres-libras ¡diai-ias^fil


Papa aprovechaba todas las ocasiones que se pre­<br />

sentaban de hablar de este cardenal, admirando<br />

su alta capacidad para los negocios , y dando elo-<br />

jios á la fidelidad y celo con que siempre le habia<br />

servido, desde los primeros dias del cónclave de<br />

Venecia, sin que lo hubiesen abatido nunca las<br />

enfermedades ni las desgracias. Tales sentimien­<br />

tos revelaban que ya en adelante solo la muerte<br />

quebraría relaciones tan constantes.<br />

Hubo una fiesta de familia domestica en el<br />

palacio Quirinal el dia 14 de marzo con motivo<br />


cardenal el 16 de mayo. Dos días antes habia escrito<br />

el Papa al rey la siguiente carta:<br />

''CARÍSIMO HIJO EN JESUCRISTO , SALUD Y BENDICIÓN<br />

APOSTÓLICA.<br />

"El embajador de [,V. M. nos ha presentado vuestra carta<br />

escrita en 23 de abril, en la que nos manifiesta cuales han<br />

sido los servicios prestados i la iglesia en Francia por el Arzobispo<br />

de Sens y cuanto es su celo por el bien de la relijion...<br />

V. M. nos demuestra sus deseos de verle recompensado con<br />

la purpura, esperando ponerle en estado de que preste á la<br />

iglesia todavía mayores y señalados servicios Tenemos^<br />

la satisfacción de anunciaros que en el primer consistorio que<br />

se ha de tener el 16 del corriente, los deseos de V. M. quedarán<br />

satisfechos. No cesando de recomendar á V. M. las iglesias<br />

todas de su dichoso reino, le concedemos con afecto paternal<br />

la bendición apostólica.<br />

"Dada en Santa María la Mayor á 14« de mayo del año<br />

1823, el vijéaimo cuarto de nuestro pontificado.<br />

PtUS PP. VII.<br />

En el orijinal la palabra Plus estaba escrita<br />

con bastante claridad, pero las otras letras<br />

P. P. Vil estaban muy confusas y apenas lejibles.<br />

La salud del Papa iba decayendo al mismo<br />

tiempo que empezaba á restablecerse el Cardenal<br />

Consalvi.<br />

El dia 6 de julio, el Santo Padre salió á pasear<br />

en coche y aun anduvo algún poco para hacer<br />

ejercicio. Por la noche despidió á su serví-


(lumbre y se quedó hablando un rato con su au­<br />

ditor, que salió luego dejándole solo, á pesar de<br />

las recomendaciones del Cardenal Consalvi, que<br />

todos los dias suplicaba á los camerieri no dejasen<br />

ásu amo, sin qu2 alguno de ellos quedase á su<br />

lado. El Papa quiso levantarse de su sillón , apo­<br />

yándose con una mano en su escritorio y con la<br />

otra buscando el sosten de un cordón que se ha­<br />

bia clavado en la pared á este efecto ; pero no pu-<br />

diendo agarrarle , cayó sobre el pavimento de<br />

mármol que enlosaba la habitación, entre el si­<br />

llón y él escritorio. No se dio en la cabeza ningún<br />

golpe; pero lo recibió en. el lado izquierdo con to­<br />

do el peso de su cuerpo. A los gritos que dio<br />

acudieron sus criados, y lo llevaron á una cama,<br />

donde á la primera visita y reconocimiento que<br />

le hicieron los cirujanos declararon que se habia<br />

rotóla clavícula del fémen ó hueso del muslo. El<br />

enferme) estuvo aquella noche muy ajitado , pero<br />

sin calentura. Sucedió este accidente el dia ani­<br />

versario de la fatal captura de su Santidad entre<br />

el 6 y 7 de julio de 1809. Los médicos mandaron<br />

se le ocultase la fractura de la pierna , y sin em­<br />

bargo pidió él mismo el Viático. En esta ceremo­<br />

nia fue ciando atormentado todavía por el Carde­<br />

nal Bertazzolí, le dijo estas notables palabras:<br />

"Ándate, voi siete veramente un pió scccatorc." En


et&&&^ rWpsü^eeióii i5<br />

haMá H<br />

en aconsejar ' itíájíw*<br />

piedad' resignación ai sí<br />

mas' resig'tiádft de* los*<br />

h&üíbres/<br />

i'• O^^^tástPO^'WfJi'rlljIfe' debia ;<br />

espantar 'tám-¿<br />

bfttt a'los rMáno's; Bh la nócfóó-'dePl^al' loSfé-<br />

julio la célebre iglesia de San 1<br />

Páblo ;<br />

estrámurós* :<br />

cú^o convento líabiá'sidó habitación por 1<br />

tantos<br />

años de Pro Vil, sé l!<br />

vio de pronto ser''presa'd!e' :<br />

1 as llamas. S6*defttóiPó^él ,<br />

ínSfeÍld ,<br />

íll i<br />

'a^a Vra^cfe la- 1<br />

no$aé i:<br />

, 1<br />

-y* :<br />

á }<br />

• laáseis yá la*4rtó^áffiéá^if¿6!ñimOT^<br />

de-' cedro qiVé f<br />

qftiñce' siglos' habian respetado,<br />

cáia' ;<br />

devorada-por el ñtegfós Sfevei'áh' 1<br />

derribada^<br />

eMv'éí las---"a^s^d^^ümaS^üchaá'-de 1<br />

* :<br />

fo&-ciéxti&<br />

vía-nté ?<br />

• columpias qtic sostenían •• las? naves-' d'e 1<br />

' tiiif'<br />

témpM que-sé-cóníaMtén el número J<br />

de 1 osmas" f<br />

admirables-,.' m'as • espaciosos'y :<br />

mas ricós ;<br />

iñonu-"<br />

nVeñtós- del ;<br />

universo; Se' atribuló''el incendió al'--<br />

deSfcüfdá di^tt^ttéáátto^'qlife^tFábájíaindó sobre ét 1<br />

''<br />

tééh'ó ;<br />

del édíñ'éió' en reparar los plomos :<br />

dé láá ca­<br />

nales dejó :<br />

caer, sin notarlo j uii catbón'désü íioí-<br />

ntlrodéntró délas maderas:<br />

Por las nuevas qué llegaron á'Viéíía del 1 y dé"<br />

jdio"y :<br />

antes'dé los- sucesos*Téférid'áíf,' sé'-supo'* cr­<br />

estado' 1<br />

de 1<br />

debilidad en' que sé'hal&há el""' Saút*"<br />

Padre: Mandó- el emperador al momento 'sé lle­<br />

vasen' á^ISffmsHós mas añejos y preciosos vinos de f<br />

TSMay'-'dé-'sü 1<br />

casa. Luis' XYliI, también cómo no


se podia mover al enfermo, ni dejarle por causa<br />

de la fractura, y no habérselo dicho , envió una<br />

cama mecánica de cuya estructura él mismo, que<br />

sabia lo que eran dolores y padecer, se ocupó con<br />

Mr. de Chateaubriand , para mandarla fabricar<br />

á los artistas de Paris.<br />

El 12 de agosto vio el pueblo de Roma con<br />

admiración y sentimiento entrar por la puerta<br />

dil Popólo un carruaje cuya caja cortada por en?<br />

medio sostenía en un lado la cama mecánica en­<br />

viada al Papa , y en el otro que formaba una es­<br />

pecie de silla estrecha, traía sentado un correo de<br />

gabinete, portador también de los despachos para<br />

la embajada. Desde que fue colocado el Papa en<br />

la cama , sintió grande alivio y mandó que le en­<br />

tregasen al correo cien doppias de oro, pidió algún<br />

alimento y tomó su chocolate acostumbrado. Se le<br />

habló del dolor de Roma y respondió con la señal<br />

de una bendición. Al dia siguiente encontrándose<br />

mejor , pidió á los que le rodeaban , que se entre­<br />

tuviesen refiriendo las novedades ó comunes su­<br />

cesos de la eiudad. Habiendo nombrado algunos<br />

al anciano caballero Italinsky, ministro de Rusia,<br />

que habia estado en la antecámara del palacio,<br />

dijo el Papa que estimaba mucho á ese ministro, y<br />

poco después repitió las mismas palabras al Car­<br />

denal Consalvi, dignándose también nombrarme


como á uno de los que deberían estar muy afli-<br />

jidos, y mandando se me espidiese en señal der<br />

afecto y benevolencia un breve concediéndome la<br />

gracia de poder tener oratorio, con ciertas indul-<br />

jencias y ampliaciones que me serán siempre muy<br />

honrosas.<br />

El dia 19 se declararon los síntomas mas gra­<br />

ves. El Papa pronunciaba vagamente las palabra»<br />

Savona y Fontainebleau: su voz se alteró muy<br />

pronto, y por el sonido de algunas'terminaciones<br />

latinas se conoció que estaba continuamente en<br />

oración. Se llenaban las iglesias de jente piado­<br />

sa y reinaba un sentimiento y pesar jeneral. No<br />

hay, escribía el embajador, apariencia alguna de<br />

ajitacion de otra especie que la de la angustia pú­<br />

blica. Por la noche no fue posible ya dar al enfer­<br />

mo ningún alimento, y el dia 20?de*agosto á las<br />

cinco de la mañana terminó aquella vida tan pura,<br />

tan ilustrada y fuerte en muchas circunstancias.<br />

Asi murió el soberano PontíficeJPio VII, a los<br />

81 años y seis dias de su edad, después de un rei­<br />

nado de 23 años, cinco meses y seis dias. Desde el<br />

fallecimiento de Clemente XIV sucedído'en 22 de<br />

setiembre de 1774y la elecionjde su sucesor Pió VI,<br />

no habia visto Roma ni honras pontificias ni cón­<br />

clave. ( Las ecsequias de Pió VI"no fueron mas<br />

que un oficio solemne).


Inmediatamente, después del funesto aconte­<br />

cimiento, el Cardenal Pacca, Camarlengo* vestido<br />

con ropas paonazzi, acompañado de los abates de<br />

cámara, vestidos de negro, se dirijió al Quiri­<br />

nal para ejecutar el reconocimiento del cuerpo de<br />

Su Santidad, y tomar posesión en nombre del sa­<br />

cro colejio del palacio pontificio y del gobierno<br />

de Estado. Luego que se verificó el proceso ver­<br />

bal del reconocimiento del cuerpo, recibió el car­<br />

denal del prelado, maestro di camera de Su San­<br />

tidad , el anillo del pescador , y de los oficiales,<br />

que eran depositarios, los otros sellos del Pon­<br />

tífice difunto. Estos sellos debían romperse en<br />

presencia de los cardenales en la primera ocasión<br />

que se vieran reunidos. Al mismo tiempo que re­<br />

cibía los sellos el Cardenal Camarlengo, la gran<br />

campana del Capitolio anunciaba, por disposición<br />

de él, al pueblo romano la pérdida que acababa<br />

detener, y el Cardenal Della Genga, vicario de<br />

Su Santidad, enviaba la orden á todas las parro­<br />

quias de responder á la fúnebre señal. Siguiendo<br />

un uso antiguo, la autoridad del cuartel ó barrio<br />

de la Regola se dirijió con gran aparato desde<br />

el Capitolio á las cárceles públicas y puso cu liber­<br />

tad á los presos que se hallaban en ellas en núme­<br />

ro de veinte y dos, diez y ocho hombres y cuatro<br />

mujeres. Antes de que fuese habia la precaución


Slp55<br />

¿:de< retirar al castillo SantVAujelo los ppesos?fpor<br />

:delifcos graves.<br />

El Cardenal Camarlengo después de haber<br />

terminado sus funciones en el palacio del'Papa le<br />

s dejó pa raí volver, al suyo escoltado por la guardia<br />

- suiza que debia precederle y seguirle todas las ve-<br />

Sces que saliese antes de la reunión del cónclave,<br />

quedando hasta entonces, por la muerte de Su<br />

Santidad, en posesión dé Ios-honore&del jefeidel<br />

Sastado. La moneda que se acuñase, durante el<br />

- ;<br />

uterregno, debia llevar sus armas. Intervenía en<br />

las funciones públicas, confiadas á la congrega­<br />

ción denominada xle Qefes del orden, compuesta<br />

del decano de los Cardenales-Obispos subwrbica-<br />

ríos, del decano de los cardenales-presbíteros, del<br />

decano de los cardenales-diáconos, y sucesiva­<br />

mente segundo Obispo, del segundo presbítero,<br />

-


pian; las otras quedaban á cargo del sacro colejio.<br />

El tribunal déla Rota y los tribunales de la Data­<br />

ría cesaban en sus funciones de justicia y espedi-<br />

cion de bulas.<br />

Embalsamado el Papa, fueron llevadas sus<br />

•entrañas , sin ceremonia alguna , á la Iglesia de<br />

Santa Anastasia, parroquia del palacio Quirinal;<br />

y el cuerpo, vestido con la sotana blanca, con la<br />

estola y la cruz pectoral, quedó espuesto sobre un<br />

lecho de aparato en las salas del Palacio. Los sui­<br />

zos guardaban la puerta csterior. La guardia no­<br />

ble , institución que tuvo principio en el rei­<br />

nado de Pió VII, guardaba la puerta interior,<br />

y cuatro de sus oficiales estaban cerca del cuer­<br />

po. Una multitud inmensa llenaba la plaza de<br />

Monte-Cavallo y se disputaba la entrada del pa­<br />

lacio, que no era permitida sino por intervalos<br />

y á medida que iba desocupándose la sala del le­<br />

cho funeral.<br />

A las nueve de la mañana del dia 22 el Papa<br />

fue trasportado al Vaticano. El acompañamiento<br />

precedido por destacamentos de caballería y de<br />

una numerosa servidumbre del Papa, llevando<br />

hachas , se adelantaba lentamente por en medio<br />

deljentío. Principalmente formaban este acompa­<br />

ñamiento, la guardia noble, la guardia cívica, la<br />

guardia suiza y los diferentes cuerpos de la guar-


nicion de Roma. Siete piezas de artillería con sus<br />

cajas cerraban la marcha. El cuerpo del Pontífice<br />

estaba colocado con el rostro descubierto y ceñida<br />

la cabeza del capelo pontificio, en una litera cu­<br />

bierta de un paño y tirada por dos muías. Los prin­<br />

cipales oficiales de su casa iban á su- lado ; pero<br />

ningún eclesiástico con vestidos sacerdotales le.<br />

acompañaba, ningún cantorelijíoso se oía, solo los<br />

ecos de una música guerrera. Entró en el templo<br />

Pió VII con un aparato que parecía anunciar los<br />

funerales de un jeneral, mas bien que los de un<br />

Soberano Pontífice.<br />

En estas circunstancias se puede juzgar de la<br />

docilidad natural del pueblo romano. A pesar de<br />

la viva curiosidad y »j i tac ion de un inmenso<br />

concurso de jentcs, y aunque el templo estaba<br />

poco alumbrado y la policía no tenia medios su­<br />

ficientes para vijilar, no hubo ningún accidente<br />

que llamara la atención, ni desórdenes que re­<br />

primir.<br />

Luego que se reunieron los Cardenales, salió<br />

de entre ellos algún murmullo de quejas y des­<br />

contento contra el Cardenal Consalvi; pero el<br />

de Fesch , valerosamente tomó su defensa , y fue<br />

altamente aplaudido del mayor número. Se resol­<br />

vió que el Cardenal La Somaglia seria fabricciere,<br />

esto es, encargado de todos los trabajos relativos


a h\ cónclave , en unión con el Cardenal Fabricio<br />

. Kuffo y en ausencia de este, que el Cardenal Con-<br />

- salvi llenase sus funciones. Enseguida, el Carde­<br />

nal La Somaglia, decano, dijo que habia recibido<br />

de su predecesor Mattei, diversos papeles con or­<br />

den de no abrirlos hasta después de la muerte<br />

del Papa y en presencia del sacro colejio reu­<br />

nido. Su Eminencia rompió los sellos de un pa­<br />

quete y sacó dos breves dados en Fontainebleau.<br />

En el primero mandaba el Papa á los Cardenales<br />

reunirse inmediatamente bajo la presidencia del<br />

Cardenal decano, y, derogando todas las anti-<br />

;guas constituciones para fijar la atención en solo<br />

el peligro de lasY'ircunstancias, que elijiesen Papa<br />

en breve término y á pluralidad de votos. Encer­<br />

raba el segundo breve iguales disposiciones con la<br />

diferencia de que el Papa pedia para consagrar la<br />

elección las dos terceras partes de los votos, con­<br />

forme al u?o antiguo. El secretario del sacro Co­<br />

lejio, monseñor Mazio, tomó entonces la palabra,<br />

y y declaró que era depositario de un tercer breve,<br />

del cual por las órdenes del Papa y bajo el se'cre-<br />

x tode la confesión habia sido el redactor, y solo<br />

confidente. Tenia este breve la fecha de octubre<br />

>>de'18*21 , época en que el Papa habia lanzado su<br />

bala contra los carbonarios» Mandaba en él el<br />

Santo Padre que se procediese ¿4a elección*in-


mediatamente*despEteSideisu maerte^.poivaci^^<br />

macion, como si se dijera, en presencia del püfent*<br />

dáver: y que fuese secreta esta elección * ¡sin ese<br />

peratá los Cardenales residentes fuera de:Roma^.<br />

ni ¿prevenir; a. los ministros acreditados, ni-.á<br />

su&rcortes, ni tratar de ocuparse de los fuñera*??<br />

les , antes der que se hubiese consuinado el -actOBív.<br />

Con las espresiones mas patéticas recomendaba el^<br />

Papa la : unión entre los Cardenales, record ande* .les<br />

que casi todos eran creaturas suyas, y quei. ei*:«<br />

reconocimiento, junto con el amor á la.relijdoíi^Mi3<br />

á la patria, de))ian darle seguridades de su obediencia.<br />

Este último breve causó, la mas vi va sen***;<br />

sacion; pero sin embargo, toda; la: .congregación^<br />

tuvo la perspicacia de conocer que las órdenes *<br />

emanadas de Su Santidad, en una.) •época eni'


diali, porque duran nueve dias, fueron cele­<br />

brados con la pompa acostumbrada. Asistí yo,<br />

á las últimas ceremonias la tarde del mismo<br />

día en que el cuerpo debia encerrarse en un<br />

sarcófago esterior , colocado sobre la puerta<br />

de una tribuna, en la capilla de los canónigos. Vi<br />

derribar el sarcófago en yeso donde estaba depo­<br />

sitado Pió VI, y llevar el cuerpo de este á<br />

un ángulo de la capilla del coro. Se cerró ponién­<br />

dole un sello el ataúd de plomo que contenia el<br />

mortal despojo de Pió VII , revestido de sus ro­<br />

pas pontificias , después de haber colocado á sus<br />

pies una bolsa con las medallas acuñadas en su<br />

reinado , y lo subieron al mismo sitio que ocupa­<br />

ba Pió VI. Después, rápidamente unos alham­<br />

íes cerraron el hueco con otro sarcófago de ye­<br />

so que debia tener luego algunos adornos mas,<br />

y todos los circunstantes empezaron á retirar­<br />

se. Me parecía á mí , que no tenia ánimos<br />

para salir de la iglesia de San Pedro : una<br />

miento, ni del afecto y aprecio en qua siempre os he tenido y tengo:<br />

con razón os figuráis el sentimiento que habré tenido por el funesto suce­<br />

so que acaba de sobrevenirnos; pues sabéis , hace tiempo, las íntimas<br />

relaciones que me unian con Pió VII, y confieso que me es cada dia<br />

mas amarga su pérdida, habiendo sido testigo ocular por espacio de 24<br />

años de tanta bondad y de Un grandes virtudes.<br />

" Soy siempre vuestro de todo corazón &c.<br />

" H. CAUD. CONSALVI."


especie de resistencia interior me duponiu, como<br />

si presintiese el cumplimiento de algún deber, ú<br />

no seguir los pasos de las personas que me habian<br />

acompañado , y procuré quedarme en el tem­<br />

plo (1) mientras que los san-pietrini, obreros<br />

(1) Cuando yo estaba en aquel mompnto de ineertidumbre<br />

que inc d«jaba el ú linio de todos los que se retiraban,<br />

llegóse á mí el notario do la embaj ida , quu lo ira también de<br />

la Basílica de Sin Pedio, y acababa de leer arrodillado la fe del<br />

difunto Pió Vil. y me dijo que deseaba salir conmigo de la<br />

iglesia pidiéndome el favor solamente d» dejarle ir á desnudarse<br />

de sus ropas al vestuario de la sacristíi. Coa apresuramiento<br />

le respondí que sí , que le esperaba. Fueron sucesivamente<br />

abandonando la capilla el mayordomo Marazzan, loa canónigos<br />

y los beneficiados. Apagaron las velas y me quedé solamente<br />

entretaeís 6 siete san-pittiinique pedían i su maestto las últimas<br />

órdenes. Entonces este mostrándoles el ataúd de Pió VII,<br />

que habia. quedado en el ángulo de la capilla, les dijo: Llevad<br />

esa caja." N » percibí bien las palabras estas, y me pareció que<br />

señalaba hacia las pilastras de la derecha de la grande nave,<br />

y que pronunciaba los nombres de Inocente XIII, y la reyna<br />

Cristina. L'>s san-pietrini colocaron el ataúd sobre un carretón<br />

bajo, hecho dé hierro hasta la? ruedas; y tiraron de é¡ en la<br />

dirección que les habia marcado la mano de su maestro. Uro de<br />

..•líos iba delante con un hachón en la mano y yo !«• seguí<br />

maquin-ilraente sin saber á qué. Jtodaba el carro con lentitud<br />

y los ecos del templo repetían lúgubremente por todos<br />

los ángulos el crujido de las férreas ruedas. FJ ruido cesó


destinados al servicio de la iglesia , continuaban<br />

trabajando en aquello que se les mandaba.<br />

cuando llegados á la segunda pilastra y acercándose el hachón<br />

á nosotros volvieron los obreros á su maestro, que les preguntó<br />

por qué volvían tan pronto. Contestaron ellos que habian<br />

hecho lo que se les mandó; pero no habian comprendido<br />

bien la orden : era hacia la Confesión de San Podro á donde les<br />

habia mandado llevar la caja; para desde allí bajarla ala iglesia<br />

subterránea y colocarla al lado de las cenizas de la reina Cristina,<br />

en local preparado al efecto. El que llevaba el hachón y lo»<br />

trabajadores volvieron á ias pilastras; yo me adelanté con el<br />

maestro hasta la Confesión, que C3tá, como se sabe, alumbrada<br />

perpetuamente de dia y de noche con noventa y dos lámparas.<br />

Di* al', i aun momento el sonido del cairo volvió á llenarla iglesia<br />

, llegando á ser mucho mas fuerte y agudo cuando pasaba<br />

aquel aparato por debajo de la gran cúpula. El director ó maes<br />

tro que era un hombre piadoso é instruido, y que debia con<br />

su familia obligaciones á Pió Vil, me dijo mostrándome el<br />

ataúd que aprocsimaban : " Ved aquí á nuestro infortunado peregrino<br />

apostólico , á quien hacen viajar estas jentes aun después<br />

de que él ha llegado al puerto." Bajaron en hombros la<br />

caja por la escalera de la Confesión. El notario que se habia perdido<br />

en las tinieblas, vino al cabo áreunirse á mí, y el nuestro<br />

délos san-pictrini, cojiendo entonces el hachón, nos condujo<br />

para abrirnos una puerta lateral de la iglesia. Me volví<br />

involuntariamente para echar dentro la última mirada , y las<br />

lámparas de la Confesión m; parecieron resplandecer con mustio<br />

brillo , en tanto que nuestro hachón proyectaba j'gantescas<br />

y pavorosas sombras que se perdian en la profunda oscuridad<br />

del templo. Un recuerdo ú'.timo pesaroso , dirijí á la memoria<br />

de los dos pontífices y no pude proferir una palabra hasta verme<br />

dentro del palacio de Francia.


CAPITULO CUARENTA.<br />

RESUMEN DE LOS PRINCIPALES HECHOS DEL REINADO DE<br />

PÍO VII.— OBJETO DEL AUTOR EN COMPONER ESTA<br />

HISTORIA. — DECLARACIÓN DE BOSSUET Y FENELON<br />

SOBRE LA UNIDAD DE LA IGLESIA CATÓLICA.—MUER­<br />

TE DEL CARDENAL CONSALVI.—DESCRIPCIÓN DEL SE-<br />

PULCRO ELEVADO A PlO Vil.<br />

Ya se ha visto cuan lleno fue de desgracias,<br />

persecuciones y violencias el reinado de Pió VII.<br />

Sin embargo, muchas obras útiles han ilustrado su<br />

pontificado. En su tiempo se emprendieron las escavaciones<br />

de Ostia, que dieron a. conocer la verdadera<br />

situación de esta ciudad. Las escavaciones<br />

fueron dirijidas por el sabio abate Fea, tan perfectamente,<br />

que se llegó á reconocer una calle<br />

donde habitaron los plateros, y se hallaron en muchas<br />

tiendas todavía, braceletes, pendientes de<br />

plata y varios adornos y alhajas, entre otras un<br />

camafeo de gran valor representando á Júpiter y á<br />

Antiope, que fue colocado en el museo particular


de Pió Vil y después de su muerte vendido, en<br />

provecho de sus herederos»<br />

También bajo su reinado se allanó el terreno<br />

intermedio entre el arco de Constantino y el «le<br />

Séptimio Severo ; se quitó la tierra que cubría el<br />

Forum romano y se construyó la fontana de<br />

Montc-Cavallo, después de haber dado á los dos<br />

colosos una posición mas pintoresca. Se elevó el<br />

obelisco de Monte-Piíicio : se echaron abajo las<br />

casillas que afeaban la plaza de San Pedro: se em­<br />

belleció la plaza del Pueblo y se limpió de sus rui­<br />

nas el Foro de Trujano, cuya situación habian tan<br />

hábilmente encontrado los franceses, y en cuya<br />

obra, que ellos empozaron con gran dispendio,<br />

gastó el gobierno después 75,000 piastras. Fiel ú la<br />

noble idea de sus predecesores, construyó Pío Vil<br />

nuevas salas al musco del Vaticano, edificando la<br />

parte llamada Braccio nuovo. Otros trabajos se<br />

hicieron también menos afortunados en la Biblio­<br />

teca del Vaticano. Se pintaron en sus paredes un<br />

gran número de los reveses padecidos por Pió Vil,<br />

pero por mano de medianos artistas: el fresco, so­<br />

bre todo , que representa al Papa conducido preso<br />

por Radet, es de un pincel común, y no hay en él<br />

color verdadero, ni dignidad, ni fuerza, ni sano<br />

estudio de las reg'asde perspectiva.<br />

Pero si la Biblioteca no representa bien la idea


de tan dolorosos recuerdos, (jue alli ademas son<br />

inútiles, ostenta con orgullo un inmenso be­<br />

neficio que ha recibido de Pió Vil. Bajo su<br />

pontificado ha sido monseñor Mai empleado en<br />

ella, y con su celo y constante aplicación, se<br />

ha eneoiiIrado en gran parte la República de. Ci­<br />

cerón. Bajo su pontificado también se ha se­<br />

ñalado una dotación de cuatro mil escudos á<br />

Canova, quien al recibirlos, tan grande en je-<br />

nerosidad como el bienhechor que se los da­<br />

ba, los distribuía entre los artistas romanos y cs-<br />

tranjeros necesitados. La idea del paseo á la salida<br />

de la Villa Mediéis es debida al cuidado de los<br />

franceses por la salubridad de la ciudad, y la<br />

administración de Pió VII acabó el plantío de ár­<br />

boles y las obras que aquellos dejaron suspensas.<br />

Con respecto á las artes, á las ciencias y á las<br />

letras, Pío VII ha pagado magníficamente su<br />

deuda á la ciudad de Roma. Esta capital del mun­<br />

do cristiano , este salón de la Europa, como lo lla­<br />

ma madama Stael, presenta a cada puso las hue­<br />

llas de la munificencia de tal soberano y de la ilus­<br />

trada intelijencia de su ministro Consalvi. Asi los<br />

romanos se han esmerado en reproducir la efijie<br />

de Pió VII, conservándola en muchas medallas.<br />

Tenemos tres muy buenos retratos de este Pontí­<br />

fice : uno el del celebre Wicar en el cuadro hecho


oí» Roma por disposición de Mr. Cacault y cos­<br />

teado en parte á sus cspensas; otro el retrato hecho<br />

por David en Paris el año de 1805, en el cuadro<br />

de la coronación qne es sin disputa una obra ad­<br />

mirable ; y otro el qrte Lawrence por orden del<br />

rey Jorje IV, fue á ejecutar á Roma para com­<br />

pletar la colección de retratos de todos los sobe­<br />

ranos (pie habian tomado parte en el congreso de<br />

Viena, cuya colección pertenece al rey de In-<br />

glatera. Una porción de grabados hay también que<br />

representan á Pió VII; pero solo son buenos aque­<br />

llos que están copiados de los cuadros de dichos<br />

artistas ó grabados por las medallas de Cerbara y<br />

Girowotti.<br />

La vida de este hombre célebre por sus vir­<br />

tudes y grandes infortunios y por haber obtenido<br />

las brillantes reparaciones que la Providencia<br />

concede tan raras vcees á los ilustres desgra­<br />

ciados , merecía , como he dicho , ofrecerse á<br />

las meditaciones del cristiano, del hombre de<br />

Estado y á todo ciudadano. Reasumamos aho­<br />

ra las circunstancias mas memorables de su ponti­<br />

ficado.<br />

Desde luego reclamaban las pajinas de una<br />

historia , aquella especie de existencia suya con­<br />

sagrada á la soledad, al estudio y á las medita­<br />

ciones , qtle no fue obstáculo á su inesperada ele-


vacien , obtenida despues de mil debates por elec­<br />

ción unánime, á pesar de los disentimientos de<br />

los estraños y estar lejos de la capital , dt.ndc<br />

estas elecciones se verifican siempre sin disturbios<br />

ni querellas : aquella solemne inauguración suya<br />

llena de bendiciones y homenajes, termino de una<br />

ruinosa usurpación y de una ocupación militar<br />

opresiva y vergonzosa. Despues son dignos suce­<br />

sos , el concordato relijioso subsistente todavía y<br />

firmado por la Santa Sede y el gobierno con­<br />

sular; aquel viaje á Francia tan funesto é inútil;<br />

las temibles contiendas que tuvo con un em­<br />

perador, revestido de tan formidable poder; aquel<br />

atentado sacrilego que se cometió contra la per­<br />

sona del príncipe del catolicismo; las innume­<br />

rables demostraciones de consideración y respeto<br />

que le prodigaron todos los príncipes de Eu­<br />

ropa ; los aplausos dados por todas partes á<br />

una resistencia de héroe, que no debia ceder mas<br />

que un cuarto de hora , 'debido á una em-<br />

fermedad , y á las solicitudes reunidas de la de­<br />

bilidad y de la avaricia , para en seguida volver á<br />

mostrarse mas determinada , mas enérjica y<br />

mas sublime, coronada por el arrepentimien­<br />

to. Tampoco podían entregarse al olvido aquel<br />

glorioso y paternal regreso á los Estados de<br />

la iglesia; el arreglo de los negocios eclesiástico*


de un modo mas acorde con las necesidades del<br />

culto, arreglo tan sabiamente solicitado por los<br />

ministros de la restauración ; la perfección<br />

de los tratados concluidos en diversas épocas con<br />

paises distintos, y con todos los príncipes de la<br />

cristiandad; las útiles y durables leyes; la pro­<br />

tección de las artes y ciencias; la felicidad de en­<br />

contrar ministros de tan ilustre reputación, dotado<br />

uno de la mas brillante ciencia de gobernar, y ri­<br />

co el otro de un tesoro inagotable de piedad y va­<br />

lor ; y el reparo que tuvieron las desgracias y pa­<br />

déceles públicos en el pontificado anterior. En fin,<br />

no podían olvidarse la mansedumbre, la re­<br />

signación, la bondad , unidas con la fortaleza<br />

heroica, y sentadas en el trono durante vein­<br />

te y tres años. Dignos eran, pues, de la historia<br />

estos acontecimientos inauditos, este espectáculo<br />

de las mas bellas cualidades en lucha con los abu­<br />

sos del poder y esta milagrosa conservación de la<br />

Santa Sede , á quien coronó un triunfo tan bri­<br />

llante.<br />

Creía yo conocer bastante los hechos para in­<br />

tentar, al fin de una larga carrera de trabajos y<br />

servicios, la empresa de referirlos, imprimiendo<br />

un movimiento relijíoso á la opinión pública. ¡Oja­<br />

lá pueda conseguirlo!<br />

Soy el único responsable de esta publicación,


que no he comunicado con nadie antes, ni en Ro­<br />

ma ni en Paris. líe pensado que no me estraviaria<br />

conservando el hábito adquirido en mi carrera, de<br />

respetar á las personas, de decir la verdad, de<br />

no volver el rostro huyendo de reconocidas cir­<br />

cunstancias y usando al referir los hechos, de re­<br />

serva y atención.<br />

Un fin moral he llevado siempre por delan­<br />

te, deseoso de adelantar , para alcanzarle. Hace<br />

un medio siglo que diferentes autoridades han<br />

procurado usurpar el principado sagrado de la au­<br />

toridad pontificia y todas las tentativas han sali­<br />

do vana?, y lo saldrán indudablemente siempre.<br />

La fuerza de la Santa Sede no consiste solamente<br />

en el respeto y adhesión de los principes católicos<br />

se sustenta también en ese conocimiento ecsacto<br />

que los soberanos protestantes que reúnen bajo<br />

sus cetros vasallos católicos, tienen de las venta­<br />

jas que resultan de una autoridad papal indepen­<br />

diente. Reside en Roma esta autoridad, ccnste<br />

alli y manda, hace mas de qirnce siglos, allí<br />

permanecerá indestructible. Jamás los Pontífices<br />

que sucederán á Pió VI , á Pió VII, á Gregorio<br />

XVI, cuyo reinado es tan suave y paternal, lle­<br />

garán á ser vasallos de una potencia cualquiera<br />

monárquica ó republicana. Ninguna preponde­<br />

rancia política, aunque cargara de cadenas á


aquel que liga y que rompe, que juzga las causas<br />

eclesiásticas y que instituye setecientos Obispos<br />

del catolicismo, podría derribar aquella cátedra<br />

Santa, de la cual definitivamente, y al cabo de<br />

tantas querellas y sofismas, decia estas palabras<br />

un ministro de Napoleón, á este guerrero directa­<br />

mente y con firmeza: "La Santa Sede es esencial­<br />

mente neutral, porque no puede, cualesquiera que<br />

sean las perturbaciones políticas, renunciar á sus<br />

comunicaciones con una potencia cristiana; y sus<br />

deberes, como cabeza de la ir/lcsia, pueden impedir­<br />

la que se mezcle en las jjasiones de las otras poten­<br />

cias"<br />

Aceptamos nosotros altamente estas palabras<br />

del soldado publicista. En cuanto á la verdade­<br />

ra fuerza de nuestra relijion, la unidad, que bajo<br />

Pió VII lia reunido en un solo voto los votos de<br />

tantas naciones, aunque entre sí se combatían, re­<br />

petiremos aquí las profesiones de Bossuet y de<br />

Fenelon (1).<br />

(1) ¡Oh Santa iglesia romana, madre de las iglesias y madre de<br />

todos los fieles! Iglesia escojida de Dios para unir á sus hijos en la<br />

misma fe, siempre estaremos adictos á tu unidad en el fondo de nues­<br />

tro corazón! Si yo te olvido, igltsÍ3 Romana , huga Dios que me olvide<br />

de mi mismo!" (Bossuet')<br />


Empero tenemos esperanza tic que ya no cae­<br />

rán tantas desgracias sobre nuestros Pontífices,<br />

que los poderes ya civiles ó políticos sabrán res­<br />

petar por siempre al poder relijíoso , que se con­<br />

tiene por sí mismo en su justa medida, que no se<br />

ecst.iende á disponer sino aquello que los dogmas<br />

mandan, que no se ecstiende á dirijir sino aque­<br />

llo en que debe intervenir por la disciplina y<br />

las leyes de la Iglesia. Pío VII es un ejemplo<br />

que por cieito no será perdido: se le imitará<br />

después de su muerte, y la sangre fecunda del mar­<br />

tirio siempre ha hecho nacer nuevos mártires.<br />

El Cardenal Consalvi dijo bien cuando ase­<br />

guró que seguiría él á Pío VIL Su sentimien­<br />

to fue grandísimo y no le sobrevivió masque<br />

cinco meses. Por su testamento mandó que se<br />

vendieran todas las cajas de oro guarnecidas de<br />

brillantes que habia recibido de diferentes poten­<br />

cias, con motivo de tantos tratados; que se ern-<br />

¡nmenso plantado tic la mano de! mismo Jesucristo! Todas las ramas<br />

que se separan de él se nvirchitan , se secan *y caen I Olí madre ! Todo<br />

aquel que es hijo de Dios también lo es vuestro! Después de tantos siglos,<br />

ob esposa, conserváis vuestra fecundidad y enjendraís de vuestro esposo<br />

sin cesar por todas las estrotnidades del universo! ¿Cómo es que tus hijos<br />

desnaturalizados te niegan hoy? Cómo! ¿El.'sagrado nudo de la unidad<br />

que debe formar de todos los pueblos un rebaño y de todos los minis­<br />

tros un solo pastor, ¿servirá él misma de prettsto á una división fu­<br />

nesta? ( Fenelon)


please una parte de su producto en terminar las fa­<br />

chadas de algunas iglesias de Roma, y que la otra<br />

parte fuera consagrada á levantar un sepulcro á<br />

sü bienhechor en el templo de San Pedro. El mo­<br />

numento fue ejecutado por Thorwaldsen. Pió VII<br />

está representado en él sentado entre dos figu­<br />

ras alegóricas que reasumen todo su reinado, la<br />

Fuerza y la Moderación. El Cardenal Pacca vive<br />

todavía. Decano de los Cardenales, edifica tan<br />

ilustre cuerpo con sus virtudes, siendo un modelo<br />

de ciencia, de piedad, de firmeza de carácter<br />

y de todas las cualidades que se tienen en Roma<br />

constantemente por los únicos títulos que pue­<br />

den elevará la dignidad de un miembro del sa­<br />

cro Colejio.<br />

FIN DEL II Y ULTIMO TOMO.


CAPITULO I. PAJINA».<br />

El Papa habita en las Tullerias.—Se le da<br />

parte del nacimiento de un sobrino del emperador.<br />

— -Respuesta del Papa. — Mr.<br />

Kotzebuc.—Inundación del Tiber 3.<br />

CAPITULO II.<br />

MI canciller del imperio jerniánico desea que<br />

Mr. Berniér sea legado k latere en Ratisbona.-—Informe<br />

de Mr. Portalis.—(Jarías<br />

de .Lías XIV.—- Conversaciones del Papa<br />

con el emperador. — Loable reserva de<br />

Pió VII en ellas............. 10<br />

CAPITULO III.<br />

Memoria de Mr. Portalis.- -Id. del Papa<br />

sobre tos negocios políticos del estado pon'<br />

tijicio.—Id. del emperador en respuesta... 27<br />

CAPITULO IV.<br />

Presentimiento del Papa sobre su retención<br />

en París.—Sublime respuesta del Pontífice.<br />

—Sociedades en Roma.—Afluencia de es*<br />

tranjeros.—Fiesta de la pascua en la iglesia<br />

de San Pedro 49<br />

CAPITULO V.<br />

Recibimiento hecho al Papa en su cai7ii.no á<br />

Lgon, y -en está' ciudad. — Escribe al cm-


parador.—ET ministro de Prusia en Roma»<br />

—Llega el Papa á su capital.—Su recibimiento.—Carta<br />

del emperador al Papa sobre<br />

el casamiento de. su hermano con una<br />

protestante americana 56<br />

CAPITULO VI.<br />

Regalos del Papa al Emperador.—Napoleón<br />

regala cdPapa una liara.—Respuesta<br />

del Papa sobre el casamiento de Jerónimo. 7 0<br />

»<br />

CAPITULO VIL<br />

Alocución del Papa á los cardenales Brigode<br />

, Durosnel , Roux-de-Rochelle. —<br />

Talleyrand. recomienda al cardenal Consalvi<br />

un sobrino del cardenal Maury 78<br />

CAPITULO VIII.<br />

Carta de Napoleón cd Parja sobre los negocios<br />

eclesiásticos de Italia.—Respuesta del<br />

Papa 84<br />

CAPITULO IX.<br />

El archiduque Rodulfo nombrado coadjutor<br />

de Olmutz.—Carta y nota del cardenal<br />

Fesch al Consalvi, sobre lo ocurrido en la<br />

plaza Navona.—Respuesta del Consalvi. 91<br />

CAPITULO X.<br />

Carta del Consalvi á Talleyrand.—Ocupación<br />

de Ancona.—Reclamación del Papa.—<br />

Carta de Berthier á Talleyrand... 101


CAPITULOMXI.<br />

Batalla de Ates terliz.—-Carta del emperador<br />

al Papa.—Respuesta y esplicaciones del<br />

Papa.—Carea de Napoleón en que se declara<br />

emperador de Roma^\....¿ .... 112<br />

CAPITULO XII.<br />

Carta del Fesch al Papa. — 'Respuesta<br />

• deS.s ... m<br />

CAPITULO XIII.<br />

José Bonaparte Rey de Ñapóles. JEi cardenal<br />

Fesch mandado venir»—Alquier embajador<br />

en Roma.—Su correspondencia can<br />

Talleyr.and.. ....... 13í><br />

CAPITULO XIV.<br />

Continúa la correspondencia de Alquier.—<br />

Principados de Benevento y Pontecorvo<br />

dados á Tdlleyrand y á Bernadotte.—El<br />

cardenal Consalvi •por el cardenal Caso-<br />

•' ni.-.—Francisco II renuncia el titulo de<br />

Emperador de Alemania.—Institución de<br />

la orden del Moro.—Proclamación á los<br />

calabreses 144<br />

CAPITULO .XV.<br />

Reclama el cardenal Casoni contra él decreto<br />

de BerUn.—Una canonización.—N". S.<br />

de Paris erijida en Basílica.—Muerte del<br />

cardenal de York.—Su testamento 157


CAPITULO XVI.<br />

Gastos del estado Romano de 1806 á 1807.<br />

— Carta de Napoleón al vire?/ sobre los<br />

negocios de Roma.—Mr. de Champagny<br />

reemplaza á Talleyrand.—Daseá entender<br />

que Roma piensa en nombrar a Napoleón<br />

emperador de Occidente.—Respuesta del<br />

Papa á la noticia del casamiento de Jerónimo.—Napoleón<br />

en Venecia 165<br />

CAPITULO XVII.<br />

Palabras de Bossuet, — Ocupación de Roma<br />

por Miollis.—El cardenal J. Doria reemplaza<br />

al cardenal Casoni.—Mándasele á<br />

Alquier dejar á Roma, y de encargado de<br />

negocios en ella á Lífebvre.—El cardenal<br />

Gabrielli reemplaza al cardenal Doria.—<br />

Carta de monseñor Cavalchinial Papa.—<br />

Carta de Lebzeltern á Stadion.—Arresto<br />

de Mr. Barberi.—Alocución del 11 de julio.—José<br />

rey de España.—Primer sitio<br />

de Zaragoza.— Diputados españoles en<br />

Roma.—Joaquín rey de Ñapóles 178<br />

CAPITULO VIII.<br />

Consalvi aprueba la conducta del C. Pacca.<br />

—Se trata de arrestarle.—Llévale el Papa<br />

á su habitación.—No admite Napoleón<br />

los cirios benditos de la Candelaria. —<br />

Agrigansc al imperio los estados del Papa.<br />

—Publicase para ello ún decreto.—Publícase<br />

una bula de cscomunion.—Relación<br />

de la prisión del Papa 194


Prosigue^ba pelqcwn^Llega el..J^apa. a Ifa^<br />

^.Cartuja de Florencia.—SeJeentna íjjfffáfa<br />

j t ú t í r i a : . ^ . : , ^<br />

VI OJU<br />

^AMTjJLO XX. r ^<br />

Cartas de Mio^Men^^wfor sobre el pren^<br />

dimiento ttá^apa.^Se le lleva á este ó<br />

Grenoble.—La gxuir^UXkWjd^Zaragoza.<br />

—Se le lleva al Papa á Avlíwn t á Niza, á<br />

Savona V V. 234<br />

•'Í¿APITUL8


gleses libertar al Papa.—Ércve redactado<br />

por el C. Roverella.—El'Papa en Fontainebleau<br />

. '284<br />

-QSi .... ,.„.,. wuvttm<br />

CAPITULO XXIV.<br />

El Obispo de Nantes.—El emperador en<br />

Fontainebleau.—Concordato de 1813.—<br />

Los Cardenales Pacca y Consah'i llegan á<br />

Fontainebleau.—Protesta el Papa contra<br />

el concordato de 1813 298<br />

5~£»S¿ DUENDA<br />

CAPITULO XXV.<br />

Envia el Papa su protesta al emperador.—<br />

Alocución del 24 de Marzo.—Teme el emperador<br />

le declaren jefe de la relijion del<br />

imperio.—Bulapara el reglamento del cónclave<br />

futuro.—Refutación de las calumnias<br />

contra Pío VIL—Batalla Lutzen.—Carta<br />

de la emperatriz al Papa y su respuesta.—Carta<br />

del Papa al de Austria.—<br />

Tratase de renovar las negociaciones con<br />

PioVII. '. 319<br />

CAPITULO XXVI.<br />

Napoleón manda que el Papa vuelva á Roma.—Viaje<br />

de este por el Mediodía de<br />

Francia.—El gobierno francés manda se<br />

hagan, honores al Papa.—Su, entrevista<br />

en Cesena con MuraL—Carta de Luciano<br />

alPapa.—Id. del Papa á Luis XVIII.—<br />

Consalvi en París.—Talleyrand ministro<br />

de Luis XVIII.—Entrada del Pa: oa en<br />

Roma.—Embajada de Luis XVIII 345


CAPITULO XXVII.<br />

Instrucciones de Mr. Talleyrand á Mr. Pre*<br />

signy.—Nota del C. Consalvi á los ministros<br />

estranjeros 363<br />

CAPITULO XXVIII.<br />

Napoleón en Portoferrajo.—Restablecimiento<br />

de los jesuítas.—Fiesta de S. Luis en<br />

Roma.—Luciano, principe de Canino.—<br />

Alocución del 26 de setiembre.—Respuesta<br />

del cardenal Pacca á una petición.—Carta<br />

del cardenal Fesch al Rey de Francia.—Otra<br />

del Papa á Luis XVIII. ... 375<br />

CAPITULO XXIX.<br />

Envianse los cirios de la Candelaria á laja*<br />

nidia real de Francia.—Propone Murat<br />

pagar el tributo, y luego declara la guerra.—Napoleón<br />

huye de Elba.—Parte el<br />

Papa á Jénova.—Sus pronósticos.—Carta<br />

de Caulaincourt al C. Pacca.- -ídem<br />

de Napoleón al Papa.—Murat contra los<br />

austríacos.—Informe de Caulaincourt á<br />

Napoleón.—El Papa en Roma.—Recobra<br />

las legaciones.—Felicita al Rey.—<br />

Respuesta del Rey.— Canova en París<br />

386<br />

CAPITMLO XXX.<br />

Fiesta de S. Luis en Roma.—Alocución del<br />

4 de setiembre.— Carlas IV en Roma.—<br />

Murat en Pizzo.—Su muerte.—Cartas<br />

de Poyntcr al cardenal Consalvi.—Fiesta


de Santa Lucia.—Objetos del arte recobrados<br />

de Paris.—Deja Canova en don<br />

preciadas estatuas 402<br />

CAPITULO XXXI.<br />

Intrigas en la corte del Papa.—Potencias interesadas<br />

en las peticiones del príncipe Eujenio.—Va<br />

Marzois de correo á Ñapóles.<br />

Carta, del Bey á Pió VII.—Instrucciones<br />

de Richclieu al conde de Blacas 416<br />

CAPITULO XXXII.<br />

Blacas sucede á Mr. Pressigny.- -Indisposición<br />

de Pió VII.—Sus altercados con el<br />

Rey Fernando.—Cartas de este al Papa<br />

sobre la hacanea y los principados de Benevento<br />

y Pontecorvo 426<br />

CAPITULO XXXIII.<br />

Mota proprio del 6 de julio.—Su\ecsamen.—<br />

Ojeada sobre la administración francesa<br />

en Roma durante la usurpación.— Jaratado<br />

del 25 de agosto de 1816. — Carta del<br />

Papa al Rey de Francia.—El conde<br />

Blacas reedifica la Trinidad del Moni.. . 433<br />

CAPILULO XXXIV.<br />

Ratificación del tratada del 25 de agosto.—<br />

Mr. de Perigord envia á Mr. de Richclieu<br />

una minuta de carta del Rey para el Papa.—Carta<br />

de este al de Ñapóles.—Va el<br />

autor de secretario á Viena.—Su despedida<br />

con el Papa 448


CAPITJsJLO pffik<br />

Informes del cardenal de York sobre unas<br />

baüjas.—Importancia de su contenido.<br />

Caría[del cardenal ConsaWtá Lord Castelfea^h.-—Cóffi&rtio<br />

de Roma con Viertan<br />

—Chrta, de'vhrSos ministros sobre el príncipe<br />

Úamno. —Acoje el Papa al cardenal<br />

Maury.—Muerte de este 4<br />

CAPITULO XXXVI.<br />

Enfermedad del Papa.—Consideraciones sobre<br />

todoM los cardenales.—Concordato del<br />

^TTI de junio de 1817—Su ratificación —Mr,<br />

de Perigord, Mr. de la Lucerne y Mr de<br />

Bausset nombrados cardenales.—Concordato<br />

c&k el Piamonte, Rusia y Ñapóles.—Caria<br />

del rejente de Inglaterra al<br />

PapaM^Mr. de PortaUs enviado á Roma.—Pide<br />

-Napoleón un eclesiásticoúedky<br />

Sa)^~¡Mehm!^Breve del Papa á\ ?J£tv.de<br />

Perigord,-'—Fernando IV en Roma.—<br />

Eseribe el duque de Richclieu al cardenal<br />

Consafan^—iM-eonde de Hauterive trabaja<br />

cort-niERéy.—Carta del cardenal Perigord<br />

al d^e^^Memoria ¿fe v<br />

Mr. Thémines.<br />

Obispo de Blois.. 1 4<br />

CAPITULO XXXVIL<br />

Muerte de María Luisa.—Muerte de Cárlos£¥,—Muerte<br />

de la reina Isabel.—Despacho<br />

de Mr* de Portalis.-—Francisco I<br />

en Roma.— Fiestas ó\ su llegada.—El ar-


chidugue Rodolfo nombrado Cardenal.—<br />

Regalas de la corte de Viena.—Notables,; 5.<br />

palabras de Napoleón al duque de Toscana.—Cartas<br />

de los Obispos de Francia al<br />

Papa.—Respuesta del C. Consalvi al Cardenal<br />

Perigord —Alocución del 23 de<br />

agosto.—Carta del rey de Francia al Cardenal<br />

Consalvi.—Id. al Papa.—Toma posesión<br />

el C. Perigord de la silla de Paris.<br />

—Medidas contra Sonino. —Negociaciones<br />

de Roma con los príncipes protestantes de<br />

Alemania.—Mr. de Quclcn coadjutor de<br />

París con futura sucesión 495<br />

CAPITULO XXXVIII.<br />

Monseñor Macla nuncio en París.—Carta<br />

amistosa del rey de Inglaterra al Papa.—<br />

Revolución en Ñipóles.—Rehusan reconocerla<br />

los embajadores del Norte.—Embarcaciones<br />

francesas en Civita-Vecchia.—El<br />

príncipe de. Hardcmberg en Roma.—Noble<br />

acción de Obrict.—Ocupan los austriacos<br />

á Ñapóles y al Piamonte.—Restituyense<br />

al Padre Santo Benevento y Ponte Corvo.-^Busca<br />

lugar teniente del maestrazgo<br />

de Malta.—Sistema administrativo de Benevento<br />

durante la ocupación francesa.—<br />

Bula contra los Carbonarios.—Dimisión<br />

del duque de Blacas.—Sucedcle el de Laval~Montmorcncy.—Formación<br />

de ochenta<br />

diócesis en Francia.—Muerte de Canova.<br />

-El rey de Prusia en Roma.—Carta de


Luis XVIII al Papa 524<br />

CAPITULO XXXIX.<br />

Nombra el Papa Cardenales á monseñor Bertazzoli,<br />

al príncipe Odesalcki y á monseñor<br />

Riaris.—Laida del Papa, fractura<br />

que se hace.—Cuidados de Chateaubriad<br />

y del embajador francés por la salud del<br />

Papa.—Incendio de'san Pablo.—Envía<br />

el emperador vino de Tokay al Padre Santo<br />

, y el rey una cama.—Breve para el autor.—Muerte<br />

del Padre Santo.—Toma el<br />

C. Pacca posesión del gobierno.—Funerales<br />

del Papa 547<br />

CAPITULO XL.<br />

Resumen del reinado de Pió VIL—Objeto de<br />

esta obra.—Bosuct y Fenclon , sobre la<br />

unidad de la iglesia.—Túmulo de Pío VII<br />

por orden del C. Consalvi 536<br />

r<br />

m VSHITATH<br />

UBEOTAS<br />

UNIVERSIDAD SAN PABLO Cfcü<br />

BIBLIOTECA<br />

GIL MUNILLA


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