Pedro de Zubiaur y su misión de rescate

Por Juan García (Todo a Babor)

Dibujo de Pedro de Zubiaur

La época hegemónica de la Armada española dio unos cuantos nombres de marinos que se merecen algo más que un homenaje en la plaza de su pueblo. Uno de ellos es Pedro de Zubiaur, un bravo marino vasco con un historial de servicios que impresionaría a Nelson, Lezo o Barceló. O a algún guionista de Holywood, si hubiera sido de donde todos sabemos, claro. Como da para mucho este hombre, voy a dosificarlo para que disfruten de sus historias navales.

Pedro de Zubiaur

Para quien no sepa quien era Zubiaur les contaré que nació en Puebla de Bolívar perteneciente a la provincia de Vizcaya en una fecha comprendida entre 1540 y 1542. Venía de una familia marinera por lo que su futuro estaba bastante claro. No voy a relatar su biografía, pero si están interesados en la misma, lean lo que se dice de él en la wikipedia. No es mucho, pero desde aquí iremos completando los hechos navales por lo menos.

Lo que tienen que saber es, para situarnos en el contexto de esta historia, es que gracias a su historial fue enviado en febrero de 1590 a Inglaterra para negociar la liberación de un numeroso grupo de cautivos españoles, entre los que estaban los capturados de la nao Nuestra Señora del Rosario, que fue apresada en el canal de la Mancha, además de los náufragos de la urca San Pedro. El marino vasco ya tenía experiencia por aguas inglesas, ya que había sido comisionado anteriormente a negociar las indemnizaciones que le correspondían a España por la rapiña de los piratas ingleses, entre los cuales figuraba Drake.

A Inglaterra

Para esta nueva misión, Pedro de Zubiaur dispuso de tres filibotes y una urca. Un filibote, por cierto, era un tipo de buque de vela originario de los Países Bajos. Era parecido a un galeón, pero con dos palos, la cubierta más estrecha y los palos más altos y más vela. Ideal para viajes oceánicos y por su capacidad de carga usado sobre todo como mercante, aunque los españoles los artillaron y utilizaron para labores de escolta. El propio Zubiaur los veía buenos como buques de patrulla, pero les faltaba porte para enfrentarse con buques de más calado. Por ello solicitó más de una vez, y al final se lo concedieron, construir galeones de 200 a 300 toneladas. Unos galeones de bolsillo.

Filibotes holandeses
Filibotes holandeses

Prosigamos. La flotilla llegó a Dartmouth, donde embarcó a los trescientos treinta soldados y setenta marineros de dichos buques anteriormente citados. Además, agregó a otros cincuenta marineros y treinta soldados supervivientes de un convoy que, con salvoconducto de la reina, había sido interceptado por los holandeses cerca de Dunkerque, donde masacraron a doscientos setenta hombres.

No contento con eso, Zubiaur escondió a otros ciento diez marineros de buques de las Indias capturados, que se suponía no entraban en la negociación. Así que cuando se disponían a partir, las autoridades inglesas ordenaron que se desembarcaran algunas piezas de artillería porque estos adujeron que se trataba de procedencia de galeazas perdidas en Calais y que les pertenecían.

Zubiaur, para evitar mayor tensión de la que había, dejó que desembarcaran las piezas, pero como este hombre era de todo menos taimado, dejó pasar varios días y luego reembarcó las piezas de artillería y se hizo a la mar con todos los rescatados antes de que los ingleses se lo permitieran.

Los ingleses se dieron cuenta y cinco galeones trataron de cortarle el paso. Pedro de Zubiaur ordenó avanzar hacia ellos con su precaria flotilla y les hizo fuego, logrando dejarlos atrás y entrar en La Coruña el 10 de febrero de 1590, donde se celebró aquella hazaña.

La valentía y picaresca de Pedro de Zubiaur fue recompensada con el título de Cabo de una escuadra de filibotes, quedando constituida y bajo el mando de Álvaro de Bazán, quien era el principal responsable de la Armada.

El buen marino demostraría más adelante que la confianza depositada en él daría sus frutos.

Fuente:

  • «En el IV Centenario del fallecimiento de Pedro Zubiaur, un marino vasco del siglo XVI», de Manuel Gracia Rivas.
  • «Historia de la Armada española desde la unión de Castilla y de Aragón», de Cesáreo Fernández Duro.

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