Jacq, The Stripper: la vida de una desnudista muy feminista

La activista canadiense lucha por el reconocimiento de los derechos laborales de strippers y trabajadoras sexuales.

Por La mamba

04 de julio de 2018

Foto: Rachel Lena Esterline

Foto: Rachel Lena Esterline

Jacqueline Frances ha viajado por el mundo con sus enormes tacones rosa de plataforma y su diminuto atuendo. Llega al bar de turno, sube a la tarima y baila sensualmente en el tubo ante centenares de extraños que, excitados por su belleza desnuda, le entregan todo el dinero que tienen en sus bolsillos. 

Jacqueline se convierte entonces en parte de un mundo sórdido, ardiente y salvaje que es la fuente de dinero de miles de mujeres en todo el planeta. Conocida como ‘Jacq, The Stripper’, también ha visitado muchos países llevando un mensaje feminista, de lucha por los derechos de strippers y trabajadoras sexuales, y destruyendo el tabú que las ha catalogado como ‘mujeres de mala vida’. 

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Oriunda de Ontario (Canadá), Jacq se radicó en Montreal para ingresar a la Universidad de McGill y obtener su título en Literatura Rusa; sin embargo, lejos de ganarse la vida con una carrera académica, decidió ganársela bailando desnuda en los bares. 

“Empecé a desnudarme porque estaba cansada de estar en la ruina. Comencé a hacerlo en Sídney, Australia, en el 2010”, expresa en diálogo con la revista Cromos. 

Actualmente reside en Nueva York. “En Estados Unidos es donde se gana más dinero”. Es una mujer de ideas claras y concretas, que no se va por las ramas ni responde con eufemismos. Es consciente de quién es y de lo que hace, sin que le importen las críticas. “No puedes complacer a todos”, dice.

 

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El feminismo al desnudo 

Su oficio, muchas veces catalogado como “una forma de ganar dinero fácil”, no lo es del todo. A diario, Jacq y sus colegas se enfrentan a comentarios sexistas, insultos y abusos de toda índole, por parte de sus clientes, quienes creen tener derecho sobre ellas.  Este fue el detonante que desencadenó su activismo. 

“Que nos falten al respeto y no tener derechos como fuerza de trabajo fue una quemadura lenta que llevó a que me convirtiera en activista”. 

Las feministas más puras y personas con posturas más conservadoras ven como una contradicción que una stripper o trabajadora sexual pueda ser al tiempo feminista. Sin embargo, Jacq les contesta con un rotundo “Sí podemos”. 
“Todo el tiempo me dicen que no puedo ser feminista. Tienen el concepto erróneo de que estamos tristes y mal todo el tiempo, una forma simplista de avergonzar a las mujeres por usar sus cuerpos para ganarse la vida”, expresa en entrevista con The Huffington Post. 

Aunque su trabajo hace que se les vea inevitablemente como un objeto sexual, ella explica con humor para Cromos: “Mucha gente ve mi cuerpo como objeto. No puedo cambiar la forma en que me ves, pero puedo cobrar por ello (...) Además: mi cuerpo, mis reglas... es responsabilidad del cliente respetar eso”. 

El trabajo sexual es diferente del tráfico sexual 

Aunque parezca evidente, es importante resaltar que el trabajo sexual es una cosa muy distinta a la explotación infantil y al tráfico de personas para forzar su prostitución. Las dos hacen parte de la atmósfera del sexo, pero no tienen nada que ver la una con la otra. Es un tema para analizar con lupa.

Fidelia Suárez, trabajadora sexual y presidenta de Sintrasexco, una asociación colombiana de trabajadoras sexuales que buscan mejorar sus condiciones laborales, nos explica: “El trabajo sexual lo ejercemos personas mayores de 18 años, de forma voluntaria, sin presión alguna. Cuando hablamos de menores edad, hablamos de explotación infantil, y la trata de blancas se refiere a personas forzadas a prostituirse”. Es decir, los últimos casos son delitos. 

Por otro lado, en Colombia, así como en Estados Unidos, no existen leyes que amparen de forma integral a las trabajadoras sexuales, que reconozcan sus derechos y regulen las condiciones de su oficio. De este modo, las mujeres se ven expuestas a trabajar en lugares denigrantes, muchas de ellas sin afiliación al sistema de salud, vulnerables al maltrato físico y psicológico de clientes y proxenetas. Las violaciones y asesinatos pintan  de peligrosidad el ejercicio de su oficio, sin una ley que las proteja y que tenga en cuenta sus denuncias. 

También existen organizaciones o proyectos que buscan acabar con el trabajo sexual o multar a las personas que pagan por sexo. Un ejemplo es el proyecto de ley de Clara Rojas, propuesto hace unos meses en el país y por medio del cual se plantea multar con millonarias sumas a quienes paguen a una prostituta.

Jacq es precisa en este aspecto, “creo que es parte del problema. Si los adultos se desean consentir y quieren pagar para divertirse, deberían poder hacerlo”. 

Aunque el objetivo de este tipo de proyectos es desestimular la práctica del trabajo sexual, en vista de que muchas personas, menores y mayores de edad, se ven obligadas a ejercerlo por motivos ajenos a su voluntad, se perjudica de alguna manera a quienes trabajan por gusto y no por obligación. 

Recientemente, ‘Jacq, The Stripper’ marchó junto con un grupo de trabajadoras sexuales contra el cierre, por orden del gobierno, de una página web, en la que las mujeres hacían anuncios publicitarios ofreciendo sus servicios sexuales (de esta forma tenían un contacto más seguro con sus clientes). Según Jacq, con el cierre de este tipo de páginas “se deja a las mujeres sin herramientas de trabajo”. 

 

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Escritora, artista y comediante 

Por todo esto, ‘Jacq, The Stripper’ lucha, marcha, escribe, dibuja y hace stand up comedy. Ha publicado hasta el momento cuatro libros: La desnudista inquisitiva, Striptastic!, Cómo no ser un pene en un club de estriptis y El Show de Beaver, en los que narra e ilustra las situaciones cotidianas de su oficio. 

“Empecé a dibujar hace unos años con un proyecto llamado #100DaysofPleasantries (Cien días de placeres). Dibujé una pequeña cosa, una vez al día, durante cien días, y floreció en mi segundo libro, Striptastic!”. 

Por medio de su trabajo expresa los momentos más incómodos de una desnudista, las preguntas que más odian y cómo lidian con situaciones como usar un tampón y ponerse una pequeña tanga para abrirse de piernas en el tubo. 

Su activismo también la convirtió en empresaria. Sus ilustraciones explícitas están estampadas en mochilas y camisetas. 
“Comencé a vender la camiseta Off Duty Stripper hace unos años solo por diversión y ahora tengo una tienda en línea: StrippersForever.com, donde puedes comprar los libros y productos que celebran el trabajo que hacemos”, comenta. 
Aunque tiene claro que “el estigma es la parte más difícil de ser desnudista”, Jacq ha alcanzado grandes metas en su vida y ayuda a que mujeres como ella también alcancen las suyas. 

 

Ilustraciones: Jacq The Stripper. 

Por La mamba

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