La Flor del Mar

Por Ignacio Gironés Guillem

Nunca en mi vida había llegado a tener en mis manos una documentación4 tan abundante y compleja sobre un hecho tan dramático y real.

Ahora me enfrento a tener que contárselo a ustedes sin ocultar detalles, sin romper el hilo y sin dejar de narrar nada de lo que ocurrió.

Creo que el resumen final vendría a describir la tenaza angustiosa en la que se vieron atrapadas unas personas inocentes.

Tenazas compuestas por la codicia oculta tras el poder. El dinero fue, como en los peores momentos de la corrupción actual, quien ejerció la presión.

Curiosamente, las víctimas fueron cristianos cautivos, judíos, moriscos granadinos, expulsos de España5, musulmanes –moros o turcos- que residían en Argel, más un pequeño grupo de esclavos negros que acompañaban a sus dueños en esta tragedia.

En estos momentos, 1610, en las costas mediterráneas de la península ibérica se está procediendo al drenaje de “la morisma” existente.

Desde que en 1492 finalizó la presencia “oficial” de cualquier tipo de gobierno musulmán, con la caída del reino de Granada, una “masa de población flotante”, perdedora en aquellas lides, fue capeando o sorteando las diferentes situaciones que la monarquía católica, vencedora, les iba imponiendo.

Durante este largo siglo, hasta prácticamente 1614, los mudéjares vencidos fueron pasando, en comunidades diferentes, bien fueran granadinos, castellanos o valencianos, por unos procesos de integración siempre mal entendidos y, por tanto, mal interpretados.

En cada uno de los diferentes momentos de crisis y tensión se apretaba un poco más la tuerca de la presión, obligando en todo momento a emigrar o convertirse a los que no quisieran aceptarla.

El levantamiento del Albaicín contra el cardenal Cisneros en 1502, la guerra de la Germanía en 1522, la guerra de la Alpujarra en 1568, siempre fueron sofocados con más represión, siendo también el indicativo de una situación nunca resuelta.

Desde Fernando el Católico se concebía ya la intención de expulsar a los mudéjares inadaptados. Este propósito ya lo heredó su sucesor Carlos I, luego Felipe II y el paso definitivo lo dio Felipe III, al que no debe arrogársele todo el mérito del proyecto, pues, como se ve, ya venía de antiguo.

Cuando las circunstancias parece que se volvieron favorables, se procedió sistemática y cronológicamente a expulsar a los moriscos. Primero los granadinos, a los que se les desplazó en un primer momento hacia tierras de Castilla, luego les tocó a los valencianos, andaluces, aragoneses y castellanos.

Fue tal la envergadura del proyecto que se tuvo que recurrir a la utilización de embarcaciones particulares para que contribuyeran al éxodo masivo.

Estas embarcaciones bajaban y subían periódicamente, y sin cesar, desde los Alfaques hasta Orán, o desde Valencia, Denia, Cartagena o Sevilla, sorteando temporales y tormentas otoñales y piratas o corsarios.

Las crónicas dan cuenta de toda clase de abusos y ultrajes que se cometieron contra estas pobres gentes. Unos casos llegaron a oídos de todos. Y de los otros, nunca se supo.

Los hechos que hoy nos conciernen entran dentro de estos casos.

Así pues, los acontecimientos que nos interesan se resumirían de la siguiente manera:

En el puerto de la ciudad de Argel se hallaba “aportado” un barco inglés, La Flor del Mar, cuyo capitán, Guillermo Garret, hizo proclamar un bando anunciando su intención de zarpar rumbo a Tetuán, con la finalidad de conseguir suficiente pasaje que asegurase el beneficio de la operación.

Los dos rutas: Argel Tetuán-Argel Alicante.
Los dos rutas: Argel Tetuán-Argel Alicante.

Su proclama logró atraer a una multitud de más de quinientos pasajeros que, con sus equipajes, se enrolaron en la travesía.

Los navegantes que ahora constituyeron el lete estaban formados por veinte cautivos cristianos y entre ellos cuatro mujeres y trece niños, que llevaban unos moros, “turcos”, a vender en Tetuán. Evidentemente, también viajaban con ellos los correspondientes moros de Berbería encargados de su custodia.

A la expedición se incorporaron, casi diría “corporativamente”, veintisiete turcos y moros con sus mujeres moras, once judíos, y sesenta y tres moriscos granadinos, con veintisiete mujeres y veinte niños6 de los que terminaban de ser expulsado de Andalucía, vía Cartagena, y que todavía no habían encontrado acomodo satisfactorio en dicha ciudad de Argel y por ello, después de breves meses –habían sido expulsados a partir del 10 de enero de 1610 y nos encontramos a finales de octubre del mismo año– pretendían trasladarse hasta Tetuán, con la esperanza de encontrar mayor calor de acogida, tal vez por la presencia de parientes o conocidos, paisanos suyos.

Todos estos, posiblemente encabezados por los judíos, habían concertado el flete7 y asegurado sus personas y equipajes –haciendas lo llamaban ellos- con un importe en metálico más un aval con las otras pertenencias que obraban en tierra, en garantía. Tal vez esta abundancia fue lo que pudo abrir los ojos de la codicia.

En total fueron más de quinientas personas los que se ponían en manos y confianza, no solo del capitán inglés, sino del propio cónsul de los ingleses en la ciudad de Argel, Ricardo Alin, que estaba allí presente.

Con todos ellos partió la nave, no sin antes haber desarmado a los pasajeros, argumentando el capitán que, si bien ellos habían exigido toda clase de seguridades y garantías, él, del mismo modo, quería también asegurar a su tripulación.

Un Filibote, (en holandés Fluyt), era un tipo de velero diseñado como buque de carga general
Un Filibote, (en holandés Fluyt), era un tipo de velero diseñado como buque de carga general. Originario de los Países Bajos en el siglo XVI. Wenceslas Hollar Digital Collection.

Como era habitual y ordinario, la nave viajaba “en conserva”8 con otras dos naves que salían con el mismo destino e incluso con parecido pasaje, como se desprende de las posteriores declaraciones.

Entre estos dos barcos acompañantes se encontraba el Flibot9, capitaneado por el inglés Tomás Tolre, propiedad del cónsul inglés en Argel que decidió viajar con ellos.

Del segundo barco no se hace referencia nominal, aunque en la documentación aparece uno con el nombre de “Fortuna”, pero en ningún caso dice que fuera este el que viajaba con ellos.

En el segundo documento que hemos utilizado aparece el nombre del capitán Juan Inglés que viajaba con la Almiranta10 como otro acompañante de Garret, al cual ya se le identifica como “corsario público”.

Resulta terrible, a la vez que esclarecedor de su predisposición, el comprobar que el Flibot ya igurara entre los barcos que se encargaron de transportar a los moriscos desde Cartagena a Orán y Argel, del mismo modo que se identifica a un Guillermo “Guaret” como uno de los capitanes que se encargó de trasladar a los moriscos vencidos en la Vall de Laguar, en 160911, si bien este conducía otra nave con el nombre de “el Grifo”.

Continuando con el relato, cuando llegó la noche y mientras los pasajeros dormían en la cubierta y las bodegas –serían exactamente las dos de la madrugada–, la tribulación inglesa, capitaneada por Guillermo Garret, “dio Santiago” a los moros, matando a un par de judíos y un par de granadinos e hiriendo a otros más, maniatando al resto que inmediatamente rindió las pocas defensas que todavía llevaban12.

Todo esto se cuenta de la nave La Flor del Mar, no dando a entender que los otros barcos, en conserva, estuvieran compinchados.

No obstante, a la mañana siguiente, estando ya en mar abierta, “estando engolfados”, como dice el propio documento, el capitán de la Flibot, Tomás Tolre, se trasladó en una barca a la otra nave, La Flor del Mar, de donde tomó a cinco judíos y granadinos, los más ricos, y llevándolos con él, a un lugar que no pudieran ver los demás, parece que los lanzó al mar, puesto que ya nunca más se supo de ellos.

Tal acción pone de maniiesto la evidente complicidad del capitán Tolre con las intenciones de la marinería de La Flor del Mar. Sin embargo, toda la documentación procesal que he encontrado solo hace referencia a la actuación del capitán Garret, inhibiéndose en todo momento de la responsabilidad sobre los actos criminales cometidos por la tripulación del Flibot.

Sobre la Flibot

Tal vez sería conveniente dedicar unas pocas líneas referentes a este segundo barco que inmediatamente quedará en un segundo plano, exponiendo los pocos datos que sobre el mismo aparecen en el proceso al capitán Guillermo Garret.

Si se abrió o no un proceso paralelo similar, yo aún no lo tengo localizado. De esta manera, con estas pocas líneas, dejaremos, rápidamente aparcada la información que tenemos sobre el Flibot.

Dice la documentación que dicha nave aportó (término que utilizan para referirse a llegar a puerto) en la playa de Alicante –en el “bavel” de dicha ciudad–, parece ser que más próxima en el puerto que el La Flor del Mar.

En el trayecto, al margen de la acción criminal de ahogar a los pasajeros más ricos de la nave de Garret, lo único que sabemos es que Tolre desembarcó, en una playa solitaria, a los moriscos granadinos, sin sus pertenencias, recomendándoles que se disgregaran por el territorio.

Playa de Bavel a la izquierda de la ciudad.
Playa de Bavel13 a la izquierda de la ciudad.

A dicha nave se le concedió dos días de “escombro” antes de iniciar su salida de puerto. Así mismo aparece un comentario de los moriscos encarcelados de La Flor del Mar que dice:

En este estado estan los granadinos vendidos por esclavos con ocasión de estar quexosos de que a los granadinos, que en otra nave venían, los ayan mandado bolver y a ellos les vendían por esclavos.

Dando a entender que el conflicto se centró fundamentalmente en el pasaje de la nave del capitán Garret.

En la información testimonial para el proceso a Guillermo Garret se cita una mujer granadina de la nave Flibote. Dicha mujer es localizada, en estos momentos, en Alicante.

Son sus testimonios14 los que, reiterativamente, inciden sobre la acción criminal del capitán Tolre, pero no se aprecia ninguna reacción recriminatoria sobre este suceso en todo en proceso.

Volviendo al comportamiento del capitán Garret y su La Flor del Mar, sabemos que a finales del mes de octubre de 1610 llegó al puerto de Alicante, donde “aportó” en un lugar alejado en la playa por el impedimento que otros barcos le suponían.

Esta incómoda ubicación forzó la agilización de los trámites del desembarque de su contenido por solicitud apremiante del mismo capitán.

Hasta aquí la narración de la primera parte del conflicto. Desde este momento se van a suceder una serie de reclamaciones a favor de la libertad de las personas y la recuperación de sus bienes.

El guiaje

Parece ser que la clave que terminaría siendo crucial en la resolución de todo el proceso estuvo en el “guiaje”15 que consiguió o esgrimió cuando llegó a puerto. Curiosamente este “guiaje” se terminó volviendo trascendente para el desarrollo de las últimas consecuencias.

Dicho “guiaje”, concedido por el gobernador de Alicante, don Juan Ferrer16, le daba libertad a Guillermo Garret para operar desde el puerto, poder negociar sus mercancía– mercadurías dicen ellos– y levar anclas cuando terminase toda la operación.

De hecho, la resolución inal que aportó el mismísimo virrey del reino de Valencia, marqués de Caracena, fue concederle toda prioridad y respeto al dicho “guiaje” contra las denuncias que las víctimas interpusieron ante el rey, e incluso contra el mandato del mismo rey de que se les pusiera en libertad “a ellos y a sus haciendas”.

Luis de Carrillo argumento: ¿“Cómo iba a desdecir su majestad su propia palabra que había sido emitida, en su nombre, por uno de sus ministros”? El guiaje otorgado por el gobernador, que actuaba en nombre del rey, se había convertido en “intocable” hasta para el propio rey. Pero esto lo estudiaremos con más detalle cuando lleguemos al final del proceso.

Vista de Alicante
Vista de Alicante17

Ahora es momento de preguntarnos: ¿Cómo se produjo dicho guiaje? ¿Por qué decidió el capitán Garret llegar hasta Alicante? Desde el reino de Argel, un barco inglés podía haberse dirigido a cualquier parte. ¿Acaso contaba ya con el guiaje en el momento de preparar la jugada? ¿Estaban ya las autoridades alicantinas conchabadas y partícipes del negocio?

De hecho, parte del botín que representó la captura de los pasajeros y sus bienes fueron a parar a manos de muchas personas y personalidades de Alicante. Incluso el rey obtuvo su “quinto” y de este, el virrey de Valencia, como capitán general del reino, su “tercio”.

¿Y cómo pudo entrar en contacto este capitán inglés con las autoridades españolas? Para poder esclarecer esta parte del asunto es cuando nos resulta significativo que consultemos los datos sobre el embarque de los moros expulsos del reino de Valencia en 1609.

Cuando Felipe III promulgó el bando de expulsión de los moriscos, hacía tiempo que se estaban organizando los preparativos, aunque se intentaba hacerlo con la mayor discreción posible, para evitar levantamientos.

Para tal cometido se fueron concentrando las escuadras reales, en Mallorca, avisadas las galeras de Nápoles y Sicilia, y otras del Atlántico. No obstante, tanta previsión, la abundancia de moriscos desplazados a las zonas de embarque hizo que se les escaparan de las manos los primeros cálculos.

De esta manera se tuvo que recurrir a solicitar la colaboración de cuantos navíos mercantes particulares pudieran “echar una mano” en la operación salida.

De este modo acudieron a las playas de embarque toda clase de naves, saetías, tartanas, fragatas, gabarras y todo tipo de bajeles de los más dispares lugares, propietarios y cataduras.

Si consultamos la relación de estos particulares que acudieron a la llamada real que ha publicado el doctor Lomas18, encontramos que en el puerto de Jávea aparece el capitán Guillermo Guaret transportando a Berbería, entre el 10 y el 17 de diciembre de 1609 a parte de los moriscos rebeldes de la Vall de Laguar.

Posiblemente esta actividad fue la que le facilitó el contacto con las autoridades alicantinas y tal vez su “guiaje” tuviera mucho que ver con ese contacto previo.

Por ello creo acertado afirmar que la voluntad de cambiar el rumbo de Tetuán a Alicante, no fue una casualidad.

El provecho de la operación

Una vez conseguido el objetivo, a mi parecer, consensuado con las autoridades alicantinas, ahora se inicia el momento de calcular el provecho de la operación.

Si bien todas las posesiones de todos los pasajeros quedaron retenidas desde un primer momento, sin distinción del origen de sus dueños, la primera acción que se ejecutó fue liberar a los cautivos cristianos, que muy contentos regresaron a sus casas.

Las peripecias de estos desafortunados cristianos cautivos se conocen gracias a la defensa del capitán cuando justiica que “la presa del contenido de barco fue para rescatar 18 /o/ 20 “captivos christianos”, la mayor parte “dellos” mujeres y niños mallorquines yendo de Mallorca a Valencia a poblar”.

Estos habían sido víctimas del corso, en su trayecto a Valencia y desviados a Argel desde donde se había decidido trasladarlos a Tetuán para su venta. Un golpe de fortuna había hecho que ahora aparecieran en Alicante cerrando así su cadena de infortunios.

Junto a ellos parece ser que se liberó también, en un primer momento a los moros argelinos que viajaban con ellos en la nave, ya que desde Argel se formula también una denuncia para recuperar sus pertenencias.

Otro argumento que utilizó el capitán Garret en su defensa fue que “los turcos, moros, judíos y granadinos se querían alçar con la nave”.

Ellos siempre lo negaron pues, de ser cierto, el tribunal del rey concedería la aprobación de los hechos como “de buena guerra”. Este argumento si fue tenido en consideración, aunque parece muy poco creíble que este conjunto de gentes diferentes tuviera un mismo pensamiento.

Lo cierto es que quedaban como botín de “buena guerra” los otros musulmanes, judíos, moriscos granadinos y esclavos negros que fueron inmediatamente puestos en mercado, de los cuales se consiguió vender a unos cuantos, con la descripción muy detalladas de sus nuevos propietarios y su valor pecuniario19.

El documento incide repetidamente en que el grupo de moriscos apresados eran de origen granadino, no valenciano, a pesar de la proximidad de la operación de expulsión de Valencia. Cuando estos hechos se dan, también habían ya empezado a ser expulsados los andaluces, vía Cartagena, como asegura la documentación.

Del grupo retenido, una vez vendidos ya los primeros, el resto fue encarcelado en unos almacenes, bien para ser vendidos o para esperar obtener algún rescate de los mismos. 20 De estos rescates también se describe uno concretamente con mucho detalle, como se verá más adelante.

Para evaluar el interés o no de decidirse por la venta o el rescate, hacía falta disponer de la suficiente información sobre la valía de alguno de ellos. Eran los mismos prisioneros los que trataban de convencer a sus captores de la garantía de su rescate. Estos últimos procedían a la comprobación de la fiabilidad de sus promesas y juramentos.

Parece ser que la estancia de estos desafortunados se prolongó por más de un año, mientras se canjeaban correspondencias cruzadas entre el Virrey de Valencia, su Majestad Felipe III y el Consejo de Estado de Aragón.

Las primeras fechas que se datan son del 1 de noviembre de 1610. Una carta del proceso dice: “Sobre el particular de los moros, granadinos y judíos que se hallan pressos en Alicante en poder del capitán Garret, inglés” está fechada el 26 de noviembre 1611 y el último documento del conjunto lleva fecha de 12 de mayo de 1612.

Grabado de la ciudad de Alicante del siglo XVII
Grabado de la ciudad de Alicante del siglo XVII

Una morisquilla localizada y retenida

Coincidiendo con la estancia de los pasajeros de La Flor del Mar se produce también el caso de la morisquilla de cuatro años, hija de los granadinos Hernán López y María Hernández21.

A pesar de la gran cantidad de morisquillos que habían sido raptados y retenidos en Valencia en el primer proceso de expulsión, muchos menores tuvieron la oportunidad de salir junto con sus padres. Algunos moriscos optaron por emigrar vía Francia, hacia reinos cristianos, que aseguraban así que sus hijos no iban a ser retenidos.

Así mismo, también se sabe que la primera actitud de retener a los morisquillos se fue suavizando en las otras operaciones posteriores. El caso es que este matrimonio granadino había conseguido salir conservando a su hija.

Pero ahora el destino les había hecho recabar en el reino de Valencia, donde la represión había sido mucho mayor. Al mismo tiempo que estos sucesos se estaban produciendo en la ciudad de Alicante y este matrimonio morisco que había sido expulsado de Andalucía en 1610, junto con su hija, permanecía en la cárcel de la ciudad, se produjo el bando de su majestad de que fueran censados todos los niños moriscos, los morisquillos,22 para lo cual se comisionó a don García Bravo de Acuña, quien procedió a retirarles esta hija de 4 años, “con mucho llanto y súplicas al rey por parte de sus padres”.

Dicha niña pasó a formar parte de los más de tres mil quinientos morisquillos retenidos en el reino de Valencia, aunque su procedencia fuera tan rocambolesca. Su primer tutor o propietario cristiano fue uno de los participantes en el reparto del botín de La Flor del Mar, don Francisco Imperial, quien posiblemente sería el que alertó a García Bravo de su existencia.

Los bienes materiales

En cuanto a los bienes materiales, las haciendas de los pasajeros, aquellos que obtuvieron en un primer momento la libertad, dijeron que su valor excedía la suma de cincuenta mil ducados.

En otra parte del documento se detalla que habían desembarcado toda la mercaduría constituyente en 307 “cabos” de diferentes ropas. Todas estas cifras irán modificándose a lo largo del proceso, concluyendo el virrey que se habían ocultado muchas pertenencias para declarar muy por debajo del valor real.23

Detalle de Alicante desde Aigues
Detalle de Alicante desde Aigues.24

Del botín correspondiente a la venta de esclavos, como se mencionó anteriormente, también existe abundante información que, a su vez, delata la implicación de las autoridades españolas en este acto de corso: y que las personas a quien dicho Garret les vendiere, en Alicante, “ayan de prestar cautión de que los llevaran fuera de España y no los dexaran en ella. Y vos, don Vicente Boch, le entregueis todas las quantidades de dineros que estuvieren en vuestro poder de los precios prosedidos de los esclavos que asta agora se an vendido ahí”.

Un detalle curioso e importante se describe entre las páginas 119 y 120 del documento principal, que consiste en la relación de aquellos pasajeros ya vendidos:

los más principales de ellos, que fueron vendidos por el dicho Guerret en Alicante, como son en casa de Bautista Láçaro hay cinco moros y en casa de Francisco Imperial, hay dos –más la niña coniscada por García Bavo de Acuña- y en casa de Francisco Çaragoça hay otros dos y en casa de Pedro Martinez de Rira [¿?] bayle hay otros y además de estos que fueron vendidos por dicho Guerret, dio presentados otros como son uno a don Francisco de Castelví, en Alicante, y por no llevarle a Valencia, lo vendió allí al dicho Francisco Imperial, en tres mil reales, por el cual lleva pleito el dicho Imperial con el dicho Guerret en la gobernación ante Pº Biarnes, por decir que se le fue el moro y que el dicho Guerret entró fiador de todos los moros que vendió y que le a de pagar lo que le costó.

Y que el dicho Francisco de Castelví llevó a Valencia dos moros para presentar al virrey y se los dio y le sirven.

Además de lo qual, los dichos moros cautivos, como eran de los más principales, tenian en su servicio cuatro negros, dos negros y dos negras y el uno de los negros está en casa de micer Gil, iscal y otro, en poder de Pº Santo “çurrador” y una de las negras en casa de Pº Saura y otra en casa de Pº Agulló, en Alicante, sin otros dos que estan no se acuerda en poder de quien y así mismo vendió otros tres moros: los dos estan en Orihuela, no se sabe en poder de quien y el otro en Murcia, los quales moros así los que han sido vendidos como presentados por el dicho Guillermo Guerret, supplica a vuestra magestad mande se les de libertad como se les dio a los que estavan presos, pues no deven cosa alguna y estan cautivos y sirviendo como esclavos.

En este par de páginas se describe el interes y la participación de autoridades locales en el reparto del botín. Son muchos los implicados tanto en la provincia de Alicante como también en Valencia.

El tiempo en el proceso

Tal vez la larga dilación del asunto se produjo cuando a través de algunos recursos de los cautivos llegó la noticia de su situación a la mismísima corona y al Consejo de Estado de Aragón.

Todo ello provocó la apertura de un proceso para dilucidar quién tenía razón y a quién correspondían los bienes y derechos incautados. Además de estos también están los pasajeros que consiguieron rápidamente la libertad, los cuales, desde sus lugares de residencia continuaron reclamando los bienes que creían que les correspondían, uniendo sus reclamaciones a los que todavía permanecían presos o vendidos.

Los que propusieron y consiguieron que sus voces fueran oídas en las más altas instancias fueron, en primer lugar, un sacerdote jesuita que accidentalmente llegó a conocer la desgraciada situación de estos encarcelados en el almacén, en una situación de hambre y abandono escandalosa.

Luego habrá otros dos “litigantes” que en su nombre y en representación de otros, que les dieron autorización representativa, elevaron sendas reclamaciones al rey.

Uno lo hizo en nombre de los moriscos granadinos y el otro en nombre de los judíos.

Todas estas “denuncias” provocaron la apertura de ese proceso de información al que fueron convocados numerosos testigos que hicieron que la actuación se dilatara. Allí comparecieron Guillermo Garret, Ricardo Alin, mercaderes ingleses, pasajeros protagonistas del acto de piratería y un gran número de otros testigos.

No obstante la abundancia de testimonios, todavía se quejaron, “las víctimas”, de haber sido ninguneados, oyendo a gentes favorables a Garret y desoyéndoles a ellos.

Intervención del jesuita Pedro Juan Malonda

Durante los días 17 y 19 de marzo de 1611 –ya habían transcurrido casi seis meses– acudió a Alicante el padre Pedro Juan Malonda, de la compañía de Jesús, para predicar la cuaresma. El azar hizo que le dieran residencia en una habitación sobre el almacén donde encontró encarcelados a un numeroso grupo de personas.

El mismo coniesa en el proceso:

he hallado a los tristes hombres a quien Guillemo Garret, ha engañado y con falsedad sacado de Argel y robado sus haziendas y capturado sus personas y, compadeciendome dellos por verlos padecer, obligandome a ello la caridad, les he ayudado a salir de su trabajo.

Asegura en su declaración que “llegado a Alicante, Garret con los poderosos laços que en la ciudad tiene, fue recibido y ha sido tan favorecido quanto se puede collegir…y así algunos se han ofrecido a testiicar que quando Garret fue a Argel, fue ya con esse animo yendo instruydo para ello desde Alicante.”25

El padre Malonda continúa diciendo: “Solo diré que aya grandes barruntos de que muchos se han untado las manos y que esso ha sido gran peso para hazer los actos tan mala obra26 – Guillermo Garret estaba residiendo, en Alicante, en casa de Francisco Imperial, uno de los beneiciados en la operación, como ya se ha visto.

Fue tanta la implicación del padre Malonda que intervino en la tasación de rescate de los encarcelados. Se llegó a pactar la cifra de 15000 reales de los que el mismo jesuita aportó, como primer pago, 5000 reales. “Y para los otros 10000 havian de yr a Orán o Argel tres o quatro y traerlas quedandose los demás en rehenes”.

Lo cierto es que no llegaron a partir porque la misma noche anterior a la partida vino una orden de paralizar cualquier negocio en tanto la corona decidía sobre el caso.

Pero incluso en aquellas circunstancias, continúa narrando fray Pedro, “Y para que se vea la maldad con que Garret procedia, hizo que en el auto del acuerdo le pusiesse que si por caso venia alguna novedad en que su magestad les diesse por libres que renunciassen al dinero que el dellos havria recibido y que no se lo pudiessen pedir”.27

Esta intervención de un sacerdote cristiano y español fue lo que puso en alerta a las altas esferas, todo y que los interesados, conociendo el posible giro que podían tomar las cosas, trataron por todos los medios de impedir que pudieran producirse otras denuncias, prohibiendo a los encarcelados cualquier intento, interceptando, además, cualquier correspondencia que se produjera con el exterior.

Todo y así, otras dos denuncias consiguieron atravesar las barreras y llegar hasta su majestad, salvando el tiempo de entorpecimiento que se intentó y que dilató todavía más el encierro28.

Los otros demandantes

A pesar de los obstáculos puestos, al menos dos “cartas” alcanzaron su objetivo. Estos dos demandantes fueron Hernán López, morisco, y Joseph Duque, “judío de nación”.

En realidad, siendo fieles a la sucesión cronológica, antes de llegar las cartas de estas dos víctimas a instancias superiores29 ya se habían dado testimonios de los sucesos, pues el virrey, marqués de Caracena, ya había solicitado informes a través de sus asesores pero, no obstante, ambos “acusadores” no vieron con buenos ojos el cariz que iban tomando los acontecimientos pues no eran ellos citados sino testigos de la parte contraria. Por ello trataron, por todos los medios, de hacerse oír.

Así Hernan Lopez dize que “el y otros settenta granadinos, catorze judios y treynta moros, moradores de Argel, letaron una nave para Tetuan y que el capitán della era Guillermo Garret, ingles, al qual se entregaron las personas con mercaduria de 80 ducados, aviendo dado iança de ducientos mil a un consul de Inglaterra, que residia en Argel”.30

Y el dicho Hernan Lopez ha venido a este negocio “y dexado a sus compañeros aprisionados que los tienen en una cavallerizas muriendose de hambre, que en 20 días no les quisieron dar de comer”.31

Todo indica que el mencionado morisco quiso actuar en representación de su gente y el judío asumió el mismo papel para los suyos. Por su parte y casi al mismo tiempo Joseph Duque, judío de nación y vasallo del rey de Fez,32 mandó también su carta. Da la impresión de que ambos se habían puesto de acuerdo para ver quien lo conseguía.

Lo que si fue coincidente es que ambos tomaron la iniciativa, en su nombre y en representación de todos sus compañeros pues cada grupo adolecía de unas relaciones peculiares con la corona.

Los moriscos eran expulsos, súbditos del rey de España, mientras que los judíos ya se consideraban como extranjeros bajo la soberanía de otro monarca. Incluso en este segundo caso se descubre que Duque está representando a otros judíos que ya estaban en su país de origen y le habían encomendado su representación para recuperar sus haciendas.

Su queja se plantea sobre la resolución de haberse quedado las ropas “por ser de contrabando”. Y que, en todo caso, “se trayga a manos de vuestra magestad el proceso”.

Ambas cartas fueron remitidas a la gobernación de Valencia por parte del rey para que interviniera en el asunto. La respuesta que el virrey de Valencia dio respecto a la reclamación de Joseph Duque fue desacreditarlo, tildándolo de oportunista y espía, acusándole de querer aprovecharse como procurador buscón de pleitos.

Dice de él, que no es la primera vez que interviene en pleitos parecidos, siempre buscando sacar provecho y que incluso el obispo de Orihuela había mandado informes negativos sobre su persona.

Se podría incluir como demandantes, evidentemente, al propio capitán Garret, el cual interpuso también su correspondiente reclamación. Siguiendo el argot futbolero, dicen que la mejor defensa es el ataque. Argumenta que no entiende las dificultades que se le están poniendo a sus negocios cuando el exhibe un correspondiente guiaje.

Lo mismo hace el cónsul inglés en Argel, Ricardo Alin, que se adelanta a proclamar su inocencia en todo este asunto y a demandar a Tomás Tolre como causante de su secuestro. De hecho, la mayor parte de los testimonios propuestos los solicita Ricardo Alin y los presenta, evidentemente, a su favor.

Las declaraciones de los testigos

En otro estado de cosas, lo que verdaderamente representa un abanico de detalles es la participación de los diferentes testigos que fueron llamados para dilucidar el litigio.

A ellos los vamos a citar en el mismo orden en el que aparecen en la documentación, siempre y cuando su declaración aporte algo nuevo en todo el asunto. Al resto de testigos que realmente no aportan nada nuevo, para no extender en exceso el trabajo, sencillamente los vamos a referenciar en un índice onomástico incluido en el anexo final.

Puestas así las cosas, el primero en presentar testigo, evidentemente a su favor, fue el cónsul Ricardo Alin, quien tenía que justificar su presencia en Alicante.

El primero en comparecer fue el propio Alin quien acusó a su capitán Tomás Tolre de haberse compinchado con Guillermo Garret para traerles a Alicante. El, sencillamente había fletado su nave para llevar 524 granadinos a Tetuán y que fue Tolre quien desembarco a 30 en las playas alicantinas.

Cuando coniesa esto ya estamos a 31 de marzo (1611) y con su declaración pide favor por su causa. Luego, a través de su procurador solicitó la presencia de Jorge Sheter, médico cirujano de su nave, el cual se limita a ratiicar lo mismo que su patrón.

Luego llamó a un pasajero de la Flibot, Joan Carrillo, de Sevilla, que aseveró que fue Tomás Tolre quien “echo muchos de noche escondida y cautelosamente”.33

Se llamó también a Miguel Carbonel, aguacil y vecino de Alicante, a quien el gobernador mandó que entrase en dicha nave para vigilar que no desembarcasen los granadinos (donde estuvo por cerca de 30 días).

Esto ya fue el 9 de abril. Continua Ricardo Alin presentando ahora a Elvira Hernandes, viuda granadina de Sevilla que se encontraba ahora en Alicante, la cual afirmó que Tomás Tolre dijo a todos los granadinos que los quería traer a Alicante e a otra parte de España, donde pudiesen tomar puerto. (13 de abril)

Sin embargo pronto empezaron a aparecer los testimonios que dejaban en evidencia las intenciones de Ricardo Alin, hasta entonces cónsul de Argel.

Así, la carta recibida en la embajada inglesa hace intervenir al cónsul en Valencia, Juan Vanacio Squier, el cual aporta la información sobre unos mercaderes ingleses que implican a Ricardo Alin. Asegura que Roberto Ayers y Jayme Frefel, mercaderes ingleses, moradores en la ciudad de Alger, proveen a todos los corsarios y bandoleros de diferentes naciones, de pólvora, balas, mosquetes y otro género de armas y municiones, para que salgan de la dicha ciudad de Alger, en corso, a robar y cautivar a todos los navegantes que van por la mar.

Y así mismo les prestan dinero para todos los gastos y provisiones que habían y han de hacer los dichos corsarios para salir en corso, teniendo parte y porción en las presas que aquellos han hecho y hacen.

Y Ricardo Alin, en tanto que estuvo en aquella ciudad, recogía y ha recogido en su casa a los corsarios, piratas y los bandoleros ingleses, como de otras naciones y que su parte en lo que robaban la remitía a las ciudades de Liorna, Mallorca y Marsella (28 julio 1611).34

Para reforzar esta connivencia del cónsul inglés en Argel con los actos de corso, se hizo llamar también a un pintoresco grupo de testigos que todos tenían en común el haber sido cautivos, por algún tiempo, en la ciudad de Argel y que ahora estaban ya en libertad.

Estos aportaron su conocimiento adquirido durante el tiempo de cautiverio: Jorge de Elia, cirujano, residente en Valencia,35 dijo que había estado en Alger, esclavo por tiempo de dos años y que vio, entrando y saliendo familiarmente, a los mercaderes Ayers y Frefel en la casa de Ricardo Alin.

Lo mismo afirma el capitán Julian Jaçon, que habiendo partido de la ciudad de Cartagena, con su nave, cargada de moriscos,36 la aportó aquella en la ciudad de Alger y habiendo desembarcado en dicha ciudad los dichos moriscos, había sido que al presente se hallaba en Valencia, dijo, por haber estado tres años cautivo en Alger, que vio a unos ingleses que estaban en la casa del cónsul y vendían pólvora públicamente.

Otro testigo, Vicente Sunyer, pescador, vecino y morador de Valencia,37 dijo, por haber estado más de cuatro años y medio cautivo en Alger, en poder de un moro que tenía su casa enfrente de la casa de Ricardo Alin, que también lo había visto.

Con estas pruebas y argumentos, Iñigo López, mandó una carta a su majestad, en la que demostraba que la mencionada “presa” que el dicho “Guillem Garret” (en valenciano) hizo, “no fonch de bona guerra”, como pretendían justificar, por haberlos embarcado en la playa de la ciudad de Alger con engaño y traición, cosa que consiguió por la confederación que había entre los ingleses –“que es la nació del dit Guillem Garret”- y los moros de Berbería.38

Realmente suponía un gran beneficio para el rey el hecho de ser declarado o no como botín de buena o mala guerra. En el primer caso la corona recibía la parte correspondiente del botín. En el segundo caso, debía ordenar se devolviese todo a sus legítimos propietarios, dándoles también la libertad.

Por ello, Iñigo López puso una acusación criminal contra Garret. El documento al que hace relación la correspondencia del rey con el marqués de Caracena, sobre el ruego de este, lleva fecha del 21 Enero 1612 y nos permite comprobar el tiempo que se estaba dilatando el proceso.

Otro testigo, Juan Carrillo, morisco granadino, representante, a su vez de sí mismo como de los demás moros y moriscos que trajo el capitán Guillermo Guerret a Alicante, dice además que el virrey de Valencia no pone en ejecución la orden que vuestra majestad le ha dado, dando largas al asunto.

Represalias extranjeras

Otro testimonio pone en evidencia una nueva dimensión en el conflicto del apresamiento en La Flor del Mar, cuando se empiezan a tomar represalias en Argel por los bienes confiscados a los moros.

El rey de Argel, por vía de represalia, había tomado como presos a algunos mercaderes ingleses en Argel y quería que pagasen los daños que el mencionado capitán Guillermo Garret había causado a los moros, judíos y granadinos que llevó a Alicante.

Mientras tanto, fray Juan Figueroa, corista de la orden de la Santísima Trinidad, de 23 años, rescatado por el procedimiento de la limosna, natural de Mallorca, (14 noviembre 1611) lo confirmaba diciendo que sabía y había visto como, por orden del Baixan de Argel, fue apresado, “con gran rigor”, un barco con toda su marinería y que habían sido llevados “al baño del rey” y fueron todos hechos cautivos, en donde estaban padeciendo cruel esclavitud, de la cual no tenían esperanzas39 de salir “si la Majestad del rey nuestro señor no ponía su poderosa mano”.

Cristobal Bruch, inglés de Bristol, capitán y dueño de la nave “la Fortuna”, ratifica, con mucho detalle, la denuncia del fraile mallorquín. Este testigo, el cual se hallaba en Valencia, cuando fue a declarar tuvo que ser interpretado por medio del cónsul inglés en Valencia Juan Vanacio Squier, por no saber bien la lengua española.

Preguntado por su conocimiento de los hechos relató que la mencionada nave fue abordada en el cabo de Palos por el pirata Pichilino -turco, renegado genoves- , y que dicha nave era propiedad de Cristobal Sanfort, mercader inglés, el cual, junto a Nicolas Pisa, pasajero y los otros trece marineros que formaban la tripulación, fueron presos en Argel.

El motivo por el que este nuevo conflicto se incorpora al asunto de La Flor del Mar es que se descubrió que Richardo Alin había escribió al dicho Ali Pichilino, informando que Cristobal Sanfort tenía una hermana en Inglaterra, muy rica, y que no dejaría de rescatarlo aunque le costase 3000 o 4000 piezas de oro y por eso los hicieron esclavos poniéndoles con grillos y cadenas en el baño del rey, haciéndoles trabajar como bestias.40

La finalidad de este apresamiento era resarcir a los musulmanes que habían viajado en el barco de Garret y ahora habían perdido sus haciendas. Con el botín alcanzado se pretendía zanjar la deuda que Guillermo Garret y Ricardo Alin tenían con ellos, satisfaciendo al Baixan de Argel.

Por su parte otros miembros del pasaje que viajaba en La Flor del Mar habían procurado su liberación por su parte. Así, “el hax morato” y “el hax hamssa”, moros, declaran que ellos habían sido enviados presos a Orán, en espera de conseguir el dinero para su rescate y ahora habían sabido que Su Majestad Católica había mandado dar libertad a todos los que iban en la dicha nave, y por eso suplicaban que mandase dar una real cedula para el conde de Aguilar, general de las plazas de Orán, ordenándole que les diera la libertad sin tener que esperar un rescate.

El hax morato y el hax hamssa aparecen relacionados en una carta 25 enero 1612.41 Querían beneficiarse de la liberación general que el rey proponía.

Toda la complejidad del asunto alertó a otros mercaderes ingleses que tenían negocios en Argel y no se atrevían a ir allá por no ser presos y molestados por la dicha causa, con lo cual se perjudicaba grandemente el comercio, que provocó la intervención de la embajada inglesa en España.

El resultado de la operación. El fallo final

Esta fue la resolución de su majestad rey: “Por mandato del rey y pese a la intervención del serenisimo rey de la Gran Bretaña, se resuelva el proceso dando libertad y devolviendo sus haciendas”.

De hecho se dieron dos sentencias: por la primera que se entregase todo a Garret como hacienda de enemigo. Por la segunda que liberaran a moros y judíos El Virrey, ya había dado estas dos sentencias y remitida su resolución con carta del proceso el 23 de agosto de 1611, pero, no obstante, los presos continuaban en 10 de octubre de este mismo año.

El pleito se reabrió porque las victimas argumentaban que habiendo sido dadas por libres sus personas, lo habían de ser también sus haciendas.

Ahora se trataba de dilucidar si fueron presa de buena guerra, como defendía Garret y el gobernador de Alicante o no era tal, puesto que el capitán Garret, siendo inglés (como lo es) y los turcos y moros “no puede haber presa que se llame de enemigos por estar confederadas estas naciones” y habían urdido el engaño de antemano con la connivencia de las autoridades alicantinas y el cónsul ingles en Argel.

Los representantes judíos, moriscos y musulmanes actuaban ahora en nombre de sus personas y de aquellos que, en algún caso, se hubieran ya ido. Advierten, además, del muy considerable el daño que de quedarse con estas haciendas se podía seguir en Argel a los cautivos que están allí.

Y es que, aunque el rey terminó ordenando que se liberara a todos, con sus haciendas, el proceso no terminó como él y los demandantes solicitaban. En realidad, toda la argumentación que pone in al proceso se debe a la declaración de respuesta que el marqués de Caracena dio al rey, justificando la imposibilidad de dar marcha atrás sobre los acontecimientos.

El virrey se excusa diciendo que así, por ser presa como por ser tocante a moriscos y a los siete meses que han pasado, ha ido dando sus ordenes y habiéndole enviado todos los papeles que tenía, ha sentenciado ya la causa, mandando se entregue la presa al capitán en observancia de su guiaje y en efecto está el negocio ya acabado por aquel consejo donde, como dijo, también se hallan todos los papeles.

Religiosos trinitarios negociando un rescate
Religiosos trinitarios negociando un rescate.

Incluso el proyecto que se trazó por parte de las ordenes religiosas “redentoristas” también se vería interrumpido puesto que, continua diciendo: “Y aun por este camino se ha tratado del rescate de los religiosos que están en Argel42, pretendiendo trocarlos por esta presa. Más hasta ahora no se ha hecho nada.

De todo he querido enterar a vuestra majestad para que también lo refiera a esos señores, por que si acaso las partes acudieren a hacer alguna instancia, se sepa que está ya el negocio fenecido.

Incluso ahora, aunque pretendiera cumplir la orden recibida de su majestad, ha probado de preguntar si alguien sabe el paradero de muchos de ellos para poder devolverles sus haciendas, “en casso que se mandasse restituir, me han confesado que no saben ni nunca han sabido”, 43 por lo que resulta del todo imposible cumplir lo ordenado por su Majestad.

Y así se cumplió y ejecutó. Y esto es todo lo más que se pudo hacer en favor de ellos: Nada, tan solo liberarlos, aunque se desconoce la suerte de los vendidos, no así el de la niña que quedó retenida.

Notas

  1. – Nota no incluida al no haber añadido la introducción de este trabajo en la publicación para esta web.
  2. – Ídem
  3. – Ídem
  4. Archivo Corona de Aragón: Consultas y causa contra el capitán de navío Guillermo Garret inglés por tráfico de personas y sustracción de bienes. ACA, CONSEJO DE ARAGÓN, Legajos, 0706, nº 004. y Consulta relativa al improcedente cautiverio en Alicante de un grupo de moros, granadinos y judíos. Archivo de la Corona de Aragón. ACA CONSEJO DE ARAGÓN Legajos 0607 n  014
  5. La orden de expulsión de los moriscos andaluces fue dictada y ejecutada el día 10 de enero de 1610.
  6. 27 turcos y moros con sus mujeres moras y dos niños, once judíos y 63 moros granadinos con 27 mujeres y 20 niños, llevando consigo muchas “mercadurías” y 20 cautivos cristianos y entre ellos 4 mujeres y 13 niños, para vender en aquella ciudad. ACA, CONSEJO DE ARAGÓN, Legajos 0607 nº 014 (Pág. 1) desembarcaron 35 moros, 12 judíos, según el documento principal. ACA, CONSEJO DE ARAGÓN, Legajos, 0706, nº 004 (pág. 2)
  7. Ansí fletaron la nave de Guillermo Guerret con concierto de pagar 4 ducados por cada cabeza y a 24 reales por cada hun quintal de ropa. ACA (pág. 42)
  8. Para defenderse de piratas y corsarios, los navegantes decidieron organizar grupos de barcos que partían juntos, en conserva, para intimidar a aquellos por su número.
  9. El término Filibote es un nombre genérico de un determinado tipo de embarcación, por lo que no puedo asegurar que corresponda a un nombre propio del barco.
  10. El dicho capitán Garret, corsario público y que traía en su compañía al capitán Juan Inglés que se alzó con la Almiranta de los galeones de Sicilia
  11. LOMAS CORTES, MANUEL. El puerto de Denia y el destierro morisco (1609- 1610). Pág. 275. PUV 161. Universidad de Valencia 2009. En este caso aparece como patrón de la embarcación “El Grifo”.
  12. Los envistió con los demás ingleses de la nave y mató 4 /o/ 6 dellos y a los demás metió debaxo de cubierta…. y les vencieron con muerte de dos judios, quatro moros y dos granadinos [pág. 3 del documento primero] y algunos heridos y de la otra parte murió un inglés y también huvo heridos.
  13. Rubén Bodewig Belmonte La Playa de Benalúa o Playa de Baver. http://www.barriodebenalua.es/2008/01/la-playa-de-benala.html
  14. Otros testigos que acusan a Tomás Tolre: Jorge Sheter (pág. 38) y Joan Carrillo, el día 31 marzo 1611 (pág. 41); Miguel Carbonel, el día 9 de abril 1611 [pág. 43]; Elvira Hernandes, el día 13 abril 1611 (pág. 46).
  15. Llegado allí pidió guiage /o/ seguro para poder desembarcar con todo lo que venía en la nave y el gobernador de aquel partido se le concedió, en virtud del cual sacó a tierra todas las personas y mercaderías. ACA
  16. Gobernador don Juan Ferrer Calataiut, señor de la Baronia de Quart, de la orden y milicia de nuestra señora de Montesa y san Jorge de Alfama, comendador de Adamús y Castellfabí, clavero de dicha orden, del consejo de su Magestad, “portantevezes” de general governador en el presente Reyno de Valencia, de Sexona a esta parte y lugarteniente de capitán general en dicha governación (pág. 4)
  17. ESPINALT y García, Bernardo. Atlante español. Vista de Alicante. 1784
  18. Lomas Cortes, Manuel. Obra citada.
  19. Y también el dinero que está en poder de vos, dicho don Vicente Bosch, prosehido de veinte y cinco esclavos, que asta agora se an vendido y también los demás esclavos que quedan por vender, juntamente con los moriscos y judios que truxo a esa ciudad con dicha nave. (Pág. 22 del documento)
  20. Y todos, sin perdelles de vista he hecho poner y serrar en un almagassen con tres llaves. La una he dado al bayle, otra al inglés, y yo me he quedado con la tercera (pág. 2)
  21. ACA. Página 115
  22. Gironés Guillem, Ignacio. www.morisquillos.com
  23. Haviendose echo cuentas, quedan liquidos 162.000 maravedies y 7 reales castellanos y 19 dineros, de la qual quantidad tocan a su Magestad, por el quinto, 34403 reales castellanos y 13 dineros,…el tercio, a nos tocante, que son 11464 reales castellanos y medio, los quales nos a pagado el capitán Garret y ansí …dedusido este terçio, montan las dos partes que quedan para su magestad, 22935 reales castellanos y un dinero (pág. 23). La ropa que agora está amparada ultimamente por su magestad, vale 14000 escudos y no es la tercera parte de la que havia, por haverse embarcado mucha y haver otra tanta escondida por casas en la ciudad y dinero seco recogido en Elche, lugar a tres leguas de Alicante”. (pág. 31)
  24. Vista de Alicante desde Aigues Joseph Cabanilles 1791
  25. ACA. pág. 30
  26. ACA pág. 31
  27. ACA pág. 32
  28. Haviendo escrito los dichos prisioneros dos cartas y embiadolas a esta corte, la una para v magestad y la otra para el embaxador de inglaterra, las detuvieron los contrarios. Y porque hallaron a otro escriviendo sobre lo mismo, para dar quenta a v magestad del agravio que se les hazia, lo enzerraron (pág. 52).
  29. Un morisco de otros que traxo por pressa siete meses ha a Alicante el capitán Guillermo Garret, y la desembarcó con guiaje que para ello se le dio, me ha traido ahora una carta de su Magestad en que manda que le embie el processo y demás papeles que sobre esto estan terminados y que embargue la pressa. (pág 54)
  30. ACA pág. 52
  31. ACA pág. 53
  32. ACA pág. 60
  33. ACA pág. 42
  34. ACA pág. 65
  35. ACA pág. 68
  36. Lomas Cortés, Manuel. Obra citada.
  37. ACA pág. 78
  38. ACA 138. Único documento redactado en valenciano.
  39. ACA pág. 92
  40. ACA pág 97 a 103.
  41. ACA pág 126
  42. ACA pág. 57
  43. ACA. pág. 134

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