El lado personal de Juan Diego Botto: la ausencia de su padre, una película que marcó una generación y el gran amor de su vida

El actor está nominado al Goya por 'Los Europeos' y tiene previsto el inicio del rodaje de su primer largometraje como director con Penélope Cruz como protagonista.

Juan Diego Botto.

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Reconoce que ha interpretado a los personajes “más intensos” del cine español, y no le falta razón. Dos de sus primeras películas, cuando no era ni un veinteañero, marcaron a una generación. Historias del Kronen y Martín Hache dieron a conocer a Juan Diego Botto, uno de los grandes de la interpretación que en este año ‘extraño’ del cine español ha logrado su sexta nominación al Goya por su papel en Los Europeos, de Víctor García León (y dicen que tiene muchas papeletas para hacerse con el galardón).

A sus 45 años, este argentino afincado en España desde que su madre tuviera que exiliarse cuando él apenas tenía tres años, ha probado las mieles del éxito tanto en el cine como en el teatro y la televisión y no solo como actor, sino también como escritor de obras teatrales y director de producciones alabadas como El privilegio de ser perro o Un trozo invisible de este mundo.

Con Historias del Kronen, Botto se convirtió en rostro de una generación.

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Nacido en Buenos Aires en 1975, desde ese 29 de agosto Juan Diego solo tenía dos opciones: amar o aborrecer el mundo de la interpretación. Su padre era Diego Fernando Botto Alduncín, actor argentino con orígenes italianos y vascos que se formó en el taller de teatro Agustín Alezzo y participó en algunas películas y series de televisión a comienzos de los años setenta. Militante de Juventud Peronista y Montoneros, el 21 de marzo de 1977 fue secuestrado y asesinado durante la campaña de terror de la dictadura argentina de Videla. Diego Botto se casó con Cristina Rota y tuvieron primero a María y un año más tarde a Juan Diego.

Juan Diego Botto con sus hermanas María y Nur Levi y su madre, Cristina Rota.

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La lucha de su madre tras el exilio

Cristina Rota nació en La Plata después de que sus abuelos maternos emigraran a Argentina a principios del siglo pasado. Estudió la carrera de piano aunque en sus sueños siempre quiso ser bailarina. Poco después comenzó Filosofía y Letras y empezó a formarse como actriz después de haber colaborado con varios grupos teatrales durante la adolescencia. Ya en Buenos Aires, Cristina comenzó a centrarse en la formación actoral con Agustín Alezzo, que le da su primera oportunidad con la obra Romance de lobos de Valle Inclán y a partir de la que pudo desarrollar su carrera trabajando en más de 60 obras en el país. Tras la desaparición del padre de sus dos hijos mayores, Cristina se exilia a España en 1978 estando embarazada de su tercera hija, Nur Levi.

Ya en España, Cristina tiene que empezar de cero junto a tres hijos pequeños a los que crió ella sola. Trabajó de camarera, de cocinera, vendiendo collares y en cualquier empleo que le permitía seguir luchando por salir adelante. Empezó a dar clases de interpretación en varios centros mientras dirigía algunas obras de teatro y en 1979 fundó la Escuela de Interpretación Cristina Rota, un centro integral de aprendizaje en el que a las clases asistían directores, guionistas o productores que daban su visión de la profesión a los alumnos.

Cristina Rota y Juan Diego Botto, madre e hijo.

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La ausencia siempre presente de su padre

Juan Diego Botto vivió la infancia en España de un niño exiliado que tenía que pelear por ganarse su sitio en el colegio donde era el que tenía un acento diferente al resto. Y todo con la ausencia de su padre al que apenas recordaba. "Es una figura que está muy presente en mí. Supe de él por los vídeos de Super 8, por lo que nos contó mi madre, por lo que dicen sus amigos, por las dos películas que hizo como actor, ambas malísimas; en una hacía de un chico bien secuestrado por la mafia y en otra era un estudiante rebelde... Fue secuestrado el 21 de marzo de 1977 y ya no se supo de él... Era muy activo, un gran deportista, era un líder... Muy talentoso, según su maestro, Agustín Aleso, y muy guapo, mira ahí lo ves en las fotos, solo y con mi madre... Tenía siete hermanos. En el último monólogo de mi obra está él: la búsqueda de la adaptación, la demanda de la justicia... Siempre está él", decía el actor a El País en 2005 con motivo del estreno de El privilegio de ser perro.

Desde que tuvo uso de razón, trató de encarar la ausencia de su padre. “Dicen que hasta los tres años no guardas recuerdos, y a esa edad yo me vine a España. Mi sentimiento de orfandad está íntimamente ligado al desarraigo. La identidad truncada y el exilio van juntos. Tengo una madre que me ha cuidado y querido mucho, pero me falta el referente paterno, imprescindible. Me faltan las raíces, el contexto, porque eso es el exilio, desencuadrarse”, explicaba en El Correo.

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“En mi caso, y para intentar conseguir que el secuestro, tortura y asesinato de mi padre no me persiga como un fantasma toda mi vida, creo que ha sido importante que haya hecho todo lo posible por intentar restañar esas heridas". El actor aseguraba que de no haber estado vinculado estado vinculado con distintas asociaciones que pelearon y para que se juzgara a los responsables de los crímenes de Estado en Argentina, seguramente habría sentido que le quedaba algo pendiente. "Y otra cosa: la justicia es algo que cura, mientras que la venganza no te lleva a ningún sitio. Pero, ¡qué terrible es cuando la injusticia está acompañada de impunidad! Yo pasé del odio a la búsqueda de justicia; el odio te ata y te hace perder doblemente. Lo que no debes consentir que te quiten son las ganas de cantar, de bailar, de ser feliz y de seguir adelante con tu vida”, recalcaba.

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Con 14 años descubrió su vocación

Y poco a poco fue amando el mundo de la actuación mientras veía a su madre dar clases en el salón de su casa. Con cinco años hizo su primera aparición en el cine y a los 8 hizo lo propio en la película Juego de poder, de Fausto Canel. Con 13 años empezó a leer a Federico García Lorca, autor que se convertiría en su gran compañero de vida, y con 14 decidió tomarse en serio lo de formarse para ser actor. Lo que empezó siendo un juego y él era un niño que se saltaba el colegio para hacer películas, poco a poco fue convirtiéndose en su verdadera vocación. Su madre fue su gran maestra y tomó clases en su escuela, por la que en esos años también pasaron desde Penélope Cruz a Roberto Álamo. Con 17 años se independizó y se graduó en 1995 para después marcharse a Nueva York para continuar aprendiendo de otra grande, Uta Hagen.

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Rostro del cine español de los noventa

Fue apenas cumplida la mayoría de edad cuando Juan Diego hizo varias pruebas para ser el protagonista de Historias del Kronen, de Moncho Armendáriz. Y fue un auténtico boom en la sociedad y en las taquillas, superando incluso a producciones de Hollywood. La película reflejaba a la juventud de una época de cambios y revoluciones en todos los sectores y para Juan Diego también fue lo que hizo ver que se esperaba mucho de él y que su trabajo había dejado de ser un juego para ser una responsabilidad (fue nominado al Goya como actor revelación). Luego vinieron Martín Hache, Silencio Roto, Plenilunio, Asfalto o Vete de mí. Botto ya no era una promesa del cine sino uno de los actores más potentes de la gran pantalla. Pasados los 90, Botto siguió protagonizando películas españolas como Roma, Obaba o Ismael, sumando a su carrera más de una 30 de cintas.

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Alabado por su proyectos teatrales

Mientras desarrollaba su carrera en el cine, Botto continuó con una de sus grandes pasiones: el teatro. En 2005 dirigió El privilegio de ser perro, también escrita por él, y tres años después estrenó Hamlet, dirigida y protagonizada por él, junto con José Coronado y Marta Etura. También es autor de las obras de teatro Despertares y celebraciones, dirigida por su madre, y La última noche de la peste, dirigida por Víctor García León. Una de sus obras más alabadas fue Un trozo invisible de este mundo, escrita por el actor y dirigida por Sergio Peris-Mencheta. Por ella obtuvo tres Premios Max.

En 2015 escribía Entre tu deseo y el mío, obra que interpretó su hermana María Botto a las órdenes de su madre. Pese a que reconoce que lo suyo es interpretar, su trabajo como escritor le ha dado grandes alegrías, la última este pasado año con Una noche sin luna, el particular homenaje que realiza a su compañero de vida, Federico García Lorca, bajo la dirección de Sergio Peris Mencheta y que interpreta y escribe Juan Diego, un texto en el que repasa la vida del poeta español y con el que están de gira por toda España.

La televisión también ha llamado a su puerta con éxitos sobre todo en los últimos cuatro años. Pulsaciones, Instinto y White Lines han arrasado en audiencia en diferentes plataformas, y ahora acaba de terminar el rodaje de Todos Mienten, junto a Irene Arcos y Ernesto Alterio. Además, en 2020 hacía una de sus incursiones en Hollywood, en una de las sagas más taquilleras de todos los tiempos: Escuadrón Suicida II, basada en el equipo de antihéroes de DC Cómics que tiene previsto su estreno este verano, una experiencia con la que disfrutó como un niño, según él mismo ha reconocido.

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Casado con una periodista

Pese a que siempre ha sido uno de los actores más deseados, poco o nada se ha sabido de su vida personal desde que comenzó su trayectoria profesional. Y ni falta que le ha hecho. En 2003 conoció al gran amor de su vida, la periodista Olga Rodríguez. Fue un fin de semana mientras estaban de fiesta. "Vi a una chica guapa saliendo de un bar y hablando por teléfono, así que le puse mi chaqueta para que no tuviese frío. Colgó y le hice unos comentarios irónicos sobre el asesinato de José Couso, ignorando que ella era periodista y que estaba con él el día que murió", ha explicado en una de las pocas ocasiones en las que ha hablado de su relación. Poco a poco se fue ganando la confianza de ella y logró que aceptara salir a cenar con él después de mucho insistir. Así comenzó su historia de amor y en 2009 nacía su única hija, Salma, que hoy tiene 11 años. Para Juan Diego, su vida cambió en ese preciso instante y fue el punto de inflexión que le hizo darse cuenta de que a partir de ese momento tenía que cuidar, educar y amar a su hija para siempre.

Olga se ha convertido en su “compañera del alma”, como él mismo la definía hace unos meses al felicitarla en sus redes sociales recordando los versos de Miguel Hernández. La periodista leonesa está especializada en información internacional, Oriente Medio y Derechos Humanos. Estudió en la Complutense de Madrid y se especializó en Contenciosos de Oriente Próximo en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Destacan sus trabajos sobre las revueltas árabes desde Egipto en 2011; sus crónicas desde Irak durante la invasión y ocupación en 2003 y sus reportajes desde los territorios palestinos, Afganistán o Siria, entre otros.

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Ha trabajado en Cadena Ser, Cuatro, CNN+ y ha colaborado con El País o Público, entre otros medios. Fue una de las cofundadoras de Eldiario.es, ha escrito cinco libros y ha recibido varios galardones como el Premio Periodista Enfocada Lupa en 2016, el Premio Periodismo y Derechos Humanos Asociación Pro Derechos Humanos de España (2015), el Premio Enfoque de Periodismo (2014) o el Premio a la Libertad de Expresión en la XII edición de los Premios de la Asociación Cultural Avuelapluma (2019).

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Botto y Olga se separaron durante unos meses a finales de 2015 coincidiendo con la marcha del actor a Estados Unidos para rodar la serie Good Behavior, pero en agosto de 2017 sorprendían a todos al anunciar que se habían casado por sorpresa en una ceremonia íntima en una playa de Wrightsville Beach, en el condado de New Hanover en el estado de Carolina del Norte (Estados Unidos). Fue el actor el encargado de dar a conocer la noticia en su perfil de Instagram con una instantánea de sus manos entrelazadas luciendo sendas alianzas de casados. “Ha pasado”, escribió.

La ceremonia la ofició el pastor Kevin Martin Wilmington que quiso felicitar a los recién casados con estas palabras: "Dos almas increíbles y amables, por dentro y por fuera. La periodista española Olga Rodríguez y el actor Juan Diego Botto escogieron la puesta de sol de Wrightsville Beach esta noche de agosto para prometer sus vidas el uno al otro. Mientras ella me entregaba sus anillos, la alegría del momento estaba escrita en los ojos de su hija de 8 años, Salma, ¡pura ALEGRÍA!".

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Comprometido, disciplinado y nostálgico

Juan Diego Botto siempre ha destacado por su compromiso social y político. “Tuve una adolescencia y juventud muy politizadas. Va a quedar un poco raro, pero el primer acercamiento que tuve fue con el ¿Qué hacer? de Lenin. Después leí fragmentos de El capital. No lo he leído entero porque sigue habiendo partes que… es un compendio de muchos libros y es muy complejo. Y después seguí leyendo a Lenin, un libro de filosofía que me gustó mucho. El otro día se lo comentaba a un amigo y me dijo que ese libro es una chapa infernal, pero a mí me gustó en su momento. Es cierto que lo leí con 16 años. Se llama Materialismo y empirocriticismo. También leí literatura china, que era crítica con la Unión Soviética, y esa fue mi aproximación a la crítica a la Unión Soviética. Luego Camus, Sartre, más Marx, Engels. Y Antonio Gramsci, que para mí ha sido un gran descubrimiento. Como te digo, tuve una juventud bastante política”, explicaba el actor en Jot Down.

Se considera un hombre muy racional y disciplinado, que siempre llega al set de rodaje con los deberes bien hechos. Dice que es español y argentino, pero sobre todo de Madrid. Eso sí, a la hora de animar a un equipo de fútbol, él lo hace con el Barcelona porque en él jugó Maradona. Sus proyectos los elige porque le llegan y no porque sean más grandes o más pequeños y de hecho ha renunciado a algunos en Hollywood porque sencillamente no le apetecía hacerlos. No se identifica demasiado con el prototipo de argentino dicharachero y dice que habla cuando es indispensable. Eso sí, se reconoce porteño en lo de ser ‘quejoso’ (algo protestón) y nostálgico.

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Para los próximos meses, además de la posibilidad probabilidad levantar al fin su merecido Goya, Botto tiene previsto el rodaje de su primer largometraje en el que contará con Penélope Cruz, amiga desde que iban a la escuela de su madre, y Luis Tosar, un proyecto al que el actor lleva dando vueltas cerca de siete años y que se ha retrasado por la pandemia.