La Buena Vida

A favor de tener pluma

Nos hemos olvidado de la pionera en la lucha: la pluma. Lo curioso de esta discriminación es que viene también desde un amplio sector del propio colectivo gay. Ha llegado el momento de reivindicar la pluma y de combatir la "plumofobia".
Modern Family Eric Stonestreet
Cameron nos representa.Foto: 'Modern Family' ( Steven Levitan y Christopher Lloyd, 2009)

Estamos muy contentos por todo lo que hemos avanzado en cuestión de derechos. Objetivamente, y pese a los trágicos sucesos de Orlando, nunca fue mejor momento para ser homosexual en occidente desde la Grecia clásica.

Sin embargo, mientras el espectro de aceptación se ha ido ampliando a la bisexualidad y la transexualidad, hay una vieja conocida que no ha mejorado tanto su estigmatización pese a haber sido, quizá, la pionera en la lucha: la pluma.

Ella fue la que dio visibilidad al colectivo y, al final del camino, decidimos darle la espalda todos, incluidos los gays. Ese afeminamiento irreprimible fue el que nos puso en el mapa, el que iba por la calle y recibía los insultos y las palizas. Pero todavía hoy, muy pocos le dan crédito. La pluma se ha quedado en el tintero al reescribir la nueva imagen de la homosexualidad Parece que la victoria del colectivo gay ha sido demostrar que eso era un estereotipo y eliminarla : que hay gays muy machos, que ese marica en realidad está mucho más cachas que tú, hetero medio. Que ser gay es ser normal. Que si vamos a hablar de diferencia hablemos de lo mucho que nos cuidamos, del espléndido target comercial que suponemos y la sensibilidad artística que se nos atribuye.

Pues eso está muy bien, pero el hecho de que se te note a la legua que pierdes aceite y que tengas una vena histriónica que te hace soltar una aguda risita, que te disloca las muñecas y te dispara los meñiques, sigue siendo, y no debería, un elemento perturbador para la estética normativa. Puedes ser gay, pero contente. Hablemos claro: todos, quién más quién menos, reprimimos nuestra parte más "gay" para que nuestra familia aceptara nuestra condición. Incluso jugábamos a ser perfectos en lo demás para que la homosexualidad fuera parte de un pack por lo demás irreprochable y entrara, así, con vaselina en las mentes menos tolerantes. Y quizá encontrarnos con los que no pudieron o no quisieron depurar las formas nos hace sentir algo incómodos, nos deja en evidencia y nos hace sentir un poco de vergüenza ajena (¿o propia?).

Por eso, lo curioso de esta discriminación, quizá lo más sangrante, es que viene también, incluso sobre todo, desde un amplio sector del propio colectivo gay. Si eres gay y estás leyendo esto sabes perfectamente la cantidad de perfiles en las redes sociales que explícita "abstenerse plumas" o busca perfiles "viriles". Sobre gustos, si hablamos de sexo, no hay nada escrito, es verdad. Pero lo cierto es que esas "locas" cargan con la rémora de desprestigiar la comunidad a la que pertenecen y eso es tremendamente cruel, injusto y absurdo.

Muchos homosexuales sienten que, desde su contención, han lavado la imagen a un colectivo percibido como carnavalesco y orgiástico. Pues muy bien, pero eso no quita para que la feminidad de la maricona de toda la vida sea tan respetable como tú, tenga derecho a expresarse en una mesa o una cena familiar como el resto y luzca con orgullo su pluma en una reunión de trabajo sin que levante necesariamente un comentario malicioso o una risa a sus espaldas.

Por eso, creo que ha llegado el momento de reivindicar la pluma y de combatir la "plumofobia". Quitarnos la obligación de ese gay que pasa desapercibido socialmente y exhibir o reivindicar de nuevo sin pudores al gay que nació fuera del armario, que quizá se enteró de que era homosexual porque todo el mundo se lo decía. Ya hemos vendido a la familia y la sociedad que la homosexualidad no es necesariamente eso, pero a veces sí lo es y está bien que así sea. No es anacrónico ni contrario a la nueva imagen del gay. Porque hay que luchar contra los tópicos, pero quienes poseen de forma natural los rasgos distintivos del "gay prototípico" han sido fundamentales para que la comunidad se forje una identidad, se pueda reconocer desde fuera y luche por lo que es suyo. La pluma es nuestra. Y a mucha honra.