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Rojas,+Fernando+-+La+Celestina (1)

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1<br />

La Celestina<br />

Fernando de <strong>Rojas</strong>


2<br />

Introducción<br />

Libro al parecer divisi<br />

encubriera más lo huma-.<br />

CERVANTES.<br />

El año 1499 imprimiose en Burgos una obrita dramática en diez y seis autos,<br />

intitulada Comedia de Calisto y Melibea, que ha reimpreso Foulché-Delbosc: en 1902<br />

del único ejemplar que, hasta poco ha, tampoco conocía nadie. Su presente dueño, el<br />

benemérito hispanista Huntington, acaba de reproducirla con el esmero que suele.<br />

Describió minuciosamente este preciosísimo ejemplar el sabio hispanófilo, Director<br />

de la Revue Hispanique, en el tomo IX (año 1902, Págs. 185-190), añadiendo unas<br />

advertencias críticas de subido valor, las cuales, con otras del tomo VII, ha de leer antes<br />

que nada el que quiera enterarse de La Celestina, porque edición y notas vuelcan de<br />

todo punto el problema o el [VIII] montón de problemas, que acerca de tan famoso<br />

drama se han despertado y todavía no han tenido cumplida solución. Hay que leer<br />

después el magnífico trabajo sobre La Celestina escrito por Menéndez y Pelayo, en el<br />

tomo III de los Orígenes de la Novela (1910), y el muy discreto y más ceñido del agudo<br />

y erudito Adolfo Bonilla, en sus Anales de la Literatura española (1904).<br />

Por ahora, la edición de Burgos de 1499 ha de tenerse por primera o princeps,<br />

aunque hubo de haber otra anterior, ya que en ella se lee: Con los argumentos<br />

nuevamente añadidos.<br />

En su primer estado, la obra no tenía otro título que el que sirvió de incipit a la<br />

edición de Sevilla de 1501 y se ha conservado en las posteriores: «Síguese la comedia<br />

de Calisto y Melibea, compuesta en reprehensión de los locos enamorados, que,<br />

vencidos en su desordenado apetito, a sus amigas llaman e dizen ser su dios. Assí<br />

mesmo fecha en aviso de los engaños de las alcahuetas e malos e lisongeros sirvientes.»<br />

Acaso al fin iba un explicit con la fecha y lugar de la impresión. No se conoce ejemplar<br />

alguno de esta edición, y aun hay quien supone no la hubo.<br />

Vengamos al segundo estado de la obra, que es el que presenta el ejemplar llamado<br />

Heber, [IX] por el nombre de quien antes lo poseyó, y es el reproducido por Foulché-<br />

Delbosc y Huntington, esto es, la edición de Burgos de 1499. Su título dice: «Comedia<br />

de Calisto y Melibea. Con sus argumentos nuevamente añadidos; la qual contiene<br />

demás de su agradable y dulce estilo muchas sentencias filosofales e avisos muy<br />

necessarios para mancebos, mostrandoles los engaños que están encerrados en sirvientes<br />

y alcahuetas.» En este segundo estado, la obra lleva, además del dicho título, el incipit,<br />

que reproduce el título del primer estado, el «argumento» general y un «argumento»<br />

delante de cada uno de los 16 autos.<br />

En su tercer estado la obra lleva el mismo título que en el segundo; pero, además,<br />

una Carta de El autor a un su amigo, unos versos acrósticos, el incipit, el argumento<br />

general y argumento de cada auto, y al fin lleva seis octavas del editor Alonso de<br />

Proaza. Tenemos un ejemplar completo de una edición que ofrece este tercer estado,<br />

hecha en Sevilla en 1501, naturalmente por dicho Alonso de Proaza, y reeditada por


3<br />

Foulché-Delbosc en 1900, el cual cree se hizo esta edición de 1501 sobre la de Burgos<br />

del año 1499. Acerca de Proaza véase la Biblioteca de Gallardo, I, núm. 457 y el trabajo<br />

citado de Menéndez y Pelayo.<br />

Hasta aquí la obra se llamó Comedia y tuvo 16 autos; pero otro cuarto estado nos<br />

ofrece la edición de 1502, de Sevilla, con el nuevo título de Tragicomedia de Calisto y<br />

Melibea, y que, además de todo lo del tercer estado, contiene hasta 21 actos, un Prólogo<br />

nuevo y tres nuevas octavas añadidas a las del final («Concluye el autor»).<br />

El quinto estado de la obra lleva el título y todo lo del anterior y 22 actos: el añadido<br />

es el de Traso, que no trae la edición de Valencia de 1514. Cito esta última edición por<br />

ser hoy la mejor tal como se halla reproducida por Eugenio Krapf, Vigo 1900: «La<br />

Celestina por Fernando de <strong>Rojas</strong>, conforme a la edición de Valencia de 1514,<br />

reproducción de la de Salamanca de 1500. Con una Introducción del Doctor D. M.<br />

Menéndez y Pelayo.» [X]<br />

Nuestra presente edición es reproducción de esta de Vigo de 1900 y de Valencia de<br />

1514; pero como la princeps de 1499, publicada por Foulché-Delbosc dos años después,<br />

el 1902, ofrece el estado más autorizado de la obra, quisimos que aquí se reprodujese<br />

con toda fidelidad, y así, hemos logrado juntar entrambas ediciones, poniendo en tipo<br />

común la edición dicha de Burgos de 1499, corregidas las erratas manifiestas y<br />

descorregidas algunas pocas que [XI] no debió corregir el hispanista francés, y en<br />

cursiva todo lo demás que se halla en la de Vigo y Valencia, añadido a aquella edición<br />

de Burgos de 1499, la más antigua que conocemos.<br />

¿A quién se deben todas esas sucesivas añadiduras, que hemos visto hallarse en los<br />

diversos estados de la obra? ¿Son del autor del primitivo estado o son de otros editores<br />

y correctores?<br />

Lo primero que se ve añadido en el segundo estado son los argumentos que, por<br />

consiguiente, no son del autor.<br />

En la Carta a un su amigo en el tercer estado, en que aparece por primera vez, no se<br />

nombra a Mena ni a Cota, que sólo son nombrados en las ediciones de 21 autos, en las<br />

cuales la carta está retocada. En la de Sevilla de 1501 dícese nada más: «Vi que no tenia<br />

su firma del auctor, y era la causa que estava por acabar; pero quienquiera que fuesse...»<br />

Tampoco se hallan estos nombres en los acrósticos de la edición de Sevilla de 1501, y sí<br />

en las de 21 autos. Dícese en aquélla:<br />

En vez de:<br />

Cota e Mena con su gran saber.<br />

«Si fin diera en esta su propia escriptura<br />

carta: un gran hombre y de mucho valer.»<br />

Dícese en la Carta que él (el que se da por autor [XII] de ella y de los acrósticos y<br />

Prólogo) halló en Salamanca el primer auto y que él continuó y acabó la comedia,<br />

añadiéndole otros quince, que compuso en quince días de vacaciones. Bonilla, con otros<br />

pocos, cree esto al pie de la letra y supone que la primitiva Comedia tuvo dos autores:


4<br />

uno del primer auto, otro de los quince restantes. Por el contrario, Lorenzo Palmireno,<br />

Moratín, Blanco White, Gallardo, Germond de Lavigne, Wolf, Ticknor, Menéndez y<br />

Pelayo, Carolina Michaelis de Vasconcellos, opinan que esto que allí se dice es un<br />

artificio del único autor, el cual lo es de los diez y seis autos. Foulché-Delbosc es de<br />

parecer que la Carta no es del auto de la Comedia, sino de algún editor que ha<br />

inventado ese artificio, no menos que lo de haber compuesto en quince días los quince<br />

autos restantes. Para mí, único es el autor de los diez y seis autos de la primitiva<br />

Comedia, y la razón está en la unidad del plan, tan maravillosamente entablado en el<br />

primer auto, y en la unidad de caracteres, de estilo y lenguaje, que en los diez y seis son<br />

iguales. Ni vale lo que dice Bonilla que, no habiendo razón en contra, debemos dar<br />

crédito a lo que el autor dice en la Carta. Porque la Carta no parece ser del autor de la<br />

Comedia, por lo menos está amañada, como dice Menéndez y Pelayo. De hecho la<br />

Carta y los demás [XIII] preliminares están llenos de contradicciones, muestran<br />

particular afición a Juan de Mena, tomándole versos y palabras, lo cual no se halla en la<br />

Comedia primitiva, y no están escritos con la gallardía que ella, ni mucho menos con el<br />

ingenio que en toda ella campea. Diríase que el autor, que supo escribir obra tan<br />

portentosa como la primitiva Celestina y los quince autos en quince días (!), no se supo<br />

dar maña para escribir una Carta ni un Prólogo, que está tomado del Petrarca e<br />

infantilmente acomodado a su propósito, por no decir de una manera desapropositada y<br />

fuera de sazón. No puede, pues, darse crédito a cuanto en estos preliminares se dice ni<br />

puede contrarrestar ese dicho al hecho manifiesto de la unidad de plan, caracteres, estilo<br />

e ingenio, que se manifiesta en los diez y seis autos.<br />

Dice el autor de la Carta que «quiso celar y encobrir su nombre», y con todo eso lo<br />

pone luego en los versos acrósticos: «El bachiller Fernando de <strong>Rojas</strong> acabó la comedia<br />

de Calysto y Melybea y fue nascido en la puebla de Montalbán.»<br />

Y en la penúltima octava de Proaza, «corrector de la impresión», se declara el<br />

enigma de los acrósticos: [XIV]<br />

Por ende juntemos de cada renglón<br />

de sus onze coplas la letra primera,<br />

las quales descubren por sabia manera<br />

su nombre, su tierra, su clara nación.<br />

Así en la primera edición en que aparece por primera vez la Carta. ¿Pudo el autor<br />

caer en tamaña contradicción, escribiendo la Carta y consintiendo se declarase lo que en<br />

ella decía no querer declarar? Carta y versos parecen, pues, ser de Proaza; por lo menos<br />

no son, para mí, del autor de la Comedia.<br />

Carta, versos acrósticos y octavas finales aparecen por primera vez en la misma<br />

edición de Sevilla de 1501. Las octavas finales son de Alonso de Proaza, que se da por<br />

corrector de la edición. El mismo corrector añadió en la edición del año siguiente de<br />

1502 otras tres octavas. A él, pues, han de achacarse los cambios que en la misma<br />

edición de 1502 hizo en la Carta y en los acrósticos, introduciendo a Cota y Mena. Y<br />

así como fue autor de los versos finales y los aumentó, así debió de serlo de la Carta y<br />

de los acrósticos, mudando en una y otros lo que le pareció, como en cosa propia. Tanto<br />

en la Carta, como en los acrósticos, como en los versos finales hay sentencias y<br />

palabras de Juan de Mena, al cual se muestra muy aficionado Alonso de Proaza,<br />

mientras que no [XV] hay apenas recuerdo de tal poeta en los 16 autos de la primitiva<br />

Celestina.


5<br />

La edición de Sevilla de 1502 fue preparada por el mismo Proaza, y en ella fue<br />

donde añadió octavas finales y retocó Carta y acrósticos. Ahora bien: en esta edición es<br />

donde por primera vez se ve mudado el título de Comedia en el de Tragicomedia y se<br />

añaden autos enteros, hasta llegar a 21 los primeros 16 y se ingieren trozos en los<br />

mismos 16 primitivos, y además aparece un Prólogo, que alude a ese alargamiento de la<br />

primitiva Comedia. ¿Quién no ve que el que todo esto hizo fue el mismo Proaza?<br />

¿Enviole el autor de la Comedia todas esas añadiduras o son de Proaza mismo?<br />

Realmente el que hizo el Prólogo fue el que alargó la obra, pues en él se da razón del<br />

alargarla.<br />

El Prólogo es una mala acomodación del que puso el Petrarca al libro segundo de su<br />

obra De Remediis utriusque fortunae. La gran verdad filosófica, raíz de las mudanzas de<br />

la fortuna, de que el Petrarca trata en su obra, proviene de que «lucha es la vida del<br />

hombre sobre la tierra», como dijo Job, y que lucha es el vivir y el ser de toda la<br />

naturaleza. Por eso el Petrarca desenvuelve en su Prólogo maravillosamente esta raíz de<br />

la fortuna. El Prólogo añadido a La Celestina trae todo esto como grave [XVI] parto de<br />

los montes bramadores para parir el ridículo ratón, de que no es extraño haya habido<br />

diversidad de opiniones acerca de La Celestina. ¿Es esto propio del excelso ingenio que<br />

escribió la Comedia? Por su cargo y aficiones literarias conocía Proaza el Tratado de<br />

Petrarca, y, hallando citas de él en la Comedia, endilgó el Prólogo con otro del poeta<br />

italiano para disimular la superchería; pero el plagio es tan fiero, la acomodación tan<br />

desmañada, el estilo tan otro del de la Comedia, que mentira parece se le desmintiera a<br />

Menéndez y Pelayo, a quien siguen otros críticos españoles. Pero el sello de Proaza se<br />

halla indeleble en medio del Prólogo. Como veremos, al llegar a cierta especie,<br />

acuérdase de que la toca Juan de Mena, y dejando allí a Petrarca, nos planta la cita que<br />

halló en la Glosa que hizo Hernán Núñez a su poeta predilecto.<br />

¿De quién son los autos añadidos juntamente con el Prólogo, en el cual alude a ellos<br />

y por ellos se escribió? Todos los críticos españoles, siguiendo a Menéndez y Pelayo,<br />

opinan que son del mismo autor que compuso la primitiva Comedia. Lo dicho creo que<br />

bastaba para sospechar que fuesen del mismo Proaza. Y, efectivamente, el estudio de los<br />

actos añadidos y su cotejo con los 16 primitivos lo confirman de [XVII] tal manera, que<br />

redondamente digo no ser lo añadido del primitivo autor y ser probablemente obra de<br />

Alonso de Proaza.<br />

«La forma en 16 actos es indiscutiblemente de mérito superior a la forma en 21. No<br />

se necesita mucho sentido crítico para comprenderlo. Pero este argumento no puede<br />

servir para probar que el autor de las adiciones no es el autor de la obra, sino todo lo<br />

más que las adiciones echaron a perder el texto Primitivo.» Así discurre, y muy bien el<br />

Sr. Bonilla (Anal., pág. 19); pero el caso es juzgar en qué medida lo echaron a perder.<br />

Porque bien añade que Tamayo y otros fueron menos felices al retocar sus obras de<br />

cuando por vez primera las escribieron. Pero ¿es este el caso? Es cuestión de pura<br />

estética y, además, de estilo y de erudición. Hasta dónde llegó a echarse a perder la<br />

Comedia con las adiciones, lo verá el lector, y básteme decir que no podrá el Sr. Bonilla<br />

traer ejemplo semejante al que hallamos en el auto 14, donde el despeño del drama y<br />

conversión súbita de una comedia en tragedia, que el autor puso por portentoso golpe de<br />

ingenio artístico y fue preparando con tanta destreza hasta aquel punto, desaparece en la<br />

segunda redacción con alargar la obra por varios actos inútiles, episódicos, que nada<br />

tienen que ver con la acción principal y [XVIII] sólo sirven para destruir el efecto más<br />

trágico del drama, quebrándolo en el punto más culminante. Eso no es añadir ni


6<br />

corregir; es destruir, es partir por el eje toda la obra, es borrar y rechazar el mayor golpe<br />

de ingenio el mismo autor que lo creó y lo fue paso a paso preparando por todo el<br />

drama.<br />

Hay escritores que no saben divertirse nunca del propósito, y el buen dramaturgo ha<br />

de ser de esta laya. El autor de La Celestina lo es como el que más, hasta el punto de<br />

que Menéndez y Pelayo dice no darse en la primitiva redacción ni un solo trozo<br />

episódico, ni largo ni corto, sino que todo va siempre derecho al intento. Vienen las<br />

adiciones, y en cinco actos añadidos comprende lo episódico..., pues los cinco actos<br />

enteros. Todos forman un episodio, desatado de la acción, y no sólo desatado, sino que,<br />

por encajarse en medio de ella y en el mismo trance del nudo, destruye todo su efecto y<br />

la unidad de la obra. Alárgase por todo un mortal mes lo que había de soltarse en unas<br />

horas. ¿Qué cambio fue ese del autor en su manera de proceder? Si tal hubo, el autor<br />

enloqueció, perdió todo su ingenio y es verdaderamente digno de lástima, tan grande<br />

creador primero corno desatinado corrector después.<br />

Al autor le gustaba la erudición humanística; [XIX] pero era la corriente y tomada de<br />

Petrarca. El corrector no se contenta con seguir esta moda del Renacimiento, sino que<br />

busca erudiciones exquisitas y raras y las amontona donde peor pegan y enfrían el<br />

movimiento de la acción, que, sin duda, no sintió en lo hondo de su alma como lo había<br />

sentido el autor.<br />

Los pensamientos del autor siempre son propios de un pensador elevado, de un<br />

ingenio sutil, de un muy maduro juicio, y entallan tan al justo a la acción como el<br />

vestido más lindamente cortado; los del corrector se despegan de ella y no pocas veces<br />

son livianos y aun frisan en verdaderas patochadas.<br />

A la delicadeza y propiedad de caracteres y sentimientos del autor sobrepone el<br />

corrector pinceladas groseras y exageradas de pintor de brocha gorda, que avillanan los<br />

sentimientos y malean los caracteres de la primitiva Comedia.<br />

Trae puntualmente el autor los refranes y con comedida parsimonia; el corrector los<br />

ensarta juntos por medias docenas, sin ton ni son, y casi nunca los cita con puntualidad.<br />

Tan a mentido trae el autor hondas y galanas sentencias de Petrarca como citas de<br />

Mena trae el corrector.<br />

En el estilo, alguna vez le imita; pero las [XX] más veces es muy otro. Y gracias que<br />

ya no tiene que terciar Celestina, porque no hubiera podido hacerla decir el corrector ni<br />

una sola cláusula a derechas.<br />

Acerca de las fuentes de la obra ha tratado largamente Menéndez y Pelayo en el<br />

tomo III de los Orígenes de la Novela; pero creo sinceramente que su inmensa erudición<br />

bibliográfica le hace ver relaciones, que de hecho no hay entre muchas obras y La<br />

Celestina. Cuanto haya de cierto o probable se dirá en las notas.<br />

Las fuentes ciertas de la primitiva Comedia son el Libro de Buen Amor, de HITA, de<br />

quien tomó toda la traza y el principal personaje, esto es, la vieja Celestina, cambiando<br />

la viuda Doña Endrina, más a propósito para los amoríos clericales, en doncella, que a<br />

su intento venía mejor; ensanchando la acción con la secundaria de los criados y


7<br />

mujeres de la vida, y convirtiéndola al fin en tragedia, con la imitación de la novela<br />

griega de Hero y Leandro. De HITA toma el autor otras varias cosas, y, sobre todo,<br />

tiene siempre los ojos en él para beberle el espíritu realista y popular y la manera<br />

sentenciosa.<br />

La segunda fuente es el Corvacho, que imita en varios pasajes de estilo enteramente<br />

vulgar y castizo. [XXI]<br />

La tercera es el PETRARCA, sobre todo en su libro De los Remedios contra<br />

próspera y adversa fortuna, que se tradujo y se leyó mucho en todo el siglo XV, y<br />

tornolo a traducir galanamente Francisco de Madrid, Arcediano de Alcor, y fue impreso<br />

el año de 1510 en Valladolid. El eruditísimo y benemérito hispanista italiano A.<br />

FARINELLI ha tratado Sulla fortuna del Petrarca in Ispagna en el Giornale storico<br />

della letteratura ital. (t. 44, pág. 297), recordando cómo el Prólogo de La Celestina<br />

comenzaba con la misma sentencia que el del segundo libro del De Remediis, y notando<br />

tres lugares de la Comedia que a esta obra parecen aludir, bien que sin citar los pasajes<br />

de la del Petrarca. Yo he hallado otras muchas referencias, que se verán en las notas con<br />

la traducción de Francisco de Madrid, edición de Sevilla de 1524, Juan Varela, de<br />

Salamanca, la cual he estudiado minuciosamente, así como el texto original De<br />

Remediis utriusque fortunae en la edición de Basilea, 1554 (Francisci Petrarchae<br />

Florentini, Philosophi, Oratoris et Poetae clarissimi... Opera quae extant omnia).<br />

El corrector conoció esta devoción del autor con las obras del Petrarca, y pudiera<br />

haberle imitado en no pocas de sus añadiduras; pero sólo le tomó lo que toca a las<br />

riquezas, en el auto IV, [XXII] y alguna otra cosa que puntualizaremos, y le plagió<br />

desmañadamente en el Prólogo. En cambio sacó cuanto pudo, erudición y frases enteras<br />

de Juan de Mena, de quien el autor apenas para nada se acuerda.<br />

Hay que señalar en la primitiva Comedia una referencia al Diálogo entre el Amor y<br />

un viejo, de Rodrigo de Cota; otra a la Cárcel de Amor, otra al Tostado.<br />

¿Quién fue autor de la primitiva y verdadera Comedia de Calisto y Melibea? En<br />

Mena ni en Cota no hay que pensar. ¿Lo fue Francisco de <strong>Rojas</strong>? Si no hubiera más que<br />

el testimonio de Proaza y los acrósticos, sería para puesto en duda, porque un embuste o<br />

broma de más entre tantas otras, bien poco montaría. Las pruebas, si lo son, las ha<br />

aportado el eruditísimo Serrano y Sanz, uno de los trabajadores más sesudos, modestos,<br />

poco sonados y que más debieran serlo de nuestros eruditos. El meritísimo Catedrático<br />

de la Universidad de Zaragoza halló y estudió dos procesos de la Inquisición de Toledo<br />

que probaban vivía en 1518 y en 1525 un bachiller Fernando de <strong>Rojas</strong>, que parece ser el<br />

mismo puesto en los acrósticos (Rev. Arch., 1902). El primer proceso es de 1517 y<br />

1518, contra uno que vivía en Talavera, y donde se presenta como testigo el dicho<br />

[XXIII] bachiller; el otro, de 1525 y 1526, contra Álvaro de Montalván, «vezino de la<br />

puebla de Montalván», acusado de judaísmo y de edad de setenta años. El 7 de junio de<br />

1525 declara el acusado tener cuatro hijos, entre ellos «Leonor Alvares, muger del<br />

bachiller <strong>Rojas</strong> que conpuso a Melibea, veçino de Talavera», y añade: «aora XXXV<br />

años», y «que nombrava por su letrado al bachiller Fernando de <strong>Rojas</strong>, su yerno, veçino<br />

de Talavera, que es converso». El Inquisidor «le dixo que no ay lugar, e que nombre<br />

persona syn sospecha; e asy nombro al liçençiado del Bonillo, e por procurador a<br />

Antonio Lopez». Si el padre de <strong>Rojas</strong> era judío, lo probable es que lo fuera su madre, y<br />

tal lo cree hoy el mismo Serrano y Sanz, aunque en su estudio opinó lo contrario. El año


8<br />

1525 tenía la mujer de <strong>Rojas</strong> treinta y cinco años, y su marido cree Serrano y Sanz<br />

tendría unos cincuenta, de modo que hubo de escribir la Comedia a los veinticuatro<br />

años. Unos treinta y cinco años antes del 1521 dice el documento que la escribió, esto<br />

es, el año 1490, aunque veremos que probablemente fue después de 1492.<br />

Foulché-Delbosc concluye: «Tant qu'un témoignage indiscutable ne l'attestera pas,<br />

nous nous refuserons à reconnaître <strong>Rojas</strong> comme l'auteur de la Comedia. Si les vers<br />

acrostiches [XXIV] en 1501, et son beau-père en 1525, lui attribuent cette paternité,<br />

c'est probablement que lui-même s'en targuait: nous venons d'exposer les raisons pour<br />

lesquelles cette prétention nous semble inadmisible. Loin de voir un insigne literato en<br />

Fernando de <strong>Rojas</strong>, nous estimons qu'il se donna comme l'auteur d'un chef-d'oeuvre<br />

qu'un autre avait écrit.» (Rev. Hisp., 1902, pág. 185.)<br />

En mi opinión, el autor de la Comedia, en su primer estado, si no con certeza, es muy<br />

probablemente el Fernando de <strong>Rojas</strong> que aparece en los acrósticos y en los citados<br />

documentos. No hay pruebas hasta ahora para no admitir el testimonio de estos últimos,<br />

y aunque sin ellos los acrósticos no merecieran crédito, los documentos se lo prestan a<br />

los acrósticos y los acrósticos corroboran el dicho de los documentos.<br />

Por declaración del mismo <strong>Rojas</strong> y por testimonio de su suegro sabemos que era<br />

abogado. Naturalizose en Talavera, pues ya aparece como vecino de aquella ciudad en<br />

1517, y a ella se refiere cuanto de él se sabe hasta el 1538. Ejerció aquel año en<br />

Talavera, desde el 15 de Febrero al 21 de Marzo, el cargo de Alcalde mayor,<br />

sustituyéndole el Dr. Núñez de Durango, según noticias comunicadas al Sr. Serrano por<br />

D. Luis Jiménez de la Llave y tomadas del Archivo municipal. [XXV]<br />

El autor del León Prodigioso (1636), el Licenciado Cosme Gómez Tejada de los<br />

Reyes, dice en la Historia de Talavera, que escribió y se conserva manuscrita en la<br />

Biblioteca Nacional (Ms. 2039): «Fernando de <strong>Rojas</strong>, autor de la Celestina, fábula de<br />

Calixto y Melibea, nació en la Puebla de Montalbán, como él lo dize al principio de su<br />

libro en unos versos de arte mayor acrósticos; pero hizo asiento en Talavera: aquí vivió<br />

y murió y está enterrado en la iglesia del convento de monjas de la Madre de Dios. Fue<br />

abogado docto, y aun hizo algunos años en Talavera oficio de Alcalde mayor.<br />

Naturalizose en esta villa y dejó hijos en ella. Bien muestra la agudeza de su ingenio en<br />

aquella breve obra llena de donaires y graves sentencias, espejo en que se pueden mejor<br />

mirar los ciegos amantes, que en los christalinos adonde tantas horas gastan riçando sus<br />

femeniles guedejas... y lo que admira es que, siendo el primer auto de otro autor<br />

(entiéndese que Juan de Mena o Rodrigo de Cota) no solo parece que formó todos los<br />

actos un ingenio, sino que es individuo (indivisible).» Como se ve, a carga cerrada<br />

admite este historiador cuanto en el Prólogo y acrósticos se dice; pero las noticias acerca<br />

de <strong>Rojas</strong> no dejan de tener su peso y gravedad, cual la del historiador que nos las<br />

comunica. [XXVI]<br />

El testamento de su cuñada Constanza Núñez, descubierto por Pérez Pastor en el<br />

Archivo de Protocolos de Madrid, nos ha permitido conocer el nombre de la hija de<br />

<strong>Rojas</strong>, que se llamó Catalina <strong>Rojas</strong>, casada con su primo Luis Hurtado, hijo de Pedro de<br />

Montalbán.<br />

En el archivo de la Parroquia del Salvador, de Talavera, hállanse las partidas de<br />

bautismo de 1544, 1550 y 1552, referentes a varios hijos de Álvaro de <strong>Rojas</strong> y de


9<br />

Francisco de <strong>Rojas</strong>, casado el último con Catalina Álvarez, patronímico que llevaba<br />

también la mujer de <strong>Rojas</strong>. De su familia fueron, pues, Álvaro y Francisco, si ya no eran<br />

sus propios hijos.<br />

En las Relaciones geográficas, que los pueblos de Castilla dieron a Felipe II desde<br />

1574 en adelante, y se hallan en El Escorial, contestando a la pregunta de que se<br />

especificasen «las personas señaladas en letras, armas y en otras cosas que haya en el<br />

dicho pueblo, o que hayan nacido o salido de él», el bachiller Ramírez Orejón, clérigo,<br />

que fue, en compañía de Juan Martínez, ponente, como hoy diríamos, de esta Relación,<br />

contesta que «de la dicha villa (de la Puebla de Montalbán) fue natural el bachiller<br />

<strong>Rojas</strong>, que compuso a Celestina».<br />

Hablemos ya de la obra, quiero decir de la Comedia de Calisto y Melibea, tal como<br />

la leemos [XXVII] en la edición más antigua de Burgos de 1499, pues de lo añadido por<br />

el corrector harto se dirá en las notas y ya hemos dado antes el juicio que nos merece.<br />

«Los amantes desapoderadamente apasionados, que nos pintan los novelistas, son<br />

como los aparecidos de que se atemorizan las viejas: todo el mundo habla de ellos y<br />

nadie los ha visto.» Bonita frase de La Rochefoucauld; pero tan falsa como bonita. No<br />

pasa mes sin que leamos en los periódicos tragedias amorosas, amantes que se matan a<br />

sí mismos o que matan a sus amantes. Al día siguiente sólo se acuerdan de ellas los<br />

jueces y abogados que entienden en los tribunales. «Parece cosa de novela», solemos<br />

decir al leerlas; «parece cosa de realidad», deberíamos decir al leer tales amores y sus<br />

tristes fenecimientos en una buena novela. Porque los tribunales de justicia henchidos<br />

están de sus causas judiciales y los manicomios más llenos todavía de sus tristes<br />

víctimas.<br />

¿Y hay casa, hay por ventura pecho donde el amor no esté desenvolviendo su eterna<br />

tragedia? ¿No trae enlazados en sus doradas redes y distraídos a los mozos, revueltos y<br />

alterados a los hombres, desasosegados a los mismos viejos? ¿Quién se librará de sus<br />

dulces asechanzas? Como se cobija en la ligera cabeza de la [XXVIII] mozuela, así, y<br />

sin otros miramientos, se cuela en la grave sesera del senador, del magistrado, del<br />

filósofo. Él mancilla y empaña las almas virginales, encizaña las familias, trueca las<br />

condiciones, quebranta las amistades, desvela a los más tranquilos, convierte en<br />

homicidas a los mismos amantes, alborota los espíritus, levanta guerras, asuela<br />

ciudades, revuelve el mundo. ¿Acaso hay nada en él que no se haga por el amor?<br />

No es una niñería, un lujo, un pasatiempo de desocupado; la vida de la humanidad<br />

cuelga de él. Demás estarían las ciudades, sobrarían los ejércitos, holgarían las tierras, si<br />

hombres no hubiese; pero si hay hombres es porque hay amor. Para tan grave cargo,<br />

como le encomendó la naturaleza, hubo de dotarle de poderes no pensados: el amor es<br />

fuerte, furioso, loco. Que la vida de los hombres cuesta mucho y es menester el colmo<br />

de la locura para escotarla. Sin esa «titillatio, concomitante idea causae externae», como<br />

paradisíacamente definió Espinosa el amor, el mundo se acababa, y es harto grave cosa<br />

el mundo.<br />

Por muchas que sean, las víctimas del amor, por aciagos que sean los acaecimientos<br />

que ocasiona, por muertes, desolaciones, ruinas, que amontone sobre la haz de la tierra,<br />

más necesita, [XXIX] más se merece, más se le debe, más demanda, con nada de eso se<br />

paga: a cambio de desastres, guerras, tragedias sin cuento, da lo que con nada de eso es


10<br />

comparable, la vida de los hombres sobre la tierra. Y no es ello de tan menguado precio,<br />

que no haya permitido Dios, según la doctrina católica, hasta que el pecado entrase en el<br />

mundo y le señorease, y con él la muerte, y tras la muerte y el pecado, que la misma<br />

Divinidad encarnase y fuese blanco de estos dos tiranos del mundo.<br />

El amar es luchar, sufrir y morir, no menos, antes mucho más es vivir, de donde nace<br />

que vivir es morir, sufrir y luchar. El demonio del amor es el demonio de la muerte,<br />

pero eso por ser el demonio de la vida.<br />

Esta es la no sé si llamarla tragedia o comedia del mundo y del vivir de los hombres.<br />

Sabíalo, por lo menos, muy bien sabido el que compuso la Tragicomedia de Calisto y<br />

Melibea, cuando cifró toda esta filosofía del amor, de la vida y del mundo en el último<br />

auto, donde exclama el viejo Pleberio, que de viejos es exprimir todo el sustancioso<br />

jugo de la vida: «¡O vida de congoxas llena, de miserias acompañada! ¡O mundo,<br />

mundo! Muchos de ti dixeron, muchos en tus qualidades metieron la mano. A diversas<br />

cosas por oydas te compararon; yo [XXX] por triste esperiencia lo contaré, como a<br />

quien las ventas y compras de tu engañosa feria no prósperamente sucedieron... ¡O<br />

amor, amor!, que no pensé que tenías fuerça ni poder de matar a tu subjetos!... ¿Quien te<br />

dio tanto poder? ¿Quién te puso nombre que no te conviene? Si amor fuesses, amarías a<br />

tus sirvientes; si los amases, no les darías pena; si alegres viviesen, no se matarían,<br />

como agora mi amada hija... Alegra tu sonido, entristece tu trato. ¡Bienaventurados los<br />

que no conociste o de los que no te curaste!»<br />

He aquí la conclusión de la Tragicomedia, y he aquí la raíz de la filosofía<br />

schopenhaueriana, del pesimismo de la vida y del amor. El cual en La Celestina es lo<br />

que el Ananke o fatalidad en la tragedia griega, lo que levanta el drama, o, mejor diré, lo<br />

hunde en la sima del espanto y terror con que atrae a los lectores o espectadores, les<br />

hiela el corazón y juntamente les encadena halagüeñamente el gusto, les enhechiza y<br />

ciega y, quieras que no, los arrastra y despeña consigo en sus honduras lóbregas e<br />

inapeables. Y venturoso de aquel, que por este poder del arte trágico, hundido y<br />

ensimismado en las lobregueces de sí mismo, llegue a comprender lo que es el amor, el<br />

mundo y la vida en sus más soterradas y filosóficas raíces, amargas, sí; pero, [XXXI]<br />

por lo mismo, empapadas en el sustancioso jugo de la más alta sabiduría.<br />

Ahora vendrán y se nos echarán encima todos los moralistas, pasados y presentes, y<br />

también los que aún no son nacidos, y condenarán La Celestina como libro que «es<br />

afrenta hasta el nombrarlo, y que debería mandarse por justicia que no se imprimiese ni<br />

menos se vendiese, porque su doctrina incita la sensualidad a pecar y relaja el espíritu a<br />

bienvivir.»<br />

¡Sapientísimo señor Obispo de Mondoñedo, Fr. Antonio de Guevara, discretísimo<br />

maestro Luis Vives y cuantos les hacéis coro y se lo hicisteis desde que La Celestina se<br />

leyó! Guardaos esos vuestros discretísimos consejos para quienes no se compuso La<br />

Celestina, quiero decir para monjitas y colegialas; que los que quieran conocer el<br />

mundo, el hombre, el vivir y su amarga y agridulce raíz, el amor, en que consiste toda la<br />

sabiduría, y por cuyo conocimiento fuisteis vosotros mismos sapientísimos varones y<br />

maestros de la filosofía española, leerán la Tragicomedia y aprenderán y... no se<br />

escandalizarán...


11<br />

Esto cuanto al intento y espíritu de la obra; los medios de ejecución atañen al literato.<br />

Pero de ellos, que pueden reducirse a los caracteres, la invención y composición de la<br />

fábula y, finalmente, al estilo y lenguaje, se ha dicho tanto y [XXXII] con tanto acierto,<br />

que duelo da el escoger, habiendo de dejar lo más, y aun lo mejor escogido no cabría en<br />

esta Introducción. Menéndez y Pelayo llenará las medidas del curioso que desee<br />

enterarse (Orígenes de la Novela, t. III).<br />

Libro en mi entender divi-<br />

Si encubriera más lo huma-.<br />

dijo Cervantes cuan breve y galanamente pudiera decirse. No volveré a lo del encubrir<br />

lo humano, que el propio Cervantes se sabía muy bien no fuera hacedero sin deshacer lo<br />

divino, que el libro encierra: que fuera hacer una sortija de oro sin oro.<br />

«¿Quales personas os parecen que están mejor exprimidas?», pregunta Martio en el<br />

Diálogo de las lenguas. Y responde su autor, Juan de Valdés: «La Celestina está, a mi<br />

ver, perfetísima en todo quanto pertenece a una fina alcahueta.» Tan es así, que el<br />

pueblo español, con certera crítica, hizo de Celestina un nombre apelativo, no a modo<br />

de sustantivo, como de otros famosos personajes, por manera que decimos: Fulano es<br />

un Quijote, es un Sancho Panza, es un Tenorio; sino que celestina llamamos a toda<br />

trotaconventos, tercerona o alcahueta, sin más cortapisas y como adjetivo corriente. Y<br />

que no tiene semejante. Porque no es la alcahueta común, [XXXIII] sino la de diabólico<br />

poder y satánica grandeza. «Porque Celestina -dice Menéndez y Pelayo- es el genio del<br />

mal encarnado en una criatura baja y plebeya, pero inteligentísima y astuta, que muestra<br />

en una intriga vulgar tan redomada y sutil filatería, tanto caudal de experiencia<br />

moderna, tan perversa y ejecutiva y dominante voluntad, que parece nacida para<br />

corromper el mundo y arrastrarle encadenado y sumiso por la senda lúbrica y tortuosa<br />

del placer.» «A las duras peñas promoverá e provocará a luxuria, si quiere», dice<br />

Sempronio.<br />

Hay en Celestina un positivo satanismo, es una hechicera y no una embaucadora. Es<br />

el sublime de mala voluntad, que su creador supo pintar como mujer odiosa, sin que<br />

llegase a ser nunca repugnante; es un abismo de perversidad, pero algo humano queda<br />

en el fondo, y en esto lleva gran ventaja al Yago de Shakespeare, no menos que en otras<br />

cosas.<br />

Elicia y Areusa son figuras perfectamente dibujadas, discípulas de Celestina, no<br />

prostitutas de mancebía o mozas del partido, sino «mujeres enamoradas», como las<br />

llamaban, que viven en sus casas, sin el sentimentalismo de las de Terencio ni el ansia y<br />

sed de ganancia de las de Plauto, más verisímiles que las primeras y menos abyectas<br />

que las segundas. Los criados [XXXIV] de Calisto son todavía menos romanos y más<br />

españoles; no esclavos, sino consejeros y confidentes, que le ayudan y acompañan,<br />

aunque avariciosos y cobardes.<br />

Calisto y Melibea han sido siempre comparados con Romeo y Julieta en lo infantiles,<br />

apasionados y candorosos. «Mucho de Romeo y Julieta se halla en esta obra -dice<br />

Gervinus (Histor. de la poes. alem.)-, y el espíritu según el cual está concebida y<br />

expresada la pasión es el mismo.» Y Menéndez y Pelayo, a quien seguimos: «Nunca<br />

antes de la época romántica fueron adivinadas de un modo tan hondo las crisis de la<br />

pasión impetuosa y aguda, los súbitos encendimientos y desmayos, la lucha del pudor


12<br />

con el deseo, la misteriosa llama que prende en el pecho de la incauta virgen, el<br />

lánguido abandono de las caricias matadoras, la brava arrogancia con que el alma<br />

enamorada se pone sola en medio del tumulto de la vida y reduce a su amor el universo<br />

y sucumbe gozosa, herida por las flechas del omnipotente Eros. Toda la psicología del<br />

más universal de los sentimientos humanos puede extraerse de la tragicomedia. Por<br />

mucho que apreciemos el idealismo cortesano y caballeresco de D. Pedro Alarcón, ¡qué<br />

fríos y qué artificiosos y amanerados parecen los galanes y damas de sus comedias al<br />

lado [XXXV] del sencillo Calisto y de la ingenua Melibea, que tienen el vicio de la<br />

pedantería escolar, pero que nunca falsifican el sentimiento!»<br />

Cuanto al arte de la composición dramática, la traza es sencillísima, clara y elegante,<br />

y más de maravillar por la época en que se compuso, antes de nacer el teatro moderno,<br />

puesto que es la primera madre de él La Celestina. Calisto, de noble linaje, entra,<br />

siguiendo a un halcón, en la huerta donde halla a Melibea. Enamorado de ella y<br />

desdeñado, acude a Celestina, que con sus arterías y hechizos prende el mismo fuego en<br />

el pecho de la virginal doncella, y con sus mañas y mujeres se atrae la voluntad de los<br />

criados de Calisto. Pero la codicia la hace a ella no querer partir con ellos el collar que<br />

le había regalado el galán tan bien servido, y a ellos que maten a la vieja, quedando<br />

medio descalabrados al saltar por la ventana, huyendo de la justicia, y ahorcados por<br />

ésta en la plaza. Sólo al través de la puerta se habían hablado los amantes, y, según lo<br />

concertado, va de noche Calisto a la huerta de Melibea; pero después de lograr tan<br />

apetecida dicha, al salir y saltar de la tapia, cae muerto el amante. Ella, al saberlo, como<br />

heroína del amor, hace que su padre la oiga al pie de la torre, en cuya azotea ella sola le<br />

cuenta su desgracia y luego se deja caer muerta a sus [XXXVI] pies. El triste anciano<br />

endecha tan horrible desventura y las miserias del mundo, de la vida y del amor.<br />

«El genio gusta de la sencillez, el ingenio gusta de las complicaciones -dice Lessing<br />

en su Dramaturgia... -El genio no puede interesarse más que por aventuras, que tienen<br />

su fundamento unas en otras, que se encadenan como causas y efectos.» Hasta la muerte<br />

de Celestina todo era comedia, la comedia del amor y de la vida; desde aquel punto se<br />

convierte la acción en tragedia. Mueren ambos criados. Torna lo agradable con la<br />

escena de la huerta. Pero cuanto más agradable, más triste y terrible siéntese la<br />

desgracia inesperada de Calisto y la trágica muerte de Melibea. Este cambio repentino<br />

es de efecto maravilloso. El despeño de la acción así preparado y ejecutado es lo más<br />

admirable de la obra.<br />

Del estilo y lenguaje de La Celestina la mayor alabanza que le cabe es haber casado<br />

en ella su autor el período y sintaxis, que venía fraguándose por influjo humanista del<br />

Renacimiento y en que sobresalieron el Arcipreste de Talavera, Hernando de Pulgar,<br />

Fernán Pérez de Guzmán, Diego de San Pedro y Mosén Diego de Valera, con la frase y<br />

modismos, [XXXVII] refranes y voces del uso popular, que nadie hasta él había<br />

empleado. El autor de La Celestina llevó el habla popular a la prosa, como el Arcipreste<br />

de Hita la llevó al verso.<br />

De aquí las dos corrientes de estilo y lenguaje, que cualquiera echa de ver en La<br />

Celestina. El habla ampulosa del Renacimiento erudito la pone en los personajes<br />

aristocráticos, y a veces en los mismos criados, que remedan a su señor; el habla<br />

popular campea en la gente baja, sobre todo en Celestina; a veces, y siempre más o<br />

menos, se mezclan y hacen un todo rimbombante, prosopopeico y abultado para<br />

nosotros, pero muy propio de la época aquella. «El Renacimiento -dice Menéndez y


13<br />

Pelayo- no fue un período de sobriedad académica, sino una fermentación tumultuosa,<br />

una fiesta pródiga y despilfarrada de la inteligencia y de los sentidos. Ninguno de los<br />

grandes escritores de aquella edad es sobrio ni podía serlo.» Estamos todavía lejos de<br />

aquel maravilloso prosista de los tiempos de Carlos V, Juan de Valdés, cuyo principio<br />

estilístico será eternamente el único verdadero: «Que digáis lo que queráis con las<br />

menos palabras que pudiéredes, de tal manera que, esplicando bien el conceto de<br />

vuestro ánimo y dando a entender lo que queréis dezir, de las palabras, que pusiéredes<br />

en una cláusula o razón, [XXXVIII] no se pueda quitar ninguna sin ofender o a la<br />

sentencia della o al encarecimiento o a la elegancia.»<br />

«¿Qué os parece del estilo?», le pregunta Torres, hablando de La Celestina. «En el<br />

estilo, a la verdad, va bien acomodado a las personas que hablan. Es verdad que pecan<br />

en dos cosas, las cuales fácilmente se podrían remediar...: la una es el amontonar de<br />

vocablos algunas veces tan fuera de propósito, como magnificat a maytines; la otra es<br />

en que pone algunos vocablos tan latinos, que no se entienden en el castellano y en<br />

partes adonde podría poner propios castellanos, que los hay. Corregidas estas dos cosas<br />

en Celestina, soy de opinión que ningún libro hay escrito en castellano adonde la lengua<br />

esté más natural, más propia ni más elegante.»<br />

Tiene razón. Las voces latinas son pocas en comparación con las que usaron Juan de<br />

Mena, Juan de Lucena, para no hablar de otros renacentistas que habían perdido los<br />

pulsos, casi tanto como algunos mozos escritores de hoy, que creen escribir elegante<br />

castellano, y dar a entender que saben latín y hasta griego empedrando su estilo de<br />

voces bárbaras, pues bárbaras para el castellano son las griegas y latinas. Pero Valdés no<br />

podía ver estas barbaridades y hace bien en tachar las pocas de La Celestina. [XXXIX]<br />

Pero es el primer libro donde se ve el habla popular y no mal casada con la erudita,<br />

y, aunque con alguna afectación, hermosamente arreada a la latina cuanto a la<br />

construcción del período prosaico. Por eso era el libro más natural y elegante escrito<br />

hasta entonces, y en él y en las Epístolas de Guevara y el Lazarillo, que vinieron más<br />

tarde, fue donde españoles y extranjeros aprendían nuestro idioma.<br />

El Renacimiento español puede decirse que nace con La Celestina, y con ella nace<br />

nuestro teatro, pero tan maduro y acabado, tan humano y recio, tan reflexivo y artístico,<br />

y a la vez tan natural, que ningún otro drama de los posteriores se le puede comparar.<br />

Es La Celestina para leída, más bien que para representada, cabalmente por carecer<br />

de convencionalismos teatrales y no estar atada a otros fueros que a los de la libertad y<br />

de la vida, que la vida y la libertad no pueden encorralarse entre bastidores. Pero el alma<br />

es dramática, dramáticos los personajes, los lances, el desenvolvimiento interno y el<br />

lenguaje dialogado, tan diferente del lenguaje de Cervantes, como el drama lo es de la<br />

novela. No es novela dramática, porque toda novela es narración; ni poema dramático,<br />

porque no menos es narración todo [XL] poema; es puro drama, y no representable por<br />

tan puro drama como es y pura vida.<br />

El naturalismo o realismo, o como quiera llamarse al mirar derechamente a la<br />

naturaleza, a los hombres, y quintaesenciar una y otros por el arte, es tan fuerte aquí<br />

como en la obra del Arcipreste de Hita; aunque ya lo postizo del remedo humanista<br />

altere los personajes señoriles de Calisto y Melibea con la folla, que hasta en la vida real<br />

afectaban en el habla las personas cultas.


14<br />

Tal es, en mi opinión, La Celestina primitiva, quiero decir la Comedia de Calisto y<br />

Melibea, que se imprimió en Burgos el año de 1499.<br />

Ediciones a que se refieren algunas variantes:<br />

B. Burgos, 1499.<br />

S. Sevilla, 1502, reproducida en la de Venecia, 1534 según dicen.<br />

R. Roma, 1506, traducción italiana.<br />

Z. Zaragoza, 1507, edición Gorchs, Barcelona, 1842.<br />

A. Madrid, 1822, editada por León Amarita.<br />

O. Rouen, 1633, editada en casa de Carlos Osmont, con el texto castellano y<br />

traducción francesa al lado.<br />

V. Valencia, 1514, reeditada por Krapf, Vigo, 1900.<br />

JULIO CEJADOR. [3]


15<br />

El autor a vn su amigo<br />

(1)<br />

Suelen los que de sus tierras absentes (2) se hallan considerar de qué cosa aquel<br />

lugar donde (3) [4] parten mayor inopia (4) o falta padezca, para con la tal seruir a los<br />

conterráneos, de quien en algún tiempo beneficio recebido tienen e, viendo que legítima<br />

obligación a inuestigar lo semejante me compelia para pagar las muchas mercedes de<br />

vuestra libre liberalidad recebidas, assaz vezes retraydo en mi cámara, acostado sobre<br />

mi propia mano, echando mis sentidos por ventores (5) e mi juyzio a bolar, me venia a la<br />

memoria, no sólo la necessidad que nuestra común patria tiene de la presente obra, por<br />

la muchedumbre de galanes e enamorados mancebos que possee, pero aun en<br />

particular vuestra misma persona, cuya juventud de amor ser presa (6) se me representa<br />

auer visto y dél cruelmente lastimada, a causa de le faltar defensivas armas para<br />

resistir sus fuegos, las quales hallé esculpidas (7) en estos papeles; no fabricadas en las<br />

grandes herrerías de Milán (8) , mas en los claros ingenios de doctos varones (9)<br />

castellanos formadas. [5] E como mirasse su primor, sotil artificio, su fuerte e claro<br />

metal, su modo e manera de lauor, su estilo elegante, jamás en nuestra castellana<br />

lengua visto ni oydo, leylo tres o quatro vezes. E tantas quantas más lo leya, tanta más<br />

necessidad me ponía de releerlo, e tanto más me agradaua, y en su processo nueuas<br />

sentencias (10) sentía. Vi, no sólo ser dulce en su principal hystoria (11) , o fición toda<br />

junta; pero avn de algunas sus particularidades salían deleytables fontezicas de<br />

filosofía, de otros agradables donayres, de otros auisos e consejos contra lisonjeros (12)<br />

e malos siruientes, e falsas mugeres hechiceras. Vi que no tenía su firma del auctor, el<br />

qual, según algunos dizen, fue Juan de Mena (13) , e según otros, [6] Rodrigo Cota; pero<br />

quien quier que fuesse, es digno de recordable memoria por la sotil inuención, por la<br />

gran copia de sentencias entrexeridas, que so color de donayres tiene. ¡Gran filósofo<br />

era! E pues él con temor de detractores e nocibles (14) lenguas, más aparejadas a<br />

reprehender que a saber inuentar, quiso celar e encubrir su nombre, no me culpeys, si<br />

en el fin baxo que lo pongo (15) , no espressare el mío. Mayormente que, siendo jurista yo,<br />

avnque obra discreta (16) , es agena de mi facultad e quien lo supiesse diría que no por<br />

recreación de mi principal estudio, del qual [7] yo más me precio, como es la verdad, lo<br />

hiziesse, antes distraydo de los derechos (17) , en esta nueua labor me entremetiesse. Pero<br />

avnque no acierten, sería pago de mi osadía. Assimesmo pensarían que no quinze<br />

días (18) de vnas vacaciones, mientra mis socios (19) en sus tierras, en acabarlo me<br />

detuuiesse, como es lo cierto; pero avn más tiempo e menos acepto (20) . Para desculpa<br />

de lo qual todo, no solo a vos, pero a quantos lo leyeren, offrezco los siguientes metros.<br />

E porque conozcays dónde comiençan mis maldoladas (21) razones, acordé que todo lo<br />

del antiguo auctor fuesse sin diuisión en vn aucto o cena (22) incluso, [8] hasta el<br />

segundo aucto, donde dize: «Hermanos míos, etc.». Uale. [9]


16<br />

El autor<br />

Escusándose de su yerro en esta obra que escrivió, contra sí arguye e<br />

compara (23)<br />

Prosigue.<br />

Prosigue.<br />

Prosigue.<br />

El silencio escuda e suele encubrir<br />

La falta de ingenio e torpeza de lenguas;<br />

Blasón que es contrario, publica sus menguas<br />

A quien mucho habla sin mucho sentir.<br />

Como hormiga que dexa de yr,<br />

Holgando por tierra, con la prouisión:<br />

Jactose con alas de su perdición:<br />

Lleuáronla en alto, no sabe dónde yr.<br />

El ayre gozando ageno y estraño,<br />

Rapina es ya hecha de aues que buelan<br />

Fuertes más que ella, por ceuo la llieuan:<br />

En las nueuas alas estaua su daño. [10]<br />

Razón es que aplique a mi pluma este engaño,<br />

No despreciando a los que me arguyen<br />

Assí, que a mí mismo mis alas destruyen,<br />

Nublosas e flacas, nascidas de ogaño.<br />

Donde esta gozar pensaua bolando<br />

O yo de screuir cobrar mas honor<br />

Del vno y del otro nasció disfauor:<br />

Ella es comida e a mí están cortando<br />

Reproches, reuistas e tachas. Callando<br />

Obstara, e los daños de inuidia e murmuros<br />

Insisto remando, e los puertos seguros (24)<br />

Atrás quedan todos ya quanto más ando.<br />

Si bien quereys ver mi limpio motiuo,<br />

A quál se endereça de aquestos estremos,<br />

Con quál participa, quién rige sus remos,<br />

Apollo, Diana o Cupido altiuo,<br />

Buscad bien el fin de aquesto que escriuo,<br />

O del principio leed su argumento:<br />

Leeldo, vereys que (25) , avnque dulce cuento,<br />

Amantes, que os muestra salir de catiuo (26) . [11]


17<br />

Comparación.<br />

Como el doliente que píldora amarga<br />

O la recela, o no puede tragar (27) ,<br />

Métela dentro del dulce manjar;<br />

Engáñase el gusto, la salud se alarga:<br />

Desta manera mi pluma se embarga (28) ,<br />

Imponiendo dichos lasciuos, rientes,<br />

Atrae los oydos de penadas gentes (29) :<br />

De grado escarmientan e arrojan su carga.<br />

Buelve a su propósito.<br />

Estando cercado de dubdas e antojos,<br />

Compuse tal fin que el principio desata;<br />

Acordé dorar con oro de lata (30)<br />

Lo más fino tibar (31) que vi con mis ojos<br />

Y encima de rosas sembrar mill abrojos.<br />

Suplico, pues, suplan discretos mi falta.<br />

Teman grosseros y en obra tan alta<br />

O vean e callen o no den enojos. [12]<br />

Prosigue dando razones por que se mouio a acabar esta obra.<br />

Yo vi en Salamanca (32) la obra presente:<br />

Mouime acabarla por estas razones:<br />

Es la primera, que estó en vacaciones,<br />

La otra imitar la persona prudente (33) ;<br />

Y es la final, ver la más gente<br />

Buelta e mezclada en vicios de amor.<br />

Estos amantes les pornán temor<br />

A fiar de alcahueta, ni falso siruiente.<br />

E assí que esta obra en el proceder<br />

Fue tanto breue, quanto muy sotil,<br />

Vi que portaua sentencias dos mill (34)<br />

En forro de gracias, labor de plazer.<br />

No hizo Dédalo cierto a mi ver<br />

Alguna más prima entretalladura (35) ,<br />

Si fin diera en esta su propia escriptura<br />

Cota o Mena (36) con su gran saber. [13]<br />

Jamás yo no vide en lengua romana,<br />

Después que me acuerdo (37) , ni nadie la vido,<br />

Obra de estilo tan alto e sobido<br />

En tusca, ni griega, ni en castellana.<br />

No trae sentencia, de donde no mana<br />

Loable a su auctor y eterna memoria,<br />

Al qual Jesucristo resciba en su gloria


18<br />

Por su passión santa, que a todos nos sana.<br />

Amonesta a los que aman que siruan a Dios y dexen las malas cogitacion(e)s<br />

e vicios de amor.<br />

Fin.<br />

Uos, los que amays, tomad este enxemplo,<br />

Este fino arnés con que os defendays:<br />

Bolued ya las riendas, porque no os perdays;<br />

Load siempre a Dios visitando su templo.<br />

Andad sobre auiso; no seays d'exemplo<br />

De muertos e biuos y propios culpados:<br />

Estando en el mundo yazeys sepultados.<br />

Muy gran dolor siento quando esto contemplo.<br />

O damas, matronas, mancebos, casados,<br />

Notad bien la vida que aquestos hizieron,<br />

Tened por espejo su fin qual ouieron: [14]<br />

A otro que amores dad vuestros cuydados (38) ,<br />

Limpiad ya los ojos, los ciegos errados,<br />

Virtudes sembrando con casto biuir,<br />

A todo correr deueys de huyr,<br />

No os lance Cupido sus tiros dorados. [15]


19<br />

Prólogo<br />

(39)<br />

Todas las cosas ser criadas a manera de contienda o batalla, dize aquel gran sabio<br />

Eráclito [16] en este modo: «Omnia secundum litem fiunt.» Sentencia a mi ver digna de<br />

perpetua y recordable memoria. E como sea cierto que toda palabra del hombre sciente<br />

está preñada, desta se puede dezir que de muy hinchada y llena quiere [17] rebentar,<br />

echando de sí tan crescidos ramos y hojas, que del menor pimpollo se sacaría harto<br />

fruto entre personas discretas. Pero como mi pobre saber no baste a mas de roer sus<br />

secas cortezas de los dichos de aquellos, que por claror de sus ingenios merescieron ser<br />

aprouados, con lo poco que de allí alcançare, satisfaré al propósito deste perbreue<br />

prólogo. Hallé esta sentencia corroborada por aquel gran orador e poeta laureado,<br />

Francisco Petrarcha, diziendo: «Sine lite atque offensione nihil genuit natura parens»:<br />

Sin lid e offensión ninguna cosa engendró la natura, madre de todo. Dize más adelante:<br />

«Sic est enim, et sic propemodum universa testantur: rapido stellæ obviant firmamento;<br />

contraria inuicem elementa confligunt; terræ tremunt; maria fluctuant; aer quatitur;<br />

crepant flammæ; bellum immortale venti gerunt; tempora temporibus concertant;<br />

secum singula nobiscum omnia». Que quiere dezir: «En verdad assí es, e assí todas las<br />

cosas desto dan testimonio: las estrellas se encuentran en el arrebatado firmamento del<br />

cielo; los aduersos elementos vnos con otros rompen pelea, tremen las tierras, ondean<br />

los mares, el ayre se sacude, suenan las llamas, los vientos entre si traen perpetua<br />

guerra, los tiempos con tiempos contienden e litigan entre si, vno a vno e todos contra<br />

nosotros.» El [18] verano vemos que nos aquexa con calor demasiado (40) , el inuierno<br />

con frío y aspereza: assí que esto nos paresce reuolución temporal, esto con que nos<br />

sostenemos, esto con que nos criamos e biuimos, si comiença a ensoberuecerse más de<br />

lo acostumbrado, no es sino guerra. E quanto se ha de temer, manifiéstase por los<br />

grandes terromotos e toruellinos, por los naufragios y encendios, assí celestiales como<br />

terrenales; por la fuerça de los aguaduchos (41) , por aquel bramar de truenos, por aquel<br />

temeroso ímpetu de rayos, aquellos cursos e recursos de las nuues, de cuyos abiertos<br />

mouimientos, para saber la secreta causa de que proceden, no es menor la dissension<br />

de los [19] filósofos en las escuelas, que de las ondas en la mar.<br />

Pues entre los animales ningún género carece de guerra: pesces, fieras, aues,<br />

serpientes, de lo qual todo, vna especie a otra persigue. El león al lobo, el lobo la<br />

cabra, el perro la liebre e, si no paresciesse conseja (42) de tras el fuego, yo llegaría más<br />

al cabo esta cuenta. El elefante, animal tan poderoso e fuerte, se espanta e huye de la<br />

vista de vn suziuelo ratón, e avn de solo oyrle (43) toma gran temor. Entre las serpientes<br />

el basilisco (44) crió la natura tan ponçoñoso e conquistador de todas las otras, que con<br />

su siluo las asombra e con su venida las ahuyenta e disparze, con su vista las mata. La<br />

bíuora, reptilia o serpiente [20] enconada, al tiempo del concebir, por la boca de la<br />

hembra metida la cabeça del macho y ella con el gran dulçor apriétale tanto que le<br />

mata e, quedando preñada, el primer hijo rompe las yjares de la madre, por do todos<br />

salen y ella muerta queda y él quasi como vengador de la paterna muerte. ¿Que mayor<br />

lid, que mayor conquista ni guerra que engendrar en su cuerpo quien coma sus<br />

entrañas?


20<br />

Pues no menos dissensiones naturales creemos auer en los pescados; pues es cosa<br />

cierta gozar la mar de tantas formas de pesces, quantas la tierra y el ayre cría de aues<br />

e animalias e muchas más. Aristótiles e Plinio cuentan marauillas de un pequeño pece<br />

llamado Echeneis (45) , quanto sea apta su propriedad para diuersos géneros de lides.<br />

Especialmente tiene vna, que si [21] llega a vna nao o carraca, la detiene, que no se<br />

puede menear, avnque vaya muy rezio por las aguas; de lo qual haze Lucano mención,<br />

diziendo:<br />

Non puppim retinens, Euro tendente rudentes,<br />

In mediis Echeneis aquis.<br />

«No falta allí el pece dicho Echeneis, que detiene las fustas, quando el viento Euro<br />

estiende las cuerdas en medio de la mar». ¡O natural contienda, digna de admiración;<br />

poder más vn pequeño pece que vn gran nauío con toda su fuerça de los vientos!<br />

Pues si discurrimos por las aues e por sus menudas enemistades, bien affirmaremos<br />

ser todas las cosas criadas a manera de contienda. Las mas biuen de rapina, como<br />

halcones e águilas e gauilanes. Hasta los grosseros milanos insultan dentro en nuestras<br />

moradas los domésticos [22] pollos e debaxo las alas de sus madres los vienen a<br />

caçar (46) . De vna aue llamada rocho, que nace en el índico mar de Oriente, se dize ser<br />

de grandeza jamás oyda e que lleva sobre su pico fasta las nuues, no solo vn hombre o<br />

diez, pero vn nauío cargado de todas sus xarcias e gente. E como los míseros<br />

navegantes estén assí suspensos en el ayre, con el meneo de su buelo caen e reciben<br />

crueles muertes.<br />

¿Pues qué diremos entre los hombres a quien todo lo sobredicho es subjeto? ¿Quién<br />

explanará sus guerras, sus enemistades, sus embidias, sus aceleramientos e<br />

mouimientos e descontentamientos? ¿Aquel mudar de trajes, aquel derribar e renouar<br />

edificios, e otros muchos affectos diuersos e variedades que desta nuestra flaca<br />

humanidad nos prouienen?<br />

E pues es antigua querella e uisitada de largos [23] tiempos (47) , no quiero<br />

marauillarme si esta presente obra ha seydo instrumento de lid o contienda a sus<br />

lectores para ponerlos en differencias (48) , dando cada vno sentencia sobre ella a sabor<br />

de su voluntad. Unos dezían que era prolixa, otros breue, otros agradable, otros<br />

escura; de manera que cortarla a medida de tantas e tan differentes condiciones a solo<br />

Dios pertenesce. Mayormente pues ella con todas las otras cosas que al mundo son, van<br />

debaxo de la vandera desta notable sentencia: «que avn la mesma vida de los<br />

hombres (49) , si bien lo miramos, desde la primera edad hasta que blanquean las canas,<br />

es batalla.» Los niños con los juegos, los moços con las letras, los mancebos con los<br />

deleytes, los viejos con mill especies de enfermedades pelean y estos papeles con todas<br />

las edades. La primera los borra e rompe, la segunda no los sabe bien leer, la tercera,<br />

que es la alegre juventud y mancebía, [24] discorda. Vnos les roen los huessos (50) que<br />

no tienen virtud, que es la hystoria toda junta, no aprouechándose de las<br />

particularidades, haziéndola cuenta (51) de camino; otros pican (52) los donayres y<br />

refranes comunes, loándolos con toda atención, dexando passar por alto lo que haze<br />

más al caso e vtilidad suya. Pero aquellos para cuyo verdadero plazer es todo,<br />

desechan el cuento de la hystoria para contar, coligen la suma para su prouecho, ríen<br />

lo donoso, las sentencias e dichos de philosophos guardan en su memoria para<br />

trasponer (53) en lugares conuenibles a sus autos (54) e propósitos. Assí que quando diez


21<br />

personas (55) se juntaren a oyr esta comedia, en quien quepa esta differencia de<br />

condiciones, como [25] suele acaescer, ¿quién negará que aya contienda en cosa que<br />

de tantas maneras se entienda? Que avn los impressores han dado sus punturas,<br />

poniendo rúbricas o sumarios (56) al principio de cada aucto, narrando en breue lo que<br />

dentro contenía: vna cosa bien escusada según lo que los antiguos scriptores vsaron.<br />

Otros han litigado sobre el nombre, diziendo que no se auía de llamar comedia, pues<br />

acabaua en tristeza, sino que se llamase tragedia. El primer auctor (57) quiso darle<br />

denominación del principio, que fue plazer, e llamóla comedia. Yo viendo estas<br />

discordias, entre estos extremos partí agora por medio la porfía, e llaméla<br />

tragicomedia (58) . Assí [26] que viendo estas contiendas, estos dissonos (59) e varios<br />

juyzios, miré a donde la mayor parte acostaua (60) , e hallé que querían que se alargasse<br />

en el processo de su deleyte destos amantes, sobre lo qual fuy muy importunado; de<br />

manera que acordé, avnque contra mi voluntad, meter (61) segunda vez la pluma en tan<br />

estraña lauor e tan agena de mi facultad, hurtando algunos ratos a mi principal<br />

estudio, con otras horas destinadas para recreación, puesto que no han de faltar<br />

nueuos detractores a la nueua adición. [27]<br />

SÍGUESE<br />

La comedia o tragicomedia (62) de Calisto y Melibea, compuesta en reprehensión de<br />

los locos enamorados, que, vencidos en su desordenado apetito, a sus amigas llaman e<br />

dizen ser su Dios. Assí mesmo fecha en auiso de los engaños de las alcahuetas e malos e<br />

lisonjeros siruientes.


22<br />

Argumento de toda la obra<br />

Calisto fue de noble linaje, de claro ingenio, de gentil disposición, de linda criança,<br />

dotado de muchas gracias, [28] de estado mediano. Fue preso en el amor de Melibea,<br />

muger moça, muy generosa, de alta y sereníssima sangre, sublimada en próspero estado,<br />

vna sola heredera a su padre Pleberio, y de su madre Alisa muy amada. Por solicitud del<br />

pungido Calisto, vencido el casto propósito della (entreueniendo Celestina, mala y<br />

astuta muger, con dos seruientes del vencido Calisto, engañados e por esta tornados<br />

desleales, presa su fidelidad con anzuelo de codicia y de deleyte), vinieron los amantes e<br />

los que les ministraron, en amargo y desastrado fin. Para comienço de lo cual dispuso el<br />

aduersa fortuna lugar oportuno, donde a la presencia de Calisto se presentó la desseada<br />

Melibea. [29]<br />

Introdúcense en esta tragi-comedia las personas siguientes (63)<br />

CALISTO<br />

MELIBEA<br />

PLEBERIO<br />

ALISA<br />

CELESTINA<br />

PÁRMENO<br />

SEMPRONIO<br />

TRISTÁN<br />

SOSIA<br />

CRITO<br />

LUCRECIA<br />

ELICIA<br />

AREUSA<br />

CENTURIO<br />

Mancebo enamorado.<br />

Hija de Pleberio.<br />

Padre de Melibea.<br />

Madre de Melibea.<br />

Alcahueta.<br />

Criado de Calisto.<br />

Criado de Calisto.<br />

Criado de Calisto.<br />

Criado de Calisto.<br />

Putañero.<br />

Criada de Pleberio.<br />

Ramera.<br />

Ramera.<br />

Rofián.


23<br />

[31]<br />

Aucto primero<br />

ARGUMENTO DEL PRIMER AUTO DESTA COMEDIA<br />

Entrando Calisto en una huerta empós de un falcón suyo, halló y a Melibea, de cuyo<br />

amor preso, començole de hablar. De la qual rigorosamente despedido, fue para su casa<br />

muy sangustiado (64) . Habló con vn criado suyo llamado Sempronio, el qual, después de<br />

muchas razones, le endereçó a vna vieja llamada Celestina, en cuya casa tenía el mesmo<br />

criado vna enamorada llamada Elicia. La qual, viniendo Sempronio a casa de Celestina<br />

con el negocio de su amo, tenía a otro consigo, llamado Crito, al qual escondieron.<br />

Entretanto que Sempronio está negociando con Celestina, Calisto está razonando con<br />

otro criado suyo, por nombre Pármeno. El qual razonamiento dura hasta que llega<br />

Sempronio y Celestina a casa de Calisto. Pármeno fue conoscido de Celestina, la qual<br />

mucho le dize de los fechos e conoscimiento de su madre, induziéndole a amor e<br />

concordia de Sempronio.<br />

PÁRMENO, CALISTO, MELIBEA, SEMPRONIO, CELESTINA, ELICIA, CRITO.<br />

CALISTO (65) .- En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios. [32]<br />

MELIBEA.- ¿En qué, Calisto?<br />

CALISTO.- En dar poder a natura (66) que de tan perfeta hermosura te dotasse e facer<br />

a mí inmérito (67) tanta merced que verte alcançasse e en tan conueniente lugar, que mi<br />

secreto dolor manifestarte pudiesse. Sin dubda encomparablemente (68) es mayor tal<br />

galardón, que el seruicio, sacrificio, deuoción e obras pías, que por este lugar alcançar<br />

tengo yo a Dios offrescido, ni otro poder mi voluntad humana puede conplir (69) . ¿Quién<br />

vido en esta vida cuerpo glorificado de ningún hombre, [33] como agora el mío? Por<br />

cierto los gloriosos sanctos, que se deleytan en la visión diuina, no gozan mas que yo<br />

agora en el acatamiento tuyo. Más ¡o triste!, que en esto diferimos: que ellos puramente<br />

se glorifican sin temor de caer de tal bienauenturança e yo misto (70) me alegro con<br />

recelo del esquiuo (71) tormento, que tu absencia me ha de causar.<br />

MELIBEA.- ¿Por grand premio tienes esto, Calisto?


24<br />

CALISTO.- Téngolo por tanto en verdad que, si Dios me diese en el cielo la silla<br />

sobre sus sanctos, no lo ternía por tanta felicidad.<br />

MELIBEA.- Pues avn más ygual galardón te daré yo, si perseueras.<br />

CALISTO.- ¡O bienauenturadas orejas (72) mías, que indignamente tan gran palabra<br />

haueys oydo!<br />

MELIBEA.- Mas desauenturadas (73) de que me acabes de oyr Porque la paga será tan<br />

fiera, qual meresce tu loco atreuimiento. E el intento de [34] tus palabras, Calisto, ha<br />

seydo (74) de ingenio (75) de tal hombre como tú, hauer de salir para se perder en la virtud<br />

de tal muger como yo.¡Vete!, ¡vete de ay, torpe! Que no puede mi paciencia tollerar que<br />

aya subido en coraçón humano (76) comigo el ylícito amor comunicar su deleyte.<br />

CALISTO.- Yré como aquel contra quien solamente la aduersa fortuna pone su<br />

estudio (77) con odio cruel.<br />

CALISTO.- ¡Sempronio (78) , Sempronio, Sempronio! ¿Dónde está este maldito?<br />

SEMPRONIO.- Aquí soy, señor, curando (79) destos cauallos. [35]<br />

CALISTO.- Pues, ¿cómo (80) sales de la sala?<br />

SEMPRONIO.- Abatiose (81) el girifalte e vínele a endereçar en el alcándara (82) .<br />

CALISTO.- ¡Assí los diablos te ganen (83) ! ¡Assí por infortunio arrebatado perezcas o<br />

perpetuo intollerable tormento consigas, el qual en grado incomparablemente a la<br />

penosa e desastrada muerte, que espero, traspassa. ¡Anda, anda, maluado! Abre la<br />

cámara e endereça la cama.<br />

SEMPRONIO.- Señor, luego hecho es (84) .<br />

CALISTO.- Cierra la ventana e dexa la tiniebla acompañar al triste y al desdichado<br />

la ceguedad. Mis pensamientos tristes no son dignos de luz. ¡O bienauenturada muerte<br />

aquella, que desseada a los afligidos viene! ¡O si viniéssedes agora, [36] Hipócrates e<br />

Galeno (85) , médicos, ¿sentiríades mi mal? ¡O piedad de silencio (86) , inspira en el<br />

Plebérico coraçón (87) , porque sin esperança de salud no embíe el espíritu perdido con el<br />

desastrado Píramo e de la desdichada Tisbe (88) ! [37]<br />

SEMPRONIO.- ¿Qué cosa es?<br />

CALISTO.- ¡Vete de ay! No me fables; sino, quiçá ante (89) del tiempo de mi rabiosa<br />

muerte, mis manos causarán tu arrebatado fin.<br />

SEMPRONIO.- Yré, pues solo quieres padecer tu mal.<br />

CALISTO.- ¡Ve con el diablo (90) !


25<br />

SEMPRONIO.- No creo, según pienso, yr comigo (91) el que contigo queda. ¡O<br />

desuentura! ¡O súbito mal! ¿Quál fue tan contrario acontescimiento, que assí tan presto<br />

robó el alegría deste hombre e, lo que peor es, junto con ella el seso? ¿Dexarle he solo o<br />

entraré alla? Si le dexo, matarse ha; si entro alla, matarme ha. Quédese; no me curo.<br />

Más vale que muera aquel, a quien es enojosa la vida, que no yo, que huelgo con ella.<br />

Avnque por al (92) no desseasse viuir, sino por ver mi Elicia, me deuría guardar de<br />

peligros. Pero, si se mata sin otro testigo, yo quedo obligado [38] a dar cuenta de su<br />

vida. Quiero entrar. Mas, puesto que entre, no quiere consolación ni consejo. Asaz es<br />

señal mortal no querer sanar (93) . Con todo, quiérole dexar vn poco desbraue (94) , madure:<br />

que oydo he dezir que es peligro abrir o apremiar (95) las postemas duras, porque mas se<br />

enconan. Esté vn poco. Dexemos llorar al que dolor tiene. Que las lágrimas e sospiros<br />

mucho desenconan el coraçón dolorido (96) . E avn, si delante me tiene, más comigo se<br />

encenderá. Que el sol más arde donde puede reuerberar. La vista, a quien objeto no se<br />

antepone, cansa. E quando aquel es cerca, agúzase. Por esso quiérome sofrir vn poco. Si<br />

entretanto se matare, muera. Quiçá con algo me quedaré que otro no lo sabe, con que<br />

mude el pelo malo (97) . Avnque [39] malo es esperar salud en muerte agena (98) . E quiçá<br />

me engaña el diablo. E si muere, matarme han e yrán allá la soga e el calderón (99) . Por<br />

otra parte dizen los sabios que es grande descanso a los affligidos tener con quien<br />

puedan sus cuytas llorar e que la llaga interior más empece. Pues en estos estremos, en<br />

que estoy perplexo, lo más sano es entrar e sofrirle e consolarle. Porque, si possible es<br />

sanar sin arte ni aparejo, mas ligero es guarescer por arte e por cura (100) .<br />

CALISTO.- Sempronio.<br />

SEMPRONIO.- Señor.<br />

CALISTO.- Dame acá el laúd.<br />

SEMPRONIO.- Señor, vesle aquí.<br />

CALISTO.- ¿Qual dolor puede ser tal<br />

que se yguale con mi mal? (101)<br />

SEMPRONIO.- Destemplado está esse laúd.<br />

CALISTO.- ¿Cómo templará el destemplado? ¿Cómo sentirá el armonía aquel, que<br />

consigo está tan discorde? ¿Aquel en quien la voluntad [40] a la razón no obedece?<br />

¿Quien tiene dentro del pecho aguijones, paz, guerra, tregua, amor, enemistad, injurias,<br />

pecados, sospechas, todo a vna causa (102) ? Pero tañe e canta la más triste canción, que<br />

sepas.<br />

SEMPRONIO.-<br />

Mira Nero de Tarpeya<br />

a Roma cómo se ardía:<br />

gritos dan niños e viejos<br />

e el de nada se dolía(103).<br />

CALISTO.- Mayor es mi fuego e menor la piedad de quien agora digo.<br />

SEMPRONIO.- No me engaño yo, que loco está este mi amo.


26<br />

CALISTO.- ¿Qué estás murmurando, Sempronio?<br />

SEMPRONIO.- No digo nada.<br />

CALISTO.- Di lo que dizes, no temas.<br />

SEMPRONIO.- Digo que ¿cómo puede ser mayor el fuego, que atormenta vn viuo,<br />

que el que quemó tal cibdad e tanta multitud de gente?<br />

CALISTO.- ¿Cómo? Yo te lo diré. Mayor es la llama que dura ochenta años, que la<br />

que en vn día passa, y mayor la que mata vn ánima, que la que quema cient mill<br />

cuerpos. Como de la aparencia [41] a la existencia, como de lo viuo a lo pintado (104) ,<br />

como de la sombra a lo real, tanta diferencia ay del fuego, que dizes, al que me quema.<br />

Por cierto, si el del purgatorio es tal, mas querría que mi spíritu fuesse con los de los<br />

brutos animales, que por medio de aquel yr a la gloria de los sanctos.<br />

SEMPRONIO.- ¡Algo es lo que digo! ¡A más ha de yr este hecho! No basta loco,<br />

sino ereje (105) .<br />

CALISTO.- ¿No te digo que fables alto, quando fablares? ¿Qué dizes?<br />

SEMPRONIO.- Digo que nunca Dios quiera tal; que es especie de heregía lo que<br />

agora dixiste.<br />

CALISTO.- ¿Por qué?<br />

SEMPRONIO.- Porque lo que dizes contradize la cristiana religión.<br />

CALISTO.- ¿Qué a mí? (106)<br />

SEMPRONIO.- ¿Tú no eres cristiano?<br />

CALISTO.- ¿Yo? Melibeo so e a Melibea adoro e en Melibea creo e a Melibea<br />

amo (107) .<br />

SEMPRONIO.- Tú te lo dirás. Como Melibea es grande, no cabe en el coraçón de mi<br />

amo, que por la boca le sale a borbollones. No es más [42] menester. Bien sé de qué pie<br />

coxqueas (108) . Yo te sanaré.<br />

CALISTO.- Increyble cosa prometes.<br />

SEMPRONIO.- Antes fácil. Que el comienço de la salud es conoscer hombre la<br />

dolencia del enfermo.<br />

CALISTO.- ¿Quál consejo puede regir lo que en sí no tiene orden ni consejo?<br />

SEMPRONIO.- ¡Ha!, ¡ha!, ¡ha! ¿Esto es el fuego de Calisto? ¿Estas son sus<br />

congoxas? ¡Como si solamente el amor contra él asestara (109) sus tiros! ¡O soberano<br />

Dios, quán altos son tus misterios! ¡Quánta premia (110) pusiste en el amor, que es<br />

necessaria turbación en el amante! Su límite posiste por marauilla. Paresce al amante


27<br />

que atrás queda. Todos passan, todos rompen, pungidos e esgarrochados (111) como<br />

ligeros toros. Sin freno saltan por las barreras. Mandaste al hombre por la muger dexar<br />

el padre e la madre (112) ; [43] agora no solo aquello, mas a ti e a tu ley desamparan, como<br />

agora Calisto. Del qual no me marauillo, pues los sabios, los santos, los profetas por<br />

él (113) te oluidaron.<br />

CALISTO.- Sempronio.<br />

SEMPRONIO.- Señor.<br />

CALISTO.- No me dexes.<br />

SEMPRONIO.- De otro temple está esta gayta (114) .<br />

CALISTO.- ¿Qué te paresce de mi mal?<br />

SEMPRONIO.- Que amas a Melibea.<br />

CALISTO.- ¿E no otra cosa?<br />

SEMPRONIO.- Harto mal es tener la voluntad en vn solo lugar catiua.<br />

CALISTO.- Poco sabes de firmeza.<br />

SEMPRONIO.- La perseuerancia en el mal no es constancia; mas dureza o pertinacia<br />

la llaman en mi tierra. Vosotros los filósofos de Cupido (115) llamalda como quisiérdes.<br />

CALISTO.- Torpe cosa es mentir el que enseña a otro, pues que tú te precias de loar<br />

a tu amiga Elicia.<br />

SEMPRONIO.- Haz tú lo que bien digo e no lo que mal hago. [44]<br />

CALISTO.- ¿Qué me reprobas (116) ?<br />

SEMPRONIO.- Que sometes la dignidad del hombre a la imperfección de la flaca<br />

muger.<br />

CALISTO.- ¿Muger? ¡O grossero! ¡Dios, Dios! (117)<br />

SEMPRONIO.- ¿E assí lo crees? ¿O burlas?<br />

CALISTO.- ¿Que burlo (118) ? Por Dios la creo, por Dios la confiesso e no creo que ay<br />

otro soberano en el cielo; avnque entre nosotros mora (119) .<br />

SEMPRONIO.- ¡Ha!, ¡ah!, ¡ah! ¿Oystes qué blasfemia? ¿Vistes qué ceguedad?<br />

CALISTO.- ¿De qué te ríes?<br />

SEMPRONIO.- Ríome, que no pensaua que hauía peor inuención de pecado que en<br />

Sodoma (120) .


28<br />

CALISTO.- ¿Cómo?<br />

SEMPRONIO.- Porque aquellos procuraron abominable vso con los ángeles no<br />

conocidos e tú con el que confiessas ser Dios. [45]<br />

CALISTO.- ¡Maldito seas!, que fecho me has reyr, lo que no pensé ogaño.<br />

SEMPRONIO.- ¿Pues qué?, ¿toda tu vida auías de llorar?<br />

CALISTO.- Sí.<br />

SEMPRONIO.- ¿Por qué?<br />

CALISTO.- Porque amo a aquella, ante quien tan indigno me hallo, que no la espero<br />

alcançar.<br />

SEMPRONIO.- ¡O pusilánimo! ¡O fideputa (121) ! ¡Qué Nembrot (122) , qué magno<br />

Alexandre, los quales no solo del señorío del mundo, mas del cielo se juzgaron ser<br />

dignos!<br />

CALISTO.- No te oy bien esso que dixiste. Torna, dilo, no procedas.<br />

SEMPRONIO.- Dixe que tú, que tienes mas coraçón que Nembrot ni Alexandre,<br />

desesperas de alcançar vna muger, muchas de las quales en grandes estados<br />

constituydas se sometieron a los pechos e resollos (123) de viles azemileros e otras a<br />

brutos animales. ¿No has leydo de Pasife (124) con el toro, de Minerua con el can? [46]<br />

CALISTO.- No lo creo; hablillas son.<br />

SEMPRONIO.- Lo de tu abuela con el ximio (125) , ¿hablilla fue? Testigo es el<br />

cuchillo de tu abuelo.<br />

CALISTO.- ¡Maldito sea este necio! ¡E qué porradas (126) dize! [47]<br />

SEMPRONIO.- ¿Escociote? (127) Lee los ystoriales, estudia los filósofos, mira los<br />

poetas. Llenos están los libros de sus viles e malos exemplos e de las caydas (128) que<br />

leuaron (129) los que en algo, como tú, las reputaron. Oye a Salomón do dize que las<br />

mugeres e el vino hazen a los hombres renegar (130) . Conséjate con Séneca e verás en qué<br />

las tiene (131) . Escucha al Aristóteles, mira a Bernardo. Gentiles, judíos, cristianos e<br />

moros, todos en esta concordia están. Pero lo dicho e lo que dellas [48] dixere no te<br />

contezca (132) error de tomarlo en común. Que muchas houo e ay sanctas e virtuosas e<br />

notables, cuya resplandesciente corona quita el general vituperio (133) . Pero destas otras,<br />

¿quién te contaría sus mentiras, sus tráfagos, sus cambios, su liuiandad, sus lagrimillas,<br />

sus alteraciones, sus osadías? Que todo lo que piensan, osan sin deliberar. ¿Sus<br />

disimulaciones, su [49] lengua, su engaño, su oluido, su desamor, su ingratitud, su<br />

inconstancia, su testimoniar, su negar, su reboluer, su presunción, su vanagloria, su<br />

abatimiento, su locura, su desdén, su soberuia, su subjeción, su parlería, su golosina, su<br />

luxuria e suziedad, su miedo, su atreuemiento, sus hechizerías, sus embaymientos, sus<br />

escarnios, su deslenguamiento, su desvergüença, su alcahuetería? Considera, ¡qué sesito<br />

está debaxo de aquellas grandes e delgadas tocas! ¡Qué pensamientos so aquellas


29<br />

gorgueras (134) , so aquel fausto, so aquellas largas e autorizantes ropas! ¡Qué imperfición,<br />

qué aluañares debaxo de templos pintados! Por ellas es dicho: arma del diablo (135) , [50]<br />

cabeça de pecado, destruyción de parayso. ¿No has rezado en la festiuidad de Sant Juan,<br />

do dize: Las mugeres e el vino hazen los hombres renegar; do dize (136) : Esta es la muger,<br />

antigua malicia que a Adán echó de los deleytes de parayso; esta el linaje humano metió<br />

en el infierno; a esta menospreció Helías propheta &c.?<br />

CALISTO.- Di pues, esse Adán, esse Salomón, esse Dauid, esse Aristóteles, esse<br />

Vergilio, essos que [51] dizes (137) , ¿cómo se sometieron a ellas? ¿Soy mas que ellos?<br />

SEMPRONIO.- A los que las vencieron querría que remedasses, que no a los que<br />

dellas fueron vencidos. Huye de sus engaños. ¿Sabes que facen? Cosa, que es difícil<br />

entenderlas. No tienen modo, no razón, no intención (138) . Por rigor comiençan el<br />

ofrescimiento, que de sí quieren hazer. A los que meten por los agujeros denuestan en la<br />

calle. Combidan, despiden, llaman, niegan, señalan amor, pronuncian enemiga,<br />

ensáñanse presto, apacíguanse luego. Quieren que adeuinen lo que quieren. ¡O qué<br />

plaga! ¡O qué enojo! ¡O qué fastío es conferir con ellas, más de aquel breue tiempo, que<br />

son aparejadas a deleyte!<br />

CALISTO.- ¡Ve! Mientra más me dizes e más inconuenientes me pones, más la<br />

quiero. No sé qué s' es.<br />

SEMPRONIO.- No es este juyzio para moços, según [52] veo, que no se saben a<br />

razón someter, no se saben administrar. Miserable cosa es pensar ser maestro el que<br />

nunca fue discípulo (139) .<br />

CALISTO.- ¿E tú qué sabes? ¿quién te mostró (140) esto?<br />

SEMPRONIO.- ¿Quién? Ellas. Que, desque se descubren, assí pierden la<br />

vergüença (141) , que todo esto e avn más a los hombres manifiestan. Ponte pues en la<br />

medida de honrra, piensa ser más digno de lo que te reputas. Que cierto, peor estremo es<br />

dexarse hombre caer de su merescimiento, que ponerse en más alto lugar que deue.<br />

CALISTO.- Pues, ¿quién yo para esso? (142)<br />

SEMPRONIO.- ¿Quién? Lo primero eres hombre e de claro ingenio. E mas, a quien<br />

la natura dotó de los mejores bienes que tuuo, conuiene a saber, fermosura, gracia,<br />

grandeza de miembros, fuerça, ligereza. E allende (143) desto, fortuna (144) medianamente<br />

partió contigo lo suyo en tal quantidad, que los bienes, que tienes de dentro, con [53] los<br />

de fuera resplandescen. Porque sin los bienes de fuera, de los quales la fortuna es<br />

señora, a ninguno acaece en esta vida ser bienauenturado. E mas, a constelación (145) de<br />

todos eres amado.<br />

CALISTO.- Pero no de Melibea. E en todo lo que me as gloriado (146) , Sempronio, sin<br />

proporción ni comparación se auentaja Melibea (147) . Mira la nobleza e antigüedad de su<br />

linaje, el grandíssimo patrimonio, el excelentíssimo ingenio, las resplandescientes<br />

virtudes, la altitud e enefable gracia, la soberana hermosura, de la qual te ruego me<br />

dexes hablar vn poco, porque aya algún refrigerio. E lo que te dixere será de lo<br />

descubierto; que, si de lo occulto yo hablarte supiera, no nos fuera necessario altercar<br />

tan miserablemente estas razones.


30<br />

SEMPRONIO.- ¡Qué mentiras e qué locuras dirá agora este cautiuo (148) de mi amo!<br />

CALISTO.- ¿Cómo es eso?<br />

SEMPRONIO.- Dixe que digas, que muy gran plazer hauré de lo oyr. ¡Assí te medre<br />

Dios, como me será agradable esse sermón!<br />

CALISTO.- ¿Qué? [54]<br />

SEMPRONIO.- Que ¡assí me medre Dios, como me será gracioso de oyr!<br />

CALISTO.- Pues porque ayas plazer, yo lo figuraré por partes mucho por<br />

estenso (149) .<br />

SEMPRONIO.- ¡Duelos tenemos! Esto es tras lo que yo andaua. De passarse haurá<br />

ya esta importunidad.<br />

CALISTO.- Comienço por los cabellos. ¿Vees tú las madexas del oro delgado, que<br />

hilan en Arabia (150) ? Más lindos son e no resplandescen menos. Su longura hasta el<br />

postrero assiento de sus pies; después crinados (151) e atados con la delgada cuerda, como<br />

ella se los pone, no ha más menester para conuertir los hombres en piedras (152) .<br />

SEMPRONIO.- ¡Mas en asnos!<br />

CALISTO.- ¿Qué dizes?<br />

SEMPRONIO.- Dixe que essos tales no serían cerdas de asno. [55]<br />

CALISTO.- ¡Veed qué torpe e qué comparación!<br />

SEMPRONIO.- ¿Tú cuerdo?<br />

CALISTO.- Los ojos verdes, rasgados (153) ; las pestañas luengas; las cejas delgadas e<br />

alçadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos e blancos; los<br />

labrios (154) colorados e grosezuelos; el torno (155) del rostro poco más luengo que<br />

redondo; el pecho alto; la redondez e forma de las pequeñas tetas, ¿quién te la podría<br />

figurar? ¡Que se despereza el hombre quando las mira! La tez lisa, lustrosa; el cuero<br />

suyo escurece la nieue; la color mezclada, qual ella la escogió para sí.<br />

SEMPRONIO.- ¡En sus treze está este necio! (156) [56]<br />

CALISTO.- Las manos pequeñas en mediana manera, de dulce carne acompañadas;<br />

los dedos luengos; las vñas en ellos largas e coloradas, que parescen rubíes entre<br />

perlas (157) . Aquella proporción, que veer yo no pude, no sin duda por el bulto de fuera<br />

juzgo incomparablemente ser mejor, que la que Paris (158) juzgó entre las tres Deesas (159) .<br />

SEMPRONIO.- ¿Has dicho? (160)<br />

CALISTO.- Quan breuemente pude.


31<br />

SEMPRONIO.- Puesto que sea todo esso verdad, por ser tú hombre eres más digno.<br />

CALISTO.- ¿En qué?<br />

SEMPRONIO.- En que ella es imperfecta (161) , por el qual [57] defeto desea e apetece<br />

a ti e a otro menor que tú. ¿No as leydo el filósofo, do dize: Assí como la materia<br />

apetece a la forma, así la muger al varón?<br />

CALISTO.- ¡O triste, e quando veré yo esso entre mí e Melibea!<br />

SEMPRONIO.- Possible es. E avnque la aborrezcas, cuanto agora la amas, podrá ser<br />

alcançándola e viéndola con otros ojos, libres del engaño en que agora estás.<br />

CALISTO.- ¿Con qué ojos?<br />

SEMPRONIO. Con ojos claros.<br />

CALISTO.- E agora, ¿con qué la veo?<br />

SEMPRONIO.- Con ojos de alinde (162) , con que lo poco parece mucho e lo pequeño<br />

grande. E porque no te desesperes, yo quiero tomar esta empresa de complir tu desseo.<br />

CALISTO.- ¡O! ¡Dios te dé lo que desseas! ¡Qué [58] glorioso me es oyrte; avnque<br />

no espero que lo has de hazer!<br />

SEMPRONIO.- Antes lo haré cierto.<br />

CALISTO.- Dios te consuele. El jubón de brocado, que ayer vestí, Sempronio,<br />

vistétele tú.<br />

SEMPRONIO.- Prospérete Dios por este e por muchos más, que me darás. De la<br />

burla yo me lleuo lo mejor. Con todo, si destos aguijones me da, traérgela (163) he hasta la<br />

cama. ¡Bueno ando! Házelo esto, que me dio mi amo; que, sin merced, impossible es<br />

obrarse bien ninguna cosa.<br />

CALISTO.- No seas agora negligente.<br />

SEMPRONIO.- No lo seas tú, que impossible es fazer sieruo diligente el amo<br />

perezoso.<br />

CALISTO.- ¿Cómo has pensado de fazer esta piedad?<br />

SEMPRONIO.- Yo te lo diré. Días ha grandes que conosco en fin desta vezindad vna<br />

vieja barbuda, que se dize Celestina (164) , hechicera, astuta, sagaz [59] en quantas<br />

maldades ay. Entiendo que passan de cinco mill virgos (165) los que se han hecho e<br />

deshecho por su autoridad en esta cibdad. A las duras peñas promouerá e prouocará a<br />

luxuria, si quiere.<br />

CALISTO.- ¿Podríala yo fablar?


32<br />

SEMPRONIO.- Yo te la traeré hasta acá. Por esso, aparéjate, seyle gracioso, seyle<br />

franco. Estudia, mientra vo yo, de le dezir tu pena tan bien como ella te dará el remedio.<br />

CALISTO.- ¿Y tardas?<br />

SEMPRONIO.- Ya voy. Quede Dios contigo.<br />

CALISTO.- E contigo vaya. ¡O todopoderoso, perdurable Dios! Tú, que guías los<br />

perdidos e los reyes orientales por el estrella precedente a Belén truxiste e en su patria<br />

los reduxiste, humilmente te ruego que guíes a mi Sempronio, en manera que conuierta<br />

mi pena e tristeza en gozo e yo indigno merezca venir (166) en el deseado fin. [60]<br />

CELESTINA.- ¡Albricias!, ¡albricias! (167) Elicia. ¡Sempronio! ¡Sempronio!<br />

ELICIA.- ¡Ce!, ¡ce!, ¡ce! (168)<br />

CELESTINA.- ¿Por qué?<br />

ELICIA.- Porque está aquí Crito (169) .<br />

CELESTINA.- ¡Mételo en la camarilla de las escobas! ¡Presto! Dile que viene tu<br />

primo e mi familiar.<br />

ELICIA.- Crito, retráete ay. Mi primo viene. ¡Perdida soy!<br />

CRITO.- Plázeme. No te congoxes.<br />

SEMPRONIO.- ¡Madre bendita! ¡Qué desseo traygo! ¡Gracias a Dios, que te me<br />

dexó ver!<br />

CELESTINA.- ¡Fijo mío!, ¡rey mío!, turbado me has (170) . [61] No te puedo fablar.<br />

Torna e dame otro abraço. ¿E tres días podiste estar sin vernos? ¡Elicia! ¡Elicia! ¡Cátale<br />

aquí!<br />

ELICIA.- ¿A quién, madre?<br />

CELESTINA.- A Sempronio.<br />

ELICIA.- ¡Ay triste! ¡Qué saltos me da el coraçón! ¿Es qué es dél?<br />

CELESTINA.- Vesle aquí, vesle. Yo me le abraçaré (171) ; que no tú.<br />

ELICIA.- ¡Ay! ¡Maldito seas, traydor! Postema e landre te mate e a manos de tus<br />

enemigos mueras e por crímines dignos de cruel muerte en poder de rigurosa justicia te<br />

veas. ¡Ay, ay!<br />

SEMPRONIO.- ¡Hy!, ¡hy!, ¡hy! (172) ¿Qué has, mi Elicia? ¿De qué te congoxas?<br />

ELICIA.- Tres días ha que no me ves. ¡Nunca Dios te vea, nunca Dios te consuele ni<br />

visite! ¡Guay (173) de la triste, que en ti tiene su esperança e el fin de todo su bien!


33<br />

SEMPRONIO.- ¡Calla, señora mía! ¿Tú piensas que la distancia del lugar es<br />

poderosa de apartar el entrañable amor, el fuego, que está en mi coraçón? Do yo vó,<br />

comigo vas, comigo estás. No [62] te aflijas ni me atormentes más de lo que yo he<br />

padecido. Mas di, ¿qué passos suenan arriba?<br />

ELICIA.- ¿Quién? Vn mi enamorado (174) .<br />

SEMPRONIO.- Pues créolo.<br />

ELICIA.- ¡Alahé! (175) , verdad es. Sube allá e verle has.<br />

SEMPRONIO.- Voy.<br />

CELESTINA.- ¡Anda acá! Dexa essa loca, que ella es liuiana e, turbada de tu<br />

absencia, sácasla agora de seso. Dirá mill locuras. Ven e fablemos. No dexemos passar<br />

el tiempo en balde.<br />

SEMPRONIO.- Pues, ¿quién está arriba?<br />

CELESTINA.- ¿Quiéreslo saber?<br />

SEMPRONIO.- Quiero.<br />

CELESTINA.- Vna moça, que me encomendó vn frayle.<br />

SEMPRONIO.- ¿Qué frayle?<br />

CELESTINA.- No lo procures.<br />

SEMPRONIO.- Por mi vida, madre, ¿qué frayle?<br />

CELESTINA.- ¿Porfías? El ministro el gordo.<br />

SEMPRONIO.- ¡O desaventurada e qué carga espera!<br />

CELESTINA.- Todo lo leuamos. Pocas mataduras as tú visto en la barriga. [63]<br />

SEMPRONIO.- Mataduras no; mas petreras (176) sí.<br />

CELESTINA.- ¡Ay burlador!<br />

SEMPRONIO.- Dexa, si soy burlador; muéstramela.<br />

ELICIA.- ¡Ha don maluado (177) ! ¿Verla quieres? ¡Los ojos se te salten!, que no basta<br />

a ti vna ni otra. ¡Anda!, véela e dexa a mí para siempre.<br />

SEMPRONIO.- ¡Calla, Dios mío! ¿E enójaste? Que ni la quiero ver a ella ni a muger<br />

nascida (178) . A mi madre (179) quiero fablar e quédate (180) adiós.


34<br />

ELICIA.- ¡Anda, anda!, ¡vete, desconoscido!, e está otros tres años, que no me<br />

bueluas a ver!<br />

SEMPRONIO.- Madre mía, bien ternás (181) confiança e creerás que no te burlo.<br />

Torna el manto e vamos, que por el camino sabrás lo que, si aquí me tardasse en dezirte,<br />

impediría tu prouecho e el mío. [64]<br />

CELESTINA.- Vamos. Elicia, quédate adiós, cierra la puerta. ¡Adiós paredes! (182)<br />

SEMPRONIO.- ¡O madre mía! Todas cosas dexadas aparte, solamente sey atenta e<br />

ymagina en lo que te dixere e no derrames tu pensamiento en muchas partes. Que quien<br />

junto en diuersos lugares le pone, en ninguno le tiene; si no por caso determina lo cierto.<br />

E quiero que sepas de mí lo que no has oydo e es que jamás pude, después que mi fe<br />

contigo puse, desear bien de que no te cupiesse parte.<br />

CELESTINA.- Parta Dios, hijo, de lo suyo contigo, que no sin causa lo hará, siquiera<br />

porque has piedad desta pecadora de vieja (183) . Pero di, no te detengas. Que la amistad,<br />

que entre ti e mí (184) se affirma, no ha menester preámbulos ni correlarios (185) ni aparejos<br />

para ganar voluntad. Abreuia [65] e ven al fecho, que vanamente se dize por muchas<br />

palabras lo que por pocas se puede entender.<br />

SEMPRONIO.- Assí es. Calisto arde en amores de Melibea. De ti e de mí tiene<br />

necessidad. Pues juntos nos ha menester, juntos nos aprouechemos. Que conoscer el<br />

tiempo e vsar el hombre (186) de la oportunidad hace los hombres prósperos.<br />

CELESTINA.- Bien has dicho, al cabo estoy (187) . Basta para mí mescer (188) el ojo.<br />

Digo que me alegro destas nuevas, como los cirujanos de los descalabrados. E como<br />

aquellos dañan en los principios las llagas e encarecen el prometimiento de la salud, assí<br />

entiendo yo facer a Calisto. Alargarle he la certenidad (189) del remedio, porque, [66]<br />

como dizen, el esperança (190) luenga aflige el coraçón e, quanto él la perdiere, tanto gela<br />

promete. ¡Bien me entiendes!<br />

SEMPRONIO.- Callemos, que a la puerta estamos e, como dizen, las paredes han<br />

oydos (191) .<br />

CELESTINA.- Llama.<br />

SEMPRONIO.- Tha, tha, tha. (192)<br />

CALISTO.- Pármeno (193) .<br />

PÁRMENO.- Señor.<br />

CALISTO.- ¿No oyes, maldito sordo?<br />

PÁRMENO.- ¿Qué es, señor?<br />

CALISTO.- A la puerta llaman; corre. [67]<br />

PÁRMENO.- ¿Quién es?


35<br />

SEMPRONIO.- Abre a mí e a esta dueña.<br />

PÁRMENO.- Señor, Sempronio e vna puta vieja alcoholada (194)<br />

porradas.<br />

dauan aquellas<br />

CALISTO.- Calla, calla, maluado, que es mi tía. Corre, corre, abre. Siempre lo vi,<br />

que por huyr hombre de vn peligro, cae en otro mayor. Por encubrir yo este fecho de<br />

Pármeno, a quien amor o fidelidad o temor pusieran freno, cay en indignación desta,<br />

que no tiene menor poderío en mi vida que Dios.<br />

PÁRMENO.- ¿Por qué, señor, te matas? ¿Por qué, señor, te congoxas? ¿E tú piensas<br />

que es vituperio en las orejas desta el nombre que la llamé? No lo creas; que assí se<br />

glorifica en le oyr, como tú, quando dizen: ¡diestro cauallero [68] es Calisto! E demás<br />

desto, es nombrada e por tal título conocida. Si entre cient mugeres va e alguno dize:<br />

¡puta vieja!, sin ningún empacho luego buelue la cabeça e responde con alegre cara. En<br />

los conbites, en las fiestas, en las bodas, en las cofadrías (195) , en los mortuorios (196) , en<br />

todos los ayuntamientos de gentes, con ella passan tiempo. Si passa por los perros,<br />

aquello suena su ladrido; si está cerca las aues (197) , otra cosa no cantan; si cerca los<br />

ganados, balando lo pregonan; si cerca las bestias, rebuznando dizen: ¡puta vieja! Las<br />

ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dizen<br />

sus martillos. Carpinteros e armeros, herradores, caldereros, arcadores (198) , todo oficio<br />

de instrumento forma en el ayre su nombre. Cántanla los carpinteros, péynanla los<br />

peynadores, texedores. Labradores en las huertas, [69] en las aradas (199) , en las viñas, en<br />

las segadas (200) con ella passan el afán (201) cotidiano. Al perder en los tableros (202) , luego<br />

suenan sus loores. Todas cosas, que son hazen, a do quiera que ella está, el tal nombre<br />

representan. ¡O qué comedor de hueuos asados era su marido! ¿Qué quieres más, sino,<br />

si vna piedra toca con otra, luego suena ¡puta vieja!?<br />

CALISTO.- E tú ¿cómo lo sabes y la conosces?<br />

PÁRMENO.- Saberlo has. Días grandes son passados que mi madre, muger pobre,<br />

moraua en su vezindad, la qual rogada por esta Celestina, me dio a ella por siruiente;<br />

avnque ella no me conoçe, por lo poco que la seruí e por la mudança, que la edad ha<br />

hecho.<br />

CALISTO.- ¿De qué la seruías?<br />

PÁRMENO.- Señor, yua a la plaça e trayale de comer e acompañáuala; suplía en<br />

aquellos menesteres, que mi tierna fuerça bastaua. Pero de [70] aquel poco tiempo que<br />

la seruí, recogía la nueua memoria lo que la vejez (203) no ha podido quitar. Tiene esta<br />

buena dueña al cabo de la ciudad, allá cerca de las tenerías (204) , en la cuesta del río, vna<br />

casa apartada, medio cayda, poco compuesta e menos abastada. Ella tenía seys oficios,<br />

conuiene saber: labrandera (205) , perfumera, maestra de fazer afeytes e de fazer<br />

virgos (206) , alcahueta e vn poquito hechizera. Era el primer oficio cobertura de los otros,<br />

so color del qual muchas moças destas siruientes entrauan en su casa a labrarse e a<br />

labrar camisas e gorgueras e otras muchas cosas. Ninguna venía sin torrezno, trigo,<br />

harina o jarro de vino e de las otras prouisiones, que podían a sus amas furtar. E avn<br />

otros furtillos de más qualidad allí se encubrían. [71] Asaz era amiga de estudiantes e<br />

despenseros e moços de abades (207) . A estos vendía ella aquella sangre innocente de las<br />

cuytadillas, la qual ligeramente auenturauan en esfuerço de la restitucion, que ella les


36<br />

prometía. Subió su fecho a más: que por medio de aquellas comunicaua con las más<br />

encerradas, hasta traer a execución su propósito. E aquestas en tiempo onesto, como<br />

estaciones, processiones de noche, missas del gallo, missas del alua e otras secretas<br />

deuociones. Muchas encubiertas vi entrar en su casa. Tras ellas hombres descalços,<br />

contritos e reboçados, desatacados (208) , que entrauan allí a llorar sus pecados. ¡Qué<br />

tráfagos, si piensas, traya! Hazíase física (209) de niños, tomaua estambre de vnas casas,<br />

dáualo a filar en otras, por achaque de entrar en todas. Las vnas: ¡madre acá!; las otras:<br />

¡madre acullá!; ¡cata la vieja!; ¡ya viene el ama!: de todos muy conocida (210) . Con todos<br />

esos afanes, nunca passaua sin missa ni bísperas ni dexaua monesterios de frayles ni de<br />

monjas. Esto porque allí fazía ella sus aleluyas (211) e conciertos. [72] E en su casa fazía<br />

perfumes (212) , falsaua estoraques, menjuy, animes, ámbar, algalia, [73] poluillos,<br />

almizcles, mosquetes (213) . Tenía vna cámara llena de alambiques, de redomillas, de<br />

barrilejos [74] de barro, de vidrio, de arambre (214) , de estaño, hechos de mill faziones.<br />

Hazía solimán (215) , [75] afeyte cozido, argentadas (216) , bujelladas, cerillas, llanillas,<br />

vnturillas, lustres, luzentores, clarimientes (217) , alualinos (218) e otras aguas de rostro, de<br />

rasuras de gamones (219) , de cortezas de spantalobos (220) , de taraguntia (221) , de hieles, de<br />

agraz (222) , de mosto, [76] destiladas e açucaradas. Adelgazaua los cueros con çumos de<br />

limones, con turuino (223) , con tuétano de corço (224) e de garça, e otras confaciones (225) .<br />

Sacaua agua para oler, de rosas, de azahar, de jasmín, de trébol, de madreselua e<br />

clauellinas, mosquetas e almizcladas (226) , poluorizadas (227) , con vino. Hazía lexías para<br />

enrubiar (228) , de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con salitre, con<br />

alumbre e millifolia (229) e otras diuersas cosas. E los vntos [77] e mantecas, que tenía, es<br />

hastío de dezir (230) : de vaca, de osso, de cauallos (231) e de camellos, de culebra (232) e de<br />

conejo, de vallena (233) , de garça e de alcarauán e de gamo e de gato montés (234) e de<br />

texón (235) , [78] de harda, de herizo (236) , de nutria. Aparejos para baños, esto es vna<br />

marauilla, de las yeruas e rayzes, que tenía en el techo de su casa colgadas:<br />

mançanilla (237) e romero, maluauiscos, culantrillo, coronillas (238) , flor de sauco e de<br />

mostaza (239) , espliego e laurel blanco, tortarosa e gramonilla, flor saluaje (240) e<br />

higueruela (241) , pico de oro e hoja tinta. Los [79] azeytes que sacaua para el rostro no es<br />

cosa de creer: de estoraque e de jazmín (242) , de limón, de pepitas, de violetas, de menjuy,<br />

de alfócigos, de piñones, de granillo, de açofeyfas, de neguilla (243) , de altramuzes, de<br />

aruejas e de carillas e de yerua paxarera (244) . E vn poquillo de bálsamo tenía ella en vna<br />

redomilla, que guardaua para aquel rascuño, que tiene por las narizes. Esto de los<br />

virgos, vnos facía de bexiga e otros curaua de punto (245) . Tenía en vn tabladillo, en vna<br />

caxuela pintada, vnas agujas delgadas de pellejeros e hilos de seda encerados e colgadas<br />

allí rayzes de hojaplasma (246) e fuste sanguino, cebolla albarrana e cepacauallo (247) . [80]<br />

Hazía con esto marauillas: que, quando vino por aquí el embaxador francés (248) , tres<br />

vezes vendió por virgen vna criada, que tenía.<br />

CALISTO.- ¡Así pudiera ciento!<br />

PÁRMENO.- ¡Sí, santo Dios! E remediaua por caridad muchas huérfanas e cerradas,<br />

que se encomendauan a ella. E en otro apartado tenía para remediar amores e para se<br />

querer bien. Tenía huessos de coraçón (249) de cieruo, [81] lengua de bíuora (250) , cabeças<br />

de codornizes, sesos de asno, tela de cauallo (251) , mantillo de niño (252) , haua morisca (253) ,<br />

guija marina (254) , soga de ahorcado, [82] flor de yedra (255) , espina de erizo (256) , pie de<br />

texó (257) , [83] granos de helecho (258) , la piedra del nido del águila (259) [84] e otras mill<br />

cosas. Venían a ella muchos hombres [85] e mugeres e a vnos demandaua el pan do<br />

mordían; [86] a otros, de su ropa; a otros, de sus cabellos; a otros, pintaua en la palma<br />

letras con açafrán; a otros, con bermellón; a otros, daua vnos coraçones de cera (260) ,


37<br />

llenos de agujas quebradas e otras cosas en barro e en plomo hechas, muy espantables al<br />

ver. Pintaua figuras, dezía palabras en tierra (261) . ¿Quién te podrá dezir lo que esta vieja<br />

fazía? E todo era burla e mentira (262) .<br />

CALISTO.- Bien está, Pármeno. Déxalo para más oportunidad. Asaz soy de ti<br />

auisado. Téngotelo [87] en gracia (263) . No nos detengamos, que la necessidad desecha la<br />

tardança. Oye. Aquella viene rogada. Espera más que deue. Vamos, no se indigne. Yo<br />

temo e el temor reduze la memoria e a la prouidencia despierta. ¡Sus! Vamos,<br />

proueamos. Pero ruégote, Pármeno, la embidia de Sempronio, que en esto me sirue e<br />

complaze no ponga impedimiento en el remedio de mi vida. Que, si para él houo jubón,<br />

para ti no faltará sayo. Ni pienses que tengo en menos tu consejo e auiso, que su trabajo<br />

e obra: como lo espiritual sepa yo que precede a lo corporal e que, puesto que las bestias<br />

corporalmente trabajen más que los hombres, por esso son pensadas (264) e curadas; pero<br />

no amigas dellos. En la tal diferencia serás comigo, en respeto de Sempronio. E so<br />

secreto sello, pospuesto el dominio, por tal amigo a ti me concedo.<br />

PÁRMENO.- Quéxome, señor, de la dubda de mi fidelidad e seruicio, por los<br />

prometimientos e amonestaciones tuyas. ¿Quándo me viste, señor, embidiar o por<br />

ningún interesse (265) ni resabio tu prouecho estorcer (266) ? [88]<br />

CALISTO.- No te escandalizes. Que sin dubda tus costumbres e gentil criança en<br />

mis ojos ante todos los que me siruen están. Mas como en caso tan árduo, do todo mi<br />

bien e vida pende, es necessario proueer, proueo a los contescimientos. Como quiera<br />

que creo que tus buenas costumbres sobre buen natural florescen, como el buen natural<br />

sea principio del artificio. E no más; sino vamos a ver la salud.<br />

CELESTINA.- Pasos oygo. Acá descienden. Haz, Sempronio, que no lo oyes.<br />

Escucha e déxame hablar lo que a ti e a mí me conuiene.<br />

SEMPRONIO.- Habla.<br />

CELESTINA.- No me congoxes ni me importunes, que sobrecargar el cuydado es<br />

aguijar al animal congoxoso. Assí sientes la pena de tu amo Calisto, que parece que tú<br />

eres él e él tú e que los tormentos son en vn mismo subjecto. Pues cree que yo no vine<br />

acá por dexar este pleyto indeciso o morir en la demanda.<br />

CALISTO.- Pármeno, detente. ¡Ce! Escucha qué hablan estos. Veamos en qué<br />

viuimos. ¡O notable muger! ¡O bienes mundanos, indignos de ser poseydos de tan alto<br />

coraçón! ¡O fiel e verdadero Sempronio! ¿Has visto, mi Pármeno? [89] ¿Oyste? ¿Tengo<br />

razón? ¿Qué me dizes, rincón de mi secreto e consejo e alma mía?<br />

PÁRMENO.- Protestando mi innocencia en la primera sospecha e cumpliendo con la<br />

fidelidad, porque te me concediste, hablaré. Oyeme e el afecto no te ensorde (267) ni la<br />

esperança del deleyte te ciegue. Tiémplate e no te apresures: que muchos con codicia de<br />

dar en el fiel, yerran el blanco. Avnque soy moço, cosas he visto asaz e el seso e la vista<br />

de las muchas cosas demuestran la experiencia. De verte o de oyrte descender por la<br />

escalera, parlan lo que estos fingidamente han dicho, en cuyas falsas palabras pones el<br />

fin de tu deseo.<br />

SEMPRONIO.- Celestina, ruynmente suena lo que Pármeno dize.


38<br />

CELESTINA.- Calla, que para la mi santiguada (268) do vino el asno verná el<br />

albarda (269) . Déxame tú a Pármeno, que yo te le haré vno de nos, e de lo que<br />

houiéremos, démosle parte: que los bienes, si no son conmunicados, no son bienes.<br />

Ganemos todos, partamos todos, holguemos todos. [90] Yo te le traeré manso e benigno<br />

a picar el pan en el puño (270) e seremos dos a dos e, como dizen, tres al mohíno (271) .<br />

CALISTO.- Sempronio.<br />

SEMPRONIO.- Señor.<br />

CALISTO.- ¿Qué hazes, llaue de mi vida? Abre. ¡O Pármeno!, ya la veo:¡sano soy,<br />

viuo so! ¿Miras qué reuerenda persona, qué acatamiento? [91] Por la mayor parte, por la<br />

philosomía (272) es conocida la virtud interior. ¡O vejez virtuosa! ¡O virtud enuejecida!.<br />

¡O gloriosa esperança de mi desseado fin! ¡O fin de mi deleytosa esperança! ¡O salud de<br />

mi passión, reparo de mi tormento, regeneración mía, viuificación de mi vida,<br />

resurreción de mi muerte! Deseo llegar a ti, cobdicio besar essas manos llenas de<br />

remedio. La indignidad de mi persona lo embarga. Dende aquí adoro la tierra que<br />

huellas e en lo reuerencia tuya beso.<br />

CELESTINA.- Sempronio, ¡de aquellas viuo yo! (273) ¡Los huessos, que yo soy,<br />

piensa este necio de tu amo de darme a comer! Pues ál le sueño (274) . Al freyr lo verá (275) .<br />

Dile que cierre la boca e comience [92] abrir la bolsa: que de las obras dudo, quanto<br />

más de las palabras (276) . Xo que te estriego, asna coxa (277) . Más hauías de madrugar.<br />

PÁRMENO.- ¡Guay de orejas, que tal oyen! Perdido es quien tras perdido anda. ¡O<br />

Calisto desauenturado, abatido, ciego! ¡E en tierra está adorando a la más antigua e puta<br />

tierra, que fregaron (278) sus espaldas en todos los burdeles! Deshecho es, vencido, es,<br />

caydo es: no es capaz de ninguna redención ni consejo ni esfuerço. [93]<br />

CALISTO.- ¿Qué dezía la madre? Parésceme que pensaua que le ofrescía palabras<br />

por escusar galardón.<br />

SEMPRONIO.- Assí lo sentí (279) .<br />

CALISTO. Pues ven comigo: trae las llaues, que yo sanaré su duda.<br />

SEMPRONIO.- Bien farás e luego vamos. Que no se deue dexar crescer la yerua<br />

entre los panes ni la sospecha en los coraçones de los amigos; sino alimpiarla luego con<br />

el escardilla de las buenas obras.<br />

CALISTO.- Astuto hablas. Vamos e no tardemos.<br />

CELESTINA.- Plázeme, Pármeno, que hauemos auido oportunidad para que<br />

conozcas el amor mío contigo e la parte que en mi immérito (280) tienes. E digo immérito,<br />

por lo que te he oydo dezir, de que (281) no hago caso. Porque virtud nos amonesta sufrir<br />

las tentaciones e no dar mal por mal; e especial (282) , quando somos tentados por moços e<br />

no bien instrutos (283) en lo mundano, en que con necia lealtad pierdan a sí e a sus amos,<br />

como agora tú a Calisto. Bien te oy e no pienses que [94] el oyr con los otros exteriores<br />

sesos mi vejez aya perdido. Que no solo lo que veo, oyo e conozco; mas avn lo<br />

intrínsico con los intellectuales ojos penetro. Has de saber, Pármeno, que Calisto anda


39<br />

de amor quexoso. E no lo juzgues por eso por flaco, que el amor imperuio (284) todas las<br />

cosas vence. E sabe, si no sabes, que dos conclusiones son verdaderas (285) . La primera,<br />

que es forçoso el hombre amar a la muger e la muger [95] al hombre. La segunda, que el<br />

que verdaderamente ama es necessario que se turbe con la dulçura del soberano deleyte,<br />

que por el hazedor de las cosas fue puesto, porque el linaje de los hombres perpetuase,<br />

sin lo qual perescería. E no solo en la humana especie; mas en los pesces, en las bestias,<br />

en las aues, en las reptilias y en lo vegetatiuo, algunas plantas han este respeto, si sin<br />

interposición de otra cosa en poca distancia de tierra están puestas, en que ay so<br />

determinación de heruolarios e agricultores, ser machos e hembras. ¿Qué dirás a esto,<br />

Pármeno? ¡Neciuelo (286) , loquito, angelico, perlica, simplezico! ¿Lobitos en tal<br />

gestico (287) ? Llegate acá, putico (288) , que no sabes nada del mundo ni de sus deleytes.<br />

¡Mas (289) rauia mala me mate, si te llego a mí, avnque vieja! Que la voz tienes ronca, las<br />

barbas te apuntan. Mal sosegadilla deues tener la punta de la barriga. [96]<br />

PÁRMENO.- ¡Como cola de alacrán!<br />

CELESTINA.- E avn peor: que la otra muerde sin hinchar e la tuya hincha por nueue<br />

meses.<br />

PÁRMENO.- ¡Hy!, ¡hy!, ¡hy!<br />

CELESTINA.- ¿Ríeste, landrezilla (290) , fijo?<br />

PÁRMENO.- Calla, madre, no me culpes ni me tengas, avnque moço, por<br />

insipiente (291) . Amo a Calisto, porque le deuo fidelidad, por criança, por beneficios, por<br />

ser dél honrrado e bientratado, que es la mayor cadena, que el amor del seruidor al<br />

seruicio del señor prende, quanto lo contrario aparta. Véole perdido e no ay cosa peor<br />

que yr tras desseo sin esperança de buen fin e especial, pensando remediar su hecho tan<br />

árduo e difícil con vanos consejos e necias razones de aquel bruto Sempronio, que es<br />

pensar sacar aradores a pala e açadón (292) . No lo puedo sufrir. ¡Dígolo e lloro!<br />

CELESTINA.- ¿Pármeno, tú no vees que es necedad o simpleza llorar por lo que con<br />

llorar no se puede remediar? [97]<br />

PÁRMENO.- Por esso lloro. Que, si con llorar fuesse possible traer a mi amo el<br />

remedio, tan grande sería el plazer de la tal esperança, que de gozo no podría llorar;<br />

pero assí, perdida ya toda la esperança, pierdo el alegría e lloro.<br />

CELESTINA.- Llorarás sin prouecho por lo que llorando estoruar no podrás ni<br />

sanarlo presumas. ¿A otros no ha contecido esto, Pármeno?<br />

PÁRMENO.- Sí; pero a mi amo no le querría doliente.<br />

CELESTINA.- No lo es; mas avnque fuesse doliente, podría sanar.<br />

PÁRMENO.- No curo de lo que dizes, porque en los bienes mejor es el acto que la<br />

potencia e en los males mejor la potencia que el acto (293) . Assí que mejor es ser sano,<br />

que poderlo ser e mejor es poder ser doliente que ser enfermo por acto e, por tanto, es<br />

mejor tener la potencia en el mal que el acto.


40<br />

CELESTINA.- ¡O maluado! ¡Cómo, que no se te entiende! ¿Tú no sientes su<br />

enfermedad? ¿Qué has dicho hasta agora? ¿De qué te quexas? Pues burla (294) o di por<br />

verdad lo falso e cree lo [98] que quisieres: que él es enfermo por acto e el poder ser<br />

sano es en mano desta flaca vieja (295)<br />

.<br />

PÁRMENO.- ¡Mas (296) , desta flaca puta vieja!<br />

CELESTINA.- ¡Putos días biuas, vellaquillo!, e ¡cómo te atreues...! (297)<br />

PÁRMENO.- ¡Como te conozco...!<br />

CELESTINA.- ¿Quién eres tú?<br />

PÁRMENO.- ¿Quién? Pármeno, hijo de Alberto tu compadre, que estuue contigo vn<br />

mes (298) , que te me dio mi madre, quando morauas a la cuesta del río, cerca de las<br />

tenerías.<br />

CELESTINA.- ¡Jesú, Jesú, Jesú! ¿E tú eres Pármeno, hijo de la Claudina?<br />

PÁRMENO.- ¡Alahé, yo!<br />

CELESTINA.- ¡Pues fuego (299) malo te queme, que tan puta vieja era tu madre como<br />

yo! ¿Por qué me persigues, Pármeno? ¡Él es, él es, por los sanctos de Dios! Allégate a<br />

mí, ven acá, que mill açotes e puñadas te di en este mundo e otros tantos besos.<br />

Acuérdaste, quando dormías a mis pies, loquito? [99]<br />

PÁRMENO.- Sí, en buena fe. E algunas vezes, avnque era niño, me subías a la<br />

cabeçera e me apretauas contigo e, porque olías a vieja, me fuya de ti.<br />

CELESTINA.- ¡Mala landre te mate! ¡E cómo lo dize el desuergonçado! Dexadas<br />

burlas e pasatiempos, oye agora, mi fijo, e escucha. Que, avnque a vn fin soy llamada, a<br />

otro so venida e maguera (300) que contigo me aya fecho de nueuas, tú eres la causa. Hijo,<br />

bien sabes cómo tu madre, que Dios aya, te me dio viuiendo tu padre. El qual, como (301)<br />

de mí te fueste, con otra ansia no murió, sino con la incertedumbre de tu vida e persona.<br />

Por la qual absencia algunos años de su vejez sufrió angustiosa e cuydosa (302) vida. E al<br />

tiempo que della passó, embió por mí e en su secreto te me encargó e me dixo sin otro<br />

testigo, sino aquel, que es testigo de todas las obras e pensamientos e los coraçones e<br />

entrañas escudriña, al qual puso (303) entre él e mí, que te buscasse e allegasse e abrigasse<br />

e, quando de complida edad fueses, tal que en tu viuir [100] supieses tener manera e<br />

forma, te descubriesse adonde dexó encerrada tal copia de oro e plata, que basta (304) más<br />

que la renta de tu amo Calisto. E porque gelo prometí e con mi promessa lleuó descanso<br />

e la fe es de guardar, más que a los viuos, a los muertos, que no pueden hazer por sí, en<br />

pesquisa e seguimiento tuyo yo he gastado asaz tiempo e quantías (305) , hasta agora, que<br />

ha plazido aquel, que todos los cuydados tiene e remedia las justas peticiones e las<br />

piadosas obras endereça, que te hallase aquí, donde solos ha tres días que sé que moras.<br />

Sin duda dolor he sentido, porque has por tantas partes vagado, e peregrinado, que ni<br />

has hauido prouecho ni ganado debdo ni amistad. Que, como Séneca nos dize (306) , los<br />

peregrinos tienen muchas posadas e pocas amistades, porque en breue [101] tiempo con


41<br />

ninguno no pueden firmar amistad. E el que está en muchos cabos, está en ninguno. Ni<br />

puede aprouechar el manjar a los cuerpos, que en comiendo se lança, ni ay cosa que más<br />

la sanidad impida, que la diuersidad e mudança e variación de los manjares. E nunca la<br />

llaga viene a cicatrizar, en la qual muchas melezinas se tientan. Ni conualesce la planta,<br />

que muchas veces es traspuesta. Ni ay cosa tan prouechosa, que en llegando aproueche.<br />

Por tanto, mi hijo, dexa los ímpetus de la juuentud e tórnate con la doctrina de tus<br />

mayores a la razón. Reposa en alguna parte. ¿E dónde mejor, que en mi voluntad, en mi<br />

ánimo, en mi consejo, a quien tus padres te remetieron? E yo, assí como verdadera<br />

madre tuya, te digo, so las malediciones, que tus padres te pusieron, si me fuesses<br />

inobediente, que por el presente sufras e siruas a este tu amo, que procuraste, hasta en<br />

ello hauer otro consejo mio. Pero no con necia lealtad, proponiendo firmeza sobre lo<br />

mouible, como son estos señores deste tiempo. E tú gana amigos, que es cosa durable.<br />

Ten con ellos constancia. No viuas en flores (307) . Dexa los vanos prometimientos de los<br />

[102] señores, los cuales deshechan la substancia de sus siruientes con huecos e vanos<br />

prometimientos. Como la sanguijuela saca la sangre, desagradescen, injurian, oluidan<br />

seruicios, niegan galardón.<br />

¡Guay de quien en palacio enuejece! (308) Como se escriue de la probática piscina, que<br />

de ciento que entrauan, sanaua vno. Estos señores deste tiempo más aman a sí, que a los<br />

suyos. E no yerran. Los suyos ygualmente lo deuen hazer. Perdidas son las mercedes,<br />

las magnificencias, los actos nobles. Cada vno destos catiua (309) e mezquinamente<br />

procuran su interesse con los suyos. Pues aquellos no deuen menos hazer, como sean (310)<br />

en facultades menores, sino viuir a su ley (311) . Dígolo, fijo Pármeno, porque este tu amo,<br />

como dizen, me parece rompenecios (312) : de todos se quiere seruir sin merced. Mira<br />

bien, créeme. En su casa cobra amigos (313) , que es el mayor [103] precio mundano. Que<br />

con él no pienses tener amistad, como por la diferencia de los estados o condiciones<br />

pocas vezes contezca. Caso es ofrecido, como sabes, en que todos medremos e tú por el<br />

presente te remedies. Que lo al, que te he dicho, guardado te está a su tiempo. E mucho<br />

te aprouecharás siendo amigo de Sempronio.<br />

PÁRMENO.- Celestina, todo tremo en oyrte. No sé qué haga, perplexo estó. Por vna<br />

parte téngote por madre; por otra a Calisto por amo. Riqueza desseo; pero quien<br />

torpemente sube a lo alto, más ayna cae que subió (314) . No quería bienes malganados.<br />

CELESTINA.- Yo sí. A tuerto o a derecho, nuestra casa hasta el techo (315) .<br />

PÁRMENO.- Pues yo con ellos no viuiría contento e tengo por onesta cosa la<br />

pobreza alegre. E avn mas te digo, que no los que poco tienen son pobres; mas los que<br />

mucho dessean (316) . E por esto, avnque más digas, no te creo en esta parte. Querría<br />

passar la vida sin embidia, los yermos [104] e aspereza sin temor, el sueño, sin<br />

sobresalto, las injurias con respuesta, las fuerças sin denuesto, las premias (317) con<br />

resistencia.<br />

CELESTINA.- ¡O hijo!, bien dizen que la prudencia s no puede ser sino en los viejos<br />

e tú mucho eres moço.<br />

PÁRMENO.- Mucho segura es la mansa pobreza (318) .<br />

CELESTINA.- Mas di, como mayor, que la fortuna ayuda a los osados (319) . E demás<br />

desto, ¿quién es, que tenga bienes en la república, que escoja viuir sin amigos? Pues,


42<br />

loado Dios, bienes tienes. ¿E no sabes que has menester amigos para los conseruar? E<br />

no pienses que tu priuança con este señor te haze seguro; que quanto mayor es la<br />

fortuna, tanto es menos segura (320) . E [105] por tanto, en los infortunios el remedio es a<br />

los amigos. ¿E a donde puedes ganar mejor este debdo, que donde las tres maneras de<br />

amistad concurren, conuiene a saber, por bien e prouecho e deleyte? Por bien: mira la<br />

voluntad de Sempronio conforme a la tuya e la gran similitud, que tú y él en la virtud<br />

teneys. Por prouecho: en la mano está (321) , si soys concordes. Por deleyte: semejable (322)<br />

es, como seays en edad dispuestos para todo linaje de plazer, en que más los moços que<br />

los viejos se juntan, assí como para jugar, para vestir, para burlar, para comer e beuer,<br />

para negociar amores, juntos de compañía. ¡O si quisiesses, Pármeno, qué vida<br />

gozaríamos! Sempronio ama a Elicia, prima de Areusa.<br />

PÁRMENO.- ¿De Areusa?<br />

CELESTINA.- De Areusa.<br />

PÁRMENO.- ¿De Areusa, hija de Eliso?<br />

CELESTINA.- De Areusa, hija de Eliso.<br />

PÁRMENO.- ¿Cierto?<br />

CELESTINA.- Cierto.<br />

PÁRMENO.- Marauíllosa cosa es.<br />

CELESTINA.- ¿Pero bien te paresce?<br />

PÁRMENO.- No cosa mejor. [106]<br />

CELESTINA.- Pues tu buena dicha quiere, aquí está quién te la dará.<br />

PÁRMENO.- Mi fe, madre, no creo a nadie.<br />

CELESTINA.- Estremo es creer a todos e yerro no creer a niguno (323) .<br />

PÁRMENO.- Digo que te creo; pero no me atreuo: déxame.<br />

CELESTINA.- ¡O mezquino! De enfermo coraçón es no poder sufrir el bien. Da<br />

Dios hauas a quien no tiene quixadas (324) . ¡O simple! Dirás que a donde ay mayor<br />

entendimiento ay menor fortuna e donde más discreción allí es menor la fortuna! Dichos<br />

son (325) .<br />

PÁRMENO.- ¡O Celestina! Oydo he a mis mayores que vn exemplo de luxuría o<br />

auaricia mucho malhaze e que con aquellos deue hombre conuersar, que le fagan mejor<br />

e aquellos dexar, a quien él mejores piensa hazer. E Sempronio, en su enxemplo, no me<br />

hará mejor ni yo a él sanaré su vicio. E puesto que yo a lo que dizes me incline, solo yo<br />

querría saberlo: porque a lo menos por el exemplo fuese oculto el pecado. E, [107] si<br />

hombre vencido del deleyte va contra la virtud, no se atreua a la honestad (326) .


43<br />

CELESTINA.- Sin prudencia hablas, que de ninguna cosa es alegre possessión sin<br />

compañía. No te retrayas ni amargues, que la natura huye lo triste e apetece lo<br />

delectable. El deleyte es con los amigos en las cosas sensuales e especial en recontar las<br />

cosas de amores e comunicarlas: esto hize, esto otro me dixo, tal donayre passamos, de<br />

tal manera la tomé, assí la besé, assí me mordió, assí la abracé, assí se allegó (327) . ¡O qué<br />

fabla!, ¡o qué gracia!, ¡o qué juegos!, ¡o qué besos! Vamos allá, boluamos acá, ande la<br />

música, pintemos los motes (328) , cantemos canciones, inuenciones, justemos, qué cimera<br />

sacaremos o qué letra. Ya va a la missa, mañana saldrá, rondemos su calle, mira su<br />

carta, vamos de noche, tenme el escala, aguarda a la puerta. ¿Cómo te fue? Cata el<br />

cornudo: sola la dexa (329) . Dale otra [108] buelta, tornemos allá. E para esto, Pármeno,<br />

¿ay deleyte sin compañía? Alahé, alahé: la que las sabe las tañe (330) . Este es el deleyte;<br />

que lo al, mejor lo fazen los asnos en el prado.<br />

PÁRMENO.- No querría, madre, me combidasses a consejo con amonestación de<br />

deleyte, como hizieron los que, caresciendo de razonable fundamiento, opinando<br />

hizieron sectas embueltas en dulce veneno para captar e tomar las voluntades de los<br />

flacos e con poluos de sabroso afeto cegaron los ojos de la razón.<br />

CELESTINA.- ¿Qué es razón (331) , loco?, ¿qué es afeto, asnillo? La discreción, que<br />

no tienes, lo determina e de la discreción mayor es la prudencia e la prudencia no puede<br />

ser sin esperimiento e la esperiencia no puede ser mas que en los viejos e los ancianos<br />

somos llamados padres e los buenos padres bien aconsejan a sus hijos e especial yo a ti,<br />

cuya vida e honrra más que la mía deseo. ¿E quando me pagarás tú esto? Nunca, [109]<br />

pues a los padres e a los maestros no puede ser hecho seruicio ygualmente (332) .<br />

PÁRMENO.- Todo me recelo, madre, de recebir dudoso consejo.<br />

CELESTINA.- ¿No quieres? Pues dezirte he lo que dize el sabio (333) : Al varón, que<br />

con dura ceruiz al que le castiga menosprecia, arrebatado quebrantamiento le verná e<br />

sanidad ninguna le consiguirá. E assí, Pármeno, me despido de ti e deste negocio.<br />

PÁRMENO.- (Aparte). Ensañada (334) está mi madre: duda tengo en su consejo.<br />

Yerro es no creer e culpa creerlo todo. Mas humano es confiar, mayormente en ésta que<br />

interesse promete, ado prouecho nos puede allende de amor conseguir. Oydo he que<br />

deue hombre a sus mayores creer. Esta ¿qué me aconseja? Paz con Sempronio. La paz<br />

no se deue negar: que bienauenturados [110] son los pacíficos, que fijos de Dios serán<br />

llamados (335) . Amor no se deue rehuyr. Caridad a los hermanos, interesse (336) pocos le<br />

apartan. Pues quiérola complazer e oyr.<br />

Madre, no se deue ensañar el maestro de la ignorancia del discípulo, sino raras vezes<br />

por la sciencia, que es de su natural comunicable e en pocos lugares se podría infundir.<br />

Por eso perdóname, háblame, que no solo quiero oyrte e creerte; mas en singular merced<br />

recibir tu consejo. E no me lo agradescas, pues el loor e las gracias de la ación, más al<br />

dante, que no al recibiente se deuen dar. Por esso, manda, que a tu mandado mi<br />

consentimiento se humilia.<br />

CELESTINA.- De los hombres es errar e bestial es la porfía. Por ende gózome,<br />

Pármeno, que ayas limpiado las turbias telas de tus ojos e respondido al<br />

reconoscimiento, discreción e engenio sotil de tu padre, cuya persona, agora<br />

representada en mi memoria, enternece los ojos piadosos, por do tan abundantes


44<br />

lágrimas vees derramar. Algunas vezes duros propósitos, como tú, defendía; pero luego<br />

tornaua a lo cierto. En Dios e en mi ánima, que en veer agora lo que has porfiado e<br />

cómo a la verdad eres reduzido, no paresce sino que viuo le tengo delante. [111] ¡O qué<br />

persona! ¡O qué hartura! ¡O qué cara tan venerable! Pero callemos, que se acerca<br />

Calisto e tu nueuo amigo Sempronio con quien tu conformidad para mas oportunidad<br />

dexo. Que dos en vn coraçón viuiendo son mas poderosos de hazer e de entender.<br />

CALISTO.- Dubda traygo, madre, según mis infortunios, de hallarte viua. Pero más<br />

es marauilla, según el deseo, de cómo llego viuo. Recibe la dádiua pobre de aquel, que<br />

con ella la vida te ofrece.<br />

CELESTINA.- Como en el oro muy fino labrado por la mano del sotil artífice la obra<br />

sobrepuja a la materia, así se auentaja a tu magnífico dar la gracia e forma de tu dulce<br />

liberalidad. E sin duda la presta dádiua su efeto ha doblado (337) , por que la que tarda, el<br />

prometimiento muestra negar e arrepentirse del don prometido.<br />

PÁRMENO.- ¿Qué le dio, Sempronio?<br />

SEMPRONIO.- Cient monedas en oro.<br />

PÁRMENO.- ¡Hy!, ¡hy!, ¡hy!<br />

SEMPRONIO.- ¿Habló contigo la madre?<br />

PÁRMENO.- Calla, que sí.<br />

SEMPRONIO.- ¿Pues cómo estamos? [112]<br />

PÁRMENO.- Como quisieres; avnque estoy espantado.<br />

SEMPRONIO.- Pues calla, que yo te haré espantar dos tanto (338) .<br />

PÁRMENO.- ¡O Dios! No ay pestilencia más eficaz, que'l enemigo de casa para<br />

empecer.<br />

CALISTO.- Ve agora, madre, e consuela tu casa e después ven e consuela la mía, e<br />

luego (339) .<br />

CELESTINA.- Quede Dios contigo.<br />

CALISTO.- Y él te me guarde.


45<br />

[113]<br />

El segundo aucto<br />

ARGUMENTO DEL SEGUNDO AUTO<br />

Partida Celestina de Calisto para su casa, queda Calisto hablando con Sempronio,<br />

criado suyo; al qual, como quien en alguna esperança puesto está, todo aguijar le parece<br />

tardança. Embía de sí a Sempronio a solicitar a Celestina para el concebido negocio.<br />

Quedan entretanto Calisto e Pármeno juntos razonando.<br />

CALISTO, PÁRMENO, SEMPRONIO.<br />

CALISTO.- Hermanos míos, cient monedas di a la madre. ¿Fize bien?<br />

SEMPRONIO.- ¡Hay!, ¡si fiziste bien! Allende de remediar tu vida, ganaste muy<br />

gran honrra. ¿E para qué es la fortuna fauorable e prospera, sino para seruir a la honrra,<br />

que es el mayor de los mundanos bienes? Que esto es premio e galardón de la virtud. E<br />

por esso la damos a Dios, porque no tenemos mayor cosa que le dar. La mayor parte de<br />

la qual (340) consiste en la liberalidad [114] e franqueza. A esta (341) los duros tesoros<br />

comunicables la escurecen e pierden e la magnificencia e liberalidad la ganan e<br />

subliman. ¿Qué aprouecha tener lo que se niega aprouechar? Sin dubda te digo que<br />

mejor es el vso de las riquezas, que la possesión dellas. ¡O qué glorioso es el dar! ¡O<br />

qué miserable es el recebir! Quanto es mejor el acto que la posessión, tanto es mas<br />

noble el dante qu' el recibiente. Entre los elementos, el fuego, por ser mas actiuo, es mas<br />

noble e en las esperas (342) puesto en mas noble lugar. E dizen algunos que la nobleza es<br />

vna alabanza, que prouiene de los merecimientos e antigüedad de los padres; yo digo<br />

que la agena luz nunca te hará claro, si la propia no tienes. E por tanto, no te estimes en<br />

la claridad de tu padre, que tan magnifico fue; sino en la tuya. E assí se gana la honrra,<br />

que es el mayor bien de los que son fuera de hombre (343) . De lo qual no el malo, mas el<br />

bueno, como tú, es digno que tenga perfeta virtud. E avn te digo que la virtud perfeta no<br />

pone que sea fecha con digno honor. Por ende goza de hauer seydo assí magnifico e<br />

liberal. E de mi consejo, tórnate a la cámara e reposa, pues que tu negocio en tales<br />

manos está [115] depositado. De donde ten por cierto, pues el comienço lleuó bueno, el<br />

fin será muy mejor. E vamos luego, porque sobre este negocio quiero hablar contigo<br />

mas largo.<br />

CALISTO.- Sempronio, no me parece buen consejo quedar yo acompañado e que<br />

vaya sola aquella, que busca el remedio de mi mal; mejor será que vayas con ella e la<br />

aquexes (344) , pues sabes que de su diligencia pende mi salud, de su tardança mi pena, de<br />

su oluido mi desesperança. Sabido eres, fiel te siento, por buen criado te tengo. Faz de<br />

manera, que en solo verte ella a ti, juzgue la pena, que a mí queda e fuego, que me


46<br />

atormenta. Cuyo ardor me causó no poder mostrarle la tercia parte desta mi secreta<br />

enfermedad, según tiene (345) mi lengua e sentido ocupados e consumidos. Tú, como<br />

hombre libre de tal passión (346) , hablarla has a rienda suelta.<br />

SEMPRONIO.- Señor, querría yr por complir tu mandado; querría quedar por aliuiar<br />

tu cuydado. Tu temor me aquexa; tu soledad me detiene. Quiero tomar consejo con la<br />

obediencia, que es yr e dar priessa a la vieja. ¿Mas como [116] yré? Que, en viéndote<br />

solo, dizes desuaríos de hombre sin seso, sospirando, gimiendo, maltrobando (347) ,<br />

holgando con lo escuro, deseando soledad, buscando nueuos modos de pensatiuo<br />

tormento. Donde, si perseueras, o de muerto o loco no podrás escapar, si siempre no te<br />

acompaña quien te allegue plazeres, diga donayres, tanga cançiones alegres, cante<br />

romances, cuente ystorias, pinte motes, finja cuentos, juegue a naypes, arme mates (348) ,<br />

finalmente que sepa buscar todo género de dulce passatiempo para no dexar trasponer tu<br />

pensamiento (349) en aquellos crueles desuíos, que rescebiste de aquella señora en el<br />

primer trance de tus amores.<br />

CALISTO.- ¿Como?, simple (350) . ¿No sabes que aliuia la pena llorar la causa?<br />

¿Quanto es dulce a los tristes quexar su passión? ¿Quanto descanso traen consigo los<br />

quebrantados sospiros? ¿Quanto relieuan (351) e disminuyen los lagrimosos [117]<br />

gemidos el dolor? Quantos escriuieron consuelos no dizen otra cosa.<br />

SEMPRONIO.- Lee mas adelante, buelue la hoja: fallarás que dizen que fiar en lo<br />

temporal e buscar materia de tristeza, que (352) es ygual género de locura. E aquel<br />

Macías (353) , ydolo de los amantes, [118] del oluido porque le oluidaua, se quexava. En el<br />

contemplar está la pena de amor, en el oluidar el descanso. Huye de tirar cozes al<br />

aguijón. Finge alegría e consuelo e serlo ha. Que muchas vezes la opinión trae las cosas<br />

donde quiere, no para que mude la verdad; pero [119] para moderar nuestro sentido e<br />

regir nuestro juyzio.<br />

CALISTO.- Sempronio amigo, pues tanto sientes mi soledad, llama a Pármeno e<br />

quedará comigo e de aquí adelante sey, como sueles, leal, que en el seruicio del criado<br />

está el galardón del señor.<br />

PÁRMENO.- Aquí estoy señor.<br />

CALISTO.- Yo no, pues no te veya. No te partas della, Sempronio, ni me oluides a<br />

mí e ve con Dios.<br />

CALISTO.- Tú, Pármeno, ¿qué te parece de lo que oy ha pasado? Mi pena es grande,<br />

Melibea alta, Celestina sabia e buena maestra destos negocios. No podemos errar. Tú<br />

me la has aprouado con toda tu enemistad. Yo te creo. Que tanta es la fuerça de la<br />

verdad, que las lenguas de los enemigos trae a sí (354) . Assí que, pues ella es tal, mas<br />

quiero dar a ésta cient monedas, que a otra cinco. [120]<br />

PÁRMENO.- ¿Ya lloras? ¡Duelos tenemos! ¡En ella se haurán de ayunar (355) estas<br />

franquezas!<br />

CALISTO.- Pues pido tu parecer, seyme agradable, Pármeno. No abaxes la cabeça al<br />

responder. Mas como la embidia es triste, la tristeza sin lengua, puede más contigo su<br />

voluntad, que mi temor. ¿Qué dixiste, enojoso?


47<br />

PÁRMENO.- Digo, señor, que yrían mejor empleadas tus franquezas en presentes e<br />

seruicios a Melibea, que no dar dineros aquella, que yo me conozco e, lo que peor es,<br />

fazerte su catiuo.<br />

CALISTO.- ¿Cómo, loco, su catiuo?<br />

PÁRMENO.- Porque a quien dizes el secreto, das tu libertad (356) .<br />

CALISTO.- Algo dize el necio; pero quiero que sepas que, quando ay mucha<br />

distancia del que ruega al rogado o por grauedad de obediencia o por señorío de estado<br />

o esquiuidad de género, como entre ésta mi señora e mí, es necessario intercessor o<br />

medianero, que suba de mano en mano mi mensaje hasta los oydos de aquella a quien<br />

yo segunda vez hablar tengo por impossible. E pues que así es, dime si lo fecho<br />

aprueuas. [121]<br />

PÁRMENO.- ¡Apruéuelo el diablo!<br />

CALISTO.- ¿Qué dizes?<br />

PÁRMENO.- Digo, señor, que nunca yerro vino desacompañado e que vn<br />

inconueniente es causa e puerta de muchos.<br />

CALISTO.- El dicho yo le aprueuo; el propósito no entiendo.<br />

PÁRMENO.- Señor, porque perderse el otro día el neblí (357) fue causa de tu entrada<br />

en la huerta de Melibea a le buscar, la entrada causa de la ver e hablar, la habla<br />

engendró amor, el amor parió tu pena, la pena causará perder tu cuerpo e alma e<br />

hazienda. E lo que más dello siento es venir a manos de aquella trotaconuentos (358) ,<br />

después de tres vezes emplumada (359) .<br />

CALISTO.- ¡Assí, Pármeno, di más deso, que me agrada! Pues mejor me parece,<br />

quanto más la desalabas. Cumpla comigo e emplúmenla la quarta (360) . Desentido<br />

eres (361) , sin pena hablas: no te duele donde a mí, Pármeno. [122]<br />

PÁRMENO.- Señor, más quiero que ayrado me reprehendas, porque te dó enojo, que<br />

arrepentido me condenes, porque no te di consejo, pues perdiste el nombre de libre,<br />

quando cautiuaste tu voluntad.<br />

CALISTO.- ¡Palos querrá este vellaco! Di, malcriado, ¿por qué dizes mal de lo que<br />

yo adoro? E tú ¿qué sabes de honrra? Dime ¿qué es amor? ¿En qué consiste buena<br />

criança, qué te me vendes por discreto? ¿No sabes que el primer escalón de locura es<br />

creerse ser sciente (362) ? Si tú sintiesses mi dolor, con otra agua rociarías aquella ardiente<br />

llaga, que la cruel frecha (363) de Cupido me ha causado. Quanto remedio Sempronio<br />

acarrea con sus pies, tanto apartas tú con tu lengua, con tus vanas palabras. Fingiéndote<br />

fiel, eres un terrón de lisonja, bote de malicias, el mismo mesón e aposentamiento de la<br />

embidia. Que por disfamar la vieja, a tuerto o a derecho, pones en mis amores<br />

desconfiança. Pues sabe que esta mi pena e flutuoso (364) dolor no se rige por razón, no<br />

quiere auisos, carece de consejo e, si alguno se le diere, tal que no aparte ni [123]<br />

desgozne (365) lo que sin las entrañas no podrá despegarse. Sempronio temió su yda e tu


48<br />

quedada. Yo quíselo todo e assí me padezco su absencia (366) e tu presencia. Valiera más<br />

solo, que malacompañado (367) .<br />

PÁRMENO.- Señor, flaca es la fidelidad, que temor de pena la conuierte en lisonja,<br />

mayormente con señor, a quien dolor o afición priua e tiene ageno de su natural juyzio.<br />

Quitarse ha el velo de la ceguedad, passarán estos momentáneos fuegos: conoscerás mis<br />

agras (368) palabras<br />

ser mejores para matar este fuerte cancre (369) , que las blandas de Sempronio, que lo<br />

ceuan, atizan tu fuego, abiuan tu amor, encienden tu llama, añaden astillas, que tenga<br />

que gastar fasta ponerte en la sepultura.<br />

CALISTO.- ¡Calla, calla, perdido! Estó yo penado e tú filosofando. No te espero<br />

mas. Saquen vn cauallo. Límpienle mucho. Aprieten bien la cincha. [124] ¡Por si (370)<br />

passare por casa de mi señora e mi Dios!<br />

PÁRMENO.- ¡Moços! ¿No ay moço en casa? Yo me lo hauré de hazer, que a peor<br />

vernemos desta vez que ser moços d' espuelas. ¡Andar!, ¡passe! (371) Mal me quieren mis<br />

comadres, etc (372) . ¿Rehinchays (373) , don cauallo? ¿No basta vn celoso en casa?... ¿O<br />

barruntás (374) a Melibea?<br />

CALISTO.- ¿Viene esse cauallo? ¿Qué hazes, Pármeno?<br />

PÁRMENO.- Señor, vesle aquí, que no está Sosia (375) en casa.<br />

CALISTO.- Pues ten esse estribo, abre más essa [125] puerta. E si vinere Sempronio<br />

con aquella señora, di que esperen, que presto será mi buelta.<br />

PÁRMENO.- ¡Más, nunca sea! (376) ¡Allá yrás con el diablo! A estos locos<br />

dezildes lo que les cumple; no os podrán ver. Por mi ánima (377) , que si agora le<br />

diessen una lançada en el calcañar (378) , que saliessen más sesos que de la<br />

cabeça! Pues anda, que a mi cargo (379) ¡que Celestina e Sempronio te<br />

espulguen! ¡O desdichado de mí! Por ser leal padezco mal. Otros se ganan por<br />

malos; yo me pierdo por bueno. ¡El mundo es tal! Quiero yrme al hilo de la<br />

gente (380) , pues a los traydores llaman discretos, a los fieles nescios. Si creyera<br />

[126] a Celestina con sus seys dozenas de años acuestas (381) , no me<br />

maltratara Calisto. Mas esto me porná escarmiento d' aquí adelante con él.<br />

Que si dixiere comamos, yo también; si quisiere derrocar la casa, aprouarlo; si<br />

quemar su hazienda, yr por fuego. ¡Destruya, rompa, quiebre, dañe, dé a<br />

alcahuetas lo suyo, que mi parte me cabrá, pues dizen: a río buelto ganancia<br />

de pescadores (382) . ¡Nunca mas perro a molino! (383) [127]


49<br />

El tercer aucto<br />

ARGUMENTO DEL TERCER AUTO<br />

Sempronio vase a casa de Celestina, a la qual reprende por la tardança. Pónense a<br />

buscar qué manera tomen en el negocio de Calisto con Melibea. En fin sobreuiene<br />

Elicia. Vase Celestina a casa de Pleberio. Queda Sempronio y Elicia en casa.<br />

SEMPRONIO, CELESTINA, ELICIA.<br />

SEMPRONIO.- ¡Qué espacio lleua la barvuda! ¡Menos sosiego trayan sus pies a la<br />

venida! A dineros pagados, braços quebrados (384) . ¡Ce!, señora Celestina: poco as<br />

aguijado (385) .<br />

CELESTINA.- ¿A qué vienes, hijo?<br />

SEMPRONIO.- Este nuestro enfermo, no sabe que [128] pedir. De sus manos no se<br />

contenta (386) . No se le cueze el pan (387) . Teme tu negligencia. Maldize su auaricia e<br />

cortedad, porque te dio tan poco dinero.<br />

CELESTINA.- No es cosa mas propia del que ama que la impaciencia. Toda<br />

tardança les es tormento. Niguna dilación les agrada. En vn momento querrían poner en<br />

efeto sus cogitaciones (388) . Antes las querrían ver concluydas, que empeçadas.<br />

Mayormente estos nouicios amantes, que contra cualquiera señuelo (389) buelan sin<br />

deliberación, sin pensar el daño, que el ceuo de su desseo trae mezclado en su exercicio<br />

e negociación para sus personas e siruientes.<br />

SEMPRONIO.- ¿Qué dizes de siruientes? ¿Paresce por tu razón que nos puede venir<br />

a nosotros daño deste negocio e quemarnos con las centellas que resultan deste fuego de<br />

Calisto? ¡Avn al diablo daría yo sus amores (390) ! Al primer desconcierto, [129] que vea<br />

en este negocio, no como más su pan (391) . Más vale perder lo seruido, que la vida por<br />

cobrallo. El tiempo me dirá que faga. Que primero, que cayga del todo, dará señal,<br />

como casa, que se acuesta (392) . Si te pareçe, madre, guardemos nuestras personas de<br />

peligro. Fágase lo que se hiziere. Si la ouiere ogaño; si no, a otro; si no, nunca. Que no<br />

ay cosa tan dificile de çofrir en sus principios, que el tiempo no la ablande e faga<br />

comportable. Ninguna llaga tanto se sintió, que por luengo tiempo no afloxase su<br />

tormento ni plazer tan alegre fue, que no le amengüe su antigüedad. El mal e el bien, la<br />

prosperidad e aduersidad, la gloria e pena, todo pierde con el tiempo la fuerça de su<br />

acelerado principio. Pues los casos de admiración e venidos con gran desseo, tan presto<br />

como passados, oluidados. Cada día vemos nouedades e las oymos e las passarnos e<br />

dexamos atrás. Diminúyelas el tiempo, házelas contingibles (393) . ¿Qué tanto (394) te<br />

marauillarías, si dixesen: la tierra tembló o otra semejante cosa, que no oluidases luego?


50<br />

Assí como: elado está el río, el ciego vee ya, [130] muerto es tu padre, vn rayo cayó,<br />

ganada es Granada (395) , el Rey entra oy, el turco es vencido, eclipse ay mañana, la<br />

puente es lleuada, aquél [131] es ya obispo, a Pedro robaron, Ynés se ahorcó. ¿Qué me<br />

dirás, sino que a tres días passados o a la segunda vista, no ay quien dello se marauille?<br />

[132] Todo es assí, todo passa desta manera, todo se oluida, todo queda atrás. Pues assí<br />

será este amor de mi amo: quanto más fuere andando, tanto más disminuyendo. Que la<br />

costumbre luenga amansa los dolores, afloxa e deshaze los deleytes, desmengua las<br />

marauillas. Procuremos prouecho, mientra pendiere (396) la contienda. E si a pie<br />

enxuto (397) le pudiéremos remediar, lo mejor, mejor es; e sino, poco a poco le<br />

soldaremos el reproche o menosprecio de Melibea contra él. Donde no (398) , más vale que<br />

pene el amo, que no que peligre el moço.<br />

CELESTINA.- Bien as dicho. Contigo estoy, agradado me has. No podemos errar.<br />

Pero todavía, hijo, es necessario que el buen procurador ponga de su casa algún trabajo,<br />

algunas fingidas razones, algunos sofísticos actos: yr e venir a juyzio, avnque reciba<br />

malas palabras del juez. Siquiera por los presentes, que lo vieren; no digan que se gana<br />

holgando el salario. E assí verná cada vno a él con su pleyto e a Celestina con sus<br />

amores. [133]<br />

SEMPRONIO.- Haz a tu voluntad, que no será éste el primer negocio, que has<br />

tomado a cargo.<br />

CELESTINA.- ¿El primero, hijo?, Pocas vírgines, a Dios gracias, has tú visto en esta<br />

cibdad, que hayan abierto tienda a vender, de quien yo no aya sido corredora de su<br />

primer hilado. En nasciendo la mochacha, la hago escriuir en mi registro, e esto para<br />

saber (399) quantas se me salen de la red. ¿Qué pensauas, Sempronio? ¿Auíame de<br />

mantener del viento? ¿Heredé otra herencia? ¿Tengo otra casa o viña? ¿Conócesme otra<br />

hazienda, más deste oficio? ¿De qué como e beuo? ¿De qué visto e calço? En esta<br />

cibdad nascida, en ella criada, manteniendo honrra, como todo el mundo sabe<br />

¿conoscida pues, no soy? Quien no supíere mi nombre e mi casa tenle por estranjero.<br />

SEMPRONIO.- Dime, madre, ¿qué passaste con (400) mi compañero Pármeno, quando<br />

subí con Calisto por el dinero?<br />

CELESTINA.- Díxele el sueño e la soltura (401) , e cómo [134] ganaría más con<br />

nuestra compañía, que con las lisonjas que dize a su amo; cómo viuiría siempre pobre e<br />

baldonado (402) , sino mudaua el consejo; que no se hiziesse sancto a tal perra vieja (403)<br />

como yo; acordele quien era su madre, porque no menospreciase mi oficio; porque<br />

queriendo de mí dezir mal, tropeçasse primero en ella.<br />

SEMPRONIO.- ¿Tantos días ha que le conosces, madre?<br />

CELESTINA.- Aquí está Celestina, que le vido nascer e le ayudó a criar. Su madre e<br />

yo, vña e carne (404) . Della aprendí todo lo mejor, que sé de mi oficio. Juntas comíamos,<br />

juntas dormíamos, juntas auíamos (405) nuestros solazes, nuestros plazeres, nuestros<br />

consejos e conciertos. En casa e fuera, como dos hermanas. Nunca blanca gané en que<br />

no touiesse su meytad (406) . Pero no viuía yo [135] engañada, si mi fortuna quisiera que<br />

ella me durara. ¡O muerte, muerte! ¡A quantos priuas de agradable compañía! ¡A<br />

quantos desconsuela tu enojosa visitación! Por vno, que comes con tiempo, cortas mil<br />

en agraz. Que siendo ella viua, no fueran estos mis passos desacompañados. ¡Buen siglo


51<br />

aya, que leal amiga e buena compañera me fue! (407) Que jamás me dexó hazer cosa en<br />

mi cabo (408) , estando ella presente. Si yo traya el pan, ella la carne. Si yo ponía la mesa,<br />

ella los manteles. No loca, no fantástica ni presumptuosa, como las de agora. En mi<br />

ánima, descubierta se yua hasta el cabo de la ciudad con su jarro en la mano, que en<br />

todo el camino no oya peor de: Señora Claudina. E aosadas (409) que otra conoscía peor<br />

el vino e qualquier mercaduría. Quando, pensaua que no era llegada, era de buelta (410) .<br />

Allá la combidauan, según el amor (411) todos le tenían. Que jamas boluía sin ocho o<br />

diez [136] gostaduras, vn açumbre en el jarro e otro en el cuerpo. Ansí le fiauan dos o<br />

tres arrobas en vezes (412) , como sobre vna taça de plata. Su palabra era prenda de oro<br />

en quantos bodegones auía. Si yuamos por la calle, donde quiera que ouiessemos sed,<br />

entráuamos en la primera tauerna y luego mandaua echar medio açumbre para mojar<br />

la boca. Mas a mi cargo que (413) no te quitaron la toca por ello, sino quanto la rayauan<br />

en su taja, e andar adelante (414) . Si tal fuesse agora su hijo, a mi cargo que tu amo<br />

quedasse sin pluma (415) e nosotros sin quexa. Pero yo lo haré de mi fierro, si viuo; yo le<br />

contaré en el número de los míos.<br />

SEMPRONIO.- ¿Cómo has pensado hazerlo, que es un traydor?<br />

CELESTINA.- A esse tal dos aleuosos (416) . Harele auer a [137] Areusa. Será de los<br />

nuestros. Darnos ha lugar a tender las redes sin embaraço, por aquellas doblas de<br />

Calisto.<br />

SEMPRONIO.- ¿Pues crees que podrás alcançar algo de Melibea? ¿Ay algún buen<br />

ramo? (417)<br />

CELESTINA.- No ay çurujano, que a la primera cura juzgue la herida. Lo que yo al<br />

presente veo te diré. Melibea es hermosa, Calisto loco e franco. Ni a él penará gastar ni<br />

a mí andar. ¡Bulla moneda e dure el pleyto lo que durare! Todo lo puede el dinero (418) :<br />

las peñas quebranta, los ríos passa en seco. No ay lugar tan alto, que vn asno cargado de<br />

oro no le suba (419) . Su desatino e ardor basta para perder a sí e ganar a nosotros. Esto he<br />

sentido, esto he calado, esto sé dél e della, esto es lo que nos ha de aprouechar. A casa<br />

voy de Pleberio. Quédate adiós. Que, avnque esté braua Melibea, no es ésta, si a Dios ha<br />

plazido, la primera a quien yo he hecho perder [138] el cacarear. Coxquillosicas son<br />

todas; mas, después que vna vez consienten la silla en el enués del lomo, nunca querrían<br />

folgar. Por ellas queda el campo. Muertas sí; cansadas no. Si de noche caminan, nunca<br />

querrían que amaneciesse: maldizen los gallos porque anuncian el día e el relox porque<br />

da tan apriessa. (420) Requieren las cabrillas e el norte, haziéndose estrelleras. Ya quando<br />

veen salir el luzero del alua, quiéreseles salir el alma: su claridad les escuresce el<br />

coraçón. Camino es, hijo, que nunca me harté de andar. Nunca me vi cansada. E avn<br />

assí, vieja como soy, sabe Dios mi buen desseo (421) . ¡Quanto más estas que hieruen sin<br />

fuego! Catiuanse del primer abraço, ruegan a quien rogó, penan por el penado, házense<br />

sieruas de quien eran señoras, dexan el mando e son mandadas, rompen paredes, abren<br />

ventanas, fingen enfermedades, a los cherriadores quicios de las puertas hazen con<br />

azeytes vsar su oficio sin ruydo. No te sabré dezir lo mucho que obra en ellas aquel<br />

dulçor, que les queda de los primeros besos de quien [139] aman. Son enemigas del<br />

medio; contino están posadas en los estremos.<br />

SEMPRONIO.- No te entiendo essos términos, madre.


52<br />

CELESTINA.- Digo que la muger o ama mucho aquel de quien es requerida o le<br />

tiene grande odio. Assí que, si al querer, despiden, no pueden tener las riendas al<br />

desamor. E con esto, que sé cierto, voy más consolada a casa de Melibea, que si en la<br />

mano la touiesse. Porque sé que, avnque al presente la ruegue, al fin me ha de rogar;<br />

avnque al principio me amenaze, al cabo me ha de halagar. Aquí lleuo vn poco de<br />

hilado (422) en esta mi faltriquera, con otros aparejos, que comigo siempre traygo, para<br />

tener causa de entrar, donde mucho no soy conocida, la primera vez: assí como<br />

gorgueras, garuines (423) , franjas, rodeos (424) , tenazuelas, alcohol, aluayalde (425) e solimán,<br />

hasta agujas e alfileres. Que tal ay, que tal quiere. Porque donde me tomare la boz (426) ,<br />

me halle [140] apercebida para les echar ceuo o requerir de la primera vista.<br />

SEMPRONIO.- Madre, mira bien lo que hazes. Porque, cuando el principio se yerra,<br />

no puede seguirse buen fin. Piensa en su padre, que es noble e esforçado, su madre<br />

celosa e braua, tú la misma sospecha. Melibea es vnica a ellos: faltándoles ella, fáltales<br />

todo el bien. En pensallo tiemblo, no vayas por lana e vengas sin pluma (427) .<br />

CELESTINA.- ¿Sin pluma, fijo?<br />

SEMPRONIO.- O emplumada, madre, que es peor.<br />

CELESTINA.- ¡Alahé, en malora (428) a ti he yo menester para compañero! ¡Avn si<br />

quisieses auisar a Celestina en su oficio! Pues quando tú naciste ya comía yo pan con<br />

corteza (429) . ¡Para adalid eres tú bueno, cargado de agüeros e recelo! [141]<br />

SEMPRONIO.- No te marauilles, madre, de mi temor, pues es común condición<br />

humana que lo que mucho se dessea jamás se piensa ver concluydo. Mayormente que en<br />

este caso temo tu pena e mía. Desseo prouecho: querría que este negocio houiesse buen<br />

fin. No porque saliesse mi amo de pena, mas por salir yo de lazería (430) . E assí miro más<br />

inconuenientes con mi poca esperiencia, que no tú como maestra vieja.<br />

ELICIA.- ¡Santiguarme (431) quiero, Sempronio! ¡Quiero hazer vna raya en el<br />

agua! (432) ¿Qué nouedad es esta, venir oy acá dos vezes?<br />

CELESTINA.- Calla, boua, déxale, que otro pensamiento traemos en que más nos<br />

va. Dime, ¿está [142] desocupada (433) la casa? ¿Fuese la moça, que esperaua al ministro?<br />

ELICIA.- E avn después vino otra e se fue.<br />

CELESTINA.- Sí, ¿que no embalde? (434)<br />

ELICIA.- No, en buena fe, ni Dios lo quiera. Que avnque vino tarde, más vale a<br />

quien Dios ayuda (435) , etc.<br />

CELESTINA.- Pues sube presto al sobrado (436) alto de la solana e baxa acá el bote<br />

del azeyte serpentino, [143] que hallarás colgado del pedaço de la soga, que traxe del<br />

campo la otra noche, quando llovía e hazía escuro (437) . E abre el arca de los lizos (438) e<br />

házia la mano derecha hallarás vn papel escrito con [144] sangre de morciégalo (439) ,<br />

debaxo de aquel ala de drago (440) , a que sacamos ayer las vñas. [145] Mira, no derrames<br />

el agua de Mayo (441) , que me traxeron a confecionar.


53<br />

ELICIA.- Madre, no está donde dizes; jamás te acuerdas cosa que guardas. [146]<br />

CELESTINA.- No me castigues, por Dios, a mi vejez (442) ; no me maltrates, Elicia.<br />

No infinjas (443) , porque está aquí Sempronio, ni te ensoberuezcas, que más me quiere a<br />

mí por consejera, que a ti por amiga, avnque tú le ames mucho. Entra en la cámara de<br />

los vngüentos e en la pelleja del gato negro (444) , donde te mandé meter los ojos de la<br />

loba (445) , le fallarás. E baxa la sangre del cabrón (446) [147] e vnas poquitas de las baruas,<br />

que tú le cortaste.<br />

ELICIA.- Toma, madre, veslo aquí; yo me subo e Sempronio arriba (447) . [148]<br />

CELESTINA.- Conjúrote, triste Plutón (448) , señor de la profundidad infernal,<br />

emperador de la Corte dañada, capitán soberuio de los condenados ángeles,<br />

señor de los sulfúreos fuegos, que los [149] heruientes étnicos montes manan,<br />

gouernador e veedor de los tormentos e atormentadores de las pecadoras<br />

ánimas, regidor de las tres furias (449) , Tesífone, Megera e Aleto, administrador<br />

de todas [150] las cosas negras del reyno de Stigie e Dite (450) , con todas sus<br />

lagunas e sombras infernales, e litigioso caos (451) , mantenedor de las bolantes<br />

harpías (452) , con toda la otra compañía de espantables e pauorosas ydras (453) ;<br />

yo, Celestina, tu más conocida cliéntula (454) , te conjuro por la virtud e fuerça<br />

destas vermejas letras (455) ; por la sangre de aquella noturna aue con que están<br />

escriptas; por la grauedad de aquestos nombres e signos, que en este [151]<br />

papel se contienen; por la áspera ponçoña de las bíuoras, de que este azeyte<br />

fue hecho, con el qual vnto este hilado: vengas sin tardança a obedescer mi<br />

voluntad e en ello te embueluas e con ello estés sin vn momento te partir, hasta<br />

que Melibea con aparejada oportunidad que aya, lo compre e con ello de tal<br />

manera quede enredada que, quanto más lo mirare, tanto más su coraçón se<br />

ablande a conceder mi petición, e se le abras e lastimes de crudo e fuerte amor<br />

de Calisto, tanto que, despedida toda honestidad, se descubra a mí e me<br />

galardone mis passos e mensaje. Y esto hecho (456) , pide e demanda de mí a tu<br />

voluntad. Si no lo hazes con presto mouimiento (457) , ternásme por capital<br />

enemiga; heriré con luz (458) tus cárceles tristes e escuras; acusaré cruelmente<br />

tus continuas mentiras (459) ; [152] apremiaré con mis ásperas palabras tu<br />

horrible nombre. E otra e otra vez te conjuro. E assí confiando en mi mucho<br />

poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te lleuo ya embuelto.<br />

[153]


54<br />

El aucto quarto<br />

ARGUMENTO DEL QUARTO AUTO<br />

Celestina, andando por el camino, habla consigo misma fasta llegar a la puerta de<br />

Pleberio, onde (460) halló a Lucrecia, criada de Pleberio. Pónese con ella en razones.<br />

Sentidas por Alisa, madre de Melibea e sabido (461) que es Celestina, fázela entrar en<br />

casa. Viene vn mensajero a llamar a Alisa. Vase. Queda Celestina en casa con Melibea e<br />

le descubre la causa de su venida.<br />

LUCRECIA, CELESTINA, ALISA, MELIBEA.<br />

CELESTINA.- Agora, que voy sola, quiero mirar bien lo que Sempronio ha temido<br />

deste mi camino. Porque aquellas cosas, que bien no son pensadas, avnque algunas<br />

vezes ayan buen fin, comúnmente crían desuariados efetos. Assí que [154] la mucha<br />

especulación nunca carece de buen fruto. Que, avnque yo he dissimulado con él, podría<br />

ser que, si me sintiessen en estos passos de parte de Melibea, que no pagasse con pena,<br />

que menor fuesse que la vida, o muy amenguada quedasse, quando matar no me<br />

quisiessen, manteándome (462) o açotándome cruelmente. Pues amargas cient monedas<br />

serían estas. ¡Ay cuytada de mí! ¡En qué lazo me he metido! Que por me mostrar<br />

solícita e esforçada pongo mi persona al tablero (463) ! ¿Qué faré, cuytada, mezquina de<br />

mí, que ni el salir afuera es prouechoso ni la perseuerancia carece de peligro? ¿Pues yré<br />

o tornarme he? ¡O dubdosa a dura perplexidad! ¡No sé qual escoja por más sano! ¡En el<br />

osar, manifiesto peligro; en la couardía, denostada, perdida! ¿A donde yrá el buey que<br />

no are? (464) Cada camino descubre sus dañosos e hondos barrancos (465) . Si con el furto<br />

soy [155] tomada (466) , nunca de muerta o encoroçada (467) falto, a bien librar. Si no voy,<br />

¿qué dirá Sempronio? Que todas estas eran mis fuerças, saber e esfuerço, ardid e<br />

ofrecimiento, astucia e solicitud. E su amo Calisto ¿qué dirá?, ¿qué hará?, ¿qué pensará;<br />

sino que ay nueuo engaño en mis pisadas e que yo he descubierto la celada, por hauer<br />

más prouecho desta otra parte, como sofística preuaricadora? O si no se le ofrece<br />

pensamiento tan odioso, dará bozes como loco. Dirame en mi cara denuestos rabiosos.<br />

Proporná mill inconuenientes, que mi deliberación presta le puso, diziendo: Tú, puta<br />

vieja, ¿por qué acrescentaste mis pasiones con tus promessas? Alcahueta falsa, para<br />

todo el mundo tienes pies, para mí lengua; para todos obra, para mí palabra; para todos<br />

remedio, para mí pena; para todos esfuerço, para mí te faltó; para todos luz, para mí<br />

tiniebla. Pues, vieja traydora, ¿por qué te me ofreciste? Que tu ofrecimiento me puso<br />

esperança; la esperança dilató mi muerte, sostuuo mi viuir, púsome título de hombre<br />

alegre. Pues no hauiendo efeto, ni tu carecerás de pena ni yo de triste desesperación.<br />

¡Pues triste yo! ¡Mal acá, mal acullá: pena en ambas [156] partes! Quando a los<br />

estremos falta el medio, arrimarse el hombre al más sano, es discreción. Mas quiero<br />

offender a Pleberio, que enojar a Calisto. Yr quiero. Que mayor es la vergüença de<br />

quedar por couarde, que la pena, cumpliendo como osada lo que prometí, pus (468) jamás


55<br />

al esfuerço desayudó la fortuna (469) . Ya veo su puerta. En mayores afrentas me he visto.<br />

¡Esfuerça, esfuerça, Celestina! ¡No desmayes! Que nunca faltan rogadores para mitigar<br />

las penas (470) . Todos los agüeros se adereçan fauorables o yo no sé nada desta arte.<br />

Quatro hombres, que he topado, a los tres llaman Juanes e los dos son cornudos (471) . La<br />

primera palabra, [157] que oy por la calle, fue de achaque de amores. Nunca he<br />

tropeçado como otras vezes (472) . Las [158] piedras parece que se apartan e me fazen<br />

lugar que passe. Ni me estoruan las haldas ni siento cansancio en andar. Todos me<br />

saludan. Ni perro me ha ladrado (473) ni aue negra he visto, tordo ni cueruo ni otras<br />

noturnas. E lo mejor de todo es que veo a Lucrecia (474) a la puerta de Melibea. Prima es<br />

de Elicia: no me será contraria.<br />

LUCRECIA.- ¿Quién es esta vieja, que viene haldeando (475) ?<br />

CELESTINA.- Paz sea en esta casa. [159]<br />

LUCRECIA.- Celestina, madre, seas bienvenida. ¿Qual Dios te traxo por estos<br />

barrios no acostumbrados?<br />

CELESTINA.- Hija, mi amor, desseo de todos vosotros, traerte encomiendas de<br />

Elicia e avn ver a tus señoras, vieja e moça. Que después, que me mudé al otro barrio,<br />

no han sido de mi visitadas.<br />

LUCRECIA.- ¿A eso solo saliste de tu casa? Marauíllome de ti, que no es essa tu<br />

costumbre ni sueles dar passo sin prouecho.<br />

CELESTINA.- ¿Más prouecho quieres, boua, que complir hombre sus desseos? E<br />

también, como a las viejas nunca nos fallecen necessidades, mayormente a mí, que<br />

tengo de mantener hijas agenas, ando a vender vn poco de hilado.<br />

LUCRECIA.- ¡Algo es lo que yo digo! En mi seso estoy, que nunca metes aguja sin<br />

sacar reja (476) . Pero mi señora la vieja vrdió vna tela: tiene necessidad dello e tu de<br />

venderlo. Entra e espera aquí, que no os desauenirés.<br />

ALISA (477) .- ¿Con quien hablas, Lucrecia? [160]<br />

LUCRECIA.- Señora, con aquella vieja de la cuchillada (478) , que solía viuir en las<br />

tenerías, a la cuesta del río.<br />

ALISA.- Agora la conozco menos. Si tú me das entender lo incógnito (479) por lo<br />

menos conocido, es coger agua en cesto (480) .<br />

LUCRECIA.- ¡Jesú, señora!, más conoscida es esta vieja que la ruda. No sé como no<br />

tienes memoria de la que empicotaron (481) por hechizera, que vendía las moças a los<br />

abades e descasaua mill casados.<br />

ALISA.- ¿Qué oficio tiene?, quiça por aquí la conoceré mejor.<br />

LUCRECIA.- Señora, perfuma tocas, haze solimán e otros treynta officios. Conoce<br />

mucho en yeruas, cura niños e avn algunos la llaman la vieja lapidaria (482) . [161]


56<br />

ALISA.- Todo esso dicho no me la da a conocer; dime su nombre, si le sabes.<br />

LUCRECIA.- ¿Si le sé, señora? No ay niño ni viejo en toda la cibdad, que no le<br />

sepa: ¿hauíale yo de ignorar?<br />

ALISA.- ¿Pues por qué no le dizes?<br />

LUCRECIA.- ¡He vergüença!<br />

ALISA.- Anda, boua, dile. No me indignes con tu tardança.<br />

LUCRECIA.- Celestina, hablando con reuerencia (483) , es su nombre.<br />

ALISA.- ¡Hy!, ¡hy!, ¡hy! ¡Mala landre te mate, si de risa puedo estar, viendo el<br />

desamor que deues de tener a essa vieja, que su nombre has vergüença nombrar! Ya me<br />

voy recordando della. ¡Vna buena pieça! No me digas más. Algo me verná a pedir. Di<br />

que suba.<br />

LUCRECIA.- Sube, tía (484) .<br />

CELESTINA.- Señora buena, la gracia de Dios sea contigo e con la noble hija. Mis<br />

passiones e enfermedades han impedido mi visitar tu casa, como era razón; mas Dios<br />

conoce mis limpias [162] entrañas, mi verdadero amor, que la distancia de las moradas<br />

no despega el querer (485) de los coraçones. Assí que lo que mucho desseé, la necessidad<br />

me lo ha hecho complir. Con mis fortunas aduersas otras, me sobreuino mengua de<br />

dinero. No supe mejor remedio que vender vn poco de hilado, que para vnas toquillas<br />

tenía allegado. Supe de tu criada que tenías dello necessidad. Avnque pobre e no de la<br />

merced de Dios, veslo aquí, si dello e de mí te quieres seruir.<br />

ALISA.- Vezina honrrada, tu razón e ofrecimiento me mueuen a compassión e tanto,<br />

que quisiera cierto mas hallarme en tiempo de poder complir tu falta, que menguar tu<br />

tela. Lo dicho te agradezco. Si el hilado es tal, serte ha bien pagado.<br />

CELESTINA.- ¿Tal, señora? Tal sea mi vida e mi vejez e la de quien parte quisiere<br />

de mi jura (486) . Delgado como el polo de la cabeça, ygual, rezio como cuerdas de<br />

vihuela, blanco como el copo de la nieue, hilado todo por estos pulgares, aspado e<br />

adreçado. Veslo aquí en madexitas. Tres monedas me dauan ayer por la onça, assí goze<br />

desta alma pecadora. [163]<br />

ALISA.- Hija Melibea, quédese esta muger honrrada contigo, que ya me parece que<br />

es tarde para yr a visitar a mi hermana, su muger de Cremes (487) , que desde ayer no la he<br />

visto, e también que viene su paje a llamarme, que se le s arrezió desde vn rato acá el<br />

mal (488) .<br />

CELESTINA. (Aparte).- Por aquí anda el diablo aparejando oportunidad, arreziando<br />

el mal a la otra. ¡Ea!, buen amigo, ¡tener rezio! Agora es mi tiempo o nunca. No la<br />

dexes, lléuamela de aquí a quien digo (489) .<br />

ALISA.- ¿Qué dizes, amiga?


57<br />

CELESTINA.- Señora, que maldito sea el diablo e mi pecado, porque en tal tiempo<br />

houo de crescer el mal de tu hermana, que no haurá para nuestro negocio oportunidad.<br />

¿E qué mal es el suyo?<br />

ALISA.- Dolor de costado e tal que, según del moço supe que quedaua, temo no sea<br />

mortal. Ruega tú, vezina, por amor mío, en tus deuociones por su salud a Dios. [164]<br />

CELESTINA.- Yo te prometo, señora, en yendo de aquí, me vaya por essos<br />

monesterios, donde tengo frayles deuotos míos, e les dé el mismo cargo, que tú me das.<br />

E demás desto, ante que me desayune, dé quatro bueltas a mis cuentas.<br />

ALISA.- Pues, Melibea, contenta a la vezina en todo lo que razón fuere darle por el<br />

hilado. E tú, madre, perdóname, que otro día se verná en que más nos veamos.<br />

CELESTINA.- Señora, el perdón sobraría donde el yerro falta. De Dios seas<br />

perdonada, que buena compañía me queda. Dios la dexe gozar su noble juuentud e<br />

florida mocedad, que es el tiempo en que más plazeres e mayores deleytes se<br />

alcançarán. Que, a la mi fe, la vejez no es sino mesón de enfermedades (490) , posada de<br />

pensamientos, amiga de renzillas, congoxa continua, llaga incurable, manzilla de lo<br />

passado, pena de lo presente, cuydado triste de lo por venir, vezina de la muerte, choça<br />

sin rama, que [165] se llueue por cada parte, cayado de mimbre, que con poca carga se<br />

doblega.<br />

MELIBEA.- ¿Por qué dizes, madre, tanto mal de lo que todo el mundo con tanta<br />

eficacia gozar e ver dessean (491) ?<br />

CELESTINA.- Dessean harto mal para sí, dessean harto trabajo. Dessean llegar allá,<br />

porque llegando viuen e el viuir es dulce e viuiendo enuejescen (492) . Assí que el niño<br />

dessea ser moço e el moço viejo e el viejo, más; avnque con dolor. Todo por viuir.<br />

Porque como dizen, biua la gallina con su pepita (493) . Pero ¿quién te podría contar<br />

señora, sus daños, sus inconvenientes, sus fatigas, sus cuydados, sus enfermedades, su<br />

frío, su calor, su descontentamiento, su renzilla, [166] su pesadumbre, aquel arrugar de<br />

cara, aquel mudar de cabellos su primera e fresca color, aquel poco oyr, aquel debilitado<br />

ver, puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca, aquel caer de dientes,<br />

aquel carecer de fuerça, aquel flaco andar, aquel espacioso comer (494) ? Pues ¡ay, ay,<br />

señora!, si lo dicho viene acompañado de pobreza, allí verás callar todos los otros<br />

trabajos, quando sobra la gana e falta la prouisión; ¡que jamás sentí peor ahíto, que de<br />

hambre!<br />

MELIBEA.- Bien conozco que dize cada uno de la feria (495) , segund le va en ella:<br />

assí que otra canción cantarán los ricos.<br />

CELESTINA.- Señora, hija, a cada cabo ay tres leguas de mal quebranto (496) . A los<br />

ricos se les va [167] la bienaventurança, la gloria e descanso por otros alvañares de<br />

asechanças, que no se parescen, ladrillados por encima con lisonjas. Aquel (497) es rico<br />

que está bien con Dios. Más segura [168] cosa es ser menospreciado que temido. Mejor<br />

sueño duerme el pobre, que no el que tiene de guardar con solicitud lo que con trabajo<br />

ganó e con dolor ha de dexar. Mi amigo no será simulado e el del rico sí. Yo soy<br />

querida por mi persona; el rico por su hazienda. Nunca oye verdad, todos le hablan<br />

lisonjas a sabor de su paladar, todos le han embidia. Apenas hallarás vn rico, que no


58<br />

confiese que le sería mejor estar en mediano estado o en honesta pobreza. Las riquezas<br />

no hazen rico, mas ocupado; no hazen señor, mas mayordomo. Mas son los posseydos<br />

de las riquezas que no los que las posseen. A muchos traxo la muerte, a todos quita el<br />

plazer e a las buenas costumbres ninguna cosa es más contraria. ¿No oyste dezir:<br />

dormieron su sueño los varones de las riquezas e ninguna cosa hallaron en sus<br />

manos (498) ? Cada rico (499) tiene vna dozena de hijos e nietos, que no rezan otra oración,<br />

no otra petición; sino rogar a Dios que le saque d'en medio dellos; no veen la hora que<br />

tener a él so la tierra e lo suyo entre sus manos e darle a poca costa su morada para<br />

siempre.<br />

MELIBEA.- Madre, pues que assí es (500) , gran pena [169] ternás por la edad que<br />

perdiste. ¿Querrías boluer a la primera?<br />

CELESTINA.- Loco es (501) , señora, el caminante que, enojado del trabajo del día,<br />

quisiesse boluer de comienço la jornada para tornar otra vez aquel lugar. Que todas<br />

aquellas cosas, cuya possessión no es agradable, más vale poseellas, que esperallas.<br />

Porque más cerca está el fin d'ellas, quanto más andado del comienço. No ay cosa más<br />

dulce ni graciosa al muy cansado que el mesón. Assí que, avnque la moçedad sea<br />

alegre; el verdadero viejo no la dessea. Porque [170] el que de razón e seso carece, quasi<br />

otra cosa no ama, sino lo que perdió.<br />

MELIBEA.- Siquiera por viuir más, es bueno dessear lo que digo.<br />

CELESTINA.- Tan presto, señora, se va el cordero como el carnero (502) . Niguno es<br />

tan viejo, que no pueda viuir vn año ni tan moço, que oy no pudiesse morir (503) . Assí que<br />

en esto poca avantaja (504) nos leuays (505) .<br />

MELIBEA.- Espantada me tienes con lo que has hablado. Indicio me dan tus razones<br />

que te aya visto otro tiempo. Dime, madre, ¿eres tú Celestina, la que solía morar a las<br />

tenerías, cabe el río?<br />

CELESTINA.- Hasta que Dios quiera.<br />

MELIBEA.- Vieja te has parado. Bien dizen que los días no se van en balde (506) . Assí<br />

goze de mí, no te conociera, sino por essa señaleja de la cara. Figúraseme que eras<br />

hermosa. Otra pareces, muy mudada estás.<br />

LUCRECIA.- ¡Hy!, ¡hy!, ¡hy! ¡Mudada está el [171] diablo! ¡Hermosa era con aquel<br />

su Dios os salue (507) , que trauiessa (508) la media cara!<br />

MELIBEA.- ¿Qué hablas, loca? ¿Qué es lo que dizes? ¿De qué te ríes?<br />

LUCRECIA.- De cómo no conoscías a la madre en tan poco tiempo en la filosomía<br />

de la cara.<br />

MELIBEA.- No es tan poco (509) tiempo dos años; e más que la tiene arrugada.<br />

CELESTINA.- Señora, ten tú el tiempo que no ande; terné yo mi forma, que no se<br />

mude. ¿No has leydo que dizen: verná el día que en el espejo no te conozcas? (510) Pero<br />

también yo encanecí temprano [172] e parezco de doblada edad. Que assí goze desta


59<br />

alma pecadora e tu desse cuerpo gracioso, que de quatro hijas, que parió mi madre, yo<br />

fue la menor. Mira cómo no soy vieja, como me juzgan.<br />

MELIBEA.- Celestina, amiga, yo he holgado mucho en verte e conocerte. También<br />

hasme dado plazer con tus razones. Toma tu dinero e vete con Dios, que me paresce que<br />

no deues hauer comido.<br />

CELESTINA.- ¡O angélica ymagen! ¡O perla preciosa, e como te lo dizes! Gozo me<br />

toma en verte fablar. ¿E no sabes que por la diuina boca fue dicho contra aquel infernal<br />

tentador, que no de solo pan viuiremos? (511) Pues assí es, que no el solo comer mantiene.<br />

Mayormente a mí, que me suelo estar vno e dos días negociando encomiendas agenas<br />

ayuna, saluo hazer por los buenos, morir por ellos. Esto tuue siempre, querer más<br />

trabajar siruiendo a otros, que holgar contentando a mí. Pues, si tú me das licencia,<br />

direte la necessitada causa de mi venida, que es otra que la que fasta agora as oydo e tal,<br />

que todos perderíamos en me tornar en balde sin que la sepas.<br />

MELIBEA.- Di, madre, todas tus necessidades, que, si yo las pudiere remediar, de<br />

muy buen [173] grado lo haré por el passado conoscimiento e vezindad, que pone<br />

obligación a los buenos.<br />

CELESTINA.- ¿Mías, señora? Antes agenas, como tengo dicho; que las mías de mi<br />

puerta adentro me las passo, sin que las sienta la tierra (512) , comiendo quando puedo,<br />

beuiendo quando lo tengo. Que con mi pobreza jamás me faltó, a Dios gracias, vna<br />

blanca para pan e vn quarto para vino, después que embiudé; que antes no tenía yo<br />

cuydado de lo buscar, que sobrado estaua vn cuero en mi casa e vno lleno e otro<br />

vazío (513) . Jamás me acosté sin comer vna tostada en vino e dos dozenas de soruos, por<br />

amor de la madre (514) , tras cada sopa. Agora, como todo cuelga de mí, en vn jarrillo<br />

malpegado (515) me lo traen, que [174] no cabe dos açumbres. Seys vezes (516) al día tengo<br />

de salir por mi pecado, con mis canas acuestas, a le henchir a la tauerna. Mas no<br />

muera yo muerte (517) , hasta que me vea con vn cuero o tinagica de mis puertas adentro.<br />

Que en mi ánima no ay otra prouisión, que como dizen: pan e vino anda camino, que no<br />

moço garrido (518) . Assí que donde no ay varón, todo bien fallesce: con mal está el huso,<br />

quando la barua no anda de suso (519) . Ha venido esto, señora, por lo que dezía de las<br />

agenas necessidades e no mías.<br />

MELIBEA.- Pide lo que querrás (520) , sea para quien fuere.<br />

CELESTINA.- ¡Donzella graciosa e de alto linaje! (521) , tu suaue fabla e alegre gesto,<br />

junto con el aparejo de liberalidad, que muestras con esta pobre vieja, me dan osadía a<br />

te lo dezir. Yo dexo [175] vn enfermo a la muerte, que con sola una palabra de tu noble<br />

boca salida, que le lleue metida en mi seno, tiene por fe que sanará, según la mucha<br />

deuoción tiene en tu gentileza.<br />

MELIBEA.- Vieja honrrada, no te entiendo, si mas no declaras tu demanda. Por vna<br />

parte me alteras e prouocas a enojo; por otra me mueues a compasión. No te sabría<br />

boluer respuesta conueniente, según lo poco, que he sentido de tu habla. Que yo soy<br />

dichosa, si de mi palabra ay necessidad para salud de algún cristiano. Porque hazer<br />

beneficio es semejar a Dios (522) , e el que le da le recibe, quando a persona digna dél le<br />

haze. E demás desto, dizen que el que puede sanar al que padece, no lo faziendo, le<br />

mata. Assí que no cesses tu petición por empacho ni temor.


60<br />

CELESTINA.- El temor perdí mirando, señora, tu beldad. Que no puedo creer que<br />

en balde pintasse Dios vnos gestos más perfetos que otros, más dotados de gracias, más<br />

hermosas faciones; sino para fazerlos almazén de virtudes, de misericordia, de<br />

compassión, ministros de sus mercedes e dádiuas, como a ti. E pues como todos seamos<br />

humanos, nascidos para morir, sea cierto que no se puede dezir nacido el que [176] para<br />

sí solo nasció. Porque sería semejante a los brutos animales, en los quales avn ay<br />

algunos piadosos, como se dize del vnicornio (523) , que se humilla a qualquiera donzella.<br />

El perro (524) con todo su ímpetu e braueza, quando viene a morder, si se echan en el<br />

suelo, no haze mal: esto de piedad. ¿Pues las aues? Ninguna cosa el gallo come, que no<br />

participe e llame las gallinas a comer dello. El pelicano (525) rompe el pecho por dar a<br />

sus hijos a comer de sus entrañas. Las cigüeñas mantienen otro tanto tiempo a [177]<br />

sus padres viejos en el nido, quanto ellos les dieron ceuo siendo pollitos (526) . Pues tal<br />

conoscimiento dio la natura a los animales e aues, ¿por qué los hombres hauemos de<br />

ser mas crueles? ¿Por qué no daremos parte de nuestras gracias e personas a los<br />

próximos, mayormente, quando están embueltos en secretas enfermedades e tales que,<br />

donde está la melezina, salió la causa de la enfermedad?<br />

MELIBEA.- Por Dios, sin más dilatar, me digas quién es esse doliente, que de mal<br />

tan perplexo se siente, que su passión e remedio salen de vna misma fuente.<br />

CELESTINA.- Bien ternás, señora, noticia en esta cibdad de vn cauallero mancebo,<br />

gentilhombre de clara sangre, que llaman Calisto.<br />

MELIBEA.- ¡Ya, ya, ya! Buena vieja, no me digas más, no pases adelante. ¿Esse es<br />

el doliente por quien has fecho tantas premissas en tu demanda? ¿Por quien has venido a<br />

buscar la muerte para ti? ¿Por quien has dado tan dañosos passos, desuergonçada<br />

barvuda? ¿Qué siente esse perdido, que con tanta passión vienes? De locura será su mal.<br />

¿Qué te parece? ¡Si me fallaras (527) [178] sin sospecha desse loco, con qué palabras me<br />

entrauas! No se dize en vano que el más empezible miembro del mal hombre o muger es<br />

la lengua. ¡Quemada seas, alcahueta falsa, hechizera, enemiga de onestad, causadora de<br />

secretos yerros! ¡Jesú, Jesú! ¡Quítamela, Lucrecia, de delante, que me fino (528) , que no<br />

me ha dexado gota de sangre en el cuerpo! Bien se lo mereçe esto e más, quien a estas<br />

tales da oydos. Por cierto, si no mirasse a mi honestidad e por no publicar su osadía<br />

desse atreuido, yo te fiziera, maluada, que tu razón e vida acabaran en vn tiempo.<br />

CELESTINA. (Aparte).- ¡En hora mala acá vine, si me falta mi conjuro! ¡Ea pues!:<br />

bien sé a quien digo. ¡Ce, hermano, que se va todo a perder! (529)<br />

MELIBEA.- ¿Avn hablas entre dientes delante mí (530) , para acrecentar mi enojo e<br />

doblar tu pena? ¿Querrías condenar mi onestidad por dar vida a vn loco? ¿Dexar a mí<br />

triste por alegrar a él e lleuar tú el prouecho de mi perdición, el [179] galardón de mí<br />

yerro? ¿Perderé destruyr la casa e la honrra de mi padre por ganar la de vna vieja<br />

maldita como tú? ¿Piensas que no tengo sentidas tus pisadas e entendido tu dañado<br />

mensaje? Pues yo te certifico que las albricias, que de aquí saques, no sean sino<br />

estoruarte de más ofender a Dios, dando fin a tus días. Respóndeme, traydora, ¿cómo<br />

osaste tanto fazer?<br />

CELESTINA.- Tu temor, señora, tiene ocupada mi desculpa. Mi inocencia me da<br />

osadía, tu presencia me turba en verla yrada e lo que más siento e me pena es recibir<br />

enojo sin razón ninguna. Por Dios, señora, que me dexes concluyr mi dicho, que ni él


61<br />

quedará culpado ni yo condenada. E verás cómo es todo más seruicio de Dios, que<br />

passos deshonestos; más para dar salud al enfermo, que para dañar la fama al médico. Si<br />

pensara, señora, que tan de ligero hauías de conjecturar de lo passado nocibles<br />

sospechas, no bastara tu licencia para me dar osadía a hablar en cosa, que a Calisto ni a<br />

otro hombre tocasse.<br />

MELIBEA.- ¡Jesú! No oyga yo mentar más esse loco, saltaparedes (531) , fantasma de<br />

noche, luengo [180] como cigüeña, figura de paramento (532) malpintado; si no, aquí me<br />

caeré muerta. ¡Este es el que el otro día me vido, e començó a desuariar comigo en<br />

razones, haziendo mucho del galán! Dirasle, buena vieja, que, si pensó que ya era todo<br />

suyo e quedaua por él el campo, porque holgué más de consentir sus necedades, que<br />

castigar su yerro, quise más dexarle por loco, que publicar su grande atreuimiento. Pues<br />

auísale que se aparte deste propósito e serle ha sano (533) ; sino, podrá ser que no aya<br />

comprado tan cara, habla en su vida. Pues sabe que no es vencido, sino el que se cree<br />

serlo, e yo quedé bien segura e él vfano. De los locos es estimar a todos los otros de su<br />

calidad (534) . E tú tórnate con su mesma razón; que respuesta de mí otra no haurás ni la<br />

esperes. Que por demás es ruego a quien no puede hauer misericordia (535) . E da gracias a<br />

Dios, pues tan libre vas desta feria. Bien me hauían dicho quien tu eras e auisado de tus<br />

propriedades, avnque agora no te conocía. [181]<br />

CELESTINA. (Aparte).- ¡Más fuerte estaua Troya e avn otras más brauas he yo<br />

amansado! Ninguna tempestad mucho dura.<br />

MELIBEA.- ¿Qué dizes, enemiga? Fabla, que te pueda oyr. ¿Tienes desculpa alguna<br />

para satisfazer mi enojo e escusar tu yerro e osadía?<br />

CELESTINA.- Mientras viuiere tu yra, más dañará mi descargo. Que estás muy<br />

rigurosa e no me marauillo: que la sangre nueua poca calor ha menester para heruir.<br />

MELIBEA.- ¿Poca calor? ¿Poco lo puedes llamar, pues quedaste tú viua e yo<br />

quexosa sobre tan gran atreuimiento? ¿Qué palabra podías tú querer para esse tal<br />

hombre, que a mí bien me estuuiesse? Responde, pues dizes que no has concluydo:<br />

¡quiça pagarás lo passado!<br />

CELESTINA.- Vna oración, señora, que le dixeron que sabías de sancta Polonia para<br />

el dolor de las muelas (536) . Assí mismo tu cordón, que es fama que ha tocado todas las<br />

reliquias, que ay en Roma e Jerusalem. Aquel cauallero, que dixe, pena e muere dellas.<br />

Esta fue mi venida. Pero, pues en mi dicha estaua tu ayrada respuesta, padézcase él su<br />

dolor, en pago de buscar tan desdichada mensajera. Que, pues en tu mucha [182] virtud<br />

me faltó piedad, también me faltará agua, si a la mar me embiara. Pero ya sabes que el<br />

deleyte de la vengança dura vn momento y el de la misericordia para siempre. (537)<br />

MELIBEA.- Si esso querías, ¿por qué luego no me lo espresaste? ¿Por qué me lo<br />

dixiste en tan pocas (538) palabras?<br />

CELESTINA.- Señora, porque mi limpio motiuo me hizo creer que, avnque en<br />

menos (539) lo propusiera, no se hauía de sospechar mal. Que, si faltó el deuido<br />

preámbulo, fue porque la verdad no es necessario abundar (540) de muchas colores.<br />

Compassión de su dolor, confiança de tu magnificencia ahogaron en mi boca al<br />

principio la espresión de la causa. E pues conosces, señora, que el dolor turba, la


62<br />

turbación desmanda e altera la lengua, la qual hauía de estar siempre atada con el seso,<br />

¡por Dios!, que no me culpes. E si el otro yerro ha fecho, no redunde en mi daño, pues<br />

no tengo otra culpa, sino ser mensajera [183] del culpado (541) . No quiebre la soga por lo<br />

más delgado (542) . No seas la telaraña (543) , que no muestra su fuerça sino contra los flacos<br />

animales. No paguen justos por peccadores (544) . Imita la diuina justicia, que dixo: El<br />

ánima que pecare, aquella misma muera (545) ; a la humana, que jamás condena al padre<br />

por el delicto del hijo ni al hijo por el del padre. Ni es, señora, razón que su atreuimiento<br />

acarree mi perdición. Avnque, según su merecimiento, no ternía en mucho que fuese él<br />

el delinquente e yo la condemnada. Que no es otro mi oficio, sino seruir a los<br />

semejantes: desto biuo e desto me arreo (546) . Nunca fue mi voluntad enojar a vnos por<br />

agradar a otros, avnque ayan dicho a tu merced en mí absencia otra cosa. Al fin, señora,<br />

a la firme verdad el viento del vulgo, no la empece. Vna sola (547) soy en este limpio<br />

trato. En toda la ciudad [184] pocos tengo descontentos. Con todos cumplo, los que<br />

algo me mandan, como si touiesse veynte pies e otras tantas manos.<br />

MELIBEA.- No me marauillo, que vn solo maestro de vicios dizen que basta para<br />

corromper vn gran pueblo. Por cierto, tantos e tales loores me han dicho de tus falsas<br />

mañas, que no sé si crea que pedías oración.<br />

CELESTINA.- Nunca yo la reze e si la rezare no sea oyda, si otra cosa de mí se<br />

saque, avnque mill tormentos me diessen.<br />

MELIBEA.- Mi passada alteración me impide a reyr de tu desculpa. Que bien sé que<br />

ni juramento ni tormento te torcerá a dezir verdad, que no es en tu mano (548) .<br />

CELESTINA.- Eres mi señora. Téngote de callar, hete yo de seruir, hasme tú de<br />

mandar. Tu mala palabra será víspera de vna saya.<br />

MELIBEA.- Bien la has merescido.<br />

CELESTINA.- Si no la he ganado con la lengua, no la he perdido con la intención.<br />

MELIBEA.- Tanto afirmas tu ignorancia, que me hazes creer lo que puede ser.<br />

Quiero pues en tu dubdosa desculpa tener la sentencia en [185] peso (549) e no disponer<br />

de tu demanda al sabor de ligera interpretación. No tengas en mucho ni te marauilles de<br />

mi passado sentimiento, porque concurrieron dos cosas en tu habla, que qualquiera<br />

dellas era bastante para me sacar de seso: nombrarme esse tu cauallero, que comigo se<br />

atreuió a hablar, e también pedirme palabra sin más causa, que no se podía sospechar<br />

sino daño para mi honrra. Pero pues todo viene de buena parte, de lo passado aya<br />

perdón. Que en alguna manera es aliuiado mi coraçón, viendo que es obra pía e santa<br />

sanar los passionados (550) e enfermos.<br />

CELESTINA.- ¡E tal enfermo, señora! Por Dios, si bien le conosciesses (551) , no le<br />

juzgasses por el que has dicho e mostrado con tu yra. En Dios e en mi alma, no tiene<br />

hiel; gracias, dos mill: en franqueza, Alexandre; en esfuerço, Etor (552) ; gesto, de vn rey;<br />

gracioso, alegre; jamás reyna en él tristeza. De noble sangre, como sabes. [186] Gran<br />

justador, pues verlo armado, vn sant George. Fuerça e esfuerço, no tuuo Ercules tanta.<br />

La presencia e faciones, dispusición, desemboltura, otra lengua hauía menester para las<br />

contar. Todo junto semeja ángel del cielo. Por fe tengo que no era tan hermoso aquel


63<br />

gentil Narciso (553) , que se enamoró de su propia figura, quando se vido en las aguas de<br />

la fuente. Agora, señora, tiénele derribado vna sola muela, que jamás cessa de quexar.<br />

MELIBEA.- ¿E qué tanto tiempo ha?<br />

CELESTINA.- Podrá ser, señora, de veynte e tres años: que aquí está Celestina, que<br />

le vido nascer e le tomó a los pies de su madre. [187]<br />

MELIBEA.- Ni te pregunto esso ni tengo necessidad de saber su edad; sino qué tanto<br />

ha que tiene el mal.<br />

CELESTINA.- Señora, ocho días. Que parece que ha vn año en su flaqueza (554) . E el<br />

mayor remedio que tiene es tomar vna vihuela e tañe tantas canciones e tan lastimeras,<br />

que no creo que fueron otras las que compuso aquel Emperador e gran músico<br />

Adriano (555) , de la partida del ánima, por sofrir sin desmayo la ya vezina muerte. Que<br />

avnque yo sé poco de música, parece que faze aquella vihuela fablar. Pues, si acaso<br />

canta, de mejor gana se paran las aues a le oyr, que no aquel antico, de quien se dize que<br />

mouía los árboles e piedras con su canto. Siendo este nascido no alabaran a Orfeo (556) .<br />

Mirá, señora, si vna [188] pobre vieja, como yo, si se fallará dichosa en dar la vida a<br />

quien tales gracias tiene. Ninguna muger le vee, que no alabe a Dios, que assí le pintó.<br />

Pues, si le habla acaso, no es más señora de sí, de lo que él ordena. E pues tanta razón<br />

tengo, juzgá, señora, por bueno mi propósito, mis passos saludables e vazíos de<br />

sospecha.<br />

MELIBEA.- ¡O quanto me pesa con la falta de mi paciencia! Porque siendo él<br />

ignorante e tu ynocente, haués padescido las alteraciones de [189] mi ayrada lengua.<br />

Pero la mucha razón me relieua de culpa, la qual tu habla sospechosa causó. En pago de<br />

tu buen sofrimiento, quiero complir tu demanda e darte luego mi cordón. E porque para<br />

escriuir la oración no haurá tiempo sin que venga mi madre, si esto no bastare, ven<br />

mañana por ella muy secretamente.<br />

LUCRECIA. (Aparte).- ¡Ya, ya, perdida es mí ama! ¿Secretamente quiere que<br />

venga Celestina? ¡Fraude ay! ¡Más le querrá dar, que lo dicho!<br />

MELIBEA.- ¿Qué dizes, Lucrecia?<br />

LUCRECIA.- Señora, que baste lo dicho; que es tarde.<br />

MELIBEA.- Pues, madre, no le des parte de lo que passó a esse cauallero, porque no<br />

me tenga por cruel o arrebatada o deshonesta.<br />

LUCRECIA. (Aparte).- No miento yo, que ¡mal va este fecho!<br />

CELESTINA.- Mucho me marauillo, señora Melibea, de la dubda que tienes de mi<br />

secreto. No temas, que todo lo sé sofrir e encubrir. Que bien veo que tu mucha sospecha<br />

echó (557) , como suele, mis razones a la más triste parte. Yo voy con tu cordón tan alegre,<br />

que se me figura que está [190] diziéndole allá su coraçón la merced, que nos hiziste e<br />

que lo tengo de hallar aliuiado.<br />

MELIBEA.- Más haré por tu doliente, si menester fuere, en pago de lo sofrido.


64<br />

CELESTINA.- Más será menester e más harás e avnque no se te agradezca.<br />

MELIBEA.- ¿Qué dizes, madre, de agradescer?<br />

CELESTINA.- Digo, señora, que todos lo agradescemos e seruiremos e todos<br />

quedamos obligados. Que la paga más cierta es, quando más la tienen de complir (558) .<br />

LUCRECIA.- ¡Trastrócame essas palabras!<br />

CELESTINA.- ¡Hija Lucrecia! ¡Ce! Yrás a casa e darte he vna lexía, con que pares<br />

essos cavellos más que el oro (559) . No lo digas a tu señora. E avn darte he vnos poluos<br />

para quitarte esse olor de la boca, que te huele vn poco, que en el reyno no lo sabe fazer<br />

otra sino yo e no ay cosa que peor en la muger parezca.<br />

LUCRECIA.- ¡O! (560) Dios te dé buena vejez, que mas necessidad tenía de todo esso<br />

que de comer.<br />

CELESTINA.- ¿Pues, porque murmuras contra mí, [191] loquilla? Calla, que no<br />

sabes si me aurás menester en cosa de más importancia. No prouoques a yra a tu<br />

señora, más de lo que ella ha estado. Déxame yr en paz.<br />

MELIBEA.- ¿Qué le dizes, madre?<br />

CELESTINA.- Señora, acá nos entendemos.<br />

MELIBEA.- Dímelo, que me enojo, quando yo presente se habla cosa de que no aya<br />

parte.<br />

CELESTINA.- Señora, que te acuerde la oración (561) , para que la mandes escriuir e<br />

que aprenda de mí a tener mesura en el tiempo de tu yra, en la qual yo vsé lo que se<br />

dize: que del ayrado es de apartar por poco tiempo, del enemigo por mucho (562) . Pues tú,<br />

señora, tenías yra con lo que sospechaste de mis palabras, no enemistad. Porque, avnque<br />

fueranlas que tú pensauas, en sí no eran malas: que cada día ay hombres penados por<br />

mugeres e mugeres por hombres e esto obra la natura e la natura ordenola Dios e Dios<br />

no hizo [192] cosa mala. E assí quedaua mi demanda, como quiera que fuesse, en sí<br />

loable, pues de tal tronco procede, e yo libre de pena. Más razones destas te diría, si no<br />

porque la prolixidad es enojosa al que oye e dañosa al que habla.<br />

MELIBEA.- En todo has tenido buen tiento, assí en el poco hablar en mi enojo,<br />

como con el mucho sofrir.<br />

CELESTINA.- Señora, sofrite con temor, porque te ayraste con razón. Porque con la<br />

yra morando, poder, no es sino rayo. E por esto passé tu rigurosa habla hasta que tu<br />

almazén houiesse gastado.<br />

MELIBEA.- En cargo te es (563) esse cauallero.<br />

CELESTINA.- Señora, más merece. E si algo con mi ruego para él he alcançado, con<br />

la tardança lo he dañado. Yo me parto para él, si licencia me das.


MELIBEA.- Mientra más ayna la houieras pedido, más de grado la houieras<br />

recabdado. Ve con Dios, que ni tu mensaje me ha traydo prouecho ni de tu yda me<br />

puede venir daño.<br />

65


66<br />

[193]<br />

El aucto quinto<br />

ARGUMENTO DEL QUINTO AUTO<br />

Despedida Celestina de Melibea, va por la calle hablando consigo misma entre<br />

dientes. Llegada a su casa, halló a Sempronio, que la aguardaua. Ambos van hablando<br />

hasta llegar a su casa de Calisto e, vistos por Pármeno, cuéntalo a Calisto su amo, el<br />

qual le mandó abrir la puerta.<br />

CALISTO, PÁRMENO, SEMPRONIO, CELESTINA.<br />

CELESTINA.- ¡O rigurosos trances! ¡O cruda osadía! ¡O gran sofrimiento! ¡E qué<br />

tan cercana estuue de la muerte, si mi mucha astucia no rigera con el tiempo las velas de<br />

la petición! ¡O amenazas de donzella braua! ¡O ayrada donzella! ¡O diablo a quien yo<br />

conjuré! ¿Cómo compliste tu palabra en todo lo que te pedí? En cargo te soy. Assí<br />

amansaste la cruel hembra con tu poder e diste tan oportuno lugar a mi habla quanto<br />

quise, con la absencia de su madre. ¡O vieja Celestina! ¿Vas alegre? Sábete [194] que la<br />

meytad (564) está hecha, quando tienen buen principio las cosas. ¡O serpentino azeyte! ¡O<br />

blanco filado! ¡Cómo os aparejastes todos en mi fauor! ¡O!, ¡yo rompiera todos mis<br />

atamientos (565) hechos e por fazer ni creyera en yeruas ni piedras ni en palabras! Pues<br />

alégrate, vieja, que más sacarás deste pleyto (566) , que de quinze virgos, que renouaras,<br />

¡O malditas haldas, prolixas e largas, cómo me estoruays de llegar adonde han de<br />

reposar mis nueuas! ¡O buena fortuna, cómo ayudas a los osados (567) , e a los tímidos<br />

eres contraria! Nunca huyendo huye la muerte al couarde (568) . ¡O quantas erraran en lo<br />

que yo he acertado! ¿Qué fizieran en tan fuerte estrecho (569) estas nueuas maestras de mi<br />

oficio, sino responder algo a Melibea, por donde se perdiera quanto yo con buen callar<br />

he ganado? Por esto dizen quien las sabe las tañe (570) e que es más cierto [195] médico<br />

el esperimentado que el letrado e la esperiencia e escarmiento haze los hombres arteros<br />

e la vieja, como yo, que alce sus haldas al passar del vado (571) , como maestra. ¡Ay<br />

cordón, cordón! Yo te faré traer por fuerça, si viuo, a la que no quiso darme su buena<br />

habla de grado.<br />

SEMPRONIO.- O yo no veo bien o aquella es Celestina. ¡Válala el diablo, haldear<br />

que trae! Parlando viene entre dientes.<br />

CELESTINA.- ¿De qué te santiguas (572) , Sempronio? Creo que en verme.


67<br />

SEMPRONIO.- Yo te lo diré. La raleza (573) de las cosas es madre de la admiración;<br />

la admiración concebida en los ojos deciende al ánimo por ellos; el ánimo es forjado<br />

descubrillo por estas esteriores señales. ¿Quién jamás te vido por la calle, abaxada la<br />

cabeça, puestos los ojos en el suelo, e no mirar a ninguno como agora? ¿Quién te vido<br />

hablar entre dientes por las calles e venir aguijando, como quien va a ganar beneficio?<br />

[196] Cata que todo esto nouedad es para se marauillar quien te conoce. Pero esto<br />

dexado, dime, por Dios, con qué vienes. Dime si tenemos hijo o hija (574) . Que desde que<br />

dio la vna te espero aquí e no he sentido mejor señal que tu tardança.<br />

CELESTINA.- Hijo, essa regla de bouos no es siempre cierta, que otra hora me<br />

pudiera más tardar e dexar allá las narizes; e otras dos narizes e lengua: e assí que,<br />

mientra (575) más tardasse, más caro me costasse.<br />

SEMPRONIO.- Por amor mío, madre, no passes de aquí sin me lo contar.<br />

CELESTINA.- Sempronio amigo, ni yo me podría parar ni el lugar es aparejado.<br />

Vente comigo. Delante Calisto oyrás marauillas. Que será desflorar (576) mi embaxada<br />

comunicándola con muchos. De mi boca quiero que sepa lo que se ha hecho. Que,<br />

avnque ayas de hauer alguna partizilla del prouecho, quiero yo todas las gracias del<br />

trabajo.<br />

SEMPRONIO.- ¿Partezilla, Celestina? Mal me parece eso que dizes. [197]<br />

CELESTINA.- Calla, loquillo, que parte o partezilla, quanto tú quisieres te daré.<br />

Todo lo mío es tuyo. Gozémonos e aprouechémonos, que sobre el partir nunca<br />

reñiremos. E también sabes tú quanta más necessidad tienen los viejos que los moços,<br />

mayormente tú que vas a mesa puesta (577) .<br />

SEMPRONIO.- Otras cosas he menester más de comer.<br />

CELESTINA.- ¿Qué, hijo? ¡Una dozena de agujetas e vn torce para el bonete (578) e<br />

vn arco para andarte de casa en casa tirando a páxaros e aojando (579) páxaras (580) a las<br />

ventanas! Mochachas digo, bouo, de las que no saben bolar, que bien me entiendes.<br />

Que no ay mejor alcahuete para ellas que vn arco, que se puede entrar cada vno hecho<br />

moxtrenco (581) , como dizen: en achaque de trama [198] etc. (582) ¡Mas ay, Sempronio, de<br />

quien tiene de mantener honrra e se va haziendo vieja como yo!<br />

SEMPRONIO. (Aparte).- ¡O lisonjera vieja! ¡O vieja llena de mal! ¡O cobdiciosa e<br />

auarienta garganta! También quiere a mí engañar como a mi amo, por ser rica. ¡Pues<br />

mala medra tiene! ¡No le arriendo la ganancia! (583) Que quien con modo torpe sube en lo<br />

alto, más presto cae, que sube. ¡O que mala cosa es de conocer el hombre! Bien dizen<br />

que ninguna mercaduría ni animal es tan difícil! ¡Mala vieja, falsa, es ésta! ¡El diablo<br />

me metió con ella! Más seguro me fuera huyr desta venenosa bíuora, que tomalla. Mía<br />

fue la culpa. Pero gane harto, que por bien o mal no negará la promessa.<br />

CELESTINA.- ¿Qué dizes, Sempronio? ¿Con quien hablas? ¿Viénesme royendo las<br />

haldas? ¿Por qué no aguijas?<br />

SEMPRONIO.- Lo que vengo diziendo, madre mía (584) , es que no me marauillo que<br />

seas mudable, que [199] sigues el camino de las muchas (585) . Dicho me auías que


68<br />

diferirías este negocio. Agora vas sin seso por dezir a Calisto quanto passa. ¿No sabes<br />

que aquello es en algo tenido, que es por tiempo desseado, e que cada día que él penasse<br />

era doblarnos el prouecho?<br />

CELESTINA.- El propósito muda el sabio; el nescio perseuera (586) . A nueuo negocio,<br />

nueuo consejo se requiere. No pensé yo, hijo Sempronio, que assí me respondiera mi<br />

buena fortuna. De los discretos mensajeros es hazer lo que el tiempo quiere (587) . Assí<br />

que la qualidad de lo fecho no puede encubrir tiempo dissimulado. E más que yo sé que<br />

tu amo, según lo que dél sentí, es liberal e algo antojadizo. Más dará en vn día de<br />

buenas nueuas, que en ciento, que ande penado e yo yendo e viniendo. Que los<br />

acelerados e súpitos (588) plazeres crían alteración, la mucha alteración estorua el<br />

deliberar. Pues ¿en qué podrá parar el bien, sino en bien e el alto mensaje (589) , sino en<br />

luengas albricias? Calla, bouo, dexa fazer a tu vieja. [200]<br />

SEMPRONIO.- Pues dime lo que passó con aquella gentil donzella. Dime alguna<br />

palabra de su boca. Que, por Dios, assí peno por sabella, como mi amo penaría.<br />

CELESTINA.- ¡Calla, loco! Altérasete la complesión. Ya lo veo en ti, que querrías<br />

más estar al sabor, que al olor deste negocio (590) . Andemos presto, que estará loco tu<br />

amo con mi mucha tardança.<br />

SEMPRONIO.- E avn sin ella se lo está.<br />

PÁRMENO.- ¡Señor, señor!<br />

CALISTO.- ¿Qué quieres, loco?<br />

PÁRMENO.- A Sempronio e a Celestina veo venir cerca de casa, haziendo<br />

paradillas de rato en rato e, quando están quedos, hazen rayas en el suelo con el espada.<br />

No sé que sea.<br />

CALISTO.- ¡O desuariado, negligente! Veslos venir: ¿no puedes decir (591) corriendo<br />

a abrir la puerta? ¡O alto Dios! ¡O soberana deydad! ¿Con qué vienen? ¿Qué nueuas<br />

traen? Qué tan grande ha sido su tardança, que ya más esperaua su venida, que el fin de<br />

mi remedio. ¡O mis tristes oydos! Aparejaos a lo que os viniere, que en su boca de<br />

Celestina está agora aposentado [201] el aliuio o pena de mi coraçón. ¡O!, ¡si en sueño<br />

se pasasse este poco tiempo, hasta ver el principio e fin de su habla! Agora tengo por<br />

cierto que es más penoso al delinquente esperar la cruda e capital sentencia, que el acto<br />

de la ya sabida muerte. ¡O espacioso (592) Pármeno, manos de muerto! Quita ya essa<br />

enojosa aldaua: entrará essa honrrada dueña, en cuya lengua está mi vida.<br />

CELESTINA.- ¿Oyes, Sempronio? De otro temple anda nuestro amo. Bien difieren<br />

estas razones a las que oymos a Pármeno e a él la primera venida. De mal en bien me<br />

parece que va. No ay palabra de las que dize, que no vale (593) a la vieja Celestina más<br />

que vna saya.<br />

SEMPRONIO.- Pues mira que entrando hagas que no ves a Calisto e hables algo<br />

bueno.


CELESTINA.- Calla, Sempronio, que avnque aya auenturado mi vida, más<br />

merece Calisto e su ruego e tuyo e más mercedes espero yo dél.<br />

69


70<br />

[203]<br />

El aucto sesto<br />

ARGUMENTO DEL SESTO AUTO<br />

Entrada Celestina en casa de Calisto, con grande afición e desseo Calisto le pregunta<br />

de lo que le ha acontescido con Melibea. Mientra ellos están hablando, Pármeno,<br />

oyendo fablar a Celestina, de su parte contra Sempronio a cada razón le pone vn mote,<br />

reprehendiéndolo Sempronio. En fin, la vieja Celestina le descubre todo lo negociado e<br />

vn cordón de Melibea. E, despedida de Calisto, vase para su casa e con ella Pármeno.<br />

CALISTO, CELESTINA, PÁRMENO, SEMPRONIO.<br />

CALISTO.- ¿Qué dizes, señora e madre mía?<br />

CELESTINA.- ¡O mi señor Calisto! ¿E aquí estás? ¡O mi nueuo amador de la muy<br />

hermosa Melibea e con mucha razón! ¿Con qué pagarás a la vieja, que oy ha puesto su<br />

vida al tablero por tu seruicio? ¿Qual muger jamás se vido en tan estrecha afrenta como<br />

yo, que en tornallo a pensar se me menguan e vazían todas las venas de mi cuerpo, de<br />

sangre? Mi vida diera [204] por menor precio, que agora daría este manto raydo e viejo.<br />

PÁRMENO.- Tú dirás lo tuyo: entre col e col lechuga (594) . Sobido has vn escalón;<br />

más adelante te espero a la saya. Todo para ti e no nada de que puedas dar parte.<br />

Pelechar (595) quiere la vieja. Tú me sacarás a mí verdadero e a mi amo loco. No le<br />

pierdas palabra, Sempronio, e verás cómo no quiere pedir dinero, porque es diuisible.<br />

SEMPRONIO.- Calla, hombre desesperado, que te matará Calisto si te oye.<br />

CALISTO.- Madre mía, abreuia tu razón o toma esta espada e mátame.<br />

PÁRMENO.- Temblando está el diablo como azogado: no se puede tener en sus<br />

pies, su lengua le querría prestar para que fablasse presto, no es mucha su vida, luto<br />

hauremos de medrar destos amores.<br />

CELESTINA.- ¿Espada, señor, o qué? ¡Espada mala mate a tus enemigos e a quien<br />

mal te quiere!, que yo la vida te quiero dar con buena esperança, que traygo de aquella,<br />

que tú mas amas. [205]<br />

CALISTO.- ¿Buena esperança, señora?


71<br />

CELESTINA.- Buena se puede dezir, pues queda abierta puerta para mi tornada e<br />

antes me recibirá a mí con esta saya rota, que a otro con seda e brocado.<br />

PÁRMENO.- Sempronio, cóseme esta boca, que no lo puedo sofrir. ¡Encaxado ha la<br />

saya!<br />

SEMPRONIO.- ¿Callarás, por Dios, o te echaré dende (596) con el diablo? Que si anda<br />

rodeando su vestido, haze bien, pues tiene dello necessidad. Que el abad de dó canta de<br />

allí viste. (597)<br />

PÁRMENO.- E avn viste como canta. E esta puta vieja querría en vn día por tres<br />

pasos desechar todo el pelo malo (598) , quanto en cincuenta años no ha podido medrar.<br />

SEMPRONIO.- ¿Todo esso es lo que te castigó (599)<br />

teníades e lo que te crió? [206]<br />

e el conoscimiento que os<br />

PÁRMENO.- Bien sofriré mas que pida e pele (600) ; pero no todo para su prouecho.<br />

SEMPRONIO.- No tiene otra tacha sino ser cobdiciosa; pero déxala, varde (601) sus<br />

paredes, que después vardará las nuestras o en mal punto nos conoció.<br />

CALISTO.- Dime, por Dios, señora, ¿qué fazía? ¿Cómo entraste? ¿Qué tenía<br />

vestido? ¿A qué parte de casa estaua? ¿Qué cara te mostró al principio?<br />

CELESTINA.- Aquella cara, señor, que suelen los brauos toros mostrar contra los<br />

que lançan las agudas frechas (602) en el coso, la que los monteses puercos contra los<br />

sabuesos, que mucho los aquexan.<br />

CALISTO.- ¿E a essas llamas señales de salud? Pues ¿quáles serán mortales? No por<br />

cierto la misma muerte: que aquella aliuio sería en tal caso deste mi tormento, que es<br />

mayor e duele más.<br />

SEMPRONIO.- ¿Estos son los fuegos pasados de mi [207] amo? ¿Qué es esto? ¿No<br />

ternía este hombre sofrimiento para oyr lo que siempre ha deseado?<br />

PÁRMENO.- ¡E que calle yo, Sempronio! Pues, si nuestro amo te oye, tan bien te<br />

castigará a ti como a mí.<br />

SEMPRONIO.- ¡O mal fuego te abrase! Que tú fablas en daño de todos e yo a<br />

ninguno ofendo. ¡O! ¡Intolerable pestilencia e mortal te consuma, rixoso (603) , embidioso,<br />

maldito! ¿Toda esta es la amistad, que con Celestina e comigo hauías concertado? ¡Vete<br />

de aquí a la mala ventura!<br />

CALISTO.- Si no quieres, reyna e señora mía, que desespere e vaya mi ánima<br />

condenada a perpetua pena, oyendo essas cosas, certifícame breuemente si houo buen<br />

fin tu demanda gloriosa e la cruda e rigurosa muestra de aquel gesto angélico e matador;<br />

pues todo esso más es señal de odio, que de amor.<br />

CELESTINA.- La mayor gloria, que al secreto oficio de la abeja se da, a la qual los<br />

discretos deuen imitar, es que todas las cosas por ella tocadas conuierte en mejor de lo


72<br />

que son. Desta manera me he hauido con las çahareñas razones e esquiuas de Melibea.<br />

Todo su rigor traygo conuertido en miel, su yra en mansedumbre, su aceleramiento<br />

[208] en sosiego. ¿Pues, a qué piensas que yua allá la vieja Celestina, a quien tú, demás<br />

de su merecimiento, magníficamente galardonaste, sino ablandar (604) su saña, sofrir su<br />

acidente, a ser escudo de tu absencia, a recebir en mi manto los golpes, los desuíos, los<br />

menosprecios, desdenes, que muestran aquellas en los principios de sus requerimientos<br />

de amor, para que sea después en mas tenida su dádiua? Que a quien más quieren, peor<br />

hablan. E si assí no fuesse, ninguna diferencia hauría entre las públicas, que aman, a las<br />

escondidas donzellas, si todas dixesen sí a la entrada de su primer requerimiento, en<br />

viendo que de alguno eran amadas. Las quales, avnque están abrasadas e encendidas de<br />

viuos fuegos de amor, por su honestidad muestran vn frío esterior, vn sosegado vulto,<br />

vn aplazible (605) desuío, vn constante ánimo e casto propósito, vnas palabras agras (606) ,<br />

que la propia lengua se marauilla del gran sofrimiento suyo, que la fazen forçosamente<br />

confessar el contrario de lo que sienten. Assí que para [209] que tú descanses e tengas<br />

reposo, mientra te contare por estenso el processo de mi habla e la causa que tuue para<br />

entrar, sabe que el fin de su razón e habla fue muy bueno<br />

CALISTO.- Agora, señora, que me has dado seguro, para que ose esperar todos los<br />

rigores de la respuesta, di quanto mandares e como quisieres; que yo estaré atento. Ya<br />

me reposa el coraçón, ya descansa mi pensamiento, ya reciben las venas e recobran su<br />

perdida sangre, ya he perdido temor, ya tengo alegría. Subamos, si mandas, arriba. En<br />

mi cámara me dirás por estenso lo que aquí he sabido en suma.<br />

CELESTINA.- Subamos, señor.<br />

PÁRMENO.- ¡O sancta María! ¡Y qué rodeos busca este loco por huyr de nosotros,<br />

para poder llorar a su plazer con Celestina de gozo y por descubrirle mill secretos de<br />

su liuiano e desuariado apetito, por preguntar y responder seys vezes cada cosa, sin<br />

que esté presente quien le pueda dezir que es prolixo! Pues mándote (607) yo, desatinado,<br />

que tras ti vamos.<br />

CALISTO.- Mirá, señora, qué fablar trae Pármeno, cómo se viene santiguando de<br />

oyr lo que has hecho con tu gran diligencia. Espantado está, por mi fe, señora<br />

Celestina. Otra vez se santigua. [210] Sube, sube, sube y asiéntate, señora, que de<br />

rodillas quiero escuchar tu suaue respuesta. Dime luego la causa de tu entrada, qué fue.<br />

CELESTINA.- Vender vn poco de hilado, con que tengo caçadas más de treynta de<br />

su estado, si a Dios ha plazido, en este mundo e algunas mayores.<br />

CALISTO.- Esso será de cuerpo, madre; pero no de gentileza, no de estado, no de<br />

gracia e discreción, no de linaje, no de presunción con merecimiento, no en virtud, no<br />

en habla.<br />

PÁRMENO.- Ya escurre eslauones (608) el perdido. Ya se desconciertan sus<br />

badajadas. Nunca da menos de doze; siempre está hecho relox de mediodía. Cuenta,<br />

cuenta, Sempronio, que estás desbauando (609) oyéndole a él locuras e a ella mentiras.<br />

SEMPRONIO.- ¡Maldeziente venenoso! ¿Por qué cierras las orejas a lo que todos<br />

los del mundo las aguzan, hecho serpiente, que huye la boz del encantador? Que solo


73<br />

por ser de amores estas razones, avnque mentiras, las hauías de escuchar con gana.<br />

[211]<br />

CELESTINA.- Oye, señor Calisto, e verás tu dicha e mi solicitud qué obraron. Que<br />

en començando yo a vender e poner en precio mi hilado, fue su madre de Melibea<br />

llamada para que fuesse a visitar vna hermana suya enferma. E como le fuesse<br />

necessario absentarse, dexó en su lugar a Melibea.<br />

CALISTO.- ¡O gozo sin par! ¡O singular oportunidad! ¡O oportuno tiempo! ¡O quien<br />

estuuiera allí debaxo de tu manto, escuchando qué hablaría sola aquella en quien Dios<br />

tan estremadas gracias puso!<br />

CELESTINA.- ¿Debaxo de mi manto, dizes? (610) ¡Ay mezquina! Que fueras visto<br />

por treynta agujeros que tiene, si Dios no le mejora.<br />

PÁRMENO.- Sálgome fuera, Sempronio. Ya no digo nada; escúchatelo tú todo. Si<br />

este perdido de mi amo no midiesse con el pensamiento quantos pasos ay de aquí a casa<br />

de Melibea e contemplasse en su gesto e considerasse cómo estaría haviniendo el<br />

hilado (611) , todo el sentido puesto e ocupado en ella, él vería que mis consejos [212] le<br />

eran más saludables, que estos engaños de Celestina.<br />

CALISTO.- ¿Qué es esto, moços? Estó yo esenchando atento, que me va la vida;<br />

¿vosotros susurrays, como soleys, por fazerme mala obra e enojo? Por mi amor, que<br />

calleys: morirés (612) de plazer con esta señora, según su buena diligencia. Di, señora,<br />

¿qué fiziste, quando te viste sola?<br />

CELESTINA.- Recebí, señor, tanta alteración de plazer, que qualquiera que me<br />

viera, me lo conociera en el rostro.<br />

CALISTO.- Agora la rescibo yo: quanto más quien ante sí contemplaua tal ymagen.<br />

Enmudecerías con la nouedad incogitada.<br />

CELESTINA.- Antes me dio más osadía a hablar lo que quise verme sola con ella.<br />

Abrí mis entrañas. Díxele mi embaxada: cómo penauas tanto por vna palabra, de su<br />

boca salida en fauor tuyo, para sanar un gran dolor. E como ella estuniesse suspensa,<br />

mirándome, espantada del nueuo mensaje, escuchando fasta ver quién podía ser el que<br />

assí por necessidad de su palabra penaua o a quién pudiesse sanar su lengua, en<br />

nombrando tu nombre, atajó mis palabras, diose en la frente vna grand palmada, como<br />

quien cosa de grande espanto houiesse oydo, diziendo [213] que cessasse mi habla e me<br />

quitasse delante, si no quería hazer a sus seruidores verdugos de mi postremería (613) ,<br />

agrauando mi osadía, llamándome hechizera, alcahueta, vieja falsa, barbuda,<br />

malhechora e otros muchos inominiosos nombres, con cuyos títulos asombran a los<br />

niños de cuna. E empós desto mill amortescimientos e desmayos, mill milagros e<br />

espantos, turbado el sentido, bulliendo fuertemente los miembros [214] todos a vna<br />

parte e a otra, herida de aquella dorada frecha, que del sonido de tu nombre le tocó,<br />

retorciendo el cuerpo, las manos enclauijadas, como quien se despereza, que parecía<br />

que las despedaçaua, mirando con los ojos a todas partes, acoceando con los pies el<br />

suelo duro. E yo a todo esto arrinconada, encogida, callando, muy gozosa con su<br />

ferocidad. Mientra más vasqueaua, más yo me alegraua, porque más cerca estaua el<br />

rendirse e su cayda. Pero entre tanto que gastaua aquel espumajoso almazén su yra, yo


74<br />

no dexaua mis pensamientos estar vagos ni ociosos, de manera que toue tiempo para<br />

saluar lo dicho.<br />

CALISTO.- Esso me di, señora madre. Que yo he rebuelto en mi juyzio, mientra te<br />

escucho e no he fallado desculpa que buena fuesse ni conuiniente, con que lo dicho se<br />

cubriesse ni colorasse, sin quedar terrible sospecha de tu demanda. Porque conozca tu<br />

mucho saber, que en todo me pareces más que muger: que como su respuesta tú<br />

pronosticaste, proueyste con tiempo tu réplica. ¿Qué más hazía aquella Tusca<br />

Adeleta (614) , [215] cuya fama, siendo tú viua, se perdiera? La qual tres días ante de su<br />

fin prenunció la muerte de su viejo marido e de dos fijos que tenía. Ya creo lo que dizes,<br />

que el género flaco de las hembras es más apto para las prestas cautelas, que el de los<br />

varones.<br />

CELESTINA.-¿Qué, señor? Dixe que tu pena era mal de muelas e que la palabra,<br />

que della quería, era vna oración, que ella sabía, muy deuota, para ellas.<br />

CALISTO.- ¡O marauillosa astucia! ¡O singular muger en su oficio! ¡O cautelosa<br />

hembra! ¡O melezina presta! ¡O discreta en mensajes! ¿Qual humano seso bastara a<br />

pensar tan alta manera de remedio? De cierto creo, si nuestra edad [216] alcançara<br />

aquellos passados Eneas e Dido (615) , no trabajara tanto Venus para atraer a su fijo el<br />

amor de Elisa, haziendo tomar a Cupido Ascánica forma, para la engañar; antes por<br />

euitar prolixidad, pusiera a ti por medianera. Agora doy por bienempleada mi muerte,<br />

puesta en tales manos, e creeré que, sí mi desseo no houiere efeto, qual querría, que no<br />

se pudo obrar más, según natura, en mi salud. ¿Qué os parece, moços?¿Qué mas se<br />

pudiera pensar? ¿Ay tal muger nascida en el mundo?<br />

CELESTINA.- Señor, no atajes mis razones; déxame dezir, que se va haziendo<br />

noche. Ya sabes que quien malhaze aborrece la claridad (616) e, yendo a mi casa, podré<br />

hauer algún malencuentro.<br />

CALISTO.- ¿Qué, qué? Sí, que hachas e pajes ay, que te acompañen.<br />

PÁRMENO.- ¡Sí, sí, porque no fuercen a la niña! [217] Tú yrás con ella, Sempronio,<br />

que ha temor de los grillos, que cantan con lo escuro.<br />

CALISTO.- ¿Dizes algo, hijo Pármeno?<br />

PÁRMENO.- Señor, que yo e Sempronio será bueno que la acompañemos hasta su<br />

casa, que haze mucho escuro.<br />

CALISTO.- Bien dicho es. Después será. Procede en tu habla e dime qué mas<br />

passaste. ¿Qué respondió a la demanda de la oración?<br />

CELESTINA.- Que la daría de su grado.<br />

CALISTO.- ¿De su grado? ¡O Dios mío, qué alto don!<br />

CELESTINA.- Pues más le pedí.<br />

CALISTO.- ¿Qué, mi vieja honrrada?


75<br />

CELESTINA.- Vn cordón, que ella trae contino ceñido, diziendo que era prouechoso<br />

para tu mal, porque hauía tocado muchas reliquias.<br />

CALISTO.- ¿Pues qué dixo?<br />

CELESTINA.- ¡Dame albricias! Decírtelo he.<br />

CALISTO.- ¡O!, por Dios, toma toda esta casa e quanto en ella ay e dímelo o pide lo<br />

que querrás.<br />

CELESTINA.- Por vn manto, que tu des a la vieja, te dará en tus manos el mesmo,<br />

que en su cuerpo ella traya.<br />

CALISTO.- ¿Qué dizes de manto? E saya e quanto yo tengo.<br />

CELESTINA.- Manto he menester e éste terné yo en harto. No te alargues más. No<br />

pongas sospechosa [218] duda en mi pedir. Que dizen que ofrescer mucho al que poco<br />

pide es especie de negar.<br />

CALISTO.-¡Corre! Pármeno, llama a mi sastre e corte luego vn manto e vna saya de<br />

aquel contray (617) , que se sacó para frisado.<br />

PÁRMENO.- ¡Assí, assí! A la vieja todo, porque venga cargada de mentiras como<br />

abeja e a mí que me arrastren. Tras esto anda ella oy todo el día con sus rodeos.<br />

CALISTO.- ¡De qué gana va el diablo! No ay cierto tan malseruido hombre como<br />

yo, manteniendo moços adeuinos, reçongadores, enemigos de mi bien. ¿Qué vas,<br />

vellaco, rezando? Embidioso, ¿qué dizes, que no te entiendo? Ve donde te mando presto<br />

e no me enojes, que harto basta mi pena para acabar: que también haurá para ti sayo en<br />

aquella pieça.<br />

PÁRMENO.- No digo, señor, otra cosa, sino que es tarde para que venga el sastre.<br />

CALISTO.- ¿No digo yo que adeuinas? (618) Pues quédese para mañana. E tu, señora,<br />

por amor mío te sufras, que no se pierde lo que se dilata. E [219] mándame mostrar<br />

aquel sancto cordón, que tales miembros fue digno de ceñir. ¡Gozarán mis ojos con<br />

todos los otros sentidos, pues juntos han sido apassionados! ¡Gozará mi lastimado<br />

coraçón, aquel que nunca recibió momento de plazer, después que aquella señora<br />

conoció! Todos los sentidos le llegaron, todos acorrieron a él con sus esportillas de<br />

trabajo. Cada vno le lastimó quanto más pudo: los ojos en vella, los oydos en oylla, las<br />

manos en tocalla.<br />

CELESTINA.- ¿Que la has tocado dizes? Mucho me espantas.<br />

CALISTO.- Entre sueños, digo.<br />

CELESTINA.- ¿En sueños?<br />

CALISTO.- En sueños la veo tantas noches, que temo me acontezca como a<br />

Alcibíades (619) o a Sócrates, [220] que el uno soñó que se veya embuelto en el manto de


76<br />

su amiga e otro día matáronle, e no houo quien le alçasse de la calle ni cubriesse, sino<br />

ella con su manto; el otro via (620) que le llamavan por nombre e murió dende a tres días;<br />

pero en vida o en muerte, alegre me sería vestir su vestidura.<br />

CELESTINA.- Asaz tienes pena, pues, quando los otros reposan en sus camas,<br />

preparas tú el trabajo para sofrir otro día. Esfuerçate, señor, que no hizo Dios a quien<br />

desamparasse. Da espacio a tu desseo. Toma este cordón, que, si yo no me muero, yo te<br />

daré a su ama.<br />

CALISTO.- ¡O nueuo huésped! ¡O bienauenturado cordón, que tanto poder e<br />

merescimiento touiste de ceñir aquel cuerpo, que yo no soy digno de seruir! ¡O ñudos<br />

de mi pasión, vosotros enlazastes mis desseos! ¡Dezime si os hallastes presentes en la<br />

desconsolada respuesta de aquella a quien vosotros seruís e yo adoro e, por más que<br />

trabajo noches e días, no me vale ni aprouecha!<br />

CELESTINA.- Refrán viejo es: quien menos procura, [221] alcança más bien (621) .<br />

Pero yo te haré procurando conseguir lo que siendo negligente no haurías. Consuélate,<br />

señor, que en vna hora no se ganó Çamora (622) ; pero no por esso desconfiaron los<br />

combatientes.<br />

CALISTO.- ¡O desdichado! Que las cibdades están con piedras cercadas e a piedras,<br />

piedras las vencen; pero esta mi señora tiene el coraçón de azero. No ay metal, que con<br />

él pueda; no ay tiro, que le melle. Pues poned escalas en su muro: vnos ojos tiene con<br />

que echa saetas, vna lengua de reproches e desuíos, el asiento tiene en parte, que media<br />

legua no le pueden poner cerco.<br />

CELESTINA.- ¡Callá (623) , señor!, que el buen atreuimiento de vn solo hombre ganó a<br />

Troya (624) . No desconfíes, que vna muger puede ganar otra. Poco has tratado mi casa: no<br />

sabes bien lo que yo puedo. [222]<br />

CALISTO.- Quanto, dixeres, señora, te quiero creer, pues tal joya como esta me<br />

truxiste. ¡O mi gloria e ceñidero de aquella angélica cintura! Yo te veo e no lo creo. ¡O<br />

cordón, cordón! ¿Fuisteme tú enemigo? Dilo cierto. Si lo fuiste, yo te perdono, que de<br />

los buenos es propio las culpas perdonar. No lo creo: que, si fueras contrario, no<br />

vinieras tan presto a mi poder, saluo si vienes a desculparte. Conjúrote me respondas,<br />

por la virtud del gran poder, que aquella señora sobre mí tiene.<br />

CELESTINA.- Cessa ya, señor, esse deuanear, que a mí tienes cansada de escucharte<br />

e al cordón, roto de tratarlo.<br />

CALISTO.- ¡O mezquino de mí! Que asaz bien me fuera del cielo otorgado, que de<br />

mis braços fueras fecho e texido, no de seda como eres, porque ellos gozaran cada día<br />

de rodear e ceñir con deuida reuerencia aquellos miembros, que tú, sin sentir ni gozar de<br />

la gloria, siempre tienes abraçados. ¡O qué secretos haurás visto de aquella excelente<br />

ymagen!<br />

CELESTINA.- Más verás tú e con más sentido, si no lo pierdes fablando lo que<br />

fablas.


77<br />

CALISTO.- Calla y señora, que él e yo nos entendemos. ¡O mis ojos! Acordaos<br />

cómo fuistes causa e puerta, por donde fue mi coraçón llagado, e que aquel es visto<br />

fazer daño, que da la causa. Acordaos que soys debdores de la [223] salud. Remirá la<br />

medezina, que os viene hasta casa.<br />

SEMPRONIO.- Señor, por holgar con el cordón, no querrás gozar de Melibea.<br />

CALISTO.- ¡Qué loco, desuariado, atajasolazes (625) ! ¿Cómo es esso?<br />

SEMPRONIO.- Que mucho fablando matas a ti e a los que te oyen. E assí que<br />

perderás la vida o el seso. Qualquiera que falte, basta para quedarte ascuras (626) . Abreuia<br />

tus razones: darás lugar a las de Celestina.<br />

CALISTO.- ¿Enójote, madre, con mi luenga razón o está borracho este moço?<br />

CELESTINA.- Avnque no lo esté, deues, señor, cessar tu razón, dar fin a tus luengas<br />

querellas, tratar al cordón como cordón, porque sepas fazer diferencia de fabla, quando<br />

con Melibea te veas: no haga tu lengua yguales la persona e el vestido.<br />

CALISTO.- ¡O mi señora, mi madre, mi consoladora! Déjame gozar con este<br />

mensajero de mi gloria. ¡O lengua mía!, ¿por qué te impides en otras razones, dexando<br />

de adorar presente la excellencia de quien por ventura jamás verás en tu poder? ¡O mis<br />

manos!, con qué atreuimiento, con quán poco acatamiento teneys y [224] tratays la<br />

triaca (627) de mi llaga! Ya no podrán empecer las yeruas, que aquel crudo caxquillo (628)<br />

traya embueltas en su aguda punta. Seguro soy, pues quien dio la herida la cura. ¡O tú,<br />

señora, alegría de las viejas mugeres, gozo de las moças, descanso de los fatigados<br />

como yo! No me fagas más penado con tu temor, que faze mi vergüença. Suelta la<br />

rienda a mi contemplación, déxame salir por las calles con esta joya, porque los que me<br />

vieren, sepan que no ay más bienandante (629) hombre que yo.<br />

SEMPRONIO.- No afistoles tu llaga cargándola de más desseo. No es, señor, el solo<br />

cordón del que pende tu remedio.<br />

CALISTO.- Bien lo conozco; pero no tengo sofrimiento para me abstener de adorar<br />

tan alta empresa (630) . [225]<br />

CELESTINA.- ¿Empresa? Aquella es empresa, que de grado es dada; pero ya sabes<br />

que lo hizo por amor de Dios, para guarecer (631) tus muelas, no por el tuyo, para cerrar<br />

tus llagas. Pero si yo viuo, ella boluerá la hoja (632) .<br />

CALISTO.- ¿E la oración?<br />

CELESTINA.- No se me dio por agora.<br />

CALISTO.- ¿Qué fue la causa?<br />

CELESTINA.- La breuedad del tiempo; pero quedó, que si tu pena no afloxase, que<br />

tornasse mañana por ella.<br />

CALISTO.- ¿Afloxar? Entonce afloxará mi pena, quando su crueldad.


78<br />

CELESTINA.- Asaz, señor, basta lo dicho e fecho. Obligada queda, segund lo que<br />

mostró, a todo lo que para esta enfermedad yo quisiere pedir, según su poder. Mirá,<br />

señor, si esto basta para la primera vista. Yo me voy. Cumple, señor, que si salieres<br />

mañana, lleues reboçado vn paño, porque si della fueres visto, no acuse de falsa mi<br />

petición. [226]<br />

CALISTO.- E avn cuatro por tu seruicio. Pero dime, pardios, ¿passó más? Que<br />

muero por oyr palabras de aquella dulce boca. ¿Cómo fueste tan osada, que, sin la<br />

conocer, te mostraste tan familiar en tu entrada e demanda?<br />

CELESTINA.- ¿Sin la conoscer? Quatro años fueron mis vezinas. Tractaua con<br />

ellas, hablaua e reya de día e de noche. Mejor me conosce su madre, que a sus mismas<br />

manos; avnque Melibea se ha fecho grande, muger discreta, gentil.<br />

PÁRMENO.- Ea, mira, Sempronio, que te digo al oydo.<br />

SEMPRONIO.- Dime, ¿qué dizes?<br />

PÁRMENO.- Aquel atento escuchar de Celestina da materia de alargar en su razón a<br />

nuestro amo. Llégate a ella, dale del pie, hagámosle de señas que no espere más; sino<br />

que se vaya. Que no hay tan loco hombre nacido, que solo mucho hable.<br />

CALISTO.- ¿Gentil dizes, señora, que es Melibea? Paresce que lo dizes burlando.<br />

¿Ay nascida su par en el mundo? ¿Crió Dios otro mejor cuerpo? ¿Puédense pintar tales<br />

faciones, dechado de hermosura? Si oy fuera viua Elena (633) , por [227] quien tanta<br />

muerte houo de griegos e troyanos, o la hermosa Pulicena (634) , todas obedescerían a esta<br />

señora por quien yo peno. Si ella se hallara presente en aquel debate de la mançana con<br />

las tres diosas, nunca sobrenombre de discordia le pusieran. Porque sin contrariar<br />

ninguna, todas concedieran e vivieran conformes en que la lleuara Melibea. Assí que se<br />

llamara mançana de concordia. Pues quantas oy son nascidas, que della tengan noticia,<br />

se maldizen, querellan a Dios, porque no se acordó dellas, quando a esta mi señora hizo.<br />

Consumen sus vidas, comen sus carnes con embidia, danles siempre crudos martirios,<br />

pensando con artificio ygualar con la perfición, que sin trabajo dotó a ella natura.<br />

Dellas, pelan sus cejas con tenazicas e pegones e a cordelejos; dellas, buscan las doradas<br />

yeruas, rayzes, ramas e flores para hazer lexías, con que sus cabellos semejassen a los<br />

della, las caras martillando, enuistiéndolas en diuersos matizes con vngüentos e vnturas,<br />

aguas fuertes, posturas (635) blancas e coloradas, que por evitar prolixidad no las cuento.<br />

Pues la [228] que todo esto falló fecho, mirá si merece de vn triste hombre como yo ser<br />

seruida.<br />

CELESTINA.- Bien te entiendo, Sempronio. Déxale, que él caerá de su asno (636) . Ya<br />

acaba.<br />

CALISTO.- En la que toda la natura se remiró por la fazer perfeta. Que las gracias,<br />

que en todas repartió, las juntó en ella. Allí hizieron alarde quanto más acabadas<br />

pudieron allegarse, porque conociessen los que la viessen, quanta era la grandeza de su<br />

pintor. Solo vn poco de agua clara con vn ebúrneo peyne basta para exceder a las<br />

nacidas en gentileza. Estas son sus armas. Con estas mata e vence, con estas me catiuó,<br />

con estas me tiene ligado e puesto en dura cadena.


79<br />

CELESTINA.- Calla e no te fatigues. Que más aguda es la lima, que yo tengo, que<br />

fuerte essa cadena, que te atormenta. Yo la cortaré con ella, porque tú quedes suelto. Por<br />

ende, dáme licencia, que es muy tarde, e déxame lleuar el cordón, porque tengo del<br />

necessidad.<br />

CALISTO.- ¡O desconsolado de mí! La fortuna aduersa me sigue junta. Que contigo<br />

o con el cordón o con entramos quisiera yo estar acompañado esta noche luenga e<br />

escura. Pero, pues [229] no ay bien complido en esta penosa vida, venga entera la<br />

soledad. ¡Moços!, ¡moços!<br />

PÁRMENO.- Señor.<br />

CALISTO.- Acompaña a esta señora hasta su casa e vaya con ella tanto plazer e<br />

alegría, quanta comigo queda tristeza e soledad.<br />

CELESTINA.- Quede, señor, Dios contigo. Mañana será mi buelta, donde mi manto<br />

e la respuesta vernán a vn punto; pues oy no huvo tiempo. E súfrete, señor, e piensa en<br />

otras cosas.<br />

CALISTO.- Esso no, que es eregía oluidar aquella por quien la vida me aplaze.


80<br />

[231]<br />

El sétimo aucto<br />

ARGUMENTO DEL SÉTIMO AUTO<br />

Celestina habla con Pármeno, induziéndole a concordia e amistad de Sempronio.<br />

Tráele Pármeno a memoria la promessa, que le hiziera, de le fazer auer a Areusa, qu' él<br />

mucho amaua. Vanse a casa de Areusa. Queda ay la noche Pármeno. Celestina va para<br />

su casa. Llama a la puerta. Elicia le viene a abrir, increpándole su tardança.<br />

PÁRMENO, CELESTINA, AREUSA, ELICIA.<br />

CELESTINA.- Pármeno hijo, después de las passadas razones, no he hauido<br />

oportuno tiempo para te dezir e mostrar el mucho amor, que te tengo e asimismo cómo<br />

de mi hoca todo el mundo ha oydo hasta agora en absencia bien de ti. La razón no es<br />

menester repetirla, porque yo te tenía por hijo, a lo menos quasi adotiuo, e assí que<br />

imitavas a natural; e tú dasme el pago en mi presencia, paresciéndote mal quanto digo,<br />

susurrando e murmurando contra mí en presencia de Calisto. Bien pensaua yo que,<br />

después [232] que concediste en mi buen consejo, que no hauías de tornarte atrás.<br />

Todavía me parece que te quedan reliquias vanas, hablando por antojo, más que por<br />

razón. Desechas el prouecho por contentar la lengua. Óyeme, si no me has oydo, e mira<br />

que soy vieja e el buen consejo mora en los viejos e de los mancebos es propio el<br />

deleyte. Bien creo que de tu yerro sola la edad tiene culpa. Espero en Dios (637) que serás<br />

mejor para mí de aquí adelante, e mudarás el ruyn propósito con la tierna edad. Que,<br />

como disen, múdanse costumbres con la mudança del cabello e variación; digo, hijo,<br />

cresciendo e viendo cosas nueuas cada día. Porque la mocedad en solo lo presente se<br />

impide e ocupa a mirar; mas la madura edad no dexa presente ni passado ni por venir. Si<br />

tú touieras memoria, hijo Pármeno, del pasado amor, que te tuue, la primera posada, que<br />

tomaste venido nueuamente en esta cibdad, auía de ser la mía. Pero los moços curays<br />

poco de los viejos. Regísvos a sabor de paladar. Nunca pensays que teneys ni haueys de<br />

tener necessidad dellos. Nunca pensays en enfermedades. Nunca pensays que os puede<br />

faltar esta florezilla de juuentud. Pues mira, amigo, que para tales necessidades, como<br />

[233] estas, buen acorro (638) es vna vieja conoscida, amiga, madre e más que madre,<br />

buen mesón para descansar sano, buen hospital para sanar enfermo, buena bolsa para<br />

necessidad, buena arca para guardar dinero en prosperidad, buen fuego de inuierno<br />

rodeado de asadores, buena sombra de verano, buena tauerna para comer e beuer. ¿Qué<br />

dirás, loquillo, a todo esto? Bien sé que estás confuso por lo que oy has hablado. Pues<br />

no quiero más de ti. Que Dios no pide más del pecador, de arrepentirse e emendarse.<br />

Mira a Sempronio. Yo le fize hombre, de Dios en ayuso (639) . Querría que fuesedes como<br />

hermanos, porque, estando bien con él, con tu amo e con todo el mundo lo estarías.<br />

Mira que es bienquisto, diligente, palanciano (640) , buen seruidor, gracioso. Quiere tu


81<br />

amistad. Crecería vuestro prouecho, dandoos el vno al otro la mano (641) ni aun havría<br />

más privados con vuestro amo, que vosotros. E pues sabe que es menester que ames, si<br />

quieres ser amado, que no se tornan truchas (642) , [234] etc., ni te lo deue Sempronio de<br />

fuero, simpleza es no querer amar e esperar de ser amado, locura es pagar el amistad<br />

con odio.<br />

PÁRMENO.- Madre (643) , para contigo digo que mi segundo yerro te confiesso e, con<br />

perdón de lo passado, quiero que ordenes lo por venir. Pero con Sempronio me paresce<br />

que es impossible sostenerse mi amistad. El es desuariado, yo malsufrido: conciértame<br />

essos amigos (644) .<br />

CELESTINA.- Pues no era essa tu condición.<br />

PÁRMENO.- A la mi fe, mientra más fue creciendo, mas la primera paciencia me<br />

oluidaua. No soy el que solía e assímismo Sempronio no ay ni tiene en que me<br />

aproueche.<br />

CELESTINA.- El cierto amigo en la cosa incierta se [235] conosce, en las<br />

aduersidades se prueua (645) . Entonces se allega e con más desseo visita la casa, que la<br />

fortuna próspera desamparó. ¿Qué te diré, fijo, de las virtudes del buen amigo (646) ? No<br />

ay cosa más amada ni más rara. Ninguna carga rehusa. Vosotros soys yguales. La<br />

paridad de las costumbres e la semejança de los coraçones es la que más la sostiene.<br />

Cata, hijo, que, si algo tienes, guardado se te está. Sabe tú ganar más, que aquello<br />

ganado lo fallaste. Buen siglo aya aquel padre, que lo trabajó. No se te puede dar hasta<br />

que viuas más reposado e vengas en edad complida.<br />

PÁRMENO.- ¿A qué llamas reposado, tía?<br />

CELESTINA.- Hijo, a viuir por ti, a no andar por casas agenas, lo qual siempre<br />

andarás, mientra no te supieres aprouechar de tu seruicio. Que de lástima, que houe de<br />

verte roto, pedí oy manto, como viste, a Calisto. No por mi manto; pero porque, estando<br />

el sastre en casa e tú delante sin sayo, te le diesse. Assí que, no por mi prouecho, como<br />

yo sentí que dixiste; más por el tuyo. Que si esperas al ordinario galardón destos<br />

galanes, es tal, que lo que en diez años sacarás atarás en la manga (647) . Goza tu [236]<br />

mocedad, el buen día, la buena noche, el buen comer o beuer. Quando pudieres hauerlo,<br />

no lo dexes. Piérdase lo que se perdiere. No llores tú la fazienda, que tu amo heredó,<br />

que esto te lleuarás deste mundo, pues no le tenemos más de por nuestra vida. ¡O hijo<br />

mío Pármeno! Que bien te puedo dezir fijo, pues tanto tiempo te crié. Toma mi consejo,<br />

pues sale con limpio deseo de verte en alguna honrra. ¡O quan dichosa me hallaría en<br />

que tú e Sempronio estuuiesedes muy conformes, muy amigos, hermanos en todo,<br />

viéndoos venir a mi pobre casa a holgar, a verme e avn a desenojaros con sendas<br />

mochachas!<br />

PÁRMENO.- ¿Mochachas, madre mía?<br />

CELESTINA.- ¡Alahé! Mochachas digo; que viejas, harto me soy yo. Qual se la<br />

tiene Sempronio e avn sin hauer tanta razón ni tenerle tanta afición como a ti. Que de las<br />

entrañas me sale quanto te digo.<br />

PÁRMENO.- Señora, ¿no viues engañada?


82<br />

CELESTINA.- E avnque lo viua (648) , no me pena mucho, que también lo hago por<br />

amor de Dios e por verte solo en tierra agena e más por aquellos huessos de quien te me<br />

encomendó. Que tú serás [237] hombre e vernás en buen conocimiento e verdadero e<br />

dirás: la vieja Celestina bien me consejaua.<br />

PÁRMENO.- E avn agora lo siento (649) ; avnque soy moço. Que, avnque oy veyas que<br />

aquello dezía, no era porque me paresciesse mal lo que tú fazías; pero porque veya que<br />

le consejaua yo lo cierto e me daua malas gracias. Pero de aquí adelante demos tras él.<br />

Faz de las tuyas, que yo callaré. Que ya tropecé en no te creer cerca deste negocio con<br />

él.<br />

CELESTINA.- Cerca deste e de otros tropeçarás e caerás, mientra no tomares mis<br />

consejos, que son de amiga verdadera.<br />

PÁRMENO.- Agora doy por bienempleado el tiempo, que siendo niño te seruí, pues<br />

tanto fruto trae para la mayor edad. E rogaré a Dios por el anima de mi padre, que tal<br />

tutriz (650) me dexó e de mi madre, que a tal muger me encomendó.<br />

CELESTINA.- No me la nombres, fijo, por Dios, que se me hinchen los ojos de<br />

agua. ¿E tuue yo en este mundo otra tal amiga? ¿Otra tal compañera? ¿Tal aliuiadora de<br />

mis trabajos e fatigas? ¿Quién suplía mis faltas? ¿Quién sabía [238] mis secretos? ¿A<br />

quién descubría mi coraçón? ¿Quién era todo mi bien e descanso, sino tu madre, más<br />

que mi hermana e comadre? ¡O qué graciosa era! ¡O qué desembuelta, limpia, varonil!<br />

Tan sin pena ni temor se andaua a media noche de cimenterio en cimenterio (651) ,<br />

buscando aparejos para nuestro oficio, como de día. Ni dexava christianos ni moros ni<br />

judíos, cuyos enterramientos no visitaua. De día los acechaua, de noche los desterraua.<br />

Assí se holgaua cola la noche escura, como tú con el día claro; dezía que aquella era<br />

capa de pecadores (652) . ¿Pues [239] maña no tenía con todas las otras gracias? Una cosa<br />

te diré, porque veas qué madre perdiste; avnque era para callar. Pero contigo todo passa.<br />

Siete dientes quitó a vn ahorcado (653) con vnas tenazicas de pelacejas (654) , mientra yo le<br />

descalcé los çapatos. Pues entrava en vn cerco (655) mejor que [240] yo e con más<br />

esfuerço; avnque yo tenía farto buena fama, más que agora, que por mis pecados todo se<br />

oluidó con su muerte. ¿Qué más quieres, sino que los mesmos diablos la hauían miedo?<br />

Atemorizados e espantados los tenía con las crudas bozes, que les daua (656) . Assí era ella<br />

dellos conoscida, como tú en tu casa. Tumbando (657) venían vnos sobre otros a su<br />

llamado. No le osauan dezir mentira (658) , según la fuerça con que los apremiaua.<br />

Después que la perdí, jamás les oy verdad.<br />

PÁRMENO.- No la medre Dios más a esta vieja, que ella me da plazer con estos<br />

loores de sus palabras.<br />

CELESTINA.- ¿Qué dizes, mi honrrado Pármeno mi hijo e más que hijo?<br />

PÁRMENO.- Digo que ¿cómo tenía esa ventaja mi madre, pues las palabras que ella<br />

e tú dezíades eran todas vnas?<br />

CELESTINA.- ¿Cómo? ¿E deso te marauillas? ¿No sabes que dize el refrán que<br />

mucho va de Pedro [241] a Pedro (659) ? Aquella gracia de mi comadre no la<br />

alcançáuamos todas. ¿No as visto en los oficios vnos buenos e otros mejores? Assí era<br />

tu madre, que Dios aya, la prima (660) de nuestro oficio e por tal era de todo el mundo


83<br />

conocida e querida, assí de caualleros como clérigos, casados, viejos, moços e niños.<br />

¿Pues moças e donzellas? Assí rogauan a Dios por su vida, como de sus mismos padres.<br />

Con todos tenía quehazer, con todos fablaua. Si salíamos por la calle, quantos<br />

topauamos eran sus ahijados. Que fue su principal oficio partera (661) diez e seys años.<br />

Así que, avnque tú no sabías sus secretos, por la tierna edad que auías, agora es razón<br />

que los sepas, pues ella es finada e tú hombre.<br />

PÁRMENO.- Dime, señora, quando la justicia te mandó prender, estando yo en tu<br />

casa, ¿teníades mucho conocimiento?<br />

CELESTINA.- ¿Si teníamos me dizes? ¡Cómo por burla! (662) Juntas lo hizimos,<br />

juntas nos sintieron, [242] juntas nos prendieron e acusaron, juntas nos dieron la pena<br />

essa vez, que creo que fue la primera. Pero muy pequeño eras tú. Yo me espanto cómo<br />

te acuerdas, que es la cosa, que más oluidada está en la cibdad. Cosas son que pasan por<br />

el mundo. Cada día verás quien peque e pague (663) , si sales a esse mercado.<br />

PÁRMENO.- Verdad es; pero del pecado lo peor es la perseuerancia. Que assí como<br />

el primer mouimiento (664) no es en mano del hombre, assí el primer yerro; donde dizen<br />

que quien yerra e se emienda (665) etc.<br />

CELESTINA.- Lastimásteme, don loquillo. A las verdades nos andamos (666) . Pues<br />

espera, que yo te tocaré donde te duela.<br />

PÁRMENO.- ¿Qué dizes, madre?<br />

CELESTINA.- Hijo, digo que, sin aquella, prendieron quatro veces a tu madre, que<br />

Dios aya, sola. [243] E avn la vna le leuantaron que era bruxa, porque la hallaron de<br />

noche con vnas candelillas, cogiendo tierra (667) de vna encruzijada, e la touieron medio<br />

día en vna escalera en la plaça, puesto vno como rocadero (668) pintado en la cabeça. Pero<br />

cosas son que passan (669) . Algo han de sofrir los hombres en este triste mundo para<br />

sustentar sus vidas e honrras. E mira en qué poco lo tuuo con su buen seso, que ni por<br />

esso dexó dende en adelante de vsar mejor su oficio. Esto ha venido por lo que dezías<br />

del perseuerar en lo que vna vez se yerra. En todo tenía gracia. Que en Dios e en mi<br />

conciencia, avn en aquella escalera estaua e parecía que a todos los debaxo no tenía en<br />

vna blanca, según su meneo e presencia. Assí que los que algo son como ella e saben e<br />

valen, son los que más presto yerran. Verás quien fue Virgilio e qué tanto supo (670) ; mas<br />

[244] ya haurás oydo cómo estouo en vn cesto colgado de vna torre, mirándole toda<br />

Roma. Pero por eso no dejó de ser honrrado ni perdió el nombre de Virgilio.<br />

PÁRMENO.- Verdad es lo que dizes; pero esso no fue por justicia.<br />

CELESTINA.- ¡Calla, bouo! Poco sabes de achaque de yglesia (671) e quánto es mejor<br />

por mano de justicia, que de otra manera. Sabíalo mejor el cura, que Dios aya, que,<br />

viniéndole a consolar, dixo que la sancta Escriptura (672) tenía que bienauenturados eran<br />

los que padescían persecución por la justicia, que aquellos posseerían el reyno de los<br />

cielos. Mira si es mucho passar algo en este mundo por gozar de la gloria del otro. E<br />

mas que, según todos dezían, a tuerto e sin razón e [245] con falsos testigos e rezios<br />

tormentos la hizieron aquella vez confessar lo que no era. Pero con su buen esfuerço. E<br />

como el coraçón abezado a sofrir haze las cosas más leues de lo que son, todo lo tuuo en<br />

nada. Que mill vezes le oya dezir: si me quebré el pie, fue por mi bien (673) , porque soy


84<br />

más conoscida que antes. Assí que todo esto pasó tu buena madre acá, deuemos creer<br />

que le dará Dios buen pago allá, si es verdad lo que nuestro cura nos dixo e con esto me<br />

consuelo. Pues seme tú, como ella, amigo verdadero e trabaja por ser bueno, pues tienes<br />

a quien parezcas. Que lo que tu padre te dexó a buen seguro lo tienes.<br />

PÁRMENO.- Bien lo creo, madre; pero querría saber qué tanto es.<br />

CELESTINA.- No puede ser agora; verná tiempo, como te dixe, para que lo sepas e<br />

lo oyas. (674)<br />

PÁRMENO.- Agora dexemos los muertos e las herencias; que si poco me dexaron,<br />

poco hallaré; hablemos en (675) los presentes negocios, que nos va más que en traer los<br />

passados a la memoria. Bien se te acordará, no ha mucho que me prometiste que me<br />

harías hauer a Areusa [246] quando en mi casa te dixe cómo moría por sus amores.<br />

CELESTINA.- Si te lo prometí, no lo he oluidado ni creas que he perdido con los<br />

años la memoria. Que más de tres xaques (676) he rescebido de mí sobre ello en tu<br />

absencia. Ya creo que estará bien madura. Vamos de camino por casa, que no se podrá<br />

escapar de mate. Que esto es lo menos, que yo por ti tengo de hazer.<br />

PÁRMENO.- Yo ya desconfiaua de la poder alcançar, porque jamás podía acabar<br />

con ella que me esperasse a poderle dezir vna palabra. E como dizen, mala señal es de<br />

amor huyr e boluer la cara. Sentía en mí gran desfuzia (677) desto.<br />

CELESTINA.- No tengo en mucho tu desconfiança, no me conosciendo ni sabiendo,<br />

como agora, que tienes tan de tu mano la maestra destas labores. Pues agora verás<br />

quánto por mi causa vales, quánto con las tales puedo, quánto sé en casos de amor.<br />

Anda passo (678) . ¿Ves aquí su puerta? Entremos quedo, no nos sientan sus [247] vezinas.<br />

Atiende e espera debaxo desta escalera. Sobiré yo a uer qué se podrá fazer sobre lo<br />

hablado e por ventura haremos más que tú ni yo traemos pensado.<br />

AREUSA.- ¿Quién anda ay? ¿Quién sube a tal hora en mi cámara?<br />

CELESTINA.- Quien no te quiere mal, cierto; quien nunca da passo, que no piense<br />

en tu prouecho; quien tiene más memoria de ti, que de sí mesma: vna enamorada tuya,<br />

avnque vieja.<br />

AREUSA.- ¡Válala el diablo a esta vieja, con qué viene como huestantigua (679) a tal<br />

hora! Tía, señora, ¿qué buena venida es esta tan tarde? Ya me desnudaua para acostar.<br />

CELESTINA.- ¿Con las gallinas, hija? Así se hará la hazienda. ¡Andar! (680) , ¡passe!<br />

Otro es el que ha [248] de llorar las necessidades, que no tú. Yerua (681) pasce quien lo<br />

cumple. Tal vida quienquiera se la quería.<br />

AREUSA.- ¡Jesú! Quiérome tornar a vestir, que he frío.<br />

CELESTINA.- No harás, por mi vida; si no éntrate en la cama, que desde allí<br />

hablaremos.


85<br />

AREUSA.- Assí goze de mí, pues que lo he bien menester, que me siento mala oy<br />

todo el día. Assí que necessidad, más que vicio, me fizo tomar con tiempo las sáuanas<br />

por faldetas (682) .<br />

CELESTINA.- Pues no estés asentada; acuéstate e métete debaxo de la ropa, que<br />

paresces serena (683) .<br />

AREUSA.- Bien me dizes, señora tía.<br />

CELESTINA.- ¡Ay como huele toda la ropa en bulléndote! ¡A osadas, que está todo<br />

a punto! Siempre me pagué de tus cosas e hechos, de tu limpieza e atauío. ¡Fresca que<br />

estás (684) ! ¡Bendígate [249] Dios! ¡Qué sáuanas e colcha! ¡Qué almohadas! ¡E qué<br />

blancura! Tal sea mi vejez, quál todo me parece perla de oro (685) . Verás si te quiere bien<br />

quien te visita a tales horas. Déxame mirarte toda, a mi voluntad, que me huelgo.<br />

AREUSA.- ¡Passo, madre, no llegues a mí, que me fazes coxquillas e prouócasme a<br />

reyr e la risa acreciéntame el dolor.<br />

CELESTINA.- ¿Qué dolor, mis amores? ¿Búrlaste, por mi vida, comigo?<br />

AREUSA.- Mal gozo vea de mí, si burlo; sino que ha quatro horas, que muero de la<br />

madre, que la tengo sobida en los pechos, que me quiere sacar deste mundo. Que no soy<br />

tan vieja como piensas.<br />

CELESTINA.- Pues dame lugar, tentaré. Que avn algo sé yo deste mal por mi<br />

pecado, que cada vna se tiene o ha tenido su madre e sus çoçobras della (686) .<br />

AREUSA.- Más arriba la siento, sobre el estómago (687) .<br />

CELESTINA.- ¡Bendígate Dios e señor Sant Miguel, ángel! ¡E qué gorda e fresca<br />

que estás! ¡Qué [250] pechos e qué gentileza! Por hermosa te tenía hasta agora, viendo<br />

lo que todos podían ver; pero agora te digo que no ay en la cibdad tres cuerpos tales<br />

como el tuyo, en quanto yo conozco. No paresce que hayas quinze años. ¡O quién fuera<br />

hombre e tanta parte alcançara de ti para gozar tal vista! Por Dios, pecado ganas en no<br />

dar parte destas gracias a todos los que bien te quieren (688) . Que no te las dio Dios para<br />

que pasasen en balde por la frescor (689) de tu juuentud debaxo de seys dobles de paño e<br />

lienço. Cata que no seas auarienta de lo que poco te costó. No atesores tu gentileza.<br />

Pues es de su natura tan comunicable como el dinero. No seas el perro del ortolano (690) .<br />

E pues tú no puedes de ti propia gozar, goze quien puede. Que no creas que en balde<br />

fueste criada. Que, cuando nasce [251] ella, nasce él e, quando él, ella. Ninguna cosa ay<br />

criada al mundo superflua ni que con acordada razón no proueyesse della natura. Mira<br />

que es pecado fatigar e dar pena a los hombres, podiéndolos remediar.<br />

AREUSA.- Alábame (691) agora, madre, e no me quiere ninguno. Dame algún<br />

remedio para mi mal e no estés burlando de mí.<br />

CELESTINA.- Deste tan común dolor todas somos, ¡mal pecado!, maestras. Lo que<br />

he visto a muchas fazer e lo que a mí siempre aprouecha, te diré. Porque como las<br />

calidades de las personas son diuersas, assí las melezinas hazen diuersas sus<br />

operaciones e diferentes. Todo olor fuerte es bueno (692) , assí como poleo, ruda, axiensos,


86<br />

humo de plumas de perdiz, de romero, de moxquete, de encienso (693) . Recebido con<br />

mucha diligencia, aprouecha e afloxa el dolor e buelue peco a poco la madre a su lugar.<br />

Pero otra cosa hallaua yo siempre mejor que todas e ésta no te quiero dezir, pues tan<br />

santa te me hazes. [252]<br />

AREUSA.- ¿Qué, por mi vida, madre? Vesme penada ¿e encúbresme la salud?<br />

CELESTINA.- ¡Anda, que bien me entiendes, no te hagas boua!<br />

AREUSA.- ¡Ya!, ¡ya! Mala landre me mate, si te entendía. ¿Pero qué quieres que<br />

haga? Sabes que se partió ayer aquel mi amigo con su capitán a la guerra. ¿Hauía de<br />

fazerle ruyndad? (694)<br />

CELESTINA.- ¡Verás e qué daño e qué gran ruyndad!<br />

AREUSA.- Por cierto, sí sería. Que me da todo lo que he menester, tiéneme<br />

honrrada, fauoréceme e trátame como si fuesse su señora.<br />

CELESTINA.- Pero avnque todo esso sea, mientra no parieres, nunca te faltará este<br />

mal e dolor que (695) agora, de lo qual él deue ser causa. E si no crees en dolor, cree en<br />

color (696) , e verás lo que viene de su sola compañía.<br />

AREUSA.- No es sino mi mala dicha. Maldición mala, que mis padres me echaron.<br />

¿Qué, no está ya por prouar todo esso? Pero dexemos esso, que es tarde e dime a qué<br />

fue tu buena venida.<br />

CELESTINA.- Ya sabes lo que de Pármeno te oue dicho. [253] Quéxasseme que avn<br />

verle no le quieres. No sé porqué, sino porque sabes que le quiero yo bien e le tengo por<br />

hijo. Pues por cierto, de otra manera miro yo tus cosas, que hasta tus vezinas me<br />

parescen bien e se me alegra el coraçón cada vez que las veo, porque se que hablan<br />

contigo.<br />

AREUSA.- ¿No viues, tía señora, engañada?<br />

CELESTINA.- No lo sé. A las obras creo; que las palabras, de balde las venden<br />

dondequiera. Pero el amor nunca se paga sino con puro amor e a las obras con obras. Ya<br />

sabes el debdo, que ay entre ti e Elicia, la qual tiene Sempronio en mi casa. Pármeno e<br />

él son compañeros, siruen a este señor, que tú conoces e por quien tanto fauor podrás<br />

tener. No niegues lo que tan poco fazer te cuesta. Vosotras, parientas; ellos,<br />

compañeros: mira cómo viene mejor medido, que lo queremos. Aquí viene comigo.<br />

Verás si quieres que suba.<br />

AREUSA.- ¡Amarga de mí, si nos ha oydo!<br />

CELESTINA.- No, que abaxo queda. Quiérole hazer subir. Resciba tanta gracia, que<br />

le conozcas e hables e muestres buena cara. E si tal te paresciere, goze él de ti e tú dél.<br />

Que, avnque él gane mucho, tú no pierdes nada.<br />

AREUSA.- Bien tengo, señora, conoscimiento cómo todas tus razones, estas e las<br />

passadas, se endereçan en mi prouecho; pero, ¿cómo quieres [254] que haga tal cosa,


87<br />

que tengo a quien dar cuenta, como has oydo e, si soy sentida, matarme ha? Tengo<br />

vezinas embidiosas. Luego lo dirán. Assí que, avnque no aya más mal de perderle, será<br />

más que ganaré en agradar al que me mandas.<br />

CELESTINA.- Esso, que temes, yo lo provey primero, que muy passo entramos.<br />

AREUSA.- No lo digo por esta noche, sino por otras muchas.<br />

CELESTINA.- ¿Cómo? ¿E dessas eres? ¿Dessa manera te tratas? Nunca tú harás<br />

casa con sobrado. Absente le has miedo; ¿qué harías, si estouiesse en la cibdad? En<br />

dicha me cabe, que jamás cesso de dar consejo a bouos e todavía ay quien yerre; pero no<br />

me marauillo, que es grande el mundo e pocos los esperimentados. ¡Ay!, ¡ay!, hija, si<br />

viesses el saber de tu prima e qué tanto le ha aprouechado mi criança e consejos e qué<br />

gran maestra está. E avn ¡que no se halla ella mal con mis castigos (697) ! Que vno en la<br />

cama e otro en la puerta e otro, que sospira por ella en su casa, se precia de tener. E con<br />

todos cumple e a todos muestra buena cara e todos piensan [255] que son muy queridos<br />

e cada vno piensa que no ay otro e que él solo es priuado e él solo es el que le da lo que<br />

ha menester. ¿E tú piensas (698) que con dos, que tengas, que las tablas de la cama lo han<br />

de descobrir? ¿De vna sola gotera te mantienes? ¡No te sobrarán muchos manjares! ¡No<br />

quiero arrendar tus excamochos (699) ! Nunca vno me agradó, nunca en vno puse toda mi<br />

afición (700) . Más pueden dos e más quatro e más dan e más tienen e más ay en qué<br />

escoger. No ay cosa más perdida, hija, que el mur, que no sabe sino vn horado (701) . Si<br />

aquel le tapan, no haurá donde se esconda del gato. Quien no tiene sino vn ojo, ¡mira a<br />

quanto peligro anda! Vna alma sola ni canta ni llora (702) ; vn [256] solo acto no haze<br />

hábito (703) ; vn frayle solo pocas vezes lo encontrarás por la calle; vna perdiz sola por<br />

marauilla buela mayormente en verano (704) ; vn manjar solo continuo presto pone hastío;<br />

vna golondrina no haze verano; vn testigo solo no es entera fe; quien sola vna ropa<br />

tiene, presto la enuegece. ¿Qué quieres, hija, deste número de vno? Más inconuenientes<br />

te diré dél, que años tengo acuestas. Ten siquiera dos, que es compañía loable e tal qual<br />

es éste (705) : como tienes dos orejas, dos pies e dos manos, dos sáuanas en la cama;<br />

como dos camisas para remudar. E si más quisieres, mejor te yrá, que mientra más<br />

moros, más ganancia (706) ; que honrra sin prouecho, no es sino como anillo en el<br />

dedo (707) . E pues entrambos no caben en vn saco (708) , acoge la ganancia.- Sube, hijo<br />

Pármeno. [257]<br />

AREUSA.- ¡No suba! ¡Landre (709) me mate!, que me fino de empacho, que no le<br />

conozco. Siempre houe vergüença dél.<br />

CELESTINA.- Aquí estoy yo que te la quitaré e cobriré e hablaré por entramos: que<br />

otro tan empachado es él.<br />

PÁRMENO.- Señora, Dios salue tu graciosa presencia.<br />

AREUSA.- Gentilhombre, buena sea tu venida.<br />

CELESTINA.- Llégate acá, asno. ¿Adónde te vas allá assentar al rincón? No seas<br />

empachado, que al hombre vergonçoso el diablo le traxo a palacio (710) . Oydme<br />

entrambos lo que digo. Ya sabes tú, Pármeno amigo, lo que te prometí, e tú, hija mía, lo<br />

que te tengo rogado. Dexada aparte la dificultad con que me lo has concedido, pocas<br />

razones son necessarias, porque el tiempo no lo padece. Él ha siempre viuido penado


88<br />

por ti. Pues. viendo su pena, sé que no le querrás matar e avn conozco que él te paresce<br />

tal, que no será malo para quedarse acá esta noche en casa.<br />

AREUSA.- Por mi vida, madre, que tal no se haga; ¡Jesú!, no me lo mandes.<br />

PÁRMENO.- Madre mía, por amor de Dios, que no salga yo de aquí sin buen<br />

concierto. Que me ha muerto de amores su vista. Ofréscele [258] quanto mi padre te<br />

dexó para mí. Dile que le daré quanto tengo. ¡Ea!, díselo, que me parece que no me<br />

quiere mirar.<br />

AREUSA.- ¿Qué te dize esse señor a la oreja? ¿Piensa que tengo de fazer nada de lo<br />

que pides?<br />

CELESTINA.- No dize, hija, sino que se huelga mucho con tu amistad, porque eres<br />

persona tan honrrada e en quien qualquier beneficio cabrá bien. E assimismo (711) que,<br />

pues que esto por mi intercessión se hace, que el me promete d'aquí adelante ser muy<br />

amigo de Sempronio e venir en todo lo que quisiere contra su amo en un negocio, que<br />

traemos entre manos. ¿Es verdad, Pármeno? ¿Prometeslo assí como digo?<br />

PÁRMENO.- Sí prometo, sin dubda.<br />

CELESTINA.- ¡Ha, don ruyn!, palabra te tengo, a buen tiempo te así. Llégate acá,<br />

negligente, vergonçoso, que quiero ver para quánto eres, ante que me vaya. Retóçala en<br />

esta cama.<br />

AREUSA.- No será él tan descortés, que entre en lo vedado sin licencia.<br />

CELESTINA.- ¿En cortesías e licencias estás? No espero más aquí yo, fiadora que tú<br />

amanezcas sin dolor e él sin color. Mas como es vn putillo, gallillo (712) , barbiponiente,<br />

entiendo que en tres noches [259] no se le demude la cresta. Destos me mandauan a mí<br />

comer en mi tiempo los médicos de mi tierra, quando tenía mejores dientes.<br />

AREUSA.- Ay, señor mío, no me trates de tal manera (713) ; ten mesura por cortesía;<br />

mira las canas de aquella vieja honrrada, que están presentes; quítate allá, que no soy<br />

de aquellas que piensas; no soy de las que públicamente están a vender sus cuerpos por<br />

dinero. Assí goze de mí, de casa me salga, si fasta que Celestina mi tía sea yda a mi<br />

ropa tocas.<br />

CELESTINA.- ¿Qué es eso, Areusa? ¿Qué son estas estrañezas y esquiuedad, estas<br />

nouedades e retraymiento? Paresce, hija, que no sé yo qué cosa es esto, que nunca vi<br />

estar mi hombre con vna muger juntos e que jamás passé por ello ni gozé de lo que<br />

gozas e que no sé lo que passan e lo que dizen e hazen. ¡Guay de quien tal oye como yo!<br />

Pues auísote, de tanto, que fuy errada como tú e tuue amigos; pero nunca el viejo ni la<br />

vieja echaua de mi lado ni su consejo en público ni en mis secretos. Para la muerte que<br />

a Dios deuo, más quisiera vna gran bofetada en mitad de mi cara. Paresce que ayer<br />

nascí, según tu encubrimiento. Por hazerte a ti honesta, me hazes a mí necia e<br />

vergonçosa e de poco secreto [260] e sin esperiencia o me amenguas en mi officio por<br />

alçar a ti en el tuyo. Pues de cossario a cossario no se pierden sino los barriles (714) .<br />

Más te alabo yo detrás, que tú te estimas delante.


89<br />

AREUSA.- Madre, si erré aya perdón e llégate mas acá y él haga lo que quisiere.<br />

Que más quiero tener a ti contenta, que no a mí; antes me quebraré vn ojo que enojarte.<br />

CELESTINA.- No tengo ya enojo; pero dígotelo para adelante. Quedaos adiós, que<br />

voyme solo porque me hazés dentera con vuestro besar e retojar. Que avn el sabor en las<br />

enzías me quedó: no le perdí con las muelas.<br />

AREUSA.- Dios vaya contigo.<br />

PÁRMENO.- Madre,¿mandas que te acompañe?<br />

CELESTINA.- Sería quitar a vn sancto para poner en otro (715) . Acompáñeos Dios;<br />

que yo vieja soy, que no he temor que me fuercen en la calle.<br />

ELICIA.- El perro ladra. ¿Si viene este diablo de vieja?<br />

CELESTINA.- Tha, tha, tha.<br />

ELICIA.- ¿Quién es? ¿Quién llama?<br />

CELESTINA.- Báxame abrir, fija. [261]<br />

ELICIA.- ¿Estas son tus venidas? Andar de noche es tu plazer. ¿Por qué lo hazes?<br />

¿Qué larga estada fue ésta, madre? Nunca sales para boluer a casa. Por costumbre lo<br />

tienes. Cumpliendo con vno, dexas ciento descontertos. Que has sido oy buscada del<br />

padre de la desposada, que leuaste el día de pasqua al racionero (716) ; que la quiere casar<br />

d'aquí a tres días e es menester que la remedies, pues que se lo prometiste, para que no<br />

sienta su marido la falta de la virginidad.<br />

CELESTINA.- No me acuerdo, hija, por quien dizes.<br />

ELICIA.- ¿Cómo no te acuerdas? Desacordada eres, cierto. ¡O como caduca la<br />

memoria! Pues, por cierto, tú me dixiste, quando la leuauas, que la auías renouado siete<br />

vezes.<br />

CELESTINA.- No te marauilles, hija, que quien en muchas partes derrama su<br />

memoria, en ninguna la puede tener. Pero, dime si tornará.<br />

ELICIA.- ¡Mirá si tornará! Tiénete dada vna manilla de oro en prendas de tu trabajo<br />

¿e no hauía de venir?<br />

CELESTINA.- ¿La de la manilla es? Ya sé por quien dizes. ¿Por qué tú no tomauas<br />

el aparejo, e començauas a hazer algo? Pues en aquellas tales te hauías de abezar e<br />

prouar, de quantas vezes me lo as visto fazer. Si no, ay te estarás toda [262] tu vida,<br />

fecha bestia sin oficio ni renta. E quando seas de mi edad, llorarás la folgura de agora.<br />

Que la mocedad ociosa acarrea la vejez arrepentida e trabajosa (717) . Hazíalo yo mejor,<br />

quando tu abuela, que Dios aya, me mostraua este oficio: que a cabo de vn año, sabía<br />

más que ella.


90<br />

ELICIA.- No me marauillo, que muchas vezes, como dizen, al maestro sobrepuja el<br />

buen discípulo. E no va esto, sino en la gana con que se aprende. Ninguna sciencia es<br />

bienempleada en el que no le tiene afición. Yo le tengo a este oficio odio; tú mueres tras<br />

ello.<br />

CELESTINA.- Tú te lo dirás todo. Pobre vejez quieres. ¿Piensas que nunca has de<br />

salir de mi lado?<br />

ELICIA.- Por Dios, dexemos enojo e al tiempo el consejo (718) . Ayamos mucho<br />

plazer. Mientra oy touiéremos de comer, no pensemos en mañana. También se muere el<br />

que mucho allega como el que pobremente viue e el doctor como el pastor e el papa<br />

como el sacristán e el señor como el sieruo e el de alto linaje como el baxo e tú con<br />

oficio como yo sin ninguno. No hauemos de viuir para siempre. Gozemos e holguemos,<br />

que la vejez pocos la veen e de los que la veen ninguno murió de hambre. No quiero en<br />

este mundo, [263] sino día e victo e parte en parayso (719) . Avnque los ricos tienen mejor<br />

aparejo para ganar la gloria, que quien poco tiene. No ay ninguno contento, no ay<br />

quien diga: harto tengo; no ay ninguno, que no trocasse mi plazer por sus dineros.<br />

Dexemos cuydados agenos e acostémonos, que es hora. Que más me engordará vn buen<br />

sueño sin temor, que quanto thesoro ay en Venecia (720) .


91<br />

[7]<br />

El octauo aucto<br />

ARGUMENTO DEL OCTAUO AUTO<br />

La mañana viene. Despierta Pármeno. Despedido de Areusa, va para casa de Calisto<br />

su señor. Falla a la puerta a Sempronio. Conciertan su amistad. Van juntos a la cámara<br />

de Calisto. Hállanle hablando consigo mismo. Leuantado, va a la yglesia.<br />

SEMPRONIO, PÁRMENO, AREUSA, CALISTO.<br />

PÁRMENO.- ¿Amanesce o qué es esto, que tanta claridad está en esta cámara?<br />

AREUSA.- ¿Qué amanecer? Duerme, señor, que avn agora nos acostamos. No he yo<br />

pegado bien los ojos, ¿ya hauía de ser de día? Abre, por Dios, essa ventana de tu<br />

cabecera e verlo has.<br />

PÁRMENO.- En mi seso estó yo, señora, que es de día claro, en ver entrar luz entre<br />

las puertas. ¡O traydor de mí! ¡En qué gran falta he caydo con mi amo! De mucha pena<br />

soy digno. ¡O qué tarde que es!<br />

AREUSA.- ¿Tarde? [8]<br />

PÁRMENO.- E muy tarde.<br />

AREUSA.- Pues así goze de mi alma, no se me ha quitado el mal de la madre. No sé<br />

cómo pueda ser.<br />

PÁRMENO.- ¿Pues qué quieres, mi vida?<br />

AREUSA.- Que hablemos en mi mal.<br />

PÁRMENO.- Señora mía, si lo hablado no basta, lo que más es necessario me<br />

perdona, porque es ya mediodía. Si voy más tarde, no seré bien recebido de mi amo. Yo<br />

verné mañana e quantas vezes después mandares. Que por esso hizo Dios vn día tras<br />

otro, porque lo que el vno no bastasse, se cumpliesse en otro. E avn porque más nos<br />

veamos, reciba de ti esta gracia, que te vayas oy a las doze del día a comer con nosotros<br />

a su casa de Celestina.


92<br />

AREUSA.- Que me plaze (721) , de buen grado. Ve con Dios, junta tras ti la puerta.<br />

PÁRMENO.- Adiós te quedes.<br />

PÁRMENO.- ¡O plazer singular! ¡O singular alegría! ¿Quál hombre es ni ha sido<br />

más bienauenturado que yo? ¿Quál más dichoso e bienandante? ¡Qué vn tan excelente<br />

don sea por mí posseído e quan presto pedido tan presto alcançado! Por cierto, si las<br />

trayciones desta vieja con mi [9] coraçón yo pudiesse sofrir, de rodillas hauía de andar a<br />

la complazer. ¿Con qué pagaré yo esto? ¡O alto Dios! ¿A quién contaría yo este gozo?<br />

¿A quién descubriría tan gran secreto? ¿A quién daré parte de mi gloria? Bien me dezía<br />

la vieja que de ninguna prosperidad es buena la posesión sin compañía (722) . El plazer no<br />

comunicado no es plazer. ¿Quién sentiría esta mi dicha, como yo la siento? A<br />

Sempronio veo a la puerta de casa. Mucho ha madrugado. Trabajo tengo con mi amo, si<br />

es salido fuera. No será, que no es acostumbrado; pero, como agora no anda en su seso,<br />

no me marauillo que aya peruertido su costumbre.<br />

SEMPRONIO.- Pármeno hermano, si yo supiesse aquella tierra, donde se gana el<br />

sueldo dormiendo, mucho haría por yr allá, que no daría ventaja (723) a ninguno: tanto<br />

ganaría como otro qualquiera. ¿E cómo, holgazán, descuydado, fueste para no tornar?<br />

No sé qué crea de tu tardança, sino que te quedaste a escallentar (724) [10] la vieja esta<br />

noche o a rascarle los pies (725) , como quando chiquito.<br />

PÁRMENO.- ¡O Sempronio, amigo e más que hermano! Por Dios, no corrompas mi<br />

plazer, no mezcles tu yra con mi sofrimiento, no rebueluas tu descontentamiento con mi<br />

descanso, no agües con tan turbia agua el claro liquor del pensamiento, que traygo, no<br />

enturuies con tus embidiosos castigos e odiosas reprehensiones mi plazer. Recíbeme<br />

con alegría e contarte he marauillas (726) de mi buena andança passada.<br />

SEMPRONIO.- Dilo, dilo. ¿Es algo de Melibea? ¿Hasla visto?<br />

PÁRMENO.- ¿Qué de Melibea? Es de otra, que yo más quiero e avn tal que, si no<br />

estoy engañado, puede viuir con ella en gracia e hermosura. Sí, que (727) no se encerró el<br />

mundo e todas sus gracias en ella.<br />

SEMPRONIO.- ¿Qué es esto, desuariado? Reyrme quería, sino que no puedo. ¿Ya<br />

todos amamos? El mundo se va a perder. Calisto a Melibea, yo a Elicia, tú de embidia<br />

has buscado con quien perder esse poco de seso, que tienes.<br />

PÁRMENO.- ¿Luego locura es amar e yo soy loco [11] e sin seso? Pues si la locura<br />

fuesse dolores, en cada casa auría bozes (728) .<br />

SEMPRONIO.- Según tu opinión, sí es. Que yo te he oydo dar consejos vanos a<br />

Calisto e contradezir a Celestina en quanto habla e, por impedir mi prouecho e el suyo,<br />

huelgas de no gozar tu parte. Pues a las manos me has venido, donde te podré dañar e lo<br />

haré.<br />

PÁRMENO.- No es, Sempronio, verdadera fuerça ni poderío dañar e empecer; mas<br />

aprouechar e guarecer e muy mayor, quererlo hazer. Yo siempre te tuue por hermano.<br />

No se cumpla, por Dios, en ti lo que se dize, que pequeña causa desparte conformes<br />

amigos. Muy mal me tratas. No sé donde (729) nazca este rencor. No me indignes,


93<br />

Sempronio, con tan lastimeras razones (730) . Cata que es muy rara la paciencia, que<br />

agudo baldón no penetre e traspasse.<br />

SEMPRONIO.- No digo mal en esto; si no que se eche otra sardina (731) para el moço<br />

de cauallos, pues tú tienes amiga.<br />

PÁRMENO.- Estás enojado. Quiérote sofrir, avnque [12] más mal me trates (732) ,<br />

pues dizen que ninguna humana passión es perpetua ni durable.<br />

SEMPRONIO.- Más maltratas tu a Calisto, aconsejando a él lo que para ti huyes,<br />

diziendo que se aparte de amar a Melibea, hecho tablilla de mesón (733) , que para sí no<br />

tiene abrigo e dale a todos. ¡O Pármeno! Agora podrás ver quán facile cosa es<br />

reprehender vida agena e quán duro guardar cada qual la suya. No digas más, pues tú<br />

eres testigo. E d'aquí adelante veremos cómo te has, pues ya tienes tu escudilla (734) como<br />

cada qual. Si tú mi amigo fueras, en la necessidad, que de ti tuue, me hauías de<br />

fauorecer e ayudar a Celestina en mi prouecho; que no fincar vn clauo (735) de malicia a<br />

cada palabra. Sabe que, como la hez (736) de la tauerna despide a los borrachos, [13] así la<br />

aduersidad o necessidad al fingido amigo: luego se descubre el falso metal, dorado por<br />

encima.<br />

PÁRMENO.- Oydo lo hauía dezir e por esperiencia lo veo (737) , nunca venir plazer sin<br />

contraria çoçobra en esta triste vida. A los alegres, serenos e claros soles, nublados<br />

escuros e pluuias vemos suceder; a los solazes e plazeres, dolores e muertes los ocupan;<br />

a las risas e deleytes, llantos e lloros e passiones mortales los siguen; finalmente, a<br />

mucho descanso e sosiego, mucho pesar e tristeza. ¿Quién pudiera tan alegre venir,<br />

como yo agora? ¿Quién tan triste recebimiento padescer? ¿Quién verse, como yo me vi,<br />

con tanta gloria, alcançada con mi querida Areusa? ¿Quién caer della, siendo tan<br />

maltratado [14] tan presto, como yo de ti? Que no me has dado lugar a poderte dezir<br />

quánto soy tuyo, quánto te he de fauorecer en todo, quánto soy arepiso (738) de lo<br />

passado, quántos consejos e castigos buenos he recebido de Celestina en tu fauor e<br />

prouecho e de todos. Como, pues, este juego de nuestro amo e Melibea está entre las<br />

manos, podemos agora medrar o nunca.<br />

SEMPRONIO.- Bien me agradan tus palabras, si tales touiesses las obras, a las<br />

quales espero para auerte de creer. Pero, por Dios, me digas qué es esso, que dixiste de<br />

Areusa. ¡Paresce que conozcas tú a Areusa, su prima de Elicia!<br />

PÁRMENO.- ¿Pues qué es todo el plazer que traygo, sino hauerla alcançado?<br />

SEMPRONIO.- ¡Cómo se lo dice el bouo! ¡De risa no puede hablar! ¿A qué llamas<br />

hauerla alcançado? ¿Estaua a alguna ventana o qué es esso?<br />

PÁRMENO.- A ponerla en duda si queda preñada o no.<br />

SEMPRONIO.- Espantado me tienes. Mucho puede el continuo trabajo: vna<br />

continua gotera horaca vna piedra (739) .<br />

PÁRMENO.- Verás qué tan continuo, que ayer lo pensé: ya la tengo por mía.<br />

SEMPRONIO.- ¡La vieja anda por ay! [15]


94<br />

PÁRMENO.- ¿En qué lo vees?<br />

SEMPRONIO.- Que ella me hauía dicho que te quería mucho e que te la haría hauer.<br />

Dichoso fuiste: no hiziste sino llegar e recabdar (740) . Por esto dizen: más vale a quien<br />

Dios ayuda, que quien mucho madruga (741) . Pero tal padrino touiste.<br />

PÁRMENO.- Di madrina, que es más cierto. Así que, quien a buen árbol se<br />

arrima (742) ... Tarde fuy; pero temprano recabdé. ¡O hermano!, ¿qué te contaría de sus<br />

gracias de aquella muger, de su habla e hermosura de cuerpo? Pero quede para más<br />

oportunidad.<br />

SEMPRONIO.- ¿Puede ser sino prima de Elicia? No me dirás tanto, quanto estotra<br />

no tenga más. Todo te creo. Pero ¿qué te cuesta? ¿Hasle dado algo?<br />

PÁRMENO.- No, cierto. Mas, avnque houiera, era bienempleado: de todo bien es<br />

capaz. En tanto son las tales tenidas, quanto caras son compradas; tanto valen, quanto<br />

cuestan. Nunca [16] mucho costó poco (743) , sino a mí esta señora. A comer la combidé<br />

para casa de Celestina e, si te plaze, vamos todos allá.<br />

SEMPRONIO.- ¿Quién, hermano?<br />

PÁRMENO.- Tú e ella e allá está la vieja e Elicia. Aueremos plazer.<br />

SEMPRONIO.- ¡O Dios!, e cómo me has alegrado. Franco eres, nunca te faltaré.<br />

Como te tengo por hombre, como creo que Dios te ha de hazer bien, todo el enojo, que<br />

de tus passadas fablas tenía, se me ha tornado en amor. No dudo ya tu confederación<br />

con nosotros ser la que deue. Abraçarte quiero. Seamos como hermanos, ¡vaya el diablo<br />

para ruyn (744) ! Sea lo passado questión de Sant Juan e assí paz para todo el año (745) . Que<br />

las yras de los amigos siempre suelen ser reintegración del amor (746) . Comamos e<br />

holguemos, que nuestro amo ayunará por todos.<br />

PÁRMENO.- ¿E qué haze el desesperado? [17]<br />

SEMPRONIO.- Allí está tendido en el estrado cabo (747) la cama, donde le dexaste<br />

anoche. Que ni ha dormido ni está despierto. Si allá entro, ronca; si me salgo, canta o<br />

deuanea. No le tomo tiento, si con aquello pena o descansa.<br />

PÁRMENO.- ¿Qué dizes? ¿E nunca me ha llamado ni ha tenido memoria de mí?<br />

SEMPRONIO.- No se acuerda de sí, ¿acordarse ha de ti?<br />

PÁRMENO.- Avn hasta en esto me ha corrido buen tiempo. Pues assí es, mientra<br />

recuerda (748) , quiero embiar la comida, que la adrecen (749) .<br />

SEMPRONIO.- ¿Qué has pensado embiar, para que aquellas loquillas te tengan por<br />

hombre complido, biencriado e franco?<br />

PÁRMENO.- En casa llena presto se adereça cena (750) . De lo que ay en la despensa<br />

basta para no caer en falta. Pan blanco, vino de Monuiedro, vn pernil de toçino. E más<br />

seys pares de pollos, que traxeron estotro día los renteros de nuestro amo. Que si los


95<br />

pidiere, harele creer [18] que los ha comido. E las tórtolas, que mandó para oy guardar,<br />

diré que hedían. Tú serás testigo. Ternemos manera cómo a él no haga mal lo que dellas<br />

comiere e nuestra mesa esté como es razón. E allá hablaremos largamente en su daño e<br />

nuestro prouecho con la vieja cerca destos amores.<br />

SEMPRONIO.- ¡Más, dolores! (751) Que por fe tengo que de muerto o loco no escapa<br />

desta vez. Pues que assí es, despacha, subamos a ver qué faze.<br />

CALISTO.- En gran peligro me veo:<br />

En mi muerte no ay tardança,<br />

Pues que me pide el deseo<br />

Lo que me niega esperança.<br />

PÁRMENO.- Escucha, escucha, Sempronio. Trobando está nuestro amo.<br />

SEMPRONIO.- ¡O hideputa (752) , el trobador! El gran Antipater Sidonio (753) , el gran<br />

poeta Ouidio, los [19] quales de improuiso se les venían las razones metrificadas a la<br />

boca. ¡Sí, sí, desos es! ¡Trobará el diablo! Está deuaneando entre sueños.<br />

CALISTO.- Coraçón, bien se te emplea<br />

Que penes e viuas triste,<br />

Pues tan presto te venciste<br />

Del amor de Melibea.<br />

PÁRMENO.- ¿No digo yo que troba?<br />

CALISTO.- ¿Quién fabla en la sala? ¡Moços!<br />

PÁRMENO.- Señor.<br />

CALISTO.- ¿Es muy noche? ¿Es hora de acostar?<br />

PÁRMENO.- ¡Mas ya es, señor, tarde para leuantar!<br />

CALISTO.- ¿Qué dizes loco? ¿Toda la noche es passada?<br />

PÁRMENO.- E avn harta parte del día.<br />

CALISTO.- Di, Sempronio, ¿miente este desuariado, que me haze creer que es de<br />

día?<br />

SEMPRONIO.- Oluida, señor, vn poco a Melibea e verás la claridad. Que con la<br />

mucha, que en su gesto contemplas, no puedes ver de encandelado (754) , como perdiz con<br />

la calderuela.<br />

CALISTO.- Agora lo creo, que tañen a missa. Daca (755) mis ropas, yré a la<br />

Madalena (756) . Rogaré a [20] Dios aderece e Celestina e ponga en coraçón a Melibea mi<br />

remedio o dé fin en breue a mis tristes días.


96<br />

SEMPRONIO.- No te fatigues tanto, no lo quieras todo en vna hora. Que no es de<br />

discretos desear con grande eficacia lo que se puede tristemente acabar. Si tú pides que<br />

se concluya en vn día lo que en vn año sería harto, no es mucha tu vida.<br />

CALISTO.- ¿Quieres dezir que soy como el moço del escudero gallego (757) ?<br />

SEMPRONIO.- No mande Dios que tal cosa yo diga, que eres mi señor. E demás<br />

desto, sé que, como me galardonas el buen consejo, me castigarías (758) lo malhablado.<br />

Verdad es que nunca es ygual la alabança del seruicio o buena habla, que la<br />

reprehensión e pena de lo malhecho o hablado.<br />

CALISTO.- No sé quién te abezó (759) tanta filosofía, Sempronio.<br />

SEMPRONIO.- Señor, no es todo blanco aquello, que de negro no tiene semejança<br />

ni es todo oro (760) [21] quanto amarillo reluze. Tus acelerados deseos, no medidos por<br />

razón, hazen parecer claros mis consejos. Quisieras tú ayer que te traxeran a la primera<br />

habla amanojada (761) e embuelta en su cordón a Melibea, como si houieras embiado por<br />

otra qualquiera mercaduría a la plaça, en que no houiera más trabajo de llegar e pagalla.<br />

Da, señor, aliuio al coraçón, que en poco espacio de tiempo no cabe gran<br />

bienauenturança. Vn solo golpe no derriba vn roble (762) . Apercíbete con sofrimiento,<br />

porque la providencia es cosa loable e el apercibimiento resiste el fuerte combate.<br />

CALISTO.- Bien has dicho, si la qualidad de mi mal lo consintiesse.<br />

SEMPRONIO.- ¿Para qué, señor, es el seso, si la voluntad priua a la razón?<br />

CALISTO.- ¡O loco, loco! Dize el sano al doliente (763) : Dios te dé salud. No quiero<br />

consejo ni esperarte más razones, que más aviuas e enciendes las flamas (764) , que me<br />

consumen. Yo me voy solo a missa e no tornaré a casa fasta que me llameys,<br />

pidiéndome las albricias de mi gozo con la buena venida de Celestina. Ni comeré hasta<br />

[22] entonce (765) ; avnque primero sean los cauallos de Febo (766) apacentados en aquellos<br />

verdes prados, que suelen, quando han dado fin a su jornada.<br />

SEMPRONIO.- Dexa, señor, essos rodeos, dexa essas poesías, que no es habla<br />

conueniente la que a todos no es común, la que todos no participan, la que pocos<br />

entienden. Di: avnque se ponga el sol, e sabrán todos lo que dizes. E come alguna<br />

conserua, con que tanto espacio de tiempo te sostengas.<br />

CALISTO.- Sempronio, mi fiel criado, mi buen consejero, mi leal seruidor, sea<br />

como a ti te paresce. Porque cierto tengo, según tu limpieça de seruicio, quieres tanto mi<br />

vida como la tuya.<br />

SEMPRONIO.- ¿Créeslo tú, Pármeno? Bien sé que no lo jurarías. Acuérdate, si<br />

fueres por conserua, apañes (767) vn bote para aquella gentezilla, [23] que nos va más e a<br />

buen entendedor (768) ... En la bragueta cabrá.<br />

CALISTO.- ¿Qué dizes, Sempronio?<br />

SEMPRONIO.- Dixe, señor, a Pármeno que fuesse por vna tajada de diacitrón (769) .


97<br />

PÁRMENO.- Héla aquí, señor.<br />

CALISTO.- Daca.<br />

SEMPRONIO.- Verás qué engullir haze el diablo. Entero lo quería tragar por más<br />

apriesa hazer.<br />

CALISTO.- El alma me ha tornado. Quedaos con Dios, hijos. Esperad la vieja e yd<br />

por buenas albricias.<br />

PÁRMENO.- ¡Allá yrás con el diablo, tú e malos años!, ¡e en tal hora comiesses el<br />

diacitrón, como Apuleyo el veneno, que le conuertió en asno (770) !


98<br />

[25]<br />

El aucto noueno<br />

ARGUMENTO DEL NOUENO AUTO<br />

Sempronio e Pármeno van a casa de Celestina, entre sí hablando. Llegados allá,<br />

hallan a Elicia e Areusa. Pónense a comer. Entre comer riñe Elicia con Sempronio.<br />

Leuántase de la mesa. Tórnanla apaciguar. Estando ellos todos entre sí razonando, viene<br />

Lucrecia, criada de Melibea, llaman a Celestina, que vaya a estar con Melibea.<br />

SEMPRONIO, PÁRMENO, ELICIA, CELESTINA, AREUSA, LUCRECIA.<br />

SEMPRONIO.- Baxa, Pármeno, nuestras capas e espadas, si te parece que es hora<br />

que vamos a comer.<br />

PÁRMENO.- Vamos presto. Ya creo que se quexarán de nuestra tardança. No por<br />

essa calle, sino por estotra, porque nos entremos por la yglesia e veremos si ouiere<br />

acabado Celestina sus deuociones (771) : lleuarla hemos de camino. [26]<br />

SEMPRONIO.- A donosa hora ha de estar rezando.<br />

PÁRMENO.- No se puede dezir sin tiempo fecho lo que en todo tiempo se puede<br />

fazer.<br />

SEMPRONIO.- Verdad es; pero mal conoces a Celestina. Quando ella tiene que<br />

hazer, no se acuerda de Dios ni cura de santidades. Quando ay que roer (772) en casa,<br />

sanos están los santos; quando va a la yglesia con sus cuentas en la mano, no sobra el<br />

comer en casa. Avnque ella te crió, mejor conozco yo sus propriedades que tú. Lo que<br />

en sus cuentas reza es los virgos, que tiene a cargo e quántos enamorados ay en la<br />

cibdad e quántas moças tiene encomendadas e qué despenseros le dan ración e qual lo<br />

mejor e como les llaman por nombre, porque quando los encontrare no hable como<br />

estraña e qué canónigo es más moro e franco (773) . Quando menea los labios es fengir<br />

mentiras, ordenar cautelas para hauer dinero: por aquí le entraré, esto me responderá,<br />

estotro replicaré. Assí viue esta, que nosotros mucho honrramos. [27]<br />

PÁRMENO.- Mas que esso sé yo; sino, porque te enojaste estotro día, no quiero<br />

hablar; quando lo dixe a Calisto.


99<br />

SEMPRONIO.- Avnque lo sepamos para nuestro prouecho, no lo publiquemos para<br />

nuestro daño. Saberlo nuestro amo es echalla por quien es e no curar della. Dexándola,<br />

verná forçado (774) otra, de cuyo trabajo no esperemos parte, como desta, que de grado o<br />

por fuerça nos dará de lo que le diere.<br />

PÁRMENO.- Bien has dicho. Calla, que está abierta la puerta. En casa está. Llama<br />

antes que entres, que por ventura están embueltas (775) e no querrán ser assí vistas.<br />

SEMPRONIO.- Entra, no cures, que todos somos de casa. Ya ponen la mesa.<br />

CELESTINA.- ¡O mis enamorados, mis perlas de oro! ¡Tal me venga el año, qual<br />

me parece vuestra venida!<br />

PÁRMENO.- ¡Qué palabras tiene la noble! Bien ves, hermano, estos halagos<br />

fengidos.<br />

SEMPRONIO.- Déxala, que deso viue. Que no sé quién diablos le mostró tanta<br />

ruyndad. [28]<br />

PÁRMENO.- La necessidad e pobreza (776) , la hambre. Que no ay mejor maestra en el<br />

mundo, no ay mejor despertadora e aviuadora de ingenios. ¿Quién mostró a las picaças<br />

e papagayos ymitar nuestra propia habla con sus harpadas lenguas (777) , nuestro órgano e<br />

boz, sino ésta?<br />

CELESTINA.- ¡Mochachas!, ¡mochachas!, ¡bouas! Andad acá baxo, presto, que<br />

están aquí dos hombres, que me quieren forçar.<br />

ELICIA.- ¡Mas nunca acá vinieran! ¡E mucho combidar con tiempo! Que ha tres<br />

horas que está aquí mi prima. Este perezoso de Sempronio haurá sido causa de la<br />

tardança, que no ha ojos por do verme.<br />

SEMPRONIO.- Calla, mi señora, mi vida, mis amores. Que quien a otro sirue, no es<br />

libre (778) . Assí que sujeción me relieua de culpa. No ayamos enojo, assentémonos a<br />

comer. [29]<br />

ELICIA.- ¡Assí! ¡Para assentar a comer, muy diligente! ¡A mesa puesta con tus<br />

manos lauadas e poca vergüença (779) !<br />

SEMPRONIO.- Después reñiremos; comamos agora. Assiéntate, madre Celestina, tú<br />

primero.<br />

CELESTINA.- Assentaos vosotros, mis hijos, que harto lugar ay para todos, a Dios<br />

gracias: tanto nos diessen del parayso, quando allá vamos (780) . Poneos en orden, cada<br />

vno cabe la suya; yo, que estoy sola, porné cabo mí este jarro e taça, que no es más mi<br />

vida de quanto con ello hablo. Después que me fuy faziendo vieja, no sé mejor oficio a<br />

la mesa, que escanciar (781) . Porque quien la miel trata, siempre se le pega dello. Pues de<br />

noche en inuierno no ay tal escallentador de cama. Que con dos jarrillos destos, que<br />

beua, quando me quiero acostar, no siento frío en toda la noche. Desto aforro todos mis<br />

vestidos, quando viene la nauidad; esto me callenta la sangre; esto me sostiene continuo<br />

en vn ser; esto me faze andar siempre alegre; esto me para fresca; desto vea yo sobrado


100<br />

en casa, que nunca [30] temeré el mal año. Que vn cortezón de pan ratonado me basta<br />

para tres días. Esto quita la tristeza del coraçón (782) , más que el oro ni el coral; esto da<br />

esfuerço al moço e al viejo fuerça, pone color al descolorido, coraje al couarde, al<br />

floxo diligencia, conforta los celebros, saca el frío del estómago, quita el hedor del<br />

anélito, haze potentes los fríos, haze suffrir (783) los afanes de las labranças, a los<br />

cansados segadores haze sudar toda agua mala, sana el romadizo e las muelas,<br />

sostiénese sin heder en la mar, lo qual no haze el agua. Más propriedades te diría dello,<br />

que todos teneys cabellos. Assí que no sé quien no se goze en mentarlo. No tiene sino<br />

vna tacha, que lo bueno vale caro e lo malo haze daño. Assí que con lo que sana el<br />

hígado (784) enferma la [31] bolsa. Pero todavía con mi fatiga busco lo mejor, para esso<br />

poco que beuo. Vna sola dozena de vezes a cada comida. No me harán passar de allí,<br />

saluo si no soy combidada como agora.<br />

PÁRMENO.- Madre, pues tres vezes (785) dizen que es bueno e honesto todos los que<br />

escriuieron.<br />

CELESTINA.- Hijos, estará corrupta la letra, por treze tres (786) . [32]<br />

SEMPRONIO.- Tía señora, a todos nos sabe bien (787) . ¡Comiendo e hablando!<br />

Porque después no haurá tiempo para entender en los amores deste perdido de nuestro<br />

amo e de aquella graciosa e gentil Melibea.<br />

ELICIA.- ¡Apártateme allá, dessabrido, enojoso! (788) ¡Mal prouecho te haga lo que<br />

comes!, tal comida me has dado. Por mi alma, reuesar (789) quiero quanto tengo en el<br />

cuerpo, de asco de oyrte llamar aquella gentil. ¡Mirad quién gentil! ¡Jesú, Jesú!, ¡e qué<br />

hastío e enojo es ver tu poca vergüença! ¿A quién, gentil? ¡Mal me haga Dios, si ella lo<br />

es ni tiene parte dello: sino que ay ojos, que de lagaña se agradan (790) . Santiguarme<br />

quiero de tu necedad e poco conocimiento. ¡O quién estouiesse de gana para disputar<br />

contigo su hermosura e gentileza! ¿Gentil es Melibea? Entonce lo es, entonce acertarán,<br />

quando [33] andan a pares los diez mandamientos (791) . Aquella hermosura por vna<br />

moneda se compra de la tienda. Por cierto, que conozco yo en la calle donde ella viue<br />

quatro (792) donzellas, en quien Dios más repartió su gracia, que no en Melibea. Que si<br />

algo tiene de hermosura, es por buenos atauíos, que trae. Poneldos a vn palo (793) ,<br />

también direys que es gentil. Por mi vida, que no lo digo por alabarme; mas creo que<br />

soy tan hermosa como vuestra Melibea.<br />

AREUSA.- Pues no la has tu visto como yo, hermana mía. Dios me lo demande, si<br />

en ayunas la topasses, si aquel día pudieses comer de asco. Todo el año se está<br />

encerrada con mudas (794) de mill suziedades. Por vna vez que aya de salir donde pueda<br />

ser vista, enuiste (795) su cara con hiel e miel, con vnas tostadas e higos passados e con<br />

otras cosas (796) , que por reuerencia de la mesa [34] dexo de dezir. Las riquezas las hazen<br />

a estas hermosas e ser alabadas; que no las gracias de su cuerpo. Que assí goze de mí,<br />

vnas tetas tiene, para ser donzella, como si tres vezes houiesse parido: no parecen sino<br />

dos grandes calabaças. El vientre no se le he visto; pero, juzgando por lo otro, creo que<br />

le tiene tan floxo, como vieja de cincuenta años. No sé qué se ha visto Calisto, porque<br />

dexa de amar otras, que más ligeramente podría hauer e con quien más él holgasse; sino<br />

que el gusto dañado muchas vezes juzga por dulce lo amargo (797) .<br />

SEMPRONIO.- Hermana, paréceme aquí que cada bohonero alaba sus agujas (798) ,<br />

que el contrario desso se suena por la cibdad. [35]


101<br />

AREUSA.- Ninguna cosa (799) es más lexos de verdad que la vulgar opinión. Nunca<br />

alegre viuirás, si por voluntad de muchos te riges. Porque estas son conclusiones<br />

verdaderas, que qualquier cosa, que el vulgo piensa, es vanidad; lo que fabla, falsedad;<br />

lo que reprueua es bondad; lo que aprueua, maldad. E pues este es su más cierto vso e<br />

costumbre, no juzgues la bondad e hermosura de Melibea por esso ser la que afirmas.<br />

SEMPRONIO.- Señora, el vulgo parlero no perdona las tachas de sus señores e así<br />

yo creo que, si alguna touiesse Melibea, ya sería descubierta de los que con ella más que<br />

con nosotros tratan. E avnque lo que dizes concediesse. Calisto es cauallero, Melibea<br />

fijadalgo: assí que los nacidos por linaje escogido búscanse vnos a otros. Por ende no es<br />

de marauillar que ame antes a ésta que a otra.<br />

AREUSA.- Ruyn sea quien por ruyn se tiene (800) . [36] Las obras hazen linaje (801) , que<br />

al fin todos somos hijos de Adán e Eua. Procure de ser cada vno bueno por sí e no vaya<br />

buscar en la nobleza de sus passados la virtud.<br />

CELESTINA.- Hijos, por mi vida que cessen essas razones de enojo. E tú, Elicia,<br />

que te tornes a la mesa e dexes essos enojos.<br />

ELICIA.- Con tal que mala pro me hiziesse, con tal que rebentasse en comiéndolo.<br />

¿Hauía yo de comer con esse maluado, que en mi cara me ha porfiado que es más gentil<br />

su andrajo de Melibea, que yo?<br />

SEMPRONIO.- Calla, mi vida, que tú la comparaste. Toda comparación es<br />

odiosa (802) : tú tienes la culpa e no yo.<br />

AREUSA.- Ven, hermana, a comer. No hagas agora, esse plazer a estos locos<br />

porfiados; si no, leuantarme he yo de la mesa.<br />

ELICIA.- Necessidad de complazerte me haze contentar a esse enemigo mío e vsar<br />

de virtud con todos. [37]<br />

SEMPRONIO.- ¡He!, ¡he!, ¡he!<br />

ELICIA.- ¿De qué te ríes? ¡De mal cancre sea comida essa boca desgraciada (803) ,<br />

enojosa!<br />

CELESTINA.- No le respondas, hijo; si no, nunca acabaremos. Entendamos en lo<br />

que faze a nuestro caso. Dezidme, ¿cómo quedó Calisto? ¿Como lo dexastes? ¿Cómo os<br />

pudistes entramos descabullir dél?<br />

PÁRMENO.- Allá fue a la maldición, echando fuego, desesperado, perdido, medio<br />

loco, a missa a la Magdalena, a rogar a Dios que te dé gracia, que puedas bien roer los<br />

huessos destos pollos e protestando no boluer a casa hasta oyr que eres venida con<br />

Melibea en tu arremango (804) . Tu saya e manto e avn mi sayo, cierto está: lo otro vaya e<br />

venga. El quándo lo dará no lo sé.<br />

CELESTINA.- Sea quando fuere. Buenas son mangas passada la pasqua (805) . Todo<br />

aquello alegra, que con poco trabajo se gana (806) , mayormente viniendo [38] de parte<br />

donde tan poca mella haze, de hombre tan rico, que con los saluados de su casa podría


102<br />

yo salir de lazería, según lo mucho le sobra. No les duele a los tales lo que gastan e<br />

según la causa por que lo dan; no sienten con el embeuecimiento del amor, no les pena,<br />

no veen, no oyen. Lo qual yo juzgo por otros, que he conocido menos apassionados e<br />

metidos en este fuego de amor, que a Calisto veo. Que ni comen ni beuen, ni ríen ni<br />

lloran, ni duermen ni velan, ni hablan ni callan, ni penan ni descansan, ni están<br />

contentos ni se quexan, según la perplexidad de aquella dulce e fiera llaga de sus<br />

coraçones. E si alguna cosa destas la natural necessidad les fuerça a hazer, están en el<br />

acto tan oluidados, que comiendo se oluida la mano de lleuar la vianda a la boca. Pues si<br />

con ellos hablan, jamás conueniente respuesta bueluen. Allí tienen [39] los cuerpos (807) ;<br />

con sus amigas los coraçones e sentidos. Mucha fuerça tiene el amor (808) : no solo la<br />

tierra, más avn las mares traspassa, según su poder. Ygual mando tiene en todo género<br />

de hombres. Todas las dificultades quiebra. Ansiosa cosa es, temerosa e solícita (809) .<br />

Todas las cosas mira en derredor. Assí que, si vosotros buenos enamorados haués sido,<br />

juzgarés yo dezir verdad.<br />

SEMPRONIO.- Señora, en todo concedo con tu razón, que aquí está quien me causó<br />

algún tiempo andar fecho otro Calisto, perdido el sentido, cansado el cuerpo, la cabeça<br />

vana, los días mal dormiendo, las noches todas velando, dando alboradas, haziendo<br />

momos (810) , saltando paredes, poniendo cada día la vida al tablero, esperando toros,<br />

corriendo cauallos, tirando barra, echando [40] lança, cansando amigos, quebrando<br />

espadas, haziendo escalas, vistiendo armas e otros mill actos de enamorado, haziendo<br />

coplas, pintando motes, sacando inuenciones. Pero todo lo doy por bienempleado, pues<br />

tal joya gané.<br />

ELICIA.- ¡Mucho piensas que me tienes ganada! (811) Pues hágote cierto que no has<br />

tu buelto la cabeça, quando está en casa otro que más quiero, más gracioso que tú e avn<br />

que no anda buscando cómo me dar enojo. A cabo de vn año (812) , que me vienes a uer,<br />

tarde e con mal.<br />

CELESTINA.- Hijo, déxala dezir, que deuanea. Mientra más desso la oyeres, más se<br />

confirma en su amor. Todo es porque haués aquí alabado a Melibea. No sabe en otra<br />

cosa, que os lo pagar, sino en dezir esso e creo que no vee la hora de hauer comido para<br />

lo que yo me sé. Pues esotra su prima yo me la conozco. Gozá vuestras frescas<br />

mocedades, que quien tiempo tiene [41] e mejor le espera, tiempo viene, que se<br />

arrepiente (813) . Como yo hago agora por algunas horas, que dexé perder, quando moça,<br />

quando me preciauan, quando me querían. Que ya, ¡mal pecado! (814) , caducado he, nadie<br />

no me quiere. ¡Que sabe Dios mi buen desseo! Besaos e abraçaos, que a mí no me<br />

queda otra cosa sino gozarme de vello. Mientra a la mesa estays, de la cinta arriba todo<br />

se perdona. Quando seays aparte, no quiero poner tassa, pues que el rey no la pone (815) .<br />

Que yo sé por las mochachas, que nunca de importunos os acusen e la vieja Celestina<br />

mascará de dentera con sus botas enzías las migajas de los manteles. Bendígaos Dios,<br />

¡cómo lo reys e holgays, putillos, loquillos, trauiessos! ¡En esto auía de parar el nublado<br />

de las questioncillas, que aués tenido! ¡Mirá no derribés la mesa (816) !<br />

ELICIA.- Madre, a la puerta llaman. ¡El solaz es derramado (817) !<br />

CELESTINA.- Mira, hija, quién es: por ventura será quien lo acreciente e allegue.<br />

[42]<br />

ELICIA.- O la boz me engaña o es mi prima Lucrecia.


103<br />

CELESTINA.- Ábrela e entre ella e buenos años (818) . Que avn a ella algo se le<br />

entiende desto que aquí hablamos; avnque su mucho encerramiento le impide el gozo de<br />

su mocedad.<br />

AREUSA.- Assí goze de mí, que es verdad, que estas, que siruen a señoras, ni gozan<br />

deleyte ni conocen los dulces premios de amor. Nunca tratan con parientes (819) , con<br />

yguales a quien pueden hablar tú por tú, con quien digan: ¿qué cenaste?, ¿estás<br />

preñada?, ¿quántas gallinas crías?, llévame a merendar a tu casa; muéstrame tu<br />

enamorado; ¿quánto ha que no te vido?, ¿cómo te va con él?, ¿quién son tus vezinas?,<br />

e otras cosas de ygualdad semejantes. ¡O tía, y qué duro nombre e qué graue e<br />

soberuio es señora contino en la boca! (820) Por esto me viuo sobre mí, [43] desde que<br />

me sé conocer. Que jamás me precié de llamarme de otrie (821) ; sino mía. Mayormente<br />

destas señoras, que agora se vsan. Gástase con ellas lo mejor del tiempo e con vna saya<br />

rota de las que ellas desechan pagan seruicio de diez años. Denostadas, maltratadas las<br />

traen, contino sojuzgadas, que hablar delante dellas no osan. E quando veen cerca el<br />

tiempo de la obligación de casallas, leuántanles vn caramillo (822) , que se echan con el<br />

moço o con el hijo o pídenles celos del marido o que meten hombres en casa o que<br />

hurtó la taça o perdió el anillo; danles vn ciento de açotes e échanlas la puerta fuera, las<br />

haldas en la cabeça, diziendo: allá yrás, ladrona, puta, no destruyrás mi casa e honrra.<br />

Assí que esperan galardón, sacan baldón; esperan salir casadas, salen amenguadas,<br />

esperan vestidos e joyas de boda, salen desnudas e denostadas. Estos son sus premios,<br />

estos son sus beneficios e pagos. Oblíganseles a dar marido, quítanles el vestido. La<br />

mejor honrra, que en sus casas tienen, es andar hechas callejeras, de dueña en dueña,<br />

con sus mensajes acuestas. Nunca oyen su nombre propio de la boca dellas; sino puta<br />

acá, puta acullá. ¿A dó vas tiñosa? [44] ¿Qué heziste, vellaca? ¿Por qué comiste esto,<br />

golosa? ¿Cómo fregaste la sartén, puerca? ¿Por qué no limpiaste el manto, suzia?<br />

¿Cómo dixiste esto, necia? ¿Quién perdió el plato, desaliñada? ¿Cómo faltó el paño de<br />

manos, ladrona? A tu rufián lo aurás dado. Ven acá, mala muger, la gallina hauada (823)<br />

no paresce: pues búscala presto; si no, en la primera blanca de tu soldada la contaré. E<br />

tras esto mill chapinazos e pellizcos, palos e açotes. No ay quien las sepa contentar, no<br />

quien pueda sofrillas. Su plazer es dar bozes, su gloria es reñir. De lo mejor fecho<br />

menos contentamiento muestran. Por esto, madre, he quesido (824) más viuir en mi<br />

pequeña casa, esenta e señora, que no en sus ricos palacios sojuzgada e catiua.<br />

CELESTINA.- En tu seso has estado, bien sabes lo que hazes. Que los sabios dizen:<br />

que vale más [45] vna migaja de pan con paz, que toda la casa llena de viandas con<br />

renzilla (825) . Mas agora cesse esta razón, que entra Lucrecia.<br />

LUCRECIA.- Buena pro os haga, tía e la compañía (826) . Dios bendiga tanta gente e<br />

tan honrrada.<br />

CELESTINA.- ¿Tanta, hija? ¿Por mucha has esta? Bien parece que no me conosciste<br />

en mi prosperidad, oy ha veynte años. ¡Ay, quien me vido e quien me vee agora (827) , no<br />

sé cómo no quiebra su coraçón de dolor! Yo vi, mi amor a esta mesa, donde agora están<br />

tus primas assentadas, nueue moças de tus días (828) , que la mayor no passaua de<br />

deziocho años e ninguna hauía menor de quatorze. Mundo es, passe, ande su rueda (829) ,<br />

rodee sus alcaduzes, vnos llenos, otros vazíos. La ley es de fortuna que ninguna cosa en<br />

vn ser mucho tiempo permanesce: su orden es mudanças. No puedo dezir sin lágrimas la<br />

mucha honrra, que entonces tenía; avnque por mis pecados e mala dicha poco a poco ha<br />

venido en [46] diminución. Como declinauan mis días, assí se diminuya e menguaua mi


104<br />

prouecho. Prouerbio es antiguo (830) , que quanto al mundo es o crece o descrece. Todo<br />

tiene sus límites, todo tiene sus grados. Mi honrra llegó a la cumbre, según quien yo era:<br />

de necessidad es que desmengüe (831) e abaxe. Cerca ando de mi fin. En esto veo que me<br />

queda poca vida. Pero bien sé que sobí para decender, florescí para secarme, gozé para<br />

entristecerme, nascí para biuir, biuí para crecer, crecí para enuejecer, enuejecí para<br />

morirme. E pues esto antes de agora me consta, sofriré con menos pena mi mal; avnque<br />

del todo no pueda despedir el sentimiento, como sea de carne sentible formada.<br />

LUCRECIA.- Trabajo tenías, madre, con tantas moças, que es ganado muy trabajoso<br />

de guardar.<br />

CELESTINA.- ¿Trabajo, mi amor? Antes descanso e aliuio. Todas me obesdecían,<br />

todas me honrrauan, de todas era acatada, ninguna salía de mi querer, lo que yo dezía<br />

era lo bueno, a cada qual daua su cobro. No escogían más de lo que yo les mandaua:<br />

coxo o tuerto o manco, aquel hauían por sano, que más dinero me daua. Mío era el<br />

prouecho, suyo el afán. Pues seruidores, [47] ¿no tenía por su causa dellas? Caualleros<br />

viejos e moços, abades de todas dignidades, desde obispos hasta sacristanes (832) . En<br />

entrando por la yglesia, vía derrocar bonetes en mi honor, como si yo fuera vna<br />

duquesa. El que menos auía que negociar comigo, por más ruyn se tenía De media legua<br />

que me viessen, dexauan las Horas. Vno a vno, dos a dos, venían a donde yo estaua, a<br />

uer si mandaua algo, a preguntarme cada vno por la suya. Que hombre havía, que<br />

estando diziendo missa, en viéndome entrar, se turbaua, que no fazía ni dezía cosa a<br />

derechas. Vnos me llamauan señora, otros tía, otros enamorada, otros vieja honrrada.<br />

Allí se concertauan sus venidas a mi casa, allí las ydas a la suya, allí se me ofrecían<br />

dineros, allí promesas, allí otras dádiuas, besando el cabo de mi manto e avn algunos en<br />

la cara, por me tener más contenta. Agora hame traydo la fortuna a tal estado, que me<br />

digas: buena pro hagan las çapatas (833) .<br />

SEMPRONIO.- Espantados nos tienes con tales cosas como nos cuentas de essa<br />

religiosa gente e benditas coronas. ¡Sí, que no serían todos! [48]<br />

CELESTINA.- No, hijo, ni Dios lo mande que yo tal cosa leuante. Que muchos<br />

viejos deuotos hauía con quien yo poco medraua e avn que no me podían ver; pero creo<br />

que de embidia de los otros que me hablauan. Como la clerezía era grande, hauía de<br />

todos: vnos muy castos, otros que tenían cargo de mantener a las de mi oficio. E avn<br />

todavía creo que no faltan. E embiauan sus escuderos e moços a que me acompañassen<br />

e, apenas era llegada a mi casa, quando entrauan por mi puerta muchos pollos e gallinas,<br />

ansarones, anadones, perdizes, tórtolas, perniles de tocino, tortas de trigo, lechones.<br />

Cada qual, como lo recebía de aquellos diezmos (834) de Dios, assí lo venían luego a<br />

registrar, para que comiese yo e aquellas sus deuotas. ¿Pues, vino? ¿No me sobraua de<br />

lo mejor que se beuía en la ciudad, venido de diuersas partes, de Monuiedro, de Luque,<br />

de Toro, de Madrigal, de Sant Martín e de otros muchos lugares, e tantos que, avnque<br />

tengo la diferencia de los gustos e sabor en la boca, no tengo la diuersidad de sus tierras<br />

en la memoria. Que harto es que vna vieja, como yo, en oliendo qualquiera vino, diga de<br />

donde es. Pues otros (835) curas sin renta, no era [49] ofrecido el bodigo, quando, en<br />

besando el filigrés la estola, era del primero boleo en mi casa. Espessos, como piedras a<br />

tablado (836) , entrauan mochachos cargados de prouisiones por mi puerta. No sé cómo<br />

puedo viuir, cayendo de tal estado.


105<br />

AREUSA.- Por Dios, pues somos venidas a hauer plazer, no llores, madre, ni te<br />

fatigues: que Dios lo remediará todo. [50]<br />

CELESTINA.- Harto tengo, hija, que llorar, acordándome de tan alegre tiempo e tal<br />

vida como yo tenía, e quan seruida era de todo el mundo. Que jamás houo fruta nueua,<br />

de que yo primero no gozasse, que otros supiessen si era nascida. En mi casa se hauía de<br />

hallar, si para alguna preñada se buscasse.<br />

SEMPRONIO.- Madre, ningund prouecho trae la memoria del buen tiempo (837) , si<br />

cobrar no se puede; antes tristeza. Como a ti agora, que nos has sacado el plazer d'entre<br />

las manos. Álcese la mesa. Yrnos hemos a holgar e tú darás respuesta a essa donzella,<br />

que aquí es venida.<br />

CELESTINA.- Hija Lucrecia, dexadas estas razones, querría que me dixiesses a qué<br />

fue agora tu buena venida.<br />

LUCRECIA.- Por cierto, ya se me hauía oluidado mi principal demanda e mensaje<br />

con la memoria de esse tan alegre tiempo como has contado e assí me estuuiera vn año<br />

sin comer, escuchándote e pensando en aquella vida buena, que aquellas moças<br />

gozarían, que me parece e semeja que estó yo agora en ella. Mi venida, señora, es lo que<br />

tú sabrás: pedirte el ceñidero e, demás desto, te ruega mi señora sea de ti visitada e muy<br />

presto, porque se siente muy fatigada de desmayos e de dolor del coraçón. [51]<br />

CELESTINA.- Hija, destos dolorcillos tales, más es el ruydo que las nuezes (838) .<br />

Marauillada estoy sentirse del coraçón muger tan moça.<br />

LUCRECIA.- ¡Assí te arrastren (839) , traydora! ¿Tú no sabes qué es? Haze la vieja<br />

falsa sus hechizos e vasse; después házese de nueuas.<br />

CELESTINA.- ¿Qué dizes, hija?<br />

LUCRECIA.- Madre, que vamos presto e me des el cordón.<br />

CELESTINA.- Vamos, que yo le lleuo.


106<br />

[53]<br />

El décimo aucto<br />

ARGUMENTO DEL DÉCIMO AUTO<br />

Mientra andan Celestina e Lucrecia por el camino, está hablando Melibea consigo<br />

misma, Llegan a la puerta. Entra Lucrecia primero. Haze entrar a Celestina. Melibea,<br />

después de muchas razones, descubre a Celestina arder en amor de Calisto. Veen venir a<br />

Alisa, madre de Melibea. Despídense d' en vno. Pregunta Alisa a Melibea de los<br />

negocios de Celestina, defendiéndole su mucha conuersación.<br />

MELIBEA, CELESTINA, LUCRECIA, ALISA.<br />

MELIBEA.- ¡O lastimada de mí! ¡O malproueyda donzella! ¿E no me fuera mejor<br />

conceder su petición e demanda ayer a Celestina, quando de parte de aquel señor, cuya<br />

vista me catiuó, me fue rogado, e contentarle a él e sanar a mí, que no venir por fuerça a<br />

descobrir mi llaga, quando no me sea agradecido, quando ya, desconfiando de mi buena<br />

respuesta, aya puesto sus ojos en amor de otra? ¡Quanta más ventaja touiera mi<br />

prometimiento rogado, que mi [54] ofrecimiento forçoso! ¡O mi fiel criada Lucrecia!<br />

¿Qué dirás de mí?, ¿qué pensarás de mi seso, quando me veas publicar lo que a ti jamás<br />

he quesido descobrir? ¡Cómo te espantarás del rompimiento de mi honestidad e<br />

vergüença, que siempre como encerrada donzella acostumbré tener! No sé si aurás<br />

barruntado de dónde proceda mi dolor. ¡O, si ya veniesses con aquella medianera de mi<br />

salud! ¡O soberano Dios! A ti, que todos los atribulados llaman, los apassionados piden<br />

remedio, los llagados medicina; a ti que los cielos, mar e tierra con los infernales<br />

centros obedecen; a ti, el qual todas las cosas a los hombres sojuzgaste, humilmente<br />

suplico des a mi herido coraçón sofrimiento e paciencia, con que mi terrible passión<br />

pueda dissimular. No se desdore aquella hoja de castidad, que tengo assentada sobre<br />

este amoroso desseo, publicando ser otro mi dolor, que no el que me atormenta. Pero,<br />

¿cómo lo podré hazer, lastimándome tan cruelmente el ponçoñoso bocado, que la vista<br />

de su presencia de aquel cauallero me dio? ¡O género femíneo, encogido e frágile! ¿Por<br />

qué no fue también a las hembras concedido poder descobrir su congoxoso e ardiente<br />

amor, como a los varones? Que ni Calisto biuiera quexoso ni yo penada.<br />

LUCRECIA.- Tía, detente vn poquito cabo esta [55] puerta. Entraré a uer con quien<br />

está hablando mi señora. Entra, entra, que consigo lo ha.<br />

MELIBEA.- Lucrecia, echa essa antepuerta (840) . ¡O vieja sabia e honrrada, tú seas<br />

bienvenida! ¿Qué te parece, cómo ha querido mi dicha e la fortuna ha rodeado que yo


107<br />

tuuiesse de tu saber necessidad, para que tan presto me houiesses de pagar en la misma<br />

moneda el beneficio, que por ti me fue demandado para esse gentilhombre, que curauas<br />

con la virtud de mi cordón?<br />

CELESTINA.- ¿Qué es, señora, tu mal, que assí muestra las señas de su tormento en<br />

las coloradas colores de tu gesto?<br />

MELIBEA.- Madre mía, que comen este coraçón serpientes dentro de mi cuerpo.<br />

CELESTINA.- Bien está. Assí lo quería yo. Tú me pagarás, doña loca, la sobra de tu<br />

yra.<br />

MELIBEA.- ¿Qué dizes? ¿Has sentido en verme alguna causa, donde mi mal<br />

proceda?<br />

CELESTINA.- No me as, señora, declarado la calidad del mal. ¿Quieres que adeuine<br />

la causa? [56] Lo que yo digo es que rescibo mucha pena de ver triste tu graciosa<br />

presencia.<br />

MELIBEA.- Vieja honrrada, alégramela tú, que grandes nueuas me han dado de tu<br />

saber.<br />

CELESTINA.- Señora, el sabidor solo es Dios; pero, como para salud e remedio de<br />

las enfermedades fueron repartidas las gracias en las gentes de hallar las melezinas,<br />

dellas por esperiencia, dellas por arte, dellas por natural instinto, alguna partezica<br />

alcançó a esta pobre vieja, de la qual al presente podrás ser seruida.<br />

MELIBEA.- ¡O qué gracioso e agradable me es oyrte! Saludable es al enfermo la<br />

alegre cara del que le visita. Parésceme que veo mi coraçón entre tus manos fecho<br />

pedaços. El qual, si tú quisiesses, con muy poco trabajo juntarías con la virtud de tu<br />

lengua: no de otra manera que, quando vio en sueños aquel grande Alexandre, rey de<br />

Macedonia, en la boca del dragón la saludable rayz con que sanó a su criado Tolomeo<br />

del bocado de la bíuora (841) . Pues, por amor de Dios, te despojes para muy diligente<br />

entender en mi mal e me des algún remedio.<br />

CELESTINA.- Gran parte de la salud es dessearla, por lo qual creo menos peligroso<br />

ser tu dolor. [57] Pero para yo dar, mediante Dios, congrua e saludable melezina, es<br />

necessario saber de ti tres cosas. La primera, a qué parte de tu cuerpo más declina e<br />

aquexa el sentimiento. Otra, si es nueuamente por ti sentido, porque más presto se curan<br />

las tiernas enfermedades en sus principios, que quando han hecho curso en la<br />

perseueración de su oficio; mejor se doman los animales en su primera edad, que<br />

quando ya es su cuero endurecido, para venir mansos a la melena (842) ; mejor crescen las<br />

plantas, que tiernas e nueuas se trasponen, que las que frutificando ya se mudan; muy<br />

mejor se despide el nueuo pecado, que aquel que por costumbre antigua cometemos<br />

cada día. La tercera, si procede de algún cruel pensamiento, que asentó en aquel lugar. E<br />

esto sabido, verás obrar mi cura. Por ende cumple que al médico como al confessor se<br />

hable toda verdad abiertamente.<br />

MELIBEA.- Amiga Celestina, muger bien sabia e maestra grande, mucho has abierto<br />

el camino, por donde mi mal te pueda especificar. Por cierto, tú lo pides como muger


108<br />

bien esperta en curar tales enfermedades. Mi mal es de coraçón, la ysquierda teta es su<br />

aposentamiento, tiende sus rayos a todas partes. Lo segundo, es nueuamente nacido en<br />

mi cuerpo. Que no pensé [58] jamás que podía dolor priuar el seso, como este haze.<br />

Túrbame la cara, quítame el comer, no puedo dormir, ningún género de risa querría ver.<br />

La causa o pensamiento, que es la final cosa por ti preguntada de mi mal, ésta no sabré<br />

dezir. Porque ni muerte de debdo ni pérdida de temporales bienes ni sobresalto de visión<br />

ni sueño desuariado ni otra cosa puedo sentir, que fuesse, saluo la alteración, que tú me<br />

causaste con la demanda, que sospeché de parte de aquel cauallero Calisto, quando me<br />

pediste la oración.<br />

CELESTINA.- ¿Cómo, señora, tan mal hombre es aquel? ¿Tan mal nombre es el<br />

suyo, que en solo ser nombrado trae consigo ponçoña su sonido? No creas que sea essa<br />

la causa de tu sentimiento, antes otra que yo barrunto. E pues que assí es, si tú licencia<br />

me das, yo, señora, te la diré.<br />

MELIBEA.- ¿Cómo Celestina? ¿Qué es esse nueuo salario, que pides? ¿De licencia<br />

tienes tú necessidad para me dar la salud? ¿Quál físico jamás pidió tal seguro para curar<br />

al paciente? Di, di, que siempre la tienes de mí, tal que mi honrra no dañes con tus<br />

palabras.<br />

CELESTINA.- Véote, señora, por vna parte quexar el dolor, por otra temer la<br />

melezina. Tu temor me pone miedo, el miedo silencio, el silencio tregua entre tu llaga e<br />

mi melezina. Assí que será causa, que ni tu dolor cesse ni mi venida aproueche. [59]<br />

MELIBEA.- Quanto más dilatas la cura, tanto más me acrecientas e multiplicas la<br />

pena e passión. O tus melezinas son de poluos de infamia e licor de corrupción,<br />

conficionados con otro más crudo dolor, que el que de parte del paciente se siente, o no<br />

es ninguno tu saber. Porque si lo vno o lo otro no abastasse (843) , qualquiera remedio otro<br />

darías sin temor, pues te pido le muestres, quedando libre mi honrra.<br />

CELESTINA.- Señora, no tengas por nueuo ser más fuerte de sofrir al herido la<br />

ardiente trementina e los ásperos puntos, que lastiman lo llagado e doblan la passión,<br />

que no la primera lisión, que dio sobre sano. Pues si tú quieres ser sana e que te<br />

descubra la punta de mi sotil aguja sin temor, haz para tus manos e pies vna ligadura de<br />

sosiego, para tus ojos vna cobertura de piedad, para tu lengua vn freno de silencio, para<br />

tus oydos vnos algodones de sofrimiento e paciencia, e verás obrar a la antigua maestra<br />

destas llagas.<br />

MELIBEA.- ¡O como me muero con tu dilatar! Di, por Dios, lo que quisieres, haz lo<br />

que supieres, que no podrá ser tu remedio tan áspero, que yguale con mi pena e<br />

tormento. Agora toque en mi honrra, agora dañe mi fama, agora lastime mi cuerpo,<br />

avnque sea romper mis carnes [60] para sacar mi dolorido coraçón, te doy mi fe ser<br />

segura e, si siento afluio, bien galardonada.<br />

LUCRECIA.- El seso tiene perdido mi señora. Gran mal es este. Catiuádola ha esta<br />

hechizera.<br />

CELESTINA.- Nunca me ha de faltar vn diablo acá e acullá: escapóme Dios de<br />

Pármeno, tópome con Lucrecia.


109<br />

MELIBEA.- ¿Qué dizes, amada maestra? ¿Que te fablaua essa moça?<br />

CELESTINA.- No le oy nada. Pero diga lo que dixere, sabe que no ay cosa más<br />

contraria en las grandes curas delante los animosos çurujanos, que los flacos<br />

coraçones, los quales con su gran lástima, con sus doloriosas hablas, con sus sentibles<br />

meneos, ponen temor al enfermo, fazen que desconfíe de la salud e al médico enojan e<br />

turban e la turbación altera la mano, rige sin orden la aguja. Por donde se puede<br />

conocer claro, que es muy necessario (844) para tu salud que no esté persona delante e<br />

assí que la deues mandar salir. E tú, hija Lucrecia, perdona.<br />

MELIBEA.- Salte fuera presto.<br />

LUCRECIA.- ¡Ya!, ¡ya! ¡Todo es perdido! Ya me salgo señora. [61]<br />

CELESTINA.- También me da osadía tu gran pena, como ver que con tu sospecha<br />

has ya tragado alguna parte de mi cura; pero todavía es necessario traer más clara<br />

melezina e más saludable descanso de casa de aquel cauallero Calisto.<br />

MELIBEA.- Calla, por Dios, madre. No traygan de su casa cosa para mi prouecho ni<br />

le nombres aquí.<br />

CELESTINA.- Sufre, señora, con paciencia, que es el primer punto e principal. No<br />

se quiebre; si no, todo nuestro trabajo es perdido. Tu llaga es grande, tiene necessidad<br />

de áspera cura. E lo duro con duro se ablanda más eficacemente. E dizen los sabios que<br />

la cura del lastimero médico, dexa mayor señal e que nunca peligro sin peligro se vence.<br />

Ten paciencia, que pocas vezes lo molesto sin molestia se cura. E vn clavo con otro se<br />

espele (845) e vn dolor con otro. No concibas odio ni desamor ni consientas a tu lengua<br />

dezir mal de persona tan virtuosa como Calisto, que si conocido fuesse...<br />

MELIBEA.- ¡O por Dios, que me matas! ¿E no te tengo dicho que no me alabes esse<br />

hombre ni me le nombres en bueno ni en malo?<br />

CELESTINA.- Señora, este es otro e segundo punto, [62] el qual si tú con tu mal<br />

sofrimiento no consientes, poco aprouechará mi venida e, si, como prometiste, lo sufres,<br />

tú quedarás sana e sin debda e Calisto sin quexa e pagado. Primero te auisé de mi cura e<br />

desta inuisible aguja, que sin llegar a ti, sientes en solo mentarla en mi boca.<br />

MELIBEA.- Tantas vezes me nombrarás esse tu cauallero, que ni mi promessa baste<br />

ni la fe, que te di, a sofrir tus dichos. ¿De qué ha de quedar pagado? ¿Qué le deuo yo a<br />

él? ¿Qué le soy a cargo? ¿Qué ha hecho por mí? ¿Qué necessario es él aquí para el<br />

propósito de mi mal? Más agradable me sería que rasgases mis carnes e sacasses mi<br />

coraçón, que no traer essas palabras aquí.<br />

CELESTINA.- Sin te romper las vestiduras se lançó en tu pecho el amor: no rasgare<br />

yo tus carnes para le curar.<br />

MELIBEA.- ¿Cómo dizes que llaman a este mi dolor, que assí se ha enseñoreado en<br />

lo mejor de mi cuerpo?<br />

CELESTINA.- Amor dulce.


110<br />

MELIBEA.- Esso me declara qué es, que en solo oyrlo me alegro.<br />

CELESTINA.- Es vn fuego escondido (846) , vna agradable [63] llaga, vn sabroso<br />

veneno, vna dulce amargura, vna delectable dolencia, vn alegre tormento, vna dulce e<br />

fiera herida, vna blanda muerte.<br />

MELIBEA.- ¡Ay mezquina de mí! Que si verdad es tu relación, dubdosa será mi<br />

salud. Porque, según la contrariedad que essos nombres entre sí muestran, lo que al vno<br />

fuere prouechoso acarreará al otro más passión.<br />

CELESTINA.- No desconfíe, señora, tu noble juuentud de salud. Que, quando el alto<br />

Dios da la llaga, tras ella embía el remedio (847) . Mayormente que sé yo al mundo nascida<br />

vna flor, que de todo esto te dé libre.<br />

MELIBEA.- ¿Cómo se llama?<br />

CELESTINA.- No te lo oso dezir.<br />

MELIBEA.- Di, no temas.<br />

CELESTINA.- ¡Calisto! ¡O por Dios, señora Melibea!, ¿qué poco esfuerço es este?<br />

¿Qué descaescimiento? ¡O mezquina yo! ¡Alça la cabeça! ¡O malauenturada vieja! ¡En<br />

esto han de parar mis passos! Si muere, matarme han; avnque biua, seré sentida, que ya<br />

no podrá sofrirse de no publicar su mal e mi cura. Señora mía Melibea, ángel mío, ¿qué<br />

has sentido? ¿Qué es de tu habla graciosa? ¿Qué es de tu color alegre? Abre tus claros<br />

ojos. ¡Lucrecia! ¡Lucrecia!, ¡entra presto acá!, verás amortescida a tu señora [64] entre<br />

mis manos. Baxa presto por vn jarro de agua.<br />

MELIBEA.- Passo, passo, que yo me esforçaré. No escandalizes la casa.<br />

CELESTINA.- ¡O cuytada de mí! No te descaezcas, señora, háblame como sueles.<br />

MELIBEA.- E muy mejor. Calla, no me fatigues.<br />

CELESTINA.- ¿Pues qué me mandas que faga, perla graciosa? ¿Qué ha sido este tu<br />

sentimiento? Creo que se van quebrando mis puntos.<br />

MELIBEA.- Quebróse mi honestidad, quebróse mi empacho, afloxó mi mucha<br />

vergüença, e como muy naturales, como muy domésticos, no pudieron tan liuianamente<br />

despedirse de mi cara, que no lleuassen consigo su color por algún poco de espacio, mi<br />

fuerça, mi lengua e gran parte de mi sentido. ¡O!, pues ya, mi buena maestra, mi fiel<br />

secretaria, lo que tú tan abiertamente conoces, en vano trabajo por te lo encubrir.<br />

Muchos e muchos días son passados que esse noble cauallero me habló en amor. Tanto<br />

me fue entonces su habla enojosa, quanto, después que tú me le tornaste a nombrar,<br />

alegre. Cerrado han tus puntos mi llaga, venida soy en tu querer. En mi cordón le<br />

lleuaste embuelta la posesión de mi libertad. Su dolor de muelas era mi mayor tormento,<br />

su pena era la mayor mía. Alabo e loo tu buen sofrimiento, tu [65] cuerda osadía, tu<br />

liberal trabajo, tus solícitos e fieles passos, tu agradable habla, tu buen saber, tu<br />

demasiada solicitud, tu prouechosa importunidad. Mucho te deue esse señor e más yo,<br />

que jamás pudieron mis reproches aflacar (848) tu esfuerço e perseverar, confiando en tu


111<br />

mucha astucia. Antes, como fiel seruidora, quando más denostada, más diligente;<br />

quando más disfauor, más esfuerço; quando peor respuesta, mejor cara; quando yo más<br />

ayrada, tú más humilde. Pospuesto todo temor, has sacado de mi pecho lo que jamás a ti<br />

ni a otro pensé descobrir.<br />

CELESTINA.- Amiga e señora mía, no te marauilles, porque estos fines con efecto<br />

me dan osadía a sofrir los ásperos e escrupulosos desuíos de las encerradas donzellas<br />

como tú. Verdad es que ante que me determinasse, assí por el camino, como en tu casa,<br />

estuue en grandes dubdas, si te descobriría mi petición. Visto el gran poder de tu padre,<br />

temía; mirando la gentileza de Calisto, osaua; vista tu discreción, me recelaua; mirando<br />

tu virtud e humanidad, me esforçaua. En lo vno fablaua el miedo e en lo otro la<br />

seguridad. E pues assí, señora, has quesido descubrir la gran merced, que nos has hecho,<br />

declara tu voluntad, echa tus secretos en [66] mi regaço, pon en mis manos el concierto<br />

deste concierto. Yo daré forma cómo tu desseo e el de Calisto sean en breue complidos.<br />

MELIBEA.- ¡O mi Calisto e mi señor! ¡Mi dulce e suaue alegría! Si tu coraçón<br />

siente lo que agora el mío, marauillada estoy cómo la absencia te consiente viuir. ¡O mi<br />

madre e mi señora!, haz de manera cómo luego le pueda ver, si mi vida quieres.<br />

CELESTINA.- Ver e hablar (849) .<br />

MELIBEA.- ¿Hablar? Es impossible.<br />

CELESTINA.- Ninguna cosa a los hombres, que quieren hazerla, es impossible.<br />

MELIBEA.- Dime cómo.<br />

CELESTINA.- Yo lo tengo pensado, yo te lo diré: por entre las puertas de tu casa.<br />

MELIBEA.- ¿Quándo?<br />

CELESTINA.- Esta noche.<br />

MELIBEA.- Gloriosa me serás, si lo ordenas. Di a qué hora.<br />

CELESTINA.- A las doze.<br />

MELIBEA.- Pues ve, mi señora, mi leal amiga, e fabla con aquel señor e que venga<br />

muy paso e d'allí se dará concierto, según su voluntad, a la hora que has ordenado.<br />

CELESTINA.- Adiós, que viene hazia acá tu madre.<br />

MELIBEA.- Amiga Lucrecia e mi leal criada e [67] fiel secretaria, ya has visto<br />

cómo no ha sido más en mi mano. Catiuóme el amor de aquel cauallero. Ruégote, por<br />

Dios, se cubra con secreto sello, porque yo goze de tan suaue amor. Tú serás de mi<br />

tenida en aquel lugar, que merece tu fiel seruicio.<br />

LUCRECIA.- Señora, mucho antes de agora tengo sentida tu llaga e calado tu<br />

desseo. Hame fuertemente dolido tu perdición. Quanto más tú me querías encobrir y<br />

celar el fuego, que te quemaua, tanto más sus llamas se manifestauan en la color de tu


112<br />

cara, en el poco sossiego del coraçón, en el meneo de tus miembros, en comer sin gana,<br />

en el no dormir. Assí que contino te se cayan, como de entre las manos, señales muy<br />

claras de pena. Pero como en los tiempos que la voluntad reyna en los señores o<br />

desmedido apetito, cumple a los seruidores obedecer con diligencia corporal e no con<br />

artificiales consejos de lengua, sufría con pena, callaua con temor, encobría con<br />

fieldad; de manera que fuera mejor el áspero consejo, que la blanda lisonja (850) . Pero,<br />

pues ya no tiene tu merced otro medio, sino morir o amar, mucha razón es que se escoja<br />

por mejor aquello que en sí lo es. [68]<br />

ALISA.- ¿En qué andas acá, vezina, cada día?<br />

CELESTINA.- Señora, faltó ayer vn poco de hilado al peso e vínelo a cumplir,<br />

porque di mi palabra e, traydo, voyme. Quede Dios contigo.<br />

ALISA.- E contigo vaya.<br />

ALISA.- Hija Melibea, ¿qué quería la vieja?<br />

MELIBEA.- Venderme vn poquito de solimán.<br />

ALISA.- Esso creo yo más, que lo que la vieja ruyn dixo. Pensó que recibiría yo<br />

pena dello e mintiome. Guarte, hija, della, que es gran traydora. Que el sotil ladrón<br />

siempre rodea las ricas moradas. Sabe esta con sus trayciones, con sus falsas<br />

mercadurías, mudar los propósitos castos. Daña la fama. A tres vezes, que entra en vna<br />

casa, engendra sospecha.<br />

LUCRECIA. (Aparte).- Tarde acuerda nuestra ama.<br />

ALISA.- Por amor mío, hija, que si acá tornare sin verla yo, que no ayas por bien su<br />

venida ni la recibas con plazer. Halle en ti onestidad en tu respuesta e jamás boluerá.<br />

Que la verdadera virtud más se teme, que espada.<br />

MELIBEA.- ¿Dessas es? ¡Nunca más! Bien huelgo, señora, de ser auisada, por saber<br />

de quien me tengo de guardar.


113<br />

[69]<br />

El aucto onzeno<br />

ARGUMENTO DEL ONZENO AUTO<br />

Despedida Celestina de Melibea, va por la calle sola hablando. Vee a Sempronio e a<br />

Pármeno que van a la Magdalena por su señor. Sempronio habla con Calisto,<br />

Sobreuiene Celestina. Van a casa de Calisto. Declárale Celestina su mensaje e negocio<br />

recaudado con Melibea. Mientra ellos en estas razones están, Pármeno e Sempronio<br />

entre sí hablan. Despídese Celestina de Calisto, va para su casa, llama a la puerta. Elicia<br />

le viene a abrir. Cenan e vanse a dormir.<br />

CALISTO, CELESTINA, PÁRMENO, SEMPRONIO, ELICIA.<br />

CELESTINA.- ¡Ay Dios, si llegasse a mi casa con mi mucha alegría acuestas! A<br />

Pármeno e a Sempronio veo yr a la Magdalena. Tras ellos me voy e, si ay no estouiere<br />

Calisto, passaremos a su casa a pedirle las albricias de su gran gozo.<br />

SEMPRONIO.- Señor, mira que tu estada es dar a todo el mundo que dezir. Por<br />

Dios, que huygas de ser traydo en lenguas, que al muy deuoto llaman ypócrita. ¿Qué<br />

dirán sino que andas royendo [70] los sanctos? Si passión tienes, súfrela en tu casa; no<br />

te sienta la tierra. No descubras tu pena a los estraños, pues está en manos el pandero<br />

que lo sabrá bien tañer (851) .<br />

CALISTO.- ¿En qué manos?<br />

SEMPRONIO.- De Celestina.<br />

CELESTINA.- ¿Qué nombrays a Celestina? ¿Qué dezís desta esclaua de Calisto?<br />

Toda la calle del Arcidiano vengo a más andar tras vosotros por alcançaros e jamás he<br />

podido con mis luengas haldas.<br />

CALISTO.- ¡O joya del mundo, acorro de mis passiones, espejo de mi vista! El<br />

coraçón se me alegra en ver essa honrrada presencia, essa noble senetud. Dime, ¿con<br />

qué vienes? ¿Qué nueuas traes, que te veo alegre e no sé en qué está mi vida?<br />

CELESTINA.- En mi lengua.<br />

CALISTO.- ¿Qué dizes, gloria e descanso mío? Declárame más lo dicho.


114<br />

CELESTINA.- Salgamos, señor, de la yglesia e de aquí a casa te contaré algo con<br />

que te alegres de verdad.<br />

PÁRMENO.- Buena viene la vieja, hermano: recabdado deue hauer.<br />

SEMPRONIO.- Escúchala. [71]<br />

CELESTINA.- Todo este día, señor, he trabajado en tu negocio e he dexado perder<br />

otros en que harto me yua. Muchos tengo quexosos por tenerte a ti contento. Más he<br />

dexado de ganar que piensas. Pero todo vaya en buena hora, pues tan buen recabdo<br />

traygo, que te traygo (852) muchas buenas palabras de Melibea e la dexo a tu servicio.<br />

CALISTO.- ¿Qué es esto que oygo?<br />

CELESTINA.- Que es más tuya, que de sí misma; más está a tu mandato e querer,<br />

que de su padre Pleberio.<br />

CALISTO.- Habla cortés, madre, no digas tal cosa, que dirán estos moços que estás<br />

loca. Melibea es mi señora, Melibea es mi Dios, Melibea es mi vida; yo su catiuo, yo su<br />

sieruo.<br />

SEMPRONIO.- Con tu desconfiança, señor, con tu poco preciarte, con tenerte en<br />

poco, hablas essas cosas con que atajas su razón. A todo el mundo turbas diziendo<br />

desconciertos. ¿De qué te santiguas? Dale algo por su trabajo: harás mejor, que esso<br />

esperan essas palabras.<br />

CALISTO.- Bien has dicho. Madre mía, yo sé cierto que jamás ygualará tu trabajo e<br />

mi liuiano gualardón. En lugar de manto e saya, porque [72] no se dé parte a oficiales,<br />

toma esta cadenilla, ponla al cuello e procede en tu razón e mi alegría.<br />

PÁRMENO.- ¿Cadenilla la llama? ¿No lo oyes, Sempronio? No estima el gasto.<br />

Pues yo te certifico no diesse mi parte por medio marco (853) de oro, por mal que la vieja<br />

lo reparta.<br />

SEMPRONIO.- Oyrte ha nuestro amo, ternemos en él que amansar y en ti que sanar,<br />

según está inchado (854) de tu mucho murmurar. Por mi amor, hermano, que oygas e<br />

calles, que por esso te dio Dios dos oydos e vna lengua sola.<br />

PÁRMENO.- ¡Oyrá el diablo (855) ! Está colgado de la boca de la vieja, sordo e mudo<br />

e ciego, hecho personaje sin son, que, avnque le diésemos higas (856) , diría que<br />

alçauamos las manos a Dios, rogando por buen fin de sus amores. [73]<br />

SEMPRONIO.- Calla, oye, escucha bien a Celestina. En mi alma, todo lo merece e<br />

más que le diese. Mucho dize.<br />

CELESTINA.- Señor Calisto, para tan flaca vieja como yo, de mucha franqueza<br />

vsaste. Pero, como todo don o dádiua se juzgue grande o chica respecto del que lo da,<br />

no quiero traer a consequencia mi poca merecer; ante quien sobra en qualidad e en<br />

quantidad. Mas medirse ha con tu magnificencia, ante quien no es nada. En pago de la<br />

qual te restituyo tu salud, que yua perdida; tu coraçón, que te faltaua; tu seso, que se


115<br />

alteraua. Melibea pena por ti más que tú por ella, Melibea te ama e dessea ver, Melibea<br />

piensa más horas en tu persona que en la suya, Melibea se llama tuya e esto tiene por<br />

título de libertad e con esto amansa el fuego, que más que a ti la quema.<br />

CALISTO.- ¿Moços, estó yo aquí? ¿Moços, oygo yo esto? Moços, mirá si estoy<br />

despierto. ¿Es de día o de noche? ¡O señor Dios, padre celestial! ¡Ruégote que esto no<br />

sea sueño! ¡Despierto, pues, estoy! Si burlas, señora, de mí por me pagar (857) en<br />

palabras, no temas, di verdad, que para lo que tú de mí has recebido, más merecen tus<br />

passos. [74]<br />

CELESTINA.- Nunca el coraçón lastimado de deseo toma la buena nueua por cierta<br />

ni la mala por dudosa; pero, si burlo o si no, verlo has yendo esta noche, según el<br />

concierto dexo con ella, a su casa, en dando el relox doze, a la hablar por entre las<br />

puertas. De cuya boca sabrás más por entero mi solicitud e su desseo e el amor que te<br />

tiene e quién lo ha causado.<br />

CALISTO.- Ya, ya, ¿tal cosa espero? ¿Tal cosa es possible hauer de passar por mí?<br />

Muerto soy de aquí allá, no soy capaz de tanta gloria, no merecedor de tan gran merced,<br />

no digno de fablar con tal señora de su voluntad e grado.<br />

CELESTINA.- Siempre lo oy dezir, que es más difícile de sofrir la próspera fortuna,<br />

que la aduersa (858) : que la vna no tiene sosiego e la otra tiene consuelo. ¿Cómo, señor<br />

Calisto, e no mirarías quién tú eres? ¿No mirarías el tiempo, que has gastado en su<br />

seruicio? ¿No mirarías a quien [75] has puesto entremedias (859) ? ¿E asimismo que hasta<br />

agora siempre as estado dudoso de la alcançar e tenías sofrimiento (860) ? Agora que te<br />

certifico el fin de tu penar ¿quieres poner fin a tu vida? Mira, mira que está Celestina de<br />

tu parte e que, avnque todo te faltasse lo que en vn enamorado se requiere, te vendería<br />

por el más acabado galán del mundo, que te haría llanas las peñas para andar, que te<br />

faría las más crescidas aguas corrientes pasar sin mojarte. Mal conoces a quien das tu<br />

dinero.<br />

CALISTO.- ¡Cata, señora! ¿Qué me dizes? ¿Que verná de su grado?<br />

CELESTINA.- E avn de rodillas.<br />

SEMPRONIO.- No sea ruydo hechizo (861) , que nos quieran tomar a manos a todos.<br />

Cata, madre, que assí se suelen dar las çaraças en pan embueltas, porque no las sienta el<br />

gusto.<br />

PÁRMENO.- Nunca te oy dezir mejor cosa. Mucha sospecha me pone el presto<br />

conceder de aquella señora e venir tan ayna en todo su querer de Celestina, engañando<br />

nuestra voluntad [76] con sus palabras dulces e prestas por hurtar por otra parte, como<br />

hazen los de Egypto (862) , quando el signo nos catan en la mano. Pues alahé, madre, con<br />

dulces palabras están muchas injurias vengadas. El manso boyzuelo con su blando<br />

cencerrar trae las perdizes a la red; el canto de la serena engaña los simples marineros<br />

con su dulçor. Assí esta con su mansedumbre e concessión presta querrá tomar vna<br />

manada de nosotros a su saluo; purgará su innocencia con la honrra de Calisto e con<br />

nuestra muerte. Assí como corderica mansa que mama su madre la ajena (863) , ella con<br />

su segurar tomará la vengança de Calisto en todos nosotros, de manera, que, con la


116<br />

mucha gente que tiene, podrá caçar a padres e hijos en vna nidada e tú estarte has<br />

rascando a tu fuego, diziendo: a saluo (864) está el que repica.<br />

CALISTO.- ¡Callad, locos, vellacos, sospechosos! Parece que days a entender que<br />

los ángeles sepan hazer mal. Sí, que Melibea ángel dissimulado es, que viue entre<br />

nosotros. [77]<br />

SEMPRONIO.- ¿Todauía te buelues a tus eregías? Escúchale, Pármeno. No te pene<br />

nada, que, si fuere trato doble, él lo pagará, que nosotros buenos pies tenemos.<br />

CELESTINA.- Señor, tú estás en lo cierto; vosotros cargados de sospechas vanas.<br />

Yo he hecho todo lo que a mí era a cargo. Alegre te dexo. Dios te libre e aderece.<br />

Pártome muy contenta. Si fuere menester para esto o para más, allí estoy muy aparejada<br />

a tu seruicio.<br />

PÁRMENO.- ¡Hi!, ¡hi!, ¡hi!<br />

SEMPRONIO.- ¿De qué te ríes, por tu vida, Pármeno (865) ?<br />

PÁRMENO.- De la priessa, que la vieja tiene por yrse. No vee la hora que hauer<br />

despegado (866) la cadena de casa. No puede creer que la tenga en su poder ni que se la<br />

han dado de verdad. No se halla digna de tal don, tan poco como Calisto de Melibea.<br />

SEMPRONIO.- ¿Qué quieres que haga vna puta alcahueta, que sabe e entiende lo<br />

que nosotros nos callamos e suele hazer siete virgos por dos monedas, después de verse<br />

cargada de oro, sino ponerse en saluo con la possessión, con temor no se la tornen a<br />

tomar, después que ha complido [78] de su parte aquello para que era menester? ¡Pues<br />

guárdese del diablo, que sobre el partir no le saquemos el alma!<br />

CALISTO.- Dios vaya contigo, madre. Yo quiero dormir e reposar vn rato para<br />

satisfazer a las passadas noches e complir con la por venir.<br />

CELESTINA.- Tha, tha.<br />

ELICIA.- ¿Quién llama?<br />

CELESTINA.- Abre, hija Elicia.<br />

ELICIA.- ¿Cómo vienes tan tarde? No lo deues hazer, que eres vieja: tropeçaras<br />

donde caygas e mueras.<br />

CELESTINA.- No temo esso, que de día me auiso (867) por donde venga de noche.<br />

Que jamás me subo por poyo ni calçada; sino por medio de la calle. Porque como<br />

dizen: no da passo seguro quien corre por el muro (868) e que aquel va más sano que<br />

anda por llano. Más quiero ensuziar mis zapatos con el lodo, que ensangrentar las<br />

tocas e los cantos. Pero no te duele a ti en esse lugar.<br />

ELICIA.- ¿Pues qué me ha de doler? [79]<br />

CELESTINA.- Que se fue la compañía, que te dexé, e quedaste sola.


117<br />

ELICIA.- Son passadas quatro horas después ¿e hauíaseme de acordar desso?<br />

CELESTINA.- Quanto más presto te dexaron, más con razón lo sentiste. Pero<br />

dexemos, su yda e mi tardança. Entendamos en cenar e dormir.


118<br />

[81]<br />

El aucto dozeno<br />

ARGUMENTO DEL DOZENO AUTO<br />

Llegando la media noche, Calisto, Sempronio e Pármeno armados van para casa de<br />

Melibea. Lucrecia e Melibea están cabe la puerta, aguardando a Calisto. Viene Calisto.<br />

Háblale primero Lucrecia. Llama a Melibea. Apártase Lucrecia. Háblanse por entre las<br />

puertas Melibea e Calisto. Pármeno e Sempronio de su cabo departen. Oyen gentes por<br />

la calle. Apercíbense para huyr. Despídese Calisto de Melibea, dexando concertada la<br />

tornada para la noche siguiente. Pleberio, al son del ruydo, que hauía en la calle,<br />

despierta, llama a su muger Alisa. Preguntan a Melibea quién da patadas en su cámara.<br />

Responde Melibea a su padre Pleberio fingendo que tenía sed. Calisto con sus criados<br />

va para su casa hablando. Echase a dormir. Pármeno e Sempronio van a casa de<br />

Celestina. Demandan su parte de la ganancia. Dissimula Celestina. Vienen a reñir.<br />

Echanle mano a Celestina, mátanla. Da vozes Elicia. Viene la justicia e prendelos amos.<br />

CALISTO, LUCRECIA, MELIBEA, SEMPRONIO, PÁRMENO, PLEBERIO, ALISA,<br />

CELESTINA, ELICIA.<br />

CALISTO.- ¿Moços, qué hora da el relox?<br />

SEMPRONIO.- Las diez. [82]<br />

CALISTO.- ¡O cómo me descontenta el oluido en los moços! De mi mucho<br />

acuerdo (869) en esta noche e tu descuydar e oluido se haría vna razonable memoria e<br />

cuydado. ¿Cómo, desatinado, sabiendo quánto me va, Sempronio, en ser diez o onze,<br />

me respondías a tiento lo que más ayna se te vino a la boca? ¡O cuytado de mí! Si por<br />

caso me houiera dormido e colgara mi pregunta de la respuesta de Sempronio para<br />

hazerme de onze diez e assí de doze onze, saliera Melibea, yo no fuera ydo, tornárase:<br />

¡de manera, que ni mi mal ouiera fin ni mi desseo execución! No se dize em balde que<br />

mal ageno de pelo cuelga (870) .<br />

SEMPRONIO.- Tanto yerro, señor, me parece, sabiendo preguntar, como ignorando<br />

responder. Mas este mi amo tiene gana de reñir e no sabe cómo (871) .<br />

PÁRMENO.- Mejor sería, señor, que se gastasse esta hora, que queda, en adereçar<br />

armas, que en buscar questiones.


119<br />

CALISTO.- Bien me dize este necio. No quiero en tal tiempo recebir enojo. No<br />

quiero pensar en lo que pudiera venir, sino en lo que fue; no en [83] el daño, que<br />

resultara de su negligencia, sino en el prouecho que verná de mi solicitud. Quiero dar<br />

espacio a la yra, que o se me quitará o se me ablandará. Descuelga, Pármeno, mis<br />

coraças e armaos vosotros e assí yremos a buen recaudo, porque como dizen: el hombre<br />

apercebido, medio combatido (872) .<br />

PÁRMENO.- Hélas aquí, señor.<br />

CALISTO.- Ayúdame aquí a vestirlas. Mira tú, Sempronio, si parece alguno por la<br />

calle.<br />

SEMPRONIO.- Señor, ninguna gente parece e, avnque la houiesse, la mucha<br />

escuridad priuaría el viso (873) e conoscimiento a los que nos encontrasen.<br />

CALISTO.- Pues andemos por esta calle, avnque se rodee alguna cosa, porque más<br />

encubiertos vamos. Las doze da ya: buena hora es.<br />

PÁRMENO.- Cerca estamos.<br />

CALISTO.- A buen tiempo llegamos. Párate tú, Pármeno, a uer si es venida aquella<br />

señora por entre las puertas.<br />

PÁRMENO.- ¿Yo, señor? Nunca Dios mande que sea en dañar lo que no concerté;<br />

mejor será que tu presencia sea su primer encuentro, porque viéndome a mí no se turbe<br />

de ver que de [84] tantos es sabido lo que tan ocultamente quería hazer e con tanto<br />

temor faze o porque quiçá pensará que la burlaste.<br />

CALISTO.- ¡O qué bien has dicho! La vida me has dado con tu sotil auiso, pues no<br />

era más menester para me lleuar muerto a casa, que boluerse ella por mi mala<br />

prouidencia. Yo me llego allá; quedaos vosotros en esse lugar.<br />

PÁRMENO.- ¿Qué te paresce, Sempronio, cómo el necio de nuestro amo pensaua<br />

tomarme por broquel, para el encuentro del primer peligro? ¿Qué sé yo quién está tras<br />

las puertas cerradas? ¿Qué sé yo si ay alguna trayción? ¿Qué sé yo si Melibea anda<br />

porque le pague nuestro amo su mucho atreuimiento desta manera? E más, avn no<br />

somos muy ciertos dezir verdad la vieja. No sepas fablar, Pármeno: ¡sacarte han el alma,<br />

sin saber quién! No seas lisonjero, como tu amo quiere e jamás llorarás duelos agenos.<br />

No tomes en lo que te cumple el consejo de Celestina e hallarte as ascuras (874) . Andate<br />

ay con tus consejos e amonestaciones fieles: ¡darte han de palos! No bueluas la hoja e<br />

quedarte has a [85] buenas noches (875) . Quiero hazer cuenta que hoy me nascí, pues de<br />

tal peligro me escapé.<br />

SEMPRONIO.- Passo, passo, Pármeno. No saltes ni hagas esse bollicio de plazer,<br />

que darás causa que seas sentido.<br />

PÁRMENO.- Calla, hermano, que no me hallo de alegría (876) . ¡Cómo le hize creer<br />

que por lo que a él cumplía dexaua de yr e era por mi seguridad! ¿Quién supiera assí<br />

rodear su prouecho, como yo? Muchas cosas me verás hazer, si estás d' aquí adelante<br />

atento, que no las sientan todas personas, assí con Calisto como con quantos en este


120<br />

negocio suyo se entremetieren. Porque soy cierto que esta donzella ha de ser para él<br />

ceuo de anzuelo o carne de buytrera (877) , que suelen pagar bien el escote los que a<br />

comerla vienen.<br />

SEMPRONIO.- Anda, no te penen a ti essas sospechas, avnque salgan verdaderas.<br />

Apercíbete: a la primera boz que oyeres, tomar calças de Villadiego (878) . [86]<br />

PÁRMENO.- Leydo has donde yo: en vn coraçón estamos. Calças traygo e avn<br />

borzeguíes de essos ligeros que tú dizes, para mejor huyr que otro. Plázeme que me has,<br />

hermano, auisado de lo que yo no hiziera de vergüença de ti. Que nuestro amo, si es<br />

sentido, no temo que se escapará de manos desta gente de Pleberio, para podernos<br />

después demandar cómo lo hezimos e incusarnos (879) el huyr. [87]<br />

SEMPRONIO.- ¡O Pármeno amigo! ¡Quán alegre e prouechosa es la conformidad en<br />

los compañeros (880) ! Avnque por otra cosa no nos fuera buena Celestina, era harta la<br />

vtilidad, que por su causa nos ha venido.<br />

PÁRMENO.- Ninguno podrá negar lo que por sí se muestra. Manifiesto es que con<br />

vergüença el vno del otro, por no ser odiosamente acusado de couarde, esperáramos<br />

aquí la muerte con nuestro amo, no siendo más de él merecedor della.<br />

SEMPRONIO.- Salido deue auer Melibea. Escucha, que hablan quedito.<br />

PÁRMENO.- ¡O cómo temo que no sea ella, sino alguno que finja su voz!<br />

SEMPRONIO.- Dios nos libre de traydores, no nos ayan tomado la calle por do<br />

tenemos de huyr; que de otra cosa no tengo temor.<br />

CALISTO.- Este bullicio más de vna persona lo haze. Quiero hablar, sea quien fuere.<br />

¡Ce, señora mía!<br />

LUCRECIA.- La voz de Calisto es ésta. Quiero llegar. ¿Quién habla? ¿Quién está<br />

fuera?<br />

CALISTO.- Aquel que viene a cumplir tu mandado. [88]<br />

LUCRECIA.- ¿Por qué no llegas, señora? Llega sin temor acá, que aquel cauallero<br />

está aquí.<br />

MELIBEA.- ¡Loca, habla passo! Mira bien si es él.<br />

LUCRECIA.- Allégate, señora, que sí es, que yo le conozco en la voz.<br />

CALISTO.- Cierto soy burlado: no era Melibea la que me habló. ¡Bullicio oygo,<br />

perdido soy! Pues viua o muera, que no he de yr de aquí.<br />

MELIBEA.- Vete, Lucrecia, acostar vn poco. ¡Ce, señor! ¿Cómo es tu nombre?<br />

¿Quién es el que te mandó ay venir?


121<br />

CALISTO.- Es la que tiene merecimiento de mandar a todo el mundo, la que<br />

dignamente seruir yo no merezco. No tema tu merced de se descobrir a este catiuo de tu<br />

gentileza: que el dulce sonido de tu habla, que jamás de mis oydos se cae, me certifica<br />

ser tú mi señora Melibea. Yo soy tu sieruo Calisto.<br />

MELIBEA.- La sobrada osadía de tus mensajes me ha forçado a hauerte de hablar,<br />

señor Calisto. Que hauiendo hauido de mí la passada respuesta a tus razones, no sé qué<br />

piensas más sacar de mi amor, de lo que entonces te mostré. Desuía estos vanos e locos<br />

pensamientos de ti, porque mi honrra e persona estén sin detrimento de mala sospecha<br />

seguras. A esto fue aquí mi venida, a dar concierto en tu despedida [89] e mi reposo. No<br />

quieras poner mi fama en la balança de las lenguas maldezientes.<br />

CALISTO.- A los coraçones aparejados (881) con apercibimiento rezio contra las<br />

aduersidades ninguna puede venir, que passe de claro en claro (882) la fuerça de su muro.<br />

Pero el triste que, desarmado e sin proueer los engaños e celadas, se vino a meter por las<br />

puertas de tu seguridad, qualquiera cosa, que en contrario vea, es razón que me<br />

atormente e passe rompiendo todos los almazenes en que la dulze nueua estaua<br />

aposentada. ¡O malauenturado Calisto! ¡O quan burlado has sido de tus siruientes! ¡O<br />

engañosa muger Celestina! ¡Dejárasme acabar de morir e no tornaras a viuificar mi<br />

esperança, para que tuuiese más que gastar el fuego que ya me aquexa! ¿Por qué falsaste<br />

la palabra desta mi señora? ¿Por qué has assí dado con tu lengua causa a mi<br />

desesperación? ¿A qué me mandaste aquí venir, para que me fuese mostrado el disfauor,<br />

el entredicho, la desconfiança, el odio, por la mesma boca desta que tiene las llaues de<br />

mi perdición e gloria? ¡O enemiga! ¿E tú [90] no me dixiste que esta mi señora me era<br />

fauorable? ¿No me dixiste que de su grado mandaua venir este su catiuo al presente<br />

lugar, no para me desterrar nueuamente de su presencia, pero para alçar el destierro, ya<br />

por otro su mandamiento puesto ante de agora? ¿En quién fallaré yo fe? ¿Adónde ay<br />

verdad? ¿Quién carece de engaño? ¿Adónde no moran falsarios? ¿Quién es claro<br />

enemigo? ¿Quién es verdadero amigo? ¿Dónde no se fabrican trayciones? ¿Quién osó<br />

darme tan cruda esperança de perdición?<br />

MELIBEA.- Cesen, señor mío, tus verdaderas querellas: que ni mi coraçón basta<br />

para lo sofrir ni mis ojos para lo dissimular. Tú lloras de tristeza, juzgándome cruel; yo<br />

lloro de plazer, viéndote tan fiel. ¡O mi señor e mi bien todo! ¡Quánto más alegre me<br />

fuera poder ver tu haz, que oyr tu voz! Pero, pues no se puede al presente más fazer,<br />

toma la firma e sello de las razones, que te embié escritas en la lengua de aquella<br />

solícita mensajera. Todo lo que te dixo confirmo, todo lo he por bueno. Limpia, señor,<br />

tus ojos, ordena de mí a tu voluntad.<br />

CALISTO.- ¡O señora mía, esperança de mi gloria, descanso e aliuio de mi pena,<br />

alegría de mi coraçón! ¿Qué lengua será bastante para te dar yguales gracias a la<br />

sobrada e incomparable [91] merced, que en este punto, de tanta congoxa para mí, me<br />

has quesido hazer en querer que vn tan flaco e indigno hombre pueda gozar de tu<br />

suauíssimo amor? Del qual, avnque muy desseoso, siempre me juzgaua indigno,<br />

mirando tu grandeza, considerando tu estado, remirando tu perfeción, contemplando tu<br />

gentileza, acatando mi poco merescer e tu alto merescimiento, tus estremadas gracias,<br />

tus loadas e manifiestas virtudes. Pues, ¡o alto Dios!, ¿cómo te podré ser ingrato, que<br />

tan milagrosamente has obrado comigo tus singulares marauillas? ¡O quántos días antes<br />

de agora passados me fue venido este pensamiento a mi coraçón e por impossible le<br />

rechaçaua de mi memoria, hasta que ya los rayos ylustrantes de tu muy claro gesto


122<br />

dieron luz en mis ojos, encendieron mi coraçón, despertaron mi lengua, estendieron mi<br />

merecer, acortaron mi couardía, destorcieron mi encogimiento, doblaron mis fuerças,<br />

desadormescieron mis pies e manos, finalmente, me dieron tal osadía, que me han<br />

traydo con su mucho poder a este sublimado estado en que agora me veo, oyendo de<br />

grado tu suaue voz. La qual, si ante de agora no conociese e no sintiesse tus saludables<br />

olores, no podría creer que careciessen de engaño tus palabras. Pero, como soy cierto de<br />

tu limpieza de sangre e fechos, [92] me estoy remirando si soy yo Calisto, a quien tanto<br />

bien se le haze.<br />

MELIBEA.- Señor Calisto, tu mucho merecer, tus estremadas gracias, tu alto<br />

nascimiento han obrado que, después que de ti houe entera noticia, ningún momento de<br />

mi coraçón te partiesses. E avnque muchos días he pugnado por lo dissimular, no he<br />

podido tanto, que, en tornándome aquella muger tu dulce nombre a la memoria, no<br />

descubriesse mi desseo e viniesse a este lugar e tiempo, donde te suplico ordenes e<br />

dispongas de mi persona segund querrás. Las puertas impiden nuestro gozo, las quales<br />

yo maldigo e sus fuertes cerrojos e mis flacas fuerças, que ni tú estarías quexoso ni yo<br />

descontenta.<br />

CALISTO.- ¿Cómo, señora mía, e mandas que consienta a vn palo impedir nuestro<br />

gozo? Nunca yo pensé que demás de tu voluntad lo pudiera cosa estoruar. ¡O molestas e<br />

enojosas puertas! Ruego a Dios que tal huego (883) os abrase, como a mí da guerra: que<br />

con la tercia parte seríades en vn punto quemadas. Pues, por Dios, señora mía, permite<br />

que llame a mis criados para que las quiebren.<br />

PÁRMENO.- ¿No oyes, no oyes, Sempronio? A [93] buscarnos quiere venir para<br />

que nos den mal año (884) . No me agrada cosa esta venida. ¡En mal punto creo que se<br />

empeçaron estos amores! Yo no espero más aquí.<br />

SEMPRONIO.- Calla, calla, escucha, que ella no consiente que vamos allá.<br />

MELIBEA.- ¿Quieres, amor mío, perderme a mí e dañar mi fama? No sueltes las<br />

riendas a la voluntad. La esperança es cierta, el tiempo breue, quanto tú ordenares. E<br />

pues tú sientes tu pena senzilla e yo la de entramos, tu solo dolor, yo el tuyo e el mío,<br />

conténtate con venir mañana a esta hora por las paredes de mi huerto. Que si agora<br />

quebrasses las crueles puertas, avnque al presente no fuessemos sentidos, amanescería<br />

en casa de mi padre terrible sospecha de mi yerro. E pues sabes que tanto mayor es el<br />

yerro, quanto mayor es el que yerra, en vn punto será por la cibdad publicado.<br />

SEMPRONIO.- ¡Enoramala acá esta noche venimos! Aquí nos ha de amanescer,<br />

según el espacio, que nuestro amo lo toma. Que, avnque más la dicha nos ayude, nos<br />

han en tanto tiempo de sentir de su casa o vezinos. [94]<br />

PÁRMENO.- Ya ha dos horas, que te requiero que nos vamos, que no faltará vn<br />

achaque.<br />

CALISTO.- ¡O mi señora e mi bien todo! ¿Por qué llamas yerro aquello, que por los<br />

sanctos de Dios me fue concedido? Rezando oy ante el altar de la Madalena, me vino<br />

con tu mensaje alegre aquella solícita muger.


123<br />

PÁRMENO.- ¡Desuariar, Calisto, desuariar! Por fe tengo, hermano, que no es<br />

cristiano. Lo que la vieja traydora con sus pestíferos hechizos ha rodeado e fecho dize<br />

que los sanctos de Dios se lo han concedido e impetrado. E con esta confiança quiere<br />

quebrar las puertas. E no haurá dado el primer golpe, quando sea sentido e tomada por<br />

los criados de su padre, que duermen cerca.<br />

SEMPRONIO.- Ya no temas, Pármeno, que harto desuiados estamos. En sintiendo<br />

bullicio, el buen huyr nos ha de valer. Déxale hazer, que si mal hiziere, él lo pagará.<br />

PÁRMENO.- Bien hablas, en mi coraçón estás. Assí se haga. Huygamos la muerte,<br />

que somos moços. Que no querer morir ni matar no es couardía, sino buen natural.<br />

Estos escuderos de Pleberio son locos: no desean tanto comer ni dormir, como<br />

questiones e ruydos. Pues más locura sería esperar pelea con enemigo, que no ama<br />

tanto la vitoria e vencimiento, como la continua [95] guerra e contienda. ¡O si me<br />

viesses, hermano, como estó, plazer haurías! A medio lado, abiertas las piernas, el pie<br />

ysquierdo adelante puesto en huyda, las faldas en la cinta, la adarga arrollada e so el<br />

sobaco, porque no me empache (885) . ¡Que, por Dios, que creo corriesse como vn gamo,<br />

según el temor tengo d' estar aquí.<br />

SEMPRONIO.- Mejor estó yo, que tengo liado el broquel e el espada con las<br />

correas, porque no se me caygan al correr, e el caxquete en la capilla (886) .<br />

PÁRMENO.- ¿E las piedras, que trayas en ella?<br />

SEMPRONIO.- Todas las vertí por yr más liuiano. Que harto tengo que lleuar en<br />

estas coraças, que me hiziste vestir por importunidad; que bien las rehusaua de traer,<br />

porque me parescían para huyr muy pesadas. ¡Escucha, escucha! ¿Oyes, Pármeno? ¡A<br />

malas andan! ¡Muertos somos! Bota (887) presto, echa hazia casa de Celestina, no nos<br />

atajen por nuestra casa.<br />

PÁRMENO.- Huye, huye, que corres poco. ¡O pecador de mí!, si nos han de<br />

alcançar, dexa broquel e todo. [96]<br />

SEMPRONIO.- ¿Si han muerto ya a nuestro amo?<br />

PÁRMENO.- No sé, no me digas nada; corre e calla, que el menor cuydado mio es<br />

esse.<br />

SEMPRONIO.- ¡Ce!, ¡ce! ¡Pármeno! Torna, torna callando, que no es sino la gente<br />

del aguazil, que passaua haziendo estruendo por la otra calle.<br />

PÁRMENO.- Míralo bien. No te fíes en los ojos, que se antoja muchas veces vno por<br />

otro. No me auían dexado gota de sangre. Tragada tenía ya la muerte, que me parescía<br />

que me yuan dando en estas espaldas golpes. En mi vida me acuerdo hauer tan gran<br />

temor ni verme en tal afrenta, avnque he andado por casas agenas harto tiempo e en<br />

lugares de harto trabajo. Que nueue años seruí a los frayles de Guadalupe, que mill<br />

vezes nos apuñeauamos yo e otros. Pero nunca como esta vez houe miedo de morir.<br />

SEMPRONIO.- ¿E yo no seruí al cura de Sant Miguel e al mesonero de la plaça e a<br />

Mollejar, el ortelano? E también yo tenía mis questiones con los que tirauan piedras a


124<br />

los páxaros, que assentauan en vn álamo grande que tenía, porque dañauan la ortaliza.<br />

Pero guárdete Dios de verte con armas, que aquel es el verdadero temor. No en balde<br />

dizen: cargado de hierro e cargado [97] de miedo (888) . Buelue, buelue, que el aguazil es,<br />

cierto.<br />

MELIBEA.- Señor Calisto, ¿qué es esso que en la calle suena? Parescen vozes de<br />

gente, que van en huyda. Por Dios, mírate, que estás a peligro.<br />

CALISTO.- Señora, no temas, que a buen seguro vengo. Los míos deuen de ser, que<br />

son unos locos e desarman a quantos passan e huyríales alguno.<br />

MELIBEA.- ¿Son muchos los que traes?<br />

CALISTO.- No, sino dos; pero, avnque sean seys sus contrarios, no recebirán mucha<br />

pena para les quitar las armas e hazerlos huyr, según su esfuerço. Escogidos son, señora,<br />

que no vengo a lumbre de pajas. Si no fuesse por lo que a tu honrra toca, pedaços harían<br />

estas puertas. E si sentidos fuessemos, a ti e a mí librarían de toda la gente de tu padre.<br />

MELIBEA.- ¡O por Dios, no se cometa tal cosa! Pero mucho plazer tengo que de tan<br />

fiel gente andas acompañado. Bienempleado es el pan, que tan esforçados siruientes<br />

comen. Por mi amor, señor, pues tal gracia la natura les quiso dar, sean de ti<br />

bientratados e galardonados, porque en todo te guarden secreto. E quando sus osadías e<br />

atreuimientos les corregieres, a bueltas del castigo mezcla fauor. Porque los [98]<br />

ánimos esforçados no sean con encogimiento diminutos (889) e yrritados en el osar a sus<br />

tiempos.<br />

PÁRMENO.- ¡Ce!, ¡ce!, señor, quítate presto dende, que viene mucha gente con<br />

hachas e serás visto e conoscido, que no hay donde te metas.<br />

CALISTO.- ¡O mezquino yo e como es forçado, señora, partirme de ti! ¡Por cierto,<br />

temor de la muerte no obrara tanto, como el de tu honrra! Pues que assí es, los ángeles<br />

queden con tu presencia. Mi venida será, como ordenaste, por el huerto.<br />

MELIBEA.- Assí sea e vaya Dios contigo.<br />

PLEBERIO.- Señora muger, ¿duermes?<br />

ALISA.- Señor, no.<br />

PLEBERIO.- ¿No oyes bullicio en el retraimiento de tu hija?<br />

ALISA.- Sí oyo. ¡Melibea! ¡Melibea!<br />

PLEBERIO.- No te oye; yo la llamaré más rezio. ¡Hija mía Melibea!<br />

MELIBEA.- ¡Señor!<br />

PLEBERIO.- ¿Quién da patadas e haze bullicio en tu cámara?


125<br />

MELIBEA.- Señor, Lucrecia es, que salió por vn jarro de agua para mí, que hauía<br />

gran sed.<br />

PLEBERIO.- Duerme, hija, que pensé que era otra cosa. [99]<br />

LUCRECIA.- Poco estruendo los despertó. Con gran pauor hablauan.<br />

MELIBEA.- No ay tan manso animal, que con amor o temor de sus hijos no<br />

asperece (890) . Pues ¿qué harían, si mi cierta salida supiessen?<br />

CALISTO.- Cerrad essa puerta, hijos. E tú, Pármeno, sube vna vela arriba.<br />

SEMPRONIO.- Deues, señor, reposar e dormir esto que queda d' aquí al día.<br />

CALISTO.- Plázeme, que bien lo he menester. ¿Qué te parece, Pármeno, de la vieja,<br />

que tú me desalabauas? ¿Qué obra ha salido de sus manos? ¿Qué fuera hecha sin ella?<br />

PÁRMENO.- Ni yo sentía tu gran pena ni conoscía la gentileza e merescimiento de<br />

Melibea e assí no tengo culpa. Conoscía a Celestina e sus mañas. Auisáuate como a<br />

señor; pero ya me parece que es otra. Todas las ha mudado.<br />

CALISTO.- ¿E cómo mudado?<br />

PÁRMENO.- Tanto que, si no lo ouiesse visto, no lo creería; mas assí viuas tú como<br />

es verdad.<br />

CALISTO.- ¿Pues aués oydo lo que con aquella mi señora he passado? ¿Qué<br />

hazíades? ¿Teníades temor?<br />

SEMPRONIO.- ¿Temor, señor, o qué? Por cierto, [100] todo el mundo no nos le<br />

hiziera tener. ¡Fallado auías los temerosos (891) ! Allí estouimos esperándote muy<br />

aparejados e nuestras armas muy a mano.<br />

CALISTO.- ¿Aués dormido algún rato?<br />

SEMPRONIO.- ¿Dormir, señor? ¡Dormilones son los moços! Nunca me assenté ni<br />

avn junté por Dios los pies, mirando a todas partes para, en sintiendo porqué, saltar<br />

presto e hazer todo lo que mis fuerças me ayudaran. Pues Pármeno, que te parecía que<br />

no te seruía hasta aquí de buena gana, assí se holgó, quando vido los de las hachas,<br />

como lobo, quando siente poluo de ganado, pensando poder quitárleslas, hasta que vido<br />

que eran muchos.<br />

CALISTO.- No te marauilles, que procede de su natural ser osado e, avnque no<br />

fuesse por mí, hazíalo porque no pueden los tales venir contra su vso, que avnque muda<br />

el pelo la raposa, su natural no despoja (892) . Por cierto yo dixe a mi señora Melibea lo<br />

que en vosotros ay e quán seguras tenía mis espaldas con vuestra ayuda e guarda. Fijos,<br />

en mucho cargo vos soy. Rogad [101] a Dios por salud, que yo os galardonaré más<br />

conplidamente vuestro buen seruicio. Yd con Dios a reposar.


126<br />

PÁRMENO.- ¿Adonde yremos, Sempronio? ¿A la cama a dormir o a la cozina a<br />

almorzar?<br />

SEMPRONIO.- Ve tú donde quisieres; que, antes que venga el día, quiero yo yr a<br />

Celestina a cobrar mi parte de la cadena. Que es vna puta vieja. No le quiero dar tienpo<br />

en que fabrique alguna ruyndad con que nos escluya.<br />

PÁRMENO.- Bien dizes. Oluidado lo auía. Vamos entramos e, si en esso se pone,<br />

espantémosla de manera que le pese. Que sobre dinero no ay amistad (893) .<br />

SEMPRONIO.- ¡Ce!, ¡ce! Calla, que duerme cabo (894)<br />

señora Celestina, ábrenos.<br />

esta ventanilla. Tha, tha,<br />

CELESTINA.- ¿Quién llama?<br />

SEMPRONIO.- Abre, que son tus hijos.<br />

CELESTINA.- No tengo yo hijos, que anden a tal hora.<br />

SEMPRONIO.- Ábrenos a Pármeno e Sempronio, que nos venimos acá almorzar<br />

contigo.<br />

CELESTINA.- ¡O locos trauiesos! Entrad, entrad. [102] ¿Cómo venís a tal hora, que<br />

ya amanesce? ¿Qué haués hecho? ¿Qué os ha passado? ¿Despidiose la esperança de<br />

Calisto o viue todavía con ella o cómo queda?<br />

SEMPRONIO.- ¿Cómo, madre? Si por nosotros no fuera, ya andouiera su alma<br />

buscando posada para siempre. Que, si estimarse pudiesse a lo que de allí nos queda<br />

obligado, no sería su hazienda bastante a complir la debda, si verdad es lo que dizen,<br />

que la vida e persona es más digna e de más valor que otra cosa ninguna.<br />

CELESTINA.- ¡Jesú! ¿Que en tanta afrenta os haués visto? Cuéntamelo, por Dios.<br />

SEMPRONIO.- Mira qué tanta (895) , que por mi vida la sangre me hierue en el cuerpo<br />

en tornarlo a pensar.<br />

CELESTINA.- Reposa, por Dios, e dímelo.<br />

PÁRMENO.- Cosa larga le pides, según venimos alterados e cansados del enojo, que<br />

hauemos hauido. Farías mejor aparejarnos a él e a mí de almorzar: quiçá nos amansaría<br />

algo la alteración que traemos. Que cierto te digo que no quería (896) ya topar hombre,<br />

que paz quisiesse. Mi gloria sería agora hallar en quien vengar la yra, que no pude en<br />

los que nos la causaron, por su mucho huyr. [103]<br />

CELESTINA.- ¡Landre me mate, si no me espanto en verte tan fiero! Creo que<br />

burlas. Dímelo agora, Sempronio, tú, por mi vida: ¿qué os ha passado?<br />

SEMPRONIO.- Por Dios, sin seso vengo, desesperado; avnque para contigo por<br />

demás es no templar la yra e todo enojo e mostrar otro semblante, que con los hombres.<br />

Jamás me mostré poder mucho con los que poco pueden. Traygo, señora, todas las


127<br />

armas despedaçadas, el broquel sin aro, la espada como sierra, el caxquete abollado en<br />

la capilla. Que no tengo con que salir vn passo con mi amo, quando menester me aya.<br />

Que quedó concertado de yr esta noche, que viene, a uerse por el huerto. ¿Pues<br />

comprarlo de nueuo? No mando vn marauedí en que caya muerto (897) .<br />

CELESTINA.- Pídelo, hijo, a tu amo, pues en su seruicio se gastó e quebró. Pues<br />

sabes que es persona, que luego lo complirá. Que no es de los que dizen: Viue comigo e<br />

busca quien te mantenga (898) . Él es tan franco, que te dará para esso e para más.<br />

SEMPRONIO.- ¡Ha! Trae también Pármeno perdidas las suyas. A este cuento en<br />

armas se le yrá [104] su hazienda. ¿Cómo quieres que le sea tan importuno en pedirle<br />

más de lo que él de su propio grado haze, pues es arto? No digan por mí que dando vn<br />

palmo pido quatro. Dionos las cient monedas, dionos después la cadena. A tres tales<br />

aguijones no terná cera en el oydo (899) . Caro le costaría este negocio. Contentémonos<br />

con lo razonable, no lo perdamos todo por querer más de la razón, que quien mucho<br />

abarca, poco suele apretar (900) .<br />

CELESTINA.- ¡Gracioso es el asno! Por mi vejez que, si sobre comer fuera, que<br />

dixera que hauíamos todos cargado demasiado. ¿Estás en tu seso, Sempronio? ¿Qué<br />

tiene que hazer tu galardón con mi salario, tu soldada con mis mercedes? ¿Só yo<br />

obligada a soldar vuestras armas, a complir vuestras faltas? A osadas, que me maten, si<br />

no te has asido a vna palabrilla, que te dixe el otro día, viniendo por la calle, que quanto<br />

yo tenía era tuyo e que, en quanto pudiesse con mis pocas fuerças, jamás te faltaría, e<br />

que, si Dios me diesse buena manderecha con tu amo, que tú no perderías nada. Pues ya<br />

sabes, Sempronio, que estos ofrescimientos, estas palabras [105] de buen amor no<br />

obligan. No ha de ser oro quanto reluze; si no más barato valdría. ¿Dime, estoy en tu<br />

coraçón, Sempronio? Verás si, avnque soy vieja, si acierto lo que tú puedes pensar.<br />

Tengo, hijo, en buena fe, más pesar, que se me quiere salir esta alma de enojo. Di a esta<br />

loca de Elicia, como vine de tu casa, la cadenilla, que traxe para que se holgasse con ella<br />

e no se puede acordar donde la puso. Que en toda esta noche ella ni yo no auemos<br />

dormido sueño de pesar. No por su valor de la cadena, que no era mucho; pero por su<br />

mal cobro (901) della e de mi mala dicha. Entraron vnos conoscidos e familiares míos en<br />

aquella sazón aquí: temo no la ayan leuado, diziendo: si te vi, burleme (902) etc. Assí que,<br />

hijos, agora que quiero hablar con entramos, si algo vuestro amo a mí me dio, deués<br />

mirar que es mío; que de tu jubón de brocado no te pedí yo parte ni la quiero. Siruamos<br />

todos, que a todos dará, según viere que lo merescen. Que si me ha dado algo, dos vezes<br />

he puesto por [106] él mi vida al tablero. Más herramienta se me ha embotado en su<br />

seruicio, que a vosotros, más materiales he gastado. Pues aués de pensar, hijos, que todo<br />

me cuesta dinero e avn mi saber, que no lo he alcançado holgando. De lo qual fuera<br />

buen testigo su madre de Pármeno. Dios aya su alma. Esto trabajé yo; a vosotros se os<br />

deue essotro. Esto tengo yo por oficio e trabajo; vosotros por recreación e deleyte. Pues<br />

assí, no aués vosotros de auer ygual galardón de holgar, que yo de penar. Pero avn con<br />

todo lo que he dicho, no os despidays, si mi cadena parece, de sendos pares de<br />

calças (903) de grana, que es el ábito que mejor en los mancebos paresce. E si no, recebid<br />

la voluntad, que yo me callaré con mi pérdida. E todo esto, de buen amor, porque<br />

holgastes que houiesse yo antes el prouecho destos passos, que no otra. E si no os<br />

contentardes, de vuestro daño farés.<br />

SEMPRONIO.- No es esta la primera vez que yo he dicho quánto en los viejos reyna<br />

este vicio de cobdicia. Quando pobre, franca; quando rica, auarienta. Assí que


128<br />

aquiriendo cresce la cobdicia e la pobreza cobdiciando e ninguna cosa haze pobre al<br />

auariento, sino la riqueza. ¡O Dios, e cómo cresce la necessidad con la abundancia!<br />

[107] ¡Quién la oyó esta vieja dezir que me lleuasse yo todo el prouecho, si quisiesse,<br />

deste negocio, pensando que sería poco! Agora, que lo vee crescido, no quiere dar nada,<br />

por complir el refrán de los niños, que dizen: de lo poco, poco; de lo mucho, nada (904) .<br />

PÁRMENO.- Déte lo que prometió o tomémosselo todo. Harto te dezía yo quién era<br />

esta vieja, si tú me creyeras.<br />

CELESTINA.- Si mucho enojo traés con vosotros o con vuestro amo o armas, no lo<br />

quebreys en mí. Que bien sé donde nasce esto, bien sé e barrunto de qué pie coxqueays.<br />

No cierto de la necessidad, que teneys de lo que pedís, ni avn por la mucha cobdicia,<br />

que lo teneys; sino pensando que os he de tener toda vuestra vida atados e catiuos con<br />

Elicia e Areusa, sin quereros buscar otras, moueysme estas amenazas de dinero,<br />

poneysme estos temores de la partición. Pues callá, que quien estas os supo acarrear, os<br />

dará otras diez agora, que ay más conoscimiento e más razón e más merecido de vuestra<br />

parte. E si sé complir lo que prometo en este caso, dígalo Pármeno. Dilo, dilo, no ayas<br />

empacho de contar cómo nos passó, quando a la otra dolía la madre. [108]<br />

SEMPRONIO.- Yo dígole que se vaya y abáxasse las bragas (905) : no ando por lo que<br />

piensas. No entremetas burlas a nuestra demanda, que con esse galgo no tomarás, si yo<br />

puedo, más liebres. Déxate comigo de razones. A perro viejo no cuz cuz (906) . Danos las<br />

dos partes por cuenta de quanto de Calisto has recebido, no quieras que se descubra<br />

quién tú eres. A los otros, a los otros, con essos halagos, vieja.<br />

CELESTINA.- ¿Quién só yo, Sempronio? ¿Quitásteme de la putería? Calla tu<br />

lengua, no amengües mis canas, que soy vna vieja qual Dios me hizo, no peor que<br />

todas. Viuo de mi oficio, como cada qual oficial del suyo, muy limpiamente. A quien no<br />

me quiere no le busco. De mi casa me vienen a sacar, en mi casa me ruegan. Si bien o<br />

mal viuo, Dios es el testigo de mi coraçón. E no pienses con tu yra maltratarme, que<br />

justicia ay para todos: a todos es ygual. Tan bien seré oyda, avnque muger, como<br />

vosotros, muy peynados. Déxame en mi casa con mi fortuna. [109] E tú, Pármeno, no<br />

pienses que soy tu catiua por saber mis secretos e mi passada vida e los casos, que nos<br />

acaescieron a mí e a la desdichada de tu madre. E avn assí me trataua ella, quando Dios<br />

quería (907) .<br />

PÁRMENO.- No me hinches las narizes (908) con essas memorias; si no, embiart'e con<br />

nueuas a ella, donde mejor te puedas quexar.<br />

CELESTINA.- ¡Elicia! ¡Elicia! Leuántate dessa cama, daca mi manto presto, que por<br />

los sanctos de Dios para aquella justicia me vaya bramando como vna loca. ¿Qué es<br />

esto? ¿Qué quieren dezir tales amenazas en mi casa? ¿Con una oueja mansa tenés<br />

vosotros manos e braueza? ¿Con vna gallina atada? ¿Con una vieja de sesenta años?<br />

¡Allá, allá, con los hombres como vosotros, contra los que ciñen espada, mostrá vuestras<br />

yras; no contra mi flaca rueca! Señal es de gran couardía acometer a los menores e a<br />

los que poco pueden. Las suzias moxcas nunca pican sino los bueyes magros e flacos,<br />

los guzques ladradores a los pobres peregrinos aquexan con [110] mayor ímpetu. Si<br />

aquella, que allí está en aquella cama, me ouiesse a mi creydo, jamás quedaría esta<br />

casa de noche sin varón ni dormiríemos a lumbre de pajas; pero por aguardarte, por<br />

serte fiel, padescemos esta soledad. E como nos veys mugeres, hablays e pedís


129<br />

demasías. Lo qual, si hombre sintiessedes en la posada, no haríades. Que como dizen:<br />

el duro aduersario entibia las yras e sañas (909) .<br />

SEMPRONIO.- ¡O vieja auarienta, garganta muerta de sed por dinero!, ¿no serás<br />

contenta con la tercia parte de lo ganado?<br />

CELESTINA.- ¿Qué tercia parte? Vete con Dios de mi casa tú. E essotro no dé<br />

vozes, no allegue la vezindad. No me hagays salir de seso. No querays que salgan a<br />

plaza las cosas de Calisto e vuestras.<br />

SEMPRONIO.- Da bozes o gritos, que tú complirás lo que prometiste o complirán<br />

oy tus días.<br />

ELICIA.- Mete, por Dios, el espada. Tenle, Pármeno, tenle, no la mate esse<br />

desuariado.<br />

CELESTINA.- ¡Justicia!, ¡justicia!, ¡señores vezinos! ¡Justicia!, ¡que me matan en<br />

mi casa estos rufianes!<br />

SEMPRONIO.- ¿Rufianes o qué? Esperá, doña, hechizera, [111] que yo te haré yr al<br />

infierno con cartas.<br />

CELESTINA.- ¡Ay, que me ha muerto! ¡Ay, ay! ¡Confessión, confessión!<br />

PÁRMENO.- Dále, dále, acábala, pues començaste. ¡Que nos sentirán! ¡Muera!,<br />

¡muera! De los enemigos los menos (910) .<br />

CELESTINA.- ¡Confessión!<br />

ELICIA.- ¡O crueles enemigos! ¡En mal poder os veays! ¡E para quién touistes<br />

manos! Muerta es mi madre e mi bien todo.<br />

SEMPRONIO.- ¡Huye!, ¡huye! Pármeno, que carga mucha gente. ¡Guarte!, ¡guarte!,<br />

que viene el alguazil.<br />

PÁRMENO.- ¡O pecador de mí!, que no ay por dó nos vamos, que está tomada la<br />

puerta.<br />

SEMPRONIO.- Saltemos destas ventanas. No muramos en poder de justicia.<br />

PÁRMENO.- Salta, que tras ti voy.


130<br />

[113]<br />

Aucto trezeno<br />

ARGUMENTO DEL TREZENO AUTO<br />

Despertando Calisto de dormir está hablando consigo mismo. Dende vn poco está<br />

llamando a Tristán e a otros sus criados. Torna a dormir Calisto. Pónese Tristán a la<br />

puerta. Viene Sosia llorando. Preguntado de Tristán, Sosia cuéntale la muerte de<br />

Sempronio e Pármeno. Van a dezir las nueuas a Calisto, el qual sabiendo la verdad faze<br />

grande lamentación.<br />

CALISTO, TRISTÁN, SOSIA.<br />

CALISTO.- ¡O cómo he dormido tan a mi plazer, después de aquel açucarado rato,<br />

después de aquel angélico razonamiento! Gran reposo he tenido. El sossiego e descanso<br />

¿proceden de mi alegría o causó el trabajo corporal mi mucho dormir o la gloria e plazer<br />

del ánimo? E no me marauillo que lo vno e lo otro se juntassen a cerrar los candados de<br />

mis ojos, pues trabajé con el cuerpo e persona e holgué con el espíritu [114] e sentido la<br />

passada noche. Muy cierto es que la tristeza acarrea pensamiento e el mucho pensar<br />

impide el sueño, como a mí estos días es acaescido con la desconfiança, que tenía, de la<br />

mayor gloria, que ya poseo. ¡O señora e amor mío, Melibea! ¿Qué piensas agora? ¿Si<br />

duermes o estás despierta? ¿Si piensas en mí o en otro? ¿Si estás leuantada o acostada?<br />

¡O dichoso e bienandante (911) Calisto, si verdad es que no ha sido sueño lo pasado!<br />

¿Soñelo o no? ¿Fue fantaseado o passó en verdad? Pues no estuue solo; mis criados me<br />

acompañaron. Dos eran. Si ellos dizen que passó en verdad, creerlo he segund<br />

derecho (912) . Quiero mandarlos llamar para más firmar mi gozo. ¡Tristanico (913) !,<br />

¡moços!, ¡Tristanico! Leuantate de ay.<br />

TRISTÁN.- Señor, leuantado estoy.<br />

CALISTO.- Corre, llámame a Sempronio e a Pármeno.<br />

TRISTÁN.- Ya voy, señor.<br />

CALISTO.- Duerme e descansa, penado,<br />

desde agora:<br />

pues te ama tu señora<br />

de tu grado. [115]


131<br />

Vençe plazer al cuydado<br />

e no le vea,<br />

pueste ha fecho su priuado<br />

Melibea.<br />

TRISTÁN.- Señor, no ay ningún moço en casa.<br />

CALISTO.- Pues abre essas ventanas, verás qué hora es.<br />

TRISTÁN.- Señor, bien de día.<br />

CALISTO.- Pues tórnalas a cerrar e déxame dormir hasta que sea hora de comer.<br />

TRISTÁN.- Quiero baxarme a la puerta, porque duerma mi amo sin que ninguno le<br />

inpida e a quantos le buscaren se le negaré. ¡O qué grita suena en el mercado! ¿Qué es<br />

esto? Alguna justicia se haze o madrugaron a correr toros. No sé qué me diga de tan<br />

grandes vozes como se dan. De allá viene Sosia (914) , el moço d' espuelas. Él me dirá qué<br />

es esto. Desgreñado viene el vellaco. En alguna tauerna se deue hauer rebolcado. E si mi<br />

amo le cae en el rastro, mandarle ha dar dos mil palos. Que, aynque es algo loco, la pena<br />

le hará cuerdo (915) . Parece que viene llorando. ¿Qué es esto, Sosia? ¿Por qué lloras? ¿De<br />

dó vienes?<br />

SOSIA.- ¡O malauenturado yo e qué pérdida [116] tan grande! ¡O desonrra de la casa<br />

de mi amo! ¡O qué mal día amanesció éste! ¡O desdichados mancebos!<br />

TRISTÁN.- ¿Qué es? ¿Qué has? ¿Por qué te matas? ¿Qué mal es éste?<br />

SOSIA.- Sempronio e Pármeno...<br />

TRISTÁN.- ¿Qué dizes, Sempronio e Pármeno? ¿Qué es esto, loco? Aclárate más,<br />

que me turbas.<br />

SOSIA.- Nuestros compañeros, nuestros hermanos...<br />

TRISTÁN.- O tú estás borracho o has perdido el seso o traes alguna mala nueua.<br />

¿No me dirás qué es esto, que dizes, destos moços?<br />

SOSIA.- Que quedan degollados en la plaça.<br />

TRISTÁN.- ¡O mala fortuna la nuestra, si es verdad! ¿Vístelos cierto o habláronte?<br />

SOSIA.- Ya sin sentido yuan; pero el uno con harta difficultad, como me sintió que<br />

con lloro le miraua, hincó los ojos en mí, alçando las manos al cielo, quasi dando<br />

gracias a Dios e como preguntándome qué sentía de su morir. Y en señal de triste<br />

despedida abaxó su cabeça con lágrimas en los ojos, dando bien a entender que no me<br />

auía de ver más hasta el día del gran juyzio.<br />

TRISTÁN.- No sentiste bien; que sería preguntarte si estaua presente Calisto. E<br />

pues tan claras [117] señas traes deste cruel dolor, vamos presto con las tristes nueuas<br />

a nuestro amo.


132<br />

SOSIA.- ¡Señor!, ¡señor!<br />

CALISTO.- ¿Qué es esso, locos? ¿No os mandé que no me recordásedes (916) ?<br />

SOSIA.- Recuerda e leuanta, que si tú no buelues por los tuyos, de cayda vamos.<br />

Sempronio e Pármeno quedan descabeçados en la plaça, como públicos malhechores,<br />

con pregones que manifestauan su delito.<br />

CALISTO.- ¡O válasme Dios! ¿E qué es esto que me dizes? No sé si te crea tan<br />

acelerada e triste nueua. ¿Vístelos tú?<br />

SOSIA.- Yo los vi.<br />

CALISTO.- Cata, mira qué dizes, que esta noche han estado comigo.<br />

SOSIA.- Pues madrugaron a morir.<br />

CALISTO.- ¡O mis leales criados! ¡O mis grandes seruidores! ¡O mis fieles<br />

secretarios e consejeros! ¿Puede ser tal cosa verdad? ¡O amenguado Calisto!<br />

Desonrrado quedas para toda tu vida. ¿Qué será de ti, muertos tal par de criados? Dime,<br />

por Dios, Sosia, ¿qué fue la [118] causa? ¿Qué dezía el pregón? ¿Donde los tomaron?<br />

¿Qué justicia lo hizo?<br />

SOSIA.- Señor, la causa de su muerte publicaua el cruel verdugo a vozes, diziendo:<br />

Manda la justicia que mueran los violentos matadores.<br />

CALISTO.- ¿A quién mataron tan presto? ¿Qué puede ser esto? No ha quatro horas<br />

que de mí se despidieron. ¿Cómo se llamaua el muerto?<br />

SOSIA.- Señor, vna muger, que se llamaua Celestina.<br />

CALISTO.- ¿Qué me dizes?<br />

SOSIA.- Esto que oyes.<br />

CALISTO.- Pues si esso es verdad, mátame tú a mí, yo te perdono: que más mal ay,<br />

que viste ni puedes pensar, si Celestina, la de la cuchillada, es la muerta (917) .<br />

SOSIA.- Ella mesma es. De más de treynta estocadas la vi llagada, tendida en su<br />

casa, llorándola vna su criada.<br />

CALISTO.- ¡O tristes moços! ¿Cómo yuan? ¿Viéronte? ¿Habláronte?<br />

SOSIA.- ¡O señor!, que, si los vieras, quebraras el coraçón de dolor. El vno lleuaua<br />

todos los sesos de la cabeça de fuera, sin ningún sentido; el otro quebrados entramos<br />

braços e la cara [119] magullada. Todos llenos de sangre. Que saltaron de vnas ventanas<br />

muy altas por huyr del aguazil. E assí casi muertos les cortaron las cabeças, que creo<br />

que ya no sintieron nada (918) .


133<br />

CALISTO.- Pues yo bien siento mi honrra. Pluguiera a Dios que fuera yo ellos e<br />

perdiera la vida e no la honrra, e no la esperança de conseguir mi començado propósito,<br />

que es lo que más en este caso desastrado siento. ¡O mi triste nombre e fama, cómo<br />

andas al tablero (919) de boca en boca! ¡O mis secretos más secretos, quán públicos<br />

andarés por las plaças e mercados! ¿Qué será de mí? ¿Adonde yré? ¿Que salga allá?: a<br />

los muertos no puedo ya remediar. ¿Que me esté aquí?: parescerá couardía. ¿Qué<br />

consejo tomaré? Dime, Sosia, ¿qué era la causa porque la mataron?<br />

SOSIA.- Señor, aquella su criada, dando vozes, llorando su muerte, la publicaua a<br />

quantos la querían oyr, diziendo que porque no quiso partir con ellos vna cadena de oro,<br />

que tú le diste.<br />

CALISTO.- ¡O día de congoxa! ¡O fuerte tribulación! ¡E en qué anda mi hazienda de<br />

mano en [120] mano e mi nombre de lengua en lengua! Todo será público quanto con<br />

ella e con ellos hablaua, quanto de mí sabían, el negocio en que andauan. No osaré salir<br />

ante gentes. ¡O pecadores de mancebos, padecer por tan súpito desastre (920) ! ¡O mi gozo,<br />

cómo te vas diminuiendo! Prouerbio es antigo, que de muy alto grandes caydas se<br />

dan (921) . Mucho hauía anoche alcançado; mucho tengo oy perdido. Rara es la bonança<br />

en el piélago. Yo estaua en título de alegre, si mi ventura quisiera tener quedos los<br />

ondosos vientos de mi perdición. ¡O fortuna (922) , quánto e por quántas partes me has<br />

combatido! Pues, por más que sigas mi morada e seas contraria a mi persona, las<br />

aduersidades con ygual ánimo se han de sofrir e en ellas se prueua el coraçón rezio o<br />

flaco. No ay mejor toque para conoscer qué quilates [121] de virtud o esfuerço tiene el<br />

hombre. Pues por más mal e daño que me venga, no dexaré de complir el mandado de<br />

aquella por quien todo esto se ha causado. Que más me va en conseguir la ganancia de<br />

la gloria que espero, que en la pérdida de morir los que murieron. Ellos eran<br />

sobrados (923) e esforzados: agora o en otro tiempo de pagar hauían. La vieja era mala e<br />

falsa, según parece que hazía trato con ellos e assí que riñieron sobre la capa del<br />

justo (924) . Permissión fue diuina que assí acabasse en pago de muchos adulterios, que<br />

por su intercessión o causa son cometidos. Quiero hazer adereçar a Sosia e a Tristanico.<br />

Yrán comigo este tan esperado camino. Lleuarán escalas, que son muy altas las paredes.<br />

Mañana haré que vengo de fuera, si pudiere vengar estas muertes; si no, pagaré mi<br />

inocencia con mi fingida absencia o me fingiré loco (925) , por mejor gozar deste sabroso<br />

deleyte de mis amores, como hizo aquel gran capitán Ulixes por euitar la batalla<br />

troyana e holgar con Penélope su muger.


134<br />

[123]<br />

Aucto quatorzeno<br />

ARGUMENTO DEL QUATORZENO AUTO<br />

Está Melibea (926) muy afligida hablando con Lucrecia sobre la tardança de Calisto, el<br />

qual le auía hecho voto de venir en aquella noche a visitalla, lo qual cumplió, e con él<br />

vinieron Sosia e Tristán. E después que cumplió su voluntad boluieron todos a la posada<br />

¿Calisto se retrae en su palacio e quéxase por auer estado tan poca quantidad de tiempo<br />

con Melibea e ruega a Febo que cierre sus rayos, para hauer de restaurar su desseo.<br />

MELIBEA, LUCRECIA, SOSIA, TRISTÁN, CALISTO.<br />

MELIBEA.- Mucho se tarda aquel cauallero que esperamos. ¿Qué crees tú o<br />

sospechas de su estada, Lucrecia? [124]<br />

LUCRECIA.- Señora, que tiene justo impedimiento e que no es en su mano venir<br />

más presto.<br />

MELIBEA.- Los ángeles sean en su guarda, su persona esté sin peligro, que su<br />

tardanza no me es pena. Mas, cuytada, pienso muchas cosas, que desde su casa acá le<br />

podrían acaecer. ¿Quién sabe (927) , si él, con voluntad de venir al prometido plazo en la<br />

forma que los tales mancebos a las tales horas suelen andar, fue topado de los<br />

alguaziles noturnos e sin le conocer le han acometido, el qual por se defender los<br />

offendió o es dellos offendido? ¿O si por caso los ladradores perros con sus crueles<br />

dientes, que ninguna differencia saben hazer ni acatamiento de personas, le ayan<br />

mordido? ¿O si ha caydo en alguna callada o hoyo, donde algún daño le viniesse?<br />

¡Mas, o mezquina de mí! ¿Qué son estos inconuenientes, que el concebido amor me<br />

pone delante e los atribulados ymaginamientos [125] me acarrean? No plega a Dios<br />

que ninguna destas cosas sea, antes esté quanto le plazerá sin verme. Mas escucha (928) ,<br />

que passos suenan en la calle e avn parece que hablan destotra parte del huerto.<br />

SOSIA.- Arrima essa escalera, Tristán, que este es el mejor lugar, avnque alto (929) .<br />

TRISTÁN.- Sube, señor. Yo yré contigo, porque no sábemos quién está dentro.<br />

Hablando están.<br />

CALISTO.- Quedaos, locos, que yo entraré solo, que a mi señora oygo.


135<br />

MELIBEA.- Es tu sierua, es tu catiua, es la que más tu vida que la suya estima. ¡O<br />

mi señor!, no saltes de tan alto, que me moriré en verlo; baxa, baxa poco a poco por el<br />

escala; no vengas con tanta pressura (930) .<br />

CALISTO.- ¡O angélica ymagen! ¡O preciosa perla, ante quien el mundo es feo! ¡O<br />

mi señora e mi gloria! En mis braços te tengo e no lo creo. Mora en mi persona tanta<br />

turbación de [126] plazer, que me haze no sentir todo el gozo, que poseo.<br />

MELIBEA.- Señor mío, pues me fié en tus manos, pues quise complir tu voluntad,<br />

no sea de peor condición por ser piadosa, que si fuera esquiua e sin misericordia; no<br />

quieras perderme por tan breue deleyte e en tan poco espacio. Que las malfechas cosas,<br />

después de cometidas, más presto se pueden reprehender que emendar. Goza de lo que<br />

yo gozo, que es ver e llegar a tu persona; no pidas ni tomes aquello que, tomado, no será<br />

en tu mano boluer. Guarte, señor, de dañar lo que con todos tesoros del mundo no se<br />

restaura.<br />

CALISTO.- Señora, pues por conseguir esta merced toda mi vida he gastado, ¿qué<br />

sería, quando me la diessen, desechalla? Ni tú, señora, me lo mandarás ni yo podría<br />

acabarlo comigo. No me pidas tal couardía. No es fazer tal cosa de ninguno, que hombre<br />

sea, mayormente amando como yo. Nadando por este fuego de tu desseo toda mi vida,<br />

¿no quieres que me arrime al dulce puerto a descansar de mis passados trabajos?<br />

MELIBEA.- Por mi vida, que avnque hable tu lengua quanto quisiere, no obren las<br />

manos quanto pueden. Está quedo, señor mío. Bástete, pues ya soy tuya, gozar de lo<br />

esterior, desto [127] que es propio fruto de amadores; no me quieras robar el mayor<br />

don, que la natura me ha dado. Cata que del buen pastor es propio tresquillar sus<br />

ouejas e ganado; pero no destruyrlo y estragarlo.<br />

CALISTO.- ¿Para qué, señora? ¿Para que no esté queda mi passión (931) ? ¿Para penar<br />

de nueuo? ¿Para tornar el juego de comienço? Perdona, señora, a mis desuergonçadas<br />

manos, que jamás pensaron de tocar tu ropa con su indignidad e poco merecer; agora<br />

gozan de llegar a tu gentil cuerpo e lindas e delicadas carnes.<br />

MELIBEA.- Apártate allá, Lucrecia.<br />

CALISTO.- ¿Por qué, mi señora? Bien me huelgo que estén semejantes testigos de<br />

mi gloria.<br />

MELIBEA.- Yo no los quiero de mi yerro. Si pensara que tan desmesuradamente te<br />

auías de hauer comigo, no fiara mi persona de tu cruel conuersación.<br />

SOSIA.- Tristán, bien oyes lo que passa. ¡En qué términos anda el negocio!<br />

TRISTÁN.- Oygo tanto, que juzgo a mi amo por el más bienauenturado hombre que<br />

nasció. E [128] por mi vida que, avnque soy mochacho, que diesse tan buena cuenta<br />

como mi amo.<br />

SOSIA.- Para con tal joya quienquiera se ternía manos; pero con su pan se la<br />

coma (932) , que bien caro le cuesta: dos moços entraron en la salsa destos amores.


136<br />

TRISTÁN.- Ya los tiene oluidados. ¡Dexaos morir siruiendo a ruynes, hazed locuras<br />

en confiança de su defensión! Viuiendo con el Conde (933) , que no matase al hombre, me<br />

daua mi madre por consejo. Veslos a ellos alegres e abraçados e sus seruidores con harta<br />

mengua degollados.<br />

MELIBEA.- ¡O mi vida e mi señor! ¿Cómo has quisido que pierda el nombre e<br />

corona de virgen por tan breue deleyte? ¡O pecadora de mi madre, si de tal cosa fueses<br />

sabidora, cómo tomarías de grado tu muerte e me la darías a mí por fuerça! ¡Cómo<br />

serías cruel verdugo de tu propia sangre! ¡Cómo sería yo fin quexosa de tus días! ¡O mi<br />

padre honrrado, cómo he dañado tu fama e dado causa e lugar a quebrantar tu casa! ¡O<br />

traydora de mí, cómo no miré [129] primero el gran yerro que seguía de tu entrada, el<br />

gran peligro que esperaua!<br />

SOSIA.- ¡Ante quisiera yo oyrte esos miraglos (934) ! Todas sabes essa oración,<br />

después que no puede dexar de ser hecho. ¡E el bouo de Calisto, que se lo escucha!<br />

CALISTO.- Ya quiere amanecer (935) . ¿Qué es esto? No me paresce que ha vna hora,<br />

que estamos aquí, e da el relox las tres.<br />

MELIBEA.- Señor, por Dios, pues ya todo queda por ti, pues ya soy tu dueña, pues<br />

ya no puedes negar mi amor, no me niegues tu vista de día (936) , passando por mi puerta;<br />

de noche donde tú ordenares. Sea tu venida por este secreto lugar a la mesma ora,<br />

porque siempre te espere apercebida del gozo con que quedo, esperando las venideras<br />

noches. E por el presente te ve con Dios, que no serás visto, que haze muy [130] escuro,<br />

ni yo en casa sentida, que avn no amanesce.<br />

CALISTO.- Moços, poné el escala.<br />

SOSIA.- Señor, vesla aquí. Baxa.<br />

MELIBEA.- Lucrecia, vente acá, que estoy sola. Aquel señor mío es ydo. Comigo<br />

dexa su coraçón, consigo lleua el mío. ¿Asnos oydo?<br />

LUCRECIA.- No, señora, dormiendo he estado (937) . [131]<br />

SOSIA (938) .- Tristán, deuemos yr muy callando, porque suelen leuantarse a esta hora<br />

los ricos, los cobdiciosos de temporales bienes, los deuotos de templos, monesterios e<br />

yglesias, los enamorados como nuestro amo, los trabajadores de los campos e<br />

labranças, e los pastores que en este tiempo traen las ouejas a estos apriscos a ordeñar,<br />

e podría ser que cogiessen de pasada alguna razón, por do toda su honrra e la de<br />

Melibea se turbasse.<br />

TRISTÁN.- ¡O simple rascacauallos! ¡Dizes que callemos e nombras su nombre<br />

della! Bueno eres para adalid o para regir gente en tierra de moros de noche. Assí que,<br />

prohibiendo, permites; encubriendo, descubres; assegurando, offendes; callando,<br />

bozeas e pregonas; preguntando, respondes. Pues tan sotil e discreto eres, ¿no me dirás<br />

en qué mes cae Santa María de Agosto, Porque sepamos si ay harta paja en casa que<br />

comas ogaño?


137<br />

CALISTO.- Mis cuydados e los de vosotros no son todos vnos. Entrad callando, no<br />

nos sientan en casa. Cerrad essa puerta e vamos a reposar, que yo me quiero sobir solo<br />

a mi camara. Yo me<br />

desarmaré. Id vosotros a vuestras camas. [132]<br />

CALISTO.- ¡O mezquino yo!, quanto me es agradable de mi natural la solicitud e<br />

silencio e escuridad. No sé si lo causa que me vino a la memoria la trayción, que fize en<br />

me despartir de aquella señora, que tanto amo, hasta que más fuera de día, o el dolor<br />

de mi deshonrra (939) . ¡Ay, ay!, que esto es. Esta herida es la que siento agora, que se ha<br />

resfriado. Agora que está elada la sangre, que ayer heruía; agora que veo la mengua<br />

de mi casa (940) , la falta de mi seruicio, la perdición de mi patrimonio, la infamia que<br />

tiene mi persona de la muerte, que de mis criados se ha seguido. ¿Qué hize? ¿En qué<br />

me detuue? ¿Cómo me puedo soffrir, que no me mostré luego presente, como hombre<br />

injuriado, vengador, [133] soberuio e acelerado de la manifiesta injusticia que me fue<br />

hecha? ¡O mísera suauidad desta breuíssima vida! ¿Quién es de ti tan cobdicioso que<br />

no quiera más morir luego, que gozar vn año de vida denostado e prorogarle con<br />

deshonrra, corrompiendo la buena fama de los passados? Mayormente que no ay hora<br />

cierta ni limitada ni avn vn solo momento. Deudores somos sin tiempo, contino estamos<br />

obligados a pagar luego. ¿Por qué no salí a inquirir siquiera la verdad de la secreta<br />

causa de mi manifiesta perdición? ¡O breue deleyte mundano! ¡Cómo duran poco e<br />

cuestan mucho tus dulçores! No se compra tan caro el arrepentir. ¡O triste yo!<br />

¿Quando se restaurará tan grande pérdida? ¿Qué haré? ¿Qué consejo tomaré? ¿A<br />

quién descobriré mi mengua? ¿Por qué lo celo a los otros mis seruidores e parientes?<br />

Tresquílanme en concejo e no lo saben en mi casa (941) . Salir quiero; pero, si salgo para<br />

dezir que he estado presente, es tarde; si absente, es temprano. E para proueer amigos<br />

e criados antiguos, parientes e allegados, es menester tiempo e para buscar armas e<br />

otros aparejos de vengança. ¡O cruel juez (942) !, ¡e qué mal pago me has dado del pan,<br />

que [134] de mi padre comiste! Yo pensaua que pudiera con tu fauor matar mill<br />

hombres sin temor de castigo, iniquo falsario, perseguidor de verdad, hombre de baxo<br />

suelo. Bien dirán de ti que te hizo alcalde mengua de hombres buenos (943) . Mirarás que<br />

tú e los que mataste, en seruir a mis passados e a mí, érades compañeros; mas, quando<br />

el vil está rico, no tiene pariente ni amigo (944) . ¿Quién pensara que tú me auías de<br />

destruyr? No ay, cierto, cosa más empecible, qu' el incogitado enemigo. ¿Por qué<br />

quesiste que dixessen: del monte sale con que se arde (945) e que crié cueruo que me<br />

sacasse el ojo (946) ? Tú eres público delinquente e mataste a los que son priuados. E<br />

pues sabe que menor delito es el priuado que el público, menor su vtilidad, según las<br />

leyes de Atenas (947) [135] disponen. Las quales no son escritas con sangre; antes<br />

muestran que es menor yerro no condenar los malhechores, que punir los innocentes.<br />

¡O quan peligroso es seguir justa causa delante injusto juez! Quánto más este excesso<br />

de mis criados, que no carescía de culpa. Pues mira, si mal has hecho, que ay sindicado<br />

en el cielo y en la tierra: assí que a Dios e al rey serás reo e a mí capital enemigo.<br />

¿Qué peccó el vno por lo que hizo el otro, que por solo ser su compañero los mataste a<br />

entrambos? ¿Pero qué digo? ¿Con quién hablo? ¿Estoy en mi seso (948) ? ¿Qué es esto,<br />

Calisto? ¿Soñauas, duermes o velas? ¿Estás en pie o acostado? Cata que estás en tu<br />

cámara. ¿No vees que el offendedor no está presente? ¿Con quién lo has? Torna en ti.<br />

Mira que nunca los absentes se hallaron justos. Oye entrambas partes para sentenciar.<br />

¿No vees que por executar la justicia no auía de mirar amistad ni deudo ni criança?<br />

¿No miras que la ley tiene de ser ygual a todos? Mira que Rómulo, el primer<br />

cimentador de Roma, mató a su propio hermano, porque la ordenada ley traspassó.


138<br />

[136] Mira a Torcato (949) romano, cómo mató a su hijo, porque excedió la tribunicia<br />

constitución. Otros muchos hizieron lo mesmo. Considera que, si aquí presente él<br />

estouiese, respondería que hazientes e consintientes merecen ygual pena; avnque a<br />

entrambos matasse por lo que el vno pecó. E que, si aceleró en su muerte, que era<br />

crimen notorio e no eran necessarias muchas prueuas e que fueron tomados en el acto<br />

del matar: que ya estaua el vno muerto de la cayda que dio. E también se deue creer<br />

que aquella lloradera moça, que Celestina tenía en su casa, le dio rezia priessa con su<br />

triste llanto e él, por no hazer bullicio, por no me disfamar, por no esperar a que la<br />

gente se leuantasse e oyessen el pregón, del qual gran infamia se me siguía, los mandó<br />

justiciar tan de mañana, pues era forçoso el verdugo y bozeador para la execución e su<br />

descargo. Lo qual todo, assí como creo es hecho, antes le quedo deudor e obligado<br />

para quanto biua, no como a criado de mi padre, pero como a verdadero hermano. E<br />

puesto caso que assí no fuesse, puesto caso que no [137] echasse lo passado a la mejor<br />

parte, acuérdate (950) , Calisto, del gran gozo passado. Acuérdate de tu señora e tu bien<br />

todo. E pues tu vida no tienes en nada por su seruicio, no has de tener las muertes de<br />

otros, pues ningún dolor ygualará con el rescebido plazer.<br />

¡O mi señora e mi vida! Que jamás pensé en absencia offenderte. Que paresce que<br />

tengo en poca estima la merced, que me has hecho. No quiero pensar en enojo, no<br />

quiero tener ya con la tristeza amistad. ¡O bien sin comparación! ¡O insaciable<br />

contentamiento! ¿E quándo pidiera yo más a Dios por premio de mis méritos, si<br />

algunos son en esta vida, de lo que alcançado tengo? ¿Por qué no estoy contento? Pues<br />

no es razón ser ingrato a quien tanto bien me ha dado. ¡Quiérolo conocer, no quiero<br />

con enojo perder mi seso, porque perdido no cayga de tan alta possessión! No quiero<br />

otra honrra; ni otra gloria, no otras riquezas, no otro padre ni madre, no otros deudos<br />

no parientes. De día estaré en mi cámara, de noche en aquel parayso dulce, en aquel<br />

alegre vergel, entre aquellas suaues plantas [138] e fresca verdura. ¡O noche de mi<br />

descanso, si fuesses ya tornada! ¡O luziente Febo, date priessa a tu acostumbrado<br />

camino! ¡O deleytosas estrellas, apareceos ante de la continua orden! ¡O espacioso<br />

relox, avn te vea yo arder en biuo fuego de amor! Que si tú esperasses lo que yo,<br />

quando des doze, jamás estarías arrendado a la voluntad del maestro, que te compuso.<br />

Pues ¡vosotros, inuernales meses, que agora estays escondidos!: ¡viniessedes con<br />

vuestras muy complidas noches a trocarlas por estos prolixos días! Ya me paresce<br />

hauer vn año, que no he visto aquel suaue descanso, aquel deleytoso refrigerio de mis<br />

trabajos. ¿Pero qué es lo que demando (951) ? ¿Qué pido, loco, sin sufrimiento? Lo que<br />

jamás fue ni puede ser. No aprenden los cursos naturales a rodearse sin orden, que a<br />

todos es vn ygual curso, a todos vn mesmo espacio para muerte y vida, un limitado<br />

término a los secretos mouimientos del alto firmamento celestial de los planetas y<br />

norte, de los crescimientos e mengua de la menstrua luna. Todo se rige con vn freno<br />

ygual, todo se mueue con igual espuela: cielo, tierra, mar, fuego, viento, calor, frío<br />

¿Qué me aprouecha a mí que dé doze [139] horas el relox de hierro, si no las ha dado<br />

el del cielo? Pues, por mucho que madrugue, no amanesce más ayna (952) .<br />

Pero tú, dulce ymaginacion, tú que puedes, me acorre. Trae a mi fantasía la<br />

presencia angélica de aquella ymagen luziente, buelue a mis oydos el suaue son de sus<br />

palabras, aquellos desuíos sin gana, aquel apártate allá, señor, no llegues a mí, aquel<br />

no seas descortés, que con sus rubicundos labrios (953) vía sonar, aquel no quieras mi<br />

perdición, que de rato en rato proponía, aquellos amorosos abraços entre palabra e<br />

palabra, aquel soltarme e prenderme, aquel huyr e llegarse, aquellos açucarados besos,<br />

aquella final salutación con que se me despidió. ¡Con quanta pena salió por su boca!


139<br />

¡Con quantos desperezos! ¡Con quantas lágrimas, que parescían granos de aljofar, que<br />

sin sentir se le cayan de aquellos claros e resplandecientes ojos!<br />

SOSIA.- Tristán, ¿qué te paresce de Calisto, qué dormir ha hecho? Que son ya las<br />

quatro de la tarde e no nos ha llamado ni ha comido.<br />

TRISTÁN.- Calla, que el dormir no quiere priessa. [140] Demás desto, aquéxale<br />

por vna parte la tristeza de aquellos moços, por otra le alegra el muy gran plazer de lo<br />

que con su Melibea ha alcançado. Assí que, dos tan rezios contrarios verás qué tal<br />

pararán vn flaco subjecto, donde estuuieren aposentados.<br />

SOSIA.- ¿Piénsaste tú que le penan a él mucho los muertos? Si no le penasse más a<br />

aquella, que desde esta ventana veo yo yr por la calle, no lleuaría las tocas de tal color.<br />

TRISTÁN.- ¿Quién es, hermano?<br />

SOSIA.- Llégate acá e verla has antes que trasponga. Mira aquella lutosa, que se<br />

limpia agora las lágrimas de los ojos. Aquella es Elicia, criada de Celestina e amiga de<br />

Sempronio. Vna muy bonita moça; avnque queda agora perdida la pecadora, porque<br />

tenía a Celestina por madre e a Sempronio por el principal de sus amigos. E aquella<br />

casa, donde entra, allí mora vna hermosa muger, muy graciosa e fresca, enamorada,<br />

medio ramera; pero no se tiene por poco dichoso quien la alcança tener por amiga sin<br />

grande escote e llámase Areusa. Por la cual sé yo que ouo el triste de Pármeno más de<br />

tres noches malas e avn que no le plaze a ella con su muerte.


140<br />

[141]<br />

Aucto dézimoquinto<br />

ARGUMENTO DEL DÉCIMOQUINTO AUCTO<br />

Areusa dize palabras injuriosas a vn rufián, llamado Centurio, el qual se despide<br />

della por la venida de Elicia, la qual cuenta a Areusa las muertes que sobre los amores<br />

de Calisto e Melibea se auían ordenado, e conciertan Areusa y Elicia que Centurio aya<br />

de vengar las muertes de los tres en los dos enamorados. En fin, despídese Elicia de<br />

Areusa, no consintiendo en lo que le ruega, por no perder el buen tiempo que se daua,<br />

estando en su asueta casa.<br />

AREUSA, CENTURIO, ELICIA.<br />

ELICIA.- ¿Qué bozear es este de mi prima? Si ha sabido las tristes nueuas que yo le<br />

traygo, no auré yo las albricias de dolor, que por tal mensaje se ganan. Llore, llore,<br />

vierta lágrimas, pues no se hallan tales hombres a cada rincón. Plázeme que assí lo<br />

siente. Messe aquellos cabellos como yo triste he fecho, sepa que es perder buena vida<br />

más trabajo que la misma muerte. ¡O [142] quanto más la quiero que hasta aquí, por el<br />

gran sentimiento que muestra!<br />

AREUSA (954) .- Vete de mi casa, rufián, vellaco, mentiroso, burlador, que me traes<br />

engañada, boua, con tus offertas vanas. Con tus ronces (955) e halagos hasme robado<br />

quanto tengo. Yo te di, vellaco, sayo e capa, espada e broquel, camisas de dos en dos a<br />

las mill marauillas labradas, yo te di armas e cauallo, púsete con señor que no le<br />

merescías descalçar; agora vna cosa que te pido que por mí fagas pónesme mill<br />

achaques.<br />

CENTURIO (956) .- Hermana mía, mándame tú matar [143] con diez hombres por tu<br />

seruicio e no que ande vna legua de camino a pie.<br />

AREUSA (957) .- ¿Por qué jugaste tú el cauallo, tahúr vellaco? Que si por mí no<br />

ouiesse sido, estarías tú ya ahorcado. Tres vezes te he librado de la justicia, quatro<br />

vezes desempeñado en los tableros. ¿Por qué lo hago? ¿Por qué soy loca? ¿Por qué<br />

tengo fe con este couarde? ¿Por qué creo sus mentiras? ¿Por qué le consiento entrar<br />

por mis puertas? ¿Qué tiene bueno? Los cabellos crespos, la cara acuchillada, dos<br />

vezes açotado, [144] manco de la mano del espada, treynta mugeres en la putería. Salte<br />

luego de ay. No te vea yo más, no me hables ni digas que me conoces; si no, por los<br />

huesos del padre que me hizo e de la madre que me parió, yo te haga dar mill palos en


141<br />

essas espaldas de molinero. Que ya sabes que tengo quien lo sepa hazer y, hecho,<br />

salirse con ello.<br />

CENTURIO.- ¡Loquear, bouilla! Pues si yo me ensaño, alguna llorará. Mas quiero<br />

yrme e çofrirte, que no sé quien entra, no nos oyan.<br />

ELICIA.- Quiero entrar, que no es son de buen llanto donde ay amenazas e<br />

denuestos (958) .<br />

AREUSA.- ¡Ay triste yo! ¿Eres tú, mi Elicia? ¡Jesú, Jesú!, no lo puedo creer. ¿Qué<br />

es esto? ¿Quién te me cubrió de dolor? ¿Qué manto de tristeza es este? Cata, que me<br />

espantas, hermana mía. Dime presto qué cosa es, que estoy sin tiento, ninguna gota de<br />

sangre has dexado en mi cuerpo.<br />

ELICIA.- ¡Gran dolor, gran pérdida! Poco es lo que muestro con lo que siento y<br />

encubro; más [145] negro traygo el coraçón que el manto, las entrañas, que las tocas.<br />

¡Ay hermana, hermana, que no puedo fablar! No puedo de ronca sacar la boz del<br />

pecho.<br />

AREUSA.- ¡Ay triste! ¿Qué me tienes suspensa? Dímelo, no te messes, no te<br />

rascuñes ni maltrates. ¿Es común de entrambas este mal? ¿Tócame a mí?<br />

ELICIA.- ¡Ay prima mía e mi amor! Sempronio e Pármeno ya no biuen, ya no son<br />

en el mundo. Sus ánimas ya están purgando su yerro. Ya son libres desta triste vida.<br />

AREUSA.- ¿Qué me cuentas? No me lo digas. Calla por Dios, que me caeré muerta.<br />

ELICIA.- Pues más mal ay que suena (959) . Oye a la triste, que te contará más<br />

quexas. Celestina, aquella que tú bien conosciste, aquella que yo tenía por madre,<br />

aquella que me regalaua, aquella que me encubría, aquella con quien yo me honrraua<br />

entre mis yguales, aquella por quien yo era conoscida en toda la ciudad e arrabales, ya<br />

está dando cuenta de sus obras. Mill cuchilladas [146] le vi dar a mis ojos: en mi<br />

regaço me la mataron.<br />

AREUSA.- ¡O fuerte tribulación! ¡O dolorosas nueuas, dignas de mortal lloro! ¡O<br />

acelerados desastres! ¡O pérdida incurable! ¿Cómo ha rodeado atan presto la fortuna<br />

su rueda? ¿Quién los mató? ¿Cómo murieron? Que estoy enuelesada, sin tiento, como<br />

quien cosa impossible oye. No ha ocho días que los vide biuos e ya podemos dezir:<br />

perdónelos Dios. Cuéntame (960) , amiga mía, cómo es acaescido tan cruel e desastrado<br />

caso.<br />

ELICIA.- Tú lo sabrás. Ya oyste dezir, hermana, los amores de Calisto e la loca de<br />

Melibea. Bien verías cómo Celestina auía tomado el cargo, por intercessión de<br />

Sempronio, de ser medianera, pagándole su trabajo. La qual puso tanta diligencia e<br />

solicitud, que a la segunda açadonada sacó agua (961) . Pues, como Calisto tan presto<br />

vido buen concierto en cosa que jamás lo esperaua, a bueltas de otras cosas dio a la<br />

desdichada de mi tía vna cadena de oro. E como sea de tal calidad aquel metal, que<br />

mientra más beuemos dello más sed nos pone, con sacrílega [147] hambre, quando se<br />

vido tan rica, alçose (962) con su ganancia e no quiso dar parte a Sempronio ni a<br />

Pármeno dello, lo qual auía quedado entre ellos que partiessen lo que Calisto diesse.


142<br />

Pues, como ellos viniessen cansados vna mañana de acompañar a su amo toda la<br />

noche, muy ayrados de no sé qué questiones que dizen que auían auido, pidieron su<br />

parte a Celestina de la cadena para remediarse. Ella púsose en negarles la conuención<br />

e promesa e dezir que todo era suyo lo ganado e avn descubriendo otras cosillas de<br />

secretos, que como dizen: riñen las comadres (963) etc. Assí que ellos muy enojados, por<br />

vna parte los aquexaua la necessidad, que priua todo amor; por otra, el enojo grande e<br />

cansancio que trayan, que acarrea alteración; por otra, auían la fe quebrada de su<br />

mayor esperança. No sabían qué hazer. Estuuieron gran rato en palabras. Al fin,<br />

viéndola tan cobdiciosa, perseuerando en [148] su negar, echaron mano a sus espadas<br />

e diéronle mill cuchilladas.<br />

AREUSA.- ¡O desdichada de muger! ¡Y en esto auía su vejez de fenescer! ¿E dellos,<br />

qué me dizes? ¿En qué pararon?<br />

ELICIA.- Ellos, como ouieron hecho el delicto, por huyr de la justicia, que acaso<br />

passaua por allí, saltaron de las ventanas e quasi muertos los prendieron e sin más<br />

dilación los degollaron.<br />

AREUSA (964) .- ¡O mi Pármeno e mi amor! ¡Y quanto dolor me pone su muerte!<br />

Pésame del grande amor que con él tan poco tiempo auía puesto, pues no me auía más<br />

de durar. Pero pues ya este mal recabdo es hecho, pues ya esta desdicha es acaescida,<br />

pues ya no se pueden por lágrimas comprar ni restaurar sus vidas, no te fatigues tú<br />

tanto, que cegarás llorando. Que creo que poca ventaja me lleuas en sentimiento y<br />

verás con quanta paciencia lo çuffro y passo.<br />

ELICIA.- ¡Ay que rauio (965) ! ¡Ay mezquina, que salgo de seso! ¡Ay, que no hallo<br />

quien lo sienta como yo! No hay quien pierda lo que yo pierdo. ¡O quánto mejores y<br />

más honestas fueran mis [149] lágrimas en passión ajena, que en la propia mía! ¿A<br />

donde yré, que pierdo madre, manto y abrigo; pierdo amigo y tal que nunca faltaua de<br />

mi marido? ¡O Celestina sabia, honrrada y autorizada, quántas faltas me encobrías<br />

con tu buen saber! Tú trabajauas, yo holgaua; tú salías fuera, yo estaua encerrada; tú<br />

rota, yo vestida; tú entrauas contino como abeja por casa, yo destruya, que otra cosa<br />

no sabía hazer. ¡O bien (966) y gozo mundano, que mientra eres posseydo eres<br />

menospreciado y jamás te consientes conocer hasta que te perdemos! ¡O Calisto y<br />

Melibea, causadores de tantas muertes! ¡Mal fin ayan vuestros amores, en mal sabor se<br />

conuiertan vuestros dulces plazeres! Tórnese lloro vuestra gloria, trabajo vuestro<br />

descanso. Las yeruas deleytosas, donde tomays los hurtados solazes, se conuiertan en<br />

culebras, los cantares se os tornen lloro, los sombrosos árboles del huerto se sequen<br />

con vuestra vista, sus flores olorosas se tornen de negra color. [150]<br />

AREUSA.- Calla, por Dios, hermana, pon silencio a tus quexas, ataja tus lágrimas,<br />

limpia tus ojos, torna sobre tu vida. Que quando vna puerta se cierra (967) , otra suele<br />

abrir la fortuna y este mal, avnque duro, se soldará. E muchas cosas se pueden vengar<br />

que es impossible remediar y esta tiene el remedio dudoso e la vengança en la mano.<br />

ELICIA.- ¿De quién se ha de auer enmienda, que la muerta y los matadores me han<br />

acarreado esta cuyta? No menos me fatiga la punición (968) de los delinquentes, que el<br />

yerro cometido. ¿Qué mandas que haga, que todo carga sobre mí? Pluguiera a Dios<br />

que fuera yo con ellos e no quedara para llorar a todos. Y de lo que más dolor siento es


143<br />

ver que por esso no dexa aquel vil de poco sentimiento de ver y visitar festejando cada<br />

noche a su estiércol de Melibea y ella muy vfana en ver sangre vertida por su seruicio.<br />

AREUSA.- Si esso es verdad ¿de quién mejor se puede tomar vengança? De manera<br />

que quien lo comió, aquel lo escote. Déxame tú, que si [151] yo les caygo en el rastro,<br />

quándo se veen e cómo, por dónde e a qué hora, no me ayas tú por hija de la pastellera<br />

vieja, que bien conosciste, si no hago que les amarguen los amores. E si pongo en ello a<br />

aquel con quien me viste (969) que reñía quando entrauas, si no sea él peor verdugo para<br />

Calisto, que Sempronio de Celestina. Pues, ¡qué gozo auría agora él en que le pusiesse<br />

yo en algo por mi seruicio, que se fue muy triste de verme que le traté mal! E vería él<br />

los cielos abiertos en tornalle yo a hablar e mandar. Por ende, hermana, dime tú de<br />

quien pueda yo saber el negocio cómo passa, que yo le haré armar vn lazo con que<br />

Melibea llore quanto agora goza.<br />

ELICIA.- Yo conozco, amiga, otro compañero de Pármeno, moço de cauallos, que<br />

se llama Sosia, que le acompaña cada noche (970) . Quiero trabajar de se lo sacar todo el<br />

secreto e este será buen camino para lo que dizes.<br />

AREUSA.- Mas hazme este plazer, que me embíes [152] acá esse Sosia. Yo le<br />

halagaré e diré mill lisonjas e offrescimientos hasta que no le dexe en el cuerpo de lo<br />

hecho e por hazer. Después a él e a su amo haré reuessar (971) el plazer comido. E tú,<br />

Elicia, alma mía, no recibas pena. Passa a mi casa tu ropa e alhajas e vente a mi<br />

compañía, que estarás muy sola e la tristeza es amiga de la soledad. Con nueuo amor<br />

oluidarás los viejos. Vn hijo que nasce restaura la falta de tres finados: con nueuo<br />

sucessor se pierde la alegre memoria e plazeres perdidos del passado. De vn pan, que<br />

yo tenga, ternás tú la meytad. Más lástima tengo de tu fatiga, que de los que te la<br />

ponen. Verdad sea, que cierto duele más la pérdida de lo que hombre tiene, que da<br />

plazer la esperança de otro tal, avnque sea cierta. Pero ya lo hecho es sin remedio e los<br />

muertos irrecuperables. E como dizen: mueran e biuamos (972) . A los biuos me dexa a<br />

cargo, que yo te les daré tan amargo xarope a beuer, qual ellos a ti han dado. ¡Ay<br />

prima, prima, como sé yo, quando me ensaño, reboluer estas tramas, avnque [153] soy<br />

moça! E de ál me vengue Dios, que de Calisto Centurio me vengará.<br />

ELICIA.- Cata que creo que, avnque llame el que mandas, no aurá effecto lo que<br />

quieres, porque la pena de los que murieron por descobrir el secreto porná silencio al<br />

biuo para guardarle. Lo que me dizes de mi venida a tu casa te agradesco mucho. E<br />

Dios te ampare e alegre en tus necessidades, que bien muestras el parentesco e<br />

hermandad no seruir de viento, antes en las aduersidades aprouechar. Pero, avnque lo<br />

quiera hazer, por gozar de tu dulce compañía, no podrá ser por el daño que me vernía.<br />

La causa no es necessario dezir, pites hablo con quien me entiende. Que allí, hermana,<br />

soy conoscida, allí estoy aparrochada (973) . Jamás perderá aquella casa el nombre de<br />

Celestina, que Dios aya. Siempre acuden allí moças conoscidas e allegadas, medio<br />

parientas de las que ella crió. Allí hazen sus conciertos, de donde se me seguirá algún<br />

prouecho. E también essos pocos amigos, que me quedan, no me saben otra morada.<br />

Pues ya sabes quán duro es dexar lo vsado e [154] que mudar costumbre es a par de<br />

muerte (974) e piedra mouediza que nunca moho la cobija (975) . Allí quiero estar, siquiera<br />

porque el alquile (976) de la casa, que está pagado por ogaño, no se vaya em balde. Assí<br />

que, avnque cada cosa no abastasse por sí, juntas aprouechan e ayudan. Ya me paresce<br />

que es hora de yrme. De lo dicho me lleuo el cargo. Dios quede contigo, que me voy.


144<br />

[155]<br />

Aucto décimo sesto<br />

ARGUMENTO DEL DECIMOSESTO AUCTO<br />

Pensando Pleberio e Alisa tener su hija Melibea el don de la virginidad conseruado,<br />

lo qual, según ha parescido, está en contrario, y están razonando sobre el casamiento de<br />

Melibea; e en tan gran quantidad le dan pena las palabras, que de sus padres oye, que<br />

embía a Lucrecia para que sea causa de su silencio en aquel propósito.<br />

PLEBERIO, ALISA, LUCRECIA, MELIBEA.<br />

PLEBERIO.- Alisa, amiga, el tiempo, según me parece, se nos va, como dizen, entre<br />

las manos. Corren los días como agua de río (977) . No hay cosa tan ligera para huyr<br />

como la vida. La muerte nos sigue e rodea, de la qual somos vezinos e hazia su<br />

vandera (978) nos acostamos, según natura. [156] Esto vemos muy claro, si miramos<br />

nuestros yguales, nuestros hermanos e parientes en derredor. Todos los come ya la<br />

tierra, todos están en sus perpetuas moradas. E pues somos inciertos quándo auemos de<br />

ser llamados, viendo tan ciertas señales, deuemos echar nuestras baruas en remojo (979)<br />

e aparejar nuestros fardeles (980) para andar este forçoso camino; no nos tome<br />

improuisos ni de salto (981) aquella cruel boz de la muerte. Ordenemos nuestras ánimas<br />

con tiempo, que más vale preuenir que ser preuenidos (982) . Demos nuestra hazienda a<br />

dulce sucessor, acompañemos nuestra vnica hija con marido, qual nuestro estado<br />

requiere, porque vamos (983) descansados e sin dolor deste mundo. Lo qual con mucha<br />

diligencia deuemos poner desde agora por obra e lo que otras vezes auemos<br />

principiado en este caso, agora aya execución. No quede por nuestra negligencia<br />

nuestra hija en manos [157] de tutores, pues parescerá ya mejor en su propia casa que<br />

en la nuestra. Quitarla hemos de lenguas de vulgo, porque ninguna virtut ay tan<br />

perfecta, que no tenga vituperadores e maldizientes. No ay cosa con que mejor se<br />

conserue la limpia fama en las vírgines, que con temprano casamiento. ¿Quién<br />

rehuyría nuestro parentesco en toda la ciudad? ¿Quién no se hallará gozoso de tomar<br />

tal joya en su compañía? ¿En quien caben las quatro principales cosas que en los<br />

casamientos se demandan, conuiene a saber: lo primero discrición, honestidad e<br />

virginidad: segundo, hermosura; lo terçero el alto origen e parientes; lo final, riqueza?<br />

De todo esto la dotó natura. Qualquiera cosa que nos pidan hallarán bien complida.<br />

ALISA.- Dios la conserue, mi señor Pleberio, porque nuestros desseos veamos<br />

complidos en nuestra vida. Que antes pienso que faltará ygual a nuestra hija, según tu<br />

virtut e tu noble sangre, que no sobrarán muchos que la merezcan. Pero como esto sea<br />

officio de los padres e muy ageno a las mugeres, como tú lo ordenares, seré yo alegre, e<br />

nuestra hija obedecerá, según su casto biuir e honesta, vida y humildad.


145<br />

LUCRECIA.- ¡Avn si bien lo supiesses, rebentarías! ¡Ya!, ¡ya! ¡Perdido es lo<br />

mejor! ¡Mal año [158] se os apareja a la vejez! Lo mejor Calisto lo lleua. No ay quien<br />

ponga virgos, que ya es muerta Celestina. Tarde acordays y más auíades de madrugar.<br />

¡Escucha!, ¡escucha! señora Melibea.<br />

MELIBEA.- ¿Qué hazes ay escondida, loca?<br />

LUCRECIA.- Llégate aquí, señora, oyrás a tus padres la priessa que traen por te<br />

casar.<br />

MELIBEA.- Calla, por Dios, que te oyrán. Déxalos parlar, déxalos deuaneen. Vn<br />

mes há que otra cosa no hazen ni en otra cosa entienden. No parece sino que les dize el<br />

coraçón el gran amor que a Calisto tengo e todo lo que con él vn mes há he<br />

passado (984) . No sé si me han sentido, no sé qué se sea aquexarles más agora este<br />

cuydado que nunca. Pues mándoles (985) yo trabajar en vano. Por demás es la cítola en<br />

el molino (986) . ¿Quién es el que me ha de quitar mi gloria? ¿Quién apartarme mis<br />

plazeres? Calisto es mi [159] ánima, mi vida, mi señor, en quien yo tengo toda mi<br />

sperança. Conozco dél que no biuo engañada. Pues él me ama, ¿con qué otra cosa le<br />

puedo pagar? Todas las debdas del mundo resciben compensación en diuerso género;<br />

el amor no admite sino solo amor por paga. En pensar en él me alegro, en verlo me<br />

gozo, en oyrlo me glorifico. Haga e ordene de mí a su voluntad. Si passar (987) quisiere<br />

la mar, con él yré; si rodear el mundo, lléueme consigo; si venderme en tierra de<br />

enemigos, no rehuyré su querer. Déxenme mis padres gozar d'él, si ellos quieren gozar<br />

de mí. No piensen en estas vanidades ni en estos casamientos: que más vale (988) ser<br />

buena amiga que mala casada. Déxenme gozar mi mocedad alegre, si quieren gozar su<br />

vejez cansada; si no, presto podrán aparejar mi perdición e su sepultura. No tengo otra<br />

lástima, sino por el tiempo que perdí de no gozarlo (989) , de no conoscerlo, después que a<br />

mí me sé conoscer. No quiero marido, no quiero ensuziar los ñudos [160] del<br />

matrimonio ni las maritales pisadas (990) de ageno hombre repisar, como muchas hallo<br />

en los antiguos libros que ley o que hizieron más discretas que yo, más subidas en<br />

estado e linaje. Las quales algunas eran de la gentilidad tenidas por diosas (991) , assí<br />

como Venus, madre de Eneas e de Cupido, el dios del amor, que siendo casada<br />

corrompió la prometida fe marital. E avn otras, de mayores fuegos encendidas,<br />

cometieron [161] nefarios e incestuosos yerros, como Mirra con su padre, Semíramis<br />

con su hijo, Canasce con su hermano e avn aquella forjada Thamar, hija del rey Dauid.<br />

Otras avn más cruelmente traspassaron las leyes de natura, como Pasiphe, muger del<br />

rey Minos, con el toro. Pues reynas eran e grandes señoras, debaxo de cuyas culpas la<br />

razonable mía podrá passar sin denuesto. Mi amor fue con justa causa. Requerida e<br />

rogada, catiuada de su merescimiento, aquexada por tan astuta maestra como<br />

Celestina, seruida de muy peligrosas visitaciones, antes que concediesse por entero en<br />

su amor. Y después vn mes há, como has visto, que jamás noche ha faltado sin ser<br />

nuestro huerto escalado como fortaleza e muchas auer venido [162] em balde e por<br />

esso no me mostrar más pena ni trabajo. Muertos por mí sus seruidores, perdiéndose su<br />

hazienda, fingiendo absencia con todos los de la ciudad, todos los días encerrado en<br />

casa con esperança de verme a la noche. ¡Afuera, afuera la ingratitud, afuera las<br />

lisonjas e el engaño con tan verdadero amador, que ni quiero marido ni quiero padre ni<br />

parientes (992) ! Faltándome Calisto, me falte la vida, la qual, porque él de mí goze, me<br />

aplaze.<br />

LUCRECIA.- Calla, señora, escucha, que todavía perseueran.


146<br />

PLEBERIO.- Pues, ¿qué te parece, señora muger? ¿Deuemos hablarlo a nuestra<br />

hija, deuemos darle parte de tantos como me la piden, para que de su voluntad venga,<br />

para que diga quál le agrada? Pues en esto las leyes dan libertad a los hombres e<br />

mugeres, avnque estén so el paterno poder, para elegir.<br />

ALISA.- ¿Qué dizes? ¿En qué gastas tiempo? (993) ¿Quién ha de yrle con tan grande<br />

nouedad a nuestra Melibea, que no la espante? ¡Cómo! [163] ¿E piensas que sabe ella<br />

qué cosa sean hombres? ¿Si se casan o qué es casar? ¿O que del ayuntamiento de<br />

marido e muger se procreen los hijos? ¿Piensas que su virginidad simple le acarrea<br />

torpe desseo de lo que no conosce ni ha entendido jamás? ¿Piensas que sabe errar avn<br />

con el pensamiento? No lo creas, señor Pleberio, que si alto o baxo de sangre o feo o<br />

gentil de gesto le mandaremos tomar, aquello será su plazer, aquello aurá por bueno.<br />

Que yo sé bien lo que tengo criado en mi guardada hija.<br />

MELIBEA (994) .- Lucrecia, Lucrecia, corre presto, entra por el postigo en la sala y<br />

estóruales su hablar, interrúmpeles sus alabanças con algún fingido mensaje, si no<br />

quieres que vaya yo dando bozes como loca, según estoy enojada del concepto<br />

engañoso, que tienen de mi ignorancia.<br />

LUCRECIA.- Ya voy, señora.


147<br />

[165]<br />

Aucto décimo séptimo<br />

ARGUMENTO DEL DÉCIMO SÉPTIMO AUCTO<br />

Elicia, caresciendo de la castimonia de Penélope, determina de despedir el pesar e<br />

luto que por causa de los muertos trae, alabando el consejo de Areusa en este propósito;<br />

la qual va a casa de Areusa, adonde viene Sosia, al qual Areusa con palabras fictas saca<br />

todo el secreto que está entre Calisto e Melibea.<br />

ELICIA, AREUSA, SOSIA.<br />

ELICIA.- Mal me va con este luto. Poco se visita mi casa (995) , poco se passea mi<br />

calle. Ya no veo las músicas de la aluorada, ya no las canciones de mis amigos, ya no<br />

las cuchilladas ni ruydos de noche por mi causa e, lo que peor siento, que ni blanca ni<br />

presente veo entrar por mi puerta. [166] De todo esto me tengo yo la culpa, que si<br />

tomara el consejo de aquella que bien me quiere, de aquella verdadera hermana,<br />

quando el otro día le lleué las nueuas deste triste negocio, que esta mi mengua ha<br />

acarreado, no me viera agora entre dos paredes sola, que de asco ya no ay quien me<br />

vea. El diablo me da tener dolor por quien no sé si, yo muerta, lo tuuiera. A osadas, que<br />

me dixo ella a mí lo cierto: nunca, hermana, traygas ni muestres más pena por el mal ni<br />

muerte de otro, que él hiziera por ti. Sempronio holgara, yo muerta; pues ¿por qué,<br />

loca, me peno yo por él degollado? ¿E qué sé si me matara a mí, conio era acelerado e<br />

loco, como hizo a aquella vieja, que tenía yo por madre? Quiero en todo seguir su<br />

consejo de Areusa, que sabe (996) más del mundo que yo e verla muchas vezes e traer<br />

materia cómo biua. ¡O qué participación tan suaue, qué conuersación tan gozosa e<br />

dulce! No en balde se dize: que vale más vn día del [167] hombre discreto, que toda la<br />

vida del nescio e simple (997) . Quiero pues deponer el luto, dexar tristeza, despedir las<br />

lágrimas, que tan aparejadas han estado a salir. Pero como sea el primer officio, que<br />

en nasciendo hazemos, llorar, no me marauilla ser más ligero de començar e de dexar<br />

más duro. Mas para esto es el buen seso, viendo la pérdida al ojo, viendo que los<br />

atauíos hazen la muger hermosa, avnque no lo sea, tornan de vieja moça e a la moça<br />

más. No es otra cosa la color e aluayalde, sino pegajosa liga en que se trauan los<br />

hombres. Ande pues mi espejo e alcohol, que tengo dañados estos ojos; anden mis tocas<br />

blancas, mis gorgueras labradas, mis ropas de plazer. Quiero adereçar lexía para estos<br />

cabellos, que perdían ya la ruuia color y, esto hecho, contaré mis gallinas, haré mi<br />

cama, porque la limpieza alegra el coraçón, barreré mi puerta e regaré la calle, porque<br />

los que passaren vean que es ya desterrado el dolor. Mas primero quiero yr a visitar mi<br />

prima, por preguntarle si ha ydo allá Sosia e lo que con él ha passado, que no lo he<br />

visto después que le dixe cómo le querría hablar Areusa. Quiera Dios que la halle sola,<br />

que jamás está desacompañada de galanes, como buena tauerna de borrachos. [168]


148<br />

ELICIA.- Cerrada está la puerta. No deue estar allá hombre (998) . Quiero llamar.<br />

Tha, tha.<br />

AREUSA.- ¿Quién es?<br />

ELICIA.- Abre, amiga; Elicia soy.<br />

AREUSA.- Entra, hermana mía. Véate Dios, que tanto plazer me hazes en venir<br />

como vienes, mudado el hábito de tristeza. Agora nos gozaremos juntas, agora te<br />

visitaré, vernos hemos en mi casa y en la tuya. Quiçá por bien fue para entrambas la<br />

muerte de Celestina, que yo ya siento la mejoría más que antes. Por esto se dize que los<br />

muertos abren los ojos de los que biuen (999) , a vnos con haziendas, a otros con libertad,<br />

como a ti.<br />

ELICIA.- A tu puerta llaman. Poco espacio nos dan para hablar, que te querría<br />

preguntar si auía venido acá Sosia.<br />

AREUSA.- No ha venido; después hablaremos. ¡Qué porradas que dan! Quiero yr<br />

abrir, que o es loco o priuado (1000) . [169] ¿Quién llama?<br />

SOSIA.- Abreme, señora. Sosia soy, criado de Calisto.<br />

AREUSA.- Por los santos de Dios, el lobo es en la conseja (1001) . Escóndete,<br />

hermana, tras esse paramento (1002) e verás quál te lo paro lleno de viento de lisonjas,<br />

que piense, quando se parta de mí, que es él e otro no. E sacarle he lo suyo e lo ageno<br />

del buche (1003) con halagos, como él saca el poluo con la almohaça a los cauallos.<br />

AREUSA.- ¿Es mi Sosia, mi secreto amigo (1004) ? ¿El que yo me quiero bien sin que<br />

él lo sepa? ¿El que desseo conoscer por su buena fama? ¿El fiel a su amo? ¿El buen<br />

amigo de sus compañeros? Abraçarte quiero, amor, que agora, que te veo, creo que ay<br />

más virtudes en ti, que todos me dezían. Andacá (1005) , entremos a assentarnos, que me<br />

gozo en mirarte, que me representas la figura del desdichado de Pármeno. Con [170]<br />

esto haze oy tan claro día que auías tú de venir a uerme. Dime, señor, ¿conoscíasme<br />

antes de agora?<br />

SOSIA.- Señora, la fama de tu gentileza, de tus gracias e saber buela tan alto por<br />

esta ciudad, que no deues tener en mucho ser de más conoscida que conosciente,<br />

porque ninguno habla en loor de hermosas, que primero no se acuerde de ti, que de<br />

quantas son.<br />

ELICIA.- (Aparte. Escondida.) ¡O hideputa el pelón e cómo se desasna (1006) !<br />

¡Quién le ve yr al agua con sus cauallos en cerro (1007) e sus piernas de fuera, en sayo, e<br />

agora en verse medrado con calças e capa, sálenle alas e lengua!<br />

AREUSA.- Ya me correría con tu razón, si alguno estuuiesse delante, en oyrte tanta<br />

burla como de mí hazes; pero, como todos los hombres traygays proueydas essas<br />

razones, essas engañosas alabanças, tan comunes para todas, hechas de molde, no me<br />

quiero de ti espantar. Pero hágote cierto, Sosia, que no tienes dellas necessidad; sin<br />

que me alabes te amo y sin que [171] me ganes de nueuo me tienes ganada. Para lo que


149<br />

te embié a rogar que me vieses, son dos cosas, las quales, si más lisonja o engaño en ti<br />

conozco, te dexaré de dezir, avnque sean de tu prouecho.<br />

SOSIA.- Señora mía, no quiera Dios que yo te haga cautela. Muy seguro venía de la<br />

gran merced, que me piensas hazer e hazes. No me sentía digno para descalçarte. Guía<br />

tú mi lengua, responde por mí a tus razones, que todo lo avré por rato e firme.<br />

AREUSA.- Amor mío, ya sabes quánto quise a Pármeno, e como dizen: quien bien<br />

quiere a Beltrán a todas sus cosas ama (1008) . Todos sus amigos me agradauan, el buen<br />

seruicio de su amo, como a él mismo, me plazía. Donde vía su daño de Calisto, le<br />

apartaua. Pues como esto assí sea, acordé dezirte, lo vno, que conozcas el amor que te<br />

tengo e quánto contigo e con tu visitación siempre me alegrarás e que en esto no<br />

perderás nada, si yo pudiere, antes te verná prouecho. Lo otro e segundo, que pues yo<br />

pongo mis ojos en ti, e mi amor e querer, auisarte que te guardes de peligros e más de<br />

descobrir tu secreto a ninguno, pues ves quanto daño vino a Pármeno e a Sempronio de<br />

lo que supo Celestina, [172] porque no querría verte morir mallogrado como a tu<br />

compañero. Harto me basta auer llorado al vno. Porque has de saber que vino a mí vna<br />

persona e me dixo que le auías tú descubierto los amores de Calisto e Melibea e cómo<br />

la auía alcançado e cómo yuas cada noche a le acompañar e otras muchas cosas, que<br />

no sabría relatar. Cata, amigo, que no guardar secreto es propio de las mugeres. No de<br />

todas; sino de las baxas e de los niños. Cata que te puede venir gran daño. Que para<br />

esto te dio Dios dos oydos e dos ojos e no más de vna lengua, porque sea doblado lo<br />

que vieres e oyeres, que no el hablar. Cata no confíes que tu amigo te ha de tener<br />

secreto de lo que le dixeres, pues tú no le sabes a ti mismo tener. Quando ouieres de yr<br />

con tu amo Calisto a casa de aquella señora, no hagas bullicio, no te sienta la tierra,<br />

que otros me dixeron que yuas cada noche dando bozes como loco de plazer.<br />

SOSIA.- ¡O cómo son sin tiento e personas desacordadas las que tales nueuas,<br />

señora, te acarrean (1009) ! Quien te dixo que de mi boca lo hauía oydo, no dize verdad.<br />

Los otros de verme yr con la luna de noche a dar agua a mis cauallos, holgando e<br />

auiendo plazer, diziendo cantares [173] por oluidar el trabajo e desechar enojo y esto<br />

antes de las diez, sospechan mal y de la sospecha hazen certidumbre, affirman lo que<br />

barruntan. Sí, que no estaua Calisto loco, que a tal hora auía de yr a negocio de tanta<br />

affrenta, sin esperar que repose la gente, que descansen todos en el dulçor del primer<br />

sueño. Ni menos auía de yr cada noche, que aquel officio no çufre cotidiana visitación.<br />

Y si más clara quieres, señora, ver su falsedad, como dizen, que toman antes al<br />

mentiroso que al que coxquea (1010) , en vn mes no auemos ydo ocho vezes y dizen los<br />

falsarios reboluedores que cada noche.<br />

AREUSA.- Pues por mi vida, amor mío, porque yo los acuse y tome en el lazo del<br />

falso testimonio me dexes en la memoria los días que aueys concertado de salir e, si<br />

yerran, estaré segura de tu secreto y cierta de su leuantar. Porque no siendo su mensaje<br />

verdadero, será tu persona segura de peligro e yo sin sobresalto de tu vida. Pues tengo<br />

esperança de gozarme contigo largo tiempo.<br />

SOSIA.- Señora, no alarguemos los testigos. Para esta noche en dando el relox las<br />

doze está hecho el concierto de su visitación por el huerto. Mañana preguntarás lo que<br />

han sabido, de lo [174] qual, si alguno te diere señas, que me tresquilen a mí a<br />

cruzes (1011) .


150<br />

AREUSA.- ¿E por qué parte, alma mía, porque mejor los pueda contradezir, si<br />

anduuieren errados vacilando?<br />

SOSIA.- Por la calle del vicario gordo, a las espaldas de su casa.<br />

ELICIA.- (Aparte. Escondida.) ¡Tiénente (1012) , don handrajoso! ¡No es más<br />

menester! ¡Maldito sea el que en manos de tal azemilero se confía! ¡Qué desgoznarse<br />

haze el badajo!<br />

AREUSA.- Hermano Sosia, esto hablado, basta para que tome cargo de saber tu<br />

innocencia e la maldad de tus aduersarios. Vete con Dios, que estoy ocupada en otro<br />

negocio y me he detenido mucho contigo.<br />

ELICIA.- (Aparte.) ¡O sabia muger! ¡O despidiente propio, qual le merece el asno<br />

que ha vaziado su secreto tan de ligero!<br />

SOSIA.- Graciosa e suaue señora, perdóname si te he enojado con mi tardança.<br />

Mientra holgares con mi seruicio, jamás hallarás quien tan de grado auenture en él su<br />

vida. E queden los ángeles contigo. [175]<br />

AREUSA.- Dios te guíe. ¡Allá yras, azemilero! ¡Muy vfano vas por tu vida (1013) !<br />

Pues toma para tu ojo, vellaco, e perdona, que te la doy de espaldas. ¿A quién digo?<br />

Hermana, sal acá. ¿Qué te parece, quál le embío? Assí sé yo tratar los tales, assí salen<br />

de mis manos los asnos, apaleados como este e los locos corridos e los discretos<br />

espantados e los deuotos alterados e los castos encendidos. Pues, prima, aprende, que<br />

otra arte es esta que la de Celestina; avnque ella me tenía por boua, porque me quería<br />

yo serlo. E pues ya tenemos deste hecho sabido quanto desseáuamos, deuemos yr a<br />

casa de aquellotro cara de ahorcado, que el jueues eché delante de ti baldonado de mi<br />

casa e haz tú como que nos quieres fazer amigos e que rogaste que fuesse a verlo.


151<br />

[177]<br />

Aucto décimo octauo<br />

ARGUMENTO DEL DÉCIMO OCTAUO AUCTO<br />

Elicia determina de fazer las amistades entre Areusa e Centurio por precepto de<br />

Areusa e vanse a casa de Centurio, onde ellas le ruegan que aya de vengar las muertes<br />

en Calisto e Melibea; el qual lo prometió delante dellas. E como sea natural a estos no<br />

hazer lo que prometen, escúsase como en el proceso paresce.<br />

CENTURIO, ELICIA, AREUSA.<br />

ELICIA.- ¿Quién está en su casa?<br />

CENTURIO.- Mochacho, corre, verás quién osa entrar sin llamar a la puerta.<br />

Torna, torna acá, que ya he visto quién es. No te cubras con el manto, señora: ya no te<br />

puedes esconder, que, quando vi adelante entrar a Elicia, vi que no podía traer consigo<br />

mala compañía ni nueuas que me pesassen, sino que me auían de dar plazer.<br />

AREUSA.- No entremos, por mi vida, más adentro, [178] que se estiende ya el<br />

vellaco, pensando que le vengo a rogar. Que más holgara con la vista de otras como él,<br />

que con la nuestra. Boluamos, por Dios, que me fino (1014) en ver tan mal gesto.<br />

¿Paréscete, hermana, que me traes por buenas estaciones e que es cosa justa venir de<br />

bísperas y entrarnos a uer vn desuellacaras (1015) que ay está?<br />

ELICIA.- Torna por mi amor, no te vayas; si no, en mis manos dexarás el medio<br />

manto.<br />

CENTURIO.- Tenla, por Dios, señora, tenla no se te suelte.<br />

ELICIA.- Marauillada estoy, prima, de tu buen seso. ¿Quál hombre ay tan loco e<br />

fuera de razón, que no huelgue de ser visitado, mayormente de mugeres? Llégate acá,<br />

señor Centurio, que en cargo de mi alma por fuerça haga que te abrace, que yo pagaré<br />

la fruta.<br />

AREUSA.- Mejor lo vea yo en poder de justicia e morir a manos de sus enemigos,<br />

que yo tal gozo le dé. ¡Ya, ya hecho ha conmigo para quanto biua! ¿E por quál carga<br />

de agua le tengo [179] de abraçar ni ver a esse enemigo? Porque le rogué estotro día<br />

que fuesse vna jornada de aquí, en que me yua la vida e dixo de no.


152<br />

CENTURIO.- Mándame (1016) tú, señora, cosa que yo sepa hazer, cosa que sea de mi<br />

officio. Vn desafío con tres juntos e si más vinieren: que no huya por tu amor. Matar vn<br />

hombre, cortar vna pierna o braço, harpar (1017) el gesto de alguna que se aya ygualado<br />

contigo: estas tales cosas, antes serán hechas, que encomendadas. No me pidas que<br />

ande camino ni que te dé dinero, que bien sabes que no dura conmigo, que tres saltos<br />

daré sin que me se cayga blanca. Ninguno da lo que no tiene. En vna casa biuo qual<br />

vees, que rodará el majadero (1018) por toda ella sin que tropiece. Las alhajas que tengo<br />

es el axuar de la frontera (1019) , vn jarro desbocado, vn assador sin punta. La cama en<br />

que me acuesto está armada sobre aros de broqueles, vn rimero de malla rota por [180]<br />

colchones, vna talega de dados por almohada. Que, avnque quiero dar collación, no<br />

tengo qué empeñar, sino esta capa harpada, que traygo acuestas.<br />

ELICIA.- Assí goze, que sus razones me contentan a marauilla. Como vn santo está<br />

obediente, como ángel te habla, a toda razón se allega; ¿qué más le pides? Por mi vida<br />

que le hables e pierdas enojo, pues tan de grado se te offresce con su persona.<br />

CENTURIO.- ¿Offrescer dizes, señora? Yo te juro por el sancto martilogio de pe a<br />

pa (1020) , el braço me tiembla de lo que por ella entiendo hazer, que contino pienso cómo<br />

la tenga contenta e jamás acierto. La noche passada soñaua (1021) que hazía armas en vn<br />

desafío por su seruicio con quatro hombres, que ella bien conosce, e maté al vno. E de<br />

los otros que huyeron el que más sano se libró me dexó a los pies vn braço yzquierdo.<br />

Pues muy mejor lo haré despierto de día, quando alguno tocare en su chapín.<br />

AREUSA.- Pues aquí te tengo, a tiempo somos. Yo te perdono, con condición que<br />

me vengues [181] de vn cauallero, que se llama Calisto, que nos ha enojado a mí e a mi<br />

prima.<br />

CENTURIO.- ¡O!, reñiego de la condición (1022) . Dime luego si está confessado.<br />

AREUSA.- No seas tú cura de su ánima.<br />

CENTURIO.- Pues sea assí. Embiémosle a comer al infierno sin confessión.<br />

AREUSA.- Escucha, no atajes mi razón. Esta noche lo tomarás.<br />

CENTURIO.- No me digas más, al cabo estoy. Todo el negocio de sus amores sé e<br />

los que por su causa ay muertos e lo que os tocaua a vosotras, por donde va e a qué<br />

hora e con quién es. Pero dime, ¿quántos son los que le acompañan?<br />

AREUSA.- Dos moços.<br />

CENTURIO.- Pequeña presa es essa, poco ceuo tiene ay mi espada. Mejor<br />

ceuara (1023) ella en otra parte esta noche, que estaua concertada.<br />

AREUSA.- Por escusarte lo hazes. A otro perro con esse huesso (1024) . No es para mí<br />

essa dilación. Aquí quiero ver si dezir e hazer si comen juntos a tu mesa.<br />

CENTURIO.- Si mi espada dixesse lo que haze, tiempo le faltaría para hablar.<br />

¿Quién sino ella [182] puebla los más cimenterios? ¿Quién haze ricos los cirujanos<br />

desta tierra? (1025) ¿Quién da contino quehazer a los armeros? ¿Quién destroça la malla


153<br />

muy fina? ¿Quién haze riça de los broqueles de Barcelona? ¿Quién reuana los<br />

capacetes de Calatayud, sino ella? Que los caxquetes de Almazén assí los corta, como<br />

si fuessen hechos de melón. Veynte años há que me da de comer. Por ella soy temido de<br />

hombres e querido de mugeres; sino de ti (1026) . Por ella me dieron Centurio por nombre<br />

a mi abuelo e Centurio se llamó mi padre e Centurio me llamo yo.<br />

ELICIA.- Pues ¿qué hizo el espada por que ganó tu abuelo esse nombre? Dime,<br />

¿por ventura fue por ella capitán de cient hombres?<br />

CENTURIO.- No; pero fue rufián de cient mugeres (1027) .<br />

AREUSA.- No curemos de linaje ni hazañas viejas. Si has de hazer lo que te digo,<br />

sin dilación determina, porque nos queremos yr.<br />

CENTURIO.- Más desseo ya la noche por tenerte contenta, que tú por verte<br />

vengada. E porque más se haga todo a tu voluntad, escoge qué muerte quieres que le<br />

dé. Allí te mostraré vn [183] reportorio (1028) en que ay sietecientas e setenta species de<br />

muertes: verás quál más te agradare.<br />

ELICIA.- Areusa, por mi amor, que no se ponga este fecho en manos de tan fiero<br />

hombre. Más vale que se quede por hazer, que no escandalizar la ciudad, por donde<br />

nos venga más daño de lo passado.<br />

AREUSA.- Calla, hermana, díganos alguna, que no sea de mucho bullicio.<br />

CENTURIO.- Las que agora estos días yo vso e más traygo entre manos son<br />

espaldarazos sin sangre o porradas de pomo de espada o reués mañoso; a otros<br />

agujero como harnero a puñaladas, tajo largo, estocada temerosa, tiro mortal. Algún<br />

día doy palos por dexar holgar mi espada.<br />

ELICIA.- No passe, por Dios, adelante; déle palos, porque quede castigado e no<br />

muerto.<br />

CENTURIO.- Juro por el cuerpo santo de la letanía, no es más en mi braço derecho<br />

dar palos sin matar, que en el sol dexar de dar bueltas al cielo.<br />

AREUSA.- Hermana, no seamos nosotras lastimeras; haga lo que quisiere, mátele<br />

como se le antojare. Llore Melibea como tú has hecho. Dexémosle. Centurio, da buena<br />

cuenta de lo [184] encomendado. De qualquier muerte holgarémos. Mira que no se<br />

escape sin alguna paga de su yerro.<br />

CENTURIO.- Perdónele Dios, si por pies no se me va. Muy alegre quedo, señora<br />

mía, que se ha ofrecido caso, avnque pequeño, en que conozcas lo que yo sé hazer por<br />

tu amor.<br />

AREUSA.- Pues Dios te dé buena manderecha (1029) e a él te encomiendo, que nos<br />

vamos.<br />

CENTURIO.- Él te guíe e te dé más paciencia con los tuyos.


154<br />

CENTURIO.- Allá yrán estas putas atestadas de razones. Agora quiero pensar cómo<br />

me escusaré de lo prometido, de manera que piensen que puse diligencia con ánimo de<br />

executar lo dicho e no negligencia, por no me poner en peligro. Quiérome hazer<br />

doliente; pero, ¿qué aprouecha? Que no se apartarán de la demanda, quando sane.<br />

Pues si digo que fui allá e que les hize huyr, pedirme han señas de quién eran e quántos<br />

yuan y en qué lugar los tomé e qué vestidos lleuauan; yo no las sabré dar. ¡Helo todo<br />

perdido! Pues ¿qué consejo tomaré, que cumpla con mi seguridad e su demanda?<br />

Quiero embiar [185] a llamar a Traso (1030) , el coxo, e a sus dos compañeros e dezirles<br />

que, porque yo estoy occupado esta noche en otro negocio, vaya a dar vn repiquete de<br />

broquel (1031) a manera de leuada (1032) , para oxear (1033) [186] vnos garçones, que me fue<br />

encomendado, que todo esto es passos seguros e donde no consiguirán ningún daño,<br />

más de fazerlos huyr e boluerse a dormir.


155<br />

[187]<br />

Aucto décimonono<br />

ARGUMENTO DEL DÉCIMONONO AUCTO<br />

Yendo Calisto con Sosia e Tristán al huerto de Pleberio a visitar a Melibea, que lo<br />

estaua esperando e con ella Lucrecia, cuenta Sosia lo que le aconteció con Areusa.<br />

Estando Calisto dentro del huerto con Melibea, viene Traso e otros por mandado de<br />

Centurio a complir lo que auía prometido a Areusa e a Elicia, a los quales sale Sosia; e<br />

oyendo Calisto desde el huerto, onde estaua con Melibea, el ruydo que trayan, quiso<br />

salir fuera, la qual salida fue causa que sus días peresciessen, porque los tales este don<br />

resciben por galardón e por esto han de saber desamar los amadores.<br />

SOSIA, TRISTÁN, CALISTO, MELIBEA, LUCRECIA.<br />

SOSIA.- Muy quedo, para que no seamos sentidos. Desde aquí al huerto de Pleberio<br />

te contaré, hermano Tristán, lo que con Areusa me ha passado oy, que estoy el más<br />

alegre hombre del mundo. Sabrás que ella por las buenas nueuas, que de mí auía oydo,<br />

estaua presa de mi amor y embiome a Elicia, rogándome que la visitasse. E dexando<br />

aparte otras razones de [188] buen consejo que passamos, mostró al presente ser tanto<br />

mía, quanto algún tiempo fue de Pármeno. Rogome que la visitasse siempre, que ella<br />

pensaua gozar de mi amor por tiempo. Pero yo te juro por el peligroso camino en que<br />

vamos, hermano, e assí goze de mí, que estuue dos o tres vezes por me arremeter a ella,<br />

sino que me empachaua la vergüença de verla tan hermosa e arreada e a mí con vna<br />

capa vieja ratonada. Echaua de sí en bulliendo vn olor de almizque; yo hedía al<br />

estiercol, que lleuaua dentro de los çapatos. Tenía vnas manos como la nieue, que,<br />

quando las sacaua de rato en rato de un guante, parecía que se derramaua azahar por<br />

casa. Assí por esto, como porque tenía vn poco ella quehacer, se quedó mi atreuer para<br />

otro día. E avn porque a la primera vista todas las cosas no son bien tratables e quanto<br />

más se comunican mejor se entienden en su participación.<br />

TRISTÁN.- Sosia amigo, otro seso más maduro y esperimentado, que no el mío, era<br />

necessario para darte consejo en este negocio; pero lo que con mi tierna edad e<br />

mediano natural alcanço al presente te diré. Esta muger es marcada (1034) ramera, según<br />

tú me dixiste: quanto con ella te passó has de creer que no caresce de engaño. [189]<br />

Sus offrecimientos fueron falsos e no sé yo a qué fin. Porque amarte por gentilhombre<br />

¿quántos más terná ella desechados? Si por rico, bien sabe que no tienes más del<br />

poluo, que se te pega del almohaça. Si por hombre de linaje, ya sabrá que te llaman<br />

Sosia e a tu padre llamaron Sosia, nascido e criado en vna aldea, quebrando terrones


156<br />

con vn arado, para lo qual eres tú más dispuesto, que para enamorado. Mira,<br />

Sosia (1035) , e acuérdate bien si te quería sacar algún punto del secreto deste camino,<br />

que agora vamos, para con que lo supiesse reboluer a Calisto e Pleberio, de embidia<br />

del plazer de Melibea. Cata que la embidia es vna incurable enfermedad donde<br />

assienta, huésped que fatiga la posada: en lugar de galardón, siempre goza del mal<br />

ageno. Pues si esto es assí, ¡o cómo te quiere aquella maluada hembra engañar con su<br />

alto nombre, del qual todas se arrean! Con su vicio ponçoñoso quería condenar el<br />

ánima por complir su apetito, reboluer tales casas para contentar su dañada voluntad.<br />

¡O arufianada muger, e con qué blanco pan te daua çaraças (1036) : Quería vender su<br />

cuerpo a trueco de contienda. Óyeme e, si assí presumes que sea, ármale trato [190]<br />

doble (1037) , qual yo te diré: que quién engaña al engañador (1038) ... ya me entiendes. E si<br />

sabe mucho la raposa, más el que la toma (1039) . Contramínale sus malos pensamientos,<br />

escala sus ruyndades, quando más segura la tengas, e cantarás después en tu establo:<br />

vno piensa el vayo e otro el que lo ensilla (1040) .<br />

SOSIA.- ¡O Tristán, discreto mancebo! Mucho más me has dicho, que tu edad<br />

demanda. Astuta sospecha has remontado (1041) e creo que verdadera. Pero, porque ya<br />

llegamos al huerto e nuestro amo se nos acerca, dexemos este cuento, que es muy largo,<br />

para otro día.<br />

CALISTO.- Poned, moços, la escala e callad (1042) , que me paresce que está<br />

hablando mi señora de dentro. [191] Sobiré encima de la pared y en ella estaré<br />

escuchando, por ver si oyré alguna buena señal de mi amor en absencia.<br />

MELIBEA.- Canta más (1043) , por mi vida, Lucrecia, que me huelgo en oyrte, mientra<br />

viene aquel señor, e muy passo entre estas verduricas, que no nos oyrán los que<br />

passaren.<br />

LUCRECIA.- ¡O quién fuesse la ortelana<br />

de aquestas viciosas flores,<br />

por prender cada mañana<br />

al partir a tus amores!<br />

Vístanse nueuas collores<br />

los lirios y el açucena;<br />

derramen frescos olores,<br />

quando entre por estrena. [192]<br />

MELIBEA.- ¡O quan dulce me es oyrte! De gozo me deshago. No cesses, por mi<br />

amor.<br />

LUCRECIA.- Alegre es la fuente clara<br />

a quien con gran sed la vea;<br />

mas muy más dulce es la cara<br />

de Calisto a Melibea.<br />

Pues, avnque más noche sea,<br />

con su vista gozará.


157<br />

¡O quando saltar le vea,<br />

qué de abraços te dará!<br />

Saltos de gozo infinitos<br />

da el lobo viendo ganado;<br />

con las tetas los cabritos,<br />

Melibea con su amado.<br />

Nunca fue más desseado<br />

amado de su amiga,<br />

ni huerto más visitado,<br />

ni noche más sin fatiga.<br />

MELIBEA.- Quanto dizes, amiga Lucrecia, se me representa delante, todo me<br />

parece que lo veo con mis ojos. Procede, que a muy buen son lo dizes e ayudarte he yo.<br />

[193]<br />

LUCRECIA, MELIBEA.<br />

Dulces árboles sombrosos,<br />

humilláos quando veays<br />

aquellos ojos graciosos<br />

del que tanto desseays.<br />

Estrellas que relumbrays,<br />

norte e luzero del día,<br />

¿por qué no le despertays,<br />

si duerme mi alegría?<br />

MELIBEA.- Óyeme, tú, por mi vida, que yo quiero cantar sola.<br />

Papagayos,<br />

ruyseñores,<br />

que cantays al aluorada,<br />

lleuad nueua a mis amores,<br />

como espero aquí asentada.<br />

La media noche es passada,<br />

e no viene.<br />

sabedme si ay otra amada<br />

que lo detiene.<br />

CALISTO.- Vencido me tiene el dulçor de tu suaue canto; no puedo más suffrir tu<br />

penado esperar. ¡O mi señora e mi bien todo! ¿Quál muger podía [194] auer nascida,<br />

que despriuasse (1044) tu gran merecimiento? ¡O salteada melodía! ¡O gozoso rato! ¡O<br />

coraçón mío! ¿E cómo no podiste más tiempo sufrir sin interrumper tu gozo e complir<br />

el desseo de entrambos?


158<br />

MELIBEA.- ¡O sabrosa trayción! ¡O dulce sobresalto! ¿Es mi señor de mi alma?<br />

¿Es él? No lo puedo creer. ¿Dónde estauas, luziente sol? ¿Donde me tenías tu claridad<br />

escondida? ¿Auía rato que escuchauas? ¿Por qué me dexauas echar palabras sin seso<br />

al ayre, con mi ronca boz de cisne? Todo se goza este huerto con tu venida (1045) . Mira la<br />

luna quán clara se nos muestra, mira las nuues cómo huyen. Oye la corriente agua<br />

desta fontezica., ¡quánto más suaue murmurio su río lleua por entre las frescas yeruas!<br />

Escucha los altos cipreses, ¡cómo se dan paz unos ramos con otros por intercessión de<br />

vn templadico viento que los menea! Mira sus quietas sombras, ¡quán escuras están e<br />

aparejadas para encobrir nuestro deleyte (1046) ! Lucrecia, ¿qué sientes, amiga?<br />

¿Tórnaste loca de plazer? Déxale, [195] no me le despedaces, no le trabajes sus<br />

miembros con tus pesados abraços. Déxame gozar lo que es mío, no me ocupes mi<br />

plazer.<br />

CALISTO.- Pues, señora e gloria mía (1047) , si mi vida quieres, no cesse tu suaue<br />

canto. No sea de peor condición mi presencia, con que te alegras, que mi absencia, que<br />

te fatiga.<br />

MELIBEA.- ¿Qué quieres que cante, amor mío? ¿Cómo cantaré, que tu desseo era<br />

el que regía mi son e hazía sonar mi canto? Pues conseguida tu venida, desapareciose<br />

el desseo, destemplose el tono de mi boz. Y pues tú, señor, eres el dechado de cortesía e<br />

buena criança, ¿cómo mandas a mi lengua hablar e no a tus manos que estén quedas?<br />

¿Por qué no oluidas estas mañas? Mándalas estar sossegadas e dexar su enojoso vso e<br />

conuersación incomportable. Cata, ángel mío, que assí como me es agradable tu vista<br />

sossegada, me es enojoso tu riguroso trato; tus honestas burlas me dan plazer, tus<br />

deshonestas manos me fatigan, quando passan de la razón. Dexa estar mis ropas en su<br />

[196] lugar e, si quieres ver si es el hábito de encima de seda o de paño, ¿para qué me<br />

tocas en la camisa? Pues cierto es de lienço. Holguemos e burlemos de otros mill<br />

modos, que yo te mostraré, no me destroces ni maltrates como sueles. ¿Qué prouecho te<br />

trae dañar mis vestiduras?<br />

CALISTO.- Señora, el que quiere comer el aue, quita primero las plumas.<br />

LUCRECIA.- (Aparte.) Mala landre me mate, si más los escucho. ¿Vida es esta?<br />

¡Que me esté yo deshaziendo de dentera y ella esquiuándose porque la rueguen! Ya, ya<br />

apaziguado es el ruydo: no ouieron menester despartidores. Pero también me lo haría<br />

yo, si estos necios de sus criados me fablassen entre día; pero esperan que los tengo de<br />

yr a buscar.<br />

MELIBEA.- ¿Señor mío, quieres que mande a Lucrecia traer alguna colación?<br />

CALISTO.- No ay otra colación para mí, sino tener tu cuerpo e belleza en mi poder.<br />

Comer e beuer, donde quiera se da por dinero, en cada tiempo se puede auer e<br />

qualquiera lo puede alcançar; pero lo no vendible, lo que en toda la tierra no ay ygual<br />

que en este huerto, ¿cómo mandas que se me passe ningún momento que no goze?<br />

LUCRECIA.- (Aparte.) Ya me duele a mí la cabeça [197] d' escuchar e no a ellos<br />

de hablar ni los braços de retoçar ni las bocas de besar. ¡Andar!, ya callan: a tres me<br />

parece que va la vencida (1048) .


159<br />

CALISTO.- Jamás querría, señora, que amaneciesse, según la gloria e descanso<br />

que mi sentido recibe de la noble conuersación de tus delicados miembros.<br />

MELIBEA.- Señor, yo soy la que gozo, yo la que gano; tú, señor, el que me hazes<br />

con tu visitación incomparable merced (1049) .<br />

SOSIA.- ¿Assí, vellacos, rufianes, veníades a asombrar a los que no os temen? Pues<br />

yo juro que si esperárades, que yo os hiziera yr como merecíades.<br />

CALISTO.- Señora, Sosia es aquel que da bozes. Déxame yr a valerle, no le maten,<br />

que no está sino vn pajezico con él. Dame presto mi capa, que está debaxo de ti.<br />

MELIBEA.- ¡O triste de mi ventura! No vayas allá sin tus coraças; tórnate a armar.<br />

[198]<br />

CALISTO.- Señora, lo que no haze espada e capa e coraçón, no lo fazen coraças e<br />

capaçete e couardía.<br />

SOSIA.- ¿Avn tornays? Esperadme. Quiçá venís por lana (1050) .<br />

CALISTO.- Déxame, por Dios, señora, que puesta está el escala.<br />

MELIBEA.- ¡O desdichada yo!, e como vas tan rezio e con tanta priessa e<br />

desarmado a meterte entre quién no conosces? Lucrecia, ven presto acá, que es ydo<br />

Calisto a vn ruydo. Echémosle sus coraças por la pared, que se quedan acá.<br />

TRISTÁN.- Tente, señor, no baxes, que ydos son; que no era sino Traso el coxo e<br />

otros vellacos, que passauan bozeando. Que ya se torna Sosia. Tente, tente, señor, con<br />

las manos al escala.<br />

CALISTO.- ¡O!, ¡válame Santa María! ¡Muerto soy! ¡Confessión!<br />

TRISTÁN.- Llégate presto, Sosia, que el triste de nuestro amo es caydo del escala e<br />

no habla ni se bulle. [199]<br />

SOSIA.- ¡Señor, señor! ¡A essotra puerta (1051) ! ¡Tan muerto es como mi abuelo! ¡O<br />

gran desuentura!<br />

LUCRECIA.- ¡Escucha, escucha!, ¡gran mal es este! (1052)<br />

MELIBEA.- ¿Qué es esto? ¿Qué oygo?, ¡amarga de mí!<br />

TRISTÁN.- ¡O mi señor e mi bien muerto! ¡O mi señor despeñado! ¡O triste muerte<br />

sin confessión! Coge, Sosia, essos sesos de essos cantos, júntalos con la cabeça del<br />

desdichado amo nuestro. ¡O día de aziago (1053) ! ¡O arrebatado fin!<br />

MELIBEA.- ¡O desconsolada de mí! ¿Qué es esto? ¿Qué puede ser tan áspero<br />

acontecimiento como oygo? Ayúdame a sobir, Lucrecia, por estas paredes, veré mi<br />

dolor; si no, hundiré con alaridos la casa de mi padre. ¡Mi bien e plazer, [200] todo es<br />

ydo en humo (1054) ! ¡Mi alegría es perdida! ¡Consumiose mi gloria!


160<br />

LUCRECIA.- Tristán, ¿qué dizes, mi amor?, ¿qué es esso, que lloras tan sin mesura?<br />

TRISTÁN.- ¡Lloro mi gran mal, lloro mis muchos dolores (1055) ! Cayó mi señor<br />

Calisto del escala e es muerto. Su cabeça está en tres partes. Sin confessión pereció.<br />

Díselo a la triste e nueua amiga (1056) , que no espere más su penado amador. Toma tú,<br />

Sosia, dessos pies. Lleuemos el cuerpo de nuestro querido amo donde no padezca su<br />

honrra detrimento, avnque sea muerto en este lugar. Vaya con nosotros llanto,<br />

acompáñenos soledad, síganos desconsuelo, visítenos tristeza, cúbranos luto e dolorosa<br />

xerga.<br />

MELIBEA.- ¡O la más de las tristes triste! ¡Tan [201] tarde alcançado el plazer, tan<br />

presto venido el dolor! (1057)<br />

LUCRECIA.- Señora, no rasgues tu cara ni meses tus cabellos. ¡Agora en plazer,<br />

agora en tristeza! ¿Qué planeta houo, que tan presto contrarió su operación? ¡Qué poco<br />

coraçón es este! Leuanta, por Dios, no seas hallada de tu padre en tan sospechoso lugar,<br />

que serás sentida. Señora, señora, ¿no me oyes? No te amortezcas, por Dios. Ten<br />

esfuerço para sofrir la pena, pues touiste osadía para el plazer.<br />

MELIBEA.- ¿Oyes lo que aquellos moços van hablando? ¿Oyes sus tristes cantares?<br />

¡Rezando lleuan con responso mi bien todo! ¡Muerta lleuan mi alegría! ¡No es tiempo<br />

de yo biuir (1058) ! ¿Cómo no gozé más del gozo? ¿Cómo tuue en tan poco la gloria, que<br />

entre mis manos toue? ¡O ingratos mortales! ¡Jamás conocés vuestros bienes, sino<br />

quando dellos caresceys! (1059) [202]<br />

LUCRECIA.- Abíuate, abiua, que mayor mengua será hallarte en el huerto, que<br />

plazer sentiste con la venida ni pena con ver que es muerto. Entremos en la cámara,<br />

acostarte as. Llamaré a tu padre e fingiremos otro mal, pues este no es para poderse<br />

encobrir.


161<br />

[203]<br />

El veynteno aucto<br />

ARGUMENTO DEL VEYNTENO AUTO<br />

(1060)<br />

Lucrecia llama a la puerta de la cámara de Pleberio. Pregúntale Pleberio lo que<br />

quiere. Lucrecia le da priessa que vaya a uer a su hija Melibea. Leuantado Pleberio, va a<br />

la cámara de Melibea. Consuélala, preguntando qué mal tiene. Finge Melibea dolor de<br />

coraçón. Embía Melibea a su padre por algunos instrumentos músicos. Sube ella e<br />

Lucrecia en vna torre. Embía de sí a Lucrecia. Cierra tras ella la puerta. Llégase su<br />

padre al pie de la torre. Descúbrele Melibea todo el negocio, que hauía passado. En fin,<br />

déxase caer de la torre abaxo.<br />

PLEBERIO, LUCRECIA, MELIBEA.<br />

PLEBERIO.- ¿Qué quieres, Lucrecia? ¿Qué quieres tan presurosa? ¿Qué pides con<br />

tanta importunidad e poco sosiego? ¿Qué es lo que mi hija ha sentido? ¿Qué mal tan<br />

arrebatado puede ser, que no aya yo tiempo de me vestir ni me des avn espacio a me<br />

leuantar?<br />

LUCRECIA.- Señor, apresúrate mucho, si la quieres [204] ver viua, que ni su mal<br />

conozco de fuerte ni a ella ya de desfigurada.<br />

PLEBERIO.- Vamos presto, anda allá, entra adelante, alça essa antepuerta e abre<br />

bien essa ventana, porque le pueda ver el gesto con claridad (1061) . ¿Qué es esto, hija<br />

mía? ¿Qué dolor e sentimiento es el tuyo? ¿Qué nouedad es esta? ¿Qué poco esfuerço es<br />

este? Mírame, que soy tu padre. Fabla comigo, cuéntame la causa de tu arrebatada pena.<br />

¿Qué has? ¿Qué sientes? ¿Qué quieres? Hablame, mírame, dime la razón de tu dolor,<br />

porque presto sea remediado. No quieras embiarme con triste postrimería al sepulcro.<br />

Ya sabes que no tengo otro bien, sino a ti. Abre essos alegres ojos e mírame.<br />

MELIBEA.- ¡Ay dolor! (1062)<br />

PLEBERIO.- ¿Qué dolor puede ser, que yguale con ver yo el tuyo? Tu madre está<br />

sin seso en oyr tu mal. No pudo venir a verte de turbada. Esfuerça tu fuerça, abiua tu<br />

coraçón, arréziate de manera que puedas tú comigo yr a visitar a ella. Dime, ánima mía,<br />

la causa de tu sentimiento.


162<br />

MELIBEA.- ¡Pereció mi remedio! [205]<br />

PLEBERIO.- Hija, mi bienamada e querida del viejo padre, por Dios, no te ponga<br />

desesperación el cruel tormento desta tu enfermedad e passión, que a los flacos<br />

coraçones (1063) el dolor los arguye. Si tú me cuentas tu mal, luego será remediado. Que<br />

ni faltarán medicinas ni médicos ni siruientes para buscar tu salud (1064) , agora consista<br />

en yeruas o en piedras o en palabras o esté secreta en cuerpos de animales. Pues no me<br />

fatigues más, no me atormentes, no me hagas salir de mi seso e dime ¿qué sientes?<br />

MELIBEA.- Vna mortal llaga en medio del coraçón, que no me consiente hablar. No<br />

es ygual a los otros males; menester es sacarle para ser curada, que está en lo más<br />

secreto dél.<br />

PLEBERIO.- Temprano cobraste los sentimientos de la vegez. La moçedad toda<br />

suele ser plazer e alegría, enemiga de enojo. Levántate de ay. Vamos a uer los frescos<br />

ayres de la ribera: alegrarte has con tu madre, descansará tu pena. Cata, si huyes de<br />

plazer, no ay cosa más contraria a tu mal.<br />

MELIBEA.- Vamos donde mandares (1065) . Subamos, [206] señor, al açotea alta,<br />

porque desde allí goze de la deleytosa vista de los nauíos: por ventura afloxará algo mi<br />

congoxa.<br />

PLEBERIO.- Subamos e Lucrecia con nosotros.<br />

MELIBEA.- Mas, si a ti plazerá, padre mío, mandar traer algún instrumento de<br />

cuerdas con que se sufra mi dolor o tañiendo o cantando, de manera que, avnque aquexe<br />

por vna parte la fuerça de su acidente, mitigarlo han por otra los dulces sones e alegre<br />

armonía.<br />

PLEBERIO.- Esso, hija mía, luego es hecho. Yo lo voy a mandar aparejar.<br />

MELIBEA.- Lucrecia, amiga mía, muy alto es esto. Ya me pesa por dexar la<br />

compañía de mi padre. Baxa a él e dile que se pare al pie desta torre, que le quiero dezir<br />

vna palabra, que se me oluidó que fablasse a mi madre.<br />

LUCRECIA.- Ya voy, señora. [207]<br />

MELIBEA.- De todos soy dexada. Bien se ha adereçado la manera de mi morir.<br />

Algún aliuio siento en ver que tan presto seremos juntos yo e aquel mi querido amado<br />

Calisto. Quiero cerrar la puerta, porque ninguno suba a me estoruar mi muerte. No me<br />

impidan la partida, no me atajen el camino, por el qual en breue tiempo podré visitar en<br />

este día al que me visitó la passada noche. Todo se ha hecho a mi voluntad. Buen<br />

tiempo terné para contar a Pleberio mi señor la causa de mi ya acordado fin. Gran<br />

sinrazón hago a sus canas, gran ofensa a su vegez. Gran fatiga le acarreo con mi falta.<br />

En gran soledad le dexo. Y caso que (1066) por mi morir a mis [208] queridos padres sus<br />

días se diminuyessen, ¿quién dubda que no aya auido otros más crueles contra sus<br />

padres? Bursia, rey de Bitinia, sin ninguna razón, no aquexándole pena como a mí,<br />

mató su propio padre. Tolomeo, rey de Egypto, a su padre e madre e hermanos e<br />

muger, [209] por gozar de vna manceba. Orestes a su madre Clistenestra. El cruel<br />

emperador Nero a su madre Agripina por solo su plazer hizo matar. Estos son dignos


163<br />

de culpa, estos son verdaderos parricidas, que no yo; que con mi pena, con mi muerte<br />

purgo la culpa, que de su dolor se me puede poner. Otros muchos crueles ouo, que<br />

mataron hijos e hermanos, debaxo de cuyos yerros el mío no parescerá grande. Philipo,<br />

rey de Macedonia; Herodes, rey de Judea; Constantino, emperador de Roma; Laodice,<br />

reyna de Capadocia, e Medea, la nigromantesa. Todos estos mataron hijos queridos e<br />

amados, sin ninguna razón, quedando sus personas a saluo. Finalmente, me ocurre<br />

aquella gran crueldad de Phrates, rey de los Parthos, que, porque no quedasse<br />

sucessor después dél, mató a Orode, su viejo padre e a su vnico hijo e treynta hermanos<br />

suyos. Estos fueron delictos dignos de culpable culpa, que, guardando sus personas de<br />

peligro, matauan sus mayores e descendientes e hermanos. Verdad es que, avnque todo<br />

esto assí sea, no auía de remedarlos en lo que malhizieron; pero no es más en mi mano.<br />

Tú, Señor, que de mi habla eres testigo, ves mi poco poder, ves quán catiua tengo mi<br />

libertad, quán presos mis sentidos de tan poderoso amor del muerto [210] cauallero, que<br />

priua al que tengo con los viuos padres.<br />

PLEBERIO.- Hija mía Melibea, ¿qué hazes sola? ¿Qué es tu voluntad dezirme?<br />

¿Quieres que suba allá?<br />

MELIBEA.- Padre mío, no pugnes ni trabajes por venir adonde yo estó, que<br />

estoruaras la presente habla, que te quiero fazer. Lastimado, serás breuemente con la<br />

muerte de tu vnica fija. Mi fin es llegado, llegado es mi descanso e tu passión, llegado<br />

es mi aliuio e tu pena, llegada es mi acompañada hora e tu tiempo de soledad. No<br />

haurás, honrrado padre, menester instrumentos para aplacar mi dolor, sino campanas<br />

para sepultar mi cuerpo. Si me escuchas sin lágrimas, oyrás la causa desesperada de mi<br />

forçada e alegre partida. No la interrumpas con lloro ni palabras; si no, quedarás más<br />

quexoso en no saber por qué me mato, que doloroso por verme muerta. Ninguna cosa<br />

me preguntes ni respondas, más de lo que de mi grado dezirte quisiere. Porque, quando<br />

el coraçón está embargado de passión, están cerrados los oydos al consejo e en tal<br />

tiempo las frutuosas palabras, en lugar de amansar, acrecientan la saña. Oye, padre mío,<br />

mis vltimas palabras e, si como yo espero las recibes, no culparás mi yerro. Bien [211]<br />

vees e oyes este triste e doloroso sentimiento, que toda la ciudad haze. Bien vees este<br />

clamor (1067) de campanas, este alarido de gentes, este aullido de canes, este grande<br />

estrépito de armas. De todo esto fuy yo la causa. Yo cobrí de luto e xergas en este día<br />

quasi la mayor parte de la cibdadana cauallería, yo dexé, oy muchos siruientes<br />

descubiertos de señor, yo quité muchas raciones e limosnas a pobres e<br />

enuergonçantes (1068) , yo fuy ocasión que los muertos touiessen compañía del más<br />

acabado hombre, que en gracia nasció, yo quité a los viuos el dechado de gentileza, de<br />

inuenciones galanas, de atauíos e brodaduras (1069) , de habla, de andar, de cortesía, de<br />

virtud, yo fuy causa que la tierra goze sin tiempo el más noble cuerpo e más fresca<br />

juuentud, que al mundo era en nuestra edad criada. E porque estarás espantado con el<br />

son de mis no acostumbrados delitos, te quiero más aclarar el hecho. Muchos días son<br />

passados, padre mío, que penaua por amor vn cauallero, que se llamaua Calisto, el qual<br />

tú bien conosciste. Conosciste assimismo [212] sus padres e claro linaje: sus virtudes e<br />

bondad a todos eran manifiestas. Era tanta su pena de amor e tan poco el lugar para<br />

hablarme, que descubrió su passión a vna astuta e sagaz muger, que llamauan Celestina.<br />

La qual, de su parte venida a mí, sacó mi secreto amor de mi pecho. Descubría a ella lo<br />

que a mi querida madre encobría. Touo manera cómo ganó mi querer, ordenó cómo su<br />

desseo e el mío houiessen efeto. Si él mucho me amaua, no viuía engañado. Concertó el<br />

triste concierto de la dulce e desdichada execución de su voluntad. Vencida de su amor,<br />

dile entrada en tu casa. Quebrantó con escalas las paredes de tu huerto, quebrantó mi


164<br />

propósito. Perdí mi virginidad. Del qual deleytoso yerro de amor gozamos quasi vn<br />

mes. E como esta passada noche viniesse, según era acostumbrado, a la buelta de su<br />

venida, como de la fortuna mudable estouiesse dispuesto e ordenado, según su<br />

desordenada costumbre, como las paredes eran altas, la noche escura, la escala delgada,<br />

los siruientes que traya no diestros en aquel género de seruicio e él baxaua pressuroso a<br />

uer vn ruydo, que con sus criados sonaua en la calle, con el gran ímpetu que leuaua, no<br />

vido bien los passos, puso el pie en vazío e cayó. De la triste cayda sus más escondidos<br />

sesos quedaron [213] repartidos por las piedras e paredes. Cortaron las hadas sus hilos,<br />

cortáronle sin confessión su vida, cortaron mi esperança, cortaron mi gloria, cortaron mi<br />

compañía. Pues ¿qué crueldad sería, padre mío, muriendo él despeñado, que viuiese yo<br />

penada? Su muerte combida a la mía, combídame e fuerça que sea presto, sin dilación,<br />

muéstrame que ha de ser despeñada por seguille en todo. No digan por mí: a muertos e a<br />

ydos (1070) ... E assí contentarle he en la muerte, pues no tuue tiempo en la vida. ¡O mi<br />

amor e señor Calisto! Espérame, ya voy; detente, si me esperas; no me incuses la<br />

tardança que hago, dando esta vltima cuenta a mi viejo padre, pues le deuo mucho<br />

más.» ¡O padre mío muy amado! Ruégote, si amor en esta passada e penosa vida me has<br />

tenido, que sean juntas nuestras sepulturas (1071) : juntas nos hagan nuestras<br />

obsequias (1072) . Algunas consolatorias palabras te diría antes de mi agradable fin,<br />

coligidas e sacadas de aquellos antigos libros, que tú por más aclarar mi ingenio me<br />

mandauas leer; sino que ya la dañada memoria con la grand turbación me las ha perdido<br />

e avn porque veo tus lágrimas malsofridas [214] decir (1073) por tu arrugada haz.<br />

Salúdame a mi cara e amada madre: sepa de ti largamente la triste razón porque muero.<br />

¡Gran plazer lleuo de no la ver presente! Toma, padre viejo, los dones de tu vegez. Que<br />

en largos días largas se sufren tristezas. Rescibe las arras de tu senectud antigua, rescibe<br />

allá tu amada hija. Gran dolor lleuo de mí, mayor de ti, muy mayor de mi vieja madre.<br />

Dios quede contigo e con ella. A él ofrezco mi ánima. Pon tú en cobro este cuerpo, que<br />

allá baxa (1074) .


165<br />

[215]<br />

Veynte e vn aucto<br />

ARGUMENTO DEL VEYNTE E VN AUTO<br />

Pleberio, tornado a su cámara con grandíssimo llanto, preguntale Alisa su muger la<br />

causa de tan súpito mal. Cuéntale la muerte de su hija Melibea, mostrándole el cuerpo<br />

della todo hecho pedaços e haziendo su planto concluye.<br />

PLEBERIO, ALISA.<br />

ALISA.- ¿Qué es esto, señor Pleberio? ¿Por qué son tus fuertes alaridos? Sin seso<br />

estaua adormida del pesar que oue, quando oy dezir que sentía dolor nuestra hija; agora<br />

oyendo tus gemidos, tus vozes tan altas, tus quexas no acostumbradas, tu llanto e<br />

congoxa de tanto sentimiento, en tal manera penetraron mis entrañas, en tal manera<br />

traspasaron mi coraçón, assí abiuaron mis turbados sentidos, que el ya rescibido pesar<br />

alançé de mí. Vn dolor sacó otro (1075) , vn sentimiento [216] otro. Dime la causa de tus<br />

quexas. ¿Por qué maldizes tu honrrada vegez? ¿Por qué pides la muerte? ¿Por qué<br />

arrancas tus blancos cabellos? ¿Por qué hieres tu honrrada cara? ¿Es algún mal de<br />

Melibea? Por Dios, que me lo digas, porque si ella pena, no quiero yo viuir.<br />

PLEBERIO.- ¡Ay, ay, noble muger! Nuestro gozo en el pozo (1076) . Nuestro bien todo<br />

es perdido. ¡No queramos más biuir! E porque el incogitado (1077) dolor te dé más pena,<br />

todo junto sin pensarle, porque más presto vayas al sepulcro, porque no llore yo solo la<br />

pérdida dolorida de entramos, ves allí a la que tú pariste e yo engendré, hecha pedaços.<br />

La causa supe della; más la he sabido por estenso desta su triste siruienta. Ayúdame a<br />

llorar nuestra llagada postremería. ¡O gentes, que venís a mi dolor! ¡O amigos e señores,<br />

ayudáme a sentir mi pena! ¡O mi hija e mi bien todo! Crueldad sería que viua yo sobre<br />

ti. Más dignos eran mis sesenta años, de la sepultura, [217] que tus veynte (1078) . Turbose<br />

la orden del morir con la tristeza, que te aquexaua. ¡O mis canas, salidas para auer<br />

pesar! Mejor gozara de vosotras la tierra, que de aquellos ruuios cabellos, que presentes<br />

veo. Fuertes días me sobran para viuir; ¿quexarme he de la muerte? ¿Incusarle he su<br />

dilación? Quanto tiempo me dexare solo después de ti, fálteme la vida, pues me faltó tu<br />

agradable compañía. ¡O muger mía! Leuántate de sobre ella e, si alguna vida te queda,<br />

gástala comigo en tristes gemidos, en quebrantamiento e sospirar. E si por caso tu<br />

espíritu reposa con el suyo, si ya has dexado esta vida de dolor, ¿por qué quesiste que lo<br />

passe yo todo? En esto tenés ventaja las hembras a los varones, que puede vn gran dolor<br />

sacaros del mundo sin lo sentir o a lo menos perdeys el sentido, que es parte de<br />

descanso. ¡O duro coraçón de padre! ¿Cómo no te quiebras de dolor, que ya quedas sin


166<br />

tu amada heredera? ¿Para quien edifiqué torres? (1079) [218] ¿Para quien adquirí honrras?<br />

¿Para quien planté árboles? ¿Para quien fabriqué nauíos? ¡O tierra dura!, ¿cómo me<br />

sostienes? ¿Adonde hallará abrigo mi desconsolada vegez? ¡O fortuna variable, ministra<br />

e mayordoma de los temporales bienes!, ¿por qué no executaste tu cruel yra, tus<br />

mudables ondas, en aquello que a ti es subjeto? ¿Por qué no destruyste mi patrimonio?<br />

¿Por qué no quemaste mi morada? ¿Por qué no asolaste mis grandes heredamientos?<br />

Dexárasme aquella florida planta, en quien tú poder no tenías; diérasme, fortuna<br />

flutuosa, triste la mocedad con vegez alegre, no peruertieras la orden. Mejor sufriera<br />

persecuciones de tus engaños en la rezia e robusta edad, que no en la flaca postremería.<br />

¡O vida de congoxas llena, de miserias acompañada! ¡O mundo, mundo! Muchos<br />

mucho de ti dixeron, muchos en tus qualidades metieron la mano, a diuersas cosas por<br />

oydas te compararon; yo por triste esperiencia lo contaré, como a quien las ventas e<br />

compras de tu engañosa feria (1080) no prósperamente sucedieron, como aquel, que<br />

mucho ha fasta agora callado tus falsas propiedades, por no encender con odio tu yra,<br />

porque no me secasses sin tiempo esta flor, que este [219] día echaste de tu poder. Pues<br />

agora sin temor, como quien no tiene qué perder, como aquel a quien tu compañía es ya<br />

enojosa, como caminante pobre (1081) , que sin temor de los crueles salteadores va<br />

cantando en alta boz. Yo pensaua en mi más tierna edad que eras y eran tus hechos<br />

regidos por alguna orden (1082) ; agora visto el pro e la contra de tus bienandanças, me<br />

pareces vn laberinto de errores (1083) , vn desierto espantable, vna morada de fieras, juego<br />

de hombres que andan en corro, laguna llena de cieno, región llena de espinas, monte<br />

alto, campo pedregoso, prado [220] lleno de serpientes, huerto florido e sin fruto, fuente<br />

de cuydados, río de lágrimas, mar de miserias, trabajo sin prouecho, dulce ponçoña,<br />

vana esperança, falsa alegría, verdadero dolor. Céuasnos (1084) , mundo falso, con el<br />

manjar de tus deleytes; al mejor sabor nos descubres el anzuelo: no lo podemos huyr,<br />

que nos tiene ya caçadas las voluntades. Prometes mucho, nada no cumples; échasnos<br />

de ti, porque no te podamos pedir que mantengas tus vanos prometimientos. Corremos<br />

por los prados de tus viciosos vicios, muy descuydados, a rienda suelta; descúbresnos la<br />

celada, quando ya no ay lugar de boluer. Muchos te dexaron con temor de tu arrebatado<br />

dexar: bienauenturados se llamarán, quando vean el galardón, que a este triste viejo as<br />

dado en pago de tan largo seruicio. Quiébrasnos (1085) el ojo e vntasnos [221] con<br />

consuelos el caxco. Hazes mal a todos, porque ningún triste se halle solo en ninguna<br />

aduersidad, diziendo que es aliuio a los míseros, como yo, tener compañeros en la pena.<br />

Pues desconsolado viejo, ¡qué solo estoy!<br />

Yo fui lastimado sin hauer ygual compañero de semejante dolor; avnque más en mi<br />

fatigada memoria rebueluo presentes e passados. Que si aquella seueridad (1086) e<br />

paciencia de Paulo Emilio [222] me viniere a consolar con pérdida de dos hijos muertos<br />

en siete días, diziendo que su animosidad obró que consolasse él al pueblo romano e no<br />

el pueblo a él, no me satisfaze, que otros dos le quedauan dados en adobción. ¿Qué<br />

compañía me ternán en mi dolor aquel Pericles, capitán ateniense, ni el fuerte Xenofón,<br />

pues sus pérdidas fueron de hijos absentes de sus tierras? Ni fue mucho no mudar su<br />

frente e tenerla serena e el otro responder al mensajero, que las tristes albricias de la<br />

muerte de su hijo le venía a pedir, que no recibiesse él pena, que él no sentía pesar. Que<br />

todo esto bien diferente es a mi mal.<br />

Pues menos podrás dezir, mundo lleno de males, que fuimos semejantes en pérdida<br />

aquel Anaxágoras e yo, que seamos yguales en sentir e que responda yo, muerta mi<br />

amada hija, lo que el su vnico hijo, que dijo: como yo fuesse mortal, sabía que hauía de


167<br />

morir el que yo engendraua. Porque mi Melibea mató a sí misma [223] de su voluntad a<br />

mis ojos con la gran fatiga de amor, que la aquexaba; el otro matáronle en muy lícita<br />

batalla. ¡O incomparable pérdida! ¡O lastimado viejo! Que quanto más busco consuelos,<br />

menos razón fallo para me consolar. Que, si el profeta e rey Dauid al hijo, que enfermo<br />

lloraua, muerto no quiso llorar, diziendo que era quasi locura llorar lo irrecuperable,<br />

quedáuanle otros muchos con que soldase su llaga; e yo no lloro triste a ella muerta,<br />

pero la causa desastrada de su morir. Agora (1087) perderé contigo, mi desdichada hija, los<br />

miedos e temores, que cada día me espauorecían: sola tu muerte es la que a mí me haze<br />

seguro de sospecha.<br />

¿Qué haré, quando entre en tu cámara e retraymiento e la halle sola? ¿Qué haré de<br />

que no me respondas, si te llamo? ¿Quién me podrá cobrir la gran falta, que tú me<br />

hazes? Ninguno perdió lo que yo el día de oy, avnque algo conforme parescía la fuerte<br />

animosidad de Lambas [224] de Auria (1088) , duque de los ginoveses, que a su hijo herido<br />

con sus braços desde la nao echó en la mar. Porque todas estas son muertes que, si<br />

roban la vida, es forçado de complir con la fama. Pero ¿quién forjó a mi hija a morir,<br />

sino la fuerte fuerça de amor? Pues, mundo, halaguero, ¿qué remedio das a mi fatigada<br />

vegez? ¿Cómo me mandas quedar en ti, conosciendo tus falacias, tus lazos, tus cadenas<br />

e redes, con que pescas nuestras flacas voluntades? ¿A dó me pones mi hija? ¿Quién<br />

acompañará mi desacompañada morada? ¿Quién terná en regalos mis años, que<br />

caducan? ¡O amor, amor! ¡Que no pensé que tenías [225] fuerça ni poder de matar a<br />

tus subjectos (1089) ! Herida fue de ti mi juuentud, por medio de tus brasas passé: ¿cómo<br />

me soltaste, para me dar la paga de la huyda en mi vegez? Bien pensé que de tus lazos<br />

me auía librado, quando los quarenta años toqué, quando fui contento con mi conjugal<br />

compañera, quando me vi con el fruto, que me cortaste el día de oy. No pensé que<br />

tomauas en los hijos la vengança de los padres (1090) . Ni sé si hieres con hierro ni si<br />

quemas con fuego. Sana dexas la ropa; lastimas el coraçón. Hazes que feo amen (1091) e<br />

hermoso les parezca. ¿Quién te dio tanto poder? ¿Quién te puso nombre, que no te<br />

conuiene? Si amor fuesses, amarías a tus siruientes. Si los amasses, no les darías pena.<br />

Si alegres viuiessen, no se matarían, como agora mi amada hija. ¿En [226] qué pararon<br />

tus siruientes e sus ministros? La falsa alcahueta Celestina murió a manos de los más<br />

fieles compañeros, que ella para su seruicio enponçoñado, jamás halló. Ellos murieron<br />

degollados. Calisto, despeñado. Mi triste hija quiso tomar la misma muerte por seguirle.<br />

Esto todo causas. Dulce nombre te dieron; amargos hechos hazes. No das yguales<br />

galardones. Iniqua es la ley, que a todos ygual no es. Alegra tu sonido; entristece tu<br />

trato. Bienauenturados los que no conociste o de los que no te curaste. Dios te llamaron<br />

otros, no sé con qué error de su sentido traydos. Cata que Dios mata los que crió (1092) ; tú<br />

matas los que te siguen. Enemigo de toda razón (1093) , a los que menos te siruen das<br />

mayores dones, hasta tenerlos metidos en tu congoxosa dança. Enemigo de amigos,<br />

amigo de enemigos (1094) , ¿por qué te riges sin orden ni concierto? Ciego te pintan, pobre<br />

e moço. Pónente vn arco en la mano, con que tiras a tiento; más ciegos son tus<br />

ministros, que jamás sienten ni veen el desabrido galardón, que saca de tu seruicio. Tu<br />

fuego es de ardiente rayo, que jamás haze señal dó llega. La leña, que gasta tu [227]<br />

llama, son almas e vidas de humanas criaturas. Las quales son tantas, que de quien<br />

començar pueda, apenas me ocurre. No solo de christianos; mas de gentiles e judíos e<br />

todo en pago de buenos seruicios. ¿Qué me dirás de aquel Macías de nuestro tiempo,<br />

cómo acabó amando, cuyo triste fin tú fuiste la causa? ¿Qué hizo por ti Paris? ¿Qué<br />

Elena? ¿Qué hizo Ypermestra? ¿Qué Egisto? Todo el mundo lo sabe. Pues a Sapho,<br />

Ariadna, Leandro, ¿qué pago les diste? Hasta Dauid e Salomón no quisiste dexar sin


168<br />

pena. Por tu amistad Sansón pagó lo que mereció, por creerse de quien tú le forçaste a<br />

darle fe. Otros muchos, que callo, porque tengo harto que contar en mi mal.<br />

Del mundo me quexo, porque en sí me crió, porque no me dando vida, no engendrara<br />

en él a Melibea, no nascida no amara, no amando cessara mi quexosa e desconsolada<br />

postrimería. ¡O mi compañera buena! ¡O mi hija despedaçada! ¿Por qué no quesiste que<br />

estoruasse tu muerte? ¿Por qué no houiste lástima de tu querida e amada madre? ¿Por<br />

qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me dexaste, quando yo te havía<br />

de dexar? ¿Por qué me dexaste penado? ¿Por qué me dexaste triste e solo in hac<br />

lachrymarum valle? [229]


169<br />

Concluye el autor<br />

Aplicando la obra al propósito por que la acabó<br />

(1095)<br />

Pues aquí vemos quan mal fenescieron<br />

aquestos amantes, huygamos su dança,<br />

amemos a aquel, que espinas y lança,<br />

açotes y clauos su sangre vertieron.<br />

Los falsos judíos su haz escupieron,<br />

vinagre con hiel fue su potación;<br />

porque nos lleue con el buen ladrón,<br />

de dos que a sus santos lados pusieron.<br />

No dudes ni ayas verguença, lector, [230]<br />

narrar lo lasciuo, que aquí se te muestra:<br />

que siendo discreto verás qu' es la muestra<br />

por donde se vende la honesta lauor.<br />

De nuestra vil massa con tal lamedor<br />

consiente coxquillas de alto consejo<br />

con motes e trufas del tiempo más viejo:<br />

escriptas a bueltas le ponen sabor.<br />

Y assí no me juzgues por esso liuiano;<br />

más antes zeloso de limpio biuir,<br />

zeloso de amar, temer y seruir<br />

al alto Señor y Dios soberano.<br />

Por ende, si vieres turuada mi mano,<br />

turuias con claras mezclando razones,<br />

dexa las burlas, qu' es paja e grançones,<br />

sacando muy limpio d' entr' ellas el grano.<br />

FIN<br />

[231]


170<br />

Alonso de Proaza corrector de la impresión.<br />

Al lector<br />

La harpa de Orpheo e dulce armonía (1096)<br />

forçaua las piedras venir a su són,<br />

abríe los palacios del triste Plutón (1097) ,<br />

las rápidas aguas parar las hazía.<br />

Ni aue bolaua mi bruto pascía,<br />

ella assentaua en los muros troyanos<br />

las piedras e froga (1098) sin fuerça de manos,<br />

según la dulçura con que se tañía. [232]<br />

Prosigue e aplica.<br />

Prosigue.<br />

Pues mucho más puede tu lengua hazer,<br />

lector, con la obra que aquí te refiero,<br />

que a vn coraçón más duro que azero<br />

bien la leyenda harás liquescer:<br />

harás al que ama amar no querer,<br />

harás no ser triste al triste penado,<br />

al que sin auiso, harás auisado:<br />

assí que no es tanto las piedras mouer.<br />

No debuxó la comica mano<br />

de Neuio ni Plauto (1099) , varones prudentes,<br />

Tan bien los engaños de falsos siruientes<br />

Y malas mugeres en metro romano,<br />

Cratino (1100) y Menandro y Magnes anciano<br />

Esta materia supieron apenas<br />

Pintar en estilo primero de Athenas,<br />

Como este poeta en su castellano. [233]<br />

Dize el modo que se ha de tener leyendo esta tragicomedia.<br />

Si amas y quieres a mucha atención<br />

leyendo a Calisto mouer los oyentes,<br />

cumple que sepas hablar entre dientes,<br />

a vezes con gozo, esperança y passión,<br />

a vezes ayrado con gran turbación.<br />

Finge leyendo mil artes y modos,<br />

pregunta y responde por boca de todos,<br />

llorando y riyendo en tiempo y sazón.<br />

Declara vn secreto que el autor encubrió en los metros que puso al<br />

principio del libro.<br />

No quiere mi pluma ni manda razón<br />

que quede la fama de aqueste gran hombre


171<br />

ni su digna fama ni su claro nombre<br />

cubierto de oluido por nuestra ocasión.<br />

Por ende juntemos de cada renglón<br />

de sus onze coplas la letra primera,<br />

las quales descubren por sabia manera<br />

su nombre, su tierra, su clara nación.<br />

Toca como se deuía la obra llamar, tragicomedia e no comedia.<br />

Penados amantes jamás conseguieron<br />

d' empressa tan alta tan prompta victoria, [234]<br />

como estos de quien recuenta la hystoria,<br />

ni sus grandes penas tan bien succedieron.<br />

Mas, como firmeza nunca touieron<br />

los gozos de aqueste mundo traydor,<br />

supplico que llores, discreto lector,<br />

el trágico fin que todos ouieron.<br />

Descriue el tiempo y lugar en que la obra primeramente se imprimió<br />

acabada.<br />

El carro Phebeo (1101) después de auer dado<br />

mill e quinientas bueltas en rueda,<br />

ambos entonces los hijos de Leda [235]<br />

a Phebo en su casa teníen possentado,<br />

quando este muy dulce y breue tratado,<br />

después de reuisto e bien corregido,<br />

con gran vigilancia puntado e leydo,<br />

fue en Salamanca impresso acabado. [237]<br />

TRAGICOMEDIA DE CALISTO E MELIBEA. AGORA NUEUAMENTE REUISTA<br />

E CORREGIDA CON LOS ARGUMENTOS DE CADA AUTO EN PRINCIPIO<br />

ACABASSE CON DILIGENCIA STUDIO IMPRESSA EN LA INSIGNA CIUDAD<br />

DE VALÉNCIA POR JUAN JOFFRE A XXI DE FEBRERO DE M y. D. y. XIIII<br />

ANOS.

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