40. (IN)ACABABLE

                                    

                                              


                            

                                
                            
                              
                                  
                              
                              
                                
                                  
                                  
                                
                              
                             
                            
                            
                          
                          
Mis vacaciones se acaban y no sé cómo sentirme al respecto. En años previos, estas semanas de invierno siempre fueron para relajarme y aburrirme. Nunca lograba desconectarme por completo de las obligaciones o del trabajo. Pasaba horas grabando y editando videos, componiendo nuevas canciones y haciendo preparativos para el siguiente calendario.
Esta vez, en cambio, ni siquiera he encendido la laptop más que una o dos veces. Estuve casi completamente aislada de Myre y de su mundo, de lo que representa aquella parte de mi personalidad. Y se sintió bien.
No tengo ganas de regresar a la rutina y al estrés, aunque debo hacerlo.
Suspiro e inicio sesión en mi casilla de correo electrónico. 
Nina aún duerme, creo que no se levantará por algunas horas más. Tiene la increíble habilidad de poder descansar sin pausas por ocho horas diarias —o más—, en comparación con las cinco que suelo tomar yo. Y es complicado levantarla. Salvo que oiga una alarma, nada la despierta. ¡Quisiera tener ese superpoder! Cualquier cambio en la luz me despabila. Incluso el sonido del ascensor en el hall puede hacer que abra los ojos de inmediato. Además, una vez que mi mente se activa, no existe forma alguna de que vuelva a sumirme en el sueño; es como si el cerebro le enviara un mensaje al resto de mi cuerpo para que se ponga de pie y comience con la jornada. Es una pesadilla.
Maldición... tengo casi tres mil correos electrónicos sin ver en la casilla oficial que reviso yo. Solo ver el número hace que quiera llorar por la frustración.
Me rasco la nuca y hago un mohín mientras decido por dónde empezar. 
Busco palabras clave como "promoción" y "oferta" para poder deshacerme de gran parte del spam. Con eso logrado, me pongo a eliminar de forma manual cada cosa que veo que no me interesa. Los mensajes de fans que no sé cómo encuentran mi casilla van a una carpeta especial para que Richie pueda responder aquellos que suenen interesantes, él es mucho más simpático que yo; también reenvío todo lo que parece ser una oferta laboral o de colaboración de marketing a mi manager. Cosas como propuestas para sesiones de fotos o comerciales y sponsors. Soy un desastre para evaluar esa clase de cosas.
Así, reduzco el número de e-mails hasta que solo quedan unos doscientos y tantos. Creo que es lo mejor que puedo hacer antes de ponerme a revisarlos uno a uno en serio. Hay varios que parecen importantes, pero que podrían no serlo. 
Bostezo. 
"Tendría que haberme preparado un café". No se me ocurrió, y ahora no tengo ganas de levantarme porque sé que, apenas me distraiga, no regresaré al trabajo. "Quizá luego, cuando Nina se despierte, le pida que me haga uno".
Noto de repente lo que acabo de pensar y me preocupo. Me he acostumbrado tanto a la presencia de la muchacha que ya se ha vuelto parte de la rutina, como si perteneciera aquí y realmente fuéramos roomates. Maldición.