Porqué y en qué medidas se puede fertilizar la alfalfa

Bien manejada, la alfalfa permite conseguir una máxima rentabilidad. Antes de la siembra conviene hacer un análisis de suelo para ver su riqueza y consultar a los técnicos de campo que lo interpreten, para así abonar lo necesario.

La calidad y cantidad de alfalfa podrían duplicarse con variedades transgénicas

El cultivo de la alfalfa es y seguirá siendo uno de los cultivos más rentables. Este factor es clave a la hora de que un agricultor se decida a sembrar parte de su explotación de alfalfa, así como la comodidad que te ofrece el cultivo.

También la diversificación de cultivos permite la extensión a lo largo del año de las labores agrícolas, logrando que no se concentre todo el trabajo en un periodo pequeño de tiempo. Dejando más tiempo para hacer bien todo el trabajo sin agobios.

Otra ventaja la encontramos en la lucha contra las malas hierbas, cultivos como la alfalfa nos permiten controlar de manera óptima algunas malas hierbas.

Ahora que está tan de moda la huella de carbono, la alfalfa fija 9 t/ha/año de CO2 (1,5 t en suelo, 0,75 t en raíces y 6,75 t en parte aérea) contribuyendo a paliar el efecto invernadero. Actúa como filtro verde.

A la hora de abonar una alfalfa hay que saber que las necesidades de nutrientes por parte de la alfalfa en regadío son altas, debido a sus altas producciones, destacando además de los consumos de nitrógeno, fósforo y potasa, un consumo alto de azufre, magnesio, calcio y una exigencia de boro, que de no estar disponible o ser aportado por el abonado actuará de factor limitante en la producción y calidad de la alfalfa.

Antes de la siembra, se aconseja hacer un análisis de suelo para ver su riqueza y sobre esos resultados consultar a los técnicos de campo para que lo interpreten y así abonar lo necesario y no hacer abonados de lujo, que son los más caros porque no se aprovechan. Frente a este escenario, un artículo elaborado por la Coop. Agropal de España señala bondades de los diferentes nutrientes así como también algunas recomendaciones de aplicación.

Nitrógeno
Todos conocemos que la alfalfa en simbiosis con bacterias del género Rhizobium, más concretamente con bacterias rhizobium meliloti, son capaces de fijar nitrógeno libre de la atmósfera. Es una gran fijadora de nitrógeno libre de la atmósfera y teóricamente por esta razón no tendríamos que realizar abonado nitrogenado, pero el año de implantación y al principio del ciclo de cultivo, la actividad de las bacterias es reducida por lo que se recomienda aportar unas 30 unidades fertilizantes de nitrógeno por hectárea cada año.

Así mismo, el suelo a la salida del invierno tiene aún temperaturas muy bajas y la actividad de las bacterias (para una buena fijación de nitrógeno) es reducida por lo que la recomendación de un pequeño abonado nitrogenado la mantenemos para todos los años de duración del cultivo.

Fósforo
El fósforo es necesario para un buen establecimiento del alfalfar, ya que ayuda a un buen desarrollo radicular, además nos proporciona un rápido rebrote después de un corte y una mayor longevidad del cultivo.

Las necesidades teóricas por tonelada de producción serían unos 8 kg P2 O5/ ha, tanto para el año de implantación como para los siguientes.

Dependiendo del contenido de fósforo de nuestro suelo, en la siguiente tabla vemos las unidades a aportar por tonelada de producción:

Potasa
Es un nutriente demandado en grandes cantidades por la alfalfa. Proporciona a la planta resistencia al frío y a la sequía, interviene en la formación de reservas para mejorar el rebrote, de ahí su importancia. Las necesidades teóricas son 25 kg K 2 O/tm de producción.

En la siguiente tabla vemos las unidades a aportar según la riqueza de nuestro suelo:

Azufre
Interviene directamente en la síntesis de la clorofila, de lo cual su importancia. Juega un papel fundamental en la nodulación, aumentando el número de nódulos y su peso, consiguiendo así una mayor fijación de nitrogeno.

Las necesidades teóricas serían 4 unidades por cada tonelada de producción.

Magnesio
Forma parte de la molécula de la clorofila y por ello es fundamental para un óptimo desarrollo vegetal de la planta. Las necesidades teóricas por cada tonelada de producción son de 4,5 kg/tm.

Boro
El boro interviene en la actividad meristemática y división celular, así una carencia de este elemento produce daños en los meristemos apicales y muerte de los brotes laterales, con la consiguiente merma de producción.

La carencia también provoca un retraso en la madurez del alfalfar y una mayor pérdida de hojas, peor calidad. Su presencia en cantidades suficientes y aprovechables por la planta son esenciales para conseguir una buena nodulación.

Cabe recordar que, si nuestro suelo tiene un pH menos de 6,5, sería necesario realizar un encalado con dolomita o carbonato cálcico, ya que la alfalfa es un cultivo muy sensible a la acidez.

Con el encalado conseguiríamos:
• Elevar el pH, mejorando así la nodulación.
• Aumenta la cantidad del calcio disponible para la planta.
• Disminuir la absorción del aluminio y manganeso por parte de la alfalfa, los cuales son tóxicos para ella.