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INTRODUCCIÓN

PERUANISMOS Y LENGUA GENERAL

Todos los términos tratados en este volumen son, según lo indica el título,
peruanismos. Pero conviene esclarecer en qué sentido está aquí tomado dicho
término.

Puede considerarse como peruanismo todo uso lingüístico


—fonético, morfosintáctico, léxico— vigente en el Perú pero excluido del español
general.

Español general —o, por antonomasia, lengua general— es el


denominador común de todas las hablas hispánicas a uno y otro lado del
Atlántico; representa, por tanto, la garantía de intercomunicación entre unos
quinientos millones de hablantes. Siendo patrimonio y modelo de una gran
comunidad lingüística, el español general no pertenece particularmente a ningún
grupo o región: toda habla concreta es necesariamente un habla local.

Habla local es, pues, la manera peculiar como se realiza o practica una
lengua en un lugar determinado: es igualmente habla local la de Madrid o la de
Burgos, la de Lima o la del Cuzco.

Se ha superado ya la idea de que los españoles son los amos de la lengua y


de que Castilla, por ser la cuna del idioma, tiene siempre la última palabra en
cuanto a la legitimidad de los usos. Ya decía Unamuno:

"Un giro nacido en Castilla no tiene más razón para prevalecer que un giro
nacido en Cundinamarca, o en Corrientes, o en Chihuahua, o en Vizcaya, o en
Valencia. La necia y torpe política metropolitana nos hizo perder las colonias, y
una no menos necia ni menos torpe conducta en cuestión de lengua y de literatura
podría hacernos

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perder —si estas cosas se rigieran por procedimientos de escritores y literatos—
la hermandad espiritual" 1.

Unamuno proclamaba la necesidad que tenía la lengua castellana de


"modificarse hondamente, haciéndose de veras española o hispanoamericana" 2.
Propugnaba como norma el sobrecastellano, que había que fabricar "con el
castellano; y si este se nos muestra reacio, sobre él o contra él" 3. El gran lingüista
rumano Eugenio Coseriu sostenía:

"... palabras perfectamente españolas se crean no solo en España, sino también en


América, porque también en América funciona el sistema lingüístico español, y,
si las palabras nuevas representan realizaciones de posibilidades del sistema,
nada importa que hayan surgido en Madrid o en Montevideo" 4.

El Congreso sobre el Presente y Futuro de la Lengua Española, celebrado


en Madrid en 1963, aprobó una declaración que en parte dice:

"... la unidad idiomática no es incompatible con la pluralidad de normas básicas,


fonéticas y de otro tipo, que caracterizan el habla ejemplar y prestigiosa de cada
ámbito hispánico" 5.

El ideal de lengua es hoy, pues, supranacional y universalizante 6.

Desde el punto de vista del hablar concreto, la lengua general resulta solo
útil entelequia, y puede identificarse con el concepto general de lengua, entendida
como abstracción estructurada o sistema de isoglosas. Sin embargo, la lengua
general debe ser el medio de expresión conscientemente elegido en el caso del
ensayo, de la filosofía o de la ciencia. No así de la literatura: toda auténtica
creación literaria escapa a su férula, so pena de dejar de ser creación,

1 "Sobre la literatura hispanoamericana", en Ensayos, 2 vols.; I, pág. 886; véase


también íd. íd. 325: "¿Con qué derecho se ha de arrogar Castilla o España el cacicato
lingüístico?".
2 "Sobre la lengua española", en ob. cit. I, pág. 321.
3 "Contra el purismo", en ob. cit. I, 409; véase también "La reforma del castellano", íd.
íd. 317.
4 "Sistema, norma y habla", en Teoría del lenguaje y lingüística general, pág. 79.
5 Presente y futuro de la lengua española, 2 vols.; II, pág. 422.
6 Véase Rosenblat, "El criterio de corrección lingüística. Unidad o pluralidad de
normas en el español de España y América", en PILEI, El simposio de Bloomington [1964],
págs. 113-146 (especialmente la 136).

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y aun literatura. La poesía, el teatro y, sobre todo, el cuento y la novela imponen
su propio lenguaje que casi siempre incluye —consciente o intuitivamente— una
buena proporción de expresiones de la correspondiente habla local. El hecho de
que algunas de las más notables creaciones modernas en lengua española re-
quieran un glosario explicativo, solo revela —dice Rosenblat— la insuficiencia de
nuestros diccionarios. Las expresiones locales no han sido nunca obstáculo para la
comprensión o para el goce literario, ni tampoco han impedido el reconocimiento
de la grandeza de una obra 7.

El habla local, como el habla familiar, tiene fueros inalienables:


subjetividad, afectividad, intimidad, emotividad, naturalidad, espontaneidad,
particularidad, vivacidad. La lengua general tiene también los suyos: unidad,
objetividad, universalidad. Los conceptos complementarios de lengua general y
habla local, siempre conjugados en el plano concreto del lenguaje, han servido de
base para formular un moderno criterio de corrección.

LENGUAJE CORRECTO E INCORRECTO

El criterio de corrección tradicional era rígido y dogmático, pues se tenía


por expresión de principios inmutables: según él, había entre los usos lingüísticos
una tajante e irreductible división entre aquellos inherentemente "buenos" o
correctos y aquellos inherentemente "malos" o incorrectos. Puesto así el lenguaje
en blanco y negro, escribir "bien" consistía esencialmente en atenerse a las formas
lingüísticas tenidas por correctas y evitar cuidadosamente aquellas tenidas —a
veces erróneamente— por incorrectas. Este dogmatismo en cuanto al lenguaje
estaba generalmente en razón inversa al conocimiento de su verdadera realidad y
resultaba a veces traumatizante: nunca podrá saberse cuántas auténticas
vocaciones literarias han perecido asfixiadas por una negativa formación purista,
casticista o academicista.

Pero la lingüística y la filología nos enseñan que lo correcto de hoy fue en


muchos casos lo incorrecto de ayer, y viceversa. Basándonos en esa comprobada
experiencia, podemos lícitamente

7 Véase Lengua literaria y lengua popular en América, pág. 79.

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suponer que lo incorrecto de hoy llegue a ser lo correcto de mañana: la lengua está
en continuo fluir y las formas lingüísticas ascienden o descienden socialmente.

Descartar el criterio de corrección rígido y dogmático no significa, sin


embargo, descartar de la lengua todo criterio de corrección. La norma es necesaria
en el lenguaje, como lo es en toda institución social. Es más, el criterio de
corrección rebasa el aspecto puramente lingüístico para convertirse en un tipo de
norma social y cultural: por ello, la admisibilidad social es realmente el único cri-
terio de corrección sincrónicamente válido en la lengua 8.

El criterio de corrección, variable en el tiempo, tiene por tanto carácter


histórico. Pero es también, en cierto modo, variable en el espacio.

Las lenguas nacionales de la Europa actual fueron en principio hablas


regionales que luego se impusieron a una supracolectividad en razón de motivos
sociales o políticos, y casi nunca en virtud de una cierta o supuesta superioridad
lingüística o estética. De este modo el rudo dialecto de Castilla se impuso sobre la
lengua cortesana de Toledo por haber sido los condes castellanos los abanderados
de la Reconquista.

Pero cuando una lengua nacional llega a hacerse internacional, y aun a


extenderse por varios continentes, es difícil que pueda mantenerse incólume la
norma lingüística metropolitana. En el caso de grandes lenguas coloniales como el
inglés y el español, es por tanto inevitable que surjan nuevas normas americanas
frente a las europeas. La lengua culta de los Estados Unidos de América no acata
hoy servilmente la norma de lengua culta británica (King's o Queen's English) y
propugna su propio ideal de lengua (General American). De modo análogo el
español de América tiene hoy un ideal de lengua culta que, aunque acata en
principio los esquemas de la lengua general, no tiene por qué renegar de rasgos
irrenunciables tales como el seseo, la sustitución de vosotros por ustedes o el
loísmo, es decir, la distinción entre lo y le como formas de acusativo masculino y
de dativo (lo cual es, por otra parte, lo etimológico, lo tradicional, lo correcto y lo
académico).

8 Véase Rosenblat, "El criterio de corrección lingüística", págs. 139-145.

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Pero hay, además de una latente norma de español de América, una norma
nacional en cada una de sus repúblicas. Dicha norma generalmente coincide con
el nivel culto del habla de sus respectivas capitales, y de nuevo son motivos
políticos, sociales o históricos, antes que propiamente lingüísticos, los que
determinan esta preeminencia. En el caso concreto del Perú, la norma lingüística
nacional coincide, pues, con el habla culta limeña, sin que eso signifique que ella
sea intrínsecamente superior a la de cualquier otra ciudad o región del país.

NIVELES DE HABLA
Como se ha visto en los párrafos precedentes, en el uso concreto del
lenguaje se entrecruzan los conceptos de lengua general, habla local y norma
lingüística, así como el criterio de corrección y el de niveles de habla.

La norma lingüística es, para el individuo, un sistema de realizaciones


obligadas, un conjunto de imposiciones sociales y culturales que tienen su campo
de acción en el lenguaje. La norma lingüística varía no solo de comunidad a
comunidad sino también dentro de cada una de ellas: son obviamente distintas las
normas a que se atienen el lenguaje literario o elevado, el lenguaje familiar y el
lenguaje popular o vulgar. Esta especie de dialectalización vertical implica la
dinámica coexistencia de varios tipos de habla en una misma comunidad y, en
algunos de los casos mencionados, la estratificación de una sociedad en varios
niveles lingüísticos con modalidades diferentes 9. Pero más allá de cada norma
establecida se abren siempre las posibilidades del sistema lingüístico. La creación
literaria, por ejemplo, implica la ruptura instintiva o consciente de la norma, a la
vez que la utilización original y exhaustiva de las posibilidades del sistema 10.
El nivel de habla más elevado —y también el que, por serlo, presenta
mayor grado de coincidencia con la lengua general— es el de la lengua culta
cuidada o formal, a veces identificada con el

9 Véase Catalán, "El español en Canarias", en PFLE I, págs. 239-249.


10 Coseriu, "Sistema, norma y habla", en Teoría del lenguaje y lingüística general, págs.
98, 99, 107.

17  
concepto tradicional de lengua escrita, y aun con el de lengua literaria. Pero
puede también incluir la lengua oral del discurso, de la conferencia o de la
cátedra.

Un segundo nivel o estrato subyacente lo constituye la llamada lengua


culta espontánea o familiar, que corresponde al modo como natural y
habitualmente se expresan quienes tienen tradición familiar de cultura o han
crecido en un ambiente culto. La posesión de la lengua culta familiar puede no
estar en relación con el grado de instrucción organizada u oficial. Así, son todavía
legítimos exponentes de este nivel de habla personas cuya instrucción formal no
pasó del nivel escolar, en tanto que pueden no serlo otras que, a pesar de haber
alcanzado un nivel profesional, no han logrado superar ciertos hábitos lingüísticos
tempranos que no reúnen las condiciones de aceptabilidad social.

Un tercer nivel de habla lo constituye la lengua popular, siempre legítima


por espontánea y por vital. La lengua popular es el crisol nunca enfriado de usos
nuevos, algunos de los cuales hacen después un camino ascendente hacia otros
niveles de habla. "El habla literaria es siempre la meta a que aspira el lenguaje
popular, y, viceversa, la lengua popular es siempre fuente en que la lengua
literaria gusta refrescarse" 11. La lengua popular representa la libertad absoluta en
materia de lenguaje y el estado de perfecta inocencia lingüística; es, por tanto,
naturalmente creadora y neologizante. Pero, al mismo tiempo, el uso popular es
naturalmente conservador de formas viejas que la lengua general va desechando y
resulta, por tanto, también y paradójicamente arcaizante.

Con la lengua popular se identifica a veces la llamada lengua vulgar, que


en realidad representa un subestrato de aquella. Análoga es la situación de la jerga
del hampa (que en el Perú recibe el específico nombre de replana). Así como la
lengua popular nutre continuamente a los estratos superiores de la lengua, la jerga
puede ser el origen de formas populares, muchas de las cuales ascienden a su vez
hasta el nivel del habla culta familiar, generalmente por la vía del lenguaje juvenil.
Es característica de los últimos tiempos el ascenso de términos del habla del
hampa a

11 Menéndez Pidal, citado por Galmés de Fuentes, "El dialecto y la lengua general", en
PFLE II, pág. 132.

18  
estratos sociales superiores; deben ser motivo de reflexión los diversos factores
que están en la raíz de este importante hecho sociolingüístico 12.

Es obvio que no deben confundirse con la jerga del hampa las llamadas
jergas profesionales, es decir, la terminología y los modos de hablar específicos
correspondientes a un oficio, profesión o técnica: la jerga del albañil, la jerga del
zapatero, la jerga del médico o la del estadígrafo. En estos usos, por supuesto, la
palabra jerga no connota ningún matiz peyorativo.

De lo expuesto resulta que todo hablante es en realidad plurilingüe, en el


sentido de que se expresa alternativamente en diferentes niveles de habla que
implican distintas variedades funcionales —o situacionales— de su propio
13
idiolecto . Atendiendo a diversas circunstancias e interlocutores, el hablante
alterna sus usos lingüísticos familiares con aquellos restringidos a su ambiente de
trabajo o a su deporte favorito y con otros más generales y aceptables en el ámbito
amplio de su comunidad. Pero, como cada circunstancia social reclama una
respuesta lingüística específica —con exclusión de las demás— el individuo en
trance de expresarse no está nunca ante una verdadera elección, sino que hace
girar automáticamente el dial de su habla en virtud de un subconsciente proceso
de adaptación a los diversos aspectos de su medio lingüístico y social.

Hay, en consecuencia, varios modos de hablar correctamente, así como


hay —aun dentro de la misma cultura— varios modos de vestir correctamente
según el clima, la hora o la ocasión. Quien usa en un ambiente íntimo formas
lingüísticas propias del habla formal exhibe a veces lo precario o postizo de su
cultura: la lengua culta debe ser defendida tanto de la vulgaridad e incorrección
como de la afectación y de la pedantería 14.

12 Véase Rosenblat, Lengua literaria y lengua popular en América, pág. 85.

13 Cfr. Martinet, Elementos de lingüística general, pág. 197 y Rosenblat, “El criterio de
corrección lingüística”, págs. 118-119.

14 Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras en el castellano de Venezuela, Caracas-


Madrid 1956, pág. 12; también "Afectación y naturalidad", en La primera visión de América
y otros estudios, págs. 157-169.

19  
TIPOS DE PERUANISMOS

El peruanismo puede tener diversos orígenes. Puede tratarse de una forma


lingüística netamente castellana, y aun dignificada por el uso literario más selecto,
pero olvidada hoy en la lengua general (arcaísmo). Puede ser una forma hispánica
creada en América utilizando las legítimas posibilidades del sistema de la lengua
(neologismo). Puede corresponder formalmente a un término de la lengua general,
pero con significado diferente por efecto del cambio semántico. Puede ser un
latinismo que no circula en la Península, o un préstamo tomado de otra lengua con
prescindencia de la norma peninsular: entran aquí los galicismos, italianismos,
portuguesismos, anglicismos, africanismos, indigenismos, etc. aún no
incorporados en la lengua general. Desde el punto de vista sincrónico, en cambio,
un quechuismo no es propiamente un peruanismo si ha sido ya asimilado por la
lengua general (tal es, por ejemplo, el caso de quinina o cocaína).

Por otra parte, los peruanismos no son necesariamente usos lingüísticos


exclusivos del Perú: en realidad, se cuentan con los dedos de la mano aquellos que
hasta hoy no han sido también documentados en otra región de América o de
España. Siendo ello así, ¿es lícito llamar peruanismo un uso lingüístico que
sabemos igualmente vigente en la Argentina o en Asturias? Sí, en tanto lo
consideremos como parte integrante de la totalidad del habla peruana y lo
estudiemos y documentemos como tal. Análogo derecho asiste, por supuesto, para
que el mismo uso sea considerado y estudiado como argentinismo o como
asturianismo.

Inversamente, para que un uso lingüístico merezca la calificación de


peruanismo no es necesario que sea conocido en todo el territorio nacional. Un
loretanismo, un huanuqueñismo o un arequipeñismo pueden ser lícitamente
llamados peruanismos, aunque no se conozcan en Lima ni en ninguna otra región
hispánica.

Debe advertirse al lector interesado en profundizar sus conocimientos


sobre las formas peculiares de su lengua que el criterio de lengua general, aquí
consistentemente aducido para delimitar el peruanismo, no ha sido tomado en
cuenta de modo sistemático en la vigente edición del Diccionario de la Real
Academia Española. Muchos peruanismos no aparecen consignados

20  
en él por deficiente información u olvido, sin que ello implique tácita condena o
proscripción del uso. Otros tantos aparecen con indicación regional americana que
excluye el nombre del Perú. Unos pocos, en fin, se consignan sin etimología ni
indicación dialectal, dando así la impresión de que se trata de palabras
tradicionales de uso general en la lengua.

EL ESPAÑOL DE AMÉRICA

El español del Perú es una forma del español de América, diferenciado en


variedades regionales que apenas empiezan a ser convenientemente estudiadas.
Era opinión tradicional que las diferencias internas del español de América son
menores, a pesar de las enormes distancias, que aquellas comprobadas entre las
diversas hablas regionales españolas 15; últimamente, sin embargo, dicha creencia
16
ha sido puesta en tela de juicio . Pero siempre puede afirmarse que hay rasgos
generales que singularizan al español de América frente al de la Península.

El fondo común históricamente considerado, es decir, la llamada base


lingüística del español de América, estuvo —según la tesis más aceptada— en
una variedad de castellano andaluzado que hoy se prefiere llamar español
atlántico para incluir la coincidente modalidad canaria 17.

La modalidad americana empezó a constituirse desde el descubrimiento


mismo, en lo que se ha llamado el primer medio lingüístico hispanoamericano: la
isla que Colón llamó Española. La tesis del andalucismo dialectal de América, por
largo tiempo en auge

15 Véase Rosenblat, El castellano de España y el castellano de América. Unidad y


diferenciación, págs. 38-44 y Lapesa, Historia de la lengua española, pág. 341 (pág. 534 de
la edición de 1980).

16 Véase Rona, "El problema de la división del español americano en zonas dialectales",
en PFLE I, págs. 215-226.

17 Véase Catalán, "El çeçeo-zezeo al comenzar la expansión atlántica", en Boletim de


filologia, págs, 322-334 y "El español en Canarias", en PFLE I, págs. 239-280; Menéndez
Pidal, "Sevilla frente a Madrid. Algunas precisiones sobre el español de América”, en
Miscelánea homenaje a André Martinet. "Estructuralismo e historia", 3 vols.; III, págs. 99-
165; Lapesa, "El andaluz y el español de América", en PFLE II, págs. 173-182.

21  
pero luego muy desprestigiada 18, ha resurgido últimamente apoyada en nuevos y
seguros datos que no permiten seguir sosteniendo que las coincidencias entre el
español de América y el andaluz se explican por desarrollos paralelos, y por tanto
independientes 19.

El influjo andaluz de los primeros tiempos, mantenido por efecto de la


visita —dos veces por año— de la flota que partía de puertos andaluces, no fue,
sin embargo, el único factor en el proceso de singularización de la modalidad
americana. Como los emigrantes de las diversas regiones de la Península venían a
constituir en América grupos lingüísticos en cierto modo heterogéneos, tuvo que
buscarse un equilibrio entre sus hablas respectivas, con beneficio de las formas
comunes del castellano. Al mismo tiempo, las diferentes condiciones de vida
fueron plasmando nuevas sociedades con propósitos e ideales nuevos, que ya en el
siglo XVIII habían empezado a manifestarse en tendencias lingüísticas
divergentes entre sí.

La independencia política parece haber detenido, paradójicamente, las


tendencias hacia la diversificación del español de América. En la época actual se
comprueba, más bien, una tendencia hacia la unidad en el nivel de lengua culta,
tendencia apoyada en el desarrollo de los modernos medios de comunicación.

LOS AMERICANISMOS: FONÉTICA, MORFOSINTAXIS, LÉXICO

El español de América, el andaluz y el habla de las Islas Canarias


coinciden en algunos de sus más característicos rasgos.

18 La combatió con gran éxito Pedro Henríquez Ureña; véase "El supuesto andalucismo
de América", en Cuaderno I del Instituto de Filología de Buenos Aires (1925), págs. 114-
122; "Observaciones sobre el español en América", en RFE VIII (1921), págs. 357-390;
XVII (1930), 277-284; XVIII (1931), 120-148; Sobre el problema del andalucismo dialectal
de América, BDHA, Anejo I. Amado Alonso sigue todavía a Henríquez Ureña (véase "La
base lingüística del español americano", en Estudios lingüísticos. Temas
hispanoamericanos, págs. 7-72).

19 Véanse las obras citadas de Menéndez Pidal, Lapesa y Catalán. También Guitarte,
"Cuervo, Henríquez Ureña y la polémica sobre el andalucismo de América", en Thesaurus
XIV (1959), págs. 20-81.

22  
20
En el plano fonético, el seseo —que fue históricamente ceceo — y el
yeísmo, hecho más tardío, menos general y menos característico.

En el plano morfosintáctico, el abandono del pronombre de segunda


persona del plural vosotros (con las correspondientes formas verbales, la forma os
de dativo y acusativo y el posesivo vuestro) sustituido por ustedes (forma
desgastada de la fórmula de tratamiento formal Vuestras Mercedes), e igualmente
la conservación de la distinción tradicional entre lo y le para el acusativo y dativo
de la tercera persona masculina singular.

En el plano del vocabulario, se han notado asimismo ciertas preferencias


léxicas coincidentes entre el español de América y el andaluz.

El vocabulario hispanoamericano se singulariza frente al de la Península


por los siguientes rasgos:

1. La gran proporción de lo que se ha llamado marinerismos en tierra, es


decir, términos que en España están circunscritos a la jerga marinera mientras que
en América han extendido su uso para aplicarse a cosas o hechos de la vida en
tierra firme. Ello se explica porque la vivencia del Nuevo Mundo empezaba
realmente en el barco: todos los pasajeros a Indias —soldados o funcionarios,
comerciantes o aventureros— compartían forzosa y solidariamente los peligros y
penalidades de la larga travesía del Atlántico. Un funcionario madrileño del siglo
XVI, que llegó a ser Oidor en la Audiencia de Méjico, resulta magnífico testigo de
la perdurable impresión que hacía en todo viajero el habla marinera. Después de
confesarse "maravillado de oír la lengua marina" y orgulloso de haber
"aprovechado tanto en esta lengua en cuarenta días", hace a lo largo de varias
páginas alarde de su ingenio, de su humor y de su vocabulario, y afirma que,
después de haberse compenetrado con dicha jerga, ya no está en sus manos dejar
21
de hablar en ella . Hechos como el allí descrito en broma pueden explicar en
serio la ascensión de los marinerismos hasta las más elevadas mesetas andinas.

20 Véase, además de las obras citadas anteriormente, Canfield, La pronunciación del


español en América, págs. 59-82.

21 Véanse las Cartas de Eugenio de Salazar, vecino y natural de Madrid, págs. 42 y 43


y también Alonso, en ELTH, págs. 63-67.

23  
2. La considerable cantidad de voces tradicionales de la lengua aplicadas en
América a seres, cosas y fenómenos distintos de los que designaban en España,
muchas veces sobre la base de una precaria o ilusoria semejanza. El europeo,
perdido en la inmensidad de un mundo nuevo, se aferraba, aunque solo fuera por
medio de las palabras, a su añorada realidad nativa. Decía Cuervo:

"No pocas veces hemos contemplado con ternura aquellos corazones de hierro de
los conquistadores reblandeciéndose al tender por primera vez la vista sobre
paisajes parecidos a los de su patria, y fingiendo en sus mezquinas chozas una
Cartagena y una Santa Fe, y, como para completar la ilusión, revistiendo en su
fantasía los campos con las flores y hierbas, testigos de sus juegos infantiles" 22.

Y dice Rosenblat:

"La primera visión de América es la visión de un sueño. El conquistador es


siempre, en mayor o menor medida, un alucinado que combina las experiencias y
afanes cotidianos con los recuerdos y fantasías del pasado [...]. El hombre que
como descubridor, como conquistador, como emigrante o como viajero llega a
América, al mismo tiempo que se siente sumido en la realidad nueva, que se
americaniza, va revistiendo su nuevo mundo, tan extenso, con las imágenes y las
voces de su mundo familiar. América es en cierto sentido un mundo nuevo,
enteramente nuevo e irreductible. En otro sentido es también una nueva Europa"
23
.

El cambio semántico es, pues, una temprana característica del español en


América, por supuesto no limitada a la época del descubrimiento sino desarrollada
sin interrupción hasta el presente. En virtud de la divergente evolución semántica,
muchas palabras tradicionales de la lengua han cambiado por dentro, aunque su
exterior permanezca inmutable, y ese cambio interno es en realidad más grave que
el cambio formal, a primera vista más saltante.

3. La gran proporción de arcaísmos, es decir, de formas tradicionales


olvidadas en la lengua general; es de notarse el resultante ascenso social que se
comprueba en algunas formas viejas, hoy circunscritas en la Península al habla
vulgar o dialectal. Pero,

22 Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, en Obras, 2 vols.; I, pág. 16.

23 Véase La primera visión de América, pág. 38.

24  
como nada se conserva sin alterarse, algunos arcaísmos han sufrido luego una
dinamización interna o una deformación externa que los ha convertido en
verdaderos neologismos.

4. La considerable cantidad de neologismos propiamente dichos, obtenidos


por aprovechamiento de las posibilidades del sistema lingüístico del español, a
veces con ruptura de la norma peninsular establecida. El recurso más utilizado
para el incremento del caudal léxico propio ha sido, siguiendo las tendencias
generales de la lengua, la derivación, con preferencia por determinados afijos y
exclusión de otros.

5. La gran cantidad de occidentalismos, es decir, de voces extremeñas,


leonesas, portuguesas y gallegas que dan fe de la importancia de los pueblos del
oeste de la Península en el descubrimiento, conquista y colonización de la
América hispana.

6. Los numerosos términos que en América han pasado del lenguaje forense
al habla común. Ello se explica por las especiales características de la conquista
española de América, concebida y realizada como empresa oficial, y también por
haberse conservado —y tal vez agudizado— en América la vieja debilidad
hispánica por el papeleo legal y burocrático 24.

7. El uso exclusivamente americano de un pequeño pero importante grupo


de latinismos asimilados sin el intermedio de la lengua culta de la Península. La
libertad e iniciativa que ello implica es prueba de la seguridad que una sólida
formación clásica daba a los criollos de la élite colonial; esta seguridad en cuanto
al dominio de la lengua contrasta con la pusilanimidad que fue posteriormente
característica del americano como usuario de la lengua común, tal vez debida en
parte al auge del purismo.

8. El olvido de buena parte del caudal léxico usual originalmente traído a


América. Voces que son hoy naturales en boca de cualquier labriego peninsular,
en América se han olvidado totalmente o están restringidas a la lengua literaria 25,
con la consecuencia

24 Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, Caracas-Madrid 1956, págs. 209-212.

25 Arona apuntaba los casos de arroyo, aldea, fuente, desplazados en el habla familiar
peruana por acequia, pueblo, pila (Diccionario de peruanismos, pág. XXXIV).

25  
del abuso de voces genéricas que aluden a la cosa sin nombrarla claramente 26. A
causas fonéticas (homofonía resultante del seseo y consiguiente ambigüedad) se
debe el olvido de un grupo de palabras patrimoniales sustituidas en América por
sinónimos o por perífrasis 27. Es asimismo saltante el olvido de la terminología de
los oficios, sustituida por voces de la lengua común; Morínigo lo explica porque
los artesanos peninsulares tuvieron a menos seguir siéndolo en América y, como
consecuencia, fueron remplazados por neófitos, algunos de los cuales eran
indígenas con deficiente dominio del español 28.

En cuanto a elementos ajenos al fondo patrimonial de la lengua, son


rasgos característicos del vocabulario hispanoamericano:

1. Un considerable caudal de voces indígenas incorporado desde los


primeros días del descubrimiento. Voces arahuacas, caribes, aztecas, quechuas,
aimaras, araucanas, guaraníes, etc. fueron asimiladas al castellano a medida que
avanzaban la exploración y la conquista. Los indigenismos de la primera época
—sobre todo arahuaquismos— "no solo se encuentran usados en los documentos
americanos destinados a hacer conocer a los reyes y funcionarios la vida y la
realidad americana, sino que también se encuentran usados con deliberado intento
de precisión por los reyes y funcionarios españoles en sus instrucciones y cartas"
29
. La proporción de indigenismos asimilados por el español fue, sin embargo, dis-
30
minuyendo a lo largo de la conquista y la colonización ; en aras de la común
inteligibilidad se trató posteriormente de "traducir" al castellano un número de
voces indígenas que primero se habían incorporado como tales. La demora de un
cuarto de siglo en las Antillas, antes de emprender la conquista del continente,
favoreció la unificación de las denominaciones indígenas, pues las primeras

26 Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, págs. 20-21 y 156-157.

27 Por ejemplo caza (sustituido por cacería para evitar la confusión con casa); cocer
(sustituido por cocinar para evitar la homofonía con coser); abrasar (desplazado por
quemar para evitar la homofonía con abrazar); etc.

28 Véase "La formación léxica regional hispanoamericana", en NRFH VII, 1-2, junio de
1953 (Homenaje a Amado Alonso, tomo I), págs. 234-241.

29 Véase Morínigo, "La penetración de los indigenismos americanos en el español", en


PFLE II, págs. 217-226.

30 Véase Rosenblat, "La hispanización de América. El castellano y las lenguas indígenas


desde 1492", en PFLE II, págs. 189-216.

26  
que se aprendieron tuvieron tiempo de consolidarse en la lengua y llegaron a pasar
31
a través del castellano a otras lenguas indígenas . Así se explica que
arahuaquismos como ají, maíz, cacique desplazaran en el área de sustrato quechua
a las correspondientes palabras de esa lengua (uchu, tsara, kuraka); lo mismo
sucedió con algunos aztequismos tales como camote (en quechua apichu).

2. Un grupo muy pequeño de africanismos, lo cual resulta difícil de


entender si se piensa en los millones de esclavos introducidos en América durante
32
la dominación española . Pero su restringido aporte lingüístico se explica,
precisamente, por la diversidad y mutua ininteligibilidad de las lenguas habladas
por los grupos humanos extraídos de distintas zonas de África, lo cual obligó a los
esclavos, reunidos en grupos lingüísticamente heterogéneos, a aprender
rápidamente el castellano a fin de que les sirviera como lingua franca.

3. Préstamos de diversas lenguas europeas occidentales asimilados con


independencia del uso de la metrópoli. El siglo XIX fue época de invasión de
galicismos para las lenguas de Europa, incluido el español; sin embargo, muchos
galicismos de América se tomaron directamente de lecturas francesas. El siglo XX
es época de asimilación de anglicismos para casi todas las lenguas del mundo;
también en este caso son numerosos los préstamos incorporados al español de
América con independencia de la lengua peninsular.

EL CORPUS

Todos los artículos incluidos en el presente volumen fueron publicados en


el diario El Comercio de Lima entre marzo de 1962 y agosto de 1969 33. El factor
que prevaleció para la elección de las palabras y expresiones estudiadas fue el del
respectivo problema

31 Véase Morínigo, "La formación léxica regional hispanoamericana", en NRFH, año


VII, núms. 1-2, 1953, pág. 236.

32 Según cálculos de Humboldt, a principios del siglo XIX había más de cinco millones,
aparte de más de un millón de libertos (citado por Rosenblat, La población indígena y el
mestizaje en América, 2 vols.; II, pág. 161).

33 En la página editorial de la edición dominical, con alguna excepción en cuanto al día.

etimológico, resuelto o no; algunas propuestas de solución han sido luego


acogidas en el Diccionario de la Real Academia Española 34.

27  
35
En la primera edición de Peruanismos dichos artículos aparecieron ya
revisados y ampliados (en algunos casos totalmente reelaborados) y con notas al
pie de página, no pertinentes en publicaciones periodísticas.

Unos cuantos de esos términos habían sido ya tratados en una obra


36
anterior de la autora, La lengua de Bolívar. I. Léxico , pero pareció lícito y aun
útil incluirlos por dos razones. Una, la restringidísima —virtualmente nula—
difusión que dicho libro tuvo en el Perú, por tratarse de una publicación de
circulación casi exclusivamente académica y oficial. Otra, el diferente enfoque
con que los mismos términos han sido tratados en una y otra obra. Por un
escrúpulo tal vez excesivo —y no, como pudiera parecer, por prurito de
autocita— se remite al lector en cada caso a las páginas correspondientes de la
obra anterior.

No aparecieron en la primera edición de Peruanismos, sin embargo, todos


los artículos publicados en El Comercio en el lapso mencionado. Algunos fueron
eliminados por no ser los términos tratados realmente peruanismos, sino palabras
del español general cuya etimología también interesó divulgar en alguna ocasión
(por ejemplo canoa, caníbal). Otros, por tratarse de neologismos ya generales en
la lengua aun cuando no contaban todavía con la sanción académica (por ejemplo,
el galicismo banal, recién incluido en la edición de 1984 del Diccionario
académico).

A partir de la segunda edición de Peruanismos (Lima 1994) el texto de la


primera fue de nuevo íntegramente revisado y, en muchos casos, también
considerablemente ampliado.

Martha Hildebrandt

34 Véase, por ejemplo, cebiche a partir de la edición de 1984 y chompa a partir de la


edición de 1992.

35 Lima 1969. Moncloa-Campodónico editores asociados.

36 Caracas, Universidad Central de Venezuela (Instituto de Filología Andrés Bello)


1961. Reimpresión: Edición especial de la Oficina Central de Información de la República
de Venezuela. Con motivo del Sesquicentenario de las batallas de Junín y Ayacucho y del
Congreso Anfictiónico de Panamá. Caracas 1974.

28  
ADVERTENCIA AL LECTOR

1. ORDEN ALFABÉTICO
1
Las palabras tratadas en este volumen aparecen ordenadas según el
alfabeto latino, hoy de uso internacional. Por tanto, las grafías dobles o
2
compuestas ch y ll carecen de apartado propio y son consideradas como la
sucesión de dos grafías simples: c más h y l más l, respectivamente. Está de más
decir que dicho ordenamiento no disminuye ni altera el pleno status de ch y ll
como fonemas de la lengua ni tiene efecto alguno sobre su pronunciación 3.

La ordenación del léxico según el alfabeto latino es una propuesta de la


Real Academia Española, respaldada por la gran mayoría de las demás Academias
de la Lengua reunidas en la correspondiente Asociación. Esta propuesta
—ciertamente exigida por la Informática— representa en realidad, más que una
innovación debida a presión o influencia de otras lenguas, la saludable vuelta a un
pasado mejor.

En efecto, la primera edición del Diccionario de la recién fundada Real


Academia Española —publicado en seis grandes volúmenes entre 1726 y 1739 y
conocido como Diccionario de Autoridades porque cada uso estaba respaldado
por el de uno o más autores— seguía estrictamente el orden alfabético latino y no
tenía, por lo tanto, apartados distintos para la ch ni para la ll. Volver a ese

1 También la bibliografía (Obras citadas) y el Índice alfabético.

2 Correspondientes a dos fonemas palatales: africada sorda (ch) y lateral sonora (ll).

3 Como no lo tiene el actual ordenamiento interno del Diccionario académico en el


caso de la grafía doble rr (correspondiente al fonema vibrante múltiple en posición
intervocálica), caso en el que sí se respeta el orden alfabético latino aun cuando la grafía
simple r representa igualmente el fonema múltiple en posición inicial absoluta y después de
n y l.

primer ordenamiento —abandonado a partir de 1803— fue el temía de una


reiterada propuesta hecha, a lo largo de casi cincuenta años, por don Ramón
Menéndez Pidal. Sin embargo, por apego a una "tradición" que era menos antigua

29  
que lo solicitado, la propuesta fue sistemáticamente rechazada, a pesar de contar
con el apoyo de ilustres académicos, algunos de los cuales —como don Julio
Casares— eran también notables lexicólogos y filólogos.

Ya en 1945, en su Prólogo a la primera edición del Diccionario Vox 4,


decía Menéndez Pidal:

"Sería de desear que la Academia Española, cuyo Diccionario sirve de norma a


todos los demás, modificase el orden alfabético que actualmente emplea y
volviese al que usó en su comienzo, en el gran Diccionario de Autoridades y en
las primeras ediciones del Diccionario vulgar. En esas primeras ediciones
académicas se seguía el orden estrictamente alfabético, que es el internacional;
pero después, se le mezclaron consideraciones fonéticas, y se pusieron la ch y la
ll como letras aparte, no simplemente como c+h y l+l. Esto va contra el uso
internacional. El francés, por ejemplo, aunque da a su ch también un sonido
propio, sin embargo la alfabetiza como c+h" 5.

Lo mismo hace el inglés, cuya ch es fonéticamente más parecida a la


española.

2. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Las obras son citadas, por primera vez, con nombre de autor, título
completo y lugar y fecha de edición (en las citas siguientes el título puede estar
abreviado). En la bibliografía se da, además, el nombre de la imprenta o empresa
editorial.

En los textos citados, los peruanismos y otras formas divergentes de la


lengua general van en cursiva. Se especifica (en nota) cuando se trata de
subrayados del autor.

4 Dirigido por don Samuel Gili y Gaya.

5 El prólogo, con el título de "El diccionario que deseamos", se mantiene en las


siguientes ediciones (págs. XVII a XXVIII en la de 1987); dicho prólogo se reproduce casi
totalmente en "El diccionario ideal", incluido en Estudios de lingüística, págs. 96-147.

3. INDICACIONES Y SIGNOS

a siguiendo a un número de página indica la columna de la


izquierda.

30  
b siguiendo aun número de página indica la columna de la
derecha.
* (asterisco) precediendo a una palabra indica que se trata de
una forma hipotética, es decir, no documentada.
> indica que la palabra siguiente procede de la anterior.
< indica que la palabra anterior procede de la siguiente.
"" (comillas dobles) enmarcan un texto citado.
'' (comillas simples) incluyen el significado de una palabra o
locución.
[] (corchetes) enmarcan un texto ajeno a aquel dentro del cual
aparecen.
[...] indican que parte del texto citado ha sido suprimido.
[sic] ('así' en latín) indica que de ese modo —y no por error o
errata— aparece el texto.

4. ABREVIATURAS Y SIGLAS

ac., acep. acepción.


c. (lat. circa 'cerca') precede a fechas indica que estas son
aproximadas.
cap. capítulo.
cfr. (lat. confer) significa ‘compárese, confróntese’.
DA Diccionario de americanismos (Asociación de Academias de
la Lengua Española)
DRAE Diccionario de la lengua española (Real Academia Española)
ed. edición.
ed. cit. edición citada.
(f.) sustantivo femenino.
fam. familiar.
h. hacia, precede a fechas aproximadas (véase c.).
íd. (latín ídem) el mismo, la misma, los mismos, las mismas.
lat. latín.
m. murió [en].
(m.) sustantivo masculino.
ms., mss. manuscrito(s).
n. nació [en].

31  
n. nota al pie de página.
núm., núms. número(s).
ob. cit. obra citada.
§ párrafo, parágrafo.
pág., págs. página(s).
pl. plural.
s., ss. siglo(s).
S.E. Su Excelencia.
s/f sin fecha [de edición].
sing. singular.
ss. [y] siguientes [páginas].
s. v. (lat. sub voce) bajo el título o palabra; en el artículo o entrada.
t. también.
US. usía, useñoría.
v. verbo.
vol., vols. volumen, volúmenes.
vulg. vulgar.

32  
ACÁPITE

En el Perú, Chile, la Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Colombia y


Venezuela es general el uso de acápite por párrafo, parágrafo o aparte; en
Centroamérica es también equivalente de título de un escrito. En Venezuela se
usaba hasta hace poco el modo adverbial de acápite 'por añadidura', 'para colmo,
para remate' 1. En la Argentina la expresión hacer acápite se entiende como 'inte-
rrumpir lo que se está diciendo para hacer una digresión'.

Según lo indicaba ya Cuervo 2, acápite resulta de la fusión de la locución


latina a capite 'desde la cabeza' usada en los dictados de las clases de latín para
indicar a los alumnos que debían empezar a escribir desde la cabeza del primer
renglón del párrafo siguiente. El uso se extendió fuera de la escuela con el sentido
de 'límite o división entre dos párrafos'. Ya en el Nuebo sistema de nabegar por
los aires de Santiago de Cárdenas (escrito en Lima en 1762) aparece dos veces la
palabra acápite al final de párrafo y después de punto 3.

En el Perú y Bolivia es todavía usual alternar en los dictados las


indicaciones punto seguido y punto acápite (por punto y aparte).

Por una clara extensión de sentido, acápite llegó a hacerse luego sinónimo
de párrafo. Este uso también se documenta en el Perú desde fines del siglo XVIII,
en la sátira anónima contra el Virrey Amat titulada Drama de los Palanganas
Veterano y Bisoño

1 Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, págs. 275-276.

2 Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, párrafo 1002; en Obras, I, pág.


860.

3 Págs. 198 y 271 de la impresión hecha en Lima en 1937.

33  
(1776): "y aquí empieza otro acápite" 1. Pero todavía a fines del XIX Arona no
podía entender que un latinismo como acápite no se conociera en España y se
preguntaba, entre asombrado e incrédulo:

"¿Y es capaz ninguna república hispanoamericana de acuñar y circular por sí sola


vocablos de este calibre? [...] ¿cuál es el pueblo hispanoamericano, volvemos a
preguntar, capaz de esta hombrada? ¿de irse a tomar ciudadelas al griego y al
latín y venir con el trofeo a nuestros pies, pasando por encima de la guardia
castellana?" 2.

En realidad, hubo en la época colonial una tendencia latinizante americana


independiente de la influencia peninsular y apoyada en la formación clásica del
criollo culto 3.

La Academia ha acabado por acoger un buen número de latinismos que hoy


son generales pero fueron difundidos primero en América.

El DRAE incluye acápite por párrafo como americanismo, desde su edición


de 1970.

ACOMEDIRSE

En un artículo titulado Nuestros papas, Federico Blume, un escritor del


siglo XIX, admite en nombre de los padres peruanos:

"Mantenemos a los hijos hasta viejos y frecuentemente nos acomedimos también


a mantenerles los vicios cuando son viciosos y la prole y la mujercita cuando dan
en la flor de enamorarse sin dinero" 4.

1 Pág. 33 de la 2.ª edición de Luis Alberto Sánchez. Véase acápite 'párrafo' en Palma,
Tradiciones peruanas completas, pág. 1046; "acápites de palo" en Vallejo, Obra poética
completa, pág. 301.

2 Diccionario de peruanismos, s. v.

3 Véanse otros latinismos exclusivos del castellano de América en Hildebrandt, La


lengua de Bolívar, págs. 344-345 (t. Léxico de Bolívar, págs. 167) .

4 Sal y pimienta, pág. 238. Véase también acomedirse en Gamarra, Cien años, pág.
166.

34  
En otro artículo el mismo autor censura el despilfarro que significa la
costumbre de celebrar todo acontecimiento grato con champaña:

"Cumple años don Procopio, el jefe de la oficina tal o cual, y nunca falta un
acomedido subalterno, generalmente el más inutilón de la oficina, que empieza a
colectar, con tres semanas de anticipación, para una champañada en honor del
jefe" 1.

Estos usos de acomedirse 'ofrecerse a hacer un servicio', 'ayudar


espontáneamente' y de acomedido 'servicial' no se conocen en España, pero son
frecuentes en el habla familiar del Perú, Argentina, Colombia 2, Nicaragua y
Méjico; en la costa del Ecuador están relegados al lenguaje popular.

Hay, igualmente, datos del empleo de estas formas en Honduras y


Guatemala; en Venezuela parecen usarse muy poco 3. En el Perú, Colombia,
Méjico y Nicaragua se oye también el adjetivo (con doble prefijo) desacomedido
'desatento, poco servicial' 4.

El Diccionario de la Academia registra, ya en 1956, acomedirse y


acomedido, como usos americanos.

En España la única forma conocida, comedirse, tiene el diferente valor de


'moderarse, contenerse'; consiguientemente comedido es 'cortés, prudente,
moderado' y comedimiento 'cortesía, urbanidad, moderación'. La forma negativa
descomedirse tiene el sentido de 'faltar al respeto'; descomedido es 'descortés' y
descomedimiento 'falta de respeto, de atención o de cortesía'.

Los usos americanos divergentes resultan —como en tantos otros casos—


de la conservación de un uso peninsular viejo y su posterior alteración. De ello
tenía ya conciencia

1 Pág. 215. En el texto del artículo, titulado El champaña, Blume repite muchas veces
la expresión acomedido subalterno.

2 En Antioquia hay una variante popular, acomidirse, que ha llegado a tomar el sentido
de 'compadecerse'.

3 Alvarado da acomedirse como "voz arcaica" y dice que se usa algo más acomedido
(Glosarios del bajo español en Venezuela. Segunda parte. Neologismos y arcaísmos, vol. III
de las Obras completas, 3 vols., s. v.).

4 Enrique Tovar consigna también el poco o nada usado verbo desacomedirse, que
remite a descomedirse sin precisar acepciones (Hacia el gran diccionario de la lengua
española, s. v.).

35  
Arona, para quien el uso peruano de acomedirse implicaba una

"doble corrupción de comedirse, puesto que le ponemos una a que no tiene y le


hacemos significar prestarse a hacer un servicio graciosamente, por lo que el
participio acomedido, que es de mucho uso, equivale a servicial, solícito, y
desacomedido, que es un feo reproche a lo contrario" 1.

Añadía Arona que comedirse no se usaba en Lima y que comedido


'moderado, medido, cortés' podía oírse esporádicamente en el habla culta limeña:
ambas afirmaciones siguen siendo válidas. Daba también un derivado,
acomedimiento (hoy poco oído) con el sentido de "oficiosidad, extemporánea
muchas veces". En esa posible extemporaneidad está sin duda el origen de un
dicho que el Diccionario de americanismos de Malaret consigna como uso de
Colombia y el Perú (no parece corriente entre nosotros): el acomedido hiede a
podrido.

Comedir viene del latín commetiri 'medir en conjunto', 'medir a la vez',


'confrontar'. En castellano comedir (documentado desde el siglo XII) tomó el
sentido de 'pensar', hoy anticuado (recuérdese que el sentido etimológico de
pensar es 'pesar'). El uso reflexivo comedirse 'anticiparse a ayudar sin ser
solicitado' tiene antecedentes en el Arcipreste de Hita y se documenta a lo largo de
los siglos XVI y XVII, pero cayó en desuso a fines de este 2. El enlace semántico
entre el arcaico comedir 'pensar' y el hoy también anticuado comedirse 'anticiparse
a ayudar' parece claro: para anticiparse a ayudar hay que anticiparse a pensar.

Comedirse 'ayudar espontáneamente' (el Diccionario de la Academia


registra como tercera acepción, americana, la de 'ofrecerse') es hoy corriente en
Méjico (donde alterna con acomedirse), la Argentina y la sierra del Ecuador 3.
4
Acomedirse fue en principio simple variante de comedirse; la preposición a,
prefijada, ha llegado a

1 Diccionario de peruanismos, s. v. Subrayados del autor.


2 Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana, 4 vols. o
Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Con la colaboración de José A.
Pascual, 6 vols.; s. v. medir.
3 Santamaría da como segunda acepción de comedirse, en la Argentina y Ecuador, la de
'entrometerse'; da también comedido 'entrometido' en el Ecuador y comedimiento. Consigna
igualmente los usos americanos de acomedirse, acomedido y acomedimiento (Diccionario
general de americanismos, 3 vols., s. v.).
4 El navarro acomide 'descontento, disconforme' no parece tener relación con el
acomedirse americano.

hacerse en la lengua popular una partícula meramente expletiva.

36  
La más temprana documentación de la forma americana con prefijo parece
ser una, mejicana, correspondiente a 1842. En tal año se reeditó —por cuarta
vez— esa verdadera joya de la tardía picaresca americana que es El Periquillo
Sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardi: digna contraparte, en el otro
extremo de América, de El lazarillo de ciegos caminantes de Concolorcorvo. En
El Periquillo Sarniento (la primera edición es de 1816) se documenta
abundantemente comedirse con el sentido, ya entonces olvidado en España, de
'ofrecerse a ayudar espontáneamente' (igualmente comedido 'servicial' y
comedimiento 'oficiosidad'). Así por ejemplo, cuando en su azarosa carrera el
antihéroe va a dar a casa de un barbero, relata:

"... me comedía a limpiar los paños, a tener la bacía y a hacer algo de lo que veía
hacer al aprendiz...".

El editor de 1842 anota, al pie de la página:

"Por comedirse, y con más frecuencia acomedirse, se entiende vulgarmente


prestarse con voluntad y gusto a ayudar a otros en sus trabajos y quehaceres o
desempeñarlos por ellos" 1.

Si, según dicho editor, la forma con prefijo era ya la más usual en Méjico
a principios del siglo XIX, puede suponerse que la preferencia de Lizardi por las
formas originales sin prefijo se haya debido a prejuicio purista o casticista.

AGUAITAR

Aguaitar viene del catalán aguaitar 'estar en acecho', 'mirar' y este de


guaita 'vigía', 'centinela', palabra de origen germánico (emparentada con el inglés
to watch) introducida tempranamente en castellano 2.

1 Pág. 206 de la edición hecha en Méjico (Porrúa) en 1965; véanse también las págs.
120 y 288 (comedirse), 270 (comedido) y 147 (comedimiento).
2 Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. En el Drama de los Pa-
langanas (de origen incierto y fines del XVIII), aguaitar tiene todavía el sentido de 'mirar',
'observar abiertamente': "... aguaitando las casas de las Mujercillas que estaban a las puertas,
ventanas o galerías..." (pág. 61 de la 2.ª edición Sánchez).

Entre marineros catalanes se llamaba guaita cada uno de los cuatro turnos
de guardia nocturna. El término se extendió, durante el siglo XVI, a Castilla y
Portugal. Hoy guaita ha caído en desuso en castellano 1 y parece que su derivado

37  
aguaitar no fue, en ninguna época, corriente en la Península. Se usó algo en
Andalucía, y tuvo sobre todo vida en Navarra y Aragón, donde todavía hoy es de
habla rústica. Pero ya a principios del siglo XVII era aguaitar voz anticuada en
castellano 2.

Mientras tanto, la palabra había pasado a América junto con otros términos
del habla marinera; hoy se conserva en diversas regiones con su sentido
3
etimológico de 'vigilar, acechar' o con el muy próximo de 'atisbar, espiar', este
predominante en el Perú.

El postverbal aguaita se usa en diversas regiones de América; en Chile y


Argentina (lenguaje gauchesco) se prefiere aguaitada. En cuanto a compuestos, se
llama aguaitacaimán un ave zancuda de Cuba; aguaitacamino es un pájaro de la
América Central.

En algunas partes, sin embargo, se ha ido más allá de la simple conservación


de viejos usos castellanos. En Venezuela, por ejemplo, aguaitar tiene además un
sentido general, equivalente a los de ver, mirar, observar, documentado también
en catalán. Por último, aguaitar se documenta en Venezuela y Puerto Rico como
insólito sinónimo de aguardar, esperar 4.

En Bolivia alterna con aguaitar, en los sentidos de 'atisbar, acechar', la


variante (con sufijo de frecuentativo) aguaitear.

Pero lo más notable es que en Venezuela y el Perú aguaitar ha sobrepasado


el nivel de habla rústica o vulgar a que se halla confinado en otras partes: se oye
en boca de la gente educada y

1 Valle Inclán lo usa en Tirano Banderas (pág. 174) con el sentido de 'centinela, vigía'.
2 El Diccionario de la Academia da como desusados solo los derivados aguaitador, -a
y aguaitamiento.
3 Véase este sentido en el Diario de Lima de Suardo (1629-1634), págs. 33 y 216. Un
Vocabulario de español a caribe de 1789 consigna aguayta 'centinela' y aguaytar 'hacer
centinela' (Lenguas de América, pág. 261).
4 Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras en el castellano de Venezuela, 2.ª serie,
Caracas-Madrid 1960, págs. 126-129.
se lee en la prosa de buenos escritores (aun se recomienda como forma correcta
frente a la variante agüeitar, que es resultado de asimilación y se tiene por
vulgar).

Alfredo Bryce Echenique reacciona, exasperado, ante estos usos


divergentes:

38  
"... los peruanos aguaitamos, del peruanismo aguaitar, mientras que los
españoles fisgonean, del verbo que no usamos los peruanos. Es un lío hacer
periodismo así, y hasta escribir un libro de recordar. En la literatura, en cambio,
uno está más cómodo..." 1.

Sin embargo, la edición de 2001 del Diccionario académico consigna


aguaitar como uso actual del español general, con cuatro acepciones: 'cuidar,
guardar'; 'mirar, ver'; 'acechar, aguardar cautelosamente'; 'atisbar, espiar'. Solo
aparece como americana la quinta de 'aguardar, esperar'.
2
La locución adverbial en aguaite 'en acecho' que usa Palma no es hoy
corriente en el Perú (sí en Venezuela y otros países); tampoco lo es la equivalente
al aguaite, documentada en los artículos de el Tunante 3. El Diccionario de la
Academia en las ediciones de 1992 y 2001 registra al aguaite, de aguaite y en
aguaite como locuciones adverbiales sinónimas de en acecho.

AJOCHAR

En La serpiente de oro cuenta Ciro Alegría que un temido puma azul


estuvo merodeando por los alrededores del pueblo:

"Las cabras balaron demostrando gran pavor y el Matarrayo ladró temerosamente


sin atreverse, pese a que ella [doña Mariana] y la Hormecinda lo ajocharon a ir
más allá de la puerta".

1 Permiso para vivir. Antimemorias, pág. 340. Véanse también: Vallejo, Novelas y
cuentos completos, págs. 37, 69, 101, 200, 268 y Obra poética completa, págs. 114, 175,
261; Alegría, La serpiente de oro, págs. 138 y 167; Bryce, Un mundo para Julius, págs. 13,
260, 285, 321.
2 Véase Tradiciones, pág. 833.
3 Rasgos de pluma, pág. 124.

En la misma obra, un niño, hijo de una barragana del cura de Calemar,


muere después de comer chicharrones que ha pedido a otra barragana del mismo
cura:

"Entonces la madre ajocha al cura, dale y dale, y lo convence... Y el cura, en día


domingo y después de misa, dice al pueblo que hay que quemar a la bruja a la
que ya había hecho apresar por el gobernador".

39  
Por último, el narrador refiere cómo un hato de vacas vadea el Marañón:

"De las que nadaban, solo se distinguía la cabeza y los cuernos a modo de
paréntesis sobre la ondulada superficie del río. La mancha se fue angostando
hasta hacerse una fila, a la que contemplábamos los vallinos que fuimos a
curiosear y los dueños y los repunteros 1, que ya no insistían en ajochar a las
rezagadas" 2.

En el habla familiar y popular del Perú ajochar puede equivaler a instar,


incitar, instigar, azuzar, espolear, aguijonear; apremiar, acosar 3; hostigar,
perseguir, provocar. Casi no se usa hoy el adjetivo ajochador, que consigna
Tovar 4.

Ajochar resulta de sucesivas alteraciones de huchar, galicismo de montería


(del francés hucher) incorporado al castellano en el siglo XVI con los sentidos de
'hacer gritería', 'lanzar a los perros tras la presa azuzándolos con gritos' 5.

El francés hucher, hoy anticuado o dialectal, se pronunciaba con h aspirada;


como el castellano del siglo XVI tenía un fonema análogo, el préstamo lo
mantuvo al principio. Luego se perdió en castellano el sonido de la h (conservada
como grafía muda). Paralelamente, se formó sobre huchar una variante con sufijo
de frecuentativo, huchear, de la que salió otra prefijada ahuchear, la cual, por
acción de la tendencia antihiática, recibió posteriormente una b epentética. El
resultado final fue abuchear, hoy general en la lengua

1 Véase punta en este volumen.


2 Págs. 147, 193 y 232, respectivamente, de la edición antes citada.
3 Véase este uso de Sofocleto referido al ajedrez: "ajochó con las torres desde el saque"
(Sofonetos, pág. 79).
4 Hacia el gran diccionario de la lengua española, s. v.
5 Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. huchear.
con el sentido específico de 'censurar colectivamente por medio de gritos o
silbidos' 1.

Pero, por otro lado, la h aspirada de unos cuantos términos conservó su


sonido en algunas regiones de España y América 2. Ese es el origen de la jota de
juchar, grafía que reproduce el sonido de la h 3. Variantes dialectales con cambio
de u en o y adición de prefijo (como ajochar) o sustitución de sufijo son, en Santo
Domingo, Honduras, Méjico (Tabasco), Venezuela (Andes) y Aragón, ajuchar; en
Colombia, jochar 4; en Andalucía y Extremadura juchear; en Bolivia, jochear.

40  
En el DRAE 2001, ajochar se registra referido al Perú con la acepción de
'presionar, perseguir, asediar'.

ALTURADO

En el Perú es corriente el uso del adjetivo alturado por elevado (en sentido
metafórico) con las connotaciones de 'digno', 'sereno', 'mesurado'. El término se
aplica sobre todo al lenguaje: "debate alturado", "respuesta alturada",
"intervención alturada". Ocasionalmente se refiere a sustantivos que no tienen
5
directa relación con el lenguaje: "civismo alturado", "actitud alturada" ,
"defensor alturado de sus ideas". Se oye poco el correspondiente adverbio
alturadamente.

Alturado es un término de lengua culta, a lo que parece de uso restringido


al Perú. Es formación anómala, pues no encaja en el sistema de la morfología
castellana.

En efecto, alturado es un derivado de altura más el sufijo -ado. Pero los


sustantivos abstractos terminados en -ura, a su vez derivados de adjetivos, no
producen normalmente otros adjetivos por adición del sufijo participial -ado.
Frescura, flacura, gordura, blancura, blandura,

1 En el Perú se usa poco por predominio de pifiar (véase).


2 Véase jalar en este volumen.
3 Juchar se conserva en Santo Domingo, pero se ha olvidado en la lengua general.
4 También se usa ajochar.
5 Véase "alturada mirada" en Serafina Quinteras, Así hablaba Zarapastro, pág. 76.
negrura, por ejemplo, no han producido adjetivos como *frescurado, *flacurado,
*gordurado, *blancurado, *blandurado o *negrurado 1. Tal vez siguiendo la
misma tendencia del español del Perú que ha producido una forma como alturado,
Vallejo crea el neologismo amargurado, que emplea en el poema IV de Trilce 2.

Seguramente por intuición de la anomalía de estas formas, el intelectual


argentino José Gabriel, a quien hace unos sesenta años llamó la atención nuestro
alturado, lo consignó como ejemplo de "verbalización caprichosa" 3, es decir, lo
consideró participio adjetivado de un supuesto verbo *alturar (no documentado)
semejante a escriturado de escriturar, etc. Pero este es un claro caso de falsa

41  
regresión; como en muchos otros, la formación del verbo no ha sido etapa previa
para la formación del adjetivo.

El Diccionario de americanismos, publicado en 2010 por la Asociación de


Academias de la Lengua Española, registra alturado, -a como peruanismo.

AMERITAR

En el Perú se documenta desde hace algún tiempo el verbo ameritar con


usos más o menos equivalentes a los de merecer. No se oye, en cambio, el
contrario demeritar, que Tovar consigna como peruanismo 4.

Ameritar tiene larga tradición en Méjico 5, Cuba y Venezuela 6. En Cuba


se emplea también desmeritar por desmerecer, que tiene además el sentido
próximo de 'desacreditar, desprestigiar, denigrar'.

1 En los casos de censurado y mesurado existen los verbos correspondientes cesurar y


mesurar.
2 Véase Obra poética completa, pág. 146. Similarmente, Haya de la Torre crea el
adjetivo arquitecturado. Véase "mentalidad [...] arquitecturada" en ¿A dónde va
Indoamérica?, pág. 211.
3 Artículo titulado "El español en el Perú", en San Marcos, tomo V, págs. 133-140.
4 Hacia el gran diccionario de la lengua española, s. v.
5 Véase ameritar con el sentido de 'llenar de mérito, dar mérito' en El Periquillo
Sarniento de Lizardi, pág. 391; ameritado por meritorio o 'lleno de mérito' (referido a
persona) en íd. íd. 351.
6 Lo usa ya Bolívar en 1817 (véanse Obras completas, 3 vols., I, pág. 269; también
Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 311-312 y Léxico de Bolívar, pág. 541-542).
Ameritar ya aparece en la edición de 1984 del Diccionario académico como
andalucismo y americanismo con la acepción de 'dar mérito', y solo como
americanismo en la de 'merecer'. En la edición de 2001 ameritar figura como
americanismo sinónimo de merecer. El participio adjetivado ameritado se registra
como americanismo con el sentido de 'merecedor, benemérito'. El verbo aparece
empleado por académicos americanos en los documentos concernientes al primer
Congreso de Academias de la Lengua, celebrado en Méjico en 1951 1.

En cuanto al origen de ameritar, se le ha combatido como galicismo sin


mayor fundamento: el francés mériter, forma sin prefijo 2, habría dado más
fácilmente meritar, que en efecto se documenta en castellano antiguo. Lo más

42  
probable es que ameritar sea una formación directa sobre mérito: la formación de
verbos (sobre sustantivos o adjetivos) con el prefijo a- es recurso favorito del
castellano de América.

ANCHOVETA

En el Perú se llama anchoveta a un pececito (Engraulis ringens) de color


grisáceo y de unos doce centímetros de largo. La anchoveta se desplaza, en
grandes cardúmenes 3, a lo largo de la costa del Pacífico y siguiendo el curso de la
corriente fría de Humboldt. La depredación, por una parte, y la desviación de esa
corriente, por otra, han hecho disminuir considerablemente, en los últimos años,
esta riqueza pesquera del Perú, que se tenía por la mayor del mundo según
informes de la FAO.

Principal alimento de otras especies ictiológicas, la anchoveta era


igualmente sustento de diversas aves marinas cuyo estiércol, acumulado en años,
y hasta siglos, sobre la superficie de las llamadas islas guaneras, constituye
todavía el apreciado abono natural llamado guano 4 de isla(s).

1 Así lo hace notar Rosenblat en Buenas y malas palabras, pág. 291.


2 Mériter viene del frecuentativo latino meritare, en tanto que merecer sale del
hispano-latino *merescere, igualmente formado sobre el primitivo merece, íd. (véase
Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. merecer).
3 Véase cardumen.
4 Del quechua wanu 'estiércol’ y de allí ‘abono'.
La anchoveta fue utilizada directamente como fertilizante en la agricultura
precolombina, ya enterrándola en grandes cantidades en los campos de cultivo, ya
poniéndola individualmente en contacto con la semilla: unas veces se enrollaba
alrededor de ella, uniendo la cabeza con la cola; otras, el pez era enterrado
verticalmente con la semilla en la boca.

La anchoveta fue materia prima de una industria que llego a poner al Perú
en el primer lugar mundial en cuanto a volumen total de pesca: la elaboración de
la llamada harina de pescado, compuesto orgánico de alto contenido proteínico,
muy apreciado para la nutrición animal en otros continentes y que ha resultado en
la virtual depredación de nuestras costas.

43  
Con la intuición —certera— de que la excepcional riqueza del mar peruano
se explica, al menos en parte, por la igualmente excepcional aridez de nuestra
costa, debida a la erosión, dice a mediados del siglo XVII el padre Cobo: "parece
quiso Nuestro Señor proveer a los moradores destas provincias marítimas del Perú
de remedio contra la esterilidad de sus tierras". Y dice luego:

"Cuando veo tan grande inmensidad de anchovetas en esta mar del sur, vengo a
sentir, que así como crió Dios la hierba en los campos para pasto de animales
terrestres, así también crió las anchovetas en la mar para sustento de los acuátiles;
porque todo género de pescado mayor y menor, con otra infinidad de aves
marinas, se mantienen déllas; y los pescadores no ponen de ordinario en los
anzuelos otra carnada o cebo que de anchovetas, para pescar todo género de
peces" 1.

La increíble abundancia del pequeño pez no cesa de asombrar al padre


Cobo, quien relata cómo a veces varan en tierra tan grandes cantidades de
anchovetas que "suele quedar un gran camellón déllas a lo largo de la playa". Y
dice también:

"Suelen venir por esta costa del Perú tan espesos cardúmenes de anchovetas, que
navegando yo de Lima a Trujillo el año de 1627,

1 Véase Cobo, Historia del Nuevo Mundo, edición BAE, 2 vols., I, págs. 299-300. Una
anterior documentación de anchoveta ha sido señalada por José Luis Rivarola en la Relación
de Pedro Pizarro (ms. de 1571). Véase "Para la historia de los americanismos léxicos. A
propósito de una nueva versión de la Relación de Pedro Pizarro". En Filología, Año XX, 1
(pág. 79).

nos cercó el navío uno tan grande, que parecía una mancha negra el agua, y por
estar a la sazón en calma, las cogía la gente del navío a canastos, con no más
trabajo que meter los canastos de canto en la mar y sacarlos llenos de anchovetas.
En esta ciudad de Lima y en su comarca se gasta todo el año una gran cantidad de
anchovetas frescas, y se tiene por pescado regalado y de muy buen sabor; fuera
de que es gran socorro para la gente pobre, porque con un real de anchovetas
cena toda la gente de una casa, aunque sean diez o doce personas" 1.

Anchoveta es un derivado de anchova: el sufijo -eta (forma femenina del


morfema de diminutivo -ete) tiene importantes funciones como especificador y
renominalizador. Anchova 'boquerón en salmuera' se usó en España desde fines

44  
del siglo XV hasta los últimos años del XIX; es voz latina (en última instancia,
griega) que el castellano tomó del genovés, probablemente a través del catalán 2.

La variante, hoy general, anchoa es resultado del desgaste de la


consonante intervocálica, fricativa de tipo muy abierto y articulación poco tensa.
El derivado anchoveta ha sufrido en el castellano de la selva peruana un desgaste
semejante, pues allá se documenta como predominante la variante anchoeta 3.

De anchoveta se deriva, a su vez, anchovetero, adjetivo referido a diversos


aspectos de la pesca o de la industria respectiva. Pero las embarcaciones
anchoveteras se llaman más frecuentemente bolicheras (en uso sustantivo) porque
en ellas se emplea un tipo especial de red, el boliche.

Como la anchoveta no es en el Perú un pez apreciado para el consumo


humano —a pesar de haberlo sido en otra época, como lo atestigua el padre
Cobo— se explica el dicho peruano anchoveta no es pescado, después que te la
has tragado, el cual se enrostra a quien desprecia una cosa —o a una persona—
después de haberse servido de ella, y muy especialmente a quien abandona a una
mujer después de una aventura amorosa.

1 Ob. cit. pág. 299b. Anchovetas subrayado en el texto.

2 Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. anchoa.

3 Otro nombre en la misma región es sapa-mama. Tovar da sapo-mama o sapu-mama


(Vocabulario del Oriente peruano, s. v.).

ÁNFORA

En su satírica Constitución política decía, hace casi dos siglos, el escritor


peruano Felipe Pardo y Aliaga:
"¡Oh escarnecida libertad! ¡Tu escudo
es para el indio de pasmoso efecto!
¿Trotar a pie le mandan? -Calla y trota.
¿Votar? -Recibe su papel y vota.
Y vota seducido o violentado;
y en vil manejo la provincia bulle;
y ese voto, a otros tales asociado,
en la ánfora electiva se zambulle..." 1.
Medio siglo después (las cosas no habían variado) preguntaba
coincidentemente González Prada:

45  
"¿Qué han logrado los trabajadores con ir a depositar su voto en el ánfora de una
plazuela? Ni elegir al amo, porque toda elección nacional se decide por el fraude
o la violencia" 2.

Ánfora viene del griego amphoreús 3 'vaso grande con dos asas' a través del
latín amphora, de idéntico significado. En castellano la voz se documenta desde el
siglo XVI con el sentido de 'cántaro alto y estrecho de cuello largo con dos asas y
terminado en punta', asociado sobre todo al arte grecorromano. En la liturgia
católica se llaman ánforas las jarras o cántaros, generalmente de plata, en que el
obispo consagra los óleos el jueves santo.

En el Perú y Méjico 4, sin embargo, ánfora tiene el sentido predominante de


'urna', es decir, 'arca pequeña o recipiente en que se depositan cédulas, números o
papeletas para un sorteo o votación secreta'; el término se asocia sobre todo a las
elecciones políticas y por tanto equivale a urna electoral. En usos figurados

1 En BCP 9*, pág. 155.


2 En Ensayos escogidos, págs. 89-90. Véase también ánfora 'urna electoral' en
Gamarra, Cien años, pág. 65; Blume, Sal y pimienta, 112; Corrales [Clemente Palma],
Crónicas político-doméstico-tanrinas, pág. 26; Gálvez, Calles de Lima y meses del año, pág.
160; Francisco Vegas Seminario, Chicha, sol y sangre, págs. 47 y 49; Vargas Llosa,
Conversación en La Catedral, 2 vols., I, págs. 188, 190.
3 Haplología de amphiphoreús, con el prefijo amphi 'dos'.

4 Parece que también en Guatemala y Bolivia.

("un gobierno surgido de las ánforas", etc.) llega a entenderse como símbolo del
proceso democrático. De otro lado, la palabra urna (por predominio de su
acepción de 'urna funeraria o cineraria') ha llegado a hacerse voz sinónima de
ataúd en el Perú y otras regiones de América 1; este hecho ha contribuido sin duda
al desplazamiento de urna por ánfora en los usos relacionados con el proceso
electoral.

El nexo entre los sentidos generales de ánfora ('cántaro estrecho', 'jarra


litúrgica') y los americanos de 'urna electoral' tal vez se encuentre, a su vez, en la
íntima relación que existió entre las universidades coloniales —cuyos procesos
electorales alborotaban a toda la ciudad 2— y los conventos de los cuales
surgieron, en los que eran igualmente sonadas las elecciones de Prior. La jarra
litúrgica designada con el nombre de ánfora pudo empezar una segunda y profana

46  
vida como urna electoral en conventos y universidades ligadas a aquellos 3 y pudo
terminar con la salida del uso fuera de esos ámbitos.

ANTIER

Antier resulta de reducción de un adverbio compuesto, formado por la


preposición ante y la variante vieja yer (más próxima que ayer al étimo heri
latino). Antier era la forma usual para Nebrija y Colón, aunque ya desde la última
década del siglo XV está documentada la variante, hoy general, anteayer 4.

Durante el Siglo de Oro antier y anteayer alternan con otras variantes tales
como anteyer y antiyer 5 (esta última conservada en

1 En Méjico se conserva con este sentido la variante leonesa urnía.

2 Véanse referencias a elecciones universitarias, algunas tumultuosas, en Suardo,


Diario de Lima (1629-1634), págs. 23, 25, 26, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 42, 131, 169.

3 Hasta hace más de medio siglo, en la vieja casa de San Marcos los exámenes finales
orales se rendían en el Salón de Grados, que conservaba su aspecto de antigua capilla —el
graduando sostenía su tesis desde el púlpito— y los números correspondientes a las balotas
('temas o puntos del programa' de la materia examinada) se extraían de un ánfora de plata,
especie de jarra o copón de ancha boca.

4 Ya en el Universal Vocabulario de Antonio de Palencia, publicado en Sevilla en 1490


(véase el Registro de voces españolas internas de John M. Hill, s. v.).

5 Véase Keniston, The Syntax of Castilian Prose. The Sixteenth Century, pág. 578.
Véase antiyer en González Prada, Letrillas, pág. 34.

la Argentina). Correspondientemente se dijo también anteantier (hoy en Méjico


antantier) por trasanteayer. Pero ya a principios del siglo XVII Covarrubias tenía
a antier por vocablo "bárbaro" 1; Góngora lo evita: usa antes de ayer y anteayer 2.

Antier es, pues, un arcaísmo, como lo son agora, ansina, enantes


(véase), habemos, haiga, vide, truje; todas formas legítimas de la lengua,
ennoblecidas por el uso de los clásicos pero relegadas hoy, a pesar de su abolengo,
al habla rústica, vulgar o dialectal en la Península 3. En el DRAE 2001 la
Academia consigna antier como forma general del habla familiar pero anuncia
que retirará la marca de uso coloquial en la próxima edición del Diccionario
oficial.

En efecto, en varios países de América antier llega (como enantes y


habemos en el Perú) al nivel del habla culta y de la lengua escrita. Es general en
Méjico y la República Dominicana, tiene gran difusión en el Ecuador y la

47  
Argentina 4; se emplea igualmente en Venezuela, en una de cuyas regiones (el
Alto Llano) tiene también el sentido de 'hace poco tiempo'.

En cuanto al Perú, parece que la moderna difusión de antier se debe a una


razón práctica: la preferencia por la grafía más corta en el lenguaje periodístico,
sobre todo cuando se trata de la composición de titulares.

APURARSE

En el Perú y en casi toda la América hispana (se exceptúa Méjico) es uso


general el de apurarse por apresurarse o darse prisa; estar apurado equivale a
tener prisa, estar de prisa; apurar, en uso transitivo, a urgir, apremiar, meter
prisa. El postverbal apuro se ha hecho, por tanto, sinónimo de prisa (palabra poco
usada en el habla familiar americana) y tener apuro equivale a estar apurado
(tener prisa).

1 Tesoro de la lengua castellana o española, s. v.

2 Véase Alemany, Vocabulario de las obras de Don Luis de Góngora y Argote, s. v.

3 Antier se conserva en Salamanca; en Andalucía se dice antiernoche por anteanoche.

4 Véase Capdevila, Despeñaderos del habla, pág. 19.

En España, en cambio, apurar y apurarse solo se entienden en relación con


apuro en su sentido de 'aprieto, apremio, trance o situación angustiosa'. En
realidad, el uso americano de apurar(se) por dar(se) prisa representa solo un
grado más en la serie de sucesivas evoluciones semánticas experimentadas por
apurar en castellano. Formado sobre el adjetivo puro, tuvo originalmente un
sentido que hoy se expresa por algunos derivados, tales como depurar o purificar.
De este sentido, entendido figuradamente, se llegó poco a poco al de 'acosar,
apremiar', tradicional en España desde fines del siglo XVII 1. En el uso americano,
que es a su vez desarrollo del anterior, la idea de 'urgencia temporal' implícita en
'acoso, apremio' ha pasado a primer plano, en tanto que se ha ido esfumando el
matiz de 'angustia' implícito igualmente en esa noción.

Los divergentes valores semánticos de apurar y apuro son ya tradicionales


en la casi totalidad del continente americano. Documentados desde fines del siglo

48  
XVIII, se hicieron generales a principios del XIX y hoy llegan a todos los niveles
del habla 2.

Pero los nuevos usos americanos de apuro no han traído como consecuencia
el olvido de su significado de 'acoso, apremio, trance difícil', conservado sobre
todo en el plural: estar en apuros (o en un apuro), salir de apuros, meter(se) en
apuros, sacar de apuros, etc. Con estos usos de apuro se relaciona sin duda la
expresión en los quintos apurados, corriente en el Perú 3, la Argentina, Colombia
y Venezuela como equivalente de en los quintos infiernos.

ARMADA

En Nuestra pequeña historia José Gálvez relata la del Estanco del Tabaco,
establecido en Lima en 1753:

1 Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, págs. 45-48.

2 Se documentan de Bolívar a Borges. Véase Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs.


237-238 (t. Léxico de Bolívar, págs. 438, 439, 440, 559, 561) y Borges, Evaristo Carriego,
págs. 74 y 109 (apurarse); 63 (apurado); 80 y 116 (apuro: dice Borges que la frase "no
tengo apuro es criollo clavado"); 40 y 85 (apurón, tal vez algo más cercano semánticamente
al sentido peninsular).

3 Véase "desde los quintos apurados" en Gamarra, Cien años, pág. 155.

"... se promulgó con todas las formalidades sonoras y legales del caso un bando
para anunciar el establecimiento del Estanco y se notificó a los particulares que
tuvieran ese producto para que lo vendieran en el plazo de quince días. Tasáronse
las existencias y se pagó la cuarta parte del valor al contado y el resto en armadas
semestrales" 1.

El artículo número 83 de la Ley de Reforma Agraria peruana, promulgada


el 24 de junio de 1969, dice, en parte:

"El precio de venta de unidades de mediana propiedad a favor de personas


naturales será pagado en armadas anuales que en ningún caso podrán ser
inferiores al monto de la merced conductiva ['arrendamiento'] que hubiera estado
abonando el adjudicatario".

El uso de armada con el sentido de 'cuota, plazo', 'monto de dinero aplicado


a la amortización de una deuda' se usa actualmente menos en el castellano del
Perú que en épocas pasadas. El trayecto de la evolución semántica del término no
está claro, pero es obvio que la acepción regional no tiene nada que ver con su

49  
sentido general de 'escuadra, flota'. Es, en cambio, probable que dicha acepción se
relacione con otros usos figurados de armada o armarse que implican igualmente
idea de 'dinero'.

Así, armar tiene en la lengua general el sentido metafórico de 'proveer,


especialmente de dinero'. En Andalucía y parte de la América hispana (el Perú,
Ecuador, Colombia, Nicaragua, Puerto Rico) la forma reflexiva armarse ha
tomado el matiz peyorativo de 'enriquecerse súbita e ilícitamente' 2. En Nicaragua
dicho verbo tiene además el sentido de 'retener indebidamente lo ajeno'. En el
Perú y Bolivia armarse es también 'obtener un beneficio inesperado': recibir un
gran regalo, sacarse la lotería, etc. En la Argentina tiene los sentidos de 'ganar
mucho dinero en el juego' y 'alcanzar una buena posición económica'.

Un uso jergal del siglo XVI parece más directamente enlazado con los
nuestros: en germanía armada o armadilla era el dinero que un tahúr entregaba a
otro para que lo jugase en su nombre. Es de suponer que, si dicho procedimiento
se seguía a lo largo de una

1 Pág. 170.

2 Véase armarse con este último sentido en C. Palma, Crónicas, pág. 50.

partida prolongada, el habilitador tenía que entregar al habilitado una serie de


armadas sucesivas. Una vez establecido el uso del término con el valor de
'cantidad de dinero entregada a cuenta de otra mayor', armada pudo pasar del
lenguaje del juego al habla común, tal como se comprueba en otras formas
lingüísticas que hoy resultan peculiares del español de América.

ARRANCHAR

Como se verá más adelante, rancho 'vivienda pobre' es postverbal de


rancharse 'alojarse', término soldadesco tomado del francés se ranger 'arreglarse',
'instalarse en un lugar' 1.

En relación con rancho y con rancharse está nuestro familiar 2 arranchar


'arrebatar', 'quitar algo con viveza y violencia'. Pero para percibir mejor el nexo
semántico entre esos términos, hay que volver al punto de partida: el galicismo
militar rancharse 'alojarse', documentado desde el siglo XVI.

50  
El soldado de entonces abusaba, tal vez más que ahora, de la hospitalidad
de la población civil, retribuyendo a veces su alojamiento con el saqueo. Esta
deplorable costumbre, a lo que parece arraigada entre los Tercios de Castilla, los
hizo odiados hasta el punto de desencadenar las sublevaciones de Flandes y
Cataluña. Los oficiales españoles, nada orgullosos de las depredaciones de sus
huestes —y, al mismo tiempo, quizá algo cínicos con respecto a ellas—
empezaron a usar en informes y comunicaciones el galicismo rancharse 'alojarse'
(aprendido antes en las campañas de Francia) como eufemismo para referirse al
saqueo.

En el texto español del Vocabulario quechua de González Holguín (1608)


aparecen como traducciones las frases "robar o saltear, o arrebatar, o tomar, o
ranchear, quitar por fuerça" y "goloso, o rancheador

1 Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. rancho.

2 Llega al nivel de la lengua literaria. Dice González Prada que el fraile español "al
mendigar, arrebata, arrancha el dinero y las especies" (en BCP 9**, pág. 319). Véase
arranchar [la novia] en Segura, Artículos, poesías y comedias, pág. 352. Arranchar(se) en
Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, I, págs. 240, 242, 347.

de comidas, engañador y arrebatador de las comidas agenas con engaño" 1.

Más tarde, tal vez a mediados del siglo XVIII, se formó sobre rancho
'vivienda' el verbo arrancharse, conservado en algunas regiones de América con
los sentidos de 'vivir juntos' o 'quedarse obstinadamente en un lugar'. Sobre la
nueva forma resurgió entonces la vieja idea del saqueo, pero ahora, como si
dijéramos, "individualizado". Arranchar tomó entonces el sentido de 'quitar algo
con violencia' que tiene hoy en el Perú, Ecuador, Cuba y la América Central.
Entre nosotros arranchón es el 'acto de arrebatar' y arranchadera equivale a
rebatiña; en Arequipa se documenta con equivalente valor nominal una forma
verbal reduplicada: arrancha-arrancha. En el Ecuador ir al arranche es 'reñir con
violencia por la distribución de alguna cosa'.

En relación con estos usos está también el boliviano y ecuatoriano


arranchar 'aprehender, capturar'. En Cuba arranchar era 'perseguir a los esclavos
fugitivos' y se llamaba arranchador el perro sabueso entrenado en ese tipo de

51  
cacería humana. En una tradición ambientada en 1783, Palma habla de unos
2
mataperros (véase) que arranchaban polisones , y los llama por ello
3
arranchadores . En la actual modalidad del robo al escape, se llama en el Perú
arranchador al ladrón especializado en arrebatar bolsos, alhajas y teléfonos
móviles a transeúntes.

ATINGENCIA

Atingencia es hoy en el Perú sinónimo de observación, acotación,


especialmente en el lenguaje de sesiones y discusiones de grupo: "desearía hacer
una atingencia al proyecto presentado", "se tendrá en cuenta su atingencia", etc.
A veces se percibe cierto matiz negativo de 'objeción': "con tantas atingencias no
llegaremos a ningún acuerdo" 4.

1 Págs. 191a y 159a, respectivamente, de la edición hecha en Lima en 1952; véase


también íd. íd. 652a ("ladroncillo rancheador").
2 Antigua prenda de vestir femenina interior.
3 Tradiciones, pág. 705. Véase el compuesto arranchacapas en Segura, ob. cit. pág.
256.
4 Véase atingencia 'observación, sugerencia' en Segura, Artículos, pág. 45.
La edición de El Comercio de Lima correspondiente al 17 de octubre de
1867 nos proporciona una valiosa información sobre la época y la fuente de
difusión de este uso peruano. Bajo el título La moda y el charlatanismo se lee:

"Hemos observado en estos días que la pedantería campea en el santuario de las


leyes. En el Congreso un honorable pronunció la palabra atingencia y no hubo un
solo padre conscripto que no se sintiese atingido y no reclamase a cada paso de
las atingencias de sus compañeros".

La palabra pasó pronto del uso parlamentario al general, pues en 1883 la


incluye ya el Diccionario de peruanismos de Arona:

"Atingencia.— Provincialismo culto, usado en el mejor estilo y con el respectivo


acompañamiento de afectación en el que lo profiere, que, en ese momento, no se
cambiaría por el mismo Cervantes ni aceptaría ninguna otra expresión, alegando
que no era tan pura, tan castiza, de tan buen castellano como la presente.

52  
Mientras tanto la tal atingencia no se encuentra en ningún diccionario de la
lengua" 1.

Atingencia, conforme a su apariencia de cultismo, viene del latín attingere


'tocar, concernir, atañer'. Así lo suponía Arona, pero su propia suposición le hacía
preguntarse:

"¿podrá cabernos en la cabeza que nuestro pueblo [...] sea capaz de un salto atrás,
de remontarse al latín y formar un derivado culto, como en acápite, haciendo
caso omiso del castellano que es nuestro órgano de comunicación con esa lengua
muerta?" 2.

Pero ya sabemos que atingencia y acápite, como caquinos, festinar y fungir


(véanse en este volumen), son manifestaciones de una tendencia latinizante
americana, vigente desde el virreinato y apoyada en la formación clásica del
criollo culto 3.

1 Subrayados del autor. (En el título, por doble errata, atangenca).

2 Ob. cit. s. v.

3 Véase Hildebrandt, La lengua de Bolívar, pág. 344 (t. Léxico de Bolívar, pág. 167).

Arona consigna también atingir 'oprimir, tiranizar', especialmente referido a


1
la infancia —atingido le evoca la imagen de un niño endeble y macilento— y
atingirse 'constreñirse, abstenerse, privarse' de algo ("no te atinjas"). Estos usos
(otros, semejantes, se documentan en Chile) se han olvidado en Lima; en
2
Arequipa atingir tiene el sentido de 'exigir, demandar imperiosamente' y es
corriente el participio atingido. También han caído en desuso en Lima otras
acepciones de atingencia, tales como las de 'conexión, correlación' (registrada en
el Uruguay, la Argentina 3, Chile, Ecuador, Honduras y Méjico) y 'tino, acierto' 4 e
'incumbencia', señaladas en algunos diccionarios como peruanismos.

En las ediciones de 1984 y 1992 del Diccionario académico se registra


atingencia como uso americano con el sentido de 'relación, conexión,
correspondencia': tener un asunto atingencia con otro, por ejemplo. Pero en la
edición de 2001, este sentido de atingencia aparece como uso general, y se ha
agregado como peruanismo la acepción de ‘sugerencia’.

53  
1 En el Mercurio Peruano, II, pág. 291 (año 1791): "los jóvenes que se hallasen
atingidos de una pasión amorosa…". En El santo de Panchita, comedia escrita por Segura
con colaboración de Palma: "Ni a misa quiere que salga. / ¡Qué trabajo! Esa no es vida. / Así
es que estoy como galga, / tan flaca y tan atingida". (Acto I, escena V; en Segura, Artículos,
pág. 350). Véase "esta vida atingida y falsa" en Gamarra, Rasgos, pág. 20. El DRAE 2001
registra atingido, -da como bolivianismo con el sentido de "que está pasando por un
momento particularmente difícil".

2 Es muy curioso que un clérigo ilustrado, natural de las Islas Canarias, considere (en
1816) atingirse (con el sentido de 'afligirse') como una forma vulgar del castellano de
Arequipa. (Véase Enrique Carrión Ordóñez, La lengua en un texto de la Ilustración, págs.
93, 140, 194 y 419).

3 Véase Sarmiento, Facundo, págs. 298-299: "todos los que han tenido parte, noticia o
atingencia con el crimen…". Herrero Mayor censura el uso de atingir y de atingente
'referente' en la Argentina (Lengua, diccionario y estilo, pág. 52). También critica el uso el
purista Ragucci (Palabras enfermas y bárbaras, pág. 186).

4 Véase esta en El Periquillo Sarniento del mejicano Lizardi: "Tuve la maldita


atingencia de escoger para mis amigos a los peores" (pág. 34).

AZAREARSE

En el habla familiar del Perú, Chile, Bolivia, Ecuador y la América Central


azarearse tiene los sentidos de 'turbarse, confundirse, desconcertarse,
desasosegarse, sobresaltarse'. Hoy en Lima apenas se oye el postverbal azareo
1
'turbación, desasosiego, sobresalto' y se ha olvidado el uso de azarear 'irritar,
enojar' que se conserva en Chile y se documenta entre nosotros hasta Clemente
Palma 2. Así por ejemplo, en El santo de Panchita (comedia de Segura y R. Palma
estrenada en 1859) un personaje se queja de que las niñas de la casa no salen a
atender a unas visitas:
"la verdad... esta conducta
es incivil, sospechosa,
y a todo hijo de vecino
le azarea y encocora" 3.

Los usos peruanos de azarearse se explican por cruce de azorarse con azar.

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Azorarse viene de azor nombre (de origen latino) de un ave rapaz diurna
usada en cetrería. Azorar era originalmente 'perseguir el azor' a palomas y otras
aves. De ese sentido literal surgieron sucesivamente los figurados 'hacer volver
salvaje', 'incitar, irritar' y 'turbar, sobresaltar', este último documentado ya en los
clásicos y hoy impuesto en la lengua general.

Por otra parte, azar viene del árabe zahr 'dado' y se usó primero en
castellano en relación con el juego de dados y la mala suerte en él. De allí salieron
los sentidos de 'mala suerte, desgracia en general', 'riesgo' (frecuente este en el
Siglo de Oro) y 'casualidad, caso fortuito' (usado sobre todo a partir del XVIII).
De azar 'desgracia' se derivó azarar 'traer desgracia' (primero en el juego y luego
en general), verbo que tuvo poca vitalidad en la lengua (se conserva en Andalucía
y Santo Domingo).

1 Documentado también en Chile y Guatemala. En Nicaragua es corriente el


aumentativo azareón.

2 Véase Crónicas de Corrales, pág. 33. No está claro en cuál de sus dos sentidos lo usa
Vallejo ("Y me inspira rabia y me azarea"; Obra poética, pág. 178).

3 Acto I, escena XVII; en Artículos, pág. 843.

Cuando la cetrería pasó a la historia y azorar no se asoció más a la imagen


del azor volando tras la presa, la etimología popular lo asoció a azar. Como
resultado, azorarse se hizo azararse, hoy predominante en la lengua coloquial de
ambos continentes a pesar de que el purismo apoyaba a azorarse.

Ni azorarse ni azoro son corrientes hoy en el Perú. Pero, aun suponiendo


que lo hubieran sido hasta fines del siglo XIX, sorprende la afirmación de Arona
de que en Lima "ni a la ínfima plebe" se le ocurría entonces confundir azorarse
con azarearse puesto que se ceñía "a los dos radicales que son azar y azor", y
"con toda corrección" decía "azorado por asustado y azareado por lleno de azar
[aprensión]" 1. Se hace difícil imaginar una "ínfima plebe" sopesando radicales
latinos y arábigos 2.

En cuanto a la terminación de azarear, se explica por la vitalidad que ha


tenido en todo el orbe hispánico, desde los orígenes del idioma, el sufijo -ear. Su
función original era la de iterativo o frecuentativo, pero en la lengua actual se ha
lexicalizado, conservando un matiz afectivo o intensivo indeterminado. Por la

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vitalidad de este sufijo muchos verbos acabados en -ar (como apuñalar) han
cambiado su terminación en América. Y otros tantos verbos nuevos se han
formado directamente con el sufijo -ear.

En el caso de azarearse 'turbarse' ha habido, pues, primero un cruce de


azorarse con azar, del cual resultó azararse. Luego, en el Perú y otros países, una
sustitución de la terminación verbal por aquella que es favorita en el castellano de
América.

Estos usos de azararse, y su variante preferida en el Perú azarearse, han


caído prácticamente en desuso en América.

1 Véase su Diccionario de peruanismos, s. v. azarearse. Subrayados del autor.

2 Azar conserva en el Perú ese sentido de 'inquietud, aprensión'. Tener azar a algo es
tenerle recelo supersticioso; el uso está sin duda en relación con el de tener azar por 'tener
recelo o repugnancia' que consigna Autoridades.

BAJA POLICÍA

En el Perú se denominaba Baja Policía el servicio que hoy se conoce como


limpieza pública o aseo urbano. Baja policía es un expresión nominal netamente
peruana que se explica por la permanencia y especificación de una frase nominal
casi en desuso.

En efecto, la palabra policía (del latín politia 'organización política', a su


vez del griego politeia, y este de polis 'ciudad, estado') significó, desde el siglo
XVI hasta el XVIII, 'buen orden de las ciudades y estados' 2. Se distinguía,
consiguientemente, entre Alta Policía, designación conjunta de las funciones y
cargos de más responsabilidad y jerarquía, y Baja Policía, que agrupaba otras
labores, no por subalternas menos importantes para el buen orden de las ciudades
y estados 3.

Así como en el Perú ha sobrevivido, especificada en la concreta acepción de


'aseo urbano', la expresión baja policía, en Venezuela tiene vida la expresión
opuesta alta policía 4, usada sobre todo en la frase medidas de alta policía que

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encubre a veces sanciones arbitrarias —detención o deportación— ejercidas
contra políticos de oposición.

La policía como 'cuerpo encargado de mantener el orden público' es


creación de la Revolución francesa, y más concretamente de Fouché, a quien el
Directorio nombró, el 3 de Termidor de 1799, ministro de

1 Véase baja policía en Valdelomar, Ensayo sobre la psicología del gallinazo, en BCP
9**, pág. 287 ("El gallinazo es una águila [sic] negra y pacífica que hace la baja policía");
Seoane, Hombres y rejas, pág. 283; Camino Calderón, Cuentos de la costa, pág. 28;
Sofocleto en dos columnas, págs. 92 y 118; Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, I,
317; La señorita de Tacna, pág. 70.

2 El DRAE 2001 consigna esta acepción como segunda.

3 Véase la distinción entre ambos usos a principios del siglo XIX en Hildebrandt, La
lengua de Bolívar, págs. 46-47 (t. Léxica de Bolívar, págs. 248-249).

4 Todavía documentada a principios del siglo XX en Lima. Véase "trabajos de alta


policía" en Blume, Sal y pimienta, pág. 344. En Nadie me la pega de Segura: "toda la alta
policía / le guarda la habitación" (acto II, escena V; en Artículos, pág. 240).

Policía de Francia 1. En realidad Fouché creó lo que hoy se conoce como policía
política, generalmente basada en un eficiente servicio de inteligencia y
contrainteligencia y en un sistema organizado de espionaje interno.

La creación del cuerpo militarizado para resguardar el orden público es


posterior.

BAQUIANO

En casi toda la América hispana, el Perú incluido, se llama baquiano el


guía de caminos, atajos y trochas, especie de práctico de selvas, desiertos, vados o
ríos.

Según la opinión más general, baquiano era el nombre arahuaco del guía; el
indigenismo se asimiló al castellano y se difundió por América a partir del primer
viaje de Colón.

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La isla Española fue, como es sabido, el crisol del castellano de América 2.
Por eso los arahuaquismos, primeras palabras autóctonas incorporadas a la lengua
dominadora, calaron hondo en ella y se difundieron luego desde el Río Bravo
hasta la Tierra del Fuego.

Baquiano, documentado ya en cronistas de mediados del siglo XVI, parece


un temprano arahuaquismo 3. A fines del siglo XVII los españoles asentados en
América se llamaban a sí mismos baquianos, esto es, veteranos, en tanto que
aplicaban a los recién llegados el nombre de chapetones (véase) 4.

1 El cargo equivalía, originalmente, solo a una subprefectura del Ministerio del Interior,
pero Fouché se hizo muy pronto de un poder tan grande que hizo decir a Talleyrand: "El
ministro de Policía es un hombre que se ocupa, en primera línea, de todos los asuntos que le
importan, y en segundo lugar, de todos los que no le importan" (véase Stefan Zweig,
Fouché. El genio tenebroso, capítulo IV y ss.).
2 Véase Alonso, "La base lingüística del español americano", en Estudios lingüísticos.
Temas hispanoamericanos.
3 Como canoa, huracán, cacique, maíz, hoy de la lengua general.
4 Así en el vocabulario de americanismos de Fray Pedro Simón: "Baquiano. Es hombre
versado en las cosas y tratos de las Indias, como son los que han estado ya algún tiempo en
ellas. Al contrario, chapetón". (Fray Pedro Simón y su Vocabulario de Americanismos.
Edición facsimilar de la "Tabla para la inteligencia de algunos vocablos" de las Noticias
Historiales, s. v.).
Baquiano amplió más tarde su sentido hasta hacerse sinónimo de experto,
perito en cualquier materia l: Bolívar llama al poeta José Joaquín de Olmedo
"baqueano de la carrera diplomática" 2. Esta variante con e se documenta desde el
siglo XVIII y se prefirió en el XIX por creérsela más correcta que baquiano 3. Sin
embargo, se debe precisamente a ultracorrección: la conciencia de que muchas
formas orales con el diptongo ia (linia, golpiar) se deben a pronunciación vulgar
de formas con ea (línea, golpear) induce a veces al hablante a "restaurar" un
grupo ea donde antes había legítimamente ia (espúreo por el correcto espurio es
un ejemplo semejante).

Por otro lado, baquiano se asoció, también erróneamente, a otras palabras


acabadas en -ano en las que esta terminación es un sufijo (indiano, americano,
etc.). Se hizo entonces una falsa regresión hacia un supuesto primitivo *baquía
'pericia, destreza', del cual a su vez ha surgido (en Méjico y otras regiones) un
verbo baquiar o baquear 'adiestrar, ejercitar'.

Corominas respalda, sin embargo, un origen no americano de estos


términos. Para él, la forma primitiva es baquía, de probable étimo árabe: hombres

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de baquía fueron propiamente, en su opinión, "los que quedaron de expediciones
anteriores, y por lo tanto conocían ya el país" (el árabe baqiya significaba 'el resto,
lo restante') 4.

BARCHILÓN

En el Perú y Ecuador 5 se documenta barchilón o barchilona como 'persona


encargada de la atención de enfermos en hospitales al nivel más prosaico'; el
barchilón era poco más que un sirviente de hospital y algo menos que un
asistente, practicante o enfermero. A

1 De allí surgieron otros como baquiana 'prostituta' en el norte argentino.


2 Véanse Obras, II, pág. 893 y Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 187-188 (t.
Léxico de Bolívar, págs. 435-436).
3 Sarmiento la usa consistentemente en Facundo (ed. 1947, págs. 53, 54, 55, 63, 76,
200). Lo mismo Valle Inclán en Tirano Banderas (págs. 5, 80). Se han registrado
igualmente (por ultracorrección o influencia de vaquero) las variantes gráficas vaqueano y
vaquiano. Véase baqueano en Alegría, La serpiente de oro, págs. 9, 67, 105; baquiano en
íd. íd. 20.
4 Véase Diccionario crítico etimológico, s. v. baquía.
5 Parece que también en Colombia.
fines del siglo XIX barchilón equivalía también a medicastro; hoy, en Bolivia y
algunas zonas del interior argentino, barchilón equivale a curandero; en Bolivia
designa igualmente al enfermero de la sanidad militar. Parece deberse a alteración
de barchilón la forma guachilón o huachilón usada en Chile para designar al
asistente de farmacia en un barco.

El origen del peruanismo barchilón es anecdótico. Entre los oficiales


pizarristas condenados a muerte después de la batalla de Jaquijahuana (1548)
estaba un tal Pedro Fernández Barchilón, natural de Córdoba. Durante la noche
que pasó en capilla, el arrepentido rebelde logró conmover al religioso encargado
de darle los últimos auxilios espirituales, quien no solo consiguió que se le
conmutara la pena, sino que después ayudó al reo a huir del Cuzco. Su milagrosa
salvación hizo profundo el sentimiento religioso de Barchilón. Cinco años
después de ese episodio era administrador del hospital de Huamanga, función que
desempeñó abnegadamente. Su humildad lo llevaba a realizar las más prosaicas
tareas relacionadas con el cuidado de los enfermos, y era por ello usual oír en el
hospital un perentorio llamado: ¡Barchilón! cuando alguien necesitaba su atención

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o auxilio. El vocativo se aplicó después a sus escasos ayudantes, y así el apellido
del exrebelde se convirtió en apelativo genérico de los que realizaban las mismas
tareas. La denominación, extendida más tarde desde Huamanga a buena parte del
virreinato, se ha usó ininterrumpidamente desde el siglo XVI hasta el XX 1.

El caso de barchilón no es un hecho lingüístico anómalo. Es usual que un


nombre propio se haga común, y persista aunque se borre el recuerdo del
personaje, ya sea este real, mitológico o literario. En la lengua general se pueden
dar los ejemplos de mentor, anfitrión, mecenas, lazarillo, quijote, entre otros.

1 Así lo relata Palma en la tradición titulada precisamente Barchilón (Tradiciones,


págs. 134-136); el tradicionista llega a afirmar que "hasta los franceses dicen monsieur le
barchilon". Véase un uso de Larriva en Odriozola, Colección de documentos literarios del
Perú, II, pág. 126; otro de Hernán Velarde en Lima de antaño. Cuadros costumbristas, pág.
24.

BATEA

Aunque batea es para Corominas y otros lexicólogos palabra de origen


incierto, tal vez árabe 1, la opinión general la tiene por indigenismo de América,
procedente de una lengua arahuaca o caribe de las Antillas. El padre Las Casas,
que escribe su obra en La Española, isla arahuaca, habla de las "gamellas o
dornajos que acá llamaban y hoy llaman bateas" 2. El recipiente indígena se
adaptó a múltiples usos entre los colonizadores (lavar la ropa, amasar el pan, dar
de comer a los animales) 3, pero su rápida difusión americana se debió sobre todo
a su empleo en los lavaderos de oro 4; bateador era el trabajador que manejaba la
batea, y bateada la medida del metal extraído en cada una de sus operaciones 5.
Del uso minero sale sin duda el chileno figurado de bateíta 'juego en que dos
niños, enlazados de espaldas por los codos, se balancean y elevan uno a otro por
turno' 6: el movimiento pendular de los jugadores recuerda la oscilación de la
bateíta al lavar el oro. Del mismo uso minero sale igualmente el centroamericano
bateíta 'chismoso', porque el chismoso "vierte" la intriga a uno y otro lado.

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Pero en la actualidad la batea americana es, por antonomasia, el recipiente
en que se lava la ropa 7. Ni la moderna introducción de las máquinas para lavar ha
desplazado en el Perú expresiones como dar a la batea, echar a la batea 8 por 'dar
a lavar' o 'lavar' la

1 Véase Diccionario crítico etimológico, s. v.


2 Citado por Pedro Henríquez Ureña, Para la historia de los indigenismos, BDHA,
Anejo III, pág. 112. Coincidentemente, Fray Pedro Simón en 1627 define así "Batea. Es lo
mismo que dornillo o tornillo en Castilla, hecha de madera de una pieza en que lavan los
paños y sirven de otras cosas" (ob. cit. s. v.).
3 En La Rioja (Argentina) bateón es un recipiente (vaciado en un tronco) en que se da
de comer a los animales, es decir, una especie de pesebre. En los Andes del norte del Perú se
registra un uso análogo: batea es el recipiente en que se da de comer a los animales (a los
perros, por ejemplo). Véase Alegría, Los perros hambrientos, págs. 14, 56, 137.
4 Lo mismo la de bateia en el portugués del Brasil.
5 En La Rioja (Argentina) bateada es la medida del contenido de una batea de amasar.
6 En el Perú ese juego se llama campana.
7 Véase "bateones de ropa" en Gamarra, Cien años, pág. 165.
8 Modismos ya mencionados por Arona.

ropa. Que ni lava ni presta la batea se dice en Venezuela de quien, como el perro
del hortelano, ni come ni deja comer 1.

La batea tradicional era de madera; la de lavar ropa era en Lima "una pieza
de madera circular alta como una artesa, obra de tonelería hecha de duelas y aros
de fierro" 2. Esta descripción —que corresponde en parte a la de la herrada
española— es todavía válida, aunque siempre hubo variedades en cuanto a
material, tamaño, forma y usos de la batea americana 3.

En Cuba, por ejemplo, al igual que en la sierra piurana, la batea todavía se


hace de un solo trozo de madera vaciado. En Venezuela puede hacerse de tablones
o ser vaciada en un tronco; puede tener forma redonda, ovalada o rectangular y
aun se hicieron en otro tiempo bateas de piedra labrada. En la Argentina el
aumentativo bateón se aplica a diversos recipientes de madera o cuero. En algunas
regiones de América se usan bateas de barro cocido (que en España serían
barreños o lebrillos). Y modernamente se emplean en todas partes bateas de zinc
o de material plástico.

La palabra batea se documenta tardíamente (principios del siglo XVIII) en


España, con la acepción de 'bandeja' (explicable por extensión de los sentidos

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americanos) que hoy se conserva en Venezuela y otras regiones de América. El
nombre se ha aplicado también, por semejanza, a otros objetos: cierta
embarcación plana y de bordes rectos, un vagón descubierto de ferrocarril (de
bordes bajos), el remolque de un camión (en Venezuela). Asimismo, se llama en
Loreto batea cierto pez fluvial de forma ovalada.

Hoy en el Perú y el resto de América, batea puede designar una gran


variedad de recipientes hechos de diferentes materiales y aplicados a los más
diversos usos.

1 Otros modismos americanos son hacer cargar la batea 'tener de plantón' a uno,
tapársele la batea 'caer en un peligro imprevisto' (ambos argentinos) y salir con su batea de
babas 'salir con una necedad' (Méjico).
2 Arona, Diccionario de peruanismos, s. v.
3 Véanse bateas y bateítas de madera labrada en el Mercurio Peruano, tomo I, pág.
147. García Márquez relata, en El amor en los tiempos del cólera, que el doctor Juvenal
Urbino y su mujer, preocupados por el peligro de un posible resbalón en la ducha,
"mandaron a hacer una batea grande de guayacán macizo, donde Fermina Daza bañaba al
esposo con el mismo ritual de los hijos recién nacidos" (pág. 47).

BOCHINCHE

Bochinche 'algazara, bullicio', 'tumulto, desorden público' es término del


habla familiar en gran parte de la América hispana (Perú, Argentina, Chile,
Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá, Guatemala, Santo Domingo). En Méjico
es 'baile, fiesta' y también pulpería l. Tienen diversa difusión los derivados
embochinchar (en algunas regiones bochinchear) 'alborotar' y bochinchero (en el
Perú y otros países también bochinchoso) referido a personas, en uso sustantivo o
adjetivo 2.

Bochinche no es usual en España 3, pero está documentado en América


desde principios del siglo XIX. Miranda, precursor sin fortuna de la emancipación
americana, exclama desengañado en 1812: "¡Bochinche!, ¡bochinche! ¡Esta gente
no es capaz sino de bochinche!". También Bolívar y sus generales usan
frecuentemente bochinche, embochinchar y bochinchero en referencia a desorden
político, asonadas y conspiraciones 4.

A fines del siglo XIX bochinche figuraba como americanismo en el


Diccionario de la Academia, pero posteriormente se le retiró esa indicación. A
partir del DRAE 2001, se acepta una complicada etimología de Corominas 5.

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De buche, equivalente de buchada 'agua que llena la boca', habría salido
bochincho 'sorbo' (documentado en España en el siglo XVI) que tomó el sentido
de 'taberna' (conservado en Canarias, Asturias —buchinche— y Méjico) a causa
de lo mucho que en ella se bebe, y luego el de "baile, fiesta' (Méjico). De esta
acepción (o directamente de la de

1 Con sentidos diversos usa Valle Inclán bochinche en Tirano Banderas (págs. 27, 59,
72, 107, 109, 134).

2 Bochinche ha pasado, desde el Río de la Plata, al portugués del sur del Brasil y tiene
allí derivados como bochinchada y bochincheiro.

3 En la provincia española de La Rioja bochincho es 'gordiflón' y bochincha 'vejiga de


cerdo para guardar manteca'.

4 Bolívar llama despectivamente bochinchitos a ciertos alborotadores de menor cuantía;


Sucre usa bochincherías (véase Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 277-279 y Léxico
de Bolívar, pág. 495-496). Palma consigna el derivado embochinchable, de poco o ningún
uso en el Perú (en Addenda a Papeletas lexicográficas, s. v.).

5 Véase su Diccionario crítico etimológico, s. v.

'taberna') se habría llegado a la americana de 'alboroto' 1. Según Corominas, la


forma boche, que en el Perú, Chile, Ecuador y Bolivia es sinónima de bochinche
(en Chile y el Perú se aplica también a la pendencia o altercado), sale de esta por
regresión 2. Y de boche sale, a su vez, bochear 'armar escándalo', usado en el
habla familiar boliviana.

BORRADO

En su tradición titulada La niña del antojo Palma cuenta cómo las limeñas
satisfacían su curiosidad de visitar los conventos de frailes. Diez o doce tapadas
se presentaban a la puerta aduciendo el urgente antojo de una de ellas, a todas
luces en estado interesante; cuando el portero objetaba el crecido número de
acompañantes, otra explicaba:

"Todas somos de la familia: esta buena moza es su tía carnal; estas dos son sus
hermanas, que en la cara se les conoce; estas gordinfloncitas son sus primas por
parte de madre; yo y esta borradita sus sobrinas..." 3.

En nuestra habla familiar borrado —pronunciado habitualmente borrao 4—


es calificativo y apodo del picoso, o picado de viruelas 5. Se trata, obviamente, de

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un cambio semántico sufrido por el participio de borrar 6, a causa de la apariencia
poco nítida que

1 Y de ella, seguramente, a la colombiana y puertorriqueña de 'enredo, chisme'.

2 Corominas incluye aquí el venezolano boche 'reprimenda, desaire, despido' que según
Rosenblat es uso metafórico basado en el juego de bolas (en italiano bocce). Véase Buenas y
malas palabras, 2.ª serie, págs. 234-237. Bochinche en íd. íd. 37-38.

3 Tradiciones, pág. 559.

4 Véase borrao en Seoane, Hombres y rejas, págs. 70 y 214.

5 Véase borrado o borrada en Blume, Sal y pimienta, pág. 19; Clemente Palma,
Crónicas de Corrales, pág. 201 ("quede para los sabios averiguar los métodos a emplear para
que la viruela no deje borrados a los niños"); Gálvez, Una Lima que se va, pág. 145. El
verbo borrarse 'picarse de viruelas', raro, se documenta en el Vocabulario políglota incaico,
s. v.

6 Que viene de borra 'lana' (y este del latín tardío burra, íd.), según Corominas
(Diccionario crítico etimológico, s. v.) o de borra 'hez de la tinta', según Cuervo (Dic-
cionario de construcción y régimen, 3 vols., I, s. v.). Parece apoyar esta última etimología el
andaluz borrado 'de color pardo oscuro', aplicado sobre todo a caballerías.

tienen las facciones del picado de viruelas. Puede haber tenido idéntico origen el
apodo de borrados aplicado a una subtribu de los coahuiltecas 1: es sabido que la
viruela hizo grandes estragos entre los aborígenes de América. Hay, al parecer,
una imagen análoga en el catalán y murciano borradura 'sarpullido'.

Otro peruanismo equivalente de borrado es fiero, muy difundido en la


sierra septentrional y en Arequipa 2. El punto de partida del cambio semántico
parece haber sido en este caso la acepción (hoy dialectal) de 'feo' 3. Un capítulo de
El mundo es ancho y ajeno se titula "El Fiero Vásquez"; Alegría explica:

"Para decirlo de una vez: el Fiero Vásquez era un bandido. Una de las
particularidades de las abundantes que caracterizaban su extraña personalidad
consistía en que su apodo —a fuerza de calzar había pasado a ser nombre— no le
venía de su fiereza en la pelea, mucha por lo demás, sino de ser picado de
viruelas" 4.

De uso más circunscrito son saccho, que en Huánuco se aplica al que tiene
5
el rostro marcado por las cicatrices de la viruela o del acné y chipro, en
6
Ayacucho 'picado de viruelas' . En Arequipa patasca, cuyo sentido primario es
'guisado hecho a base de trigo hervido', se ha usado esporádicamente como apodo
equivalente de fiero. Lo mismo sucede en Lima con caucáu, literalmente 'cierto
guisado típico a base de mondongo'.

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BOTAR

Botar es un temprano germanismo del castellano (tomado a través del


francés); etimológicamente 'golpear' 7 tomó después el

1 Véase Santamaría, Diccionario general de americanismos, s. v.

2 Se usa también en la provincia argentina de Salta (Sola, Diccionario de regionalismos


de Salta, s. v.).

3 En Huánuco fiero ha llegado a tomar el sentido opuesto de 'hermoso', referido sobre


todo a niños pequeños (Pulgar Vidal, Notas para un diccionario de huanuqueñismos, s. v.).

4 Edición Losada, Buenos Aires 1969, pág. 112.

5 Véase Pulgar Vidal, ob. cit. s. v.

6 Véase Carlos Mendívil, Los morochucos, pág. 182.

7 Cfr. el inglés to beat.

sentido de 'lanzar con fuerza' , pero acabó por restringirse a usos tales como botar
la pelota 'lanzarla con fuerza' o botar un barco 'echarlo al agua por primera vez'.

Al mismo tiempo que eso sucedía en castellano, botar perdía en portugués


el rasgo semántico de violencia y desarrollaba usos nuevos que pasaron al gallego,
asturiano, leonés, canario y vasco, y luego se difundieron en América como
portuguesismos o como usos marineros: es sabida la importancia que tuvieron los
portugueses en la América española, e igualmente la gran proporción de
marineros oriundos de Galicia, Asturias, León, las Islas Canarias y el País Vasco
que hicieron la travesía del Atlántico a lo largo de varias centurias 2.

Hoy los usos americanos de botar llaman la atención en España 3. En el


Perú, Chile, el interior argentino (se ha olvidado en Buenos Aires), Colombia,
Venezuela, la América Central y Antillas, botar ha desplazado prácticamente a
echar, tirar, arrojar, lanzar; en cada uno de estos países se dan, por otra parte,
algunos usos peculiares o extremos. En el Perú, por ejemplo, botar equivale a
desechar ("bota esos zapatos viejos"), derribar ("botó la mesa de un empujón"),
dejar caer, perder ("botó el pañuelo"), vomitar ("botó todo lo que comió"). En uso
figurado botar es, en casi toda América y Canarias, sinónimo de malgastar,
despilfarrar, derrochar, y a ello se debe que botarate, palabra de distinto origen y

65  
significado 4, se haya hecho equivalente de manirroto, derrochador 5. Botar
'despedir' de un empleo se documenta ya en 1790; en su artículo titulado Vida de
muchos o una semana bien empleada por un currutaco de Lima 6, el andaluz
Terralla anota (bajo lunes):

"La cena estaba quemada, he reñido mucho y botado a la cocinera".

1 Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v.


2 Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, págs. 60-63.
3 En la edición de 1984 del Diccionario de la Academia se añadió "tirar" a la primera
acepción de botar que antes se leía solo "arrojar o echar fuera". Así aparece también en las
últimas ediciones de 1992 .
4 Está en relación con boto 'romo', 'necio' y significa en la lengua general 'atolondrado'.
5 En diversas regiones de América se usa también, con este sentido, botado o botador.
Y se prefiere botar a echar o tirar la casa por la ventana.
6 Reproducido por Palma en Tradiciones, págs. 721-722.
1
Botar por abandonar se usa hoy menos en el Perú que la perífrasis dejar
botado, la cual también se entiende como 'dejar atrás, ganar por mucha diferencia'
2
. Andar o estar botado es 'abundar, ser barato, sobrar' 3; estar botado se dice
también de lo que es muy fácil (un examen, por ejemplo). Botadero es en el Perú
un modesto aparato sanitario de todo uso 4 y también, como en Chile, el basural o
muladar. En Colombia, Venezuela y Méjico (Tabasco) botadero es el sitio por
donde se toma el vado de un río; en Guatemala y Honduras, un atajo por terreno
inclinado 5.

En replana y habla vulgar peruana, botar el gato es 'vomitar'.

BROMA

Además de su sentido general de 'chanza', broma tiene en el Perú y otras


regiones de América (Argentina, Chile, Venezuela y Puerto Rico) el de 'molestia,
contrariedad', 'perjuicio': "¡qué tal broma!" o "¡qué buena broma!" son
exclamaciones que expresan fastidio o disgusto.

Broma (voz de origen griego) es el nombre de un pequeño molusco bivalvo


(Teredo navalis) que proliferaba en el casco de madera

1 Véase botar a los huérfanos por 'dejar en la Inclusa' en Segura, Comedias, 2 vols., II,
95. Tampoco es corriente hoy botar por 'rechazar, ahuyentar' documentado igualmente en
Segura: "bote usté ese pensamiento" (El resignado, acto II, escena XVII; en Artículos, pág.

66  
215). En el Drama de los Palanganas, de 1776, se documenta botar con los sentidos de
'demoler' ("... Jaimillo, cuya economía era el botar, y reedificar lo que le parecía errado…";
pág. 71, ed. cit.) y 'desterrar' ("... el Niño, que él habría botado antes a Chile..."; íd. pág. 88).
Otros usos menos claros de botar y botarse en íd. íd. págs. 81 y 94.
2 Véase Vargas Llosa, Los jefes, pág. 107: "Tú no nadas mejor que nadie [...].
Cualquiera te deja botado". Véase también dejar botado en Ribeyro, Solo para fumadores,
pág. 51.
3 Véase Vargas Llosa, La casa verde, pág. 247: "¿De veras que en la selva andan
botadas las mujeres?".
4 Véase botadero en Blume, Sal y pimienta, pág. 217; Mejía, Ayer y hoy, pág. 141;
Arguedas, El Sexto, págs. 15, 28, 142, 143.
5 No se usan hoy, ni parecen haber sido corrientes en el Perú, los compuestos botalodo
y botafango que Malaret da como peruanismos y antillanismos (Diccionario de
americanismos, s. v.). Tal vez por influencia de botar, bocamanga se ha hecho en el Perú
botamanga.

de las embarcaciones, carcomiéndolo y haciendo galerías que luego se infiltraban


de agua; como consecuencia, el barco se hacía pesado para la navegación. En ese
hecho se apoyaba el sentido figurado de broma 'cosa pesada', 'hombre pesado'
documentado desde principios del siglo XVI. Luego broma se hizo equivalente de
lo que hoy llamamos —con reforzada imagen— broma pesada, es decir, aquella
que puede tener consecuencias desagradables o perjudiciales 1. De este sentido,
por predominio del matiz negativo de 'desagradable', salió el uso americano de
broma 'contrariedad, perjuicio'. De ese mismo sentido, pero por el proceso inverso
de debilitamiento del matiz de 'desagradable', salió igualmente el uso, hoy
general, de broma 'chanza', que data solo de fines del siglo XVIII.

Broma 'contrariedad, perjuicio' se documenta desde principios del XIX en


América. Bolívar hace un juego de palabras con el sentido material original y el
figurado cuando, en una carta de 1828, recomienda "limpiar de sabandijas esa
aduana [la de Cartagena], y de broma esa bahía, y de zánganos y sanguijuelas toda
la costa" 2.

El derivado embromar tiene también sentidos distintos en España y


América. En España es 'hacer a uno objeto de chanzas', por diversión. En América
tiene dos diferentes matices negativos. Uno, el de 'molestar, fastidiar, perjudicar'
(conocido en el Perú, Bolivia, Argentina 3, Chile (Chiloé), Colombia, Venezuela y
Puerto Rico); en el Perú estar embromado es estar fastidiado o enfermo; en
Bolivia y Argentina embromado es 'fastidioso', como embromón en Cuba y Santo
Domingo. Otro, el de 'hacer perder el tiempo, aplazar con embustes algún asunto',

67  
acepción que puede deberse a desarrollo de la de 'engañar, embaucar' registrada en
el siglo XVIII 4. Ambos matices americanos de embromar se documentan ya, al
igual que broma, en las cartas de Bolívar 5.

1 Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. broma I y broma II.


2 Obras, II, pág. 839.
3 Véase el uso en Borges, Evaristo Carriego, en Obras, pág. 118.
4 Cfr. el Vocabulario de D. Leandro Fernández de Moratín, por Ruiz Morcuende, 2
vols., s. v.
5 Véanse Obras, I, 815; II, 958 y Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 310-311 (t.
Léxico de Bolívar, págs. 540, 541, 559, 561). Véase embromar 'molestar' en Segura,
Comedias, II, pág. 71 y 'hacer perder el tiempo' en íd. íd. I, págs. 171, 200, 212; II, 50, 211,
242.
CABE

En nuestra habla familiar cabe equivale a zancadilla, ya sea en sentido


literal (se emplea mucho en lenguaje futbolístico) o figurado. La expresión más
corriente es meter cabe (o meter un cabe), pero se usan también frases análogas
con otros verbos, tales como poner 1, repartir y (menos frecuentemente) echar o
dar 2.
3
En Una Lima que se va Gálvez relata las travesuras de los mataperros
limeños, que no respetaban ni las celebraciones religiosas:

"El mataperros soltaba en medio de la más augusta de las procesiones un gato


con varias latas vacías a la cola, le[s] metía cabe a las beatas y desordenaba el
más piadoso desfile" 4.

Luego, al referirse a las actividades del mataperro en los balnearios, dice


que el mismo ubicuo personaje repartía cabe como cancha 5 en las retretas 6.
7
Camino Calderón, al tratar de las variantes de la clásica trompeadura
8
limeña, especifica que los faites del barrio de Cinco Esquinas "eran diestros en
9
cabes" .

El uso peruano de cabe por zancadilla parece haberse originado en el léxico


del juego de la argolla: cabe era el golpe de lleno que daba una bola (impelida por
la pala) a otra, de modo que la hacía llegar hasta el remate del juego, con lo cual
se ganaba raya. Según el Diccionario de Autoridades, el nombre de cabe (que
alternaba

68  
1 Véase poner un cabe en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, pág. 259. En Huánuco
se dice poner un cabo (Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v.), tal vez por
cruce de cabo 'extremo' y extremidad 'miembro inferior, pie, pierna' (con que se pone el
cabe).
2 Cfr. echar cabe y dar cabe (también meter cabe) en Vargas Ugarte, Glosario de
peruanismos, s. v. Ni Palma ni Arona consignan todavía cabe; lo da ya Tovar (meter cabe en
Hacia el gran diccionario de la lengua española, s. v.).
3 Véase mataperro en este volumen.
4 Pág. 120.
5 El modismo como cancha significa 'a tutiplén, a porrillo'.
6 Ob. cit. pág. 121. Retreta 'concierto al aire libre ejecutado por una banda militar' es
americanismo muy difundido.
7 Véase más adelante trompada.
8 Cfr. faite en este volumen.
9 Diccionario folklórico del Perú, pág. 3.

con las expresiones cabe de paleta o a paleta) se explicaba porque la distancia


entre ambas bolas debía ser suficiente para que entre ellas pudiera caber una
paleta; Autoridades registraba también usos figurados como cabe de paleta
'ocasión favorable e imprevista' (la edición de 2001 del Diccionario académico
1
prefiere con este valor cabe de pala) y la locución verbal dar un cabe 'dar un
golpe en el cuerpo o en el ánimo' ("causar un perjuicio o menoscabo" en la misma
edición) 2.

De los usos del juego de la argolla se derivan también probablemente,


además del peruano aquí tratado, otros propios de diferentes regiones de la
Península e Hispanoamérica. Así, en la provincia española de La Rioja cabe tiene
el sentido general de 'golpe, porrazo' y el específico de 'cachete, golpe dado en la
cabeza o en la cara' 3. En la Argentina se documenta cabe con el valor de 'ocasión,
motivo o coyuntura' 4. En Chile cabe (sin duda por reducción de la expresión cabe
de pala o de paleta) tiene el sentido de 'ocasión favorable e imprevista'; lograr un
cabe es 'aprovecharla' y ganar un cabe 'prestar un servicio y obtener la retribución
correspondiente'.

CABULEAR

En el Perú y otros países de la América hispana el verbo cabulear se usa


todavía con el sentido 'embaucar', 'evadir con ardides o mentiras el cumplimiento
de una obligación'. Pero

69  
1 Corominas (Diccionario crítico etimológico, s. v. pellizcar) cita un uso de pegar un
cabe en Lope: "si la pecilga ['pellizca'] un garzón / le suele pegar un cabe" (El mejor alcalde
el rey, acto I, escena XII); sin embargo, no enumera el postverbal cabe entre los derivados
de caber. Autoridades ejemplifica tirar cabe en La pícara Justina y en El poder de la
amistad de Moreto.

2 El Diccionario de uso del español de María Moliner se limita a definir cabe como
"cierto lance del juego de la argolla", omitiendo expresiones y usos figurados.

3 Véase Goicoechea, Vocabulario riojano, s. v.

4 Lo consigna el Diccionario de argentinismos de Segovia (1911), pero no el


Diccionario argentino de Garzón (1910), ni el Vocabulario argentino de Díaz Salazar
(1911). Tampoco Battini en El habla rural de San Luis (1949), ni Cáceres Freyre en su
Diccionario de regionalismos de la provincia de La Rioja (1961), ni Solá en su Diccionario
de regionalismos de Salta (1947).

antes tuvo aquí, como en el Río de La Plata, el sentido de 'maquinar, intrigar'.

Cabulear se deriva de cábula 'treta, ardid', 'maquinación, intriga',


americanismo de amplia extensión. Los derivados cabuleador o cabulista (Perú),
cabulisto (Nicaragua), cabulero (Chile, Argentina y Nicaragua) o cabidoso (Santo
Domingo) designan al embaucador o intrigante.

En el Perú se ha usado mucho cábula (documentado también con el sentido


más definido de 'engaño, fraude') e igualmente cabulista 1, cabulismo, cabulear y
cabuleo. En las obras costumbristas de Abelardo Gamarra es casi un leitmotiv el
cabulismo de la política peruana o patriocabulismo, "mezcla del patriotismo y de
la cábula" 2.

Corominas respalda la opinión de Cuervo, hoy generalmente aceptada, de


que cábula resulta de la alteración de cábala por influencia de fábula 3. Cábala
(del hebreo qabbalah 'tradición') era en castellano 'suposición, conjetura' y
también 'conciliábulo secreto' 4. Pero algo perturba esta propuesta etimológica:
cábula se da también, con sentidos semejantes a los americanos, en algunos
dialectos italianos que no han tenido contacto directo con el castellano 5.

1 Cabuleador es posterior.

2 Cien años, pág. 5; también íd. íd. págs. 6 y 8; patriocabulista, 6, 7; cabulista, 176;
cabulear, 54, 181; cabuleo, 144; cábula, 5, 8, 183. Véase también cábula, cabulista,
cabulear y cabuleo en Crónicas de Corrales [Clemente Palma].

70  
3 Véase la asociación entre cábula y fábula en Segura: "a los que se aman sin cábulas /
no se les tuerce con fábulas" (Un juguete, acto I, escena V; en Artículos, pág. 258); "que un
hombre que todo es cábulas / no puede hablar sino fábulas" (La pelimuertada, versos 615 y
616; pág. 42). Véase también cábula en Percances de un remitido, acto III, escena I; Ña
Catita, acto II, escena XIV; El resignado, acto I, escena XII (respectivamente en Comedias,
II, 203 y 49; Artículos, 208).

4 En Cuba y Venezuela cábula alterna con cábala en el sentido de 'abusión,


superstición'. El hebreo qabbalah se refería a la tradición oral que fijaba y explicaba el
Antiguo Testamento, y también a la trasposición de grafías y palabras con el fin de descubrir
en el texto correspondiente sentidos ocultos.

5 Es, además, interesante la rica vida del portugués cábula: 'intriga' (en Portugal),
'pereza' y 'mala suerte' (en el Brasil); cabuloso 'estudiante que hace novillos' (en el Brasil);
pasar cábula 'hacer trampa en el aula' (en Brasil cabular); etc. Véase Fernandes, Dicionário
brasileiro contemporâneo, s. v.

CACHACO

En el habla familiar peruana cachaco es mote despectivo del policía, del


soldado y del militar en general; la expresión el cachaco de la esquina, en
principio referida al policía que hacía guardia en una esquina, personifica hoy al
quídam 1: "iré a la fiesta aunque sea con el cachaco de la esquina".

Es curioso que el uso peruano de cachaco, plenamente vigente —se


documenta desde Clemente Palma hasta Vargas Llosa 2—, aparezca como
obsoleto en diccionarios de americanismos del siglo XX (Malaret y otros) y aun
en obras de lexicógrafos peruanos contemporáneos (Tovar) y costumbristas
limeños, como Gálvez: "sin farol y sin enamorado, sin cachaco y sin mataperros,
la esquina ya no tiene alma" 3. Y es aun más curioso que el Diccionario
enciclopédico del Perú de Alberto Tauro, publicado en 1966, dé la siguiente
definición del término: "nombre aplicado a los individuos de la policía de Lima,
antes de que esta institución fuese modernizada (1922)". El artículo se reproduce
sin variaciones en la reedición de dicha obra hecha en 1987 con el título de
Enciclopedia ilustrada del Perú.

La verdad es que ni Arona ni Palma consignan cachaco entre sus


peruanismos. La palabra tampoco se documenta en las comedias de Segura —ni
siquiera en El sargento Canuto— o en costumbristas de principios de siglo como
Gamarra, Elguera o Blume. Tauro (ob. cit.) reproduce una descarnada descripción
del personaje en versos de Hernán Velarde (1863-1935).

71  
1 Véase esta expresión en Gálvez, Una Lima que se va, pág. 148 y C. Palma, Crónicas
de Corrales, pág. 165.

2 Véanse C. Palma, ob. cit. págs. 44, 163, 206, 207; Seoane, Hombres y rejas, 132, 133
(cachaquitos); Alegría, Los perros hambrientos, págs. 34, 36, 70; Mejía, Ayer y hoy, 21;
Camino Calderón, Cuentos de la costa, 74; Vargas Llosa, La ciudad y los perros, págs. 155,
199, 200, 274, 299; La casa verde, 63, 191, 227, 228, 245, 246, 291, 292, 295, 327, 351; Los
cachorros, pág. 81.

3 Estampas limeñas, pág. 56.

Según datos del Diario de viaje del padre Blanco (acompañante del
presidente Orbegoso) cachaco era apodo de los juandedianos del Cuzco hacia
1825. En 1822 el prefecto de los betlemitas había sido asesinado en su propia
celda. Después de juzgados y fusilados los culpables (dos padres de la misma
orden) la sanción consistió en reunir a los betlemitas con los juandedianos para
hacer obras de hospital. El pueblo del Cuzco, que no olvidaba el crimen, apodó a
1
los betlemitas y juandedianos nacacos y cachacos, respectivamente. En nota a
esta última palabra, él autor —que conocía el quechua, a juzgar por su sistemática
traducción de topónimos— aclara su significado: "cosa que infunde terror" 2.

Datos viejos de González Holguín (kacchani 'atemorizar', kacchakamáyok


'atemorizador') y modernos de Lira (kakchákukk 'terrorífico', kakchákuy
'aterrorizarse') apoyan la traducción del padre Blanco. Pero Lira consigna además
las formas —evidentemente nuevas en quechua— kachaku 'soldado, mal soldado,
policía' y kachakke 'subalterno, ordenanza' (kachákukk es 'enviado'). Como el
soldado o policía no es fundamentalmente un emisario, no se ve cuál puede ser el
nexo semántico entre esos términos, en tanto que —ya lo hace notar Gálvez— sí
puede haberlo entre las ideas de 'temor' y 'policía' (este ha sido cuco o coco
tradicionalmente invocado para conseguir la obediencia de los niños).

El problema se complica al comprobarse que cachaco no es un uso


exclusivo del Perú. Además de su extensión a Bolivia y noroeste argentino (con el
mismo sentido de 'policía'), cachaco se documenta a fines del siglo XIX en Puerto
Rico como apodo del español reaccionario, y es todavía allí y en Cuba apelativo
genérico del español. Pero donde la palabra tiene más vida es en Colombia.

72  
Antes de 1830 significaba 'desaliñado' y se aplicó por eso, como insulto, a
los jóvenes liberales que lucharon contra el general venezolano Urdaneta. El
triunfo de los cachacos ennobleció el apelativo, que llegó a tomar el significado
opuesto de 'elegante', 'petimetre' (con el cual ha pasado a los Andes de Venezuela
y al

1 Según Palma, el mote aplicado en dicha ocasión a los betlemitas fue naca; quería
decir 'degollador, verdugo' (Tradiciones, pág. 441).

2 En Documentos del Gran Mariscal D. Luis José de Orbegoso, vol. I, págs. 189-190.

Ecuador; en este país también se da el nombre de cachacos a cierto juego de


agilidad). Cachaquería y cachacura designan desde entonces en Colombia las
cualidades del señorito, y cachaquear es 'presumir' 1.

Si no se conocieran las circunstancias históricas que causaron en el


colombianismo cachaco un viraje semántico de ciento ochenta grados, nos habría
tentado, como étimo de cachaco 'petimetre', el quechua k'áchakk 'lo relativo a la
elegancia'. Y aun conociendo dichas circunstancias, todavía pudiera tentarnos, en
relación con el sentido original colombiano de 'desaliñado', la forma chinchaisuya
kashaku 'desgreñado' (extensión de su sentido primario de 'espinoso').

Pero, se preguntará ¿por qué esa obsesión con el quechua? Pues porque lo
más probable es que cachaco sea, al fin y al cabo, un quechuismo —o dos
quechuismos.

En efecto, queda virtualmente descartada la probabilidad de un origen


hispánico. La etimología apenas sugerida por Cuervo (de cacho 'pedazo') no tiene
base. Por otra parte, Colombia, Perú, Bolivia y el norte argentino 2 son regiones de
sustrato quechua (el dato del uso puertorriqueño, extendido a Cuba, no perturba
este cuadro, porque la analogía entre el español del Perú y el de Centroamérica y
Antillas tiene causas históricas conocidas). Pero sí existe el problema del distinto
significado de cachaco en Colombia y el Perú.

1 Un artículo de Laureano García Ortiz, reproducido en el Diccionario general de


americanismos de Santamaría, s. v., afirma que el cachaco es la flor y nata del carácter
nacional y su idealización noble, el arquetipo del colombiano bien nacido, culto, ingenioso,
caballeroso, sencillo y natural. Pero hoy los colombianos de la costa llaman despectivamente
cachacos a los del interior, incluida la capital: véase "la gente del páramo, los cachacos" en
García Márquez, Cien años de soledad, pág. 110; "una cachaca mandona, válgame Dios,
una cachaca hija de la mala saliva, de la misma índole de los cachacos que mandó el
gobierno a matar trabajadores" (íd. íd. pág. 274). Otros usos colombianos son cachaca

73  
'mujer del soldado', que parece estar en relación directa con el cachaco peruano; cachaco
'cierta variedad de plátano, grande y ordinaria' y cachacos 'rizos que caen sobre la frente y
sienes'; no es visible el nexo semántico entre estos dos últimos usos y los demás.

2 No parece exacto el dato de Kany (American-Spanish Euphemisms, pág. 45) y otros


lexicógrafos sobre el uso de cachaco 'cursi' en Chile. No lo incluyen Román, Rodríguez,
Amunátegui (Apuntaciones lexicográficas), Lenz ni Medina, y tampoco parece uso
moderno.

Puede, por tanto, proponerse una doble hipótesis etimológica: cachaco


'policía, soldado' vendría del quechua kákkchay 'aterrorizar' en tanto que cachaco
'desaliñado' tendría otro origen dentro de la misma lengua (tal vez el chinchaisuyo
kashaku 'desgreñado'). Ambas palabras pueden haber resultado homónimas en el
español de América, del mismo modo que cancha 'espacio llano y determinado' y
cancha 'maíz tostado': palabras distintas y de pronunciación diferente en quechua
se igualan a veces en su adaptación al castellano.

CACHARPAS

En el habla familiar del Perú, Ecuador, Bolivia, Chile y norte de Argentina


se llaman cacharpas los trebejos, bártulos o trastos de poco valor y, por
extensión, la ropa vieja: cacharposo es 'andrajoso' en el Ecuador y cacharpero
equivale a ropavejero en Chile. En ese país cacharpearse es ajuararse 'proveerse
poco a poco, y generalmente con esfuerzo, de muebles, enseres domésticos, ropas
o aun joyas'. Pero como, por falsa modestia, en el campo de Chile (y la Argentina)
se llaman asimismo cacharpas las prendas de lujo del jinete y su cabalgadura,
cacharpearse tiene también en Chile el sentido de 'endomingarse'. El Diccionario
general de americanismos de Santamaría da, sin localización, cacharpeada
'castigo, aporreo, azotaina'.

Cacharpa es voz de origen quechua. En el Vocabulario de González


Holguín (1608) aparece el verbo kacharpayani 'despachar al que se va', formado
sobre káchay 'enviar'. Cacharpas fueron originalmente los bártulos del equipaje
del viajero; este sentido, junto con el posterior de 'trebejos', se conserva en
Arequipa.

El Diccionario quechua moderno de Lira incluye kacharpa 'trebejos,


bártulos' y kacharpákay 'arreglar los trebejos, liar los bártulos'. Pero —como en
los casos de cachaco, calato y carcancha— parece que se trata también en este de

74  
un temprano quechuismo del castellano que vuelve tardíamente al quechua con los
matices adquiridos en esa lengua.

La extensión geográfica de cacharpas coincide aproximadamente, como se


ha visto, con el área del antiguo imperio incaico. Pero, a causa de la función que
cumplió durante varios siglos el istmo de Panamá, encrucijada de las rutas
comerciales del Pacífico

y el Atlántico, algunos quechuismos se extendieron por el área del Caribe.


Cacharpas, que está entre ellos, tiene así el sentido de 'zapatos viejos o
ensanchados' en Costa Rica y es, en singular, 'vehículo destartalado', 'espada vieja'
o 'machete viejo' en Nicaragua. En Sinaloa (Méjico) se llama tanda de la
cacharpa a la última función teatral, generalmente a precios populares.

La misma raíz de cacharpas tiene cacharpari (del quechua kacharpáriy


'comenzar a enviar', 'despedir'), originalmente 'fiesta de despedida' (en la sierra del
Perú, Bolivia y el norte argentino) que se extendió después a la música y danza
propias de esas celebraciones. Palma defiende la forma etimológica cacharpari
(que consigna Arona) y rechaza la alterada cachazpari (tal vez producto de
disimilación, y en todo caso mejor escrita cachaspari) que el Diccionario de la
Academia acogió temporalmente; se basa en la autoridad de Manuel Ascencio
Segura, "el Bretón limeño" 1. Segura tituló El cacharpari su comedia sobre una
jarana de despedida que dura tres días 2, pero intercaló en ella unos versos en
cuyo estribillo se repite la variante, hoy casi desusada, cachaspalla:

"Cachaspalla, cachaspalla,
despáchalo, que se vaya;
que se vaya o no se vaya,
hagámosle cachaspalla" 3.

En cachaspalla, la ll se debe a ultracorrección meramente gráfica (la


pronunciación con y está certificada por la rima); la s corresponde a la de
cachaspari. La misma copla se conoce en Bolivia con la variante cacharpaya.

En el noroeste argentino se llama cacharpaya cualquier fiesta sencilla que


sigue a otra más importante; el término se ha hecho también equivalente de
'despedida' en general. En Tucumán y Santiago del Estero, en cambio, cacharpaya
designa al miembro de una comparsa de carnaval, a veces disfrazado de
andrajoso, que originalmente salía a "despedir" esas celebraciones.

75  
1 Neologismos y americanismos, s. v. En Papeletas lexicográficas, s. v. corrige también
el sentido de 'convite nocturno' con que la voz figuraba entonces en el Diccionario
académico, y aclara que es, opuestamente, matinal. La edición de 1956 ya registra
cacharpas y cacharpari adecuadamente.
2 En Artículos, págs. 321-333.
3 Ob. cit. pág. 323.

CACHIMBA

Cachimba —que el DRAE registra como voz general desde 1970— es en


gran parte de América, desde el Caribe hasta Chile, el nombre popular de la pipa
de fumar l. La palabra 2
viene probablemente del quimbundo 3
kishima 'hoyo,
pozo'.

La forma antes documentada en castellano es cacimba (Autoridades),


todavía usada en su sentido original de 'hoyo' (la grafía más frecuente es casimba)
en la Argentina, Uruguay, Colombia, Cuba y parte de Méjico (también en el
portugués del Brasil); en la Argentina y el Uruguay alternan casimba o cacimba y
cachimba con el sentido de 'pozo'. Casimba se usaba todavía en el norte del Perú a
fines del siglo XIX; según Arona era una "especie de cisterna a que apelan los
industriosos piuranos para aprovechar el agua de su río, que muy pronto deja de
correr. Son unas excavaciones abiertas en el mismo lecho, madre o álveo del río"
4
.

Cachimbo es variante también muy difundida en América como nombre de


la pipa de fumar 5. En el Perú no se conoce con este sentido, pero tiene, en
cambio, dos importantes usos figurados: 'músico de banda militar o de pueblo' y
'estudiante de enseñanza superior que cursa el primer año o ciclo' 6.

El uso de cachimbo 'músico' puede haber surgido, por extensión al


ejecutante, del nombre aplicado, humorísticamente, a un instrumento de boca (el
clarinete, por ejemplo). En cuanto a cachimbo 'militar' dice en 1883 Arona: "así se
apodaba en Lima ahora muchos años a ciertos malos tipos de cierta Guardia
nacional, y

1 Véase fumar en cachimba en Valle Inclán, Tirano Banderas, págs. 116 y 123. En
replana cachimba es 'pistola' y también 'pene'. En Nicaragua significa 'cápsula o cartucho de
arma de fuego' y 'protuberancia en el tronco de un árbol'.
2 Se conoce en España; en Andalucía se llama cachimba una red de pescar, con aro,
que recuerda la forma de la taza de la pipa.

76  
3 Lengua del África occidental perteneciente a la familia bantú (véase Meillet, Les
langues du monde, págs. 893 y 899). El préstamo puede haberse hecho a través del
portugués, idioma en que cachimbo tiene mucha vida.
4 Diccionario de peruanismos, s. v.
5 En Cuba se llama también cachimbo una vasija metálica usada en los ingenios
azucareros, y aun el ingenio mismo; como adjetivo cachimbo es 'despreciable' (véase
Suárez, Diccionario de voces cubanas, s. v.). En el Perú y otros países de América cachimbo
es nombre de diversos árboles.
6 En esta acepción se usa también el femenino cachimba.

por extensión a cualquier militar ridículo" 1. Cachimbo puede haber pasado, pues,
por las siguientes etapas de evolución semántica: 'pipa' > 'instrumento de boca' >
'ejecutante de un instrumento de boca' > 'músico' > 'músico de una banda militar'
> 'militar', con matiz despectivo 2. El nexo semántico entre esta serie de acepcio-
nes y la de 'estudiante universitario de primer año o ciclo' puede estar en el matiz
despectivo de 'chambón' implícito tanto en 'músico malo' como en 'estudiante
novato'.

Fuera del Perú se documentan algunos modismos formados sobre cachimba


o cachimbo. Así, en Bolivia fumar en cachimba (a alguien) es 'apabullarlo con
argumentos' y encender la cachimba es 'pegar, agregir' en Cuba. En la República
Dominicana irse al cachimbo equivale a irse al diablo; llenar el cachimbo (a
alguien) es decirle cuatro frescas y tener lleno el cachimbo 'tener agotada la
paciencia'. En el Perú fregar la cachimba 'molestar' ha caído ya en desuso.

En cuanto a derivados, en Nicaragua cachimbero es el 'peón que lleva agua


y comida a sus compañeros' y cachimbón una 'tribuna para oradores populares';
cachimbear equivale a abalear 3. Cachimbazo 'golpe', 'disparo', 'trago de licor' se
usa en Nicaragua y otros países de la América Central.

CALATO

Calato por desnudo es uno de los peruanismos más característicos 4. Según


Arona, a fines del siglo XIX se sentía como menos

1 Ob. cit. s. v.

2 Véase cachimbo 'militar' en Fuentes, Ramillete o repertorio, pág. 11; 'voluntario' en


íd. íd. pág. 3. Cachimbo 'soldado' en Palma, Tradiciones, pág. 826.

3 En replana 'copular' (cachimba es 'pene', 'revólver' o 'producto del robo').

77  
4 Véase calato por desnudo en Blume, Sal y pimienta, pág. 139; C. Palma, Crónicas de
Corrales, 48, 81, 117; Seoane, Hombres y rejas, 32, 146, 216 ("manos calatas"), 250;
Camino Calderón, Diccionario folklórico del Perú, pág. 145 (véase loma calata, es decir,
'pelada' en Cuentos de la costa del mismo autor, pág. 25); se oye algo la expresión figurada
al calato por al desnudo. Véase calatito en Sofocleto al pie de la letra, pág. 48 (Cupido ha
sido bautizado como el calatito de la flecha por el periodista Guido Monteverde). Calato
'pobretón' en Gamarra, Cien años, pág. 81 y Arguedas, Diamantes y pedernales. Agua, pág.
165. En replana, calato por quilate: oro de 18 calatos.

limeño que provinciano. Pero hoy campea en nuestra habla familiar en su sentido
literal (en el metafórico de 'pobrete', 'insolvente' va siendo desplazado por su
equivalente misio).

Calatear(se) equivale a desnudar(se), y lo mismo la forma con prefijo


encalatarse 1; calateo es 'acción de desnudarse'; calatería se ha usado como
'conjunto de desnudos o semidesnudos' (con este sentido se documenta también
calaterío) y figuradamente 'pobreza', 'insolvencia', 'inopia'. Calatieri por calato se
debe a deformación humorística a la manera de huachafieri por huachafo (véase)
y baratieri por barato (que se apoya en el italiano barattiere 'estafador' y parece
argentinismo en el Perú). Calatista es sinónimo de ombliguista o estriptisera.
Sofocleto llamó calatriz a cierta actriz del cine argentino conocida por sus
desnudos; usa igualmente el derivado humorístico calatiewsky 2.

De la frase estar encalatado surgió el modismo equivalente estar en


Calatayud 3. Ver al diablo (o a Judas) calato 4 equivale a ver las estrellas a causa
de un dolor agudo. En la costa del norte se usa el modismo quedar más calato que
chisco [cierto pájaro] en pelusa con el sentido de 'quedarse sin un centavo' 5. El
dicho arequipeño mientras más calatería, más batería ridiculiza la ostentación sin
base de fortuna.

Calato viene del quechua q'ala 'desnudo', que ha pasado como cala al
castellano de diversas regiones. En Arequipa es general cala (sin diferenciación
genérica) por desnudo, -a; calapichar (compuesto de cala con el verbo quechua
píchay 'barrer' y la terminación castellana de infinitivo) equivale a pelar o
desplumar un jugador a otro. En relación con calapichar parece estar
calapitrinche

1 Véase calatear 'desnudar' en C. Palma, ob. cit. pág. 84 y 'desvalijar', sentido figurado
que señala dicho autor en el Glosario anexo a las Crónicas. Lo mismo sucede con

78  
encalatarse 'arruinarse'; véase su sentido literal de 'desnudarse' en íd. íd. 182. También
calatearse 'desnudarse' en Bryce, Un mundo para Julius, págs. 90, 221, 294.
2 Véase Sofocleto en dos columnas, pág. 72.
3 Véase calatayú en Bryce, Permiso para vivir, pág. 218: "con las nalgas y las tetas al
viento en fin, muy provocativamente calatayú"; también calata en la misma página y
calatita en íd. íd. 215, 285.
4 Clemente Palma usa la expresión ver al diablo calato en ob. cit. 46 y 227. Vargas
Llosa emplea la variante ver a Judas calato en La ciudad y los perros, pág. 301.
5 Cfr. Camino Calderón, Diccionario folklórico, pág. 90.
'sujeto insignificante', de uso general en el Perú 1. Se usan igualmente en Arequipa
los compuestos híbridos cabizcala 'calvo' y patacala 'descalzo'. Con este último
sentido se emplea en la sierra del Perú y en el interior argentino el compuesto
calachaqui (chaqui es 'pie' en quechua).

Arona no se hacía problema sobre la diferencia que había entre el


quechuismo calato y la palabra quechua q'ala (que transcribe ccala). Decía, un
poco al desgaire, que "al españolizar esta voz en la costa, no solo lo hacemos en
cuanto a la forma, suavizándola en calato, sino que le damos las dos
terminaciones [masculina y femenina]". Pero, ¿se suaviza realmente un préstamo
quechua al añadirle la sílaba to? ¿Corresponde dicha sílaba a un morfema
castellano? Y, si es así, ¿cuál es su significado? Son preguntas que el filólogo
tiene que hacerse, aunque acabe por dejarlas sin respuesta.

El terminal de calato es un verdadero enigma 2. No se trata, obviamente, del


sufijo culto -ato que produce sustantivos abstractos como generalato. Tampoco se
trata del sufijo italianizante -ata, presente en derivados como caminata,
escalinata, serenata (la forma masculina podría explicarse por analogía). Dentro
de la lengua quechua, no parece tampoco tratarse del sufijo de énfasis -tak (la
pérdida de la consonante final se explicaría por ser extraña al castellano), ni del
morfema de acusativo -ta.

Los vocabularios quechuas de los siglos XVI y XVII (Fray Domingo de


Santo Tomás, González Holguín) consignan q'ara (las grafías varían) con el
sentido de 'pelado, liso, lampiño' pero traducen con otras palabras el castellano
desnudo; ello prueba que en quechua son tardíos tanto el sentido de 'desnudo'
como la forma con l en vez de r (la l no pertenecía originalmente al sistema
fonemático del quechua). Está claro que el préstamo no se hizo en la primera
época, pues entonces habría dado en castellano *cara.

79  
El Diccionario moderno de Lira da 'kalato y 'kalata como neologismos aislados
(anómalos en la lengua por su flexión genérica) en tanto que 'kala, la forma
quechua auténtica, aparece con más de veinte derivados. Es factible, pues, que
'kalato y 'kalata resulten

1 Véase calapitrinche en C. Palma, ob. cit. págs. 215 y 265.

2 Tampoco es clara la terminación de calapacho, galapacho y garapacho, en Huánuco equivalentes


de calato.

de una tardía alteración del préstamo quechua (véanse los casos de cachaco,
cacharpas y carcancha).

Lexicógrafos bolivianos afirman que calato viene del aimara q'alata,


participio pasado del verbo q'alaña 'desnudar' 1. Pero, a lo que parece, este verbo
es más nuevo en aimara que calato en nuestro castellano. Coincidiendo con lo
dicho respecto al quechua, los aimaristas del siglo XVII Bertonio y Torres Rubio
consignan q'ara (las grafías varían) con el sentido de 'pelado, lampiño, liso' y tra-
ducen desnudo por otras palabras; el sentido metafórico y el cambio de r por l son,
pues, también tardíos en aimara. Tampoco parece haber ninguna base para
suponer que el sufijo aimara que indica procedencia (-ta) o el de segunda persona
singular (coincidentemente -ta) tengan algo que ver con la última sílaba de calato.
Y, lo que es bastante curioso, los mismos lexicógrafos que proponen como étimo
de calato la forma verbal aimara q'alata, registran solo calancho 'desnudo' en
Bolivia 2.

Queda, pues, en pie el enigma del origen de la última sílaba de calato.

CAMAL

En el Perú, Bolivia y Ecuador se dice camal en vez de matadero o rastro y


camalero por matarife, jifero (palabras estas prácticamente desconocidas entre
nosotros) 3. En Bolivia se llama camalaje el impuesto que se paga por el uso del
camal. En el Perú se ha usado camalito por garçonnière 4; en replana se llama
acamalado al que vive

1 Véase Nicolás Fernández Naranjo y Dora Gómez de Fernández, Diccionario de bolivianismos,


pág. 206.

80  
2 Calancho parece voz híbrida: quechua q'ala más sufijo desvalorativo castellano -ncho.
Benvenutto deriva calato de un quechua *qalacho (El lenguaje peruano, pág. 88).

3 Según Arona, a fines del siglo pasado se llamaba matancero al matarife y camalero al proveedor
de reses para el camal (Diccionario de peruanismos, s. v.). Véase camal en Valdelomar (BCP 9**, págs.
289, 290, 291, 292; camalero, en íd. íd. 293). Camal en Vargas Llosa, La casa verde, págs. 32, 76, 96,
160, 287, 288, 289.

4 En Hombres y rejas de Seoane: "¿No saben que la ramadita'e don Jazmín es camalito del maricón
Montiel?" (pág. 251). También se usan en el Perú, en este sentido, matadero, jabe (véase jaba) y jato
(Pino, Jerga criolla, s. v.).

en concubinato; se emplea también el verbo acamalarse 'vivir en concubinato' 1.

Concolorcorvo cuenta la historia del engaño de que fueron víctimas unas


monjas de Lima, a quienes les prometieron como limosna mil carneros, los cuales
"fueron a parar al camal de N., que los pagó a diez reales cada uno" 2.

Pero en el Diario de Lima llevado sucesivamente por los Mugaburu (padre


e hijo) entre 1640 y 1694, solo aparecen rastro 'matadero' y rastrero 'carnicero' 3.
Palma explica: "Rastro de San Francisco y Rastro de San Jacinto nombráronse
aquellas [calles de Lima] en donde estuvieron situados los primeros camales o
mataderos públicos" 4. Como nombres de calles perduran Rastro de San Francisco
y Rastro de Santo Domingo; en ellos la palabra rastro no evoca ya la acepción de
'matadero'.

Camal, del latín camus 'collar de hierro o cuerda, usado para castigar al
esclavo', 'freno', 'bozal', 'cabestro', se documenta desde el siglo XV con los
sentidos, muy próximos a los latinos, de 'parte de la armadura que protege el
cuello', 'cadena gruesa puesta al esclavo', 'cabestro'. El uso americano de
'matadero' se debe, pues, a extensión de sentido: del de 'cabestro', con el cual se
ataba la res para matarla, se pasó al del 'lugar' mismo donde dicha operación se
realizaba.

Camal parece tener todavía el sentido de 'cabestro' en el Diente del Parnaso


del poeta colonial Juan de Caviedes. Así describe a uno de los médicos de su
galería:

"Yáñez es un criminal
por sus curas, y se advierte
que en el Rastro de la Muerte
sostiene el mejor camal" 5.

81  
1 Véase Bonilla, Jerga del hampa, pág. 62. En lunfardo acamalar es 'guardar, ahorrar', 'sujetar,
proteger'; acamalador es quien ahorra o protege. Véase el Boletín de la Academia Porteña del Lunfardo,
tomo I, N.º 4, págs. 19-28.
2 El lazarillo de ciegos caminantes, ed. BCP, pág. 25.
3 Págs. 99 y 96, respectivamente.
4 Tradiciones, pág. 398.
5 En Antología general de la poesía peruana, pág. 292. Yáñez subrayado en el texto.
El Diccionario académico (2001) registra como 4.ª acepción de camal,
usada en el Perú, Bolivia y Ecuador, la de 'matadero'.

CAMOTE

En Méjico, el Perú, Chile, Bolivia, el interior argentino, Ecuador y América


Central se llama camote una planta originaria de este continente y también su
tubérculo comestible. Camote, del azteca camotli, ha llegado a desplazar a la voz
propia apichu en las zonas de sustrato quechua 1. En el Perú camote tiene muchos
usos y algunos derivados; es, asimismo, el núcleo de varias expresiones nominales
2
.

En el Perú, Chile, la Argentina y Uruguay 3 camote es 'amor tierno, cariño'


y también el objeto de ese amor, cariño, amistad vehemente, apego o afición; el
origen del uso figurado está en la proverbial dulzura del tubérculo. En el Perú se
4
llama camotudo, camotuda a quien se encariña fácilmente y lo demuestra con
vehemencia y ternura; encamotarse es 'enamorarse', 'amartelarse', 'encariñarse' 5.

Camote es también en el Perú cierto juego en que un participante trata de


interceptar la pelota que los demás se lanzan mutuamente.

1 En Venezuela, Colombia, Santo Domingo, Puerto Rico y la zona del Plata prevaleció, en cambio,
el arahuaquismo batata (en España batata de Málaga). En Cuba y Uruguay se usa otro indigenismo,
boniato, con sus variantes buniato y moniato.

2 En el Perú y otras regiones camote se ha hecho equivalente de 'bulbo, tubérculo' (en la América
Central 'verdugón, chichón'). Son derivados usados en el Perú camotillo 'cierto dulce' (otro es el camote
calado en almíbar; véase Mejía, Ayer y hoy, pág. 37); camotilla, un pez marino (Tovar, Hacia el gran
diccionario de la lengua española, s. v.) y camotal 'terreno plantado de camotes'. Por semejanza se ha
bautizado como El Camotal una zona peñascosa y agitada del mar, entre el Callao y la isla de San
Lorenzo. Camote del monte o sacha-camote (sacha en quechua equivale a seudo, falso) se llama un
bejuco de la selva peruana; camote huasca (huasca es 'cordel, soga' en quechua) una convolvulácea y
camote podrido un árbol maderable de la misma región (véase Tovar, Vocabulario del Oriente peruano,
s. v.).

82  
3 País donde, como se ha dicho, el tubérculo se llama boniato o moniato. El uso figurado se ha
extendido hasta el sur del Brasil.

4 En el Ecuador, camotero, camotera.

5 Véase encamotarse en Blume, Sal y pimienta, págs. 17, 31 y 41; tomar camote 'encariñarse' en C.
Palma, Crónicas de Corrales, pág. 19 y Bryce, Un mundo para Julius, pág. 73. En Bolivia camotear es
'cortejar, enamorar'.

En Arequipa camotear es 'evadir la acción del contrario' en el fútbol y juegos


semejantes 1.

Se han olvidado en el Perú algunos usos figurados de camote que aparecen


en costumbristas de fines del siglo XIX, como El Tunante. En ¡¡Cien años de vida
perdularia!! Gamarra usa el término con los sentidos peyorativos de 'incapaz,
estúpido' y 'picaro, sinvergüenza'. No cree, por ejemplo, que pueda haber "un
gobierno tan supremamente camote" como para nombrar a una nulidad en cierto
cargo, y denuncia la existencia de un grupo de "camotones feroces, que la
república viene alimentando". Llama a más de un personaje poco recomendable
"reverendo camote" o "el más camote de la cofradía", y dice de cierto tipo de
burócrata que es "mientras más camote, más tieso" 2. Estos usos de camote están
sin duda en relación con la acepción de 'bobo, necio' que tiene la palabra en el
Ecuador y la mejicana de 'bribón, sinvergüenza' 3.

En cuanto a refranes, en el Perú se dice donde camotes se asaron, cenizas


quedaron, que significa 'es difícil olvidar un amor'. En Segura se documenta el
dicho en toda tierra de camotes hay de una y otra cría con el sentido aproximado
de 'en todas partes hay valientes y cobardes' 4.

Y Camino Calderón recoge el dicho eso se ganó con el trabajo del general
Camote (es decir, sin gran esfuerzo), originado en un incidente de nuestras luchas
civiles: cierto personaje popular, apodado general Camote, dio el triunfo, solo con
sus gritos, a uno de los bandos en lucha 5.

1 Véase hacer camote (en fútbol) en Congrains, Lima, hora cero, pág. 136.

2 Págs. 88, 26, 181, 161 y 149, respectivamente; "director camote" en Rasgos, pág. 123;
véanse estos usos ya en Moncloa, Tipos menudos, pág. 201.

83  
3 Véase "el muy camote" en El Periquillo Sarniento (1816), pág. 201; véase también íd.
íd. 121.

4 Artículos, pág. 60.

5 Diccionario folklórico, pág. 134. Véase también Camote como apodo en íd. íd. pág.

CANILLITA

En el Perú, Bolivia, Paraguay, la Argentina y Uruguay es general canillita


como designación del vendedor ambulante de diarios y revistas 1. También se
aplica al dueño del puesto o kiosco donde se venden periódicos.

Canilla (la forma original era cañilla, con ñ luego despalatalizada) es


diminutivo de caña. Por semejanza se aplicó a los huesos largos de la pierna,
especialmente la tibia, y de allí surgió el uso de canilla 'pierna flaca', vivo hoy en
América, y los muy próximos de 'pantorrilla' (Colombia) y 'tobillo' (Chile).
2
Canillón se usa en el Perú y otras regiones con el sentido de 'zanquilargo',
aplicado especialmente al niño o adolescente en proceso acelerado de crecimiento;
también se dice canillento, y en algunas partes de América se prefiere canilludo;
en replana, canillejo. Canillera es la espinillera o protector de la pierna usado en
deportes como el fútbol.

En 1904 el dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez estrenó en Buenos


Aires la pieza teatral en un acto titulada Canillita. El título correspondía al apodo
del protagonista, ganado sin duda por sus piernas largas y flacas de niño
desnutrido 3. Canillita, esforzado vendedor de periódicos, se presentaba así:

"Soy Canillita
gran personaje
con poca guita 4
y muy mal traje.
[...]
Muy mal considerado
por mucha gente,
soy bueno, soy honrado,
no soy pillete,
y para un diario,

84  
1 Véase canillita en López Albújar, De la tierra brava, pág. 47. También en Vargas Llosa,
Conversación en La Catedral, I, págs. 13 y 343.

2 Río de la Plata, Puerto Rico, Santo Domingo, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guatemala,
Nicaragua y partes de Méjico.

3 Según J. E. Clemente canillita se explica "por las características piernas de medias ['calcetines']
caídas" (El lenguaje de Buenos Aires, pág. 58).

4 En el Río de la Plata guita es 'dinero'.

soy un elemento

muy necesario" 1.

La obra tuvo tanto éxito que pronto el nombre del protagonista se aplicó a
todos los chiquillos vendedores de diarios. Canillita pasó más tarde al Perú, como
tantos otros argentinismos. Pero como el diminutivo no se sentía como adecuado
para designar a los adultos del mismo oficio, surgió, por regresión, la forma
(común a ambos géneros) canilla, que tuvo alguna difusión.

La edición de 2001 del DRAE registra el americanismo canillita como


"vendedor callejero de periódicos"; también canilla con la acepción de 'espinilla' y
canilludo por zanquilargo (no canillón ni canillento); igualmente canillera por
'espinillera' y 'temblor de piernas', ambos como americanismos.

CAPAZ
2
El adjetivo capaz tiene en español, además de su acepción etimológica
'con espacio para contener algo', la figurada de 'apto, inteligente, diestro'. Son, por
tanto, de la lengua general oraciones como "ese recipiente es muy capaz" 3, "eres
capaz de olvidarte", "Juan no es capaz para el empleo".

Pero, además de esos usos, son frecuentes en el habla peruana otros como
"capaz no liega a tiempo", "capaz ni se lo han dicho", "capaz lo tengan que
operar". En estas construcciones capaz funciona como adverbio equivalente a
quizá, tal vez y puede constituir una palabra oración: "¿Vienes mañana?
—Capaz".

Estos usos llegan en el Perú al nivel del habla culta familiar (generalmente
se evitan en lengua escrita). En el habla popular se documentan, además, el
afectivo capacito 4 y la construcción capaz que más

85  
1 En Florencio Sánchez, Teatro completo, pág. 234.

2 Del latín capax, -acis, de capere 'contener, dar cabida'.

3 En el Perú se diría, más bien, "tiene mucha capacidad" o "es de gran capacidad".

4 Véase capacito en un diálogo de los personajes de Los perros hambrientos de Alegría (pág. 63).

un verbo en indicativo o subjuntivo, de bastante difusión en América (Argentina, Chile, Bo-


livia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Méjico).

Cuervo estaba convencido de que los desarrollos americanos de capaz tenían origen
1
hispánico y los explicaba por cruce o contaminación de dos tipos de construcciones
castellanas: una, es capaz de (pegarle, etc.); otra, es probable que (le pegue, etc.). Resultado
del cruce: es capaz que (le pegue, etc.).

Para Capdevila capaz que equivale a cabe que 2; el régimen (que, y no de) se
explicaría por el hecho de que en aquella expresión capaz funciona en sustitución de una
forma verbal.

CAPORAL

Caporal por capataz, mayoral, 'jefe de peones o vaqueros en una hacienda, hato o
rancho' es de uso corriente en el Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela 3, Guatemala 4
y
5
Méjico . En el Perú se llama también caporal, en una cárcel, al jefe de un grupo de reclusos,
o cabo de presos 6. En replana caporal tiene el sentido de 'muy capaz, sobresaliente'; el
grado máximo es caporal de caporales.

En Arequipa se documenta el uso de caporal 'vaso grande para chicha' 7 que aparece
ya en "La chicha, canción popular cantada

1 En el siglo XVIII se documentan en España frases como "no es capaz me acuerde"


por 'no es probable que me acuerde'. En el habla rural salmantina se usa es capaz de por 'no
es probable que'; este dato no invalida la hipótesis de Cuervo, pues es posible llegar a
significados opuestos por procesos divergentes. Es caso extremo la locución exclamativa
¡qué capaz!, en Méjico expresión de negativa enfática; véase ya este sentido en El Periquillo
Sarniento: "yo le dije que qué capaz que yo la engañara, pues me moría por ella" (pág. 190).

2 Despeñaderos del habla, págs. 167-168. Véase capaz que en Cortázar, Las armas
secretas, pág. 23.

3 Véase el uso de Bolívar (caporal 'peón de una hacienda ganadera') en las Memorias
de O'Leary, XVIII, pág. 608 (cito por la primera edición) y Hildebrandt, La lengua de
Bolívar, pág. 249 (t. Léxico de Bolívar, págs. 455, 559, 561).

4 Allá se ha formado el verbo caporalear 'hacer de caporal'.

86  
5 Designa específicamente al 'jefe de vaqueros' en un rancho.

6 Véase este uso en Seoane, Hombres y rejas, págs. 28, 80, 81, 88, 108, 159, 162, 166,
etc.

7 Miguel Ángel Ugarte, Arequipeñismos, s. v.

en las fiestas que se hicieron a la llegada del general San Martín [a Lima]" 1. Dice
una estrofa:

"El Inca la usaba


en su rejia mesa
ahora no empieza,
que es inmemorial.
Bien puede el que acaba
pedir se renueve
el poto 2 en que bebe
o el gran caporal".

Este uso podría haber surgido a partir de la acepción de 'principal, capital'


que tuvo antes caporal (se decía, por ejemplo, viento caporal), teniendo en cuenta
el tamaño, excepcionalmente grande, del vaso de vidrio que designa.

Caporal es un término del lenguaje militar tomado del italiano caporale 3 a


principios del siglo XVI y aplicado entonces al cabo de escuadra 4; anticuado en
la lengua general, se conserva en algunas hablas regionales de la Península 5.

Del uso militar salió el americano, que se documenta ya a fines del XVIII
en El lazarillo de ciegos caminantes. Hablando de la doma de mulas en Tucumán,
dice Concolorcorvo que "cada peón debe montar la que le enlazare el caporal" 6.
Pero fuera de esta única ocasión, el autor usa sistemáticamente el sinónimo
capataz.

El italianismo caporal pasó también tempranamente al francés [c. 1540].


Napoleón fue apodado Le Petit Caporal. Caporalisme 'cesarismo, militarismo' se
documenta en esa lengua desde mediados del siglo XIX.

1 Reproducida en Herrera, El álbum de Ayacucho, pág. 325.

2 Especie de taza hecha de media calabaza seca.

87  
3 Derivado de capo 'cabeza'. Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v.

4 Con sentido análogo lo usa Valle Inclán en Tirano Banderas, págs. 13, 14, 97, 98.

5 En los dialectos navarro y andaluz de Almería, por ejemplo.

6 Ed. BCP, pág. 129. Los caporales son todavía personajes —caricaturizados— de algunas danzas
folklóricas peruanas, tales como la de Los negritos de Huánuco.

CAQUINOS

Es uso obsolescente u obsoleto del habla culta familiar limeña la expresión


reírse a caquinos por reírse a carcajadas. En la comedia de Segura titulada
Percances de un remitido la joven Cristina rechaza, divertida, la idea de que su
padre pudiera estar comprometido en un complot:

"¡Qué mentira! ¡Esto es muy lindo,

mi papá conspirador!

cosa es de reírse a caquinos" 1.

La expresión se documenta igualmente en otros escritores satíricos y


2
costumbristas del siglo XIX tales como el padre Larriva y el olvidado Ramón
3
Rojas y Cañas .

Caquinos, del latín cachinnus 'carcajada, risotada', no es palabra de la


lengua general, ni parece haber sido nunca de uso corriente en la Península 4. En
América, en cambio, se documenta abundantemente desde el siglo XVIII 5.
Aparece, por ejemplo —con la grafía latinizante cachinos— en El lazarillo de
ciegos caminantes; Concolorcorvo relata una anécdota sobre la burla que hizo de
cierto obispo el administrador de una misión jesuita, burla de la cual solo se había
percatado un paje del obispo:

"El pajecillo hacía esfuerzos por contener la risa, y reparándole el obispo le


reprendió, y en lugar de dar alguna satisfacción prorrumpió en fuertes cachinos,
que dieron lugar al obispo a discurrir algún misterio" 6.

Aunque hoy ha caído en desuso en Méjico, caquinos fue corriente hasta el


siglo XIX y se documenta en El Periquillo Sarniento de Lizardi. Su protagonista
se enfada en cierta ocasión por las burlas de unas muchachas a quienes un
camarada ha descubierto el apodo que da nombre al libro, y cuenta:

88  
1 Acto II, escena I (en Comedias, II, pág. 166).
2 En Odriozola, Colección de documentos literarios del Perú, tomo II, pág. 51.
3 En BCP 9*, pág. 282. Véase un uso de González Prada en Letrillas, pág. 111.
4 Lo incluye el Diccionario de Terreros (concluido h. 1760).
5 El padre Vargas lo consigna en su Glosario de peruanismo (léxico de Fray Francisco del Castillo).
6 Edición BCP, pág. 209.
"... mientras yo me ponía más serio, las muchachas reían de mejor gana, de modo
que parecía que les hacían cosquillas a las muy puercas, y el pícaro de Juan Largo
añadía nuevas facetadas 1, con que redoblaban sus caquinos" 2.

La indiscreción se repite ante un grupo de pícaros, con análogos resultados:

"En cuanto aquellos hermanos oyeron mi sobrenombre, renovaron los caquinos,


y comenzaron a indagar su etimología..." 3.

En otra oportunidad, impresionado por los golpes que sufre un peón en la


doma, expresa el sensible Periquillo:

"En aquel momento solo consideraba el dolor que sentiría aquel infeliz, y esta
genial ['idiosincrásica'] compasión no me permitía reír cuando todos reventaban a
caquinos" 4.

Se ha dicho ya que durante el virreinato la élite criolla se consideró con


derecho a explotar por su cuenta las canteras del latín, derecho justificado en
cierto modo por la formación clásica que poseía generalmente el criollo culto.
Entre los latinismos de América debe considerarse, pues, caquinos, lo mismo que
acápite, atingencia, festinar, fungir 5 y algunos otros.

CARACHA

En el habla familiar peruana se llama caracha la sarna de personas y


animales y, por extensión, cualquier erupción cutánea que produce comezón o
picazón 6.

Ya en el siglo XVII dice Caviedes, en una sátira contra cierto médico


limeño y su prometida:

"El la traerá bien vestida

(a costa de curas malas)

1 En Méjico 'chanzas de mal gusto'.

2 Pág. 41, ed. cit.

3 Pág. 139.

89  
4 Pág. 49.

5 Todos tratados en este volumen.

6 Por la comezón se la llama también rasca-rasca.

y bien comida, si no
1
de manjares, de caracha" .
En Ña Catita de Segura un personaje femenino increpa a otro:

"Parece, mujer maldita


que estuvieras con caracha:
no paras en parte alguna;
y, por Dios, que me alegrara
que fuera de esa perruna,
cosa que 2 nunca sanara" 3.
Caracha es un americanismo extendido desde Colombia hasta Paraguay y
el Río de la Plata. En el noroeste argentino, el Ecuador y Colombia (también en
Arequipa) se aplica a las costras de heridas en proceso de cicatrización. El plural
designa en Chile la grasa que recubre el cuero cabelludo de los recién nacidos, y
en Bolivia cierto tipo de granos o diviesos. En la minería colombiana se llama
caracha, por analogía, el resultado de la oxidación de ciertos minerales. Y, a
causa de sus características escamas, se llama en el Perú caracha, carachita o
carachito cierto pez 4. El diminutivo carachita se aplica también a un tipo de
ladrillo de poco espesor.

Caracha se tomó del quechua y aimara karacha, documentado en los


vocabularios de Fray Domingo de Santo Tomás (1560), González Holguín (1608),
Bertonio (1612) y Torres Rubio (1616). El préstamo se realizó en los primeros
años, como lo prueba la documentación de la variante carache (todavía usual en
algunas partes) en las Actas del Cabildo de Santiago de Chile correspondientes a
1549 5. En quechua, karacha parece formación sobre la raíz kara 'piel, pellejo,
cuero, costra, escama, corteza, hollejo, cáscara', con

1 En Antología general de la poesía peruana, pág. 298.

2 Cosa que 'a fin de que' (véase el artículo correspondiente en este volumen).

3 Acto I, escena VIII (en Comedias, II, pág. 26).

4 Véase el uso de Larriva: "¡O vosotras, carachas que nadando / estáis en el gran Rímac, noche y
día!" (en Odriozola, Colección de documentos literarios, II, pág. 57). Palma usa como interjección
"¡carachitas!" (véase Tradiciones, pág. 1184). En el Drama de los Palanganas (de 1776) aparece, junto a

90  
aduaneros y nieveros, la forma caracheros, que tal vez tenga el sentido de 'pescadores, vendedores de
carachas' (pág. 102 de la 2.ª edición Sánchez).

5 Citado por Lenz, Diccionario etimolójico de las voces chilenas derivadas de lenguas indíjenas
americanas, s. v.

el sufijo de acción -cha (o tal vez con el sufijo, homófono, de diminutivo).


1
Carachoso y carachento equivalen en el Perú a sarnoso. Carachento, de
mayor difusión en América, tiene matices semánticos diversos; en Chile se aplica
al niño de pecho que tiene costras de grasa seca en la cabeza; en la provincia
argentina de La Rioja (como en Bolivia) equivale a granujiento; en San Luis, en
cambio, puede ser sinónimo de sarnoso, llagado o mugriento. A metátesis se debe
la variante argentina carancheto, y a posterior alteración la menos frecuente
caranchato. En La Rioja encaracharse es 'llenarse de granos'; allá y en Colombia
descarachar es descostrar (en Colombia equivale también a descortezar,
desconchar). El costumbrista limeño Adán Felipe Mejía llama acarachadas las
paltas cuya cáscara tiene manchas oscuras y rugosas 2. Ya a fines del siglo XVIII
Santiago el Volador hablaba de uvas que se acarachaban 3.

Un sustituto eufemístico de caracha es sarpullido inglés, documentado en


los artículos de costumbres de Clemente Palma 4; se oye todavía el dicho
sarpullido inglés, que de lejos parece caracha... y de cerca es. En la Argentina el
modismo ser una caracha equivale, explicablemente, a ser insoportable. Es
curioso, en cambio, el sentido de otro modismo americano: ser la caracha para
algo por 'ser la persona adecuada'.

Al tratar de caracha no puede dejarse de lado la posibilidad de su relación


con carate, que en la América Central, Venezuela, Colombia, Ecuador y Bolivia
designa el llamado vitíligo, enfermedad que se manifiesta por la aparición de
5
manchas claras en la piel por pérdida de pigmento (pérdida debida, en algunos
casos, a la acción de ciertos hongos). En las áreas mencionadas se llama caratoso
(o cararoso) al que tiene la piel manchada en esa forma; en Colombia, también
caratejo. Coincidentemente, en Arequipa se llama cara un menjunje que produce
manchas cutáneas y la mancha

1 En Loreto se pronuncia claramente carachiento.

2 Ayer y hoy, pág. 133.

3 Véase Santiago de Cárdenas, Nuebo sistema de nabegar por los aires [1762], pág. 85.

4 Véanse las Crónicas de Corrales, págs. 51, 255.

91  
5 En Venezuela se emplean también las variantes carare y zarate. En Colombia se
llama carate un árbol cuyo látex produce manchas cutáneas indelebles.

misma (también caracha); el que tiene el rostro así manchado se llama cariento o
caroso (este último término ha llegado a tomar el sentido de 'rubio').

Aunque podría pensarse en la presencia de una misma raíz (el quechua kara
'piel') en caracha y carate, el hecho de que carate se documente a mediados del
siglo XVI con referencia a Castilla del Oro excluye la hipótesis de que se trate de
un quechuismo difundido por los conquistadores. Tampoco es probable que se
trate de un préstamo de una lengua indígena a otra en la época precolombina. Una
doble coincidencia en cuanto a forma y fondo resulta, igualmente, difícil de
admitir.

CARÁTULA
1
En la mayor parte de la América hispana es corriente el uso de carátula
con el sentido de 'cubierta de un libro', extendido luego a la 'cubierta de una
revista, un folleto o un legajo' 2.

En el Perú se llama contracarátula la cara externa posterior de un libro, una


revista o publicación semejante; en la Argentina y otras partes de América se
denomina falsa carátula 3 la anteportada de un libro. En la Argentina caratular es
'poner la carátula' a un libro o expediente y en el lenguaje jurídico rioplatense
caratulado equivale a titulado, rotulado (referido a un expediente o legajo).

Carátula 'máscara' sale, por disimilación y cambio semántico, del antiguo


carátura 'brujería', derivado del latín character en el sentido de 'signo mágico'. A
causa de los rostros pintarrajeados de algunos brujos y con el apoyo de la
semejanza fonética con

1 El Perú, la Argentina, Uruguay, Chile, Ecuador, Colombia, Venezuela, Honduras,


Guatemala, Puerto Rico, Cuba y Méjico.

2 Carátula (de folleto) ya en una comunicación de 1880 del gobierno de Piérola,


reproducida en M. A. Fuentes, Ramillete o repertorio, pág. 110.

3 Véase este uso de Borges: un libro es "un volumen [subrayado del autor], un prisma
de seis caras rectangulares hecho de finas láminas de papel que deben presentar una
carátula, una falsa carátula..." (Evaristo Carriego, en Obras, 121).

92  
careta y cara, carátula llegó a hacerse sinónimo de máscara y aun a tomarse
como símbolo del arte histriónico.

El sentido americano de 'cubierta' de un libro se documenta ya en Méjico a


mediados del siglo XVIII, y se explica por la idea de 'cubrir', implícita tanto en
máscara como en cubierta de libro. Pero junto al uso nuevo coexistieron en
América otras acepciones peninsulares de carátula, algunas de ellas desusadas
hoy. Véanse, por ejemplo, estos versos de Segura:

"Mi carátula descubre


desde a legua lo que soy,
y si se juzga por ella
tengo más lacras que Job" 1.
Aquí carátula parece ser sinónimo humorístico de cara, uso vigente en el
siglo XIX y conservado en algunas regiones hasta el XXI 2.

El Diccionario académico (2001) incluye ya la entrada carátula con la


acepción de "cubierta o portada de un libro o de los estuches de discos, casetes,
cintas de vídeo, etc.".

CARCA

En la comedia de Segura titulada Percances de un remitido dice uno de los


personajes, refiriéndose a otro:

"... que su abuelo, indio rechoncho,


vino de su tierra a Lima
con toda su carca encima,
sus ojotas y su poncho" 3.
En el Perú y Ecuador se llama carca la mugre acumulada sobre la piel por
crónico desaseo. El que tiene carca es (o está) carquiento o carcoso; este último
derivado, hoy más frecuente en el Perú, se emplea también en el Ecuador.

1 Las tres viudas, acto I, escena II (en Comedias, I, págs. 156-157).

2 Véase este uso de carátula por cara en el siglo XX en C. Palma, Crónicas de Corrales (1938),
págs. 116 y 250.

3 Acto I, escena VI (en Comedias, II, pág. 144). Ojotas son rudimentarias sandalias de cuero; véase
más adelante poncho.

93  
Clemente Palma pone en boca de su álter ego, el pintoresco "diputado por
Amancaes" Juan Apapucio Corrales, la descripción de un examen
"antropométrico" realizado por él y su consorte en un joven sirviente de la casa.
Al principio les parece que tiene todo el cuerpo tatuado, pero (dice Corrales):

"una observación más detenida me hizo comprender que allí donde a primera
vista habíamos columbrado unas letras arábigas, un molino, dos vicuñas, una cruz
masónica, una cacatúa y un cornetón de gramófono, no había sino sencillamente
una capa más o menos espesa de la substancia vulgarmente conocida con el
nombre de carca, y las aparentes figuras eran el resultado de las huellas de las
rascadas que en todas las direcciones de la rosa náutica se había hecho el
muchacho" 1.

Kharka es en quechua 'estiércol seco de ganado' que se usa como


combustible y, en sentido figurado, 'mugre costrosa' adherida a la piel o a otras
cosas. A principios del siglo XVII el Vocabulario de González Holguín consigna
ambos sentidos: carca "boñiga seca" y karka uncu "mugre antigua hecha costra
del hombre, o del vestido, o de las ollas" 2. Carca ha pasado también con su
sentido de 'estiércol' al castellano de Huánuco, Tacna y otras regiones del Perú, así
como al territorio, hoy chileno, de Arica. En el noroeste argentino se usa carca
como equivalente de carcoso.

CARCANCHA

Cuenta Palma que antaño "acostumbrábase en muchos pueblos del Perú


celebrar la Semana Santa con mojigangas populacheras que ni pizca tenían de
religiosas. En Lima misma, como quien dice en el cogollito de la civilización,
tuvimos, hasta que entró la patria 3, la exhibición de la Llorona de Viernes Santo,
de la Muerte carcancha y de otras profanaciones de idéntico carácter" 4.

1 Crónicas, pág. 130; véanse carca y carquiento en el Glosario adjunto.

2 Pero traduce mugre, en su sentido genérico, como chilititi; véanse las páginas 435a,
136b y 596b, respectivamente.

3 Frase con que se aludía a la declaración de la independencia, en 1821.

4 Tradiciones, pág. 1120.

94  
La Muerte Carcancha era el esqueleto que representaba la Muerte, y su
recuerdo como cuco o coco de niños perduró hasta principios del siglo XX. José
Gálvez dice, a propósito de historias de penas (almas en pena) y aparecidos:

"Hubo en Lima amas exageradas que llegaron a contar a sus engreídos,


haciéndolos estremecer de pavura, leyendas en que aparecían canillas sueltas que
buscaban su cuerpo 1, calaveras que rodaban solas, costillas descarnadas que
daban volatines y por último esqueletos íntegros, carcanchas como los llamaban
(con palabra e imagen heredadas de los indios quechuas) que jugaban a los
palitroques con canillas y calaveras de otros difuntos" 2.

El uso de carcancha por esqueleto, osamenta perdura en la expresión estar


hecho una carcancha, que se aplica a quien ha enflaquecido exageradamente,
sobre todo si a la flacura se suma vejez o fealdad 3; se oye también, en relación
con este uso, el adjetivo carcanchón o carcanchoso.

Como dice Gálvez, carcancha parece voz de origen quechua. El diccionario


moderno de Lira consigna, en efecto, karka o karkancha 'esqueleto que representa
la muerte'. Sin embargo, los vocabularios antiguos de Santo Tomás y González
Holguín no incluyen esos términos.

Puede estar en relación con el quechua karkancha el fantasmal kkharkkar


que en forma de cabeza de hombre o de llama anda penando por el aire o suelo, al
mismo tiempo que emite ronquidos sobrenaturales. Y parece variante de
karkancha la forma karkacha, nombre de un personaje de la mitología
ayacuchana, mitad hombre y mitad llama, de quien se dice que escupe en los
caminos a los viajeros, encandilados por sus ojos relampagueantes.

1 Cuerpo subrayado por el autor. Ama es 'niñera' y engreído 'mimado' en el Perú. Véase
canilla 'hueso largo de la pierna' s. v. canillita en este volumen.

2 Una Lima que se va, pág. 16.

3 Blume usa carcancha como adjetivo equivalente a esquelética: "son tan carcanchas e
impresentables..." (Sal y pimienta, pág. 182).

95  
CARDUMEN

En el Perú, la Argentina, Uruguay, Chile, Colombia y Venezuela se usa


cardumen (plural cardúmenes) con el sentido general de 'mancha o banco de
peces' y también con la extensión semántica de 'multitud de cosas o de personas' 1.

Con toda su apariencia de tecnicismo zoológico, cardumen es un


2
americanismo tomado del gallego-portugués cardume 'multitud de cosas o de
personas' y 'banco de peces', según Corominas derivado de carda 'instrumento
para peinar o cardar la lana' (que en principio era la misma cabeza del cardo). La
imagen evocaba una multitud de seres o cosas juntas y apretadas, así como lo
están las púas o dientes de la carda 3.

Las variantes cardumen y cardume (plural cardumes) se documentan en


castellano, en referencia a América, desde fines del siglo XVI. Cardume aparece
en una relación de Sarmiento de Gamboa sobre su segundo viaje al estrecho de
Magallanes:

"... hoy [3 de febrero de 1583] hallamos y vimos muchos cardumes y manchas de


peje menudo, colorado, del tamaño de camarones" 4.

Cardume ha dado cardumo en la región mejicana de Tabasco, por


influencia del sufijo nominal masculino -o. Influencia morfológica de otro tipo es
la que dio origen a la forma cardumen, predominante hoy en América 5: se trata
en este caso de la adaptación

1 Palma lo usa mucho en sentido figurado: "cardumen de quisicosas" (en su Prólogo a


los Artículos, poesías y comedias de Segura, pág. VII); "cardumen de litigantes"
(Tradiciones, pág. 763), "cardumen de jesuitas" (pág. 1476), "cardumen de revolucionarios"
(1184), "cardumen de sanguijuelas del Tesoro público" (1109), "cardumen de padrinos"
(1441), "cardumen de aficionados" (865), "cardumen de sus imitadores" (1375), "cardumen
de poetisas" (261), "cardumen de mujeres feas y desharrapadas" (551), etc. No cabe duda de
que hay en todos estos usos un matiz humorístico o despectivo.
2 Aunque no es usual en España, cardumen 'banco de peces' aparece en el Diccionario
de la Academia sin indicación regional (en 1899 se le quitó la nota de anticuado que tuvo
hasta 1884). La acepción (segunda) de 'multitud y abundancia de cosas' aparece solo referida
a Uruguay en la edición de 2001.
3 Véase Corominas, Indianorománica, en RFH VI, N.° 2, págs. 159-161 y Diccionario
crítico etimológico, s. v.
4 Viajes al Estrecho de Magallanes, 2 vols.; I, pág. 321. Véase el Glosario de voces
marítimas y antiguas de Rosenblat anexo a dicha obra.
5 En Venezuela y otras regiones hispánicas alternan cardume y cardumen (véase
Rosenblat, Buenas y malas palabras, pág. 206).

96  
de cardume al terminal culto de latinismos como volumen. Lo mismo sucedió en
la lengua general con resumen, antes resume 1. El cambio se apoyó sin duda en el
hecho de que el terminal del gallego-portugués -ume, correspondiente al
castellano -umbre, se ha sentido siempre como extraño en la lengua.

CARPA

Carpa es un probable quechuismo 2 que el Diccionario académico registra


como palabra de la lengua general. En gran parte de la América hispana, desde
Méjico hasta Chile y Argentina, se usa con los sentidos de 'tienda de campaña',
'tenderete de feria', 'toldo', 'cobertizo'. En el Perú se asocia especialmente al toldo
del circo; ha caído en desuso el sentido de ‘pequeña tienda de lona para cambiarse
de ropa’ que los bañistas usaban en algunas playas.

El Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás trae ya carpa o carppa como


traducción de toldo, ramada (carpani o carpacuni 'armar un toldo'); lo mismo el
Vocabulario de González Holguín. Ambos quechuistas coinciden con la
información que da, en cuanto al aimara, Bertonio. Pero carpa falta en Garcilaso y
en los cronistas de Indias; este hecho, sumado al de la poco probable difusión de
un quechuismo hasta Méjico y España, hizo dudar a Corominas del origen
runasimi del término.
3
Según este lexicólogo carpa podría ser un temprano castellanismo del
quechua. Se trataría, en tal caso, de un derivado regresivo de carpeta en sus
sentidos viejos de 'cubierta de badana para una mesa o arca' y 'manta o cortina en
la puerta de una taberna', acepciones de las cuales es fácil derivar la de 'toldo'
(véase carpeta a continuación).

1 Es caso análogo el vulgarismo perfumen por perfume, corriente en Colombia.

2 No hay que confundir este término con carpa 'pez fluvial' (voz de origen latino) o
carpa 'gajo de uvas' (de origen francés).

3 Véase Diccionario crítico etimológico, s. v. carpa II.

97  
Pero la escasez de la documentación puede deberse en parte a deficiente
estudio de las fuentes del castellano de América. El mismo Corominas da como
primera documentación de carpa el Diccionario de peruanismos de Arona (1861-
1883) junto a otra, chilena, también de fines del siglo XIX. Sin embargo carpa se
documenta ya en Concolorcorvo (1773), quien describe así los preparativos para
hacer un alto en el camino de Tucumán a Lima:

"Se atraviesan sobre las altas toldas dos o tres picanas 1 y sobre ellas se extiende
la carpa o toldo para atajar los rayos del sol y se forma un techo campestre capaz
de dar sombra cómodamente a ocho personas" 2.

Más adelante aconseja a los "ciegos caminantes":

"... para los tiempos de lluvia convendrá llevar una carpita en forma de tijera para
que los criados puedan guisar cómodamente y no se les apague el fuego..." 3.

Estos usos de fines del XVIII tampoco deben considerarse como primera
documentación definitiva de carpa; futuros estudios proporcionarán seguramente
datos más antiguos sobre este americanismo. Pues si bien es verdad que carpa no
es un quechuismo indiscutible, tampoco puede considerarse como probada la
hipótesis de Corominas.

CARPETA

En el Perú es general el uso de carpeta como nombre del mueble escolar


que en España se llama pupitre 4, designación que generalmente reservabamos
para la mesa o escritorio del maestro 5.

1 Picana (por aguijada) es voz híbrida: castellano pica más el sufijo quechua
nominalizador -na (véase pascana).

2 El lazarillo de ciegos caminantes, edición BCP, pág. 83.

3 Íd. pág. 88.

4 A su vez galicismo del siglo XIX que se remonta al latín pūlpĭtum 'estrado, tribuna,
púlpito', 'tarima, tablado, atril'.

5 Véase el contraste en Gálvez: "… el patio de los grandes, donde se alineaban las
carpetas de los alumnos de 5o y 6o año y el pupitre del señor Regente…" (Estampas
limeñas, pág. 33). Lo mismo en Vallejo: "… entre las primeras carpetas de los alumnos y el
pupitre del profesor…" (Novelas, pág. 286). Véase también carpeta 'pupitre' en íd. íd. págs.
287, 288, 289, 290, 291, 294, 295 y en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, págs. 43, 54,
55, 253, 316.

98  
Carpeta es un galicismo que data del siglo XVII 1. Tuvo al principio los
sentidos de 'sobremesa' y 'cartera grande usada para escribir sobre ella' (véase
antes carpa). De allí parten, en sentidos divergentes, los usos americanos
dialectales. Del de 'sobremesa' pudo pasarse fácilmente al específico de 'tapete de
la mesa de juego' (Méjico) o al de 'manta para abrigarse o para torear'
(Venezuela). Del mismo sentido de 'sobremesa' pudo pasarse también, por
contigüidad, a los de 'mesa' 2, 'escritorio', 'oficina' (Cuba) y al nuestro de 'pupitre'.

Como en español general carpeta es hoy la 'cubierta para ordenar y guardar


legajos' 3, el modismo dar carpetazo 4
se entiende en la Península como 'no dar
curso' (a un expediente); es decir, lo que entre nosotros se llama encarpetar y en
Venezuela carpetear.

Pero, a causa del cambio semántico sufrido por carpeta en el Perú, dar
carpetazo se entendía como 'golpear al unísono con las palmas de las manos sobre
los escaños de los representantes al Congreso' y, por consiguiente, 'aprobar o
rechazar sumariamente, y con cierta prepotencia, por una mayoría parlamentaria'
5
. Como hoy en el Congreso peruano se usan modernos medios electrónicos para
conocer el resultado de una votación, el carpetazo ha quedado relegado a la
ruidosa expresión de un rechazo categórico o —todavía menos frecuentemente—
a la de un excepcional aplauso.

1 Viene del francés carpette 'tela gruesa', y este a su vez del inglés carpet 'alfombra,
tapete' que se tomó del italiano antiguo carpita 'manta peluda' (del latín carpere o carpire
'cardar la lana'). Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v.

2 El uso argentino específico carpeta 'mesa de juego' ha pasado al portugués del sur del
Brasil, donde se usan también los derivados carpetear 'jugar' y carpeteiro o carpetista
'jugador'.

3 Recuérdense los usos peruanos carpeta de escritorio 'cartón grueso rectangular


cubierto de papel secante o vidrio' y carpeta de trabajo (escolar, etc.).

4 Segura emplea la expresión dar carpetazo por rechazar (Comedias, I, pág. 178).
Sofocleto usa carpetear por dar carpetazo (pero pupitre por mesa del parlamentarios):
"muchos Representantes, preocupa-2 / se han mandado mudar de sus pupi-3 / para no
carpetear el agua-0 / de impuestos que se vienen como bui-3" (Sofonetos, pág. 37).

5 El Parlamento fue motejado de Carpetamento durante el segundo gobierno de Manuel


Prado (1956-1962).

99  
CEBICHE
1
El cebiche es un plato típico de nuestra cocina ; sus ingredientes
principales son: pescado crudo en trozos, jugo de limón (o de naranja agria),
cebolla cruda cortada muy delgada y ají, a más de lechuga, choclo y camote con
que se acompaña; sin duda a causa del ají lo calificó Arona de plato "popular y
feroz" 2. El cebiche puede hacerse también a base de pulpo, camarones, conchas y
otros mariscos 3, de pato, de pollo y hasta de gato 4
o de lagartija. Dice Camino
Calderón que la lagartija llamada en el norte del Perú cañán "se prepara en
tortilla, ajiaco y seviche", y que el seviche de cañan "es lo mejor que un viruñero 5
legítimo puede ofrecer" 6.

En la literatura costumbrista peruana se documentan los derivados sevichito


o sebichito (más afectivo que diminutivo) y sevichada o sebichada 'comida o
comilona en que el cebiche es plato principal o único' 7. Hay en Lima cebicherías
especializadas en la preparación y venta de este plato, y se anuncian para la venta
fuentes cebicheras. Por extensión, se llama acebichada la carne de vacuno cruda
preparada y con vinagre y otros ingredientes.

Cebiche es un peruanismo con dos siglos de tradición: se documenta ya en


la canción nacional La chicha que cantaban con entusiasmo nuestros patriotas de
1820:

1. En los últimos años, de auge de la gastronomía peruana, el cebiche ha alcanzado


difusión mundial.
2. Cuadros y episodios peruanos y otras poesías nacionales y diversas, pág. 245. Véase
otra mención del "peruano seviche" en su Diccionario de peruanismos, s. v. picante
(seviche no aparece como artículo), pág. 398.
3. Un curioso "seviche de piedras" (piedras subrayado por el autor) se menciona en el
Salpicón de costumbres nacionales. Poema burlesco de Federico Flores y Galindo,
pág. 34.
4. Sobre el cebiche de gato, véase el diario La Prensa de Lima, edición del 28 de abril
de 1967.
5. Natural de Virú, en el departamento de La Libertad.
6. Diccionario folklórico, págs. 58 y 59. El cañan es también llamado pejerrey de
tierra).
7. Véase sevichito en Palma, Tradiciones, pág. 645 y Blume, Sal y pimienta, pág. 188;
sevichada en C. Palma, Crónicas de Corrales, pág. 210 (seviche en íd. íd. 8, 14 y 16).
Está en indudable relación con seviche el arequipeño sivinche 'salsa de camarones
marinados en limón o vinagre'.

100  
"El sebiche venga
la guatia 1 en seguida
que también convida
y excita a beber.
Todo indio sostenga
con el poto 2 en mano
que a todo tirano
hay que aborrecer" 3.
Como se ha visto, las grafías tradicionales son seviche y sebiche 4, pero se
está difundiendo últimamente la forma cebiche. Quienes acudían al Diccionario
de la Academia hasta su edición de 1970 se encontraban con que, por
inadvertencia, aparecían como palabras diferentes cebiche y seviche, ambas
referidas al Perú pero con definiciones discrepantes e inadecuadas; la
incongruencia se subsanó en la edición de 1984, que remitió seviche a cebiche y
consignó también ceviche como variante gráfica (la pronunciación no varía en las
tres formas).

No es probable que cebiche se derive de cebolla. En primer lugar la cebolla,


siendo un ingrediente importante, no es primordial, como sí lo son el pescado (o
sustituto) y el zumo de limón (o de naranja agria) en que se marina. En segundo
lugar, los derivados de cebolla se forman normalmente sobre el radical ceboll-:
cebollada, cebollino, cebolleta, cebollín, cebollón, cebolludo, cebollero, cebollar,
cebollana 5. Con el terminal -iche la forma resultante habría sido, por tanto,
*cebolliche y no cebiche.

Es factible, en cambio, que cebiche se derive de cebo en su acepción


etimológica de 'alimento, manjar' que coexistió hasta el siglo XVI con la
secundaria, hoy vigente, de 'carnada'; el sentido original de cebo

1. Cierto tipo de carne asada con diversas hierbas.


2. 'Calabaza seca usada como vaso' (voz quechua sinónima de mate).
3. Reproducida por Luis Alberto Sánchez, en La literatura peruana, III, págs. 813-814.
4. Véase sebiche en Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, I, 187; sebichito en íd.
II, 93.
5. Es excepción el extremeño ceborrincha o ceborrancha (nombre de una variedad
silvestre), formado directamente sobre el primitivo latino cepa (el diminutivo cepŭla
dio cebolla).

101  
está presente, por ejemplo, en el salmantino cebique 'comida que las aves llevan a
sus polluelos'.

El terminal -iche, forma mozárabe del sufijo latino -icius, -icia, tiene, con
sentido diminutivo o despectivo, notable vitalidad en Andalucía y América. Son
ejemplos andaluces rabiche 'rabo pequeño y fino', copliche 'copla mala',
maestriche 'maestro incapaz', portiche 'puerto estrecho entre montañas', alferiche
(derivado y sinónimo de alferecía 'epilepsia'), encoriche 'desnudo' (formado sobre
la frase en cueros) y hasta ¡porviche! 'por vida de'; en Andalucía y América
palmiche designa varias especies de palmas. En la Argentina ofiche designa al
oficial (del ejército).

En el Perú se llama boquiche a quien tiene labio leporino y, por extensión,


al que tiene la boca torcida y al bocón o chismoso 1; parvuliche (o, en forma
desgastada, pauliche) era la escuela de párvulos 2; Tovar consigna un peruano
3
boboliche 'bobo' ; cubiche era despectivo por cubano y colombiche por
colombiano; boliche (nombre de un árbol y de su fruto, y también de una red) es
apodo igualmente despectivo del boliviano; en Huánuco se llama escondiche un
juego de niños 4; en Lima se alterna metiche con metete 'entrometido'; está
documentado sonsoniche por sonso o zonzo (véase).

Caliche, derivado de cal, se usa en varios países de América (Perú, Chile,


Bolivia, Venezuela) con diversos sentidos materiales y figurados 5; parece en
cambio haber caído en desuso peliche 'sablazo' documentado ya en 1820 en un
listín de toros de Lima 6; Clemente Palma usa babiche por baba 7. Se debe sin
duda a influencia de estas formas el que bachicha, apelativo despectivo

1. Véase boquiche 'hablador' en Sofocleto al pie de la letra, pág. 99.


2. Véase parvuliche en Sofocleto en dos columnas, pág. 91.
3. Hacia el gran diccionario de la lengua española, s. v.
4. Véase Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v.
5. Véase "la caliche del muro" en Vallejo, Novelas, pág. 189. En replana caliche es la
propia 'jerga del hampa' y mascar caliche 'hablar en replana' (véase Bonilla, Jerga del
hampa, pág. 69).
6. Citado por Vargas Ugarte, Glosario de peruanismos, s. v. Véase también peliche en
Palma, Papeletas lexicográficas, s. v.; Dávalos, Lima de antaño, pág. 91 y Yerovi, La
de cuatro mil, acto único, escena II, en Poesía y teatro, pág. 88. En replana peliche es
'peleador, pleitista'.
7. Crónicas de Corrales, pág. 108.

102  
del italiano (del genovés Bacciccia, Bautista) se haya hecho en el Perú bachiche 1.

El significado original de cebiche parece haber sido, pues, el de 'comidita',


por alusión a los trozos pequeños en que se corta el pescado para que se marine en
el jugo ácido. Aceptada esta etimología, resulta coherente escribir cebiche, no ya
por el improbable étimo cebolla, sino por el muy probable de cebo. El cebiche
podría haber sido en el principio un improvisado potaje de pescadores acuciados
por el hambre, preparado a base del cebo no usado aún y de limones,
tradicionalmente consumidos entre marineros.

¿Implica ello anatema para la grafía seviche? No, por cierto. Seviche tiene a
su favor la tradición, y el uso es amo en materia de lenguaje. Pero el hablante que
se preocupa del origen de las formas de su lengua preferirá, si acepta la hipótesis
aquí propuesta, la variante cebiche. Ese parece haber sido el criterio de la
Academia al conceder preeminencia a la grafía cebiche a partir de la edición de
1984 del Diccionario. En la de 1992 aparece ya el étimo cebo, propuesto en la
primera edición de Peruanismos (1969). En la edición de 2001 del DRAE se
descarta que la palabra se derive del castellano cebo, sin embargo, parece mucho
menos probable la etimología propuesta en dicha edición: “Quizá del ár. hisp.
assukkabáǧ, y este del ár. sikbāǧ".

CHAFALONÍA

Chafalonía era en el Perú 'conjunto de prendas o joyas de oro o de plata —o


fracciones de ellas— que se compraban al peso, para ser fundidas'. El término se
aplicaba, por extensión, a alhajas de imitación y a la bisutería.

Chafalonía fue admitido, con indicación de peruanismo, en la edición de


1899 del Diccionario de la Academia; posteriormente se le retiró dicha indicación
y hoy aparece como si fuera un uso del español general. Pero lo cierto es que solo
se

1. Véase bachiche en Palma, Tradiciones, pág. 1195; C. Palma, ob. cit. 66 y 67; Gálvez,
Estampas limeñas, 106 y 107 y Una Lima que se va, 119; Camino Calderón, Cuentos
de la costa, págs. 1 y 2. Martín Adán llama a D'Annunzio "un bachiche calvo que
hacía versos" (en La casa de cartón, pág. 43). Bachicha en el poema "La última
copita", de Palma; en BCP 9*, pág. 256. En lunfardo bachiche ha llegado a tomar el
sentido de 'obeso' (véase Cammarota, Vocabulario familiar y del lunfardo, s. v.).

103  
conoce en el Perú, Chile, Argentina y Bolivia; en la Argentina se emplea también
la forma equivalente chafalonería.

Del uso de este término en América nos ofrece viejo testimonio una carta
de Lope de Aguirre, escrita en la isla Margarita hacia 1561; en ella dice,
despectivamente, que de ciertos rebeldes "no hay para que hacer cuenta, porque es
1
chafalonía" . Un siglo más tarde Caviedes escribe un poema titulado,
precisamente, Doctos de chafalonía:

"Si quieres docto ser en todas ciencias,


en pulpitos, en cátedras y audiencias,
pondrás mucho cuidado
en andar bien vestido y aliñado
de aquella facultad que representas,
que de esta suerte ostentas,
lo que ignoras y nunca has aprendido,
que es ciencia para el vulgo el buen vestido" 2.

Por estos versos, en que el poeta se burla de las apariencias de saber y


respetabilidad, se ve que chafalonía tiene, en el título mencionado, el sentido de
'oropel', 'relumbrón'.

Chafalonía es palabra de étimo incierto. Según Corominas 3, está en


relación con el verbo chafar 'aplastar', 'ajar', 'estropear' (de origen onomatopéyico)
4
del cual salen chafallo 'remiendo mal compuesto' y chafallón 'chapucero'; de
chafallón puede haber salido *chafallonía con el sentido de 'alhajas chapuceras'
que no merecían conservarse como tales por tener solo el valor intrínseco del oro
o plata empleado en ellas; *chafallonía, siguiendo la hipótesis de Corominas, se
hizo después chafalonía por despalatalización de ll.

Es interesante volver a Caviedes para señalar su uso de un término


fonéticamente semejante a chafallón: chanflón. En su poema titulado "Caballeros
chanflones" dice:

1. Reproducida en Oviedo y Baños, Historia de la conquista y población de la provincia


de Venezuela, pág. 298.
2. En BCP 5, pág. 225. Véase "crítico de chafalonía" en el Mercurio Peruano, VI, pág.
220.
3. Diccionario crítico etimológico, s. v.
4. En Bolivia 'zurcido'. En el Río de la Plata chafalote significa 'de modales ordinarios'
(en Bolivia 'caballo pesado').

104  
"El que quisiere hacerse caballero,
que se ponga muy grave y muy severo
y aprenda muy despacio
lo que son etiquetas de palacio" 1.

Y sigue, en mordaces versos, instruyendo a chanflones 2, es decir, a


chapuceros, sobre algunos útiles ardides para triunfar en la Corte.

CHAMPA

En el Perú y gran parte del área de sustrato quechua —Ecuador, Chile,


Bolivia, Argentina— se usa champa por raigambre, tepe, cepellón. En el noroeste
argentino se conoce también una variante champe.

Champa viene del quechua ch'anpa 'masa de césped con tierra' 3. Se ha


usado también en América con el sentido de 'estiércol empleado como
combustible', acepción que se documenta en el Mercurio Peruano 4 y en algunos
oficios del ejército libertador anteriores a la batalla de Junín.

Relata don Vicente Lecuna que, según informe proporcionado al Libertador


en julio de 1824,

"de Cochamarca a Yauli no había casas con techos, ni bosques donde se pudiera
cortar madera para ramadas, los habitantes habían huido, no se encontraban
papas, excepto en Canta, ni se

1. En ob. cit. pág. 219.

2. Chanfla es 'botón de metal' y también 'inútil' en Navarra. En Andalucía chanflón es


'moneda falsa', 'juego de bolas' y, como adjetivo, 'vanidoso'; en Méjico 'marinero
remolón' y en Puerto Rico 'jugador torpe'.

3. Y no, como se ha dicho, del quechua t'anpa 'greña, maraña', que habría dado en
castellano *tampa o *tamba. En Ecuador, la provincia argentina de Catamarca y
Arequipa champa se ha hecho, por sonorización, chamba, palabra obviamente
diferente del mejicanismo chamba 'trabajo', que hoy tiene mucha vida en el español
del Perú.

4. Vol. IV, pág. 288; champa aparece como peruanismo en el Diccionario enciclopédico
de la lengua española (Biblioteca ilustrada de Gaspar y Roig), s. v. y también en el
Diccionario enciclopédico de la lengua castellana de Zerolo, s. v.

105  
conseguían champas ni boñiga para combustible y el ganado vacuno era muy
escaso" 1.

Al saber esto, Bolívar ordena "acopiar en Yauli y en otros pueblos el mayor


número de champas, boñigas de vaca y leña de huamanpinta en gran cantidad" 2.
Al intendente de Pasco encarga, al mismo tiempo, que "se ocupe exclusivamente y
con un extraordinario interés en preparar víveres, champas, granos, pasto y mo-
vilidad" 3.

En cuanto a derivados, en el Perú y buena parte de América se usa


champear con los sentidos de 'sacar champas con la pala', 'tapar con champas
huecos hechos por la lluvia' o 'hacer diques de champas'. En el Perú champear es
también 'cubrir con champas un terreno para que crezca césped'. En Cajamarca
champear es 'enlucir una pared con una capa delgada de barro'; champería es, en
la costa peruana central, el 'trabajo comunitario para limpiar de maleza el cauce de
las acequias de regadío' 4. En Bolivia achamparse es 'enraizarse'; enchamparse
(un terreno) 'cubrirse de matorrales' y, en sentido figurado, 'enzarzarse en una
pelea'. En la Argentina enchampar(se) es 'obstruir(se) una acequia con champas' y
'crecer mal' (una planta) dando muchas ramas y hojas pero pocos frutos
(postverbal: enchampe). También en la Argentina (noroeste) deschampar es 'sacar
las champas' que interrumpen el curso del agua.

En algunas partes del Perú y en Chile, donde champa tiene mucha vida, se
llama también así la cabellera rizada y enmarañada (especialmente la porción que
cubre la nuca) y cierta formación mineral que semeja un tepe. Champuda o
champosa es la planta que al arrancarse arrastra mucha tierra en sus raíces y
también la persona de cabello crespo y enmarañado. En Chile achampar un
camino equivale a champearlo y, en uso figurado, achamparse es 'no querer salir
de una casa o lugar, contra la voluntad del dueño', 'no devolver lo prestado';
achamparse un dinero es 'alzarse con él'.

1. Crónica razonada de las guerras de Bolívar, III, pág. 410.


2. Íd. íd. pág. 411. Huamanpinta es el nombre quechua de un arbusto espinoso.
3. Véase O'Leary, XXII, pág. 391 y Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 215-216 (t.
Léxico de Bolívar, 595-596. De champa 'combustible', hoy en desuso, sale sin duda la
acepción de 'leña menuda' que tiene en Salta y La Rioja (Argentina).
4. Véase Foley, Léxico del Perú, fascículo 7, s. v.

106  
Por último, en el habla popular peruana se ha usado champa con otros
varios sentidos, entre ellos el de 'suerte'. También se documenta champazo por
golpe de suerte.

CHANCACA

Chancaca 'azúcar sin refinar en panes de diversas formas' es un


americanismo de gran extensión. En el Perú la media tapa de chancaca tiene la
forma de un cono truncado cerca de la base y la tapa se compone de dos medias
tapas envueltas, de cuatro en cuatro o de seis en seis, base contra base, en hojas de
plátano atadas con tiras de totora. Chancaca se usa también en Chile 1, Bolivia, el
norte argentino (Catamarca), partes de Méjico (Chiapas, Tabasco) y Costa Rica.
En Honduras y Guatemala es una torta hecha con harina de maíz y azúcar prieta.
En el Ecuador chancaca significa 'úlcera, llaga'.

En el Perú se documentan los derivados chancaquera 'vendedora de


chancaca', chancaquero 'cierto baile' que estuvo de moda en Lima durante el siglo
2
XIX y chancaquería 'tienda donde se vende chancaca'. Chancaquita era una
golosina hecha de azúcar o chancaca con pasas, maní, coquitos o nueces, en la
forma de una pequeña media tapa de chancaca; el vendedor ambulante de
chancaquitas era el chancaquitero.

Por extensión de sentido se llama chancacón la alhaja voluminosa pero de


poco gusto 3. Chancacazo es en el Perú, Chile y Bolivia 'pisotón', 'golpe fuerte' 4 y
chancaquear 'dar de golpes'; achancacado

1. Allá se tiene por producto peruano, procedente especialmente de Paita. Chancaca ha


desarrollado en Chile los sentidos de 'excremento de niño' y 'mugre entre los dedos de
los pies' (véase pezuña).
2. Véase Segura, El santo de Panchita, acto III, escena única, en Artículos, pág. 355.
3. Según Clemente Palma, chancaca puede aplicarse a "cualquier objeto manual de
forma tosca o de factura muy primitiva", especialmente a "los relojes baratos de
bolsillo" (Crónicas de Corrales, pág. 265); dicho autor habla, efectivamente, de una
"chancaca Longines" (íd. pág. 75). Clemente Palma usa también chancaca por
proyectil ("chancacas que disparan los obuses", ob. cit. pág. 70) y llama "chancacas
de río", o simplemente chancacas, a las piedras o cantos rodados (íd. págs. 47, 233).
4. Véase chancacazo en C. Palma, ob. cit. págs. 63, 95, 116 y 242 (Chancacazo, como
apodo, en íd. íd. 20, 31).

107  
es en Chile 'maltrecho o adolorido por un golpe'. Se ha olvidado en Lima el dicho
andando se hacen chancacas que se documenta en Larriva y Segura 1.

El Diccionario de la Academia de 1956 daba chancaca como aztequismo;


sancionaba así una etimología extensamente difundida y defendida, tal vez más
por inercia que por certeza dé quienes la hacían suya 2. En efecto, todos ellos se
basaban en el testimonio de un lexicógrafo de fines del siglo XVI, Fray Alonso de
Molina, quien en su Vocabulario en lengua castellana y mexicana da "chiancaca.
maçapan de la tierra" 3.

Pero resulta extraño que chancaca no se conozca hoy en la capital de


Méjico: en Tabasco designa una avispa de color rojizo; en otros estados, un pan
hecho de restos de azúcar; como adjetivo se aplica al pelaje del caballo prieto
(chancaco melado, chancaco morado, chancaco oscuro). Más aún: el Diccionario
de aztequismos de Robelo da chancaca entre un grupo marginal de términos no
analizables en morfemas del náhuatl y García Icazbalceta, en su Vocabulario de
mexicanismos, tampoco parece sentir la palabra como típicamente azteca (el
Diccionario general de americanismos del mejicano Santamaría sí acepta la
etimología basada en el dato de Molina).

Es, en cambio, como se ha visto, en el área sudamericana de sustrato


quechua donde chancaca tiene más vida, expresada en derivados y modismos y
usos figurados. No hay que descartar por tanto la posibilidad de que chancaca sea
un quechuismo, uno de los pocos que habrían hecho el difícil camino hacia el
norte. Podría estar en relación con él verbo quechua chámkkay 'machacar, triturar'
que ha pasado al castellano del Perú como chancar (véase). Siguiendo el
desarrollo de esta hipótesis, la forma de participio chankkaska 'lo triturado' habría
pasado al castellano como *chancasca con el sentido específico de 'caña de azúcar
triturada' (primera

1. Véase el uso de Larriva en Odriozola, Colección de documentos literarios del Perú,


II, pág. 77 y el de Segura de Lances de Amancaes, acto único, escena I (en
Artículos, pág. 281)
2. La edición de 1970 (Suplemento) la modificó así: "del náhua chiancaca, azúcar
moreno, o del quechua chánkkay, triturar". Etimología que se mantiene en las
ediciones de 1984, 1992 y 2001 del Diccionario; también incluye “chancaquita. f.
Amér. Pastilla de chancaca mezclada con nueces, coco, etc.".
3. Pág. 19b de la segunda parte, edición facsimilar de Madrid, l944.''

108  
etapa de la elaboración del producto). Luego se habría producido la alteración de
*chancasca en chancaca, al mismo tiempo que, por una nueva fase del proceso
semántico, chancaca se hacía nombre del producto acabado 1.

Apoya la hipótesis de la relación entre chancar y chancaca el hecho de que


en Cajamarca se llame chancona a la chancaca y chanconero el depósito en que
se guarda antes de encestarla 2.

CHANCAR

Nuestra habla familiar hace a chancar equivalente de machacar, machucar,


triturar, majar. En Hombres y rejas de Juan Seoane un grupo de reclusos está
mirando a otro:

"¡V'esa cara, —grita Chorote, soltando el chorro alegre de su risa— parece carne
cruda que la hubieran chancao!" 3.

En otra novela de prisión, El Sexto de José María Arguedas, un recluso se


ha arrojado del tercer piso de ese tenebroso cuartel de policía:

"¡Si ['se'] ha roto el cuello! ¡Si ['se'] ha chancado la cabeza! —oí la voz del negro
joven" 4.

Usos semejantes se dan en Chile 5, Bolivia 6, el norte argentino 7 y Ecuador.


En el Perú un chancón es un golpe o apretón (con una puerta, con un martillo, por
ejemplo). La máquina trituradora de minerales se llama acá, como en Bolivia y
Chile, chancadora.

1 Véase Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 226-227 (t. Léxico de Bolívar, págs.
610-612).
2 Cfr. Foley, Léxico del Perú, fascículo 7, s. v.
3 Pág. 77.
4 Pág. 179.
5 En Chile chanca es el proceso de trituración de minerales (el uso se conoce también
en el Perú) y los mismos minerales triturados (en sentido figurado 'paliza, tunda');
chancador es el obrero que hace la chanca, y rechanque el mineral de poca ley que se
aparta para chancarlo de nuevo.
6 En Bolivia chanca es un guisado de pollo o conejo.
7 En La Rioja se usa la variante chancuar; chancua es 'maíz molido a medias'; se dice
chancudo o chancuda del locro o mazamorra (véase) que tiene mucha chancua. En
Córdoba hacer chancua es 'hacer añicos'.

109  
En usos figurados, chancar es en el Perú 'pagar' 1, apoquinar y, sobre todo,
'estudiar con ahínco' 2. En Los cachorros de Vargas Llosa dice el narrador que al
protagonista

"los estudios comenzaron a importarle menos. Y se comprendía, ni tonto que


fuera, ya no le hacía falta chancar; se presentaba a los exámenes con promedios
muy bajos y los Hermanos lo pasaban, malos ejercicios y óptimo, pésimas tareas
y aprobado" 3.

El estudio metódico o prolongado se llama entre nosotros chanque o


chancadera y al alumno estudioso o empollón se le tilda de chancón (o
chancona). El término connota generalmente un matiz peyorativo que implica
escaso talento natural, pero se usa a veces como encomiástico. En La ciudad y los
perros, del mismo Vargas Llosa, el Boa monologa: "Arróspide tampoco es mala
gente, un terrible chancón, tres años seguidos de brigadier, vaya cráneo" 4. Estos
usos peruanos parecen tener antecedentes en otros chilenos ya documentados a
principios del siglo XX: chancar la lección 'estudiarla mal o a medias' y chancar
un caballo 'prepararlo para la carrera' 5.

Chancar viene del quechua chámkkay, originalmente 'hacer la chamkka o


mazamorra' (véase) y, de allí, 'frangollar, quebrantar, triturar, moler' 6. Chancar
no aparece entre los peruanismos recolectados por Arona y Palma, pero es poco
probable que se trate de un uso reciente.

1 Véase chancar por pagar (especialmente al contado, con énfasis o perentoriamente) en


Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, I, 309. Parece tener relación con este uso
el de chancanque por dinero documentado en el Drama de los Palanganas, ed. cit. pág.
50: "Daba los Provincialatos, Guardianías, Prioratos, Comentaduras [sic] y esto le valía
harto chancanque".
2 En replana chancar es 'masticar' (es decir, chacchar) coca (véase Bonilla, Jerga del
hampa, pág. 77), 'pedir prestado' (véase Bastos, Argot, jerga o caló, pág. 54) y 'copular'.
3 Pág. 31. Véase "se puso chanca y chanca" en Sofocleto al pie de la letra, pág. 76.
4 Pág. 228; véase también íd. íd. págs. 58 y 271; Los cachorros, pág. 19 (chanconcito en
íd. íd. págs. 13 y 14).
5 Véase Lenz, Diccionario etimolójico, s. v.
6 En González Holguín, chamca o chamcca "el guisado de chuño o maçamorra",
chamcani o chamccani "hazer la chamca", "frangollar o quebrantar algo moliéndolo"
(pág. 93b).

110  
La forma reduplicada chanca-chanca, calcada del quechua 1, designa en
Arequipa lo mal molido. En Huánuco 2, en cambio, chanca-chanca es el juego del
salto o del burro (llamada en Lima lingo); en la misma región chanca-la-lata o
chancalata es una variante del juego del escondite (en Lima ampay); hacer
chanca es 'pasar la pierna sobre la cabeza de un niño', lo cual, según creencia
popular, impide su crecimiento (en Lima se dice pasar el año; en Arequipa
capar). En el Perú se llaman humorísticamente chancabuques los zapatos grandes,
pesados o deformes.

Puede estar en relación con chancar el topónimo Chancay 3 incluido en la


4
expresión bizcocho de Chancay que luego se abrevió en chancay 'bizcocho
redondo, horneado en parejas pegadas lateralmente y coloreado de amarillo'; el
chancay espolvoreado con azúcar se llama come-y-calla. La relación entre el
producto y su localidad de origen se comprueba por el dicho pasar a Chancay a
comer bizcochos, documentado en Segura con el valor aproximado de 'darse
buena vida' 5.

La Academia ha aceptado la etimología quechua del americanismo chancar


"triturar, machacar, moler, especialmente minerales" (así aparece desde la edición
de su Diccionario, de 1984; en la de 1970 figuraba como voz onomatopéyica). En
el DRAE 2001 se consignan también otras acepciones de chancar, entre ellas las
peruanas de "estudiar con ahínco, empollar" y "sobrescribir o reemplazar un
archivo informático, con cambio de nombre o sin él", y algunos derivados, como
chancón por empollón.

1 Véase en González Holguín chamcca-chamcca "cosa medio molida" (pág. 93b).


2 Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v.
3 Que se explica a su vez, según algunos, por el nombre, shánkay, de un cacto de la
región. Durand da a Chancay el absurdo sentido quechua de 'mi pierna' (Etimologías
peruanas, págs. 13 y 182).
4 Véase bizcocho de Chancay en 1872 (Flores, Salpicón, pág. 20) y la explicación que
da Clemente Palma en Crónicas de Corrales, pág. 265; bizcochos Chancay en íd. íd.
72; "dos chancay calientes" en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, pág. 139 (el
plural usual es el anómalo chancáis, como pacáis, plural de pacae o pacay, nombre
de cierta fruta; también se emplea el regular chancayes). Chancay, plural chancáis, se
documenta igualmente en Guayaquil (véase Lemos, Semántica, s. v.).
5 Artículos, pág. 34.

111  
CHANCE

En el Perú, Argentina, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá, Puerto


Rico y Guatemala se usa chance por ocasión, coyuntura, oportunidad;
posibilidad, probabilidad; riesgo 1. Chance se ha tomado, sin duda, del inglés
chance, a su vez de origen francés.

En francés la chance se documenta desde el siglo XII, primero como


término del juego de dados (de chéance, del latín tardío cadentia 'caída', referida a
la caída de los dados) y luego con el sentido general de 'casualidad, azar, suerte',
especificado en francés moderno como 'buena suerte'. La palabra pasó al inglés en
el siglo XV. Más tarde desarrolló, en ambas lenguas, la acepción de 'oportunidad,
ocasión, coyuntura' con la que pasó modernamente al castellano de América.

Chance es en América predominantemente masculino: en el Perú se dice un


gran chance, un buen chance, poco chance, mucho chance, ningún chance; en el
Perú y Venezuela se usa el diminutivo chancecito 2. Pero también se lee,
excepcionalmente, una chance, poca chance, una buena chance 3, sea por
influencia del francés o porque los sinónimos oportunidad, ocasión, posibilidad,
probabilidad, coyuntura son todos femeninos. El masculino se apoya, por lo
contrario, en el hecho de que son masculinos los pocos sustantivos castellanos
acabados en -ance, tales como lance, trance, avance, balance 4.

La edición de 1992 del Diccionario de la Academia no incluía todavía el


americanismo chance, que sí aparece en la edición de 2001 como término de la
lengua general.

CHANCHO

En el Perú, la Argentina, Chile, Ecuador y Centroamérica chancho es el


nombre popular y familiar del animal llamado

1. En Panamá también se llama así cierto juego de números en combinación con la


lotería (véase Alfaro, Diccionario de anglicismos, s. v.).
2. Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, 2.a serie, pág. 300.
3. Véase "las chances" en Cortázar, Todos los fuegos el fuego, pág. 99. La chance en
Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, II, pág. 62.
4. Véase (el) chance en Valle Inclán, Tirano Banderas, págs. 96 y 103.

112  
cerdo, puerco, marrano, cochino, guarro, gorrino, guarín, gocho, verraco y
lechón. La abundancia de nombres se explica en parte por la necesidad de sustituir
diversas designaciones, sucesivamente envilecidas, de un animal que —como el
asno— ha sido tradicionalmente denigrado.

Pero, siendo inherente a la naturaleza y evolución del eufemismo el llegar a


asumir la plena significación del término vitando, todos los nombres del cerdo han
llegado a desarrollar los matices peyorativos de 'sucio' o 'vil' que ocasionaron la
cadena de sustituciones eufemísticas.

Puerco (del latín porcus) predomina en castellano desde el siglo XI hasta el


XVII, cuando se envileció por preponderancia de la acepción figurada de 'muy
sucio'. Numerosos refranes dan fe de su rica vida en la lengua.

Marrano (del árabe máhran 'lo prohibido') es tan antiguo en castellano


como puerco. Al principio solo designaba la carne del animal, vedada a judíos y
musulmanes; luego se aplicó al animal vivo y por último, peyorativamente, a los
hebreos conversos sospechosos de falsía.

Lechón (de leche) designaba a la cría del cerdo todavía amamantada, pero
llegó a aplicarse al animal joven o adulto.

Cochino, diminutivo de cocho 'puerco', fue en principio equivalente de


lechón. Cocho (hoy anticuado) salió de la interjección ¡cochi! o ¡cuchi! usada
para llamar al cerdo, la cual pasó tempranamente, como nombre del animal, a
algunas lenguas indígenas de América 1; fue tan rápida la asimilación de este
castellanismo, que algunos vocabularios coloniales bilingües dan la palabra como
indígena. Cochino, denominación popular que comparte con chancho el área
americana, parece haber predominado en el Perú hasta el siglo XIX, a juzgar por
2
esta observación de Arona: "¿Quién dice aquí lechón? ¡todo es cochino!"
Quedan aún muy vivos los

1 Una variante moderna es gocho, por sonorización de la consonante inicial.

2 Diccionario de peruanismos, s. v. mantequilla. Véase mazamorra de


cochino, en íd. íd. s. v. mazamorra. Un curioso diminutivo de cochino es
cochinatico, documentado en Cuba (véase Barnet, Biografía de un
cimarrón, págs. 16, 23, 48 y vocabulario anexo).

113  
usos figurados de cochino 'inmundo', 'vil': una cochinada es una inmundicia, y
también una trastada, una vileza. Es moderno el uso de cochinear(se) por
'burlar(se)', 'divertir(se)', etc. Por otra parte, se llama trote cochinero el del caballo
de paso que recuerda el andar del cerdo.

Verraco (del latín verres 'cerdo padre') se usa en España desde el siglo XV.
En el Perú solo se oye en la expresión chillar (o gritar) como un verraco sin que,
por lo general, tenga el hablante una noción exacta del animal aludido.

Guarro, gorrino y guarín forman un trío de voces de origen onomatopéyico


(del sonido guarr o gorr supuestamente producido por el cerdo); guarín es el
último de los lechones nacidos en una lechigada. Una guarrada o una gorrinada
equivalen a una marranada o cochinada 1.

Cerdo surgió en el siglo XVIII, como eufemismo, de la expresión ganado


de cerda. Sustituyó en España a los envilecidos puerco, marrano y cochino, pero
no arraigó como forma popular en América.

Chancho se debe a alteración de Sancho, nombre de pila usado como apodo


humorístico del puerco, y se documenta en América desde el siglo XVIII 2.
Sancho, apodo del cerdo, se usa en España desde el XVII y se conserva en hablas
regionales 3. Es muy probable que Cervantes, así como apellidó Panza al escudero
de Don Quijote, tuviera en mente este uso de Sancho cuando le escogió nombre
de pila.

Los conquistadores de América trajeron, junto con el animal, sus nombres


de puerco, cochino y sancho. Este último, relegado durante el siglo XVII, revivió
en el XVIII como nombre del cerdo, ya sin resabio humorístico. El cambio de la s
inicial en ch se debió a

1 Véase María Moliner, Diccionario de uso del español, s. v.


2 En el vocabulario mapuche de Febrés: "Puerco animal-chanchu: en Chiloé es cuchi"
(pág. 388a). Un curioso compuesto pleonástico, cuchi-chancho, designaba en la Lima
colonial al vendedor de butifarras ('bocadillos de carne de cerdo con salsa de
cebollas').
3 Por ejemplo, en Aragón y La Mancha. En el Bierzo (León) sanchín es 'cerdo pequeño'
pero sancho ha pasado a designar el 'conejo doméstico'. En Galicia ¡sancho! y
¡sanchiño! son interjecciones usadas para llamar al conejo. En Méjico sancho es el
carnero u otro animal manso o domesticado y sanchito la cría separada de la madre.

114  
asimilación regresiva (es decir, a influencia de la ch de la segunda sílaba sobre la s
de la primera).

Son muchísimos los derivados, usos figurados y modismos a que ha dado


lugar chancho en América. En el Perú, por ejemplo, se usan chanchería 'criadero
de cerdos' y chanchero 'criador'; chanchada es sinónimo de marranada,
guarrada, gorrinada, cochinada, en sus usos figurados de 'trastada, vileza'.
Achancharse 'azorarse, cohibirse' 1 se usa hoy menos, lo mismo que sus sinónimos
empavarse (véase pavo) y asarse (en replana y en lenguaje juvenil arrocharse).

Chancho es también en el Perú, Chile, Argentina y Uruguay la ficha


inmovilizada en el juego de damas 2. En el Perú designa igualmente la primera
vuelta de una versión moderna (jack's) del juego de la taba (llamado en el Perú
zapatero). Chanchito es un insecto gris de tierra húmeda (llamado en Cajamarca
cochecito, de coche 'cerdo'; en otras partes cochinito). Al bufeo o delfín se le
llama también chancho marino. Queso de chancho es una especie de embutido
preparado con trozos diversos de carne de cerdo.

Chanchito o chancho es en el Perú y la Argentina la 'alcancía', que


frecuentemente tiene la forma del animal. El eructo del lactante se llama, también,
en el Perú y la Argentina, chanchito o chancho (botar el chancho es 'eructar'; en
3
Chile hacer chancho). En replana chancho se documenta como 'trasero' y
4
chancha como 'saco lleno' ; chancha es también, en el Perú y Chile, 'mercadería
robada por los trabajadores de los muelles' 5; en Chile, además, 'bicicleta grande y
pesada'.

En el Perú, Chile, Argentina y Uruguay quedar como un chancho es 'quedar


muy mal'. Pero chancho se usa también en muchas expresiones encomiásticas.
Marca chancho, que se documenta como ‘de buena calidad’, ha pasado a
significar precisamente lo contrario. En Clemente Palma se documentan las
expresiones amarse como chanchos y quererse como dos chanchos 6. En Vallejo,
dormir como un

1 Véase achancharse en C. Palma, Crónicas de Corrales, pág. 169.


2 Véase "dama chancho" en Palma, Tradiciones, pág. 534. Achanchado 'bloqueado' se
usa también en el juego de ajedrez (véase Foley, Léxico del Perú, fascículo 1, s. v.).
3 Bonilla, Jerga del hampa, pág. 77.
4 Bastos, Argot, pág. 54.
5 Tovar, Hacia el gran diccionario de la lengua española, s. v.
6 Ob. cit. págs. 37, 228, y 204, 213, 214, respectivamente.
chancho l. En Vargas Llosa, reírse como una chancha 2. La frase hijo de chancho
es grave injuria en El Sexto de Arguedas 3. Palma usa la expresión hacerse el

115  
chancho rengo 'hacerse el desentendido', que no es hoy usual en el Perú 4, pero sí
en la Argentina.

Chancho ha sustituido a puerco en el refrán a cada puerco le llega su San


Martín (o su sábado); asimismo, el puerco sarnoso revuelve la pocilga se ha
hecho en el Perú el peor chancho rompe el chiquero. Por último, nuestro dicho
familiar no es el amor al chancho sino a los chicharrones denuncia gráficamente
la conducta o acción interesada.

Otros refranes y dichos documentados en la América del Sur son no tiene la


culpa el chancho, sino quien le da el afrecho; chancho limpio nunca engorda;
¡qué sabe el chancho de freno si nunca se lo han puesto!

En cuanto a expresiones verbales, hacerse el chancho para que lo rasquen


es en Nicaragua 'fingir ingenuidad para ser objeto de atención'; aquí torció la
chancha el rabo se dice, también en Nicaragua, cuando se obliga a alguien a decir
la verdad 5. Ser chancho en la batea (véase batea) es en Chile 'estar a un paso de
la muerte'; querer la chancha y los chanchitos 'pretender tener la absoluta razón' y
pillar chanchito 'coger de sorpresa' 6. En la Argentina ser como chanchos es 'ser
muy amigos' y largar los chanchos es expresión humorística por vomitar.

CHAPETÓN

En el Perú, Bolivia y parte de la América Central chapetón es sinónimo de


español, con cierto matiz despectivo. En la Argentina, Uruguay y Costa Rica
significa 'bisoño, novato, poco diestro'. En Chile y Ecuador chapetón se usa con
ambos valores, llegando así

1 Novelas, pág. 264.


2 La ciudad y los perros, pág. 200.
3 Pág. 65.
4 Tradiciones, pág. 399. Chancho rengo equivale a mosca (o mosquita) muerta en
Guayaquil.
5 Véase Toscano Mateus, Hablemos del lenguaje, pág. 189.
6 Véase Oreste Plath, Folklore lingüístico chileno, págs. 30, 133 y 127,
respectivamente.

116  
a volver a convivir en la palabra las dos facetas de su sentido original: 'español' y
'recién llegado', pero independizadas y con cierto desarrollo semántico en cada
una de ellas.

Garcilaso se refiere ya a "los visoños que nuevamente van de España (que


en la lengua de los barloventanos se llaman chapetones)". Por el Diario de Lima
de Suardo sabemos que en el siglo XVII se decía chapetón con el sentido de
'nacido en España' (sin connotación despectiva) y en oposición a criollo 'hijo de
españoles nacido en América'. La anotación correspondiente al 18 de enero de
1630 informa de que el Virrey "hizo merced de los siguientes oficios. Del de la
recaxa, a un cavallero chapetón, hermano del Secretario del Consejo de Indias.
Del de Andaguaylas, a don Diego de Espina, cavallero criollo" 2. Un siglo después
Concolorcorvo opone chapetón 'español del Perú' ("chapetones limeños",
3
"chapetones peruleros") a gachupín 'español de Méjico o de Guatemala' y
4
distingue "mulas baqueanas" (véase baquiano) de "bestias chapetonas" , es decir,
novatas. Terralla también distingue gachupines de chapetones 5 y pone en boca de
limeñas la expresión peyorativa chapetón pezuñento 6.

Como se llamó chapetonada el ataque de fiebres tropicales que el español


padecía generalmente al llegar a América 7, hoy en el Perú, Chile, Bolivia y la
Argentina pagar la chapetonada equivale a

1 Historia general del Perú, edición Rosenblat, I, pág. 221. Es conocido que el Inca da
a veces como "voces de Barlovento", es decir, de las Antillas, algunas que
simplemente no le suenan ni como castellanas ni como quechuas.
2 Pág. 95. Véase también "cavallero chapetón" en íd. íd. pág. 15; "cavallero sevillano,
chapetón y pobre", pág. 147; "mancevo chapetón de Castilla", pág. 169. En
"españoles chapetones", pág. 172, chapetón puede tener el sentido de 'recién llegado'.
3 Véase El lazarillo de ciegos caminantes, ed. BCP, págs. 342, 343, 345, 346, 347.
Pero, curiosamente, Autoridades da chapetón como "El Europeo o el Castellano
recién llegado y pobre, a quién en el Reino de México dan este nombre" (en la
traducción latina, sin embargo, la definición se refiere también al Perú).
4 Ob. cit. pág. 287.
5 Lima por dentro y fuera, Descanso XV, Romance 16 (pág. 160 de la edición de
París).
6 Ob. cit. págs. 80 y 113 (véase pezuña en este volumen).
7 Chapetonada es todavía en Canarias 'recrudecimiento de una enfermedad', 'recaída'.
En el Diccionario de la Academia aparece, por repetida errata, capetonada, con la
definición "vómito violento que ataca a los europeos que pasan la zona tórrida". La
errata la incorporan María Moliner, en su Diccionario de uso del español y el
Diccionario Vox en su edición 1987.

117  
pagar el noviciado, pagar la novatada. Chapetonear es en Chile y el Río de la
Plata 'obrar sin habilidad'; en otras partes de América significa 'cometer errores o
sufrir perjuicios por inexperiencia'.

El origen de chapetón es inseguro. Lenz y Corominas creen que se trata de una


formación sobre chapín 'chanclo con suela de corcho' aludiendo al andar
dificultoso 1 del español recién llegado, a causa de las inevitables niguas o piques
(véase pique). Podría, en ese caso, deberse a regresión la forma chapi
documentada en el vocabulario araucano de Febrés (1765):

"Chapi llaman a los soldados farrutos [¿farrucos?], y a qualquiera Español, será


por desprecio" 2.

Chapetón sería entonces una formación del tipo de guapetón, según Lenz
sobre un primitivo *chape 'chapín' y según Corominas formado directamente
sobre la raíz de chapín, con conciencia de su terminación diminutiva, por cambio
de sufijo.

Debe tenerse en cuenta, sin embargo, la posibilidad de que chapetón venga


de chapeta, diminutivo de chapa 'mancha rosácea en la mejilla'. Entre los males
que sufría el español llegado a América estaban también las insolaciones y
eritemas solares; su piel enrojecida contrastaba con la curtida del criollo. Hay un
pasaje del Guzmán de Alfarache que ilustra la asociación entre chapetón 'poco
diestro' y chaposo 'de mejillas rosáceas':

"... viome muchacho, boquirrubio, cariampollado, chapetón. Parecíle un


Juan de buen alma y que para mí bastara quequiera" 3.

Es interesante, en apoyo de esta tesis, el hecho de que en Lima se usaba más


chapeta que chapetón como apodo del español. El padre Vargas recoge este
dicho: [de] chapeta con plata [e] indio con honor, líbranos señor 4. En Arequipa
se usa la variante chapete,

1 En Costa Rica se llama todavía chapetón al que camina con dificultad. Véase horma
chapetona s. v. disfuerzo.
2 Pág. 44a. En Catamarca chapi o chape 'hombre bisoño que no conoce el país' y
también 'apodo injurioso aplicado al gallego' (que en la Argentina representa
genéricamente al español).
3 Primera parte, Libro I, capítulo III (ed. Clásicos Castellanos, LXX1II, pags. 108-109.
Quequiera, pronombre anticuado por cualquiera o quienquiera.
4 Glosario de peruanismos, s. v. Chapeta por chapetón en López Albújar, Malalache,
págs. 57, 59 y Luis Alberto Sánchez, Testimonio personal, I, pág. 112.

118  
y en Huánuco se distingue entre chapeta o chapete 'hijo de español' y chapetón
'español' 1.

La acepción de 'inocente, cándido, ingenuo' con que chapetón se documenta


en la literatura del Siglo de Oro, dada a veces como germen del uso americano,
parece más bien resultado de extensión del sentido de 'indiano' que chapetón tiene
2
en Lope y otros autores. Es sabido que el indiano fue en la literatura clásica
arquetipo de simpleza e ingenuidad. No es por tanto raro que chapetón 'español
recién llegado a América', hecho luego sinónimo de indiano que regresa a España,
desarrollara la acepción, hoy anticuada, de ' 'ingenuo'.

CHARQUI

En el Perú se llama charqui o charque el tasajo o cecina de carne de llama


o de vacuno, curada al sol 3. De algo que está viejo, sucio, arrugado o hecho
jirones se dice figuradamente que es un charqui o está hecho un charqui 4;
charqui (o charquicán) puede igualmente referirse a personas arrugadas o enjutas
5
; hacer charqui tiene el sentido metafórico de 'moler a golpes'; se dice también,
con el mismo sentido, volver charqui 6.

Charquicán se documenta ya en Terralla, a fines del siglo XVIII, en su


crítica de un convite limeño:

"Que ponen luego al instante


con cecina el frijoleo,

1 Véase Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñistnos, s. v. Por otra parte, en


Andalucía chapeta es 'persona insignificante', chapetada 'acción vituperable' y
chapetón 'chaparrón'; véase el Vocabulario andaluz de Alcalá Venceslada, s. v.
2 En La dama boba, Acto III, escena VI: "es chapetón castellano. / –Viene de Panamá".
3 El tasajo de oveja se llama chalona.
4 Véase quedar hecho charqui en C. Palma, Crónicas de Corrales, pág. 147.
5 En Bolivia se aplica a la 'persona flaca' y al 'cadáver'. En ese país, Argentina y
Uruguay se usa el derivado charcón 'enjuto'.
6 Véase hacer charqui en Segura, Artículos, pág. 67 y C. Palma, ob. cit. págs. 54, 111,
119 y 134; volver charqui en íd. íd. 266.
charquicán, que es como estopa

119  
para algún calafateo" 1.

Aquí parecería que charquicán es simple equivalente de charqui. En


realidad es un guisado hecho con charqui, ollucos (cierta tuberosa) y papas 2, algo
semejante a nuestro actual olluquito con charqui. No se usa en Lima charquecillo
3
'congrio seco y salado' que Arona daba como uso de Arequipa y que el
Diccionario de la Academia incluía como peruanismo. Tampoco se conoce hoy en
Lima un dicho que Malaret da como peruano: tener la suerte del charqui, que en
vez de estirar se encoge (se dice del que, en vez de progresar, pierde ventajas).

Hasta hace poco era general la convicción acerca del origen quechua de
charqui. Pero Corominas ha aducido razones que la hacen tambalear: en
portugués son antiguas las expresiones carne de enxarca y carne de xarque como
nombres del tasajo. Enxarca y xarque, probables arabismos (pronunciados
respectivamente ensharca y sharque) casi coinciden fonética y semánticamente
con charque o charqui, y se documentan en la Península antes del descubrimiento
de América.

Por otro lado, charqui aparece como traducción quechua de tasajo desde el
Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás (1560). En el de González Holguín
(1608) se consignan además varios derivados y usos metafóricos que aluden a la
flacura 4. Garcilaso afirma que los indígenas del Perú "hazían tasajos que llaman
charqui, que les durava todo el año" 5. El vocabulario araucano de Febrés
(publicado en Lima en 1765) traduce igualmente cecina por charqui 6. Pero es
sabido que algunos castellanismos fueron tan rápidamente asimilados por el
quechua que figuran como palabras propias de esta lengua en vocabularios y
crónicas tempranas 7. Más importante, como apoyo de la etimología tradicional, es
el

1 Lima por dentro y fuera, Descanso IV, Romance 5 (pág. 58 de la edición de París).
2 Así lo describe (1872) Flores en su Salpicón de costumbres nacionales, pág. 14.
3 Véase el Suplemento al Diccionario de peruanismos, s. v.
4 Pág. 98a.
5 Comentarios Reales, libro VI, capítulo VI; se repite "tasajo, que llaman charqui" en
íd. libro VII, capítulo I (tomo II, págs. 21 y 87 de la edición Rosenblat).
6 Págs. 323b y 444b (da también el verbo charquin 'hacer la cecina').
7 Son ejemplos cuchi o cochi por cerdo (véase chancho) y taita por padre (véase yaya).
hecho de que charqui no haya sobrevivido en hablas dialectales de la Península y
en cambio tenga hoy una amplia área americana 1 que prácticamente coincide con

120  
la de sustrato quechua: Perú, Ecuador, Bolivia, Uruguay, norte argentino y Chile,
país donde tiene gran arraigo y vitalidad.

En Chile, la Argentina 2 y Uruguay (desde donde ha pasado al portugués del


Sur del Brasil) charquear 'preparar tasajo' ha desarrollado un matiz iterativo y
equivale a coser a puñaladas; en Bolivia es 'operar repetidas veces el cirujano al
paciente' y 'reprobar más de una vez el profesor al alumno'; en Chile se usa el
postverbal charqueo y en la provincia argentina de San Luis, charqueada.
Charquería es en Chile el 'trozo de mineral en bruto' que semeja un pedazo de
charqui (véase plata piña).

Charquicán, que según Lenz significaba en araucano 'preparar guisos con


charqui', tiene en Chile tanta vida que ha dado lugar a insólitas formaciones
analógicas híbridas tales como tomaticán 'preparar tomate' y sangricán 'preparar
sangre' (en morcilla, etc.); hacer charquicán tiene (también en el Perú) los
mismos sentidos figurados que hacer charqui; andar hecho un charquicán es
'andar hecho un andrajo'. Charquicán es además en Chile 'barullo, revoltijo'.

En Chile, Argentina y Uruguay charqui ha llegado a expresar la idea


general de 'alimento desecado'. Puede por ello hablarse de charqui de zapallo
(véase zapallo en este volumen) o charqui de manzana (en la Argentina y
Uruguay, con aglutinación, también charquizapallo, charquimanzana).
3
En cuanto a modismos chilenos, Lenz señala ¡ojo al charqui!, expresión
de alerta; darle vuelta al charqui 'insistir reiteradamente en un asunto'
(especialmente referido a la relación con pretendientes y enamorados); estar con
el charqui largo 'tener el labio inferior caído en gesto de desagrado'; hacer un
charqui a uno 'darle, por broma, un papirotazo en el labio inferior'; dar pan por
charqui 'dar

1 En el siglo XVIII charqui pasó al inglés como jerky (to jerk es 'preparar cecina').

2 En lenguaje gauchesco charquearse es 'aferrarse a la cabezada cuando el potro


corcovea'. En el noroeste argentino charquear ha desarrollado la acepción figurada de
'criticar o buscar defectos' en acciones o personas; charqueador es quien acostumbra
criticar y charqueada la acción correspondiente.

3 Diccionario etimolójico, s. v.

121  
algo esperando recibir su equivalente' y llegó charqui a Coquimbo (o a Penco)
referido a visitas inoportunas o molestas 1. Foley consigna en el Perú ¡bomba al
charqui! como expresión popular de asentimiento entusiasta 2.

Queda, por tanto, concluir que, si bien los datos aducidos por Corominas
ponen en duda el origen quechua de charqui, la gran vitalidad de la palabra en las
zonas del antiguo imperio incaico lo respalda, al ser contrastada con la poca o
ninguna que tuvo y tiene en la Península. Corominas mismo concluye que "el
problema es dudoso" 3 y el origen de charqui permanece, por ahora, incierto.

CHAU

Se ha generalizado en el Perú el argentinismo de origen italiano chau usado


como fórmula familiar de despedida; se oye (y aun se lee) a veces, por
ultracorrección, chao. En el Perú se usa también, como en la Argentina y Bolivia,
el diminutivo de matiz afectivo chaucito 5; en algunas provincias argentinas se
prefiere, por asimilación, la forma chauchito; en Chile, Venezuela, Méjico y otras
regiones de América se hace el diminutivo chaíto. Últimamente se oye en Lima la
forma reduplicada chau-chau. En la lengua popular chau se hace chaufa 6.

Chau es el italiano dialectal (milanés, veneciano) ciau (pronunciado, como


entre nosotros, chau) que corresponde al italiano general schiavo 'esclavo'. Fue en
su origen una forma de saludo cortés, análoga a ¡servidor! en español.

1 En este dicho la etimología popular sustituyó por charqui el apellido del pirata inglés
Sharp, castellanizado en Charpe; Sharp tomó por sorpresa el puerto de Coquimbo en
1680.

2 Véase Léxico del Perú, fascículo 8, s. v.

3 Véase Diccionario crítico etimológico, s. v.

4 Véase "Virtud y esclavitud del 'chau'", en Avelino Herrero Mayor, Cosas del idioma,
págs. 83-88.

5 Véase chausito [sic] en Seoane, Hombres y rejas, pág. 253; chau en íd. íd. 26, 251;
chao, 89. Chao en Arguedas, Amor mundo y todos los cuentos, págs. 195 y 197; chau
en íd. íd. 197. Chau en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, pág. 238 y Los
cachorros, 40, 54, 102.

6 El arroz chaufa es un plato típico de la cocina chino-peruana.

El ciau septentrional se generalizó en Italia como ciào, fórmula válida tanto


para el saludo como para la despedida, pero restringida al trato de quienes se

122  
tuteaban. Al pasar al castellano del Río de la Plata, se limitó el empleo de la forma
chau a la despedida, al mismo tiempo que su ámbito se extendía potencialmente a
quienes se hablaban de usted (el vos equivale al tú); siempre, claro está, dentro de
un ambiente de familiaridad o confianza.

En las últimas décadas chau se ha difundido, directamente desde el italiano,


en España y Francia. Esta moderna extensión europea del uso puede explicarse
por el gran auge del cine italiano de posguerra.

La edición de 2001 del Diccionario de la Academia registra la interjección


familiar chau como término peruano, rioplatense y boliviano y lo remite a chao
que aparece, sin limitaciones geográficas, como equivalente de adiós, hasta luego.

CHEQUEAR

En gran parte de la América hispana (Méjico 1, Guatemala, Costa Rica,


Puerto Rico, Santo Domingo, Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú)
está muy difundido el uso del anglicismo chequear (de to check) con los sentidos
de 'cotejar, confrontar', 'controlar, comprobar, verificar, dar el visto bueno',
'marcar, señalar, tarjar como indicación de cotejo o de control', 'apuntar, registrar,
facturar', 'revisar, examinar', 'vigilar, fiscalizar' 2. Según dato erróneo de Malaret
(que repiten Morínigo y otros lexicógrafos), "más usual en el Perú, actualmente,
es la forma chiquear". El que chequea se llama en Colombia y otras partes
chequeador. Postverbales usuales son chequeo y chequeada.

Como en realidad no hay cosa que no pueda chequearse, se chequea


también la salud; un chequeo general es un examen médico exhaustivo previo al
diagnóstico o hecho por simple precaución.

1 En Méjico se usa la variante checar.

2 Véase Alfaro, Diccionario de anglicismos, s. v. cheque, chequear y chequeo.

El inglés to check está en relación con check (o cheque, grafía preferida en


Inglaterra) que dio en castellano cheque 'documento de pago' 1, anglicismo

123  
comercial que desplazó a la voz tradicional libranza. En Costa Rica y Puerto Rico
chequear tiene, además de los sentidos anotados, el de 'girar', 'extender' y 'firmar'
cheques. Chequera por talonario o libro de cheques se usa en el Perú, Ecuador,
Venezuela y otras partes.

Cheque y chequear se remontan en última instancia al persa shah 'rey'; la


palabra pasó al inglés como check, término del ajedrez que advertía al contrario
del peligro que corría su rey. El ajedrez se difundió en Europa después de las
Cruzadas; la interjección check pasó al inglés cotidiano y desarrolló a partir del
siglo XVI acepciones que comparte con el correspondiente verbo to check (o to
check up): 'rechazo, detención súbita', 'control' y 'marca o contraseña que lo
indica', 'talón o comprobante de un documento de pago' y, por último, el mismo
'documento de pago'.

El Diccionario de la Academia registra cheque 'mandato escrito de pago'


desde su edición de 1956, con étimo inglés que se remonta al árabe shakk (el cual
se suprime en la de 1970). En la edición de 1984 se incluyen también chequeo
'reconocimiento médico' como uso general y chequera 'talonario de cheques y
cartera para guardarlo' como americanismo. En la edición de 1992 se registra ya el
verbo chequear "examinar, verificar, controlar" como americanismo y la forma
pronominal chequearse, referida al reconocimiento médico, como uso general.

CHICHA

Chicha es palabra americana que designa una bebida alcohólica preparada,


por fermentación, de diversos cereales, tubérculos o frutos, y especialmente del
grano de maíz germinado (chicha de jora). El nombre se aplica también a bebidas
no alcohólicas (en el Perú, a la chicha morada, refresco de maíz morado y frutas,
y a la iqueña chicha de uva) o ligeramente fermentadas (como cierta especie de
horchata venezolana).

1 En Guatemala se llama cheque al empleado de aduana encargado de facturar bultos.

124  
El origen de chicha es todavía discutido. Se sabe que no es palabra quechua
(la voz correspondiente es akka, azua o ashua). Se le ha tenido desde el siglo XVI
como taína (es decir, del arahuaco de las Antillas), tal vez por asociársele al gran
número de arahuaquismos asimilados tempranamente por el español de América.
Lenz la suponía voz azteca, y aun se la ha identificado con el homónimo
castellano chicha 'carne' 1. Según Corominas, lo más probable es que chicha se
haya tomado de la lengua de los indios cunas de Panamá, y que se deba a
reducción de la frase chichah co-pah, en la cual chichah significa 'maíz' y co-pah
'bebida' 2.

Aunque chicha se documenta tempranamente en la Península 3, no ha


tenido allá vida fecunda. Hoy solo perdura en la locución verbal no ser ni chicha
ni limonada, es decir, no ser ni carne ni pescado, 'no ser ni una cosa ni otra' (por
extensión, 'no servir para nada') y en la locución adjetiva de chicha y nabo con el
sentido de 'insignificante, despreciable'.

En América, en cambio, chicha es voz prácticamente general 4. Es viejo el


derivado chichería 'tienda donde se vende chicha', lo mismo que los sustantivos
chichera y chichero que designan a quienes la preparan o venden. En el norte del
Perú chichero es también sinónimo de chichería; es típico del español de Piura el
uso del primitivo chicha con este mismo significado 5. Enchichado 'borracho de
chicha' se documenta en Gamarra 6. En el Ecuador chichar es 'preparar chicha de
jora' y en el noroeste argentino 'beber chicha'. En la región de Cuyo el modismo
sacar la chicha equivale a sacar el jugo.

El modismo quedarse a chicha fresca por quedarse a la luna de Valencia


sin duda toma la chicha fresca (sin fermentar) como símbolo

1. Véase Arona, Diccionario de peruanismos, s. v.


2. Véase Diccionario crítico etimológico, s. v. chicha I.
3. Véase Morínigo, "Indigenismos americanos en el léxico de Lope de Vega" en Pro-
grama de filología hispánica, págs. 9-46.
4. Ha caído en desuso en las Antillas (lo que debilita la hipótesis de origen arahuaco).
5. Véanse chichero y chicha como equivalentes de chichería en López Albújar, De la
tierra brava, págs. 34, 46, 75. El uso adjetivo (vaso chichero) en C. Palma, Crónicas
de Corrales, pág. 16. En la jerga de los canillitas (véase esta voz) se llama
curiosamente chichero al intermediario que los explota.
6. Cien años, pág. 188.
de lo no logrado. Esta expresión, que todavía usa Palma pero que hoy se ha
olvidado en Lima, se documenta ya a fines del siglo XVIII en el Drama de los

125  
Palanganas 2. En la Vida de muchos o una semana bien empleada por un
currutaco de Lima, de Terralla, el verbo es tácito:

"Esforzó su voz de animero y redobló su celo por el bien de las ánimas benditas.
–Recogió buena limosna, mitad para él y mitad para el capellán, y las ánimas... ¡a
chicha fresca!" 3.

Palma usa también la expresión todavía hay más chicha con el sentido de
'aún queda algo por decir' 4.

Últimamente se ha llamado chicha un nuevo género musical híbrido de


cumbia colombiana y huaino peruano; los locales en que se toca y baila se llaman
chichódromos. Y, a partir de la expresión música chicha, se ha desarrollado un
importante uso adjetivo, sin flexión genérica o numérica y con matiz peyorativo:
"comedia chicha", "gobiernos chicha", "tecnología chicha".

CHICOTE

En el Perú y el resto de Hispanoamérica se usa chicote por azote, látigo.


Chicote y chicotazo se documentan ya en Concolorcorvo, a fines del siglo XVIII:

"... he visto a un tucumano, de un chicotazo, abatir al suelo a un negro robusto y


soberbio, y dejarle casi sin aliento [...]. [Los tucumanos] son tan diestros en el
manejo del chicote, que con los extremos de las riendas pegan un azote a una
mula que le hacen ir a la bolina [sic] más de una cuadra, sin poder recobrar la
rectitud de su cuerpo..." 5.

1. Tradiciones, pág. 1441.

2. Véase "en orden a lo segundo se quedó a chicha fresca" y "todos le han de quedar a
chicha fresca" en ed. cit. págs. 79 y 105.

3. En Palma, Tradiciones, pág. 721.

4. Ob. cit. pág. 282.

5. Ed. BCP, pág. 138. Véanse también chicote y chicotear en el Drama de los
Palanganas, ed. cit. págs. 55 y 56.

En el Perú se documenta ganado de chicote como 'ganado ordinario' que no


necesita mayores cuidados. Una prenda de indumentaria, ya histórica, fue el
calzón de chicote 1. Palma consigna un dicho, típico de la antigua pedagogía: más
cardenales hace el chicote que el Papa 2.

126  
3
Además de chicotazo 'azote, latigazo' se usan en el Perú los derivados
chicotear 'azotar' y chicoteada o chicotera 'azotaina' 5. Chicotillo es el latiguillo
4

de amazonas y jinetes 6; en Huánuco se llama chicotillo una cadena de plata que


representa el látigo arrebatado a sus amos por los esclavos, en cierta danza
tradicional 7.

Chicotería se llama el 'conjunto de los alambres o cables (chicotes) de una


instalación eléctrica', especialmente la de un automóvil; de allí surgen las
expresiones estar con los chicotes cruzados y cruzársele los chicotes (a uno),
equivalentes de estar mal de la cabeza. Un juego infantil que consiste en esconder
y hallar un látigo se llama chicote quemado: el juego se conoce también en el
Brasil como chicote (o chicotinho) queimado (chicote y varios de sus derivados
son de uso corriente en el portugués del nuevo y viejo mundo).

Chicote, en cambio, no es término del español peninsular. Solo en


Andalucía se conoce, con la acepción —también americana— de 'colilla de
cigarro' 8. En la costa atlántica se conserva el uso marinero de 'cabo de cuerda',
que parece haber sido la acepción original.

1 Véase Gamarra, Cien años, pág. 126. En Chile chicote es 'pedazo de género con
hebilla, que ajusta los pantalones en la parte posterior'.
2 Tradiciones, pág. 893.
3 En Santo Domingo, metafóricamente, 'trago de licor'.
4 En Colombia también 'despedazar, matar'; en Venezuela 'pelear, disputar'; en Chile
'estucar lanzando la mezcla'; en Santo Domingo 'beber'.
5 Chicotera es sinónimo de chicote en algunas zonas de Chile y la Argentina.
6 Véase chicotillo en Palma, ob. cit. pág. 474. Cuenta este autor que doña Francisca
Zubiaga de Gamarra, La Mariscala, "repartía bofetones y chicotillazos entre los
militares insubordinados" (íd. pág. 1057). En Bolivia chicotillo es un grueso azote
hendido.
7 Véase Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v.
8 Véase chicote 'colilla' en Valle Inclán, Tirano Banderas, pág. 11; 'látigo' en íd. íd. 13;
chicotear, 53, 54, 70; dar chicote 'azotar', 53.
Según Corominas, chicote se tomó del francés chicot 'pedazo', 'trozo
saliente de algo', especificado en el léxico marinero español como 'pedazo de
cuerda'; el paso del sentido de 'cabo de cuerda' al de 'látigo' se explica fácilmente.

127  
Chicote es un caso de léxico marinero hispano-portugués ajeno a la lengua
marinera del Mediterráneo. Este léxico occidental no tiene formas
correspondientes en italiano o catalán y es, generalmente, de origen francés.

CHINGANA

En el Perú, Bolivia, Chile, Ecuador, Argentina y Uruguay se llama


chingana una tienda, generalmente pequeña y pobre, donde se venden artículos
diversos, incluso comestibles y bebidas alcohólicas. Chingana tuvo también el
2
sentido de 'taberna' que aún registra la edición de 2001 del Diccionario
académico con la explicación de que en ella suele haber canto y baile. Parece que
en la chingana también se jugaba a los dados y que su dueño, el chinganero
(desde fines del siglo XIX frecuentemente un chino), participaba del jolgorio de
los parroquianos.

Chingana se documenta ya en Lima por dentro y fuera. Terralla advierte a


su abstracto interlocutor:

"que hallas muchas pulperías


tambos, chinganas y puestos,
cocinerías, serranos,
mulas, gentes y arrieros" 3.

También se documenta a fines del XVIII el derivado chinganero 'dueño o


encargado de una chingana'; aparece en una décima humorística del entonces
colegial carolino José Joaquín de Olmedo:

1. Documentado ya en el siglo XVI; de origen incierto. Véase Diccionario crítico


etimológico, s. v.
2. De este se pasó a su vez (en Chile y el Río de la Plata) al de 'casa de diversiones' y
luego 'fiesta arrabalera o campesina' (chinganear y chinganero son equivalentes de
parrandear y parrandero). Con el sentido de 'fiesta' alterna en La Rioja (Argentina)
la variante chinganga.
3. Introducción, Romance primero, pág. 11 de la edición de París. Cocinería es en el
Perú 'figón'.
"A las diez llegó Estenós 1
muy peripuesto y ligero
y le dijo al chinganero 2:
—Deme usted, Ño Juan de Dios,
medio 3 de jamón en dos
pedazos grandes, sin hueso;
y no le compro a usted queso

128  
porque experimento tal
arranquitis 4 de metal
que no me alcanza para eso" 5.

En su tradición titulada "El pleito de los pulperos" cuenta Palma 6 que entre
1791 y 1797 hubo un ruidoso litigio entre los pulperos (véase pulpería) de Lima y
el Cabildo, a causa de la licencia concedida a un español para levantar en la Plaza
Mayor "una barraca o recoba de madera, de seis varas en cuadro y montada sobre
ruedas, para vender en la noche licores y comestibles". Que dicha barraca o puesto
7
de venta se llamaba entonces chingana lo prueba "la guerra sorda de los
pulperos al afortunado chinganero de la plaza". El intrépido precursor de nuestros
estáticos "ambulantes", hoy llamados informales, acabó por volverse, ya rico, a
España.

El clérigo Larriva (n. 1780) distingue igualmente chinganeros de pulperos


cuando dice que es en el silencio de la noche

"cuando los chinganeros y pulperos,

borrachos como cueros,


con su poder frontino
bautizan todos aguardiente y vino" 8.

Todavía para Arona la "inmunda chingana" es una "pulpería ínfima" que


"nunca está en esquina como aquella [la pulpería], ni

1 Se trata al parecer de Felipe Santiago Estenós, condiscípulo de Olmedo y más tarde


Secretario de Bolívar.
2 Uno que entonces tenía tienda junto al Convictorio de San Carlos.
3 Medio real.
4 Peruanismo por 'escasez, pobreza extrema, inopia'.
5 Citado por Palma en Tradiciones, pág. 800.
6 Ob. cit. págs. 740-741.
7 El uso se conserva en Chile y Ecuador.
8 En BCP 9*, pág. 69. Véanse usos de Segura en Comedias, II, 133 (chingana) y 134
(chinganero). Chingana en Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, I, 186, 187,
188, 270.
1
pertenece a un italiano sino a un Ño hijo del país o de alguna otra república
2
hispano-americana" .

El matiz peyorativo implícito en chingana está tal vez en relación con su


étimo quechua: chinkana 'escondrijo', 'laberinto' 3. Lo cierto es que la chingana
ocupa uno de los últimos puestos en la serie de establecimientos de venta al

129  
menudeo que incluye encomendería (véase), chino (como nombre de la tienda
regentada por asiáticos, generalmente el chino de la esquina) 4, pulpería y bodega
5
.

Pero la distinción entre chingana y pulpería, tajante para Arona, acabó por
diluirse en el siglo XX. Así, en los versos humorísticos de Palma titulados "La
última copita", un borracho echa la culpa de su estado a un "pícaro italiano, /
dueño de la chingana de la esquina" 6. Gálvez, por su parte, se refiere varias veces
a cierta gran chingana de la calle de Chacarilla (en Lima), decorada con un mural
conmemorativo de la batalla de Solferino; afirma que "la chingana era de
importancia, no obstante no estar en esquina" y acaba por llamarla "atrayente
pulpería" 7.

Hoy ha desaparecido la encomendería y se usan muy poco chingana y


pulpería. Sobreviven bodega y chino. Para las grandes tiendas se utiliza todavía el
nombre de supermercado (antes acortado en súper), pero hoy predomina la
denominación de hipermercado, como expresión máxima del más diverso
comercio al pormenor.

1. Nótese el Ño en la décima de Olmedo.


2. Diccionario de peruanismos, s. v.
3. Chingana viene de chínkay 'perderse' con el sufijo nominalizador e instrumental
(véase pascana). Chinkana, literalmente 'lugar donde puede uno extraviarse', se aplicó
a las extensas galerías subterráneas que construyeron los Incas (Lira, Diccionario, s.
v.). En Bolivia chingana es hoy 'abismo' potencialmente habitado por espíritus
maléficos.
4. Véase el chino de la esquina en Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, I, pág.
304 y II, 179; Bryce, Un mundo para Julius, pág. 90.
5. Véase la bodega de la esquina, en Vargas Llosa, ob. cit. II, 117.
6. En BCP 9*, págs. 255-256.
7. Véase Calles de Lima, pág. 24; también íd. íd. 27 y Estampas limeñas, 32.

CHIVILLO

En nuestra habla familiar chivillo se pospone generalmente a negro para


intensificar su significado: negro chivillo equivale, por tanto, a negrísimo,
nigérrimo, endrino, negro azabache, negro intenso, negro retinto 1. Chivillo

130  
puede usarse también como adjetivo independiente: pelo chivillo equivale a pelo
endrino, de color de ala de cuervo; caballo o potro chivillo es aquel de pelaje
totalmente negro. Menos frecuente es el empleo de chivillo referido al color de los
ojos, uso que se documenta en el Romancero criollo de José Torres de Vidaurre:

"Miquita Villegas tiene

chivillos los ojos negros..." 2.

Es, asimismo, poco corriente el femenino chivilla, aunque puede darse con
naturalidad en casos pertinentes: tela chivilla, trenzas chivillas; yegua, vaca,
ternera chivilla.

Todos estos usos figurados se basan en la comparación del color del


cabello, pelaje, ojos o tejidos muy negros con el del plumaje, negro con reflejos
azulados, de un ave cantora de nuestra fauna. El chivillo (Cassicus palliatus
Tschudi), llamado también en el Perú tordito, es una especie de estornino que
deposita sus huevos en nido ajeno 3. Lo describe a fines del siglo XVIII el
naturalista español Hipólito Ruiz 4, pero casi un siglo antes se documenta ya el
término referido a pelaje de toros de lidia: el primer listín taurino impreso en Lima
(1701) incluye entre los astados "El Chivillo, prieto, de Corral Redondo" 5.

En cuanto al nombre del pájaro, Arona lo suponía de origen onomatopéyico;


transcribía su canto como chi-vio-hui y defendía

1 Renegrido como adjetivo es peruanismo y americanismo conocido igualmente en


León (Bierzo) y Salamanca; en Andalucía se prefiere renegro. El significado de estos
derivados es el normal y esperable, según el valor hoy más vivo del prefijo re-.
2 Pág. 15.
3 Véase chivillo como nombre del ave en Camino Calderón, Mi molino, págs. 45 y 46.
Caso análogo es el argentinismo renegrido, nombre popular de un tordo de pelaje
también negro azulado (Molothrus cericeus); véase Malaret, Lexicón de fauna y flora,
s. v.
4 Citado por Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v.
5 En Palma, Tradiciones, pág. 48.

una pronunciación y grafía chivío 1. Por otra parte, aunque algunos quechuistas
modernos, como el padre Lira, consignan ch'iwillu o chiwillu como nombre de un
pájaro negro 2, el término no aparece en vocabularios coloniales como los de
Santo Tomás (1560), Ricardo (1586) o González Holguín (1608).

131  
La edición de 2001 del Diccionario de la Academia registra como
peruanismo chivillo con las acepciones de "especie de estornino, de color negro
con visos de azul" y "color negro azabache".

CHOMPA

En el Perú se llama chompa toda prenda tejida que cubre el torso, ya sea
abierta o cerrada, con mangas o sin ellas, con cuello alto o escote bajo, de lana o
de cualquier otra fibra 3. El aumentativo chompón se aplica a un tipo especial que
es muy holgado, bastante largo y de tejido grueso. Hace algunos años las
muchachas usaban la maxichompa, equivalente de minivestido. De quien está muy
abrigado con una o varias chompas se dice a veces que está enchompado; se
emplea asimismo el verbo enchomparse.

Chompa se usa con análogo sentido en parte de Argentina (Salta), Bolivia,


Uruguay y Paraguay. En Chile (y Argentina) se emplea la variante (con
sonorización de p) chomba, que parece haberse especificado como designación de
la prenda femenina.

Chompa se tomó, hace un siglo, del inglés británico jumper en su acepción


de 'blusa o chaqueta tejida'. Como el préstamo se hizo por vía oral, la grafía
chompa intentó reproducir aproximadamente

1 Diccionario de peruanismos, s. v. La variante chivío se registra en la costa del norte


del Perú.
2 También Guardia Mayorga, Diccionario Kechua-Castellano Castellano-Kechua, s. v.
3 Véase chompa en Seoane, Hombres y rejas, pág. 213; Alegría, La serpiente de oro,
85; Arguedas, El Sexto, 45, 46, 66, 154, 198; Vargas Llosa, La ciudad y los perros,
25; Los jefes, 47, 49; Los cachorros, 76; Conversación en La Catedral, II, 43, 120,
224, 226. El diminutivo chompita en Bryce, Un mundo para Julius, págs. 89, 236,
237.

la pronunciación original del término, a pesar de la disímil fonética del castellano


y del inglés.

Que las prendas de abrigo tejidas son de importación sajona lo prueba el


hecho de que en español tienen nombres generalmente ingleses. Así, lo que al sur

132  
del Ecuador llamamos chompa se llama al norte suéter (del inglés americano
sweater, íd.) y en España jersey (del inglés jersey) pronunciado con jota y como
aguda porque el préstamo se hizo por vía escrita. En casi todas partes se usa,
además, pullover (pronunciado pulóver) para designar la prenda tejida cerrada,
con escote en ángulo y generalmente sin mangas. Algo menos se usa cárdigan
(del inglés cardigan) para designar la chompa abierta y abotonada usada a veces
sobre otra, cerrada, que hace juego (en España se impuso la voz general rebeca
para esta prenda, por influencia de la película Rebecca de Alfred Hitchcock,
estrenada en 1940).

Pero como los mal llamados préstamos lingüísticos no se devuelven nunca


y llegan a hacerse palabras propias de la lengua que los toma, ha habido ocasión
para que el inglés jumper, olvidada ya su relación con chompa, haga una segunda
entrada en el castellano del Perú en su acepción norteamericana de 'vestido sin
mangas', generalmente usado sobre una blusa o una chompa (también se aplica a
veces a la prenda infantil enteriza llamada tradicionalmente en el Perú mameluco).

Como esta vez el préstamo se ha hecho simultáneamente por vía oral y


escrita, jumper se pronuncia aproximadamente yámper, pero se conserva la grafía
inglesa. Chompa y jumper son, pues, dobletes: términos que, teniendo origen
común, llegan a adoptar formas y sentidos diferentes. En Méjico, donde no tuvo
lugar el préstamo del inglés británico, jumper 'vestido sin mangas' se ha hecho,
coincidentemente y sin peligro de homonimia, chompa.

En su libro Novedades en el Diccionario académico 1, Casares anunciaba la


inclusión de chomba 'chaleco de lana cerrado' como uso chileno. Así aparece en
las ediciones de 1970 y 1984, mientras que en la de 1992 se incluye la marca
diatópica de Argentina y en la de 2001 la de Paraguay. Asimismo, en la edición de
1984 se registra chompa como peruanismo y americanismo de gran extensión.
Desde la edición de 1992 se acepta la etimología de chompa, del inglés jumper,
propuesta en la primera edición de mis Peruanismos (1969).

1 Pág. 116.

CHÚCARO

En El idioma de los argentinos Borges condena el abuso del lunfardo, jerga


arrabalera rioplatense que en un tiempo fue esgrimada como bandera de un
seudonacionalismo lingüístico:

133  
"Desertar porque sí de la casi universalidad del idioma, para esconderse en un
dialecto chúcaro y receloso —jerga aclimatada en la infamia, jerigonza carcelaria
y conventillera que nos convertiría en hipócritas al revés, en hipócritas de la
malvivencia y de la ruindad— es proyecto de malhumorados y rezongones. Ese
programa de trágica pequeñez fue declinado ya..." 1.

En esta cita de Borges el americanismo chúcaro tiene para nosotros la


fuerza que no tendría ninguno de sus varios sinónimos castellanos. "No le veo
estricto equivalente en español" —decía ya Arona, con agudo sentido del matiz
semántico— "porque indómito, bravío, montaraz, cerril, salvaje, etc. parecen decir
más de lo preciso" 2.

Chúcaro se usa hoy, referido a animales y especialmente a bestias de silla,


en el Perú, Bolivia, Argentina 3, Chile, Ecuador y parte de la América Central.
Puede también aplicarse, figuradamente, a la persona indócil, arisca, huraña,
4
esquiva y aun (en el Ecuador) a asuntos de difícil solución o ejecución 5. Para
Palma la expresión apearse de [la] mula chúcara, hoy desconocida en Lima, tenía
el sentido de 'salir de un embrollo o trance apurado' y andar (o verse) en mula
chúcara y con estribos largos era 'pasar malos momentos' 6.

En cuanto al origen de chúcaro, el Diccionario de la Academia y diversos


lexicógrafos no hacen sino repetir, sin analizarla, la etimología propuesta por Lenz
en su Diccionario: del quechua chucru 'duro'.

1 En Jorge Luis Borges y José L. Clemente, El lenguaje de Buenos Aires, pág. 22.
2 Diccionario de peruanismos, s. v.
3 Véanse otros usos de Borges, referidos a mulas y toros, en Evaristo Carriego (Obras,
pág. 105).
4 Véase chúcaro referido a personas en Segura (Artículos, pág. 43: "dirán que los
bolivianos son unos chúcaros") y en Borges ("un domador, hombre de toda su
confianza pero muy chúcaro"; Evaristo Carriego, en Obras, 152).
5 Trago chúcaro es en el Perú la bebida de alta graduación alcohólica.
6 Véase Tradiciones, págs. 274, 805, 911.

Pero Lenz se basaba en un dato tardío de Middendorf (1890). Chucru 'duro'


no se documenta en el Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás, primer
vocabulario quechua (1560), ni en el de González Holguín (1608); ni siquiera lo

134  
registra un diccionario moderno como el de Lira. En Huánuco y Cajamarca, sin
embargo, chucro es 'duro, tieso, rígido'.

La primera documentación de chúcaro corresponde al Vocabulario aimara


de Bertonio, de 1612. Pero allí aparece en la sección castellana, traduciendo voces
aimaras como uri y llamu 1. Sin embargo, este hecho tampoco puede tomarse
como prueba de que chúcaro sea voz hispana 2: en la parte castellana del mismo
vocabulario aparecen muchos quechuismos tempranamente asimilados tales como
puna, mita, chacra, papa, chuño, ojota, totora, zapallo, vizcacha, etc.

Apoya la hipótesis del origen quechua, sin llegar a demostrarla, la extensión


americana de chúcaro, que básicamente coincide con el área de sustrato runasimi.
La difusión hasta algunas zonas de la América Central podría ser tardía y
explicarse, como en otros casos, por el papel cumplido por el istmo de Panamá
durante la conquista y la dominación virreinal.

Chúcaro tiene escasos derivados. En la Argentina chucarear es 'conducirse


con rebeldía, hurañía o mala educación'. Chúcaro ha pasado al portugués del
Brasil, pronunciado shucro y escrito xucro o chucro; los derivados xucrismo y
xucrice expresan allá la calidad de chúcaro.

CHUECO

En el Perú y gran parte del resto de América (Chile, Argentina, Uruguay,


Ecuador, Colombia, Venezuela, Honduras) chueco

1 Págs. 162a, 201a, 379b.

2 Rivarola señala, por ejemplo, que "el timbre de la vocal anaptíctica es extrañamente
diferente al de la vocal acentuada", es decir, que la forma esperable del préstamo era
*chúcuro y no chúcaro (cfr. "Aspectos de la historia y de la historiografía del español
de América" en Lexis, vol. XVII, N.º I, págs. 75-91).

es equivalente de estevado, patituerto 1. En el Perú, Chile y Argentina chueco se


aplica, además, a todo lo que está torcido, oblicuo o desviado de su posición
natural, en sentido material o figurado: "boca chueca", "cuadro chueco", "cosa

135  
chueca", "negocio chueco" 2. En el Perú chuequear(se) es 'torcer(se), desviar(se)'
3
: se chuequea una línea, los zapatos, etc. En Chile chuecura es la calidad de
chueco y puede usarse en sentido figurado.

Los usos americanos de chueco, documentados desde el siglo XVIII 4, son


desconocidos en la Península. En español general chueca (de origen incierto) es
'extremo redondeado de un hueso que encaja en la cavidad de otro': la cabeza del
fémur, por ejemplo (choquezuela, sinónimo de rótula, es un diminutivo de
chueca).

El nombre de chueca se aplicó por semejanza a la bola usada en cierto


juego, luego al juego mismo y por último al bastón de extremo curvo' usado en él.
El uso americano resulta, a su vez, de comparar el bastón curvado del juego de la
chueca (que se difundió prontamente en América, aun entre los indios araucanos)
con las piernas curvadas del patituerto o del estevado 5.

1 En Méjico chueco es 'falto de algún miembro', 'disgustado' y 'mal habido' (comprar de


chueco, comerciar en chueco). En Chile hay una variante chulleco (chuyeco o
chuñeco en San Luis, Argentina) que, según Wagner, puede deberse a deformación de
chueco por influencia de tullido, o de su forma dialectal tuñido (véase "El sufijo
hispanoamericano -eco para denotar defectos físicos y morales", en NRFH IV, 2,
págs. 105-114).

2 Véase un ejemplo del uso figurado de chueco por 'incorrecto, deshonesto': "En los
negocios chuecos es donde más derecho hay que ser" (Jorge Palma, Juez o parte?,
pág. 64; véase también íd. íd. pág. 60).

3 En Chile y Méjico el verbo equivalente es enchuecar(se). En la Argentina se usan


enchuecar y chuequear, este con los postverbales chuequera y chuequeada.

4 En el Drama de los Palanganas se alude constantemente al Virrey Amat con el apodo


de el Chueco (véanse las pág. 25, 34, 35, 42, 43, 45, 47, 79, 81, 83, 91, 110 y 111 de
la 2.a edición Sánchez).

5 Según Wagner (ob. cit., pág. 111) el diptongo ue de chueco corresponde a una o
originaria (hay, efectivamente, una variante choco en algunas regiones de América).
Sin negar la relación con chueca, Wagner cree que ha habido influencia del español
zoco 'zurdo, lerdo' (en América soco). Esto resulta, sin duda, algo forzado.

CHUPO

Chupo por divieso es general en el habla familiar peruana; en el habla


cuidada se emplea el latinismo furúnculo (casi siempre pronunciado, por
disimilación, forúnculo).

136  
Entre las Estampas limeñas de José Gálvez una se refiere a la pintoresca
barbería de antaño:

"En las vidrieras, o escaparates, había monos disecados, rizos, bucles, pelucas,
jabones, pomitos con burdos letreros, con anuncios de pomadas para los callos,
para la piel, para el cabello, para los chupos..." 1.

Chupo viene del quechua ch'upu que, traducido como divieso, postema,
encordio, nacido, se documenta desde los primeros diccionarios de la lengua. Las
grafías varían: chopo o choppo en el Lexicón de Santo Tomás 2, chhupu o chupu
en el Vocabulario de González Holguín 3. El aimara coincide, también en este
caso, con el quechua: cchupu en el Vocabulario de Bertonio 4; chupu en el de
Torres Rubio 5.

La extensión americana de chupo es análoga al área del antiguo imperio


incaico: sur de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y norte de Argentina
(llega, por extensión tardía, hasta el Uruguay). En Chile, salvo en el norte, se
prefiere la variante con sufijo de aumentativo chupón. En Bolivia chupo se aplica
a la tumefacción producida por la ponzoña de reptiles y batracios. En Colombia
designa de manera específica cierto tumorcillo de los terneros. En algunas
regiones argentinas, análogamente, chupo es 'divieso del ganado equino'.

1 Pág. 127. Chupitos es el apodo del chiquillo que protagoniza el cuento de Diez
Canseco "El trompo" (véase Estampas mulatas, págs. 117-126). Aquí el sobrenombre
se debe a granos en la cara; chupito se ha aplicado también, como apodo, a personas
de muy baja estatura (véase Chupito como apodó en Vargas Llosa, Pantaleón y las
visitadoras, págs. 51, 57, 59, 60, 61, 82 y ss.).
2 Págs. 122 y 266 (traducido por encordio, variante de incordio).
3 Págs. 122a, 491b, 503a, 598b, 639a (traducido por divieso, encordio, nacido,
postema).
4 Págs. 194a, 210b, 327b, de la Primera Parte y 97a de la Segunda Parte (traducido
como divieso, encordio, nacido, postema, lamparón).
5 Pág. 147 de la Actualización de Franco Inojosa (traducido como divieso, grano).

Chupo ha dado origen a pocos derivados; en Loreto se llama chupiento al


que tiene muchos diviesos. En cuanto a modismos, poner el parche antes [de] que
salga el chupo tiene en el Perú el sentido de 'anticiparse a los acontecimientos
para remediarlos o neutralizarlos'. En la Argentina la frase familiar tener un chupo
significa 'tener una grave preocupación'. En el Perú la expresión un chupo de

137  
plata (usada con verbos como costar o tener) equivale a 'una gran cantidad de
dinero'.

En 1968 la Academia aceptó chupo como americanismo por divieso. En el


Diccionario de 1970 aparecía, pero como derivado regresivo de chupón (a su vez
de origen onomatopéyico). Así se mantuvo, con la acepción 'grano, divieso' y su
conocida extensión sudamericana, en la edición de 1984.

La Academia admite, ya en posteriores ediciones, el quechua ch'upu 'tumor'


como étimo de chupo, sinónimo de "grano, divieso" en la América Meridional.

CHUSCO

En el primer número del Mercurio Peruano (salió el 2 de enero de 1791) se


publica la "Descripción de un monstruo": un feto humano con una serie de
deformidades, entre ellas "las orejas largas y agudas como las de un perro chusco"
1
.

En el Perú y Ecuador se califica de chusco al perro ordinario, de raza


cruzada o no identificable 2; por extensión se aplica el término a otros animales
domésticos de raza ordinaria y a personas de modales toscos 3; en sentido figurado
puede referirse

1 Pág. 8.

2 Dice Federico Elguera: "de perros chuscos no salen perros finos, pero de los finos a
veces salen chuscos" (La vida moderna por el Barón de Keef, pág. 141). Véase perro
chusco en Martín Adán, La casa de cartón, pág. 25; chusco, chusca, chusquita en
Vargas Llosa, La ciudad y los perros, págs. 173, 174, 198; Conversación en La
Catedral, I, 56; La señorita de Tacna, 135.

3 Véase chusco referido a aves en Santiago de Cárdenas, Nuebo sistema de nabegar por
los aires, págs. 172, 173. En el Drama de los Palanganas, también de fines del siglo
XVIII, se da el apodo de la Chusca a la Perricholi (pág. 66 de la 2.a edición Sánchez).

al lenguaje 1. En Huánuco chusco ha desarrollado los sentidos de 'subalterno,


inferior', 'despreciable' 2. En Chile el término se aplica especialmente al caballo
ordinario, y en Bolivia se llama chusgo (con sonorización de la oclusiva velar k)
el gallo que no es de casta 3.

El área americana de chusco, que coincide con aquella de sustrato quechua,


induce a una primera hipótesis sobre un origen indígena del término. Pero los

138  
vocabularios más viejos del runasimi no lo registran y solo en diccionarios
modernos como el de Lira encontramos un ch'usku 'airado, fiero, ceñudo'.

Una segunda hipótesis lleva a buscar relación entre el chusco americano y


el chusco español (de origen madrileño y etimología incierta) que tiene el sentido
de 'gracioso, con donaire y picardía'. Habiendo coincidencia formal y cronológica
(chusco 'gracioso' se documenta también desde fines del siglo XVIII) se
interpone, sin embargo, el obstáculo semántico.

Queda una tercera hipótesis, que respalda Corominas 4. Chusco 'perro


ordinario' entra tal vez en la serie de voces formadas sobre interjecciones que se
usan (generalmente reduplicadas) para llamar, azuzar o ahuyentar sobre todo a los
perros: ¡cuz, cuz!, ¡gus, gus!, ¡chus, chus! Sobre ellas parecen haberse formado
respectivamente cuzco, gozque y chusco, nombres aplicados al 'perro pequeño,
ladrador y molesto', generalmente de raza ordinaria o cruzada. Gozque,
documentado desde el siglo XV, predomina (con sus variantes guzque, guzco,
gozco) en la Península; cuzco se conserva en la Argentina y Chile y chusco
predomina en el Perú, Ecuador, Chile y Bolivia.

El hecho de que una interjección con la que se llama o ahuyenta a un


animal acabe por designarlo o dé origen a palabras que lo designan no es insólito
en la lengua. Caso análogo es el de ¡cochi! o ¡cuchi!, interjección usada para
llamar al cerdo que luego

1 Véase "neologismos ya líricos, ya chuscos" y "traducción chusca" en Arona,


Diccionario de peruanismos, págs. VI y XXIV; "lenguaje muy chusco", "estilo
chuscón" y escribir "en chusco" en C. Palma, Crónicas de Corrales, págs. 88, 137 y
138.
2 Cfr. Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v.
3 Dice Palma que en las riñas de gallos "tras de las siete jugadas de interés, que eran las
dadas por personas de fuste, venían las chuscas, que eran las de la plebe, y en las que
el gallo del zapatero hacía cecina al del barbero" (Tradiciones, pág. 627).
4 Véase Diccionario crítico etimológico, s. v. gozque.
se hizo designación del animal y dio origen por último al derivado y sinónimo
cochino (véase chancho en este volumen).

Tanto en la edición de 1970 (Suplemento) del Diccionario académico como


en las de 1984, 1992 y 2001, el peruanismo chusco se consigna como mera
acepción del chusco peninsular, y no como artículo aparte.

139  
CIMARRÓN

Cuenta Palma que a principios del siglo XVIII se comisionó a un


funcionario "para que destruyese a los negros cimarrones que, enseñoreados de
los montes de Huachipa, habían establecido en ellos fortificaciones y osado
presentar batalla a las tropas reales" 1. Camino Calderón recuerda igualmente que
"tanto el Carrizal de La Legua —situado entre Lima y el Callao— como la
Tablada de Lurín; eran guariques de negros cimarrones que asaltaban, robaban,
asesinaban…" 2.

Pero ya siglos antes el Diario de Lima de Suardo (1629-1634) presentaba


una vívida imagen de la situación creada por esclavos negros cimarrones
convertidos en salteadores, y de la ley del Talión que se les aplicaba por mano de
la Santa Hermandad 3.

1 Tradiciones, pág. 521.


2 Diccionario folklórico, pág. 62. Carrizal, tablada y guariqne subrayados por el autor.
Véase más adelante guarique.
3 Según dicho Diario, el 11 de diciembre de 1631 "la Santa Hermandad traxo pressos a
diez siete [sic] negros cimarrones". El 19 de enero de 1632 "el nuevo alcalde de la
Santa Hermandad traxo a esta ciudad 3 cavezas de negros cimarrones que hacían muy
grandes robos en los rededores della". El 26 de marzo, "un extraordinario, despachado
por el Corregidor de la Villa de Cañete a Su Excelencia [el Virrey] avissa como entre
Mala y Calango, en una quebrada avía descubierto una ranchería grande de negros
cimarrones". El 20 de octubre del mismo año, un esclavo de casta arará "dio una
puñalada al hermano Niculas Gaytan, de la misma compañía [de Jesús] porque le avía
reprehendido de que anduviese cimarrón y le quisso castigar" El 18 de noviembre, "la
Santa Hermandad traxo a esta ciudad y paseó por las calles acostumbradas cinco
cavezas de negros cimarrones". El 24, "llevando un mayordomo del depossitario
general desta corte un negrito aprissionado, a las ancas del cavallo, a la chácara de su
dueño para azotarle por cimarrón, el dicho negrito sacó un cuchillo y por detrás
degolló al mayordomo". El 23 de diciembre de 1632 "ahorcaron a quatro negros
cimarrones y salteadores". (Véanse las págs. 161, 167, 175, 199, 202, 203 y 206,
respectivamente; también hay noticias sobre negros cimarrones en íd. íd. págs. 241,
242, 244, 245, 247, 259, 260, 261, 262 y 263).

Cimarrón es palabra de antigua difusión americana. Su sentido original fue


1
el de 'alzado', 'huido', 'montaraz', referido a indios indómitos, esclavos fugitivos
o animales domésticos que se hacían salvajes. También se aplicaba a plantas y
frutos silvestres para diferenciarlos de las correspondientes variedades cultivadas:
tabaco cimarrón, capulí cimarrón, manzanilla cimarrona, etc.

Luego, por extensión, cimarrón tomó otros diversos sentidos metafóricos:


2
'indolente, perezoso' (lenguaje marinero), 'rudo, huraño, inculto' (Cuba y Santo
Domingo), 'incumplido, irresponsable' (Perú), 'clandestino' (Panamá), 'deficiente',

140  
referido a comidas en cuanto a ingredientes y preparación (Chile y Perú): chupe
cimarrón, mazamorra cimarrona; mate cimarrón es en el Río de la Plata el mate
amargo, sin azúcar (lo mismo chimarrão en el portugués de Rio Grande do Sul).

En Lima se decía antaño, del que hablaba muy bajo o refunfuñaba, que
estaba rezando el credo cimarrón 3. En la costa peruana del norte tondero
cimarrón 4 es una forma del tondero, danza típica parecida a la marinera.

De cimarrón se deriva cimarronear 'huir, escapar', 'hacer novillos'. Gálvez


cuenta cómo, después de la derrota del Perú por Chile en 1879, "los muchachos
talluditos cimarroneaban para alistarse bajo las banderas revolucionarias" 5. La
forma pronominal era más corriente y, según Arona, "se dice que se ha
cimarroneado de todo el que

1 Véase la autobiografía de un exesclavo cimarrón de Cuba en Barnet, Biografía de un


cimarrón, págs. 7, 8, 18 ("yo era cimarrón de nacimiento"); 42 ("yo tenía un espíritu
de cimarrón"); 47; 51 ("me sentía bien de cimarrón"); 56 ("cuando se acabó la
esclavitud dejé de ser cimarrón"). También se aplicó el término en América, a
principios del siglo XX, a los inmigrantes chinos, virtuales esclavos, que escapaban
de las haciendas de la costa antes de haber cumplido sus injustos contratos.

2 Entre los "Nombres Provinciales de la Ciudad de Arequipa" el canario Pereira


consigna (en 1816) "Hombre insibilisado [sic] Simarron [sic]". (Ambas grafías
anómalas se explican por el seseo, y la primera también por la normal pronunciación
idéntica —bilabial— de b y v; véase Carrión Ordóñez, ob. cit. págs. 419, 421 y 212).

3 Véase credo cimarrón en Gamarra, Cien años, pág. 79 y Palma, Tradiciones, 751.

4 Véase tondero cimarrón en Camino Calderón, Diccionario folklórico, págs. XI y 6;


Cuentos de la costa, págs. 12 y 65.

5 Una Lima que se va, pág. 186. Véase también Calles de Lima, pág. 50.

desaparece clandestina o impensadamente" 1. El postverbal cimarroneo era


"palabrita muy peruana aplicada preferentemente en la Colonia a los esclavos,
pero extendida a todo género de escapatoria clandestina" 2. Cimarronera o
cimarronada es hoy en el Caribe la manada de animales montaraces, y
cimarronero el vaquero diestro en enlazarlos. En Chile y el interior argentino se
emplea cimarra, derivado regresivo de cimarrón, en la frase hacer la cimarra
'hacer novillos' y se llama cimarrero al escolar que falta a clases 3. Cimarronear
es 'tomar mate cimarrón' en el interior argentino.

141  
Garcilaso decía que cimarrón era "vocablo del lenguaje de las Islas de
Barlovento" 4. Pero es sabido que el Inca asigna a veces este origen a palabras que
a él le suenan simplemente como no castellanas ni tampoco quechuas.

Cimarrón es una palabra característica del español de América: no se


documenta en España antes del descubrimiento, no ha pasado a la lengua general
ni se conserva en las hablas regionales de la Península. Pero el hecho de que sea
un americanismo típico no implica necesariamente que se trate de un indigenismo;
el término parece ser, más bien, uno de los llamados hispanismos de América,
formados con los recursos propios del castellano para expresar aspectos de la
nueva realidad americana.

Según la etimología más aceptada (y académica ya en 1956), cimarrón


viene de cima 'cumbre' más el sufijo -arrón (presente en palabras como vozarrón,
ventarrón, etc.). Corominas 5 nota, muy bien, que las alturas son meta de la huida
tanto en cimarrón, de cima, como en montaraz, de monte, y en cerrero (o cerril)
de cerro.

1 Diccionario de peruanismos, s. v. Véase también cimarronearse en Camino Calderón,


Cuentos de la costa, pág. 3.
2 Gálvez, Calles de Lima, pág. 50.
3 Se ha usado en el Perú con el mismo sentido cimarrón (véase mataperros cimarrones
en Gálvez, Una Lima que se va, pág. 114 y "chicos cimarrones" en Estampas
limeñas, 149); modernamente se ha impuesto vaquero (usado también por Gálvez en
Calles de Lima, 43), basado en la expresión peruana hacerse la vaca por hacer
novillos.
4 Historia general del Perú, libro VII, capítulo III. Véase el Glosario de voces
indígenas anexo al tomo III de la edición Rosenblat, s. v.
5 Diccionario crítico etimológico, s. v.
CIRIO

En nuestra habla popular y familiar —especialmente en el cambiante


lenguaje juvenil— cirio tiene todavía los sentidos de 'galán enamorado,
pretendiente', 'piropeador, galanteador', 'hombre o muchacho enamoradizo o
voluble'. Según Sofocleto,

"las enamoradas constituyen el primer fracaso económico de la adolescencia


porque entre cinemas, helados, carreras ('viajes en taxi'), regalitos y otras
epidemias [sic] dejan al cirio como pato de chifa" 1.

142  
Este peruanismo es bastante moderno, pues no parece remontarse más allá
de los últimos setenta años. Está claro que se trata de un uso figurado de cirio
'vela de cera', a veces grande y ornamentada, que en el rito católico suele quedar
encendida ante el altar por horas o días consecutivos. Resulta verosímil, por lo
tanto, que el cirio evoque la idea de adoración callada e intensa, de amor ardiente,
constante y no exigente. De allí puede haber surgido el valor peruano actual de
cirio, que es ya activo e implica cierta iniciativa en el juego amoroso. Por floreo
verbal, el nombre propio Ciriaco puede equivaler a cirio.

Casi desde el primer momento parece haberse empleado junto a cirio su


derivado ciriar 'enamorar, cortejar', 'piropear, requebrar, galantear', y de allí
'montar guardia, vigilar'. Pero el nexo semántico entre el uso literal y el figurado
se fue debilitando y la imagen visual del cirio ardiente llegó a perderse en cirio
'pretendiente' y en ciriar 2. Quedó entonces llano el camino para que surgiera la
grafía siriar, desligada de la etimología pero fiel a la pronunciación seseante,
general en América.

Siriar escribe, por ejemplo, Vargas Llosa. En Los cachorros el protagonista


se queja ante el grupo de la falta de compañerismo de un miembro: declararse a
una chica "y ni siquiera contarnos que la siriaba". Más tarde el grupo previene a
Cuéllar sobre un

1 Sofocleto en dos columnas, pág. 111; véase también íd. íd. 56 y Sofocleto al pie de la
letra, págs. 83, 85, 115. Chifa es en el Perú 'restaurante chino'; el modismo como pato
de chifa equivale a esquilmado.

2 A veces por ultracorrección cirear, sobre todo en ciertos tiempos y personas: "la
cirea" (y no "la ciria"). Véase el postverbal ciriada (también ciriadita) en Bryce, Un
mundo para Julius, pág. 23.

rival en el amor de Teresita: "la está siriando, bobo, te la va a quitar" l.

Es curioso que estos usos peruanos, tan espontáneos, hayan tomado como
base la palabra cirio, que no tiene arraigo popular 2. Lo familiar y vivo es vela,
presente en modismos como ponerle una vela a Dios y otra al diablo, no tener
vela en este entierro, decirle a uno [la] vela verde 3. Pero, tal vez por no haberse
desgastado, tuvo cirio la dignidad requerida para evocar la imagen que fue punto
de partida del desarrollo semántico anotado.

143  
CODEAR

Se está olvidando en Lima un uso muy expresivo del habla familiar peruana
4
: codear en la acepción de 'pedir con eufemismos o indirectas' (y a veces con
cierto ingenio o gracia), 'comprometer a alguien para que haga un regalo o un
favor'.

Ya Terralla, a fines del siglo XVIII, usa el término referido a ciertas


tapadas limeñas. Dice de un galán víctima de ellas "que todas le codearon / hasta
quitarle el pellejo"; dice también que las limeñas "solo atienden / al interés, al
codeo" y que "todo desembolso con ellas es codeo" 5.

Codear y sus derivados son asimismo frecuentes en nuestra literatura


costumbrista de los siglos XIX y XX. Arona registra codear, codeador y
codeadora, admitiendo que el masculino se usa poco y que "el tipo de la
codeadora, muy criollo", va desapareciendo 6. La Ña Catita de Segura, después de
recibir el dinero con que Don Manuel responde a sus lamentaciones, comenta: "no

1 Págs. 50 y 83. Véase igualmente Conversación en La Catedral, II, pág. 126.


2 Chupacirios, apodo despectivo del beato, se aplicó en un tiempo, por los
sanmarquinos, a los alumnos de la Universidad Católica.
3 Véase vela verde en este volumen.
4 Se conoce también en Chile, Bolivia y Ecuador.
5 Lima por dentro y fuera, págs. 77, 140 y 220. Véanse otros usos en íd. íd. págs. 34,
76, 153 y 192.
6 Diccionario de peruanismos, s. v. En su Noticia de Arequipa de 1816 el canario
Antonio Pereira define el masculino codiador [sic]: "dícese del que pide, con
artimañas e insistencia, regalos de poco valor aparente" (véase Cardón Ordóñez, ob.
cit. pág. 215).

vayas a creer ahora / que lo he dicho por codearte" 1. El Tunante escribió en 1887
una comedia titulada Ña Codeo. Blume dice que a cierta limeña "sus amigas de
confianza le abrían las cómodas y le codeaban cintas y encajes" 2

Codear es asimismo frecuente en la prosa de Palma; lo usa (en 1896) en una


carta al presidente Piérola. Después de agradecer la protección oficial a la
renaciente Biblioteca Nacional, Palma, su director, sugiere a Piérola que regale a
título personal una obra, y especifica:

144  
"La obra que le codeo es valiosa, y la tiene U. muy a la mano. Es obra
exclusivamente de consulta, que usted jamás hojeará por falta de tiempo y porque
no es de las materias a que tiene predilección" 3.

Codear parece una de esas expresiones gráficas que son típicas del habla
familiar: evoca la imagen de dar en el codo del supuesto tacaño, para que abra la
mano y suelte lo pedido. Son sinónimas de codear las expresiones verbales rascar
el codo y sobar el codo. Ser duro de codo o ser del codo es 'ser tacaño' en la
América Central. En gran parte de la América hispana —el Perú incluido— se usa
todavía codo con el valor adjetivo de 'tacaño'.

CONCHO

Unos crueles versos —más crueles por esdrújulos— del implacable


Caviedes enrostran su deformidad a cierto Doctor Corcovado:

"Heces de algún amor hético


formaron cuerpo tan párvulo
[...]
Concho sin jugo vivífico
hizo tu ingenio mecánico" 4.

1 Acto III, escena VI (en Comedias, II, pág. 71).


2 Sal y pimienta, pág. 271. Véase también codear en Gálvez, Estampas limeñas, pág.
92.
3 Se trataba de una obra italiana sobre Colón, en dieciséis volúmenes. Véase Palma,
Cartas inéditas, pág. 101.
4 Diente del Parnaso, en BCP 5, pág. 207. Héctor Velarde define humorísticamente la
personalidad del peruano por "una reserva contenida, generalmente dormida, de
acometividad, un concho profundo de acometividad no empleado" (véase El concho
telúrico de acometividad en Obras completas, 3, págs. 343-351).

Este uso del siglo XVII ilustra el temprano arraigo del quechua kkhonchu
'poso, sedimento, heces de un líquido', en el castellano de la América antes incaica
1
, con la consecuencia del desuso de voces tradicionales castellanas como poso,
heces, zupia, zurrapa y borra 2. En el olvido de poso 'sedimento' influyó la
homofonía con pozo, a causa del seseo; heces se especificó con el sentido de
'excremento' en el lenguaje médico y borra se usa sobre todo para designar la del
café.

145  
La vitalidad de concho se manifiesta en la riqueza de sus derivados,
compuestos, usos figurados y modismos:

En el Ecuador conchoso es el líquido mezclado con su sedimento; conchar


es 'beber un líquido hasta las heces' o 'beber el sedimento o concho de un líquido'.

En Arequipa (y Chile) aconcharse equivale a sedimentarse; el vino


aconchado se llama también vino concho (en Chile y Ecuador vino conchoso). El
color llamado en otras partes burdeos, granate, borra de vino o vino tinto se ha
hecho en el Perú concho de vino, pronunciado concho'e vino 3.

Por explicable extensión de sentido, en algunas regiones concho se ha


hecho designación genérica de todo tipo de residuos 4. En el Perú y Chile el
conchito de la familia es el benjamín. Segura usa en sentido figurado concho por
final, resultado: "yo no me muevo de aquí / hasta no verle el concho a esto" 5.
Palma pone en boca del coronel Laurencio Silva la inverosímil expresión (en un
venezolano) hasta el conchito 'hasta el final' 6, refiriéndose a la batalla de
Ayacucho. Camino Calderón usa la locución nominal el concho y la espuma con
valor semejante al de la flor y nata 1.

1. El Perú, Chile, Bolivia, el norte argentino (Catamarca, La Rioja), Ecuador y


Colombia (en la variante cuncho).
2. Véase concho en Valle Inclán, Tirano Banderas, pág. 29.
3. Véase "un frac concho de vino" en Héctor Velarde, Lima de antaño, pág. 107. Hoy se
prefiere decir color guinda, o simplemente guinda, sin variación de género o número
("zapatos guinda"). En el Ecuador se aplica concho, como adjetivo, a lo que tiene el
color de la borra de chicha.
4. En Chile se aplica a la escoria de minerales.
5. En Un juguete, acto II, escena XIII (Artículos, pág. 265).
6. En Tradiciones, pág. 998; véase hasta el conchito en Segura, ob. cit. 324.
7. Véase su Diccionario folklórico, págs. 1 y 175.

En el Perú remover (a uno) el concho, o los conchos, equivale a 'llegar(le) al


fondo del alma, conmoverlo'. Un ejemplo de Palma, "le removió el concho
alcohólico", parece ilustrar la etapa intermedia del uso 1. En Chile irse al concho
equivale a irse al diablo, arruinarse y sacar el concho del baúl es uso doblemente
figurado que expresa el hecho de dar en algo —un discurso, por ejemplo— lo
mejor de sí mismo; vivir a concho es 'vivir plenamente'.

146  
CONNOTADO

En el habla culta del Perú y otros países de América 2 se usa connotado por
notable, es decir, destacado, eminente, insigne, ilustre, sobresaliente, conspicuo 3.
En el Perú tiene solo usos positivos ("connotado hombre de leyes", "connotado
catedrático") pero en la zona del Caribe puede igualmente hacer resaltar una
condición negativa ("connotado estafador", "connotado delincuente"). Santamaría
anota también, sin localización, una improbable acepción americana de "decidido,
definido en una opinión o creencia" 4. No está claro, en cambio, el sentido en que
Concolorcorvo se refiere —ya en 1773— a "los cuatro connotados del señor
arzobispo" de Guatemala 5; tal vez esté ni relación con el empleo de connotado,
sustantivo, por connotación, "parentesco remoto" que registra hasta hoy como
poco usado el Diccionario de la Academia.

En España connotado solo se entiende como participio de connotar,


latinismo de la lógica y de la lingüística 6 difundido en el siglo XIX por influencia
del inglés to connote. Connotar tiene hoy en la lengua general el sentido de
'expresar conjuntamente una idea principal y otra u otras secundarias', 'implicar'.
La existencia

1 Tradiciones, pág. 1121.


2 Méjico, Nicaragua, Puerto Rico, Venezuela, Colombia.
3 La edición de 1970 del Diccionario académico (Suplemento) registra por primera vez
el uso como 3.a acepción: "adj. Amér. Distinguido, notable".
4 Diccionario general de americanismos, s. v. Y concluye: "Disparate, pero muy
usado".
5 El lazarillo de ciegos caminantes, edición BCP, pág. 346.
6 "Conllevar la palabra, además de su significado propio y específico, otro por
asociación", según el Diccionario académico.

de este connotar, con sus derivados connotación 1 y connotativo, dio pie a que la
forma notado 2, equivalente de notable, tomara el prefijo con-, favorito del habla
americana, para reforzar su sentido primario con el matiz de 'consenso general',
'unanimidad' 3.

CONSCRIPCIÓN

147  
En el Perú, Ecuador, Colombia, Chile, Bolivia, Paraguay y Argentina es
general el uso de conscripción por reclutamiento, recluta (f.), alistamiento, quinta
y también el de conscripto por quinto, recluta (m.) 4.

Concripción es un galicismo de América. Se tomó, a principios del siglo


5
XIX , del francés conscription (a su vez del latín conscriptio, -onis 'acción de
escribir o inscribir conjuntamente'). En el siglo XVIII conscription se aplicaba en
Francia al enganche o enrolamiento de marineros (aludía a su inscripción
conjunta en el rol); posteriormente el uso se extendió al reclutamiento militar. Así
se documenta también en inglés desde 1800.

Conscripción no se usa en España; allá conscripto es término histórico solo


usado en la expresión padres conscriptos, referida a los senadores romanos
(porque estaban inscritos conjuntamente en las listas del Senado).

La Academia aceptó en 1965, como segunda acepción de conscripto y


limitando su uso a la Argentina y Chile, la de "mozo que

1 En la terminología lingüística connotación se opone a denotación.

2 Ya el latín notatus había desarrollado usos adjetivales negativos.

3 Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, 2.a serie, págs. 343-344.

4 Véase conscripción vial 'reclutamiento para el trabajo obligatorio en carreteras' en C.


Palma, Crónicas de Corrales, pág. 253. Conscripto en Vallejo, Novelas, págs. 226, 227, 231,
233, 249, 265, 267; Junta Conscriptora militar en íd. íd. 228, 231, 232. Conscripto 'soldado'
como neologismo argentino en J. E. Clemente, El lenguaje de Buenos Aires, pág. 72;
conscripto en Cortázar, Final del juego, pág. 141.

5 Bolívar lo usa en 1829, escribiendo desde el Alto Perú: "los pueblos se exasperan
infinitamente con las conscripciones" (véase Obras, III, 111; Hildebrandt, La lengua de
Bolívar, pág. 54 y Léxico de Bolívar, pág. 259-260).

hace el servicio militar" l. En la edición de 1970 del Diccionario, sin embargo,


conscripción "servicio militar" y conscripto "recluta" aparecen referidos solo a la
Argentina. En la última edición del DRAE (2001) conscripción se circunscribe a
Argentina, Bolivia y Ecuador, en tanto que conscripto "soldado mientras recibe la
instrucción militar obligatoria" se registra como uso de América Meridional y
Méjico.

148  
CONTRASTE

Contraste 'derrota, revés', 'contingencia adversa', postverbal de contrastar


'derrotar', fue hasta hace algún tiempo de uso corriente en el Perú 2 y la Argentina
3
. Pero fue antiguamente más extenso, como lo prueba la supervivencia en la
lengua general de incontrastable 'invencible' 4, igualmente derivado de contrastar
'derrotar'.

Contraste 'derrota' se documenta en Bolívar. En 1825 el Libertador se


refiere, en carta a Santander, al contraste de Matará; este uso pareció tan extraño a
los editores del Archivo de Santander (donde fue primero publicada la carta) que
tacharon contraste y lo sustituyeron por desastre 5.

Según Corominas 6, contraste 'derrota, revés, contingencia adversa' se debe


a extensión del uso náutico 'cambio brusco de un viento en otro contrario',
documentado a mediados del siglo

1 Véase BRAE, Tomo XLV, Cuaderno CLXXV, enero-agosto de 1965, pág. 50 y


Boletín de la Comisión Permanente de la Asociación de Academias de la Lengua Española,
N.º 7, Madrid, enero-junio de 1968, pág. 68. Casares había anunciado antes la inclusión en
el Diccionario oficial de los americanismos, comunes a varios países, conscripción y
conscripto (Novedades en el Diccionario académico, Madrid 1963, pág. 116).
2 Véase contraste en Palma, Tradiciones, págs. 977, 988 y Cartas inéditas, pág. 33; en
Mejía, Ayer y hoy, págs. 45 y 61 (contrastillo).
3 Véase el uso en Sarmiento, Facundo, pág. 327. Contraste se documenta también en el
portugués del sur del Brasil, donde es probable argentinismo.
4 Es notable el hecho de que la ciudad peruana de Huancayo ostente con orgullo el
título de Incontrastable otorgado por el general San Martín en 1822.
5 Véase Bolívar, Obras, II, 229; Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 336-337 y
Léxico de Bolívar, págs. 636-637.
6 Diccionario crítico etimológico, s. v. estar.
XVIII. Los usos argentinos y peruanos pueden igualmente hacerse remontar hasta
otros, también viejos en la lengua; tal, por ejemplo, la acepción de 'combate,
contienda, lucha' vigente hasta el siglo XIX l. La de 'contingencia adversa' aparece
2
ya en embrión en una Relación Geográfica de Nueva Segovia de 1579 con
referencia a ciertos frutales que "tienen un contraste [es decir , una plaga] de unas
hormigas bermejas".

149  
COSA QUE

En la lengua general la locución pronominal cosa que equivale a lo que, lo


cual ("se fue a nadar, cosa que le gusta mucho"; "me gritó, cosa que no puedo
tolerar").

Pero en la mayor parte de la América hispana 3 se emplea, además, un cosa


que gramaticalizado y conjuntivo que equivale a para que, a fin de que: "ven
temprano, cosa que hablemos con calma", "no hagan bulla, cosa que el niño no se
despierte". Estos usos llegan al nivel del habla culta familiar.

En la primera escena de El sargento Canuto de Segura, Nicolasa interrumpe


su diatriba contra el protagonista:
"Pero creo que allí viene,
con nuestro padre, Canuto:
aquí dejar a ese bruto
por ahora es lo que conviene,
que nuestro plan muy en breve
se pondrá en ejecución,
cosa que de un torozón
el demonio se lo lleve" 4.

1 Y documentada también en Bolívar (Obras, II, 61 y III, 741). La edición de 1992 del
Diccionario oficial la registra como uso figurado vigente; en la edición de 2001 ya no
se indica la mención de uso figurado.
2 Incluida en Arellano Moreno, Fuentes para la historia económica de Venezuela,
Caracas 1950, pág. 128.
3 El Perú, Argentina, Uruguay, Bolivia, Chile, Ecuador, Colombia, Venezuela, América
Central y Antillas.
4 En Comedias, I, pág. 8. Véase también cosa que por para que en Sofocleto al pie de la
letra, págs. 21 y 80; Vargas Llosa, La ciudad y los perros, págs. 32 y 33.
Otro uso americano del cosa que conjuntivo es el que lo hace equivalente a
de modo que, de manera que, de suerte que. Desconocido hoy en Lima, se
documenta igualmente en Segura:

"tuve la desgracia de ser alcanzado en la fuga [...], cosa que si no me atrinchero


[...] quien sabe, señor don Anselmo, si no estoy más destrozado en esta fecha que
el ejército que fue a Bolivia" .

Los usos conjuntivos de cosa que resultan de un normal desarrollo del que
2
es hoy general y están ya documentados en el Siglo de Oro . Como

150  
posteriormente se han olvidado en la Península, resultan hoy característicos del
castellano de América 3.

COSTEANTE

En el habla familiar peruana costeante va cayendo en desuso


—generalmente pronunciado costiante— sinónimo de cómico, gracioso, risible 4.
De lo que mueve a risa se decía también que es un costeo; en la república de
Pelagatos —triste imagen del Perú en la retina de el Tunante— las leyes son "un
verdadero costeo"; cierto juez enviado a una provincia pelagatuna escribe que allí
"cada mujer es un adefesio y cada hombre un costeo" 5. Hacer costeo de alguien o
de algo significaba 'burlarse, mofarse, hacer irrisión'.

Arona consignaba como términos recientes en su época costeo, costeante y


costeativo (variante, esta última, hoy en total desuso) y los creía propagados por
los colegiales: aunque las voces de la jerga

1 Artículos, pág. 35.


2 Kany da cosa que como locución conjuntiva favorita de Lope de Vega (American-
Spanish Syntax, págs. 384-385) y se extraña de que no la consigne Keniston (en The
Syntax of Castilian Prose. The Sixteenth Century).
3 La expresión conjuntiva cosa que puede resultar también contaminada por el intruso
elemento de, aun en el lenguaje del gran escritor argentino Julio Cortázar. En La
vuelta al día en ochenta mundos (pág. 14) se lee la siguiente frase: "... algunos
sociólogos hechos más bien a dedo abundaban en citas del célebre Adorno, cuyo
vistoso apellido parecían querer aprovechar literalmente cosa de que sus ensayos les
quedaran padre".
4 Véase "cosas costeantes" en Moncloa, Tipos menudos, pág. 108 y Sofocleto en dos
columnas, pág. 96.
5 Cien años, pág. 75 y 186; véase también íd. íd. 66 y 87.
6 Véase hacer costeo en C. Palma, Crónicas de Corrales, págs. 84 y 201; Gálvez,
Estampas limeñas, 37.

escolar o juvenil son casi siempre efímeras, sin duda puede haber excepciones.
Arona creía también que el origen de estos términos estaba en la reducción de la
frase figurada costear la diversión 'proveer material para ella' 1; parece darle la
razón el la enclítico en la expresión costeársela con alguien (o de alguien) que
registra Palma 2 y se documenta sin complemento (costeársela) en el Tunante 3.

Llama la atención que Arona no dedicara más espacio al estudio del origen
de estos dos últimos modismos y de los usos figurados del verbo costear, el cual
tiene que haber precedido al postverbal costeo y al participio adjetivo costeante.

151  
COTO

En gran parte de la América hispana 4 se documenta el sustantivo coto con


el significado de ‘bocio’, es decir, hinchazón del cuello producida por hipertrofia
de la glándula tiroides (enfermedad endémica por deficiencia de yodo).

Coto viene del quechua k'oto 'papo de las aves'. El Lexicón de Fray
Domingo de Santo Tomás (1560) ya lo registra (cotto); Caviedes (siglo XVII) lo
usa como apodo de cierto médico y hace un juego de palabras con la voz
castellana coto 'límite':

"El Coto, doctor que espanta,


fuera [a]cierto singular
si tuviera en el matar
lo que tiene en la garganta" 5.
Concolorcorvo nos cuenta que en el siglo XVIII las mujeres de la ciudad
argentina de Salta destacan por su hermosura y la belleza de sus cabellos,
"pero en compensativo [sic] de esta gala es muy rara la que no padezca, de 25
años para arriba, intumescencia en la garganta, que

1 Véase Diccionario de peruanismos, s. v. costeo, costeativo, costeante.


2 Neologismos y americanismos, s. v.; costearla con alguien 'divertirse a costa de
alguien' en el Diccionario argentino de Garzón, s. v.
3 Ob. cit. pág. 66.
4 El Perú, la Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá y
Guatemala.
5 En Antología general de la poesía peruana, pág. 294.

en todo el mundo español se llama coto [¡sic!]. En los principios agracia la


garganta, pero aumentándose este humor hace unas figuras extravagantes, que
causan admiración y risa, por lo que las señoras procuran ocultar esta
imperfección con unos pañuelos de gasa fina, que cubren todo el cuello y les
1
sirven de gala, como a los judíos el San Benito, porque todos gradúan a estas
2
madamas por cotudas..." .

Llama la atención la inexacta afirmación de Concolorcorvo de que el bocio


"en todo el mundo español se llama coto". Y es curiosa, por decir lo menos, su
opinión de que el coto "en un principio agracia la garganta" de las salteñas, según
él no por cotudas menos hermosas.

152  
Cotudo se usa hoy en la Argentina, Bolivia 3, Chile, Colombia, Ecuador y
Venezuela (Táchira) 4. Entre sus Neologismos (1896) y sus Papeletas (1903)
registra Palma coto y cotudo como usos vivos en el habla peruana; hoy el término
bocio ha desplazado a coto en nuestra lengua familiar y cotudo no se usa en Lima,
en Huánuco y Arequipa se documenta el derivado cotoso; en Huánuco se
distingue con el calificativo de cotosino al que padece de coto por predisposición
familiar 5.

La edición de 2001 del Diccionario de la Academia incluye seis


homónimos que comparten la grafía coto y que responden a significados
totalmente diferentes; el que aquí se trata se consigna como americanismo
meridional de origen quechua equivalente del término castellano bocio. Esta
edición también incluye el adjetivo derivado cotudo con la misma extensión y el
sentido de 'el que padece bocio'.

1 Es decir, 'consideran, califican'.


2 El lazarillo de ciegos caminantes, ed. BCP, págs. 98-99. En Jujuy (Argentina) se llama
coto también al cotudo. La provincia de Salta se llama humorísticamente Cotópolis.
3 En San Luis (Argentina) es apodo del mendocino, y en Bolivia del tarijeño. Véase mono
cotudo en Lenguas de América, pág. 318. En la selva del Perú se designa con el
compuesto híbrido cotomono a uno de abultado papo; en Tumbes se usa la forma
inversa mono coto.
4 Donde tiene el sentido figurado de 'tonto' a causa del cretinismo asociado a algunas
formas de bocio.
5 Véase Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v.

CUÁQUER
En el Perú y Argentina se llama cuáquer (m.) la avena machacada (a veces
precocida) y las gachas o puches que con ella se preparan. Se trata aquí de un caso
en que cierta marca de fábrica 1 muy difundida en el inglés de los Estados Unidos
(Quaker Oats) ha desplazado a una palabra castellana, avena. La historia es la
siguiente:
A mediados del siglo XVII se fundó en Inglaterra una secta puritana que adoptó el
nombre de Society of Friends, la cual no reconocía jerarquías eclesiásticas ni tenía
pastores propiamente dichos. Según sus creencias, el Espíritu Santo designaba en
cada reunión al miembro que debía predicar, el cual experimentaba convulsiones
como señal de la elección divina. De aquí el apodo de quakers 'temblorosos'
(traducido como cuáquero 2) que acabó por prevalecer como nombre de la secta.

153  
Los cuáqueros emigraron a América del Norte y llegaron a ser muy importantes.
Hace algo más de un siglo, a una compañía norteamericana se le ocurrió vender
avena machacada en un envase con la imagen de un viejo cuáquero con su
vestimenta del siglo XVII. En Hispanoamérica —donde la avena no ha sido
alimento tradicional— el producto se difundió junto con esta marca, y en el Perú y
la Argentina se tomó erróneamente la primera palabra de la frase Quaker Oats
como nombre del cereal. Castellanizada la pronunciación (kuáker en vez de la
inglesa, aproximada, kuéiker), se castellanizó la grafía: cuáquer 2; el género
masculino se explica porque en español son regularmente masculinas las escasas
palabras graves acabadas en -er (cráter, clister, etc.).

1. En El coronel no tiene quien le escriba el coronel le dice a su mujer: "Eres idéntica al


hombrecito de la avena Quaker" (pág. 71).

2. Cuáquero 'individuo de cierta secta religiosa' aparece ya en la edición de 1843 del


Diccionario académico.

3. En la lengua popular peruana cuáquer tiene también el sentido figurado de 'tedioso,


fastidioso'. Hay aquí un juego con espeso, que ha desarrollado idéntico sentido
figurado, a causa de la densa consistencia de las gachas de avena (véanse ambos usos
en Reynoso, En octubre no hay milagros, pág. 196). En un cuento rioplatense se
habla de "el Quacker [sic] que se espesaba. Un engrudo asqueroso. Cada vez más
espeso a medida que pasaban los minutos..." ("Quaker", de Héctor Grisafi, en Sitio, 1,
págs. 100-104).

En esta época de fuerte agresión publicitaria y de consumismo


indiscriminado es usual que determinadas marcas comerciales registradas lleguen
a hacerse nombres comunes. Fueron en principio marcas de fábrica palabras hoy
universalmente difundidas tales como aspirina, vaselina, celofán , claxon 2, jeep
(pronunciado yip), nylon 3, etc.

En el Perú es larga la lista de las marcas de fábrica que se han convertido en


designaciones genéricas del producto. Ya en 1892 Palma vio en Huelva un
barquito bautizado Sapolio en el que un tripulante había atravesado el Atlántico
para hacer propaganda al jabón abrasivo de ese nombre; hoy en el Perú se llama
así cualquier abrasivo de uso doméstico 4. Son también viejos rímel (de Rimmel,
marca francesa, con cambio de acentuación) 'cosmético para las pestañas' 5 y
glazo (de Glazo) 'esmalte de uñas', hoy desusado. Lo mismo primus (Primus)
'hornillo portátil que funciona con gas de kerosene' 6, bividí (de BVD, pronunciado

154  
a la inglesa) 'camiseta de hombre, sin mangas' 7; chicle, del primer elemento de
Chiclets Adams 'goma de mascar' (que viene, a su vez, del azteca tzikli); termo (de
Thermos, con pérdida de la s por adecuación a la morfología castellana) 'botella
térmica' 8; terma (Therma) 'calentador eléctrico de agua'; frigider, pronunciado así
o friyider (de Frigidaire)

1 Que por floreo verbal ha desarrollado la acepción popular de 'celoso' en el Perú.

2 Ya aceptado por la Academia (Casares lo consideraba insustituible; véase Novedades,


pág. 22); claxon en Diez Canseco, Duque, pág. 121 y Seoane, Hombres y rejas, 95; el
plural a la inglesa cláxons en íd. íd. 19; cláxones en Diez Canseco, ob. cit. pág. 92;
Arguedas, El Sexto, 27 y Congrains, Lima, hora cero, 44.

3 Nylon se pronuncia nailon, como en inglés, en América; en España, nilón fue la forma
primero aceptada (véase Casares, ob. cit. pág. 139), pero ya la edición de 1970 del
Diccionario académico remite nilón a nailon.

4 Véase Tradiciones, pág. 1328; sapolio en C. Palma, Crónicas de Corrales, pág. 180.

5 Véase Blume, Sal y pimienta, pág. 63: "no usa rimel, ni pintura". El ritmo del verso
prueba la acentuación grave.

6 Véase primus en Diez Canseco, Duque, pág. 29; Seoane, ob. cit. págs. 95, 138, 144,
158, 176; Arguedas, ob. cit. págs. 103 y 184.

7 Cfr. Seoane, ob. cit. pág. 149. La variante popular bivirí se atribuye a pronunciación
de japoneses, frecuentemente empleados —o dueños— de lavanderías.

8 Véase termo en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, pág. 154; La casa verde, págs.
16, 17, 124, 282. Termo es voz general incluida ya en el Diccionario académico de
1956.

'refrigeradora eléctrica' 1; tubino (Tubino) 'carrete de hilo para coser'; róyal


(Royal) 'polvo de hornear'. Como desusados se documentan vitrola (Victrola, de la
primera palabra de Victor Talking Machine Co., firma comercial fabricante)
'fonógrafo' (que en otras partes se llamó gramola, de Gramola, o radiogramola);
kódak (Kodak) 'máquina fotográfica' 2; IBM (sigla de International Business
Machines, pronunciada en castellano i-be-eme) 'calculadora electrónica'; xérox
(Xerox), pronunciado sérox o seros, 'máquina para reproducir copias en seco',
marca que ha dado varios derivados generalizados en España y América 3;
betamax 'videograbadora', de Betamax, marca registrada de Sony; flit (Flit)
‘insecticida líquido'; mapresa (Mapresa) 'plancha de madera prensada para cubrir
paredes y muebles'; kárdex (Kardex) 'archivador, fichero clasificador'; dunlopillo
(Dunlopillo) 'espuma de látex para colchones y muebles'; foyeque 4 o fotingo (de
Ford, con sufijos despectivos) 'automóvil viejo y destartalado'.

Se usan actualmente simoniz (Simoniz) 'cera para pulir la pintura de los


automóviles', que ha dado el verbo simonizar 5; pírex (Pyrex) 'recipiente para

155  
cocina hecho de vidrio resistente al fuego'; klínex (Kleenex) 'pañuelo desechable
de papel'; ace (Ace) 'detergente granulado'; curita 'pequeño apósito adhesivo' (de
Curitas, con pérdida de la s como en termo); kolynos (Kolynos) 'crema dental'; etc.

Se usan también corrientemente: timolina (Thimolina) 'loción desinfectante'


6
, maicena (Maizena) 'fécula de maíz' (ya aceptada por la Academia), dedeté
(DDT, sigla de dicloro-dime-til-tricloroetano) 'insecticida en polvo' 7, caterpílar
(Caterpillar, en inglés 'oruga') 'tractor'; eterní[t] (Eternit) 'material para cons-
trucción, de asbesto y cemento'.

1. Véase Sofocleto al pie de la letra, pág. 21 (frigideres).

2. Véase Gálvez, Nuestra pequeña historia, pág. 373 ("el Kodak") y Martín Adán, ob.
cit. pág. 24 ("una Kodak').

3. La edición de 1992 del Diccionario académico incluye xerocopia, xerocopiar,


xerografía, xerografiar, xerográfico y xerógrafo, pero como derivados directos de la
raíz griega xero- que significa 'seco', que dio origen a la marca de fábrica Xerox.

4. Documentado con la grafía ultracorrecta folleque en C. Palma, ob. cit. págs. 238, 239,
241.

5. Véase Sofocleto en dos columnas, pág. 56: "...se simoniza [se pone brillante] como
una carrocería..."

6. El uso médico de la Thimolina fue aprobado en el Perú hace más de un siglo (1887).
Hoy se emplea poco.

7. Véase Sofocleto, ob. cit. 118. También usa (íd. íd.) poliflor (Poliflor) por 'cera [para
pisos]' y, figuradamente, 'cerumen' (Sofocleto en dos columnas, pág. 118).

Entre las marcas de fábrica de telas o fibras que forman parte de nuestro
vocabulario están viyela (Viyella) 'tela de lana y algodón' y los nombres
comerciales de los más nuevos tejidos sintéticos: polistel (Polystel), tergal
(Tergal), orlón (Orlon) 2, dralón (Dralon), dacrón (Dacron) o, por metátesis,
dracón, etc. Rayón aparece en el Diccionario académico como voz tomada del
inglés rayon.
Marcas registradas que en los últimos años se han hecho designaciones más
o menos genéricas de los objetos correspondientes son comodoy 'cama plegable'
(de Comodoy, marca comercial peruana de muebles de metal); licra 'tela sintética
elástica' (de Lycra, marca registrada de Du Pont, empresa multinacional).
Sanforizado (Sanforized) se refiere al proceso, patentado, que impide que se
encojan los tejidos de algodón.

Son también usos modernos de marcas de fábrica como nombres comunes:


táper, plural tápers, de Tupper[ware] 'recipiente plástico de tapa hermética';

156  
fórmica, de Fórmica 'plancha plástica decorativa para cubrir paredes y muebles';
nicovita (Nicovita) 'alimento balanceado para aves de corral'; vitrovén (Vitrovent)
'vidrio plano angosto y movible usado en ventanas', y otros tantos que siguen
difundiéndose e imponiéndose día a día.

Frente a esta larga serie de marcas de fábrica incorporadas al habla común,


cuáquer sigue constituyendo, sin embargo, un caso especial y extremo. Solo
puede comparársele otro uso, menos antiguo pero ya muy difundido en el Perú y
otras regiones hispánicas: el de scotch (pronunciado generalmente escóch) por
'cinta adhesiva transparente', de la marca de fábrica Scotch tape, literalmente 'cinta
escocesa'

1. Casares daba orlón y perlón (esta última, marca alemana del nylon) como generales
[en 1963] en el mundo hispánico (ob. cit. págs. 139-140).

(por el diseño a cuadros de la envoltura característica). Aquí, como en cuáquer, se


ha dejado de lado el verdadero nombre de la cosa para designarla con una palabra
ocasional que la distinguía o caracterizaba.

CUCUFATO
1
Cucufato por santurrón, mojigato, beato y cucufatería por beatería,
mojigatería, santurronería son todavía corrientes en el habla familiar peruana.
Cucufato se conoce también en Bolivia, la región andina de Venezuela (Trujillo) y
algunas zonas de Méjico. La palabra había perdido ya parte de su extensión
americana a principios del siglo XX, a juzgar por datos de Palma, de 1905:
"La voz cucufato, a, no es castellana. He propuesto su admisión a mis
compañeros de la Academia Española de la Lengua [...]. La palabra cucufato, a,
es un americanismo que lleva ya larga vida. Estuvo muy en uso, allá por los años
de 1870, en la prensa de México, Centro-América y Chile. Después de ese año se

157  
ha generalizado en el Ecuador, Bolivia y Perú. Ignoro si se emplea en las tres
repúblicas del Plata y en las de Colombia y Venezuela. En la Habana la he oído
de boca de una Señora" 2.
Cucufato tiene todo el aire de una voz de creación expresiva, es decir,
aquella en que la forma misma evoca el concepto representado. Sin embargo, es
probable que este uso americano tenga origen en el nombre de Cucufate, santo y
mártir nacido en África y ejecutado en Cataluña en el año 306. En algunas
regiones de Méjico se emplea todavía cucufate; el cambio de la e final en o podría
explicarse por influencia de beato y mojigato 4.

1. Véase cucufaterías en Héctor Velarde, Obras, 3, pág. 234.

2. Cartas inéditas, pág. 121. Palma personifica a la Iglesia ñoña en el "padre Cucufato"
(Tradiciones, pág. 1441). Véase "sociedad (...) cucufato" en Gálvez, Una Lima que se
va, pág. 164; cucufatos (de la Universidad) en Adriana de González Prada, Mi
Manuel, pág. 408. Cucufato en Vargas Llosa, Elogio de la madrastra, pág. 192.

3. Que alterna con cucufato con el sentido de 'picado de viruelas'.

4. Tal vez reforzada por la de pacato y timorato, términos con los que tiene cierta
relación semántica. En Extremadura, en cambio, la forma de género común cucufata
se aplica a la persona presumida.

1
En el Perú se usaba también la variante apocopada cucufa que puede
deberse a falsa regresión o a un juego con cucufa 'gorro médico antiguamente
usado para curar ciertas afecciones de la cabeza'. Es probable, igualmente, que
haya relación entre cucufa y Cucufo, nombre del diablo que Ricardo Palma
documenta entre otras varias de sus designaciones populares 2. Clemente Palma
usa cucufo con el sentido de 'embelesado, arrobado' 3.

CUJA

Cuja 'cama amplia y lujosa, generalmente con cabecera de metal' está


cayendo en desuso en Lima. En la primera mitad del siglo XX se aplicó sobre
todo a la cama de bronce 4, pero todavía para Arona el nombre de cuja distinguía
el "rico catre de riquísima madera"; Arona recordaba también, como uso de su

158  
infancia, el de cuja 'andas para llevar el ataúd' en los lugares en que no había
coche fúnebre 5.

Cuxa 'cama', 'armadura de la cama' se documenta en 1607 6 en el Guzman


de Alfarache ("paños de tela de plata y damasco azul y cama de lo proprio: la cuxa
de relieve dorada", en Autoridades) pero el término cayó en desuso en España a
fines del siglo XVII. Análogo sentido se registra en el Diario de Lima de Suardo,
anotación del 14 de abril de 1631 sobre un bando del virrey "que, so graves penas,
manda que ninguna mulata libre ni esclava puede traer manto ni vestidos de
cualquier género de seda ni de paño de Castilla ni pantuflos con virillas de plata ni
puedan tener en su cassa cuxa ni pavellón" 7. Medio siglo después la continuación
del Diario

1. Véase cucufa (sustantivo o adjetivo) en Sofocleto al pie de la letra, págs. 18, 66 y


116. Cucufato en Sinlogismos (del mismo autor), pág. 39.
2. Véase Tradiciones, pág. 913.
3. Dice: "... me tenía cucufo una delegada de no sé qué Beneficencia, con unos ojazos..."
(Crónicas de Corrales, pág. 199).
4. Véanse usos de Gamarra en Cien años, pág. 43 y Rasgos, 217. De Blume, en Sal y
pimienta, pág. 14. De Diez Canseco, en Duque, 29. De Arguedas, en Diamantes, 58
("cortinajes blanquísimos pendían de la alta cúpula de la cuja de bronce"). De
Vallejo, en Obra poética, pág. 157.
5. Diccionario de peruanismos, s. v.
6. Un año después el Vocabulario quechua de González Holguín incluye en la parte
castellana "cuxa o barvacoa", es decir, especie de tarima (pág. 443b).
7. Pág. 126.

de Lima por los Mugaburu (padre e hijo) cuenta (6 de enero de 1681) que, al
obligarse a los franciscanos a salir del convento grande, "los legos saquearon todo
cuanto pudieron, llevándose más de 800 gallinas y 24 cujas con otros tantos
colchones, sábanas, almohadas, frazadas..." .

Cuja 'cama' es uno de los tantos arcaísmos de América. Aparte de los usos
peruanos señalados, se emplea —o se ha empleado— con sentido análogo en
Bolivia, Chile 2, Venezuela y la Argentina 3. Con el sentido de 'catre' cuja se
conoce igualmente en Bolivia, la provincia argentina de La Rioja, Nicaragua y El
Salvador.

El Diccionario de la Academia registraba (hasta su edición de 1970)


'armadura de la cama' como tercera acepción de cuja 'bolsa en que el lancero
insertaba la extremidad de su arma' 4, que viene del anticuado cuxa 'muslo' (y este

159  
del latín coxa, íd.). Pero Corominas cree, como ya lo pensaba Cuervo , que cuja
'cama' es palabra diferente, tomada del francés couche 'lecho' (de origen latino)
cuando el castellano no había desarrollado todavía el sonido actual de jota, y la
grafía x representaba un sonido sh equivalente al de la ch francesa.

La edición de 2001 del Diccionario de la Academia consigna cuja 2, del


francés couche, como americanismo “cama de distintos tipos y materiales” y
como desusado “armadura de la cama”.

1 Pág. 210. Véase frazada en este volumen.


2 Dice Zorobabel Rodríguez: "En Chile, donde las cujas pertenecen ya a la historia i a
los museos, eran ellas catres de madera preciosos, tallados con primor, incrustados de
bronce, de plata i aun en la cabecera de rayos de oro figurando un sol", "jeneralmente
tan anchas que podía dormir en ellas una familia entera, i tan pesadas que sus patas
servían de postes para amarrar a los niños traviesos" (Diccionario de chilenismos, s.
v.).
3 En el Martín Fierro: "muy delicao –dormía en cuja"; también cuja camera, la
matrimonial, que hoy se llama en la Argentina cama camera (véase la edición de
Tiscornia, pág. 372).
4 De cuja 'bolsa para la lanza' salen sin duda el andaluz cujón 'bolsillo hecho con un
ángulo doblado de la manta' (de allí, 'ángulo de tierra entre dos fincas') y el navarro
cujal, cujar o cojal 'sartén o cazo muy pequeño'. Tienen al parecer el mismo origen
los usos mejicanos de cuja 'envoltura de un fardo' y 'sobre de una carta', este último
conocido también en Honduras.
5 Véase Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, 4.a edición (Chartres 1885),
págs. 399-400 (párrafo 557).

CURCUNCHO

Curcuncho por jorobado, gibado, corcovado se usa en el Perú, Ecuador,


Bolivia, Chile y el norte argentino. Curcuncho se documenta ya en Caviedes, en la
Receta que el poeta le dio a Liseras para que sanase de la giba:

"Si quieres sanar, Liseras,


de tu corcova prolija,
ábrete una fuente en
mitad de la rabadilla.
Remedio es conforme a reglas
de gibada medicina
porque la parte inferior
al curcuncho humor se tira" 2.

160  
Cuenta Camino Calderón que a fines del siglo XIX estuvo de moda en Lima
el dicho ¡No enderezo curcunchos!, con un sentido de rotunda negativa. La
expresión se originó en el infortunio de un torero jorobado, apodado Curcuncho y
enamorado de una dama que le puso como condición para aceptarlo la eliminación
de la joroba. Después de apelar en vano a médicos y curanderos, Curcuncho
perdió el juicio; su tema era preguntar a todo el que veía si conocía algún remedio
para la joroba. Algunos, ya hartos, se le adelantaban con un tajante ¡No enderezo
curcunchos! 3.

Curcuncho tiene además en el Perú, Chile, Bolivia y Ecuador el sentido


figurado de 'fastidiado, molesto, harto', vigente sobre todo en la expresión tener
curcuncho (a alguien). En los cablegramas que, como supuesto corresponsal de la
primera guerra, envía Corrales, álter ego de Clemente Palma, se lee: "ya campaña
aquí tiéneme curcuncho" , "ya me tienen curcuncho rusos" 4.

En Bolivia se emplea la frase positiva más valiente que un curcuncho 5.


Como derivados, en la Argentina han surgido el

1 En Centroamérica predominan las variantes corcuncho y curcucho. En Méjico,


corcocho.
2 En Antología general de la poesía peruana, pág. 302.
3 Diccionario folklórico, págs. 80-81.
4 Crónicas de Corrales, págs. 82 y 91.
5 Camino Calderón, en cambio, habla de "un odio de curcuncho" como de un odio
amargo y profundo (ob. cit. pág. 45).
regresivo curcuncha 'joroba' y el verbo curcuncharse o corcuncharse 'jibarse' (que
en la América Central lleva prefijo: acorcuncharse).

En cuanto al origen de curcuncho, generalmente se le asigna etimología


quechua. Un étimo poco problable señalado por Lenz 1 es kurkuncha 'transformar
en árbol', de kurku 'tronco de árbol', más un sufijo verbalizador -ncha. Sin
embargo, los vocabularios de los siglos XVI y XVII traducen corcova y
2 3
corcovado por como o ccumo y el Diccionario de Lira da k'umo o k'umillo
'jorobado' (registra kurkuncho con la acepción de 'pequeño, fornido').

Pero el quechua kurku 'tronco de árbol', que había desarrollado —sin sufijo— la
acepción figurada de 'jorobado', pasó como curco al castellano regional de la
Argentina, Chile, Ecuador, Colombia (Nariño) y Perú (Arequipa, Yauyos);

161  
correspondientemente, curca es joroba en algunas regiones de Chile. Este hecho
da pie para pensar que kurkuncho puede ser una forma híbrida: quechua kurku
más el sufijo castellano -ncho, de mucha vida en América.

No falta, por otra parte, quien asocie curcuncho a quirquincho, nombre


quechua del armadillo. Esta hipótesis resulta inesperadamente apoyada por la
temprana documentación de una probable forma intermedia: quircuncho. Así
increpa el amargo poeta Caviedes a un cierto Doctor Corcobado:

"Oye, corcobado físico,


de mi corcobado cántico
los agraviados esdrújulos,
loa de un dos veces sátiro.
A ti, quircuncho de médico
y licenciado galápago,
mojiganga de la física,
tuerto en derechos de párroco..." 4.
En conclusión, si bien es probable el origen quechua de la raíz curcu (y tal
vez aun el de la forma completa curcuncho, aunque el terminal no esté
ciertamente identificado), no puede dejar

1 Diccionario etimolójico, s. v.
2 Así en el Lexicón de Santo Tomás, s. v. (pág. 84).
3 Véase el Vocabulario de González Holguín, págs. 71b, 72a y 461b.
4 En BCP 5, pág. 207.

de notarse la semejanza de las primeras sílabas de curcuncho o corcuncho con las


del castellano corcova y del andaluz curcuño 'encogido por el miedo, el frío o el
dolor' 1.

DE QUE

En los últimos decenios está invadiendo nuestra habla culta —o la que


debiera serlo— un uso antes restringido al habla inculta o vulgar: el empleo
abusivo de la preposición de ante que en casos como "dice de que viene", "pienso
de que no tiene razón".

El uso parasitario de la preposición de es igualmente frecuente en la


Argentina y otros países de América 2. En España, a pesar de alguna esporádica
documentación en castellano viejo 3, el empleo indebido de la secuencia de que se
considera característico del habla rústica, vulgar o dialectal (lo mismo en catalán).

162  
¿A qué causas puede deberse la actual proliferación del feo de que entre
nosotros?
En primer lugar, hay que considerar la influencia analógica. En castellano
hay verbos que llevan la preposición de como régimen: hablar de, dudar de,
tratar de, quejarse de, asustarse de, alegrarse de, acordarse de, etc. Estos verbos
la conservan, lícitamente, ante que; son, por tanto, correctas expresiones tales
como "habló de que vendría", "dudo de que pague", "trató de que se quedara", "se
queja de que hacen bulla", "no te asustes de que grite", "nos alegramos de que se
fuera", "me acordé de que era tarde", etc.

Pero, por influencia de estas formas correctas, el uso se ha extendido a


verbos que no requieren de como régimen: pensar, saber, creer, suponer, deducir,
escribir, decir, contar, relatar, opinar, declarar, sugerir, avisar, aconsejar,
asegurar, ver, oír, escuchar, sentir,

1. La edición de 2001 del Diccionario académico registra, como colombianismo y


ecuatorianismo, curco, ca 'jorobado', curcucho (m.) 'jorobado, corcovado' en El
Salvador, Honduras y Nicaragua, y curcuncho (m.) en Argentina, Bolivia, Chile y
Ecuador ('jorobado').
2. Véase Kany, American-Spanish Syntax, págs. 353-354. Para el uso argentino,
Capdevila, Despeñaderos del habla, pág. 143.
3. Véase, por ejemplo, Keniston, Thte Syntax of Caslilian Prose. The Sixteenth Century,
pág. 385.

observar, hallar, contestar, encontrar, esperar, recordar, permitir, prometer,


afirmar, negar, olvidar, querer, etc., todos de uso constante en el idioma.

Resultan, así, construcciones incorrectas tales como "pensé de que eso era
mejor", "¿sabes de que estuvo aquí?", "no creo de que lo haga", "me contó de que
se iba", "opino de que se ponga a votación", "declaro de que esa no fue mi
intención", "sugiero de que se aplace la asamblea", "me avisaron de que había
llegado", "aconséjale de que no renuncie", "veo de que no me han entendido",
"oímos de que viajabas", "sentimos de que se vayan pronto", "espero de que no se
lo cuentes", etc. 1. Lo mismo sucede con las expresiones impersonales resulta que,
sucede que, parece que convertidas en las incorrectas resulta de que, sucede de
que, parece de que, etc.

La preposición intrusa prolifera, además, en otras construcciones. Sin duda


por influencia de expresiones correctas como "es hora de que me vaya", se dice,
incorrectamente, "es verdad de que trabaja mucho", "es urgente de que vengas",
"es mejor de que se lo digas", "es necesario de que pagues", "es probable de que
fracase", "no es cierto de que lo sepa", "es una pena de que no puedas quedarte",

163  
"es indudable de que la culpa es suya", etc. Por último, la invasión del de que
llega a dislocar expresiones adverbiales fijadas tales como así es que, de manera
que, de modo que, convertidas por los adictos al dequeísmo 2 en así es de que, de
manera de que, de modo de que, etc.

El uso abusivo de la secuencia de que puede explicarse, como se ha visto,


por influencia analógica. Según Corominas, se debe más bien a ultracorrección,
pues en América (lo mismo que en Cataluña) todavía es posible suprimir el de (al
igual que en el castellano

1 Los análogos usos incorrectos recordar de que (y aun recordarse de que) pueden
deberse a influencia de acordarse.

2 Dequeísmo, neologismo que no consignaba todavía la edición de 1984 del


Diccionario de la Academia, aparece ya en la última edición del Diccionario Vox
(1987). El dequeísmo fue incluido en el Temario del IX Congreso de Academias de la
Lengua Española celebrado en San José de Costa Rica en 1989. La edición de 1992
del Diccionario académico incluye ya dequeísmo como "empleo indebido de la locu-
ción de que cuando el régimen verbal no lo admite". La edición de 2001 incluye el
adjetivo dequeísta.

preclásico) en expresiones como no hay peligro de que 1. Según Kany, la difusión


americana de las construcciones con de superflua puede deberse a necesidades de
ritmo sintáctico 2. Pero, para el oído hispánico, la secuencia abusiva de que
menoscaba, por el contrario, la eufonía de la frase 3.
Fuera ya del terreno propiamente lingüístico, es obvia la existencia de
importantes causas sociales que han contribuido a la difusión ascendente del
vulgar de que:

Desde hace casi un siglo van teniendo acceso a la educación grupos sociales
emergentes con poca o ninguna tradición familiar de cultura. Pero en nuestro país
la educación pública es todavía vergonzosamente deficiente. Como consecuencia
de ello, un gran número de semieducados ejerce presión social (y, por tanto,
lingüística) sobre una minoría que tiene tradición familiar de cultura, y puede
llegar a imponerle, en algunos casos, usos incorrectos que una educación
deficiente no ha logrado erradicar. En esta lucha, la radio y la televisión, cuya
importantísima influencia se extiende hasta la masa semialfabetizada, resultan
armas de dos filos, pues a veces contribuyen a la difusión y consolidación de
formas lingüísticas incorrectas o vulgares.

164  
1. Véase Indianorománica, en RFH VI, N" 3, pág. 229. La supresión indebida de la
preposición de precediendo que (darse cuenta que, olvidarse que, etc.) se registra en
el DRAE 2001 como queísmo (opuesto a dequeísmo). Pero el término queísmo no
subraya la verdadera anomalía, que no está en que sino en la ausencia de la
preposición de: en realidad es un minusdeísmo, si se me permite el término. Dicha
supresión es sistemática en escritores peruanos como Vargas Llosa y Ribeyro.
Véanse, del primero, ejemplos en La señorita de Tacna (págs. 23, 30, 46, 51, 86, 97,
125) y Elogio de la madrastra (págs. 55, 59, 147, 191). En Solo para fumadores
Ribeyro usa dieciséis veces la expresión darse cuenta que, entre otras análogas (págs.
26, 28, 29, 31, 32, 36, 37, 40, 43, 47, 57, 59, 64, 74, 82, 101, 121, 140, 142, 143).

2. American-Spanish Syntax, pág. 353.

3. El de que incorrecto aparece ya en Segura (El resignado, acto I, escena XI, en


Artículos, pág. 208: "ese energúmeno / que se me está figurando / de que es hasta
catecúmeno"). Clemente Palma lo pone en boca de personajes incultos ("me da el
corazón de que...", "la patria necesita de que..." en Crónicas de Corrales, págs. 58 y
191). Aparece en el texto del Diccionario folklórico del Perú de Camino Calderón:
"De ese examen debía desprenderse que [los llamados bachilleres de pupilos] no
tenían mujer sospechosa en su casa y de que eran arreglados en sus costumbres" (pág.
32). En los últimos años ha combatido insistentemente el dequeísmo en nuestro medio
el periodista Ricardo Blume (véanse Como cada jueves, Lima 1988, pág. 204 y Nada
del otro jueves, Lima 1989, págs. 20, 38, 62, 99, 100, 117, 153, 155; el adjetivo
dequeísta en íd. íd. 32, 95, 100).

Una transitoria —hay que ser optimistas— plebeyización del lenguaje


resulta, pues, consecuencia inevitable de la explosión demográfica en los
dominios de la educación y la cultura. Hay que tomarla, entonces, como síntoma
de un hecho indiscutiblemente positivo. Pero, al mismo tiempo, no debemos
olvidar que en materia de lenguaje —como en todo lo demás— la meta debe ser el
igualarse en lo mejor y no en lo malo, es decir, compartir la riqueza de una lengua
digna y no la miseria de su desecho.

DEBOCAR
En el habla familiar del Perú, Bolivia y el norte de Argentina debocar
equivale a vomitar 1. El uso peruano se documenta ya en una letrilla de Federico
Blume (1894) en la cual ridiculiza a los hombres que se maquillan; la titula,
indignadamente, Golpe con ellos:

"Al verles esa carita

tan tersa y tan suavecita

derrepente me equivoco,

165  
los beso... y luego... deboco" 2.

Debocar es, obviamente, una formación sobre boca. También lo es


trasbocar, que con el mismo sentido se emplea en Chile, Argentina (San Luis),
Colombia y Yucatán.

El continuo proceso de creación de sinónimos, aparentemente superfluos,


tiene sentido (y es normal en toda lengua) cuando se trata de designar acciones
que el pudor o los buenos modales impiden nombrar con crudeza. Los
eufemismos como debocar tienen que ser constantemente remplazados porque su
destino es perder rápidamente su calidad de tales y hacerse designaciones claras y
directas de aquello que al principio solo estaba aludido.

Por eso son tan numerosos en español los términos que designan la acción
de vomitar. En España se emplean regurgitar, volver,

1 En Bolivia se emplea también la acepción figurada 'obligar a devolver': "voy a hacerle


debocar la plata que me debe" (Fernández Naranjo, Diccionario de bolivianismos, s.
v.).

2 Sal y pimienta, pág. 30. Derrepente por 'a lo mejor, tal vez' es un peruanismo. Véase
debocar en Bravo, Barrio de broncas, págs. 83, 84.

devolver, arrojar, lanzar, avanzar, revesar, trocar, rendir, arquear, provocar,


nausear, basquear, marearse, almadiarse (se han anticuado gormar, jitar,
retrocar, bosar, rebosar, bolsar).

En América se usan, además de debocar y trasbocar, botar (véase antes en


este volumen); deponer (Méjico y América Central); brisar (Santo Domingo);
golmar, debido a alteración del arcaico gormar (también en Santo Domingo);
almariarse, cruce de almadiarse con marearse (Argentina).
El vulgar buitrear (Perú y Chile) recuerda la costumbre del buitre de
vomitar para aligerar el vuelo 1. Revulsar, que usa Clemente Palma 2, no se
emplea hoy, por lo menos en Lima.

Pero entre todos estos sinónimos peninsulares o americanos debocar y


trasbocar 3 constituyen un grupo aparte. En primer lugar, no se trata en ellos,
como en la mayoría de los demás casos, de simples desarrollos semánticos
sufridos por palabras que además conservan su sentido primitivo, sino de
formaciones prefíjales específicas. En segundo lugar, solo en ellas está presente la
raíz boca, lo cual indica que la tendencia hacia una visualización concreta de la
acción es tan fuerte que se impone aun en el caso del eufemismo, es decir, cuando
precisamente se trata de desdibujar dicha acción.

166  
DELANTE MÍO

En vez de las construcciones correctas delante de mí, cerca de ti, debajo de


él, etc. en el Perú y otras regiones hispánicas se emplean las incorrectas delante
mío, cerca tuyo, debajo suyo, etc. 4. En estas expresiones el adverbio de lugar

1. Véase buitrear en Vargas Llosa, Los cachorros, pág. 60; el uso pronominal, menos
frecuente, en íd. íd. pág. 50 ("buitreándose la camisa"). El postverbal buitreada 'vó-
mito, vomitona' se usa igualmente en Chile y en el Perú (véase un uso figurado en
Diez Canseco, Duque, pág. 47).

2. Crónicas de Corrales, págs. 257 ("revulsó el desayuno, el almuerzo...") y 273.

3. Trasbocar 'vomitar' aparece como americanismo, desde 1956, en el Diccionario


académico.

4. Véase, por ejemplo, encima mío en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, pág. 60
("yo veía las sombras encima mío"); encima suyo, íd. íd. 302 ("el Jaguar cabalgaba
nuevamente encima suyo"); detrás tuyo, 241 ("he andado detrás tuyo").

resulta sustantivado por el adjetivo posesivo pospuesto; estos usos pueden


explicarse por analogía con otros, correctos, en los que el núcleo de la expresión
es un sustantivo: a causa tuya (a causa de ti), en busca suya (en busca de él), en
torno nuestro (en torno de nosotros), etc. 1.

Aunque han sido duramente criticadas 2, estas construcciones son bastante


usuales y han llegado aun al nivel literario en la Argentina 3; en el Perú rozan el
nivel del habla culta familiar e increíblemente el de la lengua literaria. Se dan
también en el Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile, Ecuador, Venezuela (Andes) y
República Dominicana, así como en Andalucía 4, Navarra y Bilbao. Rosenblat las
documenta en el teatro de los Álvarez Quintero y de Muñoz Seca 5.

En el Perú, Ecuador, sur de Colombia y Bolivia alternan con las


construcciones anotadas otras, tenidas como vulgares 6; son aquellas en que el
posesivo, apocopado, sigue a una preposición (en, por) y precede a un adverbio
que indica relación de lugar: en su delante, en mi detrás, etc. 7. Estas
construcciones se explican, asimismo, por analogía con otras, correctas, en que un
sustantivo es el núcleo de la frase: en mi favor, en tu defensa, en su descargo, en
nuestro lugar, etc.

167  
1. Cfr. Kany, American-Spanish Syntax, págs. 44-46; Corominas, Indianorománi-ca, VI,
N" 3, pág. 229; Rosenblat, Buenas y malas palabras, 432 y NRFH, año 4, número 1,
pág. 59.

2. Véase por ejemplo Capdevila, Despeñaderos del habla, págs. 103 y 164-166; Herrero
Mayor, Diálogo argentino de la lengua, págs. 106-107.

3. Kany (ob. cit. pág. 45) los documenta en Güiraldes y Mallea.

4. En la República Dominicana, como en Andalucía, llega a hacerse una especie de


concordancia entre los adverbios terminados en a y la forma del posesivo: arriba mía,
encima tuya. En otras regiones tiende a hacerse otra anómala concordancia entre el
género del sujeto y la terminación del posesivo.

5. Véase Buenas y malas palabras, pág. 432.

6. Capdevila (ob. cit.) las considera imposibles en el lenguaje bonaerense.

7. En mi encima se documenta ya en 1608, en el Vocabulario quechua de González


Holguín (pág. 370a). Véase en tu elante en López Albújar, Matalaché, pág. 100; en su
delante en Arguedas, Diamantes, págs. 116, 138, 155; en su adentro, en íd. íd. 21; en
(mi, tu, su) delante en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, págs. 314 ("leyó los
partes en su delante") y 341 ("No digas lisuras en mi delante"); La casa verde, 83
("¿Y tú permitías que rajaran en tu delante […]?"), 155 ("Se lo dijo en mi delante"),
246 ("te haces el serio en su delante"), 282 ("Lo tuve en mi delante toda una tarde"),
316 ("no te desvistes en mi delante"), 350; Conversación en La Catedral, I, pág. 349
("si alguna vez estaba en su delante…"); Elogio de la madrastra, 29 ("… por lo
intimidado que estaba en mi delante…"), 85 ("Cuando alguien, en mi delante, se
excede…"); Contra viento y marea, pág. 294.

La analogía es una fuerza alternativamente centrípeta y centrífuga en la


lengua. Centrípeta, o cohesionante, en el largo y complicado proceso de
asociación mental que implica la aprehensión de cualquier sistema, o sub-sistema,
lingüístico. Centrífuga, o disgregante, en la opuesta y constante labor de
socavamiento y desgaste de las estructuras y sistemas que ella misma ha
establecido y afianzado.

DESDE YA

Se ha extendido en las últimas décadas en el habla culta peruana —sobre


todo en lengua formal o escrita— el uso del modo adverbial desde ya con los
sentidos de 'desde ahora, desde este momento' (o, referido al pasado, 'desde
entonces') y también 'desde luego, por supuesto': "desde ya le advierto que no
tolero eso", "sabía, desde ya, que su causa estaba perdida", "desde ya me obligo a
contestarle", "desde ya lo haré, si me lo solicita". En algunas de estas expresiones
hay una connotación de anticipación con respecto a otro hecho; desde ya equivale,
en esos casos, a de antemano: "desde ya le agradezco su apoyo".

Aunque tiene algún esporádico antecedente en la lengua antigua, desde ya


no es expresión tradicional, ni es hoy corriente en España. Tampoco es general en

168  
América: se ha difundido últimamente, a partir del Río de La Plata, hasta
Paraguay, Chile 2 y el Perú.
En cuanto a su origen, no ha faltado quien crea que desde ya es un galicismo.
Se trata, en realidad, de un portuguesismo o, mejor, de un brasileñismo; desde ja
(pronunciado desde ya, con la y del castellano) 'desde ahora' tiene análogos usos
en el portugués del Brasil y ha penetrado en el español de Suramérica por el Río
de la Plata. Vía inversa han seguido numerosos castellanismos hoy corrientes en
el sur del Brasil.

1 No la consigna Keniston. Véase una cita poco clara (dende ya) de Kany, en
American-Spanish Syntax, pág. 332. Hoy se oye esporádicamente en la Península
la expresión más o menos equivalente desde ya mismo.

2 Donde es característica del lenguaje periodístico.

3 Del francés déjà 'ya'.

DISFUERZO

Disfuerzo por dengue, melindre es un peruanismo general y, a lo que


parece, circunscrito a nuestro territorio. Un temprano dato sobre su uso (de
mediados del siglo XIX) lo proporciona el artículo precisamente titulado Los
disfuerzos del costumbrista Ramón Rojas y Cañas 1:
"... en Lima no hay cosa más corriente que escuchar y ver los disfuerzos a toda
hora [...], en todas partes, y en casi todas las personas [...]. ¿Si uno se ríe? es
disfuerzo. ¿Si está serio? —Es disforzado, porque dizque está haciendo el Don
Quijote. ¿Si uno dice una jocosidad? es un disforzado. —¿Qué hacer?— Todo en
Lima es un disfuerzo [...]. Los ancianos y los niños, las solteras y casadas, las
viudas y todas en general hacen un consumo extraordinario de la palabra criolla
disfuerzo. Las jóvenes pertenecientes a un rango inferior [...] no dicen disfuerzo,
porque pronuncian dijuerzo, con jota".

Un dato más antiguo, aunque indirecto, del uso limeño de disfuerzo lo


proporciona la tradición de Palma titulada Un zapato acusador 2, ambientada en
1805; se explica allí que entonces "la horma de los criollos aristócratas se llamaba
la disforzada, treinta y ocho puntos justitos", en tanto que la española, llamada
chapetona (véase chapetón), tenía cuarenta puntos largos.

169  
Disfuerzo se debe sin duda a alteración de esfuerzo por cambio de prefijo y
subsiguiente evolución semántica. El disfuerzo es la negación de la naturalidad y
entraña, por tanto, un esfuerzo para llamar la atención. La confusión entre es- y
dis- no es rara en las hablas dialectales hispánicas. A veces el prefijo culto dis- se
reduce a es- en formas populares; en otras ocasiones, por ultracorrección, el
prefijo dis- se "restaura" donde nunca existió sino es- (o ex-) 3.

1 Incluido en Museo de limeñadas; véase BCP 9*, págs. 276-278.

2 En Tradiciones, págs. 840-842.

3 Así ha resultado dispuesto por expuesto en León y Salamanca (véase Lamano, El


dialecto vulgar salmantino, s. v.).

El disfuerzo, que Arona llamaba "peruanismo formidable" 1, es, en todo


caso, insustituible 2. Según Palma, "ni remilgo, ni monada, ni melindre, ni
engreimiento expresan para un peruano tanto como disfuerzo, acción propia de la
mujer y ridícula en el hombre"; disforzarse "es un verbo que morirá junto con la
última limeña disforzada" 3. En 1896 contesta así al colombiano Aníbal Galindo,
quien le había comentado por carta sus Neologismos y americanismos:
"En materia de limeñismo, las autoridades acatadas, sin vuelta de hoja, son don
Felipe Pardo, el poeta cómico Segura, Juan de Arona y Fuentes (el Murciélago).
Ninguno de los cuatro escribió difuerzo, como usted sostiene que debe escribirse,
sino disfuerzo [...] nunca, ni por soñación, se me ocurrió que tratándose de
disfuerzo y de disforzarse me corrigieran la plana. Perdone usted que me haya
disforzado un poquito al refutarle este acápite de su carta" 4.

Palma tenía toda la razón. Las formas espontáneas del habla familiar se
toman o se dejan, pero no se "pulen" ni se distorsionan, menos aún por alguien
que es ajeno al uso.

DISTICOSO

170  
En el habla familiar limeña se califica de disticoso o disticosa a la persona
melindrosa, sobre todo en lo que respecta a la comida. "¡No seas tan disticosa!",
"¡Se debe comer de todo, no hay que ser disticosos!" son amonestaciones
frecuentes en boca de las madres a la hora de comer.

En su artículo titulado "La sobremesa" Gálvez rememora viejas costumbres


limeñas:

1 Diccionario de peruanismos, s. v.

2 Véanse usos de disfuerzo en Segura, Comedias, I, 165; Dávalos, Lima de antaño,


64; Blume, Sal y pimienta, 50; C. Palma, Crónicas de Corrales, 175, 268; Diez
Canseco, Duque, 11; Vargas Llosa, La casa verde, 400; Conversación en La
Catedral, I, 245, 256, 356; II, 43; Elogio de la madrastra, 64, 75, 105.
Semidisfuerzo en Gamarra (BCP 9**, 141). Disforzarse en Palma, ob. cit. 962; C.
Palma, ob. cit. 97, 136, 185, 216, 239. Disforzado en C. Palma, ob. cit. 27; Diez
Canseco, ob. cit. 65. Véase el juego de palabras "en un disforzado esfuerzo" en
Bryce, Un mundo para Julius, pág. 165.

3 Papeletas lexicográficas, s. v.

4 En Tradiciones, pág. 1541.

"Después del clásico rezo [de acción de gracias] comenzaba la


sobremesa, propiamente dicha. Servíase, según los gustos y aficiones, el
café, el chocolate (el preferido) o el mate del Paraguay. Los disticosos y
aprensivos solían beber infusiones de yerbas, conteniendo éstas, según
decir de las viejecillas, algún secreto de naturaleza" 1.

Disticoso, uno de los poquísimos peruanismos al parecer circunscritos a


nuestro territorio 2, se usa desde hace más de un siglo; sin embargo no se
documenta en Arona ni en Palma, tampoco en la obra de costumbristas de los
siglos XIX y XX como Segura y Gamarra. Lo registra modernamente Tovar, y
repiten sus datos otros recopiladores de americanismos.

En cuanto al origen del término, podría tratarse de un derivado de


distinguir. El disticoso, en efecto, escudriña, escoge y separa; discrimina y
distingue entre lo que ha de comer y lo que ha de dejar. Pero distinguir debería
haber dado —con el mismo sufijo -oso, tan productivo en el habla peruana 3—
*distingoso.

José Luis Rivarola propone "la posibilidad de partir de dístico. Esta, a la


inversa de la anterior [la hipótesis etimológica aquí expuesta], es fonéticamente
irreprochable pero en apariencia inverosímil desde el punto de vista del
contenido" 4.

171  
Totalmente de acuerdo con esta cauta conclusión.

1. Estampas limeñas, pág. 37.

2. Parece relacionado con el disticoso peruano, sin embargo, el esticoso chileno que
tiene la acepción de 'exageradamente escrupuloso', aplicado sobre todo al campo de la
higiene y la limpieza.

3. Recuérdense exitoso (ya en la edición de 1992 del Diccionario académico), riesgoso,


resabioso, detalloso 'petulante, amanerado', laberintoso 'alborotado' (véase laberinto);
brilloso por brillante; molestoso por molesto; borrachoso por borracho; chiquitoso
por chiquito; primarioso (despectivo) 'alumno de primaria'; izquierdoso (despectivo)
por izquierdista a medias; griposo 'afectado por la gripe' (ya en el Diccionario
académico de 1992); palomilloso por palomilla (véase); blanquinoso (despectivo) 'de
tez blanca'; adefesioso 'disparatado'; huachafoso por huachafo (véase); carcoso
'mugriento' (véase carca); paciencioso por pacienzudo; filoso por afilado; rotoso por
roto, etc.

4. Véase "Sobre el origen del limeñismo disticoso 'melindroso'" en el Libro de homenaje


a Aurelio Miró Quesada Sosa, págs. 731-734.

DOLAMAS
En Ña Catita de Segura, el sumiso Don Jesús se resigna a seguir soportando
a su mujer, Doña Rufina:
"Suframos, pues, todavía
los desmanes de esa furia
que Dios ha puesto a mi lado
para que expíe mis culpas,
así como a otros les da
sarna, tiña y calenturas
y otras lacras y dolamas
para que expíen las suyas" 1.
Dolamas se documenta en la edición príncipe de La ilustre fregona con el
sentido de 'enfermedades ocultas de las caballerías' 2. El Diccionario de
Autoridades, que cita como única fuente dicha novela de Cervantes, solo consigna
dolame, probable variante (o tal vez errata). El Diccionario académico (2001)
mantiene como forma principal dolame 'enfermedad oculta de las caballerías', y
presenta dolama con este mismo sentido y el de 'achaque' referido a personas.

172  
Dolamas 'achaques' es un uso poco corriente en castellano, que se conserva
en Andalucía 3. En América tiene mayor extensión y vitalidad: el Perú 4, Chile
(anticuado), la Argentina, Ecuador , Panamá, Méjico (Yucatán) 6, Santo Domingo,
Cuba y Puerto Rico 7. En el habla familiar limeña dolamas tiene todavía (va
cayendo en desuso) el sentido de 'achaques, indisposiciones, enfermedades

1 Acto II, escena XIX (en Comedias, II, pág. 62).

2 Este es el pasaje: "Y aconsejóle que no compre bestia de Gitanos, porque aunque
parezcan sanas y buenas, todas son falsas y llenas de dolamas" (véase Fernández
Gómez, Vocabulario de Cervantes, s. v.).

3 Al parecer se documenta en Pedro Antonio de Alarcón (véase Toscano Mateus,


El español en el Ecuador, pág. 171). Lo usa Casares: "La vejez no es
propiamente una enfermedad, aunque no pocas veces vaya acompañada de
alifafes, achaques y otras dolamas..." (Novedades, pág. 120).

4 Véase dolamas 'achaques' en el Drama de los Palanganas (s. XVIII), pág. 108 de
la 2.ª edición Sánchez. También en Gálvez, Estampas limeñas, pág. 177 y Calles
de Lima, 25; Ventura García Calderón, Páginas escogidas, 888.

5 Donde se usa también en singular, con el sentido específico de 'dolor'.

6 Donde se documenta la variante alterada dolasmas.

7 Allí también se da su escaso uso en singular.

o dolores leves' (como en el ejemplo de Segura), pero antes tuvo también el de


'quejas, lamentaciones, quejumbres'.

La edición de 1992 del Diccionario oficial daba como un probable étimo de


dolame el latín dolamen 'dolencia'. Corominas descarta dicha etimología como
"imposible"; rechaza igualmente su relación etimológica con dolo 'fraude' (que
antes apoyó) y también la que hace derivar dolama del verbo dolar 'desbastar
madera o piedra'. Se inclina, en cambio, por un étimo arábigo: zulama 'perjuicio,
injusticia', que probablemente tuvo además el sentido de 'enfermedad corporal'; se
apoya en la conocida evolución semántica de otro arabismo, achaque, cuyo
sentido original era el de 'acusación, queja' 1.

La última edición del Diccionario académico (2001) consigna dolama con


dos acepciones: la primera remite a dolame y la segunda a alifafe ('achaque leve').
A su vez, dolame se consigna con la etimología "quizá de doler" y la única
acepción de "aje o enfermedad oculta que suelen tener las caballerías".

Aunque parece clara la relación de dolamas con doler o dolor, no lo está el


correspondiente proceso evolutivo en cualquiera de estos casos.

DONDE

173  
En el Perú es general el uso del adverbio donde como preposición. Para un
peruano no hay, en realidad, modo de remplazarlo en expresiones tales como "está
donde un amigo", "comí donde Alberto ", "voy donde mi tía", "llamé por teléfono
de donde mi hermana", "pasaré por donde el sastre", etc. 2.

Arona creía, en un principio, que estos usos preposicionales de donde eran


exclusivos del habla peruana. Pero luego se enteró de que estaban muy difundidos
en América 3 y de que Baralt los

1. Véase Diccionario crítico etimológico, s. v. e Indianorománica, en RFH VI, N.º 2,


págs. 174-175.

2. No se conocen en Lima, en cambio, los usos de donde por a (acusativo o ablativo)


que documenta Alegría en La serpiente de oro: "yo le daré ondel Roge su cuerito pa
que lo venda", "más bien juera bajar onde la playita", "si muero dile onde la china
Flori...", "se lo comió l'agua ondel cristianito ['se ahogó']", "la coca lo güelve onde
uno cristiano destos valles"; también donde por sobre, en: "larmaré [una casa] ondiun
terrenito que nues e naides" (págs. 92, 99, 106, 185, 190, 179, respectivamente). Usos
análogos en Los perros hambrientos, 11, 23, 24, 36, 41, 44, 45, 51, 56, 77, 78, 94,
117, 118.

3. Chile, Bolivia y parte de Argentina (en este último país predomina la expresión
sinónima lo de: "voy a lo del médico"), Ecuador, Colombia, los Andes y el Occidente
de Venezuela (en este país predomina la expresión equivalente casa de: "vaya casa
del jefe [a su oficina]"), la América Central, Puerto Rico y República Dominicana
(casi no se conoce en Méjico). Véase Kany, American-Spanish Syntax, págs. 363-366.

daba como propios de Castilla 1. En realidad son corrientes en buena parte de


España 2.
Los usos preposicionales de donde son en general neológicos en español,
aunque hay algunos antecedentes en la lengua clásica 3: es prueba de su
antigüedad el hecho de que se conserven entre los judíos levantinos. Se dan
también, esporádicamente, en el lenguaje coloquial de la Península y por ello el
uso hispanoamericano no provoca allá rechazo 4. Pero la lengua general ha
impuesto otras expresiones equivalentes: en casa de, a casa de; también se usa
escuetamente la preposición a: "dejad que los niños vengan a mí" 5.
El germen de estos usos de donde estuvo, según opinión general, en la
elipsis de verbos del tipo de estar, hallarse, vivir en frases como "estuve donde
[vive, se halla, está] mi tío", etc. Pero como en nuestra lengua actual la imagen de
dichos verbos no está presente en la mente del hablante, puede decirse que donde
funciona ya como una verdadera preposición.
Gramáticos como Bello 6 y Cuervo 7, si bien desaprobaron estos usos de
donde 8, no extremaron con ellos su censura, tal vez porque tenían conciencia de
que responden a tendencias generales de la lengua: están en la misma línea que
aquellos análogos de cuando en expresiones elípticas del tipo de "cuando la
guerra…",

174  
1 "Barbarismo puro y neto muy común entre la gente vulgar de Castilla" (Diccionario
de galicismos, s. v.).

2 Andalucía, Navarra, León, Aragón y las provincias vascas; en León y Galicia llegan
al nivel de la lengua literaria.

3 Véase Keniston, The Syntax of Castilian Prose, págs. 53 y 196.

4 Véase, por ejemplo, Rodríguez Amador, Diccionario gramatical, pág. 517a.

5 Antes se usó con el mismo valor la preposición para (véase Cuervo, Apuntaciones,
párrafo 458). En el doblaje al castellano de series televisadas (especialmente aquellas
producidas en inglés) se oye desde hace unos años la preposición con como
equivalente de a casa de, a lo de, donde. Por ejemplo: "anda con el médico y tráelo
pronto"; "voy con la policía a sentar la denuncia", etc.

6 Véase Estudios gramaticales, vol. V de las Obras completas, págs. 155-157.

7 Apuntaciones, párrafo citado, en Obras, I, 1954, págs. 484-488 (véase también el


párrafo 392 de la edición de 1885).

8 Véanse usos esporádicos de Bolívar en Obras, I, 874, 937; II, 274, 416, 490, 504,
805; III, 206, 208, 213, 218, 280, 294 y Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 341-
343 (t. Léxico de Bolívar, págs. 346, 348, 550, 643, 644, 645).

"cuando niño...", etc. Análoga evolución han sufrido el francés chez y las formas
correspondientes del portugués septentrional y de los dialectos de Córcega y
Sicilia.

DRAGONEAR
En las guerras seculares libradas entre España y Francia, fue notable la
superioridad tanto de la caballería francesa como de la infantería española. Para
dar a su infantería mayor movilidad, los franceses crearon, a mediados del siglo
XVI, una especie intermedia de soldado: el infante transportado a caballo hasta el
campo de batalla y capaz de combatir a pie o montado. Este soldado recibió
pronto el nombre nuevo de dragon 1.

España imitó a Francia y los cuerpos de dragones españoles subsistieron


hasta 1815 2. Desde fines del siglo XVIII se documenta el derivado dragonear con
el sentido de 'ejercer, accidental o interinamente, las funciones de un oficial
superior': por ejemplo, un capitán dragoneaba de comandante, es decir, lo suplía
en ausencia. El verbo pasó a América y extendió sus usos fuera del lenguaje
militar 3.
Una primera acepción, surgida directamente de la militar, fue la de
'desempeñar cualquier oficio, accidental o esporádicamente', hoy olvidada en
España. Palma recuerda con nostalgia la época de su juventud en que dragoneaba

175  
de comisario en la escuadra peruana y estaba "muy distante de escribir tradiciones
y dragonear

1. Debido, según Dauzat, a extensión del nombre de su estandarte (dragon 'estandarte' se


documenta en francés desde el siglo XII), a su vez explicable por la imagen de aquel
animal fabuloso, preferido como insignia (Dictionnaire étymologique de la langue
française, s. v.). Según otros autores, dragón 'soldado' se debe a extensión del nombre
aplicado antes a la pistola, y antes aún al gatillo del arma (véase Corominas,
Diccionario crítico etimológico, s. v.).

2. Dragona se llamó una especie de charretera (en Chile y Méjico el cordón del puño de
la espada) y dragoncillo designó cierta arma de fuego pequeña. Véase Almirante,
Diccionario militar, etimológico, histórico y tecnológico, s. v.

3. Quien dragoneaba era llamado dragoneante. El uso lo consigna Morínigo como


propio de Argentina y Paraguay. Véanse usos colombianos análogos en Daniel
Samper Pizano, Postre de notas, págs. 77 y 78. Nótese este uso figurado de L. A.
Sánchez en su Testimonio personal, I, 74: "En realidad el primo no era tal, en el
sentido hispánico, sino un dragoneante amoroso o un novio en potencia".

de poeta" 1. Y afirma: "No tenemos en castellano verbo que exprese la idea de


dragonear y téngolo por un peruanismo muy feliz" 2.

Una segunda acepción, debida a extensión de la primera, es la de 'alardear,


presumir'. El Tunante critica a ciertas familias que "dragonean de caritativas" 3 y
Camino Calderón censura igualmente a "amarretes y segurolas ['tacaños'] que
dragonean de rumbosos" 4. Esta acepción ha tenido considerable extensión
americana: Argentina, Uruguay, Chile, Perú (hoy en desuso), Ecuador, Colombia,
Venezuela y Méjico.
Una tercera acepción, que parece deberse también a extensión de la
primera, es la de 'moverse activamente para conseguir un fin', sin reparar a veces
en la ilegitimidad de los medios. En Chile, por ejemplo, dragonear para ministro
equivale a trabajarse el cargo de ministro aunque sea a costa de adulación o
incondicionalidad 5.
De esta acepción ha salido sin duda la cuarta y última de 'cortejar
asiduamente, enamorar', hoy corriente en Argentina y Uruguay.

EMPACARSE

En el habla familiar peruana está cayendo en desuso el verbo pronominal


empacarse con el sentido de 'plantarse', referido a bestias de carga o silla, y, en
sentido figurado y referido a personas, 'obstinarse negativamente, resistirse a
continuar una actividad por enojo o capricho' 6. Según Arona 7 el término se

176  
aplicaba también, en tono festivo, a los oradores parlamentarios parlamentarios
que tenían dificultades de expresión en medio de un discurso.

1. Tradiciones, págs. 873 y 960. Palma se refiere a un joven indio que "dragoneaba de
pongo" (véase pongo en este volumen) de un cura (ob. cit. pág. 1189). Camino
Calderón dice de un zambo (véase) muy viejo que "dragoneaba en el arriesgado y
lucrativo oficio de camaronero" (Cuentos de la costa, pág. 14; véase también
dragonear en su Diccionario folklórico, págs. 53 y 110).

2. Cartas inéditas, pág. 116.

3. Cien años, pág. 203.

4. Diccionario folklórico, pág. 12.

5. Véase Zorobabel Rodríguez, Diccionario de chilenismos, s. v.

6. Véase el uso figurado en Gamarra, Cien años, pág. 166: "el hombre se ha
empacado…".

7. Diccionario de peruanismos, s. v.

Empacarse es voz híbrida, formada con afijos castellanos sobre la raíz


p'ako 1. Esta es, a su vez, el nombre quechua del camélido sudamericano, que se
considera como variedad doméstica de la vicuña y hoy se conoce generalmente
por su nombre aimara (seguramente relacionado con p'ako) de alpaca 2. El
nombre p'ako aplicado a dicho animal se explica, a su vez, por el color
predominante de su apreciado pelaje: el quechua p'ako tiene el sentido primario de
'rojizo' 3.

El padre Acosta describe, en 1590, una costumbre del paco que explica
nuestros usos de empacarse y emplea muy tempranamente el término, y aun el
derivado de sentido contrario desempacarse. Después de aclarar que los pacos no
toleran una carga que pese más de seis arrobas, continúa:
"Los pacos a veces se enojan y aburren con la carga, y échanse con ella sin
remedio de hacellos levantar; antes se dejarán hacer mil piezas, que moverse,
cuando les da este enojo. Por donde vino el refrán que usan en el Perú de decir de
uno que se ha empacado, para significar que ha tomado tirria, o porfía, o
despecho, porque los pacos hacen este extremo cuando se enojan. El remedio que
tienen los indios entonces es parar y sentarse junto al paco y hacerle

1. Empacarse sigue la línea de derivados netamente hispánicos tales como emperrarse y


engallarse, cada uno formado sobre el nombre de un animal, con el prefijo en- y los
sufijos -ar y -se.

177  
2. Alpaca no se incluye en los primeros vocabularios quechuas (tales como los de Fray
Domingo de Santo Tomás, Antonio Ricardo y González Holguín) ni tampoco en la
obra del Inca Garcilaso. En el Lexicón de Santo Tomás aparece paco, pero solo en su
sentido de 'rojizo'; en los vocabularios de Ricardo y González Holguín el término
designa ya al animal, lo mismo que en los Comentarios Reales. En cambio allpaca se
documenta ya en el diccionario aimara de Bertonio (1612), no solo como designación
del animal sino también con los sentidos figurados de 'pequeño' y 'manso, afable', al
parecer basados en algunas características de dicho animal (el color "alazano" se
traduce en la misma obra como paco paco). El peruanismo auquénido, aplicado a la
llama, la alpaca, la vicuña y el guanaco, ha sido recientemente reemplazado por
camélido sudamericano en la nomenclatura zoológica oficial, a causa de que la
Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica notó tardíamente que este
calificativo ya designaba a cierta especie de insecto (véase El habla culta, s. v.
auquénido).

3. Paco 'rojizo' se usa en algunas regiones del Perú, Chile y la Argentina; en otras
designa sustantivamente un mineral de plata ferruginoso (de color rojizo). El nombre
(generalmente despectivo) de paco, aplicado al policía en el Perú, Chile, Bolivia,
Ecuador, Colombia y Panamá, se explica corrientemente por el color de su uniforme
(o del poncho que lo complementa; véase Lenz, Diccionario, s. v.). Pero algunos
lexicógrafos lo explican por generalización del hipocorístico Paco, ya sea proveniente
de Francisco (véase Kany, Semántica hispanoamericana, Madrid 1962, pág. 67) o de
Pascual, según el uso chileno (Román, Diccionario de chilenismos, Santiago, 1901-
1919, 5 vols., s. v.).

muchas caricias y regalalle, hasta que se desenoja y alza, y acaece esperarle bien
dos y tres horas, a que se desempaque y desenoje" .

Empacarse se conoce en toda el área de sustrato quechua 2, con la adición


del Paraguay y el Río de la Plata; desde estas regiones ha pasado posteriormente
al portugués del sur de Brasil donde, al igual que en la Argentina, también se usa
empacar como transitivo; en portugués brasileño empacador ('el que se empaca')
se aplica figuradamente al tartamudo 3. Empacón se emplea en el Perú y la
Argentina referido a la bestia que se planta y a la persona que se encapricha; en la
Argentina se usan también los sinónimos empacado, empacador (que pasó al
portugués del Brasil) y empacadizo. Son postverbales corrientes: en la Argentina
empacada y en el Perú empacamiento (con el cual coincide el brasileño
empacamento).

Empaque, en cambio, se usa poco referido a bestias que se plantan o


repropian. En el Perú, Chile, Ecuador, Méjico, Cuba y Puerto Rico empaque se
emplea, sobre todo referido a personas, con el sentido de 'frescura, desfachatez,
descaro, actitud cínica'; para Palma tener empaque es 'hablar con prosopopeya de
lo que se ignora' 4. En la Península empaque tiene matices algo diferentes y hasta
positivos: 'aplomo, gravedad, seriedad', a veces con cierto matiz de afectación 5;
'prestancia, señorío' 6.

A pesar de la identidad formal y proximidad semántica de ambos usos,


Corominas 7 cree que el empaque español no tiene nada que ver con nuestros

178  
pacos y alpacas, sino que es una formación sobre paca 'fardo', voz de origen
germánico que pasó al castellano a través del francés pacque, hoy anticuado.
Según Corominas, de paca 'fardo' sale empacar 'embalar' y del diminutivo de
pacque, pacquette, viene a su vez el español paquete.

1. Historia natural y moral de las Indias, libro cuarto, capítulo XLI (edición BAE, pág.
137a). Véase también Cobo, Historia del Nuevo Mundo, edición BAE, I, pág. 367.

2. En Chile tiene además el sentido, seguramente más nuevo, de 'aquerenciarse'.

3. Recuérdese el uso festivo, igualmente referido al lenguaje, que señalaba Arona.

4. Véase Papeletas lexicográficas, s. v.

5. Acepción vigente sobre todo en Andalucía.

6. Uso igualmente conocido en América, pero más propio de la lengua escrita y literaria.

7. Véase Diccionario crítico etimológico, s. v. alpaca y paca II.

Aunque es difícil admitir tal extraordinaria coincidencia, debe reconocerse


que paquete y su derivado empaquetar han desarrollado en castellano acepciones
metafóricas que parecen apoyar la hipótesis de Corominas. En efecto, basándose
en la imagen de la paca, fardo estrechamente ceñido, paquete llegó a tomar el
sentido figurado de 'petimetre' y más tarde se aplicó, como adjetivo equivalente de
elegante, a personas y prendas de vestir; consiguientemente, empaquetarse
desarrolló la acepción de 'vestirse con elegancia o esmero, emperifollarse,
endomingarse' 1. Estos usos, documentados en diversas regiones de América, son
hoy muy vivos en la Argentina 2.
Por otra parte, en Navarra empaquetado tiene el sentido de 'orgulloso,
engreído' 3, que está semánticamente cerca del empacado americano y que tal vez
explica, por convergencia de ambos usos, la extensión del americanismo
empacarse fuera del área de sustrato quechua.

EMPARAR

En el habla familiar peruana emparar es 'recibir, atrapar en el aire un objeto


arrojadizo' (especialmente una pelota).

Clemente Palma habla —por boca de su álter ego Corrales, metido a


corresponsal de la Primera Guerra— del uso de "pequeños zepelines para emparar
los grandes que Germania enviara para atacar Londres". El mismo Corrales,

179  
diputado, tiene un altercado en la Cámara y dice de su adversario: "yo ya le tenía
medido para empararle con un cabezazo" 4.

1. En Huánuco bien empaquetado significa 'elegante' (véase Pulgar Vidal,


Diccionario de huanuqueñismos, s. v.).

2. Se usa mucho el femenino paqueta, referido a la mujer. Paquetería es


'elegancia rebuscada'.

3. Véase Iribarren, Vocabulario navarro, s. v.


4. Crónicas, págs. 98 y 110, respectivamente. Véase emparar en Ribeyro,
Cuentos de circunstancias, en La palabra del mudo. Cuentos 51-72, 1, pág.
178 ("se acordó súbitamente de su perrito a quien él tiraba carnes
masticadas, divirtiéndose cuando de un salto las emparaba en sus
colmillos"); Vargas Llosa, La casa verde, pág. 245 ("estaba armado y debió
emparársele"); el postverbal emparada en Diez Canseco, Estampas
mulatas, pág. 126 (referido al juego del trompo).

En sentido figurado, emparar equivale a retrucar (otro peruanismo),


'redargüir', 'replicar con rapidez y energía', 'rechazar o repeler una actitud con
cierta agresividad'. En estos versos de Federico Blume se festeja una marinera
cantada por una mulata:

"Seguro que tú gritabas:

¡Otra sí! ¡Dale que dale!


¡Una sin otra no vale!

Y así a la negra emparabas:


-Negrita, ¿quién no se alegra

con guitarra y con cajón?

De toda esta situación,


lo único negro es mi negra" 1.

Emparar es un arcaísmo que parece circunscrito al Perú. Variante vieja de


amparar (que viene del latín popular anteparare 'preparar de antemano', 'construir
un muro de defensa delante de algo'), se documenta en el Poema del Cid y en
Berceo; sin embargo, la forma que prevaleció en la lengua es amparar 2.
Covarrubias daba entre las acepciones de amparar la de "estar aparejado
para hazer favor, como el que abre los braços para recibir al niño que se empieça a
soltar, y va a caer" 3. Este es sin duda el punto de partida de los usos peruanos de

180  
emparar. Tal vez ha habido, además, en la vía de la evolución semántica,
influencia de aparar (del latín apparare 'preparar') que tiene desde el siglo XVII
el sentido de 'acudir con las manos a recibir algo'.

En un cuento de Camino Calderón, "El amo río", se documenta un uso


específico de emparar: 'detener y desviar (las aguas) por medio de diques':

1. En BCP 9**, pág. 183. Véase otro uso figurado de emparar en Seoane, Hombres y
rejas, pág. 77. Camino Calderón usa la expresión emparar trompos en la uña con el
sentido metafórico de 'coger una idea al vuelo', 'responder con rapidez e ingenio'
(Diccionario folklórico, pág. 142).

2. Emparar se usa todavía en el lenguaje forense de Aragón con el sentido de 'embargar,


secuestrar', lo mismo que sus derivados emparamento y emparamiento para designar
la acción y efecto del verbo.

3. Tesoro de la lengua castellana o española, s. v.

"Por fin, abriendo canales por aquí, faginando por allá y estacando por acullá, se
lograba desviar las aguas desde Zarate y largarlas hacia el fundo fronterizo
Vicentelo, donde el Mancháu Matías las emparaba y las dirigía contra la parte
baja de Zarate" 1.

Es curiosa la coincidencia entre este uso peruano moderno y la acepción de


'construir un muro de defensa ante algo' que tenía el latín popular anteparare.

EMPATAR
En el juego o el deporte, en una elección o votación, empatar es, como se
sabe, 'igualar al adversario, no ganar ni perder'; este empatar, general en la lengua,
se tomó del italiano impattare. Pero hay, además, otro empatar 'unir, juntar,
empalmar, ensamblar, añadir' 2 conocido en Andalucía, Galicia, Canarias y gran
parte de América: la Central y Antillas, el oriente de Méjico, Venezuela,
Colombia, Perú, Bolivia y Chile 3.

En el Perú, donde tiene menos vida que en otros países americanos, este
segundo empatar es un término del léxico de electricistas y gasfiteros (véase esta
voz). Un empate es un empalme de alambres, cables o tuberías y también un
ramal de la línea principal

181  
1. Cuentos de la costa, pág. 17; véase íd. íd. 18.

2. El DRAE 2001 incluye empatar como una sola entrada (da el uso americano en la
quinta acepción) del italiano impattare "terminar iguales, sin ganar ni perder".

3. Véase "le empataba una negada a la verdad más evidente" en El Periquillo Sarniento,
de Lizardi (obra escrita en Méjico h. 1813), pág. 36. En Cuba y otros países de
América empatar se ha especificado metafóricamente con el valor de 'empalmar
disparates, mentiras o injurias' y empatarla es, por antonomasia, 'empalmar una
borrachera con otra'. En Chile empatar el tiempo equivale a matar el tiempo y
empatarse a demorarse o perder el tiempo. En Venezuela empate es 'lo que hace
perder el tiempo', pero empatar(se) tiene diversos sentidos: 'empalmar una fiesta, o
una comida, con otra', 'acometer dos personas una tarea común', 'reconciliarse',
'enredarse' un hilo o cuerda, 'pegarse una persona a otra', etc. (véase Rosenblat,
Buenas y malas palabras, págs. 192-195).

de dichos alambres, cables o tuberías; empate se ha usado en horticultura para


designar el injerto sujeto con ligaduras 1.

Empatar 'empalmar' es voz documentada en varias hablas marineras del


Mediterráneo 2. Sus sentidos originales eran 'unir dos cabos, entretejiéndolos' y
'unir el anzuelo al cordel mediante otro cordel, más delgado, que se enrollaba
sobre los extremos, unidos, de ambos'. Hoy en el oriente peruano empatar es
'poner el cebo en el anzuelo' 3.

Empatar es, pues, uno de los tantos marinerismos en tierra 4 que dan
fisonomía peculiar al español de América. Su generalización se explica por la
obligada convivencia de marineros y pasajeros durante los largos meses de
travesía atlántica. Asimilados durante ella y vividos intensamente en momentos de
solidaridad ante el peligro, muchos términos del habla marinera 5 hicieron la
invasión de la costa y aún la ascensión de los Andes en boca de conquistadores,
funcionarios y todas las otras gentes que vinieron de la Península Ibérica para
poblar las regiones australes del Nuevo Mundo.

ENANTES

Enantes se formó en el siglo XII por aglutinación de la preposición en y el


adverbio antes 6; tal vez hubo allí influencia de las numerosas locuciones
temporales introducidas por en: en este momento, en ese entonces, en aquel año,
etc.

182  
1. En Venezuela empate es el 'cordón o alambre con que se ata el anzuelo a la cuerda' o
la 'atadura' misma, con usos figurados en los cuales alterna el derivado empatadijo
(Rosenblat, ob. cit.). En Colombia empate es el mango de la pluma; en Honduras
empatador es el casquillo de metal de la pluma y en Nicaragua el portaplumas.
Empatadura es en Cuba y Puerto Rico la añadidura o empalme y también el cordón
que se emplea para hacerla.

2. En portugués empatar, en francés empatter.

3. Véase Tovar, Hacia el gran diccionario de la lengua española y Vocabulario del


oriente peruano, s. v.

4. Cfr. Amado Alonso, Estudios lingüísticos. Temas hispanoamericanos, págs. 63-67.

5. Véanse aguaitar, botar, broma, cardumen, chicote, mazamorra, playa, rancho,


repuntar y sucucho en este volumen.

6. Tenía ya antecedentes en el latín inante.

La preposición en cumplía en enantes una mera función formal (quizá


también estilística). Enantes era, por tanto, un virtual sinónimo de antes, y del
mismo modo lo fueron otras formas compuestas como enenantes (con
reduplicación de en), denantes (en que aparece como tercer elemento, antepuesto,
la preposición de) y aun endenantes (con en repetida antes y después de la
preposición de).

Todas estas variantes del adverbio compuesto coexistieron y alternaron con


la forma simple antes hasta la época preclásica, pero en el siglo XV empezaron a
olvidarse en la lengua culta y literaria (denantes era todavía frecuente en el Siglo
de Oro 1) hasta quedar relegados al habla vulgar, rural o dialectal en España 2 y
América, desde Méjico hasta el interior argentino.

En los países del Pacífico, sin embargo, dos de las formas compuestas de
antes han sobrevivido en el habla culta familiar: en el Perú y Ecuador ha triunfado
enantes; en Chile, denantes. En los tres países se corrigen como vulgares e
incorrectas las formas con reduplicación enenantes y endenantes 3.

Pero hay algo más importante que la supervivencia de un arcaísmo en el


caso de enantes: en nuestra habla este adverbio se ha especificado para expresar la
fracción del pasado inmediatamente anterior al presente. Si alguien dice "enantes
te llamaron por teléfono", su interlocutor sabe con certeza que la llamada se ha
recibido en un lapso anterior no más extenso que una media hora (enantitos hace
la distancia entre presente y pasado aún más corta).

183  
1 Enante, con pérdida de la consonante final, también se documenta en el siglo XVI
(véase Keniston, ob. cit. pág. 584). Cervantes usa denantes en prosa y en verso
(Vocabulario de Fernández Gómez, s. v.). Un gramático de fines del XVIII incluye
denantes —referido al "dicho o palabra proferida poco antes"— entre las "partículas"
que son objeto de su estudio e ilustra el uso con ejemplos del Quijote (véase Gregorio
Garcés, Fundamento del vigor y elegancia de la lengua castellana expuesto en el
propio y vario uso de sus partículas, I, pág. 130).

2 A veces con alteraciones: en Asturias anantes; en Extremadura d'andenantes,


andinantes, aninantes, aninantis (Rosenblat, Notas de morfología dialectal, en BDHA
II, págs. 173-174). En León también denantias (García Rey, Vocabulario del Bierzo,
s. v.).

3 Véase enenantes en boca de personajes populares (subrayado como forma marginal o


incorrecta) en Segura, Artículos, págs. 47 y 269; el autor, en cambio, usa
normalmente enantes (íd. íd. 255). Tovar (Hacia el gran diccionario de la lengua
española, s. v.) consigna el diminutivo afectivo enenantitos, equivalente de enantitos
en el nivel de lengua popular.

La lengua general carece de un adverbio específico de pasado inmediato;


para expresarlo se vale de frases como hace un momento, etc. Enantes remedia,
pues, una deficiencia del idioma.
Enantes y antes, que ya no pueden considerarse como términos
semánticamente equivalentes, tampoco son sintácticamente intercambiables en
nuestra habla. Enantes no se emplea nunca, por ejemplo, antecediendo a las
partículas de, que: si bien se puede decir —con matices diferentes— "Juan vino
antes" o "Juan vino enantes", solo puede decirse "Juan vino antes que tú", "Juan
vino antes de comer" (y no *"Juan vino enantes que tú", ni *"Juan vino enantes de
comer").

Por todas estas razones enantes nos resulta insustituible. Pero nuestra
predilección por su uso, aunque en cierto modo justificada, no nos debe impedir
considerar las cosas desde el punto de vista de la unidad de la lengua.

El habla familiar o local tiene entre sus fueros el justo derecho a la


diversidad y a la afectividad, pero la lengua del ensayista, del hombre de ciencia o
del filósofo —más que la del novelista y la del poeta— ha de estar libre del
dialectalismo que la limita y circunscribe. La unidad de una lengua de casi
quinientos millones de hablantes exige a veces el sacrificio de lo peculiar y
divergente ante la entelequia que llamamos lengua general, a menos que lo
divergente y peculiar se utilice deliberadamente como elementos estilísticos.
Tal deslinde debe hacerse, por ejemplo, entre el uso de enantes en el texto
narrativo del propio novelista, y el que este pone en boca de sus diversos
personajes.

184  
En la edición de 2001 del Diccionario académico se consigna el adverbio
enantes con la acepción americana de "recientemente" y la desusada de "antes".

ENCOMIENDA

Etimológicamente encomienda equivale a encargo, 'lo que se pone en


manos de otro' 1, 'lo que se encomienda o recomienda a otro

1 En Aragón tiene el sentido específico de 'depósito' (Borao, Diccionario de voces


aragonesas, s. v.); en Andalucía designa cierto tipo de "pan con figura de ramo o
entorchado" (Alcalá Venceslada, Vocabulario andaluz, s. v.).

para su cumplimiento'; encomendero era quien llevaba un encargo de otro o


respondía de él. De estos sentidos primarios, abstractos y genéricos, surgieron en
América otros diversos, concretos y específicos.
En primer lugar, se llamó encomienda el encargo y cesión de un cierto
número de vasallos que hacía la Corona de España a algunos descubridores,
conquistadores y pobladores de América. La cesión se hacía por dos, tres y hasta
cinco generaciones, y estaba condicionada, por lo menos en teoría, al
cumplimiento por parte del encomendero de sus deberes para con sus
encomendados: cristianizarlos y defenderlos de un posible ataque exterior.

En segundo lugar, se llamó encomienda el envío recomendado de un


paquete o bulto por medio de un viajero particular o de un funcionario de correos.
El lazarillo de ciegos caminantes, que describe la ruta del correo colonial desde
Buenos Aires hasta Lima, se refiere varias veces a ese tipo de encomiendas. Dice,
por ejemplo:
"El corto estipendio que se paga a los maestros de postas atrasa mucho los viajes,
porque no se costean las remudas ni pueden mantener caballerías a la estaca ['a
la espera'] en corrales. La conducción de encomiendas de oro y plata, y otras de
bultos tan útiles al comercio y particulares, atrasan también mucho las
1
correspondencias" .

Este uso de fines del siglo XVIII documenta la transición entre el sentido
genérico de 'encargo' y el específico de 'paquete postal', que hoy constituye un
extendido americanismo 2. En el XVIII se usaba también en América el derivado
encomendero con el sentido de 'gestor de negocios por cuenta de otro'; el
Diccionario de Autoridades lo da como "término mui usado entre los
Comerciantes de Indias". De esta acepción parte, sin duda, el uso cubano de

185  
encomendero 'proveedor de carne para un municipio' y el peruano de
encomendero por pulpero, tendero, abacero, bodeguero.

1. Ed. BCP, pág. 310; véase también encomiendas en íd. págs. 175, 188, 306 y
en Alonso Carrió de la Vandera, verdadero nombre de Concolorcorvo,
Reforma del Perú, pág. 97.

2. Se usa todavía en la Argentina, Chile, Colombia, Venezuela, Guatemala,


Panamá y Perú. Gálvez recuerda el apodo de un ratero, "el famoso
Encomiendita, pintoresco tipo de la Lima que se fue" (Una Lima que se va,
pág. 88).

De encomendero, en su uso comercial, sale, a su vez, encomendería,


que en Méjico designa un puesto callejero para la venta de frutas y en el Perú fue
más o menos sinónimo de pulpería (véase en este volumen). Encomendería se
documenta en el Diccionario de peruanismos de Arona (1883) pero debe de ser
mucho más viejo. El uso parece haber estado originalmente asociado a la venta de
especias y en la literatura costumbrista peruana de principios del siglo XX se
relaciona frecuentemente con el pequeño comercio en manos de inmigrantes
chinos 1. Hoy parece haber caído ya en desuso.

La edición de 2001 del Diccionario de la Academia consigna, además


de la acepción histórica americana, encomienda "paquete postal" referido a la
América Meridional y Central.

ENTRE MÁS

En el Perú y buena parte del resto de América 2 son corrientes las


expresiones de comparación proporcional del tipo de entre más tiene, más quiere;
entre más pobre, más gastos; entre más pronto, mejor. Estos usos, típicos del
habla popular hispanoamericana 3 y regional española 4, se explican, según
Cuervo 5, por contaminación de dos expresiones de la lengua general: entre tanto
que y mientras más. Rosenblat opina 6 que se deben a simple sustitución de
mientras por entre, partículas lícitamente intercambiables en expresiones como
entre tanto y mientras tanto. Kany cree 7 que los usos americanos de entre se
deben a influencia de otros análogos de ínter (latín

186  
Véase, por ejemplo, "chinito encomendero" en Camino Calderón, Cuentos de la costa, pág.
41 y este pasaje de Duque de Diez Canseco: "Todavía, movimiento en la calle china. De las
encomenderías, voces guturales del chino musical" (pág. 99). Véase, además, de Cabotín,
Viendo pasar las cosas, pág. 28; Mejía, Ayer y hoy, pág. 32 y Gálvez, Estampas limeñas,
pág. 105 ("la encomendería del chinito").

Chile, noreste argentino, Ecuador, Colombia, Venezuela, América Central, Antillas y


Méjico.

En el Perú llegan al nivel oral y familiar del habla culta. En Méjico se documentan en el
lenguaje periodístico.

Se dan en León, Granada y Salamanca.

Apuntaciones, párrafo 450, en Obras, I, 475.477.

En NRFH, año IV, N.º 1, pág. 60.

American-Spanish Syntax, págs. 52-54.

inter) por mientras, los cuales perduran en varias regiones de España y América 1.

Las formas de comparación proporcional predominantes en América son


aquellas introducidas por mientras: mientras más me lo repites, menos lo creo;
mientras más grande, más zonzo; mientras menos bulto, más claridad. Este tipo
de construcción se documenta esporádicamente en la Península desde el Siglo de
Oro 2, pero la lengua general prefirió y prefiere las expresiones introducidas por
cuanto: cuanto más lo conozco, tanto más lo admiro; cuanto más inteligente,
tanto menos pedante. En Hispanoamérica estas fórmulas son menos frecuentes y
por lo regular omiten tanto como segundo término de la comparación: cuanto más
lo conozco, más lo admiro; cuanto más inteligente, menos pedante.

Se tienen hasta aquí tres distintas maneras de expresar la misma relación,


correspondientes a tres niveles de habla: lengua general (formas con cuanto),
habla culta regional (formas con mientras), lengua popular y dialectal (formas con
entre). A estas habría que añadir un cuarto nivel, inferior: el de las formas hoy
poco usadas con contra (contra más rico, más tacaño; contra más se lo digo,
menos me entiende); dichas expresiones se documentan igualmente en el Perú,
Chile y algunas regiones de España 3. Variantes con contrimás (contrimás rico,
más tacaño, etc.) se deben a cruce de contra y la contracción popular contimás (de
cuanto y más) y se han señalado en Cuba y Salamanca.

ESCARAPELAR
En el habla familiar del Perú escarapelar tiene el sentido de 'espeluznar,
poner la carne de gallina' 4; asimismo puede entenderse como 'dar dentera', es

187  
decir, producir una sensación desagradable en los dientes y encías. El uso
pronominal, muy frecuente, equivale a 'ponérsele (a uno) la carne de gallina'.

1. Documenta usos mejicanos como "inter más lo pienso, estoy más seguro", "ínter más
me cura, me pongo más malo" (ob. cit. pág. 53).

2. Véase Keniston, The Syntax of Caslilian Prose, pág. 326.

3. León, Aragón, Salamanca. Para Cuervo, estas construcciones eran propias del "vulgo
español" (ob. cit).

4. Uso común con Méjico.

En un artículo que trata de los malos prosistas y poetas, Federico Blume


dice que "un verso cojo escarapela el espíritu" 1. Cierto personaje femenino de el
Tunante exclama, ante la idea de vivir en el campo: "¡Jesús! solo de pensarlo se
me escarapela todo el cuerpo " 2. En Hombres y rejas, la punzante novela
carcelaria de Juan Seoane, hay un "ruido de fierros cuyo chirriar no escarapela
ya"; "más lejos rascan las cuerdas de un violín hasta escarapelar", y "la reja aulla
hasta escarapelar" 3.

En la lengua general escarapelar significa 'reñir arañándose'. La voz viene,


al parecer, de un latín excarpere (formado sobre carpere 'arrancar, arañar', con
numerosos sentidos secundarios) a través del portugués escarapelar-se que tiene
el mismo sentido de 'reñir a arañazos'. Escarapelar y escarapela 'riña con
arañazos y tirones de pelo' se documentan en castellano desde el siglo XVI y
desde muy temprano se asocian, por etimología popular, a cara y pelar (o pelo).
En 1611 Covarrubias explica que, como en la escarapela "se arañan las caras y se
pelan los cabellos. […] púdose dezir de cara, y de pelo" 4. La Real Academia
respaldó esta etimología hasta el siglo XIX.

Por otra parte, desde el XVIII escarapela había tomado el sentido figurado
de 'divisa hecha con cintas fruncidas de diversos colores' 5, acepción que
Corominas explica por el desacuerdo entre dichos colores, es decir, por su
abigarramiento.

Pero, ¿cómo explicar el uso americano de escarapelar 'dar dentera', 'poner


la carne de gallina'? Arona suponía, acertadamente, que el nexo semántico entre el
uso peninsular y el peruano estaba en la idea común de 'miedo', igualmente
sentido ante un combate o ante una aparición sobrenatural 6: el reflejo pilo-motor
está directamente

188  
1. Sal y pimienta, pág. 190.

2. Cien años, pág. 143.

3. Págs. 121, 129 y 132, respectivamente. Véase también escarapelar en Sofocleto al pie
de la letra, pág. 73 y Ugarte Eléspuru, Lima y lo limeño, pág. 175; Vargas Llosa,
Conversación en La Catedral, II, 108 y Elogio de la madrastra, 93.

4. Tesoro de la lengua castellana o española, s. v.

5. También hay escarapelas unicolores: la blanca prerrevolucionaria francesa fue


sustituida por la tricolor en 1789 y restituida entre 1815 y 1830.

6. Arona cita estos versos de una loa de Calderón, Los tres mayores prodigios: "vino,
erizando la frente, / escarapelando el cuello / la melena, que dél pende"; concluye
que, puesto que aquí se trata de un león bravo, escarapelar pondera también los
efectos del furor (Diccionario de peruanismos, s. v.).

asociado al temor y a la agresividad. El enojo, implícito asimismo en toda


contienda, es también el punto de partida del uso andaluz de escarapelarse por
'enfadarse, enfurruñarse, prevenirse contra alguien o contra algo'.

De otro lado, está sin duda en relación con la idea de 'arañar' el uso de
escarapelar por 'descascarar, desconchar, resquebrajar' (referido a enlucidos,
pinturas, etc.) corriente en Colombia, Venezuela y Costa Rica. El uso de
escarapelar 'ajar, estrujar', 'manosear, estropear', restringido a Colombia y la
región andina de Venezuela (Táchira), lo explicaba Cuervo por influencia directa
del falso étimo pelar.

EXTRAÑAR
El 18 de octubre de 1909, Palma da noticias a su hijo Ricardo del
cumpleaños de su hermana menor, Augusta, celebrado con funciones de teatro
doméstico:
"Ríete de María Guerrero y de su consorte. Las artistas de casa les han echado
pan, según colegirás por las cartas de tus hermanitas. Mucho te extrañamos en la
fiesta de familia" 1.

A principios de 1911, el mismo padre cariñoso se refiere al cumpleaños del


propio Ricardo, médico en Cayaltí:
'"Me alegro de que el 3 de Enero, aunque extrañando los ¡hip! ¡hip! de la mesa
de familia, lo hayas pasado bien" 2.

En gran parte de la América hispana (Méjico, Guatemala, Venezuela,


Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Uruguay) extrañar tiene el sentido de 'añorar,
echar de menos', sentir nostalgia de alguien o de algo. Este uso, desconocido en
España (con excepción de Andalucía), se documenta en América desde principios

189  
del siglo XIX, en El Periquillo Sarniento del mejicano Fernández de Lizardi.
Soportando

1. Cartas indiscretas, pág. 46 (echar pan es 'superar, sobrepasar').

2. Íd. íd. pág. 143. Véase igualmente extrañar 'echar de menos' en Dávalos, Lima de
antaño, pág. 105; Blume, Sal y pimienta, págs. 195 y 333; Gálvez, Nuestra pequeña
historia, pág. 96; Vallejo, Novelas, 45; Seoane, Hombres y rejas, 194; Arguedas,
Diamantes, 131; Congrains, Lima, hora cero, 91; Vargas Llosa, La ciudad y los
perros, 75 y 279; La casa verde, 63, 309, 323, 364 y 382; Conversación en La
Catedral, I, 24; II, 101, 176.

a duras penas su efímero noviciado en un convento, Periquillo recibe la visita de


un compañero de aventuras, quien le trae noticias del mundo:
"Las muchachas tus conocidas siempre me preguntan por ti; mi prima ha llorado
mucho, te extraña y dice que ojalá no fueras fraile, que ella se casara contigo" 1.

Extrañar (del latín extraneare 'tratar como a un extraño') se ha usado desde


el siglo XII en castellano con muy diversos sentidos, algunos de los cuales han
caído en desuso: 'desterrar', 'culpar', 'reprender', 'rehusar', 'prescindir de', hacer
superfluo', 'asombrarse' (con este significado se prefiere la forma pronominal
extrañarse), 'notar la novedad de algo, echando de menos lo habitual'. De esta
última acepción, por predominio del matiz secundario y olvido subsiguiente del
primario, surgió sin duda la andaluza y americana de 'echar de menos' 2. Hoy, una
frase como "no pude dormir, porque extrañaba la cama", se entiende en la
Península como que la cama aludida es una nueva, incómoda por extraña. En
América y Andalucía, en cambio, la misma frase da a entender que la cama
extrañada (o echada de menos) no es aquella en que se ha pasado la noche, sino la
propia o habitual.
Hasta su edición de 1956, el Diccionario de la Academia daba como uso
andaluz e hispanoamericano el de extrañar con el sentido de "echar de menos a
alguna persona o cosa, sentir su falta". A partir de su edición de 1970, esta
acepción se consigna como general.

190  
1. Pág. 85; véase también íd. íd. págs. 99, 110, 144, 179, 229, 252, 267, 276, 308, 323,
406; un uso general, opuesto a los anteriores, en íd. íd. 159: "no extrañaría otra cosa
más que mi ausencia".

2. Véase extrañar 'echar de menos' en Cortázar, Rayuela, pág. 114 y Final del juego,
págs. 36, 51.

FAITE

En estos tiempos de rocanroleros y de punks, el faite resulta un personaje


histórico. Pero todavía para Gálvez "no puede ser más limeño el asunto, ni más
limeño el tipo del faite" 1.

El faite original "asustaba por los grandes mostachos, el empaque


['descaro'] para amenazar, el movimiento agresivo que ponía en todos sus gestos y
la voz campanuda, terriblemente mosqueteril por su exageración y su tono"; el
faite legítimo tenía indumentaria típica: "sombrero suelto [sic], americana
cruzada, pantalón bombacho a la Waterloo" 2.

Este pintoresco tipo de perdonavidas criollo apareció en Lima después de la


guerra contra Chile, en íntima relación con el temido grupo de La Palizada.
Abelardo Gamarra creía que fue hacia 1886 cuando nació esa célebre cuerda, tira,
patota, collera, etc. Dice que "faite es el guapetón que se la da de no tenerle
miedo ni al diablo, o el guapo que en verdad no le tiene; el faite es como un jefe o
caudillo sobreentendido: el que se impone a pulso"; para los faites "no había
autoridad de ninguna clase, y sus centros de operación eran las huertas y las
chacras, las que solían concurrir a torear y a formar parrandas" 3.

Gamarra y Gálvez coinciden en asociar a los faites con La Palizada, pero no


están de acuerdo sobre la dirección, ascendente o descendente, de la carrera social
del faite. Según el Tunante "el faitismo ya ha ido subiendo [hacia 1920] de la
populachería vadulaque [sic] hasta la clase llamada distinguida: comenzamos a

191  
tener faitecitos de frac" 4. Para Gálvez, en cambio, el tipo mismo del faite entraña
"una degeneración del antiguo mozo malo, pendenciero y jaranista, que
perteneciendo a altas clases sociales, se dejaba seducir por el bullicio, la alegría y
gustaba, como amante de lo criollo, de ir de parranda en parranda, pero sin
explotar su gracia ni su fuerza" 5. Los faites de buena familia —hubo, según
Gálvez, hasta

1. Una Lima que se va, capítulo titulado "Los faites", págs. 53-63. Véase guapo en este
volumen.
2. Ob. cit. págs. 57 y 58.
3. Cien años, págs. 17 y 16, respectivamente.
4. Ob. cit. pág. 17.

5. Ob. cit. pág. 53.

faites intelectuales 1— fueron imitados entre la gente de medio pelo y de color


honesto, hasta que llegó "un día en que ya no se pudo distinguir entre el faite, el
guardaespaldas, el apaleador de oficio y el soplón" 2. Pero faite podía ser también
sinónimo de valiente, sin ningún matiz peyorativo.

La palabra faite viene del inglés fighter 'luchador, camorrista'. Faite es un


anglicismo del Perú 3 que pertenece a la etapa —fines del siglo XIX y principios
del XX— de influencia del inglés británico: la actual es de influencia del inglés
americano. Con faite alternaba faitemán (de fighter man), plural faitemanes;
faitemanada era la 'acción propia de un faite'. Faitoso 'lo referente al faite' parece
haberse usado también como sinónimo de faite.

Faitear 'armar camorra' sobrevive formalmente en chorifaitear 'robar',


compuesto con chorear, que tiene ya ese significado; en la jerga del hampa
arequipeña se llama chorifaite (o chirfaite) al ladrón. Estas palabras corroboran,
en apoyo de Gálvez, la evolución social descendente del faite.

Prototipo del faite de buena familia, del joven juerguista y calavera,


pisquero y trampeador, y miembro conspicuo de La Palizada, fue Alejandro
Ayarza (1884-1955); militar de profesión, tuvo aficiones tan variadas como la
música, el teatro, el toreo y el periodismo. Él mismo se puso el célebre apodo de
Karamanduka, que hacía alusión a su baja estatura: la caramanduca era una
popular galletita en forma de figura humana.

FESTINAR
En Muro dobleancho, una de las Escalas de Vallejo, se lee:

192  
"Hemos entrambos festinado días y noches de holgazanería, enjaezada de
arrogantes alcoholes... " 4.

1. Véase ob. cit. pág. 58.

2. Ob. cit. pág. 63. Soplón es el miembro de la policía política no uniformado.

3. Se conoce también en el Ecuador.

4. En Novelas, pág. 19.

Festinar 'acelerar, activar, apresurar', casi siempre con el matiz negativo de


'precipitar' y aun de 'pasar por alto' trámites o requisitos, es a la vez un latinismo y
un americanismo, que tiene vigencia sobre todo en el lenguaje jurídico. En el Perú
estos usos de festinar se documentan aun en algunos fallos de nuestro Tribunal
Constitucional. Se usan todavía, asimismo, los derivados festinación 1 y
festinatorio 2, pero no festinable que registraba Palma 3.

Como en los usos peruanos de festinar, hay en los análogos mejicanos,


ecuatorianos, colombianos 4 y chilenos un matiz negativo de precipitación
imprudente o mal intencionada; no así en los venezolanos, que datan de principios
del siglo XIX 5. Por etimología popular (asociación con festín) festinar ha llegado
a hacerse equivalente de festejar, agasajar en algunos países de la América
Central.
Festinar ha caído en desuso en España. El Diccionario de la Academia lo
daba (en 1956) como uso propio de Colombia, Chile, Honduras, Méjico y
Venezuela, pero consignaba festinación "celeridad, prisa, velocidad" sin
indicación regional o dialectal. Una enmienda incorporada en la edición de 1970
consideraba festinar como arcaísmo conservado en América, pero festinación
"celeridad, prisa, rapidez" sigue apareciendo como forma perteneciente a la
lengua general en las ediciones de 1992 y 2001 6.
Festinar, del latín festinare 'acelerar, apresurar' 7, se documenta en
castellano medieval, pero ya no en la época clásica ni postclásica. Sin embargo, su
amplia difusión en América induce a Corominas 8 a pensar que haya tenido en la
Península más vida que aquella que la documentación a mano hace suponer.

1. Véase festinación de trámites, referida humorísticamente a una rápida


secuencia de comidas, en Felipe Pardo, El paseo de Amancaes (BCP 9*,
pág. 181).

193  
2. En Bolivia festinatorio es 'irreflexivo, precipitado'.

3. Papeletas lexicográficas, s. v. (Addenda).


4. Véase Cuervo, Apuntaciones, párrafo 915 (en Obras, I, pág. 802).

5. Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, págs. 289-293.

6. Moliner (Diccionario de uso del español, s. v.) restringe festinación al


ámbito de la Medicina: "andar involuntariamente rápido como para evitar la
caída, trastorno que se presenta en ciertas enfermedades nerviosas".
7. Recuérdese la sabia máxima Festina lente 'apresúrate con calma' atribuida a
Augusto por Suetonio.

8. Véase Diccionario crítico etimológico, s. v.

Rosenblat, en cambio, se inclina a creer que festinar entra en el grupo de los


llamados latinismos de América (véanse acápite, atingencia, caquinos, fungir en
este volumen) los cuales se explican por acción de una tendencia latinizante
americana, muy viva en los siglos XVIII y XIX y en cierto modo independiente
de la influencia de la Península l.

FLORIPONDIO

Floripondio es el nombre de un arbolito del género Datura, originario del


Perú y difundido en gran parte de América. La palabra, que designa también su
flor de olor intenso, se documenta desde mediados del siglo XVI.
A principios del XVII el agustino Calancha escribe la crónica de su orden
en el Perú, y se refiere de este modo a los floripondios:
"... unas flores que acá se estiman poco por haber tantas, se aprecian tanto en
España, que ahora veinte años iban a ver el árbol al Aranjuez, ponderando la
fragancia de su flor, que sin duda es regaladísimo [sic] y de noche se dilata con el
aire a distancia de cincuenta pasos; en Europa la[s] llaman azucenas del Perú y
acá las llamamos floripondios, son de hechura de azucenas, aunque tres veces
mayores, el color es uno, pero la azucena es matorral pequeño, y el del
floripondio es árbol mediano, y da las flores a racimos, pero distintas" 2.

El floripondio no ha sido nunca prototipo de flor bella, y la connotación


negativa alcanza a todos sus usos 3. En 1827 el mordaz clérigo Larriva pone en
solfa una proclama del general venezolano Juan José Flores, presidente del
Ecuador:
"mas ¿cómo no dirás diez mil primores,

si es natural que Flores paran flores?

194  
mastuerzo pare mastuerzo,

alhelí pare alhelí,

1 Véanse Rosenblat, ob. cit. y Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 344-371 y


Léxico de Bolívar, pág. 167.

2 En BCP 4, pág. 33.

3 Floripondio se llamaba uno de los toros lidiados en Lima en 1701, según se


documenta en el primer listín impreso en esta ciudad (véase Palma, Tradiciones, pág.
48).

floripondio, floripondio

y suche, suche 1 y así" 2.

Larriva juega aquí con el apellido de Flores y el sentido figurado de


floripondio 'flor retórica extravagante' 3.
A principios del siglo XX Cabotín expone El problema del matrimonio:
"Uno entra a la iglesia con una mujer, y sale con otra. La novia y la esposa se
parecen como un huevo a una castaña. Y el pobre hombre que se ha pasado
escogiendo novia con el amoroso embeleso con que un floricultor busca una
orquídea rara o un tulipán negro, suele descubrir, cuando ya el mal no tiene
remedio, que se ha llevado a su casa un floripondio" 4.

En el Perú, además del sentido de 'adorno de mal gusto', floripondio tiene


(en replana) el de 'homosexual' 5; esta acepción parte del cultismo hermafrodita,
alterado por el pueblo en manflorita y manflor, formas asociadas con flor.

La variante floripón, preferida en la Argentina, Uruguay y el sur de


Colombia 6, tiene en estas zonas los sentidos figurados de 'excrecencia carnosa de
una llaga' y 'fanfarrón'; floripón llega hasta Andalucía en su acepción, también
americana, de 'florón estampado en una tela'.

No cabe duda de que el primer elemento de la palabra floripondio es flor,


pero el segundo es de origen incierto. Corominas descarta la etimología que
identifica el terminal con el latín pondus 'peso': no le parece verosímil que
ninguna flor, por grande que sea, dé la sensación de pesadez. Pero la verdad es
que el floripondio pende verticalmente como si tuviera un gran peso, y podría dar
esa impresión visual. Una balada inconclusa de González Prada,

1 Arbolito de flores fragantes llamado en otras partes súchil (Talauma plumieri).

195  
2 En Odriozola, Documentos literarios, 2, págs. 125-126. Véanse otros usos de
floripondio en el Mercurio Peruano, tomo III, pág. 81; Arona, Cuadros y episodios
peruanos, págs. 44, 119, 153, 176, 217; Ventura García Calderón, Páginas escogidas,
914, 915; Vargas Llosa, Elogio de la madrastra, 63.

3 Véase este uso en Cortázar, La vuelta al día en ochenta mundos, pág. 98.

4 En Viendo pasar las cosas, pág. 43. Véase la formación humorística desflorinpodiar
en Serafina Quinteras, Así hablaba Zarapastro, pág. 51.

5 Véase una alusión a este sentido en Sofocleto al pie de la letra, pág. 33.

6 En Colombia y otras regiones el floripondio se llama también tonga.

titulada precisamente El floripondio, concluye con esta clara imagen: "... se


inclina / a la tierra el floripondio / como una copa de plata / derramando gotas de
oro" 1.

Corominas considera igualmente la posibilidad de que floripondio se deba a


alteración del adjetivo de terminación latinizante floribundus, usado en la
terminología botánica 2. Y plantea, por último, la hipótesis de que floripondio sea
palabra híbrida, formada por la raíz castellana flor más el sufijo quechua (de
identificación enfática) -puni. Un hipotético *floripuni habría sido entonces la
forma primaria, con el sentido aproximado de 'la flor en sí, la flor auténtica, la flor
por excelencia'. Por adaptación al castellano habría surgido la variante floripón
antes documentada; de ella, por latinización de naturalistas, habrían salido otras
variantes, igualmente documentadas en América: floripondio (Perú, Chile,
Bolivia, Argentina, Ecuador, Venezuela), floripundia (Nicaragua, Guatemala),
floricundio o florifundio (diversas regiones de Méjico).
Pero no parece que el floripondio haya tenido en la cultura quechua el
status que justifique una denominación con el significado antonomástico de 'la
misma flor, la verdadera flor'. Además, se conocen por lo menos dos nombres que
dicha especie tuvo (y tiene) en runasimi: guárguar, también transcrito huar-huar 3
o war-war, y k'amapto, nombre de la variedad roja, que incluye Lira en su
Diccionario quechua. Un tercer nombre indígena, probablemente también
quechua, es kampancho o kampanchu.

Sin embargo, el cronista Bernabé Cobo afirma:


"Los españoles debieron traer esta planta de alguna provincia de estas Indias a
esta de Lima, porque los naturales della no le saben el nombre, y todos, españoles
e indios, la llaman floripondio y flor de campanilla" 4.

Sea cual fuere el origen y significado del segundo elemento de floripondio,


no parece haber en castellano otra palabra que acabe en -ondio. Por esa razón
Palma, al hacer el retrato de un pícaro

196  
1. Véase Baladas peruanas, págs. 36-37.
2. Véase Diccionario crítico etimológico, s. v.

3. Véanse huar-huar y floripondio en Palma, ob. cit. pág. 1105.

4. Historia del Nuevo Mundo, libro quinto, capítulo XXXVI (vol. 91, pág. 218
de la edición BAE).

andaluz del siglo XVI, pondera su viveza afirmando que "le sacaba consonante al
floripondio" 1.

FOJA
Foja viene del latín folia 'hojas' 2. Como en el caso de leña, boda y otros, un
neutro plural latino (ligna, vota) dio origen a un femenino singular castellano, por
haber prevalecido en esta lengua el género asociado a la terminación tradicional
en -a.

La pérdida de f inicial constituye, como se sabe, una temprana característica


del castellano frente a otras lenguas románicas. Dicha f inicial se hizo primero h
aspirada 3; dejó entonces de escribirse foja y se escribió hoja, con h pronunciada.
Más tarde, al enmudecerse esa h inicial, quedó como recuerdo la mera grafía de la
forma actual.

Esos cambios fonéticos se habían cumplido ya en el castellano preclásico.


Los descubridores y conquistadores de América, por lo tanto, solo conocían hojas
(pronunciado jojas u ojas) fueran estas de plantas, libros o armas blancas 4. Pero
los abogados y notarios que los acompañaron para dar fe de sus acciones
conservaban la forma vieja foja en su propia terminología 5, siempre arcaizante.

Foja perduró así en América (el Perú, Chile, Argentina, Venezuela)


conviviendo con la forma nueva hoja. De la duplicación salió un doblete: foja se
especificó como nombre de la hoja de papel y hoja quedó para los demás usos, el
botánico y los figurados (hoja de la espada, etc.). Consiguientemente se dijo
fojear por hojear 'pasar las hojas' de un libro o cuaderno 6; en la Argentina fojar
es 'numerar las fojas' de un expediente, un contrato o un escrito judicial. En el

1. A propósito de la falta de consonante para floripondio, se repetía hasta hace poco en


Lima este juego verbal: yo soy como Floripondio / tras de la puerta me escondio / me
llaman y no respondió.

2. Plural de folium 'hoja de una planta'.

197  
3. Con sonido de j suave, semejante al de la h inglesa.

4. Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, págs. 209-210.

5. La mayor parte del mundo hispánico prefiere hoy en el uso forense el cultismo folio
(del singular latino folium).

6. Véase fojear en Gamarra, Cien años, pág. 43. Hoy se usa más hojear.

lenguaje administrativo y militar del Perú y la Argentina foja de servicios es el


'expediente personal' y, en sentido figurado, la carrera misma o trayectoria
profesional del militar o funcionario 1.

Los abogados de la Colonia usaban como fórmula, en sus recursos y


expedientes, la expresión a fojas (tantas) que también ha perdurado en el lenguaje
forense peruano y argentino 2. De estas expresiones surgió en ambas hablas el
modismo (estar, volver) a fojas uno, o a fojas cero (ya en el DRAE 2001), para
expresar que un asunto apenas se ha iniciado o reiniciado. En relación con estas
locuciones se documenta igualmente el modismo ponerse a fojas 'ponerse a salvo,
escapar, huir' que empleaban Palma y Valdelomar 3 y que hoy ha caído en desuso.

La conservación americana de este arcaísmo legal y su posterior


desarrollo semántico, comprobable en usos figurados y modismos, constituyen
una prueba más de la importancia del léxico jurídico extendido al habla común
como factor diferenciador del castellano de América frente al de la Metrópoli.

La edición de 1992 del Diccionario de la Academia registra foja como


equivalente, anticuado, de hoja y, en lenguaje jurídico, como "folio de un
sumario", con la observación de que en América se emplea en el lenguaje
corriente. La edición de 2001 incluye las locuciones de uso americano foja(s) de
servicio(s) y foja(s) cero.

FORADO

En el Perú se llama forado el agujero de regulares dimensiones que


atraviesa una pared, o un techo, generalmente, de parte a parte. Gálvez emplea el
término al referirse a los buscadores de tesoros, entierros o tapados:
"En verdad, muchísimas veces los escarbadores encontraron el premio a sus
afanes. Hubo también oportunidades en las cuales,

198  
1 Véase foja de servicios en Gamarra, Rasgos, pág. 16 y Cien años, pág. 87;
Vargas Llosa, La ciudad y los perros, págs. 167, 262, 278, 315; Conversación en
La Catedral, II, 155; Pantaleón y las visitadoras, 13, 102. También en Sofocleto
al pie de la letra, pág. 32.

2 Véase "a fojas 77" en Gálvez, Calles de Lima, pág. 104.

3 Véanse, respectivamente, Tradiciones, pág. 940 y BCP 9**, pág. 292.

al reconstruirse una finca ruinosa, cayó de pronto de las apolilladas vigas una
dorada y tintineadora lluvia de monedas, o al abrirse un forado para hacer una
puerta, apareció un esqueleto y junto a él, un arcón lleno de pergaminos y
monedas" 1.

En los usos actuales de forado hay casi siempre una connotación de ilicitud
o de clandestinidad. "Se escaparon varios presos haciendo un forado", "Robaron
una joyería introduciéndose por un forado" son ejemplos frecuentes de titulares en
los diarios limeños 2. Este uso se documenta también en Gálvez:
"Cuentan que los ladrones abrieron en cierta casa un forado, y por él fueron
introduciéndose al interior, mientras un honrado y valiente vecino fue
degollándolos uno a uno..." 3.

Por último, se llama forado, figuradamente, el hueco o vacío dejado por un


déficit, un desfalco o una malversación: "las empresas públicas originan en gran
medida el forado fiscal", afirma un diario limeño.
Forado, del latín tardío foratus 'perforación', se usó en Castilla desde el
siglo XII hasta el XV, primero en el sentido etimológico y genérico de 'agujero' y
luego con el específico de 'escondrijo, madriguera, cueva subterránea'. La forma
evolucionada horado (con h aspirada) perduró, con esa última acepción, hasta el
siglo XVII. El derivado medieval foradar fue desplazado en el Siglo de Oro por el
hoy general agujerear. La variante evolucionada horadar sobrevive en la lengua
culta (con h muda), pero se usa menos en España que en América 4 fuera del
lenguaje literario 5.

Forado es, pues, un arcaísmo del castellano del Perú. Hay además noticias
de su supervivencia en Chile 6 y se ha conservado

1. Estampas limeñas, pág. 135.

2. En la replana forado ha sido sustituido por ventosa (Bastos, Argot, pág. 70), que
parece deberse a deformación de ventana.

3. Una Lima que se va, pág. 84. Véanse usos de Clemente Palma en Crónicas de
Corrales, págs. 27 y 84. Vallejo hace un juego de palabras entre forado y forajido:
"Forajido tormento, entra, sal / por un mismo forado cuadrangular" (Obra poética,
pág. 196).

199  
4. En el Vocabulario quechua de González Holguín (1608) todavía se da la forma
horado; también horadar y horadado (pág. 547b).

5. Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v.

6. Lo consigna Medina entre sus Chilenismos, s. v. En Méjico se usa el latinismo


foramen con el sentido general de 'agujero'.

igualmente, con su sentido genérico de 'agujero', en el dialecto aragonés 1.


La edición de 2001 del Diccionario de la Academia consigna forado con
la acepción adjetiva de "horadado" (con la marca de anticuado) y las sustantivas
de "abertura más o menos redonda" (también con la marca de anticuado) y
"horadado hecho en una pared" (restringida a América Meridional).

FRAZADA

Frazada por manta (de cama), tejida de lana u otras fibras y más o
menos espesa o cardada, es término del habla familiar en el Perú 2, la Argentina 3,
Cuba, Méjico y otras regiones de América. En Méjico se documenta desde el siglo
XIX la variante jergal y anómala fruza, también el derivado regular enfrazadado
'envuelto en una frazada' y el modismo taparse con una frazada 'compartir la
misma suerte' 4.
En regiones como Venezuela, donde se ha olvidado frazada 5 pero
tampoco es usual manta (la palabra del español general), predomina cobija (que
puede aplicarse también a la manta de viaje). Pero en gran parte de América (Perú
incluido), lo mismo que en Andalucía, cobija tiene el sentido colectivo de 'ropa de
cama' que incluye sábanas, cubrecama y mantas o frazadas (por eso se prefiere el
plural cobijas).

Frazada se documenta en el léxico de Cervantes 6 y en el de varios otros


clásicos. Pero a partir del siglo XVII fue cayendo en desuso en España,
desplazada por manta. En el Perú, en cambio, manta

1 Véase Borao, Diccionario de voces aragonesas, s. v. En Andalucía se usa hoy jorar


(la j representa la conservación de la h aspirada), del latín forare, con el sentido de
'horadar, perforar'.

2 Véase frazada en Gamarra, Cien años, pág. 28; Vallejo, Novelas, 222; Vargas Llosa,
La ciudad y los perros, 173 y La casa verde, 295.

3 En la provincia de La Rioja el aumentativo frazadón distingue la manta muy gruesa.

4 Véase fruza en Lizardi, El Periquillo Sarniento, pág. 127; enfrazadado, en íd. íd.
págs. 71 y 182; taparse con una frazada, 182.

200  
5 Cfr. usos de frazada (y frezada) por Bolívar, Sucre y otros venezolanos de la época,
en Hildebrandt, La lengua de Bolívar, pág. 259 (t. Léxico de Bolívar, págs. 468-469).

6 Véase Fernández Gómez, ob. cit. s. v.

alternó con manto para designar la prenda femenina que cubría cabeza y torso. La
saya y manto es el título de una comedia de Segura estrenada en 1842 1. Y el
Tunante hace, en su artículo titulado "La manta", el elogio y despedida de esta
prenda, que se fue con el siglo XIX 2.

Hasta 1970 el Diccionario de la Academia remitía frazada a frezada, de


frisar 'levantar y rizar el pelo de un tejido'. En ese caso resultaría más próxima al
presunto étimo la variante, también americana, frezada, tenida en el Perú y la
Argentina como forma incorrecta o popular.

Según Corominas, sin embargo, frazada se debe a alteración del catalán


flassada 'manta', que pasó no solo al castellano sino también a varios dialectos del
italiano y del francés; el trueque consonántico puede explicarse por no ser fl- un
grupo inicial tradicional en castellano. Apoya la tesis de Corominas el hecho
probado de que las mantas catalanas tuvieron tanta fama en cierta época que
llegaron a ser conocidas en Italia y Francia con la simple designación de
catalanas o catalognes 3.
En su edición de 1984 el Diccionario de la Academia hacía suya la
propuesta etimológica de Corominas, pero la daba en el artículo correspondiente a
la variante frezada, y no en el correspondiente a la forma frazada, obviamente
más próxima al catalán flassada. Desde la edición de 1992 la etimología se
consigna junto a la forma frazada y se remite a ella la variante frezada 4.

FUETE
Fuete 'látigo, fusta' viene del francés fouet, de igual significado. Este
galicismo (que no se conoce en España) tiene en América larga vida y
considerable extensión: Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela

1. En Comedias, I, págs. 47-149.

2. En BCP 9**, págs. 129-132. La manta sobrevivió hasta el primer tercio del siglo XX,
pero ya relegada al uso de la mujer del pueblo o clase media baja. Era muy apreciada
la llamada manta de vapor.

3. Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. frazada.

201  
4. El Diccionario Vox (edición de 1987) daba ya frazada, del catalán flassada, como
forma principal; asimismo, el derivado frazadero "el que fabrica frazadas".

la América Central, Antillas y Méjico. Junto con fuete se usan los derivados
fuetear 'azotar' 1, fuetazo 'latigazo' 2 y, en diversas regiones, fueteada, fuetiza o
fuetera 'azotaina'.

La hipótesis de que fouet penetró en el castellano de América a través de


lecturas francesas tiene un apoyo fonético: la pronunciación de la t final, muda en
francés. Puede asimismo haber influencia de la grafía francesa en las formas
ultracorrectas foete, foetazo, foetear y foetiza, de alguna difusión en América 3.

La hipótesis de que el español de América tomó el préstamo por vía oral


se apoya, a su vez, en el hecho de ser fouet nombre de un objeto material (los
préstamos por vía escrita se refieren generalmente a nociones abstractas).
Rosenblat cree que fuete se tomó del francés oral de las Antillas, donde la palabra
pudo haber sido habitual entre traficantes de esclavos 4.

Lo cierto es que la zona del Caribe ha sido siempre el área de más vida
de este galicismo 5, que se documenta en Santo Domingo desde fines del siglo
XVIII. Desde allá pudo extenderse hacia el sur y llegar hasta el Perú, actual límite
de su expansión. En ese caso, el hecho de que en fuete se pronuncie una t que no
se oye en el francés fouet podría explicarse por influencia del verbo fouetter
'azotar', en que la t intervocálica sí se pronuncia.
La edición de 2001 del Diccionario de la Academia no registra fuete3 ni
foete. Tampoco sus derivados.

1. Malaret remite fuetear a la variante con prefijo afuetear, y da esta como uso
centroamericano y peruano; afuetear no se conoce en Lima, por lo menos. En Ve-
nezuela enfuetarse es 'retorcerse', referido a cuerdas.

2. En el habla popular de Cuba fuetazo (originalmente voz del hampa) es 'puñalada'


(véase Paz Pérez, De lo popular y lo vulgar en el habla cubana, pág. 153).

3. Se trata, sin embargo, de meras variantes gráficas. Véase foete en Camino Calderón,
Diccionario folklórico, pág. 135 y Alegría, Los perros hambrientos, págs. 22 y 68;
foetazo, 34 (pero juete y juetazo en boca de los personajes populares, pág. 68); foete y
foetazo en Vallejo, Novelas, págs. 197 y 199. Malaret da también la variante afoetear
referida al Perú (véase la nota 1).

4. Véase Buenas y malas palabras, págs. 400-402.

5. En el habla cubana se emplean las locuciones verbales dar fuete 'usar con exceso'
(algo) y dar un fuetazo 'copular' (Paz Pérez, ob. cit. págs. 135 y 179).

202  
FUNDIR

En el habla familiar del Perú y gran parte de América (Chile, Argentina,


Bolivia, Ecuador, Colombia, Nicaragua, Guatemala, Méjico) fundir equivale a
arruinar. Ya a fines del siglo XVIII Terralla hacía un juego de palabras entre este
sentido y el hoy general de 'derretir' en unos versos contra los plateros de Lima:

"Verás, amigo, la liga


que hay en la plata y en ellos
con la que en las fundiciones
suelen fundir a sus dueños" 1.
Terralla usa igualmente el participio fundido con su sentido de 'arruinado' en
quejas semejantes contra ciertas limeñas:

"Si te dejaron desnudo,


y alguna te encuentra luego,
le dice a una amiga suya:
-A aquel lo dejé yo en cueros;
Por mí se mira fundido,
y lo dejé sin un medio" 2.
Una redondilla del clérigo Larriva (1780-1832) expresa su injusta inquina
contra el Libertador:
"Bolívar fundió a los godos
y desde ese infausto día,
por un tirano que había
se hicieron tiranos todos"3.
Según los recuerdos —que comenta Palma— del general irlandés O'Connor,
lo primero que dijo el general español Valdés a los patriotas, cuando se entregó
prisionero en Ayacucho fue: "Nos han fundido ustedes" 4. El uso pronominal es
también

1. Lima por dentro y fuera, Descanso XIII, Romance 14 (pág. 146 de la edición de
París; véase también íd. íd. pág. 84).

2. Ob. cit. págs. 86-87. Medio por medio real. En Chile estar fundido (por alguien) es
'estar muy enamorado'; que está fundido como un lacho (véase lacho) se dice del niño
muy mimado.

3. Citado por Palma, Tradiciones, pág. 1010.

4. Ob. cit. pág. 1497; véase también íd. íd. 973; Gamarra, Cien años, 71, 222.

203  
frecuente: "solo los cándidos 1 se funden" es una máxima pesimista de el Tunante
2
.

Fundir tiene también en el Perú el sentido menos fuerte de 'importunar'.


Cuéllar, protagonista de Los cachorros de Vargas Llosa, se disculpa:
"... Lalo, hermano, lo siento, ¿la cerveza se me subió, no? ¿te insulté, te estuve
fundiendo, no?" 3.

En la misma línea semántica está el uso de fundido (con sentido activo) por
mortificante, fastidioso; fundidera por molestia, fastidio y las expresiones fundir
la paciencia 4 y fundir la pita 'molestar, importunar '.
Fundir viene del latín fundire 'derramar, desparramar', 'derretir', el cual
desarrolló en lenguaje familiar las acepciones de 'dispersar al enemigo',
'derribarlo', 'destruirlo'. De esta última parten sin duda los usos castellanos de
fundir por arruinar, documentados desde Berceo 5 pero más tarde olvidados en la
lengua general, en tanto que se conservaban y desarrollaban en América.
Cuando la f inicial se hizo en castellano h (primero aspirada y finalmente
muda), fundir se hizo hundir 6, usado con el sentido genérico de 'derribar,
arruinar, destruir': por ejemplo, 'echar a pique' (un barco); de este uso, y con el
apoyo del adjetivo hondo 7, salió tardíamente la acepción de 'sumir, echar al
fondo', hoy general. Por otra parte, se volvió a tomar directamente del latín la
forma fundir, con el sentido específico de 'derretir', referido especialmente a
metales.

1. En el sentido peruano de 'tontos'.

2. Cien años, pág. 145. En el lenguaje minero de Cartagena (España) fundirse es


'embriagarse' (véase García Cotorruelo, Estudio sobre el habla de Cartagena y su
comarca, s. v.).

3. Pág. 51; véase también íd. íd. 55, 60, 92; La ciudad y los perros, 65, 179, 180.

4. Véase fundir la paciencia en Sofocleto al pie de la letra, pág. 14.

5. Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. hundir, e Indianorománica,


en RFH, VI, N° 3, págs. 244-245.

6. Véase jundirse (la jota representa la pronunciación con h aspirada, conservada en este
caso y unos cuantos otros) en Gamarra, Rasgos, pág. 56.

7. Que no tiene relación etimológica con hundir, pues sale del latín profundus por
pérdida del prefijo; véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. hondo.

204  
FUNGIR

En el habla culta del Perú, la Argentina, Venezuela, el área del Caribe y


Méjico fungir (de) es 'hacer las veces (de)', 'funcionar (como)', 'desempeñar
transitoriamente las funciones (de)' otra persona (en algunas regiones puede
también referirse a cosas). En sentido peyorativo fungir de significa 'presumir de',
'alardear de', 'dárselas de' y se aplica sobre todo a quienes ejercen funciones para
las cuales no están capacitados 2.

Fungir tiene más de un siglo de vida en Méjico. En el Perú es relativamente


moderno; tal vez lo sea algo menos en la Argentina.
Fungir viene del latín tardío fungere 3, de igual significado, que ha dado en
italiano y alemán cultismos análogos (fungere, fungieren). Rosenblat cree que
fungir pudo haberse difundido primero en Méjico, donde tiene más antigüedad y
arraigo, a partir de malas traducciones del italiano. Se hace difícil creer, sin
embargo, que las traducciones del italiano hayan tenido en Méjico tal volumen,
difusión e importancia como para explicar la introducción y generalización de un
término del tipo de fungir.
En todo caso, no cabe duda de que fungir se agrupa, con acápite, atingencia,
caquinos y festinar (véanse), entre los llamados latinismos de América,
explicables por una tendencia cultista, independiente de la metrópoli, que fue muy
importante entre los hispanoamericanos educados desde fines del siglo XVIII
hasta mediados del XIX 4.
El Diccionario de la Academia registra, a partir de su edición de 1970 y
como uso de fungir en la lengua general, el de "desempeñar un empleo o cargo".
En la edición de 1984 añadió, como americana, una segunda: "dárselas, echárselas
de algo. Fungir de alcalde, de

1 Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, 2.ª serie, págs. 258-260.

2 Según Alberto Tauro (Diccionario enciclopédico del Perú y Enciclopedia ilustrada


del Perú) fungir se usa en el Perú sistemáticamente con el sentido positivo de
'desempeñar' (funciones, cargos, etc.), sin ningún matiz de precariedad o de falta de
idoneidad.

3 El verbo clásico era fungi, de donde se deriva el cultismo jurídico fungible


'consumible' usado en la expresión bienes fungibles.

205  
4 Véase Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 344-348 (t. Léxico de Bolívar, pág.
167).

rico, de intelectual". Sin embargo, en la edición de 2001 esta acepción negativa,


que coincide con el uso actual peruano se restringe a Venezuela. Lo cierto es que
fungir es casi desconocido en la Península.

FUSTAN

En el Perú se llama fustán o fuste la combinación, prenda interior femenina


que cubre el cuerpo desde los hombros hasta los muslos o rodillas. Pero la
acepción americana más vieja de fustán (extendida desde Méjico hasta Chile) es la
de 'enagua', 'refajo', 'falda interior' que cubre el cuerpo desde la cintura hasta las
rodillas o tobillos. Dice Terralla:

"Sobrino, para casarte,


mira lo que necesitas,
faldellines, voladores,
[...]
fustanes, petos y cintas,
camisas, ricos encajes,
zapatos bordados, ligas" 1.
Aquí parece que fustanes estuviera referido a unos faldellines interiores o
enaguas.

También parece tener fustán el sentido de 'enagua' en el dicho limeño —hoy


desusado— poner (a alguien) como fustán de lavandera 2, es decir, 'proferir
improperios sobre una persona', 'enlodar su reputación', ponerla de oro y azul. Sin
embargo, en el léxico de Arona fustán y enagua están diferenciados 3.
Fustán se documenta en castellano desde el siglo XIII, como nombre de una
tela de algodón. Es palabra de probable origen

1. Testamento cerrado en BCP 9*, pág. 47. En el Drama de los Palanganas


(1776) se documenta ya la locución en fustanes 'a medio vestir': "... en
faldellines o solo fustanes" (ed. cit., pág. 82). En la Noticia de Arequipa de
Pereira (1816) se describe así un traje antiguo prohibido hacia 1779: "Las
nagüas [sic] se llaman Faldellin; este les da por media pierna, es de raso,
todo él plegado en tal extremo que lleva de tela 14 varas [...]. Por debajo
asoma la nagua blanca, que llaman Fustán y en ella un rico encáge" (cfr.
Carrión Ordóñez, ob. cit. pág. 437).

206  
2. Véase la variante poner como fustán de tamalera en C. Palma, Crónicas de
Corrales, pág. 194.
3. Véase "sin pensar en la enagua ni el fustán" en Ruinas, pág. 352.

arábigo y relacionado con Fustat, nombre de una ciudad próxima a El Cairo


donde parece que la tela se fabricó por primera vez. La palabra pasó también al
francés (futaine), al italiano (fustagno) y al portugués (fustão) 1.

Los usos americanos de fustán se explican por sucesivos cambios de


sentido: del nombre de un lugar al de la tela que en él se fabrica, del nombre de la
tela al de la prenda con ella confeccionada, y luego de este al de otra prenda de
uso análogo 2. En cuanto a fuste como equivalente de fustán, es uso más moderno
y restringido: se documenta en el Perú desde fines del siglo XIX 3.

En castellano se usa desde el siglo XIII fuste 'bastón, garrote' (del latín
fustis, íd.) que tuvo también un efímero sentido de 'madera' del cual surgieron los
específicos de 'arzón' 4 de la silla de montar y 'palo' en que se fija la lanza. De este
último parte, a su vez, el sentido metafórico de 'fundamento' vigente en la
expresión hombre de fuste.

¿Qué relación puede encontrarse entre este fuste y el fuste peruano,


prenda interior? Parece que se trata de un cruce de palabras apoyado, por una
parte, en la semejanza fonética entre fuste 'fundamento' y fustán 'enagua' y, por
otra, en la idea común a ambos términos de 'soporte, sostén'. El fuste era el
soporte del hierro de la lanza, y el fustán (o los fustanes) era el soporte del vestido
femenino.

1 Véase Coen Anitúa, El lenguaje que usted habla, págs. 26-27. La variante fustal es
también antigua. Fusteda fue nombre de otra tela de algodón similar al fustán (véase
Rodríguez Marín, Dos mil quinientas voces castizas y bien constituidas, s. v.).

2 Véanse otros usos peruanos de fustán en Blume, Sal y pimienta, 9, 37 y Vargas Llosa,
Conversación en La Catedral, I, 261. El plural fustanes, antes predominante, se
documenta en Rojas y Cañas, Museo de limeñadas (BCP 9*, pág. 278); Gamarra,
Cien años, 16, 20, 46, 69 y Rasgos, 49, 163; Dávalos, Lima de antaño, 41; Blume, ob.
cit. 270; González Prada, Letrillas, pág. 180 y Congrains, Lima, hora cero, 123.

3 En Tipos menudos de Moncloa, pág. 210; también en Cabotín, Viendo pasar las
cosas, 24 y González Prada, Letrillas, pág. 44. Malaret da fuste como uso del Ecuador
y Venezuela.

4 Y de este los de 'trasero' (Venezuela, Panamá, Guatemala), 'concubina' y, por último,


'mujer hermosa' (Méjico).

207  
Apoya esta hipótesis el hecho de que en la sierra del Perú y en
Venezuela se llame, con análoga imagen, fondo la prenda interior femenina
correspondiente a fustán o enagua 1. Fustán designa hoy en Venezuela un vestido
externo de algodón, de uso campesino; fustanear tiene el sentido figurado de
'dominar la mujer al marido'.

FUTRE

En el Perú se llama todavía futre al endomingado; los usos de nuestros


costumbristas confirman la seudoelegancia, y aun la pobreza en el vestir, que es
compatible con la condición de futre 2. El término se emplea con sentidos
análogos en Chile 3, Argentina (La Rioja), Bolivia 4, Ecuador, Colombia, la región
andina de Venezuela 5 y las Antillas.

Según Lenz, y también Corominas 6, futre viene del francés foutre, verbo
(del latín futuere 'tener trato carnal con una mujer') usado a partir del siglo XVIII
como interjección obscena. Los chilenos ricos que a fines del siglo XIX
acostumbraban pasar largas temporadas en París 7 se aficionaron, probablemente
por esnobismo,

1 En Venezuela el nombre se aplica a la prenda moderna; se llama medio fondo la


combinación que solo cubre de la cintura hacia abajo. En el uso peruano actual esta
prenda se llama específicamente enagua.

2 Véase Camino Calderón, Cuentos de la costa, págs. 4 y 30: "los sombreros chafados y
los zapatos boquiabiertos de los futres bajopontinos" (bajopontino es el habitante del
barrio antiguo y pobre de Bajo —o Abajo— el Puente). Malaret consigna como
peruano y chileno el dicho futre pelado, bolsillo planchado.

3 Allá es sobre todo 'señor distinguido' y también 'fatuo, presumido', 'lechugino'.


Afutrarse equivale a endomingarse; futrerío o futrería es el grupo de futres. Las
grafías jutre y ajutrarse reproducen la pronunciación popular (véase Lenz,
Dialectología hispanoamericana, en BDHA VI, págs. 38, 39, 40).

4 En este país futrearse es 'vestirse con rebuscamiento'; con el sentido de 'ponerse futre'
se documenta futriarse en un cuento lambayecano de Camino Calderón (ob. cit. pág.
68).

5 Donde tiene también, con matiz despectivo, el sentido de 'italiano'.

6 Véase Diccionario crítico etimológico, s. v.

7 Véanse usos de futre 'oligarca' en José Donoso, El obsceno pájaro de la noche, págs.
101, 121, 122, 123, 127, 175.

208  
a esta interjección y la siguieron profiriendo a su regreso. El pueblo, que no
entendía el término, lo devolvió como apodo a quienes lo usaban 1.

Futre, uso relativamente moderno en el Perú, se documenta en Chile y


Argentina desde el primer decenio del siglo XX. Pero no es un término exclusivo
del castellano de América.

En Portugal futre tiene el sentido de 'hombre mal trajeado o despreciable';


en Andalucía es, como en América, 'lechuguino'; allá y en Asturias la interjección
¡futre! o ¡futro! denota fastidio o enojo.

Futrarse es en Galicia 'ensuciarse' y en la Argentina 'fastidiarse' 2. Clemente


Palma usa este verbo con un sentido que se desprende del contexto: "en menos de
lo que el Presidente se futra en la ley electoral..." 3. En Colombia (Riohacha) y
Santo Domingo futrir es 'fastidiar' 4.

En Salamanca futrique, sin duda del mismo origen que el chileno futreque
'mequetrefe', significa 'inútil, tonto'. En España se documenta futraque 'levita'
(hoy desusado) que algunos autores dan como étimo de futre pero que parece,
según Corominas, derivado de futre con influencia de fraque 5.

1 Casos análogos de apodos basados en usos lingüísticos de quienes los reciben son
haiga, en España 'automóvil grande y lujoso' asociado al nuevo rico (originalmente al
indiano enriquecido pero ignorante que usaba dicha forma verbal arcaica y vulgar) y
che, aplicado al argentino y, por antonomasia, al revolucionario Ernesto Guevara. Dice
Rosenblat que, en virtud del criterio de corrección interno de cada comunidad
lingüística hispanoamericana, "se designa a las comunidades vecinas con un apodo que
caracteriza sus modos de hablar (los ches, los ticos, los alas, los primos, los manitos,
etc.)" (en El criterio de corrección lingüística, pág. 117).

2 En Navarra futriquiñar reúne ambos sentidos; se usan también futriquiñador y


futriquiñería 'porquería' (véase Iribarren, Vocabulario navarro, s. v.)

3 Crónicas de Corrales, pág. 46.

4 Igual origen tiene el sinónimo futir usado en Chile y Puerto Rico; lo mismo el
asturiano futirse 'burlarse'.

5 Futraque se ha usado también en Andalucía y Asturias como designación del señorito


elegante. Parece deberse a cruce de Fulano y futraque la forma Futriaco equivalente
(despectivo) de Fulano en Colombia, Puerto Rico y Santo Domingo.

209  
GAGO
En el Perú se califica de gago o gaga a la persona que pronuncia o
articula floja y confusamente; es decir, a quien no vocaliza —más exactamente,
no consonantiza— con la debida precisión y nitidez 1.

El uso peruano de gago se explica por conservación de otro castellano,


hoy arcaico, luego alterado por evolución semántica. En efecto, desde el siglo XIII
se documenta en la Península gago con el sentido de 'tartamudo'; a principios del
XVIII el Diccionario de Autoridades le asigna —Corominas cree que por errónea
interpretación de la cita correspondiente— el significado de 'gangoso', es decir,
'que habla con permanente resonancia nasal'. Gago cayó posteriormente en desuso
en la lengua general, pero se conservó en Canarias y Salamanca, región esta donde
el derivado gaguear 'tartamudear' desarrolló los sentidos metafóricos de 'susurrar'
y 'empezar a divulgarse algo que antes era desconocido o secreto'.

Hoy gago tiene mucha vida en el registro familiar del español de


América. Además del mencionado uso peruano, el término se conserva con
acepciones análogas en Méjico, Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, Venezuela,
Colombia, Ecuador y Chile. Tanto en algunos diccionarios regionales y de uso
como en el de la Academia, sin embargo, gago aparece remitido sistemáticamente
a tartamudo; como lo mismo sucede a veces al consignar el uso peruano, que
sabemos diferenciado 2, cabe suponer que en otras regiones gago tenga también
sentidos diferentes.
Otro tanto sucede en cuanto al derivado gaguear 'hablar como gago'
empleado en Canarias y en gran parte del área americana antes mencionada (es
poco frecuente en el Perú) y en cuanto a su postverbal gagueo (que no registra el
Diccionario académico). Gaguera 'tartamudez' tiene extensión americana más
reducida (Puerto Rico, Cuba, Venezuela, Colombia, Chile), pero se usa también
en

1. Otros defectos de pronunciación se expresan en la lengua general por términos como


trapajoso, estropajoso, tartajoso, tartaja, zazo, zazoso y expresiones como boca de
gachas, media lengua, lengua de trapo, lengua de estropajo (véase Casares,
Diccionario ideológico de la lengua española, s. v. lenguaje y pronunciación).

2. Según Tauro (Diccionario enciclopédico del Perú, y también Enciclopedia ilustrada


del Perú, s. v.) gago tiene entre nosotros los sentidos de 'tartamudo' y de 'gangoso'.
Pero el uso peruano distingue claramente entre esos tres defectos de pronunciación.

210  
Canarias y Extremadura. Parece exclusivo de Colombia el uso de gagoso como
sinónimo de gago 1. El panameño gaguillo 'gaznate' puede deberse a cruce de
gago con galillo en su acepción de garguero 'parte superior de la tráquea'.

En cuanto al origen de gago, se le considera generalmente como voz


onomatopéyica que remeda la repetición silábica (ga-ga) típica del tartamudo 2.
La elección de una consonante velar, como la g, añade sin duda un efecto
impresionista de habla "gutural" u oscura.
La conservación en América de un arcaísmo como gago puede haber
contado con el apoyo que implica la coexistencia del uso en gallego-portugués: es
conocida la importancia que tuvieron los portugueses en la exploración y
colonización de la América española. La vitalidad de gago en el portugués 3 del
Brasil es aún mayor que en la América española, si nos atenemos al criterio del
número de derivados producido. En efecto, en el lenguaje brasileño se usan,
además de gago 'tartamudo', gaguear 'tartamudear', gaguejador como sinónimo
de gago y gagueo 'tartamudeo'; gagueira, gaguez y gaguice tienen todos el
sentido de 'tartamudez'.

El galicismo gaga 'chocho, decrépito, senil' tiene al parecer análogo


origen que gago 'tartamudo', pues se explica como remedo del habla vacilante del
anciano 4. En cuanto a la acepción de 'distinguido, elegante, de la alta sociedad',
hoy obsolescente Lima 5, ella se debe al triunfo —ciertamente excepcional en la
lengua— de la caprichosa iniciativa personal de un periodista nuestro 6.

1. El sufijo -oso, tan productivo en el castellano de América, es muchas veces expletivo


(véase antes disticoso).

2. Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v.

3. Lengua en la que también se explica como voz onomatopéyica.

4. Corominas (ob. cit.) da, entre un buen número de voces coincidentes con el hispano
gago y el francés gaga, el bretón medieval gagoill 'tartamudo' y el gaélico gagach, íd.

5. También se documenta gagazote, gagazota 'personaje muy importante en el mundo


social'. Tal vez hay en este derivado influencia de capazote 'jefe, personaje
importante', de origen jergal (era en principio el preso en quien se delegaban ciertas
funciones disciplinarias).

6. Guido Monteverde, quien en 1953 inauguró una sección de crónica social titulada
"Antipasto gagá" en su efímero semanario Masas (la sección continuó en el diario
limeño Última Hora, pasó a Correo y volvió a Ultima Hora). Según información de
Monteverde, fue un artista italiano quien le dijo que gagá significaba 'distinguido' en
ese idioma.

GALIFARDO

211  
En el habla familiar del Perú galifardo tiene todavía el sentido
despectivo de 'haragán, vividor, sinvergüenza'. El término aparece en
costumbristas de principios del siglo XX y fines del XIX, tales como Clemente
Palma y Abelardo Gamarra 1, pero su empleo debe de remontarse por lo menos al
siglo XVIII.

Galifardo se conoce en Nicaragua y otros países de Centroamérica 2 con


sentidos semejantes a los que tiene en el Perú; hay, igualmente, datos sobre su uso
en la Argentina. La variante galafardo tiene en el Ecuador el significado de
'codicioso, voraz'. Fuera ya de América, el catalán galifardeu tiene los sentidos de
'hombre capaz de todo' y 'muchacho crecido'; uso este último que, con matiz
humorístico, se documenta también en el Perú.

Galifardo y las variantes mencionadas se remontan, al parecer, a una


curiosa y efímera palabra castellana: galavardo, registrada en 1611 por
Covarrubias. El Diccionario de Autoridades toma el dato del Tesoro de la lengua
castellana o española y reproduce, algo modificada, la definición: "el hombre alto
desvaído y dexado, inútil para el trabajo". La palabra tuvo en España poca vida, y
ya aparece como anticuada en la edición de 1817 del Diccionario académico. Por
lo tanto, debió de pasar a América a lo largo del siglo XVII o a principios del
XVIII.
En cuanto a los cambios fonéticos sufridos por el término, se les ha
buscado explicación en la interferencia o cruce con otros dos vocablos de forma y
contenido semejantes. Uno de ellos es galafate (variante de calafate), que en el
siglo XVII tenía ya la acepción figurada de 'ladrón sagaz'; a influencia de galafate
podría haberse

1. Gamarra habla de "los galifardos de las contratas" celebradas con municipios de la


utópica Pelagatos (Rasgos, pág. 51; Cien años, pág. 162). Véase en las Crónicas de
Corrales: "¡Hay cada galifardo y cada ladrón de huertos ajenos!" (pág. 55). Cfr.
galifardo en Bryce, Un mundo para Julius, pág. 90 y Permiso para vivir, pág. 32; R.
Blume, Como cada jueves, pág. 67; también en Sofocleto en dos columnas, pág. 120.
Parece creación personal de Sofocleto el derivado galifardaje 'conjunto de galifardos'
(véase Correo de Lima, edición del 18 de abril de 1967, pág. 2). Cfr. Galifardo como
caricatura de nombre visigótico en Sofocleto al pie de la letra, pág. 19.

2. Unas coplas hondurenas dicen: "Son ricas para el puchero / las gallinas de montaña /
[...] la gallina que es campuza / y también la galifarda" (cit. Alfonso Sastre, Lumpen,
marginación y jerigonça, pág. 341).

debido el cambio de la v de galavardo en f. Favorecedor del trueque de la segunda


a (conservada en la variante ecuatoriana) por i podría haber sido, en opinión de

212  
Corominas 1, el uso metafórico de califa 'muchacho travieso', 'persona poco
recomendable', todavía usual en Andalucía.

GALPÓN

En casi toda la América hispana galpón es 'cobertizo grande, con paredes o


sin ellas', 'barraca' 2. En la costa peruana galpón es, sobre todo, el dedicado a la
cría de gallos de pelea. En Bolivia es 'depósito de mercancías'. En Ecuador y
Colombia, 'tejar, adobería' (galponero es 'ladrillero, tejero').

En cuanto al origen del término, Garcilaso descartaba ya un étimo quechua:

"Este nombre galpón no es de la lengua general del Perú; deve de ser de las
islas de Barlovento; los españoles lo han introducido en su lenguaje con otros
muchos que se notarán en la historia. Quiere dezir sala grande; los Reyes Incas las
tuvieron tan grandes que servían de plaça para hazer sus fiestas en ellas cuando el
tiempo era llovioso y no dava lugar a que se hiziessen en las plaças"'

La afirmación del Inca solo es válida para descartar, indirectamente, el


origen quechua de galpón 4, pues ¿cómo puede explicarse que una supuesta voz
antillana no haya dejado huellas en las Antillas y la zona del Caribe? 3.
Se ha pensado también en un posible origen africano de galpón, basándose
en que dicho tipo de barraca ha estado asociado,

1. Véase Diccionario crítico etimológico, s. v. galavardo.

2. Véase galpón referido a barracas de soldados en Vargas Llosa, La ciudad y los


perros, págs. 20, 31, 35, 134, etc. Usos de Jorge Luis Borges en Evaristo Carriego:
"galpón del ferrocarril", "galpones de zinc" (en Obras, 109 y 130). Véase el modismo

de tapera en galpón 'de pago en pago' en Sarmiento, Facundo, pág. 59.

3. Advertencias acerca de la lengua general de los indios del Perú; en Comentarios


Reales, tomo I, pág. 10 de la edición Rosenblat.

4. Es sabido que a veces da como "voces de Barlovento", es decir, de las Antillas,


palabras que simplemente no le suenan ni como quechuas ni como castellanas.

en toda América, al alojamiento de los esclavos negros 1; en esto coincide,


además, el portugués brasileño galpão. Pero no se ha identificado la palabra —ni
la lengua— africana de la que galpón pudiera haber salido.

213  
La opinión más difundida atribuye a galpón origen azteca y lo deriva de
calpulli 'casa o sala grande'/barrio'. Corominas apoya esta tesis y da como etapas
sucesivas del cambio las siguientes: primero una forma con consonante inicial
sonorizada, no documentada, *galpole; segunda, la apocopada galpol
(documentada en la edición de 1723 de los Comentarios Reales); tercera, la
disimilada galpón 2. Pero Rosenblat, que ha cuidado ejemplarmente su edición de
la obra del Inca, cree que la forma intermedia galpol se debe a simple errata.
Galpón es hoy palabra desconocida en Méjico. Los lexicógrafos mejicanos
la sienten como extraña al país y a la lengua azteca 3. Sí se usa, en cambio, calpan
'conjunto de habitaciones destinadas a los peones de las haciendas'. De calpan
podría haber salido galpón, a través de una forma hispanizada aguda *calpán,
luego alterada en *calpón, por analogía con aumentativos del tipo de corralón; de
calpón, por sonorización de la primera consonante, habría salido galpón 4. En
todo caso, calpan y calpulli son formaciones sobre la misma raíz azteca: calli
'casa'. Calpulli 5 ha dado galpul 'conciliábulo' en Honduras y Guatemala.

1 Arona definía así galpón: "El conjunto de casas de quincha donde vivían los esclavos
negros en las haciendas, y en donde siguen viviendo hasta hoy, junto con sus familias
y demás peones". (Diccionario de peruanismos, s. v.). Véase "sudar lo mismo que un
negro / que trabaja en el galpón" en Segura, El sargento Canuto, acto único, escena X;
galpón también en Artículos, pág. 113. Véase galpón referido al alojamiento de negros
esclavos en López Albújar, Matalaché, págs. 47, 200, 230. Hacia 1816 se documenta
en Arequipa un uso de galpón 'cuarto de depósito en las iglesias' (véase Camón
Ordóñez, ob. cit. págs. 141-142 y 422).

2 Véase Diccionario crítico etimológico, s. v.

3 Dice, por ejemplo, García Icazbalceta en su Vocabulario de mexicanismos, s. v.: "No


la mencionaríamos, puesto que aquí es desconocida, si no fuera por hacer notar el
yerro de los que le atribuyen origen mexicano, y la creen perteneciente a la lengua
azteca".

4 Véase Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 219-221 (t. Léxico de Bolívar, pág.
601-603).

5 Es extraño que el Diccionario de aztequismos de Robelo no dé calpulli entre las


formaciones derivadas de calli 'casa'.

GAMONAL

Gamonal 'cacique de pueblo', 'hombre influyente por su riqueza' se usa en el


Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela y la América Central; no se conoce
hoy en Chile ni Argentina 1. Pero, así como en El Salvador gamonal ha suavizado

214  
su sentido hasta llegar a significar 'dadivoso, gastador', en el Perú —donde tuvo su
mayor vigencia— extremó el matiz negativo hasta entenderse como 'terrateniente
que explota al indígena'. El gamonalismo fue realmente una forma moderna de
feudalismo 2 hasta la promulgación de la ley de Reforma Agraria (24 de junio de
1969).

A la difusión de esa realidad, hecha por nuestra literatura política de los


últimos cien años 3, se debe que gamonal se asocie generalmente a los problemas
sociales del Perú. Sin embargo, no es seguro que el término sea peruano de
origen.

Gamonal 'cacique de pueblo' es palabra de enigmática etimología. Parece


simple homónimo de gamonal 'plantación de gamones' o asfódelos, voz de origen
incierto documentada en castellano desde el siglo XIII 4; no es claro el camino de
su difusión en América: no se sabe si se extendió desde el Perú hacia el norte o si,
por el contrario, el Perú representa el extremo sur de su trayectoria.

Es curioso, por ejemplo, que gamonal se documente en una carta de Bolívar


escrita mucho después de su partida del Perú. Del estudio de unos cuarenta
peruanismos que usó el Libertador se desprende que dichos términos conforman
una capa superficial en su léxico y se concentran en el período que va de
diciembre

1. Según Morínigo (Diccionario de americanismos, s. v.) gamonal se usó en la


Argentina hasta mediados del siglo XIX con la acepción de 'persona rica e
influyente'.
2. Véase gamonalismo en Gamarra, Cien años, pág. 227; gamonalito 'hijo del
gamonal' en íd íd. pág. 20.

3. Cfr. gamonal en Mariátegui, 7 ensayos de interpretación de la realidad


peruana, págs. 25, 28, 29, 31, 53, 74, 159, etc.; gamonalismo en íd. íd. 26,
27, 35, 55, 75, 117, 146, 156, 158, 159, etc.
4. El Diccionario de la Academia (2001) consigna gamonal como "tierra en
que se crían muchos gamones [planta de la familia de las liliáceas]" y como
2.ª acepción "cacique". Incluye además gamonalismo como sinónimo de
caciquismo en la América Central y Meridional.

de 1823 a julio de 1825; esta capa superficial es, por ello mismo, efímera: los
peruanismos salen de la memoria de Bolívar apenas perdida su funcionalidad, es
decir, apenas abandona el territorio peruano 1.
Por eso, el hecho de que Bolívar use la palabra gamonal en una carta escrita
(en Barranquilla) el 11 de octubre de 1830, cuatro años después de haber dejado el

215  
Perú y solo dos meses antes de su muerte, hace pensar que el Libertador emplea el
término como usual en Venezuela o Cundinamarca. Debe notarse, además, que en
este contexto gamonal tiene connotaciones positivas: se aplica precisamente a los
prohombres de Bogotá que apoyaron el movimiento encabezado por el general
venezolano Urdaneta en favor del Libertador. Sobre ese movimiento dice Bolívar:
"Pepe Serna, M. París, Benavides, Izquierdo, Acero y todos los gamonales han
sido cabezas principales" 2.

Pero faltan datos que permitan esclarecer la etimología del término y


reconstruir el camino de su difusión en el continente. Sería, tal vez, interesante
seguir la pista que señala el apellido hispánico Gamonal.

GASFITERO
En el Perú se llama gasfitero 3 al fontanero, es decir, el obrero que instala y
repara tuberías y otros artefactos empleados en el servicio de agua potable y
alcantarillado; en Chile se emplea la variante gásfiter 4. En ambos países
gasfitería 5 equivale a fontanería. El uso ecuatoriano, probablemente limitado a
Guayaquil, parece deberse a una moderna extensión desde el Perú.

1. Véase Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 189-235 (t. Léxico de Bolívar, pág.
565-567).

2. Obras, III, 471 y Hildebrandt, La lengua de Bolívar, 208 (t. Léxico de Bolívar, pág.
587).

3. Véase gasfitero en Blume, Sal y pimienta, pág. 212. Por absorción de la s final de
sílaba, previamente aspirada, se oye en la lengua popular una variante gafitero.

4. Rabanales consigna gásfiter y gáfiter (Introducción al estudio del español en Chile,


pág. 101).

5. Véase gasfitería en Mejía, Ayer y hoy, pág. 125.

Gasfitero viene del inglés gas-fitter, compuesto formado 1 a mediados del


siglo XIX para designar al obrero 2 que ejercía un oficio nuevo entonces: el de la
instalación y cuidado del sistema de iluminación por medio del carburo de
hidrógeno. Cuando el sistema de alumbrado por gas 3 fue sustituido por la luz
eléctrica 4, la palabra gasfitero pasó a designar a otro obrero que también se
ocupaba de la instalación y reparación de tuberías, aunque ellas condujeran agua y
no gas 5.

216  
Otro anglicismo sinónimo de gasfitero es plomero, del inglés plumber, íd.
Plomero por fontanero se usa en Andalucía y diversas regiones de la América
hispana 6 lo mismo que su derivado plomería, equivalente de fontanería y
gasfitería.

La última edición del Diccionario académico (2001) registra ya gasfitero


como peruanismo con las acepciones de 'fontanero' y 'gasista'. Plomero 'fontanero'
se incluye como uso americano y andaluz a partir de la edición de 1970
(Suplemento).

¡GUA!

En su diatriba en verso titulada Lima por dentro y fuera, el andaluz


Terralla refiere "cómo empiezan y acaban los amores" en esta ciudad y se dirige a
un galán, despedido después de oneroso cortejo:
"Tú le haces los justos cargos

de las finezas que has hecho

y ella te responde: ¡Gua!

¿qué me ha dado el muy hambriento?".

1. De gas y fitter, y este a su vez de to fit 'arreglar, adaptar'.


2. Que se llamó en castellano gasista (véase Moncloa, Tipos menudos, pág.
154). En Chile se ha usado gasifista por lamparero, lampista (Santamaría,
Diccionario general de americanismos, s. v.).

3. Instalado en Lima en 1855.

4. Dicha sustitución se realizó en Lima en 1912, aunque ya en 1889 hubo


demostraciones públicas del sistema de alumbrado eléctrico.

5. El servicio de agua potable y alcantarillado, llamado corrientemente en el


Perú de agua y desagüe, data de 1921.

6. Plomero no es usual en el Perú; tampoco plomería.

En nota aclara que gua es "expresión provincial que a menudo la usan [las
limeñas]" 1. Un siglo más tarde Arona define así el término:
"¡Gua! –Interjección que en sí misma no significa nada, ni dice más que ¡Ah! u
otra interjección cualquiera, pero que se ha hecho de gran celebridad entre los
extranjeros por la frecuencia y gracia con que la usan las limeñas, y también los
hombres, siendo una muletilla general, casi siempre seguida de palabras
especiales, ¡gua, qué lisura!, ¡gua! ¿qué cosa? y a veces ¡gua, gua, gua, gua,
gua! como si se dijera ¿cómo, cómo, cómo? al oír relatar algo que pasma" 2.

217  
El gua era, pues, característico de las limeñas, en quienes constituía "un
dengue y una monada" 3 hasta el punto de ser frecuente el dicho no hay limeña sin
gua 4. En labios femeninos aparece, a veces reduplicado, en las limeñísimas obras
de Segura 5. El olvido del gua en Lima es solo de ayer.

Pero, si se ha olvidado en Lima, el gua se conserva en otras regiones del


Perú, tales como Arequipa, Piura 6 y el resto de la costa septentrional. También en
la costa del Ecuador, algunas partes de Colombia, Venezuela, Bolivia y el interior
argentino. Igualmente se emplea en Canarias y Valencia (tanto en valenciano
como en el castellano popular de la región).

En cuanto a la etimología de gua, hay varias hipótesis. Para Palma y Arona


era de origen quechua. Esta creencia se basaba en el hecho de que algunos
vocabularios quechuas y aimaras del siglo XVII consignan la palabra 7; pero
parece que gua, por lo contrario, pasó tempranamente del castellano a esas
lenguas indígenas. Se le ha atribuido también, sin mayor fundamento, origen
caribe o africano 8.

1. Págs. 80 y 220. Véase también BCP 9*, pág. 31.

2. Diccionario de peruanismos, s. v.

3. Arona, ob. cit.

4. Lo recoge Palma en 1896 (Neologismos y americanismos, s. v.).

5. Véase Comedias, II, 106, 124 y 141; "¡gua! ¡gua!" en boca de un personaje femenino
en El Sargento Canuto, acto único, escena V (Artículos, pág. 109).

6. Cfr. López Albújar, Matalaché, 146 y Vargas Llosa, Los jefes (ambientada en Piura),
pág. 35.

7. No la incluye el más temprano de todos, el Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás


(1560).

8. Véase, por ejemplo, Fernando Romero, Quimba, fa, malambo, ñeque. Afronegrismos
en el Perú, s. v.

Dentro de los linderos del español, se han propuesto igualmente diversas


etimologías, según las cuales gua resultaría de alteración fonética de ¡bah!, o de
una reducción de ¡guarda!, imperativo usado como interjección. También se ha
identificado gua con el ¡guay! castellano (de origen árabe o germánico) que
expresa lamentación o amenaza.

En opinión de Rosenblat, quien ha estudiado exhaustivamente los usos del


gua venezolano 1, ninguna de esas hipótesis es verosímil. Para él, el gua

218  
americano, como el de Valencia, sale de un diferente guay de burla (remedaba la
risa burlona) que coexistió en la época clásica con el guay de lamentación o
amenaza.

GUAPO

En latín vappa (pronunciado wappa) tenía el sentido literal de 'vino aguado',


'bebida insípida' y el metafórico de 'hombre inútil'. De vappa salió el francés
jergal (hoy anticuado) gouape (pronunciado guap) 'bribón, holgazán' que, según
Corominas, es el probable étimo del tardío (siglo XVII) castellano guapo 'chulo,
rufián'.

Este sentido se bifurcó más tarde en las acepciones divergentes de


'ostentoso, bien vestido' y 'bravucón, matón'. Por posteriores evoluciones
semánticas surgieron a su vez dos nuevas acepciones: de 'bravucón' salió la de
'valiente, osado' y de 'bien vestido' surgió la de 'hermoso, bien parecido'. Todos
estos usos, y los de sus correspondientes derivados, coexistieron en castellano
hasta el siglo XVIII.

A partir de entonces comienza a olvidarse en la Península el uso de guapo


por valiente (el de 'bravucón' se conserva en algunos dialectos) y se especifica el
término en su sentido de 'hermoso'. Mientras tanto, en América sucede el hecho
inverso: va cayendo en desuso la acepción de 'hermoso' mientras se generaliza y
desarrolla la de 'valiente' 2.

1. En Buenas y malas palabras, págs. 419-429.

2. Véase este uso, documentado a principios del siglo XIX, en Hildebrandt, La lengua
de Bolívar, págs. 293-294 (t. Léxico de Bolívar, págs. 516-517).

A fines del siglo pasado el Diccionario de peruanismos de Arona explicaba:


"Guapo. Este vocablo no se usa entre nosotros sino en la primera acepción que le
da el Diccionario de 'animoso, bizarro y resuelto, que desprecia los peligros y los
acomete'. En su otra acepción, que tanto priva en Madrid, de 'bien parecido,
ostentoso', etc., no corre entre nosotros sino cuando se habla artificialmente".

Pues bien, el uso que para Arona era artificioso ha cobrado modernamente
vitalidad en Lima 1. Pero su difusión no ha tenido como consecuencia el olvido de

219  
la acepción típicamente americana con la que coexiste 2, la cual ha seguido siendo
fecunda en todo el continente. Véanse, como muestras de esa fecundidad, los
siguientes derivados:

Guapear es, en el Perú, 'dar valor, estimular', 'azuzar' (también se emplea


como pronominal); se usan asimismo el postverbal guapeada y guapeador 3.
Guapido es en el norte del Perú el característico grito de desafío del guapo (imita
el mugido del toro). Guaposo es 'bravucón' en Cuba; guaparrandón y guapetón
equivalen a valentón en Venezuela. Guapura es 'valentía' 4, guapería
'fanfarronada' y aguaparse 'envalentonarse' en Puerto Rico y la América Central.

En diversas regiones de Méjico guapo es, además de 'valiente', 'rígido,


severo' (también en Chile), 'enojado, irritado' o 'hábil, diestro'. En la Argentina,
del sentido de 'valiente' 5, pasando sin duda

1. Se oyen también, con los sentidos respectivos de 'bien parecido', 'hermosa', los
derivados guapetón y guapetona y los superlativos guapísimo y guapísima.

2. Véase guapo 'valiente' (usos sustantivos y adjetivos) en Palma, Tradiciones, págs.


159, 218, 461, 675.

3. Véase guapear en C. Palma, Crónicas de Corrales, págs. 115, 122; Vargas Llosa, La
ciudad y los perros, pág. 173; guapeador en Gamarra, Rasgos, 127 y guapeada en C.
Palma, ob. cit. 90. En el Diccionario militar de Almirante (publicado en Madrid en
1869) todavía se incluye guapear "ostentar ánimo y bizarría en los peligros", pero
solo se trata de una transcripción de la acepción obsolescente que se mantiene aún en
la edición de 2001 del Diccionario de la Academia.

4. Ha caído en desuso en el Perú guapeza 'valentía', documentado en El Sargento


Canuto, escena XIII (ob. cit. 115). El uso se conserva en la Argentina.

5. El guapo, antecesor del compadrito, era el peleador del suburbio de Buenos Aires.
Véase Borges, Evaristo Carriego, en Obras, págs. 115, 128 ("el guapo era [...] un
cultor del coraje"), 129, 140, 149, 157, 160.

por el de 'resistente', ha surgido el de 'trabajador' [guapear es 'esforzarse'). Y aun


se ha llegado al de 'grande, abundante' ("luna guapa, agua guapa") en la provincia
de La Rioja.

GUARAGUA

En el habla familiar del Perú guaragua está cayendo en desuso, con los
sentidos de 'perifollo, adorno exagerado del vestido', 'rodeo verbal, circunloquio,
floreo', 'esguince, contoneo', 'dibujo caprichoso, arabesco' 1; en Chile, Bolivia y
Ecuador tiene —o ha tenido— usos análogos. En guaragua y su derivado

220  
guaragüero hay un indudable matiz de mal gusto, implícito en todo lo superfluo,
pero también hay gracia o gracejo, dengue y hasta disfuerzo (véase esta voz).
Guaragua es palabra antigua en el castellano del Perú; según Palma, se
documenta ya en un pasquín en verso del siglo XVII. El Conde de Alba de Liste,
apodado el virrey hereje por su pugna con la Inquisición y con el Arzobispo de
Lima, se enfrentó a Su Ilustrísima (Don Pedro Villagómez, sobrino de Santo
Toribio de Mogrovejo) el día de Corpus de 1657. El arzobispo asistía a la
procesión bajo un quitasol; el virrey, que no lo llevaba, conminó al arzobispo a
que se descubriese en acatamiento de la majestad real: el arzobispo optó por
retirarse. Felipe IV zanjó el incidente prohibiendo a ambos, arzobispo y virrey, el
uso de quitasol en las procesiones. Lo cual dio origen a que apareciera en las
paredes de ambos palacios, el virreinal y el arzobispal, este pasquín:
"¡Vítor el rey español

que no entiende de guaraguas 1.

Ni para aguas paraguas,

ni para sol parasol.

¡Vítor el rey español!" 2.

Palma documenta también el derivado guaragüero en la Lima del siglo


XVII. Al relatar la vida del padre Camacho, que fue soldado

1. En el siglo XVIII se llamaban guaraguas los cantares ejecutados por actores teatrales
al final de una representación (véase Gálvez, Estampas limeñas, pág. 43).

2. El quitasol del arzobispo, en Tradiciones, págs. 407-408. Véase no entender de


guaraguas en C. Palma, Crónicas de Corrales, pág. 63.

en su azarosa juventud y murió en olor de santidad en 1698, dice:


"... eran su paso y donaire más propios de militar que de fraile. Nació de
aquí que la gente del pueblo lo bautizara con el mote de el padre
guaragüero..." 1.

Es corriente asignar a guaragua origen quechua. En el moderno Diccionario


de Lira aparece, en efecto, warawa 'conjunto de rasgos, ademanes y acciones
amaneradas' y 'rúbrica enrevesada' (acepción que es obvio indicio de préstamo);
también el correspondiente verbo waráway. Pero huarahua (o guaragua) no se

221  
documenta en los viejos vocabularios de Santo Tomás y González Holguín;
tampoco en Garcilaso.
El hecho de que la extensión de guaragua sobrepase el área de sustrato
rimasimi no es, sin embargo, definitivo para descartar hipótesis de su origen
quechua: es sabido que varios quechuismos de probado origen se conocen
también en la América Central 2 por tardía extensión a través de Panamá.

Es notable, por otra parte, la coincidencia entre guaragua y guara que en


Chile es mera variante de guaragua (guaroso equivale guaragüero). Según Lenz 3,
guara o huara es el quechua huara calzones usados por el varón en el rito de
iniciación' y guaragua huarahua sale de huara huan (el sufijo -huan significa
'con'). En tanto a lo semántico, de guara 'prenda usada en la fiesta de pubertad'
puede haber salido el sentido de 'fiesta', 'baile'; de baile', el de contoneo' y de este
todos los demás usos figurados de guaragua.

La forma guara sobrevive en otras zonas de sustrato quechua, en la


provincia argentina de La Rioja guaras son 'subterfugios'; en Catamarca,
análogamente, 'enredos'. Este uso coincide, curiosamente, con uno peruano de
guaragua (meterse en guaragua(s) por meterse en enredos) documentado en
Clemente Palma 4 pero desusado hoy.

1. Ob. cit. pág. 345. Véase también guaragüero en Gálvez, Nuestra pequeña historia,
pág. 219; "caballo guaragüero" (el que ejecuta graciosamente el paso) en íd. Calles
de Lima, pág. 162; andar guaragüero en íd. íd. 78.

2. Guaragua es 'broma', 'embuste, patraña' en Nicaragua, Guatemala y Honduras; en


Costa Rica se llama (así, en plural) guaraguas al embustero o exagerador.

3. Diccionario etimológico, s. v. huara y huarahua.

4. Véase Crónicas de Corrales, pág. 122.

GUARAPO

En casi toda América, desde Méjico hasta la Argentina y el norte de Chile,


se llama guarapo el 'zumo fermentado de la caña de azúcar' y, por extensión, otras
bebidas, generalmente alcohólicas: 'caldo de orujo de uva' o 'aguardiente
ordinario' en Chile, 'aguamiel' en Venezuela y cualquier 'bebida aguada' en Puerto
Rico y Santo Domingo.

Guarapo se documenta por lo menos desde el siglo XVIII en Lima. En el


Drama de los Palanganas es apodo de cierto personaje 1. En Lima por dentro y
fuera dice Terralla de los limeños:

222  
"que albóndigas de guarapo [sic]

suelen tomar luego luego 2

que son trozos de cemita 3,

en caldos de caña puestos" 4.

El guarapo era todavía popular en Lima durante el siglo XIX; una sátira de
Larriva se refiere a quienes "sin temer la muerte / cenan su cacho 5 de guarapo
fuerte" 6. Guarapear "beber guarapo con exceso', guarapazo 'trago de licor' y
guarapero 'aficionado al guarapo, bebedor, borracho' son derivados corrientes en
el Perú 7. En Huánuco se usan, además, guarapería 'tienda donde se vende
guarapo' y guarapona 'escandalosa' 8.
Pero guarapo tuvo siempre mayor vitalidad en la zona del Caribe. Lo
demuestran derivados tales como: guarapera o guarapería 'tienda pequeña y
pobre' (Venezuela); guarapero 'vendedor o bebedor de guarapo' (Nicaragua,
Cuba); guarapillo 'bebida fermentada de zarzaparrilla' (Honduras), 'cualquier
infusión medicinal' (Puerto Rico) y 'borrachín' (Nicaragua); guarapazo 'trago de
licor' y, por extensión,

1. Véanse las págs. 65, 69, 89 y 103 de la 2.a edición Sánchez; guarapeo 'acción de
beber guarapo' en íd. íd. 55.

2. Después de las comidas: se trata de una relación crítica de diversos postres limeños.

3. Por acemita 'cierto pan de afrecho'.

4. Descanso IV, Romance 5, pág. 59 de la edición de París.

5. Cacho es en América 'cuerno' y también el cubilete o vaso hecho de un cuerno de


toro, usado principalmente para jugar a los dados.

6. Las profecías del Cojo Prieto, en BCP 9*, pág. 69.

7. Véase el apelativo de "Supremo Huarapero" aplicado a Baco en Sofocleto al pie de la


letra, pág. 12.

8. Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v.

'golpe' (Venezuela, Colombia); guarapearse o enguaraparse 'fermentarse', 'beber


guarapo o agua hasta llenarse' y 'emborracharse' en diversas regiones de
Centroamérica; aguarapado 'poco endulzado' (referido a bebidas, sobre todo al
café) y también 'amarillento, del color del guarapo' en Venezuela; guarapeta
'borrachera' en Puerto Rico y Méjico y 'borracho' en Cuba; guarapetazo 'trago
largo de aguardiente' y guarapetería 'vicio de la embriaguez' en Cuba;
enguarapetarse 'emborracharse' en Puerto Rico, etc. Guaro por guarapo, usado en
Costa Rica, Honduras y Guatemala, se explica por reducción.

En cuanto a modismos, no enfriársele (o no aguársele) a uno el guarapo


equivale en Venezuela a 'no acobardarse', 'conservar la sangre fría en el peligro';

223  
menear el guarapo tiene en Cuba los sentidos de 'castigar' y 'acicatear en el
trabajo'. En Colombia volver guarapo una cosa es 'hacerla trizas' y volverse
guarapo 'empaparse'.

La etimología de guarapo es incierta. La riqueza de derivados en la zona del


Caribe parece apoyar la hipótesis, no confirmada, de origen antillano (caribe o
arahuaco).

Tampoco está confirmada la etimología quechua que prohíja la Academia.


Warapu no se consigna en los más antiguos vocabularios, tales como el de Fray
Domingo de Santo Tomás (1560) o el de González Holguín (1608); parece, más
bien, castellanismo tardío en esa lengua. De ser así, el hecho lingüístico
concordaría con el histórico, pues el cultivo de la caña de azúcar fue, como se
sabe, introducido por los conquistadores.
Queda una tercera hipótesis, que Corominas tiene por más verosímil: la del
origen africano. En Angola y el Congo se llama garapa una bebida alcohólica
hecha de maíz y yuca. Y garapa o guarapa 1 por guarapo se documenta
tempranamente en el portugués del Brasil. La asociación entre el guarapo y los
negros es, por otra parte, antigua 2 y reiterada; por ejemplo, en el Mercurio
Peruano

1. En La Rioja (Argentina) guarapa es la infusión de yerba mate muy aguada


(véase Cáceres Freyre, Diccionario de regionalismos de la provincia de La
Rioja, s. v.).

2. Ya se da en la primera documentación conocida del término (1620), en La


villana de Vallecas, de Tirso: "guarapo ¿qué es entre esclavos?" (citada por
Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v.).

del 19 de junio de 1791 se describe así un duelo entre esclavos:


"Cada concurrente obla medio real para los gastos del entierro, y para comprar la
bebida que se reparte. Esta es por lo común guarapo: algunas veces suele ser
aguardiente" 1.

Y, en Matalaché, López Albújar asocia el guarapo a la vida de los negros


esclavos en galpones 2.

Sea cual fuere el origen de la palabra guarapo, no está claro el cambio de


sentido sufrido por el aumentativo guarapón, adjetivo y sustantivo referido a un
sombrero campesino de anchas alas. Guarapón se usa en el Perú 3, Chile, Bolivia

224  
4
y la provincia argentina de La Rioja. En Chile y Bolivia se llama también
guarapón o guarapona a la persona gorda y pesada.

GUARIQUE

Guarique (escrito también huarique y warike) es en el Perú 'escondrijo,


lugar secreto'. En Huánuco se ha especificado negativamente como 'lugar oculto
destinado a actividades ilícitas' (se emplea también la variante huarica).
En una historia de ladrones ambientada en los alrededores de Lima a fines
del siglo XIX, Camino Calderón relata cómo una banda de salteadores negros se
escondía en huariques para sorprender a los viajeros que cruzaban la Tablada de
Lurín:
"Los huariques consistían en huecos unipersonales, tapados a medias con esteras
de carrizo. Sobre cada estera, Cara'e Caballo [el jefe de la banda], que era el
único que permanecía montado, para poder avizorar, desparramaba una capa de
arena teniendo cuidado de dejar un respiradero.

¡Hay que imaginar la sorpresa y el terror de los infelices viajeros cuando, a


medida que avanzaban, veían que del seno de la arena

1 Tomo II, pág. 123.

2 Pág. 200. Véase galpón en este volumen.

3 Véase el uso sustantivo en Arona, Ruinas, pág. 305; el adjetivo en Palma, Tradiciones,
pág. 1071.

4 El sombrero femenino se llama en ese país guarapona: caso anómalo en que un


sustantivo modifica su género para indicar el sexo de quien lo usa.

brotaban hombres armados, como del caballo de Troya...!" 1.

Guarique no aparece en el Diccionario de peruanismos de Arona ni entre


los Neologismos y americanismos o las Papeletas lexicográficas de Palma. Lo
consigna a principios del siglo XX su hijo Clemente, con la grafía huarique y esta
definición: "lugar reservado o escondido a donde uno acude para librarse de la
compañía de la gente, para reunirse con determinadas personas, generalmente para
conspirar o concertar travesuras vedadas" 2. En su Ensayo sobre la psicología del
gallinazo Valdelomar describe la retirada nocturna de las aves, que "se encaminan
al guarique lejano, al poste abandonado, al sauce viejo, a la torre solitaria, al ficus
coposo..." 3.

225  
El origen de guarique no es claro. Aunque no falta quien le asigne étimo
quechua (un supuesto *wariki, en todo caso tardío en esa lengua), la verdad es que
el término no aparece en los vocabularios antiguos (Santo Tomás, González
Holguín) ni modernos (Lira). Y, fuera del Perú, la palabra no se conoce en otras
zonas americanas de sustrato quechua: Ecuador, Bolivia, Chile, sur de Colombia o
noroeste argentino 4.

Guarique podría tal vez explicarse por deformación del castellano guarida
5
: la terminación -ique, presente en meñique 'dedo pequeño', ha producido
derivados nuevos en algunas hablas regionales de la Península 6. Pero faltan datos
que confirmen esta hipótesis.

1. Cuentos de la costa, pág. 25; véase también, en su Diccionario folklórico,


"guariques de negros cimarrones" (pág. 62). Asimismo Gálvez, Una Lima
que se va, pág. 80 ("La Magdalena con sus guariques, sus ladrones");
huarique en Mejía, Ayer y hoy, pág. 62.
2. En el Glosario que es apéndice de las Crónicas de Corrales, s. v.

3. BCP 9**, pág. 293.


4. A pesar de la coincidencia de forma y significado, no hay posibilidad de que
el peruanismo guarique resulte de reducción del caribe guariquitén (hoy
'rancho o bohío pequeño' y 'camastro' en Puerto Rico y Santo Domingo), tal
como alguno ha sostenido.

5. De origen germánico; documentado ya en Berceo.


6. Por ejemplo, en Salamanca comique 'melindroso para comer' (véase
disticoso), enredique 'enredador, travieso' y tardique 'lento, tardón'.

HAMBRUNA

En el Perú, Chile y el Ecuador se llama generalmente hambruna el 'hambre


colectiva', especialmente aquella que azota una región a causa de sequía,
inundaciones o catástrofes semejantes 1; hambruna es más bien 'hambre extrema',
'gazuza' en la Argentina, Uruguay, Bolivia, Colombia y Nicaragua. En el habla
vulgar de algunas de esas regiones la palabra se pronuncia con h aspirada; esa
pronunciación se expresa a veces por la grafía jambruna.

Hambruna es, obviamente, un derivado de hambre. El sufijo es la forma


femenina de -uno, bastante productivo para la derivación de adjetivos (hombruno,

226  
perruno, gatuno, zorruno), pero excepcional en el caso de formación de
sustantivos como hambruna.
Hambruna se documenta en América desde 1764, en el vocabulario
araucano-español que publicó en Lima el jesuita Febrés: la palabra indígena villa
se traduce como "carestía, hambruna, esterilidad de víveres y mantenimientos" 2.

Arona no incluye hambruna en su Diccionario de peruanismos, pero usa la


palabra (con el sentido de 'hambre extrema individual') en un soneto —por cierto
cruel para con el héroe, e indigno de un descendiente de Unanue— que titula "El
busto de Olaya en el malecón de Chorrillos":
"Este que veis aquí, de tez cobruna 3,

y pelo sospechoso aun cuando lacio,

dominando hecho un Nelson el espacio,

un coy de pescador tuvo por cuna.

Pero alzóse a los cuernos de la luna,

digo mal, de la gloria hasta el palacio,

tragándose voraz un cartapacio

de patriotismo con feroz hambruna.

1. Véase "asedio, hambruna y epidemia" en Palma, Tradiciones, pág. 931. Hambruna(s)


en Alegría, Los perros hambrientos, págs. 121, 129, 130, 138, 140, 165. Hambrunas
en Neruda, Confieso que he vivido, pág. 285.

2. Pág. 661; véase también íd. íd. pág. 355.

3. Nótese este derivado (por cobreña, cobriza) forjado por Arona por mera exigencia de
la rima consonante.

Y mártir fue, pero glorioso Olaya,


y ciñéndose espinas y laureles
dio gran lustre a la gente de atarraya.

Antes, pues, que atracarte de pasteles,


si buscas gloria, pasajero, ensaya,
un atracón a tiempo de papeles" 1.

227  
Mario Vargas Llosa usa también hambruna(s) para referirse al hambre
individual extrema y prolongada:
"… una peste (the Great Plague la llamarían los historiadores) asoló Londres:
murieron millares de personas y la ciudad vivió unas semanas de indescriptible
horror, con la hambruna, los crímenes y robos…".

Vargas Llosa emplea también el poco usado plural hambrunas:


"… las hambrunas del coronel están expresadas en una imagen lastimosa…".
"… las hambrunas que el propio García Márquez había comenzado a pasar en
París, agotado ya el dinero" 2.

En España hambruna es de uso regional. Las hablas regionales de España y


América abundan en derivados de hambre que son sinónimos de hambruna, con
los sentidos de hambre extrema individual o colectiva: en Andalucía y Navarra
hambrina o jambrina; en Andalucía y Salamanca hombrera o jambrera; en
Venezuela hambrada; en Méjico, Puerto Rico, Cuba, Nicaragua, Andes
venezolanos y Argentina hambrusia o jambrusia; en Guatemala hambrosia 3; en
Andalucía, con fusión del artículo, lambrusia, lambruchería y lambruchonería.
Con sentido análogo usa Alegría la forma hambrenque 4. Palma emplea hambrija
por hambriento, hambrón 5. En replana hambrunario, derivado directo de
hambruna, tiene el sentido de 'miserable, desdichado' 6.
La variedad de estos derivados, casi todos despectivos o humorísticos,
muestra cómo algo tan serio como el hambre puede propiciar el juego verbal y el
eufemismo. Ambos son, en realidad,

1. En BCP 9**, pág. 111. Mártir y Olaya subrayados por el autor.


2. Véase García Márquez. Historia de un deicidio, págs. 190, 333, 48, respectivamente.
3. En replana ambrosia, ambrosio es eufemismo por hambre que presupone la forma
hambrosia, tal vez tomada del lunfardo. Mediante el fecundo recurso del juego con
nombres propios basándose en la semejanza fonética (que Corominas llama floreo
verbal), verse con Ambrosio equivale en replana a tener hambre (véase Pino, Jerga
criolla, s. v. Ambrosio).
4. Los perros hambrientos, pág. 95. No se trata de una forma aislada en el lenguaje de
Alegría: la terminación -enque aparece también, con análogo valor aumentativo o
enfático, en grandenque, sabienque (íd. págs. 44, 77) y en tiempenque, abajenque,
nadadorenque (La serpiente de oro, págs. 18, 21, 24, 25).
5. Tradiciones, pág. 577. Con igual sentido se usa en Venezuela y Santo Domingo
hambroso. En Andalucía, hambrera y hambretón; jambrera, jambrío y ejambrío;
lambrución, lambruchón y lambruchero (véase Alcalá Venceslada, Vocabulario
andaluz, s. v.).
6. Véase Bendezú, Argot limeño o jerga criolla del Perú, s. v.
solo recursos psicológicos para atenuar la sensación angustiosa del hambre
mediante la subestimación de la palabra que la expresa.

Hambruna aparecía en el Diccionario oficial, hasta su edición de 1984,


como uso sudamericano y con la acepción de "hambre grande". Desde la edición
de 1992 hambruna aparece, sin indicación regional, con la acepción de 'hambre,
escasez generalizad de alimentos'.

HUACHAFO

228  
En nuestra habla familiar huachafo tiene el sentido aproximado de 'cursi'.
En uso sustantivo predomina el femenino: huachafa es la mujer de mal gusto,
sobre todo en el vestir, y huachafita es la muchacha de origen modesto que
presume de una situación social y económica que no tiene. Huachaferío es el
conjunto de gente de medio pelo o de mal gusto; huachafería, que hoy equivale a
cursilería, se ha usado también como nombre colectivo. Huachafero es el hombre
de nivel social superior que frecuenta la compañía de huachafitas. Huachafoso y
huachafosa son más o menos sinónimos de huachafo y huachafa 1. Menos se
emplea el aumentativo huachafón, -a; mucho, los superlativos huachafísimo, -a y
huachafosísimo, -a. Huachafearse algo es hacerse común, vulgarizarse (menos
frecuente es la forma con prefijo ahuachafarse). Hoy se usa poco el intransitivo
huachafear 'comportarse como un huachafo', 'andar en compañía de huachafas'.
Parece creación personal y libresca el huachafismo que consigna Tovar 2.
Huachafieri es formación humorística del tipo de calatieri y baratieri (véase
calato).
Ángela Ramos hizo la tipología de este espécimen social peruano con
agudeza y fino sentido del humor. Clasificó al tipo masculino en huachafo,
huachafoso y huachafón: "el huachafo es intrascendente; el huachafoso,
incongruente; el huachafón, estridente" 3. El tipo femenino tiene para ella los ricos
matices de la huachafa, la huachafosa y la

1. Huachafo, huachafoso y huachafería fueron admitidos por la Academia,


como peruanismos, en 1968 (aparecen ya en el Suplemento de la edición del
Diccionario de 1970, remitidos a cursi y cursilería).

2. Hacia el gran diccionario de la lengua española, s. v.


3. En Panoramas.

huachafita: "la huachafa es insustancial, la huachafosa bestial, la huachafita


natural"; "la huachafa siente, la huachafosa se resiente y la huachafita consiente";
"la huachafa es una desgracia; la huachafosa una calamidad; la huachafita un
encanto" 1.

La vitalidad del peruanismo huachafo, medida por la riqueza de sus


derivados y de los diversos matices semánticos que en ellos se expresan, es, como
se ve, muy grande. Sin embargo, se trata de un uso relativamente nuevo.
En 1915 afirma Enrique A. Carrillo, Cabotín, que huachafo es un "modismo
de difusión reciente" cuyo creador, según le han asegurado, es Jorge Miota 2.

229  
En 1938 Clemente Palma afirma, coincidentemente, que huachafa es un
"modismo inventado hace treinta años" por Jorge Miota, "gran observador de las
costumbres y psicología de la clase media" 3. La fecha deducida, 1908,
corresponde al auge de la revista limeña Actualidades. Precisamente entre los
colaboradores de Actualidades menciona Gálvez a
"Jorge Miota, introductor del término huachafita con diferente sentido al
colombiano guachafita por gresca, zalagarda o tremolina, aquí aplicado a la
muchachuela presuntuosa y cursilona, dengosa y melindrera. El vocablo tuvo
fortuna, creció y floreció en innúmeras variantes: Huachafo, huachafoso,
huachafero, huachafería, huachafear, y le infundió gracia vital Fausto Gastañeta

1. En Panoramas, setiembre de 1934. Este artículo fue reproducido en Pregón


(diciembre de 1951) y en el Boletín Cultural Peruano (febrero-marzo de 1959).

2. Viendo pasar las cosas, pág. 68 n. En el mismo artículo escribe: "¡Simpáticas


adorables huachafitas! Ellas no son responsables por el leve ridículo que a veces las
envuelve [...]. La huachafería es don divino [...]. La huachafería es cualidad innata
también. Hay huachafos políticos, huachafos literarios, y nada se generaliza más que
la huachafería sentimental" (pág. 70). Véase Contribución al estudio de la
huachafería en el arte en Héctor Velarde, Obras completas, 2, págs. 393-396. Usos
de huachafo y sus derivados en Gamarra, Cien años, pág. 20; Blume, Sal y pimienta,
págs. 62, 135, 36, 153, 154, 155, 156, 158, 159, 182, 183, 203, 222, 257, 287; Gálvez,
Nuestra pequeña historia, pág. 281; Diez Canseco, Duque, pág. 59; Vargas Llosa, La
ciudad y los perros, pág. 330 y Los cachorros, págs. 56 y 81. Véase igualmente un
artículo de Vargas Llosa sobre la huachafería, titulado "¿Un champancito,
hermanito?" en El Comercio de Lima, 28 de agosto de 1983, pág. 2.

3. Glosario anexo a las Crónicas de Corrales, s. v.

con su creación caricaturesca de doña Caro y sus hijas Zoraida y Etelvina" 1.

Son, pues, de general consenso el origen colombiano de huachafo 2 y su


introducción bastante reciente por Miota, cuentista nacido en Apurímac en 1870 y
muerto en 1926 en Buenos Aires, vencido por la miseria y la locura.

El sustantivo guachafita 'desorden', generalmente alegre y bullicioso, tiene


más de un siglo de vida en Venezuela y se conoce también en Colombia. Miota
fue un gran viajero, a veces en cuerpo y otras veces solo en espíritu; quienes lo
conocieron creían que bien pudo aprender por allá ese término y aplicarlo aquí a
fiestecitas de medio pelo y a sus jóvenes anfitrionas. De ser ello cierto, la forma

230  
guachafa se debería a falsa regresión, por haberse tomado el terminal de
guachafita como un sufijo de diminutivo. De guachafa habría salido luego, por
analogía, el masculino guachafa, y de este los demás derivados 3. Pero las
etimologías con nombre propio e

1. Calles de Lima, págs. 47-48 (huachafita subrayado por el autor). Después de recordar
las típicas visitas y tertulias limeñas dice Gálvez: "Donde se mantiene mucho la
costumbre de las visitas es entre las huachafas [...]. Los huachaferos gozan
inmensamente con estas tertulias en las que hay un movimiento y colorido semejantes
a los que hubo en las antiguas casas más encumbradas de Lima. La huachafería no es,
efectivamente en el fondo sino un atraso en las costumbres, un rezago y una dificultad
de adaptación que engendra a mi ver imitaciones exageradas o deficientes... Entre los
visitantes no hay que olvidar, junto al huachafero o amante y especialista de la
huachafería, el huachafoso, parte integrante de ella..." (Una Lima que se va, págs.
175-176). Cfr. el superlativo huachafosísimo en Héctor Velarde, Obras, 2, págs. 294
y 396.

2. Lo aceptan, además, Enrique Tovar (ob. cit. s. v.), Federico Schwab (en la revista 3,
N.º 4, marzo de 1940, págs. 16-22, artículo titulado "Lo huachafo como fenómeno
social") y Gastón Roger (artículo titulado "Elogio de la huachafa" que incluye esta
descripción impresionista del término: "curiosa combinación de tres sílabas, en que
apuntan un diptongo travieso, una ch obesa y bufona y una f insultante"). Véase, de
Willy Pinto Gamboa, "Envés y reflexión de lo huachafo" (Letras, Año 48, N.os 84-85,
1976, págs. 135-201), ensayo cuyo subtítulo es, precisamente, "Jorge Miota: vida y
obra".

3. La escritura con g o h en casos como este no representa ninguna diferencia de


pronunciación. Es normal en español que el diptongo inicial (h)ua reciba refuerzo
consonántico (g) según circunstancias de énfasis, nivel de habla, etc. Y es igualmente
normal que una g que precede a dicho diptongo se desgaste tanto que acabe por
vocalizarse y confundirse con la u inicial (semiconsonante) del diptongo. Esa es, en
esencia, la explicación de la vacilante grafía en cuanto a algunos quechuismos
incorporados al castellano o a voces de incierta etimología (véanse guaragua, gua-
rapo, guarique, huacho).

historia pintoresca despiertan la suspicacia del filólogo: el triunfo de la iniciativa


personal históricamente identificada es muy raro en materia de lenguaje 1.

Otra posibilidad etimológica, respaldada por Rosenblat y Corominas 2,


supone que la guachafita del Caribe y la del Perú están relacionadas como
extremos de una evolución bifurcada del español guachapear. Esta palabra, de
creación expresiva (como sus sinónimos chapalear y chapotear ), desarrolló una
serie de usos figurados: 'sonar, por estar mal sujeta, una plancha de metal, o una
herradura' y, de allí, 'no tener bien asentada la cabeza' 3, 'hacer algo
chapuceramente', 'garabatear', 'alborotar' 4. De guachapear pudo salir, por
regresión, guachapa, documentado hace más de un siglo en Venezuela con el

231  
sentido de 'desorden en un garito'; son también viejos el diminutivo guachapita y
las respectivas formas alteradas guachafa y guachafita, que al fin se impusieron.
Pero queda por explicar la coincidencia del cambio consonántico p > f en
regiones tan distantes. Asimismo, la coincidencia del uso de guachafa 'mujer
cursi' en el Perú y Centroamérica (Guatemala) que señala el mismo Corominas,
difícil de explicar en un caso moderno, por no ser ya Panamá un crisol de lengua
común hispanoamericana.
La hipótesis del origen colombiano del peruanismo huachafo se refuerza,
sin embargo, con estos datos que me proporciona Estuardo Núñez:

1. Un ejemplo peruano excepcional es la generalización de marinera, nombre propuesto


por Abelardo Gamarra en homenaje a nuestra Armada, vencida con honor y heroísmo
en 1879. Pero en ese caso se trataba de remplazar el ya impronunciable nombre de
chilena con que dicho baile se había conocido (también con el de zambacueca o
zamacueca, luego abreviado en cueca en Chile y antes en zamba en el Perú: véase
zambo). Caso más cercano al de huachafo es el de cursi, de sentido más o menos
equivalente: vocablo semijergal, de origen incierto, documentado en la Península
después de la primera mitad del siglo XIX, tiene como presunta etimología la
inversión silábica de Sicur, igualmente presunto apellido de unas muchachas
andaluzas que vestían chocarreramente (véase Corominas, Diccionario crítico
etimológico, s. v.).

2. Véanse, respectivamente, Buenas y malas palabras, 2.ª serie, págs. 277-282 y


Diccionario crítico etimológico, s. v. agua.

3. Es imagen similar a la que subyace en la expresión faltarle (a uno) un tornillo.

4. Hay datos sobre el uso de guachapear 'hurtar, más como travesura que como delito'
en el Perú, así como también sobre su postverbal guachapeada. Dichos usos se
conservan en Chile.

"Alrededor de 1890, llegó a Lima una modesta familia de emigrados colombianos


(probablemente algún político exilado y los suyos) y se avecindó en la calle del
General, muy próxima al cuartel de Santa Catalina. Como en dicha familia se
contaban unas jóvenes casaderas y atractivas, estas solían organizar
frecuentemente fiestas bastante alegres a las que llamaban guachafas. La
expresión fue bien acogida por los concurrentes a las fiestas —vecinos de barrio
y, sobre todo, oficiales del contiguo cuartel— y con el tiempo las dueñas de casa,
que tenían un apellido poco común y algo difícil, eran conocidas por el
sobrenombre de huachafas. La denominación de la fiesta pasó a aplicarse a sus
organizadoras que eran modestas muchachas de clase media, de cierta estrechez
económica y que se esforzaban por aparentar ante sus invitados y vecinos más de
lo que eran o tenían. Esta versión la he recogido de dos fuentes distintas: el
testimonio de una antigua señora de Lima avecindada a fines de siglo en la calle
del General (mi abuela materna), que sufrió un tanto con el estruendo de las
mentadas fiestas, y el dicho de un militar entonces oficial acantonado en el

232  
cuartel de Santa Catalina (mi padre) que, como sus compañeros, era asiduo
concurrente a las fiestas de las alegres colombianitas" 1.

Esta explicación parece más verosímil que aquella forjada alrededor de la


presunta intervención de Miota, u otras aún más retorcidas o arbitrarias 2.

HUACHO

En el habla familiar peruana huacho es 'fracción de un billete de lotería';


se usa menos el derivado huachero como equivalente de suertero (véase suerte en
este volumen). Como adjetivo, huacho

1. Véase una explicación análoga de Estuardo Núñez a Federico Schwab en la revista 3,


N.° 4, marzo 1940, págs. 17-18.

2. Ricardo Blume recuerda la etimología propuesta por su abuelo, el humorista Federico


Blume: huachafo < Whitechapel, nombre de un barrio alegre de Londres, pronunciado
aproximadamente huaitchápol, por el que preguntaban los marineros ingleses al
desembarcar en el Callao (Como cada jueves, págs. 48-49). Recoge, con ligeras
variantes, esta hipótesis etimológica, Felipe de Lucio en Del origen de las palabras y
las frases, pág. 93.

o huacha califica a la persona que está sola por ausencia de un ser querido 1.

Huacho viene del quechua wakcha o wajcha 'pobre', 'huérfano'. Este último
sentido está latente en los usos peruanos mencionados: huacho era, en un
principio, no cualquier fracción del billete de lotería, sino solo la última, la que
quedaba "huérfana" y era voceada por eso, según una superstición, como probable
favorita de la suerte. Pero, al hacerse huacho equivalente de cualquier fracción,
nació la forma aparentemente redundante del pregón: ¡el último huachito!
Posteriormente se documenta el diminutivo solterito para designar la fracción que
queda última cuando se vende el billete entero de lotería por fracciones.

La extensión americana de huacho coincide con el área de sustrato quechua:


Perú, Colombia, Ecuador 2, Chile y norte de Argentina 3. En Colombia la variante
guache 4 se ha hecho sinónima de 'rústico'; gauchear es comportarse como tal,

233  
guachada 'vulgaridad' (en la Argentina, 'acción mal intencionada') y enguacharse
'rebajarse'. En Chile huacho es 'huérfano', y también la 'cría animal huérfana que
crece en casa'; huachaje el 'rebaño de terneros sin madre', ahuachar 'domesticar' y
ahuacharse 'encariñarse'; huacha es la planta de cultivo que accidentalmente crece
sin haber sido sembrada (en la Argentina, guascha); huacho, el objeto desparejado
(uso que también se documenta en el Perú). El compuesto híbrido huachalomo
por solomo, usado en Chile y el Perú, parece estar en la misma línea que el
argentino (La Rioja) guachalocro 'locro [guisado de zapallo] pobre'.

En cuanto a la alternancia huacho / guacho, extendida a sus respectivos


derivados, es simplemente gráfica y no expresa diferencia de pronunciación, la
cual es normalmente fluctuante en castellano tratándose del diptongo inicial
(h)ua-. Las voces indígenas que lo tenían, al asimilarse al español, se sometieron a
la tendencia hacia

1. Véase guacho 'solo' ya a fines del siglo XVIII (Drama de los Palanganas,
pág. 33 de la 2.a edición Sánchez: "... en tu ausencia está guacho..."

2. Donde se usa la forma, más próxima al quechua, huaccha; en Arequipa,


análogamente, huajcho.

3. En Catamarca (como en Arequipa) guajcho; también allí y en La Rioja


guascho. Véase "huachos (por decir gauchos)" en Sarmiento, Facundo, pág.
30.

4. Otra variante colombiana es guaucho.

la consonantización del primer elemento del diptongo, que es hoy muy fuerte en la
lengua y lo era ya en el siglo XVI. En las primeras transcripciones de lexicógrafos
y cronistas se prefiere, por ello, la grafía gua- (hua- indica una reacción cultista
posterior) l.

Por ello, igualmente, Covarrubias y Autoridades consignan como guácharo


(y no huácharo) esta forma, que parece variante híbrida de guacho con el sufijo
átono castellano -aro. Guácharo se documenta ya en Caviedes 2, sobrevive en
Guayaquil y ha dado en Chile huacharaje 'rebaño de terneros sin madre', 'conjunto
de hijos ilegítimos'. Esta última acepción se explica porque en Chile ha habido
contaminación de huacho con el también quechua wách'ukk 'adúltero' y, como
consecuencia, el sentido de 'huérfano' ha sido desplazado por el de 'hijo ilegítimo',
'bastardo'.
Basándose en esta evolución semántica, Corominas opina que la difusión de
guacho y guácharo en España (muy efímera) se explica por los numerosos hijos

234  
ilegítimos que los conquistadores tuvieron en mujeres indígenas americanas 3.
Pero no proporciona datos que comprueben esta hipótesis, y las supervivencias
regionales de guacho en la Península (tiene los sentidos de 'cría de ave, pollo' en
Andalucía y 'chiquillo' en Albacete, Cuenca y Murcia) no indican predominio de
la acepción de 'bastardo' sobre la de 'huérfano'.

Por otra parte, parece que el sentido quechua original de 'pobre, miserable,
indigente', era todavía vivo en el castellano del siglo XVII y principios del XVIII,
pues subyace en las acepciones 'hidrópico', 'llorón, quejoso' que incluye
Autoridades bajo guácharo.

JABA
Jaba, 'cajón enrejado usado para el transporte de objetos frágiles', es un
indigenismo original de la América Central; procede probablemente del taíno
(arahuaco insular).

1. Véanse antes huachafo, guaragua, guarapo, guarique.


2. En la expresión redundante botado-guácharo (véase botar) que equivale a
algo así como expósito-huérfano (BCP 5, pág. 208).
3. Diccionario crítico etimológico, s. v. guacho.

Oviedo relata, hacia 1526, que los indios de Cuba y Haití "hacen unas
cestas que llaman havas para meter la ropa e lo que quieran guardar, muy bien
tejidas". La grafía hava (o haba, también variante antigua) corresponde
fonéticamente a la actual jaba o java: la h se pronunció hasta el siglo XVI como
aspirada 2 y la v se pronunciaba —y se pronuncia— en castellano como bilabial, al
igual que la b.
Los españoles extendieron el uso y el nombre de la jaba desde el Caribe
hasta Chile, pero el área original del término sigue siendo la de su vida más rica.
En Cuba jaba ha conservado su acepción primitiva de 'cesto para guardar objetos'
(su derivado jabuco designa específicamente el cesto redondo de boca angosta);
en sentido figurado jaba es 'joroba'. En Guatemala jabear es 'robar'; en Riohacha
(Colombia) jabudo es 'grande', referido a objetos.

En Cuba son también importantes los modismos a que ha dado lugar esta
palabra. Tener (o llevar) en jaba (un negocio, contrato, etc.) equivale a 'tenerlo

235  
seguro', pero tener (o llevar) la jaba es 'no haber soltado el pelo de la dehesa' (se
dice también soltar la jaba) 3. Tomar la jaba es 'salir a mendigar' (porque jaba se
llama también la 'mochila del mendigo') o estar en situación de tener que hacerlo.
No poder ver a otro con jaba grande expresa gráficamente la actitud del
envidioso.

Arona describe la jaba como "especie de arpillera hecha de palos


sarmentosos y reciamente entretejidos, de forma cúbica, como de una vara en
cuadro" 4, usada para acondicionar la loza entre paja. Palma dice que jaba es el
"cesto en que se guarda la loza" 5. Los usos peruanos modernos se refieren tanto al
transporte de loza (que hoy se empaca generalmente en cajas o cajones de paredes
completas) como al de fruta y al de pollos vivos. Por este último uso el nombre de
jaba se ha extendido a las 'jaulas' o 'criaderos' de metal (en Chile se llama jaba de
defensa el enrejado de metal que potege de la erosión la orilla de un río).

1. Citado por Lenz, Diccionario etimolójico, s. v.

2. Véanse jalar, hambruna y zamaquear en este volumen.

3. Tener gato en jaba es en Puerto Rico tener galo encerrado.

4. Diccionario de peruanismos, s. v.

5. Neologismos y americanismos y Papeletas lexicográficas, s. v.

Cabe, por último, anotar la posibilidad de que la voz de replana jabe


'cuarto de soltero' 1 tenga relación con jaba en su sentido de 'jaula'

JALAR
Jalar es la misma palabra castellana halar, pronunciada con la h
aspirada que tenía en el siglo XVI (que representa la grafía moderna jota). Halar
se tomó a mediados de ese siglo del francés haler 'tirar de algo por medio de un
cabo', voz marinera de origen germánico. En la mayor parte de España halar fue,
y es, término exclusivo del habla marinera.

En Andalucía, Santander y otras regiones de la Península, en cambio,


halar extendió sus usos a actividades de la vida terrestre, al mismo tiempo que
conservaba la vieja pronunciación 2. En América pasó algo semejante, pero con
desarrollos extremos. En el Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, la

236  
América Central, Antillas y Méjico, por ejemplo, jalar ha llegado a desplazar casi
totalmente a tirar en los usos que expresan movimiento hacia el sujeto: las puertas
de vaivén de los establecimientos, por ejemplo, tienen como letreros opuestos
empuje y jale.

Se dice corrientemente jalar el pelo, jalar las orejas, jalar el vestido; en


sentido figurado jalar las orejas es 'reprender' y jalar la lengua 'sonsacar' 4. Un
jalón es un tirón 5 y jalonear, con su postverbal

1. Pino, Jerga criolla, s. v. Véase jabe en Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, I,


págs. 42, 308, 309, 312, 313; jabecito, íd. íd. 345 (cfr. antes camalito).

2. En Andalucía jalar es figuradamente 'comer con apetito' y 'caminar de prisa'; véase


esta acepción en Valle Inclán, Tirano Banderas, pág. 132.

3. En La serpiente de oro Alegría usa jalar, jalar agua o jalar las palas por 'bogar,
remar' (págs. 20, 21, 29, 108, 225). En Bolivia, Puerto Rico y parte de Méjico jalar es
'irse, largarse': en Bolivia se dice mandarse jalar (como mandarse mudar); en Gua-
temala jalar camino es 'emprender la marcha'.

4. Véase jalar por tirar en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, págs. 65 y 66; jalarse
los pelos en íd. íd. 67; jalar la lengua 'sonsacar' en íd. La casa verde, 84; jalar las
orejas en La señorita de Tacna, 98; jalar la cadena (del retrete o excusado, modelo
antiguo) 'hacer correr el agua del retrete' y, en uso figurado, 'dar por concluido' algo,
'pasar a otra cosa' en Conversación en La Catedral, II, 187, 263 y I, 14 (uso figurado).
Véase jalar la lengua 'sonsacar' en Alegría, La serpiente de oro, 28. En la prosa de
Vallejo predomina el familiar jalar sobre el literario halar; véase Novelas, págs. 199,
286, 289, 294 (jalar) y 70 (halar).

5. Véase jalón en Vallejo, ob. cit. 235, 294; jalones de mechas en Clemente Palma,
Crónicas de Corrales, pág. 68.

jaloneo, equivalen a tironear y tironeo; ojos jalados son aquellos oblicuos o


achinados; en uso sustantivo jalado es apodo del asiático.

En el Perú jalar tiene el uso metafórico de 'desaprobar, suspender,


reprobar' en un examen 1, jalada es la acción y efecto de desaprobar; jalado o
jalada es el curso o materia suspendidos ("¿cuántos jalados tienes"). La
suspensión o desaprobación en masa es una jaladera; el profesor exigente,
jalador.

También en el Perú, como en otras regiones de América, se usa jalar con


el sentido de 'atraer'; jale es 'atractivo': tener jale 2. Jalar se usa asimismo por
'cobrar', especialmente en demasía: "¿cuánto te jalaron por eso?". Jalar también
se entiende como 'inhalar cocaína' 3.

Parece haber caído en desuso en el Perú el compuesto jalapato,


diversión que consistía en descabezar un pato a tirones; también el uso de jalar
con el sentido de 'hablar mal, denostar' documentado todavía en el Tunante 4. Son
nuevos, en cambio, jalar por rendir, sobre todo en usos negativos: "ya no jalo" (es

237  
decir, 'ya no doy más') y por llevar en automóvil, como favor o cortesía: "¿puedes
jalarme?". Jalarse la cara es 'hacerse la cirugía estética en el rostro'. Estar jalado,
medio jalado o jaladito era aquí y en otras partes 'estar achispado' 5.

En jalar confluyen, pues, dos importantes rasgos que caracterizan el


conjunto del español de América frente al de la Península: el arcaísmo (expresado
en la conservación de la h aspirada)

1. Véase este uso en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, págs. 20, 21 y 37.

2. En replana jale es la 'cita amorosa clandestina' y también la 'prostituta' (véa-


se Bonilla, Jerga del hampa, págs. 23 y 51; también Pino, Jerga criolla, s.
v.). En la América Central jalar tiene el sentido figurado de 'hacer el amor';
jaleo es 'amorío, galanteo'; jalón 'novio, galán' y jalona 'coqueta'.
3. Nótese que en el cultismo inhalar (in-halar) está la forma general halar (y,
por tanto, jalar).

4. En Cien años, pág. 59: "en casa del diputado contra, todos jalan a S. E.".
5. Véase jaladito en Segura, Artículos, pág. 327. En Méjico tiene el mismo
sentido el derivado jalisco que juega con el topónimo idéntico (en Bolivia
jalisco es 'ladrón', porque jalar se usa también como eufemismo por robar,
estafar, arrebatar). Jalado es 'demacrado' en la América Central y Riohacha
(Colombia); en algunas regiones de Méjico tiene el sentido de 'obsequioso'.
Jalada es en Guatemala la manija del automóvil. Jalarse es 'embriagarse' en
gran parte de América; en Cuba y Colombia jala o jalera es 'borrachera'; en
Méjico y Guatemala jalón es 'trago de aguardiente'.

y el marinerismo en tierra, según expresión de Amado Alonso 1. Términos


circunscritos en España al habla marinera se incorporaron definitivamente, por la
fuerza de las circunstancias, al habla de los pasajeros que iban a Indias, y pasaron
con ellos desde el barco hasta las más recónditas regiones de este continente.

JUANILLO

En el Perú se llama juanillo la remuneración dada al inquilino que cede


sus "derechos" al traspasar el alquiler de un inmueble, y también el sobreprecio
inicial pagado al propietario para adquirir este derecho; el nombre se aplica
igualmente al monto de dinero que se paga por el traspaso de un negocio. El
juanillo está previsto en algunas disposiciones legales peruanas, que aun con-
sideran la posibilidad de una puja entre postores 2.

238  
También se llamaba juanillo hasta hace algún tiempo —el nombre
probablemente se conserva en algunas localidades del país— la prima o derecho
que cobraba un Concejo o Municipio por adjudicar en arriendo cada puesto de
venta en un mercado 3. En Chile juanillo es la gratificación que dan el comprador
y el vendedor (o solo uno de ellos) a los intermediarios que actúan en una
operación de compraventa. Una frase de Martí parece darle el significado de
'sobreprecio' 4.
Pero en los usos peruanos antiguos de juanillo predominaba un matiz de
ilegalidad que lo hacía sinónimo de cohecho, soborno. La Gaceta del Gobierno
del Perú correspondiente al 1 de junio de 1822 publicaba, por ejemplo, este aviso
oficial:
"Para evitar los abusos que en perjuicio de una porción considerable de familias
indijentes [?] pueden cometerse en la venta por menor de tabaco, exijiendo con el
nombre de juanillo una

1. Véase ELTH, págs. 63-67.

2. Véase Tauro, Enciclopedia ilustrada del Perú, 6 vols., s. v.

3. Santamaría da, como sinónimos de juanillo, en Méjico guante y en El Salvador


corcovo (Diccionario general de americanismos, s. v.).

4. En una nota periodística del 7 de noviembre de 1881 dice que "Mr. Gould, el
pobrecito de Nueva York, gobierna 11.714 millas de ferrocarril, cuyo valor, con su
juanillo, alcanza a $ 616.500,000..." (Sección constante, pág. 37).

gratificación de los que quieran ser preferidos para la compra de tabaco de mejor
calidad, el gobierno ha resuelto que [a] todo el que denunciare al director de la
renta algún abuso a este respecto, probado que sea, se le dará una gratificación de
50 pesos, cuya suma pagará el infractor, y a más se le impondrá la pena que esté
en proporción a las circunstancias del abuso" 1.

En 1880 Manuel Atanasio Fuentes parodiaba en verso un decreto de


Piérola por el cual se había creado una Oficina de Asuntos Reservados:
"Corresponden en todo a esa oficina los tratos y contratos, instrucciones a los
comisionados, donaciones, el juanillo, el regalo, la propina, cuanto derroche y
pago mal empleado, y todo negociado o todo asunto que de malversaciones en el
punto merezca estar oculto y reservado" 2.

Y por esos mismos años el Diccionario de peruanismos de Arona


registraba juanillo como "soborno". El autor declaraba no conocer el
correspondiente término español —en realidad no hay un sinónimo estricto— y lo
equiparaba, en lenguaje jurídico, a adehala que (como momio, alboroque y otros)
tampoco es específico.

239  
Juanillo es obvio derivado del nombre propio Juan, tradicional
designación del hombre simple 3 y raíz de derivados despectivos del tipo de
juanete 'sobrehueso del pie'.

En cuanto al sufijo -illo, este ha ido abandonando su función de


diminutivo para asumir la muy importante de renominalizador o incrementador
del léxico a base de raíces nominales; el derivado puede tener muy poco que ver
con el sentido de la raíz correspondiente. El hablante no asocia hoy entre sí
parejas de sustantivos tales como cabeza y cabecilla, gato y gatillo, manzana y
manzanilla, pata y patilla, torno y tornillo, etc.

1. Reproducido en Gálvez, Nuestra pequeña historia, págs. 186-187.

2. En Ramillete o repertorio, pág. 156. Véase negociado más adelante.


3. Recuérdense Juan Lanas y Juan Palomo. Ser Juan y Manuela es 'no servir
[algo] para nada'. En Venezuela Juan Lanas se ha cambiado en Juan Bimba;
en la América Central, en Juan Vainas. El huevo de Colón se ha hecho en
algunas partes el huevo de Juanelo.

La lengua hizo uso abundante de este recurso durante el descubrimiento


y colonización de América, cuando hubo que dar nombre a centenares de nuevas
especies animales y vegetales. Basados en muy débiles y hasta caprichosas
semejanzas se impusieron desde entonces nombres tales como cochinilla, tigrillo,
zorrillo, higuerilla, granadilla, cascarilla, jobillo, uvilla, conejillo [de Indias]
(cuy), etc. El español de América muestra gran proporción de términos
diferenciales de este tipo: mantequilla 'manteca de leche' (también usado en
España), estampilla 'sello de correos', esterilla 'fino tejido de esparto', postemilla
'absceso en la encía', aceitillo 'aceite de tocador', jaboncillo 'jabón disuelto y
hervido', huesillo 'hueso de melocotón con algo de pulpa secada al sol', planilla
'liquidación de sueldos', todos usados en el Perú. El sufijo puede añadirse
excepcionalmente a adjetivos para producir sustantivos: blanquillo 'melocotón de
pulpa y piel blanquecinas', raspadilla 'hielo raspado con jarabe' y azulillo 'añil
para la ropa', igualmente usados en el Perú. En el caso de tinterillo 'rábula,
picapleitos', el sufijo se ha aplicado a tintero, nombre del objeto emblemático del
oficio.
Juanillo se explica, pues, como derivado del nombre propio Juan
mediante el sufijo -illo; puede haber sido originalmente una derivación

240  
eufemística. Y es probable que haya tenido en otros tiempos mayor vigencia en el
castellano de América.

LABERINTO

Laberinto viene del griego labyrinthos, nombre de la intrincada


construcción cretense que, según la mitología, fue obra de Dédalo. Ya el latín
labyrinthus había tomado el sentido metafórico de 'enredo, embrollo, dificultad
inextricable' que tiene igualmente el castellano laberinto desde la época clásica.

Pero en el Perú, Méjico y Nicaragua el cultismo laberinto se ha hecho


término del habla familiar con el sentido de 'algazara', bullicio', 'desorden': se ha
pasado de un concepto espacial y estático a otro temporal y dinámico.

Los nuevos usos apuntan ya en algunos textos viejos, si bien todavía en


ellos pueden encuadrarse dentro de la acepción figurada general de 'confusión',
'enredo'. Así, un anónimo manuscrito

limeño de fines del siglo XVIII anota, a propósito de la creación del Estanco del
Tabaco:
"Para todas las enunciadas disposiciones fue nombrado pa[ra] Director Gral. el
S[eñ]or Josef Antonio de Larriba, quien pa[ra] el menos laverinto de estas
Operaciones dispuso el q'e cada lavor fuese en Sala separada con sus números a
la Puerta..." 1.

En la misma línea está el uso que se documenta en una carta de Bolívar a


Santa Cruz fechada en La Paz el 14 de setiembre de 1825 (no se olvide que los
amanuenses, entonces generalmente peruanos, solían desarrollar escuetas minutas
del Libertador):
"Aquí me he encontrado en un laberinto de enredos suscitados por los
patriotas..." 2.

Los usos peruanos actuales, más definidos, se documentan desde hace


más de un siglo largo en la prosa y en el verso de Segura. Véase este párrafo de un
artículo sobre la confusión de la vida moderna:
"¡Qué Babilonia, Dios mío, qué Babilonia! repetirían los pobres viejos,
atolondrados de ver tanto movimiento, tanta actividad, tanto laberinto..." 3.

241  
Y en El resignado exclama un personaje:
"¡Esta es una Babilonia!
¡Un laberinto infernal!
¡Está Lima de correr
y no volver a ella más!" 4.

A principios del siglo XX Palma cuenta a su hijo Ricardo cómo el


advenimiento de un nuevo nieto "puso a la familia en laberinto" 5.

1. Citado por Gálvez en Nuestra pequeña historia, pág. 177.

2. Bolívar, Obras, II, pag. 212.

3. Artículos, pág. 50.

4. Acto II, escena IX (en Artículos, pág. 213). Véase también Las tres viudas,
acto III, escena I (en Comedias, I, pág. 219). Cfr. el plural en Gamarra,
Rasgos, 61 ("... en medio de estos laberintos...").
5. Cartas indiscretas, pág. 150. Véase un uso semejante, referido a una
vivienda que se está amoblando ("La casa era, pues, un laberinto") en
Moncloa, Tipos menudos, pág. 4. Cfr. otro uso de laberinto 'alboroto,
confusión, desorden' en Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, II,
105.

Sentido análogo tiene la palabra en la obra y el título, Amor, gran


laberinto, de Sebastián Salazar Bondy:
"¡El amor es un gran laberinto! ¡Todo lo trastorna!" 1.

En el Perú y Méjico se usa también el derivado (con el sufijo -oso, tan


fecundo en América) laberintoso, que puede tener los sentidos de 'bullicioso,
alborotador' (en el Perú) o 'chismoso, escandaloso' (en Méjico). Gálvez, por
ejemplo, se refiere a
"la laberintosa oposición de los domínicos [sic] y mercedarios a la erección de la
nueva casa agustiniana primitivamente en San Marcelo, allá por el siglo XVI…"
2
.

No es hoy corriente, por lo menos en Lima, el equivalente laberintero


que consignan algunos lexicógrafos como uso peruano o mejicano 3. En la costa
del Ecuador se usa enlaberintarse por entusiasmarse; dicho verbo hace suponer
un uso figurado de laberinto 'entusiasmo'.

242  
En cuanto a las hablas regionales españolas, en Salamanca se registra
laberiento (y aun labariento) con el sentido de 'ocupación, tráfago'. Se trata sin
duda en este caso de una divergente evolución semántica apoyada en una
importante alteración formal.

LAJA

Laja, término propio del lenguaje marinero, designa el 'bajo de piedra'


que generalmente forma capas o filos y que suele hallarse a la entrada de los
puertos. Según Corominas, se tomó del portugués laja o lage (de probable origen
celta) que tiene análogo sentido y muy rica vida en dicha lengua. En castellano
laja se documenta desde mediados del siglo XVI, casi siempre en referencia a
viajes marítimos a América 4. Pero en este continente el término

1. Comedias y juguetes, pág. 67.

2. Estampas limeñas, pág. 115. Véase "perros que ladran laberintosos" en


Reynoso, En octubre no hay milagros, pág. 91.

3. Por ejemplo Tovar (Hacia el gran diccionario de la lengua española),


Malaret (Diccionario de americanismos) y la edición de 1987 del
Diccionario Vox.

4. Véase, por ejemplo, Sarmiento de Gamboa, Viajes al estrecho de


Magallanes, edición Rosenblat, I, págs. 55 y 254.

marinero pasó al habla común, con las consiguientes extensiones de sentido.


Ya a mediados del siglo XVII el padre Cobo describe así "las piedras
para fábricas" que hay en las inmediaciones de Lima:
"Todos los cerros deste valle de Lima son de rocas, peñas y lajas muy duras, de
donde se corta piedra para los edificios de mampostería; unas de estas rocas son
piedras sueltas como grandes tinajas [sic]; otras, grandísimas, contiguas unas de
otras. Deste género de piedras duras y lajas vemos cerros que tienen vetas
seguidas encajadas entre otras peñas, al modo de las vetas de metales, y son del
grosor de uno a dos palmos. Estas piedras, pues, así encajadas en otras, son
buenas para edificios de mampostería, porque tienen las dos haces ['caras'] llanas
y lisas; y desta suerte de piedras se labró la muralla del puerto del Callao. Otras
deste género de lajas son muy delgadas, porque están compuestas de hojas a
manera de hojaldre desde el grosor de un real de a ocho hasta uno, dos y cuatro
dedos; de donde se sacan losas y pizarras muy delgadas y llanas para enlosar el
suelo; y los indios solaban con ellas los terrados de sus casas y sepulturas" 1.

Hoy laja es voz corriente en el Perú y casi todo el resto de América con
el sentido de 'losa, lancha, piedra naturalmente plana, generalmente pizarrosa y

243  
cortante, de poco espesor y superficie algo irregular' 2. Se conserva igualmente en
Filipinas, Canarias, Galicia y Andalucía; en la sierra de Cartagena (España) es
nombre popular de un mineral; en Navarra laja (seguramente a partir de la idea de
'superficies planas superpuestas') ha tomado el sentido de 'aparador o armario de
cocina', por los anaqueles que lo componen.

En Chile laja es también 'lasca de piedra desprendida de otra mayor' y


'canto rodado' (con este sentido se emplea mucho el diminutivo lajuela). En
Nicaragua laja ha ampliado su significado hasta hacerse equivalente de 'piedra' en
general. En Colombia el término

1. Historia del Nuevo Mundo, edición BAE, I, pág. 120. Véase laja en
Concolorcorvo, El lazarillo de ciegos caminantes, edición BCP, pág. 302.

2. En América losa no es palabra corriente (se emplea algo en la lengua


literaria, sobre todo para referirse a la del sepulcro); su desuso se explica, en
parte, por interferencia de loza, que resulta homófona a causa del seseo. Por
otro lado, lancha se emplea casi exclusivamente en su acepción de
'embarcación menor'. Véanse usos peruanos de laja por losa en Alegría, La
serpiente de oro, págs. 81 y 83; Arguedas, Amor mundo, 170, 179; Ribeyro,
Crónica de San Gabriel, 186.

se aplica especialmente al 'promontorio rocoso' que sirve de refugio en caso de


inundación o crecida de un río. En el Ecuador laja es hoy 'terreno escarpado'. En
Honduras tiene, aparte del significado americano básico, el de 'polvo blanquizco
usado para limpiar metales'. En la selva del Perú, por último, laja ha llegado a
tomar el sentido de 'grieta profunda que se hace en las plantas de los pies' 1.
Hoy las lajas son muy apreciadas para revestir fachadas, levantar
paredes o cercas (apilándolas sin argamasa), pavimentar espacios abiertos y aun
habitaciones techadas y escaleras; también para hacer senderos (colocándolas en
forma discontinua) en los jardines.

En cuanto a derivados, enlajar es (en la Argentina, Venezuela,


Nicaragua y otros países) equivalente del general enlosar 2; enlajadura expresa la
acción correspondiente; enlajado, en uso sustantivo (común a Méjico), vale lo que
empedrado o enlosado 3. En la Argentina lajear es 'fraccionar la laja en planchas';
en Nicaragua el mismo verbo ha llegado a tomar el sentido de 'apedrear'. En Cuba
lajero es gentilicio correspondiente a las localidades de San José de las Lajas y
Santa Isabel de las Lajas.

244  
El Diccionario de la Academia (2001) registra laja 1 (del portugués laja,
y este del latín hispánico lagena) como equivalente de lancha (y esta como "pie-
dra más bien grande, naturalmente lisa, plana y de poco grueso"). Como segunda
acepción de laja 1, del lenguaje marítimo, da "bajo de piedra, a manera de meseta
llana".

LAMPA
En el Perú, Ecuador, Bolivia, Chile y el interior argentino (Catamarca)
lampa es el término usual en vez de pala 4 o azada (que

1. Cfr. Tovar, Vocabulario del Oriente peruano, s. v.

2. Prácticamente desusado en América para evitar la ambigüedad, efecto del seseo, pues
tiene gran extensión el americanismo enlozar, la correspondiente formación sobre
loza. En el Perú y Chile, por ejemplo, se llama fierro enlozado el hierro esmaltado
que se emplea en la fabricación de utensilios domésticos.

3. Lajado tiene el mismo sentido en judeo-español.

4. En La serpiente de oro, ambientada en el Marañón, sin embargo, Alegría distingue


claramente lampa de pala: "salen los cholos pala en mano o lampa en mano..." (pág.
12).

apenas se conoce; su desuso puede deberse, por lo menos en parte, a homofonía


con asada, del verbo asar, a causa del seseo).
El diminutivo normal es lampita 1. Lampada es cada movimiento de la
lampa y también la correspondiente cantidad de tierra recogida. Lampero 2 es el
peón que trabaja con la lampa y lampazo el golpe dado con ella. Lampear 3 se
emplea hoy menos que la locución verbal equivalente formada con el ubicuo tirar,
tirar lampa, la cual expresa también la idea general de 'trabajar duramente' 4. En
replana se la llama lampa a la cuchara, y lampear equivale a comer 5.

Lampa viene del quechua moderno o dialectal lanpa 'azada'. El Lexicón


de Santo Tomás consigna ya lampa "azadón"; no aparece, en cambio, en el
posterior Vocabulario de González Holguín (que no tiene todavía un apartado
para la letra L, cuyo sonido es tardío en quechua)" 6. Garcilaso afirma que en
dicha lengua "l senzilla [alveolar no la hay, sino ll duplicada [palatal]" 7: la
afirmación del Inca a es válida en cuanto al quechua cuzqueño del siglo XVI, su
lengua materna.

245  
La ll quechua se despalatalizó más tarde en varios dialectos de la región
central correspondientes a las actuales provincias de Cajatambo, (anta y Chancay,
en el departamento de Lima, y a parte de los de Junín y Huánuco 8. En esas zonas
llanpa se hizo lanpa.

El préstamo tuvo que tomarse, por lo tanto, de uno de estos dialectos. De


otro modo, la forma cuzqueña llanpa habría conservado, deslateralizado, el sonido
palatal inicial (como sucedió con

1. Vallejo usa lampilla (véase Novelas, pág. 141).

2. Véase lampero en Seoane, Hombres y rejas, pág. 173; Alegría, ob. cit. 172. En el
Ecuador (donde se usa más que lampa el aumentativo lampón, como azadón) el peón
que emplea la herramienta se llama lampeador.

3. Véase lampear en Seoane, ob. cit. pág. 161 y Alegría, Los perros hambrientos, pág
35.

4. Véase tirar lampa en Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, II, 196.

5. Bonilla, Jerga del hampa, pág. 91.

6. El moderno Diccionario quechua de Lira consigna lánpa 'azada' y lánpay 'trabajar


con la azada' entre unas doscientas voces con l inicial.

7. Comentarios Reales, Advertencias acerca de la lengua general de los indios del Perú
(tomo I, pág. 9 de la edición Rosenblat).

8. Véase Torero, "Los dialectos quechuas". En Anales Científicos de la Universidad


Agraria, Vol. II, N.º 4, págs. 446-478.

llama 'ganado'). Y es aun posible que la forma quechua dialectal lanpa se haya
difundido, a través del castellano, en otros dialectos del runasimi en los que no se
había realizado el proceso de despalatalización de la ll inicial.

LEGAL

Legal, del latín legalis 1, es en su origen un duplicado culto del


tradicional leal. Pero como leal ha llegado a hacerse sinónimo de fiel, las formas
legal y leal constituyen hoy una pareja de dobletes: dos voces que, a pesar de un
étimo común, tienen actualmente distinta forma y diferente sentido. Generalmente
se trata de la pareja formada por un cultismo y una palabra tradicional en la lengua
2
.

Legal tuvo hasta la época clásica, además de su sentido etimológico de


'originado en la ley y acorde con ella', los secundarios de 'verídico' y 'puntual en el
cumplimiento del deber' 3. De esos usos parte sin duda la acepción de 'justo,
probo' vigente en Méjico y Nicaragua y documentada en la prosa de José María

246  
Arguedas (que representa el castellano de Ayacucho). En su cuento "Los
escoleros" ('escolares'), uno de ellos reta a su rival, en cierta justa típica de la
región:

"Tú sabes hacer wikullo 4 mejor que yo; si eres legal haz para los dos" 5.

Pero el uso predominante en el Perú 6 hace a legal equivalente de


superlativos paradójicos del tipo de brutal, bestial, fenómeno (frecuentes en todas
partes) y de términos encomiásticos modernos y locales como bacán
(argentinismo), paja, tiza, mostro ('monstruo'), etc. "La playa estuvo bien legal",
"Se consiguió un trabajo legalísimo" son —o eran— frases usuales en el habla
coloquial y juvenil de

1. A su vez derivado de lex, legis 'ley'.

2. Recuérdense, entre muchos, cosa y causa, cadera y cátedra, menudo y minuto, siesta
y sexta, redondo y rotundo, delgado y delicado, soltero y solitario, etc.

3. Paralelamente, leal fue también en castellano preclásico equivalente de verdadero.

4. Especie de palmeta arrojadiza hecha de fibras de maguey.

5. En Diamantes, pág. 132.

6. Hoy menos vivo que hace algunos lustros.

Lima. "¡Qué legal!" o, sobre todo en habla juvenil, "¡qué legalito!" eran asimismo
exclamaciones encomiásticas frecuentes. Con estos usos coincide, en parte, el
portugués del Brasil: "a praia esteve um negocio, legalissima" (frase tomada de
una revista carioca).
En Huánuco el adjetivo legal 1 se ha hecho grave, légal, solo en su uso
figurado de 'estupendo' 2. Pero, a pesar de tratarse de una región bilingüe y de ser
la palabra llana estructuralmente característica del quechua, no es probable que la
trastrocación del acento de legal se deba a influencia de esa lengua. Podría ser,
más bien, resultado de un cierto tipo de juego expresivo con miras al refuerzo
semántico de un término que, como sucede generalmente con los encomiásticos,
pudo haberse desgastado en dicha región.
Fuera ya del terreno exclusivamente lingüístico, ¿es socialmente
significativo que una palabra como legal haya llegado a hacerse cálida
exclamación de encomio en el habla familiar peruana? ¿Puede inferirse de ello
que nuestro pueblo vive en activa y efectiva relación con la ley, y que la
juridicidad está entre sus máximos valores?

247  
Obviamente, no. La importancia del lenguaje forense como cantera de
americanismos populares se explica, simplemente, porque en América arraigaron
muy pronto "el viejo formulismo jurídico y la afición hispánica al papeleo" 3. Es
decir, el aspecto solo formal de lo legal y de la legalidad.

LIMOSNERO

Limosnero es en español general 'el que da limosna', 'el que se encarga


de recoger y distribuir limosnas'. Pero en Andalucía y gran parte de América
(Perú, Chile, Argentina, Ecuador, Colombia, Venezuela, Costa Rica, Nicaragua,
Cuba, Puerto Rico) limosnero es, opuestamente, sinónimo de mendigo,
pordiosero, es decir, 'el que pide limosna'.

1. Véase legal en Gálvez, Calles de Lima, pág. 159; Diez Canseco, Estampas mulatas,
págs. 14 y 24.

2. Cfr. Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v.

3. Véase esta afirmación, referida a Venezuela pero igualmente válida para todo el
continente, en Rosenblat, Buenas y malas palabras, págs. 210 y 246.

Dicho cambio de sentido, dado como antiguo en este continente, no


parece serlo tanto en el Perú. El Diario de Lima de Suardo todavía da noticia (con
fecha 23 de marzo de 1630) de la muerte de una dama, muy sentida "porque era
muy cristiana y limosnera" 1; el Mercurio Peruano, asimismo, refiere que el
virrey Manso de Velasco, después del terremoto de 1746, nombró administrador
de la Casa de Huérfanos de Lima a don Diego Ladrón de Guevara, "caballero de
un mérito singular, muy compasivo y limosnero" 2. En cambio, un vocabulario
castellano-achagua de 1762 documenta en Venezuela "limosnero, que pide" 3.

Los costumbristas peruanos de fines del siglo XIX usan ya


corrientemente limosnero por mendigo, pordiosero. Así, refiriéndose a ciertos
periodistas, dice Abelardo Gamarra, el Tunante:
"Vivir de subvención, es como engordar del puchero de los Descalzos; es ir con
la latita a determinadas horas a recibir el cucharonazo, entre limosneros y vagos"
4
.

De limosna se derivó limosnar 'dar limosna', hoy anticuado, y también


limosnador 'el que la da'. El frecuentativo limosnear, más moderno, se empleó con

248  
ese mismo sentido, pero se documenta igualmente con el opuesto de 'pedir
limosna' en autores españoles de los siglos XVI, XVII y XVHI. Esta acepción,
olvidada en España , se conserva en el Perú y otros países de América 6. El
Tunante censura a los políticos que andan "limosneando los votos" y se indigna de
que algunos escolares de nuestras serranías, a falta de papel, tengan que escribir
en "fragmentos de cartas limosneadas

1. Pág. 53.
2. Tomo II, pág. 306.
3. En Lenguas de América, pág. 119.
4. Cien años, pág. 222 y Rasgos, págs. 118-119; otros usos en Cien años, págs. 127, 138
y Rasgos, págs. 66 y 201. Véase limosnero 'mendigo' en Cortázar, La vuelta al día en
ochenta mundos, pág. 104 (reproduce una información venezolana).
5. En su Rebusco de voces castizas el Padre Mir incluye limosnear 'mendigar' con los
derivados (tal vez un poco teóricos) "limosneador, limosneadero, limosneadura,
limosneativo, limosneatorio, y otros, que tocan al que pide limosna". En el Prólogo de
la misma obra el autor censura a los españoles que "sin razón limosnean" palabras de
otros idiomas (pág. IX).
6. En la provincia argentina de San Luis, limosnear y limosnero se han hecho, por
metátesis, lismonear y lismonero; igualmente limosna se ha hecho lismona (véase
Battini, El habla rural de San Luis, pág. 64).

a los patrones" 1. No es, en cambio, usual el derivado limosneante, que emplea


Gálvez 2.

La conservación americana de limosnear en su valor, anticuado en


España, de 'mendigar' influyó, sin duda, en el paralelo cambio de sentido de
limosnero. Pero, al margen de este apoyo, dicho cambio semántico habría podido
realizarse por simple juego de extremos: el origen de la limosna y su destinatario,
su sujeto y su objeto. En materia de lenguaje, como en cualquiera otra, puede
suceder que los extremos se toquen.

LISURA

En sentido literal, liso se aplica en castellano a lo que carece de adornos


y asperezas. De esta acepción salió en el siglo XVII la figurada de 'veraz, sincero,
franco'; lisura se hizo, por tanto, sinónimo de veracidad, franqueza, sinceridad.

Pero como la franqueza puede —y suele— ser excesiva, liso tomó más
tarde el sentido de 'fresco, atrevido, descarado' y lisura el de 'frescura,
atrevimiento, descaro'. Estos usos se conservan hoy en gran parte de América: la

249  
Central, Venezuela 3, la costa de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia 4, Chile, el
interior argentino y Uruguay.
Los usos peruanos han sido, y todavía son, especialmente vivos y
variados. Se está olvidando, es verdad, la fina lisura de la mujer limeña, hecha de
gracia y picardía, de coquetería e intención maliciosa: lisura que era hermana
gemela del disfuerzo (véase) y como este arma temible en la estrategia sutil de la
tapada. Gálvez pinta a la tapada limeña en este terceto:
"¡El orgullo en la fuerza de una sola mirada!

La atracción y la burla... ¡Eso fue la Tapada,

pícara paradoja de lisura y pudor!"

1. Cien años, págs. 66 y 125. Véase también íd. íd. pág. 127 y Rasgos, 64, 65, 129.

2. Calles de Lima, pág. 133.

3. Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, págs. 217-218.

4. Allá se usa también el aumentativo lisote.

5. Último del soneto titulado "La tapada", incluido en Estampas limeñas, pág. 30; véase
también íd. íd. pág. 42.

Lisura es también en el Perú, como en los otros países mencionados,


'atrevimiento, frescura, descaro, desfachatez, insolencia' 1 y aun 'abuso, injusticia':
¡qué lisura! o ¡qué tal lisura! es frase que expresa protesta airada y viva, y está
siempre a flor de labios del limeño. Ponerse liso con alguien (o ponérsele liso) es
'encarársele, insolentársele, faltarle el respeto de palabra'.

Consiguientemente, lisura se ha hecho también equivalente de


palabrota. Decirle a uno lisura y media equivale a decirle (la) vela verde o zamba
canuta 2, es decir, 'cubrirlo de improperios'. Liso llega a hacerse sinónimo de
picante u obsceno, y se aplica por igual a chistes, libros, películas, piropos, etc. A
quien emplea habitualmente un lenguaje crudo u obsceno se le llama lisuriento; se
usa menos, con igual sentido, lisurero 3 y también lisurear 'decir lisuras'.

En la edición de 1984 del Diccionario académico liso "insolente,


respondón" aparecía como uso familiar peruano; la acepción jergal de
"desvergonzado, atrevido" se refería a Guatemala, Honduras y Perú. Lisura se
incluía como peruanismo con las acepciones "gracia, donaire" y "atrevimiento,
desparpajo"; la de "palabra o acción grosera o irrespetuosa" abarcaba Perú y
Guatemala.

250  
Pero en la edición de 1992 del Diccionario de la Academia se retiró de
liso "desvergonzado, atrevido, insolente, respondón" toda referencia dialectal.
Lisura, en cambio, se registró con la acepción "gracia, donaire" restringida al
Perú; la de "atrevimiento, desparpajo" circunscrita al Perú y Panamá y la de
"palabra o acción grosera e irrespetuosa" con un ámbito americano ampliado a
Guatemala.

Por último, en el DRAE 2001, edición hasta hoy vigente, la acepción de


'gracia, donaire' se mantiene en lisura restringida al Perú.

LUNAREJO

Lunarejo o lunareja es en nuestra habla familiar la persona que tiene


muchos lunares. Con análogo sentido se usa el término en Méjico, Colombia,
Ecuador, Bolivia, Chile y la Argentina,

1. Lisura de gallina es eufemismo humorístico por huevo en algunas regiones


del Perú.

2. Véanse vela verde y zambo en este volumen.


3. Cfr. Tovar, Hacia el gran diccionario de la lengua española, s. v. Véase un
uso de lisurero en Bryce, Un mundo para Julius, pág. 106.

se aplica al pelaje moteado de los caballos; con esa limitación ha pasado del Río
de la Plata al portugués del Brasil.

Lunarejo es un obvio derivado de lunar, con el sufijo, en principio


despectivo, -ejo. Lunar 'mancha oscura de la piel, casi siempre de nacimiento', se
deriva a su vez del nombre de la Luna y se explica por la creencia supersticiosa en
que dichas manchas se deben a influjo de sus diversas fases en el momento de la
concepción o del nacimiento.

No hay en la lengua general una palabra que pueda sustituir al


americanismo lunarejo. En Andalucía y Aragón se usa con idéntico sentido
lunaroso, que parece haber tenido mayor extensión. Lo consigna el Vocabulario
quechua del extremeño González Holguín, publicado en 1608 ("lunaroso de
muchos lunares" 1); el Vocabulario de refranes y frases proverbiales del Maestro
Gonzalo Correas, paisano y contemporáneo de González Holguín, recoge el refrán
la mujer lunarosa, de suyo se es hermosa 2 (que en América se ha hecho mujer
lunareja, mala hasta vieja, con una variante en que mala se sustituye por otra
palabra de cuatro letras). El Padre Mir, adalid del purismo en el siglo XIX, incluía
lunaroso en su Rebusco de voces castizas y, basándose en el uso y autoridad del
Maestro Correas, propugnaba la formación de un adverbio *lunarosamente y de
un sustantivo abstracto *lunarosidad, que ninguna falta hacen en la lengua 3.

251  
Lunarejo no es actualmente término despectivo en el Perú, pero puede
haber tenido en un principio matiz peyorativo, como sucede con otros derivados
con el sufijo -ejo. Parece haberlo tenido, por ejemplo, en el apodo de la Lunareja
adjudicado a cierta soez tendera limeña de principios del siglo XIX 4. Y
seguramente lo tuvo también en el apodo de el Lunarejo 5 aplicado a nuestro
insigne

1. Pág. 569b.

2. Pág. 168a de la edición de 1906.

3. Pág. 474 de la edición de 1907.

4. Véase Una moza de rompe y raja en Palma, Tradiciones, págs. 968-971.

5. Según Clorinda Matto de Turner, Juan de Espinoza Medrano tenía "rostro y manos
salpicados de muchos lunares negros, que le atrajeron el nombre de Lunarejo —
bautizo de colegio que recibió grado universitario— ojos negros de expresión
melancólica..." (cit. por Luis Jaime Cisneros y Pedro Guibovich Pérez, "Juan de
Espinoza Medrano, un intelectual cuzqueño del seiscientos: nuevos datos bio-
gráficos", en Revista de Indias, vol. XLVIII, N.os 182-183, pág. 332). En el Drama de
los Palanganas (1776) se documenta Lunarejo como sobrenombre (pág. 65 de la 2.a
edición Sánchez).

humanista del siglo XVI Juan de Espinoza Medrano, célebre por su erudito
Apologético en favor de D. Luis de Góngora 1.

En la edición de 2001 del Diccionario de la Academia se incluye


lunarejo, -ja, como uso del Perú y otros países de Sudamérica, referido a la
persona "que tiene un lunar grande o varios lunares en la cara" 2.

MACANA
Dice Garcilaso que los indios del Perú llamaban macana una especie de
porra que se manejaba con ambas manos 3. Pero el Inca no explica el origen del
término, ni, menos aún, le atribuye étimo quechua.

A pesar de ello, numerosos quechuistas y lexicógrafos americanos


—Middendorf, Lenz, Lira, Santamaría, Tascón y, entre los nuestros, Ugarte
Chamorro y Farfán— dan por cierta la etimología quechua de macana.

Es verdad que la palabra tiene semejanza formal con quechuismos que


incluyen una raíz verbal más el sufijo participial nominalizador e instrumental -na
(véase pascana). Es verdad, igualmente, que vocabularios quechuas viejos, como
los de Santo Tomás y González Holguín, consignan un verbo maccani 'golpear,
aporrear', con varios derivados. Pero debe notarse que en ninguno de esos
vocabularios se traducen por macana las palabras castellanas maza o porra: el

252  
término equivalente en runasimi es chhampi (suavizado en chambi en algunas
transcripciones).

1. Dice Madariaga a propósito del Lunarejo: "Quiere la ironía de la suerte que para
nosotros resulte mucho más penetrante y aguda su opinión sobre Góngora que la de
Menéndez y Pelayo que la discute" (en el Cuadro histórico de las Indias, pág. 247).

2. La edición de 1987 del Diccionario Vox da como tercera acepción del americanismo
lunarejo la supuestamente peruana y desusada de "hijo de español e india, mestizo",
al parecer desconocida en el Perú.

3. Comentarios Reales, libro VI, cap. XXV (tomo II, pág. 57 de la edición Rosenblat).
En el interior del Perú se llama macana la piedra gruesa que, atada al extremo de un
palo, sirve para destripar terrones (Tovar, Hacia el gran diccionario de la lengua
española, s. v.). En la selva macana es un arma manejada como las boleadoras del
gaucho argentino (Tovar, Vocabulario del Oriente peruano, s. v.). En Piura macana
es la maraca, sonaja hecha de un calabazo seco. Macaneo es el sonido que produce.

Además de estos datos negativos hay otros, positivos, que permiten


descartar la presunta etimología quechua de macana.

Es definitivo, por ejemplo, que ya en 1515, es decir varios años antes del
descubrimiento y conquista del Perú, se documente macana como nombre de la
maza propia de los indígenas antillanos (así aparece en las Cartas en latín de
Pedro Mártir de Anglería). Corrobora este dato la afirmación de Las Casas de que
la palabra macana ha pasado desde la isla Española a Tierra Firme (Venezuela).
Por último, Fernández de Oviedo usa también el término macana para designar el
arma indígena; a partir de él aparece en diversas crónicas aplicado a armas
análogas.

Como es difícil creer, por otra parte, que la semejanza de forma y fondo
entre el arahuaquismo macana 'porra' y el verbo quechua maccani 'aporrear' se
deba a coincidencia, hay que suponer (así lo hace muy fundadamente Corominas)
que maccani sea en quechua un neologismo derivado de macana, palabra
aprendida en el Caribe por los descubridores y luego difundida por ellos 2.

Así fue como probadamente se generalizaron desde los primeros años


del descubrimiento algunos otros arahuaquismos aprendidos en La Española:
canoa, piragua, huracán, hamaca 3, baquiano 4, cacique, caníbal, etc. Así se
explica igualmente que antillanismos como chicha 5, maíz y ají llegaran a
desplazar en el español del Perú a las correspondientes palabras quechuas akka (o
ashua), tsara y uchu.

253  
La gran extensión americana de macana, excepcional si se tratara de un
quechuismo, viene a reforzar la tesis de su origen antillano. Macana se conoce
con diversos sentidos desde Méjico hasta Chile y desde el Pacífico hasta el Brasil.
Numerosos usos metafóricos dan fe de la vitalidad de este indigenismo en el
castellano de

1. Todos citados por Corominas, Diccionario critico etimológico, s. v.

2. Macana pasó a Andalucía con el sentido de 'objeto pasado de moda o


deteriorado, de difícil salida en el comercio', que dio el verbo amacanarse
(ambos respectivamente equivalentes de los peruanismos hueso y
ahuesarse). En Aragón macana es 'broma, chanza'; este valor parece
resultado de extensión de la acepción figurada 'tontería, disparate'.

3. Cfr. zamaquear en este volumen.


4. Véase antes baquiano.

5. Podría ser voz de la lengua cuna de Panamá; véase antes chicha.

América 1, pero entre todos destaca el uso americano, originalmente rioplatense,


de macana 'embuste', 'disparate' 2, 'inconveniente' 3.

Borges afirma que macana es "palabra de negligentes para pensar", y


añade:
"Macana se les dice a las paradojas, macana a las locuras, macana a los
contratiempos, macana a las perogrulladas, macana a las hipérboles, macana a
las incongruencias, macana a las simplonerías y boberías, macana a lo no usual.
Es palabra de haragana generalización y por eso su éxito. Es palabra limítrofe que
sirve para desentenderse de lo que no se entiende y de lo que no se quiere
entender. ¡Muerta seas, macana, palabra de nuestra sueñera y de nuestro caos!" 4.

Macana 'embuste', 'tontería', 'contratiempo', macanear 'embaucar' y


macanudo 'magnífico, estupendo' (sentido que se entronca

1. Macana conserva su sentido material de 'garrote' en Méjico, Cuba, Puerto Rico, Santo
Domingo, Colombia, Chile y Bolivia; tiene el de 'machete' en Venezuela y el de
'azada' en Méjico, Costa Rica y Nicaragua. En Colombia y Venezuela macana es
también nombre de una palmera y de la madera que produce (que tal vez se usó para
hacer la maza o porra); macanilla distingue otra palmera y su madera; macanal y
macanillal se llaman los bosques respectivos. Macanazo es 'golpe' en Méjico
(Guanajuato), Cuba, Venezuela y Chile y 'metida de pata' en la Argentina. Macanero

254  
es en Méjico y Costa Rica el 'peón que trabaja con macana' (en Chiloé 'apedreador').
Macanear es 'golpear con el garrote' en Puerto Rico y Santo Domingo y 'trabajar con
ahínco' en Venezuela, Colombia y Honduras (macaneo es 'trabajo' en Venezuela).
Macanudo es 'grande, fuerte' en Chile, Bolivia y Colombia, 'arduo, difícil' en el
Ecuador, 'poderoso, adinerado' en Méjico y 'estupendo, excelente' en el Río de la
Plata, Bolivia y el Perú. El compuesto híbrido rajamacana se aplica al 'trabajo difícil';
el modismo a raja macana es equivalente de a raja tabla; de raja macana (usado
también en Colombia) equivale a de tomo y lomo. En Cuba de macana significa
'indudablemente'.

2. Con los derivados macanear, macaneador o macanero (norte del país) y macaneada
o macaneo. En Tirano Banderas Valle Inclán usa macana 'tontería, disparate' (págs.
19, 47, 88, 92, 107, 111, 131, 159); también macanear 'decir tonterías' (págs. 8, 93) y
macaneador (págs. 44, 45, 53, 57, 141, 172).

3. Es característica del lenguaje porteño la exclamación ¡qué macana! para expresar


fastidio, contrariedad, insatisfacción o protesta ante cualquier contratiempo o hecho
adverso.

4. El lenguaje de Buenos Aires, págs. 32-33. Mario Bunge se refiere a una verdadera
industria argentina del macaneo como sinónimo de charlatanería y sugiere que se
cree "la macaneología o ciencia de la macana" ("El macaneo" en el Dominical de El
Comercio; Lima, 17 de octubre de 1993, pág. 9). Sobre un anecdótico e inverosímil
origen de los usos figurados argentinos de macana, véase Sarmiento y la macana en
Herrero Mayor, Cosas del idioma, págs. 91-92.

semánticamente con el de 'fuerte', vigente en otras regiones) son, desde el punto


de vista del castellano del Perú, importaciones argentinas recientes. Sin embargo,
macana se documenta ya en 1913, en una crónica taurina de Clemente Palma, con
la acepción de 'engaño, farsa'.
El Diccionario de la Academia (edición de 2001), da para la voz macana
2 un origen caribe y la incluye como americanismo con diversas áreas según sus
varias acepciones materiales y figuradas. Consigna también los derivados
macanazo, macanear, macaneador, macaneo y macanudo, este con los sentidos
de "bueno, magnífico, extraordinario, excelente, en sentido material y moral" que
tiene en el Perú y gran parte del resto de la América hispana; se trata, como se ha
dicho, de un uso originalmente rioplatense.

MACETEADO

En nuestra habla familiar maceteado equivale a fornido, 'de cuerpo


sólido y macizo'. El término tiene connotación positiva y es elogio frecuente
aplicado a los muchachos jóvenes bien nutridos y desarrollados.

En La ciudad y los perros el monólogo interior del Boa se detiene en las


características de los serranos (habitantes de las zonas andinas) a quienes dicho
personaje desprecia:

255  
"... los serranos son duros para el castigo, aunque no lo parezcan siendo tan
bajitos. Y Cava [un compañero de clase] es bajo, pero eso sí, muy maceteado" 2.

Macetear es en diversas regiones de América 'golpear con la maceta' o


instrumento análogo. Maceta (diminutivo de maza y diferente del italianismo
maceta 'tiesto para plantas') es un tipo de martillo con cabeza de extremidades
iguales y mango corto; la usan los canteros y otros trabajadores para golpear sobre
el cincel

1. Crónicas de Corrales, pág. 36. Véase macanudo 'estupendo' en Ribeyro,


Cuentos de circunstancias, pág. 146; Vargas Llosa, La casa verde, 407 y
Conversación en La Catedral, I, 26; Bryce, Un mundo para Julius, págs. 80,
92 y 295.

2. Pág. 203; véase chalón maceteado en Conversación en La Catedral, II,


págs. 128 y 131.

o puntero. Por eso es probable que en un principio el participio adjetivado


maceteado fuera literalmente equivalente de cincelado, burilado, martillado: es
decir, tallado a golpes como tiene que serlo toda materia dura. El uso figurado
peruano se basa obviamente en la análoga dureza de un cuerpo musculoso y firme.

Maceta 'martillo' ha desarrollado también usos metafóricos. Así, en el


Perú alterna con maceteado: "es muy maceta" (sin flexión genérica) 1. En la
Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile maceta se aplica al caballo de mal
andar, sea por sus cascos deformes (generalmente a causa de vejez), sea por
inquieto o mañoso. El uso se hace extensivo a las personas de andar trabajoso a
causa de tener las piernas hinchadas, pie plano o cualquier limitación física
semejante; ponerse maceta equivale, en la Argentina y Bolivia, a envejecer. En
Puerto Rico maceta es 'tacaño, avariento'.

El derivado macetudo tiene en la Argentina usos semejantes a los de


maceta; suele además aplicarse al caballo —aunque sea joven y sano— de patas
cortas y gruesas y también, por extensión, a las personas cuyas piernas tienen
análogas características. Este último uso se acerca ya bastante al de nuestro
maceteado.

MALTÓN

En la novela de Diez Can seco Duque, un párrafo apretado de


peruanismos es el siguiente:

256  
"Un airecito, palomilla escolar, se ha hecho la vaca y juega a la pega
con otros aires maltones, pesados a veces, a veces ágiles" 2.
Este uso de maltón por 'mediano', referido a cosas, no es hoy frecuente
en el Perú y debe más bien entenderse como recurso estilístico del autor. En
nuestra habla familiar, lo mismo que en la de buena parte de América del Sur
(Ecuador, Chile, Bolivia, el interior argentino) se califica como maltón el
cuadrúpedo próximo

1. Véase este ejemplo: "Atila era bajo y congo ['retaco'], pero maceta,
altamente peludo y muy susceptible" (Sofocleto al pie de la letra, pág. 40).

2. Pág. 41. Airecito es 'viento ligero'; palomilla 'travieso' (véase esta voz);
hacerse la vaca equivale a hacer novillos; y la pega es cierto juego de
niños.

a alcanzar la edad de la reproducción 1: el uso se hace extensivo a niños púberes 2


y aun a plantas que no han alcanzado completo desarrollo 3. En todos estos casos
es corriente el diminutivo de matiz afectivo maltoncito 1.
Maltón viene del quechua y aimara mallta o malta 5 'mediano' referido a
ciertos objetos y animales. El temprano Lexicón quechua de Santo Tomás traduce
mediano por chaupicac, pero da también maltacauchi como 'olla mediana' 7. El
posterior Vocabulario de González Holguín incluye igualmente "Malta cauchic.
Olla mediana" y "Malta. Cordero o ternero de uno o dos años" 8. El Vocabulario
aimara de Bertonio, también de principios del siglo XVII, consigna análogamente
"Malta. Mediano, ni grande ni chico. Dízese de todo"; en la sección castellano-
aimara, sin embargo, se establece la limitación: "mediano. Malta. Dízese de los
animales" 9.

El hecho de que la forma primitiva malta haya sido desplazada en el


español de las áreas de sustrato quechua por la variante híbrida maltón se debe,
sin duda, a que la terminación -a asociaba la voz quechua al femenino castellano.
El sufijo hispano -ón, por otra parte, no cumple en el caso de maltón —como
tampoco en el de tristón, etc.— función de aumentativo, sino una contraria de
diminutivo con fuerte matiz de afectividad.
En Huánuco se usa —por asimilación regresiva— la variante mantón 10,
que resulta extraña desde el punto de vista semántico. En La Rioja (Argentina)
alternan maltón y mantón, cada uno con sus correspondientes femeninos y
diminutivos.

257  
1. Véase maltón referido a cerdos en Vallejo, Novelas, pág. 100. En el Ecuador se aplica
específicamente al cabrito.

2. Cfr. maltón referido a persona en Vallejo, ob. cit. pág. 103; maltona en Gálvez,
Estampas limeñas, pág. 147 ("las niñas ya maltonas").

3. En el Cuzco, Loreto y seguramente también en otras regiones de América.

4. Véase maltoncita en Segura, Lances de Amancaes, acto único, escena VII (en
Artículos, pág. 285); maltoncito en R. Blume, Como cada jueves, pág. 33.

5. La l es fonema tardío en quechua (véase antes lampa).

6. Pág. 166.

7. Págs. 178 y 314.

8. Pág. 225a.

9. Págs. 212a de la segunda parte y 311b de la primera, respectivamente.

10. Véase Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v.

MAMEY

Mamey es palabra de origen taíno (arahuaco antillano) que se documenta


en castellano desde principios del siglo XVI como nombre de un árbol americano
1
y de su fruto. De este dice Oviedo que "sabe a melocotones y duraznos, o mejor,
y huele muy bien" 2. El árbol se llama mameyero o mameyera en algunas
regiones, y el plantío, mameyal 3.

Según Camino Calderón, "el mamey llegó al Perú, desde Panamá, allá
por los últimos años del siglo XVI"; su cultivo se extendió sobre todo en
Lambayeque, hasta el punto de que hoy "el mamey forma carne de la carne, y
hueso del hueso del pueblo lambayecano" 4.
El plural de mamey es, según la regla castellana, mameyes 5, pero en el
Perú y otras regiones se oye también un plural anómalo maméis, documentado
desde 1519 6.

Mamey tiene en América —sobre todo en la zona del Caribe— diversos


derivados y usos metafóricos. Mameyazo es 'golpe fuerte' en Cuba, Nicaragua y
Venezuela; desmameyar es 'estropear, desbaratar' en Cuba y Nicaragua. En
Venezuela amarillo mamey es un tono claro de amarillo, por el color de la pulpa
de la fruta. En Cuba y Puerto Rico mamey es 'prebenda, sinecura'; pegarse al
mamey o vivir del mamey es, respectivamente en esos países, 'vivir del Estado'; en
Puerto Rico se llama mameyero o mameyista al presupuestívoro. En Cuba la
interjección ¡mameyes!, expresa rotunda negativa. En Puerto Rico el modismo
con la boca, es un mamey expresa lo mismo que del dicho al hecho hay (mucho)

258  
trecho. En Cuba el refrán al finalizar el año, chicha, mamey y zapote, equivale a
nada entre dos platos. En la costa del Ecuador mamey es sinónimo

1. La gutífera Mammea americana.

2. Véase la minuciosa descripción del fruto en Sumario de la natural historia de. las
Indias (1525), págs. 204-205.

3. El nombre de mamey se aplica también a plantas diferentes; para distinguirlas se


emplean derivados como mameicillo, mameyuelo, mameyito; recurso distinto es
añadir un calificativo: mamey colorado, mamey amarillo, mamey zapote, mamey
montañero, mamey hediondo, etc. (véanse algunos de ellos en Alvarado, Glosario de
voces indígenas de Venezuela, vol. I de las Obras completas, s. v.).

4. Véase ¡De mamey!, uno de sus Cuentos de la costa, págs. 61-64.

5. Véase mameyes en Camino Calderón, ob. cit. págs. 62, 63 y Diccionario folklórico,
págs. 49, 62, 109.

6. En Fernández de Enciso, citado por Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v.


Cfr. chancay, plural chancayes o chancáis, y pacae o pacay, plural pacaes o pacáis.

de tonto, pero el término tiene connotación positiva en la expresión estar en el


mamey 'estar en auge'.

En el Perú la expresión de mamey califica lo 'excelente' , y también lo


'duro' o 'muy difícil': "la fiesta estuvo de mamey", "tiene un genio de mamey" l.
Como la semilla o pepa 2 del mamey, muy grande, forma gran parte del volumen
de la fruta, la expresión de mamey se refuerza en de mamey sin pepa o,
contradictoriamente, de mamey con dos pepas 3. En Lima se documentan las
variantes de mamey con yuca y de mamey con yuca tibia.
No se usan hoy, por lo menos en Lima, dos expresiones que Malaret 4
incluye como peruanismos: ser puro mamey, equivalente de ser de mamey en su
sentido de 'ser muy difícil' y saber lo que es mamey 'aprender, por duras
experiencias, lo que cuesta conseguir alguna cosa' 5.

MANITO

En gran parte de la América hispana —el Perú, Chile, la Argentina,


Ecuador, Colombia, Venezuela 6, Costa Rica, Nicaragua, Puerto Rico— el
diminutivo corriente de mano es manito, en vez de las formas manecita, manecilla
y manita, usadas en España. El uso divergente alcanza a los sentidos figurados de
mano: manito ['capa'] de pintura, manito de plátanos o bananos 7,

1. Véase Blume, Sal y pimienta, pág. 162 y Vargas Llosa, Los cachorros, pág. 95 ("la
vida era de mamey"). De mamey se usa también como expresión adjetiva: "lluvia,
rayos, truenos y temblores de mamey", "un cuerpecito de mamey en almíbar" en C.

259  
Palma, Crónicas de Corrales, págs. 45 y 119, respectivamente. De mamey en Bryce,
Un mundo para Julius, pág. 237.

2. Pepa 'semilla de fruta' (o 'hueso, carozo') es americanismo debido a falsa regresión


desde el supuesto diminutivo pepita.

3. Véase Camino Calderón, Diccionario folklórico, págs. 156-157.

4. Diccionario de americanismos, s. v.

5. En Lima se dice, con este sentido, saber lo que es canela.

6. No en la región de los Andes, donde es general la forma manita (véase Rosenblat,


Buenas y malas palabras, págs. 341-343). En la República Dominicana alternan
manito, manita y manecita (Pedro Henríquez Ureña, El español en Santo Domingo,
BDHA, tomo V, pág. 194).

7. Mano es en gran parte de América 'conjunto de cinco cosas iguales', sobre todo de
frutas. En Chile, curiosamente, mano indica 'conjunto de cuatro frutas'. En Cuba la
mano de plátanos equivale a la cabeza de plátanos del Perú y otras partes.

dar una manito 'ayudar' 1.

La generalización de la forma manito no parece antigua en Lima. Palma


titula La calle de la Manita una tradición ambientada a fines del siglo XVIII 2;
manita y manecita se documentan en costumbristas del siglo XIX tan poco
sospechosos de amaneramiento como Segura y Gamarra 3. Pero hoy se ha
impuesto definitivamente manito en nuestra habla culta familiar; el empleo de las
formas manita o manecita indica casi siempre una preocupación literaria o purista
4
.

No es inicio de uso familiar chileno el de Gabriela Mistral en su poema


titulado, precisamente, Manitas:
"Manitas de los niños,
manitas pedigüeñas,
de los valles del mundo
sois dueñas" 5.

El sois, del todo ajeno a América, nos confirma que la ilustre chilena
eligió poetizar en lengua castiza. Maestra al fin, puede haber acatado la censura
del purismo 6.

1. Expresión corriente en el Perú, la Argentina y otras regiones de América. En


Venezuela se dice echar una manito.

2. En Tradiciones, págs. 675-676.

260  
3. Véase, por ejemplo, Segura, Comedias, I, 176 (manita) y Gamarra, Cien años, 29
(manecita). Véase también manitas en Arona, Ruinas, pág. 28.

4. Véase manita en Gálvez, Una Lima que se va, pág. 20 y Calles de Lima, 42; también
en Seoane, Hombres y rejas, 261; Diez Canseco, Estampas mulatas, 54, 103
(manecita en íd. íd. 70). Hay vacilación entre la forma familiar manito y las literarias
manita y manecita en Vallejo: manitos en Novelas, 89; manitas en Obra poética, 77,
189; manecitas en Novelas, 163. Hay igualmente vacilación en Vargas Llosa: manitos
en Los cachorros, 86, pero manitas en íd. 75, 79. Véase manitos en Alegría, La
serpiente de oro, 28 y 29; manitas en Los perros hambrientos, 150, 165.

5. Manitas forma parte de Desolación.

6. Véase la actitud purista de Gómez de la Serna (en Rosenblat, ob. cit. 342): "El niño,
que es el más aludido con las manitos, sufre así una irregularidad en la dicción que le
irregularizará el lenguaje, que tiene leyes de lógica y de armonía". Pero que tiene, al
mismo tiempo, fuerzas que socavan dichas leyes: en aras de la pretendida regularidad
"lógica" de la lengua podría propugnarse con igual razón una forma primaria *mana,
o una concordancia *el mano. En La peculiaridad lingüística rioplatense y su sentido
histórico Américo Castro expresa análogo rechazo: "... el lenguaje familiar y vulgar
[...] introdujo innovaciones erróneas como la manito (manita)..." (pág. 85).

Pero cuando América prefiere manito en vez de manita o manecita todo


lo que hace es extender una anomalía morfológica consagrada en la lengua
general. Mano, con su terminación en -o, típica del masculino, es un sustantivo
femenino anómalo. La lengua general restablece la terminación femenina en los
derivados l: el español de América, en cambio, extiende a los derivados la
anomalía de la forma primaria.
Manito y manita son variantes que resultan del juego de dos fuerzas
opuestas: la analogía y la anomalía, cuya acción, complementaria aunque
antagónica, regula en parte las funciones de la lengua. La analogía, centrípeta y
cohesionante, va borrando continuamente las huellas de la acción de la fuerza
anomalista, centrífuga y dispersante. Pero esta no cesa en su erosión del sistema y
de la norma de la lengua.

MATAPERRO

El Diccionario de la Academia consigna, desde su decimotercera edición


2
, mataperros "muchacho callejero y travieso" y mata-perrada "acción propia del
mataperros" como términos del lenguaje familiar, sin indicación de uso regional.
Pero, si bien es verdad que en España se documenta el dicho por un perro que
maté, Mataperros me llamaron y Mataperros me quedé 3, no hay duda de que hoy
mataperro puede considerarse como un americanismo que tiene su mayor
vitalidad en el Perú.

Ya en el anónimo Drama de los Palanganas, de fines del siglo XVIII, se


habla en Lima de pulperos mataperros 4; los pulperos (véase pulpería)

261  
1. Tales como los aumentativos manota y manaza (en el Perú se usa el aumentativo
manazo, que también significa golpe dado con la mano) y los diminutivos manecilla,
manecita, manilla, manija, manigueta, manivela, manizuela (en el Perú se emplea
manizuela por manivela o manubrio; manecilla se usa solo referida a las agujas del
reloj).

2. Como consecuencia de la publicación, en 1896, de los Neologismos y americanismos


de Palma (véanse sus Papeletas lexicográficas, pág. IV).

3. Con la variante desde que un perro maté, Mataperros me llamé. Véanse estos usos y
los análogos una vez que maté un gato, me pusieron Matagatos y por una vez que
quité la cola al burro, me llaman Descolaburros en Martínez Kleiser, Refranero
general ideológico español, pág. 276c.

4. Pág. 110 de la 2.a edición Sánchez. Se dice allí del Chueco (apodo del virrey Amat)
que tiene un "cuerpo de pulpero mataperros".

de Lima tenían la obligación de contribuir a la extinción de perros vagos, mal


antiguo de la ciudad. A juzgar por una acuarela de Pancho Fierro (de mediados del
siglo XIX) que se titula "Aguador mataperros" y representa a un hombre
apaleando a un perro ensangrentado, la obligación de los pulperos pasó más tarde
a los aguadores o aguateros limeños.
La completa fusión de los elementos del compuesto (una forma del
verbo matar, más el plural perros) tuvo como consecuencia la pérdida de la s final
para el singular: un mataperro (luego se estableció la flexión genérica: una
mataperro). Ya en 1883 notaba Arona: "Lo natural sería decir un mataperros
como se dice un pelagatos, pero el uso nuestro no lo quiere" 2.
Es curioso, por tanto, que doce años después Palma afirme que "la voz
no se usa en singular" 3, es decir, con terminación de singular (la define como
"granuja"). Pero Hernán Velarde (1863-1935) titula precisamente "El mataperro"
un retrato en verso del personaje 4 que recuerda al Canillita de Florencio Sánchez
(véase canillita en este volumen).
De mataperro se derivan mataperrada y mataperrear, verbo que
consigna Palma y se conoce también en Cuba, Ecuador y la Argentina. El
postverbal mataperreo se usa algo 5; no así el adjetivo mataperril, que parece
creación de Gálvez .

En Una Lima que se va este autor incluye un capítulo titulado "Los


mataperros" 7 que dedica a la evocación sentimental del personaje:

1. Lo mismo en usos adjetivos: muy mataperro o muy mataperra.

262  
2. Diccionario de peruanismos, s. v.; véase también el prólogo de dicha obra,
pág. XVI. Sin embargo, Segura todavía usa, como singular, mata-perros o
mataperros (Artículos, págs. 65 y 233).

3. En Neologismos y americanismos, s. v. Véase un uso en singular de


mataperros (que puede explicarse por purismo) en Tradiciones, pág. 1168;
el femenino singular "la mataperros" en el humorista peruano del siglo XIX
Lorenzo Fraguela, que escribió con el seudónimo de Ego Polibio (BCP 9**,
pág. 27).

4. En Lima de antaño, págs. 53-56; publicado antes en BCP 9**, págs. 207-
210.

5. Cfr. el uso de Clemente Palma en Crónicas de Corrales, pág. 50.

6. Véase Calles de Lima, pág. 96.


7. Págs. 107-124.

"Lima ha sido una ciudad de mataperros. Pero el mataperros 1 antiguo tuvo


diversa significación del actual, del palomilloso 2 de baja estofa [...]. El
mataperros de Lima era el niño engreído 3, contestador y pendenciero [...].
Dispuesto a temerarias travesuras, también lo estaba a verdaderas hazañas, y no
fueron otra cosa que mataperros los primeros imberbes que se alistaron en las
filas de los patriotas [...]. Hasta el año 1895 duró la vieja costumbre de los
mataperros cimarrones 4 que, llenos de entusiasmo, escapaban a los
campamentos revolucionarios" 5.

Esta imagen romántica, y aun heroica, del mataperro de antaño contrasta


con su figura actual, traviesa y prosaica, y sobre todo con la imagen negativa del
personaje que nos daba Arona. Después de equipararlo al "pilluelo o granuja de
España" 6, añade que "por extensión se llama mataperro al arrastrado, al
cochambroso, al mal traído 7 y a todo ente despreciable; y también al badulaque,
al haragán" 8.

Ni tanto ni tan poco. Más cercana a nuestro concepto actual del


mataperro está otra descripción del mismo Gálvez, que según él corresponde al
estado larval del personaje:
"El mataperros comenzaba a incubarse en el propio hogar. Aburría 9 a las amas
10
, hacía rabiar a los padres, les daba duro a los chiquillos, imitaba a los
pregoneros, tiraba piedras a los gallinazos 11 y hasta a los vecinos, hacía
guerrillas con los gallos, organizaba feroces y emocionantes luchas de arañas, en
la calle trompeaba 12 a cualquiera, en la escuela desesperaba a la mestrita 13 y, ya
más crecido, fugaba de la casa..." 14.

1. Que él sigue llamando así, sea por prurito academicista, sea por seguir a Palma.
2. Véase palomilla en este volumen.
3. Es decir, 'mimado, consentido'.

263  
4. Véase antes cimarrón.
5. Págs. 107,108,114.
6. Lo cual indica que mataperros no era corriente en el Madrid que conoció, cuya
lengua observó atentamente.
7. 'Mal vestido'; el subrayado es del autor.
8. Ob. cit. s. v.
9. Aburrir tiene aquí el sentido peruano de 'importunar', 'molestar', 'fastidiar'.
10. 'Niñeras'.
11. Auras o cuervos de América.
12. Véase trompada.
13. Pronunciación vulgar de maestrita. Véase trome.
14. Ob. cit. pág. 109.

El mataperro de hoy no es; pues, ni el joven héroe ni el despreciable


vago. Es solo el muchacho travieso y callejero, el niño o adolescente en quien la
propia vida se ha hecho exacerbada y explosiva.

MAULA

En el Perú, Bolivia, Colombia y la región andina de Venezuela maula se


aplica a la persona floja, indecisa, inútil. La Ña Catita de Segura dice a una
interlocutora:
"mas, volviendo a tu marido,

¿con que es un maula completa?" 1.

En La espía Segura usa el aumentativo maulón:

"No me disgusta el consejo;

acércate acá, maulón" 2.

Abelardo Gamarra, a su vez, dice que cierto juez de Pelagatos contri-


buye, con sus razonamientos, "a extraviar el juicio del maula que tiene por
delante" 3. Clemente Palma, quien fue crítico taurino a principios del siglo XX,
dice de un matador que "estuvo hecho un maula" y de otro que "se está
amaulando" 4.
1. Maula tiene también en el Perú, la Argentina, Uruguay y Bolivia el sentido
de 'cobarde'. Este uso se documenta en El Sexto, de Arguedas: "en mi
pueblo hay bravos y maulas, como en todo lugar" 5; lo mismo maulear por
'acobardarse': "maulean ante la boca de los fusiles" 6. En Colombia y
Argentina maulear es 'haraganear'; en Chile y Uruguay 'hacer trampas en el
juego'. Mauloso es 'tramposo' en Chile.

264  
Maula se documenta en España desde el siglo XVII con el sentido de
'treta, triquiñuela'. El Diccionario de Autoridades da maula con las muy diversas
acepciones de 'hallazgo', 'alhaja adquirida

2. Acto I, escena VII (en Comedias, II, pág. 22). El adjetivo en femenino completa
(subrayado por el autor) parece obedecer solo a la exigencia de la rima asonante.

3. Acto III, escena II (en Artículos, pág. 315).

4. Cien años, pág. 38.

5. Crónicas de Corrales, págs. 114 y 41, respectivamente. En tauromaquia se llama


maulón el toro manso y cobarde, y maulonería su condición de tal.

6. Pág. 99; véase también Amor mundo, págs. 93 y 94.

7. Pág. 95.

a precio de ganga', 'fraude', 'propina que se da al criado ajeno' y también


'tramposo, mal pagador' 1. Otra acepción, 'retazo', está implícita en las primeras
acepciones de los derivados maulero 'vendedor de retazos', 'engañador' y maulería
'tienda de retazos', 'disimulo o astucia para engañar'. Maula también se ha usado
con el sentido de 'perezoso, mal cumplidor de sus obligaciones' 2, muy próximo al
peruano de 'inútil, ocioso'.
El Diccionario académico registra la frase familiar ser (uno) buena
maula 'ser taimado' 3. Es oscuro, sin embargo, el sentido que tiene maula en este
trozo del Testamento del andaluz Terralla incluido en Lima por dentro y fuera:
"Encargo que no me doblen,
porque en todas circunstancias
los sencillos son tratables
pero los dobles son maulas" 4.

Según Corominas 5, la idea de 'cosa despreciable' subyace en todos los


usos de maula y los enlaza semánticamente. En cuanto al origen del término,
descarta la hipótesis de étimo árabe (maula, que tiene los sentidos antitéticos de
'dueño' y 'manumiso') y se inclina a creer que se trata de un postverbal de maular,
forma original del actual maullar 6; datos de otras lenguas y dialectos románicos 7
hacen pensar que la acepción original de maula puede haber sido la de 'astucia,
marrullería', características tradicionalmente adjudicadas al gato.

1. Véase en El Periquillo Sarniento, de Lizardi: "cascaritas de reloj o relojes cáscaras o


maulas" (pág. 129).

2. En Andalucía hacer maula equivale a hacer novillos, pero maula es 'desigualdad en el


barnizado de una superficie'.

3. Véase ser buena maula en El Periquillo Sarniento, págs. 55 y 145.

265  
4. Pág. 212 de la edición de París. Reproducido en BCP 9*, pág. 54. Tampoco es claro
este uso coetáneo y obviamente negativo documentado en el Drama de los
Palanganas: "Dramática y Exegética. Qué términos tan inusitados. Ellos están
diciendo la maula que serán las obras..." (ed. cit. pág. 34).

5. Véase Diccionario crítico etimológico, s. v.

6. Que se debe a cruce del dialectal maular con aullar. Maular, a su vez, se formó sobre
mau, onomatopeya del grito del gato (véase ob.cit. s. v. maullar).

7. Silvio Julio estudia el castellanismo maula en el portugués del sur del Brasil (donde
tiene análogos sentidos), discute una improbable etimología vasca y se inclina a creer
que maula sea voz del latín vulgar de Iberia (véase Literatura, folclore e lingüística
da área gauchesca no Brasil, págs. 359-369).

MAZAMORRA

Mazamorra es viejo término del habla marinera mediterránea 1;


designaba los desperdicios de galleta o bizcocho con que se preparaba una sopa 2
o papilla que era alimento de forzados y galeotes y también de marineros, y aun
de pasajeros, en caso de necesidad.

Relatando el último viaje de Colón escribe Las Casas:


"Pudrióseles tanto el bizcocho, y hinchióseles de tanta cantidad de gusanos, que
había personas que no querían comer o cenar la maçamorra que, del bizcocho y
agua puesta en el huego [fuego] hacían, sino de noche, por [no] ver la multitud de
gusanos que del salían y con él se cocían. Otros estaban ya tan acostumbrados
por la hambre a comerlos, que ya no los quitaban, porque en quitarlos se les
pasaría la cena: tantos eran" 3.

Un viajero madrileño de mediados del siglo XVI, Andrés Laguna,


describe así la preparación de la galleta y de la mazamorra:
"Toman la harina sin cerner ni nada y házenla pan; después aquello hácenlo
cuartos y recuézenlo hasta que está duro como piedra y métenlo en la galera; las
migajas que se desmoronan de aquello y los suelos donde estubo es mazamorra,
y muchas vezes hai tanta necesidad, que dan de sola ésta, que quando habréis
apartado a una parte las chinches muertas que están entre ello y las pajas y el
estiércol de los ratones, lo que queda no es la quinta parte" 4.

Los descubridores aplicaron despectivamente el nombre de esta


nauseabunda mazamorra a las gachas, puches o poleadas que los indígenas de
América preparaban con la harina del autóctono maíz; más tarde mazamorra se
difundió por todo el continente como nombre de varios alimentos preparados a
base de féculas diversas.

266  
1. De origen incierto, probablemente arábigo (véase Corominas, Diccionario crítico
etimológico, s. v.).

2. Otro nombre de esa sopa era calandraca.

3. Historia de las Indias, Libro Segundo, capítulo XXIV; en Obras, ed. BAE, II, pág.
64a; véase también Battini, "Voces marinas en el habla rural de San Luis", en
Filología, año I, número 2, págs. 132-133. Mazamorra es hoy en la Argentina la de
maíz blanco.

4. Citado por Amado Alonso, ELTH, pág. 67 n.

En Venezuela y Cuba, por ejemplo, la mazamorra es hoy una bebida


espesa. En el Perú, en cambio, es un tipo de papilla suave: la mazamorra de
cochino era la preparada a base de harina de trigo, chancaca y manteca de
chancho 1; la mazamorra morada, aquella preparada con harina de camote, maíz
morado y diversas frutas secas y frescas 2: en realidad, se aplica el nombre de
mazamorra a cualquier papilla de ese tipo, siempre dulce 3.
Pero hay datos que indican que en el Perú también se ha usado
mazamorra como designación de bebidas más o menos espesas. Así, Palma
describe el masato de la selva, o chicha de yuca, como "una especie de
mazamorra" 4. Tiene una tradición, titulada El rey del monte (sobrenombre de un
bandolero, hijo de una liberta mazamorrera enriquecida con una próspera
mazamorrería) en la cual hace la apología de la mazamorra como bebida nacional
que iba siendo desplazada por otras nuevas y foráneas:
"Impulso de blandir la cachiporra
nunca a nadie inspiró la mazamorra,
que ella no daba bríos
para andarse buscando desafíos.
[...]
Mientras hoy, con un vaso de cerveza
a cuestas, o una copa vergonzante
de bitter de Torino, hasta al gigante
Goliath le rebanamos la cabeza..." 5

La mazamorra se ha asociado siempre a Lima y al limeño. En 1669,


durante una contienda electoral entre un sacerdote gallego y otro limeño por el
provincialato de los agustinos, los limeños

267  
1. Véanse en este volumen chancaca y chancho. Mazamorra de cochino en Palma,
Tradiciones, 904. En Flores, Salpicón, "maza-morra de cochino" y "morada maza-
morra" (págs. 25 y 26). No parece haber sido corriente mazamorra de chancho, que
usa Hernán Velarde (Lima de antaño, 93) como variante de mazamorra de cochino,
hoy prácticamente olvidada.
2. Para Héctor Velarde ya no hay en Lima más que "una sola mazamorra característica:
la mazamorra morada" (cfr. Nuestra mazamorra en Obras completas, 3, págs. 455-
456).
3. En Piura la mazamorra se prepara con calabaza, harina y leche. En Andalucía
mazamorra designa cualquier masa espesa.
4. Neologismos y americanismos, s. v.
5. Tradiciones, pág. 904.

bautizaron a los españoles "con el apodo de los zapatones y éstos, en despique,


llamaron a sus contrarios los mazamorreros" 1. En 1680 el Diario de Lima de los
Mugaburu cuenta cómo los coristas de San Francisco prendieron fuego a la celda
del Comisario general de la orden, español; en su defensa salió un compatriota
"con una rodela y un espadín entre los coristas llamándolos canallas, ruines
mazamorreros" 2. En su Salpicón de costumbres nacionales (1872) Federico
Flores y Galindo defiende al limeño de la frecuente acusación de blandura de
carácter:
"Algunos dicen con brutal sarcasmo

'de débil maza-morra es el limeño';

confunden la bondad con el marasmo

al insultarnos con malvado empeño" 3.

Palma confirma que el mote de mazamorrero aplicado al limeño fue en


un principio despectivo. Tratando de explicarse su origen, dice:
"Probablemente los limeños del siglo anterior se engolosinarían con la
mazamorra, cuando los provincianos les aplicaban a guisa de injuria el epíteto
de mazamoneros [...]. A Dios gracias, hoy estamos archicivilizados, y no hay
miedo de que nos endilguen aquel mote que nos ruborizaba hasta el blanco de
los ojos" 4.

Pero, como suele suceder con los motes insultantes o despectivos 5, el de


limeño mazamorrero, o simplemente mazamorrero, se ha hecho timbre de honor
para el nacido en esta, tan venida a menos, Ciudad de los Reyes. El mismo Palma,
limeñísimo, dice con orgullo: "los que nos hemos destetado con champuz de agrio
y mazamorra..." 6.
7
Mazamorra tiene fuera del Perú numerosos usos figurados. En Bolivia
designa el lodo del alud; en Colombia, el trabajo minero

1. Palma, ob. cit. pág. 427.

268  
2. Pág. 209.

3. Pág. 24; véase también íd. íd. 23, 25 y 26.


4. Ob. cit. pág. 904. Mazamorrero es 'embrollón' en Colombia.

5. Véanse antes cachaco y lunarejo.

6. Ob. cit. pág. 667: champuz es un dulce limeño tradicional; son variedades el
de agrio, el de leche, el de las monjas. Véase limeño mazamorrero en
Cabotín, Viendo pasar las cosas, pág. 68 n.
7. A veces contraído en mazmorra.

durante los aludes. En este país, la América Central y Antillas mazamorra es la


ampolla o postema del casco de la cabalgadura, y también la pústula que se forma
entre los dedos de los pies. En Colombia, Chile y Argentina mazamorra tiene el
uso figurado de 'mezcolanza, confusión' (en Chile se aplica especialmente a la
lengua oral).

En cuanto a derivados, mazamorrear es en San Luis (Argentina) 'comer


mazamorra' (se usa también el postverbal mazamorreada). En Colombia,
mazamorrear es 'explotar superficialmente una mina' (y, figuradamente, 'diferir
con embustes el cumplimiento de una obligación'); mazamorreo es el lavado de
arenas auríferas superficiales. En el Ecuador mazamorrear es 'enjalbegar'.
Mazamorriento se aplica en Chile a todo lo espeso.

En el Perú se documentan algunos modismos, hoy muy poco usados:


durar lo que cuchara de pan en mazamorra 1, es decir, 'durar muy poco'; vomitar
hasta la primera mazamorra 2 y mover la mazamorra 'dirigir o activar un asunto'
3
.

MONILLO

En Lima ha caído en desuso la palabra monillo como designación de la


parte del vestido femenino que cubre el torso y también de aquella prenda de ropa
interior que hoy se llama, como en la mayor parte del mundo hispánico, sostén
(también se conocía en el Perú como sostensenos 4); en los últimos tiempos ha
empezado a emplearse el anglicismo brassiere, del francés brassiére, íd
(pronunciado brasier). En la Península se emplea con idéntico sentido sujetador
(en la Argentina, portasenos, corpiño y sutién, del francés soutien).

269  
1. En el Drama de los Palanganas, de fines del siglo XVIII; pág. 94 de la 2.a edición
Sánchez: "... y así todo dura muy poco, o como cuchara de pan, según dicen, en
caldo o mazamorra".

2. Parafraseado en las Crónicas de Corrales, pág. 103.

3. En Colombia menear la mazamorra es 'intrigar'.

4. Traducción del francés soutien-gorge, literalmente 'sostén de la garganta', que no


parece ser un eufemismo —como se ha afirmado al recordarse, en 1989, el centenario
de la invención de la prenda por la modista Herminie Cadolle— puesto que gorge
'garganta' se documenta también con la acepción 'pecho o senos de mujer' en un texto
de Gautier (cfr. Le Petit Robert, s. v.).

Monillo es un obvio derivado de mono 'simio'. Aunque a primera vista


no se encuentre relación entre ambos términos, cabe apuntar el hecho análogo de
que en lenguaje taurino se llama monilla la espinillera del picador. Cabe asimismo
recordar que el sufijo -illo tiene hoy como función principal en la lengua, no ya la
de diminutivo, sino la de incrementador del léxico con nuevas voces que tienen
poco que ver con el primitivo (véase antes juanillo). Este proceso se conoce como
renominalización.

Monillo se documenta a principios del siglo XVIII en la primera edición


del Diccionario de la Academia. Aparece allí definido como "jubón de mugér sin
faldillas ni mangas" (jubón, a su vez, como "vestido de medio cuerpo arriba,
ceñido y ajustado al cuerpo, con faldillas cortas"). Este sentido de 'prenda
independiente del vestido, generalmente superpuesta' se ilustra en El paseo de
Amancaes de Felipe Pardo y Aliaga:
"Y tras los amigos, la mulatilla engreída, cabalgaba en una veloz yegua, con el
consabido sombrero acaramelado [...] y el rico monillo de raso verde botella y el
vestido de muselina, y la media de sarga, y el zapato de raso azul celeste ..." 1.

De esta acepción de monillo se pasó fácilmente a la muy próxima de


'parte del vestido que cubre el torso'. La edición de El Comercio de Lima
correspondiente al 3 de agosto de 1843 anuncia:
"Junto con el número de hoy se reparte a nuestros abonados un pliego de papel
que contiene el modelo de un traje —monillo y pollera— cuyas diferentes piezas
se indican por contornos diferentemente punteados" 2.

El anuncio se refiere a las "delanteras del monillo", lo cual indica que


dicha prenda era abierta por delante.

En Las Cojinovas, estampa costumbrista de principios del siglo XX


debida a Cloamón, una muchacha, sorprendida probándose un vestido, "se tapó la
cara con el monillo del traje" y luego "sacó la cabeza de debajo del monillo" 3.

270  
1. En BCP 9*, pág. 175. Engreída equivale a miniada.

2. Citado por Gálvez en Nuestra pequeña historia, pág. 107. Pollera por falda es
arcaísmo de América, vigente sobre todo en el Río de la Plata.

3. En BCP 9**, págs. 263 y 264. Véase un uso análogo de Segura en Ña Catita, acto IV,
escena XI (en Comedias, II, pág. 115).

A medida que los cambios de la moda relegaban el primitivo monillo al


olvido, la palabra desarrollaba en el Perú usos traslaticios. De designar la prenda
exterior que recubría el torso femenino, monillo pasó a nombrar la prenda interior
que ciñe el pecho. Para Palma, monillo es equivalente de corsé, pues se refiere a
"las ballenas del monillo" 1. Para Blume, en cambio, hay diferencia entre monillo
y corsé. Un soneto suyo (de 1894), titulado "Consejo" (en el que todos los versos
acaban en la sílaba -jas) concluye así:
"¿Por qué más suelto ese corsé no de...jas?
¿Por qué así las costillas te ensorti...jas
y después te lamentas y te que...jas?

Es preciso, mi bien, que te corri...jas


y solo uses monillo, cual las vie...jas,
que han sido más robustas que sus hi...jas" 2.

Según este testimonio, el monillo ya se tenía por prenda de viejas a fines


del siglo XIX. La palabra revivió, como se ha visto, para designar otra prenda;
este nuevo sentido, que se documenta en un artículo costumbrista de Clemente
Palma escrito en 1913 3, es el que también ha caído en desuso en los últimos
lustros 4.

MONRA

En la crónica policial limeña suele haber información sobre las hazañas


de los monreros o fierreros 5, ladrones especializados en el robo con fractura (de
cerraduras); monra designa esta específica modalidad de hurto.

1. Tradiciones, pág. 861. Véase, en íd. pág. 442, una referencia a cierto
personaje femenino apodado la Sin-monillo.

271  
2. En Sal y pimienta, págs. 77-78.

3. Crónicas de Corrales, pág. 65. Véase también monillo en Arguedas, Amor


mundo, pág. 177.

4. El Diccionario de la Academia, consignaba como vigente hasta 1984 la


definición que daba su primera edición, publicada entre 1726 y 1739. En las
de 1992 y 2001, monillo lleva la indicación de poco usado.

5. El fierro 'barra de hierro' es su instrumento de trabajo. En replana el fierro


se llama también tonto (palabra que ha pasado a nuestra lengua común),
clavo, manubrio, Don José y José Luis.

Gran parte del léxico jergal se centra en la actividad principal del hampa,
que es el robo. Pero, como el oficio se diversifica, han surgido —y siguen
surgiendo— nombres para cada especialista: junto a monrero o fierrero 1 se
documentan en Lima estuchante 'ladrón que emplea llaves maestras' 2; perforador
'ladrón que hace forados o agujeros' 3; lanza o lancero 'especialista en hurtar
billeteras o carteras'; escalador 'ladrón que se introduce escalando paredes' 4;
escapero, escorpión, chorifaite o chirfaite 'ladrón que hurta y huye velozmente' 5;
monseso 'ratero de mercados', tendero 'ladrón de tiendas' 6; gambusinero 'ladrón
de gallinas' 7; arranchador 'ladrón que arrancha o arrebata por la fuerza' 8;
cogotero 'ladrón que hiere o mata'; más moderno es el nombre de piraña o
pirañita 'ladrón, generalmente niño, que ataca en grupo', etc.

Los términos del léxico verbal están sujetos, por supuesto, al riesgo de
una vida efímera y sustitución consiguiente.

Monrero se usa también en Bolivia; monrazo es allá cada golpe


realizado con esta modalidad de robo. El dato más antiguo (1905) sobre estos usos
nos lo proporciona Lenz en el prólogo a su Diccionario etimolójico de las voces
chilenas derivadas de lenguas indíjenas americanas:
"En Chile se usa para jermanía el término coa [...] a ella pertenecen espresiones
como [... ] monrero = el que trabaja con ganzúa ... " 9.

Es, pues, probable que monrero haya pasado de Chile al Perú y a


Bolivia. Pero, cualquiera que haya sido su trayectoria, su origen es incierto.

1. Cuyos equivalentes en la vieja germanía española eran calabacero y percador. Véase


Salillas, El delincuente español. El lenguaje, págs. 276 y 301.
2. Estuchante se llama también la ganzúa (véase Bastos, Argot, pág. 56).
3. En germanía guzpatarero (el agujero es guzpataro). Véase Salillas, ob. cit. 291, y
también forado en este volumen.
4. En germanía, análogamente, escalona (Salillas, ob. cit. pág. 285).

272  
5. Escapero se usa también en coba o coa (jerga boliviana), lo mismo que escapear
'robar al escape'. El término equivalente a escapero es en germanía volatero. Véase
chirfaite en Bastos, ob. cit. pág. 55, y también faite en este volumen.
6. Véase Bastos, ob. cit. pág. 68.
7. El cual roba desnudo para evitar, según una difundida superstición, el ataque de los
perros guardianes.
8. En germanía despalmante (Salillas, ob. cit. pág. 282). Véase antes arranchar.
Maquinista se documenta como el profesional del maquinazo, arrebato de billeteras o
relojes a quienes hacen cola en la calle.
9. Pág. 21.

Es posible, sin embargo, esbozar una cauta hipótesis etimológica: monra


puede haber resultado de inversión silábica —recurso favorito de la jerga 1— del
nombre propio Ramón 2. A su vez, Ramón puede haber servido como designación
eufemística del ladrón basada en la precaria coincidencia de su estructura silábica
y acentual y la de su consonante inicial con aquellas de robar: caso análogo sería
el de Ruperto 'ladrón' en jerga mejicana, que Kany precisamente justifica por su
"asociación fonética con robo" 3.
Aunque parezca absurdo que nombres como Ramón o Ruperto evoquen
la idea de 'robo', debe recordarse que es característica esencial de toda jerga, junto
a la de proveer al delincuente de un lenguaje cifrado, la de servir como cauce
liberador de las tensiones anexas a esta actividad. Quien usa una jerga apela
constantemente a la imaginación de su interlocutor, proporcionándole solo un
indicio —semántico o fonético— de la identidad del objeto a que se refiere. Este
resulta así apenas aludido por una referencia deliberadamente tangencial.

MONTONERA

Durante el siglo XIX se usó en gran parte de la América Meridional, el


Perú incluido, la palabra montonera aplicada a 'guerrillas' y otros grupos de
fuerzas militares irregulares. Montonero era el miembro de dichas guerrillas. En el
Perú 4 se documentan además los compuestos contramontonera 'fuerza que

1. Véase trome.

2. Recuérdense, por ejemplo, Don José y José Luis como nombres eufemísticos del
tonto o fierro. Otros nombres usados en germanía son (o fueron): Juan 'cepo de
iglesia' (juanero es el 'ladrón de cepos de iglesia') y 'preso encadenado'; Juan Díaz,

273  
también 'preso encadenado'; Juan Tarafe 'dado'; Juan Dorado 'moneda de oro'; Juan
Platero 'moneda de plata'; Juan Machiz 'machete'; Pedro 'cerrojo', 'capote', 'vestido
usado para robar'; Lucas 'naipes' (Salillas, ob. cit. págs. 64-66).

3. Semántica hispanoamericana, pág. 67.

4. Véase Gustavo Vergara, En torno a la denominación de las montoneras y las partidas


de guerrilla; según Vergara los jefes militares del siglo XIX, así como la mayor parte
de los historiadores peruanos, usan indistintamente montonera, partida y guerrilla.

combate a una montonera', 'montonera formada para resistir a otra' y


contramontonero 'miembro de una contramontonera' 1.
La primera montonera americana fue la de Artigas, en la denominada
Banda oriental, que es hoy el Uruguay de hoy. Más tarde la llamada montonera
gaucha se enfrentó al gobierno central argentino. La palabra hizo su camino hacia
el norte y Bolívar la usa con alguna frecuencia, parafraseándola a veces como si
tuviera conciencia de su carácter regional; otras veces la evita y la sustituye por
sinónimos: guerrillas, partidas, partidas de guerrillas.

En julio de 1825 el Libertador instruye al general venezolano Tomás de


Heres sobre la redacción de un artículo que debe desmentir ciertas afirmaciones
de un periódico del Cuzco:
"El artículo debe comenzar recapitulando todas las injurias que han hecho a la
división de Colombia, llamándola montonera, como lo han dicho en Buenos
Aires..." 2.

Aquí debe entenderse que "las injurias" consistían en aplicar a una


división de ejército regular la denominación de montonera, equivalente de partida
o guerrilla y por tanto carente de la organización jerárquica de un cuerpo de
ejército. Porque Bolívar mismo fue un montonero —o guerrillero 3— genial,
como lo reconoce, con admiración, Sarmiento:
"... si San Martín hubiese tenido que encabezar montoneras, ser vencido aquí,
para ir a reunir un grupo de llaneros por allá, lo habrían colgado a la segunda
tentativa" 4.

A su vuelta de la campaña del Perú, los soldados del ejército libertador


introdujeron en Venezuela la palabra montonera, que tuvo

1. Cfr. contramontonera y contramontonero en Vegas Seminario, Montoneras, págs. 80,


95, 99, 133, 221 y Chicha, sol y sangre, págs. 49, 54, 55.

2. Obras, II, 161; véanse otros usos en oficios del Libertador en O'Leary, XXI, págs. 8,
310, 418; XXII, 538, 556; "reclutas montoneros" en Bolívar, Obras, I, 911. Cfr. t.
Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 211-212 y Léxico de Bolívar, págs. 590-592.

274  
3. Guerrillero es, por otra parte, un neologismo que data en castellano de los primeros
años del siglo XIX, época de la invasión napoleónica a España.

4. Facundo, pág. 14; véase también montonera en íd. íd. 56, 73, 78, 183; montonero, 56.
Montonerizado (pág. 234) parece derivación personal de Sarmiento. Se ha dado como
argentino montonerear 'formar parte de una montonera'. Véanse usos adjetivos de
Borges ("lanza montonera", "imperio montonero") en Evaristo Carriego, en Obras,
114 y 148.

vigencia en las posteriores luchas entre caudillos militares, aunque con cierto
matiz despectivo, que se conserva.

Parece que allá montonera podía igualmente aplicarse a grupos a pie o a


caballo. Arona, en cambio, aclara respecto a la montonera peruana:
"... por supuesto que en ella no hay infantería, desde que en sus acometidas se fía
una gran parte del éxito a la fuga" 1.

Pero Arona despreciaba visceralmente a la montonera. Refutando una


definición, que a él le parece "eufemística", de Cuervo 2, sostiene:
"... el vil montonero no puede ser otra cosa que montonero; hay que recordarle
siempre que su montón no forma más que montón y montonera, y no tropa, gente
ni fuerza, por más que se le agreguen los modificativos de irregular, colecticia,
etc." 3.

Palma, en cambio, rechaza una definición académica peyorativa


(corregida posteriormente) y aclara:
"La montonera se compone de guerrilleros más o menos civilizados y más o
menos morales, como los francotiradores en Europa. No hay tales semisalvajes,
vestidos de plumas, en la montonera americana" 4.

Todavía en 1904 critica González Prada:


"Si en las cinco partes del mundo pululan agricultores, marinos y mineros que
respectivamente desean poseer su tierra, su buque y su mina, en el Perú abundan
los hombres que sueñan tener su montonera propia [...]. ¿Quién no forma su
montonera? el pobre diablo incapaz de reunir seis hombres armados con cinco
rifles" 5.

Montonera, obvio derivado de montón, tiene distintos sentidos en


diversas hablas regionales. En Navarra montonera o montonada es 'montón
grande'; en Colombia y otras regiones montonera era

1. Diccionario de peruanismos, s. v.

2. Véase Apuntaciones, párrafo 870 (en Obras, I, pág. 783).

3. Ob. cit. s. v. Montón, tropa, gente y fuerza subrayados por el autor.

275  
4. Neologismos y americanismos, s. v., en la versión incluida en Tradiciones peruanas
completas, pág. 1398; no en la edición original de 1896.

5. Horas de lucha, pág. 137.

'almiar' 1. En Bolivia y La Rioja (Argentina) montonera equivale a 'gran cantidad'


de cualquier cosa. El término se aplicó, despectivamente, a las tropas irregulares
que no atacaban en línea sino en montón 2. En la década del 70, una agrupación
peronista clandestina que emprendió la lucha armada contra el gobierno asumió en
la Argentina el apelativo histórico de Montoneros.

Es superfluo, por tanto, recurrir al portugués montoeira 'gran cantidad'


para explicar el hispanoamericano montonera. La débil hipótesis se apoya en el
hecho de que el Río de la Plata, cuna de la montonera, es también región de
brasileñismos. Pero el portugués montoeira ni siquiera ha desarrollado en el Brasil
los sentidos de 'partida', 'guerrilla'.

MOROCHO

Morocho viene del quechua muruch'u 'duro', 'fuerte'. El Lexicón de Fray


Domingo de Santo Tomás, 1560, trae ya morocho "cosa dura, o rezia" 3. El
Vocabulario de González Holguín consigna "Muruchhu. Cosa dura de comer,
como viscocho" 4, "Muruchu [sic] çara. Mayz, de los llanos muy duro" y
"Muruchhu runa. Hombre fuerte, de complexion sano" 5. Garcilaso explica que en
el Perú hay dos clases de maíz: "el uno es duro, que llaman muruchu, y el otro
tierno y de mucho regalo, que llaman capia" 6. La equivalencia fonológica de las
vocales velares u - o en quechua explica la castellanización de muruchu como
morocho.

1. Cuervo consigna el uso (ob. cit.), pero algunos lexicógrafos colombianos modernos
ya no lo reconocen.

2. Análogamente, se llama en Méjico montonero al 'pendenciero que ataca en montón'.


En Venezuela montonero es el gallo ordinario (tal vez por ser del montón). En el
Paraguay montonero es cierto baile campesino.

3. Pág. 324.

4. En su acepción de 'galleta marinera'.

276  
5. Pág. 252a. Coincidentemente, el Vocabulario aimara de Bertonio da "murochi tonco,
amaro; ccama: mayz muy duro" y "murocchi haque, caura &c. Hombre fuerte
rehecho, Carnero [sic] de fuerças" (pág. 225a de la segunda parte).

6. Comentarios Reales, libro VIII, capítulo IX (tomo II, pág. 176 de la edición
Rosenblat).

Maíz morocho (o abreviadamente morocho) es todavía el nombre de


diversas variedades del grano en Chile, el norte de Argentina, limador y algunas
zonas del Perú y Colombia. Pero ha caído ni desuso en el Perú —o, por lo menos,
en Lima— el uso de morocho por robusto, extensión de sentido que, como se ha
visto, viene desde el quechua y usa todavía Palma:
"El Padre Camacho, no embargante el ayuno y la disciplina, era físicamente lo
que se llama un hombre morocho..." 1.

lista acepción se conserva en algunas regiones de Chile, Ecuador,


Colombia, Venezuela, Santo Domingo y Puerto Rico.
Pero lo más interesante en cuanto al quechuismo morocho es el
divergente cambio de sentido que ha experimentado en regiones extremas del
continente, así como su contaminación con el castellano doble.

Morocho es hoy en la zona del Plata equivalente de moreno, trigueño 2.


La acepción se explica porque el maíz morocho parece haber sitio, además de
duro, oscuro 3. Tal vez hubo también influencia de moreno, por coincidir los tres
fonemas iniciales.

En Venezuela, en cambio, morocho es uso viejo por 'doble, mellizo,


gemelo'; frutos morochos o amorochados son aquellos anómalamente unidos o
pegados 4; escopeta morocha es la de dos cañones 5. Esta acepción se explica por
cruce con doble, que desde la Edad Media tiene el sentido secundario de 'grueso,
espeso' referido a telas 6 y de allí tomó el de 'fuerte, recio' 7.

1. Tradiciones, pág. 345b. En abril de 1810 Palma escribe a su hijo Ricardo sobre el
conflicto con el Ecuador: "Han llegado los reservistas de Junín: más de 800 cholos
morochos y muy apropiados para resistir una campaña" (Cartas indiscretas, pág.
110).

2. Trigueño es, a su vez, americanismo en este sentido. Morocho por moreno se hoy en
el Perú (es reciente argentinismo). Véase morocha 'mujer morena' en Valle Inclán,
Tirano Banderas, págs. 169, 175.

277  
3. Según Farfán, sin embargo, ese uso se explica porque morocho viene del quechua
dialectal muru.chu 'de dos colores': blanco y negro o castaño y blanco (Quechuismos,
pág. 25b).

4. En el Ecuador amorochado es lo que se ha puesto duro y seco.

5. En Honduras labio morocho es 'labio leporino o hendido'.

6. Conservado en el habla popular del Perú, Venezuela y otras regiones de América.

7. Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, 2.ª serie, págs. 245-250.

Resumiendo: en el castellano de América hubo convergencia del


quechuismo morocho en su acepción de 'fuerte' y la palabra castellana doble con
ese mismo significado. Esta parcial sinonimia ocasionó un entrecruzamiento de
usos atestiguado por expresiones venezolanas como parto morocho 'parto de
mellizos' y, por extensión, 'situación difícil o crítica'; de allí salen otras, tales
como hambre morocha, frío morocho, sueño morocho, miedo morocho, en las que
la idea de 'doble' se ha perdido y solo están presentes las de 'intenso', 'grande'1.
Así, en la Argentina el femenino morocha se ha sustantivado con el sentido de
'olla grande en que se prepara la comida de la tropa'.

MORROÑOSO

En el habla familiar peruana morroñoso significa 'enteco, canijo, mal


desarrollado'. Puede aplicarse a adultos y niños, y también a animales o vegetales
2
.

Según Corominas, morroñoso (que en leonés significa 'herrumbroso' y


'tacaño') se debe a cruce de roñoso con morrudo 'hocicudo' 3. Pero también podría
explicarse como alteración de morriñoso 'triste, melancólico' por influencia de
roñoso 'tacaño'.

Morriña es un portuguesismo que mantuvo en castellano su sentido


original y literal de 'sarna del ganado' y el metafórico de 'tristeza, melancolía,
nostalgia' 4; en Salamanca morriña es hoy cierta enfermedad infantil. Roña,
etimológicamente 'sarna', desarrolló a su vez los usos figurados de 'suciedad,
herrumbre' y 'tacañería'.

Del cruce de sus respectivos derivados, morriñoso y roñoso, pudo salir


morroñoso, que el Diccionario de peruanismos de Arona

278  
1. No se ve, en cambio, relación semántica entre los usos americanos de morocho y el
andaluz que lo hace equivalente de mocho 'que ha perdido uno o más dedos de la
mano'.

2. Véase, por ejemplo, "arañita morroñosa" en Palma, Tradiciones, pág. 846; papa
morroñosa en Gálvez, Una Lima que se va, pág. 175; aceitunas morroñosas en Mejía,
Ayer y hoy, pág. 52.

3. Diccionario crítico etimológico, s. v. roña.

4. En portugués morrinha es actualmente 'enfermedad leve', morrinhoso es 'achacoso' y


amorrinharse 'enflaquecer, extenuarse, postrarse'.

todavía da con los sentidos de 'miserable, ruin' y 'mustio, encogido', ambos


desusados hoy. Es también indicio de esa contaminación el leonés y salmantino
morriñoso 'enteco, raquítico' que coincide con el uso peruano actual de
morroñoso; en la América Central morroñoso, a su vez, tiene el sentido de 'tacaño'
propio de roñoso. De morroñoso parece haber salido el cubano murruñoso
‘diminuto' y 'nostálgico'.
El uso venezolano de morroñoso 'taimado' tiene tal vez distinto origen:
morroño por morrongo (nombre aplicado al gato), forma que ha desarrollado
igualmente ese sentido en algunas hablas de la Península.

MUCA

En el Perú se llama muca la zarigüeya, marsupial nocturno (Didelphys


azarae) de carne sabrosa. La variante reduplicada muca-muca se emplea en el
Perú y El Salvador; en Colombia se documenta la forma disimilada mucamusa.

Según una opinión muy difundida, muca es un quechuismo. Pero el


término no aparece en los vocabularios antiguos, ni en la obra del Inca Garcilaso.
El Diccionario quechua moderno de Lira incluye muka 'zarigüeya' y mukamuka
'taimado, hipócrita', pero podría tratarse, en ambos casos, de castellanismos .
La muca es un temible depredador de gallineros. Cuenta Adriana de
González Prada que en una ocasión Don Manuel fue a visitar al poeta José María
Eguren, en Barranco:
"Allí vivía con sus hermanas en el entonces apartado barrio de San Francisco en
la Plaza de la iglesia de ese nombre, habitado casi solo por socias de la Tercera
Orden. Parece que causó alboroto entre las devotas la llegada de Manuel en el
casi beaterio, como la de una muca en un corral de gallinas.. ." 2.

279  
1. Véanse antes cachaco y carcancha. En su Vocabulario del Oriente peruano Tovar
remite mucamuca a carachupa (en quechua literalmente 'rabo pelado'), nombre que se
aplica a la zarigüeya y al armadillo.

2. Mi Manuel, pág. 381. Véase el modismo echarse como muca a pollos 'lanzarse
ávidamente sobre algo' en Camino Calderón, Diccionario folklórico, pág. 184.

Cara de muca 'cara fea u hosca' es una expresión que todavía puede
oírse en Lima. En Segura se documenta con el mismo valor cara de mucamuca 1;
parece que en un tiempo se llamó mucamuca al hijo de chino y zamba (véase
zambo).

El uso figurado mucamuca 'taimado, hipócrita' (que, según se ha visto,


da Lira como propio del quechua) se documenta igualmente en Segura. En Las
tres viudas la madre de Micaela reta al pretendiente de esta:
"Que venga aquí el mucamuca,

le diré cuantas son cinco" 2.

Y en Nadie me la pega otro personaje de Segura, asombrado de la


hipocresía de una muchacha, dice en un aparte: "miren a la mucamuca" 3.

Muca equivale a 'añicos, trizas' en las frases hacer muca y volver muca,
esta última frecuente en las Crónicas de Clemente Palma 4. Dice Pulgar Vidal 5
que la muca "es muy abundante, razón por la cual suelen caer con frecuencia entre
las ruedas de los carros ['automóviles']". ¿Podrá estar en este hecho la explicación
de muca 'trizas'? De hacerse muca 'quedar destrozado, deshecho, inservible',
pasando por las supuestas etapas semánticas intermedias 'quedar reducido a nada',
'quedar sin nada', salen tal vez las frases estar muca, quedar muca, andar muca 6
y dejar muca 7 en las cuales muca llega a tener el sentido de 'sin dinero, sin un
centavo' (también se documenta con este sentido una forma masculina muco).
No se ve, por otra parte, qué enlace semántico puede haber entre
cualquiera de los usos consignados y el de muca 'borrachera', antes muy frecuente
en Lima 8 y todavía corriente en Huánuco y otras regiones del Perú.

1. Percances de un remitido, acto III, escena XXII (en Comedias, II, pág. 234).
2. Acto I, escena I (en Comedias, I, 155).

3. Acto II, escena III (en Artículos, pág. 241).

280  
4. Véanse las págs. 37, 60, 65, 94, 96, 189. Como cronista taurino, C. Palma
compara a los toros mansos con mucas (íd. íd. pág. 8).
5. Diccionario de huanuqueñismos, s. v.

6. Véase andar muca en Vargas Llosa, Los cachorros, pág. 88.

7. Véase dejar muca en Sofocleto al pie de la letra, págs. 52 y 99.

8. Véase muca 'borrachera' en C. Palma, ob. cit. pág. 86 y enmucarse


'emborracharse' en íd. íd. pág. 157.
MUÑECOS

En el habla familiar del Perú estar con los muñecos —o con todos los
muñecos, o muñequeado— tiene el sentido de 'estar dominado por la ansiedad, por
los nervios o por el miedo'. Muñequearse es 'ponerse muy nervioso, angustiarse,
acobardarse' y pegarse una muñequeada 'darse un gran susto'; muñequeo es el
estado de ansiedad o nerviosidad aguda.

De todas estas expresiones peruanas, relativamente modernas, la


primaria puede haber sido estar con los muñecos. La metáfora podría haberse
referido a las alucinaciones del delírium trémens, gráficamente llamado en el Perú
diablos azules l. Un pasaje de Vargas Llosa ilustra esa asociación de ideas:
"Hay que tener en cuenta las cosas que han pasado. El pobre cholo Cava, a
cualquiera se le ponen los nervios como alambres, y el Esclavo con su pedazo de
plomo en la cabeza, es natural que todos estemos muñequeados. Además no sé
por qué nos hicieron poner el uniforme azul, justamente con ese sol de verano y
todos estábamos transpirando y teníamos como diablos azules en la barriga. A
qué hora lo traen, cómo estará, habrá cambiado con tantos días de encierro, debe
haberse enflaquecido, a lo mejor lo tenían a pan y agua, metido en un cuarto todo
el día, con los muñecos del Consejo de Oficiales..." 2.

El proceso semántico podría reconstruirse así: al principio la expresión


estar con los muñecos (como estar con diablos azules) aludía gráficamente a las
alucinaciones que produce el delírium trémens. Por otra parte, es consecuencia de
la intoxicación alcohólica el malestar que se sufre al día siguiente, llamado resaca
(en el Perú también perseguidora), y es manifestación visible, tanto de la resaca
aguda como del delírium trémens, el temblor corporal

281  
1. Que coincide con el inglés blue devils (más tarde abreviado en blues) 'melancolía' (el
delírium trémens se conoce como pink elephants 'elefantes rosados' en el inglés
americano familiar). Según Malaret diablos azules se usa también en Chile y la
Amériwca Central. Véase diablos azules en Vargas Llosa, Conversación en La
Catedral, I, págs. 14, 228, 257 y II, 275.

2. La ciudad y los perros, pág. 187; véase también estar muñequeado en íd. íd. 68;
venirle a uno los muñecos en íd. 141; estar con [todos] los muñecos [encima] en La
casa verde, 61; muñequearse en íd. 21, Los cachorros, 26, 56, 87 y Conversación en
La Catedral, I, pág. 39.

(por eso trémens). Estar con los muñecos llegó a significar 'estar temblando', sea
por efecto de intoxicación alcohólica, sea por miedo o por nerviosismo. Por
último, la frase se aplicó al hecho de dejarse dominar por cualquiera de esas
emociones, aunque no se expresasen por temblor corporal.
El verbo muñequearse es de formación posterior a esta evolución
semántica, y por eso solo tiene el último de los sentidos alcanzados por la frase
estar con los muñecos.

El Diccionario académico (2001) registra ya la locución verbal peruana


estar (alguien) con los muñecos con el sentido de "estar dominado por la
ansiedad, los nervios o el miedo".

NEGOCIADO
Negocio viene del latín negotium, derivado negativo de otium 'ocio'.
Negocio, etimológicamente 'no ocio', 'negación del ocio', tuvo en principio el
sentido general de 'actividad, quehacer' 1.

Pero ya en latín negotium había desarrollado un uso específicamente


relacionado con el comercio; su dios, Mercurio, llevaba el apelativo de
Negotiator. En cuanto al castellano, hasta el siglo XIX coexistieron en negocio
tres acepciones bien diferenciadas: 'asunto, cosa', 'arreglo político' y 'operación
comercial' 2. Pero en el uso actual de negocio prevalece este último sentido, y lo
mismo sucede con sus derivados negociar y negociante. En negociar y negociable
está también implícita la acepción de 'arreglo político', más definida en
negociación y negociador.

En cuanto al participio negociado, tuvo antiguamente el sentido adjetivo


de 'atareado' y tiene desde el siglo XVIII los usos sustantivos de 'negocio' y
'dependencia administrativa del

1. Negocioso se ha usado con el sentido de 'diligente'.

282  
2. Véanse estos tres usos por Bolívar en Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 384-
385 (t. Léxico de Bolívar, pág. 30).

Estado'1. En Chile alternan negociado y negocio como designaciones de una


tienda o local comercial 2.

Pero en el Perú, el Ecuador, la Argentina, Bolivia y Chile negociado ha


tomado el sentido peyorativo de 'negocio ilícito que se realiza con participación
dolosa de funcionarios del Estado'. Equivale, pues, según los casos, a
prevaricación, peculado, concusión, enriquecimiento ilícito, tráfico de
influencias, etc. La comisión y la coima están en estrecha relación con el
negociado.

El Diccionario de Autoridades daba como cuarta acepción de negociar


la de "corromper con el soborno la integridad con que se debe proceder". No cabe
duda de que los usos americanos anotados están en directa relación con aquella
acepción de negociar, hoy olvidada en la lengua general.

La edición de 2001 del Diccionario académico da como 3.a acepción de


negociado, con área restringida a Sudamérica, la de "negocio ilícito y escandaloso
que toma carácter público" pero infelizmente parecen ser más —en nuestra
América— los negociados que nunca se descubren y menos aun los que son
sancionados.

NOMÁS

No más por 'solamente, únicamente' era expresión usual durante el Siglo


de Oro. Pero desde entonces empezó a desplazarla en la Península la frase
equivalente nada más. Hoy, por tanto, suenan como americanas expresiones del
tipo de "yo no más", "eso no más", "dos días no más", "con ellos no más", "a la
esquina no más", "trabajando no más", etc.3.

Hasta aquí solo se trataría de la conservación de un uso arcaico que la


lengua general ha abandonado. Pero el castellano de Hispanoamérica ha ido en
este caso (como en tantos otros) mucho más allá del simple arcaísmo: ha llegado a
alterar la esencia misma de

1. En Puerto Rico la Oficina Meteorológica se llama Negociado del Tiempo (calco del
inglés Weather Bureau).

283  
2. Negocio en la acepción de 'local comercial' es un uso general en la lengua.

3. Véanse varios usos de Bolívar en Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 322-323 (t.
Léxico de Bolívar, págs. 555-556). En Sarmiento: "Facundo no es cruel, no es
sanguinario: es bárbaro, no más" (Facundo, pág. 230; véase también íd. íd. 277).
Valle Inclán, que en Tirano Banderas intenta dar una imagen global del castellano de
América, usa la expresión profusamente (págs. 5, 6, 7, 27, 35, 46, 56, 70, 107, 132,
162, 163, 170, 172, etc.).

la frase y ha ampliado sus funciones hasta tal punto que podría decirse que la
expresión ha sido virtualmente sacada de quicio:

En el aspecto fonético, el oído comprueba que —siguiendo una moderna


tendencia del español— la expresión no más, originalmente formada por dos
palabras que tienen acento prosódico de intensidad, se ha reducido a un solo grupo
acentuado en que el adverbio no se ha hecho inacentuado y proclítico. De allí la
grafía intuitiva nomás que se difunde día a día. Documentada por muchos años en
la literatura costumbrista hispanoamericana 1, llega a ser usual en la prosa de un
escritor tan culto como Borges 2. De nomás se hace en Costa Rica un adverbio de
matiz afectivo nomasito. En el habla gauchesca —y en la lengua popular de toda
América— se pierde la s final: nomá 3.

En cuanto al aspecto semántico, en el adverbio no —gran perdedor en


este caso— se ha debilitado la idea de negación, hasta el punto de que en Méjico
nomás tiene que reforzarse en no nomás ('no solamente').
Los usos americanos de no más pueden, pues, agruparse así:

Primero, los que consisten en posponer no más (o nomás) a adverbios:


no más tiene en estos casos una función de refuerzo semántico. Por ejemplo: ayer
no más 'ayer mismo, solo ayer' 4; ahora no más 'ahora mismo, hace un momento';
aquí no más 'aquí mismo', 'aquí y no en otro lugar', 'muy cerca de aquí'; se dice
también aquicito no más 'a dos pasos' (que puede referirse a varios kilómetros de
distancia) 5; ahí no más (pronunciado generalmente

1. Véanse ejemplos peruanos del uso de la grafía nomás en López Albújar, Matalaché,
págs. 57 y 98 (no más en íd. íd. 248); Camino Calderón, Diccionario folklórico, pág.
91; Arguedas, Diamantes, págs. 99, 103, 104, 107, 110, 111, 114, 116, 117, 142,154 y
El Sexto, 46, 85, 88,115,117, 148,156,158,167; Vargas Llosa, Conversación en La
Catedral, I, 36, 204, 278, 283, 310; II, 34, 47, 99, 113; La señorita de Tacna, 91, 99;
Elogio de la madrastra, 171.

2. Véanse estos usos de Borges: "era cielo de varones nomás", "tampoco el tango es el
natural sonido de los barrios; lo fue de los burdeles nomás" (Evaristo Carriego, en
Obras, págs. 124 y 133). Véase nomás en Cortázar, Rayuela, págs. 110, 185, 288,
329, 336; Final del juego, 130, 135, 136; Todos los fuegos el fuego, 53, 56, 92.

284  
3. Véase nomá en Alegría, La serpiente de oro, págs. 20, 99, 100, 112, 140, 230 y Los
perros hambrientos, págs. 63, 92, 95, 97, 118.

4. Recuérdese "yo soy aquél que ayer no más decía..." de Rubén Darío. Y véase "… las
que ayer no más se mostraban tan orgullosas…" en Ventura García Calderón, Páginas
escogidas, 772.

5. Cfr. aquicito no más en C. Palma, Crónicas de Corrales, pág. 196.

ái nomás) 'ahí mismo', 'en ese mismo lugar' y también, por paso de la
significación espacial a la temporal, 'enseguida, inmediatamente, ipso fado' l; así
no más 'así mismo, de esa sencilla manera', 'fácilmente', 'sin oposición o lucha' y
también 'así, así', 'regular', 'ni bien ni mal' 2. Estos usos son corrientes en el Perú,
Chile, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Costa Rica,
Guatemala y Cuba.
Segundo, los que consisten en posponer no más (o nomás) a imperativos
verbales: no más tiene en estos casos la función de una posposición o sufijo
enfático, con matiz afectivo de insistencia cortés. Expresiones como siga no más,
pase no más, entre no más, siéntese no más, diga no más, pida no más
desconciertan a un español por la aparente contradicción que existe entre el
imperativo y la expresión no más originalmente negativa, la cual lógicamente
debería limitar o detener la acción expresada por el verbo. Sin embargo, en estas
expresiones, favoritas de la cortesía hispanoamericana, no más resulta equivalente
de con confianza, sin temor, sin recelo, por favor, por supuesto, etc.; la acción del
verbo, en vez de ser detenida o limitada por no más, resulta paradójicamente
estimulada. Estos usos se dan igualmente en el Perú 3, la Argentina 4, Uruguay,
Bolivia, Ecuador, el sur de Colombia, Venezuela, Panamá y El Salvador.

1. Véase ahí no más 'inmediatamente' en Vallejo, Novelas, pág. 257; Cortázar, La vuelta
al día en ochenta mundos, pág. 182; Rayuela, 350; Final del juego, 122, 128; Todos
los fuegos el fuego, 77, 96.

2. Así no más ya en un Vocabulario achagua de 1762 (en Lenguas de América, pág. 54).
Dice Sarmiento: "¡Este porvenir no se renuncia así no más!" (Facundo, pág. 9); véase
la expresión en Cortázar (La vuelta al día en ochenta mundos, pág. 164 y Rayuela,
192, 395). En Vallejo se documentan así no más y así nomás (Novelas, págs. 184 y
199; 208, 255 y 273, respectivamente). En Diez Canseco, con diminutivo de fuerte
matiz afectivo, asisito nomás (Estampas mulatas, pág. 86). Véase también así no más
en Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, I, pág. 264 y II, 129; La señorita de
Tacna, 43.

3. Véase en Clemente Palma, Crónicas de Corrales: "siga no más" (págs. 25, 63), "gire
usted no más" (22), "pidan no más" (40), "arrempuje no más" (51). En Vallejo: "anda,
no más" (Obra poética, pág. 313); "sigue no más", "sirva usted no más", "decídase no
más" (Novelas, págs. 173, 182, 202); con la grafía soldada nomás: "apúrate nomás",
"entre [usted] nomás", "vaya [usted] nomás", "anda nomás", "pega nomás" (íd. págs.
111, 204, 211, 241, 261, 324).

285  
4. Véanse usos de Cortázar: "dale nomás" en Rayuela, pág. 212 y La vuelta al día en
ochenta mundos, pág. 98; "entre nomás" en la primera obra, pág. 319; "entra nomás",
en íd. íd. 390.

Tercero, los usos mejicanos extremos introducidos por el adverbio no


debilitado y reduplicado: no nomás 'no solamente' como en esta copla:

"Y de Vicente Ramírez


tuvimos que comprender

que no nomás toca el piano:

también se sabe meter" 1.


Cuarto, los usos argentinos —igualmente extremos— en los que no más
ha desarrollado acepciones que se alejan de los usos generales hispanoamericanos,
pues ha llegado a significar 'a la verdad', 'innegablemente', 'por encima de todo', 'a
pesar de todo'. Capdevila da ejemplos como estos: "Un diario que se acerca a los
umbrales del medio siglo tiene nomás el derecho de ser escuchado","—¿Y qué
hizo él, sabiendo que le prohibían salir?— Se fue nomás" 2.

ÑAÑO

Ñaño, ñaña por niño, niña son generales en el lenguaje infantil y


familiar del Perú. Se ha olvidado, en cambio, el uso de ñaño, ñaña con el sentido
de 'joven', 'enamorado' o 'enamorada', que ilustra Federico Blume en su loa a
Febrero:
"¡Mes incomparable

de amores y baños

en que tantas ñañas

nadan con sus ñaños!" 3.

Pero sobrevive la expresión estar ñaños (en Ecuador estar de ñaños)


equivalente de estar (con otro) a partir de un confite (o a partir un piñón, como se
dice en España).
Los usos anotados están en relación con otros, igualmente documentados
en América, que se pueden agrupar en torno a tres ideas, muy entrelazadas:

1. Citada en Mendoza, El corrido mejicano, pág. 71 y en Hildebrandt, La lengua de


Bolívar, pág. 323 n. (t. Léxico de Bolívar, pág. 556 n.).

286  
2. Despeñaderos del habla, págs. 151-152.

3. Sal y pimienta, pág. 148. Véanse usos de ñaño y ñañito 'recién nacido' en esta misma
obra, págs. 130, 131, 132 y 133.

1. La idea de 'pequeñez', expresada en ñaño 'niño y también en el uso


chileno de ñañas o ñañiitas 'pequeñas piezas de carne suelta que la res vacuna
tiene debajo del lomo'.

2. La idea de 'afecto' que hay en ñaño 'enamorado' o 'mimado'


(Colombia), ñañería 'intimidad', ñañear 'mimar' (Ecuador), ñañero 'mimoso' (La
Rioja, Argentina) y el modismo estar (de) ñaños 2.

3. La idea de 'parentesco', real o espiritual, con fuerte carga afectiva,


presente en ñaña 'madre' (Chiloé y centro de Chile) y 'niñera, nodriza' (resto de
ese país, Méjico, Puerto Rico, Honduras y Guatemala). Ñaña es 'abuela' en el
interior venezolano, 'hermana' en Bolivia, 'hermana mayor' en Chile y Argentina;
ñaño es 'hermano' en Ecuador, 'hermano mayor' y 'antiguo ayo' en Chile. En Piura
se llaman ñaños los dedos de la mano.

En quechua ñaña era un término de tratamiento que daba


exclusivamente la mujer a su hermana. Dice Garcilaso:
"Para llamarse hermanos tienen cuatro nombres diferentes. El varón al varón dize
huauque: quiere dezir hermano. De mujer a mujer dizen ñaña: quiere dezir
hermana [...] El hermano a la hermana dize pana [...] y la hermana al hermano
dize tora" 3.

Por otra parte, ñaña o nana (del latín nanna) era en castellano antiguo
'madre, abuela'. Es probable, por ello, que en el español de América haya habido
convergencia de dos usos de distinto origen.

Es generalmente difícil establecer la etimología de palabras del lenguaje


infantil constituidas por reduplicación silábica 4, pues se ha comprobado el
surgimiento coincidente de voces de ese tipo en idiomas no emparentados. La
coincidencia se explica fácilmente por la limitación del niño pequeño en sus
posibilidades articulatorias y por la reducida extensión de su mundo de seres y
objetos.

1. En Salta (Argentina) el compuesto correñañito ['corre, niñito'] es designación


eufemística de la diarrea. También se dice correñañita.

2. Pueden estar en relación con estos usos los argentinos de ñañas 'manifestaciones
exageradas de dolor o enfermedad', 'vacilaciones a causa de temores o escrúpulos' y
ñañoso, -a 'persona que exagera un dolor o enfermedad', 'persona que vacila a causa
de temores o escrúpulos'.

3. Comentarios Reales, libro IV, capítulo XI (tomo I, pág. 200 de la edición Rosenblat).

287  
4. Véase yaya.

ÑATO

Dice Ña Catita, especie de criolla Celestina, que al objeto del amor


"se le toma tal pasión,
que parece lindo y ñato
lo que es feo y narigón" 1.
En el Perú y casi toda América se llama ñato o ñata a la persona chata 2,
de nariz roma 3; el término se aplica, por extensión, al animal de hocico poco
prominente y aun a objetos romos: carro ('automóvil') ñato.

Ñata es también la nariz misma; se usa hoy menos que antes el plural
ñatas por narices 4. El eufemismo la Ñata por la Muerte, basado en la falta de
nariz del esqueleto que la representa, ha sido, según Palma, general en América 5.
En el Perú la locución adjetiva y figurada muerto de risa se sustituye por ñato de
risa, o simplemente ñato; esos procesos explican el uso documentado de
enñatarse por alegrarse. Ciertas casas comerciales limeñas proclamaban a veces
"precios ñatos", es decir, 'precios bajos', 'precios reducidos'. En replana se llamaba
ñatos a los soles antiguos, tal vez por su bajo poder adquisitivo.

Pero el ñato por antonomasia era en el Perú el niño, y para designarlo el


adjetivo podía sustantivarse: "los hijos, cada ñato con siete amas ['ayas']", dice el
Tunante describiendo el tren de vida de un político nuevo rico 6. De este uso salió
el de ñato como fórmula de tratamiento aplicada primero a niños y luego también
a adultos. Dicho tratamiento parece haber tenido mayor uso en épocas pasadas, a
juzgar por lo que dice Arona:

1. Acto I, escena VIII (en Comedias, II, pág. 28).

2. Chato, -a se reserva en el Perú para la persona de baja estatura (véase petacón),


además de sus acepciones generales.

3. Véase ñata en Gamarra, Rasgos, págs. 172, 182; Valle Inclán, Tirano Banderas, pág.
162.

4. Cfr. reírse en las ñatas en López Albújar, Matalaché, pág. 100.

5. Neologismos y americanismos, s. v. Véase su propio uso ("sorprendiólo la ñata") en


Tradiciones, pág. 180 (con análoga imagen se llama la chata a la muerte en
Andalucía). En Bolivia ñata es 'calavera'. Véase la quinta del ñato 'el cementerio' en
Cortázar, Rayuela, pág. 277.

6. Cien años, pág. 82. Véase ñato 'hijo' en Blume, Sal y pimienta, págs. 133, 155.

288  
"¿Cómo estás, ñato? ¡Adiós, ñata!" se dice como pudiera decir un madrileño
"¿Cómo estás, chico? ¡Adiós, chica!" 1.

Según Cuervo, ñato se debe a alteración de chato; explica la sustitución


de palatales (ch por ñ) por tratarse de un "remedo de la pronunciación nasal del
que tiene cierto defecto en la nariz, o habla cuando otro se la aprieta" 2. Pero la
obstrucción nasal tiene el efecto, opuesto, de desnasalizar los sonidos; es difícil
que explique, por lo tanto, la sustitución de una consonante oral por una nasal.

Para otros lexicógrafos, ñato es resultado de la alteración de chato por


alternancia de palatales, especie de cajón de sastre en que suelen reunirse hechos
fonéticos diversos. Pero la alternancia de ch y ñ es excepcional cuando la palabra
no contiene otra consonante nasal 3. Corominas hace notar que ñato es un
americanismo y asturianismo debido a un cruce de chato y su equivalente leonés y
gallego ñacho (o nacho), el cual se debe, a su vez, a pronunciación hipocorística
de naso.

En cuanto a derivados, se usa algo ñatura 'calidad de ñato'. En el Perú se


documenta ñatoso, equivalente de ñato que puede tener matiz despectivo; con
sentido análogo, en Chile ñatoco y en la Argentina (San Luis) ñatungo. En
Nicaragua ñatear es 'aplastar la nariz de un golpe'; en Colombia (costa atlántica)
ñatear, hablar ñato o tener voz ñata es 'hablar gangosamente' (ñato ha
desarrollado allí el sentido de 'gangoso'). En otras partes ñatear es 'tratar de ñato'
a alguien, ya sea como expresión de cariño o como insulto. Ñaterío 'conjunto de
ñatos' y ñatería 'dicho o hecho propio de ñatos' se usan en diversas regiones de
América.

1. Diccionario de peruanismos, s. v. Véase ñata como tratamiento en Segura, El


cacharpari, acto único, escena XIV (en Artículos, pág. 327) y en Cortázar, Final del
juego, págs. 127, 128, 129. (En la Argentina ñato se usa también para referirse a un
tercero cuyo nombre no se conoce o recuerda). Véase ñatita como término de
tratamiento cariñoso para mujeres adultas en Vargas Llosa, La señorita de Tacna,
págs. 46, 61, 63, 82, 88, 90, 106, 118. Ñato como apodo ya en el Drama de los
Palanganas, págs. 89 y 101.

2. Apuntaciones, párrafo 827 (en Obras, I, pág. 762). Véase entonación "atiplada como
de ñato" en Borges, Evaristo Carriego, en Obras, 133.

3. Un caso, pero de y por ñ, sería el de ñapa (véase yapa).

4. Del latín nasus, íd. Véase Indianorománica en RFH VI, N.° 1, págs. 15-22 y
Diccionario crítico etimológico, s. v. chato.

289  
En el Perú y la mayor parte del resto del continente ñato se refiere
específicamente a la nariz u hocico (de esta acepción literal arrancan los diversos
usos figurados). Pero en la pampa argentina ñato ha sufrido posteriores
desarrollos semánticos que lo han hecho aplicable a vegetales y han llegado a
darle los sentidos de 'feo, malhecho', 'bisoño, chapucero' ("carpintero ñato", "ñato
para el lazo") y, en uso sustantivo, 'picaro' 1.

ÑAUPAS

En nuestra habla familiar la expresión ahora ñaupas 2 equivale a 'hace


mucho tiempo'; también se dice en el Perú en tiempo de María Ñaupas (como en
tiempo de Maricastaña). En Loreto estar ñaupa (o ñaupa-ñaupa) es 'estar muy
viejo', dicho sin matiz despectivo. En la Argentina ñaupa es 'persona vieja o
anticuada' y ñaupería 'acción propia de ella', 'antigualla'.

En quechua ñaupa denota las ideas de 'antes' en el tiempo y 'delante' en


el espacio. Por eso en la provincia ecuatoriana del Azuay se dice ñaupa tiempo (o
ñaupas tiempos) por tiempos antiguos y se llama ñaupador al 'guardián que va
delante' en algunas ceremonias pueblerinas.

Pero, al perderse la relación viva con el quechua, ñaupa ha sufrido


cambios fonéticos y semánticos. En Uruguay se ha hecho ñaupe; en Chile (con
trueque de consonantes oclusivas) ñauca, ñaucas o ñauque; en otras partes (por
despalatalización subsiguiente), naucas o nauque. En San Luis (Argentina) la
expresión del tiempo de ñaupa alterna con del tiempo de ñau 3; la forma
desgastada ñau ha llegado a sentirse como nombre de un personaje fabuloso (del
tipo de Maricastaña) y por eso se escribe a veces con mayúscula.

Es obvio que la s final de la forma ñaupas en ahora ñaupas se debe a


analogía con expresiones del tipo de ahora tiempos, ahora

1. Véase el verso número 3245 del Martín Fierro: "un ñato muy enredista"; en
la edición de Tiscornia, pág. 267a; también Francisco I. Castro, Vocabulario
y frases de Martín Fierro, pág. 262.

2. Véase ahora ñaupas en Gamarra, Cien años, pág. 183 y Camino Calderón,
Diccionario folklórico, 57.

3. Cfr. Battini, El español de la Argentina, pág. 168. También se emplea en la


Argentina la expresión equivalente del año de ñaupa.

290  
años, ahora días. Estas locuciones temporales de curiosa construcción, generales
en América 1, son resultado de la absorción (por fonética sintáctica) de la forma
ha, del verbo haber.

En efecto, en castellano antiguo eran frecuentes los giros del tipo ahora
ha un año, etc. En la lengua hablada había sinalefa entre la última a de ahora y la
de ha, de modo que se pronunciaba ahora un año pero se conservaba como
imagen mental —y por tanto se escribía— ahora ha un año.
Cuando hacer desplazó a haber en estas locuciones temporales y se
impusieron formas como ahora hace un año, etc., las construcciones del tipo de
ahora (ha) un año sobrevivieron como formas fijadas 2. Perdida ya toda
conciencia de la presencia morfológica del verbo haber, se escribió, según la
pronunciación, ahora un año, ahora años, ahora días, ahora tiempos. Esas
expresiones, hoy características del habla americana, constituyeron el molde
lingüístico en que se vació la peruana ahora ñaupas.

ÑEQUE

En el Perú, Chile, Ecuador, Colombia, parte de Venezuela y la América


Central ñeque tiene el sentido de 'valor, energía, carácter'; ser de ñeque o tener
ñeque equivale a tener agallas o tener riñones. En agosto de 1881 escribe Palma a
Piérola, quien se encontraba en Ayacucho:
"Si cuando vuelva U. a Lima no planta un par de horcas en la plaza mayor [...]
diré que le falta a U. ñeque para moralizador" 3.

La acepción de 'carácter, fuerza moral' se debe a extensión semántica de


la de 'fuerza física, vigor, robustez': el mismo Palma llama hombre de ñeque a
cierto militar que podía romper una baraja en mitades, cuartos y octavos 4.

1. Véase Kany, American-Spamsh Syntax, págs. 220-222.

2. Se documentan esporádicamente en la lengua literaria y en algunos dialectos, como el


andaluz.

3. Cartas inéditas, pág. 55.

4. Tradiciones, pág. 69; véase ñeque 'valor, coraje' en íd. íd. 165, 545; meter ñeque
'hacer que (uno) se esfuerce' en C. Palma, Crónicas de Corrales, pág. 235.

291  
En la América Central y Cuba ñeque tiene el sentido de 'matón,
perdonavidas' (no entra en esta línea semántica el cubano ñeque 'persona que trae
mala suerte' de distinto étimo). En Méjico, el Oriente de Venezuela 1, Ecuador,
Centroamérica y partes del Perú (Huancayo, por ejemplo) ñeque es 'golpe'. En el
Ecuador ñeque o ñeco es 'puñetazo' o 'coscorrón', ñequiza equivale a trompiza
(véase trompada), ñequear es 'golpear' (como en La Rioja) y, en sentido figurado,
'dar muestras de carácter o energía'. En uso adjetivo ñeque equivale a 'fuerte,
valeroso, enérgico'.

Volviendo al Perú, no hay duda de que ñeque tuvo más vida en el siglo
XIX. Dice Arona:
"El ñeque es... ¡pues! el límite del alcance humano, o por lo menos del alcance
humano del limeño. Cuando un escritor o conversador nostrano 2 se halla
embarazado para completar la expresión de su pensamiento [...] apéase diciendo
con [sic] que la persona o cosa de quien va hablando tiene... ñeque, con lo cual lo
ha dicho todo, aunque en rigor no ha dicho nada. También se suele agregar que la
persona o cosa es de ñeque, pulso y remezón 3, con cuya [sic] frase, una de las
más soberanamente tontas y vacías que han podido zumbar por los oídos de la
humanidad, se llega al paroxismo de la gracia limeña [...]. El furor por esta
palabra es tal, que aun se ha formado el feo adjetivo ñecudo..." 4.

Ñecudo ha caído en desuso. El Murciélago pone en boca de un alto


funcionario pierolista estos versos:
"Ya el Perú me conocía

como a guerrero ñecudo,

ahora me conocerá

Prefecto pantorrilludo" 5.

1. Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, 2.º serie, pág. 257.

2. El subrayado es del autor. Nostrano parece formación humorística en


oposición a forano 'forastero'.

3. Subrayados del autor. Véase más adelante remezón. Pulso, ñeque y calidad
en Segura, Artículos, pág. 330; "tipo de ñeque y rumbo" en Gálvez, Calles
de Lima, pág. 71.
4. Después de leer este párrafo resulta curiosa la afirmación de Palma según la
cual "Juan de Arona, en largo artículo, hace la apología de este peruanismo"
(Papeletas lexicográficas, s. v.).
5. Ramillete o repertorio, pág. 141. Véase pantorrilla en este volumen.

292  
Ñeque es palabra de origen incierto para la cual se han propuesto las más
diversas, y aun disparatadas, etimologías: africana, azteca, arahuaca, araucana,
quechua, vasca.

Según Lenz, el étimo podría ser ñedqueñ 'atrevido, arrogante' en


araucano, pero él mismo admite la dificultad de que un indigenismo de Chile haya
llegado hasta Méjico.

En cuanto a posibles étimos quechuas, Lira da ñekke 'orden, jerarquía' y


ñekka como preposición que denota 'oposición, encuentro, choque' 1; en estos
casos, si bien hay semejanza formal, no se ve el nexo semántico con los usos de
ñeque aquí tratados.

Por otra parte, el hecho de que ñeque sea coincidentemente 'golpe' en


Navarra (específicamente el 'puñetazo' y también la huella que este deja) y
'coscorrón' en Álava (en Bilbao se usa la variante despalatalizada neque), hace
pensar que el uso puede tener origen peninsular, como tantos otros supuestos
indigenismos.

ÑIZCA
Refiere Palma que una bruja de Lima, apresada por la Inquisición,
estuvo largo tiempo "sin querer confesar ñizca" 2. Un personaje de la Ña Catita de
Segura amenaza así a otro:
"si no sale usted al punto,
le hago ñiscas un cuadril" 3.

Ñizca 'pizca, pedacito, porción mínima de algo' y hacer ñizcas por hacer
trizas, hacer añicos son corrientes en el habla familiar del Perú, Chile, Ecuador y
la América Central.

Palma afirma que ñizca tiene origen quechua, pero no especifica el étimo
4
. Malaret —otros lexicógrafos lo siguen— dice que ñisca es voz de origen
quechua y significa 'excremento' en esa lengua. Pero, aparte de que no se explica
el paso del sentido de

1. En González Holguín ñec o ñeqquen 'hacia' y ñeqquen, sufijo que da


carácter de ordinal a los numerales (Vocabulario, pág. 260b).

2. Tradiciones, pág. 834.


3. Acto IV, escena XIV (en Comedias, II, pág. 122).

4. Papeletas lexicográficas, s. v.

293  
'excremento' al de 'pizca' 1, los vocabularios y diccionarios quechuas, de Santo
Tomás en adelante, coinciden en dar aka como 'excremento'2. Ñiskka 'cosa dicha'
(del verbo ñiy 'decir') es obviamente palabra distinta.

Por otro lado, llama la atención la semejanza fonética y semántica entre


ñizca y pizca. Pizca es voz de creación expresiva: la sucesión de sonidos pitsk ha
dado, en varias lenguas, voces que expresan sensaciones como la de retorcer carne
con las puntas de los dedos; la forma primitiva de pellizcar era pizcar, con sus
postverbales pizco 'pellizco' y pizca 'partícula' (por ser generalmente muy pequeña
la porción de carne que se pellizca) 3.

Es probable, entonces, que el americanismo ñizca se explique por


alteración de pizca (que similarmente se ha hecho en vasco misca). Y es probable
también que se trate de un asturianismo más, arraigado en América: pizcar por
pellizcar se conserva en Asturias 4 y ñizgatu (es decir, ñizcado 'reducido a ñizcas')
tiene allá las acepciones de 'porción pequeña de terreno' y 'diminuta tira de tela'.

ÓFRICO

En el castellano del Perú se documenta el adjetivo ófrico con el sentido


de 'oscuro, lóbrego' (se registra también en el español de Bolivia con análogo
sentido) y, por extensión, 'grave, crítico'. El poeta Luis Valle Goicochea (1911-
1953) da a ófrico el espaldarazo literario en su elegía La noticia, escrita en
memoria de otro fino poeta, Enrique Bustamante y Ballivián; el fragmento VII
empieza así:
"Mensajero, cálido, quimera,
hidalgo, riesgo, ófrico, sencillo:
palabras y palabras y palabras" 5.

1. El sentido de 'excremento' se conserva, según el mismo Malaret, en Colombia y


Centroamérica. Tal vez se trate de un homónimo de distinto origen.

2. Véase Lexicón, pág. 229; González Holguín da vacap acan 'estiércol de vaca' (pág.
519b), aca acascca 'diarrea' (pág. 443b), etc.; aka 'excremento, estiércol, desecho
humano o animal, materia fecal' en Lira, Diccionario, s. v.

3. Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. pellizcar.

4. También en Aragón.

5. Obra poética, pág. 313.

294  
Ófrico es palabra de origen incierto 1, tal vez de creación expresiva.
Puede haber surgido de un juego verbal a base de la o inicial de oscuro y la
contextura fonética —trisilábica y esdrújula— de un grupo de voces más o menos
sinónimas: lóbrego, lúgubre, tétrico, fúnebre, hórrido.

Ófrico es un uso obsolescente u obsoleto en el habla limeña actual.

PALANGANA
Palangana 'vasija generalmente circular y poco profunda, usada para
lavar', voz de origen incierto 2, tiene menos uso en España (allá se prefiere el
arabismo jofaina) que en América. La palangana se llama en Lima lavatorio, voz
usada también en Chile y Buenos Aires, o lavador 3.

En uso figurado palangana, sin flexión genérica, es en el Perú


'jactancioso' 4, sobre todo en lo que se refiere a dinero y posición social.
Palanganada es 'jactancia' y palanganear 'alardear' 5.

En el Ecuador se emplea en singular la forma plural palanganas, debida


a analogía con voces del tipo de papanatas. En el interior argentino (San Luis, La
Rioja, Tucumán) y en el Uruguay

1. No parece tener nada que ver con ofrir, forma arcaica de ofrecer (la variante ufrir
tiene en Asturias el sentido de 'hacer ofrendas a los muertos').

2. Según Corominas, viene tal vez de un hispanolatino *palagana 'artesilla de


buscadores de oro', y este del ibérico palaga 'pepita de oro' (Diccionario crítico
etimológico, s. v.).

3. Véase lavatorio 'jofaina' en Gamarra, BCP 9**, pág. 138; F. Elguera, La vida
moderna, 43; Gálvez, Estampas limeñas, 48; Arguedas, El Sexto, 184; Vargas Llosa,
La casa verde, 415; Conversación en La Catedral, I, 328 y II, 38. Lavador 'jofaina' en
Vallejo, Novelas, 206 y Vargas Llosa, La ciudad y los perros, 49 y 59; Conversación
en La Catedral, I, 220, 221; II, 187.

4. Véase palangana en Segura, Comedias, II, pág. 115 y Artículos, págs. 46, 48, 258,
266; Gamarra, Cien años, 18; Fuentes, Ramillete o repertorio, 64, 185; Palma, Tra-
diciones, 366, 410, 883, 959 y Cartas inéditas, 116; Clemente Palma, Crónicas de
Corrales, 272; Gálvez, Una Lima que se va, 145 y Calles de Lima, 78; Nicomedes
Santa Cruz, Cumanana, pág. 20. Ventura García Calderón tiene un artículo titulado
"Los palanganas" (en Páginas escogidas, 976-984).

5. Véase palanganada en Gamarra, Cien años, 46, 63, 163; palanganear en C. Palma,
ob. cit. 171 y Blume, Sal y pimienta, 295.

295  
palangana tiene uso análogo al peruano; en Buenos Aires es 'jactancioso',
'atolondrado' (se usa sobre todo la frase futre palangana: véase futre). En Chile
palangana es 'hablador entrometido y superficial' y palanganear equivale a meter
la cuchara. En el palangana de Bolivia predomina el matiz de 'embustero' (que
llega hasta Costa Rica); el modismo boliviano estar de palangana tiene los
sentidos de 'estar ocioso' y 'echar bravatas'.

Los usos figurados de palangana parecen haber irradiado desde la Lima


virreinal. En 1776 se imprimió en esta ciudad un libelo anónimo contra el virrey
Amat, titulado Drama de los Palanganas Veterano y Bisoño 1. Se trata de un largo
diálogo en prosa entre dos mulatos 2, padre e hijo, quienes se encuentran durante
tres noches en el atrio de la Catedral para comentar sobre los supuestos peculados
y los amoríos del virrey saliente. La palabra Palangana se repite en boca de los
interlocutores, con varios derivados (Palanganita, Palanganato, Palanganismo,
Protopalangana) que dan fe de su vitalidad en el habla limeña del siglo XVIII.
Dice, por ejemplo, el padre: "yo no sigo el partido de los nuestros sino el de los
señores, y eso debías hacer tú para ser legítimo Palanganato". Y el hijo: "Si yo
Taita supiera aprovecharme de los saludables consejos de Ud., ¡oh! qué perfecto
fuera yo entre el Palanganismo!" 3.

Veintidós años después el bilioso Terralla dedica varias cuartetas de su


Lima por dentro y fuera a los palanganas:

"Verás muchos palanganas,

que son unos zambos viejos

1. Su autor, "como ha demostrado Raúl Porras, fue el Marqués de Soto Florido, enemigo
de Amat", dice Macera (El probabilismo en el Perú durante el siglo XVIII, nota 32).
Pero parece que el Marqués de Soto Florido fue el autor de otro libelo contra Amat,
cuyo título (Conversata de los Palanganas, aludido en el Drama) se prestó a la
confusión. En carta del 28 de noviembre de 1776 el Dr. José Ignacio de Rentería
informa a Amat: "En la misma embarcación que llevó a V. E. [a España] fueron
varias copias de una insolente conversata formada contra el honor de V. E. y su
asesor [Don Perfecto de Salas]; está conocido por autor de ella el Marqués de Soto
Florido..." (véase la 2.a edición Sánchez, págs. 9-11).

2. El autor se disculpa, sin embargo, de que los personajes usen voces "ajenas de los
alcances de unos Mulatos, criados en idiotismo" (pág. 23 de la 2.a edición Sánchez).

3. Ed. cit. págs. 21, 22, 24, 34, 92 y 95 (Palanganas); 110 (Palanganita); 43
(Palanganato, como lobato, cervato); 81 (Protopalangana, título a la manera de
Protomédico) y 31 (Palanganismo 'conjunto o clase de los Palanganas').

296  
y tienen aprobación
en sermones y argumentos.
[...]

Verás otros palanganas


compositores de versos,
que hacen una miscelánea
de diferentes remiendos.
[...]

Verás de la catedral
en las gradas otros de éstos,
que las noches de verano
hablan puntos de gobierno.

Uno mienta á la Moncla,


el otro al conde de Lémos,
este al señor Castelfuerte,
otro á Manso, bravo siendo.

Del señor Villagarcía


hacen mención varios de ellos,
y otros del señor Amat,
teniéndolo por muy recto" 1.
La referencia a las gradas ['atrio'] de la Catedral como sitio habitual de
los Palanganas y la mención de Amat y otros virreyes que son objeto de las
críticas de los Palanganas, prueban que Terralla conocía el libelo. A su vez, lo
dicho por Terralla subyace en los largos párrafos que los palanganas merecen del
general inglés Guillermo Miller. Después de encomiar la agudeza mental de los
mulatos limeños dice en sus Memorias 2:
"... tal es también su extrema volubilidad y la facilidad con que expresan sus
opiniones, que les han puesto el mote de palanganas. Los sermones son el obgeto
favorito de su crítica [...]. En estas ocasiones es cuando los palanganas dejan rara
vez de emplear su propensión á la crítica, pues como retienen en la memoria los
sermones que se han predicado en los años anteriores, si un frayle repite un
antiguo discurso, los palanganas manifiestan su desaprobación con violentas
gesticulaciones. Un día, pateando ya

1. Descanso XV, Romance 16, págs. 172 y 173 de la edición de París. Los apellidos de
los virreyes, en cursiva en el texto.

2. Londres 1829, 2 vols.; I, págs. 357-358.

297  
de corage un fraile que estaba predicando, gritó desde el pulpito: 'Echad ese
mulato que me distrae'. —'Esa es la única cosa que es nueva', contestó el
palangana con su natural viveza, 'pues ese sermón se predicó dos años ha por el
Padre Francisco en la Iglesia de Santo Domingo'—. Algunas veces un palangana
no solamente retiene un sermón entero, sino que lo glosa al repetirlo".

El palangana, cuchillo de la modesta oratoria sacra, era también


partícipe espontáneo de la vida académica. Continúa Miller:
"Pero donde los mulatos desplegan mas estas ventajas naturales es en los actos
públicos de la Universidad. Desde sus galerías deciden entre ellos
magistralmente, así de las cuestiones teológicas más arduas como de las
intrincadas de la metafísica, y fallando del mérito o demérito de los oponentes
vuelven a sus barberías, cargados de latines y silojismos, á hacer con sus
ademanes y patadas el ridículo más bien merecido del escolasticismo. Los
doctores á veces necesitan, para establecer su reputación, lo mismo que para
obtener las cátedras, de un poderoso partido entre los palanganas".

Pero la estrella de estos temidos censores de púlpitos y cátedras se


apagaba en la guerra y en la sierra. Sigue recordando Miller:
"En 1780 formaron un batallón de palanganas, y marchó al interior a las órdenes
del inspector Valle para ayudar a sofocar la insurrección de Túpac-Amaru.
Conociendo este la calidad de sus contrarios [...] los atacó temprano en la primera
mañana, después de una grande elada [sic] y cuando estaban tan arrecidos de frío
que no podían manejar los fusiles. Los palanganas gritaron al principiar la acción
'Esperad, Indios, esperad hasta que salga el sol'; pero como debía suceder no les
hicieron caso los Indios, y la mayor parte de los mulatos perecieron".

Gallinazo no canta en puna. En cuanto al problema etimológico, ¿qué


relación puede haber entre palangana 'jofaina' y palangana 'jactancioso'? Arona
había intuido ya la imagen que parece estar en la base del cambio semántico: "la
ancha boca de una palangana" se ha tenido presente para calificar al fanfarrón
"que todo es boca" 1. Por otro lado, Arona todavía sentía viva la relación entre
palangana y zambo: "la palanganada debe ser peculiar a la casta llamada zambos,

1. Diccionario de peruanismos, s. v. Kany asocia la acepción chilena de 'superficial' a la


poca profundidad del recipiente (Semántica hispanoamericana, pág. 62).

298  
pues zambo palangana son dos expresiones que con frecuencia van juntas" 1. El
nexo entre el uso primario de 'jofaina' y el americano de 'jactancioso' puede haber
estado en la imagen del zambo o mulato fachendoso, bocón en sentido literal y
metafórico.

La edición de 2001 del Diccionario académico incluye palangana con el


uso figurado de "persona fanfarrona, pedante" en el Perú, Uruguay y la
Argentina. También palanganear por "fanfarronear" en Argentina, Chile y Perú.

PALLAR

En el Perú, Chile, la Argentina (Catamarca, La Rioja) y también en parte


de Colombia, se llama pallar cierto tipo de judía, alubia o habichuela de tamaño
grande, forma achatada y color blanco (cuando seco) 2. Aunque se dice más
frecuentemente los pallares, no deja de usarse el singular, que también puede
tener sentido colectivo. En su Salpicón de costumbres nacionales (1872) dice
Federico Flores y Galindo:
"Los martes y los jueves tal potaje
nos regalaba al paladar mi abuela,
y todos tributaban homenaje
al pallar o al frejol en la candela" 3.

El Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás (1560) incluye pallar


'haba, legumbre' 4. La palabra era, por supuesto, grave (como lo es toda palabra
quechua, con excepción de las interjecciones). El cambio acentual del préstamo se
explica, sin duda, por analogía con palabras castellanas acabadas en -ar,
generalmente agudas.
Dentro de la lengua quechua parecería haber relación entre pallar 'haba'
y el verbo pállay 'recoger, cosechar'; la r de pallar aparece en formas compuestas
del verbo quechua, tales como pallarcarini, pallaricuni y pallarcuni 5. Pero, para
dar por cierta la relación entre

1. Ob. cit. pág. 367.

2. Phaseolus pallar o Phaseolus lunatus L. En España se le llama judión. En Estados


Unidos los pallares verdes se llaman Lima beans 'habichuelas de Lima'.

3. Pág. 17. Candela por lumbre es general en América.

4. Pág. 335.

5. Véase González Holguín, Vocabulario, págs. 274a y 654b.

299  
ambas voces, habría que admitir que en el Incario el cultivo del pallar fue tan
importante que su cosecha era considerada como la cosecha por antonomasia. No
hay, sin embargo, datos históricos que apoyen esta hipótesis; por el contrario, el
Vocabulario de González Holguín (1608) especifica que los pallares son los
"frisoles de los yungas delgados y anchos" 1, sugiriendo así que no se trataba de
un cultivo general en el Imperio. Garcilaso no especifica, limitándose a citar a
Acosta: "legumbres que ellos usan, como los que llaman frisoles y pallares" 2.
Volviendo al castellano del Perú, es importante señalar el uso figurado
de pallar de la oreja, o simplemente pallar 3, por perilla o pulpejo, voces ambas
prácticamente desconocidas entre nosotros (sí se usa, en lenguaje médico y en
habla cuidada, el latinismo lóbulo). Es sabido que los nombres de las partes del
cuerpo integran el llamado léxico no cultural, estrato íntimo del vocabulario poco
susceptible de sustitución por préstamos de otras lenguas. Es, por ello, curioso que
en el castellano del Perú el quechuismo pallar haya podido desplazar a voces
tradicionales como perilla y pulpejo 4.
Poco fecundo ha sido, en cambio, este préstamo como generador de
dichos o modismos. Para ejemplificar el rechazo americano del pronombre
ustedes (en una etapa anterior de la lengua), Rosenblat 5 recoge el dicho peruano
ustedes son los fréjoles y vosotros los pallares, hoy olvidado en Lima. Arona se
refiere solo a la primera parte: "Ustedes son los frejoles, dicho muy vulgar y hasta
grosero

1. Pág. 528b; véase también íd. íd. 274a. Frisol es voz de origen latino (hoy desusada en
España); en el Perú se conserva como frejol o frijol, empleados sobre todo en plural.
(Yunga, en quechua 'tierra cálida', designaba también al habitante de la costa).

2. Comentarios Reales, libro IX, capítulo XXIX (tomo II, pág. 275 de la edición
Rosenblat).

3. Véase en las Crónicas de Corrales: "se prendió al pallar de una oreja", "me dejó el
pallar amoratado", "me vino a caer por detrás del pallar de la oreja derecha" (págs.
140 y 214).

4. Poto (del mochica potos 'partes pudendas') empezó siendo un sustituto eufemístico
del castellano trasero pero con el tiempo ha llegado a tener las mismas características
de término vitando. Vulva es caso aparte, por tratarse de una denominación de partes
pudendas, sujetas a tabú lingüístico y, por tanto, a ser designadas por una verdadera
cadena de eufemismos que se remplazan en cuanto se hacen denominaciones claras de
dichas partes. En el juego del eufemismo sí cabe el uso de una voz exótica para
sustituir una palabra tradicional del léxico no cultural.

5. Notas de morfología dialectal, en BDHA II, pág. 135.

con que se rechaza cualquier imputación que se nos hace con la palabra ustedes" 1.

300  
En esta tácita aceptación del término pallares, identificado con el
tratamiento exigido de vosotros, frente al rechazo de frejoles, identificado con el
tratamiento no aceptado de ustedes, ¿habrán tenido algo que ver el color blanco de
los pallares y el más o menos oscuro de los fréjoles?

PALOMILLA

En nuestra habla familiar palomilla, sin flexión genérica, es el niño o


adolescente travieso de uno u otro sexo (con predominio, por supuesto, del
masculino). Son corrientes las expresiones es un palomilla, está hecho un
palomilla o es una palomilla, está hecha una palomilla; el uso adjetivo (es muy
palomilla, está muy palomilla) resulta genéricamente indistinto.

Los derivados —con el sufijo -oso, favorito del habla peruana—


palomilloso y palomillosa 2 son más o menos sinónimos de palomilla, aunque tal
vez diluyen algo los alcances del término y equivalen más bien a lo que en la
lengua general se llama retozón. Palomillear 3 es ' hacer travesuras', sobre todo
callejeras; palomillada es la travesura misma 4.

Palomilla es un americanismo extendido desde Méjico hasta Chile, pero


en ninguna parte tiene tanta vida como en el Perú 5.

1. Diccionario de peruanismos, s. v. frijol.

2. En los que sí se expresa el género. Véase palomilloso en Gálvez, Una Lima que se va,
pág. 107 y Mejía, Ayer y hoy, 83. L. A. Sánchez crea el adjetivo apalomillado ("gesto
apalomillado" en Testimonio personal, I, 190).

3. Pronunciado en Lima y el resto de la costa yeísta palomiyar, por absorción de i


resultante de asimilación de e.

4. Palomillada no se usa hoy en el sentido colectivo de 'conjunto de palomillas' que


consignan algunos lexicógrafos y que se documenta en la prosa, al mismo tiempo
alambicada y cotidiana, de Mejía (ob. cit. 99). Tampoco es corriente el colectivo
palomillería que usa Diez Canseco (Estampas mulatas, pág. 9).

5. Palomilla, palomillada y palomillear resultan hoy más o menos equivalentes de


mataperro, mataperrada y mataperrear, esa igualación semántica puede haber sido
consecuencia del cambio de sentido de mataperro (véase esta voz). Dice Gálvez: "la
mataperrada limeña ha descendido [...] casi por entero al palomilla, al pobre
palomilla que se hace mataperros por obligación dolorosa, por falta de educación..."
(ob. cit. 124).

En Méjico, Panamá, Guatemala, Nicaragua y Honduras palomilla no se aplica al


individuo y tiene solo el sentido colectivo de 'pandilla' o 'gentuza' (que en el Perú

301  
se circunscribe a la replana 1). En Chile palomilla tiene también esos sentidos y el
de 'conjunto de ladrones o maleantes' (en replana 'conjunto de maleantes avezados
presos en un penal'), a más de los individuales de 'muchacho travieso, pillete,
granuja' y 'ratero, maleante'. En Bolivia palomilla es el adolescente que se inicia
en el delito (uso igualmente anotado en la replana).

Los usos americanos de palomilla resultan de una metáfora de segundo


grado. Por analogía —la blancura y el vuelo— con la paloma, se llamó en
castellano palomilla una pequeña mariposa blanca dañina en los graneros y
molesta para la gente (el uso se documenta desde principios del siglo XVIII, pero
es probablemente más viejo). Cuando se debilitó el sentido diminutivo del sufijo
-illa (véase juanillo) y, como consecuencia, se debilitó también el nexo semántico
con el primitivo paloma, el nombre del insecto fue la base de una nueva
comparación (realizada en América) que ya no tomaba en cuenta las
características de 'blancura' y 'vuelo' sino las de 'pequenez', 'incesante movilidad' 2,
'impertinencia' y 'potencial perjuicio' compartidas por la mariposita y el niño
inquieto y travieso. El sentido colectivo que hoy predomina en algunas regiones
americanas se basa, sin duda, en la imagen que evoca el 'enjambre' de esos
insectos.

Frente a la tiranía de la lengua como institución social, la metáfora


representa el principio de la libertad individual. Cada palabra tiene, en potencia,
todos los sentidos figurados que cualquier hablante quiera o pueda darle. Pero la
poesía implícita en cada metáfora llega a hacerse, con el tiempo, fría prosa: el
aporte individual se hace entonces parte del acervo común. Años o siglos más
tarde, otro hablante —otro poeta— vuelve a renovar el contenido del término al
liberarlo con su imaginación.

1. Véase Bonilla, Jerga del hampa, pág. 101.

2. Seguramente a causa de la movilidad de su débil llama, se llamó también palomilla


cierta lamparita de aceite. Dice Palma, en un relato ambientado en 1807, que entonces
"encendían una palomilla de aceite que despedía algo como amago de claridad"
(Tradiciones, pág. 863). Y Gálvez: "Como aún [en 1852] no había alumbrado por gas,
se usaban las ceras, los pabilos y los aceites para los morteretes, las palomillas y las
arañas" (Calles de Lima, 109).

Ejemplo de este proceso es el ciclo cumplido por palomilla:


formalmente diminutivo de paloma, es decir 'ave', de allí 'mariposa que recuerda
al ave' y, por último, 'niño que recuerda a una mariposa'.

302  
PANDERO
Un cuento de Carlos Camino Calderón trata de los personajes que él
consideraba como Los cuatro jinetes del Apocalipsis en nuestros pueblos chicos:
el boticario, el cartero, el tinterillo 1 y el corresponsal de diarios limeños.
Respecto al segundo advierte:
"No le pase Ud. la contorcha 2 en los días de Pascua, Año Nuevo y 28 de julio.
No le regale Ud., de vez en cuando, un pantalón o unos zapatos de medio uso. No
se suscriba Ud. a sus rifas y panderos, y entonces verá Ud. cómo toda su vida
social y comercial se entorpece, se debilita y acaba por derrumbarse" 3.

En el Perú pandero designa como en otros países de América un sistema


de ahorro o ayuda mutua (que puede convertirse en fuente de ingreso personal
para quien lo organiza). El sistema consiste esencialmente en lo siguiente: un
grupo de personas conviene en entregar periódicamente a una de ellas cierta cuota
fija de dinero con miras a obtener un reintegro equivalente al total de lo entregado
(o algo menor) en una fecha determinada. La cuota puede ser semanal, quincenal
o mensual; el turno de restitución puede establecerse por sorteo o acordarse según
la necesidad o conveniencia de cada uno de los socios.

La firma distribuidora de automóviles marca Volkswagen se basó en el


arraigo peruano del pandero —institución precursora de las modernas
asociaciones mutualistas— para promover sus ventas a plazos, acuñando términos
como superpandero, panderista, panderizar y panderísticamente. Otras firmas
comerciales siguieron el ejemplo y pandero llegó a tener en el lenguaje
empresarial peruano una extraña función de prefijo: Pandero-Techo, Pandero-
Hogar, etc.

1. Véase juanillo en este volumen.

2. Contorcha tiene aquí el sentido de 'propina, gratificación'; en replana es 'dinero'. En el


lenguaje escolar de hace casi un siglo se decía pásame la contorcha al pedir la fruta
ajena para darle un mordizco.

3. Cuentos de la costa, págs. 31-32. Véase también pandero en Serafina Quinteras, Así
hablaba Zarapastro, pág. 61.

Aunque el uso señalado de la palabra pandero parece exclusivo del Perú,


no sucede lo mismo con la institución que designa. Rosenblat la ha estudiado en
Venezuela, donde (al igual que en la República Dominicana) tiene el nombre de
san, tomado del curazoleño equivalente sam (en holandés saam es 'reunión'). En

303  
las islas Barbados se conoce con el coincidente nombre inglés de meeting y en la
antigua Guayana Británica (hoy Guyana) con el de box; en las Bahamas se llama
esu; en Trinidad y Granada su-su 1.

Llámese pandero, san, sam, meeting, esu o su-su, la institución se ha


importado de la China, donde se llama corrientemente jui (palabra que expresa
también la idea de 'reunión'). Su vigencia en el Perú y en la zona del Caribe es
indicio de la importante influencia cultural de la inmigración china en esas
regiones americanas.

Parece que en nuestra colonia china el pandero tuvo tal vitalidad que su
función podía resultar equiparable a la bancaria. Originalmente los socios eran
diez u once; las reuniones, mensuales, se celebraban con una comida en un chifa 2
durante la cual el organizador (que tenía el privilegio del primer turno) anunciaba
quién sería el segundo favorecido en llevarse el dinero. En la actualidad, el
pandero, con algunas variantes, sigue teniendo vigencia entre peruanos.

Pero queda por explicar por qué se eligió en el Perú la palabra pandero
para designar el jui.

Pandero viene probablemente del latín tardío pandorius, variante de


pandura, voz (de origen griego) que en un principio designaba el laúd de tres
cuerdas, y que se llegó a aplicar a otros instrumentos musicales: entre ellos, a
aquel constituido por un trozo de piel tirante sobre un bastidor, generalmente
redondo, adornado con sonajas y cascabeles y designado también con el derivado
pandereta (de la variante femenina pandera) 3.

1. Véase Buenas y malas palabras, 2.ª serie, págs. 54-57. En Venezuela el san puede
hacerse también con valores en especie. La persona que lo organiza se llama sanero o
sanera.

2. En el Perú 'restorán chino'. El uso estaba tan difundido que en ciertos chifas bastaba
reservar una mesa de pandero para que diez u once personas fueran servidas con las
mejores viandas a un precio muy inferior al de la carta.

3. Cfr. Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. pandero.

El modismo castellano en buenas manos está el pandero, expresa que un


asunto depende de alguien capaz de resolverlo; el refrán según sea el dinero será
el pandero relaciona directamente la calidad o lujo de algo con su costo. En el
Perú se documenta la frase manejar el pandero con el sentido de 'mandar,
gobernar, decidir'; según el contexto podía referirse específicamente al manejo del

304  
Erario 1. Pero en todos estos usos la relación entre dinero y pandero no pasa de ser
ocasional o esporádica.
Tampoco resulta convincente una presunta relación, sin duda establecida
a posteriori, entre pandero 'reunión de dinero' y el pandero o pandereta que las
gitanas solían pasar entre el público para recoger sus dádivas. Y menos aún parece
serlo aquella que podría establecerse entre la circulación del dinero en un pandero
y el paso del instrumento musical de las manos de un bailarín a las de otro.
El cambio semántico sufrido por la palabra pandero en el Perú sigue
siendo, pues, de muy incierta trayectoria.

PANDO

En el habla familiar de Lima está cayendo en desuso el adjetivo pando,


panda referido a vestidos femeninos o faldas de poco vuelo y ruedo estrecho; esta
acepción contrasta con las de 'curvo' 2, 'lento', 'poco profundo' y 'calmoso,
sosegado' 3 que registra, entre otras, el Diccionario oficial.
Hay en latín un pandus 'curvo, combado' —del cual sale pandare
'curvar(se), combar(se)'— que explica la primera acepción académica de pando y
algunos otros usos peninsulares o americanos. Tales son panda 'saliente' referido a
la nariz (documentado a fines del siglo XVI) y pando 'abultado' (Extremadura),
'patizambo' (Navarra y oeste de Asturias), 'jorobado' (Colombia) y 'de espinazo
arqueado o hundido' referido a reses

1. Véase manejar el pandero en Gamarra, Cien años, págs. 3, 79 y 82.

2. No está claro el sentido en esta frase de Diez Canseco: "Delfines domésticos


sobre las olas pandas" (Duque, pág. 15).

3. Así parece usarlo Valle Inclán en Tirano Banderas: "el pando compás de las
zancas" (págs. 56, 118); "el pando compás de las piernas" (íd. 158).

vacunas (Tabasco). Asimismo, pandín es 'curvo' en la región del Bierzo, y en el


oeste de Asturias pandear(se) es 'humillar(se), doblegar(se), amansar(se)'. En
Guatemala se usa pando con el sentido de 'dominado, oprimido, seducido'. En
Nicaragua pandeos son, figuradamente, 'evasivas, pretextos, subterfugios'; el
dicho el torcido busca el pando expresa que quien no tiene suerte va de mal en
peor.

305  
Pero hay también un latín pandus derivado de pandere 'tender, extender'
(de origen oscuro) que explica otros usos americanos y peninsulares 2. Así, la
noción de 'extenso' 3, clara en el compuesto boquipando 'hablador, largo en las
pláticas o en los consejos' (documentado en el siglo XVII), se bifurca en las de
'tenso' y 'plano'.

El uso peruano de pando 'estrecho, angosto' referido a ropa se desprende


sin duda del sentido de 'tenso': un vestido femenino de ruedo reducido, pegado a
las caderas y a los muslos, implica en efecto cierta tensión o tirantez de la tela.
Pando "cosa tiessa" se documenta ya en Nebrija y aparece también en el Lexicón
quechua-español de Santo Tomás, de 1560 4. Pando 'tenso, tieso' es sin duda el
punto de partida del uso figurado mejicano de pando 'erguido' (pandito llega a
entenderse como 'vanidoso': véase parado). En la misma línea puede estar el uso
aragonés de mula panda 'mula huraña o terca'.

La noción de 'plano' está presente en el uso sustantivo de pando 'terreno


llano entre dos montes', documentado desde el siglo X y hoy vigente en León,
Asturias y las montañas de Santander. Este es el origen del topónimo Pando,
frecuente en Aragón, y del topónimo sale probablemente el apellido Pando. De
pando 'llano' se desprende asimismo el leonés pando 'chato', referido sobre todo a
piedras desgastadas por la erosión. Puede estar en la misma línea el venezolano
pando equivalente de nuestro mocho 'que ha perdido uno o varios dedos de la
mano';

1. En germanía pandar es 'trampear en el juego' (curvando las cartas para ello);


panda es la 'trampa' misma. El diminutivo pandilla ha llegado a hacerse
general con el sentido de 'grupo de amigos que suelen reunirse con fines no
muy lícitos'.

2. Según Corominas, las distintas acepciones del latín pandus (derivado de


pandere 'extender, separar') salen de una primitiva: 'apartado de lo recto,
torcido, combado, alabeado, arqueado' (Diccionario crítico etimológico, s.
v. pando).

3. Aparentemente presente en cuello pando 'cuello muy abierto' que registran


algunos diccionarios.
4. Pág. 182.

lo está, claramente, el compuesto colombiano nuquipando referido al que tiene la


nuca achatada 1. El uso figurado salmantino pando 'soso, simplón, desgarbado'
puede haber surgido, igualmente, de pando 'llano, chato'.

306  
Contiene asimismo la idea de 'plano' (desligada de la de 'horizontal') el
andaluz pandero o panderón 'terreno pizarroso, de superficie lisa, en plano
inclinado'. Lo mismo los derivados leoneses pandilla 'tablilla delgada', panda
'soporte superior de balaustre', 'pared baja delante de una iglesia' y pandiella 'res
vacuna de cuerpo aplanado lateralmente'; también el modo adverbial, igualmente
leonés, a panderete 'de canto', referido a la colocación de ladrillos. Tabique de
panderete (o panderete) es el que está hecho con ladrillos puestos de canto.
Para el lexicógrafo Millán Urdiales 2 el instrumento musical llamado
pandero o pandereta no tiene nada que ver con el latín pandorius 'laúd de tres
cuerdas', pues está en directa relación con pando 'tenso' por la tirantez de la piel
sobre el bastidor. Corominas es de opinión contraria, como se ha visto al tratar
pandero.
De la acepción de 'llano, chato' se pasa fácilmente a la de 'poco hondo,
somero', corriente en Extremadura y Bolivia referida a pantanos o lagunas, y a
piletas o piscinas en la Argentina (Mendoza sobre todo). Como el agua que corre
sobre terreno llano lo hace por fuerza lentamente, pando se aplica al río de cauce
lento y, en sentido metafórico, a la persona de carácter sosegado.
Por último, hay casos en que es difícil determinar cuál de las varias
nociones relacionadas con el uso actual de pando 3 predomina. Así, la idea de
'curvo' y la de 'tenso' convergen en el asturiano pando 'hinchado', que en Cuba se
aplica específicamente al que tiene la barriga hinchada o repleta, en Guatemala al
ahíto y en Méjico al ebrio; en ese país estar más pando que un riel curvo significa
'haber comido o bebido en demasía'. La idea de 'chato, poco elevado' y la de
'curvo' confluyen, al parecer, en la formación leonesa achapandarse 'agazaparse'.

1. Morínigo, Diccionario de americanismos, s. v.

2. Cfr. El habla de Villacidayo (León), s. v.

3. En portugués pando tiene, análogamente, los sentidos de 'lleno', 'inflado', 'curvo' y


también 'ancho', 'abierto'.

PANTEÓN

En el Perú, Chile, el interior argentino, Ecuador, Colombia, Méjico y la


América Central (lo mismo que en Andalucía) se llama corrientemente panteón al
cementerio (tenida este término por culto) y panteonero al guardián del

307  
cementerio o al sepulturero . Pero en la lengua general panteón es el mausoleo o
sepulcro magnífico que guarda los restos de reyes y héroes: el Panteón del
Escorial, por ejemplo.

En la Roma imperial, el Panteón (en griego significa 'todos los dioses')


era un gran templo consagrado a todos los dioses romanos; su edificación fue
concluida por Agripa, yerno y ministro de Augusto.
"Pero nuestro panteón no es el de Agripa,

sino el gran pudridero y gran osario...".


2
comenta Arona . El paso de un sentido al otro y el uso indistinto de ambos se
documenta abundantemente en un anónimo Cuaderno de varias cosas curiosas
que empieza a correr en 1º de junio de 1808, en Lima 3; la primera anotación es,
sin embargo, del día anterior:

1. El "Lied VI" de Eguren empieza "Cavas panteonero / tumba de dolor" y repite "cavas
panteonero / en mi corazón", "cava panteonero / tumba para dos". En el poema
titulado "Noche III" se lee "Allí está, con muda ira / panteonera"; en nota, Estuardo
Núñez interpretaba panteonera como 'con intenciones de matar' (véase Eguren,
Poesías completas, págs. 167 y 182). En una edición posterior (Poesías completas y
prosas selectas) la nota correspondiente, del mismo Estuardo Núñez, dice
"panteonera: de panteón o muerte" (pág. 168).

2. Véase Diccionario de peruanismos, s. v. Panteón por cementerio también en Segura,


El Sargento Canuto, acto único, escena V (en Artículos, pág. 109); Flores, Salpicón,
págs. 53 y 55; Gamarra, Rasgos, 34 y 191; Gálvez, Calles de Lima, 134 (se refiere a
la vieja calle llamada Panteoncito en íd. íd. 11, 12); Camino Calderón, Diccionario
folklórico, 149; Alegría, La serpiente de oro, 160, 161; Arguedas, El Sexto, 165: "el
que no come en el Sexto [cuartel de policía y prisión anexa], va derecho al panteón".
Gálvez cita una letrilla de Luciano Benjamín Cisneros, ya muy enfermo: "Mi
semblante es de retama, / mis carnes son de bandera, / y el panteón a voces clama /
por mi enjuta calavera; / pero es de ley y rigor, / viendo mi esqueleto humano, / el
decirme: -Don Luciano,/ el semblante está mejor..." (Nuestra pequeña historia, pág.
292).

3. El manuscrito se imprimió como apéndice del Diario de Lima de los Mugaburu, págs.
274-295. Nótese la grafía Pantión, que reproduce la pronunciación popular y
coloquial con diptongo.

"31 de mayo de 1808.- Se estrenó el Pantión y Portada de Maravillas con


asistencia del Excm. Señor Virrey que lo era el Mariscal de Campo D. José
Fernando Abascal y el Señor Arzobispo el Ilmo. Señor Dr. Don Bartolomé Ma.
de las Eras [...] fue bendecido todo el campo Sto. y Pantiones por dicho Sr. Ilmo
y se celebró missa en la capilla al triunfador de la muerte y Dios de los exércitos.

308  
1o de junio de 1808.- Fue el primero que se sepultó en el Pantión un pobre de
solennidad en el primer Campo Santo".

En la anotación del 31 de mayo es clara la diferencia entre todo el


camposanto (o cementerio) y los Panteones o sepulcros particulares incluidos en
su recinto. En la anotación del 1 de junio (lo mismo que en la frase inicial de la
anterior) panteón es, sin embargo, equivalente de cementerio o camposanto. De
allí en adelante hay más de veinte referencias a muertos y entierros, en las cuales
se distingue entre los que son llevados "al Panteón", es decir, al 'cementerio', y los
que son enterrados en "su Panteón", es decir, en su tumba o mausoleo personal o
familiar.
Panteón por cementerio se documenta algo más tarde en un oficio de
Bolívar fechado en Acarí el 29 de abril de 1825. Firmado por su secretario, el
coronel venezolano José Gabriel Pérez, y dirigido al Prefecto de Arequipa, dice:
"En este pueblo ha observado S.E. el Libertador, con bastante sentimiento, que la
pequeña iglesia destinada para el culto del Todo poderoso, sirve también para
enterrar los cadáveres. Esta práctica, tan poco respetuosa, es contraria a la salud
del pueblo [...]. S.E., pues, me manda prevenir a US. que en todo el Depar-
tamento de su mando se ordene que se elija un lugar inspeccionado, y con
acuerdo del Juez Civil de él, que sirva de cementerio o Panteón donde se
sepulten todos los cadáveres, sin ninguna excepción" 1.

Panteón por cementerio no es hoy, ni era entonces, un uso venezolano.


Se trata, pues, de uno de los tantos peruanismos que se documentan en escritos
firmados —pero no siempre totalmente redactados— por Bolívar 2. Algunos de
ellos pueden deberse a la pluma de sus secretarios o amanuenses, pero otros
fueron deliberadamente

1. Cfr. O'Leary, XXIII, págs. 108-109 y Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 209-
210 (t. Léxico de Bolívar, págs. 589).

2. Véase Hildebrandt, obs. cits. págs. 189-235 y 563-624, respectivamente.

usados por el Libertador, con gran sentido de adaptación a nuestra realidad,


durante los tres años de su lucha por la independencia del Perú.

PANTORRILLA

309  
En nuestra habla familiar pantorrilla tiene el sentido figurado de
'presunción, altivez fundada (real o falsamente) en el linaje'; pantorrilludo es el
'fatuo que presume de aristócrata' 1. Aunque hoy en Lima la pantorrilla se achaca
sobre todo al trujillano, parece que en la Arequipa del siglo XIX el pantorrilludo
por excelencia era el limeño. El tacneño Francisco Laso (m. 1863) relata la di-
fundida anécdota del limeño que en cierta ocasión mostró la pantorrilla en sentido
literal y figurado y descubrió así su tonta presunción 2; el sentido predominante en
el Perú a fines del siglo XIX era el de 'tontería' (o candidez, en su uso peruano).
Explica Arona:

"Pantorrilla— Neo-provincialismo que amenaza derrocar nada menos


que al peruanismo por excelencia, cándido. Tener pantorrilla o ser
pantorrilludo es buenamente ser cándido. La pantorrilla en este caso
viene a ser la candidez oculta, que al fin es descubierta por los Colones
de la ociosidad y de la fisga limeña; cuyo grito de ¡tierra! es ¡la tiene
buena! (la pantorrilla)" 3.
Palma afirma, coincidentemente, que "tener pantorrilla es fincar
presunción en algo y conquistarse fama de cándido"; tener muy gorda la
pantorrilla o ser de pantorrilla gruesa equivale a ser tonto de capirote y acariciar
la pantorrilla es 'halagar la vanidad' 4. En su tradición titulada precisamente La
pantorrilla del Comandante relata

1. Ambos usos llegan hasta la costa del Ecuador; véase Toscano Mateus, El español en
el Ecuador, pág. 406.

2. Véase Variaciones sobre la candidez en BCP 9**, págs. 32-43. Arona repite la
anécdota en su Diccionario de peruanismos, s. v. Dice Manuel Atanasio Fuentes que,
encargado de formar gabinete en plena guerra contra Chile, "a las primeras de cambio
enseñó la pantorrilla el de Piérola" (Ramillete o repertorio, pág. XV).

3. Ob. cit. s.v; cándido, tener pantorrilla, pantorrilludo, candidez, ¡tierra!, ¡la tiene
buena! y (la pantorrilla) subrayados por el autor.

4. Véanse Neologismos y americanismos, s. v. y Tradiciones, págs. 1065 y 1192 (usos


del propio Palma). Gamarra usa la variante sobar la pantorrilla 'adular, halagar' (Cien
años, pág. 229).

cómo, a principios del siglo XIX, un oficial ganó una apuesta de Día de Inocentes
al poner en ridículo a otro a quien hizo mostrar —literalmente— la pantorrilla en
público 1.
Pero no es verosímil que de esta anécdota haya salido el uso peruano, al
cual hay que suponer mayor antigüedad. En efecto, el petimetre dieciochesco, de

310  
calzón corto, cubría con lujosa media de seda sus torneadas pantorrillas (si no eran
torneadas, recurría al relleno de las pantorrilleras) y cifraba en ellas la mitad de su
orgullo y su elegancia. El pantalón (largo) solo se hizo prenda general después de
la Revolución francesa 2.

Es, pues, lógico suponer que expresiones como tener pantorrilla o ser de
pantorrilla gruesa se remontan a una época en que el sentido figurado presuponía
otro material, vigente como imagen en el hablante y el oyente.

PAPORRETA

En nuestra habla familiar paporreta tiene el sentido de 'repetición


mecánica de lo que se ha memorizado sin entender, o entendiéndolo a medias'.
Paporretear es 'estudiar' de ese precario modo, 'memorizar'; el estudiante que
habitualmente lo hace recibe el mote despectivo de paporretero.

Ya a principios del siglo XX Federico Blume ironizaba sobre la presunta


eficacia del sistema: "Yo me aprendí de paporreta toda la gramática y salí
sobresaliente en los exámenes [...]. También me paporreteé la geografía" 3. Según
Gálvez, a mediados del siglo XIX

1. En Tradiciones, págs. 972-973; véanse otros usos de pantorrilla por Palma en íd. íd.
491 y Cartas inéditas, 27; pantorrillesco en íd. 63 y Tradiciones, 495. Ventura García
Calderón relata una anécdota semejante en su artículo titulado "Los palanganas";
asocia palanganada a pantorrilla y emplea, como Gamarra, la locución verbal sobar
la pantorrilla, equivalente de acariciarla o halagarla (en Páginas escogidas, 983-984).

2. Antes fue prenda de niños nobles franceses; su adopción por los obreros y
revolucionarios implicó el rechazo al calzón corto, símbolo de la aristocracia. El
nombre mismo de pantalón se había tomado antes del de Pantalone, personaje de la
Commedia dell'arte italiana, el cual se remonta, en última instancia, al de San
Pantaleone (véase Hildebrandt, La lengua de Bolívar, pág. 57 y Léxico de Bolívar,
pág. 264).

3. Véase Sal y pimienta, págs. 301-302.

se experimentaron en el Perú nuevos sistemas educativos y "se combatió la


socorrida paporreta" 1.

Pero a fines del siglo XIX Arona todavía definía la expresión hablar de
paporreta como "hablar atropelladamente, sin conciencia de lo que se dice" 2.
Palma ratifica: "hablar de paporreta es locución que aplicamos a los que hablan
muy de corrido, con la elocuencia del chorro de agua y con ninguna o poquísima

311  
conciencia de lo que dicen" 3. Este uso, equivalente de hablar sin ton ni son, se
documenta en un diálogo de Ña Catita:
"-¿Qué es lo que estás ahí diciendo?
¿Has perdido la chaveta?
-Yo no hablo de paporreta;
Dios me entiende y yo me entiendo" 4.
Hablar de paporreta, o hablar paporretas, se registra también en
Venezuela por la misma época. Rivodó creía que dichas frases se explicaban por
alteración eufemística de la expresión castellana hablar de papo 'hablar con
vanidad y presunción', a causa de haber tomado papo 'moflete' sentido obsceno en
buena parte de España y América 5. Hablar de papo, por otra parte, había tomado
también el valor de 'hablar sin restricciones' y, de allí, 'hablar abundantemente y
sin sentido', que coincide con el que tiene hablar de paporreta en los ejemplos de
Segura, Arona y Palma 6.

Partiendo de la expresión de la lengua general hablar de papo, por lo


tanto, el uso peruano actual hablar de paporreta entraña dos modificaciones. En
el campo semántico, la introducción del concepto de 'memorización'. En el
aspecto formal, la adición de un

1. Calles de Lima, pág. 156.

2. Diccionario de peruanismos, s. v.

3. Papeletas lexicográficas, s. v.

4. Acto I, escena I (en Comedias, II, pág. 6); véase también Artículos, págs. 5 y 237.

5. Véase Voces nuevas en la lengua castellana, págs. 242-243. Arona y Palma coinciden
con Rivodó en que hablar de paporreta es en principio una mera variante de hablar
de papo.

6. En el Río de la Plata paporreta significa 'dicho sin sustancia'; en el Ecuador la variante


papurreta tiene los mismos usos que paporreta en el Perú; en Cuba papurreta es
'simpleza'; en otras partes de América paporreta es 'paparrucha', 'embuste'. El modo
adverbial de paporreta significa en gran parte de Méjico 'sin ton ni son', pero en
Tabasco tiene un distinto sentido: 'de pacotilla'.

terminal, -rreta, que asocia la palabra a despectivos del tipo de jugarreta (en que
la r forma parte del radical).

Es curiosa, por otra parte, la semejanza formal entre paporreta


'verborrea' y el salmantino paporroteo 'atracón, hartazgo'; tal vez el nexo
semántico esté en que en ambos casos se trata de excesos cometidos con la boca.

312  
También debe notarse la semejanza fonética entre paporreta y paporrear
'vapulear', tenido como derivado de porra. Pero paporrear parece tener un sentido
muy próximo al de hablar de paporreta 'hablar desmedidamente' en este texto
viejo:

"Los consejeros de vn reyno o de vna prouincia que dan en presumir de


eloquentes suelen echar a perder el buen gouierno, especialmente si por
antiguos tienen alguna autoridad y los colegas fueren algo floxos,
porque estos paporrean y porfían en defensa de su parecer..." 1.

Es probable que otros datos completen más tarde el cuadro de una


posible relación entre la paporreta americana, con sus diversos matices y
variantes, y algunos usos peninsulares hoy anticuados o regionales.

PARAR

Entre los usos hispanoamericanos más característicos está el de parar


'erguir, poner enhiesto, levantar, enderezar, poner en posición vertical o
perpendicular', con el correspondiente pronominal pararse y el participio
adjetivado parado. En España, en cambio, parar, pararse y parado solo se
entienden, respectivamente, como detener, detenerse y detenido (acepciones
también vigentes en América). Los usos típicamente americanos se explican, sin
embargo,

1. Citado por Rodríguez Marín, Dos mil quinientas voces castizas, pág. 278.

por conservación y posterior desarrollo de otros peninsulares olvidados 1.

Parar viene del latín parare 'preparar, aprestar, disponer', 'proporcionar,


procurar', 'adquirir, acumular'. En castellano viejo parar se usó como equivalente
de poner en algunas expresiones; una de ellas, pararse en pie (ponerse en pie) se
conservó, abreviada en pararse, en Asturias, parte de Cataluña y entre los judíos

313  
levantinos; el uso americano puede deberse a influencia asturiana 2. A desarrollos
posteriores se deben, a su vez, los siguientes usos documentados en América:
Parar 'caer de pies' (especialmente al ser despedido por una
cabalgadura) se documenta en lenguaje gauchesco. En el Perú, la Argentina,
Chile, Ecuador, Colombia, Guatemala y Nicaragua parársele uno a alguien es
'enfrentársele' 3. En Venezuela y Méjico pararse se entiende también como
'levantarse después de haber dormido' ("me paro a las seis"). En el Ecuador, Cuba,
Guatemala y Méjico (Tabasco) pararse es 'prosperar, enriquecerse', especialmente
después de una mala racha o fracaso económico.

Parar (un texto cualquiera, un artículo, un libro) es, en el Perú y otros


países de América, componerlo en tipos de imprenta o dejarlo listo para su
impresión mediante técnicas modernas. En usos como parar una casa, un rancho,
etc. está más clara la idea de 'levantar' una construcción.

Un uso familiar peruano, muy extendido, da a parar el sentido de 'soler


estar': "ella para sola", "paro resfriado", "paran enojados", "parábamos en fiestas
y parrandas". Como el uso se extiende a 'soler

1. Arona, asombrado ante este "formidable, no peruanismo, sino americanismo", se


preguntaba: "¿Podrá equivocarse un continente todo?" (Diccionario de peruanismos,
s. v.). Véase parado 'en pie' y pararse 'ponerse en pie' ya en el Vocabulario de
González Holguín, de 1608 (pág. 615a); pararse en puntillas en Caviedes (BCP 5,
pág. 222); parar 'poner en pie' en Lenguas de América, pág. 136 (vocabulario de
1762). En El Periquillo Sarniento, de 1816, Lizardi aclara en nota los usos
americanos de pararse (pág. 185).

2. Cfr. Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. y Rosenblat, Buenas y malas


palabras, pág. 97.

3. Véase pararse 'enfrentarse' en Arguedas, Diamantes, pág. 154. No es hoy usual en


Lima la expresión pararse en las patas de atrás 'emperrarse' señalada como uso del
Perú, Colombia y Puerto Rico; es obsolescente en Lima pararse en dos patas con el
mismo sentido.

estar en un lugar" ("él para en la calle", "no para en su casa", "¿dónde paran tus
hermanos?"), puede estar en relación con la frase familiar general no parar en,
que seguida de un nombre de lugar significa 'no aparecer mucho por él'.
En el Perú y otras regiones de América parar la cola o parar el rabo es
'mantenerlo enhiesto' 1; parar los pelos (usado sobre todo como pronominal) es

314  
'erizarlos' 2 y pararse de cabeza es 'ponerse de cabeza'. En las Antillas y la
América Central parar las patas equivale a estirar la pata, morir.
Parar la(s) oreja(s) 'aguzar el oído', expresión que hoy asociamos a la
imagen de una oreja erguida 3, parece estar más bien en línea con los usos
castellanos viejos de parar por poner 4; lo mismo parar la olla 'proveer el
sustento diario' 5, que en la Argentina es parar el puchero. A reducción de parar
la oreja se debe, sin duda, la expresión popular (de origen replanesco) pararla
'entender, darse cuenta': "no la paro"6.

Representan supervivencias del uso, también viejo, de parar por


preparar las expresiones parar rodeo, en lenguaje gauchesco 'preparar el rodeo';
parar plata, en Venezuela 'conseguir dinero'; no parar ni papelón 7, en ese mismo
país 'ser un fracasado'.

1. El uso mejicano parar la cola 'salir de paseo' sale sin duda de la costumbre del perro
de menearla para pedir que lo saquen a la calle; la acepción colombiana de 'huir'
puede deberse, a su vez, a extensión de este sentido (parar moña es en Colombia
'declararse vencido').

2. Véase pararse los pelos en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, págs. 141, 201;
pelos parados en la pág. 187; pararse el vello ya en Santiago de Cárdenas, Nuebo
sistema de nabegar por los aires (1762), pág. 50. Parársele el pelo en Cortázar,
Rayuela, pág. 62.

3. Véase parar las orejas en El Periquillo Sarniento, pág. 254; orejas paradas en
Arona, Ruinas, 11 y Vargas Llosa, La ciudad y los perros, 41; parar las orejas en La
casa verde, 147; parar la oreja en Cortázar, Final del juego, 120. Resulta artificiosa
la variante parar el oído, que usan Vallejo (Novelas, 69) y González Prada (en Obras,
tomo I, volumen 1, págs. 101-102 y BCP 9**, pág. 330).

4. Por ejemplo parar ojo 'poner atención' (véase "parar un ojo burlón" en Valle Inclán,
Tirano Banderas, 49); hoy en el Perú parar el ojo. De este tipo de expresiones solo
sobrevive en la lengua general parar mientes, literalmente poner la mente en algo.

5. Véase parar la olla en su sentido material en Camino Calderón, Diccionario


folklórico, pág. 150; parar las ollas 'cocinar, guisar' en íd. íd. 21. Parar la jarana
'proveer comida y bebida para una fiesta' en Diez Canseco, Estampas mulatas, pág.
86.

6. Véase Pino, Jerga criolla, s. v. y Bendezú Neyra, Argot limeño, s. v.

7. Papelón es 'azúcar morena en moldes cónicos' (véase chancaca).

El participio parado, parada ha enriquecido igualmente sus usos en


América sin haber dejado por ello de emplearse con su valor general de 'detenido'
("reloj parado"). Parado por 'de pie, en pie' 1 se opone, por lo tanto, a sentado,
echado, arrodillado, pero significa también 'empinado' ("cerro parado", "escalera
parada"), 'vertical' ("escoba parada", "libro parado") o 'perpendicular' ("pelo

315  
parado" por 'hirsuto') 2. En el Perú y otros países de América caer parado (a
veces se completa: como los gatos) es caer de pies, 'salir con bien'; no saber uno
[ni] donde está parado es 'no saber nada' 3. En el Perú, Chile y Puerto Rico se
moteja de parado o parada a la persona orgullosa y despótica 4; en Chile parada,
paramiento y paradura (en Venezuela la Paradura del Niño es una fiesta
campesina de Año Nuevo) equivalen a 'orgullo'. En Nicaragua parado es 'rebelde,
reacio'; en la Argentina, 'frío, apático' 5.
Sigue la línea de parado por preparado el uso limeño de parada
'conjunto de puestos de venta de un mercado temporal al aire libre'. La Parada
llegó a hacerse nombre propio del mayor de estos mercados, ya permanente 6;
paradita designa otros, menores, que funcionan en diferentes barrios.

Parada es en la Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia y Venezuela


'apostura' y también 'fanfarronada'; ser pura parada equivale

1. Parado 'de pie' en Sarmiento, Facundo, pág. 239 y Cortázar, Rayuela, págs. 122, 166,
283, 340, 364; parada, íd. íd. 395, 404.

2. En el norte del Perú se llama empacho parado (o paráu) cierta enfermedad intestinal
(Camino Calderón, ob. cit. pág. 21).

3. Véase no saber (uno) donde está parado en Vargas Llosa, Conversación en La


Catedral, I, 208 y Héctor Velarde, Obras, 3, pág. 239.

4. En Chile la expresión se amplía en parado en un hilo (porque la cometa con el hilo


tirante parece descansar sobre él); también se dice más parado que el gobierno, o que
el dedo de en medio.

5. No se entiende bien el uso limeño hoy olvidado (lo señala Arona) de parado
'desgarbado'; tampoco el mejicano, sustantivo, de parado 'aire, fisonomía, presencia'
("tiene todo el parado de su abuelo").

6. En Venezuela parada es 'conjunto de vaqueros' y también 'ganado reunido'. En


Nicaragua parada 'reunión de entrenamiento militar' (uso ya histórico) dio lugar a las
acepciones modernas de 'emboscada' y 'decena de cartuchos' (véase Valle,
Diccionario del habla nicaragüense, s. v.). En la Argentina parada es el lugar que
ocupa un vendedor de diarios, o un policía, en la vía pública.

a ser pura pinta, es decir, 'ser pura apariencia'; asimismo, meter parada o
paradear es 'fanfarronear' en la Argentina, Uruguay y Paraguay 1.
En gran parte de América parada tiene también el sentido de 'puesta o
apuesta en el juego' 2. De esta acepción han surgido diversos modismos: en
Venezuela tirar la parada es 'hacer frente a una situación difícil tomando la
iniciativa' 3; en Méjico, Chile y Argentina hacer la parada es 'desafiar' 4; en Chile

316  
irle (a uno) algo en la parada es 'tener interés en un asunto' y hacérsele viva la
parada 'dar por cierto lo futuro y dudoso'.
En el Perú los usos de parada por 'rechazo' (véase emparar) implican,
más bien, desarrollos del sentido general de 'detener'. Dar una parada, o dar un
paralé, equivale a poner en su lugar; la curiosa forma paralé 'rechazo' parece
explicarse por trastrocación de acento del imperativo con enclítico expletivo
¡párale! La expresión parar el macho o parar los machos 5 es más o menos
equivalente de dar una parada o dar un paralé; en Méjico se usan con sentido
análogo parar el macho y parar el gallo. En el Perú y la Argentina se usa hoy la
expresión equivalente parar el carro (el carro es el automóvil).

PASCANA
En el Perú, Bolivia y la Argentina pascana 6 es 'sitio de descanso o
alojamiento, posada' y también 'alto en el camino, parada o descanso en un viaje';
en el Ecuador y Colombia es equivalente de 'jornada'.

1. Parada 'desfile' parece más bien anglicismo (de parade, íd.); se usa en Méjico, Puerto
Rico, la América Central y el Perú. De allí vienen expresiones como uniforme de
parada ('de gala'), traje (o vestido, o ropa, o terno, etc.) de parada ('dominguero');
también se dice, por reducción, solo parada: "este terno es mi parada".

2. Parada cabezona es en Venezuela 'apuesta cuantiosa'. En Nicaragua se usa paro


como equivalente de parada en el juego.

3. En Colombia, en cambio, tirarse una parada es 'jugar una mala pasada'.

4. En Méjico hacer una mala parada es 'cometer una mala acción'.

5. Véase parar los machos en Segura, Ña Catita, acto IV, escena IX (en Comedias, II,
pág. 114) y Clemente Palma, Crónicas de Corrales, págs. 85 y 169.

6. El Diccionario de la Academia consignaba, hasta su edición de 1956, la forma


—nunca usada— paseana. La errata (debida sin duda a influencia de pasear) fue
enmendada en la edición de 1970 (Suplemento) y se amplió en ella el área de este
préstamo (Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú).

Ya en 1773 Concolorcorvo dice que en los caminos a Arequipa y Piura


"hay muchas pascanas de agua salitrosa y pesada", y que en la vía de
Huancavelica a Lima hay una "regular pascana de los arrieros, en un altillo
['cerrillo'] de fácil subida"1. En 1783 Terralla critica la cicatería de los peruanos:
"¿No has visto cuando a las ferias

suelen venir peruleros

317  
que en sus pascanas no hay más

que cascarones de huevos?".

Y en nota aclara que pascanas son "casas de hospedaje" 2.

En el Perú la frase hacer pascanas tiene, además de su sentido literal


(hoy menos usado), el figurado de 'hacer paradas o visitas sucesivas, deteniéndose
en cada lugar por poco tiempo'. En su artículo titulado "El champaña", Federico
Blume cuenta cómo unos juerguistas "se sientan a comer casi a las doce, porque
antes han hecho una prolongadísima pascana en la cantina" 3. Menos que la
locución verbal hacer pascanas se usa hoy el verbo, formado con el productivo
sufijo de frecuentativo, pascanear 4.
Pascana viene del quechua paskana, derivado de páskay 'desatar' 5. El
sufijo -na es un nominalizador e instrumental que implica la idea de futuro o
posibilidad (puede comparársele con el castellano -able, -ible). Paskana 6 es, por
lo tanto, 'lo que se desatará, lo desatable'; el término se aplicaba en principio a la
'carga' que podía

1. El lazarillo de ciegos caminantes, págs. 23 y 303.

2. Lima por dentro y fuera, págs. 100 y 220; véase también Hildebrandt, La lengua de
Bolívar, pág. 217.

3. Sal y pimienta, pág. 216. Véanse usos análogos en Diez Canseco, Duque, págs. 84, 85
y Vargas Llosa, Los cachorros, pág. 91: "hacían una pascanita en el Embassy o en el
Ambassador para ver el primer show desde el bar...".

4. Véase este uso metafórico en Seoane, Hombres y rejas, pág. 25: "se angustian sus
voces ansiosas de abrazarse y pasan pascaneando entre nosotros".

5. Véase pascani 'descoser, desatar, desenvolver' en Santo Tomás, Lexicón, pág. 336.
Pazcani 'desatar, soltar' y en sentido figurado —obvia interpretación de Fray Diego
González Holguín, ilustre catequizante— 'absolver, perdonar', en Vocabulario, págs.
279b, 479b; pasccanaccuni 'soltarse', 'divorciarse', en íd. íd. 279b.

6. Caso semejante es el de pichana, en el Perú y Chile 'manojo de ramas', 'escoba


rústica', del quechua píchay 'limpiar' más el mismo sufijo nominalizador -na. Las
pichanas sirven también para techar. Véase "... bajo el ramadón de pichanas de su
rancho..." en Camino Calderón, Cuentos de la costa, pág. 65; "las sucias escobas de
pichana" en Blume, Sal y pimienta, 115.

desatarse para que las bestias descansasen. Luego (tal vez ya dentro del
castellano) pascana se aplicó al 'lugar' donde se realizaba la acción de desatar la
carga, es decir el tambo o posada y, por último, al simple 'alto o descanso' en la
jornada, aunque no se descargase a los animales 1. Del verbo páskay,
directamente, se deriva pascar 'desatar', 'acampar', 'descansar' usado en Bolivia y
documentado en el siglo XIX en Huánuco, lea y Arequipa 2.

318  
El sufijo -na, por otra parte, es todavía productivo en el área americana
de sustrato quechua. Merecen anotarse los casos en que se ha unido a raíces
verbales castellanas, produciendo sustantivos híbridos como picana 3 'aguijada',
formado sobre picar, que se usa en el castellano del Perú, Chile y la Argentina, y
casarana 'boda', sobre casar(se), documentado en el quechua del Ecuador.

Son todavía más notables los casos en que este nominalizador quechua
se ha soldado, precisamente, a un sustantivo castellano, produciendo voces como
palana por pala y cacana por caca 'excremento' 4. El proceso, ocioso desde el
punto de vista del castellano, no lo es si se piensa que tiene como fin el dar a pala
o caca la apariencia de sustantivo desde el punto de vista de la morfología
quechua, tal vez como adaptación previa al préstamo a dicha lengua.

1. En Ruinas, Arona apunta la posibilidad de que pascana "tal vez tenga su


origen / en el latino pasco, / puesto que allí se pace / cuando parada se
hace". Pero esta suposición es puramente retórica, puesto que en nota al pie
de la misma página (296) explica: "Pascana, del quichua pasquein, soltar".

2. Véanse Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v. y Carrión


Ordóñez, ob. cit. pág. 292.

3. Véase picana en Concolorcorvo, El lazarillo de ciegos caminantes, págs.


80, 81, 83; picanilla en íd. íd. 81. La picana eléctrica era un infame
instrumento de tortura al parecer inventado en la Argentina. En ese país se
documentan también el verbo picanear y el sustantivo picanazo de obvios
significados.

4. Véase cacana en Arguedas, El Sexto, pág. 72. De cacana sale a su vez el


humorístico cacanusa, hoy aparentemente desusado (véase C. Palma,
Crónicas de Corrales, pág. 51).

PAVO

En el habla familiar del Perú comerse un pavo o empavarse 'turbarse,


correrse, ruborizarse, avergonzarse' 1 está cayendo en desuso, lo mismo que
pavón, pavona ‘persona que se turba fácilmente’. Antes habían caído en desuso
(por lo menos en Lima) las variantes con prefijo empavón y empavona, que
todavía emplea Clemente Palma 2; también el postverbal empave, documentado a
mediados del siglo XIX 3. Actualmente no se oye el uso de empavar como

319  
transitivo 4 que Arona y Palma consignaban en primer lugar 5, tampoco empavarse
en la acepción de 'irritarse, encolerizarse' que consignaba Arona.
Estos usos peruanos 6, u otros muy próximos, se documentan también en
diversas regiones hispánicas. Así, en España se emplea el modismo subírsele (a
uno) el pavo 'ruborizarse' (en Andalucía empavonarse). Empavarse 'encolerizarse'
se conserva en el Ecuador. En Chile pavear o hacer la pava equivale a tomar el
pelo; pavero (antes también paveador) es 'burlón'; en Galicia paba es 'chanza' y
pabero 'bromista'. En Colombia, Venezuela y parte de la América Central y
Antillas, comer pavo es 'quedarse sin bailar una mujer en una fiesta'; en Colombia
dicha expresión se emplea con ese sentido y con el de 'no entender una
conversación'.

Ya Arona daba por cierta la relación entre los usos peruanos de pavo y el
nombre del ave de corral, aun cuando no veía claro el

1. Véase comerse un pavo en Clemente Palma, Glosario de las Crónicas, s. v.


empavón (pág. 269). Ricardo Palma consigna también la variante ampliada
comerse un pavo con plumas (Neologismos y americanismos, s. v.
empavarse). En la lengua popular y juvenil empavarse y empavado fueron
desplazados por los hoy obsolescentes asarse, asado y otros términos más
modernos como arrocharse.

2. Crónicas de Corrales (1938), págs. 236 y 269.

3. En Nuestra pequeña historia (pág. 90) Gálvez cita un suelto de la edición de


El Comercio de Lima correspondiente al 16 de setiembre de 1865: dos
caballeros, que agasajaban a ciertas damas en un palco teatral, sufrieron un
"terrible empabe [sic]" cuando les fue servido en público un suculento plato.
4. Véase este uso en Gálvez, Una Lima que se va, pág. 170. Más moderna es la
frase sinónima hacer empavar.

5. Véanse, respectivamente, Diccionario de peruanismos y Papeletas


lexicográficas, s. v.

6. Cfr. empavarse en Blume, Sal y pimienta, 138; Gálvez, Nuestra pequeña


historia, 280; Camino Calderón, Diccionario folklórico, 109 y Vargas
Llosa, Los cachorros, 26. Empavado en Blume, ob. cit. 138.

nexo, tal vez porque solo tenía en mente las cualidades "anímicas" del pavo
expresadas en su aire a la vez tonto y soberbio. Aunque parezca difícil, la
metáfora podría basarse en la similitud cromática: el rostro del que se turba o
encoleriza suele enrojecerse, y roja es la carnosidad que el pavo tiene en pico,
cabeza y cuello.
El pavo es una gallinácea originaria de la América del Norte (Melleagris
gallopavo); su difusión por el continente meridional y por Europa fue

320  
relativamente tardía; en el Brasil se llama curiosa e inesperadamente peru
(pronunciada como aguda). Al principio se le llamó gallo o gallina de la tierra o
de Indias (de allí el francés dinde y, de este, dindon), gallo o gallina de papada y
gallipavo, pavo del país, pavo americano o pava; pero con el tiempo llegó a
usurpar el nombre del pavo, pava o pavón: ave ornamental de origen asiático
(Pavo cristatus) que desde entonces tuvo que distinguirse con el epíteto de real,
en el sentido de 'verdadero' 1.
Por otra parte, del nombre del pavón (la forma antigua y propiamente
castellana) o pavo asiático se habían derivado dos verbos: pavonearse 'hacer vana
ostentación' y pavonar 'dar a las armas y otros objetos metálicos un barniz azul
oscuro, para evitar su oxidación' (el color recordaba el de las llamativas plumas
del ave). Más tarde la variante con prefijo empavonar 2 tomó en varias regiones de
América (Cuba, Puerto Rico, Guatemala, Colombia) el sentido genérico de 'untar',
mientras que en otras (el Perú y Chile, por ejemplo) adquiría el específico de 'dar
al vidrio una capa de pintura lechosa' a fin de dejarlo solamente traslúcido 3. En el
Perú se usa también con este sentido la variante sin prefijo pavonar: vidrios
pavonados, focos ('bombillas eléctricas') pavonados, etc.
Pavonar 'pintar de blanco' subyace sin duda en algunos usos mineros
documentados en el Perú a fines del siglo XVIII: pavonado, que en uso sustantivo
se refería al principio a minerales de color oscuro o tornasolado, llegó a emplearse
para designar ricos minerales de plata "de un gris claro, brillante y plateado" y aun
la "mina de plata blanca" 4.

1. Véase Manuel Alvar, "Americanismos en la 'Historia' de Bernal Díaz del


Castillo"; RFE, Anejo LXXXIX, pág. 12.

2. En la Argentina se usa empavonar(se) por amoratar(se) la zona que rodea el


ojo, a causa de un golpe (véase Haensch, Günther y Reinhold Werner,
Nuevo diccionario de argentinismos, s. v.).

3. Véase "vidrios empavonados" en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, pág.


95.

4. Mercurio Peruano, tomo IV, pág. 214.

Uso metafórico independiente, documentado en la costa del Pacífico


(Panamá, Ecuador, Perú, Chile), es el de pavo 'pasajero clandestino, polizón',
especialmente el de barco (en replana pavoso). La imagen no es clara, pero es
curiosa la coincidencia de su uso con el uso igualmente americano de otros
nombres de animales para designar al polizón: pato en Colombia (Barranquilla),
pichón en Panamá (junto a pavo), mosca en Tejas y coyote en Méjico.

321  
PECHUGA

Pechuga, derivado de pecho 1, es nombre específico del pecho carnoso


del ave y, en habla familiar, también del pecho del hombre o de la mujer 2. A
partir de estos usos castellanos pechuga ha desarrollado en Andalucía y gran parte
de América —Perú, Chile, Ecuador, Colombia, Venezuela 3, Panamá— la
acepción metafórica de 'abuso de confianza, desconsideración, descaro' 4.

Para Arona, la pechuga es "la descarada falta de vergüenza, la ausencia


completa de delicadeza, la grosera satisfacción, el desahogo egoísta, el yo ante
todo y sobre todo que se pasea por la sociedad precedido de una pechuga... como
la de un pavo, como también suele decirse cuando la pechuga del pechugón sale
de lo ordinario [...]. La pechuga, es, pues, la excrescencia, la carnosidad del alma
que rebosa sobre ella y ahoga todo sentimiento de pudor, de vergüenza, de
miramiento y de consideración..." 5.

1. De formación peculiar: la terminación -ugo, -uga es rara en castellano (véase


Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. pecho).

2. En la lengua general, se califica de pechugona a la mujer de busto prominente;


pechugón o pechugada es el 'golpe asestado en el pecho' (o producido por un choque
pecho a pecho).

3. Pechuga 'descaro, desvergüenza' y pechugón 'descarado, gorrón' dan Alvarado,


Guerrero y otros lexicógrafos venezolanos. Pero dichos usos no son hoy corrientes,
por lo menos en Caracas.

4. En Guatemala, Honduras y Nicaragua pechuga es 'disgusto causado a una persona'.


En Panamá coexisten las acepciones de 'disgusto' y 'descaro'.

5. Diccionario de peruanismos, s. v. (la frase como la de un pavo, subrayada por el


autor). Análoga imagen subyace en el mejicano pechón 'descarado, gorrón' y en el
dominicano pechudo, de igual sentido.

Pechugón o pechugona (con sus aumentativos pechugonazo, pe-


chugonaza) es quien olvida toda gentileza para solo pensar en su comodidad y
beneficio a costa del prójimo. Sus acciones típicas se llaman pechugonadas o
pechugonerías. El verbo pechugonear se usa hoy muy poco, por lo menos en
Lima. Sobrevive en la replana el uso masculino (sustantivo o adjetivo) de pechuga
como equivalente de pechugón 1.

322  
A fines del siglo XIX el lexicógrafo chileno Zorobabel Rodríguez
consignaba pechuga y pechugón con los sentidos respectivos de 'desvergüenza' y
'desvergonzado' 2; en la segunda década del siglo XIX, otro lexicógrafo chileno,
Román, registra pechuga con el sentido negativo de 'desvergüenza' y los positivos
de 'audacia, osadía', 'valor, coraje', 'firmeza de ánimo' 3. Coincidiendo con esta
dualidad semántica, pechuga es hoy en Arequipa tanto 'desvergüenza' como
'audacia'.
En el teatro limeño de Segura se percibe todavía en pechuga cierto matiz
de 'audacia', aunque sin duda prima el de 'frescura'. Véanse estos ejemplos:

"Les sobra pechuga, arrojo


para hacer lo malo bueno,
ven la paja en ojo ajeno
y no ven la viga en su ojo" 4.
[...]

"Se necesita pechuga


y además gran desparpajo
para mentir a destajo
sin dejar ninguna arruga" 5.

Pechugón era para Román "el que alza la cabeza, echa pie atrás y
muestra el pecho o pechuga en señal de coraje, valor y firmeza". En las obras de
Segura, en cambio, es el tramposo, desconsiderado o abusivo:

1. Véase "el pechuga" y "suscritor pechuga" en Gamarra, Rasgos, págs. 125 y 124,
respectivamente.

2. Diccionario de chilenismos, s. v.

3. Diccionario de chilenismos y de otras locuciones viciosas, s. v.

4. Ña Catita, acto I, escena I (en Comedias, II, pág. 4).

5. Un juguete, acto III, escena IV (en Artículos, pág. 271). Arruga 'deuda incobrable' en
el habla familiar peruana, parece tener aquí el sentido de 'huella' o 'prueba'.

"y sépase que hago alarde


de no ser de esos deudores
que pagan o nunca o tarde...
no soy pechugón, señores" 1.
[...]

"Es usted un pechugón,


sinvergüenza y maricón" 2.

323  
En los diversos usos peruanos de pechuga subyacen, pues, aquellos
comprobados en Andalucía, que sufrieron diversos procesos semánticos en
Hispanoamérica y dieron así origen a los usos divergentes aquí anotados.
En las últimas décadas pechuga ha perdido terreno ante concha, término
del lenguaje vulgar que asocia el caparazón de la tortuga con la supuesta "piel
gruesa" del descarado o del abusador. Más que pechugón se dice hoy conchudo,
derivado que a su turno ha producido el abstracto conchudez, sinónimo de concha.

PELLEJERÍAS

Pelleja, derivado de piel, se documenta desde principios del siglo XVII


con el sentido figurado de 'ramera' 3. Pellejo 'prostituta de baja ralea' se usa en
Navarra, Méjico, Cuba y Venezuela; pellejerío es su conjunto y pellejear 'tener
trato con ellas'. De pelleja 'ramera' sale, según Corominas, el uso despectivo de
pellejo y pelleja aplicado a cosas o seres despreciables.

El derivado pellejería 4 se documenta en la Argentina con el sentido de


'cosa despreciable, friolera', pero también ha tenido allá (y tiene todavía) el de
'penalidad, dificultad, trance apurado'. En el habla familiar del Perú, Chile,
Bolivia, la Argentina y Uruguay

1. El santo de Panchita, acto II, escena IX (en Artículos, pág. 350). '

2. El Sargento Canuto, acto único, escena V; en Artículos, pág. 108.

3. Por alusión a la propia piel, objeto del comercio de la prostituta. La misma metáfora
se da en el latín scorturn 'piel, cuero' y en otras lenguas románicas (véase í
Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. piel).

4. Autoridades da pellejería como "La tienda o calle donde residen los que venden y
adoban los pellejos".

pasar pellejerías o pasar pellejería y media (en Chile también pellejear) es


expresión equivalente de pasar trabajos 1.

A propósito de pellejerías, vale la pena recordar un histórico


malentendido surgido entre San Martín y Bolívar. Apenas realizado el encuentro
en Guayaquil, el Libertador dicta un oficio reservado para el Secretario de
Relaciones Exteriores de Colombia, que firma en su nombre, como Secretario
General de Colombia, el coronel venezolano José Gabriel Pérez. Dice en parte el
oficio, fechado el 22 de julio de 1822:

324  
"Al llegar a la casa preguntó el Protector [San Martín] a S.E. [Bolívar] si estaba
muy sofocado por los enredos de Guayaquil, sirviéndose de otra frase más común
y grosera aún cual es pellejerías, que se supone ser el significado de enredos;
pues el mismo vocablo fue repetido con referencia al tiempo que hacía que
estábamos en revolución, en medio de los mayores embarazos" 2.

El Libertador y sus oficiales, quienes desconocían el significado peruano


y argentino de la palabra pellejerías, la asociaron sin duda al sentido que
pellejerío tenía en el Caribe. De otro modo sería incomprensible que su empleo
hubiera escandalizado a un auditorio masculino y, por añadidura, militar. Pero el
término que el Protector repetía "en medio de los mayores embarazos" era para él
—como lo sigue siendo para un argentino o peruano de hoy— perfectamente
inocente. Lo cual no excusa el hecho de que un término de habla familiar, tal
como pellejerías, no estaba entre los más indicados para usarse en la primera
reunión de dos jefes de Estado 3.

1. Véase este uso de el Murciélago: "¡Cómo! ¿para eso he pasado / yo tanta pellejería?"
(Ramillete o repertorio, pág. 175).

2. Véase Bolívar, Obras, I, pág. 656 y Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 223-224
(t. Léxico de Bolívar, pág. 606-607). En la edición de Lecuna de las Obras de Bolívar,
por obvias erratas, *vocable por vocablo y *preferencia por referencia.

3. No debió de ser el uso de pellejerías el único rasgo de San Martín que hizo mal efecto
en Guayaquil. El mismo día en que dicta el oficio citado, Bolívar escribe, en carta
particular a Santander, sobre San Martín: "no me parece bastante delicado en los
géneros de sublime que hay en las ideas y en las empresas" (Obras, I, 662). Por su
parte, el general venezolano Tomás Heres dice de San Martín: "tiene algunas
vulgaridades que hacen rebajar el concepto que se adquiere por sus servicios: por
ejemplo, usa frecuentemente dichos de los gitanos y de soldados andaluces"; véase
O'Leary, Memorias (Narración), II, pág. 166.

Bolívar y San Martín —y lo mismo se podría decir de un venezolano o


colombiano de hoy frente a un peruano o argentino— estaban situados al norte y
al sur de un ecuador léxico que divide a la América hispánica en dos vastas
regiones dialectales: términos lícitos en una de esas áreas pueden ser
incomprensibles u obscenos en la otra.

A primera vista podría creerse que es el diferente sustrato indígena la


causa más importante de las divergencias entre el castellano de ambas zonas. Pero
una mirada más atenta nos hace notar que lo más gravemente diferencial está en

325  
los cambios formales y semánticos sufridos por palabras de raíz hispánica: tal es
el caso de pellejerías.
Cosa análoga se comprueba en cuanto a los rasgos peculiares del
castellano de América, como totalidad, frente al de la Península.

PEPIÁN

En el Perú se llama pepián un guisado a base de choclo ['maíz tierno']


rallado y ají, al que generalmente se añade carne (de cerdo o de ave) o queso
fresco. Ya a fines del siglo XVIII despotrica Terralla sobre un convite limeño y
dice
"que sacan pepián después,

y una ensalada de enredos..." 1.

Pepián —o su variante pipián— designa otros potajes en diversas


regiones de América. En Méjico pipián o pepián es un guisado a base de pepitas
de calabaza o de chile (ají) con carne de pavo o puerco y otros ingredientes. El
pipián chileno es una salsa de pepitas de zapallo 2, lo mismo que el guiso hecho
con ella y, por extensión, cualquier buen guisado. En Bolivia el pipián se prepara

1. Lima por dentro y fuera, pág. 58. Véanse usos de pepián en Segura, Comedias, II,
pág. 136; el mismo autor bautiza como Pánfilo Pepiani a un italiano glotón
(Artículos, pág. 33). Pepianes en Felipe Pardo, BCP 9*, pág. 200 y Mejía, Ayer y hoy,
pág. 43.

2. En Nicaragua, El Salvador y Honduras se llama pipián la calabaza misma (véase


zapallo en este volumen).

con maíz tostado y molido, además del choclo; otra variedad se hace con
almendras molidas y carne de ave. En Cuba y la República Dominicana pipián es
un estofado de hígado. En Puerto Rico se llama pipiana un plato a base de papaya
picada, leche de coco y especias. En Guatemala la expresión de pepián equivale a
la peruana de mamey (véase mamey).

Pepián parece derivado de pepa, que es americanismo difundido como


equivalente de pepita 'semilla, carozo o hueso de fruta' 1. El pepián original debió
de ser, en ese caso, aquel preparado con pepitas de calabaza o de ají 2.

326  
Dice Palma que un Papa, cansado de los acostumbrados potajes
vaticanos, "aventuróse un día a comer cierto plato de estas tierras de América, y
tan sabroso hubo de parecerle a Su Santidad, que perdió la chaveta y olvidándose
del toscano, exclamó en latín: Beati indiani qui manducant pepiani" 3.

Federico Flores y Galindo hace, a fines del siglo XIX, la apología de una
variante del plato peruano:
"Y también al pepián de arroz con jeta

tengo algún día que ofrecer un canto;

no ha de olvidar el arpa del poeta

de tan rico manjar el dulce encanto.

Si hoy no es plato de gala y etiqueta,

es que pasó la edad de saya y manto,

pero hubo un tiempo en que el pepián se alzaba

y hasta la mesa del virrey llegaba" 4.

Como lo negativo del pepián puede estar en la excesiva cantidad de ají


que a veces se le pone, el modismo peruano ponerse como un pepián significa
'irritarse', 'enfurecerse'. En el Glosario

1. Pepa se debe a falsa regresión, por haberse tomado erróneamente pepita como
diminutivo.

2. Otra es la hipótesis etimológica expresada en el Diccionario de Autoridades: El


pipián "guisado Indiano" que se sazona "con pimiento colorado y especias finas", se
llama "mas comunmente Pepián, aunque con menos propriedad, respecto de que el
origen sea de la Latina Piper, por ser la pimienta su ingrediente mas principal". No se
olvide que la solanácea Capsicum anuum (en taino ají, en azteca chile, en quechua
uchu) fue llamada también pimienta de Indias.

3. Tradiciones, pág. 628.

4. Salpicón de costumbres nacionales, pág. 16. Subrayados del autor.

anexo a las Crónicas de Corrales, Clemente Palma da como ingredientes del


pepián "choclo molido, carne de cerdo, queso, huevos duros y aceitunas y mucho
ají', y añade:
"... a veces se carga la mano al último ingrediente, lo que pone la boca al
comensal como si tuviera fuego. Ponerse como un pepián es la locución
empleada para indicar el estado de violenta irritación, a semejanza de la que
causa el ají en la boca" .

327  
Ponerse como un pepián alterna con las variantes estar como un pepián
o estar hecho un pepián 2. En la provincia piurana de Morro pon se dice: chicha,
pepián y chivo ['macho cabrío'], para las penas gran lenitivo.

PERICOTE

En el Perú, Ecuador, la Argentina y Bolivia pericote es el nombre usual


del ratón 3; en Chile y Ecuador tiene el sentido de 'rata grande del campo'.
Pericote es también, en el Perú y la Argentina, apelativo cariñoso del niño 4.

En su tradición titulada Los ratones de Fray Martín, Palma dice que con
el conocido dístico "Y comieron en un plato / perro, pericote y gato" concluía una
relación de milagros del entonces beato Martín de Porras (que él llama Porres,
forma tradicional aunque errada del apellido), la cual circuló en Lima hacia 1840.
Palma pone en boca del futuro santo la frase "Salga sin cuidado, hermano
pericote" y reproduce una noticia del viejo semanario madrileño Aviso en la cual
aparece el término 5.

1. Véase ponerse como un pepián en el texto de las Crónicas, págs. 29, 75, 97, 103, 129,
147, 181, 187 y 240.

2. Véase estar como (un) pepián en C. Palma, ob. cit. págs. 72, 88, 164.

3. Pericotera 'trampa para ratones', 'conjunto de ratones' se usa poco actualmente. El


adjetivo pericotera referido al perro cazador de ratones (llamado en Cuba ratonero)
se oye igualmente poco (véase Palma, Tradiciones, pág. 735). En Aragón pericotero
es 'curioso', 'callejero'.

4. Véase este uso de Palma: "anda, pericote, a ver al brujo" (ob. cit. pág. 1168). En sus
Crónicas taurinas, Clemente Palma moteja despectivamente de pericotes a algunos
toros de lidia muy pequeños (págs. 32, 131, 132).

5. Ob. cit. págs. 264-265 y 797, respectivamente.

Pericote es un americanismo de origen incierto. Basándose en la


coincidencia de su área con la del Tahuantinsuyo, Corominas acoge una hipótesis
de Lafone Quevedo según la cual pericote sale de una raíz quechua piri- (que se
presenta reduplicada en piripiri 'perdiz') más el morfema cuti que en quechua
significa 'en vez de' 1. Pero el curioso significado resultante (¿'sucedáneo de media
perdiz'?) no corresponde al concepto de 'ratón'. Tampoco este forzado *piricuti se
documenta en vocabularios quechuas antiguos ni modernos.

Por otra parte, hay que recordar que el nombre propio Pedro (tanto en
esta forma como en la antigua Pero y su correspondiente diminutivo Perico) tuvo
y tiene mucho uso en expresiones familiares como denominación del hombre

328  
común: Pero Grullo, Perico de los Palotes, Perico (o Pedro) entre ellas; como
Pedro por su casa, algo va de Pedro a Pedro, pícame Pedro que picarte quiero, etc.
Perico fue también denominación, en principio humorística, de diversos animales.
Perico o periquito ha quedado como nombre de un lorito; perico ligero llamaron
irónicamente los españoles al mamífero desdentado y arborícola (del género
Bredypus) que también recibió el más adecuado nombre de pereza (en Venezuela)
o perezoso. Pericote, aumentativo de Perico, se usa todavía como apelativo de
persona 2 en Chile; es, por tanto, probable que se haya aplicado eufemísticamente
a la rata y luego, perdido ya el rasgo semántico de aumentativo, al ratón (rata y
ratón se diferenciaron tardíamente en castellano).

Es sorprendente la análoga trayectoria morfológica y semántica de ratón


y pericote: los dos derivados portan un sufijo de aumentativo que ha perdido ese
valor semántico y ambos han desarrollado el sentido figurado de 'ladrón' (la
lengua general prefiere hoy rata 3 o ratero; pericotear 4 es en el Perú sinónimo de
ratear 'robar, hurtar'). El refrán mientras el gato no está, los ratones bailan se ha
hecho en el Perú y la Argentina mientras los gatos duermen, los pericotes se
pasean.

1. Diccionario crítico etimológico, s. v. pericote.

2. Palma usa el modismo allá te lo espeto, Pericote Prieto con el sentido de 'allá va' (ob.
cit. pág. 320).

3. En Pelagatos la banda del pueblo toca 'la música de Los tres ratas de La gran vía,
saludando así al gran pericote y demás gatos de la Subprefectura" (Gamarra, Cien
años, pág. t02).

4. En Aragón pericotear es 'husmear, curiosear', 'entrometerse'.

Pericote 'ratón' se documenta desde mediados del siglo XVII. Dice el


padre Calancha: "los primeros ratones que en el Perú se vieron, fue en el año de
mil quinientos cuarenta y cuatro"; llegaron en un barco que siguió la ruta del
estrecho de Magallanes. Calancha se apoya en Zarate y Gómara para aducir, como
prueba del origen europeo de dichos roedores, el dato de que el término que en
quechua los designa, hucucha, significa 'salido del mar'. Y añade:
"Pero Garcilaso dice que los ratones que trajo aquel navío fueron las ratas
grandes 1 que llamamos pericotes, tres veces mayores que los ordinarios 2 y que
de los otros pequeños, que se crían muchos con la putrefacción de la tierra, había
con abundancia en los llanos y en las sierras. Esto tengo por lo más cierto, y que
los que trajo aquel navío fueron estos pericotes grandes que tanto han multi-

329  
plicado en estos llanos siendo con extremo ofensivos; singular es el gato que les
acomete y muy raro el que los sujeta... " 3.

El padre Calancha dice "las ratas grandes que llamamos pericotes"; el


padre Cobo, "los grandes, que llamamos ratas y pericotes"*. La forma verbal
usada por ambos hace suponer que consideraban la denominación como propia, y
no como extraña. La evolución semántica que hizo a pericote equivalente de ratón
'roedor pequeño' fue, sin duda, posterior en América.

Esta interesante suma de datos históricos es tan dudosa como


contradictoria.

PETACÓN
En el Perú y parte de Argentina se llama petacón o petacona a la persona
baja y gruesa, es decir, 'rechoncha'; petacón es en Colombia 'barrigón' y en la
América Central 'jorobado'; en Méjico se

1. Comentarios Reales, libro IX, capítulo XXII: "las ratas, que también passaron con los
españoles, que antes dellos no las havía [...]. Ratones de los chicos huvo muchos;
llámanles ucucha" (tomo II, pág. 261 de la edición Rosenblat).

2. El padre Lozano, en su Historia de la conquista del Paraguay, se refiere igualmente a


ratones "muy perjudiciales, especialmente los que por acá llaman pericotes, que
llegan a tal tamaño que se hacen temer de los gatos" (citado por Lafone Quevedo,
Tesoro de catamarqueñismos, y Garzón, Diccionario argentino, s. v.).

3. En BCP 4, págs. 72-73.

4. Citado por Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. Véase en el Drama de


los Palanganas (1776) "pericotes de los almagacenes ['almacenes']" (pág. 107 de la
2.a edición Sánchez).

llama petacona a la mujer de caderas anchas. Petacudo es equivalente de petacón


en Centroamérica y Colombia; en Bolivia se aplica a seres y cosas de gran peso o
volumen.
Petaca tiene análogos sentidos figurados que sus derivados petacón y
petacudo: en Huánuco y el noroeste argentino (también en Aragón) se documenta
como 'rechoncho'. En Chile petaquita se llama a la 'mujer o niña pequeña y
gruesa'; en Centroamérica petaca es 'joroba'; en Méjico el plural petacas es
eufemismo por nalgas (en Jalisco por pechos). Saliendo de las comparaciones
meramente morfológicas, petaca es 'haragán' (o 'haragana') en gran parte de Amé-
rica, 'torpe' en Puerto Rico y 'lerdo' o 'remolón' en Arequipa y Loreto. Petacazo es

330  
'trago de licor' en Colombia y Santo Domingo. Petaquear es 'flaquear, desmayar'
en buena parte de América.
Petaca viene del azteca petlacalli 'arca de cañas tejidas', 'caja de estera o
de junco' (compuesto de pétlatl 'estera' [véase petate] y calli 'casa', 'caja'). El
aztequismo ha perdurado en la lengua general como equivalente de cigarrera,
tabaquera 1.

En América petaca designa también un baúl o maleta de cuero (con


armazón de madera o mimbre) de dimensiones determinadas por la capacidad de
carga de las bestias 2. Concolorcorvo se refiere, a fines del XVIII, a petacas,
petaquillas y petacones "de cuero labrado y bruto", "guarnecidas", "aprensadas y
doradas", "de dos tapas", etc. 3 en que viajeros, peones y comerciantes llevaban
sus pertenencias o mercancías. La desusada locución peruana con títeres y petacas
significaba 'con todos los bártulos' 4.

1. Tal vez a influencia de tabaquera se debe el derivado, con sufijo expletivo,


petaquera. (Véase petaquera en Ribeyro, Solo para fumadores, pág. 45).

2. Véase el dicho peruano (hoy olvidado) ser como la petaca de Pando, es decir, (ser)
'como la caja de Pandora' en Camino Calderón, Diccionario folklórico, págs. 164-166
y Hildebrandt, La lengua de Bolívar, 233 (t. Léxico de Bolívar, pág. 619-620).

3. El lazarillo de ciegos caminantes, págs. 21, 22, 35, 36, 67, 81.

4. Véase con títeres y petacas en Palma, Tradiciones, págs. 550, 590, 599. En Venezuela
pegar las petacas es 'morir' (véase más adelante liar el petate). En buena parte de
América echarse con las petacas es 'flaquear, desmayar', aludiendo sin duda a los
descansos entre jornadas en que se descargaban las petacas llevadas por las bestias
(véase pascana). La expresión se documenta ya a fines del siglo XVIII en el
Testamento codicilo de Terralla: "unas petacas tratables / dejo en el suelo tiradas, /
que ha tiempo, por ciertas cosas, / que me eché con las petacas". (En BCP 9*, 54). En
El Periquillo Sarniento de Lizardi (1816) echarse con las petacas equivale a echarse
el alma a la espalda 'abandonar todo escrúpulo' (pág. 122).

Arona creía que petaca era quechuismo. Pero la segura etimología azteca
está corroborada por su temprana documentación en Méjico (h. 1530).
Garcilaso describe las petacas como 'arcas o baúles de paja' y 'canastas
cerradas' 1, pero no reconoce la palabra como quechua y más bien asocia el uso
del objeto a los españoles, quienes seguramente lo adoptaron en Méjico 2. Cuando
relata la sublevación y derrota de Gonzalo Pizarro dice que su lugarteniente don
Francisco de Carbajal, llamado El Demonio de los Andes, condenado a ser
arrastrado y ahorcado, "al tiempo que le ponían en una petaca en lugar de serón
['especie de cesta'], dixo con mucho descuido: niño en cuna y viejo en cuna" 3.

331  
PETATE
Petate 'estera', de uso casi general en América, viene del azteca pétlatl,
íd., con la correspondiente adaptación a la fonética castellana 4. Los petates de los
indígenas americanos fueron prontamente adoptados por los marineros españoles,
tanto para dormir como para envolver sus pertenencias. La frase liar el petate 5
(para Arona liar los petates) tomó por ello el sentido figurado de 'marcharse'

1. Comentarios Reales, libro III, capítulo XV, y libro VII, capítulo XVII (tomo I, pág.
161 y tomo II, pág. 127 de la edición Rosenblat).

2. Dice, por ejemplo: "en aquellas petacas solían los españoles traer de camino y en las
guerras todo lo que tenían" (Historia general del Perú, libro V, capítulo XXII; tomo
II, pág. 213 de la edición citada).

3. Íd. íd. libro V, capítulo XXXIX (tomo II, pág. 265 de la misma edición).

4. El paso del acento de intensidad a la sílaba siguiente, que intriga a Corominas (véase
Diccionario crítico etimológico, s. v.) es el que consistentemente se produce en los
aztequismos de esta terminación: de tómatl, tomate; de áchiotl, achote; de chocólatl,
chocolate; de cacáhuatl, cacahuate.

5. Véase liar el petate 'dejar un lugar, partir' en Palma, Cartas inéditas, pág. 19 y con el
sentido de 'morirse' en Tradiciones, págs. 221 y 655. Con este significado dicho autor
usa también la variante doblar el petate (ob. cit. pág. 1441). Véase la variante liar
petates 'morir' en González Prada, Letrillas, pág. 154.

y, de allí, 'morirse'; el modismo 1 ha caído en desuso en Lima, pero ha sobrevivido


en la Península.
Otro uso de la lengua general, pero hoy olvidado en Lima es el de petate
'pobre diablo' 2, 'embustero'. Un personaje de Segura dice a otro: "no te muevas de
ahí, petate" 3 y en un supuesto Cuento en verso dice el mismo autor: "Y ya ustedes
llenos de ira / dirán que soy un petate" 4. En su tradición titulada Un escudo de
armas Palma dice que los genealogistas hacen "descender a cualquier petate nada
menos que por línea recta del mismísimo Salomón" 5. El uso es todavía muy vivo
en las Letrillas de González Prada 6.

332  
Entre los numerosos derivados de petate 7 se han usado en Lima
petatería 'tienda en que se venden', petatero 'artesano que los hace' (el actual
Pasaje Olaya se llamó antes Callejón de Petateros) y empetatar 'cubrir el piso
enladrillado con un fino petate' que se importaba de Europa en rollos, según
informa Arona 8.

Ya a fines del siglo XVIII Terralla criticaba en Lima por dentro y fuera
la vida de apariencias las de la sociedad limeña, expresada en el lujo del salón o
cuadra en contraste con la pobreza del interior de la casa:

1. Otros modismos formados sobre petate son: en Méjico arañar el petate 'hacer un gran
esfuerzo para conseguir algo'; dejar en el (o en un) petate 'arruinar, dejar en la
miseria' (véase este uso ya en El Periquillo Sarniento, pág. 257); pegársele (a uno) el
petate por pegársele las sábanas y ser llamarada de petate 'ser de genio vivo pero de
enojo poco duradero'. Concolorcorvo parece tener presente este modismo cuando
escribe, sobre los escasos conatos de rebelión en las colonias españolas: "aunque una
u otra vez se haya suscitado alguna llamarada, es como el incendio de los petates,
que alumbra mucho y dura poco" (El lazarillo de ciegos caminantes, pág. 236; petates
subrayado en el texto).

2. Véase "sois unos petates" en la fábula de Iriarte titulada "Los huevos" (en Poesía
española. Antología general, pág. 321).

3. El sargento Canuto, acto único, escena XII (en Comedias, I, 40).

4. En Artículos, pág. 90.

5. Tradiciones, pág. 811.

6. Véase, por ejemplo: "Vi magnífico Panóptico / donde en prisiones y hierros / se pudre
el petate mísero / que hurtó un manojo de berros". Y también "Fray Antonio el
agustino / que no es burdo ni petate / cena en casa de un vecino / bizcochuelo y
chocolate". (Letrillas, págs. 61 y 157).

7. Tales como el colectivo petatal; petatazo 'golpe dado con un petate'; petatillo 'tejido
fino de esparto' (nuestra esterilla) en Méjico y 'ladrillo pequeño' en Costa Rica.
Petatearse es 'morirse', con los postverbales petateo y petateada (Méjico). Petatudo
es 'excelente' en Guatemala.

8. Esfera se había especificado, como en Chile, para designar aquella pequeña y


ordinaria (véase Diccionario de peruanismos, s. v. petate).

"Verás cuadros esmaltados


hacia la testera puestos,
cojinillos, canapés,
estrado y petate bueno" 1.
En la costa del norte del Perú el petate tiene todavía mucho uso. Según
Camino Calderón, está íntimamente ligado a la vida y a la muerte del
lambayecano, y especialmente del etenano; de algo intrincado o difícil se dice allá
que "tiene más trabazón que petate de Eten" 2. Un refrán mejicano dice: el que ha
nacido en petate, siempre anda apestando a tule (junco de que está hecho); pero

333  
como en Lambayeque tule no se entendía, ha sido sustituido por turre, nombre de
una planta rastrera de la región.
Unos versos infantiles que empiezan con la fórmula inicial de los
cuentos de hadas: este era ... juegan con su pronunciación normal, que la iguala a
estera (en número de sílabas, no en el acento de intensidad) y con el sinónimo
petate:
"Este era y no era
un petate y una estera.
La estera se volvió petate,
y el petate se volvió estera" 3.
En otra variante:
"Esta era una estera,
que de estera se volvió petate,
y de petate, estera,
y de estera, petate,
y de petate, estera..." 4.
Y así interminablemente, por obra y gracia de la atracción que ejerce
sobre la mente infantil este tipo de juego verbal al infinito: el cuento de nunca
acabar.

1. Descanso XIV, Romance XV (pág. 150 de la edición de París).

2. Diccionario folklórico, pág. 126.

3. En Arona, ob. cit.

4. En un uso de García Márquez se documenta una acepción distinta y compleja de


petate, así como también su oposición léxica con estera. A Florentino Ariza "su
madre lo había obligado a llevar el petate, que era un recado de dormir muy popular y
práctico: una almohada, una sábana, una bacinilla de peltre y un toldo de punto para
los mosquitos, y todo eso envuelto en una estera amarrada con dos cabuyas
['cuerdas'] para colgar una hamaca en caso de urgencia" (El amor en los tiempos del
cólera, págs. 192-193).

El Diccionario de la Academia (2001) registra, sin indicación de


americanismo, petate como 'estera de palma', 'lío de la cama y ropa del marinero,
soldado o preso' y como usos coloquiales 'equipaje de cualquiera de las personas
que van a bordo' y 'hombre embustero y estafador', 'hombre despreciable'. Tam-
bién, como frase coloquial, liar el petate 'mudar de vivienda', 'morir'.

334  
PEZUÑA

Pezuña o pesuña (del latín pedis ungula 'uña del pie')1 significa 'conjunto
de los dedos o pesuños (cubiertos por las uñas) de una misma pata' en los
animales de pata hendida. En el habla familiar del Perú, Chile y la Argentina
pezuña tiene además el sentido figurado de 'suciedad acumulada entre los dedos
de los pies y mal olor que ella produce'; se llama pezuñento a quien habitualmente
la tiene 2.
Refiriéndose a la reorganización del ejército peruano por Piérola después
de 1895, dice Gálvez:
"El lema grosero y vulgar de los tres olores que debían trascender del soldado y
que comenzaban por la letra P: pisco, pólvora y pezuña, desapareció casi por
completo" 3.

La asociación entre el soldado y el mal olor de los pies explica el origen


de otro uso peruano: pécora como equivalente de pezuña (en replana, también de
'pie pezuñento'). Pécora es 'cabeza de ganado lanar', pero desde el siglo XVII se
documenta pecorear 'salir los soldados furtivamente para robar', porque las ovejas
eran botín corriente de sus pecoreas.

Un segundo sinónimo de pezuña es trepadora. Clemente Palma explica:


"La diferencia entre pécora y trepadora, según los técnicos en la materia, es que
la pécora es más fulminante y se percibe de golpe,

1. Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v.

2. Véase pezuñento en C. Palma, Crónicas de Corrales, pág. 66. El uso


sustantivo en Camino Calderón, Cuentos de la costa, pág. 75: "esos
excelentes pezuñentos...".
3. Una Lima que se va, pág. 194. Todavía, según Camino Calderón, en
Lambayeque "los guapos legítimos deben oler a las tres pes: pólvora, pisco
y pezuña" (ob. cit. pág. 61); véanse guapo y pisco en este volumen.

y la trepadora comienza suave y va en creciente intensidad, como si fuera


trepando más y más" 1.

En la lengua popular peruana la pezuña, pécora o trepadora se llama


también perra 2; en el Ecuador, Colombia y Venezuela, pecueca o pecuaca (el
pezuñento es pecueco). En Chile alterna con pezuña un uso figurado de chancaca
(véase esta voz). En otras partes de América se usan, como equivalentes de
pezuña, patada y patrulla. En Méjico los pies malolientes se designan con el

335  
hiperbólico eufemismo de panteras rugientes; bufarle a uno los cacles
['sandalias'] es 'hederle los pies' 3.
La documentación más antigua de los usos peruanos de pezuñento la
proporciona Terralla. En el Descanso VIII de su Lima por dentro y fuera denuncia
a ciertas limeñas que esquilman a sus adoradores hispanos y los despiden
abruptamente con desplantes como este:
"¿Para cuatro bagatelas
ya se quiere hacer el dueño?
Vaya muy en hora mala
el chapetón pezuñento" 4.
En el Descanso XII trata de cómo en la vida conyugal suelen aflorar los
"odios que hay entre criollos y europeos" y previene así al abstracto compatriota
que es su destinatario:
"Verás el ningún amor
y aquel fatal tratamiento,
pues no saben más palabras
que el chapetón pezuñento" 5.
Cabe, sin embargo, la posibilidad de que en estos usos de fines del XVIII
pezuñento no tenga todavía su sentido actual sino el de patón o patudo. En efecto,
la literatura colonial abunda en referencias al gran tamaño de los pies de los
españoles europeos: una horma grande de calzado se llamó la chapetona, en tanto
que

1. Glosario anexo a las Crónicas de Corrales, pág. 272. Clemente Palma usa también el
sinónimo gateadora por trepadora (ob. cit. pág. 66).

2. Véase Pino, Jerga criolla, s. v.

3. Son expresiones equivalentes: en Cuba cardarle (a uno) los pies y en Chile patinar.

4. Pág. 80 de la edición de París. Véase chapetón en este volumen.

5. Págs. 110 y 113 de la misma edición.

la pequeña o criolla se conocía como la disforzada 1. A mediados del siglo XVII,


en una contienda electoral sobre el provincialato de los agustinos, los españoles
llamaban a los limeños mazamorreros y los limeños apodaban a los peninsulares
zapatones 2.

Una copla popular dice:


"Gallinazo se fue al río
con su peine y su jabón
a lavarse la pezuña

336  
creyendo que era español".
Tero, por la referencia al negro (gallinazo) y al peine, parece que se trata
de una variante moderna de la versión original, en que la palabra cabeza ocupa el
lugar de pezuña.

PIFIAR
A fines del siglo XVIII Terralla se queja de que en Lima
"todo se convierte en risa,
en censuras, en desprecio,
en burla, en [mofa y] escarnio,
en pifia y en vilipendio" 3.
Pifia es en el Perú, Ecuador, Chile y Argentina ese tipo de mofa sonora y
colectiva 4 llamada en España rechifla, silba (silbatina es americanismo),
abucheo, siseo o chicheo. Pifiar es abuchear, rechiflar, silbar, sisear, chichear;
han caído en desuso pifiador 'burlón', que incluye Palma, y pifeo como
equivalente de pifia, que consigna Tovar 5; se usa en cambio con este sentido el
derivado pifiadera. En Chile y la Argentina 6 pifia es también 'burla'; pifión es
'burlón' y

1. Véase Tradiciones, pág. 842 y en este volumen disfuerzo.

2. Véase Palma, ob. cit. pág. 427 y también, en este volumen, mazamorra.
3. Lima por dentro y fuera, pág. 77 de la edición de París. Para las palabras
intercaladas, véase BCP 9*, pág. 29.
4. Véase el uso de pifia por 'burla individual' en Segura: "Y ese sujeto que
usted / llama por pifia babieca..." (Las tres viudas, acto I, escena XI; en
Comedias, I, 175).

5. Véanse, respectivamente, Papeletas lexicográficas y Hacia el gran


diccionario de la lengua española, s. v.
6. Cfr. "entre pifias y silbidos" en Borges, Evaristo Carriego, en Obras, 152.

pifiarse 'burlarse'; en la Argentina pifiada es 'error, desacierto'. En Colombia y


Costa Rica pifiarse es 'chasquearse'; en Puerto Rico hacer pifia es hacer novillos.

Pifiar es palabra relativamente nueva en castellano. Aparece ya en la


edición de 1817 del Diccionario de la Academia, pero el dato de Terralla es
treinta años más viejo (hacia 1787). El sentido que consignaba la Academia era el
de 'hacer que se oiga demasiado el soplo', referido al mal tocador de flauta (pifiar
se tomó del alto alemán antiguo pfifen 'silbar') 1. Luego su sentido se extendió a
errores cometidos en el juego del billar.

337  
En los usos americanos de pifia y pifiar hay, concordando con su
etimología, preeminencia de la imagen acústica.
En los usos peninsulares, en cambio, prevalece la idea de falla o fracaso:
en español coloquial pifia es 'error, descuido, dicho o hecho desacertado' y pifiar
es 'fallar, errar, fracasar'. Estos usos están en directa relación con los que se
refieren al juego del billar: pifia 'golpe fallado del taco sobre la bola' y pifiar
'fallar' de esa manera, hacer una pifia.
El Diccionario de la Academia (2001) consigna, como cuarta acepción
de pifia, la peruana de "rechifla". Asimismo, registra como acepciones americanas
de pifiar la de "reprobar mediante silbidos" (referida a Bolivia, Chile, Ecuador y
Perú) y la de "escarnecer" (circunscrita a Chile y Perú).

PIGRICIA

Está cayendo en desuso entre nosotros el término pigricia con el sentido


de 'cantidad o cosa insignificante, bicoca, bagatela'. Este uso peruano se docu-
menta ya en El sargento Canuto, comedia de Segura estrenada en 1839; en la
tercera escena del único acto monologa Canuto:
"Si alcanzo con mi pericia

a atraparle a don Sempronio

1. De donde viene pífano. Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico,


s. v. pipa.

los talegos, la milicia

bien puedo dar al demonio,

que es para mí una pigricia" 1.

Palma escribe, sobre la época de Amat:


"Lima encerraba entonces entre sus murallas la bicoca de mil trescientos frailes, y
los monasterios de monjas la pigricia de setecientas mujeres" 2.

Pigricia puede también referirse a la persona menuda o canija. Gamarra


describe así a una modesta aspirante al título de Preceptora:

338  
"Zulema es una pigricia, una flaquita de doce abriles, más huesecitos que pellejo
[...] mal alimentada, peor desarrollada y sin descanso en el estudio..." 3.

Se ha olvidado el uso de pigricia por 'trocito, pedazo, pizca', igualmente


documentado en los artículos de el Tunante: "torrejas de pigricias de plátano" 4.

En Chile pigricia se usa como acá 5. En la Argentina conserva el sentido


de 'pizca'; en San Luis predomina la variante migricia, resultado del cruce de
pigricia con miseria en su acepción de 'cosa insignificante' 6. Hay también datos
sobre el uso de pigricia en el Ecuador.

El Diccionario de la Academia registra, en su edición de 2001, pigricia


(del latín pigritia 'pereza') con los sentidos de "pereza, ociosidad, negligencia,
descuido" y el boliviano de "pizca", pigre (del latín piger 'perezoso') como "tardo,
negligente, desidioso" y pigro, -a como sinónimo (desusado) de pigre. Pero estos
cultismos no han tenido nunca vitalidad en el español general 7.

1. En Comedias, I, pág. 16.

2. Tradiciones, pág. 647; véase también íd. 147, 312, 344.

3. Cien años, pág. 155.

4. Rasgos, pág. 81. Torrejas son 'frituras de diversos ingredientes'.

5. En ese país la pronunciación popular altera el término en pibricia o piuricia.

6. Véase Battini, El habla rural de San Luis, págs. 70-71.

7. Desde la Edad Media se impusieron pereza y perezoso. Véase, sin embargo, pigricia
y pigro en Moratín (Vocabulario de Ruiz Morcuende, s. v.) y pigro en González
Prada (Letrillas, pág. 105).

El Diccionario de Autoridades consignaba ya pigro 'tardo, negligente,


desidioso' circunscrito a Aragón y pigricia 'pereza, ociosidad, negligencia,
descuido' como "voz puramente Latina y de poco uso" en Castilla pero viva en
Aragón con el sentido de "lugar que destinan en las Aulas, para los perezosos y
negligentes en el estudio" l.

¿Qué nexo semántico puede haber entre el latinismo poco usado pigricia
'pereza' y el americanismo pigricia 'bicoca, minucia, pequeñez'? El lexicógrafo
chileno Manuel Antonio Román tenía una respuesta:
"La acep. chileno-peruana se explica por el significado peyorativo del vocablo.
La pereza, la ociosidad, el descuido, la negligencia, todo lo empequeñece; por
eso, en lenguaje familiar se dice también una mugre por una cosa despreciable o
pequeña"2.

339  
Explicación tal vez poco convincente, pero no parece haber otra que lo
sea.

PIQUE

En el Perú, Bolivia, Ecuador y partes de la Argentina, de Chile, del


Uruguay y Paraguay se designa con el nombre quechua de pique el insecto (Pulex
penetrans) originario de América llamado también nigua, nombre arahuaco que
pasó tempranamente al español y hoy predomina en la zona del Caribe.

En el Lexicón de Santo Tomás (1560) aparece ya pique o piqui como


traducción del castellano pulga. En el de González Holguín (1608) pulga se
traduce como piqui y nigua como huchuipiqui o Huchuy piqui, es decir, 'pulga
pequeña'. En el drama mestizo Ollántay el nombre del gracioso, Piqui-chaqui,
significa 'pies de pulga' con el sentido figurado de 'agilísimo'.

El Diario de Lima de Suardo es temprano testigo de la asimilación de


pique al castellano del Perú. El 5 de octubre de 1632 el

1. El Diccionario de voces aragonesas de Borao no da hoy pigricia, pero sí pigre "tardo,


negligente, desidioso", "desaplicado o poco aprovechado en la escuela".

2. Diccionario de chilenismos, s. v.

cronista informa de que "el Cavildo eclesiástico desta ciudad llevó el viático a su
Arcediano el doctor don Juan de la Roca, por hallarse muy fatigado de un dolor en
una pierna, caussada [sic] de la sacadura de un pique y calenturas" 1; el enfermo
murió días después. Siglo y medio más tarde, Terralla publica un vivaz apunte de
costumbres titulado Vida de muchos o una semana bien empleada por un
currutaco de Lima 2. La anotación correspondiente al miércoles termina así:
"Saquéme un pique y me acosté a las doce dadas". También de fines del XVIII es
esta cita del anónimo Drama de los Palanganas: "... por estar con un pie
hinchado, de la sacadura de un pique..." 3.

Es una peculiaridad del pique el que la hembra fecundada se introduzca


bajo la piel —especialmente de los pies— y deposite allí sus huevos, cuyo
desarrollo ocasiona picazón, dolor y a veces graves úlceras. En el Perú se llama
piquiento al que tiene piques, y piquichón (en Huánuco también piquicho) o

340  
piquichento 4 al que camina penosamente por tener piques, callos u otra molestia
semejante. El correspondiente verbo piquichonear 'caminar con dificultad, como
si se tuviera piques' se usa hoy muy poco en Lima 5, y menos aún el postverbal
piquichoneo.

Una metáfora humorística de segundo grado ha hecho que el cohete


llamado en España buscapiés —porque corre por el suelo— se denomine en el
Perú buscapique 6. El Diario de Suardo documenta también este peruanismo: el
14 de noviembre de 1630 el cronista anota que los miembros del gremio de
sombrereros de Lima, en su fiesta, "dispararon cantidad infinita de cohetes,
buscapiques,

1. Pág. 198.

2. Reproducido por Palma en El poeta de las adivinanzas (Tradiciones, págs. 721-722).

3. Pág. 88 de la 2.ª edición Sánchez.

4. Piquichento se conoce también en Chile y Bolivia; en la Argentina se prefiere con el


mismo sentido piquento o piquiento.

5. Lo consigna Arona y, como huanuqueñismo, Pulgar Vidal.

6. Dice Arona, sobre la preferencia peruana por la terminación del singular en los
compuestos: "un mataperros y un buscapiques son concordancias que nunca se oyen"
(prólogo al Diccionario de peruanismos, pág. XVI). Véase buscapique (que se conoce
también en Bolivia) en Segura, Artículos, pág. 11; C. Palma, Crónicas de Corrales,
pág. 134 y Gálvez, Estampas limeñas, pág. 90; El buscapique se llamó una revista
satírica dirigida por Manuel Atanasio Fuentes. Hoy el nombre más popular del
buscapique es rascapiés, con restitución del segundo elemento del original buscapiés.

boladores [sic], bombas y otros muchos géneros de fuegos extraordinarios" 1.

Es curioso que en Colombia y Guatemala, donde el insecto se conoce


como nigua, el buscapiés se haya hecho coincidentemente buscaniguas: procesos
lingüísticos paralelos que son indicio de un fondo común de análogas tendencias
bajo la externa diversidad del español de América.

PISCO

En el Perú se llama pisco el aguardiente de uva, elaborado


tradicionalmente en el departamento de Ica, al sur de Lima, y exportado por el
puerto de Pisco (cuyo nombre viene, a su vez, del quechua piskko 'ave' por la gran
cantidad de aves que pueblan esa bahía).

341  
Pisquero es el aficionado al pisco; en relación con dicha afición se usan
humorísticamente piscología y piscólogo 2. Piscolabis, término de otro origen 3,
se asocia en el Perú a pisco.

El nombre del coctel nacional, pisco-sour (pronunciado a la inglesa


pisco-sáuer, y a veces escrito así 4), resulta de la sustitución del primer elemento
de la expresión inglesa whisky-sour;

1. Pág. 94.

2. Véase el derivado piscacho, equivalente de pisco con matiz afectivo o despectivo, en


Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, II, 124.

3. Según opinión general, piscolabis es un latinismo humorístico; se documenta desde el


siglo XIX con la acepción de 'comida ligera'. A propósito de designaciones
eufemísticas y humorísticas, es curiosa la abundancia de tales términos en relación
con el pisco: moscorrofio, guasurdemis, holán de hilo, agua de berros, Doctor
Panchito, florecita, anda vete, volverás, vuelve luego, como estás, etc. (véase Gálvez,
Calles de Lima, pág. 78).

4. Véase pisco-sauer en Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, I, 323 y


piscosáuers en La tía Julia y el escribidor, pág. 42; pisco-sáuers en Bryce, Un mundo
para Julius, 127, 128, 129.

esta bebida, a base de whisky y limón, se conoce en los Estados Unidos desde
fines del siglo XIX 1.
Ya a principios del siglo XVII el Diario de Lima de Suardo da
testimonio de la importancia de Pisco como puerto de salida de los productos
vinícolas del sur del Perú. Así, el 2 de marzo de 1630 el cronista anota que al
llegar al Callao un barco "que venía cargado de Pisco por quenta de diferentes
personas con 3,700 litros [sic] de vino varó en tierra y se perdió todo el vino y el
navio" 2. El 15 de julio del mismo año, "al entrar por el boquerón del puerto del
Callao, un navío que venía de Pisco cargado de vino varó en tierra y se fue todo a
pique"; el 6 de mayo de 1633 se informa sobre otro naufragio en Pisco y los
esfuerzos para salvar las "tres mil botijas de vino que trahía embarcadas el dicho
navío" 3.

342  
El nombre del puerto de Pisco usado en referencia al aguardiente de uva
se documenta ya en Lima por dentro y fuera de Terralla (h. 1787). Dice el
romance XIII:

"Verás mil tranquilidades


mas no de las del sosiego,
sino de espíritu puro,
de la uva de Pisco nieto".
El autor aclara en nota: "Pisco es un puerto que dista cincuenta leguas,
de donde llevan el aguardiente" 4. El nombre del puerto llegó a designar, como es
usual, el aguardiente de uva de su

1. En el inglés de los Estados Unidos sour se documenta (en uso sustantivo) como
'bebida alcohólica acida' desde 1885 (véase The Shorter Oxford English Dictionary on
Historical Principles, s. v.). Eso explica la anteposición de whisky (por su función
adjetiva) que se ha conservado en el calco pisco-sour. Este coctel también se conoce
en Chile; Oreste Plath cita una crónica que hace al pisco-sour originario de Iquique
(creación de un cantinero anglosajón); dice asimismo que una variedad ordinaria de
dicho coctel se conoce entre el pueblo como rotoságüer (Folklore lingüístico chileno,
págs. 106-107; el roto es en Chile el individuo del estrato socioeconómico más bajo).

2. Pág. 49. El anacrónico litros (el sistema métrico decimal se creó a iniciativa de
Napoleón) se debe sin duda a un error de lectura del manuscrito, tal vez por falsa
disolución de una abreviatura poco clara de libras: el pisco se vendió por libras hasta
hace un siglo.

3. Págs. 71 y 223.

4. Págs. 136 y 221 de la edición de París. José Diez Canseco recalca la relación entre el
nombre del puerto y el del aguardiente cuando habla de pisqueños piscos y piscos
pisqueños (Estampas mulatas, págs. 10 y 22).

procedencia 1. Más tarde pasó el nombre a Chile y hoy se conoce el pisco, como
producto peruano, en casi todo el mundo 2.
Todavía a principios del siglo XX pisco se sentía en Chile como término
recientemente venido del Perú 3. Pueden citarse en apoyo de este aserto tres
autoridades precisamente chilenas y de probada seriedad: el filólogo de origen
alemán Rodolfo Lenz, el lexicógrafo Manuel Antonio Román y el polígrafo José
Toribio Medina.
El Diccionario etimológico de las voces chilenas derivadas de lenguas
indíjenas americanas de Lenz (publicado entre 1905 y 1910) define el pisco como
"buen aguardiente de uva; el mejor en Chile se fabrica en Huasco i otros lugares
del norte". Cita a dos autores chilenos que se refieren al "aguardiente de Pisco" y
concluye:

343  
"Como se ve en los ejemplos, el actual pisco antes se llamaba aguardiente de
Pisco porque de allí i de Ica venía. La provincia de Ica es fértil i rica en viñedos.
El nombre de la ciudad ha llegado a ser jenérico no menos que el de Cognac >
coñac".

El Diccionario de chilenismos de Román, también de principios del


siglo XX, incluye así el término:
"Pisco, m. Aguardiente muy estimado que se fabrica en el Perú, y también en
Chile, y conocido ya en todo el mundo. Principió

1. Otros topónimos peruanos que se han hecho también designación del aguardiente son
Locumba (distrito tacneño) y Motocachi (hacienda del valle de Nepeña, en Áncash).
Véase motocachi en C. Palma, Crónicas de Corrales, 61; una referencia a los
aguardientes de Pisco y Motocachi en Felipe Pardo, El paseo de Amancaes (en BCP
9*, 182). Los apellidos Pisconti y Piscoya son también designaciones humorísticas
del pisco.

2. En los Andes de Venezuela se dice: "con el miche ['aguardiente'] y con el pisco /


pasan las penas del rico". En esta zona y en Colombia se documenta pisco 'ebrio',
pero en este caso la asociación se hace entre la usual rubicundez del ebrio y la rojez
del moco del pavo, puesto que el quechua pisco 'ave' se conserva en dichas regiones
como designación especifica del pavo. En relación con este uso está sin duda el
colombiano de pisco 'individuo', que tiene matiz despectivo.

3. Pisco pasó igualmente a Chile con el sentido de "botijuelo de barro cocido" en que se
envasaba el aguardiente (Arona, Diccionario de peruanismos, s. v.); con el mismo
sentido se han usado también en dicho país la forma alterada prisco y el derivado
pisqueña. Véase documentación peruana de pisco 'recipiente o envase del aguardiente'
en Gamarra, BCP 9**, págs. 147 y 149 ("piscos de aguardiente", "doce pisquitos y
ocho damajuanas con aguardiente"). Otra expresión referida al pisco y a sus
recipientes es la curiosa mula o mulita, que tal vez tenga alguna relación con el
tradicional transporte de este producto a lomo de mula desde las haciendas pro-
ductoras hasta el puerto de embarque (véase Diez Canseco, ob. cit. pág. 74).

sin duda en el puerto peruano de Pisco, y por eso tomó este nombre".

Por último, los Chilenismos de Medina, publicados en 1928, registran la


palabra de este modo:
"Pisco. (Del pueblo de Pisco, en el Perú). m. Aguardiente de uva moscatel de esa
procedencia y con cuyo nombre se fabrica también en Chile".

Medina cita, como autoridad del uso, este texto chileno (el autor se
apellida Rosales):
"No servía aguardiente, ni puro ni mezclado; servía pisco. La novedad del
nombre, importado recién del Perú, y el rico sabor de los ponches atrajeron a los
soldados y más tarde a toda clase de personas".

344  
Varios cónsules ingleses en el Perú corroboran, a lo largo del siglo XIX,
los anteriores datos chilenos sobre el origen peruano del pisco. Así, en 1826, el
Cónsul General Charles Ricketts informa al Ministro inglés Canning sobre el
comercio entre el Perú y Chile:
"... azúcar, algodón, sal, aguardientes de Pisco y arroz constituyen los artículos
que suministra el Perú..." 1.

Dice luego:
"El cultivo de la vid se reduce a Pisco y sus inmediaciones. La cantidad de
aguardiente que anteriormente se producía era 70.000 toneles de 18 galones cada
uno y 15.000 toneles de vino" 2.

Y sigue:
"Los impuestos a los licores han aumentado casi en un 100%. Esta prohibitiva
tasa obedece al propósito de proteger a los terratenientes de Pisco en la
destilación de su aguardiente..." 3.

Al referirse a Chiloé informa Ricketts:


"Los artículos que recibe de Lima son: cacao, pisco, azúcar y sal..." 4.

1. Véase Gran Bretaña y el Perú 1826-1919. Informes de los Cónsules británicos, I,


pág. 24.

2. Íd. íd. pág. 25.

3. Pág. 45.

4. Pág. 60.

Sobre el comercio en el Pacífico explica:


"El comercio de cabotaje consiste principalmente en frutas secas de Chile,
aguardiente de Pisco; cacao, arroz, maderas y tablas de Guayaquil y añil de
Guatemala" 1.

Al tratar del puerto originario del aguardiente, lo hace así:


"Pisco. Con el título de exportaciones hablé ya de la cantidad de aguardiente que
antes y en la actualidad se produce aquí" 2.

Sucesor de Ricketts fue el exedecán de Bolívar, Sir Belford Hinton


Wilson. En 1834 informa al Ministro Canning sobre el comercio en la costa del
Pacífico:

345  
"Otra considerable rama de comercio de la costa, es el transporte del pisco desde
el puerto del mismo nombre, y del cual deriva su nombre, al Callao y a otros
puertos de la República. El pisco es un aguardiente blanco hecho de las uvas que
crecen principalmente en los valles de Ica, Palpa y Nazca. Anualmente se
obtienen alrededor de 20.000 cántaros, llamados botijas, de pisco, y cada una
pesa desde 112 1/2 a 150 libras. Una gran parte se consume en el país aunque una
pequeña cantidad se exporta a Guayaquil y Valparaíso" 3.

En 1890 Sir C. E. Mansfield informa asimismo al gobierno inglés sobre


la agricultura en el Perú; entre otras cosas dice:

"... de los alrededores de Pisco, en el mismo departamento [de Ica],


proviene el aguardiente del mismo nombre, un licor puro de uva, de
mucho consumo en el Perú" 4.

Estudiosos chilenos y diplomáticos ingleses coinciden, pues, en su


absoluta certeza de que el pisco debe su nombre al del puerto peruano desde el
cual se distribuía y exportaba.

Sin embargo, Chile inscribió primero el nombre de pisco como


denominación de origen del aguardiente de uva que exportaba a los Estados
Unidos de Norteamérica. Esta denominación fue por muchos años excluyente del
pisco peruano, que debía entonces entrar a ese país con la denominación genérica
de aguardiente de uva.

1 Pág. 65.

2 Pág. 66.

3 Pág. 101.

4 Pág. 238.

Cuando un producto originario de una región determinada hace famoso


su lugar de procedencia hasta el punto de que el topónimo llega a hacerse
designación inequívoca del producto mismo, no hay modo de impedir que la
palabra se generalice 1, y aun que su uso se extienda a otros idiomas.

Tales son los casos del vino blanco espumante originario de la región
francesa de Champagne y del aguardiente de uva originario de la de Cognac. Los
franceses libraron batallas legales para impedir que productos foráneos similares
usufructuaran el prestigio de ambos nombres. Nadie pretendería discutir el
derecho prioritario de los viticultores de Champagne y de Cognac para usar,
respectivamente, dichos nombres.
Lo mismo debería suceder con el nombre de Pisco, increíblemente
usurpado al Perú siendo obvia denominación del aguardiente de uva producido en

346  
la región de la costa peruana llamada precisamente Pisco. A pesar de los
denodados esfuerzos peruanos expresados a través de nuestra Cancillería, en las
últimas décadas no hemos podido conseguir el justo reconocimiento internacional
como legítimos dueños de la denominación pisco, ni menos aun el derecho
exclusivo de su uso.

PLAYA

Se llama en Lima playa el terreno, generalmente cercado, que se usa


para aparcar automóviles y otros vehículos; el nombre se mantiene aun cuando se
trate de modernos edificios de varios pisos especialmente construidos para ese
objeto, o de estacionamientos subterráneos. En su artículo "Gasfitería urbanística"
2
dice Héctor Velarde:
"Al borde de esas callecitas de diez metros de ancho trazadas por Francisco
Pizarro se abren inmensos corralones de estacionamiento

1. Véanse fustán y tocuyo en este volumen.

2. Véase gasfitero en este volumen.

para acuñar ahí toda clase de vehículos y se tiene el cuajo ['la frescura'] de
llamarlos playas. Se perforan socavones abismales al borde de esas callecitas
para hundir en ellos todo el material rodante que quepa. Son las playas
subterráneas; el absurdo aumenta. Como ya las playas a flor de piel y bajo tierra
no bastan se proyectan playas en el aire, suspendidas al borde de las pobres
callecitas" 1.

En Caracas hay también playas de estacionamiento, y en Buenos Aires


existen, junto a estas, playas de juegos (en Chile, playas infantiles) y playas de
maniobras en las estaciones de ferrocarril.

En España playa tiene únicamente el sentido (también vigente en


América) de 'orilla del mar, de un río grande o de un lago, llana y generalmente
cubierta de arena'; con este significado llegó el vocablo a América.

347  
Fue en la nueva realidad geográfica donde se realizó la extensión
semántica de playa: en 1773 Concolorcorvo se refiere ya a "la campaña ['el campo
llano'] o playa" de Buenos Aires 2; hoy en la Argentina playa es todo 'espacio
abierto de suelo duro sin vegetación', tal como el que forma, delante del corral, el
continuo paso del ganado. Acepciones semejantes tiene playa en Bolivia,
Paraguay y Venezuela. En Colombia se llama playón cualquier 'planicie rodeada
de bosque'; lo mismo es un desplayado en Guatemala y Argentina. Pero es el Río
de la Plata la región de mayor vitalidad en cuanto a los nuevos sentidos de playa;
allá el adjetivo playo equivale a llano: plato playo es el plato llano o tendido y
paso playo es aquel en que el agua (de un río, etc.) tiene poca profundidad.

La ampliación del campo semántico de playa encaja en el sistema de los


llamados marinerismos en tierra 3 que caracterizan el español de América. Su
causa es conocida: la compenetración de conquistadores y colonizadores con el
lenguaje marinero, iniciada en el puerto de espera del navío y continuada en la
larga y azarosa travesía del Atlántico.

1. Obras completas, tomo 3, pág. 383.

2. El lazarillo de ciegos caminantes, ed. BCP, pág. 84.

3. Véase Amado Alonso, Estudios lingüísticos. Temas hispanoamericanos, págs. 62-67.

A partir de su edición, de 1984, el Diccionario de la Academia registra


los usos americanos de playa y también los de playo, -a como adjetivo.

PONCHO

El poncho, prenda de vestir rectangular o cuadrada (generalmente de la-


na) con una abertura de tajo para pasar la cabeza, es insustituible para el cholo
peruano, el huaso chileno y el gaucho argentino. Del Río de la Plata el término 2
ha pasado al portugués del sur del Brasil.

El español escudado bajo el seudónimo de Concolorcorvo, al describir


las corridas de toros cuzqueñas, expresa la reacción del gusto europeo ante la
prenda americana:
"Loa vestidos de los caballeros son de las mejores telas que se fabrican en León
(Lyon), de Francia, y en el país, pero cubren esta grandeza con un manto que

348  
llaman poncho, hecho con lana de alpaca, a listas de varios colores. Ropaje
verdaderamente grosero para funciones de tanto lucimiento" 3.

De poncho salen: poncha, en Chile 'manta gruesa de bayeta' y ponchada


'cantidad de objetos que podrían envolverse con un poncho'; de allí 'gran cantidad
de cosas' (Chile, Argentina, Uruguay). Ponchear es 'pegar con el poncho a la
caballería cerril, para acabar de domesticarla' y también 'correr con el poncho
abierto' (Chile y Argentina); ponchazo es 'golpe dado con el poncho' en las
provincias argentinas de San Luis y La Rioja. Emponcharse es en el Perú, Ecua-
dor, Chile, Argentina y Uruguay 'envolverse o embozarse con el

1. En la Argentina y Uruguay se llama poncho calamaco (del araucano calamacun


'rojo') el de mala calidad, viejo, rabón o descolorido; poncho capa el redondo; poncho
pampa el de lana plomiza; poncho puyo el de lana ordinaria; poncho patrio el de paño
azul (que da el Estado argentino al soldado); en el Uruguay poncho patrio es el de
bayeta de dos caras, roja y azul. En La Rioja se llama al sol poncho de los pobres, y
poncho de la Virgen del Carmen a la madre del maíz (mazorca excepcional de color
castaño que, según creencia popular, se siembra para proteger la cosecha); por
extensión se llama también poncho el pericarpio de las frutas: poncho de la nuez, etc.
Véase "ponchos mexicanos" (la voz no se usa en Méjico) en Cortázar, Rayuela, pág.
250.

2. Véase un uso de Valle Inclán en Tirano Banderas, pág. 108.

3. El lazarillo de ciegos caminantes, ed. BCP, pág. 292; véase también íd. 293.

poncho' 1. Por eso emponchado 2


tiene también el sentido figurado de 'astuto,
hipócrita' o 'sospechoso' 3.

Poncho ha dado lugar a muchos modismos. En el Perú, Guayaquil y en


la provincia argentina de San Luis estar a poncho se documenta con el sentido de
'no saber nada'. Abelardo Gamarra describe a un diplomático de Pelagatos quien
"se atiene a la simple información de uno o dos periódicos, que lo tienen al tanto
de las picardías políticas y que lo mantienen a poncho del conocimiento del país"
4
. En el Perú pisar el poncho a alguien es 'superarlo' en cualquier actividad o
conocimiento 5 y dejarse pisar el poncho equivale a dejarse dominar, 'claudicar'.
La expresión donde el diablo perdió el poncho 6 por en los quintos infiernos se
usa en el Perú, Chile, Bolivia, Argentina y Uruguay; hay también asociación entre
poncho y diablo en el dicho boliviano sacudir su poncho el diablo 'tirar de la
manta y descubrir una intriga'.

349  
Según la opinión tradicional, poncho viene del mapuche pontho, íd., que
había pasado al quechua como punchu antes de la conquista española. Pero Lenz,
Arona y otros lexicógrafos no tenían esta etimología por segura.

1. Cfr. emponcharse por embolsicarse en Sofocleto, Sofonetos, pág. 53.

2. Véase emponchado en Seoane, Hombres y rejas, pág. 90 y Vallejo, Novelas, págs.


229, 232.

3. En la Arequipa de principios del siglo XIX se documenta desponcharse con el sentido


figurado de 'desembozarse, descubrirse'. Véase Carrión Ordóñez, ob. cit. págs. 17, 94
y 428.

4. Cien años, pág. 173; véase íd. pág. 156 y Rasgos, pág. 234. En la Argentina irse a
poncho es 'presentarse a clase o a un examen sin haber estudiado'.

5. Véase pisar el poncho en Seoane, Hombres y rejas, pág. 208; Camino Calderón,
Diccionario folklórico, págs. 50, 78 y Vargas Llosa, La señorita de Tama, 45. En
Bolivia pisar el poncho es 'tomar el pelo' y también 'dominar, manejar a capricho'; la
expresión se usa asimismo como equivalente de pisar los talones 'seguir muy de
cerca'. En Chile pisar el poncho es 'desafiar" y en la Argentina 'aceptar el desafío'
(pisarse el poncho es 'salir chasqueado'). Arrastrar el poncho es en Chile y la
Argentina 'desafiar, provocar' (en Chile también tirar del poncho). Alzar el poncho es
en la Argentina 'huir, escapar'; traerse algo bajo el poncho es 'tener intenciones
ocultas'; en La Rioja encontrar fleco para su poncho es 'encontrar con quien casarse'.
En Bolivia ser el mismo indio con otro poncho es 'pretender ser diferente', 'ser
hipócrita'; meterse a poncho es 'acometer una empresa sin estar preparado para ello'.
En Chile hacer algo a poncho es hacerlo a fondo. En la Argentina la expresión
adverbial a ponchadas equivale a la general a espuertas; a ponchazos significa 'con
grandes dificultades'.

6. Véase Dónde y cómo el diablo perdió el poncho en Palma, Tradiciones, págs. 911-
915.

Se han presentado después datos que apoyan la hipótesis de un origen no


americano para poncho: la palabra se documenta en el proceso seguido en Sevilla
a los sobrevivientes de la expedición de Sebastián Caboto, uno de los cuales
declara que en las cercanías del Río de La Plata "les salieron muchos indios que
traían ponchos e orejeras". La fecha del proceso, 1530, corresponde apenas al
comienzo de la conquista del Perú y en el texto citado la palabra poncho no está
acompañada de las explicaciones o equivalencias usuales cuando se emplean
voces indígenas.
Basándose en estos hechos, Morínigo propone para poncho un origen
mediterráneo; su difusión en América se explicaría, como la de tantos otros
términos marineros, por la convivencia de pasajeros y tripulantes durante el largo
cruce del Atlántico. Corominas respalda la hipótesis de Morínigo, después de
descartar tajantemente la etimología mapuche 2.

350  
PONÉRSELE
En el Perú, la Argentina, Chile, Ecuador, Colombia, Venezuela,
Guatemala, Santo Domingo y Méjico ponérsele a uno algo es 'preverlo,
presentirlo, intuirlo, imaginarlo, sospecharlo, figurársele, parecerle': "se me pone
que no vendrá", "se le puso que se iba a morir", etc.

El uso se documenta ya hace más de un siglo en las comedias de Segura:


"No sabes que se me pone

que son antiguos pachacos 3

y que ha tiempo no se ven" 4.

1. Documento incluido por José Toribio Medina en El veneciano Sebastián


Caboto al servicio de España, tomo II, págs. 15 y ss. (citado por Morínigo,
"Para la etimología de poncho", en Programa de filología hispánica, pág.
103).

2. Véase Diccionario crítico etimológico, s. v.


3. Pachaco, pachaurpa o pachurpa es una palomita silvestre que vive en
parejas monógamas muy fecundas. Es creencia popular que sobre cada
pachaco vive una mosca que lo acompaña toda la vida (Pulgar Vidal,
Diccionano de huanuqueñismos, s. v.). Pachaco es hoy palabra desconocida
en Lima.
4. Las tres viudas, acto II, escena XIII (en Comedias, I, pág. 204).

"Malo es que a mí se me ponga, tú verás si lo adivino" 1.

Se documenta también, mucho antes, en una carta de Bolívar a


Santander, escrita en La Paz el 8 de setiembre de 1825:
"Del lado de Buenos Aires todo va mal, pues los portugueses cada día los
aprietan más. Se me pone que tendremos que auxiliar a esos malvados ingratos" 2.

En los ejemplos anotados poner es más o menos equivalente, desde el


punto de vista semántico, pero no sintáctico, de su compuesto suponer. Usos
semejantes se dan en Andalucía.
Ponérsele a uno algo tiene a veces en el Perú (e igualmente en Chile,
Santo Domingo y Méjico) un matiz de 'tenacidad, terquedad, obstinación': "se me
pone tener algo y no paro hasta conseguirlo", "cuando a ti se te pone una cosa, no

351  
hay quien te convenza de lo contrario". En El sargento Canuto de Segura el padre
amenaza a la hija, que no quiere casarse con Canuto:
"Y tú lo harás, bachillera,

con quien yo te proporcione;

con un demonio, tronera,

si a tu padre se le pone" 3.

Hernán Velarde cuenta que a una cierta amiga suya


"se le puso en la cabeza que en un cuarto de su casa había entierro ['tesoro
escondido'], y ustedes saben que cuando a una mujer se le pone una cosa, ni
Santa Rita sería capaz de quitársela" 4.

En estos ejemplos poner es sinónimo de su compuesto proponer, aunque se


construye de modo diferente 5. El uso tiene antecedentes en la lengua clásica y se
conserva también en Navarra.

1. Percances de un remitido, acto II, escena I (ob. cit. II, pág. 165; véase un uso análogo
en íd. íd. pág. 246).

2. Obras, II, pág. 212; véase también Hildebrandt, La lengua de Bolívar, pág. 315 y
Léxico de Bolívar, pág. 546.

3. Acto único, escena VIII (ob. cit. I, pág. 28).

4. En Lima de antaño, pág. 95.

5. En Colombia alternan poner y proponer como equivalentes de suponer: "se me puso


(o se me propuso) que no llegaría a tiempo".

En la edición de 2001 del Diccionario académico se consigna la


locución verbal ponérsele a alguien algo en la cabeza "tener por cierto que
sucederá lo pensado o imaginado", "empeñarse en algo". Sin embargo en el
Diccionario de americanismos, publicado por la Asociación de Academias de la
Lengua Española en 2010, se registra ponérsele "presentir, intuir, sospecha" algo"
como uso de Bolivia, Chile y Uruguay.

PONGO

En ¡¡Cien años de vida perdularia!! Abelardo Gamarra enumera los


miembros de la servidumbre de un diputado de la imaginaria Pelagatos:
"Cuatro cocineras, ocho semaneras, seis chinas más para servicio de mano. Seis
pongos para cuidar los caballos, otros seis para servir la mesa, un cholo para que
cuide de los pongos, otro para que maneje la despensa, otro para que mueva la

352  
chicha y una tropa de acomedidos 1, hembras y machos, apegados a los
anteriores" 2.

En la sierra y otras zonas rurales del Perú, Ecuador y Bolivia se llamaba


pongo al indígena que prestaba servicio doméstico 3 o al neón semanero que sirvía
en la finca de la cual era arrendatario. El servicio en sí, generalmente obligatorio y
no remunerado, se llamaba pongaje (o, menos frecuentemente, pongueaje),
palabra híbrida formada con el sufijo castellano -aje, pues pongo es la forma
castellanizada del quechua punku 'puerta, portada, entrada' 4.

El término se aplica en nuestra toponimia a las abras o gargantas de la


cordillera por donde se precipita un río o torrente 5. Si bien está clara esta
extensión semántica, no lo está tanto la que

1. Por 'serviciales, oficiosos'; véase acomedirse en este volumen.

2. Pág. 29. Véase también pongo 'sirviente' en Alegría, La serpiente de oro, pág. 65 y
Los perros hambrientos, 167.

3. En el Ecuador se documenta también el femenino ponga.

4. Véase puncu 'puerta', 'portada' en el Vocabulario de González Holguín, págs. 638b y


645b. En el Lexicón de Santo Tomás, cincuenta años más viejo, se da ya, sin
embargo, la variante castellanizada (con sonorización y adaptación de la vocal final)
pungo (págs. 193 y 343). En aimara, ponco (véase Bertonio, Vocabulario, págs. 380a
y 388a de la Primera Parte).

5. Véase Pongo de Manseriche y otros en el Mercurio Peruano, III, pág. 116; Ponguillo
del Huallaga en íd. II, págs. 236, 237, 238. Pongos en Palma, Tradiciones, pág. 948.
Pongo 'abra por donde se precipita un río' también en Alegría, La serpiente de oro,
págs. 74, 89, 191, 225, 226 y Vargas Llosa, La casa verde, pág. 123.

lleva de punku 'puerta' a pongo 'sirviente'; por eso algunos lexicógrafos (Malaret
entre ellos) derivan pongo 'sirviente' de un aimara púnkai 'guardián' .

La acepción de 'sirviente' es, efectivamente, bastante nueva en el


quechua punku: el pongaje es una institución netamente colonial y consistía en el
servicio doméstico prestado gratuitamente por jóvenes indígenas en las casas de
diversos funcionarios y de los párrocos.

Un decreto de San Martín abolió el pongaje en el Perú el 27 de agosto de


1821. Desde el Cuzco, Bolívar volvió a prohibir toda clase de pongueajes el 4 de
julio de 1825 2. Pero, a pesar de esos decretos y de leyes posteriores, este
anacrónico y denigrante tipo de servidumbre subsistió por mucho tiempo en el
interior del país.

Volviendo a la palabra misma, es probable que el camino seguido en la


evolución semántica de pongo haya sido, como lo presupone Lira 3, el que va del

353  
quechua punku 'puerta' a la acepción (ya en la forma castellanizada pongo) de
'portero' 4, y de esta a la de 'sirviente' en general.

PROLIJO

La prolijidad es cosa distinta en España y en América. En el Perú, Chile,


la Argentina, Venezuela y otras regiones de este continente, prolijidad equivale a
'minuciosidad, cuidado, esmero', y así se elogia a un alumno prolijo en sus tareas
escolares como a una costurera que remata prolijamente su labor; en la Argentina
prolijar o emprolijar es 'dejar (algo) prolijo'. Ser poco prolijo o (menos usados)
desprolijo o improlijo es, inversamente, grave defecto o deficiencia.

1. Que no aparece en el vocabulario de Bertonio y que estaría, en todo caso, también


relacionado con el aimara ponco 'puerta' y las palabras quechuas correspondientes.

2. Véase José Félix Blanco y Ramón Azpurúa, Documentos para la vida pública del
Libertador de Colombia, Perú y Bolivia, X, pág. 31. Véase también Hildebrandt, La
lengua de Bolívar, págs. 201-202 y Léxico de Bolívar, pág. 578).

3. Diccionario kkechuwa-español, s. v. púnku [1] "puerta" y púnku [2] "pongo"


(neologismo), "portero".

4. Portero, sin embargo, se traduce como pungocamayoc en el Lexicón de Santo Tomás


(pág. 343), puncucamayoc en el Vocabulario de González Holguín (pág. 638b) y
ponco camana en el aimara de Bertonio (pág. 380a de la Primera Parte).

En España, en cambio, la prolijidad no es cualidad recomendable.


Prolijo tiene allá el sentido de 'demasiado largo', 'profuso', especialmente referido
al lenguaje escrito; decir de un escritor que es prolijo no significa hacer de él
ningún elogio.

El uso español actual está muy cerca del valor etimológico de prolijo,
derivado del latín prolixus 'fluyente' y también 'largo, alargado, profuso, difuso',
sentidos que mantuvo en castellano 1 y a partir de los cuales desarrolló
sucesivamente los de 'interminable', 'pesado', 'lento' y 'demasiado cuidadoso y
esmerado', acepción hoy anticuada en la lengua general.

De esta última acepción (documentada en España desde principios del


siglo XVIII) surgió el uso positivo americano de 'esmerado, cuidadoso,
minucioso'. En las advertencias sobre los efectos que deben llevar consigo los
estudiantes del Colegio de Nobles Americanos de Granada, publicadas en el
Mercurio Peruano del 30 de setiembre de 1792, se lee, por ejemplo:

354  
"La ropa blanca ha de señalarse con la respectiva cifra del Colegial: y de ella y de
todos los demás utensilios se ha de pasar prolixa revista, haciéndose el
correspondiente asiento en libro que al intento habrá en la inspección de policía
['orden'] del Colegio" 2.

Prolijo y sus derivados se documentan abundantemente, con los nuevos


matices americanos, desde principios del siglo XIX 3.

En la edición de 1970 del Diccionario de la Academia todavía se daba,


como segunda acepción de prolijo, la de "demasiado cuidadoso y esmerado". A
partir de la edición de 1984 se omite el adverbio demasiado: prolijo resulta así
una calificación positiva.

1. Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. licor. Las tres últimas


ediciones del Diccionario académico incluyen el derivado prolijear con el sentido
negativo de "extenderse en demasía en explicaciones, digresiones, etc." (raro en el
Perú).

2. Tomo VI, pág. 71.

3. Véanse usos de prolijo 'esmerado' en Bolívar, Obras, III, pág. 283; Cartas del
Libertador, tomo XII, pág. 26; O'Leary, XVIII, 114, 137, 170, 238, 263, 346, 597;
XIX, 170; XXIV, 428. Prolijidad 'esmero' en Obras, III, pág. 301 y Cartas, XII, 299;
prolijamente 'esmeradamente' en Obras, III, pág. 114; O'Leary, XVII, 144; XVIII,
238; XXIV, 433. Véase también Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 294-295 (t.
Léxico de Bolívar, pág. 518-519). Prolijidad 'esmero' se documenta igualmente en El
Periquillo Sarniento de Lizardi (págs. 108 y 217) y en Sarmiento, Facundo, pág. 295.

PROSA
En una composición satírica de 1895, el humorista limeño Federico
Blume ridiculiza la fatuidad, que él llama irónicamente importancia:
"En el régimen pasado hubo
un jefe de arrogancia
que se enfermó de importancia
de un modo desaforado;
y era tan empalagosa
la pretensión de este perno
que yo ansiaba otro gobierno
por no verlo gastar prosa.
Hoy es un simple mortal;
ya al andar no se menea

355  
ni se yergue y pavonea
al pasar por el Portal.
Ya no hay garbo
ni arrogancia
ni prosita
y petulancia;
¡ya está sano aquel enfermo
de importancia!" 1.
En el habla familiar del Perú, Chile, Bolivia, Ecuador y Guatemala prosa
tiene los sentidos de 'ostentación, vanagloria, jactancia', 'presunción, petulancia,
pavoneo', 'altanería, arrogancia'. En el Diccionario de peruanismos de Arona
aparecen, como usos entonces recientes, prosa 2, su derivado prosista (adjetivo o
sustantivo) y las locuciones verbales gastar prosa, echar prosa, usar prosa y tirar
prosa 3, hoy predominante junto a darse prosa

1. Sal y pimienta, págs. 108-109. Importancia subrayado por el autor.

2. Documentado ya a fines del siglo XVIII en la Reforma del Perú de Carrió de la


Vandera: "con la prosa que gaste con los reverendos padres y madres..." (pág. 35).
Véanse usos de Segura en El cacharpari, acto único, escena VIII (en Artículos, pág.
324), El Sargento Canuto, acto único, escena VII (íd. pág. 110) y El santo de
Panchita, acto II, escena VIII (íd. 349); de Gamarra en Rasgos, pág. 112 (prosa) y
114 (prosa y prosita); de C. Palma en Crónicas de Corrales, pág. 143 (prosa) y 206
(prositas); de González Prada en Letrillas, 47, 59, 149, 180; de Arguedas en
Diamantes, 121.

3. No es corriente la variante con artículo tirar la prosa que usa Vallejo (Novelas, pág.
90).

(formada a semejanza de darse tono, darse pisto). Prosista se usa también en


Chile, alternando con prosiento y prosudo (desconocidos en el Perú); este último
derivado se prefiere en el Ecuador.
Prosa es el latín prosa 'texto seguido sin interrupciones' l. La acepción
de 'secuencia', documentada en bajo latín, se mantuvo en castellano y desarrolló
luego un matiz peyorativo. El primer Diccionario de la Academia (1726-1739),
llamado también "de Autoridades", consigna ya prosa en su sentido figurado de
"conversación o plática impertinente y pesada de alguno gastando mucha
abundancia de palabras y ponderaciones, para expressar alguna cosa de poco
momento"; también prosista "hablador que gasta mucha prosa" 2 y prosador
"hablador malicioso". Gastar prosa es 'hablar de más' en Moratín 3.

Se explica fácilmente el paso del sentido de 'habla superflua' al de 'habla


superflua sobre los propios méritos o grandezas', sean estos reales o imaginarios.
La evolución semántica americana ha ido más lejos al no considerar el habla como

356  
única manifestación de la prosa: pueden serlo también ciertos hechos o actitudes y
aun la conducta en general.
Es curioso que varios lexicógrafos —entre ellos Arona— hayan asociado
prosa a prosopopeya, llegando a suponer que la primera forma se debe a
reducción de la segunda. Prosopopeya, que en habla familiar tiene el sentido de
'afectación de gravedad y pompa', es palabra distinta 4; se trata, pues, solo de una
coincidencia parcial en cuanto a fondo y forma 5.
La última edición de 2001 del Diccionario académico registra las
locuciones figuradas echar o tirar prosa "darse importancia, tomar actitudes de
superioridad" como usos del Perú, Chile y Ecuador.

1. En principio forma femenina del adjetivo prosus, -a, -um 'que se mueve en
línea recta hacia adelante'.

2. Acepción conservada en Riohacha, Colombia. Prosear es 'charlar' en el Río


de la Plata.
3. Véase el Vocabulario de Ruiz Morcuende, s. v. prosa.

4. De origen griego; su sentido principal era el de 'discurso puesto en boca de


un personaje'.

5. Prosa 'jactancia, petulancia' tampoco tiene que ver con prosapia 'abolengo,
linaje' (del latín prosapia, íd.).

PUCHO
Pucho 'punta, cabo o colilla de cigarrillo o cigarro' 1, y aun el mismo
'cigarro' o 'cigarrillo' 2, viene del quechua puchu 'residuo, sobras' 3. Su uso actual
abarca básicamente la América de sustrato quechua: Perú 4, Ecuador, Colombia,
Bolivia, Chile y la Argentina (de allí ha pasado al Uruguay).

Se usa hoy poco el derivado puchero (tal vez para evitar la confusión
con la voz general puchero del latín pultarĭus), sea con el sentido de 'cantidad de
puchos', sea referido al que fuma o recoge puchos; puchería alterna a veces como
colectivo.
Pucho se usa también —como tantos otros peruanismos— en algunas
regiones de la América Central, donde ha desarrollado los sentidos figurados de
'cantidad insignificante' e 'hijo menor, benjamín' (véase concho). En Chile se
conocen con este último significado los derivados puchito y puchusco. En el

357  
Ecuador puchúnkay, forma claramente quechua, es el último hijo, nacido algunos
años después que el precedente.
Puchuela, diminutivo de pucho, se documenta en el Perú desde fines del
siglo XVIII con el sentido de 'cosa de poco precio' 5 y se conoce también en el
Ecuador; puchuelero es 'mezquino, cicatero' 6.

Se documentan igualmente en el Perú las expresiones verbales figuradas


no valer un pucho 'no valer un comino' e importar un pucho 'importar un bledo' 7,
registradas también en Colombia, Chile, la

1. Véase pucho de puro ['colilla de cigarro puro'] en C. Palma, Crónicas de Corrales,


pág. 51.

2. Véase pucho por cigarrillo en Vargas Llosa, Los cachorros, págs. 54 y 83; 'colilla' en
íd. íd. 88; La casa verde, 351, 375; Conversación en La Catedral, I, 25, 230 y 239
(puchito); II, 9, 29, 104. En Chile dar una puchada equivale a dar una chupada al
cigarrillo; aquí puede tratarse de un caso de coincidente metátesis.

3. Cfr. puchu 'demasía', 'sobra' en el Lexicón de Santo Tomás (pág. 342) y puchu puchu
o puchusca 'sobras' en González Holguín, Vocabulario (pág. 293a).

4. En Ica pucho se aplica también, según su etimología, al residuo de aguardiente de


baja graduación alcohólica (véase Tovar, Hacia el gran diccionario de la lengua
española, s. v.).

5. Véase puchuelita en el Drama de los Palanganas, pág. 50 de la 2.a edición Sánchez.


También en Palma, Cartas indiscretas, pág. 156. Puchuelada es en Colombia
'porción, conjunto'.

6. Cfr. un uso de Palma en Tradiciones, pág. 970.

7. Véase no valer un pucho en Palma, ob. cit. pág. 907 e importarle (a uno) un pucho en
Segura, Artículos, pág. 249. No importar un pucho es también uso chileno.

Argentina y Uruguay. En el Perú es hoy muy viva la expresión adverbial a puchos


o a puchitos 'a poquitos, a gotas', referida especialmente a deudas pagadas en
cuotas ínfimas (en la Argentina de a puchos o de a puchitos).

En los últimos años se ha difundido entre nosotros el modismo argentino


sobre el pucho por ipso facto 1, es decir, 'inmediatamente, en el acto', que se
explica porque el fumador empedernido enciende cada cigarrillo en la colilla del
que acaba de fumar 2; en la Argentina se dice también encender en el pucho con el
sentido de 'lograr una ventaja tras otra'. En Chile, curiosamente, el día del pucho
equivale a nunca.
Hasta la edición de 1970 del Diccionario académico, pucho 'colilla'
aparecía sin etimología ni extensión geográfica, dando así la impresión equívoca
de que se trataba de una palabra de la lengua general. A partir de la edición de

358  
1984 se han subsanado ambas omisiones y se ha incluido, como uso ecuatoriano,
el derivado puchuela con el sentido de 'cosa de ínfimo valor'.

PULPERÍA

Pulpería es —o ha sido— en la mayor parte de América una tienda de


comestibles y otras mercancías, a veces con venta de bebidas 3; el pulpero 4 es,
generalmente, el dueño.
Dice Palma que durante el virreinato:
"La ocupación de pulpero, en que con facilidad se hacía fortuna, constituía un
privilegio; pues, según real cédula promulgada en

1. También se dice, con matiz humorístico, ipso pucho.

2. Véase sobre el pucho en Cortázar, Rayuela, pág. 182 y Final del juego, págs. 53 y
134. También en Sofocleto al pie de la letra, 35, 41, 48, 65,115. En Vargas Llosa,
Conversación en La Catedral, I, 226: "encendía sus cigarrillos con el puchito que iba
a botar" (véase botar).

3. En el Perú se usa también el despectivo pulpaya (es voz híbrida, con sufijo italiano:
pulpaggia). Véase pulpaya en Blume, Sal y pimienta, págs. 299 y 350; C. Palma,
Crónicas de Corrales, págs. 21, 164, 248; Gálvez, Estampas limeñas, págs. 106, 108.

4. Véase el femenino —poco usado— pulpera en el Diario de Lima de Suardo (1629-


1634), pág. 69 y en Palma, Tradiciones, pág. 671.

el Perú en tiempo del Virrey conde de Chinchón, solo a españoles de España era
lícito establecer pulpería. Item [sic], el número de ellas se limitó a una por
manzana en Lima, a treinta en Arequipa y Cuzco, a quince en Trujillo y a doce en
ciudades como Huamanga. Un pulpero era, pues, casi un personaje" 1.

Añade Gálvez que los pulperos tenían la obligación de contribuir al pago


del alumbrado público y colaborar en la extinción de los incendios 2; un bando del
Conde de Lemos les impuso la curiosa obligación de ser casados.

El origen de la palabra pulpería no está claramente establecido. Se han


propuesto tres etimologías que asocian el término, respectivamente, a pulpo, a
pulpa y a pulque, nombre indígena mejicano del aguardiente de maguey o agave.

La primera hipótesis etimológica puede atribuirse al Inca Garcilaso,


según el cual hubo en el país, hacia 1552,
"muchas pendencias singulares, no solamente de soldados principales y famosos,
sino también de mercaderes y otros tratantes, hasta los que llaman pulperos,

359  
nombre impuesto a los más pobres vendederos [sic] porque en la tienda de uno
dellos hallaron vendiéndose un pulpo" 3.

Pero, a pesar de la afirmación de Garcilaso, no parece haber entre pulpo


y pulpería otro nexo que el puramente fonético. Ya para Lenz esa etimología no
pasaba de ser una "mala broma" 4. Sin embargo, es la que consigna todavía el
Diccionario de la Academia en su última edición, de 2001.

La segunda hipótesis, que sostiene Corominas 5, deriva pulpería de


pulpa (de fruta) basándose en que el vendedor ambulante

1. Tradiciones, pág. 430. Mateo Rosas de Oquendo describe Lima hacia 1593: "... las
esquinas tomadas de pulperos..." (en Antología general de la poesía peruana, pág.
223). Véase el pulpero de la esquina en Fray Francisco del Castillo, conocido como
El ciego de La Merced [m. 1770], Obra poética, pág. 84. También en Palma,
Tradiciones, pág. 1234 y Blume en BCP 9**, pág. 180. Nótese igualmente la
asociación entre pulpería y esquina en Vallejo, Obra poética, pág. 213: "desde la
pulpería de una esquina cualquiera".

2. Véase el capítulo titulado "La pulpería" en Estampas limeñas, págs. 104-108.

3. Historia general del Perú, libro VI, capítulo XX (tomo III, pág. 62 de la edición
Rosenblat).

4. Diccionario elimolójico, s. v.

5. Diccionario crítico etimológico, s. v. pulpa.

de pulpa de tamarindo se llama en Cuba pulpero y en otros hechos semejantes.


Pero el uso cubano es reciente, y no puede explicar aquellos documentados desde
el siglo XVI.

Desde el siglo XVI, en cambio, hay en Méjico pulquerías, o sea


establecimientos dedicados a la venta del pulque 'bebida alcohólica hecha del
maguey'. Rosenblat creía que el origen de la pulpería americana está en la
pulquería mejicana, difundida por los españoles en su camino hacia el sur.
Naturalmente, donde no había agave o maguey —ni, por lo tanto, pulque— la
pulquería vendía chicha o bebidas semejantes. Luego, al faltar la asociación con
pulque, por etimología popular puede haberse asociado pulquería a palabras como
pulpa, lo cual explicaría el trueque de k por p 1.

Siguiendo la hipótesis de Rosenblat, es interesante anotar que en Méjico,


donde la pulquería original se conserva con el vigor de lo propio 2, no se conoce
la pulpería, casi general en el resto de América. Pero esta hipótesis aun siendo
propuesta por mi maestro Rosenblat resulta demasiado complicada.

360  
PUNTA

Partiendo de punta 'extremo agudo' se formó en castellano la expresión


hacer punta 'ser el primero de un grupo en movimiento'; la frase se aplicó luego a
las reses que se adelantaban al resto del rebaño, casi siempre intentando huir. Por
eso punta tomó el sentido de 'pequeña porción de ganado que se separa del hato o
rebaño'. Este uso se documenta en España a principios del siglo XVIII 3 y se
conserva en Salamanca y en América 4.

1. Véase el Glosario de voces indígenas, apéndice al tomo III de su edición de la


Historia general del Perú del Inca, s. v. pulpero; también Buenas y malas palabras,
págs. 250-252.

2. Pulque se documenta en Méjico desde 1529.

3. Concolorcorvo usa sistemáticamente "punta o pelotón" para referirse a grupos de


muías (El lazarillo de ciegos caminantes, págs. 118, 124, 125). Es interesante señalar,
de paso, que además de pelotón usa los términos militares destacamento, tropa y
batallón para referirse a grupos de dichas bestias de carga (íd. pág. 125).

4. Véase "una punta de toros" en Valle Inclán, Tirano Banderas, pág. 125; "puntas de
carneros" en Ribeyro, Crónica de San Gabriel, pág. 182. En Alegría, Los perros
hambrientos: "punta de reses" (93), "punta de vacas o yeguas" (61, 92), "punta de
arreo" (66), "punta de ganado" (148).

Punta de ganado 1, o simplemente punta, es un uso americano viejo 2 y


todavía muy vivo desde Méjico hasta la Argentina, el Perú incluido. Repuntar
'juntar las reses que se han separado del rebaño' 3 se conoce en la Argentina, Chile
y el interior del Perú, donde repunte es 'rodeo' y repuntero 'peón que hace el
rodeo' 4.

De punta 'hato o rebaño pequeño' surge a su vez el uso figurado,


igualmente americano, de punta 'buen número, cantidad apreciable' ("le robó una
punta de libros", etc.). En sus ediciones de 1984 y 1992 el Diccionario de la
Academia incluyía una punta de como expresión familiar americana "que pondera
la abundancia de algo". Esta locución ha sido retirada en la edición de 2001.

Es asimismo característica del español de América la expresión


adverbial a punta de por a fuerza de ("me curé a punta de inyecciones", "lo
consiguió a punta de influencias", etc.). Este uso 5 se debe a extensión de
expresiones de la lengua general tales como a punta de lanza 'con rigor': aunque
en este caso está todavía presente en punta la imagen de 'extremo agudo', ha
pasado ya a primer plano el sentido de 'instrumento, medio'.

361  
La expresión a punta de choca a Fernando Lázaro Carreter. En uno de
sus dardos, dirigido en parte contra quienes confunden incidente con accidente,
comenta:
"En caso de ser oídos, sí que darían lugar a incidentes los calificativos con que
millones de hispano-hablantes bien avenidos con el idioma distinguen a quienes
les provocan a punta de micro o de tecla (no tienen punta, lo sé, pero tampoco las
pistolas y, sin embargo, es sandez que se lleva mucho)".6

Afirmación que es prueba plena de que locuciones como a punta de


pistola se están difundiento últimamente en España. En efecto el DRAE 2001 ya
da a punta de lanza y a punta de pala como expresiones de la lengua general.

1. En el portugués del Brasil, análogamente, ponta de gado.

2. Cfr. punta de ganado en Bolívar, Obras, I, 436 y en Hildebrandt, La lengua de


Bolívar, 256 (t. Léxico de Bolívar, pág. 464-465). Punta de ganado también en C.
Palma, Crónicas, pág. 111.

3. Repuntar 'subir las aguas' (véase) es palabra distinta.

4. Véase repuntero en Alegría, Los perros hambrientos, págs. 19, 67 y Vocabulario


anexo, s. v. Repuntero también en La serpiente de oro, 71, 231, 232, 234, 236. En
Diez Canseco se documenta repunta como equivalente de punta (véase Estampas
mulatas, págs. 53, 92 y 97; punta en íd. íd. 92).

5. Véase a punta de en Bryce, Un mundo para Julius, pág. 51.

6. El dardo en la palabra, pág. 640. (El subrayado no es del autor).

QUINCHA
En el Perú, el sur de Colombia, Bolivia, Chile y el norte Argentino se
llama quincha 1, quincho o quinche el encañado o trabazón de cañas y barro con
que se construyen paredes y techos 2.

Según la opinión más aceptada, quincha viene del quechua kkincha o


kkencha 'empalizada' 3; para Corominas, sin embargo, queda pendiente la
posibilidad de que se trate de un castellanismo temprano del quechua 4.

Quinchar 'levantar paredes de quincha' 5, cuya admisión por la


Academia solicitó Palma 6, casi no se oye ya en Lima, tal vez por abandono del
procedimiento mismo. La quincha fue, junto con el adobe, el material de
construcción por excelencia en la Lima virreinal y republicana hasta principios del
siglo XX. Dice Héctor Velarde:
"... la arquitectura colonial de Lima es inconfundible, original, llena de una gracia
y de una melancolía que la hace suave como su clima, leve como su quincha y
honda como su tierra" 7.

362  
La quincha y el adobe han sido despreciados en Lima desde hace casi un
siglo como material de construcción "innoble" (lo único "noble" es el ladrillo).

1. Véase el plural quinchas, menos usado, en Gálvez, Estampas limeñas, pág. 168.

2. El uso llega hasta Venezuela, pero en la zona del Caribe lo general es bahareque o
bajareque. Quincha ha pasado tardíamente al Uruguay y al portugués del Brasil.

3. En el Vocabulario de González Holguín: "Quincha. Cañizo, seto o barrera", con


varios derivados y usos metafóricos (pág. 302a).

4. Tal vez en relación con el portugués quinchoso 'campo cercado' (que se debe a
alteración de conchoso). Véase Diccionario crítico etimológico, s. v.

5. Cfr. quinchar en Alegría, La serpiente de oro, pág. 60. En el Ecuador enquinchar es


'cercar con una empalizada'.

6. Véase Neologismos y americanismos, s. v.

7. Obras completas, vol. 4, pág. 251; véase también íd. íd. págs. 240, 241, 254, 259, etc.

En cuanto a la palabra misma, esta tiene hoy más vida —expresada en


derivados, modismos y usos metafóricos— en Chile y la Argentina. Quinchal se
llama en Chile un ronzal de bueyes que se ata a la quincha del rancho o de la
carreta. En el norte argentino se llama quinchada a la damajuana, por analogía
entre el tejido de mimbre que la protege y la quincha; en otras partes quinchado,
en uso sustantivo, equivale a quincha y se llama quinchador al que la fabrica. En
La Rioja quinchazo es la serenata que se da junto a la quincha del rancho. En
Chile se dice de una reunión bulliciosa que es de pata en quincha, por la
costumbre de los bailarines de apostar a quién pone el pie más alto en la pared de
quincha.

Hay un modismo peruano que a primera vista parece formado sobre


quincha 'pared de cañas y barro': es caerle (a uno) la quincha 'ser anonadado por
la desgracia o suerte adversa' 1. Pero esta quincha viene, al parecer, del quechua
kkhencha 'destino, fatalidad, mala suerte' 2; en Arequipa quencha es equivalente
de salado 3 en su sentido de 'que tiene, o trae, mala suerte' (véase sal en este
volumen).

363  
QUIÑAR

En el Perú quiñar tiene el sentido de 'desportillar, descantillar, astillar';


específicamente es 'herir con la púa de un trompo la cabeza de otro'. Con análogos
significados se usa el término en Chile, Bolivia, el norte argentino, Ecuador y
parte de Colombia; llega hasta Venezuela (en la forma despalatalizada quiniar),
Puerto Rico y Panamá.

Quiñar ha desarrollado diversos usos metafóricos. En Chile es 'dar


empellones'; en Arequipa es 'embutir apretujando' y, en la forma pronominal,
'introducirse por la fuerza en un recinto' 4. Más alejados semánticamente están el
puertorriqueño quiñarse 'chasquearse, fracasar' y el venezolano quiniarse
'enfrentarse'.

1. Véase caer la quincha en Sofocleto, Sofonetos, pág. 53.

2. Véase kencha 'mala suerte' en Camino Calderón, Diccionario folklórico,


págs. 161-162. |
3. Un ejemplo de Miguel Angel Ugarte: "no agarres las palomas que son
quencha" (Arequipeñismos, s. v.).
4. Cfr. Miguel Angel Ugarte, ob. cit. s. v.

Entre los derivados pueden mencionarse: quiñe 'púa del trompo' (en
Bolivia) y 'huella de la púa' en el Perú 1 y otras regiones (también espolón del
gallo' en Bolivia y 'puñetazo' en Riohacha, Colombia); quiña, quiñada o
quiñadura 'acción o efecto de quiñar' en diversas partes de América; quiño 'golpe'
en el interior del Perú 2; quiñado se aplica adjetivamente al trompo desportillado o
señalado por la púa del contrario, y en el Perú y Chile también a quien tiene
cicatrices de viruela 3; quiñador es, curiosamente, el 'trompo que recibe los golpes
de los otros' en Colombia (ser el trompo quiñador equivale a ser la cabeza de
turco o el chivo expiatorio); quiñazo es 'golpe dado con el trompo' y en Chile, por
extensión, 'empellón, encontrón'; requiñar es volver a quiñar' en el juego del
trompo o en el de las bolitas o canicas.

En cuanto a la etimología de quiñar, se le considera tradicionalmonte


como derivado del quechua kíñay 'agujerear algo quebradizo', 'hender', 'dejar
huella al golpear' 4. En efecto, el Vocabulario de González Holguín consigna
qquiñuni 'agujerear cosa quebradiza' y el Vocabulario aimara de Bertonio da
coincidentemente las formas reduplicadas kiñakiña (o quenaquena) 'agujereado' 6.
La misma raíz parece estar presente en diversas voces consignadas en el
—más antiguo— Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás 7.

364  
La edición de 2001 del Diccionario académico registra como uso
panameño y sudamericano quiñar, del quechua k'iñay 'hender', con el significado
de "dar golpes con la púa del trompo"; una segunda acepción, restringida al Perú y
Bolivia, es la de "desportillar, descantillar, astillar". También da quiñazo, con la
acepción de "cachada [golpe que dan los muchachos con el hierro del trompo en la
cabeza de otro trompo]" y las de "agujero que hace la púa del trompo", "golpe de
mala suerte" y "encontrón, empujón".

1. Véase "mujeres con quiñes, como si fueran trompos... ¡ni de vainas!" (en Diez
Canseco, Estampas mulatas, pág. 123). Véase también quiñes en íd. íd. 118, 119, 126.

2. Cfr. quiño en Alegría, La serpiente de oro, pág. 133; quiños en González Prada,
Letrillas, pág. 166.

3. Véase "quiñado de viruelas" en Clemente Palma, Crónicas de Corrales, pág. 170. El


quiñado como apodo en íd. íd. 180. Hoy en Lima se prefiere con este sentido borrado
(véase antes este término).

4. La coincidencia con el bable de Occidente quiñe 'golpe de peonza' no ha sido


estudiada.

5. Pág. 310b.

6. Pág. 29b de la Primera Parte.

7. Por ejemplo lliquini 'romper por la mitad o sacando parte, despedazar' y paquini
'quebrar' (págs. 204, 309, 336).

RAJAR
El el habla familiar del Perú rajar es 'criticar en ausencia, desacreditar,
censurar, hablar mal de alguien' l. Raje 2 o rajadera es la maledicencia,
murmuración, crítica solapada o chisme; rajón o rajona es la persona criticona,
murmuradora o chismosa; en replana se documentan la forma derivada rajanya y
la compuesta rajatablas como sinónimos de rajón.

En una letrilla titulada "Lirismo" (de 1894) Federico Blume hace un


comentario sobre sus propias charlas de café:
"Y rajamos de los reyes

y hablamos de garantías

y de otras mil poesías

como derechos y leyes" 3.

Los usos peruanos de rajar 4 se conocen también en Chile y Bolivia; en


Colombia rajar tiene el sentido muy próximo de 'calumniar'. Estas acepciones
americanas están sin duda en relación con otras peninsulares semejantes: el
andaluz rajado 'demasiado libre en sus expresiones', el navarro rajar "hablar

365  
mucho y sin descanso' (rajatablas equivale a charlatán) y el hoy poco usado rajar
'contar muchas mentiras, especialmente para jactarse de valiente' 5 que consignaba
Autoridades.

En Los eruditos a la violeta del José Cadalso (siglo XVIII) se documenta


el paso del sentido literal de rajar 'hender' al metafórico de 'criticar':

1. También se conoce el uso en la costa del Ecuador. Rajar con el sentido de 'vencer,
apabullar' aparece como peruanismo en el Diccionario de americanismos de Malaret:
no es usual, por lo menos en Lima; véase la acepción próxima 'dar una paliza' en
Sofocleto en dos columnas, pág. 75.

2. La frase hecha no es raje, es comentario se emplea, con matiz humorístico,


precediendo a una observación de tipo negativo sobre alguien ausente.

3. Sal y pimienta, pág. 33.

4. Véanse otros usos de Blume en ob. cit. págs. 50, 214, 229, 298; Gamarra, Rasgos,
128; Diez Canseco, Duque, 106; Camino Calderón, Diccionario folklórico, 119, 185,
189 (aquí el uso transitivo, menos frecuente: "nadie lo alaba, pero tampoco nadie lo
raja") y Cuentos de la costa, 33; Vargas Llosa, La casa verde, 83 y Los cachorros,
101 (uso transitivo: "lo rajaban"). Rajonas 'chismosas' en íd. íd. pág. 65; Sofocleto en
dos columnas, pág. 14.

5. Acepción que, según Corominas, podría tener relación con el portugués rallar
'reprender en voz alta' y 'conversar amigablemente'. Rajar es voz tardía y de origen
incierto en castellano (véase Diccionario crítico etimológico, s. v.).

"¿Qué os parece que es la poesía? ¿Habéis creído acaso que sea una facultad
digna de que la cultiven los mayores ingenios? ¿Acaso hace fuerza que algunos
de los primeros filósofos, historiadores y legisladores hayan escrito sus sistemas,
sus anales y sus preceptos en verso? ¿Os espantaréis por eso, y pronunciaréis con
algún aprecio los nombres y obras de los principales poetas? Desechad esta
pusilanimidad y aprended de mí a rajar de alto abajo y hacer astillas todo el
monte Parnaso" 1.

Es también uso peruano el de rajarse 'esforzarse al máximum'. "¡Nadie


se rajaba!" exclama un personaje de Enrique Congrains, lamentando la falta de
cooperación de los miembros de un equipo de fútbol 2. Rajarse con un obsequio o
agasajo es quedar como espléndido. El uso se conoce también en Chile, Puerto
Rico y la América Central, regiones en que rajón es 'dadivoso' (rajonada es
'ostentación' en otras partes; en Andalucía rajado es también 'generoso' y en
Extremadura se emplea, con análogo sentido, rajoso). Puede ser antecedente de
estos usos la expresión hacerse rajas 'esforzarse al máximum' que se documenta
en Cervantes 3 y Góngora 4.
Rajar, como se ha visto, tiene en América gran riqueza de usos figurados
5
. Aparte de los ya citados son importantes rajar o dar el raje 'echar', 'despedir'
(Argentina); rajar o rajarse 'escapar, huir, salir oculta o precipitadamente de un
lugar' (Argentina, Bolivia, Cuba, República Dominicana); rajarse 'desdecirse,

366  
retractarse', 'volverse atrás, no cumplir un compromiso', uso popular en la
Península 6 y algo extendido en América (la Central, Méjico, Cuba); rajar
'derrotar, arruinar' (Puerto Rico), 'reprobar en un examen'

1. Cartas marruecas. Los eruditos a la violeta, pág. 322.


2. Lima, hora cero, pág. 137. Véase también rajarse 'esforzarse' en Sofocleto
al pie de la letra, pág. 29.
3. Véase "se hazían rajas bailando" en La ilustre fregona (citado por
Fernández Gómez, Vocabulario de Cervantes, s. v. raja).

4. Cfr. "se hizo rajas en servicio suyo" (citado por Alemany, Vocabulario, s. v.
raja).

5. Rajarse 'chasquearse, errar', que incluye el Diccionario de Garzón, ha caído


en desuso en la Argentina; otros lexicógrafos lo consignan como uso de
Colombia y Nicaragua.

6. Lo emplea Casares: "He sido yo quien se ha rajado (este verbo popular y, si


se quiere, algo chulo, acaba de ingresar en el léxico académico); he sido yo,
digo, quien ha desistido..." (Novedades, pág. 153).

(Colombia y Chile); rajarse 'emborracharse' (Puerto Rico) 1.

En la edición de 1992 del Diccionario de la Academia se incluían dos


artículos distintos: rajar 1, del latín radiare 'hender', que en su forma pronominal
teníe la acepción figurada y familiar de 'volverse atrás', 'acobardarse, desistir' y
rajar 2, del latín *radulare 'rallar', que tenía las acepciones de 'mentir mucho por
jactancia', 'hablar mucho' y como tercera, americana, 'hablar mal de uno,
desacreditarlo'. Sin embargo, en la edición de 2001 solo se presenta un artículo de
rajar con la etimología "cruce de rachar y ajar".

RANCHO

En casi toda la América hispana (también en el portugués del sur del


Brasil) rancho designa la 'vivienda rural pobre' 2. En Caracas los ranchos están en
los cerros de la periferia de la urbe y equivalen a las barriadas limeñas, llamadas
eufemísticamente pueblos jóvenes (algunos tienen casi un siglo de existencia) o,
más recientemente, asentamientos humanos.

En el castellano de los Siglos de Oro rancho designaba cualquier


vivienda provisional y también el lugar donde se instalaban temporalmente
soldados, marineros, segadores, gitanos, maleantes o simples viajeros.

367  
Durante la conquista de América se aplicó el nombre a las viviendas
indígenas; la palabra, junto con su derivado ranchería 3,

1. Otros derivados americanos de rajar son rajón 'valentón' en Costa Rica y


Méjico (en ese país rajón es también 'el que se retracta cobardemente') y
rajonada 'bravuconada, fanfarronada'; rajonear es 'fanfarronear' en
Nicaragua. Rajazón es 'desaprobación masiva de estudiantes' en Chile
(equivale a nuestra jaladera; véase antes jalar) y raje es 'huida' en la
Argentina.

2. Véase un uso del siglo XVIII en Concolorcorvo, El lazarillo de ciegos


caminantes, págs. 84, 305.

3. En la Tasa de la visita general de Francisco de Toledo (siglo XVI, pág.


252) se lee: "Estando el virrey don Francisco de Toledo en la ciudad de
Arequipa [...] mandó visitar y empadronar todos los yanaconas que en la
dicha ciudad y sus rancherías y arrabales había que no pagaban tasa y
estaban en servicio de españoles...". En otras partes se prefiere rancherío.
En la Argentina se documenta ranchería como 'corralón anexo a un
convento' que sirve de vivienda a la servidumbre; en San Luis ranchería
alterna con rancherío en el sentido de 'conjunto de ranchos'. Antonio de
Ulloa y Jorge Juan usan rancherío para designar las viviendas de los
esclavos pescadores de perlas en el Caribe (véase Noticias secretas de
América, siglo XVIII, pág. 148).
fue difundiéndose y arraigándose en este continente a medida que se iba
anticuando (con el sentido de 'vivienda') en la Península 1. En el Perú y Chile
ranchería es el 'conjunto de las viviendas de los peones en la periferia de las
haciendas'. En la lengua general rancho es hoy 'comida que toman juntos los
soldados, marineros o presos' 2.
Según Corominas, rancho es postverbal de rancharse o ranchearse
'alojarse', término soldadesco tomado del francés se ranger 3 'arreglarse',
'instalarse en un lugar' (véase arranchar).

Rancho se ha usado mucho en el Perú para designar la vivienda cómoda,


y aun lujosa, edificada en un balneario. Gálvez recuerda los ranchos chorrillanos
de fines del siglo XIX y principios del XX, adornados con estatuas de mármol y
amoblados con lujo, piano incluido 4. Este uso paradójico se explica por la idea
común de 'no permanencia, temporalidad' presente en los significados
tradicionales y en el peruano de 'vivienda de verano en un balneario'.
El contenido semántico de rancho se amplía o se restringe en sus
diversos usos americanos. En Méjico llega a abarcar toda una hacienda ganadera
(con este sentido, y en la forma ranch, ha pasado al inglés de los Estados Unidos),
en tanto que el uso colombiano y puertorriqueño lo hace sinónimo de ramada o

368  
cobertizo (sin paredes); en Méjico ranchita es 'habitación pequeña y posterior' de
una casa.
Ranchera es, también en Méjico, una 'canción popular' muy difundida en
toda América y, en la Argentina, una danza del litoral;

1. Se conserva, con este sentido u otros cercanos, en algunas hablas regionales: en


Andalucía es 'cortijillo', 'delantera de una casa de huerta', 'lugar donde se carbonea' y
'espado despejado de terreno'; ranchal es 'terreno de monte quemado' y ranchero
'dueño o colono de un cortijillo'; estar hecho un ranchero es 'estar mugriento' (véase
Alcalá Venceslada, Vocabulario andaluz, s. v.). En La Rioja rancho es 'corral donde
se hace la esquila' (véase Goicoechea, Vocabulario riojano, s. v.). En Galicia, 'casa
pequeña o sencilla'.

2. Acepción que registra ya la edición de 1817 del Diccionario de la Academia y sale de


una anterior 'reunión de personas que comen juntas'.

3. Derivado de rang 'hilera', que a su vez viene del germánico ring 'círculo de gente' (la
idea subyace en la acepción 'reunión de personas que comen juntas', las cuales suelen
sentarse en el suelo formando círculo cuando lo hacen en el campo).

4. Véase Una Lima que se va, págs. 154, 155, 156, 158, 160 y 173. Véase también
Martín Adán, La casa de cartón, págs. 39, 51, 64. Los lujosos ranchos de los
balnearios de moda podían estar rodeados de modestas rancherías: véase Gálvez, ob.
cit. pág. 159.

en Puerto Rico es equivalente despectivo de rancho, y sinónimo de camioneta


para pasajeros en otras partes de América. Ranchero ha llegado a tomar en Méjico
los sentidos peyorativos de 'apocado', 'cerril' y 'ridículo'.
En la América Central ranchada es una 'canoa con toldo de hojas': aquí
está presente la imagen del techo del rancho; el material de que usualmente se
hace lo está en el uso argentino de rancho o rancho de paja 'sombrero de paja
rígida de copa chata' 1. Ranchear es en la pampa argentina 'andar de juerga de
rancho en rancho'; en la provincia de La Rioja ranchar es 'pasear' 2.
En cuanto a modismos, hacer rancho aparte es en varias regiones de
América 'independizarse, instalarse en casa propia'. Palma usa la expresión (con el
verbo formar en vez de hacer y el sentido general y metafórico de 'aislarse de un
grupo') al relatar su encuentro en Madrid con el limeño don Juan de la Pezuela,
conde de Cheste, entonces Director de la Real Academia Española:
"El noble anciano me estrechó entonces entre sus brazos, y durante media hora
formamos lo que se llama rancho aparte" 3.

Palma usa también la expresión (ser) amigos de cama y rancho (por


amigos de cama y mesa o de uña y carne), la cual no parece haber sido usual en el
Perú 4.

369  
En la Argentina lloverse el rancho tiene el sentido de 'caer la desgracia
sobre una familia' y equivale a nuestro caerle la quincha (véase antes quincha).
En Chile se dice al rancho viejo nunca le faltan goteras para expresar que los
achaques son inevitables en la ancianidad.

El refrán cada corancho 5 en su rancho equivale, en algunas regiones del


Perú, a cada gallo [canta] en su corral.

1. Que en Venezuela se llama, por la misma razón, pajilla (en el Perú, sarita, en
recuerdo de Sarah Bernhardt, quien la usó, causando sensación, en Lima).

2. En la selva peruana ranchar(se) es 'ponerse amarillo'; véase Tovar, Vocabulario del


Oriente peruano, s. v.

3. Tradiciones, pág. 1356. Véase un uso inesperado de Rafael Alberti: "Dalí,


incorporado al grupo por aquellos días, mas para hacer pronto rancho aparte..." (La
arboleda perdida, pág. 222).

4. Ob. cit. pág. 1073.

5. El corancho, carancho o calancho es una especie de buho (véase Foley, Léxico del
Perú, fascículo 6, s. v.).

RANGALIDO

En el habla familiar limeña rangalido es el que muestra signos de


pobreza en la ropa raída y aun, por extensión, en el semblante macilento o en la
expresión apocada. Rangalido puede equivaler a pobrete, pobre diablo, pero sin
duda no aplicaríamos el término a un mendigo.
En el Ecuador, en cambio, rangalido es definidamente 'pobre,
menesteroso', 'andrajoso' y aun 'sucio'. Estos matices están presentes en
Matalaché, novela "retaguardista" ambientada en Piura, tan cercana geográfica y
lingüísticamente al Ecuador. Dice una esclava a la protagonista:
"Aquí onde usté me ve, así tan rangalida, sé muchas cosita [sic] pa entretené,
niña..." 1.

Y otra esclava, a la misma María Luz:


"... todos, hija, por más rangalidos que siamos, tenemos siempre una cosita que
se nos atraganta y nos escarbajea a l'ora del gusto..." 2.

Aunque una primera impresión puede asociar rangalido a rango 'clase,


categoría', parece ser otro el origen de este americanismo. En el Ecuador y
Colombia se usa hoy rango o ranga por rocín, matalón, 'caballo viejo o flaco' y,
figuradamente, 'hombre inútil o de poco valer', 'torpe', 'tonto' 3. Pero el sentido

370  
original de rango, ranga era el de 'cojo', referido a las caballerías: rango 'cojo' es
variante 4 de rengo, a su vez forma americana y dialectal de renco 5.

1. Págs. 46-47.

2. Pág. 142. Véase también, del mismo autor, De la tierra brava, pág. 122 y
Diez Canseco, Estampas mulatas, pág. 110. Una variante piurana es
rengalido, que además presenta cambios semánticos: 'triste, escuálido' y
también 'torcido', 'tramposo'. (Véase Puig, Breve diccionario folklórico
piurano, s. v.).

3. En Colombia alterna con este rango la forma de sufijo átono rángano;


coincidentemente, en la selva del norte del Perú rangacho es "basto,
ordinario' (véase Tovar, Vocabulario del Oriente peruano, s. v.).
4. Que conserva la a del étimo germánico (véase Corominas, Diccionario
crítico etimológico, s. v. renco); la conservan igualmente el navarro
ranquear por renquear y el asturiano ranquitu 'cojo, derrengado'. Ranco, la
forma etimológica, se hizo renco (hoy la forma del español general) y rengo
(la variante americana, dialectal en la Península) por contaminación con
derrengar, voz de diferente origen (en relación con el latín renes 'riñones';
véase Corominas, ob. cit. s. v. derrengar).

5. En América rengo (o, forma menos usada, renco) ha ampliado su sentido


hasta hacerse equivalente de cojo en general (en España renco es solo el
'cojo de la cadera').

Rangalido parece resultar, pues, de un cruce de ranga 'hombre de poco


valer' y desvalido. El cruce debió de realizarse en el Ecuador, única región en que
coexisten los usos mencionados de ranga y rangalido. Al extenderse hasta el
Perú, rangalido fue sin duda atenuando su significación original.
El DRAE 2001 no consigna rangalido. El Diccionario Vox daba ya en
1987 como 'mugriento' en el Perú y Ecuador y como 'flaco y de mal aspecto',
(referido a caballerías) en el Ecuador.

RAZA
En el habla familiar y popular del Perú es muy vivo el uso de raza con
los sentidos de 'desvergüenza, frescura', 'abuso de confianza', concha, pechuga
(véase antes esta voz). En La ciudad y los perros, por ejemplo, un compañero
dice, mientras enseña a bailar al protagonista:

371  
"Ahora tienes que acostumbrarte a llevar a tu pareja como se debe. No tengas
miedo, la chica seda cuenta ahí mismo. Plántale la mano encima, fuerte, con
raza" 1.

Sofocleto hace decir a Damocles, en carta al tirano Dionisio después del


incidente de la espada:
"... tienes la raza de proponerme que hagamos el truco de nuevo, pero con hacha
y colgada de un alambrito..." 2.

La usadísima exclamación ¡qué tal raza! expresa en el lenguaje


coloquial peruano viva protesta o airado rechazo. En Los cachorros los
compañeros de Cuéllar están quejosos de los privilegios que se le han acordado:
"Desde el accidente te soban ['adulan'], le decíamos, no sabías nada de quebrados
y, ¡qué tal raza! te pusieron dieciséis" 3.

1. Pág. 143.

2. Sofocleto al pie de la letra, pág. 37.

3. Ob. cit. pág. 31. Véase también ¡qué tal raza! en Vargas Llosa,
Conversación en La Catedral, I, 90 y II, 238; Bryce, Un mundo para Julius,
93 y Sofocleto al pie de la letra, 71.

Se usan también en el Perú los derivados razudo y enrazado 1. El


primero viene a ser equivalente de 'fresco', 'caradura', 'abusivo', conchudo 2. El
segundo, en cambio, tiene los matices positivos de 'valeroso', 'tenaz en la lucha',
'desafiante'.

Estos usos peruanos parecen recientes: no los consignan lexicógrafos


como Arona, Palma o Tovar, ni al parecer se documentan en costumbristas como
Segura, Gamarra o Clemente Palma. Tienen, por otra parte, una enigmática
trayectoria semántica, pues hoy no se percibe ninguna relación entre raza
'frescura, abuso' y raza 'grupo étnico'.
La exclamación ¡qué tal raza! puede referirse con la misma naturalidad
a miembros de cualquier grupo racial o mestizaje, y el calificativo de razudo, lo
mismo que el de enrazado, se aplica solo en función de características sicológicas
o morales. La independencia entre ambos sentidos de raza aun da pie al juego de
palabras. Sofocleto, por ejemplo, se queja de que un funcionario, "con una raza
que no tienen ni los escandinavos" 3, ha subido el precio del café; al relatar las
proezas comerciales, no siempre santas, de un grupo indígena ecuatoriano que nos
visitó, concluye: "La raza de los otavalos... ¡qué tal raza!" 4.

372  
Según Corominas, el castellano raza representa la confusión (o
contaminación) de dos palabras distintas. La primera es el castizo raza, del plural
latino radia 'rayos' (se decía raza de sol por rayo(s) del sol), que tuvo el sentido
de 'parte rala de un paño' (porque dejaba pasar la luz), luego el de 'defecto en una
tela' (extendido a los de la loza, animales y personas) y, por último, el de 'culpa,
falta' 5. La segunda es el italianismo raza, del latín ratio en su acepción de 'índole,
especie', difundido en el castellano a lo largo del siglo XVI y muy empleado, en
expresiones negativas, en relación con la llamada limpieza de sangre (no tener
raza era lo mismo que ser cristiano viejo). Este uso vino a coincidir con el sentido
de 'defecto, culpa' que había desarrollado el castizo raza, hoy desusado 6.

1. En Colombia se usa enrazado por 'mestizo'.


2. Cfr. Sofocleto, ob. cit. 49: "cosa que le parecía altamente razuda".

3. Sofocleto en dos columnas, pág. 108.

4. Íd. íd. pág. 102.


5. Ejemplificado con pesimismo en el dicho ni mujer sin tacha ni mula sin
raza.
6. Véase Diccionario crítico etimológico, s. v.

Pero no se ve ningún nexo semántico entre esas diversas y convergentes


acepciones y los usos peruanos de raza, consustanciados con nuestra sempiterna
protesta indignada ante el abuso y con el inabdicable derecho de pataleo.

RECESO
Receso (del latín recessus 'alejamiento, retirada') se documenta en
castellano desde el siglo XVI con el sentido, hoy no vigente, de 'separación,
apartamiento, desvío'. Más tarde su derivado recesivo se aplicó en biología a los
caracteres hereditarios latentes que pueden reaparecer en subsiguientes
generaciones 1.
Pero en gran parte en América receso es término de uso general con el
sentido de 'intervalo entre dos legislaturas'. En el Perú, Argentina, Colombia,
Venezuela, Nicaragua, Guatemala y Méjico se dice habitualmente que el
Congreso entró en receso o está en receso. En Méjico recesar, intransitivo, tiene
el sentido de 'cesar [el Congreso] en sus funciones'. En el Perú recesar, transitivo,
tiene el sentido de 'suspender', 'clausurar' referido a la función del Poder
Legislativo.

373  
Receso y recesar, además, han extendido su uso fuera del recinto
parlamentario; en el Perú y la Argentina se pueden recesar las universidades 2 y
otras instituciones pedagógicas. Y Clemente Palma llega a hablar,
humorísticamente, de "un horno apagado, un horno en receso" 3.

Los usos americanos de receso son de origen inglés y datan de principios


del siglo XIX: fue entonces cuando el español receso se tiñó de los matices
políticos desarrollados antes por el inglés recess, que tiene el mismo étimo latino.
El uso americano de receso se documenta ya en una carta de Bolívar de
noviembre de 1819, en la que dice a Santander: "Voy

1. Hoy se aplica también, en Economía, a lo que tiende a producir recesión o la provoca.

2. Véase receso referido a la Universidad de San Marcos en Luis Alberto Sánchez,


Testimonio personal, I, págs. 150, 151 y 191. Sánchez usa el derivado recesista
'partidario del receso' de dicha casa de estudios en íd. íd. 150, 151, 191.

3. Véase Crónicas de Corrales, pág. 59.

resuelto a dar mi dimisión si el Congreso no se pone en receso por todo el año


próximo" 1. Hoy en Venezuela receso tiene también el sentido de 'recreo escolar',
'período de descanso entre dos clases' (que tiene también el inglés recess).

Los usos americanos de receso 2 constituyen valioso testimonio de la


profunda influencia que ejercieron las instituciones parlamentarias anglosajonas
en la América hispana que empezaba a consolidarse en repúblicas independientes
3
, así como también de la perdurabilidad de dicha influencia.

A partir de su edición de 1970 (ver el Suplemento) el Diccionario de la


Academia consigna las acepciones americanas del anglicismo receso y de su
derivado, circunscrito a América, recesar.

RECIÉN

El adverbio recién resulta de reducción del adjetivo reciente 4 que tuvo,


desde la Edad Media, una función adverbial colateral ejercida cuando precedía a
participios pasados (reciente nacido, etc.). Como en esas frases ambos elementos
estaban íntimamente ligados, el primero acabó por apocoparse; surgieron así
expresiones como recién nacido, recién llegado, recién casado.

374  
Este tipo de usos representa hoy el único empleo lícito de recién en el
español general; dicho uso puede ampliarse hasta incluir otros análogos
(documentados ocasionalmente desde los clásicos) en los que un adjetivo o
sustantivo es el segundo elemento: recién libre, recién viuda, recién monja, recién
ministro 5.

1. Obras, I, pág. 402 y Hildebrandt, La lengua de Bolívar, 155-156 (t. Léxico


de Bolívar, pág. 391).

2. Véase un uso extremo de García Márquez: "Era la primera vez que hacía el
amor en más de veinte años, y lo había hecho embargada por la curiosidad
de sentir cómo podía ser a su edad después de un receso tan prolongado..."
(El amor en los tiempos del cólera, 463).
3. Receso se documenta ya en la Constitución peruana de 1834 (art. 46).

4. Del latín recens, -tis 'nuevo, fresco, reciente'.

5. Recién cristiana en el Diario de Lima de los Mugaburu, págs. 49-50; recién


viejas en Caviedes (BCP 5, pág. 269); "recién independiente" en Bolívar,
Obras, II, 237.

Pero en gran parte de América, desde principios del siglo XIX, recién ha
sobrepasado grandemente esas funciones: puede modificar a un verbo ("recién se
ha dormido") o a un adverbio ("recién ayer lo supo") con los sentidos respectivos
de 'hace un momento' (véase enantes) y 'solo entonces, no antes'. También puede
expresar la idea de 'inmediatamente después' (de otra acción): "lo vi recién
desembarcó". A veces resulta redundante o, más bien, enfático: "recién acabo de
comer". En algunos casos se percibe un matiz negativo que implica que la acción
ha podido o debido realizarse antes: "recién ha pasado a tercer año", "¿recién
llegas?". En el Perú y la Argentina recién puede usarse aun con verbos en futuro:
"recién el lunes me contestará".

Estos usos no generales de recién, que se han creído de origen


rioplatense, tienen gran extensión americana 1. Son generales en la Argentina,
Uruguay, Chile, el Perú, Bolivia y Ecuador (en estos países se usa asimismo el
intensivo y afectivo reciencito) pero también se dan, esporádica o parcialmente,
en el Paraguay, Colombia, Venezuela 2, Santo Domingo, Costa Rica, Guatemala y
Méjico.

Aunque largamente criticados por gramáticos y puristas 3, los usos


americanos de recién están tan firmemente arraigados en la Argentina y el Perú
que rebasan el nivel de la lengua familiar, llegan al de la lengua literaria y aun
resultan insustituibles para algunos de nuestros mejores escritores 4.

375  
La edición de 2001 del Diccionario de la Academia registra tres usos de
recién: como adverbio temporal con el sentido general de 'recientemente' (con la
indicación "En América, u. t. antepuesto al verbo en forma conjugada. Recién lo
vi entrar en el cine"),

1. Valle Inclán usa deliberadamente recién en Tirano Banderas (págs. 15, 125,
140, 160). Recién 'hace poco' se usa también en la provincia española de La
Rioja.

2. Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, págs. 432-433.

3. Por ejemplo Bello (BDHA, VI, pág. 70); Cuervo (Apuntaciones, parágrafo
400; en Obras, I, 423-424); Arona (Diccionario de peruanismos, s. v.);
Capdevila (Despeñaderos del habla, págs. 44-45).
4. Entre ellos Borges, Cortázar, Vallejo, Alegría y Vargas Llosa. Véase este
uso extremo de Borges: "la desvelada noche que referí es de 1897 recién"
(Evaristo Carriego, en Obras, 117). Y este de Vallejo: "Oh, Dios mío,
recién a ti me llego" (Obra poética, pág. 127; véase también Novelas, pág.
100). Un uso de Alegría en La serpiente de oro, pág. 116. De Cortázar en
Rayuela, págs. 124, 173; Final del juego, 48, 125; Todos los fuegos el fuego,
53; Las armas secretas, 30. De Vargas Llosa en Conversación en La
Catedral, I, 281, 343, 363 y II, 44, 122.

como adverbio de cantidad con el sentido americano de 'apenas, escasamente' y


como conjunción temporal con el sentido —también americano— de 'apenas, en
cuanto'.

REFACCIONAR

Refaccionar por reparar, restaurar es general en el Perú, la Argentina,


Bolivia, Chile, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá y El Salvador l. Aunque
puede referirse a diversas cosas (refaccionar un vestido, por ejemplo), el término
se aplica sobre todo a casas y otros edificios; refaccionar es entonces sinónimo de
reedificar, reconstruir, restaurar.

Los usos americanos de refaccionar son muy ricos. Borges, por ejemplo,
fustiga a "casticistas o españolados que creen en lo cabal del idioma y en la
impiedad o inutilidad de su refacción" y critica el error "que postula lo perfecto de
nuestro idioma y la impía inutilidad de refaccionarlo" 2.
Refaccionar es una formación verbal regular sobre el sustantivo
refacción; sin embargo, ha sufrido desde el siglo XIX 3 insistentes ataques del
purismo. El Diccionario de la Academia incluye el verbo refaccionar desde su
edición de 1992 como uso americano y con los sentidos de "restaurar o reparar",
aplicados especialmente a los edificios. Sí incluye, desde mucho antes, el adjetivo

376  
refaccionario, que en lenguaje forense se refiere al crédito concedido para fabricar
o reparar algo con provecho para el dueño y para otros.
En cuanto a refacción, la Academia le suprimió en una época la acepción
de 'reparación, compostura' en la cual se basa el americanismo refaccionar. A
propósito de este hecho, y otros similares, protestaba Cuervo a principios del siglo
XX, contra
"el desenfado con que, de la noche a la mañana, se califican de disparates cosas
que han gozado de aprobación secular [...] y esto

1. En Méjico, Cuba y Puerto Rico tiene el sentido de 'habilitar a un agricultor'.

2. En El lenguaje de Buenos Aires, págs. 17 y 22.

3. Véase Hildebrandt, La lengua de Bolívar, pág. 467 (t. Léxico de Bolívar, pág.129).

las más veces con olvido completo de la historia de la lengua y de los principios
más triviales de la etimología" 1.

La Academia propugnaba refección con la acepción de 'compostura,


reparación'. Palma, como Cuervo, protestaba contra la Academia:
2
"Mucho nos resistimos los hispanoamericanos a llamar refección al hecho de
restaurar o componer un edificio" 3.

Y en términos parecidos se expresaba Arona, quien razonablemente


suponía que la preferencia americana por refacción se debe a su visible relación
con rehacer, en tanto que refección se asocia a refectorio, que a su vez evoca la
idea de 'comer' 4.

En realidad se trata de una sola familia de palabras, derivadas todas del


latín reficere 'rehacer' (formado sobre faceré 'hacer'). Refección viene de refectio,
-onis que ya en latín tenía, además de su sentido primario de 'reparación', los
figurados de 'restauración de las fuerzas mediante el alimento' y, de allí, el
'alimento' mismo. Refacción es una variante de refección (debida a influencia de
rehacer en su forma arcaica refacer) que alternó con la forma original en todas
sus acepciones. Refectorio 'comedor de comunidades religiosas y colegios' viene
del bajo latín refectorium 'que rehace o restaura' formado sobre el clásico refectus,
que había desarrollado, por la vía semántica señalada, el sentido metafórico de
'alimento'.

377  
REFUNDIR

En la Introducción a su Diccionario de peruanismos critica Arona


nuestra se rvil imitación de ciertos usos peninsulares o franceses:

1. Apuntaciones, prólogo a la sétima edición (pág. 61 del volumen I en la de 1954);


véase igualmente íd. íd. parágrafo 725 (Obras, I, 691).

2. A fines del siglo XIX todavía era refección la única forma que incluía esta acepción
en el Diccionario académico, y hasta la edición de 1956 se remitía refacción a
refección con este significado.

3. Neologismos y americanismos, s. v., en la versión incluida en la edición de Aguilar de


sus Tradiciones completas, pág. 1403; refacción no figura en la edición de 1896.

4. Diccionario de peruanismos, s. v.

"El orgullo nacional que casi siempre se manifiesta como quijotería, ¿dónde se
encuentra, dónde se refunde, dónde se pierde, en los casos en que realmente se
trata de él?" 1.

El peruanismo refundir por extraviar 2, traspapelar, que tan


naturalmente acude a la pluma del autor, escapa sin embargo a la atención del
lexicógrafo: refundir no aparece como artículo en su Diccionario, mientras que en
la misma época y con análogos usos lo consigna Cuervo en Colombia 3.

Lo mismo que los usos americanos de fundir 'arruinar', 'molestar'


(véase), los de refundir parten de una acepción del latín fundere: 'dispersar al
enemigo, destruirlo'. Cuando fundir se hizo (por evolución fonética) hundir, de la
acepción de 'destruir', especificada en la de 'echar a pique' una embarcación,
surgió (con el apoyo de una falsa relación con hondo) el sentido de 'sumir,
sumergir'. Por otro lado, se tomó nuevamente del latín fundere el cultismo fundir
'derretir' con su compuesto refundir 4.

Pero el americano refundir 'extraviar' es una forma arcaica de rehundir,


que se usó con el sentido de 'hacer desaparecer' 5. Rehundir 'esconder' se
documenta abundantemente en Lizardi 6 y conserva en la República Dominicana
la vieja h aspirada, representada hoy por una j: rejundir 7.

378  
1. Pág. XLIX.

2. Hoy es menos frecuente referido a personas. Véase Segura, El santo de


Panchita, acto II, escena II: "este hombre se ha refundido... / no está aquí..."
(en Artículos, pág. 344); Seoane, Hombres y rejas, págs. 261 y 269 ("el
hombre se refunde en sí mismo").

3. Apuntaciones, párrafo 510 (en Obras, 1, 559). Se documenta también en


Méjico, Guatemala, Nicaragua y Santo Domingo.
4. Muy usado en su sentido metafórico de 'dar nueva forma a una obra lite-
raria'.

5. Documentado en el Vocabulario de González Holguín ("rehundir,


desparecer algo", pág. 657a). En la jerga carioca refundir es 'ocultar objetos
robados' (véase Viotti, Novo dicionário da gíria brasileira, s. v.).
6. Véase El Periquillo Sarniento, págs. 124, 128, 218 ("una alcancía en la que
rehundía todo lo que cercenaba del gasto") y 252 ("rehundí dos [reales] en
un zapato").
7. Rejundido, generalmente pronunciado rejundío, es grave insulto. (En la
región peninsular de Ávila rejundir es 'aumentar').
En algunas zonas de Méjico, en cambio, rehundir ha llegado a contraerse
en rundir 1 por una evolución fonética cuyas etapas han sido: enmudecimiento de
la h aspirada, destrucción del hiato y, por último, reducción del diptongo
resultante. Rundir tiene en Guanajuato el sentido de 'guardar, esconder'; rundirse
es 'encerrarse, enclaustrarse' y también 'dormirse profundamente', sobre todo por
efecto de la fiebre; en Hidalgo y Querétaro un rundimiento es un tesoro
escondido.
Desde su edición de 1992, el Diccionario de la Academia incluye como
cuarta acepción de refundir, la de "perder, extraviar" pero solo circunscrita a
Méjico y la América Central.

REMEZON
Remecer 'menear, sacudir, agitar' (formado, obviamente, sobre mecer) se
usó en España durante los siglos XIV y XV pero fue luego cayendo allá en desuso
2
en tanto que arraigaba en buena parte de la América hispana: el Perú, Chile, la
Argentina, Guatemala, Méjico.

Remecer tiene usos transitivos y pronominales, que en ambos casos


pueden ser materiales o figurados. Sofocleto se refiere a "un temblor que las
cuadernas / del piso remeció" 3; Vargas Llosa comenta así un brutal castigo: "el
puntapié apenas lo remece" 4; Alegría relata cómo, durante una explosión, "todo el
cerro se remecía" 5; Juan Seoane dice, sobre la alborada de la lucha social en el
Perú, "el Tiempo se remece en convulsión" 6.

379  
El derivado (masculino) remezón (el sufijo -ón indica en este caso
'acción rápida y brusca') tiene mucha vida en gran parte de

1. También en Almería, donde rundir es variante de hundir.

2. Se conserva en Galicia; véase Cotarelo, El castellano en Galicia, s. v.


3. Sofonetos, pág. 59.

4. La ciudad y los perros, pág. 40; véanse otros usos transitivos en La casa
verde, págs. 20, 237, 259; también en Sofocleto en dos columnas, 96 y
Congrains, Lima, hora ' cero, 49.

5. El mundo es ancho y ajeno, pág. 355.

6. Hombres y rejas, pág. 286.

América (el Perú, Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador, Colombia,


Venezuela, Costa Rica, Nicaragua, Méjico). Además de designar la acción
expresada por el verbo (también se usa en el Perú, como sustantivo, remecida),
tiene los sentidos de 'trepidación' 1 o sacudón producido por un temblor de tierra.
Refiriéndose a un pintoresco personaje de su Arequipa natal, sentidamente
revivida en Viejos y nuevos tiempos, dice Mario Polar:
"... predijo el terremoto de 1868; y lo predijo con tanta exactitud que cuando se
produjo el tremendo remezón, que trajo abajo media ciudad, las gentes en su
pavor, gritaban: es el terremoto de Manuel Grande" 2.

Remezón tiene, como remecer, usos figurados: Juan Seoane habla de


"remezones de visceras sociales" 3. El modismo de remezón, hoy desusado en
Lima, tuvo mucha vida hasta hace casi un siglo, a juzgar por la información de
Clemente Palma:
"De remezón. Se califica así en el argot limeño todo lo que descuella y tiene
relieve, lo que destaca entre las [sic] demás por su excelencia o importancia,
atrayendo la atención general. La idea es compleja y difícil de precisar. En una
comida, por ejemplo, el plato central o de resistencia es el plato de remezón. En
una actuación parlamentaria el discurso fogoso de un líder es el discurso de
remezón. En una reunión social siempre hay una mujer que por su gracia, belleza
y atractivos es la mujer de remezón" 4.

Consecuente con esta explicación, Clemente Palma llama a Belmonte "el


torero de más remezón en la Península" 5; también
1. Véase remezón referido a la trepidación o sacudidas de un vehículo en
movimiento en Serafina Quinteras, Así hablaba Zarapastro, pág. 33.

380  
2. Pág. 18 (la frase en cursivas, entre comillas en el texto original). En el
Diccionario de peruanismos de Arona, s. v., hay esta frase: "Trajo un
remezón (o dos) se dice: me levanté al primer remezón". Parece obvia la
errata trajo por tras: tal como está, la frase carece de sentido. La errata se
conserva en la edición BCP. En sus Papeletas lexicográficas, s. v., Palma
parece haber tomado el dato de Arona cuando afirma: "Hablando de un
temblor, se dice que trajo poco o mucho remezón".
3. Ob. cit. pág. 100. Ugarte Eléspuru habla de "la independencia política, que
no se ganó sino a costa de remezones" (Lima y lo limeño, pág. 237).

4. Crónicas de Corrales, pág. 273. (De resistencia entre comillas en el texto).

5. Ob. cit. pág. 140. En otra ocasión dice del mismo Belmonte: "En el quinto
[toro] hizo cosas despampanantes, pero no de tanto remezón" (íd. pág. 163).
Véase el modismo de ñeque, pulso y remezón citado por Arona, s. v. ñeque.

habla de hacer las cosas "con empuje y remezón" 1. En Bolivia el modismo a


remezones tiene el sentido de 'con intervalos o interrupciones'.
El Diccionario de la Academia registra (ya en su edición de 1956)
remezón como americanismo con el sentido de "terremoto ligero o sacudimiento
breve de la tierra". También incluye remecer, como uso general, con el sentido de
"mover reiteradamente una cosa de un lado a otro" y la indicación de que se
emplea también como pronominal.

REPUNTAR
En el Perú y otros países de América repuntar es 'crecer, desbordarse' un
río y también 'volver a subir' el nivel de sus aguas que ya había empezado a bajar.
Repunta es 'creciente de río' aquí y en Colombia; en otras partes de América se
prefiere repuntamiento o repunte (que se usa también en Navarra).

Metafóricamente, repuntar es resurgir en el Perú, la Argentina,


Uruguay, Colombia y Venezuela (igualmente en Navarra). Repunte es el
postverbal más usado en el Perú para los usos figurados. Repuntar y repunte
pueden aplicarse a la mejora de marcas o posiciones en el deporte y a cualquier
otro campo de actividad: "repunta ingreso del turismo", "hay un repunte del dólar
en el mercado informal" son frases tomadas de diarios limeños.
Todos estos usos tienen origen marinero. Repuntar se formó sobre punta
como representación del 'pico o cresta de la ola' 2 y tiene desde el siglo XV el
sentido de 'empezar a agitarse el mar para la crecida'. En relación con esta
acepción son viejos los postverbales repunta y repunte (en Asturias hoy repunto).

381  
El sentido original del repuntar marinero entrañaba dos ideas básicas: la
de 'elevación de nivel del mar', aplicada por extensión

1. Ob. cit. pág. 26.

2. La punta es, en este caso, vertical. Otro repuntar 'reunir el ganado' usado en
la sierra del Perú se forma en cambio sobre punta 'porción de ganado que se
separa del rebaño' (véase). La punta se hace, en este otro caso, en sentido
horizontal.

en América a los ríos, y la de 'iniciación' de este proceso, que ha sido también


fructífera en este continente. Así, en el Uruguay, Chile, Guatemala, Cuba y
Méjico repuntar es 'empezar a mostrarse los síntomas de una enfermedad';
repuntado es en Cuba el 'aquejado de una dolencia incipiente' (con análoga
imagen se llama en Andalucía repuntado al achispado).

En su edición de 2001 el Diccionario académico consigna como


americanas las acepciones de repuntar "volver a subir" (referido a las aguas de un
río), y "aparecer de improviso" (referido a una persona). Asimismo, registra
repunta "indicio o primera manifestación de alguna cosa" (sin indicación
regional) y, "crecida" de un río (restringida a El Salvador, Honduras y Méjico).

Como equivalente del académico repunta usa repunte Adán Felipe


Mejía, el Corregidor. Al describir un velorio limeño de otras épocas dice que
"el fragante café, hermanado al pisquito, mantenía en vigilia a los presentes,
animando la charla hasta el repunte de la aurora..." 1.

Este uso, hoy olvidado en Lima, está próximo al de 'resurgimiento': en


un hecho cíclico, la iniciación y la repetición pueden llegar, fácilmente, a
identificarse.

REQUINTAR

382  
En una de sus Crónicas político-doméstico-taurinas cuenta Clemente
Palma que su protagonista, don Juan Apapucio Corrales, desafió a duelo a un rival
y antes de batirse "se puso a requintarlo a gritos" 2. En el Glosario anexo al libro
explica:
"Cuando se sube la mostaza a las narices en una querella verbal entre dos o más
personas, la antesala de las vías de hecho es generalmente la requintada, que es
la incontenible tendencia a extender a los parientes del interlocutor injurias que
no se

1. Ayer y hoy, pág. 25.

2. Pág. 149; véanse otros usos transitivos en íd. págs. 119 y 201.

merecen, puesto que no son parte en la querella [...]. Requintar, pues, es el acto
de insultar gratuitamente a la parentela" 1.

Requintar por maldecir, denostar, insultar, injuriar y también, en uso


intransitivo, renegar, refunfuñar, rezongar, gruñir, así como su postverbal
requintada, son usos corrientes en el habla familiar peruana 2 y boliviana. En el
Ecuador (donde se usa también la variante con sufijo de frecuentativo requintear)
y en la Argentina, requintar es 'reñir, amonestar, reconvenir, reprender, regañar,
retar' (en La Rioja es 'azuzar' a la cabalgadura).
En terminología musical requintar es 'subir o bajar [una cuerda o un
tono] cinco puntos', es decir, cinco semitonos 3. Hoy en la Argentina requintar es
específicamente 'subir o bajar de cinco en cinco los tonos de una guitarra' para
acomodarla a la voz del cantor 4; en el Perú, Méjico, Colombia y América Central,
requintar es templar las cuerdas de un instrumento.
Se llamó guitarra requinto, o simplemente requinto, una guitarra
pequeña afinada cinco puntos más alto que lo usual; el nombre se hizo extensivo
al clarinete o cornetín agudo de las bandas de músicos y luego al músico que lo
tocaba 5. Hoy en La Rioja (Argentina) requinto es el capotraste o transporte, es
decir, la cajilla o cajuela que se coloca en el mástil de la guitarra para ajusfar las
cuerdas y elevar el tono; en Venezuela requintilla es una cuerda aguda del cuatro
6
.

383  
1. Pág. 273 (las vías de hecho entre comillas en el texto); véase también requintada en
íd. íd. 130; Diez Canseco, Estampas mulatas, 34; Vargas Llosa, La casa verde, 35,
124 y Conversación en La Catedral, I, 36, 98, 99, 102, 113, 120, 124, 143, 146, 173,
177, 187, 273, 335; R. Blume, Como cada jueves, 76.

2. Véanse estos usos en Vargas Llosa, Los cachorros, págs. 50, 82 y Bryce, Un mundo
para Julius, 37. En Piura requintar (lo mismo que su variante con prefijo arrequintar)
tiene además el sentido de 'apretar con fuerza'. (Véase Puig, Breve diccionario
folklórico piurano, s. v.).

3. Propiamente una cuarta justa (una quinta tiene siete semitonos).

4. Véase J. E. Clemente, El lenguaje de Buenos Aires, pág. 92.

5. Véase "bombardones y requintos de la banda" en Camino Calderón, Cuentos de la


costa, pág. 68.

6. Guitarra típica pequeña de cuatro cuerdas.

El proceso semántico cumplido en requintar 1, que va desde 'elevar el


tono musical' hasta 'maldecir', se explica por el nexo del tono alto o agudo en la
nota musical y en el lenguaje airado. Las acepciones americanas de 'reñir,
reprender', 'maldecir, injuriar' y 'refunfuñar, renegar', no necesariamente en voz
alta, se deben a posteriores evoluciones semánticas.

En sus ediciones de 1992 y 2001, el Diccionario académico consigna


solo tres acepciones americanas de requintar ("poner tirante una cuerda", "doblar
o levantar el ala del sombrero hacia arriba" y "cargar una caballería").

RESONDRAR

En el habla familiar del Perú resondrar equivale actualmente a


reprender, reñir, regañar 2. Un resondro, un resondrón o un buen resondrón es
una reprimenda, reconvención, reprensión o regaño algo más fuerte que una
simple amonestación.
En el Drama (más bien Diálogo) de los Palanganas, de fines del siglo
XVIII, dice el joven Bisoño, refiriéndose al virrey Amat:

"Qué lengua tan cáustica quisiera tener para resondrarlo ahora!" 4.

384  
1. Aunque en todos los casos se trate de la misma raíz e idéntico prefijo, el requintar
americano aquí tratado no se relaciona directamente con otros usos (generales,
históricos o igualmente americanos) tales como requintar 'pujar la quinta parte en los
arrendamientos, después de rematados y quintados', 'sobrepujar, exceder, aventajar',
'volver a quintar' (es decir, sacar por segunda vez el quinto de una cantidad), 'pagar
un quinto más sobre la suma de las contribuciones ordinarias' (gravamen impuesto
por Felipe II a los indígenas de América), 'parecerse a un antecesor' (Puerto Rico),
'defenderse esforzadamente [el gallo] de los ataques de su rival' (Cuba), 'doblar o
levantar el ala del sombrero hacia arriba' (Argentina). Podría haber, en cambio, cierta
relación con requintarse 'obstinarse, imponerse' (Méjico y Colombia) y 'dar principio
a una acción que acarreará molestias' (Honduras).

2. Véanse usos de resondrar en Segura, La saya y manto, acto I, escena III (en
Comedias, I, pág. 51); Ribeyro, Crónica de San Gabriel, pág. 106; Vargas Llosa, La
casa verde, pág. 128; Conversación en La Catedral, I, 44 y II, 116, 284; Bryce, Un
mundo para Julius, 14, 18, 37, 54, 78, 83, 95, 252.

3. Véase resondro en Gamarra, Cien años, pág. 164; resondrón en Bryce, ob. cit. 107

4. Pág. 100 de la 2.ª edición Sánchez.

Allí resondrar tiene el sentido, que mantuvo hasta el siglo XIX, de


injuriar, insidiar, denostar (véase requintar). Arona 1 y Palma 2 coinciden en
afirmar que resondrar era uso —y abuso— típicamente femenino; Palma nos da
un importante dato histórico:
"Este verbo se ha usado en el Perú desde el siglo XVI, pues en un proceso
criminal, seguido en Trujillo en 1548 dice uno de los declarantes que ambas
señoras se resondraron en la puerta de la iglesia" 3.

Arona explica, a su vez, que resondrar es


"Injuriar, colmar de improperios a una persona de una manera vulgar y no pocas
veces cómica: lo resondré duro, cuentan las mujeres que han tenido un desahogo
de éstos" .

Este sentido de 'injuriar', más fuerte que el actual de 'reprender',


representa, sin embargo, un debilitamiento del sentido etimológico del término.
En efecto, resondrar se debe a alteración de deshondrar 5, forma vieja de
deshonrar, por influencia de rezongar (lo cual explica la frecuente grafía
rezondrar, defendida por Arona y Palma). Ya lo sabemos los propensos —y
propensas— a caer en esta estéril forma de pedagogía o desahogo: quien
resondra, deshonra, aunque solo sea desde el punto de vista etimológico.

385  
RON

En su artículo titulado "Los antojos" describe el Tunante las in-


terminables vicisitudes de un marido sometido a los caprichos o antojos de su
consorte que, según creencia general, se explican por su estado interesante:
"...Ponme un poquito de té, se me ha antojado.

Juan saca el ron, lava el anafe, hace hervir el agua y sirve el té a la

señora" 6.

1. Diccionario de peruanismos, s. v.

2. Neologismos y americanismos, s. v.

3. Papeletas lexicográficas, s. v. (subrayados del autor); Palma también consigna el


derivado resondrador, hoy obsolescente.

4. Diccionario de peruanismos, s. v. (subrayados del autor).

5. Está en el Poema del Cid y predomina hasta el siglo XV. Véase Corominas,
Diccionario crítico etimológico, s. v. honor.

6. En BCP 9**, pág. 138.

En el Perú se llama ron el alcohol desnaturalizado y coloreado de azul


verdoso 1, usado en la industria y como combustible doméstico. El derivado
ronera (también se documenta en el Perú la locución nominal sinónima asiento, o
asientito, de ron) alterna con el arcaísmo anafe o anafre para designar el hornillo
o infernillo de hierro 2. En la costa norte del Perú ronear a un gallo de pelea es
lavarlo con ron para librarlo de parásitos 3.

En España y el resto de América el nombre de ron solo se aplica al


aguardiente destilado del zumo y melaza de la caña de azúcar. Como en el Perú
también se produce y consume ese aguardiente, se hace, cuando es necesario,
distinción entre ron de quemar y ron de caña 4 (el cual, cuando es de mala
calidad, recibe también el nombre de cañazo). En el Perú se conoce como
rompope 5 un licor cremoso preparado a base de ron (o pisco), leche, yemas de
huevo, azúcar y canela.

Ron viene del inglés rum 6, palabra de origen oscuro; la bebida es


original de la América insular británica y estuvo en principio asociada a la gente
de mar.

Para algunos lexicógrafos, rum podría tener como étimo una voz
indígena de las Bahamas. En la opinión más general, sin embargo, rum parece
deberse a reducción del inglés rumbullion 'tumulto', aplicado al aguardiente de

386  
caña por las ruidosas reyertas que su abuso ocasionaba en las tabernas de
marineros 7.

1. De allí los eufemismos de replana verdún (Bonilla, Jerga del hampa, pág. 115) y
menta. Una marca comercial, Ronol, incluye el terminal de alcohol.

2. Véase ronera en Bravo, Barrio de broncas, 124. La ronera se llama reverbero en


Venezuela, Colombia y otros países de América.

3. Véase ronear en Camino Calderón, Diccionario folklórico, pág. 17 (escrito roniar,


según la pronunciación popular diptongadora).

4. Véase ron de caña en Diez Canseco, Duque, pág. 85. Pero el ron de quemar llega a
beberse en caso extremo, a pesar de su toxicidad: "bebía ron de quemar en vasos de
cerveza" (Ribeyro, Cuentos de circunstancias, pág. 161).

5. Otros nombres americanos de la misma bebida son rompopo y romponche


(ponchecrema en Venezuela).

6. En América se conservan también las variantes, más cercanas a la fonética inglesa,


rom y romo, esta última con la terminación del masculino castellano. De esas
variantes salen, a su vez, el humorístico romero por ron, usado en Venezuela, y
romería 'tienda donde se vende ron', documentada en el español de Trinidad.

7. Véanse The Shorter Oxford English Dictionary y Webster's New International


Dictionary of the English Language, s. v.

SACRÓN
En el habla familiar del Perú y el Ecuador se califica de sacrón o
sacrona a quien abusa de la gentileza o generosidad de los demás, forzando sus
dádivas o pidiendo prestado dinero que no piensa devolver l. El derivado
sacronería, igualmente usado en el Ecuador, expresa la cualidad negativa

387  
correspondiente. En replana se documenta sacronero (equivalente de sacrón) y el
verbo sacronear.
Adriana de González Prada emplea, como equivalente de sacronería, la
forma sacrería 2 derivada directamente del primitivo sacre que Tovar da todavía
como usual en el Perú 3; Arona, en cambio, consideraba a sacre obsolescente con
el sentido de 'picaro' 4, lo mismo que su doble aumentativo sacronazo 5. Sacre no
se usa hoy en Lima 6 pero se conserva en Huánuco con el sentido de 'astuto,
disimulado' 7.

Sacre, voz común a las lenguas románicas y al árabe, se documenta


desde el siglo XIII en castellano como nombre de un ave de cetrería. Como en
árabe la palabra correspondiente (saqr) es todavía más antigua 8, sacre se ha
tenido tradicionalmente por arabismo.
Según observa Corominas, sin embargo, saqr no pertenece a una raíz
árabe conocida y la forma del vocablo en castellano indica que no se trata de un
arabismo puro. Por otra parte, ya en Virgilio se documenta el adjetivo sacer
'sagrado' referido al azor (tal vez a causa de su relación con los augurios) y se sabe
que fueron numerosos los préstamos que el árabe tomó del bajo latín en la

1. Véase sacrón en Gamarra, Cien años, 181 y Sofocleto al pie de la letra, pág. 57.

2. Mi Manuel, pág. 249; véase "sacrona maña" en íd. íd. 65. En una letrilla afirma Don
Manuel: "sacre llamaré al sacre" (Letrillas, pág. 104).

3. Hacia el gran diccionario de la lengua española, s. v.

4. Diccionario de peruanismos, s. v. (registra sacre y el doble aumentativo sacronazo,


pero no la forma intermedia sacrón). Sacre, con los sentidos de 'tacaño' y 'abusivo', se
conserva en el español de Piura (véase Puig, Breve diccionario folklórico piurano, s.
v.).

5. El padre Vargas documenta la forma femenina sacronaza [sacronasa] en un Listín


limeño de toros de 1829 (véase Glosario de peruanismos, s. v.).

6. Tampoco, a lo que parece, en el Ecuador. En el centro de ese país se usa el verbo


sacrar 'arrebatar codiciosamente lo ajeno' (véase Toscano Mateus, El español en el
Ecuador, pág. 448).

7. Véase Pulgar Vidal, Diccionario de huanuqueñismos, s. v.

8. Se documenta ya en el siglo X.

época preislámica. Es probable, pues, que el castellano y las demás lenguas


románicas hayan tomado el término del bajo latín, directamente o a través del
árabe; la sustantivación del epíteto debe de haber sido posterior 1.
Por predominio de la idea de 'rapacidad' implícita en la de 'ave de presa',
sacre desarrolló en germanía el sentido figurado de 'ladrón' 2, que pasó luego al
castellano general y fue corriente hasta el siglo XVIII 3.

388  
El clérigo Larriva, antes servil adulador de Bolívar, tiene en mente
todavía esa acepción cuando —ya ido el Libertador—juega con el limpio apellido
de Antonio José de Sucre en una calumniosa letrilla que titula, precisamente, "El
Sacre" 4:
"Todo el lujo alto-peruano
se lo ha llevado el demonio.
No ha sido el demonio, miento,
que ha sido don José Antonio".

El actual uso peruano y ecuatoriano de sacrón con el sentido de 'sablista'


o codeador (véase codear) implica, pues, cierta debilitación semántica con
respecto al primitivo sentido figurado de 'ladrón'.

SAL

En castellano tiene tradición el uso metafórico de sal 'agudeza, donaire,


gracia', así como también el de salado 'ingenioso, gracioso'; salada y resalada son
piropos usuales en España.

En el Perú, Ecuador, la América Central, Antillas y Méjico sal tiene, en


cambio, el sentido figurado de 'mala suerte, infortunio, desgracia'; salado o salada
se aplica a la persona desafortunada, perseguida por la fatalidad o la mala suerte 5.
Equivalente, con

1. Diccionario crítico etimológico, s. v. sacre.

2. Así en Rinconete y Cortadillo: "ese judío también, dijo Monipodio, es gran sacre..."
(en Fernández Gómez, Vocabulario de Cervantes, s. v.).

3. Véase Ruiz Morcuende, Vocabulario de Moratín, s. v.

4. En BCP 9*, págs. 92-98.

5. En Cuba se dice también saleta por salado; allá y en otras regiones coexisten en
salado los sentidos antagónicos de 'gracioso' y 'desgraciado'.

matiz intensivo, de sal es salazón 1, lo mismo que salitre como adjetivo lo es de


salado; en replana sustituyen a sal y salado, respectivamente, la palabra
encubridora cal y la expresión nominal sal de soda 2. Consiguientemente, el verbo
salar ha desarrollado en las regiones mencionadas el sentido de 'traer o acarrear
desgracia'; en uso pronominal salarse equivale a arruinarse, 'cargarse de mala
suerte', 'caer en el infortunio' 3.

389  
El origen de estos usos americanos 4 parece estar en la costumbre
colonial (con antecedentes medievales) de cubrir con sal o sembrar de sal los
solares donde habían estado las casas mandadas arrasar por la Corona o por la
Inquisición, como castigo por traición o herejía. El Inca Garcilaso relata lo que
sucedió después de la derrota de Gonzalo Pizarro:
"A Piçarro condenaron a cortar la cabeça por traidor, y que le derribassen las
casas que tenía en el Cozco y sembrassen de sal y pusiessen un pilar de piedra,
con un letrero que dixesse: Estas son las casas del traidor de Gonçalo Piçarro" 5.

La acepción de 'manchar, deshonrar' que tiene en Honduras y Cuba el


verbo salar 6 viene sin duda de este castigo y representa un grado intermedio del
proceso semántico desarrollado en América. No parece, en cambio, tener relación
con los usos de sal 'mala suerte' la difundida creencia en que la sal derramada
acarrea desgracia. Hubo tal vez en el origen de esta superstición, como en el de
tantas otras, un motivo pragmático: la sal era muy cara 7 y había que evitar su
desperdicio, aunque fuera inculcando temor.

Otro interesante uso peruano se desprende del de sal 'mala suerte': es el


de piña 'infortunio', y también (sin flexión genérica) 'infortunado'. La explicación
está en el uso de la expresión piña de sal por bloque de sal gema, porque sus
aristas recordaban la cáscara

1. En Cuba se registra la variante salación.

2. Véase Bastos, Argot, págs. 50 y 66 (sal de soda por sosa es peruanismo).

3. En Cuba también, específicamente, 'lastimarse' y 'perder en el juego'.

4. Véanse ejemplos peruanos de salado en Camino Calderón, Diccionario folklórico,


pág. 161; salar en íd. íd. 174; salitre 'desgraciado, fatal' en Sofonetos, pág. 69.

5. Comentarios Reales, libro V, capítulo XXXIX (tomo I, pág. 263 de la edición


Rosenblat; entre comillas en el texto original lo que está en cursiva).

6. De la cual sale, a su vez, la colombiana de 'sobornar, cohechar'.

7. Recuérdese que salario es etimológicamente 'ración de sal' usada como pago en


especie por el trabajo realizado.

de la fruta americana llamada piña o ananás 1. Una vez consolidada la expresión


piña de sal, ella sirvió como término de comparación para alimentos demasiado
salados (hasta hace poco se podían oír frases como "esta sopa está como una piña
de sal" o "hecha una piña de sal"). Luego se abrevió la expresión en una piña ("la
sopa está como una piña" o "hecha una piña"). El modismo así fijado intriga, pues
la piña americana —como toda fruta— puede ser dulce o ácida, pero nunca
salada.

390  
Hecha ya piña equivalente de sal como imagen visual, el paso siguiente
consistió en que piña asumiera también los peculiares sentidos figurados de sal.
¡qué piña! equivale a ¡qué mala suerte! Como equivalente de salado 'infortunado'
se usa el mismo piña o su derivado piñoso: "¡qué piña eres!", "es muy piñosa",
etc.

El proceso semántico, aunque laborioso, parece completamente claro.

SÓFERO

En nuestra habla familiar sófero tiene el sentido de 'muy fuerte,


tremendo', referido sobre todo a golpes y caídas; el uso se documenta ya en la
comedia de Segura Ña Catita, estrenada en 1856 2. El Diccionario de
peruanismos de Arona incluye así el término:
"Sófero. Adjetivo que casi siempre precede 3 para encarecer, a los sustantivos
golpe, pisotón, etc. '¡Se ha dado un golpe sófero!' dicen las madres; ¡un pisotón
sófero'. En femenino, sófera, casi no se oye, porque hay pocos sustantivos de este
género que den idea de un golpe recio".

1. Implica una imagen semejante la expresión piña de plata (con sus variantes plata de
piña, plata en piña, plata piña) usada en nuestra minería con el sentido de 'bloque de
plata a medio fundir' (véase Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs. 203-206 y
Léxico de Bolívar, 582-584).

2. Véase "el ataque ha sido sófero" en el acto II, escena XIV (en Comedias, II, pág. 47).
Pero sófero aparece ya en el Drama de los Palanganas, de 1776: "Le fingía [Amat]
cuentos imposibles, y el otro [su asesor] le envainaba algo más sófero..." (pag. 80 de
la 2.a edición Sánchez).

3. Pero que, contradictoriamente, en los ejemplos que da a continuación Arona, no


precede sino sigue al sustantivo.

Contrariando lo dicho por Arona acerca del escaso uso en femenino, las
Crónicas de Corrales abundan en sóferas patadas y sóferas calenturas ['iras'] al
lado de sóferos garrotazos y sóferos secos ['golpes'] 1; el Glosario incluido como
apéndice explica:
"Sófero. Es algo así como mayúsculo. Es una palabra exagerativa del argot para
ponderar la intensidad de algo, generalmente pasiones, defectos, necesidades,
apetitos, sufrimientos, etc. Se dice tengo un hambre sófero 2, le dio un sófero
puñetazo, tiene una pécora 3 sófera".

Sófero parece resultado de inversión silábica —procedimiento típico de


la jerga— y posterior alteración de feroz (pronunciado, como es general en
América, ferós) en sus usos figurados de 'tremendo, atroz'. La forma resultante

391  
podría haber sido (aparte de un inicial *rosfe) un grave *sófer o un agudo *sofer.
El hecho de que haya prevalecido el esdrújulo sófero (la vocal añadida
corresponde al morfema de género) da idea de la importancia de la tendencia
esdrujulizante en el habla popular y semiculta, a causa del prestigio de los
cultismos esdrújulos 4.

Pero el esdrujulismo desempeña en la replana una función que trasciende


lo antedicho y está más bien en relación con el papel subjetivo y expresivo de la
jerga, tan importante como su función críptica. El mundo del delincuente está
lleno de tensiones, que se agudizan en el momento de la comisión del delito; la
deformación léxica, como todo juego verbal, intenta aliviar esas tensiones. En la
replana las palabras sustitutas o encubridoras tienden a ser esdrújulas no solo
porque los esdrújulos son escasos en español y corresponden a palabras sentidas
por el pueblo como "especiales", sino también porque hay en el esdrújulo, a causa
de este carácter de excepcional, un filón de humorismo que ha sido explotado por
diversos poetas satíricos, Caviedes entre ellos.

1. Págs. 59, 76, 94 y 100. Véase sófero quiñe ['golpe'] en Sofocleto en dos
columnas, pág. 75.

2. En el habla peruana la palabra hambre tiene género masculino.


3. Pécora es 'suciedad y mal olor de los pies' (véase antes pezuña).

4. A acción de dicha tendencia se deben las formas semicultas o vulgares


ópimo, ígnaro, óboe, anófeles, paralelógramo, záfiro, intérvalo, telégrama,
cófrade, úcase, méndigo (que incluye el DRAE 2001 con el sentido
mejicano de 'infame'). Y también otras ya aceptadas, como variantes, por la
Academia: cónclave, médula, várice, íbero, dínamo, cántiga, pábilo, bímano,
exégeta, ícono.

Así, el sustituto de oro es en replana orégano; el de plata 'dinero',


plátano; el de comisaría, cómica (aquí el sentido de la palabra sustituta coadyuva
al desahogo de la tensión); el de tono 'fiesta, baile', tónico; el de pie, piélago; el de
tombo 'policía' (inversión silábica de botón), tómbola. Jugando con nombres de
pila y apellidos —otro recurso favorito de la jerga— brigada (policial) es brígida
y comer es cómena. Aparte de estos casos (que solo implican la elección de un
esdrújulo ya existente en la lengua para sustituir otro término) hay que anotar las
formaciones caprichosas que sucumben a la atracción del esdrújulo. Por ejemplo,
cáncamo por cigarrillo, reforzado a veces en cáncamo fremántico o cáncamo
fumatélico (el cigarrillo cumple un papel importante en la tensión de la espera, y
aun durante la comisión del delito, siempre que su humo no sea delator); clísori
por lugar, rúcano por sol (moneda peruana), párcero por amigo, cuádrilo por
maldición y muchísimos otros.

392  
El matiz humorístico del esdrújulo se manifiesta igualmente en
expresiones populares como la encomiástica (hoy poco usada) de príquiti o de
príquete 1 (reforzada a veces en de príquiti mangansúa). La deformación
esdrujulizante es recurso favorito de nuestros humoristas 2.

En el caso de sófero, su probable origen jergal explica en parte el


innegable matiz humorístico y afectivo de este término del habla familiar peruana,
que va cayendo en desuso entre los jóvenes.

SOROCHE

Esta es una palabra de oscura etimología. Algunos quechuistas han


relacionado soroche o suruchi con surunpi 'conjuntivitis producida por el reflejo
del sol sobre la nieve' 3; otros derivan soroche

1. Véase de príquete en las Crónicas de Corrales, págs. 57, 146, 268.

2. Véase, por ejemplo, en las mismas Crónicas de Corrales, fráquete por frac, relójete
por reloj y revuélcate por revólver (págs. 6, 138; 224; 46, 177 y 224, respecti-
vamente); macábrica por macabra en Blume, Sal y pimienta, 128.

3. Véase çurumpini y surumpihuan 'deslumhrar' en el Vocabulario de González


Holguín, págs. 89a y 332b (surumppaatha 'deslumhrar' en el aimara de Bertonio, pág.
329b de la Segunda Parte). Surumpi viene de súruy 'destilar, gotear' y, por extensión,
'llorar' (véase suruni 'destilar, gotear' en el Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás,
pág. 354).

de sorja o çurka 'viscera, pulmón' 1. Pero en ambos casos queda sin explicar el
terminal -che, que no parece morfema quechua.

Soroche 2 es hoy, en el Perú y otros países de Sudamérica, equivalente


de mal de altura, es decir, el malestar causado por el aire enrarecido de cordilleras
y punas. Asorocharse o sorocharse (como también apunarse) es sufrir dicho
malestar 3.
Sin embargo, asorocharse fue antes sinónimo de envetarse 'intoxicarse
por las emanaciones de una veta de mineral'. Una carta publicada por el Mercurio
Peruano en 1792 explica así el origen del uso:
"Todas las personas que viajan en la cordillera, padecen unos cansancios
extraordinarios y están acometidos de dolores de cabeza, de náuseas y
desalientos, que se han atribuido generalmente a las emanaciones de las
innumerables vetas que cruzan estos elevados cerros. Esta preocupación
envejecida hizo imaginar que los minerales que se vaporizan a un grado de calor
moderado podían igualmente volatizarse a la temperatura en que se hallan de
ordinario, y este error es sin duda el motivo por que llamamos asorochados o
pasados de vetas a los que están afectados de estas dolorosas sensaciones" 4.

393  
Un siglo después Arona hacía todavía un paralelo entre las parejas
sinónimas soroche-asorocharse y veta-envetarse. Pero Palma diferenciaba
asorocharse de apunarse porque, aunque los efectos eran semejantes, las causas
del malestar eran distintas 5.

Asorocharse y soroche estaban estrechamente asociados a vetas y


minerales porque el sentido original de soroche fue el de 'mineral de baja ley'. Ya
en las Ordenanzas de Minas del virrey Toledo hay disposiciones sobre el metal
"pobre que llaman zoroche, que solamente

1. Véase çurca en el Lexicón de Santo Tomás, pág. 278 y en González


Holguín, ob. cit. 89a y 646a. En el Diccionario quechua moderno de Lira,
surk'a.
2. La variante sorocho tiene regular extensión americana; en La Rioja,
Argentina, se documentan sorochi y sorocho como variantes de soroche.

3. Por posterior evolución semántica sorocharse o asorocharse es hoy en


Chile 'ruborizarse' (soroche es también 'rubor'). En Arequipa asorocharse ha
llegado a tomar el sentido de 'acobardarse'.
4. Tomo V, págs. 137-138.

5. Véanse, respectivamente, Diccionario de peruanismos, s. v. y Neologismos


y americanismos, s. v.

sirve de liga en las fundiciones" 1. El padre Cobo se refiere igualmente al


"zoroche, que es metal plomizo [...]. Suele ser pobre y de poca ley" 2. En la
Relación correspondiente al cerro de Potosí se habla de una "loma de soroche", de
"minas y soroche" y de "soroche rico"3; el Diario de Lima de Suardo se refiere
(en 1630) a los "metales soroches" de Potosí 4.

Hoy, en Bolivia y Chile, se llama soroche a la galena (sulfuro de plomo


argentífero). En algunas partes de la Argentina se usa soroche como adjetivo
sinónimo de gris (tal como entre nosotros plomo, ploma), a causa del color de la
galena 5.

SUCUCHO
En casi toda la América hispana, incluido el Perú, se usa sucucho o
socucho (en Méjico también socucha) con el sentido de 'cuartucho miserable o
lóbrego, chiribitil, cuchitril, zaquizamí, tabuco' 6. En algunas regiones sucucho
tiene los sentidos próximos de 'mazmorra, calabozo', 'rincón oscuro de una
habitación' y 'escondrijo': en Bolivia sucuchear es 'ocultar, esconder'.

394  
La etimología de sucucho no está claramente establecida. Arona 7 (como
Lenz en un principio) relacionaba el término con el quechua k'uchu 'rincón,
esquina', dejando sin explicar la partícula inicial so- o su-, que no es morfema
quechua.

Corominas da como primera documentación castellana del

1. Sebastián Lorente, Relaciones de los Virreyes y Audiencias que han


gobernado el Perú, I, pág. 313; véase también íd. íd. 283, 338, 344.

2. Historia del Nuevo Mundo, ed. BAE, I, pág. 145b.

3. Relaciones geográficas de Indias, edición de Marcos Jiménez de la Espada,


tomo II, págs. 90, 91 y 106. Cfr. t. Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs.
195-196 y Léxico de Bolívar, pág. 570-571).
4. Pág. 79.

5. A pesar de la coincidencia formal, no parece estar en relación directa con


soroche el colombianismo (Riohacha: llega hasta los Andes de Venezuela)
zorocho por pintón 'no maduro', que probablemente se debe a alteración de
zorollo 'medio verde' (referido a la mies); en esta alteración puede haber
habido influencia indirecta de soroche, en su variante sorocho.

6. Véase sucucho en Segura, Artículos, pág. 5 y Seoane, Hombres y rejas, pág.


245.

7. Diccionario de peruanismos, s. v. 398

término (con la grafía zucucho) el Diccionario marítimo español de Fernández de


Navarrete (1831), que lo define así:
"... cualquier rincón estrecho [...] que se cierra con mamparos o queda
comprendido dentro de una litera o camarote..." 1

Pero socucho se documenta ya en 1816, en una obra que se ha


considerado como precursora de la novela hispanoamericana: El Periquillo
Sarniento del mejicano Lizardi. Un pícaro alecciona al protagonista, candidato al
oficio, sobre la vida que le espera como cómplice de tahúr y el ambiente en que
tendrá que actuar:
"Los arrastraderitos 2 son esos truquitos 3 indecentes e inservibles que habrás
visto en algunas accesorias 4. Estos no son para jugar, porque de puro malos no se
puede jugar en ellos ni un real, pero son unos pretextos o alcahueterías para que
se jueguen en ellos sus albures y se pongan unos montoncitos miserables. En
estos socuchos juegan los pillos, cuchareros 5 y demás gente de la última broza"6.

El Pequeño vocabulario anexo a la obra, al parecer elaborado por el


autor, define así

395  
"Socucho o sucucho. Pieza larga y muy angosta, que no pudiendo habitarse por
no prestar comodidad para amueblarse convenientemente, solo sirve como de
bodega o prisión provisional" 7.

Aparte del uso marítimo señalado por Fernández de Navarrete, sucucho


o socucho no se conoce hoy en España, con excepción de Galicia. La gran
extensión americana de la palabra y su uso fuera del ámbito del lenguaje marinero
abonan la hipótesis de que se trata de uno más entre los tantos marinerismos en
tierra que singularizan el léxico hispanoamericano frente al peninsular.
Descartando la endeble etimología quechua, Corominas cree que
sucucho o socucho tiene origen vasco 8. El étimo sería entonces

1. Véase Diccionario crítico etimológico, s. v. socucho.

2. En Méjico 'garitos paupérrimos'.


3. En Méjico 'cafés de ínfima categoría'.

4. En el sentido de 'habitación de la planta baja con entrada independiente'.

5. En jerga mejicana 'ladrones, rateros'.


6. Pág. 124.

7. Pág. 427.

8. Es conocido el importante papel que desempeñaron los vascos en la


creación y desarrollo de la marinería española.

zokotxo (tx es grafía equivalente a ch), diminutivo de zoco 'rincón'. El cambio


zococho > zocucho se explicaría por influencia analógica de los diminutivos
castellanos y gallegos acabados en -ucho; el subsiguiente paso de socucho a
sucucho podría deberse a asimilación. La sustitución de la grafía z por s resulta
natural tratándose de un término usado en tres hablas seseantes:
hispanoamericana, gallega y bilbaína.

SUERTE

En el Perú y parte de la América Central se usa suerte como equivalente


de lotería. Sacarse la suerte equivale a sacarse la lotería, obtener un premio en
dicho juego; suertes (también números) son los billetes de lotería; quien los
vende, antiguamente por pregón callejero, recibe el nombre de suertero o
suertera.

396  
Suerte por lotería tiene más de dos siglos de uso en el Perú1. En el
artículo titulado Vida de muchos o una semana bien empleada por un currutaco
de Lima, que publicó Terralla (en el Diario Erudito) hacia 17()0, se lee: "... eché
una suerte y compré una estampa de San Ramón..." 2. Un artículo publicado en el
Mercurio Peruano de ese año proporciona la siguiente información:
"Solo el ramo de Suertes, que antes era un juego pobre y limitado, y ahora es un
remedo de las grandes Loterías de Europa, hace circular todas las semanas dos o
tres mil pesos" 3.

Días después el mismo periódico inserta una divertida carta "sobre los
gastos excesivos de una tapada", cuyo marido se queja de que

1. En algunas zonas del interior del país suerte es 'porción de tierra que se
destina al cultivo'; en Andalucía y Navarra 'porción de tierra comunal
obtenida por sorteo'; está sin duda en relación con estos usos (que tienen
antecedentes en latín) el nicaragüense —histórico— suerte 'cierta medida
agraria'.
2. Reproducido en Palma, Tradiciones, pág. 721. Véanse otros usos de suerte
por Terralla en Lima por dentro y fuera, págs. 65 y 219-220: "Hay una
lotería todos los lunes [...] y cada suerte cuesta un real". Véase el plural
suertes 'billetes de lotería' en González Prada, Letrillas, pág. 50.

3. Tomo I, pág. 96.

"a todo asentador de suertes1 que pasa por casa (las pocas horas que habita en
ella) se le llama, y después de un buen rato de chacota sobre las suertes pasadas,
presentes y futuras, salimos con quatro números a lo menos, que a razón de otros
tantos suerteros ya son ocho pesos al mes..." 2.

Esta carta no podía quedar sin respuesta: otra tapada sale en defensa del
gremio; indignada, acusa a su marido de derrochar el dinero que a ella escatima:
"No hay rifa de caballos, hebillas, reloxes, etc. en que no entre; y al mismo
tiempo hunde la casa a gritos si yo me atrevo a echar una suerte en vaca" 3.

En nota se aclara que "el contingente que se arriezga [sic] para jugar una
acción en las suertes es de un real: quando se divide este valor entre dos sugetos
se llama hechar [sic] una suerte en vaca".

Sobre el origen de esta expresión tiene Palma una hipótesis. En época


del Virrey Abascal se concedió la administración de la Lotería de Lima
(establecida alrededor de 1780) a don Gaspar Rico y Angulo, dudoso personaje a
quien Larriva satirizó en La Angulada. El administrador puso un letrero con una
cabeza de bovino pintada y la inscripción A la fortuna, por los cuernos; era por
ello usual decir, según Palma, "un cuerno para ti y otro para mí" cuando se

397  
compraba un billete a medias. Esta curiosa asociación entre fortuna y vaca 4 se da
también en una copla que circuló en Lima y que cita Palma:
"Fortuna no vi ninguna

cual la de este caballero,

porque lo hizo su ternero

la vaca de la fortuna".

En cuanto a la grafía suerte en baca, "con b de burro", se originó, según


el tradicionista, en la peculiar ortografía de un pintoresco suertero del siglo XIX,
apodado Chombo el Dichoso. Palma

1. Véase la expresión análoga asentador de lotería (ambas parecen más o


menos equivalentes de suertero) usada por Larriva en Odriozola,
Documentos literarios, tomo II, pág. 77.

2. Tomo I, pág. 113.


3. Íd. 163-164.

4. Palma deduce: "Siendo del género femenino la fortuna, es claro que la ca-
beza pintada era de vaca y no de toro".

concluye: "los suerteros (y no sorteros, como alguien ha sostenido que debe


decirse) no están obligados a corrección ortográfica" 1.

Suertero se usa en Guatemala con el mismo sentido que en el Perú 2. En


gran parte de América (Argentina, Uruguay, Chile, Ecuador) y en Navarra, en
cambio, suertero es 'afortunado' y equivale, por tanto, al suertudo del Perú 3, al
sortario de Venezuela y al suertoso del Ecuador.

TACHO

En el habla familiar de gran parte de América tacho es 'vasija, recipiente'


de diversos materiales, formas.y usos. En el Uruguay, Paraguay y la Argentina
tacho es 'recipiente de hojalata' (se usa en Andalucía como 'cubo o balde usado
para fregar pisos'). En Chile y Bolivia tacho se aplica a ciertas vasijas de hojalata,
cobre o barro; en Arequipa y Cuzco es 'cántaro de arcilla', 'porrón'. En Cuba,
Santo Domingo y Guatemala —también en Argentina y Bolivia— tacho es la
paila en que hierve el melado para la elaboración del azúcar (el uso llega hasta las
Filipinas). Además, en Chile, Bolivia, él interior argentino, Uruguay y el norte del
Perú (Cajamarca, Lambayeque, Trújillo); tacho es él recipiente de metal, con pico,
tapa y asa, en que se hierve el agua 4, llamado en Lima, ambiguamente, tetera, en
Arequipa calentadora 5 y en la mayor parte de la Argentina pava.

398  
1. Tradiciones, págs. 931-932; véase también Neologismos y americanismos, s. v. Cfr.
[suerte] en baca en Segura, Artículos, pág. 39 y Ña Catita, acto I, escena VII (en
Comedias, II, pág. 23):

2. Vallejo dignifica poéticamente el peruanismo: ''El suertero qué grita La de a mil /


contiene no sé qué fondo de Dios [...] ¡por qué se habrá vestido de suertero / la
voluntad de Dios!" (Obra poética, pág. 109).

3. Véase suertudo 'afortunado' en Vargas Llosa, La casa verde, págs. 38, 51, 309. Se ha
criticado el uso de suertudo 'afortunado' en la Argentina (véase Forgione, Lo que no
debe decirse, págs. 239-240).

4. Tacho es además 'sordo' en Tacna y 'retaco' en Loreto. El uso, también loretano, de


tacho por ñato (véase esta voz) se explica tal vez por metátesis de la forma general
chato.

5. Cfr. calentadora en Reynoso, En octubre no hay milagros, págs. 109, 110, 111, 113.

Con este sentido se documenta la palabra tacho a fines del siglo XVIII.
El asturiano Carrió de la Vandera, autor de esa joya de la literatura colonial que es
El lazarillo de ciegos caminantes, critica, en su Reforma del Perú (1762), el abuso
que aquí se hacía de la hoy olvidada yerba mate:
"Si en un lugar como Lima se consume inútilmente una tan crecida cantidad [más
de cien mil pesos anuales], en donde solamente no contamos más de diez mil
materos, incluso frailes, monjas y viejas. ¿A cuánto ascenderá en la sierra donde
hay hombre y mujer que continuamente tiene el tacho sobre el brasero y una
criada destinada para cebar mates?" 1.

Un siglo después, según informa Arona, tacho ya no se usaba en Lima,


ni en este sentido ni en ningún otro. Actualmente se emplea de nuevo referido
específicamente, como en la Argentina, al recipiente de basura 2. Por eso
sorprende qué el costumbrista limeño Adán Felipe Mejía, el Corregidor, escriba
añorando el buen café casero:
"El tacho de agua hervida estaba listo. Y se vertía, poco a poco, agua caliente
dentro de la cafetera de hojalata..." 3.

¿Osmosis doméstica? Mejía fue casado con una dama trujillana.

Entre los derivados de tacho está el femenino tacha 'paila para hervir
melado' usado en Venezuela y Méjico; su diminutivo tachuela 4 es en Méjico,
Colombia y Cuba 'cazuela o escudilla de metal' y se aplica sobre todo (en
Venezuela y Méjico) a la 'tacita o escudilla usada para servir el agua del tinajero o
filtro'; en Cuba tachuela es una pieza del hornillo de alcohol (véase ron en este
volumen). Tachero es, según el sentido que en cada lugar se dé a tacho, el obrero
encargado de cuidar la paila del melado o el hojalatero; en la Argentina tachería
es sinónimo de hojalatería y tachudo de suertudo (véase antes suerte). Se

399  
documenta también, en este país, la formación humorística tachómetro por
automóvil desvencijado y reloj.

1. Pág. 90; véase también íd. íd. 91.

2. Véase tacho de basura en Vargas Llosa, La ciudad y los perros, 231 y La casa verde,
46, 406. Tachitos es una marca comercial peruana de bolsas para basura. Véase tacho
de basura en Cortázar, Rayuela, 16, 21, 245 y Las armas secretas, 172; tacho del
agua sucia en Final del juego, 181.

3. Ayer y hoy, pág. 24.

4. Palabra por supuesto diferente de tachuela 'clavo corto'.

En cuanto a modismos, irse al tacho es 'arruinarse', 'morirse' en la


Argentina 1 y Brasil (también en Pamplona); en Arequipa irse al tacho colorado
equivale a irse al infierno. En la Argentina echar o mandar al tacho a alguien es
'desahuciarlo, quitarle toda esperanza', mandarlo al diablo o 'matarlo'. En Chile
pasar las penas del tacho es 'pasar penalidades'; curiosamente, estar como un
tacho, o fundido como un tacho, es 'estar muy mimado y consentido'. Tener
asiento de tacho es en Méjico 'hacer visitas largas e importunas'.
Corominas cree que tacho viene del portugués tacho 'vasija de metal
poco honda' 2 documentado desde principios del siglo XVII; se basa en el
desarrollo, coincidente en parte, de tacho en ambas lenguas. Así, en Portugal
tacho es 'sopera'; tacha es en el Brasil 'paila usada en la preparación del azúcar' y
tacheiro el obrero a cargo de ella; tacho se aplica figuradamente al 'reloj que no
camina' o al 'piano mal afinado' (en Buenos Aires tacho es 'orquesta típica
mediocre', por el sonido chirriante de sus instrumentos 3). Tachada es en el Brasil
'contenido de un tacho'; en gíria, jerga carioca, el plural tachos significa 'dinero'.
En la misma jerga la expresión foi pro tacho, literalmente 'se fue al tacho', tiene
los sentidos figurados de 'se arruinó', 'se murió'.
Tacho 'cántaro' es, por otra parte, un temprano castellanismo del
quechua; por eso algunos lexicógrafos lo dan como quechuismo en castellano.
Pero ningún vocabulario quechua antiguo registra tacho como palabra de esa
lengua. El Lexicón de Santo Tomás incluye siete diversos nombres de cántaros,
ninguno de los cuales es tacho; tampoco está entre los seis que da González
Holguín ni entre los cinco que consigna Antonio Ricardo.

Situación análoga se presenta en aimara: tacho no aparece entre los


cuatro nombres de cántaros que consigna el Vocabulario de Bertonio.

1. Véase [irse] al tacho 'morirse' en Cortázar, Rayuela, 407; "de golpe cuatro enfermos
al tacho" en íd. íd. 361.

400  
2. A su vez de origen incierto, quizá debido a metátesis de chato (véase Corominas,
Indianorománica en RFH VI, N.º 2, págs. 164-165 y Diccionario crítico etimológico,
s. v.).

3. Véase Borges, El lenguaje de Buenos Aires, págs. 58-59.

TAMBO

Tambo viene del quechua tanpu, que en la organización incaica


designaba un gran recinto destinado a almacén de armas y provisiones para el
ejército en campaña; el tanpu hacía las veces de real posada para el Inca y su
séquito 1.
Los cronistas se refieren a los tambos como a "casas", "ventas",
"mesones", "posadas", "casas de hospedería", "casas reales", "hosterías reales",
"alojamientos de los soldados" o "depósitos". La palabra más usada para
describirlos es la genérica aposento; dice, por ejemplo, Pedro Pizarro:
"Tambo llaman estos indios unos aposentos que en todas las provincias y pueblos
tenian, que eran unos aposentos grandes que ellos tienen hechos por mandado del
Inga para en que se aposentase cuando pasase por su tierra, o para sus capitanes o
gobernadores..." 2.

Pero entre los términos usados para describir el tambo incaico también
figura muchas veces la palabra palacio. Dice, entre otros cronistas, Pedro
Gutiérrez de Santa Clara:
"... tenían estos yndios y señores Yngas [...] vnos palacios o apossentos muy
grandes y bien hechos y labrados de cantería, y en otras partes donde no avía
piedras se hazían de adobes o de tapias, que se llamauan los tales palacios
tambos, y en estos apossentos se aluergauan los Yngas y toda su corte algunos
tiempos del año" 3.

Garcilaso cita a Zarate cuando cuenta que los tambos que mandó hacer
el Inca Huaina Cápac eran "palacios de muy grandes anchuras, y aposentos donde
pudiesse caber su persona y casa, con todo su exército" 4. López de Gomara
menciona, a su vez, "unos grandes palacios, que llaman tambos, donde se albergan
la corte y ejército de los ingas; los cuales están bastecidos de armas

1. Veáse tanpu o tampu 'posada, mesón' en González Holguín, Vocabulario, págs. 337a,
587b; 638b, 690a; tampucamayoc 'mesonero' en íd. íd. 337a, 587b; 690a.

2. Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú [1571], pág. 141.

3. Historia de las guerras civiles del Perú [1544-1548], III, pág. 546. Tambos subrayado
en el texto.

4. Comentarios Reales, libro V, capítulo VIII (tomo I, pág. 239 de la edición Rosenblat).

401  
y comida y de vestidos y zapatos para los soldados, que los pueblos comarcanos
los proveían de obligación" l. Cieza de León describe asimismo "tambos o
palacios reales [...] todos hechos de piedra" 2.

La idea que, según la historia, tenemos del tambo incaico —construcción


amplia pero sencilla y aun rudimentaria— no está de acuerdo con la imagen de los
palacios renacentistas con que los cronistas citados parecen compararlo. Pero hay
que tener en cuenta que hasta el siglo XVII palacio podía entenderse en castellano
como dos cosas distintas: 'vivienda real o principesca, con muchas habitaciones y
dependencias' y también 'habitación en la planta baja de una casa'. El último
sentido, anticuado en la lengua general, se conserva en el castellano arcaico de los
judíos de Marruecos y en algunas hablas regionales de la Península 3; este es sin
duda el significado con que los historiadores y cronistas mencionados usan la
palabra palacio para describir el tambo incaico.

Durante la colonia tambo se usó con el sentido de 'venta, posada,


parador' 4. Hoy es en el Perú 'tiendecita rural pobre', situada en el recinto o en las
afueras de una hacienda. En la Argentina y Uruguay es 'vaquería' (en lunfardo,
'prostíbulo'). En el Paraguay 'palenque, bramadero'; en Atacama el nombre se
aplica a los antiguos cementerios indígenas.

Parece que tambo se usó también en el Perú con el sentido figurado de


'reunión bulliciosa, especialmente de negros', que mantiene todavía su derivado
tambarria 5 cuyo uso llega, por extensión tardía, hasta los Andes de Venezuela.
Tambero 'posadero,

1. Historia general de las Indias [1552], en BAE XXII, pág. 277b.

2. Crónica del Perú, en BAE 26, pág. 429b.

3. Américo Castro sostenía que este sentido restringido de palacio se debía a calco
semántico del árabe qsar (que dio, con el artículo prefijado, alcázar), el cual tenía los
distintos sentidos de 'vivienda principesca' y 'habitación de las mujeres' (España en su
historia, págs. 67-68). Pero en la refundición de dicho libro con el título de La
realidad histórica de España eliminó este ejemplo de influencia arábiga en la lengua
y cultura de la Península.

4. Véase el uso en Concolorcorvo, El lazarillo de ciegos caminantes, págs. 17, 18, 19,
299 y 306; una referencia a los tambos como hospederías coloniales en Gálvez,
Calles de Lima, pág. 130.

5. Cfr. tambarria por jarana en Palma, Tradiciones, pág. 898; López Albújar,
Matalaché, pág. 84 y De la tierra brava, 34; Camino Calderón, Diccionario
folklórico, 109, 170.

ventero' se documenta en el-Perú'desde el siglo XVII 1; el término, también se usó


para referirse a esclavos aficionados a jaranas, tambos o tambarrias. Hoy en el

402  
campo argentino se llama ganado tambero al manso, y tambera a la ternera o vaca
joven que aún no ha parido.
En cuanto a expresiones y modismos, Santamaría da como peruana la
frase tambo de tíos, equivalente de tambarria. Del tumbo al tambo (con las
variantes del timbo al tambo y del tambo al timbo) es modismo usado en Cuba,
Colombia y Venezuela 2; equivale a de la Ceca a la Meca.

TARRO

Tarro, originalmente 'vaso de barro vidriado', es palabra de étimo


incierto (tal vez en relación con el latín terra, por el material empleado) común
solo al castellano y portugués entra las lenguas románicas. El nombre se extendió
a recipientes de diversos tamaños y formas, especialmente a aquellos más altos
que anchos, cilíndricos o de caras rectangulares 3.

A fines del siglo XIX se documenta en el Perú y Chile la expresión, en


principio humorística, tarro de unto como designación del sombrero de copa alta
llamado en España chistera. Según José Toribio Medina 4, el uso chileno se
explicaba por la forma cilindrica común al sombrero de copa y a los envases en
que se vendía betún para calzado, que en Chile se llama, corrientemente

1. Véase el Diario de Lima de Suardo (1629-1634), pág. 206 y también Conco-lorcorvo,


ob. cit. 306. Hubo en la Lima colonial un célebre Tambillo que mienta Suardo (ob.
cit. págs. 4 y 28); parece haber sido también muy conocido el Tambo de la Huaquilla
mencionado en el Diario de Lima de los Mugaburu (1640-1694), pág. 159. Véase una
referencia a la Calle del Tambillo en Gálvez, ob. cit. pág. 105.

2. Del tumbo al tambo se documenta ya en Bolívar (cfr. Hildebrandt, La lengua de


Bolívar, pág; 219 y Léxico de Bolívar, págs. 600-601 ). Véase también Rosenblat,
"Los venezolanismos de Martí" en Revista Nacional de Cultura, N.º 96, págs. 32-53,
s. v. tambo.

3. Véase tarro de basura en Brycé, Un mundo para Julius, pág. 107 (cfr. tacho). En el
Perú cara de tarro es aquella larga pero no afilada y leche de tarro ('leche enlatada')
equivale a leche evaporada (véase leche de tarro en Sofocleto en dos columnas, pág.
46). En lengualenguaje vulgar tarro es 'trasero femenino'.

4. Chilenismos, s. v.

nulo 1'. Por su parte Arona cuenta que los mataperros limeños solían molestar a
los transeúntes elegantes a la vez que se justificaban burlonamente a voces:
"¿Por qué asunto?

Por el tarro de unto" 2.

403  
Tarro de unto se abrevió posteriormente en tarro. Abelardo Gamarra
describe así un típico cierrapuertas limeño:
"Y unos para arriba y otros para abajo, ésta soltando los atados, aquél por media
calle y tarro en mano, leva 3 al aire y pies para qué os quiero; los coches al
escape, los látigos de los cocheros traqueteando ¡Jesús, qué confusión!" 4.

El mismo Tunante hace el retrato de cierto diplomático acreditado en


Lima:
"Mi diplomático, cuando no está entre las cuatro paredes de su legación, viviendo
a cuerpo de rey, se le ve en los paseos, en los alrededores de la ciudad,
enguantado hasta las narices, entarrado hasta las orejas, encapotado hasta los
talones y embastonado, por supuesto" s.

Así como se llamaba tarro el sombrero de copa alta, se daba el nombre


de medio tarro al de copa mediana 6. Los usos regionales de tarro por sombrero
corresponden al centro y sur de la América

1. Según Cáceres Freyre el nombre de tarro de unto, conocido igualmente en la


provincia argentina de La Rioja, se explica "por la semejanza a los tarros en que venia
envasado el unto sin sal" (Diccionario de regionalismos de la provincia de La Rioja,
s. v.).

2. Diccionario de peruanismos, s. v. Véase también tarro de unto en Gamarra, Cien


años, pág. 100; Gálvez, Calles de Lima, pág. 28; Estampas limeñas, 95 y Nuestra
pequeña historia, 344. Vallejo emplea la expresión artificiosa clac de unto (Novelas,
pág. 48); clac (del francés íd.) solo se aplica al sombrero de copa plegable llamado
también sombrero de muelles.

3. Leva por levita es peruanismo debido a falsa regresión desde un supuesto diminutivo,
como pepa por pepita.

4. En BCP 9**, pág. 142. Véase también tarro en Gamarra, ob. cit. pág. 186 y Rasgos,
98; Blume, Sal y pimienta, 80, 102, 251; Dávalos, Lima de antaño, 33, 99, 101, 107;
Moncloa, Tipos menudos, 29, 157; Gálvez, Una Lima que se va, 169; Ribeyro,
Cuentos de circunstancias, 113; Sofocleto, Sofonetos, 101; Martin Adán, La casa de
cartón, 16.

5. Cin años, págs. 172-173.

6. Véase "su indumento de levita y medio tarro" en Gálvez, Calles de Lima, pág. 158.

Meridional: Perú, Bolivia 1, Chile, Argentina 2 y Uruguay; el uso


ecuatoriano y colombiano que señalan Malaret y otros lexicógrafos podría
explicarse por extensión tardía desde el Perú.

Que el sombrero de copa, prenda típicamente clasista, suscitó el rechazo


popular y burlón a uno y otro lado del Atlántico, lo prueban designaciones como

404  
la hoy establecida de chistera que en su origen fue del mismo tipo caricaturesco 3
que tarro de unto; otras designaciones humorísticas peninsulares son canariera,
bomba y gavión 4.

En América la misma prenda se ha llamado cubilete (la Central,


Colombia, Venezuela), cubeta y sorbete (Méjico), bolero (Méjico y América
Central), pumpá (Venezuela), buche (Ecuador) y colero (Chile), además de otros
términos de alusión menos clara 5.

TEMPERAMENTO

Temperamento viene del latín temperamentum 6 'proporción de


elementos que forman un cuerpo compuesto' y también, de allí, 'estado,
constitución'. El sentido original de 'mezcla, promedio' subyace en los sucesivos
usos figurados desarrollados por dicho término en castellano 7.

Por aplicación de la idea de 'promedio' a la proporción de calor y frío,


sequedad y humedad que hay en la atmósfera,

1. Donde el nombre se aplica también al sombrero blanco típico de las mujeres de


Cochabamba.

2. En lunfardo, "tarros son los zapatos de lujo, porque —como en los modestos jardines
de las casas de vecindad o de los barrios suburbanos— se los usa para lucir las
plantas... de los pies" (Amaro Villanueva, "Sinonimia: supuesto vicio lunfardo", en el
Boletín de la Academia Porteña del Lunfardo, Año 1, N.º 3, págs. 107-113). En el
habla coloquial argentina tarrudo (como tachudo) equivale a suertudo.

3. Chistera, voz de probable origen vasco, era el nombre de una canasta más o menos
cilindrica, alta y sin tapa, que los pescadores usaban para depositar los peces.

4. El sombrero de copa alta se ha llamado también sombrero de pelo, castora, gabina,


bimba y güito.

5. Tales como cumbo en la América Central y choco en Bolivia.

6. A su vez derivado de temperare 'templar, entibiar'.

7. Que coinciden con los registrados históricamente por el inglés temperament.

temperamento se hizo equivalente de temperie, clima; este uso, documentado


desde la época clásica, tiene ya antecedentes en latín.

Luego, por extensión del mismo concepto de 'promedio' a la diversa


proporción en que se combinan los humores del cuerpo humano, a la cual se
atribuía la determinada configuración física y anímica del hombre, temperamento
tomó el sentido de 'disposición del ánimo, genio, carácter', documentado desde
principios del siglo XVII 1 y también con antecedentes en latín.

405  
Por último, por aplicación de la idea de 'término medio' a aquel que se
establece entre dos extremos, surgió la acepción figurada que el Diccionario de
Autoridades registraba como cuarta: "providencia, o arbitrio, para templar, o
componer, alguna cosa".

De las acepciones figuradas antedichas, solo la de 'disposición natural,


genio, carácter' —especificada a veces: temperamento artístico, temperamento
pasional— pertenece actualmente a la lengua general; otras dos se conservan en
diversas regiones de América:

El uso de temperamento por temperie, clima, se conoce hoy en el Perú,


Colombia, Venezuela y Méjico. En el Perú, por ejemplo, puede decirse de un
lugar determinado que "tiene buen (o mal) temperamento" o que una persona
"necesita un cambio de temperamento". Pero en Venezuela 2 el uso ha seguido
desarrollándose hasta el punto de que temperamento designa el lugar mismo (que
entonces "es buen —o mal— temperamento") y aun la temporada de descanso
("se fue de temperamento"). Temperar tiene allá el sentido de "mudar
temporalmente de clima una persona por razones de placer o de salud"; así se
registra ya la edición de 1984 del Diccionario de la Academia, como acepción
americana.

La acepción que el léxico oficial mantiene todavía como segunda


("arbitrio para terminar las contiendas o para

1. En la Corónica moralizada del Orden de San Agustín en el Perú, del padre Calancha,
publicada entre 1638 y 1653, se lee: "Muy diferente es la complexión del negro y la
del Indio a la del Español, por la cual las causas generales que en este Reino ocurren,
no pueden producir iguales efectos en todos, sino en cada uno según su
temperamento, disposición del cerebro y órganos corporales..." (en BCP 4, pág. 44).
Unas líneas después se documenta el uso de temperamento por temperie: "... ayudan
los temperamentos de esta tierra a que los ingenios sean generalmente más agudos
que los de muchos países de Europa..." (pág. 45).

2. Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, págs. 202-204.

obviar dificultades") se documenta en el español general hasta el siglo XIX. En su


Informe sobre la ley agraria dice, por ejemplo, Jovellanos:
"El mal que han causado los mayorazgos es tan grande, que no bastará evitar su
progreso si no se trata de aplicarles otros temperamentos" 1.

En 1826 escribe Bolívar a Santa Cruz, desde Guayaquil:


"Ud. sabrá muy bien el temperamento que debe tomar para dar a las
comunicaciones del gobierno toda la seguridad y prontitud que exigen siempre, y
mucho más en las actuales circunstancias" 2.

406  
En su Diccionario de peruanismos dice Arona, bajo el título
Mayordomo:
"No pudiendo conseguir la democracia nuestra la supresión de los criados y
sirvientes domésticos [...] adoptó el temperamento de enaltecerlos con un título
menos depresivo de la dignidad humana..." 3.

Pero estos usos se han olvidado hoy en España y en la mayor parte de


América. En cambio, en el Perú no solo se han conservado sino que el proceso
semántico ha seguido su curso; temperamento ya no es únicamente el 'parecer u
opinión que conciba otros opuestos', sino cualquier 'parecer u opinión' 4. Se lee,
por ejemplo, en los periódicos, o se oye en la radio y en la televisión: "el
temperamento predominante es que la renuncia será aceptada", "la mesa no aceptó
ninguno de los temperamentos propuestos", etc.

1. Obras escogidas, ed. Clásicos Castellanos, I, pág. 45. Véase un uso coetáneo de
Olavide en Obras selectas, pág. 165. Un uso de Vicente Salva en Bello, Estudios
gramaticales, pág. CIII (cit. Rosenblat); otro de Cuervo en Obras, I, pág. 57.

2. Obras, II, pág. 470. Para otros usos de temperamento en las acepciones de 'temperie'
o 'carácter' por Bolívar véanse Obras, I, 863; III, 521, 523, 837 y Hildebrandt, La
lengua de Bolívar, págs. 271-272 y Léxico de Bolívar, 486-487).

3. Las palabras criados y sirvientes subrayadas por el autor.

4. El proceso se ha realizado también en la Argentina, a juzgar por este ejemplo de


Cortázar: "... algunos diseños venían numerados mientras otros se dejaban situar en
cualquier parte, temperamento que he imitado respetuosamente..." (La vuelta al día en
ochenta mundos, pág. 86).

TINCAR

Se ha difundido modernamente en Lima la expresión tincarle (algo) a


uno, con el sentido de 'intuirlo, presentirlo, tener sobre ello una corazonada o
pálpito'; el postverbal tinca —también se oye tincada— equivale a corazonada,
pálpito. Estos usos tienen más arraigo en el sur del país (Arequipa, Cuzco) y
probablemente son, desde el punto de vista del castellano del Perú, chilenismos
(se conocen también en Bolivia y la Argentina).

Pero estos probables chilenismos son, en último extremo, seguros


quechuismos; tincar, del quechua t'ínkay 'dar un capirotazo o papirote', se
documenta ya en los primeros vocabularios de esa lengua 1 e igualmente en los
vocabularios aimaras del siglo XVII 2. En el Perú, Chile, el norte argentino y
—probablemente— Ecuador tincar es término del juego de las bolitas o canicas 3;
el sentido figurado 'tener una corazonada', es decir, darle a uno un vuelco el
corazón' se explica por extensión de la acepción 'dar un vuelco (la canica) ante el
capirotazo'.

407  
En la Argentina alterna con tincar la variante con sufijo de frecuentativo
tinquear; a sonorización de la velar se debe, a su vez, otra variante argentina:
tinguear. En la provincia de San Luis se usa la forma pronominal linearse con el
sentido de 'hacer rozar o tropezar un pie (o pata) con el otro, al caminar'; se llama
tinco —en La Rioja tincudo— al animal que tiene este defecto. En Salta tincucho
es 'patizambo'.

Para designar el papirotazo o capirotazo se usan tinque y tincada en


Chile y San Luis (tincada equivale a tinca 'corazonada' en Chile y con este sentido
se usa algo, como se ha dicho, en el Perú). En el Cuzco, al igual que en algunas
regiones de la Argentina y en el Ecuador, el capirotazo se llama tincazo (en
replana tincazo se documenta como 'teléfono'); en Arequipa tincanazo se usa con
el mismo sentido; en

1. En el de González Holguín "Ttincani. Dar papirote. Tincay. El papirote", (pág. 342b;


véase también íd. 614a). En el Lexicón de Santo Tomás tinquini 'apretar uno a otro'
(pág. 364) y tincani 'dar papirotes' (pág. 182).

2. Véase en Bertonio ttinccatha 'dar papirotes', ttinccarpaatha 'quitar algo a papirotes',


ttinecattasicha 'jugar a los papirotes' (pág. 355a). En el Vocabulario de Torres Rubio
(1616), tinca 'papirote', tincatha 'dar papirote' (pág. 122 de la Actualización de Franco
Inojosa ).

3. En San Luis se llama tinca la bolita que golpea a las demás en el juego del hoyito.

otras zonas del interior argentino, tinquinazo o tinquinazo. En Chile tincanque es


específicamente el 'capirotazo dado en la cabeza'.

Son variantes de algunas de estas formas, con sonorización de la k, las


ecuatorianas tingo y tingazo, y la ecuatoriana, chilena y peruana tingue. Con
sufijo de aumentativo se documenta en el Perú tingote por capirotazo; es
equivalente la forma, con doble sufijo, tingotazo.

Pero en quechua t'ínkay tenía también el sentido figurado de 'celebrar


una inauguración con aspersión de licores' (tal vez porque para verterlos se daban
capirotazos a la vasija que los contenía). Dicha ceremonia ha sobrevivido en la
llamada tinca arequipeña. En Ayacucho t'inkachi 'castañeteo de los dedos' tiene
análogamente el sentido de 'agasajo de licor entre amigos' , y en Bolivia t'inka es
el obsequio o ración que se da a los domésticos indígenas.

El modismo chileno ponerle tinca a algo equivale a 'ponerle empeño'. En


la provincia argentina de La Rioja se usa la expresión humorística tincarse el coto
(véase coto), es decir, 'darse un capirotazo en la nuez de Adán', con el sentido de
'sentir una alegría eufórica'.

Como otros quechuismos, tincar tiene, según se ha visto, mayor arraigo


y riqueza de usos en las áreas de sustrato del sur del continente.

408  
TOCUYO
Tocuyo es un liencillo o tela basta de algodón, generalmente no teñida, y
a veces ni siquiera blanqueada, que se usa en el Perú 2, el Ecuador, Chile, Bolivia
y la Argentina 3.

1. Tincucho y tincudo, así como el riojano viejo tincunaco 'encuentro durante una
ceremonia', pueden haberse derivado directamente del quechua t'ínkuy 'encontrarse',
probablemente de raíz común a t'ínkay. Entra tal vez en esa serie léxica el arequipeño
tincuche 'trampa, farsa' que, según Ugarte (Arequipeñismos, s. v.), viene del quechua
tíncuy. El Diccionario de Lira registra tinkúchi "trampa, cábula, farsa hecha en
combinación" (pág. 974).

2. Modernamente se documenta como tocuyela (con el terminal de franela, que es


también el de una marca de fábrica, viyela; véase cuáquer) cierta tela absorbente de
algodón empleada sobre todo para hacer pañales. En el Cuzco hubo un gremio de
tocuyeros (véase Carrión Ordóñez, ob. cit. pág. 331).

3. De allí su uso se ha extendido hasta el sur del Brasil.

Arona suponía que tocuyo era palabra quechua formada "sobre el verbo
quichua cuyu que significa torcer hilo con las manos"; citaba en apoyo de su tesis
algunos artículos publicados a fines del siglo XVIII en el Mercurio Peruano, en
los que se hace referencia a "ropa 1 de la tierra llamada cuyo", a un tipo de bayeta
así llamada y por último al "tucuyo 2, el cual se teje en los pueblos del partido" 3.
Pero, aunque el área actual del término coincide en general con aquella de sustrato
quechua, la etimología propuesta por Arona ignora la partícula inicial to- o tu- (la
cual, por otra parte, no parece morfema del runasimi).

Es, en cambio, posible que tocuyo sea voz indígena de origen caribe. La
ciudad venezolana de El Tocuyo , que debe su nombre al de un río vecino 4,
adquirió temprana fama por sus telares de algodón, que abastecían a otras
provincias americanas, según el sistema proteccionista de la corona española 5. Es
muy probable que el nombre de la ciudad llegara a hacerse designación concreta
de un tipo de tela allí producido 6 y se extendiera, con la mercancía, por el sur del
continente.
No se opone a esta hipótesis el hecho de que la palabra tocuyo haya
tenido poca vida en Venezuela 7. Por lo contrario, cuando una tela u otro producto
cualquiera toma el nombre del lugar de su producción o difusión, es frecuente que
dicho nombre carezca de vigencia precisamente en su lugar de origen, puesto que
allí no es necesario mencionar la procedencia del producto.

La Academia respalda (desde la edición del Diccionario de 1925) la


hipótesis etimológica aquí expuesta.

409  
1. En su sentido, hoy anticuado, de 'tela, género, tejido'.

2. Variante usada hoy en Chile, Ecuador y Bolivia. Véase tucuyo como uso referido al
Alto Perú en el Mercurio Peruano, tomo II, pág. 316. Hubo en Arequipa tucuyerías
'fábricas de lienzo burdo' (cfr. Carrión Ordóñez, ob. cit. pág. cit.).

3. Véase Diccionario de peruanismos, s. v. tocuyo.

4. Tocuyo significa 'zumo de yuca' en cumanagoto, la lengua caribe de esa región. El río
debe a su vez el nombre al color lechoso de sus aguas.

5. Véase Walter Dupouy, "Los lienzos del Tocuyo colonial en el ámbito americano", en
Tierra Firme.

6. Como fue el caso de casimir, tul, holán, damasco, cambray y tantos otros; véase
fustán en este volumen.

7. Hoy es término histórico. Bolívar solo usa tocuyo durante su permanencia en el Perú
(véanse O'Leary, XXI, págs. 250, 251, 269 y Hildebrandt, La lengua de Bolívar, págs.
260-261 y Léxico de Bolívar, págs. 470-472).

TONGO
El bombín, sombrero hongo o simplemente hongo (en inglés derby hat 1,
en francés chapeau bombé o chapeau melon) tiene en el Perú y Chile el nombre
familiar de tongo 2. Otras denominaciones regionales son: bolero en Méjico y
Centroamérica; cumbo en Centroamérica; bombo en Puerto Rico y Santo
Domingo; camarita en Venezuela; cubil en algunas zonas de la América Central,
Venezuela y Colombia; coco en Colombia y Ecuador; bolla en Bolivia; y galera o
galerita en el Río de la Plata.
Cuenta Gálvez que el faite limeño, orgulloso de su típica indumentaria
(sombrero blando, saco cruzado, pantalón bombacho a la Waterloo) detestaba
prendas como el tongo y el volante ('frac'). Prepotente dueño de la calle, había
establecido un arbitrario toque de queda expresado en este grito de guerra:

"De las ocho pa delante,


no hay tonguito ni volante" 3.
Los elegantes de fines de siglo XIX no las tenían todas consigo cuando
salían de noche llevando el tongo de rigor (lo usaban hasta los muchachos de
pantalones cortos). También se oía esta rechifla:

"Arroz con mondonguito,


abajo ese tonguito".
Tongo es voz de origen incierto. Es improbable que tenga relación con el
castellano toca, tal como lo creía Lenz presuponiendo una forma masculina toco
con variante tongo 4. Tampoco parece

410  
1. La prenda ha sido inmortalizada por el genio de Chaplin.

2. En Chile la variante tongoy, que juega con el topónimo Tongoy, se ha hecho


equivalente de abogado por considerarse el bombín prenda característica de la
profesión; la frase ir a Tongoy tiene el sentido de 'consultar con un abogado' (véase
Kany, Semántica hispanoamericana, pág. 161).

3. Calles de Lima, pág. 14 (pa, tonguito y volante subrayados por el autor). Véase
igualmente tongo en C. Palma, Crónicas de Corrales, págs. 66, 75, 77, 102, 111
(tongo alón), 120, 121, 125, 135, 158, 206, 224 (tonguito pedemono), 243 (tongazo
'tongo grande') y 274. Véase el artículo de Héctor Velarde titulado "¡Un hombre con
tongo!" en Obras completas, vol. 3, págs. 229-271. Tongo también en Diez Canseco,
Estampas mulatas, pág. 22; Sofocleto, Sofonetos, pág. 87 y Sofocleto en dos
columnas, 78.

4. Véase Diccionario etimolójico, s. v.

haber relación entre tongo 'sombrero hongo' y varios homónimos de diversa


extensión en el Perú y otros países de América. Uno de ellos es tongo 'taburete
rústico' (hecho generalmente de un tocón de árbol) usado en nuestra sierra
septentrional 1. Otro es tongo 'envoltorio de fibras vegetales que contiene ocho
tapas de chancaca, en forma de cono truncado, pegadas de dos en dos por sus
bases' 2. Un tercer tongo es cierta medida agraria (treinta y tres varas cuadradas)
usada en la sierra central (Tarma) y otras regiones del país. Fuera del Perú, tongo
es en Chile nombre de un ponche preparado con helados y aguardiente; tiene el
sentido de 'coscorrón' en el Paraguay y el noroeste argentino, y los usos aditivos
de 'manco' en Méjico y 'dormido' en Andalucía.
Pero el homónimo más importante y enigmático es tongo 'fraude
cometido en el deporte cuando un contendor recibe dinero a cambio de dejarse
ganar'. El uso se conoce en el Perú, Chile, Bolivia, la Argentina, el Uruguay y la
provincia española de Navarra, generalmente referido al juego de la pelota vasca o
a las carreras de caballos; en el Perú se emplea mucho en relación con el boxeo;
en Chile el uso se ha extendido al campo de las actividades artísticas y literarias 3.
En Navarra se llama tonguista al que hace tongos; en el Río de la Plata tonguear
(o tonguerear) ha llegado a tomar el sentido general de 'adulterar'.

Volviendo a tongo 'sombrero', tal vez pueda explicarse por cruce de la


denominación general hongo con otro peruanismo y americanismo: tarro
'sombrero de copa'. En ese caso tongo sería el mismo hongo al que se le hubiera
"pegado" la t inicial de tarro. Ello implicaría cierta confusión entre los nombres
basada en la indiferenciación de los objetos, hecho explicable cuando las predas
de vestir empiezan a caer en desuso.

En apoyo de la hipótesis planteada, es interesante señalar que algunas de


las designaciones familiares o regionales del bombín se aplican o se han aplicado
igualmente a la chistera, y viceversa. Son

411  
1. Véase tongo 'taburete rústico' en Gamarra, Cien años, 125 ("tongos de maguey con su
pellejito rapado en el asiento") y Rasgos, 64.

2. Véase tongos de chancaca en Mejía, Ayer y hoy, págs. 37 y 136; véase también
chancaca en este volumen.

3. Medina, Chilenismos, s. v.

1
ejemplos de esa confusión cubilete, galera, boleiro, cumbo, güito y el propio
tongo.

El Diccionario de la Academia, en su edición de 2001, incluye tongo


con la única acepción de "trampa realizada en competiciones deportivas, en que
uno de los contendientes se deja ganar por razones ajenas al juego". En ediciones
anteriores la misma definición se refiere especialmente a "partidas de pelota y
carreras de caballos".

TREJO
En nuestra habla familiar trejo tiene los sentidos de 'valiente', 'decidido', 'osado',
'desafiante' 2. La palabra, al parecer exclusiva del Perú, se documenta desde fienes
del siglo XIX. Así, en una letrilla de 1894, Federico Blume parodia a ciertos
lectores que, desde la barrera, exigen del periodista de la oposición el coraje
necesario para enfrentarse al gobierno:
"—No tenga usted miedo: ¡trejo!

¿Por qué no da usted frente?

¡Qué fácil es ser valiente

cuando a otro le va el pellejo!" 3.

1. Véase antes tarro.

2. Según Miguel Angel Ugarte, en Arequipa trejo es 'muy bueno', 'fuerte' y 'diestro'
(Arequipeñismos, s. v.).

3. En Sal y pimienta, pág. 36; veáse también íd. íd. 148.

Un cuento de Diez Canseco, Jijuna, dice en su párrafo final:


"Se fue solo, solito, como los trejos, sin volver la cara como cuando pasa una
mujer bagre 1, sin temer un tiro atrasado, ondeando el poncho como una bandera
de valentía; no había de castigar en un cobarde la insolencia" 2.

412  
Trejo es un peruanismo de origen incierto. No hay datos que permitan
establecer una vinculación con el apellido castellano Trejo, ni con el
aragonesismo trejo por tejo 'piedra usada en el juego del chito', ni con treja 'cierta
tirada en el juego de los trucos'.

Según Arona, a fines del siglo XIX alternaban en Lima trejo, ternejo y
tantas muelas (expresión hoy olvidada) como denominaciones del guapetón o
valentón. Arona creía que trejo estaba en relación con el anticuado destrejar, que
él daba con el sentido de 'luchar, combatir' 3, pero que más bien tuvo el de 'obrar
con destreza, cordura o habilidad' (sale de destral 'hacha pequeña que se maneja
con la diestra') 4.

No es probable que trejo 'valiente' se deba a regresión sobre el poco


usado y semánticamente lejano destrejar, pero tampoco parece haber un claro
nexo formal entre trejo y su sinónimo ternejo 5. Este último peruanismo (y
ecuatorianismo) sale probablemente de la voz de germanía terne 'valentón',
'obstinado', 'robusto' 6. Ternejal, que parece derivado de ternejo, se documenta en
la Argentina como equivalente de facón 'cuchillo del gaucho'; en este país, Bolivia
y Cuba tiene —o ha tenido— también el sentido de guapo, 'matón',
semánticamente cercano a trejo y ternejo 7.

1. Peruanismo por 'fea'.

2. En Estampas mulatas, pág. 57; véase asimismo trejo en Clemente Palma,


Crónicas de Corrales, pág. 81; Arguedas, El Sexto, pág. 194. Según Camino
Calderón, los naturales de Ferreñafe (en Lambayeque) "dicen que ellos son
trejos de nación" (es decir, 'valientes de nacimiento'); veáse su Diccionario
folklórico, pág. 100.

3. Véase el Diccionario de peruanismos, s. v. tantas muelas.

4. Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. diestro.


5. Véase ternejo 'valiente' en Camino Calderón, ob. cit. pág. 178 y Cuentos de
la costa, pág. 15; también en Vegas Seminario, Montoneras, págs. 49 y 146.
C. Palma habla de vacas ternejas, es decir, 'bravas' (Crónicas de Corrales,
pág. 27).

6. En Navarra el modo adverbial terne que terne tiene el sentido de


'perseverantemente, tozudamente'.

7. Véase un uso de ternejal —no corriente en el Perú— en Palma, Tradiciones,


págs. 581-582: "la excomunión, que al más ternejal le ponía la carne de
gallina".

413  
TROME

En el habla popular y familiar peruana ser un trome equivale a ser un as,


ser un capo (en el estudio, deporte o cualquiera otra actividad). Vargas Llosa
relata así, en Los cachorros, la incorporación del protagonista al grupo y al
colegio:
"Era chanconcito 1 (pero no sobón 2): la primera semana salió quinto y la
siguiente tercero y después siempre primero hasta el accidente, ahí empezó a
flojear y a sacarse malas notas. Los catorce Incas, Cuéllar, decía el Hermano
Leoncio, y él se los recitaba sin respirar, los Mandamientos, las tres estrofas del
Himno Marista, la poesía Mi bandera de López Albújar: sin respirar. Qué trome,
Cuéllar, le decía Lalo y el Hermano muy buena memoria, jovencito, y a nosotros
¡aprendan, bellacos!" 3.

De trome se ha derivado tromería, referido tanto a la calidad de trome


como al grupo de tromes. Dice un personaje de En octubre no hay milagros, de
Reynoso: "la tromería solo se mantiene a fuerza [sic] que nadie lo gane en la
bronca"; otro monologa: "pa' qué se metió con el trome de la tromería" y se alegra
de haber perjudicado a un compañero "pa' que aprenda a no meterse con la
tromería del barrio" 4. En replana se documentan, como equivalentes de trome en
uso sustantivo, las formas tromerín y tromelele.

Trome es un término de replana que ha ascendido —a través del lenguaje


popular y escolar— hasta el nivel del habla culta familiar. Trome sale de maestro
en su sentido de 'experto' y con la pronunciación popular mestro o, más bien,
mehtro por aspiración de la s. Mehtro se hace a su vez trome mediante el proceso
de inversión silábica, favorito de la replana; la pérdida de la h aspirada es
consecuencia de su resultante posición final de palabra.

1. 'Estudioso'; véase chancar en este volumen.

2. 'Adulador' en el Perú.
3. Págs. 13-14; véase también trome en íd. íd. 101 y Los jefes, 106. Otros usos
de trome en Congrains, Lima, hora cero, pág. 139; Sofocleto al pie de la
letra, pág. 64 (Dios es el Trome Celestial), 81, 84, 114, 123 ("Francia era el
trome del Continente"); usos adjetivos (menos frecuentes) en íd. íd. 56
("Napoleón era un general tan trome... ") y 102 (Nostradamus "era tan trome
haciendo pronósticos..."). Véanse usos sustantivos de Bryce en Un mundo
para Julius, págs. 28, 196, 294, 310, 328.
4. Págs. 94, 192, 193.

Por análogo proceso de inversión silábica la forma plena maestro ha dado en la


Argentina troesma.

414  
La inversión silábica o fonemática es, por otra parte, recurso conocido de
la germanía del siglo XVI y otras jergas hispánicas. La germanía incluía
precisamente el vesre o habla al revés 1. De boca, por ejemplo, resultó coba 2, hoy
nombre de la jerga boliviana, y también de la ecuatoriana. De coba, por desgaste
de la fricativa intervocálica, resultó a su vez coa, variante que hoy designa la jerga
chilena.

Modernos estudios del lunfardo, sin embargo, calculan en solo un diez


por ciento el caudal de voces obtenidas por inversión silábica o fonemática: en
realidad, la metáfora es la mayor proveedora de léxico jergal.

Los vocabularios de replana son más abundantes que los del lunfardo en
aquel tipo de palabras, con predominio de los sustantivos (también algunos
adjetivos) bisílabos graves 3: trome por me(h)tro, drepa por padre, drema por
madre, chele por leche, lope por pelo, vella por llave, diame por media, tapla por
plata 'dinero', brali por libra 'billete de diez soles' (hoy desusado), zapla por
plaza, roca por carro 'automóvil', toga por gato, merfi por firme 'estupendo' (con
metátesis de r), choe por hecho, etc. En estos casos la inversión silábica no
implica trastrocación del acento prosódico (el acento de intensidad es en español
un rasgo esencial para la identificación de la palabra); ello sí sucede en el caso de
los bisílabos agudos, que resultan generalmente graves: jermu por mujer, feca por
café, pelpa por papel, bonja por jabón, ponja por japón (japonés), mionca por
camión, telo por hotel, fercho por chofer (que se pronuncia agudo

1. En germanía el sistema consistía en el trueque de consonantes con


permanencia de vocales: chepo por pecho, taplo por plato, greno por negro,
demia por media, toba por bota; el morfema final (de plural o infinitivo)
generalmente se mantenía: nipos por pinos, lepar por pelar (véase Salillas,
El delincuente español. El lenguaje, págs. 37-38).
2. Tiene el mismo origen la expresión coloquial, común a España y América,
dar coba (es decir dar boca) por 'lisonjear, adular'.
3. Los trisílabos graves suelen hacer también inversión estricta: samica por
camisa, llobaca por caballo, corima por marico 'homosexual', dorima por
marido, chachamu por muchacha, etc.

en América) y otros 1. Es importante excepcional la desfiguración morfológica de


los infinitivos: comer se hace merco y aun, por posterior deformación
eufemística, mercurio. Pero a veces la identidad morfológica se restablece; así, de
merco sale merquiar, con el mismo sentido de 'comer'. Igualmente de jermu sale
jerma 'mujer', con restablecimiento de la terminación femenina normal. En el caso
de cholo, la inversión silábica haría esperar una forma *locho que se ha hecho
lorcho por motivos poco claros.

415  
Los estratos lingüísticos son, como los sociales, permeables. La corriente
ascendente lleva a algunas voces del hampa hasta el nivel de la lengua culta
familiar, pasando por el uso popular o juvenil: tal es, como se ha visto, el caso de
trome. Pero no hay que confundir el paso natural, siempre restringido, de algunas
palabras vulgares a la lengua culta, con los negativos resultados de la verdadera
campaña de difusión, por cierto digna de mejor causa, que hacen en nuestro medio
ciertos órganos de prensa. Ese tipo de "periodismo moderno" reniega de una
importante misión de la prensa: educar al informar.

Cuando solo se busca el fácil mercado de la masa semialfabetizada por


el dudoso método del empleo de su peor lenguaje —y a veces ni siquiera de este,
al fin y al cabo auténtico, sino de una seudorreplana forjada y forzada en el
escritorio del "periodista"— se traiciona al pueblo en lo que muestra de más
meritorio: su afán de superación. Hablar mal es mal negocio, si es preciso ponerlo
en esos términos: un haiga puede costar un puesto de trabajo. Las llamadas clases
emergentes, que no han tenido el privilegio de absorber la lengua culta en el
hogar, quieren hablar mejor porque el buen lenguaje es un importante símbolo de
status. Esos grupos sociales, que constituyen la mayoría de nuestra población,
tienen derecho a sentirse defraudados por una prensa que, a cambio de un solaz
efímero, les roba tiempo y oportunidad en la vida.
Y lo mismo puede decirse de otros medios de comunicación tales como
la radio y la televisión que, por llegar a la masa analfabeta, son hoy aún más
importantes que la prensa escrita como influencia, positiva o negativa, en el
lenguaje y en otros aspectos de la cultura popular.

1. Voces tomadas del lunfardo entran en el sistema: naca por cana 'cárcel',
camba por bacán 'estupendo', etc.

TROMPADA

En el habla familiar de casi toda la América hispana, incluido el Perú


(también en Andalucía), trompada equivale a puñetazo, puñada 1. Trompón 2,
formalmente aumentativo, resulta en la práctica mera variante de trompada.
Trompearse es 'pelearse básicamente a puñetazos'; no se oye actualmente en el
Perú la forma sin pronombre trompear en uso intransitivo ni transitivo 3. El que
continuamente se ve envuelto en peleas a puño limpio (los puntapiés y cabezazos
no están excluidos) recibe el nombre de trompeador 4. La pelea misma se llama en
el Perú trompeadura 5 o trompis 6 (en otras partes trompis es sinónimo de
trompada); trompeadera tiene entre nosotros matiz colectivo. En Méjico 7 y
Ecuador se dice también trompiza (a la manera de paliza, golpiza, etc.).

Trompada es derivado de trompa, palabra onomatopéyica que evocaba


el sonido del instrumento musical así llamado: este es, pues, el sentido original del

416  
término. Por imagen visual, ya no auditiva, el nombre de trompa se aplicó luego a
la probóscide del

1. Véase trompada por puñada en Segura, Artículos, págs. 31 y 66; t. Vargas


Llosa, Conversación en La Catedral, I, 169, 357. El Diccionario de
americanismos de Malaret da como peruanismo anticuado trompada
'bizcocho con una pasa en el centro'. El uso se documenta en costumbristas
del siglo XIX como Hernán Velarde (Lima de antaño, pág. 58) y Manuel
Moncloa, Tipos menudos, pág. 35 (en forma indirecta: "mire Ud. que vender
biscochos gritando —¡a trompearse!...".

2. Véase trompón en Segura, ob. cit. pág. 327 y Sofocleto en dos columnas,
págs. 74 y 75.
3. Véase el uso intransitivo en Gamarra, Cien años, pág. 16: "trompeaban que
era una maravilla". El transitivo en Gálvez, Una Lima que se va, pág. 109;
"en la calle trompeaba a cualquiera". La forma pronominal, hoy corriente,
en íd. íd. pág. 123: "no gusta de placeres fuertes y varoniles; no se trompea".
Trompearse a la guadalupana (por la fama de guapos que tuvieron los
alumnos del Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe) en Moncloa, ob. cit.
25. Trompearse en Bryce, Un mundo para Julius, 82, 140.
4. Véase trompeador en Gálvez, ob. cit. 112 y 117; trompeadorazo,
encomiástico, en íd. íd. 118.

5. Véase trompeadura en Gálvez, ob. cit. 117 y 147; y Estampas limeñas, 32.
También en Blume, Sal y pimienta, 32.

6. En el Drama de los Palanganas, de fines del XVIII, se documenta ya


trompis: "unos buenos trompis o patadas" (ed. cit. pág. 72).

7. Trompada, trompón y trompearse se documentan ya en El Periquillo


Sarniento de Lizardi (págs. 245, 183 y 71, respectivamente). Bolívar usa
trompada en 1830 y en referencia a Espinar: "todo el mundo tiembla que dé
[...] de trompadas" (véanse Obras, III, pág. 500 y Hildebrandt, La lengua de
Bolívar, 290 y Léxico de Bolívar, pág. 512).

elefante y otros animales; de esta acepción surgieron, a su vez, dos usos


metafóricos, ambos del habla vulgar o dialectal: 'nariz grande' y 'jeta, hocico'. El
primer sentido se conserva en Navarra y Aragón. El segundo es casi general en
América, junto con el derivado trompudo 1 por hocicudo. En la Argentina
trompudo es 'enfadado' y trompón tiene el sentido (adjetivo) de 'atrevido'.
El Diccionario de Autoridades registraba ya trompada (también
trompazo) como "golpe dado con la trompa" y "encontrón, que dan dos [personas]
cara a cara, dándose en las narices". Como en América trompa se asoció desde

417  
temprano a la 'boca grande' y no a la 'nariz larga', trompada tomó el sentido de
'golpe o puñetazo dado en la boca'. El uso se extendió luego al 'golpe dado en la
cara' (en Puerto Rico se usa con este sentido trompicón); por último, trompada
llegó a hacerse sinónimo de puñetazo, puñada.

TRONCHA

Troncho (del diminutivo latino trunculus 'pedazo de tronco', 'extremidad


de un miembro') se usa desde el siglo XIV con el sentido específico de 'tronco de
hortaliza'. Su derivado tronchar tuvo, por consiguiente, el significado original de
'romper un vegetal por el tronco', pero más tarde se hizo genéricamente 'romper 2.
Hoy en Andalucía se llama tronchado al jorobado y en el Perú y Colombia se usa
troncharse con el sentido de 'torcerse' (por ejemplo, un pie).
En otras hablas troncho se hizo sinónimo de trozo 3, especialmente
referido a comestibles: troncho de pan, troncho de carne se dice todavía en
Nicaragua y Ecuador. Hacia principios del siglo XIX, y probablemente por
influencia de loncha 'piedra plana y delgda', troncho se hizo

1. Véase trompudo en Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, I, 43 y 216; también


en Bryce, Un mundo para Julius, 332.

2. De allí el uso figurado general troncharse de risa equivalente de desternillarse de


risa.

3. En el Perú se llama hoy troncho el cigarrillo de marihuana. En la Argentina troncho


equivale a trunco, mutilado. No es hoy corriente en Lima el uso adjetivo de troncho
por torcido, referido a piernas (tronchas), el cual se documenta en Seoane, Hombres y
rejas, págs. 30 y 264.

troncha 1 en el Perú, Chile, la Argentina, Guatemala, Nicaragua y Ecuador


(países, los dos últimos, en que alterna con la forma original troncho) y llegó a
especificarse con el sentido de 'trozo suculento de carne' 2. De esta acepción
surgió, a su vez, el uso metafórico de troncha por prebenda, sinecura 3.

El modismo sacar troncha 'sacar provecho, sacar tajada' se conoce hoy


en el Perú 4, Chile, la Argentina, Ecuador y Guatemala. El uso americano
despectivo de militronche por militar parece haber resultado de militar más
troncha, con un sentido original de 'militar que se enriquece ilícitamente'. En la
edición de 2001 del DRAE se ha eliminado en militronche "soldado" la
calificación de "deformación popular de militar", que aparecía en la de 1992.
Troncha 'prebenda' se documenta desde mediados del siglo XIX en
costumbristas peruanos como Segura, Arona, Fuentes, Gamarra, Palma y Blume 5.
Igualmente sus derivados tronchista 'oportunista' y tronchismo, su doctrina 6. En
1883 Arona define así la troncha:

418  
"Es la pitanza, la prebenda, el suculento bocado fiscal a que aspira todo títere con
cabeza. En la silla presidencial, en la poltrona ministerial o municipal, en la curul
legislativa, en las comisiones fiscales y aun militares al extranjero, no se ha
buscado más, al decir de las malas lenguas 1, que la troncha. Los escritores
satírico-políticos

1. Véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v. Tal vez por un proceso


inverso loncha se ha hecho en Colombia loncho.

2. Cfr. "las tronchas del sancocho ['cocido']" en Mejía, Ayer y hoy, pág. 34. En Méjico,
en cambio, troncha tiene el sentido de 'comida pobre', 'rancho del soldado'.

3. En Méjico tronchado, sustantivo, tiene el sentido de 'negocio desusadamente


ventajoso' y, en la riña de gallos, 'apuesta de doble contra sencillo'.

4. Véase sacar troncha en Camino Calderón, Diccionario folklórico, pág. 128.

5. Cfr. Segura, Las tres viudas, acto III, escena XIII (en Comedias, I, pág. 248);
Percances de un remitido, acto III, escena II (en íd. II, 209); El santo de Panchita,
acto III, escena única (en Artículos, pág. 354). Véase asimismo Gamarra, Cien años,
págs. 7, 26, 138; Fuentes, Ramillete o repertorio, pág. 24; Blume, Sal y pimienta, 23 y
120.

6. Véase tronchista en Segura, El santo de Panchita, acto III, escena única (en Artículos,
págs. 354 y 355) y Gamarra, Cien años, 138. Tronchismo en Blume, ob. cit. pág. 36.
No se usa hoy en Lima troncheo, que Malaret y otros lexicógrafos consignan como
peruanismo. Tampoco tronchan, que da Arona (Diccionario de peruanismos, s. v.).

7. Subrayado del autor.

se han cansado de tronar contra ella y los tronchistas, llegando uno de aquéllos
hasta esta sabia fórmula que por varias veces se estampó en tamañas letras de
molde en "El Comercio" de Lima, ahora treinta y tantos años: La Patria es la
troncha" 1.

Con su típico lenguaje de popular raigambre, se refiere el Tunante a la


"cadena de tronchistas que por generaciones vienen pasándose de una mano a otra
el pandero, formando esas familias presupuestívoras en las que mamó el
tatarabuelo, mamó el abuelo, mama el padre, maman los hijos y mamarán los
nietos y los choznos..." 2.
Esperemos que así no sea.

TUTO

En el Perú hacer tuto 'dormir' es expresión del habla infantil: "es hora de
hacer tuto", "hay que hacer tuto" son exhortaciones frecuentes en boca de madres
y amas ('niñeras') cuando se dirigen a niños pequeños. En el habla familiar, y con
cierto matiz humorístico, hacer tuto puede también referirse a adultos 3.

419  
Es lo más probable que este tuto 'sueño' tenga directa relación con el
quechua tuta 'noche' 4 (dormir es púñuy). El cambio de terminación podría
explicarse por influencia del masculino castellano sueño.

1. Diccionario de peruanismos, s. v.

2. Cien años, pág. 138.

3. Véase este uso de Bryce: "Y a golpe de 8 p.m. el viejo y el mar regresaban a
hacer tuto, porque Hemingway era el aventurero que más dormía en el
mundo" (Permiso para vivir, pág. 341).

4. Véase tuta o ttuta 'noche, oscuridad' en el Vocabulario de González


Holguín, págs. 348b, 349a, 601b; tota en el Lexicón de Santo Tomás, págs.
175 y 365. En el de Antonio Ricardo, tuta 'noche', tutancuna 'todas las
noches'; tutayan 'anochecer, oscurecer'; tutatuta 'de noche, todas las noches';
tutapani 'trasnochar' y tutatutamanta 'muy de mañana' ['al terminar la
noche'] (pág. 86a). En la provincia argentina de La Rioja la forma
reduplicada tutatuta es 'anochecer' (pero tuto es 'irascible' y la interjección
¡tuto! se usa, curiosamente, para advertir a los niños del peligro del fuego).
Véase Cáceres Freyre, Diccionario de regionalismos de la provincia de La
Rioja, s. v.

En Chile se usa como en el Perú la expresión hacer tuto, con las


variantes hacer tutu, hacer tutito, hacer tutuhuahua y hacer tutihuahua, y con la
extensión del uso intransitivo al transitivo de 'hacer dormir, arrullar'. El hecho de
que en las variantes tutuhuahua y tutihuahua el segundo elemento sea el
quechuismo huahua (o guagua) 'rorro', 'niño pequeño' refuerza la hipótesis de que
el primero, tutu o tuti, también lo sea.

Según Lenz, la expresión de la cual parten los usos anotados puede


haber sido tuta, huahua 'es de noche, niñito' (y, por tanto, hora de dormir), usada
por ayas y nodrizas quechuahablantes 1. En Chile la frase (con reduplicación,
característica de la morfología quechua) tutotuto huahua (o alguna de sus
variantes) ha llegado a sustituir el primer verso ('duérmete, niñito') en cada estrofa
de esta canción de cuna:
"Tutotuto huahua
duérmete, por Dios,
por los capachitos 2
de San Juan de Dios.
Tutotuto huahua
que tengo que hacer,
lavar las mantillas,
sentarme a coser".

420  
Como es también el caso de ñaño 'niño' 3, hacer tuto 'dormir' representa
en el habla peruana la influencia quechua en su ámbito más íntimo: el de la cuna 4.

TUTUMA

En nuestra habla familiar tutuma es designación humorística de la


cabeza, tanto en su sentido material como en el metafórico de 'intelecto': tener
tutuma, o tener buena tutuma, se documenta con el sentido de 'ser inteligente';e n
cambio, ser duro de tutuma equivale a ser torpe.

1. Véase Diccionario etimolójico, s. v.

2. Por capacitos 'cestillos'.

3. Del quechua ñaña 'hermana' (véase).

4. La edición de 2001 del Diccionario de la Academia registra la locución familiar


hacer tuto solo como chilenismo.

La acepción material de tutuma por cabeza, cráneo se documenta


abundantemente en las Crónicas político-doméstico-taurinas de Clemente Palma.
Su álter ego Juan Apapucio Corrales se desempeña como corresponsal de la
primera guerra; uno de sus despachos cablegráficos desde el Marne da cuenta de
cierta incursión aérea durante la cual Corrales disparó ráfagas de ametralladora
sobre un grupo de soldados alemanes que lavaban pacíficamente su ropa:
"Hulanos ['fulanos'] calatos tiraron cabeza río. Algunos precipitación olvidaron
quitarse casco tutuma, y como fierro más pesado que sesos volteáronse patas
arriba como porfiados 1 ahogándose" 2.

El uso figurado de 'inteligencia, cacumen' se documenta desde hace siglo


y medio en Ña Catita de Segura. Ella y Doña Rufina dialogan sobre las
controvertidas cualidades de un pretendiente de la hija de esta última:
"Cat.- ¡Qué señor tan buen cristiano,
tan político y cumplido!
Ruf.- Pues es para mi marido
El hombre más chabacano.
Cat.- ¡Qué tutuma! ¡Es cuanto cabe!
Ruf.- ¡Si es bruto como una roca!
Cat.- Pues a nosotros nos toca
enseñar al que no sabe "3.
4
Tutuma o totuma es el nombre de origen caribe (tutum) del fruto de un
árbol americano (Crescentia cujete) llamado totumo o tutumo (en algunas
regiones de América se llama güira). De la mitad del fruto seco de esta especie de
calabazo se hacen rudimentarias vasijas; la comparación con la forma de la cabeza

421  
es obvia 5. Fuera de Lima se conocen también tutumo y tutuma como nombres del
árbol y su fruto; la pulpa de este y la flor tienen aplicaciones en medicina

1. Porfiado es peruanismo por dominguillo, tentempié o tentetieso 'muñeco que lleva un


contrapeso en la base, el cual impide que sea derribado'.

2. Pág. 81; véase también íd. íd. 46, 83, 129, 250. Igualmente tutuma 'cabeza' en
Sofocleto, Sofonetos, pág. 31 y Sofocleto al pie de la letra, pág. 65. Meter en la
tutuma 'meter en la cabeza' en Vargas Llosa, La casa verde, pág. 350.

3. Acto III, escena XIII (en Comedias, II, 86-87).

4. En Méjico se conoce también la variante totume.

5. Recuérdense análogos usos de mate, nombre quechua del calabazo (véase zapallo), y
de coco.

popular 1. A pesar de que tutuma no aparece en los vocabularios quechuas


antiguos ni en la obra del Inca Garcilaso, y a pesar de que un diccionario quechua
moderno como el de Lira se limita a remitir tutuma a la voz correspondiente
(pamuku), no ha faltado algún lexicógrafo que derive tutuma del quechua uma
'cabeza', sin preocuparse por el origen y significado de la primera mitad de la
palabra 2. También se ha pretendido derivar tutuma de una voz congolesa 3, y aun
se ha apuntado la posibilidad de que venga del latín totum 'todo' 4.

Pero el origen caribe, que apoyan Cuervo, Arona, Lenz y Corominas


basados en tempranos documentos americanos, resulta corroborado por la rica
vida del término en la zona correspondiente y por su menor uso en aquella de
sustrato quechua. Tutuma no se conoce en el noroeste argentino, región rica en
quechuismos; a Chile llega solo con los sentidos figurados de 'postema', 'chichón'
y 'joroba' (este último conocido también en la República Dominicana).

En la zona del Caribe, donde predominan las variantes disimiladas


totuma y totumo, se usan los siguientes derivados: totumal, designación del
plantío correspondiente; totumada, medida de la capacidad de una totuma;
atotumado, referido a lo que tiene forma semejante a la de la totuma. En
Venezuela, otras especies vegetales se designan con los nombres de totumillo,
totumilla y totumo de monte; totumazo es el golpe del agua arrojada con una
totuma; espada de totuma es la espada de taza y corte de totuma el corte de pelo
(de origen indígena) que elimina todo el cabello que sobresale de los bordes de
una vasija de totuma que se ha colocado invertida sobre la cabeza.
En cuanto a derivados con usos figurados, totumear es en Venezuela
'cavilar, recapacitar' y también 'vacilar, titubear'. Atotumarse es en Colombia

422  
1 Según Camino Calderón, la chungana (especie de maraca) de nuestros brujos norteños
se hace "del fruto seco de la tutuma" (Diccionario folklórico, págs. 95-96).

2 Lo ha hecho Miguel Angel Ugarte en Arequipeñismos, s. v. Y en el Glosario anexo a


las mencionadas Crónicas de Corrales dice Clemente Palma que tutuma es "antiguo
limeñismo y más probablemente quechuismo para designar la cabeza".

3 Véase Santamaría, Diccionario general de americanismos, s. v.

4 Propone esta curiosa etimología Julio Calcaño en El castellano en Venezuela. Estudio


crítico, págs. 447-448.

'atolondrarse', 'entorpecerse'; en el departamento del Huila se usa con este sentido


la variante entotumarse, que tiene también los significados de 'ponerse de mal
humor' y 'emborracharse'. Totumito equivale en la América Central a lelo,
turulato; en Colombia (Huila) totumito alterna con entotumado 'ebrio',
'malhumorado'.

La edición de 2001 del Diccionario académico da totuma como


americanismo que designa el fruto del totumo, y la vasija que de él se hace; da
asimismo totumo como peruanismo por güira (un árbol). No registra, en cambio,
las variantes tutuma y tutumo.

UTA
En La serpiente de oro Ciro Alegría relata la llegada a Calemar de dos
forasteros enfermos:
"Los recién llegados son dos utosos, dos picados de uta, la enfermedad propia de
los valles del Marañón, pero que hace más víctimas en los que no están en ellos
sino de pasada [...]. Tienen las caras amoratadas y sin facciones, como dos lonjas
de carne. Hinchadas, parece que fueran a rajarse en hilos de sangre, pero no
ocurre tal sino que se disgregan en escoriaciones y llagas purulentas a lo largo de
las quijadas. La nariz carcomida de uno de ellos es solo un hueco negro y la del
otro se ha caído de un lado ya" 1.

La temida uta, ahora felizmente curable, es una enfermedad


(leishmaniasis americana) trasmitida por insectos (del género Phlebotomus) de la
región tropical 2. La uta ataca la piel y los tejidos subdérmicos, especialmente
aquellos de la cara. En su etapa extrema puede llegar a destruir totalmente los
cartílagos nasales.

En uso figurado y familiar se dice en el Perú que es una uta la persona


viva, ingeniosa, sagaz, astuta, ladina, y también aquella muy

423  
1 Págs. 149-150; véase también uta en íd. íd. 161; utoso, en íd. íd. 151, 153,154, 156, 160,
161, 164. En dos cartas de 1909 a su hijo Ricardo, médico, Palma se refiere a un
artículo sobre la uta publicado en París (Cartas indiscretas, págs. 29 y 30).

2 Según Tovar la uta se conoce en otras partes con los nombres de grano de Oriente y
grano de Bagdad (Vocabulario del Oriente peruano, s. v. Leishmaniasis americana).

activa para conseguir un fin 1. En su artículo titulado "Nueva guía de teléfonos"


Sofocleto parodia los "comunicados de la Benemérita Compañía" que incitan al
paciente público limeño para que se inscriba como aspirante al deficiente servicio
telefónico, y pregunta:
"A ver, honradamente, ¿cuál de ustedes, amigos lectores, no corrió como una uta
a poner su nombre en la lista de los futuros abonados?" 2.

En cuanto a la etimología de uta, es opinión de varios lexicógrafos que


se relaciona con el quechua tutta 'carcoma' 3. Lo que no se ha explicado, sin
embargo, es la pérdida de la consonante inicial.

La edición de 2001 del Diccionario académico registra uta como


quechuismo que designa una "enfermedad de úlceras faciales muy común en las
quebradas hondas del Perú".

VELA VERDE
En el habla familiar del Perú decirle (a uno) vela verde es insultarlo
gravemente, decirle zamba canuta (véase zambo). En el Ecuador se emplea la
variante decirle hasta velaverde, formando vela y

1 Uta se documenta ya en el Drama de los Palanganas, de 1776 (con v que representa la


vocal u): "Este negocio no le dejará al Vta de Oro de hacer cosquillas...". El Uta de
Oro es, por supuesto, el exvirrey Amat, blanco de la sátira y sistemáticamente aludido
por una serie de nombres de animales seguidos por la frase de oro, empezando con el
Asno de Oro (obvia referencia a la obra de Apuleyo, págs. 46, 48, 52, 57, 60, 65) y
siguiendo con el Tigre de Oro (págs. 50, 56) y luego el Leopardo, el Gato Montés, la
Pantera, el Oso, la Zorra, el Jabalí, el Dragón, el Monstruo, el Castor, el Búho, el
Escarabajo, el Alacrán, la Víbora, la Salamanqueja: todos de oro (págs. 50, 53, 60,
65, 67, 72, 73, 75, 76, 79, 81, 82, 88, 90, 92, 99). Obvia errata por el Escuerzo de Oro
es el Esfuerzo de Oro de la página 73. También se alude a Amat con los apodos de
Zapato de Oro y Zizaña de oro (págs. 22 y 102, respectivamente).

2 Sofocleto en dos columnas, pág. 60.

3 En el Lexicón de Santo Tomás totta 'carcoma de madera', 'gorgojo del trigo', 'polilla'
(págs. 142,189 y 365). En el Vocabulario de González Holgufn, ttuta 'carcoma de
madera seca' (págs. 349a y 447b).

424  
verde un verdadero compuesto en que el primer término ha perdido su acento
prosódico y se ha hecho proclítico 1.
El origen del modismo está en la liturgia inquisitorial. Verde era el color
tradicional del Santo Oficio, verde la gran cruz ceremonial llevada en alto, verde
el campo central del estandarte, verde la cruz en la medalla usada por los
inquisidores, verde la temida carroza en que se llevaba al acusado y, dentro del
recinto del Tribunal, verdes los cirios que flanqueaban el gran crucifijo colocado
ante un dosel de terciopelo también verde 2.

Pero la vela verde del modismo se refiere precisamente a la que el


presunto o confeso hereje llevaba en la mano. Apagada antes de la reconciliación
y encendida después de ella, simbolizaba la fe, supuestamente extinguida pero
recuperable mediante la penitencia. Según un consultor del Santo Oficio 3, en la
vela verde del penitente se representaban, asimismo, las tres virtudes teologales: la
fe, en el pabilo ardiente; la esperanza, en el color de la cera; la caridad —es decir,
el amor— en la propia llama.
En el estudio que hizo Palma de los Anales de la Inquisición de Lima 4
abundan las referencias a procesados que salen al Auto de Fe con una vela verde
en la mano. Palma reproduce la sentencia pronunciada en 1760 contra un pintor y
músico de París, por la cual se ordena que el reo salga, en un Auto de Fe, "de
penitente,

1. Santamaría (Diccionario general de americanismos, s. v.) equipara decirle a uno


hasta vela verde con la expresión, también ecuatoriana, decirle a uno hasta botija
verde, 'colmarlo de improperios'. La sustitución de vela por botija puede haberse
apoyado en el olvido del sentido original de vela verde.

2. El Diario de Lima de los Mugaburu (anotación del 27 de setiembre de 1666, pág. 80)
describe la entrada del Alguacil mayor del Santo Oficio "con el estandarte con su cruz
verde". En un libro del Cabildo de Lima se describe un Auto de Fe realizado en 1625;
el Vicario general de la orden de Santo Domingo llevaba "la cruz verde de más de dos
varas y media de alto" que se colocó junto al cadalso (en Palma, Tradiciones, pág.
1216).

3. Bermúdez de la Torre, citado por Palma, ob. cit. pág. 1231.

4. Incluido en la edición citada de sus Tradiciones, págs 1205-1290. Véanse referencias


a reos con vela verde en la mano en las págs. 1232, 1236, 1249, 1250, 1251, 1253; a
cirios verdes, en íd. íd. 1275; a la temida calesa verde, en íd. íd. 1230, 1236; a la cruz
verde, en 1216, 1244; al estandarte negro con campo central verde en íd. íd. 1232,
1256; al dosel verde en íd. íd. 1275; a la cruz verde de la medalla de los inquisidores
en íd. íd. 1273-1274. Clemente Palma habla de cándidos de la vela verde en
referencia a unos religiosos (Crónicas de Corrales, pág. 43).

con sambenito de media aspa, coroza 1 soga al cuello, mordaza y vela verde en la
mano" 2.

425  
El notable erudito limeño Pablo de Olavide fue acusado y preso en
Madrid en 1776 por lecturas "impías" de Rousseau y Voltaire. A fines de 1778
salió a un Autillo privado (ante unas sesenta personas distinguidas, la mayoría sus
amigos) "en forma de reo, con una vela verde apagada en la mano". Declarado
"hereje positivo y formal", fue condenado a confiscación de bienes, inhabilitación
para ejercer cargos, destierro perpetuo de la Corte y ocho años de reclusión en un
convento. Olavide, anonadado por la desesperación y la vergüenza, interrumpió la
lectura de los cargos diciendo: "Yo nunca he perdido la fe". Y cayó al suelo sin
sentido 3.

No es de extrañar, pues, que mientras duró aquel verdadero terror verde


no hubiera insulto más grave y peligroso que el de hereje; decirle a uno [la] vela
verde era una forma eufemística de llamarlo hereje. Olvidado este sentido, la
expresión quedó como un modismo más, detrás de cuyo aparente capricho se
esconde una historia coherente, pero tenebrosa.

VINCHA

En el Perú se llama vincha la 'cinta o faja que sujeta el cabello de la


mujer'. El nombre se extiende al aro incompleto de metal o material plástico que
pasa por encima del cabello para sujetarlo.
Vincha es un quechuismo de considerable extensión: el Perú, Chile,
Bolivia, la Argentina (de donde ha pasado al Uruguay), Ecuador y parte de
Colombia. El Lexicón de Santo Tomás (1560) consigna vincha como 'corona',
'guirnalda', 'cofia', pero el Vocabulario de González Holguín (1608) trae ya la
misma voz con el sentido de 'cinta para sujetarse el pelo'; el Vocabulario de
Antonio Ricardo (1636) da: "Vincha, guirnalda de indias que traen en la cabeza" y
"vinchachina, venda para la cabeza"4.

1. Gorro en forma de cucurucho.

2. Ob. cit. pág. 1253.

3. Llórente, Historia de la Inquisición, en Palma, ob. cit, pág. 1267.

4. Págs. 369, 353a y 87, respectivamente.

La grafía vincha representaba en dichos vocabularios la pronunciación


wincha que tenía en quechua la palabra: durante los siglos XVI y XVII la letra v
todavía conservaba su valor como signo vocálico de u (en este caso,
semiconsonántico, por ser inicial de diptongo). Pero cuando dicho símbolo solo
retuvo la representación plenamente consonántica, algunas viejas grafías —tales
como vincha— prevalecieron sobre la pronunciación tradicional y dieron origen a
una nueva, basada en el valor consonántico del signo. Es así como surgió la

426  
pronunciación vincha (en realidad, bincha, puesto que en español no existe el
sonido de v labiodental).
Por esa razón el quechuismo vincha se conserva con dos
pronunciaciones diferentes, representada cada una por dos o más grafías. Primera,
aquella fiel a la fonética quechua, con u semiconsonante como inicial, escrita
uincha, huincha o güincha (y aun wincha por los quechuistas modernos).
Segunda, la que implica el triunfo de la letra sobre el sonido, con b bilabial
(oclusiva o fricativa según la posición de la palabra en la frase) y representada
gráficamente por b o v: bincha (poco corriente) o vincha 1. En Bolivia alternan
huincha y vinche (esta última es una formación masculina posterior) como
nombres de la cinta para el pelo. En las provincias del norte argentino se
documentan todas las variantes: vincha, bincha, uincha, huincha, güincha (en San
Luis vinchar es 'poner vincha' y, de allí, 'vendar'). En el Perú, Chile y Argentina
(Catamarca), vincha 'cinta para el pelo' y huincha 'cinta para medir pequeñas
distancias, cuerda de apeador' son hoy dobletes. En el Perú se usa también
huincha para designar la cinta de papel de las máquinas registradoras.

Pero es Chile el país donde este quechuismo tiene más arraigo. Además
de 'cinta para el pelo', huincha, güincha, bincha o vincha (esta última grafía,
menos usada) es una 'chita gruesa de lana usada para ribetear ponchos'. De
huincha 'cuerda de apeador' ha salido huinchada 'distancia equivalente a 10 o 25
metros', según el tamaño de la cuerda. Huincha se llama (también en el Perú) la
cinta que se pone en la meta de los atletas y en el punto de partida de las carreras
de caballos 2. La exclamación ¡huincha! expresa negación

1. Véase bincha en Vallejo, Novelas, pág. 153, pero vincha en íd. íd. 159, 218. Vincha
en Gamarra, Cien años, pág. 122.

2. Véase este uso en Sofocleto al pie de la letra, pág. 40.

enfática. Hacer huincha a otro es 'darle una paliza' pero hacerse huincha uno
mismo es 'encogerse, doblarse'. Ser una buena huincha equivale a ser una buena
pieza. ¡La buena huincha! es una exclamación que equivale a ¡qué tontería!

Es sin duda esta riqueza de usos chilenos lo que ha inducido a Morínigo


a asignar a vincha etimología mapuche 1. Pero está fuera de duda el origen
quechua de huincha o vincha, que reconoce Lenz 2 siguiendo a Middendorf 3 y
que apoya Corominas 4.

Aparte de los datos tempranos de Santo Tomás, González Holguín y


Ricardo, antes consignados, el Vocabulario aimara de Bertonio (1612) define
vincha como "corona o trensa bien labrada que usan las mujeres ingas" 5; el
vocabulario mapuche de Febrés (1765), que da huincha 'faja de lana para sujetar
los cabellos' como palabra de esa lengua 6, resulta, pues, tardío.

427  
No es insólito que un quechuismo tenga hoy más vida en Santiago o
Buenos Aires que en Lima: el Cuzco mismo, centro del gran Imperio Incaico, está
en el extremo sur del Perú actual. Por otra parte, fueron las zonas periféricas de
los grandes virreinatos las que conservaron más fielmente las formas viejas de la
lengua; a los consabidos arcaísmos hispanos habría que agregar los indigenismos
de la primera hora y aun otros posteriormente arraigados.

El Diccionario de la Academia, en su edición de 1984, registraba vincha,


del quechua huincha, como sinónimo —usado en el Perú, Ecuador, Chile, Bolivia
y Argentina— del hoy anticuado apretador ("cinta o pañuelo con que se ciñe la
cabeza para sujetar el cabello"). Daba también huincha como quechuismo chileno
equivalente.

Por último, en su edición de 2001, el étimo quechua se representa con la


grafía wíncha; como variantes ortográficas de áreas americanas y matices
semánticos diferenciados, se registran vincha, wincha, huincha y güincha.

1. Diccionario de americanismos, s. v. vincha; admite, sin embargo, que el mapuche


huincha viene, a su vez, del quechua.

2. Diccionario etimolójico, s. v. También consigna la improbable etimología mapuche,


citando a Febrés.

3. Wörterbuch des Runa Simi oder der Ketshua-Sprache, s. v.

4. Diccionario crítico etimológico, s. v.

5. Pág. 143a de la Primera Parte.

6. Págs. 514b-515a.

YAPA

En casi toda América yapa o ñapa designa aquello que el vendedor


añade voluntariamente sobre el peso, medida o cantidad de lo comprado; la yapa
solía darse también en especie diferente; era, por ejemplo, la pequeña "comisión"
en golosinas que niños y empleados domésticos reclamaban al hacer compras 1.
Ligada a establecimientos tradicionales y obsolescentes tales como la pulpería, la
encomendería, la chingana (véanse) y el chino de la esquina, la yapa es una
institución inconcebible en los modernos supermercados y aun en las sobre-
vivientes bodegas.

Yapa viene del quechua yapa 'añadidura'. El Lexicón de Santo Tomás


consigna yapana 'ayuda', yapasca 'añadidura al justo peso' y yapani 'añadir' 2. El
Vocabulario de González Holguín incluye ya la forma reducida yapa, equivalente
de yapascan, yapana o yapaynin 'añadidura' 3. Esta forma yapa —escrita a veces,
por ultracorrección, llapa 4— predomina en el castellano del Perú, Ecuador,
Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay.

428  
En el norte (Colombia, Venezuela, parte de Méjico, la América Central,
Antillas y Nuevo Méjico), en cambio, predomina la variante ñapa. El trueque de y
por ñ se ha explicado por la socorrida alternancia de palatales, comprobada en
castellano antiguo y en diversas hablas regionales de la Península (véase ñato en
este volumen). El trueque se da igualmente en el portugués del Brasil donde se
dice,

1. Véase el uso: "...el chino Lam-Sam-King con sus caramelos de coco y sus yapas: 'Un
kilo de arroz y mi yapa'. Y el chino con su caramelo de coco [...]. Y la yapa entre
nuestros dientes, tempranamente picados [...]. Un caramelo, la yapa; una galleta
Chaplín, la yapa; un confite". (Bravo, Barrio de broncas, pág. 13).

2. Págs. 41 y 299.

3. Págs. 409a y 365b.

4. Véase llapa en Gálvez, Estampas limeñas, pág. 105 y C. Palma, Crónicas de


Corrales, 189. En 1816 se documenta la forma ultracorrecta llapar en la Noticia de
Arequipa. Dice Carrión Ordóñez: "Resulta extraño que Pereira se equivocara al oír la
palabra: ni él era yeísta ni vivía en una ciudad yeísta". Cree que puede haber influido
—prevaleciendo sobre su propio oído— la grafía ultracorrecta difundida por el
Mercurio Peruano (Tomo I, pág. 80: "Llapar. Es aumentar el azogue..." en un
Diccionario de términos de mineralogía y metalurgia) y consagrada por el Diccio-
nario de la Academia en sus ediciones de 1803 y 1817. (Véase ob. cit. págs. 269-270
y 420).

con fusión del artículo determinado, anhapa o —con y rehilante a la manera


argentina— ajapa. La variante con trueque de palatales llega hasta el francés de la
Luisiana en la forma —también con fusión del artículo— lagniappe o lagnappe,
que ha pasado al inglés del Bajo Misisipí.

En el aspecto semántico, yapa ha desarrollado diversos sentidos


específicos o figurados a partir del etimológico de 'añadidura'. En Chile,
Argentina y Uruguay yapa es el extremo más grueso del lazo, realmente añadido
al resto. En la minería americana yapa se usó con el sentido de 'porción de azogue
añadida a la plata' en el proceso de su extracción (fue precisamente en esta
acepción, con la indicación de peruanismo y la grafía ultracorrecta llapa, como
este quechuismo se incluyó por primera vez en la edición de 1803 del Diccionario
de la Academia). En el Perú se llama humorísticamente nariz con yapa al narigón,
narizón o narigudo; en Ica se apoda talón con yapa (por los pies encallecidos) al
campesino de Chincha. En Venezuela se dice de una persona de muy baja estatura
que es una ñapa de gente, una ñapa de queso o, simplemente, una ñapa 2.

En cuanto a derivados, se usan mucho los diminutivos de matiz afectivo


yapita 3 o ñapita. Yapero o yapista 'el que da o el que reclama la yapa' y yapador
'el que la da', consignados como usos peruanos por algunos lexicógrafos 4, no se

429  
conocen hoy en Lima (tampoco los registran Arona ni Palma). Sí se usa yapar por
'dar la yapa' o 'añadir' 5, con sus postverbales yapada y yapadura.
Pero, así como yapar ha conservado en sus diversos usos el sentido
quechua básico de 'añadir', la variante ñapear ha experimentado un viraje
semántico de ciento ochenta grados al tomar el sentido de 'mermar' el peso o
medida de lo vendido en Venezuela y Puerto Rico 6. En Colombia (Riohacha) y
Méjico (Tabasco) ñapear ha llegado a hacerse sinónimo de hurtar; coincide
curiosamente

1 También inhapa: véase el Vocabulario Sul-Rio-grandense, s. v. (La grafía nh equivale


a ñ).

2 Véase Rosenblat, Buenas y malas palabras, págs. 107-109.

3 Véase yapita en Vargas Llosa, Los cachorros, pág. 19.

4 Véanse Tovar, Hacia el gran diccionario de la lengua española; Farfán, Quechuismos;


Santamaría, Diccionario general de americanismos, s. v.

5 En San Luis, Argentina, yapado equivale a remendado. Véase yaparse 'servirse más
[coca]' en Alegría, La serpiente de oro, págs. 99, 194, 228.

6 En este país el nuevo sentido coexiste con el tradicional de 'pedir ñapa'.

con este uso el del lunfardo ñapar (la variante ñapa se conoce también en el Río
de la Plata) .
La expresión adverbial de yapa significa figuradamente 'además', 'por
añadidura', 'para colmo' 2. Pero la variante de ñapa equivale en Venezuela a por
un tris, por un pelo ("aprobó el examen de ñapa"); ni de ñapa es expresión de
negación enfática.

La gran difusión de yapa en América, extraordinaria por tratarse de un


quechuismo, puede explicarse en parte por la función cumplida por el istmo de
Panamá, encrucijada de las rutas coloniales del Atlántico y del Pacífico y
continuador de La Española como crisol de un uso común americano.

El Diccionario de la Academia (2001) registra solo como segunda


acepción de yapa la americana de 'adehala'; también la locución adverbial de yapa
"además", "gratuitamente " y el verbo yapar "añadir la yapa" como usos de la
América Meridional. Registra como acepción rural argentina y boliviana la de
yapar "agregar a un objeto otro de la misma materia o que sirve para el mismo
uso".

430  
YAYA

En el Perú yaya es un término del lenguaje infantil que designa cualquier


herida leve, contusión o magulladura (así como el dolor que producen) e
igualmente cualquier enfermedad 3. Hacerse yaya es 'hacerse daño' y estar con
yaya o tener yaya 'estar enfermo'.

Yaya entra en un grupo de palabras marginales de creación expresiva que


existen en todas las lenguas conocidas. Son de estructura fonética simple y
análoga (generalmente una sílaba compuesta de consonante y vocal repetida)

1 Cfr. José E. Clemente, El Lenguaje de Buenos Aires, pág. 95.

2 Véase este uso de Cortázar: "No se puede querer lo que quiero, y en la forma en que
lo quiero, y de yapa compartir la vida con los otros" (Rayuela, pág. 239).

3 En Colombia es concretamente 'llaga'. Santamaría recoge la opinión de que yaya tiene


igual sentido en el "dialecto" congo (Diccionario general de americanismos, s. v.);
Benvenutto propugnaba también esta etimología (El lenguaje peruano, pág. 95).

y tienen significados referidos a seres, objetos o actividades vitales para el niño


muy pequeño. Términos como papa y mama 1, tata, baba, nana, ñaña, papa
'comida' y caca constituyen una limitada tierra de nadie entre las áreas de las más
diversas lenguas.

Así, yaya significa 'padre' tanto en quechua como en aragonés; en


catalán es 'abuela', en navarro 'tía' y en la provincia argentina de La Rioja
'hermana'. La palabra que en el Río de la Plata equivale a la peruana yaya 2 'lesión,
dolor', es nana, que coincide con el quechua nana 'doloroso'. Nana era, por otra
parte, 'madre' o 'abuela' en sánscrito, en latín y en castellano antiguo y sigue
siendo en Méjico 'niñera'; en toscano designa la cuna. Baba es 'madre' en lenguas
eslávicas, 'padre' en turco y 'cama' o 'sueño' en algunos dialectos del alemán. Tata
es 'padre' en sánscrito y latín, en ruso y en castellano 3. Ñaña, tratamiento que en
quechua da la mujer a su hermana (véase ñaño), coincide con ñaña, variante de
nana 'madre', 'abuela' en castellano antiguo.

Por otra parte papa 'padre' y Papa 'Sumo Pontífice' son la misma palabra
grecolatina (el Papa es el Santo Padre) de creación expresiva. Papa 'comida' en el
lenguaje infantil es palabra diferente, aunque también de origen latino y de
creación expresiva. Papa 'tubérculo, patata' es palabra quechua de uso general en
el español de América.
Caca 'excremento' es voz, igualmente de creación expresiva, del
lenguaje infantil y familiar. Tiene antecedentes en griego y latín y se documentan
formas coincidentes en vasco, ruso, francés e irlandés.

431  
En estas coincidencias, explicables por las limitadas posibilidades
articulatorias del infante y por el número reducido de los objetos de su mundo, se
han basado algunas endebles hipótesis sobre parentesco lingüístico. Pero los
balbuceos del infante son simples juegos vocales: no habiendo todavía una
concreta comunicación, tampoco puede hablarse de un auténtico lenguaje. A
veces los padres, ansiosos de ayudar al vastago a expresarse, se apresuran

1. Papa y mama son hoy formas de la lengua popular, pero en el siglo XVIII
eran de la lengua culta. La acentuación aguda actual (papá, mamá) se debe a
influencia del francés, a partir de la instauración de la monarquía borbónica
en España.

2. En Chile se registra, con el mismo sentido, la variante gráfica ultracorrecta


llalla.

3. Taita, resultado del cruce del castellano tata 'padre' con el vascuence aita,
íd., se asimiló tan prontamente al quechua que muchos la creen palabra de
esta lengua (véase Corominas, Diccionario crítico etimológico, s. v.).

a adjudicar significado a tal o cual sucesión de sonidos que aquel pronuncia al


azar mientras se vale de medios no orales para comunicarse (la extensión de la
mano hacia el objeto deseado, por ejemplo). Cada niño tiene su propia media
lengua, solo inteligible en el ámbito familiar.

Sin embargo, algunos de los términos del habla infantil llegan a


generalizarse en la lengua familiar: tal es el caso de aquellos antes enumerados.
Hoy yaya, por obra y gracia de los comerciantes de Lima, ha tomado además el
sentido de 'daño menor sufrido por una mercadería', el cual se anuncia como
motivo de rebaja en su precio. Y aun se promueve la venta de mercaderías
rebajadas a causa de miniyayas.

YUYO
En la América de sustrato quechua —grandes zonas del Perú, Chile,
Bolivia, Argentina, Ecuador y Colombia— yuyo designa diversas especies
vegetales no arbóreas, unas terrestres y otras acuáticas, unas comestibles y otras
inútiles, unas medicinales y otras nocivas.

Yuyo viene del quechua yuyu 'hortaliza', 'hierba comestible', voz incluida
ya en el Lexicón de Santo Tomás (1560) 1. Curiosamente, sin embargo, yuyo
aparecía todavía en la edición de 1992 del Diccionario de la Academia como uso
sudamericano limitado al área de sustrato quechua, pero con un seudoétimo latino
2
inaceptable para Corominas y para cualquier otro lexicólogo con alguna
experiencia en el estudio de los americanismos.

432  
Para el limeño de hoy la palabra yuyo evoca en primer término las algas
que pueden hacer menos agradable el baño de mar 3. Pero

1 Pág. 303. De yuyo 'hortaliza' sale el uso de Huánuco 'nabo silvestre de hojas
comestibles'.

2 Lolium 'cizaña'.

3 Véase "la ola lo traía suavecito, forrado de yuyos…", en Vargas Llosa, Los cachorros,
pág. 88. Palma afirma (en Tradiciones, pág. 1535) que yuyo no se usa en singular, pero
el singular —con sentido colectivo— se da en expresiones como mucho yuyo, puro
yuyo, usadas especialmente con referencia al agua de mar en que abundan las algas. Y
también se dice un yuyo por 'un alga': "no pasaba sino un yuyo de hora en hora" en
Martín Adán, La casa de cartón, pág. 21.

todavía a fines del siglo XIX, según Arona, los yuyos eran en Lima "yerbas
perfectamente guisables y comestibles, culinarias, especie de berza, Kraut en
alemán, y que dan un plato tan insulso que constituye uno de los guisados de
viernes en cuaresma" 1. Felipe Pardo compara un almuerzo campestre con una
ópera bufa en la que son "los andantes de chupe 2 de leche y sango con yuyo" 3.
Este sango 4 no debía de tener muy buena cara, a juzgar por la pregunta que hace
un personaje de Segura a otro:
"¿Querrán para yerno tuyo
un mozo zarrapastroso,
torpe, feo y andrajoso,
cara de zango con yuyo?" 5.

La sopa de yuyos fue plato típico limeño hasta principios del siglo XX.
Blume describe así una cena familiar: "Se ha comido lo de todos los días: sopa de
yuyos, carne de chichi [?], fritura de plátanos, asado con camotes..." 6. En la costa
del norte del Perú y en Chile las algas, marinas o cochayuyos (cocha es 'laguna,
mar' en quechua) son apreciadas como condimento; lo mismo sucede en Colombia
y Ecuador con las hierbas que allá se llaman yuyos.

En cambio en la Argentina, donde la vegetación de la pampa se ve con


ojos de ganadero, yuyos son las plantas que no sirven ni siquiera para forraje 7; se
usan allá los colectivos yuyerío y yuyada; un yuyal (o yuyaral) es un campo
invadido de maleza. Por otra parte, yuyo es también 'hierba medicinal' en la
Argentina y yuyero el 'herbolario'; en Mendoza yuyenco es una bebida digestiva
(yuyo es en Colombia una cataplasma de hojas frescas). En diversas regiones de
América se usan los adjetivos yuyoso o yuyudo para calificar el terreno abundante
en maleza; en Chile enyuyarse un campo es 'llenarse de maleza'. En algunas
regiones del Perú

433  
1 Diccionario de peruanismos, s. v.

2 Del quechua chupi 'sopa'.

3 El paseo de Amancaes, en BCP 9*, pág. 177.

4 Del quechua sankhu 'papilla espesa'.

5 Ña Catita, acto I, escena I (en Comedias, II, pág. 4; zango con yuyo subrayado por el
autor). Ya en 1791 se documenta zanguito con yuyo (Mercurio Peruano, I, pág. 112).

6 Sal y pimienta, pág. 278.

7 Véase "Los paisanos ante la vegetación de la pampa" en Amado Alonso, ELTH, págs.
78-89.

yuyusca 1 es el 'corte y entierro de la maleza para que sirva de abono'; yuyuscar


equivale a desherbar.

Yuyón se aplica en el Perú, como adjetivo, al pan también llamado


latigoso, es decir, el de masa correosa; este derivado tiene varios usos
metafóricos. Dice Arona que "yuyón, yuyonazo, o simplemente yuyas, se le dice al
simplón que careciendo de toda gracia, quiere darla de salado" 2. Un epigrama
suyo contra cierto corresponsal de prensa concluye con un juego de palabras entre
sal 'ingenio' y yuyo 'sosería':
"Y al ver los escritos tuyos

grita la voz general:

Puesto que corres, pon sal;

no seas corresponyuyos" 3.

Estos usos se documentan también en las comedias de Segura. En Un


juguete cierto personaje pregunta "¿Habrá yuyos?", al parecer con el sentido de
'¿habrá tontos?' 4. Ña Catita dice, en un despectivo aparte sobre otro personaje:
"¡Qué yuyos!" 5. Y en Las tres viudas se lamenta una de ellas:
"Tan yuyonaza, tan fea,

exclamarán a mi paso,

¿y qué hombre es quien le hace caso?" 6.

Según Tovar 7 yuyón por bobo, inútil, simplón se usa también en Chile;
sin embargo, no lo incluyen Lenz, Medina ni Rodriguez, en sus respectivos
diccionarios de chilenismos.

La vitalidad del quechuismo yuyo se expresa también en dichos tales


como volverse (uno) yuyo, en Colombia 'perder las energías, desmadejarse'; con
análogo sentido se dice estar como un yuyo en Chile y la Argentina.

434  
1 Con terminal quechua equivalente al de participio castellano.

2 Ob. cit. pág. 513.

3 Ob. cit. pág. 514.

4 Acto I, escena V (en Artículos, pág. 251a).

5 Ña Catita, acto II, escena XVI (en Comedias, II, pág. 51).

6 Acto I, escena VI (en íd. I, 163). En 1816 se documenta en Arequipa yuyón "hombre
que huye de la sociedad", hoy desusado (véase Carrión Ordóñez, ob. cit, págs. 345 y
420).

7 Hacia el gran diccionario de la lengua española, s. v.

En el noroeste argentino echarse a los yuyos es 'abandonarse,


desalentarse, descuidar sus obligaciones' (en el resto del país tirarse a los yuyos).
Con la expresión a quejarse a los yuyos dirigida a quien se lamenta de algo, se
desentiende uno de sus quejas.

ZAMAQUEAR

En nuestra habla coloquial es corriente zamaquear (a veces escrito


samaquear) con el sentido de 'sacudir, zarandear, zamarrear'; en replana y
lenguaje popular se documenta como 'golpear, dar una paliza'.

En el cuento de Congrains titulado "Los Palomino", el jefe de esa


agobiada familia rumia su conflicto:
"... había agredido a un individuo importante e influyente: la gerencia de una
compañía estaba a su cargo; era apoderado de un banco, y en la comisaría le
dijeron que había sido una locura samaquearlo" 1.

El acto de zamarrear o zarandear se llama, correspondientemente,


zamaqueada o zamacón; este último puede aplicarse también a la sacudida del
temblor de tierra o remezón 2. Zamaqueo es postverbal equivalente, tal vez con
cierto matiz iterativo 3.

Zamaquear se debe a alteración de hamaquear por influencia de


zamarrear o zarandear. Hamaquear 'mecer, remecer' (hoy desusado en Lima) se
deriva de hamaca 'lecho colgante de los indígenas de América' y, por extensión,
'columpio', 'mecedora' en varias regiones del continente.
No han faltado quienes atribuyan a hamaca los más diversos y hasta
disparatados orígenes: la etimología holandesa fue en un tiempo respaldada por el
Diccionario de la Academia. Los filólogos modernos, sin embargo, coinciden con
los más antiguos historiadores de Indias para afirmar que hamaca proviene del
taíno, el arahuaco de las Antillas.

435  
1. En Lima, hora cero, pág. 53. Véase igualmente zamaquear en Diez Canseco,
Estampas mulatas, pág. 122 y Ribeyro, Crónica de San Gabriel, 85.

2. Véase zamacón en Ribeyro, ob. cit. 153 (referido al temblor de tierra) y Cuentos de
circunstancias, 185, 209.

3. Cfr. zamaqueo en Alegría, La serpiente de oro, 97.

Hamaca se documenta en textos americanos desde 1515; en 1560 estaba


tan asimilada al castellano que Fray Domingo de Santo Tomás la traduce al
quechua como guanto 1; hamaca hizo su entrada en la lengua literaria a través de
las comedias de Lope 2. Desde mediados del siglo XVI se documenta en inglés
(en la forma adaptada hammock) y poco después se difundió en otras lenguas de la
Europa occidental.
La h inicial de hamaca es testimonio de que la palabra indígena se
pronunciaba con un sonido análogo al de la h aspirada castellana, fonema vigente
en el siglo XVI. La pronunciación jamaca ha sobrevivido en áreas rurales de los
países del Caribe. Así, en Honduras se documentan jamaquear (equivalente de
nuestro zamaquear) usado también con el sentido específico de 'temblar la tierra'
y jamaquean 'sacudida fuerte' (equivalente de nuestro zamacón o sacudón)
aplicado también —como en Nicaragua— al remezón o sacudida que produce un
terremoto.

En su edición de 1992 el Diccionario de la Academia acoge, por primera


vez, la etimología taína de hamaca. Da también los verbos hamacar(se) y
hamaquear(se) con varios usos literales y figurados y hamaquero, -ra, como
'persona que hace hamacas o lleva, con otras, a quien va en una hamaca' y, en
masculino, 'gancho que sostiene la hamaca'.

La edición de 2001 del Diccionario de la Academia solo consiga, sin


étimo, hamaca, hamaquear y jamaquear, mas no los derivados zamaquear (o
samaquear) ni zamacón.

ZAMBO

En España se llama zambo o patizambo al que camina con las rodillas


juntas, las pantorrillas separadas y los pies con los dedos vueltos hacia fuera. En el
Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia y

1 Lexicón, págs. 145, 286. Véase guando en Hildebrandt, La lengua de Bolívar, pág. 213
(t. Léxico de Bolívar, págs. 592-593)

2 Véase Morínigo, "Indigenismos americanos en el léxico de Lope de Vega" en


Programa de filología hispánica, págs. 35-36.

436  
Chile 1, en cambio, zambo es el que tiene considerable proporción de sangre
negra, manifiesta tanto en el color oscuro de la piel como —sobre todo— en la
peculiar calidad del cabello; en el Perú se hace distinción entre el zambo, que tiene
sangre negra e india, y el mulato, que es de sangre negra y blanca 2. En nuestro
país zambo o zambos designa también la pasa 3 o mota 'cabello apretadamente
ensortijado' del que tiene sangre negra. En replana zamba se registra como el
número seis del dado.
Entre los muchos derivados de zambo son usuales en el Perú el
diminutivo zambito 4; los aumentativos zambón, zambote y

1. En Chile zambo es —o ha sido— apelativo despectivo del peruano (véase Lenz,


Diccionario etimolójico, s. v.). Zambo llega hasta Nicaragua y Guatemala, donde
designa el color rojo violáceo. En Venezuela tiene el sentido de 'grande, fuerte'
(también se aplica al color rojo oscuro del plumaje de los gallos de pelea); zambo
atravesado se llama allá al hombre peligroso o audaz, independientemente de su color
o grupo étnico. En el portugués del sur del Brasil zambo tiene, además de su sentido
de 'mestizo de negro e india' (o viceversa) los figurados de 'desorientado' y 'tonto'. A
fines del siglo XVIII pasó al inglés de los Estados Unidos como nombre (Sambo) de
esclavos negros.

2. Martín Adán hace un juego de palabras con el sentido general y el americano de


zambo: "se puso las gafas y quedó más zambo que nunca de faz y piernas" (La casa
de cartón, pág. 20). Véase la grafía sambo en Caviedes, Antología general de la
poesía peruana, pág. 297 y en el anónimo Drama de los Palanganas, pág. 50. La
grafía hoy impuesta zambo, con el femenino y los diminutivos correspondientes, en
Terralla, Lima por dentro y fuera, págs. 26, 54, 112, 114, 172; Carrió de la Vandera,
Reforma del Perú, 52; Segura, Artículos, 152 (zambita), 256, 258 (zamba) y La
pelimuertada, 78; Gamarra, Cien años, 18, 81, 200; Palma, Tradiciones, 581, 582;
Blume, Sal y pimienta, 62, 113, 182, 211, 227, 260, 296, 345, 356; C. Palma,
Crónicas de Corrales, 61; Gálvez, Calles de Lima, 108 y Nuestra pequeña historia,
355, 359; López Albújar, Matalaché, 92, 110, 111; Camino Calderón, Diccionario
folklórico, 22, 28, 31, 42, 86, 119, 144; Vargas Llosa, La ciudad y los perros, 29 y
289 (prefiere la grafía sambo en Conversación en La Catedral, I, 20, 21, 22; II,
167,183, 184, 206, 207, 209, 225). Véase igualmente zambo en Bryce, Un mundo
para Julius, pág. 225 y Permiso para vivir, 23.

3. Véase el dicho "la presidencia pasa, y la pasa queda en casa" en Hildebrandt, La


lengua de Bolívar, pág. 234 (t. Léxico de Bolívar, pág. 621). El Libertador, quien
según Madariaga tenía un dieciseisavo de sangre negra, fue apodado el Zambo por la
aristocracia limeña de la época (Cfr. Madariaga, Bolívar, I, págs. 56, 57, 82, 83;
García Márquez, El general en su laberinto, pág. 184; Ribeyro, Solo para fumadores,
pág. 145).

4. Véase zambito en Cabotín, Viendo pasar las cosas, pág. 56; Gamarra, ob. cit. 201; C.
Palma, ob. cit. 245; Blume, ob. cit. 49, 142,163; Gálvez, Una Lima que se va, pág.
112; Camino Calderón, ob. cit. 148. Arroz zambito es un dulce típico limeño que debe

437  
su color oscuro a la chancaca (véase). Adriana de González Prada usa el diminutivo
artificioso zambuía (Mi Manuel, pág. 149).

zambazo 1; el adjetivo azambado 'algo zambo' y los colectivos zamberío, zambería


y zambada 2 (en otras partes de América se prefiere zambaje). Se documenta
también zambear 'insultar llamando zambo'. Como sustitutos eufemísticos de
zambo la replana prefiere zambuco y zambrano, este último en juego con el
apellido idéntico, por el proceso que Corominas llama floreo verbal 3. Sin duda se
debe a alteración de zambo, por deformación sarcástica al devolver el insulto, el
apelativo de zambio que dan al blanco el indio, el cholo y el zambo piurano 4. No
se oye actualmente el limeñismo zambiricuco (con terminal de probable creación
expresiva) que se aplicaba al zambo o mulato claro, elevado socialmente pero en
peligro de descubrir su origen por sus modales 5.

En cuanto a compuestos, se documenta en el Perú zambicholo 6. Ha


caído en desuso el nombre de un baile típico, zambacueca 7, que dio, por desgaste,
zamacueca y se abrevió en Chile en cueca. En el Perú zambacueca se abrevió,
inversamente, en zamba 8, pero estas formas fueron abruptamente sustituidas
(junto con el sinónimo chilena) por el hoy general nombre del baile, marinera, a
raíz de la guerra contra Chile (véase huachafo en este volumen).

En replana se usan los compuestos zambonauta, humorístico por zambo,


y zambolandia por callejón de un solo caño 'vivienda colectiva muy pobre'.

1 Véase zambón (como mujerón, hembrón), zambota y zambaza (y también zambita) en


Blume, ob. cit. 227.

2 Véase azambado en Gálvez, Nuestra pequeña historia, pág. 396 y Mejía, Ayer y hoy,
150. Zambería en Gamarra, ob. cit. 17 y Seoane, Hombres y rejas, 129.

3 Espumante zambuca se documenta como 'cerveza' en replana. Véase zambrano por


zambo en Blume, ob. cit. 163, 296. Azambujado, también sustituto de zambo, juega
probablemente con el apellido Azambuja.

4 Véase la grafía sambio en López Albújar, De la tierra brava, págs. 119, 156; zambio
en Camino Calderón, ob. cit. págs. 1, 83.

5 Parece incluir también un terminal de formación expresiva la forma zambicurina, que


Mejía usa como equivalente de zamba en Ayer y hoy, pág. 12.

6 Véase zambichola en Mejía, ob. cit. 126.

7 Véase Gálvez, Nuestra pequeña historia, pág. 90.

8 Véase zamba por zambacueca en Segura, Artículos, 149, 151, 158, 159. Nicomedes
Santa Cruz propone para zambacueca una improbable etimología del quimbundo-
bantú sembacuque 'saludo en danza'; véase "Origen de la zamacueca" en el suplemento
dominical de El Comercio de Lima, edición del 21 de setiembre de 1969. La danza

438  
moderna samba es la misma zamba típica de las provincias del norte argentino
(Catamarca, Salta) que pasó de allí al Brasil y se internacionalizó posteriormente.

En el Perú se usa el modismo decirle (a uno) zamba canuta por


'injuriarlo gravemente' 1 (véase vela verde). El insulto se aplica con la misma
naturalidad a individuos de cualquier grupo étnico y no varía para el masculino ni
para el plural: "les dijo zamba cánuta", etc. En cuanto al sentido de canuta, tal vez
esté en relación con canuto (de hilo) por alusión al pelo muy ensortijado.

En el complejo tejido de las castas de mezcla coloniales zambo y mulato


eran, como hoy, cosas distintas. El mulato, hijo de español engendrado en esclava,
aunque jurídicamente desposeído, tenía de hecho muchas compensaciones. El
zambo, hijo de india y negro, o de negra e indio (el término llegó a designar
también diversas subcastas), estaba en situación inferior a la de los mulatos, y aun
la de los mismos negros e indios. Pero zambos, negros y mulatos se igualaban ante
la prohibición de instruirse, portar armas y vestirse a la española.

El Diario de Lima llevado entre 1640 y 1694, sucesivamente, por los


cronistas José y Francisco de Mugaburu (padre e hijo) anota, por ejemplo, que el
15 de setiembre de 1653 "se echó bando que ningún mulato, negro ni zambo
pudiese traer espada, daga ni cuchillo". El 23 de setiembre de 1667 se repitió la
orden y el 10 de diciembre se prohibió, además, "que ninguna mulata, ni negra, ni
zamba [...] no trujeran vestido de seda ni puntas de oro ni plata, ni puntas negras
de seda ni de hilo". El 27 de marzo de 1669, como reacción contra una pintoresca
moda que entusiasmó también a españolas y criollas, se prohibió "que ninguna
mulata, zamba y negra trujeran corona como los señores clérigos, pena, por la pri-
mera vez, de raspadas a navaja y también las cejas, y por la segunda, cien azotes y
un mes de cárcel". Y al día siguiente otro bando ordenó "que las procesiones de
mulatos, negros y zambos de la semana Santa, no lleven más de cincuenta
alumbrantes cada cofradía, pena de pérdida de la cera [...]. Y que no haya cenas
después de acabada la procesión, so pena de perdimiento de todo lo que se hallare
en dichas cenas [...]. Y los que se hallaren cenando, un mes de prisión" 2.

1. Véase decir zamba cánula en Segura, Artículos, pág. 285 y C. Palma, ob. cit. 146;
decir hasta zamba canuta en Segura, ob. cit. 66.

2. Págs. 19, 96, 108 y 109, respectivamente.

Zambo es palabra de origen incierto. Según Corominas puede haber


salido del latín vulgar strambus 'bizco', 'irregular en su forma', a través de una
pronunciación deformada mozárabe. El sentido de 'patituerto' (documentado ya en
el siglo XVII) se debería a evolución semántica 1. Suponiendo que zambo
'patituerto' 2 y zambo, americanismo por negroide, fueran la misma palabra, el
cambio semántico se explicaría, según Lenz y Corominas, por la especial

439  
configuración de las piernas —sobre todo las flacas pantorrillas— del negro o del
que tiene gran proporción de sangre negra.
La alternativa está en un supuesto origen africano. Se ha afirmado que
zambo viene de nzambu que significa 'mono' en varias lenguas del Congo 3. Pero
habría que estudiar a fondo los términos afines del castellano y del portugués de
América para descartar o aceptar esa hipótesis.

Mientras tanto, es peligroso dejarse tentar por fáciles etimologías


africanas, casi siempre apoyadas en un incierto impresionismo fonético y en un
cierto desconocimiento de las múltiples, complejas y distintas lenguas habladas
por las sucesivas oleadas de esclavos que, en el transcurso de varios siglos, fueron
diseminados por América.

ZAPALLO

En el Perú se llama zapallo el fruto comestible de una cucurbitácea


(Cucurbita maxima) de pulpa amarilla y corteza predominantemente verde, con
diversas variedades 4.

Dice el cronista Bernabé Cobo que, siendo él muchacho (nació en 1580),


vio ya en España zapallos, allá conocidos como berenjenas

1. Véase Diccionario crítico etimológico, s. v. En la República Dominicana se dice


zambo de piernas por patizambo. En Méjico, Chile y Paraguay zambo se usa también
con los sentidos distintos de 'patituerto' y 'estevado'.

2. Cuyo origen latino, sea de strambus o de otra palabra, parece fuera de duda.

3. Tal vez fueron los primeros esclavos africanos los que dieron el nombre de zambo a
cierto mono de América.

4. Zapallo macre es, por ejemplo, una variedad feculenta muy apreciada. Zapallito
italiano se llama en el Perú un calabacín alargado que en otras partes se conoce con el
nombre de zucchini.

de las Indias; se usaban para hacer conservas en arrope. En cuanto al nombre,


declara que "en la lengua quichua del Perú se dice zapallu" 1.

Todavía a fines del siglo XIX la expresión pelar zapallo, hoy olvidada,
representaba las tareas domésticas más prosaicas y pesadas, especialmente las que
realizaban —tal vez como sanción o como penitencia— las monjas y las reclusas
en conventos e instituciones femeninas de custodia. En Lima de antaño el
costumbrista Dávalos y Lisson relata cómo una monja portera que cometió un
error grave "perdió ignominiosamente su puesto y aun creo que fue al Refugio a
pelar zapayo" 2. En Ña Catita de Segura una madre amenaza a su hija,

440  
sorprendida en plena fuga, con enviarla "a las Recogidas / hoy mismo a pelar
zapallo" 3.
El Glosario de peruanismos del Padre Vargas Ugarte recoge el dicho en
abril y mayo, maíz y zapallo, que no se usa hoy en Lima. Tiene, en cambio,
vigencia la expresión sembrar zapallo con el sentido traslaticio de 'caer
pesadamente, casi siempre sentado, a causa de un resbalón o tropezón'. Pero se va
olvidando —por lo menos en Lima— la creencia en que el hecho de sembrar un
zapallo implica la seguridad de volver al lugar de la caída (para "recogerlo" o
cosecharlo). Adriana de González Prada, francesa criada en el Perú e íntimamente
compenetrada con nuestras costumbres y expresiones, refiere así los preparativos
de la familia (el único hijo, Alfredo, era todavía pequeño) para viajar a España,
desde París, en el invierno de 1895:
"Mucho me gustaron los últimos días que pasamos en París [...]. En la última
noche Alfredito se cayó de la cama y según los pronósticos de la gente
supersticiosa, eso quería decir que volvería algún día a este París donde había
sembrado un zapallo" 4.

1 Historia del Nuevo Mundo, ed. BAE, I, pág. 176a. El padre Cobo hace una clara
distinción entre el zapallo y lo que llama "calabaza de Indias", esta muy parecida
externamente a la de España, pero que no se come "por ser amarga y de un casco duro
y grueso"; sirve, en cambio, para otros usos importantes: "el principal es de loza,
porque de las menores hacen sus platos y escudillas, y de las mayores porcelanas,
librillos o bateas y otras vasijas..." (íd. íd., pág. 175a).

2 Pág. 193.

3 Acto IV, escena VII (en Comedias, II, 112). Zapallo subrayado por el autor.

4 Mi Manuel, pág. 220.

Zapallo viene del quechua sapallu 'calabaza'. La s inicial se transcribe


con cedilla en algunos vocabularios tempranos; esa es la explicación del
predominio de la grafía con z a pesar del general seseo americano.

La extensión de zapallo coincide básicamente con el área de sustrato


quechua, y tiene en toda ella una gran riqueza de usos figurados. Así, en Chile
zapallo tiene, además de su sentido literal, el de 'cabeza' (documentado
igualmente en la Argentina) y los de 'mentira' y 'carambola'. En la Argentina 1 es
'casualidad, suerte, chiripa'; la expresión adverbial de zapallo significa 'por
casualidad'. En el Ecuador zapallo se aplica a la persona gorda y pesada (se usa
allá igualmente, como en el Perú y Chile y con el mismo sentido, zapallón). En
Colombia y Costa Rica zapallo ha llegado a tomar el sentido de 'soso, sin gracia'.

En cuanto a derivados, en diversos lugares de América se usa, como en


el Perú, zapallal o zapallar para designar el plantío de zapallos, y zapalla o

441  
zapallera como nombres de la planta. En Chile zapallero es tanto el que siembra o
vende zapallos como el aficionado a comerlos. En ese país y en la Argentina se
hace charqui de zapallo (véase charqui). Zapallazo es 'golpe dado con un za-
pallo' en Chile. Zapallada es 'conjunto de zapallos' y 'acierto casual' (también con
este sentido zapallazo) en el noroeste argentino; zapallada es 'dicho tonto o
inconsiderado' en Colombia. El verbo zapallar es 'acertar por chiripa' en la
Argentina; azapallarse es 'engordar' en Chile.
Por cruce con sapo 'curioso, entrometido, vivo', basado en la
coincidencia de los tres primeros fonemas, zapallo (o sapallo) ha tomado esos
mismos sentidos, que igualmente tiene el derivado zapallanga o sapallanga.

El único uso metafórico que se basa en el color de la pulpa y no en la


forma y tamaño del zapallo es el ecuatoriano zapallento 'amarillento' y, de allí,
'pálido', 'débil', 'flaco'.

1 País en que se conocen y consumen muy diversas variedades: zapallo del diablo,
zapallo angola, zapallo criollo, zapallo del tronco o zapallito de tronco, etc. (véanse
Garzón, Diccionario argentino y Haensch-Werner, Nuevo Diccionario de
argentinismos, s. v.).

Por indudable errata, la edición de 1984 del Diccionario académico


consigna, como étimo del americanismo meridional zapallo, el quechua sapalla.
La edición de 1992 corrige: "del quechua sapallu".

ZONZO
En el habla familiar de casi toda la América hispana, desde Méjico hasta
la Argentina, se usa zonzo o sonso —con varios derivados— por tonto 'bobalicón',
'poco avispado' 1. En el marco institucional de la viveza criolla, el zonzo
representa la contraparte del vivo: un aforismo cínico dice que el vivo vive del
zonzo, y el zonzo de su trabajo 2.
En cuanto a derivados, son aumentativos de diversa extensión americana
zonzote, zonzazo y zonzón (este usado en la Argentina). En el Perú es corriente la
forma con doble sufijo zonzonazo. Menos frecuente es otra forma con doble
sufijo, sonsoniche, que usa Yerovi en La de cuatro mil 3. En otras partes se oyen,
como sinónimos del primitivo, los derivados zonzoriano, zonzoreno, zonzoreco,
zonzoreque, zonzoneque, zonzorrio, zonzorrión, zonzaina (masculino) 4. El
nombre abstracto correspondiente es en el Perú y en muchas otras partes zoncera
o zoncería; en Bolivia se prefiere zonceridad. Azonzarse es en el Perú 'volverse
zonzo', atontarse; zoncear es 'portarse como un zonzo' (también en Chile,
Argentina, Uruguay y Guatemala).

442  
1. Dice, por ejemplo, Borges que hacia 1912 "Palermo se apuraba hacia la sonsera: la
siniestra edificación art nouveau brotaba como una hinchada flor hasta de los
barriales" (Evaristo Carriego, en Obras, 130; véase sonso en un poema del mismo
Carriego citado en íd. pág. 139). Sonso igualmente en Cortázar, Rayuela, 169; "reírse
como sonsas" en Final del juego, 26; otro uso de sonsa en íd. íd. 39; "cachorros
sonsos" en íd. íd. 140; hacerse el sonso en íd. íd. 121.

2. Palma emplea el dicho, hoy poco conocido, el zonzo Tinoco, mucha fachada y seso
poco (Tradiciones, pág. 531).

3. En Poesía y teatro, pág. 88. Véase hablar sonsoniche, con significado poco claro, en
Valle Inclán, El jaque de Medinica, en Poesía española. Antología general, pág. 409.
Para el terminal -iche, véase antes cebiche.

4. Véase Baldinger y Rivarola, "Designaciones del concepto de 'tonto' en la América


Española", en Homenaje a Ángel Rosenblat en sus 70 años, págs. 51-81.

Las grafías con s en vez de z o ç (sonso, sonsera, asonsarse, sonsear,


sonsonazo) no indican diferencias de pronunciación —el seseo es general en
América— sino simple vacilación ortográfica explicable por la ausencia de una
norma peninsular 1.

En efecto, zonzo es hoy palabra casi desconocida en España y por tanto


se siente como característica del castellano de América 2; se usó, sin embargo, en
la Península durante los siglos XVII y XVIII y se documenta en la lengua literaria
hasta Moratín y la Pardo Bazán 3.

La edición de 1970 del Diccionario de la Academia repetía aún la


etimología que daba la primera (1726-1739): según Autoridades zonzo venía del
latín insulsus y significaba "insulso, sin sazón o sabor, por falta de sal"; en sentido
figurado, "poco divertido, sin viveza o gracia, en lo que hace, u dice" 4. Pero la
relación establecida entre zonzo e insulso, soso fue siempre forzada, tanto en el
aspecto fonético como en el semántico.

Según Amado Alonso 5, zonzo puede haber sido originalmente el


nombre propio de un personaje literario, Çonço 6, que luego

1 Véanse, por ejemplo, zonzo en Vallejo, Novelas, págs. 177, 301, 304, 312, 313;
zoncera en íd. íd. 177, 181; sonsito en Arguedas, El Sexto, pág. 11 y Vargas Llosa, Los
cachorros, pág. 32. En la identidad de los tres primeros fonemas se basa la sustitución
jergal de sonso (o zonzo) por sonaja.

2 La usa deliberadamente Valle Inclán en Tirano Banderas (pág. 68; sonsera en íd. íd.
171).

3 Véase el Vocabulario de Moratín por Ruiz Morcuende, s. v.; un uso del XIX en la
Pardo Bazán ("la zonza e ingrata edad de la adolescencia"), La madre naturaleza, pág.
75. Usos americanos del siglo XVIII en Lenguas de América, págs. 208 y 263; Drama
de los Palanganas, 56, 69, 70 (sonso, zonso, zonzo) y 51 (zoncera); Terralla, Vida de

443  
muchos (en Palma, Tradiciones, págs. 721-722: zonzo y zonceras). Usos americanos
de principios del XIX: zonzo y zoncería 'mansedumbre' en Lizardi, El Periquillo
Sarniento, págs. 55, 58, 202, 282.

4 En la edición de 1984 se suprime esta etimología y se incluye como segunda acepción


la de 'tonto, simple, mentecato'. Zoncera se sigue dando como americanismo, pero
zoncería, zonzorrión y zonzamente aparecen como voces del español general. Lo
mismo, con una segunda acepción, argentina, s. v. zoncera en la edición de 1992.

5 Véase "Las prevaricaciones idiomáticas de Sancho" en NRFH, año II, Núm. 1, págs. 1-
9 y ELTH, págs. 399-414.

6 Se pronunciaba inicialmente tsontso, con la africada alveolar sibilante sorda que se


perdió en la llamada crisis de las sibilantes castellanas.

se hizo designación genérica de un tipo humano 1 Alonso parte de un dato del


Maestro Gonzalo Correas, quien (hacia 1627) explica:
"Zonzo: fue nombre de un mozo bellaco que se fingió tonto para engañar al amo,
en un entremés, y llevarle una hija, y de él se varían frases a lo zonzo y otras" 2.

Según este dato, el matiz de 'tonto fingido', documentado en España y


conservado en Portugal, habría sido el original; de ese sentido primitivo podría
haber salido el de 'bobalicón, necio inofensivo' que tiene la palabra en América y
Cataluña. Pero el entremés aludido no ha podido localizarse, y en cambio se ha
comprobado que las explicaciones de Correas son a veces fantasiosas.

Zonzo parece a Corominas 3 una voz de creación expresiva, es decir, una


palabra en que la propia materia fónica evoca su contenido semántico. En ese
caso, entraría en la serie de bobo, chocho, ñoño, tonto: voces de esquema fonético
semejante (consonante repetida, con vocal o también repetida, en una forma
bisílaba grave) que expresan todas análogos conceptos negativos sobre la
naturaleza humana.

1 A la manera de celestina, lazarillo, quijote, maritornes, mecenas, mentor, judas,


donjuán, tenorio, panfilo, robinsón, etc. Véanse canillita y barchilón en este volumen.

2 Vocabulario de refranes y frases proverbiales, cit. Alonso, ob.cit. pág. 412.

3 Diccionario crítico etimológico, s. v.

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472  
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Órgano del Departamento de Historia de la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos.

VIOTTI, M. Novo dicionário da gíria brasileira. Sao Paulo 1956. Ind. Gráfica
Bentivegna.
Vocabulario políglota incaico. Comprende más de 12,000 voces castellanas y
100,000 de keshua del Cuzco, Ayacucho, Junín, Ancash y aymará. Compuesto
por algunos religiosos franciscanos misioneros de los Colegios de Propaganda
Fide del Perú. Lima 1905. Tipografía del Colegio de Propaganda Fide del
Perú.
Vocabulario Sul-Rio-grandense. Reúne quatro obras em um único dicionário de
vocábulos rio-grandenses (de Romaguera Correa, Antonio Alvares Pereira
Coruja, Luiz Carlos de Moraes y Roque Callage). Rio de Janeiro-Porto
Alegre-Sao Paulo 1964. Editora Globo.

Vox. Diccionario general ilustrado de la lengua española. Nueva redacción


dirigida por Manuel Alvar Ezquerra. Prólogos de don Ramón Me-néndez
Pidal y don Samuel Gili Gaya. Barcelona 1987. Biblograph S.A.
WAGNER, Max Leopold. "El sufijo hispanoamericano -eco para denotar defectos
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ZEROLO, Elias, Miguel de Toro y Gómez, Emiliano Isaza y otros escritores
españoles y americanos. Diccionario enciclopédico de la lengua castellana.
Contiene las voces, frases, refranes y locuciones de uso corriente en España y
América. París 1895. 2 vols. Garnier Hnos.

473  
ZWEIG, Stefan. Fouché. El genio tenebroso. Barcelona 1958. Editorial Juventud.

VOCES Y TEMAS ÍNDICE ALFABÉTICO DE

a a ponchadas
a- a ponchazos
-a 99, 260
a poncho
a cada chancho le llega su San Martín
a puchitos
a cavile
a puchos
a casa de
a punta de
a chicha fresca a punta de lanza
a fojas a punta de pistola
a fojas cero a quejarse a los yuyos
a fojas uno a raja macana
a la fortuna por los cuernos a remezones
a la violeta abajenque
a la Waterloo abalear
a lo de -able, -ible
a lo zonzo abrasar
a panderete abrazar

474  
abreviaturas agave:
abuchear -aggia (italiano)
aburrir aglutinación
acá acascca (quechua) agora
academicismo agua de berros
acamalado
agua y desagüe
acamalarse
acápite aguaita
acarachado, -a aguaitacaimán
acaracharse aguaitacamino
acariciar la panlorrilla aguaitada
accesoria (f.) aguaitador, -a
ace aguailamienlo
acebichada aguaitar
aceitillo aguailear
acento de intensidad aguaparse
acequia aguarapado, -a
achagua aguardiente de Pisco
achatnpar(se) aguatero
achamacado, -a aguayla
achancharse aguaytar
achapaudarse agüeitar
achaque agujerear
achiote ahi mismo
áchiotl (azteca) ahi nomás
accidente ahora [ha] un año, etc.
acomedido, -a ahora hace un año, etc.
(el) acomedido hiede a podrido ahora no más
acomedimiento ahora ñaupas
acomedirse ahuachafarse
acomide ahuachar(se)
acomidirse ahuchear
aconchado, -a ahuesarse
aconcharse aimara y aimarismos
acorcuncharse airecito
adefesioso, -a ai ta (vasco)
adehala ajapa (portugués)
-aje
-ado, -ada
ají
afectación ajiaco
afectividad ajochador, -a
afoctear ajochar
africadas ajuchar 41
africanismos ajutrarse 210
afuetear aka (quechua)
afutrarse akka (quechua)
al aguaite amorrinharse (portugués)
al arranche amparar
al calaato ampay
al finalizar el año, chicha, mamey amphi- (griego)
y zapote amphiphoreús (griego)
al rancho viejo nunca le faltan amphoreús (griego)
goteras amphora (latín)
al tacho anafe
(los) alas anafre
alboroque analogía
alcázar ananás
a/dea anantcs
alfabeto latino
anaptixis
alferecía
alferiche -anee
algo va de Pedro a Pedro anchoa
alla te lo espeto, Pericote Prieto anchóela
allpaca (aimara) anchova
almadiarse anchoveta
almagacén anchoveta no es pescado, después que te
la has tragado
almaricirse
anchovetero, -a
alón, -a
anda vete (m.)
alpaca
andalucismo; andaluz
alta policía
andando se hacen chancacas
alteración
andar botado
alternancia de palatales
andar en muía chucara y con
alluradamenle
estribos largos
allurado, -a
andar hecho un charquicán
*alturar
andar muca
alzar el poncho
andinantes
ama
anfitrión
amacanarse
ánfora
amargurado
anglicismos
amarillo mamey
anhapa (portugués)
amarrete
aniñantes, aninanlis
amarse como chanchos
-ano, -ana
amaularse
anofeles
ambrosia
anomalía
ambulante (m.)
ansina
americanismos
antanticr
ameritado, -a
ante-
ameritar
anteantier
amigos de cama y rancho
anteayer
amorochado, -a
anteparare (latín) arranclmcapas
antes arranchadera
antes de ayer arranchador
anleyer arranchar(se)
antier arranchan
antiernoche arranquitis
antihiática (tendencia) arrastraderito
antiyer arrastrar el poncho
antonomasia
arrempujar
apalomillado, -a
aparar arrequintar
apearse de [la] muía chucara arriba mía
apichu (quechua) arrocharse
apócope arrojar
apodos -anón
aposento arroyo
apparare (latín) arroz chaufa
apretador (m.) arroz zambito
apunarse arruga
apuñalar arl nouveau
apuñalear asado, -a
apurado, -a asarse
apurar(se) asentador de lotería
apuro asentador de suertes
apurón asentamientos humanos
aquí no más ashua (quechua)
aquí torció la chancha el rabo así es de que
aquicito no más así no más
-ar así nomás
árabe y arabismos asiento (o asientito) de ron
aragonés y aragonesismos asimilación
arahuaco y arahuaquismos asistió nomás
arañar el petate asonsarse
arará asoroehado, -a
araucano y araucanismos asorochar(se)
arcaísmos aspirina
argentinismos asturianismos
armada -ata
armadilla atingencia
armadillo atingente
armar(se) atingido, -a
-aro atingir(se)
arquear -ato
arquilecturado ato turnado, -a
arrancha-arraucha atotumarse
attingere (latín) banal
aullar bantú (familia lingüística)
aumentativos baqueano, -a
auquénido boquear
aura baquía
autocita baquiano, -a
baquiar
avance
baqiya (árabe)
avanzar baratieri
avena barattiere (italiano)
ayer barchilón, -a
ayer no más barriada
azambado, -a base lingüística (del español de
Azambuja América)
azambujado, -a basquear
azapallarse basural
azar batallón
azarar(se) batata
azarear(se) batata de Málaga
batea
azareo
bateada
azarean bateador
azonzarse bateia(portugués)
azor bateíta
azorar(se) bateón
azoro (to) benf
aztequismos Beati indiani qui manducant
azua (quechua) pepiani
azucena del Perú berenjenas de las Indias
azulülo bestial
b de burro
belamax
baba
babiche bienes /tingibles
bable billetera
boom bíniano
Bacciccia (genovés) bimba
bachicha bincha
bachiche biííer (inglés)
bachiller de pupilos bividí
bagre biviri
¡bah! bizcocho [de] Chancay
*blancurado
bahareque *blandurado
baja policía blanquillo
bajareque blanquinoso, -a
bajopontino, -a blue devils
balance blues (inglés)
bobo
balota
boboliche
boca de gachas botador, -a
bocee (italiano) botafango
boche
bolalodo
bochear
botamanga
bochincha
botar el chancho
bochinchada(portugués)
botar el gato
bochinche
botar la casa por la ventana
bochinchear
botarate
bochincheiro (portugués)
botar(se)
bochincherías
botija
bochinchero, -a
boto
bochinchito
box (inglés)
bochincho brali
bochinchoso, -a bramadero
boda brassiere (inglés)
bodega brassiére {francés)
boleadoras bretón
bolero brígida
boliche (red) brilloso, -a
boliche (apodo) brisar
broma
bolichera (f.)
brutal
bolitas (juego)
buchada
bolla
buche
bolsar
buchinche
bomba
buena moza
¡bomba al charqui! bufarle (a uno) los cacles
bombín
bufeo
bombo
buitrear(se)
boniato
buitreada
bon/a
buniato
boquiche burra (latín)
boquipando buscaniguas
borra
buscapiés
borra de vino (color)
buscapique(s)
borrachoso, -a
butifarra
borrado, -a cabala
borradura caballo
borrao caballo de paso
borrarse cabe
bosar cabe de pala
bota cabe de [a] paleta
botadero cabe que
botado, -a cabecilla
botado-guácharo cabeza de plátanos
cabizcala cacimba
cabo (m.) cacique
cábula caciquismo
cabular (portugués) cacle
cabulcador, -a cada carancho en su rancho
cabulear cada gallo ¡canta] en su corral
cabuleo cadera
cabidero, -a cadentia (latín)
cabulismo caer [como los gatos] parado
cabulista caerle (a uno) la quincha
cabulisto cajón
cabuloso cal
cara cala
cacahuate calabacera
cacáhuall (azteca) calabaza de Indias
encuna calachaqui
cacanusa
calafate
cacería
calarnacun (araucano)
cachaco, -a
calaucho 'buho'
cachacos (m.)
calancho 'desnudo'
cachacura
calandraca
cachaquear
calapacho
cachaquería
calapichar
cachaquito
calapitrinche
cacharpari
calatayú
cacharpa(s)
calatear(se)
cacharpaya
calateo
cacharpeada (f.)
calatería
cacharpearse
calaterío
cacharpero
cacharposo, -a calatícri
cachaspalla calatiewsky
cachaspari calatista
(el) calatito de la flecha
cachazpari
calato, -a
cachimba calatriz
cachimbazo calco semántico
cachimbear calentadora (f.)
cachimbero calentura
cachimbo caliche
cachimbón califa
cachinas (véase caquinos) callejón de un solo caño
cachinnus (latín) calli (azteca)
cacho calpan, *calpán (azteca)
cachuelear
*calpón Cándidos de la vela verde
calpulli (azteca) caníba/
calzón de chicote canilla
cama camera canillejo
camal canillento, -a
camalaje canillera
camalero Canillita, canillita
camalito canillón, -a
camarita canilludo, -a
camaronero canoa
cambio cantarle (a uno) /os pies
cambio acentual cantiga
cambio semántico canuta
cañan
cambray
cañazo
camión
canilla
camioneta
capacito
camisa
capar
camotal capa*, -acis (latín)
(El) Camotal capaz
camote capaz que
camote calado capere (latín)
camote del monte *capetonada
camote huasca capia (quechua)
camote podrido caporal
camotear caporale (italiano)
camotero, -a caporalcar
camotillo caporalisme (francés)
camotillo capotraste
camotli (azteca) capulí
camotón caquinos
cara 'menjurje'
camotudo, -a
cara 'rostro' 190 *cara
campana
cara (quechua)
campuza cara de muca
camus (latín)
cara de mucarnuca
cana
cara de tarro
canariera
caracha
cáncamo
carache
cáncamo fremántico
carachento, -a
cáncamo fumatélico
carachero
cancha 'recinto'
cancha 'maíz tostado' carachiento, -a
cande/n carachita(s)
candidez carachito
candido, -a carachoso, -a
carachupa carpetear
caramanduca carpetaro (portugués)
caranchato carpetero
carancheto carpetista (portugués)
carancho carpette (francés)
carare carpiré (latín)
carpita (italiano)
cararoso, -a
carppa (quechua)
carate carquiento, -a
caratejo, -a carrera
cantoso, -n caíto
carátula cartera
caratulado casa
caratular casa de
cara tura casarana
carca cascarilla
carcancha casimba
carcanchón, -a casimir
carcanchoso, -a castas de mezcla
carcoso, -a castellanismos del quechua
carda castellanización (de préstamos)
cárdigan castellano
cardume (portugués) (véase español) casticismo
cardumen castora
cardúmenes catalán y catalanismos
catalana (f.)
cardumes
catalogue (catalán)
cardume
cátedra
caribismos
caliento, -a caterpílar
carne de chichi caucan
carne de enxarca (portugués) cauchi(c) (quechua)
carne de xarque (portugués) causa
caroso, -a caza
carozo ccala (quechua)
carpa cchupu (aimara)
carpani (quechua) ccumu (quechua)
carpacuni (quechua) cebar mates
carpere (latín)
cebichada
carpera
cebiche
carpet (inglés)
cebichería
caceta
cebichero, -a
carpeta de escritorio
cebichito
carpeta de trabajo
cebique
Carpetamento
ceboll-
carpetazo
*cebolliche
ceborrancha champoso, -a
ceborrincha champudo, -a
ceceo champuz
celestina champuz de agrio
celofán champuz de las monjas
cementerio champuz de leche
cemita chanca
cepa (latín) chancabuques
cepula (latín) chancaca
cerca mío (luyo, suyo) chancacazo
cerdo, -a chanca-chanca
cerrero, -a chancaco
cerril chancacón
ceviche chancadera
ch chancador
-cha (sufijo quechua) chancadora
chácara chancáis
Chacarilla chanca-la-lata
chacchar chancalata
chachamu chancanque
chacra chancaquear
chafallo
chancaquera
chafallón
chancaquería
*chafallonía
chancaquera
chafalonería
chancaquita
chafalonía
chancaquitero
chafalote
chancar
chafar *chancasca
chaíto
chancay
chalona
Chancay
chamba
chancayes
chambi (quechua)
chamca (quechua) chance
chamcca (quechua) chancecito
chamcca-chamcca (quechua) chancha
chamkka (quechua) chanchada
chámkkay (quechua) chanchería
champa
chanchero, —a
Champagne, champagne
chanchito
champancito
chancho, -a
champañada
chancho limpio nunca engorda
champazo
chancho marino
champe
chancho rengo
champear chanchu (mapuche)
champería chancan (m.)
chancón, -a charquin (araucano)
chancona (f.) charquizapallo
chanconcito, -a (la) chata
chanconero (m.) chato, -a
chancua chau
chancuar chau-chau
chancudo, -a chaucito
chanfla chauchito
chanflón chaufa
chankkaska (quechua) chatipicac (quechua)
chánkkay (quecha) che
-che
ch'anpa (quechua)
chéance (francés)
chanque checar
chao check (inglés)
chapa (To) check (í/p)
chapalear chele
*chape, chape chepo
cheque
chapean bombé chequeada
chapeau melón chequeador
chapeta chequearle)
chapetada chequeo
coopere chequeo general
chapetón, -a chequera
(los) ches
chapetonada
chez (francés)
chapetonear chhampi (quechua)
chapi chhupu (quechua)
chapín chiancaca
chaposo, -a chicha
chapotear chicha de /ora
chaqui (quechua) chicha de uva
character (latín) chicha de yuca
charcón, -a chicha morada
chicha, pepián y chivo, para las penas
charque
gran lenitivo
charqueada
chichah (lengua cuna)
charqueador, -a
charquearse) chichar (v.)
charquecillo chichería
charqueo chichero, -a
charquería chichi
charqui chichódromo
charqui de manzana chicle
charqui de zapallo chicot (francés)
chicotazo
charquicán
chicote
charquimanzana
chicote quemado chompa
chicoteada chompita
chicotear chompón
chicotera chopo (quechua)
chicotería choppo (quechua)
chicotillazo choquezuela
chicotillo chorear
chicotinho queimado chorifaite
chifa (m.) chorifaitear
chile chucarear
chilena (f.)
chucaro, -a
chilenismos
chilititi (quechua) chucro, -a
chillar como un verraco cimero (portugués)
chimando (portugués) *chucru (quechua)
china (f.) *chúcuru
chingana chueca
chinganear chueco, -a
chinganero, -a (El) Chueco
chinganga chuequeada
chinkana (quechua) chuequear(se)
chínkay (quecha) chuequera
chino chulleco, -a
chino (lengua y cultura) chungaría
chipro chuñeco, -a
chiquear chuño
chiquitoso, -a chupacirios
chirfaile chupe
chisco chupe cimarrón
chistera chupi (quechua)
chivillo, -a chupiento, -a
chivío chupito
chivo chupo
chiwillu, ch'iwillu (quechua) (un) chupo de plata
choclo chupón
choco chupu, chhupu (quechua)
choco, -a ¡CHUS, chus!
chocolate chusco, -a
chocólatl (azteca) chuscón, -a
chocho chuigo, -a
choe ch'usku (quechua)
chofer chusquilo
cholo, -a chuyeco, -a
chomba ciño (italiano)
ciau (italiano) cochino, -a
cierrapuertas cocho
cimarra cochoso, -a
cimarrero cocinar
cimarrón, -a cocinería
cimarronada coco
cimarronear(se) codeador, -a
cimarroneo codear
cimarronera codeo
cimarronero cófrarde
cirear Cognac, cognac
Ciríaco cogotero
ciriada coima
ciriadita cojal
ciriar colero (m.)
cirio collera
clac colombiche
clac de unto colorado, -a
clavo comedido, -a
claxon comedimiento
cláxones comedir(se)
cláxons camena
clísorí comer pavo
clíster comerciar en chueco
coa comerse un pavo (con plumas)
coba come-y-calla (m.)
cobíjate) cómica (f.)
cobruna comique
coca comisión
cocaína commetiri (latín)
cocer como (quechua)
cocha (quechua) como cancha
cochayuyo como estás (m.)
coche como pato de chifa
cochecito como Pedro por su casa
comodoy (f.)
codii
compadrito
cochinada
compensativo (m.)
cochinatico
comprar de chueco
cochinear(se)
compuestos
cochinero
con
cochinilla
con-
cochinito
con el miche y con el pisco pasan
las penas del rico conversata
con la boca, es un mamey coñac
con títeres y petacas co-pah (lengua cuna)
concita copliche
conchar coquito
conchito corancho
concho corcocho
concho de vino, concho'e vino corcova
conchoso corcovo
conchoso (portugués) corcuncharse
conchudez corcuncho, -a
conchudo, -a
corima
cónclave
coroza
Congo
corpino
congo, -a (adj.)
congolés corrección: véase criterio de
connotación corrección
connotado, -a correñañita,
connotar correñañito
connolativo corresponyuyos
(to) connote corsé
conscripción corte de totuma
conscripción vial cosa
conscriptio, -onis (latín) cosa de que
conscription (francés) cosa que
conscripto coser
conscriptora costeante
consonantización costear la diversión
costear(la)
consonantizar
costeársela
contaminación: véase cruce
costeativo, -a
contimas
costeo
contorcha
coto
contra (adj.)
cotomono
contra (más)
Cotópolis
contracarátula
cotosino, -a
contracción
coloso, -a
contramontonera
cofío (quechua)
contramontonero
cotudo, -a
contrastar
couche (francés)
contraste
coxa (latín)
contrástalo
coyote
contrimás
cráter
conventillero, -a
creación expresiva
creación personal curco, -a
credo cimarrón curen (quechua)
criollo, -a curcucho, -a
criterio de corrección curcuncha
cruce curcuncharse
cuadra curcuncho, -a
cuádrilo curcuño
cuajo cunta
cuando curka (quechua)
cuando entró la Patria cursi
cursilería
cuanto (más)
curumpini (quechua)
cuáquer cuti (quechua)
cuáquero, -a cuxa
cuatro (m.) cuyo
cubeta cuyu (quechua)
cubiche cuz, cuz!
cubil cuzco
dacrórt
cubilete
dada
cucharero
damajuana
cucharonazo
damasco
cuchi
d'andenantes
cuchi-chancho dar a la batea
cuco dar boca
cucufa dar cabe
cucufata (común) dar carpetazo
Cucufate, cucufate dar chance
cucufatería dar chicote
cucufato, -a dar coba
Cucufo, encujo dar el raje
cueca dar fuete
cuello pando dar pan por charqui
[el] cuento de nunca acabar dar un cabe
dar un fuetazo
cuerda
dar un para/é
cuerpos de dragones
dar una manilo
cuja
cuja camera dar una parada
cujal dar una puchada
cujar darle vuelta al charqui
cujÓn darse prosa
cultismos de
cumanagoto de a puchitos
cumbia de a puchos
cumbo de acápite
cuna (lengua) de aguaite
curca [de] chapeta con plata [e] indio con
honor, líbranos señor delante mío (luyo, suyo)
de chicha y nabo delgado
de color honesto delicado
de macana dementar
de mamey demia
de mamey con dos pepas demorar(se)
de mamey con yuca (tibia) denantes
de mamey en almíbar denantias
de mamey sin pepa dende ya
de manera de que denominación de origen
de modo de que denotación
de ñapa deponer
de ñeque, pulso y remezón depurar
de paporreta dequeísmo
de parada dequeísta
de pala en quincha
derby hat (inglés)
de pepián
derecho de pataleo
de príquile, de príquiti
derivación
de príquiti mangansúa
derrengar
de que
derrepente
de raja macana
desacomedido, -a
de remezón
desacomedirse
de resistencia
descarachar
de tapera en galpón
de yapa deschampar
de zapallo Descolaburros
debajo mío (tuyo, suyo) descomedido, -a
debocar descomedimiento
decir [hasta] botija verde descomedirse
decir [hasta] vela verde desde que
decir [hasla] zamba canuta, desde que un perro maté,
decir lisura y media Mataperros me llamé
dedeté desde /a (portugués)
dejar botado desde ya
dejar en el (o en un) petate desde ya mismo
dejar muca desempacarse
dejarse pisar el poncho desfloripondiar
del año de ñaupa desgaste fonético
del tambo al timbo deshondrar
del tiempo de Ñau deshonrar
del tiempo de ñaupa deslateralización
del tindío al tambo desmameyar
del tumbo al tambo desmerecer
desmeritar dolasmas
desnasalización dominico
despalatalización Don José
despalmante donde
despectivos donde camotes se asaron, cenizas
desplayado (m.) quedaron
desponclmrse donde el diablo perdió el poncho
desprolijo, -a donjuán
destacamento dorima
destral dormir como un chancho
destrejar dracón
dragón
desvalido
dragón (francés)
detalloso, -a
dragona
detrás mío (luyo, suyo)
dragoncillo
devolver
dragoneante
diablos azules dragonear
dialectalización vertical dralón
díame drema
dictáfono drepa
*difuerzo dulzurado, -a
dijuerzo dulzurar
diga no más dunlopillo
dínamo durar lo que cuchara de pan en
amae (francés) mazamorra
dindon (francés) -ear
diptongación echar a la batea
dis- cellar al tacho
disforzado, -a ecltar pan
disforzarse echar prosa
disfuerzo echar ¡un ] cabe
disimilación echar una manito
dispuesto echar una suerte
disticoso, -a
echar una suerte en vaca
*distingoso
echarse a los yuyos
doblar el petate
echarse como muca a pollos
doble
echarse con las petacas
dobleancho
dobletes echarse el alma a la espalda
Doctor Panchito -eco, -eca
dolama ecuador léxico
dolamas ejambrío, -a
dolame -ejo, -eja
dolamen (latín) el cachaco de la esquina
dolames
el chino de la esquina empatar el tiempo
el concho y la espuma empatar(se)
el día del pucho empate
*el mano empatter (francés)
el peor chancho rompe el chiquero empavar(se)
el pulpero de la esquina empave, empabe
el que ha nacido en petate, siempre empavón, -a
anda apestando a tule (o a turré) empavonar(se)
el torcido busca el pando empetatar
¡el último huachito! 236 el vivo vive del emponchado, -a
zonzo y el zonzo de su trabajo emponcharse
el zonzo Tinoco, mucha fachada y seso emprolijar
poco en
-ela en abril y mayo, maíz y zapallo
elante en aguaite
electrola en buenas manos está el pandero
elipsis en casa de
embochinchable en fustanes
embochinchar en los quintos apurados
embromado, -a en mi (tu, su) adentro
embromar en mi (tu, su) delante
embromón, -a en mi (tu, su) encima
empacada (f.) en montón
empacadizo en receso
empacado, -a en tiempo de María Ñaupas
empacador en toda tierra de camotes, hay de
empacamento (portugués) una y otra cría
empacamiento en tu elante
empacar(se) enagua(s)
empacho para(d)o, paráu enante
empacón, -a enantes
empaque enantitos
empaquetado, -a encalatado, -a
empaquetar(se) encalatarse
emparada (f.) encamotarse
emparamento encaracharse
encarpetar
emparamiento
encender en el pucho
emparar
encender la cachimba
emparar trompos en la uña
enchampar(se)
empatadijo
enchampe
empatador (m.)
enchichado, -a
empatadura
enchompado, -a
emchomparse entre tanto (que)
enchuecar(se) envetarse
encima mío (tuyo, suyo) envilecimiento
encima tuya enxarca (portugués)
encomendado (m.) enyuyarse
encomendería epéntesis
encomendero -er
encomiásticos es-
encomienda es capaz de
Encomiendita es capaz que
encontrar fleco para su poncho escalador
enconche escalona
endenantes escapear
enenantes escapero
enenantitos escarapela
énfasis escarapelar(se)
enfrazadado, -a escarapelar -se (portugués)
enfuetarse escarbajear
engreído, -a escolero (m.)
engreimiento escondiche
enguacharse escorpión
enguaraparse esdrújulas y esdrujulismo
enguarapetarse eslávicas (lenguas)
enlaberintarse eso se ganó con el trabajo del
enlajado (m.) general Camote
enlajadura espada de totuma
enlajar español americano
enlosar español atlántico
enlozar español canario
enmucarse español clásico
enñatarse español general
-enque español preclásico
enquinchar españolado
enrazado, -a españoles europeos
enredique especificación
enrostrar espeso, -a
entarrado espumante zambuca
entierro espúreo
entotumado, -a estampilla
entotumarse estar a partir de un confite
entra no más estar a poncho 353
entrar en receso estar apurado
entre (más) estar botado, -a
estar champa cambio semántico
estar como un pepián excarpere (latín)
estar como un tacho exégeta
estar como un yuyo exilado
estar con diablos azules exitoso, -a
estar con el charqui largo expletivos
estar con los chicotes cruzados extensión de sentido
estar con [todos] los muñecos extraneare (latín)
estar con yaya extrañar(se)
estar [de] ñaños f inicial latina
estar de palangana faceré (latín)
estar embromado facetadas
estar en apuros facón
estar en Calatayud faginar
estar en el mamey faite
estar en un apuro faitear
estar fundido faitecito
estar fundido como un tacho failemán
estar hecho una carcancha faitemanada
estar hecho [un] charqui failemanes
estar hecho un pepián faitismo
estar hecho un ranchero fañoso
estar jaladito falsa carátula
estar jalado farruto
estar más pando que un riel curvo feca
estar medio jalado fenómeno
estar muca fercho
estar muñequeado feroz (ferós)
estar ñaupa festinable
estar ñaupa-ñaupa festinación
este era festinación de trámites
estera festina lente (latín)
esterilla festinar
esticoso, -a festinar trámites
estriptisera festinare (latín)
estuchante festinatorio, -a
esu ficus
-efe, -eta fiero, -a
eterní(t) fierrero
etimología popular fierro
eufemismos fierro enlozado
evolución semántica: véase fighter (inglés)
fighter man
filoso, -a foramen
finca forare (latín)
fincar foratus (latín)
firme fórmica
fisgonear forúnculo
[to] fit fotingo
fitter (inglés) fouef (francés)
fl- fouetter (francés)
*flacurado foutre (francés)
flassada (catalán) foyeque
flit francés
flor franela
flor de campanilla fraque
florecita fráquete
floreo verbal frazada
floribundus frazadero
floricundio frazadón
florifundio frecuentativo: véase -car
floripón fregar la cachimba
floripondio frejol(es)
floripundia fremántico
*floripuni *frescurado
foco frezada
foetazo frigider
foefe frijol(es)
foefear frijoleo
foetiza frisol(es)
foi pro tacho (portugués) fruza
foja fuente
fuetazo
foja de servicios fuete
fojar fueteada
fojear fuetear
folia (latín) fuetera
fuetiza
folio
Fulano
folium (latín)
fumar en cachimba
folleque
fumatélico
fondo
fundere (latín)
fonética fundidera
fonética sintáctica fundido, -a
foradador (m.) fundir la paciencia
foradar fundir la pita
forado fundiré (latín)
fundir(se) gagazote, -a
fundo gago, -o
fungere (latín, italiano) gagoill (bretón)
fungi (latín) gagoso, -a
fungible
gaguear
fingieren (alemán)
fungir gagueira (portugués)
furúnculo gaguejador (portugués)
fusión gagueo
fustagno (italiano) gaguera
fustal gaguez (portugués)
fitstán gaguice (portugués)
fistanear gaguillo
fustao (portugués) galafardo
fuste
galafate
fusteda
galapacho
fustis (latín)
futaine (francés) galavardo
futir(se) galera
futraque galerita
futrarse galicismos
futre galifardaje
futre palangana galifardeu (catalán)
futre pelado, bolsillo planchado galifardo, -a
futrearse gallego
fulreque galleta Chaplín
futrería gallina de Indias
futrerío gallina de la tierra
Futriaco gallina de papada
futriarse gallinazo
futrique gallinazo no canta en puna
futriquiñador gallipavo
futriquifíar(se) gallo de Indias
futriquiñería gallo de la tierra
futrír gallo de papada
¡futro! galpao (portugués)
futuere (latín) galpol
gabina *galpole
gachupín galpón
gaélico galponero
gáfiter galpul
gafitero gambusinero
gagá gamón
gaga (francés) gamonal
gagach (gaélico) Gamonal (apellido)
gamonalismo grafías soldadas
gamonalito grafías vacilantes
ganado de chicote gramaticalizacion
ganar un cabe gramola
garapa (congolés, portugués) granadilla
garapacho grandenque
garconniere (francés) grano de Bagdad
gasfiter grano de Oriente
gas-fitter (inglés) greno
gasfitería griposo, -o
gasfitero gritar como un verraco
gasifista gua-
gasista gual
gastar prosa guachada
gateadora (i.) guachafa
gatillo guachafita (f.)
gato guachafo
gatuno, -a guachalocro
gaucho, -a guachapa
gavión guachapeada
General American (inglés) guachapear
germanía guachapita
germanismos guácharo
gíria (jerga carioca) guache
glazo guachear
gocho guachilón
godo, -a guacho, -a
golmar guagua
golpiza guata
*gordurado guajcho
gorge (francés) guanaco
gormar guando
gorr guanero, -a
gorrinada guano de isla (s)
gorrino guante
gouappe (francés) guanlo (quechua)
gozco guaparrandón
gozque guapeada
gradas guapeador
graduar guapear
grafías dobles guapería
grafías mudas guapetón, -a
grafías simples
guapeza güinclia
guapido guinda (color)
guapísimo, -a güira
guapo, -a guíta
gua poso guitarra requinto
guapura güito
guara ¡gus, gus!
guaracha guzco
guaragua guzpalarero
guaraguas (m.) guzpataro
guaragüero, -a guzque
guaranismos aspirada
guampa h inglesa
guarapazo h muda
guarapear(se) ha
guarapeo haba (véase jaba) habernos
guarapera (f.) habla (véase también lengua, lenguaje,
guarapería jerga y léxico)
guarapero, -a habla familiar
guarapeta habla local
guarapetazo hablar de papo
guarapetería hablar de paporreta
guarapülo hablar ñato
guarapo hablar paporretas
guarapón, -a hablar sonsoniche
¡guarda', hacendado
guar-guar hacer acápite
guflrín hacer camote
guarique hacer cargar la batea
guariquitén hacer chanca
guaro hacer chancho
guaroso, -a hacer chancua
guarr hacer charqui
guarrada hacer charquicán
guarro hacer costeo
guascha (f.) hacer empavar
guasurdemis hacer la cimarra
guada hacer la parada
guaucho hacer la pava
¡guay! hacer maula
guayacán hacer ñizcas
guerrilla hacer pascanas
guerrillero hacer pifia
hacer punta hecho
hacer rancho aparte herí (latín)
hacer tutihuahua hermafrodita
hacer tutito híbridas (palabras)
hacer tuto higuerilla
hacer tutu hijo de chancho
hacer tutuhuahua ¡hip!
hacer un charqui hipermercado
hacer una mala parada hipocorísticos
hacerse el chancho para que lo hoja
rasquen holán
hacerse el chancho rengo holánn de hilo
hacerse el sonso hombre de fuste
hacer(se) huincha hombre de ñeque
hacerse la vaca hombres de baquía
hacer(se) muca hombruno, -a
hacerse rajas homofonía, homonimia
hacer(se) yaya hacérsele viva la parada hondo
hacienda hongo
haiga (m.) honorable (m.)
halar horadado
haler (francés) horadar
hamaca horado
hamacar(se) hotel
hamaquear(se) (h)ua-
hamaquero, -ra huaccha
hombrada huacha (f.)
hambre (m.) huachafa (f.)
hambrenque huachafear(se)
hombrera huachafería
hambretón huachaferío
hambrija huachafero (m.)
hambrina huachafieri
hambrosia huachafísimo, -a
hambroso, -a huachafismo
hambruna huachafita (£.)
hambrunario, -a huachafo, -a
hambrusia huachafón, -a
hammock (inglés) huachafosísimo, -a
harina de pescado huachafoso, -a
hasta el conchito hato huachaje
hava (véase jaba) huachalomo
heces huacharaje
huácharo -icius, -icia (latín)
huachero, -a icono
huachilón idiolecto
huachito (m.) ignaro
huacho (m.) -illo, -illa
huacho, -a impattare (italiano)
huahua importancia
huaino importar un pucho
huaitchápol improlijo, -a
huajcho, -a inabdicable
huamanpinta inante (latín)
-huan (quechua) inca
Huaquilla incidente
ftuflra (quechua) incontrastable
huarahua indano
huarapero indigenismos
huar-huar informal (m.)
huarica inga
huarique ingenio (azucarero)
huasca (quechua) inglés
huaso inhalar
huauque (quechua) inhapa (portugués)
hucucha (quechua) instrumentales (sufijos)
huchar insulsus (latín)
huchear inter (latín)
hucher (francés) ínter
húchuy piqui, huchuipiqui interferencia: véase cruce
(quechua) intervalo
huesillo inversión (silábica, fonemática)
hueso ipso pucho
(el) huevo de Colón -ique
(el) huevo de Juanelo ir a Tongoy
huincha ir al arranche
¡huincha! irle (a uno) algo en la parada
huinchada irse al cachimbo
hundir irse al concho
huracán irse al tacho
i-be-eme irse al tacho colorado
ibérico italiano e italianismos
íbero iterativo: véase -ear
-ible izquierdoso, -a
I.B.M. jaba
-iche jaba de defensa
jabe java (véase jaba)
jabear jeep
jabecito jerga del hampa (véase también coa,
jobillo coba, germanía, gíria, lunfardo,
jabón replana)
jaboncillo jerga escolar y juvenil
jabuco jergas profesionales
y'flfaiirfo (to) jerk
jack's (inglés) jerky (inglés)
jalada (f.) jerma
jaladera jermu
jaladito jersey
jalado, -a jijuna
jalador, -a jitar
jalapato jochar
jalar agua jochear
jalar camino jofaina
jalar la cadena jora
jalar la lengua jorar
jalar las orejas José Luis
jalar las palas Juan
jalar(se) Juan Bimba
jalar(se) la cara Juan Díaz
jale Juan Dorado
jaleo Juan Lanas
jalera Juan Machiz
jalisco Juan Palomo
jalón Juan Platero
jalón de mechas Luan Tarafe
jalona Juan Vainas
jalonear juanero
jaloneo juanete
jamaca juanillo
jamaquear jubón
jamaquean juchar
jambrera juchear
jambrina judas
jambrío, -a judeoespañol: véase sefardí
jambruna judión
jambrusia juegos verbales
Japon fuete
jaranista juetazo
jato
jugarreta kkhencha (quechua)
jui (chino) kkhonchu (quechua)
jumper (inglés) kkincha (quechua)
jundir(se) klínex
junto suyo kódak
jutre k'oto (quechua)
kacchakamáyoc (quechua) Kraut (alemán)
kacchani (quechua) k'uchu (quechua)
kachakke (quechua) k'umillu (quechua)
kachaku (quechua) k'umu (quechua)
kachákukk (quechua) kuraka (quechua)
kacharpa (quechua) kurku (quechua)
kacharpákay (quechua) kurkunchu (quechua)
kacharpáriy (quechua) l en quechua
kacharpayani (quechua) ¡la buena huincha!
k'ácltakk (quechua) la mujer lunarosa, de suyo se hermosa
káchay (quechua) La Palizada
kakchákukk (quechua) la presidencia pasa, y la pasa queda en
kakchákay (quechua) casa
kákkdiay (quechua) la quinta del Ñato
'kala (quechua) ¡la tiene buena!
'kalato, 'knlata (quechua) labariento
k'amapta (quechua) laberientó
knmpandw laberintero, -a
kampanchu laberinto
ka ra (quechua) laberintoso, -a
karadía (quechua) labio morocho
Karamanduka labyrinthos (griego)
kárdex labynnthus (latín)
karka (quechua) lage (portugués)
karka uncu (quechua) lagnappe (francés)
karkacha lagniappe (francés)
karkancha (quechua). laja
kashaku (quechua) lajado (m.)
kencha lajear
kharka (quechua) lajero
King's English lajuela
kiñakiña (aimara) lambruchería
k'íñay, kíñay (quechua) lambruchero, -a
kishima (quimbundo) lambruchón
kkencha (quechua) lambruchonería
kkliárkkar (quechua) lambrución
lambrusia
lampa lengua de trapo
lampada lengua escrita
lengua general (véase también
lampazo español general)
lampeador lengua literaria
lampear lengua nacional 16 lengua oral
lampero lengua popular
lampilla lengua vulgar
lampita lenguaje: véase también lengua, habla,
lampón jerga y léxico lenguaje forense
lance lenguaje gauchesco: véase
lancero argentinismos lenguaje infantil
lancha lenguaje mímico
lanpa (quechua) leña
lánpay (quechua) leonés
lanza lepar
lanzar leva
largar los chanchos lex, legis (latín)
latigoso, -a lexicalización
latín de Hispania léxico: véase también habla,
latín macarrónico jerga, lengua y lenguaje léxico del juego
latín popular o vulgar léxico hispanoamericano
latín tardío léxico marinero (véase también
latinismos
marinerismos en tierra)
latinismos de América
léxico militar
latinismos humorísticos
léxico minero
lavadero de oro
léxico no cultural
lavador
léxico olvidado
lavatorio
lazarillo léxico parlamentario
le léxico periodístico
leal léxico taurino
leche liar el petate
leche de tarro liar (los) petates
lechan libra
legal libranza
legal liara
legalis (latín) ligna (latín)
legalísimo Lima beans (inglés)
legalissimo, -a (portugués) limeño mazamorrero
legalito limosnador
lejos nuestro limosnar
lengua (véase también habla, limosneadero
lenguaje, jerga y léxico) limosneador
lengua culta limosneadura
lengua de estropajo
limosneante
limosnear loncho
limosneativo lope
limosneatorio lorcho
limosnero, -a lorito
lingo losa
lismona loza
lismonear Lucas
lismonero, -a lunar
liso, -a lunarejo, -a
lisóte, -a (El) Lunarejo
lisura (La) Lunareja
lisura de gallina lunarosamente
lisurear *lunarosidad
lisurero, -a lunaroso, -a
lisuriento, -a lunfardo
litro macábrico, -a
ll quechua macamorra
llalla macana
llama macanal
llamu (aimara) macanazo
llanero macaneada
Hampa (quechua) macaneador, -a
llapa macanear
llapar macaneo
llave macaneología
llegó charqui a Coquimbo (o a Penco) macanero (m.)
llenar el cachimbo macanilla
llevar en jaba macanillal
llevar la jaba macanudo, -a
lliquini (quechua) magapan
llobaca maccani (quechua)
(la) Llorona de Viernes Santo macefa (f.)
lloverse el rancho maceta (adj.)
lo maceteado, -a
lo de macetear
lóbulo macetudo, -a
*locho madre
locro madre del maiz
locumba maestriche
lograr un cabe maestro
loísmo maguey
lolium (latín) máhran (árabe)
loncha
maicena manizuela
maíz mano
maíz morado mano de plátanos
maíz morocho manota
mal de altura manta
mal traído manta de vapor
mala gente
manteca de chancho
mallta (quechua y aimara)
mantequilla
malta (quechua y aimara)
manto
maltacauchi (quechua)
mantón, -a
maltón, -a
maltoncito, -a manubrio
mama, mamá manzana
mameicillo manzanilla
maméis
mapresa
mameluco
mapuche: véase araucano
mamey
mamey amarillo maraca
mamey colorado marca chancho
mamey hediondo marcas de fábrica
mamey montañero marearse
mamey zapote
marico
mameyal
mameyazo marido
mameyera (f.) marinera (f.)
mameyero (m.) marinerismos en tierra
mameyero, -a Maricastaña
mameyes, ¡mameyes!
maritornes
mameyista
mameyito marranada
mameyuelo marrano, -a
*mana más cardenales hace el chicote que el
manazo Papa
manazo (f.) más parado que el dedo de en medio
mandar al diablo
más parado que el gobierno
mandar al tacho
mandarse jalar más valiente que un curcuncho
mandarse mudar masaío
manecilla mascar caliche
manéala matadero
manejar el pandero
manflor Matagatos
manigueta matancero
manija mataperrada
manilla mataperrear
manita malaperreo
manilo (f.) malaperril
(los) manitos mataperro, -a
manivela
mataperros, mata-perros, méndigo 395
Mataperros (sing.) menear el guarapo 226
mate menear la mazamorra 272
mate cimarrón menta 390
matero, -a mentor 60, 454
mau menudo 249
maula meñique 228
mrtif/á (árabe) merced conductiva 50
merco 423
maular
mercurio 423
maulear
merecer 43
maulería
merere (latín) 43
maulero, -a
*merescere (latín)
maullar mer/i
maulan, -a meritar
maulonería mériter (francés)
maldoso, -a merquiar
maxi-chompa mesa de pandero
mayordomo mestrita
maza-morra mestro
mazamorra mesurado, -a
mazamorra cimarrona mesurar
mazamorra de chancho metáfora
metátesis
mazamorra de cochino
meter [un] cabe
mazamorra morada
meter en la tutuma
mazamorreada
meter ñeque
mazamorrear
meter parada
mazamorreo
meterse a poncho
mazamorrería
meterse en apuros
mazamorrero, -a
meterse en guaraguas
mazamorriento, -a metete
mazmorra metiche
mecenas miche
media lengua mientras los gatos duermen, los
media tapa pericotes se pasean
media(s) mientras más
medidas de alta policía mientras más calatería más batería
medio (m.) mientras más grande, más zonzo
medio fondo mientras menos bulto, más claridad
medio tarro mientras tanto
médula migricia
meeting (inglés) mililronche
mehtro 421, 422 mini-vestido
método (m.) 402, 403 miniyaya
minusdeísmo mostrar la pantorrilla
minuto mostró, -a
mionca mota
miseá (vasco) motocachi
miseria mover la mazamorra
mis/o, -a mozárabe
mita mozo mofo
mocho, -a miícn
modismos mucamuca
molestoso, -a mucamusa
momio muchacha
moniato mucho yuyo
monillo muco
monillo (La) Muerte Carcancha
mono coto muerto de risa
moma mujer
monrazo mujer lunareja, mala hasta vieja
monrero muka (quechua)
monseso montaraz mukamuka (quechua)
monte muía (de pisco)
montoéira (portugués) mida panda
montonada mulita (de pisco)
montonera muñecos
montonera gaucha muñequeada (f.)
montonerear muñequeado, -a
montonerizado muñequearse
montonero, -a (adj.) muñequeo
montonero (m.) murochi, murocchi (aimara)
Montoneros murruñoso, -a
moreno muruchhu, muruchu (quechua)
morfosintaxis muruch'u, muru.chu (quechua)
morocha (f.) -na (sufijo quechua)
morocho, -a naca (apodo)
morrinha (portugués) naca (replana)
morrinhoso (portugués) nacaco
morriña nacho
morriñoso, -a nada más
morrongo nadadorenque
morroño nagua(s)
morroñoso, -a náhuatl: véase aztequismos
morrudo, -a nailon
mosca nana
moscorrofio nanita (latín)
narigón, -a no es el amor al chancho, sino a los
nariz con yapa chicharrones
naso no es raje, es comentario
nasus (latín) no hay limeña sin gua
ñaucas no importar un pucho
nauque no más
nausear no nomás
-ncha (sufijo quechua) no parar en
-ncho, -ncha no parar ni papelón
negociable no poder ver (a otro) con jaba
negociación grande
negociado no saber [ni] donde está parado
Negociado del Tiempo negociador no ser ni chicha ni limonada
negociante no tener raza
negociar no tener vela en este entierro
negocio no tiene la culpa el chancho, sino
negocioso, -a quien le da el afrecho
Negotiator (latín) no valer un pucho
negotium (latín) nomá
negro nomás
negros cimarrones nomasito
*ncgrnrado nombres propios hechos comunes
neologismos nominalizadores (sufijos)
ñeque norma lingüística
nexo semántico norma metropolitana
ni de ñapa norma nacional
ni de vainas norma peninsular
ni lava ni presta la batea nostrano
ni mujer sin tacha ni mula sin raza notado, -a
nicovita notatus (latín)
nievero número
nigua nuquipando
nilón nylon
niña (tratamiento) nzambu (congolés)
niño en cuna y viejo en cuna ña
nipos nacho
niveles de habla ñaña(s)
no nanear
no aguársele a uno el guarapo ñañería
¡no enderezo curcunchos! ñañero, -a
no enfriársele a uno el guarapo nanitas
ñañito, -a
ñaño, -a ñiskka (quechua)
ñañoso, -a ñiy (quechua)
ñapa ñizca
(una) ñapa de gente ñizcado
(una) ñapa de queso ñizgatu
ñapar ño
ñapear ñoño
ñapita -o
ñata(s) (f.) oats (inglés)
(la) Ñata1 oboe
ñatear occidentalismos
ñaterta ofiche
ñaterío ófrico, -a
ñatito, -a ofrir
ñato (m.) ¡ojo al charqui!
ñato, -a ojos jalados
ñato de risa ojota
ñatoco, -a olluco
ñatoso, -a olluquito con charqui
ñatungo, -a ombliguista
natura -on, -onn
ñau, Ñau onde
ñauca(s) *-ondio
ñaupador onomatopeya
ñaupa-ñaupa opimo
ñaupa(s) orden alfabético
ñaupa(s) liempo(s) orégano
ñaupe orejas paradas
ñaupería orlón
ñauque os
ñec (quechua) -oso, -osa pa, pa' (para)
ñeco paba (gallego)
ñecudo pabero, -a (gallego)
ñedqueñ (araucano) pábilo
ñekka (quechua) paca
ñekke (quechua) pacae, pacáis, pacay
ñeqquen (quechua) pachaco
ñeque pachaurpa
(de) ñeque, pulso y remezón pachurpa
ñequear paciencioso, -a
ñequiza paco
ñisca Paco
paco paco (aimara)
pacque (francés) pandear(se)
pacquette (francés) pandeos
padre
pandera
Padres conscriptos
pandereta
pagar la chapetonada pondere (latín)
páirex panderete
paja (adj.) panderista
pajilla panderísticamente
p'ako (quechua) panderizar
pala pandero
palacio Pandero-Techo
palaga (ibérico) Pandero-Hogar
*palagana (latín) ponderan
palana pandiella
palangana(s) pandüla
palanganada pandín
palanganato pandito
palanganear pando (m.)
palanganismo Pando (topónimo, apellido)
pando, -a
palanganita pandorius (latín)
pallar (quechua) pandura (latín)
pallar pandus (latín)
pallar de la oreja panfilo
pallarcarini (quechua) (San) Pantaleone
pallarcuni (quechua) pantalón
pallares (verdes) pantalón (francés)
Pantalone
pallaricuni (quechua)
Panteón, panteón
pállay (quechua)
Panteoncito
palmiche
panteonero (m.)
palomilla
panteonero, -a
palomillada
panteras rugientes
palomillear Pantión
palomillería pantorrilla
palomilloso, -a pantorrilleras
palpito pantorrillesco, -a
palta pantorrilludo, -a
pampa Panza
pamuku (quechua) papa (tubérculo)
pana (quechua) papa (comida)
panda (f.) papa, papá, Papa
pandar papaya
pandare (latín) papel
papelón
paperas parare (latín)
papiamento pararla
papo parar(se)
paporrear parar(se) de cabeza
paporreta parar(se) el pelo
paporretear(se) parar(se) el vello
paporretero, -a pararse en dos patas
paporroteo pararse en pie
papurreta pararse en las patas de atrás
paquete (m.) pararse en puntillas
paquete, -a
parar (se) los pelos
paquetería parársele (a otro)
paquini (quechua)
párcero
para
parada (f.) parentesco lingüístico
fía) Parada paro
parada cabezona partidas (de guerrillas)
parade (inglés) parto morocho
paradear parvuliche
paradita (f.) pasa (f.)
parado (m.) pasados de vetas
parado, -a pasar a Chancay a comer bizcochos
parado en un hilo pasar cábula (portugués)
paradura pasar al año
Paradura del Niño pasar la contorcha
para/é
pasar las penas del tacho
paralelógramo
pasar pellejería y media
paramiento
pasar pellejerías
parar el carro
parar el gallo pasar trabajos
parar el macho pascana
parar el oído pascanear
parar (el) ojo pascani (quechua)
parar el puchero pascanita
parar el rabo pascar
parar la cola pasccanaccuni (quechua)
parar la jarana pasco (latín)
parar la(s) olíais) pase no más
parar la(s) oreja(s) "paseana
parar las patas paskana (quechua)
páskay (quechua)
parar los machos
pato playo
parar mientes
pasquein (quechua)
parar moña palacala
parar plata patada
parar rodeo
patasca pecuaca
patata pecueca
pafúVa pecueco, -a
patinar pedís úngula (latín)
patizambo Pedro
pato Pedro entre ellas
patón, -a (la) pega
patota pegar las petacas
patriocabulismo pegarse al mamey
patriocabidista pegarse una muñequeada
patrulla pegársele (a uno) e/ peíate
patudo, -a pejerrey de tierra
pauliche pelagaluna
pava pelar
paveador pelar zapallo
pavear pelí'che
pavero, -a pelleja
pavo (m.) pellejear
pavo americano pellejería(s)
pavo del país pellejerío
pavo real pellejo
pavón (m.) pellizcar
pavón, -a pelo
pavonado, -a pelo(s) parado(s)
pavonar pelotón
pavonear(se) pelpa
pavoso (m.) penar
pazcani (quechua) penas
pecho pensar
pechón pepa
pechudo pepito
pechuga pepiani, Pepiani
pechuga (m.) percador
pechugada pereza
pechugón, -a perezoso (m.)
pechugón (m.) perforador
pechugonada perfumen
pechugonazo, -a Perico, perico
pechugonear Perico de los Palofes
pechugoneria Perico entre ellas
pécora perico ligero
pecorea pericote, Pericote
pecorear
pericotear picana eléctrica
pericotera (f.) picanazo
pericotera, -a picanear
perilla picanilla
periquito, -a picap
perlón picaresca americana
perno pichana
Pero píchay (quechua)
Pero Grullo pichón
perra pick-up (inglés)
perruno, -a pida «o más
perseguidora (f.) piélago
peruanismos pífano
perulero, -a pifeo
pesuña pifia
pesuño pifiada (f.)
petaca(s) pifiadera
petacazo pifiador, -a
petacón (m.) pifiar(se)
petacón, -a pifión, -a
petacudo, -a piger (latín)
petaquear pigre
petaquem pigricia
petaquilla pigritia (latín)
petaquila
pigro, -a
petatal
petatazo pila
petate pileta
petateada pillar chanchito
petatearse pilsen
petateo pimienta de Indias
petatería pink elephants
pelotera pinos
petatillo pintón, -a
pelotudo, -a pina
petlacalli (azteca) pina de plata
pétlatl (azteca) pina de sed
pezuña pinoso, -a
pezuñento, -a píper (latín)
pfifen (alemán) pipián
pibricia pipiana
pícame Pedro, que picarte quiero pique
picana piquento, -a
píqui (quechua) plato playo
Piqui-chaqui (quechua) playa
piqnichento, -a playa de estacionamiento
piquicho, -a playa de juegos
piqitichón, -a playa de maniobras
piquichonear playa infantil
piquichoneo playo, -u
piquiento, -a playón
piragua plaza
piraña plomería
pirañita plomero
pire* plomo, -d
pin- (quechua) plumber (inglés)
"piricuti pluralidad de normas
piripiri (quechua) policía
pisar(se) el poncho policía política
piscacho polifior
Pisco, pisco polis (griego)
pisco, pólvora y pezuña polistel
piscolabis politeia (griego)
piscología politia (latín)
piscólogo, -a pollera
Pisconti, pisconti pomo
pisco-sour, pisco-sáuer(s), piscosáuers pómulo
Piscoya, piscoya poncha (i.)
piskko (quechua) ponchada
pisqueña (f.) ponchazo
pisqueño, -a ponchear
pisquero, -a ponchecrema
pisquito poncho
pitsk poncho calamaco
piuricia poncho capa
pizco poncho de la nuez
pizcar poncho de la Virgen del Carmen
pizco poncho de los pobres
planilla poncho pampa
plata poncho patrio
plata de pina poncho puyo
plata en pina poneo (aimara)
plata pina ponco camana (aimara)
platano pondus (latín)
plato poner como fustán de lavandera (o de
tamalera)
poner el parche antes [de] que prisco
salga el chupo proclíticos
poner [un] cabe profiindus (latín)
poner un cabo prolijamente
poner una vela a Dios y otra al prolijar
diablo prolijear
ponerle tinca (a algo) prolijidad
ponerse a fojas prolijo, -a
ponerse como un pepián prolixo, -a
ponerse en receso prolixns (latín)
ponerse liso pronunciación
ponerse maceta proponérsele (a uno) algo
ponérsele (a uno) algo prosa
pongaje prosador
pongo, -a, Pongo prosapia
pongueaje prosear
Ponguillo presiento, -a
ponja prosista
ponta de gado (portugués) prosita
pontho (mapuche) prosopopeya
por un perro que maté, Mataperros me prosudo, -a
llamaron y Mataperros me quedé prosus,-a, -um (latín)
por una vez que quité la cola a un Prolopalangana
burro, me llaman provocar
Descolaburros puchada
porcus (latín) puchería
porfiado (m.) puchero
Porras, Pones puchito
pórtasenos pucho
portiche pucho de puro
portugués y portuguesismos puchu (quechua)
¡portiche! puchu puchu (quechua)
poso puchuela
posposición puchuelada
postemilla puchuelero, -a
postverbales puchuelita
poto puchúnkay (quechua)
prefijos puchusco
préstamos puchusco
presupuestívoro pueblo
primarioso, -a
pueblos jóvenes
(los) primos
puerco, -a
primus
pullóver (inglés)
pulóver ¡qué sabe el chancho de freno si nunca
pulpaggia (italiano) se lo han puesto'
pulpaya quechua y quechuismos
pulpejo quedar como un chancho
pulpería quedar hecho charqui
pulpero, -a quedar más calato que chisco en
pulpitum (latín) pelusa
pulque quedar muca
pulquería quedarse a chicha fresca
pulso, ñeque y calidad Queen's English
puma queísmo
pumpá quemar
puna punchu (quechua) quenaquena (aimara)
puncu (quechua) quencha
puncucamáyoc (quechua) quequier(a)
pungo querer la chancha y los chanchitos
pungocamáyoc (quechua) quererse como dos chanchos
-puni (sufijo quechua) queso de chancho
púnkai (aimara) queso fresco
punks (inglés) quijote
punku (quechua) punta quimbundo
punta de ganado quincha(s)
punto acápite quinchada (f.)
púñuy (quechua) quinchado (m.)
pupitre quinchador
purificar quinchal
purismo quinchar
puro quinchazo
puro yuyo quinche
qabbalah (hebreo) quincho
*qalacho (quechua) quinchoso (portugués)
q'ala (quechua) quiniar(se)
q'alaña (aimara) quinina
q'alata (aimara) (/a) «Minia de/ ñato
q'ara (quechua, aimara) aniña
qsar (árabe) quinada (f.)
quaker (inglés) quinado, -a
¡qué capaz! quiñador, -a
¡qué macana! quiñadura
¡que pina! quiñar(se)
¡qué [tal] lisura! quinazo
¡qué tal raza! quiñe
auiño (m.) rangálido, -a
qquiñuni (quechua) rángano
quircuncho rango
ronquear
quirquincho ranquitu
rabiche rasca-rasca
radia (latín) rascada (f.)
radiare (latín) rascapiés
rascar e/ codo
radicales
rasgo semántico
radiogramola raspadilla
radio/a rastrero (m.)
*radulare (latín) rastro
rajadera rata
ratero
rajado, -a
ratio (latín)
rajamacana ratón
rajanya ratonero
rajar(se) rayan
rajatablas raza
rajazón raza de sol
raje razado, -a
rajón, -a re-
rajonada rebosar
rajonear recens, -tis (latín)
recesar
rajoso, -a
recesista
rallar (portugués) recesivo
ramada receso
ramadón recess (inglés)
Ramón recessus (latín)
ranch (inglés) rechanque
recién
ranchada (f.)
reciencito
ranchal (m.) reciente
ranchar(se) redondo
rancheador reducción
ranchearle) reduplicación
ranchera refacción
ranchería refaccionar
rancherío refaccionario
ranchero, -a refacer
ranchita refección
rancho refecho, -onis (latín)
rancho de paja refectorio
rang (francés) refectorium (latín)
ranga refectus (latín)
rangacho, -a reficere (latín)
refranes resondrador, -a
refuerzo semántico resortdrar(se)
refundir(se) resondro
régimen resondran
regresión resume
regurgitar retaguardista
rehundir retar
reírse a caquinos retreta
reírse como una chancha retrocar
reírse en las ñatas retrucar
rejundido (rejundió) reverbero
rejundir revesar
relájete revuélcate (ra.)
remecer(se) revulsar
remecida (f.) rezondrar
remezón rezongar
remover el concho (o los conchos) riesgoso, -a
renco, -a rímel, rimel
rendir ring (germánico)
renegrido, -a robar, jobo
renegro, -a robinsón
renes (latín)
roca
rengalido
rocanrolero, -a
rengo, -a
roche
renominalización
rom
repartir cabe
románicas (lenguas)
replana romería
repunta
romero
repuntado, -a
romo
repuntamiento
romponche
repuntar
rompope
repunte
rompopo
repuntero
ron
repunto
ron de caito
requintada (f.)
ron de quemar
requintar(se)
roncar, roniar
requintear
ronera
requinlilla
Ronol
requinto
roña
requiñar
roñoso, -a
resabioso
ropa
resaca
*rosfe
resalada
rota, -a (m. y f.)
rolo-ságüer safado, -a
rotoso, -a salar(se)
rotundo salario
roya/ salazon
rr saleta
rreta salir con su batea de babas
rúcano salir de apuros
rum (inglés) salitre
rumbullion (inglés) sam (papiamento)
rruna (quechua) samaquear
runasimi (véase quechua) samba (f.)
rundinüculo sambio
rundir(se) sambo,
Ruperto Sambo
s aspirada samica
saam (holandés)
san
saber lo que es canela
sanchín
saber lo que es mamey
sanchiño
sabienque
sanchito
sacar de apuros
Sancho, sancho
sacar el concho del baúl
sancocho
sacar la chicha
sanero, -a
sacar troncha
sacarse la lotería sanforizado, -a
sacarse la suerte sango
saccho sango con yuyo
sacer (latín) sangricán
sacha (quechua) sankhu (quechua)
sacha-camote *sapalla (quechua)
saco sapallanga
sacrar sapallo
sacre sapallu (quechua)
sacrería sapa-mama
sacrón, -a sapo
sacronazo, -a sapo-mama
sacronear sapolio
sacronería sapu-mama
sacronero, -a saqr (árabe)
sacudir su poncho el diablo sania
sacudón sarpullido inglés, que de lejos' parece
sal caracha... y de cerca es
sal de soda (la) saya y manto
salación schiavo (italiano)
scortum (latín) seudorreplana
scotch tape (inglés) sevichada, seviche, sevichito: véase
-se cebiche sexta
se ranger (francés) Shah (persa)
sebichada, sebiche, sebichito: véase sliakk (árabe)
cebiche seco (m.) sháncay
sefardí show
según sea el dinero será el pandero *Sicur
seguróla siéntese no más
semántica: véase calco siesta
semántico, cambio siga no más
semántico, nexo semántico, silbatina
rasgo semántico, refuerzo simoniz
semántico sembacuque (quimbundo- simonizar
bantú) sinalefa
sembrar de sal sincronía
sembrar [un] zapallo (la) Sin-monillo
semi-disfuerzo siriar: véase ciriar
ser buena maula sistema lingüístico
ser chancho en la batea sivinche
ser como chanchos sobar
(ser) como la petaca de Pando sobar el codo
ser de mamey sobar la pantorrilla
ser de ñeque so-
ser de pantorrilla gruesa sobón, -a
ser del codo sobre el pucho
(ser) duro de tutuma sobrecastellano
(ser) duro de codo Society of Friends
(ser) el mismo indio con otro soco, -a
poncho socucha
(ser) el trompo quíñador socucho
ser Juan y Manuela *sófer, *sofer
ser la caracha sófero, -a
ser llamarada de petate sois
ser pantorrilludo solitario
ser pura parada soltar la jaba
ser pura pinta solterito
ser puro mamey soltero
ser una buena huincha sombrero de muelles
ser una caracha sombrero de pelo
ser una uta sombrero hongo
¡servidor! sonaja (m.)
seseo sonorización
sonsear surumpihuan (quechua)
sonsera surumppaatha (aimara)
sonsito suruni (quechua)
sonso, -a suruy (quechua)
sonsonazo, -a sustrato quechua
sonsoniche
su-su
sopa de yuyos
soplón sutién
sorja (quechua) sweater (inglés)
sorocharse -ta (sufijo quechua y aimara)
soroche tabique de panderete
sorochi tablada
sorocho
tabú lingüístico
sortario, -a
*sortero tacha
sosten tachada (portugués)
sostensenos tacheiro (portugués)
sour (inglés) tachería
soutien, soutien-gorge (francés) tachero
strambus (latín) Tachitos
su- tacho
subírsele (a uno) el pavo tacho de basura
suche tachómetro
súchil tachos (portugués)
sucuchear tachudo, -a
sucucho tachuela
sueñera taino: véase arahuaco
suerte taita
suerte en baca (en vaca) -tak (sufijo quechua)
suertero, -a talón con yapa
suertes tamalera
suertoso, -a "tamba
suertudo, -a tambarria
suéter tambero, -a
sufijos Tambillo
sujetador tambo
súper Tambo de la Huaquilla
supermárket[s] tambo de tíos
supermercado *tampa
superpandero tampu (quechua)
suponer tampucamayoc (quechua)
surk'a (quechua) tanda de la cacharpa
suruchi t'anpa (quechua)
surumpi, lanpu (quechua)
surunpi (quechua) tantas muelas (m.)
fanfo tener más trabazón que petate de
tapa Eten
tapada (f.) tener muñecos en la cabeza
tapado (m.) tener [muy gorda la] pantorrilla
tapar(se) tener ñeque
taparse con una frazada tener pantorrilla (gruesa)
tapársele (a uno) la batea tener un chupo
tape (inglés) tener voz ñata
táper(s) tener yaya
fap/a tenorio
tapio tergal
tardique terma
tarro terminales (terminaciones)
tarro de basura termo
tarro de unto terne
tarros terne que terne
tarrudo, -a ternejal
tartaja ternejo, -a
tartajoso, -a terra (latín)
tata tetera
telegrama (los) ticos
telo tiempenque
temblor tigrillo
temperament (inglés) timolina
temperamento tinajero
temperamentum (latín) tinca
temperar tincay (f.)
temperare (latín) tincanazo
temperie tincani (quechua)
tendero lincanque
tener apuro tincarle (a uno) a/go
tener asiento de tacho tincar(se)
tener azar tincarse el coto
tener [buena] tutuma tincatha (aimara)
tener curcuncho íincay (quechua)
tener empaque tincazo
tener en /aba tinco, -a
tener gato en jaba tincuche
tener jale tincucho, -a
tener la jaba tincudo, -a
tener la suerte del charqui, que en tincunaco
vez de estirar se encoge tíncuy, t'íncuy (quechua)
tener lleno el cachimbo tingazo
tingo tombo
tingotazo tómbola
tingóte tondero cimarrón
tingue tonga
linguenr tongazo
t'inka (quechua) tongo
t'inkachi (quechua) tongo alon
l'ínkay (quechua) tongo de chancaca
tinkuchi (quechua) Tongoy, tongoy
tinque tonguear
tinquear tonguerear
tinquinazo tonguista
tinquini (quechua) tonguilo
tinquinazo tonguito pedemono
tinterillo tónico
tintero tono
tinlineador, -a tonto (m.)
tira topónimos
tirar tora (quechua)
tirar rfeZ poncho tordito
tirar Za parada tornillo
tirar [Za7 prosa torreja
tirar lampa tota (quechua)
tirarse a los yuyos totora
tirarse «na parada totum (latín)
tiza (adj.) totuma
fo- tolumada
-fo totumal
toba totumazo
tobralco totume
toca totumear
tocadiscos totumilla
*toco totumillo
tocuyela totumito, -a
tocuyero totumo
Tocuyo, tocuyo totumo de monte
todavía hay más chicha trabajarse (un cargo)
toga traerse sigo bajó el poncho
tomar camote trampiche
tomar la jaba trance
tomate transporte
tomaticán trapacear
tómati (azteca) trapajoso, -a
trasbocar truje
tratamiento (términos) trunculus (latín)
treja truquito
trejo, -a tsara (quechua)
Trejo tsontso
trepadora (f.) ttincani (quechua)
trigueño, -a ttinccatlia (aimara)
tristón, -o ttinccarpaatha (aimara)
trobalco tlinceattasicha (aimara)
trocar ttuta (quechua)
troesma tu-
trome tubino
tromelele tucuyería
tromería tucuyo
tromerín tul
trompa tule
trompada fuñido, -a
trompazo turre
trompeadera tuta (quechua)
trompeador tutancuna (quechua)
trompeadorazo tuta-tuta (quechua)
trompeadura tutapani (quechua)
trompear(se) tutatutamanta (quechua)
trompearse a la guadalupana tutayan
trompicón tuti (quechua)
trompis tulihuahua
trompiza tutito
trompón (m.) tuto
trompón, -a ¡tuto!
trompudo, -a tutotuto huahua
troncha tutta (quechua)
tronchado (m.) tutu
tronchar(se) [de risa] tutuhuahua
troncheo tutum (caribe)
tronchismo tutuma
tronchista tutumo
troncho (m.) tx (vasco)
troncho, -a tzikli (azteca)
tronchon úcase
tropa -ucho, -ucha
trote cochinero uchú (quechua)
trueque consonantico ucucha (quechua)
trueque vocálico ufrir
-ugo, -uga ventosa
uincha ver a Judas calato
ultracorrección ver al diablo calato
urna (quechua) verdún
-ume verraco
-timbre yerres (latín)
una mugre verse con Ambrosio
una punta de verse en muía chucara y con
una vez que maté un gato, me estribos largos
pusieron Matagalos vesre
unidad de la lengua veta
-uno, -una (las) vías de hecho
unto victrola
-tira vicuña
uri (aimara) vide
urna villa (araucano)
umía vincha
usar prosa vinchachina (quechua)
ustedes vinchar
ustedes son los fréjoles y vosotros los vinche
pallares vino tinto (color)
uta viruñero, -a
«foso, -a vitíligo
uvilla vitrola
v (grafía y sonido) vitrovén
(la) vaca de la fortuna viveza criolla
vacap acan (quechua) vivir a concito
vaina vivir del mamey
valenciano vivo, -a
vallino, -a viyela
vappa (latín) vizcacha
vaqueano, vaquiano: véase baquiano vocalización
várice volante
variedades funcionales del volatero
habla volver
vasco volver charqui
vaselina volver nunca
vela volverás (m.)
vela verde, velaverde volver(se) guarapo
vello volverse (un) yuyo
vendedero (m.) vomitar hasta la primera
venirle (a uno) ¡os muñecos mazamorra
ventarrón vos
vosotros yapado, -a
pota (latín) yapador
vozarrón yapadura
vuelve luego (m.) yapana (quechua)
Vuestras Mercedes yapani (quechua)
vuestro yapar(se)
wách'ukk (quechua) yapasca(n) (quechua)
(to) wait yapaynin (quechua)
wajcha (quechua) yapero, -a
wakcha (quechua) yapista
wanu (quechua) yapiío
warapu yaya
waráiva(y) (quechua)
yeísmo
warike
yer
*wariki (quechua)
yerba mate
war-war (quechua)
yo soy como Floripondio...
(to) watch
yunga
Weather Burean
yuyada
whisky
yuya/
whisky-sour
yuyaral
Whitechapel
yuyenco
Wikullo
yuyerío
wincha, wincha (quechua)
yuyero
Whitechapel
yuyón, -a
x (palatal sibilante sorda) yuyonazo, -a
xarque (portugués) yuyo(s)
xero- (griego) yuyoso, -a
xerocopia yuyu (quechua)
xerocopiar yuyudo, -a
xerografía yuyusca
xerografiar yuyuscar
xerográfico, -a zafiro
xerógrafo, -a zahr (árabe)
xcVoa: zamacón
xucrice (portugués) zamacueca
xucrismo (portugués) zamaqueada (f.)
xucro (portugués) zamaquear
y rehilante zamaqueo
yámper zamarrear
zamba (f.)
yanacona
zambacueca
yapa
zambada
yapndfl (f.)
zambaje zapallón, -a
zambazo, -a zapatero
zambear zapatón
zamberío zapayo
zamberío 447 zap/a 422
zambicholo, -a zarandear
zambicurina zarate
zambilla zarigüeya
zambio zazo, -a
zambiricuco zazoso, -a
zambito, -a zepelín
zambo, -a zoco (vasco)
(El) Zambo zoco, -a
zambo atravesado zococha
zambo palangana zocotxo (vasco)
zambolandia zocucho
zambón, -a zoncear
zambonauta zoncera
zambos zoncería
zambote, -a zonceridad
Zambrano, zambrano zonso
zambuco, -a zonzaina (m.)
zango zonzamente
zango con yuyo zonzazo, -a
zanguito zonzo, -o
zanguito con yuyo Zonzo
zapalla zonzón, -a
zapallada zonzonazo, -a
zapallal zonzoneque
zapallanga zonzoreco
zapallar (m.,v.) zonzoreno
zapallazo zonzoreque
zapallento, -a zonzoria.no
zapallera zonzorrio
zapallero, -a zonzorrión
zapallito de tronco zonzote, -a
zapallilo italiano zoroche
zapa//o zorocho, -a
zapallo angola zorollo
zapallo criollo zorillo
zapallo del diablo zorruno, -a
zapallo del tronco zucchini (italiano)
zapallo macre zucucho
zidáma (árabe) zupia zurrapa

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