Por qué Laguardia es el destino perfecto para visitar en los próximos meses 

Tierra de viñedos, la capital de la Rioja Alavesa se asienta sobre un rico patrimonio que se remonta a la época medieval y donde su gastronomía ya es de por sí la excusa más acertada para organizar una escapada. Aquí el hedonismo manda. 
Laguardia Rioja Alavesa.
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Los apenas 20 minutos en coche que separan Logroño de Laguardia pueden llevar a confusión, pero no caigamos en el error, pues estamos ante la capital de la Rioja Alavesa, perteneciente al País Vasco. Aún así, gracias a su cercanía, se ha convertido en el transcurso del tiempo en una de las visitas más recurrentes si se pasa por Logroño. Esta villa medieval se presenta como el destino ideal para disfrutar bien en una jornada o bien durante un completo fin de semana donde el vino, el buen comer, la historia, el descanso y la desconexión están a la orden del día. Porque, ¿para qué más? 

Ahora que un nuevo año ha comenzado y que nuestra hoja de ruta está en blanco, preparada para empezar a completarla con viajes y experiencias que invitan al placer más absoluto; no dudes en marcar a fuego Laguardia en tu lista de propósitos viajeros. ¡La escapada promete no defraudar! 

Vista panorámica de Laguardia.

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Por si necesitas más, aquí te damos una buena tanda de motivos para terminar de convencerte y reserves fechas en cuanto tengas oportunidad: 

POR SER CAPITAL DE LA RIOJA ALAVESA 

Para entender todo el patrimonio histórico y cultural que vamos a encontrar en nuestro paso por Laguardia, debemos saber que esta villa medieval fue fundada en el siglo X con un claro propósito defensivo. Localizada en lo alto del cerro que custodia lo que hoy es considerada la capital de la Rioja Alavesa, en aquel entonces estaba bajo el poder del rey navarro Sancho Abarca. Fue así como creó esta fortificación fronteriza con la finalidad de proteger al reino de Navarra de posibles invasores, sobre todo moros y castellanos. 

A partir del siglo XVI, Laguardia pierde su papel como fortaleza militar y vive siglos de paz donde empiezan a proliferar la pasión por el vino y el sinfín de bodegas repartidas por toda la población. Como dato curioso, casi toda la villa podía ser recorrida por los pasillos subterráneos que conformaban las bodegas –también denominados calados o cuevas– ubicadas en los subsuelos de las casas y que en la actualidad todavía muchas de ellas están abiertas al público siendo su visita de carácter obligatorio. 

En el siglo XIX su cualidad defensiva regresa tras la sucesión de revueltas y guerras que acontecen en España dejando Laguardia a las puertas del siglo XX sin castillo, sin parte de su muralla y con la población bajo mínimos. La Guerra Civil Española y la posterior posguerra tampoco ayudaron en la recuperación económica, social y demográfica. Pero como un fénix que resurge entre sus cenizas, esta villa ha conseguido en el último siglo brillar con más esplendor que nunca hasta convertirse en lo que es: un destino coqueto donde el pasado llega en forma de nuestro presente, pero que mira al futuro con ganas, pasión y mucho, –¡pero que mucho!– vino y buena gastronomía. 

Mirador de Laguardia.

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Antes de entrar de lleno en la parte más hedonista, nada como comenzar dando un paseo por lo que en su día fue la fortaleza amurallada para teletransportarse a otra época donde las casas señoriales, los palacetes, las murallas, los arcos y las calles empedradas están a la orden del día. Para llegar hasta el casco antiguo, lo más sencillo será aparcar el coche en la parte inferior de la villa para posteriormente alcanzar bien a pie –o bien en ascensor– lo alto del burgo. En la parte este lateral de Laguardia pusieron en funcionamiento en 2015 este elevador de aproximadamente 11 pisos de altura que une en cuestión de segundos la parte más baja de la localidad con su núcleo urbano. 

La primera parada recomendada no es otra que su Oficina de Turismo (calle Mayor, 52), junto a la plaza Mayor y junto al icónico reloj de Laguardia del que hablaremos unas líneas más abajo. Es en este punto de partida donde nos ayudarán a confeccionar nuestro recorrido según gustos y necesidades. 

Ver fotos: 5 razones para escaparte a Álava, tierra de vinos y naturaleza

Para acceder a ella, desde el ascensor deberemos tomar la Puerta de San Juan, pasando por la plaza que lleva el mismo nombre y por la iglesia de San Juan Bautista. Tomando la calle Mayor a mano derecha, alcanzaremos no solo la Oficina de Turismo, sino algunos de sus puntos más emblemáticos que la caracterizan. Ejemplo de ello es el Ayuntamiento de Laguardia con los soportales que marcan el paso del tiempo y regalan grandes ratos de conversación y calma entre vecinos y turistas. 

Reloj animado de Laguardia.

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Muy próximo a este, tan solo tendremos que alzar la vista para ser testigos del reloj animado que cada ciertas horas en punto regala un breve espectáculo de música y danza por el que merece la pena esperar. Haciendo honor a la festividad de San Juan y a las fiestas patronales que acontecen del 23 al 29 de junio en la localidad, este reloj inaugurado el 31 de diciembre de 1998, integra El Cachimorro y dos danzarines que tras la melodía inicial, salen a bailar configurando un espectáculo animado que ya es todo un signo de la identidad de Laguardia. 

Continuamos caminando hasta alcanzar la Puerta de los Paganos en dirección a la calle Santa Maria Ibilbidea, no sin antes detenernos a admirar la panorámica del valle que nos ofrece alguno de los miradores localizados tras la puerta. 

Una vez cumplidas las fotos de rigor, a menos de cinco minutos a pie, se alza imponente la Torre Abacial que en su día se levantó con un claro propósito militar por su localización estratégica en la parte más occidental de la villa, pero en la actualidad cumple la función de ofrecer las mejores vistas de toda Laguardia. De planta cuadrada –con una estructura similar a las que podemos frecuentar en el norte de Italia o en los Pirineos catalanes–, está caracterizada por un estilo románico de transición hacia épocas posteriores. 

Junto a la iglesia de Santa María de los Reyes cuyo pórtico policromado ya es una auténtica reliquia visual, la plaza del Gaitero se presenta como un claro homenaje a los viajeros donde las obras  en forma de zapatos, bolsos y maletas del artista vasco Koko Rico ponen la guinda del pastel a un localización encantadora. ¡Travelers, esta es nuestra plaza!

Pórtico policromado de la iglesia de Santa María de los Reyes.

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A pesar de que ya no quede nada del castillo que en su día mandó construir el rey de Navarra,  Sancho Abarca, en el siglo X, de lo que sí podemos ser testigos es de los vestigios de la muralla que todavía se mantienen en pie en algunas partes de Laguardia, acompañando en el día a día y formando parte del entramado de sus calles, comercios y casas que se suceden en lo ancho y largo del casco antiguo. 

POR SU GASTRONOMÍA ‘DISFRUTONA’ Y HEDONISTA 

Una vez hechas las presentaciones de rigor, ahora le toca el turno al hedonismo. Y es que aquí también se viene a pasarlo bien, a desconectar, y –cómo no– a comer y a beber. Tras tomar el aperitivo en algunas de las tantas tabernas que acontecen por el centro medieval, en el número 35 de la calle Paganos, el restaurante Sugar es una sorpresa culinaria para el comensal y toda una declaración de intenciones que aboga por un producto de calidad y de proximidad. El Solete de la Guía Repsol no hizo más que confirmar en 2021 lo que ya era un secreto a voces, ¡aquí saben lo que se hace! 

A pesar de estar especializado en carnes a la brasa, con opciones como la chuletillas de cordero lechal, lagarto de cerdo de bellota, la chuleta de buey o el entrecot de ternera de lomo alto, el resto de platos que completan el recetario gastronómico propuesto no se quedan atrás. ¿Algunos de nuestros favoritos? El carpaccio de hongos en temporada servido con pimentón de la Vera y aceite de oliva; las puntas de puerros embotados en casa (de Navarra) a la brasa; las croquetas de chuleta de vaca vasca; las verduras a la brasa; el bacalao a la riojana; los caparrones con chorizo para el invierno y las pochas con almejas para el verano. 

Nada como cerrar la comida o cena con alguno de sus postres caseros como la carrot cake, el tradicional goxua, la tarta de chocolate, el pastel tradicional vasco o el arroz con leche. ¡Más te vale ser varios, porque vas a desear probarlos todos! 

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¿Ganas de más? Otras direcciones a tener en cuenta en nuestro paso por Laguardia son Villa Lucía (Logroño Errepidea, s/n), Amelibia (La Barbacana Errepidea, 14) o Héctor Oribe (Gasteiz Kalea, 8),  siendo este último una de las recomendaciones de la reconocida guía Michelin de 2022. 

Y ya sabemos que el mejor souvenir, tanto para la persona que viaja como para a la que se obsequia, es aquel que se puede degustar. En cuestión de vinos, el establecimiento Mejor con Vino en el número 41 de la calle Mayor se traduce en una vinoteca cuidada y hecha con buen gusto donde nos podremos llevar a casa vinos especiales o de autor que merecen toda nuestra atención. Además, podremos acompañarlos con una selección de productos gourmet típicos de la zona para completar la experiencia gastronómica. 

Bodega Ysios.

Javier Rosa

POR SER TIERRA DE BODEGAS

La Rioja Alavesa puede presumir de contar entre su palmarés con más de 300 bodegas, alrededor de 13.000 hectáreas de viñedo y una pertenencia a Rioja, la denominación de origen calificada. Bien en el propio núcleo urbano o bien en sus alrededores, las bodegas van apareciendo a nuestro paso por Laguardia y la visita en alguna de ellas no solo es inevitable, sino que será tarea imprescindible para conocer un poco más en profundidad el valor de esta tierra de vinos.

En la propia Laguardia nos espera Casa Primicia, en el número 78 de la calle Paganos. Considerado el edificio más antiguo de la villa, en el siglo XV se convirtió en la primera bodega de la comarca de la Rioja Alavesa. Sin movernos del centro, en la Plaza San Juan, la bodega El Fabulista se creó en honor al escritor de fábulas Félix Maria de Samaniego, toda una gloria local de finales del siglo XVIII. 

Si nos movemos por las inmediaciones, nos esperan auténticas joyas vinculadas al vino que llevan la experiencia del enoturismo a su máxima expresión. Ejemplo de ello las bodegas Rioja Vega, Ysios, Hacienda López de Haro, Eguren Ugarte o Marqués de Riscal. 

Carralogroño.

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POR SU COMPLEJO LAGUNAR 

Además de comer y de beber, en Laguardia también hay espacio para las personas amantes del senderismo y el avistamiento de aves. Y es que localizado entre viñedos en los alrededores de Laguardia, se configura el denominado Complejo Lagunar de Laguardia. 

Con un total de cuatro humedales –Carravalseca, Carralogroño, Musco y Prao de la Paul–, estamos ante un biotopo protegido por su particularidad desde un punto de vista geológico y por toda la flora y fauna que engloba. La práctica de senderismo por sus caminos rurales está a la orden del día, sobre todo durante los meses de septiembre a marzo que es cuando se puede avistar un mayor número de aves. 

Puente de piedra de Logroño.

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POR SU CERCANÍA A LOGROÑO 

Razón más que evidente, pero de obligatorio cumplimiento. Con una distancia de separación de tan solo 20 minutos de trayecto en coche, la capital de La Rioja es la guinda perfecta en esta escapada por Laguardia.  

¿Alguien en la sala ha dicho pintxos? La meca de la gastronomía la encontramos en la calle Laurel donde los pintxos se presentan victoriosos local tras local. ¿Las paradas imprescindibles? El Bar Soriano, el Blanco y Negro, Bar Ángel, Las Letras de Laurel, Bar Jubera o la Taberna del Tío Blas. 

Si el cansancio llama a la puerta, una de las opciones más hedonistas la encontramos en el hotel Áurea Palacio de Correos que lleva desde finales de 2021 otorgando en el corazón de la capital riojana, ese toque de glamour y buen gusto que tanto caracterizan a los alojamientos boutique. El que en su día fue el antiguo edificio de Correos –construido en 1932– alberga en el número 1 de la plaza San Agustín el primer hotel cinco estrellas de Logroño. Su fachada de estilo neobarroco es la primera seña que vaticina una estancia de diez en la que se ha tenido en cuenta hasta el más mínimo de los detalles. ¿El resto? ¡Toca descubrirlo una vez crucemos sus puertas!

¡Norte, aguarda que allá vamos! 

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