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Biblioteca Virgilio Barco. Crédito: Guillermo Torres / Semana.

Arquitectura

¿Cómo recordar a Rogelio Salmona?

El 3 de octubre de 2017 se cumple una década de la muerte del arquitecto colombiano. Hablamos con algunos expertos sobre su vida, obra y legado.

Redacción Arcadia
3 de octubre de 2017

Rogelio Salmona moldeó la cara de Bogotá a partir de una serie de edificios emblemáticos. Por solo nombrar algunas de sus obras, el arquitecto fue el autor de las Torres del Parque, el Centro Cultural Gabriel García Márquez, el edificio del Archivo General de la Nación, el edificio de Posgrados de Ciencias Humanas de la Universidad nacional, la Biblioteca virgilio Barco y hasta el Museo de Arte Moderno de Bogotá, el cual se terminó de manera póstuma. A pesar de que Salmona falleció el 3 de octubre de 2007, el año pasado se terminó de construir el último edificio residencial que diseñó, una obra que hizo en conjunto con León Valencia. El día en el que se cumple una década de la muerte del arquitecto, hablamos con unos expertos sobre su legado.

Para el arquitecto Daniel Bermúdes la obra de Rogelio Salmona es un perfecto resumen del movimiento de la arquitectura moderna que se dio el siglo pasado. La corriente planteó una nueva arquitectura en el país. “El trabajo de Salmona tomó esos elementos y los adaptó de manera inteligente y sensible al medio colombiano”, dice Bermúdez y señala que incluso incorporó la luz de Bogotá en su obra. Explica que parte de la relevancia de Salmona viene de la gran importancia que le dio al espacio público y a la consciencia que tenía que era la arquitectura la que debía hacer la ciudad. “Tal vez ese es el legado más importante de él, esa preocupación de pensar que el objeto de la arquitectura no es solo hacer el edificio, sino también contribuir a la conformación de la ciudad”, explica. También señala que Salmona partía de una serie de análisis serios y profundos acerca de la estructura, de la manera de construir y de la arquitectura misma. Para Bermúdez, “eso se ha perdido mucho. Vemos ahora una arquitectura que busca es una imagen por el hecho de ser imagen, donde prima lo que se ve sobre el contenido. Eso le ha hecho mucho daño a la arquitectura colombiana, se hacen edificios para durar 15 o 20 años en vez de edificios heroicos como las Torres del Parque, que tienen unos 50 años y van a resistir otros 50 más”.

Por su parte, el arquitecto Leonardo Álvarez siente que la buena arquitectura trasciende el momento en el que se hizo. “El valor de la obra de Salmona sigue vigente en la medida en que sigue siendo abierta a posibilidades para nuevas arquitecturas. La complejidad de su trabajo, desde lo urbano, técnico y constructivo, es un ejemplo relevante que deja una cantidad de canales abiertos para seguir investigando”. Álvarez aclara que es necesario mirar a Salmona tanto con una perspectiva académica como profesional. Más que hablar del personaje, prefiere hablar de su obra y de las enseñanzas que contiene. En su caso estudió a Salmona y ve una relación directa entre lo que aprendió de él por medio del trabajo investigativo con los proyectos que ha desarrollado. “Por otro lado, la obra de Salmona está enriquecida a través de una lectura histórica, permite entender cómo un arquitecto puede mantener vivos los valores de la arquitectura del pasado en una obra contemporánea”, explica Álvarez. Al igual que Bermúdez, resalta que Salmona iba mucho más allá de la imagen en la construcción. “Su legado debe entenderse a través de la estructura profunda del edificio. Ha sido un error quedarse en una lectura literal de las formas del edificio, cuando el valor interesante de la obra radica en su relación con los residentes, con el paisaje y con la organización de las formas. Esa lectura puede derivar en herramientas útiles para crear otras arquitecturas”, concluye Álvarez.

Alberto Miani, por otro lado, no puede separar a Salmona como persona de sus construcciones. Trabajó ocho años con él, empezó desde el momento en que se graduó de la universidad. “¿Qué puede uno decir? Salmona es el arquitecto más importante que ha habido en la arquitectura contemporánea colombiana. Es fundamental por su aporte a la ciudad, por su exploración técnica y por la dimensión social y profesional de su obra”, dice Miani. Desde un punto de vista más personal, define a Salmona como un maestro. “Era una persona políticamente comprometida, absolutamente estricta, ética a morir. También era muy huraño, no le gustaba socializar para nada. Un tipo muy interesante, pero mucha gente nunca lo pudo tratar como persona, él no se dejaba”. Miani señala que Salmona es la única persona en el país que se ha ganado el Premio Alvar Aalto, entregado por la Asociación Finlandesa de Arquitectos, un prestigioso galardón que, teme él, no se le volverá a dar a un colombiano.

Pero en una cosa concuerdan los tres, las nuevas generaciones de arquitectos han obviado una lección clave de Salmona: el fondo sobre la forma.