Alzacola rojizo, el pájaro del vino

02 Junio 2022
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Si hay un pájaro íntimamente ligado al mundo del vino es el alzacola rojizo (Cercotrichas galactotes), una de las especies más amenazadas de la avifauna ibérica que tiene en los cultivos leñosos de secano, y muy especialmente en la viña, su hábitat preferido.

 

De figura esbelta y plumaje discreto, con tonos tostados en la parte superior y algo más blancos en el pecho y el vientre, el alzacola es un ave de tamaño mediano: algo más grande que un gorrión, pero más pequeño que un mirlo. Pero pese a su mimética librea resulta muy fácil de identificar por su larga cola de color rojizo, que mueve arriba y abajo constantemente (de ahí su nombre vulgar) y que a menudo suele desplegar en forma de abanico.

 

 

 

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El alzacola rojizo en una rama de un árbol.

El alzacola rojizo en una rama de un árbol.

 

 

Con una alimentación básicamente insectívora, este inquieto pájaro suele pasear por debajo de los olivos o las cepas en busca de sus presas. Para provocar que se muevan y poder localizarlas suele moverse aleteando y agitando su larga cola. Es así como provoca que salten los saltamontes y echen a correr hormigas y escarabajos.

 

También es capaz de capturar insectos voladores en el aire, desde mosquitos a mariposas, atreviéndose incluso con especies de mayor tamaño como libélulas, cigarras o mantis. Ocasionalmente puede completar su dieta con la ingesta de bayas y frutos silvestres.

 

Este elegante pariente del ruiseñor, que tiene en la Península Ibérica uno de sus últimos bastiones en Europa, es uno de los grandes reclamos para el turismo ornitológico. Cada año viajan hasta sus últimas zonas de cría, situadas principalmente en la cuenca del río Guadalquivir y el litoral andaluz, birdwatchers llegados de toda Europa.

 

Sin embargo, no es nada fácil observarlo debido a la crítica situación en la que se encuentra la especie. El último censo realizado por la organización conservacionista SEO/Birdlife confirmaba el fuerte declive de sus poblaciones en nuestro país y alertaba del grave riesgo de extinción en el que se encuentra. Debido a ello, y a fin de dar a conocer el alarmante estado de sus poblaciones y promover su conservación, esta oenegé lo elegía Ave del Año 2022 tras llevar a cabo una votación popular.

 

 

 

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Un ejemplar de alzacola rojizo.

Un ejemplar de alzacola rojizo.

 

 

Con una reducción para el conjunto de España del 94,8%, los ornitólogos españoles han pedido a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que el alzacola sea incluido en el listado de especies “En Peligro de Extinción”, compartiendo estatus con otras de nuestras especies más amenazadas, como el quebrantahuesos, el lince ibérico, el águila imperial o el oso pardo.

 

El abandono de los métodos de cultivo tradicionales en el campo, el aumento del uso de herbicidas y de insecticidas y la transformación del olivar viejo en los olivares de cultivo intensivo y superintensivo son algunas de las causas de su declive.

 

Como informa SEO/Birdlife la mayoría de los alzacolas se encontraban en las décadas de 1960 y 1970 en el olivar viejo, que entonces no mostraba un cultivo homogéneo, sino que estaba formado por una sucesión de pequeñas parcelas con abundante vegetación herbácea y arbustiva en las lindes formando setos.

 

Intercalados con cereal y viñedos, los olivares formaban parte de un mosaico perfectamente integrado en el entorno natural y que acogía una abundante y rica biodiversidad, especialmente de insectos: base de la alimentación de esta y muchas otras especies del medio agrario. Hoy esa nutritiva cadena trófica que sostenía las poblaciones de aves esteparias ha quedado reducida a su mínima expresión, provocando a su vez el declive de la mayoría de las especies.

 

Una situación que ha empeorado notablemente en los últimos años con la introducción del denominado sistema de fertirriego, consistente en añadir los fertilizantes químicos al propio agua de riego.

 

Este sistema, muy utilizado en los olivares en intensivo y en otros cultivos, constituye una trampa mortal para el alzacola y otras aves de secano que, ante la falta de disponibilidad de agua en el entorno natural, se han acostumbrado a beber de los goteros de riego o los charcos que se forman en las fincas de cultivo. Como consecuencia de ello, se envenenan y mueren.

 

Recuperar las buenas prácticas en el campo, como las que promueve la agricultura regenerativa, es la estrategia que puede contribuir con mayor éxito a frenar el declive de las poblaciones de alzacola rojizo y evitar su desaparición del entorno del olivar y el viñedo, donde siempre había vivido en perfecta harmonía con el hombre