Me acurruqué en mis ropas de abrigo y me dejé caer contra el hombro de Seth

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Me acurruqué en mis ropas de abrigo y me dejé caer contra el hombro de Seth. Nos quedamos quietos un buen rato.
—¿Cuánto falta? —pregunté.

—Alice le ha dicho a Sam que tardarían alrededor de media hora —repuso

— Estarán bien — le susurré a Seth, aunque también estaba intentando autoconvencerme.

—Si —asintió él, con los ojos fuertemente cerrados.

—Lo sé —comenté—. Amí también me aterroriza.

—Ellos pueden —me aseguró Seth, a pesar que su voz había temblado —. Me fastidia perderme la diversión. — intentó bromear.

Otra vez con la diversión. Los seres sobrenaturales eran todos unos locos impulsivos.

—Debo transformarme, Isa. — me dijo el menor — quédate en la tienda, yo haré guardia afuera.

Y Seth salió despedido rumbo a los árboles, pronto un gran lobo, aunque de menor tamaño que Jacob o Paul, salió del mismo lugar.

Me agaché hasta quedar a la altura de la chica que apretaba contra el cuerpo las piernas, enlazadas por los brazos, hasta
 aovillarse en una bola

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Me agaché hasta quedar a la altura de la chica que apretaba contra el cuerpo las piernas, enlazadas por los brazos, hasta aovillarse en una bola. Era muy joven, más que yo. Tendría unos quince años, pelo oscuro y complexión menuda. No me quitaba la vista de encima. El iris de sus ojos era de un rojo sorprendente por lo intenso.

—¿cómo te llamas? — pregunté en tono suave.

—Bree —respondió ella entrecortadamente.
La muchacha se aferró la cabeza con las manos, encostradas de suciedad, y se puso a gemir.

— Se que es difícil, pero debes frenarte — le dije en voz baja— es la única forma en al que podré garantizar tu seguridad.

La niña subió su carmesí mirada hasta toparse con la mía.
—¿Por qué hueles así? — me preguntó frunciendo el ceño. Yo solo solté una pequeña risita, me había puesto una camisa de Jacob especialmente para hablar con ella, sería más fácil que ella tolerará el olor a lobo a que tolerará el atrayente olor de mi sensual sangre.

—No sé qué ocurrió. — se estremeció, estaba segura de que sí pudiera estaría llorando— Nos dividimos, pero los otros no volvieron. Riley nos abandonó, y no volvió para ayudarnos como había prometido. Luego, la pelea fue muy confusa y todos acabaron hechos pedazos —se volvió a estremecer—. Tenía miedo y quería salir corriendo. El hombre —era obvio que había sido Carlisle— dijo que no me haría daño si dejaba de luchar.

—Lo sé linda — le susurré — tú no tienes la culpa de nada — le dije.

Sus ojos rojos me veían fijamente, podía notar angustia y miedo.
— Yo no quería hacer ésto — susurró — tengo miedo.

—No dejaré que te pase nada Bree. — le dije — hablaré con Carlisle.

Los Cullen se habían quedado en medio del claro en espera de los Vulturi. Alice los vio venir, yo convencí a Sam de dejar que Bree cruzará la línea del tratado. No podía dejarla morir allí. Fue difícil que la chica no se descontrolara, pero finalmente lo habíamos conseguido.
Solo restaba que Carlisle cumpliera su palabra y cuidará de ella.

Solo restaba que Carlisle cumpliera su palabra y cuidará de ella

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—Entra, Bella —contestó Billy. El rugido de mi coche era fácil de reconocer.
Entré.

—Hola, Billy. ¿Está despierto? —le pregunté.

—Recuperó el sentido hace una media hora, justo antes de que se fuera el doctor. Entra. Creo que te está esperando.

Me estremecí y después inspiré profundamente.
—Gracias.

Dudé ante la puerta de la habitación de Jacob, ya que no estaba segura de si debía llamar.
Abrí un poco la puerta y me apoyé en ella, vacilante. Jacob me esperaba con el rostro tranquilo y sereno. Ya no tenía ese aspecto ojeroso y demacrado, y en su lugar sólo mostraba una cierta palidez. No había el menor asomo de alegría en sus ojos sombríos.

Por suerte, alguien le había cubierto con una colcha. Era un alivio no tener
que contemplar la extensión de los daños. Entré y cerré la puerta poco a poco a mis espaldas.
—Hola, Jake —murmuré.

No me contestó al principio. Me miró a la cara durante un buen rato.
Entonces, haciendo un pequeño esfuerzo, transformó su expresión en una sonrisa ligera y burlona.
—Hola, Isa.

—¿Qué tal te sientes? — cuestioné.
Vaya pregunta estúpida.

—Un poquito ido. El doctor Colmillos no estaba seguro de la dosis de sedante que iba a necesitar y ha seguido el método de prueba y error. Creo que se le ha ido la mano.

—Pero no te duele.

—No. Al menos no siento las heridas.
Sonrió, de forma burlona otra vez.

—Seguro que te ha encantado que te dieran más dosis — le dije — ¿Qué tan drogo andas?

—No fue tanto sedante — replicó divertido.

—Lo que digas — me mordí el labio — ¿Qué ha pasado?

—Leah localizó a un neófito escondido y fue lo bastante tonta y presuntuosa como para querer demostrar algo…, y se enzarzó en una lucha en solitario…

—Ya veo —dije.

— Oí que intercediste por una de ellos.

—Fué el chismoso de Paul, ¿Cierto? — pregunté inquisitiva. Jacob solo río. — Tenía quince, no fue su culpa, no era culpa de ninguno de ellos en realidad.

—No, pero tampoco es tuya — me dijo como si fuera capaz de ver a través de mis pensamientos.

—Si, bueno, como sea ya se terminó — dije aliviada.

—Menos mal.

Holis :DLes informó que ya casi es el final de está historia

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Holis :D
Les informó que ya casi es el final de está historia.

Sin más nada, gracias por sus votos y comentarios.
Nos leemos en el próximo capítulo.

Ser Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora