La fascinante historia del collar de Ana Bolena que ha inspirado el desfile de Balenciaga

La desaparición de la joya sigue siendo un misterio cinco siglos después de la decapitación de la esposa de Enrique VIII.

Balenciaga

Getty

La logomanía fue una de las apuestas de Balenciaga en su desfile del domingo en la Semana de la Moda de París. El nombre de la marca aparecía repetido en los bolsos que llevaban los modelos y cubría completamente un vestido rosa de la nueva colección de esta casa: Balenciaga, Balenciaga. El protagonismo en las prendas de ropa de un nombre o un logo, sin embargo, se remonta al menos a los tiempos de Ana Bolena, cuyas iniciales solían adornar sus joyas.

De ahí, probablemente, que el colgante con la forma de una letra B que pendía del collar de una de las modelos de Balenciaga estuviera inspirado en la joya más emblemática de la famosa y trágica consorte del rey Enrique VIII. Con ese collar fue retratada Ana Bolena en uno de los pocos cuadros que existen de ella, ya que, después de ordenar su decapitación, Enrique VIII mandó quemar todos sus retratos –el que hoy cuelga de la National Portrait Gallery de Londres data del siglo XVII–, y con esta joya se la ha seguido representando en las distintas películas sobre ella.

Ana Bolena

National Portrait Gallery

El paradero actual del famoso collar de Ana Bolena es sin embargo un misterio que continúa intrigando a los historiadores. Tras su ejecución, se cree que su hija Isabel I, última reina de la dinastía Tudor, heredó sus joyas, pero en cualquier caso esta pieza en particular se esfumó.

Hay al menos dos teorías al respecto. La primera y más razonable, explica la desaparición del collar suponiendo que fue vendida tras la ejecución de su dueña y que posteriormente la letra B, realizada en oro, fue fundida para fabricar otra joya como era costumbre. Más emocionante, aunque improbable, es la segunda teoría: que las perlas que penden de la letra de oro se incorporaron a la Corona Imperial, la joya utilizada en la ceremonia de coronación de Isabel II.