𝗳𝗼𝘂𝗿. let me put my mark of love

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-Como lo detesto -refunfuñó, una vez terminando de acomodarse su ropa y luego su cabello, estando lista para un nuevo día en el maldito infierno.

Se miró por unos instantes -por no decir que una hora- en el espejo antes de salir finalmente.

Salió de su habitación y caminó con tranquilidad hasta las escaleras, donde curiosamente, la joven se asomó. Habían varias personas y entre ellas, un nuevo rostro que jamás había visto; ¿Qué tanto había pasado? Debería de descubrirlo por su propia cuenta.

Bajó con cuidado de no caerse, siendo abruptamente recibida por los brazos de Charlie Morningstar, quien parecía estar al borde del colapso mental.

Cuando no.

-¡(N), ESTAS VIVAAAAA! -lloriqueó, aferrándose aun más al cuerpo humano-. ¡P-Pensé que no despertarias más!

-Ay nena, nos tenias tan preocupados... Incluso el fresita estuvo esperando a que despertaras -comentó con algo de burla Angel, a lo que la joven alzaba una de sus cejas.

Iba a responder si no fuera porque unos ojos curiosos se posaron en ella. Buscó con la vista a la persona dueña de la mirada, encontrándose con alguien con los rasgos similares a Charlie; la misma, también lo notó.

-A-ah, es verdad -Charlie soltó a la fémina y carraspeó ligeramente antes de colocarse al lado de aquel hombre de baja estatura-. (N), este es mi papá, más conocido como Lucifer Morningstar.

Alzó ambas cejas con sorpresa, abriendo ligeramente su boca con sorpresa. Jamás pensó que el tan infame rey del infierno sería... Bajito, ni mucho menos que tendría las mejillas rosadas. De hecho, era muy diferente a como lo pintaban en el mundo humano.

Lucifer se le quedó mirando como bobo y decidió examinar sin cuidado alguno a la joven humana que residía en el hotel de su adorada hija. El aura, su mirada, la esencia..., Todo de ella era parecido a quien aún se mantenía en sus constantes pensamientos, pero evidentemente, no era, ¡Era imposible! Lilith solo había una, ¿Verdad?

-Es un gusto conocerla, señorita -expresó de manera auténtica, a lo que tomaba su mano y dejaba un beso en el dorso de la misma, sobresaltando a todos en el lugar, incluyendola.

-... Es un gusto también, señor ¿Rey? -soltó con confusión a lo que retiraba su mano y desviaba la mirada con algo de vergüenza. Alastor, quien observó todo en silencio con rabia estaba dispuesto a intervenir-. Soy (N).

-¿Solo (N)?

-Está en lo correcto, solo le ha faltado algo, así que en realidad, es: "(N), la prometida de Alastor" -corrigió con una sonrisa burlona Alastor, apareciendo finalmente al lado de la de hebras (c/c)

-¿Ah si? Pues tu prometida se parece a la mía, ¡JA! -le contestó ahora con molestia el Morningstar mayor.

Ni una cosa tenía que ver con la otra.
La pobre (N) se terminó por esconder detrás de la rubia a lo que el Rey del infierno y el demonio de la radio peleaban hasta que empezaron a atacar el hotel y su prometido le encargó a Charlie a cuidar de ella, oyendo como Lucifer intentaba hacerle abrir los ojos a su hija de que ningún pecador merecía ser salvado. Vaya idiotez.

-Usted cree eso pero, si existe la idea, significa que hay una mínima posibilidad, ¿No es así? -habló (N)-. Los sueños e ideas no surgen de algo inexistente.

Sus ojos se encontraron nuevamente con los del soberano, el cual la miraban con melancolía, como si se conocieran pese
a que era su primer encuentro, mezclados de una extraña emoción que (N) apenas y conocía.

-Puede que tengas razón.






( . . . )

(N) infló sus mejillas a lo que era seguida por una joven recientemente llegada al hotel. Su querido prometido la había metido en medio, como si ella fuera la que trabajaba ahí, genial.

𝐏𝐑𝐎𝐌𝐄𝐓𝐈𝐃𝐀            Alastor x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora