La historia de la laberíntica mansión de Xavier Corberó que ha conquistado a Inditex, a las marcas de lujo y que acogerá la pasarela 080

La 080 desembarca en la casa-escultura de Xavier Corberó, el escenario donde se rodó ‘Vicky, Cristina, Barcelona’.
La historia de la laberíntica mansión de Xavier Corberó que ha conquistado a Inditex a las marcas de lujo y que acoger...
Cedida por Espacio XC.

Hace un año, en pleno confinamiento, la 080 Barcelona Fashion cambió los desfiles presenciales de sus creadores por fashion films grabados en el Recinto Modernista de Sant Pau, iniciando así una era digital que continuó en la edición de hace seis meses con La Pedrera como escenario y ahora lo hace con otra joya escultórica-arquitectónica mucho menos conocida pero igual de interesante, la casa del artista Xavier Corberó en Esplugues de Llobregat. Es este un lugar sorprendente y laberíntico donde grandes arcos de cemento te hacen sentir como si estuvieras dentro de un cuadro de Giorgio de Chirico, o mejor aún, de un sueño surrealista inacabado. Un entorno onírico donde conviven las obras colosales de basalto de forma humana de Corberó en perfecta sintonía con la naturaleza domesticada. No hablamos de un solo edificio. Se trata de un conjunto de seis viviendas y varios patios, aunque las cámaras y los modelos del 080 se han movido únicamente por el Espai XC, la zona de los arcos fantasmagóricos donde anteriormente también firmas como Miu Miu o Uterqüe han grabado campañas de moda.

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Un espacio que parece pensado para ser instagrameado

“Filmar en este espacio da mucho juego, tienes diferentes ambientes: arcos, esculturas, reflejos, hasta una pequeña piscina… Y de noche, iluminado, cambia completamente”, nos explica Esther García Capdevila, propietaria de Esma Events y directora artística y técnica de las producciones de la 080 que se han filmado durante la última semana de septiembre. En total, 22 desfiles de firmas clásicas como Custo Barcelona, Lebor Gabala o Guillermina Baeza, otras nativas digitales como Paloma Wool o LR3 y nuevas incorporaciones como Moisés Nieto, a quien le atrae la experiencia por su innovación. Se trata de mostrar al mundo qué ofrece cada marca, “expresan su personalidad en relatos distintos que se cuentan con el mismo fondo, un entorno único y emblemático de Barcelona”, explica Marta Coca, directora de la pasarela, y añade que el modelo es pionero y está funcionando muy bien. “Hemos aumentado muchísimo la visibilidad de la 080, y también la calidad de los receptores porque podemos ofrecer imágenes mucho más completas y potentes de las propuestas de nuestros creadores”.

Unas imágenes que se graban sin público, sin front row de famosos ni tampoco con prensa alrededor. Durante la hora larga que dura cada filmación ni un intruso se cuela en el espacio. No solamente para mantener la sorpresa hasta el día 25 de octubre, cuando empezarán a publicarse online los desfiles grabados, sino también para evitar que la imagen de un espontáneo se vea en alguno de los espejos que el artista diseminó por el espacio. En ellos se reflejan los arcos, dotando al lugar de unas dimensiones mucho mayores que la realidad y permitiendo múltiples puntos de visión. Todo parece pensado para que se paseen modelos, o incluso para ser instagrameado, aunque se concibió mucho antes de la era de los selfies. Su historia merece la pena.

Espai Corberó. Foto: Marijo Jordán.

El último trozo de calle bonito de Esplugues de Llobregat

Fue en 1968 cuando el escultor –con obra en el MoMA de Nueva York y en el Victoria & Albert de Londres— descubrió el que describió como “el último trozo de calle bonito” de Esplugues de Llobregat, una localidad de herencia industrial pegada a Barcelona, donde viven en una gran casa minimalista Piqué y Shakira y también se ubica el colegio alemán donde han estudiado desde Samaranch y Pujol a Óscar Tusquets o Antoni Tàpies. El complejo artístico está a dos kilómetros de otra construcción singular –donde también hay ventanales en forma de arco– en el municipio contiguo de Sant Just Desvern: La Fábrica de Ricardo Bofill, una fábrica de cemento que el arquitecto intervino y convirtió en su casa-estudio.

Ese “trozo bonito” es el final de una rústica y bella calle empedrada y salpicada de verdes y aromáticas enredaderas en el centro histórico urbano, que reúne diversas masías con solera –en una de ellas, Can Cortada, vivió el barón de Maldá—y que culmina en una plazoleta con una iglesia y un convento con un claustro precioso, que la 080 ha utilizado como backstage.

Un proyecto a largo plazo pagado con su propio dinero

Corberó compró un terreno y una masía para rehabilitarla y crear un bosque donde sus esculturas convivieran con los árboles. Se lo pasó tan bien ideando ese espacio, que siguió adelante y, poco a poco, en la medida de sus posibilidades –todo lo pagaba con su propio dinero y si no había financiación paraba la obra un tiempo– fue adquiriendo otras masías que restauraba respetando su esencia pero también siguiendo su propio criterio poético. Existía una continuidad en las formas, materiales… Decía que la técnica servía para que no se cayera el edificio pero nada más. La funcionalidad de una cocina, o la comodidad no le interesaba. Solo la magia y la poesía.

En su mundo todo es laberíntico. Hay espejos, hormigón, muchas escaleras, puertas de vidrio y madera, paredes blancas y múltiples objetos de los que se enamoraba. Una cama china del siglo XVIII, una silla firmada por Gaudí, maletas de Louis Vuitton con sombreros encima, muebles de anticuario comprados en Nueva York, fotos junto a Joan Miró o Carmen Amaya, libros diversos, un Rolls Royce que hoy ya no está… Cuentan sus amigos que era un hombre seductor, con un gran humor irónico, un dandy caprichoso que compraba lo que le gustaba, hasta cachivaches. “Las cosas se me acumulan, pero no las colecciono”, decía.

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Los electrodomésticos Corberó

Guardaba hasta una vieja cocina Corberó y un calentador de la marca porque le hacía gracia ver allí su apellido. De hecho, la marca tenía que ver con su sangre puesto que el fabricante era su tío Pere Corberó, con el que no tenía demasiado trato. “El pobre Pere le llamábamos porque lo único que sabía hacer era dinero. Intentaba dibujar una Inmaculada Concepción y le salía una lavadora”, comentaba en una entrevista en la revista AD.

El artista vivía en una de estas casas –donde sigue residiendo su última pareja, Midu Rica– y también dedicó un espacio interior a museo y otro a taller. El complejo ocupa un total de 8.000 metros cuadrados distribuidos en varios edificios y patios interconectados donde los arcos (unos 300) son una constante unificadora. Para Corberó realizar esta obra fue “como una especie de milagro”.

Escenario de grandes campañas de moda

Fue a principios del nuevo siglo cuando Corberó inició el Espai XC, el más espectacular y característico, aunque esté inacabado. Corberó murió en abril de 2017 sin terminarlo, pero nadie lo diría. Su belleza es tan hipnótica que atrae a las marcas deseosas de convertirlo en escenario de sus campañas. Miu Miu lo hizo fotografiar por el colectivo Call this Number imaginando una colonia de poderosas artistas femeninas –Bella Hadid, Lea Julian, Lila Moss…– vestidas con su colección de primavera-verano 2020. Uterqüe paseó el otoño anterior su colección The Maze (el laberinto), de nombre muy apropiado. Zara Home (en otoño-invierno 16/17 presentó allí su línea de ropa de hogar jugando incluso con su bañera redonda) o la firma catalana Honne The Brand también la han elegido.

A Custo Dalmau filmar su colección de Custo Barcelona otoño-invierno 21/22 en el espacio XC le parece muy interesante: “Es una manera distinta de comunicar un proyecto de moda, nosotros ya lo hicimos el año pasado en la Fashion Week de Nueva York y tuvimos 500.000 visualizaciones”, explica. También Bernat Biosca, director general de Escorpión, está encantado con la apuesta digital, “que nos ayuda mucho a difundir nuestro proyecto de marca”.

El espacio se ha comparado con la pintura metafísica de De Chirico y los mundos imposibles de Escher. Incluso se habla de que su vinculación con la herencia de la arquitectura romana o incluso con Giacometti, aunque en opinión de su entorno próximo, no valen las comparaciones “porque la obra tiene su propia alma. Debe concebirse no como un edificio, sino como una gran escultura, de hecho es su gran escultura póstuma”.

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Woody Allen le sacó poco partido estético

También Woody Allen estuvo en este complejo en 2007, convirtiéndolo en el taller artístico de Javier Bardem, donde convivía con Scarlett Johansson y Penélope Cruz en Vicky, Cristina, Barcelona. No rodó en el Espai XC –todavía muy incipiente— sino en la propia casa del artista. Corberó no sabía muy bien quién le había recomendado su casa porque no eran íntimos amigos, solo conocidos. “Comíamos en el mismo lugar en Nueva York, en el Lane’s, y al encontrarnos nos decíamos ‘Hi’. En Barcelona pasó igual. Nos vimos y nos dijimos ‘Hi’”, explicaba el artista en un video del canal cultural Nowness.

En el film de Allen apenas se intuyen los fabulosos arcos, seña de identidad de este espacio, ya que el cineasta prefiere destacar la cocina y un jardín interior. En el Instagram del complejo cultural se muestra el bello tragaluz acristalado de la sala donde rodaron, que tampoco aparece en el film, aunque la luz que lo atraviesa daría mucho juego a un buen director de fotografía. A Allen está claro que le interesan más los diálogos y las emociones desbocadas de sus protagonistas que aprovechar la belleza del entorno.

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Amigo de Dalí y pareja de Elsa Peretti

Por la casa también pasaron los amigos artistas de Corberó, entre los que destacan Picasso y Dalí. A Dalí lo consideraba “un ser excepcional, buena persona, inteligente y fuera de lo común”. Fue uno de sus primeros compradores. Seguramente al pintor surrealista le debían encantar las esculturas en forma de huevo del artista al que le decía alabándolo: “Señor Corberó, cada día se parece usted un poco más a usted”.

A Duchamp lo conoció en la tierra de Dalí, en Cadaqués, en un momento en que iba mal de dinero, tenía mujer e hija, y éste le ayudo a ir a Nueva York y exponer su obra. Vivió en el Soho feliz en un ambiente totalmente artístico. En Estados Unidos se le relacionó con el movimiento op art y adquirió reconocimiento internacional. Curiosamente no fue allí sino en Barcelona donde conoció a la que fue su pareja en los años 70, la modelo y diseñadora de joyas de Tiffany, Elsa Peretti, cuando ella regresó de la Gran Manzana después de vivir los años locos de Studio 54. Contaba a SModa que vivió un “amor difícil” con el escultor, aunque sintonizaron creativamente: Mientras él se centraba en su última gran obra y a la vez hogar, ella hacía algo similar en otra población de l’Empordà, Sant Martí Vell, donde compró y restauró masías hasta convertirlo en el lugar donde aseguraba sentirse libre y feliz.

Un abuelo que tocó con Pau Casals y Stravinsky

Corberó, nacido en 1935 en Barcelona, se crio en un ambiente proclive al arte, ya que su padre fue uno de los fundadores de la escuela Massana y tenía muchos amigos artistas. Además, aprendió a trabajar los metales en el taller de herrería de su abuelo Pere Corberó, que colaboró con Gaudí y también tocó el clarinete junto a Pau Casals y trabajó con Stravinsky.

En el programa Blanc sobre Blanc (TV3) contaba como perdió pronto a su madre y hermano, y se recordaba a sí mismo con tres añitos corriendo hacia el refugio durante los bombardeos totalmente solo. Por si se perdía le hicieron memorizar su nombre y su calle. “Xavier Corberó Olivella. Claris, 40”. Estudió en la Central school of Arts and Crafts de Londres y trabajó un tiempo en la Fundación Médici de Lausana. En los años 90 colaboró con el ayuntamiento de Barcelona coordinando la llegada de obras de artistas de reconocido prestigio y también fue el encargado de diseñar las medallas de los juegos olímpicos de 1992.

Realizó exposiciones por todo el mundo y su obra se encuentra en Europa, Oriente Medio y Estados Unidos en colecciones privadas, museos y espacios públicos, que eran los preferidos del artista. Por ejemplo, hay 22 esculturas en los zocos de Beirut

Corberó vivió gran parte de su vida en el extranjero (Suiza, Reino Unido y Nueva York), aunque Esplugues fue su casa definitiva. Fumador empedernido, hasta cuando lo operaron y le extirparon un pulmón siguió con los pitillos sin filtro. Si le decían, “¿pero usted no quiere vivir?”, respondía: “No, quiero fumar”.

La boda del hijo de Xavier Trias se celebró allí

En vida de Corberó el espacio se financiaba con la venta de sus esculturas y era totalmente privado (poco antes de morir contaba en una revista que acababa de comprarle obra Michael Douglas para regalársela a su mujer), pero hoy en día sus herederos han decidido alquilarlo para determinados eventos, siempre muy seleccionados, para poder mantenerlo y preservar el legado artístico de Corberó en las mejores condiciones.

Pocas o ninguna fiesta se realizan en su interior. Como excepción, la boda de Alex Agulló y Roman Trias –hijo del exalcalde de Barcelona, Xavier Trias– en octubre de 2019. Fue por amistad y aún así, se les impusieron muchas condiciones, que cumplieron todas. “Entendimos perfectamente que debíamos ser muy cuidadosos porque estábamos comiendo a 2 metros de las esculturas y que todo el entorno en si mismo es una obra de arte”, explica Agulló. La celebración nupcial reunió a diseñadores, famosos e instagramers –tal como lo contamos en Vanity Fair, incluso a miembros de la organización del 080, que pusieron sus ojos y sus objetivos en estos maravillosos arcos. El resultado, lo veremos a partir del 25 de octubre.

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