Leonor Watling: “A mí cualquier cosita me vale para tener una crisis, soy muy apañada”

Hablamos con la actriz, que estrena hoy la segunda y última temporada de Nasdrovia, comedia producida por THE MEDIAPRO STUDIO, en Movistar +.
Leonor Watling “A mí cualquier cosita me vale para tener una crisis soy muy apañada”

Su personaje en Nasdrovia, la serie de THE MEDIAPRO STUDIO cuya segunda y última temporada estrena hoy Movistar+ y que coprotagoniza junto a Hugo Silva, es una mujer que a fuerza de vivir situaciones que la superan, decide coger el toro por los cuernos y no dejar pasar ni una más. Sin embargo, la conversación con Leonor Watling (Madrid, 1975), demuestra que ella no tiene nada que ver con ese espíritu impulsivo y muchas veces peligroso. Hablamos con ella de su trabajo, de sus superpoderes y de la imagen distorsionada que tiene de sí misma, entre otras muchas cosas. 

Edurne, su personaje en Nasdrovia sufre de insomnio y dice que padecerlo es nunca estar despierto y nunca estar dormido. ¿Usted qué tal duerme?
Si me dijeran del infierno de Dante, yo creo que el cielo y el infierno están aquí, el insomnio es uno de los círculos del infierno. He tenido muy poco, duermo mucho, es mi superpoder, me puedo quedar dormida en medio de un rodaje. Rodando de noche, con la música altísima y yo me quedaba dormida como un lemur.

Ese superpoder en los rodajes es una suerte también cuando te toca dormir de día porque grabas por la noche.
Me viene de músico y de actor. La costumbre de la máxima “Come cuando hay comida, ve al baño cuando haya baño y duerme cuando se pueda”.

Aunque la segunda temporada esté más disparada, el detonante de Nasdrovia fue una crisis de identidad relacionada con la edad. ¿Se siente identificada con eso en algún sentido?
Yo he tenido crisis a todas las edades, a mí cualquier cosita me vale para tener una crisis, soy muy apañada (Ríe).  Es verdad que el trigger de todo es esa crisis, pero en la segunda temporada ya están tan superados y desbordados que ya da igual.

Ya es sobrevivir.
Y luego también esa diferencia entre la manera de tomarse la vida que elige Julián, el personaje de Hugo Silva y la del mío. Una es “vamos a quedarnos quietos y si no hacemos nada no pasa nada” y la otra es “No, vamos a intentar salir de esta situación”.

Es verdad que su personaje parece que está como en Un día de furia, que ya ha cogido el toro por los cuernos y le da todo igual.
Ay, me encanta eso (ríe). ¿Te puedo citar? Es que es verdad. Yo tengo muchas ganas de que se vea la serie y mucha curiosidad por ver cómo se recibe. Me parece que es un tono que yo nunca he visto.

Es muy difícil de catalogar.
Sí, y tiene mucha verdad y a la vez tiene mucha comedia. Y tiene situaciones surrealistas, pero con tanta verdad que te las acabas creyendo. ¿Por qué no va a haber una intervención a un mafioso al que se le dice “me hablas mal”, “creas un ambiente tóxico en el trabajo”? (Ríe) Esa es mi escena favorita. “No me gusta que me hables mal”, dice un tío que vive de pegar a la gente.

Matar y extorsionar vale, ¿pero dónde quedó la educación? Tiene un sentido del humor muy peculiar la serie y una interpretación muy naturalista.
No estamos interpretando el desconcierto, y eso es completamente mérito de Marc Vigil, porque es un tono muy difícil y somos muchos actores y Marc sujeta las riendas y tiene muy claro dónde es el punto.Es maravilloso trabajar con él.

Tiene pendiente de estreno No mires a los ojos, adaptación de la novela de Millás en la que el protagonista sufre una crisis tras perder su trabajo. Los actores y en general la gente del cine, la tele y el teatro, se queda sin trabajo todo el rato, ¿usted cómo lo lleva?
Bueno, también tengo muchos amigos que trabajan en muchas otras cosas, pero que son autónomos, personaje de fantasía total, no es una cosa solo de los trabajos creativos. Eso yo creo que nos pasa a todos los autónomos. 

Sí, sobre todo a los que vamos saltando de proyecto en proyecto. Que hay una encrucijada al término de cada uno.
Sí, pero eso también te curte, en teoría, claro, porque yo me muero de la risa. Con la edad que tengo me sigue pasando, yo ya sé cómo va esto y da igual, sigues teniendo la misma inseguridad, sigues pensando que no te van a llamar… Desgraciadamente yo pensé que uno aprendía, pero la verdad es que de alguna manera te curtes. Ostras, si te pasa una vez, si eres funcionario y por lo que sea, te quedas sin trabajo con 50 años, pues eso sí que es una movida.

Sí, los que trabajamos en el cine o la tele estamos más acostumbrados. Las crisis no pueden ser todas grandes porque son muy frecuentes.
Claro, es que no te da la energía (Ríe).

Estás saliendo de una y metiéndote en otra. Me acuerdo de una frase de Sofía Loren que usted cita a menudo en entrevistas en la que venía a decir que ella seguía teniendo la cabeza como la tenía a los 30, que el cuerpo envejece, pero no da más de sí tu madurez o tu personalidad.
Eso me encanta. Mi madre me decía de pequeña que hay una edad a la que te levantas, te miras al espejo y dices: ¿Quién es esta persona?  ¿Quién me mira? Porque tu personalidad ya está formada, pero físicamente sigues cambiando. Cuando a Michael Caine le preguntaron qué era envejecer decía algo parecido: “Yo me miro al espejo y no sé quién es ese señor, por dentro sigo siendo el mismo”. Claro que la otra opción… Es eso o morirse, así que mejor eso.

También le he leído que ve sus fotos de cuando tenía 30 y piensa: “Por dios, si yo estaba monísima y a mí me horrorizaba mi físico". 
Qué fuerte eso.

¿Ha hecho las paces consigo misma en ese sentido o cree que con 60 verá tus fotos de ahora y pensará lo mismo?
Lo intento, no es por falta de voluntad, pero me sigue pasando. Hay momentos que estás más a gusto otro menos a gusto. Pero desde los 46 años aviso a los que vienen detrás de que eso no se aprende. Uno puede intentarlo, no hay que dejar de intentarlo, aunque no se consiga.

A mí me alucina además viniendo de usted, porque, perdone que se lo diga, pero es usted un mito erótico para mucha gente. Esa distancia entre lo que usted ve de sí misma y lo que ven los demás me sorprende.
Sí, y depende de cómo te lo tomes y en qué momento estés puede ser divertido o muy dañino. Está lejos lo que ves en los ojos de los que te miran que a veces dices ‘no voy a abrir la boca’. Por eso depende del momento en el que estés, que a veces prefieres un halago falso antes de decir no me mires así, porque no voy por ahí. Es complicado.

Además en su caso creo que se juntan dos prejuicios, porque se la convierte en mito erótico, pero recalcando la parte intelectual, como si fuera necesariamente excluyente, como si ser atractiva estuviera reñido con leer libros.
Eso lo dijo Bigas [Luna] hace muchos años y yo después le dije: ¿Te das cuenta de lo insultante que es eso? ¿Qué pasa, que las demás personas a las que llamas mito erótico son lerdas? Y luego poner el listón tan bajo en lo que uno considera intelectual, porque desde luego para mí los intelectuales son personas que han leído muchísimo más que yo, a mí me gusta mucho leer, pero no llego ni a la suela del zapato de la gente que conozco que de verdad lee.

También le he oido mucho citar a su compañero de Marlango, Alejandro Pelayo, que dice aquello de “siempre serás lo que fuiste en el patio del colegio”. ¿No hay manera de librarse de eso?
Supongo que hay gente que lo consigue.

¿Qué era usted en el patio del colegio?
Era rarita, bajita, medio inglesa… Era distinta. A algunos amigos les gustaba que fuera distinta y a otros nada, les daba mucha vergüenza y se reían de mí. No me hacía caso ni el tato, no era la guapa del cole para nada. Y la guapa del cole sigue siéndolo hoy, da igual que no sea guapa. No la he visto hace mucho tiempo, pero lo seguirá siendo porque lo fue.

También suele mencionar mucho una frase con la que Capote describió a Holly Golighlty en Música para Camaleones: “Tenía mucho ego y muy poca autoestima.
Esto, en referencia a la pregunta que me has hecho antes, de si se aprende, eso con la edad se te va. No a todos, pero sí a una mayoría. Yo tengo muchos amigos en mi generación de actores y todos hemos aprendido a mirar menos el ego y a querernos un poco más. A veces eras maravilloso y no eres tan maravilloso y a veces te dicen que eres horrible y no eres tan horrible.

Es como si tuviéramos interiorizado que ser egocéntrico es sinónimo de ser narcisista cuando no es lo mismo.

Has trabajado con todos los grandes y con Almodóvar en la película que le dio el Oscar al mejor guión. La he oído comentar que la promoción de Hable con ella te superó.
Yo no estuve a la altura, no estaba preparada.

¿Y cuál era la altura?
No estar tan ensimismada. Estaba tan asustada y tenía tan exacerbado el síndrome del impostor, que ni lo disfruté, que es lo principal. Cuando uno está con el síndrome del impostor se está mirando mucho y hay que llegar a la conclusión de que uno no es tan importante y puede permitirse disfrutar.

Puede tener que ver que su personaje era ompletamente pasivo y quizá eso tenía sentir que habías trabajado poco.
Claro, era muy difícil, pero yo cosía el traje del emperador y recuerdo cada día de rodaje, de coser sin hilo, pero te sientes muy poco merecedor. Tiene que ver con el humor, con no ensimismarse y con asumir que bueno, que sí, que había cosido el traje del emperador, pero porque era lo que había que hacer y lo he hecho lo mejor que he podido y con la persona más generosa del mundo y más talentosa que es Pedro Almodóvar.

Mucho antes de que la salud mental se convirtiera en un tema de moda tú has hablado mucho de ir al psiquiatra, al psicólogo, de una manera completamente natural. ¿Crees que a fuerza de mentarla se está frivolizando con ella?
A mí me parece súper positivo. Que en algún momento se frivolice me parece mucho mejor que que no se hable de ello. Si el precio a pagar es ese, merece la pena. Tampoco he visto yo mucha frivolidad al respecto. He visto mucho cariño, mucho respeto y mucho valor por parte de la gente. Lo que he visto siempre es que ha sido recibido con respeto.

Usted explica muchas veces que no solo es una actriz y ya, que en sus decisiones profesionales también influyen su familia, sus hijos, etc… ¿Usted se ha planteado alguna vez qué son sus hijos en el patio del colegio?
Lo he pensado alguna vez. Me preocupa que sean buena gente. Serán algo, el gracioso, el despistado, un adjetivo tendrán, pero que no sean los malos. Me preocupo mucho por que sepan cuidarse, tengan autoestima, sepan reconocer las cosas, pero también que sepan reconocer cosas que no se deben hacer. Pero vamos, lo de los hijos lo decía sobre todo por las elecciones profesionales a partir de los 40, que se suelen cuestionar mucho cuando no dependen enteramente de lo profesional, a partir de cierta edad es normal que tengas que cuidar de alguien o que haya asuntos personales que se pongan por delante. Cuando se habla de las carreras de los actores, no son diseñadas, juegas con lo que viene y cómo te viene y con lo que tienes en ese momento. A veces te mandan un guión que te toca demasiado y no lo puedes hacer.

¿Se arrepiente de haber dicho que no a algo?
Sí, muchas veces.

¿Y puede decir alguna?
(Ríe) No.

De todas formas la capacidad de rechazar trabajo no la tiene todo el mundo…
Claro, eso nos lo podemos permitir los autónomos que ganamos lo suficiente, es un privilegio. No siempre se puede. Y si tienes un trabajo fijo lo más que te dan es una baja de maternidad cuatro meses. Siempre que me hablan de ser actriz y ser madre yo digo que es lo mismo que les pasa a todos los autónomos, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. De repente durante un mes les puedes llevar todos los días al cole, pero de repente te tienes que ir a trabajar.

¿Usted ha hecho algún parón largo voluntariamente?
Más allá de los físicos con el embarazo no. Yo con mi primer hijo a los cuatro meses de dar a luz, me fui a una peli, era un proyecto increíble y no podía decir que no.

¿Qué peli era?
Lope. Más allá de eso yo no funciono así. A veces me digo “voy a parar unos meses” y entonces me llega un guión que me gusta y entonces me toca decir: “Cariño, ¿te acuerdas de lo que te dije de que iba a parar? Pues no”.

Además en tu caso [su pareja es Jorge Drexler] los dos tenéis ese mismo ritmo igual es más complicado coordinarse.
Bueno, tiene sus dificultades, pero también sus ventajas. Me ha podido acompañar a rodajes, por ejemplo. Pero básicamente es que no eres dueño de tu tiempo. Me sale un bolo en mitad de las vacaciones y lo tengo que hacer.

También tiene algo de no saber dónde acaba la lógica preocupación profesional y empieza la adicción al trabajo. “Este no lo cojo, de verdad, no lo voy a coger”.
Hay gente muy muy adicta al trabajo, yo no soy muy adicta al trabajo, soy más bien vaga.

Pues quién lo diría, cuando no ha parado en toda la pandemia.
Muchas gracias. Eso me dice mi psicóloga cuando voy y le digo ‘es que no he hecho nada’. Me mira y me dice: “A ver…”.

Y vuelve a ser la diferencia entre la visión que uno tiene de uno mismo y la que tienen los demás. Sin ser psicóloga, ahí parece que hay un poco de autoboicoteo. “Soy vaga, no estaba muy bien en aquellas fotos…”
(Ríe) A ver si me vas a cobrar, ¿eh? Luego me pasas la factura. (Ríe) La entrevista muy guay, pero además aquí va la factura de la sesión de terapia.

Algo que me da la impresión que ha cambiado en su personaje público es que de un tiempo a esta parte usted se ríe mucho en público.
Sí, me río más públicamente, yo siempre he sido así, pero es verdad que tengo una parte como esencial mía que es muy privada. Pero la tendría igual si fuera cajera de un supermercado. Tengo una parte intrínsecamente privada y pudorosa, pero en mi núcleo más cercano siempre he sido así. No tengo mucha necesidad de que me conozca la gente, de que sepan cómo soy, no tengo ningún interés en eso, solo en que les interese las cosas que hago.

Pero claro, es un conflicto grande porque usted, por su profesión, está muy expuesta personalmente. Los espectadores creen que los actores se les están desnudando delante y eso combina difícil con ser tímida.
A ratos sí, pero también te acostumbras y tiene una parte bonita. Es como si vivieras en un pueblo pequeño o en una comunidad de vecinos que es muy pequeña, que si te ven mal por la calle te paran y te dicen: ¿Pero qué te pasa? ¿Quieres que le diga a tu madre algo? Y dices jo, qué pueblo más pequeño, me quiero ir a un sitio donde no me conozca nadie. A lo mejor me preocupaba más antes el por qué la gente cree que yo soy así si no soy así, pero ya no me importa mucho.

A día de hoy hay algún personaje que eche de menos haber hecho, o trabajar con alguien con quien desearía.
Con muchísima gente y en papeles que ni siquiera imagino, hay muchísimos directores y directoras que son maravillosos que están empezando y muchos que serán maravillosos cuando yo tenga 50, eso es lo maravilloso de este trabajo, es imprevisible. Si yo supiera qué personaje quiero hacer hablaría con un guionista y le diría ‘oye, vamos a escribir esto’, pero es que yo no soy guionista. Nasdrovia es de una escritura súper precisa y por eso es tan buena.

Lo de haberle puesto voz a los audiolibros de Harry Potter parece una proeza completamente infravalorada.
Yo creo que es lo más difícil que he hecho con diferencia, física y mentalmente. Lo más complicado y lo más largo que he hecho, siete libros de 800 páginas. A las dos semanas lo habría dejado de no haber tenido el apoyo y la guía de Gloria Tarrida, la directora. De entrada a los actores lo de los audiolibros nos parece muy guay, porque parece que nos pagan por leer, hasta que ves lo que es y dices: ostras. Más de 200 personajes y te tienes que acordar bien de los matices de cada uno.

También es uno de los más desagradecidos.
No sé, a mí me parece muy bonito que mis hijos les pueden poner a mis nietos audiolibros míos. O pensar que hay niños por ahí escuchando en el coche Harry Potter, me parece la bomba.

¿Qué opina de toda la polémica alrededor de JK Rowling?
Que es una polémica sobre opiniones, no sobre hechos delictivos.

La opinión ahora mismo parece que se ha elevado a una categoría absoluta.
Me da tanta pereza eso… Hay mucha confusión entre la obra, la persona pública y la otra, cuando pueden ser completamente distintas. A lo mejor esto es una ida de olla, pero me parece que hay mucho del mundo informático (unos y ceros, blanco y negro) y del tamaño de los 140 caracteres en que ahora todo se ha convertido en sí/no, y un eslogan. No hay matices, no hay un desacuerdo educado…

Usted además es bastante tuitera

Pero nunca me meto en pozos.

Independientemente de que uno sepa no intervenir en polémicas, a veces leer el TL a veces es como entrar en una trinchera, dispare uno o no.

Yo creo que con las redes sociales y con los móviles pasará como con el tabaco. Dentro de unos años sabremos gestionarlo, sabremos detalladamente cómo nos afecta y miraremos a esta época como hoy miramos las fotos de los médicos recomendando tabaco, pensando ¿pero esta gente estaba loca? Creo que estamos completamente en pañales sobre cómo lo gestionamos y cómo nos afecta.

Pues hasta aquí hemos llegado, muchas gracias por la entrevista, Leonor. Un placer hablar contigo.
Igualmente, pásale la factura a la agencia (Ríe).