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Estudios sobre elocuencia, política, jurisprudencia, historia y moral ...

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ESTUDIOS<br />

SOBRE<br />

ELOCUENCIA, POLITICA,<br />

JURISPRUDENCIA , HISTORIA Y MORAL.<br />

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ESTUDIOS<br />

SOBRE<br />

ELOCUENCIA, POLITICA,<br />

JURISPRUDENCIA , HISTORIA Y MORAL.,<br />

A. DE SAN IVIARTIN,<br />

Victoria, 9.<br />

POR<br />

O, MUSTIA» DE 011)1115,<br />

MADRID.<br />

186<br />

AGUSTIN JUBERA<br />

Eokl, ti.


DOS CARTAS<br />

QUE PUEDEN SERVIR DE PRÓLOGO.<br />

SR. D. SALUSTIANO DE OLÓZAGA.<br />

Mi distinguido amigo: Pocos han mostrado en España , hasta<br />

el punto que Vd. , el secreto de las palabras que se lijan y quedan<br />

en la memoria del país : sucédele en esto , aparte las diferencias<br />

de género y forma , algo de lo que pasa á aquel insigne<br />

poeta , cuyos versos ligeros repite el pueblo , dando no pocas<br />

veces tormento á la idea y sin poner la atencion debida en el<br />

libre pensador , el filósofo y el político que pagó estas cualidades<br />

, en que tan alto rayaba , arrastrando pesados grillos en San<br />

Marcos de Leon y muriendo desterrado de la corte, en las Torres<br />

de Juan Abad. Pero si Vd. tiene un arte especial para pronunciar<br />

frases que se pegan al oido de la multitud , tampoco conozco<br />

quien se haya dado mejores trazas para confundir , estraviar,<br />

hacer que desaparezcan y condenar al olvido cuantos trabajos,<br />

artículos , informes, defensas y discursos han tenido la mala<br />

suerte de caer fuera de la jurisdiccion de los taquígrafos del<br />

Congreso y del Diario de Sesiones.<br />

Negligencia es esa, que por desgracia parece innata en los<br />

que mas y mejor han trabajado en España por el progPeso , y<br />

que notará muy pronto todo el que entre un poco en el estudio<br />

de nuestra revolucion.<br />

No hace mucho que empeñado yo en buscar algo que se enlazase<br />

con la vida literaria y <strong>política</strong> de uno de los mas ilustres<br />

y laboriosos diputados del año 10, y examinando minuciosa-<br />

1 .°


Il<br />

mente en el archivo del Congreso los pocos papeles que se conservan<br />

de las dos primeras épocas constitucionales , encontraba<br />

ocasion de lamentar la pérdida de tantos trabajos de altísimo interés<br />

como han desaparecido y estamos condenados á no conocer<br />

mas que por referencia. Tenia yo otra vez noticia muy<br />

fidedigna de que Calatrava 'labia conservado hasta sus últimos<br />

años la minuta de la famosa manifestacion que firmó Fernando<br />

VII en Cadiz el 30 de Setiembre del 23 , la víspera de espedir<br />

en el Puerto de Santa María aquel otro decreto que en tan<br />

repugnante contradiccion estaba con el del día anterior ; y me<br />

proponía acompañar á un libro , en que me ocupaba de aquellos<br />

sucesos , una autografía de la minuta con las enmiendas que<br />

hizo el rey de su puño y letra. , para que no quedara duda de<br />

sus intenciones: mis diligencias solo produjeron el desengaño<br />

de que no parece el borrador que los amigos de Calatrava vieron<br />

en su poder recientemente. Menos que ese género de documentos<br />

, fué esta primavera objeto de mis investigaciones una<br />

coleccion del periódico El Tribuno del pueblo español, que apareció<br />

. en Cádiz el año 13, y en el cual se publicó un informe <strong>sobre</strong><br />

la cansa de los católicos de Inglaterra, redactado en su mayor<br />

parte por Muñoz Torrero ; tarea inútil tambien , como tantas<br />

otras : ni en la Biblioteca de las Córtes , mas pobre por<br />

cierto en artículos bibliográficos , un tanto raros , que cualquier<br />

librería particular medianamente curiosa, ni en la Nacional<br />

, ni en ninguna pública , donde lo exiguo de la bibliografía<br />

<strong>política</strong> de este siglo raya en lo escandaloso, pude encontrar lo<br />

que buscaba.<br />

Tiene esto esplicacion legítima en las persecuciones que aquí<br />

se han impuesto como pena natural á todo el que ha trabajado<br />

'por la libertad; en la modestia que ha distinguido á los inicia–<br />

« dores de nuestra revolucion diferenciándoles de otras '<br />

escuelas.<br />

en aquellas quemas absurdas de todos los impresos liberales,<br />

acompañadas de inepcias tan grandes como las órdenes para que<br />

se tuvieran por no pasados los periodos de donde procedian ; en<br />

tl atropello cometido el año 23 por los absolutistas á orillas del<br />

Guadalquivir , y en el poco celo con que se ha mirado la .adqui-


esicion y conservacion de periódicos , obras y folletos políticos<br />

de las dos primeras épocas constitucionales. Pero, ¿hay iguales<br />

disculpas para las dificultades con que tropecé cuando quise<br />

procurarme alguno de los datos que debia tener á la vista con<br />

el objeto de cumplir el honroso encargo de escribir la biografía<br />

de Vd. ?<br />

No es esta ocasion de enumerar las diligencias que me costaron,<br />

pero sí de decir que de ellas nació el propósito de reunir<br />

en un tomo los opúsculos , los informes, los artículos, los discursos<br />

escritos ó pronunciados por Vd. fuera del Parlamento,<br />

que se han salvado de la incuria privilegiada que en cuanto á<br />

esto le caracteriza.<br />

Tampoco señalaré en esta carta las razones que tengo para<br />

creer que la juventud estudiosa , que los hombres ilustrados,<br />

que los liberales todos han de agradecer esta coleccion, por mas<br />

que sea muy incompleta , de los trabajos no parlamentarios de<br />

Vd. , alguno de los cuales es ahora nuevo para Yd. mismo que<br />

no conservaba de él ningun recuerdo.<br />

La postracion de caracteres , infiltrada en este país por cierta<br />

escuela , ha estendido de tal modo el vicio indigno de la adulacion,<br />

que no fdtaria quien me creyera contagiado de él, si dijese<br />

lo que pienso <strong>sobre</strong> los trabajos con que Vd. ha contribuido á la<br />

trasformacion <strong>moral</strong> y <strong>política</strong> del pueblo , distribuyendo constantemente<br />

el pan de vida y tomando parte activa en todas las<br />

jornadas de este penoso drama de nuestra regeneracion, en vez<br />

de dedienrse á maniobrar , á negociar , á disculpar , á captar y<br />

corromper , como tantos de esos hombres, que viéndose colocados<br />

entre el absolutismo de derecho divino , que los escluye , y<br />

el progreso, que detestan como obstáculo á su egoismo, han<br />

tomado por oficio intrigar para ingerirse en esta serie favorita<br />

de gobiernos menguados -de dos caras, ninguna de las cuales<br />

dice la verdad.<br />

No es , sin embargo, el temor á aquella acusacion lo que detiene<br />

mi pluma : cuando el escritor la conserva pura de toda lisonja<br />

á lo alt) y á lo bajo, el último como el primer cija que I t<br />

tomó en su mano: cuando se entra en la vida <strong>política</strong> ponién-


lv<br />

dose de parte de una figura medio derribada , .por la sola ratorp:<br />

de que significaba el principio que se prüfesa ; cuando , sin estar<br />

afiliado en-el partido democrático, se acepta con satisfaccion al<br />

lado del mas autorizado de sus .jefeS una posicion crítica ,<br />

circunstancias tan difLiles como las del año l8, y habiendo mirado<br />

siempre con aversion la paradoja del moderantismo, se<br />

acepta tambien al lado de uno de sus mayores hombrones una<br />

actitud resuelta por espacio de cinco meses de triste recuerdo<br />

en el año Sí ; cuando una vez y otra vez , en casos diversos,<br />

se está con la figura á medio caer , como con el demócrata , como<br />

con el moderado, mientras á su lado hay que trabajar y<br />

que sufrir por el triunfo de la idea propia , y se quebranta la<br />

simpatía y se rompe la relacion y se pelea contra el aliado en<br />

el momento que se separa del camino recto , teniendo por todo<br />

cálculo individual llegar al resultado político ; cuando se está en•<br />

ese caso , hay derecha para contestar con el desprecio á todo el•<br />

que, aun empezando por presentar iguales pruebas de independeucia,<br />

pudiera permitirse dar una interpretacion miserable á<br />

las palabras de cariño cordial , de profundo respeto y de justa<br />

admiracion que dedicaré á Vd. , á quien, protestando con toda<br />

la sinceridad de mi alma que he olvidado de todo punto toda<br />

cuestion personal reciente ó añeja , me complazco en declarar la<br />

encarnacion legítima de mis doctrinas.<br />

Pero <strong>sobre</strong> que el testo del tomo en proyecto tiene por sancion<br />

los aplausos de los auditorios mas encontrados y la acogida<br />

del público , que ha agotado repetidas ediciones de muchos<br />

de los trabajos reunidos , ni hace falta decir lo que se dirá todo<br />

lector á cuyas manos vaya el volumen , ni tengo yo autoridad<br />

para hacer magistralmente un juicio crítico de lo que debe servirme<br />

para estudio y enseñanza.<br />

Ah ! vendrá un día ( quiera la suerte de la nacion que sea el<br />

mas lejano posible ! ) en que el hombre que tanto ruido ha hecho<br />

en la vida, que nos ha alimentado y guiado con su palabra,.<br />

que tanto ha hecho por la libertad y en quien tanto se han ensañado<br />

la envidia y la ingratitud , dejará caer su cabeza dolorida<br />

por el trabajo y la agitation , y pasará al otro lado de la


montaña para dormir su sueño eterno en una roca , á la som-<br />

Ira de, los cedros y sauces que plantó por su mano. Si á mí me<br />

--está reservada la. amargura de asistir á ese momento, en que<br />

-no quedará del hombre mas que el legado de su genio y su fé,<br />

•.seguramente que no seré yo quien escriba ni hable aquel dia;<br />

les-enemigos de Vd. , que hoy pudieran recusarme como sospechoso<br />

de cariño , blasonarán entonces de mas amigos que-nadie;<br />

el espíritu de patriotismo impondrá silencio al espíritu de partido<br />

, y haré el prólogo de las tareas que son objeto de esta carta<br />

: entonces los adversarios , que descendiendo á su interior<br />

encontrarian en su pensamiento el pensamiento de Vd. , le harán<br />

plena justicia ; convendrán en que la palabra de Vd. es ordinariamente<br />

la voz de la nacion, confesarán que en servirla ha<br />

puesto toda su alma , reconocerán que no hay en España una<br />

montaña ni un valle que no haya oido alguna frase de Vd., á<br />

donde no haya llegado algun murmullo de su <strong>elocuencia</strong> ; estarán<br />

de acuerdo en que si se sueña, si se sufre, si se espera, es á<br />

medias con Vd. , y proclamarán que aquel dia es de luto para<br />

todo el .que sienta dentro de su pecho amor al país. •<br />

Por mi parte , hoy, que ni ha llegado , ni es de esperar que<br />

llegue tan pronto tamaña desgracia para la patria , ni estamos<br />

todavía en ocasion de ver á los adversarios bloqueándole con<br />

adulaciones , y á los que ahora nos hallamos cerca de Vd. ale-<br />

. jándonos para dejarles puesto , hasta que no encuentren utilidad<br />

en las lisonjas; hoy, al pedirle que consienta en la reimpresion<br />

de sus trabajos no parlamentarios , al final de esta carta,<br />

en que me abstengo de analizarlos pero que insertaré al frente.<br />

del tomo , es cuando me complazco en repetir lo que dije al final<br />

de otro libro : que lejos de disfrazar el afecto que le profeso,<br />

tengo una satisfaccion en declararle, y en declarar tambien,<br />

que llevo la amistad que me dispensa , altamente , como una<br />

decoracion de mi vida.<br />

ANGEL FERNÁNDEZ DE LOS Rios.<br />

Si.0 Vicente de Toranzo.—Setiembre 12 de 186L


Vico (Arnedo), 18 de Setiembre de 1864.<br />

SR. D. ANGEL FERNÁNDEZ DE LOS Rios.<br />

Mi querido amigo : Recibo con el atraso, que antes era frecuente<br />

y ahora va siendo normal en ciertas administraciones<br />

de correos, la carta de Vd. del 12 de este mes. Al verla tan<br />

larga , se me ha ensanchado el alma ; al leer algunos párrafos,<br />

me ha hecho Vd. padecer , bien contra su voluntad. Es esto estraño<br />

y difícil de comprender siendo tanto el cariño que Vd. me<br />

tiene y estando siempre los dos tau conformes en todas nuestras<br />

ideas. ¿ Pero no Babia yo de sufrir al leer los mas exagerados<br />

elogios de lo poco que he hecho, y hasta de lo que pueda hacer<br />

en adelante , en mi dilatada vida pública? Si el amor á la.<br />

patria , si el deseo de consagrarle su existencia es una virtud,<br />

toda virtud tiene su pudor y el pudor puede transigir y aun<br />

gozar en secreto con la alabanza , pero no puede resistirla cara<br />

cara. Duéleme ademas que el cariño hácia mí le haya hecho á<br />

Vd. ser injusto con nuestros adversarios. Usted no sabe , 6 ha<br />

olvidado por un momento , las pruebas de cons.ideracion y de<br />

aprecio que les he debido , los inmerecidos elogios que han solido<br />

prodigar á mis pobres discursos y el silencio y la benévola<br />

atencion, con que oían hasta lo que, segun sus principios á<br />

sus pasiones , en el fondo de su alma condenaban. Pues yo no<br />

lo puedo olvidar , y la verdad y la justicia exigen que declare<br />

que desde el Estamento de, Procuradores hasta el último Congreso<br />

á que he tenido la honra de pertenecer, á ellos les lie<br />

debido algunos de los mas bellos momentos de mi vida. Cierto<br />

es que tambien les he debido otros que no han sido tan pasageros<br />

y que me han parecido algo amargos , pero la proscripcion<br />

tambien honra, y una vez pasada, es apacible y hasta grato el<br />

recuerdo cuando tiene uno la fortuna de no haber sentido jamás<br />

ni el mas remoto deseo de venganza. Sin quererlo me haa<br />

hecho ademas un bien muy grande. ¿ Cree Vd. que recibiria yo<br />

todos los dias tantas y tan señaladas pruebas de la confianza y<br />

'otlel afecto con que me distingue nuestro partido , si no hubiera .


vi'<br />

visto la injusticia con que el contrario - me ha tratado algunas<br />

veces? Y no habrá sido tambien parte para ganarme el afecto.<br />

con que Vd. me honra y esa amistad tan tierna , tan entrañable<br />

y para mí tan necesaria en mi vejez ? En breve tiempo he.<br />

perdido tres amigos de los pocos que ya me quedaban de mi infancia<br />

y de mi juventud , y hoy hace justamente un año que-,<br />

murió nuestro inolvidable Calvo Asensio , pérdida inmensa para<br />

Vd. y para mí y mayor acaso para el partido progresista; porque<br />

[Has pueden venir en que no encontremos reemplazo para<br />

su poderosa iniciativa , para su abnegacion y valor cívico.<br />

Pero prescindamos por un momento de amigos y adversarios<br />

y vamos al objeto principal de su carta , que se reduce á pedirme<br />

que le autorice á publicar algunos opúsculos mies que ha<br />

reunido Vd. , y á reconvenirme en términos corteses y como<br />

puede hacerlo un buen amigo, por el poco cuidado que con estos<br />

y otros trabajillos literarios he tenido.<br />

Yo no puedo negar á Vd. nada, por consiguiente tiene Vd. la.<br />

autorizacion que desea. Pero se lo digo con toda ingenuidad, no<br />

sé si merecen esos papeles el honor que Vd. les quiere dispensar.<br />

No hay ninguno que yo haya escrito espontáneamente. Todos<br />

han sido trabajos de encargo, desempeñados precipitadamente<br />

y enmedio de la agitacion de la vida <strong>política</strong>. Dice Vd.<br />

que han sido bien recibidos por el auditorio á que se dirigian,<br />

pero siendo otros los lectores y otra la época , no sé si encontrarán<br />

ahora todos juntos el mismo favor. Si Vd. me los hubiera<br />

mandado ó yo los tuviera á mano , quizá les pondria alguna<br />

nota , que explicando el objeto y las circunstancias del momento<br />

hiciese mas inteligible y menos ingrata su lectura. Hay ademas<br />

asuntos tan vastos, que era imposible reducir á las cortas dimensiones<br />

de un discurso ó de una memoria, y que nadie reconocerá<br />

con mas conviccion que yo que es menester volver á tratarlos<br />

de nuevo y con mayor estension. Este es mi propósito..<br />

¿ Quiere Vd. esperar á que lo lleve á cabo ? A su discrecion<br />

dejo ; y mientras Vd. decide , voy á defenderme de la nota de•<br />

negligente con que Vd. me favorece.<br />

No dirá Vd. que lo soy por temperamento , cuando al frisar


VE"<br />

'en los sesenta me conceden amigos y adversarios una actividad<br />

estraordinaria , que los últimos califican de un modo poco benévolo.<br />

Es decir, que si en mí hubiese alguna negligencia, será<br />

solo relativa , y nadie imaginará que pueda serlo al desempeño<br />

de mis deberes como hombre público. Mas facil es que digan<br />

que por haberme consagrarlo con tal ahinco á su cumplimiento<br />

he descuidado todo lo demas, y tengo para mí que estarán en lo<br />

cierto. Volviendo la vista atrás , evocandolos cada dia mas dulces<br />

recuerdos de mi infancia , mi temprana aficion al estudio y<br />

á la vida del campo , los puros goces que en este ahora trastornado-convento<br />

me proporcionó mi primer modestísimo triunfo<br />

literario , los que entonces y despues y ahora me proporciona<br />

:superiores á cuantos el mundo conoce la vida de familia , la<br />

compañía de mis hijos , de mi hermano, de mis leales y tiernos<br />

amigos , un cierto espíritu de observacion y tendencia á las meditaciones<br />

que podrian ser profundas si penetrara mi entendimiento<br />

tanto corno la intencion , y la calma que mi espíritu disfruta<br />

con la contemplacion de la naturaleza , he podido creer<br />

alguna vez que yo habia nacido para el estudio y para las letras.<br />

Pero si tal era mi vocacion. , si habiéndola seguido habria encontrado<br />

la vida plácida y tranquila, con que la madre naturaleza<br />

me brindaba lejos del bullicio y sin mas compañía que la de<br />

la familia y la amistad , prendas queridas de mi corazon; la<br />

época en que nací, el padre que Dios me dió y el Génio de la<br />

libertad que vino á iluminar un instante los primeros destellos<br />

,de mi razon lo dispusieron de otro modo. Aprendí á leer en la<br />

Constitucion del año 12, no despues de promulgada , sino segun<br />

iban las Cortes de- Cadiz aprobando los artículos que mi<br />

buen padre me esplicaba con ilustra.cion poco coman en aquel<br />

tiempo y con todo el fuego del mas acendrado patriotismo. Lloré<br />

como un niño, como lo que era, el dia en que fué abolida<br />

con desusado y para mí lúgubre aparato , y cuando comprendí<br />

.que aquello era la obra de la mas villana ingratitud, la indigmacion<br />

contuvo mis lágrimas y mi tierna alma se sintió mayor<br />

y juró ódio eterno al ingrato y amor, eterno amor, á la patria y<br />

á la libertad. Aquel dia decidió .de mi suerte y no ha habido'


1X<br />

quia solo en mi vida,,<br />

por amargo que haya sido . ( y VI sabe mejor<br />

que nadie los trances por que he pasado y podrá calcular<br />

las amarguras que habré tenido ), en que no haya sentido aquel<br />

contento íntimo del que está bien consigo mismo , porque es fiel<br />

á su conciencia y á sus principios. El temple que esto ha dado<br />

.4 .mi alma , mi consagracion á la vida del parlamento , las graves<br />

y múltiples ocupaciones que trae consigo una posicion tan<br />

honrosa como desde el principio. de mi carrera me concedió<br />

nuestro generoso partido , ¿ le parece á Vd. que eran apropósito<br />

para que yo cuidara con esmero de unos papeles escritos por<br />

-compromiso y á los que no daba ni doy ninguna importancia literaria<br />

? Quizá tuvieran alguna tantos como se perdieron en el<br />

misterioso incendio de mi habitacion el año H. Ni un solo papel<br />

se salvó , y entonces se creia que yo tenia algunos muy in17portantes<br />

, pero no literariamente. Y aun despues , ¿ cómo podia<br />

cuidar lo que hubiera escrito en la emigracion cuando hasta mis<br />

pobres hijos tuvieron que quedar en el mayor abandono , en poder<br />

de criados? No quiero recordar á Vd. otras cosas mas tristes,<br />

todavía porque me prometo que bastarán estas indicaciones<br />

para que Vd. se convenza de que no es del todo merecido el<br />

cargo que Vd. me hace , ó al menos de que son muy dignas de<br />

ser tomadas en consideracion las escusas que puedo alegar. Pero<br />

el cargo , sea Vd. franco , no se dirige tanto á lo pasado como<br />

al porvenir. No hablaria Vd. de los papeles perdidos, como<br />

cosa que ya no tiene remedio, si no pensara Vd. en los que pueda<br />

escribir en adelante y el caso es hacerme escribir. Este es<br />

el empeño de mis mejores amigos y de toda mi querida familia,<br />

y para que no se haga una cuestion enojosa , que todas las largas<br />

concluyen por serlo , vamos á cortarla de una vez para<br />

siempre. Yo diré á Vds. cuándo y cómo escribiré, y cumpliré<br />

mi palabra como he cumplido siempre todas las que he dado , y<br />

Vds. me darán la suya de no escitarme ni provocarme directa<br />

ni indirectamente antes de que llegue el tiempo y caso que voy:<br />

á fijar. Como todo depende para mí de la sítuacion <strong>política</strong> de<br />

nuestra patria , voy á decirles en pocas palabras cómo la veo,<br />

tÁSmo hemos llegado hasta aquí y cómo creo que esto concluirá.


A principios del mes anterior estaba yo en Colonia que rw,<br />

había visitado desde el ario 38. Ví con singular complacencia lo<br />

mucho que han adelantado desde entonces las obras de su céle•bre<br />

catedral , que se empezó á edificar en la orilla del Rhin hace<br />

mas de seis siglos. El nuestro podrá gloriarse de haber sa-bido<br />

echar en muy poco tiempo , <strong>sobre</strong> tan caudaloso rio un<br />

puente que se consideró siempre imposible y que ni en la so-lidez<br />

, ni en la belleza, ni en la magnificencia , ni en la utilidad.<br />

que presta cede á ninguno de los que ostenta el triste pero para<br />

mí siempre querido y respetable Támesis. Absorto en la contemplacion<br />

del progreso que han hecho . en nuestros Bias las<br />

ciencias y las artes y de los grandes beneficios que proporcionan<br />

á la humanidad, me encontré en la orilla opuesta frente porfrente<br />

á la gótica catedral. ¿ Qué significacion tiene, decia para<br />

mí , este templo , que se empezó en la Edad Media y con tal'<br />

afan se continúa en la presente? La constancia que esto supone,:<br />

que es para mí la primera cualidad en los hombres y en los pueblos,<br />

y la predileccion con que he mirado esta iglesia desde la'<br />

vez primera que la vi se sublevaban generosamente en mi ánimo<br />

contra la pregunta severamente lógica de mi razon. ¿Qué importa<br />

, me decia , que deba su origen al fervor del cristianismo'<br />

antes, mucho antes de la grave escision que en él produjo la.<br />

reforma , que lo deba al tiempo de la omnipotencia del feudalismo<br />

, y que la acabe ó procure acabarla un rey protestante en<br />

esta época' de igualdad y en los dias mismos en que el espíritu'<br />

liberal cunde y se propaga , mas que por ninguna otra nacion<br />

de Europa , por todos los Estados ele la pensadora Alemania?'<br />

Los que dirigen, los que trabajan tendrán ideas muy opuestas.<br />

á los primeros que dirigieron y tra bajaron los medios de que'<br />

5<br />

se valen , los métodos que emplean serán muy diferentes ; diferentes<br />

y aun contrarias las ideas reinantes en épocas tan diversas<br />

; no habrá unidad en nada ; pero una vez concluida la obra,<br />

allí estará la unidad , y con ella la espresion digna y magestuosai<br />

(le una fisonomía de esas tan bellas y perfectas que al mirarlasembelesan,<br />

y á nadie se le ocurre preguntar cuantos años tienen-<br />

Pero como no es dado á mi imaginacion estar mucho rato le-


X1<br />

jos de mi amada patria , enmedio de estas y otras análogas reflexiones<br />

me •parecía oir una voz que me preguntaba : ¿ y allí<br />

qué pasa ? Qué ! Allí tambien se empeñan en levantar un edificio<br />

gótico. Allí desconocen la época en que viven. Allí van contra<br />

la corriente del siglo , ó por mejor decir hay dos corrientes.<br />

El pueblo español sigue una y otra la España oficial. La revolucion<br />

francesa , la gran revolucion de 89 , quiso destruirtodo<br />

lo existente y concluyó corno en todas las épocas de transicion<br />

hay que concluir , transigiendo. Si el absolutismo hubiera<br />

dominado por completo en toda Europa, si la liga que en todo.<br />

el antiguo continente hicieron para esclavizar los pueblos el despotismo<br />

y la teocracia se hubiera estendido á las Islas Británicas<br />

, si estas no hubieran ofrecido el modelo singular de un gobierno<br />

desconocido de todos los pueblos libres de la antigüedad<br />

en que se combinan armónicamente tbdas las ventajas de la República<br />

con la estabilidad y fuerza de la Monarquía , aun no habría<br />

cesado probablemente la lucha sangrienta en que alternativamente<br />

triunfarían y sucumbirían la revolucion y la tiranía,<br />

las ideas y los intereses antiguos , las ideas y las necesidades<br />

modernas. El gobierno representativo ha sido y será por mucho<br />

tiempo .( ¿ quién podrá calcular su duracion? ) la transacion<br />

única que podía conciliar ideas é intereses tan opuestos, y la base<br />

de esta transacion consiste en reconocer á los pueblos emancipados<br />

el derecho de gobernarse á sí mismos y en la obligacion.<br />

que estos se imponen de conservar la forma esterior de la parte<br />

mas conspicua, mas preminente de los antiguos gobiernos. Así:.<br />

la Monarquía , sin dejar de ser poderosa , deja de ser temible, y<br />

los pueblos están interesados en aumentar su prestigio y su resplandor<br />

para que á su sombra crezcan y se desarrollen los derechos<br />

modernos. Nuestros sabios legisladores de Cadiz , examinando<br />

los principios de 89 , vieron que no eran patrimonio niinvencion<br />

de la Francia y que en el fondo , prescindiendo de<br />

generalidades y de abstracciones , estaban en el espíritu de<br />

nuestras antiguas leyes fundamentales. Así la transacion con el,<br />

antiguo poder les pareció mas justa y mas natural , y fué <strong>sobre</strong>todo<br />

en estremo generosa porque de hecho halda dejado de


XII<br />

-existir. Pero la forma es todo para los pueblos cuando estos no.<br />

han dejado de contemplarla como la representacion de lo que<br />

siempre ha significado , por lo que bastó la presencia del monarca<br />

para que le aclamasen corno antes absoluto. Pronto recibieron<br />

el premio de su necia adhesion , y en seis años de un gobierno<br />

in<strong>moral</strong>, absurdo y ridículo aprendieron mas que con<br />

la predicacion de las ideas liberales. Tuvieron despues un ensayo<br />

de lo que puede la mala fé de un rey contra las mas sabias<br />

instituciones, que admite solo por la fuerza , y sufrieron luego<br />

todos los estragos y todos los horrores de la reaccion mas espantosa.<br />

Este es, aunque triste , el origen y el sólido fundamento<br />

de la educacion <strong>política</strong> del pueblo español. Hace treinta años<br />

que está perfeccionándola , habiéndose restablecido aunque<br />

muy imperfectamente el gobierno representativo, por el cual<br />

ha hecho sacrificios tan grandes y tan repetidos , que solo los<br />

hacen los pueblos cuando llegan á querer su libertad mas que<br />

todos los intereses y su vida misma. Hace treinta años que el<br />

partido liberal desde la tribuna (le las Cortes , y desde la imprenta<br />

periódica enseña , anima y dirige á este pueblo que ha<br />

entrado lleno de confianza en la ancha vía del progreso , por<br />

donde ha encontrado todas las reformas que han venido á mejorar<br />

su condicion material, social y <strong>política</strong>. ¡ Qué aptitud ha<br />

demostrado la nacion española para el ejercicio de sus derechos,<br />

qué prontitud de percepcion para comprender lo que conviene á<br />

su' bienestar y porvenir, y qué juicio tan seguro para no dejarse<br />

engañar por los hombres y los gobiernos , á que podrá prestar<br />

su obedeciencia pero nunca honrarles con su confianza! Y<br />

mientras tales progresos ha hecho la razon pública , mientras<br />

por las clases sumidas antes en la ignorancia y en la abyecccion<br />

• cunde prodigiosamente la ilustrador" y el sentimiento de la dignidad<br />

del hombre , cuando todos los españoles ven claro y hablan<br />

claro , y se lo dicen todo aunque sea al oido y con cautela,<br />

¿ qué ha hecho , qué hace la España oficial ? Como si la Monarquía<br />

no, hubiera tenido que sufrir una modilicacion esencial para<br />

hacerse compatible con el instinto y las necesidades de los<br />

.1}uebios modernos que han recobrado sus derechos y quieren


XI II<br />

gobernarse á sí mismos, como si pudiera tener mas que :su ,for-up<br />

esterior de comun con las antiguas monarquías de,derecho,<br />

divino , como si pudiera restablecerse la antigua alianza con la<br />

teocracia y , aun restablecida por un momento , pudiera ser mas-.<br />

fuerte que el espíritu del siglo y la fuerza de la opinion naoional<br />

, se trabaja incesantemente con perseverancia jesuítica ert<br />

volver al antiguo orden de cosas. Nadie sabe cuándo y cómo na–<br />

ció el pensamiento de lo que se ha llamado reforma en vez de<br />

destruccion, que seria el nombré propio, del régimen constitucional,<br />

pero nadie puede negar que existe., y que unas veces<br />

cede y otras avanza y que trabaja á escondidas cuando no pue<br />

de trabajar al descubierto : nadie dirá de dónde salen los muchos<br />

millones que se emplean en levantar conventos en los sitios.<br />

reales y sus inmediaciones , pero nadie puede dudar de que .en<br />

definitiva , y por un rodeo que se descubrió en el Congreso y<br />

confesó con una ingenuidad que le honra el Sr. Salaverría,<br />

los pagan los contribuyentes : nadie confiesa que se quiere emplear<br />

al clero como instrumento contra el partido liberal , pero<br />

todos vemos que <strong>sobre</strong> los liberales y sus familias recaen esclu--<br />

1 sivamente las exhumaciones y las denegaciones de sepultura:<br />

nadie aspira ostensiblemente al restablecimiento de la Inquisicien<br />

, pero las persecuciones religiosas y las quemas de libros<br />

hacen creer á, la Europa que existe de hecho en España. Por todas<br />

partes se trabaja, el plan es conocido, los materiales los antiguos,<br />

los arquitectos y sus auxiliares los interesados en los<br />

abusos de otros tiempos : se quiere levantar de nuevo el alcazar<br />

del poder de Cárlos V y Felipe II, que acabaron con la libertad<br />

de Castilla y de Aragon. Entonces los Grandes desertaron en<br />

Castilla , y sirvieron mal en Aragon la causa del pueblo , y en.<br />

pago fueron echados de las Cortes. Ahora se creyó al principio<br />

que convendria agregar al palacio del absolutismo un torreon<br />

feudal , y se hizo una ley en que se declaraba que esos señores,<br />

desde que sacian , tenian todo el talento , todas las virtudes y<br />

todos los servicios prestados que deben tener los legisladores de<br />

una nacion , y sin arredrarse á la vista del absurdo que encierran<br />

las palabras, se los llamó oficialmente Senadores natos.


.<br />

XIV<br />

Despues se tuvo vergüenza ó se tuvo miedo de que el torreon,<br />

lejos de servir de defensa al cuerpo principal del edilicio, sirviese<br />

para el ataque; y hay que hacer justicia á los interesados<br />

en su conservacion , ellos mismos se prestaron á demolerlo.<br />

Viendo que el feudalismo no servia , se echó mano de lo que.<br />

mató y reemplazó al feudalismo , el ejército permanente. Este es<br />

el recurso supremo , este no falta al poder. Establecer comisiones<br />

militares es poner-al pueblo -fuera , de la ley. Así ha sucedido<br />

en todas partes, así ha sucedido en España en otros tiempos<br />

, pero los tiempos han cambiado hasta el punto de que los<br />

consejos de guerra dan á los gobiernos lecciones de legalidad y<br />

de justicia. A pesar de todo , la obra de la reaccion continúa y<br />

lo que cae por un lado se levanta por otro.<br />

¿No cree Vd. que veía yo claro en la orilla del Rhin cuando<br />

contemplando agradablemente cómo se pros%Juia la obra de los<br />

siglos, volvia tristemente los ojos á la patria y decía : «tambien<br />

allí quieren levantar un alcazar gótico en que el rey comparta<br />

su poder con los obispos y los magnates ? » Pero en la catedral<br />

de Colonia está en pié todo lo que se levantó , y lo que se agrega<br />

es homogéneo , es idéntico á lo que existe. En España cayó<br />

por su propio peso el alcazar del despotismo : los vicios , los es-<br />

•cándalos , la corrupcion , contribuyeron á su caida. De la antigua<br />

Monarquía solo se salvó la forma , y si esta no representase<br />

la transacion que la ha salvado en todos los pueblos modernos no<br />

representaria nada. No tendria base el edificio que quisieran levantar<br />

y caeria y caerá antes, mucho antes de que se acabe la catedral<br />

de Colonia. Hace mucho tiempo que nosotros lo sabemos,<br />

y no pudiendo ser cómplices no queriamos tampoco ser testigos<br />

oficiales de su caida. Y hace un año que nos apartamos solemnemente<br />

para no ser envueltos en sus ruinas. Tenemos deberes<br />

mas altos que cumplir. Tenemos que separar los escombros, que<br />

reparar los daños y dejar á otros el cuidado de evitar la reproduc-<br />

don de semejantes atentados contra la dignidad del pueblo espa-<br />

nol , que por la vía del progreso legal y pacífico, pero constante<br />

y universal, llegará á asegurar el goce completo de todos sus derechos<br />

y de todas las ventajas de su crecí ente civilizaeion.


XV<br />

Si yo alcanzo ese dia , no diré que habré cumplido mi mision,<br />

porque hablando en puridad, debo declarar á Vd. que no he<br />

recibido ninguna y creo que lo mismo suceda á otros que usan<br />

,esa frase , porque sin duda les parece bien ; pero habré logrado<br />

el propósito de toda mi vida y descansaré. Entonces renacerán<br />

los gustos de la primera juventud , entonces podrá Vd. contar<br />

conmigo , y en este mi retiro , donde espero que me acompañe,<br />

y en el suyo deliciosísimo de San Vicente escribiremos todo lo<br />

que Vd. quiera y Vd. será el Custodio , ya que es Vd. Angel<br />

, de los pobres frutos literarios de mi edad madura , y no<br />

.tendrá Vd. que reconvenirme por si sé ó no conservarlos.<br />

Mientras tanto , no me pida Vd. nada ni piense Vd. que yo<br />

cultive las letras mas que para mi recreo , que es grande el que<br />

me proporcionan. Si escribiera algo seria para legar á Vd., y á<br />

otros mas jóvenes que Vd. , que se encargarán de dirigir á la<br />

España <strong>política</strong> regenerada, algunos pensamientos que en su dia<br />

podrán realizarse. Se ha hecho poco , y aun eso no se ha hecho<br />

siempre bien. A mí no me remuerde de nada la conciencia. Si<br />

no he hecho mas , es porque no han alcanzado mas mis fuerzas<br />

ó los medios de que podía disponer. Me examino á mí mismo<br />

,con tan severa prolijidad corno pudiera examinar á un desconocido,<br />

y me encuentro progresista hasta los tuétanos. Pero<br />

me digo algunas veces al ver como yerran los que por interés<br />

propio deben estudiar la marcha de las ideas modernas, fuera de<br />

las que no hay salvacion para ellos , ¿ no podernos tambien errar<br />

los que las estudiamos por aficion y por cariño ? ¿ Estamos seguros<br />

de que las ideas antiguas , los errores admitidos generalmente<br />

en otros tiempos , los hábitos contraídos no influyen<br />

en nosotros aun contra nuestra voluntad ? Al ver que juzgamos<br />

de las distancias como en nuestros primeros años, cuando<br />

para la palabra las ha suprimirlo por completo la electricidad y<br />

para la locomocion contamos con las alas del vapor que vuelan<br />

mas que el viento, ¿ no debemos desconfiar de nuestro juicio<br />

en las cuestiones de las ciencias <strong>moral</strong>es y <strong>política</strong>s, y temer la<br />

influencia de las mismas ideas antiguas que condenamos? Yo<br />

creo que sí , y si escribiera algo antes de que llegue el dia de-


XVI<br />

seado (que ya no puede tardar, porque ni arquitectos, ni operarios<br />

se entienden en la jerga que han inventado para ocultar<br />

sus verdaderos pensamientos , y la torre de Babel se vendrá<br />

pronto abajo); si escribiera algo, seria para lo futuro y llevaria<br />

por título Resabios de lo pasado. Quiere Vd. esperar á ver si<br />

hago un tomito de estos resabios para publicar los dos á un<br />

tiempo con la esperanza de que mezclado lo nuevo con lo viejo<br />

lo reciba mejor el público ? Si no admite Vd. mi proposicion,<br />

porque realmente es un poco vaga y yo no puedo hacerla mas<br />

positiva porque jamás ofrezco lo que no estoy seguro de cumplir<br />

, vea Vd. cómo se compone con los lectores para lograr la<br />

indulgencia que ese pobre tomo tan descarnado ha de necesitar..<br />

No contesto á nada de lo que me dice Vd. de la sepultura y<br />

de los cedros que ahora cuido poco menos que á mis hijos,.<br />

para que en su dia me den sombra en cambio de la savia que<br />

yo les daré, porque esto habia de tratarse en otro tono y con<br />

mucha estension. Hoy no es posible, pues la misa ha sido larga<br />

y el domingo da aquí menos tiempo el correo, y, hablando á<br />

Vd. francamente, no me pesa porque aunque todos los dial.<br />

pienso en la muerte , como debe hacer todo cristiano y todo<br />

filósofo, hoy por hoy no estoy de humor de morirme.<br />

Tengo mucho que hacer y lo primero será un viaje á Madrid<br />

para dar á Vd. un abrazo y sendos , abrazos á todos los buenos,<br />

amigos de este su afectísimo<br />

SALUSTIANO DE OLóZAGA,


INFLUENCIA<br />

DEL EJERCICIO DE LA ABOGACÍA<br />

EN LA POLÍTICA.<br />

Discurso pronunciado en la Academia de<br />

Legislacion y Jurisprudencia el dia 5 de<br />

Noviembre de 1859.<br />

SEÑORES :<br />

Hace algunos años que me ví agradablemente sorprendido<br />

, por la eleccion de la Academia , para el<br />

puesto que ocupo , y en el que me han precedido los<br />

hombres más ilustres de nuestro foro. Alejado yo de éste<br />

en mi juventud , por los compromisos que me obligaron<br />

á buscar en paises extranjeros mi salvacion , y no<br />

habiéndome permitido despues los deberes de la vida<br />

pública y las consecuencias que para mí han tenido<br />

1


2<br />

dedicarme con asiduidad , sino en cortos intervalos, al<br />

ejercicio de nuestra profesion , temía , y con razon sobrada<br />

, no poder corresponder dignamente á la confianza<br />

con que se me había honrado. Pero , sea que<br />

estimemos más los honores y distinciones cuanto menos<br />

los merecemos , ó que no acertara á resistir los<br />

impulsos de la gratitud , ó que cediese al fin al encanto<br />

de aquella singular ilusion de la edad , que nos lleva a<br />

desear confundirnos con la juventud , recordando la<br />

nuestra con tanta más viveza , cuanto mayor es la<br />

distancia á que nos ha colocado con su perenne y á la<br />

par que rápido é insensible movimiento , la rueda del<br />

tiempo , es lo cierto , que acepté el cargo de presidente<br />

de esta Academia , tan superior á mis fuerzas,<br />

como lo es conocidamente á mis merecimientos como<br />

jurisconsulto. Con este carácter , sin embargo , me<br />

preparaba á dirigiros la palabra tratando alguna cuestion<br />

de derecho , siguiendo el ejemplo de los que , con<br />

más títulos que yo , han inaugurado vuestras sesiones,<br />

cuando de nuevo me ví obligado á dejar nuestra patria,<br />

si bien con la honrosa mision de representarla en el<br />

vecino Imperio. Tan cerca estaba , y tan pronto se<br />

tocó el inconveniente de no elegir para la direccion de<br />

vuestras discusiones y de la práctica forense , á un jurisconsulto<br />

, consagrado principalmente al ejercicio de<br />

la abogacía. Pero al ver que despues de tan reciente desengaño<br />

, y siguiendo yo más que nunca empeñado en<br />

las luchas parlamentarias , á las que me llevó sin duda<br />

una temprana aficion , y de las que el sentimiento<br />

del deber no me permite apartarme ahora , me ha-


3<br />

'beis honrado de nuevo con vuestros sufragios , he<br />

debido pensar que algun motivo justificaba á vuestros<br />

ojos esta segunda eleccion , más inesperada aún para<br />

mí que la primera ; y no he podido creer sino que deseais<br />

dedicaros en este curso , sin perjuicio de las graves<br />

cuestiones que ofrece en todas sus partes la ciencia<br />

del derecho , á ' aquella que está más íntimamente<br />

relacionada con la vida <strong>política</strong> de los pueblos. Para<br />

esto , puede en efecto servir un hombre de Parlamento<br />

, y aunque hayais errado en la eleccion de la persona<br />

, el propósito me parece acertado y es acaso más<br />

que nunca oportuno.<br />

Si esta ha sido vuestra idea , á mí solo me toca hoy<br />

ser vuestro intérprete.<br />

De todas las clases de la sociedad , ninguna puede<br />

considerarse tan exencialmente <strong>política</strong> como la de<br />

los abogados ; ninguna ha contribuido tanto á las mejoras<br />

sociales y <strong>política</strong>s que han ido cambiando la faz<br />

de las naciones , y ninguna puede y debe influir en<br />

la nuestra más eficazmente , para que adquiera las<br />

creencias , las costumbres y las virtudes públicas , sin<br />

las cuales son estériles , y muchas veces perjudiciales,<br />

las mejores instituciones.<br />

Para comprender la influencia <strong>política</strong> , que sin buscarlo<br />

y acaso sin pensar en ello , han ejercido en los<br />

diversos períodos de la <strong>historia</strong> de los pueblos, los hombres<br />

que de cualquier modo se han consagrado á estudiar<br />

el derecho de todos y defender el de cada uno,<br />

no hay que remontarse á los tiempos primitivos , en<br />

que los primeros que invocaron y sostuvieron los fue-


4<br />

ros de la justicia , dieron con sus doctrinas , y con su<br />

ejemplo , tan ancha y sólida base á las nuevas sociedades<br />

, que á ella solo debieron algunas su conservacion<br />

y bienestar , y otras más felices , el desarrollo,.<br />

los medros y el progreso que las dieron tan señalada.<br />

importancia.<br />

Ni hay que recordar tampoco , lo que eran los pa-tronos<br />

y defensores de las repúblicas de la antigüedad,<br />

aunque tengamos que admirar como modelos de perfeccion<br />

inimitable , las obras que nos dejaron. Porque<br />

¿ qué comparacion útil puede hacerse , entre el cargo<br />

de un patrono en Roma, que por muchos siglos fué patrimonio<br />

exclusivo de los patricios , y entonces y despues<br />

, sirvió principalmente para atraerse numerosas é<br />

influyentes clientelas , con cuyos votos y activa cooperacion<br />

se alcanzaban los primeros cargos de la república<br />

, con lo que es el ejercicio de la abogacía en la.<br />

actual organizacion de la sociedad ? Verdad es , que<br />

contemplamos con grata y profunda admiracion aque-- .<br />

tiempos , en que hombres, como Julio César , empezaban<br />

por el foro , y trabajando en él asíduamente<br />

la carrera que habian de concluir como emperadores;.<br />

pero si la Europa que camina más aprisa de lo que<br />

algunos aciertan á distinguir al establecimiento de gobiernos<br />

libres y legales , estuviera condenada á sufrirla<br />

dominacion de nuevos Césares , no es de creer que<br />

en ninguna nacion del Continente , y menos que en<br />

ninguna otra , en la nuestra , volvieran á salir los Cé--lares<br />

del foro , ni que lo miraran siquiera con buenos<br />

ojos.


5<br />

Justo es , sin embargo , reconocer que si los Jurisconsultos<br />

, despues de la calda del Imperio Romano,<br />

no pudieron , ni pueden aspirar á tener colegas tan<br />

Ilustres , han ganado en cambio , y lo que *es más importante<br />

, han hecho que todas las clases ganen en<br />

dignidad , que la igualdad , es la dignidad de todos,<br />

y la igualdad, no solo legal, sino socialmente considerada<br />

, ha sido el fruto de los esfuerzos perseverantes<br />

:que á través de la barbárie de los siglos, que siguieron<br />

-á tan gran catástrofe, han hecho los hombres de nuestra<br />

profesion.<br />

Del Imperio mismo, cuya inmensa mole con tan súbito<br />

estrépito vino abajo , se salvaron por dicha , al<br />

hundirse en el polvo tanto poder y tanta grandeza , las<br />

doctrinas del Derecho romano , que no habiendo perecido<br />

entonces , no es de temer que perezcan jamás;<br />

habiendo servido despues aquellas ruinas de sólido y<br />

perdurable cimiento á todas las legislaciones de los<br />

pueblos modernos. Ni su estudio , contra lo que por<br />

mucho tiempo se ha creido igualmente , se interrumpió<br />

jamás, profesándose públicamente en Rávena, culta<br />

-ciudad , que como otras de Italia , donde volvió á florecer<br />

con nuevo brillo , tanto llama hoy la atencion de<br />

la Europa y tan vivas simpatías excita por todas partes.<br />

Es difícil determinar cómo y hasta qué punto , los hombres,<br />

imbuidos en aquellas sábias máximas, podian, sin<br />

posicion marcada en la sociedad, contribuir, en medio<br />

del estruendo de las armas , y luchando con la rudeza<br />

de aquellos tiempos , al lento , pero incesante progreso,<br />

que fué destruyendo la forma más humillante de la es-


6<br />

clavitud , y haciendo que el siervo no perteneciese at<br />

hombre sino á la tierra que cultivaba , bosquejándose<br />

así desde luego , aunque de una manera muy confusa,<br />

los contornos del régimen feudad ; evolucion entonces<br />

progresiva y en la que por muchos siglos debian hacer<br />

alto las naciones. Desde esta época , se vé trabajar al<br />

descubierto á nuestros jurisconsultos , y podemos seguirlos<br />

, paso á paso , en el áspero y glorioso camino<br />

que emprendieron. Se ha dicho , y con razon , de las<br />

tendencias de aquel tiempo , y está bien demostrado<br />

por la <strong>historia</strong> legal , de los de nuestra reconquista,<br />

que bajo el aspecto político , se encaminaban al fraccionamiento<br />

, y bajo el social, á la sirnplificacion. Por<br />

un lado se ganaban , se concedian , ó se vendian pueblos<br />

y territorios más ó menos considerables , y se<br />

constituan en señoríos , casi independientes , que formaban<br />

una multitud de Estados dentro del Estado ; y<br />

por otro un esfuerzo continuo y sistemático , reducía.<br />

todas las condiciones á dos clases de personas : la primera<br />

libre , ociosa , privilegiada , que llegó á perder,<br />

embriagada por su absoluto poderío , hasta el más noble<br />

instinto de la humanidad , ostentando corno sus<br />

armas las repugnantes y odiosas de la horca y del cuchillo<br />

; y la otra , privada de todo derecho y de toda<br />

consideracion , condenada perpétuamente al trabajo, y<br />

sin que le fuera dado jamás adquirir con su producto la.<br />

propiedad de las tierras que cultivaba. Esta dualidad<br />

social de los primeros tiempos del feudalismo, por más.<br />

repugnante que fuera á la razon y á la dignidad humana,,<br />

habria durado muchos siglos por la fuerza de la opresion,.


7<br />

si los oprimidos no hubieran hallado un ejemplo en algunos<br />

pueblos , que conservaron sus libertades germánicas<br />

modeladas por el tipo de los municipios romanos,<br />

un apoyo en los reyes que favorecian la independencia<br />

de los pueblos , y <strong>sobre</strong> todo , guías seguros y<br />

celosos , y entendidos defensores en nuestros legistas,<br />

formados en la escuela del Derecho romano. Y no es<br />

este fenómeno peculiar de España ; que el hombre que<br />

más profundamente ha estudiado y escrito en nuestros<br />

tiempos la <strong>historia</strong> de la emancipacion del pueblo, por<br />

la formacion y progresos de lo que llamaban los franceses<br />

el Tercer Estado , Agustin Thierry , reconoce y<br />

proclama como alma y cabeza de él á la clase de los jurisconsultos,<br />

que empezó y sostuvo siempre la lucha del<br />

derecho y la razon ,, contra la costumbre y el privilegio.<br />

« Ellos ( dice ) proclamaban la teoría de la autori-<br />

»dad pública, una y absoluta, igual para todos, origen<br />

»único de la justicia y de la ley. Parecia que á sus<br />

»ojos, y por la conviccion que habian adquirido en sus<br />

»estudios jurídicos , no habia nada legítimo en la so-<br />

»ciedad de entonces más que dos cosas : el poder real,<br />

»y el estado llano ; y llevados por el instinto de su pro-<br />

»fesion y por este espíritu lógico , que de consecuen-<br />

»cia en consecuencia camina á la aplicacion de un<br />

»principio , emprendieron la tarea inmensa que debla.<br />

»ocupar á los siglos que les siguieron : reunir en una<br />

»sola mano la soberanía , y reducir á una sola clase<br />

»al pueblo , todas las que antes quitaban á este su<br />

»unidad , su fuerza y su poder. » Verdad es, que de<br />

este modo se aumentó desmesuradamente el de los re-


8<br />

yes ; y quiso la mala suerte de las naciones , que no se<br />

copiáran y sostuvieran las doctrinas del antiguo Imperio<br />

Romano , que liacian derivar del pueblo por la delegacion<br />

perpétua, la soberanía de los emperadores, sino<br />

que siguieran y se canonizaran las que, desde el tiempo<br />

de Constantino , atribuían á su poder un origen divino.<br />

Este fué el espíritu que dominó en casi todos los Estados<br />

del Continente europeo , sin que sea fácil ahora,<br />

aunque seria en extremo interesante , determinar y demostrar<br />

la resistencia que cada pueblo , y el nuestro<br />

en particular , tuvo que oponer á aquella especie de<br />

resurreccion del Imperio Romano. La Inglaterra debió<br />

, sin duda , á su posicion insular , y á la perseverancia<br />

y tenacidad de sus habitantes , que forma el<br />

carácter distintivo de aquella nacion , el triunfo de sus<br />

leyes propias ó municipales , como suelen llamarlas,<br />

<strong>sobre</strong> la legislacion romana , que adoptó toda la Europa<br />

culta. En España , hubo de ser grande , pero no<br />

tan eficaz la oposicion que halló en el espíritu de los<br />

pueblos, bien hallados en general con sus fueros y cartas-pueblas<br />

; monumentos admirables , en que á vueltas<br />

de disposiciones, que hoy no parecen bárbaras, hallamos<br />

consignados los principios más favorables al<br />

bienestar y á la libertad de las poblaciones que los ha<br />

bian formado ú obtenido. Pero carecian estas de una<br />

adecuada representacion que hiciera valer sus deseos,<br />

y de una clase ilustrada que las guiase y dirigiese sus<br />

esfuerzos para contener el torrente , que llevaba hasta<br />

los pueblos más apartados con las sabias máximas del<br />

.Derecho romano, las más contrarias á su independencia


9<br />

municipal y á su organizacion <strong>política</strong>. Los ornes foreros,<br />

ó sabedores en fuero, de que habla en algunos<br />

documentos que de aquellos tiempos nos quedan, aquellos<br />

hombres entendidos en los fueros , y que esplicaban<br />

su espíritu , y pedian breve y sumariamente su<br />

aplicacion ante los alcaldes , y á veces servian á estos<br />

y aun á los reyes de asesores , hicieron pronto lugar á,<br />

los voceros , contra los cuales se levantó una oposicion,<br />

que no puede esplicarse por los abusos que se les atribuyen,<br />

y que suministra una prueba elocuente de la resistencia<br />

que encontraban en el pueblo español las máximas<br />

y ritualidades de las leyes romanas. A. tal punto llegó,<br />

que fué preciso á los reyes transigir con ciertas provincias<br />

de las más importantes de la monarquía. , y permitirles<br />

que no admitieran los voceros. Pero encierra tanta<br />

sabiduría y es obra tan completa la legislacion de los<br />

romanos , que á pesar de las peticiones de los procuradores<br />

á Córtes , que una vez y otra la atacaban en las<br />

personas de los voceros y abogados , sus órganos y defensores<br />

, al fin fueron admitidos de buen grado por todos<br />

los pueblos. Mas ¿qué mucho que se sometiera á ella<br />

la nacion española , cuando la Inglaterra , cuyos jurisconsultos<br />

se jactan de que « las leyes civiles y canónicas<br />

no tienen allí más fuerza que la que tienen las leyes<br />

inglesas en Roma,» ha visto infiltrarse en sus leyes municipales<br />

el espíritu del Derecho romano, y hace poco<br />

tiempo ha ofrecido el ejemplo de fundar una sentencia<br />

en los principios de esta legislacion, por no hallar en la<br />

del pais resolucion ninguna <strong>sobre</strong> el caso de que se trataba?<br />

Así , si estudiásemos con buena crítica algunas de


10<br />

sus instituciones , veríamos cuán lejos están de la originalidad<br />

y de las anomalías que se les atribuyen. Sus<br />

mismos tribunales, cuya organizacion tanto difiere ahora<br />

de la del Continente , esa justicia ambulante que se vá<br />

administrando dos ó tres veces al año de condado en<br />

condado, ¿es otra cosa que nuestros conventos jurídicos,<br />

que aun recuerdan como un timbre de antigüedad y de<br />

honor muchas de nuestras ciudades ? Pero es lo cierto<br />

que la Inglaterra rechazó el espíritu político de la legiscion<br />

romana , y que á eso principalmente ha debido las<br />

instituciones liberales , las sólidas garantías en que se<br />

afirman sus admirables costumbres , y ese conjunto , á<br />

primera vista extraño , en que aparecen mezclados los<br />

elementos que constituyen las más opuestas formas de<br />

gobierno. Si por dicha de aquel pais y de todos los pueblos<br />

cultos , no se hubiera formado allí y perfeccionado<br />

sucesivamente un gobierno libre <strong>sobre</strong> la base de la representacion<br />

nacional ; si la Europa , si el mundo entero<br />

, no hubiese visto asombrado levantarse con la<br />

fuerza vivificadora de la libertad <strong>sobre</strong> las naciones más<br />

poderosas , y extender su dominio por todo el ámbito<br />

de la tierra el pueblo de aquella pequeña y poco fértil<br />

isla , ¿ á dónde habrian ido á buscar las naciones , cansadas<br />

de sufrir el yugo del absolutismo , el modelo de<br />

los gobiernos representativos , que es el único que ha<br />

podido conciliar por mucho tiempo las tradiciones y las<br />

costumbres antiguas , con las exigencias de la moderna<br />

civilizacion ? ¿ Y quién puede calcular las terribles consecuencias<br />

que habria producido la lucha violenta de los<br />

principios opuestos, si no se hubiera encontrado un tipo


11<br />

á que ajustar las nuevas irresistibles aspiraciones de los<br />

pueblos más adelantados de Europa? Y aun prescindiendo<br />

de esto , y fijándose solo en la ciencia y en la filosofía.<br />

del derecho, y en lo que más de cerca toca á la libertad<br />

y á la dignidad de los hombres , se ha dicho , y con razon<br />

, del autor del Espíritu de las Leyes , « que la hu-<br />

»manidad habla perdido sus títulos , y que él los habia.<br />

»hallado y se los habia devuelto ; » y todos saben que<br />

donde los halló fué en Inglaterra , y que á su larga residencia<br />

en aquel pais , y al profundo estudio que hizo<br />

de sus instituciones civiles y <strong>política</strong>s, debemos su obra<br />

inmortal.<br />

Pues de tantos , tan inmensos y trascendentales beneficios<br />

somos principalmente deudores á aquella escuela<br />

tenaz y patriótica de jurisconsultos ingleses , que<br />

con tanto celo conservaron y sostuvieron el espíritu de<br />

sus leyes peculiares ó municipales. Si los nuestros fueron<br />

en esto menos felices ; si los voceros romanos, siguiendo<br />

diferente rumbo , ensalzaron más allá de lo<br />

justo el poder de nuestros monarcas ; los resultados tan<br />

opuestos que alcanzaron , prueban doblemente la influencia<br />

<strong>política</strong> que en sus respectivos paises ejercieron.<br />

Y en el nuestro volvió á, ser muy trascendental y<br />

provechosa la que tuvieron sosteniendo , contra todas<br />

las clases privilegiadas, los derechos del Estado, al defender<br />

los de la Corona, que era su emblema y representacion.<br />

Quién sino los jurisconsultos , hubieran podido<br />

iniciar y sostener la lucha contra los señores feudales<br />

, para la re version é incorporacion á la Corona<br />

de tantos señoríos ? Aun fueron más útiles y más em-


12<br />

perlados sus esfuerzos para impedir las usurpaciones de<br />

la jurisdiccion eclesiástica , para encerrarla dentro de<br />

sus verdaderos límites , y para corregir sus abusos. Y<br />

no se contentaban con defender en todos sentidos , y<br />

contra toda clase de privilegios , el fuero comun de<br />

todos los españoles , que viene á ser la igualdad ante<br />

la ley ; sino que elevándose al estudio de los grandes<br />

principios sociales y políticos , de cuya buena aplica-<br />

-don depende el bienestar y el progreso de los pueblos,<br />

descubrieron en los vicios de nuestras leyes de mayorazgos<br />

, y en las adquisiciones del clero , la causa del<br />

atraso y de la miseria á que habia llegado una nacion<br />

que tantos elementos de riqueza y prosperidad encierra<br />

en su seno. ¡ Ah ! Si el triunfo que alcanzaron , al<br />

terminar el siglo último , las buenas doctrinas legales<br />

y económicas , sostenidas por nuestros más eminentes<br />

jurisconsultos y hombres de Estado, hubiera sido duradero<br />

; si se hubieran llevado á cabo las grandes reformas<br />

que proyectaron , ¡ cuántos males , qué de trastornos<br />

y guerras civiles no se habría ahorrado el pueblo<br />

español ! Pero en nuestro país , como en otros , y<br />

en esta , como en todas las épocas de la <strong>historia</strong> , ha<br />

demostrado la experiencia que los vicios radicales de<br />

los gobiernos , nacidos y perpetuados por el interés de<br />

las clases privilegiadas , no pueden curarse paulatinamente,<br />

y que lo único que es dado á la ciencia y al patriotismo<br />

de los mejores ciudadanos , es preparar y formar<br />

la opinion pública, para que el dia que en un suceso<br />

más (5 ménos inesperado, la haga poderosa y aun omnipotente,<br />

destruya en un momento la obra de los siglos.


13<br />

Esto es lo que ha hecho la revoluciona y al destruir<br />

lo antiguo, ha presentado, como la fórmula del porvenir<br />

, el gobierno representativo , que cuando dejó de<br />

existir entre nosotros , fué reemplazado por la arbitrariedad<br />

más absoluta y fecunda en vicios de todos géneros.<br />

De aquí la insuficiencia de la fórmula : y dejando<br />

para otros hombres , ó al ménos para otro lugar<br />

, el discutir <strong>sobre</strong> las reformas que deben completarla<br />

y los medios más adecuados para asegurar y hacer<br />

más provechosa su aplicacion , z quién podrá desconocer<br />

el inmenso servicio que pueden prestar los estudiosos<br />

profesores del Derecho ? No tienen felizmente<br />

que mezclarse, como en los siglos últimos de la reconquista,<br />

en ninguna cuestion social, que la clase media,<br />

que más que nadie contribuyeron á formar , se ha desarrollado<br />

en nuestros dias con tanta fuerza , y es tan<br />

ilustrada y tan justa , que ve sin asombro y sin pre.vencion<br />

subir la marea de las clases mas numerosas<br />

que deben un dia ponerse á su nivel , en cuanto lo<br />

consientan los principios fundamentales en que descansan<br />

todas las sociedades humanas. Pero estos principios,<br />

no solo los que se refieren á los elementos exenciales<br />

de la propiedad y de la familia , sino á la existencia<br />

del Estado , que es de todo punto imposible sin<br />

el respeto más profundo á la ley , por nadie pueden ser<br />

esplicados , propagados y defendidos , como por los<br />

que se dedican al estudio de las leyes. Había en los<br />

gobiernos absolutos la tendencia de prescindir de ellas;<br />

y había , por consiguiente , en el pueblo, la costumbre<br />

de eludir su observancia siempre que le era posible..


Como los partidos políticos heredan , sin saberlo , las<br />

inclinaciones y /os hábitos de las instituciones con las<br />

que tienen más afinidad , no puede haber ninguno que<br />

en el principio de nuestra regeneracion no peque en<br />

un sentido ó en otro , segun que sea más ó ménos favorable<br />

al principio de autoridad , ó al de la libertad<br />

del pueblo. En vano se clamará contra una de estas<br />

tendencias y se exagerarán sus peligros , mientras la<br />

otra subsista más ó ménos encubierta. Los malos ejemplos<br />

se copian , no solo por imitacion , sino por necesidad<br />

, y hasta la desconfianza autoriza á veces ciertos<br />

ataques que sin ella no tendrian escusa , ni siquiera<br />

esplicacion. Pero inspirar la confianza que no pueden<br />

tener los que han sufrido muchos y muy amargos desengaños<br />

, tiene que ser obra de una nueva generacion,<br />

y á. la cabeza de ella deben marchar profesando y<br />

practicando los principios de la más extricta legalidad,<br />

los jóvenes que al terminar el estudio teórico del Derecho<br />

, quieren prepararse para el ejercicio de su profesion<br />

en toda la latitud de que es susceptible , y para<br />

la vida pública , en la que pueden entrar con señaladas<br />

ventajas <strong>sobre</strong> todas las demás clases.<br />

Circunstancias transitorias pueden favorecer á alguna<br />

otra ; pero esto mismo debe estimular á los juristas<br />

á trabajar con más empeño en la educacion <strong>política</strong> de<br />

los partidos á que su inclinacion ó el acaso les lleve.<br />

¿ Quién como ellos podrá hacer que se toleren y se<br />

respeten , y pondrá fuera de su alcance lo que unos y<br />

otros deben atacar y defender ? Si la libertad individual<br />

, si la santidad del domicilio del ciudadano no es-


13<br />

tán bastante garantidas por las leyes , y lo están mu.<br />

cho menos por la práctica , L quién podrá importar entre<br />

nosotros el Habeas corpus de Inglaterra , ó resucitar<br />

la Manifestacion de los aragoneses ? Ilustrad y dirigid<br />

la opinion pública hasta que llegue á sentir como<br />

un atentado contra la nacion, la menor ofensa hecha á<br />

la seguridad de un solo individuo. Y respecto de las<br />

garantías <strong>política</strong>s , ¿ de qué sirve , por ejemplo , que<br />

esté escrito en la Constitucion, que no se puede imponer<br />

ninguna contribucion que no esté aprobada por las<br />

Córtes , si al infringirse este artículo no hay ley ninguna<br />

, ni <strong>jurisprudencia</strong> , ni tribunal que pueda servir de<br />

amparo al ciudadano que, cumpliendo con la ley fundamental<br />

del Estado, intente resistir una exaccion ilegal<br />

? Y la solemne y magnífica promesa que hace la<br />

Constitucion , de que no habrá más que un solo fuero<br />

para todos los españoles , y que unos mismos Códigos<br />

regirán en toda la monarquía, ¿podrá cumplirse jamás si<br />

no se comprende con este objeto el estudio, hasta ahora<br />

abandonado , de los obstáculos que se oponen á la<br />

unidad del fuero y á la indispensable uniformidad de la<br />

legislacion civil , <strong>sobre</strong> todo en lo que toca al derecho<br />

de heredar, cuestion inmensa , tanto bajo el aspecto<br />

<strong>moral</strong>, como bajo el social y político ? En la vida lenta<br />

de las naciones , no es dado á una generacion que alcanzó<br />

á ver en pié el alcázar del absolutismo , de/Tibario<br />

y levantar <strong>sobre</strong> sus ruinas , sólido y perfecto , un<br />

edificio nuevo á las necesidades sociales y <strong>política</strong>s de<br />

este siglo. Bastante ha hecho la generacion que<br />

concluye. Lo que ella no ha podido realizar, esa es


16<br />

vueOu tarea ; y la nacion, al regenerarse, necesita<br />

más que nunca de la activa cooperacion de todas las<br />

clases de la sociedad. Lleven nuestros soldados triunfantes<br />

á las playas africanas el antiguo pendon de<br />

Castilla, que volvió á arrojar á ellas á nuestros bárbaros<br />

invasores :—lleve nuestra renaciente marina á los más<br />

apartados mares , los vivos colores de nuestro glorioso<br />

y poco há olvidado pabellon :—propague por todo nuestro<br />

suelo las maravillas del vapor y de la electricidad,<br />

esa juventud brillante que, émula de la gloria del ilustre<br />

ingeniero á quien Inglaterra acaba de decretar un<br />

sepulcro al lado del de sus reyes y sus primeros estadistas<br />

y oradores, estudia las ciencias físico-matemáticas<br />

y sus principales aplicaciones :—háganse las que en la<br />

higiene pública reclaman nuestros médicos más distinguidos<br />

para mejorar la salubridad de las ciudades, y la<br />

condicion del pueblo : — dése á este la instruccion necesaria,<br />

no solo para los diversos artes y oficios á que se<br />

ha de dedicar, sino para poder distinguir entre sus hijos,<br />

y sacar de la oscuridad á que los condena su nacimiento,<br />

á aquellos á quienes el Cielo, como si quisiera<br />

recompensar y honrar la pobreza , concede los talentos<br />

más profundos y las almas de mejor temple : — purifiquen<br />

nuestros literatos y hagan cada dia más precisa<br />

y más filosófica el habla de Cervantes : — compitan<br />

nuestros escritores y nuestros artistas con los de su siglo<br />

, tan rico en ingenios — aplíquense los que ahora<br />

se distingan á las artes que, enriqueciendo á las naciones<br />

, cambian su faz y hacen extensivos á todas las clases<br />

los goces de la divilizacion, y no se limite ninguna


17<br />

al ejercicio privado de su profesion d de su arte, sino<br />

que pagando el tributo que todas deben á la sociedad,<br />

y procurando cada una las reformas que por sus conocimientos<br />

especiales y su experiencia juzgue más necesarias<br />

ó convenientes , llame hácia ellas por la imprenta<br />

y en públicas reuniones, la atencion del pais y del gobierno,<br />

que ninguno podrá haber, una vez formada é<br />

ilustrada la opinion pública, que pueda resistir á su<br />

empuje ; — y en medio de tanto adelanto, de tanto<br />

movimiento y de tanto progreso , emprended vosotros,<br />

con profunda satisfaccion y con noble orgullo, la tarea<br />

que os ha cabido en suerte. Cuanto más rica, más<br />

adelantada, más ilustrada es una nacion , más difícil y<br />

más glorioso es gobernarla, y mucho más lo es el ponerla<br />

en el caso de que se g obierne á sí misma.<br />

Ni el nombre tenemos todavía de este arte , á más<br />

bien de este esfuerzo de la razon humana, que dominando<br />

todos los instintos antisociales, todas las pasiones<br />

de la malevolencia, todas las inspiraciones del capricho<br />

, todos los estímulos de la vanidad y todos los<br />

arranques del temperamento , eleva la razon de los<br />

hombres y de los pueblos al conocimiento de los deberes<br />

y de los intereses permanentes de estos ; y sacrificando<br />

á ellos los afectos y las sugestiones del momento<br />

, los hace capaces y dignos de lo que los ingleses<br />

llaman selfgovernment , gobierno de sí mismo. Es verdad<br />

que la raza y el clima difieren grandemente ; pero<br />

los pueblos latinos , cuando la viveza de su imaginacion<br />

no los extravía, son capaces de llevar á cabo las más<br />

árduas empresas, y entre todos los pueblos del misma<br />

2


18<br />

origen, se distingue el nuestro por su abnegacion y<br />

por su constancia ; y con buenas leyes y las costumbres<br />

que estas formen , en oposicion á los malos hábitos que<br />

nos legara el despotismo , el pueblo español será en<br />

breve digno y capaz de gobernarse á, sí mismo. Pero<br />

la formacion de c stas leyes no puede improvisarse , ni<br />

servirian de nada si no estaba en consonancia con ellas<br />

su educacion <strong>política</strong> , y nadie puede dirigirla ni profesar<br />

y propagar las sanas doctrinas que deben servirla<br />

de base , como los que en estos tiempos se dedican al<br />

estudio filosófico de la ciencia legislativa. Por eso os<br />

decía que me habla parecido más que nunca oportuno,<br />

que sin abandonar el del Derecho civil , examineis en<br />

este año algunas cuestiones del Derecho constitucional.<br />

No ofrecerán ciertamente para todos vosotros el<br />

mismo interés y las mismas ventajas , porque muchos<br />

habeis de consagrar principalmente vuestra vida á la<br />

defensa de aquellos derechos y legítimos intereses que<br />

no varían con la forma de gobierno ; pero para todos<br />

es obligatorio el estudio y el conocimiento profundo de<br />

las leyes <strong>política</strong>s de su patria.<br />

Y no podrían admitirse en nuestra actual organizacion<br />

social , sin mengua del decoro de la abogacía,<br />

aquellas dos especies en que la dividieron los romanos,<br />

y de las que nos habla Ciceron con un desden que causarla<br />

maravilla en boca del primer orador de Roma, si<br />

no supiéramos que no hay hombre , por superior que<br />

sea, que pueda <strong>sobre</strong>ponerse á todas las preocupaciones<br />

de su siglo , y si no recordáramos cuán lejos esta-


'19<br />

ban aquellos fieros republicanos de ser amigos de la igualdad.<br />

« Hay una <strong>jurisprudencia</strong>, dice, sencilla, humilde,<br />

»aldeana, para los usos más comunes de la plebe ; otra,<br />

»excelsa y digna de ser cultivada por los más grandes<br />

»ingénios, universal, inmensa corno la naturaleza misma;<br />

que encuentra su fundamento, no en el edicto<br />

»del pretor, sino en lo más profundo de la filosofía,<br />

»manantial fecundo en que podemos ver el origen de<br />

»todas las leyes y de todos los derechos.»<br />

Y vosotros podeis decir : ahora no; para nosotros no<br />

hay dos <strong>jurisprudencia</strong>s, ni por la naturaleza de los negocios,<br />

ni por su importancia, ni por las clases á que<br />

puedan interesar. La filosofía del Derecho que hemos<br />

aprendido y que estudiaremos cada dia con más afan y<br />

con más aprovechamiento, la aplicamos indistintamente<br />

á todas las cuestiones ; y si algunas hubieran de merecer<br />

nuesra preferencia , serían las que interesaran á<br />

las personas más menesterosas, <strong>sobre</strong> todo si su derecho<br />

está en oposicion con el interés ó con la arrogancia<br />

y el capricho de los poderosos de la tierra. Esta<br />

tendencia natural de nuestra profesion, y los nobles y<br />

elevados sentimientos que su ejercicio inspira en todas<br />

las almas de buen temple , y el valor que infunde para<br />

la defensa de las causas que creemos justas por más<br />

arriesgadas que sean, son los mejores títulos que podemos<br />

presentar á la consideracion y al aprecio de<br />

nuestros conciudadanos, como han sido siempre el motivo<br />

verdadero del desvío, y aun del odio de todos los<br />

que han querido <strong>sobre</strong>ponerse á las leyes, ya soliviantando<br />

y extraviando las turbas populares, ya ex-


20<br />

plotando los excesos de estas para levantar <strong>sobre</strong> todas<br />

las instituciones su poder dictatorial. Ni el hombre<br />

extraordinario que, habiendo conmovido toda la Euro-.<br />

pa , en el principio de este siglo, quiso acumular á<br />

la gloria del soldado el título de legislador , dando su<br />

nombre al primer Código civil de los tiempos modernos<br />

, pudo dominar tan innobles sentimientos : antes<br />

por el contrario; irritado por la dignidad y por la independencia<br />

que en medio de tanta abyeccion conservaban<br />

los abogados , y tratándose de reconocer por un<br />

decreto sus derechos , y <strong>sobre</strong> todo el de la libertad de<br />

las defensas, escribió aquella famosa carta, que aún se<br />

conserva el original en que dice : « Mientras yo ciña<br />

»espada, no firmaré ese decreto ; yo quiero que se pue-<br />

»da cortar la lengua á un abogado , si se sirve de ella<br />

»contra el gobierno. »<br />

Midamos , señores , por la saña de los poderosos el<br />

temor que les causa la voz tranquila y legal de los abogados<br />

, y por el ódio y por el temor la inmensa importancia<br />

de esta profesion y la influencia legítima que no<br />

pueden menos de tener en la sociedad los que la ejercen<br />

dignamente.<br />

Y no temamos que venga á exagerarla el espíritu de<br />

cuerpo , ni , que nos extravíe el sentimiento de nuestra<br />

propia estimacion ; porque como decia D'Aguesseau,<br />

este sentimiento no se nos puede imputar como vani<br />

dad , pues para nosotros no produce más que deberes<br />

y obligaciones.<br />

Y con esta observacion del sábio y virtuoso canciller<br />

de Francia terminaría , si no pensára , que si podeis y


21<br />

adebeis ejercer por vuestros estudios grande influencia<br />

en la regeneracion <strong>política</strong> del pueblo español , no es<br />

menor la que os ha de procurar el arte de la elocuen-<br />

,cia que con tanta predileccion cultivais , y que aquí, y<br />

solo aquí puede decirse que se cultiva de un modo conveniente.<br />

Los que hayan estudiado teóricamente los preceptos<br />

de la retórica , podrán formar discursos académicos<br />

perfectamente ajustados á sus reglas , y con todas las<br />

bellezas que puede crear el artificio ; pero carecerán<br />

de expontaneidad y de vida : y los que han recibido de<br />

la naturaleza el raro y preciado don de la afluencia,<br />

que no siempre va unido á las grandes cualidades del<br />

espíritu , podrán deleitar el oido con la cadencia de sus<br />

frases , embellecer la imaginacion que no alcanza á seguir<br />

la rapidez de su palabra , y conmover momentáneamente<br />

los ánimos ; pero ni en los unos , ni en los<br />

otros , debeis buscar el modelo del orador del foro , ni<br />

del orador del Parlamento , que debe procurar no confundirse<br />

jamás ni con el retórico ni con el tribuno.<br />

Los que en nombre de la ley han de defender en los<br />

tribunales los derechos , la libertad , la honra , la vida_<br />

de sus conciudadanos , y los que recibiendo del pueblo<br />

la alta mision de legisladores , han de procurar por su<br />

bienestar , por sus progresos y por su dignidad , tienen<br />

que distinguirse principalmente por la solidez de su instruccion<br />

, por la sobriedad en el deseo de manifestarla,<br />

por la ele vacion de sus sentimientos , por el santo amor<br />

de la verdad y de la justicia, y <strong>sobre</strong> todo por el temple<br />

y energía de un alma superior que desprecia los


22<br />

peligros que puede acarrearle su defensa. Hay nada<br />

más noble y más respetable que la voz de un abogado<br />

que en una causa impopular ahoga las murmuraciones<br />

de la envidia y del espíritu de partido , ó en tiempos<br />

de proscripcion y de venganzas <strong>política</strong>s , salva las víctimas<br />

señaladas por el dedo de la tiranía , ó marca con<br />

el sello de la afrenta á sus dóciles instrumentos ?<br />

¿Hay nada más sublime que el espectáculo que ofrece<br />

una Asamblea , agítala en momentos críticos por las<br />

más encontradas pasiones , cediendo al encanto de la<br />

<strong>elocuencia</strong> y proclamando unánime la verdad , que el<br />

error ó la preocupacion le impedía poco antes reconocer<br />

?<br />

Pues á tanta gloria podeis aspirar despues de fáciles<br />

ensayos , si á vuestra aficion á la oratoria y vuestro<br />

amor al estudio , unis el amor á vuestra profesion y el<br />

amor á la patria. Solo merece el nombre de orador el<br />

que la consagra su talento y su <strong>elocuencia</strong>. Aun parece<br />

que resuena en nuestro parlamento el eco de la voz de<br />

los, primeros que en las Córtes de Cádiz alcanzaron este<br />

título, no solo por su saber, sino por sus virtudes. Que<br />

la nueva generacion los imite, ya que no es posible excederles<br />

en desinterés, en abnegacion y verdadero patriotismo<br />

y los que hemos visto con profundo sentimiento<br />

que hasta ahora ha sido imposible reemplazarlos<br />

, tendremos el consuelo de ver que vosotros habeis.<br />

sido más felices.<br />

Yo lo soy, señores, en este momento, contemplando.<br />

que entre vosotros están sin duda los que un dia han de<br />

,13eir sucesores dignos de aquellos insignes varones, y si


23<br />

á todos os saludo con cariño y con reconocimiento por<br />

la honra que me habeis dispensado , á ellos , á los más<br />

modestos , á los que no aciertan á creer ahora que les<br />

vá dirigida mi palabra , á los que no han sentido ningun<br />

estímulo de ambicion que no sea noble y desinteresado,<br />

permitidme que les diga que si á vosotros todos<br />

está principalmente encomendada la obra lenta y penosa<br />

de completar nuestra regeneracion <strong>política</strong> , y de<br />

formar y dirigir las nuevas costumbres de un pueblo que<br />

se ha de gobernar á sí mismo; á ellos les está reservada<br />

la gloria de salvarle en las grandes crisis que pueden<br />

amenazar ó comprometer su libertad , porque para las<br />

grandes crisis son necesarios los grandes , los sabios y<br />

virtuosos ciudadanos.


¿CUÁL DEBE SER<br />

EL LÍMITE DE LA SUCESION INTESTADA?<br />

DISCURSO<br />

pronunciado en la Academia de Jurisprudencia<br />

y lLegislacion el 10 de Noviembre<br />

de 1860.<br />

SEÑORES :<br />

Creia que con la conclusion del anterior ario académico<br />

, habria terminado el honor que me dispensásteis al<br />

colocarme en este puesto, que han ocupado más dignamente<br />

que yo nuestros más distinguidos jurisconsultos;<br />

pero me habeis honrado de nuevo con una reeleccion<br />

unánime , que yo no tenía derecho á esperar. Así ha.beis<br />

querido , sin duda , manifestar cuánto apreciais<br />

mis buenos deseos por el bien y prosperidad de esta


26<br />

brillante corporacion , que encierra dentro de sí las esperanzas<br />

de nuestro foro y de nuestra tribuna parla—<br />

mentaria • y yo no podia ménos de admitir con recono—<br />

cimiento esta señalada y lisonjera mues tra de la perseverante<br />

confianza con que os habeis propuesto distinluirme.<br />

Pero debo al mismo tiempo declararos , que<br />

aunque tuviese la fortuna de corresponder á ella de un<br />

modo satisfactorio , no podría continuar aceptando la<br />

honra de presidiros , no sólo porque puede creerse que<br />

las elecciones sucesivas quitan algo á la expontaneidad,<br />

que es lo que constituye el mérito de toda eleccion,<br />

sino por no privaros de la más ilustrada direccion de<br />

los que en otros tiempos han presidido esta Academia,<br />

ó de los que posteriormente han tenido ocasion de acreditar<br />

que pueden reemplazarlos dignamente.<br />

Así podreis escojer á los que con más tranquilidad<br />

de ánimo y más tiempo que el que dejan las atenciones<br />

de la vida pública, y <strong>sobre</strong> todo con más talento que yo,<br />

puedan , en estos momentos solemnes en que inaugurais<br />

vuestros trabajos , levantar su voz elocuente para<br />

guiaros por nuevos senderos al descubrimiento de algunas<br />

verdades de grande importancia social, que tiene<br />

todavía ocultas ó poco conocidas la ciencia del Derecho<br />

, y corresponder á la espectacion , que yo voy<br />

defraudar en este instante , del digno ministro de la<br />

Corona que nos preside , de los ilustres magistrados, de<br />

los distinguidos jurisconsultos , y de todo el ilustrado<br />

auditorio que nos honra 011 su presencia.<br />

Como escaso tributo pagado á la costumbre y ofre-<br />

Oh 4 vuestra benévola atencion , voy únicamente á


27<br />

presentaros algunas ligeras consideraciones <strong>sobre</strong> uno<br />

de los temas que no pudisteis examinar en el año anterior<br />

, y que probablemente será en éste debatido.<br />

Cuál debe ser el límite de la sueesion intestada ?<br />

Pocas veces se habrá formulado en tan breves palabras<br />

un problema tan importante. Vosotros lo examinareis<br />

detenidamente bajo todos sus aspectos , legal,<br />

<strong>moral</strong> , social y político , y acaso hallareis una solucion<br />

muy conforme con lo que dispone nuestra legislacion<br />

actual , que tiene en su apoyo la antigua legislacion romana<br />

, y la de todos los paises que más ó ménos fielmente<br />

la han copiado. Pero esta solucion llevará el sello<br />

del acierto y podrá satisfacer á vuestro criterio legal,<br />

cuando se funde conocidamente en los grandes principios<br />

de la filosofía del Derecho , y no como hasta ahora<br />

en la autoridad del tiempo , y hasta en la facilidad y la<br />

indiferencia con que solemos admitir sin exámen lo que<br />

encontramos generalmente y de antiguo. establecido.<br />

41 principio de esta época constitucional , en las primeras<br />

Córtes que se reunieron con arreglo al Estatuto<br />

Real , se presentó un proyecto de ley , cuyo principal<br />

objeto era suprimir el juzgado de mostrencos, y la odiosa<br />

y privilegiada legislacion que estaba encargado de<br />

aplicar ; y á vueltas de algunas excelentes disposiciones<br />

<strong>sobre</strong> la naturaleza de los bienes que pueden corresponder<br />

al Estado , y los trámites que deben seguirse para<br />

que en nombre de este no se atente , como acontecia<br />

antes , contra la propiedad particular „ se proponia que


28<br />

el derecho de suceder, limitado entonces á los parientes<br />

dentro del cuarto grado , se extendiese á, todos los<br />

parientes dentro del décimo. Entre estas dos categorías<br />

se establecia otra de los hijos naturales y de los cónyuges,<br />

que aunque no alcanzaran el lugar que la naturaleza<br />

y la razon les conceden respecto de los parientes colaterales,<br />

merecieron, en la luminosa discusion que <strong>sobre</strong><br />

este y otros puntos ilustró y mejoró la ley , las más<br />

vivas simpatías de aquellos respetables legisladores.<br />

Pero <strong>sobre</strong> el punto principal , <strong>sobre</strong> la trasmision de la<br />

propiedad á los parientes más lejanos y por lo comun<br />

desconocidos , ninguna duda se ocurrió, y nada absolutamente<br />

se dijo en uno ni en otro Estamento , donde se<br />

sentaban los hombres más ilustres de aquella época. Se<br />

consideró solo la reforma como un regalo que el Estado<br />

hacía de los bienes que por la legislacion vigente le corpondian<br />

: como si el Estado pudiera moverse á impulsos<br />

únicamente de la generosidad , y sin examinar las consecuencias<br />

de una donacion inmotivada y trascendental.<br />

Tambien en los primeros dias de la revolucion francesa<br />

se alteraron gravemente las leyes de sucesion , y<br />

abolidas todas las diferencias que habia entre los pueblos<br />

que se regian por el derecho escrito y los que no<br />

reconocian en tan importante materia mas que sus usos<br />

y costumbres peculiares , se proclamó el derecho de<br />

suceder de los parientes colaterales hasta el duodécimo<br />

grado. Y como aquellos grandes colegisladores á quienes<br />

la Francia y el mundo entero deben la resurreccion<br />

de todos los principios cardinales en que descansa actual-


29<br />

mente el derecho público, no se detenian ante ninguna<br />

consideracion , y aceptaban todas las consecuencias lógicas,<br />

por mas exageradas que fuesen , de las doctrinas<br />

que proclamaban , una vez reconocido el derecho de<br />

los colaterales á las sucesiones ab intestato , limitaron<br />

el de los testadores hasta el punto de prohibirles por las<br />

leyes del año segundo de la república (artículo 5.° de<br />

la del 5 Brumaire y artículo 11 de la del 17 Nivoso ),<br />

que dispusieran de más del sesto de sus bienes en per4juicio<br />

de los parientes colaterales. El Código Napoleon<br />

corrigió en esta parte la exageracion de los primeros<br />

legisladores, pero sancionó el derecho de los parientes<br />

más remotos á las sucesiones intestadas. Así pues , en<br />

Francia como en España , y más ó ménos en todas las<br />

naciones cultas , se ha considerado en estos tiempos de<br />

grandes reformas <strong>política</strong>s, como un principio ó al ménos<br />

como una tendencia liberal el consignar , el favorecer<br />

y ampliar este derecho. Examinando bien las causas<br />

que han podido influir en que se haya dado á semejante<br />

doctrina un cierto color político , se verá que más<br />

nacían de las circunstancias y de las preocupaciones del<br />

momento , que de los principios políticos con los que se<br />

presenta asociada. Los legisladores franceses estaban<br />

dominados por su amor excesivo é inconsiderado á la<br />

igualdad en la division de las fortunas particulares , y<br />

prevenidos en demasía contra toda acumulacion de riqueza<br />

, mas que procediese de los títulos más legítimos.<br />

Así vemos á la Convencion Nacional abolir de todo punto<br />

la facultad de disponer de sus bienes , ni por donacion<br />

ni por testamento , á los que tengan descendientes , y


30<br />

pohibir toda mejora, por insignificante que sea, en favor<br />

de cualquiera de estos ; y poco despues tomar en consideracion<br />

un proyecto , privando de toda participaeion<br />

en las herencias á los que tuviesen una fortuna de doscientos<br />

mil francos de capital. Este proyecto fué por último<br />

desechado , y en cuanto á los bienes que debían<br />

heredar los descencientes, se permitió á los testadores<br />

que pudieran disponer de una décima parte de ellos;<br />

pero estas modificaciones , que prueban cómo la experienca<br />

vá templando siempre el rigor lógico de los principios<br />

absolutos, no bastan á quitar á aquella época y á<br />

aquellos hombres verdaderamente extraordinarios , su<br />

tendencia conocida hácia la nivelacion de las fortunas.<br />

Nuestros legisladores no participaban de semejantes<br />

ideas , pero les dominaba la reaccion que el triunfo de<br />

los principios más favorables á la libertad de los pueblos<br />

y al derecho de los particulares produjo contra el espíritu<br />

fiscal, que por tantos tiempos los había desconocido<br />

y conculcado. La legislacion de mostrencos , que sacrificaba<br />

á los derechos inciertos del Estado , los más sagrados<br />

de los ciudadanos , que los exponía á, las denuncias<br />

más maliciosas , que los despojaba de sus propiedades<br />

antes de oírlos , que los arrancaba de sus jueces naturales<br />

para entregarlos á uno parcial , ó más bien interesado<br />

en su condenacion , era uno de los cargos más<br />

fundados que hacía la opinion de todos los hombres ilustrados<br />

de nuestra nacion contra el absolutismo de los últimos<br />

tiempos. Y aumentaban y justificaban más y más<br />

el clamor general los vicios , las vejaciones y la notoria<br />

connivencia de una curia privilegiada con los falsos


31<br />

denunciadores, que quedaban siempre impunes si no salian<br />

gananciosos cuando atacaban las propiedades que<br />

los particulares poseían, no solo con buena fé, sino con<br />

los títulos más legítimos y respetables. En odio de esta<br />

jurisdiccion , cuya hora suprema habia ya sonado, y envueltas<br />

en sus ruinas, cayeron tambien, pero cayeron sin<br />

examen, las disposiciones legales que estaban vigents,<br />

segun las que los bienes de los que morian intestados sin<br />

dejar parientes dentro del cuarto grado , perlenecian á<br />

la Corona. Decíase además que se trataba de restablecer<br />

la antigua legislacion ; y se consideraba como tal la ley<br />

de las Partidas , que extendia el derecho de suceder á<br />

los parientes hasta el décimo grado: y no fué poca fortuna<br />

que no prevaleciese la variante , que puede ser muy<br />

fundada, de algunos c(dices que lo extienden hasta el<br />

grado duodécimo. No es este el momento de examinar<br />

hasta qué punto puede considerarse corno legislacion<br />

patria la del código doctrinal de las Partidas ; pero aun<br />

dado que lo fuese , desde que se le dió fuerza legal por<br />

el ordenamiento de Alcalá , nunca obraría tan de lleno<br />

como en este caso la restriccion que entonces se puso<br />

en favor de los fueros, á la sazon subsistentes , que en<br />

pocas materias han ofrecido tanta variedad y anomalías<br />

como en materia de sucesiones. Además no tardaron<br />

mucho los Reyes Católicos en declarar cuáles eran las<br />

leyes españolas en este punto , y cómo limitaban á los<br />

parientes hasta el cuarto grado el derecho de suceder.<br />

Así pues , ni el prestigio de la antigüedad ni el favor<br />

de los principios liberales pueden esplicar la extension<br />

dada á este derecho : pero aunque así fuera , aun-


32<br />

que el círculo eterno del tiempo protegiera semejante<br />

causa , no impediria esto que se examinase la cuestion<br />

en sí misma , y á la luz de los únicos principios con arreglo<br />

á, los que debe decidirse, como son los que se fundan<br />

en la naturaleza y los que se dirigen al bien de la<br />

Sociedad.<br />

¿ Es cierto, por ventura, que la naturaleza establece<br />

ese vínculo que se llama de la sangre, para unir á todas<br />

las personas que proceden de un tronco comun ? Que<br />

entre las más próximas haya generalmente grande semejanza,<br />

no solo física, sino <strong>moral</strong>, y haya siempre una<br />

mútua irresistible atraccion que la vida en comun exige<br />

para que cada familia no forme más que una sola<br />

unidad social, es un hecho tan cierto y tan importante,<br />

que sin él apenas se puede concebir la sociedad. ¿ Hay<br />

nada más tierno que el cariño que tenemos á nuestros<br />

hijos, más puro y más delicado que el que ellos empie<br />

zan á mostrarnos cuando apenas nos conocen ; ni puede<br />

haber más grato cuidado que el de la madre que los.<br />

cria, el del padre que los mantiene y los educa , ni espectáculo<br />

más interesante que el de la familia unida por<br />

tan dulces lazos, participando de los mismos placeres y<br />

de las mismas penas, contribuyendo cada uno al bienestar<br />

de todos, y viviendo bajo un mismo techo hasta que<br />

la muerte inexorable viene á separarlos? Entonces, ¿qué<br />

tiene que hacer el legislador más que respetar y continuar<br />

la obra de la naturaleza, y entregar á los hijos los<br />

bienes del padre, que ya estaban disfrutando en comun?<br />

Y si, contra el órden de la naturaleza, los padres ancianos<br />

<strong>sobre</strong>viven á los hijos que ya han podido adquirir


33<br />

por sí alguna fortuna, Claro es que, aunque el cariño<br />

filial no se la diera, les correspondería, como triste é<br />

insuficiente compensacion del apoyo que habian perdido.<br />

El cariño de los hermanos tiene por lo comun la<br />

ventaja de ser el de más larga duracion, y formándose<br />

desde la infancia, y nutriéndose por el sentimiento de la<br />

más perfecta igualdad, se hace cada dia más íntimo, y<br />

se va fortificando en todos los trances de la vida. Pero<br />

aquí concluye propiamente la familia, porque despues<br />

cada uno va á formar otra nueva y á establecer otra casa<br />

paterna, á ejercer probablemente otra industria 6 modo<br />

de vivir, y <strong>sobre</strong> todo, á unirse con otra persona extraña<br />

á la propia familia. Los hijos que de esta union resulten<br />

pertenecen así á dos familias distintas; y aunque la sangre<br />

por sí sola produjera los efectos prodigiosos que algunos<br />

quieren atribuirla, no se comprende fácilmente<br />

cómo puede responder á un mismo tiempo á dos diversos<br />

y acaso opuestos llamamientos. Pero, al fin, los hijos<br />

de los hermanos pueden quererse á la manera que sus<br />

padres, y heredar de ellos el espíritu de familia. Por eso<br />

se considera ampliada hasta ellos por las leyes que fijan<br />

el derecho de suceder á los parientes hasta el cuarto<br />

grado civil, que es el parentesco de los primos carnales<br />

ó primos hermanos. Este es el límite extremo á que puede<br />

llegar la familia, que en rigor solo debe comprender<br />

á los que han vivido constantemente bajo un mismo techo,<br />

descendientes, ascendientes y hermanos.<br />

¿ Mas cómo pueden igualarse con estos y sus hijos los<br />

parientes hasta el d' timo grado, que descienden de una<br />

persona á quien ninguno de ellos ha conocido ? z Quién<br />

3


34<br />

ha podido conocer á su tatarabuelo , para observar y<br />

sentir la fuerza de los vínculos de la sangre que se supone<br />

que le ligan con sus descendientes ? Pues aún es preciso<br />

subir más arriba contra la corriente del tiempo,<br />

para encontrar la raiz del parentesco que dá derecho á<br />

las sucesiones intestadas ; y falta hasta el idioma, que<br />

no ha querido dar nombre al padre del tatarabuelo, que<br />

solo podemos designar apelando á la aritmética. Ni lo<br />

hallamos tampoco para expresar la relacion que nos une<br />

con sus descendientes. Deteneos, señores, un instante<br />

en esta observacion tan trivial. Las primeras palabras<br />

de todas las lenguas , las únicas casi de las lenguas<br />

cuando empiezan á formarse, son las que nos sirven para<br />

expresar nuestros afectos , y para llamar á las personas<br />

de nuestro cariño. La voz es el instrumento del amor<br />

para casi todos los séres de la creacion ; y aunque el<br />

hombre haya llegado á hacer del habla el órgano de todos<br />

sus progresos en las ciencias y en las artes, y el medio<br />

más poderoso , más bello y más seductor, ya para<br />

manifestar sus pasiones, ya para excitar, calmar y dirigir<br />

las de los demás hombres , no la ha despojado por<br />

cierto de su carácter y objeto primitivo , que es la expresion<br />

de los afectos de la naturaleza ; y es bien seguro<br />

que si esta nos llevase por sí sola á querer á todos los<br />

que proceden de un tronco comun pero lejano, á ninguno<br />

le faltada su nombre, como lo tienen, no solo todos<br />

los objetos de nuestro cariño, sino hasta los de nuestros<br />

gustos y caprichos.<br />

Prescindamos, sin embargo, de la insuficiencia y la<br />

vaguedad de las voces. Oigamos la de nuestro corazon.


35<br />

Al acercarse á nosotros un pariente 'remoto y desconocido<br />

, nos dice algo con sus dulces -y misteriosos kitdos,<br />

que pueda servirnos para descubrir la oculta Mar<br />

cion que con él nos une ? Y una vez conocida, ¿es por<br />

ventura poderbso á cambiar la impresion que nos haya<br />

producido, que ha podido ser de iúdiferencia., y aun de<br />

marcada antipatía ? Pero tanta es la fuerza del hábito,<br />

tanto y tan ciego el respeto que nos inspira todo lo que<br />

tiene la doble sancion del tiempo y de la legalidad, que<br />

no es imposible que alguno creyese obra de la naturaleza<br />

lo que solo sería un sentimiento puramente artificial.<br />

Por eso es menester considerar la cuestion en sí misma<br />

, y remontarse con la imagrinacion á una época en<br />

que la ley no hubiera creado todavía la parentela , que<br />

no es -más que una ficcion legal , inventada para distribuir<br />

los bienes que quedan ab intestato entre aquellos á<br />

quienes se supone que los habria dejado el difunto si<br />

hubiera hecho testamento. Las ficciones del derecho<br />

son , no sólo inocentes , sino por lo comun muy útiles;<br />

pero cuando el derecho quiere reemplazar á la naturaleza<br />

y la contrahace , puede causar una perturbacion de<br />

tal índole , que ni el trascurso de los siglos basta á borrar<br />

sus malos efectos. Los parientes remotos, que se ven<br />

considerados por la ley como herederos presuntivos de<br />

un pariente rico , no pueden creer que , correspondiéndoles<br />

todo despues de su muerte , no tengan derecho á<br />

nada durante su vida. De aquí proceden las peticiones y<br />

aun las exigencias de los necesitados y de los holgazanes<br />

; y como ni la naturaleza ha depositado en el pecho<br />

el afecto que se supone , ni la ley ha sido poderosa para


36<br />

crearlo , de aquí la resistencia de los más favorecidos<br />

ffbr la suerte 6 de los más laboriosos y conómicos , y<br />

las frecuentes y odiosas querellas tan comunes en las.<br />

parentelas. Sucede sin embargo , que los parientes más.<br />

afortunados que son en vida avaros de lo suyo , suelen<br />

ser pródigos cuando se trata de los intereses del Estado,<br />

y cediendo á la preocupacion cuando pueden hacerlo<br />

sin ningun sacrificio de su propiedad , 6 á la vanidad<br />

de un apellido que se creen obligados á ilustrar,<br />

reparten á manos llenas entre los que lo llevan oscuramente<br />

, y hasta donde alcanza su influencia , los destinos<br />

públicos , las condecoraciones y los títulos honoríficos.<br />

Este ridículo vicio del nepotismo parece que debia<br />

ser patrimonio exclusivo de los gobiernos absolutos , en.<br />

los que puede tener una racional esplicacion , pues procediendo<br />

todas las gracias de la voluntad del Soberano,<br />

nada más natural que el que las trasmitan sus Ministros<br />

y favoritos por los mismos medios que las leyes han fijado<br />

para las herencias. Pero es lo cierto que los gobiernos<br />

representativos que nosotros conocemos adolecen<br />

del mismo defecto , 6 lo consienten al menos ; y<br />

siendo las elecciones el medio de elevar á los hombres<br />

públicos , y muchos los que con este carácter ejercen<br />

influencia, y breve por lo comun la duracion de esta, el<br />

mal sube de punto en perjuicio de los ciudadanos beneméritos<br />

que no cuentan con el apoyo de parientes poderosos,<br />

y en mengua siempre del servicio del Estado. Lo<br />

cual puede hacernos conocer cuán lejos está de poder<br />

ser considerada bajo este aspecto como doctrina liberal,<br />

la que dá mayor extension y derechos á las parentelas.


Y<br />

No es tan generalmente conocido, pero no por eso ég<br />

menos funesto, el influjo de estas en la administraeion,<br />

interior de los pueblos : pero cuántos hay , <strong>sobre</strong> todo<br />

en las provincias donde está poco repartida la propiedad<br />

, que se han visto y aun se ven tiranizados y explotados<br />

por esta especie de dinastías locales ? Aún es peor<br />

la suerte de los que, en vez de una, tienen que sufrir las<br />

fatales consecuencias y el alternado predominio de dos<br />

tres poderosas parentelas , y de los bandos y parcialidades<br />

que acaudillan. De grande enseñanza sería la<br />

<strong>historia</strong> que se escribiera de algunos apellidos , que se<br />

han hecho en este sentido funestamente célebres en<br />

ciertos distritos ; y veríase entonces que algunos han influido<br />

en las discordias y generales disturbios de nuestra<br />

patria , como nos dice de la suya que aconteció en<br />

la lucha de Güelfos y Gibelinos, el profundo y no bien<br />

.apreciado generalmente <strong>historia</strong>dor de Florencia.<br />

Aunque no fuera dado á nadie antever las trascendentales<br />

consecuencias de la excesiva extension dada á los<br />

derechos de los parientes , es de creer que si en siglos<br />

muy remotos no se hubiera resuelto prácticamente esta<br />

cuestion segun lo exigian los intereses de aquellas primitivas<br />

sociedades , la Legislacion Romana habria encontrado<br />

más acertada solucion á las dificultades que<br />

ofrece. Pero los primeros pueblos, y antes que los pueblos<br />

las primeras tribus que de seguro precedieron á la<br />

formacion de estos , y se hicieron sin duda el primer<br />

repartimiento de las tierras en los lugares que encontraran<br />

más fértiles ó más acomodados á sus necesidades,<br />

miraron ménos como un derecho que como una


38<br />

obligacion la de que continuasen en su cultivo los parientes<br />

, cualquiera que fuese su línea y grado de los<br />

primeros ocupantes. Así se esplica cómo los romanos<br />

consideraban que nadie podia morir sin heredero ; y segun<br />

la gráfica expresion de los antiguos jurisconsultos<br />

franceses , le mort saisit le vi f , parecia que nadie podia<br />

morirse sin dejar en este mundo quien le remplazara.<br />

Tan poca fé muestran los pueblos antiguos en el<br />

progreso de la raza humana , y tan lejos estaban de<br />

adivinar los prodigios de la industria y de la civilizacion<br />

en los tiempos venideros !<br />

Pero esta organizacion de la parentela no se limitaba<br />

en los pueblos primitivos á la trasmision de la propiedad<br />

, sino que producía ciertas obligaciones civiles y<br />

aun penales , que hacia necesarias , ó al menos convenientes,<br />

la imperfeccion de su estado social.<br />

Las costumbres de los germanos , y de casi todos los<br />

pueblos bárbaros que les obligaban á la defensa de los<br />

parientes, á la conjuracion con ellos, esto es, á, jurar<br />

juntamente y responder de lo jurado , á pagar con los<br />

ofensores las composiciones ó penas pecuniarias, á percibir<br />

con los ofendidos la parte que les correspondía; esplican<br />

perfectamente la tendencia de aquella civilizacion<br />

, incompatible de todo punto con las ideas que sirven<br />

de base á la de los pueblos modernos. Por eso pa<br />

rece extraño que la hayamos aceptado en lo que toca á<br />

las sucesiones ; y no se podria esplicar este fenómeno<br />

histórico si los romanos , que la adoptaron , no la hubieran<br />

despues modificado por el derecho pretorio , y<br />

<strong>sobre</strong> todo por la Novela 118 del célebre Justiniano.


39<br />

Aun así, es bien singular que la ley que funda el derecho<br />

de suceder de los parientes más remotos en un cariíio<br />

que se supone inspirado por la naturaleza , proceda de<br />

las legislaciones que no concedian ningun derecho á las<br />

hijas ; como si los padres solo pudieran amar á. los varones.<br />

La verdad es que han llegado hasta nosotros , arrastrados<br />

por la corriente de los tiempos, materiales del<br />

antiguo edificio social , y por falta de examen hemos<br />

creido que podian aprovecharse igualmente para la<br />

grande obra de nuestra regeneracion. Fijemos nuestra<br />

atencion en las reformas que se van haciendo ; penetrémonos<br />

de su espíritu ; procedamos con sistema ; y<br />

examinando á la luz de la filosofía todas las cuestiones<br />

que se han considerado como resueltas por el tiempo,<br />

se logrará la unidad en nuestra legislacion , y el influjo<br />

saludable que debe ejercer en nuestras costumbres y en<br />

la organizacion social y <strong>política</strong> de nuestra patria.<br />

No ha habido ninguna en Europa en la que se generalizase<br />

tanto la manía de conservar los bienes de ciertas<br />

familias unidos á los apellidos que estas llevaban. Si otras<br />

se han distinguido por el poder de una aristocracia creada<br />

por la excesiva acumulacion de la riqueza territorial,<br />

la nuestra presentaba en cambio una clase en extremo<br />

numerosa , cuyas propiedades vinculadas eran por lo<br />

comun poco considerables. Bastaba apenas, <strong>sobre</strong> todo<br />

en ciertas provincias , para que los primogénitos vivieran<br />

con decencia , y el resto de la familia , condenado<br />

por las preocupaciones de su clase á perpétua holganza,<br />

se alimentaba con la vana satisfaccion de llevar un apellido<br />

que llamaban ilustre. Cada generacion iba aumen-


tando así las ramas , unas secas y otras parásitas , del<br />

árbol de los mayorazgos, que ganando en follaje á medida<br />

que sus raices perdian en nutricion y vida , habria<br />

al fin venido al suelo si la revolucion no lo hubiera partido<br />

por la mitad. La operacion se hizo con acierto , y<br />

los resultados económicos han sido magníficos ; pero<br />

han quedado esparcidas por la tierra las raices de los<br />

árboles genealógicos, y por algun tiempo lisonjearon<br />

con su estéril vejetacion la pueril vanidad de millares<br />

de familias , privando á la produccion de muchos brazos<br />

útiles , y queriendo perpetuar ridículas distinciones<br />

, que nunca admitió de buen grado el pueblo español<br />

, y que aun en las naciones donde fueron en lo antiguo<br />

provechosas y donde son todavía respetadas, van<br />

cediendo el paso al espíritu del siglo, que es exencialmente<br />

democrático. Seamos , pues , consecuentes , y<br />

despues de haber abolido el derecho de los parientes<br />

llamados por los fundadores , no vayamos á dar á los<br />

más remotos lo que de hecho les han negado los que<br />

mueren sin testar. No alimentemos así esperanzas tan<br />

eventuales, y fomentemos el espíritu de parentela. Lejos<br />

de favorecer nuestra legislacion moderna la extension<br />

que la daban ciertas leyes antiguas , la han negado<br />

justamente toda proteccion , y aun puede decirse<br />

que desconocen su existencia. Si alguno saliese á la<br />

defensa de otro , ó se excediera en la vindicacion de<br />

una ofensa grave hecha á algun pariente, esta circunstancia,<br />

segun el Código penal , no atenuaría la culpa<br />

que cometiera, sino en el caso de ser ascendiente, descendiente,<br />

hermano ó cónyuge del ofendido.


41<br />

¿Y no seria una contradiccion trascendental y gravé<br />

que el Código penal considere á los demás como extraños<br />

, y que el civil los llamara á heredar la fortuna<br />

del que no tenian. derecho , ni natural deseo de defender?<br />

Cuando se trata de los delitos que pueden cometerse<br />

, tampoco se agravan las penas sino cuando el<br />

ofendido es de los que acabamos de indicar , que son<br />

los que constituyen verdaderamente la familia. Así, no<br />

puede ser más completa la exclusion de la parentela,<br />

cuando se dejan sin ninguna sancion penal los derechos<br />

que se la atribuyen.<br />

Pero la contradicion no existiria únicamente entre<br />

las leyes penales y las civiles, sino entre los mismos<br />

principios que han servido de base á todos los códigos<br />

modernos, y á los trabajos que se han hecho para preparar<br />

la formacion de nuestro Código civil. El espíritu<br />

de las leyes favorables á la sucesion de los parientes<br />

remotos , reconocía el derecho , ó al menos la conveniencia<br />

, de conservar en la parentela los bienes raices<br />

, y no como quiera en las generaciones nuevas,<br />

sino aun en las que habían llegado á, desprenderse de<br />

ellos. Este es el origen de la troncalidad, sancionada por<br />

aquel antiguo principio de paterna parternis, materna<br />

maternis. Con el mismo objeto se estableció el retracto<br />

llamado de sangre ó de abolengo, que por satisfacer la<br />

vanidad de los parientes disminuye el valor de las propiedades,<br />

dificultando las enagenaciones. Cuando para<br />

facilitar su libre circulacion se acaba de presentar á las<br />

Córtes un proyecto de ley hipotecaria, que en mi entender<br />

ha de realzar grandemente la reputacion de los


42<br />

distinguidos jurisconsultos que lo han redactado; cuando<br />

la opinion pedia á grandes gritos esta importante<br />

reforma, no hay que detenerse á impugnar las rancias<br />

preocupaciones con que en los tiempos pasados se favorecia<br />

el espíritu de parentela. Pero si uno á uno han<br />

caldo ó están próximos á caer todos los puntales que<br />

la servían de apoyo , quedarán en pié sus pretendidos<br />

derechos? Si hay alguna razon de justicia en que puedan<br />

apoyarse , tiempo es de que la aleguen los que<br />

quieran favorecerla.<br />

El único argumento en que ,`han solido fundarse , es<br />

en el amor que suponen que se tienen los parientes<br />

entre sí , por más remotos que sean ; de modo que la<br />

ley, segun su sentir, no hace más que distribuir sus<br />

bienes como ellos los hubieran distribuido. Si se consultara<br />

á todos los que no han hecho testamento , ¡ qué<br />

pocos serian los que dijeran que la ley se habia anticipado<br />

á sus deseos , interpretando fielmente su amor<br />

á. la parentela ! Ni es fácil de concebir que exista un<br />

cariño de esta especie á todos los parientes , y que se<br />

acomode exactamente á las líneas y á los grados en<br />

que consistan sus respectivos derechos. El que quiera á<br />

sus parientes más que á todos los extraños , á alguno<br />

de ellos dará la preferencia , y entonces testará en favor<br />

de este. Para merecer esta distincion , y para conservarla<br />

una vez obtenida , procurará hacerse agradable<br />

al testador, al que pagará anticipadamente con sus<br />

buenos oficios y cuidado los frutos de la herencia.<br />

que le destina. ¡ Y cuánto más tranquila y segura será<br />

su vida y más sosegada su muerte que la del que tenga


43<br />

cerca de sí parientes que no le quieren, y que están<br />

por consiguiente interesados en que no haya testamento<br />

! Pero prescindiendo de las asechanzas posibles de<br />

la codicia, que suelen envenenar la existencia de los<br />

que en vida no pudieron ó no quisieron satisfacerla, suele<br />

haber otros parientes en todos sentidos tan lejanos,<br />

que nunca conocieron á aquel cuya fortuna impensadamente<br />

vienen á heredar. Si el hábito no nos familiarizara<br />

con esos anuncios judiciales que van buscando<br />

por las cinco partes del mundo parientes desconocidos<br />

á quienes regalar una cuantiosa herencia, ¿qué pensaríamos<br />

de la legislacion de un Estado que , á falta de<br />

herederos forzosos , no sabe cJmo disponer de la propiedad<br />

que queda sin dueño conocido, y establece una<br />

especie de lotería en favor de los que presenten ciertas<br />

partidas de bautismo ó de nacimiento de personas que<br />

hace más de un siglo que murieron ? ¿ No tiene el Estado<br />

sagradas obligaciones , que no puede desatender<br />

sin peligro suyo y mengua de la humanidad? En tiempo<br />

de los Re yes Católicos , y aun en época muy posterior<br />

, se destinaban los productos de las herencias de<br />

los que morian ab intestato sin dejar parientes dentro<br />

del cuarto grado, á, la redencion de cautivos. Tiempo<br />

hace que es respetado , y ahora más que nunca , nuestro<br />

pabellon en las aguas de Berbería ; pero ¿ cuántos<br />

millares de españoles gimen en otro cautiverio no ménos<br />

terrible, el doble cautiverio de la miseria y de la ignorancia?<br />

La beneficencia pública y privada dan pan al mendigo;<br />

pero ¿ quién dá verdadera educacion á los pobres?<br />

¿Quién procura convertirlos en buenos ciudadanos úti-


les para sí y para el Estado? ¿ Quién cultiva su entendimiento<br />

para que aquellos á quien Dios ha querido favorecer<br />

puedan <strong>sobre</strong>ponerse á los demás? Cuando han empezado<br />

á cundir, y aun cuando parezca que han hecho alguna<br />

pausa , cundirán por todas partes , ideas las más<br />

absurdas y de todo punto incompatibles con la existencia<br />

de la Sociedad , pero que ofrecen un cebo irresistible<br />

al apetito, por no decir al instinto de las clases<br />

menesterosas, es justo, es necesario, es urgente mejorar<br />

la condicion de estas , ilustrarlas , y ofrecerlas<br />

beneficios positivos , en vez de las quiméricas y antisociales<br />

esperanzas con que otros las alucinan y las pervierten.<br />

Y corno los medios que principalmente emplean<br />

para extraviarlas los que solo por antífrasis pueden<br />

llamarse socialitas, consisten en sus ataques contra las<br />

dos bases fundamentales de la Sociedad , la familia y la<br />

propiedad , fortifiquemos una y otra. Esto solo se consigue<br />

reduciéndolas á sus verdaderos límites y quitándolas<br />

todo lado vulnerable. La parentela es una superfe tacion<br />

de la familia, y el derecho que se la concede de heredar<br />

á los parientes remotos, una extension artificial del derecho<br />

de propiedad. Quédese la familia dentro del hogar<br />

en que venimos al mundo, santificado por el cariño de<br />

nuestros padres, embellecido por el cariño de nuestros<br />

hermanos , testigo de nuestra vida , depositario de<br />

nuestros secretos y de nuestros más íntimos afectos, y<br />

no temais, señores , que venga la piqueta del socialismo<br />

á destruir el templo de la familia ; que nadie hay,<br />

por bárbaro que sea , que recordando la suya pueda<br />

dejar de contemplarlo con ternura y con respeto. Y ea


45<br />

cuanto á la propiedad , que no todos pueden respetar<br />

igualmente porque nadie aprecia bien los goces legítimos<br />

que no ha disfrutado , y la envidia , la más vil de<br />

las pasiones, tiende siempre á la destruccion , si hay<br />

algun medio eficaz para protegerla contra los ataques<br />

de la escuela anti-social y contra el instinto de las clases<br />

desheredadas , ha de ser el de reducirla al dominio<br />

del que la ha adquirido , y aquellos á quienes quiera<br />

dejarla para despues de su muerte. Esta facultad de disponer<br />

de lo suyo hasta en el porvenir, es todo lo que<br />

el propietario puede pedir á la Sociedad : que haya libertad<br />

para testar, y la voluntad del testador sea sagrada,<br />

pero no venga la ley á interpretarla cuando no existe,<br />

ni á. buscar herederos cuando no los hay forzosos. Todo<br />

lo que puede hacer el Estado es estimular el uso de la<br />

facultad de testar, y medios indirectos se encontrarán<br />

para vencer la repugnancia que nos causa el pensar en<br />

el cija en que dejemos de existir ; pero los que no quieren<br />

usar de este derecho , ni aprovechar la ocasion de<br />

mostrar el cariño que pudieran tener á algun pariente<br />

lejano , tengan por herederos á los pobres , y por consuelo<br />

en la hora de la muerte él beneficio que así dispensan<br />

Ó. la Sociedad en que han vivido.<br />

Si me hubiera propuesto, señores , sustentar una opinion<br />

, y defenderla con todas las razones que estuvieran<br />

á mi alcance , tendria que abusar por más tiempo<br />

de vuestra benévola atencion ; pero siendo en este momento<br />

mi único propósito presentar algunas indicaciones<br />

de las que pueden hacerse, considerando bajo un<br />

aspecto algo nuevo una cuestion muy grave que se ha


46<br />

resuelto sin exámen , pongo aquí término á mi razonamiento.<br />

La luminosa discusion de que será objeto en<br />

esta Academia , y en la que sería de desear que tomaran<br />

parte todos los que puedan ilustrar un punto de<br />

tanto interés y tan poco estudiado hasta el dia, podrá<br />

demostrar el acierto con que procedieron nuestros Estamentos<br />

en extender hasta los parientes del décimo grado<br />

el derecho de suceder ab intestato ; y al desempeñar<br />

la para m/f siempre grata tarea de resumir vuestras<br />

discusiones, tendré un verJadero placer en proclamarlo<br />

asf, y en unir mi humilde opinion á la de aquellos sabios<br />

legisladores. Pero si de los debates resultara que<br />

pudo extraviarles un instante el justo horror con que<br />

miraban aquel mónstruo que , con el nombre de Fisco,<br />

devoraba la sustancia de los pueblos y amenazaba la<br />

propiedad de los particulares; si, por otras razones más<br />

poderosas que las que acabo de indicar, se creyera<br />

que conservando todas las reformas saludables que introdujo<br />

y todos los buenos principios que sancionó la<br />

ley de 16 de Mayo de 1835, se debia restablecer la anterior<br />

legislacion <strong>sobre</strong> sucesiones intestadas, no sería<br />

permitido vuestro trabajo , porque ilustrado por vuestros<br />

debates, y apoyado por la opinion que viniese en<br />

auxilio de su resultado, no faltaria quien sometiese á<br />

nuestros Cuerpos Colegisladores tan importante cuestion.<br />

Mientras tanto , no puedo yo decir mi última palabra,<br />

y solo, cediendo á la costumbre , puedo usar la<br />

fórmula final DICHO.


CAIDA<br />

DE LA CONSTITUCION ARAGONESA..<br />

DISCURSO<br />

leido en seston pública de la. Real Academia,<br />

de la Historia el 9 de Enero<br />

de 1853.<br />

SEÑORES :<br />

Si es cierto que la primera palabra es la más difícil<br />

de decir, y si la observacion de un célebre escritor inglés<br />

que atribuia a esta dificultad el origen de las frases<br />

y fórmulas de urbanidad con que se saludan los<br />

hombres, tiene algun fundamento, mal debo yo de empezar<br />

este mi discurso, cuando tengo que decir desde<br />

luego, por necesidad, lo que otros han dicho y dirán<br />

en ocasiones semejantes tan solo por modestia y por<br />

1.


espetuosa gratitud á esta ilustre Corporacion. Siento,<br />

pues, que al hacer aquí la más ingénua confesion de<br />

que tan ageno me hallaba yo de solicitar el honor que<br />

se dignó dispensarme, como lo estoy de merecerlo, se<br />

pueda pensar que no hago en esto más que seguir una<br />

costumbre establecida. Pero creedme, señores, á la<br />

costumbre solo pagaría yo un tributo muy ligero, y cediendo<br />

á ella diría, como de pasada, lo menos que pudiera;<br />

mientras que la verdad, que debe ser la reina<br />

del mundo, me condena á decir de mí mismo algo más<br />

de lo que yo deseara. Los estudios de mi profesion y el<br />

ejercicio de ella, las vicisitudes <strong>política</strong>s por que ha pasado<br />

la nacion (y de las que acaso me alcanzó desde los<br />

primeros dias de mi temprana juventud más parte de la<br />

que buenamente debiera corresponderme), las ocupaciones<br />

despees de la vida pública, y los graves compromisos<br />

que acarrea á los que tienen alguna fijeza en sus<br />

principios, y alguna dignidad en su carácter, no me han<br />

permitido terminar ningun trabajo histórico, á pesar de<br />

mi bien marcada aficion á estos estudios. Pero afortunadamente<br />

la Academia no exige estas pruebas, porque<br />

no se ha establecido para escribir la <strong>historia</strong>, sino para<br />

ilustrarla, y principalmente para reunir, ordenar, conservar<br />

y generalizar por todos los medios que estén á<br />

su alcance, los documentos auténticos en que está la<br />

<strong>historia</strong>, que, prescindiendo de toda cuestion de método<br />

ó sistema, no es más que la consignacion exacta<br />

de los hechos pasados que bajo cualquier concepto<br />

puedan interesar á, la posteridad.<br />

Si para esta grande empresa pueden ser de alguna


49<br />

utilidad una aficion que debe de ser muy pronunciada<br />

cuando los obstáculos que no han permitido satisfacerla<br />

no han sido bastante poderosos á extinguirla, y<br />

el patriotismo que crece con los años y con los trabajos<br />

de la vida pública, esas son las únicas prendas que<br />

puedo yo presentar para esplicar , ya que no sea posible<br />

justificar de todo punto, la bondadosa eleccion de<br />

la Academia. Pero para que esta vea si mis escasos<br />

servicios podrán ser de alguna utilidad , (5 si será nulo<br />

mi propósito y estéril mi sincero y profundo reconocimiento<br />

por la alta distincion con que me ha honrado,<br />

diré, aunque no sea difícil adivinarlo , á dónde me lleva<br />

primero mi aficion á la <strong>historia</strong> nacional , y qué es<br />

lo que en mi entender exige el patriotismo de los que<br />

van á asociarse á, los trabajos de esta corporacion.<br />

La <strong>historia</strong> <strong>política</strong> de España no se ha escrito todavía,<br />

y la parte de ella que más nos interesa, el período<br />

en que terminada la singular, porfiada y admirable<br />

empresa de su reconquista, empieza con la reunion<br />

de los antiguos reinos que hoy componen la monarquía,<br />

y concluye al rayar en el principio de este<br />

siglo la aurora de nuestra regeneracion <strong>política</strong>, ni se<br />

ha escrito ni podrá escribirse con verdad mientras que<br />

la Academia no haga conocer, ya por medio de la imprenta,<br />

ya por la lectura que facilite de todos los modos<br />

posibles, los preciosos y en general nunca vistos<br />

documentos de que es fiel é ilustrada depositaria, y<br />

mientras no vengan á este centro comun, ó de otro<br />

modo se publiquen los que de la misma índole y no<br />

menor importancia duermen casi ignorados de todos


50<br />

en los archivos públicos y particulares. En ellos está<br />

la verdad que pocos han conocido , que no pudieron<br />

decir los que de ella supieron ó adivinaron algo, y que<br />

truncaron y desfiguraron horriblemente los únicos á<br />

quienes fué permitido escribir y comentar, á gusto de<br />

los que mandaban , los hechos públicos de los siglos<br />

anteriores.<br />

Hizo la mala suerte de España que coincidieran con<br />

la suspirada reunion de todos sus estados y con una<br />

época de transicion social y <strong>política</strong>, sucesos y principios<br />

que se conjuraron en su daño ; y cuanto mayor<br />

era la gloria que separados unos de otros hablan adquirido,<br />

y cuanto más grandes y más fecundos eran<br />

los descubrimientos que debian mejorar su condicion<br />

ó aumentar su importancia y bienestar, mayor y más<br />

terrible y más duradero fué el poder que se alzó <strong>sobre</strong><br />

las ruinas de la antigua Constitucion de aquellos pequeños,<br />

pero fuertes y gloriosos estados. ¡ Cuántas veces<br />

pierden los pueblos en los momentos mismos de un<br />

triunfo decisivo, no solo las ventajas que de él esperaban<br />

justa y fundadamente , sino las que ya de antiguo<br />

poseían! Y como si la desgracia los cegára en tales,<br />

tan solemnes, fugaces y decisivas ocasiones , no vieron<br />

los antiguos reinos de España en uno reunidos , que si<br />

el cambio que á todos amenazaba nacia de la fuerza,<br />

que daba al poder la unidad, en la unidad debian buscar<br />

la resistencia, y en la unidad habrian hallado la<br />

salvacion de todos. Si los pueblos se hubieran unido<br />

corno se unieron las coronas; si cuando de dos se hizo<br />

una, se hubiera hecho un Congreso español compues-


51.<br />

'to de las Córtes de cada Estado, ya que en todos estaba<br />

reconocido el principio del gobierno representativo;<br />

no solo se habría conservado el equilibrio que habia<br />

contenido en tantas ocasiones el desarrollo excesivo<br />

del poder real, sino que s se habrian fundido en una<br />

masa homogénea todas las diferencias que no podian<br />

menos de existir entre pueblos que habian vivido separados<br />

por espacio de muchos siglos. Pero lejos de<br />

eso, era tal la sencillez de los antiguos habitantes de<br />

Castilla y Aragon, tal el apego á su antigua organizacion<br />

y á sus peculiares y gloriosas tradiciones, tan poco<br />

versados estaban en las artes de los gobiernos que<br />

tendían, y naturalmente debian tender entonces, á una<br />

gran centralizacion <strong>política</strong> del poder supremo, que<br />

veian, si no con gusto, al menos con indiferencia,<br />

como este nuevo coloso iba absorbiendo lo que á unos<br />

y otros quedaba de sus antiguas franquicias y libertades.<br />

Grandes motivos tenía ya Aragon para temer por la<br />

conservacion de las de aquel reino, y lejos de aprovechar<br />

la ocasion que le ofrecian las Germanías de Valencia,<br />

impidió la entrada de sus parciales y contribuy6<br />

á su destruccion. Casi al mismo tiempo ocurrió el<br />

alzamiento de los Comuneros de Castilla, y no solo no<br />

les dio ningun auxilio, que en ciertos momentos hubiera<br />

podido ser decisivo, sino que se mostró propicio<br />

al Emperador, quien al saber en Flandes que podia<br />

contar con los aragoneses, no dudó un momento de su<br />

triunfo. Los castellanos, entonces vencidos, fueron despues<br />

á Aragon, en el reinado de su hijo y sucesor, á ar-


52<br />

ranear sangrientamente, aunque sin lucha y sin gloria,.<br />

la libertad que ellos hablan perdido. Pidió Aragon en-tonces<br />

con grande instancia el auxilio eficaz de Cataluña,<br />

y todo lo que obtuvo de sus representantes fueron<br />

tardías y estériles promesas. ¡Qué mucho que algun<br />

tiempo despues fueran de consuno castellanos y<br />

aragoneses á reprimir los graves disturbios de los catalanes,<br />

que dejando aparte los motivos ó pretestos que<br />

los -produjeron, iban siempre mezclados de su amor á<br />

la libertad! Pero prescindiendo de las tristes reflexiones<br />

que sugiere el ver que pueblos de un mismo origen,<br />

de una misma religion, de instituciones semejantes,<br />

de idénticos intereses que han formado, y no es<br />

arriesgado decir que formarán siempre , parte de una..<br />

misma nacion, hayan contribuido recíprocamente á su<br />

propia esclavitud y comun desgracia; ello es que toda.<br />

España perdió sucesivamente su libertad , que se ha..<br />

procurado que perdiera tambien la memoria de ella y<br />

el conocimiento de sus antiguas leyes fundamentales.<br />

Todos los medios de que dispone un gobierno absoluto,<br />

desde los más imperceptibles y mezquinos hasta.<br />

los más poderosos y violentos, y los esquisitos y eficaces<br />

que suministraba al despotismo civil, la Inquisicion,.<br />

su natural aliada, se emplearon con este objeto por espacio<br />

de tres siglos. Solo así puede esplicarse que al.<br />

principio de este se tuviera , y eso por muy pocos, una<br />

idea tan imperfecta de la antigua Constitucion de España,<br />

y se conocieran 'tan poco los sucesos que cambiaron<br />

su faz <strong>política</strong> en los reinados de Cárlos Y y Felipe<br />

U. Lo que se sabía, debíase principalmente á au-


53<br />

lores extranjeros que pudieron escribir con libertad,<br />

‘-aunque no con todos los datos necesarios; y era tal la<br />

falta de estos, que las Córtes, aunque no podían menos<br />

de conocer que la Academia, á que tengo la honra<br />

-de dirigirme, no podia como corporacion escribir por<br />

.sí la <strong>historia</strong>, mandaron (1) que remitiéndose á la misma<br />

todos los documentos relativos á aquellos sucesos,<br />

escribiese una memoria <strong>sobre</strong> la guerra de las Comunidades<br />

de Castilla, y otra <strong>sobre</strong> el levantamiento del<br />

reino de Aragon (asi dice el decreto poco conforme<br />

en esto con la verdad histórica) en los años de 1590 y<br />

1591 en defensa de sus fueros.<br />

En cuanto á lo que más importaba saber al pueblo<br />

español <strong>sobre</strong> la pérdida de la libertad en Castilla, se<br />

habia anticipado á los deseos de las Córtes un ilustre<br />

diputado, que aprovechando los primeros momentos de<br />

nuestra reforma <strong>política</strong>, hizo popular la antes descono<br />

cida ó desfigurada causa de los Comuneros, y logró hacer<br />

familiares, queridos y respetados de todos los nombres<br />

casi olvidados de sus nobles cuanto desgraciados<br />

caudillos.<br />

Pero no me es dado á mi en este lugar hacer la debida<br />

justicia al primero que en España presentó, aunque<br />

en bosquejo, con sus verdaderos colores , aquellos<br />

trascendentales y funestos sucesos, porque voy á deber<br />

á su bondad el honor de que conteste á este mi pobre<br />

discurso, y podria parecer interesado y de mala ley el<br />

elogio más merecido.<br />

Otros han seguido recientemente su ejemplo, y<br />

„quién publicando algun importante documento que muy


mutilado nos habia trasmitido la <strong>historia</strong>, quién escribiendo<br />

con miras muy elevadas y patrióticas <strong>sobre</strong> los<br />

que las Córtes mandaron reunir, han logrado entre to<br />

dos, no solo despertar la atencion de los hombres estudiosos<br />

y satisfacer en gran parte la curiosidad de<br />

los eruditos, sino formar una opinion general bastante<br />

conforme con la verdad de los hechos que precedieron y<br />

acompañaron á la pérdida de la libertad de Castilla.<br />

Pero los que produjeron igual resultado en Aragon<br />

continúan aun en la antigua oscuridad; y ya que no me<br />

sea dado á mí presentar en esta ocasion en toda su<br />

verdad aquellos graves sucesos, creo que no será ageno<br />

á mi propósito de demostrar la necesidad de que<br />

se Conozcan y publiquen todos los documentos en vista<br />

de los que debe escribirse nuestra <strong>historia</strong> <strong>política</strong>,<br />

citar como ejemplo y confirmacion de mi pensamiento<br />

algunos poco ó nada conocidos <strong>sobre</strong> las causas que<br />

produjeron y los medios con que se preparó la pérdida<br />

de la libertad en el reino de Al agon. Y para no molestar<br />

demasiado la atencion de la Academia, no me referiré<br />

á los importantes manuscritos que hace tiempo forman<br />

parte de su preciosa biblioteca, y que han podido<br />

examinar mucho antes que yo sus dignos individuos,<br />

sino á los que acaba de adquirir últimamente. Y entre<br />

tantos como han venido y vienen todos los Bias á enriquecer<br />

este gran depósito de documentos históricos<br />

con los que pertenecieron á los antiguos conventos,<br />

solo hablaré de algunos de la librería de Salazar, que<br />

se conservó hasta la extincion de los Regulares en el<br />

monasterio de Monserrat, y á otros que se han salvada


55<br />

casi milagrosamente de entre las magníficas ruinas del<br />

monasterio de Poblet, palacio un tiempo de los antiguos<br />

reyes de Aragon. Y al citar aquí á los que han<br />

guardado con fidelidad tan importantes documentos de<br />

la <strong>historia</strong> de nuestro país, ninguna consideracion agena<br />

de este lugar puede detenerme en la manifestacion<br />

del sincero reconocimiento que merecen las comunidades<br />

religiosas que han sido cuidadosas depositarias de<br />

los tesoros que en aquellas colecciones se conservan.<br />

Sin su diligencia , sin grandes precauciones observadas<br />

con tanto ó más rigor que las reglas de su vida monástica<br />

, era muy expuesto que no hubieran llegado<br />

hasta nosotros, ni aun en el estado en que se encuentran.<br />

Pero no es menos cierto que sin la supresion de<br />

los conventos continuaria.n sepultados los documentos<br />

de nuestra <strong>historia</strong> <strong>política</strong> que hoy posee la Academia<br />

para enseñanza de la nacion , que en muchos de<br />

ellos hallará los secretos anales de la série de desgracias<br />

por que fué pasando desde que perdió su libertad..<br />

Pero viniendo á las causas que más contribuyeron á.<br />

que se perdiese en Aragon, asombra ver qué general y<br />

qué compacta es la opinion entre nacionales y extranjeros<br />

, que atribuye aquella lamentable pérdida al célebre<br />

ministro de Felipe II, que huyendo de su prision<br />

en Madrid se refugió en Aragon. Y de tal moda se identifica<br />

aquella comun y lamentable desgracia con las particulares<br />

y más ó menos merecidas de Antonio Perez,<br />

que parece que deberia creerse que si este no hubiera.<br />

existido , ó si sus persecuciones no le hubieran llevado,<br />

despues de haber sido el ministro más dócil y compla-


56<br />

ciente del rey más absoluto, á ser desenfrenado tribuna<br />

de las libertades de Aragon, aun subsistiria la antigua<br />

y admirable Constitucion de aquel reino. Este error debió<br />

nacer y propagarse muy naturalmente, porque por<br />

distintas y aun opuestas causas , servia á un mismo<br />

tiempo los designios de un rey prudente y disimulado,<br />

y linsojeaba la vanidad y dudosa importancia de un ministro<br />

caldo. El nombre de éste , realzado por el prestigio<br />

del talento y de la desgracia , y sus apasionadas y<br />

bien escritas relaciones lo extendieron por todas partes,<br />

y parecia que iban á perpetuarlo. Y como si no bastaran<br />

al efecto las obras que escribió , ya con su nombre<br />

verdadero , ya con otros supuestos , ha tenido en nuestros<br />

mismos dias la buena suerte de que en España y en<br />

Franciase ocuparan casi simultáneamente de su vida y de<br />

los sucesos de Aragon , que se consideran como un episodio<br />

de ella, entre nosotros un aventajado escritor que<br />

entre otras dotes muy señaladas descubre un talento envidiable<br />

para la narracion , y entre los franceses un<br />

<strong>historia</strong>dor como Mr. Mignet , tan distinguido por su<br />

talento como por su imparcialidad y erudicion.<br />

Pues á pesar de estas dotes, asienta Mr. Mignet de la<br />

manera mas positiva (2), que Antonio Perez fué la causa<br />

de la revolucion que acabó con la libertad de Aragon.<br />

Y esto es lo que parece que quiso demostrar en su libro.<br />

Así han debido todos creerlo, y asi debió él escribirlo<br />

examinando los hechos ostensibles y consultando<br />

los datos conocidos. El vió , como todos los que<br />

en aquel tiempo y en el presente han escrito <strong>sobre</strong><br />

aquellos sucesos , que los fueros de Aragon estaban en


57<br />

observancia , que como natural ú oriundo de aquel país<br />

hizo uso del remedio de las manifestacion , que halló el<br />

apoyo que debia en el Justicia cuando fué preso por la<br />

acusacion fiscal , que lo halló en el pueblo cuando lo<br />

fué por la Inquisicion, que enmedio de un gran tumulto<br />

fué sacado de esta y llevado en triunfo á la cárcel de<br />

la manifestacion, que pas(5 allí cuatro meses que fueron<br />

de conmocion perenne y de continuas alarmas para Zaragoza<br />

, y que cuando los inquisidores volvieron á apoderarse<br />

de su persona fué allanada la cárcel , ahuyentadas<br />

con mucha pérdida las fuerzas que debían conducirle<br />

á las de la Inquisicion y puesto en libertad. La formacion<br />

de un ejército en los confines de Aragon para restablecer<br />

la autoridad del rey , la tardía é ineficaz resistencia<br />

que se quiso oponerle , su entrada en Zaragoza,<br />

y la ejecucion del Justicia y de otras personas notables,<br />

parecian y hasta cierto punto eran consecuencias naturales<br />

de lo primero , y no es de extrañar que se hagan<br />

pesar exclusivamente <strong>sobre</strong> la cabeza de Antonio Perez.<br />

Pero los documentos que ahora han venido á poder de<br />

la Academia, los Registros de la ciudad de Zaragozay<br />

del reino de Aragon juntamente con los Procesos formados<br />

á consecuencia de los sucesos ocurridos en 1591,<br />

demostrarán cuando se publiquen que lo que se ha mirado<br />

como causa no ha sido más que el efecto , el desenlace<br />

natural de un plan muy hábilmente formado y seguidopara<br />

concluir con la libertad de Aragon, y que lejos<br />

de haberse perdido esta por la venganza que quiso<br />

tomar Felipe II de los que hablan apoyado á Antonio<br />

Perez, vino la fuga de este á favorecer los designios que


58<br />

de otro modo no hubiera podido el rey llevar á cabo.<br />

La antigua Constitucion de Aragon es bastante conocida<br />

, y algunos puntos cuestionables de ella han sida<br />

en estos últimos años discutidos con grande erudicion<br />

y por personas muy competentes. Sin que sea por consiguiente<br />

necesario hacer ni la más leve indicacion<br />

acerca de su espíritu ni de sus principales disposiciones,<br />

bastará recordar que el poder de las Córtes era tan grande<br />

, que un solo diputado que se opusiera en cualquiera<br />

de los cuatro Brazos en que se dividian , á lo propuesto<br />

ó pedido por el rey , bastaba para que se negase, y que,<br />

la libertad civil y la seguridad de los ciudadanos estaban<br />

tan protegidas por la autoridad del Justicia Mayor<br />

y por el remedio de la manifestacion , muy semejante<br />

y preferible al Habeas corpus de los ingleses,.<br />

que no se conoce pueblo ninguno antiguo ni moderna<br />

donde haya habido tantas y tan eficaces garantías de la<br />

libertad personal de los ciudadanos (3). Unido Aragon<br />

á Castilla , ó hablando más propiamente ( pues que de<br />

esta union para ambos tan conveniente ni uno ni otra<br />

reino se cuidaron ) , teniendo Aragon el mismo rey que<br />

Castilla , era imposible que allí reconociera este límites,<br />

tan estrechos cuando tan ámplia y absoluta se ostentaba<br />

aquí su autoridad.<br />

Si en tiempo de los Reyes Católicos no recibió la.<br />

Constitucion ataques tan graves y directos como era de<br />

temer de las tendencias de aquella época y del carácter<br />

de aquellos monarcas , debióse principalmente á la especie<br />

de antagonismo que entre ellos existia cuando se<br />

trataba de sus respectivos reinos. Se atribuye por ua


59<br />

<strong>historia</strong>dor muy respetable á la Reina Católica un dicho,<br />

que prueba cuánto era su empeño en acabar con<br />

los fueros de Aragon, cuando deseaba que aquel país se<br />

sublevase para tener un motivo á un pretesto de destruirlos<br />

(4). No participaba Fernando de estos deseos,.<br />

pero además de que siempre propendió á ensanchar los<br />

límites de su autoridad , quería con grande empeño , y<br />

consiguió por cierto tiempo anular el poder municipal<br />

de Zaragoza (que era en efecto exorbitante), nombrando<br />

él mismo los jurados de la ciudad. Y aunque no hubiera<br />

hecho contra los fueros más que establecer el tribunal<br />

de la Inquisicion , no habria podido dar golpe<br />

más terrible á la libertad de los ciudadanos, ni instrumento<br />

más á propósito al que Babia de concluir con todas<br />

las libertades de Aragon. Grande resistencia se<br />

opuso á su establecimiento, y aunque la muerte dada al<br />

primer inquisidor hizo de peor condicion la causa de<br />

los que, fundados en los fueros del reino, se oponian á<br />

la jurisdiccion que el nuevo tribunal quería arrogarse,<br />

no por eso dejaron las Córtes de limitarla cuanto fué<br />

posible.<br />

Siguió con varia suerte esta lucha entre la Inquisicion y<br />

las Córtes has ta la muerte del Rey Católico, y al principio<br />

del reinado de Carlos V continuaba con grande animacion,<br />

segun se deduce de un documento muy notable que<br />

en 16 de Junio de 1520 dirigió el reino al emperador.<br />

Parece que los inquisidores no cumplian lo capitulado<br />

en las Córtes de Monzon , y dicen los diputados :—«Que-<br />

I)si Y. M. en tanto que viene la bula de confirmacion<br />

»no manda escrebir á los inquisidores, y el cardenal da


60<br />

)Tortosa no les escribe otro tanto que guarden y oba)serven<br />

la capitulacion que por V. A. aquí fué jurada,<br />

»por ventura pararian las universidades en pagar lo que<br />

»queda por correr de las dichas sisas ( la contribuciou<br />

)votada por las mismas Córtes que hicieron la capitu-<br />

»lacion ) como si esta no se cumple ansí están delibe-<br />

»radas 5 lo que nos pesará mucho y no estará en nues-<br />

»tra mano poderlo evitar. »—No parece que se ofendió<br />

de esto el emperador ; antes por el contrario , escribió<br />

á los inquisidores como le decian los diputados , y en<br />

cuanto á la amenaza de no pagar las sisas (que eran las<br />

contribuciones de aquel tiempo), la da ya por cumplida,<br />

pues en la carta del emperador se leen las siguientes<br />

palabras :—«A cuya causa (la del no cumplimiento<br />

»de lo capitulado ) los pueblos diz que dejan de pagar<br />

»las sisas. »---Pronto, sin embargo, empezó á cansarse<br />

de las reclamaciones y de las embajadas de los diputados<br />

, pues les mandó que no le enviasen á nadie á informarle<br />

de lo que pasaba. A pesar de esto, y reconociendo<br />

que faltaban á lo que en sus cartas les decía,<br />

viendo los diputados asomar las pretensiones del poder<br />

militar que hasta entonces no se habia conocido en<br />

aquel reino , y aprovechando la ocasion de un mensajero<br />

que les envió el emperador pidiéndoles dinero , le<br />

enviaron otro reclamando enérgicamente contra tal<br />

desafuero, y haciéndole ver que la diputacion del reino<br />

no podia disponer de las generalidades 6 rentas de este<br />

, y que por consiguiente no le enviaban ninguna<br />

suma (5).<br />

En efecto , solo las Córtes , las Córtes reunidas con


61<br />

sus cuatro Brazos, podian votar el servicio á contribucion<br />

, y era muy duro para Cárlos V acomodarse á, su<br />

espíritu, y aceptar su intervencion cuando tan abiertamente<br />

dificultaban 6 impedian la realizacion de sus planes<br />

; y si se recuerda la extension de su imperio, la inmensidad<br />

de su poder, su carácter , su genio y las<br />

guerras en que estaba envuelto, admira verle, como se<br />

le vé en los registros de Aragon, dando cuenta prolija<br />

de sus operaciones á las Córtes (y citaremos únicamente<br />

como muy notables las reunidas en Monzon en 1542)<br />

con una prolijidad y deferencia, que, más que á los discursos<br />

de los monarcas constitucionales, semejan los<br />

suyos á los que bajo otra forma de gobierno y en otro<br />

continente se pronuncian. Despues de esto les aconsejaba<br />

la brevedad' en el votar los subsidios, alegando<br />

para ello las razones que así lo exigian, y concluyendo<br />

con los ruegos más encarecidos. Pero ni aquellas convencieron,<br />

ni movieron estos el ánimo de una asamblea<br />

que se proponía no apartarse un punto de la regla<br />

seguida constantemente por las Córtes de Aragon.<br />

En estas se votaba siempre <strong>sobre</strong> los Greujes 6 agravios<br />

cometidos en el intervalo de las sesiones, y se decidia<br />

lo que interesaba á la administracion y buen gobierno<br />

del reino antes que este concediese al rey ningun<br />

servicio. Repasando con la imaginacion el aspecto<br />

que á la sazon ofrecia la Europa , no se comprende<br />

cómo el emperador pocha estar encerrado en Monzon,<br />

pidiendo, y por muchos meses inútilmente (6), los auxilios<br />

que necesitaba con tal urgencia para atender á<br />

las guerras en que estaba empeñado.


62<br />

Lo que sí se comprende perfectamente es que, perdido<br />

el equilibrio de los poderes públicos, tanto influjo y<br />

tanto prestigio en el monarca, y tanta independencia<br />

como habia en las Córtes de Aragon , no podian durar<br />

mucho. Lo que tambien se vé claramente es el grande<br />

apoyo que estas encontraban en la opinion pública, en<br />

la cooperacion de todas las clases y en el amor de los<br />

aragoneses á sus fueros , cuando á tanto se atrevían y<br />

tanto se les consintió.<br />

No duró mucho tiempo el respeto y consideracion<br />

con que todavía se las miraba, porque en aquellas mismas<br />

Córtes juró el príncipe D. Felipe los fueros , y se<br />

le habilitó para continuarlas , y en su interior hubo<br />

tambien de jurar sin duda que habian de ser las últimas<br />

en que se dejara ver la digninad y la independencia<br />

que distinguió siempre á las Córtes de Aragon. Así,<br />

en las que en, nombre de su padre abrió en Monzon<br />

en 1547, no quiso consentir que se tratase de nada sin<br />

votar primero el servicio ordinario y extraordinario (7);<br />

les señaló al efecto un dia muy próximo para hacerlo,<br />

y despues de muy duras palabras como los aragoneses<br />

jamás habian oido de sus reyes, les amenazó con mudar<br />

y hacer lo que conviniese á la gobernacion de los<br />

reinos. No puede darse un anuncio más solemne y más<br />

resuelto del golpe de estado que contra Aragon meditaba<br />

el príncipe para cuando fuese rey , y las Córtes lo<br />

comprendieron perfectamente cuando en la respuesta<br />

que le dieron y que estuvo el príncipe aguardando en<br />

la sacristía, procuraron calmar la ira de este al tiempo<br />

que defendian su propia dignidad.


63<br />

Pero una vez lastimada, mal se defiende con palabras,<br />

y las asambleas que más lenta y trabajosamente<br />

han ido adquiriendo su prestigio y ensanchando su poder,<br />

lo pierden tan rápidamente cuando empiezan á cederlo,<br />

que en pocos años llegan á ser un vano simulacro<br />

y triste imitacion de las formas exteriores en que<br />

consistian. Así se explica cómo en las Córtes siguientes<br />

(8) se anticipan estas á ofrecer el servicio, aumentan<br />

su cantidad, y en vez del lenguaje digno siempre y<br />

algunas veces severo que era propio más que de ningunas<br />

otras Córtes de las de Aragon, emplean tan solo<br />

el de las alabanzas, rayando algunas veces en el de la<br />

más torpe lisonja. Quizá con palabras suaves y votando<br />

cuantiosos tributos pensarían tener más propicio á Felipe<br />

II, y esperarían que respetase, en lo que directamente<br />

no contrariase sus miras, los fueros del reino.<br />

¡Vana esperanza!<br />

En los últimos años que gobernó á Aragon como<br />

príncipe, y en los primeros de su reinado , fué dilatándose<br />

tanto su poder , fueron abusando de él sus oficiales<br />

reales, fueron atacando con tanta audacia y retirándose<br />

con tanta prudencia, cuando otra cosa no podian,<br />

que no quedó derecho que no se vulnerase, ni franquicia<br />

que no se intentara destruir ó menoscabar. Corno<br />

la libertad civil era la base de aquella Constitucion,<br />

como la seguridad de los ciudadanos es la primera y la<br />

más esencial garantía para el ejercicio de sus derechos<br />

políticos, contra ella se dirigian principalmente<br />

los ataques de los vireyes, á quienes sostenia con gran<br />

teson Felipe II, mientras que á los diputados aseguraba


64<br />

que les mandaria y les mandaba en efecto que observasen<br />

los fueros y respetasen la autoridad del Justicia..<br />

Aun conservaba gran prestigio y fuerza esta autoridad<br />

tan antigua como la monarquía, y tan respetada generalmente<br />

por los reyes como querida del pueblo , peroempleando<br />

su poder en contra del de los vireyes se exponia<br />

ya á terribles represalias, y los remedios legales<br />

iban así á degenerar en actos violentos. Se vé alguna.<br />

vez al Justicia, despues de apurar todos los medios pacíficos<br />

contra la prision de un ciudadano , decretada.<br />

indebidamente por el virey, ir á la cárcel acompañado,<br />

de sus lugar-tenientes (9), romper las puertas y ponerle<br />

en libertad, y el conde de Morata , que aunque<br />

virey era al fin aragonés, hubo de sufrirlo. Procuró<br />

por tanto la corte, y logró poco tiempo despues que<br />

por una vez, y sin perjuicio del derecho que creia tener<br />

el reino para resistirlo, se nombrase virey extranjero.<br />

Fué elegido el conde de Melito , y Felipe, entonces<br />

ausente en Inglaterra, no pudo encomendar á mejores<br />

manos las violencias con que era preciso combatir<br />

la autoridad del Justicia, y anular de hecho el gran<br />

remedio de la manifestacion. Penetra el virey una noche<br />

en la cárcel (10), se apodera de la persona de un<br />

manifestado, le dá garrote en el acto, y para que no se<br />

crea que ha huido de la luz del dia por ocultar su<br />

atentado, deja el cadáver en medio de la calle, para<br />

terror, sin duda, como fué ciertamente para escándalo<br />

é indignacion de toda la ciudad. Ni de los registros de<br />

esta ni de los del reino , resulta con bastante claridad<br />

cómo pudo el virey evitar las cosecuencias legales de


65<br />

tan grave atentado; consta al menos que sus cómplices<br />

frieron prontamente sentenciados á muerte (11). Justicia<br />

incompleta sin duda , pero que no dejaria de ser<br />

saludable si habia en aquellos tiempos quien creyese<br />

que los crímenes pierden su carácter y dejan de serlo<br />

cuando los dispone una autoridad.<br />

Viendo que la de los vireyes no podía contar más<br />

que con su propia fuerza, ni hacerse prosélitos, ni extraviar<br />

la opinion de los ciudadanos, que se apegarian<br />

á sus fueros con tanto mayor empeño cuanto mayores<br />

fuesen los ataques que se les dieran, echóse entonces<br />

mano de un ardid, que es desgracia de los pueblos libres,<br />

que casi siempre produce su efecto como si nunca<br />

hubiera sido conocido. Suelen los más hábiles enemigos<br />

de la libertad no atacarla de frente, sino exagerarla,<br />

para que se haga odiosa, ó para que produzca<br />

cuando menos la discordia entre sus más prudentes y<br />

sus más ciegos defensores. Esto es precisamente lo que<br />

hizo Felipe II fomentando y protegiendo todos los excesos<br />

á que de buena fé sin duda se entregaban los Jurados<br />

de Zaragoza, olvidando que la libertad que invocaban<br />

y que deseaban defender, consiste en el respeto á<br />

los derechos de los demás y en la observancia de las leyes.<br />

Tenía esta ciudad un singular privilegio llamado de<br />

los Veinte, porque lo que veinte ciudadanos designados<br />

al efecto declarasen que era en daño de ella, así se habia<br />

de considerar, y había de repararse por los medios<br />

más eficaces, y si fuese necesario por los más violentos.<br />

Este poder era tan monstruoso, que apenas puede esplicarse<br />

por los tiempos en que se concedió , por el<br />

5


66<br />

motivo de la concesion, que fué facilitar la repoblacion<br />

de Zaragoza, ni por el objeto á que se dirigia, que no<br />

se extendia naturalmente más que á las cuestiones que<br />

los pueblos inmediatos ó algunos particulares pudieran<br />

promover contra las propiedades, intereses ó aprovechamientos<br />

de aquella ciudad. Tan absurdo privilegio<br />

era muy ocasionado á grandes excesos, y algunos se<br />

cometieron de tiempo en tiempo. Pero en este de que<br />

vamos hablando, cuando tan hábilmente se preparaba<br />

la destruccion de los fueros, los abusos se convirtieron<br />

en sistema, y el tribunal de los Veinte en el más odioso<br />

y arbitrario de los tribunales políticos. Prendian sin<br />

causa justificada, condenaban sin defensa y sin observar<br />

ni aun las formas exteriores de un juicio; y sin más<br />

guia que su saña, ó la designacion de los oficiales reales,<br />

de quienes eran (Foil instrumento, desterraban y<br />

quitaban la vida á los ciudadanos sin permitirles ningun<br />

recurso legal. Acudian los que podian al de la manifestacion,<br />

remedio supremo que debia librarlos de la<br />

tiranía popular, como habia salvado á tantos de la arbitrariedad<br />

de los vireyes; pero el que sostenía á estos<br />

y los censuraba sin embargo algunas veces para mostrar<br />

así cierto respeto á la autoridad del Justicia, so<br />

declaraba francamente contra este cuando se trataba<br />

de defender á los Veinte. Son innumerables las cartas<br />

que Felipe II escribió para que á todos los que estos<br />

persiguieran se les negase la manifestacion, y <strong>sobre</strong> un<br />

solo caso muy notable, el de iVlarton, escribió dos en<br />

tres dias al Justicia, y otra á un Lugar-teniente del<br />

mismo (12).


61<br />

Era Marton un jóven hidalgo muy señalado por -su<br />

‹valor, que habia acreditado grandemente tomando á<br />

su cargo la defensa de los montañeses contra los moriscos.<br />

Esta circunstancia debla en aquellos tiempos<br />

haberle servido de recomendacion, y así habría sido<br />

indudablemente si algunos de los moriscos contra quienes<br />

combatía no hubieran sido vasallos de cierto personaje<br />

que á la sazon alcanzaba en la corte gran favor.<br />

Pero sea que por esta causa mostrase el rey mucho interés<br />

y aun tenaz empeño en que se quitase la vida á<br />

aquel desgraciado júven, ó lo que es más probable,<br />

que quisiera con tan insigne atentado echar por tierra<br />

el baluarte de la libertad civil de los aragoneses , que<br />

principalmente consistia en el amparo de la manifestacion<br />

, es lo cierto que aunque logró con sus promesas<br />

(que en su lila cumplió muy liberalmente ) ganarse al<br />

lugar-teniente del Justicia , no logró vencer la integridad<br />

de este ni de los demás consultores de su córte ó<br />

tribunal. Falló este en favor de Marton que continuó<br />

así al abrigo de todo atentado en la cárcel de la Manifestacion<br />

, ó corno en aquel tiempo solían llamarla con<br />

gran propiedad , aunque con aparente implicacion en<br />

los términos, la Cárcel de la Libertad. Entonces fué sin<br />

duda cuando hubo de recurrir el rey á las cartas de<br />

que nos habla Argensola, escribiendo dos á las Veinte,<br />

una por medio del arzobispo , mandándoles que no matasen<br />

al preso, si renunciaba á su manifestacion, y otra<br />

directamente y con la misma fecha, para que le diesen<br />

garrote tan pronto como se apoderasen de su persona.<br />

Creyendo el desgraciado Marton con fé ciega en la pa--


68<br />

labra real , y prestando dócil oido á las del respetable<br />

prelado , se entregó á los Veinte , que sin esperar á<br />

otro dia pusieron fin á los suyos á altas horas de la<br />

noche y en apartado lugar , sin más ruido ni compañía<br />

que la del Ebro que lo baña.<br />

La sorpresa que al siguiente produjo en Zaragoza,<br />

la indignacion que causó en todas las clases , habria<br />

bastado en otras circunstancias para poner fin á tan<br />

odiosa tiranía. Pero la ciudad estaba minada. Hacía algun<br />

tiempo que un enviado del rey, el marqués de Almenara<br />

, mientras que reconociendo en el Justicia la<br />

autoridad para fallar entre el reino y el rey <strong>sobre</strong> el derecho<br />

que este pretendía tener de nombrar virey extranjero<br />

, litigaba ostensiblemente como apoderado,<br />

trabajaba en secreto como agente y no perdonaba medio<br />

para ganarse voluntades. Daba á unos , ofrecia á<br />

otros , negociaba con muchos, y con todos procuraba<br />

ablandar el duro carácter de aquel pueblo, y en una palabra,<br />

corromperlo. No logró tanto el marqués , antes<br />

bien recibía muchas demostraciones de general a yersion,<br />

pero era muy poderosa la causa que servia para<br />

que no sedujera á tantos como por su posicion y carrera<br />

podían aspirar, y en efecto aspiraban, á obtener los<br />

favores de la córte.<br />

Mientras esto pasaba en la capital, se hacian grandes<br />

esfuerzos en el resto del país para relajar los vínculos<br />

que con ella la unjan, y promover y sostener graves<br />

escisiones en los pueblos y distritos más importantes.<br />

llahia muchos que pertenecian á señorío, y la condicion<br />

de Jos vasallos en Aragon era incomparablemente más,


69<br />

.dura que lo fué nunca en Castilla, pues pretendian los<br />

señores, y de hecho ejercian el poder de bien y maltr<br />

a tarl o s , cuya facultad, que con razon llamaban la absoluta,<br />

comprendía el derecho de quitarles la vida sin<br />

trámites de justicia ni recurso legal de ninguna especie.<br />

En quien aceptó como medio legítimo para sus<br />

planes el favorecer un privilegio anárquico y monstruoso<br />

como el de los Veinte de Zaragoza, no tiene nada de<br />

extraño que protegiese con el mismo objeto las sediciones<br />

de los pueblos contra los señores. Las que el rey<br />

fomentó contra varios de estos, y particularmente contra<br />

el duque de Villahermosa en su condado de Rivagorza,<br />

fueron gravísimas y sangrientas, y no hay asesinatos<br />

, violaciones , crímenes ni excesos que allí no se<br />

cometieran por los protegidos del rey y de sus ministros,<br />

mientras que para perseguir al duque se tomaba<br />

pretesto del uso que hacía de la absoluta, y se discutian<br />

por el consejo de Aragon y por el monarca los medios<br />

más indignos para apoderarse de su persona (13). Nohabiendolo<br />

logrado , y contando el duque con el apoyo de<br />

la Justicia y con gran número de partidarios, con cuyo<br />

auxilio pudo sofocar la rebelion , se apeló á otro medio<br />

para cohonestar y prolongar el secuestro de sus estados,<br />

y se le exigió , ó lo que es lo mismo , se le propuso por<br />

el rey que los permutase por unas encomiendas en el<br />

reino de Valencia , y es curioso ver en las muchas y<br />

prolijas instrucciones y resoluciones autógrafas el empeño<br />

y la asiduidad con que Felipe II se ocupaba en<br />

este asunto, como si no tuviera ningun otro en tan vasta<br />

monarquía que mereciera más su atencion (14). Ver-


70<br />

dad es que le ayudaba á ello su favorito el conde de,<br />

Chinchon , primo-hermano del marqués de Almenara,<br />

grande enemigo del duque , adversario el mas encarnizado<br />

de la causa popular de Aragon (15), y encargado<br />

de llevar adelante los planes que contra ella se formaban.<br />

Favorecia el rey del mismo modo á todos los pueblos,<br />

que se insurreccionaban contra sus señores , y aunque.<br />

mataron al suyo los de Ariza, no por eso les negó su ,<br />

encubierta pero eficaz proteccion , ni aun su apoyo en<br />

los tribunales, en los que ocurrieron <strong>sobre</strong> estas cuestiones<br />

grandes alborotos y escándalos, que un dia obligaron<br />

al Justicia á entrar con espada en mano.<br />

Así aquella antigua máquina del gobierno de Aragon,<br />

que por tantos siglos habia funcionado con la mayor regularidad,<br />

se detenía á cada paso ó marchaba con violencia<br />

, segun los obstáculos que la ponia ó el empuje<br />

que la daba una mano muy diestra y poderosa, y aumen<br />

taban el disgusto y general inquietud las turbulencias de<br />

las importantes comunidades de Teruel y Albarracin ,<br />

quienes el rey pretendia privar de los fueros de Aragon,<br />

los sangrientos encuentros entre los moriscos y montañeses,<br />

y <strong>sobre</strong> todo el gran número de malhechores que<br />

infestaban los caminos públicos y muchas veces penetraban<br />

en los pueblos más pacíficos ó desprevenidos.<br />

No pueden estas rápidas indicaciones dar una idea<br />

del estado en que presentan á Aragon los documentos<br />

originales de aquella época ; pero cuando se publiquen<br />

ó se examinen detenidamente , no ,dejarán á nadie ni la<br />

más remota dúda de que habian llegado á su madurez,


71<br />

los planes tan de antemano preparados, y que no siendo<br />

posible que se prolongase aquel estado de agitacion en<br />

el pueblo , y de anarquía en el poder , iba á sonar la<br />

hora suprema que habia de decidir de la suerte y del<br />

porvenir de aquel reino.<br />

No entraba en las miras de Felipe II el atacarlo de<br />

frente ; porque esto hubiera sido perder en gran parte<br />

el fruto de tantos años tan hábilmente empleados en ir<br />

desmoronando el edificio de sus antiguas libertades , ni<br />

se lo permitian tampoco las guerras y las atenciones á<br />

que tenía que destinar sus tropas y sus recursos. Todo<br />

lo necesitaba para sojuzgar los Paises-Bajos que su <strong>política</strong><br />

habia sublevado, y además de la guerra que sostenia<br />

con el turco , tenía que atender á las incursiones<br />

que en Portugal hacía el pretendiente , y á los ataques<br />

de los ingleses en las costas de América , y aun en las<br />

de España.<br />

Necesitaba por consiguiente un pretesto , y era llegado<br />

el momento de buscarlo 6 de aprovechar el primero<br />

que se presentase , cuando la fortuna le deparó el<br />

del motin en que el pueblo de Zaragaza , bien apeno de<br />

que así comprometia grandemente la libertad que con<br />

entusiasmo invocaba, salvó de la Inquisicion á Antonio<br />

Perez , y fué causa de la muerte del marqués de Almenara.<br />

Uno y otro hecho exigian que el rey tratára sériamente<br />

de volver por la ley y de restablecer la calma en<br />

la ciudad, y si estos hubieran sido sus deseos, poderosos<br />

auxiliares habria encontrado en todas las autoridades<br />

populares que fueron atropelladas por los amotina-


72<br />

dos , y en la nobleza que se ofreció y que tuvo mucho<br />

tiempo reunidas y prontas las fuerzas que se consideraron<br />

al efecto necesarias. Los documentos en que esto<br />

se acredita eran ya conocidos ; pero no lo han sido hasta<br />

ahora los que encierran la <strong>historia</strong> secreta de aquellos<br />

gravísimos y singulares sucesos , y los que demuestran<br />

el interés que el rey tenía en que se organizase<br />

cierto aparato de rebelion que habia de ser para la resistencia<br />

nulo , para el castigo y la venganza natural y<br />

aun legítimo pretesto.<br />

Sin estos antecedentes y llegado el caso, porque se<br />

quiso que llegara, en_ que se declarase solemnemente<br />

que Aragon debia resistir al ejército real , intimada en<br />

toda forma esta resolucion al general D. Alonso de Vargas<br />

, conminándole con la pena en que iba á incurrir,<br />

comunicadas las órdenes pidiendo sus respectivos contingentes<br />

á todas las universidades del reino , armado el<br />

pueblo de Zaragoza, nombrados los gefes que habian de<br />

mandar las armas, y puesto el Justicia Mayor á la cabeza<br />

del ejército de Aragon , nadie acierta á comprender<br />

cómo pudo el del rey penetrar sin obstáculo alguno en<br />

Zaragoza, y cómo aquel aparato de guerra pudo disiparse<br />

en un momento. ¿Más qué mucho que así sucediera<br />

si pocos ó ninguno de los que por sus cargos públicos<br />

, por su deber ó por su posicion habian de dirigir<br />

al pueblo , servian lealmente la causa de este? Ahí están<br />

los documentos que demuestran el miedo de unos, la<br />

doblez y cautela de otros, la indecision y los errados cálculos<br />

de los más poderosos, la desconfianza de todos, y<br />

en alguno de los que ocupaban los puestos más precia-


73<br />

dos y honoríficos , la traicion , la más villana traicion<br />

que un hombre público puede cometer.<br />

Si los jurados arman al pueblo, lo hacen de acuerdo<br />

con el virey que les dá para su dia un salvo-conducto<br />

(16). Si escriben á los Consellers de Barcelona y les<br />

mandan una embajada pidendo auxilio conforme á la<br />

antigua y buena hermandad y correspondencia entre<br />

las dos ciudades, en el mismo dia otorgan una protesta<br />

solemne de que lo hacen por temor al pueblo (17); si en<br />

la diputacion del reino se trató, como era de su deber,<br />

de la salvacion de los fueros, de la defensa del territorio,<br />

de la organizacion del ejército, allí está un indigno<br />

diputado (18) que dá parte por escrito á la Inquisicion,<br />

por días y aun por horas muchas veces, de lo que se<br />

propone, de lo que se habla, y de todas las disposiciones<br />

que se toman, y el Justicia , el mismo Justicia al<br />

cumplir con su deber cediendo al requerimiento que le<br />

han hecho los diputados para que convoque la gente<br />

del reino, desconoce su dignidad hasta tal punto , que<br />

dá de ello parte al rey (19) para disculparse y mostrar<br />

su sentimiento porque los fueros que tiene jurados le<br />

pongan en tal precision. El virey luego al noticiar la<br />

fuga del Justicia y del diputado que le acompañaba, viene<br />

á confirmar aquella carta, y aun vá más allá, pues<br />

asegura que solo salieron de Zaragoza por miedo á, los<br />

que llamaban traidores y los quedar' matar (20). Y así<br />

era la verdad. El pueblo no tenía confianza en los que<br />

mandaban, ni tuvo resolucion bastante para dar el mando<br />

á los que lo merecieran. Desoyó en los primeros días<br />

los consejos de los más prudentes patricios que preveian


y tercian las consecuencias de tanta agitacion , y solía<br />

dejarse dirigir por los que carecian de la capacidad<br />

necesaria , ó por los que proponian siempre las medidas<br />

más violentas, para mejorar así la causa del Rey á<br />

quien servian como miserables asalariados espías (21).<br />

Las ciudades, los pueblos todos de Aragon eran tan<br />

afectos á los fueros, que si hubieran comprendido que<br />

peligraba su conservacion, á pesar de todo lo que tan<br />

hábilmente se habia hecho para enemistarlos con Zaragoza<br />

, nada hubiera bastado para re traerles de su defensa.<br />

Pero las cartas del rey asegurándoles la conservacion<br />

de los fueros eran tan esplícitas, tan solemnes y<br />

tan eficaces, qué no les quedó duda alguna de la sinceridad<br />

de tan formales protestas. Repe Líalas D. Alonso<br />

de Vargas, y tal confianza inspiraban á los leales y sencillos<br />

aragoneses, que aunque algunas ciudades empezaron<br />

los aprestos de guerra, los suspendian al instante<br />

y felicitaban á la diputacion del reino de que no hubie<br />

ra sido necesario emplearlos (22).<br />

Los que debieron haber visto claro, los que conocian<br />

bien al rey , los que tenían medios para estar bien informados<br />

de todo lo que pasaba, eran los nobles. Constituian<br />

estos en Aragon uno de los cuatro Brazos, y era<br />

el suyo tan poderoso por sí solo y por la influencia que<br />

ejercía en los demás, que bien puede asegurarse que<br />

con ser tan pocos los que lo componian, podrian haber<br />

sido todavía, como lo fueron en otras ocasiones, el obstáculo<br />

mayor contra los planes ambiciosos de la Corte.<br />

Repasando la <strong>historia</strong> de aquella antigua nobleza, y los<br />

servicios que prestó á la causa del gobierno representa-


75<br />

tivo, se recuerda involuntariamente la de la aristocracia<br />

inglesa , y por cierto que en uno y otro país se observa<br />

un fenómeno muy contrario al gran principio de<br />

igualdad. Este principio, que no es solo político sino<br />

cristiano, y que es al mismo tiempo el más noble instinto<br />

de la especie humana, llegará un dia con los progresos<br />

de la razon pública á proporcionar á los hombres el<br />

mayor bien que pueden tener <strong>sobre</strong> la tierra, la libertad,<br />

la libertad para todos, sin que ni el nacimiento, ni la riqueza<br />

, ni las distinciones sociales puedan es ablecer<br />

entre ellos ninguna diferencia <strong>política</strong>; pero si con grande<br />

amor á la dignidad del hombre, y con mucha fé en<br />

las tendencias de este siglo, nos es permitido creer que<br />

este será el porvenir de todas las naciones civilivadas,.<br />

cuando consultamos lo pasado, nos es preciso confesar<br />

que ofrece resultados muy diversos. La <strong>historia</strong> de las<br />

repúblicas antiguas y la de las primeras monarquías<br />

constitucionales , nos enseña que la libertad ha nacido<br />

generalmente, y <strong>sobre</strong> todo, que se ha desarrollado mejor<br />

y que se ha conservado más tiempo en los pueblos<br />

que reconocian ciertas dif:rencias en las diversas clases<br />

que los componian, así como nacen, medran y prosperan<br />

algunos árboles frondosos y de larga vida mejor<br />

que en los llanos, en los terrenos desiguales y montuosos.<br />

Pero aquella antigua y respetable nobleza aragonesa.<br />

habia olvidado sus gloriosas tradiciones, y por lograr<br />

nuevos títulos, que solo por ser nuevos les parecian más,<br />

brillantes, ó por ventajas más positivas, se iban acercando<br />

al poder casi todos los nobles , ó vivian retira-


76<br />

dos en sus estados. Dos solos, el conde de Aranda y el<br />

duque de Villahermosa se mantenian fieles á las costumbres<br />

de sus antepasados, y daban algunas muestras<br />

de querer participar de la vida pública. Esto y el édio<br />

con que los miraban en la córte, aunque por causas y<br />

rivalidades agenas á la <strong>política</strong>, los hacía, y particularmente<br />

al de Aranda, muy populares. Si desde el principio<br />

de los movimientos de Zaragoza hubieran abraza-.<br />

do de buena fé la causa de Aragon, otra hubiera sido<br />

la direccion y otro el término que tuvieran; pero quisieron<br />

ganar el favor de la c(5rte y no malquistarse con<br />

el pueblo, pensando sin duda de este modo esperar en<br />

buena posicion el éxito incierto de tan graves acontecimientos.<br />

Con tales elementos dentro de Zaragoza, con tal disposicion<br />

en las demás ciudades, y con tal indecision en<br />

el conde y en el duque , resultó que estos huyendo<br />

de uno y otro campo , se retiraron á Epila , que la<br />

tropa concejil y desordernada que salió de la capital<br />

y se vió abandonada de sus jefes, se dispersó sin ver<br />

al enemigo, y que las ciudades confiadas muy crédulamente<br />

en las promesas del rey, le enviaron en embajada<br />

á sus síndicos con encargo de proponer los medios<br />

más suaves y pacíficos que se les alcanzaban para calmar<br />

aquella agitacion cuya trascendencia estaban muy<br />

lejos de comprender. Cuando llegaron los síndicos á la<br />

córte empezaron á ver más claro , y conocieron que el<br />

peligro del momento consistia en la proximidad de la<br />

entrada del ejército en Aragon ; y aunque expusieron<br />

brevemente lo que las universidades le hablan encarga-


77<br />

do, lo que pidieron con humildad, y como ellos decian,<br />

con lágrimas de sangre, era que no penetrasen las tropas<br />

en aquel fidelísimo reino. Parece que el monarca<br />

los oyó con gran ternura, y aun que se le arrasaron<br />

los ojos. Respondióle por escrito en carta autógrafa dirigida<br />

el mismo dia al vice-canciller de Aragon.. La exposicion<br />

y la respuesta se publicaron algunos años despues<br />

en una obra que fué inmediatamente prohibida<br />

(23); pero lo que no se publicó ni hasta ahora parece<br />

que haya sido conocido, fué el final de aquella singular<br />

carta que respirando aparente satisfaccion al ver<br />

la fidelidad de los aragoneses y amor hacia ellos y á sus<br />

fueros, concluye con una amarga ironía que no podian<br />

comprender entonces ni sospechar siquiera los honrados<br />

representantes de las ciudades de Aragon. « En lo,<br />

demás que me pidieron (lo de que no entrase el ejército<br />

en Aragon) encarga al vice-canciller que le diga:<br />

«Que CON MUCHA. BREVEDAD les dareis respuesta de<br />

»mi parte.» Escribia esto (24) en 11 de noviembre, y<br />

el 12 debia entrar y entró en efecto el ejército en Zaragoza.<br />

La <strong>historia</strong> recogerá este rasgo del carácter de<br />

Felipe II , que no siendo nuestro objeto más que indicar<br />

donde se hallan inéditos y generalmente ignorados<br />

los documentos que explican los más importantes sucesos<br />

de aquella época, no completaríamos este ligerísimo<br />

trabajo si no señalásemos algunos que ilustran grandemente<br />

los que ocurrieron despues de la entrada del<br />

ejército.<br />

Sabido es que su general pasó en aparente inaccion<br />

los primeros dias , y que , lejos de perseguir á los que


78<br />

habiendo tenido una parte más ó menos activa en las<br />

-turbulencias de Zaragoza, procuraba atraer á, la ciudad<br />

á los que por sus empleos ó posicion habian ocupado en<br />

aquel tiempo el primer lugar. En Epila se hallaban reunidos<br />

los más importantes , el Justicia , el diputado<br />

Luna, el conde de Aranda y el duque de Villahermosa,<br />

y allí es donde procuraba inspirar mayor confianza,<br />

adonde enviaba sus emisarios, y donde empleaba todos<br />

sus recursos y hasta el influjo que le dieran sus rela-<br />

-ciones particulares. Acaso no existen ya las cartas más<br />

interesantes , y por decirlo así , más intimas , de Don<br />

Alonso de Vargas, pero por algunas de las contestaciones<br />

que se han encontrado se puede colegir su contenido.<br />

No verian en ellas mucha sinceridad el Justicia y<br />

el diputado, cuando le contestaban (25) que las leyes<br />

-del reino que les obligaron á salir de la ciudad, les impedian<br />

el volver á ella por entonces. Persistió en tan<br />

prudente determinacion el diputado Luna , hombre de<br />

edad y mucha experiencia, y con ánimo de pasar á<br />

Francia se fugó hacia Navarra. Pero no hay prudencia<br />

ni cautela que basten á librar un propúsito de la trai-<br />

-cion, planta venenosa que nace siempre donde menos<br />

puede sospecharse. Así fué que un clérigo de Sangüesa<br />

á quien se entregó confiadamente , por haber sido<br />

criado de su casa y muy favorecido por él en otro tiempo,<br />

le vendió villanamente por la suma de quinientos<br />

ducados. El Justicia, con la confianza que su carta demuestra<br />

en la legalidad de su proceder, ó con la que<br />

'era tan propia de su edad, que no pasaba de los veinte<br />

y siete, cedió al fin y volvió á Zaragoza, y aun al ejer-


cicio de su elevado cargo, como si nada hubiera suce-<br />

, dido que pudiera impedirle su libre desempeño. Con<br />

más facilidad y no menos confianza volvieron el duque<br />

de Villahermosa y el conde de Aranda. Aquel porque<br />

11<br />

así se lo aconsejaba su hermano, enviado al efecto por<br />

D. Alonso de Vargas, y el conde porque este ,general<br />

habia sido grande amigo del padre de la condesa , y<br />

supo obligar á esta á que se desprendiese de su querido<br />

esposo. No puede leerse sin lástima la tiernísima carta<br />

(26) que al darle licencia para volver á Zaragoza escribe<br />

á Vargas esta señora, encareciéndole el sacrificio<br />

que en esto hace, y rogándole , y aun como á una<br />

dama es permitido , exigiéndole que no lo detenga allí<br />

muchos Bias. ¡Quién la habia de decir á la infeliz condesa<br />

que el marido que arrancaban de sus buzos invocando<br />

respetos tan sagrados , habia de ser traidoramente<br />

preso para ser conducido fuera de Aragon, y de<br />

fortaleza en fortaleza, hasta que en en una de ellas hallara<br />

al poco tiempo temprana y sospechosa muerte.<br />

Los que con el debido conocimiento de la época de que<br />

se trata, examinen los documentos en que se fundan<br />

estas sospechas, podrán decidir si se necesitan más datos<br />

para formar la conviccion <strong>moral</strong> <strong>sobre</strong> el género de<br />

muerte que tuvo el conde de Aranda. Quizá algun dia<br />

se encuentren los pormenores auténticos de su suplicio,<br />

como se encontraron y se publicaron últimamente<br />

los del garrote dado al desgraciado baron de Montigni<br />

(27) con quien tantos puntos de analogía tenía el<br />

conde. ¡Qué desesperada sería su agonía y cuán amargo<br />

su tardío arrepentimiento , por no haber abrazado<br />

ciy<br />

79


80<br />

resueltamente el partido que creyeron mejor y más justo!<br />

En aquellos momentos tan supremos hallan los hombres<br />

un gran consuelo cuando tienen la conciencia de<br />

haber cumplido con su deber, y han aspirado á la glodia<br />

de señalarse en la defensa de su patria; pero cuanro<br />

los nobles se separan de esta causa por espíritu de<br />

clase ó por contemplaciones y falsos cálculos , amargos<br />

desengaños se preparan. Díganlo los de Castilla que<br />

combatieron contra la causa popular de los Comuneros,<br />

y poco despues el 2 de febrero de 1539, fueron<br />

echados de las córtes de Toledo por el mismo emperador<br />

Cárlos V, á quien con excesiva lealtad habian servido.<br />

Pronto olvidaron aquella leccion los nobles aragoneses,<br />

que si no combatieron, no quisieron tampoco<br />

defender la libertad, á pesar de eso hallaron como el<br />

conde de Aranda en la soledad de . apartados castillos y<br />

entre las sombras de la noche el término misterioso de<br />

su vida. La del duque de Villahermosa no duró mucho<br />

más, y las circunstancias de uno y otro fueron poco á<br />

poco asemejándose tanto, que no es probable que fuese<br />

muy diferente su muerte.<br />

En la del Justicia no quiso el rey que quedase duda<br />

de ninguna especie , y como habla llegado el momento<br />

de acabar con la libertad de Aragon , escogió esta<br />

víctima ilustre que era su gran personificacion y vivo<br />

emblema. Hizo más ; quiso que por primera vez se dejase<br />

ver al descubierto su carácter , y haciendo alarde<br />

de su perjurio como rey de Aragon , y de su poder sin<br />

límites como monarca absoluto de muchos Estados, escribió<br />

á Vargas aquella lacónica y célebre carta en que


81<br />

le mandaba prender al Justicia y cortarle la cabeza, de<br />

modo que supiera (el rey) á un tiempo mismo su prision<br />

y su muerte.<br />

Fué al menos breve , y la dignidad y la entereza que<br />

mostró en sus últimos momentol el noble magistrado,<br />

realzaron el prestigio de aquella singular y grandiosa<br />

institucion que habia defendido y conservado la libertad<br />

de los aragoneses por espacio de tantos siglos , y<br />

que en un instante y de un solo golpe echó abajo el<br />

hacha del verdugo. Tal fué el trágico desenlance de una<br />

vasta conspiracion , tal el término digno de aquella revolucion,<br />

que no puede darse otro nombre á la destruccion<br />

violenta de las antiguas leyes fundamentales de un<br />

país, sea cual fuere el pretesto ó el motivo con que pretenda<br />

escusarse.<br />

Pero si la revolucion habia concluido , la crueldad,<br />

que se asocia á todas las reacciones , y con más aficion<br />

y constancia al partido y á las ideas que entonces prevalecieron<br />

, no estaba aún satisfecha. Así se vió por<br />

mucho tiempo continuar como á, porfia ensangrentando<br />

las plazas de Zaragoza , á los inquisidores que conocieron<br />

de aquellos sucesos meramente políticos, y á los<br />

jueces nombrados al efecto por el rey , hasta que despues<br />

de haber ahorcado á muchos ciudadanos más ó<br />

ménos notables , ahorcaron por último al verdugo. La<br />

lectura de aquellos procesos causa grima en vez de<br />

aquellos delicados goces que se experimenta al encontrar<br />

otros documentos históricos. Cuando en estas curiosas<br />

investigaciones se halla alguno que descubre hechos<br />

desconocidos , que explica algunos incomprensi-<br />

6


82<br />

bles , que disipa dudas á refuta errores generalmente<br />

admitidos , se siente aquel deleite puro y sublime que<br />

produce siempre el descubrimiento de la verdad en los<br />

que de buena fé la buscan. Pero la <strong>historia</strong> secreta de<br />

las proscripciones <strong>política</strong>s , el infernal espíritu de mal<br />

disimulada venganza en los vencedores, el abandono,<br />

los padecimientos y la angustia de los vencidos , no<br />

pueden leerse sino con el corazon comprimido, ó con un<br />

sentimiento de noble indignacion. Apenas hubo un preso<br />

á quien no se diese tormento, y no como un medio<br />

de prueba , que ni los fueros ni la costumbre admitian<br />

en Aragon, ni era de ningun modo necesario cuando<br />

confesaban tan espontáneamente los hechos que les imputaban.<br />

Citaremos uno solo.<br />

D. Diego de Heredia, por ejemplo, habia confesado<br />

noblemente toda la parte que tuvo en los acontecimientos<br />

de Zaragoza, habia declarado que nada se hacia sin<br />

su consentimiento , que era cabeza de aquellas turbulencias,<br />

que aceptaba toda su responsabilidad, sin buscar<br />

ni admitir ninguna esculpacion para sus hechos.<br />

Su comportamiento habia sido digno de la causa que<br />

defendía, y no solo no se habia mostrado perseguidor,<br />

sino que habia salvado la vida de sus enemigos los infieles<br />

jurados de Zaragoza. Ellos lo escribian al rey<br />

cuando aun duraba el peligro (28), y lo olvidaron cuando<br />

su generoso salvador estaba al pié del patíbulo; pero<br />

Heredia, sea que conociera que estos favores se pagan<br />

siempre á los hombres populares con la mas negra ingratitud,<br />

ó que le pareciera indigno de su carácter el<br />

recordar en aquella situacion sus buenas acciones pa-


83<br />

':radas, nada dijo que pudiera detenerla venganzade sus<br />

enemigos . Pues ni esta noble conducta, ni lo esclarecido<br />

de su linaje, cosa que entonces tanto se respetaba, ni su<br />

ancianidad, que rayaba en la decrepitud , pudieron librarle<br />

de la pena del tormento , antes se lo dieron tan<br />

cruel y prolongado, que admira cómo pudo resistirlo.<br />

Al leer aquella horrible narracion de todos los pormenores<br />

del tormento (29), al considerar que los sentidos<br />

ayes que el dolor le arrancaba, no salieron de las bóvedas<br />

de su calabozo, ni su causa despues del archivo<br />

de un monasterio, donde nada indica que haya sido por<br />

nadie examinada, se cree uno trasportado al sitio del<br />

tormento, para tener el triste privilegio de oir, entre<br />

un verdugo indiferente y un juez inhumano, los lamentos<br />

de la víctima, que para siempre creyó ahogar la tiranía<br />

de aquel tiempo. Pero aunque mis palabras se<br />

olviden, como deben olvidarse el dia mismo en que se<br />

pronuncian, no sucederá lo mismo con aquellos desesperados<br />

quejidos y lamentos, que resonando hoy por la<br />

primera vez y en este sitio, es seguro que han de hallar<br />

eco en la posteridad, y grande compasion en todos<br />

los nobles corazones.<br />

Este triste documento, y los más graves y trascendentales,<br />

que muy rápidamente quedan indicados, convencerán<br />

á la Academia de la sagrada obligacion en<br />

que está -de hacer que sean prontamente conocidos. Y<br />

si alguna consideracion pudiera realzar la importancia<br />

y hacer más evidente la necesidad de esta publicacion,<br />

bastaria detenerse á pensar un momento en la época á<br />

nue se refieren, en lo imposible que era entonces escri-


84<br />

lir nada de lo que revelan estos documentos, y en los<br />

medios extraordinarios que se emplearon para que no,<br />

fuese conocida la verdad.<br />

¿Ni quién la habia de decir tampoco?<br />

Gerónimo Zurita, el primero de los cronistas aragonoses,<br />

ni alcanzó el desenlace de aquellos sucesos, ni.<br />

aunque los hubiera presenciado los habría juzgado con,<br />

la imparcialidad que los de la <strong>historia</strong> antigua, porque,<br />

en los mismos documentos vemos que era un confidente<br />

de Felipe II, que le denunciaba (30), lo que en Zaragoza<br />

se hacia para la defensa de los fueros, y tan gran<br />

partidario era de la Inquisicion, que se quejaba de que<br />

en Roma no acababan de entender cuánto importaba,<br />

ensanchar su jurisdiccion. Así, no es extraño que sus<br />

paisanos, que estimaban justamente sus obras, mirasen<br />

su persona con grande aversion, como él mismo reconoce,<br />

convirtiendo indignamente en un título de favor<br />

para la corte lo mal visto que era en Aragon (31).<br />

Lupercio Leonardo de Argensola, que fué negociador<br />

oficioso y desgraciado entre la corte y la nobleza<br />

aragonesa, trabajó más por la causa de aquella que por<br />

la libertad de su pátria, y aunque lamentase despues la,<br />

reaccion, tuvo que reprimir su despecho para acomodar<br />

su bien escrita informacion de aquellos sucesos á las<br />

exigencias de aquel tiempo, y aun así se lo enmendaron,<br />

de modo que no ha podido publicarse hasta nuestros<br />

dias.<br />

Un libro que por .aquel tiempo imprimió D. Gonzalo<br />

de Céspedes y Meneses, aunque mutilaba, corno queda.<br />

indicado, los documentos más importantes, y encubría.


85<br />

diestramente su aficion á la causa vencida, fué inmediatamente<br />

prohibido.<br />

Otro se escribió y tuvo peor suerte todavía, pues se<br />

prohibió lo que decia de aquellos sucesos antes de que<br />

llegara el caso de publicarlo. Créese generalmente 'que<br />

no concluyó Luis de Cabrera su <strong>historia</strong>, dejándola en<br />

el año de 1583 cuando Felipe II volvió de Portugal, y<br />

así lo asegura un distinguido y diligente escritor que en<br />

estos últimos años ha publicado una <strong>historia</strong> de aquel<br />

monarca (32). Consta, sin embargo, que la continuó, y<br />

aun emprendió y dejó muy adelantados los anales del<br />

reinado siguiente, y no viviendo ya el Rey, cuya vida<br />

escribia, cambió algun tanto el estilo y mostró más severidad<br />

en sus juicios. Mudanzas de cortesanos y achaques<br />

de la lisonja. Pero como hablase con bastante libertad<br />

acerca de los sucesos de Aragon (33), se suprimió<br />

lo que <strong>sobre</strong> esto decia, se escribió en su lugar,<br />

en muy diverso, y aun contrario sentido, y se le mandó<br />

que de este modo publicase la obra. Cabrera murió<br />

poco despees, y, ó no tuvo tiempo para imprimir su<br />

libro, ó no quiso pasar por la humillacion á que se le<br />

condenaba.<br />

Tambien escribió las Alteraciones populares en Zaragoza<br />

el ah() 1591, Bartolomé Leonardo de Argensola,<br />

como cronista que era á un tiempo del Rey, en la<br />

corona de Aragon y del mismo reino, y tampoco llegaron<br />

á publicarse, aunque á juzgar por el primer capítulo,<br />

no puede ser más favorable á la causa de la<br />

corte, y aunque segun sus palabras textuales era tan<br />

grande su deferencia al Rey-que «ponía su pluma, su


86<br />

voluntad y sus acciones 4 los piés de S, M., como su<br />

siervo y capellan,4iara que de todo dispusiera coma<br />

fuese servido (34).»<br />

Citar otros que tuvieron igual suerte, y nombrar los<br />

que vieron la luz pública, solo porque en ellos se desfiguraba<br />

la verdad de unos sucesos que el gobierno tuvo<br />

el más señalado empeño en que no fuesen bien conocidos<br />

por la posteridad, seria tarea muy prolija, y para<br />

la ilustracion de la Academia completamente innecesaria.<br />

Baste decir que la censura,, las licencias y todos los<br />

medios represivos que ahogaban la imprenta en España,<br />

se consideraban insuficientes cuando se trataba de<br />

las cosas de Aragon, y que se mandó al Consejo de<br />

aquel reino (35), que no diese licencia para imprimir<br />

nada que tocase á la <strong>historia</strong>, ni de sucesos dignos de<br />

ponerse en ella, y que recogiese todos los papeles de<br />

que tenga noticia que toquen á esto.<br />

A. tal y tan inaudito empeño de que se ignorase la<br />

<strong>historia</strong> de Aragon, debe corresponder ahora el de facilitar<br />

á todos y publicar los documentos <strong>sobre</strong> los cuales<br />

debe escribirse, Que pueda pronto la España, y<br />

puedan las naciones extranjeras conocer la <strong>historia</strong> <strong>política</strong><br />

de aquel país que supo hermanar como ninguno<br />

otro ha sabido, ni en los tiempos antiguos ni en los<br />

modernos, el poder de sus monarcas, los privilegios de<br />

sus nobles y los derechos de sus ciudadanos. Que vean<br />

cómo al (Atender sus conquistas dentro de la Península<br />

y lejos de sus confines, supieron conservar la de su libertad<br />

por muchos siglos, y que aun en el mas funesto<br />

para la etwsa de los pueblos, no hubo fuerza ni valor


87<br />

para arrancársela en el monarca mas poderoso de la<br />

época; que sepan y no olviden la lteÇcion, que aun á las<br />

naciones más libres puede interesar el conocimiento de<br />

los medios y de los tortuosos caminos por donde se<br />

llegó á minar el edificio que de otro modo no se hubiera<br />

logrado destruir jamás. Y si para honor de España<br />

y gloria suya se apodera dQ todos estos materiales algun<br />

talento privilegiado que sepa penetrar en el corazon de<br />

los pueblos, y observar los fenómenos que en su vida<br />

<strong>política</strong> producen las instituciones cuando corresponden<br />

exactamente á sus instintos, á su estado social y<br />

sus costumbres, entonces quizá comprenderemos cómo<br />

pudo formarse aquel noble, grave y proverbial carácter<br />

de ese gran pueblo, y <strong>sobre</strong> todo cómo ha podido resistir<br />

sin doblarse la mano dura del despotismo, y la del<br />

tiempo que todo lo altera y lo destruye. Perdió su libertad<br />

con Felipe II, quedó en su lugar un vano simulacro,<br />

siguió por cierto tiempo, como suele, el culto despues<br />

de extinguirse la fé; el culto y el simulacro desaparecieron<br />

un siglo despues con una nueva dinastía, y hasta<br />

la memoria parecia que se habla borrado de la libertad<br />

de kragon, cuando la independencia y la libertad de<br />

España necesitaron los esfuerzos de sus hijos, y en una<br />

y otra lucha, se vió renacer el pueblo de su antigua capital<br />

con aquel espíritu, que es propio solo de los pueblos<br />

libres y virtuosos, y como si aun tuviera á su cabeza<br />

al Justicia Mayor, y nunca hubiera perdido su<br />

admirable constitucion <strong>política</strong>, se vió á la ciudad siempre<br />

Heróica, alcanzar tal gloria y tal renombre, que<br />

envidiáran asombrados los siglos venideros. Los hechos


los pregona la fama; las causas, las esplicará la <strong>historia</strong>.<br />

Y no es solo por el interés y por la gloria de aquel<br />

antiguo reino, por lo que es de desear que se escriban<br />

como hasta ahora no ha podido escribirse. Interesa á<br />

toda España, como todo lo que tiende á consolidar la<br />

unidad nacional, que para ser firme y compacta, no ha<br />

de apoyarse solo en los intereses materiales y del momento,<br />

sino más principalmente en las antiguas y gloriosas<br />

tradiciones de lo pasado. ¿Por qué no había de<br />

ser popular en toda España la del origen de la monar-<br />

. quia aragonesa, y por qué los no versados en la Historia<br />

han de creer en general, con mengua suya y ¡de la<br />

verdad, que solo en Asturias se resistió el poder de los<br />

árabes, y que deben mirar aquellas montañas como el<br />

origen único de la reconquista nacional? ¿Por qué se ha<br />

de reimprimir una vez y otra vez al frente de un libro que<br />

todos los años publica el gobierno, la Cronología de los<br />

reyes de España, omitiendo los de Aragon, é insertando<br />

al mismo tiempo los nombres de los de Asturias, de los<br />

de Leon, de los de Leon y Castilla cuando estuvieron<br />

reunidos, cuando se separaron y cuando volvieron<br />

á. reunirse definitivamente? Esta omision, por lo mismo<br />

que es evidentemente involuntaria, prueba cuán lejos<br />

se ha estado entre nosotros de dar á los estudios históricos<br />

la importancia y la direccion que exigía el interés<br />

bien entendido de nuestra nacionalidad. A este<br />

-grande y patriótico objeto deben dirigirse todos los<br />

eg fuerzos, sin que crea yo de ningun modo, porque<br />

haya tenido que reducirme á tratar solo de las provin-<br />

88


89<br />

das de Aragon, que deban tener <strong>sobre</strong> las demás ninguna<br />

preferencia. Por el contrario; creo que es llegado<br />

el caso en que no solo todas las provincias, sino todas<br />

las antiguas ciudades de la Península, presenten los títulos<br />

que las señalan su lugar en la <strong>historia</strong> nacional,<br />

que nos hagan conocer la vida de sus municipios, y los<br />

grandes hechos y los altos merecimientos de sus hijos<br />

más distinguidos. Se van borrando tan apriesa de la<br />

memoria de los pueblos, se va extinguiendo de tal<br />

modo la vida peculiar que los animaba, que pronto faltaria<br />

todo estímulo para revindicar las antiguas glorias<br />

que le pertenecen. Y en la rápida transicion porque<br />

estamos pasando, y en el cambio general que se hace<br />

en las ideas, y en la tendencia irresistible á la uniformidad<br />

que hace tiempo manifiestan todas las naciones,<br />

y que para bien del género humano anuncian, no solo<br />

como posible, sino como próxima la celeridad fabulosa de<br />

las comunicaciones que por todas partes se van estableciendo,<br />

los amantes ilustrados de su país pueden y deben<br />

prestarle un gran servicio. Hagamos que por un<br />

instante vuelva la vista atrás, y ya que no podamos<br />

saber á donde va, que sepa de dónde viene, y vea con<br />

más claridad que hasta ahora el camino que ha andado.<br />

El gran problema que tiene que resolver la España en<br />

este siglo, es ver cómo puede participar de todos los<br />

progresos de la civilizacion, sin que pierda ni uno solo<br />

de los grandes elementos que constituyen su antigua y<br />

robusta organizacion social, sin que degenere de aquel<br />

carácter noble, franco y generoso que ha sido en todos<br />

tiempos el distintivo de los españoles.


90<br />

Otros se ocuparán, señores, de ilustrar las grandes<br />

cuestiones que este problema encierra, y de escoger las<br />

más rápidas ó las más seguras vías que conducen al<br />

porvenir; mientras tanto, nosotros demos al pueblo español<br />

todos los materiales que su <strong>historia</strong> necesita.<br />

La ocasion no puede ser mas propicia. Se ha reunido<br />

ya en esta Academia un depósito inmenso de los<br />

preciosos documentos que nos han conservado las extinguidas<br />

órdenes religiosas, y esta riqueza que se aumenta<br />

cada dia por el celo y laboriosidad de algunos que<br />

no puedo nombrar en este sitio por no lastimar su modestia,<br />

no tardará en ponerse en circulacion. Siguiendo<br />

tan noble ejemplo los pueblos, las corporaciones y aun<br />

los descendientes de aquellas ilustres y antiguas familias,<br />

cuyos servicios se enlazan estrechamente con la.<br />

<strong>historia</strong> nacional, presentarán tambien ó publicarán lo<br />

más interesante de los ignorados manuscritos que conservan.<br />

Como los que siempre han pertenecido á la nacion,<br />

y se custodian en sus apartados, y hasta ahora.<br />

poco accesibles archivos, no encierran ningun secreto<br />

cuya revelacion á nacionales y extranjeros se considere<br />

como en otros tiempos peligrosa, es de esperar<br />

que se facilite pronto su conocimiento por los medios<br />

más eficaces y adecuados.<br />

Entonces se podrá completar la grande obra de la<br />

publicacion ordenada de todos los documentos históricos<br />

que hasta ahora no han podido ser conocidos, y si<br />

para llevar adelante este trabajo puede servir de algo,<br />

el conocimiento de su importancia, el deseo de contribuir<br />

á tan útil empresa y el de corresponder á la bon-


91<br />

dad con que me ha honrado la Academia, desde ahora<br />

la ofrezco que hallará en mí un constante y celoso operario,<br />

ya que por más que mi aficion me lleve á echar<br />

una mirada retrospectiva <strong>sobre</strong> algunos períodos muy<br />

interesantes de la vida de nuestra nacion, temo que no<br />

me atreveré á bosquejar siquiera ninguno de los grandes<br />

cuadros que presenta, y en todo caso, estoy seguro<br />

de que nunca podría decir anche io son pittore.


NOTAS Y DOCUMENTOS.<br />

(1) Decreto de las Córtes de 14 de Abril de 1822.<br />

(2) Antonio Perez et Philippe II, par Mr. Mignet: 2. me edition<br />

revue et augmentée. París 1846, pág. 322.<br />

(3) Es sumamente curiosa la analogía y casi identidad que<br />

se advierte entre la manifestacion de los aragoneses y el Habeas.<br />

Corpus de los ingleses. Uno y otro recurso tienen por único<br />

objeto el hacer efectiva la libertad civil que en aquellas Constituciones<br />

se considera como base de la libertad <strong>política</strong>; uno y<br />

otro presentan, en vez de declaraciones de principios abstractos,<br />

medios prácticos y seguros de impedir que el poder real,<br />

ni ninguno de sus agentes, pueda prolongar la prision arbitraria<br />

de ningun ciudadano; reputan por arbitraría, todas las que<br />

no se hacen por jueces competentes; señalan penas eficaces<br />

contra los que se opongan á estos recursos 6 dificulten su ejecucion,<br />

y fijan las fórmulas y hasta las palabras con que debe<br />

esta verificarse, y aun en estas hay tanta conformidad, que en<br />

Inglaterra manda el juez que protege la libertad de un ciudadano<br />

preso, que le traigan su cuerpo, yen Aragon que le manifiesten<br />

ó presenten su persona. Pero en Inglaterra estaba y


94<br />

está confiada la proteccion de la libertad civil á los mismos á<br />

quienes está encomendada la justicia, y aunque ahora está perfectamente<br />

asegurada la independencia y la dignidad de aquellos<br />

jueces, tiempos ha habido en que seguían ciegamente las<br />

inspiraciones del poder, en que negaban abiertamente el recurso<br />

del Habeas Corpus á los que habian sido presos por el rey mismo<br />

ó por su espreso mandato, ó retardaban con dilaciones maliciosas<br />

el cumplimiento de su deber. En Aragon, por el .contrario,<br />

si algun abuso hubiera podido introduci rse, habría sido<br />

en el sentido más favorable á la libertad de los ciudadanos, porque<br />

era el defensor de estos y el que mandaba manifestar sus<br />

personas el Justicia Mayor, Supremo Magistrado, cuyo poder<br />

alcanzaba á contener todas las demasías de los jueces y oficiales<br />

reales, y que siendo al mismo tiempo juez entre el rey y el pueblo,<br />

propendia naturalmente á ponerse de parte de los oprimidos.<br />

(4) Registros del reino de Aragon. Volúmen 47, señalado<br />

con la letra K.<br />

(5) Librería de Salazar. Resúmen de los registros del reino<br />

y de Zaragoza hasta 1558. Vol. K. 47.—Carta al rey en que<br />

dicen los diputados que, aunque por letras de su Sacra Majestad<br />

en estos dias les fué mandado que no curasen de enviar ninguno<br />

á informarle, les ha parecido bien enviar á Juan Gonzalez,<br />

y en las instrucciones que le dan dicen, entre otras cosas, lo<br />

siguiente:<br />

«Otrosí, que informe á su Sacra Majestad cómo por los fue-<br />

»ros, ordinaciones y actos de corte del dicho su reino,' los di-<br />

»putados son y representan todo el reino para en defension de<br />

»las libertades y privilegios de aquel, haciéndolos parte forma-<br />

»da para acusar á los que vinieren contra los dichos privilegios<br />

»y libertades, constándoles primero por su informacion sumaria<br />

del quebrantamiento delaquellas ante el Justicia de Aragon.<br />

» Asimismo, por cuanto en el dicho reino de Aragon puede<br />

»S. M. crear capitan y capitanes en el tiempo de guerra, el cual<br />

»capita' á capitanes de guerra puedan tan solamente ejercer su


95<br />

»oficio en las cosas tocante á guerra y no en otras directamente<br />

»ni indirectamente, que suplique á S. M. que provea y mande<br />

»que =gnu capitan de guerra por S. M., ó por otro creado, se<br />

»pueda entrometer dentro del dicho su reino de Aragon, en<br />

»otras cosas que claramente se demuestra no pertenecer á guerora,<br />

car lo contrario ficiendo seria desaforado .<br />

»Que asimismo le recuerde (el mensajero), que los diputados<br />

»ningun poder tienen en las pecunias de las generalidades (lel<br />

»reino, salvo en cierta y muy poca cantidad, á saber hasta la<br />

»suma de dos mil libras y no mas, y esto para las cosas que en<br />

»beneficio de dicho reino fueren justas, y menos tienen facultad<br />

»de empeñar ni cargar las generalidades, por donde ninguna<br />

»forma ni manera tienen de servir á S. M. ni cumplir él man-<br />

»damiento á ellos fecho, así por la carta de S. M. por Mossen<br />

»Joan Gonzalez, su mensajero, dada corno por la creencia por<br />

»él esplicada.»<br />

(6) Librería de Salázar.—Córtes de Aragon.—Córtes<br />

Monzon de 1542.—El emperador Cárlos V las abrió con toda<br />

solemnidad el día 23 de Junio, con un extenso é interesantísimo<br />

discurso en que da cuenta de todo lo ocurrido en el intervalo de<br />

las Córtes, y en que trata con escesiva proligidad todos los puntos<br />

más importantes de la <strong>política</strong> extranjera, y concluye así:—<br />

«Y como quiera que entendia qne el turco andaba muy pujante<br />

»y poderoso por mar y tierra, y que los otros sus enemigos haocian<br />

todas las prevenciones y diligencias que podian para ha-<br />

»cer la guerra, y se amenazaba ya de hacerla en muchas partes;<br />

»hechas tambien por S. M. las provisiones que habia referido<br />

»lo mas presto que había podido: entre tanto que estos nogo-<br />

»cios daban lugar, habia querido venir, como había siempre<br />

»deseado, á visitar estos reinos, y tener y celebrar Córtes para<br />

»darles cuenta de todo esto que había sucedido... y tambien<br />

»para que, teniendo cuenta y consideracic'n á las necesidades<br />

»pasadas que por el bien y beneficio de estos y los otros reinos<br />

»sin poderlos escusar se liabian ofrecido y las que se habían de<br />

"ofrecer por las causas y cosas que habia referido, á las cuales


96<br />

»tampoco se podia huir la cara, sino que era necesario, con la<br />

»mayor brevedad que fuese posible, salir á ellas, de manera que<br />

»con la ayuda que de estos reinos esperaba y los otros sus reinos,<br />

le hacían se pudiese proveer y cumplir lo necesai io á la,<br />

»conservacion, seguridad y honra de todos, que tenia gran con-<br />

»fianza en estos reinos le harian tan pronta é importante ayuda<br />

»como convenía, y segun que ellos siempre y sus antecesores,<br />

»baldan acostumbrado de socorrer y ayudar pronta y valerosa-<br />

»mente á las necesidades de sus reyes y señores, y como lo ha-<br />

»bia visto en las suyas. Y así entonces, que era mayor la nece-<br />

»sidad , mayor y mejor esperaba y creia que había de ser el<br />

»socorro y ayuda que se le baria por estos reinos, y que ad-<br />

»virtiesen que la concurrencia de los tiempos era tal, que no,<br />

»su fria detenerse mucho en aquellas Córtes, por lo que conve-<br />

»nia que estuviese desembarazado y libre para poder acudir á<br />

»aquellas partidas de sus reinos, donde más necesaria fuese su<br />

»presencia, y que así, cuan encarecidamente podia, les rogaba<br />

»y encargaba la brevedad y presteza.»<br />

Respuesta de la corte.—«La corte general allí juntada, besa<br />

»las piés á su Cesárea Majestad por la merced que les hacia de<br />

»tener memoria del gobierno y conservaeion del reino, y que<br />

»entendida la proposicion, acordarian <strong>sobre</strong> ella, y esperaban en<br />

»Dios seriarle manera fuese á gloria suya, servicio de S. M. y<br />

»bien de todos sus súbditos.»<br />

Despues, á 20 de Julio, estando S. M. en la sacristía de Monzon,<br />

mandó que fuesen dos de cada Brazo donde S. M. estaba de<br />

todos los reinos, y les dijo de palabra: «Que era menester, y<br />

»así les rogaba y encargaba, que con toda diligencia y breve-<br />

»dad entendiesen en lo que por una cédula se les leeria, certifi-<br />

»cándoles que la necesidad éra muy grande y requería' pronto<br />

»remedio, y que el duque de Segorbe, D. Fernando de Aragon,_<br />

»iria á hablarles de su parte á cada Brazo y el protonotario les<br />

»leería la cédula.»<br />

El obispo de Huesca, que era uno de los nombrados en nombre<br />

de todos los Brazos, respondió: «Que ellos verian lo que


97<br />

M. les mandaba por dicha cédula, y que con toda diligencia<br />

»y brevedad entenderian en ello.»<br />

Hecho esto, que era ya tarde, los llamados se volvieron á los<br />

Brazos y S. M. á palacio.<br />

El duque de Segorbe y el protonotario, fueron de Brazo en<br />

Brazo, aquel recomendando y éste leyendo la cédula en que<br />

decia: «Que bien sabían que muchos días habia que S. M. habla<br />

»mandado convocar aquellas Córtes, y despues hecho la propo-<br />

»sicion, y contínuamente habia procurado la resolucion y con-<br />

»clusion de ellas para poder despues entender más libremente<br />

»en lo que se ofreciese... y había siempre esperado la breve y<br />

»buena espedicion. Y porque S. M. habia entendido por avisos<br />

»de todas las partes que confirmaban los grandes aparejos de<br />

»guerra de calidad é importancia que se hacían contra las fronteras<br />

de estos reinos, que era menester atender, como se ha-<br />

»cia, con toda presteza. Y porque segun los avisos porfia ser<br />

»que fuese necesario que hubiese de partirse luego y no pu-<br />

»diese detenerse allí mas, por tanto les rogaba y encargaba muy<br />

»encarecidamente, quisiesen desde luego, y sin mas dilacion ni<br />

»tardanza, entender en la resolucion del servicio... Hecho lo<br />

»cual, quedaría allí todo el tiempo que buenamente pudiese<br />

»para entender en los negocios que se ofrescieran y en las pro-<br />

»visiones convenientes y oportunas, segun le obligaba su real<br />

»dignidad y el amor que les tema.»<br />

Respuesta.—«Los Brazos á esto respondieron que con toda<br />

»diligencia y brevedad entenderian en lo que S. M. por aquellal<br />

»cédula les mandaba.»<br />

Despues el 27 de Agosto fué por mandato de S. M. el protonotario<br />

á los Brazos, y les leyó la cédula en que se decía: «Que<br />

»ya Babia entendido el suceso que aquellas Córtes llevaban, y el<br />

»tiempo que habían consumido en ellas sin haber querido tomar<br />

resolucion, lo que peor era que algunos de los de las Cór-<br />

»tes pedían lo que el primero dia que habian sido juntados, y<br />

»que no llevaban cuenta con lo que el rey de Francia y sus ad-<br />

»herentes entretanto habian hecho, y creyendo que harían lo<br />

7


98<br />

»que sus pasados en cosas de semejante calidad, habia S. M.<br />

»aguardado hasta aquel punto, que era el portero; que ya en-<br />

»tonces que Perpiñan estaba cercado pidiendo socorro, y los 1u-<br />

»gares comarcanos alterados, era forzoso á S. M. irse de allí y<br />

»dar órdenpara resistir la fuerza y poderío de los enemigos y<br />

»echallos de sus reinos, y porque aquello requería remedio ace-<br />

»lerado y no se podia hacer ni proveer sin gran gasto, era ne-<br />

»cesario se determinasen en lo que les habia pedido... pues á los<br />

»memoriales generales dados por la corte, había ya respondido<br />

»otorgando lo que sin daño de la justicia podia conceder, que<br />

»porque las cosas de la guerra no tienen término, y en un mo-<br />

»mento solian tener tristes fines, encargaba que no tuviesen<br />

»olvido en lo que debian á sus honras, teniendo respeto á lo que<br />

»habia sufrido, deteniéndose allí tantos días (y aun meses po-<br />

»dia haber dicho)..., y si pusiesen dilacion en lo que pedia,<br />

»tendria por cierto S. M. que no lo quería efectuar, y seria forzado<br />

mudar de órden haciendo aquello que al oficio de buen<br />

»rey convenia.»<br />

Respuesta.—«Leida esta cédula, los Brazos respondieron de<br />

»palabra que lo entendian y procurarian de hacer lo que S. M.<br />

»les mandaba con la diligencia y presteza que el tiempo pedia.»<br />

Ce/ebracion del Sólio.<br />

Finalmente; viernes á 6 de Octubre, juró el príncipe, se le<br />

habilitó para continuar las Córtes y se votó el subsidio.<br />

(7) Córtes de Monzon de 1547.—Abriólas en nombre de<br />

Cárlos Y el príncipe D. Felipe, y siguiendo la costumbre de su<br />

padre, con un discurso muy minucioso <strong>sobre</strong> <strong>política</strong> extranjera.<br />

Los Brazos tarnbien, segun su antigua costumbre, pretendieron<br />

que se decidieran primero los memoriales antes de tratar<br />

de la votacion del servicio. Pero el príncipe, sin concederles<br />

tregua ni dilacion, en el acto les mandó con el protonotario una<br />

cédula que decía así: «Que hubieran dado grande contentamiento<br />

los Brazos á S. A. si en el suceso de las Córtes, dejadas las<br />

»aficiones particulares, hubieran entendido en el bien general,<br />

»pues tenias sabido que el fin principal de S. A., habia sido


99<br />

»ocuparse del bien y gobierno de la república, que por este<br />

»efecto no habia traido cuenta conr indisposicion de su perso-<br />

»na, siendo como lo era tan contrario el asiento de aquel lugar,<br />

»ni menos la falta que S. A. hacia en los reinos de Castilla, qué<br />

»de su presencia en la absencia dé S. M. tenían grand necesi-<br />

»dad... porque ya el tiempo no daba lugar á mas, había acor-<br />

»dado S. A. de certificarles lo que había de hacer por su parte,<br />

»y era persuadirles entendiesen con toda celeridad en lo que se<br />

»les habia pedido que sirviesen á S. M... Con esto que para el<br />

»martes siguiente resolviesen en conformidad, pues habiendo<br />

»sido aceptadas por S. M., no parecía bien mud dlas las cosas<br />

»del servicio ordinario y extraordinario), y dejar lo cierto por<br />

»lo dudoso, y si querian presentar los memoriales que tensan<br />

»tratados, fuese con la brevedad que se requería. S. A. otorga-<br />

) todo aquello que sin daño de la justicia pudi2se y debiese<br />

»conceder, y no efectuándose esto, entenderia S. A. que no<br />

»tenian fin de servir, y le seria forzado mudar de órden y<br />

»hacer lo que conviniese á la buena gobernacion de estos reí-<br />

Irnos, á lo cual quisiera S. A. que los Brazos ayudasen por su<br />

»parte como eran obligad gis.»<br />

Respuesta.--A lo que los Brazos respondieron leyéndole á<br />

S. A. el papel en la sacristía: «Que los tratadores (1) que S. A.<br />

»había señalado para aquellas Cortes, les 'labia traído y el pro-<br />

»tonotario leido en los Brazos de Aragen un escrito á nombre de<br />

»S. A. que les habia puesto á todos los (leste reino tanto temor<br />

»y espanto, que no les había quedado valor para entender en<br />

»cosa ninguna, sino solo para lamentarse de que su desdicha y<br />

»mala suerte fuesen tales, que en su tiempo sintiesen en su<br />

»príncipe y natural señor, tanto disgusto (le ellos y enojo que<br />

»hubiese deliberado de tratallos con amonestaciones tan ásperas<br />

ȇ que segun la clemencia y natural benignidad de S. A., ha-<br />

»bian todos de creer que habia sido constreñido con mucha<br />

(a) Uno de los tratadores fu!S, San Francisco de Borja, duque<br />

-de Gandia.—Véase el P. Nirembergen su vida, lib. I., cap. 24,<br />

página


100<br />

»causa y razon. Y pues, aquella, realmente no procedía ni po---<br />

»dia proceder de hecho ni obras que por los de Ja corte hubiesen,<br />

»sido hechas, sino de siniestra informacion que á S. A. habrian<br />

»dado de personas tan fidelísimas y aficionadísimas al servicio<br />

de S. A., y deseaban tenelle y gozalle en este reino por<br />

»sola su censolacion, pues tan suyos eran como los de Castilla,<br />

»pues estar cansado de estar entre ellos por tan breves Bias<br />

»como había que estaba, teníanlo por suma infelicidad y desdicha<br />

que les cerrase la puerta de hablar en el reparo de la Jus-<br />

»ticia, l'Alindo cosas que tanto lo pedian y de donde pendia el<br />

»descargo de la real conciencia de S. M. y de S. A., y que con<br />

»tiempo tan perentorio les costriñese á dar los memoriales de<br />

»cosas tan importantes y en que consistía el bien estar de este<br />

»reino, y que en fin, decirles que S. A. mudaria de órden corno<br />

))centra personas que no le deseaban servir, lo sentían de manera<br />

»que quedaban fuera de sí y que no se sentían con vigor de<br />

»entender en cosa que buena fuese.» No se nombran los que<br />

llevaron esta respuesta ni lo que S. A. respondió. Lo que resulta<br />

del registro, es que el viernes 9 de diciembre se celebró<br />

el sólio ó última y solemne sesion de las Córtes, y se votaron el<br />

servicio ordinario y extraordinario.<br />

(8) Córtes de 1553.—En estas lo primero que se hace es<br />

otorgar la proposicion y en lenguaje bien diferente del que usaron<br />

las anteriores, pues despues de una relacion muy lisonjera,<br />

concluye así:--(Finalmente, vistas y entendidas tantas y tan.<br />

»graves cosas que despues de las postreras Córtes celebradas<br />

»por V. A. en esta villa han sucedido que quererlas esplicar<br />

»todas seria casi imposible, y usar de tanta proligidad, y nunca<br />

»acabar que parecen mas cosas de milagros que hechos de bu--<br />

»manos, y ponen muy grande admiracion que en tan pocos años,<br />

ningun príncipe haya podido acabar tantas cosas y tan árduas,<br />

»aunque fuera en muy largos años, que no se puede imaginar<br />

»de dónde se ha podido haber tanta suma de dinero, lo que es<br />

»cierto, que la-necesidad de S. M. es mayor de lo que se puede-<br />

»pensar, y lo que mas siente este reino es no tener tantas fuer-


101<br />

1)zas que con solo ellas S. M. quedase servido, así para rehacer<br />

»los escesivos gastos pasados, corno aun para tener buena for-<br />

»ma de poder resistir á los daños que se podrian hacer no estar-<br />

»do con prevencion de todo lo que conviene.»<br />

Córtes de 1564, tambien en Monzon. Tampoco dan lugar á<br />

que el rey les pida dos veces el servicio y lo votan mayor que<br />

nunca, diciendo los cuatro Brazos:—«... y satisfaciendo á lo que<br />

»deseaban como fidelísimos vasallos de S. M., esforzándose á.<br />

»hacer más de lo que con otros reyes en este reino se había<br />

»acostumbrado, por lo que S. M. merecia que este reino se se-<br />

»hale en hacerle mayor servicio, y las mercedes particulares que<br />

»de su real mano habian recibido, y esperaban recibir, obliga-<br />

»ban á ello; por todas estas causas y razones, la corte general y<br />

»cuatro Brazos... ofrecían, para s'Tvicio de S. M., doscientas<br />

»cincuenta mil libras jaquesas.»<br />

(9) Resúmen de los registros del reino y de Zaragoza hasta<br />

1558.-1548-21 de Julio.—El virey, conde de Morata, tenia<br />

preso á Martin de Campo Darabe como capitan de guerra. Este<br />

se manifestó, y no habiéndolo querido entregar el virey, el Justicia<br />

de Aragon y sus lugartenientes, fueron á la cárcel, rompieron<br />

las puertas y lo sacaron.<br />

Antes de tomar este acuerdo, habian escrito los diputados al<br />

príncipe <strong>sobre</strong> el particular, y éste les habia contestado que su<br />

voluntad nunca habia sido, ni era, que se dejaran de observar<br />

los fueros, y que mandaria de nuevo que el Justicia sea tratado<br />

con el respeto que á su cargo se debe, á lo que los diputados<br />

replicaron en otra carta, que seria muy justo que Sus oficiales y<br />

ministros tuvieren el mismo respeto y no diesen ocasion á novedades<br />

de los pueblos. Se quejan de lo que saben que se ha<br />

escrito contra ellos por el ayuntamiento de letrados que tuvieron,<br />

y dicen que lo hicieron porque así se acostumbra en los<br />

casos graves, que por lo demás, lo poilian escusar, pues que «la<br />

»sentencia se habia dado en la corte del Justicia y no tenían que<br />

»especular si era justa ó no;» y concluyen diciendo que este<br />

reino queda siempre con la queja que su fidelidad merece. «Y


102<br />

-así suplicamos á V. A. se sirva mandar al dicho lugarteniente.<br />

general, que en lo que al oficio y cargo del Justicia de .(1kragon<br />

sus lugartenientes no les ponga impedimento, antes bien sean<br />

tratados con el respeto que á sus oficios y cargos se debe, y no<br />

den ccasion á novedades, pues estas suelen traer en los pueblos<br />

nconvenientes de que S. M. y V. Á. no serian servidos.<br />

(10) En el registro de la ciudad de Zaragoza, viernes 5 do<br />

Abril de 1555, se lee lo siguiente:—Miser Jaime Agustin Castillo,<br />

Jurado 1.°, dijo ((que ya sabi:tn como el lugarteniente había<br />

»hecho poner preso en la villa de Zuera á uno llamado Juan Iri-<br />

»barne, ferrero, con pretension que pasaba caballos á los reinos<br />

»de Francia, y como el dicho lugarteniente general, aunque<br />

»fuese capítan de guerra, tenga la jurisdiccion restricta en<br />

»tal manera, que si no en tiempo de guerra, y en cosas<br />

»de guerra, y en personas de guerra, no tiene jurisdiccion<br />

»alguna, inhibióse al virey con una firma y manifestóse el pre-<br />

»so.»—Cuenta luego cómo se cometió el atentado y dice: «le fué<br />

»quitada la guarda de los vergueros de la corte del Justicia que<br />

»le guardaVan en la cárcel noche y dia por el virey con un al-<br />

»guacil llamado Alejos Moya y otra mucha gente, armados en la<br />

»noche del 3 al despues de media noche que el dicho alguacil,<br />

»llamó á la puerta y dijo que abriesen al rey; y preguntado por<br />

»el carcelero qué quería, dijo que llevaba un preso, siendo burla<br />

»y cautela, sino para que abriese las puertas, y abiertas, entró<br />

»el virey y le cogió las llaves; resistióse el carcelero cuanto pude<br />

»y le taparon la boca, y el virey mandó que empezasen por él,<br />

»á dar garrote, y abriendo «donde estaba preso y manifestado,<br />

»dicho Juan de Iribarme, el cual estaba acostado, y sin dejarle<br />

»vestir ni calzar, ni aun poner unos zapatos en los piés, le saca-<br />

»ron á fuera de la estancia y le dijeron que se confesase que lia-<br />

»bia de morir, para lo cual llevaba dicho lugarteniente un cléri-<br />

»go de su casa, y así mermo un hombre para verdugo con un,<br />

»sayo de terciopelo puesto y una máscara para que nadie lo co-<br />

»nociese, que se tiene por cierto que seria algun mozo de cabaz>llos<br />

de su misma casa, y el dicho preso se dice rehusó de con--


103<br />

»fesarse diciendo que cómo así había de morir tan de rebato y<br />

»sin ser vista ni conocida su justicia, y que se le hacia fuerza y<br />

»sinrazon y contrafuero, y en esto se dice estuvieron hasta que<br />

»fueron cerca de las tres de la mañana que el dicho preso no<br />

»se quería confesar; y finalmente, el dicho lugarteniente, á título<br />

»de capitan de guerra, le hizo dar un garrote y le ahogaron y<br />

»quitaron la vida, y como han visto, y es público, le pusieron<br />

»en la calle enfrente de la puerta de la cárcel muerto y ahogado,<br />

»de que la ciudad está muy alborotada y escandalizada de tan<br />

»grande fuerza como se ha hecho de quebrantarse tan manifiestamente<br />

las dos cosas y libertades mas principales que esta<br />

»ciudad y reino tienen, que son firma y manifestacion.»<br />

A continuacion se lee lo siguiente:<br />

«Determinó el capítulo y consejo gastar en todo esto lo que<br />

»pareciese conveniente. Hízose proceso contra el visorey.»<br />

(11) Miércoles 12 de 1555, se lee en el registro:<br />

Eodem die en la córte del señor Justicia de Aragon se dió<br />

sentencia en el proceso que se llevaba contra el alguacil y otras<br />

personas que habían favorecido al visorey en dar garrote á un<br />

manifestado á instancia del procurador del reino, y fueron condenados<br />

á muerte. El dicho proceso va en la escribanía de Pedro<br />

Sanchez del Castellar, notario.<br />

(12) En .12 de Julio de 1589, escribió el rey desde el Escorial<br />

al Justicia para que entregase dos presos manifestados, uno<br />

de los cuales era Marton, y <strong>sobre</strong> las causas que para ello habia<br />

se refería á lo que le esplicaria en su nombre el gobernador don<br />

Juan Gurrea. Difícilmente podria haber sabido el rey si estas<br />

esplicaciones habian hecho ó no alguna mella en el ánimo del<br />

Justicia, cuando tres dias despues (15 de Julio de 1589), le<br />

mandó otra carta en la que ya no busca medianeros ni negociadores,<br />

ni ruega, ni trata de convencer, sino que le encarga y<br />

'manda que con toda brevedad restituya los presos á los veinte.<br />

Declara por sí mismo que así procede de justicia, y concluye<br />

ton esta amenaza: «Advirtiendo os, que de lo contrario quedaré<br />

»muy deservido y no he de dar lugar á ello.»


101<br />

En bien diferente lenguaje escribía el lugarteniente de la<br />

corte del Justicia, D. Martín Bautista de Lanuza, á quien se proponía<br />

atraer á sus miras, y á quien en efecto corrompió, ó al<br />

menos sedujo, el marqués de Almenara. (,Yo espero (le dice),<br />

»que pues, en todas las cosas que passan por vuestra mano,<br />

»poneys cuydado en acudir á lo que más conviene; le tendreys<br />

»agora mayor Mesto, como de cosa en que yo tengo tan puestos<br />

los ojos. Y correspondiendo vos con lo que aquí se dize,<br />

»podreys estar muy assegurado, no solo de que no os resultará<br />

»daño de cualquiera molestia que intentaren hacer os, sino que<br />

»quedaré yo con mucha memoria, de la que recibieredeys por<br />

»mi servicio y por el bien de la justicia mas en particular, y en<br />

»sus ocasiones os explicarán esto el marqués de Almenara y el<br />

»gobernador. Y assi me remito á lo que os dixeren.»<br />

(13) Librería de Salazar. K. Consultas del consejo<br />

de Aragon y. decretos del rey D. Felipe II.<br />

Entre estas consultas hay una en que dice el consejo que ya<br />

se había ocupado del uso que el duque de Villahermosa hacia<br />

de su absoluto poder como señor; «pero por ser tan dificultoso<br />

»el remedio, no se habia tornado resolucion hasta que con oca-<br />

»sion de lo que V. .1f. nos manda se ha vuelto á tratar muy de<br />

»veras de esto. El consejo, primero pensó en que se le llamase<br />

»con pretexto del condado de Ribagorza ó á Valencia, por el<br />

»ducado de Villahermosa y prenderle; pero que temiendo que<br />

»esto no le serviria sino de aviso para que se recatase y viniese<br />

»de arte que cuando quisiésemos no le podríamos haber á las<br />

»manos ni prenderle, que es lo que más satisface, y á lo que'<br />

»principalmente se ha de tener ojo, y viendo que por términos<br />

»de justicia no hay forma de valerse de este hombre... nos re-<br />

»solvimos que el mejor remedio para castigar al duque, es pren-<br />

»delle y sacalle aparte donde no le valgan sus mañas y embus-<br />

»tes, y para hacello se habría de buscar una persona de con-<br />

»fianza y valor que lo efectuase y lo pasase á Castilla ó Navarra<br />

»4 Valencia, ó á donde más cómodo le fuese, que segun -el du-<br />

»que anda descuidado y se va cada dia de Zaragoza á Pedrola


105<br />

»en un coche y sin gente, y de Pedrola á una casa de placer<br />

»que se llama bonavía, podría suceder que no fuese esto ,difi-<br />

»cultos°, y que se pudiese hacer de suerte que cuando lo en<br />

»tendiesen lo tuviesen ya en salvo; y de cuantos se ofrecen, el<br />

»que nos parece ser más á propósito, es Luis Caportella Veguer<br />

»que al presente es en Lérida, el cual es hombre de valor y<br />

»enemigo del duque, y tiene grande noticia de la tierra y de la<br />

»gente de aquel reino.» Propone el consejo que se le llame, que<br />

se concierte con él el modo, y se le dé el dinero necesario, y<br />

añade: («le que en el reino hubiese movimiento no hay que te-<br />

»mer, así por estar el duque odiado, como que sabiendo que es<br />

»preso no habrá hombre que ose boquear mayormente no sa-<br />

»biéndose de cierto que esta prision haya salido de V. M. ni<br />

»de sus ministros, y cuando así no estorvaria que lo sospecha-<br />

»sen, porque así bastaría esto solo para reprimir los ánimos<br />

»de algunos que en las cosas de V. M. andan más sueltos y<br />

»atrevidos de lo que es razon.»<br />

Hasta este punto se habia degradado aquel que se llamaba Sacro<br />

y Supremo Consejo, que se habia establecido para y se consideraba<br />

como guardias de los fueros de los aragoneses y poder<br />

moderador colocado entre estos y el monarca. El rey mismo,<br />

cuyo ódio al duque habían querido satisfacer, temió que rabian<br />

ido más allá de lo que convenía, y les mandó, entre otras cosas,<br />

en un largo decreto autógrafo al márgen de la consulta que vieran<br />

si se podía compadecer aquella prision con los fueros, porque<br />

si no, «el sacarle del reino, añade, aunque no tenga amigos,<br />

no dejará de ser un embarazo en Córtes y fuera de ellas si pretendieran<br />

que habia de volver al reino.»<br />

(1i) Librería de Salazar.—Hay muchos volúmenes de cartas<br />

y despachos originales <strong>sobre</strong> restituir á la corona el condado<br />

de Rivagorza, y es muy curioso ver que un rey como Felipe<br />

II procuraba que no se le pudiera tachar de omiso en el despacho<br />

de las consultas y memoriales relativos á este asunto*<br />

cuya terminacion fué dilatando muchos años; creyendo sin duda<br />

tener así sujeto y dependiente de su voluntad al duque de Vi-


106<br />

llahermosa.—Una s veces pone al márgen de un papel, que á<br />

pesar de su fecha no llegó á su poder hasta tal ó cual dia, y<br />

otras pone por cabeza de una resolucion que no la habia tomado<br />

antes porque sus continuas y graves indisposiciones no se lo<br />

habían permitido. La verdad es, como se verá sí esta coleccion<br />

llega á publicarse, que ni sus enfermedades, ni los más graves<br />

negocios de sus vastos estados fueron parte á que en los años<br />

que precedieron al 91 dejára ni un solo dia de ocuparse mas 6<br />

menos en su plan favorito de acabar con la libertad de Aragon.<br />

(15) Cartas y despachos <strong>sobre</strong> restituir á la corona el condado<br />

de Rivagorza.—Vol. 37.<br />

Entre tantas otras pruebas de esta verdad corno se hallan en<br />

esta coleccion, hay al fól. 1549, un recuerdo del conde de Chinchon<br />

al rey en que le dice que S. M. le habia encargado le acordase<br />

el despacho de la comision é instrucciones que ha de llevar<br />

la persona encargada de lo de Rivagorza. Este papel es notable,<br />

porque prueba que Felipe II se dejaba tratar de este buen<br />

conde con tal afacimiento y familiaridad que desdicen mucho de<br />

la idea que tenemos de su carácter y de la etiqueta de su córte.<br />

La carta 6 recuerdo (fecha 8 de Mayo de 1590), concluye<br />

de esta manera: «V. M. viva con descanso y sin melancolías,<br />

porque yo le soy y seré verdadero amigo y servidor<br />

EL CONDE DE CH1NCHON.<br />

(16) Procesos <strong>sobre</strong> los sucesos de 1591.—Copia de un resguardo<br />

dado en 9 de Octubre de 91 por el obispo de Teruel,<br />

virey de Aragon, á los doctores D. Miguel Santangel y Foncal-.<br />

da, jurados de Zaragoza, para que cediesen al deseo que casi<br />

todos los vecinos habian mostrado de que se les diesen armas.<br />

para defender la ciudad.<br />

(17) Procesos, etc.—Reclamacion ú protesta de los jurados<br />

hecha en escritura solemne de que cedian al temor del pueblo.<br />

y de D. Diego de Heredia escribiendo la carta á los consellers<br />

de Barcelona el 7 de Noviembre de 1591.


107<br />

(18) Procesos, etc.—Declaracion del diputado Gerónimo-<br />

Doro. (Consta de otros documentos originales, que este diputado<br />

era espía de la Inquisicion, á la que daba por dias y por<br />

horas parte por escrito de todo lo que se revolvía y trataba de<br />

la diputacion del reino, pero no parecia probable que estimara<br />

tan poco su reputacion y su memoria que fuera capaz de declararlo<br />

así.) Preguntándole si se Labia hallado en las juntas,<br />

etc., dice:—(De los casos que en dicho consejo se trataban<br />

»que yo entendiese constara por los billetes que escribí como<br />

»dicho tengo á los inquisidores de aquí y al licenciado Areni-<br />

»llas por mis cartas, dándoles aviso al momento de todo lo que<br />

»á mi noticia llegaba.»<br />

(19) Procesos, etc.—Carta del Justicia al rey, participándole<br />

el requerimiento que le han hecho los diputados para que<br />

convoque la gente del reino y que ha accedido á ello.... «yo<br />

»siento (dice), en extremo, que las leyes y fueros que tengo,<br />

»jurados me necesiten á ello.»<br />

(20) Procesos, etc.—Pág. 266.—Carta del obispo de Teruel<br />

al rey, anunciándole la huida del Justicia y el diputado,<br />

achacándolo á que salieron de Zaragoza por miedo á los que los<br />

llamaban traidores y los querian matar.<br />

(21) Proceso criminal de los procuradores fiscales contra<br />

Marcos de Arraiz y consortes.—Uno de los mayores agitadores<br />

de Zaragoza, fué Miguel don Lope, respecto del que al fól. 140<br />

de la causa en que se le complicó hay una certificacion del obispo<br />

de Teruel, virey que fué de Aragon, en que declara que<br />

cuando Miguel don Lope vino de Italia, se le presentó ofreciéndole<br />

sus servicios y le dió una carta para el conde de Chinchon,<br />

diciéndole que en ella escribia á este propósito. Que le dijo que<br />

«señalase un criado de su casa (la del virey), por quien pu-<br />

»diese avisar de lo que se ofreciese, porque no le viesen entrar..<br />

»Ultimarnente recibí una carta (añade el virey), del conde de<br />

»Chinchon, para dicho Miguel don Lope, y otra para mí en que<br />

»me ordenaba se le diese aquella carta y se PROCURASE HICIESE<br />

»LO QUE EN ELLA ESCRIBIA. Llamé á fray Domingo Xaviere, y le


108<br />

”encomendé'que fuese donde estuviese dicho Miguel don Lope<br />

»y le diese la carta y le persuadiese que hiciese lo que el conde<br />

»le escribia. En cumplimiento de esto, dicho padre lo hizo y fué<br />

»á Zuera á donde estaba dicho don Lope y lo trujo á mi casa y<br />

»1e encargué hiciese lo que el conde le ordenaba, persuadiéndo-<br />

»le con los medios que pude. Tarazona 10 de Noviembre<br />

»de 1592.»<br />

Y al folio 145 al 155, hay copias de una certificacion de fray<br />

Domingo Xaviere confirmando lo dicho por el obi3po de Teruel<br />

y copias de avisos y cartas confidenciales de Miguel don Lope,<br />

que prueban su traicion. Los originales fueron remitidos al conde<br />

¿le Chinchon.<br />

(22) Procesos <strong>sobre</strong> los sucesos de 1591.—Pág. 170.—Contestacion<br />

de Barbastro á la comunicacion de la diputacion del<br />

reino en que le pecha su contingente.—Empieza diciendo que se<br />

}labial' hecho (para obedecer á la diputacion en cuanto á los<br />

aprestos de guerra), las diligencias posibles, y que estaba todo<br />

en su punto cuando supieron por cartas de 1). Alonso de Vargas<br />

y del rey, «que el primero se habria en las cosas que trae á<br />

cargo con suavidad y tiento para que ni las leyes de este reino,<br />

ni naturales, reciban perjuicio en su libre estado,» de que estamos<br />

bien seguros.<br />

(23) Historia apologética en los sucesos del reino de Aragon<br />

y su ciudad de Zaragoza, años de 1591 y 1592 por D. Gonzalo<br />

de Céspedes y Meneses.<br />

(24) Librería de Salazar.—Volúmen K. 8 papeles de Estado<br />

y de gobierno.<br />

(25) Librería de Mazar. K. 8.---Original.---A D. Alonso de<br />

Vargas. La de V. S. habernos reeebido con el Sr. D. Francisco<br />

de Aragon, y cuanto en nuestra y da á esa ciudad, como todo el<br />

poder que tenemos está regulado por las leyes deste reino las<br />

quales nos obligaron á salir della que de otra suerte no lo hiciéramos,<br />

tambien nos obligan las mismas á no poder volver sino<br />

Conforme á ellas y con el parecer y consejo de los que nos lo<br />

pueden dar que hasta ahora tenemos poca oportunidad de /o--


1ü9<br />

parlo,, y siempre que las cosas y negocios dieren lugar, nos valdremos<br />

dél para vesar á V. S , las manos con arto deseo de que<br />

(falta alguna palabra, probablemente diría: no haya), cosa, que<br />

lo estorve por lo mucho que deseamos servir á V. S., á quien.<br />

Dios guarde. De Epila y Noviembre 15 de 1591.<br />

EL JUSTICIA DON JUAN DE LUNA .<br />

DE ARAGON.<br />

(26) Librería de Salazar.—Escrituras.--Tomo 7L---A don.<br />

Alonso de Vargas, capitan general de ejército del rey nuestro,<br />

señor.—Ninguna cosa fuera bastante para que con gusto mio<br />

fuera el conde á essa ciudad, sino solo el parecer y consideracion<br />

de V. S., á quien en esta casa le somos tan servidores que<br />

se conserva siempre muy viva y entera la obligacion que á<br />

V. S. tenia el marqués, mi señor, suplico á V. S. haga la merced<br />

al conde que razia á mi padre, y que la muestre tambieu<br />

en no consentir se detenga muchos días, que en esta sazon con<br />

solo dexarle salir de aquí hago el mayor servicio á V. S. que<br />

puede ofrecerse en premio de la merced que con su recado me<br />

ha hecho, en el qual quedo confiada que la vuelta del conde será<br />

tan breve corno desseo, y advierto á Y. S. que le obligo á que<br />

me haga merced en quanto le suplicáre con sola esta licencia que<br />

doy al conde, Dios guarde á V. S., Epila y Noviembre 22 de<br />

1591.—Doña Blanca Manrique, condesa de Aranda.<br />

(27) El baron de Montigni era uno de los pocos nobles que,<br />

permaneciendo fieles á Felipe II y al culto católico, no creian<br />

convenientes las medidas de rigor que se empleaban para la conservacion<br />

de los Paises-Bajos. Preso por el rey cuando le traia<br />

un mensaje de la princesa Margarita con el conde de Vergen,<br />

fué encerrado con este en el alcázar de Segovia. Allí murió el<br />

conde poco despues, y sospeclióse con fundamento que de veneno<br />

que le dieron.<br />

Respecto de Montigni las sospechas se han convertido en<br />

evidencia, y recientemente se han publicado los documentos, de<br />

los que resulta que le trasladaron de Segovia al castillo de Si—<br />

mancas, que parece que allí enfei-mó, que el médico declaró que


110<br />

la enfermedad era mortal, y que suponiendo que de ella había<br />

muerto, le dieron garrote en la noche del 15 al 16 de Octubre<br />

de 1570. ¡Cuánta semejanza hay entre los antecedentes, prision<br />

y fin de Montígni y del conde de Aranda! Tampoco este quiso<br />

abrazar resueltamente el partido popular, tambien deseaba negociar<br />

y ten ia correspondencia con la córte, y en su proceso á<br />

los fóls. 1350 y 1331, se encuentran cartas del rey que muestran<br />

la gran confianza que hacia de su persona, pero cuando se<br />

apoderó de ella, pronto se dejó ver la intencion de sacrificarle<br />

de cualquier modo. Si se le creia culpable, debió haber sido<br />

procesado en Zaragoza, donde únicamente podia haber delinquido,<br />

y donde tan fácil era la prueba de su inocencia ó de sus<br />

faltas; pero apenas le prendieron, le llevaron con grande escolta<br />

á 'Virgos, y sin que se sepa por qué, ni para qué, le condujeran<br />

luego al castillo de la Mota de Medina. De allí lo sacó al<br />

cabo de pocos meses, por encargo secreto del rey, un D. Diego<br />

Venegas de Córdoba, que lo trasladó al castillo de Coca, y allí<br />

murió en la flor de su edad, en la noche del 2 al 3 de Agosto<br />

de 1592. Tambien hubo un médico, como el de Montigni, que<br />

dijo que su enfermedad era mortal, y Venegas tuvo buen cuidado<br />

de que lo declarase así y lo confirmasen otros empleados<br />

en el castillo para acreditar sin duda el buen desempeño de su<br />

comision, de la que e! mismo dice: «Que el rey nuestro señor le<br />

»habia mandado que fuese á Medina del Campo, y de la fortaleza<br />

sacase al conde de Aranda y le t •ujese al dicho castillo, que<br />

»lo tomó á su cargo é hizo pleito homenaje de dar cuenta del<br />

»(no tardó en hacerlo), cada y cuando que S. M. se lo man-<br />

»dase.»<br />

(28) Procesos, etc.—Pág. 269.—Copia de una carta de los<br />

jurados al rey á 14 :de Octubre de 1591, diciendo que «segun<br />

»estaban odiados del pueblo por lo que hablan hecho en serví-<br />

»cio de S. M. temian quisiesen ejecutar su furia en sus personas,<br />

que D. Diego de Heredia que es el que más puede con el pueblo<br />

les habia ofrecido guardarlos y acompañarlos, y haciendo<br />

.,del lobo pastor se lo admitirnos y nos llevó á nuestras casas.n


111<br />

(29) Procesos, etc. Vol. 19. Secretario Navarro. F61. 916.<br />

—Despues de haber declarado el D. Diego de Heredia todo<br />

cuanto se le imputaba y mucho más, de modo que bien se veia<br />

que no trataba de mejorar su triste posicion, al ver que contra<br />

el duque y el conde no declaraba lo que sin duda no habian flecho<br />

ni dicho, el juez comisario D. Miguel Lanz, senador de Milan,<br />

le conminó con el tormento y á su vista pregunta «qué<br />

quieren que diga, que él lo dirá,» y declara lo de que querían<br />

hacer de Aragon una república como la de Génova ó Venecia, y<br />

entonces le hace cargo el comisario de no haberlo dicho ántes<br />

que se le dijese que íba á dársele tormento.<br />

«Respondió porque no me pareció estaba bien dicho; fuéle di-<br />

»cho que no habiéndolo dicho al principio cuando se le pedia,<br />

»y despues habiéndolo dicho con tanta dificultad, lo hace pare-<br />

»cer muy sospechoso de que no diga la verdad, y para ver si la<br />

»es y si persevera en ella, mandó que se le diese el dicho tor-<br />

»mento.<br />

»E luego fué desnudado el dicho D. Diego por el dicho La-<br />

»guna, verdugo, quedando en carnes con unos zaragüellos de<br />

»lienzo...<br />

»E luego dicho señor comisario estando el dicho D. Diego las<br />

»manos cruzadas dada una vuelta á los brazos, le dijo que diga<br />

»si le agrava la conciencia en alguna cosa...<br />

»E luego le fueron dadas dos vueltas á los dichos brazos de<br />

»la dicha mancuerda, y daba voces diciendo: «Dios mio, no me<br />

»desampareis que la verdad he dicho,» é luego el dicho señor<br />

»comisario le dijo que dijese la verdad sin tener consideracion<br />

»á otra cosa, á lo cual con grandes voces decia: señor, la ver<br />

edad he dicho, y le fué dada otra vuelta y dijo: Nuestra Señora<br />

»del Pilar, no me desampareis; señor juez la verdad he dicho,<br />

»y luego dijo que el conde de Aranda le imbió á llamar y le dijo<br />

»que le ayudase en lo que pudiese.<br />

»E luego le fué dada otra vuelta.<br />

»E luego apretándole otra vu elta dijo: aguarde, yo la diré, y<br />

»contó que unos criados suyos, Rondon y Barber habian de ha-


»liarse en la muerte del marqués de Almenara, y que çil de-<br />

»Mesa le habia dado trescientos escudos para que se los fuese<br />

»dando poco á poco, y les fué dando hasta ochenta.<br />

Y E luego dijo, todo lo que he dicho es verdad corno la misa.<br />

»E luego le fué dada otra vuelta, y á grandes voces decia:<br />

»Madre de Dios del Pilar, ayudadme que he dicho la verdad<br />

»cumplidamente, y así suplico á vuestra merced, señor juez, que<br />

»pues la he dicho baste.<br />

»E luego le fué dada la sesta vuelta y daba voces diciendo ya<br />

»la he dicho, ya la he dicho (y el infeliz se conoce que trataba<br />

»de inventar lo que pudiese agradar, ó decia lo que no habia<br />

»hecho y solo habia pensado), y los dineros que le bahía dado<br />

»Gil de Mesa para matar al marqués, de lo que me había sobra-<br />

»do pensaba descontar lo que monta el trigo que di al notario<br />

»del Zalmedina por el proceso de los testigos falsos.<br />

»Y luego dijo: los 280 escudos yo creo que se los dió el conde-<br />

»de Aranda á Gil Gonzalez, y aunque arriba dije que me los<br />

»habia dado Gil de Mesa, ha de decir siempre Gil Gouz.alez.<br />

»Y luego le fué dada otra vuelta.<br />

»Y luego le fué dada otra.»<br />

(Cuando no pro feria nada más que quejas, lamentos ó invocaciones<br />

á los santos, menudeaban las vueltas.)<br />

»E luego le fué dada otra vuelta y dijo con grandes voces que<br />

»Antonio Perez se carteaba con Vandoma, y cree que era por<br />

»medio de D. Sancho Abarca de Jaca.<br />

»Fuéle dada otra vuelta y dió muy grandes voces, y dijo que<br />

»habia reusado decir la verdad porque en este reino de Aragon<br />

»no se usa tormento, y no pensé que viniera á esto.<br />

»Y luego le frió dada otra vuelta, con que fueron once, y á<br />

»grandes voces decía: ya la he dicho, señor, no sé mas.<br />

»Y luego fué tendido de espaldas <strong>sobre</strong> la escalera del potro<br />

► del tormento, y le fueron dadas tres vueltas de cordel en cada<br />

»brazo, y tres vueltas en cada muslo, y tres vueltas en cada<br />

»pierna, y le fueron puestos tres garrotes á cada lado, y un cor-<br />

»del por la cabeza, y daba voces diciendo, ánimas del Purgato-


113<br />

»rio, señor San..Miguel, la verdad tengo dicha, y si más .supiera<br />

»más dijera. Dios de verdad, Dios de misericordia, conozco que<br />

»he sido gran pecador (ya no piensa en la causa, ni en el tormento,<br />

sino' en la muerte que por instantes esperaba y que<br />

»deseaba sin duda.) Lo que me pesa es haber ofendido al rey,<br />

»y suplico á vuestra merded represente á S. M. este mi. sentimiento<br />

y que se compadezca de mi mujer y ocho hijos que<br />

»tengo.<br />

»Y luego le fueron apretados los garrotes y daba voces di.-<br />

»ciendo que me muero... no me reciba Dios mi alma en su<br />

»gloria si tengo . máS que decir ni he dicho uno por otro, y .he<br />

»descubierto toda la máquina de lo del marqués de Almenara,<br />

»señor. senador (¡qué título para un verdugo!), no vea la cara<br />

»de Dios si sé más, y á fé de caballero que he dicho. la verdad.<br />

»Y habiendo gastado dándosele el dicho tormento espacio de<br />

»dos horas antes más que menos, y viendo que no decia ningu-<br />

»na cosa más (como si aun dado caso que tuviera que decir<br />

»pudiera ya hablar), pareciendo que se había dado Suficiente-<br />

»mente, tl dicho señor comisario mandó que lo quitase con pro-<br />

»testacion de lo reiterar siempre que sea necesario,,y fué dejado.»<br />

(30) Librería de Salazar. A. 49.—Copia de un papel de Gerónimo<br />

Zurita al rey avisándole la salida de Gerónimo de Albion<br />

Alcayde, para Francia, á fin de que el rey mande averiguar si<br />

habla en aquel país ceo el de Agremont ó con el presidente<br />

hart.<br />

(Este Albion iba comisionado á Roma por los diputados de<br />

Aragon, y el bueno de Zurita lo delata.)<br />

En otro papel tambien dirigido á Felipe II, dice Zurita:<br />

...“ Y si se diese lugar á cualquiera limitacion, cada dia se<br />

siria cercenando la jurisdiccion del inquisidor general como lo<br />

»pudran desear los agentes que allí están (en Roma), por los<br />

»diputados del reino de Aragon, qne seria muy mala introduc-<br />

»cion y tan perjudicial, que para estos tiempos ninguna seria<br />

»tan perniciosa. Pero es dolencia antigua que nunca se acabe<br />

»de entender esto por los de allá.»


114<br />

La respuesta del rey dice así: «Teneis mucha razon en lo que<br />

»aquí decís, esta causa se podrá ver en el Consejo y ordenareis<br />

ila respuesta con el primero, conforme á lo que les pareciere.»<br />

(31) Progresos de la Historia en el reino de Aragon y elogios<br />

de Gerónimo Zurita, su primer Cronista, del Consejo del<br />

señor rey D. Felipe II, su secretario y de la Cámara en el Su-.<br />

premo de la santa y general Inquisicion.<br />

Por Ustarroz refundida por Dormer.<br />

Impresa en Zaragoza en 1680 de órden del reino.<br />

Pág. 83.—En carta escrita por Zurita al rey desde Córdoba<br />

á 12 de Abril de 1570, recordándole su pretension de ser nombrado<br />

maestro racional de la ciudad de Zaragoza, despues de<br />

aleger otros méritos, dice: «Acúerdese V. M. cuán mal visto<br />

»soy en aquel reino, y cuánta más razon hay por esta causa<br />

»que entiendan allá y acá que V. M. no tiene olvidados los ser-<br />

»vicios de mi padre y los mios.»<br />

(32) Historia de Felipe II, por D. Evaristo San Miguel, tomo<br />

4: 1 pág. 190.<br />

(33) E. 137. Varios de Historia. Biblioteca de la Academia<br />

de la Hisioria. Pág. 27.<br />

(34) Id. id.<br />

(35) Librería de Salazar. K. Copias de las consultas y decretos<br />

del gobierno de la reina madre. Pág. 200.


INFORME<br />

SOBRE LXS ORDEVINMS DE LY 11E111101DO DE LOS CIEGOS<br />

DE MADRID,<br />

LEIDO EN LA SOCIEDAD ECONÓMICO MATRITENSE<br />

EL 11 DE OCTUBRE DE 1831.<br />

El informe <strong>sobre</strong> las ordenanzas de los ciegos de Madrid<br />

que se pidió á esta Sociedad por la Sala de Alcal-<br />

'des da Casa y Corte , que no se dió entonces á causa de<br />

la extincion de este tribunal , y se ha retardado hasta<br />

ahora por haberse decidido con mucha razon que se despachase<br />

primero el expediente general <strong>sobre</strong> las ordenanzas<br />

de todos los gremios de esta capital , será<br />

hoy muy diferente del que en aquella ocasion se hubiera<br />

presentado. Cuando subsistiau en todo su vigor, por


116<br />

más que la opinion los condenase, los privilegios y<br />

exenciones de tantos gremios poderosos, la humanidad<br />

y la <strong>política</strong> aconsejaban que se tuviese alguna consi<br />

deraeion con el de los pobres ciegos, cuya suerte eseitara<br />

siempre la compasion general. Por eso, al ver res<br />

petados otros derechos no mejor adquiridos que los suyos,<br />

se pensó en proponer esta reforma parcial y una<br />

indemnizacion para los que por ella fuesen perjudicados.<br />

Pero el memorable informe de la Sociedad para la<br />

extincion absoluta de todos los gremios y asociaciones<br />

gremiales, y los progresos que en el camino de las mejoras<br />

se van haciendo todos los días , permiten y aun<br />

exigen que se adopte en este momento acerca de la<br />

Hermandad de los Ciegos, una resolucion igualmente<br />

franca y decisiva. Además, el gobierno de S. M. se ha<br />

visto recientemente en la precision de tomar medidas<br />

muy severas <strong>sobre</strong> este asunto, y pocas reflexiones<br />

bastarán para convencerse de que es llegado el caso<br />

de arreglarlo definitivamente y de una vez para<br />

siempre.<br />

Este instinto de reunirse en gremios ó asociaciones<br />

que en todos los paises se ha manifestado más ó ménos<br />

en la infancia de la moderna civilizacion, se desarrolló<br />

con tal fuerza en España, que cundiendo por todas las<br />

clases, dividió la .nacion en innumerables fracciones,.<br />

las cuales, olvidadas del procomunal, cuidaban solo de<br />

sus peculiares intereses , formaban aparte su espíritu<br />

de cuerpo, tanto más temible cuanto era más concentrado,<br />

y vivian, por decirlo así, otra vida que la del.<br />

pueblo que despedazaban, y en,cuyo daño muchas ve-


117<br />

'/es se conjuraban directamente. No eran ya las o/radias<br />

(5 ayuntamientos de que hablan con tanto respeto<br />

nuestras antiguas leyes, y que en la edad media contrarestaron<br />

el poder de los señores, protegieron los intereses<br />

nacionales y defendieron valientemente, aunque<br />

no siempre con buen éxito, sus franquicias y libertades<br />

; eran reuniones mezquinas de los que pertenedan<br />

á una clase determinada de la sociedad y de los<br />

que se dedicaban á un mismo tráfico ú oficio. Dividido<br />

así el pueblo en pequeños grupos, regido cada uno de<br />

ellos por reglamentos ú ordenanzas particulares, dominados<br />

todos por afectos y preocupaciones anti-sociales,<br />

pugnando entre sí por intereses encontrados que solo la<br />

libertad fabril y comercial puede , poner en armonía, se<br />

han introducido elementos de antipatía y contradiccion<br />

en el seno de nuestra patria , que no presenta por eso<br />

aquella unidad compacta , aquella fisonomía particular<br />

y característica, sin la cual no puede existir este ser<br />

<strong>moral</strong> que llamamos nacion. Este mal, de tanta gravedarl<br />

y trascendencia, causa principal, sino única, de la<br />

oposicion que experimentan en el dia las reformas útiles<br />

, esta diferencia de opiniones que el calor de los=<br />

partidos convierte en una desastrosa guerra civil, se explican<br />

á los ojos del político por la multitud de los gremios<br />

que se han propagado entre nosotros hasta lo infinito,<br />

así como por las sectas pueriles y ridículas con<br />

que el escolasticismo ha ido dividiendo y malograndolos<br />

ingénios españoles, por las gerarqufas que el nacimiento<br />

establecia , tanto menos útiles cuanto eran más<br />

numerosas ; por la variedad inconcebible' de fueros y ju


118<br />

risdicciones que, con mengua de la justicia, se han establecido<br />

por todas partes; per la diversidad de distinciones<br />

y hcnores que alimentan la vanidad de unos pocos,<br />

esci!an la envidia de algunos más, y apartan<br />

unos y á otros de esta masa del pueblo en que deben<br />

refundirse sin diferencia alguna ostensible todas las clases<br />

de la sociedad.<br />

Pero no es este el lugar de manifestar hasta dblde<br />

se han extendido las graves consecuencias de este fatal<br />

espíritu de dividir y agremiar los hombres; aunque provoca<br />

naturalmente este exámen la consideracion de la.<br />

extraordinaria rapidez con que este mal se propagó en,<br />

los siglos últimos. Porque en efecto, ¿qué prueba más<br />

importante puede hallarse de su asombrosa extension.<br />

que el ver agremiarlos á los ciegos ? Son por lo comun.<br />

los ciegos los hombres menos dispuestos á imitar , y<br />

entre ellos se encuentran siempre caracteres originales<br />

dignos de ser estudiados; pero los arrastró á pesar de<br />

toda la fuerza de las ideas dominantes, y al fin resolvieron<br />

agrcmiarse. Debiera haberles retraido de seguir<br />

el ejemplo general , el convencimiento de que no podrian<br />

ellos hallar la ventaja que de la reunion de las,<br />

fuerzas particulares sacan en los gremios los que entran<br />

á componerlos. Veinte ó treinta ciegos reunidos no ven<br />

más que estando separados, y lejos de poder ayudarse<br />

mútuamente servirian de estorbo los unos á los-otros<br />

, y perderian además la ocasion de recibir los<br />

buenos oficios que no pueden menos de hallar en la sociedad<br />

unos séres tan desgraciados y tan justa comogeneralmente<br />

compadecidos. Bajo este último aspecto,


119<br />

hubiera sido menos extraño ver agremiarse á los tuertos,<br />

porque por una anomalía , no difícil acaso de esplicar,<br />

lejos de escitar ningun interés su imperfeccion<br />

produce en muchas gentes la más pronunciada antipatía.<br />

Agremiados, al fin, los ciegos, les cupo en patrimonio<br />

el derecho exclusivo de publicar y vender por las<br />

calles papeles sueltos de todas clases , y el de cantar y<br />

tocar los instrumentos de cuerda. ¡ Así al nacer todo<br />

gremio, perece siempre una parte de esta libertad natural<br />

que con tanta parsimonia debe restringirse , no<br />

solo por no menguar la holgura y contento de los hombres<br />

, sino por no perjudicar á la riqueza pública que<br />

está felizmente en armonía con sus necesidades y sus<br />

placeres ! ¡ Quién diría que en un pueblo formado para<br />

la música , que la cultiva por instinto , que la ama por<br />

costumbre , que la ha menester contínuamente como la<br />

expresion única de imaginaciones tan lozanas y de pechos<br />

tan sensibles y generosos como los de los españoles,<br />

se habia de monopolizar el ejercicio de este arte y<br />

reservar á unos cuantos ciegos el derecho de distraer<br />

con sus encantos á un pueblo de suyo alegre y valiente,<br />

que no ha logrado abatir la más prolongada miseria ni<br />

volver estúpido y servil, como quisiera, la atroz tiranía<br />

que por tantos tiempos ha sufrido ! Pero cuanto más<br />

absurdo y perjudicial fuera el objeto de la Hermandad,<br />

de los Ciegos, mayor debia ser el rigor de sus ordenanzas.<br />

No consta cuáles fuesen las primitivas por que se<br />

rigieron ; sábese únicamente que en 1782 limitó esta<br />

real Sociedad, ya que otra cosa no la era dado hacer en.


120<br />

aquel tiempo, las pretensiones escesivas de los ciegos<br />

en un informe que mereció la aprobacion del Supremo<br />

Consejo de Castilla y que forma la base de las actuales<br />

ordenanzas.<br />

Nótase en ellas , como en todas las que en aquella<br />

época salían de la misma turquesa, el empeño de reducir<br />

cuanto fuese posible el número de los agremiados,<br />

para lo cual se fijan edad, estado y otras circunstancias<br />

que la mayor parte no podrían seguramente reunir.<br />

Se exige una contribucion de entrada , otra anual, y se<br />

señalan las multas en que podrán incurrir, dejando amplias<br />

facultades para aumentarlas arbitrariamente. Mas<br />

prescindiendo de tantos puntos de semejanza como tienen<br />

con todas las ordenanzas, lo que en estas llama la atencion<br />

es que, notando los ciegos la necesidad que tenian<br />

de un arca de tres llaves para el dinero ; de llevar un<br />

libro de matrícula, otro de resoluciones y otro de cuentas<br />

; de celebrar algunos escrutinios para las elecciones<br />

anuales y otras cosas semejantes , se convinieron<br />

en admitir algunos hermanos de vista. Fácil es conocer<br />

cuánto perjudicaria su admision á la buena armonía y<br />

espíritu de igualdad que debe reinar en tales hermandades,<br />

y cuántos medios no hallarian estos de compensar<br />

las desventajas que por las ordenanzas tenian respecto<br />

de los ciegos. Entre otras, hay una muy curiosa<br />

) :digna de observarse, porque comprueba la conocida<br />

zelotipia, que no sin disculpa padecen estos desgraciados.<br />

Las mujeres admitidas en la hermandad tienen<br />

derecho exclusivo á ciertos puestos de papeles públicos<br />

que se reputaban y aun en el dia. se reptan bas-


121<br />

tante lucrativos. Concedido este privilegio parecía, segun<br />

el espíritu y objeto de las ordenanzas, que debería<br />

ser privativo de las ciegas ; pero los ciegos lograron<br />

que se les negase si se casaban con hermanos de vista<br />

al mismo tiempo que lo solicitaron y obtuvieron para<br />

sus propias viudas aunque no fuesen ciegas. Este anatema<br />

que lanzan contra sus compañeras de desgracia<br />

que logran casarse con alguno que no sea ciego, y esta<br />

represalia con que las conminan de tomar sus mujeres<br />

en país extranjero, que tal vez debe parecerles este<br />

mundo que no pueden llamar suyo, porque jamás lo han<br />

de ver, si bienios recomienda más y más á la compasion<br />

de las gentes porque indica de cuántos tormentos va en<br />

ellos acompañada la dulce necesidad de amar, prueba<br />

cuán inconsideradamente se consintió semejante ano<br />

malía en las ordenanzas.<br />

Con estos y otros mayores defectos que seria prolijo'<br />

enumerar han subsistido y subsisten todavía. Con ellas<br />

y por ellas se han promovido pleitos escandalosos en'<br />

que han pretendido los ciegos que se destinase al servicio<br />

de las armas á libreros beneméritos de esta capital<br />

porque en sus tiendas vendian algunos papeles de'<br />

los que ellos suelen publicar por las calles. Y pretendiendo<br />

ampliar el número de los que solo ellos pueden<br />

vender han solicitado con las ordenanzas en la maná<br />

que se prive á todos los demás la venta de Gacetas*,<br />

Diarios , Almanaques, y entre otras obras de literatura,<br />

las que ellos llaman Historias. No se comprended,<br />

qué secreta relacion puede haber entre el partido estúpido<br />

y retrógrado que ha dominado en España por es-


122<br />

patio de diez años, y estos infelices, condenados á eterna<br />

oscuridad; pero del expediente remitido á informe,<br />

de la Sociedad resulta la proteccion decidida que en<br />

este tiempo ha dispensado á los ciegos la extinguida<br />

Sala de Alcaldes. Entre otras pruebas de esta verdad<br />

puede citarse el bando que publicó en 12 de Junio<br />

de 1828 , en que para evitar que digan expresiones<br />

mal sonantes los que venden papeles por las calles, se<br />

manda que sean ciegos, y al que se dedique al oficio<br />

que se reserva para estos, aunque sea por no tener<br />

otro, se le declara vago y se le condena al servicio de<br />

las armas. Así, ademas del daño directo que se hace<br />

con tan desacertadas providencias, se causa otro mayor<br />

y de más difícil reparacion, porque oyendo el puebl<br />

o de boca de las primeras autoridades proposiciones<br />

tan absurdas, notando entre ellas un contrasentido tan<br />

chocante, y viendo sancionar tan vergonzosos errores,<br />

se altera insensiblemente el coraun criterio, se vicia la<br />

razon pública, y aumentando en vez de disminuir cuidadosamente<br />

los obstáculos que á las clases más numerosas<br />

de la sociedad impiden el discurrir con acierto, se<br />

aleja más y más el dia venturoso en que , mejorada su<br />

condicion por una bien dirigida educacion <strong>política</strong>, emplace<br />

la razon al freno de la fuerza y salgan nuestros artesanos<br />

y labradores, todos los hombres industriosos, de<br />

la ignorancia, de la abyeccion y envilecimiento en que<br />

por tantos siglos han estado sumidos. El suave y alegre<br />

soplo de libertad que respiramos va visiblemente des<br />

pejando el negro horizonte que nos cobijaba, y deja entrever,<br />

en agradable perspectiva, este dia feliz, único,


123<br />

objeto de nuestras patrióticas tareas y de nuestros más<br />

ardientes deseos.<br />

Los ciegos, sin embargo, no sienten nada de esto ni<br />

saben que ha empezado una nueva era para el pueblo<br />

español. De otro modo no se concibe cómo en vez de<br />

renunciar á sus ordenanzas, siguiendo el ejemplo de<br />

tantos gremios de esta corte, piden para su hermandad<br />

nuevas restricciones , que aun en los tiempos menos<br />

favorables á la ilustracion no se hubiera atrevido á concederles<br />

la misma Sala de Alcaldes de Casa y Corte..<br />

Verdad es que aun existia ó más bien agonizaba este<br />

tribunal, y tambien el Consejo de Castilla, cuando solicitaron<br />

los ciegos que, además de todas las circunstancias<br />

que se requieren para ser admitidos en su hermandad,<br />

se exigiese la de haber residido en Madrid<br />

cuatro años lo menos, que se impusiera una contribucion<br />

á las viudas, que se ampliasen las clases de papeles<br />

que solo ellos pueden vender, que se prohibiera con:<br />

el mayor rigor el ejercicio público de la música á los<br />

que no fuesen ciegos y otras cosas semejantes que no<br />

merecen indicarse, ni mucho menos ser refutadas.<br />

Entrar en el examen de las adiciones que se proponen<br />

seria suponer que habrían de subsistir las ordenanzas,<br />

y esto es imposible á juicio de la Sociedad que<br />

se ha pronunciado abiertamente por la inmediata y<br />

absoluta supresion de todos los gremios.<br />

Seria tambien supérfluo aplicar los principios por que<br />

aquellos han sido proscriptos á esta hermandad, que<br />

considerada en general, se halla en el mismo caso que;<br />

los demás y produce los mismos males que son comu-


124<br />

nes á todas las agremiaciones de esta especie. Pero hay<br />

otros que son peculiares á la de los ciegos y que la hacen<br />

doblemente absurda y perjudicial. El privilegio<br />

que tienen de ser ellos solos los que venden los papeles<br />

públicos produce por de pronto el efecto que todos<br />

los monopolios. Los monopolistas se convienen fácilmente<br />

en alzar el precio, y lo alzan en efecto sin proporcion<br />

ninguna con el valor intrinsico de la cosa. Es<br />

bien público que las gacetas extraordinarias se venden<br />

regularmente por el doble de su coste y algunas veces<br />

por el triple, con lo cual, además del perjuicio causado<br />

á los compradores, se reduce escesivamente el número<br />

de estos. Cuando el gobierno cree necesario anunciar<br />

al público por extraordinario algun suceso político, es<br />

claro que interesa que sea generalmente conocido , y<br />

el papel en que se anuncie debe venderse al más bajo'<br />

precio posible para que todos puedan comprarlo. Esto<br />

rio puede conseguirse sino permitiéndose la libre é indefinida<br />

concurrencia de vendedores , con lo que se<br />

conseguirá además que las noticias publicadas de este<br />

modo circulen con más prontitud', circunstancia que<br />

suele ser en <strong>política</strong> del mayor interés. No es esto decir<br />

que los ciegos no se dirijan con bastante presteza á<br />

los barrios más extraviados de la capital; al contrario,<br />

es tal su celeridad que van por medio de las calles re.partiendo<br />

garrotazos, atropellando gentes, y expuestos,<br />

ellos mismos á ser atropellados por los carruajes, qaeriendo<br />

ganar con tal precipitacion el tiempo que- su<br />

ceguedad les hace perder en dar los papeles que les piden,<br />

cobrar , volver el cambio y otras cosas seniejan-


125<br />

;gis, !Iodo esto se evitará dejando este tráfico libre para.<br />

que lo ejerzan sin limitacion de número las personas<br />

con vista ; pero aun son más graves los inconvenientes<br />

de otra especie que de no hacerlo así se seguirían. En<br />

todos tiempos es de temer, pero ahora más que nunca,<br />

que los enemigos del Órden se valgan de los ciegos co-,<br />

mo un instrumento de las maquinaciones, pues nada<br />

hay más fácil que sustituir los papeles que lícitamente<br />

expendan con otros subversivos que circularian prontamente<br />

por este medio. Los ciegos pueden abusar tanbien<br />

de su posicion y cometer este delito á sabiendas<br />

en la confianza de que no podrá probárseles legalmente,<br />

y aunque se les pruebe pueden estar seguros de que<br />

no se les castigará con mucho rigor, ya por la compra--sion<br />

que naturalmente escitan, ya porque en realidad<br />

hay en ellos menos materia punible que en los demas<br />

hombres. Nadie puede ser castigado sino en proporcion<br />

de sus goces, y no hay ciertamente goces más limitados<br />

que los de los pobres ciegos.<br />

El otro privilegio que tienen de tocar en público los<br />

instrumentos de cuerda y acompañarse cantando, además<br />

de ser injustísimo y absurdo, como queda indicado,<br />

es doblemente odioso por los resultados que ha<br />

producido , y temible por las consecuencias que de su<br />

continuacion podrian seguirse. Nuestra poesía popular,<br />

no menos célebre por las bellezas literarias que en<br />

tiempos de tanta rudeza é ignorancia admiraron á la<br />

Europa , que por la notable influencia que ha tenido<br />

siempre en las costumbres públicas, nuestra poesía popular<br />

ha descendido insensiblemente á tanta degrada-


126<br />

don y tal torpeza que valiera sin duda más que no<br />

existiese. Muchas causas han podido contribuir á esto,<br />

pero una de las más funestamente eficaces ha sido el<br />

privilegio de los ciegos. Puesta una vez en mal camino<br />

una compañia privilegiada de esta y de cualquiera<br />

especie, ni sabe abandonarla, ni tiene interés en ello,<br />

ni se le presentan medios de conseguirlo. El monopolio<br />

lo estanca todo, riqueza, gusto, saber y hasta las<br />

inclinaciones de los hombres, y una vez corrompido el<br />

gusto en ciertas materias se hace necesariamente popular<br />

y dominante, y como no hay concurrencia no<br />

puede quedar ninguna esperanza de verlo mejorado.<br />

Así, olvidadas las hazañas de tantos héroes españoles<br />

que antes todos conocian y cantaban , ignorado del<br />

pueblo entre tantos otros bellísimos romances ese precioso<br />

romancero del Cid, que á la par de las costumbres<br />

de nuestros mayores y de rasgos de valor propios<br />

solo de españoles, enseña ideas tan grandiosas y liberales,<br />

abandonados de las musas y hasta de la razon,<br />

entonan solo los ciegos coplas indecentes, aun más que<br />

por su bárbaro estilo y demás defectos literarios , por<br />

los hechos y los hombres que ensalzan. Hazañas de valentones,<br />

proezas de guapos, violaciones, robos, muertes<br />

sin cuento de mil modos horribles, resistencia á la<br />

justicia, que segun el gusto de los copleros lleva siempre<br />

en estas luchas la peor parte, tales son los asuntos<br />

más comunes de nuestra actual poesía popular. Y<br />

no se crea que no hay en esto más daño que la mengua<br />

de la literatura española, que es funestísirao cuanto<br />

difícil de corregir el estrago que en las costumbres


127<br />

públicas produce. Nada oye con frecuencia la incauta<br />

niñez, nada el ignorante vulgo que no labre en su corazon,<br />

y si á esta docilidad tan fácil de pervertir se<br />

agrega el encanto que tiene para todos lo que es extraordinario<br />

y maravilloso, no debe causar' extrañeza<br />

que las gentes del pueblo admiren como héroes á los<br />

facinerosos, cuyas hazañas oyen ensalzar por todas partes,<br />

ni que haya tantos que de la admiracion pasen al<br />

cariño, y del cariño á la imitacion. El estudio de las<br />

costumbres privadas y la observacion del género de<br />

vida de cada clase, y en especial de las menos acomodadas<br />

han merecido del siglo en que vivimos una particular<br />

atencion, pero se ha considerado esto como un<br />

medio de amenizar la literatura cuando debiera ser una<br />

parte muy principal de la filosofía <strong>política</strong>. Mirándolo<br />

así, estudiando como filósofo las costumbres del pueblo<br />

para corregirlas como legislador, se podrá apreciar<br />

con exactitud hasta qué punto contribuye á corromperlas<br />

esto que á falta de otro nombre hay que llamar<br />

poesía popular. A poco que se observe se verá qué<br />

partido tan numeroso y tan temible atrae entre nosotros<br />

á los héroes que canta, cómo se repiten de boca<br />

en boca sus hazañas y se lamentan sus desgracias. No<br />

ha mucho que en una cárcel de esta córte recibia uno<br />

de ellos un culto escandaloso, que hubieron de presenciar<br />

hombres honrados á quienes era más sensible esta<br />

degradacion, que la prision que por sus ideas liberales<br />

sufrían y que la misma muerte que por instantes<br />

aguardaban. No merece el nombre de un facineroso<br />

ser mentado en este informe, ni es esta la ocasion de


128<br />

revelar los singulares y abominables secretos que se<br />

aprenden en nuestras cárceles, pero conviene al menos<br />

que se sepa que se anunciaba con anticipacion que se<br />

iba á cantar y relatar la vida del más popular de sus<br />

héroes, y al punto cesaba la confusa gritería que cubre<br />

ordinariamente los lamentos de algunos presos inconsolables.<br />

Empieza la larga jácara contando la feliz disposicion<br />

que el héroe descubria desde niño y las primeras travesuras<br />

con que la acreditó ; sigue despues recorriendo<br />

gradualmente la escala de los delitos que pueden<br />

cometerse en una ciudad, y en todos deja gloriosas señales<br />

de valor y sagacidad, hasta que convencido de<br />

que su mérito le llamaba á mayores empresas que los<br />

robos y las muertes en poblados, sale al camino, y su<br />

reputacion adquirida y algunas nuevas hazañas le valen<br />

pronto el grado de capitan de ladrones. Desde entonces<br />

le trata el poeta con más respeto, tiene cuida<br />

do de agregar siempre á su nombre el título de Señor,<br />

y el interés y la veneracion de los pervertidos oyentes<br />

suben de punto. No es ya solo su valor lo que tienen<br />

que admirar, sino la firmeza de su carácter que le hacia<br />

respetar de una numerosa banda de hombres , todos<br />

valientes y amantes como él mismo de una absoluta independencia;<br />

pero les trataba como á iguales, les repartia<br />

con equidad las presas y les reconciliaba en todas<br />

sus desavenencias. Así le querian tanto y él confiaba<br />

en la fidelidad de sus súbditos, de modo que cuando<br />

al fin cayó en manos de la justicia, no dudaba que vendrían<br />

capitaneados por su segundo á arrancarle de las


• e<br />

129<br />

del verdugo. Mas no fué así á pesar de haberlos ',estado<br />

esperando largo rato al pié de la horca, haciendo la<br />

entretenida, como dice el romance, que concluye ponderando<br />

el general sentimiento que su muerte escitó. El<br />

de los presos es muy sincero, y largo rato despues de<br />

concluido el lúgubre canto reina aun en la cárcel un<br />

imponente y religioso silencio. Fuera de ella se repite<br />

Cambien y se oye con gusto la misma jácara, que es<br />

capaz, á pesar de la catástrofe en que termina, de aficionar<br />

á muchos á la arriesgada y en su opinion gloriosa<br />

vida de salteador de caminos.<br />

Pero aun es mayor el daño que causan semejantes<br />

composiciones pervirtiendo la razon de las gentes honradas<br />

y destruyendo las bases de la <strong>moral</strong> y de la justicia<br />

<strong>sobre</strong> que descansa el edificio social. Tratando la<br />

citada jácara del sistema que seguia el héroe, dice que<br />

robaba con fantasía,<br />

que á los ricos les quitaba<br />

y á los pobres socorria.<br />

Y esta idea y otras semejantes se ven repetidas en todos<br />

los romances de esta especie. Comparando el carácter<br />

de la nacion francesa y el estado de su civilizacion<br />

con el de la nuestra, se verá que estas coplas tienen<br />

entre nosotros el mismo objeto y la misma tendencia<br />

que las doctrinas del Sansimonismo francés. Allí<br />

se echa mano de la filosofía para destruir ó más bien<br />

para repartirse la propiedad, porque las ideas abstractas<br />

que produjeron ya una vez y sancionaron una gran<br />

revolucion tienen un poder inconcebible <strong>sobre</strong> las ma-<br />

- 9


130<br />

sas populares ; aquí, sin intencion acaso, se emplean<br />

alternativamente la caridad cristiana estraviada de su<br />

objeto, la generosidad sin igual de nuestro carácter nacional,<br />

y este espíritu de independencia, y esta aficion<br />

á los riesgos de la guerra que nos han dejado las que ya.<br />

parcial, ya generalmente hemos sostenido con tanta<br />

frecuencia. Y todo esto pintado con colores que tanto<br />

lisonjean al pueblo español y que cautivan irresistiblemente<br />

nuestra imagin.acion.<br />

Además de la importancia <strong>política</strong> que segun estas<br />

indicaciones se descubre en la reforma de cuanto toca<br />

á nuestra música y poesía vulgar, hay otra razon muy<br />

poderosa que la exige imperiosamente. La honestidad,<br />

la pureza de nuestras costumbres va desapareciendo<br />

ante el indecente cinismo y la licencia desenfrenada<br />

que reina en casi todas nuestras canciones populares.<br />

Eran antes estimados nuestros cantares por la agudeza<br />

y novedad de sus pensamientos, por la delicadeza, gracejo<br />

y donaire en la expresion, y más que todo por su<br />

espíritu y tendencia que eran siempre picantes sin llegar<br />

jamás á libres. Ya no bastan equívocos ni reticencias,<br />

ya no gusta adivinar lo que no se dice y se indica,<br />

ya no satisface vislumbrar la intencion maliciosa,<br />

es menester ver la cosa misma, llamarlo todo con su<br />

nombre y emplear con preferencia los más torpes y<br />

groseros. No debe mancharse este papel citando alguna<br />

de tantas pruebas como pueden alegarse de esta<br />

triste verdad, pero como una de las más vergonzosas<br />

se acompaña el adjunto impreso con el título de Villancicos.<br />

Con este nombre místico y con música del


131<br />

nismo género se cantan sacrílegamente por las plazas<br />

y calles más públicas de Madrid á vueltas de una inde-<br />

=cente paráfrasis de los mandamientos de la Ley de Dios<br />

esos versos en que se describen menudamente y tina<br />

por una todas las facciones del cuerpo de una mujer,<br />

sin que se pueda decidir qué es en ellos más detestable,<br />

si lo sándio de sus ridículas comparaciones ó lo<br />

obsceno de todas sus ideas. Solo los ciegos podrian<br />

cantar semejantes coplas, porque carecen en general<br />

de todo sentimiento de honestidad ; que esta idea como.<br />

la del decoro y todas las que tienden á producir el rubor<br />

que escitan los conceptos indecentes entran por<br />

los ojos. ¡La noche es bien poco honesta: no es mucho<br />

que no lo sean los que viven en noche perpétua! Pero<br />

el mal cunde prodigiosamente y de los ciegos pasa á<br />

los demás, y ahora mismo se vé para vergüenza nuestra<br />

que los cantares que disuenan y ofenden á los buenos<br />

oídos al pasar por ciertas calles 6 por las inmediaciones<br />

de alguna taberna, han hallado eco en el teatro,<br />

que debiera ser la escuela de las costumbres. Importa<br />

mucho que ahora sean más puras que nunca ; es sabido<br />

que los esclavos son los hombres más viciosos de la<br />

tierra, y no hay en esto gran riesgo, porque la enormidad<br />

de los castigos y su terror servil hacen las más<br />

veces estéril su maldad; pero los hombres libres no reconocen<br />

más freno que la virtud, y ¡desgraciado el<br />

pueblo que sin este auxilio piense disfrutar alguna libertad!<br />

Si se ha de consolidar entre nosotros la que felizmente<br />

nos promete el actual órden de cosas, es pre-<br />

-ciso restablecer la austeridad y pureza de nuestras an-


132<br />

tiguas costumbres, y esto no se consigue sino con reformas<br />

de esta especie, que aunque parezcan de poca<br />

importancia sean muy positivas y de inmediata aplica-<br />

cion.<br />

Cese, pues, el monopolio de música y de canciones<br />

de que tanto han abusado los ciegos; déjese como las<br />

demás libre esta industria, que los que entren de nuevo<br />

á ejercerla la mejorarán sin duda alguna, y el gobierno,<br />

siguiendo solícitamente sus pasos, podrá darle<br />

una feliz direccion. Uno de los mayores sabios de la<br />

antigüedad decia, que á un cambio en la música popular<br />

de un país se seguiria necesariamente otro en su<br />

constitucion <strong>política</strong>. Si este principio era, como debe<br />

creerse, cierto, es preciso convenir en que no es tan<br />

trascendental el oido de los pueblos modernos; pero si<br />

hay alguno en Europa en que pudiera tener alguna<br />

aplicacion, seria ciertamente el español. Con esta sensibilidad<br />

tan delicada, con esta aficion tan decidida<br />

á la música, con este instrumento nacional que no hay<br />

gañan por torpe que sea que no toque con alguna gracia,<br />

con tal lozanía de imaginacion, y tan feliz disposicion<br />

á amar todo lo que es bello y grandioso, ¿quién<br />

podrá desconocer la feliz influencia que tendría en<br />

nuestras costumbres públicas la grata, universal y<br />

eterna alianza que proporcionaria á las instituciones libres<br />

una reforma diestramente manejada en esta parte?<br />

Diríjase á este punto la atencion del gobierno y la de<br />

todos los patriotas ilustrados, y si dejando al ejercicio<br />

de la música la conveniente libertad y restableciendo<br />

el decoro que necesita, naciese en nuestro suelo, exen-


133<br />

cialinente poético, un hombre que como Beranger en,<br />

Francia recogiese todas las tradiciones y recuerdos<br />

gloriosos para la nacion, sintiese é hiciese sentir las.<br />

necesidades de la época, explotase los sentimientos y<br />

las ideas dominantes, y asociase á las de la libertad<br />

bien entendida los intereses y hasta las preocupaciones<br />

de todas las clases de la sociedad, se verá concentrarse<br />

y fortalecerse entre nosotros el instinto de la nacionalidad,<br />

sin el cual los pueblos no pueden ser independientes<br />

ni defender con teson sus instituciones <strong>política</strong>s.<br />

Quizá el Beranger español ha nacido ya, y no son.<br />

ciertamente los ciegos los que propagarán y harán querer<br />

la reforma que en esta parte reclaman á una, el<br />

buen gusto, la <strong>moral</strong> pública y los intereses de la politica<br />

.<br />

Esto, que con poco órden y sobrada difusion se acaba<br />

de exponer, servirá, á pesar de todo, para demostrar<br />

hasta la evidencia que los dos privilegios de vender<br />

los papeles públicos y tocar y cantar por las calles<br />

que tiene la hermandad de ciegos de esta corte, son<br />

absurdos y nocivos, y deben cesar inmediatamente. Ea<br />

cuanto al primero, ya lo ha conocido la ilustracion del<br />

gobierno, como lo prueba la real órden de 26 de Agosto<br />

último, publicada con motivo de la alarma que causaron<br />

los ciegos pregonando un papel con el título de<br />

La fuga del Pretendiente y entrada en España de<br />

treinta mil franceses. Pero las medidas adoptadas por<br />

la real órden llevan el carácter de provisionales y son<br />

una nueva prueba de la necesidad urgente que hay da<br />

una reforma radical.


134<br />

Extendiendo esta igualmente á la otra parte exencia1<br />

de las ordenanzas <strong>sobre</strong> el ejercicio público de ciertos<br />

instrumentos músicos, podria hacerse bajo estas<br />

bases :<br />

1. 5 La hermandad de los ciegos de esta corte<br />

queda disuelta, y abolidas por consiguiente sus ordenanzas.<br />

2. a El ejercicio de la música es absolutamente libre<br />

y puede dedicarse á él toda clase de personas, sin<br />

escepcion alguna. (El gobierno procurará por todos los<br />

medios posibles las mejoras progresivas que la música<br />

y poesía popular reclaman.)<br />

3.' La facultad de vender por las calles papeles<br />

públicos, sean á no oficiales, se concederá por las autoridades<br />

superiores de las provincias á todas las personas<br />

que lo soliciten, con tal que sean mayores de<br />

diez y siete años y sepan leer y escribir. (Por ahora.<br />

podrá permitirse á los ciegos de la extinguida hermandad.)<br />

4: Se formará una matrícula de todos los que se<br />

dediquen á este tráfico, que podrán ejercer en cualquiera<br />

pueblo de las provincias, y se les obligará á llevar<br />

visiblemente una marca que indique la autorizacion<br />

y número del individuo. (Como este oficio no exige<br />

adelanto ninguno ni aprendizaje, podria establecerse<br />

una módica contribucion de entrada que respondiese<br />

de las penas pecuniarias en que pudiera incurrir el<br />

admitido; porque tratándose de faltas leves y de personas<br />

de las clases menos acomodadas de la sociedad,.<br />

son preferibles á las corporales.)


135<br />

5.' El gobierno cuidará con el mayor esmero de<br />

que los ciegos perjudicados por esta reforma que no<br />

tengan medios de subsistir, sean admitidos y bien tratados<br />

en los establecimientos de beneficencia.


DE LA BENEFICENCIA<br />

EN INGLATERRA Y EN ESPAÑA.<br />

INFORME<br />

LEIDO EN LA ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES Y POLITICAS.<br />

La Academia me ha honrado con el encargo de examinar<br />

el Manual del Visitador del pobre, escrito por.<br />

la señora doña Concepcion Arenal de García Carrasco,<br />

y como haya cierta analogía en el asunto, no en la forma,<br />

entre este interesante libro y otro titulado The<br />

Charities of London, que hace algun tiempo pasó tambien<br />

la Academia á mi exámen, diré primero algunas<br />

palabras <strong>sobre</strong> el Manual inglés, y comparándolo des<br />

pues con el español, más bien que un informe prolijo,


138<br />

<strong>sobre</strong> el contenido de uno y otro libro, que acaso no lo<br />

consiente por diversos motivos la índole de ninguno de.<br />

los dos, presentaré á vuestra consideracion los hechosprincipales<br />

que deben examinarse con ánimo imparcial<br />

para conocer el verdadero estado de la Beneficencia pública<br />

en España y en Inglaterra, y más particularmente<br />

en sus respectivas capitales. Haré sin embargo algunas<br />

reflexiones: pero con el desaliño con que naturalmente<br />

se me irán ocurriendo , como quien sabe de antemano<br />

que no tendrán ningun valor por sí mismas, y que solo<br />

podrán ser de algun provecho por la ocasion y el motivo<br />

que ofrezcan para otras más atinadas. El Manual inglés<br />

es un Guia para los que en Lóndres necesiten acudir<br />

á la caridad, y para los que sienten tambien como<br />

una necesidad más noble y más afortunada el impulso<br />

que los lleva á auxiliar, á socorrer y consolar á sus semejantes.<br />

El número de sociedades que con este objeto<br />

se han formado, apenas puede contarse. El Manual<br />

enumera unas 600, pero comprende en una sola varias<br />

que considera como ramas de la primera ó principal; y<br />

no toma en cuenta las Sociedades de Amigos que vienen<br />

á equivaler á las que nosotros conocemos con el<br />

nombre de Socorros mútuos, á pesar de que muchas de<br />

ellas reciben considerables auxilios de la caridad; y en<br />

todas resplandece esta sublime virtud, porque contribuyen<br />

con sus cuotas los que menos necesidad pueden tener<br />

de sus socorros. El número de estas sociedades<br />

en la parte de Lóndres que corresponde al condado de<br />

Surley es, segun el Manual, 704, y en la del condado<br />

de Middleoex, 2.053, número que no puede menos dlt


139<br />

parecernos exorbitante, pero que guarda proporcion<br />

con el total de estas sociedades en Inglaterra, que llega<br />

á 23.000. La escala que sirve en Inglaterra para medir<br />

las fuerzas de su industria, los capitales de su comercio,<br />

la riqueza de la nacion, el poder de su marina y todos<br />

los elementos que constituyen la existencia de aquel gran<br />

pueblo es tan diversa de la que nosotros solemos usar,<br />

escede en tanto á las dimensiones ordinarias de los tipos<br />

á que estamos acostumbrados , y puede tanto con<br />

nosotros la costumbre y cede de tal modo la razon al<br />

hábito, que juzgando naturalmente por comparacion,<br />

no acertamos á, calcular, ni para ello podemos emplear<br />

ninguna induccion. Por eso evitaré, en cuanto sea posible,<br />

hablar de las sumas enormes que á la caridad<br />

destinan generalmente, segun su fortuna y su virtud,<br />

los ingleses, porque más me duele que nos lleven ventaja<br />

en esto, que en la fuerza imponente de sus escuadras<br />

y en el poder, sin rival, de su inmensa fabricacion.<br />

Consolémonos en nuestra relativa y acaso temporal<br />

inferioridad con la de todas las naciones del continente<br />

de Europa, tanto más, cuanto que algunas no,<br />

podrán justificarla á esplicarla al menos tan satisfactoriamente<br />

como nosotros. Dejando pues á un lado la série<br />

de guarismos con que va marcando sucesivamente el<br />

Manual las sumas que cada sociedad ha recaudado é<br />

invertido desde su creacion, y renunciando de propásito<br />

al exámen de los datos estadísticos que proporciona,<br />

que parecerian exagerados y aun fabulosos, lo que merece<br />

llamar más la atencion, aunque llega tambien fa<br />

ligarla, es la variedad, la diversidad infinita de los ob-


110<br />

jetos que se proponen las sociedades caritativas en Inglaterra.<br />

Empieza la caridad donde amenaza la desgracia. Los<br />

que han de tener la más inmerecida de todas, la de<br />

nacer fuera de matrimonio , encuentran la más eficaz<br />

garantía contra todo conato de infanticidio en tantas<br />

casas de maternidad como á competencia se han ido<br />

estableciendo para mujeres de todas las clases de la<br />

sociedad. Señoras las han fundado, señoras las costean,<br />

señoras las sirven con tal celo y tal esmero, que<br />

se considerarian indignas, segun dicen y se las puede<br />

creer, si las desgraciadas que se acogen á su cuidado<br />

y se flan de su discrecion, no estuviesen tan bien asistidas<br />

como en trance semejante lo están ellas mismas<br />

en su casa. Los niños que así nacen tienen allí la fortuna<br />

de no vivir por lo comun aglomerados en vastos<br />

establecimientos. Hay algunos de esta especie, pero se<br />

ha ido subdividiendo tanto la caridad y se reparten de<br />

tal modo los cuidados de las señoras, que el mayor número<br />

de ellos encuentra quien lo crie particular y cariñosamente<br />

, y la proteccion que reciben al nacer<br />

cambia de manos, pero no les falta nunca mientras la<br />

necesitan en la vida.<br />

Hay más de veinte sociedades que se encargan de<br />

los ciegos , mayor número aun de los mudos , muchas<br />

para los impedidos, y recientemente se han formado<br />

algunas para los imbéciles y los idiotas, que con razon<br />

escitan ahora en Inglaterra más interés que otros desgraciados.<br />

El primer bien que han hecho, el primer<br />

resultado que han dado ha sido descubrir que entre los


141<br />

hijos de los pobres pasan muchos por incapaces que<br />

están muy lejos de serlo. La ignorancia de los padres,<br />

su abandono, el trabajo superior á sus débiles fuerzas á<br />

que algunos por necesidad los condenan, la miseria, el<br />

hambre, debilitan hasta tal punto el gérmen de su pobre<br />

razon, que nadie ha procurado desarrollar, que son<br />

considerados como idiotas los que habiendo recibido<br />

alguna educacion, podrian ser útiles ciudadanos y buenos<br />

padres de familia. Y llegan á serlo, y aprenden todo<br />

lo que más pueden necesitar en la vida, y oficios más ó<br />

menos ',difíciles para sostenerse aun los que á primera<br />

vista parece que solo han nacido para ser una carga de<br />

la humanidad. Es muy consolador ver cuán reducido<br />

es el número de los que nacen en tan triste condicion,<br />

y cómo la paciencia, la perseverancia, la bondad de las<br />

personas que se dedican á la ímproba tarea de su educacion<br />

va extendiendo la escasa luz de su razon de modo<br />

que pueden ver su interior, conocer su posicion y<br />

sentir aquel principio de vida <strong>moral</strong> que nos lleva insensiblemente,<br />

ya que no á la perfeccion, al deseo al<br />

menos de alcanzarla.<br />

Más fácil es, pero no por eso menos útil, la empresa<br />

de otras muchas asociaciones que no solo admiten sino<br />

que buscan por todas partes á los niños impedidos, á<br />

los que por lo coman no se les enseña oficio porque para<br />

ninguno se les cree aprop(Jsito. ¡Qué ingeniosa es la<br />

caridad, cuánta ocupacion inventa mas ó menos productiva<br />

para los que parecian condenados á la inaccion<br />

completa! Ei bien menor que hace de este modo es el<br />

producto del trabajo á que se dedican, el aumento que


112<br />

así proporcionan á la riqueza pública : el beneficio incalculable<br />

que de esto resulta es el consuelo, el contento,<br />

la más íntima y pura satisfaccion de las almas<br />

de aquellos infelices que se han librado del tédio de<br />

una holganza forzada, de la humillacion, del sentimiento<br />

de su inutilidad y de las aviesas sugestiones con que<br />

suelen ser tentados aquellos infelices á quienes el mundo<br />

olvida ó desprecia.<br />

Para los que con menos motivo ó con ninguno que<br />

sea excusable se extravian; para los que están más<br />

cerca de delinquir ; para los que necesitan alguna correccion<br />

y no merecen la cárcel ; para los que salen de<br />

ella con más ó menos disposicion á reincidir ; para<br />

los que se habituarian á la afrenta ; para los que rechazados<br />

por la Sociedad se pondrían en guerra abierta<br />

contra ella, ¡cuántas son las asociaciones que se<br />

han formado y los asilos que se han abierto! Una sola<br />

de estas «Reformatory and Refuge Union» ha fundado<br />

á promovido que se funden en Lóndres 175 establecimientos<br />

en que pueden estar cómodamente hasta<br />

15.000 acogidos.<br />

Este número próximamente envía todos los años á<br />

las Colonias una sociedad que cuida de enseñar oficio á<br />

los que por cualquier motivo no les conviene vivir en<br />

Inglaterra, y les paga el viaje y les compra los instrumentos<br />

que necesitan, y los recomienda a los que allí<br />

les preporcionan trabajo y muchas veces ocasion de<br />

adquirir una fortuna, con la que, y con sus costumbres<br />

reformadas, vuelven á, ser muy considerados en la madre<br />

patria.


113<br />

Los que en ella necesitan recibir la instruccion primaria<br />

y los conocimientos que pueden aplicar á las artes<br />

ú oficios á que se dediquen, cualquiera que estos<br />

sean y la condicion en que se encuentren, no tendrán<br />

más dificultad que la de escoger entre las infinitas sociedades<br />

que el Manual enumera, aquella á que deban<br />

dar la preferencia.<br />

Los desvalidos, los huérfanos, los ancianos , los enfermos,<br />

encontrarán más clasificados los establecimientos<br />

á que deben acogerse. La edad, el sexo, muchas<br />

veces el origen de su desgracia ó la clase á que pertenecen,<br />

sus dolencias <strong>sobre</strong> todo , les señalarán el hospicio<br />

ó el hospital adonde pueden acudir con la seguridad<br />

de hallar cuanto puedan necesitar, siendo todo lo<br />

extrictamente necesario tal y tan bueno como si pudieran<br />

pagarlo. El que no ha visto los establecimientos<br />

de beneficencia de Lóndres no puede formarse una idea<br />

de lo apropiados que son para sil objeto , de las comodidas<br />

que ofrecen, de la perfeccion á que han llegado ,<br />

y del regalo, del exquisito cuidado y de las delicadas<br />

atenciones con que son asistidos los desvalidos y los enfermos.<br />

Y esto sin que en la mayor parte de estos establecimientos<br />

tenga ninguna el gobierno, ni la parroquia<br />

siquiera, que es allí la poderosa unidad religiosa<br />

y <strong>política</strong> de aquel gran pueblo. Las fachadas de tales<br />

edificios, levantados y sostenidos á expensas de la caridad<br />

pública, están máterialmente cubiertas por letras<br />

descomunales que uniformemente dicen «Supported<br />

by voluntary contributions» (sostenido por contribuciones<br />

voluntarias). Si la caridad puede tener orgullo,


1U<br />

este debe ser el único legítimo aunque en la forma sea<br />

algo exagerado. Pero satisface tanto el placer de hacer<br />

bien, es tan noble el sentimiento de los que ven<br />

que si los pobres necesitan la caridad, esta no necesita<br />

á nadie para socorrerlos, que aunque la jactancia parezca<br />

extraña , merece disculpa. Hay además cierta<br />

emulacion que la esplica perfectamente. Cada sociedad<br />

cree que ha tenido más acierto que las otras en el objeto<br />

á que consagra sus tareas y sus recursos. Para<br />

unos no hay nada comparable con el bien que se hace<br />

á la humanidad recogiendo y educando y colocando los<br />

niños abandonados para otros es preferible el servicio<br />

que la sociedad reporta de la correccion de los que<br />

se han extraviado; para algunos son más dignos de ser<br />

atendidos los que sin culpa perdieron su fortuna; y en<br />

cuanto á los enfermos ,• quién prefiere á los crónicos,<br />

quién á los agudos, quien á los incurables , y por último,<br />

se han ido creando en Lóndres hospitales para toda<br />

clase de enfermedades, siendo naturalmente las del<br />

pecho las que los han necesitado y los tienen en mayor<br />

número. Si bien se examina, en esta noble competencia<br />

que existe <strong>sobre</strong> el mayor ó menor mérito del<br />

objeto de estas sociedades , ninguna tiene razon , no<br />

solo porque todas son convenientes é igualmente necesarias,<br />

sino porque dado que pudiera haber lugar á alguna<br />

preferencia , ninguna la mereceria en rigor por<br />

el acierto que en esto hubiera demostrado, que no se<br />

guian los hombres por su libre alvedrio en la eleccion<br />

del bien que hagan sino por causas independientes de<br />

su voluntad y más ó ménos dependientes del acaso. No


145<br />

comprenden generalmente los hombres los males y las<br />

desgracias que no han sufrido, ni compadecen muchos.<br />

las que saben que no pueden alcanzarles.<br />

Por eso es tan meritoria á mis ojos una sociedad á<br />

la que no puede imputarse esa especie de egoismo, que<br />

se mezcla hasta en los más puros y dulces sentimientos<br />

de la humanidad. Quizá contribuye tambien á la<br />

predileccion con que la miro el haberla conocido á poco<br />

que naci5 , y el modo para mí tan extraño y tan<br />

agradable con que se me reveló su existencia. La primera<br />

vez que en mi juventud tuve la triste dicha de<br />

huir de la patria en que me veia proscripto, me dirigí<br />

á Ladres ; y quiso la suerte ó hizo mi curiosidad<br />

que antes de ver ninguna de las grandes maravillas que<br />

encierra aquella populosa capital, me detuviese al pié<br />

de la única cuesta algo penosa que en toda ella se encuentra.<br />

Llamaron mi atencion unos poderosos caballos<br />

de tiro que allí habia, y los mozos que los cuidaban<br />

vestidos con sencillez, pero con uniformidad. No tardó<br />

en llegar un carro enormemente cargado y del cual tiraba<br />

un solo caballo. Agregaron dos de los que allí hahia<br />

de reserva, y llegando á lo alto de la cuesta los<br />

desengancharon y volvieron á su puesto. A cada momento<br />

se repetia esta escena y yo no necesité más para<br />

formar mi juicio con la ligereza propia de un jóven<br />

y de un extranjero. Me pareció aquello un refinamiento<br />

del espíritu mercantil, que entonces estaba yo dispuesto<br />

á creer que era el único que animaba á los ingleses<br />

, y aun así me pareció plausible el ingenioso<br />

pensamiento de la interesada industria. ¡ Cuál fué des-<br />

»


146<br />

pues mi asombro cuando me esplicaron que lejos de<br />

buscar allí ganancia ninguna costeaban todos los gastos<br />

sin más objeto ni más esperanza que la de aliviar la<br />

fatiga de los pobres caballos , y que esto no era más<br />

que una ligera muestra de lo que en su favor habia<br />

empezado á hacer una sociedad que acababa de formarse<br />

con el título de « Boyal society for the Prevention<br />

of Crueltgto Aninials! » Dichoso país, dije para.<br />

mí, acaso con más envidia que admiracion, dicho país,<br />

cuyos hijos se consagran á aliviar las desgracias que no<br />

han de padecer, y á dispensar sus beneficios á, los que<br />

no pueden agradecérselos. Desde entonces he seguido<br />

paso á paso los que en su rápida y feliz carrera ha ido<br />

dando esta sociedad para la proteccion de los animales.<br />

Poco tuvo que hacer para alcanzar la popularidad<br />

que tiene : algo más le costó que penetraran sus ideas<br />

en el Parlamento , pero nunca falta allí la sancion legal<br />

á lo que exige la opinion, y se declaró que la<br />

crueldad para con los animales constituye un delito.<br />

Así la asociacion, despues de emplear los medios más<br />

eficaces para prevenirla, denuncia y persigue ante los<br />

tribunales á los culpables , que son severamente castigados<br />

con penas pecuniarias y corporales. Sociedades<br />

semejantes á esta se han ido despues estableciendo en<br />

varios estados de Alemia, en Italia y en Francia, donde<br />

recientemente la opinion y el gobierno se han pronunciado<br />

contra la viviseccion de los anímales, de que<br />

sin gran provecho para la ciencia, segun el parecer<br />

de los mejores fisiólogos, se abusaba en las escuelas de<br />

Medicina y de Veterinaria,


Otras sociedades se han formado últimamente en<br />

Lóndres, cuya simple enumera,cion ocuparia largo rato<br />

á la Academia. Baste decir que el número ha aumentado<br />

en una tercera parte en los diez últimos años y<br />

que en vista de esta tendencia y de los inmensos capitales<br />

destinados á objetos caritativos, creyó el gobierno<br />

que debían sujetarse al pago del income tax. Esto<br />

ha dado lugar á una interesante discusion en la última<br />

legislatura, en que todo el talento, todo el prestigio y<br />

toda la <strong>elocuencia</strong> de Mr. Gladstone tuvieron que sucumbir<br />

ante las vivas simpatías del Parlamento en favor<br />

del espíritu eminentemente filantrópico que ahora<br />

más que nunca domina al pueblo inglés. Pero aunque<br />

renunciemos á consignar sus más recientes y varias<br />

manifestaciones, no podemos ménos de hacer alguna<br />

mencion de ciertas sociedades , para que se vea hasta<br />

dónde puede alcanzar en la correccion de ciertos vicios<br />

el poder de las asociaciones.<br />

Los que hayan ido á Lóndres antes de la primera<br />

Exposicion universal recordarán que los magníficos almacenes<br />

de sus calles principales se cerraban muy<br />

tarde por la noche. La luz, la alegría y la concurrencia<br />

que esto proporcionaba, eran sin duda uno de los mayores<br />

atractivos de aquella capital, principalmente para<br />

los extranjeros. Pero había allí quien miraba las<br />

cosas bajo otro aspecto muy distinto, y viéndolas por<br />

dentro se compadecia de las jóvenes empleadas en<br />

aquellos almacenes, que vivian por lo comun á muchas<br />

millas de distancia de aquellas calles donde las habitaciones<br />

son muy caras, que llegaban á las suya á las


148<br />

altas horas de la noche, cuando sus familias descansaban,<br />

que teniari que abandonarlas muy temprano sin<br />

tener ni un momento de descanso ni para dulce solaz<br />

en el hogar doméstico , ni para recibir los consejos de<br />

los padres y completar su educacion <strong>moral</strong> y religiosa_<br />

Los extranjeros no penetramos tanto. De mí, al ménos,<br />

sé decir que me vi desagradablemente sorprendido en<br />

los últimos Bias de Junio de 1851, cuando en lo mejor<br />

del crepúsculo de la tarde , que en el solsticio de verano<br />

se prolonga allí hasta cerca de las diez de la noche,<br />

vi de repente que cerraban á toda prisa los más<br />

magníficos almacenes. Pronto sospeché, y así era la<br />

verdad, que aquello tenia que ser obra de alguna sociedad<br />

de beneficencia ; pero me admiró el modo tan<br />

sencillo y tan eficaz con que aquel gran cambio se había<br />

efectuado. Se reunieron unas señoras de las más principales<br />

de la capital , y se comprometieron á no comprar<br />

nada y procurar que sus amigas no comprasen en<br />

los almacenes ó tiendas que no se cerrasen antes de<br />

las ocho en invierno y de las nueve en verano.<br />

Esta sociedad, llamada Mefropolitan Early closing<br />

Association„ ha hecho otras varias y no menos útiles<br />

aplicaciones del mismo principio, siendo , entre otras,<br />

muy notable una que es ahora en extremo popular..<br />

Permítame la Academia que la refiera corno llegó á mi<br />

noticia en mi último viaje á Lónjres el año anterior.<br />

Me hallaba yo en casa de uno de los hombres políticos<br />

más distinguidos y muy generalmente querido en toda<br />

Inglaterra. No sé cómo, hablando en familia de ciertas<br />

sociedades de beneficencia, que donde tantas hay cla-


149<br />

To es que han de dar mucha materia de conversacion,<br />

recayó esta <strong>sobre</strong> la que habia logrado cerrar las tiendas<br />

tan temprano , y dirigiéndose mi amigo á una de<br />

sus hijas, dijo : «no estoy yo muy seguro de que si en<br />

una noche en que fuera de baile Miss N. y echara de<br />

menos algo que creyese conveniente para la perfeccion<br />

de su tocado, no enviaria por ello á casa de alguno<br />

de esos mercaderes que hay todavía recalcitrantes.<br />

» « Creo que n6, respondió la hija, pero más segura<br />

estoy de que jamás comprada nada en las tiendas<br />

de los que no dejen ir á sus dependientes á aprender<br />

á tirar el blanco. » Así supe que para que los voluntarios<br />

puedan hacer conciliables los domingos sus deberes<br />

religiosos con su vocacion patriótica, se habia obligado<br />

indirectamente á que se cerrasen el sábado á medio<br />

dia las tiendas, los talleres y los establecimientos<br />

en que están ocupados. Parecióme bien como cosa que<br />

cuadraba tan perfectamente con mis ideas y con mis<br />

sentimientos, pero mejor me pareció aun el modo con<br />

puso término mi amigo á aquella interesante conversacion,<br />

que por ser tan íntima y familiar puede dar una<br />

idea más exacta del espíritu de aquel pueblo. « Noble<br />

es, hijos mios, les dijo, la virtud del patriotismo, nada<br />

hay que sea más inglés ; pero más noble es aun, más<br />

bello y más digno de las grandes almas el amor á la<br />

humanidad. »<br />

Este es, en efecto , el que ha guiado á casi todas las<br />

sociedades que se han formado en los últimos años, ya<br />

para proporcionar fuentes, lavaderos económicos , baños<br />

y otras comodidades que jamás habían disfrutada


150<br />

las clases pobres, ya para impedir los suicidios en el<br />

Támesis y en los canales, para salvar á los que se ahogan<br />

y á les que naufragan, para lo que una sola sociedad<br />

tiene siempre bien tripulados botes salvavidas<br />

en 114 puntos de las costas de Inglaterra, como para<br />

evitar otros peligros que en casi -todas las naciones del<br />

continente se dejan al cuidado pocas veces bastante<br />

eficaz de la administracion. Pero aunque esta es la tendencia<br />

general de semejantes asociaciones en Inglaterra,<br />

y las que ya quedan indicadas pueden bastar para<br />

dar una idea aproximada de todas las demás, hay una<br />

que merece especial mencion por la grande importancia<br />

que ha adquirido en pocos años, habiéndose fundado<br />

en 1856, y por el método que emplea para propagar<br />

sus doctrinas y lograr el gran objeto que se ha<br />

propuesto. Aludo á la National Association for the<br />

Promotion of Social Scievcies , á cuya cabeza se ha<br />

colocado lord Brongham, auxiliado por hombres muy<br />

eminentes que, sin distincion de partidos políticos, celebran<br />

congresos nacionales é internacionales para dirigir<br />

el espíritu público hacia los mejores medios prácticos<br />

de promover la reforma de las leyes, los progresos<br />

de la educacion , la reforma de los criminales , la<br />

beneficencia, la higiene pública y para difundir por todas<br />

partes los más* sanos principios <strong>sobre</strong> todas las<br />

cuestiones de la economía social. Así esperan encontrar<br />

y fijar teóricamente los .principios de la sociología,<br />

la más importante, sin duda, de todas las ciencias.<br />

<strong>política</strong>s y <strong>moral</strong>es, y al mismo tiempo ir reformando.<br />

prácticamente ciertos abusos y errores que detienen la


131<br />

marcha de un pueblo que, á pesar de su respeto á todos<br />

los intereses creados, siente más qüe ninguno la necesidad<br />

de un progreso pacífico pero continuo.<br />

Pero volviendo á las sociedades caritativas, entre las<br />

que incluye el Manual inglés esta que podria clasificarse<br />

de otra manera, debo antes de pasar á decir algo<br />

del Manual español , recordar un hecho á la ilustracioh<br />

de la Academia. El país en donde más sociedades se<br />

fundan en favor de la pobreza es quizá el único en que<br />

se paga una contribucion especial para sostener los pobres,<br />

y el pais donde tanto contribuyen en su favor por<br />

disposicion de la ley y por sacrificios voluntarios en las<br />

sociedades á que corresponden, es donde se ven más<br />

conspicuos ejemplos de caridad y de desprendimiento<br />

de las personas acomodadas. Los buenos gobiernos enseñan<br />

á los pueblos y los pueblos inspiran las nobles<br />

acciones á los ciudadanos. Entre tantas otras como podria<br />

citarse de los de Londres, recordaré únicamente la<br />

más reciente. M. Peabody ha entregado de una vez<br />

quince millones de reales para los pobres de aquella capital,<br />

y no ha querido entender en su distribucion.<br />

Discuten los periédicos <strong>sobre</strong> cuál será la más conveniente,<br />

y lo decidirán en breve personas muy competentes<br />

y autorizadas.<br />

No serian, sin embargo, bastantes .los más chaittielsos<br />

donativos á remediar la miseria qué produce tinia<br />

crisis industrial en ciertas ciudades de Inglaterra.<br />

última á que ha dado lugar la guerra civil de loa Estildos-Unidos<br />

ha dejado sin trabajo á centenares de iniks<br />

de obreros. Eran necesarios muchos milloneá toda Ns


152<br />

semanas para mantenerlos y mantener sus familias. El<br />

Parlamento había .hecho lo que labia podido, las clases<br />

más acomodadas habian demostrado más que nunca<br />

su caridad y generoso desprendimiento, los municipios<br />

allí tan poderosos hacian sacrificios extraordinarios;<br />

pero todos los recursos se iban agotando, el mal se prolongaba<br />

y el número de miserables iba en aumento: el<br />

invierno venia á aumentar tambien sus necesidades y<br />

parecia imposible atender á todas. Se apeló á la suscricion<br />

popular en dinero, en ropas, en materias alimenticias,<br />

que las empresas de ferro -carriles trasportaban<br />

gratuitamente de un extremo al otro del reino Unido, y<br />

ni una sola familia ha llegado á carecer de lo necesario.<br />

Los obreros, mientras tanto, han correspondido dignamente<br />

á la generosidad del pueblo y a la solicitud del<br />

gobierno. Recordando algunos las escenas tumultuarias<br />

del año 48, en que Lóndres se vió expuesto á una gran<br />

conflagracion y toda Inglaterra á la lucha violenta con<br />

el más desenfrenado socialismo, tercian que volvieran<br />

aquellos terribles dias; y con asombro de todos se ha<br />

visto que no solo no han cometido ningun esceso, sino<br />

que no se ha oido en todos los distritos industriales ni<br />

una sola voz mas que para mostrar el noble y sentido<br />

reconocimiento á los que les han socorrido en su desgracia.<br />

Es que en quince años de buen gobierno, de<br />

perfecta libertad legal, de imprenta libre y barata, de<br />

<strong>moral</strong>idad en todas las clases, de ejemplos de virtud,<br />

de trabajo constante de las asociaciones para promover<br />

el bienestar <strong>moral</strong> y material de los menos favorecidos<br />

por la fortuna y por la educacion, adelan ta la razon pú-


153<br />

blica más que en siglos enteros pudiera adelantar en<br />

otras épocas.<br />

Pero estas consideraciones me llevarían contra mi<br />

intencion más allá de lo que debo ir en este momento,<br />

por lo que, dejando el Manual inglés que me las ha sugerido,<br />

procuraré daros una idea del Manual español<br />

del Visitador del pobre, aunque su exámen, por ligero<br />

.que sea, dará naturalmente lugar á otras consideraciones<br />

<strong>sobre</strong> el contraste que bajo este aspecto ofrecen las<br />

capitales de España y de Inglaterra, y la que yo considero<br />

como la causa principal de tan señalada diferencia.<br />

Como importa tanto descubrirlas y hacer que des-<br />

,aparezca, se me podrá perdonar el error por el buen<br />

deseo, <strong>sobre</strong> todo si lo limito como debo, no á lograr<br />

por mí mismo el acierto, sino á provocar una discusion<br />

que nos proporcione la luz suficiente para encontrar la<br />

verdad en materia que tanto interesa al buen nombre<br />

del pueblo español, y al porvenir de sus clases más numerosas<br />

y menos acomodadas.<br />

Pero antes es preciso considerar el libro en sí mismo,<br />

y esto que parece fácil cuando en dos ó tres horas<br />

se lee con singular deleite que no permite interrumpir<br />

la lectura, ofrece para mí una gran dificultad. Si se<br />

trata de analizarlo no puede haber una cosa más sencilla.<br />

Es un estudio de la pobreza dirigido á enseñarnos<br />

los deberes que para con ella tenemos, que considera al<br />

pobre bajo todos sus aspectos, cuando es niño, cuando<br />

es anciano, cuando está enfermo, en su casa y en la<br />

cárcel, en sus desgracias y en sus vicios, y nos enseña<br />

cómo nos debemos conducir con él en tan diversas si-


tuaciones. Nos recomienda el respeto al dolor , la hu—<br />

niildad, la tolerancia con los defectos de los pobres, que<br />

ni son tantos como creemos, ni tiene nadie derecho<br />

para echárselos en cara. Pero estos consejos y estas<br />

lecciones pueden reducirse á muy pocas palabras, y el<br />

análisis del libro seria cosa de breves instantes. Es que<br />

libros como este no pueden analizarse, que nadie puede<br />

separar la idea del sentimiento y los destellos de una<br />

razon superior , de la forma sencilla y magnífica á un<br />

mismo tiempo que solo ella sabe encontrar. Para que<br />

los señores académicos que no hayan leido todavía el<br />

Visitador del pobre puedan formarse alguna idea de<br />

cúneo va en él unida la profundidad y la originalidad<br />

del pensamiento con la ternura y delicadeza del sentir,.<br />

y aquella difícil facilidad de expresar todo lo que se<br />

siente, deben recordar aquella lucha de nuestra razon<br />

escitada por la curiosidad cuando leíamos y discutiamos<br />

privadamente una Memoria <strong>sobre</strong> la Beneficencia y<br />

la Caridad, que de tal manera aventajaba á todas las<br />

que se presentaron <strong>sobre</strong> el mismo tema, que ninguno<br />

de nosotros pudo dudar ni un instante que estaba desti-<br />

Bada á alcanzar el primer premio. ¿Quién habrá sido<br />

capaz, nos deciamos unos á otros, de escribir esto? Tal<br />

pensamiento prueba que es un gran filúsofo, tal obser<br />

Irácion es propia de un hombre de Estado, tal conocimiento<br />

del mundo solo puede haberlo adquirido un anciano<br />

que lo haya contemplado desde las más diversas<br />

pOsiciones de la vida; pero ciertos pormenores en que<br />

lan hombre no repara, ciertas pequeñeces que no aleanla<br />

~KV« vista, y <strong>sobre</strong> todo un sentimiento tan vivo,_


IBS<br />

tan penetrante y delicado, y una ternura tan natural,<br />

tan dulce y tan encantadora, revelan el gusto y el corazon<br />

de una mujer. Y en efecto era una mujer, que ha<br />

venido á probarnos que es posible, aunque en todos<br />

tiempos y en todas las naciones sea más ó menos raro,<br />

que una mujer alcance las dotes, por decirlo así, más<br />

varoniles del vigor de entendimiento de los hombres superiores,<br />

mientras que todavía no ha existido, (5 al menos<br />

yo no he conocido hombre ninguno, que usurpe á<br />

las mujeres ese tesoro de bondad, de sensibilidad, de<br />

compasion, de amor, de ternura, de delicadeza, de modestia,<br />

de abnegacion y de todas las virtudes que envuelven<br />

en sus pliegues sus hermosos corazones. Pues<br />

aquella mezcla de tan opuestas cualidades que tanta<br />

maravilla os causaba, señores académicos, cuando nos<br />

era desconocido el autor de la Memoria que deseabais<br />

premiar, la hallareis ahora del mismo modo en el nuevo<br />

libro de nuestra laureada escritora. No podemos ya<br />

gozar del placer de la sorpresa, pero podemos abandonarnos<br />

á otro que debe satisfacer más á la Academia.<br />

El Visitador del pobre, que está destinado á producir<br />

tantos bienes, es hijo de la Memoria que premiamos y<br />

la memoria del concurso que abrimos. Nuestra buena<br />

intencion ha tenido tambien su premio, mayor sin duda<br />

de lo que mereciamos y de lo que nos prometíamos<br />

ciertamente.<br />

Y para daros, como dicen los franceses, un avant<br />

goút de lo que despues habeis de juzgar á vuestro sabor,<br />

y en prenda de la seguridad que corno pocas veces<br />

tengo en mi opinion, aunque más seguro estoy de que


156<br />

vosotros sabreis escojer otros fragmentos que justifiquen<br />

mejor las dotes de que os he hablado, permitidme<br />

que llame vuestra atencion <strong>sobre</strong> la sentida y breve dedicatoria<br />

del libro «á las hijas de San Vicente de Paul,»<br />

y despues de aquellas palabras tan sencillas, tan humildes,<br />

ved las que consagra al dolor en el capítulo<br />

primero.<br />

«El dolor no es para las sociedades ni para los individuos<br />

un estado transitorio, una consecuencia pasajera<br />

de circunstancias esp?ciales ó deplorables errores,<br />

sino una necesidad de nuestra naturaleza, un elemento<br />

indispensable de nuestra perfeccion <strong>moral</strong>. Por eso no<br />

debemos mirarle como un enemigo, sino como un amigo<br />

triste que ha de acompañarnos en el camino de la<br />

vida.<br />

»Imaginemos, si es posible, una sociedad sin dolores,<br />

y creyendo encontrar una mansion de delicias,<br />

hallaremos un pueblo de mónstruos repugnantes. El<br />

que no recibe más que impresiones gratas, se degrada<br />

física y <strong>moral</strong>mente, se envilece sin remedio. Sin lu-<br />

-cha, sin contrariedad, sin abnegacion, sin prueba, sin<br />

sacrificio, sin dolor, en fin, no es posible <strong>moral</strong>idad ni<br />

virtud.<br />

»¿Quién cambia los groseros instintos en elevados<br />

afectos? El dolor. La amistad, que no existe sin los<br />

amargos dias de prueba; el amor, que se purifica orando<br />

junto á un lecho de muerte ó <strong>sobre</strong> una tumba querida;<br />

el afecto maternal, tan sublime en sus temores y<br />

en sus penas; el heroismo, que bajo cualquier forma<br />

que se le considere se riega con lágrimas ó con san-


157<br />

gro; el arrepentimiento, que no existe sin la amargura<br />

de la falta; el perdon, que ha saboreado el desconsuelo<br />

de la injusticia; todo cuanto hay en el hombre, grande,<br />

puro, santo, ¿dénde tiene su origen? En el dolor.<br />

Examinemos bien todo lo que nos interesa, nos conmueve,<br />

nos admira, nos entusiasma y hallaremos en el<br />

fondo algun dolor, algun grande dolor como su raíz<br />

necesaria.<br />

»El dolor es el gran maestro de la humanidad. ¡Qué<br />

leccion tan sublime encierra á veces una lágrima que<br />

vertemos ó que enjugamos!<br />

»El dolor espiritualiza al hombre más grosero, torna<br />

grave al más pueril, le aleja de las cosas de la tierra,<br />

y parece que le hace menos indigno de comunicar con<br />

Dios.<br />

»El dolor levanta al caido, abate al fuerte, confunde<br />

al sábio, inspira al ignorante y establece un lazo de<br />

amor entre los que se aborrecian.<br />

» El dolor purifica lo que está manchado, santifica<br />

lo que es bueno y diviniza lo que es santo. Acostumbrémonos,<br />

pues, á mirarle como un poderoso auxiliar<br />

que Dios nos envia para la perfeocion del hombre, como<br />

al solo cauterio que puede poner coto á la gangrena<br />

de la corrupcion humana.<br />

»¿Pero cómo esta corrupcion es tan grande, si el<br />

remedio se ve por todas partes con profusion lastimosa?<br />

El dolor enseña, purifica y eleva: donde quiera que<br />

volvamos los ojos, vemos dolores sin número: ¿cómo,<br />

pues, no poseemos todos la verdadera ciencia y somos<br />

puros y grandes? ¡Ah! Porque el dolor sin compasion


158<br />

en vez de <strong>moral</strong>izar deprava; y no es un elemento de<br />

<strong>moral</strong>idad, sino á condicion de ser compadecido y consolado.<br />

Hijo mísero de la tierra, solo enlazado con la<br />

caridad que viene del cielo, produce el arrepentimiento<br />

y el heroisrno, las lágrimas santas de la gratitud y las<br />

de la compasion que caen como un divino bálsamo <strong>sobre</strong><br />

las heridas de la humanidad culpable y afligida.<br />

»Entremos, dice luego el Manual, dentro de nosotros<br />

" mismos antes de entrar en casa del pobre y preguntémonos:<br />

¿Qué somos? ¿Qué hemos hecho para merecer<br />

nuestra posicion, nuestras riquezas, nuestros honores?<br />

¿Qué hemos hecho para evitar las desgracias 15 los extravíos<br />

que deploramos en otros? ¿Qué noble empleo<br />

hemos dado á mies inteligencia, á nuestra riqueza,<br />

nuestro poder? ¿En. qué grandes luchas ha triunfado<br />

nuestra virtud? ¿Qué grandes sacrificios hemos hecho<br />

por los que acusamos? ¿Qué sublimes ejemplos hemos<br />

dado á los que intentamos corregir? ¿Qué mérito hay<br />

de nuestra parte en no caer en faltas de que no podemos<br />

tener ni la tentacion siquiera? Si esto nos preguntamos<br />

en el silencio de nuestras pasiones acalladas, si<br />

á esto respondemos en la sinceridad de nuestra conciencia,<br />

¿quién de nosotros se atreverá á levantar la<br />

mano para arrojar la piedra de un desden y de su cólera<br />

<strong>sobre</strong> los míseros que Dios no colocó tan abajo sino<br />

para que los levantásemos? ¿Quién tan desvanecido por<br />

la felicidad, que crea merecerla?<br />

»Todas las circunstancias que á nuestro parecer nos<br />

elevan <strong>sobre</strong> el pobre, son puramente accidentales.<br />

Nuestra fortuna constituye nuestro mérito, y rara vez


podemos reclamar otro que el empleo que hagamos de<br />

sis dones. ¿Y quién de nosotros se atreverá á reelamarlo?<br />

¿Quién hay tan ciego que se atreva á, decir á<br />

Dios ni á los hombres—Yo hice todo el bien que ho<br />

podido hacer; yo evité todo el mal que estaba en mi<br />

mano evitar? ¿Quién hay que no sea justiciable de al,guna<br />

de estas dos grandes faltas, hacer verter lágrimas<br />

ó no haberlas enjugado?»<br />

Pasando luego á examina -1' las acusaciones que suelen<br />

hacerse á los pobres, ¡con qué tino y con qué delicadeza<br />

las examina! Decimos que mienten, y nos contesta:<br />

«Un niño tiene hambre, tiene frio, sus padres no<br />

pueden darle lumbre ni pan. Sale a la calle, alarga la<br />

mano, nadie repara en él. Dice que no tiene que comer,<br />

todos pueden notar que está helado, pero todos<br />

pasan sin notarlo. Entonces exagera la verdad como se<br />

esfuerza la voz para hacerse oir enmedio del tumulto,<br />

dice que, son seis hermanos, que sus padres están en el<br />

hospital, que no tiene padre ni madre, etc. Pasa uno,<br />

no le cree: pasa otro, le da crédito, se mueve á campasion<br />

y le socorre. Aprende prácticamente que con la<br />

mentira alcanza lo que la verdad no consiguió. La mentira,<br />

pues, es un excelente medio que adoptará sin escrúpulo,<br />

sus padres no se lo reprueban, á nadie hace<br />

daño con el... miente un dia, dos, un año... mentirá<br />

toda la vida.<br />

»La mentira del pobre es una consecuencia de la<br />

dureza del rico y de su abandono.»<br />

Decimos que es imprevisor, y discurre asi:<br />

y


160<br />

«Es incomprensible para nosotros este olvido del<br />

porvenir y hay una fuerte propension á condenar lo que<br />

no se comprende. Debemos notar un hecho cuya analogía<br />

podrá ayudarnos á disculpar la imprevision del<br />

pobre. Si un hombre inmortal viniera á vivir entre<br />

nosotros, si viera como amamos la vida, como tememos<br />

la muerte, ¿comprenderia nuestro contentamiento sabiendo<br />

que son tan contados los dias que hemos de vivir<br />

<strong>sobre</strong> la tierra? Cada uno que pasa nos acerca á la<br />

tumba, pasa la niñez y la juventud, somos viejos, la<br />

muerte, esa muerte tan temida, está allí á dos pasos, y,<br />

á no la miramos ó no la vemos ; y seguimos alegremente<br />

nuestro viaje como si ignorásemos lo que hay al fin de<br />

él. Los pobres no piensan en la vejez. ¿Y nosotros pensamos<br />

en la muerte?»<br />

Al cargo más grave y al parecer mas fundado que<br />

hacemos á los pobres de que son insensibles ó al menos<br />

que no sienten como nosotros, contesta de esta manera.<br />

«Comprendemos que los pobres por su género de vida<br />

sean menos susceptibles y que el hábito de sufrir endurece<br />

para los sufrimientos ; pero si restáramos de<br />

nuestra decantada sensibilidad la hipocresía , que los.<br />

pobres no tienen , y las conveniencias sociales, que<br />

desdeñan y acatamos nosotros, no nos pareciera tanta<br />

la distancia entre su modo de ser y el nuestro. ¿Qué diferencia<br />

esencial hay entre el pobre que despues de<br />

perder una persona querida, sin consultar más que su<br />

corazon , se va á la taberna, y el rico que consulta impaciente<br />

el calendario para ver el dia en que podrá<br />

cambiar de traje ó ir al teatro?»


161.<br />

Mucha verdad encierran estas observaciones, pero<br />

resplandece más y brilla por su natural sencillez en los<br />

diálogos que sostiene con los pobres la autora.<br />

«Pero supongamos, dice , que en general los pobres<br />

sienten mucho menos , admitámoslo como regla, ¿creemos<br />

que no tiene escepciones numerosas?<br />

¿Cómo va, Juan?<br />

Medianamente, señora : con este tiempo no es posible<br />

trabajar. Algunos ratitos que no llueve hago algo<br />

en la huerta de D. N y me dan la comida.<br />

—¿Y adónde va Vd. con ella?<br />

La llevo á casa.<br />

—Poca cosa será para todos.<br />

—Poca, pero á lo menos así aprovecha ; porque comer<br />

yo solo pensando que mi mujer y mis hijos no comen,<br />

—¿Qué es eso, pobre María? Se han aumentado los<br />

dolores?<br />

—No, señora.<br />

—Pues ¿por qué está Vd. tan afligida?<br />

—Hoy hace siete años que me despedí de mi hijo de<br />

mi alma que murió en el hospital. Me parece que le estoy<br />

oyendo. ¡Adios, madre mia, me decia, no nos volveremos<br />

á ver! Y no nos vimos más. Llegó la hora,<br />

tuve que dejarle y murió sin que yo supiese cómo , ni<br />

oyese la última palabra que dijo<br />

¿Qué ha tenido Vd., Antonia?<br />

Me encuentra Vd. muy cambiada ¿no es verdad?<br />

11


162<br />

¿Ha estado Vd. mala?<br />

Sí, señora.<br />

¿Qué ha sido?<br />

Una pena que fué para morir de ella, pero los pobres<br />

no morimos de penas.<br />

•—Los ricos tampoco. ¿Qué le ha sucedido á Vd?<br />

Mientras hallaba donde recogerme, estaba en<br />

aquella casa que Vd. sabe de gente poco buena, Se<br />

puso malo el niño y se me murió en pocas horas. No<br />

estaba empadronada, me dijeron que en aquella parroquia<br />

no lo querian enterrar porque no pertenecia á<br />

ella, que los iba á comprometer ; que no habia médico<br />

que diese certificacion de que el niño murió de enfermedad<br />

porque ninguno le habia asistido, que me acusarían<br />

de haberle matado... le cogí, yo su madre, le<br />

llevé muerto por las calles, por tanta calle como hay de<br />

allí á la inclusa y lo dejé en el torno. Luego eché á.<br />

correr horrorizada y despues no sé lo que me pasó,<br />

hasta que me vi enferma en el hospital . .<br />

«¡Los pobres tambien sienten, y cuando uno siente<br />

con delicadeza, con vehemencia, es horrible ser pobre!<br />

¡La falta de medios materiales y de consideracion, qué<br />

de torturas añade á la pena que Dios envia! Aquella pobre<br />

madre ve consumirse lentamente á su hijo. La dicen<br />

que le lleve á tomar baños ó variar de clima, no<br />

puede ; . que al menos cambie su habitacion por otra<br />

memos lóbrega y húmeda,- no puede tampoco : que le<br />

dé alimentos más nutritivos, no tiene medios. Al fin le<br />

Ye caer y espirar. Al mismo tiempo sus hermanos llo-


163<br />

ran de hambre y es preciso atenderlos : luego rendida<br />

de cansancio y de dolor duerme al lado del hijo que no<br />

despertará ; por la mañana se horroriza de su sueño;<br />

ve sacar el cadáver; sabe que le llevan á la fosa comun<br />

; que nunca podrá arrodillarse junto á una cruz y<br />

decir llorando : «¡Aquí está mi hijo!»<br />

De tantos y tan numerosos consejos como dá á los<br />

que visitan á los pobres, no hay uno que no demuestre<br />

una gran profundidad y tino en la observacion, ó una<br />

delicadeza de sentimiento que resalta más cuanto más<br />

comunes y triviales son los objetos que lo escitan.<br />

Tratando de las miserables habitaciones de los pobres,<br />

fétidas ó desabrigadas, dice :<br />

«Procuremos mejorar las condiciones higiénicas de<br />

la habitacion de los pobres, cuidando mucho de hacerlo<br />

de modo que •él no sospeche nunca que es nuestra<br />

comodidad y no su bien el móvil de semejante conducía.<br />

Si el aire está viciado, cosa muy comun, podemos<br />

abrir la ventana con un pretexto cualquiera, notando<br />

la buena vista que de allí se disfruta, para observar un<br />

objeto que hay enfrente, etc., etc.; y luego como por<br />

descuido la dejaremos abierta. Podrá ser que el pobre<br />

note una grata impresion con el aire renovado, y entonces<br />

ya no hay más que hacer: mas podrá ser que<br />

no, porque la miseria embota hasta el instinto de conservacion.<br />

Entonces, ya en pié para marcharnos, dehemos<br />

esplicarle del mejor modo que podamos que er<br />

aire respirándole se vicia, se hace infecto; y si no se<br />

renueva, basta por sí solo para producir á la larga enfermedades<br />

y agravar desde luego cualquiera que se


164<br />

Padezca, despues le pedirnos permiso para abrir un poco<br />

y nos vamos á fin de que nunca imagine que lo hemos<br />

hecho por comodidad nuestra.<br />

»Otras veces por el contrario, hay que evitar la entrada<br />

del viento que penetra por todas partes. Se tapan<br />

con papeles llevados al efecto las rendijas, se pide un<br />

poco de yeso de la obra más inmediata para tapar unos<br />

agujeros; se pone un bramante en cruz para que sostenga<br />

el papel de una ventanilla en donde el viento le<br />

rompia siempre, se unen algunos pedazos de estera<br />

vieja ó alfombra para cubrir el frio ladrillo, etc., etc.<br />

El pobre, que nada de esto remediaba, apenas ve que<br />

ponemos manos á la obra, es otro hombre. ¡Con qué<br />

actividad nos ayuda! ¡Con qué solicitud procura que no<br />

nos manchemos, que no hagamos esfuerzos que puedan<br />

perjudicarnos! ¡Infeliz! Lo que no hacia por sí, lo ha<br />

ce por nosotros! ¡Parece que no se ama, sino porque<br />

le amamos!»<br />

Y la que tanto amor descubre y tanto amor inspira<br />

á los pobres cuando gozan de buena salud, ¿qué no<br />

sentirá y nos hará sentir cuando están enfermos? Pero<br />

más que el vivísimo sentimiento de compasion á que<br />

nos mueve, hay que admirar el profundo conocimiento<br />

del corazon humano que manifiestan algunas de sus<br />

observaciones. Prescindiendo de otras más prolijas y<br />

acaso más interesantes, consignamos aquí únicamente<br />

las primeras que hace.<br />

«Cuando el pobre está enfermo, dice, no solo tenemos<br />

la seguridad de encontrarle á todas horas en su<br />

casa, sino la de hallarle mejor dispuesto á escuchar--


1t;<br />

nos. Está solo, los compañeros de sus desórdenes le<br />

abandonan en sus dolores, los lazos de familia son débiles<br />

ó se rompieron por sus malos procederes, y el<br />

aislamiento <strong>moral</strong> y material le abruma, como abruma<br />

la soledad al que no tiene para consolarla ningun dulce<br />

recuerdo, ninguna aspiracion santa: podemos estar<br />

seguros de que por más pervertido que esté, y por más<br />

hostil que nos sea, deseará el momento de nuestra<br />

visita.<br />

»La enfermedad, no solo para al hombre que corria<br />

en pos del vicio, sino que le modifica de un modo muy<br />

favorable á su regeneracion. Desde luego le espiritualiza,<br />

porque los sentidos callan y los apetitos groseros<br />

no ofuscan la luz de la razon. Esta se pierde en algunos<br />

casos, pero con más frecuencia adquiere mayor<br />

actividad, <strong>sobre</strong> todo en esta clase de hombres que,<br />

teniéndola como aletagarda, parecen necesitar que la<br />

fiebre les comunique un nuevo impulso. El amigo perverso<br />

no está allí personificando la mala tentacion. En<br />

vez del ruido del mundo con que se aturde el remordimiento,<br />

hay el silencio de las largas noches en que no<br />

se duerme, tan propio para hacernos entrar en nosotros<br />

mismos y oir la voz de la conciencia. A la arrogancia,<br />

hija de la fuerza física, suceden el abatimiento de la<br />

debilidad y del dolor, y la disposicion á reconocer<br />

nuestra miseria y á buscar alguna idea que levante el<br />

espíritu de aquel cuerpo tan caido y tan doliente. El<br />

mal hábito que no podia romper, la enfermedad lo ha<br />

roto: ya no puede ir al lugar en que pecaba: ese recuerdo<br />

tal vez le inspira horror, porque le considera


166<br />

como la causa del estado en que se halla: si aprecia-mos<br />

bien todas estas circunstancias, comprenderemos<br />

que la enfermedad puede ser un auxiliar poderoso para<br />

corregir al pobre pervertido.»<br />

Podrán parecer á la Academia muchas y demasiado<br />

largas las citas que hago, porque no ve las muchas que<br />

suprimo.<br />

Si yo me hubiera atrevido á extractar, .podría parecer<br />

el trabajo más completo siendo más breve, pero<br />

habria sido una doble profanacion el mutilar pensamientos<br />

tan delicados y frases tan felices. Renuncio,<br />

aunque con pesar, á citar algunos pasajes del capítulo<br />

más profundo, sin duda consagrado á los enfermos de<br />

espíritu, porque no acierto á elegir: ¡tan atinado, tan<br />

profundo y tan elocuente es todo lo que contiene! y<br />

termino el exámen del Visitador del pobre, rogando á<br />

la Academia que oiga atentamente su conclusion.<br />

«Mis últimas palabras no se dirigen al Visitador del<br />

pobre; él sabe por experiencia cuántas lecciones se<br />

reciben, cuántos consuelos se hallan en la práctica de<br />

la caridad: no hay que recomendársela: como la conoce,<br />

la ama. Si la casualidad lleva este libro á manos de<br />

uña persona que no ha visto nunca de cerca los dolores<br />

del pobre, si no le arroja desdeñosamente, si lee<br />

con interés alguna de sus páginas, la autora, en premio<br />

de las lágrimas que ha vertido al escribirlas, le pide<br />

una buena accion: que se acerque una sola vez adonde<br />

gime la desgracia, al hospital, al hospicio, á la cárcel,.<br />

á casa del pobre. Oh tú, quien quiera que seas, hom-<br />

1re ó mujer de corazon, donde el mio ha encontrado,


167<br />

algun eco, ven, ven, entra: no pases por Dios, sin entrar,<br />

por delante de la puerta de ese desdichado! ¡Si<br />

supieras qué fácil y qué dulce es hacer bien! ¡Si supieras<br />

con qué poco esfuerzo podias dar la libertad á aquel<br />

inocente encarcelado, salvar la vida á aquel pobre niño<br />

que muere por falta de alimento, guiar al que se estravía,<br />

fortalecer el ánimo del que decae, dar esperanza<br />

al que la ha perdido y consuelo al que no tenia ninguno!<br />

¡Si supieras cuántos hay por tierra porque no tienen<br />

quien les alargue la mano, cuántos enfermos de<br />

cuerpo ó de alma, porque como el de los libros santos,<br />

no pueden ir en busca del agua que da la salud ni<br />

han hallado quien los lleve! Entra, entra. Aprende á<br />

ser bueno, y á ser feliz, y á, ser desgraciado. Llora alguna<br />

de esas lágrimas santas que arranca el dolor ageno,<br />

de esas lágrimas que, cayendo <strong>sobre</strong> el corazon, le<br />

consuelan si sufre, y si está manchado le purifican.<br />

Completa tu felicidad con esa celeste alegría que Dios<br />

reserva á los que hacen bien. Sobrelleva paciente tu<br />

desgracia viendo la resignacion del que sufre más que<br />

tú. Entra, entra. Aprende á conocerte; no te calumnies:<br />

tú vales más que imaginas, tú eres mejor que lo<br />

que pensabas. Por ignorancia, por ligereza, te colocaste<br />

entre los miserables; y, ya lo ves, en tu corazon hay un<br />

tesoro. ¡Tu corazon! ¿Y es completamente dichoso el<br />

corazon tuyo? ¿No le atormenta, no le aflige ninguno<br />

de tantos dolores como pueden apenarle? Si no ha sufrido,<br />

si no sufre, sufrirá; esa es la ley; y para sus h&ridas,<br />

¡qué bálsamo tan prodigioso podrias hallar en la<br />

,caridad! Aspiraciones imposibles de alcanzar, deseos


168<br />

que no pueden realizarse, vacíos que nada llena, dolores<br />

en todos los grados, bajo todas las formas, que escarnecen<br />

la razon, que no escuchan la fé, que rechazan<br />

la esperanza, han hallado en la caridad dulce consuelo.<br />

Si comunicaras con los desdichados en tus penas y en<br />

tus prosperidades, tus dolores serian menos acerbos y<br />

tus alegrías menos incompletas. Si no tienes una mirada<br />

piadosa que dirigir al desvalido ni le ofreces una<br />

mano amiga, si eres desdichado corres peligro de desesperarte,<br />

y si dichoso de envilecerte. Sé bueno en la<br />

prosperidad para que Dios te la bendiga y no sea maldita<br />

entre los hombres, sé bueno en la desgracia para<br />

quitarle lo que tiene de más acerbo; y cuando tus oidos<br />

estén sordos al consejo y al consuelo, que penetre en<br />

ellos la celestial melodía de una bendicion. ¿Y no te parece<br />

que hay algo de repugnante y de impío en esa felicidad<br />

que olvida al infortunio? ¿Y no te parece que<br />

Dios debe negar la entrada en su reino al dichoso que<br />

no lleve <strong>sobre</strong> su cabeza la bendicion de algun triste?<br />

No pases de largo por la puerta del afligido: entra,<br />

aunque sea una vez sola: si eres dichoso, para ser bendecido:<br />

si eres infeliz, para ser consolado.»<br />

Como ve la Academia por las últimas palabras de<br />

este precioso libro, que si entre nosotros se premiaran<br />

los que se consideren más útiles, no es fácil :que hubiera<br />

ninguno que le disputase la primacía; su objeto<br />

no es tanto dirigir á los que se dedican á la santa obra<br />

.de visitar á los pobres, como escitar á todos á que sigan<br />

su ejemplo. Para fijar, por consiguiente, la importancia<br />

del grande objeto que su elocuente autora se ha


169<br />

propuesto, y para averiguar hasta dónde será posible<br />

^lograrlo, es preciso examinar si su trabajo es oportuno<br />

y necesario, y si hay algun obstáculo que se.oponga á<br />

la realizacion de las nobles intenciones que lo han dictado.<br />

No es este el momento de, ni soy yo el llamado á,<br />

exponer el estado de la Beneficencia y de la caridad en<br />

España; pero el exámen de esta importante obra exige<br />

que haga algunas observaciones <strong>sobre</strong> este asunto, y lo<br />

requiere tambien el paralelo que resulta de la lectura<br />

de este libro y el Manual inglés.<br />

El estado de la Beneficencia en España al principio<br />

de este siglo, ya que es preciso considerarla como uno<br />

de los primeros deberes del gobierno, era peor aun que<br />

el de los demás ramos de la administracion pública, que<br />

es cuanto es posible decir para encarecer su lastimoso<br />

atraso y su completo abandono. Acaso no habia en<br />

Europa ninguna nacion que pudiese competir con la<br />

nuestra en la riqueza y aun en la opulencia con que<br />

fueron en lo antiguo dotados nuestros hospitales, hospicios<br />

y toda clase de establecimientos piadosos. La<br />

caridad de los españoles, que era una de las más nobles<br />

prendas de nuestro carácter, nuestro ferviente espíritu<br />

religioso que tan felizmente se hermanaba con<br />

ella, y nuestras flotas de América, concurrian de consuno<br />

á aumentar las antiguas fundaciones y á crear<br />

-otras nuevas, muchas veces más allá de lo que aconsejaba<br />

la conveniencia en algunas partes, dejando en<br />

otras de atender á lo que era necesario. A esta falta de<br />

difícil remedio, aunque no por eso menos sensible,' se<br />

agregaba en general el vicio orgánico y exencial de


170<br />

estas fundaciones, el de las manos á que se encomendaba<br />

su administraeion, sin que tuvieran que temer una<br />

inspeccion eficaz y mucho menos una verdadera fiscalizacion.<br />

Agréguese á esto la disminucion de nuestras<br />

rentas por las vicisitudes de los tiempos y por consecuencia<br />

de la disminucion del valor del dinero, y no se<br />

extrañará que viniesen á menos, y aunque desaparecieran<br />

las más sólidas fundaciones. Sin embargo, se<br />

conservaba la idea de su riqueza, pasaba como verdad<br />

que los pobres en España nacian con un derecho en su<br />

miseria á disfrutar de las más pingües rentas destinadas<br />

á cubrir todas sus necesidades, y nadie se cuidaba<br />

de aumentar un tesoro que se creia inagotable. No es<br />

esto decir que las almas virtuosas, en aquellos, coma<br />

en todos tiempos, no se apresurasen á socorrer y á<br />

consolar á los necesitados y á los afligidos de que tuvieran<br />

noticia; pero no se había pensado en organizar<br />

la caridad, ni se habia creido que la Beneficencia pública<br />

necesitaba semejante auxiliar. El público veia inmensos<br />

edificios destinados para asilo de los desvalidos<br />

y para la curacion de los enfermos, y cuando nada se<br />

publicaba y nada se sabia de lo que pasaba en el interior<br />

de ellos, y ninguna participacion tenia ni podia tener<br />

en ningun ramo de la administracion, creia, sin<br />

duda, si acaso se le ocurria pensar en esto, que unos y<br />

otros estarian bien asistidos. Los que lo estaban, por lo<br />

comun, eran los directores G administradores, y hasta<br />

tal punto algunos de estos, que ocupaban ellos solos los<br />

establecimientos que debian dirigir, y consumían todas<br />

sus rentas, sin que fueran parte á impedirlo el celo


171<br />

y la virtud ejemplar de tantas personas nobles y distinguidas<br />

como por su caridad ó por comision que se les<br />

diera, se consagraban á vigilarlos y á hacer todo el<br />

bien posible á los acogidos. Por más extraño que esto<br />

parezca, podrian citarse de ello muchos ejemplos. Como<br />

muestra, aunque en pequeño, citaremos uno. Rabia<br />

en la calle de Toledo, y muy cerca de la puerta de<br />

este nombre, un albergue de peregrinos, y como en<br />

este siglo es cosa verdaderamente peregrina tropezar<br />

con algunos que merezcan este nombre, quiso la autoridad<br />

averiguar si se distraian sus fondos en albergar<br />

á otra clase de gentes. Ocurrió esto en el año de 1835.<br />

El administrador que allí vivia habia sido nombrado en<br />

1808, y resultó probado que desde aquella fecha, cuando,<br />

menos, nadie absolutamente, ni peregrino, ni vecino,<br />

habia sido acogido en aquel asilo, que se cerró inmediatamente<br />

como se han cerrado otros muchos. Entre<br />

otros, merece citarse un hospital para estudiantes que<br />

habia en Alcalá, donde nadie habia conocido un estudiante<br />

enfermo. Tenia buenas rentas y recibia además<br />

una consignacion de la Universidad, de modo que el<br />

administrador ó patrono podia pasar muy r!galada vida.<br />

Se cerró tambien el propio año, y las rentas de<br />

estos aparentes establecimientos sirvieron para otros<br />

verdaderos y muy importantes de Beneficencia.<br />

Así se han ido centralizando los fondos de esta que<br />

serán inmensos, si logran descubrirse todos ; y las le-r<br />

yes hechas en Córtes han introducido útiles y trascendentales<br />

reformas, y autoridades muy celosas se han<br />

distinguido justamente en mejorar algunos establecí-


172<br />

mientos muy importantes que casi siempre babian estado<br />

muy mal dirigidos. Esto se ha debido al régimen<br />

constitucional; pero por desgracia no se ha desarrollado<br />

hasta ahora entre nosotros un principio de los más<br />

exenciales en la vida de los pueblos libres, el de la libertad<br />

de asociacion.<br />

Prescindiendo por completo de toda aplicacion de<br />

este principio á las materias <strong>política</strong>s y á todas las que<br />

con estas tengan relacion, es imposible tratar de la Beneficencia<br />

en España, sin examinar esta cuestion respecto<br />

de las asociaciones de Caridad y aun de las sociedades<br />

de Socorros mútuos y de todas aquellas que<br />

tengan por objeto mejorar la condicion material y <strong>moral</strong><br />

de las clases menos acomodadas. Supongamos que<br />

la administracion general, provincial ó municipal consiguiera<br />

llevar hasta la perfeccion, cosa bien difícil,<br />

el régimen interior de los hospitales, de modo que nada<br />

faltara de cuanto pudiera desearse para la curacion<br />

de los enfermos. Aun en este caso les faltaria todo para<br />

su consuelo, para suplir en cuanto fuera posible el<br />

cuidado de sus familias y para aprovechar el estado de<br />

su espíritu del modo que tan elocuentemente se esplica<br />

en uno de los párrafos que acabo de leer. Hay es verdad,<br />

en tales establecimientos uno ó varios directores<br />

espirituales ; pero, como ha dicho un profundo pensador,<br />

más que para la direccion <strong>moral</strong> de los enfermos,<br />

y no juzgando de lo que su virtud les dicte sino de lo<br />

que hagan oficialmente, parece que solo están allí como<br />

el capellan de la plaza de toros, por si hay que dar<br />

la uncion. ¿Ni quién podrá suplir el celo desinteresa-


173<br />

do, la abnegacion, la humildad, la paciencia de los<br />

que por amor á sus semejantes, por sus simpatías hácia<br />

los desgraciados se consagran á la asistencia y al<br />

cuidado de los pobres enfermos? Las hermanas de la<br />

Caridad han reemplazado felizmente en muchos hospitales<br />

á los enfermeros y dependientes mercenarios, pero<br />

ellas son las primeros en reconocer la necesidad de<br />

una sociedad caritativa, que con más autoridad <strong>moral</strong><br />

y superior representacion, pueda proteger á los enfermos<br />

contra las exigencias y los abusos de la administracion.<br />

Pero para que se vea con toda claridad que no es<br />

dado ni al gobierno ni á ninguna autoridad hacer el<br />

bien por sí solos en lo que toca á la Beneficencia, permítame<br />

la Academia que tome por ejemplo una reforma<br />

que todos agradecemos y que todos hemos aplaudido.<br />

No se puede hacer más en favor de la administracion<br />

que examinar únicamente lo mejor que ha hecho,<br />

la extincion de la mendicidad en Madrid. Cuando se<br />

fundó el asilo de San Bernardino y se recogieron los<br />

mendigos, exclamábamos todos con gran complacencia:<br />

«¡Ya no hay pobres en Madrid! ¡Qué fortuna para<br />

los desgraciados! ¡Qué consuelo para todos los habitantes<br />

de la capital!» ¡Quién nos habia de decir entonces<br />

que tantas ventajas se habian de convertir en una ilusion,<br />

algunas veces en una mentira, otras en un cruel<br />

sarcasmo! No me refiero en este momento ni á la insuficiencia<br />

del asilo para el objeto con que se fundó,<br />

ni á los abusos que en él se habrán introducido como<br />

en casi todos los establecimientos dirigidos exclusiva-


174<br />

mente por personas asalariadas, aunque en lo uno y en<br />

lo otro puede consistir en gran parte el mal. Hay otro<br />

mayor. El del modo con que son recogidos los pobres.<br />

Algunos no lo son de ninguna manera. No es fácil explicar<br />

cómo alcanzan este privilegio , pero es notorio<br />

que lo disfrutan años y años, salvo aquellos pocos dial<br />

en que el rigor de alguna autoridad los ahuyenta momentáneamente.<br />

La imposibilidad de lograr por completo<br />

sus deseos y la presion de otros negocios que están<br />

á su cargo las impiden dedicar á esta toda la atencion<br />

necesaria. Lo mismo decimos de todos los que<br />

pertenecen á, corporaciones 6 juntas de Beneficencia.<br />

Les hacemos plena justicia, como á todos los que en<br />

este y en cualquier otro punto se puedan creer aludidos,<br />

y las concedemos el celo que sin duda ninguna<br />

tendrán. El mal no está en los hombres, pues que estos<br />

cambian, y él subsiste si es que no crece cada dia.<br />

La autoridad tiene que valerse de agentes subalternos<br />

para recojer los mendigos. Lo que se hace por oficio,<br />

claro es que no se hace con caridad. Los que antes la<br />

tuvieran, la perderán. Los que no la hayan tenido jamás,<br />

se harán crueles.<br />

Tal es nuestra miserable tendencia y tanta la fuerza<br />

del hábito. Pero este inconveniente será pasajero ya<br />

que es inevitable, dirá alguno : con buenos ó malos<br />

modos los dependientes entregarán los pobres en el<br />

Asilo donde serán bien tratados. No sé si se habrá hepilo<br />

así alguna vez, pero hace mucho que donde se les<br />

conduce es á una especie de cueva, donde no se les<br />

ningun alimento y donde están privados, completa-


175<br />

mente de la luz y hasta del aire. Allí pasan cuando<br />

'menos una noche, sin abrigo ninguno , envidiando la<br />

'paja que sobra á unas mulas que pared por medio esperan<br />

que las empleen en arrastrar las bombas de la<br />

Villa. Aquel es un castigo inhumano y de todos modos<br />

escesivo para el que pide limosna porque no tiene pan.<br />

Pero aquel castigo puede evitarse ; la libertad se puede<br />

comprar y por poco dinero, si los pobres se pueden<br />

proporcionar alguno. Con dos b tres reales (la tarifa<br />

suele sufrir algunas alteraciones) pueden lograr los infelices<br />

su rescate. Y esto lejos de ser raro sucede todas<br />

las noches. Trabajo costará á los Sres. Académicos<br />

el creer esto. Tambien yo negué todo crédito á la<br />

noticia la primer vez que llegó á mis oídos, pero tuve<br />

que rendirme á la evidencia. De los innumerables casos<br />

de que podria hablar con perfecta seguridad, citaré<br />

únicamente dos , comprobados por personas de tanta<br />

veracidad, que si pronunciara su nombre bastaria para<br />

que se les relevase de toda prueba. Pero los que saben<br />

originalmente estas cosas es porque se las enseña la<br />

caridad y la confianza que inspiran á los pobres que<br />

socorren y consuelan; y no se recelan tanto los culpables<br />

de ser descubiertos como de ser conocidas las almas<br />

caritativas y generosas.<br />

Y la Academia, que no puede querer que yo falte al<br />

rubor de la virtud agena, se contentará con lo que la<br />

diga un testigo casual y afortunado. Una viuda de un<br />

honrado militar, enferma crónica con una hija imposibilitada,<br />

tenía por único auxilio para cuidar á las dos<br />

un hijo de once años, y por único recurso la caridad


176<br />

de los que sabian y compadecian su desgracia. Hay ea<br />

la desgracia, como en todo, sus alternativas. A veces<br />

cuando la necesidad es menor, es mayor la caridad, y<br />

otras aprieta el mal, ahoga el hambre y por ningun<br />

lado asoma la esperanza. En una de estas tristes ocasiones,<br />

el niño que cuidaba sus enfermas como pudiera<br />

hacerlo una hermana de la Caridad, no teniendo nada<br />

que darlas , salió de noche á pedir una limosna para.<br />

ellas y fué conducido inmediatamente á la cueva á que<br />

hace poco he aludido. No seré yo quien pinte la afliccion<br />

de aquella madre, que, gravemente enferma, abandona<br />

su pobre lecho en busca del hijo de su alma, sospecha<br />

su triste paradero , quiere participar de su suerte, y<br />

logra este favor porque promete pagar el rescate. El<br />

cuadro que presenta esa interesante familia, en el que<br />

se destaca la noble figura de Emilio, lo trazó nuestra<br />

ilustre laureada en un romance que tanto por su mérito<br />

literario, que no cabe mucho en una composicion<br />

de este género, como por la sensibilidad y la ardiente<br />

caridad que revela, creo que ha de llamar la atencion<br />

de los Sres. Académicos, y estoy seguro de que si la<br />

leen á sus familias sentirán el más puro placer viéndolas<br />

derramar lágrimas dulces de ternura y de compasion.<br />

Lo dejaré <strong>sobre</strong> la mesa con este informe (1) y<br />

para hacerlo menos largo, solo diré que la pobre madre<br />

de Emilio, que este es el nombre del niño y el título del<br />

(1) La Academia acordó que este romance se imprimiese á<br />

continuacion del informe.


177<br />

romance, encontró quien la socorriese en aquel lance<br />

y pagó el rescate de su hijo.<br />

Por el mismo tiempo vivia en una de las calles más<br />

extraviadas de los barrios del Sur de Madrid, un antiguo<br />

y retirado militar que , habiendo perdido un ojo en<br />

la guerra, obtuvo un modesto empleo civil que desempeñaba<br />

con lealtad y notable celo. Pero ni estas circunstancias,<br />

ni sus pasados servicios, ni la honrosa<br />

señal que en su rostro llevaba, fueron parte á impedir<br />

una inmotivada cesantía, de esas que no tienen más<br />

objeto que el de dejar un hueco para el favor ó para las<br />

exigencias de los partidos. Cual más, cual ménos, todos<br />

las tienen, y ninguna poda, decir con verdad que al<br />

satisfacerlas no haya perjudicado alguna vez á buenos<br />

servidores del Estado. El perjuicio que á este infeliz<br />

caus,") fué el mayor posible, porque coincidió con enfermedades<br />

y desgracias de familia, que pronto redujeron<br />

á esta ¿l la más espantosa miseria. Tambien él enfermó,<br />

y careciendo de todo alimento, se resolvió una noche<br />

su desgraciada esposa á salir á la calle á implorar la<br />

caridad pública. No se atrevió á pedir limosna, pero<br />

la miseria que su traje descubría , que llamaba<br />

mas la atencion por su juventud y gracias naturales,<br />

su actitud humilde y su visible afliccion, bien claro decian<br />

á todos los que la vieran que la necesitaba y la esperaba<br />

de su compasion. Quiso su mala suerte que el<br />

primero que se acercóá ella y la socorrió fuese algun encargado<br />

de vigilar secretamente el servicio de recoger<br />

los mendigos de la corte, y mandó inmediatamente dos<br />

dependieates que la condujeran al depósito. ¿Se puede<br />

12


178<br />

considerar como mendigo al que no pide y se limita á recibir<br />

la limosna? Cuestion es esta que examinarémos despues,<br />

que ahora llama con preferencia nuestra atencion<br />

la suerte del desgraciado marido que, enfermo y rodeado<br />

de sus hambrientos hijos , espera por momentos la<br />

vuelta de la que habia de socorrerlos y cuidarlos, y recibe<br />

la noticia de que está detenida en una cueva sin<br />

luz y en compañía de varios hombres que habian sido<br />

arrestados del mismo modo. Quién podrá comprender<br />

el efecto que producirla tan triste nueva en aquella<br />

atribulada familia ! El enfermo olvida su mal, abandona<br />

sus hijos y hallando en las bascas del honor y en el<br />

santo amor conyugal las fuerzas que le negaba su enfermedad<br />

, acude al depósito para librar de la infamia<br />

á su inocente esposa. Pero no tiene para pagar el rescate<br />

y nada consigue. Entonces se le ocurre quedarse<br />

en rehenes para que su mujer salga de allí y vaya á cuidar<br />

de los niños y á buscar los dos reales con que comprar<br />

su libertad; y esta proposicion , tan propia de un<br />

padre y de un esposo en aquellas circunstancias , no<br />

pareció impropia á los agentes de la autoridad que<br />

consintieron en semejante canje. Lo que allí vió , lo<br />

que allí pasó el infeliz en aquella terrible noche , lo escribió'<br />

enseguida con la <strong>elocuencia</strong> del sentimiento,<br />

pero con tal dignidad y tal mesura que asombra en<br />

quien tendria naturalmente el pecho henchido de indignacion.<br />

Este escrito circuló por las redacciones de<br />

varios periódicos de diversas opiniones , y ninguno se<br />

atrevió á hacer las tkistes revelaciones que contenia.<br />

No los culpo. Temían las causas de real .órden . Su te-


179<br />

'mor me pareció fundado. No sé si yo debo tener alguno<br />

por los disgustos que siempre proporciona el descubrir<br />

las llagas ocultas de la sociedad y los vicios de la administracion,<br />

pero sé que esto no me debe detener<br />

cuando no me detiene el empacho que siento en confesar<br />

que una noche, viniendo á esta Academia, cuando<br />

celebraba sus sesiones en la casa de la Panadería, tuve<br />

el buen pensamiento de entrar en aquellos subterráneos,<br />

donde ví plenamente confirmado lo que me costaba<br />

trabajo creer, á pesar del sello de verdad que<br />

marcaba el escrito del infeliz cesante. Ni luz, ni aire,<br />

ni abrigo, ni paja siquiera de la que en efecto sobraba<br />

á las mulas, babia para los pobres encerrados. No habia<br />

aquella noche ninguna mujer, y para no hacer más<br />

grave la culpa de quien quiera que en lo demás la tenga,<br />

debo declarar que me enseñaron otra especie de calabozo<br />

destinado á la mujeres, que segun me dijeron solo<br />

babian estado confundidas con los hombres el tiempo,<br />

que no fué corto, que se tardó en habilitarlo. Suprimo<br />

pormenores y circunstancias que no podria oir sin mucha<br />

pena la Academia , y vuelvo al modo con que fué<br />

detenida la desgraciada madre y esposa que incautamente<br />

aceptó la limosna que no pedia.<br />

Importa mucho, por lo que toca á la Administracion,<br />

y más todavía por lo que toca á la caridad, saber si estando<br />

prohibido pedir limosna, lo está. tambien darla y<br />

recibirla. No creo que esto se haya prohibido expresamente<br />

en ningun bando; y la práctica ha variado sin<br />

causa conocida , ó por causas que yo no he podido descubrir<br />

, á pesar del empeño con que lo he procurado,


180<br />

desde la tolerancia , la más manifiesta hasta la más<br />

cruel é incomprensible persecucion. Un benéfico caballero,<br />

título de Castilla , cuya casa está muy próxima á<br />

la que yo habito , emplea una buenaparte de su fortuna<br />

en socorrer á los necesitados. Nadie llegaba á su puerta<br />

que no fuese socorrido. El número de los que acudían se<br />

aumentaba naturalmente de dia en dia, y formando en<br />

dos filas para llegar por su órden á la casa, rebasaban<br />

la esquina de la calle inmediata. Era un espectáculo<br />

consolador para los vecinos contemplar la bondadosa<br />

paciencia del bienhechor, el reconocimiento de los socorridos<br />

y la alegría de sus numerosos hijos, á quienes<br />

por separado daba siempre algunas monedas. Pasó así<br />

mucho tiempo, y sin que se hubiese advertido que por<br />

esta causa se turbase el órden, empezó la policía municipal<br />

á molestar á los que aguardaban la limosna. Pero<br />

la caridad se entiende fácilmente con los necesitados<br />

y madruga más que la policía. La hora del reparto se<br />

adelanta , y antes de que salga el sol está concluida la<br />

piadosa operacion. Reciba las bendiciones que merece<br />

quien así madruga para hacer bien. No fué , sin embargo,<br />

muy duradero su contento. Se ha visto muchas<br />

veces, antes de que viniera el dia, y cuando empezaban<br />

á acudir los pobres, agentes que los perseguian y apresaban.<br />

Huian como era natural , y cuando los alcanzaban,<br />

eran maltratados sin piedad. Se ha visto muchas<br />

veces á las pobres mujeres con sus niños en los brazos<br />

golpeadas cruelmente, afligiendo con sus quejas y lamentos<br />

á la vecindad. Las señoras se apartaban llorando<br />

de los balcones, y los hombres.... los hombres, por-


181<br />

',no faltar á ciertas consideraciones sociales, que la humanidad<br />

no puede comprender y menos disculpar, ó<br />

por no habérselas de frente con los agentes de la autoridad,<br />

que miran con respeto aun en los momentos en<br />

que yerra, no acudian á su socorro ni querian presenciar<br />

las escenas que habian de encender su indignacion.<br />

En esto paró aquel tierno y consolador espectáculo,<br />

que era la alegría de la pacífica calle de las Infantas.<br />

Ahora creo que la limosna se distribuye , con<br />

la posible reserva , en la puerta de una iglesia inmediata.<br />

Hemos escogido de intento el acto más plausible y<br />

más aplaudido en efecto de la Beneficencia oficial; y el<br />

exámen más ligero nos hace ver la imperfeccion y la<br />

irregularidad con que se ha llevado á cabo, los males<br />

que ha producido y los abusos y los escesos á que ha<br />

dado lugar. Es que la virtud no puede ser nunca cosa<br />

de oficio y nunca debe hacerse por manos mercenarias<br />

lo que se pueda hacer por las de la caridad. Hay<br />

más : hasta en los casos en que esta sea insuficiente,<br />

cuando la sociedad tenga que ofrecer recursos para satisfacer<br />

ciertas necesidades que de otro modo quedarian<br />

desatendidas, debe procurarse la cooperacion de<br />

las sociedades caritativas, y en lo que estas puedan hacer<br />

por sí solas dejarlas la más completa libertad de<br />

accion.<br />

¿ Es esto lo que se ha hecho y se hace en España?<br />

¿Cuál es la legislacion que rige en la materia , ó á falta<br />

de ella la <strong>jurisprudencia</strong> que se ha establecido? ¿Con<br />

,qué criterio se resuelven estas cuestiones? ¿Se protege


182<br />

i se quiere destruir ese espíritu de asociacion para objetos<br />

caritativos? ¿ Podemos continuar corno estamos?<br />

¿Hemos de renunciar al gran progreso <strong>moral</strong> y á los<br />

bienes materiales que estas asociaciones producen en.<br />

otros puntos y más particularmente en Inglaterra?<br />

Si la Academia no está fatigada de tan largo informe,<br />

haré <strong>sobre</strong> estos puntos algunas observaciones. Hay una<br />

que salta á la vista. Nosotros no tenemos, propiamente<br />

hablando , una verdadera legislacion <strong>sobre</strong> sociedades<br />

caritativas. Tenemos muchas , demasiadas leyes , que<br />

tratan de las cofradías, que era el nombre y la forma<br />

con que eran en otros tiempos conocidas , pero entre<br />

tantas leyes no creo que se encuentre ni una sola en<br />

que, considerando en si misma tan grave materia y<br />

con absoluta independencia de otras que deben serle<br />

completamente extrañas , se haya dictado ni se haya<br />

tratado siquiera de dictar las disposiciones que habrian<br />

parecido más adecuadas y convenientes. Nuestras antiguas<br />

leyes <strong>sobre</strong> cofradías han llegado hasta nuestros<br />

días confundidas con aquellas tan severas y terribles<br />

que en los siglos ?ny y xv y principios del xvi se fulminaron<br />

contra las ligas, ayuntamientos, parcialidades<br />

y bandos, que eran, con razon, odiosas al poder real<br />

cuando quebrantaban su unidad y amenguaban la fuerza<br />

y el prestigio necesario para la proteccion de todos<br />

los súbditos, y eran sin razon y por lo mismo más ciegamente<br />

odiados cuando trataban de oponer justamente<br />

un dique contra sus violencias, como lo hicieron algunas<br />

célebres hermandades sle Castilla. Solo así se<br />

puede esplicar el rigor de aquella ley de Enrique IV


181<br />

que repitieron muchos de sus sucesores, que prohibia<br />

las cofradías bajó pena de muerte, por más que se pusieran<br />

bajo la advocacion de cualquier Santo y por más<br />

honestos que pareciesen sus estatutos. A tal extremó<br />

de rigor era natural que en la práctica correspondiese<br />

otro de indulgencia, para aprobar , de acuerdo con la<br />

autoridad eclesiástica, las cofradías existentes, y de tolerancia<br />

y disimulo con las que despues se fueron<br />

creando. Llegó á ser tan crecido su número y tan gravosos<br />

sus gastos, y tan frecuentes y tan dispendiosas<br />

sus fiestas, que nuestros mejores políticos y economistas<br />

señalan las cofradías como una de las causas del<br />

atraso de nuestra agricultura y de nuestras artes, y del<br />

empobrecimiento y decadencia de España. Oyó al fin<br />

estos clamores el señor rey D. Cárlos III , y por motivos<br />

muy diversos de los que dictaron la terrible ley de<br />

Enrique IV, pero citándola y considerándola vigente,<br />

mandó de nuevo en 1 785 que se suprimiesen las cofradías,<br />

y como cada gremio y oficio tenia las suyas, que<br />

consumian todos los años grandes sumas improductivamente,<br />

prescindiendo de lo que ganasen las almas de<br />

los cofrades difuntos y los clérigos que hiciesen los sufragios,<br />

mandó sustituir las cofradías por Monte-píos y<br />

acopios de materias para fomentar la industria popular.<br />

En una instruccion que se dignó aprobar para la ejecucion<br />

de estas disposiciones en Madrid, condena enérgicamente<br />

los gastos supérfluos de las cofradías , en que<br />

suele <strong>sobre</strong>salir la vanidad más que la devocion, y<br />

añade, que con la supresion decretada, los vecinos de<br />

Madrid lograrán tanto auxilio como si se les reimitio-


18L<br />

sen todos los tributos. Parece imposible que una conviccion<br />

tan profunda en el ánimo de un rey tan poderoso<br />

fuese tan ineficaz como debemos creer, pues ni se<br />

establecieron que sepamos los Monte-píos que decretó,<br />

ni desaparecieron ni se disminuyeron las cofradías que<br />

tenian todos los gremios. Hasta el Colegio de Abogados<br />

tenia como tal la suya dedicada á nuestro patrono San<br />

Ibo, cuya fiesta solemnemente celebrábamos.<br />

Mas , ¿ qué mucho que no se lograra en tiempo de<br />

Cárlos III la trasformacion de las cofradías en Monte -<br />

píos, si , aun abolidos en esta época desde 1834 los<br />

gremios industriales, les han <strong>sobre</strong>vivido las cofradías?<br />

Inútiles han sido tambien los esfuerzos de algunos ministros,<br />

cuyas circulares para la supresion de las cofradías<br />

que no deban subsistir, solo han servido para aumentar<br />

inútilmente algunas hojas á nuestra copiosa Coleccion<br />

de Decretos. No hay pueblo , por pequeño que<br />

sea, que no tenga una ó varias cofradías muy respetables<br />

por el Santo ó el objeto religioso que escogieron<br />

para nombre y amparo , pero en las que nada se hace<br />

ni se procura para mejorar la.condicion de los cofrades,<br />

ni para instruirlos, ni para <strong>moral</strong>izarlos , ni para<br />

socorrerlos en sus desgracias. Nada hay en ellas que<br />

revele el espíritu de fraternidad y de caridad, viniendo<br />

á ser unas compañías de seguros mútuos para la otra<br />

vida por los sufragios que recíprocamente se aseguran<br />

para cuando lleguen á morir , siendo en algunos pueblos<br />

tanto el capital que tienen que adelantar y tal el<br />

rigor con que se exige, que es muy frecuente el expulsar<br />

'á cofrades ancianos que no pueden ya soportar el


185<br />

gravámen de las misas, perdiendo el fruto que se prometian<br />

de todas las que han mandado decir por sus compañeros<br />

y el consuelo de las que por sus almas esperaban.<br />

Otros se arruinan ó al menos se empeñan para<br />

mucho tiempo el año en que les toca ser oficiales ó<br />

mayordomos de las cofradías para pagar los gastos,<br />

más projanos que religiosos, de la fiesta del Patrono.<br />

Y profanos son tambien los motivos que llevan á muchos<br />

á, entrar en ellas, y algunas veces anti-sociales,<br />

dividiendo la vanidad y el nacimiento y la fortuna las<br />

clases que el espíritu cristiano y el amor al prójimo debian<br />

reunir en una sola.<br />

Así han <strong>sobre</strong>vivido á su época, aunque con algunas<br />

honrosas escepciones , entre las que podemos citar una<br />

cofradía muy benéfica de Valdemoro , y llegado hasta<br />

nosotros sin más principio de vitalidad que la fuerza de<br />

inercia, esas asociaciones que nuestros antiguos reyes<br />

quisieron contener, que Carlos III intentó en vano trasformar<br />

y que el régimen constitucional ha dejado en<br />

pié por causas que tocan muy de cerca á las vicisitudes<br />

por qué ha pasado, para que yo las exponga aquí,<br />

ni las indique siquiera.<br />

Pero felizmente ha asomado entre nosotros la cabeza<br />

la nueva forma de la asociacion, y la caridad más ilustrada<br />

se ha dedicado con preferencia á reunir todos sus<br />

recursos y todos sus consuelos para remediar los males<br />

materiales y <strong>moral</strong>es de tantos pobres y de tantos<br />

desgraciados, que de otro modo no tendrian quien les<br />

socorriera, quien los enseñase, ni quien los consolara.<br />

Y no han sido, por cierto, los hombres pensadores, ni


184<br />

los hombres de Estado, ni los que más obligacion y<br />

más medios tienen de estudiar y de conocer los males<br />

de la sociedad, los que han empezado este movimiento.<br />

La sensibilidad, la compasibilidad de las señoras,<br />

ha puesto en práctica lo que la ciencia no habia llegado<br />

á formular entre nosotros, y la justicia pide, y la<br />

gratitud que merecen exige, que reconozcamos aquí<br />

que se han señalado desde el principio y que siguen.<br />

siempre señalándose entre todas algunas damas de las<br />

más distinguidas de la corte, por su posicion y su nacimiento.<br />

No citaremos en. prueba de esto, aunque<br />

ofrezcan mucho interés, esas especies de ferias y loterías<br />

piadosas, en que procuran como á competencia<br />

multiplicar hasta lo infinito el valor de los objetos cuyo<br />

producto se destina á la Beneficencia, que más bello y<br />

más sublime es contemplarlas visitando las casas más<br />

miserables de los pobres, vestidas con escesiva modestia<br />

para no ofender la miseria con el contraste de la<br />

opulencia, llevándoles por sí mismas lo necesario para<br />

su sustento é su curacion, escuchando con bondad la<br />

interminable narracion de sus cuitas, consolándolos<br />

con su cariño y sus consejos cS cuidando y enseñando á.<br />

sus miserables hijos. «Dios conserva los mios desde que<br />

cuido los de los pobres , antes todos se me morian,»<br />

decia una de estas distinguidas damas, cuyo mérito en<br />

todos sentidos me guardaré yo de indicar, porque fácilmente<br />

seria descubierta, y su modestia ofendida no me<br />

perdonaria, ciertamente. Esta piadosa creencia, y tales<br />

y tau conspicuos ejemplos de virtud, de humildad, de<br />

Abnegaqion, que crean y fomentan las nuevas socieda-


187<br />

des de Caridad, han hecho y han de proporcionar más<br />

bienes, que males han causado las antiguas cofradías.<br />

¡ Cuánta miseria han socorrido, cuántos vicios han corregido,<br />

cuántos dolores han mitigado, cuántos males,<br />

cuántos extravíos, cuánta desesperacion han evitado!<br />

Aunque en la tierra no podrian hallar recompensa más<br />

alta que la satisfaccion de su conciencia y la bendicion<br />

de los desgraciados, no les neguemos, señores, el merecido<br />

tributo de nuestra admiración y de nuestro reconocimiento,<br />

no solo por los beneficios que dispensan,<br />

sino más principalmente por el noble ejemplo que dan,<br />

que ya ha sido imitado en algunas provincias y que lo<br />

ha de ser indudablemente en todas las de España. Se<br />

ria muy prolijo referir á la Academia las muchas sociedades<br />

en que se han dividido y subdivido para crear<br />

nuevos establecimientos de Beneficencia, y las que se<br />

han formado a imitacion suya en esta corte; pero no<br />

me detiene la consideracion de que os cansara la enumeracion<br />

por ser larga, sino el temor de que sea incompleta.<br />

Con algun trabajo y con la cooperacion de<br />

personas muy caritativas y entendidas, me he proporcionado<br />

una lista de las nuevas fundaciones, tan distintas<br />

de las antiguas, como lo es el capital amortizado<br />

que se administra por manos extrañas, de los socorros<br />

diarios que su generosidad proporciona y de los recursos<br />

que busca la caridad. Pero no he podido procurarn<br />

e datos seguros <strong>sobre</strong> algunas de ellas, sé que ignoro<br />

la existencia de otras, y esperaba la publicacion del<br />

nuevo Anuario Estadístico que últimamente ha sido<br />

remitido á la Academia. ¡Cuál habrá sido mi sorpresa


188•<br />

y mi sentimiento al ver que no solo no consigna los<br />

datos que yo echaba de menos, sino que ni mencion<br />

hace siquiera de algunas importantes sociedades, ni de<br />

los establecimientos que conozco, ni de algunos que he<br />

• tenido el gusto de visitar, admirando en ellos los prodigios<br />

del celo y de la caridad que han sabido vencer<br />

tantas dificultades y que con tan exiguos recursos<br />

han dado tan grandes resultados! Nada más lejos de<br />

mi ánimo que atribuir esta falta á, olvido ni á descuido<br />

de los dignos individuos de la junta de estadística que<br />

han dirÁtgido esta interesantísima publicacion, antes<br />

por el cdfitrario, la señalo como una prueba más de<br />

que está aun en embrion la nueva vida del espíritu de<br />

asociacion, que ha de derramar <strong>sobre</strong> todas las clases<br />

necesitadas los tesoros de la caridad pública. Los esfuerzos<br />

que hace para asegurar su existencia, son generalmente<br />

desconocidos. Mal pueden, por consiguiente,<br />

ser auxiliados. ¡Y si solo se les negara el auxilio!<br />

El mayor mal consiste en los obstáculos que encuentran<br />

en ciertas autoridades, que á pesar de estar animadas,<br />

como debemos suponer, de los mejores sentimientos,<br />

profesan ideas muy erradas á siguen por rutina<br />

añejas tradiciones incompatibles de todo punto<br />

con la existencia y el progreso de las asociaciones de<br />

Beneficencia. De tantos y tan repetidos ejemplos como<br />

de esto pueden presentarse, solo citaré dos, y eso únicamente<br />

para que se vea que no aventuro ninguna imputacion<br />

sin acompañarla con la prueba que la justifique.<br />

Entre los mejores hospitales que he visto en España,


189<br />

y aun en los países que en esto más que en todo lo que<br />

constituye su cultura consideramos como los más adelantados,<br />

merece especial mencion el de Cartagena. Se<br />

fundó sin dotacion ninguna por un pobre soldado de<br />

marina que pedia limosna para los enfermos que él<br />

mismo cuidaba; se ha sostenido aun en los tiempos más<br />

calamitosos para aquella poblacion que ha sufrido las<br />

terribles vicisitudes por que ha pasado la armada nacional,<br />

sin que ni una sola vez hayan carecido aquellos<br />

de todo lo necesario, aun cuando el hambre y la peste<br />

asolaban aquella ciudad. En estos tiempos, que. la son<br />

más propicios, ha llegado á la perfeccion posible por<br />

los donativos y los esfuerzos de todos los vecinos; y ni<br />

antes, ni despues de la actual, ha podido conseguir que<br />

se le considere como hospital particular, como lo es<br />

de hecho, y de derecho le corresponde. ¿Qué interés<br />

pueden tener las autoridades en desconocer la independencia<br />

de su vida propia más que el errado principio de<br />

una centralizacion escesiva y la tendencia á aumentar<br />

sus atribuciones? Como si la importancia de los empleados<br />

consistiera en tener muchas y no en desempeñar<br />

cumplidamente las que tengan. Hablando del hospital<br />

de Cartagena, no puedo omitir aquí dos circunstancias<br />

que llamaron muy agradablemente mi atencion. Una es<br />

el principio fundamental, consignado en los estatutos<br />

de aquella Santa Casa, que declara que los señores de<br />

ella son los enfermos, y fielmente observado por todos<br />

los empleados que se consideran, y de hecho son sus<br />

asiduos y cariñosos servidores. Otra el modo de elegir<br />

el hermano mayor por una especie de sufragio univer-


190<br />

sal de todos los que asisten el dia de la eleccion á la<br />

iglesia del hospital. Tiene así Cartagena una magistratura<br />

para la virtud. Nadie la ha alcanzado sin tenerla<br />

muy acrisolada; y en aquel año de prueba, en que todo<br />

el pueblo observa muy de cerca cómo se conducen al<br />

frente de su más querida y popular institucion, procuran<br />

todos asegurar la fama y la consideracion que les<br />

ha de durar toda la vida. Pues ni esto basta para que<br />

se deje á tan virtuosa, tan abonada y tan popular administracion,<br />

la independencia que merece y necesita.<br />

Al otro extremo de la península, en la Coruña, hallamos,<br />

no uno, sino muchos ejemplos de los inconvenientes<br />

que ocasiona la intervencion innecesaria de las<br />

autoridades en las sociedades de Beneficencia y en los<br />

establecimientos que crean ó sostienen. Reside allí, rodeada<br />

del cariño y de la veneracion de todos sus paisanos,<br />

una ilustre señora, que sería difícil empresa tener<br />

que decidir si es más ilustre por su raro y profundo<br />

talento, ó por sus muchas y ejemplares virtudes.<br />

Descuella entre estas la de la Caridad, que la justicia y<br />

la gratitud de S. 1'1. quisieron que fuera el título con<br />

que se la conociera. Su modestia no le permite usarlo,<br />

y su orgullo, si alguno tuviera, podria estar bien satisfecho<br />

con el que lleva con el nombre de su marido,<br />

que puede personificar mejor que el de ningun otro español<br />

la gloria imperecedera, popular y militar de la<br />

guerra de la independencia.<br />

Pues esta señora, que se ha asociado con las más<br />

sdignas de aquella capital, que está al frente de todos<br />

los establecimientos de Beneficencia de las provincias


191<br />

de Galicia, que consagra a ellos su tiempo, sus cuidados<br />

y la mayor parte de su fortuna, se ha visto de continuo<br />

contrariada por las autoridades, y obligada algunas<br />

veces á sostener con ellas cuestiones y luchas desiguales<br />

y empeñadas, que unas veces han concluido<br />

por el triunfo de la causa de los pobres, sostenida par<br />

su perseverancia, y otras por sus tristes desengaños y<br />

deplorable, aunque parcial retraimiento. Lo primero,<br />

aconteció cuando denunció el inhumano proceder de<br />

un contratista, que daba á los infelices acogidos un pan<br />

tan malo, que iba concluyendo con la salud de muchos<br />

de ellos. La autoridad, que debió impedirlo, se puso de<br />

parte del codicioso contratista, y fué necesario que<br />

contra su voluntad se remitiese un pan al gobierno<br />

que, examinado por la facultad de medicina, resultó<br />

que tenia una parte de harina, muchas que no eran<br />

propiamente alimenticias, y no pocas que eran conocidamente<br />

nocivas. Pero si en esta ocasion triunfó, aunque<br />

despees de mucho tiempo y de grandes estragos<br />

que causó el pan mal sano en la salud de los pobres 6<br />

la falta de este alimento, que la mayor parte de ellos<br />

repugnaban, en otra más reciente ha tenido que sucumbir<br />

su celo y el de la Asociacion de Señoras de la Coruña.<br />

Rabian levantado con los fondos que su activa<br />

caridad habla allegado y los que adelantara su presidenta,<br />

un cómodo y sólido edificio para asilo, donde<br />

eran admitidos, no solo los pobres de aquellas provincias,<br />

sino los de toda España y los de todos los reinos,<br />

porque como decia su reglamento, «la Caridad es universal.»<br />

Para todo encontraba fondos su caridad, $1,1


192<br />

ejemplo, su prestigio y bondadosa vigilancia; y el mismo<br />

'celo demostraban las demás señoras de la Asociacion.<br />

Así en poco tiempo aumentó considerablemente<br />

el número de los acogidos, se extendió en la misma<br />

proporcion la enseñanza elemental é industrial; con esto<br />

y el cariño y el esmero con que eran cuidados, llegó á<br />

ser, á juicio de personas muy competentes, un buen.<br />

asilo, y al cargo de las señoras hubiera llegado á ser<br />

un asilo modelo. Pudo la caridad levantarlo á tal altura,<br />

pero no fué poderosa á sostenerlo contra la intervencion<br />

oficiosa, contra el mal querer de las autoridades<br />

y los obstáculos que un dia y otro oponían á su<br />

marcha. Veían las señoras que iba á llegar el triste<br />

para ellas, y más triste para los acogidos, en que tendrian<br />

que abandonarlos: lloraban estos por el desamparo<br />

en que iban á quedar: las personas compasivas<br />

oían la noticia con indignacion, los más indiferentes<br />

con incredulidad, hasta que todos vieron la forzosa retirada<br />

de las benéficas señoras, que, para que fuera<br />

más hondo su sentimiento, ni aun pudieron tener el.<br />

consuelo de publicar los motivos que á ello les hablan<br />

obligado.<br />

Entre estos dos pueblos que hemos citado, al Oriente<br />

y al Poniente de España , cuántos otros no habrá<br />

que hayan sido testigos de otros hechos semejantes, de<br />

esta lucha inexplicable y poco honrosa para nuestro<br />

pais y para nuestro siglo entre la Administracion y el<br />

espíritu de asociacion para objetos caritativos? Concluyamos,<br />

porque es triste la tarea, con citar un solo caso<br />

que, por haber ocurrido en la corte y referirse, no á


193<br />

autoridades subalternas, sino al Gobierno Supremo,<br />

prueba la necesidad, la urgente necesidad de estudiar<br />

los principios que deben guiarle en materia de tanta<br />

importancia, y de reconocer la tendencia natural, irresistible<br />

y benéfica de las sociedades modernas.<br />

Hace algunos años que los accidentes que de tiempo<br />

en tiempo suelen acontecer á los artesanos que , ganando<br />

la vida en la construccion de edificios, encuentran<br />

en ellos algunas veces la muerte, se repitieron con<br />

tal frecuencia en una sola semana, que gran número de<br />

familias quedaron por esta causa en la horfandad y en la<br />

miseria. Acudió en su socorro, por aquel momento, la<br />

caridad pública; pero como la desgracia dura más que<br />

el estímulo que provoca la general simpatía, se pensó<br />

en organizar una sociedad permanente para sostener y<br />

proteger las familias de las víctimas de una industria,<br />

no solo útil , sino absolutamente indispensable. Se<br />

anunció tan buen pensamiento en los periódicos y se<br />

abrió una suscricion que prometia ser muy numerosa y<br />

productiva. Solicitada la autorizacion del Gobierno, y<br />

retardándose más de lo regular, se pusieron los fondos<br />

ya reunidos en la Caja de DepÓsi tos, y allí están. ¿Y quién<br />

sabe el tiempo que estarán todavía? porque el Gobierno<br />

negó su permiso, y lo negó por no creer necesaria la<br />

proyectada sociedad. Que lo pregunten á tantos artesanos<br />

inutilizados por consecuencias de caidas y de<br />

otros accidentes á que son tan ocasionados sus oficios;<br />

que lo pregunten á las viudas y á los huérfanos de los<br />

que han sucumbido y continuamente sucumben de este<br />

modo, y andan implorando la caridad de las buenas al-<br />

13


194<br />

mas ó aumentando la triste cohorte de los conducidos<br />

á los subterráneos de la Panadería! Pero aunque su<br />

desgracia nos arranque este lamento, el sentimiento no<br />

nos hará ser injustos, y seria una injusticia , y muy<br />

gratuita, el atribuir á dureza de corazon lo que no puede<br />

ser más que un error del entendimiento. Y el error<br />

debe de haber nacido de una de dos causas : ó de no<br />

haberse detenido á examinar la tendencia que lleva á<br />

los hombres á asociarse para todos los fines que les son<br />

comunes por razon de sus intereses , de sus ideas , de<br />

sus oficios G de sus gustos y simpatías, tendencia poderosa<br />

que los gobiernos no pueden resistir y deben cuidar<br />

de dirigir; ó, tratándose de sociedades de Beneficencia,<br />

de creer que no debe existir más que una, tan<br />

respetable por el nombre de su santo fundador como<br />

por el gran número de naciones del antiguo y del nuevo<br />

continente por donde se ha ido extendiendo con<br />

asombrosa rapidez.<br />

Si el orígen del error fuese el primero que indico,<br />

hay que considerar que la prohibicion de ciertas asociaciones,<br />

como las de socorros mútuos entre los obreros,<br />

por ejemplo, que existen generalmente en todos<br />

los países y que son ya en el nuestro una exigencia irresistible<br />

de las opiniones que profesan y de los hábitos<br />

que han contraido en las provincias más fabriles,<br />

no bastará para que desaparezcan las que existan ni<br />

para que dejen de fundarse' otras muchas. Lo único<br />

que de este modo se conseguirá , es que en vez de ser<br />

públicas sean secretas ; y el que burla la ley y elude<br />

vigilancia de las autoridades,, muy cerca está de dsclat-


1915<br />

rarse en rebelion contra ellas. Le falta el re98petd; ef<br />

resentimiento le sobra , la organizacion le dá rnedioS y<br />

jefes de confianza, no se necesita más que una ocásiotif<br />

para aprovecharlo todo, y estas ocasiones las tráeii<br />

muchas veces los sucesos, y no pocas las buscan y<br />

las proporcionan hombres de aviesas intenciones,<br />

más atentos al logro de sus deseos que al bienestar<br />

permanente de las clases numerosas , cuyos instin.<br />

tos halagan y cuya irritacion hábilmente explotan.<br />

Siendo esto tan evidente y de tan graves consecuencias,<br />

deberán convenir aun los que duden del derecho<br />

de asociacion, en que más vale que se ejercite pública<br />

que secretamente. Un inconveniente tienen estas sociedades,<br />

y es que favorecen las coaliciones de los obreros<br />

para aumentar el precio de su trabajo ó disminuir las<br />

horas ó alterarlas condiciones establecidas con los fabricantes.<br />

Pero en esto, como en todo, el remedio está<br />

en respetar la libertad de cada uno mientras él respete<br />

la de los demás. Cada uno es libre en fijar la compensacion<br />

que le parezca que merece el empleo de sus<br />

fuerzas, pero no puede obligar á nadie á que le dé<br />

más de lo que le parezca justo ó conveniente , ni oponerse<br />

á que otros admitan condiciones que él rechaza.<br />

Si traspasa estos límites, incurre en un delito previstapor<br />

el Código ; pero mientras lo respete , no se le debe'<br />

impedir que busque en sus ahorros y en la buena inteligencia<br />

con sus compañeros la garantía contra la miseria<br />

cuando por cualquier causa le falte el trabajo. LEY-<br />

-que pueden y deben hacer los gobiernos, es ilustrarlo<br />

<strong>sobre</strong> los medios verdaderos de lograr lo que su. preví-


196<br />

sion les hace desear y no saben encontrar muchas veces.<br />

Si se asocian exclusivamente con los del misma<br />

oficio, se exponen á quedar todos á un tiempo sin jornal.<br />

Una guerra á miles de leguas de Europa ha bastado<br />

para que falte completamente en algunos puntos y<br />

escasee en todos la primera materia de la industria que<br />

más brazos ocupa. Si se prolongára su duracion , quedañan<br />

ociosos la mayor parte por la insuficiencia de la,<br />

que se proporcionase en otros mercados ; y cuando se<br />

cerrasen todas las fábricas de algodon ; ¿ cómo se socorrerian<br />

unos á otros los obreros ? Si se hubieran asociado<br />

con los que trabajan la seda, la lana, el lino, ó se<br />

dedican á otros artefactos, corro ninguna crisis afecta..<br />

por igual á todas las industrias, antes bien suele favorecer<br />

á unas á expensas de las otras, la garantía seria<br />

más eficaz y la fortuna de los unos seria un verdadero<br />

seguro contra la desgracia de los otros. De este modo<br />

no habria que temer las coaliciones de los obreros,<br />

siendo tan diversas las condiciones de las diferentes industrias,<br />

sin que por esto lo sean los obreros en su carácter<br />

y tendencias. De esto se encuentra la mejor<br />

prueba en todos los pueblos industriales de Cataluña,<br />

donde se reunen en un mismo casino ó círculo de recreo<br />

y de instruccion operarios que pertenecen á diversas<br />

artes y oficios , y aun á clases muy distintas<br />

de la sociedad. Alternan con ellos fabricantes, ricos<br />

capitalistas, y personas muy ilustradas, y así se esplica.<br />

cómo se propagan entre aquellos obreros los conocimientos<br />

más útiles y cómo adquieren aquel grave continente<br />

y aquellos buenos modales que distinguen á los


197<br />

,operarios de Cataluña. Pues con aplicar á las sociedades<br />

de socorros el sistema que se emplea en estas , se.<br />

evitarian hasta donde es posible todos los males de las'<br />

'coaliciones y todos los peligros que se atribuyen al espíritu<br />

de asociacion entre las clases más numerosas.<br />

Pero no parece probable que este temor haya influido<br />

en que se niegue el permiso para una sociedad de Be<br />

neficencia. Más fácil es de creer que no se haya juzgado<br />

conveniente que se establezca ninguna más que la<br />

de la caridad universal á que antes aludíamos y las que<br />

puedan considerarse como accesorias suyas.<br />

En este caso el error sería doble, porque ahogaria el<br />

gérmen de todos los impulsos de la compasion que lleva<br />

á los hombres á socorrer las desgracias que más<br />

afectan su sensibilidad, y porque concederia á una sociedad<br />

un monopolio del que podria abusar del modo<br />

más opuesto á los fines de su instituto. Si donde tuvo<br />

su nacimiento, si donde tiene su legítima representacion<br />

y su autoridad superior, se ha creido, sin que nos-<br />

Qtros podamos decidir si con razon ó sin ella, que ha<br />

abusado y que aspira á ejercer una influencia <strong>política</strong>.<br />

contraria á la que domina en aquel imperio, y ha sido<br />

preciso disolver ciertas reuniones ; y donde el poder es<br />

tan fuerte y tan temible ha encontrado resistencia para<br />

la ejecucion de sus órdenes, ¿qué no podrá temerse en<br />

España si le concedemos el monopolio de la Beneficencia<br />

? Que no se vea jamás nuestro Gobierno en el caso<br />

de tomar providencias tan severas como las que tomó<br />

hace algun tiempo el emperador de los franceses , y<br />

no se dé lugar á que nazca entre nosotros , y si ya hti-»


198<br />

biera nacido, á que se propague y robustezca, la desconfianza<br />

y la prevencion con que se miran los beneficios<br />

cuando se sospecha que los que los dispensan se<br />

proponen con ello un fin político. Esta opinion, por más<br />

infundada que fuera, podria en ciertos momentos ser<br />

muy funesta para una institucion que yo me complazco<br />

en reconocer que ha hecho en poco tiempo más en favor<br />

de las clases menesterosas, no solo en lo que toca á<br />

su bienestar material, sino á su instruccion y á su <strong>moral</strong>idad,<br />

que todas nuestras antiguas instituciones que<br />

con ella puedan tener más ó menos analogía. Pero ni<br />

estos servicios, ni las virtudes de tantas y tan buenas<br />

personas como á ellos han contribuido, podrian evitar<br />

el rigor con que la opinion les tratara , como no bastaron<br />

á desarmar al Gobierno francés, como no fueron<br />

parte á impedir que se tuvieran que embarcar precipitadamente<br />

en Portugal las inocentes y virtuosísimas<br />

hermanas de la Caridad. Estos tristes sucesos nos enseAan<br />

con cuánta prevision y con cuánto tino se debe<br />

proceder en esta materia, que es mucho más delicada<br />

y más trascendental de lo que á primera vista puede<br />

cre,erse.<br />

Busquemos con tiempo el remedio , y el remedio<br />

contra el monopolio no se podrá hallar sino en la libertad<br />

de asociacion. Esta es la gran palanca de los pueblos.<br />

modernos. Pongámosla en las manos de todos los que<br />

quieran emplear una parte de su tiempo , de su<br />

sabor y de su fortuna en ilustrar y mejorar <strong>moral</strong> y<br />

materia,b4eute las clases más numerosas, más pobres y<br />

Aits atrasadas de la sociedad; y si despues de esto, to-


199<br />

davía hablasen algunos de los fines políticos que puedan<br />

ir envueltos en los beneficios que otros dispensen,<br />

se les podrá decir : « pues haced vosotros el bien por<br />

el bien ; no oigais más voz que la de la humanidad, y<br />

no oireis más eco que el del agradecimiento. Sed mejores<br />

y más desinteresados que los buenos , y sereis<br />

bendecidos por todos. »<br />

Esta libertad de asociacion solo podrá parecer peligrosa<br />

á los que, juzgando por aparentes analogías <strong>política</strong>s,<br />

creen que puede debilitar la fuerza de los gobiernos<br />

que la consientan ; pero la verdad es que<br />

abandonando á otros las funciones que no les corresponden<br />

ni pueden desempeñar bien , ganan otro tanto<br />

en unidad y en poder para las atribuciones que exencial<br />

y aun exclusivamente les pertenecen.<br />

Nadie culpará, al Gobierno austriaco , aunque haya<br />

entrado de buena fé en las vías constitucionales, de<br />

querer amenguar su poder; y la Academia tuvo el gusto,<br />

hace muy poco tiempo, de oir un informe de uno<br />

de sus más ilustrados individuos <strong>sobre</strong> la ley en extremo<br />

liberal acerca de las asociaciones, que rige en aquel<br />

país y que tan prodigiosos resultados está produciendo.<br />

Quizá, diga alguno que lo que puede concederse impunemente<br />

en los países del Norte y lo que con tantas<br />

ventajas existe en Inglaterra, no podrá establecerse -ea<br />

España sin graves inconvenientes. Tengo para mí que<br />

se ha abusado mucho en estos últimos tiempos concediendo<br />

al clima y á las razas una influencia superior á<br />

la que realmente pueden tener; y á pesar de esto, no<br />

tengo reparo en admitir que son más difíciles de -go,


200<br />

bernar los pueblos del Mediodía. Donde los hombres<br />

sonó se consideran más independientes, donde<br />

su espíritu es más altivo y más impresionable , es<br />

más difícil que se sometan á un pensamiento y á una<br />

voluntad comun ; pero esto , que desgraciadamente es<br />

cierto cuando se trata de las relaciones de los pueblos<br />

con los Gobiernos , no puede tener ninguna aplicacion<br />

á las sociedades particulares que se forman expontáneamente<br />

y bajo el pié de la más perfecta igualdad por<br />

01 vínculo más fuerte que puede unir á los hombres, el<br />

de la identidad, 6 al menos la semejanza de sus opiniones,<br />

de su aficion 6 de su simpatía. Si esto que á mí<br />

me parece evidente ; si esto que la experiencia ha<br />

confirmado en algunas asociaciones que el Gobierno ha<br />

permitido establecer, pareciera fundado á los que pueden<br />

juzgar mejor que yo en materia tan delicada, deberia<br />

pensarse sériamente en la formacion de una ley<br />

que reconociera á todos los hombres el derecho de reunirse<br />

con objeto de promover todo lo que puede interesar<br />

á un número de ellos, más 6 menos considerable,<br />

para asegurar su bienestar y todos los progresos<br />

<strong>moral</strong>es y materiales de que es susceptible la especie<br />

humana; y, sin admitir ninguna medida preventiva,<br />

dejar expedito el poder de la autoridad contra los abusos<br />

y las faltas que en esto como en todo pueden cometerse.<br />

Y no hay que esperar la formacion de la ley para<br />

que, reconocida la verdad y la importancia de estas<br />

ideas, se vayan poniendo en práctica. En manos del Gobierno<br />

está el conceder, con la mayor facilidad y pron-


201<br />

titud, todas las autorizaciones que se le pidan para sociedades<br />

de Beneficencia; y cuando se establezcan algunas,<br />

semejantes á, las más notables que nos da á conocer<br />

el Manual de la Caridad de Lóndres , serán<br />

más provechosas y de más general aplicacion las máximas<br />

<strong>moral</strong>es y las sublimes ideas que contiene el Visitador<br />

del pobre. La comparacion que una feliz coincidencia<br />

nos ha permitido establecer entre uno y otro<br />

Vlibro , aunque no hayamos acertado en ninguna de las<br />

observaciones que nos han sugerido, no podrá menos de<br />

servir de noble estímulo para los que hayan podido<br />

conocer más á fondo los males de nuestra época, los<br />

inconvenientes que lleva consigo toda transicion social,<br />

que no ha sido lentamente preparada, y las justas y á<br />

veces temibles exigencias del porvenir de los pueblos<br />

modernos, busquen en el espíritu de caridad y en las<br />

ventajas de la asociacion soluciones pacíficas, naturales<br />

y duraderas á los arduosproblemas de la Sociología que<br />

justamente llaman la atencion de los filósofos y de los<br />

hombres de Estallo.<br />

Como ejemplo , y no más de lo que en este sentido<br />

puede hacerse, voy á indicar para concluir una idea<br />

con la que hace muchos años que vivo encariñado. No<br />

podré verla realizada, no me atreveré acaso á intentar<br />

que se propague, pero la ocasion es demasiado propicia<br />

para que yo la desaproveche.<br />

Al contemplar cuántos grandes hombres han nacido<br />

en las clases más humildes y menesterosas, y las raras<br />

casualidades que les han proporcionado los medios de<br />

instruirse y de distinguirse, ¿á quién no le habrá ocur-


202<br />

rido la misma idea, que solo el cariño que la tengo.<br />

puede hacer que la llame mia?<br />

La casualidad es la escepcion de la regla, la regla<br />

por consiguiente es que mueran ignorados y baldíos los<br />

grandes talentos que plugo al cielo repartir entre la inmensa<br />

muchedumbre que forman las clases condenadas<br />

al trabajo corporal y á la pobreza. No es el talento<br />

patrimonio de las clases ricas, sean ó no privilegiadas:<br />

no lo es de la clase media, y sin embargo, estas son las<br />

únicas que cultivan las ciencias y que gobiernan las naciones.<br />

¿Por qué para el progreso intelectual y para<br />

bien de los pueblos no hemos de buscar y premiar y<br />

dirigir desde la infancia á los que Dios distinguió con<br />

una razon superior, y señaló por consiguiente como los<br />

mejores y los más dignos para ilustrarlos y para gobernarlos?<br />

Cuando nos cuenta Herschell, que era un pobre<br />

músico, que el origen de todos sus descubrimientos<br />

astronómicos, se debe al favor de un amigo que le<br />

prestó un telescopio, cuando vemos que si Franklin no<br />

trueca su oficio de cuchillero por el tle impresor, que<br />

le permitió leer y perfeccionar su razon, ni hubiera arrancado<br />

el rayo al cielo, ni el cetro á, los tiranos; cuando,<br />

si al fin no encuentra Watt el dinero que por todas<br />

partes le negaban para su máquina de ensayo, no conoceriamos<br />

aun probablemente, ni el descubrimiento<br />

del vapor, ni sus prodigiosas aplicaciones, no puede<br />

ménos de causar mucha extrañeza que no piensen los<br />

hombres en hacer por sí mismos y en todos los casos<br />

posibles, lo que en algunos muy raros suele hacer la<br />

casualidad, y no formen una sociedad para la protec-


203<br />

cion del talento, que lo busque en las escuelas de primeras<br />

letras, que lo lleve á la segunda enseñanza y que<br />

le proporcione medios para la carrera á que su aptitud<br />

y su aficion le inclinen.<br />

Esto, que en todos tiempos y en todos países seria<br />

conveniente, es en España y en la época presente una<br />

deuda que tenemos con las clases desheredadas. Antes<br />

no habia ninguna familia, por pobre que fuese, que no<br />

pudiera enviar un hijo á la Universidad, cuya enseñanza<br />

era gratuita, (5 dedicarlo á la vida religiosa, y de<br />

nuestras Universidades y de nuestros conventos pasaban<br />

en gran número los hijos de los más infelices labradores<br />

á los primeros puestos del Estado y de la<br />

Iglesia; y en ellos se han distinguido algunos, <strong>sobre</strong> todos<br />

los que han pertenecido á las clases más acomodadas.<br />

Ahora es patrimonio exclusivo de estas la instruccion<br />

superior y aun la secundaria. ¿No volverá nadie<br />

por los santos fueros de la pobreza y del talento?<br />

Nadie podría Lhacerlo por sí, pero lo que nadie puede<br />

hacer, lo hará con la mayor facilidad el espíritu de<br />

asociacion.


DE LA ELOCUENCIA.<br />

»ISCURSO LEIDO Eh LA SESION INAUGURAL DE LA ACADEMIA<br />

DE JURISPRUDENCIA Y LFGISLACION CELEBRADA<br />

EL DIA 10 DE DICIEMBRE DE 1863.<br />

SEÑORES:<br />

La última vez que tuve la honra de ser elevado á este<br />

puesto tan señalado por el recuerdo de los hombres<br />

eminentes que más dignamente que yo lo han ocupado,<br />

os pedí con el mayor encarecimiento que no volvieseis<br />

á, elegirme, no solo porque las reelecciones sucesivas<br />

parece que rebajan algo el mérito de la eleccion, que<br />

consiste principalmente en la expontaneidad, sino porque<br />

estando alejado hace mucho tiempo de los tribunales<br />

creía, y en esta creencia persevero, que podria<br />

dirigir mejor vuestras discusiones un jurisconsulto, que


206<br />

á una ilustracion muy superior á la mia, reuniese la<br />

doble ventaja de haber consagrado y seguir consagrando<br />

su vida á la cátedra ó al foro. Seguisteis mi consejo<br />

y me pedisteis que lo completara. Aprovecho este<br />

primer momento para manifestaros cuánto obligásteis<br />

mi gratitud con el empeño generoso de sujetar á mi<br />

parecer vuestra eleccion. Pero permitidme que os lo<br />

diga. Creí que habías obrado así por vuestro propio<br />

convencimiento, y despues habéis querido demostrarme<br />

volviéndome á elegir, que era solo por una deferencia<br />

que no puedo manos da calificar de inmotivada ó al<br />

menos de escesiva. Porque no esperásteis esta tregua<br />

que con mis amigos he pactado para retirarme por algun<br />

tiempo de la vida parlamentaria, sino que viéndome<br />

más que nunca separado del ejercicio de la abogacía<br />

y tenazmente empeñado en las luchas parlamentarias,<br />

fuisteis á buscarme al pié de la tribuna, que acaso<br />

paga con ingratitud el amor con que la he mirado<br />

desde la infancia y con que sigo contemplándola en la<br />

vejez, para cerrar en esto justamente el círculo de mi<br />

vida. ¿Quereis, sin duda, que yo os inicie en los secretos<br />

que suponeis que encierra? ¿No os bastaban algunas<br />

indicaciones que os habia hecho en nuestras conferencias<br />

particulares? Verdad es que el arte oratoria se<br />

presta á tantas y tan diversas consideraciones, que seria<br />

difícil agotar jamás la materia; pero por lo mismo<br />

que él asunto es tan grandioso, es de todo punto posible<br />

encerrarlo en un discurso, aunque no sela/bre"<br />

como yo hubiera deseado, para manifestar OtIti lb leve<br />

ale la molestia, ya que de otro rtiodo n eo: ene sewposiailor


207<br />

vuestro reconocimiento y el mio á tantas y tan distinguidas<br />

personas que han vellido á honrarnos con su<br />

presencia.<br />

Os diré, pues, con toda ingenuidad, como si estuviéramos<br />

solos (que esta confianza, tengo para mí que,<br />

lejos de llevarla á mal, lo ha de agradecer un públio4<br />

tan ilustrado), algo de lo que he visto, de lo que he observado,<br />

y si me es lícito añadir de lo que he aprendido<br />

al lado de nuestros más reputados oradores. Otra<br />

enseñanza he tenido, que para mí ha sido amarga muchas<br />

veces, la de conocer perfectamente todas las dificultades<br />

del arte y no acertar á vencerlas. No me quejo,<br />

sin embargo, de mi suerte, que siempre he preferido<br />

la mortificacion del amor propio y hasta el sentimiento<br />

desconsolador de la impotencia á la vana presuncion de<br />

los que sin instruccion de ninguna clase, sin estudios<br />

en que hayan podido adquirirla, y hasta sin el más indispensable<br />

conocimiento del idioma patrio, dirigen su<br />

palabra con desenfado y en altas y descompasadas voces,<br />

á nuestras asambleas, y se creen y consienten en<br />

que les llamen grandes oradores. Los más notables de<br />

la antigüedad decian, que no habia existido ninguno<br />

digno de este nombre. Ciceron no lo conoció, Quintiliano<br />

tampoco, aunque uno y otro dicen que conocieron<br />

muchos disertadores.<br />

Entre los ejemplos modernos y la autoridad de los<br />

antiguos, vosotros escogereis, mientras que yo intento<br />

daros á conocer algo de lo mucho que la experiencia y<br />

alguna meditacion me han hecho pensar <strong>sobre</strong> el arte<br />

oratüria,.


208<br />

Mi primera reflexion y á la que siempre he vuelto<br />

con el mismo convencimiento, era esta: ¿han existido,.<br />

puede haber oradores donde no se respeten los derechos<br />

de los hombres, donde no impere la ley, donde no<br />

haya libertad? Pues aunque no tuviera tantos encantos.<br />

la <strong>elocuencia</strong>, la bendeciria yo porque no la consiente<br />

la tiranía ni la merece la esclavitud. Dichosa patria<br />

mia, que al fin tus hijos pueden decir, ó sienten al menos<br />

la necesidad de comunicar á los demás lo que de<br />

sean, lo que piensan, lo que saben. Hasta los que por<br />

sus principios, por sus antecedentes ó por sus intereses<br />

habian sido los mayores enemigos de la discusion, la<br />

han aceptado. Y donde hay discusion, hay oradores.<br />

Los hubo, sin duda, en nuestras antiguas Córtes de<br />

Castilla: los habria y acaso mejores en las de Aragon,<br />

Cataluña y Valencia, que fueron por lo comun más li<br />

bres; pero por desgracia no se conservan más que algunos<br />

ligeros extractos de ciertos discursos notables,<br />

que bastan á dar á conocer sus opiniones, que aun hoy<br />

parecerian á muchos por demás liberales, y aquella varonil<br />

entereza, y aquella tenacidad con que sin ofender<br />

al trono, le dirigian una vez y otra vez las peticiones.<br />

en que se formulaban las justas y casi siempre desatendidas<br />

exigencias de los pueblos; pero no llegaron á copiarse<br />

ó no se han encontrado discursos íntegros por<br />

los que podamos formarnos una idea de lo que fué la<br />

oratoria entre nosotros en los tiempos que siguieron de<br />

cerca á la formacion de la lengua castellana. Nos quedan<br />

únicamente los discursos que los reyes leian ó mandaban<br />

que se leyesen en ciertas solemnidades que equi-


20<br />

valian á la apertura de las Cortes; pero estos discursos<br />

se escribian, y 11, <strong>elocuencia</strong> propiamente considerada<br />

está en la discusion, en la palabra, y las Cortes llegaron<br />

á ser mudas para que el pueblo consintiese en ser<br />

esclavo. Así de siglo en siglo fué perdiendo en forzado<br />

y degradante silencio la voz, y cuando en las Cortes de<br />

Cádiz resonaron las de sus más ilustres diputados, causaron<br />

tal extrañeza, y aun asombro, que la nacion tuvo<br />

á maravilla el ver que en España habia tantos y tan<br />

buenos oradores. Quiso la suerte que alguno se hubiese<br />

formado en la escuela inglesa, y ese es el origen dé<br />

nuestra oratoria parlamentaria.<br />

La del foro no existia, porque no puede existir donde<br />

no haya ámplia libertad para la defensa, y yo he alcanzado<br />

la triste épeca en que se interrumpia, á un abogado<br />

y se le reconvenia por el presidente del Tribunal<br />

porque las ideas que sostenía eran ideas de este siglo.<br />

Y aun prescindiendo de esto, ¿c(mo podían los abogados<br />

ser oradores si no aprendian siquiera la lengua<br />

castellana, si en todos sus estudios y hasta en sus ejercicios<br />

les obligaban á emplear la latina, ó más bien un<br />

idioma bárbaro inventado y cada cha más desfigurado<br />

por el mal gusto literario de nuestros tratadistas y glosadores?<br />

Para formarse una idea del estilo curialesco de nuestros<br />

antiguos abogados, bastará decir, que todos los<br />

períodos de sus alegatos comenzaban precisamente con<br />

estas palabras: Y por que, y luego seguia la razon ó lo<br />

que en sonde tal se dijera. Así entonces se tasaba, como<br />

ahora por pliegos, por por qw's; de donde viene sin<br />

14


210<br />

duda la frase de darle á cada uno su por qué, que<br />

equivale á pagarle lo que le corresponde.<br />

El gusto de nuestros predicadores no era mucho mejor,<br />

á pesar de haber tenido la fortuna, que bien merecida<br />

tenian los letrados, de que se les enderezase una<br />

crítica tan severa é ingeniosa que se hizo en extremo<br />

popular y todavía se repite como proverbial su título.<br />

Pero al recordar con pena y hasta con rubor el triste<br />

estado en que yo alcancé nuestra oratoria en el púlpito<br />

y en el foro, faltaria á la justicia y á la gratitud, si<br />

no os dijera que algunos he conocido dignos de los mejores<br />

tiempos de la <strong>elocuencia</strong>, y que si ahora vivieran<br />

os servirian de ejemplo á la par de los que con tanta<br />

razon admirais. Nombraré solo á dos, al elocuente y<br />

profundo orador sagrado D. Nicolás Heredero y á mi<br />

ilustre maestro D. Manuel María Cambronero; y algun<br />

dia, cuando os dé á conocer lo poco que de ellos se<br />

conserva, pagareis el debido tributo á su memoria y<br />

sereis más justos que lo fueron sus contemporáneos.<br />

Ahora considerémoslos únicamente como precursores<br />

de la época en que vivimos, y que aun llegaron á<br />

divisar en el crepúsculo postrero de su vida. ¿Cómo se<br />

formaron aquellos oradores? ¿Cómo algunos de los que<br />

son todavía honor y prez de nuestra tribuna y nuestro<br />

foro? ¿Cómo se puede ser orador? Esto nos interesa á<br />

todos y merece examinarse.<br />

Hay un error que es muy cómodo, y por consiguiente<br />

muy general, que consiste en creer que el orador<br />

nace. Esto tiene dos ventajas para el comun de las gentes,<br />

pues las dispensa de trabajar para adquidr lo que


211<br />

creen que no se puede lograr, y les permite rebajar á<br />

los oradores no reconociendo en ellos mérito propio,<br />

sino una gracia ó habilidad natural, que pueda pedírseles<br />

que la ejerciten por vía de pasatiempo. Pero si la<br />

injusticia en esto es aun más grande que el error, si el<br />

orador se hace, ¿dónde están las reglas que para serlo<br />

debemos seguir? Vosotros sabeís perfectamente las muchas<br />

y muy prolijas que nos dan los autores; yo confieso<br />

que las he olvidado, y no lo reputo esto por una desgracia,<br />

porque de poco ó nada me han servido. Cuando<br />

pienso en el afan con que leia y aun devoraba los preceptos,<br />

los consejos y los ejemplos que nos han dejado<br />

los más célebres oradores de la antigüedad y de los<br />

tiempos modernos; cuando recuerdo mis trabajosos ensayos<br />

de improvisacion en que atendia á, un tiempo<br />

mismo á lo que deseaba decir, á las palabras que habia<br />

de emplear, al estilo de que habia de valerme, al órden<br />

de las ideas, á las imágenes que pudieran darles alguna<br />

brillantez, y á la entonacion, y á, las inflexiones de<br />

la voz, y á las pausas convenientes, y á la postura del<br />

cuerpo, y al movimiento de la cabeza, y al de los brazos,<br />

y á la expresion de la fisonomía, y á todas las minucias<br />

que segun los maestros del arte constituyen la<br />

accion del orador, me avergüenzo de mi cándida am-,<br />

bicion de llegar á serlo por este camino, y para que<br />

nadie lo siga en adelante, me creo obligado á proclamar<br />

aquí mi triste y vergonzoso desengaño. Pudiera<br />

habérmelo evitado Ciceron, que declara que no salió<br />

orador de manos de los retóricos, sino que se formó en<br />

la Academia; pero como él dá, Cambien tanta importan-


212<br />

cia,á las reglas, que sujeta á ellas todo, desde el movimiento<br />

de las cejas hasta la colocacion del pié izquier--do,<br />

aunque no me parecian eficaces, ni siquiera posi...<br />

bles, tuve que considerarlas como indispensables. Aun<br />

me pareciei on más difíciles, más duras y aun peligrosas,<br />

viendo que Bern(Stenes, como otros oradores griegos,<br />

colocaba cerca de sí un músico, que con el sc nido<br />

de la flauta les mar cara la entonacion conveniente del<br />

discurso si por acaso la perdia, y á la espalda, nada.<br />

menos que la pica de una lanza, con la que por necesidad<br />

habia de tocar si hacia un movimiento, á que era.<br />

muy propenso, y que fácilmente se colige que no seria<br />

muy digno, Concebia yo muy bien y admiraba su noble<br />

y tenaz empeño en vencer las dificultades que la naturaleza<br />

habla opuesto á su perfecta elocucion; y al contemplarle<br />

en el subterráneo con media cabeza rapada<br />

pai a estar más seguro de no presentarse en mucho<br />

tiempo ante los ojos de los hombres, aparecia á los mios,<br />

que estimo la perseverancia más que todas las cualidades<br />

brillantes, más grande que los que acometen y terminan<br />

con la mayor facilidad las más gigantescas empresas;<br />

y al ver le luchar con el ruido de las olas, que<br />

guaja dominar con cl(bil voz, me gozaba en considerar<br />

que así podría, como pudo un dia, calmar los encontrados<br />

y ciegos movimientos de una muchedumbre apasionada,<br />

más terrible algunas veces que la mar embravecida.<br />

Una reflexion ocurre naturalmente, y aunque todos<br />

la harán del mismo modo, .es extraño que no saquen de<br />

más.légica consecuencia, Si el más perfecto or


213<br />

41or que la humanidad ha conocido tuvo qúe vencer los<br />

-obstáculos que la naturaleza le oponía, y lo" logró Porla<br />

constancia de sus esfuerzos, ¿por qué no han‘de seguir<br />

el mismo camino todos los que quieran serlo? Profundizando<br />

algun tanto en este punto; descartando el vulgar<br />

error de los que creen que el orador nace; viendo la<br />

imposibilidad de que se forme, por decirlo así, artificialmente<br />

por la observancia de ciertas reglas; contemplando<br />

la naturaleza del hombre, el único entre todos<br />

los séres vivientes á quien Dios concedió el misterioso<br />

don de la palabra, y con ella en eterna armonía,<br />

la expresion casi divina de su rostro, si no lo desfiguran<br />

instintos brutales (5 malas pasiones; viendo en la voz<br />

humana y en la variedad infinita de sus inflexiones y<br />

modulaciones, la natural y viva correspondencia á los<br />

-innumerables afectos y pasiones que mansa () violentamente<br />

conmueven nuestra alma; se viene en conocimiento<br />

de una gran. verdad, aunque parezca una paradoja:<br />

todos los hombres son oradores. Sí, todos lo son<br />

naturalmente, y dejamos de serlo la mayor parte por<br />

los malos hábitos que desde los primeros años contraemos,<br />

por los vicios de la educación que recibimos y por<br />

las falsas ideas que acerca de la <strong>elocuencia</strong> nos formamos.<br />

¡Quién no habrá sido elocuente alguna vez en la<br />

vida! ¡Qué mujer no lo es al llorar la muerte repentina<br />

violenta de su adorado esposo; qu ,;, madre no conmueve<br />

con su acento y con su ademan al ver en gran peligro<br />

la vida de un hijo; qué hombre del pueblo al sentir<br />

una afrenta que rechaza, qué buen ciudadano al jular<br />

eterna venganza contra los enemigos de la patria!


214<br />

No se necesita más que sentir, sentir bien, para expresarlo<br />

con verdad y ser elocuente en aquel momento.<br />

Para serlo siempre, es menester sentir, estudiar, saber<br />

mucho. Esta es la fuente que señala Horacio á los que<br />

deseen escribir bien, y no hay otra, ciertamente, para<br />

los buenos oradores. Sed est eloquentice, dice Ciceron,<br />

sicut reliquarun rerum, fundamentum, sapientia. Y<br />

con ser esto tan evidente, hay gentes todavía que creen<br />

y que con el mayor candor dicen, que lo que les falta<br />

para ser oradores es cierta facilidad ó cierto arte de<br />

bien decir, cuando lo que principalmente les falta es<br />

instruccion, y acaso capacidad para decir nada que<br />

merezca ser escuchado.<br />

Adquirida la ciencia indispensable para el que se<br />

proponga dedicarse á la oratoria, y consagrando toda<br />

su vida á, acrecentar el caudal de sus conocimientos,<br />

tiene que consagrarse con el mismo afan á destruir los<br />

obstáculos que por error ó descuido en nuestra educacion<br />

encontramos todos para hablar en público.<br />

Empezando por la pronunciacion. Cuán raro es, y en<br />

nuestro país quizá más que en ningun otro, que no vengan<br />

á afearla, á oscurecerla y hacerla desagradable,<br />

defectos que no provienen de la naturaleza! Ha sido eri<br />

esto tan próvida, que no hay órgano en que sean tan,<br />

raras las imperfecciones naturales como en el de la locucion.<br />

Y si hay tartamudos y hay balbucientes, no la<br />

son por lo comun por una imperfeccion física, sino por<br />

debilidad de la razon, por falta de precision y de fijeza<br />

para dar al órgano de la locucion el impulso que determine<br />

su movimiento. Así son balbucientes los niños,


215<br />

así los borrachos, así los criminales, y aun los que sin<br />

merecer este nombre tienen la desgracia de ser sorprendidos<br />

y no aciertan y vacilan en la esplicacion de<br />

su conducta. Prescindiendo de estos casos por ser pasajeros,<br />

y de alguno, aunque raro, por ser irremediable,<br />

no tienen número, y en español, ni aun nombre,<br />

los defectos de pronunciacion que se notan aun entre<br />

las gentes que pasan por mejor educadas. Es en algunos<br />

tan pesada y tan tarda, que cuesta trabajo esperar<br />

á reunir las palabras que han ido goteando, y tan precipitada<br />

en otros, que ni el oido, ni la imaginacion,<br />

pueden seguir los rápidos movimientos de la voz; quién<br />

por acabar más pronto no acaba las palabras, y aunque<br />

digan de él que tiene media lengua no trata de enmendarse;<br />

quién acompaña con una especie de silbido<br />

la pronunciacion de ciertas letras; quién emplea en lugar<br />

de otras de muy diverso sonido la T y merece el<br />

nombre por que es conocido, no sé si por esta ó por<br />

otra razon, un gallardo y diestro torero; quiénes tartagean<br />

y mezclan las palabras, y como si no bastáran<br />

tantos defectos, sin contar con los muchos peculiares<br />

de nuestras provincias, se ha importado recientemente<br />

de la capital del vecino imperio la supresion de la R,<br />

que sustituyen con un sonido gutural muy desagradable.<br />

Se cree que así hablaba Alcibiades, y en él se estimaba<br />

esto como una gracia; pero el que en un orador<br />

español está poco dispuesto á perdonar el meridional y<br />

gracioso ceceo porque rebaja la gravedad de lo que se<br />

dice, no ha de admitir sin protesta el francés gran se<br />

ye 171 t


• Estos y otros defectos semejantes los pueden corregir<br />

fácilmente los padres; pero algunos, lejos de intentarlo,<br />

los celebran como gracias de sus niños. Los<br />

maestros no tienen la disculpa de la ceguedad del amor<br />

de los padres, y lejos de consagrarse al cuidado que<br />

estos debian tener, dan lugar á que contraigan otros<br />

vicios peores. En nada creo que se ha progresado tanto<br />

en esta época como en la instruccion primaria, que<br />

reformó y casi planteó de nuevo el fundador de la escuela<br />

normal, el sabio y virtuoso D. Pablo Montesino;<br />

ninguna clase tiene á mis ojos más importancia ni alcanza<br />

mayores simpatías que la de los maestros de primeras<br />

letras ; pero por lo que he visto, y en esto he<br />

procurado ver mucho, en nada se ha adelantado‘ménos<br />

que en la lectura en alta voz, que es la verdadera escuela<br />

de los oradores, y el mejor medio para propagar<br />

entre las clases laboriosas los conocimientos que pueden<br />

serles más útiles y el recreo que necesitan y merecen.<br />

¿Por qué no se ha de leer como se habla? ¿Por qué nos<br />

enseñan ó nos dejan adquirir un tonillo que ha de ser<br />

siempre el mismo, para el estilo más llano como para<br />

el más levantado, para las obras más sérias como para<br />

las satíricas, para la narracion de la <strong>historia</strong> como<br />

para la de los cuentos populares , y para expresar los<br />

sentimientos más tiernos y delicados como para las pasiones<br />

más violentas y terribles? Qué mucho que los<br />

que así han aprendido á leer y así han leido toda su vida,<br />

cuando tienen que hablar en público tomen otro<br />

tonillo que cada uno S3 forma á su manera segun su<br />

carácter, sus tendencias y la mayor ó menor importan-


,217<br />

ocia que quiere dar á su, entonacion ! 'Es muy iouriceo<br />

,observar cuán diversos modos hay de ,,ser monótono,<br />

pero todos ellos conducen al mismo ,resultado, al de<br />

fastidiar infaliblemente á todos. sus oyentes.<br />

ennui naquit un jour de l'uniformité<br />

decía Voltaire, y esta verdad la habrán comprendido,<br />

mejor que nadie , los que hayan podido escuchar, sin<br />

dormirse , un largo discurso pronunciado siempre en<br />

el mismo tono.<br />

Para evitar esta y otras malas consecuencias de la<br />

imperfeccion con que los niños aprenden á leer, hay<br />

en otros países profesores de lectura en alta voz, sociedades<br />

que no emplean otro medio que este para la propagacion<br />

de sus doctrinas; y en tanta estima se tiene<br />

á los que <strong>sobre</strong>salen en este arte, que se paga mucho<br />

más que por asistir á nuestros teatros por oir á un buen<br />

lector. Para despertar esta aficion en Barcelona, cuya<br />

grandeza y civilizacion marchan á pasos de gigante , se<br />

reunirá pronto en público concurso á los mejores de<br />

aquellas provincias y de todas las de España, y los que<br />

alcancen los premios de buenos lectores , si aspiran á<br />

ser oradores, verán entonces y harán ver á los demás<br />

qué corto y qué fácil es el camino que les queda por<br />

andar.<br />

Pero no basta corregir los vicios de la pronunciacion<br />

y de la lectura. Hay otros que por negligencia, por malos<br />

ejemplos , por caprichos inexplicables, alteran y<br />

desfiguran la voz misma del hombre , hasta el punto de<br />

hacer que pierda aquella sublime y como misteriosa<br />

propiedad de llevar en sus vibraciones todos los movi-


218<br />

mientos de nuestra alma. Hay quien conserva en ella la<br />

sensibilidad más exquisita y la oculta con una voz bronca<br />

y desabrida que él se ha ido formando insensiblemente<br />

; hay quien teniendo , por el contrario , un corazon<br />

varonil y capaz de las más altas empresas, se empeña<br />

en afeminar su voz, y la ridiculez llega en algunas<br />

personas hasta el punto de conservar la suya natural<br />

para su casa y para los arrebatos que no pueden contener,<br />

y otra convencional que usan en sociedad , que<br />

les parece más elegante, sin duda porque se separa más<br />

de su constitucion, de su temperamento y hasta de su<br />

sexo. Pero el vicio más comun y el más perjudicial es<br />

el de ir olvidando y perdiendo la natural armonía que<br />

existe entre el órgano de la voz y el estado de nuestra<br />

alma, de modo que dicen en voz alta y precipitada lo<br />

que más suamente sentimos , y tantos puntos la bajan<br />

para expresar los afectos más vehementes, que no se les<br />

oye apenas , y el que los oiga no puede creer en su<br />

sinceridad. Para los que así truecan los frenos y los tonos,<br />

y solo por casualidad aciertan con el conveniente,.<br />

hay una frase vulgar, pero gráfica. Se dice que hablan,<br />

ó que leen sin ton ni son, y si algun defecto puede haber<br />

peor que la monotonía, es este ciertamente.<br />

En uno semejante y no ménos extraño incurren los<br />

que, sintiendo la necesidad de algun descanso, y no<br />

parándose á reflexionar dónde y cómo se deben hacer<br />

las pausas, las hacen precisamente donde cortan por<br />

completo el sentido de la oracion, dejando á los oyentes<br />

un largo rato para que adivinen á dónde los llevarán<br />

ton un que, un de, un para ú otra partícula favorita,


219<br />

.que les ofrece habitual y plácido reposo. ¡ Y qué recursos<br />

malogran los que no saben buscarlos donde naturalmente<br />

se encuentran ! Una pausa hecha á tiempo<br />

suple lo que no puede decirse, siendo en este caso cierto<br />

lo que en muchos sin razon se dice de la <strong>elocuencia</strong><br />

del silencio.. Otras veces la pausa es preventiva. Anuncia<br />

que se va á decir algo grave, escita la curiosidad,<br />

y fija la atencion ó reclama la imparcialidad ó la indulgencia<br />

del auditorio , porque hablando no se puede<br />

hacer lo que escribiendo, modificar ó explicar á renglon<br />

seguido lo que se teme que haga mal efecto : es,<br />

menester que preceda el correctivo , que el efecto de<br />

la palabra es instantáneo y no es fácil borrarlo con.<br />

-otras.<br />

Pero creerán muchos que estos ft otros consejos más:<br />

importantes y acertados <strong>sobre</strong> el uso de su voz de<br />

nada servirán á los que no tengan la que se necesita<br />

para hablar en público. Esto es, por fortuna, mucho<br />

más raro de lo que generalmente se cree. La voz se<br />

cultiva y se educa como todas las facultades del hombre,<br />

y es singular que los primeros oradores que el<br />

mundo ha conocido en los tiempos antiguos y modernos,<br />

desde Demóstenes hasta Thiers, han sido, por lo,<br />

comun, de los menos favorecidos en esta parte por la<br />

naturaleza ¡ que tanto poder tiene la voluntad y la<br />

perseverancia de los hombres ! Algunos ha habido que,<br />

á pesar de todos sus esfuerzos, no han podido adquirir<br />

la voz suficiente para que alcance á un público numeroso;<br />

pero tambien han encontrado el medio de suplireste<br />

defecto pronunciando todas las palabras con sumo-


22O<br />

esmero y limpieza, y articulando muy distintamente las<br />

sílabas, y esto que, entre otros, lo ha hecho con grande<br />

éxito uno de los más célebres profesores del Colegio<br />

de Francia, ha proporcionado un nuevo recurso á<br />

los oradores que, teniendo más voz de la que pueden,<br />

necesitan renunciar á ella alguna vez para indicar cosas<br />

tan graves ó delicadas, que podrian hacer mal efecto<br />

si se dijeran con arrogancia. El que en ocasion oportuna<br />

baja la voz hasta el punto de que parezca imposible<br />

que se le oiga, aumenta la atencion de los oyentes<br />

y se gana su confianza, ó al menos su indulgencia, como<br />

si le dijera á cada uno aparte y al oído lo que no<br />

quisiera que escuchasen los demás. Así la necesidad inventa,<br />

y de los inventos se hacen nuevas ú más perfectas<br />

aplicaciones. Para esto basta cierto espíritu de observacion,<br />

y de nada sirven las reglas.<br />

Ménos pueden servir aun para que acomode á ellas<br />

el orador el gesto y la accion. El gesto es la expresion<br />

de nuestro semblante, nuestra fisonomía, que es la expresion<br />

de nuestra alma. Hay en el rostro humano una<br />

expresion habitual que es el resultado necesario del<br />

temperamento del hombre, de su género de vida, de su<br />

profesion ú ocupaciones, de sus inclinaciones más pronunciadas,<br />

y de todo lo que constituye su doble vida<br />

física y <strong>moral</strong>, y se estampan en el rostro con sello indeleble<br />

las huellas de las pasiones que más han agitado<br />

su ánimo y de los acontecimientos que han decidido de<br />

su suerte y fijado su carácter para siempre. Esta fisonomia,<br />

que en algunos se presenta oscura ó como borrada,<br />

se anima en todos cuando usan de 'la palabra.


221<br />

«Habla para que te vea», decia un filósofo de la antigüedad.<br />

Hablando se modifica la fisonomía habitual,<br />

segun las ideas y los afectos que dominan al orador, y<br />

el estudio ó la atencion que prestase á cualquiera regla<br />

no podria menos de destruir esta feliz armonía. ¿Ni qué<br />

estudio puede bastar para hacer que el color del rostro<br />

vaya cambiando al compás de lo que sentimos y de lo<br />

que decimos ? Como exageracion de la indignidad de<br />

algunos hombres, se supone y cues:a trabajo creer que<br />

puede ser cierto que nunca ha asomado el rubor á su<br />

frente. Convengamos en ello : el rubor podrá suprimirse,<br />

pero no se puede fingir, no se puede imitar. Si la<br />

palabra lo remeda, el rostro lo niega, y si la palabra<br />

miente, la voz, la voz misma la acusa.<br />

Con qué modulaciones tan graduadas y tan insensibles<br />

va siguiendo el orador, no solo en cada período,<br />

sino aun en cada frase, y á veces en una sola palabra,<br />

la marcha de nuestros afectos y la modificacion que en<br />

ellos se va operando; cómo se tocan sin confundirse el<br />

último sonido que correFponde á una idea y á un sentimiento<br />

con el primero del que á continacion vamos<br />

á, expresar, como vemos en los cuadros disolventes el<br />

contorno desfigurado de un momento cuando ya asoman<br />

la cabeza los árboles del paisaje que le sigue.<br />

Quién es capaz de contar ni de distinguir siquiera la<br />

infinita variedad de las inflexiones de la voz! Cuánto<br />

más rica es en esto la de la oratoria que la de la música<br />

que las sujeta á número y medida! Cuentan que en la<br />

lengua de los chinos varía la significacion de las palabras<br />

segun la inflexion de voz con que se pronuncia, y


22±<br />

que hay algunas que tienen sesenta acepciones diferentes.<br />

Pobreza arguye esto en el idioma , pero el haber<br />

llegado á señalar tal diversidad de inflexiones honra<br />

grandemente el oido oratorio de aquel pueblo en todo<br />

singular. Que este oido es completamente distinto del<br />

oido músico, no hay para qué decirlo. Los filarmónicos<br />

dicen que la voz natural del hombre es la del canto. Sea<br />

en buen hora. Los salvajes, en efecto , cantan y gritan,<br />

pero no hablan.<br />

Su verdadero lenguaje es el del gesto y la accion.<br />

Este es el idioma de la naturaleza y el único que en-tienden<br />

todos los hombres. Y cuando habla por si solo<br />

_y cuando basta á expresar con sin igual <strong>elocuencia</strong> todos<br />

los afectos del alma, ¿ se cree que puede necesitar<br />

reglas para acompañará la palabra? Que sea esta siempre<br />

la expresion sincera de lo que sentimos, y nuestra<br />

fisonomía y las actitudes del cuerpo corresponderán<br />

exactamente á ella, si no vienen á destruir esta armonía<br />

natural preceptos absurdos ó vicios ridículos que<br />

pueden mover á risa aun en las ocasiones más solemnes.<br />

Por ejemplo, trabajan contra sí mismos los que<br />

tienen el cuidado ó han contraído el hábito de separar el<br />

codo del cuerpo para no accionar más que con el antebrazo.<br />

Quizá esta costumbre nació naturalmente en<br />

los que hablaban sentados y vestian cierto traje que no<br />

permitia, en la apariencia al menos, otro movimiento.<br />

Pero ¿qué origen puede tener más que el cipricho las<br />

diversas combinaciones que hacen algunos con los dedos,<br />

encogiendo los más próximos entre sí, presentando<br />

en toda su longitud los más separados , moviendo-


223<br />

uno y condenando los demás á perpétua inmovilidad?<br />

Los que unen, y son muchos, las yemas del Indice y<br />

del pulgar, que fácilmente se mantienen adheridos,<br />

imitan, sin saberlo, á los que en el calor de sus disputas<br />

peripatéticas acompañaban cada ergo y cada distingo<br />

con sendas tomas de polvos de tabaco. Así los malos<br />

hábitos y los espíritus antojadizos alteran y desfiguran<br />

la noble actitud y los naturales y armoniosos movimientos<br />

que el hombre ha debido al Supremo<br />

Criador.<br />

De otro modo deben considerarse ciertas modificaciones<br />

que están en la naturaleza de las cosas y que corresponden<br />

al grado de civilizacion de cada pueblo , á<br />

su constitucion <strong>política</strong> y social, y quizá tambien á su<br />

clima y á las costumbres que con él tienen más estrecha<br />

relacion. A nosotros nos pareceria ridículo que nuestros<br />

oradores pasasen como los griegos horas enteras<br />

estudiando delante de un espejo, no solo las actitudes<br />

de su cuerpo y el movimiento de los músculos de la<br />

cara, sino la forma y el número de los pliegues de su<br />

traje; y si en nuestros tribunales se presentara un abogado<br />

que, como Ciceron, cuenta de sí mismo, cogiese,<br />

no como quiera de la mano, sino en brazos , á un hijo<br />

de su cliente y accionase con él, más lo tendrían, dado<br />

caso que se lo permitiesen, por un gimnasta que por<br />

un orador. Y sin recurrir á tiempos antiguos, ¿qué diferencias<br />

tan notables no se observan entre las naciones<br />

vecinas ? En las Asambleas francesas , en que porlo<br />

comun se habla desde la tribuna, qué continente<br />

tan solemne es el de sus oradores ! ¡ Qué imponentes


Oh<br />

214.<br />

sus ademanes ! Qué viveza , á y nuestros ojos que.<br />

violencia en su accion y en- todos sus movimientos,!<br />

En el Parlamento inglés sucede exactamente lo contrario.<br />

Se' levanta de su asiento un diputado b un par<br />

del reino, y apenas se conoce que va á hablar sino porque<br />

tiene la atencion, á que no corresponden sus colegas,<br />

de quitarse el sombrero. Desde su sitio fija la vista<br />

en el presidente, lo cual, <strong>sobre</strong> ser muy respetuoso,<br />

tiene la ventaja de no dirigir y de no recibir miradas<br />

apasionadas y acaso provocativas: sereno el rostro y<br />

casi inmóvil el cuerpo, empieza y concluye su discurso,.<br />

sin que el espactador que no le oiga ó entienda el idioma<br />

pueda adivinar qué afectos son los que dominan al<br />

orador. No puede decirse esto de . los oradores de los<br />

rneetings, ni ahora de algunos del Parlamento, pera<br />

esto es lo general, y yo he oido discursos muy elocuentes<br />

de los primeros oradores y hombres de Estado, que<br />

jamás sacaban las manos de los bolsillos de los pantalones.<br />

Pues en uno y otro país, corresponden estos perfectamente<br />

al carácter, á las ideas y á los gustos dominantes<br />

de su respectiva nacion. Son los franceses.<br />

tan amigos de todo aparato exterior, y es tanta la importancia<br />

que dan á 'las actitudes del cuerpo, que hay<br />

profesores que llaman du maintien, dedicados exclusivamente<br />

á:enseñar las que consideran más elegantes y<br />

la mejor manera de hacer cortesías, y no ciertamente<br />

para moderarlas, sino por lo comun para exagerarlas<br />

ridículamente. Pecan por el extremo opuesto los ingleáes',<br />

que para saludar apenas se dignan bajar la cabeza,,aunque<br />

entre amigos se sacuden cordialmente y


225<br />

con gran energía las manos. A nosotros nos parece<br />

afectada y aun teatral la exageracion de los franceses,<br />

y la sobriedad de los ingleses la condenamós corno fria,<br />

aristocrática y desabrida. Así nuestros oradores se<br />

han puesto naturalmente en el término medio entre<br />

unos y otros, y han conservado lo que cumple á la antigua<br />

y proverbial gravedad española, sin dejar de darle<br />

lo que de suyo exige nuestro temperamento meridional.<br />

Bien serian que algunos lo moderasen algun tanto<br />

y tuvieran más consideracion con los objetos que tengan<br />

delante, que sin saber por qué suelen ser víctimas de<br />

sus airados y ruidosos golpes. Pero aparte de alguna<br />

impropia demostracion de las fuerzas musculares de la<br />

mano derecha, que el más pequeño sentimiento de la<br />

dignidad propia y de respeto al público bastan á evitar,<br />

nada debe estudiar, nada tiene que aprender, y nada<br />

que olvidar respecto de la accion, el orador español, si<br />

tiene los buenos modales que se adquieren con el trato<br />

de las gentes bien educadas y que se perfeccionan con<br />

una vida morigerada, con la calma del espíritu, con<br />

una justa estimacion de sí mismo, y <strong>sobre</strong> todo con la<br />

elevacion de las ideas y de los sentimientos que rechazan<br />

todo lo que es bajo y grosero y marcan hasta los<br />

más pequeños movimientos con todas las señalos de un<br />

gusto puro y delicado. Si el orador lo tiene, no necesita<br />

las reglas de los retóricos. En otro caso no le han de<br />

aprovechar.<br />

Por este punto se enlazan las dotes exteriores del ora<br />

dor, á las que tanta importancia se ha dado siempre,<br />

con otra que es en realidad mucho más interesante y ha<br />

15


226<br />

sido muy desatendida: su organizacion interior, su ser<br />

<strong>moral</strong>. Ha sido generalmente admitida la ya vulgar definicion<br />

del orador: vir bonos, dicendi peritus, y aunque<br />

no ha faltado quien ha dicho que sobraban las primeras<br />

palabras, porque para todo convenia ser bueno,<br />

se han admitido por haberse reconocido por todos que<br />

si el orador no era un hombre honrado, carecería de<br />

autoridad su palabra y se desconfiaria de los motivos<br />

que le impulsaran á hablar. Pero la virtud que debe<br />

tener no se ha de limitar al cumplimiento de sus deberes,<br />

ha de ser más alta, más sublime y más benéfica.<br />

Ha de nacer de la más esquisita sensibilidad del alma,<br />

ha de apoyarse en el amor perenne é inmenso á la humanidad,<br />

en la simpatía por todos los que sufren, en el<br />

deseo vehemente de emplearse en su bien, en la indignacion<br />

que produce la injusticia, en el valor que inspira<br />

el amor á la patria y en la disposicion á sacrificarse<br />

por la defensa de la verdad, de la justicia y por el<br />

bienestar del género humano. De cuanto se ha escrito<br />

para definir la <strong>elocuencia</strong>, nada me parece tan sencillo<br />

y tan completo, y por consiguiente, tan perfecto como<br />

aquellas palabras de Platon: la <strong>elocuencia</strong> es la razon<br />

apasionada. La razon, unida á las dotes exteriores del<br />

orador, bastarán para hacer un discutidor; pero el ora-,<br />

dor necesita el calor del alma, que da vida á la palabra,<br />

que inspira las grandes ideas y los más bellos sen7<br />

timientos, que mueve la voz al compás de los afectos<br />

que la dominan, que unas veces le dan el tono suave y<br />

persuasivo de la razon, otras el más imponente . de la.<br />

fuerza de una honrada conviccion, que truena cuando


227<br />

,amenaza, ó mueve á la piedad y al llanto cuando tierna,<br />

y vehemente sale empapada en las lágrimas del corazon.<br />

Este es el secreto de la oratoria; esta es la esplicacion<br />

de todos sus misterios. Ciceron lo confiesa con<br />

una ingenuidad que á otros hubiera costado un gran<br />

sacrificio y que en él encanta por lo natural y expontánea<br />

In quo ut, víderer excellere non ingenio sed dolo<br />

re asequebar. Levanten su espíritu todos los hombres<br />

sensibles y buenos que suelen desconfiar de sus fuerzas,<br />

y no apreciando lo que valen, rinden culto al talento<br />

y envidian á los que lo tienen. El primer orador<br />

de Roma, declara que no ha debido sus mejores triunfos<br />

al talento, sino á la sensibilidad, si así pudiera<br />

decirse, á la cornpasibilidad de su alma. ¿Qué valen<br />

los rásgos más brillantes del ingenio, las imágenes más<br />

felices, los destellos mismos de una razon superior á la<br />

de todos los hombres? Podrán admirarles, podrán persuadirles,<br />

pero no podrán conmoverlos como una palabra<br />

que la pasion arranca en el tono que le es peculiar<br />

-al corazon del orador, y que yendo derecha á clavarse<br />

en el de los oyentes, conmueve una asamblea y la hace<br />

prorumpir en gritos de aprobacion, de aplauso y de<br />

entusiasmo. ¡Oh <strong>elocuencia</strong>! ¡Yo te bendecía porque<br />

eras compañera de la libertad, ahora te bendigo doblemente<br />

porque eres hija de la virtud!<br />

Pero en la oratoria, como en las demás bellas artes,<br />

no se llega á lo sublime, sino por medios que parecen<br />

muy pequeños y que suelen ser algo penosos. El pincel<br />

de los oradores es la palabra, y hay que aprender á<br />

,manejarla desde los primeros años, y no abandonar ní


225<br />

ma solo dia en la vida, el estudio práctico de nuestra<br />

lengua. Newton ó Niuton, como le lleman los ingleses,<br />

solia decir que él no era más que un muchacho que habia<br />

pasado el tiempo en coger chinas en la orilla del<br />

mar y en observar de cerca lo que caia á sus piés, aludiendo<br />

sin duda á la famosa manzana. El que quiera ser<br />

en la oratoria lo que Newton en las ciencias físicas,<br />

tome desde luego por ocupacion favorita, y por habitual<br />

entretenimiento, la ob se rvacion y el examen de la índole<br />

de nuestro idioma, del origen y valor de todas las<br />

palabras, de su aparente sinonimia y de sus diferencias<br />

verdaderas, de su significacion en sentido recto antes<br />

de usarlas en el traslaticio, de sus anomalías, de sus<br />

idiotismos, de sus frases más vulgares, de sus giros y<br />

de todo lo que forma el complicado y por lo común irregular<br />

armazon de un idioma. Lea y relea nuestros<br />

clásicos hasta que se tincaste en la buena diccion, pero<br />

no se contente con la lectura, que tal deleite produce,<br />

que apenas da lugar al análisis. Más palabras caerán á<br />

sus piés que manzanas á los de Newton, y en estas palabras<br />

ociosas que á todas horas oimos, puede ejercitarse<br />

el espíritu de observacion. Alguna vez aprenderemos<br />

las propias de cada estilo y la entonacion en que<br />

debemos pronunciarlas, y más comunmente los defectos<br />

que debemos evitar. Entretiene tanto este estudio, recrea<br />

de tal modo el espíritu, contribuye tan eficazmente á<br />

fijar las ideas la necesidad de compararlas con las palabras<br />

que-las representan exactamente, que todos hallarán<br />

en él agrado y provecho á un mismo tiempo. Pero<br />

tus que piensen dedicarse á la oratoria deben hacer algo


229<br />

más. No basta que conozcan bien la lengua, sino que<br />

se acostumbren á manejarla con propiedad, y hay que<br />

reconocer y estimar en toda su extension, y en todas<br />

sus consecuencias, un hecho que acaso no ha sido hasta<br />

ahora debidamente apreciado, y es que, lejos de cuídar,<br />

aun las personas más instruidas, de hablar con<br />

toda la correccion posible en las conversaciones familiares,<br />

que son las más frecuentes y las que determinan<br />

los hábitos buenos ó malos que contraemos, se conducen<br />

como si se propusieran un objeto muy distinto, y<br />

aun contrario. Unos por viveza de imaginacion, otros<br />

por timidez y desconfianza, los más por las frecuentes<br />

interrupciones, es lo cierto, que pocos completan un<br />

período hablando familiarmente, y muchas veces ni aun<br />

el régimen de la frase más sencilla. Consiguen que les<br />

entiendan y en pocas palabras, aunque no sean las más<br />

propias, y esto basta. Podrá, en efecto, bastar para<br />

aquel caso; pero cuando llega el de hablar en público,<br />

se encuentran con una dificultad inesperada y tropiezan<br />

en lo más llano, en el régimen de la oracion, en lo<br />

que tienen más sabido ó quizá más olvidado, porque<br />

desde que lo aprendieron en la niñez nunca lo han ejercitado.<br />

Para evitar esto, no hay más que un medio, que<br />

es el de acostumbrarse á hablar con toda propiedad<br />

<strong>sobre</strong> toda clase de asuntos y con toda clase de personas,<br />

sin omitir ninguna palabra que sea gramaticalmente<br />

necesaria. Podrá parecer esto afectado, lo cual<br />

seria pequeño inconveniente comparado con las ventajas<br />

que proporciona, mas ni esta nota merecerá el que<br />

cuide de no usar palabras cultas ó apenas al estilo fa-7


230<br />

minar. Más debe cuidar aun de no usar jamás las bajas<br />

ó mal sonantes. El que no quiera exponerse á deslucir<br />

con ellas un discurso, que no las profiera jamás; y nodebe<br />

proscribir solo las que rechaza el buen gusto, sine,<br />

muchas que están admitidas en el trato coman y que<br />

serian impropias de la dignidad del orador aunque no<br />

fuesen ofensivas á aquellos á quienes se dirijan. Hasta<br />

como armas de guerra las debe desechar; que no son<br />

las más pesadas y más toscas las que causan mayor estrago,<br />

sino las más finas y mejor templadas. Así el que<br />

ha de hablar bien debe formarse insensiblemente su<br />

diccionario, en el cual no haya ni un solo vocablo que<br />

no pueda usar con entera confianza, y cuya exacta<br />

significacion, en todas sus acepciones, no le sea perfectamente<br />

conocida. En esto, que á primera vista parecerá,<br />

á algunos cosa de poca monta, puede consistir,.<br />

si he de creer el resultado de mis observaciones (qua<br />

aunque mias, no las desecho, porque han sido muy re-petidas,<br />

y <strong>sobre</strong> todo, muy imparciales), que sean tan<br />

bien recibidos algunos discursos que acaso no tengan,<br />

más mérito que el de la precision del lenguaje. Cuando<br />

un orador carece de esta circunstancia indispensable,.<br />

podrá acertar en algunos pasajes por cierto tino que<br />

dá la práctica con las palabras propias; pero cuando no<br />

usa exactamente las que debe usar, sucede necesariamente<br />

que en vez de una idea hay dos diferentes: la<br />

del orador y la que representan las palabras de que se,<br />

ha valido, y en la distancia que separa una idea de la<br />

otra, por pequeña que ella sea, caben todas las ideas<br />

intermedias que cada oyente se forma, segun la. intew


231<br />

don que atribuye al orador. Y no está el mal mayor en<br />

que no acierten con la verdadera, sino en que sean tan<br />

varias y aun opuestas las que le supongan. Una idea<br />

mal entendida, pero entendida por todos del mismo modo,<br />

podría producir su efecto oratorio, porque esto consiste<br />

en gran parte, no solo en la relacion que se establece<br />

entre el que habla y cada uno de los que escuchan;<br />

sino en la que forman entre sí los oyentes, que<br />

es tan grande y tan poderosa que, segun decia uno de<br />

nuestros más célebres oradores, por numeroso y variado<br />

que fuese el auditorio, él no veia en ciertos momentos<br />

más que una sola figura, magnífica, inmensa, misteriosa,<br />

que sorbía con deleite sus palabras, y por cada<br />

palabra le enviaba una inspiracion para una nueva<br />

idea.<br />

Pero cuando hay ambigüedad en la frase, hay vaguedad<br />

en el discurso, y no puede este producir la<br />

misma impresion en todos; y la ambigüedad viene<br />

siempre, ó de falta de claridad en las ideas, ó de falta<br />

de conocimiento de la lengua.<br />

El que la haya estudiado con empeño teórica y prácticamente,<br />

el que se haya acostumbrado á hablar siempre<br />

con correccion, si ha perdido los malos hábitos y<br />

los vicios y resabios de la escuela, no tiene nada que<br />

hacer para ser orador más que empezar á hablar en público<br />

<strong>sobre</strong> cualquier materia que le sea conocida, contando<br />

con que ninguna lo es bastante si no se sabe algo<br />

más de lo que hay que decir. No hay mapa completa<br />

de un país, en que no se pongan los aledaños cuandomenos<br />

de los inmediatos. Y no siendo el asunto supe-


23<br />

rior á las fuerzas del que lo ha estudiado, entre con<br />

confianza en la pelea el nuevo orador sin cuidarse de la<br />

voz, ni de sus inflexiones, ni del tono que corresponda<br />

al estilo, ni de la actitud del cuerpo, ni de sus movimientos,<br />

ni de la accion, ni del gesto. Solo debe cuidar<br />

de una cosa, de ser natural, de ser el mismo de siempre,<br />

que si él no se falta á, sí propio, no faltará jamás<br />

la feliz armonía que la naturaleza ha establecido entre<br />

todos los órganos y facultades que constituyen al orador.<br />

Aquella máxima <strong>moral</strong>, que aprovechando la presuntuosa<br />

debilidad de los hombres, nos recomienda que<br />

seamos lo que queremos parecer, debe invertirse para<br />

los oradores, y siendo más sencilla y hacedera, será<br />

tambien más fecunda: pareced lo que sois. La importancia<br />

del asunto que vais á tratar, lo respetable del<br />

auditorio que os escucha os dictarán el estilo y el tono<br />

en que habeis de hablar, ni más ni menos que el número<br />

de los oyentes y la distancia que de ellos os separa,<br />

os enseñarán la mayor ó menor elevacion de voz<br />

que necesitais para que llegue al oido de todos. Pensad<br />

en alta voz, pensad como si estuviérais solos, y las<br />

ideas segun se vayan presentando á vuestra mente, y<br />

los afectos segun vayan agitando vuestra alma, se anunciarán<br />

eléctricamente con los movimientos de vuestra<br />

accion, se proclamarán por las inflexiones de la voz y<br />

se fotografiarán en vuestro semblante. Nos entretiene y<br />

nos admira ver el monótono movimiento de las máquinas<br />

que inventa el hombre: qué mucho que el hombre<br />

mismo, que la criatura más perfecta de la naturaleza<br />

nos parezca grande y sublime, y nos conmueva y nos


233<br />

arrebate con la mágia del sentimiento en aquellos momentos<br />

en que se trasparenta su espíritu y parece que<br />

viene á confundirse con el nuestro ! Este placer sublime<br />

lo producen, y dudo que lo puedan sentir como<br />

nosotros, los grandes oradores. Sentirán mejor acaso<br />

lo grande, lo bello y lo justo ó lo noble de la causa que<br />

defienden, si son tambien buenos y dignos los motivos<br />

que los guian y el objeto que se proponen. El que lo-.<br />

gra en el foro descubrir la verdad que la mala fe habia<br />

logrado oscurecer, y restituye á una familia su fortuna<br />

su honor que estaba á punto de perder; el que arranca<br />

de las manos del verdugo á un inocente; el que en<br />

la tribuna nacional consigue rechazar un proyecto que<br />

pudiera perjudicar la civilizacion, la libertad ú el porvenir<br />

de su país, ó que se adopte alguna medida que<br />

salve de un riesgo inminente los grandes intereses, la<br />

independencia ó la dignidad de la nacion, L qué mayor<br />

recompensa puede prometerse que aquel purísimo gozo<br />

en que se inundará el alma de los que tengan la fortuna<br />

de servir así á la patria y aunó la humanidad ? Pero<br />

que no se propongan otra cosa, porque los vicios, las<br />

malas pasiones y los mezquinos intereses todo lo deslucen.<br />

La vanidad repele en vez de atraer; la ambicion<br />

ofusca, el odio irrita y la cólera ciega; decaen los mejores<br />

oradores si. los guian sus miras privadas G la codicia<br />

de medros personales.<br />

Para más altos fines les fué dada la <strong>elocuencia</strong> á que<br />

pueden felizmente aspirar todos los que con esfuerzos<br />

constantes destruyan los malos hábitos de la educacion,<br />

y sin cuidarse de preceptos y reglas minuciosas


234<br />

Útiles ó imposibles, vivifiquen al calor de sus sentimientós<br />

las ideas que de buena fé profesen, y desinteresadamente<br />

se propongan defender.<br />

Si las indicaciones que acabo de hacer, más ligeras<br />

ciertamente de lo que exigian la dificultad y la importancia<br />

del asunto, no bastaran á probar esta consoladora<br />

verdad, la encontrzriamos prácticamente demostrada<br />

con el magnífico espectáculo que con admiracion<br />

de propios y extraños ofreció España al principio de.<br />

este siglo. Cerca de tres hacía que perdió su libertad<br />

Castilla; poco <strong>sobre</strong>vivió la de Aragon, y la Inquisicion<br />

y el despotismo, en liga sacrílega aunados, condenaron<br />

al pueblo español á perpétua ignorancia , y se propusieron<br />

privarle , no solo del uso de la palabra , sino<br />

hasta de la facultad de pensar, cuando reunidos en la<br />

Isla de Leon sus representantes, no preparados <strong>política</strong><br />

ni aun literariamente los más para la oratoria, brotó<br />

esta con prodigiosa expontaneidad de sus pechos, y<br />

se formaron de un golpe, ó aparecieron al menos formados<br />

los grandes ciudadanos y los grandes oradores.<br />

Sin pretenderlo, sin saberlo acaso, formaron tambiert<br />

la escuela de la <strong>elocuencia</strong> española, y fijaron su carácter<br />

que no variará jamás mientras no cambie el de<br />

la nacion ó pierda su índole primitiva la lengua castellana.<br />

Su armonía, su riqueza, sus giros originales, sus,<br />

largos períodos con sus finales tan bellos y rotundos,<br />

juntamente con la viveza y la lozanía de las imaginaciones<br />

meridionales , debieron inclinar á nuestros primeros<br />

oradores á la declamacion, ó cuando menos , á<br />

la grandilocuencia. .Magníficos arranques oratorios,


235<br />

modelos en este género, nos dejaron, y así debia ser<br />

naturalmente cuando defendian la independencia y la<br />

dignidad de la nacion y alzaban en nombre de esta la<br />

voz para que la oyese la Europa, que nos tenía cuando.<br />

menos, olvidados, y cuando al grito de la indignacion.<br />

popular caian hechos pedazos el tormento, las cadenas,<br />

los privilegios y los signos del feudalismo , y las prestaciones<br />

de vasallaje que habian esclavizado y esquilmado<br />

al pueblo español. Pero pasadas aquellas sesiones<br />

memorables, y siempre que la ocasion lo permitía,<br />

lo que hay que admirar más es la templanza en las discusiones,<br />

la sencillez en la forma, la parsimonia en el<br />

uso de la retórica y la llaneza en el estilo. Y como esto<br />

no se compadezca con lo que debia esperarse de<br />

nuestro temperamento, de nuestro clima y de la exageracion<br />

propia de aquella época , sentimos gran curiosidad<br />

de averiguar lo que no acertábamos á comprender.<br />

Mi edad , mis tempranos sacrificios por la libertad<br />

de la patria y mi buena suerte, me permitieron<br />

tratar con asídua intimidad á los más distinguidos varones<br />

entre todos los legisladores de Cádiz , tocar de<br />

cerca las virtudes que los enaltecian en la vida privada<br />

más aun que sus talentos en la vida pública, y recibir<br />

de ellos los más generosos estímulos y, debo declararlo<br />

aquí, las más importantes y cariñosas lecciones, que<br />

no porque hayan sido mal aprovechadas han de ser<br />

menos cordialmente agradecidas. Su trato, sus ingénuas<br />

confesiones me revelaron lo que despues me dió á<br />

conocer perfectamente el estudio que he hecho de<br />

aquella , época. -Los primeros 'diputados de nuestra Es-


236<br />

paña no fueron en general oradores muy apasionados<br />

porque se lo vedaba la antigua gravedad española que<br />

ellos conservaron intacta á pesar de su amor á las<br />

grandes innovaciones, lo cual me recuerda las felices<br />

palabras con que un ingenioso presidente de la asamblea<br />

francesa cortó una larga y acalorada discusion <strong>sobre</strong><br />

el tratamiento que entre sí se habian de dar los diputados.<br />

Querian algunos conservar el uso cortés de<br />

dirigirse á los demás con el dictado de Señores, y consideraban<br />

otros ofensivo á la igualdad todo título que<br />

no fuese el de Ciudadano. Seamos ciudadanos, les<br />

dijo ; pero llamémonos señores. Nuestros legisladores<br />

de Cádiz, por el contrario, se llamaban ó se consideraban<br />

ciudadanos, y en su trato y en todas sus relaciones<br />

con la sociedad y en su porte exterior eran unos<br />

perfectos y respetables caballeros. No fueron retóricos,<br />

porque desdeñaron todo lo que pudiera parecer artificio,<br />

y no fueron grandilocuentes, porque era tanta su modestia,<br />

que se recataban de manifestar todo lo que sabian,<br />

y parecia presuncion y como ofensa á los demás<br />

el usar un lenguaje más culto ó más escogido que el.<br />

que todos empleaban. A otros hombres la inexperiencia<br />

los hubiera hecho osados, á estos los hizo más circunspectos,<br />

y sintiendo la necesidad de un guia que conociese<br />

prácticamente la táctica de las Asambleas legislativas,<br />

pronto echaron de ver que su buena suerte se<br />

lo habia deparado en el orador que entre todos empezó<br />

á distinguirse y que en los primeros pasos de su carrera<br />

se colocó á una altura á que nadie ha llegado despues.<br />

Argüelles, por un acaso que parece providen-


237<br />

ojal, habia pasado en Lóndres los últimos años del reinado<br />

de Cárlos IV, y su aficion á la tribuna y su amor<br />

á la libertad le llevaban todos los días al Parlamento,<br />

donde á la sazon brillaban los más célebres oradores de<br />

Inglaterra. No por eso se puede decir que importase<br />

en España la escuela inglesa, sino que hallando gran<br />

semejanza entre la severidad de aquellos oradores y la<br />

sencillez y mesura de los nuestros, vino á ser el tipo<br />

más acabado de la <strong>elocuencia</strong> parlamentaria española.<br />

Faltábale acaso la intencion y el estilo epigramático,<br />

que tan grato sabor suelen dar á los discursos políticos<br />

; pero á 141 lado crecia, y entre todos los demás<br />

descollaba, el Conde de Toreno, que fué en esto el más<br />

perfecto modelo que puede desearse. Uno y otro se distinguieron<br />

siempre por su esquisita cortesanía, y uno<br />

y otro observaban sin esfuerzo alguno aquel consejo de<br />

Ciceron, Principia vercecunda. Admirábame á, mí que<br />

desde niño los escuchaba con tan cariñoso respeto que<br />

rayaba en veneracion, cómo hombres tan superiores<br />

empezaban tan pausada y tan humildemente sus discursos,<br />

creyendo que tanta modestia solo podia convenir<br />

á los que en sus primeros ensayos necesitan y piden<br />

con razon la indulgencia de la asamblea; pero al<br />

fin comprendí que mejor se perdona la arrogancia á un<br />

jóven sin ningun merecimiento que á los que con los<br />

títulos más legítimos pudieran estar más satisfechos de<br />

sí mismos. Todo auditorio, cualquiera que él sea, tiene<br />

derecho á ser tratado con mayor consideracion por<br />

aquellos á quienes con más benevolencia distingue, y<br />

si bien se considera, quien gana más en esto no es la


238<br />

asamblea sino el orador. Si empezase en alta voz y con<br />

la animacion que es consiguiente en el gesto y en la<br />

accion, ¿cómo podria prometerse que la pasion que le<br />

agita se comunicase á sus oyentes antes de saber los<br />

hechos, las ideas , los sentimientos que en él habian<br />

producido tal exaltacion? Seguian luego aquellos grandes<br />

maestros elevando el estilo segun la materia lo requeria,<br />

pero no para continuar en la misma progresión,<br />

sino variándolo naturalmente al compas del razonamiento,<br />

y produciendo así, al parecer sin quererlo,.<br />

aquel claro oscuro que tanto realce da á algunas partes<br />

del discurso, dejando otras como cubiertas por la sombra<br />

que acaso les conviene, ó indicándolas ó no diciéndolas<br />

para que los oyentes que las comprendan crean<br />

que las adivinan y las quieran como suyas. Signi/icatio<br />

scere erit major, quan oratio. Cic. Y en esto y en todo<br />

procuraban con tal esmero no lastimar los sentimientos<br />

que sucesivamente fueran dominando la asamblea,<br />

que más de una vez se les viú retroceder y tomar<br />

otro camino; lo cual no solo es lícito , sino plausible,<br />

cuando conduce al punto deseado. Lo que importa al<br />

orador es la verdad que se propone demostrar : los medios<br />

de prueba mejores son los que más gustan ó mejor<br />

parecen al auditorio , cuya situacion debe siempre<br />

consultar con la sonda en, la nano. Pero ni en tantas<br />

variaciones del estilo, ni cuando usaban el más elevado,<br />

empleaban palabras altisonantes, ni exóticas, ni rebuscadas.<br />

Con las mismas palabras de la conversacion<br />

familiar, propias y bien escogidas, expresaban los, más.<br />

altos conceptos ; y así, siendo tanta la perspecuidad de,


239<br />

su ingenio como la sencillez de la frase, parecía tan<br />

natural y tan fácil lo que decian que sus más modestos<br />

oyentes podian prorumpir en aquella tan sabida, exclamacion<br />

: «eso tambien yo me lo diría.» Tan lejos<br />

estuvo en su oríken de la grandilocuencia la oratoria<br />

española. ¡Cosa singular! Adoptaban el espíritu, la forma<br />

y algunas veces mucho más de las constituciones<br />

francesas, y no imitaban Ó. sus autores ni en el estilo,<br />

ni en la accion, ni en nada. Lo mismo exactamente que<br />

nosotros hicieron nuestros hermanos los portugueses,<br />

y hasta los belgas se acercan más á los oradores de<br />

Inglaterra que á los de la orilla del Sena. Mas ¿qué mucho<br />

que los nuevos parlamentos hayan ido insensiblemente<br />

acomodándose al tipo del primitivo, si al reunirse<br />

los representantes de la antigua, de la clásica<br />

Italia, hecha nacion de repente, y puede decirse que<br />

por la vez primera, se vió con asombro de todos que<br />

ni lo glorioso de sus recuerdos, ni la novedad de aquel<br />

grandioso espectáculo, ni la exaltacion de las pasiones,<br />

ni el génio mismo de su armoniosa lengua fueron parte<br />

á impedir que la usaran con la mayor templanza,<br />

haciéndose notar en general por la severidad y hasta<br />

por la sequedad del estilo? El ilustre Cavour daba á esto<br />

grande importancia, no tanto porque habiendo empezado<br />

á ser orador como Eschines á los cuarenta<br />

años, no intentó ni acaso hubiera podido ser como este<br />

florido y vehemente, sino porque temia la exageracion<br />

y la falsedad de la idea que suele seguir á la exageracion<br />

del estilo ; y un dia que estaban reunidos, muchos<br />

diputados, y entre ellos los más notables oradores de


240<br />

aquel Parlamento, les decia en su tono festivo, que se<br />

ha hecho proverbial, que la mayor dificultad que tenía<br />

para llevar al Capitolio el Parlamento italiano , era que<br />

en Roma y cerca del antiguo foro cuyos vestigios atestiguan<br />

aun el poder que tenía la palabra en el pueblorey,<br />

se harian grandilocuentes. Le ofrecieron los que<br />

allí estaban presentes f or si y por sus colegas que no<br />

incurririan en semejante falta; pero el grande hombre<br />

murió luego sin que le dieran tiempo para vencer las<br />

dificultades menores.<br />

Es grato por demás y muy significativo ver que en<br />

casi todos los pueblos que han entrado nuevamente en,<br />

ó que han vuelto, á la vida parlamentaria, ha prevalecido<br />

la <strong>elocuencia</strong> sencilla y natural que se manifestó<br />

primero en las, por lo comun, pacificas y sensatas discusiones<br />

de las Cámaras inglesas, y aun es de notar que<br />

en estas autorice la costumbre más que ningunas otras<br />

que se citen y aun se reciten pasajes enteros en verso<br />

y prosa, no solo de sus clásicos, sino de los griegos y<br />

latinos á que son muy aficionados. Pero bastaria ánuestro<br />

prop(sito haber fijado el marácter que desde luegotomó<br />

la <strong>elocuencia</strong> de la tribuna en España, para que<br />

se viese que es precisamente la única que está al alcance<br />

de todos, que es la única que no necesita y aun rechaza<br />

la sujecion á reglas minuciosas, y que no recibe<br />

su vida y su poder del uso inmoderado de tropos y figuras.<br />

Podrá haber quien ponga en duda si la <strong>elocuencia</strong><br />

española conserva actualmente este carácter; otros<br />

dirán que está en gran decadencia , y no faltarán algunos<br />

descontentadizos laudatores temporis acli que


211<br />

creen que si no ha desaparecido del todo, va á desapacer<br />

con los últimos gloriosos restos de la generacion á<br />

la que la debemos juntamente con los grandes prindiL,<br />

pios de la libertad. No me es dado detenerme ahora 'á<br />

refutar semejantes opiniones; ¿ pero en qué se fundan<br />

los que creen que ha podido cambiar el tipo original<br />

de nuestra moderna oratoria? En que ha habido , en<br />

que hay oradores grandilocuentes, cuyo estilo y cuya<br />

entonacion son siempre elevados , cuyas frases van subiendo<br />

por momentos en riqueza y galanura, que en<br />

vez de palabras parece que emplean únicamente imágenes,<br />

y estas tan bellas, y tan ricas, y tan magníficas,<br />

y tan variadas, que , embelesado el ánimo de los<br />

oyentes, no parece que escuchan, sino que ven el cuadro<br />

que va trazando á su vista el orador? De estos ha<br />

habido y hay y habrá por fortuna en España quizá más<br />

que en ningun otro país ; pero el que haya algunos que<br />

reunan, á una imaginacion poética, una volubilidad extraordinaria<br />

de la lengua y una gran memoria de palabras<br />

(que estas dos cualidades, por más extraño que<br />

parezca, van siempre juntas y pueden fácilmente confundirse<br />

una con otra), ¿ha de cambiar el carácter propio<br />

y natural de las discusiones ? Nada de eso. Pueden<br />

pronunciarse discursos de este género en cualquiera<br />

discusion que estarán más altos que ella, pero estarán<br />

fuera de ella, que esta es la ley y la compensacion<br />

todos los privilegios en la naturaleza como en la sociedad<br />

: lo que está más alto que una cosa, está fuera de<br />

ella. Pero prescindiendo de que siempre seria mejor<br />

su posicion, porque si quisieran descender al terrena<br />

16


242<br />

comun de la controversia , siempre les seria esto más<br />

fácil que á otros el elevarse á las regiones superiores,<br />

es lo cierto, que ni uno ni varios oradores de este género<br />

bastarán, enmedio de la admiracion que tan justamente<br />

producen, á torcer el curso tranquilo que desde<br />

su origen va siguiendo la oratoria española. ¿ Pero será<br />

cierto que va perdiéndose y que podemos verla desaparecer<br />

? Quién pudiera traer aquí los nombres de los<br />

ilustres oradores que en el Senado y en el Congreso, y<br />

en el foro conservan su propio lustre ó reflejan dignamente<br />

el de sus antecesores ! El que ha tenido el arriesgado<br />

honor de medir con las suyas sus débiles fuerzas,<br />

podria hacerles plena justicia; pero pareceria que hablaba<br />

á impulsos de su agradecimiento el que les ha debido<br />

tantas indebidas consideraciones y tan señalada<br />

benevolencia. Todos los conoceis, todos los admirais,<br />

sin cuidaros para nada de las opiniones que representen,<br />

á todos los amais, que ni al espíritu de partido ni á<br />

ninguna mezquina rivalidad deja lugar la noble emulacion,<br />

ni la emulacion misma, lejos de amenguar, fortifica<br />

y embellece aquel espíritu de fraternidad que une<br />

naturalmente á los que, con facultades desiguales , pero<br />

con vocacion igualmente generosa, han seguido (5 emprenden<br />

tan áspero camino.<br />

No por eso negaremos que algo se ha modificado la<br />

oratoria, y en nuestro sentir no ha sido con ventaja. En<br />

vez de aquellos rodeos que con tanto esmero buscaba<br />

un orador para dirigirse de soslayo á su adversario, á<br />

quien cubria de flores, como adornaban los antiguos á<br />

sus víctimas , en vez de dejarle un sentido favorable,


'pero inverosímil, empleando cortesmente la ironía, mut<br />

vez de acudir con prontitud á cerrarle caballerosamente<br />

la herida antes de que hubiera sentido el golpe, se ha<br />

visto en algunas ocasiones acometerse de frente á los<br />

oradores (si este nombre cuadra á todos los que hablan<br />

en público), y con palabras las más duras, y por<br />

consiguiente las más impropias de una asamblea, lanzarse<br />

terribles acusaciones personales, amenazando convertir<br />

en pugilato la lucha más noble y la más digna<br />

del hombre ; la del talento, la de la razon y la del don<br />

de la palabra. ¿ Será que , careciendo de estas dotes,<br />

entren algunos en lucha tan desigual, y no pudiendo<br />

atacar las razones de su adversario, que con más fortuna<br />

las ha presentado, ataquen su persona con impotente<br />

y ridículo deseo de venganza ? ¿ Será que los que<br />

no luchan por los principios, luchen por algo más positivo<br />

y vean en frente, no al que sostiene con sincera<br />

conviccion ciertas ideas, sino un estorbo para el logro<br />

de las suyas ? ¿ Será que en tan corto tiempo han cambiado<br />

tanto nuestras costumbres, y que las cubre ya la<br />

corteza de la democracia, que no es por cierto lo mejor<br />

que tiene? En todos sentidos se pueden hacer conjeturas,<br />

y no seria yo ciertamente quien se atreviese á<br />

decidir cuáles pueden ser más fundadas. Pero prescindiendo<br />

completamente de las causas, no se puede desconocer<br />

que algo hemos perdido de aquel continente<br />

digno y reposado, de aquel esmero en la eleccion de las<br />

palabras, escogiendo siempre las más respetuosas, de<br />

aquella parsimonia en las alusiones personales y de<br />

aquella mesura y templanza que distinguian á nuestros,


primeros oradores; y que no todos se guardan aquellos.<br />

respetos y delicadas muestras de urbanidad que recíprocamente<br />

se guardaban, sin que por eso perdieran<br />

nada la fuerza de su conviccion, ni su animacion, ni su<br />

calor, ni su palpitante interés aquellas batallas en que<br />

se iba á decidir el triunfo ó la condenacion de un gran<br />

principio político entre los dos más opuestos. Si fuera<br />

cierto , como algunos han pretendido , que ya no hay<br />

principios verdaderamente opuestos, que los que desee<br />

su origen se han considerado como tales, pueden fundirse<br />

y amalgamarse á la manera de ciertos metales,<br />

como si se pudiera amalgamar la verdad con el error,<br />

como si un átomo de error no bastara á destruir un<br />

mundo de verdad: entonces no habria remedio para el<br />

mal que lamentamos. Pero entonces no podría existir<br />

el mal, porque no habria tribuna, ó al ménos no debe_<br />

ria haberla, porque es la arena donde el error y la verdad,<br />

donde las opuestas opiniones profesadas de buena,<br />

fé han de luchar : que para combinar intereses diversos<br />

y arreglar contrarias voluntades, que siempre se<br />

entienden mejor á media voz, debe cubrirse la tribuna.<br />

La miserable lucha de las flaquezas humanas, y la corrupcion<br />

de todos los principios de buen gobierno no<br />

debe ocupar tan alto lugar , como no sea para exponerlas<br />

á la vergüenza como se expone en la picota á.<br />

ciertos reos para que reciban la manifestacion popular<br />

de la execracion que merecen. Perdonad la digresion y<br />

hacedme la justicia de creer que la suprimiria, si no<br />

hubiera nacido tan expontáneamente del fondo de mi.<br />

,alma, donde ningun sentimiento político altera en este


245<br />

'snomento la calma deliciosa de que goza, pero del que<br />

nunca podrán arrancarse el cariño entrañable, la admi-<br />

'racion perenne y la gratitud c onsoladora con que he<br />

mirado siempre y miraré hasta el postrer aliento de mi<br />

vida, la noble tribuna española.<br />

Aparte de esto, es justo reconocer que , lejos de haberse<br />

rebajado en esta época, cuenta con un número de<br />

oradores tan considerable como nunca ha conocido , y<br />

tau distinguidos algunos que pueden competir con los<br />

más aventajados de otras naciones. Quizá por esto los<br />

extranjeros se complacen en buscar defectos que suponen<br />

peculiares de nuestra moderna oratoria. Nos imputan<br />

algunos con poca ó ninguna razon, y de otros<br />

podemos decirles, al menos á los franceses, que de ellos<br />

los aprendimos. En este caso se encuentra el epitetis-<br />

1920 ú la manía de acumular adjetivos <strong>sobre</strong> un pobre<br />

nombre, corno quien teme que no le cuadre ninguno.<br />

Y si esto sucediera, si ninguno fuese propio, para qué<br />

emplearlos ? Y si se acertó con el calificativo más oportuno,<br />

para qué son los demás? Se dirá acaso que pueden<br />

serlo todos. Trabajo cuesta imaginar un caso en<br />

que así suceda ; pero aun concediéndolo , puede asegurarse<br />

que tal multitud de adjetivos tiene que debilitar<br />

el interés del discurso, porque es de todo punto<br />

imposible que todos ellos convengan con el objeto y la<br />

intencion del orador. Ha de tratar este, por ventura,<br />

de ostentar una aparente riqueza de palabras para que<br />

cada cual escoja la que mejor le parezca, 6 ha de cuidar,<br />

<strong>sobre</strong> todo, de no decir, por más que se le ocurran<br />

muchas, sino la que conviene, la que encaja más justa-


246<br />

mente en el cuadro de su discurso? En esto consiste<br />

el principal trabajo, y muchas veces el mayor y aun<br />

el único mérito del orador. El elogio más grande y<br />

más justo que se ha hecho de los pocos discursos que<br />

se conservan de Demóstenes, es el análisis á que los han<br />

sujetado los críticos más distinguidos, del cual ha resultado<br />

siempre que no se encuentra en ninguno ni una.<br />

sola frase, y en las frases ni una sola palabra, que pueda<br />

suprimirse. Si hay en la oratoria algun secreto que<br />

no sea fácil, que requiera gran estudio, es este; el secreto<br />

de la unidad. Y contra ella peca, en efecto, gravemente<br />

el epitetismo importado del extranjero. Aunque<br />

esto es tan evidente para todo el que conozca algo<br />

la índole de las lenguas modernas, no me atreveria yo<br />

á asegurarlo si no pudiera citar en abono de mi opinion<br />

la autoridad más respetable entre nuestros escritores,<br />

la del gran Jovellanos. Pero hay que lamentar, en<br />

abono de los extranjeros á quienes, con razon, atribuia<br />

el origen del epitetismo que tan enérgicamente condenaba,<br />

que ellos se han ido corrigiendo de este defecto<br />

y nosotros lo hemos ido exagerando ; y no contentán<br />

donos ya con amontonar á barrisco todos los adjetivos<br />

que se nos ocurren, vamos haciendo lo mismo con las<br />

demás partes de la oracion, hasta tal punto, que el epitetismo<br />

va quedando desairado, segun los medros que<br />

llevan sus hermanos menores, <strong>sobre</strong> todo, el verbismo<br />

y el adverbismo. Jovellanos creía que era punto menos<br />

que imposible corregir aquel defecto, y no es posible<br />

que yo me atreva á creer lo contrario respecto de su<br />

época pero ahora que la opinion es más poderosa y


247<br />

que el mal se va extendiendo, hay un remedio que,<br />

por fortuna, es radical. Hay que arrancar de cuajo la<br />

aglomeracion de palabras que , ó están contenidas las<br />

unas en las otras y deben suprimirse , (5, lejos de añadir<br />

fuerza al discurso, lo debilitan. Que se forme bien<br />

la opinion en este punto ; que tenga por desgraciado al.<br />

orador que, salvo algun caso, poco comun, no sea muy<br />

sóbrio en vocablos, y como no hay clase de gentes que<br />

se someta más á la opinion general que los oradores,<br />

que parece que deben dirigirla, es seguro que este defecto<br />

desaparecerá.<br />

No creo tan hacedera la enmienda de otro que tambien<br />

nos imputan con razon. Somos difusos, cada dia la<br />

somos más. Es malo, muy malo, que lo seamos en el<br />

Parlamento, es peor todavía que lo seamos en el foro.<br />

Contra el abuso de la tribuna hay al menos un correctivo:<br />

suelen avisar los oyentes, y <strong>sobre</strong> todo los colegas<br />

del orador. En los tribunales no hay ninguno: por<br />

eso se abusa más y el abuso es más pernicioso, porque<br />

perjudica en más de un sentido á la pronta y recia administracion<br />

de la justicia, y es tambien ocasionado á.<br />

interpretaciones á que no deben dar lugar, por más infundadas<br />

que sean, los que estimen en todo su valor la<br />

noble profesion de la abogacía.<br />

Pero esa regla, me direis acaso, que obliga ante los<br />

que hacen las leyes y ante los que las aplican, ¿ no tendrá<br />

ninguna aplicacion en este sitio ? Teneis razon, mis<br />

apreciables compañeros, y como tales teníais derecho<br />

á habérmelo avisado, y siento muy de veras que no lo<br />

havais hecho antes. Ya el mal no tiene remedio, ni


248<br />

para la falta encuentra disculpa la razon. Permitidme,<br />

pues, que me acoja al amparo de una autoridad, aunque<br />

entre vosotros no gozará de gran prestigio. El cardenal<br />

de Luca, cuyas voluminosas obras son ya muy<br />

poco leidas, pero que en mi juventud hojeábamos cuando<br />

menos, decia contra los oradores difusos, que pagaban<br />

en cobre lo que debian dar en oro ó en plata; y<br />

decia bien el bueno del Cardenal, aunque como escritor<br />

se podia haber quedado con la limosna en la mano.<br />

Pero cuando se trata de probar, como yo deseaba, que<br />

con las palabras usuales, que son la moneda corriente<br />

de la sociedad, se puede ser orador, que todos pueden<br />

serlo; que no necesitan las reglas de la retórica; que<br />

lo que necesitan, en vez de artificio, es naturalidad,<br />

¿de qué lenguaje me habia de valer, ni en qué moneda<br />

sino en la más vulgar y más pesada habia de pagar mi<br />

deuda ? Lo peor es que no la he pagado por completo,<br />

ni aspiraba á tanto, ni lo creía posible. Mi tarea era<br />

penosa y deslucida. Os acordais de lo que decíamos de<br />

Newton. Pues yo no he procurado hoy más que ser<br />

vuestro modesto auxiliar, reunir algunos materiales<br />

que vuestro espíritu de observacion sabrá, examinar<br />

útilmente y que vuestra ciencia clasificará; y lo he hecho,<br />

no con la necia confianza, sino con el sincero propósito<br />

de que os sirvan en el estudio de la oratoria, á<br />

que teórica y prácticamente os dedicais con tanto aprovechamiento<br />

como acreditan los oradores que aquí se<br />

han formado, y que en la tribuna y en el foro<br />

muestran ya en la esperanza un fruto cierto.


249<br />

Con este fruto que cada dia será más- abundante y<br />

'más delicado, pueden saborearse de antemano los que<br />

honrándonos hoy con. su asistencia, merecian que les<br />

hubiésemos presentado algo más digno de su paladar,<br />

que unas cuantas raíces secas y desabridas. Otra compensacion<br />

quisiera poder ofrecerles, que en vuestro<br />

nombre me adelanto á prometer, y es que en el año<br />

próximo elegireis á quien pueda llevar la voz en nombre<br />

de esta Academia más dignamente que yo, ante tan<br />

respetable concurso.


LAS LIBERTADES PÚBLICAS.<br />

ZISTURSO PRONUNCIADO EN EL ATENEO CIENTÍFICO Y LITERARIO><br />

EL DIA 13 DE JUNIO DE / 860.<br />

SEÑORES:<br />

Lo avanzado de la hora y el escesivo calor que se<br />

siente, no me permitirán dirigiros sino muy pocas palabras<br />

: de todos modos sería punto menos que imposible<br />

hacer un resúmen completo de una discusion que<br />

se ha prolongado tanto , y que con satisfaccion mia,<br />

como creo que con la del Ateneo , se ha llevado con<br />

entera libertad, con dignidad y templanza, y con todas<br />

las dotes y circunstancias que pueden desearse para.<br />

esclarecer el asunto que se habia escogido por la mesa<br />

de esta seccion.<br />

Se ha prolongado mucho la discusion, y se ha exten-


252<br />

elido al exámen de ciertas teorías que á juicio de algunos,<br />

estaban fuera del tema propuesto ; pero aun dado<br />

que así fuera, tengo para mí que es preferible discutir<br />

un teorema cualquiera bajo todos sus aspectos, que discutir<br />

muchos bajo uno solo.<br />

En este debate han tomado parte algunos oradores<br />

á quien ya habia tenido el gusto de oir antes de ahora<br />

como distinguidos colegas míos en las Córtes anteriores;<br />

otros que lo son en la actual, y otros que para honra<br />

de nuestra tribuna, deseo que lo sean lo más pronto<br />

posible. No me atrevo á nombrar ninguno en particular;<br />

pudiera olvidar á los que menos merezcan el olvido<br />

; no me atrevo tampoco á calificar los discursos.<br />

¡Ojalá me fuera posible emitir la opinion altamente favorable<br />

que de casi todos ellos he formado! Prescindo<br />

de esto, que en otras circunstancias sería en mí un deber<br />

y una cosa en extremo agradable, porque creo que<br />

debo limitarme á recordar brevemente la idea que se<br />

ha discutido, y á reasumir en cuanto sea posible la impresion<br />

que haya podido causar toda la discusion en<br />

los oyentes más imparciales, en cuyo número me cuento<br />

yo, al menos con el deseo.<br />

Debo tambien hacer otra manifestacion ; y es que á<br />

ni! no me compete seguir el camino que me han mostrado<br />

los distinguidos oradores que bajo tantos aspectos<br />

diversos han tomado parte á la cuestion para ilustrarla<br />

; no me corresponde á mí entrar en la liza para tomar<br />

parte en esta noble competencia de la palabra:<br />

creo que mi deber en este punto, si he de responder á<br />

las consideraciones que debo al puesto con que me ha


253<br />

honrado el Ateneo, es más bien el de procurar, al ver<br />

esta lucha empeñada, cojer el montante con ambas<br />

manos y echarlo enmedio de tan distinguidos combatientes;<br />

creo que debo buscar, si es posible, la conciliacion<br />

en algunas doctrinas : en otras, la esplicacion<br />

de sus diferencias.<br />

Aunque esto fuera de desear , no lo intentaria yo si<br />

no creyera que prescindiendo de algunos oradores no<br />

hay en efecto respecto de los más algun punto de avenencia<br />

posible, ú al menos de buena esplicacion para<br />

las diferencias más capitales que en la discusion se han<br />

manifestado. Creo , señores , que no de intento , sino<br />

por el calor del debate, por la agitacion que produce,<br />

por el esfuerzo inevitable de la lucha se han exagerado<br />

estas diferencias; y creo que se han confundido, ó al<br />

menos qne no se ha distinguido siempre, como importaba<br />

mucho que se hiciera, que una cosa es la ciencia<br />

de la filosofía del derecho, ó más bien la sociología ó<br />

estudio de todos los principios que constituyen las sociedades<br />

y los estados , y otra diferente la ciencia del<br />

gobierno.<br />

La ciencia, la filosofía, la organizacion social , tienen<br />

que depender de verdades absolutas : la aplicacion<br />

de estas verdades es cuention de prudencia, de tiempo,<br />

de circunstancias. Entrando, pues, directamente en el<br />

tema, ¿habrá quien desconozca, científicamente ha-.<br />

blando, la relacion estrecha que hay entre la libertad<br />

<strong>política</strong>, la libertad económica, la libertad de enseñanza<br />

y aun la libertad religiosa, de que tambien se ha hablado<br />

aqui, aunque no estaba dentro de la proposicion


254<br />

que se ha discutido? Digo más : ¿ no se ha manifestada<br />

por tantos señores de diversos modos y partiendo del<br />

doctrinas al parecer opuestas , que la libertad no es<br />

más que una, y que esas que malamente se llaman libertades,<br />

son diversas manifestaciones de la libertad<br />

misma? Y digo mal llamadas libertades, porque creo<br />

que hay cosas tan grandes, tan sublimes y tan delicadas,<br />

que no tienen á al menos no deben tener plural,<br />

y esto en todos los idiomas nos lo enseña el lenguaje<br />

con su filosofía particular.<br />

¡Libertades! ¡qué cosa tan distinta á la libertad! Libertades<br />

suponen siempre concesion, privilegio, y por<br />

consiguiente limitaciones. Se dice las franquicias y las<br />

libertades, con relacion á un otorgamiento, á una concesion<br />

de ellas. Así se ha dicho libertades y franquicias<br />

de un municipio. Tambien en el lenguaje familiar<br />

se llaman libertades aquellas licencias que se suelen<br />

tomar por algunos sin tener presente el sitio donde lo<br />

hacen ni las personas ante quienes se hallan. ¿Pero y la<br />

libertad? La libertad no es más que una, no puede ser<br />

más que una; como valor es uno, como honor es uno.<br />

Los plurales nunca pueden aplicarse á aquellas palabras<br />

cuya significacion en vez de aumentar mengua y degenera<br />

con el plural. ¿Qué alma de buen temple querrá.<br />

cambiar el valor por los valores (palabra mercantil),<br />

ni perder el honor por los honores? La degeneracion de<br />

estos y otros plurales semejantes consiste en que la<br />

unidad <strong>moral</strong> no puede multiplicarse por sí misma, como<br />

no puede tampoco modificarse su esencia.<br />

La libertad, repito , es una , y es el derecho que el


155<br />

hombre tiene de ejercer, en beneficio propio y de sus<br />

semejantes, todas sus facultades; lo mismo las <strong>moral</strong>es<br />

que las físicas, que las intelectuales. No hay facultad<br />

que no pida, que no exija, hasta tal punto", que fel deseo<br />

y el estímulo de ejercitar una facultad es el primer<br />

síntoma que nos revela su. existencia. Y <strong>sobre</strong> ser esto<br />

así, natural y hasta inevitable su uso, la experiencia<br />

nos enseña que la falta de la libertad hace impracticable,<br />

absúrdo, anti—natural, y en todo caso repugnante<br />

y odioso, el uso de las facultades del hombre. ¿Hay una<br />

tiranía mayor que la de pretender obligar á uno á que<br />

no quiera lo que ama entrañablemente? ¿Hay tiranía<br />

capaz de obligar á que se quiera lo que se aborrece?<br />

¿Hay tiranía que puepa oprimir el espíritu , que pueda<br />

hacer pensar lo contrario de lo que se piense , que<br />

pueda hacer que nuestra razon condene lo que ella nos<br />

enseña y destruya su propia obra? ¡Y cómo vivifica el<br />

ingenio y eleva el alma el soplo de la libertad! Hasta la<br />

materia la apetece, y la busca por instinto.<br />

El trabajo del esclavo se hace más pesado y es menos<br />

productivo que el del hombre libre.<br />

La libertad, por consiguiente, una, absoluta, es la<br />

condicion natural, necesaria, indispensable en el hombre.<br />

La libertad es absoluta, científicamente hablando;<br />

y no hay que alamarse y no hay que temer, porque<br />

proclamemos esta verdad científica, las terribles consecuencias<br />

con que se nos conminaba en un arranque<br />

de la más espontánea <strong>elocuencia</strong>, en que quizá no era<br />

posible distinguir las verdades absolutas de la ciencia<br />

con las aplicaciones de ella.


256<br />

Pero si la libertad del hombre es absoluta, absoluta<br />

lo mismo ha de ser la de todos los hombres. Sí ; todos<br />

los hombres son igualmente libres. La libertad es la<br />

ley natural de todo lo criado , y no puede decirse que<br />

se limita cuando á todos se extiende del mismo<br />

modo.<br />

El aire, la tierra, las aguas son libres, se rigen por<br />

las leyes de su naturaleza, y todos los objetos que á sus<br />

diversos reinos pertenecen, son igualmente libres hasta<br />

donde su organizacion ó modo de ser lo consiente;<br />

pero todos están sujetos á una condicion comun, á todos<br />

los cuerpos, comun á todo lo creado, á la impenetrabilidad.<br />

Donde hay un objeto no puede haber otro,<br />

ó lo que es lo mismo, dos objetos diversos no pueden<br />

ocupar al mismo tiempo un mismo espacio. Así sucede<br />

con la libertad del hombre, que no puede impedir la<br />

libertad de los demás. Tan sencilla me ha parecido á<br />

mí siempre la demostracion de la libertad de todos los<br />

hombres.<br />

Libertad <strong>política</strong>.—La libertad <strong>política</strong> de que tanto<br />

se ha hablado en esta discusion, no es ni más ni<br />

menos que el derecho que tienen los hombres de ejercer<br />

sus facultades en beneficio del pro comun, de la<br />

sociedad ó del Estado á que pertenecen, para ejercer<br />

su influencia en el grado que cada uno alcance. Este<br />

derecho es de todos, porque es ejercicio de una facultad<br />

indispensable é indisputable en el hombre, y aunque<br />

así no fuera, convendria que fuese de todos, porque<br />

el talento, porque las virtudes, porque las cualidades<br />

más apropósito para regir un Estado , no son


257<br />

patrimonio de ninguna clase ni de n inguna raza; deben<br />

buscarse donde quiera que se encuentren.<br />

Libertad económica.—La libertad económica es el<br />

derecho que tiene el hombre de disponer libremente de<br />

sus propiedades, es el derecho de adquirir libremente<br />

lo que el hombre desea ó necesite. Es una tiranía el<br />

querer privar al hombre que cambie por lo que le convenga<br />

y otro le quiera dar aquello que él no necesita;<br />

es una tiranía la de sujetar á un hombre que desea un<br />

objeto que se fabrica en otro país, á que no pueda adquirirlo,<br />

ó á que deje su patria por poseerlo, ó á que, á<br />

trueque de gozarlo, falte á la ley que prohibe el contrabando.<br />

Libertad de enseñanza.--La libertad de enseñanza<br />

es una parte de la libertad <strong>política</strong>; es el libre ejercicio<br />

de las facultades intelectuales del hombre. Privarle de<br />

este derecho es privarle de lo más noble que tiene,<br />

y privar al mismo tiempo á la sociedad de los medios<br />

de ir adelantando en su civilizacion, en las<br />

vías del progreso á que deben aspirar todos los pueblos.<br />

Be la libertad religiosa no hay nada que decir, señores.<br />

Teóricamente hablando, es la más sagrada, la<br />

más santa, la más necesaria de todas las libertades.<br />

Seria una cruel persecucion, un despotismo insoportable<br />

el privar al hombre de aquello que tiene, cuando<br />

es un objeto mundano, cuando es un objeto que puede<br />

reemplazar con otro, cuando puede encontrar otra cosa<br />

que merezca su cariño. ¡ Cuánto más terrible seria el<br />

privarle de rendir culto al que él considerase como el<br />

17


258<br />

autor de todo lo criado, padre y regulador de la especie<br />

humana!<br />

Y señores, por más que esto esté en el ánimo de todos,<br />

por más que cada uno quiera y necesite para sí esta<br />

santa libertad, ¡ qué cosa tan terrible es el considerar<br />

que precisamente ha sido la libertad más combatida, y<br />

que lo que debia ser objeto de paz y de cariño, se ha<br />

convertido muchas veces en causa de guerras, de persecuciones<br />

y de esterminio !<br />

Pues bien: si la libertad no es más que una; si la libertad<br />

se manifiesta en el ejercicio de la vida social<br />

del modo natural que se manifiestan todos los objetos,<br />

¿ qué es lo que podremos encontrar, científicamente<br />

hablando, que pueda disputar, que pueda disminuir,<br />

que pueda impedir al hombre el ejercicio de esta libertad?<br />

Señores, un solo medio se ha hallado de hacer olvidar<br />

esta verdad tan evidente, tan natural, tan primitiva;<br />

y este medio es un sofisma creido por muchos siglos,<br />

y todavía por algunos respetado en el presente.<br />

Se ha dicho, y esto ha dado lugar á muchas interpretaciones,<br />

que la sociedad se ha formado por el sacrificio<br />

que han hecho los hombres de una parte de su<br />

libertad en beneficio del pro comun.<br />

Prescindo, señores, de que toda teoría de esta especie<br />

tiene que fundarse en una convencion <strong>sobre</strong> la formacion<br />

de las sociedades, apena completamente á la<br />

naturaleza del hombre. La ley natural llama al hombre<br />

á la sociedad, como la ley de la atraccion llama á los<br />

átomos á agregarse unos con otros para formar un


259<br />

-cuerpo, como mantiene en ordenado movimiento 'y<br />

--eterna distancia á todos los que pueblan el espacio. El<br />

hombre , pues , es eminentemente social, y no puede<br />

.considerársele fuera de sociedad. ¿Y puede sacrificar<br />

el hombre parte de su libertad? ¿Puede amenguarla?<br />

¡Puede privarse de la más pequeña de sus facultades<br />

naturales que tan necesarias le son para su conservacion,<br />

para su bienestar y su progreso, así como para<br />

el de la sociedad ¿ Y en beneficio de quién hará estos<br />

sacrificios ?<br />

El hombre , que por naturaleza viene á la sociedad<br />

por su conservacion propia, es impotente para conservar<br />

por sí solo el fruto de su trabajo; está expuesto á<br />

que se lo arrebate otro más fuerte. Es impotente , repito,<br />

para proteger su familia , los objetos de su cariño<br />

y conservar los resultados de su ingénio ó de su<br />

aplicacion ; no puede guardarlos, al menos sin lucha,<br />

y por eso viene á la sociedad, para que esta haga respetar<br />

y defienda lo que él no podria defender por sí solo.<br />

Esta es la verdad, y no creo necesario insistir más<br />

en su demostracion, porque tendria que venir á manifestar<br />

la que se ha desconocido algunas veces en esta<br />

discusion, y que es la única causa de la confusion que<br />

-en ella ha habido entre los derechos naturales del<br />

hombre, entre la libertad que tiene por la naturaleza,<br />

entre el ejercicio de esas manifestaciones de la libertad,<br />

que son objeto del tema y la ciencia del gobierno<br />

que dice cuándo y cómo puede ejercerse y garantirs<br />

Aqui se ha hablado mucho de la escuela radical y de


260<br />

los partidos medios. La escuela se refiere necesariamente<br />

á la ciencia, y los partidos á la <strong>política</strong>, ó sea á<br />

la ciencia práctica del gobierno; por consiguiente , no<br />

puede haber entre estos términos la correspondencia<br />

necesaria, ni por consiguiente la oposicion directa que<br />

se supone. La escuela es, y no puede menos de ser,<br />

radical, y los principios que sostiene y explica son absolutos.<br />

Pero si en un momento ha proclamado el radicalismo<br />

de sus verdades, como si se tratase de las<br />

verdades físicas , si ha dicho que si son ciertas ahora,<br />

si lo han sido antes, no pueden menos de serlo mañana<br />

y de serlo en todos los instantes de la existencia del.<br />

universo, entiéndase, que para que la comparacion de<br />

verdades de tan diversa índole pudiera ser exacta, era<br />

preciso que las sociedades humanas fuesen tan inmutables<br />

como el mismo universo, ó que al menos se tratase<br />

de una sociedad primitiva que saliese entera del<br />

seno de la tierra, exenta de todo vicio, de todo error,<br />

virgen de todo esceso, extraña á toda division, sin intereses<br />

entre sí opuestos, innaccesible á toda influencia<br />

parcial y á las pasiones. ¿ Es esta nuestra sociedad<br />

ni la de ningun pueblo de Europa? Podemos ahora<br />

mismo, y si pudiéramos deberíamos aplicar en este instante,<br />

sin dilacion, sin modificacion ninguna, las verdades<br />

que demuestran que la libertad es el fin y el medio<br />

de todas las sociedades humanas. Veámoslo.<br />

Empecemos por la libertad <strong>política</strong>.<br />

La libertad <strong>política</strong> es el derecho que tienen todos<br />

los individuos de una sociedad para intervenir en la<br />

direccion de los negocios públicos, que á todos intere-


'2 61<br />

sa. Están todos los individuos de una nacion en disposicion<br />

de influir útilmente, en beneficio suyo y en beneficio<br />

del Estado , en la direccion de los negocios<br />

blicos ? ¿ Tienen todos el suficiente conocimiento de las<br />

necesidades sociales, de los mejores medios de satisfacerlas<br />

? ¿ Estarán todos adornados de la necesaria independencia<br />

para no ceder á las sugestiones de otros ?<br />

La mejor Constitucion , segun la definicion que tengo<br />

por más exacta, es (prescindiendo de aplicaciones<br />

particulares de esta ó de la otra forma de gobierno),<br />

aquella que da la representacion de sus derechos y de<br />

sus necesidades á los que mejor puedan conocerlos, á los<br />

más capaces de juzgar <strong>sobre</strong> el mejor modo de satisfacerlos,<br />

y á los que tengan el mayor interés posible en el<br />

acierto. Hemos reconocido , científicamente hablando,<br />

que todas las clases de la sociedad tienen los mismos<br />

derechos políticos : supongamos que diésemos á las clases<br />

más numerosas, á las clases trabajadoras de la sociedad,<br />

el derecho de disponer lo que á la misma sociedad<br />

correspondiera; ¿no resultarla el inconveniente<br />

más grave que pudiera resultar ? Toda clase en la sociedad<br />

tiene intereses privativos ; pero sí esto es un<br />

mal, suele al menos encontrarse el remedio en la oposicion<br />

de otras clases que vienen á restablecer el equilibrio.<br />

Pero una clase tan fuerte, tan numerosa, seria<br />

omnipotente y podria destruir los intereses de todas<br />

las demás, sin servir, porque esto es imposible, los suyos<br />

propios. La cuestion no seria ya <strong>política</strong>, sino eminentemente<br />

social ; pero aunque pudiera prescindirse<br />

de esto , ¿ tienen los trabajadores los conocimientos ne-


262<br />

cesarios para juzgar por sí de lo que á la sociedad con<br />

viene? ¿Tienen la indepencia? ¿No se teme que la rique<br />

za apele á la corrupcion, y la ambicion al extravío de<br />

la opinion pública ? Tan cierto es que todos tienen el<br />

derecho, como doloroso tener que reconocer que no todos<br />

tienen la aptitud necesaria para intervenir directamente<br />

en la decision de los negocios públicos. Véase,<br />

pues, cómo es absolutamente imposible que el principio<br />

absoluto de la libertad <strong>política</strong> se convierte por la<br />

ciencia del gobierno, en una práctica general instantánea,<br />

segura y constante. Hay una dificultad tan grande<br />

como la que he presentado , hay inconvenientes de la<br />

índole que he apuntado, para que puedan reducirse á<br />

práctica las verdades que la ciencia enseña.<br />

La libertad económica.--Esta, como que tiene una,<br />

demostracion práctica de que no solo no ofrece inconvenientes<br />

, sino que ofrece señaladas ventajas cuando,<br />

se ha podido extender en un país más ó ménos limitado,<br />

pero que ha formado diversos Estados que vienen á<br />

refundirse en uno , cuando, como se explicó perfectamente<br />

la otra noche, cuando de un dia á otro, provincias<br />

divididas por aduanas interiores, ó Estados divididos<br />

por aduanas exteriores, forman una sola nacion, y<br />

solo con eso aumentan su riqueza y bienestar ; cuando,<br />

la ciencia aconseja esto y la experiencia lo confirma><br />

estamos seguros que lo mismo sucederá el dia que esos<br />

pueda ser aplicable á todas las naciones. Pero, ¿podrá<br />

esto hacerse desde luego ? ¿ Podrá hacerse desaparecer<br />

en un dia lo que ha costado muchos en crear ? ¿ Habrá<br />

justicia, habrá equidad en condenar á la inaccion y ái


263<br />

la ruina tantos capitales creados á la sombra de la ley?<br />

Es claro que no ; por consiguiente, la ciencia del gobierno<br />

aconseja que la libertad económica, reconocida<br />

como una verdad, sin que tengamos ya que discutir<br />

<strong>sobre</strong> esto , porque aun los mismos que aquí la han impugnado<br />

no han podido menos de reconocerla como el<br />

bello ideal en esta materia, sea una verdad práctica<br />

para las naciones tan pronto como puedan respetarse<br />

intereses que la proteccion ha creado, tan pronto como<br />

pueda dejarse á los industriales el tiempo necesario<br />

para que puedan competir con los extranjeros ó destinar<br />

á otros usos sus capitales.<br />

Libertad de enseñanza.—Esta no sé por qué no ha<br />

merecido tanto aprecio, ni ha tenido tanto lugar en la<br />

discusion como en la libertad <strong>política</strong> y la económica:<br />

y esto es tanto más notable, cuanto que en el Ateneo<br />

hay muchos dignos profesores que han tomado parte.<br />

en la discusion. Acaso habrán pensado que no debian<br />

tratar de una cosa que en cierto modo les era personal<br />

ó que no podían decir lo que pudiera estar en oposicion<br />

con su carácter oficial. Señores , en una nacion como<br />

la nuestra, ¿puede existir desde luego esa libertad ?<br />

Dos ligeras observaciones haré únicamente : una , que<br />

en parte se opone á, ella, otra, que parece que la recomienda.<br />

Se refiere la primera á la instruccion primaria.<br />

No solo no es libre , sino que es obligatoria, y á<br />

pesar de eso, hay millares, quiera Dios que no haya<br />

millones, de españoles que no saben leer ni escribir. Si<br />

dejáramos para aprender y para enseñar la libertad<br />

más absoluta, ¿ qué sucederia ? En pueblos pequeños,


264<br />

miserables naturalmente, y ante necesidades más apremiantes,<br />

1 podriamos estar seguros de que siendo libre<br />

la enseñanza, dedicarían á esta los fondos necesarios,<br />

y de que se hallarian con facilidad profesores cuando<br />

tan incierta y tan precaria había de ser su suerte?<br />

Pero si por esta razon no nos es fácil comprender<br />

cuándo y cómo podrá proclamarse la libertad de la enseñanza<br />

en cuanto á la instruccion primaria, no sucede<br />

lo mismo respecto de la superior, en la que la mayor<br />

parte de los gobiernos incurren en un singular contrasentido.<br />

No se ría del interés que tienen los ciudadanos<br />

en acertar con el profesor más adecuado para la defensa<br />

de sus derechos y la curacion de sus enfermedades,<br />

y obliga á estos á que se valgan de los que se han sometido<br />

y condenado desde niños á seguir la tutela doctrinal<br />

que les ha impuesto. Tienen que consagrar año<br />

tras año, desde los de su infancia hasta los mejores de<br />

su juventud, á estudiar lo que él ha mandado , en los<br />

establecimientos que él ha designado, con los profesores<br />

que él ha elegido ; y despues de esto los examina y<br />

les dá ó les niega el título de suficiencia para exigir la<br />

confianza del público. Pues cuando se trata del servicio<br />

de este, cuando se han de manejar y administrar<br />

sus intereses, cuando se deben proteger y se pueden<br />

atropellar sis derechos, ni son necesarios los estudios<br />

ni los títulos, y todos son ó se reputan aptos si un ministro<br />

que no los conoce los elige.<br />

Esto no puede subsistir. Un sistema ha de prevalecer.<br />

Si es el de los estudios necesarios y los títulos, que<br />

los tengan los empleados ; si es el de la libertad, que la


265<br />

disfruten todas las clases, y sean las profesiones como<br />

los oficios , y el más capaz y el más honrado tendrá la<br />

preferencia.<br />

Algo se ha hablado aquí esta noche <strong>sobre</strong> libertad<br />

de conciencia, y yo debo decir tambien algunas palabras.<br />

He oido con sentimiento una idea que á muchos<br />

podrá alarmar y á otros agradar. Se ha querido condenar<br />

la libertad de consiencia (que la libertad de la<br />

discusion, hasta este extremo se ha llevado por quien<br />

tan poco afecto se muestra á la libertad), y para disuadir<br />

á los que piensan que debe existir, que no puede<br />

menos de existir esta libertad, se ha dicho : «Si hoy<br />

»proclamais la libertad de conciencia , mañana nece-<br />

»sariamente tendreis que proclamar la libertad de cul-<br />

»tos.» ¿De dónde se infiere semejante necesidad? No<br />

es cierto que ese paso de la declaracion de libertad de<br />

conciencia, haga necesaria la libertad de cultos; y un<br />

ejemplo, que de ninguna manera dirijo al autor de estas<br />

palabras, lo probará. Puede suceder que haya muchas<br />

personas , aun de las que más blasonan de religiosas,<br />

que hayan perdido la costumbre de confesarse y<br />

que continuen así todos los años de su vida. Pues bien:<br />

porque haya alguno ó muchos que estén en ese caso,<br />

¿puede decirse que no se contentarán con el hecho y<br />

que pretenderán mañana erigirlo en derecho? ¿Habrán<br />

de decir: deseamos que se suprima el sacramento de la<br />

penitencia; porque nosotros no somos aficionados á<br />

confesarnos, vamos á reformar en este sentido la práctica<br />

de nuestra religion?<br />

¿Temen los señores que aquí se han manifestado


266<br />

contrarios á la libertad de conciencia que esto pudiera.<br />

suceder? Pues yo tampoco creo que la libertad de cultos<br />

tenga que seguir indispensablemente á la de conciencia;<br />

creo que podriamos subsistir por mucho tiempo<br />

con la una sin necesidad de tener que declarar la otra,<br />

y de esta mi opinion son hasta ahora seguros garantes<br />

los cuarenta años que han trascurrido desde que se suprimió<br />

la inquisicion. Disfrutamos de hecho de la libertad<br />

de conciencia, y nadie ha pensado sériamente<br />

en la libertad de cultos, por una sencilla razon : porque<br />

no hay quien profese en España otra religion que<br />

la de nuestros padres. Si llegara el caso de una nueva<br />

reforma, si de cualquier modo hubiese una grave excision<br />

religiosa entre los españoles, en ese caso se ha.<br />

dicho por quien elocuentemente combatia á la escuela<br />

radical, no se podrá rehusar la libertad de cultos, aunque<br />

tengamos que pasar por la indiferencia que produce<br />

en materias de religion. No, señores ; yo creo que la<br />

libertad de cultos, lejos de producir indiferencia, produce<br />

todo lo contrario ; así lo he visto y así lo pueden<br />

ver todos los que visiten los paises estranjeros donde<br />

esa libertad está permitida. En ellos , como sucede en<br />

todas las cosas en que hay competencia, hay, para no<br />

hablar de la fé, que no perderá ciertamente nada por<br />

ser perfectamente libre, más celo por el culto, más asidua<br />

asistentencia á los templos, y á juzgar por su absoluto<br />

silencio, y grave y respetuoso continente , sincera<br />

y respetuosa devocion. No : el mal estaria en la excision,<br />

en la guerra intestina que intoduciria en el sena<br />

de las familias. El mal estada en la pérdida de la uni--


2137<br />

dad religiosa, que los españoles deben apreciar en mucho<br />

por lo cara que les ha costado, por las víctimas<br />

que hizo la intolerancia, por los paises que por ella perdimos,<br />

y <strong>sobre</strong> todo, por el atraso lamentable en que<br />

nos dejara. Por todo esto, mientras no <strong>sobre</strong>vengan<br />

graves acontecimientos, <strong>sobre</strong> lo que no queremos discurrir,<br />

por lo que apartamos la vista de ciertos puntos<br />

de Italia, conservarán los españoles esa unidad que está<br />

identificada con la <strong>historia</strong> de la reconquista y con<br />

todas nuestras glorias nacionales y <strong>sobre</strong> tan magnificas<br />

tradiciones, y los vínculos entre nosotros tan fuertes<br />

del patriotismo, estarán unidos por el mismo sentimiento<br />

religioso que les hace mirarse como hermanos,<br />

así en esta vida como en la otra.<br />

He recorrido todos los puntos á que se contraen las<br />

impresiones que he recibido de los diversos discursos<br />

que, en pro y en contra del terna que se debatía se han<br />

pronunciado en este sitio ; y aquí terminarian mis observaciones,<br />

ya que me es imposible examinar tal variedad<br />

de doctrinas como aquí se han desenvuelto, <strong>sobre</strong><br />

puntos más ó menos relacionados con el tema que<br />

se ha discutido, si no &Mea, decir alguna palabra <strong>sobre</strong><br />

lo que, considerándolo y con razon, como la faz<br />

más importante del mismo tema, que se ha tratado aquí<br />

con tanta profundidad y tanta <strong>elocuencia</strong> : del Estada<br />

y de su poder; del centralismo y del individualismo.<br />

Creo que tambien en esto ha habido alguna confusion,<br />

ó al menos exageracion en este ó en otro sentido.<br />

Si es un sofisma, si es al menos una falsa teoría la<br />

del pacto social que se forma por sacrificar los hom-


268<br />

bres parte de su libertad, hay tambien un error en esa<br />

creacion del Estado, tal como la suponen algunos y la<br />

sostienen. Los que le dan una autoridad absoluta , hacen<br />

del estado una máquina independiente de los elementos<br />

de la sociedad, y cometen de este modo un<br />

error involuntario que, á mi entender, es el origen de<br />

otros muchos errores. ¿Y de qué forman esa máquina?<br />

De los hombres, de los elementos únicos de la sociedad,<br />

haciendo que el hombre, en ese estado artificial,<br />

no sea más que una pieza de la máquina, una pieza que<br />

por sí sola para nada sirve, que solo sirve en combinacion<br />

con las otras. Así mutillirian al hombre sin quererlo,<br />

olvidando que él, que su libertad y bienestar son<br />

el fin único de la sociedad, y por consiguiente del Estado.<br />

Pero si en esto hay error, tambien lo hay en los que<br />

quieren limitar el Estado á las funciones que algunos<br />

autores han presentado como su objeto único.<br />

Sin entrar á examinar la cuestion de la organizacion<br />

del Estado y de sus funciones, creo de mi deber decir<br />

algo <strong>sobre</strong> la opinion de los que le consideran destinado<br />

únicamente para administrar justicia á los súbditos,<br />

y no porque yo crea que la justicia no es el elemento<br />

más poderoso de la sociedad, que no sea el más importante<br />

de todos los poderes, que aunque el Estado no<br />

hiciera más que dirimir nuestra contienda, entender en<br />

las cuestiones <strong>sobre</strong> el tuyo y el mio, evitar las luchas<br />

personales y castigar á los criminales, aunque no hiciera<br />

más que eso, la mision del Estado seria la más<br />

grande, la más sublime. Yo concibo como posible un.


289<br />

estado y un período de civilizacion en que no existe<br />

niás poder que la justicia, pero no admito, ni en hipótesis<br />

siquiera, un Estado cuya máquina <strong>política</strong> y administrativa,<br />

por más perfectas que sean, puedan proporcionar<br />

á los pueblos la paz interior y el bienestar<br />

social, que son las primeras necesidades, y que nadie<br />

más que la justicia puede satisfacer.<br />

No considero, por consiguiente, rebajado al Estado,<br />

porque sus funciones se reduzcan á la administracion<br />

de la justicia, pero es preciso reconocer y proclamar<br />

en alta voz que la mision del Estado es más general y<br />

que no podria desempeñarla si no tuviese todo el poder<br />

necesario para conservar los intereses permanentes y<br />

generales de la sociedad, y para dirigirlo sin violencia<br />

por la vía del progreso, que es la ley santa de la humanidad,<br />

algunas veces olvidada por los propios errores y<br />

con más frecuencia violada por los vicios y bastardos<br />

intereses de los que debian servirle de guía.<br />

Felizmente no serán ya los hombres, por alta que<br />

sea su condicion, sino los principios, los que en este<br />

siglo, y con más motivo en los venideros, guiarán á la<br />

humanidad, y todo nos anuncia que los pueblos marcharán<br />

en adelante por la senda segura de la libertad„<br />

á realizar hasta donde sea posible el dogma de la igualdad<br />

de los hombres. Creo que los estudios filosóficos,<br />

que los conocimientos de la ciencia de la filosofía del<br />

derecho, que las verdades absolutas á que al principio<br />

nos referíamos, bien entendidas, han de producir el<br />

bien que la ciencia produce siempre, que han de dar<br />

lo que hasta ahora ha faltado á los pueblos: un criterio


270<br />

seguro para distinguir entre los buenos y los malos gobiernos,<br />

entre las buenas y las malas leyes; ahora ya<br />

sabrán que serán buenas leyes y buenos gobiernos<br />

aquellos que se acerquen más al cumplimie nto de las<br />

verdades científicas, al mayor desarrollo posible de la<br />

libertad del hombre: que serán malos los que con cualquier<br />

pretesto la compriman; que son la mayor desgracia<br />

de la humanidad las crisis en que se suspende, y<br />

que importa abreviar su duracion, y á toda costa evitar<br />

el retroceso. Tantas han sido las civilizaciones por que<br />

la especie humana ha pasado, tantos los errores que se<br />

han cometido, tanto el dominio que las clases elevadas<br />

han ejercido <strong>sobre</strong> el pueblo, tantos y tan estériles sacrificios<br />

que estos han hecho para sacudir el yugo, que<br />

no es extraño que hayan errado muchas veces el camino<br />

que debe conducir á su felicidad. Ya es tiempo que<br />

los pueblos se aprovechen de las lecciones de lo pasado,<br />

que demuestran la necesidad de la disciplina social<br />

que debe aumentar y purificar su influencia, se dirijan<br />

por los senderos de la ciencia que mejoran su condicion<br />

y que enseñan al hombre á moderar sus pasiones y<br />

á hacerle digno por el dominio de sí mismo, de tener<br />

una parte en el gobierno de los demás. Pero las clases<br />

más numerosas no pueden llegar á esto, si no se cuida.<br />

más de su educacion y bienestar, y si no se resuelve el<br />

difícil problema de hacer compatible el duro trabajo á.<br />

que están condenadas con la cultura de su espíritu.<br />

En el porvenir de las ciencias físicas está sin duda el<br />

remedio á su desgraciada condicion; pero la economía<br />

<strong>política</strong> debe aliviarla desde luego. En esta gran mi-


271<br />

. sion la ayudarán eficazmente todas las ciencias <strong>moral</strong>es<br />

y <strong>política</strong>s, cuyo objeto debe ser llevar paralelamente<br />

las mejoras de la organizacion de la sociedad y la del<br />

Estado.<br />

Yo creo que á este porvenir deben dirigirse todos los<br />

esfuerzos del Ateneo; y las personas que en este sentido<br />

trabajan, hacen un bien inmenso á la humanidad<br />

que por tanto tiempo ha buscado en vano el modo de<br />

hacer respetar sus derechos.<br />

Yo doy las gracias á esta tan numerosa como ilustrada<br />

concurrencia por las escesivas consideraciones que<br />

me ha dispensado, y á las personas que han tomado<br />

parte en el debate, por las impresiones tan gratas que<br />

me han proporcionado, por los pensamientos que me<br />

han sugerido, por la dignidad y la templanza con que<br />

se han conducido en la discusion que he tenido la honra<br />

de dirigir, y por la satisfaccion que así me han proporcionado.


RECUERDOS<br />

DE LA HISTORIA POLITICA DEL PRESENTE SIGLO.<br />

Él 1.* de Enero de 1820 proclama Riego la Constitucion.—Ojeada<br />

<strong>política</strong> <strong>sobre</strong> los principales acontecimientos desde el principio<br />

de este siglo hasta el año 22.<br />

El dia I.° de Enero de 1820 será siempre memorable<br />

en los fastos de la libertad de España y señalará en los<br />

siglos venideros una de las épocas mas importantes,y<br />

fecundas de nuestra regeneracion <strong>política</strong> y social. E/<br />

suceso que nos recuerda parece en si mismo pequeño,<br />

y hasta insignificante. En las Cabezas de San Juan,<br />

pueblo de escaso vecindario y antes casi desconocido,<br />

situado hácia donde vienen á partir términos las provincias<br />

de Cádiz y Sevilla, se hallaba acantonado uno<br />

de los batallones del ejército que algun tiempo antes se<br />

18


27&<br />

habia reunido en la isla gaditana. Su comandante Don<br />

Rafael del Riego arenga á sus soldados y fácilmente les<br />

decide á proclamar la Constitucion de 1812.<br />

No quisieran algunos ver en esto mas que un acto de<br />

indisciplina, y no ha faltado quien lo atribuya al deseo<br />

de evitar la navegacion y las penalidades y riesgos de<br />

la guerra de América, á la que aquel ejército estaba<br />

destinado. Villana y absurda imputacion. Villana, porque<br />

es propio de ánimos cobardes suponer en las almas<br />

de buen temple el miedo que solo ellos sienten, y<br />

absurda por demás, pues que los peligros lejanos y comunes<br />

los desprecian todos, y aun á los mas resueltos<br />

suele faltar el valor para ser los primeros á romper<br />

contra todo lo que les rodea y á declararse en rebelion<br />

abierta contra el gobierno de una gran nacion, por débil<br />

que se le suponga.<br />

RiJzo lo tuvo y no le faltaron entonces ni la energía,<br />

ni la actividad que se necesitan para asegurar el primer<br />

golpe . Faltó al menos la fortuna á otro jefe que en el plan<br />

estaba y que debia reunirse con su batallon ; y Riego,<br />

solo con el de Asturias que mandaba , cayó <strong>sobre</strong> el<br />

pueblo de Arcos donde estaba el cuartel general y sorprendió<br />

á media noche al anciano y desprevenido genéral<br />

en jefe conde de Castejon, desarmó su guardia y<br />

se apoderó de su persona y de otros jefas que podian<br />

ser acaso mas temibles. Quiroga, mientras tanto , se<br />

habia apoderado de la isla de Leon , donde á los pocos<br />

dial acudió Riego con cuatro batallones que habia podido<br />

reunir. Uno y otro contaban con las simpatías del<br />

pueblo de Cádiz y con las relaciones que tenían en su


275<br />

mumerosa guarnicion. Debian contar además con compromisos<br />

solemnes si ya no supieran por experiencia<br />

-que los que con mas facilidad los contraen en secreto<br />

suelen ser los primeros á eludir su cumplimiento. Así<br />

la insurreccion se vió confinada á la isla y sus fuerzas<br />

reducidas á ocho batallones.<br />

Mas de veinte dias habian transcurrido sia que hallara<br />

eco en ningun pueblo el grito de libertad que se<br />

diera en las Cabezas. Esto decidió á Riego á salir con<br />

una columna de mil quinientos hombres á recorrer los<br />

pueblos de la costa del Mediterráneo, donde se prometia<br />

hallar algunas simpatías y medios <strong>sobre</strong> todo para<br />

estender por todo el litoral de España, desde donde pudieran<br />

penetrar en el interior de las provincias las proclamas<br />

que llamaban á los pueblos á la defensa de la libertad<br />

y á la destruccion del odioso y ridículo despotismo<br />

que pesaba <strong>sobre</strong> la nacion. Tan aventurada espedicion,<br />

emprendida en lo mas riguroso del invierno,<br />

sin recursos de ninguna especie y perseguida de cerca<br />

por tropas muy numerosas, no se podía prometer ni tuvo<br />

en efecto ningun resultado militarmente considerada;<br />

antes por el contrario, sufrió muchas pérdidas en los varios<br />

encuentros que sostuvo y mayores eran las que producia<br />

todos los dias la fatiga de sus largas, penosas y<br />

forzadas marchas. Pero iban adelante y cuanto mas menguaban<br />

sus fuerzas mas crecia su fama. Se sabia que<br />

habian llegado á Málaga, y cuanto menor fuera su número<br />

mayor era su gloria y su valor ; esparcíase la noticia<br />

de que recorrian , todos los pueblos importantes de<br />

aquella provincia y de que penetraban en la de Córdo-


276<br />

ba y en la misma capital de esta, y no se decía ni se.<br />

}odia creer que la columna libertadora en que tenía los<br />

ojos fijos toda la España, se hallaba reducida á trescientos<br />

soldados, casi todos ellos estropeados, enfermos<br />

ó rendidos por la fatiga. Así salieron de Córdoba el 8<br />

de Marzo y, tomando la vuelta de Estremadura, se dispersaron<br />

en los primeros pueblos de aquella liberal<br />

provincia Riego y los cuarenta y cuatro compañeros><br />

que hasta allí habian podido seguirle. Término y desenlace<br />

providencial de aquella empresa atrevida y generosa<br />

que renunciando á toda probabilidad de un<br />

triunfo inmediato solo se proponia conmover los ánimos<br />

y dar la señal para un movimiento nacional. La fé , la<br />

abnegacion, la constancia, el valor, les sobraban todavía<br />

; pero ya no les era dado pasar adelante , y cuando,<br />

creían consumado el sacrificio que hacían en las aras de<br />

la libertad, su grande objeto se habia ya logrado. Sabian<br />

que el pueblo y la guarnicion de la Coruña habian<br />

proclamado la Constitucion, pero ignoraban que hubiesen<br />

seguido su ejemplo toda la Galicia, Asturias, Zaragoza,<br />

Tarragona, que hubiera penetrado por Ñavarra<br />

el general Mina, y que el pueblo de Madrid, aquel pueblo<br />

que con tanto entusiasmo habia recibido al rey de<br />

vuelta de Francia , se hubiera presentado ante él tan<br />

imponente que le decidió al fin á aceptar y jurar la<br />

Constitucion de 1812.<br />

Es imposible comprender un movimiento tan rápido,<br />

y tan trascendental sin volver la vista atrás para buscar<br />

'en las épocas anteriores su origen y verdadera signifi-<br />

4eacion. Ojalá pudiéramos decir que la España , des-


277<br />

pies de tres siglos de arbitrariedad , de tiranía y dfyinquisicion,<br />

habia sentido la necesidad de recobrar los.,<br />

,antiguos fueros y libertades que perdiera en los tiempos.<br />

de Carlos 1 y de Felipe II! Pero aunque esto sería muy<br />

grato, ni sería cierto, ni cabe apenas en lo posible. E I<br />

despotismo comprime y ahoga los mas nobles sentimientos<br />

de los pueblos, y los degrada hasta el punto da<br />

hacerles llevadera la esclavitud á, que los condena. Así,<br />

al comenzar este siglo estaba muy lejos él pueblo español<br />

de pensar en reconquistar sus derechos y en<br />

cambiar la forma del gobierno. Ni la revolucion francesa<br />

bastó á hacerle despertar de su letargo, ni los<br />

principios liberales que empezaban á, cundir entre los<br />

hombres mas ilustrados habian penetrado en las capas<br />

inferiores de la sociedad. Pero lo que entonces no podia<br />

el amor á la libertad lo pudo el sentimiento de dig<br />

nidad de nuestro pueblo. El espectáculo que la corte<br />

ofrecia lastimaba el decoro y la pureza de nuestras costumbres<br />

hasta el punto de tener que condenar al silencio<br />

de las familias honradas los nombres de los personajes<br />

que mas dispuestas estaban Ó. respetar. Si Carlos<br />

IV hubiera sido un verdadero rey, no es fácil calcular<br />

cuánto habria durado su reinado ; pero ver ocupar<br />

en todos sentidos su puesto á un guardia de corps<br />

sin mas merecimiento que el favor de la reina, verla<br />

levantarse de la nada <strong>sobre</strong> otros favorecidos, no tan<br />

afortunados , y esplotar aquella predileccion para satisfacer<br />

todos sus vicios y la bondad del cándido monarca<br />

para alimentar traidoras ambiciones, era mas de:<br />

lo que el pueblo español podia sufrir. Parece imposible._


278<br />

que llegara hasta tal punto el abandono del esposo y<br />

del monarca ; pero él mismo lo confiesa dando cuenta.<br />

Napoleon de lo que fué su reinado en aquellas breves<br />

y sencillas palabras que nos ha conservado el conde de<br />

Toreno : «Todos los días, decia el buen rey , invierno<br />

»y verano iba á caza hasta las doce, comia y al instan<br />

»te volvía al cazadero hasta la caida de la tarde. Manuel<br />

me informaba cómo iban las cosas y me iba á<br />

»acostar para comenzar la misma vida al dia siguiente,<br />

»á menos de impedirlo alguna ceremonia importante.»<br />

Así había de llegar naturalmente el dia en que le privase<br />

del placer de la caza, no una ceremonia, sino un<br />

motin popular que le quitase al mismo tiempo la corona;<br />

y al considerar el que tuvo lugar en Aranjuez, no<br />

sabe uno qué admirar más , si la audacia de los pocos<br />

que lo promovieron, la debilidad de los que debian resistirlo<br />

ó la unanimidad y el aplauso con que la nacion<br />

sancionó la abdicacion forzada de Carlos IV y la prematura<br />

elevacion al trono de Fernando VII.<br />

Habia tenido este príncipe la fortuna de que se le<br />

considerase generalmente como víctima de la ambicion<br />

y aviesas miras del valido ; de modo que cuanto más<br />

crecia el odio y la indignacion contra este, más se estendia<br />

y aumentaba el interés y el entusiasmo en favor<br />

del heredero de la corona, llegando á tal extremo la<br />

pasion con que á uno y otro se juzgaba, que lo que era_.<br />

culpa evidente de Fernando, como la conspiracion del<br />

Escorial, se atribuía á invencion diabólica de Godoy.<br />

La verdad es (y el tiempo lo descubrió pronto, como<br />

lo pruebas los mas auténticos documentos), que los dos,


279<br />

conspiraban, y que ambos apelaban á los mismos medios<br />

y cada uno creía poder contar exclusivamente con<br />

el apoyo de Napoleon, con quien muy en secreto se entendian.<br />

Esta coincidencia nos esplica cómo el puebla<br />

español, tan receloso y justamente desconfiado de toda<br />

intervencion extranjera, vió tranquilamente la entrada<br />

de un ejército francés, que con el pretesto de dirigirse<br />

á Portugal, se iba estendiendo por todas las provincias.<br />

Todos tenian interés en cerrarle los ojos, para<br />

que no vieran lo que c ada uno creía objeto principal<br />

de aquella invasion. Fernando y sus cortesanos contaban<br />

con el logro de sus prematuros deseos, y Godoy<br />

y los suyos con el reino de los Algarbes, que<br />

se habia de crear expresamente para pagar su traicion.<br />

La caída del valido disipó su ilusion, la elevacion cegó<br />

al nuevo monarca, y el pueblo solo vió claro y á<br />

tiempo. Un sentimiento de dignidad le hizo dar al traste<br />

con una corte corrompida, el sentimiento de la independencia<br />

le hizo prepararse para la lucha mas desigual<br />

que han visto los siglos, ó mas bien lanzarse á<br />

ella sin ninguna preparacion, sin ejército, sin marina,<br />

sin gobierno y hasta sin rey , por no haberle podido<br />

contener aun apelando á cierta violencia en su fatal<br />

jornada á Francia.<br />

Quedó, en verdad, si bien por pocas semanas, el infante<br />

D. Antonio como presidente de una junta de gobierno,<br />

pero qué infante y qué presidente era aquel!<br />

La <strong>historia</strong>, que recoje todo lo que en cualquier sentido<br />

es notable, nos ha conservado su famosa despedida,


280<br />

y por ella podemos juzgar de la alta capacidad y denodado<br />

valor que distinguían á S. A. (1)<br />

Jamás ha sido ninguna nacion mas soberana de hecho<br />

que lo fué entonces la España , abandonada por<br />

completo á si misma; y como si quisiera demostrar al<br />

mundo que si habia perdido en él el distinguido lugar<br />

que antes ocupaba, habia sido, no por culpa propia,<br />

sino por la de sus gobernantes, se levantó de repente<br />

á tal altura, se mostró tan unánime y tan poderosa,<br />

que fué la admiracion y la esperanza de toda la Europa,<br />

Organizó numerosos ejércitos, combatió sin trégua los<br />

del gran Napoleon, creó el gobierno que la convenía,<br />

y la que tan buen uso hacia de su soberanía, la proclamó<br />

como el principio cardinal de las leyes fundamentales<br />

que á sí misma se daba. Pero para esto y para<br />

todo, invocaba con lealtad y entusiasmo el nombre de<br />

su rey ausente, el cual, por su parte, correspondia á<br />

tanto valor y á tantos sacrificios, escribiendo á Napoleon<br />

aquellas famosas cartas, que en su tiempo se procuró<br />

hacer creer que eran apócrifas (2).<br />

(1) Decia así : Al Sr. Gil.--A la junta para su gobierno lo<br />

pongo en su noticia como me he marchado á Bayona, de órden<br />

del rey, y digo á dicha junta que ella sigue en los mismos términos<br />

como si yo estuviese en ella. Dios nos la de buena. Míos<br />

señores; hasta el valle de Josaphat.--Antonio Pascual.<br />

(2) Por desgracia son bien auténticas, y para que se pueda<br />

juzgar de ellas, insertamos las siguientes:<br />

Carta de Fernando VII al emperador en 6 de Agosto<br />

de 1809.—« Señor : El placer que he tenido viendo en los pape-<br />

»les públicos las -victorias con que la Providencia corona nueva-


281<br />

Las Cortes bien sabían á qué atenerse , pera trataron<br />

de conservar á toda costa el prestigio del rey, que<br />

á su regreso de Francia premió todo lo que por él habian<br />

hecho, prendiendo y tratando con la mayor dureza<br />

á todos los diputados liberales. Desde entonces empieza<br />

verdaderamente la educacion <strong>política</strong> de los españoles.<br />

Entonces aprendieron para no olvidarlo jamás ,<br />

cuán peligroso y cuán indigno es para un pueblo el hacer<br />

depender su suerte de la voluntad de un solo hombre,<br />

pues si así los trataba el que tanto les debia, ¿qué<br />

garantías podía ofrecerles ningun otro? Por eso , en<br />

medio del clamoreo y de las fiestas con que la reaccion<br />

celebraba su triunfo, se comenzó á distinguir las señales<br />

del disgusto general. Pronto empezaron los proyectos,<br />

mas ó menos aventurados , de restablecer el régimen<br />

constitucional, y Mina, el general de Navarra , el<br />

gran guerrillero, terror de los franceses, se vió obligado<br />

á emigrar á Francia, y es fusilado Porlier en Gali-<br />

»mente la augusta frente de V. M. I. y R., y el grande interes<br />

»que tornamos mi hermano, mi tio y yo, en la satisfaccion de<br />

»V. M. I. y R., nos estimulan á felicitarle con el respeto , el<br />

»amor, la sinceridad y reconocimiento en que vivimos bajo la<br />

»proteccion de V. M. I. y R.<br />

»Mi hermano y mi tio me encargan que ofrezca á V. M. su<br />

»respetuoso homenaje, y se unen al que tiene el honor de ser<br />

»con la mas alta y respetuosa consideracion, señor, de Y. M. 1,<br />

»y R. el más humilde y más obediente servidor , Fernando.—<br />

3Salencey, 6 de Agosto de 1809.1)<br />

(Monitor del 5 de febrero de 1810.)<br />

Carta de Fernando VII á Mr. Berthemy, gobernador ds


282<br />

cía, y Lacy en las Baleares, por no atreverse á quitarle<br />

la vida en Cataluña, donde estaban tan recientes sus<br />

triunfos y era tanta su popularidad. En Valencia, el<br />

general Ello maltrata, hiere con su espada y hace ahorcar<br />

á los jóvenes mas distinguidos de aquella ciudad, y<br />

las cárceles y presidios se llenaron de liberales. El rey<br />

se entretiene en disponer á cuáles se ha de dar tormento,<br />

como lo hizo con Yandiola, y enmienda sus propias<br />

sentencias cuando no le parecen bastante duras. Así,<br />

habiendo tenido primero el capricho de condenar á Argüelies<br />

á servir como soldado en el Fijo de Ceuta, añade<br />

luego de su propia letra : «Que esto deberá entenderse<br />

en la forma que sigue : no le visitará ninguno de<br />

»los amigos suyos, no se le permitirá escribir, ni se le<br />

»entregará ninguna carta, y será responsable el gober-<br />

»nador de su conducta, avisando lo que note en ella.»<br />

El efecto que todo esto baria en la opinion pública,<br />

si bien fácil de colegir, aumentaba el disgusto general,.<br />

lencey , inserta en el Monitor del 26 de abril de 1810.—(tLo<br />

»que ahora ocupa mi atencion es para mí un objeto del mayor<br />

»interés. Mi mayor deseo es ser hijo adoptivo de S. M. el emperador,<br />

nuestro soberano. Yo me creo merecedor de esta adop-<br />

»cion, que verdaderamente baria la felicidad de mi vida, tanta<br />

»por mi amor y aleto á la sagrada persona de S. M., como por<br />

»mi sumision y entera obediencia á sus intenciones y deseos.))<br />

Carta de Fernando VII, fecha en Valencey á 21 de Marzo<br />

de 1810, felicitando á Napoleon, con motivo de su casamiento<br />

con la Archiduquesa de Austria, y deseando asistir á la<br />

boda ; se lo pedia en los términos siguientes:—«Permitid, se-<br />

Ailor, que una mi voz á las aclamaciones de amor y júbilo que-


283<br />

al que daban pábulo, por otra parte, la in<strong>moral</strong>idad ea<br />

la corte, la privanza sospechosa de Chamorro y el' duque<br />

de Alagon, y los escándalos á que estos y otros favoritos<br />

se entregaban.<br />

La nacion no debia, ni decorosamente podia tolerar<br />

por mas tiempo tan ridículo despotismo y tan afrentoso><br />

vilipendio, cuando resonó en toda la península el grita<br />

que se diera en las Cabezas de San Juan. Así se comprende<br />

perfectamente cómo encontró eco en todas las.<br />

provincias, y más todavía en la corte, donde, en último<br />

resultado, habia de decidirse la cuestion.<br />

Qué espectáculo tan sublime y tan imponente ofrecia<br />

en aquellos Bias el pueblo de Madrid, que ocupaba.<br />

constantemente la ancha plaza y todos los alrededores<br />

del palacio. Ni había gobierno, porque de hecho lo habian<br />

abandonado el cuitado duque de San Fernando y<br />

sus dignos colegas, ni el rey acababa de ceder, ni re-<br />

»resuenan en vuestro trono, y que os manifieste en nombre de<br />

»mi hermano y de mi tio, como igualmente en el mio, los sentí-<br />

»mientos de que nos hallamos sinceramente penetrados y los ardientes<br />

votos que formamos por vuestra conservacion y la de<br />

»vuestra augusta esposa.<br />

»¿Me atreveré á recordar á V. M. L y R., en ocasion tan so-<br />

»lemne, que mi deseo mas ardiente, el que me ocupa sin cesar*<br />

»es el obtener e! permiso de pasar á París para ser testigo del<br />

»matrimonio de Y. M. I. y R.? Tanta bondad excitaría mi eter-<br />

»no reconocimiento y serviria para probar á toda Europa el amor<br />

»sincero que profeso á vuestra augusta persona, y que permanez-<br />

»co y permaneceré siempre fielmente adicto á V. M. 1. y R.<br />

»Os dirijo, señor, esta súplica con la más perfecta confianza


284<br />

sistia de frente al incesante clamor que pedia el restablecimiento<br />

de la Constitucion. Un dia ofrece que se<br />

reunirán Cortes de la manera que acuerde el Consejo.<br />

de Castilla; otro dia se decide á jurar la Constitucion<br />

de 1812, pero retarda indefinidamente el juramento.<br />

Pues ni la falta de gobierno, ni las vacilaciones del rey,<br />

ni los últimos esfuerzos de la reaccion, fueron parte<br />

para que este pueblo cometiese ni consintiera ningun<br />

esceso. ¡ Ah ! ¡ si yo fuera capaz de decir algo de la<br />

que mis ojos vieron aquel dia, que fué el último de la<br />

Inquisicion en España ! Penetraban violentamente en<br />

-confuso tropel ciudadanos de todas clases por sus vastos<br />

y tortuosos subterráneos; las luces que algunos llevaban<br />

servian apenas para ver su inmensa oscuridad,<br />

mas no bastaban para distinguir la entrada de los calabozos;<br />

del fondo de estos, salian las voces de los presos,<br />

que alarmados y temerosos de tanto estrépito, ser-<br />

»y espero conseguir, como una prueba especial de bondad , el<br />

»permiso de trasladarme á París para asistir á la augusta cere-<br />

»monia, del matrimonio de mi padre, mi protector y mi soberano.<br />

»Si logro este permiso, tan vivamente deseado, podré llevar á<br />

»mi retiro el recuerdo venturoso y consolador para mi alma de<br />

»haber, en ocasion tan próspera y tan imponente, gozado de las<br />

»prerogativas de príncipe francés, y este favor doblará el pre-<br />

»cio que doy á tan glorioso titulo.»<br />

Napoleon no le concedió lo que tan humildemente le suplicaba;<br />

hizo insertar la carta en el Monitor, y á pesar de esto, celebró<br />

Fernando como pudo en Valencey la boda con una fiesta,<br />

cuyos pormenores y su brindis á nuestros augustos soberanos et<br />

Grande Napoleon y Maria Luisa , se pueden leer en el Monitor<br />

del 26 de abril de 1810.


285<br />

vian, sin saberlo, de guia á sus libertadores: suenan<br />

los golpes que echan por tierra las últimas puertas; la<br />

vista de las víctimas enciende al pueblo en ira, pero,<br />

I loado sea Dios ! á nadie se le ocurre descargarla sobra<br />

los verdugos inquisidores, y se templa y se calma la<br />

furia popular solo con destruir las variadas y diabólicas<br />

formas de tormentos, que por espacio de mas de tres<br />

siglos habian estado inventando y perfeccionando (1).<br />

Mientras tanto, seguia el rey en su perplegidad, y<br />

no bastó á decidirle el paseo triunfal de los presos de<br />

la Inquisicion que, arrancando por todas partes lágrimas<br />

de compasion y de ternura, desfilaban seguidos de<br />

inmensa muchedumbre por frente del palacio y por las<br />

principales calles de la corte. Ya no era posible, sin<br />

embargo, resistir mas tiempo, y los que mas comprometidos<br />

se creían por la parte que habian tomado en<br />

la persecucion de los liberales, eran los mas afanosos<br />

en procurar que se accediese á sus deseos. Así se juró<br />

al fin, y se proclamó la Constitucion á gusto de todos,<br />

sin que hoy sea fácil de esplicar ni de comprender siquiera<br />

la ciega confianza con que se oian y aplaudian<br />

aquellas memorables palabras de Fernando, que se han<br />

hecho proverbiales: ((Marchemos francamente, y yo el<br />

primero, por la senda constitucional.»<br />

Al principio, el camino era llano, y por ninguna<br />

(1) Lástima es que no quede ningun recuerdo de este dia<br />

ni una señal siquiera, para saber el sitio que ocupaba esta terrible<br />

cárcel. Hasta el nombre de la calle se varió, sustituyendo<br />

.1 de la Inquisicion por el de Cristina.


286<br />

parte se encontraban obstáculos. El rey convino en admitir<br />

como ministros á Argüelles y á otros de sus mas<br />

dignos compañeros de persecucion, y no se oponia á.<br />

ninguna de las medidas que le proponian para afianzar<br />

el naciente gobierno. Se reunieron las Cortes, y como<br />

no se habian inventado aun, ó al menos no se habia importado<br />

en España, el arte de hacer las elecciones á<br />

gusto de los ministros, fueron libremente elegidos en<br />

todas las provincias los hombres mas virtuosos, mas<br />

doctos y mas dignos que en ellas habia. Declararon<br />

aquellas Córtes á Fernando VII padre de la patria, y so.<br />

bre su solio brillaba título tan pomposo.<br />

Enmedio de tanta confianza , que no bastaban á alterar<br />

las conspiraciones descubiertas, vino á turbar la<br />

general alegría y á dividir los ánimos, la resolucion<br />

que tomó el gobierno de disolver el ejército de la isla.<br />

Con este motivo, se presentó en Madrid su jefe, el geral<br />

Riego, y recibió una ovacion, tan espontánea, tan<br />

general y tan entusiasta, que todas las que despees ha<br />

habido han sido pálido reflejo de aquella primera explosion<br />

de la gratitud de un pueblo libre. Al título de<br />

libertador, unía casi el de proscripto, porque en la<br />

exaltacion de aquella época se consideraba como una<br />

especie de proscripcion la desconfianza que él y su<br />

ejército, que iba á ser disuelto, inspiraban al gobierno.<br />

No se necesitaba más para que el héroe de la Isla fuese<br />

el ídolo del partido liberal. Contribuian además á ganarle<br />

las voluntades del pueblo, su figura, que era<br />

.agradable; su mirada, que era simpática y tan expresiva,<br />

que parecia descubrir más de lo que acaso había.


287<br />

en el fondo de su alma; su porte, que era sencillo; su<br />

trato, comunicativo y franco, y <strong>sobre</strong> todo su abnegacion<br />

y su modestia, que tan bien sientan á un general<br />

que habia llegado á, fa mas alta posicion <strong>política</strong> y militar,<br />

cuando apenas contaba treinta y seis años de<br />

edad. Su palabra era fácil, mas acaso de lo que necesitaban<br />

su inteligencia y su instruccion, para no esponerle<br />

á incurrir en frecuentes repeticiones. Pero este<br />

es el defecto que mas fácilmente perdona la muchedumbre<br />

hasta que descubre por los hechos la pobreza<br />

de espíritu que lo origina.<br />

Con tan nobles prendas y con tanto favor popular.,<br />

Riego, y entonces solo Riego, si hubiera reunido el talento<br />

y la aptitud especial que requiere la ciencia del<br />

gobierno, podría haber dirigido por su camino la revolucion<br />

que él habia iniciado. Pero es lo cierto, que<br />

aun en el caso de que el error estuviese del lado del<br />

ministerio, fué una desgracia para Riego y para la causa<br />

liberal el trabar tan personal y violenta contienda<br />

con un ministro tan digno y tan respetable como era<br />

entonces, y como lo será eternamente en la memoria<br />

de los buenos españoles, D. Agustin Argüelles. Esto<br />

descompuso y dislocó las fuerzas del partido liberal,<br />

que aun unidas y bien dirigidas, no habrian bastado á<br />

vencer el vicio radical de aquella situacion.<br />

El rey, que entró en ella con tanta repugnancia, trabajaba<br />

secretamente para destruirla, y como suele suceder<br />

á los que en secreto están satisfechos y muy esperanzados<br />

en el éxito de sus planes, mostraba á las<br />

claras su alegría, y <strong>sobre</strong> todo una audacia de que no,


289<br />

/labia dado señales en los pasados trances de su vida..<br />

Desde el Escorial, apoyado por aquella santa comunidad,<br />

y aplaudido por todos sus criados, se decidió sin<br />

duda á dar en Madrid un golpe de Estado, y como el<br />

primer obstáculo fuese la energía y la lealtad del capitan<br />

general D. Gaspar Vigodet, nombró por una carta<br />

autógrafa á D. José Carvajal para que le reemplazase.<br />

Negóse Vigodet á dejar el mando, por no estar firmada<br />

por ningun ministro la orden de su separacion, y esto,<br />

y la firmeza de Argüelles y de sus colegas en el ministerio,<br />

desbarató el proyecto firmado en el real sitio.<br />

Era, pues, necesario deshacerse de aquel ministerio,<br />

y el rey lo hizo al fin de un modo tan atrevido y<br />

tan extraño, que bien merece alabarse por su originalidad,<br />

pues ni imitó á nadie, ni ha tenido hasta ahora, ni<br />

es de esperar que tenga jamás imitadores. Abríanse<br />

solemnemente las Córtes, en su segunda legislatura; los<br />

ministros habian entregado al monarca el discurso que,<br />

debia leer; lo leyó, en efecto, con la perspicuidad y<br />

buena entonacion que acostumbraba; pero, ¿cuál no<br />

sería el asombro de los que lo habian escrito y aprobado<br />

cuando, terminada su lectura, vieron que continuaba<br />

el rey leyendo lo que de su propio puño habia añadido,<br />

que era una acusacion gravísima contra el minis<br />

terio? «De intento, decia, he omitido hablar hasta lo,<br />

»último de mi persona, porque no se crea que la pre-<br />

»fiero al bienestar de los pueblos que la Divina1 3rovi-<br />

»dencia puso á mi cuidado,» y descargaba enseguida<br />

las mas terribles é inmerecidas acusaciones contra el<br />

Consejo de ministros, al que llamaba poder ejecutivo._


289<br />

Exoneró acto continuo á los ministros, sin darles tiempo<br />

á que le presentaran la dimision ge hicieron inmediatamente,<br />

y luego, sabiendo la indignacion que<br />

habia producido en las Córtes lo que se llamó la postdata<br />

y la coletilla del rey, quiso contentarlas pidiéndoles<br />

que le propusieran los que habian de formar el<br />

nuevo ministerio; propuesta no menos estraña que la.<br />

causa que le habia producido, y que fué rechazada con<br />

mucha dignidad. Todavía, en cuanto á los principios<br />

constitucionales, habia unanimidad en las Cortes.<br />

Poco duró, sin embargo, separándose algunos de los<br />

que desde su nacimiento habian profesado el partido<br />

liberal español. La mira bien manifiesta y en su dia paladinamente<br />

confesada, que se proponian los que produjeron<br />

y fomentaron esta escision, era crear un partido<br />

que reformase la Constitucion en el sentido que el<br />

rey quería y algunas potencias estranjeras aconsejaban<br />

y aun exigian. Este es el origen y el objeto de la creacion<br />

del partido moderado. Nacido apenas, su instinto<br />

lo llevó al poder. Recibiólo Fernando con los brazos<br />

abiertos. Empezó la reaccion, pero empezó con mucha<br />

mesura, y guardando aparentemente las formas constitucionales.<br />

Ya no se habian de hacer nombramientos<br />

sin la firma de los ministros, ni se habia de enmendar<br />

la plana á estos en los discursos de la Corona. Si las<br />

Cortes hacian alguna ley tan importante y trascendental<br />

y urgente, corno la de abolicion de señoríos, se negaba<br />

la sancion, pero de la manera mas suave, y apoyándose<br />

en la Constitucion, á la que se mostraba gran<br />

respeto, hasta que llegara el dia de reformarla á gusta.<br />

19


290<br />

del monarca. Ya estaba muy cercano. Los agentes autorizados<br />

secretamente, que este tenia en el estranjero,<br />

lo facilitaban todo; los elementos que la gran conspiracion<br />

debia reunir en el interior, estaban á punto;<br />

faltaba solo cerrar las Cortes y despues desarmar la<br />

Milicia, que no es de ahora , sino que viene de muy<br />

atrás el desden ó el temor, segun las circunstancias, á<br />

ciertas instituciones.<br />

Cierra en persona las Cortes el rey el 50 de Junio,<br />

y ciérralas de tan buen grado , como quien espera no<br />

volver á ver otras en su vida. Confírmale en su esperanza,<br />

al salir del palacio de Doña María de kragon, el<br />

aspecto de su guardia real, de cuyas filas salieron poco<br />

despues varios vivas al rey absoluto.<br />

Se derramó la sangre de algunos nacionales; fué asesinado<br />

por la soldadesca uno de los jefes de la guardia<br />

de palacio, que fué el centro de las fuerzas rebeldes,<br />

como la Plaza Mayor el de la Milicia y los constitucionales.<br />

Siete dias pasaron de esta manera, sin que la<br />

<strong>historia</strong> pueda decir todavía en qué los invirtieron los<br />

autores y agentes principales de la conspiracion. Sábese<br />

tan solo que el rey oia benévolamente á los que le<br />

hablaban en sentido de reformar la Constitucion , pero<br />

que abría su corazon y animaba á los que querian proclamarlo<br />

absoluto, y en este sentido consultó por escrito<br />

al Consejo de Estado, para que le informase, si era<br />

llegado el caso de ejercer toda la plenitud de sus derechos.<br />

Llega la noche del 6 al 7 de Julio. Seguro del<br />

triunfo de la guardia real, ya no oculta á, nadie .su pensamiento,<br />

y á fin de tenerlo todo preparado , empieza


291<br />

;á tomar sus disposiciones. Una de las primeras cosasque<br />

habia que hacer era fusilar á Riego. Aun no almotraba<br />

la aurora el nuevo dia, cuando los batallones de<br />

la guardia atacan á la Plaza, y llegan sus mas valerosos<br />

soldados á tocar los cañones que defendia la Milicia.<br />

Quién podía en palacio dudar de la victoria ? Pero el<br />

fuego sigue, se acerca, alguna bala penetra en el real<br />

alcázar. La guardia busca en él un asilo, la Milicia va<br />

á penetrar con ella. El rey envia un parlamentario. El<br />

fuego cesa....<br />

Los batallones de la guardia que en palacio habia y<br />

los que allí se hablan acogido, capitulan. Rompen enseguida:<br />

la capitulacion por despecho, no porque Ies<br />

quedara ninguna esperanza. La escena cambia por completo.<br />

El rey rebosa de alegría y de liberalismo. Celebra<br />

el triunfo de la Milicia, y ya que no puede participar<br />

de él personalmente, anima á los que persiguen á<br />

los guardias fugitivos y les grita «á ellos, á ellos.» Un<br />

<strong>historia</strong>dor muy verídico y bien informado le atribuye<br />

estas palabras. El pueblo de Madrid no pudo oirlas,<br />

pero vió al monarca en aquellos momentos asomado á<br />

un balcon de palacio y pudo comprender por su ademan<br />

, por su expresion y hasta por el pañuelo que agitaba<br />

con grande entusiasmo, que decía esto y mucha<br />

más. El entusiasmo y la alegría del rey iban aumentando<br />

de dia en dia. Al siguiente llamó á Riego, con<br />

quien tuvo una larga y animada conversacion. Lo que<br />

en ella pasara puede inferirse del efecto que produjo en<br />

el ánimo del cándido general, que, segun su costumbre,<br />

se fué á la Plaza á arengar á la Milicia, aunque en.


292<br />

esta ocasion, no para mostrar su intolerancia, sino para<br />

demostrar con su <strong>elocuencia</strong>, digna de tal causa, los<br />

sentimientos y las ideas altamente liberales que profe<br />

saba con toda sinceridad Fernando VIL<br />

Este apunte, hecho al correr de la pluma ( y solo por<br />

cumplir, , aunque tarde, una palabra empeñada) , <strong>sobre</strong><br />

el grito de libertad dado por Riego el 1.' de Enero<br />

de 1820, tiene que concluir aqui de repente para que<br />

pueda estar impreso el 1.° de Enero de 1860. ¿Esto es<br />

un mal? Los lectores , si lo tiene, deben considerarlo<br />

como un bien, porque la tarea era larga y les habria<br />

fatigado. Además, ¿qué necesidad hay de referir el<br />

término de aquellos sucesos ? Ni se necesitaba que la<br />

<strong>historia</strong> contemporánea nos lo dijera. Despues de lo<br />

que hizo Riego en aquel dia , era claro, era evidente,<br />

era infalible para los que conocen el corazon humano,<br />

y <strong>sobre</strong> todo, la humanidad de ciertos corazones, que<br />

si la reaccion, que fué vencida el 7 de Julio, triunfaba<br />

más adelante, la sentencia de muerte que en aquella<br />

noche se dictara tan prematuramente se habia de cumplir<br />

, y con circunstancias agravantes. La venganza,<br />

que no se desarma con los beneficios, se hace con ellos<br />

mas cruel y mas implacable. El 7 de Julio de 1822 habria<br />

sido , triunfando la guardia real , fusilado Riego<br />

con sus honores militares ; el 7 de Noviembre de 1825<br />

fué arrastrado y ahorcado como el mas desalmado asesino<br />

pudiera serlo en aquellos tiempos. Y que la reaccion<br />

habia de triunfar al fin, quedando en pié todos los<br />

elementos con que contaba, era no menos cierto y seguro,<br />

porque no bastando los medios que hasta enton-


293<br />

ces habia empleado, ni la guerra civil que habia pro-,<br />

movido, ni la honda division que habia causado en e/<br />

partido liberal, se habia de apelar, como se apeló, á la<br />

intervencion estranjera, la cual , en las circunstancias<br />

ea que se hallaba la Europa, habria sido tan fuerte, tan<br />

general y tan poderosa como la resistencia de los libe.rases<br />

hubiese hecho necesario. Así la razon suple á la<br />

<strong>historia</strong>, y puede considerarse completa la de aquella<br />

época para todos los que sepan discurrir.<br />

En cuanto á, las reflexiones á que lo indicado en este<br />

apunte se presta, si el que tan de priesa lo ha hecho<br />

tuviera el tiempo de leerlo, es posible que se le ocurrieran<br />

algunas : 1.°, <strong>sobre</strong> el fenómeno político de cómo<br />

una pequeña espedicion que viene á representar ó á<br />

proclamar un principio ó un hecho que está en la mente<br />

ó en el deseo de la parte mas ilustrada y activa de<br />

una nacion, puede, disminuyendo sus fuerzas todos los<br />

tilas hasta su estincion, llegar á obtener el triunfo <strong>moral</strong><br />

completo á que aspira : 2.°, <strong>sobre</strong> la accion infalible<br />

de los medios cortesanos para separar ciertas entidades<br />

de los partidos políticos que creen contrarios á<br />

sus intereses; de modo que, dado el caso de necesitar un<br />

partido nuevo que los sirva, se hallan siempre hombres<br />

dóciles que por disfrutar las ventajas del poder abjuran<br />

de sus principios y forjan una teoría cualquiera para<br />

cubrir su apostasía : 3.°, <strong>sobre</strong> la suerte que suelen tener<br />

tales hombres cuando ya no se les considera necesarios;<br />

y last, not the least, como dicen los ingleses, el<br />

último, pero no el punto menos importante seria <strong>sobre</strong>,<br />

la imposibilidad de que funcione regularmente y dure.


294<br />

un gobierno constitucional sin la adhesion sincera de<br />

todos los poderes que lo constituyen.<br />

Pero estas y otras consecuencias las sacará, mejor el<br />

discreto lector. Esta es su tarea. La del que hace un<br />

apunte de efemérides <strong>política</strong>s, se reduce á consignar<br />

los hechos con exactitud , y esta responsabilidad se<br />

acepta aquí plenamente.<br />

La contemplacion, las meditaciones que <strong>sobre</strong> ellos<br />

haga cada uno, son de su cuenta. Suum cuique.


TORRIJOS<br />

Y FLORES CALDERON.<br />

Desde que los cien mil nietos de San Luis, que es<br />

corno los realistas llamaban en 1823 al ejército francés<br />

mandado por el duque de Angulema , restablecieron,<br />

segun el lenguaje de aquel tiempo, al Sr. D. Fernando<br />

VII en la plenitud de su soberanía, no pasaba un solo<br />

año sin que los liberales, emigrados en Inglaterra, 6<br />

los que en España estaban sujetos á la mas degradante<br />

y suspicaz vigilancia y á las mas terribles persecuciones,<br />

protestaran con las armas en la mano, á con tentativas<br />

las mas arriesgadas contra la humillacion y la<br />

deshonra que entonces sufria el pueblo español. Ni en<br />

Portugal, que perdió su libertad al mismo tiempo que<br />

nosotros, ni en la desventurada Polonia, daba el partido<br />

liberal tantas señales de vida , ni eran tan frecuentes


296<br />

aquellos temerarios, pero sublimes arranques de las almas<br />

de buen temple, que no pueden doblarse al capricho<br />

de los tiranos, y sintiéndose mas grandes cuando es<br />

menor la esperanza y mayor el peligro, provocan sus<br />

iras y su cruel venganza, y si no redimen á su patria<br />

de la ignominia de la esclavitud, se abren un camino<br />

seguro á la eternidad. Es que en ninguna parte era el<br />

despotismo tan brutal, tan cruel, tan ridículo y en todos<br />

sentidos tan insoportable como en España.<br />

Los frailes, como ministros de un Dios de paz, predicaban<br />

el esterminio de los liberales y de sus familias<br />

hasta la cuarta generacion ; las universidades levantaban<br />

la voz como la de Cervera para condenar la funesta<br />

manía de pensar, ó se cerraban para abrir una escuela<br />

de tauromaquia ; los toreros y picadores se sujetaban<br />

á un juicio de purificacion para averiguar si por<br />

sus opiniones realistas eran dignos de ponerse delante<br />

de los toros, y sin juicio de ninguna especie y sólo con<br />

identificar sus personas se fusilaba á todos los que tomaban<br />

parte en tantas, tan heracas y tan malogradas<br />

:ten' ativas como se hacian para restablecer el régimen<br />

constitucional.<br />

La sangre pedia sangre , y con verter tanta y tan<br />

generosa no lograba el despotismo difundir el terror,<br />

antes bien, crecian la indignacion y el despecho de los<br />

liberales.<br />

Pero el cadalso y las cárceles menguaban el número<br />

de los mas resueltos, el espionaje descubria los planes<br />

mas secretos y se agotaban los recursos indispensables<br />

para llevar otros á efecto.


297<br />

Así por necesidad sucedian la calma y los desengaños<br />

á la mayor actividad y á los mayores esfuerzos.<br />

Tal era cabalmente la situacion del partido liberal á<br />

fines del año 1831. El general Mina, que tanto favor al-<br />

-canzó en Francia en los primeros dias del reinado de<br />

Luis Felipe, se vió pronto en la frontera perseguido<br />

por los gendarmes, y obligado á penetrar en España<br />

antes de tiempo y sin ninguno de los elementos indispensables<br />

para sublevar la Navarra, teatro de sus antiguas<br />

glorias. Por la misma causa fracasó tambien la<br />

tentativa de Valdés en Vera, donde cayó el valiente<br />

Chapalangarra al lado de Espronceda , que cantó sa<br />

muerte en sublimes y sentidos versos. Ni fueron mas<br />

felices en Aragon San Miguel, Chacon, y otros distinguidos<br />

emigrados que les acompañaban en su atrevida<br />

empresa. El general Torrijos, que estaba en Gibraltar,<br />

llamado por los numerosos amigos que tenia en el Mediodía<br />

de España, habia visto malograrse, no solo<br />

la sorpresa intentada de la línea de San Roque y la conjuracion<br />

de Cádiz y la Isla, sino la espedicion de Manzanares<br />

que, por los elementos con que contaba , prometia<br />

los mejores resultados, bajo la direccion de jefe<br />

tan entendido y denodado; y terminó por darse este á<br />

sí mismo la muerte, aunque no sin darla antes al villano<br />

que le vendiera. En el interior de España, por consecuencia<br />

de todo esto, y por tantas prisiones y ejecuciones<br />

de los liberales que con los emigrados se entendian,<br />

se habia hecho una pausa necesaria en los planes<br />

que nunca se habian abandonado del todo. Volvian los<br />

ojos naturalmente hacia Portugal, para donde prepara-


298<br />

ba su formidable espedicion el ex-emperador del Brasil<br />

D. Pedro, con quien se creía que tenia secretos tratos<br />

el general Mina, y se esperaba mucho de esto , <strong>sobre</strong><br />

todo por coincidir con los primeros síntomas de la<br />

grave enfermedad que debia abreviar la vida del rey<br />

D. Fernando.<br />

Pero este y su digno ministro Calomarde se habian<br />

propuesto esterminar el partido constitucional, y no<br />

bastándoles las víctimas que casi espontáneamente se<br />

habían hasta entonces ofrecido al sacrificio, concibieron<br />

ó aprobaron el infernal proyecto de atraer á España,<br />

con mentirlas esperanzas y pérfido engaño, á los<br />

ilustres emigrados que en Gibraltar habian hallado seguro,<br />

aunque incómodo asilo.<br />

No es fácil descubrir entre el misterio y las tinieblas<br />

en que por lo comun se conciertan los grandes crímenes,<br />

de los que nadie quiere confesarse autor, á quién<br />

corresponde la terrible iniciativa de este pensamiento.<br />

El encargado de su ejecucion fué el general D. Vicente<br />

Gonzalez Moreno, que era á la sazon gobernador de<br />

Málaga. Se cree que tuvo en su juventud relaciones de<br />

amistad con el general Torrijos, y que procuró que se<br />

las recordase hábilmente un astuto emisario que con<br />

este objeto le envió. Poco á poco , de los recuerdos<br />

de la amistad antigua y de las simpatías personales<br />

se pasó á tratar de las cosas <strong>política</strong>s , dando á entender<br />

el emisario del general Moreno el disgusto con que<br />

servia á las órdenes , de aquel gobierno. Gran tentacion<br />

er,a esta para quien, como Torrijos, estaba siempre<br />

dispuesto á lanzarse á la pelea, pero supo dorni-


299<br />

narla recordando recientes desengaños y calculando<br />

con sagacidad y al mismo tiempo con suma delicadeza<br />

(que no siempre están reñidas tan diversas cualidades),<br />

que no toca á los ya comprometidos, sino á los que hallándose<br />

en buena posicion quieren comprometerse,.<br />

hacer su formal proposicion , no pasó adelante en los<br />

tratos á que indirectamente se le provocaba. Ayudábale<br />

con su consejo y prudencia D. Manuel Flores Calderon,<br />

antiguo presidente de las Corles, varon dignísimo<br />

y en todos sentidos respetable, no menos por la elevacion<br />

de su talento, que por la variedad de la instruccion<br />

que poseia, y por la bondad y amenidad de su trato,<br />

que tan grato contraste formaba con la austeridad,<br />

de sus costumbres públicas y privadas, y con la energía<br />

de su carácter verdaderamente espartano. Pero ni<br />

la cautela y dotes militares de Torrijos, ni la ciencia y<br />

el gran conocimiento que Flores Calderon tenia del corazon<br />

humano, ni la esperiencia de otro anciano é ilustre<br />

ex-diputado, el Sr. Golfín, podian luchar con la<br />

perfidia del supuesto amigo, que tomó resueltamente la<br />

iniciativa y propuso el plan sencillo y seguro del movimiento<br />

que se habia de verificar en el territorio de su<br />

mando. No parecia que podia dudarse de los medios<br />

con que aquella autoridad contaria, pero á pesar de esto,<br />

y conociendo cómo á las veces se engañan los generales<br />

suponiendo que ejercen omnímoda influencia.<br />

<strong>sobre</strong> los jefes y las tropas que tienen á sus órdenes,<br />

exigieron los de Gibraltar que algunos de estos pasasen<br />

á, conferenciar con ellos. Dificultades podia ofrecer esto<br />

á un verdadero conspirador, y ofensiva debia parecer


300<br />

tal desconfianza al general Moreno ; pero deseando acallar<br />

toda sospecha y dar á, los ilustres proscriptos todas<br />

las garantías que pudieran apetecer , envió una vez y<br />

otra á conferenciar con ellos , hasta dejarlos completamente<br />

satisfechos, algunos con el carácter cierto ó supuesto<br />

de jefes militares, iniciados en el plan y resueltos<br />

á llevarlo adelante.<br />

Así satisfechas todas las exigencias y acallados hasta<br />

los mas suspicaces recelos, se empezó á tratar del modo<br />

de llevar á cabo la empresa que tan fácil se presentaba.<br />

Se convino en el dia y en el punto de desembarco<br />

á donde habia de esperarlos el general Moreno, y en<br />

las señales con que desde el mar y desde la costa habian<br />

de entenderse unos y otros; y siendo cosa tan se -<br />

gura y contándose desde luego con la necesidad de<br />

hombres políticos de merecido prestigio que constituyesen<br />

una junta ó poder provisional, convino Torrijos<br />

en que le acompañase Flores Calderon, como le acompañaron<br />

otros varios sin armas ningunas y que en su<br />

vida las habían manejado.<br />

Debian haberse presentado en el punto convenido,<br />

al E. de Málaga, en la noche del 30 de Noviembre , y<br />

allí les estuvo esperando Moreno ; pero no les fué posible<br />

salir de Gibraltar tan pronto como habian pensado.<br />

Salieron, por fin, en dos pequeños barcos los que, despues<br />

de ocho años de emigracion, iban á pisar las playas<br />

de su patria y á libertar á esta del yugo ignominioso<br />

que la oprimía.<br />

Quien se haya visto en caso semejante podrá comprender<br />

las gratas sensaciones y las nobles esperanzas


301<br />

que animarían á tan distinguidos patriotas durante su<br />

penosa navegacion. Pero quién podrá contemplar sin<br />

horror al tigre que los esperaba y que en vano volvió á<br />

la noche siguiente al sitio en que debia apoderarse de su<br />

presa! Lució, por fin, el triste día 2 de Diciembre, .y<br />

recibe aviso Moreno de estar á la vista los buques; se<br />

hacen las señas convenidas, pero no responden. Otra<br />

esperanza frustrada, otro dia perdido : mas no desgraciadamente<br />

; que solo fué perdido para los ilustres<br />

proscriptos y para la causa de la humanidad , que<br />

llora su deshonra al contemplar los hechos inicuos<br />

que de tiempo en tiempo vienen á descubrir hasta<br />

dónde puede llegar la perversidad del corazon humano.<br />

No pudieron arribar los proscriptos al E. de Málaga„<br />

que tres leguas al O. cerca de la Fangirola tuvieron<br />

que desembarcar por las maniobras que demasiado tarde<br />

observaron de los guarda-costas que los seguian<br />

desde las aguas de Gibraltar. Refugiáronse á una alquería<br />

llamada de Mollina , y viéronse inmediatamente<br />

cercados de tropa y de voluntarios realistas, que por<br />

un esceso de precaucion habia puesto en movimientoel<br />

general Moreno. Mientras este no se presentara , nada<br />

tenia de estraño, ó al menos podia esplicarse racionalmente<br />

la actitud hostil de las fuerzas que los cercaban;<br />

pero llegó Moreno, Torrijos pide una entrevista,<br />

la tuvieron muy larga y reservada, y el resultado, despues<br />

de algunas horas de plazo, en las que hay fundado<br />

motivo para creer que pudo salvarse Torrijos ó Flores<br />

Calderon , pero uno solamente, resolvieron los dos


302<br />

no separarse hasta la muerte, y se entregaron con . tiodos<br />

sus compañeros.<br />

No ha sido posible averiguar nada de lo que pasara<br />

en tan singular entrevista. Habia grande interés en<br />

ocultarlo; pero es posible, y aun probable que se hicieran<br />

nuevos ofrecimientos y mentirlas promesas á los<br />

infelices á quienes se habia tan vilmente engañado, y<br />

se comprende que, á pesar de tan terrible desengaño,<br />

algo llegaron á creerse.<br />

Por los decretos del rey, que era entonces toda la<br />

legislacion que en materias <strong>política</strong>s regia en España,<br />

debian haber sido fusilados en el acto sin más que<br />

identificar sus personas, y fueron conducidos á Málaga<br />

y se mandó un extraordinario á la corte para poner tan<br />

importante captura en conocimiento de S. M.<br />

Triste fué para Madrid el dia 8 de Diciembre en que<br />

la Gaceta estraordinaria vino á sorprender á todos en<br />

tan inesperada y terrible nueva. Para el monarca no<br />

hubo sorpresa, y la Gaceta tuvo cuidado en hacerlo así<br />

conocer de un modo muy significativo , atribuyendo á<br />

su persona todo el mérito de esta empresa. «Si el rey<br />

de España (dice) puede confiar ilimitadamente en la<br />

lealtad de su pueblo, el pueblo puede descansar ciegamente<br />

en la vigilancia de su rey.» De este dependía<br />

Únicamente la suerte de los desgraciados á quienes habia<br />

vigilado, y aunque nadie podia creer que mandase<br />

fusilar á todos , no habiéndose atrevido Moreno á hacerlo<br />

y siendo cincuenta y tres los aprehendidos, entre<br />

los que habia algunos infelices é inermes marineros,<br />

temian algunos por la vida de Torrijos, que tanto se


303<br />

Babia distinguido en la guerra contra los facciosos, y<br />

por la de Flores Calderon que habia presidido las Cortes<br />

que acompañaron á S. M. á Sevilla. Han celebrado<br />

generalmente la buena memoria de Fernando VII, y no<br />

se dudaba que los tendría muy presentes en esta ocasion,<br />

pero en lo que entonces se equivocaron fué en<br />

creer que haria, respecto de estos personajes, ninguna<br />

distincion. Nada de eso, se trataba de liberales y de<br />

personas que los han acompañado , pues á todos ha de<br />

alcanzar igualmente la piedad del rey. Pero estas palabras<br />

parecen aquí una amarga ironía, y es otra cosa<br />

mucho peor y de la que no ofrecen ejemplo igual los<br />

anales de la bajeza cortesana, aun en los tiempos mas<br />

corrompidos. No es una ironía, es el elogio que la Gaceta<br />

del Gobierno dirige á Fernando VII al publicar los<br />

nombres de los cincuenta y tres infelices que mandó<br />

fusilar sin formacion de causa. La Gaceta tiene con<br />

este motivo la estúpida audacia de ponderar la clemencia<br />

del rey y de compararle á Tito!!!... ¡Que leccion<br />

para los reyes que admiten y agradecen las insensatas<br />

interesadas lisonjas de viles cortesanos! ¡Cuánto menos<br />

terrible seria sin ellas el contraste con el juicio de la<br />

posteridad y de la <strong>historia</strong>!<br />

La de las nobles víctimas de Málaga, habia de ser<br />

breve pero gloriosa. Seis días de prision y de incomunicacion<br />

la mas rigorosa, templaron sus almas y las<br />

prepararon para recibir dignamente la muerte, y á, veces<br />

se la harian desear los duros tratamientos que su<br />

frian. ¡Con que impaciencia esperarían la llegada del<br />

correo de Madrid! Pocas dudas podian quedarles <strong>sobre</strong>


304<br />

la suerte qué les esperaba. Pero la imaginacion, que<br />

está siempre y mas en momentos tan supremos en contínuo<br />

movimiento, no deja un instante de quietud al<br />

ánimo mas fuerte y sosegado, y es tan poderoso además<br />

el instinto de conservacion y tan difícil de comprender<br />

la repentina cesacion de la vida, que aun los<br />

que menos estimáran la suya, pensarian muchos ratos<br />

que su fin no estaba tan cercano. ¡No les basta, dirían,<br />

á los que nos han engañado tan villanamente, habernos.<br />

arrancado de nuestro seguro asilo, haber desvanecido<br />

todas nuestras ilusiones, habernos reducido Ó. la impotencia!<br />

¡Qué mal les podernos hacer , infelices de nosotros,<br />

presos aquí, incomunicados con el mundo y cargados<br />

de cadenas! ¿Y quién sabe si los mismos que los<br />

vendieron alimentarían en ellos algunas veces esta triste<br />

y engañosa esperanza? Algunas les darian sin duda,<br />

cuando de una cuenta que hemos visto firmada por el<br />

alcaide de la cárcel D. Juan de Rute, resulta que á pesar<br />

de su escasez de numerario mandaron comprar algunos<br />

objetos, que seguramente no habrian comprado.<br />

si hubieran creido que los habian de usar tan pocos<br />

dias. Por cierto que en esta cuenta hay una partida que<br />

no puede leerse sin indignacion, once rs. por los grillos<br />

de D. Manuel Flores Calderon; sin que pueda uno<br />

decir qué es lo que mas enciende la sangre , si la iniquidad<br />

de la codicia que obliga á la víctima á pagar el<br />

tormento, ó el contemplar un hombre tan eminente por<br />

su saber y sus virtudes, que habia tenido la merecida<br />

honra de presidir las Cortes de España, cargado de<br />

hierro como el mas desalmado foragido.


305<br />

Pero de esta humillacion y de toda incertidumbre<br />

vino á sacarlos muy pronto un correo estraordinario,<br />

que, ganando horas , llevó á Málaga la resolucion de la<br />

clemencia del rey. Mandó S. M. que fuesen todos inmediatamente<br />

fusilados, sin darles mas tiempo que el necesario<br />

para morir como cristianos, y todos indistinta.mente,<br />

los que sabian como los que de todo punto ignoraban<br />

el objeto de la espedicion, los antiguos proseriptos<br />

como los que ningun compromiso político tenían,<br />

los ancianos decrépitos como los pocos que habia que<br />

fuesen hombres capaces de manejar un arma, y hasta<br />

los infelices marineros de los barcos, todos fueron<br />

puestos en capilla sin que nadie escuchase los desesperados<br />

lamentos ni las terribles quejas de aquellos que<br />

eran perfectamente inocentes, no solo á los ojos de la<br />

ley, sino tanlien á los ojos de la misma tiranía. Creian<br />

muchos, y lo podian creer con fundado motivo, que<br />

solo por equivocacion ó por no haber sabido la clase<br />

á que pertenecian, se les iba á fusilar en vez de ponerles<br />

en plena libertad como se les habia prometido, y la<br />

espantosa confusion que esto producia habria dado á<br />

la capilla un aspecto aun mas horrible que el que de<br />

suyo tiene, si el ejemplo y la autoridad de Torrijos, de<br />

Flores Calderon y sus mas distinguidos compañeros no<br />

hubieran inspirado á todos aquella sublime calma y <strong>sobre</strong>humana<br />

resignacion que embellece los últimos mo:mentos<br />

de los mártires. Aun queda en Málaga, y la tradicion<br />

pasará á las familias de generacion en generacion,<br />

el recuerdo de aquella postrera noche de<br />

aquellas ilustres víctimas , que fueron por fortuna las<br />

20


306<br />

Últimas que sacrificó la tiranía de aquel tiempo.<br />

Quién refiere los dichos mas notables de Torrijos, de<br />

Flores Calderon, de Golfin, de Lopez Piuto, que tenían<br />

á dicha singular que fuese tan insigne la mala fé, tan<br />

escandalosa la injusticia y tan insensata la crueldad de<br />

aquel Gobierno, porque tan grande ejemplo de iniquidad<br />

y sus vidas que con gusto entregaban al verdugo,<br />

no serian perdidos para la causa de la libertad ; quién<br />

recuerda los mutuos consuelos que se daban y sus tiernísimas<br />

y nobles despedidas, y todos encarecen <strong>sobre</strong><br />

cuanto han visto y oido de trances semejantes, el valor,<br />

el admirable valor, que no flaqueó ni un solo instante,<br />

y la serenidad y el entusiasmo por su fé <strong>política</strong> que<br />

conservaron hasta el postrero de su vida aquellos heróicos<br />

mártires de la libertad.<br />

Y no por eso dejaron de morir como cristianos, que<br />

en esto como en todo fueron muy notables. Tenemos á<br />

la vista una carta dirigida al hijo de Flores Calderon,<br />

por el confesor de este, Fray Antonio Martin Moyano,<br />

en la que entre otras cosas le dice lo siguiente : «Ay<br />

»amigo! Han quedado tan grabadas en mi corazon sus<br />

»palabras, que no las olvido nunca. He asistido á in-<br />

»numerables en este trance tremendo; he visto en él<br />

»rasgos muy admirables de religion , espíritus imper-<br />

»turbables, generosidad de sentimientos, resignacion<br />

»heróica con las disposiciones del Altísimo ; en suma,<br />

»he visto cosas grandes, mas estoy en la persuasion de<br />

»que á ninguno tiene que ceder en tan nobles dotes su<br />

»glorioso padre. Su semblante apacible en aquella no-<br />

»che, su tranquilidad y bello modo, fueron el encanta


307<br />

»de todos los sacerdotes que nos hallamos presentes.<br />

»Nada de lamentarse de su suerte, ninguna queja con-<br />

»tra persona alguna ; nada de enemigos, los que decía<br />

»no habia conocido, ni los conocía en aquella crítica<br />

»situacion, cosa que me llenó de asombro.» ¡Qué significativo<br />

es este asombro del confesor despues de haber<br />

sabido necesariamente en confesion quiénes y de<br />

qué modo le habían llevado á la muerte! Pero prescindiendo<br />

de todo comentario, copiemos el último párrafo<br />

de tan interesante carta : «En una palabra , su dichoso<br />

»padre (así quiero llamarlo), no dejó de hacer cosa al-<br />

»guna que fuese conveniente para su eterna salvacion,<br />

»ni fué capaz de distraerlo alguna otra idea de la tierra;<br />

»fué un héroe de la religion de quien me glorio haber<br />

»sido su confesor , y á quien le merecí me abrazase<br />

»muchas veces ya en la capilla, ya en la carrera para<br />

»el suplicio, dándome siempre gracias por mis eficaces<br />

»exhortaciones y por el grande interés que me tomé en<br />

»dirigirle todas sus miras al cielo é inflamarlo con la<br />

»esperanza de ver á Dios ; quedándome la saisfaccion<br />

»de haberme pedido, para recibir el fatal golpe, el úl-<br />

»timo abrazo, el que fué ocasion para que los compa-<br />

»fieros tambien lo pidieran , como lo hice derramando<br />

»<strong>sobre</strong> cada uno muchas lágrimas.»<br />

Con ellas se confundieron las de todo el pueblo de<br />

Málaga, las de cuantas almas sensibles encerraba España;<br />

y al saberse en Europa y en todo el mundo civilizado<br />

el bárbaro sacrificio de aquellas cincuenta y tres<br />

víctimas inocentes, y el lazo que villanamente les habian<br />

tendido, gimió la humanidad y se oyó un grito da


308<br />

-universal indignacion contra el gobierno de Fernando<br />

Al general Moreno, ejecutor de sus órdenes, se le lla-<br />

mó desde luego el Verdugo de Málaga, y este nombre,..<br />

confirmado por la posteridad, irá siempre unido á la<br />

terrible <strong>historia</strong> del fin de aquel reinado.<br />

Mientras este duró, nadie consideraba como una<br />

mancha la participacion que hubiera tenido ó que se le<br />

atribuyese en tan alevoso proyecto, y en las terribles<br />

consecuencias que tuvo; nadie rechazaba la acusacion<br />

que por todas partes, y mas particularmente en los periódicos<br />

estranjeros se le dirigia; antes por el contrario,<br />

recibían y ostentaban las gracias que á manos llenas<br />

se dispensaban á los cómplices, que entonces se<br />

vió que eran muchos. Pero pronto empezó á decaer visiblemente<br />

la salud de Fernando, como si á la manera<br />

que el IV de su nombre hubiera sido tambien emplazado<br />

por las últimas víctimas que sin proceso alguno sacrificó<br />

su arbitrariedad. El martirologio de aquel reinado<br />

termina con el año 31, en el que alternaron con las<br />

ejecuciones arbitrarias, asesinatos jurídicos como el de<br />

Torrecilla, el coronel Marquez y otros, que aunque entraron<br />

en ciertos planes, de acuerdo con los emigrados,<br />

no fueron legalmente convictos; el de la Mariana<br />

Pineda, acusada de haber bordado una bandera; el de<br />

Miyar, á quien de oficio se probó que ni habia escrito,,<br />

ni era posible que escribiera, la carta de conspiracion<br />

que se le atribuia, y hasta el de un pobre agente de la<br />

policía secreta (que era mal vista de la Sala de Alcaldes)<br />

, llamado La Chica, á quien ahorcaron sin piedad<br />

_por haber conservado en su poder algunas tarjetas tri-


309<br />

4;olores de las que le habían mandado repartir para que<br />

Tse atribuyesen á los liberales.<br />

Así concluyó dignamente aquel reinado; pero como<br />

su término no fué repentino ni violenta la transicion,<br />

tuvieron tiempo sus mas comprometidos servidores<br />

para hacer desaparecer las pruebas de su complicidad.<br />

Se mandó por de pronto con el pretesto de<br />

que era llegado el caso de un olvido y perdon general,<br />

-que se quemasen todas las causas <strong>política</strong>s , y se estrajeron<br />

de los Ministerios los mas preciosos documentos<br />

de los espedientes reservados, como el de las cincuenta<br />

y tres víctimas de Málaga. Quien ha tenido la paciencia<br />

de examinarlos hoja por hoja, bien puede asezurar<br />

la certeza del hecho. Fiado en esto el general<br />

Moreno, cuando vió la indignacion que produjo su presencia<br />

en Inglaterra y la mocion que se hizo en el<br />

Parlamento, porque uno de los fusilados en Málaga era<br />

ciudadano inglés, cuando preso en Francia, y perseguido<br />

y odiado en todas partes, comprendió la enormidad<br />

de su crimen, se atrevió á negarlo, y publicó un<br />

largo manifiesto en el que pedia, con la seguridad de<br />

que no se habían de dar, las pruebas que acreditasen<br />

'su culpa. Como si los hechos que son de todos sabidos<br />

y por nadie negados, en el tiempo y en las circunstancias<br />

en que se podian y debian negar, necesitasen<br />

estar consignados en un papel para que todos los crean.<br />

y para que los recoja en sus páginas la inexorable <strong>historia</strong>!<br />

Si. Moreno no atrajo engañosamente á los pros-<br />

-oriptos de Gibraltar , si ellos fueron espontáneamente,<br />

cómo es que no los fusiló en el acto como estaba man-


310<br />

dado y se hacia siempre en semejantes casos? ¿ Y Có-mo<br />

el rey, en vez de castigarle severamente por esta<br />

falta, que á sus ojos era enorme, le premió con ascensos<br />

los mas estraordinarios, y le honró y le distinguió<br />

desde entonces con la mas absoluta confianza?<br />

Pero la Providencia no ha querido que sea el testimonio<br />

único aunque irrecusable de la iniquidad que entonces<br />

se cometió, la opinion pública y unánime no<br />

contradicha en tiempo oportuno por los que tenian interés<br />

en contrariarla, no; la Providencia se ha burlado<br />

del afan con que recojian y destruian las pruebas del<br />

crimen los que estaban mas interesados ya por sus personas,<br />

ya por su partido, en que se ocultara. Se ha.<br />

salvado un documento, el principal documento que<br />

conserva original la familia de Flores Calderon, y del<br />

que existen ademas algunas copias impresas. Es el parte<br />

mismo dado y firmado por el general D. Vicente<br />

Gonzalez Moreno, en Málaga, á 7 de Diciembre de<br />

1831, que á pesar de sus graves mutilaciones y notables<br />

variantes, sirvió para arreglar el que se publicó<br />

en la Gaceta del 13 del propio mes y año. En los primeros<br />

renglones está confesada con la mayor sencillez<br />

la enormidad del crimen. Dice así: «En mi oficio de 30<br />

»del próximo pasado manifestaba á Y. E. (se dirige al<br />

»ministro de Gracia y Justicia, Calomarde ), el estado<br />

»que tenia la combinacion simulada con el rebelde Tor-<br />

»rijos para atraerlo á estas costas; marchaba yo á<br />

»esperarlo al punto de desembarco convenido, como lo<br />

»ejecuté en la noche del mismo dia, en la que no se<br />

»presentó aquel ni en la siguiente, 1.' del actual, en


311<br />

»que tambien me dirigí al mismo sitio, ,por cuya razon<br />

»me restituí á esta ciudad; pero á las pocas horas de<br />

»mi llegada recibí un aviso del comandante de la co-<br />

»lumna de hallarse á la vista buques sospechosos. Con<br />

»este motivo partí inmediatamente, y con efecto, ea<br />

»todo el camino observé habia dos, que por sus por-<br />

»tes, movimientos, direccion y maniobras, pareció<br />

»ser los que se esperaban, permaneciendo en las posi-<br />

»ciones que ocupaban desde las diez de la mañana del<br />

»2 hasta que cerró la noche. Teniéndolos por los con-<br />

»ductores de los revolucionarios, se hicieron en tierra<br />

»las señas ajustadas, tanto de dia como de noche, á<br />

»que no correspondieron, bien que mal pudieron ha-<br />

»cerio cuando á la misma hora desembarcó Torrijos y<br />

»su gavilla (así llama el malvado á sus ilustres vícti-<br />

»mas) , en las costas opuestas del O., obligados á ello<br />

»por la persecucion de los buques de la Empresa que<br />

»los hizo encallar.»<br />

Ya que felizmente se ha salvado, es seguro que la<br />

<strong>historia</strong> consignará este documento para merecido baldon<br />

de aquel gobierno y para mengua de los que, transigiendo<br />

con el despotismo, querrian volvernos ó nos.<br />

volverian sin quererlo, á tiempos tan aciagos corno los.<br />

del último reinado. La <strong>historia</strong> dirá tambien el trágico.<br />

fin que á manos de su partido tuvo el Verdugo de Málaga,<br />

semejante, y aun mas horrible que el que tuvo el<br />

conde de España. El partido carlista podrá jactarse sieror<br />

pre del servicio que hizo á la humanidad, privando de,<br />

la vida á los dos generales favoritos del rey Fernando><br />

y á los dos mas dóciles instrumentos de sus venganzas..


312<br />

Pero dejando á un lado á los verdugos, consagremos<br />

la última reflexion á las víctimas: a las de Málaga, co-<br />

MO á las de Madrid, á las de Granada, de Almería, de<br />

Sevilla, de Cataluña, de Aragon, de Navarra, de toda<br />

la España en fin, que vió correr la sangre de sus mejores<br />

hijos que protestaban contra la ingratitud, contra<br />

la tiranía y la barbarie de aquel gobierno. ¿De qué<br />

servian, dirá acaso el cobarde egoismo, tantas y tal<br />

infructuosas tentativas ? Hablando Mr. de Mais[re de<br />

las Cruzadas, dice: Nulle croissade ne reussit, il estvrai;<br />

mais toutes reussirent. Ninguno de los que se<br />

comprometieron en aquellas heróicas tentativas triunfó,<br />

pero, todos juntos triunfaron del despotismo de España.<br />

Pues sí esto es cierto, tratándose de esfuerzos materiales,<br />

lo es mucho mas respecto de la propagacion de<br />

las ideas. Los que escriben, los que leen, los que meditan,<br />

los que repiten lo que han leido, y lo que les ha<br />

hecho pensar,, ninguno por sí solo triunfará de los obstáculos<br />

que se oponen en España á la consolidacion del<br />

gobierno representativo; pero si un dia y otro, y siempre,<br />

trabajamos todos en el mismo sentido, la opinion<br />

se acabará de formar de un modo irresistible y triunfa-<br />

Iremos.<br />

Torrijos, Flores Calderon y todas las víctimas de Málaga<br />

nos bendecirán entonces desde el monumento<br />

eque encierra sus cenizas y que consagró á su memoria<br />

aquel pueblo liberal.


EL EMPECINADO.<br />

Un fenómeno singular ha ofrecido en todos tiempos<br />

la <strong>historia</strong> de España. Cuando las naciones mas poderosas<br />

doblaban el yugo á los que aspiraban á la dominacion<br />

de todas ; cuando las legiones estranjeras ocupaban<br />

toda la Península y sus principales fortalezas;<br />

cuando toda resistencia parece inútil y hasta imposible,<br />

cuando los grandes capitanes han creido mas seguro el<br />

triunfo que debian á su astucia, mas que al valor y poderío<br />

de sus numerosos ejércitos; se ha presentado<br />

siempre algun hombre que , inspirado por el amor de<br />

la patria, ha llamado á, esta á la pelea y ha logrado recobrar<br />

su independencia y dignidad , ó . vengarla con<br />

gloria, siendo el espanto de sus enemigos. Y estos hé-


314<br />

roes, dejando en el alto lugar que le corresponde el<br />

nombre de Pelayo, no han salido por lo comun de las<br />

clases mas favorecidas por el nacimiento, la educacion<br />

ó la fortuna. Viriato era pastor, el Empecinado un pobre<br />

labrador ; pero uno y otro nacieron con aquel temple<br />

de alma que se necesita para personificar en las grandes<br />

crisis que atraviesan las naciones el espíritu de un<br />

gran pueblo, y con aquel instinto ó aptitud especial de la<br />

guerra que los hizo superiores, en la que debian sostener<br />

á los instruidos y consumados generales. Pretores,<br />

cónsules, guerreros afamados enviaba Roma contra el<br />

oscuro pastor, que no solo fueron impotentes, cuando<br />

intentaron destruir sus huestes allegadizas, sino que de<br />

continuo se vejan sorprendidos, y aun en campal batalla,<br />

por fuerzas muy inferiores á sus formidables legiones,<br />

vencidos y derrotados. Y no quedaba á Cayo Plancio<br />

y á Lucio Emilio el recurso, á que hubiera deseado<br />

apelar su amor propio, de atribuir la. s ventajas de su<br />

contrario al conocimiento prolijo y especial de su país,<br />

nue pronto salió Viriato de la Lusitania y ya se es tendia<br />

por las orillas del Guadiana, ya se acercaba á Cádiz<br />

ó á Cartagena, ó de improviso se presentaba á las<br />

puertas de Toledo; como el Empecinado, saliendo del<br />

interior de Castilla la Vieja tocaba las de Madrid, caía.<br />

<strong>sobre</strong> Guadalajara y Sigüenza, se dirigia á Valencia y<br />

guerreaba en Aragon, siendo en todas partes el asombro<br />

y el terror de Hugo , de Belliard y de los demás<br />

generales de Napoleon , que con cuádruples y quintupies<br />

fuerzas le combatian.<br />

Pero no ha llegado ni llegará en mucho tiempo el


315<br />

día en que naturalmente se haga el paralelo entre Vi<br />

hiato y nuestros mas ilustres guerrilleros de la guerra<br />

de la Independencia. Estamos muy cerca todavía de<br />

este inmenso y magnífico cuadro, y no podemos verlo<br />

en toda su grandeza : solo podrán contemplarlo debidamente<br />

las generaciones venideras ; major é longigua<br />

reverenda. Y en cuanto á los héroes que han de aparecer<br />

en primer término, viven todavía muchos que los<br />

han conocido, para que se pueda, sin incurrir en la nota<br />

de parcialidad, hacerles la justicia que se merecen.<br />

Todo lo que pueden hacer los contemporáneos, es dedicar<br />

algunas líneas á su memoria y publicar , si por<br />

ventura lo han recogido, algun dato curioso que deba<br />

conservar y pueda aprovechar la <strong>historia</strong>.<br />

Yo he tenido la fortuna de conocer en mi juventud<br />

á Mina y al Empecinado ; y al primero le consagraria<br />

gustoso el recuerdo de este año en un almanaque liberal,<br />

que debia conmemorar sus ínclitas hazañas, si no<br />

viviera todavia, para bien de los desgraciados y honra<br />

de la humanidad, su ilustre esposa , que ha publicado<br />

sus Memorias, y á la que de derecho corresponde el pri<br />

vilegio de ampliarlas y completarlas en las circunstancias<br />

que juzgue mas á propósito. De Mina podria yo<br />

decir algo, porque además de haber sostenido con él.<br />

una correspondencia muy interesante, tuve la honra de<br />

disfrutar muy asiduamente de su trato en mi primera<br />

emigracion.<br />

Del Empecinado puedo decir muy poco. Era yo demasiado<br />

jóven cuando le conocí, en la época constitucional<br />

del año 20 al 23, y los tristes sucesos que siguieron


316<br />

no dieron lugar á que se estrechasen aquellas relaciones,<br />

que con tanta ternura, quizá no exenta por mi parte<br />

de cierta mezcla de orgullo, empezaban á unirnos<br />

entonces. Recuerdo, sin embargo, con grande interés<br />

y con tanta exactitud como si fuese ayer , el dia y la<br />

,ocasion en que por la vez primera le ví, le oí, y apenas<br />

puedo decir que le hablé, porque ni su natural bondad,<br />

ni la llaneza de su trato fueron parte para que yo dominase<br />

un sentimiento, que mas que de mi propia timidez<br />

nacia sin duda del respeto y veneracion, que<br />

me infundia la presencia de tan distinguido liberal y<br />

tan afamado guerrero. El que á los quince años de<br />

edad, henchido el pecho de amor á la libertad y propenso<br />

á venerar el mérito, el valor y mas que todo los<br />

señalados servicios á la patria, haya tenido la fortuna<br />

de que le dé cariñosamente la mano uno de los hombres<br />

mas justamente populares en nuestra nacion , podrá<br />

comprender el estado de mi alma.<br />

No sabia yo que el Empecinado había llegado á Madrid<br />

; pero al ver en la tertulia del Sr. Flores Calderon,<br />

-donde se reunían otros diputados de Castilla y algunos<br />

de los hombres mas distinguidos de aquella época,<br />

una persona desconocida para mi, de constitucion her-<br />

,41ea, aunque no de elevada talla, de atezado color, de<br />

aspecto apacible, pero de mirada penetrante , sencillo<br />

por demás en el vestido y de modales nada cortesanos,<br />

algo tardo pero espresivo en el decir, á quien todos<br />

consideraban y oian con gran deleite, tuve por cierto<br />

-que aquel que mis ojos contemplaban era el héroe<br />

.mismo cuyas hazañas , que de boca en boca corrian,


317<br />

babian sido el encanto y el asombro de mi niñez..<br />

Y mi fundada conjetura se trocó en evidencia al enterarme<br />

de la controversia que él solo sostenía contra<br />

todos los diputados y hombres políticos , que negaban<br />

ó al menos ponian en duda la sinceridad con que Fernando<br />

VII habia aceptado la Constitucion. La palabra<br />

de rey tenía aun para nuestro honrado castellano toda.<br />

la fuerza y el prestigio que le hablan dado el espíritu<br />

eminentemente monárquico del pueblo español y la hidalga<br />

tradicion de nuestros antepasados, y se indignaba<br />

al ver que habia diputados de la nacion que no prestaban<br />

completo asentimiento á aquellas famosas palabras<br />

de marchemos francamente, y yo el primero, por'<br />

la senda constitucional, que despues se han hecho proverbiales,<br />

para demostrar la buena fé de aquel monarca.<br />

¡Quién le habia de decir entonces , que poco despues<br />

aquel buen rey le habia de ahorcar, solo por haber<br />

obedecido sus órdenes y confiado en su real palabra!<br />

Pero no anticipemos los sucesos, y antes de hablar<br />

de la muerte del Empecinado, que es sin duda la mas<br />

gloriosa entre las de tantos ilustres mártires de la libertad,<br />

digamos algo de su vida. Sus hechos principales<br />

los ha recogido la <strong>historia</strong> y pasarán á la mas remota<br />

posteridad: en la que escribió del levantamiento de España<br />

el profundo y elocuente conde de Toreno, y en las<br />

biografías que andan en manos de todos se pueden leer<br />

los interesantes y curiosísimos pormenores de todas sus<br />

campañas, que empezó con solo dos compañeros , que<br />

prosiguió algun tiempo con una partida insignificante,


318<br />

que se iba aumentando, segun el. número de armas que<br />

cogía á los franceses que mataba ó hacia prisioneros,<br />

y que terminó al frente de una poderosa division que<br />

contaba entre la infantería, caballería y artillería mas de<br />

diez mil hombres. Basta, por consiguiente, para el objeLo<br />

de este recuerdo consignar algunos rasgos principales,<br />

que pueden dar á conocer su fisonomía <strong>moral</strong> y<br />

el carácter de aquella época mejor que la mas prolija<br />

narracion de todas sus prodigiosas hazañas.<br />

Nació el Empecinado (D. Juan Martin) el 2 de Setiembre<br />

de 1775 , en Castrillo de Duero, cerca de<br />

Avanda ; y es de notar, que aunque aquel pueblecito<br />

lleva, por decirlo así, como apellido el nombre de aquel<br />

magnífico rio, tiene mas cerca de sí un riachuelo , cuyas<br />

aguas no son tan puras, ó no lo parecen al menos,<br />

por el color negruzco que les prestan las tierras que<br />

atraviesa.<br />

De aquí el nombre de Empecinados que los pueblos<br />

inmediatos daban á los vecinos de Castrillo, y que se<br />

dió por escelencia al que habia de convertirlo de mote<br />

despreciativo en título de honor, el mas preclaro , el<br />

mas ilustre y el de mas grande y merecido prestigio<br />

que conoció la España en aquella época. Porque es<br />

muy digno de notarse, y acaso no se ha consignado<br />

hasta ahora del modo conveniente para que pase á la<br />

posteridad, que no solo lo ilustraba y hacia mas popular<br />

cada dia el héroe de Castrillo , con nuevas y estraordinarias<br />

proezas, sino que lo adoptaron todos los<br />

buenos españoles, como insignia y blason de patriotismo.


319<br />

•<br />

Empecinado se hizo sinónimo de patriota, de hombre<br />

dispuesto á sacrificarlo todo por la independencia y la<br />

libertad de España. Ese es muy Empecinado , era el<br />

elogio mayor que en el lenguaje de aquel tiempo se podía<br />

hacer del que mas se distinguia en servicio de la<br />

causa de la nacion. Aquí lodos somos Empecinados,<br />

decia un pueblo que se negaba á capitular con el enemigo.<br />

¿En qué país, en qué época , ni antigua ni moderna,<br />

se ha visto que el entusiasmo popular trueque ó<br />

confunda el nombre de su propia nacionalidad con el<br />

apodo de un oscuro ciudadano ? Honor singular y el<br />

mas alto que en vida puede alcanzar el mas digno y el<br />

mas afortunado !<br />

Cuéntase, por los que en aquel tiempo se hallaban en<br />

posicion de juzgar de estas cosas, que este honor lo<br />

debió primeramente el Empecinado á los franceses y á<br />

los pocos y malos españoles que siguieron su indigna<br />

causa, que dieron en llamar Empecinados á los que mas<br />

resueltamente se declaraban contra los invasores. Nada<br />

tiene esto de estraño, porque los enemigos son los primeros<br />

que conocen quién les hace mas daño ; como la<br />

envidia y el odio descubren perfecciones que de otro<br />

modo quedarian ocultas , ó no serian al menos dignamente<br />

apreciadas. Hay quienes no saben distinguir el<br />

mérito si no ven primero la gran sombra que produce;<br />

pero es preciso hacer justicia al pueblo español que,<br />

con escepcion de algunos miserables convecinos del<br />

Empecinado, que aprovecharon su ausencia para demostrar<br />

hasta qué punto pueden llegar los celos y las indignas<br />

rivalidades de lugar, solo necesitó que le señala-


320<br />

ran con el dedo al intrépido guerrillero para seguirle con<br />

la mas absoluta confianza y apropiarse su nombre, personificando<br />

en él la causa de la patria.<br />

Tuvo el Empecinado la ventaja de ser el primera<br />

que se presentó en campaña, y no esperó para ello el<br />

estallido del Dos de Mayo, que habiendo visto pasar por<br />

Aranda al rey, que iba á esperar á Napoleon, al que<br />

suponia ya dentro de España, dijo :<br />

« Este va á, Francia, y no vuelve hasta que nosotros.<br />

lo saquemos de allí.<br />

Singular ceguedad la de Fernando, que envuelto en<br />

la nube del incienso que le prodigaban sus pérfidos cortesanos,<br />

no comprendía lo que tan claro veían hasta los<br />

mas rudos campesinos, y ¡ singular arrojo y sublime<br />

inspiracion la de aquel jóven labrador, que desde aquel<br />

instante se creyó obligado á declararse en guerra abierta<br />

contra el ejército francés ! El único medio de hacerla<br />

que tuvo por de pronto fué detener sus correos y<br />

quitarles la correspondencia, que fué conservando cuidadosamente<br />

, esperando el dia del alzamiento nacional.<br />

Entonces su partida llegó á contar doce hombres<br />

montados , con los que hizo á los franceses sorpresas<br />

tan estraordinarias, que si no traspasan los límites de<br />

lo posible, están muy cerca de tocar en los de la fábula.<br />

Y la fama las iba todavía aumentando en proporcion<br />

de la distancia que recorria, de modo que el candor y<br />

la credulidad del patriotismo en el principio del presente<br />

siglo nos hace comprender cómo en los pasados,.<br />

en que se combatía contra los moros , pudo la piedad


321<br />

inventar y la tradicion conservarnos aquellas famosas<br />

batallas en que morian algunos centenares de miles de<br />

infieles y solo media docena de cristianos.<br />

Realzaba la importancia del Empecinado el noble<br />

uso que hacia de sus victorias y sus sorpresas , y el<br />

buen trato que daba á los prisioneros. Tuvo entre estos,<br />

muy al principio de la guerra, al general Francoski,<br />

ayudante de campo de José Napoleon, y el que recuerde<br />

ó pueda comprender la justa indignacion con<br />

que el pueblo español miraba todo lo que tenia relacion<br />

con la persona del pretendido rey, se habrá de maravillar<br />

de que el Empecinado pudiera salvarle la vida y<br />

le tratara con tal generosidad y con tan delicadas atenciones,<br />

que hicieron cambiar por completo la idea que<br />

de nuestro ilustre guerrillero se tenia en el ejército<br />

francés, y bastaron para que pusieran en libertad á su<br />

infeliz madre, á la que tenian presa en Aranda.<br />

A los sentimientos humanos y la blandura de su carácter,<br />

que tan señalado contraste forma con la rudeza.<br />

de sus costumbres y la energía de su alma, reunía el<br />

Empecinado la primera virtud, y con razon la mas estimada<br />

de cuantos consagran su vida al servicio ó la<br />

defensa de su patria: el desinterés mas completo , que<br />

llevaba hasta el punto de repartir á, sus soldados ó de<br />

entregar á los pueblos ó á la juntas populares la parte<br />

que le correspondia en el botin, que casi diariamente<br />

le proporcionaban las frecuentes y maravillosas sorpresas<br />

que hacia al enemigo. Y no solo menospreciaba la<br />

fortuna, que al fin para nada necesitaba el que conservó<br />

toda su vida los gustos y los hábitos de sobriedad de<br />

21


322<br />

un sencillo labrador, sino que jamás le tentaron la ambicion<br />

ni los medros de su carrera militar.<br />

Un año hacia que sus hazañas corrían de boca en boca<br />

por todo el ámbito de la Península y eran conocidas<br />

en toda Europa, que contemplaba con asombro el levantamiento<br />

de España y las proezas de sus hijos, y no<br />

se le había ocurrido la idea, ni habia sentido la necesidad<br />

de tener ningun empleo, ni de usar ninguna insignia<br />

militar, cuando la Junta central le envió el despacho<br />

de capitan de caballería. Notable y en nuestros<br />

días incomprensible parsimonia en recompensar servicios<br />

semejantes.<br />

Y del mismo modo, y con la misma modesta indiferencia,<br />

recibió sucesivamente todas las graduaciones,<br />

inclusa la de mariscal de campo, mucho despues de<br />

habérselas adjudicado la opinion pública y de haberlas<br />

conquistado, no solo con su valor y el de sus tropas,<br />

cuyo número iba de dia en dia creciendo al compás de<br />

sus victorias , sino con aquel instinto del arte de la<br />

guerra, con aquel genio militar que la <strong>historia</strong> de nuestra<br />

patria acredita cuán lejos ha estado de haber sido<br />

por lo comun privilegio de los que seguían tan honrosa<br />

profesion.<br />

Verdad es que el Empecinado, cuando apenas contaba<br />

diez y siete años, sentó plaza de soldado por el<br />

tiempo que durase la guerra contra la república francesa;<br />

pero poco ó nada pudo aprender en aquella corta<br />

campaña, si se esceptúa aquel espíritu de disciplina que<br />

procuró desde luego introducir cuando era mas difícil, y<br />

por lo mismo mas importante, en sus huestes allegadizas.


323<br />

A tal conjunto de circunstancias, y á su prudencia<br />

y aun lentitud en las resoluciones, y á su firmeza y actividad<br />

para llevarlas adelante se debieron tantas y tan<br />

zloriosas acciones, que no pueden aquí mencionarse y<br />

qüe acaso no han sido todavía bastante conocidas y<br />

-apreciadas.<br />

La <strong>historia</strong> de los guerrilleros españoles será la verdadera<br />

<strong>historia</strong> de la guerra, y es lástima que no se reunan<br />

los datos para que algun dia se escriba. Los catalanes,<br />

que en esto como en todo están dando pruebas<br />

de su ilustracion y de su patriotismo, se han anticipado<br />

á otras provincias, y han reunido en su Magnífico<br />

archivo de Barcelona una inmensa coleccion de documentos<br />

que perpetuará los nombres de sus jefes mas<br />

populares y sus mas insignes proezas.<br />

Pero la <strong>historia</strong> de esta guerra será al mismo tiempo<br />

la <strong>historia</strong> del principio de nuestra regeneracion <strong>política</strong>,<br />

y demostrará cómo se confundian en un solo sentimiento<br />

el del amor á la patria y el de la libertad. Los<br />

realistas, ó los que porque así conviene á sus miras aparentan<br />

serlo, rebajan , acaso sin quererlo , la dignidad<br />

del pueblo español , suponiendo que el Único objeto de<br />

sus heróicos esfuerzos era restablecer en el trono á Fernando,<br />

á quien solo pudieron llamar el Deseado antes<br />

que de hecho empezara á reinar. El pueblo español estuvo<br />

ya mucho mas adelantado, y si al principio del siglo<br />

xviii llamó « guerra de sucesion » á la que siguió á.<br />

la venida de un príncipe francés, como quien considera<br />

la cuestion circunscrita á intereses personales y dinásticos,<br />

ahora la llamó, y con este nombre será eter-


321<br />

namente conocida, « guerra de la Independencia.w •<br />

Si Napoleon hubiese consentido en que Fernando se<br />

casara con una princesa de su familia, como tantas veces<br />

lo solicitó, á buen seguro que no hubiera vuelto á<br />

sentarse en el trono de sus mayores. La verdad es, que<br />

habiendo sido el rey víctima de la ceguedad y de la<br />

perfidia de sus cortesanos , y habiendo sido engañado<br />

por Napoleon que le tenia cautivo, se agregaba, á la<br />

popularidad que le diera su oposicion á los planes de<br />

María Luisa y de Godoy, el interés que no puede menos<br />

de escitar en un pueblo tan noble y generoso como el<br />

español un príncipe desgraciado y perseguido.<br />

Pero al recordar el origen de tal desgracia, los escándalos<br />

de una corte corrompida , los abusos del poder<br />

y la traicion del valido , que entregó nuestras plazas<br />

fuertes á las tropas francesas , todos deseaban que<br />

se pusiera remedio á tantos males y se hiciera imposible<br />

su repeticion.<br />

Los hombres ilustrados lo intentaron pareciéndoles<br />

propicia la ocasion, y el pueblo lo quería como por instinto<br />

y por su propia dignidad, que tan vilipendiada se<br />

habia visto en el anterior reinado. Y la prueba mejor<br />

de que este era el espíritu de la nacion, está en la conducta<br />

que observaron y hasta en el fin que han tenido<br />

sus verdaderos jefes, sus ilustres guerrilleros. Prescindiendo<br />

de los pocos, y por cierto no los mas conspicuos,<br />

que perteneciendo á las clases privilegiadas , no<br />

podian ser partidarios de las reformas que contrariaban<br />

sus intereses ó sus preocupaciones , quiénes po-<br />

(Earl personificar al pueblo español como sus hijos pre-


325<br />

dilectos, aquellos que llevaban su bandera, capita-<br />

Aleaban sus huestes , y hallaban en todas partes quien<br />

los sirviese y les ayudase con sus bienes y sus per-<br />

- lonas ? Quién representará el espíritu popular de<br />

aquel tiempo como Mina, el Empecinado, Porlier, Chapalangarra,<br />

Tabuenca, Chaleco y tantos otros denodados<br />

guerrilleros, que no solo se declararon desde luego<br />

en favor de la causa liberal, sino que, esceptuando al<br />

primero, que <strong>sobre</strong>vivió á su persecucion y Ó. sus largas<br />

emigraciones, perdieron por ello la vida que las balas<br />

enemigas habían perdonado? El Empecinado dió además<br />

, al promulgarse la Constitucion de 1812, una<br />

prueba de su claro entendimiento y de la nobleza de su<br />

carácter.<br />

Se hallaba á la sazon en la provincia de Cuenca , al<br />

frente de una numerosa y muy disciplinada division, y<br />

poniéndose al frente de ella, dijo á todos, que si habia<br />

alguno que no estuviese conforme con el nuevo régimen,<br />

podia dejar las armas sin ningun temor, y que los<br />

que quedasen habian de defender desde aquel día las<br />

instituciones liberales de la patria como habían defendido<br />

su independencia. El pueblo español idolatraba á<br />

sus jefes populares, y dispuesto como estaba á seguir<br />

todas sus tendencias, no podia, sin embargo, despojarse<br />

en un dia de sus hábitos de sumision á los que sostenian<br />

la causa de la reaccion y del absolutismo. Bastante<br />

habria adelantado en poco tiempo, si aceptando<br />

el rey el régimen constitu@ional hubiera correspondido<br />

á los sacrificios que habia hecho la nacion. Pero al volver<br />

á España, prefirió echarse en brazos del partido


326,<br />

clerical, aparentando creer que el glorioso término de<br />

la guerra de la Independencia mas se debia á las oraciones<br />

de los curas y los frailes, que al valor, á los esfuerzos<br />

y á los heróicos sacrificios de la nacion española<br />

y á las proezas sin cuento de los jefes de las tropas<br />

populares. Fueron estas disueltas, y sus mas distinguidos<br />

generales, como Mina y Porlier, , formaron los<br />

mas nobles, pero temerarios proyectos, de destruir violentamente<br />

aquel régimen vergonzoso que el despotismo<br />

y la hipocresía impusieron al pueblo español.<br />

El Empecinado, menos confiado en el éxito de semejantes<br />

empresas en los momentos en que era aclamado<br />

en todas partes con frenética alegría el nombre de Fernando,<br />

y creyéndolo capaz todavía de realizar las esperanzas<br />

que su reinado había hecho concebir á los españoles,<br />

se dejó llevar de su noble corazon y del entrañable<br />

cariño que tenia al rey, y le entregó una esposicion<br />

que hace mas honor á sus nobles deseos y acendrado,<br />

patriotismo, que á su sagacidad <strong>política</strong>.<br />

Todavía se conserva este papel, cuya sencillez en el<br />

estilo corresponde á la escesiva buena fé y al admirable<br />

candor . del nuevo Cid de Castilla. Empieza quejándose<br />

al rey de verle rodeado de grandes y altos funcionarios,<br />

que habian estado en parajes seguros todo el tiempo de<br />

la guerra, sin tomar en ella parte alguna; se lamenta.<br />

de la persecucion que sufrían los sabios de la nacion,<br />

que cuando esta se vió abandonada, procuraron constituirla<br />

del mejor modo posible; condena las prisiones<br />

arbitrarias que en todas las provincias se hacian, y concluye<br />

por aconsejar, no como quiera una amnistia r sino,.


327<br />

que convocando desde el trono las Cortes, baje de él<br />

por un momento el buen rey y reciba en sus brazos á.<br />

todos los españoles, sin distincion ninguna de colores<br />

políticos, porque á todos les debe mucho. La deuda que<br />

con el Empecinado tenia, la pagó inmediatamente<br />

S. M., desterrándole de la corte y confinándole á Valladolid.<br />

Cuanto mayor debe ser la gratitud, mas fácilmente<br />

degenera en el opuesto sentimiento: pro gratia<br />

odium reditur , como dice Tácito.<br />

Así fueron mas particularmente odiados por Fernando<br />

VII los que mas y mejor le habian servido en la<br />

guerra de la Independencia. Tan amargo desengaño no<br />

fué, sin embargo, poderoso á desalojar del noble corazon<br />

del Empecinado el cariño que siempre le habia te-.<br />

nido, y despues de haber pasado cinco años en el campo<br />

entregado con grande ardor, con suma inteligencia<br />

y no corto provecho, á las faenas agrícolas, se le vió,<br />

como queda dicho, cuando el rey juró la Constitucion,<br />

defender su buena fé y su sinceridad. Para desengañarse<br />

necesitaba el Empecinado una prueba directa y evidente.<br />

Se habia sublevado en Castilla el cura Merino, y<br />

á pesar de los grandes elementos con que contaba, no<br />

tardó el Empecinado en derrotarle y obligarle á que se<br />

escondiera en la Sierra. Por todas partes eran batidos.<br />

los facciosos realistas, ó feotas, como entonces los llamaban<br />

por la hipocresía con que querían cubrir con<br />

el manto de la fé sus aspiraciones <strong>política</strong>s, y el rey,<br />

viendo desaparecer las esperanzas de recobrar pronta<br />

el poder absoluto, al que por sus tendencias heredadas<br />

y naturales propendia, se decidió á tentar la virtud de


328<br />

algunos jefes constitucionales. La <strong>historia</strong> de aquel<br />

tiempo, como la de todas las épocas y naciones, nos<br />

enseña y seguirá enseñando, con mas ó menos provecho,<br />

á las generaciones futuras, que cuando un rey se<br />

decide á conspirar contra los intereses y los derechos<br />

del pueblo, siempre halla algun cómplice entre los que<br />

han sostenido la causa popular.<br />

Pero el Empecinado, á quien quiso seducir por medio<br />

de una persona de la confianza de éste, ofreciéndole,<br />

por de pronto, un millon de reales y un título de conde,<br />

le hizo ver, que si hasta entonces habia pecado de<br />

crédulo y de confiado, no era tan villano que se vendiera<br />

por dinero, ni tan necio que creyera que todos<br />

los títulos aristocráticos que pudiera dar el rey valieran<br />

en junto tanto como el glorioso apodo que él llevaba,<br />

y despidió al mensajero con aquellas palabras que<br />

corren impresas, y de cuya exactitud responden personas<br />

muy veraces que viven todavía y las oyeron de<br />

su boca: «Diga Vd. al rey, que si no quería la Cons-<br />

»titucion, que no la hubiera jurado; que el Empecina-<br />

) )do la juró, y jamás cometerá la infamia de faltar á<br />

ffisus juramentos.» Desde entonces hubo de jurarle el<br />

rey el odio mortal que inspira la virtud al que no puede<br />

vencerla. Triste condicion de la humanidad ! El vicio,<br />

la crueldad, el crimen no llegan nunca á ser tan aborrecidos<br />

por nadie, como lo son por los poderosos de la<br />

tierra los hombres íntegros y virtuosos, que resistiendo<br />

á las seduciones y no cediendo á sus planes, siguen<br />

impávidos su camino, sin cuidarse de las consecuencias.<br />

Las que para el Empecinado tuvo su entereza y su.


329<br />

lealtad, fueron terribles. Ni fué diputado, ni tomó parte<br />

activa en los graves y varios acontecimientos que ocurrieron<br />

desde 1820 á 1823, ni hizo ni dijo nada que<br />

fundadamente pudiera ofender, ni aun disgustar al rey.<br />

Sirvió lealmente á su gobierno, que le empleó de<br />

continuo en la persecucion de los facciosos, y al concluir<br />

el régimen constitucional, y hallándose con fuerzas<br />

suficientes, no para restablecerlo, pero al menos<br />

para haber prolongado la campaña, capituló en Extremadura,<br />

como lo hicieron todos los que componian<br />

aquel ejército, con la condicion de que no habian de<br />

ser perseguidos por sus opiniones y hechos políticos.<br />

No tenia gran confianza en que la capitulacion se cumpliera<br />

fielmente, y se dirigió al inmediato reino de Portugal;<br />

pero los consejos de algunos amigos, la seguridad<br />

que se le dió de que no seria molestado, y la escolta<br />

que se le concedió para volver á su país, y que á su<br />

valor le parecia sobrada para hacerse respetar de toda<br />

clase de enemigos en el camino, le hicieron tomar el<br />

de Castilla. Pronto conoció que no podría vivir tranquilo<br />

en su casa, y solo pensó en llegar á ella para arreglar<br />

sus intereses y despedirse de su familia. Para el<br />

que ha servido heróicamente á, su patria, para el que<br />

nunca ha salido de ella, es la emigracion cosa terrible;<br />

pero era su única esperanza. Con tan tristes ideas, sin<br />

escolta ya y desarmados algunos nacionales que le<br />

acompañaban, llegó en la noche del 21 de Noviembre<br />

de 1823 al pueblo de Olmos de Peñafiel, donde fué sorprendido<br />

en la cama y arbitrariamente preso por los<br />

voluntarios realistas de Roa. El capitan de ellos (bue -


330<br />

no es que conste el nombre de este malvado, Gregorio<br />

Gonzalez), le ató á la cola de su caballo, y lo propio hicieron<br />

otros con los desgraciados nacionales que le<br />

acompañaban; y de esta manera, descalzos, y recibiendo<br />

continuamente los mas groseros insultos y golpes,<br />

sin alimento, sin agua siquiera para aplacar la sed que<br />

les causara, no solo el cansancio del camino, sino la<br />

fiebre de su noble indignacion al verse tan brutal y tan<br />

cobardemente maltratados, hicieron la jornada hasta el<br />

pueblo de Roa.<br />

Por honor de la humanidad, por amor á nuestra patria<br />

y á nuestro siglo, quisiéramos poder desmentir ó<br />

atenuar al menos alguno de tantos hechos de barbarie,<br />

de ferocidad, de inaudita crueldad de que fué objeto en<br />

aquel pueblo en su prolongado martirio el héroe desgraciado<br />

de Castilla. Pero no es posible hacerlo, antes<br />

por el contrario, hay que confesar que todos los horrores,<br />

que todas las iniquidades que ha denunciado la<br />

fama pública, y la idea que generalmente se tiene de<br />

cuanto se le hizo sufrir, están muy lejos de llegar á la_<br />

triste realidad. La imaginacion puede concebir y puede<br />

magnificar lo horrible de la situacion mas espantosa en,<br />

que puede encontrarse un hombre en un momento dado;<br />

pero no alcanza á distinguir lo que añade al tormento<br />

el momento que le sigue, y á sumar instante por<br />

instante los acerbos dolores de su alma en una agonía<br />

<strong>moral</strong> que duró cerca de dos años.<br />

Tenemos un diario escrito por uno de sus míseros<br />

compañeros de prision, que vive todavía, confirmado<br />

_por el testimonio de las personas mas veraces que pre


331<br />

senciaron los hechos que en él se citan; hemos leido, y<br />

en el silencio del archivo donde se nos permitió penetrar<br />

nos parecia que oiamos, las quejas, los lamentos<br />

angustiosos de que se hacian eco sus desconsoladas familias,<br />

para elevarlas, segun decian, al trono; y el sentimiento<br />

de indignacion, que no bastaron á templar las.<br />

lágrimas abundantes que nos arrancara el contemplar<br />

el cuadro que presentara la prision del Empecinado,<br />

vuelve á apoderarse de nuestra alma al recordarlo, y<br />

no es posible proseguir.... ¡ Ni quién podria leer en<br />

estos dias en que el aire, no siempre puro, de la libertad<br />

que respiramos y la ilustracion que á toda priesa va<br />

cundiendo y dilatándose por todas las capas de la sociedad,<br />

ha suavizado tanto nuestras costumbres, los hechos<br />

atroces, los insultos soeces , las privaciones inhumanas,<br />

el refinamiento de la crueldad, las inven.ciones<br />

inquisitoriales, repugnantes por su inmundicia y<br />

espantosas por su atrocidad, de que en alternado tormento<br />

fué víctima aquel mártir glorioso de la independencia<br />

y la libertad de la patria! Ni, ¿para qué se han<br />

de escribir tan horribles pormenores ? ¿ Hay por ventura<br />

quien no sepa, hay nadie que pueda negar, que no<br />

bastando la estrecha reja de su calabozo á satisfacer la<br />

bárbara curiosidad de los que iban á gozarse en su desgracia<br />

y á insultarle de palabra y de obra, se le sacaba<br />

con frecuencia á la plaza, y como en una jaula se le<br />

exhibia como animal ó mónstruo dañino, al que á todos.<br />

es lícito mortificar? Pues si alguien lo pusiera en duda,<br />

en el mismo archivo á que me he referido, hallará la.<br />

prueba.


332<br />

Tales hechos son capaces de desacreditar á cualquier<br />

gobierno, hasta un gobierno como el de Fernando<br />

VII, por lo que este trató, cediendo, segun se cree,<br />

á las vivas gestiones del embajador de Inglaterra, de<br />

que se trasladase al Empecinado á Valladolid. Se espidió<br />

la real órden, se comunicó al capitan general y a la<br />

chancillería, se obedeció por esta, se dió comision al<br />

que habia de ejecutarla, llegó á Roa con tropa mas que<br />

suficiente para hacerla cumplir y respetar, y.... no se<br />

cumplió sin embargo. Díjose entonces, y así tenia que<br />

ser necesariamente, que el corregidor tenia órden secreta<br />

del rey para no cumplir lo que le comunicaba por<br />

conducto de Calomarde. La triste nombradía de este famoso<br />

ministro, puede autorizar la sospecha de que<br />

fuese el autor, ó al menos, el instrumento de tan indigno<br />

juego; pero la verdad y la justicia exigen que se<br />

declare que, examinando minuciosamente el espediente,<br />

hay que absolver de uno y otro cargo al ministro.<br />

El rey hubo de quedar muy satisfecho del alcalde mayor<br />

de Roa, cuando poco tiempo despues lo elevó desde<br />

aquel modesto puesto al corregimiento de Segovia,<br />

que era entonces de los mas pingües y codiciados en<br />

España. Tales cosas solo se ven y no se pueden estra-<br />

Liar en un gobierno absoluto. Lo que es estrario , y hasta<br />

parece incomprensible, es cómo pudo estraviarse y<br />

degenerar en feroz aquella en general humilde y honrada<br />

gente de Castilla, que, acostumbrada á cantar las<br />

proezas del Empecinado y teniendo á honra muy señalada<br />

el que hubiese nacido en su suelo, mostró luego<br />

tan desapiadada satisfaccion en su desgracia. ¿Serás


333<br />

que la envidia, que se ha visto condenada á reconocerla<br />

superioridad del que se eleva <strong>sobre</strong> sus iguales, esté<br />

espiando el momento en que la fortuna le vuelva la espalda<br />

para clavarle cobarde su puñal? Almas hay tan<br />

desgraciadas, que son capaces de tan viles sentimientos.<br />

Pero la envidia no es comunicativa, no se presenta<br />

de frente, no es popular. Lo que puede serlo, lo que<br />

es contagioso, lo que se propaga instantáneamente, es<br />

el terror. Hay en el corazon humano no sé qué secreto<br />

impulso que nos inclina al mal, y que halla su deleite<br />

en hacerlo y aun en contemplarlo. La crueldad gratuita<br />

con que los niños martirizan á los mas inocentes y<br />

bellos animales de la creacion, nos presenta en gérmen<br />

este instinto, y su desarrollo seria espantoso, si no vinieran<br />

á contenerlo de consuno la educacion, la <strong>moral</strong>,<br />

la religion, las costumbres, las leyes y el respeto á las<br />

autoridades que las representan ó están encargadas de<br />

su cumplimiento y de la pro teccion debida á los ciudadanos.<br />

Pero cuando estas autoridades y los ministros<br />

de la religion, lejos de mantener el órden y predicar la<br />

paz, capitanean las turbas populares y declaran meritorio<br />

el asesinato de los liberales hasta la cuarta generacion;<br />

cuando provocan á los pobres contra los ricos,<br />

á los ignorantes contra los ilustrados, á quienes califican<br />

de hereges ó de judíos; cuando encienden el fana-<br />

tismo religioso, ¿ no ha de responder el<br />

1_. ); énio del mal<br />

á tantas provocaciones Los que presenciaron la espantosa<br />

reaccion producida en España por la entrada del<br />

ejército francés, no solo comprenden los escesos y horrores<br />

que la acompañaron, sino que estrañan que no


334<br />

pasaran mas adelante, segun eran de bárbaras y sanguinarias<br />

las predicaciones de tanto fraile fanático y<br />

algunos clérigos ignorantes y ferozmente realistas.<br />

Bien se conoce que no alcanzaron aquella época algunos<br />

que en nuestros dias quieren tambien jugar con<br />

la religion y hacerla instrumento de sus miras <strong>política</strong>s.<br />

Merecian, si de ellos solo se tratara, que se vieran<br />

en algun punto cumplidos sus deseos. Ya verian si,<br />

exaltado el fanatismo popular, les hacia gracia porque<br />

se hubieran separado en tal ó cual época de la escuela<br />

liberal. Sus nombres , su antigua posicion, el haber<br />

servido, aunque á disgusto, en la Milicia, serian motivos<br />

bastantes de persecucion; y aunque estos no existieran,<br />

inventaria otros el capricho de los mas bárbaros<br />

y mas audaces de las turbas realistas. ¿Llevan bigote?<br />

pues es señal de que han sido nacionales; ¿llevan<br />

la barba larga? pues son sansimonianos judíos. ¡Cuántos<br />

con menos motivo fueron asesinados ó arrastrados<br />

en 1823! Pero sin recordar de aquella tristísima época<br />

mas que lo que tiene relacion con los sucesos de Roa,<br />

conviene tener presentes dos circunstancias muy especiales,<br />

sin las cuales sería imposible comprender la situacion<br />

de aquel pueblo y el inaudito y prolongado<br />

martirio del Empecinado. Era por desgracia de este,<br />

corregidor de aquella villa D. Domingo Fuentenebro, á<br />

quien él tuvo que prender durante la guerra de la Independencia,<br />

en virtud de orden superior y por un delito<br />

comun, el mas deshonroso, sin duda, de cuantos<br />

se pueden cometer ; y reuniéndose en aquella indigna<br />

autoridad el vil sentimiento de la venganza con el in-


335<br />

terés de borrar la fea nota que llevaba á fuerza de servicios<br />

estraordinarios en favor de la reaccion, se cebaba<br />

con doble crueldad en su víctima por el recuerdo<br />

de la culpa y por la esperanza del perdon. Y era el estado<br />

de aquel pueblo tan singular y lamentable, que<br />

solo allí podia haber encontrado cómplices dignos aquel<br />

verdugo.<br />

Casi todos los propietarios y personas acomodadas<br />

eran liberales, y todos estaban presos y sufriendo los<br />

mas duros tratamientos. Habian armado á los jornaleros,<br />

que alternaban de dia y de noche en la guarda de<br />

los presos, á quienes insultaban y escarnecían de la manera<br />

mas brutal , y pasaban despues á sus casas á cobrar<br />

el jornal, como si hubieran trabajado en las tierras<br />

de su propiedad, que todo aquel tiempo permanecieron<br />

incultas y completamente abandonadas. Si estos<br />

hechos tan públicos en aquel país no estuvieran comprobados<br />

por documentos fehacientes , costaría trabajo<br />

creerlos. Así, viviendo á costa de los ricos, habia siempre<br />

una plebe ociosa, ebria y feroz, destinada principalmente<br />

á martirizar incesantemente al infeliz Empecinado,<br />

sin permitirle siquiera una hora de descanso .<br />

Creyeron, sin duda, acabar de este modo con su vida,<br />

y solo su alma grande y su estraordinaria robustez pudieron<br />

prolongarla tanto tiempo. IIabian trascurrido<br />

así diez meses, cuando por primera vez se pensó en<br />

formarle una causa cualquiera para condenarle á muerte.<br />

¡Cuánto mejor habria sido que Fernando VII hubiera<br />

imitado desde el principio á su digno antecesor el<br />

Sr. D. Felipe y que hubiera mandado como esto


336<br />

respecto del justicia de Aragon, «prenderle y cortarle<br />

»la cabeza, de modo que supiera á un tiempo mismo<br />

»su prision y su muerte!» ¡Se habria ahorrado á la humanidad<br />

tanto ultraje y á la justicia tanta prostitucionl<br />

Pero el rey quería que la toga cubriese su venganza,<br />

y la toga se prestó á tal bajeza. La única dificultad que<br />

hubo, sin duda, de encontrar el juez, fué la de inventar<br />

un delito <strong>sobre</strong> que fundar el proceso. Como todos<br />

los que se formaron en aquella época por motivos políticos<br />

se quemaron al principio de este reinado , con<br />

el pretesto de hacer desaparecer cuanto pudiera recordar<br />

las disensiones civiles, no es posible averiguar con<br />

exactitud el título que llevaria la causa del Empecinado.<br />

¿De qué se le acusaba, qué delito se le imputaba?<br />

Por fortuna, aunque la causa ha desaparecido, quedan<br />

en el archivo antes indicado testimonios solemnes de<br />

todos los procedimientos principales, y de ellos resulta<br />

que le acusaron por haber obedecido al gobierno constitucional,<br />

y por no haber sido faccioso ni haberse<br />

unido á Tos franceses.<br />

Cuatro dias antes de tomarle declaracion <strong>sobre</strong> semejantes<br />

cargos, le privaron completamente de todo<br />

alimento y toda bebida, y fueron inútiles cuantas gestiones<br />

se hicieron para que le permitieran aplacar la<br />

sed que no podia soportar y que casi le enfurecia. Pedia<br />

el infeliz con gritos desgarradores que lo fusilaran<br />

sino le habian de dar agua, cuando los liberales presos<br />

en un calabozo debajo del suyo idearon y consiguieron<br />

hacer un pequeño agujero, por el que pasaba una cuerda<br />

que humedecían continuamente , y él chupaba coa


337<br />

ánsia. En este estado , sin haber comido nada en tantos<br />

Bias, y despues de tan horribles padecimientos, ve<br />

por la vez primera al juez que se presenta á interrogarle.<br />

Creyó este , sin duda, que la debilidad física y el<br />

abatimiento que era consiguiente no le permitiriaa.<br />

contestar con entereza y dignidad, y acaso se lisonjearia<br />

con la idea de arrancar de él alguna retractacion.<br />

¡Pero qué noble y qué digno fué su comportamiento en<br />

aquel duro trance! Breves eran sus respuestas, ó porque<br />

no pudiese hablar mas, ó porque no quisieron escribir<br />

todas las que dijo ; pero no hay una siquiera que no revele<br />

aquella satisfaccion interior y aquella calma sublime,<br />

que solo la inocencia y la virtud pueden inspirar..<br />

Lo que es mas digno de notarse , y apenas se concibe<br />

en su situacion y sus circunstancias, es cómo pudo refrenar<br />

su cólera al oir los cargos que se le hacian, y á<br />

los que solo contestó lo que su dignidad exigia. Sirvan<br />

de ejemplo los siguientes, copiados testualmente y sin<br />

alterar la ortografía, del citado testimonio:<br />

Si hubo noticia que en los Congresos de Leibach y<br />

Verona acordaron ó resolvieron los soberanos de Europa<br />

tomar parte en la pacificacion de España conmovidos<br />

sus imperiales y reales ánimos de los desastres<br />

ocurridos en la rebelion y mas principalmente por el<br />

infame y violento despojo que hicieron á S. JI. (le S1<br />

soberanía sujetándole al capricho de los revoltosos<br />

y privándole hasta, de la mas pequeña libertad, á cuyo<br />

efecto y que dejasen al rey así en disposicion de<br />

adoptar por sí mismo la clase de gobierno que creyese<br />

mas conveniente, pasaron barias notas á las Cortes<br />

22


338<br />

por medio de sus respectivos Embajadores amenazando<br />

que de no condescender embiarian Ejércitos á ponerlo<br />

en ejecucion, las cuales como las contestaciones hicie-ron<br />

notorias los papeles públicos de aquella Epoca.<br />

Dixo que como tiene declarado en la anterior nada<br />

sabe de lo contenido en esta pregunta.<br />

Si le consta que á consecuencia de no haber condes-<br />

'vendido las Córtes con la propuesta de los Soberanos,<br />

resolvieron que entrase el Ejército Francés á poner<br />

en práctica aquella Soberana determinacion y poner<br />

en libertad á S. M. Dixo que tampoco lo supo.<br />

Cuando tubo noticia de la entrada de dicho Ejército<br />

Francés, y si aun despees de ella continuó siendo<br />

del mismo partido y prosiguio obrando en su favor y<br />

sosteniéndole. Dixo que estando en Valladoliz supo la<br />

entrada del Ejército Francés cuando este llegó á 'Jurfios<br />

y continuó sin embargo del mismo partido y<br />

obrando en su favor.=<br />

El Empecinado, el héroe de la Independencia acusado<br />

de no someterse á lo que decidan los monarcas estranjeros<br />

<strong>sobre</strong> la suerte de España , acusado de no<br />

abandonar las armas á la vista del ejército francés, enciende<br />

la sangre al pensarlo , y no se puede admirar<br />

bastante cómo tuvo tranquilidad de espíritu para oir tales<br />

insultos y contestar con tan sublime sencillez. Su<br />

dignidad y su amor á la patria le inspiraron sin duda<br />

la idea de afectar completa ignorancia <strong>sobre</strong> los hechos<br />

de la Santa Alianza, y de confesar los suyos propios,<br />

sin añadir ni una sola palabra para estusar lo<br />

que el juez consideraba un crimen digno de la última


339<br />

pena. Este valor es muy raro aun entre los mas.valien<br />

tés y temerarios en los lances de la guerra y en los peligros<br />

personales , y el Empecinado lo llevó hasta tal<br />

punto, que prohibió á todos los que por él se interesa:ban<br />

que hiciesen ninguna gestion en su favor. Pero vivia<br />

su infeliz madre, y era imposible que se resignara<br />

á ver morir á su hijo en la horca. Parte el corazon el<br />

leer las súplicas y los ruegos que al rey dirige para que<br />

salve la vida del que salvó su trono; y dá grima ver,<br />

que llegaba el terror de aquella época hasta el puntó de<br />

que nadie se atrevia á redactar semejantes esposicidnes<br />

sino con timidez, y con salvedades y rodeos indignos<br />

del que reclama con tanta justicia y tanta razon.<br />

Quién pedia el cumplimiento de la capitulacion , quién<br />

el de un decreto de 31 de Octubre de 1823 que la daba<br />

nueva fuerza, quién que se le aplicase el indulto de<br />

I.° de Mayo de 1824 ; pero ninguno se atrevia á repetir<br />

lo que aquella infeliz anciana quería decir al rey :<br />

«Oid , señor , á una madre desgraciada. Si vos no hu-<br />

»biérais abandonado vuestro trono y vuestro pueblo, el,<br />

»hijo de mis entrañas sería un honrado labrador que<br />

»me sostendria con su trabajo, y vivirla conmigo hasta<br />

»que me cerrase los ojos. Para sacaros de Francia y<br />

»volveros al trono tomó mi hijo las armas , y tales co-<br />

»sas hizo, que al poco tiempo era general. Si no lo hu-<br />

»hiera sido, si no hubiera abandonado su casa y su la-<br />

»bor para defenderos, no correria ahora ningun peli-<br />

»gro. Quitadle, señor, la faja que él se ganó, y que las<br />

.»pocas veces que se la puso se la vela yo con mas es-<br />

»trañeza que gusto; dejadle como estaba el año ocho;


340<br />

nuitadle todo lo que ganó en la guerra menos sus glo-<br />

»riosas cicatrices, que nadie le puede quitar ; pero mi-<br />

»»rad, señor, que si quitais la vida á quien tanto debeis,<br />

»mas daño habeis de hacer á vuestro trono y á vos<br />

»mismo, que el que hareis á esta pobre mujer ; porque<br />

»yo moriré en seguida que mi hijo, y vos llevareis eter-<br />

»namente en la frente la mancha de su sangre , y esa<br />

»mancha acompañará vuestra memoria, que será mal-<br />

»decida por todas las madres.» No era posible .que oyera<br />

el rey este lenguaje ; pero en el fondo de su conciencia<br />

sonaban las palabras que el despecho arrancaba<br />

á, una madre afligida, y las leian sus ojos á través<br />

de ciertas ideas indicadas, y de reticencias muy significativas<br />

que se hacian en algunas esposiciones muy<br />

dignas (1), cuyo principal objeto era que se quitase el<br />

conocimiento de la causa á un juez que era enemigo declarado<br />

y rencoroso del procesado. El efecto que en su<br />

real ánimo produjeron estas esposiciones, se puede inferir<br />

del decreto que dirigió á Calomarde nombrando al<br />

juez corregidor de Segovia, y mandándole que continuase<br />

la causa, y abreviase los trámites; esto es, que<br />

(1) Una de las mas dignas que he leido , siendo al mismo<br />

tiempo muy respetuosa , la redactó un distinguido abogado de<br />

Segovia, D. Rafael Montejo, á quien con este motivo se procesó,<br />

llegando el furor de aquel tiempo hasta prender á un hermano<br />

del Empecinado que se encargó de presentarla, y hasta al escribiente<br />

que la puso en limpio. Tengo á la vista la causa original<br />

que se formó y que no sé cómo pudieron salvar de la quema<br />

general los hijos de aquel apreciable letrado mis amigos DOn<br />

Francisco y D. Telesforo Montejo.


Sil<br />

:horcase al Empecinado á toda prisa. Y así lo hizo el<br />

que de antemano habia recibido el premio del asesinato<br />

jurídico, y así lo aprobaron los alcaldes de Casa y Corte,<br />

si bien dos de ellos , los Sres. Arismendi 'y Herrero-<br />

Prieto , aunque eran furibundos realistas , procuraron<br />

no manchar sus togas con tal iniquidad.<br />

Llegó el dia terrible , y quedaron asombrados los<br />

enemigos y carceleros del Empecinado, al presenciar<br />

la serenidad de ánimo y la dignidad con que oyó la notificacion<br />

de la sentencia, conservando en la capilla su<br />

genio apacible, hablando familiarmente con todos aun<br />

con los que peor le habian tratado , y recordando con<br />

la mayor sencillez y sin ningun espíritu de arrogancia.<br />

aquellos hechos de armas de la guerra de la Independencia,<br />

cuya fecha coincidia con la de su muerte. Se<br />

preparó para ella como cristiano, confesándose en la<br />

capilla y reconciliándose de nuevo al salir de ella, en<br />

cuyo acto manifestó y encargó al confesor algo que<br />

habia omitido en el testamento que habia dictado con<br />

la mayor tranquilidad. Sin inmutarse, y en el tono natural<br />

de su voz, como si quisiera enseñar á sus compañeros<br />

cómo muere un hombre inocente y un digno ciudadano,<br />

se despidió de los que en la carcel quedaban,<br />

y llegó al pié del patíbulo con semblante tan sereno y<br />

con tales señales de cristiana contricion , que nadie hubiera<br />

podido adivinar lo que en aquel instante iba á<br />

hacer.<br />

Lucía el comandante de realistas la espada del Empecinado,<br />

y fuese la indignacion que en él produjo el<br />

verla en tales manos, ó resolucion que tuviera formada


312<br />

de vender cara su vida, ello es que de repente, y con<br />

una fuerza atlética, de que habia dado insignes pruebasen<br />

su juventud, pero que asombra en aquel trance despues<br />

de tan largos y crueles padecimientos, rompió las<br />

esposas de hierro con que iba maniatado, y apeándose<br />

de su ruin cabalgadura, quiso apoderarse de su arma.<br />

Al verle en pié la inmensa muchedumbre que había<br />

ido á complacerse en presenciar su muerte , huyó des<br />

pavorida, y en gritos de terror anunciaba por las desiertas<br />

calles del pueblo la noticia de que se habia escapado.<br />

¿Y quién sabe lo que habria sucedido , si no<br />

hubiera caido á los pocos pasos, habiéndose pisado, segun<br />

se cree, la túnica funesta de los ajusticiados? Cayeron<br />

entonces <strong>sobre</strong> él los cobardes que le cercaban,.<br />

y forcejeando todavía con ellos, fué su cuerpo carga<br />

pesada para tanta gente , que solo pudo, atándole con<br />

una fuerte soga, levantarlo á la altura de la horca ( 1 ).<br />

Así murió aquel héroe de la guerra de la Independencia<br />

y aquel mártir glorioso de la causa de la libertad.<br />

El pueblo, que habia sido mañosamente alucinado, y<br />

(1) Como los hechos mas públicos suelen pasar á la posteridad<br />

únicamente por las tradiciones populares, y no faltan des–<br />

pues críticos que las ponen en duda y aun los combaten si no se<br />

apoyan en algun documento contemporáneo , bueno será publicar<br />

aquí el parte siguiente.<br />

Al márgen dice :<br />

CownsioN DE LA REAL CHANCILLERIA DE VALLADOLID.<br />

Sin embargo de que por el Excmo. Receptor de la Comision,<br />

se remite á V. S. el testimonio correspondiente de haberse eje-


343<br />

cuyas pasiones se habian escitado hasta el frenesí, comprendió<br />

entonces el inmenso vacío que habia quedado<br />

en Castilla y en toda España , y. aunque tarde , como<br />

suele suceder siempre á los pueblos, se arrepintió, fué<br />

mas humano con los liberales, y se avergonzó de haber<br />

sido instrumento de los que en el confesonario y en el<br />

púlpito les aconsejaban su esterminio como obra meritoria<br />

á. los ojos de Dios. Estos llevaron su venganza<br />

mas allá de la muerte, corrió lo prueba la conducta in-<br />

,calificable del confesor, que apenas se habia dado sepultura<br />

eclesiástica al cadaver ( en lo cual no hubo ninguna<br />

dificultad, siendo la intolerancia de nuestros dial<br />

en esta parte mayor aun que la de aquellos aciagos<br />

tiempos ), se apresuró á. revelar á, la autoridad la existencia<br />

de una corta cantidad de dinero que en confesion<br />

le declaró el desgraciado Empecinado, con ánimo<br />

sin duda de librarla de las garras de sus verdugos y de<br />

aliviar la miseria en que quedaba su pobre familia. Pareció<br />

tan estraña esta rev' elacion al corregidor comisio-<br />

, nado para la ejecucion de la sentencia de muerte , que<br />

cutado en este dia y hora de la una menos cuarto de su tarde<br />

la Real sentencia de muerte de horca impuesta al Empecinado,<br />

con todo he creido de mi deber el hacerlo yo tambien como<br />

lo hago por este manifestando á V. S. al mismo tiempo que<br />

hallándose ya el reo al pié de la misma horca y habiendo dado<br />

al parecer muestras de arrepentimiento, hizo un esfuerzo<br />

prodigioso y rompió las esposas de hierro que tenia en las<br />

manos y trató de salir por entre las filas de los valientes voluntarios<br />

de esta Villa y sus inmediaciones que tenian hecho<br />

el cerco.<br />

El objeto, Sr. Gobernador, que sin duda ofuscó á este per-


344<br />

no se atrevió á proceder en consecuencia de ella, si no<br />

se ratificaba por escrito en su declaracion el confesor.<br />

Pero ni esta dificultad bastó á detenerle en el mal camino<br />

que habia emprendido ; y con abultar vagamente<br />

la cantidad, que no llegaba á 14,000 rs. , y suponiendo<br />

que su dueño no habia podido adquirir nada legítimamente,<br />

sin duda porque sus servicios no eran gratos<br />

á la gente de su ropa, y que, á pesar de haberle<br />

echado la absolucion, no se habia confesado bien, pensó<br />

salir del paso. Pero este documento es tan singular<br />

en todo, y tan característico de la época, que bien merei<br />

.e ser conocido.<br />

Dice así, con su propia ortografía :<br />

Certifico vajo la fée y palabra de Sacerdote confemr<br />

del difunto que concuerda fielmente con el y con<br />

otras aclaraciones que me hizo de palabra cuando no<br />

habia ya tiempo para escribir y ni el me lo permitio,<br />

creyendo que todos estos caudales usurpados habían de<br />

quedar ocultos como toda su mala vida abusando para<br />

tilo del Santo Sacramento que jamas tubo intencion<br />

-verso fué el de acogerse al Sagrado de la Colegial , ó lograr<br />

-en otro caso el que los mismos voluntarios le diesen la muerte<br />

y no sufrir la afrentosa de la horca; pero le salieron vanos<br />

sus intentos pues solo trataron de asegurarle, y viendo go<br />

que no quería subir por las escaleras y que se tiró en el suelo,<br />

mandé que le subieran con una soga como se verificó y sufrió<br />

¿a tan merecida muerte.<br />

Dios guarde á V. S. muchos años.—Roa y Agosto 19 á las<br />

dos de su tarde de 1825.—VICENTE GARCIA ALVAREZ.<br />

Sr. Gobernador de las Salas del Crimen de la Real Chancillería<br />

de Valladolid.


345<br />

de recibirlo, ni perfeccionar la con fesion, sino en<br />

.cuanto sirbiese de Capa y alcahuetería para asegurar<br />

lo robado, y no reconocer jamas por. Ladron ni<br />

mal hechor á los llamados serviles y como esto no lo<br />

sufra ni permita la Moral y sana Teología, por eso<br />

esta no quiere obligar á los ministros de la Penitencia<br />

el sigilo cuando la intencion de los penitentes no<br />

es de hacer Sacramento sino de hacer burla del Sacramento<br />

y un desprecio formal; por eso pues he<br />

creído ser de mi satisfaccion el oficio adjunto de<br />

V. S. como lo he hecho: Dios guarde á V. S. muchos<br />

años. Roa 25 de Agosto de 1825. Fr. Ramon de la<br />

Presentacion.—Señor Don Vicente García Alvarez<br />

Corregidor de Roa.<br />

Quédese para los gramáticos el analizar y poner en<br />

•claro los intrincados conceptos del buen fraile que así<br />

manejaba la pluma, y el admirar lo peregrino de sus frases,<br />

<strong>sobre</strong> todo la de hacer Sacramento, y otra que no<br />

es para repetida; quédese para los teólogos el exámen<br />

de su clara doctrina <strong>sobre</strong> el sigilo sacramental; pero<br />

si hay alguna ciencia, aunque la llamen divina, que<br />

justifique ó escuse semejante proceder, es una fortuna<br />

ignorada, porque en el corazon de todos los hombres,<br />

aun los menos virtuosos, hay un sentimiento muy hidalgo<br />

que considera como sagrada la confianza que uno<br />

hace á otro en los postreros instantes de la vida; y á los<br />

que son capaces de abusar de ella, los condena como<br />

desleales, indignos y malvados.<br />

Hasta en esto fué desgraciada aquella alma tan<br />

noble, que no podia acabar de creer que llegase á


tal punto la perversidad de los enemigos que le ro-.<br />

deaban.<br />

A este rasgo de la reaccion realista clerical, de<br />

que fué víctima , podrian agregarse otros que com,-.<br />

pletarian el triste cuadro que á la sazon ofrecia España.<br />

Bastará uno para que se vea á qué degradacion la<br />

condujeron los que entonces guiaban la opinion<br />

blica.<br />

Concluida la guerra de la Independencia, restablecido<br />

el absolutismo, que no gusta que se recuerden<br />

los grandes hechos de los que se han distinguido en el<br />

servicio de su patria, ni un monumento se elevó que<br />

señalase á la posteridad el sitio en que tuvieron lugar<br />

nuestras mas gloriosas batallas. Los vencidos, allá en<br />

París, ostentaban y ostentan en su magnifico Arco de<br />

Triunfo, los nombres de las principales ciudades .y<br />

villas de España, y los vencedores no protestábamos<br />

en ninguna parte levantando ni el mas modesto<br />

monumento que recordase la heróica defensa de<br />

nuestra nacion y los laureles que ganaron sus mejores<br />

hijos.<br />

La ciudad de Alcalá fué acaso la única que erigió<br />

una pirámide á las valientes tropas (así decia la inscripcion)<br />

, mandadas por el Empecinado, que salvaron<br />

á sus moradores del saqueo y de la muerte, arro-liando<br />

y venciendo á los franceses que el 22 de Mayo<br />

de 1813, en doble número, atacaron este punto.. , Pues<br />

este monumento, único entonces en España, vino al<br />

suelo. ¿Qué pensaría, la Europa de un pueblo que así se<br />

empeñaba en borrar sus glorias nacionales, y de un rey


347<br />

que hacia asesinar jurídicamente al que las ha,bia conquistado<br />

?<br />

Grande era y universal el menosprecio en que se tenia<br />

á su gobierno, y muy triste la idea que se formaba<br />

del estado de nuestro país. La emigracion de nuestros<br />

legisladores de Cadiz, de nuestros mas ilustrados compatriotas<br />

y de generales como Mina, mostraba bien á<br />

las claras la intolerancia y la injusticia de la época; pero<br />

la muerte del Empecinado la presentó con tal carácter<br />

de ferocidad, que la Europa apartó de nosotros la<br />

vista, y los liberales resueltos á vengarla y á sacudir<br />

tan indigna tiranía, entraron en planes mas ó menos<br />

temerarios, y prepararon la opinion, que no podia menos<br />

de triunfar á la muerte del rey. Así el suplicio del<br />

Empecinado contribuyó al triunfo de la libertad, y<br />

cuando la nacion la recobró, dió muestras de su gratitud,<br />

segun lo permitieron las vicisitudes de los tiempos.<br />

En 1835 se empezó á levantar de nuevo (no diré<br />

yo cómo) , el monumento de Alcalá, que es de esperar<br />

será en breve concluido. Sus cenizas, trasladadas de<br />

Roa á Burgos, descansan dignamente no lejos de las<br />

del Cid, y su nombre se halla esculpido en el salon de<br />

las sesiones del Congreso, no solo como eterno recuerdo<br />

de las glorias nacionales y como garantía de nuestra<br />

independencia, que siempre que se vea amenazada<br />

la salvarán los hijos del pueblo, sino tambien corno<br />

triste ejemplo de la ingratitud de los príncipes y de la<br />

bárbara crueldad con que fueron tratados los liberales<br />

españoles. Sirva ademas para que los que les hemos<br />

<strong>sobre</strong>vivido y las futuras generaciones rindan el culto


3l8<br />

que se debe á, su memoria; y reciba esta mientras tanto<br />

el pequeño tributo que en estos desaliñados, pero<br />

sentidos renglones, conmovido su espíritu por el patriotismo<br />

y un profundo sentimiento de veneracion le<br />

consagra uno de sus mas humildes admiradores.


UN AHORCADO<br />

EN TIEMPO DE FERNANDO VII<br />

P011 SUS OPINIONES RELIGIOSAS.<br />

No se puede escribir la <strong>historia</strong> contemporánea sin<br />

incurrir en la nota de parcialidad, pero se puede y se<br />

debe buscar con toda diligencia los documentos, sin los<br />

cuales no podria escribirla la posteridad ni juzgar de<br />

los acontecimientos mas importantes de cada época. Un<br />

solo documento que se haga desaparecer puede dar<br />

lugar á que se falsee por completo la <strong>historia</strong>. Por<br />

ejemplo, la que hasta ahora conocemos del reinado de<br />

Fernando VII, nos presenta á este buen rey siendo objeto<br />

desde 1820 á. 1823 de los mas groseros insultos de<br />

parte de los liberales, que llegaron algunas veces á vías<br />

de hecho y pusieron en grave peligro su existencia.


359<br />

No parece posible que nadie lo ponga en duda, cuando<br />

el mismo rey lo declaró así ante las Cortes, en una<br />

postdata que puso al discurso de la Corona (desde cuyo<br />

tiempo no se entregan á los monarcas hasta el momento<br />

mismo en que los han de leer, sin duda para<br />

que no puedan imitar tan insigne ejemplo ) ; cuando<br />

este fué el principal motivo del Congreso de Verona, y<br />

cuando los soberanos del Norte, como entonces se decia,<br />

enviaron á España los cien mil nietos de San Luis<br />

para acabar con los constitucionales que en tanto riesgo<br />

ponian la preciosa vida de Fernando. Pues cuando<br />

se publiquen, que en su dia se publicarán, las órdenes<br />

que él mismo escribió de su puño y letra, y que felizmente<br />

se conservan, á un agente suyo que pasaba por<br />

liberal muy exaltado, para que en tal dia le apedreasen<br />

cuando saliera de palacio, si bien cuidando de que no<br />

lo hicieran tan al vivo como la última vez que por poco<br />

no le descalabran, y encargando que tirasen las piedras<br />

á las mulas y no al ' coche, el rey y sus compañeros<br />

de la Santa Alianza quedarán en el lugar que les<br />

corresponde, y los pueblos aprenderán qué arterías y<br />

qué medios tan indignos se emplean para despojarles de<br />

sus derechos y para hollar su independencia y su dignidad.<br />

Por eso ha sido en todos tiempos el primer cuidado<br />

de los tiranos esconder y aun destruir los documentos<br />

en que debe apoyarse la <strong>historia</strong>. Hace muchos<br />

años que buscando yo datos para formar mi opinion<br />

<strong>sobre</strong> los graves acontecimientos que precedieron y<br />

'a compañaron la pérdida de la libertad en Aragon y<br />

revolviendo los preciosos manuscritos de la libreríalla-


331'<br />

finada de Salazar, que es sin duda el mas rico tesoro<br />

que pósee la Academia de la Historia, tuve la dicha de<br />

tropezar con una real órden, que no se dió ciertamente<br />

para que se publicara, y de la cual ningun escritor<br />

de aquellos ni de los posteriores tiemits habia hecho<br />

mencion, por la que se mandaba al consejo de Aragon<br />

(1), que no se imprimiese nada que tocase á la<br />

<strong>historia</strong>, ni de sucesos dignos de ponerse en ella, y que<br />

recogiese todos los papeles de que tenga noticia que<br />

toquen á esto. Los recogieron en efecto y quedaron sin<br />

duda.muy satisfechos con haberlos recogido, no contando<br />

con que había de llegar un dia en que fuera lícito<br />

á todos enterarse de su contenido. Yo he tenido el triste<br />

placer de examinar, cerca de tres siglos despues que<br />

se formaron, cincuenta y tres causas originales, seguidas<br />

á los que mas se distinguieron en' Zaragoza en los<br />

acontecimientos á que dió ocasionó motivo la prision<br />

de Antonio Perez, y aun de publicar la diligencia del<br />

tormento dado al venerable anciano D. Diego de Heredia,<br />

que aunque no fuera mas que por la dignidad con.<br />

que lo sufrió, mereceria el lugar que ocupa en el salon<br />

del Congreso entre los mártires de la libertad de<br />

Aragon.<br />

Por eso en el principio de este reinado no se contentaron<br />

con mandar recoger las causas seguidas en el de<br />

Fernando VII, que son mucho mas monstruosas que las<br />

que el mismo Felipe II dispuso que se formasen; y con<br />

(1) Librería de Salazar, K., pá;.;. 200.


352<br />

el hábil pretesto de borrar recuerdos odiosos y de procurar<br />

la reconciliacion de todos los españoles, se dispuso<br />

que se quemaran todas públicamente, y uno de<br />

los primeros actos de servicio en que se empleó la Milicia<br />

Nacional, /ue en todas las provincias se estaba organizando<br />

apresuradamente , fué el de proteger aquellas<br />

hogueras con que se quiso purificar el reinado anterior.<br />

En ellas desaparecieron tantos y tan preciosos<br />

documentos, que por sí solos formaban su terrible proceso.<br />

Algunos, entre tantos millares, se salvarian por<br />

imprevistas é inevitables casualidades , que siempre<br />

ocurren, y otros por el favor de almas caritativas, que<br />

nunca faltan. Pues tras de unos y otros anda mi diligencia<br />

hace años, y no han sido vanas mis pesquisas y<br />

las de algunos amigos que me ayudan en tan buena.<br />

obra y que siento no me autorice su modestia para revelar<br />

sus estimables nombres. Así he podido publicar<br />

documentos tan importantes en los artículos, que sin<br />

esta circunstancia no merecerían recordarse, <strong>sobre</strong>:<br />

Torrijos y el Empecinado, y hoy tengo ademas de la<br />

satisfaccion de haber asegurado para la <strong>historia</strong> de<br />

Fernando VII una de las páginas que mejor le caracterizan,<br />

la mas pura, la mas delicada, la mas sublime<br />

que puede esperimentar el hombre, la de encomendar<br />

á la pública simpatía, al respeto y aun á la admiracion<br />

de todas las almas sensibles el nombre oscuro, generalmente<br />

desconocido, de una víctima del furor religioso<br />

y político de aquella época, dando á conocer la causa,<br />

cotejada cuidadosamente con la original seguida á<br />

1). Cayetano Ripoll, maestro de primeras letras que fué


353<br />

ahorcado en Valencia por sus opiniones religiosas el 31<br />

de Julio de 1826.<br />

Esta fecha hará recordar á todos que ya había desaparecido<br />

para entonces la Inquisicion de España , y<br />

esto exige una esplicacion. Es verdad que lo único que<br />

exigió de veras Luis XVIII de Fernando VII, ó al menos<br />

lo único que de este obtuvo, fué que no restablecería el<br />

tribunal de la Inquisicion. Los Borbones franceses estaban<br />

en el deber de librarnos de este azote que su dinastía<br />

nos conservó un siglo mas de lo que sin ella hubiera<br />

durado.<br />

Discurriendo <strong>sobre</strong> los hechos vergonzosos del último<br />

reinado de la casa de Austria y comparando el atraso<br />

en que dejó á España Carlos II con la cultura y progreso<br />

de la Francia de Luis XIV, cualquiera imaginaria<br />

que si este gran monarca lograba colocar como colocó<br />

á su nieto en el trono de España, todo lo que la nacion<br />

perderia en dignidad é independencia, lo ganaria en<br />

dulzura de costumbres y en todo lo que constituía la<br />

civilizacion francesa.<br />

Los afrancesados de aquella época parece que debian<br />

prometerse que si los Borbones triunfaban, abolirían<br />

la Inquisicion; pero entonces y siempre era y será<br />

un error confundir el deseo que en lo antiguo y en<br />

lo moderno ha tenido y tendrá la Francia de darnos sus,<br />

reyes, con el deseo que nunca ha tenido ni es fácil que<br />

tenga en mucho tiempo de que los españoles seamos,<br />

tratados como los franceses.<br />

Luis XIV encargó á su nieto que conservase la Inquisicion<br />

y que se apoyase en ella para aumentar su<br />

23


354<br />

partido y perseguir al contrario, y este lo hizo así á las<br />

mil maravillas. Como la causa del archiduque se sostenia<br />

con grande entusiasmo en las provincias de Cataluña,<br />

Aragon y Valencia , donde aun se conservaba entre<br />

cenizas el amor á su antigua constitucion y esa<br />

tendencia liberal debida á la gloriosa tradicion de sus<br />

fueros particulares que ha llegado hasta nuestros dias,<br />

la Inquisicion encontraba sus antiguos enemigos en los<br />

que lo eran de la dinastía francesa, los calificaba (le<br />

protestantes y como á tales los perseguii mientras amparaba<br />

á toda la gente milagrera y embaucadora que<br />

tenia imágenes con llagas que se abrian y se cerraban<br />

segun que eran derrotadas ó vencían las tropas del<br />

francés. Nótese de paso, qué poco ha adelantado en inventiva<br />

esta clase de gentes desde el reinado del primer<br />

Borbon hasta el presente.<br />

Concluida la guerra de sucesion, cuando ya no hacia<br />

falta el terrible instrumento que los afrancesados habian<br />

manejado á su gusto y otros po lrian emplear en<br />

daño de algunos de ellos, pensaron en romperlo, y es<br />

muy notable que el Consejo de Castilla propusiera al<br />

rey y en 1714 la abolicion de la Inquisicion. Esta es una<br />

.de tantas pruebas como nos suministra la <strong>historia</strong> de<br />

'cómo en las guerras que tienen un carácter político<br />

mas ó menos declarado, suelen penetrar entre los vencedores<br />

las ideas de los vencidos; pero Felipe V se declaró<br />

resueltamente por el Santo Oficio y menudeó tanto<br />

los autos de fé , que Llorente le cuenta nada menos de<br />

setecientos ochenta y dos, en que fueron penitenciados<br />

catorce mil setenta y seis españoles, si bien el número,


355<br />

Ade los quemados vivos en persona no pasó de mil quinientos<br />

sesenta y cuatro. ¿Qué dirian de esto los filóso-<br />

Tos, los escritores, los poetas y los grandes hombres de<br />

la ilustrada corte de Versalles, y qué dirian sus damas,<br />

'unas célebres y otras famosas, y todas por demás influyentes<br />

en las cosas de Francia y en las de España,<br />

-cuando supieran que á una señora, Doña Manuela Hurtado<br />

de Mendoza Pimentel , tan principal como estos<br />

apellidos indican, la sacaron por las calles con una soga<br />

con - dos nudos al cuello y con santa solemnidad la<br />

'dieron doscientos azotes por tarda comitente? Se cubririan<br />

el rostro de vergüenza y esclamarian ¡qué horror!<br />

Mas á juzgar por lo que continuó sucediendo, debemos<br />

creer que al repetir ¡qué horror! añadirían pe-<br />

'ro en España puede pasar. Ello es que todo el reinado<br />

de Felipe Y fué terrible para los perseguidos por la<br />

Inquisicion, que en el de Fernando VI calmaron notablemente<br />

las persecuciones , y en el de Carlos III no<br />

tanto corno debia esperarse del progreso, de las luces y<br />

de las tendencias de algunos hombres distinguidos de<br />

aquella época. ¡Ah! si la época hubiera sido otra, ¿quién<br />

sabe lo que hubiera hecho aquel gran rey, que en una<br />

moche se apodera de seis mil jesuitas, y en 1781 enciende<br />

una hoguera en Sevilla, en que fueron quemados<br />

vivos cuatro infelices por sus opiniones religiosas?<br />

Algunos estranjeros han querido suponer que<br />

no fueron estas las últimas víctimas de la Inquisicion<br />

suponiendo que hubo alguna en el reinado de<br />

Carlos IV. Yo le he defendido despues de esquisitas diligencias<br />

para asegurarme de su inocencia. Bástale la


356<br />

nota de su mansedumbre para hacerle cargar con /a de:<br />

cruel, que nunca mereció, y que pudo dejar en profecía<br />

para su primogénito y sucesor.<br />

Ello es que , fuera por temor á esta propension de<br />

Fernando VII ó por descargar á la dinastía del peso de<br />

la Inquisicion, que la sirvió de apoyo, y romper esta<br />

funesta alianza, sin la cual ni la una ni la otra hubieran<br />

podido existir, ó por no chocar tan de frente con el espíritu<br />

liberal del pueblo francés, que veía con disgusto<br />

la intervencion de 1823, es lo cierto que, al enviar<br />

Luis XVIII á España al duque de Angulema, le dijo<br />

exactamente lo contrario de lo que Luis XIV encargó á<br />

Felipe V. « No mas Inquisicion. » Este fué tambien el<br />

compromiso de Fernando.<br />

Si la palabra real es de suyo sagrada, ¿cuánto mas lo<br />

será cuando aquel á quien se da es tambien un rey, y<br />

no un rey cualquiera, sino el monarca á cuya proteccion<br />

y á cuyas tropas, que todavia estaban en España,<br />

habia debido el nuestro la libertad? No pensó, por<br />

consiguiente, en faltar á lo ofrecido; y aunque los frailes,<br />

las monjas y hasta los generales, con otros dignos<br />

vasallos, le pedian el restablecimiento del Santo Oficio,<br />

siempre se negó á ello por tener empeñada su palabra..<br />

Ahora, si los obispos pueden hacer que sin faltar á ella<br />

se establecieran ciertos tribunales de la Fé á la sordina,<br />

los que la Inquisicion habia de quemar se encargarian<br />

de ahorcarlos los tribunales ordinarios. Este fué<br />

.el pacto que, mas ó menos esplícitamente , hizo Fer-<br />

.nando VII con los benditos eclesiásticos y seglares<br />

ique fundaron una sociedad tan caritativa como lo.


357<br />

indica el título que tomó del ángel esterminador_<br />

Se distinguió entre todos ellos por su celo, y segun<br />

.entonces decian, por su caridad, el arzobispo de Valencia,<br />

que estableció en aquella ciudad el tribunal de<br />

la Fé, valiéndose al efecto de algunos antiguos inquisidores,<br />

que todavía se engalanaban con este título, y de<br />

otros eclesiásticos no menos piadosos y caritativos. Los<br />

que eran ya prácticos en el oficio, que con razon llevaba<br />

este nombre aunque se le llamara santo, restablecieron<br />

muy santamente el antiguo y tremendo espiona-<br />

_ je de la Inquisicion. Ayudábales oficiosamente una clase<br />

de penitentes tan timoratos y tan escrupulosos , que<br />

en vez de confesarse y arrepentirse de sus culpas, se<br />

complacian en denunciar, para descargo de su conciencia,<br />

los pecados del prójimo. Las mujeres propenden<br />

mas á esto, y hay motivos para creer que alguna consultó<br />

con su confesor, por supuesto bajo el sigilo de la<br />

confesion, si seria pecado lo que hacia un maestro de<br />

escuela que, en vez de exigir á sus discípulos que al<br />

entrar en ella dijesen Ave María Purísima, les enseñaba<br />

á decir Alabado sea Dios ; y que no los llevaba á<br />

misa, ni les hacia salir á la puerta cuando las campanillas<br />

anunciaban que pasaba el Viático por la calle.<br />

Estos escrúpulos mujeriles, manifestados en íntima y<br />

piadosa conversacion (que no merece llamarse confesion<br />

la revelacion de pecados agenos), fueron el origen<br />

4e la causa inquisitorial que se formó al desgraciado<br />

Ilipoll.<br />

Vivia este desempeñando su magisterio en la huerta<br />

,de Ruzaffa, taii ageno á este temor como el maestro del


358<br />

mismo pueblo, que pereció hace poco entre las ruinas:<br />

de la escuela, lo estaba del peligro que él y sus discípulos<br />

corrian. Podia recelar alguna persecucion <strong>política</strong>,<br />

porque habia pertenecido á la Milicia Nacional de<br />

Valencia; pero tenia motivos para confiar en la buena fé y,<br />

hasta en la gratitud de los labradores de aquella huerta<br />

, testigos de su celo, de su caridad y de sus virtudes<br />

ejemplares. Su asiduidad, su esmero y su dulzura en la.<br />

enseñanza eran tan estraordinarias, que desde el amanecer<br />

hasta la hora de la escuela iba recorriendo las<br />

barracas de aquella fertilísima vega para enseñar á los<br />

hijos de los labradores que ayudaban á sus padres en<br />

las labores del campo ; su generosidad tan grande, que<br />

no recibia ninguna remuneracion de los pobres; su sobriedad<br />

tan estremada, que apenas comía mas que sopas;<br />

su vestido pobre, y su caridad tal, que nada reservaba<br />

para sí, y daba absolutamente cuanto tenia._<br />

Personas de toda veracidad que le conocieron y le trataron<br />

de cerca, de quienes adquirí en uno de mis viajes á,<br />

Valencia los mas seguros informes, me refirieron algunos<br />

hechos de su vida, que demuestran hasta qué punto<br />

la consagraba al amor y al servicio de la humanidad,,<br />

siendo un ejemplo singular de abnegacion y de olvido,<br />

de sí mismo. Pero no se cuidaba su virtud de tomar el<br />

color de la época; no era realista ni fanático , ni queria<br />

parecerlo, y quizá, y este fué el origen de su desgracia<br />

y su verdadera falta, indignado de la conducta,.<br />

que seguian los fautores y complaces de aquella horrible<br />

y sanguinaria reaccion, afectaba un desvío imprudente<br />

de las prácticas religiosas , que no son menos,


359<br />

respetables porque sirvan de escudo y de pretesto á la<br />

maldad y á la intolerancia.<br />

En su juventud habia estudiado teología, y las ideas<br />

confusas que entonces adquiriera, y la imitacion de la<br />

vida de Jesus, que con gran sinceridad y exaltacion de<br />

espíritu habia practicado siempre, le hacian desdeñar<br />

toda devocion que no rayase tan alto. A estas tendencias<br />

agregaba una figura hermosa, gallarda y apacible,<br />

de las que suelen compararse con la del Salvador, con<br />

larga y tendida cabellera, que entonces se consideraba.<br />

como distintivo de masonería, y no se necesitaba mas.<br />

para que el Tribunal de la Fé, que reemplazaba entonces<br />

al de la Inquísicion , lo declarase buena presa y la<br />

escogiera como la persona mas digna de su religioso<br />

celo. El modo con que lo manifestó, los trámites que<br />

su justicia creyó suficientes , sus procedimientos y el<br />

término que tuvieron , resultan de la causa original y<br />

merecen quedar consignados en la <strong>historia</strong>. Por eso,.<br />

aunque el trabajo sea prolijo y la lectura poco agradable,<br />

vamos á dar á conocer sus principales actuaciones.<br />

Empieza la causa en el Tribunal eclesiástico , ramo<br />

de Fé, por una delacion hecha bajo juramento en descargo<br />

de la conciencia del delator, en que se dice que<br />

en el tiempo que Ripoll llevaba ejerciendo su magisterio,<br />

cerca de un año, «no se le habia advertido haber<br />

»ido á oir misa en ninguno de los dias de precepto ni<br />

»en el de Navidad : que cuando pasaba S. M. de Viá-<br />

»tico á los enfermos por delante de la escuela, no sa-<br />

»lia á la puerta á tributar el culto debido á Dios,.<br />

»sin embargo de que los muchachos lo hacian : que


360<br />

»cuando por casualidad encontraba á S. M. de Viático<br />

))tomaba otro camino diferente , y que no enseñaba á<br />

»los niños la doctrina cristiana, sí solo los Mandamien-<br />

»tos de la ley de Dios.»<br />

A consecuencia de esta delacion se procedió al exárnen<br />

de trece testigos que el tribunal declara fidedig<br />

nos, pero de cuyos nombres ni de sus declaraciones se<br />

dió jamás conocimiento al encausado, ó mejor dicho al<br />

perseguido ; y con tan legales fundamentos pidió el fiscal<br />

del tribunal la captura del reo y embargo de sus<br />

bienes, que se mandaron por auto del gobernador de<br />

la mitra D. Miguel Toranzo y Ceballos , dictado en 29<br />

de Setiembre de 1824, llevándose á efecto la primera<br />

,en 8 de Octubre siguiente.<br />

El 27 del mismo mes se tomó á Ripoll la declaracion<br />

indagatoria , que insensiblemente de pregunta en pregunta<br />

va convirtiéndose en una verdadera confesion con<br />

cargos, en que se le hicieron los que en la delacion<br />

aparecian. Con lo que de nuevo se pasó la causa al fiscal,<br />

quien fué de parecer que para evitar que con el<br />

ejemplo y mala doctrina de Ripoll se pervirtiese á los<br />

incautos y sencillos, convendria' que por un teólogo<br />

docto fuera instruido en los misterios y dogmas de<br />

nuestra santa religion. Así se hizo, y el santo varon<br />

instructor, cuyo nombre sentimos que no conste en la<br />

causa, dijo: «que sus fuerzas intelectuales (de Ripoll)<br />

»son muy débiles fuera del mayor apego y adhesion á<br />

»su propio dictamen, que su ignorancia en materia de<br />

»religion es la mayor y que va acompañada de una<br />

»gran soberbia de entendimiento. » Tras cuya luminosa


361.<br />

-y caritativa declaracion se creyó que no habia mas que<br />

pedir; y dando el sumario por completo, el fiscal pone<br />

su acusacion en forma contra Ripoll , donde, despues<br />

de varios cargos que no hay paciencia que baste á copiar,<br />

dice como resumen de todos ellos y muestra de su<br />

criterio legal : Ultimamente le acuso de que en la deelaracion<br />

que se le ha recibido con cargos ha sido nepavo,<br />

pretendiendo este reo ser tenido por inocente,<br />

y calumniosa la acusacion, siendo muy al contrario,<br />

porque TÁCITAMENTE LOS CONFIESA en las preguntas á las<br />

respuestas de inquirir que á la misma se le hacen, diciendo<br />

que lo ha oído disputar á muchos, dando á entender<br />

con ello que es del mismo parecer y se constituye<br />

contumaz y hereje formal, que abraza toda espede<br />

de heregía. ¡ Tal es la acusacion fiscal, que recomendamos<br />

á nuestros lectores como modelo de la justicia<br />

de aquel tribunal evangélico !<br />

Dado conocimiento de ella al reo, en audiencia que<br />

se convirtió en una nueva confesion con cargos, mandó<br />

el gobernador «que para mayor convencimiento de<br />

»la contumacia que Cayetano Ripoll tenía manifestada<br />

»en sus declaraciones sea mandado comparecer á, pre-<br />

»sencia de los teólogos componentes de la Junta con-<br />

»sultiva de la Fé, quienes le hagan las preguntas que<br />

»les parezcan oportunas y espongan su parecer.» Cuál<br />

fué este podemos presumirlo por el que anteriormente<br />

espuso el teólogo primeramente nombrado, cuyos piadosos<br />

esfuerzos por otra parte no fueron los mas á propósito<br />

para poner al reo en disposicion de satisfacer á<br />

sus nuevos examinadores.


362<br />

Por todo lo cual, el Tribunal de la Fé declara que,<br />

«no ha cesado de practicar las mas vivas diligencias<br />

»para persuadir á Cayetano Ripoll la contumacia de<br />

»sus errores por medio de eclesiásticos doctos y de pro-<br />

»bidad , celosos de la salvacion de su alma ; y viend•<br />

»su terquedad y contumacia en ellos , ha consultados<br />

»con la Junta de Fé y ha sido de parecer que sea relajado<br />

Cayetano Ripoll, como hereje formal y contumaz><br />

ȇ la justicia ordinaria para que sea juzgado segun las<br />

»leyes como haya lugar, cuyo parecer ha sido confir-<br />

»mado por el Excmo. é Ilmo. Sr. Arzobispo.» Así se,<br />

mandó en auto de 30 de Marzo de 1826 ; y el 3 de Junio<br />

se pasó el testimonio de la causa á la Sala del Crimen<br />

de Valencia.<br />

Como se vé, el Tribunal de la Fé no se habia dado<br />

gran prisa en la sustanciacion de la causa. Seguro<br />

del resultado, que era infalible desde el momento en<br />

que admitió la delacion, parece como que se habia gozado<br />

en prolongar los tormentos de su víctima, y tardó<br />

en las diligencias de que hemos hablado cerca de.<br />

dos años, durante los cuales Ripoll siguió preso é incomunicado<br />

en la cárcel de San Narciso. Pero la Audiencia<br />

procedió de otro modo : creyéndose dispensada<br />

de juzgar lo que el Tribunal de la Fé habia ya califica<br />

do, se convirtió en ejecutora de este tribunal , aunque<br />

él disponia que fuese juzgado segun las leyes.<br />

El 3 de Junio recibió los autos : el 5 los pasó al fiscal<br />

de S. M.: éste dió su dictámen el 8, pidiendo que<br />

se reclamase á, Solsona la fé de bautismo del procesado,<br />

y que entretanto se recibiese la correspondiente.


363<br />

informacion sumaria : el 12 se aprobó el dictamen: el,<br />

19 se pidió la fé de bautismo y se mandó por el alcalde<br />

de la Sala del Crimen, juez de provincia y del cuartel<br />

del Mar, que se recibiese la informacion sumaria,<br />

en crédito de los atentados, blasfemias y propalaciones<br />

heréticas vertidas por Ripoll, practicándose por el alguacil<br />

de guardia las mas eficaces y reservadas diligencias<br />

en averiguacion de los que se hallen sabedores:<br />

el 24, el alguacil, convertido en delator nombrado<br />

de oficio, presentó diez testigos , labradores de la.<br />

huerta, de los que solo uno sabia firmar y cuyas declaraciones<br />

se refieren todas á lo que habían oído decir<br />

de público,—¿pues no habian de oir despues de dos<br />

años que no se hablaria entre ellos de otra cosa?; se<br />

atrevieron, sin embargo, algunos á decir que el reo era<br />

muy hombre de bien—:el 1: de Julio se volvió á pedir<br />

la fé de bautismo, único dato que por su siniestra<br />

importancia se quería constase en los autos : el 21 llegó<br />

por fin el ansiado documento (1) : el 22 pasaron los<br />

autos al relator para que diese cuenta en la primera.<br />

audiencia: el 27 se vieron y se dictó auto al fiscal<br />

(1) Ilélo aquí : Attestor in dubiamque fidem faciam ego Ste-<br />

»plianus Sanmiguel, Pbr. et Vicarius perpet. s stae Cattedralis<br />

»Ecclesiw Civitatis Caelsonensis , quod in uno ex libris in qui-<br />

»bus notantur nomina atque cognomina eorun qui S. tini i Bap-<br />

»tismi sacramentum reciperunt , invenitur partita tenoris se-<br />

»quentis : Als veint y dos días del mes de Faver, anii del Señor<br />

»mil set cents setenta y ouit en les fonts baptisrnals de la Cate—<br />

petral de Solsona y segous ritu de la fo. la Romana : yo Joseph<br />

3)Vila, pbr. vicari de la dita fo. la he batisat á Chaetano, Rarrion,<br />

till liegitim y natural de Miguel Ripoll, deurador, y de'


361<br />

dentro del dia: el siguiente, 28, presentó este celosa<br />

funcionario su dictamen : el mismo dia, al relator para<br />

que dé, cuenta al dia siguiente; y el 29 se dictó sentencia<br />

conforme en un todo con el dictamen del Fiscal de S. M.<br />

El dictamen era: «El Fiscal de S. M. dice que la<br />

»herejía es el mas grave delito contra la Divinidad y el<br />

»Estado, pues «viene de él grande daño á la tierra, ca<br />

»los herejes se trabajan. siempre en corromper las yo-<br />

»luntades de los homes et de los poner en error , » se-<br />

»gun se dice en una ley de Partida, dimanando de aquí<br />

»las divisiones, bandos y sectas con que se perturba la<br />

»paz de las naciones.<br />

»Este crimen es meramente eclesiástico y su cono-<br />

»cimiento pertenece á los M. R. obispos y sus vicarios,<br />

»quienes con sus mayores y mas suaves reconvencio -<br />

»nes y amonestaciones deben procurar reducirlos al<br />

»gremio de la religion católica y abjurar sus errores. «E<br />

»si por ventura no se quisieren quitar de su porfia, de -<br />

»benlos juzgar por herejes y darlos despues á los jueces<br />

»seglares et ellos deben les dar la pena, » segun la ley<br />

»segunda, título XXVI, partida 7.8<br />

»Theresa Plá, cónyuges de Solsona : forent padrins Ramon Plá<br />

»y Theresa Plá, tots de Solsona. Abis paternos Miguel Ripoll y<br />

»Magdalena, cónyuges, ofs.; maternos Ramon Plá Fuster y The-<br />

»resa, cónyuges de la present ciutat ; de quibus per prwsentes<br />

»littera manu propia subscriptas et subsignatas fidem facio ego<br />

Ȓdem qui supra, vicarius perp. us et requisitus , die septimo<br />

»mensis Julii, anii Domini millesimi octogentesimi vigesimi sex-<br />

»ti, meum appono.—Signum.»—Este es el único documento<br />

,que necesitaban para ahorcarle, de modo que si no hubiera sido<br />

bautizado, no podia ser ahorcado.


365<br />

»Cayetano Ripoll resulta convicto de tan detestable<br />

»crimen, pues habiendo nacido en el seno de la reli-<br />

»gion católica, de padres cristianos y sido bautizado,<br />

»se aparta de su creencia y niega con la mayor terque-<br />

»dad y audacia sus principales artículos. La Iglesia la<br />

»ha declarado hereje verdadero, pertinaz en sus errores,<br />

»separado de su gremio y relajado del brazo secular,<br />

»restando solo el que por esto se le apliquen las penas<br />

»señaladas á tan horrendos atentados en nuestra legis-<br />

»lacion.<br />

»Por la de Partidas se le impone la de muerte. «Tan<br />

»mal andante seyendo el cristiano que se tornase judía<br />

»mandamos que lo maten por ello, bien así como si se<br />

»tornase hereje,» ley sétima titulo XXIV, partida 7. a; y<br />

»la segunda del titulo XXVI declara que « debe ejecu-<br />

»tarse en fuego de manera que muera,» bien sea el he-<br />

»reje predicador ó creyente, porque se dá á entender<br />

»que es hereje acabado. No puede dudarse que á Ca-<br />

»yetano Ripoll le comprenden de lleno estas leyes, pues<br />

»tanto por el testimonio remitido por el eclesiástico,.<br />

»como por la sumaria recibida por el señor juez del<br />

»cuartel del mar, resulta que no contento con permane-<br />

»cer en tan fatales errores, en profesar tan absurdas y<br />

»detestables máximas, sino que hacia pública manifes-<br />

»tacion de ellos con escándalo del vecindario, procuraba<br />

inspirar ódio é incitaba á otros á su observancia,<br />

Ȏ inculcaba en la tierna pubertad tan depravada doc-<br />

»trina ; debiendo igualmente confiscársele sus bienes<br />

»segun la ley primera, título II, libro 8.° de la Novísi-<br />

»ma Recopilacion.


366<br />

»En el dia en ninguna nacion de Europa se quema,<br />

»(') materialmente se condena á las llamas á los hom-<br />

»bres : la humanidad ha templado este rigor y otras<br />

»muchas leyes cuya ejecucion seria cruel y bárbara ; y<br />

»se han sustituido otras ceremonias que al paso que<br />

»inspiran á los espectadores un justo horror al delito<br />

»no excitan su compasion. Así vemos que al arrastra-<br />

»do se le lleva al patíbulo en un seron con asas soste-<br />

»nido por los hermanos de la caridad, al parricida des-<br />

»pues de sofocado se le mete en un cesto donde están<br />

»pintados los animales que previene la ley 12, títu-<br />

»lo VIII, partida 7. a y se hace la ceremonia de arro-<br />

»jarle al rio, y finalmente en la ley 46 , título XIII, li-<br />

»bro 8. 0 de la Recopilacion que al condenado á morir<br />

»con pena de muerte á saeta no se le puede tirar sin<br />

»que primero sea ahogado, todo lo cual manifiesta que<br />

»se ha tratado de moderar la ejecucion de aquellas pe-<br />

»nas severas, las cuales se resienten de la ferocidad é<br />

»ignorancia del siglo en que fueron dictadas; cuya<br />

»práctica es muy conforme al principio general de que<br />

»al paso que deben elegirse aquellas que sean menos<br />

»incómodas al reo, produzca en los espectadores mas<br />

»horror al delito. Por todas estas consideraciones es de<br />

»sentir que la Sala debe condenar á Cayetano Ripoll en<br />

»la pena de horca y en la de ser quemado como here-<br />

4>je pertinaz y acabado y en la confiscacion de todos los<br />

»bienes : que la quema podrá figurarse pintando varias<br />

»llamas en un cubo , que podrá colocarse por manos<br />

»del ejecutor bajo del patíbulo ínterin permanezca en<br />

Ȏl el cuerpo del reo y colocarlo despues de sofocado


367<br />

»en el mismo, conduciéndose de este modo y enterrán-<br />

»dose en lugar profano ; y por cuanto se halla fuera de.<br />

Dla comunion de la Iglesia católica no es necesario se<br />

»le den los tres días de preparacion acostumbrados ,<br />

»sino bastará se ejecute dentro de las venticuatro ho-<br />

»ras , y menos los auxilios religiosos y demás diligenpcias<br />

que se acostumbran entre los cristianos. El tri-<br />

»bunal, sin embargo, resolverá, etc.»<br />

Consignemos aquí para su gloria el nombre de este<br />

fiscal, Sr. Calabuig, y el de los que firmaron la sentencia<br />

conforme con el dictamen de aquel : D. Fernando<br />

de Toledo, gobernador ; y los magistrados D. Antonio<br />

Aznar, D. Ramon Vicente, D. Francisco de Paula Berga<br />

y Mariano Herrero. Que caiga <strong>sobre</strong> estos nombres<br />

mas bien que <strong>sobre</strong> toda la magistratura española<br />

la odiosidad de este infame asesinato jurídico. Admitamos<br />

que su fanatismo creyera ó que su hipocresía<br />

aparentara creer que las palabras que se atribuian al<br />

acusado constituian un delito y que este delito debia<br />

castigarse con la pena capital. ¿ Cómo pudieron creerse<br />

dispensados de seguir los trámites del juicio? ¿cómo de<br />

suprimir la prueba que de oficio y con todas las circunstancias<br />

que marcan las leyes debia haberse hecho?<br />

¿cómo de admitir al reo la que tan fácilmente hubiera<br />

podido hacer ? Pero no bastaba tanta precipitacion y<br />

tanta ilegalidad. Bárbaros, inhumanos , le privaron de<br />

toda defensa. Ni por escrito ni de palabra se le oyó.<br />

Ni se le nombró de oficio defensor , ni se le comunicó<br />

la causa, ni se le hizo saber su estado hasta el dia terrible<br />

en que se le notificó la sentencia de muerte.


368<br />

Y qué contraste tan singular ofreció en aquel momento<br />

con la iniquidad de los jueces la resignacion verdaderamente<br />

cristiana de su inocente víctima! Aun dura,<br />

en la caree' de Valencia la impresion que en ella causó<br />

aquel sublime espectáculo , y aun viven muchos que lo<br />

presenciaron. Los ministros subalternos de la justicia,<br />

avezados á tratar con dureza ó cuando menos con indiferencia<br />

á los criminales condenados á la última pena, sabían<br />

que este no 'labia cometido ningun delito comun ni<br />

ninguno de los delitos políticos que con tanta crueldad<br />

se castigaban entonces, y no se atrevian á acercarse al.<br />

sentenciado : los presos, los verdaderos criminales, sintindiendo<br />

el remordimiento de sus conciencias y comparándose<br />

con aquel inocente, lamentaban tan atroz injusticia<br />

y lloraban; y el alcaide mismo no pudo contener<br />

las lágrimas en el acto en que le leyeron la sentencia<br />

de muerte, mientras enmedio de aquel duelo ge<br />

neral la firmaba Ripoll con la calma mas perfecta y<br />

con una ligera y sublime sonrisa en los labios. Reina en<br />

las cárceles un profundo silencio cuando hay un reo en<br />

capilla : no se oye una voz ni un cantar de aquellos con.<br />

que los presos suelen entretener sus penas y procurar<br />

olvidar el triste fin que muchos temen : comentan por<br />

lo bajo los crímenes, por lo comun enormes, del que<br />

les va á preceder en la terrible carrera, y acaso se con<br />

suelan con que los suyos sean menos graves y se castiguen<br />

con menor pena. En esta ocasion les faltaba toda<br />

término de comparacion, y no comprendian cómo por<br />

palabras mas ó menos imprudentes en materias de religin<br />

se quitaba la vida á un hombre honrado, cuando,


369<br />

ellos, criminales , ladrones por lo comun y muchos<br />

asesinos, estaban blasfemando todo el dia de Dios y de<br />

los santos y de todo lo mas sagrado que hay en el cielo<br />

y en la tierra. Será que á la perversidad le ha de ser<br />

todo permitido , y la intolerancia y el fanatismo se ceben<br />

solo en el saber y en la virtud? La 'de Ripoll era<br />

tan grande, que no necesitaba del contraste que ofrecia<br />

con los vicios de los presos para que pareciera estraordinaria<br />

, y tan sencilla, tan bondadosa y tan sublime,<br />

que los que no la respetaran por ser virtud, la habian<br />

de amar por la dulzura y seduccion de las formas. Lo<br />

que le valió primero á Ripoll la admiracion de todos<br />

los presos fué la paciencia y la resignacion con que<br />

sufrió el ayuno absoluto á que le condenó el Tribunal de<br />

la Fé. No lo hicieron de propósito aquellos santos varones<br />

; pero como el tribunal no estaba públicamente reconocido,<br />

y no tenia fondos ni él dispuso nada para<br />

que se atendiese al preso, nadie se ocupó de esto. Así<br />

pasaron los primeros días , y aquel infeliz hubiera.<br />

muerto de hambre , porque los que se preparaban el<br />

placer de ahorcarlo no pensaron en que para esto era,<br />

preciso prolongarle la vida. El alcaide y los presos,<br />

cuando lo supieron, se movieron á piedad y le dieron lo<br />

necesario hasta que pudo participar del rancho de los<br />

demás. Despues, como él era muy sobrio y estaba acostumbrado<br />

á dar parte de su comida á los pobres, repartia<br />

con los presos su racion como pudiera repartirlaun santo<br />

anacoreta , dándosela entera un dia, y no comiendo a<br />

mas que pan, y dando al siguiente todo el pan sin reservar<br />

ni la mas pequeña porcion para acompañar su


370<br />

trate comida. El pan que les daba todos los dias era el<br />

dé la instruccion, enseñándoles á leer y escribir y las<br />

nociones mas elementales de la <strong>moral</strong> cristiana. Que él<br />

lo intentara, se comprende ; pero que lo consiguiera,<br />

tratando con malhechores sumidos en la ignorancia y<br />

en los vicios, es acaso la prueba mayor que puede darse<br />

del poder irresistible de la virtud y la inteligencia.<br />

Aun lograba mayores triunfos con la bondad de su caracter<br />

y la suavidad y mansedumbre de su genio. Un<br />

dia que atravesaba por un sitio en que los presos jugaban<br />

á la pelota, fué causa involuntaria de que uno de<br />

ellos no pudiera jugarla, y el colérico jugador le dió<br />

una bofetada. El buen Ripoll , lejos de darse por ofendido,<br />

cogió humildemente la pelota y la devolvió al<br />

preso , besándole la mano y pidiéndole perdon. «Yo<br />

soy, le replicó el jugador, quien tiene que pedírselo á<br />

Vd. » ; y admirado y <strong>sobre</strong>cogido por tanta bondad, decia<br />

llorando : Es un santo ! » repitiéndolo conmovidos<br />

todos los presos que el lance presenciaron.<br />

Este y otros semejantes recordaban cuando le velan<br />

en capilla, no acertando á comprender que aquel fuese<br />

el término que la justicia de los hombres reservara á<br />

una vida de virtudes, de abnegacion y de sacrificios.<br />

I la desmintió ciertamente en aquellos terribles dias,<br />

In que ni exhaló una queja, ni se lamentó de su suerte,<br />

ni habló de sus jueces, si este nombre puede darse<br />

á los que voluntariamente se constituyeron en verdugos<br />

de la Inquisicion, y vió llegar tranquilamente la hora en<br />

qie le condujeran á la horca.<br />

Entonces se quejó por primera vez : se quejó del da-


371<br />

ño que el verdugo le hacia al atarle con toda su fuerza<br />

las muñecas. «Por Dios, hermano, le dijo, no tan fuerte,»<br />

y el bárbaro le respondió : «Mas mereces, perro.»<br />

La crueldad, la especie de furor salvaje con que en<br />

aquella época trataban á los infelices á quienes ahorcaban<br />

con motivos ó con pretestos políticos, no podría<br />

creerse ni comprenderse ahora, si intentáramos demostrarla.<br />

Los que quieran formarse de esto alguna<br />

idea, lean lo que escribian entonces los mismos realistas,<br />

y juzgando imparcialmente de los pretestos absurdos<br />

ó ridículos con que procuraban cohonestar tan<br />

crueles tratamientos, se avergonzarán de que haya habido<br />

en España un Gobierno que los permitiera y aun<br />

los premiara. Poco antes que á Ripoll ahorcaron á otro<br />

en Murcia, y lo condujeron con una mordaza al cadalso<br />

(1). ¿Qué mucho que aquel infeliz no respondiera at<br />

insulto del verdugo? Es de creer, sin embargo, que no<br />

lo dejara de hacer por miedo, sino que le perdonara y<br />

aun le compadeciera por su ferocidad. Esta era la pasion<br />

dominante en aquel tiempo , y un hecho que lo<br />

compruebra, resulta justificado por las últimas diligen-<br />

(1) Véase corno procuraba esplicar esto aquel gobierno:<br />

Gaceta de Madrid del jueves 23 de Marzo de 1826.<br />

«Murcia 7 de Marzo.<br />

Ayer fué ahorcado en esta, Antonio Caro, álias Faramalla;<br />

murió impenitente y dejando consternado al numeroso concurso; _<br />

que asistió á este horrible espectáculo, haciéndolo mas espantoso<br />

un terrible torbellino que se observó al espirar este malvado,,<br />

quien salió de la cárcel blasfemando y diciendo tales palal.ras›.<br />

que no se pueden referir sin vergüenza ; y á pesar de haberle.<br />

puesto una mordaza, repetía como porfia: «¡Viva mi secta! ¡Vi-


3'72<br />

cías de esta causa ; la horca estaba colocada permanentemente<br />

en la plaza del Mercado de Valencia, signo<br />

propio de aquel reinado y emblema del partido que dominaba<br />

en España. No habia, pues, que mandar poner<br />

la horca, pero se mandó que se quitaran las cruces que<br />

en ella se habian colocado. Se quitaron igualmente todas<br />

las que habia en la carrera y las imágenes de los<br />

retablos de ornacinas, que tanto abundaban entonces<br />

en aquella ciudad . Ni aun las puertas de las iglesias se<br />

quería que viese aquel infeliz, y al llegar á ellas, los<br />

frailes que le acompañaban levantaban sus brazos y las<br />

ocultaban con sus mantos. Pues ni estas desusadas precauciones,<br />

ni el dolor que en las muñecas sufria, ni el<br />

que debía devorar su alma al llegar al suplicio , le impidieron<br />

subir á él con perfecta serenidad, sin que se<br />

alterase su fisonomía ni aun su voz, pronunciando con<br />

grande entereza y con un acento que penetró en los corazones<br />

de la inmensa muchedumbre que por lo estraordinario<br />

del caso asistió, estas sus últimas palabras:<br />

«Muero reconciliado con Dios y los hombres .»<br />

No creí yo nunca haber dado á conocer este proceso<br />

va la constitucion masónica!» Así fué arrastrado á la cola de un<br />

caballo hasta el patíbulo. Por mas diligencias que han hecho<br />

sacerdotes de todas clases, no han podido conseguir que ni siquiera<br />

pronunciase los nombres de Jesus y María ; antes bien,<br />

los despreciaba con injurias é inauditas blasfemias : despue% de<br />

muerto se le cortó la mano derecha para ponerla en el sitio de<br />

sus delitos, y arrastrando su cadáver lo condujeron al muladar.<br />

Así concluyen miserablemente su vida estos proclamadores de<br />

la libertad, y esta es la felicidad que prometen á los que le siguen<br />

; ir á parar á donde van las bestias.»


373<br />

sin hacer algunas reflexiones <strong>sobre</strong> los trascendentales<br />

efectos que puede producir en España la intolerancia<br />

con las opiniones en materia de religion, que es el único<br />

enemigo temible que puede tener entre nosotros la unidad<br />

religiosa, pero de tal modo me ha conmovido el<br />

recuerdo del triste fin que tuvo el virtuoso Cayetano<br />

Ripoll, cuya memoria espero que ha de quedar grabada<br />

en todos los buenos corazones, que tengo que renunciar<br />

á mi propósito. Me faltada la calma con que<br />

debe ser tratado asunto tan delicado y de tanta trascendencia.<br />

Por desgracia la oportunidad no pasará tan<br />

pronto , y ocasion habrá de decir lo que ahora debo<br />

callar.<br />

FIN.


R<br />

s


INDICE.<br />

.••••••••n•nnn•n11~1M<br />

Págs.<br />

De la influencia del ejercicio de la abogacía en la <strong>política</strong>. 1<br />

¿Cuál debe ser el límite de la sucesion intestada ? 25<br />

Caida de la Constitucion aragonesa. 4,7<br />

Sobre la hermandad de ciegos de Madrid 115<br />

La beneficencia en Inglaterra y en España 137<br />

De la <strong>elocuencia</strong> 205<br />

De las libertades públicas ó de la libertad absoluta y de la<br />

libertad practica 251<br />

Recuerdos de la <strong>historia</strong> <strong>política</strong> del presente siglo.<br />

El 1.° de Enero de 1820 273<br />

Torrijos y Flores Caldero]] 295<br />

El Empecinado 313<br />

Un ahorcado en tiempo de Fernando VII. .. 349


Notas <strong>sobre</strong> la edición digital<br />

Esta edición digital es una reproducción fotográfica facsimilar del original<br />

perteneciente al fondo bibliográfico de la Biblioteca de la Facultad de Derecho de la<br />

Universidad de Sevilla.<br />

Este título contiene un ocr automático bajo la imagen facsimil. Debido a la<br />

suciedad y mal estado de muchas tipografías antiguas, el texto incrustado bajo la<br />

capa de imagen puede contener errores. Téngalo en cuenta a la hora de realizar<br />

búsquedas y copiar párrafos de texto.<br />

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1. Debe reconocer y citar al autor original.<br />

2. No puede utilizar esta obra para fines comerciales.<br />

3. Al reutilizar o distribuir la obra, tiene que dejar bien claro los términos de<br />

la licencia de esta obra.<br />

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