Diez experiencias en La Alpujarra granadina

Naturaleza en vena

Bubion

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1.VISITAR EL CENTRO BUDISTA O SEL LING

Si La Alpujarra desprende una energía especial, en las montañas de Soportújar se multiplica. La razón es el centro budista O sel ling , un paraíso tibetano a 1.600 metros de altura en la cara sur de Sierra Nevada. Llegar no es fácil. Hay que recorrer un camino de seis kilómetros que asciende ladera arriba entre piedras, baches y vistas de vértigo. Si lo haces a pie, tu coche y el medio ambiente te lo agradecerán; y, de paso, haces ejercicio. El centro nació en 1980 de la mano del Lama Yeshe y el Lama Zopa Rimpoché, ambos tibetanos. Un par de años más tarde el lugar recibió la visita del mismísimo Dalai Lama, que lo bautizó como O Sel Ling, que significa Lugar de luz clara. En este espacio se respira una sensación especial, como la que emana la rueda de oraciones que te da la bienvenida. Desde allí, un pequeño sendero te lleva por las instalaciones del centro, que incluyen distintas estatuas de buda, alguna tumba, una pequeña estupa, un centro de visitantes o una preciosa estatua de Tara, la madre de la sabiduría.

El propósito de este lugar es favorecer la práctica intensiva de la meditación y difundir las enseñanzas de Buda, como la que dice que en el momento en el que abandonas el aferramiento al deseo encuentras la satisfacción . Si te animas, puedes realizar un acercamiento al budismo o a ti mismo, para lo que se pueden realizar retiros (individuales o en grupo) en tradicionales y austeras cabañas. Además, ofertan distintos cursos y charlas, como la que dará Osel Hita (aquel niño granadino que a los dos años fue considerado la reencarnación del lama Yeshé) a finales del próximo mes de marzo. La visita es gratuita y en invierno se puede visitar entre las 15.30 y las 18.00 horas. Aunque se recomienda llamar previamente a los teléfonos de contacto : 958 34 31 34 o 669 863 676.

O sel ling

Nacho Sánchez

2.ROAD TRIP TRAS LOS PASOS DE ULISES Y BOABDIL

Cuenta la leyenda que Ulises levantó una ciudad cuya muralla estaba reforzada por los mascarones de proa de sus barcos y los escudos de sus soldados. Los antiguos griegos la situaron en lo que hoy es Ugíjar, un precioso pueblo en pleno corazón de La Alpujarra granadina. Sea leyenda o certeza, lo indudable es que este municipio ha tenido su cuota de protagonismo a lo largo de la historia : allí los romanos buscaron (y encontraron) oro en sus montañas y fue en este municipio donde Boabdil residió tras la toma de Granada por los Reyes Católicos. Desde entonces, se le conoció como Señor de la Alpujarra y, por aquel entonces, Ugíjar recibió el título de ciudad.

Hoy el municipio tiene poco más de 2.500 habitantes y, eso sí, puede ser un buen campo base para descubrir la zona más profunda de la comarca alpujarreña. A un paso se hallan localidades como Válor, Mecina Bombarón, Lucainena, Cherín, Cojáyar, Jorairátar o Murtas, donde la vida transcurre definitivamente a otro ritmo. Carreteras estrechas, paisajes espectaculares que cambian de color en cada estación y numerosos lugares de interés para conocer la historia local son altos en el camino para un road trip que pide circular despacito. Uno de esos rincones al sur de Granada es Yegen, donde vivió el hispanista Gerald Brenan en diferentes periodos en el primer tercio del siglo pasado y donde tuvo una hija con una niña del pueblo. Historia, tradición, leyendas y verdades que se entremezclan para salpimentar un viaje que ya realizó Pedro Antonio de Alarcón en el siglo XIX y que inmortalizó en su libro La Alpujarra: sesenta leguas a caballo precedidas de seis en diligencia.

De road trip en la Alpujarra

Nacho Sánchez

3.SABOREAR EL PLATO ALPUJARREÑO DE CASA JULIO

Patatas a lo pobre, huevo frito, pimiento frito, longaniza, morcilla, lomo de cerdo y varias lonchas de jamón serrano de Trevélez. Todo ello se reúne en el tradicional plato alpujarreño, la auténtica estrella gastronómica de esta comarca granadina. Apenas hay restaurantes en la zona que no lo sirvan y pocos son los visitantes que no lo piden. Una de las mejores elecciones para degustarlo, de largo, es Casa Julio . Se trata de un restaurante familiar de Pampaneira donde cultivan muchas de las verduras que sirven en sus platos y donde chacinas, embutidos y carnes son de elaboración casera: si no te lo crees, te bastará probar la morcilla o el lomo de orza, auténticas barbaridades gastronómicas. El olor que llega de la cocina es el mismo que al entrar en casa de tu abuela a mediodía y el hambre se activa aunque no quieras. La cocinera, Pura, ofrece una interesante y variada carta, donde destaca su cocido, que prepara de manera diferente cada día: de coles, de garbanzos, de hinojos... Lo puedes pedir por seis euros y te enamorará como el resto de platos de cuchara, ya sea una gitanilla de habichuelas, una cazuela de fideos o unos figuelos (una variedad de judía verde) . También hay carne de pollo, conejo o choto aderezadas con una increíble salsa de almendras a base de tomate natural, pan frito, pimientos secos rojos tostados, cebolla, ajo, vino del terreno, aceite de oliva y, por supuesto, almendras tostadas.

Las migas alpujarreñas (de pan o sémola) también son una gran especialidad de la casa, sin olvidar la sabrosísima ensalada con frutas. Degustar un menú sirve allí para entender su eslogan: Casa Julio, cocina con cariño. El vino del terreno, sea tinto o dulce, marida a la perfección con toda esta selección gastronómica; incluso con el postre, donde puedes elegir desde una excelente tarta de queso con nueces a un típico soplillo alpujarreño elaborado a base de merengue, almendra y limón. Si tu estómago te pide descanso, en esta familia tienen hasta un pequeño hotel para descansar con un bonito nombre: Estrella de las Nieves .

Gastronomía alpujarreña en Casa Julio

Nacho Sánchez

4.DESCUBRIR RINCONES ÚNICOS A TRAVÉS DEL SENDERISMO

La Cebadilla es un viejo poblado creado en los años 50 del siglo pasado para dar cobijo a los trabajadores de la Central Eléctrica del Poqueira. Llegó a tener 200 habitantes e incluso una gran ermita. Hoy está deshabitado, pero los edificios siguen en pie, dando un aspecto fantasmagórico a un lugar único por el que, se dice, ronda el espíritu de una princesa mora : tal es la belleza del paisaje que atrapa el corazón de quien pasa por allí (y ella pasó por allí) . Tú también, si quieres, puedes llegar a través de una bonita ruta senderista en algo más de una hora, que se puede convertir en circular para disfrutar de barrancos increíbles y del precioso puente Abuchite. Allí, rodeado de chopos y bonitas pozas, puedes darte un descanso o, si el tiempo lo permite, un baño.

Este camino es sólo uno de los muchos que existen para recorrer La Alpujarra a pie. En esta comarca todos los pueblos, aldeas, ríos, cumbres o parajes más emblemáticos están unidas por sendas de cuidados y martirio, que diría Ibn Aljathib. Y, lo mejor, es que hay opciones para todos los niveles. La Cebadilla es un buen lugar para empezar, como también los numerosos senderos que unen los siete poblados del municipio de La Taha. Son aptos para toda la familia y en su trayecto se pueden descubrir fuentes con agua rica en hierro, castaños centenarios o pequeños poblados como Ferreirola (con algo menos de un centenar de residentes) , Mecinilla (donde viven 20 personas) o Aylácar, ya despoblado.

Otros caminos exigen preparación, como una de las rutas más atractivas de la zona y que te lleva al pico más alto de la península ibérica: El Mulhacén. La puedes hacer desde Capileira o Trevélez, en ambos casos con trayectos que pueden durar 12 o más horas, que invitan a pasar la noche a mitad de camino (acampando en Siete Lagunas o descansando en el Refugio del Poqueira , por ejemplo) y que suponen un esfuerzo más que importante. Y si te vienes arriba, te puedes animar a recorrer todo el sendero Sulayr , que te permite recorrer todo el Parque Natural de Sierra Nevada en 19 alucinantes tramos y un total de 300 kilómetros. Tú eliges.

Ferreirola

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5.PERDERSE POR LAS CALLEJUELAS DE PAMPANEIRA Y CAPILEIRA

Pampaneira, Bubión y Capileira son tres los pueblos más visitados de La Alpujarra granadina. Un trío de municipios escalonados y asentados en el Barranco del Poqueira en un entorno que asombra por su inmensidad y pureza. Capileira y Pampaneira forman parte de los pueblos más bonitos de España y un paseo por ellos justifica su selección. El primero suele ser punto de partida para quienes quieren recorrer Sierra Nevada a pie. Sus estrechas calles, con diversos miradores al Barranco del Poqueira, hacen de este pueblo una maravilla arquitectónica, donde destacan los tinaos (pequeños soportales) y los terraos (tejados planos típicos alpujarreños) , además de los tradicionales lavaderos públicos y el habitual uso de piedra para casi cualquier construcción (para qué comprar ladrillos cuando aquí hay piedras en todas partes) . Su buena conservación hace que su casco urbano haya sido declarado Conjunto Histórico Artístico y Paraje Pintoresco, mientras que el Consejo de Europa suele poner a la población como modelo de arquitectura popular.

El segundo pueblo, Pampaneira, también está repleto de cuestas que ascienden desde los alrededores de la iglesia de la Santa Cruz, en plena Plaza de la Libertad, hasta el barrio alto y el camino hacia Bubión (que tampoco te puedes perder) . Callejuelas que se confunden unas con otras, que suelen tener una acequia en el centro para permitir el descenso de las aguas del deshielo y que te llevan a pequeños rincones que hacen de esta localidad una visita obligada. Además, disfrutarás con lugares como la bodega La Moralea, donde cuentan con una infinita variedad de productos artesanales y locales no solo granadinos, sino de Andalucía y buena parte de España. Y no dejes de beber agua de la fuente de San Antonio, donde la leyenda dice que soltero que la bebe con intención de casarse... ¡No falla! Pues al instante novia tiene. ¡Ya lo ves! Quizás así aceptes la invitación que te hace Pampaneira nada más llegar: Viajero, quédate a vivir con nosotros .

Capileira

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6.RESIDIR EN UNA CASA TRADICIONAL

Nada mejor que vivir La Alpujarra como lo hacen sus vecinos. Una experiencia que permite eliminar tópicos y estereotipos, comprender que la vida puede ser de otra manera y entender la especial simbiosis que tienen los habitantes de este lugar con la naturaleza que les rodea. Una forma también de comprender por qué la arquitectura tradicional local es uno de los primeros ejemplos de construcciones bioclimáticas debido a su orientación, distribución o materiales usados. Páginas como Airbnb, Escapada Rural o Turismo Alpujarra ofrecen diferentes opciones que van desde casitas en la parte alta de Pampaneira (donde echarás piernas de tanto subir cuestas) , a preciosos apartamentos en aldeas como Atalbéitar, pasando por casitas aisladas en pleno campo y junto a los numerosos ríos que descienden por las laderas.

Es una perfecta manera para descubrir el terrible silencio nocturno que rodea las montañas, la forma en la que el viento golpea Sierra Nevada (y como retumba el eco en los barrancos) , el sabor de cocinar con productos locales, lo bien que sienta un café calentito a primera hora de la mañana junto a unas tostadas de pan recién hecho en el horno de tu vecino o la sensación de libertad al no tener cobertura en el móvil. Pasar varios días en una casa de La Alpujarra ayuda a entender los ritmos de vida de la montaña, conmoverse por la profunda sabiduría popular, intuir que la riqueza no es eso que nos vende esta sociedad y aprender que lo importante tiene poco que ver con nuestras preocupaciones diarias en la ciudad.

Casa tradicional en La Alpujarra

Nacho Sánchez

7.DESCUBRIR LA GASTRONMÍA DE L’ATELIER

Imaginando un viaje a La Alpujarra, probablemente nadie piense en degustar una sopa de miso, un plato de quorn a la vietnamita o curry de coco con verdura y tofu. Sin embargo, son algunas de las propuestas de L'Atelier , una excepción gastronómica ubicada en una localidad tan bonita y minúscula como Mecina, de algo más de 100 habitantes. Sus responsables son Briggite y Michel, que llegaron hace cuatro años desde el País Vasco francés para encargarse de este restaurante abierto en 1992 por unos compatriotas suyos. Trabajan con productos orgánicos, de cercanía, comercio justo y de calidad evidente, con los que elaboran suculentos platos vegetarianos de inspiración árabe.

Un gratinado andaluz, a base de lentejas rojas, verdura, salsa de tomate y queso es un buen ejemplo, pero también las samosas con chutney casero o los cigarros marroquíes (no hay que pensar mal, se trata de unos rollitos de pasta rellenos y fritos) . Para la bebida, cuentan con vino local de Mecina que merece ser probado, aunque sin duda su especialidad es la riquísima sangría; y, para el postre, puedes tomar un sanísimo kéfir de frutas, unas natillas de naranja caseras o una rica kombucha. Es recomendable reservar, aunque en invierno lo más probable es que tengas todo el restaurante a tu disposición. Es la mejor ocasión para que Briggite desde la cocina y Michel como asistente te ayuden a disfrutar de una noche única. En el piso superior tienen dos habitaciones por si la noche se alarga y prefieres dormir allí: será una gran elección.

L'Atelier

Nacho Sánchez

8.PALADEAR LOS VINOS DE LA BODEGA BARRANCO OSCURO

Torvizcón, Cástaras, Nieles, Lobras o Tímar son algunos de los pueblos de La Alpujarra granadina ubicados al sur del río Trevélez. A la zona también se le conoce como La Contraviesa y allí crecen algunas de las viñas más altas de toda Europa. Con ellas se han elaborado tradicionalmente vinos y mostos para uso casero, aunque poco a poco su calidad hizo que se crearan diversas bodegas que diesen más valor a estos caldos. Por eso, los amantes de la enología tienen en esta zona una oportunidad única de probar algunos de los vinos más personalidad de todo el país. Algunos de ellos son obra de la bodega Barranco Oscuro , en Cádiar, donde Manuel Valenzuela y su hijo Lorenzo ponen la magia para crear vinos naturales de sabor único. Basta descorchar una de las 3.300 botellas de Borgoñón Granate para justificar una visita a esta comarca donde las curvas son protagonistas de unas carreteras que no paran de ascender y descender laderas. Con un cariño único y en un paisaje marcado por el pico del Veleta al norte y el Mediterráneo al sur, la veintena de vinos que elabora esta familia son todo un regalo para el paladar.

En el mismo término municipal se ubica La Alquería de Morayma , cuyo nombre homenajea a la última reina de Granada y esposa de Boabdil. Allí se extiende una finca de medio centenar de hectáreas de agricultura ecológica, donde además de viñas también nacen almendros, higueras, membrillos y olivos. También ponen a tu disposición unos preciosos apartamentos rurales que te ayudarán a desconectar del mundo y, de paso, probar las delicias caseras de su pequeño restaurante o pasear por parajes casi olvidados. Obviamente, no te puedes ir sin degustar sus vinos tinto y blanco ecológicos. Cuatro Vientos, Los Barrancos, García de Verdevique, Dominio Buenavista o Néstares Rincón son otras bodegas que se encuentran en la zona y que te ayudarán a conocer mejor la viticultura local. Ojo con las curvas...

Barranco Oscuro

Nacho Sánchez

9.CONOCER LAS ARTESANÍAS LOCALES

Es difícil viajar a La Alpujarra y no volver a casa con una jarapa en el equipaje. Su presencia es constante en numerosas tiendas, que reparten por las calles sus elaboradas y coloridas telas para llamar la atención del viajero. Las hay de todas las formas, tamaños y colores, su precio es muy asequible y son toda una tradición artesana que se originó con la expulsión de moriscos. Ellos usaban los telares para tejer la seda, pero los vecinos les dieron una función más casera y, con la ropa usada, crearon las primeras jarapas que les aislaban del frío. Un reciclaje que con el paso del tiempo se ha convertido en una de las imágenes más típicas de la zona dando color al intenso y limpio color blanco de las fachadas alpujarreñas. De hecho, aún existen algunos telares donde se puede ver cómo es el trabajo de elaboración. Uno de los más interesantes es Hilacar , ubicado en Bubión y donde Ana Martínez lleva tres décadas manteniendo viva esta tradición. También hay telares en otros municipios como Pampaneira, Capileira y Ugíjar. Pero, además, La Alpujarra también es conocida por otros oficios artesanos que trabajan la cerámica, el hierro, la madera, el cuero, el esparto o la taracea, con talleres y despachos que, en su mayoría, se pueden visitar para conocer algunos secretos de quienes aún crean con sus manos.

Artesanía en Hilacar

Nacho Sánchez

10.LA ÚLTIMA LA PONES TÚ

En cualquier viaje a La Alpujarra, sea de un día o un mes, es importante dejarse llevar. En el rincón más inesperado puedes encontrar una persona interesante con la que hablar, un bar con una tapa de embutido recién curado o una bodega donde enamorarte de los productos locales más interesantes. La comarca es zona de viajeros repletos de historias, vecinos que te enseñan a compartir o pastores que atesoran sabiduría. También de espacios naturales donde el silencio es el protagonista, lo que te permite toparte con rebaños de cabra montés, sigilosos zorros o una avispada y colorida variedad de aves. La Alpujarra se viaja sin prisas, con paciencia y con flexibilidad para cambiar el plan de cada día: lo mejor siempre está por llegar. En los viajes siempre hay que dejar hueco a la improvisación y, en esta comarca granadina, aún más. Pero ten en cuenta una cosa: hagas lo que hagas, siempre te quedará Alpujarra por descubrir. Así que esta última experiencia la pones tú. ¡Buen viaje! Y ya nos contarás.

Capileira

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