'Solo en casa 2', 30 años después: Donald Trump, Nueva York y el niño mejor pagado del mundo

"O hace las dos películas o no hace ninguna". Kit Culkin tenía claro lo mucho que se jugaba su hijo Macaulay cuando firmó el contrato para protagonizar 'Solo en casa 2', que se estrenó hace ahora tres décadas. El ambicioso padre no quería que su hijo, una gallina de los huevos de oro, se encasillase en la saga 'Home Alone'. Así, puso como requisito a la Fox que el niño adorado por medio mundo también protagonizase 'El buen hijo', un thriller en el que interpretaba a un auténtico psicópata con carita de ángel. Un cambio de rol completo para el niño de las comedias familiares y los dramas nostálgicos al estilo 'Mi chica', con aquel beso infantil y veraniego.

'Solo en casa 2' iba a ser una secuela más cara y más espectacular del inesperado taquillazo de 1990. Ese año, 'Solo en casa' se convirtió en la comedia más exitosa de la historia y le pasó por delante a 'Pretty Woman' y a 'Ghost'. La producción (y el guion) de John Hughes partía de una premisa sencilla: un niño de un suburbio de Chicago (Winnetka, para aquellos lectores que quieran visitarlo) se enfrentaba a dos torpes ladrones cuando estos se meten donde no les llaman y deciden robar en su casa. El problema es que el niño, aunque está solo y sin su familia, ama los Micromachines y es un MacGyver en potencia; un pequeño diablo bienintencionado pero dispuesto a ponérselo muy difícil a los dos. Humor slapstick, risas y sentimiento navideño gracias a la música de John Williams: la alquimia perfecta para que padres y niños llenasen las salas de cine.

¿Cuánto cobró el pequeñuelo por volver a amargarles la vida a Joe Pesci y Daniel Stern? Pues nada más y nada menos que 4,5 millones de dólares, la mayor cantidad que se le pagaba a un niño de once años hasta entonces. Vamos, que el padre negociar negoció bastante bien. Desde luego, se iba a ganar el sueldo con creces, ya que el rodaje no fue nada fácil para el pequeño Mac. Culkin se movió en un ambiente bastante frío. No solo el de Nueva York (la película es una postal navideña que nos muestra desde la parte alta de las desaparecidas Torres Gemelas al mítico árbol navideño del Rockefeller Center). También el de algunos compañeros de reparto. Un buen día, a Culkin se le ocurrió preguntarle a Pesci por qué estaba siempre tan serio. El veterano actor de 'Uno de los nuestros' se puso a gritarle. "Mucha gente lo mima mucho, pero yo no, y creo que eso le gusta", se justificó.

La película, que recibiría críticas negativas por parte de los periodistas más reacios al Hollywood comercial, fue un reguero de anécdotas, más allá de ese cameo de Donald Trump, que aparece en el hotel Plaza haciendo de sí mismo. "Ya se notaba que no le gustaban los niños", dijo sobre el expresidente el propio Culkin, años después y a modo de crítica, en su Twitter. Bien mirado, los señores de la crítica tenían parte de razón: el guion del mítico Hughes repetía el esquema de la película original; una idea que se le ocurrió al productor cuando casi pierde a uno de sus hijos. Esta vez, la inspiración fue la Gran Manzana. "Decidí que Nueva York era un gran lugar para perderlo. Es una ciudad enorme. El niño podía meterse en muchos problemas", dijo uno de los mayores expertos en niños y adolescentes en la gran pantalla.

Los calcos de la cinta anterior son evidentes: si en 'Solo en casa' había un anciano que en realidad tenía un corazón de oro, aquí una vieja vagabunda con un sinfín de palomas enganchadas a su espalda. A este respecto hubo una anécdota que involucró a Stern, el más desgarbado de los dos ladrones, en pleno Central Park. Cuando una de las palomas se posó en su boca, casi se muere del asco. En realidad, Pesci tenía razón: Culkin estuvo bastante protegido frente a momentos inesperados como ese. A cambio, tuvo que adaptarse a las dinámicas de unos adultos que tenían que lidiar con el hecho de que la verdadera estrella de la película solo tenía once años. Por mucha carrera que tuviesen a sus espaldas, el verdadero protagonista de la historia era el bueno de Macaulay.

Entre toma y toma, Culkin recibió la visita de su amigo Michael Jackson durante el rodaje, prueba de que su popularidad era estratosférica. En la primera película, la secuencia de la familia corriendo apurada por el aeropuerto O'Hare de Chicago apenas llamó la atención. En la segunda, una escena similar concentró a docenas de paparazzi y de fans que querían doscientos autógrafos. Sus padres trataron de no dejarlo a su libre albedrío y se trasladaron a Manhattan para vivir allí durante la producción. Pese a la protección paterna, no tuvo que ser nada fácil asimilar tanta expectación y tanta persona pendiente de él. Tampoco las exigencias de un padre con el que tuvo sus más y sus menos a la hora de administrar los ingresos de sus cintas. En 2018 llegaría a declarar que su progenitor abusó de él "física y mentalmente", y eso conllevó no dejarle disfrutar demasiado del dinero ganado a tan corta edad. Como contaba un reportaje de 'Icon', Kit Culkin obligaba a su hijo a dormir en el sofá de su mansión para que no se le subiese la fama a la cabeza.

Ninguno de esos contratiempos se dejan ver en el resultado final de la película, otro hito navideño que compitió con el 'Aladdin' de Disney en taquilla y marcó el principio del fin de la breve carrera del niño más famoso del cine. Repetida hasta la saciedad durante la época navideña, 'Solo en casa 2' es también el recuerdo de un Nueva York de postal que cambiaría para siempre con los atentados de Wall Street y la masificación turística. Y, como en uno de los planos más famosos del filme, Macaulay Culkin estaba entonces tan arriba como las malogradas Twin Towers que visita al inicio del filme. Cuando se está tan alto a los once años, solo se puede caer. Culkin cayó, pero sus películas siguen en la memoria de los millennials y su nombre incluso genera canciones como las de Ladilla Rusa. Quién lo hubiese dicho hace treinta años, cuando aquel mocoso andaba perdido por la Gran Manzana.

*'Solo en casa 2' está disponible en Disney Plus