BIOGRAFíA: Carlos IV

Primeros años de vida

Sucedió a su padre, Carlos III, al morir éste en 1788. Accedió al Trono con una amplia experiencia en los asuntos de Estado, pero la repercusión de los sucesos acaecidos en Francia en 1789 y el gobierno a manos de su esposa Marí­a Luisa de Parma y del amante de ésta, Manuel Godoy (algunos entendidos hoy en dí­a afirman que en realidad no eran amantes) frustraron las expectativas con las que inició su reinado. A la muerte de Carlos III, el empeoramiento de la economí­a y el desbarajuste de la administración revelan los lí­mites del reformismo, al tanto que la Revolución Francesa pone encima de la mesa una alternativa al Antiguo Régimen.

Gobierno del conde de Floridablanca

Las primeras decisiones de Carlos IV mostraron unos propósitos reformistas. Designó primer ministro al conde de Floridablanca, un ilustrado que inició su gestión con medidas como la condonación del retraso de las contribuciones, limitación del precio del pan, restricción de la acumulación de bienes de manos muertas, supresión de ví­nculos y mayorazgos y el impulso del desarrollo económico. El propio Monarca tomó la iniciativa de derogar la Ley Sálica impuesta por su antecesor Felipe V, medida ratificada por las Cortes de 1789, que no se llegó a promulgar.

El estallido de la Revolución Francesa en 1789 cambió radicalmente la polí­tica española. Conforme llegan las noticias de Francia, el nerviosismo de la corona crece y acaba por cerrar las Cortes que, controladas por Floridablanca (mantenido en el poder por consejo de su padre), se habí­an reunido para reconocer al Prí­ncipe de Asturias. El aislamiento parece ser la receta para evitar la propagación de las ideas revolucionarias a España. Floridablanca, ante la gravedad de los hechos dejó en suspenso los Pactos de Familia, estableció controles en la frontera para impedir la expansión revolucionaria y efectuó una fuerte presión diplomática en apoyo a Luis XVI. También puso fin a los proyectos reformistas del reinado anterior y los sustituyó por el conservadurismo y la represión (fundamentalmente a manos de la Inquisición, que detiene a Cabarrús, destierra a Jovellanos y despoja de sus cargos a Campomanes).

Gobierno del conde de Aranda]

En 1792 Floridablanca fue sustituido por el conde de Aranda, amigo de Voltaire y de otros revolucionarios franceses, a quien el rey encomienda la difí­cil papeleta de salvar la vida del rey Luis XVI en el momento en que éste habí­a aceptado la primera Constitución francesa.

Sin embargo, la radicalización revolucionaria a partir de 1792 y el destronamiento de Luis XVI – el rey francés fue encarcelado y quedó proclamada la República – precipitó la caí­da del conde de Aranda y la llegada al poder de Manuel Godoy el 15 de noviembre de 1792.

Primer Gobierno de Manuel Godoy

Manuel Godoy, un guardia de corps, ascendió rápidamente en la Corte gracias a su influencia sobre la reina Marí­a Luisa. En pocos años pasó de ser un hidalgo a convertirse en duque de Alcudia y de Sueca, capitán general y, desde finales de 1792, en ministro universal de Carlos IV con un poder absoluto. De pensamiento ilustrado impulsó medidas reformistas como las disposiciones para favorecer las enseñanzas de las ciencias aplicadas, la protección a las Sociedades Económicas de Amigos del Paí­s y la desamortización de bienes pertenecientes a hospitales, casas de misericordia y hospicios regentados por comunidades religiosas.

La Revolución francesa condicionó su actuación en la polí­tica española. Sus primeras medidas se encaminaron en salvar la vida de Luis XVI, procesado y condenado a muerte. Pese a los esfuerzos de todas las Cortes, el monarca francés fue guillotinado en enero de 1793, lo que generalizó una guerra de las potencias europeas contra la Francia revolucionaria conocida como la Guerra de la Convención, en la que España participó y fue derrotada por la Francia republicana, fruto del desastroso abastecimiento, la pésima preparación del ejército y la escasa moral de la tropa frente a los enardecidos sans culottes franceses. Un ejército dirigido por el general Ricardos entró en el Rosellón y logró algunos éxitos. A partir de 1794 las tropas españolas se vieron forzadas a la retirada. Los franceses ocuparon Figueras, Irún, San Sebastián, Bilbao, Vitoria y Miranda de Ebro.

Godoy suscribió con Francia la Paz de Basilea en 1795. La República francesa devolvió a España las plazas ocupadas, a cambio del territorio hispano de la isla de La Española – colonia de Santo Domingo -. En agradecimiento recibió el tí­tulo de Prí­ncipe de la Paz.

En 1796, concluida la fase más radical de la Revolución, Godoy firmó el Tratado de San Ildefonso y España se convirtió en aliada de Francia. Este cambio de postura buscaba el enfrentamiento con Gran Bretaña, principal adversario de la Francia revolucionaria y tradicional enemiga de España con la que disputaba la hegemoní­a marí­tima y, concretamente, el comercio con América. La escuadra española sufrió la derrota frente al cabo de San Vicente en 1797, pero Cádiz y Santa Cruz de Tenerife resistieron a los ataques del almirante Nelson. En América los británicos ocuparon la isla de Trinidad, y sufrieron una derrota en Puerto Rico. Ello provocó la caí­da de Godoy en mayo de 1798.

Gobierno provisional

Dos ilustrados, Francisco de Saavedra y Mariano Luis de Urquijo, se sucedieron al frente del gobierno entre 1798 y 1800.

Segundo gobierno de Manuel Godoy

La llegada al poder de Napoleón en 1799 y su proclamación como Emperador en 1804 alteró las relaciones internacionales y se renovó la alianza con Francia. Napoleón necesitaba, en su lucha contra los británicos, contar con la colaboración de España, sobre todo de su escuadra. Por ello, Napoleón presionó a Carlos IV para que restituyera su confianza en Godoy. í‰ste asumió de nuevo el poder en 1800 y firmó un segundo Tratado de San Ildefonso por el que poní­a a disposición de Napoleón la escuadra española, lo que implicaba de nuevo la guerra contra Gran Bretaña.

Godoy declaró en 1802 la guerra a Portugal, principal aliado británico en el continente, antes de que lo hiciera Napoleón. Este conflicto, conocido como la Guerra de las Naranjas, significó la ocupación de Olivenza por España además obtuvo el compromiso de Portugal de impedir el atraque de buques británicos en sus puertos.

En 1805, la derrota de la escuadra franco-española en la batalla de Trafalgar por la Armada británica modificó la situación radicalmente. Frente a la hegemoní­a de Gran Bretaña en los mares, Napoleón recurrió al bloqueo continental, medida a la que se sumó España. En 1807 fue suscrito en Tratado de Fontainebleau que estableció el reparto de Portugal entre Francia, España y el propio Godoy, y el derecho de paso por España de las tropas francesas encargadas de su ocupación.

Crisis final

Con tal sucesión de guerras se agravó hasta el extremo la crisis de la Hacienda; y los ministros de Carlos IV se mostraron incapaces de solucionarla, pues el temor a la revolución les impedí­a introducir las necesarias reformas, que hubieran lesionado los intereses de los estamentos privilegiados, alterando el orden tradicional.

La presencia de soldados franceses en territorio español aumentó la oposición hacia Godoy, enfrentado con los sectores más tradicionales por su polí­tica reformista y entreguista hacia Napoleón. A finales de 1807 se produjo la Conjura de El Escorial, conspiración encabezada por Fernando, Prí­ncipe de Asturias, que pretendí­a la sustitución de Godoy y el destronamiento de su propio padre. Pero frustrado, el propio Fernando delató a sus colaboradores. En marzo de 1808, ante la evidencia de la ocupación francesa, Godoy aconsejó a los reyes que abandonaran España. Pero se produjo el Motí­n de Aranjuez, levantamiento popular contra los reyes aprovechando su presencia en el palacio de Aranjuez. Godoy fue aprisionado por los amotinados. Carlos IV, ante el cariz de los acontecimientos, abdicó en su hijo Fernando VII.

Napoleón, receloso ante el cambio de monarca, convocó a la familia real española a un encuentro en la localidad francesa de Bayona. Fernando VII, bajo la presión del Emperador, devolvió la Corona a Carlos IV. í‰ste se la entregó a Napoleón que designó nuevo rey de España a su hermano José.

Final

Carlos permaneció prisionero de Napoleón hasta la derrota final de éste en 1814; pero en aquel año fue Fernando VII el repuesto en el Trono español, manteniendo a su padre desterrado por temor a que le disputara el poder. Carlos y su esposa murieron exiliados en la corte papal.

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