MODA

Joseph Altuzarra o cómo abanderar la versión más optimista y funcional de la moda

Niño prodigio de la moda estadounidense, Joseph Altuzarra ha logrado situar su firma homónima en un lugar destacado dentro del panorama internacional gracias a unos diseños soberbios, en los que combina pragmatismo y sofisticación. Conversamos con el creador, que se enfrenta con entusiasmo a la actual transformación de la industria
Editorial Altuzarra Vogue España
JENS INGVARSSON

Esta entrevista se publicó en el número de junio de 2021 de Vogue España.

De mirada infantil y sonrisa perenne, Joseph Altuzarra (París, 1983) todavía mantiene vivo el espíritu travieso de aquel joven veinteañero que en 2008 fundara una firma de ropa, a la que bautizó con su apellido paterno, en la ciudad de Nueva York. Desde su estudio neoyorquino sonríe a la cámara al otro lado del Zoom incluso cuando se le pregunta por la situación actual de la industria de la moda, la cancelación de desfiles o el sobreesfuerzo creativo de los últimos meses. Quizás ayude su reciente paternidad. Su discurso positivo sobre la transformación a la que se enfrentan firmas y diseñadores es el fiel reflejo de su forma de entender la profesión: “Lo importante es que una mujer sonría cuando se ponga mi ropa. Y que mi equipo venga a trabajar a la oficina feliz”.

Estudiante de historia del arte, Joseph Altuzarra aprendió el oficio trabajando primero en Marc Jacobs, donde entró como becario, para pasar después a Proenza Schouler, Nicolas Caito y Givenchy, donde se convirtió en la mano derecha de Riccardo Tisci. Pero el creador tenía otros planes de futuro, más ambiciosos, y en 2008 debutó con su propia marca en Nueva York. De padre vascofrancés y madre estadounidense (con ascendencia china), Altuzarra, que había crecido en las calles de París, escogió la pasarela de la Gran Manzana por su generosidad con los jóvenes creadores. No se equivocó. Su nombre pronto destacó sobre los demás, ganando premios como el CFDA al mejor diseñador de moda femenina, recibiendo el favor de compradores importantes como Barneys New York o Net-a-Porter, y consiguiendo incluso la atención del grupo Kering, que entró con una pequeña participación en su firma en 2013. Su excelente balance entre los ámbitos creativo y comercial, sumado a una estética sexy y sofisticada, pero también pragmática, lo han colocado en una posición privilegiada desde la que se enfrenta a los retos de un futuro incierto.

JENS INGVARSSON

Tu colección de p/v 2021 está inspirada en Dune, una de tus lecturas durante el confinamiento. ¿Qué encontraste en un libro de 1965 que te parezca tan relevante en 2021? 

Me resultó especialmente inspirador. Dune, de Frank Herbert, es una novela de ciencia ficción de los 60. Disfruté muchísimo leyéndola, imaginando el aspecto de sus personajes, la ropa que llevarían puesta. Sentí que era verdaderamente relevante para los tiempos que estábamos viviendo, pues su historia tiene lugar en un planeta en el que básicamente no hay agua, un planeta completamente cubierto de arena, desértico, cuyos habitantes usan exclusivamente ropa que ayude a la supervivencia. Me pareció interesante en relación con la responsabilidad medioambiental, y cómo los diseñadores, al crear productos, debemos ser incluso más conscientes que el resto. También creo que el hecho de estar pasando por este momento, casi apocalíptico, despierta un interés en cuanto a las prendas, en cómo estas pueden reflejar este momento en particular. 

Está claro que la industria de la moda está cambiando a gran velocidad y que ahora vivimos en un mundo en el que la durabilidad de las prendas y el confort se han convertido en prioridad, ¿es tu colección una respuesta a esta transformación? 

Sí, tanto de una manera directa como indirecta. Me explico. Mientras estaba trabajando en esta colección observamos un incremento de las ventas de jerséis en un 300%. Era evidente que es eso lo que la gente quiere, lo que se está poniendo. Pero también creo que este es el momento para apuestas menos seguras, más arriesgadas, en términos de moda. Creo que la gente, aunque esté en sus casas con su ropa cómoda, quiere ver emoción, algo inesperado, algo que aunque quizás sea menos práctico nos arranque una sonrisa. Desde luego sería fácil hacer una colección de pantalones de chándal y sudaderas, pero me parece que eso no refleja nuestra labor como diseñadores, que es hacer soñar a la gente, permitir que se evadan del momento por el que están pasando. Así que gran parte de la colección está orientada hacia el modo en que vivimos ahora mismo, pero también hay otro capítulo de cosas bonitas e interesantes que quise introducir en la pasarela, y si no se venden, pues no importa.

JENS INGVARSSON

En esta colección has variado tu tradicional silueta ajustada, ¿has encontrado una nueva definición de la palabra sexy? 

Sí, desde luego. Me rondaba esa idea mientras estábamos en cuarentena. Todo nuestro mundo se volvió tan pequeño, estábamos encerrados en nuestros pisos, no podíamos apenas salir, no podíamos ver a nadie. Nuestro espacio se volvió mucho más reducido. Así que quise hacer prendas que ocupasen un montón de espacio. Me encantó la idea de experimentar con volúmenes opulentos, sensuales, pero de una manera muy escultural, muy rica. Hay algo interesante en las prendas que ocupan un espacio mayor, que hablan de nuestra presencia, de que estamos aquí. 

¿Qué consideras que busca una mujer en una firma de lujo en 2021? 

Creo que durante la pandemia se ha dado un cambio interesante. Hemos pasado de una era marcada por la noción de marca, en la que todo el mundo ha estado obsesionado con la idea de una gran casa de moda, a la era del producto. Hemos salido de esa fijación por la imagen de marca, y nos hemos centrado en lo que producimos. Queremos sentir que estamos comprando algo a un precio razonable, algo que vamos a usar y disfrutar. También nos centramos en cómo se produce ese objeto, en cuestiones éticas y medioambientales. Pero en todos los casos es importante despertar el deseo. La gente no quiere malgastar su dinero en otro jersey negro de cachemir, sino en algo que los haga felices.

JENS INGVARSSON

En esta propuesta has utilizado tejidos sobrantes de otras colecciones, ¿por qué? 

Realmente comenzamos este proceso hace dos años, cuando fuimos a nuestros almacenes y nos dimos cuenta de que teníamos muchas telas y prendas almacenadas de otras temporadas. Empezamos a hacer pequeñas colecciones cápsula, reutilizando estas telas, combinándolas en patchwork, tiñéndolas. La diferencia es que durante la pandemia nos tomamos todo esto mucho más en serio. Queríamos emplear los tejidos de los que ya disponíamos de maneras interesantes y creativas, y eso hemos hecho. También hemos comenzado a trabajar con bancos de prendas que recogen telas de otras marcas, y encontramos nuevas maneras de reutilizarlas. Además, nos hemos impuesto el reto de usar tintes naturales. Nuestro objetivo es estar lo más cerca posible del 100% en términos de sostenibilidad a corto plazo.

¿Dirías entonces que la sostenibilidad es ahora una de vuestras prioridades? 

Por supuesto. No sé si es porque acabo de tener un bebé y soy mucho más consciente del futuro del planeta. También como consumidor, ahora miro mucho más lo que adquiero. Realmente, muchas veces aquello por lo que me intereso a nivel personal acaba llegando a la marca.

La mujer Altuzarra es una mujer empoderada, ¿crees que la industria de la moda se ha olvidado muy rápido del feminismo y del movimiento #metoo, que pasa de una causa a otra con relativa facilidad? 

Realmente no sé hasta qué punto la moda, como industria, ha sido capaz de abordar con éxito los problemas relevantes. Creo que podemos, y debemos, hacerlo mejor. Pero también es verdad que se están comenzando a abordar cuestiones como el racismo sistémico o el movimiento #metoo desde una perspectiva mucho más seria. Siempre he sentido que nuestra industria está muy bien posicionada para marcar una gran diferencia respecto al feminismo y a la liberación sexual, pero también a la sexualidad, la fluidez de género, etc. Podemos ser líderes en todo este proceso, ya que mucho de lo que hacemos tiene que ver con la identidad, con lo que ponemos sobre nuestros cuerpos, con lo que le comunicamos al mundo. 

JENS INGVARSSON

¿Opinas que la industria de la moda debería ser un arma para el cambio político? 

Totalmente. Creo que la moda está en una posición única para producir cambios reales, como está pasando a raíz del movimiento Black Lives Matter. Soy muy afortunado por formar parte de un grupo de personas que apoya a diseñadores jóvenes afroamericanos, y es increíble ver el modo en que la industria se ha movilizado para tratar de impulsar ese cambio. La moda ha tenido siempre una historia política y, en cierto modo, eso se había perdido un poco a lo largo de los últimos 20 años. Es el momento perfecto para retomar este papel en la sociedad: ser más políticos, formar parte de aquello en lo que creemos. 

El pasado mes de febrero volviste a presentar tu colección, esta vez la de o/i 2021-22, en formato digital. ¿Echas de menos los desfiles? 

He estado hablando con otros diseñadores que sí me han comentado que los echan mucho de menos. No es mi caso. Añoro la energía, claro. Pero lo que me parece interesante es que, el hecho de que no haya desfiles, se ha convertido en un gran igualador. Antes, las firmas como Gucci o Louis Vuitton se gastaban varios millones de dólares, volaban a gente de todo el mundo. Y, en contraposición, si ibas al desfile de un diseñador joven, tenías que verlo de pie. Ahora entras en Vogue.com y lo ves todo al mismo nivel. Esto beneficia a una generación de diseñadores jóvenes que en otro momento no habrían tenido la atención de la industria. Así que, si me dices que la próxima temporada tampoco tendremos desfiles, no voy a ser infeliz pero realmente sí estoy contento con cómo estamos haciendo las cosas.

¿Qué futuro crees que les espera a firmas y creadores independientes como tú tras esta crisis?

Hay un interés renovado por las marcas independientes. La gente se ha dado cuenta de lo cruciales que somos para el ecosistema de la moda. No pueden existir solo Gucci o Vuitton, necesitas muchas otras voces. Muchas veces, los cambios que se dan en la industria vienen desde todas estas voces independientes. Son estas las que han tomado mayores riesgos y han mostrado el camino. Muchos diseñadores jóvenes deberían ser aplaudidos y celebrados por todo esto. 

JENS INGVARSSON

Hace casi 13 años que lanzaste tu firma, ¿cómo ha sido el camino? 

Maravilloso. De lo que me siento verdaderamente orgulloso es no tanto de las colecciones y el trabajo, que también, sino del espíritu de grupo que hemos creado, que hace que me sienta feliz yendo a la oficina día tras día. A lo largo de los últimos trece años he trabajado con gente maravillosa. Cuando fundé esta compañía era muy importante para mí que la gente fuese agradable, que disfrutase trabajando aquí, que fuese un proyecto ético pero también divertido, que se sintiese como en familia. Y creo que es algo que hemos conseguido. 

Creaste tu firma en Nueva York y años después decidiste desfilar en París, ¿alguna idea de a dónde te llevará el futuro tras la pandemia? 

Si empecé la marca en Nueva York fue en parte porque quería vivir allí. Pero, además, Nueva York era también un lugar mucho más abierto que París para los diseñadores jóvenes. Había concursos, premios y las tiendas estaban más interesadas en comprar nuestras colecciones. Tenía sentido desde una perspectiva empresarial. Cuando decidimos desfilar en París fue por algo mucho más personal, porque es la ciudad donde crecí. Mi abuela no había visto nunca ninguno de mis desfiles, ni mis amigos de París. Mi marca es, en muchos aspectos, un reflejo de mí mismo, que soy un poco de todas partes. Mi madre es china, pero creció en San Francisco; y mi padre es vasco, pero creció en París. Me gustó la idea de que la marca, a pesar de estar afincada en Estados Unidos, pudiese desfilar en donde quisiésemos, que pudiésemos insuflar en ella una suerte de multiculturalidad. No es una marca americana, no es francesa. Es un proyecto que refleja una identidad global que siento como propia. Es lo que quiero de aquí en adelante. Si en algún momento volvemos a desfilar, me gustaría hacerlo en Milán.

JENS INGVARSSON

¿Dirías que este año ha sido el más duro de todos? 

Sin duda ha sido un año desafiante, de gran crecimiento, de aprendizaje. No me ha parecido el más duro porque nuestro equipo se ha mantenido optimista. Además, esta situación nos ha acercado a todos en la industria, ha despertado una suerte de camaradería entre los diseñadores. Nunca había experimentado el tipo de comunicación que ahora tenemos. Compartimos experiencias, hablamos de los retos, como del hecho de no tener que mantener una apariencia de éxito constante, de ser más reales, más abiertos. En este aspecto considero que ha sido una experiencia increíblemente positiva.

¿Has pensado alguna vez en diseñar para otra marca? 

He pensado sobre ello. Es algo que me han propuesto antes, pero nunca sentí que fuese el momento. Estoy muy feliz con cómo hacemos las cosas, así que tendría que ser una oferta muy especial, que me aportase algo. Porque es un gran cambio en tu vida, y no es algo que sienta que necesito. Estoy abierto a ello, pero no lo busco activamente.

¿Cómo imaginas el futuro de tu firma? 

Este periodo tan extraño que estamos viviendo nos ha dado la oportunidad de comenzar nuevas iniciativas dentro de la compañía. Igual la marca tendrá un aspecto diferente en los próximos años pero, en esencia, seguiremos haciendo lo que hacemos, me siento muy afortunado así.