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de antaño
Mucho se escribe sobre la historia oficial de los pueblos y casi siempre bajo
los esquemas tradicionales que nos impone la academia: una fecha, un
acontecimiento, algunos personajes y el relato de los hechos de manera más o
menos cronológica, agregando tal cual comentario contentivo del punto de vista
del autor. Pocas veces, sin embargo, se intenta coger otros derroteros para
mostrar de manera menos académica “la otra historia” que reposa casi silente en
la boca de sus propios actores o en la memoria colectiva de pueblos casi olvidados.
Después de escudriñar el gran horizonte andino con nuestro catalejo,
divisamos una gota de rocío que refleja sin cesar la luz del sol. En ella posamos
nuestra atención no sólo por razones de origen sino, más bien, de afecto. Es
evidente que hablamos de Bailadores y su gente y de los deseos
inconmensurables que hemos tenido por querer ensalzar sus virtudes.
Lamentablemente, los ecos de nuestras voces son escasos y sólo conseguimos
quien repinte las paredes y tape huecos pero nunca quien brinde apoyo a la
iniciativa artística, intelectual o de orden similar. No queda otra posibilidad sino
refugiarse en el trabajo personal e intentar, con los menguados recursos que la
voluntad y el deseo proporcionan, hacer lo que al fin de cuentas tiene que hacerse
en pro del colectivo que espera mucho de nosotros.
He aquí Bailadores y lo que mucha gente ha dicho de él y, claro está, lo que
muchos han hecho en él. Es un viaje imaginario en el tiempo, un regreso al pasado
que puede hacerse desde una butaca y en el que escudriñamos el diario de una
comarca testigo de pequeños y grandes hechos que se presentan, las más de las
veces, en forma de cuadros o estampas que ilustran momentos de la cotidianidad
y que en conjunto recrean, en cierto modo, una imagen particular del gentilicio
villorro. “Estampas del Bailadores de antaño” es la otra cara de un trabajo que
publicamos en el año 2001 titulado “Imágenes de Bailadores”. Más de trescientas
anécdotas recrean el paso del tiempo en esta ciudad, desde antes de la llegada
de los españoles hasta llegar a los albores del siglo XXI. Es cierto que hemos
querido presentar la mayoría de las estampas con un lenguaje sencillo, casi
sacado de los labios de la gente de Bailadores. Así, pues, lo que en principio
pudiera considerarse una falta grave ante los academicismos que descuellan en
libros de fino verbo, se convierte aquí precisamente en el invitado de honor. Así, y
no de otra manera, habla la gente de Bailadores. Es nuestro patrimonio oral y
queremos revalorizarlo en este trabajo. En este sentido, recordamos a nuestro
amigo lector que algunos pasajes reproducen casi al pie de la letra la forma popular
del habla de Bailadores y, en consecuencia, lo que en apariencia se trata de
errores ortográficos no es más sino un consciente acercamiento a la particular
forma del habla del bailadorense.
Esperamos de todo corazón que disfrute a sus anchas con la lectura de este
trabajo que tanto placer nos ha brindado al elaborarlo.
Un convento en Bailadores
* * *
La Virgen de la Candelaria
* * *
Un obispo muere en Las Porqueras
* * *
Los primeros aviones
* * *
Cuando los varones cumplían quince años, más o menos, era todo un
acontecimiento celebrarle lo que se llamaba “alargarse los pantalones”, dada la
costumbre de que los menores utilizaban pantalones cortos. Se le hacía al
adolescente una fiestica sencilla, una tortica y entonces la gente decía la víspera
“mañana le alargan los pantalones a fulano”, como queriendo decir que se iniciaba
para él una nueva etapa en su vida, la de la juventud.
***
Sombreros y corbatas
Aquí los hombres antes se ponían sombreros de jipi-japa (que no les falta
sino la tapa; andaban con chaleco (y el buche seco); con corbata (y en pura pata)...
***
* * *
La Cascada
—Gente
—¿Y qué están haciendo? Inquirió nuevamente el vigilante.
—¡Más gente!
* * *
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