La isla de Topsail, con 26 millas (41 kilómetros) de largo y de 500 a 1000 pies (150 a 300 metros) de ancho, es un lugar ideal para vacacionar por sus hermosas costas y áreas de pesca. La pequeña isla en el estado de Carolina del Norte en los Estados Unidos es también conocida, aunque no del todo, por ser uno de los pocos lugares en el país donde se encuentran zonas de anidación para las tortugas marinas.

“¡Mira, ahí hay otra!”

Todos los días durante el verano, un equipo poco común de voluntarios conformado por maestros jubilados de preescolar, veteranos del ejército, floristas, entre otras profesiones, se reúnen al amanecer para caminar por una milla a lo largo de la playa de la Isla de Topsail buscando nidos de tortugas marinas puestos durante la noche. Con gran emoción, el equipo marca los nidos usando cinta anaranjada y palos de madera, al igual que un pequeño letrero indicando que es ilegal “perturbar los nidos”. Los voluntarios esperan mejorar las probabilidades de supervivencia de las tortugas marinas en peligro de extinción que usan sus playas como zonas de anidación. Esta pequeña comunidad playera es una de tantas que existen alrededor del mundo que se esfuerzan por proteger a estos organismos de su propia localidad.

Desafortunadamente, no todas las tortugas marinas corren con la misma suerte. A unas millas de la costa se encuentra el Centro de Rehabilitación y Rescate de Tortugas Marinas Karen Beasley, el cual recibe tortugas marinas enfermas o heridas que se encuentran a lo largo de la costa con la finalidad de regresarlas al océano cuando hayan mejorado. Hasta el mes de junio del año 2022, el centro tiene a su cuidado 28 tortugas marinas encontradas en Carolina del Norte y fuera de los límites del estado. La situación en que llegan las tortugas al centro sirve como evidencia de algunos de los peligros más grandes que corren las tortugas marinas, y de manera más general, la biodiversidad del océano. Las tortugas llegan después de haberse enganchado en líneas de pesca abandonadas; al ser heridas por botes o maquinaria de dragado; al ingerir plástico; habiendo sido mordidas por tiburones, o después de haber sido aturdidas por el frío.

Recientemente, una tortuga llamada “Lime-a-palooza” fue rescatada luego de haber sido pescada en un puerto local. Después de una semana de observación se descubrió que Lime-a-palooza habría estado tratando de digerir un globo, no se sabe por cuanto tiempo. Finalmente, un globo y más de 90 centímetros de cuerda pasaron por el delicado sistema digestivo de la tortuga.

En el mundo existen siete especies de tortugas marinas, todas se encuentran en peligro de extinción y son indicadores de la salud en general de los océanos. Tortugas como Lime-a-palooza son mensajeras inmediatas del impacto de la humanidad en el océano y los organismos vivos dentro de él. De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cada año, un estimado de 8 millones de toneladas de plástico terminan en el océano, siendo el equivalente de tirar un camión recolector de basura cada minuto.

“Animales como las tortugas marinas pueden pasar a estar en peligro de extinción por nuestras decisiones personales, de la comunidad y del gobierno. Estas acciones pueden tener un impacto negativo ya sea para una especie u otra. Así de fácil podemos tomar una decisión para llevar a cabo una acción perjudicial o realizar una acción restauradora”, dijo Kathy Zagrebiski, directora del Centro de Rehabilitación y Rescate de Tortugas Marinas Karen Beasley.

En total, más de 1,100 tortugas marinas como Lime-a-palooza han pasado por las puertas del centro de rescate desde finales de los años noventa. Para muchos colaboradores en el centro, aportar a la recuperación de las tortugas les da el sentimiento de estar enmendando las acciones humanas perjudiciales, y cuando las tortugas son devueltas al océano les inspira esperanza para el futuro del planeta. Si Lime-a-palooza ha podido sobrevivir contra todo pronóstico, ¿por qué no podría hacerlo nuestro planeta? ¿Por qué no podrían hacerlo nuestros océanos?

Lime-a-palooza se ha recuperado significativamente desde que el globo y la cuerda fueron retirados de su sistema. Los colaboradores en el centro de rescate están esperanzados de que, algún día en el futuro cercano, podrán regresar a Lime-a-palooza al océano. Tal como los océanos del planeta, las tortugas marinas son resilientes. El Día Mundial del Océano, que se celebra cada 8 de junio, hace un llamado de atención sobre la necesidad de proteger la biodiversidad del mundo en relación con el ODS 14: Vida submarina, y este es el momento perfecto para pensar en cómo podemos ser tan fuertes como ellos.