Pilar Miró, que estás en los cielos... con Gary Cooper y Lady Di

20 años después de su muerte, recordamos a la directora de cine Pilar Miró. Además de sus películas, rodó las bodas de las Infantas... y un funeral

Pilar Miró.

@Gtres

Hace veinte años, se contaba en España el siguiente chiste macabro. “¿Qué famosas han muerto este año?”, preguntaba el gracioso de turno. “Pilar Miró, y la que no miró al pilar”, contestaba el bromista entonces. Esto último, por Diana de Gales, que en agosto había perdido la vida en el recordado accidente de coche bajo el río Sena. Menos de dos meses después, el 19 de octubre de 1997, fallecía de un infarto la directora de cine Pilar Miró, a los 57 años. Dejaba huérfano a su hijo Gonzalo.

Comparar a Pilar Miró con la princesa de Gales más allá de esa coincidencia necrológica resulta exagerado, pero sirve para hablar de su trabajo como realizadora de bodas reales. Siempre se destacan dos películas suyas: El crimen de Cuenca, que le costó un proceso militar, y El perro del hortelano, que se atrevió a rodar en verso. Sin embargo, Pilar Miró decía que su mejor trabajo cinematográfico fue la retransmisión de la boda de la Infanta Elena con Jaime de Marichalar. “Mi mejor obra de teatro ha sido una película, y mi mejor película, la retransmisión de una boda”, dijo una vez.

También fue uno de sus trabajos más complicados. En 1995, el recuerdo de la boda de los Príncipes de Gales todavía aleteaba en la memoria de los españoles y Pilar quería grabar algo que lo superara. Es más, le obsesionaba evitar los fallos que la BBC había cometido durante esa ceremonia. En la catedral de San Pablo, por ejemplo, el obispo se colocó entre las cámaras y los novios cuando éstos se daban el “sí, quiero”, impidiendo que se viera el momento en el que Carlos y Diana se intercambiaban los anillos. En la de Sevilla, Pilar Miró sí consiguió un primer plano de la escena.

La retransmisión del enlace salió tan bien que, dos años más tarde, volvieron a llamarla desde Zarzuela para que se encargara de la de la boda de la Infanta Cristina con Urdangarín. La directora padecía una enfermedad cardiaca y falleció solo una semana después, exhausta. Cuando en 2004 los ** Príncipes de Asturias** se casaron en La Almudena, se contrató al antiguo equipo de la directora.

Pilar Miró con Felipe González

© Getty

El funeral de Pilar Miró tampoco puede comprarse con el de Diana, aunque es verdad que por el tanatorio de la M-30, lo mismo que por la abadía de Westminster, desfilaron tanto miembros de la realeza (Pilar Miró conocía al rey Juan Carlos de su época de estudiante en la Complutense) , como del gobierno (era íntima de Felipe González y había militado en el PSOE) o del mundo del cine (por ejemplo Ana Belén y José Sacristán) . Más parecido a las exequias de Lady Di, por lo pomposo, fue sin embargo el entierro del alcalde madrileño Enrique Tierno Galvá n.

Cuando el "viejo Profesor" murió (corría el año 1986) , Pilar Miró trabajaba en TVE y fue a ella a quien le encargó organizar el sepelio, que se emitió en la cadena. La directora sacó entonces su vena más teatrera. De la carroza que transportaba el cuerpo del alcalde, tiraban seis caballos con penachos negros que Miró había utilizado en una de sus películas, Gary Cooper, que estás en los cielos. La carroza imperial, que mandó traer del Museo de Carrozas Fúnebres de Barcelona (este lugar existe) , había sido utilizada por Pere Portabella en un documental sobre el conde Drácula. El siniestro lacayo que conducía el coche, con su chistera y su capa negras, también parecía salido de la imaginación de Bram Stoker. Solo faltó que el medio millón de madrileños que se echaron a las calles para acompañar al alcalde portasen antorchas como en una película de la Hammer.

Pilar Miró y su hijo Gonzalo

© Getty

Veinte años después de su muerte, a Pilar Miró, ni se la recuerda, ni se la reivindica con tanta pasión como a la princesa de Gales, y eso que fue la primera mujer que dirigió Televisión Española y una de las pocas que hacía cine. Además le echó narices. Como cuando en El Crimen de Cuenca retrató con toda su crudeza las torturas de la Guardia Civil y le secuestraron la película durante dos años. A ella llegaron a pedirle seis de cárcel. También hizo teatro, e incluso ópera. La versión de la Carmen de Bizet que dirigió en el Teatro de la Zarzuela, por cierto, levantó tantos abucheos del respetable como la que la semana pasada estrenó ** Calixto Bieito** en el Real. Como dice el tango, veinte años no es nada.

Al frente de la cadena pública, Pilar Miró hizo más enemigos que Diana de Gales con sus confesiones a Andrew Morton. Desde los ñoños que criticaron que retransmitiera combates de boxeo en TVE (se empeñó en dar visibilidad a este deporte e incluso llegó a traer a Mike Tyson a España) , a los directores como Antonio Mercero que nunca le perdonaron su polémica ley del cine. Pasando, claro, por Alfonso Guerra, su particular Moriarty. Por la presión de este y otros diputados contrarios a González, se la acusó de malversación de fondos públicos por unos trajes que había comprado con el dinero de RTVE. En los tribunales la absolvieron, pero fue destituida de la cadena pública y tuvo que devolver su carnet de socialista. En 1989, subió a presentar un ** premio Goya** y se burló del feo asunto diciendo que “mejor hubiera sido que entregara el galardón al mejor vestuario”.

Cuando murió, estaba preparando una adaptación al cine de La señorita Julia, de August Strindberg, y otra de La dama duende, de Calderón de la Barca. Fue ella quien empezó a reformar TVE para que resultara más comercial (con El precio justo, ** Viaje con nosotros**...) , pero si viviese todavía y viera los programas que hay ahora en la cadena, volvería a rezar lo de: “Gary Cooper, que estás en los cielos…”.

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