48 horas en Guadalajara (o todo lo que esperas de México)

Piensa en México. ¿Qué imagen te viene a la mente? Si la respuesta es mariachis y tequila, en realidad estás pensando en Guadalajara.

¡Guadalajara en un llano, México en una laguna!

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La capital del estado de Jalisco , y segunda ciudad más grande del país, es un canto a todo lo tradicionalmente mexicano. Mariachis y tequila, por supuesto, pero también plazas arboladas, bulevares empedrados, reliquias coloniales, catedrales imponentes y un carácter amable, acogedor, que invita a replantearse esa idea inicial de quedarse sólo dos días. ¡Ven a descubrirla!

DÍA 1

9:00. Empieza el día al más puro estilo mexicano: con unos buenos chilaquiles en el Centro Histórico. Si te has levantado con el pie aventurero, dirígete al Mercado San Juan de Dios , uno de los 'centros gastronómicos' más auténticos (¡y económicos!) de la ciudad, donde compartir café de olla y enchiladas codo con codo con vecinos de toda la vida.

Para una introducción menos intensa en la vida jalisciense, prueba el Café Madrid (Avenida Juárez 264) . Esta institución lleva 50 años alimentando las mañanas de Guadalajara a base de huevos rancheros y hospitalidad puramente tapatía.

10:30. Una vez repuestas fuerzas, empieza a conocer Guadalajara desde su centro neurálgico: la Plaza de Armas, con la Catedral y sus torres gemelas presidiendo orgullosas.

Consagrada en 1618, la Catedral es casi tan antigua como la propia ciudad y, como la ciudad, no te dejará indiferente. Altares góticos, pilares de oro y vidrieras con escenas bíblicas (imprescindible la de la Última Cena) se combinan en un batiburrillo de estilos que puede abrumar a los puristas arquitectónicos, pero que definen, concentrado en una estancia, a Guadalajara.

La Catedral de Guadalajara, con sus torres con agujas neogóticas, es símbolo de la ciudad.

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11:30. De una institución guadalajarense a otra. Si únicamente visitas un museo en la ciudad, asegúrate de que sea este: el Instituto Cultural Hospicio Cabañas . Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es una joya por dentro y por fuera.

Al este de la Plaza Tapatía, este antiguo orfanato esconde entre sus hermosos muros neoclásicos una serie de murales modernistas de José Clemente Orozco, uno de los grandes pintores mexicanos, mostrando escenas del Jalisco prehispánico y la conquista.

A tono con gran parte de la obra muralista mexicana, las obras son modernistas y dramáticas, repletas de imágenes de fuego, oración y cadenas, en una denuncia a la opresión del poder y una advertencia en contra de los peligros del fascismo.

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14:00. A la hora de comer, ni te lo pienses y dirígete a uno de los múltiples puestos que salpican la Plaza de Armas y la Plaza Tapatía en los que venden el plato jalisciense por antonomasia: la torta ahogada.

Esta delicatesen callejera es tan simple como satisfactoria: un bocadillo, relleno con lo que elijas, literalmente ahogado en salsa (picante o no picante) . ¿La explicación te deja a medias? No dejes que te lo contemos, y pruébala. En qué puesto dar el gran paso es cuestión de azar, pero si necesitas una recomendación Las Famosas, a tres manzanas de la Catedral, es un clásico.

¿Te has quedado con hambre? No dejes pasar la oportunidad de probar el cóctel local: el tejuino, una bebida hecha a base de maíz, mezclada con sorbete de limón y piloncillo (caramelo) , que también se vende en puestos de la calle. Su contenido alcohólico es muy bajo, pero no te confíes: pega cuando menos te lo esperas.

Una jaliciense torta ahogada, pero muy, pero que muy, ahogada.

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16:30. Por la tarde, pon rumbo al norte y dirígete a Zapopan, el llamado a convertirse el nuevo barrio molón de Guadalajara (aunque en realidad se trate de una localidad colindante a la capital) .

Su edificio más emblemático es su Basílica, construida en 1730 y hogar de la Virgen de Zapopan, quien recibe la visita de peregrinos durante todo el año. La Basílica cobra vida después de la misa de las seis, cuando las familias del barrio, los peregrinos y los religiosos se reúnen en la plaza después de presentar sus respetos.

Además de la Basílica, Zapopan tiene otros encantos más seculares. Su Museo de Arte es el mejor exponente de arte moderno de la ciudad, y ha tenido entre sus paredes, entre otros, trabajos de Frida y Diego.

Exposición Modulaciones, en el Museo de Arte de Zapopan.

Museo de Arte de Zapopan

20:30. Al caer la noche, Guadalajara vuelve a la vida. Tapatíos, residentes y visitantes toman las calles en busca de chelas, tacos y buena compañía. Las colonias (barrios) con más actividad nocturna son Providencia y Chapultepec, que están convenientemente situadas una al lado de la otra.

Una institución de Providencia es La Cervecería Unión. Aprovechando su lugar privilegiado en la esquina de Avenida Américas con calle São Paulo, la cervecería hace gala de una terraza casi tan amplia como su carta, en la que abunda la cerveza artesanal y la cocina mexicana creativa. No dejes escapar los tacos de pachola, especialidad de los Altos de Jalisco traída a la gran ciudad.

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23:00. Con los ánimos altos y el estómago lleno, la noche guadalajarense no ha hecho más que empezar. Para una dosis de nostalgia y glam-rock, Génesis te espera para transportarte a otra época. No importa si vienes buscando exitazos de Abba, Alaska, las Spice Girls o los Chemical Brothers: aquí manda lo retro.

¿Buscas algo con más ambiente? No en vano llaman a Guadalajara el San Francisco mexicano, y si vienes a finales de junio te encontrarás con uno de los desfiles del Orgullo más celebrados de todo Latinoamérica.

En cualquier momento del año, el Orgullo se vive en Angels Club. Esta megadiscoteca (en la que todos son bienvenidos) tiene tres plantas, muchos fans y marcha para toda la noche.

Guadalajara está orgullosa de su día del Orgullo, uno de los más destacados de Latinoamérica.

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DÍA 2

10:00. Recupérate de la noche anterior (como buenamente puedas) con un desayuno en La Cafetería, en la colonia Americana. Esta “casa fuera de casa”, como se presentan, concentra su menú en platos tradicionales mexicanos sin artificios, con los molletes de frijoles como grandes estrellas.

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Para beber: intenta devolver a tu cerebro a la vida con un capuccino helado. Después de revivir (aunque sea malamente) , date un paseo por la colonia. Americana está en el corazón de una de las zonas más tradicionales y mejor conservadas de Guadalajara, y las avenidas arboladas esconden antiguas casonas, plazas encantadoras y calles empedradas por las que merece la pena perderse.

12:30. Si te coincide que tu segundo día en Guadalajara es domingo (o jueves) , eso significa una cosa: día de mercado. El Tianguis de Tonalá es uno de los más grandes del estado de Jalisco (y del país) , y una experiencia puramente local digna de llevarse impresa en la memoria.

Filas y filas de puestos hasta donde alcanza la vista venden de todo, desde manteles hasta máscaras, y te costará decidir por cual empezar. Un consejo: vete con paciencia, suele estar hasta los topes de gente.

El mercado Tianguis de Tonalá es uno de los más grandes de Jalisco y en él encontrarás todo lo que te puedas imaginar.

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15:30. Para comer en Tonalá, tira de lo tradicional y lo auténtico que El Rincón del Sol te pone en bandeja. Después de horas regateando, unos chiles en nogada te sentarán de maravilla.

17:00. Planea pasar la tarde olvidándote de la muchedumbre y de la gran ciudad, y dirígete a Tlaquepaque. Podría pasar por un pueblo mágico más, pestañea y creerás que estás en un pueblo colonial a muchos kilómetros de Guadalajara.

Tlaquepaque es un sueño de calles empedradas, casas de color pastel y tiendas de artesanías (nada económicas, la verdad) . Pero aunque no compres nada, te costará no dedicarle unas horas a deambular sin rumbo por sus callejuelas, y contemplar la vida desde un banco del muy animado Jardín Hidalgo.

Una visita obligada en Tlaquepaque es el Museo Pantaleón Panduro y su colección de arte folklórico, recogida y exhibida en una antigua misión religiosa.

Iglesia de San Pedro, en el idílico Tlaquepaque, mucho más que un pueblo mágico.

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20:30. A la hora de la cena, no hace falta que te apartes de Tlaquepaque (sabemos qué es difícil) . La plaza central tiene multitud de opciones, pero una buena es Casa Luna y su menú rico en fósforo: pescados y mariscos son los reyes de la mesa.

Si tu estómago sólo te permite picar algo, pero te pide hacerlo en un sitio con mucho ambiente, La Matatinta te acogerá a ritmo de bosanova.

Y tras la cena, no dejes de pasar la oportunidad de despedir a Guadalajara con su sonido más auténtico: el de la banda de mariachi. El Parián, una manzana repleta de bares en un soportal en la plaza central, es el mejor lugar para hacerlo… y mucho más si es acompañado de una margarita.

En Casa Luna te impresionará su carta de pescados, pero también su singular decoración.

Casa Luna

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