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Acuatizaje en el Hudson: factores causantes siguen presentes

Una balsa inflable evacúa a pasajeros del Airbus 320 de US Airways que acuatizó en el río Hudson de Nueva York el 15 de enero del 2009 luego de que sus dos motores fallasen. Investigadores determinaron que varios factores se combinaron para causar el percance, pero muy pocas de sus recomandaciones han sido adoptadas siete años después del episodio, que fue llevado al cine en una película de reciente estreno protagonizada por Tom Hanks.
Bebeto Matthews / AP
Una balsa inflable evacúa a pasajeros del Airbus 320 de US Airways que acuatizó en el río Hudson de Nueva York el 15 de enero del 2009 luego de que sus dos motores fallasen. Investigadores determinaron que varios factores se combinaron para causar el percance, pero muy pocas de sus recomandaciones han sido adoptadas siete años después del episodio, que fue llevado al cine en una película de reciente estreno protagonizada por Tom Hanks.
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WASHINGTON (AP) — Más de siete años después de que un avezado capitán de aerolíneas comerciales salvase 155 vidas acuatizando en el río Hudson y adquiriese contornos de leyenda, en una proeza que fue llevada al cine, la mayoría de las recomendaciones surgidas de ese accidente no hay sido implementadas.

De las 35 recomendaciones hechas por la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, solo seis fueron adoptadas, según una revisión que hizo la Associated Press de los archivos de la junta. Catorce fueron consideradas “inaceptables”, una fue retirada y las restantes no han sido resueltas.

La película “Sully”, de reciente estreno, destaca la forma en que el capitán Chesly “Sully” Sullenberger, interpretado por Tom Hanks, su copiloto, los asistentes de vuelo, los controladores aéreos, los operadores de ferries y el personal que acudió a rescatar a los pasajeros cumplieron todos cabalmente con su misión, evitando una posible tragedia. El avión perdió fuerza en sus dos motores al toparse con una banda de gansos poco después de despegar del aeropuerto neoyorquino de La Guardia. No hubo muertos y solo cinco personas sufrieron lesiones graves.

“La Administración Federal de la Aviación se molestó bastante de que se hubiesen hecho esas recomendaciones”, aseguró Tom Haueter, el funcionario de la Junta que tenía a su cargo la investigación de accidentes graves en ese entonces. “Consideraban que había sido un episodio exitoso”.

Los investigadores, no obstante, detectaron numerosos problemas. “Esto podía repetirse. Queríamos asegurarnos de que eso no sucediese”.

Las recomendaciones tildadas de “inaceptables” lidiaban con el entrenamiento de los pilotos, las direcciones a seguir cuando dejan de funcionar los dos motores, el equipamiento de los aviones con balsas y chalecos e instrucciones para su uso.

Nadie habla del papel que tuvo la suerte en el “Milagro del Hudson” esa tarde de enero del 2009, con viento frío y una temperatura de cinco grados centígrados (41 Fahrenheit), condiciones en las que una persona pierde el uso de brazos y piernas y puede ahogarse en cinco minutos si termina en el agua.

Fue pura casualidad que el avión, un Airbus A320, estuviese equipado con balsas, chalecos y asientos flotantes. Ese equipo se utiliza solo cuando hay recorridos largos sobre el agua y no en vuelos como el 1549 entre Nueva York y Charlotte, en North Carolina.

La Junta recomendó que haya chalecos salvavidas y asientos flotantes en todos los aviones, sin importar la ruta que cubran. La Administración Federal de la Aviación (FAA por sus siglas en inglés) dejó eso librado al criterio de las aerolíneas.

La Junta propuso asimismo que se rediseñase el compartimiento de los chalecos para que sea más fácil llegar a ellos. Sus investigadores comprobaron que solo diez pasajeros los habían sacado y no todos ellos se los habían puesto correctamente.

A pesar de algunos cambios dispuestos por la FAA, la Junta indicó que sacar los chalecos sigue tomando varios segundos, más tiempo que el que está dispuesta a emplear una persona en una situación de emergencia, con el avión que se llena de agua.

Dado que el avión descendió a una velocidad mayor a la indicada para un acuatizaje, sufrió averías en la parte baja y dos de sus balsas de la parte trasera quedaron inutilizadas. Solo se pudo usar las dos de la parte delantera, que podían recibir a 110 de las 155 personas a bordo. Muchos pasajeros permanecieron parados en las alas mientras el avión se hundía lentamente, esperando ser rescatados.

La Junta recomendó cambiar el lugar donde se guardan las balsas y los deslizadores, en vista de que es probable de que los de la parte trasera queden inutilizados. La FAA rechazó esa propuesta, diciendo que si Sullenberger hubiese descendido a la velocidad recomendada por Airbus para estas emergencias, hubiera sido posible usas todas las balsas. La Junta respondió que no se ha comprobado si los pilotos pueden descender a esa velocidad.

Algunos pasajeros pudieron usar las rampas inflables como balsas, por más de que no estén diseñadas para ese fin. Pero no lograron separarlas del avión y corrieron el riesgo de que se hundiesen con el aparato.

La Junta recomendó que se instalasen sistemas que permiten un rápido desprendimiento de las rampas, pero la FAA descartó también esa sugerencia aduciendo que quedarían probablemente bajo el agua. La Junta indicó que sus investigaciones señalaron que eso no ocurriría.

En la película, apenas se producen las fallas de los motores, el primer oficial Jeff Skiles, interpretado por Aaron Eckhart, comienza a realizar una serie de procedimientos para tratar de encenderlos de nuevo. Pero no pudo completarlos antes de que acuatizase el aparato.

La investigación de la Junta reveló que esos procedimientos se pueden hacer cuando los dos motores dejan de funcionar a más de 20.000 pies (6.000 metros) de altura. El vuelo 1549 se topó con los gansos a 2.818 pies.

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Joan Lowy está en http://twitter.com/AP—Joan—Lowy y en http://bigstory.ap.org/content/joan-lowy