Menú principal

Usted está aquí: Inicio / Efemérides de teatro / UN SORPRENDENTE AUTOR LLAMADO MIGUEL GILA

Efemérides

UN SORPRENDENTE AUTOR LLAMADO MIGUEL GILA

30.7.1952
UN SORPRENDENTE AUTOR LLAMADO MIGUEL GILA

El 28 de julio de 1952, el humorista Miguel Gila debutaba como actor y autor de comedias. Miguel Gila era ya muy conocido como dibujante de la revista La Codorniz y se había convertido en una revelación desde su debut, apenas un año antes, como monologuista en el teatro Fontalba. Acaba de estrenar su primera obra de teatro como actor y como autor – en colaboración con Eduardo Manzanos – de la comedia Tengo momia formal y concede una entrevista a Dígame, donde habla de sus modestas ambiciones, comprarse un coche y una casa en las afueras donde poder cultivar una huerta. Gila tiene 32 años y sorprende por su seriedad y su sinceridad: ante el éxito que está teniendo su comedia, afirma “pero a mí este género de teatro no me gusta hacerlo. Pretendo escribir obras que tengan mayor fundamento. Esta no lo tiene. Creo que está claro que no lo tiene. Por eso me ha sorprendido que en algunas críticas se la haya analizado como si fuese una producción trascendental”. Preguntado si esas obras que desea escribir serán comedias, dice “serán comedias humorísticas, pero con un fondo humano y formal. Una de esas comedias la tengo ya concluida y será estrenada en el próximo invierno”. En el invierno siguiente no estrenó esa comedia y su actividad como escritor para el teatro se limitó a un par de obras estrenadas (Contamos contigo y Abierto por defunción- que le provocaría un serio disgusto con Paco Martínez Soria y una gran alegría con el actor portugués Raúl Solnado -)y la colaboración en alguna revista, además de su actividad en Buenos Aires a partir de los años sesenta, con intentos como “Yo escogí la libertad”, con los actores  Juan Carlos Bojadjián, Adrián Guío, Rubén Ponceta, Oscar Alegre, Rudy Chernicof, Bettiana Blum, Graciela Futten... y con decorados de Citrinowsky. También llegó a escribir algunos guiones para el cine y al final de sus días una serie de televisión. Todo ello queda en la sombra, tapado por el brillo de su éxito de décadas como humorista.

Sorprende, decíamos, su sinceridad en aquella entrevista de 1952: afirma haber ido al teatro un total de diez veces, siempre a ver a la misma compañía, la de Ozores; tampoco dice leer mucho teatro, aunque sí  a Mihura: su lectura predilecta son las memorias del que fue su mentor en La Codorniz, que dice haber leído cientos de veces. Ese autor que no fue tampoco quería ser actor cómico. Se pasó la vida haciendo sus monólogos en teatros, en la radio, en la televisión. Su deseo, contaba a Dígame en 1952,  habría sido interpretar dramas. Aún siendo un cómico de gran éxito, en su etapa argentina llegó a tomar clases de interpretación con Lito Gutkin, e intentaría años después, en México y más tarde en España, mostrar esa faceta dramática con el espectáculo La pirueta. La vida, para bien de nuestra felicidad, lo llevó por otro lado: pegado a ese teléfono con el que aparece en la fotografía (Pau Ros / Archivo CDT)